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Full text of "Diccionario de voces aragonesas precedido de una introducción filológico-histórica"

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r    I 


^  Ci  o. 


I 


IKlAlDElESmCfllSiS 

DE  nsl  IHtBODUCClAK  TILOLÓGICA  HISTÓBICA 

POR  LA  EXCHA.  DIPUTACIÓN  PKCVINCIAL 

OB     ZARAGOZA. 


uiiiñ  cii  un  Apéodicu  i'nra  cnri'jucCrr  «I  Vuruliultiria  jiiiblkaJo  en  lUTiU 

j'  U<s  uiliuitnii:»  a  lu  tolruiliii^Flóu  ipio  iivuxuki  liaccr.^vu  ID  írt'""''" 

i'iliviún  lie  itU  ciltr». 


ZARAGOZA 

frl'IiKMA   l'LL  H'n'PTCi''!   }•!!■ 
1S84 


P  I^  o  L  o  G  o  . 


HOMENAJE  A  ARAGÓN. 


U\i:t:  ya  ulgimod  »Íio^,  i;\L-lamauu  un  una  Kuloiuniditcl  auíi- 
íjóniicií  el  más  grivc  y  perauasivo  de  loa  oradores  y  juriscon- 
siiltos  modernos, — honra  y  pre?,  del  íoro,  de  Ina  ciencias,  do  las 
IftrsiB  y  (le  las  artes  en  España:— tdoj  gracias  ú  Píos  de  Iwber 
j'uosto  uii  cuna  á  la  aombra  de  aquellos  no.ronjos  y  bajo  la  bú- 
vi'ila  cs|)Iúiidída  de  aqui.'l  cido.'^  Acordábase,  ni  pronunciar 
i.-A^  palubras,  el  cantor  ins¡<,'nc  del  héroe  do  lai>  ^rai^ntas 
(!ramút¡cai<  do  Honceevallcs,  del  a/ahar  que  <lá  deleite  al  sen- 
tido ea  las  ermitas  cordobesas  ó  cu  los  cercanías  del  monte  do 
la  Novia  y  jicríuma  los  collados  en  que  fabrican  panales  oloro- 
tii-B.  abejas  de  la  familia  de  bis  que  rodeaban  la  cuna  del  Kpico 
dil  Imperio,  ávidas  do  ruco^'er  la  miel  (¡lie  destiUban  los  lá- 
líiua  del  niño,  entreabiertos  jior  líi  angelical  sonrisa  de  la  ino- 
(■•:!iciii.  Acordábase  de  lo-s  auroras  y  ocanos  que  ton  puro  roai- 
i'ltr  y  cambiantes  tan  bellos  ofrecen  en  los  nevados  picos  de 
Veleta  y  Mulhaccn;  de  la  ¡«mjsíu  singular  sentida  en  el  Patio 
<lc  los  Ix»nes,  en  esas  noches  do  Slayo  en  qnc  el  asti'o  predi- 
lecto del  ruiseñor  irradia  su  luz  suave  y  melancólica,  en  me- 
dio  de  miríadas  de  estrellas,  que  relucen  un  el  azul  más  limpio 


22715 


IV 

y  bollo  do  loH  celestes;  dol  liecbizo  incomparable  de  un  ama- 
necer en  las  riberaa  descritas  por  Becquer  y  cantadas  por  Ar- 
guijo  ó  de  una  caida  de  la  tarde  entro  los  laureles  rosa  del  Je- 
noralife,  de  cuyos  troncos,  si  colgásemos  paisajes  del  Poussin, 
resultaría  el  arte  dando  una  lección  á  la  naturaleza,  á  cambio 
de  las  muchas  que  á  la  naturaleza  tiene  dadas,  el  Pintor  de  los 
árboles.  Pensaba  el  Sr.  Pacheco,  sin  duda,  en  el  sol  que  llameó 
un  día  en  las  granadas  de  oro  y  plata  del  alminar  de  Abderrha- 
máu  y  en  el  que  resplandeciendo  sobre  tejas— de  oro  y  plata 
también —  después  de  esparcir  todos  los  encantos  de  la  belleza, 
en  las  espléndidas  vistas  de  la  azotea  do  la  quinta  palacio  de 
Medina  Az  Zahra,  penetraba  en  el  Salón  del  Califato;  daba  á 
beber  luz  á  la  perla  que  en  él  tcstiiicaba  la  pompa  de  Bizanciu, 
y  que  pendía  del  esmaltado  teclio  sobre  un  cisne  de  la  labor 
más  exquisita;  cegaba  los  ojos  al  reflejar  sus  rayos  en  los  ias- 
})es,  en  los  metales  riquísimos  de  las  paredes  ó  de  las  columnas 
taracíiadas  de  piedras  preciosas,  en  el  cristal  y  iwrfidos  de  los 
pilares  de  la  célebre  arquería  polígona  trazada  por  ocho  arcos 
de  herradura,  y  en  las  joyas  que  aumentaban  el  mérito  de  la.s 
l)uertas  d<í  marfil  y  ébano  que  sobre  estos  pilares  dcscansa- 
hm;  en  el  trono  del  Sultán,  al  parecer  tallado,  en  un  astro  de 
más  l)rilU»  que  el  (jue  nace,  en  la  fresca  alborada,  en  un  cielo  df. 
rosa  y  se  júerde  en  golfos  de  líquida  púrpura  en  el  poniente;  on 
los  brocados,  en  los  rubíes,  de  los  escudos,  espadas  y  cimita- 
rras que  se  lucían  en  ceremonias  tan  solemnes,  como  la  jur^ 
<l«i  Alhaken,  la  recepción  de  ürduño  IV  de  Galicia  ó  la  del 

enviado  de  Constantino  vi); estancia  mágica,  en  la  que 

co usaba  vértigos  el  estanque  de  azogue  al  moverse ;  encanta- 
ban el  oido  los  arpegios  de  las  aves  encerradas  en  redes  de  seda. 


(1;  Al  Makkari  ha  descrito  ú  maravilla  csia  ombajaila.  Ik-n  Hayyaii  diro 
que  la  carta  imiXTÍal  tenía  un  sello  do  oro  con  la  eflgfíe  del  Mesías  de  uu 
lado  y  las  ile  Constantino  y  su  hijo  en  otro;  estaba  escrita  en  vitela  azul 
celeste  cun  letras  de  oro,  acom ¡lañándola  una  lista  de  los  regalos  en  rarac- 
t«ros  de  plata;  iba  encerrada,  metida  en  una  bolsa  de  hilo  de  plata,  dentro 
de  una  caja  de  oro,  que  entre  otros  primores  ostentaba  un  retrato  del  Kni- 
perador  en  e>multe:  totlo  est^  lo  contenía  un  wberbio  «stuche  ron  íundx 
de  s*^da. 


nit  toA  vecÍDoa  boscngM  de  laurel }  almendros,  lo»  niiiloH  miatp- 
rioMB  lie  la  Miramaiia.  (jiie  acá  y  acullá  proyectaba  ¡rratns  Hom- 
brts.  y  IcHí  argentinos  ilel  agua  que  bnjaiMlo  ih-  In  Hierra  por 
arlíalii^iíi  acueilui^tofl,  orn  ilüslizábnne.  pntre  matate  de  adclíoH, 
tommniUi  pfttanqiira  rodeados  de  un  neto  de  arrayan  ó  de  fi- 
nados i]ne  r-xEuuialian  el  suave  contorno  de  las  múrgenna  cou 
BUS  hojifl  y  con  eus  flores  de  carbunclo  y  topncio,  ora  derra- 
mándose por  cannleH  de  blanco  mármol,  empinábase  después 
on  corimboH  y  juef^ofl  que.  con  frecuencia,  aparecían  contó  teñi- 
dos de  loa  mutice-t  del  iris,  einbeleBando  cou  ous  cnmbinntcR. 
el  xQnrmullo  del  aire,  al  atravesar  las  arboledas  del  cerro  que 
wrvifl  lie  fondo  al  cuadro,  los  lx>equecillo8  de  rosales  do  Cliipif 
y  Damaftco  y  las  arcadas  que  formaban  los  plátanos  y  palnias. 
i>  al  i-ozar  en  las  |<itas.  al  mover  los  sicómoros,  y  todo  el  \  eiile 
oc^ao,  nn  An,  que  rodeaba  la  ciudad-flor;  y  recn-abnn  el  olfalu 
perfumen  que  las  liuríes  hubiesen  recoirido  en  sus  cajas  de  mi- 
nr,  vn  Ins  lioniR  en  que  las  extrellaa  se  refle)abnn  en  loa  In^ciH 
»  U»  janlinesy  simulidtan  un  pensil  de  maií^ritasdc  luz; 
«  MI  hi  onda  pura  la  vía  láctea;  aroma  de  ámbar  ombalna- 
«  la  bríaa,  que  agitando  los  mirtosy  los  cálices,  sorprendin 
m  flecwt*»  líe  las  eorolaa  para  difundirlos  por  do  quier;  y  al- 
lí ftdufe  sonando  en  los  hadados  pabellones  6  nlgiin  lamí  en 
ilpoóticaccnailor  ó  en  la  deliciosa  umbría,  í^iioiiInliRu  el  «IInv 
•  de  los  ^nioK  de  la  Arabia,  del  ^do  tutrLnr  de  la  mnrnvl- 
lia  de  la  arquitectura  morisca,  del  monumento,  en  que.  eoii 
mayor  riqueza,  nunca  se  ha  transformado  el  üricnte. 

Rn  frase  que  no  ha  de  vivir  lo  que  la  del  Quintíliaiio  <lel  pe- 
ñodianio  patrio,  doy  gracias  á  Dios  de  haber  nacido  en  este 
psú;  >niB<lo  de  quien  dé  culto  á  las  ideas  y  sentimientoB  que 
"tiiwWnccn  la  vida,  temido  de  las  tiranfae  é  invociido  en  todos 
]~-  ■■ ''-TticsmartirioB;  que  no  en  balde,  ya  se  le  vé,  on  los 
N'^  dulas  más  viejas  crÚQÍCBs,  teniendo  por  caracte- 
i  rntusiasmo,  el  valor,  la  (cenerosídad,  la  lealtad,  in 
ia  en  los  ataques  á  su  derecho,  la  fidelidad  á  la  pn- 
s  etupeüada,  la  honrada  confianza  que  naco  de  la  fé.  las 
la  todas  de  un  períccto  carácter.  No  busquéis  aquí,  i'l  cs- 
«■  en  el  cielo,  la  dulzura  e»  las  notas  del  bosque,  ni  on  las 


VI 

ftorestas  Ins  esencias  que  en  el  paL8  donde,  á  la  luz  de  los  as- 
tros, al  son  de  la  cuerda  triste  y  de  amorosas  canciones,  danxu 
la  (Batana  bajo  la  parra,  y  la  poesía  es  tan  espontánea,  tan  na- 
tural, como  las  adelfas  y  nopales  que  nacen  entre  los  peñascos 
de  los  torrentes,  como  la  numerosa  familia  de  aquella  Eva  de 
las  palmeras  transplan tada  por  Abderrhaman,  tan  rica  en  sus 
adornos  como  el  interior  de  los  edificios  árabes,...  como  lo  fue- 
sen, la  sala  de  Almunia  y  la  alcoba  del  Califa,  en  la  que  ver- 
tían agua  sobre  una  taza  verde  de  imponderable  valor,  un  león, 
una  gacela,  un  águila,  \\n  elefante,  una  serpiente,  una  paloma, 
un  halcón,  un  pavo  real,  un  cocodrilo,  un  gallo,  una  gallina  y 
un  buitre  de  oro;  no  busquéis  aquí  en  el  ingenio,  la  amable  poni- 
]ia,  la  armonía,  que  en  la  atmósfera  de  átomos  de  topacio  en  que 
todo  estimula  á  la  vida,  y  los  acentos  elegiacos  tienen  el  sonido 
de  un  cántico  de  sirena,  escapado  de  un  sepulcro  de  hojas  de  ro* 
sa,  y  los  atavíos  de  la  musa  recuerdan  más  que  el  ceñidor  de  Ve- 
nus el  collar  de  Tarub;  no  busquéis  aquí  en  fin,  los  (Grutierre  de 
Cetina  y  Murillos  de  la  patria  del  madrigal,  de  la  oda,  del  cuen- 
to y  del  romance  morisco, — primorosa  muestra  éste  do  la  savia 
oriental  que  circula  por  el  árbol  de  nuestra  literatura;...  tal  vez 
desde  el  fastuoso  Séneca!,  tal  vez  desde  el  volcánico  genio  que 
el  Dante  coloca  en  la  magnífica  constelación  en  que  se  hallan 
Ovidio,  Horacio  y  el  viejo  Homero!  Lo  que  encontraréis,  sí,  la 
originalidad  primitiva  de  la  naturaleza,  los  contrastes  mayores: 
jardines  que  serían  la  delicia  de  un  DeliUe  ó  de  un  Selgas,  y 
las  más  agrestes  espesuras;  grandes  desfiladeros  y  prados  quo 
traen  á  la  memoria  las  garcilasescas  églogas;  barrancos  en  los 
que  entretéjense  el  espino,  la  ortiga,  la  alcachofera  puntiagu- 
da^ planicies  pedregosas  que  apenas  si  humedece  el  rocío  de  la 
noche,  y  vergeles  sin  número,  collados  en  los  que  ostentan  sus 
gracias  las  familias  privilegiadas  de  la  fiora  silvestre  y  mesetas 
en  las  que  nacen,  entre  juncos,  riachuelos  de  purísima  vena, 
que  regalan  á  nuestros  labradores  los  tesoros  y  encantos  de  las 
cuatro  estaciones,  en  los  climas  más  pródigos  en  beneficios ,  la 
animación  más  alegre  y  la  soledad  más  melancólica;  ciudades  de 
venerable  aspecto  y  aldeas  agrícolas,  albergue  de  la  paz  de  Díoh; 
en  aquel  escombro,  el  canlo  que  cubre  las  ruinas  de  C()rdoba  la 


^^  rosmo 


por  Díaz  de  Ríms  y  Ambrosio  Momlea  ó  el  )n- 
aecc  en  el  despedazado  anfileateo  de  ItAlica;  en  e-x- 
faiedm  que  en^^lana  los  viejos  muros  de  los  unti- 
«atOB:  aci.  la  perpétun,  indicando  que  una  Rombrn 
attpi)rtn  realza  el  suelo  ó  el  paraje;  allá  el  lirio  aziil  llorando 
«usencias  tnn  dignas  de  la  elegía,  cual  las  ausencias  reeordndan 
por  el  ríprés  de  Yiiste;  en  el  Norte,  montañas  verdea  en  bu  bU 
nnibroHis  más  arriija,  pobladna  de  árboles,  coronadas  Af. 
BUR  cumbrex,  que  simulnn  rotos  obelÍRCOs,  pirúmidpR, 
I.  sepamdas  ¡wr  grandes  liendiduras,  y  en  el  r^ur,  iibuii- 
dutisirnaa  en  bólsamos  ó  cubiertas  de  jflmlcs  que  en  priinnvf- 
n  paroccn  nevadas:  en  este  punto,  sierras,  en  bis  que  enlrelii- 
UB  BUS  ramas  el  chaparro,  el  nogal  y  la  higruoni  salvajes,  y  en 
a^uíl,  otm»,  desnudas,  qtie  ora  empinándose  brusentncnte.  for- 
,  coa  lantástica  aspereza,  desiaocbndns  torres,  oru  al/ándo- 
oaa  blandas  lineas,  ofrecen  uiarcadii  vnriedad  de  cóntornus. 
que  encontraréis  W\ .  valles  abundan tisimas  en  peacn  ú  eu 
frutos,  en,  una  repidn.  regados  por  fríos  riaobuelos  6  iiupenc- 
trablca  ú  la  lux  ó  engañadores  con  sus  ecos,  en  otra;  éstos,  ú 
propósito  para  aalislacer  los  deseos  ele  un  !ierborÍ7^or ,  Iuh  ile 
Im  comarca  más  lejana,  capaces  de  enloquecer  á  un  artista,  con 
el  concierto  cud  que  en  él  saludan  ó  despiden  al  día  luíi  pinntaij. 
Los  animales  r  los  torrentes,  que  ya  mueven  lni4  ruedas  de  sono- 
ro» moUiiOB,  ya  ofrecen  orillas,  de  imponderable  amenidad,  ul 
rador  que  detiénesc  á  mirarlas,  desde  loe  rústicos  puente- 
volteados  sobre  los  planos  incliitados  por  los  que  el  agua 
despeña.  Ijo  que  enrontraréis.  m,  cataratnH  tan  dignas  de  lott 
lionoms  del  pincel,  como  la  catarata  de  la  Sibila  y  abismos  <U: 
la  «atilimidud  del  tnjo  de  liondü ;  ;rrandiosns  decoi-acionea  ün 
ncgnwy  lantftsticns  rocas,  que  parecen  una  trndueciíin,  eu 
imágenes  vivas,  de  un  canto  dantesco  y  decoraciones  do  idí- 
licas rocas,  íeetoneadas  do  tomillo  y  romero,  on  lasquese-i- 
ttnn  las  abejas  paní  producir  su  dorada  Dxúcar;  picachos  sólo 
acceaibles  al  águila  y  á  la  cabra  silvestre,  y  lagos  vírgenes  y 
puros,  cuyo  cristal  nunca  desñomron  ni  una  lioja  de  violeta,  ni 
un  ganado;  bosques  agrestes  li  lo  que  riá  singubir  interés  la 
lieru  que  los  puebla,  bosiiues  ricos  en  /rutos.  l)osi¡ues  de  linyas, 


iviL'ícK^  l\ttes«  ¡naos,  enciuas,  ricos  cu  caza,  v  dehesas  en  las  que 
M*^  aUutotiaui«  |iastan  ó  triscan,  el  toro  j  la  muía,  la  oveja  v  In 
xhatu.  v^uo  animan  y  entonan  nuestros  paisajes  montañeses,  so- 
Ivrlüos,  cual  los  de  las  zonas  destinadas  á  guerrear  por  la  inde- 
(H'uUouoia^  á  crt^r  el  carácter  de  un  pncblo,  á  fundar  la  nacio- 
udüda\i;  v  si  lo  dudáis,  recorred  las  cordilleras  que  arrancan  del 
lNruu\>  \  el  Pirineo  mismo,  cuja  poesía  conservan  la  matra- 
ctüla  Y  la  pastorada,  tan  propias  de  él,  como  de  la  Campana 
aulijfUH  la  xauípoüa  de  Virp^ilio  j  de  los  encantados  espacios 
y\tí  la  Suiza,  la  cítara  de  Gesner,  el  Teócrito  y  Anacreonte  de 

Um  .VliHí8 ;  recorred  las  estribaciones  del  Moncayo  y  el  Mon- 

i*\vo  uiisiiuo,  que  imitando  una  frase  de  KcLegaray,  más  que 
uu  monte,  es  un  globo  roto  caído  de  la  inmensidad,  en  el  que 
un  i\>lo8al  Miguel  Ángel  esbozó  los  primeros  delineamientos 
dv  la  cúpula  de  un  grandioso  templo  subterráneo. 

Ia»  que  encontraréis,  sí,  liorizontes  iin  cálidos,  cual  en  la 
ri'gión  extendida  entre  los  peñascos  del  Rojo  y  el  Eufrates,  en- 
tro la  Siria,  célebre  por  sus  palomas  y  la  playa  de  incienso  del 
Vomeu, — en  cuya  región  la  arena  tiene  el  color  del  fuego,  la 
ntmoMÍora  asfixia  y  sólo  en  raros  sitios,  en  los  que  deshílase  un 
\*sHS>  ile  agua,  crece  yerba  ó  algún  arbusto  balsámico, — hori- 
/.outen  que  dan  una  idea  aproximada  de  lo  que  es  el  desierto, 
cuando  los  rayos  del  mediodía  pintan  mágicas  y  leves  imáge- 
UM  cu  el  aire,  ó  cuando  en  poética  noche,  resplandecen  vertical- 
ukouto  \\ka  pléyades  y  brilla  con  su  hermosa  luz  rubí  la  estrella 
do  i'aaopo,  ó  cuando  abruma  la  calma  de  un  tiempo  abrasador, 
o  cuando  las  nubes  se  apiñan  y  se  deshacen  en  lluvia,  ó  cuando 
el  hui^acán,  tan  temido  de  las  gacelas,  troncha  las  palmas  y 
)vurre  loa  montes,  ó  cuando  el  silencio  es  tal  que  sólo  se  oye  la 
lasada  del  camello,  el  relincho  del  corcel,  quizás  las  risas  de 
algún  árabe  que  bajo  la  tienda  distráese  en  dulces  juegos 
ivu  hechicera  muchacha,  quizás  la  patética  canturía,  en  que 
iniM  un  largo  día  de  sol,  la  carabana  recuerda  á  su  familia  en 
tíl  oasiii  o  Unulice  á  Dios,  por  haber  colocado  junto  al  fresco 
)H*zo,  espigan  do  azucarados  dátiles.  Y  si  descendéis  por  la  iu- 
uiensti  escalinata  de  rocas  que  comunica  la  cordillera  pirenaica 
inm  ol  máa  lunjestuoso  de  nuestros  ríos,  y  paseáis  por  las  ribc- 


s  añuenfaja  que  btindui  earamadas,  que  traen  á  la  idp- 
inoría  ■i|iiPllnF:  (le  ProTeiiza,  en  Insqii?  vp  Ia  fniitaáia,  U  pné' 
ttira  II)tnn,  ilr-  rristro  jiiTeníl  y  bollo,  de  al^ún  trovndor.  qiip  en 
mctitod  H'KHtitíaima,  atavimlo  con  liizurro  truje,  el  kud  ^ 
msrttl  rn  d  prrho,  d  piiüal  de  pinteen  el  ciotú.  nni  Kioa^n 
tu  TÍoleU  do  oro  i^.n  loa  juego»  flomleB.  como  cantaba  el  amoi' 
T  Is  friona  al  piti  del  torroún  de  los  caRtilloBl  Y  si  trocaÍB  el 
vAficacta  por  eaas  campiñas  que  os  ofrecen,  en  el  harranco  la 
zana  cantada  por  la  poesía  bucólica;  en  las  laderas  el  olmo 
atui^  de  la  tórtola,  el  eRplIeiro,  el  árnim,  el  acüQÍto,  y  otrnR 
plantas  meiün nales;  on  el  altozano,  la  vid;  la  colmena  y  la 
amapola  en  la  majad»;  la  caña  al  borda  de  las  fuentes;  en  el 
vaUe,  fertilizado  por  anchas  acuquina,  el  olivo,  la  liigiiora,  el 
nlmendra,  el  pcrnl,  lodos  los  úrbolr^a  que  producen  sabrosos 

Irutre el  melocotonero,  tan  frondoso  como  la  madreselva 

qoc  cubro  la  tapia  de  las  heredades,  el  cerezo  dando  envidia  con 
so  eonl  á  Ish  BoreciilaH  silvestres  que  te  rodean:  y  en  loa  pun- 
tas es  que  «mpieza  á  tomarse  áspero  el  suelo,  norias  que  vier- 
te* á  B^ua  en  abundancia!....  Se^id  el  curso  del  Rbro,  n]  rio 
de  kM  gloriosísimas  anales  de  Arn^n  y  Catnlufia,  que  des- 
pota  de  rccortlamos  nuestras  libertades,  nuestra  vieja  bandera, 
la  RntK  de  .Sobrarbe.  ¡lerida  por  los  rayos  del  sol.  i>n  los  mis 
AgüctM  combates,  entra  en  el  mar  de  las  teorías,  do  Citheres. 
•1«  las  nirpuos,  del  gondolero:  en  el  mar  cuyas  brisas  rozaron 
laa  licnnéricas  cuerdas,  cuyos  reflejos  esparcieron  la  magia  so- 
bre iM  cuadros  de  Apeles,  cuyas  azules  y  trasparentes  olas 
¡irestnron  fondo  al  teatro  ^ego,  y  en  cuyos  doradas  riberas 
rnseú»  fil  gran  Poeta  de  la  Filosofía  la  unidad  de  Dios  y  Pitá- 
íToru  la  t-ipucia  de  los  orbes;  en  el  mar  de  la  Oditea,  de  la  égloga 
de  Teócrito,  de  la  Eneida,  de  los  Apóstoles,  de  San  Juan,  de  los 
ciudades  egipcias  que  unieron  el  alma  de  los  antiguos  pueblos. 
d«  los  Cruzados,  del  Romanticismo,  del  trovador  proveninl. 
ilel  TaBso.  de  Sannúyaro;  en  el  roar,  que  consoló  á  Petrarca  en 
su  ausencia  do  Laura,  y  en  sus  linrizontos  presentó  al  más  su  - 
hltme  de  los  amadores,  el  rostro  ideal  de  Beatriz,  virgen-madre 
rn  el  arte,  de  la  raadona  del  .Sanzio;  eti  el  mar  de  las  colonias, 
drlaa  f)iaiides  expediciones,  de  las  batallas  mus  solemnes  de  la 


X 

historia,  sin  el  que  serían  desconocidos  entre  sí,  el  mundo  occi- 
dental, el  África  y  la  venerable  Asia;  en  el  mar  de  la  paleta  y  de 
la  lira  en  suma,  tanto  en  el  admirable  intercolumnio  de  las  islas 
<M  Archipiélago  como  en  el  amoroso  Adriático,  en  el  Tirreno  ó 
enlas  playas  de  Sicilia,  en  las  que,  cual  en  los  versos  del  cantor 
de  Mantua,  se  mezclan,  el  grito  de  la  gaviota,  la  voz  dulce  de 
la  alondra  y  el  gorgeo  del  ruiseñor,  el  chirrido  de  la  cigarra,  el 
arrullo  de  la  paloma  y  el  choque  del  remo,  las  algas  y  los  mir- 
tos, las  emanaciones  salinas  y  el  perfume  de  las  florestas:  se- 
guid el  curso  del  bravio  Cinca,  que  si  no  es  un  Eurotas,  el 
do  los  melodiosos  cisnes,  ni  un  Arno,  el  de  Psíquis  bautiza- 
da, ni  un  Ilhin,  el  de  las  leyendas,  ni  un  Ródano,  el  de  la 
fé  y  el  amor,  ni  un  Turia,  el  de  las  ñores ,  copia  temblando 
orillas  no  jiocas  veces  poéticas:  seguid  la  marcha  <lel  Flumen, 
del  Alcanadre  y  la  corriente  que  conduce  al  lugar  en  que  don 
Gauírido  Rocaberti  y  sus  camaradas  fundaron  monasterio,  y 
en  el  que  hay  cataratas  como  la  Cola  de  Caballo^  digna  de  es- 
tar en  las  Alpes,  grutas  que  no  desdeñaría  Escocia,  trozos  de 
vejetación  espléndida  y  salvaje:  y  artísticos  muros,  augustas 
ruinas,  os  testificariin  el  carácter,  eminentemente  aristocnltico, 
de  este  país,  en  el  que  hubo  antes  que  cetro,  código;  no  existió 
abolengo  más  antiguo  que  el  de  la  ley  y  fué  el  monarca  el  pri- 
mero entre  los  iguales,  un  caudillo  que  sólo  tenía  en  el  botín 
más  parte,  sí  liabia  sido  el  mejor  en  la  batalla;  de  este  país,  en  el 
<[ue  la  soberanía  real  procedía  de  un  pacto  y  todos  los  derechos 
<ie  una  constitución  primitiva;  de  este  ¡mis,  que  nos  presenta 
t'U  sus  más  antiguos  monumentos  jurídicos,  el  vasallaje  de  Jos 
reyes  al  precepto  legal,  el  Justicia,  las  Cortas,  la  lil>ertad  que, 
viva  en  las  costumbres,  aspiró  á  ser  lo  que  logró  en  el  Pricilegio 
f/eneral  de  Pedro  III,  porque,  cuando  de  cosa  tan  santa  se  trata- 
ba, no  había  en  Aragón  separación  de  clases,....  la  libertad! 
q\ic  de  tal  modo  era  aquí  la  vida,  que  la  corona,  la  nobleza  y  el 
pueblo  formaban  una  serie  armónica  de  libertades. 

Soguid  por  otra  parte  el  curso  del  Jalón,  comparable  al  Nilo 
l>or  sus  virtudes,  y  veréis  realidades  tan  bellas  como  el  Onadro 
del  Vado;  salidas  y  puestas  de  sol  que  declararía  incopiables 
el  Lorenés,  el  mejor  traductor  de  la  naturaleza  ú  la  lengua  de 


i,  el  creador  del  Miti-íiso,  la  niaravilln  mfis  exquisita 
áel  [KBcd,  el  autor  de  In  iVaSana,  ti  Mediodía,  la  T'nr^í  .v  la 
íioekt,  que  Bon  las  Oeórgieat  de  la  pintura,  las  Oeórgieoi  pin- 
UidRa  porVir^íiliomiíiino  que.  Kuaciendo.  trueca  In  trompa  por 
la  paleta;  v  escenas  campestres  bullicioBfts  ó  mudas,  ú  las  que 
pr«í«tan  singular  hecliÍ7.o,  cuando  no  un  carro,  uua  cabana;  los 
iniikM  que  ajudan  al  lu)^areño  en  bus  IncnaH  de  k  siega  ó  de  In 
vendimia  v  et  pacient«  Wriquíllo  que  va  al  ulereado;  ol  sprc- 
Isilo  relmñu  que  basca  balando,  entre  una  nulie  de  llorado  pol- 
vo, Ircsrn  eonilim  y  lus  ajieros  de  la  labranza,  lo^  iitcnsiliOK  qut^ 
nisrteriain  loa  lien/os  on  qut  Bnssano  reprodujo  embellecí  dan 
lae  fírtíles  comarciis  dpl  Vicetitino,  en  las  benignas  y  pinlores- 
esB nárgf-Dcs  del  Brenla. 

Oh!  qa«  bupIo  tan  vario,  el  suelo  aragonés  y  el  piusajc! 

ENvcTBOB  clicQas,  diversas  ¡ibintas.  diversas  tlores,  In  monta- 
ña 5  el  U«nü.  el  valle  ,v  el  erial,  el  pedregal  \*  la  selTO,  lodo  cu- 
to tenéis,  en  los  riscos  en  que  nUlaron  su  hierro  los  que  ayuda- 
ron al  liéroe  do  C'ovadongn  y  á  Femnn  GoQKlllez  ó  tu  miar  lu 
fndtpenilencin  espaSola;  en  el  hermoso  Kloneayo;  en  Ins  »icmi^ 
i|tie  tnuau  el  nnCteatro  que  rodea  en  ancho  coreo  la  i<lanie!e 
lie  In  rindnd  iiscense;  en  InB  soledades  de  Teruel;  en  el  Aragón 
euva  flüODomín  csprcsnnos  con  tal  verdad  la  jota;  brusca,  enér- 
gica. apaRÍonO'ln,  como  loa  pueblos  indómitos  y  vnlientea. 

Y  la  mitmia  Tnriednd  existe,  en  las  joyas  arquitectónicas  que 
poeettuüs.  Dentro  de  Zran^ovsi,  ]iñ{.'inns  mn^'i>ificas  do  toilna 
luiépociui  del  arte,  que  conservan  la  huella  de  nis{;roR  sublimes' 
■le  in^titueionea  venerandas,  de  maravillosas  conquistas,  de  sn- 
re«Q8y  dcraclios  que  acrcdiliui  nnestm  ^rrandezn;  en  estn  fal- 
lía ei  Vcrueia  inmortalizado  por  Becquor;  en  aquella  altura 
á  Ju&ii;  en  un  cstrilxt  de  la  cordiUera  pircnii  ica,  los  vcncrablea 
«  de  la  fabrica  que  fué  la  apoteosis  de  piedra.  la  tmns- 
ltí6n  monumental  de  nuestra  liistorin,  aquel  Monte-Ara- 
(i  salir  i  pelear  vnlerosos  intrinKOues  cnpitflneados 
iH  nmndos  reyes,  que  dio  sepultura  á  muchos  caudillos 
y  que  vid  combatir  en  Aleoraz.  con  el  aMor  de  los  cel- 
libnm.  con  el  heroísmo  de  los  fnaloa  y  ron  La  fé  de  los  márli- 
■ca  erísiiaD"^.  11I  moldado  de  la  Uru/;  frentf^,  ou  la  poblnciún  fi 


••    •      •    •    -i.*  •       "'••"""■  :.ir. .'.  ~7- Til       ■■ 'lí    :  lUSTrn.  -a- 
'  -  :  -  . -.       • ,.  :¿í       -:- Ti    .      _Tnai?z:i.  ..1 


•  ■•  •* 


-»,  ■■  -r-ij.        '    '      I—.      •    ■    i.»uor 

"■■■'_."'     •       -*vi~"      *!?*":.'.      '•"•!*.*r- 

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..-■■•    I-      -         ^    ■    «-••]«ci^  <i  '.-i.r-i  ,    «.      "vtlC.'^  •:•?  ''3f* 

■.   ;  t i»;        71»;  i'üj*"^    '  'i    .         "IP"»"^!! 

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'•     ■»        ■....'•;     :i:  •  'tuim;^-.     i     "  iiv:«n«.» 


"i       ' 


iu  lui  Küiíuieu  da  l»&  varías  züuae  del  pIuuetB  y  de  loa 
Svoenis  arijuiteclúuicoa,  tenomoB  otro  de  todoB  los  lieraismoa. 
til  géttio  lie  Aníbal  i'cti&co  en  el  Batallador  inctmsablQ,  cuja 
lumtM  duLiiera  estar  t:n  v\  Torreúnde  Azuda  ó  en  los  altos  picos 
tle  íiiem- Murena ;  el  de  Scipióu  en  el  compañe™  de  aruinH 
üe  AUoDsu  VIH  eu  laü  NuvHti¡  el  de  Filipo  ea  L>.  Pedro  IV;  el 
do  AlcjaDdrü  j  Leónidas  i  un  tiempo,  en  el  vencedor  do!  Pontí- 
fice, de  Italia  y  Fiiucia,  en  el  bécoe  del  sangriouto  Collado  de  lus 
Puiixajii  el  du  Peñule^j,  á  la  vez  que  el  de  Plaliiu  y  ul  de  Marco 
TuUio,  eu  el  prisionero  de  Milán,  en  el  cautivo  de  Ponza,  cjue 
nis)Hró  su  iuiuorbil  ennedUta  al  MaripiéB  de  Suutilluuu,  en  el 
bticsped  de  los  Mcdicis,  dueño  de  cinco  corouníi  y  ú  la  voz  príu- 
ü\n  iKudid,  ([uc  ordena  ceso  a(;rndable  OJÚsíca  por  escuchar  la 
luctara  Oe  un  autor  clásico,  que  distrae  sus  ocios  traduciendo 
i  Séneca,  4ue  cum  de  i^ravo  dolencia  escuchando  páginas  de 
QnÍBki  Curcio,  que  suspende  un  combate  y  tírma  poces  por  ha- 
berle iBiuiduido  su  advi^rsario  un  códice  de  lito  Líviu,y  que  te- 
uiesiio  por  favoritos  en  su  corta  á  t'ilcUo  y  Lorcnío  Valla,  al  ci- 
«BKxiiiuiti  I'icolomini,  ú  Jorge  do  Trebizonda  el  restaurador  de 
1d9  telina  nristntúUcos,  al  l'og^io,  traductor  de  la  GiroptÜa, 
-  ■■-  '-  '■•■"¡■iituniB  y  esculpe  su  nombi-e  y  el  nombre  de  >^- 
:  niam  vi  liosísima  del  It  en  acimiento;  y  el  de  Cé' 
I .  dotado  de  la  ambición  de  lo  uiaravilloao  que 
,_  iij'li;s  almas*,  guiado  siempre  por  altísimas  ideas. 
iLvidudu  Wiuiii' iHirtu  en  la  vida  univertsal  de  las  naoiont»,  du 
iuqasbnDlublu  voluntad,  magnánimo,  brioso,  sufrido,  avisado, 
liscinail-íi-,  L-on  todiw  las  virtudes  del  héroe;  educado  entre  el 
'  ■-.  -.•A-mra,  acostumbrado  á  lii  mulla  y  á  la  victoria 
'ii<|uietadoT  de  cetros  con  la  espada  y  de  corazo- 
iiUluiu,  temido  del  moro  y  úrbitro  obligado  en  las 
...s^.-^.^- .,^iles,  prudentísimo  conaejero  del  Papay  potestad 
afcu^jida  ¡lastn  por  el  Kan  tártaro  y  el  sultán  de  Babilonia, 
que  tiene  tiempo  ¡mni  conversar  con  Ioí;  trovadores  y  s&bioií 
quelfií'odeau.  para  fundar  estudios  y  universidades  en  Lérida, 
UontpeUícr.  Valoncia,  l'almay  Perpiñáii,  para  escribir  su  9cu- 
rilla  y  encantadora  Cráaieay  fA  Libre  d«  la  Sa6irsa¡  para  diíj- 
tatit  en  Idb  Parlamentos  á  cu  los  Concilios,  pura  conversar 


XIV 

coa  los  mercaderes,  á  íiu  de  asociarlos  á  la  empresa  de  asegu- 
rar á  BU  patria  la  posesión  del  Mediterráneo,  apoderándose 
de  Mallorca,  ó  á  la  de  colocar  para  siempre  la  enseña  del  Gól- 
gota  en  las  torres  en  que  momentáneamente  ondearon  los  pen- 
dones del  Cid,  i)ara  reformar  é  instituir  sobre  indestructibles 
bases  el  Consejo  de  Ciento^  para  crear  la  lengua  que  usó  en  sus 
escritos,  en  sus  tratados;  y  que,  audaz  en  la  pelea,  sereno  en 
el  peligro,  prudente  en  el  triunfo,  el  mejor  soldado  y  el  mejor 
«afínete  de  su  hueste,  tan  hábil  al  formar  un  plan  como  al  eje  - 
rutarlo,  justo,  galán,  dadivoso,  es  un  excelente  cronista,  un 
excelente  legislador,  un  gran  capitán,  un  clásico,  el  hombre 
más  digno  de  ocupar  un  trono  que  jamás  ha  existido,  un  ser 
extraordinario,  al  cual  no  llamare  invicto,  porque  lo  único  quo 
no  pudo  domeñar  fueron  sus  pasiones,  que  sólo  siendo  suyas 
era  posible  que  rindiesen  á  tan  portentosísimo  coloso  (^  .  Ah! 
nunca,  jamás,  ha  habido  reyes  como  los  reyes  de  Aragón. 

Ninguno  de  los  que  vistieron  la  púrpura,  durante  tres  siglos, 
aventajó  en  prendas  á  los  que  la  honraron  en  el  país  que  baña 
el  Ebro;  lo  cual  débese  sin  duda,  á  la  primacía  de  la  ley,  sobre 
la  corona,  en  nuestro  suelo;  al  pacto  solemne,  con  altivez  re- 
cordado siempre  á  los  monarcas  por  nosotros,  en  las  lides  por 
la  libertad  y  el  derecho;  á  que  el  cetro  era  aquí  la  insignia  de 
un  soberano  de  soberanos  y  el  sucesor  al  solio  real,  gobernador 
del  reino;  disposición  sapientísima  qile  acostumbraba,  desde  su 
<Hlad  más  temprana,  á  los  llamados  á  heredar  las  riendas  del  Ks- 
tado,  á  las  ditícultades  del  mando,  á  estimar  las  instituciones, 
á  somet<?rse  á  la  ley,  á  conocer  y  amar  ai  pueblo  encomendado 
á  su  custodia.  Y  no  solamente  fué  ninguno  más  grande;  nin- 
guno ol)tuvo  las  adoraciones  que  ellos.  Al  pueblo  y  á  los  mo- 
narcas aragoneses  unió  siempre  la  amistad  más  sincera,  por  lo 
([uc  jamás  han  templado  aceros  regicidas  las  aguas  de  nuestros 

,1,  I>.  Viclor  llíjl.'i;,''uci' en  su  oración  flcadtmica  acerca  de  In  LHcrctura 
f.'.iiaiana  y  t'l  Sr.  C'astclnr  en  su  admirable  discurso,  cont^-stando  rn  la 
Academia  KMpañola,  el  pronunciado  por  el  ilustre  historiador  de  los  Trova- 
dores sobre  las  Litcraturiis  rpí,' ion  ales,  cuyos  trabajos  tenido  á  la  vista,  re- 
trataron de  mano  maestra  k  D.  Jaime  1  y  U.  Alfonso  V,  rcsprctivamcutc. 
Cúmj^lcmc  consigrnarlo  así. 


i;  quu  □»  h*y  npoyo  mis  ñxmc,  ai  más  .sc^itni  dcfc^asu,  ((ue 
la  libert)»!.  Bica  lo  sabían  nuestros  monurcns  conquistadores 
rujocUo^utroit,  (|u(!  pnkiigos  do  su  propia  «lugre  cou  la  pa- 
trio, temei'arloA  en  ci  polif^ro.  mJIo  colMnli^s  pnra  üeaobedecer  ül 
rucro.  «on-ian,  no  ú  iHfUfundur  cotubnte^,  HÍno  il  acnndillnr  cjér- 
fiiloe,  á  uicirlr  con  honra;  íjue  los  revñs.  en  niíttt  tierra  clásica 
>1«  1m  Tírtmics  civictu:.  llorabiui  escrito  en  un  corona,  con  pie- 
ilraa  prpciusos,  (|uc  cmn  loa  prínioros  cu  los  honores,  en  la  ho- 
)« <te  «u  r»pndn,  con  camctcrc»  He  sangro,  ([uu  sabían  í<er  !ob 
prítoen»  en  el  pel¡)fro.  y  por  cuto,  seutailn  &  la  ?riiprt  de  su 
tMtd  dn  batalla,  velase  la  seguridad  de  In  \w£  inioriur  dvl  rui- 
ao>  pucH  (Inlmii  (jourdia  ilc  liuuor  ú  ú^tu,  en  presenciaren 
«UMUcia  do  nqncUos,  Lne  libei'lndcü  lyopularcg.  Y  áa  esta  suerte 
iiLcetiítaba  aer  el  trono,  pues  niicstr:t  nristocrncin,  In  más  ilus- 
trada v  herúicu  de  tudas  las  nriatocnioioB,  no  encontraba  más 
ii)Cidiu<l«  atajar  b  autoridad  repin  tjue  tocando  i  rebato  la 
lile  Ins  rebeliones,  kí  como  dice  un  historiador  olo- 
'la  Ic.v  había  de  siistitaír  ú  In.  arbitrariedad.  lu 
il  dumclin  kI  derecho  de  la  íuerita,  el  tribunal,  las  C'or- 
^campo  do  batalla,  y  ú  una  organización  asentada  en  uic- 
b  (leBoacadenadoB  huracanes,  una  organizaciün  ciuentadii 
Kjpnaecpto  legal,  sin  más  amparo  «¡uc  la  custodia  de  la  II- 
d'V  Ib  é^nda  protectora  de  la  justicia. « 
M  necwtitaha  ser  el  monarca  en  eí<lii  tierra,  vostdlo  d<: 
t  libertades  nrngonesaa,  «1  primero  del  roino  y  el 
btBmbiÚD  en  acotar  y  defender  les  levos  y  coBtumbros 
¡ÉEr  hacer  gruardar,  por  cuya  sentía  ilcn:<íae  li  la  perfocciún 
(Ib  a^nel  Kstado,  en  que  nadie  ei^taha  al  arbitrio  del  poder.  I»" 
ca(tfna  en  i¡ue  éste  giraba  distinguíanse-  de  un  modo  admirable 
f  H  rc<;ion.sabtH(iad  acuinpañaba  il  todo  acto,  cual  la  sombra  al 
■  li  necesitaba  ser  por  liltimo.  sí  no  había  de  roni- 
.  lu  eomo  frágil  cnñii,  Jada  lii  ¡iidolo  do  esto  pueblo 
■'ii[Hf!  por  un  Benttiniouto  vivo  en  su  comnín,  ensc- 
_..  .  ..  -11  conciencia,  por  el  miitiín  divino  de  su  sacro- 
-^uU  liWrtni],  custodiada  por  61  con  tal  cariño  (juc  apresuróse 
■  Y^^iitarla  cuando  la  vio  amenai'Ada,  y  du  nqni  que  cu  cada 
tnsformación  no  pudicee  menos  de  salir  más  luminoea,  porque 


XVI 

¡ay  de  la  maao  que  hubiese  intentado  el  evitai*lül  Dijo  muy 
bien  el  Sr.  liomero  Ortriz,  en  el  nobilísimo  Gimnasio  de  k 
historia  patria: — «los  anales  de  las  prosperidades  de  Aragón  son 
los  de  la  monarquía  aragonesa;  los  de  la  monarquía  do  cuyas 
glorias  nos  hablan,  la  nieve  de  Jaca  y  la  brecha  de  la  murulL-i 
mallorquína,  las  armaduras  rotas  por  los  marinos  de  Lauria, 
la  lava  del  Etna  y  del  Vesubio,  y  los  bronceados  peüascos  del 
Pirineo  en  los  que  esculpiéronse  leyes  antes  de  ser  coronados 
los  héroes;  los  de  la  monarquía  que  no  bien  nace,  baja  del  risco 
al  llano,  de  Sobrarbe  ú  Huesca,  clava  en  Zaragoza  el  estandar- 
te cristiano  y  hazarla  tras  hazaña,  trueca  cu  la  vega  de  Grana- 
da el  tosco  sayal  del  labriego  montañés  por  los  brocados  y  ar- 
miños del  rey  político,  símbolos  del  dote  de  i)oderío  aportado 
por  Aragón  en  sus  nupcias  con  Castilla;  los  de  la  monarquía 
que  unida  á  Cataluña  formó  nacionalidad  tan  admirable,  y  en- 
vió á  Alfonso  II  al  sitio  de  Cuenca,  fué  á  las  Navas,  luchó  por 
el  derecho  ultrajado  en  Muret,  castigó  á  los  aventureros  Anjou, 
sojuzgó  el  Bosforo,  grabó  las  bancas  en  la  cima  del  Olimpo  y  eu 
la  Acrópolis  de  Atenas,  abrió  de  un  golpe  con  el  pomo  de  su 
espada  las  hieráticas  puertas  de  la  madre  Asia  y  obedeció  la 
orden  secreta  de  Dios  que  escribe  el  Ebro  en  su  curso,  con  la 
fidelidad  que  siguió  Castilla  el  plan  de  campaña  que  le  trazase 
el  Altísimo  con  líneas  que  se  llaman  Duero,  Tajo  y  Guadiana. 
Fuerte  Aragón  con  sus  monarcas  y  sus  libertades,  pudo  con- 
servar la  feliz  tranquilidad  en  el  interior,  ensanchar  los  límites 
del  territorio,  obedecer  las  inspiraciones  del  espíritu  de  civili- 
zación palpitante  en  su  seno  y  producir  do  quiera  milagros  y 
maravillas;— en  el  Bosforo  y  en  Palermo,  en  la  cumbre  del  Tau- 
ro y  á  la  sombra  de  los  africanos  nopales,  en  el  valle  en  que 
tejió  Proserpina  primorosas  guirnaldas  y  en  el  golfo  de  la  sirena 
Partenope.  Suyo  es  el  mérito  de  haber  comprendido,  que  la  ley 
que  preside  á  la  historia  preceptúa  á  la  tierra  del  Romancero, 
el  llevar  la  libertad  y  la  salud  á  las  razas  encadenadas  en  el 
Caucase  terrible  del  fatalisimo;  el  infundir  las  ideas  derecho, 
humanidad  y  justicia,  en  el  abrasado  cerebro  del  África. 

Nuestro  carácter  emprendedor  y  audaz,  que  nace  del  predo- 
minio ejercido  en  el  español  por  la  fantasía,  la  sensibilidad,  la 


ición  del  peDsamiuntO,  el  espíritu  asimilador,  liis  notas  tu- 
das quo  tíos  distinguen,  el  sitio  mismo  que  ocupamus  ea  el  pia- 
BtiA,  hílennos,  loa  más  ajitog  para  educar  y  cmiltceer  ú  iid  ptie- 
Wo  inculto:  para  convertirlo  en  trabajiidor  en  la  mnguu  tibrn 
de  tfl  civilización  univeranl;  para  ir  á  las  orillas  del  rio  que  en 
d  Bupa  (le  Ib  UistorJa  divide  loe  tiempos  primitivos  y  los  clá- 
i;  para  cntmr  on  el  continente  «que  une  las  premisas  de  bt 
kciún  asiática  con  las  conclusiones  de  I»  europea,*  á  lln- 
a  vida,  al  liumbrc  del  desierto. 
ñ  neceiddad  de  sembrar  lu  semilU  del  bien  en  las  solcdt- 
B  Libin,  sintiriU  Aragón  antes  que  nadie,  y  dio  con  su 
i  Ib  Kspnüti  uristiann,  liermosisima  ensoñauis.  A]h^iuis 
fltador  inmortal  de  /jiragiozn.  siento  en  su  rostro,  allú 
s  cumlircs,  lati  auiivea  brisas  de  las  dulces  plavna 
antbluaBS.  apones  abre  \n  cruz  sus  bri)20í<  en  los  muros  de  Vii- 
I«iici&  j'  ae  liquida  la  media  luna  Bobre  el  perfumado  mar  lic 
Mallon-n,  ntruijonea  al  má»  bravo  de  los  batalladores,  al  más 
;¡TMiiS*t  de  Ion  Pedros  y  td  más  niaífuánimo  de  los  AlfonsoK,  lii 
«nbtciiin  misma  que  al  liéroe  cantado  por  Hovrcra. tí.  Pernnndii. 
ti  dw  en  quo  bebió  el  caballo  de  ésti:  las  aguas  del  Guadalqui- 
vir en  In  ribera  do  Sevilla,  y  que  ni  vencedor  en  el  Salado,  des- 
imante tiiu  maruTilloso  encuentro;  la  noble  ambición  que  dic- 
tanonnilc  Ins  el  áusulus  téstame  ntunaü  de  Isabel  I;  laque  llevó 
■i  ilrñn  al  uiá»  cspHñol  du  los  eRimüoIcs.  üisneros,  .v  al  Kmperu- 
dur  i  Túnex;  la  que  aconsejó  la  ex  pedición  afortunada  de  Keli- 
|«)  V  y  Iti  dcsgnieiadÍHinia  del  tercero  de  los  Carlos.  V.B  justo, 
itff  mano,  patriútieo.  providenci:il;  ea  cumplir  ima  levgeográtlcu 
■ '  "        1   >  uno  de  riucBtros  destinos,  el  procurar  que  sea  un 
!i  .'lubre  el  ¡itiifi,  pratilccto  do  la  Iglesia  do  Cristo, 
: '  i.i  lu  Urccia  que  manaba  la  fuente  de  su  oiviliw»- 
ii>  Alejandro  la  ciudad  que  debía  ser  anillo  y  tála- 
.^  del  Ürieoto  r  Kuropa;  el  ¡mis  euja  lux  inspiró 
i'o  nacional  niodornu  sus  Laiaiadat,  obni  que  dus- 
:■  liiH  de  Ariosto,  el  Tasso  y  Balbucnn,  sobro  la  (ria 
//c.riu.í;  \   los  poemas  rudos  y  Mrbaros.  el  Cid,  los  Nifbe- 
iMytw  y  los  cantos  do  Gesta.  *  porque  contiene  el  espíritu,  el 
,  los  recuerdos,  la  gloria  y  liis  eHpcrniisns  de  un  pue- 


XVIII 

blo;*  el  paÍ8  en  (|ue  el  infante  D.  Enrit[uc  v  los  marinus  de  Sa- 
gres descubrieron  un  cielo  hermosísimo  y  cristalizaron  en  rea- 
lidad preciosa  las  estrellas  dantescas,  soñadas  por  una  prívi- 
legiada  fantasía  en  un  poético  arrobo;  el  país  en  cuyos  arenales 
j)erdió  la  vida  y  su  ejército  el  romancesco  D.  Sebastián,  con- 
vertido después  en  otro  rey  Arturo,  i)or  un  melancólico  amor 
de  la  patria;  el  país  en  suma,  en  el  que  está,  según  dice  un 
sabio  publicista,  el  principio  del  imperio  que  deben  llevar  y 
dilatar  hasta  más  allá  del  Atlas,  los  descendientes  de  los  ven- 
cidos por  Tarik  y  Muza.  Y  hé  a([uí  á  Aragón  adelantándose 
á  las  revelaciones  de  los  siglos,  entreviendo  ó  intentando  lo 
que  lioy  es  una  exigencia  de  la  verdad  enseñoreada  del  ánimo 
de  todos,  con  la  genialidad  que  intentó  el  Dante  y  entrevieron 
Virgilio  y  el  filósofo  que  habló  en  lenguaje  digno  de  los  dioses 
en  el  jardín  de  Academus ,  lo  que  había  de  hacer  más  tarde 

el  divino  Rafael; á   Aragón!,  al  que  corresponde  parte 

principal  en  el  mejor  lauro  de  la  Edad  Media,  la  KetTonquistu 
y  en  el  último  y  más  admirable  poema  caballeresco,  la  gue- 
rra granadina;  á  Aragón  I,  que  tantos  rasgos  propios  ha  llevado 
á  nuestra  historia;  el  más  laborioso  obrero  en  el  cumplimiento 
de  los  'dtos  fines  de  la  Providencia.  A  él  cupo  en  suerte  la 
tarea  de  comunicarnos  con  Europa  y  la  de  asegurar  la  tran- 
quilidad del  Mediterráneo;  con  los  florines  de  su  Tesoro,  con  los 
florines  adelantados  por  Luis  Santanjel  aparejáronse  hi  S'infa 
María,  la  Pinta  y  la  Niñ^y  que  salieron  con  Colón  del  puerto  do 
Palos;  sus  príncipes,  dando  materia  con  sus  hazañas  y  virtudes  á 
(pie  varones  clarísimos  las  escribiesen,  prestaron  inapreciables 
servicios  á  las  buenas  letras;  y  sus  juegos  florples,  el  cultivo  de 
X'AÜaufi  ciencia  fomentado  y  protegido  por  nuestros  reyes,  tuvie- 
ron superior  influjo  en  la  civilización  de  España.  Es  verdad  (|ue 
la  aparición  de  un  nuevo  pueblo  llamado,  en  un  porvenir  próxi- 
mo, á  conmover  el  mundo,  con  sus  sabios,  sus  liéroes,  sus  na- 
vegantes y  sus  artist'is,  se  lialla,  en  el  Poeini  del  Cid  y  en  el 
Libro  de  los  Jueces,  en  las  Querellas  y  en  las  Parlidas,  en  los 
rudos  versos  del  Arcipreste  de  Hita  y  en  las  páginas  del  coro- 
nista  Ayala,  en  Juan  Ix)renzo  Seguní  de  Astorga  y  en  los  es- 
critos de  Gonzalo  de  Berceo,  cuyo  carácter  iguala,  como  diría 


-.  al  cmidor  ile  loa  Plorecillaii  de  San  FrancUeo,  «á  la 
iaoceacM  de  una  pintiirn  do  Cimnbne,  al  dibtiju  du  una  viüeta 
«le  bnmrio.  al  eoo  de  una  selmodía  gTt'itoriana.  al  SíabiU  Mar 
Li  no  aprendida  aenciUez.»  pero  lo  es  así  mismo,  que  no 
■  vie|<M  monumentOB  y  bí,  í  Angón  ne  debe,  el  lisber  in- 
rido  Ut  culttira  y  p1  gusto  en  ias  costumbres  y  en  las  le- 
la U  Poninsitln .  en  ciclo  ruyo  contorno  no  se  descubre, 
af«ini  recogiendo  In  vista,  al  volver  In  cabeza  para  mirar  el 
pnoulo.  lí»  imponderable,  observa  un  cfistízo  eacritor,  ("  «el 
Mrneü)  'juc  los  Itcycs  trovUilores  I).  Pedro  II  y  ]).  Pedro  III, 
el  AMadnr  líe  la  gentileza  y  D.  Martin,  liieíeroQ  á  los  ailelun- 
taaiimtciB  iiitclcctuali\<t  de  lit  l-Jipaña,  con  In  protcceión  iliiiltt 
por  clUw  á  los  intfenioR  do  su  éitocn  y  con  el  estimulo  yenoiwii 
que  las  torneas  Oe  la  ]«cs¡ii  «uBCÍtaron:t  y  In  influencia  do  bi 
eM*i(rltuul  corto  del  hijo  de  11,  Kornando  do  Antequers  en  el  • 
Ucaaciinimitu  cspuiiol,  In  inihiencin  di^  iiijuet  rey  magnánimo 
irtnpnrcntjido  con  ^1  de  Navarra,  conpl  Príncipe  de  Viana,  con 
f4  ^m  sabedor  du  URstilIn.  V  es  muy  ilustrado  el  impulso  que 
t«  lilentturacspañolnrccibióonatincl  periodo,  del  descendiente 
ár.  los  iDonbifieaca  i^uc  bajaron  corriendo  los  riscoa  de  Sobrar- 
be,  laoTando  al  árabe  con  su  empuje  á  bt  parte  oriental,  y  que 
•leM|iuc£  de  hal)er  aniapido  al  podur  del  moro  en  el  Africji; 
■M-Dtartín  la  dominnciitn  iboricn  en  liis  urmuniostiN  pliivas  é  i»- 
ielalluliu;  pasearon  las  rojas  b»rms  por  el  Asia  pruducicn- 
ft  universal  asmnbro. 


ílrñlii  I 


legionarios  del  Rhin^  y  á  Maquiavelo,  la  muerle  de  Jalidii  de 
Médicis.  Si  el  idioma  so  perfeccionó  de  superior  modo,  en 
las  delicadas  manos  de  Cervantes  y  Rioja,  del  Cisne  de  Sevilla 
Y  del  soldado  más  gentil  de  Carlos  I:  si  llegó  á  ser  el  del  Qwt- 
jote  y  el  de  Noche  seretia  el  en  que  se  lamentó  Salicio,  habló 
Sigiienza  y  fueron  cantadas  la  arrebolera  y  la  rosa;  si  lució  un 
dia  en  que  confundiéndose  el  arte  erudito  y  la  poesía  popular 
abriéronse  las  magníficas  puertas  de  un  siglo  de  oro,  á  tan  fe- 
liz cima,  en  la  que  los  laureles  forman  espesura,  llegóse  por 
el  camino  de  Aragón;  y  si  á  progresos  tan  rápidos  y  fecundos 
contribuyeron  en  primer  término,  nuestros  grandes  humanis- 
tas y  latinos;  si  Antonio  de  liebrija  y  Luis  Vives,  inaugu- 
raron la  áurea  edad  del  habla  patrio,  Antonio  Agustín,  Blan- 
cas, Zurita,  <rliistoriador  insigne  entre  los  mejores  (i)»,  su- 
biéronlo á  su  zenit,  no  menos  que  Ambrosio  Morales,  ilus- 
tre sobrino  del  Maestro  Pérez  de  Oliva  C-^',  traductor  de /« 
Tabla  del  filósofo  de  Tebas,  Cebes,  discípulo  de  Sócrates,  y 

'  1 ,    Fernández  y  González. 

■'¿)  (irun  observador  de  la  sociedad  y  del  corazón  humano,  hombre  d» 
pensamiento  é  hijo  del  autor  de  Imayen  del  mundos  obra  que  á  pesar 
de  no  haberse  dado  á  la  estampa  comiuistó  á  su  autor  un  nombre  envi- 
«liable.  Pérez  de  Oliva  estudió  las  artes  lil>erales  en  la  Florencia  dd  Uena- 
ciniiento  es¡)ariol,  perfeccionósn  en  el  latín  en  Alcahi  y  en  la  antigua  Ltuecio, 
rontinuó  sus  estudios  dp  Filosofía  y  Letras  humanas  en  Koma,  obtuvo 
honroso  puesto  al  lado  de  I^eón  X,  <|ue  renunció  por  satisfacer  su  sed  de 
s!il)itluría,  trasladóse  á  París  donde  instruyóseeu  nuevas  materias,  y  resli- 
luido  íi  su  jMítTia  filé  nombnulo,  sucesivamente,  catedrático  de  la  l'ui ver- 
si  dad  <le  Salamanca,  Rector  de  ésta  y  Maestro  de  P.  Felipe  11,  cntoncrs 
nino.  cuyo  cargo  no  pudo  desemjM'har  ponjue  le  arrebató  la  niuortr.  poro 
t¡emi)0  después  de  su  elección.  La  lengua  castellana  le  bend¡<'e  jior  su  an- 
helo generoso  en  darle  vigor,  nobleza  y  energía  y  el  tesoro  de  la  república 
de  his  letras  le  debe  riquezas,  como  las  representadas  por  sus  obras  moraUs 
y  políticas.  Ks  autor  de  un  diálogo  interesantísimo  en  elogio  de  la  Aritméti- 
ca, escrito  para  ser  colocado  al  frente  de  la  de  Silíceo,  más  tarde  instnKior 
«le  Felipe  II  y  Arzobis])o  de  Toledo;  de  refundiciones  afortunadas  dn  unü 
comedia  de  Planto,  d<'  una  trajedia  de  ►Sófocles  y  de  una  traducción  lihre  \ 
¡■oco  feliz  de  la /ít'Vft'xi  Trntte.  Llevan  su  nombre  varios  trabajos  bn\es, 
en  los  que  se  relleja  un  juicio  el  más  recto,  talento  profundísimo  y  un  eru- 
dito de  escogida  lectura.  Su  mejor  página  c»  el  lUfilvijo  de  la  di'juidnti  d^' 
JIoh'hrc.  sobria  y  discrrta  en  el  pensamiento,  grave  y  culta  en  el  cstih»,  na- 
da \  arlada  en  los  giros  y  lafi*ase.  Pocos  moralistas,  dice  muy  bien  el  srfior 
Feniándcz  Espino,  han  dosentraüado  mejor  las  causa»  del  mal  y  del  bivn  y 


utur  del  mus  cradulo  de  Iob  croiiietua,  el  s 
Klorían  de  Ocampo;  r¡ue  el  Brocease,  gnu  filúlo^^o.  saljiu 
otra  loa  sshios,  lütbil  restaurador  de  tus  estitilioa  ciánicos, 
poeta  anticuo  y  moderno,  el  mejor  crítico  de  sus  días,  al 
nae  luucbo.  muchol,  debe  el  Tyliro  del  Tajo;  y  que  nqiiel  noble. 
vinuowi  y  doclo  hijo  de  Fregenal  de  la  Sierra,  ol  de  la  Biblia  Pu- 
ligUitii,  laureado  en  Alcalá,  ariete  contra  la  herejía  en  Flandcs 
é  Inglaterní,  pasmo  de  Treiito,  CapellAu  y  Oonfeeor  de  bu  ami- 
^  Felipe  II,  Prior  del  Capitulo  de  Su ot laxistas,  autor  de 
UAgnas  obru  de  Teología,  que  renunció  mitras  de  jnugue  renln 
porocupanie  eu  interpretar  las  Sagradas  EBCríturas  y  coinplu- 
e«r  su  Riodefitin  en  el  dulce  retiro  de  la  Peña  de  Aracena,  tajuda 
pMr  ta  nntiir«leza  cu  altÍBima  y  Bolitnría  cumbre,  en  la  que  el 
luirmuso  cuadro  de  las  huertas  de  Atajar  conatituiuu  el  hones- 
to rocrvOi  del  que  Incieueia  diviun,  Ine  Humnnidadesyine  Un- 
as coiuiderao  coma  nu  Denjnmin  querido.  Siempre  influyeron, 
Mcmpre!,  en  In  liiatorin  de  Ks|)afia  los  ingenios  insípriies  del 
Kbro.  Ciertamente!  La  riquo/A  y  armonía  de  La  lengua  espiiño- 
1a  Megúi  su  apogeo  en  elsi^loxvi,  tau  lértil  pnralas  Ictms  y 
Im  artes,  y  en  cuya  eenturiu  encontramos,  numen  vl^ro- 
«o;  tmlicioiies  inspimdorns,  de  tan  rito  contenido  de  belle- 
za, como  la  sociedad  ¡le  entonees,  cuyo  aire  da  familia  con 
b  de  lüs  tiempos  inedias  eu  visible,  por  la  índole  de  sut 
virtiMlw;  las  llores  más  preciosas  y  los  más  exquisitos  frU' 
tan  del  ingenio;  wnn  nación  <|ne  por  y/itffo  dir  ingenva  ei- 
Hiidtí,  por  gérmea  de  pfotligÍ030«  keehoi  'D  nos  ofrece,  In 


iiiniud  (1(1  hoinbrf  |>cir  rnmiriu  Inii  iegütn  para  lailrtmljl» 

-<itiiu<|UH  Iiujiuv >lHs]iii1rT0i)i'l"'<li>Hl'i  l^nnitisrlnitlmlniloH 

lie!  'itaér  {ni  rif  u«.-ni.  BBCrlbl6  tBmbléualiTUIiU«|iorBÍni<>I>' 

1^1  ohn  iiniMlradr  nitrnosd  halwr  rautrlliuidí)  &  Ibnnur 

.1  <i  iilea,  i|Uf  jiublicú  Ins  pruilucf  ionrs  de  agiiél,  aDRiUvnclii 

-■•■  mh»  Bíuutos  momlrs,  Sp^an  e\  flltlnio,  bu  lliielr*  liui-*- 

.  iMi  tratado  Bolm  la  jili^ni  Imin,  «n  el  que  pnrere  ilüBCubrlú 
<  I  >..-:tB,  la  r>ra[)ii>dit(l  áe  fnHi-T  cumiiiik-nr  h  Htm  aiisenitm.  Nd 

'  ir->»'nl  &  ¡mbllcitrae. 

"  ''onlfüunr  híh  ili^Unir,  quf  mu  hIivmi  iIi  DOrl»  >n  mlus  is- 
.  .« i-FCogliIiui  na  Inui'iledrHili'ljnalntfniIiiyfmJnrlllIaillia  Pru- 

í-jiiTi.  df  ri.ul»  Cennli-jn'  j  m  Iw  libru»  ir  mi  mii'-in'  jirfill- 


fé  j  el  heroísmo ,  y  que  «¡entese  acicateada  i>or  la  f^alantería 
caballoreBca  que  había  dulcificado  sus  coKtuml)res,  en  época 

pasada, una  nación,  en  la  que  ♦contribuvendo  á  labrar  su 

poderío  y  caminando  á  loprrar  los  inisnios  fines  cada  cual  en 
su  esfera  v  auxiliándose  las  clases  ilcl  Kstado.»  con  actividad 
para  mover  y  convertir  en  bulliciosos  dos  mundos,  armada  de 
.w  triple  égida^  grabó  su  sello  en  la  frente  de  la«»  pueblos  todos 
con  sus  Gonzalos  y  sus  Leivaa,  con  los  conquistadores  de  im- 
perios desconocidos;  con  Pizarro  y  Nuñez  de  Balboa,  con  Alma- 
frro  y  el  gran  guerrero  y  político  de  Medellin  que  repitió  en  laa 
aguas  de  remoto  océano,  el  liecho  de  Agatocles  en  África,  de 
los  muladies  de  Córdoba  en  Creta,  de  los  almogjí vares  eu  Ga- 
lipoli.  I^  Historia,  dice  el  Duque  de  Frias,  es  una  parte  muy 
esencial  de  las  buenas  letras,  de  las  artes;  y  las  artes,  loa 
buenas  letras,  llegaron  á  ser  por  la  causa  apuntada,  plantas 
es])ontáneas  en  nuestro  suelo,  que  formaron  el  más  liermo- 
so  de  los  verjeles ,  porque  preparada  ya  la  tierra  con  la  la- 
bor de  los  siglos  xiri,  xiv  y  xv,  recibió  el  abono  de  los 
despojos  de  la  erudición  del  Renacimiento,  que  excavando  las 
Pompeyas  espirituales,  buscaba  en  la  enterrada  antigüedad 
clásica,  enseñanzas  y  modelos.  Fuentes  de  inspimción  nbun- 
tlantísimas  brotaron;  muchos  de  sus  caudales  perdiéronse, 
«por  causa  del  ligero  valor  de  las  teorías  críticas  aparecidas 
en  el  campo  litemrio,  encaminadas  á  gobernar  y  servir  de  guía 
al  numen ;  de  la  escasa  autoridad  para  hacer  amable  el  pre- 
cepto en  los  que  lo  defendían;  por  no  ser  suficientes  aquéllas 
á  evitar  extravíos;  por  no  estar  preparados  los  ánimos  á  reci- 
birlas: y  los  que  aprovecháronse  debióse  á  lo  que  endoctri- 
nó  el  ejemplo;*  el  ejemplo!  que  hizo  prodigios.  En  efecto;  el 
l)etrarquismo,  que  tiinto  significa ,  como  la  venida  de  la  poesía 
subjetiva  á  la  Edad  Moderna,  y  que  extendido  por  Europa, 
al  modo  de  las  ideas  emancipadoras  del  estado  llano,  cerrando 
las  gestas  feudales,  había  cruzado  en  España  sus  armas  con 


Iccto  I).  Francisco  Fcrnámlez  yOonzúlpz,  cnlcdrátiro  inHíí^nc  entre  los  me- 
joros  que  haya  tenido  Espafla,  mi  consojoro  y  ami}?o  cariñoso.  Complúzi-o- 
mern  tributará  rst«,  mi  adniirnolón  y  ú  la  inrinorin  de  aqu/^l.  m\  n>ÉSj»etü. 


icií'co  Iin|)erial,  UntjÍHí<i3  cnacñovendo  il<' In  córt«  li- 
tei«riad«>  D.  Juan  II  y  entrado  üd  Iob  romanceros  por  aftalto. 
innñte  al  IaiIo  Jk!  trono  ile  CorloH  V  un  npiíetol  dulcmimo,  que 
n  sn  feuio  g  e»  la  verdad  de  tus  xentiiaUnlos,  sin  olro 
t  n  propia  rmociñn,  diií  al  aire  fnt  etperanzaa  6  tus 
»  poemas  cnya  tspoHtannidad  o&tdecla  &  lis  rof>diuÍo*rt 
jáar  del  liire  ei^dmfn ,  y  con  los  que  creó  la  Unen;  1U>- 

t  trcroalar  sus  v>jtanilarteít (liria  en  la  Torre  de  lii 

Vela  (In  la  lili^ratnra  ni  Cantillcjo  Imbiesc  sido  un  Boabdíl!  F^tOH 
HUndnrt«a  nunca  ]jan  sido  arnincndos  <tc  fiu  lugar  de  florín, 
ai  ({uirr  la  creacíiín  artística  del  tierno  y  delicado  cantor  xu  en- 
oerraae  con  él.  en  la  tumba  de  la  toledana  iglesia  de  San  Pedro 
Uártir.  Ahora  bien,  el  ejemplo  extiendo  por  nuestra  patria 
lea  poetas  ítalo -españolcK,  de  hermosa  entonación  clásica  v  co- 
lorido [Mítrerquista;  construye  el  atrio  del  ijan  Pedro  del  ai'tn 
tmcioanl,  de  la  basílica  edificada  por  Lope  en  una  cncantado- 
n  confltipncin.  y  piir  él  coronada  wn  (^i^'jinteeca  ciipiiln  en  lu 
t|Ue  domina  la  inspiniciiiíi  í  la  forma: — el  ejemplo  llena  do 
dsueael  (iuadHltiuivíry  produce  cánticos,  cuyas  notns  revelan 
Itrna  en  las  r^uo  liay  cabellos  de  la  antigua  musa  y  áureos  cahe~ 
lliM  lie  I^nm  por  cuerdas;  riquísima  fnntasia  6  idealidad  nrtís- 
tirtt: — el  ejemplo  pone  ol  harpa  coronada  de  hiedra  y  laurel,  en 
lu  manos  de  fray  Luis,...  el  de  Belmotite!,  el  más  lírico  de  su 
siglo  después  de  Garcilaao! ,....  en  loa  manos  del  vute  «cuy» 
primor  eran  sos  aficiones  á  la  vida  del  unmpo:*  y  el  ejemplo 
eonsaem  sacerdotes  de  Apolo  ó  dos  .aragoneses  ilnatrea  cnrac- 
tvrizados  por  su  clasicismo,  mus  latino  que  gríiigo,  y  por  sus 
;..n,!,-r,<-¡..;  tilosóBcns,  para  que  prestofleu  íi  In  historia  scñala- 

."  l.'iirlOH  V  en  Vusté  y  en  el  sepulcro  más  larde, 
lio  el  genio  nacional  y  enconado  por  los  luchas  con 
loH  liiliTiiiios,  y  el  luteranismo.t  renació  In  exaltación  lipieu  de 
Itm  (lina  del  Itomaucero,  de  loíi  días  en  que  los  conquistadores 
cinvabau  lanxaa  en  los  muros  de  Murcia  y  de  (iranada;  penetró 
«n  el  teatro  y  en  la  poesía  el  espíritu  de  S.  Fernando,  de  Don 
Jaime,  del  Cid.  de  l'elayo;  creyóse  el  pueblo,  destinndn  li  em- 
fNOi  sujieríor  ú  la  df.l  indómito  de  lii  Uccniii|itistn:  y  los  líricos 


del  siglo  XVI,  excepto  algunos  relígi.^os,  pulaaron  el  barpa^  al 
moco  de  los  hebraicos,  de  loé  de  Grecia  y  de  los  de  Roma,  in- 
fluidos por  el  renacimiento  t  por  la  duda  de  la  propia  inspira- 
ción •  .  La  lírica  en  la  centuria  décima  sexta  j  en  las  dos  que 
le  siguen,  preséntanos  una  rica  variedad;  mas  en  ella  el  sentí- 
liiiento  V  el  concepto,  observa  un  escritor  ilustre,  «quedan,  co- 
mo queda  la  personalidad  humana  bajo  los  tristes  días  de  los 
Felipes  V  los  primeros  de  la  Casa  de  Borbon»;  apareciendo  más 
tarde*  en  la  décima  nona,  que  es  la  de  las  revoluciones ,  co- 
mo fruta  Suva;  v  es  frase  del  malogrado  Re  villa.  Sería  impo- 
srible  el  que  nuestra  lírica  resultara  en  línea  recta  con  la  del 
herido  glorioso  de  Frejus.  sin  un  período  intermedio,  sin  las 
sátiras  de  los  Argensolas,  que  nuevos  Moisés,  allanando  las  di- 
íicultades  de  la  peregrínación.  voltearon  el  puentecillo  que  une 
la  ribera  en  que  cimbréase  el  sauce  de  un  ideal  en  su  ocaso  y  La 
ribera  en  que  florece  el  árbol  de  un  ideal  naciente,  con  su  gra- 
vedad tilosóflca.  su  moral  apacible,  su  depurado  gusto;  y  con 
sus  f'Oesías  coustruyeron  el  arca  salvadora  de  grandes  destinas 
T  tradiciones  literarias. 

Iji  ponzoña  que  germinaba  bajo  la  púrpura  de  nuestras  gran- 
dezas  inficionó  la  atmósfera;  presentimientos,  cual  K^  que  en- 
tristecieron  á  Luciano,  á  Tácito,  á  Plutarco,  y  al  I\>eta  de 
Córdúl*a  y  al  Poeta  de  Aquino  y  al  Poeta  de  Venusa,  empeza- 
ran á  expresar  los  espíritus  superíores. — un  Rodríiro  C^ro,  eu 
las  RutM:is  de  //li.'tVtf.  un  Quirós  en  el  más  célebre  de  sus  sone- 
tos, cada  una  de  cuyas  letras  es  una  lágrima: — decayó  entre 
nosotros  todo,  armas,  política,  ciencia.  ¡H>blaciun,  industria;  las 
astillis  ive  las  lanzas  de  nuestras  gloriosas  milicias  municipales 
sirvieron  (ara  atizar  las  hc^ueras  en  que  fueron  quemados  hom- 
bres V  mauuscntos;  hundióse  nuestro  ^vderío;  tomóse  calaiísti- 
ca,  conceptuosa,  la  sencilla  literatura  del  IMtriMív^  del  Qnijofe^ 
de  la  £sírf^¡ú  df  Sfrui^M^  en  rebuscada  \  aguiia  la  elocuencia  de 
Avila  y  del  P.  Uraua^la;»  juguete  de  los  cimcept^]^  y  n^truécanos 
la  lengua,  la  virgen  de  los  siglos  \:u  \  x:\\  la  adulta  que 
con  tanto  cariño  e^hu*«ra  eí  siglo  v\\  la  r.v*a  y  ci:!tis::ui  nía- 


troini  del  sijílo  xvi,  íino  á  aiicumbir,  despojada  de  su  he- 
Uca.  impum  y  profantida,  bajo  la  repugnanU  drgradncióii 
r  ei  rilipendio  de  aquéllos  tiempos  miscrablost  (D ,  on  loit  que 
ftleanuron  franquía,  sólo  las  artes,  que  nos  dieron  nuestro  pri- 
mer |>intor.  VdSzqueí.  al  comentar  el  eclipse  de  la  centuriii 
üMiDO  Míptima  y  nuestro  primer  poeta,  Calderón  do  la  Car- 
ea, que  vivió  hasta  los  primeros  años  de!  Hechizado;  pues  lis- 
poSa,  su  raza,  hahínn  sido  tan  auhlimes,  que  al  escapárBc- 
les  la  vida  j  reconcentrarse  ésta  en  nn  punto,  tenía  que  lan- 
ar folgorcs  tan  loagnlflcos.  como  ese  ndmiralile  poemndcl 
Wrror.  qne  el  más  perfecto  de  los  realistas  nos  legase,  en  su 
Oritía  y  esos  poemns  de  la  muerte  que  se  llaman,  La  Dfro- 
ñóm  4t  la  Cru: ,  Bl  Médico  de  m  honra.  Bl  PurpaloHo  de 
S.  Patricio,  La  Vida  e»  Snrño.  Estragado  el  gusto;  perdida 
la  amMtria  del  estilo;  el  arafionés  salvó  la  liermosa  tradición 
Utvnría  española;  mostró  In  liuena  senda  á  la  extraviada 
¿poca;  conservó  á  Castilla  su  liermosa  habla  ,  enviando  á  clin 
con  hi  Gram&tica  debajo  el  brazo  al  xesudo  Beetordu  Villii- 
hennoaa  y  ¿  I.upereio,  tan  1 1  esnaturalizad  o  con  sus  obras 
como  el  Cisne  de  Mantua  para  con  su  Rneida; — Horacios  nni- 
Um  de  las  letras  que  fcharou  la  simiente  de  imw  critica  rtan- 
naáitfteria,  apartada  de  (as  voíunlañedades  y  caprichos  del  tKl- 
yi»,  y  cuyos  esfuerzos  detuvieron  el  mal,  si  quior^o  lo  evitaran, 
puw  apesar  de  eUos ,  npcsnr  de  las  trabajos  críticos  y  traduc- 
done*  df  Aristóteles  en  qne  entendiesen  iiu  día,  el  Príncipe  de 
Viíwi»,  Lcbrija,  Luis  Vives,  l^epúlveda,  Pérez  de  Castro  y  el 
Broceiwc;  npesar  del  libro  de  tincíano  !ü)  y  de  las  Tablas  do 
Cnsnlc»;  spesar  de  las  páginas  retóricas  en  seuttdo  elüsicn,  del 
MOlitario  lio  A.lajár  y  de  Matamoros;  opesar  de  la  tmalnción  ens- 
tellana  de  la  /¡pistola  d  los  Pisones  por  I-\iis  Zapata  y  la  fie! 
fondeñu  Espinel,  autor  do  la  más  hermosa  novela  del  genero 
picaresco  y  del  cuadro  Jil  incendio  y  Rebato  de  Onnada,  que  re- 
cuérdanos por  sil  energía,  la  pintura  en  que  Rafael  perpetúa  los 
itattroiuM  de  las  llamas  en  el  liorgo;  apegar  del  ensayu  de  ver- 


xxvni 

Jei-únimo  de  Zurita,  «que  couocedor  del  mundo,  perspicaz  en 
los  negocios  de  Estado,  sereno,  reflexivo,  exento  dé  todo  apa- 
hionado  espíritu  nacional,  busca  la  verdad  y  la  halla,  anima 
los  hechos  con  sagaz  inteligencia,  los  explica  con  nimiedad» 
decide  después  de  haber  pesado  imparcialmente  las  razo- 
neR,«  U);...  á  Jerónimo  de  Zurita!,  que  de  haber  engalanado 
sus  nobles  prendas  con  el  primor  de  Mariana,  merecería  el 
epíteto  de  Tito  Livio  de  Zarag(»za. 

Delicias  de  la  hitloria  le  llamaran,  los  que  conozcan  nuestros 
esmaltes,  y  las  joyas  que  salieron  del  taller  de  los  escultores 
en  esta  patria  de  TudcliUa;  la  sillería  de  coro  de  la  catedral  de 
Tarragona  de  Gomar  ó  el  S.  B»*%no  de  la  Cartuja  de  Aula  Dei  de 
Gregorio  de  Mesa,  el  Cristo  muerto  de  Prado  ó  el  S.  Pedro  Ar- 
haés  de  Ramírez;  nombres  tan  ilustres  como  el  del  autor  de  los 
pulpitos  de  Santiago  '^)  y  el  del  rejero  que  tan  admirable  parece 
en  la  Basílica  del  Pilar:  y  delicias  de  la  historia  apellidaran ,  ú 
la  tierra  que  amamantó  en  los  días  de  D.  Ramiro  el  Monje  á 
Jordán  y  produjo  el  mejor  arquitecto  de  comienzos  de  este 
siglo,  D.  Silvestre  Pérez,  quienes  lean  los  anales  de  la  ar- 
quitectura escritos  en  suntuosos  templos  y  sul)erbios  edificios 
))úblicos«  \'\\  primorosas  torres  y  belUsimos  cimborrios,  en  mi- 
ñas  cual  la  de  Dnroon«  en  acueductos  cual  el  de  Teruel,  en  obras 
de  hidráulica  cual  la  de  Griséu  que  os  la  i^rimera  de  Euro- 
|ui,  en  VH>rtadas  cual  la  do  Sta.  Engracia,  en  la  Casa-Lonja 
y  la  Alja feria; — los  que  conozcan  las  glorias  lie  la  imprenta, 
«tionde  funcionarían  las  prensas  de  Mateo  Flandero  y  las  glo- 
ria» del  piuivU  donde  UuK>  maoKtn^s  \a  en  el  siglo  xiv  j  tiene 
su  jmw  naIaU  o«  el  \i\,  ol  arte  nunlorno.  Porvjue  aragonés  fué 
\|H^nle,  el  pintor  do  l>.  Juan  U  y  anig\u)o«sk«  fueron  Cu e\*a:!K. 
que  a\udo  a  IS^l^^griu  ou  »ui«  trnKn.u^  do  la  sacristía  de  la  cate- 
%|i^l  \\iKVUm^  \  l\t:|H'\ota  q«o  lUuwuu^  hbn^  de  coro  á  maravilla; 
anM^MU^  Jor\M\uiu\  do  MiM>rt,  quo  Iwoo  on  sus  bU^oct^  la  pal^ 
ta^  el  laúd  \  \a  *v!tjv*da.  \s\\\\\\  V\w\\  kXx^^x^xúcí do  Sáachoü Coello, 
eaiuaradu  \\<^  U\xiV^^>luobxvk  \  r;^\iM»,  i^u  ow^*r!;»K-  tve  Cervau- 

,0^     IVU«.A 


tes,  DitHrraz  j  Lo]ie,  y  ai-iígouéfi  fiiiucisf-u  Pbmo,  tiintor  itl 
temple  de  1&  talk,  segiín  Palomino,  de  los  Colonna  ,v  Mitclli 
que  Veluzqiiez  encontró  en  Bolonia;  uniones  José  Leonardo,  cí 
íulce  José  Leonardo,  el  autor  de  las  Llaeet  de  Breda  y  la  Toma 
«por  D,  Gúiuex  Suároz  de  Fi^erua,  ara^^onés  Jiucpe 
l,  que  Á  semejanza  de  Vinci  v  Vagnri,  ciñe  los  laureles 
ir  y  los  del  artíata,  amgonéx  Cabeza  do  Vaca,  paje 
«  D.  Juan  de  Austria,  aragonés  Joscf  LwA&n,  ara(^iiés  Bavcti 
;  ara^nés  Ooya,— la  qninU  cstrellft  del  cíelo  espiritual  de  En- 
|>a£a.  se^'in  nii  iusi^'nc  y  malogrado  lunigo  Suiircz  Iilunoíi.  el 
ik'uiolriJnr  ilustre  ijuc  burlóse  ilol  faiíalisiuo  relitriuso,  eon  lii 
rituí  ile  Uooterio  y  extendió  In  imUdei  eailavérieii  soliro  el  roo- 
Ito  de  i (ittti tildones  Irarrídus  ¡mr  los  vendábales  iuvoIucÍodh- 
rioH,  el  .V]ielc8  de  tas  ideas  de  su  é[)oca,  el  liijo  do  la  SncicU- 
pedia,  el  Precursor  del  Uonianticismo,  un  genio  original, 
aniversul,  el  mas  esinñol  de  loa  capuñúles,  amar¡^.  escéptlcu, 
múltiple,  <|tiG  tuvo  In  naturaleza  (lor  nutdru,  la  sociedad  por 
soñador  y  rcnlisto,  |)nrecÍ<lo  á  Velázquen:  y  á 
randt  á  un  tiempo,  una  faceta  príncipalisiiua  del  pasado 
i,  el  sitnlwlo  más  jicrlecto  del  advenimiento  del  pueblo  á 
pida  «Kteiol,  la  n^ioteosis  de  nuestra  brusca  indepundoncin. 

IDtor  de  nuestru-i  lierutosos  liofizoutes. 
reí  (jue  «c  detenga  á  conaidcriir  cae  arte  nobilísimo,  que  es 
Bprcnta  de  la  Pintura,  gracias  ni  que,  son  conoeidoa  on  el 
«tes  Paecat  6  Itis  Sibilas  de  Miguel  Ángel  y  las  PÍosa¿  Úe 
Itubuns,  el  Baile  dt  los  AmorcillvH  y  la  Beaírii  do  Ary  Sehe- 
Ifer,  el  Düueio.  y  lu  media  uiiniuja  de  lii  lÍHcucla  dü  Bellas  Ar- 
ti»  de  nelnroctrc.  la  travesura  de  .liif^wn  uiiio  y  la  alegría  del 
jilguero  un  su  dulee  ]irÍBtón,  que  beeliizu  tan  singular  ponen  en 
dos  Sacra-Fainiliiu  de  IlaTael;  pueden  adornar  las  paredes  de 
iM  palacius,  Ina  paredes  de  loa  muíieos,  y  las  jiarodes  más  bu- 
~  1,  ta  Psijuis  de  Julio  y  In  Aurora  i!o  llcni.  Ins  C'OHCepcia- 
"llo  y  lii  Ceiía  ile  Leonardo  de  Vinci,  el  ÁvaCrai 
y  el  Ágaadorile  SceiUu;  lian  llegado  á  las  mÚH 
16  l'i5  KibttUoa  úa  ^'eííi^quL-z  \  le  es  posible  al 
>  «1  col^>ur  el  ex -yuto  de  una  artística  estampa  d'.' 
i  del  Pt:,  en  el  nni  de  la  ermita  de  la  costa,  que 


XXX 

cou  la  luz  de  su  lámi>ara  de  bronce,  eu  negra  noelie  do  iem« 
pestad,  inspiróle  una  invocación  ú  la  (¿uc  es  estrella  de  los 
mares!  {Olí!  y  qué  recuerdos  se  ai^^itarán  en  su  memoria  en  esta 
ciudad,  donde  grabó  D.  Juan  de  Austria  curiosa  lámina!  Se 
ngitarán  los  recuerdos  de  una  época  i[\ie  merece  ser  envidiada 
por  la  misma  Italia  de  los  Médicis.  Qué  días  aquellos!  El  noble 
arte  de  Guttenbcrg  (}'a  queda  indicado}  rajaba  á  prodigiosa 
.  altura.  Son  llevadas  á  las  prensas  de  la  ciudad  cesárea  y  augus- 
ta la  obra  decretada  ú  Zurita  por  las  Cortes  de  Monzón  en  1547 
y  la  del  Doctor  Juan  Francisco  Andrés  de  Uztarroz,  y  encár- 
ganse  de  cjíícutor  las  i>ortadas,  el  Maestro  Diego,-que  embelle- 
ció aquel  monumento  clásico  con  un  pórtico  admirable,  con 
una  tan  magistral  como  la  dibujada  por  Salas  para  el  Ensaco 
sobre  el  Teatro  expaüol  de  Líitre, — J  use  pe  Martínez  y  el  grabador 
Valles,  el  mismo  (jue  puso  un  jirimor  al  frente  del  Bartolomié 
Argensola;  escribe  el  P.  Pablo  Albiñana  Las  Lágrimas  de  Zara» 
goia^  c  ilústrala  con  tres  estampas  tan  notables,  cumo  losiuas- 
caroncillos  y  figuras  de  Vinglez  en  su  Orlogrqfia  práclicax  tni- 
tan  de  publicar,  Lastanosa  su  libro  sobre  la  moneda  jttquesa^ 
Zayas  sus  Anales,  el  Conde  de  Sástago  su  Hisioria  del  Canal 
Imperial  y  Fr.  L.  Benito  Hartón  la  suya  del  subterráneo  san- 
laario  del  Real  Monasterio  de  Sin.  Kngracia^  y  encuentran,  el 
buril  (lo  Artiga, — autor  del  agua  fuerte  de  la  fachada  de  la  ca- 
tedral de  Huesca,— el  de  llenedo,  el  de  Dorbal,  que  peri)etuó 
litó  severas  facciones  de  Pignatelli,  el  de  Mateo  González  -  á 
quien  se  debe  el  sello  de  nuestra  Soci(!dad  Económica  de  Ami- 
gos del  Paití,  y  el  de  Fr.  Ángel ,  á  la  vez  que  el  lápiz  de  lla- 
V  i  ella. 

V  no  son  sólo  estos,  los  triunfos  que  nos  ufanan;  puesto  quo 
podemos  también  recordar,  quo  un  Üolivar  honró  á  su  patria  en 
París,  lo  ([ue  hoy  honni  á  la  suya  Pradilla ,  en  la  ciudad  de  los 
Pontítíccs;  ([uc  un  Briova  cantó,  sí,  pues  un  poema  forman  sus 
estampas  del  combate  de  Tolón,  -asunto  no  menos  épico  que  v\ 
incendio  de  las  naves  de  Cortés  y  las  hazañas  de  Gonzalo  do 
(córdoba  en  Ceriíiola,  en  a(piel  día  en  que  los  ribadoquines- 
'liwsqaeies  de  Diego  de  Vera  adquirieron  celebridad  mayor 
que  loH  truenos  y  bombardas  de  que  nos  hablan  los  escritores 


,  Ift  Cróiiiundc  PcUro  IV,  (¡uu  loa  eer&alaiuu  \iu  Jo- 

m,  que  k  Artillf^riii  du  Biiilún  ^L' y  ¿qué  muclioí  el  ililiuju 

.'  U  Uiiiiiia  (^11  que  no  expiden  los  diplomas  Uc  la  liuoaóin¡L-a 
rfe  ,\m¡g08  (luí  l'ais  tuatiHean  liasta  qué  punto  ee  ha  vivido  cu 
"ÍMh  y  coa  c!  ortí',  un  estu  antiguo  n-iito,  en  ol  que  traljajnrou 
■i  M  furumrou  los  Morlnnt»,  los  Formeiit,  los  Suliuf  j  otros  qtio 
<<Hi]u8ticÍD  80  Imllnn  en  los  nuj^uatoB  Arooim^e  du  l«  iumoi'- 
tdídaü. 

AIi!  Uiiin  grnti'lc  es  ln  ticrm  no  que  los  KnlBuovua  ejurcie- 

mu  iii|iii>1lit  inügístrAtiiEii  ingijriio.  que  lus  nrnjKincscs  jnimiH 

-'  n-^;-n'iroii  H  quo  cetnvieso  vticuntc  ni  unii  hoiii,  ulloi;!  l'iii 

-,    ú   M!l'   Bill  iuqiiietinicB,    VllCIO  d   trono;   nqUBÜll 

:    i'ini  <|uu  iior  su  iiuturnleza.  tiutoiidail  e  iuinuuida- 

1  oxcciidüwal  de  mi  iurisdiccióu,  iulurv oiiidu  \mr  un 

i&ÜBo  Coosiíjo  que  |io(lift  [K-occsar  li  cató  inntriHlrítdo  v 

goisrio  A  fiifrir  una  [«na,  ]ior  su  maguífira  v  cjcmpliir 

,  deflcudla  sobre  nuestras  institucioLe»  más  vcnemii- 

■  ■qneUn  luii^trntnra  en  fin  «celebrada,  oripinsl,  nucatni, 

•  nuwtnt.y    do  tun  coaspicuu  signilicacióu  que  constitu\u 

kmiim  an.i  forma  peculiar  de  gobieruoU  Cuáii  graudr,  la 

R  de  Ins  franqii  icine,  y  leyes  excelsísimas,  en  la  que  estuvo 

~  3  ÜBDipoia  (.'onstiluciún  eucaranda  en  las  ueeesidados  y 

B  medios  que  (pniamoB  f^ra  romediarlus;  los  íuei-os  en  los 

idi^  de  lo»  nmmcip¡(iij-\  en  las  uostumbreK.-L-iidigo  de 

%-j  Ihu  libertades,  base  y  luadauíunto  de  la  L'ooatitudón, 

y  lie  la  costumbre,  eran  diirtícljos  faoultativos;...  bt  tic- 

A  U  que  tw^ú  con  su  puünl  el  eélcbrc  Pneil/gw,  un  mo- 

íimcundo,  cidcuhilcir fiu  mu  (xVwi  y  en  sus  entnHÍBíiino!«. 

O  A  Fornaudo  ol  Católica  por  ol  t»lonto,  &  I.uia  \T  por 

~  ,  y  un  Uboral  Alfonso  escfil)i(i  en  los  girones  del 

r|>roí(u)ado.  olta-dt  auttiro  reif  ti  cnmpU»  lo  jiactado y 


■  l'wr^il.l.ai'icfei'A.liJJu'l'lceiflirr  U.  lEuiaSn  lU  lat'rut.  VOaíii' 

iViiiii  ]iiii>iirMila  en  r1  UemcrlBl  i1<-  Ai-iillrrfa  p«r  el  ra|iíUiii 

<i<iiii4uoBUiáiiluiilniduH<lrl  Cutrpo  b  >|U*  pi-rlr- 

'  iirityiiiíiiila,  Kl ür.  AntplPKui  cxMílur  ilcnuüj 

i'i  ArtlUeriu  sn  Ion  «l^lotí  xiv  y  xv,  tiuf  tepcrmí 

'     i'ii'iso*,  vtriiuhlieMlv*. 


XX  XI I 

• 

s¿  uo,  AOi  y  el  seré  vueslro  rejf  en  ¿auto  cuanto  cttmpU  lo  pac- 
lado  y  si  MO,  uoj  ya  que  podréis  alzar  uueco  rey  eníonccs^  iomÓH- 
dolo  ctuU  queráis  y  de  donde  queráis.  Más  grande  nos  lo  pare- 
ciese aún,  si  poseyésemos  los  archivos  y  códices  destruidos  por 
las  llamas  y  por  la  ira  del  Ceremonioso;' j  si  la  bruma  que  en- 
vuelve el  alba  de  la  dominación  musulmana  no  hubiérase  he- 
cho más  densa,  á  medida  que  han  aumentado  las  modernas 
investigaciones.  Por  lo  ([ue  de  ella  conocemos,  es  un  poema 
caballeresco,  pues  la  verdad  resulta  poesía;  es  una  página  de  los 
anales  de  la  humanidad,  parecida  á  la  de  la  Ciudad  de  los  Cósa- 
i'cs,  pues  si  en  la  Ciudad  de  los  Césares  las  ideas  todas  contlu- 
yen  cu  el  majestuoso  rio  que  recoge  los  caudales  de  la  antigüe- 
dad y  so  llama  Derecho  itouiano^  cu  Aragón  los  caudales  de  su  vi- 
da confuyen  en  el  Derecho\  aquí  tan  amado  que  jamas  se  toleró 
su  mengua;  de  lo  cual  procede  el  poder  de  nuestras  instHucio- 
ncs  lUiciouales,  ^acimentadas  en  el  respeto  de  los  ciudadanos  y 
sobrepuestas  á  la  tornadiza  voluntad  de  los  hombres;....')  aquí 
tan  amado!,  que  si  un  día  lega  su  corona  al  Temple,  el  hé- 
roe cuyo  espectro  vé  la  imaginación  en  los  memorables  cam- 
])0S  de  Fraga,  el  nieto  de  los  que  tuvieron  cuna  de  poüa 
en  las  írogosidadcs  de  Uruel,  protesta  contra  la  voluntad 
de  D.  Alfonso  y  rescátase  á  si  mismo;  y  si  Pedro  II,  dá  en  feu- 
do al  Puntífícc  su  rciuo,  el  reino  dice  á  Homa  que  no  es  él  un 
patrimonio  del  monarca  y  que  los  aragoneses  se  deben  auto  to- 
do y  sobre  todo,  á  sus  íiacmtísimas  leyes.  Ai*ugón  posee  un  es- 
píritu recto  y  justiciero;  está  dotado  de  bondadosísima  tolemn- 
ciu;  es  el  \A\íá  de  la  disc acción  y  la  agudeza,  de  las  colectivida- 
des robustas;  sus  hijos  saben  obedecer,  son  dignos  en  su  mo- 
destia, y  abnegados  siempre;  de  todo  lo  que  procede  su  aptitud 
pHi*a  la  Jurisprudencia,  lil  objetivó  su  vida,  en  las  creaciones 
jurídicas  más  originales,  en  máximas  consuetudinanas  ampa- 
radas por  una  coclilicacion  tutelar  y  espansiva  X  cuyo  criterio 
es  el  síonduM  est  charU  y  cuyos  principios  capitales  constitu- 
yen el  ideal  de  hoy;  y  por  esto  la  en  que  vivimos,  es  la  tierm  do 
¡u  libcrtítd  civil  y  de  la  costumbre  formulada  en  iircceptos.  Nos 

il;    Cc-lu. 


XUCItl 

^^n  muchitB  ciencias,  Salamanca,  la  ciudad  del  Rena- 
CÍQÜento  español,  Córdoba  que,  eu  la  época  teocrática,  ooa  k* 
veló  la  nuimícn  y  el  aristotelísmo,  y  Alcalá,  nombre  ao  menos 
insigDe  que  el  de  Oxford;  non  aventajan  en  el  arle,  la  ribera  en 
que  nncioron  Hurtado  do  Mendoita  y  Alonso  Cano  y  aquella  i 
Uquo  OBCnpárouse,  atraídos  por  sua  maravillas,  ios  áogclea 
que  Bartolomé  devolvió  al  empíroo ,  eneurcelodos  en  aus  pin- 
tara»:— nadie  nos  supero  jamás  en  el  Derecho,  ni  ejecutó  obra 
ñe  acatido  superior  A  la  de  D.  Vidal  de  Canellaa.  Nunca,  un 
pa«bto  Inc  mis  contmrio  í  los  pleitos  que  el  aragonés,  ni  más 
entusiasta  de!  Act6  de  coucílinción,  del  Juicio  de  Amigables 
Componedores  y  del  t'onsejo  de  familia.  Kl  Registro  do  lu 
Vnpicdad,  lo  encontrareis,  yn  desde  el  síg'lo  xv,  cu  la  zona  en 
qoeéldereeljoiiopular  tiene  aii  órganocne!c(WiWtf«íe''o,  nose 
conocen  las  piilabrae  ejtfirojiiiKitía  y  con.tscatióK,  y  no  hubo  ni 
baj  lu&B  fuentes  juridicns  que  la  ckarla,  el  fuero,  las  coBtuin- 
trrea  yin  equidad:  en  la  zona  en  que  cada  familia  es  legisladora, 
«ircutom  ó  Intérprete  de  las  leyes  que  la  rigen,  y  juxga  en  vir- 
tad  lie  ellas;  y  en  que  todos  los  individuos  son  libres  en  el  ho- 
gar doméstico,  sin  que  la  amorosa  unidad  do  los  sores  que  el 
ttfitimieutu  lia  reunido "bujo  el  mismo  techo,  esté  perturbada. 
¥  en  lo  que  se  rcliere  á  su  Constitución  política!  Estudiad  loa 
|iroecptos  do  nuestro  código;  eom|i»rtid  el  Estado  aquí  y  fue- 
ra de  aqui.  entonces;  y  deduciréis  un  gran  contraste,  entre  el 
atraso  de  las  instituciones  vigentes  eu  los  demás  países  y  la  su- 
perioridad de  las  qucentrenosotros  contenían  princiiiios  tan  sa- 
bios, cual  los  que  tiene  por  mejores  la  ciencia  novísima.  «Antes 
que  nadie,  escribe  uu  notable  publicista,  antes  que  luglaterní, 
antes  que  Castilla,  aníes  que  Tranei»,  el  aragonés  completó  sus 
CdrtCB  con  la  entrada  del  brazo  popular:— con  el  equilibrio  y 
ponderaeión  da  sus  poderes  públicos,  se  anticipó  á  las  teorías 
coRKtttuciooalcs  de  hoy:— la  conducta  liberal,  sensata  y  patríó- 
tica  de  sus  Estamentos  es  un  ideal  para  la  España  moderna: 
— BU  asamblea  de  Caspo  fué  una  originalided  en  la  historia:— 
y  otra  orifrinalidad,  que  la  eíoncia  del  derecho  no  ha  acortado 
todavía  ñ  dcñnir.  el  justiciazgo.»  que  pasó  inadvertido  hasta  la 
Mcoaquista  de  Zaragoza,  en  1115,  y  que  no  se  ejeruió  plena  y 


XT.XÍV 

libreiuoüte,  sino  á  imrtir  de  aquel  día  de  sol  rojizo,  de  sol  de 
color  de  sangre,  en  que  fué  enterrado  en  los  campos  de  Epila  el 
poder  de  los  ricohoYites,  Kn  parte  alguna  ha  sido  un  magistrado 
tan  digno  de  llamarse ,  como  la  más  bella  de  las  virtudes!  Los 
anales  del  singular,  vitalicio  é  inamovible  ministerio  del  Justi- 
cia, en  todas  sus  páginas,  preséntannos  ejemplos  de  imparciali- 
dad y  viril  independencia: — en  una,lu  firma  de  derecho  expedi- 
da por  el  juez  popular,  á  causade  los  célebres  tributos  impuesto» 
por  Alonso  V  para  casar  dos  hijas  suyas  ilegítimas, — en  otra  el 
fallo  de  Jiménez  de  Cerdán,  con  motivo  de  la  exoneración  del 
primogénito  del  vencedor  cu  Epiln ;  en  é.sta ,  el  que  anulo  el 
nom])ramientü  del  Conde  de  Prades  puní  el  vireinato, — en  aque- 
lla el  tlictado  i)ür  Salanova,  que  (•oiidcuó  á  los  oligarcas  y  salvó 
á  .laime  II.  Así  servía  el  justiciazgo  á  la  corona,  pues  mejor 
se  la  sirve  «conteniéndola  con  energía,  dentro  de  los  límites  de 
su  autoridad  legal,  que  estimulándola  á  la  perpetración  de  abu- 
sos y  demasías: — en  el  primer  caso  se  vela  por  el  prestigio  de 
la  dignidad  regia  y  en  el  segundo  se  labra  su  descrédito.^  (1)  Y 
por  si  no  parecieren  bastantes  las  altas  cualidades  políticas  del 
ai-agonés,  recuérdese  que  aceptó  el  Jurado  y  no  el  tormento; 
consagró  el  principio  de  la  inviolabilidad  del  liogar;  escribió 
rl  fuero  do  la  Manifestación,  «ley  general  hoy,  en  las  de  enjui- 
ciamiento y  en  las  constituciones  délas  democracias:»  juzgan- 
do tan  esenciales  á  la  cualidad   de  ciudadano,  los  boneücio;i 
que  garanti/jibaii  la  persona  y  los  bienes,  que  so  reputaban 
aquellos  aat<TÍores  y  superiores  á  la  voluntad;  ala  voluntad!, 
que  no  podía  renunciarlos.  9  Parécose  Aragón  al  pueblo  inglés  (é 
igual  semejan/a  tienen  entre  sí,  Aragón,  el  ])ueblo  inglés  y  el 
romano^...  paníccse  Aragón  al  pueblo  inglés,  en  lo  dados  que 
fueron  uno  y  otro  ú  ungir  con  el  óleo  del  tiempo  sus  derechos 
novísimos,  v  en  su  amor  á  las  formas  de  la  lev.  Paróccnse, 
en  que  sus  i)ersonali(iades  en  letras  y  ciencias  son  contadas,  y 
pminentísimas  en  alt »  grado,  numerosas,  las  de  cierto  géneríi. 
— Inglaterra  no  ha  tejido  las  coronas  de  laurel  y  encina  que 
Grecia,  Italia  y  lOspaña;  mas  sus  héroes  lian  sido,  el  Prínci^K; 

(1)    Romero  Ort.i 7. 


xxxv 

b  y  Nnlfion ;  eue  anticuarios  y  bub  químicos  Cumpden  j 
Huolj'Ury-Davj';  san  «ábios  Bacou  y  Newton,  que  arrancó  al 
Otaivcrao  los  secretos  que  cou  más  eolicitud  éste  guardaba  para 
b  CKKnpteccDcia  de  bu  amor  propio;  Wat,  VV.  Seott,  I>ik«iis, 
HeynotiJs,  'n'Ükie,  Hogartk,  se  han  Ibmado  sus  inTcatOfl. 
«xs  plumas  y  sus  pincclca,  su^  onidoruB  l''ox  y  O'ConneU,  y  sus 
*  Chaucor,  que  thIg  un  líauio.  Millón,  el  Bublime  Milton, 
n  rival  ShnkLlipairi;,  j  B)  ron.  cuyo  nombre  recuérdaae  cu 
^,  co  loa  jardints  del  Alcázar,  cu  la  cúpula  de  Sauta  Solia, 
A'lagi]de<Jíai.'bm  j'  en  Miüuolouj^'hi  tan  uatu  raimen  te.  coino 
"í  del  pliítjiuü  prúsimo  ú  Uujugdore  y  del  tejo  de  la  Motte 
Kenílly  y  del  Imyti  Jti  Hinfield  y  de  la  yedra  de  Feuillancourt, 
«I  de  Oadvfredu,  el  ríe  la  esposa  desventunulii  de  Cétiar  Bor^iu. 
B  Pítpc,  y  el  de  Roitscjeau. 

■mbiü  los  hombros  du  ?>stado  son  más  abundantes  que 
iriÓD  allana,  en  la  grau  patria  de  llaciiulsy,  pues  hijos  de 

n  luB  cancilleres  iluBtres  de  los  Tudor  j  I'^tuardos;  el 

'lUuígtu  StADope;  Uftusfield  que  duerme  el  enuño  etomo  en  un 
npakro  dibujado  \kt  Flnxmuu:  L'liutbam.  el  orador  lírico;  i'itt, 
dincomparalilo  Pitt,  cuya  titánica  mano  empujó  enorme  roen  al 
Ntoo bemiaterio  y  de  elU  liízo  la  ish  de  tinnta  ELena;  Grattau, 
jCftDJtin^y  Roberto  l'cely  Slieridan,  que  pudioudo  tener  »u 
«■tabla  entre  la  de  esto»  giersoonjcs.  ha  preteridu  descansar. 
wmtvm  del  mármol  de  Guillermo,  en  la  Abnilía  do  WeBlmiiitcr. 
Kn  Aragtíuasí  mismo,  ios  sacerdotes  de  Minerva  y  los  sa- 
ccnMts  de  Apolo  üou  menos  que  eo  otrns  comorcaa  de  üapaña, 
<H«IllÍer  hayamos  dado  cuna  á  loa  mejoruo  vates  didácticos  y 
'^tÓieOB  de  loa  ticnipos;  y  exceptuando  á  Goya,  no  tenemos 
INI  piator,  cnnl  los  qno  respiraron  en  k  utmúsferu  dulce,  do- 
bmU,  eiqiléndida  de  tievílla;  en  U  m¿r),'en  feliz  que  produce 
RMas  par»  la  pa]«tu  üe  sus  Murillus  y  en  lu  que  recibieron  los 
efluvios  de  lu  iospiniciúii  la  Uulduna  y  Moubiúés;  lloró  Uodrlgo 
Curo;  concibió  Zurljiírán  su  otim  más  acubada;  Cervantes  lo:> 
tnco[itabU:s  tipos  do  sus  Noüelat  r/emplartt;  y  ti¡aif\&roa  At- 
Btüjo  y  Jáutogui  las  cuurdiis  de  plata  de  sus  liras,  talladas  en 
doe  limpios  topacios.  La  colectividad  arn;;oneaa  en  cambio,  está 
adornada  de  las  cualidades  que  colectividad  alj^una;  el  aenti' 


»»»\  ^s^ul^*s^  #»  ^.N  .íl*  *rtr**^.^v%  nr^^Ur  U  vid*  civil  y  modelo  la 

^hm,itv»i   X  *M»  :».,'iisssnvi/;t,>#s3*»*''?c<\leacompar*r8e,á aquel 

,  f,  •  H  •  , s « r  «N  s»»  .vsr*»?<«>'»  »iv  X  ^  ttBi^  «a X' acias  célebres, — oriculo 

1 1  ?.'»  t  vín:»«*»»,*v  \  ,*i  Wv  ;»<'ic»íi8»^  ^i  ?fattbolo  de  la  edid  en  que 

,.  *.«♦♦,».  ,«sviv^it«    «v^    '»   »4W%c«4uo  njplejrdse  en  el  Dercdio, 

..    (..%,    «.«.««.^^xivH    )k  .'oüjuuciüu  de  que  son  obra,  los 

.\'i»...^    '»      »..v»;«a*wk      *  JuiiéLpcudeucia  quiere,  con  cari- 

..     /m,n  ,    H   \  sk\   *  .*%)««  iK^i-que  allí  trasíormóse  al  salir  del 

s       w        <*.     ..v.«««    ;u«^'«rtiiiorad  del  I'lgeo,  porque  alli,  tro- 

..v.u    va  >1   ¿;rave  Licurgo  ó  liízose  humana 

s »  .\'.H**^'  üüí.  Culi  Numa  y  Servio  TuUio,  unió 

,    %  \\.\.  iH»  [H'uinsulas  de  Alejandro  y  César: 

..(O  «iu  suci  alcH;:ares  las  Parlidíu;  mas  juzga 

>.  ..v»aamcut08  legales  aragoneses;  piedras  mi- 

.  .«i'iLiiu»  ilu  Ih  humanidad  conducen  á  los  tiem- 

■  *•.  ii'.  tiiock)!,  y  enlace  de  espíritus  y  genios  di- 

'■<«..     v¿uo  ci»cribicndo  un  ideal  de  paz  y  de  justicia, 

Uibuual  ésta;  anularon  el  feudalismo  entre 

«    .  u.  a: oa  <ü  estado  llano  para  la  libertad;  aquí  tan 

:s>.  «'\ccdo  de  solicitud,  cual  si  llevaran  en  sí  un 

i  .1   i^:u'llu,  jamás  nos  deslumhraron  las  conquistas; 

U  '  >*\  ; .4  r ,  :  i'dpccto  á  la  que  era  una  la  colunlad  de  iodos^ 

.■  ".v    ciCcicüCy  se  acabase  el  reino  y  unánime  parc- 

^  /  muncsio  i)or  defenderla,  ¿fr^cAai»^/i/tf^^  yr/aá 

»    .  ■  '.*  'jiorÍA  co»  los  santos.  Dice  muy  bien  el  eru- 

•  I    \  \mUí.'    «como  un  desastre,  debe  ser  contada  la 

n    ii    i.^uvl  K&tado,»  —  cuyas  instituciones,   consti- 

V   !\\(..  i'moo^ou  como  modelo  las  repúblicas;  cuyas 

\    .titihviiui^i  son  tan  renombrados;  cuyas  empresas 

>  M»  .1  .  ^t.^.uuH.!  ^'u  crónicas  militares,  y  cuya  cultura  será 

.    .u-  I lapivHVUidible  memoria;...  la  anulación  de  aquel 

t  lo  .  -\ik  iIhvmiouuu  («  la  misma,  si  lo  miráis  desde  el  atrio 

.. .'.  nu«*  til  .^vlv  lu  ciudad  que  trocó  en  reyes  sus  condes- 

.« .  .t('  lii  ^sipillu  ou  ([uc  coronáronse  tantos  monarcas 

X' .»•.*. ivs,  vlc  Ih:»  artes,  oticios,  industria,  comercio,  insti- 

..i^'uíaN'mvIo  i.*utahiña,  en  los  puertos  donde  encontró 

u.iUk  \K\\  \\\{\^\>  marítimo  único  en  el  orbe;  ora  se  lo  con- 


xxxvu 

temple  en  el  Compromiso  de  Oaspe,  ora  en  la  lengua  que  como 
literaria  cultivaTon,  varones  esclarecidos  y  en  la  literatura 
qae  creció  en  esplendor,  sobre  todo,  en  los  días  del  guerrero  ca- 
balleresco, amador  de  las  hermosuras,  que  descuella  sobre  los 
que  le  precedieron  en  el  trono  y  le  heredaron  éste,  como  diz  que 
sobresasalia  su  talla  sobre  la  de  sus  contemporáneos;  y  eso  que 
entre  los  que  le  precedieron  hubo  un  Alfonso  el  Batallador  y  en- 
tre los  que  le  heredaron  un  Pedro  111,  que  venció  á  los  angevinos, 
y  conquistó  á  Sicilia;  que  aliado  de  Bizancio,  temido  en  el  mar, 
temido  en  tierra,  por  el  Papa  y  por  la  Europa,  hizo  el  collado 
de  las  Panizas  tan  dramático,  cual  dramáticos  serán  siempre, 
los  desfiladeros  de  las  Termopilas  y  de  Roncesválles.  Como 
un  desastre  repito,  sirviéndome  de  las  hermosas  frases  de  aquel 
admirable  publicista  debemos  tener,  la  anulación  de  aquella 
«cátedra  permanente  de  política  liberal  y  previsora  que  se 
consumó  en  el  siglo  xvii;^  en  el  que,  oh!  dolor!,  suenan,  la 
hom  hipócrita,  en  que  Felipe  II  jura  guardar  nuestros  vene- 
randos fueros,  con  el  mal  disimulado  propósito  de  abolirías,  y  la 
hora  nefanda,  en  que,  del  enlutado  cadalso  dé  la  plaza  del 
Itfercado,  cae,  como  espiga  al  corte  de  la  hoz  del  segador,  la 
juvenil  cabeza  de  Lanuza;  muere  la  libertad ;  es  atropellada 
toda  ley;  la  abyección  se  encumbra ;  é  inaugúrase  un  lúgubre 
periodo,  en  el  que  despuéblase  España;  son  destruidos  nues- 
tros ejércitos;  despréndense  de  la  monarquía  de  los  Austrias, 
Portugal  y  Flandes;  cubren  el  océano  las  pavesas  de  nuestras 
escuadras  invencibles;  engéndrase  en  las  colonias  la  revolu- 
ción que  las  emancipará;  á  un  tonto  melancólico  sucede  un 
fatuo  y  á  un  fatuo  un  imbécil;  el  regio  alcázar  conviértese  en 
el  primer  centro  de  mendicidad  del  país;  y  en  calles  y  plazas, 
sólo  se  ven ,  rostros  macilentos,  pobres  que  no  pueden  pedir 
limosna,  pues  no  hay  á  quien  demandarla:  periodo  aquel!,  en  el 
que  la  ruina  avanza  por  todas  partes,  haciéndose  más  avasalla- 
dora cada  día;  el  municipio  muere;  se  eclipsa  el  genio  nacional; 
degrádanse  las  Córtesque  habían  asistido  al  Rey,  con  la  moneda 
del  pechero,  desde  el  sitio  de  Cuenca,  hasta  la  mañana  en  que, 
al  ver,  en  una  de  las  torres  del  palacio-fortaleza  de  encaje,  la  his- 
tórica cruz  de  plata,  relumbrando  herida  por  el  sol  naciente,  el 


xwvni 

ejército  acampado  en  lo»  llanos  de  la  Armilla,  sur  capiÍAfies,  los 
MonarcaR  caudillos,  caen  de  hinojos  y  entonando  un  Tt  Deum^ 
al  Dios  de  Simancas  y  de  las  Navas,  al  Dios  que  entregó  á 
Santiago  un  caballo  blanco  para  que  corriese  á  pelear  junto 
á  los  cristianos,  y  á  cuyo  caballo  subió  el  guerrero  celeste, 
siempre  que  el  redoble  del  atambor  árabe  turbóle  el  sueño,  en 
su  sepulcro  de  Galicia.  Oh!  desdicha!  descendimos  desde  la  paz 
de  Cambray  al  Congreso  de  Verona;  desde  Pescara  cuyo  rostro 
tan  bellas  y  honradas  cicatrices  agraciaban,  desde  Urfoieta  que 
parece  un  héroe  homérico,  desde  Antonio  de  Leiva,  hasta  las 
liumiUaciones  de  Valencev. 

Cuttlos  pudieron  haber  sido  los  resultados  de  tan  admirable 
escuela,  dedúcese  de  la  página  de  historia  de  España  que  se 
refiere,  al  período  de  renacimiento  político  en  que  vivimos.  En 
18^3,  Aragón  acreditó,  que  era  digno  de  lo  que  concederse  debe 
á  los  pueblos  libres;  y  en  1808  enseñó  á  salvar  la  patria  en  Ifts 
tapias  de  tierra  de  Zaragoza;  allí  donde  se  declaró  la  Virgen  del 
Pilar  capitana  de  nuestras  tropas,  ante  un  trofeo  formado  con 
el  sombrero  de  Palafox  y  la  faja  de  Cuadros,  con  la  canana  del 
tio  Cerezo  y  la  mecha  de  Agustina,  con  fusiles  oxidados  y 
escopetas  de  chispa,  con  el  crucifijo  del  monje  y  las  vendas  de 
la  ínclita  Bureta.  Y  como  dice  un  escritor  contemporúnf^o, 
mientras  la  guerra  civil  ardió  en  Cataluña  y  en  los  montes 
vascongados,  y  las  comarcas  del  mediodía  gimieron  bajo  la 
granizada  de  las  bombas  de  una  desenfrenada  demagogia, 
nuestro  país  natal  hizo  milagros  de  prudencia ;  colocó  en  sus 
carros  la  crui  roja:  convirtióse  eu  hospital  y  en  campo  de 
Marte;  dio  soldados  para  combatir  tres  insurrecciones:  ofreció 
ejemplo  de  sacrificios  no  menos  heroicos*  aunque  estériles,  qae 
los  estériles  sacrificios  de  Tapso,  en  d  .»fensa  de  una  demoonieia 
que  tuvo  sus  venlugos,  en  los  insensatos  que  desoyeron  los  con- 
sojas de  la  razóu;  é  impidió  que  viviésemos  incomunicados 
con  Europa*  por  el  sitio  que  dá  nombre  á  una  halagadisima  es- 
peninza*  que  no  taalaremos  en  ver  convertida  en  realidad  feliz, 
porque  su  boudíui  V\  dtííemíe,  |>orque  naco  de  un  sontími»^nto 
*'SiH>ntHueo,  j>orqUf»  l;i  ptlnuteríi  lie  lu  ju'ítioi't  rs  virtu«l  tan 
ímucc-^i  como  ospauoín. 


Ls^tria  t]«I-'eiieliin^  lapiítñiide  CurvuoteB, — unidoB  aiein- 
pn  par  los  viuculos  del  cDríüo,— do  han  de  interrumpir  In  anti- 
gm  y  ^L-ird»  costumbre  de  ciuubiar  entre  bi.  coq  fceciioncia, 
preodu  Oe  nmor.  Porque  la  espndn  (te  Fmncisco  1  que  poscimoe 
j  k  eopin  (le  la  nuttnlicnfiuegUKrdainos.  recuerda  sólo  Ins  lo- 
as trtnturufl  iMiLnllerewBfl  de  un  rev;  lit  columna  de  Alninnsu, 
udttKkslialmblBdoquc  do  la  ambición  deapóticn  de  LuisXlV, 
— mnel  s6tiro  coa  púrpum,  al  que  tantas  razonen  tenemos  pnrn 
Mecflurl;^  el  Obelisco  del  Pos  de  Mayo,  lo  dice  todo  eontm 

JílpoleÓD; en  la  protesta  do  un  pueblo  contra  un  tirano;  la 

jmtesta  de  un  putblo  que  dofendiú  au  lionm,  bautizando  sus 
dMeM...  no  lie  de  esi-ribir  cómo!;  porque  se  enrojecería  de  ver- 
efianta  «ttn  piigiua. 

iasiunistAdes  de  nulioít  puíhch  no  pueden  desmentirlas,  uí 
■41WI  Bcuro  ai  eátüK  sUloref),  porque  perpetuadna  estúneamo- 
muDSQlois.  en  los  quo  ge  vea  naciónos  y  no  liombren.  Si;  el  Cid 
M  bi  figura  jiredilei^tii  del  tentra  fraDcOs:  —  éste  nos  re^'nlú 
la  íitCKíía  d(  /os  .Variiloi  y  nosotroB  le  regnlainoa  Za  Vei-dad 
Supttkoia:  ou  loa  ril>eras  poétieas  del  Oaroon  reciben  hospita- 
lidad 1»  ci-iLÍa^ui  del  Alíeles  de  Fuendetoilos,  3*  eii  Repnñn  liú- 
llanw)  «u  ul  <  iKtrJa  aaiKlorttm  de  nuustro  Musco  los  paittajes  vir. 
fiUanosdnl  l^ircnea  j  el  PuflHÍuo:  Martines  déla  Rosa  debe  ú 
Rocine  y  ñ  la  Poética  de  Boiloau  su  --Edipo  y  mucho  id  Mennu- 
dro  de  Kmncis,  el  Moratiu  autor  de  Ina  cinco  cnmediiiH 

do  luK  tan  pura, 
.  .  de  jmeiitud  tan  fresca  j  tan  lü/.auít.  I 

iiutt  vivirán,  cuanto  en  In  edad  lutuiii 
lira  la  liermoaa  lengua  castellana;  ^'^ 
aosotrOA  tenomoa  que  sf^radecer  ú  David,  el  habernoa  cnae- 
ñwlo  U  eienciu  del  dibujo,  y  á  nprecinr  el  mcrilu  de  lus 
gnuniea  marstros  espaüoles;  el  haber  abierto  los  horixuntus 
Muido»,  desde  la  hora  en  que  recibió  un  desjutn,  jior  la  vo- 
lanlad  de  uit  iiabécil,  el  cetro  en  que  linllñbnse  ciignnadn 
rica  ¡ii-cla;....  tenemos  que  ayi'ftdccnr  ni  líolrea- 
■  Napoleón  ile  In   Pinluní,  el   ilccoro  recupirado  [lor 


mtnn  'tt  la  \  f  i 


XL 

los  pinceles  patrios;  el  que  renaciese  el  sobrio  y  severo  natura'* 
lismo  de  Velazquez;  nuestros  vecinos  tienen  que  agradecemos 
Orfílasy  Aragos,  los  favores  dispensados  á  ComeiUe,  Moliere, 
Dumas  y  Scribe  por  el  Ctsñe  del  modesto  Mamanaret^  con  el  que 
Victor  Hugo  tiene  deudas  tan  grandes,  como  con  el  Romancero^ 
el  Rico-Home  y  García  del  CasUñar:  el  cielo  azul  y  purísimo  de 
nuestra  literatura  es  la  mitad  de  la  dulce  Provenza:  v  la  otra 
mitad,  de  las  regiones  regadas  por  el  Ebro ;  por  el  Tajo,  por  el 
Guadalquivir;  por  las  aguas  que,  cerca  de  las  ruinas  que  perpe* 
túan  la  fama  del  lieroismo  saguntino  y  la  crueldad  de  Aníbal, 
refrescan  los  bosques  de  naranjos,  tachonados  de  azahar  j  po- 
mas de  oro,  que  sombrean  la  poética  barraca  donde  hila  el  gu- 
sano de  seda  su  capullo  (i) ,  y  en  los  que  tan  incopiable  es  la 
fina  clarídad  de  la  aurora,  como  la  majestad  del  sol;  y  por  las 
que  reflejan  en  el  Genil,  paisajes  más  bellos,  que  los  que  retra- 
tan la  apacible  ría  de  Pontevedra  y  las  lagunas  de  Holanda;  j 
¡qué  mucho!  si  en  el  siglo  xv  tremoláronse  los  estandartes 
santísimos  de  la  cruz  en  la  Alhambra,  fué  porque  Pelajo 
salió  con  la  bandera  de  la  Reconquista  de  la  gruta  de  Covadon- 
ga,  y  al  otro  lado  del  Pirineo  hubo  picas  y  mazas,  cual  las  de 
Carlos  Martel,  en  uu  día  más  terrible  que  el  terrible  día  de 
los  Campos  Catalaúnicos. 

Hago  votos,  por  qué  el  sueño  dorado,  que,  de  antiguo,  acaricia 
tan  noble  tierra  se  cumpla:  por  qué  muy  luego,  Francia  y  Es- 
paña puedan  comunicarse  por  una  puerta  digna  de  ambos  alcá- 
zares de  la  historia:  por  qué  en  breve,  veamos  dibujada  en  el 
granito  pirenaico,  la  curva  del  tiuiel  que  ha  de  permitir  á  la 
locomotora  saludar  los  riscos  de  donde  bajaron  nuestros  padres, 
con  el  ímpetu  de  los  ríos  aragoneses,  á  formar  en  el  llano  nues- 
tra nacionalidad....  á  saludarlos!,  con  el  respeto  que  en  Egip- 
to saluda,  los  alminares  del  Cairo  y  las  pirámides  de  los  Fa- 
raones. Y  llago  votos,  que  han  de  verse  cumplidos,  porque 
nunca  fué  vencida  la  justicia  en  esths  nobles  batallas  de  la  ci- 
vilización; y  la  justicia  está  de  nuestra  parte  en  la  actual;  en  la 
que  se  ha  probado  al  mundo,  que  los  hijos  de  aquel  puelüo  li- 

^l;    Murquc-s  de  MoliuA. 


bre,  tinvo  pornatuntleíR,  amnntÍBÍmo  liasta  el  delirio  áe  eiis 
ÍBCKM,  ccDocedúr  de  los  instituciones  en  que  estribaba  bu 
luWM,  muéyense  por  una  idea,  aiempre, 

tíof  la  autoaomfa  de  Aragón,  su  nacionalidad,  están  nmalgii- 
maiaa  COD  la  autonomía  y  nacionalidad  de  Castilla;  pero  aquel 
a^yt  eonserva  las  bennosas  páginas  de  bus  augustos  anales, 
Éaa  que  lai  ha  duplicado.  Cifra  su  majestad  ea  loa  Berengue- 
IW  ;  en  Sancho  IV,  que  reclbiú  en  el  sitio  de  Huesca  muerte 
tn  hertStea,  como  lüpaminondaa  en  Mantinea;  v  en  Pelado,  en 
dCfdi  en  Feruan-Oonzftlez:  igualmente  S.  l'eilro  de  (.'ordeña 
qneMonte-Arn^ón,  lfl3Huelg«Br|ueS.  Millán,  sonloBSantoH 
Logares  de  su  historia:  se  jactn  de  bus  trovadorcG,  de  su  I.u- 
pereio  6  de  su  Bartolomé;  y  de  Gamlaso,  de  los  Luises,  de  He- 
rrera: tnda  orgulloso  de  su  Jaime  el  Conquistador;  v  también 
de  S,  Fernando,  de  Alfonso  el  de  Toledo,  de  los  fuertes  reyes 
de  Navarra  t  de  los  bravos  leoneses :  junio  á  las  épicas  naves 
de  Rog«r  pone  ha  atrevidas  de  D.  Juan  Továr;  Lízaua  al  lado 
de  Pedro  Niño  y  del  Marqués  de  Santa  Cruz:  cree  que  la  aman- 
tiaima  y  espiritual  Segura  coronada  de  una  inmortalidad  tau 
b«llR,  cnal  la  bella  inmortalidad  de  Beatriz,  es  uno  de  sus  sim- 
Ix^OBi  y,  ^ue  lo  son  de  igual  suerle,  I^eonor  de  Castilla  y  María 
Coronel:  honra  á  sus  ínclitas  reinas,  á  bus  heroinaB  ilustres, 
é,  6U8  mujeres  nobles  por  la  inteligencia,  á  la  madre  de  San 
l,aÍB.Tá  la  gran  Bcrenguela,  fi  la  Koldan.á  la  Latina,  á  la  B«- 
dajox ,  á  la  Mcdrano,  á  la  Duquesa  de  Béjar,  y  á  la  santa,  sabia 
y  poetisa,  autora  de  libros  que  por  su  perfume,  parecen  escri- 
tos en  iietaios  de  azucena:  le  envanece  el  que  rivalizaran  con 
la  monda  del  protector  de  Virgilio,  b  de  los  VíUahermoeae,  la 
fie  loa  Duques  de  AJba,  la  de  los  Baztmes  y  Vélaseos;  y  siente  la 
«legria  mayor  recordando  loa  méritos  del  magn&nima  Alonso, 
fjue  «irí  nos  Aa  dtsperiat  i  mosírat  comí  de  aprfndrf  sabré  é 
cmueynir  itint  de  y  y  ireior  ffpeciahaeuí  d'  arl  ora  loria  ¿poesía, 
\m»  esenelas  de  Oaga-cíencla  que  bubo  en  la  margen  del  Kbro 
«n  l^ue  TÍTÍinoe,  loa  laudes  que  sonaron  en  la  Aljnferíu,  la  fleata 
t'Me  certas  Cervantes,  y  la  cu  que  lucio  Argensolu:  salta  de 
'^  al  pensar  en  que  Avila  y  Zúñiga  en  Plasencia,  loií  Silvas 
Tuitmgo,  en  Denia  los  Snuilovales,  los  Belti'aii  de  lu  Cueva 


en  Caéllar,  los  Pimcn  teles  enBenavcüte,  el  Secretario  Cobos  ea 
Ubeda,  emularon  el  fausto  arlUUco  y  el  esple^tidor  de  lo*  MédicU^ 
Orsinis  y  Colonnas;  y  en  que  superáronlos  los  Ribera  en  su  Casa 
de  Pilólos;  construcción  peregrina  que  debemos  á  una  fantasía 
semioriental!;  construcción  fascinadora,  por  su  extraño  y  pinto- 
resco consorcio  de  tres  estilos,  y  en  cuyos  jardines  ^ perfumados 
por  los  limoneros,  arrayanes  y  adelfas, — ^grato  asilo  ú  los  ruise- 
ñores, — ^las  estatuas  sonríen  plácidas  al  dulce  murmullo  de  las 
fuentes;»  como  en  su  interior,  el  anciano  maestro  Luis  Fernán- 
de:í  y  el  erudito  Pacheco,  el  sabio  panegirista  de  Herrera  y  del 
Teócrito  del  Tajo  (í\  y  el  autor  del  CiMdro  de  U  Calabaza  (2),  el 
adolescente  Zurbarán  y  el  insigne  Rioja,  el  casi  niño  Salinas  y 
el  casi  senil  Arguijo,  encontraron  cuanto  puede  dar  deleite  al 
pintor,  al  escultor,  al  arquitecto,  al  numismático,  al  poeta; — 
pinturas  al  temple,  del  primor ,  de  la  fábula  de  Dédalo  é  Icaro. 
los  clásicos  todos  conocidos  desde  el  ciego  sublime,  de  nevada 
barba  y  arrugado  rostro,  ({ue  cantó  la  ira  del  representante  en 
su  perfectísima  hermosura,  del  heroísmo  juvenil  de  la  Gre- 
cia. Y  es  que  á  partir  de  la  fecha  memorable  en  que  Fer- 
nando II  conviértese ,  en  la  toma  de  Baza,  en  la  de  Málaga,  y 
en  la  de  Granada,  en  Fernando  Y  de  España;  de  España  son  las 
conquistas  de  los  Cortés  y  los  Pizarros,  las  jornadas  de  Pavía  y 
San  Quintín  y  el  combate  naval  que  impidió  se  extinguiese,  en 
el  Mediterráneo,  la  civilización  cristiana  y  trocúrase  San  Pedro 
en  Santa  Sofía;  el  teatro  de  Lope  es  nuestro  teatro;  los  cuadros 
rafaélícos  de  Juanes,  nos  pertenecen  como  Los  Caprichos^  La 
Tauromaquia  y  Los  Desastres  de  la  Guerra  del  genio  de  Fuen- 
detodos;  y  de  la  nación  entera  son  la  gloria  de  nuestros  gran- 
des teólogos  tridentinos,  los  laureles  de  Bailen  y  los  laureles  de 
esta  Zaragoza  insigne,  que,  ara  de  sacrificio  y  altar  de  triunfo, 
MU  nombre,  épico,  como  el  de  Numancia,  santísimo,  como  el 

(1 )  Kl  maestro  Francisco  de  Medina,  célebre  huinaniRta  doSt'Villft,  nuf  íi- 
h\o  Tjoúl.i  casloUano  y  latino,  escribió  un  notable  prólogo,  en  las  anotaciu- 
ues  ú  las  obra<í  de  Oarcilaso  y  Herrera;  en  cuyo  prólopo  lucu  hu  erudición, 
Ku  buen  (rusto  y  la  maestría  con  que  expone.  Es  autor  de  una  composición 
xnag'níficu  en  elog-¡o  de  estos  ¿rrandes  poetas. 

;<¿,    Nombre  vulgar  del  cuadro  l'I  agua  de  la  Pina  del  Cléri^fo  Hctlay. 


kKoBia.  t^flyrudo,  como  el  do  Jcnisniem,  ¡nyot^lininlo  lus  opri- 
TDÍdofl  itnt  re  los  hielos  del  Norte  y  sobre  el  scjmlcro  de  Leú- 
llidltia. 

Pero  8Í  totlo  ente  es  verdad,  lo  es  nsi  mismo,  que  rueron  uoa 
ileügmcia  irivpnralilo  Íoa  Hucenos  acaecidos  en  la  últimn  mnüa- 
na.  dfil  Justiciazgo;  cuyos  sucesos  aerún  bicii  conocidoe,  el  din 
ea  que  la  ilustre  Academia  de  In  Historia  publique  los  inlere- 
NBnUsinioB  documL'nliis  que  posee:  sntisfaciendo  usí.  la  ncceBi- 
ila(i  de  que  nae  linbUn  Martiucz  de  la  Hosa,  Olózagn  y  Romero 
Orlií,  en  mfltrnttlcos  diacursos.  Constitución  nlpuua  linlc- 
QÍdo  preceptos  máa  sabios  que  la  niicstm.  «lín  ninguna  jiarle, 
■iíce  OD  escritor,  como  od  la  monarquía  de  l'cdro  ul  (Iran- 
ile,  eittabnn  las  prerrogativas  de  la  Corona  tnii  previsors- 
mente  liroítadoii,  ni  con  tal  ñrmezn  garactidas  las  libertnde» 
públiüís:  ningún  otro  pueblo  intervenía,  con  igual  etlcncia.  los 
nclosde  todos  los  poderes:  y  asi,  ejerciendo  paciUcu,  ordenada  y 
constan  temen  te  esos  amplios  y  tradicionales  dereclioK,  se  formó 
el  cftticter  aragonés;  en  el  que  la  lealtad  es  proverbial,  y  el 
valor  raya  tan  alto,  que  no  bastando  para  enerviirle  dos  nidios 
de  servidumbre.»  Zaragoza,bizo  en  la  Guerra  de  la  Independen- 
r«,  ante  los  liéroes  de  !¡i8  Pirámides,  de  Arcóle,  de  Uivoli,  del 
Bonsina,. ..(repetiré  lo  escrito  enotra  parte  "j)...  lo  que  sisele- 
ytr%  en  la  Iliada,  parecería  una  bipérbole  del  mendigo  de  Smír- 
ua.  Yo  bendigo  la  unión  de  las  dos  coronns,  en  las  sienes  de  los 
RcfcaCatolicos,  verificada  merced  á  un  conjunto  de  circunstan- 
tanciu  dichosas,  dispuestas  por  Dios;  pero  me  duele  que  tn 
uoblo  trepana  no  cosechase  las  prosperidades  que  pudo,  dadas 
«os  condiciones.  Porque  es  indudable;  si  oí  mismo  Fernando 
V.  si  el  Emperador,  sí  el  sombrío  Felipe,  liubiesen  llevado 
á  los  nitios  en  que  In  victoria  coronó  de  laurel  sus  tercios,  el 
hermoso  y  regenerador  espiritu  de  las  Ubres  instituciones  ara- 
gonesas, ostit  pAtria,  conEUTvnndo  su  preponderancia  diplomá- 
tica, según  dice  un  autor  moderno,  y  dirigiendo  el  movimiento 
intcleclual  que  agitaba  el  mundo,  hubiera  sido  In  mils  coneide- 
nda  «ntrp  tas  grandes  jiotctifinN;  no  linbrin  pfisndo  pnr  la  ver- 


^,    iDIarji..!!. 


JtLlV 

güenza  del  reinado  de  Carlos  II  y  del  tiempo  de  Godoj  j  Ma- 
ría Luisa;  en  el  que,  sin  Daoiz,  Velarde,  Mina,  el  alcalde  de 
Montellano,  j  otros  héroes,  hubiérase  juzgado  muerto  el  in- 
domable espíritu  que  llevó  á  los  almogávares  al  Bosforo  y 
lanzó  sobre  el  puente  de  barcas  del  Guadalquivir,  á  los  sitia- 
dores de  Sevilla. 

Aunque  en  un  mismo  blasón  las  barras  y  los  castillos,  la 
encina  sagrada  y  los  leones;  no  está  perdida  nuestra  historia; 
no  está  perdida  nuestra  fisonomía;  no  está  perdido  nuestro  ca- 
rácter. Hoy  como  antes,  no  es  el  suelo  aragonés  fértil  en  per- 
sonalidades insignes,  por  razones  parecidas  á  las  que  han  pri- 
vado á  España  de  t«ner  una  civilización  propia,  tan  fecunda, 
tan  acabada,  tan  inñuyente  en  el  resto  del  linaje  humano,  cual 
la  capitolina  ó  la  griega.  España  no  lia  producido  una  civiliza- 
ción de  la  elegancia  que  nos  cautiva  en  la  artística  patria  de 
Hesiodo  y  Fidias,  por  la  intolerancia  nativa  de  su  raza; 
causa  de  «un  fanatismo  religioso  ardentísimo,  que  aguijado  por 
nuestro  genio,  en  extremo  nivelador  y  democrático,  apenas  ha 
consentido  que  nadie  salga  del  camino  trillado,  ni  que  se  le- 
vanten enérgicas  individualidades  y  una  aristocracia  libre  en 
las  esferas  del  saber.» (i)  Los  Almansur  v  los  Cisneros,  el  cruel 
almoravide  y  el  inquisidor  sin  entrañas,  halagaron  esta  propen- 
sión; y  encerrado  el  pensamiento  en  celdas  más  espantables, 
que  las  espantables  celdas  de  la  panóptica  imaginada  por 
Benthan,  vino  á  caer  en  el  er gotismo  y  en  los  más  pueriles  dis- 
creteos. 

Dice  con  verdad,  el  mejor  de  nuestros  prosistas: — «dado  que 
en  nuestra  historia  no  abundan  los  Haken  II  y  los  Alfonso  X, 
es  una  maravilla  que  el  árbol  de  la  civilización  no  esté  aquí  caí- 
do.» Agradezcámoslo,  <<iá  que  es  natural  en  nuestro  suelo  y  en  el 
tiene  tan  hondas  raices,  que  aunque  se  corte,  retoña  y  reverde- 
ce.» Ahora  bien,  en  nuestro  país  natal,  hay  una  razón  más  po- 
derosa que  en  otro  alguno,  que  impide  el  desarrollo  de  las  eleva- 
das personalidades,  en  abundancia ;  si  quier  en  él  sea  el  inge- 
nio, aunque  algo  tardo,  digno  del  mayor  elogio,  y  el  aparejo  y 

(1)    Vnlcra. 


£B[)(MtcÍonoB  de  sus  moradores  para  aveatajarae  en  las  letras; 
en  lu  artes,  cual  teaülican,  Marcos  Zuiíata,  que  os  un  Zorrilla 
eolalejoads;  Ouceta,  que  piata  el  uabiillu,  con  ciarte  que  lian 
pintado,  Tru.vóu  el  toro,  Greuzc  lapaluma,  U.  Boulicuriacubm; 
Montañés,  que  en  Badajoz,  va  el  ííÍ}í;Io  xvi,  linbriasc  ganado  la 
voluntml  do  Morales;  Olleta,  que  haciéndonos  creer  en  la  rcsu- 
reccidii  de  Palcstrina,  con  bu  admirable  Miserere^  dá  á  las  bóve- 
das de  nuestras  iglesias  la  maf^oitud  del  San  Pedro  de  Roma; 
J  fradilla  que  Lonra  á  su  patria,  cerca  del  sepulcro  de  Bnruel, 
lufjue  Iludía  honró  ú  la  auj-a  el  líüpuñolcto  Ribera;  aquel  F.spa- 
ñolctu  Ribera!,  imendiBoy  opulento,  libertino;'  \iituuso,  ena- 
morado jr  escóptico,  que  lo  intentó,  y  avasallo  todo;  In  crudeza 
(lela  suorlc.  loa  luihgos  de  la  fortuna,  la  penalidad  de  los  via- 
jes, los  tirus  do  la  envidia,  la  variedad  de  los  estudios,  los  te- 
soro» de  la  naturaleza;  y  que  tierno  como  el  Corregió,  áspero 
como  (^ravntjio,  anatómico  como  Miguel  Aa^'el,  idealista  como 
tiuuio,  recordando  una»  veces  al  didce  Murülo  v  otras  á  Rú- 
beos», I  ■)  contaba  entre  bus  tinibi-ea,  su  eiUa  en  lu  Academia 
lie  San  I.úcas;  ol  liábito  de  Cristo  cou  que  lo  diatiognicHe  el 
Papa; ;  la  amistad  del  triunfador  é  juveneíble  que  inmortaUzó 
¿  sus  auii^OB,  á  XoA  ¡irínuipea,  cortesana  y  magnates  con  quie- 
nes convergabn;  ú  los  bufones  cuyas  gracias  reía;  el  torno  de 
la  bílandeni  y  los  caimitos  y  lebreles  que  mós  le  a[iaaionnban 
en  los  ojeos  del  l'anlo;  la  munificencia  de  su  regio  padrino, 
invada  con  usura;  la  bondad  do  Spíaolu;.-  y  que  rey  del  arte 
tuvo  por  dinastía,  ul  Tixiano,  que  Uartos  V  trataba  como 
camarada,  y  ol  AriuBto  lionrd  en  su  inmortal  poema;  al  Greco 
lo,  qno  pertenecen  a  loa  tiempos  del  tétrico  sucesor  del 

itio  de  Yustc,  y  al  honrado  y  piadoso  Tristáu,  cuya  paleta 

iOya  de  la  éiwea  de  Felipe  111. 

Ánzdo  más  poderosa  consiste,  en  que  nuestro  génío  es  el 

mocrático  y  nivelador  de  Li  I'<\nínsu]a,  y  tal  cin 
i,  unida  al  individualismo  engendrado  por  nuestra  carac- 
a  altivez,  y  otras  causas,  hacen  que  las  pcrsoaaliüades 

ines  en  ciencias,  en  letras,  en  gobierno,  no  abunden 

E.'Sl  Uarqué*  de  Uolla»- 


XLVI 

lo  quo  611  otras  partes;  que  no  tengamos  el  número  deartistati, 
de  poetas,  de  oradores,  que  la  patria  en  (]ue  nacieron,  el  Duque 
de  Rivas.  el  cantor  de  las  Cortes  de  Córdoba  y  Burgos;  García 
Gutiérrez,  el  inimitable  G.  Gutiérrez,  Villegas,  el  autor  del 
Bautizo;  y  Castelar,  la  figura  más  grande  de  la  historia  uni- 
versal  de  la  palabra.  Esta  naturaleza,  no  es  la  amenísima  na* 
turaleza  que  sonríe  y  embalsama  el  céfiro  apacible,  llenando  el 
corazón  de  sentimientos,  en  las  orillas  en  que  Zuibwrin  poetisa 
d  dolor  p  la  rtsignacióH  (i^ ;  ó  en  que  nació  el  arte  agraciada  y 
pura  de  Juanes;  ó  en  que  se  cultivó  la  seda  para  los  ornamen- 
tos de  la  antigua  basílica  de  Recarcdo;  ó  en  que  GarcilaHO  re* 
mcdó  en  su  lira  de  cristal  y  oro,  los  modos  del  Poeta  do  Ve- 
nusa  y  del  Poeta  de  Mantua:  este  sol,  no  es  aquel  brillantísimo, 
que  quiebra  sus  rayos  en  mil  suertes  de  luces,  en  las  olas  que 
se  rompen,  contra  el  adusto,  aterrador  y  estéril  peñasco^  desen- 
ffOHzado  de  tu  tierra  Jirme^  entre  el  Medüerráueoy  et  Atláníi- 
fo  C*^):  el  mundo  que  nos  es  visible,  no  escita  la  imaginación  j 
pone  en  los  labios,  el  copioso  raudal  de  poesía,  que  la  aérea, 
dclicala,  y  fascinadora  Alhambra; — bellísimo  recuerdo  de  los 
que,  primeramente,  propagaron  en  Europa  la  astronomía, la  al- 
([uímia,  la  pólvora,  la  artillería,  la  brújula,  el  péndulo,  el  pa. 
pcl  y  los  números:  de  los  rivales  de  Bizancio,  Persia,  Damasco 
y  la  India,  en  la  tapicería,  en  la  argentería,  en  los  alfanjes  y 
telas  de  algodón;  de  los  que  hicieron  suyas  las  obras  de  Ptolo- 
meo  y  Euclides,  de  Galeno  é  Hipócrates,  del  jefe  de  la  Acade- 
mia y  de  Aristóteles  el  Stagiristu;  de  los  f/ue  erigiendo  nnida^O' 
sos  escuelas,  acreditaron  que  los  progresos  humanos  les  eran  covi- 
qvAsta  más  preciada,  qae  la  de  los  países  sometidos  á  sudominio; 
de  los  que  apasionados  de  lo  grande  y  suntuoso,  sin  renunciar  á 
su  genio  inventor,  liiciéronse,  con  el  auxilio  de  éste,  los  imita- 
dores modelo,  en  la  historiado  la  humanidad  J^)  La  riscosa  mon- 
taña aragonesa  y  la  grave  melancolía  de  este  cielo,  estimúlan- 
nos  á  meditar,  á  ser  reflexivos;  el  apego  á  la  idea  de  autorí- 


vl .    Cio¿lan. 

i2,    Du^ue  de  RivaF. 

.M;    0/'ví??v»?írfad  de  la  AffricHltrra  á»v'6f,  por  D.  Francibco  Enriquei. 


t  induce  £  In  ímituciim  litemnn;  y  sobriit  r  iiústor&  la 
i&  do  Marcinl  y  de  los  Horncios  ospJifioleB,  oatas  virtudes  i 
■n,  qu3  TJVQ  siempre  bajü  la  (rondn  dol  ArtioltlcGucroica  ite  | 
kUlnsluní:  hsjo  el  Arbo!  do  lou  fueros  d<?l  btien  pusto- 

SI  Ü^aio  ibórieo.  en  toda  épocn,  lin  prcaontado  lod  lai&raos 
matefes;  j  «i  queráis  convenceros,  Icod  ú  Coltimclny  á  Gíoja; 
h  platera  dol  bosque  dniidico  mtirMcUús  y  la  dn  la  camptfit 
di'Florencia  de  Cnslclar:  al  cuadro  de  loa  Alpna,  6  ol  do  los 
itomtriaB-áel  AfricHpurStlioUúUcoylasdQscripdoResdf  Val- 
(neiui;  !&  Seíaíla  ifí  Lt^aiit''  A-A  l'iiidni'o  nndnlÚK  y  b  Batalla. 
i»  OmdvUte  do  lúipraneedii.  Y  Ac  i^'u»!  iDudo,  los  iuíhihus  vn- 
iMtaKSroBplaudccen  en  ol  ingenio  nriígonés,  iii  In  wrtfl  ilc  Ivn 
MémttK.  on  la  de  lo»  Felipes,  y  i-n  U  ednd  niodcniu ;  pues  tanto 
yoMm  lluDar  li  Marcial,  Luporcio  dol  Imperio  y  á  Lupei-cio. 
Mutíal  del  siplo  wii,  como  á  Ooya,  Mnrcial  y  Lujiercio  do  la 
Matan:  y...  más  nÚDt;3Íob8ervaÍB el  colurhlaueo.  en  los  lienzos 
AAmatifM  ci/nitía  de  Iví  romírlis^ú  colui-  blanco  en  el  lica- 
M4e  la  Loca,  ofeerejs  que  la  paleta  que  lioy  ompuña  el  inmgr- 
M  Ujo de  Villanue^n de  tiáUego.  ea la  que  culgu la  muerto,  en 
bhlupitalaña  tumba  de  los  UoÍcoecli«,ir<.  Si;  loe  mixtnoe  ca- 
iKltoreti  adornan  d  ingómo  de  Aragón  cu  lúe  tiempoB  que  eo- 
rrm,  ^oerulosque rodaron, cual  hcijaeuca.  á  Ion  ubismo^  del 
]<tskd0. 

ba  tío  la  Mil  i  rica  uoBdieÜDgue: — uciuella  vocnciíJn  espucinl 
|iara  In  J  iiTÍ<(pnidcu<!Ín ;  aqud  eentidu  iurldieo  de  nuestro  an- 
tiíB»  t'HiWovivcnuti,  'Umde  acabu  do  celebrarec  un  Congro- 
•0, 1)09  iiicri!ce  iiiMi  páy''"»  orlado .  tn  la  liiatoria  do  las  Aaam- 
Ums  cíen  tíficas:  doudo  Be  escriba  «obi'«  el  Derecho,  cual  tienen 
acraditftda  jumeoDiiuItoH  re^potabltis '.l  ,  y  bay  liumbreH  de  fom 
(pispucd'^n  (¡uiitantci  entre  loet  buenos  i]e  tCspoñaCil:  fuimos  el 

<!]  HfrrdtroH  mu.v  dlh'nos  d«  )■  tutrt  V  <1>  ■>  plumR  át  t^a  VlItolU,  I«- 
'c«u«lrs,  Nau'iK-iiy  LorliAs,  non,  loa  uaorrsTuí  Xk-tgtty  franco,  los qui 

rwjor  cumu-fii  aín  liud»  "I  OfiwAw  Araffcm'»  pn  is  Jiíb ínsula;  los  «íior»* 
UarlAn.  Itmlmi  y  Kii|>on<]>1)uru  iiiis  cun  tal  Juitlrl.i  hin  alcunudo  mu  im. 
(hlUktilf  r(|itiUciun.  y  porqué  na  coularlr  rii  rl  número,  i|>fmr  ir  eu  [wr. 
IldadaluLUtluno!.  «líír.  BÜcoBun,  (jue  u  eucueotrai  iHillurkds  auspf- 


XLviir 

país  de  loB  poetas  didácticos,  preceptistas,  historiadores  j  crí- 
ticos insignes;  y  Andreu,  Lagasca,  Lera;  como  el  Conde  de 
Quinto  y  Lasala,  á  quienes  deben  las  antigüedades  de  Aragón 
no  menos  que  á  Baggia  y  á  la  dramática  pluma  del  primer  Mar- 
qués do  Pidal;  como  Príncipe,  que  forma  con  Samaniego  é 
Iríarte,  la  trinidad  de  los  LAÍontaine  españoles;  como  Julio 
Monreal  que  cultiva  con  fruto  la  sátira  urbana,  la  sátira  de  los 
Argensola;  como  Olivan ,  uno  de  los  espíritus  analíticos  más 
precisos  y  claros  de  su  época;  como  D.  Mariano  Nougués  Se- 
cali,  el  erudito  portentoso,  que  contó  entre  sus  timbres  la  aten- 
ción con  que  le  escuchaba,  el  que  mejor  conoce  las  jornadas 
do  nuestras  artes,  las  estatuas  y  los  cuadros  que  poseemos, 
el  que  por  la  novedad  de  sus  ideas,  por  el  encanto  singu- 
larísimo de  su  culto  y  atildado  estilo,  de  natural  elegancia, 
ocu|)a  un  lugar  do  honor,  entre  los  que  han  dado  más  prez  á  la 
literatura  moderna  0):  como  D.  Valentín  Carderera,  el  autor 
de  la  Iconografía^  el  coleccionista  de  primorosas  estampas,  el 
biógrafo  de  Jusepc  Martínez,  el  anotador  de  los  Difcursas 
practicables'^  como  Lafuente,  el  narrador  de  las  glorías  de  la 
Iglesia  pátría;  como  Codera,  digno  de  figurar  entre  los  arabis- 
tas Moreno  Nieto,  Alcántara,  Fernández  y  Gronzález ,  Simonet, 
Guillen  Robles;  como  Costa,  testimonio  vivo  de  que  es  posible 
en  la  juventud,  la  más  sólida  universalidad  deconociioientos;  y 
como  otros  mil  que  no  nombro,  i>ara  no  hacer  más  enojoso  de  lo 
que  ya  es  imposible  evitar  este  trabajo,  en  el  que, — valiéndome 
de  una  frase  del  Cardenal  de  Luca,  resulta  pagado  en  cobre  lo 
que  debía  haber  dado  en  plata, — prueban  que  no  están  descas- 
tadas las  razas  ni  perdidas  his  cepas  de  proceres  del  ingenio,  de 
otros  días. 

ICntre  los  que  más  brillo  han  dado  con  su  pluma  á  las  le- 
tras, en  la  ciudad  en  que  enseñaron  Pedro  S.  Abril  y  Malón  de 
Cluiide,  y  más  honra  con  su  nombre  á  la  tierra  en  que  vivimos, 
sobresale  un  personaje  que  lo  fué  todo,  en  la  Orden  sagrada  de 
las  letras  y  vivió  para  el  goce  espiritual  de  las  grandes  crea- 
ciones poéticas;  pues  jamás  tuvo  devoto  más  apasionado  la 

;1)    Don  Pedro  Madr&zo,  á  quien  envío  un  salado  de  admiración. 


pkicxía,  la  Uiviiin  [hil-síu;  üubliuii;  ilu  lo  6tihUiau!,  (loade  uiiuiud- 
|iHc  de  la  materia,  el  aliua;  la  palabra,  os  piueel,  liuril,  y  día- 
ptSÚD,  V  eepintualizáDdosi;,  bb  urmoni/a  con  la  idea;  y  están 
cwgrogailait,  bajo  d  tinpcirio  de  Ins  Musas  y  ea  Ui  plunitud  do 
su  liermofiíiru,  toda»  lus  nrtes,  constituyeudo  un  bienaventura- 
ib  aaivemo  estético.  De  ia  naturalexn  y  el  espacio  uccesJtau  las 
libtn  «a  que  la  vida  ea  uiiifanno;  el  l'erteo  Ao  Benvenuto,  la 
AnaJnade  Danaeckor,  el  Cristo  de  la  Liti,  uiiniatura  de  lu  al- 
iña* wrdoboáa,  Us  maravilloaiaiuias  i^tedrales.  cuyas  tia- 
wt  aüoruuu  las  banderas  ganadas  cu  los  combates  ¡lor  la  te 
.' <in  coyas  slIkríuB  de  coro,  un  Be  minuete  ó  un  Kiloe  cscul- 
¡ilwüo  jiasaieB  de  la  Biblia  (j  egiisodios  de  la  guerra  de  CimaS' 
(l>:  del  tiempo  y  de  la  sumisión  del  penaamiento  a  la  cadencia 
Ducasitau,  iasarmonl&8do  Beetlioveu,  lauíÚBÍcadu  Donnizetti, 
de Majerbeer.  de  Ctiupin,  del  Cisne  de  Pésaro,  «que  habla  etn 
lugiu,  piuta  sin  colorea  y  llora  sia  lagrimas*:  es  plástico  el 
>8c<liwcrcd.  laa  Napcias  de  Alejaiidm  rm  Jloaam'Xi,  y  al 
^l^ilbemoB,  la  amable  majestad  divina  del  Saleailor  de  Jua- 
^^^Htt  Orana«  de  Eubens,  la  OMiscn  da  Ingies.  el  Novillo 
^^^^Kja  de  Potter,...  el  arte  ^ue  «mbetledó  ios  claustros  del 
HmEá  ™i  ^'^  imaginativa  del  Carducho  y  con  lu  de  Peregrin, 
lá>bíblioteca  eu  i|Ue  í.e  gunrdan  eúdicea,  como  las  Cdatigat 
*  ct  Apocítlíjixit: — la  poesía,  reproduce  el  mundo  ex.ter¡or  y 
d  mundo  moral;  eseulpe  lo  que  pensamos;  míralo  todo  en  su 
MeoÚlid'i'U  «abrasa  ks  leyesgencraleií  de  la  creación,  de  ia 
tdsttvia  y  del  espíritu,  enalteciéndolo  totalmente;»  sube  bnstn 
Dioa;  y  allí,  arrobada,  extaeíase,  en  la  a^ul  ó  infinita  planicie 
da  loa  cielos. 

Innaturales  tiene  ku  ai-queologia,  en  le»  ¡iniBajeB  liistórico- 
monumentaleii  do  Pusino,  que,  mientras  i^e  conserven,  liabni 
:ra  griega  y  romana,  aunque  se  pierdan  los  restus 
[uitttctura  griega  y  romana  que  ¡lOíieemos:  tiene  su 
los  cuadros  del  quo  apoderóse  do  las  dudosas  tintas 

1*  iSjpetiioM  cnadib  aleeárico  ili'l  jualor  dr  Coü,  lo  ha  dtecrito  ilc- 

'i,  LncisDii.Tvnleaiiaá  la  vlsla  1a  dvicripeiún  de  éiU.inUnta- 

Lq  Kabicl  y  olroa  nurslros,  igulciivs  bubíproo  du  dcalaiir  de 


cou  que  baña  la  tierra  el  sol,  cuando  nace;  de  la  claridad  del 
mediodía  y  de  los  matices  de  una  serena  y  apacible  calda  de 
la  tarde:  tiene  su  novela,  en  las  obras  de  Berghem;  su  li- 
rismo, en  las  de  Ruysdael;  su  poesía  subjetivo -objetiva,  en 
las  de  Salvador  Rosa;  su  poesía  venatoria,  en  alguna  de  Veláz- 
quez:  y  tiene  su  arqueología,  su  poema,  su  novela,  su  lirismo, 
su  poesía  subjctivo-objetiva,  su  poesía  venatoria,  en  Hesiodo  y 
Lucrecio,  en  las  Geórgicas  y  las  Luüiadas,  en  la  Diana  de  Gü 
Polo  y  en  las  Églogas  del  cantor  de  Elisa,  en  Moratin  y  el 
Tasso.  Comparad-  los  rebaños ,  los  campos ,  los  bosques  de 
aquéllos,  ó  los  pastos  do  Dujardin,  los  Kemiesses  de  Teniers,  los 
efectos  de  luna  do  Vander  Necr ,  In»  csraias  romdiUicas  que  reci- 
bieron vida  de  la  violácea  paletíi  ele  Villa-amil,  la  Siega  (kl  he- 
no de  Rosa  Bonhcur  v  la  Mañana  de  otoño  de  Gastan,  con  las 
sencillas  descripciones  del  Tytiro  de  Toledo  y  las  magnas  del 
pintor  del  Océano,  el  Épico  de  la  raza  ibera,  el  desgraciado  su- 
blime, en  cuyos  versos  se  vé  á  Dios  más  grande,  que  en  el  men- 
digo de  Smirna;  y  eso  que  en  el  mendigo  de  Smirna,  se  ve  á  Dios 
más  grande,  que  en  el  astro  de  los  astros ,  según  Victor-Hugo! 
— Acercaos  al  molino  de  la  galería  Doria:...  respiraréis  el  aire 
plácido  y  oiréis  el  fragor  de  la  cascada,  que  el  lorenés  trasladó 
á  su  lienzo;  al  Arco-iris  de  Rubens,  que  mueve  á  envidia  al  na- 
tural; á  los  Bueyes  qiu;  mnrghan  á  la  labor  de  Troyon,  página 
de  poesía  pastoril  de  las  más  bellas  debidas  al  numen  del  hom- 
bro y  que  con  su  cielo  y  sol  tan  hermosos,  su  diáfana  brisa  y 
sus  plantas,  esmaltadas  de  rocío,  dá  la  lección  más  acabada  á 
la  realidad...  y  sólo  encontrareis  expresada,  uua  idea,  un  ins- 
tante: como  encontraréis  sólo,  una  idea  inalterable,  un  instante 
perenne,  en  esas  odíis  místicas,  pintadas  por  un  seratin,  con  un 
rayo  de  estrella,  en  un  retazo  del  tisú  celeste,  en  las  Vírgenes 
del  que  saludó  Jovcllauos  diciendo : — yo  he  creído  en  tus  obras 
los  milagros  del  arte;  yo  he  visto  en  ellas  la  atmósfera,  los  áto- 
mos, el  aire,  el  polvo,  el  vapor  de  las  aguas  y  hasta  el  trémulo 
resplandor  de  la  luz  del  alba. 

«La  Arquitectura  simboliza  un  beneficio  á  la  humanidad;  la 
lístatuaria  recuerda  una  hazaña;  y  la  Pintura  habla  á  la  imagi- 
nación, á  los  sentidos  y  al  entusiasmo»:  la  poesía,  cuyo  campo 


srSe  lo  bello  y  aa  fouilu  lii  verUiul;  <]ua.  aia  proponérselo, 
iDoniiza  é  instruye  y  convierte,  cu  crtencina  y  sentinuontoa 
eraonles,  loa  priacípioa  cientíücos  que  ol  sabio  formuln,  úch- 
pmidiélidose  de  loe  IiccUob;  que  espiritualiza  la  mataria  y  dá 
cuta  carne  ni  espíritu,-  que  reproduce  embellecido  el  mundo 
tcd,  ;  conserva  en  bu»  creaciones,  el  carácter  nntivo  de  ellas. 
1^  que  pierdan  la  universalidad;  la  poesía!  no  puede  presentnr- 
tuB  un  conjunto  de  objetos,  |Jor  yuxtupoaición.  en  el  espacio. 
ijos  impresionen,  d  la  tck.  mas  sí,  una  riqueza  de  ponocooi'cs. 
•|Ue  htgti  percibir  al  nlma,  la  uDÍdad  del  todo:  recorro  e.L  ticm- 
[fl;  describe  el  movimiento;  invade  los  dominios  de  !a  músi- 
n;  BÍrveHc  de  la  armonía  imitativa;  y  orn  simula  el  ruido  do 
U  tima  y  el  rastrillD;  ora  nos  hace  visible  la  Innzn.  estremcciéU' 
ilunc  al  clnvarsc  en  el  caballo  de  Troja  y  produciendo  en  cl 
vientre  de  dato  metílica  resonancia;  ora  nos  recrea  con  Ion 
wordes  de  1«  cítara  *!c  Apolo.  Gros  ok  representará  á  Boiia- 
parte,  en  el  campo  triatíBímo  de  livlnii,  en  determinado  ins- 
tante y  en  determinado  instante  del  Pnso  del  Gránico  ddela 
oatnda  en  Babilonia,  I^ebrun  ú  Alcjnnrlro.  Un  poeta  os  descri- 
birá do  tal  modo,  cl  conflicto  do  Murst,  que  veréis  la  llanura 
Une  reluce  cual  si  luewc  de  cristal,  cubierta  de  yelmosycspndae; 
yal  ObÍHpoFolquet  beadieíendo  á  los  suyos;  y  oireis  las  levan- 
tadas tnscs.  en  que  el  bcroe  de  Iom  Navas,  dá  la  señal  de  com- 
baUJ  i  sus  soldados  y  la  arenga  de  Monfort,  al  desplegar  al 
aim  su  bnudcra;  veréis  al  Conde  de  Fots,  á  la  cabeza  de  la 
van^tmrilia;  al  de  Tolosa,  ú  la  i-alwzn  de  la  retaguardia;  y 
al  Tty,  anloroso  y  temerario,  transflgnro'Jo  y  fascinador,  re- 
lampagueando la  mirada,  contraído  o!  rostro,  agitados  sus 
músculos  tndoB,  en  el  centro  de  la  Unen,  después  de  haber 
Runblado  sus  armas,  para  que  no  le  reconoeieBon;  picando  es- 
poelmásu  corcel,  eu  dirección  al  sitio  cnqneKoney  y  tlcVillo 
uestan  terribles  golpea  ¡fobrc  cl  que  creen  sea  D.  Pedro;  derri- 
liafidod«un  golpedomaxa  turca,  al  primor  gincte  francés,  ({ue 
se  le  opone  al  paso,  y  ojcoutando  prodigios  de  valor,  en  lo  más 
erado  de  la  b&talh;  la  terrible  embestida  del  ilustre  padre 
é«  O.  Jaime;  ñ  los  cruiados  cejando,  reanimándose  luego,  arro- 
Ihodo  da«pué9,  a  los  bravos  que  se  hartan  de  acuchillar,  ¡unto 


LII 

ú  BU  señor;  y  oiréis  las  auimosas  pulubras  que  salen  de  los  labios 
de  éste;  el  ¿rutural  acento  con  que  grita  Aragón!  Aragón!:  ve- 
réis la  prisa  que  se  dá  el  más  cariñoso  de  los  Mecenas,  en  herir, 
en  matar,  acá,  allá,  acullá,  en  todas  partes;  el  aturdimiento  de 
los  enemigos;  la  bizarría  con  que  el  trovailor  coronado  opónesc 
al  reflujo  de  la  derrota  y  pelea  solo  contra  un  ejército,  pues  todos 
sus  caballeros  están  heridos  ó  son  cadáveres;  y  oiréis  también, 
el  reto  del  mejor  entre  los  valientes,  á  mí!,  yo  soy  el  inonarca;  la 
gritería  de  la  desbandada,  en  la  (^uc  los  unos  perecen  al  tilo  de 
los  aceros,  los  otros  al  cruzar  el  rio,  y  el  choque  del  cuerpo  real, 
al  cuer,  bañado  en  sangre  propia  y  ajena,  sobre  aquel  suelo 
maldecido,  en  el  que,  liel  á  la  divibu  de  su  linaje,  supo  mo- 
rir si  no  vencer,  el  católico,  el  noble,  el  liberal  hijo  de  Al- 
fonso 11,  á  cuyo  sepulcro  dan  guardia  de  honor,  el  de  los  in- 
fanzones y  caudillos,  enterrados  en  la  orilla  del  Alcanadre,  \0 
cu  la  forma  que  quedaron  tendidos,  en  los  campos  de  la 
Provenza. 

^las,  hablemos,  que  ya  es  hora,  del  autor  insigue  de  este 
Diccionario^  del  catedrático  eminente;  del  i>oeta  que  cantó,  con 
entusiasmo,  el  Aragón  c^ue  mi  laureado  amigo  V.  Marín  ha 
saludado,  en  estos  versos: 

Justicia  fuerun  tus  leyes. 
Siervos  de  la  ley  tus  reyes, 
lísclava  tuya  la  gloria. 

(1)  'Jionm  su  srj)uh'r()  vii  ol  Moiuistriiu  de  Sij^cna,  á  lu  vez  que  D.  Po- 
dro II,  D,  Aznnr  y  1>.  IVdro  Pardo,  D.  Mi^ruol  d'»  Lufíiro,  D.  Migurl  de  llii- 
da,l>.  üóraoz  de  Lun.'i.  D.  lUasco  do  Araí,''ón  y  1).  Uodri^^o  di-  Liz;.na. 


^'JKRÚNIHO  BORAO  T  CLEMENTE. 


Atinquodi>]ii9  miispos  de  In  liistoria  desapareciesen  la»  eiiiiiiH 
de BTO  de  BUS  idolatrados  Benjntninei?,  sobríanios,  puesto  dírínn 
■US  obme,  la  patria  de  los  Andrés  dol  Sarto  y  Calderón  do 
Ift  Barca;  r  aunqao  la  testigo  de  loa  tiempos,  callase  el  car^f  tcr 
de hs  edades  conoddaíiiJ  el  orif^n  de  loe  pueblos,  que  mát  lian 
Íaflnidi>  en  In  huroniiidad,  conoccríamoa el  carActer^  el  ori^ftii, 
coiWFr?iínd.0Bc  Ln  Cndnd  üf  Dio»  y  la  Sumina,  d  Derechi 
Romano  y  los  Partidas,  ^¡{  Decamn-fJn  y  el  Quijolt,  ln  I>m- 
mi  Comer/ia  y  el  Anlar;  6  estsüdo  en  pi¿.  Ins  crcncionea  nrtis- 
ttcaa  i}ne  admiramos  en  Atenas  y  en  Egipto:  nlli  donde  InR 
KfQia  del  Amo  cofitan  temblando,  i  cniíita  de  en  asombro,  lu 
aérea  rotonda  do  líriinelloschi  y  en  laa  márgenes  del  líliin,  que 
da  un  Niñ^mm  a  Ruropn  r  tiene  islas  cncnntndoras,  pobladas  d^ 
recuerdos  de  Scbiller  y  los  Xi/fMuvifen;  decoraciones  como  ifi 
de  las  si«tc  montañas:  paisnjcs  de  hermosa  gradncifin  de  téi-- 
ninoe.  <jiie  poetizan,  solilnrios  castillos,  desnudos  tí  acari- 
dailos  por  la  yedra,  ermitas,  abndíns,  arruinadas  torres,  vi- 
fiedos  eín  nñmero,  Arboles  de  espeso  foUsíe,  y  entonan,  el 
■ve  que  juguetea,  acaneiandu  con  el  aln  ln  corriente:  el  bar- 
qaichoelo  qoe  se  adormece  ni  suave  columpio  do  éatn;  ol  eoe- 
dorilJo  que  mama:  la  cabra  que  roo  el  pám|iano  de  las  vides;  pI 
perro  que  custodia  con  gravedad  el  rebaño:  el  rayo  de  lux  ijuu 
se  pierde  en  las  soledades  ilc  la  selva;  el  aire  que  finje  entre  Ins 
Iiojas,  risas,  besos  y  llores:  del  Rliiu,  riiio  acá,  muéatranoa  la 
sombra  do  Cesar;  allí  la  de  Hoche:  allá  la  de  Deelliovcn;  más 
allá  la  de  Gustavo  Adolfo  vigilada  por  la  de  Spiuola  ó  la  de  los 
bravos  vencedores  de  Napoledn;  y  en  su  sutierlieie,  la  estela  ile 
Ift  barca  en  que  Durero  Iiie  copiando,  un  din,  lo  que  tan  n^radit- 
ble  naturaleza  hablaba  á  su  espíritu:  del  Itbin ,  que  en  un  sitio 
recuérdanos  ú  Sontliey  y  cu  otro  las  doncellas  convertidas  en  ro- 
cftfl,  en  castigo  de  su  friu  ínsenEÍliilidad  ,  6  la  ondina  que  atrae 
OOtí  BU  cántico,  al  remolino  de  Gwir:  del  Uhin  de  madame  Stael. 


I.IV 

en  una  palabra,  al  que  debe  lord  Bvron,  las  íantasíaR  que  ¿ 
Constant inopia  j  á  Venecia.  Es  innegable!  La  pompa  de  Lu- 
cano,  la  delicada  ternura  de  Gutierre  de  Cetina,  las  silvas 
del  Petrarca  de  la  rosa,  la  poesía  de  Arguijo,  veinticuatro 
del  Sevilla  y  Apolo  según  Rodrigo  Caro...  (Adonis  diría  yo)  do 
los  vates  de  su  época,  el  colorido  del  Racionero  pintor,  escul- 
tor, arquitecto  y  espadachín,  enséñannos,  que  tan  claros  varo- 
nes nacieron,  en  las  alegres  campiñas  del  país  de  sonrosada 
atmósfera,  en  que  Granada, — la  de  las  mil  torres,  erguidos  al- 
minares y  soberbios  palacios,  emporio  un  tiempo  de  los  comer- 
ciantes de  todo  el  mundo,— díó  al  árabe  el  encantado  cielo  de 
Damasco,  el  suave  clima  de  la  Arabia  Feliz,  los  frutos  del  He- 
jiaz,  las  esencias  de  la  India,  las  minas  del  Catay;  asombró  al 
conquistador  cristiano  con  sus  aliceres,  sus  telares  y  su  alcai- 
cería ;  y  en  que  Córdoba,  encanta,  con  su  mihra,  en  el  que* 
envuelto  en  un  paño  de  seda,  sobre  una  silla  de  aloe,  se  guar- 
daba el  Musliaf  (l)  de  oro  y  piedras  preciosas,  alumbrado  por 
una  lámpara  de  la  labor  más  exquisita. 

Las  vegas  de  Mantua,  reprodúcense  embellecidas  en  las  églo- 
gas virgilianas  y  el  terror  de  Roma  de  los  días  en  que  naciesen 
Horacio,  Ovidio  y  Tibulo,  expresado  está,  en  la  tristeza  que 
caracteriza  el  genio  del  cantor  de  la  vid,  del  Desterrado  en  To- 
bos, y  del  noble,  sencillo  y  dulce  protegido  de  Mésala: — es  im- 
posible mirarlas  estalactitas  de  un  techo  morisco,  ola  suave 
claridad  que  penetra,  en  los  editicios  árabes,  por  los  calados 
atauriqucs,  teñidos  de  azul,  púrpura  y  oro,  que  prestan  á  los 
rayos  los  cambiantes  del  iris,  ó  la  Alhambra,  apoteosis  la  más 
bella  de  la  tienda;  sin  acordarse  de  las  cuevas  y  grutas  del  Ye- 
men, del  fresco  pozo  y  racimos  de  dátiles  del  oasis,  del  mar  de 
bronce  del  templo  salomónico,  de  la  sublime  melancob'a  de  los 
monumentos  que  retratan  las  aguas  del  Nilo  y  de  los  espectros 
solares  de  la  India;  ni  los  haces  de  columnas,  que  cual  la  don- 
cella de  Beocia  sostienen  ccstillas  de  flores,  sin  volver  los  ojos 
á  los  sauces  del  Eufrates  y  á  las  palmeras  que  entrelazan  sus 
ramas,  en  Palestina:  Grecia  que  con  su  armoniosísima  costa,  su 


(1)   CúdicA  eacrito  por  Otman,  wgün  Maccari. 


)  inspirndor,  sus  montes  perfumados,  j  bus  bruñidos 
miimolM,  noB  dice,  que  fué  el  taller  y  la  vivienda  en  que  el 
BnoBUToti,  el  Milton  y  Mozart  del  Universo,  pensó  é  hizo  una 
abnde  nxte  más  eubliiae.  que  las  artes  migmas, — pues  Ins  es- 
iroltunis,  los  templos,  los  cuadros,  Ins  danzas,  el  paisaje,  toa 
VKlles,  de  la  pcninauia,  en  (^ue  el  ruiseñor  coloneo  puede  cnotnr 
ualaiulelíade  Apolo  y  arrullan  en  el  olivo  de  Uinerva,  Isshijn^ 
do  las  palomas  que  llevaban  la  ambrosia  al  dueño  del  Olimpo. 
son  bocetos  de  las  maravillas  que  en  la  naturaleza  han  deja- 
üo  el  biini  _v  los  pinceles  de  üios,  lie  la  orquesta  sublime  del  rs- 
pttcio,  (-U  la  que  son  notas  tas  estrellas,  de  tas  melodíiis  iln 
Itt  !uí,  entre  las  que  es  el  alba  ia  más  pura, — Grecia!,  esti'i 
tivii  (TR  los  vcraos  del  Poeta  Natural,  on  la  ocia  cío  Pindnro, 
AhI  lu  estarla,  sin  Ins  impiedades  de  los  siglos,  en  la  IVniu 
del  amables  VelázquM!  do  Cos,  en  la  Hehua  de  Zenxts  y  en  la 
Mifuena  del  Homero  y  Hesiodo  del  cincel,  cuyo  Júpiter  ins- 
pirúá  Séneca,  wo»  etWí  Phidias  }'i>ctoi,  ftcit  lamen  veliu  lo- 
«oniíM.  y  el  Ramayana,  Biblia  [loétíca  oriental,  tesoro  do  la 
tiui|iinuú(in  religiosa  y  heroica  de  Vulmild,  código  de  la  bo- 
Uemen  In  litcrnlura  sánscrita,  epopeya  narrativa,  al  lado  ile  lii 
cual  pareren  la  YHíula  y  ia  Eneid-i,  lo  quo  una  estatuilla  de  l'rn- 
dfcr  Jauto  ni  Daeii/,  convence,  de  quo  fué  creada  en  un  mnn- 
•lo  de  continentes  tan  vastos,  que  pcrderlase  en  ellos  la  palriii 
tfe  Aquiles  «como  la  boja  en  el  bosqne;>  en  el  inundo  de  ln.s 
'anea  «que  reducen  ala  proporción  de  un  juo(>o  infantil 
8  occidentales,»  y  de  la  lengua  quo,  «rota  en  rail 
t,  tul  dado  origen  á  las  que  enorgullece!!  ú  los  pobladores 
■  lUtima  Tlinle  del  orbe;»  on  el  mundo  de  una  muciie- 
rede  razas,  entre  la  que  podrían  marchar,  sin  ser  i«rci- 
,  ol  ejército  que  triunfó  en  Ifsso  y  el  que  venció  en 
H  en  el  mundo  de  loa  misterios,  de  las  pagodas,  do  Ins 
I,  de  los  snccrdotcs,  sabios,  nstrólogoa  y  guerreros  que 
sus  nombres,  los  más  viejos  anales;  en  ol  mundo, 
I,  de  los  ríos  sagrados  y  de  los  árboles  contemporáneos  del 
,  l^ua  tiene  en  sus  playas,  el  nardo  y  el  incíeuso;  en  sus 
I,  Ib  perla  y  la  concha  nacarada;  el  canelero  on  bub  jardines; 
I  «a  interior,  un  cielo,  sembrado  de  astros,  pues  pedazos 


LVI 

(le  cielo  y  de  sol,  son  los  zúfíros  y  diaTnantcs,  encontrados  en 
8U8  entrañas. 

K  igual  puede  decirse  del  libro  que  las  razas  del  desierto  re- 
conocieron asombradas,  como  revelación  divina  y  cuyas  máxi- 
mas sabía  de  memoria  el  muslin.  desde  su  niñez;  del  libro  que 
las  tribus  tenían  por  un  dechado  de  elocuencia  y  que  si  no 
transformó,  inñuyó  muy  mucho  en  las  letras  arábigas,  y  so- 
brepujó á  las  Muallakat;  del  libro  en  fin,  que,  pobre  en  su  pen- 
samiento, deslumhró  con  sus  imágenes,  encantó  y  arrebató  á 
una  parte  del  linaje  humano  con  la  magia  de  su  retórica;  y  que, 
clarín  bélico,  el  más  electrizador,  que  ha  sonado  nuaca,  base 
de  una  civilización  célebre,  fué  llevado  por  el  árabe,  en  la  pica 
do  su  lanza,  á  todas  las  regiones  que  el  azahar  perfuma: — al 
Corán  aludo.  Leed  las  páginas,  en  que  Mahoma  describe,  un 
paraíso,  cuyo  suelo  cubre  un  tapiz  de  alazor  y  musgo;  embelle- 
cen bosques  por  los  que  circulan  céfiros  embalsamados  y  alegran 
fuentecülas  y  ríos  del  cristal  más  puro:  ó  las  que  contienen  el 
cuadro  del  tremendo  día,  en  que  estremecida  la  tierra;  deshe- 
chas en  polvo  las  cumbres;  disipado  el  mar  en  llamas;  rotos  los 
peñascos;  arrollados  los  cielos;  temblorosos  los  ángeles;  sin 
aliento  los  hombres,  en  su  ansia  por  convertirse;  encanecidas 
las  cabelleras  infantiles;  ábrese  el  libro  del  destino;  suenan  las 
trompetas  espantables  y  los  enemigos  de  Dios  caen  encade- 
nados, en  un  abismo  de  fuego: — ó  las  en  que  represéntasenos 
al  justo,  adornado  con  ricos  brazaletes  y  ropas  de  seda, 
sobro  almohadones  de  brocado,  en  las  praderas  de  la  bien- 
aventuranza; donde  el  plátano  frondoso  y  el  loto  sin  espi- 
nas le  regalan  plácida  sombra  perenne,  y  deliciosa  fruta, 
árboles  de  cuyas  raices  brotan  arroyicos  de  blanca  leche  y 
dulce  miel;  y  le  recrean  la  vista,  palacios  que  resplandecen 
con  el  oro  y  la  plata  de  sus  muros;  y  en  tiendas  de  púrpura, 
bordadas  de  pedrería,  inmortales  mancebos  le  escancian  vi- 
nos, que  hacen  perlas,  en  copas  cinceladas  en  hermosos  dia- 
mantes, á  la  vez  que  vírgenes  de  negros  ojos  le  ofrecen  en- 
loquecedoras gracias,  dulces  sonrisas  y  miradas  de  amor! 

¿Verdad  que  no  pudo  ser  otra  la  creencia,  del  que  tuvo,  templos 
como  el  de  la  Kaaba,  próximo  al  pozo  de  Zenzen;  edificios  como 


loe  de  MfsdÍDs:  diques  como  el  de  Marcb  (!);  quintas  de  loceo 
coiiioel  JcDerallfc,  ciiidndea  como  la  Meca  y  como  U  construida 
por  las  hadas,  cerca  del  lugar  que  eombrr^ó  el  pUtano  de  César, 
celebnulo  por  Valerio:  del  que  iiizo  fértiles  naestras  vegas;  me- 
joró ia  vía  romana;  construyó  acueductos,  puentes,  aljibes, 
castillos,  [Hdacios,  y  atalayas  como  la  de  Alcalá  la  Rc'td;  dio 
i  la  Eap&úa  de  la  Cra-i  quienes  le  fabricasen  tcliis,  joyos,  por- 
«Uosfl.  objetos  do  marfil  y  de  maderas  ricas;  del  que  in- 
tuyó  d«  tal  suerte  en  las  costumbres,  usos,  tmjes,  artes  y 
Óeoetas  del  cristiano,  que  éste  ncuptó  el  idioma  y  la  escrí- 
tiu  d«l  invasor  alarbe,  en  sus  contratos  con  él:  del  que  prestó 
i  sus  eoeuiigoa,  artíHces,  para  que  les  (nbricasen  fortaloms,  es- 
padas, monasterios  y  bssilicas;  y  escantil^ODea  y  plaotillKS,  pnrft 
quo  kbnsen  In  torre  del  Carpió,  las  Salas  de  In  Galeni,  de  las 
J>WÍH,  del  Solio  y  de  los  Sq/es  en  Servia,  la  Cartuja  del  Pau- 
iH^lft  monda  del  Justicicro-Oruel  en  la  que  es  visible  el  molde 
lltyeeerinadelaCasa  Reñido  Granada,  las  sinagogas,  boy  igle- 
.  Uarfa  la  Blanca  y  el  Transito  de  Toledo,  en  cuyos 
8  la  inscripción  hebrea  alternaba  con  otros  de  caracteres 
'  aun  CÚGcoa  aribí^os:  del  que  sabio  ayer,  vive  hoy 
if  barbarie  y  sólo  congerra  de  Andalucía  una  tradición 
CMfusa,  por  la  que,  en  el  desierto,  traamitense.  de  padrea  &  h\- 
joB,  Las  Uovea  de  sus  antigruas  moradas  í^) ,  para  cuando  en  las  ni- 
Bftoasboñadaccon  amortiguado  fulgor  por  la  estrella  deSoheil, 
a  se  levanta  sobre  las  espumas  del  mar  en  el  mediodía  i'ii, 
ubole  aegiinda  vez,  el  estandarte  que.  defendido  por  sol- 
e  llevaban  la  malla  eu  el  pecho,  el  arco  á  la  espalda,  el 
iste  á  la  cabeza,  el  alfanje  al  cinto  y  en  la  mano  descomu- 
jtnl  lanza,  asustaron  al  Au^ústulo  visigodo?  Sí,  las  líricas  im- 
provlEociones  del  Profeta ,    únicamente  poReyó  la  magia  de 

u  rompimkuto  cavsü  la  lUslrucclún  tic  uaa  tribu. 
7,  d«  Sclinek. 

Ib  popular  rn  OrlrnU',  qup  rl  iioOírfo  dt  lo9  Aribes  Uii  obra 

ivlla  Solwll  6  Cünopo,  rn  inotLDilenlo  ho;  bikcfs  el  Sur.  Cuando 

1  lia  loH  tqulnocÍDS  la  (■slralla  te  pivrda  pm  Europa,  no  ho- 

KlOirabí  UD  montiin  do  ruinas,  como  croe  el  ilustre  Schack.  RHn 

Flendo  D.  Rafael  Coalri>ras;y  niÍFalras  In  rom  de  e9Ui  úlil 

10  W  mingH,  tendremos  Alhambru. 


Lvni 
inspirarlas ,  el  ígneo  zafiro  del  cielo ,  en  que  fué  fundida  la 
inedia  luna  que,  en  las  llanuras  de  Sidonia,  contempló  ató- 
nita, una  litera  de  marfil,  llevada  por  dos  muías  blancas,  en  la 
que,  bajo  una  cúpula  de  piedras  preciosas,  temblaba  Rodrigo 
por  su  vida  y  sus  tesoros,  apesar  del  inmenso  ejército,  del 
enorme  aparato  de  pertrechos  y  provisiones  que  le  rodease; 
y  entre  la  laguna  de  la  Janda  j  Jerez,  ovó  la  arenga  célebre  de 
Tarick,  interrumpida  por  loe  gritos  de  júbilo  v  entusiasmo  de 
la  hueste  á  quien  se  dirigía;  vio  primero  rasgos  de  valor  dignos 
de  los  tiempos  de  Ataúlfo,  Walia  v  Wamba  v  una  resistencia 
obstinadisima;  después  desordenada  fuga,  en  la  que,  entre  una 
muchedumbre  de  apiñados  turbantes,  cascos,  pendoncülos, 
estandartes  v  banden^,  flotaba  la  bastema  que  no  tardó  en 
desaparecer,  cual  nave  que  taladrada  por  el  ravo,  pierde  el 
equilibrio  v  se  sumerge;  y  más  tarde  un  campo  que  resplan- 
«iecia,  como  si  hubiera  sido  de  rico  metal,  ¡tantos  eran  los  en- 
dá veres  con  anillo!;  por  do  quier  /«  s^emme  f  misfrriútM  p^rrja 
éei  ééí^r  p  ti  nlemci0';  hundido  en  el  fango  del  Guadakte.  según 
la  crónica,  Ondia  O'  con  silla  de  oro  v  rubíes:  á  su  lado  una 
sandalia  de  esmeraldas:  t  mis  allá,  una  sombra  encerrando 
en  el  misterio  el  sepulcro  del  último  vastago  de  la  monar- 
quia^  que,  pof^vó  una  civilinción  la  más  grande  que  habíase 
conocido,  deiside  la  hora  tremenda  en  que  crujió  d  Capitolio 
T  subió  á  su  cima  ol  barbar»  con  la  tv«  incecdtana^  preln- 
diando  un  diluvio  de  fiíego  y  dip  sanarte;  ^dvilinciónl  de  la 
que  $a\váivNnw  nada  ma^  en  el  naiifrairío  de  la  F^paña  ven- 
cida jvr  k«  t\\»tad<«  hijos  d<*  la  Arabia ,  la  una  <pie  consér- 
vala fd  i^í^'^  dfí^  Kecawskv,  el  /Vrv>  Jm^tt  y  te^  libros  de  :^,  Isi- 
dofv  el  hi^i^tMiM". 

Y  <^l  ambe  t^  (^ata^a  ap*:iQ^>«vai)a  i^  K^  toar&Tilktfo:  traduc- 
K«  «V  bi«  )\i>^Mi«  ^k'^  **b^r  y  oeí  aúii>«  de  k  artkrüoiid; 
qxw  a\>i^  ^K*  Vf^rwaiwir  la*  b^rwAítíi'pfcü  fankxnkras  y  sasanidas 
<\>w  la  *í»T^wtiia^í  a^fm1i<^H*í»  x  A>hniift.  <^,  faisífo  tk*  Rinac^  y 
la  i^yvu^ww'ia  i^\)iunftf at^U  \  k^^xU.  íjwswík^  r-l  an^  óe  la  tierra 
doud^  ^  íK^i  tíw^^  *A  xNxaa  X  f4  ail*  ^k»  ia  tj«>rífc  óc«h3e  el  acc  <« 


ceL^rabe  que  en  MídÍQFi  Az-znhra  eclipsú  Ib  fama  lia  los 
■lifictoft  de  Al'Uaschid,  y  de  los  palncios  de  Cosroes,  y  que 
juzgando  la  suntuosidad  y  el  lujo,  la  gracia  de  las  virtu- 
du.  brilió  eD  galanttis  Üestíis.  fío  deslumbradoras  zambras 
J  «jercicios  caballerescoa ;  airviose  lie  la  argeotería  di>  Bi- 
iasci6  para  bus  festines,  de  las  telas  do  la  ludía  Jiara  sus 
tieoilas,  do  la  púrpura  de  Tiro,  recamada  de  oro,  para  com- 
blutrla  Gou  sus  mallas  de  acero,  de  los  perfumes  orientalcG  para 
it  la  voluptuosidad  de  sus  baños:  el  árabe  caballeresco 
n  su  heroierao,  delicado  ó  iodomable,  hospitaiarig, 
tatínú  lie  su  esclava;  que  juzga  uu  deber  sacratisímo  el  cum- 
plir tt  palabra  empeñada,  una  iuBpiración  celeste  la  filantropía: 
vi  úmbe,  cortesano  ea  sus  victorias,  que  dá  albergue,  ea  suit 
tleizares,  ú  una  coborte  de  poetaa,  que  ja  inmortalizan  eu  sus 
veisúe,  las  victorias  du  Ornar  j  Abubokor,  la  trajodia  de  los 
Omniadns,  las  épicas  coaquistas  do  El-Mansur,  la  sabiduría  de 
Aüalteio,  ya  cantau  loe  hechizos  de  Zahara  ó  las  lágrimas  Hora- 
das por  Cinda  sobre  el  regio  tálamo  nupcial  de  un  enemigo  de 
la  ti  de  BUS  padres;  y  que  guerrero  j  bardo,  tiene  por  ad- 
mirulor  un  pueblo  y  femeniles  ternuras  por  recompensas:  el 
inbs  heroico  y  sensible,  que  vive  para  el  amor,  los  combates 
j  la  gatantcrm;  de  íé  profunda ;  ciego  en  su  entusiasmo;  fri- 
T(do  on  sus  placeres;  fraude  en  sus  empresas;  magnifico  en  el 
modo  de  ejecutarlsB;  y  en  el  que  ejerce  la  misma  luscinación  el 
harem  que  el  campo  do  batalla,  la  transparente  rauda  que  el 
tambor,  el  añafil  y  el  atabal:  el  árabe  amantÍ»imo  del  cuento, 
de  la  música;  y  en  cujas  inoradas  fueron  el  mejor  adorno 
mandolinas,  tiorbas,  harpas  de  cuerdas  de  plata  y  laudes 
cuajados  de  pedrería:  el  arabo  que  erigió  el  templo  máximo 
d«  Uahammad  [11,  el  alcáüarde  Said  en  Mála^;....  si!,  está  vi- 
vo!, existo!,  j  estarii  vivoy  existirá  siempre,  on  laaljamaen  que 
aún  creemos  oir  las  sentidas  querellas  de  Abdcrrhaman,  y  en  la 
Alhambra,  que  fué  coostruida  de  las  perlas  y  adornada  con  Ion 
eaca)esdelamásbelladela3hadas....;enla  Albambra!,  la  me- 
jor Joya  de  la  arquitectura  que  tuvo  su  zénitb,  cu  el  siglo  xiii, 
«edad  viril  del  mundo  de  la  Cruz»  y  jardiu  da  las  Heapéridns 
de  las  literaturas  nacionales,  pues  es  el  siglo  de  los  NUbelmgDt 


LX 

y  de  los  peregrinos  ^e  la  Viola  de  anior,  de  los  trovadores  y 
troveras ,  de  Juan  Lorenzo  Segura  de  Astorga  y  Gonzalo  de 
Berceo,  el  Jacob  de  la  poesía  española;  el  siglo  que  abre  la 
escuela  de  Jurisprudencia  de  Bolonia,  las  Universidades  de 
Coimbra,  París,  Viena  y  Ñapóles,  la  que  en  Oxford  inmortaliza 
el  nombre  de  Alfredo  el  Grande  y  en  Salamanca  el  de  Alfonso  el 
Noble;  el  siglo  que  plantea  la  libertad  de  instrucción,  que  crea 
una  estatuaria,  una  pintura  y  la  catedral,  y  educa  á  Alberto 
Magno,  á  Sto.  Domingo,  á  Sto.  Tomás,  á  S.  Buenaventura  y  al 
generoso  príncipe,  conquistador  de  Murcia,  arbitro  hidalgo  de 
las  capitulaciones  de  Sevilla,  que,  legislador,  filósofo,  historia- 
dor, vate.  Mecenas  de  los  sabios,  patrocinador  de  hebreos  y  mu- 
dejares y  legitimador  de  su  existencia,  lleva  á  Toledo  las  acade* 
mías  de  Córdoba  y  las  funde  en  las  de  los  maestros  y  doctores  de 
su  Corte;  establece  la  Era  Al/onsi;  recoge  en  su  Grande  et  Gene- 
ral Historia  las  tradiciones  judías  y  sarracenas;  une  con  cariño- 
sos vínculos  las  letras  y  ciencias  orientales  y  cristianas,  y 
dos  genios  separados  por  antigua  ojeriza. 

Oh!  y  con  cuánta  razón  ha  dicho  uno  de  los  hombres  que  más 
bellamente  han  sentido:^l  mundo  que  nos  rodea  en  la  albo- 
rada de  la  existencia,  imprime  su  mismo  tono,  su  propio  ser  á 
nuestro  espíritu  y  á  nuestro  carácter,  creando  en  el  individuo  lo 
que  se  llama  la  índole  y  el  acento  nativos!  Hijos  somos  de  la 
tierra,  ha  escrito  Lamartine:  la  misma  vida  corre  en  su  savia 
y  en  nuestra  sangre;  y  todo  lo  que  la  naturaleza  siente  y  dice 
en  sus  formas,  en  su  aspecto  vario,  en  su  fisonomía,  en  su 
esplendor  ó  en  su  tristeza,  tiene  su  repercusión  en  nosotros.  La 
rosada  luz,  los  cambianta  del  horizonte,  el  apacible  ultramar 
de  las  castas  y  sencillas  tablas  de  Fr.  Angellico,  las  nobles  y 
elegantísimas  lineas  de  Rafael,  el  claro -oscuro  de  l/conardo,  los 
argentinos  tornasoles  del  Corregió,  el  esplendor  del  colorido  de 
Vecelli,  Verones  y  Robusti,  están  en  los  horizontes  de  Italia;  en 
los  matices  de  las  lagunas  de  Venecia;  en  los  crepúsculos  de 
hechizo  indescriptible  de  la  ribera  del  Arno;  en  la  ciudad  misma 
en  que,  al  toque  en  el  lienzo  de  uu  pincel  suave,  empastadoy  aca- 
riciador, brotó  la  Leda  de  plateada  sombra,  que  en  Berlín  respira 
aire  dorado,  en  una  atmósfera  de  felicidad;  y  en  el  Apenino,..  en 


LXI 

las  dudosas  bellas  tintas  de  sus  albas;  en  la  claridad  de  su  sol  en 
el  alto  merídiano;  en  sus  dulces  días  de  primavera ;  en  su  cielo 
canicular;  en  la  melancolía  de  sus  ocasos;  en  sus  serenas  tardes 
de  otoño;  en  sus  efectos  de  luna  incomparables;  en  sus  lontanan- 
zas; en  el  contomo  de  sus  cúspides  vecinas  de  las  nubes;  en  el 
de  sus  faldas,  en  las  que  álzase  silenciosa  la  cabana:  en  el  A  peni- 
no!,  donde  sentis  la  tristeza  inspirada  por  los  valles  'j  los  sujos* 
como  sus  árboles,  hablan  un  lenguaje  encantador;;  la  alegría 
que  causan  las  campiñas,  v  las  que  se  descubren  desde  sus  cres- 
tas, son  las  más  artísticas  del  orbe  :  el  reposo  campestre;  todon 
k»  sentimientob  que  produce  la  naturaleza  liajo  sus  diíere&tai» 
aspectos  y  cuvcs  sentimientos  se  sienten  mejor  que  se  explican: 
eael  Apenino!,  donde  tenéis  los  iris,  las  transparencias,  la 
poesía,  loe  secretos  que  eoDstituTeQ  el  poder  de  la  Pintura  en 
Italia,  que  en  sus  cTcaciones  La  reunido  todoi  Uis  géneros, 
con  el  singular  maridaje  qiie  reunió  en  scs  ár^iüZB  el  apólogo 
y  la  oda,  el  epigrama  j  la  sátira,  D.  Pedro  CaMíinóa. 

Paisaje  andaldz.  raisa:e  aragonés  v  raisa-e  ryyikzjj,  son  loe 
'Oodcs  de  ¡as  r  isnira»  de  Murillo,  cel  iíuco  v  ce  Gova;  Veiáz- 
cuez  Levó  á  *U5  cuailr-:^  'já  azulacc^  OíMAC^rníJDZA  wit.  vela 
ciesdé  e!  ré%-io  a^cáxar  cocde  i^istaha:  Po:i¿áin  los  r^r.rí.¿t.'> 
ea  aa  decai*ia  pTan-.eza,  en  su  ¿cLíCi^ní  v  clásica  üdaresud,  en 
todo  ¿a  eiicanic.  c.:l.  dulce  v  ii.e¿:tah  *i>ia  '.xasí'ju  Saa  rúÍD2a 
^3aáá  aaij;iaía¿  •ÍtI  -ZíT^.ü,  enir^  Ji»  -.i*  títíó:  lÁ^xri,  cíiadrcí» 

^iofloe  La  vc;«-:a-!í-:i  :t  A-*rj^-  .:;t.?^  *!i  *.  :i.V:-^lor  iii  ^--ji  a-*- 

^cr^Aráa^  ó-r  x-  f  •:?':•  «-•:••-  i  i¿-:nlit*  -  V^^v**,  r:  JfrA  <e  ^ 

lajCíi,  á  SrT-_a.  i  ^  r-Li*:  :c.  7  ir^a,  «:*t  A  ^surízj^  T>t- 
casa,  ó?  A3."'.*-?^.  Icxc-a.  rr^-r*.---  t  rfc^iíw.  -a  J'^rwft- 
^ea  óe  la  «Luí  ir?  ^  _i'a.-¿rla.  .  :.*  ♦::*»''*ta  *r:':rií  í* -í  -«o 
^js  Lúe  «ecojcrj*  Jt  xñ  L  i .  ii»íi  i*  r:«;rT>áa-  t  *r.tr»  **!.♦  rj> 
r:as  la  i¿  Iiíl^íc  xx'aiii;  i  I>ijd  V.T^sa:  lerja  2«!^x::uAairiie  «a  ja 


LXtl 

verdad  afirmada,  que  esta  tabla  ría  bajo  el  pincel  de  Hobbema, 
esa  inspire  ideas  graves,  en  esotra  baja  un  idilio  de  perpetua 
felicidad:  la  serena  melancolía  que  en  los  países  amados  del  sol 
tales  hechizos  pone  en  las  grandes  sombras  de  la  tarde  y  en  el 
horízonte  del  mar,  es  la  misma  en  el  Tirreno  y  en  Sicilia,  que  en 
los  cantos  pastoriles  de  Teócrito,  en  los  madrigales  de  Ge- 
sualdo,  en  Pergolesso,  en  Bellini:  si  contempláis  los  mon- 
tes de  Namur  y  Dinand,  que  elevan  el  alma  á  la  contemplación 
do  lo  infinito;  que  con  los  ilimitados  espacios  que  desde  ellos  se 
descubren  y  con  sus  selvas,  seducen  la  fantasía  de  las  razas  del 
Ts'orte,  dadas  á  lo  maravilloso  y  á  la  metafísica,  y  que  con  sus 
nieves  hacen  interminable  el  invierno  en  sus  cumbres,  diréis 
que  allí  independizóse,  el  género  de  losHemling  y  De  Bles:  y  si 
recorréis  la  patria  do  la  gentileza,  del  amor,  de  los  placeres, 
del  servenicsio,  del  descarta  de  la  precicanza^  de  la  letmán^  del 
planch;e\  país  que  ha  escrito  la  ^>ffí^7Y/<j  y  la  r«^^ra,  en  la  corteza 
de  los  árboles  de  sus  valles;  de  seguro,  como  el  agua  en  peces 
y  el  aire  en  pájaros,  las  auroras  del  Ródano,  los  reflejos  del  sol 
poniente  en  las  copas  de  las  adelfas  del  Garona,  las  plácidas 
soledades  de  Aix,  os  mueven  á  pensar  en  la  nova^  en  la  serena^ 
en  la  aJbada;  en  que  si  crecen  en  la  Provenza  tantos  laureles 
es  porque  hacen  falta  sus  troncos  y  sus  ramas  para  Qonstruir 
laudes  y  hacer  coronas;  y  confundís  la  música  de  las  aves 
con  la  voz  del  trovador,  en  quien  es  tan  visible  el  influjo  de 
la  primavera,  como  en  los  bandoleros  y  batallas  de  Salvator 
Rosa,  las  encrucijadas  de  las  montañas  próximas  á  Kápoles,  y 
las  impresiones  que  el  de  Arenella  recibiese,  cuando  individuo 
de  la  Compañía  de  la  Muerte,  arrostró  el  plomo  y  el  hierro  de 
los  soldados  de  Felipe  IV,  ó  como  en  el  Combate  de  los  Cuatro 
días  de  Guillermo  Van  den  Velde,  las  horas  pasadas  por  el 
pintor  del  mar,  en  un  buque  de  la  escuadra  de  Holanda,  mien- 
tras la  pelea  que  ilustró  el  nombre  de  Ruyter,  lo  que  Salamina 
el  de  Temístocles,  lo  que  Trafalgar  el  de  Nelson,  lo  que  el  Ca- 
llao el  de  Méndez  Nuñez. 

Borao  había  nacido  en  esta  ciudad,  cuyo  im{>erial  aspecto 
realzan  sus  innumerables  torres,  sus  cúpulas  y  sus  monumen- 
tos y  el  tono  recibido  de  Zaragoza,  visible  es  en  las  obras  de 


(hombre;  produülu  días,  du  una  iiuagiuaciou  de  pauíuidas 
avias,  como  Ins  iius  circulaa  por  lua  plantas  del  paieaje  fjuc 
se  descubre  desde  el  Cabezo  Cortado;  de  una  mente  claríaiiuii; 
de  un  espíritu  de  brío,  pulcro  y  no  faetuoso.  Los  cnracteristiciis 
del  aragonús  fueron  laB  do  Borao.  La  cultura,  la  IrauquczH,  la 
liberalidad,  las  virtudes  más  bellas  de  toda»  \a.6  que  ennoble- 
cen la  vida,  son  loe  nisi^'os  dtstictivos  de  Zarngoza  y  eran  toa 
dci  sabio  Maestro. 

H^debeadictóu,  amigo  abnii{,'ado,  cariüoBÍsimo  eepoeo  y 
ptdn,  tenia  el  culto  do  las  grundes  ideas  y  «entimíonluí:^ 
PMta,  fue  la  justicia  su  númou;  uriüco.  üicmpre  apliiudió  el 
mérito  con  oatusiattmo  y  cousura  lo  Ceo  y  lo  lorpo  fofíiler 
Va  rt  naviter  tu  modo;  tjistoríador,  jamás  mintió  su  pluma; 
litscsto.  filólogo,  artista,  ol  estudio  íué  para  él  nna  puríUcu- 
Cíiíq  perouDo;  sofiudor,  complacíase  on  cucarnur  eii  la  realidad 
B¡»  idea«i;  carácter  íntegro  y  bondadoso,  amcao  en  sus  cartas  y 
coa  versa  ciooes  familiares,  llano  en  el  trato,  afable  y  dulce  por 
aaturale'ZH.  alma  sencilla  y  entusiasta  de  su  país,  reunía  un  sti- 
^«ríor  soDtido  estético  y  un  superior  sentido  moral. 

Borao  era  ua  hombre  de  verdadera  saber,  que  dobid  á  sí  pro- 
lito  la  conquista  de  su  envidiable  fama,  y  uno  do  los  espaüolus 
loi»  útiles  de  los  lustros  que  pasaron.  Alií  están,  acreditándo- 
lo, «US  inaumeniblcs  discípulos,  miicbüs  du  los  que  doctísimos 
maoslros  hoy  en  la  Holanda  pacíRcn  de  lus  letras,  reconocen 
4u«  deben  sus  tesoros  intelectuales,  más  que  al  barbecho  de  la 
«tcación  propio,  ú  h  bondad  du  la  semilla  arrojada  por  el  aire, 
■n  k  cátedra  que  liiio  ilustre,  el  bijito.-iador  de  nuestra  Uui- 

venidul.  Alá  sus  obras! :  las  poóticRs  en  las  que  se  ve 

un  rate  al  modo  du  Lista  ó  de  UuLlego,  un  vate  acikdémico;  las 
de  enidícidu,  las  de  bistoria,  que  contienfn  un  caudal  precío- 
RO  de  datos  y  noticias;  los  trabajo»  literarios  sobre  Lope  y  Mo- 
mtin,  aobrc  D.  CíurisH  de  las  Flores  y  el  libro  do  Lesage,  que 
pTOebao  no  era  de  los  que  sdlosabeu  repetirantiguos  juicios, 
sino  de  los  que  ofrecen  novedades  felices;  sus  producciones  to- 
das, qnejustilican,  en  nuestros  días,  la  ra;;tiii,  con  que  en  los  de 
OarloloDii^,  tan  excelente  cura  de  almas  en  el  mundo  de  la  belíe- 
mcomo  en  elmond,  dijo  el  Fénix, que  de  Aragón  ibiin  á  Casti- 


LXIV 

lia,  los  que  mejor  hablaban  la  lengua  en  la  que  Cervantes,  amal- 
gamando, según  V.  Hugo  la  epopeya,  la  lírica  y  la  dramática, 
produjo  un  bronce:  el  Quijote^  que  es  Iliada,  oda  y  comedia. 

Una  opinión  mia  voy  á  consignar.  Borao  poeta,  literato,  pu- 
blicista, filólogo para  nada  tenía  ni  más  vocación,  ni  más 

aptitudes,  que  para  la  cátedra;  ])ues  su  razón  metódica,  su  e»- 
tilo  castizo,  su  limpio  lenguaje,  su  voz  serena,  su  palabra  re- 
veladora, la  tranquilidad  con  que  argüía,  la  facilidad  con  que 
dejaba  en  claro  las  tesis,  ilustraban  y  convencían  siempre;  pres- 
tábanse, más  que  á  otra  elocuencia,  á  la  enseñanza;  á  la  que  se 
consagró  con  íé  sacerdotal,  desde  su  primera  juventud.  Sí;  éi 
vivió  iniciando  á  varias  generaciones  en  el  templo  de  la  verdad 
y  en  los  misterios  de  la  belleza,  que  sentía  de  superior  modo, 
mejorando  en  cada  hora  su  doctrina  y  el  arte  de  grabarla  en  la 
mente  de  sus  alumnos,  que  embelesados  le  escuchaban:  y  es  que 
nunca  olVidó  que  el  magisterio  es  sacerdocio  y  apostolado;  que 
desde  la  silla  profesional  no  se  enciende  en  los  corazones  el 
amor  á  lo  bueno  y  á  lo  bello^  sin  un  retiro  en  que  aprender. 
Tanto  aprendió  Borao  en  el  suyo,  que  sus  lecciones,  modelo  de 
dicción  castellana  v  de  oratoria  didáctica ,  eran  en  un  todo  ori- 
giuales.  En  ellas  oíanse,  la  prudente  palabra  de  la  hermosa  tra- 
dición de  la  crítica  española  y  los  mejores  preceptos  de  la  es- 
tética é  histórica;  todas  las  peregrinas  novedtfdes  con  que  brin- 
daba el  porvenir:  y  hallábanse  fallados  muchos  pleitos  de  fami- 
lia de  las  letras,  con  tal  sabiduría,  que  algunas  sentencias  cau- 
saron  ejecutoria  (i).  Como  Nuñez  Arenas,  Amador  de  los 

(1)  Citaré  uno  de  esos  litifífios,  como  ejemplo.  Laimblicación  del  Gil  Bla^ 
de  Santillana  de  Lcsagc  i>rodujo¿<iuién  lo  ipnora?  un  gran  ruido  en  la  Espa- 
ña docta.  El  haber  colocado  la  escena  en  nuestra  patria,  el  haberse  apropia- 
do griros  y  cuadros  do  nuestros  escritores,  indujo  á  algunos  á  la  sospecha, 
de  que  el  autor  francés  había  tomado  su  libro  de  un  manuscrito  espai^ol. 
Hablóse  de  esto,  más  que  de  la  orig-inalidad  de  El  Desden  con  el  Desden:  se 
conjeturó  lo  más  extraño,  inventáronse  fábulas  sin  número:— quién  acusó 
á  Lesage  de  haber  tomado  á  Espinel  sus  más  ing'eniosos  pasajes  y  citaban, 
el  de  la  posada  de  Peñatlor,  el  de  la  Sra.  Camila,  el  del  barbero  con  la  mujer 
del  médico,  el  del  arriero  de  Carcabclos,  el  del  cautiverio  la  Cabrera;  quien 
de  haberse  apropiado  materias  de  Rojas,  do  Hurtado  do  Mendoza,  do  Fi^ue- 
roa,  de  Esteban illo González  del  Conde  Lucanor:  el  P.  Isla,  al  traducirla  nia- 
ffitítralmcnte,  añrmó  que  la  restituía  á  la  lengua  patria  y  la  frase  mereció 


I,  Utlii  y  VonXatiaU,  Cnmus  y  Fernandoz  Espino  contribu- 
yó á  la  nuova  til  tuaugurada  ea  España,  en  los  estudios  lit«- 
rarioa.  Los  j)i-ismii£  uctualus  de  la  crítica;  \a  ley  superior  qne 
iHiniinó  la  iiocrella  entre  clásicos  y  románticos;  la  concepción 
liiatóncA  ilel  nrte,  rekcíonnHa  A  ln^'ttr  y  tiempo;  el  enlace  del 
uiilisiB  fllosófíco  con  las  aspiraciones  de  la  literatura;  toda  esta 
dodhiu,  qae  es  hoy  heredad  común,  la  popnlariüó  Gomo  en  su 
aula  coD  la  briUautei  que  en  las  suyas,  loa  que  mejor  lian  )\it.' 
^o  Gmiar  amiffoi  y  La  Verdad  Soiptehiaa,  á  Gonzalo  Fernan- 
ilex  de  Oviedo  y  Iab  Voranas  tiaigoda*  de  (iwirratar.  y  ti  ituienes 
tnta gmtitnd  debe  la  juvenil  Eet«tica,  que  con  claridad  plan- 
te la  «coación  de  lo  sujetivo  y  lo  objetivo;  compenetra  In  na- 
tntrieza  y  el  espíritu,  en  una  armonía  feliz;  abraza  con  univer- 
nUdod  los  mondos  existentes;  y  entre  nosotros  tiene  un  profe- 
nr  ilastrc  qnc  ha  comentado,  corregido  y  mejorado  á  Visclxir; 
i{DC  ])uede  teer,  ea  sus  respectivas  lenguas,  ta  Biblia,  las  Tvs- 
niawu,  el  Varan  y  la  dropfdia;  determinaros  e!  sentido  de  las 
wlades.  quo  Kaulbach  reprodujo  con  su  pincel  y  deciros  lue- 
^  el  ndmei'o  de  cuerdas  de  plata,  quo  sujetaban  la  tienda, 
que  con  t)l  rtíjü  de  su  púrpura,  retaba  al  ejército  mandado  por 
tn»  reyes,  tiue  acampó  on  las  N'avoe;  y  que  os  embelesará  lo 
niHuii  describiéndoos  el  Alcázar  de  Ion  tieíe  colores  y  la  ffaíí' 
ÜM  de  S(Bi  Pablo  (D,  quo  Prudencio  presentaba  &  los  liombres 

ticprata  tiemüi  _^oñbia  rmit/ent, 
el  retrato  de  Santilí&na  de  Ing'les,  el  de  los  Iteyes  Católicos  do 

Ln»ni»,í.  1  iir.ili)ng»doB*pl»usOB.  Boroo  PD  KU  cúltdro  J  MI  LID  folloto  de*- 
-'  i'iirgO  <Ir  irstB  «OQtleailB,  il?ing>lrA  ijva  el  (ill  BlaB  es  en 

r'ií2d>  nu>atrunnvi<lMplrMri>«Ra3y  i'nT'oi'tii  una  Imita- 
.  i.fDrtiuiaila,M)molo*HUi  la  candín  aiabalslladaLviniD- 
i.t  i'roftciadi  Kr.  Luli.  LneacstfOneBUIcnulDadaFnDUPH- 
iíiiiii  (H  <inn  nbra  Infrcnluan,  n|rrnila1)lfi  A(il,ui  U  riiivno 
<~  1^lll«^1ntnB^la<)¡l)osy  siilrfl,  Li  rubesiOn  f  ucldail  iiim 
II  ii-molo  rmunocf!  y  la  críUcaPorliineetila  ena  uno  v»rilB<l 

I  iiaTftdíCpr  a  la  diUgtiiim  ile  Borno,  cuya  perspicua  uil- 
'  Irispiismaa  •|u»la  histurla  itBrlkutary  la  nalveraal  d«l 

I I  (.'«neralldad  de  Ina  iloctus,  sino  rnuchna  vtces,  upcotot, 
>' KiuesDU  Ba«p^hailo& 

.1  .11  Kuma  por  la  devoolda  rtr  TaodoHio. 


LXVI 

Kiacou  ó  las  custodias  de  Córdoba  y  Sevilla,  que  si  os  habla 
de  los  cristales,  mármoles  y  mosaicos,  en  los  que  reverbera, 
con  sus  ascuas  de  oro,  la  lámpara  en  forma  de  cruz,  con  puntas 
flordelisadas ,  suspendida  de  una  bola  de  filigrana,  en  San  Mar- 
cos (i)  .  Si  es  tan  insigne  la  juventud  educada  por  Canalejas,  Ca- 
talina, Castelar,  Fernández  y  González,  Salmerón,  CollVehí  y  P. 
Castro;  la  juventud  que  educó  ayer  Re  villa  y  educa  hoy  Menen- 
dez  Pelayo;  si  por  causa  de  haber  entrado  las  ciencias  estéticas 
y  la  ciencia  de  la  literatura  comparada  en  los  Ateneos,  los  estu- 
dios crítico-literarios,  «que  más  que  otros  inñuyen  y  labran  en 
la  razón  y  en  el  sentimiento;),  tienen  brújula  y  base;  si  el  genio 
y  el  gusto  rechazan  los  exclusivibuios;  si  el  arte  está  en  víspe- 
ras de  ver  reconocida  su  libertad  puriíicadora;  si  borrados  los 
anatemas  que  preocupaban  la  mente,  y  conturbaban  la  fantasía, 
el  juicio  se  pronuncia,  sin  más  inspiraciones  que  la  belleza,  que 
precede  á  lo  bueno  y  marclia  á  la  par  de  la  fe,  agradezcámoslo  á 
la  semilla  que  enterraron  aquellos  individuos  en  los  surcos  tra- 
zados por  sus  antecesores,....  por  un  Lista! ,  por  un  Gállegol; 
agradezcámoslo  entre  otros  á  Borao, — que  sabía  enseñar,  hacer 
amable  el  libro,  crcíir  la  pasión  del  estudio,  á  lo  que  debió  el 
respeto  con  que  se  le  escuchaba,  el  amor  que  hubieron  de  profe- 
sarle siempre  sus  discípulos,  de  quienes  fué  amigo  cariñoso, 
guia  y  consejero,  bien  distinto  de  los  Lanfranchi  que  acibaran 
los  diíis  de  los  Guido  Reni  y  Zampieri,  y  de  los  Santafedes,  Im- 
pcratos  y  Carraccinolos,  que  por  ahí  pululan,  disimulnndo  ma- 
lignidades, cual  l?is  (jue  contribuyeron  á  afirmar  á  Ribera,  en 
la  senda  de  sus  triunfos.  Su  lira,  su  péñola,  sus  trabajos  histó- 
ricos y  filológicos,  sus  merecimientos  como  Profesor,  rodean 
de  luminosísima  aureola  el  nombre  de  Borao;  y  sus  anhelos, 
devociones  y  esperanzas ,  le  hacen  venerable. 

Deseaba  su  alma,  la  propagación  de  la  cultura  y  la  felicidad 
de  su  país;  que  la  soledad  no  acongojase  al  mérito;  ver  la  ver- 
dad y  la  belleza  en  el  Capitolio;  y  unido  á  los  que  apetecían 
lo  mismo,  trabajaba  con  ellos.  A  este  fin,  él  consagró  por  en- 
tero su  actividad  incansable,  á  toda  obra  de  utilidad  pública: 

(1     Mi  sal'io  maestro,  D.  Francibco  Fornáodcz  y  González. 


Niinovir;  rurtúnu'iice,  rii  Uis  rjup  ¡irobarou  sq  brío,  y  fiestas 
titerarisH  en  Us  (]uo  Iticicroii  ei  (sarho  nAturnl  de  su  niimcti,  el 
hlfll^ne  v«te  lie  la  Capilla  ^r  /.aituic,  o\  argensolnno  Monrcftl. 
«1  castizo  Msrio  de  In  Snla,  el  finÍBÍmo  Matlieu  y  el  i|ue.  tao  ñ 
deleffe  d«l  bnen  deeir,  Iw  lioclio  jiisticin  ni  lionradu  historiador 
Conde  Ttobres  (Ih  ¿1  inició  en  el  templo  de  In  |jaosín,  ú  jóvones 
del  buen  gusto  de  £>Rll[mH  y  de  Peraiso,  rctinidu  ú  unit  ücioaii 
Túsenlo,  ron  enojo  del  epí<;framit,  huliíeudo  nacúdo  [laní  soljru- 
¡niinr  i  Príncipe:  él  fué  tiin  raritaüeo  de  la  gloria  del  prújimí, 
romo  el  cnntor  del  Pos  ilo  Mnyu.  Escribe  Luis  S.  Jtmn  Dalrfx 
eutahu;  y  apreeilrnse  Borao  ¿  estimularle  h,  U  j)orae\cTttneÍii. 
Produee  ZnpntB  Bquel  cuadro,  que  \tam  copiarlo  en  ol  lien- 
s>,  haln-Ia  qiie  «ervirse  de  los  piíicolea  de  Velaüqiiei  y  Bem- 
■•nuult;  y  liomo  deslíMi  en  e!  oído  de!  mievo  snccrtlote  de  Apo- 
to, ttdflantr.'  Llega  Zorrilln  al  atrio  rfrt  Pilar,  trayendo  ornados 
«U  iRdd  y  sti  pandereta  eon  rosiis  de  Mújici.  reüiiuina  de  Ro- 
ma, lirios  de  Florencia,  tutipanes  del  líhin,  nialisr  del  jar- 
illa  de  I.inriaraja,  camelias  do  (Jiiitray  conclias  du  nácar  de 
la  baliia  de  Ñapóles;  y  ííorao  le  tributa  lioDores  de  sobura- 
ao  úeX  in^'euio,  eu  untt  sesión  ncn'lñmica,  en  la  que  empegó 
a  crt'arsc  un  nombre,  <•!  fllúsoío  distinguido  que  hoy  resen- 
tí Ift  cátedra  (!c  Acdtcii,  en  iiuestm  Universidad.  A.  pro- 
paeerta  y  espensua  de  Olúxag^,  señálase  con  un  bronce,  la 
rasa  d«  Qnel  en  que  nncjeae,  «el  pintor  de  las  costumbres  do 
U  olMe  inedia  y  de  loe  camHeren  featiraniente  ciSraicos  de  su 
tpo«s,>  el  que  Buperó  á  Moratin  c  i^runló  á  Quevedo  en  nnl  y 
gneia:  y  Bowo,  en  versos  tan  acubados,  como  los  de  la  Spíttofn 
del  Capitán  Quírós.  celebna,  que  el  vate  contemporáneo  de  maa 
trenca  aspo  atan  eidad.  logi-e  eu  vida,  i^l  la  lionra  alcanzada  por 
Citrvantíia  y  l>ope,  dos  siglos  <lcspuo8  de  an  muerte. 
flhl  al  noblo  msestru  vivid,  procncándoec  ocasíonca  do  tradu- 

(li  D.  H&MonuroUpdinao,  unoilc  iMcrftleos  uniironRtes  qtu  man  i'<^ 
candan,  j  qulMW  *1  'lur  ioúh  T»cun\lD,  («-«rviridail  ra  la  ihietrlaB  Itlrri- 
rii.leiUco  rnolgUBU,  Ib  H*iduid*d  «a  al  culto  a  la  (brnai,  d»  Uoiao. 

't3í  Ka  fl  Dúm.  1  do  la  (^allf  U>IM«dlo.  fd  lu  villa  de  U  Blu)*,  ctl»b»  |>ur 
d>UI0Td«  «nrrfK  SBli-r:— fiVlÜií.'  OirírmlnV  de  1106  nacM  tn  uta  ea'ft 
fmutie  y  iMpwtw  ;hmM  T>,  Mhr"!  rfmnn  ft  Jo»  /Uvrern*. 


LXVIIl 

cir  en  obras  sus  deseos;  bien  dando  impulsos  en  privado,  bien 
sembrando  ideas,  en  discursos  elocuentísimos  que  suenan,  co- 
mo una  música  de  amor;  que  se  parecen  á  ios  rosales  y  jazmi- 
nes por  la  finura  de  sus  perfumes  y  colores;  y  que  en  su  abun* 
dante  doctrina  revelan,  que  su  autor  unía  á  un  gran  sentido 
estético,  un  gran  sentido  moral. 

Es  Borao  el  escritor  aragonés  más  respetable  de  nuestra 
época.  El  más  popular  también,  por  el  cariño  que  siempre 
tuvo  á  su  pais. 

Sin  negar  á  Covadonga  su  importancia,  ni  á  la  Cruz  de  ios 
Angeles  que  es  enseña  solo  comparable  á  la  de  Constantino,  el 
árbol  y  los  montes,  amados  en  el  corazón  de  nuestro  cx)mpa- 
triota,  después  del  árbol  del  Ciolgota  y  de  los  montes  Olí- 
vete y  Calvario  eran,  la  encina  de  Sobrarbe  y  las  cumbres, 
en  cuyas  rocas,  en  la  base,  escribieron  nuestros  padres  leyes 
y  en  la  cresta  alzaron  rey:  reconociendo  el  heroísmo  de  Leó- 
nidas, la  grandeza  de  César  en  Farsalia  y  de  Anibal  en  la 
subida  á  los  Alpes,  la  muerte  ejemplar  de  Turena  y  la  no  me- 
nos ejemplar  de  Dessaix,  que  llega  al  teatro  de  una  lid  em- 
peñada, de  rápidas  maniobras,  de  terribles  cargas  de  caballería 
y  que  ofrece  un  cuadro  horroroso  de  fiebre,  de  dispersión,  en 
el  que  hay  contienda  entre  nubes  que  se  buscan  ó  se  cortan  en 
el  cíelo,  humo  en  la  atmósfera,  sangre  en  el  campo....  llega!, 
se  lanza,  al  frente  de  los  escuadrones  que  en  pos  de  él  galopan, 
sobre  la  Unea  austríaca  y  la  rom|)e,  á  la  vez  que  el  resto  de  los 
soldados  de  Bonapartc  caen  sobre  las  dos  alas  enemigas  y  las 
desbaratan,  y  saludado  por  el  fragor  con  que  iniciase  la  victoria 
y  por  los  últimos  cañonazos  de  la  batalla,  muere,  ocultándose 
el  sol  por  no  verlo;  D.  Jerónimo  hablaba  con  más  calor  de  don 
.Jaime  que  del  rival  de  Pompeyo  y  del  demoledor  de  Sagunto, 
del  collado  de  las  Pan  izas  que  de  las  Termopilas,  del  hércne 
de  Muret,  que  del  héroe  de  Egipto;  como  hablaba  con  más 
entusiasmo  de  las  rutas  cadenas  de  Marsella  que  de  las  ca- 
denas  rotas  en  las  Navas,  del  Cancionero  de  Urrca  que  do 
las  Coplas  de  Jorge  Manrique,  del  siucerísimo  Conde  de  xVran- 
da  que  de  Campomanes,  de  Asso  que  de  Ustariz,  de  Lagasca 
que  do  Cavanilles,  de  José  Leonardo  que  del  Mudo;  sin  rebajar 


el  jtedcstal  en  qne  ee  Iiallan  colocados  Luis  Vives,  P.  J, 
Perpipiisn  y  A.  Gnroia  de  Matamoros,  el  Pincífuio  á  quien 
M»riaeo  Sicnlo  tenia  por  mas  docto  que  6  l-cbrija.  Foxo 
Morcillo,  I.eon  Hubreo,  el  astrónomo  Altonsü  de  Córdova,  el 
MtfWtua  oepufiol  Jor^e  Juan,  el  Brúcense,  y  M ondea  ;  Siia- 
rez  y  ¡Saavcdra  Fajardo,  las  preiUleoc  iones  del  esclarecido  Pro- 
iMor  eran  para  Antonio  Agustín,  escritor  elegantísimo  v  jit- 
rUconsulto  de  tal  alteaa,  que  en  él  resucitaron,  según  Scoto, 
Paulo  y  L'l  mus  sabio  y  pitro  amador  de  la  justicia  (l);Zuritn, 
hteturlador  eximio,  entre  los  inAs  eximios  de  España;  B.  y  h. 
da  Ariraiiaolft  que  ciñeron  los  Inureles  de  Horacio  y  de  Kslus- 
tiOt  daUdft  el  uno  de  la  Aea<lfmia  de  los  Ociotoiy  de  la  Poética 
iWMitna,  y  el  otro  maestro  de  D.  Nnfio  de  Mendoy^,  del 
HaK{DÍfl  de  Cerralbo,  del  Principe  de  Ksqailache;...  7  aunque 
ao  participaba  de  sus  ideas  el  biú^rrafo  de  PiguatcUi,  pronun- 
eialm  «MI  orgullo  los  mMalires  del  sobrio,  neríioao  y  metódico 
Hl(n»l  Molinos;  de  Pedro  Ciruelo,  nutor  dol  primer  Imlado  rte 
Hit«miticas  que  se  escribió  en  Espitñn,  luminar  de  InsUntrcr- 
«iladcfl  del  Henares  y  el  Senn,  el  más  cloro  y  limpio  do  los  es- 
plriliis:  y  del  arnffon^s,  por  su  nacimiento  ó  por  su  origen,  re- 
dondo 6  cenizas,  á  In  vm  que  bu  libro,  en  \n  pintoresca  colina 
de  Climnpel.  á  1a  vista  del  azul  y  gracioso  lago  de  Ginebra. 
Borno  udmiraba  al  Alfonso  VI,  en  cuya  época,  jiod/a  tina 
Ktjftutia  caminar  por  todo  ti  reino,  Hn  peligro,  Hecando  fn  la 
MOMO  abierta  iu»  tesoro»;  A  los  nobles  que  [loscyeron  palacios 
ooiDO  «1  del  Gran  Canciller  Pero  López  do  Ayala  y  como  el 
que,  (andado  por  el  salvador  de  D.  Juan  I  en  Aljubnrrota 
eiimiK:h<l  el  Almirante  ^ue  m  tenia  par,  engranileció  el  ex- 
ptrtfi  eatdillo  e  Iik  ik  iliscretút  y  enriqueció  el  qno  so  hizo 
Duque  dct  lofnnlado,  en  la  segunda  bntalla  de  Olmedo; 
i  admiraba  coii  mnyor  delicia,  al  Conde  W  que  tradu- 
t  oonentó  &  Pompouio  Mein,  y  escribió  Ditcursm  pn- 
»  para  la  edueacim  de  m  Principe  y  los  Comentarios  de 
I  de  Aragón  en  1591    y  15tf2.  al    procer  que  gnnií 


IXX 

Ijíiiulera  y  mosquetes  en  San  Quintín  y  el  sobrenombre  de 
Filósofo  Aragonés  en  la  morada  del  sombrío  Felipe  ó  á  D.  Alon- 
so V ,  que  representa  el  ápice  político  de  nuestra  nacionali- 
dad, con  la  magniticencia  (lue  representa  el  literario,  el  Petrar- 
ca Valentino:— él  concedía  coronas  de  luceros,  á  Píndaro  y  al 
Cisne  do  Mantua,  á  liacinc  y  á  Shakespeare,  á  Herrera  y  á  Al- 
Ücri,  mas  según  diría  Lamartine,  los  Benjamines  da  esa  familia 
universal  é  inmortal,  que  uno  elige,  para  constituirse  la  paren- 
tela del  alma  y  la  sociedad  de  los  pensamientos  eran,  im  Blan- 
cas, un  Martel,  un  Costa,  un  I^tassa  (¿ue  vale  un  Plutarco,  el 
P.  Murillo,  que  escribía  con  el  candor  y  sencillez  sublime 
de  Herodoto,  el  delicado  Fr.  Jerónimo  de  S.  José,  Liñan  de 
Kiaza  (¡ue  manejó  el  romaneo  á  lo  Góngora,  López  del  Plano, 
tan  querido  del  dulce  Melondez,  todas  las  personalidades  insig- 
nes en  suma,  de  la  tierra  que  nunca  ha  faltado  á  su  fidelidad  á 
los  fueros  del  buen  gusto,  pues  si  pecó  Gracian,  si  escribió  el 
Apologético  de  la  Escuela  del  pernicioso  cordobés  y  cultivó  la 
prosa  culterana,  hay  en  su  CriUca»  párrafos  que  persuaden, 
de  que  el  sabor  del  terruño  es  aquí  iucomx>atible,  con  la  perse- 
verancia en  el  mal. 

Nadie  supo  lo  que  Borao,  de  las  cosas  de  Aragón.  Conocía 
cual  su  propia  casa  los  monumentos  de  éste,  lo  mismo  la  igle- 
sia de  Alquézar  y  el  Sepulcro  de  Calatayud, — ^]>lano  en  piedra  y 
ladrillo  de  los  lugares  que  más  inspiraron  á  Chateaubriand  j 
Lamartine, — (pie  el  palacio  de  Illncca  y  el  castillo  de  Mesones, 
en  hora  1)árbara  destrozados;  y  hablaba  con  la  emoción  esté- 
tica que  Vasari  del  retrato  de  León  X  ,  ile  nuestros  esmaltes  y 
grabados  antiguos,  del  altar  mayor  de  la  catedral  oséense,  de 
las  pinturas  de  Claudio  en  el  templo  de  la  Mantería,  de  las  de 
Goya,  en  la  Basílica  de  la  venerada  Virgen  que  fué  el  Santiago 
aragonés,  al  inaugurarse  el  siglo. 

Cuanto  redundó  en  pro  de  nuestra  riqueza  espiritual  y  ma- 
terial, obtuvo  su  esfuerzo.  Todo  adelantamiento,  toda  mejora 
favorable  á  las  letras,  y  en  especial  á  bis  letras  aragone- 
sas, mereció  tenerle  de  su  parte.  Fundó  el  primer  periódico 
literario  que  han  dado  á  luz  las  prensas  de  Zaragoza,  y  fué 
alma  y  mente  de  sus  ateneos,  academia.^,  y  centros  artísticos. 


Literato,  en  DomLre  \á  imiito  ni  de  lii  SiblioUca  de  Hscri- 
Ivrtí  Arvffonetet,  (le  la  que  ee  digna  Mecenas  lii  Diputauíon 
proviDCial;  y  le  (lelicmos  ln&  biografiasde  Latass&,  ['igantelli, 
KcbonR^n,  (Jhssniayor  y  Vsnguns,  escrilHS  ttl  moda  ijue  eu- 
«eSú  n  aiirrar  la  Vida  de  aa  pereonajo.  el  grao  Navarrel^,  y 
lupttt-inn«eD  quo  eaculpiondo  con  migico  buril,  la  efigie  de 
I.OIWZ  dul  Plftno.  convirtió  en  (amiliar  lo  ijuc  urn  sutes,  unn  cu- 
rioaiilfid  erudita,  lirítlco.  ejecutó  inibajos  del  valor  de  O.  Urna 
f  D.  Ckntri  de  las  Flortay  El  amar  en  el  Teatro  de  Liq>f  v  los 
eatudioa  sobra  Ma^alin,  el  QiiijúCe  y  úCrntim  Epistolario.  His- 
Urímlor.  produjo  iinii  liiatoriit  ile  nueatm  irniversidud,  ¿a  Im- 
frtuU  ttt  ZarojioM  y  el  A  rbol  <fr  los  Rene»  y  Prlncipfí  arttffoofMí. 
PUólo^o.  rlió  n  In  estampa  este  Diccionakio,  precedido  de  unn 
JwIndtieúiOK  admirable.  Voeta.  noa  legú  un  Somanceiv,  no  tetv 
ntinado  ]>ar  desgracia;'  llevó  á  las  tablua  Is  gran  figura  del  mis 
ImUillador  de  los  AUuubos;  eacribió  varios  dramas,  que  son  para 
ta  Inetnra,  luús  que  para  la  rcpreüontiicíua  cBuúnicu.  Esci-itor 
didáctico,  euriquecid  tas  bibUotcciia  con  su  Tesoro  de  la  ¡n/an- 
cia.  Vico- Proa  i  den  te  del  Jurado  y  Proaidonto  do  una  de  las 
aeccioafa  de  la  ExpoBÍcion  Aragonean,  conmgro  aus  vigilias  á 
RttiHi-iitur  U  gloria  alcouzadu  por  su  país,  en  nquel  oortúmen. 
Dh-ector  dol  I.iceo,  lüzo  de  aquella  ííociudad  una  almáciga  lite- 
raria. Alumno  de  In  Universidad  de  Znrtugaza.  numcnló  el  nú- 
maro  de  los  liijoB  de  bendición  de  In  madre  enplentisima  de 
PtodencJo.  del  iluatro  autor  do  Iod  fastas  del  Justicia,  de  loa  Ar- 
IKOMulas.  del  Dr.  Andrea  de  llatarro».  de  Pignatellí:  catedráti- 
co, morcciü  QU  Hitinl,  donde  ¡o  Lubían  tenido.  Pedro  el  Onulor, 
iB-BiinlMdo  por  S.  Jurónimo,  Venioaa,  y  Sobraría»,  y  Mnlotí 
lo,  y  Abril,  y  Juan  Costa,  j  liortigaa  y  Portoiés  ol 
B  loerista,  y  Carrillo  y  Naearre  y  Guillen  ci  sabio  y 
il  Obiapo  de  i^aDnrlaa;  Rector,  elcvií  la  G.tciioln  de  que 
ano  Oerbuna  á  la  altura  do  las  mae  diatiniíuidaa  de  Ks- 
J  narró  laa  ^raiidetna  de  la  docta  Casa  qn»  dirigió  tanto 
,  iumiaablo  en  aus  alanés  por  onaltdcer  á  xu  jials,  auia- 
D  todas  las  cosna  por  Borao.  Ved  lo  que  hace  á  éste  po- 
■«1  quo  ara!70D<!'s  por  su  conn,  lo  era  aai  mismo  por  an 
;,.por »u3nlicÍone.H,porsuseatti(lioH, iioraus  dotiw  in- 


LXXIV 

en  luz,  esculpía  como  el  mejor  buril.  El  pudo  haber  producido 
una  historia  que,  siendo  una  obra  de  arte  bella,  fuese  admirable, 
considerada  en  sus  regias  críticas  y  método  de  investigación, 
enriqueciendo  de  esta  suerte  el  joyero  de  la  época  de  que  somos 
hijos  y  que  es  tan  gloriosa  en  el  linaje  de  estudios,  á  que  deben 
un  rayo  de  inmortalidad,  los  Niebuhr,  los  Savigny,  los  Gervi- 
nus,  los  liumbres  que  han  obligado  á  hablar  á  la  esfinge  egip* 
cia  y  al  ladrillo  caldeo;  que  «interpretando  las  raices  aryas  nos 
han  dado  á  conocer  al  Patriarca  de  la  Bactriana;»  que  en  las 
márgenes  del  Hifano,  del  Granges,  del  Eufrates,  de  los  cinco  ríos 
que  regalan  sus  aguas  al  Indo,  y  sobre  las  ruinas  del  templo  del 
Sol  de  Palmira,  han  reconstruido  el  Oriente,  con  sus  ciencias, 
sus  artes,  sus  sacerdotes,  susl sabios,  sus  astrólogos,  sus  gue- 
rreros y  sus  portentosas  é  inmensas  civilizaciones. 

Si;  él  pudo  haber  escrito  la  liistoria  de  Aragón,  al  modo  de 
un  Zurita  con  estilo,  satisfaciendo  así  una  necesidad,  más  im- 
periosa, á  medida  que  la  civilización  avanza,  y  el  mundo  clási- 
co, la  Edad  Media  y  la  España  que  fué,  remozan  en  un  Jordán 
de  juventud  y  resultan  más  bellas,  que  las  que  aprendimos  á 
ver  en  las  aulas.  Son  muchos  los  grandes  días  aragoneses,  que 
no  se  conservan  en  el  recuerdo  humano,  con  la  luz  que  doró  ó 
plateó  su  ambiente:  son  muchas  las  figuras  nuestras  que  resul- 
tan empequeñecidas,  al  lado  de  las  castellanas:  abundan  por 
ahí  errores  tan  crasos,  como  el  que  supone,  en  la  canas- 
tilia  de  boda  de  Isabel  I,  las  joyas  con  que  se  compró  al 
Océano,  el  secreto  do  América.  Hace  falta  que  no  resulte  hu- 
millado por  una  hembra  en  las  historias,  el  más  grande  de 
los  reyes  políticos  y  que  conste  lo  pingüe  de  la  dote  apor- 
tada por  las  Barras,  al  escudo  eu  que  uniéronse,  á  los  Leones 
y  Castillos.  Yo  bien  sé  (jue  ea  su  obra ,  liabría  sido  tan  vi- 
sible la  pasión  aragonesa,  couio  la  de  venganza  cii  Tucfriidcs,  ¡a 
de  soberbia  patricia  en  Tácito,  la  de  unidad  italiaiía  en  Maquiadc» 
lo,  la  de  portugués  separatista  en  el  au^or  de  La  Querrá  de  Cata" 
luJía ,  mas  hubiese  hecho  el  bien  inapreciable  de  añadir  un 
peldaño  á  la  escalinata  por  la  que  subiremos,  cuando  esté 
terminada,  á  un  ideal  que  acariciamos.  El  historiador  perfecto 
no  ha  existido  aún.  No  lo  fué  Tucídides;  no  lo  fué  Salustio;  no 


.Jen 


uloiaé  Tito  Livio;  no  io  íuó  el  má& ¡/raHtle  dí  íus  arí 
nt  de  kamlires,  el  Siinkespeave  de  U  liÍHtona;  nolo  linn  sido 
Uaquiavelo,  Di  Hiirtiulo  de  Mendoza,  ni  Muriana,  ni  Voltnire, 
niT hierrv.  ni  Mncnulny.  Llcfriirá  aio  etnbaí^  un  dí»,  en  ijuese 
)ixpiUkittoi-ÍA  por  la  kisloria.  y  Sin  máá  paaíon^ut  la  vei'tlad, 
g  ia  kermosara,  releja  y  riaenniü:  la  tela  dt  la  vida;  y  esto  acou- 
Mconi.  cuando  termine  la  tarea  de  inveatigiacion  eu  i^uo  ul  si- 
glo xrx  está  empeñado.  Hó  aqui  ol  pur  qué  los  iiorabres  lu- 
voPKÍdoa  por  Dios  consua  (lonus,  lieboii  aumentar  el  número 
de  toa  que  trabajan  eu  el  campo,  lertitiuida  con  sd  tiúliil  culti- 
vo, por  lüs  Mom^m  j  loa  (íibbon.  AdemÚB,  nun<|ue  precioesH 
Ub  conquistad  de  esa  oritica,  de  eae.  fUolugia,  eüpceie  de  Piedia- 
dtra  de  ¡a  eteruiílad  y  de  incUvaeioa  tecreta  gne  nos  nmduce  i  adi- 
rJMirfo^yawoe^nfUf,  la  historia  no  lia  de  liinitarsu  6  sortunn 
pura  eaencia  conservada  an  Uhron  bíq  estilo,  iiL'otndA  por  notns 
T  testimunios»;  y  si  ha  rie  uonvertirae  en  al^  semojanta  a 
atpteU»  tiiufa  alnoa,  aérea  al  priuei}»»  f  iavwble,  hija  ik  la  tie- 
ira  detpnes  y  de  fftMiKia  nuinijlftta  aóto  ]K>r  »wi  larga  viirai'a 
ée  vida  g  amor,  «s  preciso  que,  cada  vez,  sean  inúnos  mras  las 
páginas,  en  que  las  virtudes  puélicas  estén  eu  el  grado,  que  en 
la  Inttatla  de  Ounaxa  de  Xeuopbonte.  en  tas  Horcna  de  Caudium 
«le  i.iviíi,  en  el  naeeiunto  dfi  Roger  de  l'lor  de  Moneada,  en  el 
tOaíiae  do  Monjuích  de  Meló  y  en  la  entrada  de  los  bárbaros  en 
Boma,  de  Emilio  Castelar. 

BoTiio  podia  haber  sido  útil  colaborador,  en  la  empresa  de 
ncermmos  á  los  tiempos  en  i|iie  un  Tácito,  stiperícr  á  Tácito 
miatao,  compoojja  é  interprete,  los  elementos  dispersos  de  la 

^  nalidad,  dando  cabida  a  tuda  la  estética  que  admite  el  arte 
}  de  loa  Herodoto  j  Mariana,  que  es  superior  á  la  olo- 
n  gemrquía.  Como  iiabrJB  descrita  al  Batallador  en 
k  &  11.  Jaime  en  Mallorcn,  á  I>.  Alfonso  el  Magnáuimo 
mi  vL  Puerto  de  Marsella,  c!  Compromiso  do  Caspc  y  las  hazn- 
&u  grabadas  en  el  Tauro  j  el  Bosforo,  el  «{ue  nos  retrató  al  al- 
aogivar,  con  pluma  que  Pnntoju  Lnbria  aceptado  por  pineell 

■  pAbl  mucho,  muy  muclio  perjudico  á  Borao  el  quebo  hubic- 
Ola  tiiuloria  el  centro  único  de  sus  afanes;  y  al  poeta 
9  {nrefiido  ú  Hfírticnbiiscli,  en  que  en  ambos  el  ingenio  y  In 


LXXVI 

erudición,  aventajaban  al  estro) el  haberse  empeñado  en  cultivar 
la  lírica,  la  épica  y  la  dramática;  en  escribir  lo  mismo  sátiras 
que  leyendas,  epístolas  que  romances;  en  vivir  tomando  un 
día  la  copa  de  Anacreonte  ornada  de  pámpanos  y  otro  pulsando 
la  cuerda  profana  ó  abrazándose  al  salterio  religioso;  pues  no 
era  posible  que  tuviese  todas  las  facultades  exijidas  para  en- 
trar, pisando  ñores,  en  el  Alcázar  de  Hojeda,  de  Calderón,  de 
Rioja  y  de  S.  Juan  de  la  Cruz.  Asi  es  que  sus  poesías,  incluso 
su  Romancero,  que  es  su  diamanto  mas  limpio,  por  las  altas 
cualidades  de  historiador  que  á  su  autor  adornaban,  son  nada 
mas,  gallarda  muestra  de  lo  que  Borao  pudo  haber  sido,  si  hu- 
biese aspirado  á  merecer  tan  sólo,  una  de  las  tres  coronas  que 
constituyen,  el  atributo  de  la  literatura. 

Ix>  creo  tirmemente.  Si  D.  Jerónimo  Borao  hubiérase  limi- 
tado á  cruzar  su  pocho  con  la  estola  de  oro  de  la  didáctica, 
convencido  do  sus  nativas  aptitudes  para  el  mas  aragonés  de 
los  géneros  literarios,  habría  aumentado  los  joyeles  que  testifi- 
can, que  si  nuestro  siglo,  nada  ha  imaginado  mas  bello  que  la 
Alhambra,  ni  mas  sublime  que  la  catedral  de  Burgos,  ni 
de  hermosura  mas  perfecta  que  el  Apolo  de  Belvedere,  la  Vfr- 
gf%  (h  la  Palmera  y  las  Concepciones  de  Bartolomé,  su  lírica  en 
cambio,  vence  á  la  antigua,  por  lo  vasto  de  sus  dominios,  por 
lo  delicado  de  la  gamma  de  sus  variedades,  por  la  riqueza  de 
su  m(*trica,  de  su  ritmo  y  de  versiñcacion,  por  la  superioridad 
de  sus  Manzonis,  Leopardis  y  Foseólos:  de  sus  I^amartine, 
Víctor  Hugo  y  Mussct;  de  sus  líspioncedas.  Quintanas  y 
Zorrillas;  de  sus  Goethe,  Heiue  v  Schiller;  de  sus  Tenison  v 
Byron. 

Y  hé  aquí  que  a  Borao  perjudicó  muy  mucho,  una  de  sus 
mas  bizarras  cnalidatles.  Nadie  ha  empleado  jamás  el  tiem- 
po mejor,  ni  ha  dndo  menos  dojicanso  y  paz  al  espíritu  y  á  la 
péñola.  Nadie  le  avontnjó  on  practicar  con  exactitud,  el  pro- 
verbio n 9^1/1  düs  si'ñc  li^en.  que  esculpió  en  su  ]^leta,  el  pintor 
ilustre  á  quien  honró  Alejandro,  concediéndole  su  esclava 
Campas]>cs  por  mixielo. 

Fué  ol  mayor  enemigo  que  la  ociosidad  tuvo  nunca;  d  tipo 
más  acalvido  del  laborioso,  del  hombre  útil.  Más  aficionado  á  lo 


mejor  que  á  lo  buuno,  alcimíii  síeiupre  Ío  mejor,  que  es  el  ebee- 
quio  coa  que  Lu  Procidencia  demuestra  su  carjüo,  al  que  tra- 
baja. 

E«  mis  ncceatirio  este  hub  el  genio  ú  loe  fines  providencía- 
los fie  Ia  histofÍA.  Las  imaginaciones  privilegitulos  comiuÍBtaa 
la  iniDortüiidad  en  el  tiempo;  el  trabajitdor,  las  paLmae  de  la 
etcraidad.  No,  no  son  loa  siglos  en  que  Horecen  k  adelfa  y 
el  mirto,  los  más  lértiles  en  Llenes.  El  »\ireo  de  Horacio  no 
salvó  á  Uoma;  la  centuria  de  Vela»}uez  y  de  Quevedo  ce  uiiu 
canturía  de  decadencia: — en  cambio,  tmn  lieclio  feliz  a  la  liumn- 
nidad.  los  que,  k-oh  t>u  perseverancia ,  nuiijando  In  roca  dd  cns- 
tiUo.  htcieron  el  grano  de  pólvora,  que  lialía  de  destruir  á  ésto; 
cncoatruroD  en  ol  cristal  una  retina  superior  á,  la  retina  del 
botabre;  coustruy croónos  el  émbolo  de  la  máquina  de  vapor, 
la  retorta  en  que  se  descompone  el  agua  y  el  aire,  la  palanque- 
ta ilol  telégrafo,  la  prensa  de  Guttemberg,  k  lámpara  de  Davy, 
daada  do  la  .Viña  ó  las  cuerdas  de  la  nave  que  dobló  el  Cabo 

Tormentaa;..  los  que  ban  colocado,  en  1&  fachada  del  al- 
as su  gloria,   blasones  que  lucen  en   sus  cuarteles,  la 

escoplo,  el  nivel  y  en  sti  manto  de  armiño,  lea  mauclias 
LMuIor  que  cau  du  un  rostro  inclinado  al  suelo,  entro  las  es- 
del  trigo  ó  entro  loa  racimos  de  la  viña,  No  son  el  pue- 
blo y  el  liombre  más  grandes  los  más  sabios,  si  tienen  dañado 
otCDiason;  ni  los  mus  lieróicoo,  ni  su  aureola  tiene  color  do 

,  ai  los  más  poderosos,  si  el  puño  do  su  eEjiada  es  una 

j  {grosor  BU  imperio. 

que  no  exlsteu  más  clases,  que  las  dcRnidas  por  las  bue- 
obms  y  por  la  honra  v  que  In  ociosidad  es  vil,  el  puelilo  y 
el  hombro  más  grandes  son  los  más  trn  bajad  o  res.  Vivir  es  triL- 
bajar:  no  es  otra  caen  la  vida.  Magnifíca  es  la  entrada  de  un 
ejército  vencador  en  una  ciudad:— hojas  de  laurel  cubren  el  sue- 
lo; gidlardetes  y  arcos  triunfales  sin  número,  se  ven  por  todas 
partea;  millurea  do  cabezas  apiñanse  en  loa  t)alcunes  y  venluiias 
ilclüsoililkios;y  en  las  calles  y  plazas,  un  geutíoiumunsu  aprié- 
tale, cndn  insUinte  más.  Generales  bermoaeadoe  por  bis  victorias 
canwolean  con  su  corcel,  al  frente  de  sus  soldados  ennegrecidos 
jor  el  humo  du  la  pólvora;  una  lluvia  do  cotonas  y  de  flores 


Lxxviri 

cae  Hobrc  las  bniidera»,  acribilladas  por  las  balas;  deslumbren 
los  reflejos  del  sol  en  las  bayonetas  j  en  el  acero  de  las  lanzas; 
millares  de  pañuelos  se  agitan;  y  casi  apaga  el  mido  que  pro- 
ducen la  infantería  yartillería  que  pasan,  los  caballos  que  trotan 
ó  piafan,  las  cornetas  y  músicas  de  los  regimientos,  los  carros 
de  la  cruz  roja,  el  estridor  de  las  cadenas  de  los  pontones,  las 
armas  ([ue  chocan  en  las  espuelas  y  estribos,  los  hurras  de 
una  muchedumbre,  (]uo  agítase,  ebria  de  entusiasmo.  An- 
te espectáculo  tan  deslumbrador,  creéis  estar  en  la  conñueneia 
de  tudoH  los  ríos  que  arrastran  los  caudales,  en  que  se  distribu- 
ye la  oxibtencia:  y  sin  embargo  lo  que  veis  son  atributos  bri- 
llantísimos do  la  muerte. 

Ku  cambio  al  penetrar  en  una  fábrica,  en  un  día  en  que  los 
obreros  descansan,  las  silenciosas  máquinas  no  despertarán 
el  fn^ioHÍ  en  vosotros,  y  sin  embargo  allí  el  acero  sirve  al 
amor  y  no  al  odio,  ]nies  crea  vínculos  de  gratitud  y  lazos 
fraternales,  entre  el  i^obre  que  transforma  el  algodón  y  el  rico 
para  quien  es  la  tela.  Al  pensar  en  esto,  ¿^/  está  la  Tida! 
decís  sin  duda:  como  los  (¡ue  tenéis  sensaciones  rurales,  al 
ver  en  los  pueblos,  la  ausencia  de  ese  fastidio,  de  esa  me- 
lancolía, (^ue  proyectan  los  vicios  sobre  las  grandes  ciudades, 
hl  ver  la  \mi  (|uo  existe,  en  la  choza  que  humea  al  caer  la  tardo  ó 
(MI  la  casa  cuyo  vostibiilo  adornan,  trofeosde  agricultura  y  en  cu- 
yns  íJHlanciaM  os  hieren  el  oido,  piar  úc  golondrinas,  arrullos  de 
paloiniirt  ó  percibís  las  emanaciones  de  la  alcazarra,olorá  mosto, 
á  luminoso  aceite,  á  higoH  (U^  mieles,  á  sabrosísimas  frutas, á  ya- 
ca de  pezones  ubérrimos,  s(í  os  ocurre  exclamar:  es  cierto,  como 
dijo  ('Ooper,  ([ue  Dios  hizo  los  campos  y  es  cierto,  porque  son 
los  tidlores  en  los  ([ue  el  trabajo,  acerca  la  naturaleza  cada  día 
mas,  á  sor  digna  murada  del  espíritu.  Los  guerreros  son  los 
protagonistas  de  la  historia  pasada,  porque  la  liistoria  ]>asada, 
es  la  historia  de  la  guerra:  los  trabajadores  lo  son  de  la  novísima, 
porque  esta  es  la  historia  del  trabajo.  Y  en  verdad  que  los  unos 
arrebatan  mas  que  los  otros.  Sublime,  muy  sublime  es  Bo- 
naparte,  haciendo  lo  que  jamos  pudo  el  simoun  del  desierto, 
haciendo  estremecer  las  Pirámides  y  con\irtiendo  al  Egipto 
monumental  en  adulador  suyo;  y  sublime,   cuando  asusta- 


■'—  '■■-  -nrronea  üo  BU  misina  vietonn,  empujaron  un  ni'ir 
¡¡odia,  nraarrnroii  á  uiiiipcandRél.  al  arbitro  <io  las 
-i-nnradns  de  osle  por  un  oi'énno,  por  un  cielo,  jior 

■  Niumllftiiela  íonn  tórmln,  temlilnlmn  como  los  olas 
j  liiaMCii:-nlraB que  guardaban  al  que  tuvo  BU  Msipoen  Canora 
y  íU  Apeles  en  Darid.  al  que  niercciij  qtic  Ryron  le-  cantase,  que 
BelUni  le  cubriese  de  Bíoiupre-vivas  la  turobn  y  que  le  admira- 
Be  Manzoni,  especio  de  Ralnul  poeta,  que  conüeDHADdo  en  cuer- 
das eoaona,  loa  ra.vuti  uiue  daradns  del  aul  meridional  y  lo» 
uuui  dulces  del  sol  del  Narte,  rci^oneilio  en  hub  vergna,  la  enci- 
..-( .(r"-K-n  í  la  liiguunilatiuii:  sablime  la  liiuaúa  trscrita  pu 

;ii[iayo  j  eu  las  loin.is  del  Brucli,  y  Buhlime  NelBOO 
ii  iút.'tii.-a  usada,  rápida,  terrible,  conocedor  de  todos 

1'-^  do  Ui6  aguas,  en  el  instante  en  que  vestido  de 
¿na  lifíií'.'rnie.  straveaedo  por  un  tiro  del  FerméabU,  á  la 
visto  lie  Inescitudm  aliada  en  derrota  j  do  loa  buques  ca- 
pAÜolcfl  hundiérutOEu  eu  un  AtlAntico  de  EBugrc,  esclama, 
earrnndij  loa)  ojoa.  praciax  Dios  mío,  hf  rwmp/idn  rtm  mi  df- 
ier:  Bublime  Mooltko  sabteodo.  anten  de  calzarse  las  botas 
ileuuiutar.  que  Bit  eorcsl  rellucbíiría  bajo  el  Arco  de  la  Estrella, 
y  aubliiuc  Uendes^-NuQCz  eu  el  Callao;  BubÜme  SkobeJcIf, 
cubi«rtu  la  blatica  cafiacit  con  sus  coudecoracionea  todaa,  co- 
lou  qiiieu  nsiifti!  ¡i  tin:i  t;™')  Hesta,  Imai^ueando  les  BaUcanes, 
«n  intrepidez  'litrrn  de  Anibnl,  aiiaidso  de  convertir  la  me- 
<lja  luna  en  eecurjiin  de  les  cttbslIerÍKnB  del  Cmr;  j  subli- 
suPrim,  hermoao,  tmasfigurado,  e^gunlc  reproduce  Fortu- 
DT,  eaardecido  por  el  espectáculo  de  las  movibles  tiendas,  de 
)m  masas  de  caballería,  deloarelám pague  de  kiníant^rin. dclfuc- 
ptdelutiaterinB.por  laoureriidiul  de  ius  que  avanzan,  por  el  nLi< 
mero  de  loe  que  caen,  por  el  valor  d.-'  losqueídsor  beridos,  eú- 
ranssMBHolodo  intundinimiuoñ  BUS  enmaradas,  por  el  as- 
pecto de  fiure/a  ¿a  Iob  c«d>lvei'eB,  por  U  confiiaivn  de  Iob  que  so 
desbaadun,  por  el  ningootÍBiuo  eu  lia,  de  aquella  bora,  en  que 
lUaBo  el  liuuiD,  copiuHu  la  sangre,  lunguillcu  ul  peligro,  ¿  lui 
tiempo  BU  oyen  robustas  vocea  de  m.irido.  disparos  da  ruúleria. 
cañonaxOB,  a;'^;  ü?  niuerte,  toques  de  enronquecidas  cernotap. 
ol  raido  ((ue  producen  los  sables  al  rozar  en  las  piedras,  las  ca- 


LXXX 

pingardas  que  estallan,  las  balas  al  partir  los  aceros»  los  ba^ 
tallones  al  calar  bayoneta,  valiendo  él  solo  un  ejército  j  nn 
caudillo,  atraviesa  con  la  rapidez  del  rajo  un  suelo  sembrado  de 
valientes  exánimos,  de  armas,  mochilas,  cajas,  instrumentos  de 
música,  ruedas  y  arcenes  hechos  pedazos,  y  espada  en  mano,  á 
escape  su  tordo,  penetra  por  el  reducto  en  que  fué  gene- 
ral y  soldado  y  donde  la  metralla  respetó  la  majestad  del  héroe; 
porque  no  era  cobarde,  cual  el  plomo  de  la  noche,  en  que  las 
sombras  envolvieron  en  el  misterio  el  rostro  de  unos  misera- 
bles asesinos,  á  fin  de  librar  á  la  historia  de  la  vergüenza  de 
conservar  en  sus  páginas  los  mas  execrables,  de  todos  los  nom- 
bres criminales. 

Para  mí  es  mas  sublimo  aun,  el  que  voltea  un  puente,  el  que 
desinfecta  lagunas  y  pantanos,  el  que  construye  la  nave  por 
medio  de  la  que  se  cambia  el  nardo  y  las  perlas  de  los  golfos 
índicos,  por  el  tabaco  do  América  y  el  tabaco  de  América  por 
la  pasa  de  Málaga,  llevando  por  do  quier  la  comunidad  del  es- 
píritu; Kddison  en  su  homo;  I^sseps  yendo  y  viniendo  á  to- 
das partes  tan  rápidamente,  que  no  sé  si  él  vá  á  ellas  ó  ellas 
al  corrector  del  globo,  ideando,  sonando  y  ejecutando  trabajos^, 
por  los  cuales  le  ha  hecho  Dios  muy  de  prisa  viejo,  para  no 
ver  ociosas  á  las  generaciones  que  han  de  venir,  porque  nada 
Iss  dejaría  por  hacer  cu  verdad,  si  en  el  zénith  de  su  juventud 
se  hallase,  el  que  ha  abierto  2)uertas  de  bronce,  en  el  istmo  de 
África,  á  ñn  de  que  entren  en  las  aguas  de  la  civilización  las 
rojizas  olas  faraónicas,  (¡ue  |)enetraron  })or  las  del  Infierno  (Ot 
para  separar  el  Asia  del  pueblo  arquitecto  y  geómetra,  del  país 
del  símbolo.  Aquéllos  lucen  aureola  que  deslumhra  más;  éstos 
son  mas  humanos  y  útiles.  Y  sin  negar  su  importancia  á  un 
conquistador  ilustre;  á  artistas  de  la  talla  de  Van-Dyck  ó  De- 
lacroix;  ú  Keaumur  estudiando  eu  los  bosques,  los  trabajos  de 
las  orugas  procesionarias  ó  á  Beethovcu  inspirándose  en  las 
melodías  campestres,  para  escribir  las  Geórgicas  de  la  música; 
nada  tiene  que  envidiar  á  la  del  que  triunfó  en  Waterloo>  ó 
produjo  el  Cuadro  de  fas  LlaceSt  la  gloria  de  aquel  por  quien 

(1)    rucrto  del  liillerno  si^iflcu  Bab  el  Mandcb. 


liieiTon  aiiora  ea  miUures  Je  pucíioi-os,  patataa  que  alimenta- 
lia  eeta  nuche  á  sin  númeru  de  tnibaÍHdores. 

?er  esto,  yo  aplaudo  el  cncoutrnr  ea  las  cumbres  del  Pincio, 
tü  tas  calinas  melancólicas  del  P.  I^chaiae,  en  la  Abadía  de 
ÍToBtminter,  en  los  tumplüH  y  palacios  do  Venecta,  los  Imstos, 
lutumbae  <\e  los  hijos  mas  preclaros  de  Italia  y  Francia,  Je  la 
pathadeiJIíakespeBre  y  de  In  ciudad  de  loa  Dux:  yo  aplaudo 
i|uft  nuestro  siglo  hnyn  celebrado  los  ceotenarioe  del  epigrn- 
mítieo  historindor  Voltaire,  de  Rúbeas ,  Petrarca,  Calderón, 
Haríllo,  Sautn  Tercsn  y  lijanzío:  yo  aplaudo  la  apoteosis  de  Goe  • 
llie  en  el  castillo  dd  Weimar,  j  deseo  que  baya  un  día  ea  Lisboa, 
aa  Alcázar,  en  cuyas  iluminadas  paredes  se  contemple,  en  pin- 
Ouw  al  fresco,  el  ne«j  ik  D.  Mimnel  ct  Feiít,  &  Ádumaslor  cer- 
máidoie  tobff  el  Ca6o,  [aislaiie  Venus,  los  pasajes  mas  primoro- 
nadalaobra  producida  por  a(iuel  ilustre  g'loriñcaclor  delamxa 
ü»n«  que  describió  &  lo  Séneca  el  fui?^o  de  S.  Telmo;  que  en 
ns  ráiones  del  mundo  y  los  iilnnotas  parece  un  Dante;  que 
gnecmS  en  el  Atlas,  combatió  en  el  Rojo  y  en  el  Pérsico;  y 
trino  en  Buena- Esperanza,  soñador  ea  la  India,  visito 
casi  toda  In  tierra;  lo  mismo  el  mundo  ptolemáico  y  los 
países  que  descubrió  Magallanes,  que  el  hoy  tan  calumniado 
Goléete  Imperio,  que  Ojwne  el  principio  de  unidad  al  federa- 
Hamo  tártaro;  que  conociii  la  brújula,  la  imprenta,  la  pólvora, 
ki  filosofía  y  leyú  en  los  astros  antes  que  nosotroe;  que  con  un 
juiLso  admirable  ha  descartado  ¡o  maravilloso  de  su  credo; 
que  lia  dado  un  carácter  practico  á  su  moral  y  un  carácter  mo- 
ni &  su  religión;  y  que  haciendo  de  la  historia  «un  mayo- 
rugo  del  expiritu.»  ha  formado  una  especie  de  Iríbunald  de 
eoncilio  con  sna  historiadorefl,  Pero  si  aplaudo  el  que  Salaman- 
ca haya  erigido  una  estatua  al  fraile  que  superó  en  la  J'rn- 
ficla  tiel  Tajo  la  horaciana  ¡le  Nereo;  el  que  Espinel  en  Ron- 
da, al  Piítbir  de  /t»  ÁHgflen  en  Sevilla,  Cervantes  en  Madrid, 
Qauoou  (luctaria,  PIgnnU'lli  en  Znragoxa,  reciban  tcstimo- 
aios  do  cariño,  cuuaígondos  en  íironcea  y  mármoles;  deseo 
qnv  igual  acontezca  li  trabajadores,  como  Jacqunrd,  DoUon  y 
Ratnadcn  i  quienes  debemos,  un  telar  céltbre,  la  máquina 
divisoria  y  el  acromatismo  dclnntcDjo;  como  FuUon.  Evans, 


UlXXII 

y  el  Celiini  y  Antonio  Allcgri  de  la  alfarería,  soñador  en  el  te- 
jar de  su   padre,  en  el  taller  de  un  vidriero  y  en  la  ig'lcsia  de 
ChapcUe  Biron;   que  aprendió  solo,  la  geometría,   el  dibujo, 
la  pintura  y  la  estatuaria  elementales;  que  en  el  Pirineo  se  hizo 
pintor  y  poeta,   en  los  Ali)es  naturalista,  en  Flandes,  en  el 
Kiiiu,en  las  comarcas  privilegiadas  de  la  Francia,  extasiándose 
ante  los  liecliizos  de  los  camjws,  al  borde  de  la??  fuentecillas  quo 
retratan  invertido  el  paisaje  en  el  bosque  umbroso  en  quo  se 
oyen  los  mimos  do  las  alondras,  al  pié  del  ro]»lc  á  cuya  sombra 
descansa  la  oveja,  ó  bajo  la  parra  que  esconde  el  establo  de  la 
vaca  entrelazando  con  las  mazorcas  sus  racimos,  convirtióse  en 
teólogo,  lilósoío,  político  y  literato;  ([uc  Platón,  Virgilio,  Fidias 
y  Ilubens  de  los  obreros,  un  fragmento  de  Lúeas  llobbia  le  reveló 
un  arte  sublime,  merced  al  que  nos  reprodujo,  la  culebra  dor- 
mida,  el  niño  mamando,  los  juegos  de  Venus  y  los  amores, 
una  joven  que,  con  el  propósito  de  enseñarlos  á  las  gentes, 
lleva  en  el  delantal  unos  perritos  quo  ha  sorprendido  en  una 
cama  y  que  asustados  sacan  la  cabeza,  á  la  vez  que  la  madre 
ituerde  el  vestido  de  la  muchacha  que  apresúrase  á  tranqui- 
lizarla con  una  sonrisa,    é  innumerables  vendimias  de  una 
sencillez  encantadom ;  que   discípulo  de    la   naturaleza,  sa- 
bio, genio  de  corazón,  redentor  do  la  tierra  vil,  es  el  patriarca 
del  taller,  el  numen  del  trabajo  manual  novísimo,  el  alfarero  de 
la  Odhco,  de  la  Diblia  y  del  Erfjnyrlio,   ([ue  luchando  con  su 
hambre,  y  con  la  incredulidjid  e})igramática  del  ignorante,  in- 
vencible á  los  obstáculos,  ebrio  de  esperanza,  con  sed  de  gloria 
y  de  belleza,   quema  su  casa  en  su  último  liorno,  avasalla  la 
musa  de  la  inventiva,  triunfa,  y  símbolo  de  la  laboriosidad, 
inventor-tipo,  mártir,  rival  de  Kousscau  en  sus  ('onfesioiie,^^ — 
do  más  precio  aun  que  sus  vasijns, — dulce,  pío,  virtuoso,  con- 
vierte á  Bernardo  de  Palissy  en  j)atronode  losartesnnos  y  los 
libros  de  Bernardo  de  Palissy  en  Catecismo  de  la  profesión  que 
tiene  por  patriarcas  á  Coru*bus  y  Dibutades,  su  Jerusalem  en 
la  l\truria,  su  Atenas  en  la  Ohina  y  su  Florencia  en  la  Arabia. 
Por  esto,  si  hago  votos,  para  que  luego,  nuestra  Basílica  guarde, 
con  el  cariño  que  S.  Sebastian  do  Vcnccia  las  del  Veroiies,  las 
cenizas  de  Goya,  á  quien  debe  esta  ciudad,  entre  mil  Lencficios, 


!t  tiuqne  ile  S.  Cáitoe,  Bagiindo  milagro  dsl  arte,  al 
decir  de  un  iovea  escritor  ti),  n  toril  undoso  de  que  cu  el  pri- 
mero k  In/ania  Miryarila  ilc  VclaEi|UOZ,  iiuc  Jordán  t Inma- 
\AUdoffiiui  <ií  líi  pintara  y  de  la  que  no  sabíd  Menp-B  apqrtar 
1(c  ojos:  ni  bendecirá  el  día  en  que  reL-iban  liomenaje  B.  Argén- 
BCdnan  k  Plu;ca  da  In  Seo,  Josef  Lnzan  en  la  de  S.  Miguel,  el 
JiwtÚMUgro  on  la  del  Mercado  y  en  el  Patio  do  In  universidad, 
Zorita;  apetezco  que  ta  |>átria  por  él  tan  amnda,  toatiñque  bu 
gntitod  á  ikinio,  on  un  mo[iumi>nto.  Sea  éste  el  de  la  CQleccioa 
Ítem  abnis!:  ea  la  que  carreejwaden  loa  sitios  de  honor,  ¿  las 
laraonaa  pronunciadas  ea  la  cátedra  por  el  docto  innestro  y  que 
tltniiMí  aiiiservtt  manuscritns:  y  á  una  novela,  no  publicada 
aiLjiltisRGUQ  venero  de  lenETunjc,  Ib  joya  de  iin  gran  narrador, 
itt  un  ftmn  pintor,  de  un  irran  observador,  do  un  escritor  sin 
aaeia.  capáis  da  cautivar  á  los  que  leen  en  lorqo  de  loa  dora- 
dw  velado  reí»,  j  en  torno  de  las  camillas  de  tosco  pino  l^). 
Tanto  merece  a^uel  varan  extraordinario!.... 
íi»ili(iniIiniraniilBiiiieyo  li  la  iiimortalZnrugoía.  Sus  Lom- 
biM  de  furo  y  su  claustra  universitario  son  muy  reepeteblcs; 
cao  Im  r.mctonoe  pronunciadas,  on  In  asamblea  de  juriaeonenl- 

'"■  =i'Hiíelprnn  dialéctico  Cii I  lierges,  podría  formarse. 

:;iitntal:ensu3  Ateneos  y  Acndomiae,  Ib  juvsn- 
te^a  inád  trrates  ú  se  enraya  coa  fortuna,  en  el 
inrioamor, Zorrilla  yPrincijw:  las  redacciones  de 
'luiiu-jijcl  ICOS,  son  viveros  tnn  evcclünles,  como  cnnndo  en  ellas 
tltataba  al  escritor  novel,  üarraraa  y  Gonimlez;  empeló  Cavia  A 
■Uatnrnoa  su  donaire  y  geniales  afrudezatt;  Pablo  Ordas  su  co- 
neeiaa;  y  nos  reveló  sus  aptitudes  prodigioiías  Arnau,  orador 
ili|BlabrR  ládl.  i^Iaun  y  llorida,  filúsofü  pivfundo  y  literato  Un 
dMo,  quR  conoce  las  litcmturus  eslavas  no  inenoB  bien  que  la 
fatria,  jr  nomenotibiuu  que  Rsnilmnd  la  poesía  moscovita,  y  no 
M«noa  bien  que  el  Jlsplriíu  de  lax  Itye»  ú  la  Critica  ile  la  itaton 
fW«  los  trabajos  do  Murray  y  Vallace  sobre  la  nación  de  Podro 

I    ■    ■   ..  .¡i>  U  Via»M,  POBu  libroliitKlllaíohrí  Ooya. 

.  1  Kia  lia  la  txiBtfncin  de  ni»  noirla  Inédita  d*  Borao,  i  un 
-:',  Villohormoaa,  jicrsana  iliulrndialma,  cap&l  de  iiulla- 


LXXXIV 

el  Grande,  y  no  menos  bien  que  las  de  Pérez  Galdós  ó  Dickens, 
las  novelas  de  Tourguenef ,  Pisemslky  y  Distoyewski,  por  cuyas 
páginas  circula  el  aire  frió  de  las  márgenes  del  Volga,  en  las 
que  anima  el  paisaje  el  burlaki  tirando  de  las  maromas  atadas 
á  las  barcazas  de  hielo:  de  las  imprentas  do  la  capital  han  sali- 
do obras  notables  de  medicina,  de  filosofía,  de  arqueología,  de 
arte,  de  derecho:  al  lado  del  erudito,  (i)  que  ha  rectificado 
los  errores  de  los  analistas,  sobre  los  orígenes  de  nuestro  an- 
tiguo reino,  encuéntrase  el  que  mejor  escribe  el  cuento  ara- 
gonés C-í' :  y  próximo  al  banco  en  que  á  veces  estudia  el  an- 
ciano venerable,  (3)  que  ha  hecho  de  su  vida  una  profesión  de 
la  ciencia,  veis  copiando  manuscritos  al  joven  militar,  (^)  his- 
toriador de  la  Artillería  española  en  los  siglos  xiv  y  xv.  Y  sin 
embargo  el  hueco  que  Borao  dejó  entre  nosotros,  de  tal  suerte 
no  se  ha  llenado  aun,  que  á  semejanza  del  Conde  de  Castigliono 
á  la  muerte  del  Pintor  de  las  Gracias^  bien  podría  decirse: — 
desde  que  está  ausente  del  mundo  el  esclarecido  maestro, 
ya  no  parece  que  vivimos  en  Zaragoza. 

Merece  la  frase  el  autor  laureado  de  Los  Fileros  de  la  Union! 
El  hombre  de  letras  tiene  ya  carta  de  ciudadanía  en  tierras  de 
la  fama;  y  el  nombre  del  Profesor  será  pronunciado  siempre 
en  nuestras  aulas  universitarias,  con  el  respeto  que  en  Pa- 
rís, el  de  los  doctores  españoles  que  allí  enseñaron;  en  Sa- 
lamanca el  del  Brócense;  el  do  Lebrija  en  Alcalá;  el  de  Virués 
en  Viena;  el  de  Vega  en  Wilnia  y  el  de  Laguna  en  la  mar- 
gen del  Rhin  en  que  se  alza,  una  de  las  más  hermosas  mara- 
villas del  siglo  de  San  Fernando,  San  Luis  é  Inocencio  III, 
el  Dante,  Santo  Tomás  y  el  Giotto;  del  siglo  de  las  Partidas  y 
de  las  catedrales  de  Toledo  y  Burgos,  solo  comparables  en  su- 

(1)  1).  Tomás  X.  do  Embún.  autor  di»  los  Orígenes  del  i'eino  </í  At-ajon, 
obra  de  un  mérito  indÍHCutible,  que  conHulUin  lo8  doctos  y  que  es  una  roa- 
nifestacion  luminosa  de  la  crítica  moderna  de  los  Dozy  y  Schack. 

(2)  D.  Ag-ustin  IViro,  quien  prestaría  un  ^Tan  servicio  á  la  literatura, 
haciendo  con  los  muchos  y  buenos  cuentos  arag^oneses  conocidos,  lo  que 
hicieron  los  hnrmanos  Grimn  de  los  alemanes. 

(3)  Moncr. 

(4)  Arantogruí. 


IZXXV 

dtíAad  á  la  aludida  de  Colonia,  en  la  que  nuestro  Suriquti 
Olí.  deáiombrado  por  la  ilusioa  de  bienavea  tu  ronza  que  pro- 
dure  In  lu2  penetrando  i>or  Ins  rasgudas  vidrieras  del  termi- 
nada átietiie,  encoutraba  en  toda  bu  perCeccion,  el  (austo  aen- 
cQio  jr  h  solidez  gallarda,  )a  fragilidad  y  la  firmeza,  la  cir- 
ratioia  j  la  variedad,  lu  audacia  ;  el  reposo. 


DICOOMAniO  DE  TOCES  ABAGONEBAS. 


I).  Chri»el  de  ¡^  Flortt,  ce  la  obra  maestra  de  Domo.  Asf 
dicte  nn  ióven,  á  quien  admira  mucho,  apeear  de  laa  diferen- 
cias que  de  él  me  separan;  pues  en  !a  literatura, 

m  Si  e¡  ¡try  de  mi/acrim  «  mtmigo, 

^L  Yú  lo  toy  de  ¡a  nuga  y  m  por  eto, 

^C  Dejaré  de  cumplirle  tos  oJSños 

^T  Que  porjatlicia  y  por  honor  le  debo. !'.) 

Ko  discutiré  eon  el  Sr.  Hencndez  Pelajo ,  acerca  do  la  exnc- 
tHud  de  su  fraae.  Ciímo?  Gracias  ai  comprendo  lo  que  escribe. 
d  que  aoB  persuade  con  su  universalidad  j  su  rostro  easi  im- 
bectn:,  de  que  no  fué  un  privilegio  otoi^do  &  otro  siglo,  la 
eviia  de  Pico  de  In  Mirándola.  Lo  que  si  diré,  qua  este  dilcio- 
NAKiO  es  la  obra  mis  popular  de  D.  Jerónimo. 

Poruña  de  laa  muoUas  bendiciones  que  la  Divinidad  lia  dejado 
caeraobru  nuestra  G6[)ftña.  ciñe  eatu  cinco  coronas,  que  son  el 
■tributo  de  su  Imiierio  arlístieo.  Cinco  son  ana  literaturas  y 
cinco flualenguns,  de  las  que  hay  recuerdos,  en  la  literatura  do 
Castilla  y  OD  la  lengua  en  tjue  ec  gritó  liernt.'  tierra/,  en  la  nave 
d«  Colón  y  Granada  por  loi  Reyet  üatilkoi,  en  la  maa  célebre  to- 
rra núarita.  BctnalJtcmtaraangttanseliojy  viven,  obedeciendo 
á  nnaley  de  la  bistoria,  que  no  contradice  In  que  impulsa  ú  la 


(I)   CknAu^H. 


I  XXXVI 

unidníl  Iris  sociedades.  Ks  muy  útil  excavar  en  las  Pompeyas 
del  pasado,  en  busca  de  las  perdidas  írlorias:  es  justo  que  el 
éuscaro  procuro  que  salara  del  olvido  su  Altabiscar  y  el  idioma 
que  sirvió  á  Humbold  i)ara  investigar  nuestros  aborígenes  y  al 
i[ue  estii  reservado  el  verter  luz,  sobre  el  gran  período  de  las 
razas  hispanas,  vecinas  á  las  prehistóricas:  es  justa  que  el  ga- 
llego recuerde,  el  habla  en  que  el  Rey  Sabio  cantó  loores  á  la 
Virgen;  se  querelló  Macins;  escribió  Rimbaldo  de  Vaqueiras; 
el  habla  (lue  cultivaron  los  trovadores  del  Cancionero  del  Vah- 
cano,  y  la  poesía,  que  perpetúa  la  inocencia  infantil  de  la  espa- 
ñola, (juo  vivió  de  niña  en  aquellos  robledales,  donde  la  enre- 
dadera crece  v  las  flores  abundan  v  se  confunden  en  un  him- 
no,  el  cántico  de  las  aves,  las  exclamaciones  de  alegría  de  las 
danzas,  los  aires  de  la  albada,  de  la  gaita  y  de  la  zampo - 
ña,  el  piar  triste  de  las  golondrinas,  el  arrullo  de  la  tór- 
tola, el  siMiido  de  la  esquila  del  aprisco,  el  murmurar  de 
los  arn\vos,  de  las  fuentes  y  de  los  follajes:  es  justo  que  el 
ástur  ame  el  dialecto  más  á  propósito,  j^ara  que  un  Melendez 
empuñe  la  caña  jwstoril  y  celebre  las  dulzuras  de  la  vida  del 
cani^H^:  es  justo  «jue  el  erudito,  eu  1:ís  orillas  del  Llobregat  y 
dol  Kbro,  al  pié  dtl  Miguolere.  siguiendo  las  aliciunes  de 
Osito  siglo,  indague  el  valor  de  sus  JoriHs,  Masilovelles  y  Ausias 
Mari'h.  \  consagre  sus  vigi*i:ts.nl  o>tiidio  de  la  iengu'i  con  que  el 
arv^uivloiix»  duv  o:i  IVMet  y  Kiivl.  >u>  entusiasmos,  el  piadoso 
n>¿i  eu  ol  trmplv^  do  la  .V  v. "  r  .:,<  ,  '.'íTt:*.  ci  artisTa  pro- 
ruiujvon  o*:UKvs,:ii  Vo.\;o  iio.  ;.  rt  :;te  v:e  Fay  ó  en  ins  blancas 
ouiUv^.vs  ti«i  Moust'iix.  dv^-.uio  as'Utvv::.Si:::s  en  !a  nií-moria  la 
Iriüto.íi  omauuv».  Os^uk*  :Ix*  ;<'rv ::;>>:.. ^s  o:i  .:i  nivrj.orin  e!  roman- 
00  Ui.MjMV,  'liuíx^  »  U  ,*'a\t  sí. '.".:!  t;ü.;í  ,:e  '.::;  :«::?  :irale  ó  bajo 
oA  Uvlu^  do  ,'4;o:\v.  oív^r.o.  u;í  ::..  .  7s^  x  la  y  :>-;._-"'.:  •>/.  t¿i:e  peu- 
timíx  iauijvíw»*»  M,*  j  ..*:,'*.  us,*  ,r  \  o.\\v::í.  ;*r:  '.t  A'.h^r.:':  rar...  al 
v«iLtUxiU^%;o  ia  ',%'.•*:;;•)  ,'•*.  ,^;:oi-.  ;  .>'.o  "s.  v**, '.  ;:*.."  ^:  ?.. .  s  cvusclle- 

^  •^•'   . '   '  ■     •** '         ....,.,         >  .    ,  ,  ^      ......      ,- I  r^  - 

•    -  ••^•■-«••..«-_,.^-  .^ .  ^ 


¡Ütr  do  Homero  y  de  Tcóorilo,  en  Nájwle^.  ea  blikn,  on 
Cou»tant.ino|iln,on  liifinguna  lie  Almería,  en  Is  niive  de  Cor- 
bern.  cb  las  Navns.  en  el  sitio  i)b  (jninitiln,  en  Lr;ipinto...  Plíl.  ea 
niuj  justiil,  i  fin  de  que  rücuerden  la  eivilizaciotí  y  ln  HUifr- 
tiuU  \o  i|UH  deben  ú  la  Casa  de  loe  ■Tniínes  y  do  los  Alfonsos. 

tíí!;  luu^  juat4>,...  t«n  justo,  como  el  respeto  de  las  naciones  A 

uti  iKL-hii^u  Ue  glorín;  ¿  lo  que  le  recuerde  jornadns  célebres  de  eu 

-  viivos  preclnros;  euee^os  dignas  de  que  el  cincel  se 

<  UiándoloB;— ú  bis  nrniadurns  del  Cid  j  HornnnCor- 

"'  fcil,  C'  &  la  Duraiiüal  de  Rolnndo  y  á  la  espada  de 

Sueru  de  (jiiiaouQtt;  ni  inontanleüeOarcia Paredes; 

'f.i  '^1  de  Uáilcis  V;  a!  casco  ilo  11.  Jaime  bI  Conquifi- 

<  lUiiBcrito  de  un  subía;  á  la  ger.a  paleta  de  nn  Hoya; 

iij  un  MuzHrl;  iiL  cincel  de  un  ('ntiova;  al  anteojo  de 

^clsuiJ,  ':\  Jiériw  d(!  S.  Vicente  y  Alioukir:  «I  cuemo  de  cbí.»  de 

Cftrlomognu  formado  de  un  colmillo  de  elidíante;  á  la  caen 

de  Ufllael  eu  la  (Jontroéa  árl  Motit»  (s; ;  é  la  Peña  del  Amador  do 

Uualrio--  tu  ai  Adnútico.  Uassi  lAlcren,  el  iuipirar&  reconstruir 

litvrniiirt^,  á  i|»e  ruverdejcan  Tiejoa  laureloB,  i  que  retoñeare- 

mo»i>l4i.  nüpiracionsH  po'Jerosas un  din,  va  una  uU<p:n:  pues 

ui  luB  uuli|.'U09  espíritUB  pueden  renovarao;  ni  el  riberofio  del 

Miño  T  ul  A  umUii,  loe  pnisauos  de  Ui  rail  vec«a  inaigne  Pardo 

BauQ   V  del  eodarecido  Anbau.,  tienen  una  civilizuciuu  ó 

BM  íttun  i(n<!  «xpresMr;  ni  la  poesin  brota  vÍTn  y  animada  «¡no 

li.tBsBIfna  del  que  aíeilte.  Hora  .v  pienan,  loque  siente  y  llnni 

blü  ;  pienm  su  si^lo;  ni  ne  lopm  lo  diu^rndo  por  los  que 

StlwJfKgonjhtvktñ  ^nnnr  una  rosa  de  Jardín  ó  Ina  tres 

r.  punfraacandoii  los  trovadoras  del  n^lo  xv.  lamon- 

loaaetre  de  un  pasado  con  el  ppopüsito  do  roataurar- 

idose.  allígUndoBu  aobreun  recuiírdo. — hito  del  almn, 

■viva  de  nigua  aepulcri)  que  uaté  en  i-l  corazón,  altar 

íaneu  del  que  «on  iucien«o  lua  lítrrimas, — solicitattiio 

s  cuicina  tlu  umi  mueu  cúiiüidn,  melnncóUcn,  pcusnti- 


■E  M  Ilamn  Ui  oipnila  ÍA  Oran  Cniíltan  y  elrtn  va  las  Jiirai  nulva. 
i,  CkkMiii  Ulirmlu  i'or  Uuavi-nnio  OHIbI  pora  Üirlm  V. 
i ,  fionbra  dt  una  osUi  út  L'rlilno. 


LXXXVIII 

va,  hermosa  en  medio  de  su  dolor,  coronada  de  flores  sil- 
vestres, como  la  Ofelia  de  Shakespeare.  Porque  el  llanto,  la 
esperanza  dulce  que  dibuja  en  el  labio  la  más  apacible  son- 
risa, son  manantiales  que  fluyen  la  leche  nutritiva  y  la  miel 
dorada  de  la  inspiración;  pero  un  arte  elegiaco,  nada  más  que 
elegiaco,  es  imposible.  La  idea  de  lo  que  fué,  jamás  ha  engen- 
drado un  renacimiento:  si  no  va  unida  á  una  gran  confianza  en 
lo  actual,  es  estéril  y  aun  perniciosa. 

Sí;  jamás,  jamás  ha  existido  un  arte,  teniendo  por  única  fuen- 
te de  inspiración,  el  dolor. 

No  me  citéis  los  Trenos,  páginas  arrobadoras,  dechados  de  la 
ternura  y  la  melancolía ,  en  su  belleza  completa  y  perfección 
absoluta!  Jeremías  era  su  pueblo  transformado  en  hombre.  No 
me  arguyáis  en  contrario,  recordándome  los  cantos  de  Hungría, 
Polonia  y  Bohemia,  porque  la  cárcel  en  que  estas  gimen,  guar- 
dadas por  cerrojos,  que  son  imperiales  cetros  y  las  heridas  que 
les  causan  sus  grillos  y  el  chacal  coronado,  que  tiene  un  lá- 
tigo de  oro  por  atributo  de  soberanía,  en  las  heladas  márgenes 
del  Neva  y  á  la  sombra  de  los  cimborrios  de  topacio  de  Mos- 
cou, convierten  en  un  grito  de  libertad,  la  memoria  de  lo  que 
fueron  las  tres  naciones  esclavas,  y  sobre  todo  la  que,  madre 
ayer  de  Sobieski,  llora  hoy  al  que  poetizó  sus  amarguras,  á 
Ohopin,  el  músico  Benjamín  de  los  desterrados.  Pero  entre 
nosotros  no  acontece  lo  mismo.  Ni  Navarra,  ni  Asturias,  ni 
Galicia,  ni  Cataluña,  han  sido  víctimas  de  crímenes,  cual  el 
crimen  de  que  lo  es  la  nación  Briseida,— gran  maestra  en  el 
arte  de  morir, — que  despedazada  por  las  uñas  de  tres  águilas, 
fué  un  día  la  más  poderosa  de  la  Europa  Central  y  vio  el 
estandarte  blanco  do  Prusia,  inclinado  ante  su  bandera,  en 
ceremonias,  cual  la  conmemorada  en  el  Homenaje  de  Alberto  de 
Brandemburgo  á  Segisniu}ido  (0.  Y  no;  no  se  encuentran  en 
el  estado  de  la  perspicaz  raza  judia,  que  influyó  de  un  modo 
tan  enérgico,  en  el  progreso  humano,  el  país  de  los  Beren- 

(1)  Cuadro  de  Matejko,  premiado  en  la  última  Exposición  d«  Bellas  Ar- 
t«s  do  Roma  y  que  está  en  la  Galería  Nacional  do  Cracovia,  al  jado  de  La9 
Hogueras  de  i\'et'0)i,  magnífico  lienzo  del  {,Tan  Siemiradski. 


gueres,  yel  que  en  la  Kdnd  Media  ffué  el  primer  Parlamento 
j  1&  más  alta  cúspide  de  In  libertini  que  habinae  Imstn  euton- 
ccB  conociilo;»niel  Bucewirde  los  hrnvosde  l^íovndongn;  ni  el 
nieto  del  vasalto  de  Snnelioel  fuerte,  biznieto  del  liéroedc  Ron- 
cesvallee;  ni  el  devoto  del  i^ue  aímboli-za  la  unidad  capíritufLl  de 
España,  y  dio  au  niHnbre,  al  peregrino  de  Compostela  para  que 
cristiiinizase  la  TÍa-kactea,  á  los  que  lucharon  por  el  Evange- 
lio en  la  Reconquista,  para  crearles  un  lazo  de  unión  j  al  sol- 
dado de  AlíoDso  YITI  y  Pedro  1!,  &  los  David  que  derribaron 
i  Almanior.  ú  los  sitiadorefl  de  Murcia,  Sevilla  y  Granada, 
para  que  su  grito  de  combate  fuese  nn  talismán,  que  les  diese 
el  privilegio  del  triunfo. 

Todas  lua  mouarqiiiHs, — peraonajes  de  la  epopeyn  que  tiene 
su  inicial  on  In  Cruz  de  la  Victoria  H), — ntrnianse  entre  si:  y 
Baoesivumentu  dejaron  de  ser,  con  virtiéndose  en  España,  en  el 
altar  en  euyn  presencia  celobrüronse  las  nupcias  de  los  Reyed 
Católicos,  l'ara  que  alboree  un  Renacimiento,  para  florecer 
una  pascua  literariu,  necosarioa  son  inteligencias  que  adivinen, 
genios  dotados  del  don  de  profecíii;  AtíobIob  y  no  Petrarcns  «1 
Tassos  (|ue  escriban  pocntns  á  í^eipíon  7  ni  África  ó  tallen  un 
locero  vespertino,  como  La  Jrrutale'it  Libfr(ai¡a.  Lo  que  fué,  «ja- 
mas despierta  los  afectos  que  vienen  &  ser,  como  los  hilos  miste- 
noeoa  con  los  que  se  teje  la  urdimbre  de  la  vida  y  se  prepitm  á 
Ik  íntciacíou  del  progreso,  las  generaciones  por  venir.»  Históri- 
carneóte  hablando,  las  nacionalidades  perdidas  en  la  antigua 
Iberia,  no  son  un  dolor  justo.  Mus  aun .  el  trabajar  por  recons- 
truiclae  es,  declararse  relulde  contra  lu  historia,  pues  equivale 
á  desobedecer  el  cikligu  fundnmental  de  esta.  Si  tales  sentí- 
miealcs  existen  en  alguno,  enl  leuda  que  no  pueden  c-onetituir 
un  manantial  del  arto,  pues  el  arte  no  es  hijo  de  lo  individual  y 
si  en  cambio,  erhemenlísima  aupiynriim  á  la  general  de  la  aatarit- 
iaa  «W  komirt,  ¿  lo/iUuro ,  á  ía  bienanenlitranza,  j  por  esto  sus 
sacerdotes  mas  legítimos  eellamauGoya,  mas  bien  que  David. 


(II  Lo  eras  romlDic*  At  Is  RccocqulslB,  fbrrutla  én  oro  y  guamcclda  lie 
ptdiurtd  pur  Alfonso  Itl  ftt  Magno.  M  guarda  en  el  ri'l  Icario  ilfl  la  Címarn 
■anta  do  In  etUdnil  eTctmir. 


xc 

No  quiero,  no,  el  cultivo  de  las  literaturas  regionales,  si  los 
móviles  que  lo  impulsan,  son  tendencias  que  ia  crítica  conside- 
ra bastardas,  ó  el  vano  empeño  de  continuar  la  tradición  poéti- 
ca del  siglo  de  oro,  de  la  (jne  carecen  muchas  de  aquellas,  fal- 
tándoles en  su  virtud  el  arte.  La  literatura  catalana  por  ejemplo, 
palaciega,  erudita  y  raras  veces  popular,  antes  de  D.  Jaime; 
con  inspiración  suya,  mirada  á  través  del  espíritu  de  las 
reformas  del  Conquistador',  sin  pensanMento  nacional,  auu- 
que  originalísima,  en  LuU  y  Muntaner;  imit^idora  hasta  la  se- 
gunda mitad  del  siglo  xv,  en  (¿ue  recibe  los  eñavios  de  la  musa 
de  Gastilla;  no  tiene  savias,  sino  para  producir  épocas  que,  cual 
las  de  los  Consistorios  y  el  Gay  Sader^  dejen  tras  sí  máximas 
de  retórica...  «Los  Quintilianos  nunca  han  sido  anuncio  de 
grandes  periodos,  en  la  Literatura.» 

Todas  las  poesías  regionales  uniéronse;  las  obras  escritas 
en  el  habla  de  Serveri  de  Gerona  y  Guillermo  de  Berga,  eu 
que  fueron  traducidos  los  amadores  de  Laura  y  Beatriz,  eu  que 
cantaron  los  que  obedecían  las  Leys  de  amor  de  Moliner,  en- 
riquecieron el  tesoro  literario  de  Lüspaiía,  que  empezó  á  conside- 
rar tan  hijos  su\os,  al  que  le  legase  el  Minado  de  Palacio  y  á 
Juan  de  Mena,  como  al  triste  Rodríguez  del  Padrón,  y  al  es- 
clarecido numen  0)  Benjamín  de  aquel  j/íozo  dignisiino  de  rtic- 
jor  fortwiia  ij  d^ padre  nia-s  ríiatiso  (2);  y  desde  el  siglo  xvi,  el 
arte  de  Castilla,  no  expresa  una  particular  cultura,  sino  la  del 
pais  que  aprisionó  al  monarca  mas  caballeresco  de  su  época; 
que  limpió  de  j)initas  las  olas  mcditermneas,  eclipsando  con 
este  triunfo  la  fama  del  rival  de  César;  que  luchó  en  Mulberg; 
que  fatigó  los  tornos,  labrando  fajas  para  sus  caudillos. 

Pero  si  así  pienso,  aplaudo  el  que  por  otros  motivos,  se  cul- 
tive la  lengua  de  las  Cantigas  y  sobre  todo  la  lengua  de  la  Co- 
rona de  Aragón.  Una  lágrima  que  sonríe  placentera  produce 
siempre,  la  memoria  del  hogar  bajo  cuyas  vigas  resonó  la  voz 
de  nuestros  padres  y  hermanos:  irresistible  impulso  induce  ú 

(1)  El  Marques  d  c  '^finí  illana  llama  á  Ausias  March,  gran  trovador  y  ca- 
ron  de  esríarerirío  inrjcnio. 

(2)  Ei  P.  Mariana,  reilrieudose  al  Príncipe  de  Viana. 


XCI 

las  fnmilias  á  recordar  su  casa  solariega,  con  altivez  ó  con  la 
modestia  que  Quevedo,  en  su  célebre  epigrama  íl-,  á  Ins  en- 
tidades á  no  olvidar  sus  pragmáticas;  a  los  paises  á  celebrar 
sus  fechas  memorables;  á  los  individuos  ^2)  á  amar  la  lengua  de 
su  niñcíí,  y  sobre  todo  si  es  la  de  los  que  formaron  con  sus 
picas,  después  de  Guadalete,  el  Ararat  de  acero  en  que  sal- 
vóse el  arca  de  nuestra  libertad,  de  las  leves,  culto,  y  lite- 
ratura cristianos,  ó  la  del  AUabiskarco  cantúa^  ó  la  que  es- 
cuchaba el  peregrino  en  sus  noches  de  vela,  junto  al  sepulcro 
de  Santiago.  Y  si  á  esto  se  añade,  la  justicia  con  que,  nacio- 
nalidades enemigas  de  la  uniformidad  y  de  la  centralización, 
buscan  por  el  camino  de  oro  de  las  letras,  lo  que  otras  corrien- 
tes no  les  procuran ,  el  vivir  bajo  el  imperio  de  la  ley  de 
unidad  y  de  la  ley  de  independencia,  se  comprenderá  cuan 
nobles  son  los  afanes  del  compatriota  de  Rosalía  Castro  y  de 
los  que,  en  la  falda  del  Tibi-Dabo,  se  consagran  á  salvar  el  habla 
de  sus  abuelos,  de  la  triste  suerte,  que  ha  cabido  á  muchos 
dialectos  de  la  Edad  Media. 

Pero,  ni  el  que  escribe  Espinas,  Follas  e  Frores,  ni  el  discípu- 
lo de  Aribau,  alcen  jendon  para  derogar  la  ley  sapientísima, 
que  crea  ij  (/estruje  en  procec/io  de  los  hombres:  no  esj^eren  re- 
surecciones  que  no  sucederán,  al  borde  de  los  sepulcros  en  que 
yacen  sus  literaturas  amadas;  que  el  restaurador,  á  lo  sumo 
puede  producir,  un  instante  literario.  Sin  vida  pública  el  cata- 
lán y  el  gallego,  no  han  recibido  la  influencia  (jue  los  lieclios 
generales  y  la  martlia  de  la  civilizaciuii  ejercen  en  las  len- 
guas, amoUlándolas  á  nuevas  tendencias  é  imprimiéndoles 
novísimos  caracteres.  Kl  escritor  moderno,  no  luiede  hablar 
como  el  del  siglo  de  oro,   cuyo  dialecto  perdióse  para  siem- 

(1)    Ks  mi  casa  solariega, 
má.s  soiario«jra  que  otras, 
•  ])UP.s  i>or  no  U'woT  tojado 

1«^  (la  el  .sol  á  todas  hora^,   • 
escribía  Quevedo,  rec<n'  landu  la  suya,  en  el  delicioso  valí»'  de  Toranzo. 

(2)  De  ;-''iiia  me  sirve,  el  luajjfuí.ico  iiscur.^o  leido  en  la  Academia  e.^ipa- 
Tiola  jior  el  Sr.  Üala^ruer.  ilustre  hermanoen  las  leiras,  de  Federico  Mistral. 
AjtruVí'cho  e>ta  coyuntura  jara  ofrecer  ti  tejátimouiude  miudmiracióu  cu* 
riñosa,  al  yran  historiador  y  poeta. 


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: ras,  i ■  i  o r i lu 1 1 u ,  ■.' l  >. i o».' .■■:.■...■  i .■  .V "x  .■: ,  : :".i ": n ; : -i  -? l - rrx'z ir:v.r\ 
t-a   Ksi'tiiiii    ;-::vi.i    sc'-'io.vt   y    ".j:í,"";as   .-so jlvl?     V--   ^-    ^L'^- 


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V    . i'. is;í.-!i.i.'  'íi.i    ■:'.;- 


á  tí,  que  ea  isu  cieíwrrgllo  no  produzca  lo  diferenltí»; 
00  ol  Üaiverao  y  Ja  historia  de  líi  uoidad  j  la 
sdsd;  jr  como  el  Cníverso  y  la  hístona,  las  leoguas.  La  i'e 
s  sulxlívidiüae  on  ionumoriiblea  iHalectos.  en  la  dorada 
ft  de  Ib  perrnne  juventud  del  alepre  pais.  que  perfumii- 
bwi  la  miel  del  Hibln  y  el  tomillo  del  Himeto:  Koma  no  pudo 
ooRseguir  la  unidad  nn  el  orlie  de  las  letras,  pues  según  obser- 
va nuestro  TuUio.  dJ  Tertuliano  trasciende  á  África,  Séneca  á 
cordobés  y  en  los  epigramas  da  Valerio,  se  vé  un  hijo  de  la  ciu- 
dad BO^da  á  flor  do  tierra  por  los  siglos,  na  el  collado  Bam- 
bala  y  un  pala  vi  no,  en  el  suave,  honesto,  y  el  ocii  en  te  histo- 
riador, que  escribió  sus  purractimcs,  con  leche  pura  y  cniído- 
rosa.  Dice  con  acierto  D.  Víctor  Balsgucr:  — ea  ley  natural  (¡ue 
loa  sociedades  biiuianna  est¿a  somotidaB  á  la  do  unidad  y  á  la 
de  indcpcndencin;  laas  no  se  olvide  qne  la  unidad,  no  evitando 
ol  Scyln'de  lo  uniíorme,  conduce  á  U  servidiimhre  liierática  y 
!■  iodependencia,  si  no  huye  el  peli^o  de  los  profanaciones  del 
Mho.  cierra  entre  sus  brazos.  ^ 

(Ifimitt,  iolorfs,  /¡uerras, 
mwrUi,  asolamfnlos,  Jterot  malta. 
Sí  e«to  U8  innei^ibie;  y  la  armonía  como  la  variedad,  un  pre- 
cepto necesario  de  vidií;  si  forman  la  personalidad  Estado  las 
personalidades  provincias;  catas  desaparecen,  al  caer  en  ol  seño- 
río do  aquella;  y  liter.-iriamente,  si  su  habla  nativo  es  objeto  de 
brue^os  atentjidús  en  su  dignidad,  t'l  herir  la  de  las  lenguas  re- 
f^ionalea.  e»  nangrar  la  lengua  putcín.  i)ue  será  mas  eximia  y 
de  salud  mas  tirmc.  cuanta  mas  ex.imta  y  mas  en  salud  estén 
aqnellns,  ú  scmoianT.a  de  lo  acontecido  en  otras  órbites,  en  las 
quo  el  poderío  y  el  amor  patrios,  hállntisc  cji  raion  directA,  del 
amor  local  y  del  poderío  provincial,  l.o  conürma  La  historia, 
l^spaüadió  ejemplo  do  un  delirio  sublime,  cuando  Cataluña 
renovaba  en  lo»  collados  del  Brucli  la  humúa  de  Loónidas 
inmortalizada  por  el  Tito  Livío  de  la  Piutura  Francesa,  el  grau 
^id;  cuando  Aragón  eclipsaba  en  la»  tiipijis  de  Zara^^za  lu 


),  Bmillo  CtavcLar. 


XCiV 

fama  de  Sagunto  y  de  Cartapro;  cuando  Bailen  y  los  Ampiles 
daban  su  numbre  á  batallas  tan  célebres,  como  la  de  Manitho 
en  los  anales  jjrrieiros,  la  de  Farsalia  en  los  de  Roma,  las  de 
Poitiers  y  Simancas  en  la  Edad  Media  y  en  días  más  próximos 
á  nosotros,  las  del  Garellano,  Pavía  y  Waterloo. 

A  las  lenguas  locales,  es  á  donde  ha  de  ir  la  oficial,  en 
busca  del   modismo  que  necesite   para  agraciarle  ó  embe- 
llecerse.   En   mudo   al¿runo  á   las  estrañas;   á   las   de  genio 
diversu!  En  modo  alguno  á  la  que  hablaron  Boileau  y  Bal- 
Zíic,  como  es  costumbre;  pues  si  la  lengua  de  Boileau  y  Balzac, 
al  decir  de  Vultaire,  es  una  {>obre  orgullosa  que  lleva  á  mal  la 
socorran  con  la  dadiva  mas  humilde,   tiene  que  ser  muy  ava- 
ra en  las  suyasl  Kl   ilustre  Jovellanos,  tiue  pensaba  de  este 
modo,  ideó  el  formar  un  Diccianario  hable  y  aun  trazó  el  plan 
de  él,  ávido  de  acaudalar  el  idioma  en  que  escribiese,  el  Delin- 
cuente Honrado,  el  Pelafjo  y  el  Informe  sobre  la  Letj  Agraria,  Y 
con  idénticos  anhelos  produjo  Borao  este  libro  Propúsose  en  él, 
dar  á  Castillf^quello,  en  i^ue  Aragón  la  supera.  Propúsose,  el 
alejar  de  todo  im[)ulso  á   hacerse  tributaria  del  extranjero,  al 
liabla  de  Lope,  Tirso,  Granada  y  Solís,  obsequiándolo  con  voca- 
blos (jue,  siendo  propios,  fuesen  nacionales.  La  donación  no 
podía  resultíir  ofensiva  pues  la  procedencia  de  un  agasajo,  en 
nada  disminuye  el  mérito  de  la  grande/a  que  contribuye  ú  au- 
mentar ó  á  formar,  como  en  nada  di.sminuve  la  irraudeza  de  la 
corona  de  Francia,  Inglaterra  y  Austria  ó  el  cetro  de  Rusia,  el 
(jue  el  MoHÍ'üa  de  Luz,  el  liefjentr,  el  Orlorr,  la  IintrcUa  Polar  ó 
el  Gran  Duque  r/V  Tosraua^  fuesen  hallados  lejos  do  París,  del 
Támesis,  del  Dniéper  y  del  Danubio. 

No,  no  se  desdura  la  lengua  de  Cervantes,  porque  reciba  de 
Aragón  p;ilabrns  (lue  carecen  de  traducción  castellana:  de  no 
aceptarlas,  se  priva  de  poder  espresar  muchos  conceptos,  como 
los  cuutenidos  en  alreudar,  ceprenar,  esterna,  eslemar  y  encal- 
lar^ ^    rcdoli/M^  ultranza  ^¿  y  zmizir  »(\ 

^1;    Arabuá  se  loen,  en  li.>s  pyiviícijios  de  la  C'nion. 
{'¿}    Isulii  nuchtru  Zurita,  frfcueutt'iiuntc. 

T  Veansí-  las  Xolis  del  discurso  de  recepción,  cu  la  AcaJeraia  Esv'a?iu- 
la,  del  elefante  historiador  de  los  Trovadores. 


xcv 

Y  no  solo  no  se  desdora,  Bino  que  le  aconsejan  la  aceptación 
del  tributo,  el  sentimiento  de  nacionfilidad  y  el  patriotismo, 
con  tan  varoniles  caracteres  revelados  entre  nosotros,  pues  el 
mismo  móvil,  la  misma  inspiración  hay  en  la  len|jrua  del  Libro 
de  trotas  del  Rey  I).  Dionis,  de  las  CtUitigos^  del  Cancionero  de 
Dama,  de  las  obras  del  Habi  1).  Santo,  de  las  Luisiadas  de  Ca- 
moens,  que  en  la  de  los  hermosos  romanceros,  y  de  la  poesía 
cortesíina  y  popular  de  Castilla. 

Xo  se  olvide  que  en  la  len^rua  y  literatura  de  esta  influyeron 
la  lengua  y  la  literatura  refrionales  y  sinjjrubinnente  las  de  Ca- 
taluña y  las  del  ])aís  (jue  tiene  su  Pelayo  q\\  Alfonso  Knritjuez. 

No  se  olvide  que  las  producciones  del  donoso  y  travieso  Ar- 
ci{)reste  de  Hita,  las  estrofas  de  Alfonso  Aivarcz  de  Villasandi- 
no,  los  delires  de  alicer  Francisco  Inij)erial,  los  versos  célebres 
del  Condestable  don  Alvaro  de  Luna,  Kl  Desden  con  el  Desden, 
y  /;/  Exnmen  de  Maridos,  ]ueflras  son  del  Alcázar  de  las  letras 
españolas  y  quo  en  tules  monumentos^  visible  es  la  huella  del 
numen  de  la  refrion,  que  fué  mitro  de  j(d)Ho,  oe  prez  ij  de  cultura. 

No  se  olvide  (uie  (-astilla  adoptó  por  hija  á  la  ])0psía  proven- 
zal  y  se  sirvió  de  las  cuerdas  lemosinas  para  levantar  el  espí- 
ritu púi'lico:  (jue  antes  del  libro  de  los  Ilei/s  d'  Oriente  suena 
en  la  patria  del  '.'id  el  huid  venido  del  Kódauo,  cuno  laúd  gozó 
de  gran  privanzn  en  Ins  cortes  leonesa  y  castellana;  (jue  un  Tro- 
vador provocó  el  entusiasmo  á  favor  del  sitio  de  Almería  y 
di()  en  la  Pi-sninn  origen  al  sirre;!fe.vin^  (^uo  otro  trovador  saludó 
á  Sancho  JII,  no  bien  este  se  hul^o  sentado  en  el  trono,  votro 
lloró  la  rota  de  Alarcos  y  otro  ])redijo  el  triunfo  de  las  Navas; 
que  Alfonso  VIII  y  S.  Fernando  vivieron  rodeados  de  cantores 

V  el  Rev  Sabio  tens-ionó  con  ellos  en  su  habla,  les  llamó  á  sus 
consejos,  les  otor<:ó  la  mas  hidalga  hospitalidríd. 

No  se  olvide  el  carácter  de  la  poesía  castellana  en  su  niñez, 
í[ue  justilicanos,  el  que  haya  en  el  Dircionnrio  de  la  Academia 
muchos  vocablos  de  Provenza  v  niuchoscastizamente  catalanes. 

Y  i)or  último,  no  se  olvifle  lo  (jue  las  letras  y  la  lengua  de  Cas- 
tilla deben  á  la  <  "asa  de  Arairon.  Y  si  esto  es  así;  si  los  ideales 
á  que  ie>ponde  y  traduce  la  lengua  nacional  son  los  ideales  á 
que  responde  y  traduce  la  eúskara  ó  la  gallega,  á  la  eufonía, 


XCTI 

á  la  propiedad  del  idioma  conviene,  el  que  trate  de  enrique- 
cerse, buscando  medio  de  expresar  con  concisión,  los  concep^ 
tos  para  los  que  le  falta  palabra.  ¿No  las  tiene,  comprensivas 
áe  dar  en  enfiteusis^  caer  el  rocío,  recibir  im  golpe  en  la  cara  con 
herida?  Pida  á  Aragón,  á  Galicia  y  á  Asturias  sus  verbos  atre%L~ 
dar,  orhallar  y  afrellarse,  de  purísima  fuente  y  de  fisonomía 
castellana. 

La  vida  provincial  favorece  á  la  nacional,  porque  no  es  ne- 
gación del  carácter  denlos  individuos  la  unidad  política.  Riquí- 
sima en  oposiciones  y  diferencias,  en  virtud  de  su  mismo  prin- 
cipio, armonízanse  éstas. 

Ahora  bien,  del  mismo  modo  que  la  vida  provincial  y  aun 
la  municipal  es  de  justicia  disfruten  de  todos  sus  derechos, 
bajo  las  leyes  de  la  armonía  y  dentro  de  la  unidad  en  que  viven, 
si  hemos  de  tener  poesía,  lo  es,  el  conservar  las  preciosas  va- 
riedades del  habla  español.  Mas  aun;  si  lian  de  ser  perennes  las 
privilegiadas  cualidades  de  este,  es  preciso  que  no  pierdan  las 
suyas  los  en  que  se  quejó  Macías  y  gritó  detperta  ferro  el 
almogávar  sacudiendo  sus  armas  en  las  rocas  al  dar  la  señal 
del  degüello,  pues  el  gallego  tan  tierno,  el  bable  tan  dulce,  el 
valenciano  tan  músico,  el  catalán  tan  vigoroso  y  onomato- 
péyico,  el  eúskaro  tan  primitivo,  al  proporcionar  al  idioma 
de  Castilla  los  vocablos  que  le  falten,  le  comunicará  sus 
particulares  virtudes,  aumentando  así  las  que  á  este  carac- 
terizan, incluso  su  majestad  histórica.  Cuidando  el  ingenio 
laureado  en  Vigo  ó  en  Barcelona  su  lengua,  se  favorece  á  la  en 
que  escribió  Valera,  Pepita  Jiménez,  ó  el  Drama  tiiieto  Tamayo, 
el  Andrés  del  Sarto  de  los  poetas  del  día,  pues  senza  errori 
pudiera  llamársele,  y  á  la  en  que  Castelar,  el  hombre  de  letras 
más  grande  de  los  modernos  tiempos,  pronuncia  discursos  en 
los  que  el  castellano  vence  en  flexibilidad  y  riqueza  al  Edipo 
y  á  los  Diálogos  de  Platón. 

En  catalán  hablaba  Capmany,  cuando  nos  hizo  el  presente 
regio  del  Tealro  critico  y  Aribau  cuando  fundaba  la  Biblioteca  de 
Autores  Españoles,  que  adornó  con  prólogos  elegantísimos  y  co- 
rrectos; en  gallego  hablaba  Pastor  Diaz  cuando  leia  sus  ad- 
mirables lecciones  sobre  el  socialismo,  y  en  gallego  habla  la 


¡tora  0).  que  tiene  onlaropúblieadelasletras,  lagerart^uía 
de  la  Arvnai  en  las  cieDcírm  eociales;  el  eúskaro  liabLa  el  au- 
Idr  de  páginas  áe  oobr  de  cielo  ;  con  olor  á  rosa,  y  el  bable 
Irablaron  el  tnnlor  del  Pflayn  y  Martínez  MarÍDa  y  Caveda  y 
D.  Pedro  J.  Pidel;  como  en  valenciano  habló  siempre  Apa- 
riet,  el  orador  dulcÍBÍmo,  cuya  fantaeía  denunciaba  qae  naci- 
do era  bajo  UD  empíreo  niiís  a^l  que  el  más  azul  del  Domi 
niquino,  que  es  el  pintor  tle  los  enipíreoa  hermosos;  en  la  Ho- 
nsto  de  España,  que  estimula  al  lirismo  y  á  la  armonía;  cual 
estúnuLan  á  la  poesía  espiritualista  las  márgenes  de  las  la- 
gunas de  Escocia  ó  loa  canales  de  Holanda,  y  á  inspirortio  en 
los  liecliizosde  In  naturaleza,  ol  valle  delYúmuri,  en  el  i|ue 
la  tierra  ea  nzúcsr,  la  catarata  del  Niágara  inmortalizada  por 
Ileredia,  los  países  en  que  brotan  la  flor  de  la  píña  y  la 
flor  del  café,  que  han  tenido  en  Plácido  su  Rioja.  Decidme 
¿i  quiénes  dcbeu  más  gratitud  que  ú  los  enumerados,  la  sin- 
táiia  y  analo^^ia  españolas?  Al^  parecido  interrogaría,  sí  me 
Tefirieae  á  Olivan,  recordando  su  admirable  discurso  sobre 
el  uso  dfl  pronombre  él.  ella,  ello;  á  Carrascon,  recordando  su 
Laca  liel  ViUicaiio  que  vale  lo  que  el  mejor  LurtHta«a\  á  Ya- 

itin  Gómez,  recordando  sus  castizas  pá.ginas  y....  ¿porque 
itarle  en  el  número,  sí  por  tradicional  derecho  nos  porto* 
I?.. .  al  Duque  de  Villahermosa,  recordando  bu  versión  <lel 
sublime  de  la    Agricultura,   las    Geórgicas  de  Vir- 
gilio. 

Lo»  cuatro  so  han  servido  en  las  conversaciones  familiares. 
\y  ved  al  ban  prestado  servicios  á  Ins  letras)  del  modismo  am- 
Kunéa;  en  el  que  hay  la  complexión  y  la  contextura  íntima  de 
la  madre,  que  en  el  modismo  nacional; — del  modismo  aragonés 
puro,  que  en  buen  hora  recogió  Horno. 

¥  llegado  es  el  momento  de  preguntar;  ¿las  peregrinas  ori- 
ginalidades lingüisticas  que  D.Jerónimo  reselló  on  el  cuño 
moderno,  merecen  prestigio  j  ser  erigidas  en  palabras  españo- 
luY  Vttámoslo.... 

itigoo  y  natural  ea  el  deseo  de  conocer  los  orígenes  de  la 


XCVIII 

lengua  del  que  esparcía  los  ánimos  con  las  sales  de  Bretón; 
del  que  manejaba  mazo  j  escoplo,  á  la  vez  que  pluma  de  pri- 
morosísimo corte;  de  Echegaraj;  del  biógrafo  de  Jovellanos; 
y  del  orador  insigne  por  quien  ha  eclipsado  la  fama  de  loe 
Rostros  la  tribuna  de  López  y  Olózaga.  Los  cerebros  de  centros 
y  ejes  más  admirables,  se  lian  afanado  en  su  busca;  y  desde  que 
el  canónigo  Aldrete  dio  á  la  estampa  su  notabilísima  obra,  nin- 
gún filólogo,  ningún  literato  nacional  ó  extranjero.  La  dejado 
de  consagrarse,  á  hallar  las  fuentes  de  los  idiomas  de  este  pais^ 
y  sobre  todo  las  del  romance  castellano,  con  el  ardor  que  los 
esploradores  del  siglo  xix  trabajan  por  sorprender,  en  las  ári- 
das montanas  de  la  Luna  ó  en  las  calcinadas  márgenes  del  Ní- 
ger,  los  misterios  del  gran  geroglífíco  del  planeta,  los  miste- 
rios de  la  Libia. 

Este  ya  viejo  anhelo,  responde  á  la  necesidad  más  imperiosa; 
pues  en  España,  es  tal  el  vínculo  que  une  la  lengua  y  la  his- 
toria, que  el  sabio,  en  esas  peregrinaciones  por  los  campos 
de  la  investigación  que  se  llaman  estudio,  en  esas  ascensiones 
de  la  mente  á  las  cumbres  de  la  verdad,  no  puede  moverse, 
sin  que  le  sirvan  de  Beatriz  la  una  ó  la  otra. 

País  hay,  según  observa  el  ilustre  Fernandez  Espino,  en 
que  el  idioma  salió  perfecto  de  las  manos  de  sus  Dantes  y  Bo- 
caccios;  más  el  romance,  cercado  en  su  espíritu  de  graves 
perturbaciones,  resintióse  de  las  contrariedades  de  su  origen 
y  tuvo  muy  accidentado  desarrollo. 

Múltiples  teorías,  que  contradicense  entre  sí,  ha  producido 
el  indicado  afán.  El  admirador  de  las  fecundas  é  inñuyen- 
tes  civilizaciones  de  Grecia  y  Roma,  vio  en  el  cast^jllano 
el  sello  de  la  lengua  de  Píndaro  y  Tito  Livio;  y  el  arabista, 
el  liebraizante,  vestigios  orientales:  quién  como  Huerta,  Sal- 
cedo, Larramendi  y  el  traductor  de  La  Divina  Comedia  en  el 
siglo  XV,  ciegos  á  la  luz  de  la  razón  y  de  la  historia,  otorga- 
ron la  maternidad  á  la  vascuence;  y  quién  á  las  teutónicas, 
como  Munarriz  y  Sismondi.  Ninguno  de  estos  escritores  ha 
dado  en  el  blanco;  ya  porque  al  formar  sus  juicios,  olvidáronse 
del  carácter  del  latin  ó  del  árabe,  ya  porque  no  entraron  en  el 
laberinto  de  los  idiomas  á  que  pertenecen  las  múltiples  hue- 


RbbrímoB  en  el  nuestro,  con  el  hito  de  Ariadna 
qae  Bolo  es  paeilile  hacer,  citando  de  comparecencia  Ú  los  pue- 
blos propietarios  de  afiuéllos.  Y  tampoco  han  dado  Valdós, 
HomlcB  y  Cobarnibias,  ni  el  mismo  Aldrete,  ni  ninguno  de  los 
qne,  en  lasúltimas  centuria]?,  buscaron  las  fuentes  de  ese  Nilo 
de  la  ciencia  filológica  que  se  llama  romance  de  Castilla,  si  c|uier 
lea  debamos  rayos  de  luz  tan  preciosos  que  parecen  soles;  por 
batierse  olvidado  tamliien.  de  las  dificultades  con  que  hubo  de 
luclinr  para  formar  su  lengua,  la  nación  mas  hermosa  del  medio- 
día, y  de  comparar  los  elementos  que  formaron  la  cultura  que 
lleva  el  nombre  de  ella.  En  los  romances  de  Hspaüo,  según  creen 
mucha*  celchridttdes,  hay  memorias  de  todos  nuesti'os  primiti- 
vos pobladores,  sin  qne  híyase  podido  determinar,  con  exacti- 
tud matemática,  que  parte  se  debe  á  quién.  Sígase  !n  opinión  del 
Humliold  de  la  antit:Uedai)  ó  In  de  Antonio  Agustín,  Lastnno- 
m,  Pmnco,  Ustarroz,  Dormer.  Albinno  do  Rojas,  Huerta;  la  de 
los  doctos,  que  en  Ina  monedas  nutdnomas  encontraron  precio- 
9ia  reTelnciones,  es  innegable,  que  en  los  tiempos  que  caen  del 
lado  de  allá  de  los  colonias  griegiin  y  sírofenlcins,  existían  en 
el  país  ibero,  todos  los  idiomas  qne  en  él  se  necesitaban; 
cuyos  idiomas,  de  índole  y  caracteres  desconocidos,  adulterá- 
ronse, al  sentir  la  infiucncin  riel  de  las  gentes,  que  fueron 
llegando  á  nuestras  playas.  Cual  de  los  primitivos  prepon- 
deró, no  es  fácil  determinarlo.  Juan  de  Valdés,  Mayans  y 
Vclaziinez.  fijándose  en  la  estnictura  léxica  de  los  antiguos 
nombres  <!e  algunas  ciudades  y  comarcas,  ríos  y  cabos,  dicon, 
<{ae  el  griego,  olvidándose  de  que  In  soborania  de  éste,  no  pudo 
ser  la  que  se  supone,  ni  aun  siendo  verdad,  lo  (me  nflnnan  Ks- 
trtibon  Cí  y  Aueonio  ÍS»;  porque  los  míleaios,  zacutos  y  tocen- 
i.  tuvieron  en  el  interior  de  España,  rivales  poderosos  que 
diflcaron  con  su  habla,  el  del  territorio  por  ellos  ocupado;  y 
a  en  el  trozo  del  litoral,  en  que  extendióse  su  domína- 


I   Scjpin   EatrstioD,    tuvo  csouelacn  lo  iluatrc  fi 
tueuiae.  Loogovo  DomioioySiHiuUiao. 

(S)    Sfpun  ADsonio  cBloblfclíronw  rn  Epafln  miiclic 
fus  diftinilt«roa  por  do  qnleri  lu  ajlajonni  littrtrln?. 


lelüES^Dofay 


c 
cion,  ujcrció  predominio  la  tiria,  vigorizada  después  por  la  car- 
taginesa, que  Tino  á  enriquecer  el  elemento  oriental,  ja  inicia- 
do en  la  Península. 

Convertida  en  provincia  latina  la  venerable  madre  de  Viria- 
to,  tras  una  luclia  cuya  grandeza  cansaría  la  mano  de  cien  Ho- 
rneros que  intentasen  cantarla,  la  religión,  las  costumbres,  las 
leyes,  las  artes,  las  letras,  pasaron  á  ser  patrimonio  de  los  ven- 
cidos y  la  magna  obra  que  en  éstos  produjo  Roma  con  su  cultu- 
ra, pregónanla,  las  inscripciones,  monedas  y  epitafios  que  hasta 
nosotros  han  llegado ;  y  además,  un  Porcio  Latron!,  maestro  de 
Floro  y  Ovidio;  un  Junio  Galion!,  el  dulce  entre  los  cordobeses 
ilustres,  al  decir  de  Estacio;  un  Hyginio!,  que  mereció  el  epí- 
teto de  PolikUtor{^)\  un  Séneca!;  un  Quintilianol;  hombres 
como  el  autor  De  re  rústica  ^  ó  como  el  poeta  de  la  FarsaMa.  Na- 
tural parece,  que  se  reñejase  también  en  el  habla  de  los  mora- 
dores del  país  más  épico  de  la  historia,  la  influencia  de  la 
augusta  ciudad  del  Capitolio. 

Los  doctos  antiguos  compruébannos,  las  observaciones  que 
arrancan  de  los  hechos.  Estrabon  afirma,  que  cuando  visitó  las 
l<]spaíias,  encontró  en  ellas  las  costumbres  de  Roma;  que  casi 
todos  los  pueblos  que  las  formaban  hablaban  el  latín,  resistién- 
dose á  darle  hospedaje  en  sus  breñas,  algunos  del  Norte.  Cé- 
sar, en  una  Asamblea  que  hubo  de  celebrar  en  Córdoba,  habló  y 
fué  comprendido  por  los  hijos  de  la  Bética;  cuyo  aserto  (2)  con- 
firma Aulo  Hircio  Pansa  (5^),  el  cual  nos  dice,  que  el  liéroe  de 
Munda,  si  sirvióse  siempre  de  intérpretes,  para  sus  arengas'!) 
do  las  (i alias,  no  los  necesitaba  en  la  Península,  donde  habíanse 
quebrantado  conscientemente,  las  leyes  de  la  Ciudad  de  las 
Sirio  Colinasr 


{|>    DÍHCí|)ulo  do  Cornelio  Alejandrino,  mereció  el  fiobrenomhre  mismo 

^V^    Libro  II.  De  Helio  Civili, 

.\\\  Lu^rurtenionlo  y  continuador  de  César.  Parte  de  la  arcnfra  de  éste  á 
U»M  wviUanos  reprendiéndoles  por  sus  excesos,  la  conocemos  por  habér- 
ikknI»  con^teTvado  a(|ucl. 

^i>  iVsar  nos  manifíesta  en  sus  ComciUurio!^^  que  no  i»odía  hablar  sin  in- 
Wi'pivti'st,  en  latiOalias. 


f  9i  ñ  estos  testimonios  se  nSnde,  el  de  la  cnrtft  de  PoUíon 
i  Mnroo  Tnllio,  el  bosquejo  de  Amiano  Marcelino  do  Ins  cos- 
tumbres en  el  suelo  santificado  por  las  ceniyjis  óe  Numnncia 
y  lo  nseverndo  por  el  Livio  de  Talavera  eu  uua  de  sus  pá- 
{noss,  crueremos  por  mil  motivos,  lo  que  la  filosofía,  la  litera- 
tura, la  arciueologia  y  la  historia,  alatiguan  am  tus  rípicu/acio- 
na  jr  ntoititnteittoí,  á  saber: — ique  al  establecerse  el  Imperio,  ern 
linlilada  úijui  por  la  geoeralidiid  la  lengua  del  Lacio»; — lo  cual 
no  dotic  maravillarnos,  porque  según  observa  un  escritor  insig- 
ne, dsdas  ian  relaciones  establecidas  entre  el  Gapitolio  y  la  Ib&- 
ría,  participe  ésta  de  los  honores  y  derechos  de  aquél,  llamán- 
dose ciudadano  romano  el  hijo  de  Itálica  desde  Marco  Aarolío, 
oblifrando  la  dominadora  del  orbe  á  sua  magistrados  de  GapaSa 
i  que  nunca  liablasen  ni  permitiesen  instrumento  público  áino 
na  latín,  natural  es  que  ee  generaluuiEe  éste,  donde  se  alzan  las 
columnas  de  Hérculesy  estuvo  el  limite  de  la  tierra.  Sí,  la  len- 
gua del  I.&CÍO  hablábase  en  este  pais  general  t  no  universalmen- 
te,  según  piensan  muchos  y  entre  ellos  un  sabio  académico, 
pups  como  dice  Amador  de  los  líios,  ol  considerar  por  una  par- 
to ha  frecuentes  alusiones  que  hacen,  ya  los  poetas,  ya  loa  tri- 
bunos, ora  los  historiadores,  ora  los  Rcógrafos,  á  ciertos  len- 
guajes do  la  Iberia  y  el  reparar  por  otra  en  la  imposibilidad 
de  erradicar  abaolatomente  con  la  fuerxa  de  las  armas  y  la 
tiranía  de  la  políticn,  los  idiomas,  antiguos  en  tan  vnstns 
regiones,  inducen  i  contradecir  al  docto  Martínez  &Iarina. 

En  Sitio  Itálico,  ae  lee, 

Misitditfs  Gallfcia  puiem. 

Barbara  Kunc  patnU  ulitlaníem  cariama  lingmt: 
Estiiilion  dice,  que  el  turdetnno  hablaba  á  su  manera  3*  que  los 
«apañóles  tenían  la  suya,  aunque  no  todos  la  misma:  Tácito  nos 
reücre,  que  un  rústica  de  la  España  citerior,  grita  en  el  tor- 
mento, en  lengua  patria,  que  jamás  descubrirla  á  sus  cumpli- 
ese: Plinio,  al  clasiBcar  las  piedras  ricas  emplendas  en  los  ani- 
llos escribe.  Súpania  vocai,  Hispanta  apptUant;  de  Ennio  son 
■quellns  jialabras.  BUpan^  Hon  Romane  tnemorflü  loytU  «te  y  Cór- 
doba mili  poetit  pingue  qwddan  tonantiiius  aCjve  peregrimn,  de 


cnr 

Nieburh.  Hé  aquí  la  abuela  venerable  del  habla  del  Rowumcero 
y  del  Alcalde  de  Zalamea,  toda  vez  que  ésta,  según  acreditan 
todos  los  léxicos,  proceda  del  latin  y  el  latin  del  sánscrito.  Si,  la 
lengua  de  Castilla  procede  de  la  en  que  se  escribió  la  Btteida: 
ved  su  árbol  genealógico.  Es  innegable  la  existencia  del  ser- 
tno  rusticus  y  del  urbanus  y  la  del  provincial  y  eclesiástico,  los 
cuales,  por  diverso  impulso ,  modificaron  el  idioma  en  que 
Lucrecio  describió  la  Sicilia,  el  Herodoto  patavino  produjo 
páginas  que  destilan  abundantísima  leche  pura  y  candorosa  y 
Horacio,  el  jovial  Horacio,  el  poeta  predilecto  de  la  vejez,  rió- 
se de  los  vicios  de  los  demás,  con  delicada  gracia.  Y  es  que  el 
poderío  de  Roma,  no  pudo  impedir  en  sus  vastos  dominios,  los 
cambios  en  la  pronunciación  y  la  sintaxis. 

Que  existían  las  clases  de  latin  indicadas,  ahí  están  diciéndolo 
las  producciones  escénicas  de  Planto  y  las  palabras  rústicas,  ci- 
tadas por  Suetonio:  ahí.  Cicerón,  al  quejarse  de  los  muchos 
que  en  la  Ciudad  hablaban  tan  incorrectamente,  que  parecía  la 
suya,  diversa  de  la  lengua  docta.  Es  por  demás  sabido:  el 
pueblo  no  siempre  comprendía  en  Roma  el  latin  literario.  El 
Cardenal  Bembo,  señala  á  maravilla,  las  alteraciones  de  vocales 
y  consonantes,  en  la  pronunciación  del  campesino  y  provincial 
de  Italia.  Solo  doce  letras  conservan  el  aire  original  en  nuestro 
alfabeto,  según  Lebrija.  En  las  ordenanzas  dadas  á  Coimbra 
por  Alboacem  y  en  las  Etimologías,  existe  la  prueba  de  como  el 
viejo  y  rudo  sermo  rusticus,  iba  absorbiendo  al  clásico.  Mas,  no 
adelantemos  ideas. 

La  latina,  primitiva  en  el  ciclo  moderno,  y  sintética, 
es  fastuosa,  de  una  variedad  de  flexiones  inagotable;  de 
una  comprensión  que  pasma;  de  un  artificio  en  su  sintaxis, 
merecedor  de  estudio.  Su  declinación,  la  más  delicada;  sus 
conjugaciones^  la  envidia  de  las  demás;  y  su  hipérbaton  mara- 
villoso, concede  al  escritor  libertad  amplia. 

A  medida  que  sucédense  las  edades  se  trasfonna;  se  introdu- 
cen cambios  en  sus  letras  y  la  confusión  en  sus  tiempos;  se 
vulgarizan  las  terminaciones; — en  una  época,  dibújanse  en  ella, 
al  lado  de  los  propios,  los  caracteres  nacidos  de  la  lucha  entre 
patricios  y  plebeyos;  on  otra  se  la  vé  vivir,  obedeciendo  á  una 


lej  sa;a  é  inKuidn  por  el  idioma  de  DemÓsteneH;  eu  oí  Sipla  de 
oro  ndquiere  cftnoa  y  en  el  Imperio  vé  descomponerse  loa  si^,'- 
noa  representativos  de  las  ideas,  cual  si  fuese  una  verdnd, 
CMUoTirabosclii  ha  dicho,  que  en  el  propio  aer  del  liabia  que 
tuto  aa  lenith  en  las  (ieórgiats  y  ol  lUtimo  do  sus  hombres  en 
Sutilio.  cata  el  (^<rmen  de  su  decadencin.  Que  en  Roma,  donde 
la  separación  de  clufies  k  determinaban  üistaoc ¡as  tan  visibles, 
como  k  qui!  media  entre  la  cumbre  del  Capitolio  y  la  cumbre 
<l«l  Aven  tino,  hubo  lermo  nutíicut  os  evidente; — y  cuando  se  lee 
&  PUkBto  y  X  Toroncio;  cuando  se  recuerda  el  sir  número  de  pa- 
labrea cattrfKíes  que  alojrironse  en  la  len^a  popular  del  TJber, 
&1  avecindarse  en  tas  orillas  de  éste  los  veteranos,  que  habínnlas 
traido,  cree  uno  ver  idiomas  diversos  dentro  de  las  sacras  mura- 
llaa  romdlea».  El  vencedor  de  Actium,  en  sus  aspiraciones  ¿  la 
unidad,  á  la  vez  que  reúne  á  todos  los  dioses  en  el  Pant^jon  que 
Uiguei  Ángel,  levantará  más  tarde  á  los  aires,  convirtiéudolo 
allí,  en  corona  del  templo  universal  y  eterno  del  culto  de  Cristo, 
apetece  quetodoslc  comprendan;  y  multiplica  el  uso  de  las  par- 
tículas, convierte  en  más  clara  y  jovial  la  lengua  de  tos  arva- 
l«(t,  preparándola  á  recibir  el  espíritu  analítico  de  las  modemae. 
Elt,,t»bia  el  latin  rudo  de  la  casa  del  plebeyo,  de  los  campamen- 
ide  la  ergñsttila:  en  cuyo  latin,  la  pronunciación,  laeonjuga- 
]s  declinación  y  las  desinencias  estaban  atormentndns; 
las  alteraciones  que  denuncian,  las  voces  que  ha  con- 
MTvado  Aulo  Oelio. 

Vasallu  aquel  de  la  ley  do  la  transformación,  modiiicúso 
por  particulares  motivos,  en  cada  uno  de  los  paises  que  con- 
quisto ó  colonizó  Roma.  Esta,  al  difundir  por  do  quiera  su 
cultura,  según  tlice  muy  bien  liumbold,  impuso  lo  que  siem- 
pre fué.  "el  vehículo  y  el  símbolo  de  la  civilización»;  y  es 
frase  de  Borao.  Mas  la  política  indicada  no  se  generalizó,  bas- 
ta tos  días  del' Imperio;  y  el  Senado  ni  logró  siempre  romper 
ta  tradición  lingüística  en  los  pueblos  sojuzgados,  ni  al  apo- 
derarse de  un  país  le  arrebató  su  índole  y  aire  nativos,  i  Lo 
i  en  cambio  hizo  fué,  aumentar  con  dus  legionarios  y  co- 
iUtares,  las  causas  de  corrupción  de  la  lengua.» 
bien;  por  irrecusables  autoridades  sabemos,  como  re- 


a,>bi 


auíífiiu  i)Hií^Ui)%íi,  íiiuí  \m  hia^whháiium  eru  objeto  de  pwi- 
'nmUm  trnUrnn  |><#r  tmu  woem  profíneimles;  que  loe  beriaxÍBiiioe 
gMÍi>»  á  ufMiiuiH  movían  á  UiUrided;  que  el  lengiuie  culto  hs- 
UéliiiáMi  un  tínUíáo  míweru,  al  otro  lado  de  loe  Alpee;  que  á  Ca- 
m««,  Ui»  lirói^ima  á  la  ciudad  de  loa  Césaree,  no  se  le  oooeedió 
al  latiii ,  luutu  tiampoa  en  que  ^a  tiritaba  en  el  éter  la  amarfllen- 
U  tttitruila  vii«»i)ttrtiua  del  antiguo  mundo:  y  no  olTÍdando  qoe 
üi^iittíuu  u\  ibaru,  ai  púnioo,  el  galo,  el  celta,  en  laa  comarcas 
ttpriaiuuadua  |ior  laa  águilaa  del  Tiber,  se  creerá  con  S.  Jeróni- 
mu,  ((uu  uu  Uki  Kti|tañaii,  en  laa  Qalias,  en  África,  la  prononcia- 
(liiiu  Y  lu  ui^pieaiuudol  Lado  recibían  el  cuño  de  loe  hábitos  y 
tnulliüuuiu*  del  4uü1u  quo  hubieron  de  regar  con  su  sangre  los 
UórouM  uitia  «ublimea;  del  que  sombrearon  los  druídicos  bos* 
(|uuiá  tuiudiía  )Hir  Ua  liaohaa  de  César;  y  del  de  encendidas  are- 
xmn  léiilii'u  ui  que  uació  i^u  ^Vguatin  y  meditó  Flotino;  se  des- 
uubniuu,  Vuuuuuiu  po4*  guia  á  Ampere  y  Canta,  galicismos  ó 
italmuiamua  uu  \x>3k  tiuWrea  de  loe  días  imperiales;  se  dirá  con 
C)aütuiar  ^uo  \uá  vor«ki>a  de  Luoaao  huelen  i  Abril  de  la  sierra 
de  ^'virdiil»u>  W  de  Maroial  á  Calati^ud. 

Üi  Itu  lo^oM  íouúiicuA  varían  del  Septentrión  al  Mediodía,  del 
puuU»  l^ii^du4ul  ou  que  uace  el  aol ,  simulando  una  rosa  de 
Iu/m  lil  ^'u  4Ui>  rtu  \K^\0^  üimulaudo  uu  igneo carbunclo;  si  el  ca- 
i'ui'ti'i'  (lo  )k  Vik/A  iuüuvo  uu  lae  oreaciooes  de  los  pueblos  y  di- 
^wuUi  siiu»  ('1  (h'luéiUo  V  líxi  SifMtmgen^  los  cuadros  de  Zurba- 
rúa  N  Uks  ilv  Tuaiortt,  ol  S«  Itnac  de  Moscou  y  el  Campanile  fio- 
KMiliuu,  lu:^  puortHH  ilo  Ciuiberti,  e\  piaio  del  ¿e^iirto  de  Palissy 
w  luM  i  .«(uiiipuH  do  lieuibraudt;  sí  la  índole  de  la  inspiración  es- 
puúolu  t  .1  lu  uiihjLuu  oa  todas  Las  edades;  en  la  que  Lucano  des- 
iU^.M'nliio  ol  lK>aque  marseilés  y  en  la  que  Góngora  produjo 
lu  cuuriui)  u  S,  Uetnkmegildo;  en  la  que  Marco  Valerio  pintó  la 
iüliciiluil  du  lu  vida  con  los  iris  de  una  moral  consoladora  y 
upiu'ihio  s  ou  Ih  4U0  Argensola  censuró  los  vicios  de  la  Corte; 
en  lu  (|vio  Col u me) a  escribió  su  Htteriecilio  y  en  la  que  Rioja  in- 
uiort.Uizó  lu  rosu  y  la  arrebolera  en  sus  selvas;  ¿cómo  el  latin 
Uü  habíu  de  modificarse,  s^on  los  caprichos  de  la  lengua,  ge- 
nio y  ra/a  del  país,  que  dio  al  Imperio,  el  emperador  más 
grande,  ol  retórico  más  insigne,  el  filósofo  más  profundo,  el 


■merce 


rate  m&é  verdadera,  el  míe  amargo  de  Job  satíricos,  el  epiprn- 
mátioo  sin  par?  El  grado  en  que  este  cambio  ae  veríficij,  se  sa- 
brá, el  día  on  que  la  crítica  t^ane  laconGanzado  los  monumea- 
tosBTijueoliJgricos;  el  día  en  que  salgan  de  bu  mudez,  medallas 
qoii  Eou  un  mÍHlerio  todavía;  y  se  conviertan  en  descifrados, 
indescitmbles  alfabetos  primitivos. 

Porque  hoy,  ignórase  qué  es,  el  sello  que  cierra  esos  maiuiD- 
tialja  de  la  antigua  historia;  no  tienen  aun  la  categoría  de  doc- 
trina de  (é,  las  investigaciones  geográfico- ibéricas  de  Humbold; 
1<M  libros  de  Fau riel  están  sometidos  ú  un  análisis,  que  lia 
de  decirnos,  si  lo  que  supone  de  los  iberos  y  lígurios  es  una 
Terd&d;  el  viiacuence  sigue  siendo  un  enigma:  la  lengua  y  la 
UUtmtnni  eúsknrns,  aunque  con  persoiialidad  on  el  mundo, 
merced  k  los  lauros  conquistados  por  sus  vatea  y  á  las  táreos 
'"  iJUl  Moocault,  de  un  Liichaire,  de  uu  Hubbard.  de  un  I,u- 
Bonaparto,  do  un  lArramendi,  no  han  cumplido,  no  han 
_^  ido  cumplir  á  esta  hora,  las  promesas  que  ncs  hiciese  el 
MUo  P.  Fita,  al  disertar  sobre  el  monumento  palpitante  6  in- 
destructible de  la  raza  occidental  más  perfecta;  más  allá  de 
1»  influencia  púnica  y  de  la  inñueDcín  del  noble  país,  en  que 
csntaljan  con  iaímítnblo  dulzura  loa  ruiseñoros,  sobre  el  sepul- 
cro de  Orfeo,  no  ae  vé  bañada  por  la  luz  del  mediodía,  toda  la 
Península:  las  frases  de  los  escritores  citados  no  son  tan  dog- 
máticaa  que  excluyan  la  discusión;  y  loa  estudios  de  los  celtas. 
uuBSlrosaborfgeuQB,  no  han  granado,  ealaofitacion  en  que 
ancón  tramos, 
llanos,  pues,  lente  seguro  para  mirar  el  encarnizado  duelo 
U  lengua  de  Roma  y  las  hispánicas,  mientras  la  ciu- 
dad de  los  Scipiones  pugnó  por  domeñar  al  país  de  hijos 
da  hierro  y  entrañas  de  plata.  Y  fáltanos  medio  de  saber  la 
jVOBUDciacion,  las  inflexiones,  la  sinttíxis  á  que  tuvo  que  ao- 
y  que  tuvo  t|ue  aceptar  el  Lacio.  Lo  que  s¡  ae  reconoce 
,Jft  iofluoncia  semítica,  efecto  sin  duda  de  la  vida  que  estn 
alcanzó  en  las  üapañas  según  Hoeren;— influencia  que 
MTiaiblo  con  claridad,  en  el  territorio  comprendido  entre  el 
Anasy  el  estreclio  (leGades,  por  los  estudios  de  Bartelemy. 
Dáteos,  G ese uio,  Hoppe,  Bcnan,  Swinton;  de  españolea  como 


CVIIl 

Bayer,  Marina  y  Conde;  de  portugueses  como  Sousa;  los  cuales 
(y  lo  mismo  puede  decirse  de  los  Herder  y  los  Dozy)  son  los 
patriarcas  de  la  filología  moderna.  Lo  que  sí  se  reconoce  es,  la 
i  anuencia  helénica  y  basta  para  ello  con  ir  de  Marsella  á  Sa- 
gunto.  Lo  que  sí  se  afirma  es,  que  la  estela  púnica,  no  estaba 
borrada  en  el  tercer  siglo,  por  dos  razones  que  dá  un  español 
respetable,  y  que  arrastran  el  ánimo  al  convencimiento.  Ul- 
piano  (1)  enumera  varios  actos  que  el  hijo  de  África  y  las  Gallas 
podía  redactar  en  galo  y  en  púnico;  y  que  éste  existía  en  la 
quinta  centuria,  en  el  continente  de  los  desiertos,  lo  prueba  un 
sermón  del  primer  luminar  de  la  Iglesia  latina  el  sublime  San 
Agustín.  Si  el  púnico  existía  en  África,  en  la  época  del  Obispo 
de  Hipona,  no  es  de  presumir  que  estuviesen  borradas  sus  hue- 
llas, en  las  Españas  de  los  siglos  I,  II  y  III.  C^) 

El  ¿atin  eclesiástico  convirtió  en  analítica,  la  lengua  latina.  Él 
ajó  los  hechizos  de  la  prosodia  y  sintaxis  de  César;  él  destruyó 
el  arte  del  Cisne  de  Mantua;  él  descastó  la  frase  elíptica  y  des- 
truyó el  hipérbaton  maravilloso  de  las  páginas  pensadas  á  la 
sombra  de  los  limoneros  de  Túsenlo. 

La  claridad,  impuesta  como  un  deber  sagrado  á  los  Santos 
Padres,  dice  un  escritor  insigne,  trocó  en  naturalidad  la  ele- 
gancia cortesana  del  periodo  construido,  al  modo  predilecto  de 
Quintiliano;  y  el  léxico  cri  stíanizóse,  por  las  necesidades  de  la 
nueva  religión  y  del  nuevo  culto. 

Y  hé  aquí,  que  si  á  la  averiguación  del  origen  del  romance 
castellano  no  será  fácil  llegar,  mientras  con  enojo  de  la  lin- 
güística, de  la  historia,  de  la  filosofía  y  del  arte,  esté  caido  de 
la  gracia  entre  nosotros,  el  estudio  del  Sanscrit,  no  sucede  lo 
mismo,  respecto  á  la  causa  ])róxima  de  la  formación  de  aquél, 
después  de  los  trabajos  de  Sandoval ,  Aldrete,  Sarmiento,  Ve- 
lazquez,  Vargas  Ponce,  Mayans,  Pellicer,  Nicolás  Antonio, 
Amador  de  los  Ríos,  Monlau,  Villemain,  Sismondi,  Puibus- 
que,  Dozy,  Ticknor,  Fauriel,  Circourt,  Puymaigre  y  cien  doc- 
tos más,  que  nos  han  dado  (no  juzgaré  si  con  acierto  ó  sin  él)  la 


(1)    Llh.  XXXII  Digesío. 
C¿)   CanalejaH. 


letón  üe  cada  uno  do  nuestcoH  );if<is,  de  cada  una  do  duob- 
Ins  froEea  y  uua  de  cada  utin  de  nuestras  palabras. 

Antes  que  laa  águilas  del  Tümc  anulaEon  en  las  Españas,  en 
dlae  cujD  sol  aaubln  el  eonrosado  celaje  d^  la  íábulo,  gentes  di- 
«iwift  arrilmron  á  la  Península.  Ni  la  venida  de  Tubal,  en  que 
oreen  Floriim  lie  Ucarapo.  Mariana,  Masdeu  j  otros;  ni  la  do 
Tbjsíb  que  supone  la  Bililia;  ni  el  reinado  de  los  Geriouee;  ni  los 
«  de  Tcarcon  y  Sesac;  ui  las  hazañas  de  Hércules;  ni  la 

dioion  de  Nabucodonosor,  pregonada,  en  la  Edad  Media 
s  y  rabinicos,  que  oreyeron  bajo  la  fe  de  sii  palabra  á 

Utlienea.citiuloporJoeeloyE&trabou;  tienen  loa  quilates  de 
h  verdail  íucuestionable,  en  la  balanza  de  la  criticn.  A.  pesar 
lie  1k  aatiiduriti  do  los  Moliedanoa,  los  estudios  acerca  de  les 
primeras  cnloníns,  no  corresponden  á  la  nobleza  del  afán  de  los 
•  y  etnógrafos,  que  se  han  fatigado,  preguntando  & 
■tilonciosos  y  remotos  tiempos  por  su  vidn, 

BÍ,  yo  por  Boscho  y  Plinio,  ya  por  Avieno  y  Eatra- 

:  ya  por  loa  (jue,  como  Velazquez,  han  arrancado  de  las 
antiguas  medallas,  alfabetos  de  signos  desconocidas;  ya  por  loa 
quo  como  MendoxA,  liau  ilustrado  dólmenes  preciosos;...  sábese 
til,  que  á  la  Piminsula  regada  por  el  auríforo  Tajo  y  el  diu- 
mantino  Hbro,  llegaran,  celtas,  sármataa,  aairios,  zacyntíos, 
loe  de  Sanios,  kis  messaneases,  los  focouses,  los  rodios.  los 
gálntas,  loa  curutea,  los  iberos  oriontaloa,  los  persas,  loa 
Uceücmonios,  loa  tirios  y  los  de  Cartago.  Ignórase  en  qué  co- 
marcBS  se  establecieron;  qué  ciudades  fundaron;  qué  religión, 
qué  leyes,  qué  lenguas  eran  las  suyas.  Sin  duda  no  llegaron 
í  ser  pueblo  las  tales  gentes,  pues  para  constitnirlo.  nece- 
saria era  la  unidad  en  lo  que  tan  diversos  aparecían;  cada 
uno  trajo  sus  creencias,  sus  bábitoe  y  costumbres  y  el  idioma 
de  BU  pois  natal;  transparentándose,  á  través  de  las  sombras 
de  1a  época  en  que  se  ent^jrrd  la  raíz  de  nuestra  civilÍKacion, 
dos  elementos  que  predominaban  sobre  todos: — el  oriental,  re- 
pnwoQtado  por  los  que  hablaban  «los  oljpticoa  dialectos  do  la 
lengua  de  Moisés  y  Jeremías*;  y  el  occidental,  por  los  que  se 
expresaban  en  indo-scitay  en  el  habla  lastuosieima  del  país 
en  que  cimbréanse  aun,  en  el  Eurotas,  las  cañas  de  Barípídea 


ex 

y  arrullan  en  las  adelfas  las  palomas  blancas  que  tiraban  del 
carro  de  oro  de  Venus  y  llevaban  la  ambrosía  de  Júpiter/  al 
verso  de  Anacreonte.  Sin  negar  el  poder  de  la  doble  influencia, 
bajo  la  que  nace  nuestra  cultura,  en  virtud  de  una  ley  racio- 
nal, como  la  que  decretó  el  duelo  á  muerte  de  las  dos  razas 
rivales  que  cruzaron  sus  aceros  en  Zama,  los  españoles  que, 
desde  la  época  más  remota,  tenían  distintos  lenguajes  y  venían 
mereciendo  el  título  de  doctos,  «sin  abandonar  su  lengua  ma- 
terna, guardaron  las  costumbres  de  sus  padres» ;  y  el  túrdulo, 
según  Kstrabon  refiere,  venerando  sus  ritos,  continuó  consa- 
grado á  la  cría  de  rebaños;  el  morador  de  la  Tartéside  conservó 
sus  sacrificios  nocturnos;  el  lacedemonio  y  el  lusitano  j^^r/^^/ua- 
rou  sus  bárbaras  y  supersticiosas  ceremcnias\  y  el  montañés  sep- 
tentrional rechazó  todo  lo  que  proceder  pudiese  de  aquellas 
primitivas  colonias,  que  si  proporcionáronnos  la  simiente  que 
fructificó,  en  el  proceso  de  los  siglos,  ni  crearon  la  unidad,  ni 
produjeron  más  obra  que  la  de  modificar  y  amansar  un  tanti- 
co, las  costumbres  de  los  rudos  naturales  de  la  Península. 

La  transformación  fué  más  trascendental,  ya  que  no  comple- 
ta, cuando  desprendióse  al  abismo  en  el  cielo  de  Zama,  la  es- 
trella de  color  de  sangre,  del  primer  genio  estratégico  que  nun- 
ca ha  peleado;  del  que  abriéndose  paso,  por  entre  las  nieves,  los 
hielos,  los  torrentes,  los  precipicios  do  los  Alpes,  envuelto  en 
densísimas  nieblas  que  cegaban  á  sus  ojos  el  dia,  rodeado  de 
privaciones,  horrores  y  muertes,  gana  la  altura,  baja  al  llano, 
vencedor  de  peligros  tan  sin  número,  que  á  pico  hubo  necesidad 
de  abrir  veredas  para  que  marchasen  los  elefantes,  siega  en 
Trebia,  Trasimeno  y  Cannas  la  flor  de  los  patricios,  y  abando- 
nado, sin  otro  sostén  que  su  propia  alma,  rodeado  de  los  ene- 
migos más  poderosos  de  la  tierra,  vive  en  Italia  diez  y  seis  años 
derrotando  ejércitos,  y  solo  la  abandona,  cuando  por  salvar  á 
su  patria  tiene  que  trasladarse  á  África,  á  reñir,  en  una  hábil 
batalla,  de  importancia  militar,  por  una  causa  enterrada  ya,  en 
una  batalla  nistórica,  en  los  campos  de  Metauro,  donde  en  la 
cabeza  de  Asdrúbal,  quedó  decapitada  la  esperanza  del  que  se 
suicidó  en  la  Bythinia,  por  haber  sido  más  grande  que  Cartago. 

La  transformación  fué  mas  trascendental  repito,  cuando  los 


de  Japhet  veaciei'on  ú  ios  de  Üea  on  las  Españaa  rono- 
d  cuadro,  ni  que  sirvieron  de  íondo  los  dramáticos 
de  Trova. 
S  ninguna  de  las  lenguas  de  loa  pobladores  aludidos,  ganó 
dderecho  de  conquista  ea  la  Peuínsula.  de  todas  ellas  queda- 
ron palabras,  frases  j  modismos,  TÍsililes  en  nuestros  días. 
Pori}ue  las  iüdigenas.es  innegable  «que  superaron  á  la  victoria 
de  las  ái^uiliis  del  Tibur  y  coexistieron  siempre  cou  la  domina- 
ciou  derífndn  de  esta  viutoría».  El  geógrafo  más  grsnde  de  la 
■oti^úedud  Qoa  (iicc,  que  enau  tiempo,  tribus  enteras  de  Etru- 
ria  se  esprcsabaii  en  otrosco  y  que  seis  leuj;uaa  se  liablubitu 
on  la  Iberia:  en  oseo  TepresentáTonao  las  farsas  atelanas  para 
divertimiento  y  solaz  de  los  jóvenes  patricios,  lissta  la  época 
de  ftquel  emperador  i[uc  solada  Rodrigo  Caro  con  los  epitetos 
dep/o./c/ieif  y  fWBií/i/ffor;  bilingüe  apellida  aun  pueblo  de  la 
Apulia,  el  inmortal  autor  de  la  Splstol/i  ad  PÍsoms  y  trilingües 
áloe  marsellescs  S.  Jcrdnimo;  y  la  historia,  en  muclias  do 
sua  pwginaB.  tiene  referencias  á  esos  idiomas  indígenas  ó  á 
lauque  resultaron  de  las  naturales  alteraciones  con  que  el 
labio  rÓBtico  y  provincial  pronunciiibn  el  latín;-,  el  latin!, 
con  el  que  tiene  aire  de  familia  tan  couoeiJo  el  castella- 
no, como  entre  sí,  el  válnco  do  lii  antigua  Dacia  y  el  ha- 
bla en  que  escribió  Bocaccio.  el  libro  lEn  gracioso  como  ver- 
Caátto,    sp^UD   una  (rase    poiitiíiein,  en  que  dio  sepultura 

ilft  mitad  teocrática  de  la  Edad  Media;  el  habla  en  que 

lizú  á   Laura,  aquel  solitario  do  Vallclusa  que  lo  [ué 

amigo  de  los  Collonnas.  abad  de  niuclias  iglesias,  C'auó- 

de  Sta.   Unría  de    Avignon.  y  lo  que  vale  más,  primer 

Pontilice  de  la  lírica. 

Si,  iwrque  interrofrnudo  á  la  mente,  después  de  leer  á  Hum- 
bold,  el  Prüiogo  al  Dicdonario  de  Lnrramendi,  ú  Erro,  los  catá- 
kf^de  Aldrutu,  lo  investigado  por  Maynns,  se  deduce,  que 
«D  aucKtra  lengua,  liay  palabras  de  todos  los  pueblos,  que  hoa- 
pedáruDsc  en  la  Península,  dominando  la  latina  por  las  causas 
spontadns  y  por  la  amistad  literaria  y  religiosa  que  desde  el  si- 
glo del  autor  eximio  de  la  ciudad  de  Dioa,  unió  á  los  Obispos  de 
-k  Iglesia  española  con  loa  de  África;  pues  ésta,  que  era  etiton- 


^■^k  nut 

^^^Boutali 

^^Tt(p>  de  9 


CXII 

ce8  UD  vergel  frondoso  de  cultura,  trasmitía  á  nuestros  padres 
su  amor  á  los  Horacios  y  Tibulos,  y  de  la  eficacia  de  sus  tareas 
son  inmortales  testimonios  los  nombres  de  los  LatronianoB, 
Orosios  y  Dámasos;  el  de  un  Yuvenco,  autor  del  Tenerable  libro 
Historia  evangéUca\  el  de  un  Osio,  el  Padre  de  las  Concilior,  el 
de  un  Prudencio,  vate  tan  sublime,  que  Yillemain  le  pone  por 
cima  de  todos  líricos  que  floreciesen,  basta  la  centuria  del 
Dante.  Y  como  si  España  se  romanizó,  por  las  razones  que 
Borao  patrocina,  v  en  el  grado  dicho,  el  habla  de  los  pueblos 
conquistados  no  se  perdió,  ni  quedó  enterrado,  cual  sucediese 
al  mármol  de  Zaocon;  al  ver  el  sermo  rusHcus,  el  provincial  y  el 
cristiano,  descomponiendo  el  idioma  sintético,  haciéndolo  anar 
lítico  y  dando  margen  á  los  vulgares;  señalando  á  la  romá- 
nica española  decimos,  ved  una  hija  del  latin  y  de  la  lengua 
natural  de  los   vencidos;  del  latin  y  del  espíritu  de  raza. 
Aquél  y  ésta  lucharon  con  el  encarnizamiento  que  el  numanti-' 
no  y  Scipion;  en  cuya  lucha  venció  el  pueblo  y  fué  su  idioma 
el  de  los  grandes  libertos  del  Imperio,  un  idioma  cristiano.  Mas 
no  pisemos  fuera  de  la  senda  por  la  que  el  latin  llegó  á  ser  ro- 
mance indeclinable,  sin  voz  pasiva,  necesitado  del  artículo, 
rudo,  tosco,  sin  armonía. 

No  ha  faltado  quien,  olvidándose  de  la  ley  apuntada,  ha  su- 
puesto ([ue  la  razón  del  fenómeno  está,  en  que  las  neo-latinas 
se  derivan  de  la  mezcla  de  la  gótica  y  la  romana,  pero  les  des- 
miente el  trozo  del  Evangelio  traducido  por  Ululas  que  posee- 
mos, pues  supera  al  latin,  en  lii|)érbaton  y  declinaciones.  Tam- 
poco ha  faltado  quien  suponga,  que  es  el  español  rama  del  tron- 
co provcnzal,  olvidándose  de  que  hay  quien  asegura,  que  la 
lengua  de  los  trovadores,  no  se  habló  hasta  el  siglo  xrv  y  que 
Carlo-magno,  cuaado  necesitó  maestros  para  sus  escuelas,  tuvo 
que  buscarlos  en  Italia.  Muchos  con  Muratori  han  creído, 
que  el  cambio  fué  obra  de  las  irrupciones  del  Norte;  cuya 
teoría  rechazan  hoy  los  críticos,  ya  porque  la  lengua  de  los 
bárbaros  carecía  de  vigor  para  troquelar,  ya  porque  la  heráldi- 
ca no  vé  en  los  blasones  de  la  civilización  moderna  que  sea  la 
encina  de  la  Germania  lo  que  está  en  el  centro,. ..  la  encina 
de  la  Germania! ,  que  por  otra  parte  ocupa  un  sitio  principal. 


f  liíjiltbi  cultura  moderna,  aegun 
'flléenn  hombre  de  grande  iiutorkJud,  en  los  estudioa  critico- 
lusttiricos.  tIuL'orrio  lits  hcrmosus  campiñns  de  la  Italia ;  pe- 
netró en  Ronini  subid  ¿  lo  ulto  del  Cnpitolio  á  esparcir  por 
d  orbe,  el  resplandor  siniestro  de  su  incendiaria  lee;  más 
tntallado  por  la  supuríoridud  espiritual  y  por  el  saber  de 
loa  veocidoe.  abaudonó  sus  dioBes  y  sus  costumbres;  eoape- 
lii  tiablar  el  Intin  j  alguno  do  ellos  á  escribirlo,  como  Jor- 
lUiidez;  y  de  la  herrumbre  de  su  ori^cD.  solo  quedaros  para 
uunorta,  los  nombres  de  los  caudillos  y  los  gritos  guerreros 
lie  la  irruptiioit,  conservados  en  la  lengua  viügar.  Donde  se 
dwpeuarou  den  torrentes  de  sangre  huna,  todo  fué  posible 
i  Cailo-magno,  meuos  el  formar  una  gramática  teutónica; 
;  etx  España,  el  Visigodo  no  logró  siquiera,  la  unidad  na- 
cioul. 

Si  la  Iglesia  fué  on  cielo  de  mil  soles,  recuérdeíie  que  tal 
UODtecid,  cuando  la  mitra  j  el  báculo  eran  hispa  no-roma  nos. 
Sa  euobio  degradóse  bajo  la  dirección  visigoda.  Hénquila 
liiatoria  daudo  un  meutis  á  Muratori.  Y  por  no  ser  menos  la 
(úacii,  hace  lo  miamo.  Cada  pueblo  bérbaro  tenia  su  habla, 
luí  peculiar  suja,  como  sus  tradiciones: — ¿bajo  qué  canon,  in- 
tírroga  con  oportunidud  un  docto,  había  de  efectuarse  la  tntns- 
íonuacion  del  latin  y  que  lengua  fué  la  corruptora?— Es  indis- 
cntlblel;  el  espíritu  romano  destruyó  la  influencia  germánica, 
■laide  el  primer  instante,  como  In  Iglesia  llamó  á  sí  Isa  almas 
7  las  flUnas  acudieron;  y  la  raza  latina  dio  visceras  á  la  civi- 
iiocioQ  y  á  in  historia  modernas.  Hojead  y  os  convencereis, 
i  Idscio,  Amisno-Marcfilino,  Casiodoro,  Boecio  y  Gregorio  Tu- 
mse.  Y  por  otra  parte,  dejad  á  un  lado  ]a  teoría  de  los  que 
a  en  lenguas  europeas  intermedias;  obserrad  el  parecido 
da  familia  entre  el  léxico  de  las  latinas  y  el  léxico  de  la  de 
Boma;  la  semejanza  de  tu  gramática  de  España  con  la  del  La- 
do; y  concluiréis  por  decir,  g»e  la  tradieioft  UvgilUtíca  comenada 
tB  naetíro  tuela  y  la  ley  general  qiie  U  obliga  i  ¡¡a»ar  de  sintético 
a  wutiliico,  son  los  únicos  elementos  transforin adores  del  idio- 
M,  que  Iui'^Iq  á  salvia  y  á  rosal  de  Pfestum,  en  las  Geórgicns. 
He  iüdicndo  antes  que  el  Visigodo,  cnsi  no  dejó  huella  de 


CXIT 

SU  domiaacion  en  nuestra  patria.  Es  ley  universal  en  la  histo- 
ria, que  si  á  un  conquistador,  supera  en  cultura  el  que  es 
vencido,  ríndele  este,  con  las  armas  de  su  ilustración,  por 
lo  que  el  pueblo  de  les  Suintila  y  I^covigildo,  tenía  que  ser 
moral  é  intelectualmente  subyugado,  á  pesar  del  muro  de 
bronce  de  la  ley  de  raza  y  de  la  ley  de  propiedad,  consignadas 
en  el  código  escrito  á  imitación  del  de  Teodosio,  en  muchas  de 
sus  páginas,  y  en  el  que  se  retrata  con  fidelidad,  la  conciencia 
y  el  espíritu  del  vencedor  de  Vándalos,  Alanos  y  Suevos.  Ley 
de  raza!;  ¡ley  de  propiedad!  En  su  fondo  se  vé  una  sombra;  y 
es,  el  alfanje  que  ha  de  triturar  y  convertir  en  arena  del  Gua- 
dalete,  la  pedrería  de  la  corona  de  Ataúlfo.... 

A  la  venida  de  éste,  desaparecen  las  artes;  las  ciencias, 
y  las  musas  toman  asilo  en  sagrado;  poco  á  poco,  los  oprimi- 
dos, con  sus  historiadores,  teólogos,  filósofos  y  literatos,  asom- 
bran al  triunfador,  le  esclarecen  y  suavizan  el  espíritu,  le  sedu- 
cen con  su  grandeza;  y  convirtiéndose,  por  su  misma  superio- 
ridad, en  firmes  columnas  de  la  España  visogoda,  consiguen  su 
primer  triunfo  en  el  tercer  concilio  toledano;  en  el  que, 
proclamada  la  nueva  fé,  el  oleo  de  Recaredo  debilitó  las 
costumbres  septentrionales  y  convirtió  en  monumentos,  las 
ruinas  clásicas.  S.  Leandro,  á  quien  pertenece  la  gloria  de 
haber  preparado  la  proscripción  del  arrianismo,  proclamó  la 
unidad  del  lenguaje  de  la  Iglesia;  S.  Isidoro,  fijó  en  éste  las 
reliquias  de  la  cultura  antigua;  y  desde  entonces,  «todo  tes- 
timonio público,  religioso  ó  civil,  breviarios,  libros  litúrgi- 
cos, dogmáticos,  místicos,  de  polémica,  códigos  eclesiásticos, 
rituales,  himnos,  inscripciones,  epitafios,  leyes  militare?,  apa- 
rece, se  formula  y  se  redacta,  en  el  idioma  que,  aunque  deca- 
dente, conservaba  los  esmaltes  de  la  literatura  de  Propercio  y 
Ovidio. 

Al  abjurar  el  visigodo  la  horejía  de  Arrio,  hablaba  una 
lengua,  bien  diversa  de  la  hispano-latina,  anatematizada  en  el 
concilio;  y  que  dejó  de  ser  escrita,  porque  las  llamas  devoraron 
todos  los  libros  contaminados  con  el  error,  en  hora  tan  bárba- 
ra, cual  las  de  la  intolerancia  de  Almansur  y  Cisneros  y  la  en 
que  el  árabe  cegó  el  canal  del  Nilo  abierto  por  Adriano:  y no 


p),  ÍDCendió  la  biblioteca  de  Alejaiidrín,  porque  el  hecho  no 
tstáüetodo  punto  comprobado.  El  visigodo coQvertido,  aaí  c&- 
oo  coneervó  la  domiiiHcion  política,  continuó  b&blando  1»  lan- 
gas de  Ulñlss,  depositarla  de  las  Sngradns  EBcrituras  y  de  ka 

tndic iones  guerreras  del  invasor  escandinavo del  UlfilasI 

que  Bustituyó  loa  idólatras  caracteres  rúnicos  con  los  de  su 
sombre  y  que  compuso  el  célebre  alfabeto,  cuyoa  signos  son 
psrte  griegos,  parto  latinos,  parte  greco-latinos  y  parte  orígi- 
onles. 

En  In  Jnnda  fué,  donde  por  s^rlo  todo  el  monarca,  desapare- 
ció un  pueblo:  en  la  Jnnda  fué.  donde  se  borró  la  ley  de  la  pro- 
piedad y  do  la  raiía:  en  la  Janda  fué,  donde  al  perder  Rodrigo 
la  vida,  el  cetro,  el  caballa  y  la  herradura  de  plata  de  éste,  per- 
diÓBií  una  tcngua  tan  distinta  del  latin,  como  la  letra  ulfilann  y 
U  ÍBÍ<loriana. 

Siendo  una  verdad  la  separación  BOtrc  vencedores  y  voncidoi 
y  qne  al  asentar  aqudlos  su  dominación  en  la  Península.  Imbia 
CD  ésta,  despojos  de  las  lenguas  ín<li¿-enaB.  es  natural,  como  di- 
ce Amador  de  los  Rius,  que  el  latín  no  pudiera  ser  hablado  por 
visii^odos  y  rumanos  cuiil  en  loa  diaa  del  Imperio.  Desde  la  coa- 
(esion  de  nueva  íé  de  Recaredo,  el  sacerdote  católico  aficiónasa 
al  estudio  de  la  aatigüedad:  y  atleiónaose.  así  mismo,  un  Bul- 
garano:  un  Sisebuto,  de  decir  elegante,  protector  de  las  letras, 
doctisimo  y  que  si  no  de  la  Vida  ile  S.  DesiiüHo  Mártir,  segiin 
creyó  Mariana  y  negaron  Kicolás  Antonio,  Fabricio  y  Ambro- 
sio HoraI<*^,  fué  autor  de  las  ocho  cartas  pubbcadas  por  Flo- 
re»; y  un  Chindasvinto,  el  primero  de  loa  Mecenas,  quien  por 
la  esoügida  biblioteca  que  formase,  ocupa  un  solio  de  oro  en  el 
Aleáüar  de  nuestra  civilización. 

8t,  el  primero  de  loa  Mecenas;  i>orque  si  Augusto  lo  fué  del 
Cisne  de  Mantua,  Luis  XIV  de  Boileau,  Julio  11  de  Rafael, 
Mam  Teresa,  de  aquel  Motastasio  que  recorrió,  improvisando 
Tersos,  Ins  calles  de  Roma,  á  fin  de  ganar  pan;  Chindasvinto  lo 
ea  del  m&s  glorioso  de  los  episcopados  y  de  los  que  persoaiticaa 
la  ciencia  de  la  Iglesia,  dcspuea  del  autor  de  las  Etimologías, — 
Tajón,  Eugenio  y  el  ilustre  H.  Braulio.  Ved  loque  contribuye  á 
^Ofl  sea  taa  brillante  el  ocaso  de  la  lengua  latina,  en  el  que  ea 


;s.": .:  ;1  coatorao  del  antiguo  españolismo  y  el  del  goticismo 

.".T    :'.  Mro  monumental  de   S.    Isidoro,   se  demuestra, 

iv.  .  i'M  ir.  Kspaña  idiomas  que,  aún  sin  ser  escritos,  in- 

r.  '-'r:r  í::  la  corrupción  de  la  lengua  romana,  á  pesar  de  los 

:-!*".5.'-r,T!í .::"  Ii  Iplcsia  y  de  los  sabios.  Idólatras  del  sentimien- 

i:    v  j»  l:N^rtad,y  de  la  personalidad  los  conquistadores, 

-wcfw-;-.  íaá»  leyes  de  la  Gramática :  si  en  sus  costumbres 

- — •"  ri^or.se  V  con  alegría  de  las  artes  escénicas  consagraron, 

^  -,,-11.,-w-,  la  lengua  del  Lacio,  la  pureza  de  ésta  desfloráron- 

^  ^^»,^  *1  tálamo  en  que  había  muerto,  la  señora  de  las  gentes- 

"*■•  .  í.ffc.":,"»*  lí»*  tradiciones  clásicas,  el  latin  absorbió  los  rcs- 

.^  , -•i.,7,v<:  «hablóse  en  los  concilios  y  escuelas  clericales 

-    -•'i:»-3tói:*  fué  el  único  idioma  escrito  en  la  Península: 

\  ■.    ¿wN-rsnamente  en  el  hablado;  mas  si  buscáis  la  integri- 

*.       •  ■'  ••>:  »;ue  tuvo  en  los  exámetros  de  la  Eneida,.,,  dosis- 

.     .    ,v:r>.vuirlo.  En  resumen: — poco  sensibles  á  las  clegan- 

-:e^  •  V  .."Tss  do  la  cláusula  ciceroniana  los  bárbaros,  mas  ló- 

- ->  .  iv  i-t^ías?.  dostruyerun  el  hipérbaton,  en  el  que  estriba 

',  ss^'-^v  ^'  '•*  energía  que  admiramos,  en  la  más  célebre  de 

v^    ':'.Mir*-w  V  en  la  descripción  del  Incendio  de  Sagunh  do 

-  .-.  \  no  quedó  en  esto,  el  daño  causado  á  la  lengua 

*»    \- t  d?  Tácito,  pues  suprimidas  las  declinaciones, 

^  ,-.-v^*:rv"onte  de  la  preposición  y  el  artículo,  ^/roc/í'yV- 

.^.;..  .-;  .*?  frase  ¡j  sequedad  rn  ¡os  sonidos.  Poco  dio  en 

•     s.^c*vío  á  los  españoles:  ningún  timbre  indeleble 

..-.^íj.  -.  cvi  el  genio  de  nuestra  lengua.  Y  el  Oriente? 

-.  i->"  on  la  Tabla  Kedonda  v  en  Sto.  Grial,  sino  una 

-.  -     ."v.  oi»''!^*  ^^®  ^^^^  Cosroes  y  do  la  copa  de  Yemsid, 

*..   ir'  t  debemos  todo:  y  nada,  muchos  escritores  de 

^.»«k<  *>  :^ágiu^l8  cristianas  de  los  ciclos  medios,  ó  Las  en 

-.  ^..*   i.Ol.1.  del  rico  ídolo  del  Profeta  (|ue  se  guardaba 

^    *    .-  r.'.?«.Jí'  i^^  MalioTiu^í;  la  canción  do  Rolando;  las 

j^-KSmíW^  que  nos  pintan  á  Ocrbcrt,  ya  Silvestre  II, 

"•.^«•ví^  ;^*r  un  conjuro,  un  áureo  i)alacio  alumbrado 

^"  ••rt**íWí*  l>or  un  carbunclo;  os  asombrará  la  larga 


ignonuacia  en  qae  la  Europa  ha  TÍrido,  respecto  ¿  la  religión  7 
coatumbres  del  vencedor  de  aquella  España  Tisigodü.  cujo  faiis- 
iDna  paLacios  j  templos  pregonan,  el  libro  de  H.  Isidoro  j  la 
Pfria  i/e  lat  maraeilias  W,  Almuccari  j  Bnyan-Almogveb.  Ebn- 
lUj'aii,  y  Aben-Adhari;  del  que  entrú  á  saco  en  el  Alcázar  de 
Toledo;  apoderóse  de  la  vteta  de  Salomen,  de  ciento  setenta  coro- 
nas 7  diademas,  de  ua  Ptalierio  de  Datid-,  escrito  en  hojas  de 
oro,  con  letras  junanjes  y  agua  de  rubí  disuelto;  j  envió  al  Ca- 
lila treinta  carros  de  platay  todo  linaje  de  pedrería.  La  ciencia  de 
U  actual  centuria  ha  prol»tdo.  que  la  lengua  castellana,  hija  de 
vanBBÍafluenciasydeentranquelntiQOítienedeudaB  de  gratitud 
con  la  semítica,  jr  que  ningún  sello  do  este  nombre  y  sí  enlaces 
iodo-germánicos  se  advierten  en  ellii,  antes  de  los  cartagineses. 

Son  los  semíticos,  idiomas  de  lae  ni/ns  monoteístas  y  los 
indo-gorm¿nicos,  do  carácter  más  subjetivo  aun,  délos  pue- 
bloa  que  Uenaa  de  lüemidades  el  culo,  la  Cierra  y  lo  profundo,  co- 
mo nquel  cuyos  atributos  de  gloria  son,  la  vieja  lira  homérica, 
el  pincel  de  Apelea.los  cinceles  de  Fidias  y  los  libros  de  Pintón 
6  de  Xenophonte. 

Aquéllos  tienen  una  sencilleí  perfecta;  éstos  la  fastuosi- 
dad, la  complicación  necesarias,  para  expresar  la  ri^ia  de 
¡a  fantasía  hamana,  lo  más  itcóndilo  del  espíritu,  lat  má»  ais- 
Iraeíat  ¡/  pru/andaí  percepciones  del  eulendimiento.  La  influen- 
cia eemi  tica  apuntada,  se  debe  al  púnico,  traído  por  C'arta- 
go;  á  la  lengua  del  íiun  (lió  el  nUabeto  á  la  Grecia  y  que 
es  hija  de  lu  que,  en  su  alefato  simbólico,  encerró  una  serie  de 
ideas  profundas  con  su  principio  lógico;  ¿  la  que  en  ñn  contri- 
bajriS  i  qne  la  romana,  no  fuese  universal  en  la  Iberia.  Mas,  U 
CBusa  formal  del  semitismo  español,  está,  en  que  diez  y  eeis 
centurias  fué  nuestro  huésped  el  judío;  el  judío!,  cuya  histona 
Eoctal  y  líteriirin,  e^  por  fortuna,  conocida  hoy. 

Si  recordáis  lo  preceptuado  en  Iliberis  y  en  Toledo,  fi  partir 
ÓA  tercer  concilio;  las  persecuciones  decretadas  por  Sisebuto, 
Wunba  y  Figtca;  el  papel  que  los  errautes  hijos  de  Jerusalem  de- 
aunpeilaron  en  la  couqutsta  musulmana;  las  hogueras  á  que  se 


Jl)  Iba  AlTTardi. 


CXVIII 

les  arrojó  por  nigrománticos,  en  845;  la  inhumanidad  de  las  le- 
yes, que  en  el  siglo  XI  no  consideraban  crimen,  el  asesinato  de  un 
hebreo;  las  escenas  sangrientas,  inauguradas  en  1108,  que  es- 
pantan, lo  que  la  noche  lúgubre  de  S.  Bartolomé  y  las  Vísperas 
Sicilianas;  si  recordáis  que  tras  los  días  del  sabio  Conquistador 
de  Murcia,  en  que  lograron  merecer  respeto  y  los  de  Alfonso  el 
del  Salado  y  Pedro  el  Cruel ,  en  que  figuraron  en  la  corte  y  en 
la  política,  vinieron  las  matanzas  decretadas  por  la  Casa  bastar- 
da y  fratricida;  convendréis  en  que  el  judío ,  reducido  á  condi- 
ción servil,  blanco  del  odio,  no  ejerció  poder  social,  ni  literario 
tampoco,  pues  no  produjo  creaciones  popularesr^ultivó  entre 
los  árabes  orientales  y  los  ulemas  cordobeses  los  estudios  mis- 
náticos  y  talmúdicos,  cuya  vocación  siguió  manifestándose  en 
las  Academias  de  Toledo,  de  la  centuria  décimo  tercia.  Inmor- 
tal será  siempre,  sin  embargo,  la  literatura  rabino-castellana, de 
carácter  científico  principalmente,  pues  sus  páginas  astronómi- 
cas, teológicas  y  médicas  son  en  ella  las  de  mayor  mérito:  la  lite- 
ratura cuyas  glorias  se  nombran  Isaaque,  Maimonides  ó  como  el 
que  por  su  Kusari  mereció  una  rama  de  encina,  y  por  sus  versos, 
que  escribiese  Heine,  «si  tuviese  el  Xartecio  que  halló  Alejan- 
dro entre  los  despojos  de  Darío  y  donde  encerró  la  Iliada^  no 
pondría  allí  la  epopeya  homérica,  sino  las  perlas  que  Jehudabt* n 
Halevi  de  Toledo  lloró  por  la  destrucción  de  Jerusalem;  per- 
las de  llanto,  que  engarzadas  en  el  áureo  hilo  de  la  rima ,  en  la 
fragua  sonora  de  la  poesía,  resplandecen  en  un  hinmo:>  la  lite- 
ratura de  Josef-ben-Abitur,  Isaac-ben-Giat,  Abraham  y  Moisés- 
ben-Esrá,  Moises-ben-Na-chman  y  Gabirol,  que  es  á  la  vez,  un 
filósofo  más  castizo  que  Séneca  y  tan  grande  como  Plotino;  un 
sabio  en  quien  mucho  aprendieron  Alejo  Venegas  y  el  Dante; 
una  de  las  honras  que  más  deben  envanecer  á  la  capital  de 
Aragón,  si  lo  que  Mcser  asegura,  es  cierto. 

Ali!  y  qué  hermosa  es  la  florescencia  de  la  cultura  rabínica 
en  la  Edad  Medía,  eusnlzada  por  Munk,  Franck,  Sachs,  Gei- 
ger,  Cassel  y  Amador  de  los  Rios!....  Pero  circunscribámonos 
á  los  siglos  XII  y  XIII  y  sentemos,  que  exceptuando  la  de  la  ^^- 
trologia  de  Aben  Hezra,  están  en  latín,  todas  las  traducciones 
de  las  obras  judaicas  de  aquellas  centurias;  y  que  en  la  época  de 


t 


CXIX 

X,  el  rabino  «no  prctendic!  avezar  &  los  crietianoa,  á  los 
giros  T  mnnernB  orientnlea.i  Volviendo  los  ojoa  ahora  &  tiempos 
(^ue  (iiiednn  muj  atrás,  recoaozcamoB  qtie  el  semitismo  que 
latía  Éi^jo  la  nnnailnra  de  oro  y  hierro  romano-ffóíica,  fnvorecíd 
la  propagación  de  la  leag'ua  arábiga,  la  cual  encontró  dos  obs- 
táculoa:^!  cristiano  sometido,  7  el  que  afilaba  sus  espadas,  en 
las  peñas  de  laa  cumbres  septentrionales.  Por  espacio  da  al^ua 
Qempo,  el  erudito  cordobés  y  el  que  moraba  en  la  benigna  ri- 
ti^«  de  Sevilla,  consugrúronsc  al  estudio  de  los  idiomas  del 
M;  pero  álzase  el  calvario ,  que  el  mozárabe  tíoó  de  color 
iQ  SU  sangre  j  «so  npnga  aquella  artillcial  cultura.*  Esto 
lado  y  de  otro,  ol  odio  mutuo  entre  el  aatur  .v  el  sarrace- 
dnsentOB  indígenas,  depositados  en  las  cuevas  de  As- 
hacen  que  en  las  letras  latí  no -eclesiásticas,  que  en  la 
entonces  era  capullo  de  la  castellana  ó  castellana  en  la 
nifiez,  existan  muy  contadas  señales  del  influjo  oriental. 

Si,  porque  el  soldado  de  la  Cruz,  en  los  albores  de  la  Ke- 
conquists,  aborrecía  la  civilí^cion  infiel,  solo  por  serlo,  pues 
ni  la  conocía,  ní  lo  deseaba.  Empezaron  á  verla  los  cautivos 
y  rehenes,  llevados  a  la  corte  de  los  Califas; ;  ocasiones  de  que 
B£4VaUjC¡ese  lo  mismo  á  otnis  cristianos  presentáronse,  cuando 
D.  Sancho  de  León,  cu  960,  fué  á  Córdoba,  en  busca  de  mé- 
dicos, ó  cuando  Alfonso  el  Grande  de  Asturias,  llamó  á  au  cor- 
te, &  dos  sábioa  muslines  y  les  encomendó  la  educación  de  su 
hijo',  todo  lo  cual  no  fué  bastante,  á  llevar  el  polen  de  la  ciencia 
del  Ucdiodia  al  Norte,  pues  lo  sucedido  con  Gobmar(l)  fué  una 
excepción. 

A  partir  do  la  centuria  undécima,  debieron  estrecharse  los 
relaciones  entre  la  España  del  Evangelio  ;  la  España  del  Co- 
ran, pues  el  conquistador ,  al  convertir  en  templos  do  au  fé  las 
mezquitns,  tMspLantaba,  sin  darse  de  ello  cuenta,  á  su  campo, 
nicos  de  Incultura  arabigo-espnñoln.  Los  musulmanes  que  no 
huían  de  las  ciudades  desalojados  por  las  huestes  de  Santiago, 
el  muzárabe,  doctísimo  en  letras  urieatales,  que  la  Cruz  en- 


tiiaUirl>  ilf  lus  rroncu», 


cxx 

contraba  en  los  baluartes  enemigos  qne  hacía  sujos,  contri* 
buyeron  á  extender  la  cultura  meridional  por  \bb  fajas  fHmU^ 
rizas,  teatro  de  las  más  encarnizadas  luchas  que  sostmoieron  los  soU 
dados  de  Cristo  y  los  soldados  de  Mahoma,  y  en  la  indicada  tarea 
tomaron  no  escasa  parte,  los  judíos,  de  las  tierras  de  la  media 
luna...  los  judíos  1  de  rica  vida  intelectual,  que  poseían  tana 
maravilla  la  lengua  del  Yemen,  como  los  retores  más  célebres 
del  Asia;  que  en  sus  escritos  la  preferían  á  su  idioma;  y  que 
conocían  á  la  perfección ,  el  latín  y  el  romance.  Sin  embargo, 
en  general,  eran  guerreras  en  el  siglo  xii,  las  relaciones  entre 
el  fiel  al  Gólgota  y  su  enemigo.  Lo  dicen,  los  vocablos  ára- 
bes que  se  leen  en  el  Poema  del  Cid,  y  en  las  más  venerables 
y  viejas  páginas  de  la  literatura  española ;  expresivos  todos 
ellos,  de  armas  y  costumbres  militares. 

Es  indiscutible;  la  inñuencia  oriental  fué  siempre  cortesana: 
brilló  en  el  reducido  cenáculo  de  los  sabios  y  eruditos.  Y  el  mos- 
trarlo no  es  difícil.  En  Toledo,  en  la  inmortal  Toledo,  el  Asia 
y  el  Occidente  diéronse  la  mano  con  cariño,  por  vez  primera, 
poco  después  de  aquel  día,  en  que  clavó  la  cruz,  en  los  adarves 
de  la  ciudad  de  la  ciencia  y  el  arte  arábigos,  el  muy  glorioso 
Alfonso  VI.  Mientras  el  monasterio  miraba  con  terror,  desde  el 
Norte,  la  que  juzgaba  capital  de  la  nigromancia,  los  seres 
ávidos  de  conocer  los  secretos  de  la  sabiduría,  encerrada  dentro 
de  los  toledanos  muros,  sin  acordarse  de  que  pudiera  ser  peca- 
minoso el  ver  la  cara  de  los  doctores  en  mágica  negra,  dirigié- 
ronse hacia  la  margen  del  Tajo;  unos,  como  Gerardo  de  Cremo- 
na  y  Miguel  Scotto  á  estudiar  á  Averroes,  á  Avicena  y  á  Aris- 
tóteles arabizado,  otros  á  aprender  en  la  escuela  de  traductores, 
en  la  que  sobresalían  los  judíos. 

La  misma  actividad  que  el  Tajo  presenció  el  Turia,  donde  el 
rabino  ayudó,  después  de  la  reconquista,  á  llevar  tesoros,  de  la 
riqueza  de  los  toledanos  (no  he  do  decir  si  á  Provenza),  á  la 
corte  del  gran  caudillo,  historiador  y  clásico  catalán,  que  re- 
preséntanos Muntaner,  entrando  con  Ampurias,  por  la  brecha 
de  Mallorca,  para  mesar,  fiel  á  su  juramento,  las  luengas  bar- 
bas al  rey  moro.  No;  no  fué  popular  la  influencia  del  Oriente. 
Al  ceñir  la  corona  de  S.  Fernando  su  hijo,  por  las  célebres  acá- 


demiae  deCúrdoba  y  Toledo,  por  las  veraionea  de  JeliudaMoBCii, 
por  tos  libros  de  Isnaque;  ya  porque  el  palacio  real  convlrtioae 
en  centro  do  ion  muslineB  y  judíos  doctos,  que  por  ot^edecer  al 
ny  tntdujsrou  del  hebreo,  del  caldeoy  de  la  lengua  del  Yenica, 
maclias  obras  de  tilosolín,  medicina  y  matemáticas;  ya  porque 
Ife  avidet  del  monarca,  por  aprovecharse  de  la  vida  intelectual 
que  circulaba  por  las  arterias  de  laa  ciudades  predilectas  del 
Omniada  y  AbbadÍdB,fuá  ioaaciable  y  profundo  el  amor  que  le 
íasptmse,  el  establecer  una  escuela  de  árabe  en  Sevilla;  es  lo 
cierto,  que  en  kI  reinado  de  D.  Alfonso,  empiezan  en  Castilla  & 
influir  loB  idiomas  orientAles,  cual  acusan  las  obras  del  dea- 
venturado  autor  de  las  Querellas  y  las  del  procer  ilustre,  que 
tegsse  á  la  novela  y  al  teatro  fuiuroa,  un  manantial  purísimo 
de  leche  en  su  Comh  Lucanar;  libro  peregrino,  á  cuya  populnri- 
dacl  han  consogrado  sus  desvelos,  entre  otros.  Argots  de  Uoli- 
na,  Wolt.  Olarus,  Puibusque  y  D.  Pascual  Gayant^os.  Que  eu 
é|)oca  que  vino  en  pos,  empezó  á  descender  tristemente  de  su 
xenith  la  estrella  de  los  judíos;  y  que  hubo  empeño  ea  que  dea- 
■ptkreciese  todo  timbre  orieolnl,  después  de  aquella  paec»a  flo- 
rida de  la  historia,  que  personifica  quizúa  mejor  que  nadie,  el 
gentil  y  í  la  vez  cristiano  Ariosto,  no  puede  negarse.  El  caso 
BO  es  raro,  pues  astas  oposiciones,  con  idénticos  elementos 
aepreeentnn,  ds  igual  manera,  en  la  vida  de  la  humanidad. 
Díganlo  Ina  ruinas  de  Troya ,  los  versos  de  Qemba  y  los  cua- 
dros de  Hafael,  que  lo  son  respecto  al  Asia  y  A  la  Edad  Media. 
Dedúcese  de  lo  manifestado,  que  la  influencia  hebraico-ospa- 
3ola,'no  se  dejó  sentir,  hasta  la  mayor  edad  de  nuestra  lengua, 
declarada  en  las  Partidas.  V  nótese  que  el  hebreo,  cuya  ex  celsi- 
tud intelectual  conócese  por  los  eruditos  trabajos  de  García  Blan- 
co, Amador  de  los Ríosy  Catalina;  y  el  árabe  español,  que,  poeta 
narnóse  Wallada,  médico  Avicena,  el  Hipócmtes  de  loa  tiempos 
medios,  botánico  Ibn-Beitbar,  matemático  y  astrónomo  Omai- 
jaben  Abd  el  Azii  ben  Abi  '1  Saltz,  gramático  Abd-Alnh  ben 
Malik,  Blóaoíü  Averroes  y  AvempacelD,  maestro  de  éste,  sabio 


I 


CXXII 

comentador  del  de  Alejandro,  y  autor  del  Régimen  delSolitario^ 
que  tan  limpios  rayos  de  luz  llevó  á  la  escuela  de  Alberto  el 
Grande;  el  árabe,  que  inñuyó  en  el  escolasticismo  de  tal  suerte, 
que  no  es  posible  escribir  la  historia  de  él,  sin  conocer  la  filosofía 
arábiga,  á  la  que  Renán  ha  erigido  un  monumento  imperecede- 
ro;.... el  hebreo  y  el  arábe,  no  ofrecen,  en  su  vida  literaria,  for- 
mas ni  géneros,  que  puedan  influir  permanentemente  en  nues- 
tro idioma;  cuyo  caudal  léxico  engrosaron,  en  lo  que  imitóles  el 
mudejar,  mas  sin  convertir  en  semítico,  el  genio  de  aquél.  La  in- 
fluencia oriental,  escribe  un  historiador,  tiene  un  periodo  mar- 
cado y  una  esfera  circunscrita  en  la  historia,  pues  para  que  una 
soberanía  política  y  literaria  dure  y  trascienda,  hasta  las  últimas 
raicillas  del  árbpl  de  la  nacionalidad,  es  preciso  que  aquélla  se 
posesione  de  la  inteligencia  ó  de  las  sociedades  y  ofrezca  decha- 
dos que  enamoren  y  se  hallen  siempre  presentes,  en  la  me- 
moria del  pueblo  y  de  los  artistas  influidos.  Reconozco  que  las 
letras  arábigas  fueron  conocidas  del  cristiano;  lo  cual  debióse 
en  gran  parte  al  muzárabe,  que  cuando  pulsó  lira,  llamóse  Ib- 
ul-Margari  y  al  judío  que,  familiarizado  con  todos  los  idiomas, 
ya  imitaba  los  primores  de  Hariri  en  las  fnacamas^  ya  mezclaba 
con  sus  poesías  hebraicas,  versos  en  lengua  de  Castilla  y  en 
siete  diversas,  alguna  vez:  reconozco  que  no  vivió  en  balde  un 
Aurelio,  tan  docto  en  literatura  muslímica;  y  que  poseemos  una 
aljamiada  muy  curiosa:  mas  reconozco  también  con  Canalejas, 
que  en  nuestro  arte  popular,  rimas,  metros,  géneros  literarios, 
formas  poéticas,  todo  es  latino;  en  el  juglar  piadosísimo  del  mo- 
nasterio de  S.  Millan,  tan  parecido  á  Fra.  Angellico,  que  diría 
se  sacó  del  arpa  del  uno  el  pincel  del  otro  y  en  Segura  de  As- 
torga;  en  el  RonuDicero  y  en  D.  Santo  de  Carrion;  en  el  Canci- 
ller Ayala,  en  Alfonso  Alvarez  de  Villasandino  ó  eñ  el  Arci- 
preste de  Hita,  que  compuso,  según  él,  cantares  de  danzas  y 
troteras,  para  las  cantadoras  moriscas.  Quince  siglos,  exclama 
un  orador  elocuentísimo,  han  permanecido  entre  nosotros  los 
judíos  y  como  memoria  de  ellos  solo  han  quedado,  algunas  pa- 
labras que  el  odio  español  al  pueblo  de  que  proceden,  las  ha 
marcado  con  estigma  de  vileza. 
No;  no  tiene  el  castellano  carácter  oriental.  No  creáis  en  él, 


■I  obson'ar  lo  qae  es  necesario  para  In  existeacia  del  bipérba- 
tOD,  en  Ins  lenguas  neo-latinas: — acordaos  lie  qne  tiene  expli- 
caeioD  fácil,  el  fenómeno  do  que  na  haja  encarnado  en  ésta  el 
régimen  directo,  al  destruirse  la  gramática  del  retórico  greco- 
roiaano.  kiacontrareis  ni,  concordnnciaB,  y  nada  más  que  coQ- 
eonlandns.  AUt  es  peligroso  entrar  por  las  veredas  de  la  inda- 
gicion  en  estos  estudioj,  olTÍdándoso  da  su  canon  ció ntíGco. 
Lalcuga»  todavía  ;io  ha  tenido  el  Tucldides,  el  Mariana  que 
espera;  todavía  no  ha  tenido  su  historiador.  Y  así  resulta,  que 
si  comparáis  el  £ibro  de  Apohnio  con  la  Eneida,  la  sintAxis  de 
miho8  idiomae  resulbm  diatintas;  con  diferencias  menos  radi- 
cales si  la  compamcion  se  liuce,  entre  los  códigosdel  Rey  Sabio 
y  Paulo  Orosio;  j  sin  diferencia  alguna,  leyendo  filosvicjoa 
cronistas  de  la  Gdad  Media,  en  pos  del  Lucidario  ó  del  Conde 
Lmcanor.  lis  innegable:  quien  compare  las  obras  de  la  lengua 
eminentemente  literaria  y  erudita  de  Uarco  Tullio,  con  la  pro- 
sa admirable  de  Granada,  de  Cenantes  y  de  Quevedo;  el  cua- 
dro de.  Germánico  á  la  vista  de  los  cadáveres  de  las  legior.es  de 
Varo,  que  debemos  fi  Tácito  y  el  cuadro  que  Hurtado  Mendoza 
hace  contemplar,  allá  en  Sierra  Bermeja,  al  tiuque  de  Arcos  y 
á  loa  que  le  seguían  al  fuerte  de  Oalalin;  las  descripciones. 
veogas  y  retratos  de  Tito  Liv¡o,con  la  conjaracion  de  Juan  de 
Pr6cida,  el  Alvaro  de  Lnna  y  el  discurso  del  condestable  Vtit- 
TBiOB,  de  Mariana;  dirá,  que  son  idénticas  las  sintaxis  de  Caeti- 
Ba  y  del  Lacio:  como  ni  rastro  árabe  alguno  encontrará  en  el 
habla,  si  penetra  por  las  grandiosísimos  puertas  de  concha  y 
ondel  Renacimiento.  i^úftK^Uf  ¿Angara/....  Si,  distinguid  sl- 
,  ^MCas  literarias  y  aun  escuelas.  Y  distinguiendo  con 
lt>ulasidad,  los  caudales  legados  i>or  el  judio  del  periodo  ro- 
to y  viaigodo;  contando  coa  el  elemento  gótico  septentrio- 
r  idiomas,  libres  CD  las  asnorezas  del  Norte,  durante  se 
ibiii  con  sangre  el  gran  poema,  que  en  la  viñeta  do  su 
1  tiene  un  peiinsco  y  una  palma,  en  la  de  su  letra  úl- 
Q  recogiendo  con  discreción,  los  estudios  mozárabes  y  los 
k  nuestra  raza  y  á  nuestro  cielo  debe  In  cultura  arátigo- 
1,  que  BÍ  no  tuvo  \o&  caracteres  de  indígena  y  nacio- 
B  In  desarrollada  en  Persía,  bajo  el  imperio  de  lu  me- 


CXXIV 

día  luna,  fué,  por  causas  que  no  son  del  momento;  seña- 
lando lo  que  distingue  el  habla  popular  de  la  erudita  y  la  eru- 
dita de  la  cancilleresca;  fijando  bien,  en  la  época  de  Alfonso  X, 
las  inñuencias  orientales  y  señalando  sus  efectos;  mostran- 
do el  influjo  provenzal  y  el  de  Italia  en  el  siglo  de  Juan  II,  el 
greco-latino  en  el  xv  y  en  el  alba  del  xvi;  se  colocan  en  el  ca- 
mino de  la  filología  moderna,  las  piedras  miliarias  que  nos 
conducen,  á  la  miranda  en  que,  libres  de  las  preocupaciones 
del  humanista,  que  se  afana  por  borrar  las  impurezas  árabes  y 
pugna  por  transformar  en  sus  gramáticas  y  diccionarios^  en  sin- 
taxis y  léxico -latinos,  la  sintaxis  y  léxico -castellanos;  sin  el 
frenesí  de  los  enamorados  de  la  raza  que,  en  la  Edad  Me- 
dia, nos  reveló  la  antigua  filosofía  y  las  nuevas  verdades;  de 
los  que,  en  la  soberbia  fábrica  cordobesa,  toda  su  admiración  es 
para  la  capilla  del  Zancarrón  y  ni  dirigen  una  mirada  á  la  sille- 
ría del  coro  ó  á  la  lámpara  de  plata  del  noble  templo  cristiano; 
vemos  con  claridad,  que  es  analítico,  respecto  al  sánscrito,  al 
griego  y  al  latín,  más  de  valor  suyo  y  fisonomía  peculiar, 
la  lengua  que  dimos,  á  la  vez  que  la  Cruz  de  Cristo,  á  la  vir- 
gen América. 

Después  de  estas  afirmaciones  que  caen  dentro  de  la  región 
de  las  ideas,  descendamos  á  los  hechos.  Enterrada  en  el  barro 
de  las  orillas  del  Gundalete,  una  maldecida  ley  de  castas  y  ve- 
rifícnda  la  conquista  sarracena,  los  visigodos  y  romanos,  uni- 
dos por  la  igualdad  de  su  fé  y  por  la  comunidad  del  enemigo, 
formaron  un  pueblo,  allí  donde  anidan  las  águilas;  en  cuyas 
alturas  el  amor  á  las  costumbi*es  y  á  La  lengua  de  sus  abuelos, 
despertado  por  la  tiernísima  idea  do  la  perdida  patria,  añadió 
bríos  al  brazo  de  los  que,  en  frente  del  árabe,  pactaron  con  la 
muerte  sino  con  la  victoria,  y  sintieron  que  no  les  desplacían, 
las  tradiciones  fastuosas  de  la  raza  despojada  de  los  tesoros 
que  allegase  en  basílicas,  atrios  y  aulas  regias,  por  el  soldado 
de  Muza-ben-Nosayt. 

La  lengua  hispano- la  tina,  sobrevivió  pues,  al  Imperio  arrui- 
nado en  las  márgenes  de  la  laguna  de  la  Janda;  y  destinada  á 
ser,  el  arca  santísima  de  la  historia  de  la  Iglesia,  fué  cultivada 
por  los  eruditos:  los  monarcas  astures  convirtiéronla  en  órgano 


'la  poleated  real  y  de  la  piedad  religiosa  y  la  muchediinibre 
U  aceptú  piUD  sus  traosacciones.  En  la  monan^uía  de  Asturias, 
el  altnr  dn  la  patria  tué  el  trono  j  al  lado  de  él,  el  crietiaDO  li- 
bre, orgulloso  de  axi  origen  latino,  erigió  uu  ara  á  la  edad  clási- 
M.  arrojando  al  rostro  del  ioliel  el  nombre  de  bárbaro,  cual  lo 
labría  hecho  un  hijo  del  Tíber,dcBdo  el  Capitolio.  Comparando 
loe  cronicones  y  los  documentos  cancelarios  de  aquella  época, 
wlíierten  los  historindores,  el  germen  de  la  fusión,  que  había 
de  producir  Iob  romanen. 

Exíalian  eu  la  Península,  ademús  de  lüs  cristianos  que  mili- 
Uban  bajo  la  bandera  de  l'olayo,  otros  que,  sojuzgados  por  el 
tílaage,  vivieron  en  In  Gspnfia  islámica  conservando  su  lé,  por 
razones  Itarto  conocidas,  sin  quo  tardasen  mucho  tiempo  á 
violentados  pur  los  Califas.   Estos,  es  decir  loa  mozórnbes, 
If)  el  soldado  de  Asturíns,  gunrdaron  con  solicitud,  el  ídío- 
depofiitnrio  de  sus  tradiciones  y  creencias-,  cuyo  idioma  no 
lieron  menos  de  admitirlo  loa  amires,  para  su  comercio 
tlectnalcon  losvcncidoa.    para  bu  intclít'eDcia  con  los  re- 
yes do  In  EB[uiña  de  la  Cruz,  para  acuEiiir  las  monedas  que 
teatificnsen  su  domiiiacion,  en  los  par;tÍ3oa  españoles.   Mone- 
íiB  iWáitío-íaÍMiflf  poseemos,  que  convencen  do   iiue,  en  el 
Kdo  08  de  la  Hegira,  la  lengua  del    cristiano  sometido,  era 
jteníaquoserto,  respetada  del  vencedor.  Hixen  U,  fué  quien 
intenta  proscribirla,  vedando  au  uao;  y  bu  célebre  mándalo,  pro- 
dnjo  ana  reacción  en  el  sacerdocio,  en  la  que,  lu  sangre  de  los 
mártires  regó  y  fertilizó  loa  estudioa   latinos,  hasta  el  punto 
doifOQ  ta  lengua  del  Lacio,  culi  i  vóse  con  más  acierto, entre  los 
iD(niir8l)«e,  que  en  las  comarcas  librea.  V  sin  embargo  bny  quo 
rocoflocor.la  justicia  con  que  el  Abad  Samson  asaeteó  h  Hosto- 
gttiñ^  y  que  ya  entrado  el  siglo  x.  el  latín  tué  objeto  del  me- 
~  que  Borao  alude  y  que  nos  certifican  la  queja  do 
y  el  hecho,  de  que  hubiese  obispos  que  compusieran 
ites  AokV/im,    referido  en  una  traducción  admirable  do 
>0B.  Qoe  en  Kapaña  concurrió  poderosamente  el  pueblo 
lo,  Á  la  cultura  del  árabe  quo,  bnjo  el  inspirador  ciclo  de 
lucía,  fué  más  (econdo  que  en  otras  regiones, — dice  bien 
Valen, — acredítalo  la  rapidez  con  que  el  cristiano  apren- 


CXXVI 

dio  á  liablar,  como  los  hijos  del  Yemen.  Alvaro  de  Córdoba,  dice 
en  su  liidlctUú  luminoso: — Muchos  de  mis  correligionarios  leen  las 
poesías  y  cuentos  de  los  árabes  y  estudian  los  escritos  de  los  teólo- 
gos y  filósofos  mahometanos,  no  para  refutarlos,  sino  para  apren- 
der como  han  de  expresarse  en  lengua  arábiga,  con  más  corrección 
y  elegancia,  ¿Dónde  se  hallará  hoy  un  lego^  que  sepa  leer,  los  comen- 
tarios latinos  sobre  las  Santas  Escrituras?  ¿Quién  entre  ellos  es- 
tudia los  evangelios,  los  profetas  y  los  apóstoles?  Ayl  Todos  los  jó- 
venes cristianos  que  se  hacen  notables  por  su  talento,  solo  saben  la 
lefigua  y  la  literatura  de  los  árabes,  leen  y  estudian  celosamente 
libros  arábigos:  á  costa  de  enor)nes  sumas  forman  de  ellos  grandes 
bibliotecas  y  por  donde  quiera,  proclaman  en  alta  voz,  que  es  digna 
de  admiración  esta  literatura.  Si  se  les  habla  de  libros  cristianos, 
responden  con  desprecio  que  no  merecen  su  atención  dichos  libros. 
Oh/  dolor/  Los  cristianos  han  olvidado  hasta  su  lengua  y  apenas  se 
encuentra  uno,  entre  mil,  que  acierte  á  escribir  á  un  amigo  una 
carta  latina  pasable.  En  cambio  son  infinitos,  los  que  saben  expre- 
sarse en  arábigo,  del  modo  más  elegante  y  hacen  versos  en  dicho 
idioma,  con  mayor  primor  y  artificio  que  los  árabes  mismos  0). 

El  célebre  Obispo,  en  presencia  del  cuadro  que  ofrecen,  loa 
convertidos  ala  superioridad  científica  del  hombre  de  la  media 
luna  j  al  atractivo  de  su  poesía  ^exclama:  estiman  menos  los 
abundantes  arroyos  de  la  Iglesia  que  corren  del  Paraiso. 

Makkari  nos  ha  conservado  versos  de  un  poeta  de  Sevilla 
del  siglo  XI,  que  persuaden  de  que  su  autor  conocía  bien 
la  lengua  y  métrica  arábigas ;  Mariana  nos  dice,  que  el  presbí- 
tero Dauicl,  tradujo  al  árabe  los  antiguos  cánones  de  la  Iglesia; 
el  Abad  Samson,  ya  citado,  S.  Eulogio  y  otros  doctores,  en  el 
siglo  IX,  dieron  exposiciones  de  las  Sagradas  Escrituras  en  el 
habla  de  los  conquistadores;  y  para  prevenir  la  ignorancia  de  su 
clero,  según  el  Arzobispo  D.  Rodrigo  y  también  por  atender  á 
la  necesidad  religiosa  y  situación  difícil  de  las  tribus  cristianas, 
Juan  Hispalense,  expuso  la  Biblia  en  el  idioma  del  Corán.  De- 
dúcese de  esto  que  desde  el  siglo  viii,  el  latín  ni  se  hablaba,  ni  se 
entendía?  Dozy,  Keinaud  y  A.  F.  de  Schack  nos  dicen,  que  solo 

(1)    Traducción  de  Valera. 


CXXVII 

ttarMídu^a  paría  de  In  gi'ey  Bometida;  que  siempre  el  latín  ó 

mejor  el  romance,  quedJen  general,  fomo  idioma  del  vulgo;  que 
hxhiti  Piltre  los  Amhes.  quienes  lo  liablnban  ó  entendían,  sí  bien 
COQ  más  freciiencie,  por  el  conoc¡m.ienta  de  ambas  lenguas,  la- 
tinas y  arábiga,  golínn  servirae  los  malioraetanos  de  los  crietia- 
naa,  como  intérpretes  y  negociadorea  con  los  Imncos.  No  desa- 
pareció el  Ifttin;  antes  al  contriirío  cultivóse  con  singular  esmero 
por  los  doctos,  que  consagraron  sua; vigilias,  á  que  se  perpetua- 
nn,  en  lodos  ¡os  idiomas,  los  tesoros  literarios  del  cristianismo. 

Lo  que  si  aconteció  ea .  que  empozaron  á  enturbiarlo  pala- 
bras arábigaa.  LuitpraadoBñrma.en  el  siglo  x.quc  en  el  octavo, 
líS  lenguas  que  Labia  en  Kspiiña  eran :  —  el  espüñul  ¡irimitivo; 
«1  cántnhro,  el  lutln,  el  griego,  el  akldeo,  ol  árabe.  cL  hebreo,  el 
Ctltíhcro.  el  valenciano  y  ei  ciitalun.  Sin  entrar  á  discutir  la  no- 
nencUtum,  concíbese,  cuál  pmlíit  ser  la  plasa  del  habla  en  que 
M  escribiese,  con  lúgrimna  de  amorcillo  y  en  pétnlos  de  roaa, 
el  ppitatlo  de  Adonis.  1^1  uso  del  hebreo  v  del  caldeo,  lo  abona  la 
¡■resencin  de  los  judloa  en  Rspaña.  Kl  español,  el  cáiitnbro  y  el 
celtíbero,  habían  sobrevivido  á  la  conquista  de  Roma  y  confua- 
déndose  con  b\  latin,  formaron  el  romance  vulgar.  El  árabe 
invndió  parte  del  territorio.  He  tomndo  a  Villemain  estos  pi- 
míos, pam  llegar  á  la  concluí<Íoa  de  Amador  de  los  Itios.  á  sa- 
ber:— «qno  do  lo  expuesto  ae  deduce,  qne  en  la  época  en  que 
Alrnro  se  quejaba  y  lanzaba  Siimson  stis  caústicaa  frases,  de- 
hilitndo  el  moaámte,  la  lengua  cultivada  con  cariño,  por  los  dis- 
cípulos de  Hsporaiüdeo ,  empezó  A  perder  Ja  salud  y  más  enfer- 

«  cada  día,  llegó  de  osta  suerte  al  nfio  1124;  en  que  verifícóae 
A  universal  destierro  de  aquella  infeliz  raza. 
Mperecida  en  CtSrdoba,  la  lengua  que  naciese  de  la  mezcla 

Plutíñfelárabe,  la  Kspaña  cristiana  libre,  cuyos  atributos 

1^  Ib  yunta  del  colono;  la  espada  del  guerrero,  aegnn  la  frase 
l'^Usts,  cuando  se  sintió  fuerte,  cuando  creyó  consolidada  la 
B  obra  inaugurada  por  Pelayo ,  cuando  los  romances,  si 
blhi  juventud,  llegiiron  al  menos  á  In  adolescencia,  los  ro- 
«'.,  viros  desde  e!  alba  de  la  Reconquista,  y  de  ello  nos 
madeu  muchos  documentos  diplomáticos  y  los  cronicones; 

IBdo  Be  consideró  más  fuerte  que  la  morisma,  dio  treguas  á 


CXXVIII 

8u  rencor  y  admitió  al  mudejar  en  sus  villas  y  ciudades. 

En  la  inscripción  de  Santa  Cruz  de  Cangas,  en  privilegios  y 
escrituras  que  Borao  tan  perfectamente  conocía,  adviértese  la 
huella  popular,  estampada  en  solecismos  é  idiotismos  y  que  el 
habla  de  la  muchedumbre,  tenía  el  vigor  necesario  para  rom- 
per la  sintaxis  y  la  forma  de  la  dicción  y  para  llevar  á  todas 
partes,  el  espíritu  de  rebeldía  contra  la  gramática.  Por  cierto, 
que  uno  de  los  documentos  á  que  aludo  es,  al  que  se  refiere  á 
la  fundación  del  monasterio  de  Obona  por  Adelgastro,  y  en  él 
es  visible,  que  el  romance  procede  de  más  antiguo  que  del  si- 
glo VIII.  En  éste  y  en  los  dos  sucesivos,  posesiónase  de  la  escri- 
tura oficial  y  de  la  docta,  con  la  altivez  que  el  guerrero  cristia- 
no clava  la  cruz  en  los  adarves  moriscos;  vence  á  la  tradición 
clásica;  y  consentida  y  reconocida  su  heguemonía,  el  habla  vul- 
gar conviértese  en  escrita. 

Aquellos  lenguajes,  indomables  á  la  República  y  al  Imperio 
más  poderosos  de  la  historia;  que  respetó  el  eximio  Isidoro; 
que  enriqueciéronse,  desde  el  instante  en  que,  caídas  las  ba- 
rreras del  Danubio,  el  bárbaro  cambió  por  la  púrpura,  la  piel  de 
fiera  que  vestía;  no  bien  sonó  en  los  aires ,  el  grito  inmortal 
de  Covadonga,  empezaron  á  fundirse  en  el  molde  que  les  diese 
la  Unea  fisonómica  del  romance.  Este  es  el  nombre  de  la  obra, 
construida  con  ios  materiales  hacinados  en  tierra  española,  por 
espacio  de  siglos.  Los  autores  principales  de  ella,  el  arquitecto, 
el  Brunolleschi,  son  los  pueblos  antiguos;  mas  no  neguéis  á  la 
presencia  de  los  orientales  en  España,  la  parte  que  tuvo  en  el 
perfeccionamiento  de  creación  tan  magnífica. 

Desde  la  alborada  de  la  Iglesia,  moraban  entre  nosotros  los 
hebreos,  tan  inteligentes,  como  la  nación  más  privilegiada  en- 
tre las  de  razn-indogermánica,  en  las  que  siempre  han  fiorecido 
grandes  civilizaciones.  Dígalo  sino  la  península,  que  tuvo  en 
la  antigüedad  una  Roma  y  en  el  Renacimiento  una  Florencia; 
y  la  que  fué  patria  de  la  hermosura,  como  destinada  por  Dios 
á  ser  la  musa  del  arte;  pues  al  construir  el  Universo  su  artífice 
sublime,  cortó  una  rama  en  el  laurel  del  cielo,  tendióla  en  la 
onda  más  pura  de  los  mares,  la  sujetó  á  Europa  y  ké  aquí  la 
Grecia  exclamó.  Industrial  y  comerciante  en  la  España  de 


CXXIX 

AtuUo,  Recaredo  y  Watnba,  inoteusÍTo  pan  el  cristiano,  oa 
li  jpou  i^ue  iitaiiguní  Iel  Unvía  de  eangre  del  (lia  de  Gua- 
dilete;  el  judío  fué  &m¡y:o  del  leonés,  del  unvarro,  dd  liíjo  de 
CmHUa,  del  que  liicin  Irh  barras  del  Batalliidov  en  eus  pendo- 
U«  ^orreroH.  Iinstn  tal  punto,  quo  los  artes  de  aquél,  hicíéron- 
n  tucesariaa  ea  las  monarquías  que  luchaban  eon  el  moro,  por 
llunaade  la  Cruz. 

La  lengua  lietirea,  inniaGuludn  en  Aben  Uezrns  7  eu  Hai- 
loQatdea.  eií  el  JCitutri  del  nümeD  que   Heine  compara  con 
Komeniv  en  El  Manantía!  Je  Id  viJa  del  profundo  panteifl- 
(>■  ilue  autucedid  á  Spinosn  y  tnizú   veredas  que  enaanclió 
Jltoluiij^'o  el  místico  Jacobo  Boliemen,....  b>  poética  lengua 
lisdm,  lie  una  sencillez  que  lia  inducido  á  muchoB  filólogos,  A 
pwttidomrla  como  embrionaria,  ya  se  ha  indicado  el  favor  de 
^goíase.  cuando  D.  Alfonso  X  agrandó  el  idioma  de  Casti- 
II»t»l  htceriu  heraldo  y  servidor  de  las  cieneias,  Y  respecto  al 
anbí,  tambicn  se  )ui  munítestado  qué  influjo  ejerció  en  el  ro- 
"W*a,  por  medio  de  los  cristianos  sometidos  y  de  la  ní/'antío 
delmudüjar;del  que  dlti  vida  &  uu  genero  arquitectónico  bellí- 
•iaio,  al  que  port«noció  el  Alc&zar  da  Scgovia  y  pertenecen  el 
['«lacio  de  los  Ayalaa  en  Toledo  y  el  de  los  Mendosas  en  Gua- 
<U>jiua.  Loa  orientiles  acaudalaron  loe  romances,  cuyo  te- 
somera  latino  en  porte;  j  lejos  de  lo(:mr  desnaturalÍ7ATlOB, 
soírié  quebranto  el  judío  en  su  idioma.    Dichos  romancee, 
la vsdíendo  Las  comarcas  de  In  morisma,  fueron  entendidos  y 
aun  hitiladoá  [lor  éstn:  como  la  del  tornen  lo  fué  por  hombres 
cual  d  Condestable  DdTalos  y  salpicó  de  voces  suyas  las  páginas 
iM  moiuircit  insigne,  que  lo  mismo  lucia  sabiduria  en  las  aca- 
demias, que  gentileza,  cuando  montaba  el  bravo  tordo  que 
canwoleó  en  el  cent'o  de  un  ejército  sítia'lor,  en  la  rica  vega 
de  Murcia.  De  modo  que  los  hijos  del  desierto  y  los  de  la  Cruz, 
utendian  y  liahlaban  el  úrulio  y  el  romance. 

Oclsiglo  VIII  al  X,  úflicumeute,  en  los  escritores  eclesiásti- 
coé  j  ea  ti  iengitaje  ehancil/ercíai,  eucueutnínBe  A)j  dftfgvra- 
doi  Jeipojog  latinos.  Inaugurándose  tn  transformación  que  bajo 
las  intlaencias  twales,  crea  índole  y  fisonomía,  i  los  idiomas 


cxxx 

Iniciada  la  Reconquista,  en  las  inexpugnables  montañas 
pobladas  de  hombres  de  acero,  que  de  seguro,  no  habrían 
sido  acuchillados  en  un  Guadalete,  si  Tarick  hubiese  desem* 
barcado  en  el  Septentrión,  en  yez  de  haberlo  hecho  en  el  Me- 
diodía^— tres  son  los  baluartes,  en  que  se  defiende  la  Crux  de 
Cristo. 

Cataluña,  en  cuyos  horizontes  resplandecía  la  densa  luz 
de  las  escuelas  isidorianas;  arrebatada  al  Islam  por  un  brazo 
de  hierro;  vecina  de  Provenza,  donde  los  Condes  ejercen  auto- 
ridad, no  bien  independízase  ésta;  Cataluña!,  únese,  por  es- 
trecho vínculo,  á  la  región  que  tenía  caracteres  históricos 
análogos  á  los  suyos;  la  semejanza  que  el  íbero  y  el  aquitano. 
En  Provenza,  como  en  el  país  del  Belloso,  las  colonias  griegas 
sobrcpónense  á  los  aborígenes  y  fundan,  allá  á  Marsella,  acá  á 
Rosas  y  á  Ampurias:  en  una  y  otro,  implántase  la  dominación 
de  Roma,  que  á  una  y  otro  administra  de  igual  manera  y  dá  á 
sus  ciudades  el  carácter  de  cultas:  en  una  y  otro  hay  pedazosdel 
Imperio  visigodo,  ya  encabezado  por  la  capitalidad  de  Tolasa,  ó 
ya  encabezado  por  la  capitalidad  de  Barcelona:  en  una  y  otro,  es 
poderosísima  la  infiuencia  de  la  Iglesia  católica,  de  la  gente  mo- 
nacal  y  de  las  conquistas  carlovingias:  en  una  y  otro,  el  triunfo 
del  estandarte  del  Profeta  es  anulado  \}qv  idéntico  esfuerzo: 
entre  una  y  otro  existen,  desde  la  niñez,  «relaciones  de  nave- 
gación y  de  comercio,  al  par  de  las  políticas,  provinientes 
de  las  bodas  entre  condes  soberanos  y  princesas  provenzales, 
como  la  de  Ramón  Berenguer  con  Dulce  d).» 

Kstas  afinidades;  este  aire  de  semejanza,  producido  por  la 
naturaleza  y  la  historia;  este  consorcio  del  señorío  de  ambos 
países,  en  la  ilustre  Casa  condal  barcelonesa;  tenían  que  pro- 
ducir, los  mismos  resultados,  respecto  de  la  cultura  y  de  la 
lengua,  en  los  pueblos  que  constituyeron  una  nacionalidad  li- 
teraria. Sí;  porque,  aunque  fundamental  la  unidad  de  la  lengua 
en  oc,  diferenciase  del  catalán^  según  han  demostrado  Diez, 
en  su  monumental  Graniótica;  y  Milá  y  Fontanals  en  su  admi- 
rable Libro  de  los  trotadores, 

(1)    ra»t4>lur. 


CXXSI 

¡stfliar.  quo  cnda  dia  es  mía  grande,  ao  la  tribuna  y 
tB  1m  Afianiblena  de  guIjíob,  y  cuyo  ca  el  privilegio  de  reprodu- 
tircmbellecidala  ciencin,  disert«  aobre  filología  ó  il escriba  el 
Ijmguodoc  en  In  (íuodécima  centuria,  alndíendo  á  la  dietinción 
que  croan  entre  el  cátala»  y  el  provmtal,  la  diatancia  que  ae- 
pan  i  loa  Inalados  indeiiendientes  y  la  rica  variedad ,  propia  de 
li  Edad  Mudía.  dice,  y  sus  palabras,  son  sin  tilde  ó  innegablea: 
— ^en  U  metaiaórfosis  del  latin  al  romance,  toma  formaa  opues- 
Hs  i  In  provenial,  la  lengua  catalana:  el  BístcniB  ortográfico 
«(«rtase  en  ambas  y  esta  separación  descubre  dos  centros  de 
ealtnni(Íivcr80s:yeQ  el  verbo  sustantivo,  en  las  conjugacio- 
nes, en  Lis  partículas,  en  loa  diptongos,  en  el  cambio  de  las  vo- 
etlas.esenciolÍBiinaa  resultan  las  diferencias,  eatre  ellcmoain 
<lt  allftndu  r  el  lemosin  de  aquende  el  Pirineo. »  Y  tenemos  ja 
tsrmado  el  glnriuso  romance,  que  hnbia  de  oirae  bajo  el  cielo 
fupindor  de  la  Magna  Grecia  y  en  la  cúpula  de  la  Santa  Sofía 

(t(  Uonatantino 

Creada  el  reino  pirenaico  y  nacido  el  aragonóa.  al  calor  de  la 
tradición  iaidoríana,  mientras  los  viiacos  montañeses  liablaboa 
tu  primitivo  lenguaje,  aparece  eu  las  riberas,  tui  romanee  llfio, 
tMplin,  aiUrCa,  más  rico  quixáa  que  el  casteUuOo,  é  idéntico 
B4«t<],  desde  la  cuna,  gegúo  Borao.  Y  en  virtud  de  una  ley  pa- 
reeída  ü  la  que  apuntada  qucdn,  de  la  mezcla  de  su  agreste 
Mioma  y  del  hablado  por  los  fugitivos  de  la  laguna  <le  la 
Juda,  al  borde  de  los  despeñaderos  de  Asturias ,  brota  el  infilf. 
(Sitia  cristiana  más  tarde,  produce  León,  en  sus  cumbres  y  en 
Btiallnnuras.  HQ  idioma  que  reñeja  en  sí  todos  los  elementos. 
de  antiguo  atesorados  en  el  suelo  ibérico:  cuyo  idtomn,  her- 
manándose en  breve  con  el  de  Castilla,  grave  y  sonoro,  ya 
eo  *iu  balbuceos  infantiles  jmsi  íynjtmto  fiéit,  le  reconoce  cier- 
ta supremacía.» 

También  allá  lejos,  en  el  país  de  liis  taqaeinis  y  ¡•ashretoí,  en 
•1  que  amamantara  trovadores,  como  Meu  Rodríguez  Tenorio 
^an  do  Lugo;  en  el  de  Ins  verdes  monto&ns  é  ínspirado- 
l&Tgenes,  apatice  un  dialecto  enfático,  eleí^aco,  dulce, 
1  hoy,  C5  el  m&8  propio  para  expresar  los  afectos 
i.  H.  «1  rubor  con  quo  Ii  doncella,  oculta  el  seutimiento 


CXXXII 

de  su  corazón  enamorado,  que  torna  en  pálidas  sus  frescas  me- 
jillas; ó  las  emociones  del  joven,  que  habiéndose  ausentado  por 
vez  primera  de  su  hogar,  vuelve  á  su  casa,  seguido  de  su  fiel 
criado  y  en  dócil  cabalgadura,  y  al  divisar  su  pueblo,  des- 
de la  cuesta  que  domina  el  valle,  y  junto  á-  la  ermita  de 
las  afueras,  á  sus  padres  y  hermanos  que  le  aguardan  an- 
siosos, los  saluda  estremecido  de  alegría. 

Hé  aquí  los  capitales  romances  (exceptuando  el  éuscaro)  con 
que  termina  la  maravillosa  gestación  histórica,  de  que  se  ha 
liablado.  Los  tres  tienen  casi  la  misma  edad:  los  tres  se  vigo- 
rizan desde  el  siglo  xi,  por  el  poder  que  adquieren  los  estados 
de  la  Cruz  y  por  la  conquista  de  Toledo ,  que  cambia  la  faz  de 
la  política  cristiana  y  pone  en  coñibus  ion,  fundiéndolos  con  oíros . 
extraños,  todos  los  elementos  de  cultura  ahrigaáos  de  antiguo  en 
nttestro  suelo,  Y  se  vigorizan  de  tal  suerte;  que  el  uno  procrea  el 
mallorquín;  el  otro  absorbe  los  dialectos  astures,  los  koneses, 
el  aragonés^  tan  bien  estudiado  por  Borao,  el  navarro,  cuya  fiso- 
nomía determinó  En  Pere  Moles,  en  un  curioso  libro  del  siglo 

XV,  y  el  gallego: e\  gallego!,  que  tuvo  literatura,  antea 

que  el  castellano;  dio  paternidad  á  la  lengua  del  país  en 
que  nacerían  los  Camoens  y  Ferreira;  y  que  había  de  re- 
galarnos perlas  de  Saa  de  Miranda,  de  Gil  Vicente,  de  Meló, 
de  Gregorio  Silvestre,  tan  ensalzado  por  Baraliona  de  Soto 
y  Lope,  y  de  Jorje  Montemayur,  músico  palaciego,  poeta,  y 
autor  de  la  Diana ^  elogiada  por  Cervantes  y  superior  por  su 
naturalidad  y  ternura,  por  sus  afectos  é  interés,á  la  Arcadiai'^^ 
de  Jacobo  Sannazaro. 

En  lo  más  florido  de  su  juventud  estos  romances,  cansados 
de  la  patria  potestad  del  caduco  latin,  empeñado  en  conservar 
la  heguemonía  antigua,  luchan  con  él  y  empiezan  aquéllos  á 
tomar  color  literario,  en  creaciones  que,  por  desgracia,  no  se 
conservan,  por  haberles  negado  hospedaje  la  escritura,  que  era 
docta;  y  por  último  logran  sus  aspiraciones,  apesar  de  los  obs- 
táculos políticos  que  les  combaten,  de  los  cambios  introducidos 


-J )    La .Anarfít!,  fué  traducida  á  nuestra  leng^ua  en  154",  por D. Diego Lo- 
¡♦oz  tle  Avala. 


CÍXXIlt 

«natgÍMin  de  1!spaña  por  la  curia  de  Roma,  7  de  la  desgracia 
i  que  ae  vú  candmindn  la  letm  gótica. 

V  tie  winí  quu  liemaa  llegado  ul  siglo  x.  en  el  i(ue  no  era  cosa 
pert^iiin  el  romanL'e  cnateUaao.  La  lengua  nueva,  entonces 
uní,  liiLliUda,  no  alcaiizti  la  diclia  de  i[ub  la  recogiese  el  mo- 
namento,  por  falta  do  manos  que  la  escribieaen;  mas  po- 
seemoa  peregrinas  páginas  bilingües,  que  acreditánaos  la  Tida 
it  aquélla.  Una  de  ellas  en  el  Fuero  de  Amlét.  «Escrito  por  los 
caacülerea  del  Conquistador  toledano,  casi  en  la  misma  for- 
■Dique  ho; tiene,  para  geutos  de  índole  distinta  y  oriun- 
dia  do  apartados  territorios,  li izóse  necesario  Imscar  una  ien- 
^  que  fuese  de  todos  ellos  comprendida,  y  ninguna  como 
li  sabia,  podía  lleaar  cate  cometido. »  Apoyan  esta  opinión 
(le  Bartzonbuscb ,  los  documeotos  coetáneos,  de  un  latín 
acomodaticio,  y  otros  anteriores,  ea  los  que  obsérvase,  que 
filaras  fiie  tiewn  forma  bárbara  en  el  Fwro,  aparecían  ea 
atUUauo,  como  ri  ik  ¡iropiñlo  hnliiesen  silfo  alUraiiaj.  Am- 
tu  lodicociones  pueden  comprobarse,  hojeando  la  Colección 
ileUuQoz,  y  fijándose  entre  otros,  en  el  Fuero  de  Burgos,  otor- 
gldo  en  1073,  y  en  ol  de  Valle,  concedido  en  1094  por  el  Con- 
dl^aimuDdú,  cBpo§ode  t>.'  Urraca.  Dedúcese  de  lo  expresado, 
(ue  elistlan  entonces,  una  leogua  ó  lenguas  distintas  de  la  ea- 
nHa  7  at  de  tid  convencen  las  indicadas  páginas  diplomáticas. 
^eúmo  en  e!  Ftiero  de  Amlét  de  .^Itoriso  VI  y  en  el  confirmado 
por  el  VII  en  11,^,  no  hemos  de  ver  el  romance  de  Costilla 
tri  unían  te? 

Kn  los  documentos  del  siglo  x,  á  roso  y  belloso,  encon- 
trareia.  palabras  expresivas  de  las  necesidades  de  la  clase 
foflmndcl  pueblo;  y  en  los  cancelarios  del  vtn,  delixy  del 
décimo  ya  indicado,  es  perceptible  la  influencia  activa  y 
directa  del  romance  vulgar;  y  do  igual  modo,  en  Aragou 
y  Navarru.  tín  la  centuria  novena,  obsérvase  un  cambio 
de  cñuon  gramatical,  en  la  construcción,  conjugactón  y 
doctinacion,  na  presencia  délo  que.  diacurre  CnnulejnB  con 
lá^es,  al  decir,  que  las  voces  extrañas  al  léxico  del  Lncio 
qae  esJstinn  en  el  siglo  ^iii  y  aun  eti  días  más  remotos, 
a  lengua,  viva  entonces.   Ducnnge  Iin  pro- 


CXXXIV 

bado,  que  la  sucesora  de  la  latina  penetró  en  los  alcáza- 
res, subió  al  pulpito  y  se  llamó  romana  (l) ,  la  cual  fué  en  la 
Península,  un  latin  informe,  mezclado  con  ibero  y  púnico  yffrie- 
go  y  hebreo; — máí  ibero  en  el  Norte,  más  púnico  al  Sur  y  más  grie- 
go al  Este, 

De  modo  que  desde  el  siglo  x,  es  el  romance,  una  lengua 
formada,  que  crece  j  se  desarrolla  en  el  xi,  teniendo  su  Torre 
de  la  Vela  por  decirlo  así,  en  el  reinado  de  D.  Alfonso  el  de  Al- 
mería y  aun  mejor  en  el  de  las  Navas:....  Torre  de  la  Velaben- 
dital,  pues  en  ella,  terminó  la  cristalización  de  la  cultura  anti- 
gua, producida  por  las  fuerzas  nuevas  de  la  historia,  en  las  for- 
mas propias  del  espíritu,  generador  entonces,  de  la  Edad  mo- 
derna; y  tremoló  sus  estandartes  victoriosos  el  habla  hispano. 

Así  es  que  fija  la  vista  en  el  modismo  del  romance  y 
en  la  ley  gramatical  de  la  lengua  que  funde  á  la  antigua; 
comparando  el  Diccionario  clásico  con  el  de  Ducange,  que  es 
un  pomposo  monumento  elevado  á  la  filología,  interroga  un 
literato  español,  ¿podréis  negar  ante  estas  páginas,  que  es  ja 
añeja  la  energía  con  que  el  genio  moderno  pugna  por  romper 
la  cárcel  del  idioma  artístico  latino,  para  producir  voces  que  no 
cabían  en  el  mundo  greco-romano?  Quién  lo  dudará!  T  porque 
no  es  posible,  en  el  léxico  de  los  romances  vulgares,  no  veáis 
solo,  flores  brotadas  del  sepulcro  en  que  se  corrompió  el 
latiu,  sino  una  obra,  en  parte  formada  por  novísima  creación. 
Considerando  pues,  el  número  respetable  de  palabras  castella- 
nas que  encontramos,  en  las  centurias  de  los  monumentos  bi- 
lingües; y  que  á  pesar  de  la  enemiga  de  los  doctos  y  de  las  in- 
fluencias de  la  pasada  cultura,  taquellos  vocablos  permanecen 
intactos,  aquellos  solecismos,  son  cánones  gramaticales  y  aquel 
continuado  barbarismo  es  una  lengua;*  hay  que  creer,  que  los 
fenómenos  observados  en  los  siglos  viii  y  ix,  reconocen  por 
causa,  la  existencia  de  un  idioma  oral,  hijo  del  pueblo,  que  se 
impuso  d  los  mismos  que  pnKurabjín  dejarlo  de  sus  labios. 

m 

,V  DiCíín  los  maestroíi,  viu^  el  euiteto  vle  ^^í^^•r,  aplicado  á  la  lengua, 
ti«u<f  una  «i^tiitíoaotou  rvtortoa  ^ue  s«  rvi¡t<rr«  al  lenguaje  docto  de  loa  ea- 
critor*<  de  U»s  >*i.:los  vi.  vii  >  vuu  y  v^u*  .V-tyt«.>  romana,  en  contra-po&i- 
cioa  a  la  Uiiua,  e;»,  'íH^íMa  /vfMí.ir. 


tÍMXT 

B  de  sonar  un  el  reloj  <le  los  tiempoa,  la  hora  triunfal 
del  tico  romnQce  castellano;  en  el  que  resplandece  cL  genio  da 
la  lengón  latina  descompuesta  por  las  índigeuns,  desde  anti- 
^ednil  mmota;  y  rcironócese,  más  ó  menos  borrado,  un  sello 
liebniico,  iiráhígo,  extranjero  j  de  diferentea  lenguaje».  Kn 
Im  obras  escritas  más  Tiejas  que  poseemos,  liállanse  voces 
nelbidsa  del  godo,  del  aventurero  germánico,  del  vascuen- 
es  (de  cate  muj  pocas)  ^  del  griego,  ai  liien  la  mayor  par- 
te del  caudal  de  esta  eB]>ecÍe  nuestro,  procede  de  los  estu- 
dios clásicos  dol  siglo  XVI.  El  idioma  del  Lacio  fuá  pues,  el 
núcleo  principal  del  que,  áspero,  enérgico  y  vigoroso,  como 
hablado  p<ir  guerreros;  sencillo  y  vago,  como  hablado  por  gen- 
te de  una  candidez  adorable  y  de  una  inesperiencia  sin  limites; 
í  pesar  de  los  desdenes,  del  obstinado  en  detener  el  sol  de  las 
letras  eclesiásticas  ya  en  su  ocaso;  adquiere  la  púrpura  del  arte 
y  logra  por  fin  ahuyentar  aquella  sombra,  que  en  las  chaoci- 
UerlaB  y  ontre  los  semidoctos,  se  llamaba  latín,  con  cuyo  nom- 
bre recibía  un  liomeraje  parecido,  al  tributada  a  Inés  do  Castro 
después  de  muerta.  La  que  Amador  de  los  Rios  llama  corrom- 
pida jergii,  concluyó  en  el  reinado  del  santo  monarca,  que  liixo 
aadeurel  pendón  de  la  Cruz,  eu  los  adarves  de  Sevilla.  S.  Per- 
liando,  convencido  dequecreavineulosj  estrecha  lazos  la  unidad 
del  idionuit  .v  de  que  sólo  ésta  podría  coaducir  á  la  del  derecho, 
hi»  oficiad  la  lengua  del  vulgo,  convertida  ya  en  literaria  y 
tceptada  por  los  cancilleres  de  Alfonso  VI.  El  bárbaro  lalin  déla 
atrio  quedó  rciiervado  para  los  documentos  eclesiásticos;  y  para 
todo»  los  demás  empleóse  el  lenguaje  vulgar.  Kste  empezó  il 
desarrollarse  con  la  precocidad,  revekda  eu  la  traducción  del 
Furo  Jittgo  de  aquel  tiempo.  Alfonso  X,  que  vino  en  pos  del 
rápido  caaquiatador  de  las  ciudades  andaluzas,  continuando 
U  obra  lie  su  pudre,  lo  trocó  en  idioma  culto  de  las  ciencias 
Iteredndas  de  la  Iglesia,  aprendidas  del  árabe  y  del  judío; 
y  lo  enriqueció  con  las  voces  y  fórmulas  científicas  de  los  sa- 
"  *  B  y  nnturnliatas  que  le  rodeaban,  endereuíndolai  por  »í,  se- 
1  dice  en  el  libro  de  la  Bt^kera,  el  monarca  que  tan 
lié  con  la  lengua  nacional  csstclbma  y  tan  conside- 
It  la  de  la  Kcligion,  en  las  Parlidaí, 


cxrxvi 

Hemos  llegado  á  la  cumbre  hermosa  del  siglo  xni.  Ved  el 
habla  de  Castilla  caracterizado  ya,  por  la  propiedad  enérgica, 
la  sencilUz,  la  gracia,  la  majestad  y  la  fuerza  (l) ;  Tedie  tan 
apto  para  la  historia,  como  para  la  filosofía,  para  describir 
como  para  enseñar;  j  con  el  carácter  simbólico  y  didáctico  que 
distingue,  uno  de  los  ciclos  de  nuestra  historia  literaria.  Hé 
aquí  la  multitud  de  elementos,  que  fueron  dando  vida  á  los 
romances  y  creando  la  lengua  española;  la  que,  constituida 
bajo  seguros  cánones,  mereció  que  Marineo  Sículo  la  saludase, 
en  el  siglo  xv,  como  la  más  elegante  y  fecunda,  y  Hernando 
de  Herrera,  como  la  más  recatada,  la  más  casta,  la  más  culta, 
la  más  admirable  de  las  modernas. 

Raynouard,  en  su  Gramática  comparada,  ha  estudiado  las  vi- 
cisitudes del  latín,  en  varios  idiomas  del  mediodía  y  afirma, 
que  habiéndose  mezclado  á  los  dialectos  bárbaros,  produjo  una 
lengua  universal,  que  usóse  en  todas  las  comarcns,  en  que 
el  Lacio  había  dominado  y  que  duró,  hasta  el  año  mil;  que 
de  improviso,  sin  causas  visibles,  debió  alterarse,  dividirse  y 
dar  vida  al  francés,  al  catalán,  etc.;  conservándose  tan  solo 
casi  inmaculada  en  Provenza.  Tan  errónea  doctrina,  victorio- 
samente, la  ha  refutado  Puymaigre.  El  P.  Sarmiento  calcula, 
que  de  cien  palabras  españolas,  sesenta  son  latinas,  diez  grie- 
gas, diez  góticas,  diez  árabes,  y  que  las  demás  pertenecen  á  los 
idiomas  de  las  Indias  Orientales  y  Occidentales  ó  al  dialecto  de 
los  Gitanos.  VA  cálculo  no  parece  exacto,  pues  el  legado  de  la 
árabe  al  castellano,  fué  mayor  que  el  de  la  goda  y  también  su 
inñucncia,  en  la  formación  de  él. 

El  autor  de  Antigüedad  y  Universalidad  del  Vascuence  en 
EspaTia,  afirma  que  de  las  13.365  palabras  radicales  en  nuestro 
idioma  del  primitivo  Diccionario  de  la  Academia  ton,  555 
arábigas,  973  griegas,  latinas  5.385,  hebreas  90,  vascongadas 
1.951,  de  origen  desconocido  2.786,  y  que  las  demás,  salvo  un 
pequeño  grupo,  las  formó  por  sí  mismo  y  de  sus  propias  raices, 
el  habla  inmortal  de  Quevedo  y  Saavedra  Fajardo. 

El  P.  Burriel  sostiene ,  que  la  octava  parte  de  nuestro  len- 

(1)    Nebrija. 


CXXXVIt 

ginsen  la  Edad  Uedia  es  arábigo  y  qae  In  influencia  de  esto 
Dombie  duró,  aon  en  el  período  docadento  del  miiRlim;  do  cu- 
.miaflaencin,  son  vestigios,  las  inscripciones  de  las  monedas 
ilstoaAJFonBos  VI  j  Vlli,  el  privilegio  otoi^ado  por  Fernan- 
dolVilos  religiosos  do  Toledo  y  escrito  coa  caracteres  árabes, 
jb  arquitectura  mudejar.  Renuncio  á  depurar  el  contenido 
iIb  estas  aseveraciones;  ;  Ijándome  en  el  romanee,  que  sí  ea 
iottiríbral  latjn  en  palabras,  frases  y  giros,  ;  por  su  carencia 
de  vm  pasiva,  j  menos  maravilloso,  por  la  pérdida  del  hipér- 
batúo,  en  cambio  su  alfabeto  es  más  rico  que  el  de  Roma,  su 
elánsuU.  expresiva  de  las  ideas  abstractits,  tiene  una  claridad 
utaiiralile,  posee  la  g  griega  y  una  ncentnncion  que  pone  en  el 
leafwjc  nnanrmonia  y  nnn  variedad  sin  límites,...  lijándome 
t«pito  en  ol  romance,  cuyas  calidades  Im  apuntado  Vargaa 
t'nue  con  gallarda  pluma;  adviértanse  en  él,  sin  número  de  ps- 
Utm  que  proceden  de  la  lengua  de  Oiceron  y  Ovidio  y  que  las 
uy  ulttis,  godas,  algunas  que  quizás  pertenecen  á  idiomas 
perdidos,  aumentativos,  pronombres  y  tiempos  de  conjugación 
fniuo»  recuerdan  el  sinscrit  y  quién  sabe  si  tilgo  más.  que 
descubrirá  nuestro  siglo.  Las  ¡ndiígaciones  língülstiens  ee  verí- 
ficaa  hoy  en  la  esfera  más  amplia,  con  un  espíritu  critico  y  61o- 
MGcolori  más  exquisitos  y  la  razón  de  sor  de  fenómenos,  miste- 
rineosanttia.aaconocida.  AeieHquo,  tan  arqueológicas,  como  la 
opiajou  lie  que  el  eúskaro  hablóse  en  la  torre  de  Babel  y  que  el 
celia  sa  unn  lengua  primitiva,  de  cuyas  entrañas  han  salido  las 
«urapaas;  sujuviguin  teoría  <le  RaynouarU  y  la  del  traductor 
del  Poema  del  Oid  Oj ,  que  sostiene  es  el  castellano,  hijo  del 
Inaeia, 

La  luz  lia  sustituida  á  las  tinieblas,  en  lu  lllología: — el  len- 
fWie  de  Castilla  es  oriundo  del  Oriente,  aunque  su  genio  no 
'   M),  y  palabras  tiene  de  este  sabor,  en  no  escaso  nii- 
8  razones  de  este  hecho,  no  hay  para  qué  repetirlas. 

"se  sin  embargo,  con  una  indicación, 
a  por  al  cuerpo  de  nuestro  idioma,  siiugre  de  lu  sangre 
L  Ahora  bien,  el  aanecrito  trnsuitió  terminaciones  ul 


CXXXVIII 

latin;  y  son  muchas  las  voces  que,  como  Jmenis  y  moHuui,  se 
derivan  de  aquéL  Esto  de  un  lado  y  de  otro  la  estrechísima 
relación  que  guardan  las  neo -latinas  con  la  de  Yalmiki, 
inducen  á  lo  aseverado,  respecto  al  linaje  del  idioma,  en 
que  están  escritos  el  Ca7Uo  de  Cosaco,  el  Rey  Monje,  la  Ultima 
lamentación  de  Byron  de  Nuüez  de  Arce,  los  Pequeños  Poemas 
de  Campoamor,  el  San  Francisco  de  Castelar  ó  las  páginas  en 
que  Larra  y  Mesonero  Romanos  dieron  á  la  prosa,  su  castiza 
hermosura. 

De  este  largo  viaje,  con  rumbo  á  los  orígenes  del  habla  in^ 
mortal  del  Romancero  y  el  Quijote,  dedúcese  que  las  palabras, 
que  acopió  Borao,  por  proceder  de  las  fuentes  que  dieron 
carácter  al  castellano,  son  asimilables  por  él.  Y  son  además 
propias,  concisas  y  aun  irreemplazables,  si  se  han  de  tra- 
ducir ciertos  conceptos.  En  ellas,  como  en  las  creaciones 
jurídicas  de  Aragón,  hállase  objetivado  nuestro  propio  ser, 
tanto,  que  voz  hay  en  este  Diccionario,  en  la  que  es  clara  la 
grave  vis  satírica  que  ha  caracterizado  siempre,  á  los  ingenios 
de  la  patria  de  Marcial  y  los  Argensolas.  Yo  creo  que  de  igual 
suerte,  que  ha  amanecido  ya  el  día  de  que  el  espansivo  código 
aragonés  y  el  castellano  se  abracen,  al  pié  del  árbol  de  la  liber- 
tad civil,  y  de  que  el  standum  est  charlee  que  informa  el  derecho 
foral  entre,  á  guisa  de  triunfador,  en  tierras  de  las  Partidas;  yo* 
creo  que  de  igual  suerte  que  ha  amanecido  el  día,  de  que  todo  lo 
que  del  monumento  de  D.  Vidal  de  Canellas  resista  el  troquel  de 
las  nuevas  ideas,  debe  ser  erigido  en  lej;  es  llegada  la  hora  de 
que  reciba  el  Diccionario,  vocablos  de  la  índole  de  los  conte- 
nidos en  éste.  Porque  ni  la  unidad  del  derecho,  ni  la  unidad 
del  lenguaje,  se  forman  con  soberbias  imposiciones  y  sobre  los 
escombros  de  los  códigos  é  idiomas  provinciales. 

Ni  la  unidad  del  derecho,  ni  la  unidad  del  lenguaje  se  for- 
man, recogiendo,  sin  sentido  de  justicia,  lo  que  agrade;  ó  her- 
borizando caprichosamente  en  la  Jurisprudencia,  en  el  Parnaso, 
en  el  mundo  de  su  constitución  interna,  de  esta  y  ie  aquella 
comarca. — ^Y  si  la  unidad  del  derecho  nacional  no  existe  hoy, 
lo  propio  acontece  con  la  del  idioma.  La  obra  inaugurada 
con  las  nupcias  de  los  Reyes  Católicos ,  está  sin  terminar:— 


cxxxtx 
U,  con  que  tí<do  el  amor  pueét  coronttrlii,  tiene  que 
ser  construida,  con  un  código  y  una  lengun,  que  sean  ver- 
da<!eratnente  españoles.  A  empresa  tan  gallarda,  consogró 
Boran  I»  hermosa  centella  do  su  talento  y  recogió  un  gran 
«udil  de  vocaljlotí;  jirimores  que  nunca  debió  linher  aban- 
donado Castilbi.  VA  insíguo  uacritor,  no  quieo  que  ee  per- 
dimca,  como  ea  otro  tiempo  la  libertad  política  y  los  vene- 
nndaB  fucroa,  palabras  expresivas,  de  In  índole,  de  la  vitali- 
dad, de  la  originalidad,  de  las  características  aragonesas,  que 
«1  el  siglo  XV  iugcrláronse  en  la  Índole,  vitalidad,  originalidad 
y  nneteristicns  castellauna;  si  quier  aquella  conjunción  no 
e8t¿  tan  acabilda,  coíno  In  que  tiene  sus  eimboloü,  en  Inma- 
dontu  d«  Rnfnel  6  en  el  Moisés  de  Miguel  Ángel.  Merece  puea 
bien  de  la  patria,  el  autor  de  este  Diccionario;  cuyas  voces, 
todas  son  netamente  aragonesas ,  por  ser  Aragón  su  psia  natal 
y  donde  tmu  estado  eu  uso,  siempre. 

6u  legitimidad  acredítank,  los  títulos  de  la  más  docta  pro- 
cedencia y  los  labios  del  pueblo;  el  cual,  sí  con  su  legislación 
oonsi^ada  en  hechos  y  bus  costumbres,  es  interesante  fac- 
tor, para  reconstruir  la  vida  del  pasado,  penetrando  en  lo  más 
intimo  de  au  ser,  lu  es  para  reconstruir  la  literatura,  con  sus 
poesías  y  leyendas  no  escritas  y  para  conservar  la  hermosura 
j  abundancia  del  idioma,  con  sus  palabras  plebeyas,  incorrec- 
tísimas á  veces;  que  él  os  el  mejor  maestro  de  lengua,  según 
Platón  y  por  haberlo  creído  asi  Malherbe  y  I-ofontaine,  mu- 
chos pliceiuee  debe  darse  el  habla  de  Balzac  y  I.amartine.  Que 
Ibb  roces  de  este  Diccionario,  pueden  ser,  no  va  adquiridas 
poralnvioo,  sino  reconocidas  como  españolas,  en  el  do  la  pa- 
tria, pues  no  están  desacordes  en  su  carácter,  con  el  carácter 
(le  U  lengua  de  Castilla,  lo  dicen  las  derivaciones  de  aquéllos. 
En  sus  paginas  las  luky,  de  raza  helénica,  v .  gr. ,  paníaa- 
ma;  y  las  hay  como  bonavero  y  cisterna,  que  no  solo  arran- 
nn  directamente  del  Lacio,  sino  que  conservan  la  estructura 
tatJiu. 

ir  Us  razones  que  Borao  nos  dá,  las  hay  árabes;  por  ejem- 

Wi^frféa  y  almorí»:  las  hay  catalanas,  provenzales  y  nrago- 
i  jHinia:— allí  está  tiipliracioves,  entre  otras Provenía- 


les!....  Pro  venza!....  Grande  entusiasmo  me  inspira  la  tierra 
do  floridos  CHiüpos,  azules  cielos,  plácidos  mares  y  esplendo- 
roHa  luz,  cjue  Kmilio  Alfaro  canta  en  su  Lira  rota;  ó  inspírame 
grande  entusiasmo,  pues  posee  Venus ,  como  la  liechicera  de 
Arles;  circos  como  el  de  Nimes;  trae  á  la  memoria,  en  sus  ciu- 
dades, escuelas  rabínícas,  sabios  ó  cortes  de  amor,  de  impere- 
cedero renombre;  y  recréanos  la  fantasía,  ora  con  sus  ciclópeas 
rocas,  tan  queridas  del  Dante,  ora  en  el  Vantur,  en  el  que  cada 
violeta  recuérdanos  un  suspiro,  del  que  tejió  las  mantillas  de 
la  lírica,  con  los  hermosos  cabellos  de  Laura. 

Sí;  á  mí  me  encanta  la  Pro  venza  con  su  historia,  tan  poética 
en  el  ciclo  religioso  ó  en  el  carlovingio,  como  en  el  caballeresco 
y  en  el  asiático;  con  su  literatura,  ([ue  tiene  su  monumento  mes 
vetusto  en  una  versión  de  Boecio;  con  sus  mercados,  sus  Puys 
y  sus  galantes  fiestas;  con  sus  canciones,  sus  serenas  y  sus  ba- 
ladas, sus  rondeles  y  discordes,  sus  sextinas,  sus  cuentos,  sus 
pastorelas,  sussirventesiosrme  embelesa  el  paraíso,  en  el  que,  e^ 
laúd  sonó  en  el  campo  de  batalla,  en  la  enramada  de  los  laureles, 
en  sitios,  cual  los  parques  enloquecedores  de  la  Re^le  y  ornó  las 
mágicas  estancias  de  los  castillos  y  las  celdas  de  los  monaste- 
rios: me  atrae  la  comarca  dichosa  en  que  la  poesía,  la  música  y 
el  canto,  han  vivido  siempre  unidos,  de  tal  modo  que  ser  trova- 
dor, significa  en  ella,  el  sor  sacerdote  de  las  tres  art^s:  y  estos 
hechizos  que  para  mí  tiene  la  noble  patria,  en  que  el  racimo  de 
moscatel  de  Bauma  endulza  y  refresca  el  labio  de  Mistral,  obran 
con  la  misma  simpatía,  en  todos  los  corazones  aragoneses;  que 
en  el  pais  de  los  Pedros,  es  herencia  forzosa  el  cariño  al  de  los 
Marcabrú,  desde  que  le  dimos  la  vida  de  aquel  héroe, /or  de  los 
reyes,  grano  de  buena  espiga^  espejo  de  corUsia^  esplendor  y  adorno 
del  muíulo;  en  las  cuerdas  rotas  de  cuya  ensangrentada  harpa, 
quedaron  cortadas,  al  serlo  las  suyas,  las  fibras  de  la  libertad, 
donde  cantaron  hífé,  la  patria  y  el  amor,  labios  que  destilaban 
miel  más  dulce,  que  la  miel  del  Hibla. 

Amador  de  los  Ríos,  en  el  terreno  de  la  historia  y  del  arte  y 
dentro  la  órbita  de  la  filosofía,  ha  probado,  que  no  es  la  litera- 
tura castellana  hija  de  la  provenzal,  ni  menos  antigua;  y 
que  aun  reconocida  la  identidad  de  orígenes  en  la  latino- 


CXLI 

ietíca.  loB  medios  (ie  ezprt^aioii  en  nmW,  son  diver- 
f  dic«  bien  aquel  Proleeor  de  lama  euroj^en.  La  poesía. 
Ilor  p^  liti  árbol  arraigado  en  loa  túrreoDos  de  los  eaetülos 
6  en  lus  riscos  de  Sobrarba  y  brotada  al  grito  de  libertad  é  in- 
Ippeiulisncia,  para  santificar  á  la  vez,   al  triunfo  de  I»  Cruz  j 
i.  ÍJí  infliienein  proveazaL  existió  en  Castilla,  cuaii- 
il  aolio  Alfonso  X.  rica  ja  nuestra  cultura,  pudo  poseer 
B  extraños,  iin  Mxn^HO  de  la  Ugüimiiad  de  ledos  iut  tU- 
r  eoñtlüvii pf'!r  de  ¡a  yrmiíica  poeiica  catlfllatut.  Si  todo 
I  verdad,  lo  es  de  igual  modo,  que  la  literatum  do  Pro- 
a  tMú  confundida  cuu  la  de  Cataluña,  hasta  ol  niglo  xiii; 
n  éstd  7  en  el  inmediato,  la  catalana  adquiere  un  carácter 
lo,  orea  las  maravillas  de  su  lírica  y  de  su  li¡st4iria  ;  escrí- 
l^iiiaa  sublimes  de  filosofía  j  de  ciencias  natuniles  y  exac- 
«  en  el  crepúsculo  vespeitino  del  décimo  cuarto  y  al  ra- 
il alba  del  quince,  lo!  Consistorios  barceloneses  remedan  á 
s;  maa  impüne^e  Itdia,  abanderada  del  Itonnci- 
Mto,  V  CQ  tan  liumiina  obm,  «que  se  porfioniUca  en  Volen- 
I,  tnbajaa  en  las  verdea  márgenes  del  Turia,  desdo  Jordi  de 
nJordi  hasta  Ausiaa  Uarelí  y  desde  Kanion  Ferrer  hnatn 
*  VíTos»,  con  ei  empuño,  que  en  pro  de  la  unidad  y  de  laa 
■  naciüiiales  ha  trabajado  el  ingenio  lemosiu,  en  las  últi- 
B  centurias. 

o  formado  imrtc  de  Aragón,  Cataluña  y  tenido  ésta 

■  lileratitra  de  caracteres  propios,  ¿cómo  no  dejar  bueila  en 

H  tdloina  de  aquél?  Qímo!  ai  ú  la  tal  literatura,  cuya  poesía 

alijetira  y  cunai  épica  tiene  por  nota  dominnul^,  la  politico-so- 

Éñd.  para  ser  gmnde  bástanle  cuatro  nombrea: — D.  Jaime  el 

ittaiior,  Muntaner,  Arnnldo  ViUnnueva  y  Raimundo  Lu- 

¡¡  porqoe  \»»  bistoríns  catalanas  superan  á  todas  las  liiii' 

e  PU  época;  Tirante  el  BIahco  dio  á  la  literatura  cahalle- 

e  Cataluña  el  matiz  de  la  verosimilitnd  que  la  distin- 

j  el  Ubro  de  la  Savieía,   merece  ser  colocado  en  un  Nar- 

hTsisc  consídem  que,  en  tan  privilegiada  región,  la 

b  ostenta  carácter  social  y  un  admirable  acutido  práctico 

e  convendrá  en  que,  la  tierra  que  preparó  el  adve- 

íBto  de  ta  lírica  con  Ausias  March  y  Bascan  é  hizo  el  an- 


CXUI 

damio  que  utilizó  Lope  para  colocar  la  rotonda  del  Teatro,  con 
Tárrega  y  Ricardo  del  Turia,  había  de  acaudalar  los  tesoros  del 
idioma  de  Aragón.  Esto,  en  lo  que  se  refiere  á  Cataluña.  En 
lo  que  se  refiere  á  Provenza,  el  influjo  de  los  pueblos  que 
constituyen  una  nacionalidad  literaria,  á  la  que  pertenecen  lo 
mismo  Riquier  que  Vaqueiras,  Vidal  de  Tolosa  que  Raimundo 
de  Jordán  de  la  Gascuña^  fué  tal,  que  lo  portentoso  es,  que  no 
resultase  en  Aragón  un  dialecto;  y  pregona  aquél,  el  número 
de  voces  que  hay  en  este  Diccionario. 

La  legitimidad  de  las  propiamente  aragonesas,  la  testifica  la 
historia.  Los  mas  antiguos  documentos  escritos  que  poseemos 
y  los  bilingües,  de  época  anterior,  acreditan  la  supremacía  que 
fueron  alcanzando,  en  remotos  siglos,  las  nuevas  lenguas,  en 
Navarra,  Castilla  y  Aragón;  y  respecto  á  los  orígenes  del  idio- 
ma, nos  persuaden  de  que  cosa  idéntica  aconteció,  en  los  tres 
reinos.  Borao  sostiene,  de  acuerdo  con  Escosura,  nuestra  su- 
perioridad sobre  Castilla,  en  la  ciencia  política  y  en  la  Le- 
gislación, lo  cual  no  niega  Marina  y  en  cambio  apoyan  la 
tesis,  hechos  innegables,  citados  por  D.  Jerónimo,  cuales  son: 
—que  á  Jaca  acudía  el  castellano  á  estudiar  los  fueros  para 
trasladarlos  á  su  patria;  que  el  matrimonio  de  los  clérigos, 
la  ley  sálica  y  la  representación  en  las  Cortes  del  brazo  de  las 
Universidades,  importáronse  de  nuestro  país,  en  aquel  otro  al 
que  dio  leyes  y  en  el  que  fundó  una  gran  monarquía,  el  pri- 
mer Emperador  de  España,  Sancho  el  Mayor; — figura  grandio- 
sa, digna  de  un  Plutirco. 

Y  afirma  algo  más  Borao.  Cree  que  la  superioridad  de  Ara- 
gón alcanzó  al  idioma,  á  lo  que  asiente  Monlau,  sin  duda,  por- 
que hubo  para  esta,  las  causas  que  determinaron  las  otras 
superioridades.  El  romance ,  hermano  cariñoso  del  castellano 
en  el  suelo  de  los  Jaimes,  conserva  desde  la  cuna  el  acento 
de  sus  antiguas  tradiciones  y  el  sabor  de  los  caudales  que  con- 
fluyesen para  enriquecerlo.  Pasó  ya  á  ser  arqueológica,  tan  ar- 
queológica como  la  hipótesis  de  Newton  acerca  del  lumínico  y 
el  sistema  de  Ptolomeo  en  Astronomía,  la  creencia  de  los  que 
con  Villemain  defienden,  que  en  Aragón  y  Navarra,  fué  na- 
tivo el  catalán  ó  provenzal.  Los  críticos  han  probado  que  el 


lomance.  nacida  á  In  Hombrtí  de  Ihs  Barros  Rojas,  independieii- 
' '  maMle  de  CnEtilla,  perfeccionado  con  lentitud  j  con  alguna 
rendÓD  de  ésta,  aunque  con  mejores  elementos,  derrocha- 
n  part«,  ofrece  idéntico  desarrollo  al  que  preséntanos  en 
'  '^«tari&s,  en  la  tierra  leonesa  y  en  la  '¿ue  fué  monarcinia  de  Sao 
Vernando;  y  que  existid  antes  de  la  épocn  de  D.'  Petronila.  Ij) 
acreditaD,  La  última  voluntad  de  Ramiro  I,  expresada  en  1061, 
ladeU.*  tíauctia  de  Rueda  (le  1225  j  varios  documentos,  de 
tndoli!  privada,  qtie  pertenecieron  al  monasterio  de  Monte-Ara- 
irOD  y  al  de  Santa  Cristina  de  Jaca,  escritos  en  la  época  de  la 
Cas  de  Barcelona  ,v  en  los  que  medió  gente  de  ekrezla.  Bstae 
pA(,'ÍQas  bilingües,  de  los  días  en  tj'.  e  fué  declarada  oficia!  y 
cnuceluriu  la  lengua  de  Castilla,  aplicada  á  documentos  piíbli- 
cos.  nos  enseñan  que  el  aragonés  al  escribir,  vacilaba  entre  si 
■iH-)itar  el  habla  vul¡,*nr  ó  el  cortesano;— irresolución  que  se 
insinúa,  ni  pasar  ¿  loa  Condes  el  solio  del  Batalindor  y  que 
nrmigó,  ni  servirse  D.  Jaime  del  catalán,  en  f>u  Chróntca.  Inte- 
rmante  libro  ésto!;  regular,  adorable  por  su  vigoroaa  sencillez; 
B  ti  que  la  narración  tiene  un  aire  de  verdad,  qoe  agrada 
~to,  la  frase  es  propia  y  selecta,  el  lenguaje  pintoresco  é 
ftaao  y  el  aroma  poético  tan  delicado,  cual  en  las  páginas 
A  que  Miintaner  uoa  reproduce,  ú  11.  Pedro  recogiendo  el 
note  de  Ooradino  ó  la  emboscada  de  Besalú. 
*'B1  Con^iuitaiiir  nos  convence  con  su  historia,  de  que  era 
istro  en  el  idioma  de  Castilla,  usual  en  un  buen  número  de 
B  sfibditos;  y  si  os  fijiüs  en  las  palabras  que  el  rey  escribe  le 
roa  loa  moros  latinados  de  Poñíscola,  al  rendirse  la  villa 
doSatillo,  cuyas  )>alabras  recuérdanaos  la  antiquisima  le- 
núeApohhh  (i),  vertida  del  latineen  libertad  y  buen  ^s- 
t;  si  08  fijáis  en  lo  que  habla  la  flor  y  nata  de  Teruel,  al  ser 
a  &  la  reconquista  de  Murcia,  y  en  la  índole  de  las  fra- 
1,  qu«  1).  Jaime  atribuye  á  otras  ciudades  aragonesas,  con- 

mÚfí  ¡'ni  tMiila  ru  gTitgn  pTimHiviimenU  y  lite¡-a  vitrlida  al  Uitin,  cu- 
P^^bUIn  tacontKi  Matcos  Vallero  en  Augsburga.  Díc«m  qu*  el  original 
~  [OUti«nConstiuitinop1a;que  su  titulo  «S  Ti^il*  Apolonieil»  Tlana 
BU  uuior  FllOHimlo.  Figum  ea  Confiiiio  amaniii  He  Gewcr 
^M  nnt  eokcclon.  conocido  iior  ol  lituLo  ilc  Outa  Rantannrim. 


CXLVI 

influjo  del  país  de  las  cortes  de  amor,  áió  al  habla  de  nuestros 
antepasados  timbre  provenzal;  ([ue  sobre  todo  esto  conservóse 
un  lenguaje  aragonés,  que  no  necesitó  uniformarse,  ni  al  ad- 
venimiento de  D.  Fernando  de  Antequera,  ni  al  recibir  el  Rey 
Católico  la  blanca  mano  de  D.*  Isabel;  y  que  este  dialecto,  casi 
castellano,  debió  su  semblante  al  carácter  y  al  vigoroso  espíri- 
tu de  la  tierra  de  las  Barras,  á  las  reminiscencias  de  la  en  qne 
quedó  tendido,  entre  laudes  rotos,  el  «uerpo  ensangrentado 
del  más  liberal  de  los  antiguos  monarcas,  y  al  roce  con  aquellos 
hijos  del  Yemen,  cuya  dominación  dejó  en  la  Península,  la  es- 
tela que  forman,  el  alicatado  revestido  de  aljófares  del  palacio 
morisco,  las  albercas  rodeadas  de  arrayanes,  en  las  que  suena 
el  surtidor  como  líquida  guzla,  loa  encajes,  alliaracas,  crestería 
y  bordados  que  creéis  de  hilo  de  oro  y  piedras  preciosas,  en  el 
mirha  cordobés.  Sí;  Aragón  tuvo  lengua,  poesía  y  rima,  desde 
el  siglo  VIII ;  una  lengua  que  contribuyó  á  dar  á  la  de  Castilla 
los  esmaltes  de  culta;  una  lengua  en  la  que  escribiéronse  pere- 
grinas páginas.  Y  demuéstranos  con  documentos,  que  por  ser 
innecesario,  ni  enumero,  ni  analizo,  que  el  lenguaje  español 
fué,  desde  antigüedad  muy  remota, el  hablado  en  este  país. 

De  mano  maestra  traza  Borao,  el  cuadro  de  la  formación  y 
progreso  del  idioma  aragonés;  lujo  de  pruebas  documentales 
nos  ofrece  en  apoyo  de  su  tesis,  sacadas  del  arsenal  de  los 
siglos ;  y  tan  persuasivas  todas  ellas ,  como  por  ejemplo,  las 
célebres  cartas  de  Juan  II  y  Jiménez  de  Cerdan,  la  jtraposicion 
y  jiiraintiilo  de  Fernando  I,  las  páginas  del  traductor  del  Iso- 
j}c(e  hütoryado  (i)  y  las  obras  del  Príncipe  de  Viana,  al  que  cod 
buen  acuerdo,  naturaliza  D.  Jerónimo,  en  Aragón.  El  Principe 
de  Viana!  Qué  gran  figura!  Tiene  la  alteza  que  en  la  república 
del  saber  y  del  arte,  un  Pero  López  de  Ayala,  un  Marqués  de 
Santillana,  un  Villena;  la  alteza  que  el  autor  del  ZaberiiUo  ó 
que  Prudencio,  cuyos  himnos  son,  el  incienso,  el  oro  y  la  mi- 
rra de  la  poesía  religiosa. 

De  afable  condición;  hermoso  y  gentil;  dado  al  estudio; 
vencedor  en  lides  poéticas  y  morales;  tan  amigo  de  Alfou- 

(1)    El  infanta  D.  Enrique  de  Arag'ou. 


HT,  como  de  Alíiiiiso  la  Torre,   el  de  la  Vüioa  ¡íeleitaiiU; 
tan  honrulor  lie  Aubíhb  Mnrcli  y  de  Mossen  Junn  Itoiz,  como 
dt  Jufto   t'octü,  el  infurtuundo  hijo  de  un  prej^onero  Hh  dnn- 
ndor  garbo§o;    trovmJoi*  ingenioeinimo;  gmn  diiiléctico;  afi- 
eiomulo  á  los  libros  ulaaicos,  sin  «Jesdeñar  los  de  Itniia;  de- 
toU  de  las  L^etrns  Snj^i-ndas,  A  fuer  de  cristiano,  de  Us  Iic- 
cime«  cHbHllereecaM.  á  fuir  de  caballero,  de  la  Historia  y  las 
UjTM.  k  fuer  de  príncipe  de  elevnda»  miniH-,  I>.  Carlos  de 
Tiuii  vivió,  stilric&do,  leyendo  y  escribiendo  libros  importan- 
tw;  •■(qanlnx  ijuc  producían  agudas  disputas  eu  los  injjetiios 
Jimiercuombre:á  loe  que  trataba  con  iiitientiidiidyseucillez. 
BoMMi  canrioueB  que  cantaba  al  son  del  laúd  o  la  viliuela. 
'  Sh poesías  tuvieron  suerte  desventurada.  Él  tradujo  las  Blki- 
fnia  Ariütútulcs  de  U-oniirdo  ArexüO,  acreditándose  de  fiel 
lattrpKte  del  gniD  ob^ervadur,  de  portcatoHO  erndlto,  de  mo- 
>dÍRt«,  áit  euteudido  filosoru,  de  ronoccdor  del  latín  y  del  ro- 
BUDK,  iJc  cultivador  esmerado  de  la  frnsc  de  éste: — por  cierto 
que  si  00  diú  cima  á  lu  ardua  empresa  de  limpiar  de  errores  la 
nu^na  obra  del  niaeHtra  de  Alejandro,  fué,  por  las  amarguras 
ceaque  afligió  al  Príncipe,  «u  pudre.  R I  estudió  ti  Eueebio, 
Ontio,  Lenndro,  Isidoro  de  íícvilla,  Ildefonso,  al  Pacense,  á 
flulpício  de  ComposteU,  á  D.  Rodrigo,  li  Lucas  de  Tuy,  á  Vi- 
tenia  Bauvaia;  consultólos  escritos  de  Fr.  Gnrciade  Engui, 
sUspO  lie  Bayona,  laa  crónicas  todas  de  Castilla,  Arag'on  y 
Pnocia:  penotni  en   loa  Archivos;  y  fivido  de  lavar  en  laa 
críatalíoaa  aguas   de  las  verdaduras  fucntea  hietóricas,  las 
aarntciones  de  la  Rdnd  Media;   bujo  el  iiifltijo  de  Italia;  es- 
Bfíbfó  au  célebre  Criiiiifu;  notjtbie  por  ct  método,  la  clari- 
dad y  la  pasión    por  lu  exactitud,  que  en  ella  resplandecen; 
|Kir  wr  entre  sus  libros,  el  de  estilo  mAs  natund  y  leng\iaje 
■las  suelto.   Hl  en  Ho,  fué  autor  de  Epislofas  y  ¿amenCacionM, 
qiMviviián  siempre:  y  poeta,  filósofo,  orncíor  y  cronista,  nu- 
trieado  su  espíritu  con  In  doctrina  de  otras  épocas  y  litcratu- 
m^  mereció  la  palma  de  oro  de  la  inmortalidad.   Pues  bien, 
Ielp6  de  Viana  puede  ser  natundi^ado  en  este  pnfa,  con 


CXl.VIII 

mas  justicia  que  ou  España,  Doria  ó  Alejandro  Farne8Ío,y  que 
eu Italia  el  í^rau  Ribera;  DO^a  i)or  el  interés  que  en  Aragón  des- 
pertaron las  desgracias  de  D.  Carlos;  por  la  solicitud  con  que 
aquél  las  socorrió;  por  el  parentesco  que  á  éste  unía  con  el 
héroe  de  Aversn;  por  haber  sido  el  hijo  infelice  de  D.*  Blanca 
primogénito  y  heredero  del  solio  tallado  en  el  tronco  de  la  en- 
cina de  Sobnirbe;  sino  porque  el  traductor  de  las  Ethicat^  apar- 
tóse de  los  que  pugnaban  por  latinizar  nuestra  sintaxis;  aso- 
cióse al  movimiento  literario  de  los  ingenios  catalanes  y  ara- 
goneses y  escribió  en  romance  navarro,  a  maravilla:...  .  en  ro- 
mance navarro!,  interesantísimo  ])ani  nosotros,  por  las  grandes 
analogías  históricas  y  jurídicas  que  entre  sí  tienen,  el  reino  de 
D.  redro  II  y  el  de  Sancho  el  Fuf^rO^;  por  las  níinidades  que  en 
ambos  creó  la  gcografín;  por  su  comunidad  de  origen  monár- 
quico y  de  reyes  en  tiempos;  por  todas  las  sólidas  razones  en 
lin  que  Borao  alega  en  su  lulroditcciou;  de  las  que  dedúcese  la 
conformidad  acabada  del  lenguaje,  en  las  regiones  aludidas.  Es 
verdad  que  el  vascuence  hablóse  en  muchas  villas  j  aldeas  de 
Navarní;  mas  el  Arcliivo  de  la  Cámara  de  Coniptos  y  el  de 
la  Diputación,  nada  contienen,  en  contra  de  haber  sido  el  cas- 
tellano lengua  oticial,  en  la  monarquía  cuyos  hijos  fueron 
nuestros  cümi)aüeros  de  armas  en  las  Navas.  Lo  fué,  un  dege- 
nerado latin,  hasta  (|ue  lograron  omnímodo  triunfo  las  hablas 
vulgares,  i^-ijo  el  ([uo  g(*rminó  el  iuniancr  nataé-ro;  del  mLsmo 
tronco  y  de  la  init?mti  raíz,  (¿ue  ci  ue  la  España  Central  y  aná- 
logo cu  las  circuu-tancias  políticas  y  sociales,  que  determina- 
ron su  aparición. 

1mi  los  fueros,  otorgados  i)ormanü  aragonesa,  á  importantes 
l»oltlacioncs  del  i»aís  (io  l^^ancho  el  Tnnbloso,  hay  voces,  giros 
y  cláusulas  en  ([ue,  bajo  el  tosco  ropaje  de  un  latin  bárbaro, 
escóndese,  en  estado  de  crisálida,  una  lengua  nacional. 

Si  examináis  los  «locumeuíos  diplomáticos,  que  en  muy 
(loi'to  sitio  m;  giiai-dan  y  en  los  que  resultan  interesados,  ya  el 
:J>.*id  V  lüonjes  lio  Fitero,  va  el  Prior  do  S.  Kstcban  ó  el  de 
.h'>a,  os  convencereis  do  que  existió  eu  Navarra  uu  romance, 
pa.'X'ido  al  leonés  y  al  castellano.  Navarra  ^sintió  la  influencia 
arn;-(. :u su  siemjiro.  Los  fr.rros  Miüiiripaka,  coleccionados  por 


i,  eonreDcen  de  que  nioguti  documento,  qitc  no  eea  Inli- 

1  aquella,  lingta  la  tarde  del  siglo  xii,  en  qiio  el  ro- 

ro.  poepsiónnae  (l«  la  dianclllenn.  Siiiicho  d  Snbio. 

n-io  ileíliclia  centiifiü,  otm-gfi  d  Fit^ro  i/e  Ar- 

,  ijUQ  em  .vn  el  habla  de  tn  mucliedaratrc; 

el  lítgl»  xiii  el  Fuero  general,  itn  leugunjc 

_  O  y  con  brioB  paw  ncnlmr  de  vencor,  los  obstáculos 

tt  «O  lo  oponinn. 

fe  »ridenlí  que  el  habla  naciocnl  en  Navarra,  lo  fué.  cotno 

n  tengnn)G  parecido  ni  leonés  v  al  de  Oaatilla;  si 

Navarra,  cual  en  el  de  Aragón,  adviértanse  ma- 

miíjan  ttsouomías  particulares.  Con  vencen  nos 

I /.lairaultáneoy  genornl, enla  Penlnsula.elpre- 

1:1:  ido  sobre  el  latín  cnncilleresco.  {wr  tos  ¡diouins 

íHigutc»;  «^uln  uno  de  los  que  rcfiejtihn  elementos  de  cultura, 

Eb  mí  idíürio  cridcnt«,  que  en  Ina  doiinc.ioncs,  privilegios  y 
ilemáfi  t'.-ci-i-.uras  de  Navarra,  hnbo  analogía  con  4  las  précticas 
<:?  Arnfron,  lia^a  en  Irs  rúlirícas  ctirialcs,»  lo  cuuL 
:  <?  merindades  prúsimas  á  itOBotros  j  en  las  que 
le  Fmncinódel  risco  vnHCongndo;  que  la  len- 
¡¿i,-  '.v,.M....i.  idéntica  en  los  aludidos  reinos,  en  a mbce  estuvo 
BOKta  por  intimo  parentesco,  con  el  castellano.  Si;  idéntica 
jr  de  no  menor  fuerza  vital,  que  todas  las  hablas  vulgares. 
Poique  8Í  el  catnlan  propagóse  4  Mallorc»  y  Valencia,  merced 
k  Un  tuum&ns  que  relntó  D.  Jaime,  con  candor  auhlimev  en  fra- 
ses tnn  dalccH,  como  el  piar  do  In  golondrino  que  anidase  en  la 
tiuldn  de  ctimpHñn  del  ilustro  guerrero,  en  el  sitio  do  In  ciudad 
del  Turía:  el  romance  aragonés  se  enseñoreo  de  las  poblaciones 
■rranend»^  ]'út  el    Cou^uisttiríor  al  moro,  en  las  comarcas  dej 
med'O'iin;  in  que  c)  nznhnr  [terTuniQ  In  atmósfera  y  la  palma 
,,,,,.,_,,-.«  ,(p  dátiles;  el  limonero  con  su  fruto  da  oro  V 
1 1  ^H  flor  de  púrpura,  prostnn  hechizos  indeflni- 

ea  aquello»  deliciosos  campos  ,  en  los  que  ni 

:  < .  cuyo  color  verdi-negro  destncn  la  nieve  de  In 
j:a1í.>mn'  f~t"  "^  mirto,  que  es  el  úrhol  del  sepulcro  de  los  niños, 
á  1*  higrucra  que.  por  linber  ocnltn<lo  A  Jesús  y  María  ,  tugiti- 
v«»  «lo  Herodes,  da  tres  veces  un  fruto  que  destila  miel;  y  en 


(  L 

que  las  florestas  vierten  perfumes  más  suaves,  que  los  jai- 
mineros  de  Alejandría,  que  los  bosí^uecillos  de  rosales  de  Chi- 
pre y  de  Damasco. 

Resulta  pues,  que  la  historia  enseña,  que  en  Aragón  y  Na- 
varra, tuvo  la  lengua  española  las  mismas  vicisitudes  que  ea 
Castilla,  á  la  que  superó  aquél  bajo  más  de  un  aspecto;  sin  que 
jamás  hayan  existido,  sino  diferencias  naturales,  y  modismos, 
en  los  que  se  conserva  lo  tradicional  del  carácter,  en  el  Nor- 
te, y  en  los  eliseos  de  Andalucía.  T>e  aquí,  los  vocablos  pro- 
pios y  maneras  de  decir  de  que  nos  habla,  el  célebre  Juan  de 
Valdés. 

Y  con  lo  dicho  basta  para  demostrar,  como  las  palabras  con- 
tenidas en  esta  magníñca  obra,  pueden  naturalizarse  en  el  Dic- 
cionario de  la  Academia.  Más  aun;  deben  naturalizarse  en  él, 
las  bellezas  provinciales,  recogidas  por  el  docto  profesor,  en  el 
honrado  hogar  de  este  libro.  Haciéndolo,  ganará  mucho  la  sin- 
taxis española.  Vocablos  y  desinencias  hay  en  estas  páginas, 
que  aumentarían  la  gracia  de  la  lengua  de  Quevedo  y  perfec- 
cionarían el  sentido  de  ciertas  voces,  imprimiéndoles  más 
propiedad:  los  hay,  más  conformes  que  sus  respectivos,  con  la 
etimología  y  con  el  genio  del  idioma  que  rebosa  sales  y  donai- 
res, en  Cervantes  y  Góngora:  los  hay ,  más  concretos  y  claros, 
que  muchos  que  tienen  la  calidad  de  castizos. 

El  Vocabulario  de  Borao,  contiene  pues,  dádivas,  cuya  acep- 
tación interesa  al  fausto,  al  número,  á  la  poesía,  del  habla  de 
los  Luises  y  de  Argensola;  del  habla  que,  ante  la  Virgen  de 
Bartolomé,  oir  creemos  en  los  laí)ios  de  los  hermosos  ángeles 
niños,  que  ostentan  vastagos  de  oliva,  palma,  rosas  y  azuce- 
nas, en  torno  de  la  Madre  de  Dios. 

D.  Jerónimo  Borao  prestó  un  gran  servicio  á  su  patria,  con 
esta  obra.  Quizás  no  se  encuentren  en  ella,  todas  las  palabras 
que  tienen  derecho  á  ücupnr  un  lugar  parecido  al  de  las  aco- 
piadas: tal  voz  brillen  i>or  su  nusiMicia,  frases  propias  de  este 
país,  alguna  de  las  que  conozco  por  un  ilustrado  y  querido 
amigo  !■  y  encierra  la  inocente  hermosura  del  Pirineo  y  del 

(1)    Kl  Sr  D.  Antr»ni(iOarcín  Oii. 


' — '  - ínhnbita.  Yo  nodudo,  qiie  leyendo  con  cuidado  ú 

i''<res,  ú  ¡08  páginHS  de  nueatroa  jurísconsultoB  y 
!<'rKdio  consuutudiuiirio  eu  boca  del  pueblo;  ^o 
'li^viuido  In  critica  ú  nuestrn  liistorio,  á  sus  fuen- 
t'^u  ui-oiiru  l'nruikSQ  popular,  ul  leni;uit)c  de  k  aldea,  álasjo- 
tu  Ulcninnn  j  cientiticus  ijue  i>o3eenio8,  encontrarinmoB  oro  de 
le;,  como  d  recogido  por  Horno.  En  (nena  tan  úrdua  sor- 
pniBÜk)  In  muerto  ni  tluetre  ontor,  según  pregóos  el  Apéndice 
qiu  tMQ  logase  pnra  eariquccor  la  segunda  edición  da  su  Dic- 
tnoKAiUo;  j  quico  Boljo  §i  preptrando  los  materiales,  para  reu- 
nir (.1  un  libro,  las  frasea  y  refranes  aragoneses.  Es  riquisimo, 
onntro  tesoro  de  Irase&l  V  el  de  relraiies!  Poseemos  muchos, 
0117  aatiguoH.  «u  loe  que  esta»  rupreaontadoa  el  carácter,  la 
Inlole  J  iH  leudcDCia  del  pueblo  que  gnibó  la»  burrns  en  el  cie- 
lo (le  Itxlla  y  do  tiícíLin,  sobre  liis  puurtRs  del  Oriente  y  sobro 
tM  jitat«ndiis  escaiuns  de  los  peces  del  M edite rrrtneo.  üoo)'  re- 
tétvux  i  fneuas  ngrícolas,  á  circuDslnncias  do  los  oücJos  ítt- 
briles  ;  otros  á  la  vida  dol  pueblo,  ú  li  liia  ocupaciones  del  pas- 
tor. Diios  reiipirun  la  sencillez  iiispirttda  por  ul  surco  ú  la  mon- 
tBán;utru6  íe  religiosn  y  sngucidiid:  ubuudauluB  elegiacos:  no 
btlaa  )o«  csproeivos  de  ideas  iiudnees;  ni  los  en  que  se  ensul- 
isa  noble»  mogos  del  alma  ó  se  perpetúan  los  nombres  de  día- 
tfnffciidañ;  iwrsLintdidudes.  LiOs  mejores  son,  los  que  encierran 
no  peaMnueuto.  JF»  agudo,  y&  grave  y  fotogruCiau  el  espíritu 
de  Ib  patria  de  los  grandes  tuitiricos.  Lástima  que  Borao  des- 
'MípQ'f'H'  al  valle  de  las  tumban,  sin  logarnos  In  colección  ape- 
twidnl  Y  nins  nun  que  la  Parca  se  opresuraae  á  cortarle  el  hilo 
'  '-  ".■--.'i!i,  on  la  época  en  quo  mas  hábiles  trabajos  pudo 
::i  en  su  DitcíosAlilül 

]).  Jerónimo  ocupa  en  la  Holanda  zaragozana 
■  -ni  ti  tilia  auu  vacío.  No  se  rae  alcoom  quién  entre 
(wauUw  la-^gii  empuje  prim  desenipeñrir  los  oficios  de  suceeor 
80^.  Que  cuando  alguna  uazcii  cou  ellos,  (.rociire  continuar  la 
olin inaugurada,  qmi  n  fuer  de  grande,  necesita  del  eefuerxo 
flUonivo  de  varios  bombresl  Loa  magnos  libros  parécensc  mu- 
cba,  ¿  latt  magnas  01*6.10101108  de  la  aniuitectura.  Sin  concluir 
Bttáo  aun,  las  catedrales  de  Bevüla  j  Colonia:  el  historiador  de 


CI.II 

las  Navas  puso  la  primera  piedra  de  la  toledana,  que  se  comen- 
zó bajo  el  amparo  de  San  Fernando;  se  consagró  en  los  días  de 
Alfonso  VI;  debe  mucho  al  VIII;  tiene  por  adornos  el  sepulcro 
de  Mendoza  y  el  de  D.  Alvaro,  el  de  D.  Enrique  el  Bastardo 
y  D.  Juan  I,  las  escultums  del  genial  Berruguete  y  del  ciá- 
uico  Borgoña: y  del  esfuerzo  de  muchos  príncipes  necesitóse, 
para  construir,  la  mezquita  cordobesa;  selva  sagrada  de  toobu:^ 
de  mármol;  encantado  laberinto  que  si  con  sus  lámparas  simu- 
laba un  sistema  solar,  alguno  de  sus  alminares,  amortiguaba 
con  el  brillo  de  sus  granadas  de  plata  y  oro,  el  resplandor  purí- 
simo del  sol  andaluz.  Pocos  Palacios  del  Té  fueron  ideados,  de- 
lineados, construidos  y  pintados  por  un  solo  genio,  cual  la  ma- 
ravillosa quinta  de  los  Duques  de  Mantua  en  que  resplandece, 
el  numen  creador,  poderoso,  inarmónico  de  Julio;  que  mis 
inclinado  á  los  conflictos  terrenales ,  que  á  ejecutar  con  ca- 
riño una  Sacra  Familia;  más  amante  de  la  idea  de  fuerza, 
que  de  la  sencillez  y  naturalidad  majestuosas;  sin  la  idealidad, 
sin  la  gracia,  sin  los  sentimientos  castos,  sin  el  bello  lápiz  y  la 
suave  paleta,  sin  la  tranquila  armonía,  la  profunda  calma,  la 
serenidad  celeste  y  la  perfección  de  su  melodioso  maestro;  des- 
enfadado, atrevido,  sensual;  Ovidio  del  pincel;  dio  nombre  á 
maravillas  sublimes  y  cometió  pecados,  cual  el  de  la  gata  y  el 
enano  que  colocase ,  en  una  Virgen  rafaelesca  y  en  la  batalla 
de  Constantino  y  Maxencio.  Eu  cambio,  desde  la  Eneida  á 
acá,  son  muchas  las  obras  que  están  sin  concluir:  mas  lo 
que  de  ellas  existe  constituye  un  monumento.  Kegadme  que 
lo  sean,  el  Diablo  Mwido  y  el  Alcázar  de  Carlos  el  Emperador, 
en  Granada. 

Juzgúese  terminado  ó  sin  terminar  este  Dicción abio,  es  un 
diamante.  Por  tal  se  le  tiene,  en  libro  de  la  importaacin  y  se- 
veridad de  la  Historia  crítica  de  h  Literatura  española;  como 
tal  ha  sido  saludado,  en  discursos  admirables  de  Balaguer  y 
en  artículos  del  insigne  Milá  y  Fontanals.  Convenimos,  escribe 
éste,  efectivamente,  en  casi  todas  las  opiniones^  manifestadas  en 
su  obra,  2)or  el  Sr.  Borao  y  de  que  habíamos  ya  antes  formado  Jui- 
cio, al  paso  que  nada  tenemos  que  oponer,  antes  lo  tenemos  por  mnif 
aceptable,  á  todo  aquello  de  que  i^or  primara  vez  nos  instruye. 


r  4€  eoiuwlifraciimes  prdimiwt'si  sobre  la  it[/titenría  de 
'eim  la  tfn^wi  y  lo»  Árabft  en  loa  coitwnires,  trata  en 
kmAn^a  y  bien  trabaj'nia  Inthobl'CCiok,  de  la  época  del  «ad- 
ludí  la  tengua  caiUUana,  gue con  al'jiiua retena  ínmifimda- 
B  ^tMt  n  verdad  Auio  tná»  Men  conUnucí  Irans/ormticioiies  gue 
¡lo),  comiente  cnq^ese  atnbaija  al  iiffh  vui.  Citalot 
wret  dúcwmfnto»  catiel/imot,  que  coi-reeponden  al  siglo  iii, 
tdidot  líe  otrús  de  lat  tret  anterioret  fteuturiut,  en  pie  entre  el 
■  Uricro  y  canvcnaional  de  las  escrituras,  van  asomando  pa- 
iscatletlaiias,  aní  come  nfh  larde  sf  o/receñ  otras,  donde  el 
I0  eaittllana  se  halla  alterado  por  reiabio»  latinos;  lucia  de  los 
n  i>.  propio  de  las  escrifttras.  que  tolo  indireciamenie  pitdie- 
m  i»^tir,  en  el  ^a  formado  lenguaje  dtl  pneblo.  Entre  los  últivios 
a  citados,  lo*  hag  ya  aragoneaes,  es  decir,  escritos  en  Ara- 
,  en  ¡a  ¡etigua  gue  ya  enUmees  les  era  conuu  ó  poco  menos  con 
y  con  Castilla,  á  pesar  de  que  la  lengua  sabia  y  cortesana 
H  eiertot  nuos  diplomilica,  Je^se  desde  lo.  imou  con  Ca- 
la, la  yw  después  ka  recibido  el  nombre  impropio  de  lemoftna, 
é  pasar  de  qw-  el  aragonés  Jítese,  romo  es  todavía ,  más  catalaní- 
>,  mientras  agitnas  de  las  primeras  muestras  q>te  como  de  ver- 
•O  CMtellaso  nos  presentan,  eoitservan  formas  asíarianai  ó 
I.  Que  los  aragoneses  hablaron  desde  el  oriíjen  de  su  reino, 
h  fM  despuer  se  ha  llamado  eantetlaito,  ya  lo  eri'lencia  el  keelio  de 
il  deide  mwAos  siglos  lo  etlét  kabttindo,  sin  que  hubiese  mediado 
o  kisUrieo,  á  bien  qw  los  documento»  no  don  Ivgar  á 
ida  oposición.  Bl  extracto  de  intfresanles  documentos  arago- 
',  empelando  por  km  de  1178,  oeupa.  como  ee  debido,  nn  buen 
a  de  pági-iias  del  trabajo  que  examinamos  y  cuya  primera 
s  la  kietoria,  termina  con  una  iiporíma  excursión  al 
10  de  Na/tarra.  La  segunda  parle  de  la  Introducción,  más  es- 
ente  deeiinada  al  examen  del  Dicci'wahiú  ¡i  de  los  mndiS' 
«  aragoneses,  nos  muestra  el  tiento  y  la  im/iarriaUdail  eim  que 
b  jtrocedido  el  Sr.  Borao  en  la  lulmúfion  de  toces,  «úi  que  esto 
I  obstado  para  que  *u  Vocubliabio,   segtn  adríerle  en  el 
m,  confnga  l(n5  artiealos  tiweoí,  sobre  '81  indicados  por 
^Aeademia  y  í»H)  recogidos  por  Peralta. 
'ú  o^ra  det  Sr.  Borao,  ka  exigido  vn  paciente  trabaje  g  estih 


CLIV 

dioi  lúiglUsticos^  cient{/icos  y  forenses;  y  se  recomienda  ademas, 
por  un  cierto  perfume  literario^  que  no  siempre  despiden  las  obras 
especiales.  Citaremos  para  concluir ,  como  puntos  de  lectura  curio- 
sa é  instructiva,  el  pasaje  sobre  el  dimin^tito  en  ico  de  la  Intho- 
DUCCiON  y  la  Nota  relativa  á  los  aragonesismos,  del  poco  comedido 
rival  de  Cervantes. 

La  pluma  se  cae  de  las  manos,  por  ser  imposible  una  crítica 
más  sana,  acerca  del  Vocabulario  de  Borao  y  de  su  IiUroduc- 
don  magistral,  que  escrita  en  18t')9,  está,  en  la  generalidad 
de  sus  conceptos,  á  la  altura  de  la  última  palabra  de  la  his- 
toria, que  ha  progresado  lo  que  es  sabido,  desde  aquella  fe- 
cha. ¡Loor,  pues,  á  tan  grande  hombre,  por  quien  podemos 
decir  al  orbe  literario,  que  las  razas  del  genio  que  tanto  brillo 
diéronnos  en  otros  dias,  no  se  han  descastado  en  Aragón;  que 
ésta  es  aun  la  tierra  de  los  preceptistas  é  historiadores  sesa* 
dos,  de  los  poetas  didácticos  inimitables,  de  los  satíricos  mo- 
delol 

Cuando  los  siglos  comparezcan  en  el  juicio  universal  de  la 
historia,  una  vez  terminadas  las  providenciales  tareas  de  la 
humanidad,  allí  estarán:  el  que  con  la  lira  de  sus  vates,  enseñó 
el  castellano  á  Castilla;  los  (jue  asombraron  al  mundo,  con  reyes 
que  así  manejabm  la  espada  como  la  {)éúola;  los  (¡ue  endulza- 
ron los  pinceles  de  José  Leonardo;  los  que  dieron  cuna  á  Anto- 
nio Agustín  ó  á  Zurita  ó  ú  Jusepc  Martinez  ó  á  Luzan;  los  que 
con  sus  prensas  Guttenberg,  con  el  cincel  de  sus  estatuarios, 
con  el  yunque  de  sus  rejeros,  con  los  libros  de  sus  jurisconsul- 
tos, maestros  entre  los  maestros  de  derecho;  aumentaron  la 
resonancia  del  nombre  de  Aragón ,  por  los  ámbitos  del  pla- 
neta. 

La  centuria  décimo  nona ,  encarándose  á  las  aludidas,  podrá 
exclamar,  ciño  laureles  tan  inmarcesibles,  como  los  vuestros, 
pues  mÍ8  Goyas  han  pintaiiu  el  hérue  con  canana,  escopeta 
de  chispa,  calzón,  faja  y  pañuelo,  el  héroe  ¡)opular  y  mis 
Prad illas  el  cuadro  histórico  con  el  jnncel  de  Velazquez  y  de 
Claudio  de  Lorcna;  mis  histoiiadorcs  Lasala  y  Quinto  fue- 
ron honra  <Ie  la  patria  ;  mis  .jurisconsultos  conservaron  las 
tradiciones  de  los  que,  en  pasadas  edades,  conquistaron  im- 


ñ  (sma  (1);  nii  fabulistn  Príacipe,  cultivando  el  géna- 

TD  que  üuBlniron  Snmaniego  é  Iriarte,  nTentnjiíae  lo  i)ue  la 

Uotbe  en  Francia ,  Ruberti  y  Berlola  en  UrIíh  j  iuiíb  que  Ga,v 

n  Iiiglitterra;  y  mis  preceptistas  hnn  escrita,  han 

^do  7  hRtí  enaeñndo,  Ron  la  sabiduría  de  Borao,  cuutor  de 

a  de  este  país,  cu;o  cetro  fné  de  Sgata  pirenilicH.  pRl- 

t  granadina  y  oro  del  mundo,  qne  Dios  colocase  o nire  las 

m  de  cristal  tuáa  puro  y  más  finas  pcflas  de  loe  mares,  en  el 

i  late  ana  alma  doacella,  que  será  madre  de  la  civilización 

m.  Id  cual  recauíicese.  mirando  sn  naturalejia  privilegiada, 

en  la  imagen  de  Vírf^ilio,  reconúcíuse  en  el  majestuoso 

,  la  divinidad  de  In  diusn. 

«oespues.dit^nodcl  respeto  que  ncompañnit  su  memoria, 
1  inteligencia  radiante  y  porque  consagró  su  vida  i  La  edu- 
iciondelajuventud,  ala  cultura  de  ia  patria,  al  bien  de  todos. 
'  esto  entre  sus  timbres,  cuenta  loe  muy  envidiables 
1  liombre  benéfico.  Si;  los  muy  envidiables,  porque  si  las 
a  deshojan  palmas  y  Qoree  sobre  In  Bendn  de  los  go- 
I,  sobre  la  senda  de  lo3  seres  benéficos,  Ins  desbojan  los  an- 
ís de  Dios-  V  si  mucbo  arrebata  Napoleón  á  caballo,  al  de- 
4  por  61,  la  victoria  en  Avist^rlitz;  Byron  soñando  o 
m  ds  Venecia;  Russíní  ó  Oarcia  Gutiérrez  enloqueciendo 
A  públicos;  Víctor  Hugo,  despidiendo  por  ios  cr&teres  de  si 

1(1)  Alrebrirtataloa  jurlscooBullos ai> nuestra  tiialorla, no  [lurdo inc- 
todalMOar  votcM,  porquialgunu  iLe  laU  imisanus,  Anlcmlitliis  üu  la  mn- 
it  aaqna  de  la  pcnumtfm  ea  que  se  Imlian,  las  nm^aítlciia  obrns  que 
■Utayta  Iüb  tcsorus  Ar  lo  rienda  juriitkn  nragoncra.  Me  coobU  qno 
If  SjHvrMhadan  viglllaB ha cunsagnulQ  Aru  ratsdtotlSr.  Ü.SaaKaKO 
UH  araguacsiii  caat«in|Hii'Auíos  mas  iDaleBlOH  j  de  mAi  aié- 
o  y  ¡¡lie  D.  Joiu)Uín  Marton,  bonn  drl  furo,  m  ocu|tn  en  la 
n  traTiajD,aneI(|U(>|)rcpOn(>aci)Qpu1ariEar,  liln-Ds'que  no  ca- 
li luilo  <'1  que  drwa  puBPorlos.  El  nuTablr  jurfüconaullo  liara 
jtf  pm  1)1*D  1  la  rullun  Kpnr-Hl;  y  lin  donrar  cu  <|ut  si  ¡lulilli'lHla  qua 
~  ~l$7ainn«cl<lu  (^lurdun  en  1»  cmiircBu  A  que  con  *!  8r.  SuvnU  •liaat  ci- 
IgW  ««tterile  da  iiun  uullguuN  liríuK;  que  cuufle  A  U  jilutua  al  pucarga  da 
Ib  muchu  i|ua  aahf  rl  H.T  D.  Luis  Kranco,  jllrlsconaulto  da 
ft'UUadalosanlJiniOi.trnin  HalHdnr  dalas  roiai  arag'onasaa;  )' <|u»  lia 
aneafn  ¡>.  JoM  Kedaleu  gran  talento  y  el  suyo  clariil- 
Wtiar.ÓJlBrrgwL 


(I.VI 

numen,  la  Java  revolucionaria  de  su  siglo;  Castelar en  la  tribu- 
na ó  Fortunv  firmándola  ÍK^r/Vz;  despiertan  ideas  más  dul- 
ces, el  nombre  del  que  descubrió  la  vacuna,  del  que  im- 
portó la  patata  en  l*]uropa,  del  «[ue  nos  trajo  el  gusano  de 
seda,  del  que  armó  el  telar  de  Jacquart,  y  dio  al  minero  la 
lámpara  de  Davv;...  un  Pignatelli  sangrando  el  Ebro;  ó  un  José 
de  Calasanz,  jfíguní  de  las  más  bellas  de  la  historia!,  ensenan- 
do á  deletrear  al  niño  pobre  y  desheredado  y  dotándole  de  la 
riqueza  de  la  cultura  y  de  la  virtud. 


Faustino  Sancho  y  Gil. 


Zaragoza,  Diciembre,  1884. 


ADVERTE  rea.. 


En  1669,  encabezaba  D.  J.  Borao  la  primera  edicioa  de  eate 

DiCCIOKARIO: 

Deciilido  Amigado  la  inalrucciun  priniiiriu,á  ijuien  iiir  ILtou^odr  liabrr 
]irr!!lailii  más  de  un  dtil  sityícIo,  he  lomado  imrtf  Isl  cual  vez,  rn  loe  perió- 
dicas i\ae  le  cMíd  dedicndos  (n  ErpbíUi.  Hícelo,  en  1856,  r^ra  tratar  \igt- 
nm'ale  ds  losdiminutiYoHy  iirlDci)ialnieiil>  del  terminado  ra  ico;  y  íyin- 
zaiidu  e\  eiámen  de  utraa  maurras  aruíruni'Kuii  de  drcir,  t>Bra  ul^fuuut  artí- 
culos iirtliinoH.  ■■■ífTi  f ncariftanno  !i  tal  puntocim  la  vqhIitIíi,  y  fiiorun 
rxti'Ddiéndosp  ilo  t«l  auert*  mis  estudie»,  que  al  cabo  ¡irmlujc  r-  n  ol  Dicein- 
.¡/•rio  mrngo>f>ty\jí  Intrixl anión  sintética,  <|Uc  lioj- síimi'tip  ul  juicio  del 
l'iiblicoy  rcroiDicnJo  A  hu  íd  Juih'i-ncla . 

Parcclúiui;  muj'  diflitil,  ul  i>rincliiÍo,  In  url{.'inalidad.  ¡n  ]ior  el  iíi^kd  uú- 
mvmde  Tori'S  arat^uFíns,  i|Ui-ra  ealidnd  de  tnlen,  deflaín  ron  su  acoRtnm- 
bradu  acierto  la  Academia,  ya  ¡utr  lim  nuevas  que  iacliiia  eu  bu  Ivniíiiía  ifi 
Hii  Iiircionarlo  at-ayaae^ctutetlano  (Zarafc-Oia.  lro]i.  real.  1S30,  tfl  yiílíi- 
iias8.^)  i>l  iliKtiD<ruid()  aliojradu  cutbiicrf,  lii.y  lUgiiiFliuo  ma(;iKtrailo, 
I).  Mariano  -l'erolta,  cuya  lur{;n  realdcu'Ju  en  el  alto  Arngon,  le  pecmilla 
dejar  miij'  ¡«co  usuntu  li  sus  aucnHires,  ú  i-egur  de  la  mmlpElla  con  iiue  IH 
tiiló  rtu  niii,v  apnriablP  trnlinjo,  '[Uc  yo  lie  rcPiirlado  con  eitremo:  ¡wro  oh- 
fervandolno  dl.<eiil[>ahlCH  omisinneii  de  ambón  DiivfaiiAr''i*,decidfmsáii]e- 
jorarluiten  cuanto  puilieM.  «obre  la  liaxe   lue^ilable  iiurclluu  meufYccian. 

^i  lu  Uacr.narí.'uidoúnainl  dllii,'euvin,  el  iiúbliru  es  i^uien  bu  de  resol- 
vrrlii,  lenlen  loi'O  rúenla  la  variedad  lie  riítudios,  nsi  linirQialtCOH  como 
eientítieos  y  foreuseti,  iiue  mi  ubrii  lin  i'xIítÍiIo:  la  )<nrleiitp  ex|>cctacion  qun 
lia  ni|ueriJo,  euinu  i[uleni  que  ht  La  ngieliulo  al  ).ueb)o  mi^mo,  par*  sur- 
Vreildirle  t'U  Irn^'Uitje:  y,  rn  fln,  el  crecido  uúnicro  de  vocablos  nuevos  que 
t."  ei,n<!riniido  alleíMr,  i:u:indo  parecía  CMsi  apiituda  lo  matrriii,aunr|ue  ad- 
virtiendo  ijue,  sobre  los  vuceti  que  hayan  ]iijilldu  esi'a|^r  á  ini  euidado,  M 
reliaran  de  meuod  nlKuuaK  iiuramcule  lucalm.  ínirriiuidasdcpri'iiO^itUjiiur 
H]i»ruriieen  cierln  niutio,  del  liabla  cumiiii  am<^ucKi¡. 

1.a  Acs>lemia,  b\  no  liay  error  cu  el  cómputo  que  be  iiracticado,  incluye 
i/iiinitntat  ¡liaeiila  y  una  vucei?,  como  provinciales  de  :VrB(ran  y  oehtMa  ¡i 
i'>-u, cuma  irovlnciales  en  penernl,  ¡hto Ri<(;uraincute  de uío  orairunés:  t'e- 
mita  unas 'mí'i'riiliitnurvaHSobrii  las  ita<'-ii!iU"t  aratn>ncsas.  ri'amrfu.v 
ri'iicu  pnivinclalrs  y  ciViihi rvoiviiln  y  rfiM  lastrlliiuu^.  i|ue  tuina  de  la'Acu- 
di'inin:  el  l)i(:CI()\Al)luiiUe  urmcoabciiu  al  públicii  contiene,  sobre  las 'ISl 
de  !n  .Vadeinin  y  Ins  3  0  dr  Peraltii,  llj—  uuev.is,  ciue  constituyen  un  lotnl 
dr  ajeo  vi*uR,*»lnMi5¡l'»' mus  quelu  Academiay  acnotnáHiiue  el  l'uía^ii- 
/•lí-ío  de  Peralta. 

.\iliplladBS,  concorJudus  y  iiiod  i  lleudas  á  vece^.las  deflDícioaes  de  ambos 
/íiV'ii'..i.i.-''iw.  lie  rrcido  del  caso  sin  imlMirgo,  eoní;i'¡vnr  la  proidedad  A  di- 


CLVIII 

gfamoSf  pertenencia  de  cada  palahra,  para  mejor  conocimiento  del  lector:  y 
á  este  ñn  he  designado  con  uua  ir,  las  voces  castellanas  que  Peralta  (indu. 
dablemente  con  buenos  fundamentus^  incluyó  como  aragonesas  en  su  £"'»- 
«rt^o,  con  una  p  las  provinciales,  con  una  a  las  amjfonesas  de  la  Academia? 
con  una  d  las  exclusivas  de  Peralta,  y  con  una  u  las  que  en  su  totalidad 
me  pertenecen.  Esto  be  preferido,  para  carg'o  y  descargo  de  mi  responsa- 
bilidad, y  no  las  indicaciones  ¿rramaticales  que  doy  por  conocidas,  y  que 
no  me  parecen  propias  de  un  trabajo  especial  como  este,  sobre  el  oual  ha  de 
suponerse  el  conocimiento  de  otros  Dicrionftrio9. 

Ia  obra  del  eminente  catedrático  fué  recibida  por  los  doctos, 
con  el  cariño  que  se  recibe  una  buena  nueva;  fatigóse  en  su 
elogio  la  prensa  de  España;  y  Borao  que  no  era  de  los  que  se 
sientan  á  la  sombra  de  los  laureles,  si  no  el  tiempo  preciso  para 
refrescar  la  frente  abnisada  |)or  el  pensamiento,  continuó  traba- 
jando en  su  heredad  literaria,  á  fin  de  mejorar  su  obra,  á  seme- 
janza del  Lábil  jardinero  que  después  de  producir  un  hennoso 
vástogo,  sigue  cultivándolo. 

La  muerte  privó  en  Aragón  á  las  letras,  de  su  delicia  más 
grata,  cuando  el  docto  Profesor  proyectaba  dar  á  la  estampa  el 
resultado  de  sus  nuevas  tareas,  según  se  desprencfe  de  estas 
palabras,  escritas,  para  colocarlas  á  continuación,  de  las  que 

encabezaron  la  edición  primera  del  Diccionario: 

El  éxito  literario  que  tu\o  la  obra,  fué  lisonjero  por  todo  extremo;  ¡lero 
no  seré  yo  quien  indique  si»j[uiei*a  las  nun.erusus  pruebas  que  de  ello  tengo 
en  mi  poder.  En  cuanto  al  éxito  mercantil,  qup  con  frecuencia  está  en  ra- 
zón inversa,  est*  fué  como  mío:  Ntrchul  es.  que  ni  lo  iberio  de  la  obra,  espe- 
rialmcnie  la  Inírndurcion.  ni  rl  pais  m  tjue  se  \  ublicaba,  ni  mi  ninguna 
nitiniubra  eii  cumerciurli..  eran  o  ■ndicii.'ues  paní  i\\i€  sacara  de  ella 
alj-uua  rocomi-en'ia:  lio  Mierte  tjue  I<>s  íra*íl"s  de  mis  viajes  científicos  y 
los  de  la  rai'desta  edición  (juc  liice,  no  fueron  comp«nsados  ni  aun  aproxi- 
madameutr.  Pero,  ai'ustumhra.lo  o^imo  escritor  á  \ivir  en  pleno  patriotis- 
luu.  m«"  "i  I  cr"  owntento  conque  lu  t-bra  corrieni,  muy  bien  recibida,  por 
España  y  Francia,  C(»nque  antes  d»»  su  ajaririon  tuviera  en  Zaragoza  un 
núnuTo  muy  s^'leoto  de  sus''rit<>res  \  con  que  cada  día,  me  bayan  solicita- 
do ejen)}l*iri  >  j  ersonas  distinguidísimas,  á  quienes  en  mí  era  punto  de 
honra,  el  r^- jalarles  un  libro  que  honraban  con  desearlo. 

IV  esta  muñera,  y  al  cabo  de  catorce  años,  la  edición  se  halla  afrotada. 
Ku  lu  previsión  de  este  ca>v .  \  llevudode  mi  impenitencia  pues  yo  parece 
quo  me  he  juradlo  á  mí  nii<m(í  no  desertar  de  mi  j-ucsto  literario,  aunque 
vep.;_'an  sobremí.  totias  l:is  contrariexiades.  que  bastíiaquí  se  han  inventado) 
había  ido  haciendo  lento  acopio  de  nuevos  datos:  y  hoy,  sacudida  la  pereza 
y  en  un  intervalo  de  rejrular  8;ilud,  he  procedido  á  ordenarlos,  para  que 
j.uedr.n  iníercalar5í*\  en  esta  nueva  edición.  Las  ventajas  que  en  ella  ofirez- 


CLIX 

co,  faen,  de  la  mejor  ira  presión,  son:  1.*,  algunos  pasajes  importantes  y 
documentoB  inéditos,  para  enriquecer  más  la  Introducción;  2.*.  colocación 
dentro  del  texto,  de  lo  que  por  ocurrirme  á  última  hora,  hube  de  poner  en 
el  Apéndice;  3/.  más  de  ochenta  ampliaciones  á  las  palabras,  ya  incluidas 
cnla  primera  edición;  y  4  *,  bastante  más  de  ochocientas  voces,  absoluta- 
mente nuevas,  que  contribuyen  á  formar  un  total  de  cuatro  mil,  superan- 
do ahora  en  tres  mil  á  la  Academia  y  al  Ensayo  de  Peralta. 

Expuestos  los  datos  materiales  que  abonan  esta  edición,  yo  no  sé  conti- 
nuar el  panegpírico  y  me  entrego  con  ánimo  igual  á  la  protección  ó  á  la 
frialdad  de  mis  paisanos. 

Pocos  años  después  de  1873,  en  que  escribiéronse  estas  pala- 
bras, salió  por  la  Puerta  del  Duque  para  el  Cementerio,  su  es- 
clarecido autor,  acompañado  del  claustro  universitario  y  de 
todo  lo  notable  que  Zaragoza  encierra. 

Con  llanto  en  los  ojos  vieron  las  letras  cerrarse  el  sepulcro  de 
Borao;  honores  tributáronse  á  la  memoria  del  escritor  insigne; 
la  Diputación  reservó  para  este  instante  el  rendirle  el  home- 
naje debido,  á  loa  que  triunfan  y  ensanchan  los  dominios  de  la 
cultura  general. 

Y  ninguno  le  ha  parecido  mejor,  que  el  de  entregar  á  las 
prensas  este  libro. 

Flore&á  su  tumbal;  ¿á  qué  arrojarlas,  si  en  ella  crecen  tan- 
tas, espontáneamente? 

S.  y  G. 


Panticosa  29  de  Agosto  de  1884. 


J 


INTRODUCCIÓN 


I. 


Extendida  la  dominación  romana  por  toda  la  penín- 
sula española,  muy  pronto  se  difundió  entre  nosotros 
su  cultura,  entonces  poderosa,  é  inevitablemente  hu- 
bimos de  recibir  los  vencidos  el  idioma  del  Lacio;  que 
siempre  fué  la  lengua  el  vehículo  y  el  símbolo  de  la  ci- 
vilización. Mas  cuando  ya  era  usual  hasta  en  el  pueblo 
el  latín  de  aquellos  tiempos,  sobrevino  una  irrupción  no 
menos  enérgica,  que,  si  no  pudo  desarraigar  de  pronto 
ni  las  costumbres  ni  el  habla  romana,  todavía  impri- 
mió un  semblante  nuevo  al  idioma,  híbrido  conjunto 
de  voces  latinas  y  maneras  godas,  que  por  ventura  ha 
prevalecido  hasta  el  presente,  puesto  que  modificado 
por  las  muchas  avenidas  extranjeras  que  sucesiva- 
mente contribuyeron  á  enriquecer  á  aquel  sin  par  idio- 
ma, en  que  habían  de  causar  admiración  á  la  Europa 
los  Cervantes,  Calderones  y  Quevedos. 

Nuevas  zozobras,  nuevo  espanto,  nueva  y  más  fun- 
damental reforma  que  otra  alguna  vino  á  amenazar- 

1 


2 

nos  con  la  invasión  árabe,  á  la  cual  justo  es  decir  que 
debemos  la  mayor  parte  de  nuestra  adelantada  ilustra- 
ción en  los  siglos  medios ,  asi  como  el  desarrollo  de 
todas  las  cualidades  caballerescas  que  constituyeron  un 
día  nuestro  carácter,  y  que  todavía  se  conservan,  aun- 
que nuiy  atenuadas,  entre  nosotros,  como  se  conserva 
el  aire  de  familia,  ó  como  se  distingue  el  tipo  especial 
en  el  rostro  de  cada  nación  y  aun  de  cada  territorio. 
De  la  misma  manera  que  el  idioma  latino,  el  cual 
por  su  difusión  vino  á  llamarse,  á  poco  de  la  invasión 
árabe,  la  lengua  de  los  cristianos,  esto  es,  la  lengua 
nacional,  la  lengua  en  que  estaba  escrita  la  legislación 
ó  el  Fontm  Judicum,  de  la  misma  manera,  decimos  se 
generalizó  entre  nosotros  el  árabe,  al  cual  (como  dice  el 
sabio  Marina)  hubieron  de  trasladarse  hasta  los  libros 
santos,  que  ni  aun  los  sacerdotes  entendían,  siendo 
cierto  que  en  el  siglo  IX  no  había  sino  imo  para  cada 
mil  que  comprendiese  el  idioma  latino,  cuando  el 
caldeo  era  en  muchos  puntos  de  España  del  todo 
familiar.  ^^' 


(1.  Alvaro,  amiírí»  y  bió;iTafü  ilr  S.  Kulo^rio.  sr  líimonta  vn  au  Ltdictf' 
lo  l%nni,}oso  do  quo  los  latinos  dojascn  por  ol  úralx»  s\\  propia  leug*ua.  Eso 
irri'hatiblp  texto,  aducido  por  Aldrote  en  ol  cap.  3.  P.  I.  do  «u  Oriffen  i/ prin- 
cipio rfí»  la  lengua  rastel hn^a  (Roma  KJOtí  y  a]>oyado  dospués  (P.  11,  c^p.  14) 
con  muchos  autores  de  ¡rran  nota,  demuestra  «luo  ambos  idiomas, ol  latín  y 
ol  árabe  nos  fueron  del  todo  vulfe'ares  y  i)rinci])almente  el  primero.  Citan- 
do ol  erudito  arabista  Sr.  Oayanpros  al  morisco  uraf^onés  Mohamad  Raba- 
dán, natural  de  Rueda  de  Jalón  y  autor  do  un  poema  aljamiado  en  honor 
del  o>iovi  Muhahtaii^  el  cual  se  incluyo  i)or  primera  voz  on  los  apéndices  á 
la  Historia  de  lo  LiU'ratvra  española  del  sabio  an^^i'lo-amoricano  Ticknory 
dice  (ie  su  cuenta  que  *en  Arayón,  sobre  todo,  donde  i>or  causas  lócalos  co- 
menzó autos  la  amal}rama  y  fusión  de  las  dos  lení?uas  ^erpañoln  y  árabej^ 
liubo  i)ueblos  on  que  se  hablaba  y  escribía  una  jcrya  casi  inintelig'ible 
para  los  no  versados  en  la  leuírua  nrábif^a.» 


No  en  todos  sin  embargo.  Los  alentados  españoles 
que,  lejos  de  someter  su  cerviz  al  yugo  musulmán, 
fueron  á  refugiarse  en  lo  más  arriscado  de  las  montañas 
para  preparar  desde  allí  la  más  obstinada  y  vencedora 
defensa  que  han  presenciado  los  tiempos,  salvaron  con 
nuestra  nacionalidad  nuestro  lenguaje.  Y  no  fueron  sólo 
las  invencibles  huestes  de  Pelayo  las  que  conservaron 
el  depósito  del  idioma :  también  los  aragoneses,  reu- 
nidos en  las  asperezas  pirenaicas  bajo  la  conducta  de 
Garci-Giménez,  (^)  preservaron  el  latín  gótico  de  la  des- 
trucción completa  que  le  hubiera  cabido  si  como  en  las 
ciudades  florecientes  y  aun  en  comarcas  enteras  de  Es- 
paña, llegara  á  hacerse  general  el  idioma  de  los  árabes. 

Cuál  fuera  aquel  tosco  lenguaje,  ó  qué  grado  de 
perfección  alcanzara,  no  es  fácil  decidirlo;  pero  convie- 
nen los  doctos  en  algunos  puntos  que  nosotros  agru- 
paremos brevemente.  Parece  que  los  godos  no  fueron 
poderosos  á  imponer  ni  aun  á  conservar  su  idioma  pro- 
pio, y  tomaron  por  el  contrario  la  lengua  latina,  aunque 
en  el  estado  mísero  en  que  ya  se  hallaba,  como  que  ya 
venia  decayendo  desde  su  mismo  Siglo  de  oro.  ^^^  Las 


(1)  Hecordamos  habor  visto  indicada  esta  idea,  por  lo  demás  muy  obvia 
en  el  fiímoso  y  muy  aprcciable  Diálogo  de  las  Lenguas ,  obra  del  Siglo  de 
oro  que  se  atribuye  al  protestante  Juan  de  Valdés  y  que  fué  publicada  por 
Mayans  en  unión  de  sus  Orígenes  de  la  lengua  española, 

(2)  Había,  en  efecto,  un  lengruajc  que  llamaban  los  romanos  militar  y 
que  ya  prescindía  digo  de  la  declinación:  Cornelio  Tácito  se  conduele  do 
las  pérdido-s  que  había  sufrido  la  buena  latinidad,  S.  Jerónimo  alude  algu- 
na vez  el  decaimiento  de  la  lengua  latina,  y  S.  Isidoro  llama  latín  mixto  al 
idioma  corrupto  originado  por  las  conquistas:  en  cuanto  á  4a  universalidad 
de  esto  latín  en  España,  la  demuestra  Berganza  de  acuerdo  (como  ya  lo  he- 
mos dicho)  con  Aldrcte,  aduciendo  algunas  razones  y  documentos  atendi- 
bles, y  probando  que  h  asta  las  mujeres,  y  por  consiguiente  el  pueblo,  oíaa 
y  entendían  las  escrituras  latinas. 


4 

pérdidas  que  diariamente  sufría  el  idioma  del  Lacio 
permitían  que  se  infiltrase  sin  obstáculo  tal  cual  in- 
fluencia gótica,  y  de  ese  mutuo  decaimiento,  favoreci- 
do después  por  elementos  arábigos,  rabinicos  y  francos» 
resultó  una  verdadera  é  informe  fusión,  en  que  sin 
embargo  prevaleció  el  elemento  latino;  (^)  por  donde 
los  idiomas  de  él  engendrados  se  llamaron  romanos  6 
romances,  ocasionando  entre  otros  el  castellano,  que 
bajo  este  aspecto  bien  pudo  haber  nacido  en  el  siglo  viii, 
si  puede  llamarse  idioma  nuevo  el  que  debió  de  ha- 
blarse en  aquella  época,  de  lo  cual  disentimos  nosotros 
francamente,  por  más  que  lo  hayan  sostenido,  pero 
sin  documentos  ni  razones  de  algún  peso,  los  eruditos 
Aldrete,  Terreros  y  Andrés.  ^2)  De  todas  suertes  y  aun- 
que fuese  idioma  vulgar ,  y  aun  cortesano  al  decir  de 
Terreros,  no  lé  vemos  hasta  el  siglo  xii  como  lengua- 
je escrito,  y  por  consiguiente  no  podemos  deducir  de  él 
sino  lo  que  de  éste  se  desprende.  Cónstanos,  sí,  de  su 
existencia,  como  quiera  que  la  demuestran  las  mejores 
inducciones  filológicas,  la  declaran  los  mismos  docu- 
mentos latinos  que  repetidas  veces  se  refieren  al  idio- 


(1)  Así  como  ol  Irngruajc  actual  i)rocotlo  iU»l  latín  españolizado,  así  tam> 
hién  hubo  lpn;rnaje  bárbaro  que  era  español  latinizado,  como  lo  comprueba 
un  documento  de  regruLir  latín  que  Berpanzíi  vio  traducido  mar^inalmcn- 
te  6  otra  especie  do  latín  macarrónico  en  (¡uc  se  decía  bracaret  por  amplfo 
teretw,  niaiaret  por  ocridet'ct^  a;¡(xt  usu<(fe  lege  }>or  .««<  usus  tt  l&r. 

(2)  Terreros  en  su  Prt/eoí/»v7/«rt,  atribuida  al  P.  Hurriel,  divide  nuestra 
lengfua  en  épocas  6  temporadas^  y  en  la  sejrunda,  que  corre  del  sij^-lo  v  al 
VIII,  supone  su  nacimiento,  así  como  en  la  si^uient*  hasta  el  siglo  xi  su 
cultura:  Aldrete  asienta  que  de  la  corrui)ción  latina  nació  el  idioma  vulgar 
hasta  que  los  Árabes  vinieron  á  modificarlo,  si  bien  más  adelante  establece 
al  cap.  V  de  la  P.I.  que  los  godos  estrafraron  la  lengua  romana  aunque  sin 
introducir  la  suya:  el  abate  Andrés,  ya  que  no  concede  al  siglo  viii  los  ver- 
sos comjíuestos  en  alabanza  de  unas  caballeros  gallegos  que  vencieron  con 


■  Ilamaii  vulgar  (ó  rústico  como  D.  Alonso  el 
latallador),  y  sobre  todo  la  arguiriao  con  su  midmu 
&CCÍÓI1  relativa  los  primeros  monumento-s  venlade- 
leote  castellanos. 
Pero  antes  de  fijar  la  época  ¿  que  éstos  se  refieren, 
Dvieiie  anticijjar  dos  observacioneá  diplomáticas,  á 
taber:  In  falibilidad  de  muchos  documentos  en  orden 
I  su  lenguaje  y  fecba,  y  la  abundancia  de  documentos 
[atÍDOi^  y  absoluta  carencia  de  castellanos  hasta  los 
■tiempos  críticos  ¿  que  nosotros  referimoci  el  nao  del  cas- 
tellano escrito. 

Eo  cuanto  &  la  primera  de  estas  dos  ideas,  diremos 

que  ba  habido  muchas  piezas,  latinas  en  su  origen  pero 

"vertidas  más  ó  meuo.'i  prouto  al  castellano,  lo  cual  pue- 

!  indocir  á  fácil,  error  por  la  aparente  conformidad 

)  verdadera  disonancia  entre  la  fecba  y  el  idioma, 

e  lo  cual  (entre  muchísimas)  pueden  ser  ejemplo  los 

hero^f  de  Sepúlveda  y  de  Ai-ffufdaa,  1076  y  1092:  hay 

tnbi^n  privilegios,  cuyas  confirmaciones  se  conocen 

3  DO  sus  instituciones,  habiéndose  redactado  aqu¿- 

B  en  idioma  castellano  sobre  original  latino:  ba  ha- 


1*  de  hlgtunid  los  tnoiu»  11111'  tulimliaii  olftuitodclBB  clru  iIodccIIq!', 
III CQ  oetavM  A  la  pñ-dida  d/  Eipaíia  i|u<  c[t6  Furia  rn  ms  CO- 
■t  enmonas,  mi  pone  >1«1  bIitId  xi  los  poemas  del  Cid  y  At  FantAn 
C  igualmcnle  loa  vtRws  del  cnplUin  portugués  OonialD  Hfmii- 
a  dlrig'idos  a  su  cnposa  OuroaOD,  conuí  tomliiéD  la  cuUura  de  nuestni 
10  ■Ig'Io  VI  y  altad»  lijTiO  rcBero  D.  Planuda  Jaiur  el  prl- 
«T  documenta  calAlan.y  áOitfsdel^  rrflcrtfln  Academia  de  Buenoí  Le- 
uda Barveluna  lus  prjmrruB  iustrumenlos  latíaos  coa  cláusulas  en  ro- 
""  J»ner,  recorrlpudonlguoos  documfntoK   franecsea,  cita 

ntre  Carlos  el  Calvo  )' su  Hicnaana  Luis  cuDlra  Lotaria 
ti  fpitaHodd  Conde  Bernardo  en  SH.aüttdf  que  los  eontllloB  da 
le  Ari™  en  BIS  y  tCI  mandaron  ijUe  los  obispos  tnulnjesea  tas  iio- 
lenlrngua  rústica  TuLgarromann  y  en  tudesca. 


6 
"bido  también  privilegios  y  fueros  que  sucesivamente  se 
han  copiado,  y  modernizado  á  cada  copia,  considerán- 
dose vigente  la  última  de  éstas,  entre  la  cual  y  la  fe- 
cha, que  es  de  suyo  inalterable,  resultaba  un  desacuer- 
do filológico  no  siempre  preceptible:  ha  habido,  en  fin, 
alteraciones  interesadas  y  por  consiguiente  lingüisticas 
en  algunos  pasajes,  lo  cual  ya  denunció  D.  Alonso  el 
Sabio  en  aquellas  palabras  «aun  aquellos  libros  raien 
et  escribien  lo  que  les  semejaba  á  pro  de  ellos  e  a  danno 
de  los  pueblos.* 

El  segundo  extremo  se  comprueba  con  los  muchos 
fueros  municipales  redactados  en  idioma  latino  durante 
el  siglo  XI,  y  aun  con  los  muy  numerosos  que  se  otor- 
garon en  el  mismo  idioma  por  toda  la  primera  mitad 
del  siglo  XII,  como  lo  demuestran,  sin  salir  de  los  rei- 
nos de  Aragón  y  Navarra,  los  de  Alonso  el  Batallador 
de  1117,  1122,  1124  y  1129,  concedidos  á  Tudela, 
Sangüesa,  Cabanillas,  San  Cemi  y  otros  pueblos, 
y  lo  que  es  más,  los  concedidos  por  Sancho  el  Sabio  de 
Navarra  desde  1150  á  1193,  cuyo  rey  (ni  ningún  otro 
que  sepamos)  no  se  sirvió  del  castellano  sino  en  el  fue- 
ro de  Arguedas,  año  de  1171. 

Resulta,  pues,  que  los  primeros  documentos  castella- 
nos corresponden  al  siglo  xii,  pues  aunque  se  habla  de 
documentos  de  950,  (^^  de  una  escritura  de  1066,  ^^  de 


(1)  Los  eruditos  anotadores  de  Ticknor  SS.  Gayangfos  y  Vedia,  apuntan 
dos  piezas  del  año  ^30,  pero  lo  hacen  con  mucha  reserva,  diciendo  que  son 
documentos  curiosos,  si  no  están  romanceados  en  época  wis  modema,  lo 
cual  nos  parece  á  nosotros  incuestionable. 

(2)  Es  la  restitución  á  Dios  de  un  monasterio  benedictino;  pero  aunque 
el  autor  de  la  Declamación  contra  las  abusos  introducidos  en  el  castellano  lo 
cita  como  el  documento  más  antigfuo  que  ha  llegado  6  su  noticia,  ¿quién 


7 

una  anécdota  de  1095,  í^)  de  un  privilegio  de  1101,  ''-^^  y 
de  algún  otro  documento  á  este  tenor,  la  verdad  es 
que  el  primero  que  cita  Marina  es  de  1 140,  el  primero 
de  que  habla  Gayangos  de  1 145,  el  primero  que  vio 
Sarmiento  de  1150,  el  primero  que  parece  que  han  dis- 
frutado Risco  y  Ticknor  de  1 155 ,  ^■•*>  el  primero  que 
menciona  Yanguas  de  1171,  y  el  primero  que  copia 
Berganza  de  1173,  advirtiendo  nosotros  de  paso  que 
ni  en  el  archivo  de  Comptos  de  Navarra  ni  en  el  de 
la  Corona  de  Aragón,  no  existe  documento  anterior 
á  aquellas  fechas.  También  debemos  exponer  respecto 
al  P.  Merino  que  ni  alcanzó  otra  cosa  que  lo  exhibido 
en  sus  Antigüedades  por  Fr,  Francisco  Berganza,  ni 
anduvo  á  nuestro  parecer  muy  cuerdo  en  la  calificación 
de  un  romance  del  Cid  que  aquél  encontró  en  el  monas- 
terio de  Cárdena  y  que  estotro  supuso  anterior  en  algu- 
nos años  á  Berceo  y  en  un  siglo  á  D.  Alonso  el  Sabio, 
siendo  así  que  su  estructura  revela  muy  posteriores 
tiempos,  y  que  Berganza,  á  quien  se  debe  su  hallaz- 


que  conozca  la  formación  de  nncfltro  idioma  )K>drá  convenir  ni  un  mompn* 
tocón  esa  opinión  ni  conceder  á  esa  escritura  mayor  antigüedad  que  la  del 
Rl^lo  xi\?  Hable  por  nosotros  el  signilente  fragmento:  «ofrecemos  á  Dios 
e«te  monasterio,  e  la  su  piedad  no  desdeñe  este  doneclUo  ofrecido  de  las 
nuestras  manos  (mag^üer  pequeüuelo)  ansí  como  recibió  los  dineros  de  la 
viuda  del  Evang:elio,  é  sobre  esto  hacemos  promisión  que  gre  la  damos  con 
todas  sus  pertenencias.»  Compárese  este  trozo  con  cualquiera  pasaje  del 
Futro  Juzgo,  obra  bien  conocida  y  cuya  traducción  se  mandó  hacer  dos 
siglos  después  en  1241.— El  m.  s.  más  ant  do  Esp.'  8^5  segi!in  Paluzzio,  ])ero 
¿dice^n  qué  lengua? 

(1)  Citado,  pero  refutado  jwr  Ticknor. 

(2)  Citado  por  Marina,  pero  con  las  vehementes  sospechas  de  ser  una 
traducción  del  siglo  xiv. 

O)  La  confirmación  de  la  carta-puebla  de  Aviles  que  Guerra  y  Orbe  ha 
probado  ser  Dalsificada  en  el  siglo  xiii,  aunque  esta  opinión  ha  tenido  con- 
Iradic  torea  av  ilesas. 


8 

go,  no  tíe  atrevió  á  fijarle  antigüedad,  limitándose  á  co- 
ronar su  obra  con  esos  (que  dice  él)  versos  antiguos.:^ 
Los  monumentos  primitivos  de  que  hablamos,  supo- 
nen realmente  lo  que  ya  hemos  dicho,  la  existencia  de 
un  idioma  vulgar,  el  cual  hemos  de  confesar  que  toda- 
vía se  revela  en  documentos  muy  anteriores.  El  erudi- 
to I).  Tomás  Muíioz  incluye  tres  latinos  en  su  aprecia- 
bilísima  Colecciú)i  de  fueros  y  Car  tas -pueblas^  que 
correspondientes  á  los  anos  804,  824  y  857  contienen 
las  voces  carrera^  carniceriaSj  calciata,  foz,  defesis, 
ffanatOf  o^ies  de  villa,  pradum,  po^*querura,  tempore  ve- 
rani.  Ule  como  articulo  y  no  como  pronombre,  y  otras 
indicaciones  análogas  de  lo  que  había  de  ser,  andando 
el  tiempo,  el  idioma  espauol.  í^-  Lafuente,  en  el  to- 
mo III  de  su  Historia  de  España^  cita  para  prueba  de 
esto  mismo,  la  escritura  de  fundación  del  monasterio 
de  Obona,  780,  en  que  se  hallan  las  palabras  vacas^ 
tocino,  muía,  rio  y  peJla;  una  donación  de  Alfonso  el 
Católico  que  comprende  duas  campanas  de/erro  y  tres 
casvUas  de  syrgo;  y  un  documento  de  Orduno  I  con 
la.s  voces  verano,  iberno,  ¡j añado,  carnicerías,  caballo, 
etc.  Briz  Martínez,  en  su  Historia  de  S,  Juan  de  la 
Pena,  lib.  II,  cap.  XXXMII,  inserta  á  la  letra  el  testa- 
mento de  Ramiro  I  de  Aragón,  1061,  en  el  cual  se  leen 
estas  j)alal)ras:  «de  meas  aiitem  armas  qui  ad  varo7ies, 
et  canalleros  pertinent,  sella.'i  de  argento,  et  frenos  et 


n  Con  estos  misinos  docunn'ntos,  y  ron  otros  tan  pod»»rosas  razónos, 
muy  (ii;ruos  <lc  su  acreditada  ilustración,  impugnaron  los  Sres.  Duran  y 
Hartzcnbusch,  en  carta  i>articular  quo  hemos  tenido  el  gusto  de  ver,  la  /w- 
trodt'cn'ón  al  Poema  del  Cid  que  acababa  de  publicar  en  París  Mr.  Dumas 
Hinard,  libro  (|ue  hoy  es  ya  más  conocido  por  los  tralxijos  periodísticoH 
en  ({ue  más  tarde  ha  sido  impugfnado. 


r.$hinm,  et  espatos,  et  adiircas,  i:\geliiioa.  et  testhiius, 
t^einclorios.  ct  sporas,  et  crtuallos,  et  mulos,  et  eyi/iw 
et  vacos  et  oaos  diniitto  ad  Saiictium...  et  vassos  de 
aoro  et  de  argento,  et  de  girca,  et  cristalo,  et  macano, 
rt  meos  restitos,  et  añilaras,  et  collectras,  et  ahnuceUan 
et  seniilivm  de  mea  loeusíi,  totiim  pfííía/  cum  corpore 
meo  ad  Sanctum  Joannem...  et  ülos  vassos  qiiús  Sanc- 
titis  films  meuri  comparauerit  et  reiliyxm'rit:  peso  per  j'eso 
dtpUtn,  aut  lie  Cazeni,  illos  jirendat...  et  in  eastellos 
íé /foitícras  (le  .Vaitroi  t^ni  svnt  pro  Jace-i-e;ii>  cuyo 
contenido,  aunque  m  traducción  íiem  arta  dificultad 
por  alffunos  lérmlnos  incógnitos,  romancea  de  este 
modo  Rríz  Martiuez:  Otro  si  ordeno  que  inw  armas 
pertenecientes  á  varones  y  caualleros,  como  son  sillas 
;  frenos  de  plata,  espadas,  adargras,  yelmos,  cauallos, 
mulos,  yeguas,  vacas  y  ovejas,  todo  sea  y  lo  Lerede 
mi  hijo  D.Sancho...  que  todos  mis  bienes  muebles 
como  son  vasos  de  oro  y  de  plata,  de  alabastro,  de 
cristal  y  de  macano,  mis  vestidos  y  acitaras  6  canias 
colectoa  y  alnmzas  con  todo  el  seruicío  de  mi  mesa, 
todo  se  Jleue  y  entregue,  juntamente  con  mi  cuerpo,  al 
monasterio  de  S,  Juan...  que  todos  los  vasos  que  mi 
hijo  quisiere  redimir  y  comprar,  aquellos  redima  peso 
por  (icso  por  otra  tanta  plata  Ó  cazeno...  [y  lodo  se  dé) 
para  obras  de  castillos  que  estiin  en  las  fronteras  do 
moros  y  no  acabados  de  concluir,  "■ 

Kn  los  primeros  tiempos  documentales  no  es  mucho 
que  se  advierta  esto  mismo  con  toda  la  claridad  posible. 


10 

y  así  en  una  escritura  de  1157  á  favor  del  monasterio 
de  Veruela  se  lee:  «nuUus  homo  sit  ausus  casas  uestras 
uel  gn'aiigrí^  ucl  cabanas...  violente  intrare;*  en  la  de 
fundación  del  monasterio  de  Aza  «do  etiam  prsefeto 
monasterio...  centum  caphices  (caices  vulgo  dicimus) 
quincuaginta  tritici;  en  el  fuero  de  Valformoso  1189 
se  dice  de  tribus  arriba  y  muUeren  putaw;  en  el  de 
Santander  non  vendat  a  deíal.  Los  documentos  arago- 
neses ofrecen  igual  comprobación  y  dan  además  á  en« 
tender  desde  su  cuna  su  totaridentidad  con  la  forma- 
ción del  castellano,  y  asi  en  una  escritura  de  1152  (Bi- 
blioteca Salazar)  se  dan  «500  solidos  et  III  kauallos... 
et  illas  kassas  que  forunt  de  sennior  Ennego  Sanz... 
et  CCC  solidos  et  una  muía;»  en  otra  de  1155,  que 
también  hemos  visto  original,  se  lee:  «et  recipianteum 
sano  et  infirmo  et  donant  illos  fratres  in  caritate  ad  sua 
mulier  de  D.  Julián  que  ad  suos  filios  XX  morabetinos, 
per  tale  que  illos  no  clamen  magis  de  ista  hereditate... 
et  fuit  factum  hoc  donatiuum  in  presentía  de  magíster 
1).  Freol;»  en  otra  de  1 162: «Hec  est  carta  de  una  vinéa 

quam  comparauit  Petro  Tizón  magist.  de  Nouellis 

jmguto  pretio  et  aliala;»  en  otra  de  1173:  «Dono  uobis 
íidanzas  de  saluetate  affuer  de  térra...  alihala  paccata;» 
<»n  otra  de  1202:  «Hec  est  carta  de  compara  quam  com- 
jiarauorunt  fratres  milicie  Templi  Salomonis;»  en  otra 
d(í  1223:  «suos  domos  videlieet  et  corrallos  de  coelo 
UHque  in  abissum.» 

Obsérvase  al  golpe  que  los  primeros  documentos, 
Hujiuesto  el  desarrollo  del  embrión  Uam&do  romance, 
ílurante  tres  siglos  á  lo  menos,  nada  tienen  todavía  de 
ji^rf'rctos;  y  á  la  verdad,  sobre  sus  frases  totalmente 


s  que  eran  <le  ri'ibrica  entre  los  notarios  de  aquel 

mpo  como  en  los  de  hoy  mismo,  hay  documentos, 

pya  de  los  primeros  sino  del  siglo  xiii,  que  son  mez- 

i  de  latiu  y  romance;  y  áuu  los  que  se  llaman 
castellanos  ó  escritos  en  el  idioma  vulgar,  tienen  el 
corte  que  va  á  verse,  y  son  tales  que  permiten  hacer 
fácilmeate,  no  la  operación  que  liemos  ahora  practica- 
do, sino  la  contraria  ile  entresacar  las  voces  y  giros 
latinos  de  entre  el  vulgar  informe  que  les  es  predomi- 
uaattf.  Eu  ima  donación  hecha  á  favor  del  monasterio 
de  Cárdena,  se  lee  al  fin:  Quiquier  que  de  nostro  liun- 
ge  O  do  otra  cualquier  aqueste  nostro  fecho  et  aquesta 
'^nostra  donación  quisiere  quebrantar,  toda  ó  pai-te  de 
»ella,  priineramientre  aya  la  ira  de  Dios,  et  con  Judas 
»el  traidor,  et  con  Datan,  et  Ahiron  que  vivos  la  ten-a 
»lo8  sorbió,  en  Enfemo  sea  atormentado.  Amen.  Et 
»5obre  esto  peche  al  Rey  de  la  tírra  mille  mrs.  et  al 
«Slonesterio  et  al  Hospital  sobredichos  la  heredad  do- 
«blada.u  En  otra  escritura  relativa  al  mismo  Monaste- 
rio, y  la  más  antigua  qu  en  él  se  conseiraba,  año  1180, 
ee  dice:  E  judgo  Don  Lop:  que  ninguno  de  loa  non 
>fnesse  lascar  en  aquellas  defessas  menos  del  otro  que 
»ftl£8e  en  la  villa  y  qualquequiere  que  fuesse  pescar, 
»que  diesse  las  cinco  partes  al  abbat,  y  las  tres  ¿  los  In- 
«foozones.  Hoc  judiciimí  fuit  datum  iu  era  ¡iiccxviii reg- 
añante rege  Allefonso  cum  nxoi-e  sua  Alionore.»  En 
otra  de  1193  se  lee:  «Notuní  sit  presentibus  et  sciant 
j,.p08t«ri:  quia  ego  Guisabel  Garciaz  tija  de  Garci-Iliiiz 
x-catando  pro  de  mi  ánima  hi  entendiendo  qiie  sea  á 
•servicio  de  Dics,  do  et  otorgo  á  vos  Don  Martin  sier- 
*vo  de  Dios  et  abbat  del  monasterio  de  Sant  Pedro  de 


12 

»Cardeila,  et  al  conviento  del  mismo  logar  in  perpe- 
»tuum  las  mis  casas  propias  que  yo  hé  en  Burgos.  ^^^ 

Y  para  que  se  vea  todavía  más  clara  la  lucha  laten- 
te entre  los  idiomas  latino  y  castellano,  para  que  se  vea 
cuan  laborioso  fué  aquel  parto  de  donde  había  de  resul- 
tar que  la  lengua  latina  diese  á  luz  los  idiomas  geme- 
los que  se  denominan  neo-latinos,  véase  el  siguiente 
trozo  castellano  del  fuero  de  Cáceres,  en  1229,  en  don- 
de predominan  ú  su  turno  ambos  idiomas:  «Mulier  que 
viduetatevi  voluerit  ¿enere  accipiat  unam  casam  (latín) 
C071  XII  cabriadas  et  una  tierra  de  dos  caffices  sembra- 
dura  (castellano'  ubicnmque  volaerit  (latin)...  et  una 
bestia  asnar  et  nna  víora  ó  nn  moro  (castellano)  et  hoc 
accipiat  de  aver  dambos  (latín  y  castellano);»  y  el  si- 
guiente latino  de  Tafalla,  confirmado  en  1157,  en  1255 
y  en  1355:  «Si  dúo  homines  habuerint  pleito  inter  se 
et  se  alzaren  ad  regem,  ambos  pasen  Aragón  si  ad  am- 
bos placuit,  et  si  non  placuerit  uno  non  debet  eum  se- 
guir usque  rex  passe  Aragón,» 

De  intento  nos  hemos  detenido  en  dar  á  conocer  la 
antigüedad  y  lenguaje  de  los  primeros  documentos 
castellanos,  para  que  í<e  vea  que  ha  de  renunciarse  á 
citar  cjom])los  aiitmores  al  siglo  xi,  y  para  que  resul- 
te conocida  la  estructura  del  primitivo  lenguaje  espa- 
ñol, con  el  cual  podrá  ya  contrastarse  el  que  se  usó  en 
los  documentos  públicos  del  reino  de  Aragón,  de  que 
más  tarde  hablaremos.  Por  ahora  adelantaremos  que 

<1,  EstOH  dorunn'ulos  í'stáu  tomados  del  ubundantísirao  Apéndice  k  las 
.A/*//v"<f''<»rfcjt  de  Derí^anza,  en  pI  cual  se  copian  doscientas  y  una  cscritu- 
rn}4,  diez  Cronicones,  y  en  diez  y  ocho  capítulos  multitud  de  formularios 
ri'lntivüs  ni  ritual  y  ceremonias  de  la  Ig'lesia. 


|ón  ostentó  á  veces  cierta  su]Jcríoi-i(la(l  sobre  (.'ns- 
tflla  «1  In  esfera  política,  en  la  legal  y  áiin  en  la  liii- 
g-fllstica,  verdad  que  ya  confesó  el  ¡n-ofiindo  Marina  en 
«u  notabilisimo  Ensayo,  exponiendo  «cnanto  inflnye- 
ron  los  usos  y  costnmbres  de  Aragón  y  Navarra  en  los 
de  Oflítilla.»  i^  Sancho  el  Mayor  dió  en  efecto  ü  t-fse 
reino  at^tmas  leyes  navarro -aragonesas:  se  sabe  de  los 
castellanos,  que  iban  á  Jaca  á  estudiar  aquellos  ct'delires 
fueros  para  trasladarlos  &  su  pais:  también  es  notorio 
que  el  matrimonio  de  los  clérijj;os,  asi  como  la  famosa 
ley  sálica  ¿  igualmente  la  representación  en  Cortes  del 
brazo  délas  Universidades,  fueron  impoitndos  de  Ara- 
gón en  Castilla;  y  en  cuanto  al  lenguaje,  como  que  hu- 
bo, Bobre  todas  éstas,  las  mismas  rausas  determinantes, 
no  puede  dudarse  que  se  habló  en  Aragvin  un  idioma 
del  todo  conforme  cuando  no  más  rico  que  el  castella- 
no, pudiendo '"  asegurarse,  como  despnós  veremos, 
que,  sobre  ser  un  error  filológico,  es  muy  gratuita  la 
suposición  de  que  los  aragoneses  usasen  el  romance  Ic- 
mosin  hasta  que  recibieron  el  castellano  al  advenimien- 
to de  D.  Fernando  de  Antequora,  á  quien,  con  más  ra- 
xones  de  conveniencia  que  de  justicia,  declaró  monarca 
de  Aragón  el  Parlamento  de  Caspe. 
P  1(0  que  sí  Imho  es  un  comercio  recíproco  de  voces  y 


I  Ia  eoiiiatituflAn  arotroni-xa  (inei<  íl  Sr.  E^osaní  Hnvla  en  au  £H'n- 
jeMtroijVudaXfniejruámoJar  iiOFlo  i!aKUIliinii,]a.'ri>coniiu1«la  müR  ■si\- 
plda  y  ordonadi,  tu  rrslnurBclftu  &t  las  iioliljit-loues  ion  móH  mediuB  y  liujo 
lMlor»s»US|ikioii,I(ir(pfH:(VíiJniJfi>Wi-Joii(«iiy /■«<(  miU  iwrfoí.  y  liíslri 
lNR3r«mnieoi»wBfii*roaniSPtiiTnilnupBrlurpa,y en  taa  Corlm,  la  n<j- 
lUnUiul  brazo  )Ki[ii]l[iri|Ui- mi  InsCortPíür  CssliUn.» 
Ibi),  vn  BU  ncivnbi  D'v-eiotviviii  eHmaHÍ¡¡¡eo,  dice  ocrrluilDmi'ii!  n 
kÜniptn.  conlrlliuy"  í  pulir  ol  roiiiunce  cnatcllnnií. 


u 

giros  entre  aragoneses  y  catalanes,  luego  de  unirse  am- 
bos estados,  aceptándose  en  Aragón  algunos  vocablos, 
algunas  desinencias,  y  sobre  todo  una  gran  parte  de 
la  literatura  catalana  ó  provenzal,  que  en  cierto  modo 
emn  un  solo  idioma  y  una  misma  poesía,  desde  que  los 
Berengueres  poseyeron  la  Provenza  y  exaltaron  su  cul- 
tura. Mas  no  sólo  había  entonces  desdoro  en  este  géne- 
ro de  imitaciones,  como  quiera  que  á  ellas  se  ha  debi- 
do en  todas  partes  la  formación  de  los  idiomas;  no  sólo 
no  era  vergonzoso  entonces,  como  ahora  lo  seria,  el 
admitir  voces  extrañas,  sobre  todo  cuando  el  idioma 
era  en  todas  partes  informe,  balbuciente,  necesitado  é 
inconstituido ,  sino  que  el  idioma  lemosin  6  provenzal 
era  á  la  sazón  el  instrumento  de  la  más  bella  poesía,  y 
extendía  su  influencia,  no  va  sólo  á  la  corona  de  Ara- 
gón,  pero  aun  á  la  Francia  toda,  y,  lo  que  es  más,  á  la 
misma  Italia,  sin  que  por  eso  pretendamos,  como  al- 
gunos, que  el  Petrarca  nos  imitase  ó  nos  copiase. 

El  idioma  lemosin,  que  algunos,  con  poca  verosimi- 
litud, suponen  nacido  del  francés  antiguo  combinado 
con  el  lenguaje  que  llevaron  á  la  Provenza  los  españo- 
les allí  refugiados  á  la  invasión  árabe;  ese  idioma  que 
otros  suponen  (coetáneo  del  catalán)  formado  en  el 
siglo  X  por  el  borgoíiés  y  el  latín  corrupto,  modificado 
por  la  casa  aragonesa  en  el  siglo  xn,  decaído  y  trans- 
figurado en  el  xiii ;  no  hay  duda  que  se  difundió  por 
casi  toda  la  corona  aragonesa  casi  al  mismo  tiempo  en 
que  nacía  verdaderamente  el  castellano,  viniendo  á 
formar  en  cierto  modo  los  dialectos  ó  romances  catalán 
y  valenciano;  entre  los  cuales  y  el  provenzal  y  lemosin, 
de  quienes  dice  D,  Tomás  Antonio  Sánchez  que  fueron 


15 
lina  sola  lengua,  establecen  alg'unas  diferencias  los 
filólogos,  pero  conviniendo  generalmente  en  que  el  le- 
mosin.  puro  fué  modificado  por  el  catalán,  cuyo  nombre 
tomó  en  la  corona  de  Aragón,  en  que  el  valenciano 
procede  del  catalán,  y  ambos  del  lemosin,  habiéndose 
castellanizado  el  primero  y  afrancesado  el  segundo  an- 
dando el  tiempo,  y  en  que  el  catalán  tuvo  cierto  aire 
castellano  (sin  duda  influido  por  Aragón)  que  le  dife- 
renciaba lo  bastante  del  lemosin  puro,  el  cual  procedia 
del  latín  y  el  francés  primitivo.  Ese  idioma,  y  más  bien 
que  él  su  gusto  y  poesía,  pasaron  rápidamente  los  Piri- 
neos desde  que,  en  el  decurso  de  pocos  anos,  los  Beren- 
gueres  reinaron  en  Provenza  y  Aragón,  á  la  primera 
mitad  del  siglo  xii;  fueron  también  llevados  á  Sicilia 
por  Federico  y  á  Ñapóles  por  Carlos  de  Anjou,  C^)  y 
después  influyeron  hasta  en  la  poesía  castellana  duran- 
te el  siglo  XIII  con  Alfonso  XI,  si  bien  ésta  modificó 
á  su  vez  el  genio  provenzal  desde  la  coronación  de  don 
Femando  el  de  Antequera. 

Algunos  reyes  de  Aragón,  prescindiendo  de  que  sus 
conquistas  sobre  las  Baleares,  Sicilia  y  Ñapóles,  y  aun 
sus  empresas,  primero  sobre  la  misma  Valencia,  des- 
pués sobre  el  S.  del  Mediterráneo,  unas  veces  por 
cuenta  propia,  otras  en  combinación  con  Castilla,  les 
hiciesen  más  conveniente  su  residencia  en  los  pueblos 
marítimos;  preciso  es  confesar  que  por  muy  otras  razo- 

(1)  Hay,  no  obstante,  quien  atribuye  á  Alonso  V  de  Arag-ón  y  á  Fer- 
nando el  Católico  la  influencia  castellana  sobre  Kápolcs  que  lleg-ó  (dicen) 
hasta  el  punto  de  hacer  allí  vulgar  la  lengua  castellana:  más  tarde  ya  sa- 
rjemos que  otro  hombre  ilustre  de  raza  aragonesa,  Antonio  Pérez,  hizo  fa- 
miliar el  idioma  español  entre  las  personas  cultas  de  la  Corte  de  Francia 
íiyn  provecho  de  aquella  literatura. 


16 
nes  tuvieron  hacia  Barcelona  y  Valencia  una  predilec- 
ción que  negaron  constantemente  á  Zaragoza,  tal  vez 
porque  en  esta  capital,  cabeza  natural  del  reino,  se 
conservaban  más  puras  las  lil>ertades  de  Sobrarbe,  que 
con  frecuencia  humillaban  á  los  más  altivos  monarcas, 
haciéndoles  duro  de  soportar  el  freno  con  que  se  repri- 
mían sus  demasias  6  sus  naturales  ímpetus  de  mando. 
Rey  hubo,  y  á  la  verdad  no  de  los  que  menos  trabaja- 
ron en  pro  de  las  libertades  públicas,  si  bien  después 
que  las  Cortes  le  destruyeron  el  privilegio  de  la  Unión, 
que  salió  hacia  Cataluña,  7naldiciendo  la  tierra  de  Aror 
gón.  y  «era  ésta  (como  dice  Zurita)  general  afición  de 
los  reyes,  porque  desde  que  sucedieron  al  conde  de 
Barcelona,  siempre  tuvieron  i)or  su  naturaleza  y  anti- 
quísima patria  á  Cataluña,  y  en  todo  conformaron  con 
sus  leyes  y  costumbres,  y  la  lengua  de  que  usaban  era 
la  catalana,  y  della  fué  toda  la  cortesanía  de  que  se 
preciaban  en  aquellos  tiempos.» 

Los  monarcas,  pues,  no  hay  que  negarlo,  usaban 
con  frecuencia  en  lo  que  á  ellos  tocaba ,  el  idioma  le- 
mosín  ó  catalán.  ' ')  Este  lenguaje  palatino,  que  por  imi- 


(1)  Estr  nos  parecí»  el  luj/ar  oiiurfiino  jiara  citur  un  breve  pero  aprociable 
trabajo  «pie  no  hemos  leMo  sino  después  de  jjfeparado  el  nuestro  i>ara  la 
impresión.  Nos  referimos  al  TJitcurxo  jío'^iv  el  origen^  uso  y  cultura  de  la 
Unyna  cupalo:»  cn  Aragón^  impreso  en  el  Memo%'ial  literario  de  Febrero  y 
Marzo  de  n88,  en  el  cual  se  desorrollan  en  f,'eneml  las  propias  ideas  que  en 
esta /*</>o</*írri{í/i,  aduciéndose  tal  cual  vez  argumentos  Idénticos,  como 
fl  (lue  más  adelant«*  ]>res('ntamos  acerca  de  los  vocablos  aragfoneses  decla- 
rados por  Blancas.  Kuuncia,  comunmente  sin  correctivo,  las  ideas  de  Maa- 
tleu  que.  considera  á  los  idiomas  catalán  y  valenciano  como  padres  del  jto- 
venzal  y  castellano,  de  Hast<?ro  (|\ic  tiene  á  la  poesía  vulgar  por  hija  di?  la 
literatura  provenzal,  de  Nasnrrc  <iue  .supone  la  inmigración  de  ésta  en  Cas- 
tilla, y  de  Terreros  «lue  atribuye  ¡jor  el  contrario  á  la  influencia  castellana 
de  los  liompos  de  Fernando  el  Mag-no  la  entrada  del  idioma  g-eneral  en  Ara- 


ííu'ióii  lialíbiriaii  taiubirii  lu.>  rork'^aiir>.<.  como  liov  r-c 
liuMa  ol  francés  en  al^^imas  Cortes  de  Europa,  en  don- 
de eS;  para  exj Jicamos  á  la  moderna,  lenguaje  oficial; 
era  el  que  nuestros  monarcas  empleaban,  aunciue  no 
►siempre,  como  escritores,  como  ordenadores  de  su  casa, 
como  príncii>es  y  aun  como  particulares;  ú  lo  cual 
contribuía,  según  ya  hemos  insinuado,  el  vigor  con 
que  florecía  la  poesía  provenzal  y  el  constante  ai)o- 
yo  que  recibió  de  nuestros  reyes  el  arte  de  bien  decir; 
en  el  cual  fueron  algunos  extremados,  y  otros  muy 
dignos  de  mención,  como  se  prueba  con  los  nombres 
de  líamón  Berenguer  V,  Alfonso  II,  Pedro  II,  Jaime  I, 
Pedro  III,  Pedro  I\',  y  el  infante  D.  Fadrique  que  rei- 
nó en  Sicilia. 

Todavía  pudiéramos  añadir  que  no  sólo  en  aíjuello  á 
que  llegaba,  para  expresarnos  así,  la  acción  ])rivada 
del  Rey,  sino  aun  en  las  escrituras  de  fundación,  en 
algunas  cartas-pueblas,  en  libros  de  cuenta  y  razón,  '' 
en  los  procesos,  '^  y  en  los  actos  del  reino,  se  usó  por 
algún  tiemi)0  el  idioma  lemosín,  en  prueba  de  lo  cual 
nos  cita  el  Sr.  Torres  Amat  los  fueros  de  D.  Jaime  el 


;rún:  píTo  supone  «jup  n(»  existen  di)cumcnlos  (.aslrlliinos  anteriores  ul  si- 
írlo  Mil  ( ontra  lo  <iue  llevamos  deinostrado.  explica  la  colección  leg-islativa 
i\i'\  ol)¡spo  Canellas  como  pruelm  de  (|uc  el  catalán  era  una  de  tantas  len- 
guas como  en  Arajrón  se  usaban,  y  ascfrura,  en  lín,  ({uv  de  los  instru- 
mentos consta  lia>>cr  hablado  siemjTe  el  español  los  reyes  arag^oneses,  <iue 
es  lo  i|ue  en  el  texto  á  ijuc  se  refiere  esta  nota  no  nos  atrevemos  á  asejnirar 
l»or  nuestra  parte. 

1..  lín  Ift^lH  se  publicó,  con  otros  documentos  sobre  la  se{jrunda  ex¡>edi- 
rión  de  Alonso  V  en  l-lítí,  un  «Libre  ordinarí  de  dates,  fetes  \h't  en  Hernat 
.^ir\cnt  tesorer  ffenoral  desde  maifr  de  11^2  lins  lodcrrerdie  de  decrmbre 
npres  si';;"uent.> 

2  Sirva  de  ejcmido  el  «|ue  se  formó  para  ju'^titicar  en  l'.Ji'^l  la  mu«'rli' 
del  iufaiiU"  1).  FernandOi  Iiermuno  de  IVdro  el  C*eremoni«»s«». 


18 

Couquistador,  las  proposicionetí  ó  discursos  de  la  Coro- 
na en  la  apertura  de  las  Cortes,  las  Ordenanzas  y  otros 
documentos  oficiales.  Aquel  idioma  (digámoslo  de  paso) 
es  el  que  algunos  designan  con  el  nombre  de  romanee^ 
aunque  en  la  común  inteligencia  sea  éste  el  verdadero 
idioma  castellano;  y  es  que,  derivados  del  latin  todos 
los  idiomas  y  dialectos  neo-latinos ,  en  cuyo  número 
hay  que  contar  al  provenzal  y  sus  derivados,  llamá- 
ronse todos  romaiis  ó  romances^  esto  es,  hijos  del  roma- 
no, siendo  más  natural  esta  etimología  que  la  árabe 
de  al-romij  enunciada  aunque  no  apoyada  por  Ma- 
rina. 

Y  ya  que  hemos  hablado  de  los  fueros  y  del  idioma 
en  que  parece  haber  sido  algunos  redactados,  no  será 
inoportuno  el  indicar  que  mucha  parte  de  ellos,  y  des- 
de luego  los  de  D.  Jaime  I,  fueron  sucesivamente  tra- 
ducidos del  romam  en  latiiiy  como  lo  afirma  el  Justicia 
mosón  Juan  Giménez  Cerdán  en  su  célebre  carta  á 
Diez  d-  Aux,  ])or  los  famosos  letrados  Jiménez  Pérez 
de  Salanova;  Galacián  de  Tarba  y  Juan  López  de  S(\s- 
sé.  En  la  colección  general  que  de  ellos  corre  impresa 
nota.sc  que  hasta  los  primeros  aiios  del  siglo  xv,  esto 
es,  hasta  los  decretados  en  las  Cortes  de  1414,  todos  se 
hallan  redactados  en  idioma  latino,  ■')  empezando  á 

1)  IVro  csi'  latín  rrn  on  muchoH  fueros  tan  imiuiro  romo  lo  fué  jrrncral- 
mcntc  en  la  Edad  modia:  y  porqne  de  él  mismo  se  puede  fúcilmontir deducir 
el  que  en  Amí]^ón  había  de  usarse  romo  vul^far,  coi>iaremo8  un  trozo  co- 
rres]»ündiontc  ¡i  I2n.  q\ío  dice:  «Villana  debet  habere  i>er  suas  dotes  unaiti 
domum  coopertam  in  qua  sinl  dnodecim  b¡jr«c  et  unam  arenzalam  vinea- 
rumrtunum  campiim  in  quo  i)ossit  seminare  unam  arrobam  tritlci  in 
vore  linaris,  ct  suas  vestes  int^'^'-ré  et  suas  joyas  et  unum  iectuní  bené  jm- 
ratum  de  moliuribus  pannis  (^ui  sint  in  domo  ct  duas  meliores  bestias  de 
domoa]>tas  ad  lubornndum  cun  ómnibus  suisapparamentis.» 


leerse  en  castellano  los  de  las  Cortes  de  Maella  de 
1-^3,  asi  como  los  de  Alfonso  III,  ¡nduí;os  en  los  de 
Pedro  III  que  los  dio  en  1283,  pero  que  desde  Iueg:o 
tienen  un  lengTiaje  míin  moderno  que  el  de  su  tiempo. 
Volviendo  A  insistir  sobre  la  introducción  del  idioma 
provcnisaf .  quií-n  más  contribuyó  A  ella,  después  de  los 
,  |irímero3  condes  catalanes  de  la  l'rovenza,  fíié  D.  Jai- 
-me  el  Conquistador,  el  cual,  hasta  donde  esto  es  posi- 
'  •  ble,  declaró  lenpua  de  corte  el  lemosin ,  que  merced   k 
[  irarias  causas  llegó  á  hacerse  pripnlar,  aunque  no,  co- 
fvio  se  ha  sujmesto,  en  lodo  el  reino.    Pero  debe,   sin 
embararo.  notarse  ijue  al  caljo  de  un  pí¡[í1o  decajó  la 
purexa  de  la  nne%-a  habla  y  la  nueva  literatnra,  pues 
si  bien  hacia  el  fin  del  siglo  xiv  (1390)  se  fundó  en 
^BBrcelona,  y  luego  en  Zaragoza,  un  Consistorio  de  hi 
X  Ciencia  A  imitación  del  que  años  antes  (1334^  se 
ifcbia  fundado  en  Tolosa,  ya  es  punto  bastante  averi- 
;uajto  en  la  Historia  de  las  letras  y  las  artes,  que  las 
Academias  suelen  fundarse  para  detener  la  decaden- 
ia.  pero  sin  poder  atajarla  por  completo  si  otras  eau- 
^»W8  no  comunican  nuevo  impulso  al  ingenio,  de  suyo 
f  libru  y  aventurero.  También  contribuyó  á  esa  decaden- 
cia el  elemento  castellano,  gradualmente  introducido 
en  la  Corona  de  Aragún,  ya  por  el  advenimiento  de 
Femando  1  en  1414,  '"  yapor  el  ejemplo  del  Marqués 
de  Villena  qne  á  un  tiempo  insinuaba  el  gusto  arago- 
•  nés  en  Castilla  y  el  idioma  castellano  en  Aragim. 


111 II  colrliritlo  i'ii  VHlrn 

Ihr  cnslennnw:  MílA  (llcr 
rn  jineWa  jKipu/nv  riue'loR  himiini 


ni  sus  <'uriiwfiÉinii<^ 
in  cnatDUanoB  9i>  lii- 


De  entre  los  escritores  que  jirefirieroii  el  idioma  le- 
niosín,  son  muchos  y  muy  ilustres  los  que  pueden  c¡- 
tnrsi»,  pero  nosotros  nos  contentaremos  con  recordar  á 
Alfonso  II  que  fué  el  primer  ti'ovador  conocido,  y  flo- 
reció hasta  el  fin  del  siglo  xii;  Pedro  II,  cuyas  trovas 
se  conservaron  en  una  colección  de  ciento  veinte  trova- 
dores; Jaime  I,  que  escribió  una  Crónica  lemosina  *^' 
anterior  á  la  de  Alfonso  el  Sabio  é  impresa  en  1557 
v  en  1848,  además  de  otras  obras,  como  Lo  libre  de  la 
saviesa)  Pedro  III,  conocido  como  trovador;  el  infante 
D.  Pedro  que  en  la  coronación  de  su  hermano  Alfon- 
so IV,  ocurrida  en  1328,  lució  sus  dotes  poéticas,  siendo 
los  cantores  ó  juglares  de  sus  poemas  los  afamados 
Romaset  y  Novellet;  Juan  Francés,  que  describió  aque- 
lla coronación  en  idioma  lemosín;  Pedro  Lastanosa  que 
floreció  en  1348;  Pedro  IV,  autor  de  una  Historia  de  su 
reinado,  de  un  Libro  de  los  Oficios  de  su  casa,  y  de 
algunas  poesías;  Juan  I,  conocido  como  i)oeta;  Fray 
Juan  Monzón,  que  floreció  en  la  primera  mitad  del  si- 
glo xv;  ^Mosén  Pedro  Navarro,  líodrigo  Diez,  Juan 
Dueíius,  Santa  Fé  y  Martín  García,  todos  cinco  poetas 
lemosines  de  la  misma  época;  y  Juan  Torres,  que  lo  fué 
también  y  floreció  hacia  el  fin  del  siglo  xv. 

Estos,  sin  otros  que  cita  Latassa  en  su  Biblioteca 
antigua,  en  donde  por  lo  demás  abundan  en  mayor 
número  los  escritores  en  latin  (por  no  decir  latinos;, 
})rueban  de  un  modo  evidente  que  en  Aragón  '^  se  hizo 

{1 ,    Al;.'uno.s  ponon  ru  duda  la  autmtícúlad  do  «'i^a  Crónica. 
'¿     Va\  lo  «inp  ronlinonto  w»  llama  Arap>n  qiir  os  rl  olijoto  i>rjn('i|al  do 
niu'>tra  larojí,  .sobro  lodo  dostlo  esto  párrafo.  |>uos  por  lo  domas  va  sa1)cmos 
»iuc  la  Corona  arníronosa  üc  ha  uo^5¡¿,'nado  mucha;>  \cces  con  el  nonilire  ro- 


citó  uso  del  idiomn  leraosín  pam  la  Poesía,  la  Histo- 
ria y  la  LegrLslacit'm .  y  de  cao  mismo  ilau  testimonio 
aíjaellas  jialahraíi  del  Marqués  de  Santillana  en  su  fn- 
moso  Proemio:  «los  catalaues,  valencianos,  y  algunos 
I  del  reino  de  Aragón,  fuerou  6  son  grandes  oficiales  de 
k  tete  arte,»  esto  es,  de  la  de  trovar,  llamada  Gaya  cien- 
l-iáa.  Compniébalo  también  la  noticia  que  dan  muchos 
t  Bistoriadorcs  sobre  liaberíie  abierto  en  Zaragoza  un 
r  Consistorio  del  pny  saber  al  modelo  del  que  ee  liabíii 
(  fbndado  en  Bai-celoua  con  maestros  ó  mantenedores  de 
■  Tolosa;  y  también  nos  lo  acredita,  entre  otros  antores 
I  de  buena  nota,  el  diligente  Zurita,  el  cual  pinta  en  cstJi 
L  el  reinado  de  Juan  I,  que  floreció  en  el  aijflo 
Ljav:  «y  en  lugur  de  las  anuas  y  ejercicios  de  guerra. 
|:^[Qe  eran  los  onlinarios  pasatiempos  de  los  principes 
1  'pasadoSf  sucedieron  Ia«  trovas  y  poesía  vnlg-ar  y  el  arte 
I  m  ella  que  llamaban  la  gaya  ciencia,  de  la  cual  se  co- 
I  iaenz&ron  á  instituir  escuela»  píiblicas;   y   lo  que  en 
I  'fiempos  pasados  había  sido  un  muy  honesto  ejercicio, 
r  que  era  alivio  de  los  trabajos  de  la  guerra,  en  que 
e  antig^io  se  señalaron  en  la  leng-ua  lemosina  muclios 
irenioft  muy  excelentes  de  caballeros  de  RosellÓn  y  del 
Dipunláu  qne  imitaron  las  trovas  de  los  provenzales, 
[no  i  envilecerse  en  tanto  grado  ([uc  todos  parecían 
¡fiares.» 
s  lo  expuesto  hasta  aquí  habriV  quien  jmeda  verosi- 


íl  auilran  illrn  |iur  .Vrng* 


22 

milmente  inferir,  y  tampoco  no  le  faltarán  autoridades 
en  que  apoyarse,  que  Aragón  se  sirvió  hasta  el  siglo 
XIV  inclusive  del  idioma  latino  y  del  provenzal  y  no  de 
ningún  otro,  cuya  opinión  robustecen  los  fueros  de 
Jaca  escritos  en  lemosin  y  conservados  en  un  códice . 
del  Escorial;  una  Crónica  manuscrita  de  los  revés  de 
Aragón  escrita  en  catalán  y  citada  en  el  libro  de  las 
Coronaciones  de  Blancas;  una  colección  de  fueros,  que 
fué  la  primera  compilación  y  se  hizo  en  catalán,  har 
hiendo  sido  disfrutada  por  Diego  Morlanes;  el  home- 
naje rendido  en  catalán  á  Pedro  el  Grande  por  Jaime  II 
de  Mallorca,  que  corre  con  algunas  piezas  latinas^  al 
fin  de  la  crónica  de  D.  Pedro  el  Ceremonioso,  publicada 
en  nuestros  días;  y  muchos  otros  documentos  que  com- 
probarían el  uso  general  de  ese  idioma  en  nuestro  reino, 
habiéndose  de  contar  entre  ellos  algunos  libros  que  se 
dicen  escritos  en  romance,  pero  entendiéndose  que  son 
en  provenzal,  el  cual  se  denominaba  también  con  aquel 
nombre. 

Mas,  aun  concediendo  nosotros  que  el  idioma  lemo- 
sin ó  el  catalán  fueran  el  lenguaje  de  la  poesía,  el  de 
la  casa  real  y  el  de  cierto  género  de  documentos  oficia- 
les que  no  se  redactaran  en  latín,  nunca  deduciríamos 
la  absoluta  de  que  aquél  fuera  el  idioma  literario,  cuan- 
do á  eso  se  oponen,  no  ya  algunos  escritores  imparcii^ 
les  como  Terreros  y  Aldrete,  sino  los  importantes  do- 
cumentos que  se  nos  ofrecen,  siglo  por  siglo,  desde  el 
primero  documental  que  es  el  duodécimo;  ni  mucho 
menos  incurriríamos  en  el  manifiesto  error  de  suponer 
que  aquella  leiigua  sabia  hubiera  sido  el  idioma  del 
pueblo  como  lo  afirma  Viardot,  á  cuya  autoridad  ha 


c«dido  un  laborioso  escritop  nragonés  , '"   asi  como 
tampoco  lio  podemos  convenir  con  Maynna  para  quien 
«la  anti{rua  lengona  aragonesa  se  coiifonnaba  más  con 
■  Ja  valenciana,  6  por  mejor  decir  era  lemosina.t 

Creemos  nosotros,  muy  al  revés,  que  en  Aragón  Im- 
ho  antes  de  la  conquista  árabe  una  criáis  lingüística  to- 
talmente igual  á  la  rjue  ¡ladeció  el  resto  de  Espaíla;  que 
en  las  moutaüas  de  Sobrarbe  se  conservó  y  pulió  en  lo 
posible  el  nuevo  idioma  como  en  las  de  Asturias;   que 
una  vez  desttbogiidos  los  cristianos,  y  pudiendo  dea- 
cender  ya  á  las  llanuras,  extendieron  su  idioma  como 
8U4reconquista;  que  los  árabes  con  su  tolerancia  y  su 
['.cultura,  no  menos  que  con  sus  victorias  y  alianzas,  bi- 
deron  triunfar  sobre  nuestro  infantil  idionuí  un  crecido 
níimero  de  palabras  todavía  conservadas  eu  gran  parte; 
que  en  adelante  la  unión  de  la  corona  real  aragonesa 
con  la  condal  de  Barcelona,  y  sobre  todo  la  inflnenciii 
que  nos  vino  de  la  Provenza  cuando  entraron  á  gober- 
narla los  Berenguerea,  se  dejó  sentir  muy  |>erceptible- 
mCQte  en  el  idioma  aragonés,  dándole  un  tint«  lemo- 
Ltiíl  ¿  ¡DTadiendo  casi  por  completo  la  poesía,  el  palacio 
[ttdo  nuestros  reyes  y  en  algún  modo  las   transacciones 
[  Jbrenses;  que  sobre  todo  esto  se  mantuvo  bastante  viva 
[•desde  los  siglos  xiii  y  \iv  la  comunicación  entre  arngo- 
I  y  rastellanoH  protegiendo  la  conservación  de 
«uel  idioma  casi  común,  el  cuiil  no  necesitó  unifor- 


)  It.UariftDo  Xoii^uí-arn  su  nbi's  liii>t¿rifn  aohre  lu  Ajyu/Vrin,  i>n 
■  HapMhusM  i|UD  luya  iunul.la  ol  ncurrJo  t[<it  liaeg  rl  rImIc  Audri^H 
"r.  dílnUiíTOí,  tol(ctordill(toiilfl  tltinwsiiiHprovriiiolfH,  áquim  unn 
totnnecnnntljfus.  hilo  dnluulr  ante l>iAi:*i1i'intB  (t*  Iimcrliiflonra  y 
MUt>M>|iM  \oB  mMIhom  y  Bra^onracn  hahliiTan  In  t^ufcuii  itc  Oo. 


24 

marse  con  la  elección  de  un  prínciix»  castellano  jmra  el 
trono  aragonés,  ni  menos  ix)ster¡onnente  con  la  re- 
unión definitiva  de  ambas  coronas;  y  en  una  palabra, 
que  el  roce  con  los  árabes,  las  reminiscencias  de  la  épo- 
ca provenzal  '^^^  y  el  carácter  i)articular  del  pais,  unido 
al  espíritu  fuertemente  provincial  que  todavía  se  deja 
sentir  en  algunas  de  España,  han  conservado  un  cierto 
semblante  al  dialecto  aragonés  (si  asi  puede  llamarse) 
que  es  el  que  le  diferencia,  aunque  en  poco,  del  habla 
castellana,  según  que  en  breve  procuraremos  demos- 
trarlo. 

Hé  ahí  muy  en  resumen  la  opinión  que  hemos  ar- 
mado en  esa  difícil  cuestión  de  los  origenes  del  idioma 
aragonés;  y  para  ello,  si  no  tuviéramos  mejores  y  más 
indestructibles  pruebas  que  pronto  aduciremos,  nos  apo- 
yaríamos en  las  palabras  mismas  de  Mayans,  el  cual, 
no  sólo  emite  su  parecer  de  la  manera  muy  dudosa  que 
se  ha  visto,  sino  aun  confiesa  alli  mismo  la  antigüedad 
de  un  lenguaje  aragonés  independiente  de  los  que  en 
adelante  le  afectaron:  y  si  después  asevera  la  identidad 
del  aragonés  y  lemosín,  lo  hace  con  tan  mala  jirueba, 
que  no  aduce  sino  el  breve  catálogo  de  vocablos  ara- 
gonesi^s  declarados  por  Blancas  en  sus  Coronaciones. 
catálogo  que  sólo  contiene  unas  doscientas, de  éntrelas 
cuales  la  mitad  son  de  purísimo  castellano  antiguo,  *' 


.1)  Cuyo  idioma,  ho^ún  (lici>  Latussa,  eslaba  influido  aquí  «dr  mucbcHs 
otros  qiir  entonces  ^<e  usuban  segi[\n  la  mezcla  df  las  naciones  quf  po  Us 
ordinarias  giierras  contra  moros  concurrían  de  ^rascones,  brrtone»,  nava- 
rros, narbonenses,  proenzul<>s  y  otros  g-eutes.» 

'i  Adoci,'  \toT  traer,  ayenoilarse  iK)r  arrodillarse,  afeitado  por  aderezólo. 
roblado  por  lado,  cqjines  ]>or  almohadones,  eu  gtasa  por  á  manera  de,  an  to*'^ 
no  |M)r  iiln'dc(lí>r.  ectrañu^  i>or  extranjeros. /tl.'ot ]>or hijo;*. Aokk  |Kir hombre 


A  totalmente  latinas,  lewto  es,  rastellanas  tarabiéni.  y 
loa  rt-stantcfl,  ya  pociia  en  niiniL'ro,  son  tomadas  pii  ^v- 
iii'val  (Ir  (lofiimeiitos  antifiuop.  los  cuales  no  eran  al 
cabo  el  linhln  del  pueblo,  «obre  que  nosotros  ya  liemos 
couceilido  haberse  redactado  con  frecuencia  el  lengua- 
Je  palaciano. 

En  cambio  de  las  vacilaciones  con  que  luulió  Ma- 
yans.  y  de  la  afirmación  de  Terreros  en  cuyo  concepto 
recibió  Araffón  el  idioma  castí'llano  deMle  los  tiempos 
de  Fernando  el  AIag:no  liastn  el  siglo  xii,  hay  otros  que 
confícsan  la  influencia  aragonesa  aun  sobre  el  mismo 
idioma  de  Castilla,  entre  los  cuales  nos  ÜDiitarcmoa  á 
citar  al  P.  Merino,  Este  dilit^ente  investigador,  que  no 
tlt'ht?  ser  aospeclioso  de  parcialidad,  cuando  por  el  con- 
trario afecta  despreciar  todo  lo  que  no  acá  Castilla, 
omite  hablar  de  documentos  aragoneses,  atribuye  en 
cierto  modo  &  la  Coronilla  el  desmejoro  de  la  caligrafía, 
y  no  tiene  ¡lor  eei'daderos  reyes  de  /íspañn  sino  á  Ioh 
de  ('astilla;  se  \b  forzado  á  conceder  que  el  Aragón 
Invo  sus  TUüas  ó  su  poesía  propia  (aunque  no  dice  si 
castellana)  desde  el  siglo  vni,  y  ú  confesar  que  el  vul- 
(ro,  H  quien  atribuye  exclusivamente  la  fonnación  del 
lenguaje,  '  mejoró  sn  idioma  con  el  trato  de  loa  ara- 
goneses y  otras  gentes,  é  bÍzo  culta  su  lengua  de  suerte 
que  ya  pudo  andar  en  las  escrituras;  opinión  que  en 


N  yaw  nO)  friuOir  púr  lomar,  li-w-ot-  por  hWlor,  Mjoda»  por  vecrs  y  ve- 
■  «l«}if.  yio  sen  caiitrltoiius  6  (wr  lo  nwnos  uu  lo  Iwn  slito' 
•llaeliini,<lln'-,li'DuiDbruiicun  vUlpouillo  la  vjlplcltr.  «1  lenoranU 
re  liini  if  jiuFiUn  trillar  eomo  (luirran  qu«  al  cobo  e\  vultro  Im  il' 
Mfftm*l>»<>7uay  «li|u*BrraKU«á1oailwt(«y  Ion  «uviiclvu  i>n 
jtt.^  (I  vulgu  Im  ndiijn  fi  Imlilur  bArharam^nu  y  Ira  hlm  nilrnt- 


26 

nuestros  dias  ha  reproducido  Monlau  en  su  Dieeioiunio 
etimológico. 

También  comprobarían  nuestro  parecer  varios  escri- 
tores biografiados  por  Latassa,  el  cual  con  respecto  i 
ellos  no  dice,  como  expresamente  de  otros^  que  eseri- 
bieronen  lemosin  sino  en  romance  vulgar;  y  sobretodo, 
no  debieron  escribir  sino  en  aragonés,  tal  como  él  fueran 
pero  seguramente  de  otro  modo  que  el  lemorin,  los 
AtióniiKOS  del  siglo  xiv  á  quienes  da  cabida  en  su  Bi-^ 
blioteea  antigua j  fundado  en  que  deberian  ser  aragojíe" 
ses  á  juzgar  por  el  dialecto,  observación  que  repite  en 
el  siglo  XV  hablando  de  Fr.  Bernardo  Boyl,  traductor 
del  libro  intitulado  Imc  de  Reliffionej  cuya  versión  dice 
que  se  halla  escrita  en  lengua  aragonesay  añadiendo 
que  deduce  que  el  autor  lo  era  por  la  calidad  del  idio^ 
ma  aragonés  en  que  hizo  la  citada  versión,  (i) 

Los  SS.  Flotáis  y  BofaruU,  editores  de  la  Crónica 
del  rey  D.  Jaime,  dicen  por  otra  parte  que  la  lengua 
lemosina  es  la  que  «estaba  en  tal  tiempo  más  en  boga 
en  la  corte  de  Aragón,  y  que  se  hablaba  en  casi  todos 

1 1;  Ka  la  fW'cción  de  mss.  de  la  Biblioteca  nacional  existia,  segfún  el  ín- 
dice que  formaron  lo8  Iriartes,  una  Crónica  de  los  reyes  de  Arafrón  en  It»»- 
tfua  affí{jo*ieM,  y  el  reciente  decreto  de  Archivos  y  Bibliotecas  (1"  de  Julio 
de  185H)  disiione  que  ne  reúnan  en  ediñcio  cercano  á  la  Corte  losarchívos  de 
UiM  Ordenes  militares  e/i  auj»  í/o*  lenguas  de  CastiJla  y  Ai-iigón,  pero  induda- 
blemente que  se  refiere,  sin  bastante  propiedad,  á  la  lengua  de  la  Corona  de 
Aragón.— Actualmente  rn  la  baronía  de  .\renoso,  en  algunos  pueblos  del 
río  Mijares,  como  Víllahermosa,  se  habla  el  espaHokquc  allí  llaman  el  ara- 
yonétj  seg^ún  lo  indica  el  dilig^ente  escritor  D.  Branlio  Foz  en  el  tomo  V  de 
«u  Jlistoria  d€  Aragón,  Por  lo  demás  en  Arag'ón  hay  tal  anarquía  en  el  idio- 
ma, que  existen  pueblos  muy  próximos  entre  sí  pero  muy  apartados  de  len- 
íTiuiJe,  ]M)r  ejemplo,  Castelserás,  Valdealgorfa  y  Codofiera,  en  la  provincia 
(W*  Teruel,  ¡jartido  de  Alcaüiz:  en  los  dos  primeros  se  habla  castellano,  en  el 
último  cierta  informe  mezcla  de  modismos  aragoneses,  catalanes  y  A'alen- 
ciauos. 


27 

sus  dominios»  á  excepción  déla  parte  que  correspondía 
al  primitivo  reino  de  este  nombrey}>  con  lo  cual  mani- 
fiestan que  el  lemosin  estaba  en  boga  y  no  más,  se  en* 
tiende  que  entre  cortesanos  y  poetas,  y  que  era  lengua 
vulgar,  en  Cataluña  y  las  Baleares  por  ejemplo,  pero 
no  en  el  Aragón  anterior  á  Doña  Petronila,  esto  es,  no 
en  el  Aragón  verdadero. 

Transportando  ahora  la  cuestión  del  terreivo  de  las  auto- 
ridades al  mucho  más  firme  de  los  documentos,  no  es  posi-- 
l)le  resistir  á  tanta  prueba  como  ofrecen  los  más  antiguos 
<le  nuestros  fueros,  cuyo  lenguaje,  cuando  no  bastaran 
3o3  indicios  de  su  verdadera  fecha,  pondría  de  manifiesto 
«1  más  incrédulo  la  verdad  de  lo  que  estamos  sustentando. 

En  la  detenida  Historia  que  publicó  el  abad  Briz 
Jáartinez  sobre  el  monasterio  de  S.  Juan  de  la  Peña  y 
Á  un  mismo  tiempo  sobre  los  orígenes  del  reino  arago- 
nés, ingiere  con  motivo  de  la  coronación  de  nuestros 
Teyes  alguna  parte  de  las  venerandas  leyes  de  Sobrar- 
1)6  en  su  propio  lenguaje  antiguo  que  conviene  dar  á 
conocer:  «Que  oya  su  Missa  en  la  iglesia  e  que  ofrezca 
^porpora  et  dé  su  moneda,  e  que  después  comulgue. 
»Que  al  levantar  suba  sobre  su  escudo,  teniéndolo  los 
»ricos  oms  et  clamando  todos  tres  vezes  Real,  Eeal, 
»Real.  Estonz  se  panda  su  moneda  sobre  las  gens 
»entra  á  cien  sueldos.  Que  por  entender  que  ningún 
»otro  Rey  terrenal  no  aya  poder  sobre  eyll,  clngase 
^eyll  mismo  su  espada,   que  es  á  semblante  de  Cruz.» 

Los  códices  del  fuero  de  Sobrarbe,  que  á  la  verdad 
nunca  han  escaseado,  ^^^  por  más  que  sean  muy  pocas 

(1)   Latasf»  enumera  ocho  diversos  códices,  8in  los  que  existían  fuera  de 
EspaBa. 


las  ImoUas  que  de  su  conocimiento  nos  hayan  dejado 
los  historiadores  araffoneses  del  Siglo  de  oro,  son  aho- 
ra hastante  numerosos  y  sobre  todo  mejor  estudiados, 
no  en  verdad  del  público  para  quien  permanecen  iné- 
ditos, pero  á  lo  menos  de  las  personas  diligentes  que 
toilavia  aspiran  con  gusto  el  polvo  de  nuestros  archi- 
vos y  bibliotecas.  Quien  más  y  mejores  noticias  ha 
j>roducido,  (j^ie  nosotros  sepamos,  sobre  aquellos  pre- 
cioso n\^tos  de  la  Historia  y  la  Legislación,  ha  sido  el 
Sr.  D.  Javier  de  Quinto  en  su  magistral  discurso  ó 
tratado  sobre  el  juramento  político  de  nuestros  re- 
vés, y  sobre  todo  en  su  posterior  obra  en  refutación  de 
cierto  Opúsculo  jwlémico  del  Sr.  iíorales  Santistéban. 
I>e  entn^  los  varios  códices  que  cita,  cuatro  de  ellos  per- 
tenet^entes  i\  la  Academia  de  la  Historia  (por  cada  dia 
nu\s  rica  en  excelentes  manuscritos; ,  uno  al  Sr.  Gayan- 
j*\K*í  y  tU^  al  mismo  Sr.  Quinto,  tomaremos  una  cláusu- 
la en  cvnuprv>baoión  de  nuestro. aserto  y  la  presentait*- 
mos  con  las  dos  versiones  que  tiene  en  el  más  antiguo 
iHulice  de  la  Academia  v  en  el  muv  antiouo  también 
del  anotndor  iusiirne  de  Ticknor.  «Que  si  i)or  aventura 
vuuiere  el  que  n^gna  sin  tijos  de  leal  coniugio.  que  he- 
•'ivtle  v\  ri*gno  el  mayor  dellos  hermanos  que  fuere  de 

'leal  coniugio et  si  muere  el  rrey  sen  creaturas,  ho 

vsin  ht^rmauos  de  i^ireylla  de  jhirein  dice  un  códice  de 
vi^hniíto',  delnni  levant;ir  }K>r  rrey  los  rrichos  ornes  et 
'K)s  vutYanzones,  oavavlleros,  et  el  pueblo  de  la  tierra» 
<  Kt  si  jK)r  ventura  nnien^  el  quv*  regna  sines  fiUos  de 
^'leal  coniugio,  que  hert\le  el  rt^gno  el  maor  de  los  her- 

/inanos  ijue  tuert»  de  leal  coniugio et  si  muere  el 

vrey  >en  cr^^aturas,  o  sen  hermanos  de  |4ireylla,  deven 


»lcvautar  Itey  los  ricoe  omei-,  y  et  los  iiifanzoue.s,  ca- 
»%-aIieroíí,  et  el  jiueblo  de  la  tierra,» 

Pudioramos  rcproíliicir  ít  ene  t«iior  algunos  imi.s  frag- 
nieutoK  del  fuero  de  Sobcarbe.  ¡lerd  baÑÍaiido  ya  á 
mieslrojii-o])ós¡to,citíLreiiioa  ahora  la  l'reí'iicióii  eon  (|iit', 
tít'tfíui  I'elHcer  Bjwyado  jior  Larripu,  le  encabezó  en  el 
íiig'lo  XI  el  rey  U.  Sandio  Ramírez  eiiando  dio  luerohii 
los  infanzones  ác  Sobrarbe:  «Quaiido  Moros  coiHjUÍrie- 
uron  á  Kspaila  snb  era  DCC!,  ovo  liy  prant  iimtun'^tit  de 
■  »LTÍjsl¡anos;  e  estonce  perdióse  España  de  mar  á  mar 
»pntPO  á  lospuertoa;  sino  en  Caliza,  et  las  Astnria^,  el 
»(laea  Alara  et  Vizcaya,  dotra  jmrt  Bastan,  et  la  Ife- 
MTuesa,  et  Deyerri:  et  en  Anso,  el  en  sobre  Vaqua,  et 
«en  cara  eii  Roncal,  et  en  Sarazaz,  ct  en  Sobre  Arbe, 
ntct  et]  Ainsa.  Kt  en  estas  iiiontanyas  ^e  akarou  mtiy 
spocas  gy;uteei,  ct  dieronse  ¿  pie.  ficiendo  esvalgadaa; 
«et  prisieronsG  cavallos  et  partien  los  bieiies  A  los  plns 
Aesforzados  etc.» 

Los  anteriorfá  textos,  y  la  noticia  de  ([uc  eí  fuero  de 
Sobrarbe  se  mandó  ti-aducir  á  la  lengua  esimñola  en 
1011  por  el  mismo  I).  .Sancho  liamirez,  ipie  floreció 
muy  antc-s  qne  el  anlor  del  Pornia  del  Cid,  iino  de  lo.< 
¡irlinerop  monumentos  castellanos  y  'ít  la  verdad  harto 
I  convencen  de  que  el  leug-uaje  español  era  dee- 
ílBuy  antiguo  el  que  se  usaba  por  los  aragoneses,  '• 

t  RilPrtiirilw  d'' ViDua.  ix.rlmirinilaiuji'tailcniucbaí  IfLras.  riiciw 
1dM)  M  b  mitrnu.  rjUijiíitaoii  iMiuri  jwsaj*  <!■>  su  n'ViiFllaCranl[''nru 
MflMi'lO  Injorniuln  lie  Alcurst'ineni.  ciisnUijiiE  li  la  grupa  lie  Son 
'  tftiui  MlMlleri)  nlemHn  A  la  hatitUii,  "c  j^ir  cntnli)  cnUnilia  gm- 
nnlMictlíraiilí  nltfiíiiasi,^  tubtitroDlFru  loUn.»  lu  cual  [iruhorln,  itu 
te  ¡lUí  liuMpw  tiil  oabnllrro  «Irmíin.  lur  eslo  yn  n»  lu  crrj'O  f.v- 
iiealFriacl|cdii  ViuiaHuiHiniíi  rarupIlaUnycimiiUitlroinnu- 


30 

supuesto  era  el  de  su  legislación,  la  cual,  indinada  en 
los  primeros  tiempos  á  servirse  del  idioma  latino,  sólo 
se  trasladó  al  vulgar  cuando  éste  habla  alcanzado  cier- 
ta robustez,  como  sucedió  á  la  publicación  de  las  Parti- 
das, y  un  poco  antes  con  la  traducción  del  Fuero  Juz* 
go,  posterior  sin  embargo  á  la  codificación  del  rey  San- 
cho Ramírez.  Y  por  si  se  alegaran  razones  contra  la 
autenticidad  de  los  códices  á  que  nos  hemos  referido, 
esto  es,  por  si  se  dudara  de  que  el  lenguaje  en  que 
aparecen  escritos  correspondiese  de  hecho  ni  á  la  época 
de  su  formación  (que  esto  tampoco  no  lo  pretendemos) , 
ni  á  la  de  D.  Sancho  Ramírez,  ni  aún  á  las  posteriores 
hasta  el  gran  codificador  Jaime  I;  por  si  se  insistiera 
en  la  opinión  que  algunos  profesan  de  que  el  Prefacio 
atribuido  á  D.  Sancho  Ramírez  es  obra  de  Teobaldo 
de  Navarra  en  el  afío  de  1237;  por  si,  confrontados 
los  textos  de  los  varios  códices  que  existen,  se  dedu- 
jera la  imposibilidad  de  fijar  su  verdadera  importan- 
cia; por  si  se  hiciera  caudal  con  la  respectiva  moder- 
nidad paleográfica  que  todos  ellos  tienen  comparados 
con  la  época  en  ((ue  decimos  haberse  redactado;  to- 
davía podríamos  oponer  á  esos  reparos  algimas  con- 
sideraciones que  nos  parecen  concluyentes,  cuales  son 
la  corta  discrepancia  que  entre  sí  tienen  los  códices  co- 
nocidos, según  puede  inferirse  del  trozo  que  más  Sitrns 
hemos  copiado;  la  antigüedad  que  trescientos  y  más 
anos  hace,  concedieron  al  texto  y  al  habla  de  esos  fue- 
ros cuantos  autores  aragoneses  ó  extraños  los  hubieron 
á  las  manos;  ^-^'^  la  estructura  de  su  mismo  lenguaje 

.1;    Uriz  Martíuez ya  hemos  visto  (juf  traslada  lof»  fueros  en  sn  propio 


cout 


puede  corresijouder  sino  A  los  primitivos  tieni- 
ídioma;  las  coutesfes  noticias  de  los  más  graves 

iríadores  que  han  usado  cou  toda  confianzn  y  con- 
sentido eu  toda  la  antigüedad  ■]UG  nosotros  coucedemos 
al  lenguaje  de  los  fueros  de  SobrarLe:  y  finalmente  la 
casi  imposibilidad  de  que  ínera  otro  que  el  espaflol,  toda 
vez  que  ni  debió  ser  el  latín,  de  donde  ae  sabe  que  fue- 
ron trasladados  eii  muy  remola  época  y  al  cual  por  el 
coutrarío  ae  vertieron  en  adelante  mochos  otros  fueros 

¡gaos,  '   ni  menos  el  leniosin,  cuya  inEuencia  no 

cntoQceg  ni  bnbia  de  ser  en  muchos  años  conocida. 
y  á  la  verdad  en  el  supuesto,  casi  imposible  de  ne- 
¿rar,  de  que  los  aragoneses  no  hablasen  el  idioma  lati- 
no en  pleno  siglo  xii,  la  discusión  anterior,  casi  inútil 
bajo  el  as])ecto  polémico,  debe  trasladarse  ú  los  poslc- 
riori's  tiempos  en  que,  por  el  entronque  de  las  casas 
amprowsn  y  catalana  y  las  otras  cansas  que  ya  hemos 
jitílalado,  pudo  modificarse  el  lenguaje  liispano-arago- 

hastü  el  punto  de  desnaturalizarse  y  extinguirse. 

ero  contra  esta  sospecha,  ijue  para  algunos  ha  pa- 
'  conjetura  inductiva  á  verdadera  eridencía,  no 


oiiU-iiio;  UirrljiB  w  reflurr  ron  Prllli^iT  íi  iimniisi^rlIiiN  df  ^ranil' 
Allí  UarlancsiticF  iiiiBcleMice  qua  pouin  rra  copio  ile  un  libm 
¡üun;  QuídIo,  rriHilvicnito  en  v'mto  modela  oucsUán,  suniiuii 
lalwdf  pr(i|i6iijln,  rilc?iiurliiiiliy»ile  SobrarlN  eompUiutits  por 
lo  y  cortes  dp  Jacit  ru  r\  kI^Io  xt  m  hicicnin  in  la  ltiifft¡a  ttpaiiobi 

'  I    T Mnarrvumliii  jwrc itrio, klictinus  iinlaliri»  espaiialaa.  como  amlíiai 

■[ua  tleue  U  Inulucrtún  il«  Skianova.  Aitodamos  aquí,  ¡wr 

iiilWon  srarUiig-nrrauy  nportuno.ijurileBliruulH!  jiaUíhrB",  ni  |miit- 

w  iiitlín  ríi^UmiMiti'  el  iisodi^l Itng-inijn  raiMhol. rnmu m 

te rifRprruiIrdi' mueliim  intiguoij  apellidos,  pur  et'mp'o,  Mh»  iIf 

a,  U«Bl«Ilfiuclu,  l'cdru  Mrdulln.  y  los  muchíninKis  mAa  qne  svría  iui- 


•72 

hay  que  oi)oncr  sino  dos  observaciones,  que,  prescin- 
diendo de  las  i)ruebas  documentales  en  que  todavia  in- 
sistiremos, resuelven  á  nuestro  parecer  de  un  modo 
victorioso  esta  cuestión.  La  primera  se  funda  en  el  he- 
cho indestructible  de  que  la  organización  aragonesa  se 
mantuvo  j)ertectamente  intacta  y  sin  que  en  nada  la 
afectase  la  reunión  de  ambas  coronas:  y  si  la  estructu- 
ra i)olitica  no  padeció  influencia  alguna,  siendo  de  su- 
yo tan  ocasionada  y  fácil  á  los  cambios  repentinos,  cal- 
cúlese cómo  habia  de  padecerla  el  idioma,  que  de  suyo 
es  rebelde  y  lento  en  sus  transformación^.  La  segun- 
da estriba  en  el  principio  filológico-histórico  de  que  el 
idioma  no  se  altera  á  voluntad  de  nadie,  no  se  pierde 
ni  aun  con  un  largo  número  de  anos,  no  se  cambia 
como  las  dinastías  por  un  pacto  de  familia  ni  \x>t  la  in- 
fluencia de  nuevas  costumbres,  v  diremos  más,  ni  aun 
al  impulso  de  las  revoluciones  por  grandes  que  ellas 
sean:  es  preciso  que  sobrevenga  una  transformación 
completa  en  la  sociedad,  una  irrupción  avasalladora, 
una  de  esas  grandes  crisis  (jue  alteran  profundamente 
los  imperios;  y  aún  entonces  ha  de  acompañar  á  todo 
esto  una  especie  de  parálisis  en  les  miembros  todos  de  la 
sociedad  vencida  y,  despnrs  de  todo,  aún  sucederá  que 
el  idioma  antiguo  se  irá  i)erdien(lo  lentamente,  que  el 
nuevo  irá  triunfando  por  grados  y  sin  estréjúto,  (pie 
ambos,  en  fin,  conservarán  y  jjcrderán  mucho  de  su 
naturaleza. 

Y  como  todo  eso  ha  va  estado  muy  distante  de  suce- 
der  en  la  época  del  predominio  lemosín,  la  verdad  es 
que  éste  no  cansó  más  novedad  en  el  lenguaje  arago- 
nés que  la  impresión  producida  en  general  por  el  con- 


)  ü  cotitiaste  frecuente  de  don  lenguas  afínes,  cuyo 
tico  ejemplo  nos  ofrecen  las  lenguas  española  y 
,,  como  puede  verse  eu  el  reciente  y  curioso 
ICcioQario  de  galicismos  cou  que  el  Sr.  Barait  acaba 
e  euntjuecer  nuestra  filología. 
Pasando  ahora  á  la  ]ii-ueba  documental  que  hcnioíí 
ofrecido  continuar,  concurren  agimͻmo  eu  favor  de 
nuestro  propósito  las  noticias  que  snniinislra  la  clónica 
autentica  del  rey  D.  Jaime,  en  la  cual,  si  bien  los  diá- 
foa  y  las  contestaciones  suelen  reducirse  al  idioma 
mosin  en  ijue  estii  escrita,  pero  á  veces  se  conservan 
EXtnales  según  se  pronunciaron,  ya  en  boca  de  un  sa- 
mo de  PeSiscola:  «Ssítor,  qucreslo  iu  axif  é  nos  lo 
tremos  é  ms/aremos  eii  (u,  he  tionarle  hemos  I»  cax- 
9  «A  £s  tmféiti  ya  eu  boca  ilo  uno  de  los  i-ejJi'esea- 
tates  ó  comiaiouados  de  Teruel:  nDecimtkSBos  r/ue  eos 
tsíarevios  tres  mil  cargas  de  pan,  e  mil  de  trigo, 
s  mil  dordio,  e  aeinle  mil  caritefos,  e  dos  mil  m- 
W:  B  si  qiurcdes  más,  jjrciidel  de  nos.» — Sin  salir  de 
B  crónicas  lemoisinas,  la  de  Pedro  IV  nos  proporciona 
3  tcálimouio  con  las  curtas  que  incluye,  de  las  cua- 
1,  abandonando  el  orden  cronolófjrico,  trasladaremos 
B  trozo  para  que  sirva  al  paso  como  una  muestra  del 
ruaje  de  su  si^flo.   La  carta  está  escrita  al  rey  de 
Ifitillapor  1>.  Pedro  el  Ceremonioso  en  1356,  y  dice: 
S  sabedes  bien  que  cuando  vos  ¡lor  vuestra  cuenta 
8  cmbiostes  rogar  que  quisiésemos  prender  a  nuea- 
ft  mano  todo  lo  que  han  en  nuestros  rcgiios  et  te- 
,  non  lo  quiziemoa  fer,  iKtrquc  si  ellos  ho  vos  por 
|}los  nos  dcmandades  más  de  razón,  no  somos  serui- 
B  de  ferio.  A  las  otras  cosas  que  nos  fey  tes  saber  eu 


84 
Muestra  carta,  en  que  es  feyta  mención  de  las  paces 
»que  eran  entre  Nos  et  vos,  sabe  Dios,  qui  está  en 
»meo  de  Nos  et  de  vos  et  vee  tota  la  verdad,  que  siem- 
)>pre  aquellas  paces,  las  cuales  enti-c  nos  y  vos  son  fir- 
»niadas  con  jura  et  homenatge,  vos  habernos  compli- 
»dament  tenidas,  assi  por  buena  amor  como  por  postii- 
»ras.  E  si  alguna  cosa  vos  feziestes  saber,  siempre  en 
^aquella  compliemos  lo  que  cumplir  haviamos  et  era- 
»mos  tenidos.»  A  la  misma  época  corresponde  la  notar 
ble  respuesta  que  dio  ú  los  unidos  de  Valencia  D.  Pe- 
dro  de  Exerica,  debiendo  notarse  que  los  jurados  de 
aquella  ciudad  se  le  liabian  dirigido  en  lenguaje  lemo- 
sin,  contestándoles  él  entre  otras  cosas,  según  nos  lo 
ha  dado  á  conocer  por  vez  primera  el  erudito  Sr.  Quin- 
to, lo  siguiente:  «A  la  qual  letra  bien  entendida  vos  res- 
»pondo  que  me  semexa  que  es  bueno  que  requirades  al 
»Sr.  Rey  c  supliquedes  que  vos  serve  fueros,  e  privile- 
»gios,  e  libertades,  e  buenos  usos,  e  que  si  alguna  co- 
»sa  ha  fcitto  contra  aquéllos,  que  lo  quiera  tomar  á 
»testamento  devido,  assí  como  aquestas  cosas  se  deven 
»demandar  e  requerir  á  Señor  más  no  por  manera  de 
»unión.»  Más  castellana  es  todavía  la  respuesta  que  en 
1385  dio  á  los  jurados  de  Zaragoza  el  rey  Juan  I  y 
que  ya  ha  citado  antes  que  nosotros  otro  laborioso  es- 
critor para  combatir  la  idea  del  marqués  de  Mondejar 
de  que  el  castellano  fué  importado  en  Aragón  por  Fer- 
nando I:  «Ornes  buenos,  bien  creemos  que  habedes  so- 
»pido  como  en  el  principado  de  Cataluña  no  hay  aque- 
»lla  abundancia  de  pan  que  sería  menester.» 

líetrocediendo  ahora  al  punto  de  donde  nos  han  sejm- 
rado  las  crónicas  de  Jaime  I  y  Pedro  IV,  y  sin  disimu- 


pATUC 


Iiuparcjaletí,  laa  no  muy  (fraves  alteracioued 
que  de  copia  en  copia  han  podido  ])iilir  y  mejorar  p1 
fuero  de  Sobrarlic,  enijirendepeinos  de  nuevo  la  docu- 
mentación rasteliana  de  Arag:ón,  Kn  una  escrituia  de 
pArticióii  de  un  cainiw,  fechada  en  1148,  leemos  la  sl- 

Jeate  cláutinta  ktino-liispana;  «  Veiiit  uobis  in  vohip- 
et  rendimuti  vohia  Donua  Ponza,  mulier  qui  fiíit- 
'Don  Bonet  de  Barhastro.  uno  nostro  L-anijio,  ([iii  est 
término  de  CocoIIata  (suponemos  qnc  Cojrullada  mi 
vías  cercamos  dfí  Zií)'iij"íjfiJ  ctestscininatura  Ügiiap- 
ebUa  de  trigo;  et  sunt  afrontacioncs,  de  Oriente  campo 
»do  DoOb  PonzB  de  votñs,  et  de  Occidente  campo  de 
«nobis  TenfUtóribuf,  et  ¡¡er  capiid  illo  brazal:  sic  isfas 
Aafrontaeioncs  includunt,  sic  veudimuií  vobís  cum  esÜs 
»ct  regrcBsibufi  f'iiis  et  in  facie  de  vicinoa  in  Íl!o  rau- 

•wirran  te  de Damut;  vobiri  fidanzas  de  salvetate 

9ad  foro  de  Saracoza  Don  Martin  Calvo  corrector  ct 
»Dod  Román  Cavalcatoi",  et  est  preciiim  placabile  ínter 
*Dos  et  vos  V  solidos  moneta  jnccenmg  de  IIII  dinero», 
wl  dedistiiTi  iUos  nobis  seniper  ad  manum.  Ego  Domin- 
"pn  germano  de  Zabalmedina  et  usor  mea  Boneta.  Sn- 
cmus  testes  venditores  Arnal  do  Liizan  jrcriiiauo  de  Üo- 
ifiaPonna  mulier  de  Ronct  í-íto  üniiraricrito  camiio.-Tes- 
»lea  aunt  visores  ct  aiid¡tore.s  Uou  Domingo  AzaroUe  et 
>Don  Pedro  de  Barhastro  el  Exemeno  Cormano  de  do- 
J-Sa  Boneta.» 

Otro  documento  nos  ¡mroce  del  caso  producir  ante  el 
lector,  y  es  la  fiindacJftn  de  una  Iglesia  consagrada  á 
San  Esteban  y  la  adscripción  de  unos  terreuos  circnns- 
tanti.-!;,  acto  que  tuvo  lugar  en  ílñS  ante  Roncio,  obisjio 
de  Dai-bastro  y  cjuc  se  halla  copiado  en  unoaincomple- 


36 

tos  A7iale$  del  Condado  de  Ribagorza  que,  escritos  por 
D.  Martín  Duque  de  Villaliermosa  y  por  su  archivero 
Juan  Mongay,  posee  mss.  la  Biblioteca  universitaria  y 
provincial  de  Zaragoza.  Este  instrumento  se  halla  ex- 
tendido en  un  latín  sumamente  aceptable;  pero,  al  lle- 
gar á  lo  relativo  a  lindes  ó  confrontaciones,  se  traspa- 
renta  el  idioma  vulgar  y  asoman  los  solecismos,  todo 
con  el  objeto  sin  duda  de  sostener  la  claridad  mayor  en 
lo  principal  de  esa  escritura.  Véase  cómo  están  marca- 
dos los  límites:  «Scilicet  in  caput  turboni  á  la  fonte  Ro- 
»ga,  et  á  cohornillo  al  rivio  de  la  Murria,  et  á  la  por- 
^tella  de  Gfabas  et  á  la  font  de  Aví,  et  á  la  croz  de  Sant 
^Salvador  de  Avi,  et  á  la  porcina  et  obaga  de  la  corta 
»de  Lert,  et  á  la  Val  de  Xenices  en  la  garoua  al  turmo 
»molar  et  ¿cerbui?  al  coU  del  fora,  et  perpesadias  al 
»turmo  del  Castellar  et  per  la  Serra  deis  jubianz  de  la 
»serra  del  Castcl  de  exin,  et  ¿apinxe?  cabidiosa  en  ca- 
»put  de  la  Sierra  de  Merli  de  Lena,  et  al  prodo  cabrero 
»et  al  pax  Bailarín,  et  á  la  espada  del  Castillelo  de  Al- 
»vi,  et  al  cuello  de  lo  turnio  logrero  apart,  de  mesnc 
»et  á  la  croz  del  caput  de  serra  estaca,  et  al  prado  ba- 
»chcz  de  caput  serra  estaca  et  á  la  pedra  pica,  é  torna 
ȇ  la  font  Roga  sicut  predictis  locis  ambiunt,  inclu- 
»dunt  dictam  ecclesiam.» 

También  llamamos  la  atención  hacia  el  fuero  de  Ca- 
latayud,  que  ya  no  podemos  trasladar  (pero  se  halla 
impreso),  en  el  cual  se  lee:  «Gracia  Dei  Ego  quidem 
>;Alfonsus  Rox  fació  hanc  cartam  donationi  et  confir- 
»mationi  ad  vos  tolos  populatores  de  Calatayubio  qui 
»ii¿  es tis popúlalo  et  in  antea  retieritis  populare....  et 
»donent  citarlo  ad  Eclesia  de  pane  vino  et  corderos  et 


i  alia  cwsx  {com)  noiidoneut  cuarto:»  y  en  electo 
ae  continuó  pagando  por  diezmo  6  la  ciiartación  Begún 
p.  Vicente  Laftiente. 

^Coa  gusto  traslatlaríamos  también  la  Carta-PneWa 
I  Alcaiiiz,  otorgada  en  1157,    y  la  donación  de  esta 
a  A  la  orden  de  Calatrava  en  1 179;  pero,  en  primer 
lugar,  puede  leerlos  cualquiera  en  la  interesaute,  y  k 
veces  erudita  y  critica.  Descripción  que  de  aquella  ciu- 
._¿ad  ha  publicado  en  1860  D,  Nicolás  Sancho,  y  en 
~:niuIo,  ambos  son  documentos  latinos,  aunque  en 
B  transpire  fuertemente  el  aragonés.  Sin  embargo, 
IDpre  es  curioso  ver  en  un  instrumento  que  se  precia 
!  latino  frases  multil ¡ligues  como  esta:  «e/  quomodo 
\Íit  illa  serra.  in  cap  de  vico  de  las  (niiías,»  que  en 
liiieu  castellano  se  traduce:  «y  si}íuiendo  aquella  sierra 
desde  el  nacimiento  del  rio  de  las  Truchas,»  pero  que 
en  aragonés  vulgar  todavía  se  ciile  más  al  original, 
]>uesaqui  diriamos;  «y  conforme  marcha  lasierrajetc.» 
Traaladarenios,  de  entre  los  muchos  y  muy  curiosos 
documentos  qne  hemos  estudiado  en  el  copioso  archi- 
vo "  de  la  Academia  de  la  Historia,  el  siguiente  qne  es 
de  los  partidos  por  A  B  C  y  corresponde  al  año  1178. 
«Jiotuui  sit  ómnibus  hoiuinibus  tam  [iresentibua  quam 
iuris  quod  cíto  frai  Pedro  dono  á  García  de  Lecadin 
kpezaper  cambi,  en  /  (término?).  Moiana  de  sobre  el 
ido,  per  aquello,  que  auie  García  en  Poio  arredondo, 
t  frontaciones  ex  parte  horiente  la  petza  do  Ber- 
i  fornero,  ex  parte  acBilone  la  peza  D'  Urraca  Ala- 
t  parte  meridiane  la  zezia,   ex  parte  hoccidente 

Utonpcirccunicalc  irrvldo  por  «1  Itiit^lrado  palíAgrulb  j  fllAlogo 


la  peza  de  Ramón  de  Ponzan :  todas  istas  frontaciones 
mcludimt  instam  pezam.»  Si  no  se  concede  que  esto  sea 
español,  con  el  dejo  latino  imprescindible  en  aquella 
época  y  sobre  todo  en  aquellos  documentos,  ha  de  con- 
fesarse que  de  esa  mezcla  estaba  próximo  á  nacer  el 
idioma  de  Castilla;  que  estaba  ya  rompiendo  la  envol- 
tura de  esa  crisálida  latina  el  romance  vulgar  que  hoy 
conocemos. 

Aun  no  corrido  medio  siglo,  vemos  otra  escritura  per- 
teneciente como  la  anterior  á  la  Biblioteca  de  Saiazar. 
en  la  cual  el  idioma  aparece  mucho  más  formado.  «Es- 
»ta  es  carta  de  destin  que  fago  yo  D.'  Sancha  de  Rue- 
»da,  estando  en  mi  seso  e  en  mi  memoria.  Primeramien- 
»tre  lexo  por  mi  alma  el  orto,  quen  sea  tenuda  lampada 
»de  noit  e  a  las  horas  deuant  el  altar  de  Sancta  María 
»de  Piluet  por  todos  tiempos....  que  sean  cantadas  to- 
»dos  los  años  XXX  misas  por  mi  alma,  e  todo  esto  le- 
»xo-ÍD  en  poder  de  mi  filio  D.  Martin,  que  él  que  lo 
»cumpla  en  sos  dias,  e  después  sos  dias  que  lo  lexe  n 
»qui  el  querrá  que  sea  del  linnage  e  que  cumpala  esto... 
»e  lexo  á  mi  filia  D.'  Toda  e  á  D.  Garcia  so  marido  el 
»campo  de  la  carrera  de  Tudela  en  paga  de  XVI  cafi- 
»ces  de  trigo  que  me  emprestaron,  e  lo  al  que  finen 
»quiten  miá  debdas  e  pártanlo  mis  fiUos.  Esto  fue  feito 
»en  presencia  de  D.'  Sancha  Tarín  e  D.  Seutan  el  ca- 
»pellan  e  de  otros  buenos  omnies,  e  fueron  cabezaleros 
»D.  Johan  de  la  Tienda  é  D.  Fortnino  Navarro.» 

Después  de  este  bien  trabajado  documento,  fechado 
en  1225,  encontramos  otro  muy  poco  más  moderno, 
que  si  no  nos  permitimos  incluir  en  el  cuerpo  de  este 
discurso,  por  parecemos  en  sus  dimensiones  despropor- 


«(lo  &  nuestro  objeto,  tampoco  no  queremos  omitíi-- 

»  porque  iiiuestra  bien  el  progreso  lento  del  idioma  y 
lAii  ofrece  algún  interés  en  su  contenido  '■':  pertenece 

mbiéu  este  doeiiinento  á  la  Academia  de  la  Historia 
f  procede  de  iiu  Cartoral  del  Monaaterio  de  Beruela,  i'j 

B  «Libro  clamado  la  Privilegia  donde  están  insertos 
y  contintiados  los  privilegio»  papales  y  reales  y  otros 
actos  y  scripluras  fazientes  por  el  monasterio  y  contien- 
lo  df  ntra.  fienj'ora  de  Beruela.» 

Nuestras  investigaciones  Mobre  las  bibÍiote<^as  y  ar- 
cliivos  de  la  capital  de  Aragón  nos  Itan  manifestado 

iBibianciite  la  poca  importancia,  en  goiicral,  de  estos 


•>iuini<9  II III!  Bgom  Min  r  los  quir  nn  ilt  uraiv  qup  nulua 
Ins  mollina  <\e  Rnrola  i-  ion  ouniFa  de  Transmuní 
rrtlUnninoile  BoruclaodDTi'iigmoni.  Ond  toa iQoíltifs  ilr  Bcrob  ki^- 
MoonttfinJBr  aobrr(r''DDdiiHfiirmBqiiclcit  AiiIfii  auim«B  iln  Tm»- 
m  lo  podkroD  «tfrlrí  oiilrron  sauírmourarilutinorRefii^nlaviinoi- 
'ililu  Lu  nmcum  <1>- los  mous'».  uundA  A  T).  rMln)  Canirl 
ti  II.  Pnlro  Péreí  ■oJngUciu(]u>ulnli>un  anlKíN  á  Vtrnrln 
insobrr  [[urcrati  (istnit  renciirosqueauÍBU  loamoneM  da  Ion 
ndaStTBKinoT,  e  uldna  Uxlaa  las  raiuneHiln  eailii  11111»,  ijih^  ilicaíen  ti 
lasoadrdUn.BtD.l'nlrDCoriiflé  In  juatltlB  D.  Peilro  fttvt  lii- 
taduuliuto  iltl  R«y  an  Bvnitlii  1^  nlli^  por  amoT  qua  mu  drtl- 
Oillmrncat  ptrytodctcrroinnr,  emblarou  por  el  Biapc  é  nos 
n  d>  Tonuona,  scilictt  por  D.  J.  fénx  justicia  úp  Taruxonn 
uliUo  t  In  uilla  úe  *rrB8ii]ai  c  pnc  U,  Xemcn  Piírx  4«  Tarun* 
J.  Martín  Píreí  BU  frmnnofl  por  D.  Hmlrigorrmnnodí  lujuatifin 
«  onniFa  iiuptioii.  Eflicron  de  las  moofrna  na  uquFl  lofrní  prrBxtitcK 
K  •(  pitot  t1i>  Brrui-ln  D,  Pvrranili)  d«  Tnrninuii  é  'I  cfUinr  umiar 
~  "líniftni"  r  f>.  J.  Milm  p  D.  Smiií  ile  Tuilelfl  miia^m  dn  BítoIi  « 
''■Ctmipaii.  B  da  lúa  vacluoit  ile  Trasinaiiz  rurrun  n.  Marlfn  do 
iiuui«ro  I'  D.  Lop  al  cuprllnn,  dn  loa  lauradarcí  D.  Untru  don 
Irs  a  I>  piaaca  Uoraua.  ¡i  dn  los  moni»  Mnliomal  Lomtmcbd  '' 
^  IdaPuafUi.QgQytagoirog.qjquicrfi  dn  loa  monBnii  de  Ilarala  ai 
R  d«  lúa  i^mmes  ''■TrasiDgaí  E  todoi  Fasnublo  pleeodos,  D.  PFdroCor- 
"•oparpxliiji-ticia  dcmninliiroii  í  ios  mongua  d»  Brrolo  nulos 
MdrTnunnonK  á  1h  U^,  |¡  |q  gun  parte  «iaubn  i^nrtas  nlgonan  A  al- 
N  tiwrruinrtiti)»  di  'lM,,.„,|„g,[,|,,nto  di.  >|upitio»  llorín  I  DOC.  Kn  «lo 


40 

4Írfp65íitoíí  de  nuestras  antigüedades.  Y  en  efecto:  la  Bi- 
hliot^<oa  de  la  Universidad  no  contiene  riqueza  alguna 
A  nnoslro  objeto  ni  otros  ms.  de  verdadero  valor  lite- 
miño  í^íno  un  Cancionero  lemosin  con  solo  seis  poesías 
<ii.stoHanas  de  Pedro  Torrellas  y  algún  otro,  y  aun  esas 
|K)r  lo  modernas  (siglo  xv)  inútiles  A  nuestro  objeto, 
otij'O  Cancionero  han  descrito  imperfecta  y  no  muy 
firfmente  los  anotadores  de  Ticknor:  la  del  Seminario 
«ttcerdotal,  cerrada  al  público  y  á  los  curiosos,  no  «on- 
Horva  al  parecer  ni  aun  códice  que  poseyó  de  los  fueros 
de  Sobrarbe:  el  archivo  de  la  Diputación,  que  contuvo 
raras  curiosidades,  no  guarda  papeles  anteriores  al  si- 


respondicron  los  mongres  é  los  ommes  de  Trasmoz  é  díxieron  que  non,  é 
assi  lo  trobaron  en  pesquisa  por  uordat  que  ni  los  ommes  de  Trasmonz  ni 
los  monges  no  tenían  recapdo  nenguno  do  destermlnamiento.  Ond  D.  Pe- 
dro Cornel  é  la  justicia  D.  Pedro  Pérez  odiendo  esto  e  trobandolo  en  berdat 
que  ni  los  monges  ni  los  ommes  do  Trasmoz  no  tenian  recapdo  nengino 
ouieron  so  consello  con  el  Bispe  D.  Qarcia  Frontín  e  con  los  otros  bueüos 
ommes  que  de  susso  son  escriptos;  e  andando  los  términos  todos  en  semble 
e  uidiondo  daron  por  termino  á  Bera  dol  camino  que  va  de  Beruela  á  Tara- 
zona  enta  juso  todo.  Et  dol  camino  que  os  dito  enta  suso  daron  por  término 
&  Trasmonz.  Salvas  las  heredadoHquo  á  y  Boruela.  Etasi  desterminado^  loa 
términos  de  Bera  e  de  Trasmonz  daron  sos  droytos  á  cada  uno  plazit^ido  ni 
sonnor  Roy.  Esto  todo  acabado,  demandaron  de  cabo  D.  Pedro  Com-'l  é  don 
Podro  Pérez  la  justicia  en  presencia  de  todos  loa  que  de  suso  son  n^mnados 
demandaron  é  pesquisieron  si  auicu  nengfun  dosterminamiento  nuncha 
feyto  entro  Beruela  o  Trasmonz  o  trobaron  que  si,  e  ellos  demandaron  en 
uordat  que  qui  lo  aauio  esto;  o  fue  aduyto  un  onimo  de  Trasmonz  poí  nom- 
no  D.  Eiiogro  Nauarro  que  auiabion  C  nnnos  en  testimonio  é  dixo  lUe  él  era 
estado  en  dosterminamiento  de  Beruela  o  de  Trasmonz,  é  maridáronle  de 
parte  dol  Roy  o  coniuraron  lo  sobro  poriíjlo  do  so  alma  que  -^  ^l"**  dixiere 
vordat.  E  rospuso  ol  o  dixo:  «jo  digro  á  Dios  uordat  o  á  IokQuc  aqni  sodoK 
por  mandamiento  dol  Rojf  mi  sonnor  que  io  fu  en  dcter'^°^™*<ínto  de  Be- 
ruela o  de  Trasmonz.  E  pudiomosnos  iVdolorminarsu'^  ^^  *1  cerro  sobre 
laostancha  do  D.  Matbon  allí  oso  jwirto  ol  término**'  Trasmonz  e  de  Ley- 
taí,^oeuiniomosporol  corro  ú  suso  e  alli  quomo^*^^^^  vierten  enta  Tras- 
monz diomos  ú  Transmonz  i>or  término.  E  al)'^^o™o  aquas  vierten  enta 
Boroladiomosú  Beruela  por  término  é  achn  ^^°^^  ^"^iitíou  diomoa  todo  el 


4t 

g-lo  XV  en  lo  que  permitía  aer  examinado  cuando  nos- 
otros lo  intentamos;  el  de  la  Catedral  de  Seo  tiene  muy 
poco  de  accesible  y  aún  menos  de  conocido. 

Pero  en  el  del  Pilar,  perfectamente  organizado  y  re- 
gistrado, sobre  estar  servido  con  aptitud  y  cortesía  por 
el  Sr,  D.  Diego  Chinestra,  después  de  haber  visto  con 
^sto  algunas  de  sus  numerosas  escrituras  en  perga- 
mino, y  con  admiracióu  el  ejemplar  de  los  Afórales  de 
S,  Gregorio  mandado  escribir  en  vitela  é,  gran  folio  por 
el  obispo  Tajón,  liemos  acertado  á  encontrar  una  pieza 
(legran  valor,  códice  incompleto  pero  estimable,  marca- 
do coa  las  indicaciones  Al.  2,  cix.  3,  lig.  2,  sub.  núme- 
ro 28. — Consta  de  ocho  Iiojas  en  pergamino  y  caracte- 


eatwMxU  Otunua  ftDcrals.i  Rt  (|UBndo  esto  Duloron  oído,  D.  Vrára  Comiil  ■ 
n.  fhlrn  Vim  U  Justicia  mandaron  por  parUu  drlBpyquciuMiquamo 
Irolndom  prsqulni  ten  urTdnt  ¡íoh  asul  fucsn  trnudo  por  slnnpi'c 
I  dwlmniDDiniíinti)  d*  Biruda  n  ile  TrawnoDz.  Esto  lodo  a)>a«i»lo 
damMBtrBCriiiUia  iilazliulmtti  drumbas  las  luirtlitoií,  mandaron 
n.  PrriruConid  (  n,  Ptdro  PfrczU  Jntlicla  coD  coaselto  dil  Blajio 
>!•  IdAo*  lo*  oíros  liónos  ommn  qut  on  tllo^rmn  qutaí  bestlaró 
iI*la«iDaair>>s  entra»  en  el  rpgndio  del  tírmlnodeloadeTrairooiiz, 
ijiulManiindc  Traimons  podisHn  iirodrar  ft  loa  roong»  por  ¡a  cnlonlo 
iuaii(UoiQoes  fnirodetifrraíloBomini'ii  de  Tminio«  d«  nu  dnlcnalna- 
mlrnto  iiu*  Al  tvyUttatran  jiatfndoa  los  unox  j  los  oíros  am1>as  las  partidas 
K  fOm/n  iv  eMon  Awunuinanilunüís  tsatiniuniaseDcuya  precmtla  roerán 
h>f  IM  U  Clnrcia  Pronllii  hlai»  de  Tnrimona  e  D.  Oloacbo  l'érgí  ú  U.  Uartiu 
?<T<3  •  o  OarelB  X  imcnei  mía  U.  Xcmca  Pérez  cutoaícus  e  D.  QullUn  Ab- 
bat  dt  Fino  *  D.  Uomlnso  Ann  prior  del  dito  lopir  e  D.  Lop  Ollarer  de 
nu.  Elle  luacouall'roH  i>  d>  los  bonos  ommca  de  Taraiuna  D.  Juan  Virtt 
J^Meta  d>  T«nuoDa  p  U.  XHinen  íiwt  e  D.  Marlin  Vitti  so  trnuino  «  don 
~   '  '  ' !  U.  Juau  P«r«i  justicia  da  Tanuona.  Esto  fo  testo  en  t\ 

Ssiiimbra  t>rldiii  KalenUas  OctoDrla  tra  MCCLXXiUI.  Nos  D.  Jni- 
~   gracia  de  Peus  Rey  dlirai;wi  (  de  mayurchas  o  de  Vnlentiu  coiuIf 
de  Urgol  e  aennor  de  Montjif sler  olorgsmoa  la  presenl  carta 
lU  por  nnoe  =£lgnuiD'¡-Jncobi  Del  gratla  Regia  Arag  (t  majori' 
nel*  commes  Baceb  et  L'rgel  tt  dux  montlsp. — Raymundus  na- 
IcoaiiljuriitusTlraaonpnerPptudominiregisscripsit  per  »!• 
«Tlalt. 


42 

res  góticos,  con  las  rúbricas  de  vermellón,  buenas  már- 
genes, leti*a  al  parecer  del  siglo  xiv,  encabezamiento 
más  moderno  que  dice:  Qnademo  de  libro  de  fueros  an- 
tiguos, y  un  contenido  de  cerca  de  veinte  distintos  fue- 
ros, los  cuales  se  hallan  encadenados  después  de  cada 
rúbrica  con  la  conjuntiva  ítem,  y  tratan  de  fianzas, 
compra  de  cosa  hurtada,  construcción  de  castillos, 
adulterio,  homicidio,  salario  de  los  sirvientes,  prescrip- 
ción, prenda,  posesión,  testamento,  retracto,  hijos  na- 
turales, prole  de  los  clérigos  y  otros  puntos  de  interés. 
No  podemos  pensar  otra  cosa  de  ese  códice  sino  que 
es  copia  de  los  fueros  del  rey  D.  Jaime,  tales  cuales  se 
redactaron  en  1247,  esto  es,  en  castellano,  y  original 
por  consiguiente  (no  el  ms.  sino  el  lenguaje)  del  texto 
latino  á  que  en  1352  se  redujeron  muchos  de  ellos,  se- 
gún aparecen  en  la  colección  cinco  veces  impresa  de 
nuestros  fueros.  Muévenos  á  esta  opinión,  antes  que 
todo,  la  conformidad  absoluta  entre  el  texto  del  códice 
y  el  latino  de  los  fueros  impresos;  y  para  que  pueda 
juzgarse  de  ella  y  del  códice  mismo,  confrontaremos 
dos  trozos,  que  son  los  siguientes: 


B  OUB  QÜR  TÍETÍK  E  P0< 
WX  POR  XX\  ANNÜS  1!T 
I  AHSO  BT  US  DÍA.  DE  PH^SCniPTIONlBUS. 


m.  Qualqiie  Infanzón 
%tro  orne  que  teman  al- 
;uiift  lieredat  jiov  X\X 
laetuuannoetun  día, 
ido  aquest  término  ct 
a  otro  orne  veri'ft  <i\ie- 
,  meter  mala  voz  eu 
l^ueUa  lieredat,  »Í  aqel 
'  qili  la  posseder  podi-á  pro- 
var  quo  »í\c\  qn¡  la  demaii 
da  eutrava  et  exiva  en 
»  villa  oiit  es  la  lie- 
lat,  aqel  qui  la  demanda 
uon  la  puede  conseguir 
|Kjr  neng'una  razón  por 
fuero  üaragón.  Enpei-o  si 
el  possedidor  jiodríi  mona- 
trar  su  nctoritat  por  acrip- 
^tttra  valedora  et  quod  ei 
(ufücere  et  abundare  sibi 
sit  i5e<runt  el  fuero..., 


Qoictimque  Infantio  vel 
alius  tenuerit  aliquam  hc- 
reditatein  pacifice  per  tri- 
giuta  annos  etuuumdiem, 
et  post  transactum  istuní 
ferminimi  alius  Iionio  q»i- 
cnmqnesit  miserit  in  JUam 
ntalam  vocem,  dotnaiidan- 
do  illam  lieredi  ta  teni ,  s¡  ¡He 
quipoasidetpoteritprobare 
snffieienter,  quod  ille  (pii 
eaui  demandat  ingredie- 
batur  et  egrediebatur  ¡n 
villa  illa  ubi  est  bereditaí^ 
antedicta,  qui  eam  deman- 
dat non  potest  nec  debct 
eam  consequi  ratione  qua- 
liqumqiie  secunduní  Fo- 
ruraAragonium.  Si  tamen 
possesBor  jjoterit  probare 
aut  inonstrare  suam  aui'- 
toritateiu  per  scripturaní 
sibi  valiturara  et  quod  ei 
suñicere  ¡mssit  secnndum 
forum  salvo  anno  et  dio 
in  suis  casibus  sicut  couii- 
netur  in  foro  anni  et  diei. 


44 

DB  TOT  SIRVIENT  QUE  DE- 
MANDA SO  SOLDADA  BT  BL 
SENNOR  NEGARÁ,  QUOMO 
DBVE  SEDER. 


DE   MERCENARIIS. 


ítem.  Tot  orne  servient 
qui  será  á  servicio  dalcum 
orne  et  demandara  la  sol- 
dada qual  convinie  con  él 
por  el  servicio  quel  avra 
feito,  et  el  sennor  negara 
quel  nol  deve  tanto  quan- 
to  demanda;  el  sirvient  ju- 
rando sobre  libro  et  cruz, 
el  señor  devel  dar  entre 
gament  toda  su  soldada. 


Serviens  conductitius 
qui  non  completo  servitio 
petit  á  domino  salarium; 
si  dominus  tantum  se  de- 
beré negaverit  quantum 
petit,  jurante  servo  super 
librum  et  crucem  quanti- 
tatem  salarii  quee  reman- 
sit,  solvet  ei  dominus  sa- 
larium remanens  que  quod 
j)etivit. 


Otro  de  nuestros  fundamentos  es  la  grande  analogía 
entre  el  lenguaje  del  referido  códice  y  el  que  se  usaba 
individualmente,  no  ya  en  tiempo  del  rey  D.  Jaime, 
sino  aun  por  el  mismo  redactor  de  los  fueros  de  Hues- 
ca, el  obispo  Canellas,  de  quien  cita  un  diligentísi- 
mo jurisconsulto  í^)  estas  palabras:  «donques  al  rey 
conviene  ordenar  alcaldes  y  lusticias,  et  revocar  quan- 
to  á  eyll  ploguiere,  et  poner  á  eyllos  perdurablement, 
ó  aquillos  entre  los  qoalls  alcaldes  siempre  es  establido 
un  Justicia  principal  en  el   Regno,  el  qual  pues  que 


(1)  D.  Luis  Exea  y  Talayero  en  su  muy  erudito  Discurso  histórtco-juri' 
dico  sobre  la  instauración  de  la  Santa  Iglesia  cesaraugustana  en  el  tewplo 
máximo  de  San  Salvador,  1&14,  nota  442,  en  la  cual  incluyo  también  tex- 
tuales do8  trozos  del  fuero  antigruo  de  Sobrarbe. 


■ere  estallido  ima  veg;ada  del  seyñor  no  es  acos- 
Ptombrado  de  tovller  tal  lusticia  sin  razÓD  ó  sin  gran 


Pareciéudoiios  de  grau  i>eso  ambas  razones,  y  no 
Ppudicndo  sujioner  que  sean  lotf  fueros  de  dicho  códice 
lí  una  inexplicable  traducción  sobre  el  texto  latino, 
alando  sn  lenguaje  denota  major  antigüedad  que  la 
1  tiempo  de  Pérez  Salaiiova  y  1/ipez  de  Sessé  {aiglo 
Tlv).  ni  un  Manual  trabajado  por  algún  curioso,  aun- 
que éste  no  dañaría  á  nuestro  objeto  filológico;  deduci- 
11)08  que  bien  pudo  ser  aquél  el  texto  primitivo  de  los 
íberos  célebres  de  Huesca,   y  bajo  cate  aspecto  lo  he- 
los presentado  como  muestra  del  lenguaje  aragonés 
a  la  primera  mitad  del  siglo  xiii. 
-  Al  mismo  intento  trasladíiramos,  si  nuestra  diligen- 
&  noa  los  hubiese  procurado,  los  muy  antiguos  ro- 
mances aragoneses  con  í^ue  parece  que  piensa  enriqnr- 
T  BU  monumental  Historia  de  la.  Literatura  espaitola 
j  profundo  literato  D.  José   Amador  de  loa  Ríos:  pero 
a  lilibertos  alcanzado  porque  no  hemos  querido  ape- 
r  ¿  los  vínculos  del  comprofesorado  y  la  amistad  que 
D  aquél  nos  unen,  y  eso  por  no  usurparle  la  primaciu 
B  examen  ni  privar  al  público  de  la  superioridad  de  su 
ritica;  nos  parece  que,   aunque  más  remotos  seini 
iqoellos  restos  de  nuestra  antigua  poesía,  nunca  han 
B  fierlo  tanto  como  el  códice  que  acabamos  de  citar. 
?  ea  qne,  A  nuestro  parecer,  esistió,  en  efecto,  una  au- 
¡jljqtltfiitna  poesía  popular  anterior   ciertamente  al  Poe~ 
I  Cid,  y  tal  vez,  como  otro»  dicen,  (aunque  nos- 
8  lo  dudamos)  historia  poética  de  que  hubo  de  ser- 
e  el  autor  de  la  Crónica  general  de  Jispaüa;  pero 


48 

^Sefior  Rey  demandar  en  su  tiempo  é  en  su  lugar.» 

En  lo  que  hemos,  sí,  de  detenernos,  no  sólo  por  lo 
que  hace  á  nuestro  intento,  pero  aun  por  la  importan- 
cia historial  y  política  de  su  contenido  y  sobre  todo  de 
su  hallazgo,  es  en  los  Privilegios  de  la  Unión,  que 
otorgados  por  Alonso  III  en  las  cortes  de  Zaragoza  el 
aflo  1287  y  conservados  dichosamente  en  el  antiguo 
monasterio  de  Poblet,  pasaron  de  él  á  la  Biblioteca  na- 
cional y  después  á  la  de  Cortes  y  fueros  del  Congreso, 
habiendo  entrado  por  fin,  va  para  unos  seis  años,  en  el 
dominio  de  la  Academia  de  la  Historia. 

Dichos  Privilegios  existen,  con  otros  documentos 
relativos  al  mismo  asunto,  en  un  códice  en  folio  menor, 
letra  del  siglo  xiii,  sobre  papel  inconsistente  y  grueso 
con  anchas  márgenes  escritas  á  trechos  por  Zurita,  ro- 
tulado exteriormente:  Escrituras  de  los  reyes  de  Ara- 
gón D.  Pedro  III y  D.  Alonso  III y  de  las  Uniones 
de  Aragón  y  Valencia  y  señalado  con  T.  CL.  M.  139; 
habiendo  venido  afortunadamente  en  comprobación  de 
su  siempre  apreciable  texto  los  Comentarios  autógrafos 
de  Blancas,  escritos  según  el  primer  pensamiento  del 
autor  y  bajo  del  primitivo  título:  In  fastos  de  Jiisti- 
ciis  Araffonum  Coínmentarius. — Porque  es  de  advertir 
que,  entre  el  autógrafo  y  la  edición  que  conocemos 
impresa,  existen  algunas  curiosas  variantes,  ó  mejor, 
algunas  diferencias  nacidas  de  la  poca  libertad  con  que 
pudo  proceder  el  autor  á  la  publicación  de  su  trabajo; 
siendo  uno  de  los  pasajes  suprimidos  el  que  corre  por 
las  márgenes  del  manuscrito,  relativo  á  la  fórmula  del 
juramento  de  nuestros  reyes,  el  cual  nos  fué  dado  á 
conocer  la  vez  primera  por  el  Sr.  Lasala  en  su  impug- 


tación  ú  la  citada  obra  de  Quiuto  ■>  y  fué  después  apro- 
Techado  ¡lor  el  Sr.  Foz  en  bu  Ooiiena  y  fueros  de 
Araffóii  (1850);  y  siendo  otro  ul  que  se  refiere  á  los 
PrivilegioB  de  la  Unión,  de  los  cuales  dice  en  la  obra 
iiujjre^n  i[ue  se  cousevvabau  en  la  biblioteca  del  Arzo- 
biapo  {D.  Femando),  pero  que  él  no  inaiste  en  exjwner- 
los,  toda  vez  que  nuestros  mayores  decretaron  única- 
mente el  que  no  se  biciora  inns  memoria  de  ellos,  no  ya 
como  leyes  del  reino,  noit  ex  patrio  ¡noreat^ue  institu- 
tis  solam,  siuo  aun  como  obra  literaria,  sed  ex  pTÍcatíe 
eliam  Hlhrarum  vtomimenlis  delendam.  lo  cual  no  ie 
retrajo  ^iu  embargo  de  trasladarlos  cuidadosamente  ú 
HLi  manuscrito,  comunicados  que  le  fueron  yov  Zurita. 

Kl  códice  contiene  todo  el  texto  integro  de  cuantos 
documentos  oficiales  se  extendieron  y  cuantas  diligen- 
cias se  practicaron  en  el  asunto  de  tan  famoso  ¡irivile- 
gio;  y  bajo  este  aspecto  parece  una  acta,  proceso  ó 
protocolo  contemporáneo,  aunque  sin  autorización  de 
tintut,  rúbrica,  sello  ni  signo  alguno;  pero  con  la  í>e- 
vcridiid  de  foruiüs,  la  igualdad  de  lenguaje,  la  testua- 
de  documentos,  el  enlace  completamente  curial 
cada  uno  de  éstos,  y  la  imparcial,  fria  y  monóto- 

inarclia  de  un  registro  oficial,  y  no  de  una  relación 
literaria  verificada  con  presencia  de  la  documentación. 

Coufiándouos  h  la  indulgencia  del  lector,  que  no 
jiuede  faltarnos  cuandi.  se  traía  de  darle  á  conocer  un 
importantísimo  códice  basta  boy  inédito,  vamos  á  per- 
aiitirnos  un  extracto  algún  tanto  detenido,  que  ponga 

manifiesto  toda  la  traiiütución  de  este  ruidoso  acón- 


50 
tecimiento,  asi  como  el  lenguaje  usado  en  aquella  épo- 
ca, el  cual,  por  pertenecer  á  tiempos  demasiado  pro- 
venzales,  adolece  de  algunos  resabios  de  este  idioma  y 
puede  servir  para  dar  á  entender  toda  la  influencia  ca- 
talana sobre  la  lengua  de  Aragón. 

Ábrese  el  códice  con  el  extracto  de  las  cortes  de  Ta- 
razona  en  que  se  dijo  al  rey  que  tratase  con  ellas  de  la 
guerra  de  Francia  y  demás  asuntos  de  Estado,  á  lo 
cual  contestó  desenfadadamente  en  1/de  Setiembre 
de  1283  que  entro  ai  aquella  ora  por  si  auiaJHto  síís 
faciendaSy  e  qiie  agora  iw  hi  qneria  ni  hi  auia  mesíer 
Itir  coiiseillo:  i'eplicáronle  que  les  confirmase  sus  pri- 
vilegios, y  les  satisfizo  diciendo  que  no  era  tiempo  de 
facer  tal  devianda^  que  ell  entendía  dar  balailla  a  los 
franceses,  e,  passado  aqnelfeyto,  que  ell  quefaria  lo 
que  deuiese  contra  ellos,  y  estos,  entendientes  et  vidien- 
tes  el  gran  per iff  lo  al  que  el  sobredito  senyor  Rey  que- 
ría sponer  assi  (á  sí)  e  d  ellos,  vedientes  e  encara  en- 
tendientes que  todos,  grandes  e  chicos,  sedian  con  ere- 
bantíulos  corazones,  e  vídíeníes  que  omme  senes  fuero  e 
desafurado  non  fuede  auer  bon  corazón  de  sernir  aquell 
senyor,  et  considerantes  las  non  contables  opresiones  e 
desa/foramientos  que  rccchidos  anian  c  que  recihien 
cada  dia  por  el  dito  senyor  rey  c  por  sus  officiales  ju- 
díos ejudgues  dotras  lenguas  e  naciones,  e  atendioido 
que  rey  al  piadanza  endrczasse  c  millorasse  las  sobre- 
ditas  cosas  rnalfeylas  cada  dia  peor  atcan  e  nenian  de 
malenpcior  absorciendo  la  sagne  e  la  substancia  de 
las  gentes,  parzíendo  tan  poco  al  mayor  como  al  menor; 
considerantes  que  f airan  muy  gran  crneldat  si  piedal 
non  auian  de  ssi  mismos gracia  despiriin  sánelo 


10  SB&re  los  aailes  ficeos-ommes  e  sobre  todos  los  oíros 

unt  ditos  e  eiiflmmlñs  lodos  los  eomzons  en  1  hoYn 

^9^  ImotuoU  qiic  todos  eHseritikji'yaseti  demaudassea 

s  maatttHíeseH  fueros,  cosíumpnes,  usos,  priuile~ 

t,  franqueza.i ,  libertades  é  cartas  de  donaciones  e  de 

mios.  aquellas  que  avian  anidas  con  sk  padre  el 

fc".  r#^  don  Japve  e  cu.t  los  oíros  svs  antecessorex  f 

'  fffl  «Kíi;  f.  todos  ensemble  jitrAroiise  en  h/urma  qve 

tottore , — Kn  cí>ta  jura  ee  dice  t\w  el  traidor  ¿  la  Unión 

t  deutniido  cu  üu  cuerpo  y  bienes,  saina  la  fe  de  sci- 

r  reí/,  e  de  todos  sus  dreylos,  e  de  (odas  sus  reffn- 

w:  que  si  jior  esta  jnm  í-l  procede  sin  juiao  contra 

uno  le  defiendan  todos:  rjue  si  manda  ])rpnderlü  ó 

tatarlo  »n  .■4ent«iieia  del  Justicin,  los  de  la  jura  no  ]'< 

lü'Bii  por  rey,  llamen  h  su  hiju  Alonso,  el  el  dito  don 

ik^bfito  con  ellos  en-^cmble  encalcen  egeten  de  /«  tierra 

itobredilo  rey. 

PpefiAntanse  en  las  cortes  de  Xaragoica  varias  'ini'jnH, 

M8  de  los  nolilrf  despojados  de  sus  dererhos  (en  trein- 

Fta  capituloa  entre  ellos  el  de  las  corte.-*  anniiles),  otras 

yov  jarte  de  los  jurada?  y  iirocuradoref!  de  la  ciudad  de 

Zaraíjozn,  otras  por  los  de  Huesca.  Jaca.  Alrafiiz,  etc. ; 

í  ei)  vista  d''  ellas  el  dito  sensor  reí/  ron  ¡/raut  pic- 

qua-iendo  contornar  su  cara  contra  su  poblé  r 

dir  Ittx  sus  jitslas  e  diffnas  pi'effarias  e  demandas, 

nnfi  fueros,  usos  y  costumlires  y  espidió  el  Príví- 

»io  {general,  el  cual  va  seguido  del  otori^ado  á  W 

¡ncia  (ciudad  (¡uc  cuando  fué  ganada,  se  mantuvo  al- 

pin  tiempo  A  fuero  de  Aragón)  y  de  los  de  Bibagoi-za 

y  'IVnie!. 

Rcmiidoti  todos  en  In  lirlesia  de  San  .Salvador  fcale- 


52 
dral  de  Zaragoza)  innovarouse  en  Octubre  las  juras  he- 
chas en  Tarazona,  diéronse  algunos  castillos  en  rehe- 
uesi  eligiéronse  conservadores  que  mantuviesen  la  tie- 
rra en  buen  estado,  é  hizose  un  ordenamiento  de  la 
Unión  que  fué  reformado  en  8  de  Diciembre;  después 
de  lo  cual  se  mandaron  al  rey  dos  embajadas,  á  las 
cuales  contestó  por  escrito  desde  Barcelona  y  Lérida 
ofreciéndose  á  venir  pasada  la  Pascua  á  Zaragoza;  mas, 
como  no  lo  ejecutara,  remitiósele  una  lista  de  peticio- 
nes, mientras  se  enviaba  á  Roma  una  embajada  com- 
puesta, entre  otras  personas,  de  dos  jurisconsultos. 

Después  de  algunas  peticiones  y  de  la  confirmación 
del  fuero  general,  rogó  y  mandó  el  rey  á  los  unidos 
que  concurriesen  para  el  día  de  San  Juan  de  1284  á 
Tarazona,  y  porque  el  rey  no  habla  cumplido  con  lo 
que  les  tenía  ofrecido,  ni  restituido  las  spoliaciones  fe¡/- 
taSy  í^^  ellos  expusieron  por  escrito  su  negativa  (á  la 
cual  contestó  el  rey)  y  se  reunieron  en  San  Salvador  el 
31  de  Enero  de  1285,  pasando  en  Marzo  á  Huesca  y 
después  á  Zuera,  en  donde ,  por  contumascia  del  dito 
senyor  rey,  dio  el  Justicia  sentencia  sobre  las  querellas 
presentadas,  y  esto  fué  á  3  de  Abril  de  1285.  Y  dióla 
también  sobre  las  que  en  adelante  se  fueron  ])resentan- 
do,  que  fueron  muchas,  ya  de  ciudades  ya  de  particu- 
lares, algunas  hasta  para  averar  infanzonías. 

k})  La  fuerza  i\v  esa  palubni  nos  rccueitla  una  anécdotu  relativa  alcclo- 
lirc  diccionarista  fnuicés  Mr.  Boiste.  Ei-a  hombre  inofcusivo  y  laborioso, 
y,  no  obstante,  fué  conducido  ú  una  prisión  en  dondo  pasó  alj.''ún  tiempo 
hinque  adivinase  los  motivos:  cuando  8US  anii$ifos  se  interesaron  por  él. 
pudoul  lin  averig'uarsc  que  había  llamado  exi»oliudorá  NaiKdcón:  acudióse 
al  cuerpo  del  delito,  ciue  era  su  ¿rran  Diccionario,  en  donde  se  vio  que  de- 
cía SPOLIATKUR,  noxAPARTF.  ;Boistc  no  hacía  sino  declarar  á  Bona- 
I»artr  el  inventor  de  esa  palabrn! 


Murió  el  rey  á  la  aaztJu,  miiíiitraa  su  hijo  Atfouso  se 
liuilaba  en  la  couquista  de  Mallorca,  y  baliiéndose  sa- 
bido que  éste  se  titulaba  rey,  y  hacia  como  tal  dona- 
ionea  y  otras  cosas,  se  reunieron  cortes  eu  Zaragoza 
I  día  de  San  Valero  de  1286  (ya  las  hubo  antes  en  Di- 
mbre,  pero  sólo  trataron  de  contener  á  los  ladrones 
r  malliecliores  que  molestaban  el  reino),  y  acordaron 
í^íacirle  que  viniese  d  jurar  ti  Zaragoza,  y  pava  esto  en- 
TÍaroa  mandaderos  que  se  lo  expusieran  de  palabra.,  y 
non  leuassen  caria  ek  criencia  ni  otra  caria  ho  escripto 
en  qut  eUfaese  damtdo  por  el  regiio  reg  ni  iiifant:  e! 
rey  contestó  que  el  arzobispo  de  Tarragona  y  los  no- 
bles de  Cntaluiía  le  llamaban  rey  en  sus  cartas,  e  jyues 
ellos  clainawan.  á  él  reí/,  non  seiiieyllaba  que  él  sf- 
áeuies  clamar  Mey  In/anl.  ¡wro  ofreció  jurar  en 
:a  y  lo  hizo  en  un  domingo  á  15  de  Abril.  Kl 
Rígiiiente  día,  para  evitar  los  muyíos  desorilenamien- 
s  de  la  casa  del  rey,  e  al  pro  suyo  e  del  reffno  ca- 
,  solicitóse  la  reforma  de  ella,  á  lo  cual  negóse  d 
^  y  se  partió  para  Alag-ón.  En  vano  fué  que  se  le  re- 
fej^riera  para  que  volviese  k  Zaragoza  y  enmendase  lo- 
"  9  los  dailos  causados  á  los  fueros  y  á  las  jiersonas, 
1  vano  que  expidieran  tras  él  las  cortes  de  Zaragusa 
.  171)  los  consejeros  que  hubieran  de  seguir  al  rey 
uta  que'  concediera  las  demandas;  todo  lo  que  ae  ade- 
itó  después  de  dos  mandaderías  ó  embajadas,  fué 
,e  desde  \*alemña  eitaseá  cortes  para  Huesca,  después 
I  lo  cual  todavía  se  repitieron  cuatro  niandaderíaB  ' 
ID&  de  ellas  sobre  las  vistas  que  I).  Alfonso  habia 


54 

tenido  fuera  del  reino  con  el  rey  de  Inglaterra:  y,  por 
fin,  temiendo  la  mala  Toliintad  del  de  Aragón,  envia- 
ron embajadas  para  demandar  alianza  á  la  EglttUL  de 
Xamaf  al  rev  de  Francia,  al  de  Castilla  v  aun  á  los 
moros  i^fol.  95);  pero  el  rey  se  dirigió  á  Ta  razona  en  Se- 
tiembre de  1287,  prendió  á  unos,  ahorcó  á  otros  y  mo* 
vio  una  guerra  desastrosa,  qne  por  su  mismo  mal  ca- 
rácter excitó  á  unos  y  otros  la  avenencia.    El  rey 
deputó  al  Prior  de  la  orden  de  predicadores  en  el  con- 
vento  de  Zaragoza  para  tratar  con  los  unida<^  que  esta- 
ban convocados  en  el  fosal  de  Santa  María  y  le  dio  una 
credencial  en  que  decia  que  siempre  quiso  el  quiere  paz 
fe)  concordia  entre  si  e  sos  gen  (es  sobre  todas  las  cosas 
del  mundo,  pero  que  los  nobles  ^ficieronle  muytas  de^ 
mandas  e  pidiéronle  muy  tos  donos,  los  quales  si  el  otor^ 
//ado  los  ouiesse  sería  muyt  gran  danyo  e  minguamieU" 
to  del  regno  (fol .  98) .  Asi  empezaron  los  tratos,  y  los 
unidos  nombraron  i)ersonas  que  pidieron  enmienda  de 
los  castigos  de  Tarazona  y  de  los  males  de  la  guerra 
que  el  rey  moiiio  á  sii  cuelpa  e  d  su  torto,  que  reclama- 
sen la  restitución  de  su  vispado  al  de  Zaragoza,  el  pago 
de  atrasos  A  los  mesuaderos  v  la  admisión  en  su  conse~ 
jo  de  las  personas  nombraijas  por  la  Unión,  y  que  le 
hiciesen  entender,  que  si  procedía  contra  alguno  de  la 
jura,  de  aquella  ora  adelan  no  ¡o  liengan  ni  lo  ayanpor 
rey  ni  por  senyor.,,  ¿puedan  fer  otro  rey  esenyor  cual 
que)*ran  sines  bla-^mo  e  sines  mala  faina. 

Con  todo  esto  condescendió  el  rev.  v  entonces  fué 
cuando  otorgó  el  famoso  privilegio  de  la  Unión,  cuyo 
texto  es  á  la  letra  el  siguiente   ^fol.  101  v.^"): 

«Sepan  todos  que  nos  U.  Alfonso,  por  la  gracia  de 


Ha 
i  rijy  (le  Araji-oii.   dt:  Mavorchas,   do    Valencia, 
FtCúmijtu  de  Uurceloüa,  poruose  pornuoálrossucessores 
l«Qitu  por  tiempo  rfg'oaraa  eu  Araron,  damo»  e  otorgtt- 
mos  á  uos  uolileü  D.  FortuDyiio  por  aquella  mis- 
1  (rraoia  vispe  de  Zaragoza,  D.  Pedro  Seyíinor  d 
Aycrbe  tío  nuestro,  D,  Exeme  d  Urreya,  D.  Blasco  de 
Ua^n,  D.  Pedro  Jurdan  de  Penna  seynnor  de  Are- 
JlJfBoao,  D.  Amor  Dionis,  D.  Q.  de  Alcalá  de  Quinto, 
liü).  Pedro  Ladrón  de  Vidaure.  D.  Pedro  Kerriz  de  Se- 
(é,  Fortun  de  V'eryua  Sr.  de  Penna,  ü.  Gil  de  Vi- 
JjKlaure,  D.  C'orliaran  Dannes,  U,  Oaliriel  Dionis,  Pero 
S^Ferrandez  de  Vergua  sennyor  de  Pueyo,  D.  Xcmen 
jtPiíreB  de  Pina.  1).  üartin  lioiz  de  Foees,  Forum  de 
IjfcVcrffua  de  Osseni  e  A  los  otros  niesuadcroa,  cauallero:-. 
iWfanzones  de  los  Regns  de  Aragón  e  de  Valencia  e  de 
tiUig'Orza  a^ora  ajustados  en  la  ciudad  do  Zaragoza, 
F*6  á  los  procuradorcü  e  a  toda  la  Universidad  de  la  di- 
lata ciudad  de  Zaragoza,  as»i  &  los  clérigos  como  á  los 
gos,  presentes  e  nuenidore», — Que  noa  ni  los  núes, 
lijritros  sucesores  que  eu  el  dito  reguo  de  Aragón  por 
Atñmpo  regnnran,  ni  otrl  por  mandamiento  uneutroü 
^luatemoü  ni  estemos  fdebe  decir  esleiitemos),  ni  matar 
CteBtemar  mandemos  ni  fagamos,  ni  preso  ó  presos  ¡-o- 
f "jhbre  fianza  de  dreyto  detengamos  ni  detener  fagamos, 
liMigoraiii  on  algüu  tiempo,  (ü)  alguno  ú  algunos  de  no.'j 
iobreditos  rico»  ornes,  me^iiBdero¡>,  cauallei-os,  infan- 
rMons,  procuradores  e  universídat  déla  dita  ciudad  de 
■tftZaragoza,  sgí  clérigos  como  legos,  presentes  e  aiiini- 
¡Esderos:  ni  encara  alguno  <¡  algunoet  de  los  otros  ricos 
tomines,  mes,-,  ca,,  inf.  del  regno  de  Aragón,  del  reg- 
a  da  Valencia,  e  de  Ribagorza,  ni  de  sus  aucesaores, 


»sines  de  sentencia  dada  por  la  justicia  de  Aragón  den* 
;»tro  en  la  ciudad  de  Zaragoza,  con  conseyllo  e  atorga- 
:»miento  de  la  cort  d  Aragón  ó  de  la  mayor  partida  da- 
»mada  e  ajustada  en  la  dita  ciudad  de  Zaragoza.— ítem 
»damos  e  otorgamos  á  los  ommes  de  las  otras  ciutades, 
)> villas,  e  villeros,  e  logares  de  los  ditos  regnos  de  Ara- 
»goii  e  de  Ribagorza,  e  a  sus  successores,  que  non  aian 
;)muertos,  ni  estemados,  ni  detenidos  sobre  fianza  de 
»dreyto  sines  sentencia  dada  por  los  justicias  de  aque- 
»llos  logares  por  que  deuan  seer  jutgados  segunt  fuero 
;>si  doñeas  no  será  ladrón  ó  ropador  manifiesto  qui  será 
)^trobado  con  fuerto  e  con  roparia,  ó  traidor  manifiesto. 
;»Si  por  auentura  algún  justicia  ó  offiicial  contra  aquea-  ' 
}»to  &ra,  sia  del  feyta  justicia  corporal.  Et  a  obseruar, 
»tener,  complir  e  seguir  el  present  priuilegio,  e  todos 
»los  sobreditos  capitoles  ó  articlos,  e  cada  uno  dellos, 
»e  todas  las  cosas,  c  cada  una  en  ella  e  end  cada 
»uno  dellos  contenidos,  e  non  contrauenre  por  nos 
»ni  por  otri  por  nuestro  mandamiento,  en  todo  ó  en 
»partida,  agora  ni  algún  tiempo;  obligamos  e  pona- 
»mos  en  tenencia  e  en  raheuas  á  uos  e  a  los  vues- 
»tros  sucessorcs  aquestos  castiellos  que  se  siguen  fson 
»diez  y  sieU^  entre  ellos  Uncasiilloj  Malouy  Xi^dUy 
»Daroca,  Hícesca  y  Morella),  jus  tal  condition  que  si 
)>nos  ó  los  nuestros  sucessores  que  por  tiempo  regnarán 
»en  Aragón  faremos  ho  veniremos  en  todo  ó  en  partida 
»contra  el  dito  priuilegio  e  contra  los  sobreditos  capito- 
)>les  ó  articlos  e  las  cosas  en  ellos  e  en  cada  uno  dellos 
» contenidas,  que  daquella  hora  adelant  nos  e  los  nues- 
»tros  ayamos  perdudo  por  a  todos  tiempos  todos  los  di- 
»tos  castiellos,  de  los  quales  castiellos  uos  e  los  uues- 


«íKHpodades  fucer  e  Tag-ades  j'i  todas  luieatms  propias 
» voluntades  assi  como  <le  uiiestra  propia  cosa,  e  dar  e 
«Hurar  aquelloá  castiellos  si  querredes  á  otro  rey  e  se- 
jtynnor,  por  esto,  por  que  si,  lo  que  Dieus  non  quiera, 
sBOs  ó  los  nuestros  sucessores  confirajnmiessemos  A 
»1bs  cosa^  sobreditas  en  todo  ó  en  partida,  queremos  e 
«otorgamos  e  expresaanieut  de  certa  sciencia  asi  la  om 
Mcomo  ancora  consentimos  que  daquella  ora  a  nos  ni  i'i 
»lo3sticesfíores  ni  fe»)  el  dito  líeg-node  Aragón  non  ten- 
«gades  L¡  ayades  por  Rejos  ni  por  seynnores  en  algún 
•tiem|JO,  ante  sines  alguTi  blasmo  de  fe  e  de  leyaldat 
«podades  facer  e  fagadea  otro  Rey  e  Seynnor  qual  que- 
«rredes  e  don  querredes,  e  dar  e  liurarle  los  ditos  castie- 
»Uose  a  uo»  mismos  en  uaí<allos suyos,  etnos  ni  los  nues- 
•tpoa  sucessores  nunca  en  algún  tiempo  á  vos  ni  á  los 
Asocefisorca  demanda  ni  question  alguna  nos  en  fagam . 
sni  ñicer  fagamos,  ni  end  podamos  forzar,  ante  luego 
«de  [ireswnt  por  nos  e  por  nuestros  sucessores  soldamos 
»(Uffin¡cIament  e  quanta  a  vos  e  ú  nuestros  sucessores 
üide  fe,  de  jura,  de  naturaleza,  de  fieldat,  de  seynnorio, 
»dc  v>issaIlerÍo  e  de  todo  otro  cualquiere  deudo  de  Tas- 
ffsayllo  ó  natural  deiie,  e  y  ea  tenido  á  seynnor  en  qual- 
»qniem  manera  o  razón.  E^todos  íoa  soLreditos  articlos 
»ó  capitules,  e  cada  uuo  dellos,  todas  las  cosas  ecada 
itanaeu  ellos  c  en  el  dito  priuilegio  contenidos,  atender, 
»e  complir,  e  seguir  e  obseruar  á  todos  tiempos  e  en  al- 
•gimo  no  contrauenir  ]}or  nos  e  los  nuestros  sucessores 
sjuranios  á  nos  por  DÍoa  e  la  cruz  e  los  sanctoa  euan- 
«gelios  delante  nos  puestos  e  corporalment  tocados.— 
«Actum  est  Cesaraugusta  V  Kal,  jan,  anno  domini 
l£CC!LXXXseptimo.=Signimi  Alfonsidei  gracia reg. 


58 
)^Aragouum,  Mayoric.  et  Valenc.  ac  Comes  Barchin.-* 
^TeBteH  8uut  Artal  Kogerii  Comes  Palljaríensis,  P. 
)>Fcr(linandí  dominas  de  Ixar  patruus  predicti  domini 
>RegfÍMy  O.  de  Anglaría,  Br.  de  Podio  viridi,  Petras 
x>SeHHe.—- Signum  Jacobi  de  Cabannis  scríptoris  da,  do- 
//miiú  Regís,  et  de  mandato  ipsius  hoc  scribit,  fecit 
»i't  dauAÍt  loco,  die  et  anno  preí¡xis.x> 

Del  otro  Privilegio  que  también  se  otorgó,  conforme 
tíou  el  anterior  en  su  lenguaje  y  en  casi  todo  su  conte- 
nido formulario,  y  por  lo  demás  extractado  también  en 
tíl  cap.  U7  del  libro  IV  de  los  Anales  de  Zurita,  sólo 
copiaremos  ol  principio  porque  en  él  se  dan  á  conocer 
las  libertades  que  alli  se  consignaron  «...Que  daqui 
j»iideluut  nos  e  los  sucessores  nuestros  ¿  todos  tiempos 
jk»clumemoH  o  fagamos  ajustar  en  la  dita  ciudad  de  Zara- 
^^om  una  uegada  en  cada  un  ano  en  la  fiesta  de  todos 
jftsanctüs  del  mes  de  noviembre  cort  general  de  aragone- 
vHCH,  4*  a(|uelloH  que  á  la  dita  cort  se  ajustaran  ayan  po- 
)><ler  (lo  eslej-r,  dar  et  assignar,  e  eslian,  den  e  assig^en 
^fouHeylleros  a  nos  e  a  los  nuestros  sucessores,  et  nos 
/>(!  los  nuestro  sucessores  ayamos  e  recibamos  por  con- 
»seylleros  a(|uellos  (jue  la  dita  cort,  o  la  part  della  con- 
»cordHnt  a  acjuesto,  con  los  jurados  ó  procuradores  de  la 
»dita  ciudad  esleyran,  darán  e  asignarán  a  nos  e  a  los 
»nucstros  secessores,  con  cuyo  consevllo  nos  e  los  núes- 
»tros  succesores  gouernemos  e  aministremos  los  regnos 
»de  Aragón,  de  Valencia  e  de  Ribagorza...  los  quales 
»conseylleros  sian  camiados  todos  o  partida  de  ellos 
»quando  a  la  cort  uisto  será  o  a  aquella  part  de  la  cort 
»con  la  qual  acordarán  los  procuradores  o  los  jurados  de 
»Zaragoza .  ítem  damos,  queremos  e  otorgamos  a  nos 


sque  nos  ni  los  nuestros  siicessores,  ni  otri  j)or  nuebtro 
'.maiHlamiento,  non  detengamos  prisos,  embargados  ni 
•empai-mlos  sobre  fianza  do  ilreyto  lieredamientos  ni 
MjOBlegqtiiere  otros  Ijicncs  de  vos  sobre  ditos  iioble.t 
xetc, ,  sines  de  senU-ncia  dada  por  la  Justicia  de  Aragón 
adentro  en  la  ciudat  de  Zaragoza,  con  consejllo  exprea- 
»so  ú  otorgamiento  de  la  cort  de  Aragón  rlnmnda  e 
Mtjustsda  eu  la  dita  ciudat  de  Zaragoza.» 
£1  códice  continúa  documentando  la  entrega  del 
icipe  de  Salevno,  i'omo  en  rehenes,  mientras  se  Íta- 
la de  los  castillos:  la  entrega  de  estos;  la  obligación 
lie  los  rellenes;  la  embajada  que  se  dirigió  al  rey  (por 
lio  haber  concurrido  para  el  día  de  S.  Matías  de  1288) 
diciéndote  que,  ui  no  venia  para  el  de  Ramo»,  aiirúiu 
r  e  cerguar  conse¡/l(o  e  ajuda  de  qui  quiera 
fitalfuüra  mmiera  rjiie  untes  e  majUtyr  trobar  lo 
!»...  la  qual  cosa  si  an  de/ucer  les  pesara  inulto 
de  coraioii,  porque  twit  querñan,,  si  Seus  e  el  Semior 
rcjf  quissies,  tens}'  ni  seguir  olra  carrera  qve  la  sui/a; 
las  coi-ItfS  (|ue  celebraron  los  unidos  en  Zaragoza  eu 
1289  y  la  maudaderiu  que  de  ellas  resultó;  el  ordena- 
miento (juc  hicieron,  en  tuerza  de  no  haber  cumplido 
rey  con  lo  jjoctado,  juramentándose  para  entregar 
dutilloij  á  otro  señor  ó  seüores,  jiero  reservándose 
Atrecho  de  volver  á  la  obediencia  del  rey,  si  éste  se- 
ffñtnt  ¡a  forma  del  pritilegiu  enmendara  e  compliru 
todas  las  snh'editas  cosas  que  por  él  fallecidas  son,  tt 
fiítÁ  todfí  aquello  qun  a  facer;  las  quejas  dadas  al  rey  en 
la  iglesia  de  íiían  Salvador;  el  juramento  que  prestó;  los 
roniiojcToa  y  oficiales  de  su  casa  que  le  aefialaron  y 
deliberaciones  que  tuvo  su  coneejo:  con  lo  cualj 


62 

sobre  el  conipromis  de  D.  Juan  Fernández  de  Heredia 
(1368),  cuyos  documentos  se  hallan  en  el  archivo  de  la 
Audiencia  de  Zaragoza,  escaso  en  general  de  los  ante- 
riores al  siglo  xv;  la  nota  escrita  al  frente  de  un  libro 
compuesto  antes  de  1382  por  D.  Juan  Pérez  de  Mugre- 
ta  y  copiada  por  Latassa  en  el  tomo  II  de  su  Bibloteca 
antigua]  las  palabras  que  de  D.  Juan  I  nos  traslada 
Blancas  en  sus  Comentarios  v  el  discurso  de  la  corona 
pronunciado  por  D.  Martín  en  1398. 

Entrado  el  siglo  xv,  ya  el  punto  que  debatimos  ofre- 
cería toda  la  evidencia  imaginable,  y  á  la  verdad  ni 
aun  lo  traeríamos  á  cuento  sino  fuera  por  continuar  la 
materia  hasta  la  definitiva  reunión  de  las  coronas;  puess 
])oi'  lo  demás,  es  ya  muy  poco  lo  que  hacen  á  nuestro 
intento,  así  la  proposición  y  el  juramento  de  Feman- 
do I  que  se  conservan  íntegros,  como  la  hermosa  carta 
de  Juan  II  escrita  en  la  víspera  de  su  muerte  á  su  hijo 
D.  Fernando  el  Católico,  como  la  mucho  más  famosa 
del  Justicia  Giménez  Cerdán,  como  las  obras  del  Infante 
D.  Enrique  de  Araj^ón,  autor  ó  digamos  traductor  del 
Isnpele  hfisíoriado.  como  la<  del  i)ríncipc  de  Viana  á 
quien  debemos  naturalizar  en  Aragón  para  nuestro  ob- 
jeto, como  las  del  i)oeta  Podro  Torrellas  y  el  famoso 
Pedro  Marcuello,  de  cuyo  prosaico,  pero  muy  curioso 
])oeta,  so  conserva  el  ejemplar  manuscrito  de  un  libro 
de  devociones,  todo  en  coplas  de  arte  menor,  que  de- 
dicó y  entregó  á  los  líeyes  Católicos  en  1182  '^\  ' 

íl;  Hrinos  tenido  el  íí^sto  de  h:il)crle  á  las  munos  y  mrrccp,  como  obm 
artística,  los  eloírios  i^ue  lo  tributa  I*atat<sa:  está  escrito  en  vitela  y  letni 
erótica  y  tiene  muchísimas  y  muy  bellas  miniaturas,  pero  en  su  texto  hay 
harto  menos  que  admirar,  y  á  veces  se  entremezclan  en  las  devociones  los 
intereses  i'irticulares  del  autor.  |K)r  ejemjdo  el  de  mejorar  de  alcaydia. 


Para  terminar  ésta,  qiip  es  la  iirímei-a  parte  de  !a.s  dos 
en  i(uc  dividimos  uuestro  trabajo,  ifo  será  inútil  aHadir 
alg^uiias  lineas  acerca  úiA  reino  de  Navarra,  cuyas  ann- 
kigiiu  con  t'l  de  Aiagv'm  so»  bajo  ui¿m  de  uri  aspecto 
reparables.  Los  origines  de  la  reconquista  fueron  á  la 
verdad  ídéntícoá  en  ambos  coiiiarcns,  liabiendu  lidiado 
I- unos  y  otros  en  las  niontaiiat<,  que  los  árabes  llamaban 
f  indistintamente  tierra  de  Atranc,  y  habiendo  contribui- 
[  do  de  consuno  á  la  creRciún  de  la  nueva  nionaniuía  fon 
lias  liioitnciones  que  yason  de  Iodos  conocidas.  Viniendo 
lA  más  dnroí  tiempos,  se  sabe  que  Alonso  el  Balfl- 
rllador  dio  fueros  arag:oneses  á  un  íj;ran  número  de  pnc- 
l/blos  de  Navarra,  concediendo  á  Tudela  el  privileg;io  aa- 
I  ra^üauo  de  Tortumper  (ortitiii,  que  consistía  en  la  fa- 
\  eultadde desagraviarse  cada  uno  asi  propio,  y  otorgando 
á  la  mi¿ma  villa  y  á.  todo  lo  que  Iioy  es  su  meríndad 
;  el  fuero  de  Sobrarbe  que  más  tarde  m  convirtió  en  fiíem 
ral  de  Navarra.  También  es  cierto  que  annque  esti- 
llo pcrtene:u.-n  i^ii  su  lenguaje  á  la  ¿¡>oca  de  I).  Ramiro, 
ÍLipiic»  alfíiinos  refieren  su  confección,  fué  por  lo  aie- 
luos  arreglado  t-n  c^istídlano  para  los  navarros  en  el  r-i- 
■irlo  \iii.  copiado  pura  la  reina  el  nilo  1346  con  loi<  de 
F  Jaca  y  Külrlla  f/i  ííííohíií  de  Xavarra,  coníinriado   re- 
'  {lotidais  veces  á  alyunos  pueblos  «un  cu  el  sifrlo  x\  i. 
,  impreiio  en    ICK6  y   1S15,  con  supresión  de  ciertas 
púIíaE  y  ]>rnebas  deuiasiado    btirbarus  ó  indecentes, 
y  observado  en  luuclm  parte  ^■^^  basta  nuestros  días, 
I  Mendo  todavía  frecuente  cu  los  escríbanos  el  extcn- 


6i 

dar  loü  cou  tratos  matríinoniales  á  fuero  de  Sobrarte  ^ . 
[(fualmentc  se  dio  á  algxmos  pueblos,  pero  en  latin.  el 
fauosisimo  de  Jaca,  coocediéndose  va  en  1 129  á  los 
francos  que  poblasen  el  Burgo  de  San  Saturnino  en 
Pamplona  y  todaTia  en  1497  á  Santistéban  de  Lerin. 

Y  sí  á  todo  esto  agregamos  las  afinidades  que  habian 
de  imprimir  entre  alto-aragoneses  y  navarros  sus  mis- 
mais  montanas  al  norte  y  su  misma  ribera  al  mediodía: 
sus  hermandades  establecidas  en  los  siglos  xiu.  xiv  y 
xv;  su  casi  idéntica  legislación;  sus  iguales  condiciones 
¿  intereses  durante  la  reconquista;  su  común  origen 
monárquico,  cuando  no  'como  aconteció  también;  sus 
mismos  reyes;  su  compañerismo  en  las  más  notables 
empresas,  como  en  las  batallas  de  las  Navas  y  Alcoraz, 
y  finalmente  su  mutuo  comercio,  en  que  se  sabe  que 
Zaragoza  surtia  á  Navarra  como  consta  de  documentos 
Iiertenecientes  al  siglo  xiv)  de  artífices,  físicos,  medica- 
mentos v  aun  toreadores:  fácilmente  se  convendrá  en 
la  perfecta  conformidad  de  su  lenguaje*  respecto  et 
cual  ¡lodrian  ser  comunes  todas  las  observaciones  que 
llevamos  hechas,  debiendo  auadir  solamente  que,  a}>e- 
sar  de  hablarse  el  vascuence  en  muchos  pueblos,  el 
lenguaje  oficial  fué  sin  embargo  el  castellano,  sin  que 
de  a^juel  idioma  primitivo  exista  un  solo  monumento 
lii  en  el  archivo  de  la  Cámara  de  Comptos  ni  en  el  de 
la  Diputación  de  Navarra. 

Pues  bien:  .si  se  concede  á  este  reino  la  analogía  f^ue 

Lft  Síibr'irhe  n.z  T"*^^!*^.  coüio  dice  áitMDpre  Vaii;^as.  ú  -luien  se  'It*:*- 
rn  píAi'le  U  prinif:r<i  C'^pia  i\\it  los  nuvaircs  han  tenido  de  el,  pues  íes  ha  :>i- 
<lo  desconocido  much«.'S  si¿j'l».«  hasta  que  en  l*<Üse  sacó  un  tnuslado  para  ei 
urchivo  de  Pamplona  fíor  el  académico,  hoy  obÍ!>po  en  Palma.  P.  Mig'Ui'i 
i^.ilv.i. ;  .  rru  de  "-«ta  p*>r  D  J'.'-:ó  Vangrua*  para  el  de  TudeU. 


dfl  hecBo  tíene  con  el  de  Aragón  >'J ,  y  si  partiendo  de 
alii  son  licitas  latí  ¡triicbas  que  de  él  emanen  para  con- 
firmar las  que  llevamos  expuestas,  entonces  podemos 
asegurar  que,  aparte  los  obras  i^oéticas  del  g-iigto  ¿ 
idioma  lemosin  ■*>,  en  lo  demás  todo  conduce  ú  demos- 
trar que  Navarra  siutió  la  influencia  arag:onesa  y  i\ue 
bUí  no  se  uiiiirou  los  idiomas  latino,  temoijiu,  francés 
ni  vascuence,  sino  sólo  el  castellano  desde  que  tuvo 
nacimiento.  Cuantos  documentos  hemos  examinado  nos 
han  conducido  á  esa  misma  conclusión:  liemos  obser- 
vado que  liasta  la  uiitad  del  siglo  xn  no  hay  un  solo 
documento  que  no  sea  lutiuo;  que  desde  entonces  se  ha 
usado  con  preferencia  al  latín  y  con  exclusión  de  otros 
el  romance  puro;  que  el  fiíero  general  de  Navarra,  el 
cusí  tiene  pasajes  tomados  á  la  letra  del  de  Sobrarte, 
entre  ellos  el  prólogo  y  el  articulo  I  sobre  la  elección 
de  rey,  ofrece  una  muestra  del  lenguaje  \a  bastante 
formado  que  se  U!<aba  cu  la  primera  mitad  del  si^Io 
xni;  que  en  las  donaciones,  privilegios  y  demáü  instru- 
mentos públicos  hay  absoluta  analogía  con  las  prácli- 
cas  y  el  lenguaje  de  Aragón  hasta  en  las  fórmulas  ó 


I IJ  Kd  1«  Mni'orla  loArt  ti  fciuliiUiina  iiiir.  (irciiiiulii  |Kir  lü  Aciulrmlo  il<' 
la  Blet«rla<  lia  Hido  imbllcaitii  tn  I806  por  nu  autor  D.  Antonio  dt  \a  Kiro- 
•nra  7  Hctíb,  bv  onUenda  ¡«ic  Coronilla  4*  ATugin  Ib  reuniOn  di  KnvniTt, 
An^6n.  CBtaliibu  7  Vnlraein,  y  rFKiweto  da  Un  úcm  primiiroi  reinas  srdicr 
nruíf  tiíii  <[«'  fti  uiiu  mliuiu  rl  arigea  y  '■■usa  de  «nban  nwnwrquiw,  íI- 
niBllátuvini  Avwrrollo  |H>iÍtko,M^itUoaHU  ligiKiaclÚn  iiivll,)r  bu  iimereoo 
y  nurctu  «ocUt  ile  uii  iuIkiou  iwrkUir  euii  jioco  iwiitilhIMilIffreafbu.  [¡<L- 
elnas  W  y  40.^ 

W  Bu  IKl*:  irahIlcA  11.  I'ahlo  dn  numaiii  un  pounm  lemusín  «obn  la 
Ouim  cItH  ña  l*aii>|'lnQa  '.slg.  xiiij  eumpütito  por  sl  ri'BDMs  tluUkmiu 
Antlltr*:  «>no  eomu  mi  ve  nu  t»  literatura  navarra,  pero  u  cita  pcnquo  tu 

rl  prfllogo  coatienr  Dlsiinm  uUservscloncs,  conibruics  con  las  uueetisii,  re- 

"""         ■  ---  „^  vulgar,  dd  litloiau  Irmon'n. 


66 

rúbricas  curiales;  que  esto  no  se  verifica  sólo  en  los 
pueblos  comarcanos  al  reino  de  Arag-ón,  como  Tudela, 
Cascante  ^^^  y  otros  de  esa  merindad,  sipo  aun  en  los 
más  avecindados  al  Pirineo,  y  por  consiguiente  más 
sometidos  á  la  influencia  francesa  ó  vascongada;   que 
es  finalmente  en  casi  todos  ellos  tan  idéntico  con  el  de 
Aragón  el  dialecto  familiar,  como  que  apenas  hay  pa- 
*labra  ó  frase  que  no  les  sea  perfectamente  común,  ob- 
servación que  liemos  hecho  prácticamente  recorriendo 
el  reino  de  Navarra  antes  y  después  de  formar  nuestro 
Vocabulario,  pero  que  no  puede  hacerse  sobre  el  Dic- 
cionario de  las  palabras  anticuadas  que  contienen  los 
documentos  de  Navarra  (por  D.  José  Yangüas  1854), 
en  donde,  si  bien  se  hallan  explicadas  cerca  de  rail  qui- 
nientas voces,  son  simplemente  anticuadas  á  nuestro 
entender  (esto  es,  corrientes  en  los  documentos  de  Cas- 
tilla) muy  cerca  de  mil  de  ellas,  siendo  curiosas  y  dia- 
nas de  estudio  ( algunas  por  su  origen  francés)  unas 
cuatrocientas,  y  no  llegando  á  cuarenta  ^^  las  que,  co- 


cí) Véasr  una  muestra  de  l(;n^ajc,  que  suponemos  inédita,  tomada  tic 
un  documento  que,  con  otros  varios  dol  sig"lo  xiv,  hemos  visto  en  el  archi- 
vo municipal  de  aquella  ciudad.  Es  un  Ordenamiento  sobre  distribución 
de  a^uas,  su  fecha  1254:  «Memoria  sea  para  todo  tiempo  ad  in  perpetuuiu 

como  auemos  las  agruas  de  Tarazona los  de  Tudela  todos  los  doce  meses 

del  anuyo  en  cada  mes....  e  deuen  ir  el  alamin  cristiano  e  el  alaniin  moro 
con  lures  cauaccquias  guardas,  ct  deuen  ir  á  Tarazona  el  XXI  del  mes,  por 
la  almoceda  e  deuen  citar  á  los  zabacequias  del  rio  mayor  de  Magallon  ct  a 
todos  los  otros  zabacequias  de  los  otros  rios  do  Tarazona,  e  a  otro  dia  de  la 
manyana,  que  es  XXII  dias,  que  sean  todos  en  la  presa  de  Ma^llon  al  foI 
salido,  etc.» 

(2)  Tales  son  adala.  a.trebttdo.v  (alrcudar),  ntiirar,  calonia,  cena,  román- 
<í«,  ctíf  Iré,  líoMccfs  (d  micas),  du  I  o,  enraizar  (ensalzar),  efnjiaranza,  encaro, 
csnoliar,  ganancia  (hijos  de)  goaitar  (aguaitar),  greu  (g-reuffel,  honor,  juhr- 
ro^  lecxa  (leja),  lezda,  mala-vos,  meitadetico,  parar,  prtreilhj  rabal,  vistrncr, 
zabazeqw'a  y  zalmedina. 


67 
teranieutc  nrag«ne»aii,  liahiainotí  iuclmdo  ya 
nosotroi?  eu  uucütro    Vvcalmlario. 

IJueila  pues  rieiiiostrndo  con  la  historia  de  Aragón, 
y  comprobado  con  la  do  Navnrra.  tjiie  en  estes  reiuos 
tnvo  el  idioma  ci^paíiol  las  uiisnias  vicii^itiidtííi  y  éjiocas 
quu  en  Castilla,  ú  quien  venció  bujo  más  de  un  aapcc- 
te,  sin  r|ue  nimeit  bayna  existido  iii  existan  hoy  mismo 
sino  aquellas  direreucias  natnrules  entre  ¡irovincias  que 
cultivaron  diversas  relaciones,  que  mantuvieron  entre 

:  si  por  más  6  menos  tiempo  eierto  forzado  nidamiento. 

I  y  que  en  al^ún  modo  uouservaron  su  curáeter  tradicio- 
nal y  con  él  alg-unos  resabios  y  modismos;  pues,  couio 
dice  el  anónimo  antor  del  Biáloi/o  de  lus  Ifuz/nas,  «ru- 
da ¡iroviucia  tiene  sus  vocablos  [¡rojííon  y  sus  uiaucra-s 
jiropias  de  decir ,  y  es  asi  que  el  arugoná»  tiene  unos 
■vocablos  projñoa  y  unaa  maneras  propias  de  decir  y  el 

'  audaluz  tiene  otros  y  otras.» 

i       I'cro  sólo  hablando  con  impropiedad  se  puede  t;onei- 

I  dcrar  á  1»  firaj^nesa  t;omo  tal  lengua,  por  más  que  un 
nutor  moderno  diga  (jue  «hasta  la  misma  Andalucía  y 

Íel  AtHgún  no  se  hun  emancipado  aím  completamente  de 
atl8  primilieos  idiomas, »  y  por  más  que  eu  k  comedia 
I  Tuoi'ina  de  Jaime  Huete  se  dit^a;  (tj)ero,  si  por  ser  aii 
[  natural  lengua  arafroncsa,  no  fuese  por  muy  cendrados 
f  tórminos,  cuanto  «  esto  merece  jicrdon,»  Otra  cosa  e« 
t  que  cu  l'>s  autores  aragoneses  se  note  tal  cual  locueiiin 
I  A  inodÍHino  pi-ovinciu),  como  los  notó  en  Zurita,  aunque 
,  eu  ¿1  «nn  rarífiimos,  el  critico  .Sepi'ilveda,  ó  como  se  vi?:- 
'.  liimhran  en  Avellaneda  en  qiUeii  á  posterhri  han  ¡)odÍ- 
do  advertirse  desde  que  Cervantes,  que  debió  de  cono- 
6  ar.igoiu'^s  en  vario¡*  jias;ijes  del  Qttijok. 


68 

Esto  es  lo  que  nosotros  creemos,  pero  no  que  el  ara- 
gonés fuera  lemosin  ni  tampoco  que  formara  un  idioma 
aparte,  como  ya  hemos  dicho  que  algrinos  lo  han  creído: 
no  quieren  decir  más,  aunque  parece  que  lo  dicen,  los 
que,  como  Z  urita,  Hartón  y  otros,  se  refieren  á  un 
leng'uajc  aragonés  con  honores  de  idioma. 

Zurita,  en  una  de  sus  muv  razonadas  cartas  al  sabio 
arzobispo  D.  Antonio  Agustín,  á  quien  combate  con 
una  solapada  ironía  que  no  todos  han  notado,  dice  las 
siguientes  palabras:  «En  las  oraciones  (arengas)  que  se 
»pudieran  poner,  yo  confio  muy  poco  de  mi  retórica,  y, 
»demas  dcsto,  soy  muy  enemigo  dellas  y  me  desagra- 
»dan  en  estremo  las  de  üuichardino,  aunque  sean  muy 
»elegantes,  y  las  de  Hernando  del  Pulgar;  y  nosotros 
>>los  aragoneses  en  esta  parte,  Señor  limo,  tenemos 
»algun  reparo  y  voces  propias  de  nuestra  tierra.» — 
El  P.  León  Benito  Martón  dice  á  su  tumo: 

«Uso  de  algunos  términos  de  Aragón  rigurosos, 
»aunque  parezcan  diferenciarse  de  los  de  la  corte  ó 
»modo  de  hablar  español  que  juzgan  mas  elocuente: 
>>Deinó.stoncs  y  Platón  escribieron  en  lengua  ática, 
»Hij)6crates  oii  jónica,  Teócrito  en  dórica  y  en  cólica 

»Safo,  Alceo  y  otros  autores hasta  persuadirse  era 

»el  de  sus  ciudades  el  propio  y  mejor  ó  mas  limado  de 
>>la  lengua  griega:  lo  mismo  les  sucede  á  las  regiones 
»de  España,  al  creer  varios  pueblos  es  su  estilo  el  mas 
»espanol,  entre  los  cuales  no  sobresale  poco  Zarago- 
»za». — Mucho  antes  I).  Gerónimo  de  Urrea,  en  su  DUi- 
logo  de  la  verdadera  honra  miliíarj  hacía  decir  á  uno 
sus  inti^rlocutores,  «Huélgome  de  ver  cómo  voy  hacien- 
do fruto  en  vos,»  y  el  otro  contestaba:  «Gracias  á  mi 


(30 
IBÍento  y  no  &  vuestro  romance  aragonés  retóri- 
co y  g^rosero.»  En  nuestros  dias  ha  publicado  el  erudi- 
to Sr.  Gayangos  iaa  Con'iolacio'ies  del  Autíiiapa  Luna, 
traducidas  (dice)  por  él  ó  algi'm  arag-onés,  «como  lo 
muestran  claramente  el  g-iro  de  la  frase  y  el  estilo, «  cuya 
obra  dA  al  público  para  ejemiJlo  del  estilo  y  lenguaje 
castellano  usado  en  Ara^n  en  el  úg\o  xv;  pero  ese  esti- 
lo y  lenguaje  discrepan  tan  poco  de  lo  que  se  usaba  en 
Costilla,  que  no  sal)eiaos  como  citar  alguna  cosa  que  se 
rezca  á  ar8gt)nesa,  á  no  ser  que  se  tengan  por  tales 
tjuel  muy  tifr/io  llorante  en  tiempo  de /rio:  ■■■.  «en  Dios 
was  consolticion;»  «oye  á  San  Gregorio  A  li  conse- 
hílfe;»  wJob  derechero,  é  teniente  A  Dios,  ¿partiente  del 
tí,  et\  el  cielo  lo  coliraras perpetual: t-  «muchas  de  te- 
^»  «parqiit  non  hayades  fatlgacion  en  nuetlras  cora- 
tt;í>  «lio»  será  dada  corona  de  ff loria  sima  al  pe~ 
líe  lejilimamenle:»  m  las  ánimas  espinan:')  «non 
Pl  tnfíiesíer  mucha  sal/idnría  de  cocineros  nin  de  arte 
'«  cocinar.^ 

^  En  el  Musco  Unieersal  se  publicó  una  poesía  cat>a- 

ft  que  decia  ser  imitación  de  h  poesía  y  leugna- 

farttffonés  de  principio  del  siglo  xiii,  y  no  liay  nada 

b  tal  cosa,  por  más  que  su  autor  (D.   Ratael  Boíra^ 

feWeee  nacido  en  Aragón  y  aun,  segi'in  hemos  oído, 

Itteae  inédito  un  pequeño  diccionario  arag-onéa  y  por 

siguiente  debiese  saber  lo  que  decia  en  este  punto; 

5  nosotros  no  acertamos  á   encontrar  niós  arago- 

mos  que  los  del  verso:   'lEl  laúd  vioxen  Luesias 

"  apresta  et  iidovn.y  Y,  para  concluir  esto,  en  el  Siglo  de 

oro  de  la  ¡«esla  aragonesa  liaciau  tanto  alarde  de  es- 

mñoliiono  nuestros  poetas,  y  sobre  todo  nuestros  cri- 


'70 

ticos,  que  á  uno  ele  aquéllos  se  privó  de  premio  en 
un  certamen,  porque  en  vez  de  haz  habla  escrito /ry o. 

Sobre  el  fingido  Avellaneda,  á  quien  hemos  citado 
no  ha  mucho,  y  cuyo  lenguaje  se  ha  examinado  muy 
l)oco,  nos  permitiremos  una  ligera  digresión,  por  lo 
que  tiene  de  interesante  á  nuestro  objeto  y  por  la  cele- 
bridad que  alcanza  todo  lo  que  se  roza  con  el  Príncipe 
de  nuestros  ingenios. 

Cervantes  publicó  en  1605  y  después  en  1608,  las 
cuatro  Partes  de  D.  Quijote,  que  después  quiso  que  se 
llamaran  una  sola  y  primera  Parte,  A  la  cual  dio  cima 
con  el  encantamiento  del  héroe  manchego,  razonable- 
mente maltratado  por  el  cabrero  y  los  disciplinan- 
tes y  restituido  con  aquella  industria  á  su  aldea,  en 
donde  el  autor  le  dejó  tan  finado,  como  que  habló  de 
lo  poco  que  la  tradición  conservaba  acerca  de  sus  pos- 
teriores arenturas  en  Zaragoza  y  concluyó  con  los  ver- 
sos que  á  su  muerte  se  escribieron,  pero  dejando,  no 
obstante,  al  lector  co»  esperanza  de  la  tercera  saU4n 
de  D,  Quijote.  Al  cabo  de  algunos  años,  y  cuando  ya 
Cervantes  tenia  adelantada  la  nueva  parte  de  su  inmor- 
tal novela  hasta  el  capitulo  IJX.  que  es  donde  empieza 
i\  ocui>arse  de  Avellaneda,  publicó  éste  en  Tarragona 
el  aik)  ICM  una  continuación,  que  Lesage  tradujo  al 
cabo  de  \u>  siglo,  on  1704,  y  que  después  se  ha  reim- 
pn^so  on  17%h?,  ou  180o  y  jH>r  Rivadeneira  en  nuestros 
dias,  hnbienvlo  uu^rxvidv^  a  tocios  en  general  fuertes 
dicterios,  {H^n^  habiondo  sido  calificada  por  Montiano  y 
Klns  Najiarr^^  como  sufH^ior  a  la  del  mismo  Cervantes 
Saavedra, 

Ihiouo  os  quo  tv^tt^  wmosiara,  en  el  suvo  delicadisi- 


71 

as,  ftl  tofiíc  prólogo  de  Avelluuctla;  butnio  vs  que  con- 
IJQUartt  »u  Qiiijole  con  la  decencia  y  e!  donaire  que 
tantas  vecea  liuhieron  de  faltar  á  su  coniiJetidor;  bueno 
ps  inio  pusiera  !n  inimitaiile  segruuda  parte  siiya  muy 
jior  encima  (que  lo  está  nuicUo  eu  efecto)  de  la  del 
atreviilo  in^nio  tonlesillesco:  bueno  es  que  le  hiciera 
los  i"ei)etidn3  y  chispeaiites  alusiones  que  ae  leen  en  va- 
rios lugares,  que  le  motejara  por  haber  altandonado 
como  ingrata  á  Dulcinea  del  ToboHO,  que  lo  deseara 
quemado  i/  hecho  2>ohos  por  imperthieiité,  y  aunque 
trajera  Iiaeia  (.'1  fin  de  la  historia  lí,  D.  Alonso  Tai-fe, 
eandidinio  amigo  del  otro  jDon  Qiñjole,  para  que  se 
Ka  testimonio  ])or  ante  un  Alcalde  y  un  Escribano 
e  la  autenticidad  del  vcnladero  hidalgo  de  la  Man- 
;  pero  no  anduvo  tau  cuerdo  el  gran  Cervantes  en 
íl  juego  de  peloteai"  los  diablos  ante  Altisidora  ron 
jlibro  de  Avellaueda,  ni  eu  inquietarse  porque  éste 
Umara  comilón  á  Sancho,  ni  eu  jirivar  á  ¿arugoza  did 
honor  que  en  recibir  á  Don  Quijote  le  había  dado  ya  la 
tnidicióu  (en  d  último  capitulo  de  la  primera  parle);  ni 
tn  tener  por  cosas  dignas  de  reprcheitsioti....  qveel  Ifíir 
gvajt  es  aragonés ,  porque  tal  vez  escribe  sia  aríicw- 
/«...  y  que  yerra  y  se  désela  de  la  verdad  en  la  mas 
principal  de  la  hisloria,  porgue  aquí  dice  que  la  mujer 
de  Á.  Pansa  mi  escudero  se  ¿lama  JIiiri~Oulie)Tez  y 
no  se  llama  tal  sino  Teresa  Panza  (cap.  59). 

Dejando  esto  último  como  menos  inijiortante,  si  bien 
[iroobu  una  vez  más  la  distracción  con  que  Cervantes 
escribía,  cuando  no  recordó  aquellas  sus  palabras  de] 
cap.  \'\\,  aunque  lloDÍese  diez  reinos  sobre  la  tierra, 
-M^URO  asentarla  bien  so6iv  Iti   caleza  de  Mari- 


'72 

Outiei*rei;  vengamos  á  lo  del  lenguaje  aragonés. 

Que  el  autor  tuviera  esa  patria  no  es  para  nosotros 
dudoso  desde  que  Cervantes,  que  le  habría  muy  bien 
conocido,  nos  lo  auguró  varias  veces,  ya  no  con  aire 
de  sospecha,  sino  con  toda  la  resolución  de  quien  ha- 
blaba sobre  seguro:  que  el  tal  aragonés  fuera  inquisidor 
está  punto  menos  que  resuelto,  si  como  creemos  se  ha 
interpretado  bien  una  frase  de  Cervantes:  que  fuera 
además  religioso  de  la  Orden  de  Predicadores  se  tiene 
hoy  por  muy  probable,  aunque  más  lo  dudara  Clemen- 
cin,  fundado  en  los  cuadros  y  expresiones  lúbricas  é  in- 
decentes del  segundo  D.  Qnijotef  pero  olvidando  un 
momento  la  mayor  procacidad  con  que,  respecto  á  nues- 
tros tiempos,  en  aquellos  dorados  se  escribía:  que  ñie^- 
ra,  en  fin,  el  inquisidor  general  Fr.  Luis  de  Aliaga,  ó 
el  dominico  Joaquín  Blanco  de  Paz  con  quien  se  ene- 
mistó Cervantes  en  Argel,  ó  un  autor  de  comedias  cri- 
ticadas en  la  primera  parte  del  Quijotej  como  afirma  re- 
sueltamente D.  Vicente  de  los  Rios,  es  una  cuestión  li- 
teraria que  permanece  todavía  subjndice.  En  favor  de 
la  primera  opinión  ha  ad acido  tan  buenas  conjeturas  el 
laborioso  y  perspicaz  escritor  D.  Cayetano  Rosell  que  á 
muchos  ya  ha  rendido  á  su  opinión,  no  porque  el  epi- 
sodio de  los  Felices  Anhantes  revele  un  tan  gran  cono- 
cimiento de  los  conventos  de  religiosas  que  no  lo  pu- 
diera tener  quien  no  los  hubiera  menudamente  visita- 
do, sino  por  las  analogías  de  estilo  entre  el  Quijote 
de  Avellaneda  y  la  Ve)iganza  de  la  lengua  española  de 
Aliaga,  y  por  la  coincidencia  de  haber  denostado  á 
Aliaga  el  Conde  de  Villamediana,  en  una  décima  satí- 
rica, con  el  nombre  de  Sancho  Panza^  mientras  se  de* 


signaba  con  el  mismo  á  Avellaneda  en  un  vejamen  de 
Zara^za;  no  alendo  por  otra  parte  mny  descaminada, 
aunque  desde  luego  gratuita,  la  sospecha  que  ha  ex- 
puesto Rosell  de  que,  conocido  Aliag-a  en  In  Corte  con 
el  nombre  de  Sancho  Panza,  tomara  Cervantes  eso 
apodo  para  popularizarlo  en  su  simple  escudero,  de 
que  resultara  la  venganza  literaria  dfl  supuesto  Ave- 
llaneda. 

Para  nosotros  es  todo  ello  indiferente  sino  la  patria 
de  este  autor,  y  ese  es  por  otra  parte  el  único  dato 
averiguado;  pero  lo  dificil  de  concebir  es,  cómo  encon- 
tró Cervantes  digno  de  repre/ienstóri  el  lenguaje  arago- 
nés, que  sólo  conoció  porque  tal  vez  escriÓe  sin  aríícii- 
/(tf.- Lo  ligero  y  límie  de  esta  indicación,  que  luego 
declararemos  ser  también  poco  justa,  prueba  á  lo  menoH 
la  ninguna  diferencia  que  Imbía  entre  el  lenguaje  ara- 
gonés V  el  castellano:  y,  aunque  nuestro  Diccionario, 
en  que  hemos  llegado  á  reunir  un  uñmero  bastante 
considerable  de  voces,  parece  que  estii  probando  lo 
líontrario,  convéngase  en  que  el  lenguaje  no  ea  en  si 
deeemejante  y  que  el  de  los  escritores  es  absolutamen- 
te común  cuaudo  no  idéntico. 

Hemos  leido  con  algún  cuidado  la  obra  de  Avella- 
neda, cuyo  lenguaje  han  elogiado  aun  sus  impugnado- 
res; y,  deseando  que  suminístrase  alguna  materia  á 
nuestro  Vocabulario,  ya  que  no  la  hemos  obtenido 
de  otros  escritores  positivament*  aragoneses,  pero  siem- 
pre escritores  en  muy  buen  castellano,  no  ha  podido 
logrársenos  el  deseo  pino  en  un  reducidisimo  número 
de  voces  y  locuciones.  Las  única;*  palabras  que  hemos 
wipreudido  son  larriar,  repapo,   mahasía,  reposlO' 


74 

w^,  mala-ga^ia  y  luen^*ecado.  de  cuyas  cuatro  prime- 
ras (quizá  lio  todas  aragonesas)  ya  hemos  dado  cuenta 
en  nuestro  DiccionariOj  habiendo  de  decir  de  las  otras 
que  la  una  se  halla  en  el  capítulo  XXXI  en  aquel  pa* 
saje  «á  quien,  por  aguardar  que  convaleciese  de  una 
y^mala-gana  que  le  había  sobrevenido  en  Zaragoza,  no 
vquiso  dejar  D.  Carlos,»  y  la  otra  en  el  XXXV: — «Mal 
»se  puede  cerrar,  replicó  D.  Carlos,  carta  sin  firma,  y 
;^asi  decid  de  qué  suerte  soléis  firmar.  \Bm^%  recado  se 
»tiene!  respondió  Sancho:  sepa  que  no  es  Mari-Gutie- 
»rrez  amiga  de  tantas  retóricas. )> 

También  leemos  en  los  capítulos  XXVI  y  XXIX 
«echemos  pelillos  en  la  mar  y  con  esto  tan  amigos 

como  ¿^  antes dése  por  las  entrañas  de  Dios  por 

vencido,  como  mi  amo  le  suplica,  y  tan  amigo  como 
de  antes;»  en  el  XXVII  «la  primera  cosa  que  hizo  en 
despertar,»  locución  que  Rosell  corrige  con  las  de  al 
despertar  ó  en  despertando;  y  en  el  XVII  y  otros  mu- 
chos (porque  ésta  es  en  él  manera  de  decir  muy  de  su 
gusto)»  á  la  que  lleg-ó  (cuando  llego)  delante  de  ella, 
se  hincó  de  rodillas.» 

Pellicer,  diligente  escritor  aragonés  y  uno  de  los  que 
mejor  han  biografiado  á  Cervantes  y  comentado  y  co- 
rregido el  Quijote,  dice  de  Avellaneda:  «aunque  en 
Aragón  se  habla  generalmente  la  lengua  Castellana  y 
algunos  aragoneses  son  maestros  consumados  de  ella, 
pero  este  autor  no  supo  evitar  ciertas  voces  y  modis- 
mos propios  de  a(]uel  reino,  asi  como  otros  lo  son  de 
otras  provincias  de  Castilla,»  y  luego  aíiade  que  Cer- 
vantes podía  haber  alegado  otras  pruebas  de  aragone- 
sía  no  menos  convincentes  y  copiosas  que  la  de  escri- 


oir  siii  aptíciiloá,  como  son  las  locuciones  en  saíir.  <i 
la  que  Kohió,  el  seílal,  la  escudilla,  en  las  Itramx, 
hincar,  carteles,  le  pecaré,  ineiiiido  6  montlongo.  'ma- 
lagana, 7iihf.  oiffa,  ele;  pero  Pellicer,  que  escrilim  esto 
en  1 71)7,  debía  eaber  qnc  sesenta  años  antes  ja  esta- 
ban definidas  como  españolas  alg'unas  de  estas  pala- 
bras, T.g-.  esendilla,  menudo  y  pc//ar,  y  que  1»  locntión 
iiniiersonal  de  mire, perdone  etc.,  siempre  se  tuvo  como 
esencialmente  frailesca  y  no  ni-afe'oucsa,  aunqne  para 
DORütros  era  totalmente  espartóla. 

No  anotamos  sorrinloptios  por  eircnfiloptios  por- 
(jne  en  boca  de  Sancho  Panza  no  puede  ser  eso  sino 
un  barbftmnio  dispuesto  graciosamente  y  de  propósito; 
ni  Aeiido  cruel  prnitendií  por  haciendo,  porque  iio« 
I  del  mismo  carsicter,  aiinqne  hay  pueblos  en 
ron  que  dicen  v/non  por  TÍHÍerrin,  Ivron  por  lutie- 
mas  respecto  de  omisiones,  lodo  lo  que  he- 
mos advertido  ha  sido  haberse  callado  por  dos  veces  k 
preposición  de,  lo  cual  se  verifica  en  aquellas  locucJo- 
oea  de  los  capítulos  XVII  y  SIX  scerca  [de)  los  muros 
1  Ciadüd  de  las  buenas  de  KspaEla.,,  pero  lle- 
udo ¿  pasar  por  delante  [de)  su  monasterio,»  las 
s  son  á  uso  latino  y  de  uso  catali'in;  y  haberse  su- 
mido otras  tantas  el  articulo  en  el  capitulo  VII  en 
e  dice  «ello  es  verdad  que  no  todas  {lan)  veces  nos 
íad  las  aventuras  como  nosotros  queríanlos...  y  con 
s  faacltt  toda  [la)  resistencia  que  i)0dia  para  soltar- 
I  k  cuyas  dos  frases  no  es  licito  alegar  aquella 
«í  falta  de  colcha  no  es  mala  [la]  manta.» 
h  ahí  pues  A  qué  pi^oporciones  queda  reducido  el 
»ro  de  Cervantes,  aún  mis  diminutó  para  el  que  re- 


76 

cuerde  aquel  pasaje  de  P.  de  Mejía  en  su  Coloquio  del 
porfiado:  «porque  en  invierno  no  es  menester  fresco,  y 
en  verano  no  lo  hay  todas  veces, »  6  aquel  de  Queve- 
do  en  Casa  de  locos  de  amor:  «no  podian  ejecutar  las 
temas  de  sus  locuras  todas  veces.  y> 

Por  todo  lo  expuesto,  insistimos  en  que  no  hay  tal 
idioma,  pero  si  una  perceptible  desviación ;  una  si  se 
quiere  más  energía;  una  conservación  más  tenaz  del 
arcaismo  común ,  y  de  ahí  el  ser  acá  tan  frecuentes 
agora j  niesmo,  trujo,  dendej  y  muchos  otros  vocablos 
de  que  ya  no  hacen  gala  sino  los  poetas;  y,  en  fin,  un 
cierto  caudal  de  voces  que  dan  amplia  materia  á  algún 
estudio. 


II. 


A  este  examen  vamos  á  dedicar  el  resto  de  nuestra  ta- 
rea, procurando  señalar  la  procedencia  de  algunas  pa- 
labras, legitimando  en  lo  posible  su  uso,  probando  que 
á  su  invención  ha  pi'ecedido  instintivamente  el  me- 
jor juicio  y  manifestando  que  no  son  barbarismos  de 
gente  inculta,  sino  á  veces  primores  que  el  idioma  cas- 
tellano debiera  prohijar  (^)  6  no  haber  abandonado.  En- 
tiéndase que  para  la  formación  de  este  discurso,  así 
como  para  la  del  Diccionario  que  le  sigue,  hemos  de 
servirnos,  en  cuanto  nos  sea  dable,  de  escritores  ara- 
goneses, de  anuncios  é  inscripciones  oficiales,  de  avi- 
sos impresos,  de  la  conversación  de  personas  cultas,  y 

i.l)  «Yo  en  coso  de  haber  formado  olgún  vocablo  nuevo,  dice  Mayans  en 
8U8  Oriyenes,  antes  le  tomaría  de  las  provincias  de  España  que  de  las  ex- 
trañosj  antes  de  la  lengua  latina,  como  más  conocida,  que  de  otra  muerta.» 


tbnde  lodo  esto  no  alcance,  del  habla  común 
de  los  aragioneses.  No  abultaremos,  pues,  el  Vocabula- 
rio iti  lu  critica  cou  palabras  de  las  que  frecueutemeDte 
se  iu)]rrovÍ$an  pero  no  ae  extienden  ui  se  hacen  penna- 
ueutes:  tampoco  no  lo  haremos  con  las  locucionps  lati- 
nas, usadas  por  n  iiestpos  foristiía,  como,  iicpendeale  ape- 
llatioiie,  articulo  de  f-oU/orciam,  senlencia  de  lile  peii- 
dtiUe,  newlram  y  otras,  pues  auni]ue  sabeiuog  que  la 
Academia  incluye  algunas  locuciones  latinas,  de  anti- 
guo castellnui^cadmi.  no  lo  Imce,  y  esto  con  su  habitual 
prudencia,  sino  cuando  sou  del  dominio  genera!  y  no 
del  tecnicismo  tle  «na  ciencia;  ni  tenemos  por  verdade- 
ramente arag-oucsas,  aunque  de  uso  i)ai-tiiular  de  nues- 
tros escritores,  alg-unas  libertades  derivadas  del  idioma 
castellano,  como  tierra  haja  para  deuotjir  cierta  comar- 
ca de  la  derecha  del  Rbro  y  alto  Aragón  para  denotar 
la  de  la  izquierda,  turbaiUe  en  sentido  del  que  turba, 
comisante  i>or  el  que  comisa  y  adíHtniculado  de  admi- 
nicular, voces  usadas  por  Larripa;  adreacr  que  dice 
ülanu'us:  catedrero  que  cousif^iian  Ins  Gestis  de  la 
Universidad  de  Zara^^o^a;  consimile  por  semejante; 
refarme  ]ior  reforma  y  Usiqnez  por  tisis,  que  hemos  lei- 
4o  en  otra  parte;  caminos  ch'CKiíxtantex  que  también 
mos  visto  usado:  acolitar  d  laudes  y  azulejar  elpavi- 
Wfo  que  dice  Mart^m;  condipiitado  que  escribe  Sayas; 
h-aaáceo  que  dice  no  nial,  en  lugar  de  membrauo- 
1  racionero  Lfttassa;  comisarios  ^'*,  cerceiiadores, 
r  ¿eximles  y  otros  cargos  que  no  puede  cspecifi- 
1  Diccionario  de  la  lengua  y  que  sin  embargo  son 


coiTieiites  eii  los  tratados  de  legislación  arag'oiiesa. 

Procedemos  en  este  i)unto  con  tal  cautela  y  tan  des- 
apasionadamente, que  ni  damos  cabida  á  algunas  pa- 
labras -^ '  i)or  el  solo  hecho  de  hallarse  en  nuestros  auto- 
res V  no  en  el  Diccionario  de  la  Academia;  ni  incluí- 
mes  otras  que  son  explicadas  como  aragonesas  por 
algunos  escritores,  i)ero  que  en  el  Diccionario  oficial 
figuran  como  castellanas,  tales  son  universidades,  gra- 
mallii,  2^^dreiíal  y  otras  varias;  ni  acrecemos  mucho 
nuestro  VocihiUario  con  otras  cuya  definición  acadé- 
mica no  tiene  el  alcance  de  los  textos  aragoneses  como 
en  aquellas  hermosas  palabras  de  la  Union  «porque 
non  querrian,  si  Deus  e  el  seynor  rey  quissies,  tener 
ni  seguir  otra  carrera  que  la  suya;»  ni  aún  reputamos 
como  aragonesa  la  palabra  dosel  usada  en  las  Corona- 
ciones de  Blancas  v  calificada  como  esencialmente  ara- 
gonesa  por  ól  y  su  comentador  el  cronista  Andrés,  el 
cual  para  su  mejor  inteligencia  se  refiere,  bien  inoportu- 
namente por  cierto,  al  Tesoro  de  Covarrubias  y  al  Cfo- 
mciiío  del  Pollfeuio.  escrito  p.or  (Jarcia  Coronel,  cuyos 
autores  no  le  dejan  inny  íuroso  con  sus  declaraciones. 

Lo  mismo  hemos  ]u*acticti(lo  con  algunas  palabras 
pnramenU»  loniosinas  ó  Ccitalanas  como  m^Ucix,  rcSy 
t(f.iilos'ly  ffprcs,  oincf/t,  mui/to^  dcsiremjer  (acosar^,  los 
adverbios  en  'niCii'  6  micnirc.  v  con  nuicha  más  ratión 
cercar  por  buscar  qiKí  usa  el  Códice  de  los  Privileg-ios 
de  la  riiión  y  caTÍro)wr  \.ox  cercar  que  dijo  el  rey  don 
"Martín  en  la  famosa  oración  con  que  abrió  bus  (/ortes 

1 1  CVuno  /'tti'^Iavo  y  on'in.<iorhivo  <jur  \\<'a  Cufiira.  ]('ro  «iur"  proccclen  di- 
rectamciitc  ild  latín  y  .so  hullan  íuloi)tadus  i)ür  los  frain'osi»s  y  aun  rasloll:!- 
niiíJilns  v\\  :'l;rniios  (lirciorifrios  :!/•  ambas  Irnjrtias. 


ám  130*1.  Hemos  taiiibif'ii  oiuititlo  bIíjiiiioií  de  l^ri  mn- 
<'lio>  tributort  6  jxíclias  que  en  docunientou  Ulinos  apa- 
rt-'wn.  )K?ro  ijiie  no  creemos  dol  todo  aragonehi's,  coinu 
/lUtHlálictim  'jiit'  .Sí!  jiaguliu  j'or  ectiur  el  ancla ,  platea' 
ficum  \niv  pasar  las  plazas, /JOí'Cff^^iiíírt  poi"  Ion  cerdoa. 
salinaiieuoi  por  la  sfJ,  poríulaticum  y  tañldíiatm  por 
los  naves,  etc.;  y  también  algunos  de  lo8  oficios  de  la 
casa  real,  coino  subbotellcrius.  xub/ornarivs,  sobraeoch 
(jefe  de  la  cocina;  yotroa  varios,  si  bien  con  esta  ooiisiíin 
omimcravL'tiios  los  que  se  liallftn  discuriiidos  cu  las  Or- 
dimcio]m  de  ?a  Jieal  C'im  (le  Aragón,  compiladH»  por 
^Cedro  IV  cu  idiania  leiuosin  el  año  I3J4,  tradiicidaB 
3;castc]lano  en  1562  por  el  protonario  D.  Miguel  Cli- 
bente  de  6rdeii  del  priuclpe  D.  Carlos  y  dadas  á  la  cn- 
lampa  en  Zaragoza  año  de  1853  por  ü.  Manuel  Laaii- 
la,  cnyoíi  oficios  (que  decíamos)  son,  dejando  á  im  lado 
s  de  «so  y  nombi-e  más  conocidos,  los  de  botilleros 
layoros  y  comunes,  aguador  de  la  botilleria,  pitíiade- 
t  mayores  y  comunes,  escuderos  trinchautts,  argen- 
^terios  6  ayudantes  de  cocina,  meaacier  6  repartidor, 
exenderos  que  traen  los  manjares,  comprador,  cazado- 
res ^perreros,  solireacemlcro  y  solactmilei'o,  lañedon/;, 
escuderos  ¡f  ayudantes  da  cámara,  gum-dn  de  las  lien- 
das,  costnrera  y  su  ayudante,  espf^ciero,  barrendero  // 
i«ifador  Je  la  plata,  Aombrcs  del  oficio  del  alguacil, 
etidox  á  íl  para  »\\n:\\t\vr  friminnsos J  mensajeros 
I  «rra  <>  nerffncroí,  cxcalenfador  de  la  cera  jiara  los 
Míos  jwin'ieiites.  sf.llaríoi'es  de  la  escribanía,  promn- 
yres,  enderezadores  de  la  ruiu-iencia,  soíaporteroa, 
Hdor  de  la  limosna  y  euribano  de  ración  que  era  á 
B  de  contador  ó  teneder  de  libros. 


80 

Con  igual  economía  hemos  obrado  al  examinar  el 
hhdice  donde  se  declaran  algunos  vocadlos  aragoneses 
antiguos,  el  cual,  aunque  trabajado  por  el  insigne 
Blancas,  si  bien  contiene  doscientas  nueve  voces,  pero 
trae  muy  pocas  rigurosamente  aragonesas;  y  aun  por 
eso  no  hemos  incluido  de  entre  ellas  sino  diez,  habien- 
do despreciado  las  que  nos  han  parecido  castellanas 
antiguas,  que  son  las  más,  y  habiendo  renunciado  no 
sin  pena  á  algunas  otras  que  no  dejan  de  tener  sem- 
blante aragonés,  como  son  aconsegüexca  alcance,  bellos 
ricos,  boticayx  bofetada,  camisol  alba,  caxo  mejilla, 
deseo nexenza  ingratitud,  esguarl  cnenta,  guardu-^cw^ps 
sayo,  líts  oras,  entonce;?,  límense  apártense,  meyancera 
medianía,  ont  por  esto,  perlesca  parta  ó  tome,  pertaHa 
toma,  rengas  riendas,  sUies  sin,  vaxiellos  vasos,  um- 
plie  llenó,  izca  salga. 

Algunas  más  palabras  se  lian  omitido  en  el  Vocabu- 
lario', unas  porque,  si  bien  se  encuentran  en  documen- 
tos aragoneses,  se  hallan  también  en  otros  castellanos 
de  la  Edad  media,  escritos  cu  el  mal  latín  de  aquellos 
tiempo.^;  otros  porque  no  tienen  para  nosotros  un  valor 
conocido.  Sean  ejenii>lo  alyala  6  alíala,  esto  es  «jarees- 
latió  quíB  pro  investidura  et  latcdemiis/iüidi  alicujics 
receñís  comparati  duiur,  scilicet  dúo  morahatini  el  sep- 
tem  denarii,y>  cuyo  pago  solia  expresarse  en  las  escri- 
turas con  la  frase  aliala  paccata;  apacon,  cuya  voz  he- 
mos oido  sin  que  conozcamos  á  punto  fijo  su  significíi- 
do;  bruuias,  que  ya  hemos  trasladado  á  un  documento 
citado  por  Briz  Martínez;  cazeno,  que  puede  ser  roble  ó 
encina,  pero  que  no  hemos  visto  en  ningún  Diccionario, 
auníjue  Briz  en  el  citado  documento  lo  escribe,  como 


i  matieru  y  ñ'm  L>x]iliuacÍóu  alf^iiua  ''  ; 
macano,  (\Kie  su  encuentra  (?ii  el  uiiamo  caf^o  y  que 
escrito  con  cedilUí  jnnütTtt  ser  iiiauzaim,  leyéndose  jior 
lo  demás  en  im  tlocunieiito  Imitaiio  citado  por  Ducuti- 
ge;  I»»»!»  eopaiti  deavratam  iií  Macmús  ct  circa  6ibi- 
íoriwmei  cii'cnpede/in'-  marcisacioii,  iiuc  se  hoh  liw 
comunicado  coiuo  ¡wluUra  alfjrunu  vuü  luida,  ¡tero  que 
tiwiotrotí  uo  iiciiioa  alcanzado  á  i^ouoccr  cu  iiiii^ini 
itocuiucuUt,  ui  |>0(Udo  por  coii»i^iiicut>;  íutergn-etarlii; 
masarccAas,  qiit-  licuiou  vitíto  iii^tdo  cu  (.'¡ícrituraíi  ura- 
gonvaait  diu  i>uteudei'Ío,  auuquc  de  jiereouu  docticiiina 
ibuuioK  que  íjtrnifiüalju  vu  la  Edad  Mtfdia  uua  esjif  cic 
»  copa  traída  de  E^W]ito. 

'  £sa  niiiíma  {jurtíiuiouiii,  pero  uiucUb  uiúit  fuiulrtdii. 
tius  ha  guiado  en  cunuto  á  lai-  pulabra»  c&Hteilftuuíj  que 
Jhtcauffe  detíiie  un  su  O'losni'io  •-•  apoyado  cu  doeii- 
iucu(oi4  arujfüni'Heií,  cuulees  «on  entre  otras:  acéatila,  al- 
burda,  alodial,  timd-a.  lamador,  aicoM,  l/mtdosidad, 
cabeiaUro,  cakh,  corredur,  escombrar,  espera,  Jincar, 
jvrisla,  iitfllaiía.,  i,ialeía,  ma¡/orai,  laeidarse,  parral. 


le  pov  Uoij  I. 


a  M  ¡.ulilluA  *l  lilUHiriu  Ov  Ut 
IBíüt.  J  »lli  "<•  si'Si*cli»  i]Hp  n 
nr\A  ár  nttníto  y  litxmul. 


',li  l'w>t«i<inDraiii  t 
[«tnuiüu,  imiillBilo  tnii 
~         h  tílJAri  mutol 

I  Wdllic  ií  In/ttiur  lattnfíatit.  pite  Oírlo*  nnfrraní,  scnur 

«,  auoi»iiüulu  (iiír  los  ii<mu{;cii  if  San  UtaMo  >  por  Cirjiculiti', 

Itt  coiígrfS'mlíin  d«  B.  Mauro.— Xiw  liimoK  hcitIiIo  ilo  la  i'diciíii 

K  tUHO  y  algrulniítMi},  qii*  fs  ni  «fIb  vollinirniw  y  cunlinK>  un  rr*IU- 

tfftudr,  otniílDUiKliaieiltrtiDO)!,  turo  uiiuuui'tnnlíi;(uii:uiino(iI:u 

■luiio  sohre  la  vldadHUucangaínifTwlffa,  uaniúvn  MSiOy  muríA 

•  dH]iué«  il«  bubcr  honnulD  como  fttiufnulo  »1  (uroile  F»risi¡uii 

UCarpdotlcr,  Uiiulrtt  uRiaimúinil'Utii'ni'nliiGODtiDUucion  diJ 

ATtauTudcCartiu,  j'Crrcadodicty  brUmlli^olumntutiklrctura 

lia qw K* df'llni'n  con  ahnn'lnnlr! ouiurúlsdi'i  Ins  |Ttlibni<i i|v» 


82 

perdida,  perdidosOf  qmlaie,  qaUaciáiiy  mslro,  reaka- 
¡jQj  reneffadOy  saca,  salva,  ses tuero,  sobreseimiento,  sol- 
dada, sollo,  tapial,  laza,  iinil^re,  íoríUidizoy  trepado'^ , 

Latj  lej-es  de  la  crítica  sou  muy  estrechas,  y  la»  le- 
yes del  gu.sto,  aunque  mucho  más  ampliar,  tieneu  tam- 
bién su  órbita  que  no  han  de  traspasar.  Nuestra  con- 
ciencia literaria  es  algún  tanto  severa.,  aunque  no  te- 
mática, y  nos  obliga  á  excluir  de  nuestro  Vocabvlario 
híista  palabras  que  le  abultarían  y  darían  más  valor  y 
que  á  nosotros  no  nos  costarían  más  trabajo.  Hay  quie- 
nes nos  han  facilitado  listas  de  voí*es  que  reputaban 
aragonesas,  y  la  máxima  })arte  eran  españolas;  hay 
(quienes  han  echado  de  menos  otras  en  nuestro  Diccio- 
nario, Y  casi  todas  habían  sido  va  examinadas  y,  con 
l>ucnas  razones,  rechazadas  por  nosotros;  hay  quienes 
creen  (¿ue  el  barbarismo  ó  solecismo  constituyen  siem- 
i)re  (cuando  solamente  lo  constituvcn  en  muv  dados 
casos;  i»alabra  nueva;  hay  quienes,  si  en  una  tilde  dis- 
crej)an  la  voz  corriente  y  pura  y  la  que  ven  usada 
en  Aragón,  tienen  á  ést<i  por  sujeta  á  la  legislación 
provincial.  No.-otros  no  podemos  conceder  con  todo  es- 
to, y  en  general  tenemos  (jue  rechazai'lo  todo;  y,  >i 
algo  se  saha  de  esta  común  exclusión,  es  i>ür  la  via 
estrecha  de  liis  excepciones:  el  por  qué  de  cada  una  do 
éstas  va  ])njo  nuestro  criterio  y  responsabilidad. 

No  aludimos  en  estas  censuras  á  los  Sres.   Savall  v 


I  T;nninM-<»  li«iiiox  «mcriilo  traducir,  j'.ini  iiieor|»ordrlH.>  rn  iiui\síro 
Jpf'it  ionario^  '.\\'¿\\\\\i>  yíúíihr.iA  no  ca^teDaiKis  >  toniaiiiis  ilc  docuimnlos 
arí);rüiir?<i'.'>,  como  cvnUribHsln-i>'s  ju-duTO,  rí//>í/(;,"fV  preilio  T\xaiico,timfiO''.t 
cal»all«'n'a  de  carica,  chranimi  i?uliasta,  «•/?/'/Yf«7ir.N<'r»'t'  líaror  franco  ó  Mhvf  d»- 
]ia¿,-o,  //r/7 ,',•)•'//  jiaijadiría.  yt/r<''íí*  ¡iri)i>n  ]>\'.'hoyn  y  jo-^auti' di«  i^icriltaii". 
ifótifi'f  .••rnii'dtira  lara  la  calM-za. 


,  cuya»  períoiias  y  obrae  apreciaiiias,  y  ft  qiiic- 
ne»  en  el  Vocnbuhño  nos  referimos  en  al^nnos  oca- 
sionen; pei'o  respetando  el  sistema  por  dtoa  seguido  en 
el  Glosario  con  (jiie  ilnstraron  la  edición  de  los  Fueros' 
y  Ohtenancias  de  Aragón,  nosotios  no  jKxiemoa  se- 
guir el  enyo  por  la  diferencia  misma  que  hay  entre  su 
objeto  y  el  nuestro,  6  entre  su  plan  y  el  iiueatro,  y  va- 
raos A  decir  lo  fpie  ellos  incinyen  y  iiOBOtroü  exeluinio». 
Pbpo  antes  debemos  notar  la  incoiií*ecuencia  en  rjne 
caen,  pues  en  la»  advertencia!*  con  que  encabezan  el 
OloSeirh  se  deeinran  muy  restrictivos  (en  lo  cual  anda- 
moB  con  clloH  de  aciteiilol,  y  ofrecen  omitir  muclias  »e- 
rie:s  de  palabras,  entre  ellas  las  iucltiidaa  como  espafin- 
las  por  la  Academia,  las  aporopailns  comn/nerl,  las  de 
*  litjuida  como  seieiicíei,  las  terinÍDadns  en  -vcrr,  las  de 
letiii  doble  como  at/ender,  las  de  alferación  de  nnn  le- 
tra como  objeetOs  lasdesviadas  ligírninente por  causa  de 
Itt  ortogrrafia  6  pronunciación  como  Irehndo.  las  de  sig:- 
u¡ti<»ic¡ón  clara,  los  adjetivos  verbales  en  ero  como  es- 
(iim4fí'o,  los  partÍci¡HOíi  activos  como  an-andanle.  los 
verbos  compuestos  como  sohrexe^fí',  las  voces  qne  tie- 
nen en  BU  composición  la  U  autíg'ua  (>  la  n^  como  auyt) 
y  las  (jne  llamasen  agregadas  ramo  doliaacen:  mas,  al 
Ucgnr  lueg-o  al  Glosario,  dan  cabida  li  mncbus  de  estas 
misnias  voces,  en  cuyo  camino  ya  no  les  5^uÍmo8.  Nos- 
otros no  podemos  incluir  en  nuestro  catálofro  ])al&bras 
romo  las  sig:uientes,  que  ponemos  para  ejemplo, 

l'iias  no  tienen  sitio  cambios  ortográficof,  v.g.,  abi- 
to, dsreclto,  heuero.  acaballo.  enlk,  lítíí-Bí,  vaxUirdelo, 
vcstin,  tomlh,  darzímes  (de  arzones),  latirar  (labrar), 


84 

Otra.s  .son  puramente  latinas?,  de  e&as  que  no  i^uedan 
en  el  fondo  del  idioma:  j)oss¿de,  mofietu,  psalmo^  geno- 
liarse,  fv^Uy  fulla,  alieno ^  closo  (cerrado),  exiliar^  fa^ 
cay  allio  ,aJ0/,  lieto,  filio ^  computo  (presencia),  deciso, 
fnúi\  dcMjjlü  (íjuitado),  expremir,  exeludir ,  concepto^ 
(concebido),  exida^  deshilar. 

(Jtratí  son  extranjeras  corruptas,  principalmente  pro- 
venzales;  y  no  naturalizadas  tampoco:  adcpant  adelau- 
t<í,  aícr  negocio,  ara  ora,  argeni  plata,  aUm  tan, 
atant  adelante,  blat  trig-o,  blau  azul,  ¿r^ií  breve,  bue- 
t/to  vacio,  biieijlar,  vaciar,  cendra  ceniza,  clatff  clavo, 
combxlrá  combatirá,  combra  comerá,  cumtra  contra, 
cHC¡/lo  cocido,  cvykllaria  cuchilleria,  dejus  y  dius  de- 
bajo y  bajo,  dereyio  derecho,  dir  decir,  dit  diclio,  es- 
giuirte  miramiento,  fer  hacer,  fexlo  hecho,  fil  hilo,  fim 
hasta,  fortihage  ciueao,  frommles  {jmnos,  ge  se,  guaüar 
granar,  giiey  hoy,  gmglo  y  huegto  ocho,  Inr  y  lures  su- 
yo y  í>uyos,  medgc  m¿áico  ^provegio  provecho,  deposar 
dejxjáitar,  crcrar  quebrantar,  composar  componer. 

Otras  padecen  una  .sin)i)lo  alteración  fundada  en  la 
jueferencia  d(»  ciertas  letras  sobre  otras,  como  la  u  so- 
bre la  y,  la  h  sobre  Xxip,  la  I  sobre  la  rf  á  la  catalana, 
lu  c  ¿obre  la  /  y  vico-versa,  la /por  la  ;¿,  evolución  tan 
esj);inohi  conio  ara^'-onesa;  por  ejemplo:  «¿^//rt  abeja. 
ffparrllado  aparejado,  o.  rallar  abajar.  bennello\}Qm\e}o. 
canela  cuwh,  6'o;¿vcf//o  consejo,  í:oyi^//o  conejo,  allos 
ajor.  crrralla  cerraja,  ¿liada  lujada,  mivalla  nn,\HJsXj 
ndlirr  nií'jor,  iraballo  trabajo,  arcebisbe  arzobispo,  ra- 
boso rai'O.^o.  cahozo  capa/.o,  sabicsc  supiese,  ¿¿¿es/ abad, 
almffÍH\ií¡íu].  rf,\¿ff,íia¿  acostumbrado,  ccr^HiUa  ciruclu, 
desíi'irfo  'ü.-írií  >.  luríif^  \\\\\.\\^..  {dcen-'i  inciensf»,  idlregn 


Mirtwgo.  nljhudef/R  nlfóniUffü.  mimt(er  itihiiilir.  rnxfla 
itajila,  vveytre  buitre,  uvada  cebadn,  dUlnl  íi^Aú,  fpi- 
/iimia  epidemm,  pior  jieor,  reciario  refectorio,  Uche^'a 
lerliprn.  alftñ't  nllipñii,  mfíz  cnliiz.yfíPc.T  liores,  _;%;v/t- 
ihtra  lioiratlurn,  ¡¡lícMUera  (.'itcliülero ,  cante  conde,  es- 
pilal  hospital,  ffleda  greda,  ptper  papel,  acercan  nzer- 
con  6  minio.  caTiifíHola  cafinfisttila.  conoxer  conocer. 
rtiniíasíí.í  calabazas,  axada  iizadn,  exa  eso,  ffa^í  asi, 
rtí(íeííí7o  antedicho.  Ant/lafrmí  Ing-Iaterra,  ck^jí  copn. 
fíuraiu  corazn.  eitgvUa  anguila,  ¡jafíar  gnnar,  jndio 
judio,  rneiay  pocior,  /lerten  rtai-ti'-n,  teTialltií  it^wivíav; 
tiseras  tijeras,  manteca  umntecn,  in.ifcitldT  injiaciiliir, 
preTtiáJica  pragmática.  ' 

Otras,  poco  difímiles  de  las  admitidas  como  de  buen 
mño,  orre<*en  la  leve  diferencia  de  aliaba  ó  letra  adic- 
cionada  al  principio,  al  medio  ú  al  fin,  por  ¡irólesis, 
cpénleais  y  paríigogw,  6  áUHfraida  por  aféreisia,  sincope 
y  apócope:  acontar  (contar),  dtstoybo,  adjutgar,  adve- 
nidero, alcanyela  {canela',  altnárrega,  abollar  (bollar 
6  sA\B.r);  aniello,  taxiella,  caHiella,  ortichno  lort^g:R- 
no),  cérreffa  (carg-a),  viega,  caytr,  enfcavelHes,  aickie- 
¡h,  iirfajhcion,  see,;  seido:...  roz  (arroz\.  toba  ¡arroba), 
,  examinado,  espadar;  amhres  (ámbares),  defal- 
hÍt,  dncientos,  Míame  (estambre),  realgm- 
\^aT),alcrehit,  archín,  raünmas,  Inifon  (buhorezo', 
',  eomproviis.ma'luz,  tafeta.  indi  (Índigo  6añ¡V. 
i  se  desemejan  por  diferenlc:*  concejjtos,  y  salta 

El  TÍsta  qtie  no  pueden  considerarse  nomo  verdaderos 
*T«goneftÍEmos;  tales  son:  compesar,  contumaciar,  adi- 
íacion,  de  eoníimen  (iu  contiuenti),  corrompieuf,  dfxti- 
fisiit,  hardisa  (barda),  alchnh  (algibel.  iltera  [g-leral, 


mielca  (mielga),  nrmo  (olmo),  desamitanza,  encreedor, 
exhiiexe,  fraix  (fresno,  como  en  catalán),  cAiva  (giba), 
des oasa liarse,  ganda  (gualda),  craha  (cabra),  exposar, 
premitir,  pretitiida,  subtn^nacion,  probé,  y  ciertas  ono- 
luHtopoyas  como  tita,  misino,  chucho,  etc.,  y  desde lue- 
^0  todos  los  barbarismos  de  tn  viendo,  hieiendo,  indo 
(yt»ndo),  habiese,  dase,  sallirá.  eslió  (estuvo),  habie-- 
ron,  ele. 

Otras,  en  fin,  tienen  lo  mejor  de  las  excepciones, 
la  do  ser  ospailolas,  definidas  por  la  Academia:  adju^ 
ueio,  arer  monedado,  calendas,  de  gran  maflana,  dende, 
fifm\L  ^m^jues,  iome,  á  escusa  (con  disimulo),  sacra- 
m^nt^  st$H^oso,  sempiterno,  ampiar  (mendigar),  toron- 
J<4^  adiH'ir,  cullidor,  alcotón,  mingrana,  verdete,  tesue- 
ti^^/'usttt,  :a^víero^  encresta,  sanio,  tnta  (bácia  y  has- 
ta\  (^^^/v  Y  escudilla. 

W^x  Cv^i^flolas  mías,  por  extranjeras  otras,  por  bár- 
l^4iu^  otms.  por  indecisas  otras,  ninguna  de  las  citadas 
puv^lo  iv^iier  campo  en  nuestro  Diccionario;  á  pesar  de 
vjuo,  Ui\  cuhI  voz  nos  ha  bastado  una  simple  aliteración 
[^iii4  oonsiilerar  transformada  la  ])alabra,  como  se  lo  ha 
í»¿i.^ta^U>  ú  la  Academia,  la  cual  incluye  (por  ejemplo) 
i-eijiíéear  y  recatear,  rastrojo  y  restrojo,  caray  y  carey 
y  otras  jíarocidas,  en  lo  cual  habrá  procedido  muy  cuer- 
damente, pero  no  muy  á  nuestro  gusto. 

Otras  palabras  hemos  también  desdeñado  que  tal  vez 
una  critica  más  benig-na  se  liubiera  complacido  en  acej)- 
íar,  si(|uiera  por  venir  de  un  autor  y  de  un  libro  en 
general  desconocidos.  Persona  muy  entendida  y  de 
toda  nuestra  confianza,  el  arabista  D.  Francisco  Co- 
dera,  catedrático  de  esa  lengua,  nos  ha  comunica- 


do  un  breve  catálofío  <le  voceü  tomadarí  de  Ebn  Bu- 
clanx  en  su  libro  Aluiostaiai,  escrito  nu  Zaragoza 
hacia  el  aüo  1110.  esto  es,  en  liis  postrinieríaw  de 
la  monarquía  iira)io  de  Aragón  v  en  los  albores 
del  idioma  espariol  e«T¡to,  libro  del  cual  existen  tres 
oúdiceíi  difeven tomen  U.'  puntuados,  el  uno  llainndo  de 
Leyden,  el  otro  de  NiVpoles,  y  el  otro  r[ue  fué  de  Toledo 
y  boj  pertenece  a  la  Hibliot^ca  naciunnl.  En  ese  eatá- 
1(^0  vienen  al^iina^  voees  que  difieren  de  las  espaiio- 
loit  cu  sentido  ara^ni^s;  ¡icrü  nosotros  hemos  aprove- 
chado tíoluraeiite  inedia  docena  de  ellas,  deseartando. 
como  levemente  diferentes,  las  que  2úlo  dia'rcpaban  en 
la  urtog:rafia,  y  ilesecltando  también  por  los  mismos  ú 
atroB  motivoü  las  siguientes:  xirueias  ciruelas,  rsitou- 
eha  esponja,  xahi¡fn  bóIvíu,  jioma  de  chene  bellota,  joíí- 
nich  panizu.  qw^xo  y  foi-iunc/ie  queao,  esparrkos  e^m- 
rragofi,  ««Vjuoíwnisijeros,  )OorAí'puerejj,/(jí4íOjhongtJs. 
orégano,  _/coí  liigos.  pí;uí«<íí(?.f  pepinos,  y  .irlo 

[no  sebo  de  ciervo, 
osotros  encontramos  eu  loe  tiempos  ]irinntÍvo»  ^ 
mucho  mhá  tarde,  una  constante  movilidad  en  lai; 
vüce»,  qne  las  Iiace  tomar  todas  las  i)eriunlacionPB  y 
combinaciones  imaginables;  nua  dasaprensiún  coniple- 
ta  para  ai:e]Jlar  vocea  extranjei-as  ó  ¡mra  modificarlas  á 
capricho;  nim  naturalidad  iucnJta  en  los  euriales,  y  aun 
eo  ioa  escritores,  que  los  hace  escribir  como  se  habla. 
y  hablar  como  habla  el  jiueblo:  una  falta  casi  absoluta 
de  freno  autoritario  6  siquiera  convencional,  que  con- 
ite  mantener  h  un  liemiio  en  el  idioma  un  gran  nú- 
de  palabras  sinónimas  y  poeo  menos  que  iguales 
eiifonÍB.  De  ellan,  unas  quedan  i-n  el  caudal  del 


rragos, 

■ntosc 
^win  mi 


¡ílioiiií).  otras  ijuojeu  ú  duras  penas  conservarse,  otras 
no  ¿on  en  manera  alguna  permanentes  y  quizá  muchas 
no  son  sino  verdaderos  descuidos  de  los  copiantes  6 
malas  lecciones  de  los  paleógrafos.  Entre  laníiernOy 
hnterno,  lantieno  y  h)iciemo,  ¿quién  no  vé  que  hay 
que  elegir  y  quién  no  sospecha  que  hay  verdaderas 
erratas  en  lugar  de  verdaderas  variantes?  Lo  mismo 
decimos  de  fnhifflana,  mín^rana,  íiuilgrana,  melgrana 
y  ítumgraim  para  significar  la  granada,  y  lo  mismo  de 
las  veinte  versiones  que  hallarán  nuestros  lectores  en 
la  voz  riwrabalin. 

Nuestro  trab.ijo,  ya  que  no  aspire  ú  dar  esplendor  al 
habla  aragonesa,  debe  tender  á  limpiarla  y  fijarlaj  y 
para  esto  se  requiere  un  sistema  concertado  de  exclu- 
siones; pero  si  esto  no  acomoda  á  los  que  ante  todo 
quieren  que  todo  se  conserve,  y  á  los  que  prefieren  una 
obra  voluminosa  sobre  una  obra  metódica,  tómense  el 
trabajo  (que  nunca  será  tan  grande  como  el  nuestro)  de 
combinar  la  lectura  del  Vocabulario  con  la  de  esta  T?i- 
/rodf'cciód,  y  en  ésta  hallarán  hasta  cierto  punto  el 
«oiiiplemento  de  aquél,  y  podrán  acariciar  el  gran  nú- 
mero de  palabras  que  aquí  vamos  citando,  unas  para 
íij>oyarlas  y  otras  para  combatirlas  y  excluirlas.  Más 
v(M'e:s  dice  el  pueblo  (y  el  no  pueblo)  zeicaj  ciemOy  han- 
r¿a,  jumiperay  mandurridy  moIocotoncSj  muñnelos^ 
hit  ¡ero  y  eslegir,  pecólas,  denyuna,  goler,  dempues^  mo- 
'"foUna,  capola:,  derantarse,  cnruena,  desnminarj  ande 
kihjuáí:  .  berÍKra, /(i(Oj  carrucha,  engin^y  carlagon, 
f-erclUo*:,  escuadría,  prencipal,  caramhelOy  taciro  (va- 
n'j^f  á  lafinitica.  ale/isc,^,  abeyítestaie,  sincel,  aMloí/ty 
j(iriíi¡f*nto  y  pyiguila,  que  sus  correspondientes  espaOo- 


Iba  6  nifig-üne^is,  V  iLi'  cstiis  ¡mlnlira,-^,  ú  otras  ¡innvi- 
dns,  suii  mnoliHu  las  'jiic  hun  empleado  eii  sus  obras  los 
autores  caHtelIanos  de  más  nota,  lo  cnal  probaremofi 
mis  adHnntc:  pero  como  usadas  por  ellos,  niinqiie  ya 
destiRadaii  por  las  personas  cultas,  no  hc  B]icllidan  bíir- 
I«ri3iü08,  9ÍD0  que  tienen  Ja  honrosa  jubilación  de  anti- 
oíadss. 

En  el  mismo  caso  se  hallan  las  irregularidades  de  los 
verbos,  la  colocación  do  las  voces  y  todos  los  solecis- 
mos. Kn  las  clases  populares,  mt'is  frecuente  ijue  el  ha- 
blar bien  es  el  decir  (muchas  veces  A  la  antig-na):  «ayer 
nos  levanUmos  (\  punto  de  dín;a  '^esfábajms  comíendu 
cuando  llegó  el  correo  de  Madrid;»  «nosotroa  sem(/s 
proéex  ¡lero  honrados;»  «mi  marido  nos  hiijvi  dos  co- 
nejos;^  tá.  la  oración  nos  tnhmvs  al  piielilo;»  itio  sir 
ponqué  sits  queris  tan  nial;»  «lio  wíc  se  dA  nn  bledo;» 
tno  fttJC  escapará  ei  le  apuntas  bien;»  'ípam  casarte 
eon  y^.»  como  dice  uim  cojda  castellana  remedándonos 
en  «on  de  burla;  ir  ¿es  ítí  que  llegó  en  dos  horas?  locu- 
de  sabor  francés;  ten  salir  de  la  cárcel  nos  rere- 
<¿  la  que  volvió  la  cnhcza  se  halló  con  su  ene- 
>  otenlau  de  «íí  todo  en  casa;»  « saffttr  le  puede 
c^rse  con  ella  siendo  tan  rica;»  "lagua  á  eslus  higa- 
res;»  "(doi*  meses  a/ arreo;»  "ide  nuches  no  hay  que  con- 
tar con  ó1:í  xpHíñendo  de  mí  parte  lo  que  pueda;»  «no 
por  querersen  mucho  han  de  cstnr  juntos  todo  el  din;» 
len  jiueslo  de  ir  A  trabajar,  se  ftié  A  la  taberna;  u  «en 
iffval  de  ir  A  Madrid,  se  quedó  en  Calatayud;»  ije  h  dé 
V.  y  callaré,»  «temiendo  que  llegasen  A  las  manos,  se 
fué  de  allí  ffa/M  fo»  anl'S.» 

También  se  dice  ir  riaje,  eftar  viaje,  hasta  db  aho- 


^^d* 
ÜK' 


90 

ra,  ¿lo  qué?  y  no  le  hace  y  conducir  jyor  (el)  Ebro,  jugar 
á  la  pelota  j  parar  fuerte^  hacer  duelo  (por  dar  lástima) , 
campar  por  sus  respetos  y  si7i  parar  {^or  al  momento) , 
el  Juan  (aunque  esto  es  también  usual  en  Castilla),  de 
baldes,  y  otros  plurales  como  éste  por  sus  singulares: 
los  chi7iches,  las  herpes,  las  alfileres,  y  otros  cambios 
de  género  usados  hasta  por  buenos  escritores,  como  La 
Ouerba  en  vez  de  El  ITuerva  que  dice  Argensola  en  su 
Isabela. 

Desviaciones  un  poco  más  acentuadas  ofrecen  las  ma- 
neras particulares  de  hablar  de  algunas  comarcas;  mas 
por  lo  mismo  de  formar  una  especie  de  subdialecto,  no 
nos  han  parecido  de  precisa  inclusión  en  nuestro  catá- 
logo, aunque  si  de  digna  mención  en  este  discurso;  ta- 
los son  algunas  del  llamado  dialecto  de  Fonz,  presunto 
cabeza  de  Ribagorza,  en  donde  se*  dice  nusatros,  tusa- 
tros,  lleiigua,  chem  (gente),  miro,  eva  (era),  teniba, 
siñor,  marcha:,  qiieriz,  qxiaii,  habin,  (habido-,  to:^ 
;todos),  con  otras  muchas  usadas  por  todo  el  alto 
Aragón  6  irreducibles  i*asi  al  aragonés  general.  Y,  siu 
embargo,  ciertas  de  esas  maneras  son  vulgares  aun  allí 
en  donde  se  habla  más  puro:  en  Salamanca,  por  ejem- 
plo, dicen  los  labriegos  hizon.  ira  jan,  tifvon  y  vinod^ 
por  hicieron,  trajeron,  tuvieron  y  vinieron,  y  I).  \'i- 
cente  Lafucnte,  que  fué  allí  catedrático,  nos  decía  que 
había  anotado  más  de  cien  voces  que  calificaba  de  es- 
tupendas: en  Toledo,  ciudad  muy  preciada  de  la  pureza 
de  su  habla  (nos  añadía),  hay  mala  pronunciación  y 
una  jerga  manchego-madrileíla:  en  Soria  se  habla  co- 
mo en  Calatayud  y  Tarazona,  y  eso  que  se  propone 
competir  con  Burgos  y  Salamanca:   en  el  dialecto   del 


Vjeraú  86  dice  desmedido,  escachar,  enftir-milarse,  ex- 
patarrao,  por  mor,  troncho,  He. ,  como  en  Aragón . 

Oyendo,  ¡(i-egriintnndo  v  estudiando  so  llegahau  á 
sorprender  otras  pnlahras.  que  no  bc  snbe  sí  admitir  de 
plano  i-omo  arag-ocesas,  toda  vez  que  no  son  castella- 
nas y  en  Aragón  se  ven  alguna  vez  usadas,  ú  si  recha- 
zarlas por  extravagantes  6  ¡wr  puramente  individuales. 
Algo  de  arbitrario  habríi  habido  en  nosotros  i)ara  iii- 
cliiir  linas  y  excluir  otras;  pero  con  esta  salvedad,  y 
dejando  la  resolución  á  los  lectores ,  los  cuales  quizá 
lftm¡>oco  se  pondrían  de  acuerdo,  nosotros  liemos  omi- 
tido voces  como  ístas:  plegar  por  coger  la  peonza  en  la 
itiancí,  dolceffon  por  grano  despajado  ¡lero  todavía  su- 
cio, brenca,  por  nada,  cocho  ¡¡or  perro,  engarafiu  jior 
oropéndola,  eseamallarse  por  canearae  de  andar  sin  nti- 
lidad  ni  objeto,  escamocho  por  pretexto  ó  excusa,  pí/írt- 
r/iera  por  cuidado  O  eiapoño,  esmelicarst  de  reir  por 
¡jerecerse  de  risa,  garraachazo  por  golpe  último  con  la 
peonza  sobre  el  dinero  ó  liito,  holUgar  por  mejorar  nn 
,  imfernio  ó  una  cosecha,  rehdicioa  por  agitación  pú- 
X  (se  halla  en  documeuto  del  siglo  xin),  padriio  y 
tMdriia,  dolorinoí  y  chiquinos  como  diminutivos. 
pe4a  por  lámpara,  baloto  por  alboroto  (se  usa  en  los 
Vatros),  rf-tuerca  por  retuerza  (contra  toda  eufoniai, 

•KtaSa  por  abrutado,  zampuwts  por  torpe  y  desmaña- 
do, pesadizo  jior  hombre  incómodo,  deniba  por  fergenal 
ó  rerrinal  que  definimos  en  nuestro  Vocabulario,  foga- 
rata por  fogarada,  estnrrujlado  por  descompuesto,  y 

s  muchas  palabras  que  en  su  primera  sílaba  des  su- 
men la  letra  inicial,  si  bien  la  Academia  lo  hace  en 

comerse  y  otras. 


ii2 

Abramos  otro  párrafo  para  decir  que  la  Academia, 
aunque  no  es  infalible  y  aunque  algo  yerra,  nos  merece 
tal  respeto  y  tal  aprecio,  no  sabemos  si  por  nuestro 
amor  al  principio  de  autoridad,  ó  porque  somos  en  ella 
miembros  correspondientes,  que  tenemos  por  ley  la  que 
ella  consigna  en  su  Diccionario,  y  que,  casi  abdicando 
nuestros  fueros  críticos,  nos  conformamos  con  lo  que 
ella  dice  ex  cdlhedra,  aunque  veamos  que,  de  sus  indi- 
viduos numerarios,  cada  uno  escribe  ubérrimamente  á 
.su  manera.  Omitimos,  pues,  en  nuestro  Vocalario  lo 
que  ella  define  como  español  en  el  suyo;  y  por  cierto 
que  hay  palabras  de  tal  aire  aragonés ,  que  engañan 
cuando  se  oyen,  y  nos  hubieran  á  nosotros  sorprendi- 
do, como  muchas  han  sorprendido  á  otros,  si  no  vivié- 
ramos en  este  particular  tan  sobre  aviso.  Citaremos  al- 
gunas. 

Regostado^  aficionado,  engolosinado. 

Amanar,  preparar  6  tener  k  mano. 

PandOj  flojo,  desmayado. 

Turar ^  durar,  presorvnr:  el  aragonés  Urren  dice  en 
«u  Orlando: 

y  porque  más  ture, 
los  Evangelios  juran. 

Perigallo,  honda  de  cuerda. 
Puncha,  púa,  espina. 

Tedero,  pié  para  recibir  la  tea,  que  en  Aragón  lla- 
man algunos  teda. 
Grano,  de  uvas. 

Seso^  apoyo  para  las  vasijas  en  el  hogar. 
Amorrarse,  encorvarse  sobre  algo. 


93 

Cansado t  el  que  molesta. 
Aceriffuarse  con  miOj  reducirle  á  la  ruzóu. 
Morro,  boca,  hocico,  etc. 
Itiba^  arriba, 
AmaiLÍa^  mucho. 
EmpaMVj  fajar. 
I¡  avión  i  empujón. 
LagoterOj  zalamero. 
Rejirmar^  asegurar,  afianzar. 
Zangarriaiíay  melancolía,  accidente  de  calentura. 
Cequia^  acequia. 
Dia  de  haciend^iy  de  trabajo. 
Pejiguera^  cosa  difícil  y  sin  provecho. 
Cosque,  coscorrón. 

liielca,  barras  metálicas:  en  Monzón  1547  se  prohi- 
bieron exportar  i)ara  Francia.. 
Atosigar,  ahogtir  con  prisas. 
Ambrolla,  embrollo  ó  embrolla. 
Olera,  cascajal. 
Juntas  j  empalmes. 
Por  el  cOiisignioUe,  lo  usa  Argensola  en  su  IsaAela: 

Mira  que  soy  tu  siervo,  que  soy  viejo. 
y  por  el  consigaiiente  quien  te  ama. 

Modrego,  desmanado. 

Alacar,  abrochar. 

Atacado,  iri*esoluto,  embarazado. 

J'Jstniígne,  maroma  de  esparto. 

Pardal,  aldeano,  bellaco  y  astuto. 

DespvMo,  despoblación,  despoblado. 

Cañamiza,  dosj)erd¡cio  del  cánamo. 


ÍÍ4 

Mü/lUf  muñeca. 

Apaño,  dibposicióu  para  alg-una  cosa. 

Tartera^  tortera. 

Nes^nerOy  eiicai'g-ado  de  ¡fcsnio  ó  distrito. 

Cotu/HC^  condición, 

Barga  y  lo  más  pendiente  de  una  subida. 

Izaga^  lugar  de  muchos  juncos. 

F/iita,  hacia. 

Llanas j  planas  de  escrituras,  cartapacios. 

Bolado  y  panal  ó  azucarillo. 

CaihdaVy  cerrar  la  puerta. 

CiUiv,  golpear,  combatir. 

Libretico  y  librecico.  castellanos,  aunque  no  los  trae 
la  Academia. 

Palmo,  que  en  Madrid  se  tiene  por  aragonés,  rejm- 
tando  como  castellano  su  equivalente  de  cuarta. 

Pegar,  castigar,  aunque  Pellicer  lo  nota  como  ara- 
gouesismo  de  Avellaneda. 

Escudilla,  vasija  jmra  soj^a  ó  cualquier  caldo. 

SeñaU  sino  (iu(í  en  Aragón  es  femenino  y  ^se  dice  tii 
fni  seUah  lo  cual  notó  Pellicer. 

Memido  y  mondongo. 

Ansiiíay  así. 

Toda  Jtora  y  (od/)  el  dia^  siemj>re. 

V  si  contra  nuestro  sistema  de  conceder  á  Castilla 
cuanto  la  Academia  le  atribuye  (sea  cual  fuere  el  ver- 
dadero origen  do  las  voces)  damos  cabida  á  las  cienlo 
ó  algunas  más  académicas  que  Peralta  incluye  en  ^:ll 
Edsayo  de  v.n  Diccionario  aragonés  castellano,  es,  no 
tanto  por  ser  ellas  de  más  uso,  si  ya  no  de  procedencia 
aragonesa,  cuanto  ])or  respetar  como  base  de  nuestro 


■VocabalarÍQ,  l'1  priiiiiT  tnibajo  que  üc  hizo  cu  cbc  gé- 
nero; mw  abi  y  lodo  las  seíialnmoB  para  descargo  d'> 
nuestra  resjionáubilidiid  Hternria,  con  una  letra  parti- 
cular que  Ins  distinga,  y  estu  dos  iienn¡t«  marcar  a^i- 
iiii&mo  las  que  como  aragouetías  ó  províucialc»  Íii(.'lu\e 
la  Academia  y  las  que  se  deben  exclusivameiite  á  iiucs- 
(ru  tal  cual  diligencia. 

Pero  no  hiiceiiios  tanto,  antea  las  excluimos  por  coni- 
pk-to,  con  mucliai;:  de  las  vocea  que  en  bu8  respectivas 
ultras  de  Historia  Natural  escribieron  dod  insi^netí  botá- 
nicos ,  líeniardo  C'icnfupíros  en  los  primeros  a5o8  del 
siglo  XVII  y  1).  Ignacio  de  Aiíso  (zaragozano)  en  los  nl- 
tjDios  del  xvni.  Eiste,  ¿obre  todo,  a  quien  ae  deben  luuy 
curioso.'!  \  eniditos  tralfldod  sobre  bis  producciones,  la,-; 
icias,  Us  leyes,  la  Economía  polí'ica  y  aun  la  Litrra 
de  Arag^in  ,  tuvo  la  advertencia  de  cousignw,  lo- 
imo  «n  BU  Sinopsis  stirpium  iadigenarnm  Aragoniíf 
■1770:,  que  en  su  Iiitroditdio  ad  Oi-yctoffraphiam  el 
:oa/offiattt  Araff'tnia  {l'iM),  las  voces  puramente  ara- 
^Qesas  con  que  ae  designaban  y  todavía  se  deaigiiau 
fii  el  piiis  ^quc  recorrii»  lierboriaondo  y  estudiando  su 
suelo  y  los  animales  que  Ic  ]iueblan~  los  objetos  some- 
lidoR  á  .til  descri[«:¡6n.  Eti  consecuencia  de  su  plan,  cn- 
lificfj  uuHS  vecefi  con  la  palabra  Bcrnaciiíe  ü  provincial 
de  Aragón,  otras  con  la  más  exjiresiva  de  nostmtihis. 
\a&  palabras  que  tvniu  por  exchisivamente  aragonesas, 
distinguiéndolas  de  todas  las  restantes  con  la  anteposi- 
cVm  de  la  palabra  //ispaius:  }  por  sí  pudiera  dudarse  de 
tjue  desiguaba  con  aquellos  autt'puestos  los  vocablos 
amgoueses:  él  mismo  lo  declara,  nra  en  el  Prólogo  di- 
cúmdo  A(f/ít}m  rtia-M  reí-nacida  pr-mutia  mstra  m- 


9i> 

miJM,  ora  eu  el  ludice  que  titula  Nomiiia  hixpaiUca  el 
oetnacttUí  Arajonia. 

V  decimos  todo  eato,  porque  parece  después  muy  ex- 
traño (|ue  persoua  tau  comi^eteute  en  todo  aquello  que 
emprendía,  calificara  de  aragonesas  palabras  que  pasau 
|)or  castellanas ,  como  asimilo j  balsamina,  cadillo,  ca- 
momilUy  cebadilla,  ginuta,  margarita^  regaliz,  sosa, 
lum,  anadón,  andarlo,  becada,  calandria,  chorlito, 
dogo,  gaoilán,  lechuza,  pajarel,  perdiguero,  picaraza, 
polla  de  ag na,  pulgón,  saboga,  lordo,  Irigu^o,  verde- 
rol  V  otras.  Colocónos  esto  en  la  difícil  alternativa,  ó 
de  aceptar  i)or  aragonesas  bajo  la  fé  de  quien ,  puesto 
que  lilólogo,  al  cabo  no  se  distinguió  como  etimolog'i&- 
tn,  i)alabnis  que  no  sólo  la  Academia  pero  aun  los  ha- 
blistas castellanos  han  considerado  de  uso  general  en- 
tre los  españoles,  6  de  de.sairar,  sino,  el  voto  calificado 
de  un  literato  dedicado  con  ardor  á  las  ciencias  natura- 
les y  conocedor  j)or  ú  mismo  de  los  nombres  con  que 
la  ciencia  y  el  vulgo  designan  cada  cual  los  objetos  de 
la  naturaleza.  Pero  nuestra  imparcial  .elección  ha  esta- 
do v.w  favor  del  habla  común  española,  no  sólo  por  el 
ma>or  rmüto  (lue  nos  nier 'cen  his  muchas  v  buena.< 
auloriíliidi'.s  (juc  contradicen  la  absoluta  de  Asso.  sino 
pííi'  otra  (.'onsideración  que,  favorable  como  lo  es  á 
Vragóii,  nn  podemos  excusarnos  de  aducirla. 

De  (va.^  voces,  hoy  todas  castellanas,  supuesto  el  ad- 
mitirlas romo  tale>"  la  Academia,  las  hav.  como  balsti- 
niina,  cadillo,  calaadria,  cebadilla,  chorlito,  dogo, 
gaviláiu  gi'iic'^ía,  pct'digicero,  jyxdgón,  regaliz,  saboga 
y  sosa,  que  ya  í^e  hallaban  incluidas  en  la  edición  prin- 
rii'f  tlcl    nircioiiariñ   jmblicadn  en   17*26  por  aquella 


irporacióu  literaritt,  y  iio  se  concibe  cómo  pudo  dea- 
entenderse  de  estn  autoridad  el  rtaturnlista  de  Asso: 
pero  bay  otras,  y  ú  lu  uiuy  bellas,  como  andario, 
asnalla,  camomila,  war^aí'iia,  pajel,  jñearaíit,  polla 
de  agua,  tordo,  tuca  y  verderol,  que  no  tenían  cabida 
en  aquella  edición  '".  que  en  Aragón  eran  ja  muy 
Uáunles,  y  que  hoy  bíin  ^jasado  ul  fondo  coniím  de  ia 
Academia,  sin  que  de  nuestra  parte  quepa  contra  esto 
reclamación  alyuna,  como  quiera  que  todos  los  idioniaa 
viven  de  esos  cambios  mutuos,  ¡iriuci  pal  mente  cuando 
la  lengTja  de  una  nación  prevalece  (como  su  ¡lolítica) 

il)te  los  dialectos  de  las  provincias  que  vienen  á  cona- 
irla. 

jPero  hay  que  considerar  como  aruffonesas  algunas 
labras  que.  ei  l)ien  incluidas  como  castellanas  en  el 
Diccionario  general  de  la  Lengua,  no  puede  uegnrae 
que  son  de' uso  constante,  popular,  y,  por  decirlo  asi, 
privilegiado  en  Aragón,  mientras  lo  tienen  muy  raro  ó 
ninguno  fuera  de  él,  pudienáo  asegurarse  desde  ahora 
que,  pasado  algi'iu  tiemiio,  y  cuando  ya  la  Academia 
forme  la  convicción  en  que  nosotros  nos  hallamos,  ha- 
brá de  conservarlas  en  su  Diccionario  con  el  carácter 
exclusivo  de  provinciales  de  Aragón  '■^''.  Aqui.  en  efec- 

(I)  T«rraTO«,  ciiyu  Dlcrlunurji'  et  i'ubllrü  rn  rM,  icrtoyú  lan  polalirns 
«afcWo,  eaBia-niíra,  mtrgarila,  jm/artl  j  lonlu:  la  |irinif M  de  cxUu  Vocea 
fMIoctuiílBao  varios  ediciours  de  la  Acailcmia  j'ra  el  Dlcclonarin  ili-  Vnl- 
bofoft,  i-rru  ilejo  ds  btIo  dradv  KBH. 

ti)  En  lü  nUclío  ilii  ISS  1u  ¡  nUbn  Aut-o  no  «e  luilU,  a^ndtn  wli  cuino 
pnivinrial,  taem  coiori  umíunCHu,  ayUléo  y  atyutillnie  como  csaleUanas: 
KniitAisKt3i¡83lbi"vja]>tUUaiii,Uaeiijao  anigoDfitas,  nbailia  y  eacoví 
cuma  eosUlluiiU,  alaainie  y  argu4I¡ado  á»  uiot^onu  ataoBua.  Ka  la  idlCÉ^u 
■Ir  ITMIioyirnlalms  CDUlicKiliiRConiaiusj;i)iuiU4,itu«tli;3tuísh«ui)Ut»tnita 
tomie  tos  ediciones  Buccainuiiotrnaiiuo  Bilí  no  íi- hallan,  coiuootnoTiiay 
«■vror  y  ijU*  dn|iuÍH  TimoG  como  CBElellimaii;  ctroí,  como  í«i:iHin,i|ue  ftUÍ 


98 

to,  se  dice  suplicacio7íes  ix)r  barquillos,  como  en  El  Des-- 
den  C071  el  desdén;  no  viarra  por  no  falla,  como  en  las 
farsas  de  Lucas  Fernandez;  aturar,  como  en  Berceo 
«Abrán  con  el  diablo  siempre  á  aturar,»  y  como  en  Lo- 
renzo de  Segura,  «Anda  cuerno  ruda  que  no  quiere 
aturar:»  amanta ,  amprar,  arguello,  arramblar  y  caño, 
malmeter,  masar,  paridera,  punchar,  rematado,  ven- 
^V^y  y  oti*í*s  varias  '^^  que  se  usan  frecuentemente  en- 
tre nosotros,  y  de  las  cuales  y  otras  ya  notó  Capniany 
que  algunas,  como  aturar,  cal,  dita,  malmeter,  os  tal 
y  pudor,  eran  á  un  tiempo  de  Cataluña  y  de  Castilla. 
De  entre  las  palabras  verdaderamente  aragonesas 
aunque  do  apariencia  castellana,  de^  entre  las  palabras 
que,  á  cambio  de  otras  citadas  y  consentidas  como  cas- 
tellanas, tenemos  que  revindicar  como  nuestras  y  sólo 
nuestras,  citaremos  más  detenidamente,  por  ser  de  las 
más  vulgares  en  nuestro  pueblo  llano  y  sólo  en  él,  la 
famosa  expresión  impersonal  7io  me  cal  (no  te  cal,  no  le 
cal)  en  significación  de  nó  me  importa,  no  me  confite- 
ne,  no  ?ne  es  menester,  no  me  cumple,  no  tengo  qué, 
etc.,  cuya  frase,  que  no  traen  ni  Covarrubias,  ni  la 
AcadiMiiia  en  su  Diccionario  grande,  ni  el  jesuita  Te- 
rreros, ni  Bcsal  en  su  Diccionario  manuscrito,  se  baila 
autorizada  en  nuestros  días  como  castellana  jior  la 
Academia  de  la  Lengua,  pero  usada  como  aragonesa 

st*  indican  romo  ar:i;/(>n"'sas  y  ilrsinics  Iwin  sido  nntumlizadas  en  Ca:stin>t. 
Kn  la  edición  última  ;lK72i  alcjera  está  como  castellana;  aliron  y  acavoiln 
no  se  hallan  sino  en  las  últimas  ediciones. 

,1)  Entre  ellas  casi  todas  las  (pie  l>.  Mariano  Peralta  inclu^'e  en  su  En- 
s  ii/n  de  un  Dicci'nvn'U)  oyivjo)i,cs-rcsicl!nno,  suponiéndolas  verduderan en tr 
ani;jrone.N;íS.  y  «¡ue  nosotros  a coyemos  m  v\  nuestro  señulundolus  con  iin:i 
indicación  particular,  mas  sin  habernos  atrevido  a  i^rual  licencia,  como 
<|U¡rra  qu«'  respetamos  la  autoridad  le^rislativo  de  hi  Academia. 


jK>v  riolo  iiiiesh-o»  labriefj'os. — En  el  Po&hm  del  Cid,  lia- 
blaiido  éste  de  Ioíí  Infantes  sus  yernos,  dice,  Cnriellos 
quijnier  ca  dellos  poco  i>ún  cal,  y  más  atrás,  Si  elre^ 
me  lo  quisiere  lomar  á  vü  non  ndnchal  (Damas  Hinanl 
traduce  al  francés  il  iie  vCeit  chatU): '''  eu  el  Poema  de 
AUyandro  se  lee, 

non  te  cal  ca  se  veucires 
non  te  menguarán  vasallos, 

y  en  otra  parte, 

Mas  quequier  que  él  dipra 
á  ini  poco  me  cala: 

eii  las  iHjesías  atríbuidaij  á  I>.  Alonso  el  Sabio  »''  tam- 
bién encontramos, 

10  si  vos  veis  este  íucf^o 
non  vos  otras  cosiu-i  calen: 

PD  el  Libro  de  Patronio, 

Ruégovos  que  me  consejedes 

lo  que  viéredes  que  me  cale  mas  de  facer: 

i'ti  el  Laberinto  de  Juan  de  Mena, 

Mas  al  presente  liablai-  no  me  cale 
Verdad-Io  permite,  temor  lo  devieda: 

'l<  i>i  le  roí  nu  vcut  prrniU  mun  bii'n  il  nc  m'rn  cliaull  -ZXi  Veiiillo  xur 
rux  qui  vuudra  car  il'  cui  ¡wu  m'ru  cliiiul.  TnuS  ilo  UuDiax  tlitiunl. 

•.T,  Su  Ivngnuja  no  I1«ue  clertu mente  tnln  rl  alrr'  <)>■  nnll(;a«ilu<l  ijur  t'i- 
muffiair  á  BU  ¿pnc»,;- Jc  otra  purtc  Hun  niurliOHlos  i|iitlinn  piirsto  enilii- 
•la  Ir  Biitcntlf idnil  Av  nlfuniiK  olims  tlcl  tey  Sdlili-,  oiitn-  Iok  cuiilr«  n'ror- 
'Iniunsii  IkTfriniD,  D.  TniuáNADl«Dtn)fñnrliPi>.  Mnmlin.vt^iinlmiB. 


100 

en  las  })oeí>íad  de  A.  Alvarez  Villasandino, 

Ya  no  me  cal 
pensar  en  al: 

en  las  farsas  ó  cuasi  comedias  de  Lucas  Fernandez  »*  os 
caledescmular:  en  la  Lozana  andaluza^  libro  obsceno  de 
Delicado,  «no  os  cale  burlar  que  castigan  á  los  locos:» 
en  los  ^Icneninos  de  Lope  de  Rueda:  c<no  me  cale  hacer 
senas  que  calle»:  y,  lo  que  es  mucho  más  notable,  en 
las  ei)ístolas  del  obispo  Guevara,  predicador  de  Car- 
los V,  «no  le  cale  vivir  en  Italia  el  que  no  tiene  privan- 
za de  rey  para  se  defender.» 

Pero  aunque  las  autoridades  que  llevamos  citadas 
han  i)odido  influir  en  la  Academia  para  la  admisión 
de  esa  voz,  que  sin  embargo  no  vemos  incluida  en  el 
gran  Diccionario  de  autoridades  de  aquella  Coq)oraci6n, 
ni  tampoco  en  el  de  Terreros  publicado  en  1786,  debe- 
mos advertir  que  quienes  la  han  conserv^ado  sin  inter- 
rupción son  los  aragoneses,  desde  que  (a  nuestro  pare- 
cer) la  lomaron  de  los  ])rovenzales,  en  cuya  i)oesia  se 
halla  usada  rei)C't¡d".s  voces,  así  como  la  tienen  el  idio- 
ma italiano  v\\  caleré,  el  francés  antiguo  en  chaloiTj  el 
catalán  en  caldrér,  y,  aun  forzando  un  poco  la  analo- 
gía, el  latin  ena^toc^r^,  agitarse,  moverse,  pudiéndose 
decir,  no  me  mueve,  no  me  ajita^  no  me  domúia,  no  me  da 
cuidado,  no  me  irnporta.  Del  uso  lemosin  no  puede  du- 
darse al  leer  en  una  canción  de  Pedro  IW^no  7?i'  calffra* 
no  uic  seria  ncco-ario,  y  en  un  poema  anterior  ^^"^  per- 

I.  Tirnr  por  ohjrto  la  Cruzada  rntUrc  ¡os  alUgcnxrx,  (|uí?  empozó  en  1201 
y  urubú  vn  V21U:  fué  cs(?rito  en  o\  mismo  iifmi»o  de  los  succ^50S:  so  atribuye 
II  fiíiillrriuo  t\i'  Tvidiln,  y  se  ha  ¡ublicíulo  oíiciulmcnlcen  París  en  1SJ7. 


lol 
teneeiente  á  los  primeros  aiíos  del  siglo  xiii  y  publi- 
cado y  traducido  recientemeute  por  Fauriol, 

Per  Dievk^  n^  ügs^  diíi  lo  coms,  nons  clame tx  que  nous  cal^ 
Por  Dios  D.Hugo,  dijo  el  Conde,  no  os  quejéis,  que  no  os  conviene, 

y  más  adelante  al  verso  4844, 

A  la  vierediana  quel  soleilhs  pren  lombral 
el  lato  de  la  vila  efiían  a  no  men  cal; 

esto  es,  «al  medio  dia,  cuando  el  sol  penetra  en  todo 
sombrío  y  los  defensores  de  la  ciudad  están  descuida- 
dos» ó  «no  están  sobre  las  armas,»  como  viene  á  decir 
Fauriel,  6  «están  en  un  no  me  imj)07*la^»  si  fuera  posi- 
ble traducir  así  aquella  expresión  que  de  todos  modos 
indica  el  abandono;  y  finalmcntCj  verso  4913, 

Mas  non  ata  Belcaires  iemensa  que  nolh  cal, 

que  Fauriel  traduce,  «Mais  que  Bcaucaipe  n'  ait  plus 
de  crainte;  il  n'  en  doit  pas  avoir»  y  que  en  castellano 
se  puede  expresar  diciendo,  «Pero  no  tema  Beaucaire, 
pues  no  debe,  pues  no  le  corresponde,  pues  no  tiene 
motivo,  pues  no  tiene  por  qué.» 

Haciendo  punto  en  esta  digresión,  ya  demasiado  ex- 
tensa pero  no  inútil  á  nuestro  propósito,  y  anudando 
el  pensamiento  de  donde  ha  partido,  tócanos  manifes- 
tar que,  señaladas  las  palabras  usadas  por  autores  ara- 
goneses mas  no  por  eso  aragonesas,  é  indicadas  tam- 
bién las  que  á  toda  luz  son  de  Aragón  aunque  todavía 
calificadas  como  castellanas,  pudieran  añadirse  ciertas 
otras  generalmente  usadas  en  Aragón  y  que,  á  pesar 
de  serlo  en  Castilla  por  escritores  de  nota,  no  tienen  ca- 


litó 

hiela  como  castellanas  en  el  Diccionario  de  la  Lengua: 
tales  son  haldeta  que  usa  Moratin  en  aquel  verso  de  sus 
Naves  de  Cortes: 

de  azul  y  negro  las  haldetas  de  ante; 

esma)i¡iamazos,  que,  sin  el  prepuesto  privativo,  leemos 
en  aquellos  versos  del  cancionero  de  Baena, 

A  ty  vianffamazo  syn  otra  tonsura, 
por  mí  será  dada  muy  gran  penitencia; 

';Págs.447y481.) 

latuimrOy  que  tanto  divierte  á  los  castellanos  cuando 
lo  oyen  á  algún  aragonés  y  que,  sin  embargo,  no  sólo 
es  muy  natural  derivado  de  lamer ^  y  muy  parecido  á 
lamistero  y  lamiscado,  sino  que  se  ve  usado  en  el  Arci- 
preste de  Hita, 

La  golosina  tienes  goloso  lammero; 

a  placer  y  que  vemos  en  aquel  romance: 

en  corte  del  rey  Alfonso 
Bernardo  áiüacer  vivia; 

pintar,  que  usan  nuestros  pastores  por  tallar,  aunque 
justo  es  decir  que  la  Academia  lo  liace  sinónimo  de 
escribir,  e\j)l¡cando  bien  ambas  versiones  aquellos  ver- 
sos euoautíidores  de  Gil  Polo: 

mas  serato  cosa  triste 

ver  tu  nombre  allí  pintado  {señalado  en  mil 

robles). 

no  creo  yo  que  te  asombre 
tanto  el  verte  víñí pintada,  etc.; 


103 

"¡nueso,  ó  bocado,  que  derivado  de  mor  sus  (de  donde 
después  almuerzo)  se  halla  como  provincial  de  Aragón 
y,  no  obstante,  lo  encontramos  en  el  Poema  del  Cid: 

w 

Nol*  pueden  facer  comer  un  mueso  de  pan, 

y  en  el  de  Alejandro  aunque  con  varia  lección,  y  en 
los  poetas  del  Cancionero  de  Baena : 

E  luego  será  de  todo  vengado 

el  mueso  podrido  que  dio  el  escoq^iún 


Mas  freno  sin  mueso  é  chai)a 
vos  daría  aun  emprestado; 

])etíora  y  carUatero  que  explican  Berganza  y  Merino, 
dando  kpemiora  el  significado  de  multa  y  prenda,  y  á 
caritas  el  de  refección  de  bebida  tras  la  colación  y 
lección  espiritual;  tasíar,  que  si  bien  se  halla  en  senti- 
do de  tocar,  derivado  de  tactuSy  también  tiene  (»n  Ber- 
ceo  el  de  probar  ó  morder  en  aquel  verso. 

Que  de  meior  boceado  non  podriedes  (asta)*: 

macelo,  cuyo  derivado  macelario  no  incluyo  la  Acade- 
mia, pero  sí  en  sus  vocabularios  los  eruditos  PP.  Ber- 
ganza y  Merino;  vencejo,  de  vmculum,  que  aunque  ad- 
mitido por  la  Academia  en  significación  de  ligadura, 
sobre  todo  para  atar  las  haces  de  las  mieses,  lo  decla- 
ra D.  Tomás  Antonio  Sánchez  privativo  de  Aragón  al 
explicar  el  verso  de  Berceo, 


104 

Alzáronlo  de  tierra  con  un  duro  venceío; 

cutio,  que  en  Arag^on  significa  constante,  diario,  no 
interrumpido,  Conforme  con  su  etimología,  quotidie^ 
quolidianus,  y  que  la  Academia  escribe  y  explica  de 
otro  modo,  poniendo  ciiúio,  trabajo  material,  (^)  y  omi- 
tiendo absolutamente  en  su  Diccionario  el  adjetivo  cu- 
tiano (quotidiano)  que  leemos  en  el  foemB.áe A leJandrOf 

Un  pasar!  ello  que  echaba  un  grant  grito 
andaba  cutiano  redor  de  la  tienda  fito, 

y  en  Berceo , 

facie  Dios  por  los  omes  mirados  cutiano, 

y  en  el  célebre  Villasandino, 

Pues  memento  mev  cutiano  disanto; 

(l»íy  partícula  expletiva  que  se  usa  en  la  frase  me  dijo 
de  antes  sxt  parecer,  y  en  otras  parecidas,  y  que  tam- 
bién usan  nuestros  clásicos  como  Cervantes  «tan  bien 
barbado  y  tan  sano  como  de  antes,»  y  el  obispo  Gue- 
vara «y  sus  pueblos  quedaron  como  de  antes  perdidos.» 
Añadiríamos  á  estas  algunas  otras  palabras  y  frases 
que,  siendo  muy  familiares  en  Aragón,  y  no  teniendo 

(1)    Vestida  de  color  de  j»rimavera 
en  los  días  de  cutio  y  los  de  fiesta; 

dice  Cervantes  en  el  cap.  IV  de  su  Viaje  al  Pammo,  y  en  este  sentido  la 
Academia  admita  día  de  cutio  como  día  de  labor. 


atrit 

US" 


le  exóticas  ni  nuevas,  eatin  excluidas  no  obstan- 
te del  Dircionario  de  la  Academia,  por  donde  oficial- 
mente resultan  no  ser  castellanas,  mientras  son  positi- 
vamente, ya  que  no  arag-ouesas,  de  uso  aragonés;  pero 
atribuyendo  este  silencio,  no  á  decisión  magistral  sino 
i  descuido  inevitable  de  aquel  sabio  Cuerpo  literario, 
adicionaremos  el  anterior  catálogo  ni  aun  con  les 
que  por  ahora  nos  ocurren.  Es  la  una  líe^ar  la  co- 
ienie,  trase  que  hemos  oido  &  castellanos  puros  y  que 
usa  el  Uuque  de  Rivas  (i>oeta  cordobés)  en  el  romance 
último  de  su  Aforo  expósito  , 


«le  acaricia,  le  lleva  la  corriente.» 


18  otra  ea  la  voz  inedicina  que  no  se  define  por  la  Aca- 
demia sino  como  «ciencia  de  i)recaver  y  curar  las  en- 
fermedades ilel  cuerpo  humano,»  y  que  en  sentido  de 
medicamento  dJ  es  en  Aragón  vulgarisima,  .se  usa  niu- 
liOho  por  los  facultativos  y  se  lee  con  frecuencia  en  las 
Ordinadones  del  Hospital  de  Zaragoza   1056,   siendo 
además  común  A  la  lengua  italiana  y  al  dialecto  cata- 
lán, pero  que  no  puede  formar  parte  de  nue.'ítro  Diccio- 
nario cuando  la  vemos  usada  en  todos  los  ujils  distin- 
íoe  escritores  castellanos,  desde  Cervantes  A  Es- 
,,  desde  Quevedo  hasta  el  poeta  pojnilar  True- 
mismo  en  fr.  Luis  de  Granada  que  dice,  sin  las 
de  los  médicos  y  las  medicinas,  en  Mcxia, 


aa  Academin  «n  lu  voi  vitáieii 

,.jr  tanto  oo  niimlta  A  tMiI/cíiw  an  s 

I,*  nwjor  lo  luce  Covnrroblos  qun  dice:  •MUDlumA  la 
co  pTufísa  )'  ÍDI  nmÉdíai  íu*  aplica  al  ■nftriM.» 


106 

como  el  bum  médico  sus  ^nedicinas,  eu  Guevara,  y  lo 
poco  que  las  medicinas  le  han  aprovechado  y  en  Rhúa, 
jue  sana  la  he^nda  con  medicinas  lenitivas. 

Pasando  ahora  á  uno  de  los  más  notables  g^rupos  en 
que  pueden  dividirse  las  palabras  aragonesas,  digamos 
en  honor  suyo  que  este  pueblo  ha  conservado  un  gran 
número  de  las  que  constituyeron  el  habla  antigua  cas- 
tellana, siendo  ya  consideradas  como  arcaismos,  fuera 
de  uso  algunas,  y  no  pocas  que  acá  nos  son  del  todo 
familiares,  y  que  en  parte  componen  el  más  usual  vo- 
cabulario de  la  gente  inculUí,  cuyos  modismos  excitan 
hasta  cierto  punto  la  compasión  de  quien  los  oye,  ig- 
norándose, aun  por  nosotros  mismos,  que  así  hablaron 
los  padres  del  común  idioma  castellano. 

Seria,  en  efecto,  un  trabajo  muy  curioso  el  de  reu- 
nir las  voces,  incorrectísimas  hoy,  de  las  clases  última» 
del  pueblo,  y  observar  su  perfecta  identidad,  no  ya  con 
las  que  se  emplearon  en  los  siglos  primeros  del  habla, 
sino  aun  con  muchas  de  los  escritores  que  florecieron 
en  el  siglo  xvi  ^^\  Llegarían  esas  semejanzas  hasta  el 
punto  de  ser  fácil  componer  todo  un  discurso,  y  áuu 
todo  un  libro,  con  palabras  tomadas  del  antiguo  cast<í- 
llano,  (|ue  sin  embargo  serían  (exactamente  las  que  usa 
con  jiredilecoión  el  jíueblo  aragonés;  bien  quemuchíis 


:J  A  tinos  (If  él.  on  1&9'.Í,  s<'  furmaron  ó  imjtrimioron  los  Eatatutos  tj  Ur- 
diHaciones  (fe  los  Montes  //  ihievíns  de  Zaragoza  que  nc  re\n\\*Tlnüeron  en  ltí7¿ 
«Hin  alterar  ni  miitlar  sustancia,  sino  nlíTuno»  vocablos  unti^ruoR  íjuí*  se 
han  ¡mosto  oí  lenfjuaje  de  ohonr,»  y  sin  onihar^o  on  osa  última  oilición  s«» 
Xt'U  usadas  las  palabras,  tuetad,  turietido^  fi'fhiendo,  itnbiar^  riexped,  estaxt^ 
ruhaño  y  otras  ¡mrocidas,  así  como  on  las  Ordinncíofícs  del  Hospital  de  Zu- 
rarjoza,  177.\  se  habla  do  rudillos  lim])ias,  y  on  ol  Memorial  de  to<lo  un  Cn- 
tíKlrático  de  tool(>íría  (I).  Manuel  Cavós,  ITsV  de  que  en  la  Universidad  po- 
día resultar  alfíunR  tm^eria. 


107 

de  ellas  no  dejan  de  ser  comunes  con  el  ya  bárbaro  dia- 
lecto que  todavía  conserva  el  estado  llano  en  toda  Es- 
pana,  Sean  ejemplo  de  esta  observación,  sin  que  por 
eso  abultemos  con  ellas  nuestro  Diccionario,  las  i^slsn 
hrvíB  niervo,  oniecida,  gomitar^  6uticario,  recominiór 
prolueTiffan^  Jílicidad,  tnviendoy  enireviniendo,  abello- 
ta,  guisiendo,  previdencia,  risisiir,  pidir,  dicir,  rece- 
bir,  vieda  (veda),  siguidilla,  ambrolla j  crocodilo  (lati- 
no puro),  virijícar,  offepcion,  asasinar,  etc.  Séanlo  tam- 
bién weííWQ,  trujo  ^^^ y  agora,  escuro,  enantes,  dende, 
que  los  poetas  dicen  con  frecuencia.  Séanlo  igualm^ente 
eslentinos,  malmeter  y  ranear  que  usa  Juan  Lorenzo 
de  Segura;  emparar  que  se  lee  en  Berceo;  itilra,  esto- 
ria,  estruir  y  mandurria  que  emplea  el  arcipreste  de 
Hita;  churizo  ^^\  previlegio  y  rétulo,  que  nos  dice  Co- 
varrubias;  rábano  y  aspárrago  que  forman  más  con  la 
etimología  hebrea  y  latina;  pedricado,  que  dice  el  rabí 
D.  Santob;  cantado,  estentino  y  otras  muchas  que  se 
ven  en  el  Cancionero  de  Baena;  empués,  que  dice  Mar- 
cuello  (pero  también  Berceo);  agüelo  y  cudicia  Aldrete; 
acontentar  el  autor  del  Diálogo  de  las  lenguas;  iftcon- 
vinientes,  encorporar  y  muchas  otras  Zurita;  nguridad 
Tirso  de  Molina;  mesmamente  el  P.  Isla;  aguacil,  as- 
pera/r,  ceminterio,  concencia,  conocencia,  dormiendo, 
enlroducion:,  irnos  (vamos),  inorancia,  jalara,  sabo  y 


(1)  Es  muy  curiosa,  sobro  oslo  vocablo  la  opinión  del  autor  del  Diálogo 
dé  las  lenguítt:  dice  que  es  más  suave  <it<^o  que  traxo,  aunque  on  latín  es 
iraxit  y  que  «por  la  misma  razón  que  ellos  (los  cortesanos,  caballeros  y  ae^ 
ñores)  escriben  su  tt'oaco  escribo  yo  mi  truxo,*  y  añade  que  escribe  salivé  y 
no  saldi'é  porque  viene  de  salir. 

(2)  Rosal  pone  en  su  Vocabulario  churizo  y  no  chorizo,  é  incluye  algru. 
ñas  palabras  de  las  primeras  que  llevamos  citadas. 


108 

saiti,  (sé  y  sepa),  estroperar,  yforibu)ido  el  dramático 
Lucas  Fernández;  deciembre  los  Estatutos  de  Zaragoza 
en  1564;  re^neifo,  cumpletas,  mochachos,  rediculoy 
salvaje  unas  Relaciones  jde  Fiestas;  perjmciales,  de- 
sanchar y  pedes tralíllos,  el  P.  Martón;  mienta  y  ojeh* 
to  el  analista  Sayas;  catredal  el  Conde  de  Villahermo- 
sa  D.  Martin;  ar^nlloso,  is  (vais),  devantar  y  atorgar 
D.  Jerónimo  Urrea  en  su  novela  inédita  D.  Clarisel 
de  las  Flores;  probes,  niervos ,  traducio  y  destmiciones 
el  famoso  poeta  Herrera  en  su  defensa  propia  contra  el 
ataque  del  Preste  Jacopín  á  ])ropósito  de  las  Anotado- 
nes  de  Oarcilaso. 

Pero  estas  palabras  no  son  otra  cosa,  aunque  saluda- 
das con  el  nombre  de  barbarismos,  sino  ligeras  desvia- 
ciones eufónicas  de  otras  verdaderamente  castellanas: 
las  hay  que  siendo  notadas  en  Castilla  como  arcaísmos, 
son  en  Aragón  bastante  corrientes,  y  de  ellas  citare- 
mos (aunque  no  hagamos  uso  de  todas  en  el  Dicciona- 
rio): abejera,  aconsolar,  afigir,  afirmar^  almnestas^ 
aplegar  y  apoíicario,  árcaz,  asi/i,  asista ,  asnmir,  aza- 
rolla,  baJturrerOy  batifnlla,  hatinwmto,  bogeta,  hfco, 
cadilloy  caléndala,  cabliera^  canso,  capacear,  casad/i, 
cocote,  coda,  espedo,  fajo,  fendilla,  feriah  fosal,  inte- 
rese, marzapan,  mayor domhria,  mida,  mueso,  'tiano, 
os  taleros,  oír  i,  pasturar,  peaorar,  tardano,  tributa^ 
cióii,  etc.,  de  cuyo  catálogo,  que  pudiéramos  no  sin  difi- 
cultad enírrandecer.  se  deduce  lo  (lUC  va  hemos  indica- 
do,  es  á  saber,  la  religiosidad  con  que  el  pueblo  ha 
guardado  la  antigua  manera  de  hablar,  haciendo  en  él 
la  ignorancia  las  veces  del  respeto. 

No  son  menos  recomendables,  pues  son  igualmente 


B  y  pcrfeclaiin.'nte  eonlbrmes  cou  la  Índole  ó  genio 
3el  idioma,  las  palabra»  comjiuegtas  que  oeteuta  el  ara- 
fíooée.  No  liay  para  qué  ilecir  la  belleza  y  el  uümem 
que  de  los  com|)iiestos  resulta;  ni  la  fecüidad  con  que 
lakngiia  eapafioln  los  atlmíte,  merced  á  sus  termiua^ 
cienes  vocales  y  &  la  buena  proporción  en  que  entran 
esta«  letras;  ni  la  condensación  que  producen,  econo- 
mizando circunilo()UÍcp»  y  particular;  ui  el  uso  que  du 
elloá  hicieron  la.s  lenguas  anticuas,  prinoipalmeuW  la 
griega:  todo  es  demasiado  conocido  para  neceHitar  ex- 
planarlo, y  mucho  menos  aqni  en  donde  \x>r  otra  parte 
no  tiene  su  principal  asiento.  Pues  bien:  de  estas  com- 
posiciones que  deben  tomarse,  bÍ  no  ea  en  las  ciencias, 
del  fondo  que  ofrece  el  projijo  idioma  (según  lo  insinuó 
Kíayans  con  acierto,  tomaudo  cabalmente  por  ejemplo 
una  voz  aragonesa],  hay  algunas,  entre  las  mucliae, 
que  B  cnda  paso  inventa  la  conversación,  como  n^íía- 
cibera,  aguallevado,  agwatidlo,  ajottrriero,  ajolio, 
alicáncano,  allcorliido,  antecoger,  aalipoea,  apaSíacttett- 
cos,  arqiimesay  arraiicasteffa,  Hliazorro,  boUaJado, 
cabaxquUi,  carasol,  casamudct,  cisamoscas.  conirayer- 
ba,  eairccacar,  escoiulecuca-v,  gallipueníe,  habarrot, 
kurtadineros,  malbusca,  imCacabra,  malacau,  mira- 
mar,paniquesa,  rabiojo,  íobreiueno,  sob^recielo,  Ira- 
ffocanlos,  ínbaiequias . 

Y  si  de  los  compuestos  pasamos  á  los  derivados,  que 
BOU  una  parte  tan  principal,  y  por  ventura  la  más  nu- 
merosa di*  los  idiomas,  ¿cuántos  nos  encontraremos  en 
Aragón,  cuya  mayor  parte  debieran  adoptarse  por  la 
Academia?  Permítasenos  ofrecer  de  ellos  una  mueati-a, 
la  cual,  contribuyendo  á  esclarecer  este  punto,  dejará 


lio 

tambiéu  probado  que  en  la  couservacióu  tenaz  de  sus 
modos  de  hablar,  generalmente  proceden  los  aragone- 
ses con  una  lógica  instintiva,  muy  ajena  de  la  especie 
de  extraiieza  depresiva  con  que  son  saludados  sus 
provincialismos,  Véanse  sino,  las  palabras  aceitero,  adi- 
7ierar,  afascalar,  agramar  y  affuachviar,  agüera^  aha^ 
jar  y  aladrada^  alaica,  anzólelo  j  aflero^  apoMladOy  ape- 
nar, aquebrazarse,  arrancadero ,  arroberoj  asolarse, 
azuleroj  bajero,  boalage,  bohear,  brazal,  cabecero,  cabe- 
zudo, cabreo,  calo7'¿na,  callizo,  canalei'a,  cantal,  capo- 
lado,  capucete,  casera,  comprero,  collete,  cresarse,  cru- 
jida, caatemado,  culturar,  cunar,  chorrada,  defenecer, 
dentella,  desbravar,  descodar,  desgana,  encerroíia,  en- 
gafetar,  enzurizar,  esbafar,  escorchón,  escorredero, 
estribera,  frontinazo,  galgueado,  hetera,  huetatero, 
jetazo,  juguesca,  lavado,  manifacero,  mañanada,  má- 
sela, matacía,  mitadenco,  motada,  ocheno,  oleazafpa-' 
rejo,  pastenco,  j^educo,  picoleta,  plantero,  pulgarillas, 
racimar,  repaso,  saquera,  simoso,  so)idormir,  suda-- 
dero,  tardada,  ¿ernasco,  tenderia,  volandero. 

Hay  otras  machas  palabras  que  difieren  muy  poco 
de  las  correspondientes  casteHanas,  resultado  necesario 
de  la  varia  eufonía  de  las  provincias,  á  veces  de  la  ma- 
yor ó  menor  fidelidad  etimológica,  y  no  pocas  del  sim- 
ple decurso  de  los  tiempos,  que  refinan  ó  adulteran, 
pero  no  para  todos,  el  idioma.  Vocablos  hay  que  va- 
rían la  terminación,  como  abejero  por  abejaruco,  an- 
chcza  por  anchura,  apulíadar  })or  apuñear,  azamriatc 
jx)r  zanahoria,  balsete  por  balsilla,  bla'nqucro  por  blan- 
(j[ueador,  capaza  por  cai)acho,  cargadal  \)0t  cargazón, 
corrinche  por  corrincho,   chaparrazo  por  chaparrón. 


dalla  jjor  dalle,  exigidero  |ior  exi^ilile,  /rioleuco  por 
friolento,  perera  por  peral,  pescadero  por  pe.scadero, 
/íícorjxjr  picazón,  rocador  \>oí  TOC&Aero.  Unos  se  hnu 
HÍiicopado  fen  Aragón,  como  «¿río  pop  averio,  albadft 
j  pcfT  alborada,  caríuarío  por  cartulario,  censalista  por 
I  eeiuualista.  coáar  ¡tor  cobijar,  chapear  jior  chajiotear, 
)  tniáa  por  medidu,  zaiu/uihn  por  zangarullón:  otro»  al 
i  coutrario,  se  liau  alargado  ])or  epéntesis,  como  uliron 
\  |ior  alón,  biriua  por  biuza,  cadiem  jtor  cadira,  carra- 
í/a  por  carraca,  fftfípeííí-¿(í**  por  einiwdrar,  hilitrza  ¡lor 
,  hilaza,  jarapotear  por  jaropear,  marreqa  por  marga. 
|..^nra  por  paso,  nsle/ttor  por  valor.  Unos  suprimen  por 
\  a&TV^A  la  -siliilta  inicial,  como  c/tparra  por  alca])ar!ir, 
I  dttta^r  adiila,y(i(Í7  por  ^zaAix.javibravpoT  enjambrar, 
(¿nzífo  por  apedreada .  :afrait  por  azafrán;  otros  lii 
•  tmian  por  prótesis,  como  amerar  por  nierar,  asesteadc- 
L  #*  por  fiCsteíidero,  alrazar  por  trazcir.  Uhüb  pierden  lii 
linat  |tor  apócope,  como  ahim,  brócwl,  caparros,  espi- 
nal, jjor  alumbre,  bróculi,  caparrosa  y  cupinacA:  otros 
lu  toman,  como  rondalla  ]ior  ronda,  Algunos  duplican 
tinii  letra,  como  acerolla.  sar ramplón,  por  acerola,  sn- 
mpíón:  otjos  son  anagramáticos,  como  amorgontcr  y 
'  arraclán,  por  fimugronar  y  alacrán:  otrosobedeccnmris 
i  al  origen  latino,  como  bn/oiieria.  calonia,  coiicello, 
PeKr¿o,^'«í»Crt  por  buhonería,  caloña,   concejo,  corto, 
I)  liorna:  otros  padecen  la  leve   alteración  que  algunos 
i  gramáticos  llaman  antitesis,  como  sucede  en  achacar- 
',  albelloii,  alcorzar,  almadía,  alganillas,  ariidro,  bo- 
IjS?,  boltjü,  cogullada,  eitsundia,  furrufalla^  (¡art'J'ii. 
vgata.jijalla,  lezna,  matidm'ria,  pimolla,  reslrojeru, 
\sn}%a4t,  tamborinazo  y  vendema,  ctivo?  ei¡u¡valcncias 


112 

castellauas  no  es  necesario  enumerar.  Otros,  finalmen- 
te, se  distinguen  por  su  sílaba  inicial  es,  que  en  Ara- 
gón suele  preceder  como  privativa  en  lugar  del  ante- 
puesto deSj  y  aun  aumentarse  á  la  voz  castellana,  como 
se  vé  en  esbafavy  escafíarsej  escrismar ,  esgarrar,  es- 
patarrarse,  estral,  eslréoedes  ^^^  y  esvarar,  bien  que  la 
lengua  castellana  es  también  abundante  en  esas  vo- 
ces, la  mayor  parte  anticuadas  (y  esto  prueba  nueva- 
mente en  favor  de  Aragón  lo  que  llevamos  dicho), 
como  escañar,  esfogar,  esfriar,  espabilar,  espalmar, 
espavorido,  espedirse,  espejar,  espeluzar,  esperezarse, 
espolvorear,  esposado  y  estajo. 

También  son  de  citar,  y  merecerían  una  interesante 
explicación  individual,  algunas  palabras  y  modismos, 
que,  sin  separarse  del  idioma  común,  tienen  valor  nue- 
vo en  Aragón ,  por  estar  tomados  graciosamente  en 
sentido  figurado  ó  translaticio,  cuya  manera  de  ha- 
blar es  uno  de  los  más  altos  i)rimores  de  una  lengua. 
Notaremos  como  ejemplo,  acantalear,  ajustarse,  alba- 
rrano,  andaderas,  anieblado,  armarse,  fandango,  as- 
nillo, bandearse,   barbaridad,  brazo  de  San  Valero  ^ , 


,1  Kilvévcdei^j  Ilarzn  y  Ahujeros  son  los  nómbresele  sendas  calles  cu 
Zavag-oza.  seg^ún  sus  azulejos  que  para  nosotros  sen  documentos  oficiales, 
como  d¡rig"idos  por  el  Ayuntamiento,  y  cabalmente  colocados  en  1770, 
cuando  estaba  en  toda  su  plenitud  la  influencia  castellana,  y  cuando  ya  se 
conocía  la  buena  ortogrrafía,  de  (pie  cuidaron  poco  nuestros  mayores,  ^'er- 
dad  es  (jue,  si  bien  presidió  en  la  nomenclatura  de  las  calles  un  esj)íritu 
por  decirlo  así  moderno,  pues  hay  sobre  treinta  (lue  recuerdan  á  otros  Uin- 
tos  personajes  de  las  éi>ocas  romana,  árabe  y  cristiana,  como  Cineja,  Be- 
nairc.  Conde  do  Alperche,  1).  Juan  de  Ara¿rón,  los  Urrcas  y  otros;  en  cuan- 
to á  ortografía,  dejan  mucho  que  desear,  notándose  á  veces  que  para  una 
sola  calle  hay  dos  azulejos,  con  b  y  con  f,  lo  cual  también  se  observa  en 
ambos  costados  á  la  ¡merta  de  la  l'niversidad  literaria. 

(•-.*)    í?an  Valero  es  patrón  de  Zarag-oza  y  su  arzobisi»ado,  y  entre  los  ora- 


f 


11;^ 

('dnir  la  burredcra,  ^  echar  la  le//,  encabezadoj  ea- 
callarse,  dar  carrete,  JIorecer  la  almendrera,  garras, 
f/orrido,  giUton,  gusanera,  hercjia,  indignarse  la  lla^ 
gajjulepeyjusepico^  lucero,  lucidario,  macerar,  maza- 
da, morir  á  lósela,  mostacilla,  nazareno,  j^i^^ff^^^l^f 
salida  de  pavana,  tiorba  y  otras. 

A  este  grupo  corresponden  igualmente  la  palabra  lo- 
ciño  en  que  los  arag'oneses  toman  la  parte  por  el  todo; 
las  palabras  azulejo,  elástico  y  esponjado,  que  toman 
jjié  do  la  cualidad  sobresaliente  del  objeto  para  darle 
nombre;  también  talegazo  y  titada,  cuya  analogía  con 
costalada,  v  monería  no  deja  de  ser  curiosa;  igualmen- 
te bigardo,  que  aplicándose  primeramente  á  unos  frai- 
\í:tj  00  la  órdju  de  S.  Francisco  condenados  por  herejes 
en  Alemania  ó  Italia,  se  extendió  después  á  los  de  ma- 
la vida,  concluyendo  i)or  significar  en  Aragón  el  man- 
cebo de  grandes  medros  y  de  buena  apariencia  para  el 
trabajo,  pero  que  Lace  vida  inútil  y  ociosa;  y  finalmen- 
te las  antonomásticas  Jlorin,  que  asi  se  llamó  por  ser 
H.-ual  en  Florencia,  según  Merino;  fredcrical,  con 
motivo  del  manto  que  ufaron  algunos  Fadriques  de 
Sicilia,  según  la  explicación  de  Blancas;  zaforas,  voz 
moderna,  suponemos  que  ocasionada  por  el  longista 
Zaforas,  en  cuya  casa  se  dice  que  sirvió  como  criado  el 

(lorrs  ílol  pulpito  era  llamado  antonífmáslicamenlc  t'/  hrazo  fucríe:  asilo 
liemos  oirtü  en  má»  de  una  ocasión,  adcmós  de  haberlo  leido  en  una  listo 
manuscrita  de  antonolna8ia^»,  escrita  en  el  siglo  pasado  con  variOK  otros 
pai'eles  de  materia  predicable. 

i.l)    Léese  en  el  arcipreste  de  Hita: 

Tenic  buen  abogado,  ligero  c  .sotil  era: 
¿"ligo  que  de  la  raposa  es  gran  «barreUira. 

8 


114 
famoso  Cabarrúis;  piculin^  eu  recuerdo  de  un  famoso 
volteador  de  aquel  nombre  que,  procedente  de  Caste- 
llón de  la  Plana,  trabajó  en  Zaragoza  muy  á  gusto  de 
todos  desde  1803  á  1815,  según  ^asamayof  (^\  bien 
asi  como  en  Castilla  ejecutó  sus  habilidades  en  el  siglo 
XVI  el  italiano  Bumtin,  de  donde  tomaron  ese  nombre 
los  volatines  en  general,  según  lo  hemos  leído  en  al- 
gún trabajo  etimológico  y  aun  nos  parece  recordar  que 
en  alguna  comedia  de  Lope,  por  más  que  en  el  Diccio- 
nario de  la  Academia  no  hayamos  hallado  esapalabm. 

Viniendo  ahora  á  las  etimologías,  por  demás  está 
que  repitamos  lo  que  ya  hemos  indicado  en  este  punto; 
ocioso  es  que  digamos  de  nuevo  lo  que  por  otra  parte 
de  todos  es  sabido;  las  lenguas  se  forman  por  aluvión 
y  por  derivación,  de  lo  cual  nace  su  división  en  fami- 
lias, el  parentesco  estrecho  que  á  muchas  liga  entre  sí, 
la  riqueza  misma  que  ostentan,  como  se  vé  en  la  grie- 
ga con  la  acumulación  de  sus  dialectos,  en  la  latina  con 
su  imitación  griega,  en  las  germánicas  y  neo-latinas 
con  la  asimilación  de  sus  afínes  y  con  el  contacto  de  los 
])ueblos  conquistados  y  conquistadores,  aliados  y  ene- 
migos. Pero  si  es  un  gran  mérito  filial,  como  lo  es  á 
nuestros  ojos,  la  conservación  cariñosa  de  las  raices  ó 
vores  matrices,  supuesta  la  necesaria  y  áuu  oportuna 
reforma  de  la  sintaxis,  en  Aragón  hay  por  qué  enva- 

• 

;i)  D.  Faustino  Cusamayov  pscribió  y  dejó  manuscritos  unos  A/ios  jwh- 
tinos  é  hiitlóyicns  de  Zavafjozay  que  pn  18  tomos  comprenden  totlüs  los  suce- 
sos ocurridos  en  la  cajú  lal  de  Ara^jún,  desde  1182  ú  IKW:  lioy  jíosee  cstíi 
obra,  si  bien  con  la  falta  de  dos  tomos,  la  Ilibliotrca  de  la  Universidad  de 
Zaragoza,  cuyo  Rector,  que  era  el  autor  de  e&tc  tral»a.jo,  encontró  nueve  de 
aquellos  que  no  pobcía  ni  tenía  rcijistrados  la  Bibliotec».  y  rscribió  ade- 
más h\  biojrrafía  de  Casamayor  y  el  juicio  crítico  de  sus  Aünt  ;/o/f/.>o.v. 


115 
mcerác  en  cati;  imiilo,  ¡juo^  son  muchas  luñ  vocfs  pro- 
ales que  derivnn  inmediatamente  del  idioma  del 
)  <". 

Unos  hau  couservado  toda  su  estructura  latiuit,  co- 
mo limiBn-damus,  articúlala,  caléndala,  pórtala,  tesl¿- 
ficata..  exhihita,  cancdala,  extracta,  inlamarhio,  wKra- 
mariico,  cisterm,  /'¡ndeeUnatorio,  paciscente  y  bona- 
«ero  que,  auuque  tiene  por  su  terminación  aire  espafiol, 
jíroccíle  de  la  frase  antlg-ua,  líoaa  vero  quis  demandan- 
üw  sunt  &ac,  y  expresa  hoy  como  entonces  la  lista  de 
B  lúeaes  a  que  se  refiere  la  demanda.  Otras  son  Wm- 
18,  ó  no  han  variadti  sino  la  desinencia  ó  la  ortogra- 
fia,  como  ápom,  apotícario,  ordio,  cicKres,  brisa,  lujo- 
aa,  uva.  lucidarto,  saiisa,  eo/najuia,  ercrer,  convenido. 
.  pi^rey  motilar.  Otras,  aunque  un  poco  máa  deaenic- 
intíB,  conaervan  muy  visible  su  procedencia,  como 
tederaa,  adimplemento,  la  Seo,  coda,/al'^iiciales,  olea- 
t,  tuberas,  ^fiemo,  macelo,  fariuelas,  batifulla,/abear, 
iorra  y  fahahnes.  Otras,  en  fin,  aunque  no  de  tan 
tcuestiouahle  etimología,  la  tienen  bastante  lógica,  y 
ide  luBjfO  mucho  menos  Tioienta  de  lo  que  suelen 
scarla  muchos  etimólogos,  á  quienes,  por  lo  mismo 
BQO  poseer  nosotros  su  cauda!,  no  los  imitaremos  eier- 
¡nte  en  disiparlo:  tales  son  ^ctó,  ^í'/í!/"  y  jetar,  de 
'are  (y  no  ácjacere,  como  otros  suponen);  bexpie  de 


J  (II  Al^iiiuE  sun  lí  In  vp(  geitgas,  jii.io  lo  Tvrtwimtl  íb  qui-,  parí  cnin  ya 
d  itc  la  tre^a  latina,  m  tamanm  iln  éM«  y  no  de  ai|iié]lai,  Ules  »nn: 
arla,  ioalar,f"littyliii,laca,u>Ja,laliiy\üe^num*K;n\i!aiii  pwmnunlii 
n  mus  \>iiaa,  toaui  Imir'nar,  cnmaila,  niiaSii,  ¡tnal-nna,  y  frgOn  un 
mvy  rnmjMUntí  heUmiMA.  ís/nyu  y  aiunir,  k(  blín  r»ts  última m ilr ofigiu 
itntir  ni  optiil¿n  -itl  saMo  Marina,  y  ilrl  laawtitv  latmo  seg^n  la  jirlifirm. 
|irTnii"ln«aitlma«fil<rlnniiii<lBla  Aciilrmin. 


116 

viscusjfajo  I  y  áun/ascal)  de  fax,  origeu  de  haz,  ha- 
cinar, etc.;  huebra  derivado  de  opera^  que  debió  pasar 
por  opra,  obra  y  uebra,  acabando  por  recibir  entre  nos- 
otros uu  sentido  genérico  ó  trópico;  aturar  que  Rosal  -^ 
deriva  de  obturare*,  emberar  acaso  de  oer,  primave- 
ra, por  CHipezar  ú  colorear  entonces  algunas  frutas, 
como  se  dice  agostar  al  marcliitai'se  de  las  plantas;  exá- 
rico  de  exaro;  concieto,  de  coiiceptas,  deseo  concebido; 
mullido  de  monéese,  avisar,  citar,  obligar  á  compare- 
cer; velluiero.  de  vellif-^.  lana;  trincar  de  trincare^ 
beber,  dar  muestras  de  regocijo;  eticante  de  in  canln; 
aiiiüsta,  de  aaiba  dudiu  Aausta,  según  Monlau;  tostar 
de  tactns]  mHe.9o,  de  morsns;  ve^icejo  de  vinculas;  rafo^ 
tal  vez  de  rufas,  rubio;  témelo  acaso  de  textulay  tejue- 
la con  que  en  lo  antiguo  se  votaba;  caritatero,  proba- 
blemente de  charitaSj  á  juzgar  por  el  objeto  de  aquel 
cargo  que  suponemos  equivalente  al  de  limosnero;  ba^- 
te.  quizá  de  bastaga,  transporte,  ó  de  baster)ha,  litera; 
calaMO/iar,  no  muy  extraño  á  calamenthumj  yerba; 
bandn^  que  puedo  provenir  do  pando,  siendo  tan  cou- 
ibnnes  las  (lo.<  Itítra.s  labiales  en  (]Ue  so  diferencian  ani- 


J  J!l  l)r.  FmuriMo  litl  Uoáiil.  mOdiro.  nació  on  COnlobu,  c.";luilió  ou 
Salmiíincu  y  rsicribü')  varias  obras-,  entro  olla'*  Oriffen  .»/  c/í»to'o/7'«  f^r  lo 
/^<»í//"/ f<',?/.'//a/í(T  que  dividió  on  cuatro  alfabetos:  el  i."  de  Aocablos  crkIo- 
ilaiu's,  el  2"  de  ninabrrs  jirujiios  do  lucrares  y  iscrsonas,  el  U."  de  refranes  y 
fónnulas  y  id  1,"  razón  y  caiisn  do  alfinnas  rct&tnmbrra  y  opiniones  rcci- 
liitlart.  I^  licencia  ijum  iinjiriinir  ewta  obro  so  ex]iidió  por  diez  aíios  ca  '^i 
do  Oelnbro  do  lOd,  pcn»  no  bübiéndoK'  inii)rcso  la  obra,  el  autor  pud«» 
í'ÍKidirla  r.n  b>s  díit  s  d»-  la  de  Aldndo  lOOC  y  la  d»'('ovarrubiaH  IGIO.  Fray 
Miííuel  Zurita,  crunifjta  pMieral  de  aíruslinos  rcroletoK  y  Académico  ci»- 
rresipondionte  de  la  Historia.  eni]n"ondi6.  cv)U  destino  á  etta  Corporación 
sabia,  la  copia  do  lo*<  Alfabetos  y  labiog-.afía  de  Ro^;al.  on  cuyo  trabajo, 
que  hoy  ;,^uarda  inédito  la  Academia,  le  alentaron  Campomanetí,  Bnyer, 
Masdoii,  Abad  y  I«'i>iorrn,  Kodrij^'uoz  úc  Castro  y  I>.  Iknito  Oayoso. 


in 

lias  voceí;  Inqvefe,  á  Ivce  como  dice  Rosal,  minqiie  esa 
palabra  no  la  incluye  la  Academia  corao  aragonesa,  si- 
no como  castellana. 

Otra  de  las  más  copiosas  fuentes  de  donde  el  idioma 
rspaíio]  ha  tomado  iin  gran  número  de  palabras,  es  la 
lengua  árabe  que,  correspondiendo  á  una  civilización 
mny  adelftiitoda  sobre  todas  las  de  Europa,  hubo  de 
forzünios  ú  adoiitir.  ron  ^us  raros  conocimientos  en  las 
cieiioina  y  artes,  las  voces  que  servían  á  desaiTollarlos. 
No  Be  habW  en  Amgún  aquel  idioma  como  en  oti-ns 
provincias,  y  es  que  tampoco  no  ftié  tan  larfrK  Jn  do- 
minación árabe,  reconquistada  Zaragoza  en  1118  y 
Valencia  (por  W.  Jaimei  en  1238;  pero  fuélo  tddavia 
lo  bastante  para  imprimimos  sii  influencia:  y  sobre  todo 
nos  impusieron  los  árabes  en  adelante,  aun  después  de 
sometidos,  ese  sunve  yugo  que,  por  lo  mismo  de  no  ser 
impuesto  A  la  violencia  sino  en  el  seno  de  la  paz,  es. 
no  sólo  más  duradero,  pero  ¿nn  tan  honroso  i'i  loscon- 
f)nistados  como  á  loa  conquistadores.  Todavía  subsis- 
ten, sobre  todo  en  Valencia,  ¡lero  tambit-n  eu  .Vragftn 
y  Aun  en  Navarra,  y  claro  es  que  en  mm-lios  otros 
puntos  de  Espafia  aun  sin  contarla  Andalucía,  prácticas 
agrícolas,  costumbres  indelebles,  restos  del  traje,  calles 
y  barrios,  y  principalmente  muchos  vocablos  de  la  len- 
iza árabe  con  que  la  nuestra  ha  venido  k  enriquecerse. 

Sobre  las  voces  que  son  generales  á  toda  España,  y. 
que  Marina  enumera  cuidadosamente  hasta  formar  un 
catálogo  de  cerca  de  mil  quinientas,  »i  bien  algninaa  de 
origen  griego  i'i  oriental,  pero  siempre  transmitidas  á 
noítotros  por  los  lirahes,  tiene  Aragún  otras  propias,  de 
Ibh  cuales  citaremos  ajada,  ajadon,  alamin.  irlbm'ife. 


118 

aliaran,  alco/iol,  alfarda^  algorin^  ahneyíara,  almud, 
almndly  amelgar ^  antibo  (de  anteia,  hincharse),  arcaz, 
arguello,  ariia^  aturar  ^^\  badal,  bailio,  barrefio,  bocal ^ 
boto,  hicarán,  eraje,  gaya,  gafete^  jauto,  jebe,  jeto,  ji- 
menzar, lapo,  márfega, márraga,  mosse7i,rafallayra/e, 
sirga  y  zafran;  á  las  cuales  no  dudamos  en  agregar 
las  investigadas  á  ruego  nuestro  por  un  competente 
amigo  ^,  de  entre  los  cuales  son  incuestionablemente 
árabes,  según  sus  informes  razonados,  algif^za^  al- 
quinto,  antosta,  badina,  bahurrero,  cabidar,  capleta, 
charada,  fardacho,  fizón,  maigar,  tabarda,  tria,  za- 
borra y  zalear;  muy  verosímiles  alf arrazar,  alacet, 
arcén,  buega,  cija,  libón  y  liza,  y  algún  tanto  dudosas, 
abollón,  aribol,  batneco,  bistreta,  boira,  cara  mullo, 
cibiaca,  cocón,  cospillo,  cudujon,  fejvdo,fres,  güellasj 
jasco,  lillas,  pardina  y  pocho. 

En  cuanto  á  la  influencia  provenzal,  con  decir  que 
se  sintió  más  ó  menos  aun  en  Castilla,  no  puede  sor- 
prender que  en  Aragón  fuese  extraordinaria,  y  lo  ad- 
mirable es,  pero  no  menos  cierto  que  aquí  no  resultase 
un  dialecto  como  el  catalán  ó  valenciano,  y  que  alcan- 
zara á  conservarse  el  idioma  español,  nacido  como  en 
Castilla  pero  independientemente  de  Castilla,  y  perfec- 
cionado lentamente,  no  sin  algima  intervención  caste- 
llana, pero  desde  luego  con  más  y  mejores  aunque  no 
muy  aprovechados  elementos. 

.1;    Asi  romo  a^cohar^  que  seg'ún  el  mismo  Marina  en  su  posterior  \ 
eruditísimo  Ensayo  hi<t'}fico  autico  sobre  la  legislación  antigua,  se  escribe 
íi/ornr  en  los  T'salges  de  Barcelona  y  aséuvar  en  el  fuero  de  Alcalá,  que  es 
quien  conservó  en  su  intein*i^Ad  la  etimología  árabe. 

;¿)    D.  Mariano  Viscasillas,  persona  que  en  sus  pocos  a&os  posee  conocí  - 
m lentos  no  comunes  en  los  idioms  sabios  v  orientales. 


El  profesor  D.  Braulio  Foz  escribía  en  \&SeoÍsta  de 
Cataluña  (¡ue  el  catalán  literario  era  el  de  algunos 
pueblos  eutre  el  Cinca  y  el  Segit-,  especialmente  en 
Tomarile,  y  aun  t-l  de  pueblos  de  la  Tierra-baja  entre 
üataluiia  y  Valencia,  habiendo  sido  su3  pobladores 
(despuéa  de  la  Reconquista)  aragoneses  de  llanos  y 
inontaílaB.  catalanes  de  las  riberas  del  Segre  y  aun  del 
centro  dfi  Cataluña  y  alg-unos  antiguos  pobladores. 

El  mismo  Sp,  Foz  publicó  con  alg'unas  adiciones  un 
coraptíndio  de  la  Hixtoria  de  Aragón,  hecho  con  esme- 
ni  por  A.  S.  (D.  Antonio  Sas),  y  en  él,  al  tratar  de 
la  conquista  de  Valencia  por  el  g-rau  rey  D.  Jaime,  se 
consigna  que  ¿ste  diú  fueros  en  sti  leugua  materna, 
que  era  la  lemosina,  por  creer  que  aquel  lenguaje  lla- 
no aunque  grosero  seria  del  vulgo  mejor  entendido  que 
la  extrañeza  y  variedad  de  las  otras  lenguas  de  Espa- 
ün,  á  pesar  de  que  los  aragoneses  auxiliares  de  aquella 
memorable  empresa  habían  reclamado  que  aquellas 
leyes  ae  redactasen  en  la  lengna  aragonesa,  «porque 
ésta,  además  de  ser  comi'in  á  todas  las  de  España  don- 
de los  romanos  introdujeron  su  lenguaje,  como  para 
los  aragoneses  pusieron  escuelas  en  la  ciudad  de  Hues- 
ca, la  habían  aprendido  con  mudia  curiosidad  y  con- 
servádola  menos  incorrecta,  v 

El  Sr.  Pera  y  Ramona,  que  .se  ha  ocupado  bastante 
en  este  punto,  y  que  preparaba  una  Historia  de  la  leti- 
gua  y  literaiura  calalana,  nos  escribía  que  él  había  de 
presentar  ochocientas  voces  qiie,  sin  ser  latinas,  perte- 
nceierou  á  un  tieni])o  á  seis  de  las  lenguas  neolatinas,  y 
Hue,  BÍgnioudo  A  Baynouard,  había  de  probar  que  quizA 
los  idiomas  vulgares  fueron  anteriores  al  latín  mismo: 


120 

añadía  que  una  cuarta  parte  de  las  voco8  aragonesas 
eran  puramente  catalanas,  para  lo  cual  citaba  embafar^ 
embastar^  empenta^  bresca,  esparver,  ewia^  esmuñirse^ 
espartar j  espatarrarse,  esquirol,  estalonar,  dot,  brisa, 
brocal,  barral,  alherge^  á  las  horas ^  censal,  encanta  en- 
cantar, escariarse^  esclafar,  escopetada^  escorxar^  escu- 
pinada,  tría,  gitar  ^fregadera.  En  todo  nos  parece  que 
hay  algo  de  exageración,  nacida  de  amor  patrio:  nos- 
otros, más  parcos,  diremos  que,  haciendo  fondo  común 
de  las  voces  puramente  lemosinas  y  délas  catalanas,  te- 
nemos principalmente  de  éstas  buen  número,  siéndonos 
perfectamente  comunes  amosta,  baga,  banora,  bar^^aly 
botiga,  braga,  bresca,  corear,  embafar,  empentar,  escal- 
feta,  escalíbar^  esclafar,  esg an^if arse,f alca,  fuina.ga- 
llofa^garba,  garraspa,  ginjol,  gosar,  greuge.madrilla^ 
mas,  mascara^  porgnesas,  pudor,  pumn,  qmra,  áraiiy 
sirga,  taca,  tastar,  tonjad^,  trena,  trucar,  reguero, 
veta,  y,  según  puede  verse  en  Kaynouard  '^'^  adobar, 
aturar,  borda,  getar,  rosigar,  tetar,  y  alguna  otra;  y 
también  son  comunes  al  aragonés  y  al  catalán,  aun- 
que aquél  les  ha  dado  dosincncia  6  pronunciación  caste- 
llanas, ajordar,  calage,  calibo^  filero,  güito,  maniface- 
ro,masobcro,  tinelo,  trc'iponfid,  ele,  y  loson  también, ó 
por  su  raiz  ó  por  su  semejanza,  argadillo,  cuqvera,  es- 
pujador,  fosqneta.  garrauíp!,  milonha.  y  alguna  otra. 


(1'  En  su  Lcxique  rornan,  París  1K>;  i\.  Ifc^l,  sfis  volúmeues,  ei  primero 
de  lüs  rúales  contiene,  dcs]  uós  do  unas  hivest i if aciones  filosóficas»,  una 
tfr'awiwa/vc  rcmaine  y  variaM  poesías  j-rovonzales:  los  sig-uientes,  un  ih'c- 
tionaire  de  la  langue  des  irouhadonrs  conijmrí'e  uccr  les  autres  lanfjues  de  l^ 
Euro2€  latine,  y  v\  úlliino  un  vocabulario  alfabético  do  los  mibinas  voces, 
para  poder  encontrar  las  dol  Diccionorio  de  autoridades  que  se  encuentran 
calificadas  por  familias. 


121 

Algunas  dt  esta»  palabras  pertenewu  tambiéu  &  los 
otros  idiomas  neo-latinos,  no  siendo  fácil  decídip  b¡  fue- 
ron elaboradas  á  un  mismo  tiempo,  nt  en  coso  contrario 
de  qué  parte  estuvo  la  precedencia:  pero  de  todo3  modoa 
es  lo  cierto  que  tasittr,  por  ejemplo,  es  común  &  los 
idjomafi  araffonéa,  catalán,  francés  é  italiano,  que  Aoli- 
ga  y  gin^ol,  Ira^pontin  y  kvaí  falordia  lo  son  á  los  tres 
lirimeros,  que  fuifui,  muir,  taca  y  Aun  eseaJ/eta  lo  son 
al  nragoní'S,  al  catalAn  y  al  italiano.  En  cuanto  n  \m 
semejanzas  del  aragonés  con  el  francés  ó  el  italiano 
pnevien  citarse,  respecto  i\  éste,  gratar,  ehemecar,  fa- 
la^ufra  Ule /ollegiarej ,  y  aun  iaáal  y  picota;  y  res- 
¡jecto  á  aquél  acoplar,  aguaitar  (de  ffuelter),  alherge. 
argcni.  beeardon.  ehapelete,  empachar,  exparvel  {de 
^ereier),  fuina,  guipar  (de  g^cpe  abispa^,  manchar, 
matonero,  niqviloso  (de  ni/jne  mueca),  plantan,  podía, 
■puchada,  y  algunas  otras  como  gallón,  que  ¡a  Acade- 
mia escribe  gasón,  tal  vez  por  aproxiiuarla  al  ga:Qii 
francés,  y  mascnrar  que,  dest.sado  lioy  por  filos,  mas 
no  por  noBotros,  usó  sin  embargo  Babelais  en  ff(Oar- 
f^ntúal  se  viascaroyt  le  «e;.» 

Expuesto  ya,  sí  bien  concisamente  y  sin  extendernos 
á  observaciones  paueg-iricaí»,  lo  niAs  preciso  de  saber 
para  la  inteligencia  del  habla  aragonet-a  en  lo  tocante  á 
411  historia,  bu  etiuiolou:Ía,  su  projiiodad  y  aun  sus  ven- 
tlQRs, seguramente  que  complet-aria  en  gran  parte  nuea- 

Ktñ  trabajo  la  exposición  de  los  modismos,  frases  ó  re- 
niies  peculiares  de  Aragón;  pero  nos  ha  retraído  de 
lita  iden,  no  sólo  la  dificultad  de  llevarla  i'i  cabo  con 

VAlgrún  acierto,  sino  la  consideración  do  que  aquellas 
laneraa  Uítuales  de  decir  no  alteran  en  nada  el  idioma 


122 

castellano,  ni  difieren  \^si  no  es  en  los  pueblos  del  So- 
montano  '^^^]  de  la  sintaxis  común,  ni  marcan  ninguna 
genialidad  aragonesa,  ni  son  otra  cosa  que  combinacio- 
nes de  las  sin  número  que  permite  un  idioma,  y  que  to- 
dos los  dias  crea  el  gusto  ó  la  improvisación  individual. 
Todavía  incluimos,  sin  embargo,  en  nuestro  Diccio- 
nano  algunas  maneras  provinciales,  escogidas  como 
de  más  corriente  y  general  uso.  Entre  ellas  no  pueden 
tener  cabida  las  que  se  apoyan  en  nombres  propios, 
porque  eso  sería  faltar  á  una  especie  de  regla  lexicolcV 
gica;  pero,  en  nuestro  deseo  de  que  nada  importante 
se  ignore,  hasta  donde  nosotros  podamos  investigarlo, 
agruparemos  aqui  las  no  muchas  pero  muy  curiosa.^ 
locuciones  de  este  género  que  para  esta  ocasión  y  lu- 
gar hemos  apuntado: — Co7i  B.  Anión  te  topes ^  i\  guisa 
de  maldición,  en  recuerdo  de  D.  Antonio  de  Luna  que 
asesinó  al  arzobispo  de  Zaragoza  en  los  disturbios  pro- 
movidos por  el  conde  de  Urgel,  pretendiente  de  la  co- 
rona vacante  en  Aragón  ante  el  Parlamento  de  Caspe: 
Ya  se  7nurió  cl  rey  D,  Jv.n,\^  frase  proverbial  alusiva 
al  pródigo  D.  Juan  II  y  dirigida  contra  los  ambicioso.- 
de  mercedes;  Que  rir,v:  V'frgas,  expresión  con  que  s<» 
asusta  á  los  niños,  desde  la  jornada  funesta  en  que 
aquél  mandó  prender  y  decapitar  ú  Lanuza.  de  orden  de 
Felipe  II;   Viejo  cjitii  lu  ^o-u/is  d-:  Fr,  Pedro  y  sabido 
Oiiio  el  chiste  dj  Snuito,   modismos  que  vemos  reuni- 
dos en  una  poesía  manuscrita  recogida  por  Lezaún. 
siendo  tradiciom^l  la  idea  do  Pedro  Saputo  desde  el  si- 

Iji  ¡ai:«»  .'rtt-ntal  -ít"  nu«'<vM  y  Iü  oocí  íontal  y  s.^;t.»n:r:i:»nal  \W  Hxr- 
bastro,  qu**  ^^vníraliutrili*  <•»  r.aman  » a  ol  ya**  ^i^  s  -  .Mi»  <it  Hi'^<'^  u   Sf- 


g*Ió  .rvn  f";  Max  listo  qiie  Cardona,  como  alusión  al 
vizcoude  de  esto  titulo,  que,  cuando  su  graude  amig-o 
el  infante  D.  Fernando  fué  mandado  matar  por  el 
rey  su  hermano  en  1363,  huyó  precipitadamente  des- 
de Castellón  íi  Cardona,  ¡jasaudo  el  Ehro  por  Ampos- 
Uí\  Más  feo  que  Tí/o,  corrupción  de  Picio;  Peor  pre 
Otta,  qnizA  degeneración  de  Gexías;  Tiene  más  giit 
Zaporta,  ciija  esplendidez  se  consemí  en  '¿ameaza. 
en  el  palacio  monumental  de  pu  nombre,  que  des- 
pués  se  llamó  de  la  Infanta  por  haberlo  habitado  la 
euposa  del  infiínte  D.  Luis;  Mits  mato  gve  Pican:  Mas 
célebre  qvr.  Barceló  por  l/t  mar,  con  alusión  al  mallor- 
quín Barceló,' famoso  en  el  siglo  pasado;  Ser  un  Fie- 
íTabrás,  tomado  de  Fier  a  bras,  personaje  caballeres- 
eo;  Sabe  más  que  Briján,  por  Bricán,  nigromante  ó 
hechicero  como  Merlin.  según  MiU;  Más  caro  qiie  el 
salmón  de  Aln^óii;  En  donde  Cristo  dió  las  U-es  vo- 
ces, denotando  un  paraje  extraviado  ó  lejano;  Irse  por 
Valde-Onrriana,  por  desviarse  del  camino  natura,  en 


ha  Morito  D.  U.  Pi 


E.U  comed  Ina  qu»  nquí  Doa  repr»nitDi> 
-hlelaron  en  el  tA<¡  del  illluvio: 
viejí»  qut  l»í  bragna  de  Fr.  Prnlrn, 
cabldus  que  il  chiste  de  Suputo. 


HloeucIfiD  qiiii  pnnnnios  na  poi  de  é¡ 
*.  h  Qkriont,  en  trotida  da  di 
iililjo  -qun  ni  CnrJonn  con  \trx  lan  Hito.  p« 
•UHleJ  ei  un  Jnvcn  mis  tiaXa  qug  rl  minao  Cnrduns  y  inta  ralitu  que 
Brijí»!' *n  otro  •elarfdi!  Iincer  Ibrtunn  koIm  mejor  qii»  Can1<iiiai>  peni 
llarlMnbuacb  m  Ei  -Vidn  duohiiitiitt  dkr,  «iinn 
UMo  que  Cudm*:*  Trurbik  lia  í«crila  un  eumlu  draomlnndo  £i 
tiMOanliHM,  Ululuquaiiiuóvn  KHpnñül  Mr.  lAlour.  porque  d 
"10  trí'luelrlo. 


1  Mrrlior 


ileeerla  mk» 


124 

el  jueg'o ,  en  la  conversación  ó  de  otra  manera ;  Mas 
duro  que  el  pié  de  Cristo^  lo  cual  se  aplica  á  cosas  ma- 
teriales como  el  pan,  el  queso,  etc;  Llamar  á  Cachano 
con  dos  tejas,  por  querer  un  imposible  6  apelar  á  quien 
no  puede  socorrernos;  Lhver  mis  agua  que  aiaiido  en- 
terraron a  Zafra,  en  que  la  traducción  exajerada  dice 
que  el  ataúd  iba  sobrenadando;  Salir  de  Herrera  y  en- 
Irar  en  Carbonera,  ó  ir  de  mal  en  peor,  6  caer  de  un 
peligro  en  otro:  Grande  comw  el  cantal  de  Alcorisa  6 
como  la  lola  de  San  Ildefonso,  esto  último  cuando  se 
refiere  á  alguna  patraña  ó  á  cosa  de  poco  tamaíío 
absoluto;  Llano  como  la  sala  de  Saii  Jorge,  con  alu- 
sión al  salón  principal  de  la  antigua  Diputación  '^•; 
El  secreto  de  Aguilar,  que  la  Academia  dice  de  An- 
chítelo;  El  Tonto  de  Ateca;  El  BnUo  de  Alfocea;  Per- 
dido co7no  Carracuca,  en  sentido  de  no  tener  salvación: 
Es  que  empuja  Perena,  con  alusión  al  Coronel  de  este 
nombre,  que  operaba  hacia  la  parte  de  Huesca  durante 
los  sitios  de  Zaragoza,  y  á  quien  atribuían  candida- 
monte  que  empujaba  á  los  franceses,  cuando  éstos  iban 
apretando  el  asedio:  Jvsticia  de  Abmtdérar,  con  que  sr 
designa  la  ley  del  embudo  ó  del  encaje,  si  bien  en  su 
origen  tradicional  no  tuvo  ese  significado,  pues  se  cuen- 
ta la  fábula  de  que.  condenado  á  muerte  el  herrero 
iinico  del  ])ueblo.  se  sacrificó  en  su  lugar  á  un  tejedor, 
porque  en  el  pueblo  todavía  quedaba  otro  de  su  oficio: 
Pinta  de  JusUhoL  que  se  a])lica  á  varias  cosas,  })ero 
quizá  ])roceda  de  los  melones  que  de  allí  son  famosos: 


1     Postorioriiioulc  Audiencia;  dfspiu'S  »l«'striiitlo  ]or  l^s   fmiiiN^<eh  «-n 
los  .'///('i.-  y  hoy  Soininario  conciliar. 


Afdt  tonfo  fue  Pichóte:  Siiella  como  la  oa';a  dt  Hoques 
pai-a  iDoIi'j&r  á  la  aiujer  demasiado  iii(le)ieiidieiitc  ó  qiio 
lio  VH  acüfniíañadti  como  debe;  No  dijo  más  Modngoa 
iH  anta,  yuc  se  ajilica  tú  (jue  coutesla  di'scortéti  y  lacó- 
nicfUDeiite  en  sentido  negativo;  Judio  de  ¡a  maia,  cjiíe 
se  dice  como  ijunto  de  comparación  para  inucLaá  fra- 
ses, por  ejemplo,  «es  caiiiiü  de  casarse  con  e!  Judio  do 
la  maza»;  De  Mii/uel  de  Arcos,  fjHe  se  emplea  eii  scii- 
Udo  fevomlílf  para  uiucbu^  cosas,  por  ejemplo,  ¡Farn 
iiim  jugada  buena;  -Sol  de  Milán,  (¡ue  hoy  ya  uo  suele 
iiplicuree  bino  como  paite  de  ese  rico  vocabulario,  cpn 
(juc  Ins  madres  aeurieiau  á  sus  Lijos,  pero  cjue  ante»  ee 
aplicaba  también  á  las  mujeres,  y  parece  que  tom6  orí- 
g«u  déla  marquesa  de  Lasan,  a  quieu,  por  su  sobresa-' 
lieote  hermosura  y  por  su  patria,  so  calilicó  á  fines  del 
8ig-lu  ¡iosado  con  uquc-l  epíteto;  La  Mma  de  Froffa, 
<li«í  se  emplcn  muchas  veces  jmra  ivpresentar  que  !<; 
cayó  li  uno  un  peso  iusoportuble;  Ir  con  la  fsqitim  de 
los  caracolas,  con  tilusióu  ú  uua  calle  de  ZaragOiiii, 
y  en  signiticadón  de  que  un  reloj  6  cualquiera  oti-a 
¡•osa,  marchan  mal  6  iio  son  íidL-di<j;ijoíi;  ¡Ver  de  los  de'- 
<ianchQ'  refiriéndose  al  du  Sau  Pablo,  boa  ó  cuchi- 
lla corva  de  su  pendón  parraqiiial.  pura  manifcstivr 
tine  uno  es  arayonOs  legitimo  en  sus  cualidades  dt- 
tTiitarudez  y  dHre/.u;  Kstar  escondido  como  el  Uo  6'u- 
•lero,  «éto  es,  en  medio  de  la  plaza;  la  Campana  l'a- 
fera,  asi  llamada  la  princijial  de  la  .Seo  de  Zurugo- 
ZH  por  estar  dedicada  á  Sau  Valero,  y  sin'e  de  c(jiu- 
jNiración  en  muchas  iVases  eu  sentido  de  abultar  uua 
«osa  4  de  tratar  de  celebrarla;  y,  en  fin,  dando  ya 
jianto  en  esto  para  no  hacerlo  ¡nterniiuabk',  Va  viene 


126 

Martinico,  para  indicar  que  va  entrando  el  guefio  á  los 
niños,  sobre  cuya  frase  nos  ocurre  añadir  que  en  el  Li- 
bro de  Patronio  el  diablo  dice  á  uno,  que  en  los  apuros 
le  llame  con  las  palabras  «acorredme,  D.  Martin:»  en 
los  Viajes  de  Marco  Polo,  1519,  se  llama  Martin  al  dia- 
blo y  en  algunas  provincias  de  España  se  llama  á  los 
duendes  Martinico» 

En  lo  que  sí  queremos  detenernos  algún  tanto  es  en 
el  gracioso  diminutivo  en  icOj  que  consideramos  más 
bien  como  un  modismo  que  como  una  palabra,  y  que, 
si  bien  es  manera  de  hablar  muy  castellana  y  aun  no 
considerada  como  arcaismo  por  el  Diccionario  de  la  len- 
gua, pero  es  desusada  y  aun  ridicula  entre  los  castella- 
nos, al  paso  que  muy  general  en  todas  Jas  clases  so- 
ciales de  Aragón  y  de  Navarra.  Y  decimos  que  muy 
general,  porque  liemos  de  confesar  que  un  gran  nú- 
mero de  palabras  de  las  que  liemos  citado  como  arago- 
nesas, y  i)or  ventura  las  más  interesantes,  como  caly 
aturar,  amprar  y  muchísimas  otras,  ya  no  se  conser- 
van sino  entre  las  clases  ínfimas  del  pueblo;  que  tam- 
bién acá  ha  cundido  entro  las  ])ersonas  cultas  el  desdén 
hacia  nuestras  bellezas  in*ovinciales;  pero  el  diminuti- 
vo de  que  hablamos  es  universal,  y  ya  no  depende  de 
la  educación  sino  del  nacimiento. 

El  idioma  espaíiol.  rico  en  los  diminutivos  cual  nin- 
g-ún  otro,  y  desde  luego  muchísimo  más  que  el  hebreo,- 
el  árabe,  el  griego  y  aun  el  latín  y  el  italiano,  como 
que  reúne  más  de  treinta  diversas  terminaciones  ^^\ 

\1;    ¿Que  Irugiia  puede,  eu  rfucto,  prewntar,  sin  sus  diminutivos(  irn'f^u- 

larcs  y  Bubilerivados,  que  no  son  pocos  en  la  española,  las  variadísimas 

'i'sinrn''iíis  di'  p^?}iinft!rn,  n'.'ní'riflo,  hot'Ho.  jHilumhxo^   rohertizo.  cscohe/fn. 


liabieiido  luiltibra  i^iie  iwjpiuite  ella  sola  iloce  Jesínen' 
cins,  claro  es  que  no  &\Aica  todas  esaa  varíantea  6  au- 
mentos de  final  á  todas  lus  palabras,  ante»  ae  couforma 
TOn  lo  qu«  cada  una  jwnnite  '";  mas  en  medio  de  ser 
esto  ciürto,  lae  eu  ico,  en  Íllo  y  en  ¿Ío  son  terminacio- 
nes generales  que  se  aplican  iudistiutamcute  A  caui  to- 
dos ios  nombres,  habiendo  entre  ellas  una  verdadera 
síDonimia. 

Pero  el  diminntivo  en  ico  tienu  dos  ventajas  ¡neón- 
lestables,  el  uso  preíerente  que  de  é\  liicíeron  los  [la- 
dres de  la  lenguii,  y  su  sig-nificación  espedal  c-  ¡nti-in- 
aeeameute  distinta  de  los  de  otras  terminaciones.  En 
loí  escritores  de  nuestros  orígenea,  sobre  cuyos  senci- 
llo» versos  parece  qtie  va^ba,  como  una  fresca  brisa 
sobre  lati  plantas  cilvestre»,  el  ambiente  de  la  naturali- 
dad, (.-ru  el  diminutivo  en  ico  el  que  dominaba  en  la 
expresión  de  los  afectos  6  las  apreciaciones,  y  por  eso 
:  w  tuu  general  cu  la  poesía  ¡jO]iular  y  eu  la  fjiniiliar  di- 
«riores  tiempos. 


tiVAÍatUiMCA  riiiirtsito.tii 
a»,  tetfftít,  fortlja,  comj 
falo,  ft-MliMla,  JtfnnoM.  j 


líl.  Maruja,  jiaimia,  írüUtico.  molécula,  mi- 
igoitiii,  lliiípimi.  hílitetHi,  Mlehc,  raiutha , 
VKalttUQU  otrai]ur  bIu  lUllcullSfl  hulink 
m  dllIsmelDl  iQtit  idioma  (inscotn  Kal)»  un  eolo  nombra  * 
las  1'tii'UiibtB  [Ir  fih'íne,  Ubt-illo,   Hbttit,  ttbr*ílllii,  llbrtlait,  lH/raeo,  llhtlii, 
fiS-arftn,  iihi¡ray  flbmfrie.  (uieomo  Lna  doce  qufl  comunmente  k  citan 

SObMilt  BdjdiVOcfliMiflldilulaUliVIl. 

7  (I)   llny  palatiriLH,  por  (ijninvlo  d^moiiín,  qup,  porqua  hito  de  duplicar  en- 
""  "  '    "    10  sufrrii  taa  blan  Ina  dlraluullvm  ni  ico,  lilo,  Ua  como 

MͻdDi>[j  ijo:  tuij'  olrax  nut  lifuio  diminutivos  di  prfbrvnalB  rara 
Mtv  COnfutilAa  con  lu»  hoiniVciiuiiM  du  lus  utroE,  como  hora  qu(  admilf 
in  ul  ho\tjit  í[ur,  K]  nu  vn  1h  rscrlturn,  liínpii 
jBai|iat)lcBdu*nlniiranuiiclaQlAa:  Lny,  analmente .  ptovlnelos  i(Uc  tir- 
MpndlIacelAaádslarmlnadoq dlnilnutlvon. cuma  Inn  de  \ngl>a  á  lii* 


128 

¡Qué  bien  dicho  está  en  una  farsa  de  Lucas  Fernandez, 

¡Oh,  pastorcico  iferrano! 
¿viste,  hermano, 
un  caballero  pasar?; 

y  en  un  romance  sobre  el  moro  Calainos, 

Bien  veuí»a¡s,  el  francesico, 
de  Francia  la  natural? 

¡Cuan  propio  e¿  déla  poesía  de  Castillejo,  último  trova- 
dor íV  los  amores  y  la  sátira,  paladín  de  la  poesía  na- 
cional contra  los  petrarquistas,  contra  los  luteranos 
í-omo  él  decía,  cuan  propios  son  de  aquella  poesía  fácil 
y  sentida  aquellos  versos,  ya  pertenecientes  á  una  época 
jiiuy  adelantada,  en  que  se  ¡unta  con  gracia  inimitable 
á  un  vizcaíno  borracho,  inetamorfoseado  en  mosquito, 

tuvo  con  esto  á  la  par 
una  risica  donosa. 

las  pieriicis  se  lo  mudaron 
en  unas  zanquitjis  chicus. 
Jos  brazos  i:ii  dos  aliciis, 
(los  ('orni'cicos  ])or  cejasl 

\i){i¿  bien  sienta  en  Kodri^^o  de  Cota  ó  Juan  de  Men;i, 
•')  quien  quiera  (pie  esrribiesií  ^  la  primitiva  Celesthia 
.que  nosotros  no  luimos  de  desatar  nuestras  dudas  con;o 
("1  editor  de  RaiveloiKí  que  atribuyó  á  aquellos  dos  tan 
mlinirable  obni";  qué  bien  sienta  aquella  a**:lomeración 

1     yiir  líi  C'^lcslina  no  os  de  Juan  «!'»  Mcnn.  do  quirn  en  ofrcto  no  lo  i»»- 

iMi".  I')  j'iuobíí.  cnlro  ulro  .  >.  Auí"ni<'. 


graciosa  de  climiuutivüb,  '^nezuelo,  loquíto,  augeUco, 
])CrUca,  gimplecico,  lobitos  eu  tal  jfestico,  llégate  acá 
putico,  etc.j !  ¡Qué  eiicauto  hay  eu  aquellas  (?(;¿«i¿a¿fci' 
foiUecicas  dejUasofin,  que  nod  dice  Feriiaudo  de  Rojasl 
jQué  espoutaneidad  tan  uiuorosa  eu  b'ray  Luis  de  Gra- 
MaA&,el  patlicoqite  mícs  lueffo,  se  pone  debajo  de  las  alas 
de  til, galluut. ..  y  lo  misatit  hace  el  corderko;  eu  Meu- 
doza.  tas  viañanicas  de  eeraao  ti  rf/rescar  y  ahmrzar; 
eu  Santa  Teresa,  al  jH'lmer  airecico  de  persecución  se 
pUrdeií  estas  foreckds;  en  Guevara,  lo  demás  qae  ca- 
U(l>ndiCQ  mepedisíeseiilaore'a,  elc.:eü  Avila,  cuando 
acousejs  conscrfar  esta  cenlellica  del  celestial fueyo;  en 
Lope,  jjara  quie»  la  coustelacióu  dt-  S.  Telmo  era  niia 
eslrellka  como  un  diamante  í'^'.  ¡Que  difíciles  son  de 
luejorar  aquellas,  tajaücas  snljüles  de  carne  de  ?item- 
hrillo.  con  que  se  ateudiu  á  la  voracidad  plebeya  de 
Sandio  el  Gobernador,  aquellos  zapaticu-f  para  sus  hi- 
jos que  echaba  de  menos  su  mujer,  y  entre  mucho-s 
pasajes  de  laGiTiNiLLA  de  Madrid,  Wjucl  Predosica, 
rMiita  el  romance  que  apii  fí porque  es  muy  iueno]; 
y  cufia  superior  es  en  la  misma  novela,  aquel  cabo  de 
itomaucc  (■■'',  Gitamea,  que  de  her7/iosa  te  ptmdett  dar 

,1)  Ku  uu  lij.'Frg  CdIuJio  i|Uc  si  Diitor  de  e^lu  Mein  aria  couniiffrü,  na  liii 
uiuuho,  a  lus  dlminuiivos  y  soliri  todo  ni  Icrmiundo  im  ieo.  pUO  tdmu  de 
tttMaoloi'ldiultB,  ftl.uua.  Timonean,  JkurrgiiL,  Qurvrdo,  CuldBrúa.  Mun- 
ta>  txItHlau y  MIOinD;  pudlendoafrccFrRC  otras  uim^bBB.alnm&siUflculUd 
■{iM  la  iIf  abrir  DueatroG  elUiticiifi;  |  ero  huy  dulcilmunlr  se  lr>  y  rsriiim*  <i 
ulnirunii  Tci  w  oje  ta  Madrid.  uuQi|ue  s{  m  Uuu,  /.iinara,  ValIsdoUd  y 
pal#acia.|'iToin  ainin'i»)>urli',  tnu  áe  wkntu  como  tu  Ari([6a. 

Ci¡  lUimuocí  jh  U«aia  iy  rooiiucí  dc!w  Uomarari  oijucUa  aj;rada1il«  eotu- 
¡tantiOa  JcCcni'auUs,pürniiis(¡iií  iie  liallu  cut-rlUí '.'n  rcdondlUí".  Bm'fee- 
10,  adriaindasull^rrioy  do  lu  itln  caDlulilc  y  |Kj|iul>r,  i^vr  is  1i  int 
i.-uDaliliiyesufnndu,<1iid<)Ddiitomaiionibre.i]otiay  sliianhrírílRnniaDMrii 
«apnftol  «ri  donds  «o  Tcrilit, Junto  ol  lupoorrlnio  rarneieriatico  del  rmnaiicr, 
UrcdaQjtlla, la  quintilla,  clplíqucbmiIojotnH^oinliInnclono  mStrlMu. 


130 

parabíeiieSf  sobre  el  que  le  sigue,  Hertnosila^  hen^iO' 
siía,  la  de  las  nianos  de  platal  ¡Qué  tono  de  familia- 
ridad, en  aquella  carta  del  Caballero  de  la  Tenaza, 
ahora  eSy  y  aun  no  acabo  de  santiguarme  de  la  nota 
del  billetico  de  esta  maflana  ^^^^ ;  en  aquello  de  Rueda, 
ffanosico  vienes  de  burlas;  en  aquello  de  Cervantes, 
haciéndose  algún  tanto  atrás,  tornó  una  corridica! 

Y  viniendo  todavía  mas  á  nuestros  tiempos,  cuando 
la  lengua  y  la  poesía  tocaban  el  último  grado  de  la 
perfección,  el  principio  ya  de  su  inminente  decadencia, 
léanse  nuestros  grandes  poetas  dramáticos  y  líricos,  y 
veremos  que,  cuando  el  asunto  les  consiente  cierta  fa- 
miliaridad, prefieren  el  ico,  para  denotarla  más  fielmen- 
te, como  en  los  versos  de  Calderón, 

La  ropilla  ancha  de  espaldas, 
derribadica  de  hombros, 
V  redondica  de  falda: 

V 

como  en  Morete ,  en  quien  todavía  resulta  más  termi- 
nantemente nuettro  aserto,  cuando  entre  sus  personaje^ 
de  TRAMPA  adp:lante  pone  á  Jusepico  y  Manueltco 
pagcs^  á  la  manera  de  Quevedo  que  llama  Pahlicns  al 
héroe  de  su  novela  el  Buscón  ^ . 

Tan  admitido  era  entre   lor^  más  serios  escritores 


■  1  ■  En  el  P.  Isla,  c?  muyfreouonic  t&c  dimiuuti\o,  y  i)Uiiicraü  citrtrsr  de 
»i  muchos  ]  asíijcp,  .<in  ¿alir  de  sus  famosas  Cortas  (^e  Juan  de  ¡a  L'nci;t-^ 
como  el  «caíico  curioso  uc  a-iuoUn  dama  púdicp.»  que  no  consiente  la  últinii 
fdicion  de  la  Academia. 

2)  AlíTunoR  personajes  han  pasado  ú  la  historia  con  ese  diminutivo  de 
su  nombre,  como  Arialico  de  AI^j^i'..  á  quien  dan  á  c-.-nocer  de  esc  modc«. 
Zurita,  B!o.n''as.  Carbonell  y  otros  autor*»?. 


13] 

lel  diminutivo.  f¡ué  en  el  testamento  iverdadcry  ú 
falso)  del  Brocense,  el  mal  inserta  é  iinpugTia  con  sii 
exijuisito  natural  buc»  juicio  el  eeDor  Marqu'^s  de  Mo- 
rante, en  la  excelente  vida  de  aquel  liunianista,  iniltüoi- 
da  como  a¡iíndice  al  tomo  V  dp  su  Oalílago.  hay  una 
cláusula  que  dice:  Kllem,  Mando  á  Aníonita  mi  niela  el 
mi  Hffnum  crncis  con  su  rHxtalieo  y  las  seis  esmeraldas 
de  que  estñ  cercado»;  y,  lo  que  es  más  reparable,.  Cova- 
TTubina,  cuyo  lenguaje  didictico  ¡lareceqne  habíade ex- 
todo diminutivo,  dice,  al  cx]iUcar  (bien  ridieula- 
ite  por  cierto)  la  etimología  del  g'aviltin,  ruasi  yaci- 
por  la  astucia !/  sutileza  con  que  lince  presa  en  Iiis 
«ttacicaa:  zny^  fraselc  copiay  prohíjala  Academia  en  la 
primeray  más  completa  impresión  de  su  Diccionario  '^\ 
Y  para  que  se  vea  con  otro  géuero  tle  prueba,  la  im- 
portancia que  tuvo  ese  diminutivo,  obsérvese  que  hay 
palabras,  tle  que  no  ha  quedado,  sc^íinla  .\cademia, 
sino  el  diminutivo  en  ico;  por  ejemplo:  liolsico.  caledco, 
áfíselico;  /arandulici,  sonetico,  fuellecico  y  laiiíarrtco, 
i  las  cuales  pueden  añadirse  las  locuciones  y  refranes 
feí'oiiifo  de  iSan  MnHin,  nirtilanicas  de  Abril  hienas 
ton  de  dormir,  /tornero  ahito  saca  :ütÍco,  etc.:  hay  al- 
)?tni8s  que  no  admiten  otro  "que  él,  como  Perico,  bo- 
rrico, gemidico.t  y  lloramicos,  y  sobre  todo  abanico. 
diottinntivo  de  abano  (voz  anticuada  que  se  Ice  en  el  ro- 
ice  1860  de  la  Colección  Duránl  y  Anico  nsual,  poi- 


I  ToiUTia  tn  U  ültimn  (ISJU;  h  vd  ubuiIo,  aiiii-juo  rscdu-neDlv.  '\  di- 
lo  quo  hiiblimoa;  noiiotrtxi  lo  lifiiioB  sorjircmlido  en  U  iIpÜbIuíAd 
rujiara,  que  u  •ajiijarúo  i>  barro  •]ae  ili-jn  In  ualiinili'Xi  ralr* 
lupwrtMilBCUaliiuií-r  eiliin)0,ctc,.>  y  en  la  <itptei-nai\\it  •¡•n  el  arle  de 
Meriblr*i<  llnmatljial  caque  va  bacín  abaja  y  comiMinE  otsunoa  Itlrm 
«MM  ni  U  ffl  y  la  n.> 


ISi 

llana,  puede  decirse  que  han  concurrido  á  eliminar  de 
la  literatura  los  elementos  más  útiles  del  idioma  arago- 
nés, que  viene  á  ser  una  variante,  cuando  no  un  com- 
plemento, del  impropiamente  llamado  castellano. 

De  las  ventajas  que  á  este  mismo  lleva,  algo  es  lo 
que  ya  tenemos  indicado,  pero  todavía  podemos  añadir 
tal  cual  observación,  que  se  compadece  muy  bien  con 
nuestro  objeto. 

D.  Fermín  Caballero,  en  un  breve  artículo  de  perió- 
dico en  que  trata  del  lenguaje  aragonés,  manifestó  que 
basta  en  la  eufonia  y  en  la  acción  ó  ademán  se  revela- 
ba el  carácter  resuelto  y  franco  de  los  aragoneses;  elo- 
gió las  locuciones  deslizadas,  rápidas  y  casi  sincopadas, 
citando  (llevado  de  sus  aficiones  geográficas)  algunos 
pueblos  de  nombre  esdrújulo  y  las  palabras  bánopa, 
márfega^  apoca ^  rónegoy  tápara,  múrgulaj  tubera,  má- 
rraga y  bazar  o  (pero  estas  dos  son  españolas);  y  señaló 
carnerario  como  natural  y  claro;  boíin/ado, predicadera ' 
y  saca/uegos  (este  español)  como  expresivos;  racimar, 
pozalear  y  arquimesa  como  buenos;  frontinazo  como 
irreemplazable;  y  (ernasco  como  diferente  de  recental, 
pues  este  solo  marca  la  edad  y  aquél  determina  su  na- 
turaleza comestible.  Mucho  hay  que  admirar,  en  efec- 
to, en  el  lenguaje  aragonés. 

Hay  palabras,  como  ababol,  que,  no  desmereciendo 
en  suavidad  de  sus  respectivas  castellanas,  obedecen 
más  á  su  etimología:  hay  otras,  como  abortin,  que  con- 
forman mejor  con  el  genio  de  la  lengua,  si  bien  ya 
sabemos  que  por  uno  de  los  muchos  secretos  de  la  es- 
pafioln,  los  diminutivos  tienen  á  veces  desinencia  au- 
mentativa [ix  la  hebrea  y  f4*rif^<ra'^  como  sucede  en  «//«- 


kjf  lie^aton,  verdadera  antitesis  de  oíros,  como 
vleila  que  es  aumentativo:  hay  otras,  como  remoU 
B",  que  son  más  concri-taa,  pues  en  ese  mismo  ejem- 
!>  vemos  que  Costilla  liace  síiióniuios  ú  remoldar  y 
íar,  mientras  en  Aragóu  lo  uno  se  refiere  á  los  ár- 
B  jr  lo  otro  ú  las  ^ides:  hay  otras,  como  cortada  y 
tpaítra,  muy  superiores  &  sus  análogas  corle  y  hue- 
Ifd,  que  en  cast  llano  son  ambiguas  y  confusas  por 
B  diversas  sig-nificaciones:  otras  qm^  tienen  más  con- 
nidad  con  la  lengua  madre,  como  «ud.  que  respon- 
l'«n  Cicerón  y  en  Fedro,  como  entre  los  aragoneses. 
L  ¡dea  castellana  de  racimo;  que  en  Columela  toda- 
I  expresa  el  que  forman  de  sus  propios  cuerpos  las 
lejas;  y  que  en  \'irgi¡io  tiene  la  mAs  genernl  sig-nifi- 
eaeiÓD  de  cepa  ú  vid.  ferl  ití>a  racemos:  hay  otras  suti- 
lisímas.  como  respeludo  y  goiernud'>,  que  denotan,  no 
ya  la  idea  despectiva  propia  de  ei»  terminación,  síuo 
una  especie  de  falsa  importancia,  pues  respetvdo  quiere 
decir  el  que  inspira  cierto  infundado  respeto,  no  por 
lo  que  es  en  pí,  sino  por  su  edad,  su  figura  y  su  ento- 
[  nación  oraculosa.  y  gobernudo,  no  el  que  es  realmente 
I  met¿dico  y  ordenado,   sino  el  que  bulle  mucho  y  pa- 
Irece  eatar  en  todo,  aunque  positivamente  no  tenga  tan- 
Bto  gobierno,  como  agilidad  y  movimiento:  hayotras  do- 
lada» de  gran  propiedad  y  de  muy  buenas  condicionas 
l'ufónicas,  como  agüera,  alud,  a-mada,  brisa,  caloyo, 
raje,  jui^adfiro,  mufaa^i.  lloradera,  red^iliiio,  ttí-nafro'^^ 


)  B«t«  *ut  tni  Ib  i|ii*  á\(t  origr»  al  Eniage  it  Ptralla,  AaÉoo  auuqu* 
«ip|«U  Olcelonnrin  nra(;oKí«  que  coaocrnioii,  IlBblswi  provlilo  el 
or.  MbtralB  Irrcneilrit  InioleTaDciÁ  de  la  curte,  con  un  cnlMoex)  da  ISU 
M  *lMa>tu,  qu*  Ir  beUití  un  «tloqo  nmiifo;  pM'o  ttcapOsfle.  í  jienar  i» 


13C 

y  vuUurino:  hay  otras  de  excelente  composición, 
como  agnnciberaf  agn^illevado^  ajo*arriero,  ajolio^  ali- 
cortado^ hotinfiadOy  cabecefuia,  malbnsca,  mataa^a  y 
w^tacarij  que  no  puede  rehusar  ningún  gramático:  hay 
otras  perfectamente  significativas  y  en  igual  grado 
concisas  y  aun  irreemplazables,  como  los  verbos  al/a^ 
rrazar,  amprar,  antecojer,  alreudafj  boUear^  ceprenar ^ 
chemecaTy  etUrecavary  favear^  míiloar:  y  otrHS,  que  son 
de  composición  castellana,  con  cierta  libertad  francesa. 
A  todas  las  cuales,  que  de  suyo  no  tienen  equivalencia 
en  castellano,  hay  que  añadir,  porque  tampoco  no  la 
tienen  exacta,  las  palabras  alfarda j  almenara^  amel- 

m 

•sta  preveDcióD,  la  palabra  ¿ernotco,  y  la  graciosa  burla  con  que  ftié  talu- 
dada, le  determinó  á  escribir  aquella  obrita,  que  en  adelante  utilizó  Domin- 
guex  para  su  Diccionario,  así  como  Mellado  para  su  ^icielopedia.  Lo  que 
decimos,  de  ser  el  de  Peralta  el  único  Diccionario,  merece  un  poco  de  recti- 
ficación ó  ampliación.  D.  Francisco  Escuder,  D.  José  Sieso  de  Bolea  y  don 
Blas  Antonio  Nasarrc,  introdujeron  en  el  Dicciona  io  de  la  Academia,  oon 
su  carácter  de  individuos  de  aquel  cuerpo,  los  aragonesismos  que  en  él  se 
leen;  pero,  dicho  sea  en  paz  de  la  Academia,  poco  hamejora-lo  ésta  esapar- 
te de  su  obra,  eu  los  ciento  cincuenta  años  que  ha  tenido  para  estudiarla, 
y  no  obstante  el  auxilio  que  uosotros  le  hcmo.<^  ofr<>civlo  con  la  primera  edi- 
ción de  nuestro  Diccionario  publica  in,  en  185  >,  la  cual  pudo  aprovechar 
para  la  última  del  suyo,  que  os  de  I.*^:  el  beneficiado  D.  Tomás  Pascual 
Azpcitía,  también  académico,  extractó  autoriiades  de  voces  aragonesas 
tomadas  de  los  Fueros:  D.  José  del  Rey,  natural  de  Jaca,  escribió  en  1738 
Ortogra/ia  casttllana  y  aragonesa:  D.  Fraucisco  de  Paula  Roa  escribió,  se- 
gtln  Latassa,  un  Diccionario  aragonés  en  dos  tomos,  formado  con  las  pala- 
bras extrañas  de  los  Fueros^  obra  que  no  sería  tan  abultada  como  la  des- 
cribe Latassa,  el  cual,  para  caliñcar  los  libros,  solía  verlos  con  cristales 
de  aumento:  D  José  Siesso  y  Bolea,  autor  de  varias  obras,  que  en  general 
se  conservan  manuscritas,  entre  ellas  un  Diccionario  español  etimológico, 
escribij  uno  de  voces  provinciales  de  ArajTún,  también  con  destino  &  la 
Academia  (Biblioteca  nacional  a.  HC).  Pero  entre  tantos  autores,  nunca  ha 
llegado  esa  Corporación  al  número  áe  seiscientas  voces,  y  á  veces  ha  su- 
primido algunas  caprichusamente,  bautizándolas  sin  voluntad  de  ellas, 
como  españolas.  Peralta,  en  fin,  di6  en  Palma,  el  año  1853,  una  reimprisión 
de  su  EfiUivjOy  pero  sin  mejorar  ia  primera,  sobre  la  cual  no  hay  máa  dife- 
rencia. 4ue  una  sola  voz  uumentnr*.<i  y  otra  suprimida. 


1^;  amosta,  aatipoea,  anlor,  aptrcatm;  apiirathimtn- 
ti,  atraco,  axobar,  bimiardo,  íoítoso,  hoto,  brasa!,  ca- 
ieeero,  eapacear.  capJeta,  cenero,  cfrpú.,  convenido,  CO' 
rreníla.  n-njidfr,  cwdvjon.  fhnrrtidfí,,  rmbernv,  empeUre. 
fncáhetado,  fai'iga,  hablada,  lorza,  mantornar,  mn- 
Hanada,  viarraga,  wasobero,  modoso,  oleasa,  panieero,  ■ 
picotear,  racimo,  rafi,  ruello,  saso,  ttrdada,  taste.  té- 
melo, terrón,  tinglado,  vellutero,  'oenora,  lahorra  y 
sancochar;  todas  ó  casi  todas  las  cuales,  y  otras  que 
»qni  no  citamos  ni  definimos  para  prueba,  como  quiem 
que  lo  eatAn  en  nuestro  Diccionario,  debieran  adoptarse 
como  propias  en  el  idioma  español,  é  igualmente  las 
que  ae  citan  en  la  EMCiCLorEotA  española.  ('',  articula 
de  Espalla.  li}igmstic%,  en  cuva  obra,  qne  no  debe  pa- 
recer sospechosa  de  provincialisrao,  se  defiende  resuel- 
tamente al  idioma  aragonés  y  se  inculpa  gravemente 
á  loa  castellanos,  por  el  escltisivismo  con  que  proceden 
en  materias  de  leuguaje,  prefiriendo  en  muclios  casos 
ostentar  au  pobreza,  m¿s  bien  qne  adoptar  de  ios  dia- 
lectos espaBoles,  aquello  cu  que  éstos  Íes  superan. 

Hemos  terminado  la  tarea  que  nos  babiamos  im- 
puesto, á  la  cual  vamos  ¿  dar  cima,  con  una  sola  ob- 
servación. Puesto  que  se  ha  perdido  literariamente, 
aÚD  en  las  márgenes  del  Ebro,  el  habla  aragonesa; 
puesto  que  lejos  de  iierfeccionarse  ni  aun  conservarse 
estos  dialectos,  amenazan  confundirse  poco  á  poco  en  el 


(1)  .íío^iiinrií,  oilor,  oiFunrííwa,  ag\tii;\,  al-ahilla.  niuprar,  iiiid»Ipila, 
Uif,  boiro,  bu  raJitr,  ranirv,  corrtnliar,  ei'tn,  eonro,  tuaiirrna,  WKttlIhar, 
puq^  tiiajMnCD,  mi<iJtro,paJiii,  jirtiNi,  prinm,  rdwur,  Innsadtra,  ¡ahorra, 
!f  %iiMí  aeatiutlrar,  adula  í  rinin,  i¡iiii  una  tn  rraUdiul  eutallanaa.  aua^ii* 
imUuUi,  como  KrB^seHLs.  por  Ptvalik. 


I  iUfUhlBJI,  CVLUV  Hl^^un 


1S8 

idioma  general ;  bueno  fuera  que  la  lengua  conquista- 
dora utilizara  en  beneficio  común,  esos  restos  lingüís- 
ticos, que  de  otro  modo  han  de  perderse,  y  entonces, 
ya  que  el  vocabulario  aragonés,  ni  se  conservara  sino 
en  libros,  como  este  ü  otros  de  mejor  desempeño,  ni 
sirviera  sino  como  una  curiosidad  filológica,  contribui- 
rla por  lo  menos,  á  enriquecer  el  acerbo  común  de  la 
sin  par  lengua  española;  y,  á  cambio  de  tantas  glorias 
abdicadas  en  favor  de  la  unidad  ibérica,  conservarla 
Aragón  la  de  haber  mejorado  con  su  hermoso  dialecto, 
el  habla  rica  de  Cervantes. 


/ 


ERÓNIMO    BORAO. 


VOCABULARIO. 


i 


t 


I 

I 

I 

i 


\ 

i 


I,  p.,  amapola:  se  suele  llamar  así,  metiifóricamcn- 
le,  al  simple,  ó  de  pocos  alcances  ó  inluiidadas  prelen- 
siones. 

abad,  p.,  cura  párroco:  los  SS.  Savall  y  Penen ,  editores 
modernos  de  los  Fueros  de  Aragón,  en  su  Glosario,  in- 
terpretan, ampliativamente,  clérigo. 

tbadía,  p-,  casa  del  cura  en  algunos  pueblos:  en  las  últi- 
mas ediciones  de  la  Academia  está,  como  voz  castellana. 

ibadiAdO.  a.,  territorio  de  U  abadía. 

abaratar,  n..  se  usa  en  la  frase,  á  aliarcía  canciones,  para 
denotar,  á  vil  precio,  á  bajo  precio. 

abastar,  n.,  abarcar. 

abasto  (dar),  n..  balitar;  ser  bastante  ó  sulicienteá  alguna 
cosa,  por  ejemplo:  tres  amanuenses  no  daban  abasto  d 
copiar  lo  que  él  escribió;  no  daba  cbasto  á  cortarle  pan. 

ibafa^ar,  n.,  agramar  ó  machacar  aluvtas  ú  otras  legum- 
bres, para  que  suelten  el  giano  de  la  vaina:  ll  apalear  las 
nuecfs,  para  que  caigan  del  árbol. 

abatollar,  n,,  la  mi!^masigDiñcdción. 

abdicar,  a.,  revocar;  voz  forense. 

ab9|«r«,  a.,  colmenar;  voz  anticuada  que  Id  Academia 


142  A 

consigna  como  castellana ,  en  su  última  edición  :  úsase 

también  en  Navarra. 
abejero,  a.,  abejaruco. 
ablentar,  p.,  aventar:  en  Navarra  cblendar. 
abog^acion,  abogacía:  se  usa  en  los  fueros. 
abCj),  zoquete,  generalmente  de  madera  de  olmo,  que  entra 

en  el  taladro  de  la  muela  y  en  el  cual  encaja  el  propalo. 
abolorio,  c,  abolengo  ó  retracto  gentilicio. 
abollón,  a.,  botón  de  vides  y  plantas. 
abollonar,  a.,  brotar  de  las  vides  el  botón. 
abonico,  n.,  bajito;  con  tiento. 
aborrecer,  n.,  molestar;  cansar;  importunar;  y  asi  se  dice: 

le  aborreció   con  tantas  preguntas:  \\  úsase  también 

como  reflexivo,  p.  c]r,ya  me  aborrezco  con  tanto  lim^ 

piar  la  casa, 
abortin,  n.,  abortón;  feto  de  las  rcses. 
abrahonar,  c,  ceñir  por  los  brahoncs. 
abrevador,  c,  abrevadero. 
abrigo,  n.,  abrigado;  y  asi  suele  decirse  estar  abrigo^  por 

ir  abrigado. 
abrió,  n.,  bestia:  la  Academia  escribe  averio,  y  en  autores 

aragoneses  se  lee  averia,  como  lambic'n  en  los  fueros  de 

Aragón. 
abrojos,  p.,  planta;  centaurea  calcitruvc, . 
abnqarse,  n.,  componerse;  llevarse  uno:  se  usa  en  la  tyi- 

Y^TCÚon  abrújese  V.  como  pueda. 
acacharse,  d.,  agacharse. 
acaloro,  n.,  acaloramiento;  sofocación. 
acampo,  c  dehesa. 
acantalear,  c,  caer  granizo  grueso:  |l  n..  llover  mucho; 

diluviar. 
acapizarse,  d..  asirse  por  las  greñas. 
acarrazarse,  n.,  echarse  sobre  uno,  asiéndole  fuertemente: 

tiene  conexión  con  el  verbo  anterior  y  con  el  castellano 


I 

^^jjttrriy'íir.  aunque  es  de  mas  enérgica  significación:  se 
usa  en  el  participio  pasivo  y  se  aplica  á  las  personas  y 
animales,  y  sobre  todo  a!  gato. 

aceitero,  n.,  se  aplica,  como  adjetivo,  á  los  molinos  en 
que  se  estruja  la  oliva,  mientras  en  Castilla  es  sustanti- 
vo, que  significa  el  que  vende  aceite  y  el  cuerno  en  que 
lo  guardan  los  pastores. 

acerarse,  n.,  di'ccsc  de  los  dientes,  cuando  padecen  la  sen- 
sación, llamada  dentera. 

acere,  n.,  planta;  ccer  campestre:  la  Academia  incluyó 
esta  palabra,  como  castellana,  en  su  edición  de  1822.  en 
significación  de  árbol.  « 

acerola,  p.,  serba. 

acerolo,  p-,  serbal. 

aceroUa,  n.,  acerola. 

acetre,  aguamanil;  |{  cu  caslelUno  calderedx;  jj  en  catalán 
cetrill,  alcuza, 

acitara,  n.,  parece  significar  cantil,  en  la  traducción  que 
hace  Briz  del  testamento  de  Ramiro  I ,  como  puede  ver* 
se  en  nuestra  Introducción :  pero  más  bien  es  cobertor: 
cn  portugués  significó  tapete,  alccti/c.  paño  de  ra^  y 
aun  manto  de  lela  precios^:,  según  un  Elucidario  de  por- 
tuguesismns  antiguos. 

acodarse,  n,.  clocausl. 

acOBSolado.  el  egoísta  que  por  nada  se  aHijc  ni  molesta. 

aconsolar,  consolar;  Josc  Navarro,  poeta  estimado  del  si- 
glo xvir,  escribió  una  poesía  titulada  Aconsueta  á  Julia. 

acODtentar  á  uno,  dejarle  satisfecho. 

acoplar,  a.,  uncir  bestias,  a  carro  ó  arado. 

acñtadizos.  d.,  cortaduras  ó  desperdicios  de  papel,  guau- 
les,  ele, 

acorzar.  c,  acortar. 

acotolar,  d.,  aniquilar;  acabar  con  algima  cosa,  especial- 
niente  con  los  animales  ó  frutos  de  la  tierra. 


BÜIar   i:  ■  Ur^ ar:  «t|núr :  tramitar  ó  actuar  en  lo»  pioo^ 
a<K.  cuiQO  XKitario  ó  t&cribaiic. 


s..  yéabt  AtTOb. 


I.  de  hecho,  secún  Savall  t  Penen. 
r,  n..  cubilar. 

n..  cosa,  6  au-ncióo.  que  exige  %a¡úsímoaáa  iai- 
perma  o  g&sto  iucTiuhk:  y  así  te  dice:  mmqmtitmgo  re- 
guiares  rttOes,  m  embsrgo,  ¡sm  Latios  ios  acmiUerosl 
u  D..  ponerse  encogido,  como  im  otíDo. 
véate  L-^acojtrovApsi,  que  es  más  comúo. 
Junta,  cooiputsu  del  Regente,  d  t^ciodela 
general  Gobe^uckki,  los  Ministros  de  la  Audiencia, 
otros  que  asistían  en  el  Real  nombre  y  ocho  Olputadús 
por  cada  brazo,  que  tenían  la  vez  y  voz  de  la  corte  ge- 
neral. También  se  usa  el  verbo  cdf^Uvr^  6  acordar,  ó 
resolver,  en  aquello  en  que  esta  Junta  entendía. 
iiawiyrftrltr,  n.,  acotar  ó  ñjar  los  términos  de  pastos 
comunes.   Úsalo,  entre  otros.  Cuenca,  en  sus  Rkos 
hombres. 
adWipriOt  d.,  ^do  6  término  común  de  pastos. 
•denprhrio,  ademprio. 

adUUr,  agregar. 

adimpleilientOi  n.,  cumplimiento  de  la  condición  conte- 
nida en  alguna  escritura,  sentencia,  etc. 

adinerar^  n.,  reducir  á  dinero  los  efectos  ó  créditos;  hacer 
efectivos  los  valores. 

a^Judioatura,  1  tigio. 

adoba,  n.,  adobe. 

adolMur,  n.,  preparar;  ofrecer  algún  objeto,  en  ciertos  cere- 
moniales, como  se  ve  en  Blancas,  hablando  de  la  coro- 
nación de  Pedro  I V  ,  al  menos  el  arzobispo  le  adobase 
ó  adre:[c:sc  Ici  corona.  En  castellano,  aderezar  ó  guisar,  y 
aún  reparar  ó  componer. 

fldor.  d.,  turno  en  el  riego. 


14S 


I,  n.,  dote. 


kdrezos  ó  aderezos,  aperos. 

adula,  c  hato  de  ganado  mayor:  n  c,  terreno  que  no  tie- 
ne riego  destinado:  |[  n.,  cada  una  de  las  siete  suertes  de 
tierra  que  riega  la  acequia  de  la  Almotilla,  término  de 
Zaragoza,  en  cada  día  de  la  semana;  y  así  se  dice  «je 
yenáe  un  campo  en  la  adula  del  miércoles^:  tiene  signi- 
licdción  análoga,  en  algunos  pueblos  de  Navarra ,  coran 
jíuede  verse  en  el  curioso  Diccionario  de  anligSedades 
Je  Navarra. 

advenma.  a.,  mejora,  que  el  cónyuge  sobrcvivicnlc  saca 
de  los  bienes  del  consorcio,  antes  de  su  ffivisión. 

adreracioHi  rcducciónú  instrumento  público,  con  varías 
solemnidades,  del  lestamenio  que  se  hizo,  verbalmentc,  ó 
sin  las  que  eran  necesarias:  la  Academia  di!  como  anti- 
cuada, una  significación  análoga,  pero  menos  concreta. 

adTerar.  vcriticar  la  adveración  de  un  testamento. 

adusto,  n..  tieso;  inflexible;  (antigua menie,  se  decía  liessc 
y  hoy  dice  la  plebe,  lierco). 

'.  gastar;  robar;  así  en  catalán, 
a.,  afán  ó  fatiga. 

a-,  formar  hacinas  ó  fascalcs,  de  á  treinta  hao». 

afi^.  a.,  tijar;  ant. 

afinoamento,  a.,  ajuste  que  se  liacía  li  los  criiidos;  ant. 

afirmar,  a.,  habitar  ó  residir;  ant. 

afirmarse,  d.,  ajustarse  ó  contratarse  los  criados. 

afrecho,  p..  salvado:  se  usa  en  Andalucía  y  Extremadura. 
sef;ún  la  .-Vcadcraia. 

abanarse,  ponerse  en  ganas  de  hacer  alguna  cosa. 

ai^OSÍÍn.  el  tiempo  y  el  empleo  del  mozo  agostero. 

agramar,  c,  machacar  lino,  cíiñamo  ú  otra  planta. 

agramila,  n.,  agramadera. 

^iia,  n.,  estar  agua  al  ctieí/o;  hallarse  en  grande  aprieto; 
equivale  á  la  frase  de  la  Academia,  estar  acua  á  la  gar- 


146  A 

grjiUz:  II  n.,  echar  el  agua  de  S,  Gregorio ,  reprender 
con  toda  lisura  y  aún  impertinencia:  ||  n.,  sacar  polvo 
del  agtic,  fr.  equivalente,  á  sacar  agua  de  las  piedras. 
aguacibera,  a.,  tierra  sembrada  en  seco  y  regada  después. 
aguachinar,  a.,  cnguazar  ó  llenar  de  agua  las  tierras:  ||  n., 
se  dice  del  estómago,  cuando  esta  descompuesto  por  so- 
bra de  líquidos  no  digeridos;  de  las  patatas,  cuando  no 
tienen  carácter  farináceo  sino  cri^alino;  y  en  general  de 
varios  comestibles,  cuando  tienen  propiedades  análogas. 

aguada,  n.,  rocío  de  la  mañana. 

aguaitar,  c,  acechar:  la  Academia  coloca  esta  voz  entre 
las  que,  ya  anticuadas,  son  hoy  do  uso  de  la  gente  vul- 
gar. En  documentos  antiguos  de  Navarra,  se  vé  usado  el 
verbo  goaitar  y  aún  el  sustantivo  goai,  vigilante.  Pue- 
de verse  la  voz  guaytas.  en  la  obra  que  escribió  sobre  el 
Fuero  de  Aviles  el  Sr.  Guerra  y  Orbe.  Leemos  que  en 
el  siglo  xn,  un  guaité  ó  centinela  anunciaba  el  alba 
y  el  sol  en  la  Provenza,  para  llamar  al  campo  á  los  labra- 
dores. 

agua-llevado,  n..  limpia  en  los  canales  ó  acequias,  que  se 
practica,  removiendo  la  tierra  que  ha  cargado  al  fondo  y 
soltando  el  agua,  para  que  la  arrastre  en  su  corriente. 

aguatiello.  d.,  abertura  practicada  en  la  pared,  para  dc.*^- 
pcdir  el  agua  de  los  patios  ó  calles. 

agüera,  a.,  zanja  para  encaminar  el  agua  llevadiza  á  las 
heredades:  ||  a.,  acequia  para  dirigir  el  agua  pluvial  á  los 
campos. 

aguilarse,  aplomarse:  emperezarse  en  algún  sitio,  en  que 
uno  se  encuentra  á  gusto:  se  usa  en  el  Alto  Aragón. 

aguilon,  n..  se  dice  del  madero  que'pasa  de  40  palmos. 

»guja,  d..  altiler:  tambie'n  se  llama  al  alhler.  aguja  de  ca- 
beza: (|  a.,  la  púa  tierna  del  árbol  que  sirve  para  ingertar. 

aguzar,  a.,  azuzar. 

ahojar,  a.,  comer  los  ganados  la  hoja  de  los  árboles. 


L.. 


147 

'AOTcado.  n..  tener  huesa  de  ahorcado,  liignilica  ser  muy 
afoniinado  en  (oda  empresa.  En  el  juego  tlel  dominó,  la 
ficha  doble  que  no  puede  colocarse,  por  haber  jugado  to- 
das las  de  su  palo  ó  ni'imero. 
n.,  aligerado  de  ropa. 

n..  aligerarse  de  ropa;  se  acompaña  con  este 
*ustantivo. 

ahorro,  dícesc  del  que  LMmina  solo:  ||  voz  de  algunas  loca- 
lidades. 

ahilerar,  n.,  ahujcrcar:  ll  n..  ahujerar  los  oídos,  cansará 
con  la  demasiada  conversación  ó  bulla. 

ahDJero,  n..  agujero:  ]i  también  Inijero. 
'n,  se  usa  en  la  frase,  ir  ti¡  aire  de  ¡u  tierra,  que  signí' 
fica.  ir  por  donde  piensa  uno  ó  tiene  el  instinto  de  que 
ha  de  llegar  al  pueblo  que  busca. 

t^ada.  n..  azadu. 

a^oarriero.  n..  guiso  particular  del  bacalao,  que  consiste. 
en  deshacerlo  á  menudas  rajas  y  servirlo  con  ajo  y  es- 
pecias y  sin  espinas. 

ajo  de  culebra,  n.,  planta;  cUium  roseum. 

^OliO.  a.,  salsa  de  ojos  y  aceite,  á  que  se  pueden  agregar 
vcmjs  de  huevo. 

ítjordar.  a,,  esforzar  la  voz;  gritar  hasta  cnronquecer 

^justarse,  a.,  arrimarse  á  alguna  parle. 

alacena,  nicho  en  el  cementerio,  según  Marión. 

alacet   J.  fnndamcnto  de  un  edificio. 

aladmo.  cierta  ex com unión  que  fulminahan  los  judíos, 

aladrada,  a.,  surco  abierto  en  la  tierra  con  el  arado. 

aladrar,  arar  la  tierra,  como  en  las  montanas  de  Rilrgos, 
que  es.  á  donde  lo  refiere  la  Academia. 

«ladro,  c,  arado. 

alaica,  a.,  hormiga  aluda. 

alalimón,  juego  de  muchachos,  que  consisle,  en  una  dnn- 


rcular,  í 


mpañnda  de  un  contar,  que  coroicn«i  con 


148  A 

aquella  palabra,  la  cual  es  corrupción  de  Hola  lirón.  A 
la  comedia  de  Miguel  Santos  titulada,  La  Guarda  cuida' 
dosa,  preceden  una  Loa  y  un  baile  de  la  Maya,  y  en 
éste  se  halla,  algo  variado,  ese  juego  que  empieza: 

Hola  lirón,  lirón, 

De  dónde  penis  de  andaré? 

y  después  dice,  exactamente,  como  hoy: 

— No  tenemos  dinero. 
— Nosotros  los  daremos. 
— De  qué  son  los  dineros? 
— De  cascaras  de  hueros,  etc. 

alambrado,  alambrera. 

alambrar,  la  frase,  ya  viene  alambrando  por  los  Monte- 
POS.,  que  significa,  ya  pasa  la  nube  y  asoma  el  sol  por 
los  cerros,  nos  ha  sido  comunicada,  con  algunas  otras, 
por  el  distinguido  escritor  D.  Vicente  Lafuente. 

alambre,  c,  hilo  de  hierro:  se  usa  en  la  Gran  conquista 
de  Ultramar,  de  D.  Alonso  el  Sabio,  publicada  en  Sa- 
lamanca en  i5o3,  y  en  Madrid  en  i858  por  Gayangos. 

alambres,  utensilios  de  metal  que  constituyen  la  espetera. 

alamín,  n.,  guarda  de  aguas:  se  usa  en  los  pueblos  Hmí- 
iroícs  con  Navarra,  en  donde  es  más  común  esa  voz. 
que  la  Academia  incluye  con  otro  significado:  ||  n.,  espe- 
cie uc  alguacil  entre  los  sarracenos,  el  cual  podía  termi- 
nar las  causas  mínimas,  que  no  cxccdian  de  dos  sueldos. 

alargadera,  n..  sarmiento  amugronado  ó  que  deja  de  po- 
darse, para  amugronarlo. 

alaije,  cierto  tributo  mencionado,  en  la  escritura  de  com- 
pra del  Almudí  de  Zaragoza  por  el  Marque's  de  Perales. 
según  nos  lo  asegura  un  conocido  Abogado. 

alaton,  a.,  almez  y  su  fruto. 

alatonero ,  a . ,  almez . 

albada,  a. ,  alborada  ó  música  de  las  aldeas:  ||  a.  jabonera: 


A  149 

II  n. ,  canto  de  la  alborada;  genero  de  composición 
poética . 

tlb«hae«  de  moate,  n.,  planta. 

albala.  lurmino  de  una  ciudad,  se^ún  Yanguas;  ||  caserío, 
en  ese  termino. 

albaneque,  albaneja;antii:. 

albar  [TiEnRA),  n.,  licrra  blanca  ó  de  sembradura. 

albaran,  a. ,  papel  de  alquiler:  ||  a.,  ce'dulai  ||  a.,  papel  de 
obligación  privada:  ||  d.,  papeleta  que  acredita  el  cumpli- 
miento de  parroquia;  ||  n.,  factura  del  peso  del  carbón. 

•Ibardar,  en  la  frase  no  dejarse  albardar  significa,  no 
dejarse  imponer. 

albarrano,  n..  gitano:  en  Castilla  albarráii,  el  que  no  tie- 
ne domicilio  fijo:  II  n.,  id est  quod  exiranetts, iiice  Miguel 
del  Molino  en  su  Repertorio. 

albelIOD.  a.,  arbellónóarbollún:  II  c.  albañal:  ||  d.,  con- 
ducto subterráneo  de  piedra  para  dar  salida  a  las  aguas 
de  los  campos,  sin  perjuicio  de  la  labor. 

alberca.  depósito  de  aguas  para  podrir  los  cáñamos:  tam- 
bién se  usa  el  verbo  aibercar. 

alber^,  a.,  albaricoque. 

albergero.  a.,  albaricoquero. 

albohol  de  Castilla,  n..  planta  salsugirosa  y  puivuruleiyn. 

albolg:a.  .!.,  alholba;  planta. 

alborocara.  íi.,  madroño;  arbusto. 

alcacer  n..  alfalfa  ú  alfalfe,  scgi'm  Cuenca:  en  Casiüla  ce- 
bada verde  en  yerba. 

llcaliiiete,  n..  chismoso. 

alcahuetear,  n.,  chismear;  denunciar. 

alcaidado.  n.,  alcaidía  ó  atcaidiado:  hemos  visto  esa  pala- 
bra, como  cargo  clerical. 

alcaide  de  la  honor,  d  jefe  de  la  casa  de  Mancebía. 

alcalá,  tapiz  según  unos;  cortinaje  según  otros;  pabellón 
de  cama  y  aún  mosquitera,  según  Ducangc,  pues  define 


150  A 

velamentum  ad  prohibendos  ctdices:  según  ese  autor  la 
verdadera  lectura  de  esa  voz  es  aleara  ó  alearía^  en  cuyo 
caso  la  voz  alcapia  pudiera  ser  una  fácil  errata  de  copia 
ó  impresión  y  quedaba  definida,  sin  las  dudas  con  que 
á  continuación  la  explicamos. 

alcavia,  Blancas  dice:  á  las  espaldas  de  dicho  asentamien- 
to estaba  un  rico  paño^  (suponemos  que  alude  al  dosel) 
una  banda  de  oro  éotra  de  tapete  carmesí^  (las  barras  de 
Aragón)  sobre  una  alcapia  morisca  de  oro  é  sirgo^  que 
sería  una  alfombra  ó  alcalá. 

alcazaria,  plaza-mercado  de  los  judíos,  cedijicium  forum\ 
y  según  Miguel  del  lAolmo^  platea  parva. 

alcobilla,  a. ,  chimenea  para  calentarse:  ||  n. ,  sala  en  que 
está  colocada. 

aleonar,  d.,  acortar. 

alcorce,  n.,  atajo. 

aldaca,  pecho  de  la  espalda  del  carnero,  que  los  moros 
pagaban  al  Sr.  de  Fontellas. 

aldraguero,  n.,  chismoso;  enredador;  desocupado;  busca 
ruidos :  úsase  principalmente,  en  los  pueblos  limítrofes 
con  Navarra.  Quizá  de  ultra  gerere,  meterse  en  nego- 
cios ajenos. 

alegrarse,  a.,  gozan  en  est*e  sentido  y  como  forense  anti- 
guo, lo  consigna  la  Academia,  entre  las  voces  provincia- 
les de  Aragón. 

alera,  a.,  llanura  en  que  se  hallan  las  eras:  i|  d.,  alera  fo- 
RAL,  pastos  comunes  a  dos  ó  más  pueblos,  con  exclusión 
de  viñas,  huertas  y  sembrados:  Uámanse  IdiVnhxén pastos 
/orales,  y  son,  para  pastar  los  ganados  de  sol  á  sol. 

alfa,  bóveda  á  ladrillo  plano:  generalmente  se  sobreponen 
dos  ó  más. 

alfalce, 

alfalfez.}  a.,  alfalfa. 

alfaz, 


,  contri  buciún  por  el  derecho  de  aguas  de  algún 
[¿rmino:  la  genlc  rústica  dice  i  veces  Jardc:  ||  n,,  tributo 

~que  pagaban  algunos  moros  y  judíos  á  los  príncipes  cris- 
liniios.  se^ún  Ducangc. 

alfordero.  a.,  el  que  cobra  el  derecho  de  alfarda. 

alfardilla,  a.,  pago  por  la  limpia  de  acequias  menores 

alfardon.  a.,  anillo  de  hierro  que  va  suelto  cu  el  eje  del 
carro,  entre  la  clavija  y  la  caja:  {|  d-,  arandela. 

al&nna.  a.,  alhargama;  planta. 

al  arrazar,  a,  ajustar  por  un  tanto  alzado,  el  pago  de 
dic/.mo  de  todo  fruto  en  verde 

aliendoz.  n..  regaliz. 

alferraz,  n.,  una  de  tas  variedades  del  halcón. 

alfetna.  n..  sedición;  guerra  intestina,  según  Ducnnge, 
;ipoyjJoenun  documento  de  Sancho  Ramírez  de  Pam- 
plona. 1073,  en  donde  se  lee  cl/edina. 

aUíMdegero,  n..  encargado  de  la  alfóndiga 

alfóndísa.  c.  alhóndiga. 

alforado.  caballo  encubertado  de  aicro  ó  hierro*  ó  noble, 
^egúri  Bofarull. 

algarazo,  n.,  lluvia  corta  (rujiazo). 

algOiÍD,  a,,  atajadizo  para  colocar  la  aceiiuna,  con  sepa- 
ración de  clase  ó  dueño,  hasta  prensarla:  |{  d..  siiío  para 
tener  á  mano  la  harina,  cebada,  etc. 

alguarin.  a.,  cuarto  bajo:  j|  a.,  pilón  donde  cae  la  harina 
que  sale  de  lu  muela, 

algoaza,  a.,  bisagra  ó  gozne:  n  (del  árabe  ar-ra^a). 
algoinio.  a,,  cesto  ó  cesta.  No  se  hulla  en  las  últimas  edi- 
ciones de  la  Academia. 

A,  el  agua  que  daba  Tarazona  á  Tudela,  ciertos  días. 
lobea,  no  vemos  en  Ducange.  ni  en  Dozy,  ni  en  otro 
Gloscrio,  esa  palabra,  pero  la  hallamos  en  un  privilegio 
mes  de  1093.  unida  siempre  á  las  mezquitas,  en  esta 
Vlbrma:  cum   n>e!{qu¡ía  el  alliobeis  eius....eí  Mezquitas 


152  A 

de  Saraniana  cum  alhobeis  earum,  y  presumimos  que 
significa  distrito  ó  radio:  también  Ducange  sospecha  que 
sea  sinónimo  de  Alfo\;  según  ese  autor  Alhob\eSy  sig- 
nifica arces  et  castella. 

alhodera,  n.,  en  documento  citado  por  Briz  Martínez  se 
lee :  non  ponam  tibi  alaquia  aut  alhodera  qua  Ubi  te- 
rram  tucm  tollam. 

aliazira:  no  hemos  hallado  esta  voz,  ni  en  el  inmenso  Gi(h 
serio  de  Ducange  y  Carpantier,  ni  en  el  de  Dozy  y  En- 
gelmann,  ni  en  muchos  otros,  pero  nos  inclinamos  á 
creer  que  significa  almenara,  ó  desagüe,  ó  escorredero,  á 
juzgar  por  estos  pasajes  de  un  privilegio  de  Sancho  Ra- 
mírez á  la  Iglesia  de  Monte- Aragón ,  en  1086:  cum  tilo 
molino  de  Scmgarren  cum  totas  suas  alia^iras  antíquas, 
de  subtus  illo  de  Sangarren; — cum  illo  solare  de  tilo 
molino  quifuit  subtus  illo  pueyo  cum  totas  suas  alia\i- 
ras  antiquas  de  illa  via  que  vadit  ad  osea  usque  /lumen 
et  usque  ad  illas  alia\iras  de  illo  molino  de  Ahina- 
beendin, 

alicincano,  n.,  piojo  aludo;  voz  familiar:  en  Castilla,  oí/i- 
ccno,  piojo:  \\  n.,  alguna  cosa  incómoda  de  que  uno  se 
liberta. 

alicas,  porciones  de  terreno  en  el  monte. 

alicortado,  n.,  el  que  por  algún  contratiempo,  ya  no  se  ha- 
lla, ni  en  la  disposición,  ni  con  el  animo,  que  antes  tenía. 

alifara,  a.,  convite  o  merienda:  según  Dozy,  fué,  sobre 
precio  que  daba  el  comprador;  después  la  comida  que  le 
sustituyo;  y  luego  toda  comida  de  amigos. 

aliron,  p.,  alón  desplumado:  solo  se  halla  en  las  últimas 
ediciones  de  la  Academia. 

aliviador,  trozo  de  madera  ó  hierro,  con  que  se  da  el  tem- 
ple á  la  muela  harinera  ó  se  ponen,  á  conveniente  distan- 
cia, la  superior  y  la  interior. 

algecería,  c  yesería. 


A  158 

aljecero,  a.,  yesero. 

ayez,  a.,  yeso:  en  Castilla  yeso  en  piedra. 

acezar,  c,  yesar. 

a^ezon,  c,  yesón. 

almadía,  a.,  armadía  ó  balsa  de  maderos:  ||  d.,  conjunto  de 

ellos  para  trasportarlos  por  el  rio:  ||  nombre  de  canoa 

india. 
afanarrega,  n.,  la  manta  6  piel  de  ínfima  clase,  con  que  se 

cubre  á  las  bestias  de  carga. 


a.,  almáciga  ó  almástiga;  especie  de  resina: 

alauurtec,      (     ant.,  almastre.  La  Academia  también 

almazaque,  (     incluye  mdsticis  y  los  Fueros  aragoneses 

)     mastech. 

almeiiara,  a.,  zanja  que  conduce  al  río,  el  agua  sobrante 
de  las  acequias:  canal  para  llevar  el  agua  á  un  castillo: 
en  Maccari,  autor  árabe  que  publicó  Gayangos,  significa 
canal  ó  acueducto. 

almendrera  (florecer  la),  a.,  encanecer  prematuramen- 
te, pues  ese  árbol  echa  pronto  la  fior,  que  es  blanca. 

almooeda,  el  agua  que,  durante  tres  días  al  mes,  disfruta* 
ban  el  río  Queiles  y  sus  regantes. 

almogávares,  c.  ,tropa  irregular,  muy  famosa  en  Aragón. 

almucia,  así  se  designa,  en  las  Sinodales  de  García  Fer- 
nández de  Heredia,  iSgB,  á  la  muceta  que  llevaban  só- 
brelos hombros,  los  eclesiásticos  de  la  Corona  de  Aragón.* 

almud,  p.,  medida  que  consiste,  en  la  dozava  parte  de  la 
fanega  aragonesa. 

almudaina,  Pretorio,  según  Ducange. 

almudí,  p.,  albóndiga:  ||  a.,  medida  de  seis  cahices. 

almudin,  a.,  almudí;  en  Aragón  y  Murcia. 

abnnertas  (y  mejor  almuestas),  a.,  impuesto  sobre  los 
granos  vendidos  en  la  Albóndiga. 

almudaina,  n.,  zalmedina,  ó  zavalmedina ,  ó  pretor  urba- 
no, ó  el  mismb  pretorio,  según  Ducange. 


154  A 

almudatafe,  n.^  fiel  de  pesos  y  medidas:  también  almoda- 
\aje  y  almudaface:  en  latín  bárbaro  mostasafus  y  su 
oficio  mostcsajía. 

almunia,  n.,  torre  con  su  heredamiento. 

almutacas,  n.,  cargo  ü  oficio  publico,  que,  tal  vez  por  ha- 
llarse escrito  con  cedilla  y  s  larga,  venga  á  ser  el  de  aU 
muta^^af:  hállase  como  una  de  las  firmas,  en  la  escritura, 
pública  testificada,  á  principios  del  siglo  xvii,  por  el  es- 
cribano Yagüe  y  relativa  al  suceso  trágico  de  los  Aman- 
tes de  Teruel. 

\  a.,  almotacén  ó  fiel  de  pesos  y  medidas  v 

almiiza,  n.,  capillo;  esclavina,  ó  muceta  que  también  se 
designaba  con  el  diminutivo  almúcella:  en  catalán  ¿7/- 
tnussa  y  crmussa^  tienen  la  misma  significación. 

alongar,  conceder  moratoria. 

aloton,  a.,  almeza;  fruto  del  almez. 

alparcera,  se  dice  de  la  mujer  entrometida ,  encubridora, 
ociosa,  y  busca  nidos;  pero  no  tiene  tanta  significación 
como  el  castellano  antiguo  aparcera,  que  significa  man- 
ceba, como  si  se  indicara  que  iba  á  la  parte  con  todos. 

alquez,  c,  medida  de  doce  cántaros  de  vino. 

alquival,  paramento  de  cielo  ó  pabellón  de  cama. 

-alud,  a.,  caida  de  la  nieve  de  los  montes  á  los  valles,  en 
gran  cantidad  y  con  estrépito. 

aluda,  piel  para  guantes. 

alu^rar,  a.,  columbrar:  ver  con  prontitud:  proveer. 

alum,  a.,  alumbre. 

alvalribiera,  yerba  del  vidrio:  quizá  alvitrinira:  voz 
usada  por  Ebn  Buclarix,  hacia  1 1 10,  en  Zaragoza:  el  GS- 
dice  de  Ñapóles  se  inclina  á  la  primera  de  aquellas  vo- 
ces, los  de  Madrid  y  Leyden  se  inclinan  á  la  segunda. 

alvidríado,  se  aplica  á  la  vasija  vidriada  ó  barnizada  en 


A  15& 

sus  paredes  interiores,  para  hacerla  menos  porosa. 

alvidriar,  vidriar:  la  Academia  incluye  esta  voz,  como 
usada  en  algunas  provincias. 

alzado,  n.,  robo;  hurto  y  en  general,  toda  sustracción  ma* 
liciosa. 

amagar,  esconder. 

amagatorio,  escondite. 

amalTOzarse,  d..,  aficionarse;  cebarse. 

amalladar,  n.,  malladar. 

amanta,  c,  mucho:  la  Academia  escribe  á  manta  y  lo  ha- 
ce sinónimo  de  la  expresión  como  tierra:  en  el  Libro  de 
los  cantares  de  Trueba  se  lee  \yo  tengo  novios  d  manta. 
También  se  usa  en  los  Proverbios  ejemplares  de  Ruiz 
Aguilera. 

amdgado,  a.,  la  obra  de  amojonar  la  tierra. 

^^ .     '  n.,  acción  y  efecto  de  amelgar. 

amelgamiento,  \     '  ^  ^ 

amelgar,  a.,  amojonar,  en  señal  de  derecho  ó  posesión:  en 

Castilla  abrir  surcos  para  sembrar. 
amerar,  a.,  merar;  mezclar  agua  con  vino  ú  otro  líquido: 

dícese  amerar  la  olla  cuando  se  echa  nuevamente,  agua. 
amorgonar,  a.,  amugronar  ó  tender  los  sarmientos  bajo 

de  tierra  para  que  arraiguen. 
amosta,  d.,  adverbio  que  denota  lo  que  puede  cogerse  ó 

apararse  con  las  dos  manos  juntas. 
ampara,  a.,  embargo  de  bienes  muebles.  Usase  también 

en  Navarra. 
amparar,  embargar  bienes  muebles. 
amparo,  n.,  brizna;  pizca:  dícese  no  hay  ni  un  amparo  de 

cosecha;  no  ha  quedado  ni  amparo  de  aceite. 
amprado,  n.,  lo  que  se  tiei\e  ó  lleva  de  prestado. 
anprar,  a.,  tomar  prestado:  la  Academia  y  el  Diccionario 

aragonés  de  Peralta  añaden,  que  significa  también,  pedir 

prestado.  Timoneda  en  su  Sobremesa  dice:  hipara  ampa- 


156  A 

rarle  un  ducadoy  que  tenia  grandísima  necesidad  de  élfl) 
(Nótese  su  parentesco  con  el  emprunter  francés). 

ampras,  quizá  empréstitos  ó  adelantos.  Muerto  Femando 
el  Católico  hubo  disturbios  entre  los  Cerdanes,  señores 
de  Sobradiel  y  Pinseque  y  ansi  la  una  parte  como  la 
otra  facen  amprasy  ajustes  de  gentes  así  de  d  caballo 
como  de  á  pié  para  facerse  guerra  desaforada,  según 
informó  Pedro  de  Cunchillos,  nombrado  para  meter  paz 
entre  ellos. 

ampricia,  n.,  sumaria;  voz  anticuada  que,  tomada  de  los 
fueros  de  Aragón,  incluyó  la  Academia,  en  la  edición 
príncipe  de  su  Diccionario. 

amputar,  n.,  suprimir;  quitar:  la  Academia,  en  su  Diccio- 
nario primitivo  de  1726,  incluye  esta  voz,  como  aragone- 
sa, en  sentido  figurado  y  cita  aquellas  palabras  de  nues- 
tros fueros  amputando  los  tiempos  supérfluos, 

ana,  n.,  se  dice  en  algunas  localidades  And  que  llegue  y  te 
escribiré^  que  es  como  decir,  asi  que  llegue,  ó  al  punto 
que  llegue,  te  escribiré. 

ancharía,  a.,  anchura:  en  Castilla  la  de  las  telas  entre  los 
comerciantes  ó  mercaderes. 

ancheza,  a.,  anchura;  voz  anticuada. 

andada,  n.,  el  terreno  en  que  suele  pastar  un  ganado,  o 
en  que  pastó  algún  día  determinado. 

andaderas,  d.,  seca,  sequilla  ó  hinchazón  en  las  glándulas. 

andador,  c,  andén;  calle  ó  paseo  en  los  jardines. 

andalocio,  d.,  lluvia  de  corta  duración. 

andarío,  n.,  ave. 

aneto,  aneldo  ó  eneldo;  yerba  medicinal.  (E.  Buclarix). 

ang;anillas,  n.,  angarillas  ó  aguaderas:  ||  n.,  angarillas  ó 

(1)  Después  hemos  loido  un  Certamen  celebrado  en  Benabarre,  1082,  y  on 
él  unas  octavas  de  doüa  Magdalena  Calasanz  de  Bardají  con  o<?te  verso: 
Ampyú  ti  Ja  CalalUna  (fuente  Hipocrene)  /os  criatales. 


A.  Ib7 

n  cuyo  sentido  emplea»  aquella  voz  los  fue- 
ros de  Aragón. 

anhelantes  n  n.,  nombre  de  una  Academia  zaragozana  del 
Siglo  de  oro,  de  que  nos  queda  como  muestra,  el  Mauso- 
leo que  dedicó  en  i636,  á  Baltasar  Andrés  de  Ustarroz. 
discípulo  prcdikcto  de  Simón  Abril. 

aníebltulo,  n.,  entontecido;  alelado;  asustado:  suspenso. 

anieblarse,  n,,  hallarse  en  cierto  estado  de  distracción. 
Icicz  ó  aturdimiento. 

annotar.  secuestrar,  según  el  Glosario  de  Sav;ill  y  Penen, 

ansotano,  el  natural  de  Ansó  en  los  Pirineos. 

aateecoger,  a.,  coger  las  frutas  antes  de  su  madure/,. 

antibo.  n.,  remolino  de  agua,  á  causa  de  detenerse  en  un 
canal  para  encaminarse  A  olro.  Véase  kntibo,  que  es  más 
frecueute. 

aatiparte.  apune  de  e.sto.  Hemos  nido  algunas  veces  esta 
bella  locución :  Antiparte  y  atajando  d  V.  sus  buenas 
rabones. . . 

antipoca.  a.,  escritura  de  reconocimiento  de  un  censo  y 
aiin  de  cualquiera  crédito. 

ant^^OCar,  a.,  reconocer  un  censo, en  instrumento  público: 
II  a.,  volver  á  hacer  una  cosa  obligatoria  que  estuvo  en 
suspenso. 

astor,  a.,  vendedora]  cual  se  compró  de  buena  fe  una  coso 
hurlada :  II  noticia ;  por  ciemplo:  No  he  tenido  antor  de 
la  riiui  de  esta  noche.  { En  Alpartir.} 

antorcbera.  d.,  velón  de  cobre:  en  Cuslüla  candelercí  ó 
araña  en  que  ponían  las  antorchas. 

aotoria,  a.,  hecho  de  descubrir  al  autor  ó  primer  vende- 
dor de  una  cosa  hurtada. 

antosta,  a,,  tabique;  otros  dicen  e«/oííii.-  il  n.,  estiércol  en- 
durecido del  ganado. 

anzolero,  a.,  el  que  fabrica  ó  vende  anzuelos. 

I,  n.,  el  artesano  que  se  ajusta  para  un  año:  es  voz 


158  A 

generalmente  usada  entre  los  sastres,  quienes  denotan 
con  ella,  á  uno  que  ni  es  mancebo,  ni  aprendiz. 
apabilado,  n.,  decaído;  desmerecido;  alicaido. 
apabilarse)  n.,  experimentar  cierta  congoja,  ai  sufrirla 
"  impresión  de  miasmas  pútridos  ó  deletéreos. 

apandar,  n.,  procurar  y  conseguir  la  posición  de  algo: 
tiene  significación,  algún  tanto  parecida,  con  el  acccparer 
francés,  que  algunos  han  españolizado,  indebidamente. 
apaña-cuencos,  n. ,  el  que  se  dedica  á  componer  vasijas  de 
barro,  para  lo  cual  pasea  las  calles,  anunciándose  á  gran- 
des gritos,  de  donde  nace  que  al  cantante  de  mucha  voz. 
/  pero  de  mal  gusto,  suela  designársele  con  esc  nombre. 

r  apañar,  a.,  remendar  ó  componer  lo  que  está  roto:  se  usa 

también  en  Murcia,  como  la  voz  siguiente. 
apaño,  a,  remiendo;  reparo  ó  composición. 
aparador,  a.,  vasar:  algunos  dicen  parador , 
aparatarse,  n.,  se  dice  del  horizonte  ó  de  la  atmósfera, 
cuando  anuncian  inminentemente  la  lluvia,  piedra,  nie- 
ve ó  granizo:  en  el  mismo  sentido  se  dice,  que  el  cielo 
está  aparatado;  vocablo  que  no  incluimos,  ya  por  ser  un 
\-  derivado,  de  los  cuales  solemos  prescindir  por  demasia- 

do notorios,  ya  por  incluirlo  la  Academia,  aunque  con 
**  la  definición  general  de  preparado,  dispuesto. 

aparatero,  n.,  el  que  pondera,  con  exceso,  la  importancia 

de  una  cosa:  en  ocasiones  es  sinónimo  de  aparatoso;  voz 

castellana  anticuada. 

aparatos,  n.,  grandes  estremos  en  cosa  que  no  merece  tan- 

_  ta  importancia:  úsase  generalmente  en  plural. 

""^  aparejo  redondo,  el  traje  propio  de  nuestras  labradoras. 

aparicio,   epifanía,  según  el  Glosario  de  Savall  y  Penen. 
aparte,  a.,  el  espacio  ó  hueco  que  se  deja  entre  dos  pa- 
labras. 
'  apatusca,  n.,  juego  que  consiste,  en  tomar  número  de  or- 

den, arrojando  cada  cual  una  moneda  hacia  un  guijarro, 


A  BB 

ito.  y.  apiladas  ac|uéUas,  golpearlas  cada  uno  á  su 

con  una  piedra  [ciialquitra  que  sea  la  posición  en 

jan  quedado  ii  cada  tiro  ó  suerte),  y  hacer  suyas 

que  al  golpe  jircsenicn  el  anverso:  algunos  dan  esc 

nombre  á  otros  juegos  igualinenic  sencillos.  II  En  la  F^^e• 

toncUiáit,  breve  poema  de  principios  del  siglo  xvii.se  lee: 

Piensas  que  es  ¡gobernar  el  carro  ftcnnoso 

jugar  d  la  patuscct  ó  d  Ur  diuecn? 

tpattiSCO.  n  ,  voy.  lamiiiar  de  desprecio,  principalmente. 

contra  los  muchachos. 
ipeHidtnte,  n..  d  que  presenta  |,K'dimcnlQ  para  incoar  el 

juicio  de  aprehensión  ó  inventario. 
apellido,  a.,  causa  ó  proceso  en  que,  por  la  conveniencia 
de  su  publicidad,  pueden  intervenir  como  testigos  ó  de- 
clarantes, cuantos  quieran:  [|  n.^  pedimento  en  que  se  so- 
licitan los  juicios  Humados  de  aprehcnsi<'m  c  inventarío 
ipenamíento,  intimación  de  pena;  también  apenado. 
apenar,  a,,  intimar  una  pena,  ya  señalada  de  antemano: 
Itiísase,  principalmente,  contra  los  que  entran  ú  hacín 
'ar  animales  de  pasto,  en  propiedad  ajena.  Se  ha 
lilido  con  desacierto,  en  la  última  edición  de  la  Aca- 
demiíi. 

l^tecorado.  n.,   preso;  ocup.idu;  detenido:  se  aplica  tam- 
bién li  los  ganados. 
apercazar.  d..  coger  con  alguna  diHi:ullad. 
apero,  n.,  se  dice  ¡buen  apero.',  por  el  que  no  sirve  para 

el  objeto  á  que  se  le  llama  ódcslina. 
qiestañado,  n..  se  aplica  en  el  lenguaje  de  carpintería,  á 
lo  que  monta  ó  acahalla  para  asvgur.tr  mis  el  encaje  ó 
la  defcns;i.  como  sucede  en  las  puertas  ó  en  las  maderas 
de  los  balcones. 
apestañar,  n.,  vocablo  derivado  ó  sacado  del  anterior. 
apetencia,  c,  apetito:  voz  que  el  diccionario  de  Peralta 
iacluje.  como  aragonesa  anticuada. 


I      apeoai 

■teutrt 

|Min)ii 


leo  A 

apezocar,  n.,  chocar  dos  carruajes  por  ci  pezón. 

aplastarse,  n.,  fijarse  ó  detenerse  demasiado  en  algún 
punto:  es  como  se  ve,  acepción  metafórica,  pero  muy 
general. 

aplegar,  a.,  arrimar  ó  llegar  una  cosa  á  otra;  congregar: 
en  Castilla  es  voz  anticuada,  que  significa,  allegar  ó  re- 
coger. 

Í^K>ca,  a.,  recibo  ó  carta  de  pago:  ||  d.,  testimonio  que  dan 
los  sacerdotes  por  las  misas  de  encargo  que  han  cele- 
brado. , 

^pocflgarae,  aficionarse  demasiado  á  alguna  cosa  y  ape- 
nas salir  de  ella. 

apoticario,  a.,  boticario:  en  Castilla  se  decía  antes  apote- 
cario, 

lyrehensión,  a.,  juicio  de  los  cuatro  privilegiados,  que 
consistía,  en  poner  bajo  la  jurisdicción  real  la  cosa  apre- 
hendida, mientras  se  justificaba  la  verdadera  pertenencia. 

apoftadar,  a.,  apuñear;  dar  de  puñadas. 

apu&egar,  apuñear:  lo  hemos  oido  en  este  refrán,  tanto 
te  quiero  que  te  apuñego:  otros  abuñegar,  molestar  con 
obsequios  desmedidos. 

apuradamente,  n..  cabalmente;  puntualmente;  casual- 
mente. 

apurar,  n.,  poner  á  alguno  en  apuro,  cualquiera  dificultad 
ó  hacienda. 

aipiebrazarse,  d.,  formarse  herpes  ó  quiebras,  en  pies  ó 
manos. 

aquel,  no  tener  ese  aquel  que  es  necesario;  por  carecer 
del  juicio  ó  talento  conveniente. 

aradro,  a.,  arado  ó  aladro. 

aragonense,  lo  relativo  á  Aragón:  usa  esta  voz  Briz  Mar- 
tínez. 

aragonito,  cristalización  de  carbonato  de  sal^  abundante 
en  Aragón;  (voz  científica). ' 


,  araño;  arañazo. 

arañon,  a. .endrino,  árbol  y  endrina,  fruto;i:iruelosilvcscrc. 

arbanches,  garbanzo.':-,  se  halla  en  Ebn  BucLirix- 

arbCija,  n.,  planta;  Ir.lhyriis  íiphccr.. 

artaollon,  a,,  arbollón  ñ  desaguadero  de  l'is  est.ini^ucs.  pa- 
lios, etc. 

lUrbiUos.  inteí^linos  de  carnero,  de  unos  cinco  palmos,  c^ue 
sirven  para  cmbuiidos. 

aroada,  n..  arco  li  ojo  de  puente:  el  mismo  nombre  tenia 
en  Navarra,  como  se  puede  ver.  en  el  Diciioiic.rhi  desús 
'.ntigHedades:  crt.  Capr.rruso. 
arcaduz. 

sistema  de  arcaduce.^  o  sinipicmcnlc.  arca- 
duz: e.sa  terminación  de  participio .  no  se  incluye  en  el 
Diccionario  de  la  Academia. 

arcai.  n.,  andas  ó  caja,  en  que  se  lleva  á  enterrar  á  los  di- 
funtos: II  estante  ó  anaijucl.  si  no  es  (lue  sea  urciin,  como 
en  cspaiíol,  según  estos  dos  textos  de  /).  Clarisel  de  les 
íVür«,  novela  caballeresca  de  Jerónimo  Urrca,  que  se 
^. conserva  ine'dita  en  Zaragoza:  |]  Fi^o  meter  en  su  apo- 
sentó  muchos  ahcaces  llenos  de  libros\ — Un  graidc  *k- 
TAZ  que  Heno  de  libros  era.  ' 

arcén,  a.,  brocal  de  pozo. 

areia,  derecho  de  tomar  por  nodriza  a  la  íivrva. 

arcíprestado,  n.,  arcípreslazgo  ú  arcipre&tadgo. 

ares  y  mares  'tenetií,  n.,  poseer  cuantiosos  bienes;  pero 
!;cn-jra¡mente,  se  usa  irónica  ó  dubitalívamenie:  también 
^e  dice,  contar  tires  y  mcres. 

argadillo.a., cestón  de  mimbres:  dfccseiambién.irri'íTi/yc 

argeat.  a.,  pkia,-  [voz  antic.  ■ 

ai^eotario,  n.,  ayudante  de  cocina.  * 

arguellado,  c.  desmedrado  físicamente. 

arguellarse,  a.,  quedar  desmejorado  y  enfermizo:  II  d.,  no 
'blanquearla  ropa  lo  que  debiera:  ||n.,  desmerecer  la 


ie2  A 

ropa  por  extrema  suciedad  o  descuido:  ||  n.,  esUu:  car- 
gada de  censos  alguna  hacienda :  esta  acepción  se  halla, 
en  la  primera  edición  del  Diccionario  de  la  Academia. 

arguello,  c,  desmedro:  ||  d.,  suciedad:  ||  n. .  muchedum- 
bre y  carga  de  censos  sobre  una  hacienda. 

arguelluz,  n.,  respectivo  de  arguellado. 

arguiñO,  n.,  espuerta  de  mimbres,  mayor  que  el  corvillo. 

aribár,  n.,  aspar. 

aribo  y  aribcd,  d.,  aspa. 

arienzo,  a.,  adarme  ó  décima  sexta  parte  de  una  onza. 

annadia,  c,  almadia. 

ama,  a.,  vaso  de  colmena:  también  se  usan  anuzl  y  ar- 
nera^ en  sentido  de  colmenar. 

arnés  (jlstas  dkl)  ,  torneos  que  celebraba  la  Cofradía  lic 
San  Jorge  de  Zaragoza. 

aro  (echar  por  el;,  n.,  comer:  engullir;  embaular. 

arquero,  el  guardador  del  archivo,  y  aun  de  las  cosas  de 
mayor  confianza:  esto  dice  Martón,  aludiendo  á  don 
.luán  Collados,  monje  de  Santa  Engracia. 

arquimesa,  a.,  papelera  ó  escritorio;  ||  armario  pequeño, 
que  se  coloca  sobre  una  mesa  y  tiene  varias  divisiones: 
todo  bajo  llave,  adornándole,  comunmente,  mucha  Líber 
lie  embutidos,  ele. 

arquivero.  archivero:  así  se  titula  el  que  lo  fue  de  los  Dii 
ques  de  Villahermosa  en   i-^/j,  Jaan  de  Mongay:  po- 
nemos esa  palabra,  por  lo  que  aclara  la  elimolo::¡'a  de  isc 
cargo. 

arradan,  n.,  alacrán:  en  Castilla,  árbol. 

arramblar,  c,  llenar  de  arena,  los  arrovos  ótorrentci..  la 
tierra  que  han  cubierto  en  una  avenida:  ||  c,  llevarse  uno. 
con  codicia,  muchas  cosas  ó  todas  las  de  una  especie. 

arrancadero,  a.,  la  parte  más  i^ruesa  del  canon  de  la  es- 
copeta. 

arrancasiega,  a.,  riña  ó  quimera  de  palabras  injuriosas. 


A  ir-a 

arritncura.  n..  i,jui;¡u.  pteiio:  liligío:  es  voi  ;inticuiidu  y  lo- 

muJ,i  tic  documenrob  latinos. 
arre,  n..  caballería  de  monta  ó  Je  liro. 
urear,  n.,  andar:  marchar;  partir:  ||  p..  ej.  arree  á  Ices- 

cuelc:  (es  de  uso  vulgar). 
•rreniatar-  n..  rematar;  dar  término  iJ  lin  á  alguna  cosa: 

II  en  la  Crónica  rimadc  del  Cid.  v.  575.  se  lee,  Cuantas 

íosas  coinenscres.  arhematahlas  con  tu  mano. 
arreo,  se  dÍLewAí:ru«íirrffü.  por  un  tumo  ¿vuelta  de  beber. 
arrequÍTes-  p..  adornos  ú  atavíos, 
arrimadillo,  n..  friso  pintado  en  la  pared,  que.  comiin- 

nn.niL',  es  veteado  y  alzado,  como  una  vara,  desde  el 

piso:  en  algunas  partes  es.  la  esteriltu  ó  friso  arrimado  ó 

clavado  íí  la  pared. 
arrobadera.  |  ,    , 

arrobador     ¡"-robadera. 
arrobar.  »..  se  usa  en  la  frase,  r.rrokzr  Ir.  íierrr,  que  sig- 

niticj,  trasladarla  de  un  punto  á  otro,  dentro  de  la  obra 

en  que  se  (rabaja:  ||  igualar  Va  tierra,  después  de  pasada 

por  reja,  como  preparación  para  la  siembra. 
■rrobero,  n.,  cargador  o  mozo  de  cordel,  principalmente, 

para  conducir  aceite. 
arróbela,  n..  medida  de  aceite  de  24  Hbrus,  á  diferencia 

de  lii  arroba  que  es  de  %. 
amdillo.  arrullo:  en  un  libro  manuscrito,  que  posee  la 

t  iiiversiJad  de  Zaragoza,  se  lee: 

Todo  el  aire  j-un  pobU'.mio 
con  sus  tiernos  .utnLtiiLLos. 
Rrtar.  a,,  precisar;  obligar. 
artatÍTO,    n..  obligatorio:  se  lee   en  los  a. a.  aragoneses 

crclr.tíj'o. 
artíenlBta.  n..  el  conjunto  de  artículos  ó  proposiciones 

que  se  asientan  en  la  demanda,  como  objeto  de  prueba, 
1  tramitación  del  proceso. 


164  4 

artiga,  c..  liern».  rcv:ien  roluraila. 

artiquero^  el  que  cultiva  las  rj'íicízs.  como  dicen  alguno?. 

ó  las  íirtigcs,  como  se  dice  cu  castellano. 
arto,  c,  espino. 

artolas,  aparejo,  en  forma  de  silletas,  para  caK'Igar. 
artos,  p.,  cambronera. 
arzinto  vivo,  azoí.,aie. 
arzolla.  a.,  planta;  pero  distinta  de  otra  conocida,  con  ese 

nombre,  en  Castilla. 
asado,  se  usa  en  la  :rase.  que  se  j.\:S(:  el  í\scJüj  para  denotar 

que  se  pierde  la  oj^orlunidad:  cruu  un  mente,  se  emplea 

en  sentido  irónico. 
asestadero,  a.,  .sesteadero  ó  lugar  donde  sestea  el  ganado. 
asestar,  n.,  sestear  el  ganado. 
asignados,  los  componentes  la  Junta  de  i^obierno  en  la 

universidad  de  Zaragoza:  Pedro  Melero  dedicó  su  Cojn- 

pendió  de  los  números jr  proporciones,  impreso  por  Cosí. 

en  1 535,  al  rixfou  y  ashínados  de  la  i  universidad. 
asignatura,   Juma  de  Gobierno  en  la  Universidad:    ei^ 

Huesca  la   formaban,  en    1473.  el   Obi.>po.un   cp.nón^- 

:;o.  el  Prior  d.-  lo..  Junidc^s  v  \\u  cin  ^.hlano:  v  d^-r^puc*.. 

dos  catedrático^. 
asin.  a.,  así. 

asina,  n.,  así:    cu  Ca-iina  anlic. 
asisia.  a.,  cláur  ula  de  jm-"..>o.  y   |M-¡r,c¡j-:il.iiculc.  \c.  q-  -^ 

contiene  depos:."i('in  de  le>:¡<:i)s:  jj  a..  i\*  íi?ncn'"o  sol-rj  >]- 

gún  incidente. 
ainada,  n.  bonícavKr.  burrada:  en  u-'ias  dJcim.is  ci;',?»»;  i.-' 

P.  Isla,  con  iv.C'l'vo   del.:   C  Jvi  iresnia   vjue  piLdic'^  lu  el 

lío'^pital  de  Zar.í-jo.^a.  afu»  1757.  se  lee: 

Ai?  :;!:i.:Jr  rs/d  r  fren!  \i\ 
:\^SíirosL:  i*  rZwr/'/.i':. 
lloróse. y  izrrcpcníidii 
de  beber  hecho  tel  '^Sívidc. 


para  ahrmar  < 


(a.,  ihsirumenlo  Je  < 

asnillo.       \     asador, 

asol&rse.  J.-  adararse  loslk'ores,  bajando  al  Ibndo  las  par- 
tículas más  gruesas. 

UOTSn,  con  frtaiencia;  deriva  de  souvent ,  Irancés:  en 
algunos  localidades,  recibe  la  significación  diferente  de. 
poco  á  poco:  despacio. 

aspeado.  mallraCido  por  la  fatiga  del  camino;  la  Acade- 
mia admite  despearse  y  algunos  derivados. 

asqufllos,  n.,  este  diminutivo,  que  no  incluye  la  Acade- 
mia, se  halla  usado  en  la  frase,  hacer  csquilhs,  que  sig- 
nifica, desdeñar:  no  dar  importancia  á  alguna  cosa. 

Uiunir,  a,  traer  á  sí;  avocau  en  CastÜhi.  lomar  en  sí  C, 
para  sí;  (voz  antic);  |¡  n,,  insacular. 

asilinpto,  n.,  insaculado. 

atabladera,  p.,  tabla  qtic,  lirada  por  caballerías  y  puesta 
de  plano,  sirve  para  allanar  la  tierra,  ya  sembrada. 

atflóo.  n.-  rezago  del  ganado  mas  endeble,  a'  quien  =e  con- 
duce a  pasto  más  cercano  y  abundante. 

atar,  c,  liar  ó  asegurar  el  contenido  de  un  fardo  ó  paque- 
te: la  Academia  dice  unir,  ¡untar  ó  enlazar,  una  cosa 
con  otra. 

atarantarse,  alurdirsc;  quedar  atontado  ó  fuera  de  sí. 

atarugado,  n..  encogido,  falco  de  soltura,  en  sus  modales. 

atarugarse,  n.,  cortarse;  perder  la  serenidad  y  el  desem- 
barazo. 

atoque.  n,.  adorno;  aliño:  y  así  en  un  memorial  dirigido  al 
rey,  pcir  la  ciudad  de  Zaraj^oza.  se  lee:  en  quien  se  hc- 
Uó  la  rerc/cd  sertcillr ,  sin  franjes  ni  atoqlts. 

atrazar,  a.,  trazar;  disponer  el  e'xito  de  alguna  costi. 

atrazoalar.  a.,  atresnalar,  que  en  algunas  partes  es,  orde- 
nar las  haces  en  tresnales  ó  pirámides,  hasta  poder  lle- 
varlas á  la  era. 

•trazo   d.,  persona  desaseada  ú  despreciable. 


160  A 

atreudar,  n.,  dar  en  enfítéusis. 

atularios,  n. ,  conjunto  de  cosas  muebles;  ||  ajuar  de  una 
persona;  ||  colección  de  útiles  de  algún  oficio  ó  profesión; 
y  así  se  dice:  venció  la  tanda  j'  tuvo  que  cargar  con  to- 
dos los  ATLLXKios.-^yu góse  cl pintory  dejó  en  desorden 
todos  sus  ATiLARios.  ||  Frecuentemente,  se  pronuncia, 
artularios. 

aturar,  d.,  hacer  parar  ó  detener  las  bestias:  ||  n.,  hacer 
asiento  en  algún  punto:  ||  n.,  fijarse;  y  por  eso  se  dice,  el 
que  d  cuarenta  años  no  atura,  d  cincuenta  no  adivinaja 
á  sesenta  desatina:  \\  n.,  durar;  en  cuyo  sentido,  que  es 
el  aceptado  por  Rosal,  leemos  en  un  documento  nava- 
rro, et  este  paramiento  que  ature  d  tanto  tiempo  cuanto 
fuere  la  voluntad  del  sennor  rey.  \\  En  Castilla,  sufrir  el 
trabajo;  tapar. 

auchar,  azuzar:  parece  síncope  de  achuchar,  como  apli** 
cado,  principalmente,  á  los  perros:  ||  en  español,  achu- 
char, es  aplastar j  y  ahuchar,  ahorrar, 

augetas,  d.,  albricias  ó  gratificación  que  se  dá  á  los  cria- 
dos ü  á  los  que  traen  algún  presente:  ||  d.,  pastel:  li  d.,  es- 
carola cocida:  ||  c,  con  el  nombre  de  augetas  es  voz  cas- 
tellana y  significa,  la  propina  que  dá  al  postillón,  el  que 
corre  la  posta. 

aun,  escasamente;  difícilmente;  á  duras  penas:  se  dice. 
podrá  tener  ella  unos  quince  años  y  aún. 

auron,  gallo  salvaje,  según  una  relación  m.  de  manjares, 
que  copió  Latassa. 

autos,  n.,  actos:  se  dice  entierro  de  uno,  dos  ó  tres  autos 
(ó  actos),  según  se  celebra  la  sola  misa  de  entierro  ó  una 
ó  dos  más  de  honras. 

aventado,  n.,  así  ¡os  auiamos  jurado  el  dia  de  nuestro 
bien  MENTADO  coronamiento,  dice  Pedro  IV,  en  el  códi- 
ce de  las  Uniones. 

aventlÚ^:  ^-^  por^'ión  que  puede  sacar  el  cónyuge  super- 


afc^atites  de  partir  los  bienes  muebles. 

aTeateza,  no  te  pongas  en  kwmttxs  pudiéndola  acusar, 
dijo  el  de  Lumia  su  hijo  el  Conde  de  Rihagorza,  que  in- 
unló  duelo  con  el  Conde  de  Olivares,  según  Dormer.  pá- 
gina 3oo  de  siis  Anales. 

averar,  multar;  incursar  en  multa:  asi  lo  declara,  como 
provincial  de  Aragón,  el  Diccionario  de  Fernández 
Cuesta,  pero  no  el  de  la  Academia. 

STeríU,  '¡\n  duda,  habere.s  ú  objetos  mensurables  de  con- 
tratación, lín  las  Corles  Je  Zaragoza,  145Ó,  se  establece; 
el  que  metra  ó  meter  Jí:rd  dr.:pcs  de  Urna,  ó  atrás  merca- 
derías o  avehías:  que  á  calidos  [codos)  se  acostumbran 
vender,  en  el  dito  regno  de  Aragón,  etc. 

■VeriO,  a.,  bestia:  /voz  usada  boy  en  Araf^ún,  scfíiin  l.i 
Academia). 

Mvetax.  C-.  aficionarse;  cebarse. 

avinar.  practicar  un  hoyo,  al  rededor  de  la  cepa. 

avispado.  V..  agudo:  vivo:  entendido;  activo, 

avuebOS-  l^-  universidad  (pueblo)  de  Zaragoza,  pide  al 
Rey  mil  sueldos  por  avikeos  de  repartimiento  de  /o.í 
moros,  hemos  leido  en  una  colección  de  Privilegios  de 
Aragón. 

STUgO,  u-n  voz  con  que  (por  el  conirario,  se  designa,  en  el 
lenguaje  familiar,  ú  unu  persona  torpe  y  obtusa,  como 
con  las  palabras,  ababol,  membrillo,  y  otras. 

avutarda,  n..  para  denotar  que  uno  está  distraído  ócnbá- 
bifl,  se  dice  que  está  pensando  en  las  wit^hb.is, 

axobar.  n..  la  heredad  que.  ademas  de  su  dote,  recibía  la 
esposa  por  parte  de  su  padre  ó  marido,  y  era  perpetua- 
mente, p;ira  ella  y  los  suyos:  llamábase,  anliguamenic, 
excre.w 

azacanado,  el  que  va  hecho  un  azacán. 

azadeca.  pecha  de  los  moros  sobre  huevos  y  cabras. 

axalc^a,  toalla. 


1C8  A 

azanoriate,  a.,  zanahoria  confítada:  ||  a.,  cumplimientos 
y  expresiones  afectadas. 

azarolla,  a.,  serba  ó  acerola;  (antic.) 

azarollo,  a.,  serbal,  árbol;  voz  incluida  en  las  últimas 
ediciones. 

azemUa,  n.,  acémila,  según  el  códice  de  los  Pri:nlegios  de 
le  Unión:  en  dialecto  valenciano,  tropas  ó  bandas. 

azofra,  n.,  correa  ancha,  que  sostiene  sobre  el  sillín  de  la 
caballería  de  varas,  las  del  carro:  ||  n.,  zofra  en  los  dos 
sentidos  de  esta  palabra:  ||  n.,  parece  ser,  turno  de  aguas, 
según  hemos  deducido  de  algunos  documentos,  uno  que 
recordamos  de  i238:  ü  alcuza  grande .  para  aceite:  ||  la- 
bor de  tierra. 

azoflrar.  n.,  concurrir  con  su  trabajo  á  las  obras  públicas, 
que  se  llev^  á  vecinal. 

azoQe,  n.,  pocilga,  en  las  dos  acepciones  de  la  Academia: 
es  sustantivo  masculino,  y  sólo  usado,  en  algunas  loca- 
lidades. 

azoque,  leése  c.\ogue.  ^del  árabe  c^c),  en  sentido  de  plaza 
ó  mercado,  según  Guerra  y  Orbe  en  su  Fuero  de  Ayilés. 
pág5.  71  y  82.  En  Zaragoza  se  denomina  del  Aboque,  una 
de  sus  calles  moriscas. 

azota-perros,  n..  perrero,  ó  persona  destinada  en  las  igle- 
sias, á  ahu ventar  los  perros. 

aznche.  madero  con  punta  torrada,  para  clavarse  en  tierra. 

azud.  c.  presa  para  sacar  agua  de  un  río. 

azuda,  c.  noria. 

azulejo,  n..  !apiJa  ó  losa,  en  jue  se  pinta  ó  imprime  el 
nombre  Je  las  calles  ó  plazas  y  el  número  de  las  casas: 
en  Casti-ia.  ladrillo  vidriado,  para  frisos  y  otros  objetas. 

azut.  a..  3.7.\:.¿. 

azutero.  a.,  el  .]iij  cuida  de  la  azuda. 


Bkbuorro,  d.,  ¡oven  que  se  atreve  á  mayores  empresas 
tic  las  que  su  edad  permite:  il  c,  rústico;  toscu. 

babosa,  a. ,  cebolla  añeja  que,  plantada,  produce  otra:  {) 
a.,  cebolleta. 

bacía,  n.,  gamella;  artesa;  ú  en  general,  capacidad  de  ma- 
dera, en  forma  rectangular  y  oblonfja.  cuyo  destino  es  el 
de  amasar,  ó  lavar  la  ropa  6  disponer  el  sustento  de  al- 
gunos animales:  ||  n.,  letrina,  retrete  ó  secreta,  segiin 
Uucange,  apoyado  en  Libértales  bcrcin.  ms.  i283:  |]  n., 
volcar  la  bada,  decir  alguna  sandez;  deslucirse  con  al- 
guna ocurrencia  impertinente:  hacer  de  las  suyas, 

bacinilla,  bacía  para  el  agua  que  se  dá  á  la  barba. 

baohoca.  n..  se  dice  de  cierta  cla^u  de  judia,  que  no  se 
conserva  seca,  y  se  come,  comunmente,  desgranada,  á 
medio  secar:  ||  en  Murcia  bajvca. 

bad^.  a.,  carne  de  la  espalda  y  las  costillas,  hacia  el  pes- 
cuezo, en  las  rcses  de  abasto, 

badallar,  bostezar. 

badarron,  n.,  véase  galacico. 

a.,  balsa  ó  charca  de  agua  detenida  en  los  auninos. 
„  lo  mismo  que  badina. 

bl^.  a.,  cuerda  con  que  se  asegura  la  carga  sobre  las  ca- 
ballenas:  ||  en  Navarra,  treboillc 

bagnera,       l 

baguen-eta- ;  d.,  baga. 

bagueta,      ) 

bahurrero,  a.,  cazador  d:.-  aves  con  la.!os  ó  redes:     voz 


170  B 

tafle,  a.,  juez  ordinario  en  ciertos  pueblos  de  señorío: 
usual  en  la  antigua  Coronilla. 

baüia,  a.,  territorio  en  donde  ejercía  jurisdicción  el  baile. 

baüio,  n.,  bailía  6  bailiazgo. 

bífero,  a.,  prenda  ó  pieza  que  suele  colocarse  bajo  de 
otra;  como  sqyc  bajera^  sábana  bajera, 

baladre,  p.,  adelfa;  planta  silvestre  que  produce  un  fruio 
pequeño,  esférico,  negro  y  amargo.  Esta  voz,  sirve  para 
término  de  comparación,  á  todo  lo  amargo. 

balagOSte,  balaustre  ó  barandilla:  aunque  parece,  á  primera 
vista,  un  barbarismo,  á  los  cuales  no  siempre  damos  ca* 
bida,  incluimos  esta  voz,  por  verla  usada  en  Frailía,  his- 
toriador inédito  de  la  Universidad  de  Zaragoza. 

balda  y  baldón,  aldabón. 

baldaqui,  tela  preciosa  ó  brocado  de  Bagdad. 

baldar,  a.,  descabalar  ó  dejar  incompleta  una  colección. 

baldorro,  aldabón;  en  algunas  localidades. 

baldrag^as,  n.,  persona  desinteresada,  de  buen  carácter  y 
de  poca  energía. 

baldres,  valdes;  piel  suave:  L.  Fernández  usa,  valdrés. 

balsa  de  sangje,  a.,  aquella  en  que,  á  fuerza  de  trabajo 
y  cosía,  se  recoge  el  agua  para  ganados  ó  personas:  si  se 
hace  en  acampo  propio,  es  privativa  del  ducño!  si  en 
monlcs  comunes,  no  lo  es,  mientras  no  se  cerque. 

balsete,  n.,  balsilla. 

baUesta:  se  usa  en  la  frase,  sin  decir  cesta  ó  ballesla:  mo- 
dismo que  se  lee  en  la  Sirena  métrica ,  coleccióíi  ma- 
nuscrita de  poesías,  y  que  conviene,  aunque  no  total- 
mente, coiT  el  castellano,  decir  unas  veces  cesta  y  otras 
ballesta. 

ballico,  n.,  planta;  avena  fatua;  ballueca:  Olivan  emplea 
esa  voz,  en  su  Manual  de  Agricultura. 

bailón,  d.,  arroyo  pequeño. 

balluarte.  n..  especie  de  andas  ó  parihuelas,  en  que  se  con- 


B  ni 

;  un  punto  á  otro,  el  material,  y  sobre  todo,  e] 
desperdicio  de  las  obras:  ||  también,"  ¿líX'""'^'  como  en 
Navarra . 

ballueca,  c,  especie  de  cizaña:  Asso  la  describe  comoara- 
tioiiesj,  y  es  n)U)r  nociva  al  ganado  vacuno. 

b&acftda,  II.,  sección  voiaiiie  de  escotares,  cuando  ésios 
lOiirerían  á  votos,  ciertas  cátedras. 

banco  regio,  .\iidicncia  real,  según  el  Ghsurit)  de  Savall 
y  Penen. 

banda,  n.,  taja  o  ceñidor  que  se  viste  a!  rededor  del  cuerpo. 

bandeador.  columpio. 

bandear,  jl,  tocar  á  doblar  las  campanas. 

bandearse,  n.,  pasarlo  con  decencia:  ||  n.,  estar  (como 
generalmente  se  dice)  entre  dos  aguas;  ||  n.,  columpiarse: 
en  Castilla  significa,  mover  á  una  y  otra  banda;  antic. 

bando,  I),  comba;  pandeo:  se  aplica,  ya  d  los  cuerpos  co- 
locados horiüontalmcnie,  cuya  extensión  y  peso  les  da 
aigiiii  pandeo,  ya  sobre  todo,  ¡i  los  que  cslán  puestos 
veriicalmenle,  y  que,  no  teniendo  solidez  proporciona- 
da» su  altura,  se  cimbrean  algún  tanlo:  ||  n.,  d  todo  ban- 
do, expresión  que  se  usa,  comunmente,  en  sentido  mo- 
ral, para  denotar  que  se  hace  alguna  cosa  descarada- 
mente, y  arrostrando  tcxlas  sus  últimas  consecuencias. 
Se  usa  en  la  frase,  echar  d  bando  las  campanas. 

bonova,  a.,  colcha,  ó  cubierta  de  cama:  en  algunas  partes 
banúa . 

banquéla,  a.,  colmenar  pequeño,  sin  cerca;  sitio  donde  se 
ponen  en  linca  las  colmenas,  sobre  bancos. 

bsr^a.  tableta  de  chocolate,  que  contiene  tres  onzas  en 
cuatro  porciones:  ||  voz  de  algunas  localidades. 

bv^,  se  dice  pasar  de  barón,  por  nivelar  la  muela  hari- 

barbadO-  c.  sarmiento  con  r:iices.  dispuesto  a  la  planta^ 
rió». 


172  B 

barbaridad,  n.,  gran  cantidad. 

barchilla,  d.,  la  duodécima  parte  de  un  cahíz  de  granos. 

bardino,  n.,  se  aplica  al  perro  ii  otro  animal  que  tiene  el 
pelo  dé  un  color  dudoso,  entre  plomizo  y  gris:  también 
se  dice  bárdeno. 

bardo,  d..  barro. 

bardoma.  a.,  suciedad;  porquería;  lodo  corrompido. 

bardonero,  n.,  véase  bordonkro  y  bordonvdor.  que  son 
más  usados. 

barlenda,  polipodio;  planta:  úsalo  Ebn  Buclarix. 

barlete,  pieza  de  hierro,  en  figura  de  7  ó  de  martillo,  que 
atravesando  el  banco  de  carpintero,  sirve  para  sujetar  á 
él,  las  piezas  que  se  labran. 

barote.  n..  balaustre:  también  puede  escribirse  vcrote, 

barral,  a.,  redoma  grande  de  vidrio,  capaz  de  una  arroba 
de  vino,  próximamente. 

barranquear,  no  andar  muy  derecho  en  un  asunto. 

barranquera,  n.,  se  aplica  d  cualquier  género  de  peonza 
que,  por  tener  mal  limado  el  clavo  ó  la  punta,  dá  vuel- 
tas, con  poca  suavidad.  , 

barras,  n.,  las  cuatro  bandas,  listas  ó  palos  rojos  en  cam- 
po de  oro.  con  que  blasona  el  reino  de  Aragón. 

baiTastra.  portadera,  principalmente,  para  piedras  gran- 
iies.  que  se  hace  con  horquillas  de  árboles  y  travesanos, 
de  punta  á  punta. 

barrear,  a.,  borrar  ó  cancelar  lo  escrito,  pasando  por  en- 
cima una  línea  de  tinta  ó  lápiz. 

barredera,  n.,  se  usa  en  la  e.>wpresión  ecíuzr  Id  ¿\:n'cdct\i , 
para  denotar  que  se  ha  decidido,  bruscanienie,  la  cues- 
tión; que  se  ha  dado  una  salida:  que  ya  no  admite  más 
opiniones. 

barrera,  n..  corral  de  ganado  al  descubierlo. 

barreño,  c,  jofaina  ó  aljofaina. 

barriguera,  n.  especie  de  correa  ó  cincha. 


»  1T8 

ir.  vender  á  njo:  s¿  halla  en  doctiinentos  oñdatC5. 

barros,  n.:  lodos:  ambas  son  catlcllanas ,  pero,  rratándusc  ■ 
de  la  suciedad  de  las  calles,  en  Aragón  se  prefiere  la  pri- 
mera, y  en  Castillii  (como  dice  la  Academia)  h  segunda. 

baña,  iwrza:  ¿rejiattic  d  hr.rday  :{cr{c? 

basta,  c,  hilván. 

bastárdelo,  a.,  nmderno-ttorrador,  en  qtic  el  escribano  6 
notario  conservan  los  autos  y  escritunis. 

baste,  p.,  especie  de  albarda  ó  aparejo. 

bata&hia,  anís. 

bateaguas,  c,  paraguas:  en  la  sétima  cdici^'m  dt.!  Dic.  de 
la  AcnJemia,  todavía,  no  su  había  incluido  esia  palabra. 
baltfUlla.  a.,  batihoja  ú  batidor  de  oro;  ant. 
battmleato,  a.,  acción  y    efecto  de  batir,  sobre  todo 

1.1  moneda;  anitc. 

batir,  p-,  verter;  arrojar;  desechan  ll  d,.  derribar  6  dejür 

caer  al  suelo  alguna  cosa;  la  Academia,  aunque  párete 

coincidir  con  esta  significación  que,  como  sev¿,  loma- 

s  del  Diccionario  de  Peralta,  pero  no  se  refiere  .«¡ino 

F  lí  lo  que  se  derriba  ú  viva  fuerza;  y,  como  prueba  de 

Plttenosc  considera  castellana  aquella  palabra,  los  co- 

rtectorcs  oficiales  de  los  trozos  selectos  para  uso  de  los 

Vtftstiluios  de!  Reino,  la  acusan  de  poco  castiza,  en  cI  verso 

>áe  ErciUa. 

Que  estuvo  en  punto  de  hatiklí.  tü  suelo; 

f  proponen  comn  mas  propia  postrarle  ó  derribarte, 

l'apesar  de  hallarse  en  libro  no  aragonés,  por  ej.,  en  ti 

'  Amcdis  de  Gaulc.  é  Agrcjcs.  h  bítíó  del  caboHo:  ||  n.. 

labrar  moneda,  en  cuyo  sentido  usan  tambián  esa  voz 

los  Fueros  de  Navarra. 

lacndir  los  árboles;  la  .-Vcudemin  con- 


■,  varear  o 
ñtügn^  bctcjí'r^  comu  provincial. 

O,  d.,  huevo  hucn>:  se  usa  también  en  Navarra, 
•■y  existe,  fuera  de  Pamplona,  una  fuente  medicinal  llama- 


(la  el  Hi'Aueco,  con  alusión  al  olor  ingrato  de  sus  aguas. 

btturro,  n.,  se  dice  de  los  jornaleros  del  campo  y  gente 
menos  acomodada;  pero  es  voz  familiar. 

Msaro,  c,  escoria  de  algunas  sustancias:  como  cera,  pez, 
etcétera. 

beber  la  toca,  n..  impacientarse;  irritarse;  incomodarse 
fuertemente,  principalmente,  con  los  niños. 

bebida,  a.,  el  tiempo  en  que  descansan  los  trabajadores, 
principalmente,  en  el  campo,  y  en  que  toman  algún  bo- 
cado ó  trago:  ||  licor:  es  bastante  usual  el  decir,  ¿quiere 
V,  vino  ríincio  ó  bebida? 

becaracha,  n.,  ave. 

beoardon,  a.,  agachadiza:  ave. 

belén,  n.,  nacimiento  ó  representación  del  de  J.  C,  por 

medio  de  figuras  de  bulto  que  se  destacan,  en  el  paisaje 

correspondiente:  ||  n.,  desorden:  confusión:  ü  n..  persona 

insípida:  ||  esteren  Belén ,  estar  en  bábia. 
bello,  bella,  n.,  alguno,  alguna:  voz  local:  ||  en  Ordinccion 

de  Pedro  \\  sobre  Coronaciones  se  lee:  é  ai  I  i  esté  un 

BFi.  R  \io  mostrándose  d  sus  gentes. 
bellorta.  abrazadera  vio  hierro,  para  suictar  el  timón  á  la 

c,\nia  del  arado. 
bérbero,  a.,  agracejo:  arbu>lo  y  su  truto:  en  Qistilla.  es  la 

oontccción  vuic  se  hacj  coü  ia  aszracocina. 
beren^ero.   n..  Ducan¿:c  lo  incluye  en  su  Gk^s*:nutr.. 

pero  iiíiiorando  si  siiznitica  KTÜna  ó  círculo  de  hierro. 

iwra  la  cabeza  de  los  aiusriciados. 
bergaato.  d..  cardenal:  señal  o  hinchazón  que  deíA  algún 

goljv.  s«.^bre  TevioJ.e  latico.  Fuera  meior  escribir  j'er^trn/t*. 
berlanco.  J.  .  berca:iT^ 

beratl.  Kim!z:  'a  Atavien'; ia  vi:ee.e;ue  hovseuívi  en  Ani^^ór 
berruge.  aviusto.  c-cc^ista  yescarnór. 
besante   ::.    r-iv^rjcJa  coi::>alen:e  i  tres  niales  >  dos  mar:.- 

\ev::scs  ex>munc5:   er,  o.ísiclUnc*  moo^di  rorca  de  oro  de 


B  l'iB 

vetóle  y  cuatro  ijiiilalcs:  lu  hubo  ilc  plata  de  tres  sueldos 
y  cuatro  dineros  catalanes. 

bescaiobre,  n.,  creemos  que  bresciz:  se  halla  esa  voz  en 
las  Ordinrxiones  de  Abejeros,  a  las  páginas  27  y  otros. 

besque,  a.,  liga;  materia  viscosa. 

bestiar,  n.,  bestia;  y  también  ganado  mular  ú  caballiir, 

beiina.  a.,  vino  de  color  de  oro  do  la  uva  lie  este  nombre, 
i|Uc  es  bcrmcjat  pciiueña  y  de  hollejo  tierno. 

blasmo,  n.,  blasmo;  desdoro;  vituperio;  mala  fam:i. 

bienes  (.iPRF.neNDEii  los),  a.,  embarcarlos. 

Uenza.  a.,  binza  ó  tela  del  huevo;  \\  iclillu  ú  jvuiioilo  del 
aierpn  del  animal. 

bigardon,  n.,  el  que  es,  desmesuradamente  alto,  en  pro- 
porción á  su  edad:  en  Gistilla,  c!  vago  i'i  ocioso;  en  cuyo 
sentido  también  se  usa  en  Aragón. 

Iñmardo.  d.,  novillo;  buey  de  dos  ó  tres  años. 

birla,  a.,  holo,  en  el  juego  de  ellos. 

birlos,  juego  de  los  bolos. 

bklon.  a. .  ct  bolo  grande  que  se  coloca  en  el  centro  de  tos 
ilcmás.  En  Aragón  he  oído  juega  de  los  birlos;  y  la 
Andcmta  pone  niTit.o,  (antic),  bolo pcrc.  jugar. 

bisalto,  a.,  guisimte:  es  también  provincial  de  Navarra.  Lo 
ioicrprctíi,  en  su  Gloscrio,  e!  Memorial  histórico  de  la 
Academia  de  la  Historia,  tomo  V.  i851^. 

bisca,  d.,  remusguillo;  viento  no  muy  lucrie,  |)cro  frió  y 
penetra  nic. 

biirtraer.  d.,  sonsacar:  ||  tomar  a  préstamo  ó  anticipo. 

biatreta,  d.,  cantidad  que,  en  lo  anti^tuo.  se  adelantaba  á 
un  procurador;  II  los  cslicrcoles,  paja  y  abonos  de  una 
finca  de  importancia,  que,  comprendidos  en  el  arriendo 
de  ella,  debe  devolver  el  arrendatario  á  la  conclusión  del 
conlraln:  ||  se  usa  en  Tarazona  y  acaso  deriva  del  17j- 
tractum,  diferido:  aplazado:  ||  en  general,  todo  adclantu- 
iento  de  dinero,  ó  anticipación  de  paga,  como  dice  la 


Í16  B 

Aciulv-inia.  en  su  Diccionario  de  r.utoridcdes,  (pues  en 
los  modernos  no  incluye  esta  voz},  el  cual  añade,  que  es 
voz  baja  usada  en  Aragón  y  tomada  de  Vistret.  En  1 504. 
la  Diputación  pidió  permiso  al  Justiciado,  para  tomar 
de  la  tabla  de  depósitos  del  Reinp,  tres  mil  libras  por 
vía  de  Vistretüf  con  destino  á  la  reimpresión  de  los  Anc- 
les de  Zurita,  y  que  para  la  restitución,  tomaría  los  pla- 
zos y  seguridades  que  convinieran  con  terceras  personas. 

bitexja,  n.,  aguamanil,  según  se  lee  en  las  leyes  palatinas 
de  Jaime  II. 

blanco,  cada  una  de  las  bandas  de  la  barriga  del  cerdo 
que  no  tienen  magro,  y  se  usan  generalmente,  en  la  olla 
ó  el  cocido  español. 

Uanquero,  d.,  blanqueador. 

Meto,  n.,  bledo;  planta. 

boalag^.  a.,  tributo  que  se  pairaba  de  los  bueyes. 

boalar  a,  dehesa  boyal:  (|  n..  herbaje:  ||  n.,  porción  de  1%:- 
rreno,  destinado  al  pasto  de  los  ganados  del  abasto  pií- 
blico  ó  al  de  las  caballerías  de  labor  de  los  vecinos. 

boca,  (venir  á)  n..  reventarse  ó  abrirse  un  tumor:  venir  á 
supuración. 

bocal,  a.,  presa  ú  fabrici  de  nuuo.  }\ira  atajar  el  agua  ue 
un  río. 

bocha,  n.,  plañía:  globidcru:  r.lypuy.i:  es  lo  mismo  que 
cebollada:  {|  rama  de  árbol  ó  arbusto  que  se  pone  á  los 
L;usanos  de  seda,  para  que  suban  á  elaborar  el  capel. 

boché,  pollino:  en  Navarra  y  Pertusa. 

bodoUiO.  a.,  podón  ó  instrumento  corvo tie  acero,  para  po- 
dar cosas  tuertes. 

bofo.  d..  íb^b. 

bogúela,  a.,  sardineta,  voz  antic. 

bohemiano,  n..  gitano:  en  Castilla,  es  sinónimo  de  bohe- 
mo ó  natural  de  Bohemia,  y  para  signiñcar,  entreoirás, 
la  Iviea  de  gitano,  se  usa  de  la  palabra  bohemio. 


B  177 

boira,  d..  niebla  muy  espesa. 

bojudones,  d,  especie  de  ^clas. 

bobulo.  P--  pan  de  azúcar  rolado:  llámase  umlijén,  «- 
potijado.  azucarillo  y  panal. 

boldiaca.a..  bolsilloólaltríqucra:dícese también,  bolchcco 

bolea,  d..  pelota  jugada  al  aire:  ||  d.,  mentira. 

boleta,  n.,  L-ieria  espede  de  buitre. 

boletero,  n.,  encargado  de  distribuir  las  boletas  de  ido)a- 
miento. 

bolÍDChe.  n..  judía  redonda  y  110  firanLie.  de  muy  buen 
sabor:  {|  n.,  juegoqiic  se  compone,  de  un  palo  torneado, 
que  por  un  extremo  tiene  una  cazoleta  y  por  otro  una 
punta,  y  de  una  bola  ahujereada  y  suspendida  det  cen- 
tro del  palo  por  una  cuerda: — consiste  en  elevar  la  bola, 
pero  de  suerte  que  caiga  en  la  cazoleta  ó  se  introduzca 
en  la  punta,  á  voluntad  del  jugador.  Hemos  visto  desig- 
nado, alguna  vez,  ese  juego  en  Castilla,  con  el  nombre 
análogo  de  boliche:  pero  la  Academia  dá  otras  signlüca- 
ciones  á  esa  voz. 

bolisa.  Y--  pavesa;  motilla  en  lu  ropa  ó  notante  en  el  aire. 

bolisen'a.  n..  enredo;  trapacería. 

bolisero,  n.,  enredador;  trapacero;  y  también  taimado,  y 
aficionado  á  naderías. 

bolo.  a. .  almohadilla  oblonga,  en  que  se  hacen  los  eiicajes. 

bolomag^,  planta:  arrancar  la  bolomaga.  espulsar  á  uno, 
trabajosamente. 

bolsear,  a.,  (ormar  pliegues  y  arrugas,  en  cualquiera  tela, 

bolUgar,  bolliciar,  que  como  castellano  antiguo  define  la 
Academia, 

bolliiiada,  agua  que  sale  con  fuerza,  después  de  represada. 

ItoUo,  c,  chichón. 

boIlOB.  a.,  botón  de  la  vid  y  otras  plantas. 

bembona,  cántara  de  tierra,  de  cabida  de  algunas  arrobas, 
á  propósito  para  guardar  aceite. 


1*78  B 

bonavero.  n.,  anotación  ó  relación  de  los  bienes  sobre  que 
versa  una  demanda:  suele  acompañarse,  sobre  todo  en  el 
proceso  de  aprehensión,  á  la  demanda  misma  ó  apellido. 

bonetero,  n.,  planta;  evonymus  europanis. 

boñiga,  c,  excremento  del  ganado  vacuno. 

boque,  d.,  macho  cabrío. 

bor,  la  frase  es,  de  bor  en  bor.  y  se  usa,  para  indicar  que 
una  vasija  está  llena  de  agua:  así  como  se  dice  de  bote  en 
bote,  cuando  un  aposento,  plaza,  etc..  están  totalmente 
llenos  de  gente. 

borda,  p.,  choza:  pajar:  corraliza:  provincial  de  Navarra 
en  el  primer  sentido,  según  la  Academia:  en  Cataluña 
menso  y  XdiVCihién,  pernada. 

bordón,  n..  bohordo. 

bordonador  ó  bordonero,  el  que  tiraba  bordones  al  ta- 
blado, lo  cual  se  consideraba  menos  ditVcil.  que  el  arro- 
jar lanzas.  (Véase  tablajero.) 

borgnfl.  n.,  la  paja  apiñada,  en  forma  de  cono  truncado 
y  cubierta  con  un  tejadillo,  para  libertarla  de  la  lluvia. 

bomizo.  vastago  reciente  en  los  árboles. 

borraz.  tcLi  de  cánamo  ó  paño  de  coger  olivas. 

borrico.  la  estrella  pequeña  en  el  tomo  de  fabricar  seda, 
Li  cual  lc:".Ki  la  tercera  parte  Je  los  pr.:"i:os  J.^-  las  dos  es- 
trellas ^raiiiwS  del  i;obierno.  se¿;ún  Asso.  en  su  Econo- 
v::r.  politicr.  de  Ar.zfvu    22S  . 

borroso,  a.,  cl  oñcial  ^io  jx^ca  hablüJavi. 

borrufalla.  a.,  ho":". rasca:  fruslería:  cosa  de  poca  sus- 
tancia. 

bosanaya.  n..  :"::op.ecia  v-jV.e  J.ufv'»  tres  a::os  hasta  el  de  1212. 
sc^rún  iir.  Croníccn  barcelonés,  citado  por  DucanLrc.  el 
ci:al  i:"icl;.ve  tair.I^iJ:"!  las  vjjes  br.-ss^ri.zra  v  bosonrrra 
V  e::a  estas  :\-'.ab:as  .'j  Pe.^ro  11  i  ^r.  ¡3j3:  co}:.\'Jir::tS 

>  o V  \ >:  .7 ur.  n:  iibcí . 


B  i-m 

botarga,  a-,  dominguillo,  cn  la  tiesta  de  toros. 

botcga.  n.,  botija. 

botifuera,  n.,  gratilicación.  descuento  ó  regalo  que  se  ha- 
ce al  comprador:  ||  n.,  cierto  derecho  que  cobra  por  cán- 
taro, el  medidor  del  vino:  {|  ti,,  propina  á  los  criados. 

botiga,  p.,  tienda  de  mercader:  la  Academia  trac  como 
castellanas  las  palabras  boliguero  y  botiguilla:  en  ita- 
liano se  usa  botegc:  \\  d.,  taller  de  artista;  acepción 
poco  recibida. 

botinflado,  d.,  hinchado:  [|  n.,  hombre  desproporcionada- 
mente grueso  y  por  algiín  concepto  repugnante. 

boto,  a.,  pellejo  para  contener  vino,  aceite,  ú  otro  licor:  |[ 
n.,  judía  bota:  variedad  que  se  di.stiitgue  por  ser  más 
tierna,  y  estar  fuera  de  la  vaina. 

bOTaje,  hemos  Icido  que  era  un  tributo  que  se  pagaba  al 
principio  de  cada  reinado,  por  el  recen ocimien lo  de  se- 
ñorío sobre  los  ganados. 

bexadero  ó  buxadero,  serbal,  árbol;  serbal  de  cazadores: 
conócese  con  ese  nombre  en  los  Pirineos. 

bozo,  n.,  bozal,  ó  aparato  de  varia  invención,  que  se  pone 
á  los  perros  cn  el  hocico,  para  impedir  que  muerdan. 

braga,  a.,  metedor  ó  lienzo  que  se  pone  á  los  niños  bajo 


cipa 


bragueta:  se  usa  en  la  frase,  más  serio  que  bregúele,  de 

ciego. 
brama,  cencerrada  á  los  viudos- novios, 
brasmar,  n.,  en  el  Diccionario  ine'dito  de   Rosal  se  lee, 
»¿í-<ismíir,dice  el  aragonés. del  griego  bmsmosóbrasmc, 
I  lempestad  del  mar  ó  la  demasiada  risa  ó  ruido<:  Al- 
rete  lo  deriva  lambiúi  del  griego  y  lo  hace  equivalente 


brazal,  a,,  cauce  ó  sangría  que  se  saca  de  un  no  6  acequia, 
para  riego  de  huertas  y  sembrados. 

o,  n.,  se  dice  irónicamente,  bra\o  ác  S.  Velero  [psí- 


180  B 

ivón  Je  Zaragoza^  por  aquel,  que  tiene,  poco  poder,  poca 

inriucncia.  poca  significación. 
bresca,  a.,  panal  de  miel:  en  las  últimas  ediciones  de  su 

Diccionario,  lo  incluye  la  Academia,  como  castdlano: 

era  vocablo  usado  por  los  poetas  provenzales. 
brescadiUo.    .\rgensoIa.   describiendo   un  traje  del  si* 

glo  XVII.  dice:   bordado  todo  el  ccmpo  de  ccnutiilo  y 

BREscvDiLLO  v  hojuclcis  de  phzUz. 
brino.  lino  en  hebra. 
brisa,  p..  orujo  de  las  uvas. 

brocal,  d..  bocal:  azud,  con  aplic.:ción  i  los  canales. 
brocul  ó  bro<ioil.  d..  bróculi:  col. 
bronco,  nudo  en  la  madera:  voz  del  Pirineo. 
brochina.  n..  vicntccillo  sutil  y  trio  que  viene  dd  Guara  ó 

de  Moncayo.  como  el  que  Madrid  recibe  de  Guad.i- 

rrama. 
brosquil,  a.,  redil. 

brosta.  mucho  recado,  especialmente  de  comer. 
brozas,  n..  con  este  plural  se  designa,  á  cualquiera  persona 

t.'TPC.  desmañada,  ó  desaseada. 

4 


buCATán.  .1  .  Ixvjj:. 


buchona.  r-'.v.r:j  '-u*:r."r.j 
bufeta  .".:...  .  \:    .:.:  *:..•..!.'   j 


w'.-   ^ 


*-*•-.■.      --..  *      -.«.^        V 


%   --■ 


B  Ifll 

a.,  especie  de  tela,  como  cameloce  de  aguas. 
bunn,  a.,  bbhonero;  ant.    . 
bufonería,  a.,  buhonería. 
buidador  óbuirador,  d..  latonero;  operario  en  objetos  tle 

latón:  Ltzótur,  ett. 
bulbo>castaña-  n..  planta  que  Cienfuegos  desi^^acon  esc 

ntimlTc.  y  es,  la  llamada  bumum  bulbocastanum. 
bulquetada.  n.,  la  carga  de  un  bulquete. 
balquetazo.  n.,  golpe:  caída:  se  usa  lambicn  en  sentido 
moral,  como  sinónimo  de  desgracia  ó  cambio  de  fortuna. 
bu^uetd,  n.n  carro  ligero  que  gira  por  medio  de  una  cla- 
vija, y  suelta  de  golpe  la  carga  por  la  zaga:  suele  condu- 
cir escombros.  Usase  también  en  Navarra. 
iMltO.  n..  almohada,  sin  la  funda  exterior,  de  lienzo  blini- 
co:  la  Academia  llama  bulto,  ala  funda  de  la  almohada: 
y  almohada,  al  colchonciUo  y  d  la  funda  blanca  en  que 
se  mete. 
bollar,  hollar  6  sellar  con  plomo  los  tejidos,  en  las  adua- 
^^pi-oas:  la  Academia  dá  esta  voz  como  navarra,  pero  es 
^^^VUmbién  aragonesa,  y  en  Cortes  de  Zaragoza  de  143(1  se 
^^Pmispone,  que  los  que  introduzcan  en  el  reino  ciertas  mcr- 
^^^    cadenas,  sean  tenidos  bill.vb  con  bullas  de  piorno  en  los 
r  primeros  lugares  ó  puertos. 

buró,  a.;  greda;  arcilla, 
burra,  callosidad,  generalmente  en  las  manos ,  efecto  de 

algún  trabajo  de  rozamiento:  también  dlrko. 
burro,  n.-  espuenda  ó  margen.  (Véase  cofhkr  Bi'niio}. 
busca,  d.,  mola, 
buyador.  a.,  latonero. 


\>^2 


c 


Cabal,  J.,  peculio;  pegujar  de  los  hijos  segundos. 

cabalero,  el  hijo  que  no  es  heredero. 

caballeada,  n.,  contribución  antigua  en  Aragón. 

caballería,  a.-^  las  rentas  que  señalaban  los  ricos-hombres 
á  los  caballeros  que  acaudillaban:  había,  caballerías  de 
honor,  de  mesnada  y  otras. 

caballeros-pardos,  n.,  los  que,  sin  ser  de  antemano  hi)o- 
dalgos  ó  nobles,  se  armaban,  como  francos,  por  carta  6 
por  privilegio  real,  recibiendo  en  el  hombro  la  pescoza- 
da: enCastilla,  los  que, sin  ser  nobles,  no  pechan  y  gozan 
preeminencias  de  hijo-dalgos,  por  privilegio  del  rey. 

caballón,  d.,  lomo  de  tierra  que  divi.^e  las  eras  de  los 
huertos. 

cabañera,  n.,  cañada  6  espacio  señalado  para  la  marcha  de 
Kvi4:anados  trashumantes,  v]ue  suele  ser.  de  6o  á  oo  varas. 

cabece<ima.  a.,  rcr^^ona  á  cuyo  cuidado  e<:ip.  los  rre^ros  y 


cabecero,  r 


r. 


.  i:ua:\:.i  J.j  vinas:  ^-ityfojf  %*:ne^rur: 


%       V  .       V, 


^-»v-        iN.  >■••»•»     *ir»»^      í-í*'^        i^.».>.««»l    -^^       »      -.  *. .     At.s.c        ■•^      '  IC 


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cabeíada 


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cabesama 


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C  1K1 

que  todos  se  hallan,  indislintamente,  escritos,  conp  y  b. 

cabo.  a.,  párrafo,  división  ó  capítulo. 

cabo  de  ^nayta,  el  encargado  de  ejecutar  las  prisiones  ó 

detenciones,  en  nombre  de  los  Jurados  de  Zaragoza:  era 

por  lo  visto,  el  jefe  de  la  guardia  municipal  ó  de  los 

miembros  de  ese  justicia. 

cabrear,  n.,  echar  las  cabras  los  jugadores,  para  ver  á 

Ljuie'n  cíibrá  pagarlo  todo,  como  dice  Rosa!. 
caitreo..  a.,  libro  becerro  ó  de  privilegios:  ||  catálogo  razo- 
nado de  los  papeles  de  un  archivo;  [[  arancel. 
cabrevacioa,  a.,  acto  y  efecto  de  cabrevar. 
cafcrevar,.  a.,  apear,  en  los  terrenos  realengos,  las  fincas 

sujetas  al  pago  de  los  derechos  del  patrimonio  reai. 
cabreve,  a.,  apeo,  en  las  bailias  de  dichas  fincas. 
cabnioa,  piel  de  cabra:  en  tí^qy  no  debíamos  incluir  esta 
vüií,  pues  la  Academia  consigna  como  españolas,  cvr^i'- 
runa,  piel  de  cordero,  conejuna,  piel  de  conejo,  etc.,  pero 
no  incluyendo  aquélla,  la  admitimos  aquí,  para  indicar 
que  es  de  uso  general,  en  los  antiguos  aranceles  arugo- 
;(eses,  como  son  también,  cervuna,  ccbrituna,  boquina, 
'rellina,  etc. 
d.,  envite  falso,  en  ciertos  juegos  de  naipes. 
caohilada.  c,  lechigada:  la  Academia  escribe  cachillada. 
cachirulo,  n.,  fleco  li  adorno,  generalmente,  ordinario:  || 
pañuelo  de  color  para  la  cabeza,  según  V.  la  Fuente:  || 
adorno  felpado. 
cacho,  c,  gacho. 
cadejo,  c,  madeja. 
cadtello,  e.,  cadillo. 

cadiera,  d.,  escaño;  banco  de  respaldo;  la  Academia  es- 
cribe cadira,  ant.,  silla. 
cadillo,  a.,  cachorro;  11  c.  flor  del  olivo,  cuando  sale  el  fru- 
to; en  la  sétima  edición  del   Diccionario  de  la  Acade- 
nñi,  no  se  halla  todavía  esta  voz. 


^^     que  I 

^^EScha, 
I        caohili 


lí^  c 

ado.  1..  madriguera:  huronera, 
discurrir;  cavilar. 


caviloso. 


n..  arcaduz,  voz  dórica  v  Jcn^üsjna:  en  citJiin 

igams.  n..  cobarde,  pusilinin^e.  ó  CK>m:>  j>c¿  le  Acade- 
mia, cagzáfy. 


n..  ci¿jlera. 


aojaría,  se^n  los  Sres.  Savii:  v  Peo¿3.  «d  $5u  GtCr- 


a.,  cepo  para  rtco:er  limosaa. 


irbol  que  proc;:ce  ios  o  las  ¿Lmes. 

c.  importa:  i:::¿rísa:  úsi5¿  $¿é=:rr¿.  e^  tercsra 


pcrscaa  y  $e  erüpiea.  uzivcr^zícnte.  ecire  las  cLues  so^ 
nos  aconv^iaias  d^  Arip:c.  Ezzii  i»  rriTcnaies,  ai- 
ñÍlo  era  usual  esa  palibn.  s¿=f3  La  ¿z  ¿lzI^ksj  .  ag-oesSii^j 
1/  cuidad*?-  y  Li  de  dzlzer,  c^áj^á^Xi^,  revTtíirii: . 
La..  ca:\5n  ó  aav-u. 

v--^'c:jJ. 

real   n  .  nr<;c^d  d-i  li  rilir.irLi.  sJíc  ¿:^  Z,i- 


-       ■        • 


■.v>     ^-. 

i    .  •  "^  7     - ; 

eaUo  de 

cabeza 

^-Ui.    J>        , 

±í  •-.  -^f 

-:     f«.'C    «... 

Cald06O    : 

.-.,  -^  ->: 

^  '.;"Ni 

^           •       ■•  ■     ■ 

cafefidau 

^ 

caTiüc 

,^- 

' 


c  la'^ 

calmar,  n.,  escarmentar  á  alguno;  dejarle  mal  parado. 

calmudo,  n.,  calmoso. 

calomanco,  a.,  calamaco  ó  tela  de  lana  angosta,  con  un 
torcidillo,  como  jerga:  antic. 

calonia,  n.,  multa:  la  Academia  admite  en  este  sentido, 
las  palabras  caloniary  caloña, 

calorina,  n.,  calor  tuerte  y  más  bien  seco:  en  Castilla 
calina,  perp  en  significación,  del  va  por  cilio  caliente,  que 
enturbia  la  atmósfera  :  en  idioma  provenzal,  calina^ 
calor. 

caloyo,  d.,  recental;  oabritillo  destinado  al  regalo  del  pa- 
ladar. 

calliaso,  a.,  callejuela;  callejón. 

carnada,  n.,  se  usa  en  la  frase  hacer  ó  tener  carnada^  para 
denotar  que  se  madruga  menos  que,  ordinariamente. 

camine,  pago  por  la  cama,  ó  por  pernoctar:  se  usa  en 
los  documentos  oficiales. 

camagu8te,n., escalera  para  cojer  oliva; que  es  un  palo  raja- 
do hasta  cierta  altura  y  atravesado  de  otros ,  de  suerte  que 
ofrece  base  de  apoyo  y  punta,  para  apoyar  en  las  ramas. 

camal,  d.,  rama. 

camalipa.,  liga  ó  listón  para  la  pierna:  parece  tomado 
del  patois. 

camarlengo,  a.,  oficial  de  la  Casa  Real  de  Aragón,  cuyas 
atribuciones  y  dependencia  eran  análogas,  á  las  del  Ca- 
marero en  Castilla. 

camaton,  n.,  (véase  camero),  cada  manojillo  de  esparto  de 
que  consta  el  vencejo. 

camaz,  tamarindo;  antic. 

cambalache,  n.,  (véase  combalache,  que  aunque  menos 
castellano,  es  más  usual). 

cambra,  Monte-Pío  de  setecientos  cahices  de  trigo,  que 
puso  en  Leciñena,  D.  Juan  de  Arruego,  según  F.  José 
de  Santo  Domingo. 


18G  G 

camena,  n.,  cama  rústica  ó  campestre,  dispuesta  con  paja 
ó  ramaje. 

camero,  n.^  especie  de  colchón  de  que  se  sirven  los  pasto- 
res; y  consiste,  en  dos  pellejos  unidos. 

camilera,  cam aliga. 

camino  (de),  n.,  al  momento;  en  el  instante:  la  Academia 
admite  esta  frase,  pero  en  sentido  de,  al  paso,  a!  mismo 
tiempo. 

camorra,  longaniza  aderezada  al  horno,  dentro  de  un  pa- 
necillo. 

campar,  d.,  solazarse:  ||  c,  descollar;  sobresalir:  ||  d.,  lu- 
cir el  garbo;  pasear  con  vanidad  ü  ostentación;  vivir;  y 
vivir  holgadamente. 

campico,  n. ,  diminutivo  de  campo,  que  incluimos  aquí, 
no  sólo  por  ser  muy  usual,  sino  aún  más,  porque  la 
Academia  no  le  da  cabida ,  á  pesar  de  admitir  siempre 
como  castellana  y  algunas  veces  como  exclusiva ,  aque- 
lla terminación:  verdad  es  que  admite  canipecico, 

campo,  n.,  se  dice,  por  excelencia,  del  de  Cariñena,  fa- 
moso por  su  viñedo. 

cana,  p.,  medida  dedos  varas.  Zurita  dice.j^  rompieron 
más  de  cincuenta  canas  de  iJiuro. 

canalera,  a.,  canal  en  el  tejado,  y  el  agua  que  cae  por 
ella,  cuando  llueve. 

canaleta,  pieza  de  madera  unida  d  la  tolva,  por  donde  pa- 
sa el  grano  á  la  muela. 

canción  (poner  en),  n.,  inducirá  alguna  cosa;  hacer  con- 
sentir en  algo. 

canchilagua,  n.,  planta. 

cándara,  a.,  zaranda. 

candarse,  candarse  el  río,  helarse. 

candilera,  n.,  planta. 

candiletear,  ir  de  una  parte  á  otra,  visitándolo  todo,  por 
pura  curiosidad  y  no  por  precisión. 


C  187 

cudilefero,  el  ocioso  y  curiosón  que  quiere  estar  en  iodo, 
candonga,   n.,  goUeríu;  salida  intempesliva :  en  Castilla 

cañero,  d.,  salvado  grueso. 

cansar,  n.,  usan  de  este  verbo  transitivo  los  pescadores, 
para  expresar  la  acción  de  dar  carrete  ó  proteger  los  mo- 
vimientos de  un  pescado  prendido,  á  quien  es  preciso  ta- 
tigar,  para  que,  perdida  la  fuerza,  se  le  pueda  sacar  á 
tierra . 

canso,  a.,  cansado;  voz  ant.  que  se  lee  en  la  Crónica  del 
Príncipe  de  Viana  y  que,  según  la  Academia,  usan  hoy 
los  rústicos  de  Aragón  y  Castilla  la  Vieja:  ||  d-,  canso, 
canse  ó  calso  de  aguja,  ojo  de  aguja. 

cantal,  a,,  canto  grande. 

Gantalazo,d., canto  grande:  ||  n.,golpe  dado  con  un  cantal. 

cántaro,  a.,  nicdida  de  vino  de  unas  28  libras. 

cantero,  a.,  parte  ó  pedazo  de  heredad. 

cantüagua,  n.,  planta:  ¡inum  catkarticum. 

canto ,  n. ,  bizcocho  ó  pan  bendito:  11  p. .  cantero  de  pan: 
la  Academia  lo  incluye,  como  provincial,  de  Extremadu- 
ra y  Andalucía,  y  el  aragonés  D.  Miguel  A.  Príncipe  lo 
usa  en  sus  Fábulas  [i  17). 

cantón,  callejón,  en  Caspe  y  otros  puntos. 

cantonada .  esquina;  arcaísmo  usado  hoy  en  Aragón,  se- 
gún la  Academia. 

canutólo,  n.,  juego  que  consiste,  en  colocar  sobre  un  tuLx) 
de  caña  algunas  monedas,  y  tirar  con  otras,  procurando 
volcar  con  ellas  el  tubo  y  colocarlas  cerca  délas  contrarias. 

cañada,  a.,  medida  de  vino  en  Aragón  y  parte  de  Asturias. 

cañicerrada,  n,,  res  que  padece  enfermedad  inñamaioría 
en  la  cabeza. 

>,  a.,  vivar:  ||  c,  cueva  para  enfriar  y  serenar  el  agua 

f  para  refrescar  frutas,  carne,  vino  ó  cualquiera  vianda. 

1  el  inlerüsunte  libro  Calila  é  Dymna  se  lee:  ef  la 


188  C 

mugcr  había  fecho  un  caño  desde  su  casa  fasta  ¡a  ccUe: 
en  el  original  árabe  se  lee  agarbe  ó  mina  subterránea, 
según  Gayangos.  Por  más  que  la  Academia  y  el  texto 
citado,  declaren  castellana  esta  palabra,  la  verdad  es,  que 
los  castellanos  no  la  entienden  y  la  ríen,  como  aragonesa. 

cañón,  n.,  el  esquilón  que  se  pone  á  los  machos  cabríos, 
cuando  trashuman,  á  la  cabeza  de  los  rebaños  de  ovejas 
y  carneros:  llévanlo  á  veces,  estantes,  en  la  estación  del 
verano. 

cañuto,  a.^  alfiletero. 

capa,  (véase  piedra). 

capacear,  a.,  dar  de  capazos  ó  con  la  capa:  antic. 

capacidad,  n.,  poder;  y  así  se  dice,  no  hay  capacidad  de 
hacerle  venir;  no  hay  capacidad  de  reducirle. 

caparra,  a.,  alcaparra:  ||  p.,  garrapata. 

caparros,  a.,  caparrosa. 

capaxa,  a.,  capacho;  espuerta  para  los  molinos  de  aceite. 

capazo,  c.  esportilla. 

capel*  d.,  capullo  del  gusano  de  seda. 

capelardente.  c.  tumba;  capilla  ardiente:  catafalco. 

capítulo,  a.,  cabildo. 

capleta.  n..  lianza  de  bienes  inventariados:  /omnr  íí  c<:- 
plcUz,  tomar  con  fianza:  entregar  en  cabletci,  entregar 
bajo  fianza.   Argensola  dice:  vuvutv  sacar  del  ccistillu 

d  CXPI.FNTA. 

caplevador.  n..  el  fianza  de  bienes  inventariados. 

caplevadora.  n..  adjetivo  que  se  aplica  á  la  fianza  que 
se  prestaba  en  los  juicios  y  sobre  los  bienes  inventa- 
riados: llamábase  también.  c.zblcrr.Jora  y  cableta.  Fn 
Qistilla.  cj/^/Zov:.  es  anticuado,  con  la  siiniificación  de 
fianza  de  s;meamiento:  y  en  Berceoselee:  tomaronÜs 
c^Bi.iKVvs  ct  bonos  jLiJores. 

capolado,   a.,  picadillo:  es  á  la  vez  si^siantivo  y  adielivo. 

capolar.  .-  .  ricar  la  carne. 


lo,d.,vcnia¡ti  i.iuIunopordie;i,quescdLÍalqLiC]v- 
ga  ciertas  deudas,  antes  de  vencido  e!  plazo:  dícese,  pues, 
ganar  capsueldu  ó  ccpsyeldo,  al  pagar  antieipadamenic, 

capucete,  n.,  el  a^to  Je  meter  la  cabeza  en  el  agua  por  un 
mtimtnlo.  y  aun  también  todo  el  cuerpo. 

caracola,  a.,  variedad  de  caracol,  más  pequeño  que  el  co- 
miín  y  con  la  concha  blanca. 

caracoleta,  caracol  illa:  se  aplica  tambiún  ese  nombre,  a  la 
niña  despejada,  diminuta  y  traviesa. 

carada,  dixr  á  r.lguno  una  carada,  signiticu.,  recibirlo  mal 
ó  preseularlc  mal  semblante. 

caramullo,  d.,  coimo. 

carasol,  n,,  paraje  abrigado  y  protegido  por  el  sol. 

cárcavo,  n.,  la  capacidad  interior  de  los  puentes,  en  los 
molinos, 

Carchesia.  n.,  plantaL-.  genisla  scgilalUiÜs. 

cardelina,  d.,  jilguero. 

cardón,  t^^.,  árbol:  |¡  d..  laurel  silvestre. 

cardonera.  cardón:  se  usa  en  las  montanas  de  J3ca,coino 
sinónimo  de  acebo, 

carga,  n..  peso  de  tres  quintales:  l)  n, .  medida  de  i5  cán- 
taros. 

cargadal,  n.,  cargazón  de  tierra  y  olr<is  sustancias,  al  fon- 
do de  los  ríos  y  acequias. 

cargadas,  n..  se  usa  en  la  expresión  Uerc.r se  las  cargadas. 
í\UQ  significa,  llevarse  las  culpas;  cargar  con  la  responsa- 
bilidad de  alguna  cosa. 

cargador,  n.,  palo  para  sujetar  en  el,  con  facilidad  inge- 
niosa, las  cuerdas  que  amarran  una  carga. 
a.,  judía  careta. 

•.  d..  echar  de  menos  á  una  persona  ó  sÍIÍo;  sentir 
su  ausencia:  en  Castilla,  encariñar  y  encariñarse. 

Miriñarse,  d..  sentir  tristeza,  por  la  ausencia  de  personas 

I'-. queridas  ó  por  k  cxtrañeza  de  lugares  no  conocidos. 


190  C 

caritateria,  cargo  ó  prebenda  en  la  Seo.  que  remonta,  por 
lo  menos,  al  siglo  xv:  también  Charitateria. 

caritatero,  a.,  el  que  obtenía  cierta  antigua  dignidad,  en 
la  iglesia  metropolitana  de  la  Seo  de  Zaragoza.  La  edi- 
ción del  Diccionario  de  la  Academia  de  1869,  la  dá  como 
española. 

carian,  a.,  cusios  castri,  seu  illius  Gubemator  infeudc- 
tus,  los  cuales,  fuera  del  condado  de  Ribagorza,  se  co- 
nocían, en  otros  puntos,  con  el  nombre  áQ  castellanos. 
La  Academia  dice,  que  es  el  que,  en  algunas  partes  de 
la  Corona  de  Aragón,  tiene  cierta  jurisdicción  y  dere- 
chos, en  algún  territorio. 

carlania,  a.,  dignidad:  territorio  y  jurisdicción  del  Carian. 

oarmenar,  n..  escarmentar  á  uno;  haberle  dado  un  golpe 
fuerte,  un  pellizco,  etc.:  en  Castilla  repeler:  la  Acade- 
mia admite  la  voz  escarmenar. 
-carne,  n.,  en  el  juego  del  marro,  la  presa  que  se  hace  en 
los  contrarios. 

carnerario,  a.,  osario. 

camerera,  n..  esquila  que  llevan  los  cameros. 

camero,  a.,  piel  de  camero  curtiJa:  ''  n..  VASOcvRNEro, 
sepultura. 

carnuz.  Cwimo  mucrra  y  ya  corrompida,  y  principalmente, 
el  cadáver  de  al.:ún  animal  empozado  i  mondar:  se  usa 
decir,  huele  ^i  t\:rn:Í7. 

carpeta,  a.,  cubierta  de  carta  ó  plieizo. 

carrada,  n..  carra ea:     n..  achaquiento. 

carrada.  J..  e-arraza  ó  ristra. 

carramanchones  v  .  e>:ar  sembré  ur.a  cosa  i  horc-ajiicLis 
ó  perniabierro:  por  e;em.r!o:  ponerse  d  e.zm:rr:r.nehcn¿s 
socre  L:  lumcr:: — también  hemos  o'do  la  \oz  escjTTr.- 
mi.:nehe,Jc.  viue  siii  embar;;o  rro  i::eiu:mos. 

carraña,  d  .  ira:  eno'o:  J..  rer^na  :^p.^.x'">j  ,•  estas  t^i- 
sioncs. 


csmfiar,  d.,  regañar. 

carrañón,  d.,  y  carrañoso,  n.,  regañón. 

carraón,  fruio  cereal  de  escasa  imporiancia.  que  se  cria 
en  (ierras  pobres. 

carrasquilla,  n.,  planta  mcdiirinal,  que  se  cria  con  abun- 
dancia, en  los  montes,  y  comuomcntc  se  emplea,  con 
mucho  éxito,  para  refrescar  y  disminuir  la  sangre. 

carraza,  d.,  ristra. 

carrazo,  d.,  racimillo;  príncipalmenie,  de  uvas. 

carrazón,  n.,  aparato  para  colocar  y  ayudar  á  h  romana, 
en  las  grandes  pesadas:  ||  la  misma  romana. 

carrete  i'd*r,\  n.,  dar  pió,  para  que  se  hable  mucho  de  una 
cosa,  con  objeto  de  enterarse  de  ella  ó  de  comprometer, 
con  sus  explicaciones,  al  ijuc  habla. 

carretillas,  n.,  las  cuatro  variedades  de  la  estirpe,  medka- 
go  poljrmorphc. 

carta  de  gracia,  a.,  pacto  de  retrovendendo.  en  fuerza  del 
.■ua!,  el  vendedor  puede  volver  á  adquirir  la  cosa  vendi- 
,  siempre  que  entregue  el  precio.  ||  Carta  de  iiafez,  la 
'laración  del  Privilegio  gejteral  dice:  ítem,  como 
CARTAS  DE  v\YV.z  sc  clítmen /cilsas  por  ra\on  de  su 
pocíi  pena  que  y  es  puesta  en  el  fuero  contra  aquellas 
que  redar gueeen  cquellas  de  fclso ,  etc. 

cartuario,  n.,  cartulario  ó  libro  becerro:  úsala  entre  otro;^, 
Latitsíia,  y  b  cita  Ducange,  apoyado  en  Moret. 

casa  de  labor.  Granja-modelo;  scpún  se  desprende  de  ha- 
ber publicado  Jerónimo  Ardid  en  el  siglo  xvn,  Funda- 
ción de  la  CASA  DK  LABOH  que  ahora  se  llama  de  Adminis- 
tración, en  Zaragoza. 

casa  y  tinelo,  a.,  antepuesto  el  verbo  tener,  signiñca,  dar 
de  comer  á  todo  el  que  quiera  ir;  tener  mesa  franca. 

Clisada,  a.,  casa  solar,  de  donde  loma  ori'gcn  algt'm  linaje; 
ant. 

1,  p.,  solar;  cdÍticÍo  de  casa  arruinada. 


102  C 

casamuda,  n.,  el  acto  de  cambiar  de  domicilio  ü  habita- 
ción: II  dícese,  generalmente,  estar  de  ca$amudc\  ocupes 
mucho  la  casámuda.  Los  fueros  usan  esta  palabra,  aun 
considerándola ,  como  traslación  de  un  pueblo  á  otro. 

casca,  p.,  cascara. 

cascamiÚ^'  ^-^  quebrantar  una  cosa,  machacándola:  [|  n., 
metafóricamente,  explicar  con  minuciosidad  una  cosa: 
insistir  en  ella,  más  de  lo  necesario. 

cascar,  n.,  dedicarse  con  preferencia  á  una  cosa,  como  se 
vé,  en  las  frases,  cascarle  al  pan:  cascarle  al  Derecho 
romano,  etc. 

cascucia,  n.,  tunda;  de  cascar,  voz  castellana. 

casera,  a.,  ama  ó  mujer  de  gobierno  que  sirve  al  hombre 
solo,  principalmente,  si  es  sacerdote. 

casero,  n.,  el  que  ocupa  alguna  caseta,  en  portazgo  y  pon- 
tazgo. 

castellan.  a.,  castellano  ó  gobernador  de  un  castillo:  5C 
usa  sólo,  en  la  orden  de  S.  Juan,  en  Aragón,  hablando 
del  Castellan  de  Amposta. 

casual,  a.,  aplicase  á  las  firmas  ó  decretos  judiciales,  ex- 
pedidos, al  fin  de  impedir  algún  atentado. 

cataplasmero.  n.,  el  encargado,  en  el  iiospital.  de  la  con- 
fección y  aplicación  de  las  cataplasmas:  i¡  n.,  zalamero: 
hazañero. 

catastro,  oíicina  y  rci^lstro  de  la  propiedad:  ||  en  español. 


contribución  general. 


catorcen.  n..  se  dice,  del  madero  que  tiene  veinte  y  ocho 
palmos  de  longitud:  esa  palabra  suele  usarse,  compara- 
tivamente, diciendo  de  los  niños  robustos,  pesa  más  que 
un  catorcen. 

causar,  a.,  hacer  causa  (')  proceso. 

cavandéro.  hombre  del  campo:  ||  leemos  esta  palabra,  en 
un  papel  ine'dito.  copiado  por  Latassa.  y  que  1).  Valcn- 
tin  Carderera  atribuye  al  deán  Larrea. 


183 


.  n.,  lebrillo- 


cazada,  n.,  golpe  decisivo  ó  mortal:  y  asi  se  dice,  de  una 
ci:^aJa  pd  abajo  esa  puerta:  ¡qué  lástima  de  cacada  á 
ese  perverso! 

cazamoscas,  n.,  papamoscas:  pertenece,  entre  los  anima- 
les invertebrados,  i  la  tlase  de  las  aves,  orden  de  los  pá- 
jaros, familia  de  los  denti- ros  tros,  genero  de  los  papn- 
mostas.  en  cuyas  numerosas  variedades  se  cuenta, 

cazcarrias.  véase  zadhias. 

cazeno.  metal  parecido  a  plata,  segün  documento  de  lodi. 

cazuela,  d..  cacharro. 

cazoelo.  d.,  cacharro. 

ces^ja.  cabra  cjue  aun  no  lu  cumplido  un  año. 

cebada-marcial,  n..  la  ijue  se  siembra  en  Marzo,  y  se 
cria,  por  lo  mismo,  en  menos  tiempo. 

cebollada,  n..  planta,  descrita  por  As.so. 

cebollino,  a.,  precedido  de  la  palabra  arráncale,  signitica 
el  iucpo  de  arráncale,  nabo. 

cedacillo,  n..  planta.  bri:{a  medie. 

cegallO-  n.,  véase  segallo. 

cegama   n..  cegato. 

cela-cequias,  n..  véase  zahaceqlias  y  cvb.íciíqlia. 

cena  del  rey,  a.,  tributo  para  la  mesa  del  rey,  equiva- 
lente en  Aragón  y  Navarra  al  dcyantcr.  conocido  en 
Castilla:  en  Navarra  se  llamaba  cena  de  salvedat  y  se 
daba  también  á  los  ricos-hombres,  cuando  llegaban  á 
sus  gobiernos.  También  se  llama  cenas  recles. 

cencivera,  cierta  clase  de  uva  menuda  y  temprana.  Suele 
decirse,  cuando  la  mora  envera,  cerca  está  la  cencivera. 

ceoero,  d,.  terreno  no  pacido. 

centenar  y  centenero,  d..  cuenda  de  madeia!<. 

censal,  a.,  censual;  ||a.,  censo. 

censalista,  a.,  censualista. 

ceñar,  d,.  guiñar:  hacer  senas:  se  halla  en  documentos 


líM  C 

aragoneses,  que  inserta  el  Memorial  de  la  Academia  de 
la   Historia. 

cepilladizo.  cepilladuras:  lo  hemos  visto  en  algunos  anun- 
cios; (Saldubense  21  de  Noviembre  de  i8óo). 

cepren.  d.,  palanca. 

ceprenar,  d.,  mover  ó  sostener  algo,  con  cualquiera  pa- 
lanca ó  cuña, 

cequiario.  n.,  el  oticial  encargado  del  cuidado  de  las  ce- 
quias. 

cerámico,  n.,  escrupuloso;  irresoluto:  persona  para  poco. 

cercarse,  acercarse:  pudiera  suprimirse  aquí  esta  voz.  por 
ser.  al  parecer,  un  barbarismo  y  excluirse  en  general 
éstos,  pero  hay  alguna  razón  para  incluirla:  aquí  se  ve- 
rilica  una  aféresis,  como  en  acontentar .  cconsolado.  et- 
cétera, se  comete  una  prótesis. 

cercillo,  c,  zarcillo. 

ceremeña..  n.,  avugo,  en  algunas  localidades. 

ceremeño.  n.,  avuguero. 

cereño,  fuerte:  ^voz  que  se  nos  ha  comunicado. 

cerchear..  n.,  ceder  las  vigas,  que  sustentan  algún  peso. 

cerpa.  d..  con  aplicación  á  la  lana,  se  dice  de  la  que  puc- 
vio  co;::cr5c  con  los  dedos. 

cerrado,  n..  bc  aplica  á  la  res  que.  pasando  ex  los  cinco 
ai'ios.  ya  ha  dentado  y  no  dá  a  conocer  la  edad,  por  el 
:u':mcro  de  sus  dientes. 

cerrar,  n..  echar  una  res  todos  los  dientes:  la  Academia 
'i:iiita  esta  .si.:niíieaei'Mi  á  las  caballerías. 

cerro,  n..  remate:  te;adiH»)  ó  vertedero,  que  corónala"^ 
tapias  ó  paredes,  expuestas  á  la  intemperie. 

cia.  d..  >'\o. 

cibiaca,  d..  andas:  parihuela>. 

ciclón,  n..  ciclan:  ?:  n..  la  res  i,r.e  tiene  u:í  testículo  inlcr- 
i'..^  V  o::.>  cxie*":.  .  ó  amS  s  internos:  1.  Academia  lla- 
ir..  ••■.•;:/    •    »J  <.orc!e:v  vie  la  piir.iera  clase. 


C  IKí 

\,n..  mansos  domesticados :  ||  úsase  por  los  mon- 
tañeses, en  sentido  recto  y  figurado,  como  éntrelos 
latinos. 

ciento  en  un  pié.  n.,  clavel  menor  <.iuc  el  ordinario,  el 
cual  brota  tn  grupos  y  tiene  el  tallo  más  oscuro. 

cierrOt  n.,  copo:  en  la  primera  acepción  de  esta  palabra: 
II  n..  uno  de  los  lances,  en  el  ¡ucgo  del  dominó:  véase 
vscebrona). 

cqa.  a.,  prisión  ó  calabozo  angosto. 

cimbel,  en  la  frase  ácr  cimbel  sigiiitica.  dar  guerra:  bus- 
car ruidos:  provocar  a'  enojo. 

Cing'la,  cincha;  (voz  aniic.i 

cintero,  a.,  braguero. 

cíquiUiB.  gavilán  ó  alcotán:   lo   hemos   oido   en    Leci- 

Ctrcundncto,  n..  se  dice,  de  lo  que  queda  desvaneci- 
do ó  sin  efecto,  por  trancurso  de  término:  como  el  de- 
creto de  .^^rsAc/ijion  si  no  se  ejecutaba  en  los  treinta 
primeros  días. 

ciriudo,  d.,  libro  de  cerilla. 

OiSCO  (MOvKit),  n.,  armar  pendencia  ú  discordia;  andar 
alestricotc. 

cisterno.  n..  se  dice  del  artículo  de  propiedad,  para  los  que 
ya  litigaron  (en  el  proceso  dc/lpreAíMiiüJilenalgunodc 
los  artículos  anteriores;  a  dírcrencia  del  externo,  que  es 
para  aquellos,  que  ó  no  litigaron  ó  deducen  despuc's 
nuevo  derecho. 

tiamor.  d..  barranco  ó  valle  que.  con  bs  lluvias  copiosa.*. 
Ibrma  un  grande  arroyo. 

claraboya,  n..  alabastro 

clarearse,  n.,  tener  mucho  apetito. 

olaríica.  n.,  se  dice  de  la  pedrczuela  lisa  y  brillante. 

dauquiUador,  a.,  el  que  antiguanicnie  sellaba  los  cajones 
en  la  Aduana. 


lím  c 

clauquUlar.  a.,  sellar  los  cajones  ó  bultos  en  la  Aduana: 
los  catalanes  decían  cauquillador,  canquillcr  y  cauqui- 
lia:  también  cloquillar. 

claustrillo,  n.,  salón,  destinadoen  la  Universidad,  para  to- 
da clase  de  ejercicios,  en  los  grados,  menos  para  la  in- 
vestidura, que  se  dá,  en  el  Teatro  mayor.  D.  Manuel  Vi- 
cente Aramburu  le  llama  también  Sala  Capitular  de  la 
Universidad, 

clavellina,  a.,  yerba  ó  planta  de  donde  nacen  los  claveles. 

clavigera.  a.,  abertura  practicada  en  las  tapias  de  los 
huertos,  para  que  entre  el  agua. 

cleriguete.  n..  cierta  ánade,  abundante  en  la  estanca  de 
Alean  iz. 

clocarse,  n..  ponerse  en  cuclillas. 

cloquetas  (en),  n..  en  cuclillas. 

cobar,  d.,  cobijar. 

coca,  n..  cualquiera  golosina  que  se  ofrece  a  los  niños. 

cocer  (maldito  de\  n..  se  dice,  del  muchacho  perverso, 
mal  inclinado  ó  demasiado  impaciente. 

cocinilla,  p.,  alcobilla  ó  chimenea. 

coció,  d.,  cuenco. 

cocón,  n..  coco,  en  scnlido  de  fantasma  que  se  figura, 
para  meter  miedo  d  los  niños  . 

cocona,  d..  se  denomina  de  esc  modo  a  la  nuez  vana:  ;; 
n..  salir  Ir.  nue:{  cocotuí'.  frase  con  que  se  denota  que 
algún  negocio  no  ha  correspondido  al  deseo,  a'  la  proba- 
bilidad óá  la  esperanza. 

cocote,  a.,  cogote:  esa  palabra  está  ya  como  castellana, 
en  las  últimas  ediciones:  Cervantes  usa  del  verbo  aco- 
cotar. 

cocha,  n..  el  perol  en  que  se  elaboran  algunos  efectos  de 
confitería. 

cochamandrero.  n..  entremetido:  oHcíono:  amioo  de  ma- 
nejarlo  tovlo. 


l»a,,  cola:  es  de  uso  general,  en  el  lenguaje  de  la  mú- 
sicii. 

codero-  se  aplica  al  labrador  ó  al  campo,  que  son  postre- 
ros en  el  riego. 

eodüo,  se  usa.  en  la  frase,  no  tener  hijo  ni  codiju,  para  in- 
dicar, que  no  se  tiene  descendencia,  ni  lamilia,  á  que  uno 
est¿  obligado. 

fiO^r,  c,  caber:  Ijn..  cojer ei  liento  ó  tomar  el  liento, 
irase  que  equivale  á  la  de  lomar  el  corriente,  que  se  ex- 
plica en  &u  lugar. 

cogullada,  d..  cc^jada. 

ooizo,  cogote. 

cola  de  rata,  (véase  v[KAZLF.L<ti. 

coladilla   n-.  pepiToria. 

colambre,  n..  rasuras  ó  heces  del  vino;  ||  n, .  «Mr  de  co- 
tcmbrt'  ó  colambrijo,  estar  de  colada. 

colaque,  quizá,  cerco  ó  aro:  es  voz  que  se  usa  en  los  aran- 
celes Qnilguos. 

colodro,  ^ant,  según  la  Academia  de  i8?3)a.,  medida  para 
los  líquidos:  ||  n..  laza  ancha  de  poca  altura  y  srn  asas: 
en  español,  colodra. 

(MtDete.  d.,  alzacuello. 

collida,  n..  en  aquella  misma  coriyuéjeiía  declaración 
en  la  lOLLiDA  del  común  Jus  esta  forma,  dice  el  Códice 
de  los  Privilegios  de  la  Union. 

collilargo,  n.,  variedad  de  las  ánades:  anas  acula. 

comanda,  n.,  obligación  óescritura  de  préstamo. que, sobie 
ser  muy  privilegiada,  no  tiene  término  contra  el  acreedor. 

combalache,  n.,  confabulación  6  acuerdo,  generalmente 
en  mal  sentido:  ||  tiene,  cómese  vé,  alguna  conexión  con 
el  cambalache  castellano. 

comisario  foral.  n..  el  encargado  de  administrar  los  bie- 
nes, en  el  juicio  Je  Aprehensión- 

.fOmpaüia  de  alpargata,  n..  compañía  de  gente  ruin,  que 


ins  c 

desampara  a  los  demds,  cuando  más  necesaria  es  su  asis- 
tencia. Por  ampliación,  se  dice,  familiarmente,  de  cual- 
quiera. 

compás,  n.,  distancia;  {'Ordinaciones  de  Zcrago\c,J 

comprero,  n..  comprador. 

compromis,  n..  compromiso,  en  su  acepción  vulgar  y  en 
la  lorcnse;  el  plural  es.  compromises. 

comunidades,  cuerpos  gubernativos  (en  Teruel,  Daroca, 
Albarracin  y  Calatayud)  compuestos  de  siete  ú  ocho  so- 
lariegos trienales,  presididos  por  el  corregidor,  para  el 
gobierno  económico  y  político,  con  jurisdicción  ordina- 
ria. (Ponz,  Viaje  d  España^  tomo  XIII.l 

COncarar,  n.,  confrontar:  carear. 

Goncello,  n.,  concejo. 

GOncieto,  d.,  apetito,  semejante  al  de  las  mujeres  preñadas. 

cónclave  ó  condavi,  cámara  ó  aposento. 

concomerse,  n.,  (véase  rkconcomkrsr). 

condenado,  n..  perverso;  violento;  con  relación  al  genio. 
carácter,  maña,  voz,  etc. 

COndenaTr  n.,  irritar;  disgustar:  enfadar:  y  así  dice  un 
poeta  anónimo,  que  hemos  visto  m.s.: 

Diré  yo  que  te  condena 
que  se  grite  contra  el  vicio. 

Herrera,  (edición  de  1870;  dice: 

Y  lo  que  más  me  condena 
^  es  el  bien  de  la  memoria. 

conduz,  se  lee  esta  voz.  en  los  Cabreos  y  parece  significar, 
cierto  genero  de  tela  ó  tejido. 

confitado,  n.,  conserva  de  fruta  en  almíbar;  confitura:  l- 
crcido  ó  confiado  en  algún  suceso  favorable:  es  muy  co- 
mún decir,  por  ej..  estaba  muy  confitado  en  heredar  á 
un  tío,  pero  se  llevó  chasco. 

confitar,  n..  cocer  las  frutas  en  almíbar. 


ftidad.  modo  ú  manera:  hágame  V.  un  sombrero 
ík  esLi  conformidad:  de  esa  conj'ormidad,  habiendo  he- 
redado tentó,  jc.  pueden  gastar  lujo. 

COaiT^oe,  aparato  de  madera  (también  se  hace  ya  de  liJer 
rro"  de  dos  cucirones  ó  listones  paralelos,  etitre  los  cua- 
les se  ponen  piezas  que  se  han  encolado,  para  que,  au- 
¡cta^  allí  por  tornillos,  lleguen  i  trabarse  con  fuerza. 

conservación,  n.,  distrito  y  l'ucrzas  de  que  disponía,  uida 
uno  lie  los  Conservadores  de  la  Unión. 

conservadores,  n..  los  jefes  de  la  l'nian.  ú  digamos,  su 
iunla  presidencial  ó  directiva, 

consiente,  n..  consenciente;  el  que  consiente  ú  se  hace    ' 
cómplici;  en  alguna  cosa, 

consonante  (al),  se  usa  en  írases  como  éna:  allí  todos  los 
gestos  yan  al  consonunte;  tenía  buen  cabal/o.  buenc.  es- 
cápele, y  todo  asi  a¡  consonam  h. 

constrecha,  apremio:  también  cottstrej'tc.  La  Academia 
admite  constreñir;  apremiar  ó  compeler. 

consueta^  .1.,  añalejo,  que  contiene  el  orden  de  rezar  el  ofi- 
cio divino:  II  p..  apuntador,  en  las  compañías  teatrales. 

contomar,  revolver  la  parva  para  que  se  Aaya  trillando 
tuda  por  igual. 

COntomQIo.  n.,  se  usa  en  la  frase,  poner  auno  en  un  con- 
tamino, equivalente  á  la  de  ponerle  en  un  aprieto,  apu- 
ro ó  compromiso. 

contra,  n..  cuanto:  y  así  se  dicccon/rí!  más  pobre  más  ge- 
neroso: contra  mas  frió  hace,  másseagrora. 

contracarta,  n,.  escritura  que  limita  los  efccios  de  la  co- 
manda. 

contra-finna.  a-,  inhibición  contraria  d  la  de  la  lírina. 

contra-íiriaante.  a.,  la  parle  que  tiene  esa  inhibición. 

contra-firmar ,  a.,  ^anar  iiibibición  contraria  d  la  ilc  üc- 
nia:  sulIü  decirse  contrcfirmar  de  derecho. 

contramarcar,  ^véase  »arc«£. 


20i)  c 

contraiiarientes.  parientes  remotos,  6  parientes  de  pa- 
rientes. 

CtmtnyerbtL.  n.,  pedimento  contrario  al  apellido,  en  el 
proceso  de  Aprehensión. 

contnmido.  dolorido:  sin  bastante  acción  en  los  miembros, 
d  causa  de  algún  golpe  ó  fatiga. 

convenido,  n.,  emplazado  ó  citado  de  una  manera  obli- 
gatoria: en  Castilla  se  usó  la  frase  parecida  conpenir  á 
cAguno  enjuicio:  ponerle  demanda  judicial. 

convenienciudo.  el  poltrón,  amigo  de  demasiadas  como- 
didades: se  dice  generalmente,  convenenciudo. 

convenir,  acusar  ó  demandar. 

convolar  Á  sEGiNDo  MiTRiMONio-,  d.,  contmer  segundo 
matrimonio. 

colineta,  a.,  palmeta  ó  golpe  que  dan  los  maestros,  con  el 
piano  de  la  férula  ó  palmeta,  en  la  palma  de  la  mano:  |! 
a.,  panecillo  de  cierta  hechura:  ||  n.,  augurar  la  coque- 
/iZ, adquirir  un  buen  pasar  seguro;  (antes,  meterse  fraile.) 

conl.  n.,  se  dice/tno  como  un  coral,  del  que  es  muy  tes- 
tarudo ó  muy  suyo:  la  Academia  lo  refiere  á  la  persona 
astuta  y  s;ii;az:  el  poeta  aragonés   Pedro  Torrella  dice: 

(A:r  en  mon  sor 

\'os  fort  ^:mor  Lin  fine,  e  Lin  corali.. 

Ozncivnero  inedilu.  pdg.  201.' 

Puede  <ii;airicar  av|UK  t.:n  del  core.-^on:  pero  Lope  dice 
cii  los  Tellos  de  Mcneses: 

Oh:  ¿men  nieto:  :i'ive  Dios! 
Que  es  fino  como  el  cüwal. 

coralina-  n..  pimiento  rolo  y  picante:  guindilla. 
corea,  n.,  carcoma. 

corearse,  d.  so  dice  de  Li  madera,  cuando  la  roe  el  gusano. 

cordel   n.,  se  d^cv  ccrdel  i\ziencL:no  y  cordel  de  punta  de 

,.:io¿e.  con  aiu"<ión  a  d<^^  ^Mieiv<  de  cuerda,  qu-j  por  su 


C  Wl 

a  elaboración  tienen,  proporcíonalménte.  más  re- 
sistencia que  diameiro:  ||  n.,  cañada  ó  cabañera. 

eorderetas  (en),  á  horcajadas,  una  persona  sobre  oir«. 

COrdonctUo,  el  picado  tino  que  se  hace  en  la  muela,  para 
Ljue  de  muy  pulverizada  la  harina. 

COrítatis  :kn),  n.,  en  carnes;  en  cueros. 

cometa,  n.,  guindilla;  pimiento  de  Indias. 

corralizar.  n..  encerrar  ganado  en  los  corrales. 

corredor,  a.,  pregonero. 

corregiiela,  n.,  enredadera;  planta. 

correnciar,  n.,  filtrarse  el  agua  de  un  campo  en  otro. 

correndero.  n.,  se  dice  del  que  muestra  diligencia,  cuan- 
do no  es  preciso. 

COrreotia,  a.,  inundación  artificial,  cuando  después  de  se- 
gar y  antes  de  la  primera  labor,  se  llena  el  campo  de 
aii^ua  para  que,  pudríe'ndosc  con  et  rastrojo  y  raices,  sir- 
va de  abono. — En  italiano  corriente  del  agua. 

Correntiar,  a.,  hacer  correntías.  Hay  ríos  que.  como  el 
Nilo.  sf  desbordan,  produciendo  correntías  naturales. 

correr-burro,  n.,  extraviarse;  perderse  una  cosa,  general- 
mente por  malicia  de  alguien. — Hemos  visto  esa  trasc 
tnun  artículo  de  La  América,  firmado  por  J.  Ramírez. 

COrrible,  n.,  corriente:  se  aplica  á  la  moneda,  segdn  lo 
hemos  visto,  en  documentos  manuscritos. 

corriente,  n.,  arroyo  6  centro  déla  calle:  es  sustantivo 
masculino:  ||  n.,  se  dice  tomar  el  corriente  ó  tener  to- 
rnado el  corriente,  para  denotar  que  se  toma  el  tiento  á 
alguna  cosa,  ó  que  ya  se  comprende  la  marcha  de  los 
negocios  en  algún  oficio. 

COrriache,  d.,  corrincho;  círculo  de  gente. 

corro,  c-,  corrincho:  ||  n.,  trecho  ó  trozo  de  tierra,  condes- 
tino  al  cultivo. 

corromper,  n..  aburrir:  importunar:  disgustar;  p.  cj,.  me 
jrrompe para  que  le  ¡'ende  la  casa:  m*  corrompe  hacién- 


:¿u-.^  C 

dome  ycsíir:  ||  n..  corromperse,  asustarse:  es  voz  local. 

OOrrotflla,  yerba. 

OOrtadft,  n..  rebanada:  corte  de  pan,  melón,  sandía,  etc. 

porte*  n.,  se  llamaba  Corte  del  Justicia,  á  su  Tribunal; 
compuesto  de  sus  Lug;utenientes  y  Asesores. 

OOnr^f  n..  una  de  las  partes  de  que  se  compone  el  arado. 

OOrvatidll^  n..  una  de  las  variedades  del  cuervo. 

OOrvülo.  n..  espuerta  de  mimbres. 

OOMarana*  a.,  torta  muy  delgada  y  seca,  que  se  quiebra 
y  cruje  al  mascarse. 

OOMOB:  1^,  hombre  entrado  en  días:  viejo  marrullero. 

MMuUo.  hueso  de  b  fruta:  se  usa  en  las  montañas  del 
Pirineo. 

COMro,  d.)  arroyo  para  regar  los  campos. 

OOAirar,  buscar. 

OOM.  d.,  calle  que,  por  su  anchura  y  extensión,  suele  ser 
la  principal  en  algunas  ciudades. 

cospillo,  a.,  orujo  de  la  aceituna,  después  de  molida  y 
prensada:  se  usa  en  la  frase,  mᣠ bruto  que  el  cospillo. 

OOSquyo,  n.,  cosquillo;  en  algunas  localidades. 

costumbre,  n.,  en  Aragón  se  usa,  frecuentísimamente. 
como  masculino:  en  italiano  se  usa  costume  como  mas- 
culino, y  costuma  y  costwnan\a,  como  femenino. 

cotonas  (i:n),  (véase,  en  cordkri:tas\ 

cotí,  n.,  mallo;  juego. 

COtildeque  (de),  d.,  clase  ínfima,  en  un  mismo  título,  de 
nombre,  autoridad,  dignidad,  etc. 

coto,  n.,  número  de  partidas,  estipulado  en  algunos  jue- 
gos, como  límite  ó  como  tipo,  para  las  pérdidas  y  [:.i- 
nancias:  se  dice  coto  de  tres^  dos:  de  cinco,  tres,  etc. 

COtorrero,  cotorrera,  n..  se  dice  del  que  ó  de  la  que  asis- 
te á  toda  diversión  y  quiere  verlo  y  saberlo  todo. 

cotorrón,  cotorrona,  n.,  la  misma  significación,  y  la  d¿ 
hablador  viesordenadü. 


,  medir:  viene  de  coiido .  codü. 
cómelo,  n.,  genero  de  tributo  ó  pecha  ,  que  hemos  visto 

mencionado  en  una  carta  de  franqueza,  otorgada  a  i6 

de  Marzo  de  iiSS. 
crabOB6ra,  n.,  esquila  que  llevan  los  machos  cabríos,  que 

^a^  a  la  cabeza  de  los  rebaños  de  primales  y  borregos. 
crebol.  a.,  acebo;  árbol. 
cretaallos.  d..  cadena,  de  la  ciinl  pende  la  caldera  puesta 

al  fuego. 
cresarse.  d. ,  corearse ;  querarse  ó  pulverizarse  la  madera. 
cresta-  parte  superior  del  propalo,  en  donde  entra  lanaj'yií. 
criazón,  n.,  cria,  según  vemos  en  un  documerfto  de  i238, 

en  donde  dice  CRWzottís  de  bestiar,  :{o  es  de  potro,  de 

poiino,  etc.  La  Academia  dice  que  signiüca.  familia. 
crio,  n.,  niño;  también  se  dice  cria,  sin  diferencia  de  sexo. 
crucera,  parece  ser,  cruz  de  la  espada:  en  un  cartel  por  el 

A.  B.  C,  de  Torrellas,  se  pone,  entre  las  condiciones  del 

duelo,  espada  de  cuatro  peímos,  crickha  ¡¡ana, 
erado,  p.,  en  algunas  partes,  la  fruta  sin  sazón. 
crujida,  n..  se  dá  este  nombre,  á  las  enfermedades  graves, 

que  han  tenido  un  término  feliz. 
cnqiUon.  cierta  variedad  de  la  uva. 
cuaderna,  a.,  la  cuarta  parte  de  alguna  cosa,  espccialíncn- 

te,  de  pan  y  dinero:  l|  d.-  moneda  de  ocho  maravedises: 
11  d.,  el  prest  de  los  presos. 
cuaire.  n,,  cuasi,  en  algunas  localidades. 
caaüron,  cada  una  de  las  piezas  que  resultan,  de  aserrar  un 

madero  por  la  cruz,  que  se  traza  ó  se  supone  trazada,  en 

la  sección  latitudinal:  concuerda  con  el  cuartón,  que  in- 

tluye  la  .Academia,  y  con  el  cabiró  catalán. 
cui^vleche,  n.,  planta  muy  común;  galtum  verum. 
cuajada,  n.,  composición  con  leche  y  con  el  cuajo  añeio 

del  Cordero  mamón. 
CUaliO-  ciiaio'  lo  usa  Ehn  Buclaris. 


:m  i  C 

%*iMAUHrMNIf  iii^uduiui)  Jci  4  por  lOo.  que  se  daba  en  el 
v.^^oianaiii  oc  iljlauyuJ.  al  obispo  por  todo  diezmo,  y 
..^  i.iu.u  t«^i  .ícmJc  el  yut*rv  otorgado  por  Alfonso  el 
M.i.  .u,.\  ..i       -i    asió.  >c^ún  el  erudito  D.  Vicente 


I  .  1^  • • k « 


.^.  la.     vis.a(  (d  s-uorta  parte  de  la  décima. 
.    .  •  K  .1 « '4¡Ayio  ^:c  csi  operación . 
.-s^^-.a  ..'-n.    •;:"<:  or:n as  rectangulares. 
v;  .      t  ^\|.»tír>*ou  -lamre  ¿  cuartos,  que 
-.^«.••ai.ii   ..c   d    VNauKnria.  irse  ó  caerse 

<^^«^«^H««!«lM|ife         ^  **^^  ^^  '^'  ^^  «^^^  C7ir:i  ¿s  kxs  tres 

.w.«.A.vy    .-luir":   diento     Ttnciei  toma 
•mxi^i./^',    nuia^rfl  que  do  m^aumos.  por 
,  ,  .  .  ^    :.  ^^x•iS:illLz^k^dosco. 
.s^  ....  ,-,.<  orscir  ¿¿  adverbio,  se  c-m:iuacQmo 

i.o«^     lu    ftjr?"  más.  principal  mane  -  alu- 

..  .w»  .-¿"'O.  cuya  marca  Lf .  crcrz  d  ir- 
^.'H-  ~% nc  un  d ccí m cT re >  d í'  i : inr ríe  •"  es 

.-■-*'^v.  wTi  lo  anT:::LJC> 

-•>.  r : t  -  r j  f '  J  c »cu  m  l- r.  ■ :  jü— ivic 

:•-.;..■  ■  w. •£«.-•.: >  > „•  ice  qu'.d  ^ fucrr. :  vs'szi^- ; :    ■ : 


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cuchara  de  pastor,  n.,  planta;  centaurec.  conifera. 

cucharero,  n.,  zurrón  ó  bolsa  de  piel,  en  ^ue  los  pastores 
lluv;in,  no  sólo  las  cucharas  de  palo  que  ellos  mismos 
tallan,  sino  también  otros  útiles  para  comer:  |¡  n.,  peque- 
ño aparador  portátil,  en  que  se  colocan  los  cubiertos  de 
palo,  las  especias  y  el  almirez. 

cuchareta,  renacuajo:  animálculo  inlusorio;  muchacho 
cniremciido. 

cucharetear,   meterse  en  lodo. 

cuchitril,  n..  cuartucho:  en  Castilla,  pocü(;;¡dtcerdoí.  Je 
donde  se  ha  lomado,  metafóricamente,  aquella  signifi- 
cación. 

cndicion.  acuñación  de  la  moneda.  (Fueros  de  Arc- 
gó„.  335.) 

ondea.  Jaca  pidió  no  dar  peaje  nt  cudea.  según  leemos  en 
una  colección  de  Privilegias  de  Aragón. 

endino,  n,,  voz  cariñosa,  con  que  se  designa  ó  lisonjea  á 
los  niños  de  corta  edad,  cuando  ostentan  su  hermosura 
y  sobre  todo  su  precocidad  ó  sus  hechizos. 

cad^}0o.  n..  el  ojo  ó  bolsa  de  la  manta,  (que  en  documen- 
tos oficiales  hemos  visto  llamarse  corujónj:  el  de  cada  la- 
do de  la  alforja;  y  aun  el  esportón:  en  castellano,  co^jo». 

cuenco,  u..  cuezo  para  colar:  |{  a.,  canasta  de  colar. 

cuenta,  n..  dicesc  en  cuenta  de.  por  en  ve^  de  ó  en  ¡ugcr 
—  ~  de.  como  Zurita .  miiclto  me  duele  que.  teniéndoos  en  cukn- 
^^Tk  de  padre,  me  digáis  semejantes  palabras.  Se  usa  en 
^■•frases  como  esta:  Le  vi  tan  necesitado  que  en  clent\  fó 
B    4cvekta)  de  pedirle  lo  que  me  debia ,  le  di  de  mi  bolsillo. 

CoentO.  n.,cl  conjunto  de  treinta  haces  de  Ic^n  tloja. 
principalmente,  romero. 

cuero,  se  usa  en  la  frase,  á  torna  cuera,  dar  peonada  por 
otro,  estando  á  la  reciproca. 

cuesco,  d.,  cospillo:  en  Castilla,  la  piedra  redonda  en  que 

.  ia.  yjga  aprieta  los  capachos. 


fm  c 

cuezo,  d.,  coció  ó  cuenco. 

CUgucia,  cierto  derecho  contra  los  bienes  de  la  adúltera: 
en  Cataluña  llámase  cugur,  en  cut^  y  cocuis  al  marido 
engañado;  que  es  el  cocu  francés  de  Moliere. 

cuitar,  d.,  reja  para  arar,  cuando  la  tierra  está  seca. 

CQitre,  n.,  buey:  se  usa  en  las  Ordenan:{as  agrarias  de 
Zaragoza  y  en  documentos  navarros. 

colar  (morcilla),  n.,  morcón:  ||  n..  morcilla  ollar  á  mu- 
chos la  ofrecen  y  á  pocos  la  dan\  proverbio. 

culeca,  n..  clueca:  ||  n.,  torta,  en  cuya  tapa  se  suelen  po- 
ner huevos  duros:  en  Valencia  y  Murcia  mona,  según 
la  Academia. 

culera,  n.,  la  parte  del  pantalón  correspondiente  á  las  apo- 
sentadcras. 

culeraza,  hombre  descuidado.  Hojo.  desaseado,  ialto  de 
energía.  , 

culo  pi^arero  (a  \  se  dice,  para  indicarle  desnudo. 

culturar,  a.,  cultivar;  labrar  la  tierra. 

cullete,  volteo,  ó  volteta. 

cumplido,  n.,  la  sala  principal  y  gabinetes  adyacentes  en 
que  se  recibe  á  las  visitas,  que  no  son  de  confianza:  ,¡ 
n..  cumplimiento:  y  así  se  dice.  visíUzs  de  cumplido:  re- 
laciones de  cumplido: persona  de  cumplido. 

cunar,  d..  mecer. 

cuquera,  n.,  gusanera. 

curcullo.  n.,  se  dice  del  que  está  vioblado.  encogido,  ó 
hecho  un  ovillo:  (i  coscí  llo. 

curcullon,  n..  cada  punta,  generalmente  atada,  del  fondo 
del  saco  ó  talega. 

curcusido,  zurcido  (>  remiendo,  ejecutado  torpemente:  la 
Academia  admite  en  este  sentido,  el  verbo  cusir, 

curro,  manco  de  sólo  la  mano. 

CIUTUSCO,  CL'SCLRKO. 

cursiera,  parece,  mantilla  del  caballo  ó  quizás  los  jaeces  ó 


I  ¡lo  ce 


C  207 

arreos  dé  gala,  como  rienda!^,  pretal,  eti:..  Bartolomé  Ar- 
gcnsola,  en  su  descripción  del  torneo  de  i63o,  usa  esta 
voz,  así,  en  los  síguicnles  pasaics;  ccibaUo  rucio  con  sitie 
j'CL USIER*  del  mismo  raso:  caballo  cuya  sH le.  cdhsiera 
_j-  codon  eran  de  terciopelo  verde:  era  un  caballo  morci- 
llo con  sillcy  guarniciones  ct  usier  as  j)i;nijj.  bordadas 
de  plata:  caballo  castaño  aderezado  can  silla  y  guami- 
CL'KSiER.i.    Hemos  aglomerado  estas  citas,  porc|Uc 
l^hs  dos  primeras,  no  casan  completamente  con  las  otras. 
.,  rabgn  ó  corto.  Con  la  frase  alábete  curio  que  la 
cola  te  crece,  se  denota  que  no  hay  motivo  puru  cnfjrcir- 
se  ó  aliibarsc. 
cuscurro,  n.,  mendrugo  ó  zoijuetc  de  pan:  dt'ccse  también 
cuycurro  y  currusco. 
I         CotJtnO  n.,  diario:  constante:  frecuente. 

I9lltio,  n.,  constante;  sin  interrupción, 
1 


CH 


cháncharras-máncharras. 
L-..  dejar  ai  uno  burlado,  con  umi 


Cbácbaras-máncfaaras . 

Cbafar  >!.-  machucaí 
salidj  ijuc  no  esperaba. 

chafarrear,  d..  hablar:  platicar. 

chalac^ero-  n..  campechano,  franco  y  descuidado  en  su 
condiicja:  alegre  y  poco  propio  en  su  vestir, 

chamarcal.  n..  laguna  accidental  ó  temporal. 

chanada,  n..  percance;  desgracia;  averia:  suele  usarse  en 
forma  admirativa. 

chanchullo,  d.,  bahorrina:  conjunto  de  cosas  desprecia- 
bles; II  n,. confusión;  desorden:  revoltillo  [órefollijo,  que 
no  incluye  la  Academia):  tiene  bastante  conexión  con  U 


208 

voz  chandrio:  \\  n..  cualquiera  composición  ü  opcTiftoia 
mecánica,  mal  ejecutada. 

chandra,  n.,  ramera:  es  singular,  que  en  Navarra  s^eiüÍ- 
case,  por  el  contrarío,  mujer  de  buena  opinióo.  ó.  ooino 
Yangüas  dice,  dueña. 

ckaadrio,  n..  desbarajuste:  cualquiera  desgracia,  ódes^ 
perfecto  causados,  principalmente,  en  los  muebks  ó  ro- 
pas: en  Navarra  tiene  el  muy  diferente  ^gnlficado.  «k- 
hombre  apto  y  laborioso. 

ckiadro.  d..  Sojo:  desaseado,  y  nosotros  aáadiaK)!^  «^Lí: 
haragán,  ocioso  y  vago. 

d..  chapurren  ó  chubasco. 
^  n..  se  aplica  al  que  es  grueso.  íbmiik)  y  hilo 
de  estatura:  y  no  deja  de  tener  conexiÓQ.  coa  las  pala- 
bras castellanas  chaparra  y  chaparro,  que  signiácao.  k 
prímera,  coche  ancho  que  tema  muy  bajo  el  áidú  ¿te- 
jadillo: y  la  se^nda.  mata  de  encina  de  mucho  tJLs'.c 
y  poca  altura. 

d..  chapolear. 

\.  a.,  especie  d¿  sombrero  6  boQete. 

signo  ie  prÍT!o^en:Xra.  en  les  pn'nñpcs  de  Gc*^ 
•    •  *.        ..         .  .. 


.iw-»  .a.  .ii  •  »^"--^v— »■-  .    .«¿.-i 


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.:  -^r:»:» 


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•  %  *  -  •  - 

*  •    "mn^     ».».#.*•  «>        --^^-_i^^te  «*        »»      « ^  ♦  *  -^-^      "^  -  ^ 


!ga.  pisto:  fritada:  lísala  el  Sr.  Foz,  en  una  obra 
inédita. 

charapotCi  n..  bebida  repugnante  ó  mezcla  de  ingredien- 
tes, que  producen  conjunto  desagradable. 

charla,  n.,  ave;  turdus  pilaris. 

chairatre,  n.,  hablador;  ¡aciancioso. 

eharrar,  d..  charlar:  hablar  con  indiscreción. 

Chavisque,  n..  lodazal;  y  por  ampliación  se  aplica,  á  cual- 
quiera condimenlo  mal  pergeñado  y  á  lo  que  esta  rebo- 
sando en  agua  i'i  otro  liquido. 

ehcnnecar,  d.,  quejarse  sollozando. 

chemeco.  d.,  quejido:  sollozo. 

chepa,  n.,  ¡orobado. 

cheso,  el  nalural  de  Hecho,  en  el  Pirineo. 

dwto,  n..  jeto. 

eUa,  banda  de  terciopelo  carmesí,  que  llevaban  los  Jura- 
dos de  Zaragoza  pendiente  del  hombro  izquierdo,  segiín 
Murillo. 

chicharro  y  chichorra,  n..  chicharrón. 

chiflar,  n,,  comer:  tragar;  embaular:  úsase,  como  recípro- 
co, en  las  Irascs,  cómio  se  lo  ha  chibado  todo,  etc. 

chiflete,  n.,  chismoso:  el  que  con  intención,  generalmente 
maligna,  denuncia  algún  hecho,  al  que  puede  casrigarlo: 
II  n.,  chisme;  y  así  se  dice.  _ya  ha  ida  con  el  chiflete  d 
mi  padre. 

chifletear,  n.,  chismear. 

chtfletero.  n,,  chocha  perdis:  ||  n..  chismoso:  en  los  ma- 
nuscritos de  D.  Toma's  Lczaun.  y  en  un  epigrama  con- 
tra los  frailes,  que  creemos  suyo,  se  lee: 
Todos  son  aduladores 
y  de  todo  chifletehos. 

chiba,  jiba. 

cUI,  pimienlc. 

cUbeta.  jiboso. 

14 


210 

chilo,  n.,  chillido:  en  Aragón  es  común,  aun  entre  per- 
sonas cultas,  el  uso  de  chilar  y  sus  derivados. 

chOladera,  n.,  en  la  laguna  de  Gallocanta,  es  designada 
con  aquel  nombre,  la  ánade  Penélope. 

chiquirrindin,  n.,  chiquirritín. 

chirigol,  d.,  pisto. 

chirnete,  d.,  chichón. 

chitan,  n.,  planta. 

chocalias,  jocalias:  usa  esta  voz  el  Conde  de  Villahermo 
sa,  en  carta  á  su  Archivero;  iSjy. 

chocar,  n.,  agradar;  gustar;  excitar  la  hilaridad:  ||  n.,  sor- 
prender; causar  extrañeza. 

choldra,  zambra:  voz  comunicada. 

choUazO;  n.,  pescozón. 

chorar,  n.,  hurtar:  parece  voz  rufianesca  ó  de  gcr- 
manía. 

chordon,  c,  frambuesa;  zumo  de  fresas:  también  se  dice, 
churdón. 

chorrada,  n.,  caida  ó  exceso  gracioso,  en  la  medida  de  los 
líquidos. 

chorretear,  n.,  pendonear. 
.  chorrotero,  n.,  pendonero. 

chorroton,  n.,  pendonero;  í|  n.,  mancha  considerable 
producida  por  algún  líquido  vertido:  II  n.,  el  mismo  acto 
de  desprenderse,  fortuitamente,  algún  hqiiido. 

chota,  d.,  vaca:  Jlp..  ternera. 

chotear,  n.,  retozar;  dar  muestras  de  inquietud,  travesu- 
ra y  alegría. 

choto,  n.,  berrinche. 

chovo,  zurdo:  úsase  en  Borja. 

chuflete,  chiflete;  chiflo  ó  silbato. 

chulapo,  pilluelo. 

chulo,  criado  de  labor,  sin  encargo  determinado. 

chulla;  a..  lonja  de  tocino. 


■  pegajoso;  ó  tojo  lo  que  despide  ó  suda  algún 
barniz,  pringue  ó  líquido  espeso. 

ehuparcensos,  n.,  persona  indusiriosa,  entremetida  y  di- 
ligente, que  lucra,  sin  aprensión,  en  toda  clase  de  ne- 
gocios. 

ehnpa-lámparas.  persona  sucia  6  desaseada. 

charra,  ganga;  ave. 

churro,  equivalente  á  Aragonés,  entre  los  Valencianos. 

chumimpada.  chorrada:  volqúese  nos  ha  comunicado, 
pero  que  nosotros,  no  hemos,  por  nuestra  parte,  oido. 


.,  dalle:  ||  n.,  lengua  de  dalla  ó  lengua  como  una 
líi,  equivalente  á  lengua  viperina, 

ino,  n.,  cierto  género  dcalbérchigo. 
daoce.  paloteado  y  danza  de  espadas  que,  afectando  traje 
pastoril  ó  de  moros  y  cristianos,  ejecutan  los  mozos  en 
Zaragoza  y  otros  pueblos  de  Aragón,  con  acompaña- 
miento de  recitados  en  verso,  para  festejar  al  Santo  pa-, 
trón  del  barrio  ó  localidad;  la  composición  poética  que 
se  declama  en  estos  bailes.  El  que  quiera  conocer  su  cor- 
te, puede  ver  un  dancf  nuestro,  escrito  para  Lecinena 
é  impreso  en  el  tomo  de  nuestras  Poesias- 
p]Mvdecara,  n..  en  el  juego  del  dominó  se  dice,  ífi;;r  ii£ 
cara  un  punto  ó  ficha,  cuando  se  pone  aquél,  como  ex- 
tremo de  línea:  generalmente  es.  repitiendo  ficha  propia 
ó  compañera,  aunque  á  veces  es  jugada  forzosa  ó  contra- 
•ducente,  á  provecho  de  los  contrarios. 
nos.  Jueces  comunes  á  judíos,  moros  y  cristianos, 
gijn  Foz. 
;,  d..  semilla  parecida  al  Trigo  que  está  en  cierne;  tam- 


212  D 

bien  se  usa  en  el  mismo  sentido  la  palabra  ada:(C, 

de,  n.,  partícula  expletiva,  a  la  manera  francesa:  se  usa 
en  la  locución  como  de  antes  y  otras.  Lope  de  Vega  em- 
pleó mucho  esta  partícula,  á  la  manera  aragonesa;  y  te- 
nemos á  la  vista  algunos  textos  de  Querer  la  propia  deS' 
dicha  y  de  Los  Tellos  de  Meneses,  También  la  usó  d 
famoso  Luis  Quiñones  de  Benavente,  en  su  entremés. 
El  Abadejillo. 

debitorio,  documento  en  que  se  responde  de  alguna  deuda. 

decena,  a.,  compañía  de  diez  personas. 

defenecer,  a.,  dar  el  ñniquito  á  una  cuenta. 

defenecimiento,  a.,  ajuste  ó  ñniquito  de  cuentas. 

degfieUO;  c,  degolladero. 

dcjjia,  n.,  manda  testamentaria;  legado. 

dentera,  d.,  apetito  de  comer  alguna  cosa,  cuando  es  exci- 
tado por  su  presencia. 

derretido,  n.,  manteca  de  puerco,  que  se  conserva  mucho 
tiempo,  después  de  freida  y  depurada  de  los  chicharro- 
nes y  partes  gruesas. 

desafiar,  a.,  despedir  el  rey  á  un  rico-hombre,  ó  des- 
naturalizarse éste,  previas  ciertas  formalidades. 

desafidar,  n..  lo  mismo. 

desafiliación,  n..  la  acción  de  desañliar. 

desafiliar,  n.,  desafíjar. 

desafio,  a.,  la  carta  ó  recado,  en  que  el  rey  manifestaba 
la  razón  para  despedir  á  un  rico-hombre  ó  caballero, 
privándole  de  sus  honores  y  feudos. 

desansado,  sin  asa. 

desar§uellarse.  n..  cobrar  lozanía  y  robustez:  ¡!  n..  des- 
empeñarse una  casa. 

desasentarse,  ausentarse  de  pueblo,  corporación,  etc. 

desbezar,  n..  destetar:  quitar  el  pecho  á  las  criaturas:  en 
Castilla,  desbecerrar,  destetar  á  los  becerros;  desi*ei{cr^ 
desacostumbrar. 


D  £13 

descaí-  d.,  retal;  irazo  de  tda:  ||  d..  el  Tanto  que  se  paga- 
ba en  dinero,  cuando  en  los  die2mos,  no  llegaba  al  nú- 
mero la  especie. 

descuerar,  angostar  el  cajero  de  una  acequia. 

descarcañar-  n,,  descarcañalar. 

descodar,  a.,  desapuntar  ó  cortar;  deshilvanarlas  piezas 
de  pafio. 

descornar,  n.,  (véase  escorkar,  que  es  más  usual). 

deseocantaracion,  a.,  acción  y  efecto  de  desencan tarar. 

desembuñegarse ,  desenredarse  de  trampas  ó  deudas. 

desemparar,  n..  quebrantar  la  cmpara. 

desenrollar,  a.,  quitar  la  enrona  de  alguna  parte. 

desespero,  n.,  desesperación. 

desfachatadamente,  n.,  desvergonzadamente:  en  Italia- 
no sj'acciaíamente. 

des&duitado,  n,,  insolente;  descarado:  en  italiano  s/cc- 
ciato. 

desfiwhatez,  n.,  insolencia;  desvergüenza:  en  italiano 
s/eicciamenlo;  s/acctctagine;  y  sjacciate^^a. 

desfárgallado,  n.,  desaseado  ó  descompuesto  en  el  traje; 
desmazalado  en  la  persona;  extenso  y  mal  distribuido, 
en  las  habitaciones. 

desfilurchar,  n.,  deshilachar. 

desgallinarse.  sollarse  á  hablar  ú  obrar:  perder  el  encá» 
pimiento,  que  a'ntes  se  tenía. 

desgana,  a,,  desmayo;  congoja. 

desgarrabandera,  persona  resuelta  y  poco  cuidadosa  de 
su  persona. 

desgarro,  n,,  prenda  ó  pieza  de  hilo,  para  aprovecharla 
en  paños,  vendas,  etc. 

desgay.  d..  retal:  ll  d..  pane  de  diezmo  pagada  en  me- 
tálico: usase  también  escav. 

deBgranadera,  n.,  (véase  judI*  bachoca]. 

desgoay,  a.,  retal. 


214  D 

deshecho,  n.,  desgobierno;  desorden;  calamidad;  y  así 
se  dice,  esa  casa  es  un  deshecho, 

deshiladi»,  a.,  íiladiz  ó  seda,  que  se  saca  del  capullo  roto. 

desinsacular,  a.,  sacar  del  cántaro  ó  bolsa  alguno  de  los 
noipbres  allí  insaculados,  con  lo  cual  se  le  excluía  de  la 
elección. 

de^iuñir,  d.,  desuncir. 

demadCjiado,  d.,  flojo;  desmazalado:  son  castellanas  des- 
madejamiento y  desmadejar. 

desmayo,  n.,  sauce. 

desmote,  n.,  la  acción  y  efecto  de  desmotar  la  lana. 

desocupo,  desocupación:  ¡qué  desocupo  de  hombre,  estar 
todo  el  dia^  cortejando  á  las  criadas! 

desoUador,  a.,  sitio  para  desollar  reses. 

despacienciar,  acabar  con  la  paciencia  de  uno:  es  muy 
diferente  de  impacientar;  y  aunque  no  hay  motivo  para 
que  esa  palabra  sea  puramente  aragonesa,  es  lo  cierto, 
que  se  usa  aquí  mucho,  y  que  no  está  admitida  como 
española,  por  la  Academia. 

despartidero,  n.,  punto  de  convergencia  ó  divergencia  de 
dos  carreteras;  encuentro  de  dos  vías  cualesquiera. 

despesgado,  desorientado  del  camino;  descaminado. 

despedida,  d.,  salida;  desaguadero. 

4^spelletar,  n.,  despellejar;  desollar. 

despepitarse,  n.,  desarrollarse;  soltarse  en  la  conversa- 
ción ó  en  los  negocios. 

despidida,  a.,  salida;  desaguadero. 

destilada,  n.,  pérdida  ó  extravío  de  alguna  ó  algunas  reses. 

destsyar,  n.,  deshacer  el  atajo  del  ganado. 

desterrarse,  ausentarse  mucha  gente,  en  busca  de  alguna 
diversión  ó  espectáculo;  y  así  se  dice,  Zaragoza  toda, 
se  ha  desterrado  para  ir  á  ver  las  maniobras. 

destrados,  a.,  tejido  de  lana  ordinaria,  que  sirve  para 
tapetes  y  alfombras. 


,  n.,  destrozo:  usa  esta  voz  vulgar  D.  Agusón 
Aicayde  en  su  Historia  de  los  Sitios  de  Zarugo^íz:  ya 
en  su  tiempo,  tuvo  un  impugnador  de  sus  noticias  y  de 
su  lenguaje. 

destrOzatonnOS,  destripaterrones:  úsase  aquella  voz,  en 
un  pasquín,  que  se  Bjó  en  Zaragoza,  el  2  de  Abril  de 
1776,  y  que  ha  sido  publicado  en  la  Revista  de  Archi- 
vos, del  "io  de  i  unió  de  1S74. 

desvezar-  cortar  los  mugrones  de  las  viñas,  por  la  parte 
que  se  comunican  con  la  cepa  madre, 

detallo,  n.,  número  mínimo;  y  así  se  dice,  y  está  mandado 
quena  tenga  acampo  privativo,  el  que  no  posea  el  deta- 
llo de  doscienlcs  oyejas. 

devalles,  hasta  donde  llega  el  agua,  en  su  mayor  altura. 

deverías- n.,  tributos  personales,  que  los  ríeos-hombres 
cobraban  de  cada  casa  de  los  llamados,  antiguamenii:. 
vasallos  deparada  (Cuenca}, 

devorar,  n.,  destrozar;  romper. 

devoro,  n.,  destrozo:  á  veces,  se  personifica  á  los  niños 
que  inutilizan  muy  pronto  la  ropa,  diciendo,  ¡qué  de- 
voro de  muchacho  I 

dec|seteno,  n.,  décimo-séptimo. 

dica,  d.,  hasta. 

dichos,  las  coplas  de  los  dances. 

dientes,  n.,  dar  y  sobre  todo  ofrecer  con  dientes  uiia  co- 
sa, hacerlo  de  mala  gana, 

diez  y  sietes,  eran  así  llamados,  según  Argensola,  los  ju- 
dicantcs  que  fallaban  en  las  causas,  instruidas  por  los  in- 
quisidores, contra  los  ministros  de  justicia. 

diezmador.  a.,  perceptor  de  diezmos. 

dietas,  en  alguna  parte  hemos  leido  esta  palabra,  como  si- 
nónimo de  sesiones. 

dineral,  a.,  medida  pequeña  de  vino  ó  aceite,  correspon- 
,  diente  al  precio  de  un  dinero. 


21C  B 

dinerillo,  a.,  moneda  de  cobre,  de  más  de  un  ochavo  y 
menos  de  un  cuarto. 

dinero,  a.,  ochavo:  ||  n.,  moneda  imaginaria  de  dos  mara- 
vedises y  dos  tercios,  ó  sea  la  décima  sexta  parte  de 
un  sueldo. 

dir,  decir:  de  uso  del  vulgo^  en  algunas  localidades. 

disante  menor,  n.,  nombre  que  da  Cienfuegos  á  la  plan- 
ta, que  Asso  designa,  con  el  de  arbeja. 

doblero,  a.,  panecillo  en  forma  circular  y  algo  aplastado- 

docen,  n.,  se  dice  del  madero  que  tiene  veinticuatro  pal- 
mos de  largo:  llámase  también  doceno, 

dominicatuia,  a.,  ciertos  derechos  del  Señor  temporal. 

doñeas,  n.,  en  documentos  antiguos,  como  ya  se  ha  visto 
en  \osf.f.  de  la  Unión,  va  precedido  de  la  condicional 
si,  y  entonces  significa  con  tal  que.  Rosal  le  dá  los  sig- 
nificados de  ¿y  pues? ^  ¿pues  bien?;  ¿clftn  qué?;  y  lo 
hace  correspondiente  al  denique  latino,  (á  nuestro  pare- 
cer con  error),  al  dunque  italiano,  y  al  donchs  catalán  y 
valenciano.  La  Academia  lo  pone  como  antic,  con  la 
significación  de  pues, 

doncel^  p.,  ajenjo:  usado  también  en  Murcia. 

dorondon,  d.,  boira  ó  niebla  espesa  y  fria  en  el  invierno. 

drapería,  paños;  telas. 

drog^uería,  n.,  tienda  de  comestibles  y  otros  objetos;  aba- 
cería. 

drope,  d.,  inaplicado;  haragán. 

duelo,  n.,  lástima:  úsase  en  la  expresión,  hacer  duelo  una 
persona;  por  inspirar  lástima. 

dula,  d.,  adula:  ||  n.,  despeñar  la  dula^  echarlo  lodoá  ro- 
dar: dar  una  salida  brusca  é  incísperada  á  algún  negocio. 

du'cillon,  cierto  vino  de  Cariñena. 

duncas,  n.,  voz  antic,  que  parece  significar,  con  tal  de;  á 
no  ser  que:  en  el  Diccionario  de  Antigüedades  de  Nava- 
rra se  aplica  del  mismo  modo,  la  palabra  doncas,  dado 


D  217 

caso  que\  d  no  ser  que\  y  tiene  alguna  analogía  con  la  lo- 

cución,  también  antigua^  fueras  ende, 
dnrasiial,  n.,  durazno  ó  duraznero;  árbol. 
diiraaulla,  d.,  durazno;  fruto. 


E 


Ebro,  d.,  se  usa  la  expresión  no  estar  f  ara  echar  gatos  al 
Ebro^  como  equivalente  á  estar  miserable;  pasarlo  con 
estrechez;  no  estar  para  derrochar:  ||  n.,  comer  mds  que 
Ebro,  devorar:  ||n.,  ha  de  bajar  mucha  agua  por  el 
Ebro,  ha  de  pasar  mucho  tiempo. 

ediadazo,  tendido  por  poltronería:  ||  voz  expresiva  que 
«incluimos,  en  representación  de  otraS;  como  largado, 
sentadero. 

edad,  a.,  se  dice  estar  en  edad,  por  el  tiempo  en  que  aun 
no  han  cerrado  las  bestias. 

efemeron,  fiebre;  erupción  ú  otra  perturbación  en  la  sa- 
lud, que  generalmente  dura  un  solo  día  ó  poco  más,  y 
suele  acometer,  con  especialidad,  á  los  niños. 

C|)ecutor,  d.,  albacea. 

cgército,  n.,  tributo,  que  se  conoció  con  este  nombre,  en 
Aragón,  según  Blancas. 

élistico,  n.,  almilla. 

embadiuar,  d.,  encharcar. 

embafiur,  d.,  empalagar. 

embarralar,  n.,  meter  el  vino  ú  otro  líquido  en  barra!  y 
por  extensión,  en  cualquiera  otra  redoma. 

embastar,  c,  hilvanar. 

embelecar,  llenar  de  estorbos.  ||  desembelecar,  quitarlos. 

emberar,  p.,  empezar  la  sazón  de  las  frutas;  tomar  coIof; 
sobre  todo  las  uvas. 


218  8 

embero,  p.|  el  color  que  indica  sazón  en  las  frutas;  y  la 
misma  uva  ó  grano. 

embochar,  voz  de  Sericultura. 

embrosqnillar,  a.,  meter  el  ganado  en  el  redil. 

embuñeg^O,  enredo;  deuda. 

emologar,  n.,  confirmar;  ratificar  ó  aprobar;  según  se 
lee  en  las  Ordinaciones  de  Abejeros^  i5o2li 

empachar,  n.,  impedir:  su  participio  pasivo  se  usa,  en  las 
Ordinaciones  de  Zaragoza:  embargar. 

empacho,  n.,  impedimento:  se  usa,  en  sentido  de  excep- 
ción ó  amparo  forense. 

empi\jada,  mezcla  de  paja  con  agua,  y  á  veces  un  poco  de 
sal,  para  dar  á  las  caballerías,  cuando  están  enfermas. 

empandullo,  d.,  pastel  ensuciado;  mala  salida  de  un  ne- 
gocio: II  d.,  embolismo;  embrollo. 

empandado,  labrado  á  paneles  ó  entre  paños.  « 

empañetar,  labrar  una  pieza  de  carpintería  á  paneles:  la 
Academia,  que  admite  entrepaño  y  entrepañado,  omite 
entrepañar, 

empantiillo,  (véase  empandullo.) 

empapuzar,  empapujar. 

empara,  a.,  emparamento  ó  inventario. 

emparamento,  a.,  acción  y  efecto  de  emparar,  esto  es. 
de  inventariar  ó  secuestrar:  hay  proceso  de  empara- 
miento:  \\n.,  guidáxico  ó  protección,  según  declaración 
en  Cortes  de  Cataluña,  i35i. 

emparancia,  n.,  emparamento;  emparatoria;  manda- 
miento de  secuestro. 

emparante,  el  que  pide  ó  hace  el  secuestro. 

emparar,  a.,  embargar  ó  secuestrar;  y  mejor,  inventa- 
riar. 

empedrear,  d.,  empedrar. 

empeltre,  a.,  olivo  ingertado. 

empenta.,  p.,  empujón;  empellón. 


8  219 

empentar,  a.,  empujar. 

empentón,  empujón. 

empeñorar,  dar  en  prenda. 

empümar,  poner  ó  aplicar  una  bizma:  ||  sacar  á  uno  el  di- 
ñero,  con  astucia  ó  mala  fé;  ó  comprometerle  en  un  ne-* 
godo,  de  pérdida  segura. 

en,  n.,  precediendo  al  infinitivo,  como  en  castellano  al  ge- 
rundio, significa,  luego  que;  después  que;  p.  ej.:  enre^ 
frescor  departiremos;  en  pasar  las  fiestas^  lo  veremos:  || 
n.,  partícula  relativa,  usada,  como  en  la  lengua  francesa, 
en  las  espresiones  m'  en  voy^  por  me  voy  de  aquí;  m'  en 
canso,  por  me  canso  de  esto.  Tiene  valor  de  después  en 
varías  locuciones,  p.  ej.:  en  que  lleguemos  allá,  te  dire- 
mos lo  que  ^q;^a;  deshaciendo  el  solecismo,  se  diría  bien, 
en  llegando. — Significa  también  Don^  tratamiento  usual 
en  Cataluña  y  en  los  documentos  lemosines,  y  no  infre- 
cuente en  los  Aragoneses. 

enantamiento,  actuación;  procedimiento. 

enantar,  n.,  Ducange  interpreta /ignorare,  procederé.  El 
Códice  de  las  Uniones  de  Aragón  trae  los  siguientes  pa- 
sajes: Elas  spoliaciqnes  que  notorias  no  fuesen  que  em- 
biariades  nuestro  procurador  por  EVAHTJiK  en  aquellas 
ante  ¡a  Justicia  de  Aragón; y  si  enantaría  ó  querría 
ENANTAR  pcrsonos  Ó  bicncs  de  algunos ^  etc.;  que  si  no  vie- 
ne el  dia  de  Ramos  por  enantar  en  las  cosas  sobredi- 
tas^  etc.  También  hemos  leído  fué  mandada  cort  de  la 
dita  Unidad  por  enantar  en  los  ditos  feitos.  \\  Algunas 
veces  parece,  como,  emplazar;  citar;  ó  hacer  compare- 
cer. (Véase  el  Privilegio  general). 

enante,  proceso. 

enarcade,  mudo  de  estupor. 

enatúo,  d.,  desmedrado;  imperfecto  de  nacimiento:  ||  d., 
de  ánimo  apocado  y  ruin. 

enavesar.  d..  trasponer. 


220  E 

encabezado,  n.,  el  vino  que  se  mezcla  con  aguardiente 
ú  otro  licor:  ||  n.,  cabecero: 

encabezar  y  encabezarse,  n.,  verbos  de  donde  nace  el 
participio  anterior;  y  que  también  son  usuales  en  Aragón. 

enoalzador,  n.,  perseguidor. 

encalzar,  n.,  perseguir,  ponerse  en  persecución:  encalccn 
e  geten  de  la  tierra  al  sobredito  rey,  se  lee,  en  el  Có- 
dice de  los  Privilegios  de  la  Unión. 

encanarse,  n.,  detenerse  demasiado  en  la  conversación; 
eternizarse  hablando:  ||  n.,  pasmarse  á  la  fuerza  del  lloro 
ó  de  la  risa:  la  Academia  sólo  admite  el  primer  afecto, 
que  á  la  verdad,  es  el  más  común  y  adecuado. 

encantar,  d.,  vender  en  almoneda. 

encante  y  encantülo,  d.,  lugar  en  que  se  venden  las  co- 
sas ya  usadas,  las  viejas  y  las  de  desecho. 

encañizar,  n.,  cubrir  las  bobedillas  ó  cualquiera  otra 
obra,  con  cañizos. 

encarpetar,  n.,  colocar  papeles  dentro  de  sobre  ó  carpeta. 

encarrañarse,  d.,  irritarse;  incomodarse. 

encartar,  n.,  intentar  acción  criminal,  contra  el  obligado 
en  instrumento,  en  que  se  juraba,  pagar  y  no  pleitear. 
(Véase  á  Larripa  en  sus  Procesos  Jarales]. 

encensero,  incensario:  se  lee,  en  documentos  medio  le- 
mosines,  medio  aragoneses. 

encercar,  n.,  inquirir;  investigar:  esantic,  y  deducido  de 
documentos  latinos,  y  por  consiguiente  dudoso. 

encerrona,  n.,  en  el  juego  del  dominó  es,  dejar  por  am- 
bas puntas,- un  mismo  número  ó  palo,  cuando  todos 
están  jugados,  en  cuyo  caso  ya  no  pueden  jugar  las  fichas 
que  se  tienen  en  la  mano: — en  general,  se  dá  á  este  lance 
el  nombre  de  cierro^  y  cuando  los  tantos  que  se  cuen- 
tan son  muchos,  entonces  se  llama  encerrona.  En  Zara- 
goza es  más  usual  que  en  otras  partes  y  por  consiguien- 
te, se  halla  muy  adelantado  el  juego  á  que  aludimos,  de 


E  121 

avfo  tecnicismo  incluiremos  cuatro  ó  cinco  vocablos. 

eoeetar.  d.,  decentar:  ||  d..  empezar:  la  Academia  escri- 
be encenW.r;  para  la  primera  significación,  y  aunque  omi- 
te la  segunda,  pone  la  de  encentcdor:  el  que  encienta  ó 
empieza  alguna  cosa. 

escomienda,  depósito. 

encordadura,  n..  conjunto  de  cuerdas  de  una  guitarra  ü 
otro  instrumento  de  cuerda. 

encorrer.  d..  correr  tras  alguno  para  cogerle:  es  verbo 
activo. 

eocortimieDto.  n.,  vale  tanto  como  entredicho,  á  juz- 
gar por  el  Códice  de  las  Uniones  en  que  se  lee,  que  poda- 
mos soltar  el  dita  seynor  rey  el  encoktímiento  de  los 
ditos  castieyllos  é  que  non  los  alienemos. 
a.,  pasar  hambre;  sufrir. 
,  harina  disuelta  ó  mezclada  con  agua,  que. 
dada  á  las  vacas,  les  proporciona  leche  pronta. 

enfilar,  n..  dirigir  un  asunto:  ||  n.,  ingerirse. 

enñuTUSCarse,  n.,  enfurruñarse. 

eng;afietar,  n.,  enlazar  los  gafetes  macho  y  hembra;  abro- 
char. 

ensalzar,  d.,  encorrer, 

engañoso,  embustero:  genei'almente  se  usa  esa  palabra 
con  benignidad,  y  alude  á  cosas  de  poco  momento. 

engarabitarse,  n.,  encorvarse  y  entumecerse  los  dedos  á 
impulso  del  frío  ú  alguna  causa  patológica:  en  Castilla, 
esa  palabra  significa,  ponerse  en  alto,  y  ta  dclinición  que 
hemos  dado  conviene  á  la  voz  engarabatarse. 

engaidigiaa,  d..  lagartija. 

encarroñarse,  humillarse  á  tierra  las  mieses,  por  viento  ó 
lluvia. 

eng'luciar,  d.,  mirar  con  intensión;  hacer  gestos  para  con- 
seguir alguna  golosina. 
'%,  buhardilla  ó^/3(í. 


224  X 

para  cerrar  ó  disminuir  alguna  abertura;  por  ejemploi 
en  los  pozos  negros. 

entrático,  d.,  entrada  de  religioso  en  alguna  comunidad: 
la  Academia  lo  incluye,  como  provincial  de  Navarra. 

entrecavar,  d.,  limpiar  de  yerbas  la  hortaliza. 

entrega,  n.,  restitución  in  integrum, 

entriparrado,  n.,  entripado;  en  ambos  sentidos,  recto  y 
figurado. 

entrilMurrar,  n.,  ocupar  demasiado  el  estómago,  algún 
manjar  indigesto  ó  comido  en  abundancia. 

envasador,  c,  embudo:  la  Academia  añade,  que  grande 
y  propio  para  pellejos  y  toneles,  esto  es,  para  grandes 
capacidades. 

enzorisar,  n.,  enzarzar  ó  poner  guerra  entre  varias  ¡Der- 
sonas,  sembrando  discordias:  la  Academia  admite  la  voz 
primitiva  :{uri:(a. 

efoipe,  equipaje;  ó  más  bien,  el  conjunto  de  ropas  y  te- 
las del  que  se  casa  ó  establec'c. 

erage,  a.,  miel  virgen. 

ereta,  n.,  era  ó  plantel  de  tierra,  para  cultivo  de  verduras. 

error  de  proceso,  a.,  con  que  se  nota  que  alguno  es  tan 
hábil  que,  aun  convencido,  se  liberta  de  la  pena  que  le 
imponen. 

esbafar.  d.,  evaporar. 

esbandír,  extender  la  ropa  y  agitarla  en  el  agua,  después 
de  haberla  pasado  de  jabón. 

esbanzar,  romper  el  tiempo  en  lluvia  ó  aire. 

esbarrancada  (fila',  escapado  de  su  cauce,  por  rompi- 
miento de  éste. 

esbarrar,  d..  asombrar;  espantar  la  caza,  caballerías,  etc. 

esbarrígado,  desbarrigado,  pero  no  en  el  sentido  de  es- 
caso de  barriga,  como  dice  la  Academia,  sino  en  el  de 
herido  en  el  vientre:  usa  esa  palabra  el  rey  D.  Martin 
en  las  Cortes  de  i338. 


.  desbriznar  ó  entresacar  de  la  flor  los  estam- 
bres de!  azafrán. 

escabas,  desperdicio  del  lino,  como  la  agramiza  lo  es  del 
cáñamo. 

escaceaTn  n.,  desmenuzar  la  piedra,  el  yeso,  la  cal,  etc.. 
para  molerlos  después,  mas  fácilmente. 

eaoacQar,  d.,  cacarear. 

escachar,  d.,  despachurrar :  ó  mejor,  aplastar,  machucar: 
[|  d-,  chasquear;  dejar  burlado. 

escachu&ar,  n.,  igual  signilicación  que  la  anterior,  pero 
de  uso  del  vulgo. 

escjüerar ,  rellenar  el  hoyo,  que  se  abrió  para  alguna  plan- 
tación; voz  local. 

estfalar,  paso  de  montaña,  generalmente  angosto,  retorci- 
do y  áspero  sobre  roca,  el  cual  ofrece  un  escalonado, 
unas  veces  puramente  natural  y  otras  empedrado,  á  tre- 
chos, de  industria. 

escalera,  c,  peldaño;  escalón. 

escalera  hurtada,  de  caracol  ó  de  ojo,  como  dice  la  Aca- 
demia. 

escalfecido,  florecido,  esto  es,  empezado  á  perder:  se 
aplica  á  la  fruta,  al  queso  ó  á  cualquier  comestible  que 
se  enmohece;  según  la  Academia. 

escalfeta,  c,  braserillo. 

esoatiar,  n.,  culturaró  poner  en  cultivo,  licna  que  había 
sido  abandonada;  y  en  este  sentido  lo  usan  las  Obser- 
vancias y  el  erudito  Cuenca.  Peralta  no  incluye  esta 
voz,  pero  sí  la  de  escachar,  (roturar^  que  nosotros  no 
hemos  incluido,  por  suponerla  error  de  imprenta,  que  se 
corrige  con  la  voz  t:scAi.iAu:  úsase  también,  en  antiguo» 
documentos  de  Navarra. 

esoalÍTar,  d.,  sacar  el  rescoldo  ó  remover  el  fuego: 
en  idioma  provenzal,  calivmi,  quemar;  escalfar,  cd- 

f  tentar:  HECALiv\r!.  volver  d  calentar:  en  catalán   es- 


226  E 

calivar;  escarbar  y  cocer  al  rescoldo. 

escalla,  cierto  fruto  cereal,  criado  en  tierra  de  poca  fuerza, 
y  propio  para  alimento  de  animales. 

escamochear,  a.,  pavordear  ó  javardear  ó  hacer  las  abejas 
segunda  cría,  después  de  la  principal;  separándose  de  la 
madre,  en  corto  número,  con  su  maestra. 

escamocho,  se  aplica,  al  que  es  mal  figurado  ó  desarro- 
llado y  por  otra  parte,  carece  de  animación  y  gracia. 

escampar,  d.,  tender  el  estiércol  por  la  tierra:  ||  d.,  derra- 
mar granos  ó  semillas. 

escandallar,  n.,  computar  el  valor  de  una  partida  de  ga- 
nado, haciendo  de  él  varios  grupos,  con  las  reses  mas 
iguales;  tirando  desde  otro  corral  ó  aposento  una  piedra 
á  cada  grupo;  pesando  las  reses,  á  quienes  ha  tocado  Ada 
piedra;  y  calculando  por  el  peso  de  cada  una,  el  de  su 
grupo:  á  veces  se  hace  esta  operación  con  el  grupo  mejor 
y  con  el  peor ,  y  á  las  demás  reses  se  las  hace  desfilar, 
una  á  una,  marcando  como  tipo,  las  que  hacen  un  nú- 
mero dado;  el  diez,  por  ejemplo.  En  castellano  tiene 
una  significación  análoga,  pues  equivale  á  sondear  y  por 
ampliación  jL^ro^'íTr,  examinar:  en  ixúxdino.scanda filiare, 
está  mejor  definido,  pues  responde,  en  sentido  figurado, 
á  inquirir-,  averiguar',  etc.,  como  en  Casti  (Nov.  IX\ 
Da  scandagliar  gli  altriii  talenti  afondo. 

escandallo,  n..  operación  de  escandallar:  ||  n.,  la  res  que 
se  saca  como  tipo:  ||  n.,  A  kscandallo,  modo  adverbial, 
para  expresar  que  se  vende  un  ganado,  escandallándolo . 

escañarse,  d.,  desgañitarse;  ahogarse  de  una  tos  muy 
fuerte. 

escaño,  d.,  íc retro. 

escaparrar,  se  usa  en  la  trase,  echar  d  uno  d  escaparrar. 
para  denotar  que  se  le  despide  de  mala  cara  ó  que  se  le 
contesta  agriamente. 

escarabajo  pelotero^  n..  insecto  de  los  coleópteros. 


E  a»i 

awariAtina.n.,cnrcrmcJadqucsude  padecerse  en  laniñcz. 
escarmeatar.  echar  á  las  legumbres  agua  fría,  cuando  su- 
ben por  el  hervor. 
escarramanchones  ia;,  a.,  i  horcajadaF. 

escay,  retal;  des^ay.  • 

escla&r,  n.,  machucar;  chafar;  quebrantar:  [jmbícri  se 
dice,  esclafcr  los  huevos,  por  cascarlos,  partirlos  6 
abrirlos. 

escobar,  c,  barrer. 

escobiiar.  n.,  descubrir;  alzar  el  velo  i  alguna  cosa. 

escocido,   escarmentado. 

escolano,  n.,  ayudante  del  sacristán  mayor,  en  el  Hospi- 
tal de  Zaragoza:  |{  n..  especie  de  coadjutor:  lo  había  tara- 
bien,  llamado  de  la  limosna,  según  se  ve,  en  las  Ordi- 
naciones  de  Pedro  IV :  ll  sacristán  ó  acólito:  listo:  avis- 
pado. 

escolar,  agotar  ó  desecar  una  agua  dcicnida. 

escombra,  n.,  escombro:  la  .academia  admite  esta  voz. 
como  el  hecho-de  escombrar. 

escombraduras.  eavas.  y  las  almuestas  ó  almucrtos,  eran 
derechos  en  especie,  que  el  rey  cobraba  del  Almudí  de 
Zaragoza:  habla  de  ello  Jiménez  de  Aragües,  en  el  tra- 
tado sobre  el  Baile  de  Aragón. 

escomenzar,  dar  principio  á  una  cosa:  se  halla  en  Lúeas 
Fernandez  y  no  lo  incluye  la  Academia. 

escondecucas,  a.,  escondite;  juego  de  muchachos. 

escopetada,  d..  escopetazo. 

escorcar.  n.,  véase,  eskolur. 

escorcha,  d.,  túrdiga:  correa  de  cuero,  ancha  y  sin  curtir. 

escorchar,  c,  levantar  la  cortesía  ó  piel  á  alguna  cosa; 
desollar. 

escordioUn,  polludo  ímplumc. 

escorchón,  n..  desolladura. 

ic  usa  en  la  frase,  cscucrn-:: te  como  pue- 


228  a 

das  y  en  significación  de  componte  como  puedas:  también 
se  dice,  me  he  descornado  estudiando  y  otras  locuciones 
como  esta.  En  una  colección  de  refranes,  leemos:  deiar- 
LO  descornar;  yroje  de  que  se  usa^  cuando  no  se  quiere 
meter  pa\.  • 

eSMrredero,  n.,  canal  por  donde  se  facilita  la  salida  del 
agua  sobrante  de  un  riego  6  del  término  de  una  acequia: 
II  n.,  el  fondo  de  la  vagina;  voz  de  la  gente  inculta. 

eseorrediio,  n.,  escorredero. 

aMMUrredor,  n.,  escorredero:  usa  aquella  voz  el  Conde  de 
Sástago,  en  su  lujosa  obra  sobre  el  Canal  Imperiai  de 
Aragón. 

esootolane,  d.,  frotarse  el  cuerpo  con  la  camisa,  mo- 
viéndose. 

asoOBiete,  a. ,  instrumento  con  que  se  sacan  los escueznos. 

eierilMUio  de  rteim,  n.,  oficio  de  la  Casa  real  de  Ara- 
gón, en  el  siglo  xiv. 

eforimar,  n.,  descrismar. 

etoiiagrerfaigado,  derrengado;  deshecho  de  fatiga. 

eseuatres,  tributo:  en  un  documento  se  lee,  ^debiapor 
los  EscuATRES  dc  la  Iglesia,^ 

escudillar,  d.,  echar  el  caldo  en  las  sopas,  el  chocolate  en 
los  pocilios  ó  jicaras,  etc.;  ||  vaciar  el  puchero,  en  la  fuen- 
te en  que  ha  de  servirse;  y  así  se  dice,  escudillar  las  ju- 
días, la  olla,  las  puches,  etc.  La  Academia  dice  que  es, 
vaciar  el  caldo,  pero  eso  no  explica  la  frase  de  Hurtado 
de  Mendoza  en  su  Lazarillo,  me  parecía  más  convenien- 
te hora  de  mandar  poner  la  mesa  y  escudillar  la  olla, 
que  de  lo  que  me  pedía\  \\  descubrir  un  secreto,  v.  g., 
yo  le  revelé  mi  plan  y  él  lo  escudilló  alpunto^  en  el  tea- 
tro: II  ESCUDILLAR  LA  SOPA,  Calarla  ó  echar  sobre  ella  el 
caldo;  acepción  que  hemos  visto  en  algún  Diccionario. 

escueznar,  a.,  sacar  los  escueznos. 

esouezno^a.-pulpaócarncdc  la  nuez  tierna:  úsaseen  plural. 


Winitll  ■gnjan.  epíteto  que  algunos  aplican  á  los  sastres, 

y  que  usó,  en  un  inlorme  ante  la  Audiencia  de  Aragón, 
un  Abogado  de  bastante  nota,  que  pasaba  por  discípulo 
del  famoso  Almalilla. 

escupinata,  n.,  escupetina;  escupitina;  escupidura.  Cus- 
yaradice.escupecina.  . 

eBdevenidor,  venidero;  el  notario  Benedcd,  en  1 383,  con- 
cluía su  Acto  publico  sobre  la  Virgen  de  Leciñenct  con 
estas  palabras:  ¡as  sobreseí Uis  cosas escripias  é  tes- 
tificadas en  mi  prolocolh,  mesas  en  memoria  del  esde- 
vENinoB, 

esdevenimientos.  rendimientos  ó  productos  calculados. 

esfiladiz.  n..  niadiz;  desfíladiz;  usan  aquella  voz  los  I.  f. 

esforracinar-  quitar  los  renuevos  viciosos  que  salen  de  un 
árbol  ó  los  sarmientos  de  las  parras,  para  que  las  guías 
principales  tomen  la  fuerza  necesaria;  la  Academia  in- 
cluye, en  el  mismo  sentido,  como  Navarra,  la  voz  esfo- 
rrocinar. 

esñlOinador,  n.,  deshollinador. 

esfullinar.  n..  deshollinar 

esgarrar,  n..  desgarrar. 

esgarrifar,  d.,  el  efecto  que  nos  causa  la  lima,  cuando  dá 
en  falso.-  H  d.,  espeluznarse  de  horror. 

esgarron.  n.,  desgarrón;  rasgón. 

esgamipiado,  desarrapado. 

esUuBÍnarse.  n.,  empezar  á  gustar  de  una  cosa;  ||  ir  lo- 
mnndo  c!  gusto  á  algo:  ||  estrenarse,  en  ciertas  diversio- 
nes y  placeres . 

eEdava.  n..  pendiente  lisa,  por  donde  resbala  el  agua. 

esmangamazos.  n.,  se  dice,  de  cualquiera  persona  de 
poco  valer,  principalmente,  del  estado  llano:  ||  equi- 
vale, muy  aproximadamente,  al  castellano  ceba  can- 
tos. 

;  n.,  disminuir  la  cantidad  de  algún  líquido;  y 


23IÍ)  S 

se  aplica,  comunmente,  á  los  que  están  ai  fíi<go  pan 
cocer:  úsase  también  como  refleiivOf  y  hay  quienes 
lo  pronuncian  y  escriben,  desmediar. 

afanenfadon  (morir  de),  por  consunción:  voz  local. 

esmerado,  n.,  líquido  que  ha  disminuido  en  peáo  y  vo- 
lumen, por  ebiülicion. 

esmerar,  n.,  cons^^ir  la  disminución  de  un  líquido,  por 
medio  de  la  ebullición:  se  usa  también,  como  reflexivo. 

esmo,  n.,  tino;  tiento;  y  así  se  dice,  perder  el  esmo:  úsase 
mucho  en  el  Alto  Aragón.  En  catalán,  se  usa,  esmo, 

eamollar,  n., , quitar  la  cascara  verde  á  las  nueces,  a^dh- 
ñas  y  otras  fhitas:  ||  n.,  desmoronarse  las  obras  de  tiem 
ó  de  construcción  deleznable. 

eamerrfllado,  n.,  desportillado. 

emosearie,  n.,  desaparecer  sin  ser  visto;  ausentarse  ma- 
liciosamente. 

eamnirse,  d.,  deslizarse;  escurrirse;  zafarse. 

tWipaililla .  n.,  juego  de  naipes;  acaso  el  tresillo:  entre  los 
papeles  manuscritos  de  Lezaun,  hay  una  carta  escrita 
en  verso  desde  la  Zaida,  en  que  se  lee: 

Mi  mayor  divertimiento 
es  ei  juego  de  espadilla, 
en  el  cual  gano  tres  reales, 
en  cuatrocientas  partidas. 

espalmar,  n.,  quitar  el  polvo  á  la  ropa,  frotándola  con  las 
manos:  así  las  leyes  palatinas  de  Jaime  II  de  Mallorca, 
en  las  cuales  también  se  halla  spalmator^  según  Du- 
cange. 

espanado,  n.,  miserable;  piojoso;  perdido;  hombre  que 
no  tiene  sobre  qué  caerse  muerto:  es  voz  local. 

espartar,  n.,  cubrir  ó  aforrar  con  esparto  las  vasijas  de 
vidrio:  se  usa  también  en  el  adjetivo  ó  participio  pasivo. 

esparvel,  n.,  gavilán:  también  esparver. 


. » * 


I        que 


despatarrarse:  del  mUmo  modo  pierden 
en  Aragón  la  d  los  demás  derivados;  ||  n  : 

Si  hay  un  Barranchan 
que  al  mundo  esPATAniiA. 
sentido  metafórico,  uno  de  los  varios  copleros 
que  se  desataron,  cruelmente,  contra  la  Sociedad  Eco- 
nómica Arajjonesa,  en  1785. 

especias,  perfumes. 

espedera,  n.,  espetera. 

espedo,  a.,  asador. 

espenjador,  n.,  pértigaú  vara,  i|uc  tiene  dientes  de  hierro 
úla¡)unta,  y  sirve  para  colgary  descolgar  cuali^uicrobjeto. 

esperreque,  d.,  niño  ú  hombre  mal  sano  ó  regañón:  |1  d.. 
cosa  despreciable. 

espeso,  el  que  abunda  mucho  en  alguna  pane,  ¿se  ciñe 
demasiado,  á  una  compañía  ó  á  un  negocio:  tiene  pare- 
cido con  caldosa. 

espichar,  d.,  morir. 

espiella,  espclta;  escanda  ó  especie  de  trigo:  lo  hemos 
leído,  en  documentos  oficiales, 

espinal,  d.,  espinaca.  ' 

eSpinalbO-  n.,  cierto  árbol  infructífero. 

esponjado,  p.,  azucarado;  panal-,  azucarillo. 

esportillarse,  n.,  desportillarse. 

esportón,  d.,  serón. 

espuenda,  p,,  margen  de  río  ó  campo:  úsase  también  en 
Navarra:  en  otras  partes  espona. 

espunados,  emplea  esta  voz  el  Rey  D.  Martín,  en  el  Dis- 
curso de  apertura  de  las  Corles  de  1 338,  como  se  vé  por 
e-sie  pasaje:  {cuántos  afollados  de  su  cuerpo?  Assa^ 
<£  cuJníQs  esvarrigcdos  é  espunados? 

espuntar  n.,  ponerse  en  movimiento,  los  machos  cabríos 
ú  guiones  de  un  rebaño. 


2¡&  B 

Mpomar,  chisporrotear  6  hacer  chisporrotear. 
esqueje,  n.,  se  dice  me(|Lfórica  ó  irónicamente^  del  niño 

mal  educado. 

esiiaila,  c,  cencerro. 

esiiuJlada,  a.,  cencerrada. 

esquilador,  se  usa  en  la  frase,  ponerse  como  el  chico  del 
esquilador,  para  denotar  que  se  ha  comido,  bebido  6 
tenido  otro  goce,  hasta  el  exceso. 

esquflo,  d.,  cencerro:  ||  n.,  esquileo. 

esquimen  (sacar  el),  sacar  todo  el  partido  posible  de  un 
negocio. 

esqnimenzar,  derribar  á  golpe,  el  trigo  respigado. 

esquiparte,  pala  para  la  limpia  de  las  acequias. 

esquirol,  a.,  ardilla. 

estabulado,  n.,  se  dice,  del  ganado  metido  en  el  establo. 

estabular,  n.,  meter  el  ganado  en  el  establo. 

estadal,  p.,  librito  de  cerilla. 

estadalera,  palmatoria:  esto  creemos,  en  vista  de  los  sig- 
nificados de  ESTADAL  y  del  inventario  de  las  joyas  de  la 
Universidad  en  1 781;  en  que  se  menciona  una  de  aque- 
llas, de  peso  de  nueve  onzas  y  cuatro  arienzos. 

estsyadizo,  n.,  división  que  se  hace,  en  los  grandes  corra- 
les, para  colocar  las  roses,  con  la  separación  conveniente. 

estalonar,  n.,  quitar  el  talón  á  la  media  ü  otro  calzado: 
se  dice  del  zapato  que  pd  destalonado,  cuando  se  le  do- 
bla el  talón,  para  llevarlo  debajo  del  pié. 

estalviar,  n.,  perdonar;  voz  aragonesa  anticuada,  según  ei 
índice  de  Blancas:  excusar;  ahorrar;  economizar:  estose 
desprende  de  una  Ordinacion  de  Pedro  IV  que  dice,  los 
príncipes  terrenales  son  pilares  de  la  Iglesia,  é  sson  de- 
putados  á  defencion  de  aquella,  no  estalviando  acampa- 
miento derramamiento^  de  sangre  de  si  ó  de  sus  someros. 

estamento,  a.,  cada  estado  6  brazo,  de  los  cuatro  que  con- 
currían á  las  Corles  de  Aragón. 


[ór,  madero  que  se  arrima  á  una  pared  ruin&- 
¡a,  formando  ángulo  agudo  con  ella  y  afianzando  en 


a,  n.,  gran  porción  de  agua  estancada:  es  muy  la- 
mosa en  Aragón  la  de  Alcañiz,  célebre  por  sus  buenas 
anguilas. 

esUtOCOS,  n.,  terrenos  acocados  y  vedados,  ya  de  particu- 
lares, ya  de  propios:  dehesas  en  que  los  ganados  pueden 
entrar  oicrlos  meses  del  año. 

ettarel.  medida  de  áridos: el  monjeMarton  habla  de  veinte 
mil  «táreles  de  trigo,  importados  de  la  Isla  dcCerdeña. 

estatuecer,  n.,  estatuir:  se  vé  que  se  usaba  ese  verbo,  por 
las  muchas  veces  en  que  se  encuentra  la  tercera  persona 
del  indicativo  eslaluece. 

estatutarios,  n.,  procesos. 

estema,  n.,  pena  de  mutilación;  perdimiento  de  miembro. 

estemar,  n.,  imponer  la  anterior  pena,  que  tal  vez  se  ex- 
tendería á  la  de  marcar  con  hierro  ardiente.  O'  Bcrceo 
en  su  poema  de  Santo  Domingo  dice :  Hasta  que  de  la 
lengua  os  haya  estekado,  que  Janer  interpreta  prívado. 

estepilla,  n.,  planta:  llámase  también  i?.srrf^i//<T. 


(1)    Estas  dos  palalii 
rid&d  calLgrAflcn,  en  «1 


ID  leda  U  podlili  Rla- 
D  la  doBincu- 


n  rflpotldMTccís. 
i9  Prii/ittsiol  dt  ¡a  Union,  i( 
tura  Indudable  de  cllua  y  ui 
n  d«  ta  vDi  tsiima,  nos  baii convencido  de  i|u«,  ni  sou  las 
nldebenirprpscntar  Jomismn  Idea  qu«  las  de  *;;i«hwmJoii 
1  dfflDon  m&B  adelADle  y  que  por  otra  parto  se  hoUin,  cu 
vmt'Uit  nJtgiaiaaes  del  Rciati  y  ulrus  tralado»  Jurídicas.  En  cuD.iito  ul  slg- 
itifludOi  nuil  ha  parecido  que,  nombrúndoae  siempre  esa  pana,  despuax  Ae 
la  df  niuerls,  y  eonbrmando  Unto  unbiM  vocablos  cua  Iob  la  linos  de  ttig- 
m»  y  mígmiH-e,  q\u  denaUnU  lunrcii  con  hierro,  do  ero  Tuera  de  camino 
atribuir  i  «laiTiu  y  iMeTii»!',  la  FC|iilvslenclB  qnr  te  bemoa  srílllado,— El- 
hemoH  visto  cao  placer,  i|U<  OuoanRC,  en  su  Oloi*arluin,lli- 


in urp reíais lan  del  tudocunrurme  c«D  la  nuestra  y  nceron  di 
batía  cierto  punWFii  comprabaci'm.  el  infeulo  raeoifrrutn 
dt  Ulguel  del  Molino,  impreiio  en  Zanf^n,  1S66. 


234  E 

esterno,  n.,  (véase  cisterno). 

asterza,  n.,  cada  uno  de  los  trozos  ó  suertes  en  que  se  di- 
viden, para  su  arriendo  ó  aprovechamiento,  algunos 
montes. 

estomizane,  descalabrarse. 

estopencia,  se  dice  en  algunas  localidades,  j^o  no |»:^o 
ESTOPENCiA  de  nada. 

estomQa,  a.,  tala;  juego  de  muchachos. 

estozar,  despeñar. 

estral,  n.,  destral:  el  diccionarista  Rosal  trae  la  palabra 
destraleja  6  achuela^  que  ya  el  vulgo  (dice)  llama  estra- 
leja. 

estrapalucio,  n.,  baraúnda;  ruido;  desorden. 

estrébedes,  d.,  trébedes. 

estremezo,  a.,  estremecimiento. 

estrenas,  c,  augetas,  en  sentido  de  gratificación. 

estreñir,  d.,  entornar  ó  medio  cerrar  una  puerta:  nunca 
hemos  oido  esta  acepción. 

estreudes,  d.,  trébedes. 

estreyto,  n.,  obligado,  según  Blancas. 

estribera,  n.,  se  dice  media  de  estribera^  por  las  que  van 
sujetas  al  pié,  con  una  trabilla  ó  como  estribo,  á  mane- 
ra de  los  botines:  equivale  á  la  palabra  peal:  i|  medias 
ó  calcas  de  estribera,  son  las  que  solo  cubren  la  pierna 
y  rodean  el  pié,  d  manera  de  los  botines,  con  una  trabi- 
lla del  mismo  punto. 

estricallar,  d.,  hacer  pedazos. 

estripacuentos.  n.,  el  que  suele  interrumpir,  importuna- 
mente, al  que  lleva  la  palabra:  también  destripa-cuentos. 

estropicio,  n.,  desperfecto,  desorden:  Xdin\h\Qn  estrupicio . 

esturdedizo,  aturdido  ó  desmayado,  á  consecuencia  de 
caidí  ó  golpe  recibido:  incluimos  con  poco  gusto,  esta 
palabra. 

esvararse:  n.,  resbalarse:  la  Academia  admite  destarar, 


tuado  en  ese  sentido:  Peralta  dice,  esbarcr. 

eSTarixar.  n.,  resbalar:  se  usa,  principalmente,  como  re- 
ciproco. 

eSTarizon,  n.,  resbalón. 

esvirar.  J.,  bruiíir. 

exarico,  n,,  colono:  se  emplea  esta  voz,  en  los  cuerpos  de 
licrecho  aragonés  y  se  halla  también  en  Blancas:  ||  terre- 
no conquistado  al  enemigo,  según  donación  á  Veniela, 
en  el  siglo  XII. 

excebir,  exceptuar;  poner  bajo  excepción. 

exesuir,  ejecutar;  voz  forense. 

excibír,  n,,  eximir. 

exorex,  a.,  aumento  ó  firma  de  dote,  que  consiste,  en  la 
cesión  que  hace  el  marido  de  una  parle  de  sus  propios 
bienes,  para  asegurar  el  dote  de  su  muger.  Asso  escribe 
excriex:  el  plural  es  excre^. 

excusado,  n.,  retrete:  secreta. 

excuson,  n.,  tiene  el  mismo  significado  que ybrron,  y  es' 
lambien  voz  local  que  se  usa,  principalmente ,  por  la 
genu  rústica  en  algunos  pueblos  del  alto  Aragón,  en 
donde  el  lenguaje  aragonés  difiere  del  castellano  mu- 
cho mas,  que  el  que ,  comunmente,  se  habla  en  Aragón 
y  se  i!,;fine  en  este  Diccionario. 

exhibíta,  a,,  exhibición, 

exigidero,  a.,  exigible. 

exorna,  derecho  del  señor  contra  la  herencia  del  sieno 
que  moría  sin  hijos,  en  edad  hábil:  vigente  en  Cataluña 
hasta  el  siglo  xv. 

exporga,  n.,  expurgo, 

exporgar,  n,,  eipurgar:  ||  n.,  soltar  los  árboles  y  las  vi- 
des, parte  de  su  fruto  naciente. 

extenuación,  n.,  pena  de  muerte  por  hambre,  sed  y  frío, 
que  los  señores  feudales,  de  potestad  absoluta,  podían 
'mponcr  á  sus  vasallos  de  signo  seryicio. 


236  E 

extenuar,  n.,  imponer  la  pena  de  muerte  por  hambre, 
sed  y  frío. 

extracta,  a.,  traslado  fiel  de  cualquiera  escritura  6  ins- 
trumento público. 

extraer,  a.,  sacar  traslado  de  alguna  escritura. 

extremar,  limpiar  la  casa;  principalmente,  asear  los  pisos. 


F 


Fabeacien,  a.,  acción  y  efecto  de  fabear. 

fkbeador,  a.,  cada  Consejero  sacado  de  la  bolsa  de  Jura- 
dos de  Zaragoza,  para  votar  á  los  que  habían  de  entrar 
en  suerte,  para  los  oficios  públicos. 

flibear,  a.,  votar  con  habas  ó  bolas  blancas  y  negras. 

fkboliBes,  d.,  especie  de  habas  pequeñas. 

fklnigiiera,  había  Casa  fabriquera,  en  ciento  dos  pueblos 
realengos  de  Aragón,  y  sus  diezmos  eran  para  la  fabrica 
de  la  Seo  de  Zaragoza,  Catedral,  todavía  no  concluida, 
pero  S.  M.  tenía  de  ello  el  Real  Noveno. — Hemos  to- 
mado esta  noticia  de  un  Plan  de  los  pueblos  y  diezma- 
torios  del  Arzobispado  de  Zaragoza,  formado  por  don 
Ignacio  Borao,  padre  del  autor  de  este  Diccionario. 

fabueño  á.,  viento  favonio. 

fkdi^a,  a.,  derecho  que  se  paga  al  señor  del  dominio  di- 
recto, siempre  que  se  enajena  la  cosa  dada  en  enfiteusis. 

fagfieño,  FA bueno'. 

fajar,  poner  á  los  niños  la  envoltura. 

fieros,  envoltura  para  abrigar  á  los  niños  de  pecho:  en  es- 
panol,  tienen  estas  palabras  significación  mas  concreta 

flsyo,  a.,  haz:  es  también  usual  en  el  reino  de  Navarra. 

fala^era,  d.,  deseo  impertinente  y  estravagante. 

falca,  a.,  cuña. 


7cTcrIo  árbol  infructífero. 

falcino.  n..  vencejo;    ave. 

faldeta.  estar  con  ¡a  faldeta  remangada,  indica,  hallarse 
ó  continuar  en  algún  peligro  ó  responsabilidad. 

folenciales,  n.,  excepcionales-,  voz  forense.  i 

foiordia,  a.,  cueaio  ó  fábula. 

folsa,  a-,  desván;  zaquizaroí. 

fiunoso,  infamatorio:  injurioso;  según  el  Glosario  de  Sa- 
vall  y  Penen. 

fandang^O,  n..  pendencia;  riña;  desorden;  confusión;  y  así 
se  dice  ;se  ha  armado  buen  fandango'. 

fan&rrU,  fanfarrón. 

íaracha,  espadilla  para  macerare!  lino  ó  cáñamo:  la  Aca- 
demia usa  farachab;  pero  no  faracha. 

Caracbar.  a.,  espadar  el  cáñamo  ó  lino. 

forbalás,  rizos  que  guarnecen  un  traje,  según  una  T^e/ttcion 
de  fiestas  A&  171 1  ¡conforma  bien  con  el_^r<i/¿i  castellano. 

fardacho,  p.,  lagarto: también  en  otras  partes,  cngardaixo. 

fórfallas,  n.,  planta,  scor\oncra  laciniata:  tiene  aquel 
nombre  en  solo  algunas  localidades. 

farfolloso,  a.,  tartamudo:  balbuciente;  tartajoso. 

faríaetas.  a.,  puches;  gachas;  polenta. 

farnaca.  d.,  lebrato:  ||  n,, como  epíteto,  sirve  para  designar 
á  la  mujer  gruesa  y  poco  airosa. 

farolero,  n.,  se  usa  en  las  frases  meterse  á  farolero,  que 
signitica,  lo  mismo  que  la  de  meterse  alguno  donde  no  le 
llaman,  ó  en  lo  que  no  le  toca,  que  explica  la  Academia. 

ferollista,  n.,  leemos  esta  voz.  en  unos  versos  contra  el 
Chichisbeo,  y  está  tomada  en  tan  mala  parte,  que  viene, 
para  confirmarlas  y  exagerarlas,  después  de  otras  expre- 
siones poco  decentes,  en  que  se  designa  al  marido  sufri- 
do ó  consentido. 

ferrañlUar,  farfullar;  en  su  acepción  metafórica. 

~,  a.,  hacina  de  treinta  haces  de  mieses:  ||  n..  per- 


/ 

4 


240  F 

flliiidn|)o,  n.,  andrajo;  retal;  retazo. 

ffliirclio,  n.,  hilarcha. 

finemo,  polluelo. 

findoz,  d. ,  regaliz. 

firma,  a.,  uno  de  los  cuatro  procesos  forales  ó  juicios  pri- 
vilegiados, por  el  cual  se  mantenía  á  alguno  ^  la  pose- 1 
sion  de  los  bienes  ó  derechos,  que  se  creía  pertenecerle: 
es  común,  casual,  simple,  motivada,  posesdíria,  titular, 
etc.:  II  a.,  despacho  que  espedía  el  Tribunal  al  que 
se  valía  del  juicio  llamado  firma:  ||  a.,  firma  tutelar  h 
que  se  despacha  en  virtud  de  título  como  ley  ó  escritura 
pública:  II  n.,  firma  de  dote,  los  bienes  que  el  marido 
señala  á  la  mujer  sobre  su  dote. 

firmales,  dueñas  ó  doncellas  muy  bien  guarnecidas  de 
vestido  de  oro  é  sirgo  é  lana  brostados  de  oro  é  cintas 
é  FIRMALES  ó  cadenas  de  oro  é  de  plata ^  dice  un  docu- 
mento antiguo. 

firmante,  n.,  el  que  se  acogía  al  privilegio  de  firma. 

firmar,  n.,  solicitar  por  sí  ó  por  otro,  el  privil^o  de 
firma. 

firmaticia,  n.,  provisión  ó  providencia  én  que  se  asegura- 
ba á  alguno  la  posesión  de  bienes  ó  derechos. 

filero,  d.,  resistero  de  sol. 

fito,  fito,  n.,  constante,  no  interrumpido:  equivale  al  cii- 
tio  cutio:  II  n.,  fito,  de  hito  en  hito. 

fizado,  n.,  se  dice  del  animal  que  se  ha  sido  mordido  ve- 
nenosamente, y  principalmente,  de  la  oveja  que  ha  tela- 
do al   morgaño. 

fizar,  d.,  clavar  el  aguijón  la  abeja  ú  otro  animal  ponzo- 
ñoso. 

fizón,  d.,   aguijón. 

flico,  en  la  frase /wcer  d  dar  y7zco  significa,  hacer  mala 
salida. 

Aojar,  n.;  aflojar. 


F  241 

Ü030,  n.,  falto  de  energía  ü  de  salud:  d  que  convalece. 

florada,  a,,  entre  colmeneros,  el  tiempo  ijuc  dura  una  flor, 

florecido,  véase  escasfecido. 

florín  de  oro,  d.,  moneda  de  su  sueldos  en  1439,  y  de 
ró  en  el  reinado  de  Carlos  I,  según  Merino:  hoy  equi- 
valente, según  Yaiíguas,  á  34  rs.  En  la  Universidad  de 
Salamanca,  se  calculaba  la  paga  de  los  catedráticos  por 
florines  de  Aragón,  según  nos  lo  ha  comunicado,  el  no- 
table escritor  D.  Vicente  Latuente. 

focÍD,  focio,  n.,  persona  poco  culta  y  de  maneras  bruscas. 

focba,  n.,  gallina  de  agua. 

fogage,  n.,  fuego;  hogar;  familia:  en  Castilla,  contribu- 
ción repartida  por  fuegos  ú  hogares. 

focalizar,  n.,  marcar  con  fuego  el  ganado. 

fog^arear,   n.,  quemar:  se  dice  de  la  leña. 

fondellon.  c, ,  vino  exquisito  que  tiene  madre  en  la  vasija: 
la  -academia  escribe  bien  Jbníiilloii. 

forado,  agujero;  castellano  antiguo. 

ton^idos.  cxpatriados:  el  Duque  de  Villahermosa  dice  en 
1 577,  que  los  cristianos  de  Ribagari^a  estaban  forajidos 
ensus  casas,  y  esto  sale  muy  bien  del  latin_/bríiejii/o5."i 

fiurano,  n.,  forastero:  esta  significación  tiene  también,  en 
el  lenguaje  de  la  Germanía. 

forcadia,  n,.  horcón, 

fórideclinatoria,  n.,  excepción  declinatoria  de  fuero. 

forídicameote,  á  fuero;  según  lucro. 

forígar,  agujerear:  úsase  en  el  bajo  Aragón. 

forígon,  jabuco. 

forlier,  en  un  códice  de  oficios  palatinos  de  Jaime  II  se 
ofrecen  pintados  varios  de  ellos,  entre  otros  ú/oriertus, 
forlcrio  ó   aposentador,  correspondiente  al  traversier 


sona  mal  vestida,  y  sobre  todo,  de  mal  talle. 

;,  en  sus  Ilustraciones  i  Lúeas  Fernandez,  dice  el 
ñor  Cañete  (pag.  71 ),  que  algunas  Gitedrales  de  Aragón 
llamaban  en  el  siglo  xiv  deis  Fars  ó  Fasos,  á  loa  maiti- 
nes de  Jueves  Santos;  voz  que  vendría  de  farsa,  por  las 
preces  rimadas  que  cerraban  estos  oficios. 
fMen,  bobada;  tontería. 

fllfUeto,  FABUEÑO  y  FAGÜEÑO. 

hídgSí,  n.,  voz  forense,  que  aunque  no  parece  sino  una  de 
las  aplicaciones  de  aquella  palabra  castellana,  se  vé  uas^ 
da  en  nuestros  Xf-  ^tiÍAÍnsc  fatiga  de  derecho,  para 
manifestar,  dilación  maliciosa,  en  la  administración  de 
{usticia. 

flÁgtr,  n.,  la  misma  idea. 

féo^l^a,  heces  del  vino,  en  pueblos  hmítrofes  á  Navarra. 

IÍq|ado,  d.,  bardo,  pesado,  con  aplicación  á  las  ropas:  ||  n., 
ocupación  demasiado  incomoda,  complicada  ó  material. 

f^vdM,  d.,  pesadez. 

femado,  n.,  lo  abonado  con  estiércol. 

femar,  n.,  abonau*  un  campo  con  estiércol. 

fematero,  n.,  el  que  recoge  y  acarrea  el  estiércol. 

femera,  a.,  estercolero: /émer¿ic/on  se  lee,  en  algún  docu- 
mentó  latino. 

femoral,  sitio  destinado  á  depositar  ó  abandonar  los  es- 
tiércoles. 

fenccjo,  n.,  soguilla  de  esparto. 

fendilla,  d.,  grieta. 

fenal,  d.,  prado. 

fez,  hacer;  en  el  uso  del  vulgo. 

fergenal,  d.,  campos  que  se  comprenden  á  la  redonda  de 
un  pueblo:  díccsc  también /^g'ma/  yfregenal, 

ferrete,  n.,  se  usa  en  la  frase  dar  ferrete,  para  denotar  la 
insistencia  de  una  cosa,  y  así  se  dice ,  dar  ferrete  d  ios 
libros^  por  estudiarlos  mucho. 


,  la  hoja  ó  hierro  de  la  espada.  En  el  famoso  cartel 
lie  desafio,  dirigido  por  D  Pedro  Torrellas  á  Jerónimo 
Anca,  desde  Zaragoza,  á  4  de  Mayo  de  óii,  que  fuü  el 
!rer  duelo  de  España  y  dió  asunto  á  la  comedia  de 
tirulo,  esciita  por  Lope  de  Vega ,  se  lee:  con  espa- 
'-(£)  de  cuatro  palmos  de  ferhuza,  a  medida  de  vara  de 
Aragón. 

fetilleros.  en  Fueros  mss.  de  Aragón  hemos  leído  esta  pa- 
labra, creemos  recordar  que  en  sentido  de  adivinos. 

Cbbbco.  n,,  despectiva  de  feo, 

flaldades.  rehenes:  los  castillos  délas  fulujues  déla 
Union,  leemos  en  los  Privilegios  de  ésta, 

fltaza  de  riedra.  n..  vale  tanto  como  ñanza  de  desisti- 
miento ó  desistencia  y  se  escribe  también  hedba.  En  la 
compilación  de  nuestros_/y.,  fol.  95,  se  lee,  debetdareji- 
dantíam  de  hedha,  quod mimquiím  demandet  illumplei- 
tum  de  illf.  ccusa  de  illum  hominem. 

ficacio.  cuidado,  atención,  y  así,  pon  ftcaciom  ¡o  que  ha- 
ces: quizá  viene  de  eficacia. 

fideicomiso,  n.,  se  da  nombre  de  tidcicomiso  Toral  al  con- 
sorcio foral,  por  la  semejanza  de  sus  efectos. 

n.,  estiércol;  dá  la  equivalencia  de  esta  palabra  el 
Glosario  del  Memorial  histórico  de  la  Academia  de  la 
íistofia:  la  de  la  Lengua  incluye  i  fimo  entre  las  pala- 
bras castellanas;  .laume  Roig  en  su  ¿//¿re  rff  Consells 
usa  también  aquella  voz: 

fierrabrás,  n.,  travieso;  desasosegado;  inquieto;  revoltoso. 

fila,  d-,  madero;  viga:  ||  n.,  rostro;  semblante;  en  lenguaje 
familiar:  II  n..  escorredizo;  ll  n  . ,  Kla  de  agua;  hila  de 
agua. 

fUarcbo.  n.,  K11.111C110. 

flUmpiaS  en  las  Ordénenlas  del  gremio  de  Torcedores  de 
seda,  itiii.se  mencionan,  al  capitulo  43.  i&s  rocas  de 
algodony  de  lino  delgado ,  llamadas  ntiMPi'As. 


■be;» 

^*^   bras 


244  P 

furris,  n.,  tramposo;  embrollón:  es  voz  familiar. 

fiírmfldla,  n.,  borrufalla. 

fusileros,  n.,  en  Aragón,  un  cuerpo  especial  de  tropas, 
destinadas  á  la  persecución  de  malhechores. 

fasta,  n.,  ramaje  para  pasto  de  los  rebaños,  en  las  dehesas. 

fiístdolz,  regaliz. 

ftaste,  2l,  afuste  cuarenten  es,  viga  de  cuarenta  palmos. 

ftastet,  campeche,  según  el  Glosario  de  Savall  y  Penen. 

ftitesa,  n.,  bagatela;  cosa  de  poca  entidad:  parece  nacer  de 
fútil,  y  aunque  no  incluida  en  el  Diccionario  de  la  Aca- 
demia, se  halla  en  otros,  como  el  de  Campuzano.  En  la 
edición  de  1869,  ha  incluido  la  Academia,  como  espa- 
ñola, esta  voz. 


G 


Gabarda,  a.,  mosqueta  silvestre;  planta. 

gábote,  d.,  volante  ó  rehilete;  juego. 

gafarron,  n.,  ave:||n.,  se  dice  del  que  habla  mucho, 
principalmente,  con  alusión  á  los  niños. 

gafete,  c,  corchete;  voz  usada  en  Aragón,  en  donde  tam- 
bién significa,  perro  para  cazar  conejos,  según  Dozy. 

g^O,  d.,  porción  de  manzana,  naranja,  etc. 

galacho,  d.,  hoyo  ó  cortadura,  que  dejan  las  avenidas  ó 
aguas  derrumbadas. 

galafaton  (coger  en),  n.,  coger  á  uno  infraganti. 

galapatillo,  insecto  que  ataca  á  las  miescs. 

galas,  agallas;  antic. 

galce,  n.,  marco  ú  aro  y  también  rebajo. 

galdnifa,  a.,  peonza:  de  este  juego  nacen  otras  palabras, 
aragonesas  en  general,  que  por  su  poca  entidad  no  in- 
cluimos, como:  (fuique  y  quica^o.  cuando  la  peonza  cae 
perpendicularmcnte  sobre  el  dinero;  garranchada yQ\^^Ln'• 


o  245 

do  lo  desparrama  con  el  clavo;  tripe,  cuando  con  la  ba- 
rriga, etc. 

galera,  c. ,  casa  de  corrección  para  mujeres. 

;al£:ueado^  n.,  el  animal  que  ha  sufrido  persecución  de 
galgos,  consiguiendo  superarla. 

gallina  ciega,  n.,  ave;  capHmulgus  europceus. 

gallinero,  c. ,  cazuela;  localidad  de  teatro. 

gallipuente,  a.,  puente  que,  llevando  una  acequia,  sirve 
á  la  vez  de  paso. 

gaUofit,  p.,  ai'ialejo. 

gaDODi  a.,  césped  arrancado  délos  prados,  para  hacer  pa- 
redes, márgenes,  bancos  ü  otras  construf clones:  oo  se 
halla  en  las  últimas  ediciones  de  la  Academia,  aunque 
sí,  como  castellano,  su  derivado  gallonada,  tapia  fabri- 
cada con  céspedes. 

gallos  (a),  n.,  se  usa  en  la  frase,  hervir  á  gallos,  para  ex- 
presar un  hervor  muy  fuerte. 

gambada,  zancada  ó  paso  largo  ó  todo  el  movimiento  que 
permite  la  pierna  para  avanzar  ó  para  hacer  montar  con 
ella,  algún  obstáculo:  ||  vuelta;  excursión. 

gsna,  d. ,  darle  ú  np  diirle  á  uno  la  gana,  querer  ó  no  que- 
rer: II  a.,  eslarde  mata  gana,  hallarse  indispuesto:  {| 
a.,  mala  gana,  congoja.  En  este  último  sentido,  lo  usa 
Avellaneda  en  su  Quijote. 

gandumbas,  hombre  de  genio  blando;  carácter  poco 
activo. 

ganoso,  se  emplea  en  el  proverbio,  mds  vale  hora  ganosa 
que  día  perezoso. 

gaña,  d.,  extremos  de  herradura,  reja  ó  azada:  cierta 
parte  dentada  ó  en  forma  de  sierra,  que  tienen  en  lo  infe- 
rior de  U  cabeza,  algunos  pescados. 

garapatillo,  n.,  insecto  hemiptero:  \\  n.,  enfermedad  de 
los  trigos,  ocasionada  por  aquel  insecto. 
~  tero,   medidor  oficial  del  vino  y  el  aceite. 


gitül^t,  oficina  de  medición  de  vino  y  aceite:  es  eos- 
lumbre  en  algunos  pueblos,  arrendar  el  garapito  6  e> 
cbtstvay  de  la  medición  oficial,  y  esto  viene  á  ser  para 
ellos  un  arbitrio  municipal. 

gtrlia,  a.,  gavilla  de  mieses. 

farter,  garbear,  a.,  formar  las  garbas  ó  recogerlas. 

(arbo  (de),  con  abundancia  ó  prodigalidad;  y  así  se  dice, 
gastó  de  garbo  ^  en  aquellas  fiestas, 

garohofii;  alcachofa  :  así  se  lee,  en  un  no  despreciable 
poema  de  J.  B.  Felices,  dedicado  al  torneo  celebrado 
en  Zaragoza,  el  año  i63o. 

(argol,  p.,  batueco  ó  huevo  huero. 

I^arita,  n.,  cubierto  de  madera,  en  donde  se  vende  pes- 
cado: también  las  hay  de  quincalla,  juguetes,  etc. 

garlanda,  probablemente,  guirnalda  ó  diadema:  en  Or- 
denación para  coronación  de  las  reinas  se  lee,  salvo  que 
no  lleve  garnalda  ni  corona  en  la  cabera. 

garnacha,  a.,  uva  y  vino  de  cierta  especie. 

garra,  en  la  frase  estirar  la  garra  significa,  morir. 

garrada,  lo  mismo  que  gambada. 

garrampa,  d.,  calambre. 

garrapata,  n.,  se  dicede  la  sección  más  joven  ó  más 
desaplicada  en  las  escuelas  de  niños,  y  por  extensión,  de 
la  parle  menos  distinguida  en  cualquiera  reunión.  El  li- 
brero Cabrerizo,  en  sus  Memorias^  áxcQ.ya  nos  espera- 
ba medio  pueblo  y  algunos  soldados  de  garrapata. 

garras,  n.,  piernas  delgadas:  usa  esa  voz  el  Fuero  gene- 
ral de  Navarra  (el  mss.,  no  el  impresol  para  denotar  en 
general,  las  piernas. 

garraspa,  d.,  escobajo. 

garrear,  n.,  patalear;  agitar  y  mover  descompuestamente 

las  piernas;  ó  por  estar  impedido,  ó  por  dolof  ó  coraje. 
garrico.   campo  yermo:   se  lee,  en  antiguos  documentos 

aragoneses. 


G  247 

ganob,  p.,  algarroba. 
girron,  a.,  calcañar;  y  así,  al  que  lleva  las  medias  caídas, 

se  le  dice  que  las  lleva  al  garrón:  codillo  de  la  res. 
garroso,  d.,  paiicuerto, 
garufo,  d.,  garifo. 

garullada,  n,,  gurullada;  garulla  ó  conjunto  desordenado 
de  gcnles:  en  la  Fábula  de  Fineojr  las  Harpías,  que  se 
I        halla  recogida  por  Lezauu.  en  uno  de  sus  lomos  manuis- 
^^HMDs,  se  lee, 

^^^B'  yjoda  la  garullada 

^^^H  de  los  dioses  del  Olimpo. 

^^^BiSl.  a.,  césped. 
^ta,  ahujctas. 

^tamnsa,  n.,  mogígata',  hipócrita;  mujer  redomada:  [¡ene 
alguna  analogía  con  la  voz  gatatumba,  que  en  castellano 
significa,  simulación  de  obsequio,  reverencia  ó  dolor. 
gataria,  n.,  galera;  planta:  nepela  catarla. 
^tatumba ,  n.,  hacer  la  gatatumba,  hacerse  el  muerto:  la 
Academia  admite  esa  voz,  con  significación  oigo  diferente. 
fatuñada,  n.,  arañada. 
gauda,  gualda,  según  Glosario. 

gavia,  n.,  expresión  metal'órica.  para  motejar  á  uno  de  lo. 
co,  travieso  ó  calavera:  cordón  de   bomberos:  se  lo  he- 
mos oido  á  un  jefe  de  bomberos  de  incendios. 
gaviúo,  d.,  pretil. 
gay  ó  gayo,  d.,  arrendajo;  ave. 

gaya,  n.,  pieza  triangular  de  tela,  que  se  pone  en  las  ca- 
misas y  en  otras  prendas  del  trage,  para  dar  ensanche, 
hacia  la  parte  que  el  cuerpo  lo  requiere. 
gajrata,  a.,  cayada  ó  cayado. 

gaznatazo,  bofetón:  análogamente,  admite  la  Academia 
gaznatada. 

U-d.,  rentas  generales:  ||au]o,  en  la  Universidad 
fe  Zaragoza:  suele  usarse  en  plural  y  lo  hemos  leído,  la 


248  G 

última  vez,  en  un  informe  del  Arquitecto  D.  Tibofcio 
Delcaso,  sobre  d  estado  en  que  el  edificio  se  halkha 
en  i8i3,  después  de  haberlo  vobdo  los  franceses:  || 
a.,  aduana. 

>,  a.,  aduanero. 

[,  a.,  comunidad:  II  a.,  contribudon  que  se 
adeuda  en  las  aduanas.  Según  Dormer  se  llama  así,  el 
adeudo  arancelario,  porque  generalmente  lo  pagu  todos 
y  de  todo  lo  que  entra  y  sale  de  los  reinos. 

generalidades:  a.,  contribuciones  públicas. 

I^enud.  genio  y  geniazo:  la  Academia  define  solo,  omio 
adjetivo. 

gente  de  In  estope,  alpargateros,  sogueros  y  taloneras, 
según  D.  Vicente  de  la  Fuente. 

geribefoes,  Ji.,  gestos;  guiños;  visajes:  contorsiones. 

gemwm  (ir  á  la),  n.,  ejercer  el  oficio  ó  industria  de  ge- 

ROVERO. 

gerobero,  n.,  la  persona,  que  en  los  pueblos  de  corto  ve- 
cindario, se  destina  á  acarrear  de  las  ciudades  ó  pobla- 
ciones más  próximas,  las  provisiones  y  demás  objetos 
necesarios  v  convenientes:  se  usa  en  las  localidades  ra- 

vanas  con  Navarra. 

geiíL.  a.,  grifo;  espita:  .  c  labios  gruesos,  boca  y  aun  me- 
jillas: II  d-,  hinchar  á  uno  le  jeta,  darle  de  mojicones. 

g^tar.n..  arrojar;  lanzar: dícese  también  gitaryts  anticua- 
do: defínelo  Rosal  en  su  Diccionario  y  lo  deriva  de  agi- 
tare: véase  Guerra  y  Orbe  en  su  Fuero  de  Aviles,  p.*  71  - 

gatazo,  d..  bofetón. 

giguentena,  d..  multa  ó  pena,  por  abuso  en  los  riegos. 

jimenzar,  d.,  sacudir  agolpes,  la  simientedellinoócáñamo. 

giígol.  d..  azofaifa. 

girolitos,  n..  se  usa  en  la  frase,  no  merenga  V.  con  giro- 
Utos,  y  equivale  á  no  me  venga  V.  con  vanas  disculpas; 
no  me  embrome  1 '. 


o  340 

glanero,  d  campo  de  árboles  que  producen  los  glancs. 

glanes,  bellotas  de  una  clase  inferior,  que  se  destinan  so- 
lamente, á  los  animales.  Incluimos  esta  voz,  en  plural, 
como  siempre  se  usa;  tanto  por  ser  de  empleo  actual  y 
frecuente;  como  por  difírir  en  la  escritura  y  significación, 
de  la  voz  glande,  que,  anticuada,  admite  la  Academia; 
como  porque  tiene  sus  derivados. 

gobernudo,  n.,  se  dice,  de  la  persona  de  mucho  gobierno 
ó  de  la  que  se  alana  en  hacérselo  todo. 

gócete,  pieza  accesoria  de  la  lanza,  á  veces  con  picos,  que 
se  adaptaba  á  la  manija:  es  voz  que  no  incluye  la  Aca- 
demia en  este  sentido,  sino  en  el  de  pieza  del  yelmo  y 
sobre  la  cual  remitimos  á  la  palabra  roguete:  también 
significa  sobaguera  ó  guarda-axila. 

gonda,  en  la  Corona  de  Aragón,  dice  Quadrado,  se  daba 
este  nombre  italiano  á  la  aljuba,  ó  pelote,  ó  quezote,  que 
era  una  especie  de  tonelete. 

gerdaria,  n.,  grosor. 

gorga,  p-,  Az.,  la  olla  ó  remoHuo  que  hace  el  agua:  (en 
edición  i832  y  siguientes). 

gorgojo,  n.,  nombre  que  se  aplica  á  los  niños,  para  deno- 
tar, ó  su  pequenez  ó  su  viveza. 

goríto,  d.,ruin. 

gorrinera,  a.,  choza  en  que  se  encierran  los  cerdos. 
,  n.,  cucaracha;  insecto. 
,  puerco  ó  cochino:  en  Castilla,  puerco  de  aun 
no  cuatro  meses. 

gorrón,  n.,  ave  muy  conocida,  durante  el  verano,  en  la 
laguna  Je  Gallocanta. 

gorronera,  cárcel  en  que  entra  el  gorrón  ó  eje  de  las  puer- 
tas de  calle,  construidas  con  este  giro  y  no  con  bisa- 
gras. 

g^war,  n.,  atreverse:  osar,  decidirse  á  una  co^:  el  poeta 
»nardo  de  Sors  dice, 


252  6 

trascordados,  menciona  al  cabo  de  gua.tta^  encargado  de 
hacer  las  prisiones. 

gáéÜMB,  d.,  ovejas. 

guerra,  n.,  en  el  juego  de  dominó,  el  jugar  tres  ó  más,  ca- 
da uno  para  sí. 

gviar,  conceder  guiaje;  se  usa  en  los  Fueros, 

gu^a,  p.,  amosta;  legumbre. 

gniyoiiea,  d.,  especie  de  guisantes. 

gnüindijes,  n.,  adornos  superfinos  ó  impropios,  en  el 
traje  de  la  mujer:  Rosal  define  dingandujes  por  dijes^ 
de  donde  probablemente,  se  ha  derivado  la  voz  guilin- 
dujes, 

(uiiiea,  tumulto;  pendencia;  alboroto:  generalmente  se 
dice,  armar  guinea, 

gningorria  (á  la},  d.,  con  descuido;  de  cualquiera  mane- 
ra: dícese  sobre  todo,  de  las  prendas  de  vestir. 

guifiote,  d.,  brisca  real  ó  tute;  juego  de  naipes. 

guipar,  n.,  atisbar:  en  lo  antiguo  avispar:  también  signi- 
fica, divisar;  brujulear;  descubrir;  apercibirse  de  algo; 
por  ejemplo,  le  he  guipado  una  seña^  le  he  guipado  el  as 
de  oros.  En  el  Mundo  al  revés^  novela  de  R.  Aguilera, 
se  lee,  ha  guipado,  como  dice  ella  en  su  jerga  de  Cuar- 
tel, á  los  dos  amigos. 

guirlache,  n.,  turrón  compuesto  de  azúcar  y  almendra, 
sin  machacar. 

guisopo,  n.,  hisopo:  Lucas  Fernandez  lo  usa  y  la  Acade- 
mia admite,  el  diminutivo  guisopillo. 

guita  (hacer  la),  halagar  á  uno. 

guitarro,  n.,  se  dice  de  uno  que  es  de  la  enarca  de  los 
guitarros,  cuando  tiene  menos  estatura  que  la  que  co- 
rresponde á  su  edad. 

güito,  a.,  mulo;  macho;  asno;  y  en  general,  toda  caballería 
de  carga  que  es  coceadora  ó  espantadiza:  la  Academia, 
conviniendo  en  la  idea,  solo  califica  como  falso,  al  ani- 


maj^üiTO.  Macho  güito,  mal  vidriero:  expresión  prover- 
bial, con  que  se  indica,  que  para  empresas  delicadas,  no 
conviene  persona  irreflexiva  ó  violenta:  también  se  dice. 
y  tiene  mas  claridad,  macho  güito,  malo  para  el  vidrie- 
ro, esto  es.  para  el  que  acarrea  esta  mercancía. 

gliiton,  n.,  término  cariñoso,  equivalente  ai  depícarillo  ó 
pica  nielo. 

g;urg:ú,  n-,  abubilla:  también  gurgute,  borhule  y puput. 

gusaoado.  n.,  lo  que  está  dañado  ó  agujereado  por  los 
gusanos. 

giisuiarse,  n..  perderse  ú  horadarse  las  frutas  ó  árboles,  i 
causa  de  los  gusanos, 

leni,  d.,  herida  hecha  en  la  cabeza. 


L^MUli 


H 


Habarroz,  n..  guiso  compuesto  de  arroz  y  habas,  en  igual 

proporción. 
haberas,  desperdicios  de  las  habas,  después  de  trilladas. 
hatñlídoso,  n.,  d  que  tiene  habilidades,  ó  mas  bien  maña, 

para  operaciones   mecánicas:   la  Academia  lo  incluye 

como  provincial  de  Andalucía. 
habilitadoies,  n.,  compromisarios,  que  en  número  de 

diez  y  ocho,  nueve  por  el  rey  y  nueve  por  los  brazos  de 

las  Cortes,  examinaban  los  poderes  de  los  Diputados  ó 
las  calidades  de  los  que  Iban  sin  letras, 

,  n.,  locución  ó  frase  impropia,  incorrecta  ó  bár- 

hacer  teña ,  cortarla:  |i  n.,  hacerse  depencas. 
istirse  á  una  cosa:  hacer  vino,  venderlo:  (i  n,,  hacer 
cebada  ó  trigo,  cribarlos  en  la  era, 
da,  n.,  exclamación  ó  interjección,  equivalente  á  la  de 
[vamos!;  ¡arriba! 


^^¿fUada, 

^H^maistin 


364  S 

hildar,  n.,  pieza,  en  la  falda  del  vesticlo. 
baUMa,  n,,  pieza  que  generalmente,  rompe  en  la  dnura 

y  no  baja  mucho  de  ella:  en  Castilla  ^dt/¿f  y  /aU$$a. 

i,  n.,  hartazgo. 
1,  a.,  tributo  ó  censo  por  el  riego  de  tierras. 

Jueces  ó  zalmedinas  de  los  judíos,  según  Pos. 
t,  n.,  friolero. 

baodMIla,  n.,  se  dice  del  pelo  delgado  y  flojo,  que  la 
Academia  designa  con  el  positivo  hembra:  (|  n.,  trigo 
finoy  menudo, quela  Academia  califica  de  provincial,  de 
U  Rioja. 

iMVlMda,  n.,  jabonera;  planta. 

]ieriM|}aiite,  n.,  el  ganado  que  herbajea:  ||  n.,  el  ganade- 
ro que  tiene  herbajando  á  su  ganado. 

berime,  a.,  tributo  que  se  pagaba  de  los  ganados,  á  cada 
monarca,  al  principio  de  su  reinado. 

hendno,  n.,  el  que  posee  alguna  heredad  6  finca  rústica. 

bemgiá,  n.,  cualquiera  Calta,  abuso,  exceso  de  precio,  ó 
todo  lo  que  se  separa  algo  de  lo  razonable;  y  por  eso  es 
palabra  muy  usual  y  poco  ofensiva:  también  se  usa  en 
el  mismo  sentido,  la  palabra  hereje. 

herencio^  n.,  herencia. 

hermandad,  n.,  se  llama  en  Aragón  hermandad  llana,  á 
la  absoluta^  en  todos  los  bienes  de  los  cónyuges. 

hermanos  del  hospital,  asi  se  llamaba  en  Zaragoza,  á  los 
que  muchos  llamaban  Orates  y  todos  locos,  según  don 
Manuel  Vicente  Aramburu,  en  su  Relación  de  Fiestas 
de  1765. 

herrero,  n.,  ave,  del  orden  de  los  pájaros. 

hiladfllo,  c,  cinta  de  algodón:  la  Academia  dice  que  de 
hUo  ó  seda. 

hilana,  d.,  hilaza:  úsase  en  Navarra,  asi  como  Jilar^c  c 
i¡ar:(a. 


boa 

m 


a.,  hueca  del  hueso. 

Ulete,  c.  hilo  delgado. 

hilo,  n,,  filo:  el  HILO  de  la  espada,  dice  Zurita:  la  Acade- 
mia lo  pone  como  anticuado:  ||  a.,  hilo  de  palomar,  bra- 
mante: [|  n.,  hilada;  y  así  se  dice,  tapia  de  uno,  de  dos 
hilos,  por  los  cuerpos  ó  firmes  que  tiene. 

historiado,  n.,  todo  lo  que  tiene  mucho  ornato,  ya  sea 
mueble,  prenda  de  vestido,  etc.:  la  Academia  aplica  esta 
voz,  á  solo  la  pintura. 

hombre  del  oficio,  oficial;  ministro:  es  antic. 

hombres,  n.,  el  estado  llano  se  dividía,  en  ciudadanos  hon- 
rados, hombres  dsl  signo  del  rey  ó  de  lugares  realengos 
y  hombres  de  signo  iercícío  ó  de  pueblos  particulares. 

hombrizo,  n.,  hombron. 

hODOr,  n.,  ciudad,  villa  ó  lugar  que  el  rey  daba  y  sóbrela 
cual  ejerciacl  Señor,  jurisdicion:  se  dtxi&dar  en  honor:  || 
p.,  el  señorío  y  el  reino  del  monarca,  según  la  traducción 
[De  hace  Briz  Martínez  de  un  documento  latino  de 
io6i:||n.,  caballerías  de  honor,  la  nobleza  que  confc- 
los  ricos-hombres:  ||  n.,  bienes  inmuebles. 

honim  (hacerV  n.,  convenir;  contribuir  al  bienestar  de 
uno;  redondearle  en  sus  intereses;  p.  cj..  buena  honra  le 
hi^o  el  dote  de  su  mujer!;  le  hará  mucha  honra  esa  he- 
rencia. 

hODiado,  n . .  literalmente,  se  usii  en  significación  de  bueno; 
pero  empleándose  constantemente  en  sentido  contrario 
ó  irónico,  equivale  siempre  á  malo:  por  ejemplo,  ¡qué 
trigo  tan  honrado!;  ¡en  qué  moneda  tan  honrada  mepa- 
gal;  ¡qué Junción  tan  honrada  tenemos  esta  nocAe/fD  En 
Drrffnccío/ide  PedroIV  selee,  sían  entendidos  tapetes 


;])  A pBtf  iFDor  |<sr«c«  >iiir  «spribiú QuíToJo FQ  «u  csrtaXVdiICsbB- 
llSTO  do  la  TcaUft:  /Annrnrfa  Urmlnilla  (M  UAÍdO-'  >-  d«  la  tnianiD  Kigaiñca- 
cionpwiot  soren  Aragón  U  (raso  proverbliil;  lan  honrada  t*  Mariin  eomo 


256  H 

et  trapos  mas  bellos  et  mas  honrados  que  aquellos  déla 
sala  ó  palacio, 

hontciia,  pena:  en  el  término  de  Calatayud,  segiin  el  G>- 
mendador  Nuñez,  al  explicar  el  refrán,  cuando  bajr  nie- 
blas en  HONTEJAS,  apareja  tus  tejas. 

horada,  n.,  se  usa  en  la  expresión,  d  la  hora  horada^  para 
denotar  que  se  llega  a  la  hora  precisa,  y  sin  tiempo,  para 
la  preparación  que  algunos  asuntos  requieren. 

horas  mayoros,  véase  mediodiada. 

horca  pilera,  a.,  aviento. 

hormi^erO;  n.,  pájaro  zancudo,  de  plumaje  negro,  que 
se  alimenta  de  hormigas. 

hormiguillo,  n.,  se  usa  en  la  frase,  tener  hormiguillo ^ 
para  indicar  de  alguno,  que  está  en  continuo  movimien- 
to, ó  como  dice  la  Academia,  que  es  un  azogue. 

homo,  n.,  la  casa  ó  establecimiento  en  que  se  amasa  y 
vende  el  pan. 

horfadea,  n.,  huertos:  ||  n.,  hortalizas  que  en  ellos  se  crian*, 
y  por  eso  se  dice,  haber  llegado  el  tiempo  de  los  hortales. 

hoyu,  d.,  terreno  llano,  dilatado,  rodeado  de  montes. 

httObra,  a.,  barbecho:  tiene  varias  acepciones,  en  lenguaje 
figurado. 

huega,  d.,  buega;  mojen. 

huelga,  robaron  á  un  vecino  de  Farletc  en  el  camino  de 
Zaragoza  y  huklga  de  dicho  pueblo  y  del  de  Perdigue- 
ra^ hemos  leído  en  un  periódico. 

huerta,  p.,  tierra  de  regadío:  en  este  sentido  se  usa,  en  el 
Poema  del  Cid^  v.  i  i8i,  aludiendo  á  Valencia. 

huevatero,  ra,   n.,  el  que  vende  huevos. 

huevo  en  agua,  a.,  huevo  pasado  por  agua. 

huevos  bobos,  tortilla  con  pan  rallado,  aderezada  en  cal- 
do: il  huevos  en  cal:{oncillos,  huevos  duros,  con  caldo, 
ajo,  perejil,  etc. 

hurta-dineroS;  a.;  hucha;  alcancía. 


IbOD,  a.,  laguna  formada  de  manantiafcs  ¿arroyos,  cau- 
sados por  las  nieves  derrelidas:  tiene  alguna  analogía 
con  la  palabra  libom,  y  no  se  ha  admitido  por  In  Aca- 
denüia,  sino  en  sus  últimas  ediciones. 

imbiirsacion,  a.,  acción  y  efecto  de  imbursar  6  insacular. 

imbursar,  a.,  insacular. 

tmplaz,  n.,  úsase  en  la  frase,  de  mi  buen  iivplaz.  equiva- 
lente á  de  mi  buen  grado. 

impignoraciOD,  hipoteca. 

impropiaciOD,   falta  de  propiedad. 

ÍDdígnarse,  d..  enconarse  las  liagaR  ó  heridas. 

ÍBÜUlte,  p.,  corista  de  corta  edad,  en  las  catedrales  y  otras 
iglesias:   seise. 

ínflerno.  p.,  pilón,  á  donde  van  las  aguas,  que  se  han  em- 
picado en  escaldar  la  pasta  de  la  aceituna:  es  provincial 
de  Navarra  y  Aragón,  y  solo  se  halla  como  tal,  en  la  úl- 
tima edición  de  la  Academia. 

inflarse,  morirse. 

ingenio,  d.,  fábrica  donde  se  elabora  la  cera;  la  Academia 
dice,  que  cualquiera  máquina,  en  la  mecánica  ó  la  guerra. 

inquisidor,  a.,  cada  uno  de  las  ¡ucees  bienales,  nombra- 
dos por  c!  rey,  el  lugarteniente  ó  los  diputados,  para  in- 
quirir los  contrafueros  del  V ice-Canciller,  Regente  de  la 
Chancillería,  Asesor  del  Gobernador  y  Oidores:  ||  n., 
cada  uno  de  los  cuatros  que  instruían  proceso  contra  el 
justicia  ó  sus  lugartenientes,  reservándolo  ni  faUode  las 
Cortes,  á  quien  lo  presentaban.  comoGRELCE. 

insolutumdacíon,  dación  en  pago. 

íatermedios,  n.,  campos  ó  trechos  que  están  entre  otros. 

totcstia,  cierto  derecho  parecido  al  de  exorguia. 


258  I 

intima,  d.,  acto  de  apenar. 

intramarino,  n.,  del  tronco  paterno:  se  dice  bienes  libres, 
intramarinos  ó  del  tronco  paterno. 

inventario,  d.,  uno  de  los  cuatro  procesos  forales,  que 
consistía,  en  hacer  la  descripción  ó  embargo  de  los  bie- 
nes muebles  y  papeles  para  que,  al  amparo  de  toda  vio- 
lencia, dedujesen  las  partes  su  derecho. 

irasco,  d.,  macho  cabrío:  la  misma  significación  tiene,  en 
Navarra. 

ivierno,  n.,  invierno:  conforma  mejor  con  la  etimología 
latina,  así  como  las  voces  castellanas  anticuadas,  iiw^ 
nal  é  ivernar, 

izartigar,  roturar  de  primeras,  arrancando  la  maleza. 

ize,  ese:  en  Fonz. 

izo,  eso:  en  Fonz  también. 

izte,  el  comendador  Nuñez,  en  su  hermosa  Colección  de 
Refranes^  trae  este:  no  hay  cabras  y  ya  hay  ixtb.  ||  El 
Aragonés:  ixte  dicen  lo  que  acá  oxt  cuando  ojean  el 
ganado:  es  casi  lo  del  refrán,  hijo  no  tenemos  y  nombre 
le  ponemos. 


J 


Jábega,  red  gruesa  de  esparto,  que  allá  la  llaman  jabi-xía, 
dice  Pcllicer,  al  contar  (con  referencia  á  Alvaro  Martínez 
de  Toledo,  capellán  de  Juan  lí)  que  D.  Bernardo  de 
Cabrera,  fue  descolgado  de  la  cárcel  por  una  amiga,  en 
aquel  aparato,  pero  quedó  suspendido  á  la  mitad,  y  allí 
lo  pasó  afrentado  todo  el  día:  la  Academia  dá  una  signi- 
ficación muy  análoga. 

jábrega.  red  de  malla  gruesa,  que  generalmente,  se  usa, 
para  portear  la  paja. 


j  25n 

JalmgfO.  n.,  especie  de  cabra  monte's,  de  pelo  algo  mas  fino, 

jaculltoría,  n.,  se  usa  en  lenguaje  familiar,  como  eiiui- 
valente  á  las  frases  casteUanas,  vnyc  una  embajadas- 
miren  qué  embajada! 

jada,  a.,  azada. 

jadiar,   a.,  cavar  con  la  azada. 

jadico,  azadica  ó  azada  pequeña:  diminutivo  de  jada,  pero 
cambiado  d  sexo. 

jambar,  n.  aplanchar  y  dar  !a  última  mano  al  pantalón, 
en  la  parte  que  cubre  las  piernas, 

jamborlier,  a.,   camarero. 

jambrar,  a.,  enjambrar. 

jaque,  a,,  cualquiera  de  los  lados  de  las  alforjas:  también 
xeque:  es  árabe  puro:  ||  n.,  moneda  de  los  reyes  de  Ara- 
gón, y  así  dice  D.  Pedro,  mis  jaques  se  mezclaron  con 
sus  lorneses  [Lexique  de  Raynouard). 

jaquesa  (libra),  n..  véase  lebra  jaquesa. 

jarapote,  a.,  jaropeo. 

jarapotear,  a.,  jaropear  ó  dar  jaropes:  la  Academia  ín* 
irluye  esta  voz  y  la  anterior  como  provinciales,  igual- 
mente que  de  Aragón,  de  Andalucía. 

jarbar,  distribuir  el  agua  por  horas. 

jarbe,  el  tiempo  de  riego  que  toca  á  un  campo. 

jarcia,  n.,  jauria  de  perros:  ||n..  Aomireás jarcíaj,  per- 
sona de  conocimientos,  de  estudios .  de  noticias;  en  cuyo 
sentido  se  dice,  tener  muchas  jarcies:  \\  red  de  cuerda  de 
malla,  mas  espesa  que  la  de  jábrega. 

jarmeotar,  sarmentar:  también  ixarmcntar. 

jarrear,  n.,  jaharrar. 

jarro,  a.,  el  que,  y  sobre  todo,  la  que  grita  mucho,  ha- 
blando sin  propósito:  ||  d.,  medida  de  vino:  ||  c.,  ca- 
charro. 
J3SC0.  d.,  desabrido;  a'spero  al  paladar;  falto  de  jugo. 

ndamio  portátil,  de  mucha  solidez  y  ele- 


260  J 

vacion,  para  trabajar  en  alto:  difiere  algo  de  las  acepckh 
nes  de  la  Academia. 

jmto,  a.,  insípido:  sin  sal:  en  Murcia j¿ai¿/o.  s^^n  la 
Academia. 

Jebe,  a.,  alumbre. 

jeta,  a.,  véase  geta. 

jetar,  a.,  desatar  algo  en  cosa  líquida,  por  ejemplo,  wi 
ajo  en  el  guisado. 

jetaxo,  a.,  mogicon. 

jeto,  a.,  colmena  vacía,  untada  de  aguamiel,  para  que 
acudan  á  ella  los  enjambres. 

j^aBo.  a.,  arbusto;  bueno  para  el  ganado:  se  escribe  tam* 
bien  xijallo  y  se  pronuncia  sisallo, 

jimeiizar,  a.,  quitar  a  golpes^  la  simiente  del  lino  ó  cáña- 
mo, para  llevarlo  i  poner  en  agua. 

jisca,  c,  caña  que  se  cría  en  lugares  húmedos. 

jUar,  a.,  arrojar:  echar  fuera. 

jocaüar.  comprar  las  ropas  á  la  novia. 

jocalias.  n..  alhajas  destinadas  al  culto  divino:  tiene  co- 
nexión, con  una  de  las  acepciones  que  la  Academia  di,  á 
la  palabra  miZ^onerta.  Ducange  amplía  la  significación 
é  interpreta  iiionilic:,  gcmmce:  cnmili,  cheque  id  genus 
prctiosum.  También  Miguel  del  Molino,  da  C5a  signi- 
ti  cae  ion. 

joparse,  largarse  de  un  punto:  Jopo,  largo  de  aquí:yo/o 
que  he  y  leyc:  frase. 

jordi^a.  n..  ortiga. 

jorear.  n..  orear. 

jota.   c.  sonata,  canto  y  baile  de  Aragón. 

jovada.  a.,  terreno  cue  ara  en  un  día,  un  par  de  muías. 

jovenzano,  n..  iovencito. 

juagar,  n.,  en-uagar. 

Juan  Devana,  n..  Juan  Lanas;  marca,  hombre  afemi- 
iiado  en  sus  inclinaciones. 


J  261 

!^,  véase  jovada. 

Jubero,  n,,  colono  que  no  estaba  obligado  á  los  servicios 
Je  huerta  y  cabalgada,  con  que  se  resistía  á  las  invasio- 
nes repentinas  (Cuenca).  En  Navarra  le  dan  sus^.  aná- 
loga significación.  Mozo  de  carro,  según  documento 
aragone's  de  1192. 

jubo,  d.,  yugo. 

Judía,  n.,  ave  fría. 

jodia  de  sin  hilo,  variedad  muy  conocida  de  aquella  le- 
gumbre. 

jadiar,  n..  tierra  sembrada  de  judías. 

judiera,  n.,  la  planta  que  produce  el  fruto  Wñmadojudia. 

jadicante,  a.,  cada  uno  de  los  diez  y  siete  jueces,  que  fa- 
llaban sobre  los  ministros  de  justicia  ó  Jos  lugartenientes 
del  de  Aragón,  que  habían  sido  denunciados,  en  sus  ofi- 
cios: estos  magistrados,  también  se  llamaban  die\y 
sietes. 

jndienco.  n.,  despectivo  de  judío,  que  comunmente  se  usa, 
en  sentido  metafórico. 

Juez,  jue^  caledrero,  funcionario  que  residía  en  Madrid  y 
entendía  en  lo  relativo  u  provisión  de  cátedras  y  sus  in- 
cidencias: de  él  tratan  los  Gestis.  en  el  año  1741,  sí  bien 
esa  voz  era  común  á  las  demás  Universidades,  como  pro- 
cedente del  Consejo  de  Castilla:  |¡  n.,jue^de  la  casa  del 
rey,  Canciller,  según  el  Códice  de  las  Uniones  de  Ara- 
gón: II  a.,  jue^  de  enquesta,  Ministro  togado  que  hacía 
inquisición  y  procedía  de  oficio,  contra  los  de  justicia  y 
contra  notarios  y  escribanos;  ||  u.^jue^  medio,  Justicia 
de  Aragón :  }Uf\  de  la  Zeca ,  quizás  Director  de  la  Ca- 
sa de  Moneda:  en  lo^J'/.  se  trata  de  la  Casa  de  ¡a  Seca. 

jvgadero,  n.,  coyuntura  en  los  miembros. 

Joto,  yugo. 

Jngvesca.  n.,  partida  de  juego;  generalmente  improvisa- 
da y  tumultuosa. 


262  J 

juicio,  n.,  se  dice,  beberse  el  juicio  y  sorberse  el  juicio, 

.  como  en  Castilla,  tener  el  juicio  en  los  talones^  con  alu- 
sión, no  á  la  verdadera  locura,  sino  á  la  poca  reñexion 
ó  madurez,  en  algún  asunto. 

julepe,  n.,  se  usa  en  la  expresión  de  llevar  un  julepe^  para 
significar  llevar  una  tunda  ó  haber  sufrido  mucha  con- 
tradicción^ 6  haberse  dado  un  mal  rato\  sea  caminando, 
sea  desempeñando  algún  negocio. 

junta,  n.,  yunta:  ||  n.,  junta  de  cinco^  asi  se  denomina, 
la  de  acreedores  censalistas  de  Zaragoza. 

juñidera,  d.,  coyunda. 

juñir,  d.,  uncir. 

jurado  en  cap,  a.,  primer  jurado,  de  entre  los  insaculados 
en  otras  bolsas  de  jurados,  con  cuarenta  años  cumplidos. 

juratoria,  a.,  lámina  de  plata,  con  el  Evangelio  escrito, 
sobre  la  cual  juraban  los  magistrados:  también  la  había 
en  la  Universidad. 

juratorio,  a.,  instrumento  en  que  se  hacía  constar,  el  ju- 
ramento de  los  magistrados. 

jusano,  n.,  inferior,  según  el  índice  de  Blancas:  léase 

YUSANO. 

jusepico,  n.,  fraile  de  la  orden  de  S.  José:||n.,  hipó- 
crita; esto  es,  modesto  y  de  gran  compostura  en  la  apa- 
riencia y  por  lo  demás,  capaz  de  toda  travesura. 

jusmeterse,  n.,  someterse:  Jw^me^o,  sometido. 

justícia,  n.,  el  presidente  de  la  Casa  de  Ganaderos  de  Za- 
ragoza. 

Justicia  de  Aragón,  a.,  magistrado  supremo  que,  con 
cinco  lugartenientes  togados,  hacía  justicia,  entre  el  rey  y 
sus  vasallos,  y  entre  los  eclesiásticos  y  los  seculares,  ex- 
pidiendo en  nombre  del  rey.  provisiones  é  inhibiciones  y 
teniendo  á  su  cuidado,  la  custodia  de  los  fueros.  Aunque 
este  nombre  se  usa, como  masculino,  el  Códice  de  losPri' 
rilegios  de  la  Union^  le  antepone  siempre  el  artículo  /a. 


^^tícia  de  las  montañas,  n.,  justicias  ó  ¡ucees  creados 
^^^^p  Jaca  y  otros  puncos,  con  jurisdicdon  completa  para 
HHnjena  ciase  de  delitos,  sobre  lodo  para  ladrones  y  ase- 
■  ~'  smos:  creáronse  en  las  Cortes  de  Monzón,  en  i586, 
'      justiciado,   n.,  justiciazgo,  dignidad  y  tribunal  del  Jus- 
ticia de  Aragón:  |¡  n.,  oficio  del  Justicia  ó  Presidente 
de  la  Casa  de  Ganaderos. 
justillo,   d.,  corsé,  ajustador  en  las  mujeres:  en  algunas 

partes, _;'oííí7/o,  chaleco. 
jntar,  n.,  enjugar. 

jttvillo,  n.,  novillo:  ||  corrida  de  toro  de  ronda  ó  de  esos 
que,  con  tas  astas  encendidas,  se  sueltan  por  la  noche,  en 


I iO! 


ios  pueblos. 


L 


Labor,  p-,  simiente  de  los  gusanos  de  seda:  |¡  n.,  labor  de 
agua,  lluvia  que  cala,  á  la  profundidad  de  la  labor  de 

surco  ó  azada. 

labores,  a.,  precedida  del  verbo  hacer,  signiBca  esa  pala- 
bra, tomar  las  medidas  convenientes, para  la  consecución 
de  alguna  cosa. 

lacba,  n.,  se  usa  en  la  expresión,  tener  poca  lacha,  para 
manifesiar,  poca  aprehensión,  poco  fundamento. 

laeo,  nogue  ó  fosa  de  piedra,  en  que  se  cristaliza  el  capa- 
rros (Asso,  ^on,  pol.  255.) 

lama,  tela  tejida  de  oro  ó  plata,  dice  la  Academia;  pero 
Argensola  en  su  Descripción  del  Torneo  de  i6?o,  con- 
creta !a  significación  de  otra  manera  y  dice,  cincuenta 
lacayos  vestidos  de  tela  de  plata  a\ul,  que  dicen  l*«a. 

latnbresO,  lambrija. 

lambroto,  n--  glotón;  el  que  come  desmedidamente  y 
1.011  aían. 


264  I- 

lamin,  a.,  golosina:  se  usa  figuradamente,  en  sentido  de 
cebo  ó  atractivo,  cuando  se  dice,  al  lamín  de  la  dote  ca- 
yó en  la  trampa, 

laminar,  a.,  laminear,  n.,  lamer,  golosinear  ó  golosmear 
como  dice  la  última  edición  de  la  Academia. 

laminera^  a.,  abeja  suelta  que  se  adelanta  á  las  demás,  al 
olor  del  pasto  y  comida  que  le  gusta. 

laminero,  a.,  goloso:  úsase  también  en  Murcia.  Léese  en 
los  Engaños  de  Lope  de  Rueda,  y  la  Academia  ha  aca- 
bado por  adoptarla  como  española,  en  su  última  edición 
de  1869.  Se  usa  también,  para  calificar  lo  que  excita  co- 
dicia ó  engolosina  el  gusto  ó  convida  á  retenerlo,  v.  g., 
yo  no  presto  novelas^  porque  son  libros  muy  lamine-' 
ros, 

lampa,  n.,  se  usa  en  la  frase,  echarla  de  lampa  6  de  tram- 
pa ó  quizá  de  la  hampa  ^  con  la  que  tiene  indudable 
analogía,  para  indicar^  darse  importancia,  ponderar  uno 
su  posición  6  su  fortuna ;  vanidad  ó  confianza  en  sus 
medios,  en  sus  riquezas,  ó  en  sus  empresas. 

lámpara,  se  usa  en  la  frase,  vale  mas  que  la  lámpara  de 
Capuchinos  y  era  de  corcho. 

lampaza,  n.,  lampazo;  \AdiX\Xdi\  crecer  como  la  lampaba, 
por  desmesurada  ó  prematuramente. 

lantíerno,  aladierna;  arbusto:  también  lantemo  y  de  otros 
modos. 

lapo,  d.,  bofetón,  mas  bien  que  con  fuerza,  por  venganza 
o  desprecio:  del  latin  alapc. 

largueza,  listón  ó  cuairon.  para  travesanos  ó  entramados. 

laston,  yerba  seca. 

latifundo,  n.,  parece  designarse  con  esta  palabra,  en  algu- 
nos documentos,  el  Patio  de  la  Universidad:  la  significa- 
ción es,  como  se  sabe,  heredad;  posesión  extensa  en  el 
campo. 

latonero,  a  ,  almez:  drbol. 


L  2C5' 

telo,  n.,  lebrillo  para  lavar  las  ropas  dentro  de  casa,  á 
la  ligera. 

laya,  p-,  instrumento  con  dos  puntas  de  hierro,  para 
labrar  y  remover  la  tierra. 

léchala,  animal  que  todavía  mama:  generalmente  se  usa, 
con  aplicación  al  ganado  caballar. 

lechazo,  gusano  de  seda  que  ito  trabaja,  si  bien  crece  y 
toma  color  amarillento  y  no  aspecto  cristalino. 

lechecino.  n.,  cerrojas;  planta. 

lecherón,  a.,  vasija  en  que  los  pastores  recogen  la  leche:  || 
a. ,  mantilla  de  bayeta  ú  otra  lela  de  lana,  en  que  se  en- 
vuelve á  los  niños,  luego  de  nacidos. 

legsijo,  comentando  Pulgar  las  Coplas  de  Mingo  Revul- 
so, escritas  por  Rodrif^  Cota,  define  la  voz  mestas, 
ayuntamientos  que  facen  tos  pastores  donde  han  sus 
consejos:  y  en  un  ejemplar  de  letra  lortis,  que  tenemos 
á  la  vista  se  lee,  por  nota  marginal,  m.  s.,  en  Aragón 
decimos  legajo. 

le^Z,  Ti.,  la  tierra  que  descubre  un  rio,  acreciendo  á  la  he- 
redad lindante,  y  así  dicen  las  Ordinaciones  de  Zarago- 
:^a,pues  que  pueden  regar  las  tales  u-iias  del  río:  tam- 
bién le  llaman  deja. 

lelez,  n..  simplicidad;  tontera. 

lengua  de  serpiente,  rt.,  planta. 

lengudo.  n.,  lenguaraz;  largo  de  lengua;  picudo. 

leñar,  a.,  hacer  ó  cortar  leña. 

leñazo,  n.,  garrotazo. 

leqoela  y  letola.  borra  de  algodón,  según  dice  dubitati^'a- 
mente,  un  Glosario  moderno. 

letras,  a.,  certificación  ó  testimonio:  ||  n.,  letras  repetí- 
lorias,  las  que  los  jueces  eclesiásticos  dirigían  al  Jus- 
ticia, para  que  les  devolviese  la  persona  á  quien  había 
sacado  de  su  poder,  en  Tuerza  del  proceso  de  haníff.s- 

TACION. 


26G  L 

letrear,  Aula  de  letrear  se  llamo  en  la  Universidad  ^  á  la 

Escuela  ó  departamento  de  lectura. 
levada,  la  fracción  de  riego  ó  caño  que  se  pide,  para  re- 
gar una  pieza  de  tierra:  viene  á  ser  de  unas  cuatro  tejas. 
levantal,  n.^  devantal  ó  delantal:  usa  aquella  palabra  Co- 

varrubias,  en  la  voz  mandil. 
levantamiento,  a.,  ajuste  y  finiquito  de  cuentas. 
ley,  c,  cariño*,  fidelidad;  amor;  y  así  se  dice,  tener  paca 

ó  mucha  ley:  ||  d.,  no  tener  ley  al  pan  que  se  come^  ser 

un  descastado:  ||  n.,  echar  la  ley  y  tomar  algún  bocado, 

á  mitad  de  mañana. 
lezda,  n.^  tributo  que  se  pagaba  en  lo  antiguo  y  que  al* 

gunos  escritores  hacen  sinónimo  de  peaje:  en  Navarra 

era  muy  conocido,  si  bien  á  veces  tuvo  otro  significado, 

que  nosotros  entendemos  ser,  la  oficina  misma  de  la  re- 

caudacion. 
lema,  n.,  lesna. 
lianton,  n.,  soguilla;  ó,  como  se  dice  en  Aragón,  sogueta 

de  esparto,  para  sujetar  andamios,  etc. 
libón,  d.,  fuente  donde  borbolla  el  agua:  ||  d.,  depósito 

de  agua  para  una  tuente. 
libra,  c,  peso,  en  los  molinos  de  aceite:  ||  c,  libra  jaque- 

sa^  moneda  imaginaria  de  lo  sueldos  ó  i8  rs.,  28  mrs. 
libreta,   n.,  libra  de  carne  ó  de  pescado. 
licénciamiento,  clausura  de  las  Cortes. 
licenciar,  declarar  terminado  el  mandato  de  las  Cortes  y 

cerradas  sus  sesiones. 
liganton,  soguilla:  es  todavía  mas  usado  que  lianton. 
liestra,  d.,  planta  silvestre. 
lifara,  a.,  alifara. 
ligallero,  n.,   individuo  en  la  Junta  de  gobierno  de  la 

Casa-Mesta. 
ligallo.   a.,  Mesta  o  Junta  de  Ganaderos  ó  reunión  anual 

de  dueños  y  pastores,  en  que  antiguamente  se  dirimian 


L  Tffl 

s  controversias,  sobre  paso  de  ganados,  etc.:  [|  n.,  ca- 
pitulo de  ligallo,  la  reunión  general  para  elección  de 
oficios,  e!  tercer  día  de  Resurrección. 
Uparza,  n.,  legajo  ó  ligámun:  usa  de  aquella  palabra  Briz 

Martínez. 
Ugona,  11-,  azada. 
lulas,   d.,  aguinaldos. 
limaCO,  n.,  caracol  sin  concha. 
limitáneo,  n,,  título  de  algunos  señores,  á  diferencia  de 

provincia!,  que  distinguía  á  otros, 
Uriadura,  n.,  véase  HomaunA  y  rovura. 
lisiado,  d.,  alicíonada,  voz  ant-,  que  creemos  haber  usado 

Zurita,  alguna  vez. 
litOD,  d.,  almez;  fruto. 
Ittonero,  d.,  almez-,  árbol. 

"Un,  d.,  bramante:  II  de  /í'cíwm,  cuerda,  cordón,  urdim- 
k  bre;  en  Pctronio  se  lee,  de  simí  licium  prolulií  víirti 

s  filis  intortum  ceryicemque  yinxil  meam. 
lo,  en  el  modismo,  d  lo  que.  significa  cuando;  y  aunque 
esto  pertenece  al  lenguaje  del  vulgo,  se  usa  entre  perso- 
nas instruidas  y  le  vemos,  en  el  apreciable  poema  de  don 
» Evaristo  López  La  Al/onsiada^  en  estos  pasajes  de  los 
cantos  I  y  VII: 
Y  Á  LO  QUE  el  rubio  sol  cUiro  y  hermoso 
L       Mas  bello  en  el  vacio  resplandece 
^ : 

loacion.  aprobación  que  damos  á  un  aclo  que  requería  y 

no  tuvo,  nuestro  previo  consentimiento, 
loar,  prestar  loacion. 
lobero,  n..  d  que  mata  y  presenta  un  lobo,  en  la  Casa  de 

Ganaderos, 


i  LO  QDE  el  sol  doraba  en  lo  mas  alto 
Ims  cumbres  de  Israel,  marcha  al  asalto. 


268  L 

loguero,  el  que  ofrece  ó  acepta  su  trabajo  por  un  precio, 
en  el  cultivo  de  los  campos:  la  Academia  define  como 
castellanas  antiguas,  las  palabras  logar ^  loguer  y  logue- 
ro, pero  estas  dos  últimas,  solo,  en  sentido  de  salario. 

lomillo,  c,  solomillo. 

loiqa,  d.;  edificio  público,  para  depositar  artículos  de  co- 
mercio. 

loqjeta,  antecoro,  según  Marton. 

lorca,  n.,  nido  en  donde  crian  los  conejos. 

loriga,  aro  de  hierro  para  sostener  los  pucheros,  en  elh(^r. 

lorza,  d.,  pliegue  que  se  hace  en  los  vestidos,  para  alargar* 
los,  si  conviene. 

loseta,  c,  trampa  de  ladrillo,  piedra  ó  fosa  pequeña,  para 
coger  ratones  y  pájaros:  ||  n.,  morir  d  loseta^  perecer  por 
el  hundimiento  de  algún  piso  6  por  la  caida  de  algún 
ladrillo  ó  teja,  etc. 

lucerna,  lucemario,  n.,  tragaluz. 

lucero,  d.,  libro  becerro. 

luciar,  d.,  apuntar  la  reja  ó  arado. 

lucidario,  n.,  tratado  en  que  se  dilucida,  explica  ó  enarra 

algún  punto,  generalmente  histórico. 
luello^  a.,  grama  que  nace  entre  los  trigos. 
lugarteniente,  n.,  uno  de  los  cinco  asesores  letrados,  que 

auxiliaban  al  Justicia  Mayor  de  Aragón:  ||  n.,  el  asesor 

del  Justicia,  en  la  Casa-Mesta  de  Zaragoza. 
luición,  a.,  redención  de  censos. 
luir,  a.,  redimir  o  quitar  censos. 
luismo,  a.,  láudemio. 
luminero,   d.,   Mayordomo  de  Cofradía:  ||  n.,  Presidente 

de  las  Juntas  de  parroquia. 

lumen  domus,  d.,  lucero. 
lunaf  a.,  patio  al  descubierto. 

lupinos,  n.,  nombre  que  se  daba  algunas  veces,  á  los  ma- 
rá vedis  o  morabctinos. 


luyete,  c,  pajiitla  para  encender. 

lurte,  a.,  alud  ó  masa  de  nieve,  desprendida  &  los  valles, 
^^^«iesdc  la  cumbre  de  las  montañas:  esta  voz  no  se  halla,,  ^ 
^^^MÍno  en  las  últimas  ediciones. 


LL 


Llaliercii.  balsa. 

Ua^  (iNDiGNAnsR:  la),  a.,  enconarse;  irritarse. 

llana,  los  cordoncillos^  generalmente  diez,  de  regata  á  re- 
gata, en  la  muela. 

Üanería.  n.,  departamento  del  Hospital  de  Zaragoza,  para 
la  conservación  de  trapos,  vendajes,  etc. 

Uanero,  n.,  el  encargado  de  custodiar  y  fneüiiar  los  ven- 
dajes, trapos,  etc.  fOrdinr.ciones  1755.) 

Uaute.  llautero,  n.,  el  que  tripula  barcos  dc' acarreo. 

llatacion,  planta, 

Uavera,  n.,  el  ojo  por  donde  entra  la  llave,  para  abrir  la 
cerradura. 

nepaT  ^-1  acción  y  efecto  de  recoger,  allegar  ó  juntar:  || 
d.,  hacer  ia  llega,  recoger  limosna,  los  traiks,  ertmla- 
ños  ó  santeros. 

lleg;ar,  c,  recoger. 

llego,  n.,  pliegue. 

Uiron,  liton. 

llironero.  litonero. 

lloradera,  n,,  especie  de  pasión  dc  ánimo,  que  se  resuelve 
3  llanto,  imposible  de  contener:  el  acto  de  llorar 
da  é  irresistiblemente:  so  dice,  al  saber  le 
;  su  padre,  te  entró  una  u.oru>kka,  que  llegó 
tdamos  cuidado. 


270 


M 


Haearra,  accesión  de  frío  ó  calor:  asi  nbs  lo  ha  comuni- 
cado un  medico,  refiriéndose  á  localidad  determinada. 

rnteatmllo,  torpe;  obtuso. 

macelo,  d.,  rastro.  Ducange,  aunque  sin  apoyarse  en  ci- 
tas aragonesas,  incluye  esa  voz  y  las  de  macelator^  mar 
cellanus^  macellare,  macellariuSy  etc:  en  italiano  se  usan 
macellajo  y  macellaro,  como  carnicero;  macello^  como 
matanza  y  carnicería;  macellare,  como  degollar. 

macerar,  n.,  sobar  ó  apretar  la  masa  de  que  se  hace  d 
pan. 

macero,  c,  pertiguero;  oficio  de  las  iglesias. 

macho  llano,  n.,  cabrio  castrado. 

madera,  n.,  se  usa  en  la  frase  tener  mala  madera^  para 
indicar  el  estado  accidental  de  debilidad  orgánica  ó  ner- 
viosa, ó  de  displicencia  y  flojedad  en  el  ánimo. 

maderista,  a.,  maderero. 

madraza,  d.,  madrona. 

madrílla,  a.,  boga;  pez  de  río. 

madrillera,  a.,   instrumento  para  pescar  madrillas. 

maduro,  pazguato. 

maestre  racional,  a.,  ministro  real,  que  tenía  la  razón  de 
la  Hacienda,  en  cada  reino. 

maestro  racional,  a.,  maestre  racional  ó  Contador  Ma- 
yor. 

mai§ar,  d.,  entrecavar. 

mainatillo,  n.,  apodo  con  que  la  gente  vulgar  denuesta 
á  los  jóvenes  de  regular  fortuna,  clase  ó  apariencia:  es 
derivación  de  magnate. 

msye,  n.,  lujoso;  elegante:  bien  puesto  de  traje:  en  Cas- 


M  271 

Ua  se  refiere  prindpaltnctue,  al  desgarro  ó  libertad  de 

f  maneras. 

,  cuidado;  zozobra:  suele  decirse  en  algunas  lo- 
calidades, no  te  dé  mal  por  no  le  dé  cuidado:  ||  n-,  se  usa 
en  la  frase,  por  mal  que  se  cuide^  por  mal  que  se  líic/er- 
tó  y  otras,  como  reduplioativa  causal  ó  en  equivalencia 
de  la  palabra  causa. 

malagana,  a.,  industria  para  sentar  los  enjambres  que 
salen  de  las  colmenas. 

mala-TOZ,  opinión  judicial  contra  la  propiedad,  ó  pose- 
sión, ó  libertad  de  los  bienes,  sobre  lo  cual  puede  verse, 
entre  otros  pasajes,  cl  libro  Vil  de  los ^'.,  titulo  de  pr*- 
scriptinnibus. 

malbusca,  d.,  mujer  inquieta,  sagaz  y  astuta. 

maleta  (pasar),  pasar  mal  rato. 

malfarás,  n. .  sa  dice,  del  muchacho  travieso  ó  mal  inten- 
cionado. 

mal-mandado,  inobediente. 

malmeter,    c,  malbaratar;  gastar;  echar  á  perder. 

malo-  mal,  en  sentido  de  adverbio;  p,  ej.,  me  sabe  malo, 
repulir  dos  veces  las  cosas. 

malperder,  malgastarse  ó  disiparse  alguna  cosa. 

malqueda,  aquel  que  no  cumple  lo  que  ofreció,  ó  lo  que 
había  derecho  á  esperar  de  él. 

mal-trabjga,  n.,  haragán;  perezoso  para  el  trabajo. 

malvar,  n.,  adulterar,  amerar  ó  empeorar  las  condiciones 
de  algim  objelo,  especialmente  comestible;  ][  n.,  ma- 

■  tearse  ó  empezar  á  contraer  malos  hábitos  alguiia  perso- 
la:  en  sentido  muy  scmejanle,  pero  no  igual,  vemos 

■  que  toma  aquel  vocablo  la  Academia. 
,  la  Academia  la  dá  como  española  y  autores 

castellanos  la  usan,  como  puede  recordarse  en  una  bella 
obra  de  Castillejo,  pero  Avellaneda  dice,  tengo  en  el 

■  cuerpo  tres  de  malvasia  que  llaman  en  esta  tierra  len 


1»   - 


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•        ^ 


-     *  •-  *.*.-- 


^ 


M  273 

edición  de  1869,  la  dá  como  española,  con  la  significación 
de  persona  revoltosa  y  que  se  mete  en  todo :  en  Aragón 
fué  siempre  usual. 

manifecero,  manifacero:  se  usa  con  más  frecuencia  que 
esta  palabra. 

manifestación,  a.,  uno  de  los  cuatro  procesos  Corales, 
que  consiste,  en  avocar  al  tribunal  del  Justicia,  y  mo- 
dernamente i  la  Audiencia,  la  persona  y  proceso  de 
quien  se  halla  preso  por  el  juez  incompetente  ó  eclesiás- 
tico, hasta  que  examinado  el  punto,  se  ponía  en  libertad 
al  preso  ó  se  le  entregaba  á  quien  tuviese  derecho  de 
juzgarle. 

manifestar,  ^.,  poner  en  libertad,  por  despacho  del  Justi- 
cia, á  los  que  la  pidieron  para  ser  juzgados. 

manificio,  manufactura;  antic. 

manta,  n.,  la  prenda  que  completa  el  traje  del  pueblo,  cu- 
briendo todo  el  cuerpo,  á  manera  de  capa;  viene  á  ser, 
una  tira  ancha  de  grueso  tejido,  la  cual  tiene  doblada 
por  igual  y  cosida  la  tira  de  uno  de  los  extremos,  for- 
mando una  bolsa. 

mantell,  n.,  ropa  rozagante,  según  el  índice  de  Blancas. 

manteta,  manto:  el  notario  Beneded,  i283,  escribía,  tiene 
(la  imagen  de  la  Virgen  de  Magallon)  tma  manteta,  de 
carmesí  terciopelo. 

mantornar,  d.,  binar  ó  dar  segunda  labor  á  la  tierra,  des- 
pués del  barbecho. 

mantudo  (pollo),  n.,  persona  muy  sensible  al  frío,  ó  que 
busca  con  frecuencia  el  abrigo. 

manzana,  fruta:  esperiega^  helada^  comadre  y  rayada^ 
morro  de  vaca^  cuero  de  dama,  pero^  y  otras  variedades; 
unas  comunes  en  España,  y  otras  de  nombre  puramente 
aragonés,  que  no  enumeramos. 

manzanita  de  dama,  a.,  acerola. 

manzanilla  de  pastor,  n..  planta. 

18 


2^4  M 

maña,  manojo  pequeño,  dice  la  Academia,  pero  lo  inclui- 
mos aquí,  por  haber  visto  en  una  Relación  oficial  de 
1818,  que  en  Aragón  estaba  marcado  taxativamente, 
pues  había  casilla  de /ajos  y  su  submúltiplo  mañas,  y  se 
consignaban,  por  ejemplo,  10  fajos ^  7  mañas. 
mañanada,  n.,  principio  de  la  mañana. 
maño:  n.,  hermano;  expresión  cariñosa  y  familiar,  aplica- 
da algunas  veces  á  los  amigos  íntimos. 
maravedí,  a.,  el  tributo  que  de  siete  en  siete  años  paga- 
ban al  rey  los  aragoneses,  cuya  hacienda  valiese  diez 
maravedís  de  oro  ó  siete  sueldos,  que  era  su  valor,  en 
tiempo  de  Jaime  el  Conquistador. 
marcar,  véase  marcas. 

marcas,  ocupaciones  de  bienes  y  mercaderías,  para  satis- 
facer de  verdaderos  o  supuestos  agravios  ó  daños,  á  lo 
cual  los  catalanes  llamaban  represalias:  estos  las  pro- 
veyeron contra  los  aragoneses  a  todo  el  Principado,  pe- 
deciendo  los  mercaderes  los  efectos  de  una  embcra:{psi- 
sima  ejecución,  en  grave  daño  de  ambas  Generalidades^ 
pues  era  preciso  contramarcar  j^  correr  reciprocas  las 
ocupaciones.  Pedro  IV  y  Fernando  el  Católico  las  te- 
nían prohibidas  y  la  Diputación  comisionó  conlra  ellas, 
en  i522,  á  Pedro  Molón,  cerca  del  Virey.  Diputados  v 
Concelleres  de  Barcelona,  lodo  lo  cual  explica  Sayas  de- 
tenidamente, en  sus  Anales. 
marcelina.  n..  macerina  ó  servicio  de  chocolate,  comun- 
mente de  plata,  que  consiste,  en  una  bandejila.  á  la  cual 
va  adherido  un   pocilio,    destinado  a  contener  la  jicara 
que  es  de  la  misma  especie,  pero  |:ieza  aparte. 
marcida.  n..   se  dice  de  la  oliva  fermentada:  es  voz  locíd. 
marcil,  se  dice  del   cerdo  de  poco  peso,   como   nacido  en 

Marzo. 
m!?irco.  n..  el  armado  de  madera,  en  que  se  acondiciona  y 
prensa  el  turrón  de  almendra:  ;¡  n..la  cantidad  de  turrón, 


t]ae  se  elabora  en  cada  marco. 

mardano.  d..  morueco  que  se  deja  para  padre. 

márfe^,  a.,  jergón  de  tela  tosca:  el  Glosario  de  Dozy  y 
Kngclmann  interpreta,  almohada. 

margiD,   n.,  margen. 

marguia,  n.,  margen  de  rios  ó  heredades:  es  femenino,  y 
se  vé  usado,  en  las  Ordinacioríes  de  Zaragoza. 

mari,  n..  palabra  que  se  antepone  á  otras  muchas  para 
denotar,  frecuencia  en  alguna  cosa:  dícesc  de  uno  mari- 
prisas,  mar  i-enredos,  mari-apuros.  como  si  se  dijera, 
el  hombre  de  las  prisas,  el  hombre  de  los  enredos,  el 
hombre  de  los  apuros. 

marino,  m..  pescador:  ant. 

maríquilla.  n.,  márfega;  voz  local. 

marítima,  n..  lo  que  non  podemos  sino  en  O.Ubalunri'- 
cerca  la  marítima,  dijo  Pedro  IV.  licenciando  alas  Cor- 
tes, en  24  de  Octubre  de  i?47. 

,  murmurar  para  sí,  á  media  voz:  rcfunfu- 


.  tela  basta  de  estopa  y  pelo  de  cabra.  Blan- 
cas dice  que,  á  la  muerte  de  D,  Juan,  hijo  de  Fernando 
el  Católico,  vistieron  los  caballeros  por  luto  márbaoa 
negra,  que  antes  en  Castilla  era  de  jerga  blanca,  llama- 
da marga.  Según  Argensola.  llamóse  HjÍrráoa  ó  indrrc- 
gil.  al  luto. 

marrano,  n.,  cerdo:  ||  n.,  hombre  zafio,  abrutado:  la  Aca- 
demia, en  i86(j,  define  como  españolas,  las  dos  acep- 
ciones de  cerdo  y  persona  sucia. 

márreg:»-  a.,  marga;   jergón. 

marrillo,   p-,   palo  corto  y  algo  grueso. 

marrón,  cierta  variedad  de  la  castaña,  principalmente  en 
Navarra:  se  aplica  también  al  color:  es  derivado,  sin  al- 
teración, del  idioma  francés. 
.  fritada. 


276  M 

martujos  (pasar),  pasar  disgustos 

marva,  cierta  clase  de  vino. 

marzear,  n.,  se  usa  en  la  frase  proverbial,  si  Mar:{0  no 
mar:{ea,  Abril  acantalea;  y  se  entiende  por  marcear j 
reinar  vientos  fuertes  y  fríos. 

mas,  d.,  casa  de  campo  en  secano:  ||  n.,  tan;  como  se  ve 
en  las  muchas  y  muy,  vulgares  locuciones,  parecidas  á 
esta,  ¡qué pan  mas  blanco!:  \\  n.,  ni  más  ni  mangas^  ex- 
presión de  asentimiento,  pero  tomada  generalmente,  en 
sentido  contrario. 

masa,  a.,  casa  de  labranza,  con  sus  tierras  y  aperos:  ||  n., 
plata  en  masa,  plata  en  bruto  ó  sin  labrar,  no  licuada  6 
derretida,  que  es  la  acepción  castellana. 

masada,  p.,  masía:  también  se  usa  la  palabra  masadero^ 
por  el  colono  ó  vecino  de  la  masada:  ||  n.,  lo  que  se 
amasa  de  una  vez. 

masar,  c,  amasar. 

máscara,  d.,  tizne. 

mascarar,  d.,  tiznar. 

mascaron,  n.,  tizne  ó  mancha,  generalmente  en  la  cara: 
II  n.,  dibujo  informe  ó  mal  ejecutado:  ||  n.,  persona  ri- 
diculamente ataviada:  ||  n..  mascaron  de  proa,  persona 
de  facciones  exageradas. 

masero^  n.,  lienzo  en  que  se  acomodan  los  panes,  para 
llevarlos  á  cocer. 

maseta,  n.,  engrudo  ó  pasteta,  para  pegar  cuerpos  de  fá- 
cil adherencia. 

masía,  a.,  cortijo;  masada  ó  casa  de  labor:  por  su  etimo- 
logía griega  significa,  tierra  pallada  acerrada. 

masico,  diminutivo  de  mas  y  este  de  masía:  marcan  tres 
grados  en  la  propiedad. 

masobero^  d.,  el  que  vive  en  cortijo. 

mastín  isleño,  perro  de  una  especial  ferocidad:  en  i5io 
mandó  el  rey,  que  pena  de  5o  escudos,  nadie  llegase  en 


Barcelona  estos  perros  de  ayuda,  sino  sus  alguaciles, 
porque  ejecutaban  estragos  increíbles:  vinieron  con  los 
muíhos  isleños  (baleares),  que  por  entooces,  se  traslada- 
ron á  Barcelona. 

mastique,  n.,  plaste. 

mUtO,  a.,  el  árbol  donde  se  injiere  otro:  animal  macho; 
acepción  que  hemos  oido,  en  la  provincia  de  Huesca. 

mastranzo  nevado,   n.,  mema  silvestre ;  planta. 

mastuerzo,   n.,  majadero;  persona  inútil  ó  muy  negada. 

mata  de  pelo,  d.,  crencha. 

matacabra,  d.,  granizo  menudo  y  frío,  que  cae  en  el  in- 
vierno. , 

matacán,  n.,  cierta  clase  de  liebres  muy  corredoras,  tas 
iiuc  se  distinguen  por  su  menor  volumen  y  por  una  co- 
mo estrella,  que  llevan  en  la  frente- 
matacía,  u-,  muerte  ó  matanza  de  animales  para  el  con- 
sumo. 

matafalüa,  anis:  también  mata/aluga  y  batafalúa:  se 
halla  en  diversos  cabreos. 

mata-gallepos,  n.,  arsolla;  planta. 

mata-poUo,  n.,  planta. 

matapuerco,  n.,  mondongo  del  cerdo,  esto  es,  los  embu- 
chados que  de  él  se  hacen,  como,  longaniza,  morcilla, 
etc.:  II  n.,  la  operación  o  faena  del  mondongo. 

matedas,  n.,  papel  pautado  ú  cartapacio:  la  Academia  in- 
cluyeesa  voz  comoanticuada,en  significación  de  muestra 
qui;  se  dá  álos  niños, para  que  imiten  la  forma  de  la  letra. 

mayenco,  d.,  deshielo  de  nieve  en  primavera. 

mayordombre,  a.,  prohombre;  veedor  ó  maestro  que 
preside  un  gremio. 

mayordombría,  a.,  oñcio  de  prohombre. 

mayordomo,  u.,  en  Zaragoza,  cada  uno  de  los  ires  jaeces 
que  ejercían  jurisdicción  mercantil,  en  el  palacio  de  la 
"  "^putacion,  después  del  medio  día  {M.  Molino.) 


2^8  M 

maza,  c,  pértiga. 

mazacote,  n.,  se  dice  de  cualquiera  objeto  de  arte  no  bien 
concluido  y  en  que  se  ha  procurado  más  la  solidez^  que 
la  elegancia  y  ligereza. 

mazada,  n.,  pensamiento  ó  solución  sin  replica,  que  co* 
munmente,  no  brilla  por  su  ingeniosidad,  sino  por  su 
exactitud;  y  que  suele  proceder  de  persona  taciturna  ó  no 
muy  locuaz,  y  así  se  dice,  fulano  tiene  unas  ma:{adas¡ 

mazarron,  n.,  el  que  defraudaba  al  fisco,  dejando  de  pagar 
el  peaje  ü  otro  derecho  de  pasaje:  así  se  infiere  de  los 
actos  de  Cortes  en  que  se  definía  y  penaba  ese  delito, 
é  tomábanles  por  mazarrones  sino  pagaban:  non  sia  api- 
do  por  mazarron  tnas  se  sea  tenido  pa^ar  el  dicho  pea- 
ge:  II  n.,  la  misma  pena  en  que  incurrían  los  defrauda- 
dores, que  era  la  pérdida  de  lo  que  transportaban  y  aun 
todas  las  cosas  en  que  se  cometía  el  fraude,  como  caba- 
llerías, barcas^  etc.:  las  ditas  penas  et  mazarrones  sian 
divididos  et  divididas  segund  se  siguen\  esto  es,  por  cuar^ 
tas  partes  entre  el  señor  del  territorio,  el  aprensor,  el 
fisco  y  los  funcionarios  públicos. 

mazo^  n.,  badajo. 

mazonero,  n.,  albañil. 

mazorril,  n.,  mazorral. 

meadina,  n.,  meada. 

mea-perros,  n.,    planta. 

media,  n.,  medida  de  granos,  equivalente  á  la  fanega  ara- 
gonesa: en  Castilla  equivale  á  media  fanega. 

medial,  se  usa  en  la  frase,  á  mcdiciL  para  decir  que  se  lle- 
va una  finca  o  un  negocio  entre  dos,  por  iguales  partes. 

medialero,  el  que  lleva  á  medias  con  otro,  una  finca: 
también  se  usan  las  voces,  ter clero  y  á  tercio. 

medianil,  n..  tabique  que  divide  dos  casas  o  habitacio- 
nes ü  departamentos:  también  se  dice,  de  las  tapias  di- 
visorias de  huertos  y  heredades. 


K  271) 

dividir  por  milad:  léese  en  las  leyes  palati- 

ñas  de  Jaime  II  de  Mallorca. 
Bediero.  a.,  el  que  va  á  medias,  en  la  administración  de 

tierras  ó  cria  de  ganados. 
mediodiada,  las  horas  próximas  al  mediodía:  es  voz  que 

hemos  oido  á  algunos  labradores  y  que  hallamos  muy 

aceptable  y  muy  en  consonancia  con  las  de  mañanada, 

tardada,   etc. 
meditar,  n.,  recrear  el  ánimo,  principalmente  en  la  caza, 

scgiui  Ducange,  el  cual  incluye  también  la  voz  medila- 


\,  miedo;  pavor:  se  dice,  le  entró  unamedrann, 
cucndo  i'ió  loi  alguaciles! 
mfgana.  U..  isla  de  rio. 
BMJer-  dar  vuelta  á  los  lagares  ó  remover  la  brisa,  ú  poco 

de  fermentar. 
m^estnos,  cierta  clase  de  maravedís,  que  menciona  Asso. 
nelgmzo,  mellizo;  barbarismo  de  algunas  localidades. 
melón  de  agua,  p..  sandía. 
melsa.  a, ,  bazo:  )|  n.,  flema-,  calma:  poltronería. 
memoria,  p,  se  dice,  caer  ó  dormir  de  metnoria,  para  de- 
notar, que  en  posición  supina  ó  boca  arriba. 
mena,   mina  de  fierro:  la  Academia  admite  esta  voz,  cu 
¡sentido  de  mineral  en  bruto  ú  en  sudo,  pero  la  signifi- 
^M 'Mcion  no  es  ídc'ntica  y  por  eso  Ponz,  en  su  Viaje  ar- 
^^■Hflfco,  dice  bien,  d  la  izquierda  salinas  de  ojos  negros 
^HB'^^fi  derecha  minas  de  afierro:  aqui  las  llaman  hienas. 
^'UéBAra,  mujer  menor  de  edad. 

mensa,  n..  algunos  escritores  usan  esta  palabra,  como  si- 
nónima Je  prepositura ,  pero  dando  á  ésta  diferente  va- 
lor que  la  Academia. 
mensurático.  n..g(!nero  de  tributo,  que  también  se  llama- 
b,l  mensuraje. 
MDUCeleS,  a.,  los  frutos  Je  poca  monta  que  se  percibían 


280  M 

del  diezmo,  para  distinguirlos  de  los  granos,  acdte  y 
vino:  llamábaseles  también  minucias, 
menucier,  n.,  repartidor  de  las  viandas,  para  la  mesa  del 

rey. 

menttdfllo,  a.,  moyuelo;  salvado  menudo. 

menudo,  moneda  submúltiplo  del  sueldo  aragonés,  que 
suponemos  de  medio  dinero  ó  equivalente  al  maravedí. 
Se  menciona  en  la  cuenta  del  conñtero  de  la  Universi- 
dad, de  1756. 

meon,  vé^se  lechazo. 

mera,  n.,  marca  para  el  ganado. 

merced,  aunque  la  Academia  la  deñne,  ei}  el  mismo  sen- 
tido, que  aquí  nosotros  le  damos,  esto  es,  en  el  de  trata- 
miento de  cortesía,  en  favor  de  aquellos  que  no  tienen 
derecho  á  tratamiento  superior,  sin  embargo,  la  frecuen- 
cia con  que  hoy  en  Aragón  se  usa,  en  frase  como  esta, 
su  merced  me  ha  dado  esto  para  F.,  principalmente,  si 
se  habla  de  los  padres  ó  personas  de  superior  clase,  y  el 
habernos  excitado  á  incluir  esta  palabra  el  erudito  don 
Vicente  Lafuente,  añadiendo,  que  en  su  opinión,  el  prin- 
cipio de  autoridad  y  la  cohesión  de  la  familia,  fueron 
siempre  mayores  en  Aragón  que  en  Castilla,  nos  ha  de- 
cidido á  adoptar  como  aragonesa  esa  palabra,  apesar  de 
nuestro  imparcial  rigor  en  este  punto. 

merendola,  n.,  merendona. 

merinos,  maravedís  de  cierto  valor,  que  también  se  con- 
taban por  medios. 

mermar,  c,  disminuirse  alguna  sustancia  al  calor. 

merzina,  n.,  homicidio,  según  documento  de  Jaime  I,  ci- 
tado por  Ducange. 

mesa,  n.,  se  dice  mesa  de  sastre,  por  aquella  en  que  falta 
accidentalmente  el  pan,  como  en  Castilla  se  dice,  mesa 
gallega. 

mesache,  cha,  n..  muchacho,  muchacha;  mozo.  moza. 


meseguería,  n.,  derecho  que  se  pagaba  por  él  paso  de 
ganados  trashumantes,  junto  á  los  sembrados,  según  se 
indinanacreerlolosilustradosaa.de  )as  Instituciones 
de  Derecho  aragonés,  SS.  Franco  y  Guillen:  |1  n..  oficio 

del    UESKCUERO. 

mesee;uerO:  a.,  el  que  guarda  las  viñas. 

mesmameute,  adverbio  derivado  de  mesmo  ó  mismo,  con 
igual  significaeíon,  v.  g.,J'o  mesmamente  se  ¡o  dije,  por 
yo  mismo:  significa  lamh\íx\  precisamente  ó  punlval- 
mente:  \,  g.,  mesmamente  aquei  áia  no  estabayo  en 
casa. 

mesnaderos,  n.,  nobles  de  segunda  clase,  educados  en  el 
palacio  real,  según  Zurita,  en  índices  rerum  ab  Arago- 
nice  Regibus gestarum,  (Zaragoza.  1578),  lib.  I,  pág.  S2. 

mestura,  a.,  trigo  mezclado  con  centeno. 

misjja,  la  Academia  admite  esta  palabra,  como  moneda  de 
valor  de  medio  dinero  y  la  meaja  como  antigua  de  Cas- 
tilla, de  '  |o  maravedí:  pero,  así  y  todo,  la  incluimos  co- 
mo aragonesa,  pues  en  este  sentido  la  han  tratado  varios 
autores.  Guido  Morel,  en  su  Minerva  Aragonitp,  i536, 
la  dá  el  valor  de  '¡n  real  ó  4  dineros  jaqueses  y  lá  tra- 
duce, Malcus  yet  obolus:  hay  también  un  discurso, 
{i663),  sobre  el  óbolo  aragonés,  de  valor  de  4  dineros  y 
3  partes  de  piala  por  una  de  cobre. 

miajas,  n.,  la  cantidad  con  que  contribuye  cada  hermano, 
para  los  gastos  de  la  cofradía, 

mi^jero,  puchero  pequeño. 

múgitina,  diminutivo  de  muja,  que  por  lo  irregular  in- 
cluimos. 

micer,  n.,  título  de  alguna  distinción,  que  sedíóun  tiem- 
po, á  los  letrados. 

Bicero,  n. ,  entremetido;  persona  que  se  pone  en  lo  que  no 
le  importa;  algunos  derivan  de  la  anterior,  esta  palabra. 
,   medida. 


284  M 

moUon,  carnero. 

molturar,  moler,  especialmente,  la  sal;  también  hemos 
leido  molturacion,  por  moltura,  en  anuncios  oficiales. 

mollete,  parte  mas  carnosa  del  brazo  ó  la  pierna,  que 
la  Academia  consigna  como  provincial:  moflete  en 
francés. 

mollisca,  caspa. 

mona,  el  gusano  de  seda  que  no  continúa  el  capel,  porque 
le  corta  el  hilo  alguna  tempestad;  ó  el  que  desparrama 
el  hilo  y  hay  que  encerrarle  en  una  papeleta,  en  dónele 
hace  el  capel. 

momo,  d.,  fisgón. 

momos,  n.,  gestos  ó  visajes,  con  que  se  hace  burla  de  al- 
guno. 

momerO;  d.,  fisgón. 

moña,  n.,  juego  de  naipes  que  consiste,  en  repartir  toda  la 
baraja,  entre  un  número  ilimitado  de  jugadores;  descar- 
tarse estos  de  sus  parejas;  tomar  cada  uno,  sucesivamen- 
te, del  de  su  izquierda  un  naipe  cubierto,  para  ver  si  reú- 
ne pares  al  descarte;  y  cuando  queda  una  sola  carta  (pa- 
reja de  otra,  que  sin  ser  vista  de  nadie,  se  ha  quitado  de 
la  baraja,  al  empezar  el  juego),  el  que  la  tiene  resulta 
mona  y  paga  lo  convenido:  ||  n.,  maza,  en  sentido  de  col- 
gajo que  se  prende  á  los  vestidos  en  Carnestolendas:  es 
curioso  de  notar  que  ma^a  y  mona  se  dice,  según  la  Aca- 
demia, por  dos  personas  que  suelen  andar  juntas:  ||  n., 
mona  de  pascua ,  suele  decirse,  corWt/o;  y  otras  veces, 
alegre  como  la  mona  de  pascua,  á  semejanza,  en  el  pri- 
mer caso,  de  la  frase,  hecho  una  mona,  que  admite  la 
Academia. 

moncaino,  n.,  lo  derivado  de  la  cordillera  del  Moncayo, 
como  el  viento,  etc. 

monda,  n.,  mondadura;  desperdicio  o  piel  de  cualquiera 
fruta,  legumbres,  etc. 


loneda  jaquesa.  a.,  la  que  se  labró  en  Jaca  y  ¡uraron 
,los  reyes  mantener,  la  cual  lenía  el  busto  del  rey  y  una 
;rU2  patriarcal:  en  general  se  dice,  de  toda  la  moneda 
aragonesa  que  es  imaginaria. 

Otoned^je,  a.,  servicio  de  12  dineros  por  libra  jaquesa, 
cerca  de  un  4  por  cíenlo,  impuesto  sobre  los  bienes  mue- 
bles y  raices  por  Pedro  II. 

nioníortera,.n..  cada  uno  de  lospalosó  cestillasquc,des 
cansando  en  los  ríllos,  sirscn  para  contener  vertical  y 
paralelamente,  las  dos  paredes  de  los  tapiales. 

monis,  a.,  masa  de  huevo  y  azúcar. 

monitorio,  n,.  provisión  que  expiden  los  tribunales  para 
hacer  cumplir  sus  decretos,  contra  la  resistencia  de  los' 
jueces  ó  particulares  eclesiásticos:  en  Castilla,  monitoria 
.,  despacho  que  se  obtiene  del  juzgado  eclesiástico,  para 
hacer  comparecer  á  alguno. 

mootamiento.  n..  valor;  precio;  estimación:  y  así  se  dice. 
no  he  percibido  montamienío  de  un  alfiler:  esa  signiñ- 
cacion  da  la  Academia,  á  la  palabra  monta. 

montón  {^),  n.,  mucho;  en  gran  cantidad;  por  ejemplo, 
llueve  á  montón:  lo  quiere  á  montón:  la  Academia  in- 
cluye á  montones,  por  abundante,  excesivamente. 

moñaco,  de  muñeco. 

mora  de  zarza,  n.,  el  fruto  apiñado  que  dá  la  zarza  sil- 
vestre Castelar  en  Recuerdos  de  Italia  dice,  ¡as  zarzas 
con  cuyas  moras  se  teñían  las  cejas  y  las  mejilUis. 

morabatin,  n.,  moneda,  usada,  antiguamente,  en  Aragón 
Para  prueba  de  la  variadísima  lección  que  tienen  al- 
gunas voces  en  los  documentos  antiguos,  y  de  la  difi- 
cultad de  fijar  á  veces  la  verdadera,  citaremos  las  que 
trac  Ducange  de  esa  palabra  en  su  Glossarlum.  Son: 
marabatinus.  marahctinus,  marcbitinus.  ntarabocinus, 
Ptarabolinus .  nuirabulinus .  marabuntinus,  marapeti- 
niu,   maravedinus,   marbatinus,   marbotinus,    marma- 


286  M 

tínus^  mcurabotinus.  mirabutinus.   morabatinus.   mo- 
rabedis,   morabetinus,   morbotinus  v  morobatinus. 

moradura,  n.,  lividez  que  queda  en  la  epidermis,  á  con- 
secuencia de  alguna  contusión  ó  golpe:  equimocc. 

moravetino,  n.,  la  misma  moneda  antes  definida,  y  por 
otro  nombre  llamada,  maravedí  alfonsino. 

morcacho,  d.,  mestura:  en  Castilla,  mor  cajo. 

morcal,  n.,  intestino  de  carnero,  vaca  ó  cefdo,  en  el  cual 
se  ponen  los  embuchados  de  morcilla,  longaniza,  etc. 

morcas,  d.,  heces  del  aceite. 

morgaño,  n.,  ratón  campesino,  muy  hocicudo,  que  suele 
mamar  de  las  ovejas,  causándoles  la  muerte:  su  carácter 
venenoso  ha  dado  origen  al  proverbio,  si  te  pica  el  yaov.- 
Gk^o  preven  el  escaño. 

morgón,  d.,  mugrón  de  vid. 

morgonar,  d.,  tender  los  sarmientos  para  que  arraiguen. 

morgoñar,  refunfuñar. 

morgoñon,  mal  humorado:  quejumbroso;  descontentadizo. 

moriega,  hoy  se  dice  en  Aragón,  tierra  moriega,  la  que 
pertenecía  á  los  moros,  dice  la  Academia. 

moro,  n.,  el  médico  Francisco  del  Rosal  dice,  que  elanz- 
ganes  llama  mopos,  por  denuesto ,  á  los  que  descienden 
de  MOROS ,  así  como  en  Ccstilla  se  llamen  judíos  á  los 
que  descienden  de  ellos  ,r  en  Andalucía  moriscos  d  los 
irnos  V  conversos  d  los  oíros. 

morquera.  d..  tomillo. 

morreras,,  n..  manchas  o  erupción  al  rededor  de  los  labios. 

morro,  n.,  enfado;  berrinche. 

morreodo,  se  dice  del  trigo,  cuando  está  con  tizón  á  la 
punta  ó  en  el  embrión. 

morrocotudo,  n..  í^rande;  formidable:  temible:  se  usa, 
y  solo  vulgarmente,  con  algunos  sustantivos,  como  en 
las  frases,  haj^  cuatro  leguas  morrocotudas:  es  un  cr.pi- 
tal  morrocotudo:  es  un  juego  morrocotudo,  etc. 


morrón,  culificalivo  <Íc  cieña  variedad  en  los  pimicn- 
los. 

mormdo,  n..  aficionado  a  los  manjares  cuquisítos;  prác- 
tico en  gustarlos;  el  cjue  se  apercibe  pronto  de  un  buen 
ó  mal  condimento:  es  voz  familiar:  I|  n.,  se  aplica  al  que 
está  enfadado,  ó,  como  se  dice  metafóricamenle,  con 
hocico. 

mortqar.  n.,-  amortajar. 

mortela,  el  que  en  la  Milicia  Nacional  ó  ciudadana,  sut;- 
litufa  habitualmente  á  otros,  por  dinero,  en  las  guar- 
dias y  retenes. 

nunlquelo,   d..   párvulo  muerto. 

morúgula,  d.,  criadilla  de  tierra. 

mosen,  a.,  título  ó  tratamiento  equivalente  á  Don.  que 
^^^ántes  se  daba  á  los  nobles  y  hoy  á  los  clérigos:  abrevia- 
^^^Bui  eulónica  árabe  de  mi  señor,  ó  quizá  compuesto  del 
^^^^■ncés  mos,  y  gl  lemosin  en:  según  Gayangos  este  título 
^^^K()ió  en  Castilla  á  nobles  extranjeros. 
I  tDOSigon,  n.,  se  dice  familiarmente,  del  niño  arisco  yior- 
pe.  que  no  obedece  por  fallu  de  actividad  y  comprensión. 

mostacilla,  n.,  abalorio  menudo,  para  bordar. 

motacen-  a,,  almotacén  ó  fiel  de  pesos  y  medidas. 

motilar,  c..  cortar  el  pelo. 

mozlemes.  n.,  moros,  según  un  documento  latino  en  que 
Briz  traduce  mo^iesmes. 

muda,  mudanza  de  casa:  no  vemos  en  la  Academia  bas- 
tante expresiva  aquella  palabra,  para  indicar  ese  acto,  y 
por  eso  y  por  su  gran  uso  en  Aragón,  la  incluimos  aquí. 

mudqares.  n.,  moros  que  permanecieron  en  Zaragoza 
después  de  la  Reconquista,  según  Blancas,  pág.  i3o  de 
sus  Coméntenos . 

mnel^picada-  n.,  se  usa  en  la  frase,  tener  la  muela  pict-.- 
da.  para  indicar  que  se  tiene  buen  apetito. 

n,,   f^ov  f! ojo  de  muelles  se  eniíende,  no  .-.olo 


288  H 

el  que  tiene  suelto  el  vientre,  sino  "el  que  es  fácil  de 
lengua. 

muerdo,  mueso  6  bocado:  así  lo  hemos  leido  en  algún 
documento. 

muermo,  n.,  hombre  pesado  é  importuno. 

muerras,  Naval  alegó  que  el  rey  les  perjudicó  en  deman- 
darles sus  MUERRAS  y  los  po\os  de  las  salinas,  según 
Privilegios  de  Aragón. 

mueso,  a.,  bocado;  voz,  anticuada  que  usaron  mucho  en 
otro  tiempo,  los  escritores  castellanos,  como  puede  verse 
en  nuestra  Introducción,  Entre  ellos  el  autor  del  libro  de 
^Paíronio  ó  Conde  Lucanor,  en  el  capítulo  IX  en  que  se 
dice,  y  endere:{aron  entrambos  el  león,  é  paráronle  tal 
d  HUESOS  y  d  coces,  que  por  fuerza  se  huvo  d  encerrar 
en  la  casa  donde  salió:  también  muerdo. 

mu^,  p.,  mojón,  termino  ó  límite,  y  no  montón,  cúmu- 
lo ó  acervo  que  interpreta  Ducange,  citando  el  libro  VI 
de  las  Observancias  de  Aragón.       • 

muir,  a.,  ordeñar. 

muñido,  n.,  emplazado;  citado;  obligado  á  comparecer  en 
juicio:  si  MUÑIDOS  á  concello  no  viniesen,  paguen  etc., 
que  dice  Cuenca. 

mureño.  montón  de  piedras  que  resulta,  de  la  limpia  de 
un  campo. 

múrg^ula,  d.,  cierta  criadilla  de  tierra,  de  forma  cónica. 

museo,  n.,  jefe  de  la  cocina  y  la  despensa  del  rey,  según 
se  vé  en  las  leyes  palatinas  de  Jaime  II  de  Mallorca. 

música,  n.,  el  conjunto  de  esquilas  que  se  pone  á  los  re- 
baños. 

mutafa,  d.,  almotacén. 


N 


Ifacerae,  a&rirsc  ó  desunirse  la  lela,  por  estar  muy  al 

borde  la  costura. 
nanO:  n.,  se  dice. Jbrtunadel  nano, conalits.\oná\íiqueHU' 

siona  demasiado,  aunque  poco  impoTtantc  en  sí  misma: 
II  n.,  e¡  año  de  ¡a  nanita,  frase  con  que  se  denota  la  an- 
tigüedad de  una  cosa,  como  en  Castilla  se  dice,  el  año 
de  cuarenta,  y  en  Aragón,  el  año  uno  ó  el  año  ocho. 
Berceo  escribe:  decit  que  lis  faredes  viudas  á  las  nanas, 
con  lo  cual  parece  indicar  las  jóvenes  casadas.  Juan  Lo- 
renzo de  Segura  dice,  Relroxol  que  era  fijo  de  mala 
NAVA,  esto  es,  madre  ó  mujer;  y  en  otra  parte, 
mas  por  toda  la  pérdida  ti  rey  greciano, 
tanto  dava  por  ella  quanto  por  un  nano. 

nantarse,  d..  apresurarse. 

oarigotazos,  juego  de  cartas  entre  muchachos,  en  que  la 
pena  es.  recibir  tantos  golpes  en  la  nariz  con  sus  naipes, 
cuantos  son  los  tantos  que  se  pierden. 

aatiUa^  d.,  natillas;  composición  cocida  de  harina,  leche, 
huevos  y  azúcar,   hasta  tomar  alguna  consistencia. 

natizo.   n.,  caloyo:  II  n.,  enatizo. 

nsturaleza.  n.,  fidelidad  que  el  súbdilu  dchc  á  su  rey. 

SSTada.  n-,  nave  de  iglesia  ú  otro  edificio:  úsalo  Blas- 
co de  Lanuza. 

BaTaiJO,   n..   balsa  para  el  ganado. 

aaTtta,  almadía;  en  tierra  de  Bícscas, 

lUTatoro,  almadiero. 

naveaar,  d.,  esnavesar. 

BlT^a,  n.,  plancha  ó  barra  de  acero,  colocada  al  ex- 
tremo del  árbol  y  como  base  del  rodillo  harinero,  para 
que  este  no  se  desgaste  en  la  rotación;  pieza  de  hierro 


que  eatia  eo  el  jRxJpaío,  y  sobre  la  cual  descama  U 

muela  yolatidera  6  superior. 
nv^tir,  o.,  Uíhuv^M  de  JB  navua,  abierta  en  la  pieda 

en  dtmde  encaja. 
Bkja,  d.,  galerúi,  eo  palacio,  iglesia,  etc.  I 

■Mar—O.  Q.,se-dicefeinÍliarmentB,  ddqaeealáBniode 

sangra,  ptáro,  6  desccHupostura  en  an  tra|e. 
■eUara,  lytlde  púa  kacer  los  hastias. 
iW^ftl,  ni,  <fiTO  queyodBoe  datct  dase  >  jmtiwiWi* 

«ceinuiaa,  coiiq>letaiDttitt  oegns,  que  áí  hút»  te^tavloi 

años, tmaqfm ta  m^ sesaifale  í  los  tígaraáá-Bíaü^^ 
~  i,a.,frutoddiuq)ero.  ^:'    ■    '■    ts3 

«,  d.,  dengoso;  hráibre  que  se  cBqdca  en  meno' 
dendas  y  repan»  desfHVciables. 

aoble,  a.,  tíñilo  de  honor  qoe  dá  d  rey  y  que  en  1390 
sustituya  ü  de  rico-kombre. 

at-OOM,  d.,  nada;  f>oca  cosa. 

tg^JO,  Q.,  nuez  que  todaría  no  se  ha  fiawilii  injirlft 

■Otario de  ei||a,  a.,  notario  dd  nóment  de  Zaragaaci^i' 

■OtcUo,  n.,  royal.  f,'!.-!.-. 

BOTÍBOS  (hacer),  n.,  hacer  pimienta,  en  sentido  de  no 
rtincurnr  á  la  escuela. 

■oblo  (tocar  a),  reprenderé  recomendar  una  cosa,  ss 
ésito:  viene  á  ser  como  predicar  en  desierto;  y  así  se 
dice,  mandar  á  los  niños  qtte  no  hablen  es,  como  tocúr 
J  nublo. 

nnera,  n..  se  usa  en  d  adagio,  bien  gtdsa  ó/rie  mi  ¡mere 
con  el  pico  de  le  aceitera,  para  denotar  qoe  no  hay  mé- 
rito en  las  empresas,  cuando  hay  facilidad  en  los  medios: 
se  usa  en  la  frase,  entrar  por  el  ojo  de  la  naera,  como 
si  se  dijera,  por  el  ojo  derecho. 

ntWTSS.  n..  h.illamos  que  usa  esta  voz.  una  antigua  escri- 
lura.  rclatixa  i  los  Amantes  de  Tcrud^  en  la  fras^  djbi 


áe  nuevas,  que  signifíca,  al  cabo  de  rato;  a  la  postre;  al 
fin;  después  de  todo^  etc. 
Bimcio,  n.,   pregonero;  Alguacil  de  la  Curia  eclesiástica. 


N 

Ñaira  ó  ñafla,  cardenal  ú  sena)  que  deja  alguna  herida  ó 
golpe:  en  catalán  antiguo,  nafres,  significaba  herídas, 
según  Antonio  Bof>irii11:  en  algunas  parles,  nafra,  úl- 
cera de  bestia. 

áaAa,  enana:  se  aplica  á  cierta  variedad  de  la  rosa. 


O 


Obaga,  punto  en  donde  dá  poco  el  sol. 

oblata,  n.,  hogaza. 

óbolo,  véase  mi^ja. 

obrería,  p.,  oficina,  para  Iqs  negocios  concernientes  á  la 

lábrica  de  cualquiera  iglesia  ó  comunidad. 
obrero,  n.,  uno  de  los  primeros  cargos,  en  las  Juntas  de 

parroquia. 
OCheno.  n..  la  octava  parte:  úsase,   comunmente,  como 

sustantivo. 
oclw.  n..  pan  dea  libra. 
«dada,  oleada,  heces  de  aceite:  la  .\cadeniia  lo  incluye 

como  provincial,  en  sentido  de  buena  cosecha. 
oleaza.  a.,  agua  sucia,  sobrante,  después  de   sacado  el 

aceite  de  la  pila. 
oliva,  p.,  aceituna. 

,  olivo;  árbol. 


292  O 

oUviUo,  n.,  planta  phillyrea  angusti/bllioj  descrita  por 
Asso. 

onocífo,  p.,  vencejo;  ave. 

ohm,  oso;  en  el  Pirineo. 

opuestos,  n.,  las  partes  litigantes. 

onuñones,  a.,  precediendo  romper  las,  como  dice  la  Ac»* 
demia,  ó  corromper  las^  como  decimos  noaotros,  aígni- 
fíca,  interrumpir  el  discurso,  con  alguna  impertineiida. 

Macho,  viento  fresco,  cuando  es  excesivo ;  7  eq>eciilmeBp 
te,  cuando  es  extemporáneo. 

ordinaokwi,  a.,  ordenanza* 

ordio,  ordeo,  a.,  cebada. 

orcsia  (pan  de),  n.,  especie  de  pan  de  flor,  cuya  fomiñ  se 
parece  á  la  del  bonete. 

orenza,  tolva. 

orga,  especie  de  pequeño  yunque,  para  soportar  la  dalla, 
cuando  se  la  afila,  á  golpe  de  martillo. 

orQlo,  n.,  orilla;  canto  ó  extremo  de  cualquiera  tela:  en 
Castilla  solo  se  refiere  aquella  palabra,  al  canto  delpafio, 
que  es  de  lana  más  basta  y  se  conoce  también  con  d 
nombre  de  pendo, 

ortariza,  campiña  ó  huerta,  correspondiente  á  una  pobla- 
ción: en  la  donación  que  de  la  Iglesia  de  las  Santas  Ma- 
sas, hizo  el  rey  al  Obispo  de  Jaca,  en  el  siglo  xi,  dice, 
hoc  donatibum  fuit  factum  in  tilo  ortariza  (sic)  de  Za- 
ragoza; renombre  (dice  Marton)  que  suena,  cercanías 
de  esta  ciudad. 

orzayo,  n. ,  el  que  acompaña  ó  lleva  en  sus  brazos  á  niños 
de  corta  edad,  como  pudiera  hacerlo  la  nodriza  ó  la  ni- 
ñera: úsase  más  en  Navarra. 

orzoyo,  el  pelo  ó  hebra  de  la  seda  para  labrar  el  terciopelo: 
en  las  Ordenanias  de  los  Torcedores  de  la  seda^  161 1 ,  se 
estableció,  que  el  examinando  de  maestro,  torciese  une 
devanadera  de  orzoyo  para  terciopelos^  otra  de  sedilla 


o  ^ñ 

para  b-amas  de  mantos  y  otra  (lépelos  para  tafetanes. 

OCtático,  II.,  rehén,  según  Ducange. 

otilar,  n.,  ahuilar  el  lobo:  úsase  esa  voz,  en  algunos  pue- 
blos del  Somontano. 

otri,  otrie.  c  otro:  en  el  Conde  Lucanor  se  lee,  olvidan 
mucho  aina  lo  que  otri  ha  fecho  por  ellos:  ||  d.,  hacien- 
da de  otri,  ropa  ajena. 

•▼^era.  n.,  esquila  que  se  pone  en  los  rebaños,  i  las  ove- 
jas. 

',  n.,  cortar;  según  se  desprende  de  las  Ordinacio- 
nes  de  Abejeros,  1494,  en  donde  se  lee,  que  nadie  pueda 
oviTAR  ni  ranear,  nifaer  leña. 


PabOBtre,  n..  preboste. 

pabOStria.  n..  prebostazgo. 

pacentar,  pageatar,  a.,  apacentar. 

pacería,  salario  de  los  sobrej unieras ■ 

paÑscente.  n.,  pactante. 

pachnchada,  patochada;  dicho  ó  hecho  que  no  vale  la 
pena  y  que  denota  sandez  áiontería. 

padolamento,  n.,  género  de  peso,  según  Ducange,  apo- 
yado, en  un  documento  de  1272. 

padrastros,  n.,  mastranzos. 

pairo,  muñeco  ó  pelele  que  se  pone  al  toro  ó  novillo,  para 
que  cierre  contra  él:  lo  hemos  oído,  con  referencia  á 
Pina. 

pi^a.  con  la  frase,  trabajar  por  la  paja  se  denota,  haber 
hecho  alguna  cosa,  con  poca  ó  ninguna  utilidad:  hay 
quienes  hacen  con  sus  caballerías  la  faena  de  la  trilla  de 
"s  ajena,  reservándose  para  sí,  toda  la  paja. 


P^ja-humo,  se  usa  en  la  frase,  dar  á  uno pc:ja-humo,^R 
indicar  cjuc  se  le  despide  ó  se  le  pone  fuera  de  juego. 

pajarilla,  a. .  palomilla;  insecto  que  destruye  la  ceboda- 

P9jar0tear,  n.,  hacer  vida  alegre,  ociosa  y  disipada:  m- 
cen  de  ahí  algunos  derivados,  como  pajaroteo  y  pujan- 
tero:  en  Castilla  ^^tirírtr  y  pajarero. 

P^uelas,  hemos  oido  calificar  así,  á  las  viruelas  locas  ó 
erupciones  parecidas. 

p^juz,  pajuzo,  a.,  paja  medio  podrida,  desechada  de  las 
eras  y  los  pesebres. 

pala,  n.,  tira  de  cela  en  las  camisas  y  otras  prendas  de 
vestir. 

palabriUa,  n.,  el  bozo  que  se  hace  con  un  cabo  del  ramal, 
para  sujetar  á  las  bestias  6  impedirles  que  comao  ó 
muerdan. 
'  paleta,  n.,  el  mancebo  de  albañil  que  maneja  la  Uaná  y 
la  paleta:  II  a.,  media-paleta,  el  oficial  de  albañil  que 
sale  de  aprendiz  y  aun  no  gana  gajes  de  mancebo:  es 
también  muy  usual  la  aplicación  de  esa  frase,  á  todo  oti- 
cJo  ó  profesión, 

palo,  línea  ó  hilada  de  sembrado,  en  donde  éste  at  tú& 
distribuido  en  caballones. 

pallada,  n.,  parvada. 

pallaso,  n.,  maceta  ó  tiesto:  úsase  en  el  alto  AraigoD, 
así  como  paellaso. 

pan,  n.,  Rosal  dice  que  tomó  los  nombres  de  sus  precios, 
como  en  la  Corona  de  Aragón  las  vuitenas,  quaemas  y 
otras  suertes  de  panes:  se  usa  en  la  locución,  poñ  de 
mi  alforja,  para  manifestar  que  se  ama  la  independen- 
cia, lo  cual  recuerda  el  verso  del  Dante, 

Oh  come  sa  di  sale  il  pane  altrui! 

pandereta,  n.,  panderete. 

panel,  entrepaño;  voz  de  carpintería:  en  francés  ji 

panes,  d.,  trigo  en  yerba. 


F  2&5 

riinutivo  Je  pan.  Se  conserva  esa  voz,  en 
la  denominación  vulgar  de  una  de  las  iglesias  memora- 
bles de  Zaragoza,  la  cual  fué  primitivamente,  Palacio 
real  de  los  árabes,  con  d  nombre  de  a^uda;  sirvió  de 
hospedaje  á  Alfonso  I,  cuando  rüconquistó  la  ciudad,  cu 
1 8  de  Diciembre  de  1118;  IJamói^e  después  San  Juan  de 
Jerusalem\  y  hoy,  y  ya  en  tiempo  de  Blancas  (pág.  119 
de  sus  ComentafiasJ,  se  da  á  conocer  comunmente,  con 
el  título  de  San  Juan  de  ¡os  Pañetes. 

ptatSkBDgaeríü,  privilegio  concedido  al  monasterio  de 
Santa  Engracia,  en  1643,  que  le  autorizaba  á  tener  una 
panadería  arrendable  á  los  horneros,  la  cual  se  abrió  en 
efecto,  en  la  calle  de  la  Verónica  y  produjo  quinientas 
libras  anuales. 

panioero.  n.,  el  que  tenía  á  su  cuidado  el  servicio  del  pan 
en  la  Casa  real:  ^iinífwííi,  panadería. 

pauíchaza,  cu  Borja  y  otros  puntos,  lo  mismo  que  sopeta. 

paniquesa,  d.,  comadreja:  ¡{  n.,  niño  ó  niña  de  mucha  vi- 
veaia  y  movilidad, 

panizar,  el  campo  ó  tabla  sembrado  de  maíz. 

panizo,  p.,  maíz. — Solían  llamarle  trigo  de  Indias,  según 
Manon,  en  su  Historia  de  Santa  Engracia. 

panoUa.  d.,  mazorca;  panoja. 

panso.  n.,  paso;  seco;  consumido:  se  aplica  á  las  frutas, 

i'  así  como  la  voz  pansada.  En  el  Capbreu  del  peaje  que 
se  pagaba,  en  el  puente  de  Luna,  1436,  se  dice,  carga 
de  PANSAS  un  sueldo:  en  el  Glosario  del  Memorial  histó- 
rico, tomo  V.,  se  lee  pansa,  cosa  extendida  ó  expuesta 
al  sol  [ác pandere);  uyas pansas,  pasas. 

pantasma,  n. ,  fantasma:  es  voz  vulgar  que  se  usa  también 
metafóricamente.  Lope  de  Rueda  dice,  hecho  pantasma 
ó  bausán:  Quevedo  escribió  el  entremés  del  Marido  pan- 
tasma. 

¡paño!,  exclamación  de  sorpresa:  unas  veces  se  usa  solo 


296  P 

como  interjección  y  otras  en  régimen,  como  niHirtiTn. 
▼•g-1  ielpamdellumüfrexquiímseraHepmeii 
papéUgo,  aparato  á  manera  de  embudo,  para  cjQger  higos 
del  árbol. 

»,  n.^  hazañero;  finge-n^ocios. 
S  n.,  el  contrabandista  que  introdnoe  en  Eqiañi 
paquetes  de  contrabando,  venciendo  los  Piríneoa. 

Mt,  n.,  compuerta  6  tajadera,  formada  de  ttdbias 


k  presa  que  se  hace  en  el  agua  Qorrienle»  por 
medio  de  compuertas,  6  de  otra  manera,  pan  que,  dis- 
minuido el  curso,  se  aumente  d  nivel:  véase  sunao. 

pmr,  n.,  se  llaman  gasins  deparar  la  «wm,  loa  «pie  ha 
ocasionado  d  proceso  de  aprbhbnsioii,  desded  apeflido 
hasta  k  reportación,  j  son  de  cuenta  dd  «pie  ae  opone 
,  d  aprehendimte,  cuando  obtiene  sobre  éste  k  vcnüja 
dd  juicio:  ||  n.,  disponer;  prqMulu^  7  asf  ae  dioe,  parar 
la  meas,  en  sentido  de  cubrirk  con  los  manldes,  ¿  como 
dice  k  Academia,  de  ponerla:  ||  n.»  «mUñr,  toando  se 
habk  de  los  colchones*  cojines,  etc.:  ||  n.«  parar  Jwertey 
mantenerse  en  buena  salud:  en  Navarra  se  usó  iterarse 
mal.  sentirse  mal. 

páranla,  n. .  palabra:  es  voz  anticuada,  de  las  induidas  por 
Blancas,  en  su  índice. 

pareo,  p..  parce  ó  premio  que  dan  algunos  maestros,  prin- 
cipalmente, en  la  Escuela  Pía.  y  que  sirve  para  obtener 
perdón  de  ciertos  castigos. 

pardma.  a.,  despoblado,  esto  es.  yermo  ó  sitio,  que  en 
otro  tiempo,  tuvo  población.  Se  haUa  incluido*  por  pri- 
mera vez.  en  !a  penúltima  edición  de  k  Academk:  ||  n., 
prado.  '  pa:io.  D  canónico  El$p¿>ec<u//£5Air¿3  ^inédita) 
ic*  Lz  SíM.dici:  que  D.  Hodierna  yemJio  i  U  Seo  ai  1 1 52 
uíi^  rAsr:N  \  v^  /mTío  f*2r^  H^xspajil.  y  ea  oira  parte  que 
W  íA^sfiLu  es  kor  pa^rdína   s:n  duda  por  despoblado}. 


P  2ff7 

pareflla.  n.,  matrimonio:  voz  usada  en  el  fuero  de  So- 
brarbe,  para  designar  los  hijos  legítimos,  que  allí  se  lla- 
man, hijos  de  pKKEiLLÁ. 

par^o.  d.,  poco  limpio,  en  aderezar  la  comida:  II  n..  do- 
tado de  cierta  desaprensión  y  que  todo  lo  lleva,  por  igual. 

puicionero.  n.,  pastor  que  se  ajusta  con  el  ganadero, 
para  servirle,  durante  la  parición. 

parihuelas;   n.,  parihuela. 

parizonar,  n.,  parir  el  ganado. 

parra  (subirse  á  la),  n.,  ofenderse;  picarse  de  alguna  alu- 
sión. 

parranda  (de),  n.,  de  jolgorio;  de  gran  diversión ,  ociosi- 
dad ó  pasatiempo. 

parrón,  n.,  vasija  grande,  para  ordeñar  la  leche,  en  las 
cabrerías. 

!,  n.,  con  la  cuprcsion,  ¿de  qué  parte?  se  máicsi  que 
ninguna  manera,  y  así  se  dice,  ¿de  qué  parte  He  de  te- 
"^merlé?:  ¿de  qué  parte  fia  de  triunfar? 

parrada,  n.,  gran  cantidad. 

pasadas  [i  todas),  n.,  enajenación  absoluta,  sin  condi- 
ciones de  retracto  ú  otras:  es  Irase  que  se  usa,  en  oposi- 
ción, con  la  de  d  carta  de  gracia. 

pasamán,  d.,  pasamano. 

pasamanos,  n.,  pasamano. 

pasamiento,  o.,  pase  de  cuentas:  ||n.,  pasar,  en  el  sen- 
tido de  la  última  acepción,  que  dá  á  esta  palabra  la  Aca< 
demia- 

pasio,  p.,  pasión,  por  la  parte  del  Evangelio. 

pasionero,  a.,  el  sacerdote  destinado  en  el  Hospital  de 
Zaragoza,  á  la  asistencia  espiritual  de  los  enfermos. 

pastarello,  mejilla:  en  .\cto  público  de  ]i83,  sobre  apa- 
rición de  la  Virgen  de  Magallon  leemos,  que  no  se  le  des- 
pegaría la  mano  del  pastarello. 

1  la  Relación  de  las  tiestas,  que  se  celebraron  en 


I       parra 


296  P 

Zaragoza,  con  motivo  de  la  concesión  del  rezo  propio  de 
la  Virgen  del  Pilar,  dice  Escuder,  agnus  benditas  que 
menos  reverentemente  se  llaman  pastas. 

pastenco,  n.,  la  res  que  se  echa  al  pasto:  suele  hacerse 
la  división  de  las  que  aun  maman,  en  caloyos^  témaseos 
y  pastencos,  y  i  éstos  se  les  llama  también,  corderos  le^ 
chales. 

patríense,  compatricio.  Marton  dice,  mi  patríense  Dan 
Vicencio  Blasco  de  Lanu\a\  y,  aunque  esto  no  tanto  pa- 
rece un  aragonesismo,  cuanto  una  manera  particular 
del  autor,  creemos  que  debe  consignarse. 

pastron,  n.,  bofetón  ó  puñada;  voz  familiar. 

patera,  n.,  enfermedad  del  ganado,  en  las  pezuñas. 

patio,  n.,  portal  cubierto. 

panl,  d.,  pradería  común. 

pavana,  n.,  ^¿z//t¿2  ie/7¿zr¿ZAz¿2,  es  expresión  que  significa, 
réplica  intempestiva,  insuficiente  ó  grotesca:  también, 
porte  inesperado;  desenlace  poco  delicado  en  algún 
asunto 

paviso,  d.,  pavía:  II  d.,  tonto;  lerdo. 

peal,  n.,  se  usa  en  la  frase,  poner  á  uno  como  un  peal, 
equivalente  i  poner  auno  como  un  trapo,  pero  es  exten- 
siva también,  á  los  malos  tratamientos  de  obra. 

pebre,  p.,  pimienta:  pebrete,  guindilla  fuerte. 

pecina,  d.,  riña;  contienda:  alboroto. 

pecotoso.  pecoso:  pecotoso,  señal  de  hermoso:  proverbio. 

peculio,   d.,  peculio;   voz  anticuada. 

pechas,  la  parte  convexa  ó  más  alta  do  la  muela  hari- 
nera, ó  sea  la  más  próxima  al  centro. 

pecho  arriba,  n..  á  repecho. 

peder,  n..   peer. 

pedrada,  d..  pedrea;  apedreada. 

pedregada,  n..   pedrea. 

pedreña.  d..  pedernal. 


peduco,   n.,  calzado  tosco,  que  se  usa  en  las  montañas. 

pegunta,  pez:  se  lee  muchas  veces,   en  los  Cabreas. 

peiron.  n.,  columna  ú  obelisco,  que  contiene  alguna  ima- 
gen y  que  se  halla,  únicamente,  á  la  entrada  de  las  al- 
deas: llámase  también  jjüiVon. 

peladizo,  n.,  piel  que  cubre  la  carne  de  las  frutas:  la 
gente  vulgar  dice,  pelarlo. 

pela-cañas,  viento  fuerte  y  frío, 

pelele,  c,  pobrete;  falto  de  inteligencia  y  de  fortuna: 
simple,  inútil,  dice  la  Academia. 

pelindusca,  n.,  ramera;  mujer  de  mala  vida. 

pelmuda,  cambio  de  peio  ó  pluma,  en  los  cuadrúpedos  ó 
aves. 

pelmudar,  verificar  la  pelmuda. 

pelón,  escolar  novato,  que  cursaba  el  primer  año  en  la 
Universidad. 

pelttchon,  n.,  pelo  crespo  ó  descompuesto:  se  dice  tam- 
bién del  que  lo  lleva. 

pella,  c.   el  cogollo  de  la  col. 

pelicana,  n.,  persona  de  malas  prendas  ó  de  mala  vida: 
las  rameras  fueron  llamadas  pellejas  [según  Rosal)  por- 
que vestían  pieles  de  cabra  roja  ó  zorra  entre  los  pasto- 
res de  Roma,  y  de  ahí,  verosímilmente,  se  ha  derivado 
esa  palabra,  muy  usada  en  Aragón. 

pellejero,  n.,  entre  ganaderos,  el  que  se  dedica  á  com- 
prar pieles  de  desecho  ó  de  reses  mortecinas. 

pelleta,  p-,  pelleja;  piel. 

p^on,  a.,  parte  considerable  de  una  cantidad:  así  se  dice, 
j-a  ha  pagado  un  buen  pellón;  ¡e  ha  entrado  un  buen 
pellón  con  ¡a  dote  de  su  esposa. 

péname,  u.,  pésame, 

penar,   d.,  pesarle  a  uno;  arrepentirse. 

peadyo,  n.,  cualquier  adorno  pendiente,  cuando  se  usa 
solo  por  vanidad;  como  las  borlas  de  un  bastón,   las 


aoo  p 

cruces  de  honor  y  los  dijes  de  las  señoras  en  d  ciidlo, 
las  orejas  ó  brazos. 

peadonear,  n.,  disipar  d  tiempo;  callejear;  concurrir  á 
todo  lo  que  sea  distracción. 

jj^endimero,  n.,  haragán;  vago;  amigo  de  drrersiones.  7 
pasatiempos. 

peneqoe,  c,  borracho. 

penoaes,  n.,  edictos  ó  decretos  dd  Rej,  según  Docaage. 

peAw  ▼am  y  friies,  en  una  curiosa  descripción  de 
Alvar  García  de  Santa  María  se  lee,  qi^  las  damas  lle- 
vaban mujr  fermosas  tocaduras  é  peAas  de  martas  é 
VEROS  É  GEiSEs,  mii^  ojeitodos  que  bien  parecía  que  se 
non  ajeitaran  d  lumbre  de  paja.*  No  conviniendo  al 
caso  la  etimología  de  penna^  en  sentido  de  (dama,  y 
siendo  insufidente  la  significación  académica  de  pena^ 
como  adorno  mujeril,  compuesto  de  una  cinta  al  cudlo, 
de  la  cual  pendía  alguna  joya^  aqud  traje  ó  adorno  se 
explica  difícilmente  7  ya  Blancas  no  se  lo  explicó.  Zurí* 
ta  dice,  que  á  la  coronación  de  Alfonso  IV,  los  caballeros 
iban  con  paños  de  oro  y  peAas  veras,  que  era  toda  la 
gentileza  de  aquel  tiempo j  y  después,  que  con  peñas  ve- 
ras ó  armiños.  El  Canciller  Ayala  dice,  que  la  reina 
Leonor  llevaba  paños  blancos  con  peñas  grises,  y  la 
reina  María  paños  de  jametes  blancos  con  peñas  veras  é 
GRISES.  De  todo  esto  deducimos,  que  peñas  veras  é  gri- 
ses signifícaba,  pieles  de  armiño  y  marta,  como  cabos 
de  aquellos  ricos  trajes  recamados. 

pefiora,  n.^  prisión:  ||n.,  multa  ó  pena. 

pefiorado,  Espés  copia  un  Privilegio  de  27  de  Mayo  de 
1299,  por  el  cual  los  peregrinos  á  la  Virgen  del  Pilar,  no 
eran  peñorados  ni  marcados  en  su  persona  ni  bienes. 

peñerar,  n.,  prender;  y  asi  dice  Cuenca,  d  los  Señores  de 
vasallos  no  se  les  péñora  ó  prende:  \\  n.,  multar;  ape- 
nar; dar  ó  tomar  en  prenda. 


P  3Úl 

peonía,  a-,  peonada;  ¡ornal:  lo  que  un  peón  trabaja,  en 
un  día. 

pera,  fruta:  la  hay  de  bergamota,  mala-cara,  ó  de  invier- 
no, pera-pan,  magdalena,  de  buen  cristiano  y  otras 
niui.'has  variedades,  que  no  consignamos. 

percazar,  d.,  apercazar  ó  coger  coa  diñcultad. 

perdigana,  a.,  perdigón. 

perdipiero,  d..  perdigón. 

pérduga.  perdida:  también  se  halla  en  las  Colecciones  le- 
■gislativas,  perdúa. 

perejil,  se  usa  en  la  írase,  perejil  de  todas  las  salsas,  para 
indicar,  que  uno  se  multiplica  en  todas  partes. 

perera,  A.,  peral. 

perhOTrescenciaS,  género  de  recurso,  que  tenían  para 
ante  el  Rey,  los  vasallos  de  los  barones,  contra  éstos  y 
contra  los  jueces  ordinarios  del  territorio,  que  les  pare- 
cían sospechosos:  en  las  Cortes  de  Calatayud,  celebradas  • 
en  i5i5  por  la  reina  Germana,  los  ricos-hombres  y  se- 
ñores de  vasallos,  instaron  contra  ellos,  según  Argenso- 
la,  en  sus  Anales.  Mayans  explica  también  esa  voz,  en 
su  Vida  de  Antonio  Agustín. 

perindola,  n.,  perinola. 

peijudiciOBO,  n.,  perjudicial. 

pernada,  n.,  predio  rúsiico,  según  Ducange. 

pernera,  n.,  la  pjrte  del  pantalón,  que  cubre  cada  pierna. 

pero,  n.,  esta  conjunción  adversaliva,  tiene  alguna  vez 
oñcios  de  partícula  añrmativa,  equivaliendo  á  sí;  como, 
es  fácil,  pero  muy  fácil. 

perola.  n.,cazo. 

perolon,  n.,  perol  grande;  vasija  de  cobre  ú  otro  metal, 
destinada  á  varios  usos. 

perpagar,  n.,  pagar  completamente;  voz  anticuada. 

perrera,  n.,  berrinche. 

perro,  pora  indicar  que  uno  no  hace  Taita  en  alguna  parte 


w 


6  negocio,  se  dice,  que  como  los  perros  en  mise. 

p6Scaterb,  n. ,  pescadero;  el  que  vende  pescado. 

peseta  de  pilares,  columnaria  ó  de  cinco  reales. 

petafio,  n.,  persona  ó  cosa  que  sirve  de  estorbo:  en  NiVaí* 
rra  se  diccjíetotAo. 

yétate  (uar  fx),  disponerse  á  marchar;  abandonar  el  pue- 
blo en  que  se  vive. 

petenar,  d.,  retozar. 

pfltrería,  n.,  barreño;  aguamanil:  Ícese  en  Leges palaiiua 
Jac.  II,  Maj. 

petniSOS,  terreno  peñascoso  que  algunas  veces  dá  nom- 
bre á  la  demarcación,  p.  cj.,  ¡os  Peirusos.  entre  l'ÍUo 
mayor  y  Perdiguera. 

IZ  coca,  n.,  jugo  resinoso,  un  poco  más  grueso  que  la 
pez  ordinaria:  sir>'e  comunracnic,  para  la  formación  de 
los  barnices. 
*  peíolaga,  d.,  tronera;  persona  de  poco  asiento  y  mal  de- 
porte. 

pía,  el  travesano,  zoquete,  piedra  ó  cualquier  objeto,  con 
que  se  calzan  las  rueda^  de  un  cuto  pondo,  pora  que 
DO  lo  arrastren  de  pronto,  los  animales  qoe  de  41  tina: 
11  loseta  para  asegurar  el  banco,  en  que  descansan  el  ro- 
dete y  maquinaria  de  la  muela  harinera. 

piar,  se  aplica  al  carro,  cuando  se  le  pone  alguna  pía. 

^cachova,  n.,  instrumento  ó  herramienta  para  demoler, 
de  que  generalmente  usan  los  albañiles,  y  se  distingue, 
en  que  el  hierro  tiene  pico  al  un  extremo  y  boca  al  otro. 

ptcajOM,  n.,  el  que  se  pica  ó  resiente,  sin  gran  motivo  y 
con  bastante  frecuencia. 

pica-peloa,  n.,  se  usa  en  la  frase,  estar  áe pica-pelon.  en 
equivalencia  de  estar  contrapuntado. 

picaporte,  n.,  Uavin  con  que  se  abre  la  puerta  exterior  de 
las  habitaciones. 

picar,  p.,  machacar;  desmenuzar. 


P  303 

ia,  n.,  pico  de  que  usan  los  albañíles  para  demoler: 
|{  n.,  taza  con  que  se  sirve  el  caldo  ú  otros  líquidos  á  los 
enfermos,  que  no  pueden  incorporarse  en  la  cama. 

picor,  p.,  picazón:  escozor. 

picota,  d..  piquera:  i¡  n.,  no  saber  ni  picota,  no  saber  piz- 
ca: no  conocer  una  ¡ota;  no  tener  noticia  alguna  de  lo 
que  se  trata. 

picotear,  n.,  picar  ó  ir  comiendo  de  poco  en  poco. 

picnlÍD,  n.,  volatín;  titerero,  como  otros  dicen;  buratin, 
como  hay  quien  escribe,  á  la  italiana, 

pichón,  c,  palomino  ó  polluelo  de  paloma. 

pié,  d-,  medida  para  la  aceituna:  ||  n.,  hacer  pies,  empe- 
zar á  sostenerse  el  niño,  sobre  ellos:  en  Castilla  se  dice 
hacer  piernas,  en  otro  sentido. 

piedra,  n.,  díjose.  á piedrc perdida ,  en  equivalencia  de  la 
expresión  actual,  d  fuego  graneado,  como  puede  verse 
en  Zurita:  hoy  se  dice,  en  signiticacion,  de  apresurada- 
mente.— En  un  m.s.  atribuido  á  Larrea  se  lee,  (".xpre- 
siones  descompuestas,  como  las  del  común  populacho  y 
gente  de  capay  piedra. 

pierde,  n.,  pérdida,  y  así  se  dice,  es  calle  que  no  tiene 
pierde. 

pigre,  a.,  tardo;  negligente  ó  desidioso;  conforma,  más 
que  el  castellano  jn/^^r o,  con  la  etimolc^i'a  latina. — Des- 
aplicaiio  ó  poco  aprovechado  en  la  escuela. 

picota,  enfermedad  de  la  viruela. 

pícela,  n..  echadiza;  indirecta. 

pigüesa.  d.,  viruelas. 

pilla,  a.,  pillaje. 

pQina,  d.,  bizma:  ||  d.,  trampa;  deuda, 

O.  n.,  guarda-cantón;  poste:  ||  n..  columna  en  que  se 
Btponian  al  público  los  miembros  de  los  malhechores, 
ruando  estaba  en  uso,  esa  repugnante  práctica:  llamába- 
Ufilon  de  los  cuartos. 


304  P 

pilotero,  n.,  uno  de  los  operarios,  en  las  fábricas  antiguas 
de  papel. 

pimentón,  p.,  pimiento. 

pimienta  (hacer),  n.,  tomarse  vacación. 

pinada,  pinar. 

pinchar,  c,  punzar. 

pinche,  c,  ayudante;  marmitón  de  cocina. 

pinchón,  d.,  punzón. 

pindonguera,  pindonga  6  mujer  callejera:  también  se 
usa  en  masculino  y  en  la  forma  verbal. 

pinetas,  volteretas. 

pinj^etas,  n.,  se  usa  en  la  frase,  estar  enpinganetas^  que 
significa,  estar  en  cuclillas;  estar  mal  sentado  ó  acomoda- 
do; estar  en  peligro  de  caer:  en  Castilla,  estar  en  pinga- 
nitos es,  hallarse  en  puestos  elevados  ó  en  buena  fortuna. 

pin|^,  en  la  frase /7m^¿zr  las  canales  significa,  caer  el 
agua  pluvial  en  los  tejados. 

ping^,  n.,  sustantivo  con  que  suele  designarse,  al  que  es 
demasiado  suelto,  haragán  y  desaseado:  generalmente 
se  aplica  á  la  mujer. 

pinocha,  d.,  panoja.  En  castellano,  la  hoja  del  pino. 

pinochera,  n.,  la  hoja  que  cubre  la  panoja  6  panocha. 

pinta,  n.,  clarión. 

pintar,  n.,  tallar;  esculpir:  así  llaman  los  pastores,  i  los 
adornos  que  hacen  en  la  madera,  con  cualquiera  instru- 
mento cortante:  ||  n.,  pintarla,  figurar:  gobernar;  darse 
importancia. 

pintear,  empezar  á  llover  ó  gotear. 

pinturrutear,  n..  pintorrear;  pintarrajar. 

pinero!,  n.,  en  Alean iz  el  pájaro  loxia  curyirostra . 

piñonada,  piñonate. 

piñorar.  c,  sacar  prendas,  por  algún  adelanto  que  se  ha 
hecho:  dícese  también /^eworjr,  y  ambas  son  voces  an- 
ticuadas. 


„  n.,x  Scc  compañía  de pipiriiaina^á  hXropA 

de  malos  comediantes;  y  reunión  de  pipirijaina,  á  )a  de 

poco  pelo  ó  menor  importancia  de  la  que  conviene. 
piquero,  d.,  albañit;  alarife. 
piqnete.  n.,   esquila  de  poco  volumen,  que  se  pone  en  los 

rebaños,  á  los  borregos  ó  corderos  de  desvezo. 
pimío,  n.,  perinola  pequeña  y  redonda,  sin  las  iniciales, 

ni  por  consiguiente  las  suertes,  que  tiene  la  perinola 

común. 
pisadera,  n.,  se  dice  de  la  reja,  colocada  en  la  acera  de 

una  calle,  para  dar  ventilación  y  luz  á  algún  sótano: 

puede  aplicarse  en  genera!,  como  adjetivo,  á  todo  lo 

que  haya  de  ser  pisado- 
písazo.   n.,  pisada;  pisotón;  esta  última  palabra,  todavía 

no  se  halla  admitida  por  la  Academia. 
pispi^O,  epíteto  despectivo  que  viene  a  significar,   inútil; 

molesto;  desmedrado. 
pitañar,  n.,  casa  de  mala  especie:  vivienda  csTraviada, 

sospechosa  y  de  pobre  apariencia. 
pitOn,  a,,  piedrezuela  con  que  juegan  los  muchachos  á 

los  cantillos. 
pitOf,  juegos  de  muchachos,  con  cinco  bolitas  de  cristal, 

piedra  ú  otra  materia;  diferente  del  juego  de  la  taba,  que 

admite  la  Academia. 
pitoste,  petoste.  hombre  importuno,  desmañado  y  para 

poco,  que  suele  estorbar  con  su  presencia. 
piular,  piar  los  pollos  recién -nacidos  ó  muy  jóvenes. 
pÍ2arra.  n  ,   encerado  para  verificar  operaciones  mate- 

ma'licas  ó  de  otra  ciencia,  á  la  vista  de  muchos. 
pizco,  c,  pellizco. 

placer  (a),  a.,  despacio;  poco  á  poco. 
plantar  cara,  hacer  cara  ó  presentarse  en  ademan  de  re- 

s.stencia. 
idantero,  n,  simiente:  |¡  tablar,  destinado  en  la  huerta,  á 


306  P 

recibir  semillas,  hasta  que  de  ellas  nazcan  las  plantas  y 
tómenlas  creces  suficientes,  para  ser  remudadas  a  otra  ta- 
bla, en  donde  adquieran  con  desahogo,  todo  su  desarrollo. 

{danzón,  d.,  estaca  de  olivo  ú  otro  árbol. 

platada,  n.,  el  comestible  contenido  en  un  plato  colmado. 

plañir,  sentir  ó  deplorar;  pero  con  valor  de  escasear,  excu- 
sar, ahorrar,  economizar:  p.  ej.,  no  ha  plañido  ningún 
gasto  en  la  enfermedad  de  su  padre;  no  se  plañe  él 
por  cien  duros  mds  ó  menos.  También  se  usa  en  la  frase, 
el  que  d  un  enemigo  plañe ^  en  sus  manos  muere,  Eji  la 
proposición  del  Rey  D.  Martin  á  las  Cortes  de  Zarago- 
za de  1 388,  se  lee,  según  el  historiador  Murillo,  si  aveí 
plañidos  vuestros  cuerpos  por  vuestros  señores;  cierto 
podemos  decir  que  non, 

plebania,  cierta  jurisdicción  eclesiástica,  como  Isiplebania 
de  Montalvan, 

plébano,  cura  párroco:  la  Academia  lo  incluye,  como  pro- 
vincial. 

plegadera,  n.^  tablón  que,  colocado  verticalmente  ó  de 
canto  y  arrastrado  por  una  ó  dos  caballerías,  va  amon- 
tonando la  mies  en  la  era,  dirigido  por  el  labrador  que 
lo  sujeta  con  una  esteva. 

plegado  (en),  por  junto;  según  el  Glosario  de  Savall  y 
Penen. 

plegador,  a.,  el  que  recoge  limosna  para  alguna  cofradía 
ó  comunidad. 

plegar,  d.,  hacer  la  llega:  ||  n.,  concluir  una  cosa;  quedar 
uno  sin  esperanza,  y  en  este  sentido  se  dice, ya  hemos 
plegado:  \\  recoger  la  parva,  después  de  trillada,  para  es- 
perar á  aventarla:  ||  congregar:  recaudar. 

pliega,  n.,  llega. 

pliegue,  n.,  se  dice,  ¡buen  pliegue  váá  llevar  ó  d  tener!, 
en  sentido  de  ¡buena  vida,  buen  fin  vá  á  tener! 

pocear.  d..  sacar  agua  de  un  pozo  con  pozales  ó  cubos. 


la,  n..  ave:  ||  n..  la  bolsa  que  forma  la  camisa  ú  otra 
prenda  á  la  parte  del  pecho. 

piHhM?   n.,  lo  que  se  contiene  dentro  de  esa  cavidad. 

pocho,  c.  páÜdo;  descolorido:  1|  n..  judias  pochas,  judías 
desgranaderas. 

jfOÍ0T.  n..  úsase  en  la  frase,  es  cosa  que  tne puede,  como 
diciendo,  que  me  incomoda,  que  me  saca  de  mi. 

polpa,  d..  pulpa. 

poUo,  a.,  caballón  ó  margen  á  trechos,  para  que  se  deten- 
ga el  agua:  ||n..  gargajo. 

poUizo.  vastago  de  un  árbol. 

poota^ero,  n..  el  empleado  á  cuyo  cargo  estaba  el  cobro 
del  derecho  de  pontazgo. 

pontarron.  n.,  aumentativo  despectivo  de  puente:  |[  puen- 
te poco  notable  ó  ya  muy  mal  parado;  !o  usa  Marton. 

porción,  11.,  tablilla  de  chocolate  de  una  onza  ó  de  tres 
cuartos. 

porche,  c.  poste;  soportal. 

porg^adero.  a.,  harnero:  cedazo;  zaranda  ó  criba, 
ir.  d.,  aechar. 

18,  d.,  aechaduras  ó  desperdicios,  después  de  ae- 
chado ó  cribado  el  trigo. 

porreton.  n..  ave  que  no  ha  salido  del  nido  y  permanece 
todavía  implume, 

portadera,  n.,  vasija  de  madera  para  transportar  las  uvas 
Je  !a  caja  al  lagar. 

portal^a.  tabla  de  a  pulgada:  equivale  a  jioríti  leña,  que  la 
Academia  define,  la  tabla  que  sirve  para  hacer  puer tes. 

portata.  n.,  acción  de  llevar,  conducir,  custodiar,  instruir, 
tramitar,  etc.,  y  así  se  dice,  jjor /ii  pobtat*  de  procesos, 
en  un  Tratado  de  los  Oficios  y  Salarios  de  la  Corona, 

portegado,  n..  pórtico  de  iglesia;  voz  local,  que  por  nues- 
tra parle  no  hemos  oido,  pero  nos  ha  sido  comunicada 
por  persona  competente. 


306  P 

potador,  n.,  posadero;  mesonero. 

poM,  c,  parte  gruesa  de  los  líquidos  que  queda  dti'el  ksh 
do  de  la  vasija. 

pOBtflfeiíá,  n.,  postigo:  así  se  desprende  de  una  deidviir 
cion  dada  en  1 522  por  la  corte  del  Justicia,  condéóftodp 
en  6o  dineros  á  los  que  quiebren  puerta  ó  postillenií. 

pote  (color  de),  color  quebrado  6  bajo  en  el  rostro. 

potroiur,  n.,  molestar;  aburrir;  cansar;  apurar  auno.  , 

pgym,  carnicera  6  peso  de  pan  de  tres  libras:  en  español, 
un  derecho  que  se  paga  en  el  homo  común. 

posd,  c,  cubo  de  pozo:  ||  cargar  6  llenar  de  agua  alguna 
vasija. 

pMálear,  d.,  revolver  el  agua  de  un  pozo,  subiendo  'j  ba- 
jando sin  objeto  los  pozales. 

predof,  d.,  estimación  del  daño  causado  en  los  campos. 

predicaden,  a.,  pulpito. 

preguens,  tributo  cereal,  al  Q>mendador  de  San  Juan. 

preooninoioii,  pregón;  antic. 

prendada,  n.,  apenamiento,  ó  intimación  de  alguna  pena. 

prendar,  n.,  apenar  ó  intimar  alguna  pena. 

presa,  a.,  puchero  de  enfermo. 

proseo,  melocotón.  Entre  los  refranes  de  Hernán  Nuñez 
se  halla  este,  qtiatro  son  le  bone  bocone:  prigigo^Jigo, 
fongo^  melone^  ó  sea,  cuatro  son  buenos  bocados: pris- 
co^ higo,  hongo,  melón. 

presera,  trampa  para  cazar:  se  halla  usada  en  los  Fue^ 
ros. 

presero,  n.,  puchero  de  dos  tazas  de  caldo. 

pr esguardarse,  apercibirse. 

presquiUa,  duraznilla. 

prestar,  c,  dar  de  sí;  extenderse  las  telas:  la  Academia 
durante  algunas  ediciones,  y  desde  luego  en  la  de  i832, 
consideró  esta  voz  como  aragonesa. 

prieto,  p.,  mezquino;  mísero;  tacaño. 


p  .  :íütí 

privilegios,  n..  leyes  6  rucro;>  polídcos;  L'ódigo  constitu- 
cional de  lüs  aragoneses. 

probar,  c,  catar. 

probatina,  n.,  prueba;  ensayo;  tentativa. 

proceso  de  cambra,  n.,  d  que  se  hacía  en  lugar  escondi- 
do: se  llamaba  también  de  cámara  y  estaba  prohibido 
en  Aragón. 

procura,  p.,  procuradoría. 

procuradori  a.,  se  dice  procurc.dor  astricto,  del  obligado 
á  seguir  ciertas  causas,  especialmente  criminales,  en  las 
cuales  nunca  se  procedía  de  oficio  en  Aragón. 

profierta,  n.,  servicio  extraordinario  concedido  por  el  rei- 
no al  monarca,  con  el  carácter  de  empréstito,  según  pue- 
de verse  en  Asso,  Economía  Política  (pag.  490):  [|  pro- 
mesa: oferta;  anlic, 

proaioredores,  n.,  oliciaies  destinados  i  agitar  los  nego- 
cios civiles  y  aun  criminales  y  á  suplir  al  Canciller  ó 
Vice-Cancillcr  en  algunas  funciones; siendo  considerados 
como  Consejeros  del  Rey :  eran  en  número  de  cuatro;  dos 
caballeros  y  dos  doctores:  todo  según  las  Ordinactones 
de  Pedro  IV. 

proniutcia,  a-,  pronunciación  ó  publicación;  ó  acción  y 
efecto  de  publicar  alguna  cosa. 

propalo,  n..  barra  cilindrica  de  hierro,  que  encaja  por  un 
extremo  en  el  árbol  y  que  termina  por  el  otro  en  esqui- 
na, para  recibir  el  rodillo  del  molino  harinero:  ||  pieza 
que  encaja  en  el  aboj  y  la  navua.  obrando  de  esta  suer- 
te sobre  la  muela. 

propiamente,  verdaderamente;  se  usa  de  preferencia  para 
manifestar,  con  ese  solo  adverbio,  la  conformidad  con  lo 
que  otro  expone  ú  opina. 

pn^io  (de),  n.,  de  intento;  directamente;  sin  otro  objeto: 
p.  c¡.,  vuy  de  propio  dsu  casapara  contárseJo. 

propoñdon,  n.,  demanda  de  posesión  en  e)  juicio  de  tir- 


310    •  P 

ma:  ||  n.,  discurso  del  trono  al  abrir  las  cortes;  P/vpoth 
tío  Curiarum, 

proa,  bastante:  catalán  puro. 

pravin,  n: ,  decreto  de  secuestro,  que  es  la  primera  dili- 
gencia, en  el  juicio  de  aprehensión, 

pruebo,  prueba:  se  usa  en  las  montañas  de  Jaca,  en  fiases 
como  esta:  ¡as  cepas  han  hecho  buen  pruebo  en  ese  0* 
rreno. 

pudir.d.,  heder. 

pudor,  d.,  hedor;  hedentina.  ^ 

pnerte,  n.,  en  el  juego  de  dominó,  la  ficha  que  por  un  ex- 
tremo presenta  un  número,  del  cual  van  todos  jugados 
menos  uno;  y  del  que  conserva  ¿ste  en  su  poder  se  dice, 
tener  una  puerta^  pues  por  allí,  nadie  si  no  él,  puede  ju- 
gar: II  n.,  salir  por  la  puerta  de  los  carros^  salir  vergon- 
zosamente de  una  casa,  de  un  establecimiento,  6  de  un 
negocio;  en  Castilla  se  dice,  salir  por  ¡a  puerta  de  tos 
perros^  por  salir  huyendo. 

pues,  tiene  un  aire  aragonés,  equivalente  á  entonces;  en 
este  caso;  esto  supuesto;  y  análogo  al  done  francés:  por 
ejemplo,  qué  habia  de  hacer j  pues? 

pueyo,  cabezo. 

puga,  p.,  púa. 

pugés,  n.,  moneda  que  valía  la  cuarta  parte  de  un  dinero 
en  tiempo  de  Carlos  V,  según  Juan  Gutiérrez,  citado  por 
el  paleógrafo  Merino. 

pulg^urillas,  n.,  castañuelas. 

pnlienda,  n.,  cospillo. 

pulseras,  n.,  la  carga  que  se  sobrepone  á  los  costados  de 
cualquiera  carro  ó  galera,  atándosela  con  cuerdas,  fuera 
de  la  escalera  del  carruaje:  también  toma  aquel  nombre, 
la  misma  red  de  cuerdas  en  que  se  contiene  la  carga. 

punchar,  c,  punzar. 

punchazo.  d..  punzada. 


ptuichoii.  d..  punzón. 

puntero,  n.,  tripulante  en  los  barcos  del  Canal  Imperial, 
cuya  maniobra  consiste,  en  evitar  que  la  embarcación 
cho^u^  contra  las  márgenes,  lo  cual  previene,  apoyando 
en  ella  unos  largos  remos, 

puntilloso,  n. ,  el  que  tiene  mucho  punlillo  ó  una  suscepti- 
bilidad exquisita.  Aunque  parece  de  etimología  francesa, 
no  debe  de  ser  sino  un  derivado  de /«níiV/o:  la  Acade- 
mia admite  puntoso  y  puntuoso 

pUOtuantOn  el  destinado  en  la  Universidad  á  dar  puntos 
para  los  ejercidos  ó  á  presidir  los  piques:  en  los  Gestts 
leemos  también,  apuntuante. 

punza,  púa;  espina. 

pnfiazo,  n.,  puñada;  puñetazo  (i), 

purna,  d-,  chispa:  II  n.,  teíifrmc/íTipMTTiíW,  tener  malas 
chanzas  ó  mal  genio,  ó  mal  carácter,  ó  poco  aguante. 

puya,  d..  poya:  ||  subir  una  pendiente:  úsase  en  las  mon- 
tañas pirenaicas. 

puyada,  n.,  regreso,  principalmente,  de  los  ganados  iras- 
humantes. 


(II  TfDcmoBá  aquélla  por  tan  caate llana,  como  &  enlas  dos  paUbraH. 
paro  na  bnllindola  rn  al  Diccionario  de  la  Unsu»,  á  praar  d«  srr  el  deriva- 
do man  próilmo  de  la  primitiva  puiIo,  y  Blando  por  olra  parla  muy  fra- 
curate  tn  Aragón,  nos  tiernos  permitido  incluirla  como  balgunaa,  aunque 
noy  pocsa,  que  se  bsllan  i-m  cele  caso.  En  lo  drmiB,  noaotroa  do  hrmoi  da- 
do cBbidí^  &  vocen  qUF  la  Academia  calIflcB  do  caaUlInnaa,  [por  mus  aire 
BFBg'onáB  que  lea  bayamoa  encontrado,  alna  que  hemoi  traaladndo  la*  que 
da  entre  ellas  Incluyü  Peralta  en  sn  Eiuaya,  yaun  eras,  marcadas,  plu«  eo- 


<l 


I 


focmbias.  n.,  cocía  mas  6oa  t{vc  lacorann  ydcnn 
color  mas  bajo,  que  algunos  Uanun  eUar.  j  onos.  por 
d  paú  en  que  es  abondaoR,  cerqd  ilr  Mk^os. 

fMMrfta.  a.,  puta  de  reqocsoa  bjlüu  y  roccJaJocon 
huevos.  >2Úcar  y  zumo  ó  eaencú  de  limón,  cocido  todo 
en  c)  horno,  i  fuego  lento. 

fHfffBft    acchuiu  desmedrada  y  mencda. 

qoMtiM.  R-,  uno  de  los  tnbutos  que  u  exigían  aniígua- 
menic,  en  Aragoa. 

fiJeoto,  ta,  n..  cómo!  Se  osa  interrogatirt  j  admirativa- 
mente, sÍgni6cando  d  desprecio  ó  TÍiuperio.  y  así  sedke, 
¡quiento  ha  quedado  este  gabmele!;  qidento  se  ha  puesto 
el  tiempo!;  frases  que  equivalen  á  cómo  ha  quedado  (que 
mal)  este  gabinete,  etc.:  es  muy  usado  en  ciertas  clases, 
perogeneralmente  no  muy  conocido:  II  n.,  se  usa  ea  la 
frase  tal  y  quiento,  equivalente  átat  y  cual.  En  sus  dos 
acepciones  se  usa  con  mucha  frecuencia,  bajo  ta  forma 
inierrc^tiva. 

fDÍDOll,   d.,  almenara:  II  d.,  turno  para  e)  riego. 

qoiltiis,  cierto  tributo:  hallamos  que  lo  cobraba  el  Du- 
que de  Medinaceli,  en  algunos  pueblos  de  Aragón. 


313 


R 


Rabada,  d.,  rabadilla:  ||  n.,  dar  una  rabada,  separarse  de 
uno  bruscamente  y  en  ademan  hostil;  dar  á  la  conver- 
sación 6  á  la  disputa  un  giro  inesperado  é  insolente.  En 
sentido  análogo,  aunque  mas  concreto,  la  Academia 
usa  rabotada. 

rabal,  n.,  arrabal. 

rabático,  n.,  género  de  pecha  ó  tributo  que,  con  este  nom- 
bre, vemos  en  varias  escrituras  de  exenciones  ó  fran- 
quicias. 

rabatiil,  cristiano,  en  Valencia  la  árabe. 

rabiojo,  n.,  se  dice,  mirar  de  rabiojo^  á  la  manera  que  en 
Castilla  mirar  de  reojo  y  ó  mirar  de  rabo  ó  de  rabillo 
de  ojo. 

racimar,  p.,  rebuscar;  recoger  los  racimos  que  quedan 
después  de  vendimiada  una  viña. 

racimo,  d.,  hijuela  ó  parte  de  una  uva. 

racional,  a.,  oficial  de  la  Casa  real  de  Aragón,  equivalente 
á  Contador  mayor:  ||  n.,  el  empleado  que  examinaba,  en 
la  Cofradía  de  Abegeros,  las  cuentas  del  Receptor. 

racionero  de  mensa,  n.,  el  sacerdote  que,  desde  la  funda- 
ción de  una  pieza  eclesiástica,  tiene  derecho  á  cierta  par- 
te, en  los  productos  de  los  bienes  y  obligación  de  cele- 
bración, coro,  misa  conventual,  etc.,  como  los  demás 
capitulares. 

radia,  n.,  parece  ser,  suelta  ó  libre,  en  aquel  pasaje  de  un 
documento  de  Veruela,  qui  la  agua  lexare  radia  que 
no  la  tome  á  la  Jila  ond  la  prende ^pey  te.  etc. 

rader,  n..  raer. 


914  H 

MÉMb,  D-t  mueraUe;  avaro;  poco  dccprouUdw  .a^XZafti 
Ihi  raido,  tiene  muy  otra  «¿nificifim. 
,  nucro. 
Il,  n.,  granja;  casa  6  predio  en  el  ciin|r(^., 

lAfe,  p-,  alero  de  tejado:  ||  n.,  extremidad  de  una  cosa,  y 
así  se  dice,  cA  rc.j'e  de  la  mesíi,  de  le  cerne,  del  pcpet. 

nd,  n. ,  voz  usada  en  algunos  puntos  de  Aragón  y  Cata- 
fuña,  que  unas  veces  significa,  á  bien,  grades  que  no  im- 
porte,  y  otras  tienen  mas  enérgica  equivalencia,  como  en 
Pedro  rai  que  tiene  fincas,  quien  quede  mal  es  su  her- 
meno;yo  mi  poco  importe  Jo  que  importe  es  mi  maJre: 
¡a  escelera  raí,  ¡o  que  quiero  tener  hecho  es  los  pisos. 

nlda,  n. ,  raja  de  melón  de  tierra. 

nJlado.  n.,  se  dice,  rcllcdo  de  viruelas^  por  d  que  ba  <\üt- 
dado  señalado  de  ellas  en  el  rostro. 

nllar  las  tripas,  n.,  rallar,  en  la  segunda  acepción  del 
Diccionerio  de  la  Lengua. 

I»|l»,  a.,  alcarrwa.  ^g^.    ^   ■a-.-mupsi 

ndM^  se  uaa  en  frues  como  esta:  ¡os  donm^osM  iba 
todos  en  rama  floja  d  ¡a  ciudad. 

nmidlo,  n.,  zarzal;  matorral;  etc. 

ranüllo,  a.,  dinerillo. 

rampa,   a.,  calambre. 

lampallos,  d.,  pimpollos. 

ramulla,  n.,  ramaje  inútil: en  castellano,  rami^ti  y  ramojo. 

im,  d.,  raiz:  áíctsi,  cortcr  al  rcn  de  tierra,  por  cortar 
á  raiz. 

ranoira,  n.,  queja;  querella:  voz  antic. 

rancho,  n.,   esquiladero. 

raoosa,  n.,  la  res  baldada  ó  impedida  de  los  remos. 

rape  (Á),  n.,  superficialmente;  á  fior  de  tierra. 

raro,  n.,  enfermo;  achaquiento;  indispuesto;  delicado. 

ras,  d.,  paño  de  tapicería:  también  se  decía,  peños  de 
ras  y  en  plural  races:  en  Zaragoza  los  hubo  excelentes 


R  315 

en  el  Ayuntamiento,  y  los  hay  en  la  Seo  y  en  S.  Pablo; 
aquí  sobre  dibujos  de  Rafael  de  Urbino:  viene  de  Ras  6 
Arras,  ciudad  de  la  Picardía,  en  donde  se  fabricaban 
los  mejores  (O. 

rasa,  d.,  porción  elevada  de  tierra  de  regadío,  ó  mejor, 
límite  de  dos  campos  desnivelados:  ||  n.,  regacha  prac- 
ticada á  todo  lo  largo  de  las  plantaciones  de  árboles, 
principalmente  en  los  paseos. 

raaoañico,  cantero  ó  trozo;  aplicado  al  pan. 

rasca^mmas,  n.,  persona  descontentadiza  y  de  difícil 
trato  que  se  inquieta  por  todo  y  que  dá  importancia  á 
bagatelas:  también  se  dice,  casca-miajas, 

rasera,  n.,  rasero. — Mor  de  Fuentes,  que,  aunque  arago- 
nés, era  escritor  afectadamente  puro  y  hasta  arcaico,  si 
bien  en  las  traducciones  que  corren  como  suyas,  se  des- 
mienten muchas  veces  eses  cualidades;  en  la  Serafina, 
decía,  medirlos  por  ia  jíASEnÁ  general. 

rasmear,  n.,  se  dice  del  objeto  que  araña,  rasca  ú  ofende 
al  tacto  con  su  aspereza:  también  se  dice  rasmeadura  y 
rasmea\o;  pero  son  palabras  que  solo  se  usan  en  la  con- 
versación familiar. 

rasmia,  afición;  diligencia;  fuerza  ó  voluntad  para  el  traba- 
jo: li  discreción ;  buen  ingenio  para  negocios  ordinarios 
de  la  vida:  |i  roña  ó  malestar,  que  resulta  de  alguna  enfer- 
medad.— Es  como  se  vé,  una  palabra  bastante  indecisa. 

raso,  d.,  lleno;  colmado  (2):  ||  d.,  desvergonzado;  desen- 
vuelto en  el  hablar,  principalmente  con  aplicación  á  la 


(1)  Pedro  Fafur  en  sus  Andanzas  6  viajes  dice  de  ella:  es  muy  gentil  ci6- 
éUxt,  e  muy  rica  mayormente  destos patios  de  paredes  e  tod  ■  tapeceria,  e  pues- 
to que  ya  en  otras  partes  los  labran,  pero  con  todo  eso,  bien  se  pM^esce  la  ven- 
tt^Ja  de  lo  que  se  face  en  Ras. 

(2)  Es  usual  en  los  f.  f.  de  Navarra,  uno  de  los  cuales,  contra  los  ladro- 
nesde  res  que  lleva  campanilla,  dice,  que  fagan  implir  la  campaneta  de 
mierda  de  home,  qib  sea  rasa,  éfnga  implir  en  la  boca  al  ladrón. 


316  R 

mujer:  II  n.,  escaso  ó  mejor,  enteramente  al  justo;  por 
ejemplo,  la  tela  ha  venido  rasa^  para  indicar  que  nada 
ha  sobrado:  se  aplica  al  que,  y  sobre  todo  á  lo  que,  se 
muestra  sacudido,  desenvuelto  y  demasiado  franco  en 
hablar. 

rasonera,  vasija,  á  manera  de  fuente  oblonga  ó  en  forma 
de  barco,  y  generalmente  de  metal,  á  propósito  para 
servir  á  la  mesa  ciertos  asados  ó  pescados. 

raspa,  c.  escobajo  de  la  uva:  en  algunas  partes,  gajo  de 
uvas. 

rastra,  c,  ristra  ó  sarta. 

rastras  (á),  n.,  á  la  rastra. 

rastro,  n.,  matadero. 

rayada,  n.,  ráfaga  de  sol  ó  de  luz:||n.,  cantidad  poco 
abundante  de  líquido,  que  se  vierte  por  el  pico  de  la  vi- 
na jera,  ampolla,  aceitera  ú  Qtra  vasija  semejante. 

rayera,  abeja  reina  ó  maestra  en  pollo. 

real,  n.,  moneda  imaginaria  de  32  maravedises:  dicese 
real  ó  real  de  plata. — Rosal  hace  diferencia  de  los  reales 
de  su  tiempo,  diciendo,  que  el  de  Portugal  valía  40  ma- 
rá vedis  menores,  el  de  la  Corona  de  Aragón  36  y  el  de 
Castilla  34  y  antes  33. 

realtar,  n.,  altar:  se  usa  repetidamente,  en  las  Ordina- 
ciones  de  Pedro  IV:  en  latin  retrocltcre. 

rebadan,  n.,  rabadán. 

rebalva,  n.,  ave  del  orden  de  los  pájaros. 

rebaüo,  multitud;  montón:  sq  ¿\<:q,  rcbcSio  de  ynuieres, 
de  pleitos,  de  melones,  etc. 

rebecar,  d.,  pandear;  inclinarse  un  árbol  o  rama  al  poso 
de  la  tVuta. 

reblar,  d.,  titubear;  retroceder;  cejar:  ||  d.,  hincar  en  la 
madera  la  punta  de  un  clavo,  cuando  sale  otro. 

rebol  1  n.,  lana  o  vellón  corto. 

rebolería,.  n.,  casa  en  que  se  preparaban  las  pieles:  |j 


R  3n 

n. ,  fábrica  de  velas  de  sebo.  La  Universidad  tuvo  si- 
tuadas sus  rentas  algiin  tiempo,  sobre  el  producto  de 
carnicerías  y  rebolerics  ("Gestis,  a?}. 

rebotiga,  p.,  trastienda.  •  , 

reliTiUar,  n.,  reburujar.  ' 

rebullo,  n.,  reburujon;  rebujo. 

rebUEOSO,  d.,  tomado  de  orín. 

reboscar.  c,   racimar. 

reblltar,  LSrrea,  en  su  celebrado  Diálogo  de  la  verdadera 
hopra  militar,  dice,  ^ue  rebltar  es  no  cdinitir  duelo 
por  desprecio  contra  infames  ó  desiguales-,  y  rehvsur 
no  admitirlo  por  la  ley  ó  por  foluntad  contra  exceptua- 
dos; V.  g,,  letrados,  religiosos  ú  mujeres. 

rebutido,  lleno;  ocupado  por  completo:  por  ejemplo, 
Míe  cposenio  está  rebutido  de  muebles.  Usa  esta  voz 
3.  M.  Cuadrado  en  sus  Recuerdos  y  Bellezas  de  Espeña. 

rebutir,  aglomerar  objetos  ó  cosas  aun  inmateriales,  en 
alguna  parte:  p-  e¡.,  su  discurso  estaba  rebutido  de  me- 
táforas. 

recachimeU,  lumbago  ó  dolor  de  ríñones:  así  se  lo  hemos 
oído  á  un  miídico. 

recado  (bl' es),  d.,  mucho:  la  Academia  parece  admitir 
esla  significación,  no  tanto  en  las  definiciones  que  dá  de 
aquella  voz,  como  en  el  refrán,  buen  recado  tiene  mi 
padre  el  día  que  no  hurta. 

recantnio,  d,,  barda  de  tapia. 

recardero,  d.,  revendedor. 

recentar,  n.,  contar,  según  se  lee  en  una  Escritura  de 
principios  del  siglo  xvii. 

recibidor,  d.,  sala  de  recíbímientü;  ||  d..  oficio  honorífico 
de  alguna  encomienda:  |j  n,,  antesala. 

recibir,  testificar:  se  dice,  j-ecibir  un  testamento,  un  con- 
trato, etc.,  por  reducirlo  á  instrumento  público. 

reclento,  recinto  n..  levadura. 


318  R 

recluido,  n.,  incomunicado  en  la  prisión. 

reduimiento,  reclusión. 

recocho,  agua  madre,  en  el  caldo  del  alumbre  ( Asso,  255). 

recoiíiia,  a.,  cuarto  contiguo  á  la  cocina  y  para  desahogo 
de  ella:  no  se  halla  en  las  primeras  ediciones  dúDiccuh 
nario  de  la  Academia. 

reconcomerse,  n.,  dominar  el  sentimiento  ó  despecho,  de 
suerteque  no  aparezca  en  el  semblante  ni  en  las  palabras. 

recorte,  n.,  en  el  juego  de  dominó,  colocación  inesperada 
de  ficha  que  presenta  un  punto,  en  que  no  se  creía  fuerte 
al  jugador,  el  cual  lo  dá  algunas  veces,  no  porque  le 
queden  puntos  como  aquel,  sino  porque  le  ha  de  facili* 
tar  las  fichas  que  le  convienen:  cuando  el  recorte  se  hace 
tapando  el  que  parecía  ser  su  juego  e  inaugurando  otro 
por  ambas  puntas,  entonces  se  dice  vulgafmentc,  entre 
jugadores,  volverse  inglés. 

recursado,  aquel  contra  quien  se  recurre. 

rechichivado,  d.,  guisado  que  se  pasa  de  fuego. 

redaño  (echar  el),  trabajar  á  toda  fatiga. 

redqa,  rendija. 

redolino,  a.,  bola  hueca  que  contiene  la  cédula  que  ha 
de  sortearse:  turno  para  deshacer  la  aceituna. 

redoncho,  n.,   círculo;  voz  familiar. 

refilón  (de),  n..  de  pronto:  de  pasada:  por  ejemplo,  nos  he- 
mos visto  de  refilón:  la  Academia  admite  esta  frase,  pero 
solo  en  las  últimas  ediciones,  como  sinónimo  de  al 
soslayo. 

refinadora,  refineta,   n..  véase  mu  lo. 

refirmar,  apoyar  una  cosa  sobre  otra;  significación   que 
nos  parece  diferente  de  la  de  asegurar  ó  afian:{aj\  que 
trae  la  Academia:  Argensola  dice  en  su  tragedia  Isabela: 
Y  para  refirmar  los  pies  soeces . 
El  oro  servirá  de  nuestras  cruces 
Haciendo  de  él  labradas  estriberas. 


B  :n9 

refitolero,  n.,  indiscreto;  imprudente;  curioso. 

reTrotar,  n.,  trotar. 

reíroton,  restregón;  encuentro;  estregón  ó  refregón. 

regacha,  n.,  cauce  angosto  para  el  riego. 

regacbado.  reg^acho.  d.,  canal  abierto  por  el  agua  de- 
rrumbada Je  los  montes:  ||  en  sentido  de  regata  ó  surco 
de  agua  para  el  riego,  se  usa,  en  la  Gran  conquista  de 
Ultramcr  de  D.  Alonso  eJ  Sabio,  publicada  en  1 858  por 
Gayangos. 

regata,  picado  mas  grueso  que  el  cordoncillo,  en  la  muela, 
para  que  circule  el  aire  y  se  despida  bien  la  harina. 

regañado,  se  aplica  al  ojo  hubltualmcmc  sanguinolento 
por  los  bordes. 

regidorato.  n.,  el  cargo  de  regidor  ó  individuo  del  Regi- 
miento ó  Ayuntamiento. 

regirar,  n.,  estremecerse;  sentir  un  movimlenio  convulsivo. 

regirOD,  n.,   estremecimiento  general  en  el  cuerpo. 

regla,  n..  listón  de  los  que  usan  los  atbañiles  y  otros 
operarios  para  las  alineaciones. 

regostado,  satisfecho;  harto;  material  y  moralmente  ha- 
blando. 

regular,  !a  frase,  por  un  regular,  que  consideramos  ara- 
gonesa, equivale  á  la  castellana,  por  lo  regular. 

rehaz,  n.,  derrama  ó  reparto  proporcional  entre  los  re- 
gantes de  un  término,  para  los  gastos  extraordinarios 
de  roturas  de  acequias  ú  otros. 

reinar,  n..  bailar  la  peonza,  el  trompo,  la  perinola,  etc. 

rf)}Íoeta.  caracoliüa:  lo  hemos  oido  en  Malón. 

rcgolado,  n..  pórtico  de  la  Iglesia:  se  usa  eo  algunas  loca- 
lidades. 

rejuela,  n..  pasta  freída  en  la  sartén,  y  que  tiene,  aunque 
remotamente,  aquella  forma. 

relicto,  sobreviviente. 

rdttJeador.  n..  la  persona  muy  curiosa  y  escudriñadora. 


320  R 

relajear,  n.,  la  acción  ó  la  propensión  á  enterarse  de  todo, 
á  observar  cuanto  hay  en  una  casa  ó  concurrencia,  etc. 

remojón,  sopa  mojada  en  chocolate. 

remcdda,  la  faena  de  remoldar. 

remoldar,  n.,  cortar  las  ramas  viciosas  de  los  árboles. 

remudar,  n.,  sacar  ciertas  plantas  del  sementero  y  colocar- 
las en  la  disposición  y  á  la  distancia  convenientes ,  para 
que  rindan  el  fruto. 

remugar,  a.,  rumiar. 

remulg^dor,  podador  ó  remoldador. 

rendr^a,  n.,  rendija;  hendrija:  sobre  ser  familiar  aquella 
voz,  la  hemos  visto  usada  en  p>ocsías  inéditas. 

reneg^on,  n.,  renegador. 

repapo,  n.,  Avellaneda  en  su  Quijote,  dice  al  capítulo  IV, 
con  que  durmió  aquella  noche   (Sancho)  muy  de  re* 

PAPO. 

reparar,  d.,  operación  que  se  hace  con  el  pan. 

repaso,  n.,  la  segunda  prensada  de  la  aceituna,  que  gene- 
ralmente es  para  el  dueño  del  molino,  en  pago  de  la 
primera. 

repicoteado,  adornado  ó  excesivo  cié  picos  ü  ondas. 

replegar,  recaudar:  antic,  forense:  ||  alzarse  con  todo:  por 
ejemplo,  entes  de  ¿ibcindomzr  le  cr.sc,  replegó  con  todo 
lo  que  cllí  había  cu  frutos  y  muebles. 

reposte,  a.,  despensa. 

repostear,  d.,  rei^islrar  con  curiosidad  reprensible. 

repostero,  n.,  disputador:  temoso:  aficionado  á  llevar  á 
todos  la  contraria. 

reposten,  n.,  respondón.  Avellaneda  dice,  r  es  la  mayor 
parlera  y  reposto  na  que  hay  en  todas  les  parlerías  y 
tierras  de  papa^cj'os  :'cap.  XXVI).  Hemos  oido  mu- 
chas veces  esa  palabra,  usada  hoy  sin  distinción  de 
clases. 

reprenda,  aprehensión;  retención. 


d-,  resistir  el  freno;  II  d.,  repetir  impcrtinen- 
una  misma  respuesta. 

repterio,  n.,  reto,  ^icusacion;  y  asi  e\  Priyilegio  general 
dice,  (si  alguno)  sera  reptado  de  traición....  sino  que- 
rrá el  acusador  estar  en  su  REPTERto,  no  sia  tenido  el 
acusado  responder  d  otra  demanda  si  le  serdjeyla- 

repni,  desecho;  desperdicio:  se  aplica  á  cosas  y  perso- 
nas: en  algunas  partes  rebui. 

requeda,  las  últimas  campanadas  que  sedan,  para  marcar 
si  las  anteriores,  eran  primero,  segundo  ó  tercer  loque. 

requedar,   marcar  cada  toque  a)  final  de  él. 

reqoilorios,  n.,  adornos  ó  accesorios,  en  los  objetos  ma- 
teriales, y  preámbulos,  circunloquios,  rodeos  ó  atavíos 
en  la  conversación. 

res,  nada:  también  se  dice,  no  res,  redupllcativamentc. 
Aunque  forastera,  incluimos  esta  voz,  por  el  uso  cons- 
tante que  tiene  en  Aragón, 

resacadores,  n.,  los  peritos  que  en  las  cacerías  se  desti- 
nan á  ojear  y  hacer  mover  de  sus  cados  ó  escondites,  á 
los  animales  de  caza. 

resacar,  n.,  la  acción  de  dispersar  y  poner  en  carrera 
á  las  piezas  de  caza. 

resbalón  (de),  n.,  véase  refiloN;  con  cuya  frase  tiene 
grande  analogía. 

respetado,  n.,  dícese  de  la  persona  cuyo  exterior  inspira 
respeto. 

re^^ar,  n.,  coger  los  desperdicios  ó  restos  de  la  cose- 
cha: en  Castilla  se  limita  á  las  mieses,  obedeciendo  á 
su  etimología:  en  Aragón  se  dice  también,  de  las  olivas. 

rebufarse,  n.,  alzarse  ó  ponerse  de  puntillas;  esto  es, 
sobre  Us  puntas  de  los  pies. 

respingo,  n.,  en  la  frase,  dar  ó  pegar  un  respingo,  signi- 
fica, crecer  muy  aprisa  en  estatura  ú  en  fortuna.  Se  dice, 
echar  un  respingo,  por  reprender  á  uno  fuertemente. 


322  R 

respnlero,  respondón:  también,  respollon. 

restadura,  n.,  punto  que  dan  los  sastres,  para  asegurar 
las  carteras,  bolsillos  y  otras  piezas. 

resto,  d.,  resistero  de  sol. 

restregón,  n.,  estregón. 

restrcjera,  n.,  rastrojera. 

retigo,  n.,  retal;  retazo:  alguna  vez  se  usa  en  sentido  figu- 
rado, para  apodar  á  los  niños  de  corta  edad. 

retastinarse,  d.,  pasarse  de  fuego,  el  guisado  ó  asado. 

retavülo,  n.,  instrumento  de  labranza,  que  consbte,  en  un 
palo  terminado  por  un  aro  ó  grande  arco  de  círculo,  y 
sirve  á  los  mismos  fines  que  la  plegadei^a, 

retqar,  n.,  rechinar:  se  dice  de  los  dientes,  cuando  se  ace- 
ran ó  resienten  por  alguna  impresión  exterior  del  tacto 
ó  el  oido. 

retomarse,  restablecerse. 

revés,  c,  bofetón;  sornaviron. 

revisalsear,  d.,  registrar;  entrometerse. 

revisalserO;  d.,  curioson;  bachillero:  la  Academia  se  refie- 
re á  solo  el  género  femenino  y  escribe  rabisalsera. 

revoltilla,  n.,  suerte  en  el  juego  de  pelota,  que  es,  cuando 
en  el  saque  ó  resto  se  hace,  que  la  pelota  toque  en  la  pa- 
red opuesta  á  la  del  juego. 

revoltillo,  véase  charanga. 

revoltina,  d.,  motín;  conmoción  popular:  tiene  conexión 
con  el  revoltillo  castellano,  y  con  la  trifulca  aragonesa. 

rey  de  zarza,  n.,  ave  del  orden  de  los  pájaros. 

rezago,  d.,  ganado  endeble  que  se  separa  de  los  rebaños 
y  se  conduce  en  un  grupo,  aunque  perteneciendo  á  va- 
rias clases. 

riada,  c,  avenida  de  río. — Jovellanos  prefiere  arriada:  la 
Enciclopedia  española  cita  como  aragonés  aquel  vocablo. 

riba,  a.,  ribazo;  pendiente  entre  dos  campos  superior  c 
inferior. 


,  Tuja  ó  ribete  oías  ancho  del  ordinario,  el  cual 
usaban  las  mujeres  en  vestidos;  sobre  lo  cual  puso  limi- 
laciones  la  ley  suntuaria  de  i553. 

ricio,  campo  sembrado,  con  solo  las  espigas  que  en  él  que- 
daron, ya  porque  cayeron  desgranadas,  ya  porque  no  se 
cosecharon. 

ricos-hombres,  n.,  los  personajes  de  la  primera  nobleza 
de  Araron:  unos  se  llamaron  de  naturaleza  y  otros  de 
mesnada:  de  los  primeros  dice  Blancas  que  procedían  a 
duodecim  ¡llis  Senioribus  qui  in  primo  interregno  Réi- 
publicce  nostrce  moderatores  fuerunt.  Ducange  dice,  riel 
Itomines,  proceres  apud  aragonenses  quos  allí  vulgo 
barones  vocantur. 

ridiculo,  n.,  bolsa  de  señora  que  soh'a  usarse,  como  parle 
del  traje,  para  llevar,  como  en  la  escarcela  antigua,  los 
útiles  mas  precisos. 

líedra,  n.,  ve'asc  FJANZA. 

riUo.  n..  cada  uno  de  los  tres  cilindros  de  hierro,  que  se 
colocan  debajo  de  los  tapiales,  para  sostenerlos  y  enla- 
zarlos. 

ríncoaera,  se  dice  déla  nuez,  cuya  carnees  dcmasiadoseca. 

rínchar.  contener  el  aliento. 

riostra,  d,,  aldaba. 

ristolero,  alegre;  risueño. 

roba,  n..  arroba:  se  Ice  en  las  Ordinaciones  de  Zaragoza, 
con  aplicación  á  la  Agrimensura. 

robadera,  n.,  caja  de  madera,  ó  forrada  de  hierro,  para 
trasladar  la  tierra  que  se  arroba. 

robar,  n.,  arrobar. 

robel.  d..  lebrillo  grande,  en  que  se  friega  ó  lava  cual- 
quier objeto,  dentro  de  casa:  lo  mismo  que  lavacio.  Su- 
primido por  Peralla,  en  su  segunda  edición. 

robellón,  robellones,  especie  de  hongos:  en  el  sentido 
de  seta  úsase  en  el  Alto  Aragón. 


324  R 

rocador,  n.,  rocadero  ó  cucurucho,  para  sujetar  el  copo 
á  la  rueca. 

rocero,  se  dice,  de  la  persona  demasiado  familiar,  en  el 
trato  con  sus  inferiores:  ||  el  que  es  aficionado  á  mu|eres6 
a  tratos  ó  placeres,  que  están  por  debajo  de  su  condición. 

rociada,  arremetida. — El  analista  Sayas  dice:  y  aunque 
ki:{o  briosamente  su  deber,  fué  el  entuvion  (antuyion) 
de  la  ROCIADA  tan  recio,  que  le  hicieron  retirar  conpér- 
dida  del  marjeny  deljuertecillo. 

roélero,  rodelero:  en  Zaragoza  los  hubo  ciudadanos,  que 
se  distinguieron  combatiendo  el  motin  del  hambre,  en 
fin  del  siglo  XVIII  y  que  todavía  lucieron,  aunque  en 
corto  número,  en  los  Sitios  contra  los  franceses. 

rogaría,  n.,  ruego;  súplica;  voz  anticuada,  usada  con  fre- 
cuencia, en  el  Códice  de  los  Privilegios  de  la  Union. — 
La  Diputación  de  Aragón,  en  documento  dirigido  al 
Justicia  sobre  los  Anales  de  Zurita^  é  inserto  en  los 
Progresos  de  la  Historia  de  Dormer,  emplea  esa  pala- 
bra para  indicar,  que  había  recibido  diferentes  súplicas, 
en  favor  de  la  reimpresión  de  aquella  obra. 

rolde,  d.,  círculo:  en  Castilla,  círculo  ó  grupo  de  gente:  || 
hacer  el  rolde,  coger  con  redes,  los  barbos  que  van  á  la 
orilla  á  deshovar,  según  el  historiador  D.  Nicolás  Sancho. 

romana  (correrse  la),  exagerar  alguna  cosa. 

roncha,  a.,  lonja  de  tocino,  de  carne  y  de  algunos  pesca- 
dos; tajada  en  redondo. 

rondalla,  a.,  ronda  de  mozos. 

rÓne§0,  d.,  descarnado. 

roñar,  d.,  regañar. — En  unas  octavas  que  se  escribieron 
contra  las  conclusiones  de  Economía  política,  año  1785, 
se  lee, 

aunque  roñen  los  socios  consumados 
de  la  leonina  Sociedad  del  día, 

roñon,  d.,  regañón. 


I.  n.,  regañón;  llorón. 

rapador,  n.,  ladrón  en  despoblado  ó  en  cuadrilla:  voz  an- 
ticuada. 

ropería,  n.,  robo  en  despoblado,  según  se  desprende  del 
Códice  de  la  Union. 

rOQiiete,  pieza  de  la  lanza,  ñjada  á  lo  que  creemos,  en  el 
borne  ó  extremo  superior,  para  dar  con  ella  en  el  con- 
trario, pero  sin  herirle,  lo  cual  sucedía  en  los  torneos 
y  otros  ejercicios  caballerescos,  en  que  las  lanzas  eran 
jostradas,  galantes  ó  botas.  No  hallamos  esta  voz  en  el 
Diccionario  de  la  Academia,  pero  sí  en  Argensola, 
quien  dice  de  un  torneador  de  su  tiempo,  que  llevaba 
latt\a  plateada,  no  solamente  el  asta,  sino  el  koquetej' 
gócele.  El  valenciano  Arólas  en  las  Tranzaderas  dice, 
de  Gonzalo  de  Cuadros,  contra  D.  Alvaro  de  Luna, 

El  BOQUETE  de  la  lan\a 
abrió  la  vista,  encontróle 
en  la  frente  y  con  pujan\a 
lodo  el  casco  quebrantóle.  O 

rorigon,  mendrugo  de  pan;  raigón  de  muela. 

rosada,  c,  escarcha. 

rosa  de  perro,  ababol,  en  puntos  fronterizos  á  Navarra. 


(I)  Üespuea  lie  escrito  y  preparado  liara  lo  proasa  cato  artículo,  hemos 
visto  eomiirobadas  nuEstros  conjeturaR  coa  uoa  eipUcaclon,  que  podemos 
Uninar  oBcfnt.  En  b1  catálogo  de  la  Hcal  Arraeria,  CBcrito  con  rigvroao  tM- 
qIcIhido,  t^^iirs  i  \n  enhcín,  y  dcspucü  ec  repite  con  TsrlBoleH  muchas  ve- 
cea,  una  laniB  de  torneo  con  royuale  6  hierro  de  lanía  de  tres  pUDlAI,  tígfo 
XV.  Sato  duaragimttiía  esa  |>alabra  (y  pcrmitsae  éala,  t  qulea  tal  baraja 
de  ellas  lleva  entre  manos),  pero  no  non  decido  i  suprimirla,  b1  bien  elU 
y  In  de  geetu  confesamos  que  do  pueden  aosteneree  como  ara^uesas,  por 
•olo  nsarlas  nuestros  autores  y  no  usarlas  la  Academia,  pues  éata  ba  pade- 
cido omisiones  an&logasea  Armería,  como  bordonaia,  guanla-axil<t,  brigan- 
Hna  6  laudaJ,  litla  ftrüfona,  ntíierlciH-iIía,  repif/adoi,  gwirdarrmu,  ale. — Dl- 
m  para  concluir,  que  ro^MM  viene,  según  alffunoa,  de  roque  6  torre  i1v 
I,  y  que  lasbanceseB  le  llaman  couriotiíroelMM. 


326  R 

roscada,  n.,  colada,  según  las  Ordimtciones  del 
General  de  Ntra.  Sra.  de  Gracia. 

roscadero,  d.,  cuévano  para  conducir  las  frutas  y  ver- 
duras. 

rosigar,  n.,  roer  poco  á  poco  alguna  cosa:  ü  n.,  murmu- 
rar por  lo  bajo,  mascullando  para  sí  alguna  frase:  ff  n., 
rosigar  altares,  pasar  mucho  tiempo  de  uno  eo  otro 
altar. 

roja,  d.,  rubia;  planta:  ||c.,  enfermedad  del  trigo. 

rosral,  n.,  lo  que  tira  á  rubio:  ||n.,  especie  de  olivo,  de 
inferior  calidad  al  negral,  y  que  no  dá  como  éste,  cose- 
cha anual,  ni  la  aceituna  completamente  negra. 

royo,  n.,  rubio;  rojo;  bermejo. 

rosrnda,  n.,  rubia. 

foywa,  n.,  véase  moradura. 

rosa  (de),  n.,  modo  adverbial  para  designar  i  la  persona 
rocera  ó  que  no  tiene  buena  elección  en  sus  compañías, 
ni  en  sus  gustos:  aplícase  con  especialidad,  a  la  mujer 
que  prodiga  sin  distinción  sus  favores,  y  así  se  expresa, 
en  unas  décimas  á  Jusepa  la  Cun^a,  daifa  de  toda 
ROZA  que  ya  dos  yeces  estuvo  en  la  casa  de  la  Galera. 

roza,  el  picado,  hendidura  o  istria  que  se  hace  en  una 
pared,  para  ahrmar  sobre  ello,  un  tabique:  algo  indica 
la  Academia,  en  la  palabra  ro{ar. 

ruche,  n.,  pollino. 

ruejo,  a.,  rodillo  de  molino:  ||  n.,  comulgar  á  uno  con 
ruejos  de  molino,  querer  convencerle  de  una  cosa  in- 
crcible. 

ruello,  a.,  rodillo  de  piedra  para  allanar  las  eras,  antes 
de  trillar. 

rufo,  d.,  rozagante:  vistoso:  bien  adornado. 

rujada.  a.,  rociada:  se  halla  en  la  última  edición,  pero 
no  en  la  penúltima. 

rtgaT:  a.,   rociar:  no  se  halla  en  las  últimas  ediciones. 


,  golpe  de  lluvia:  se  halla  en  la  penúltima  edi- 


s  usual 


que 


lAl- 


cion,  pero  no  en  la  ultima,  aunque  es  mas  u 
rujada:  [|  n,,  reprensión  agria. 

nyial,  ruíian:  se  nos  ha  comunicado,  como  usada  e 
partir. 

n^Ú»''  '^•'  regar  con  agua. 

n^íazo,  n.,  rujiada,  en  ambos  sentidos. 

ntpia,  n.,  en  e)  Códice  de  los  Privilegios  de  la  Union  se 
lee,  en  Zaragoza  han/eyto  rupias  e  su/rien\as  en  los 
lugares  é  muytos  maleficios  é  estregnimientos. 

rusú),  d.,  candente. 

msientar,  poner  candente  una  cosa,  principalmente,  un 
utensilio  de  hierro. 

msieilte,  c,  candente. 

roso.  n..  rusiente:  ¡I  n.,  pápalos  rusos,  los  que  se  fabri- 
caban mas  cerrados  y  consistentes  que  de  ordinario:  ve- 
mos usada  esa  voz  por  escritores  castellanos,  pero  no 
por  la  Academia. 

ñutir,  roer:  se  aplica  especialmente  á  los  ratones. 

rustrir,  lo  mismo  que  RUSTin:  en  Asturias,  tostar  el  pan 
y  mascarlo,  cuando  está  tostado  ó  duro. 


* 


Sabanilla,  c,  pañuelo. 

sabido,  n.,  sustantivo  con  que  se  denota,  el  sueldo  ñjo  de 
que  uno  dispone:  equivale,  en  cierto  modo,  á  situado, 
pero  es  mas  concreto:  se  usa  en  las  exp  res  iones  ,Vi£nf  un 
buen  sabido;  tiene  un  sabido  de  5  rs.,  como  indicando, 
que  sin  contar  otras  utilidades  eventuales, 
a.,  saboga;  sábalo,  pez. 


328  8 

saca,  a.,  derecho  de  saca^  retracto  ó  tanteo  en  favor  de  los 

parientes. 

sacadera,  n.,  cuévano  pequeño  que  se  emplea,  en  las  ope- 
raciones de  la  vendimia. 

sacaftaegos,  c,  eslabón. 

salceña,  variedad  de  la  uva. 

salchucho,  n.,  zancocho. 

salmorrada,  n.,  salmuera,  que  en  Aragón  se  pronuncia 
salmuetTa. 

salobre,  n.,  planta:  se  dá  también  ese  nombre,  á  toda 
planta  salsugínosa. 

salvado,  se  emplea  en  la  frase,  guardar  en  el  arca  del 
salvado^  para  denotar  que  aunque  se  afecte  riqueza,  no 
se  posee,  y  aunque  se  tenga  propósito  de  ahorrar,  no  se 
logrará. 

salz,  n.,  cierta  especie  de  yerba. 

sámamelo,  n.,  pez  abdominal:  ||  n.,  persona  arisca,  imbé- 
cil ó  egoista:  ||  barbo  pequeño,  que  suele  vivir  en  las 
balsas  y  generalmente,  sirve  de  alimento  á  los  barbos 
mayores:  ||  torpe,  obtuso  y  al  mismo  tiempo,  con  basta 
apariencia  exterior. 

sampedrada,  n.,  velada,  ó  mejor,  aurora  de  San   Pedro. 

sang^artesa,  n.,  lagartija. 

sang^rimís,  n.,  muchacho  desmedrado,  ó  de  pocas  car- 
nes, ó  de  corta  estatura. 

saiyuanada,  n.,  velada  de  San  Juan.  « 

sansa,  d.,  orujo  de  la  oliva. 

santoral,  n.,  catálogo  de  santos,  especialmente,  en  el  Ca- 
lendario: la  Academia  le  dá  la  interpretación  de  libro  de 
coro  ó  de  sermones  y  vidas  de  santos:  su  verdadera  sig- 
nificación es  esta  ultima. 

saque,  n.,  se  dice  de  uno  que  tiene  buen  saque ^  para  de- 
notar que  es  comedor  ó  bebedor. 

saquera,  c,  aguja  de  coser  sacos,  como  se  dice  también, 


■aguja  espartera,  y  aguja  de  ensalmar. 

sarda,  n,,  ramaje  bajo  en  el  monte,  como  el  de  los  tomi- 
llos, asnallos,  ele. 

sargantana,  d.,  lagartija:  en  Borja.  sargantesa. — En  un 
Cancionero  de  Londres  se  leen  estos  versos,  sacados  de 
I         un  Alfabeto  de  disparates, 
^^^^L  Sus  aves  á  las  manyanas 

^^^^m  serán  itn  par  de  sisones 

^^^■^  y  de  cuatro  sargantanas 

le  daremos  los  rynyones. 

sama,  n.,  buena  fortuna  en  el  juego,  ó  sueric  muy  cons- 
tante, en  cualquiera  especulación:  voz  familiar. 

sarnoso,  n.,  el  ganancioso  habitual  mente,  sobre  todo  en 
el  juego. 

sarraixon,  plantas. 

Sarrampion,  d.,  sarampión. 

sarria,  n.,  esportón. 

sarrio,  c,  cabra  montes:  \\  n.,  gamuza:  quizá  del  francés, 
hará. 

saso,  d-,  Tierra  ligera. 

sayonia,  n.,  alguacilazgo:  el  Diccionario  de  la  Academia 
no  usa  esta  voz.  pero  incluye  como  anticuada,  la  primi- 
tiva de  sayón. 

secano,  n.,  se  dice  abogado  de  secano,  por  el  que  no  tie- 
ne pleitos  ó  suñciencia. 

secarral,  n.,  secaral;  sequeral;  sequedal. 

seco,  n.,  en  la  frase,  dejar  d  uno  seco,  signitica,  dejarle 
muerto  en  el  aclo,  aunque  esto,  en  verdad,  no  asegura- 
remos que  sea  exclusivamente  aragonés. 

secen.  n.,  madero  que  pasa  de  3o  palmos. 

Segrallo.  n.,  cabrito  des  veza  do,  hasta  llegará  primal;  como 
en  el  ganado  lanar  lo  es,  el  borrego  ó  cordero  desve 
tado. 


330  S 

seisen,  seisena,  moneda  de  plata  de  valor  de  medio  real, 
que  eran  seis  dineros  de  Aragón.  Dice  la  Academia  en  k 
voz  seisen:  hacia  ijyy  hubo  en  Zaragoza  grande  per- 
turbación económica^  á  causa  de  las  seiseuasj'  ramilios 
que  se  mandaron  recoger. 

semejante,  n.,  extremado,  en  magnitud,  en  número,  en 
lujo,  etc.;  por  ejemplo,  ha  hecho  semejante  /ortuna!; 
ha  venido  con  semejante  ostentación!;  ha  traído  seme* 
jante  vestido! 

semental,  animal  que  se  destina  á  cubrir  á  la  hembra  de 
su  especie  y  se  aplica  principalmente,  a  la  raza  caballar: 
la  Academia  no  incluye  esta  voz,  sino  la  de  garañón,  y 
aun  así,  nosotros  no  incluimos  de  buen  grado,  esta  pa- 
labra. 

semo,  hueco;  fofo;  sin  jugo;  raquítico:  se  dice,  trigo  se- 
mo;  piernas  semas;  ojos  semos,  etc. 

senabe,  mostaza,  según  Glosario. 

séniores,  n.,  los  que  tenían  jurisdicción,  y  este  nombre 
recibieron  los  ricos-hombres. 

senO;  n.,  pecho. 

sense,  n.,  tonto:  es  de  uso  local. 

sentido  (costar  un)^  n.,  costar  mucho. 

señalero,  n.,  alférez;  porta-estandarte;  abanderado:  en 
documentos  antiguos,  seny alero. 

señar,  a.,  hacer  señas. 

señeras,  señas:  el  notario  Beneded,  en  i283,  escribía,  qué 
SKÑKRAs  tenia  esa  imagen! 

seo,  a.,  iglesia  catedral:  díccse  la  Seo^  aunque  muchísi- 
mos autores  escriben  impropiamente  Aseo;  otros  Seu;  y 
antiguamente  SeCy  acercándose  más  á  la  etimología  la- 
tina sedes. 

sema,  cantera  de  piedra,  según  una  donación  hecha  al 
Monasterio  de  VeruclQ;  en  los  primeros  tiempos  de  su 
fundación. 


s  :m 

semdi20,  n.,  serriii. 

serranía,  n.,  se  usa  en  la  frase  forense,  sententia  aá  mo- 
dum  serranía^  la  cual  se  pronunciaba  brevísima  mente 
y  sin  gastos,  previa  sumisión  de  las  parles, 

serreta,  n.,  cadenilla  que  se  pone  en  la  boca  á  los  caba- 
llos ú  otros  animales  de  monta,  para  refrenarlos. 

serrooes,  n.,  planta  ckenopodium. 

siete  en  rama,  n,.  planta;  íorntentiUa  erecta. 

signo,   servicio  (vasallos  de);  véase  vasallos. 

sflletas,  a-,  jamugas. 

sfmoBO,  n.,  terreno  flojo  y  tjue  fácilmente  se  desprende, 
por  las  tiltraciones  ü  otras  causas,  dejando  abiertas  si- 
mas ó  concavidades. 

Síodico  á  tributar,  n.,  el  que  tiene  á  su  cargo  en  la 
municipalidad,  el  cuidado  de  la  alineación  y  denuncia 
de  los  edificios. 

singular,  a.,  particular;  individuo;  vecino. 

siqjnsticia,  n.,  injusticia:  hemos  oído  muchas  veces  esa 
voz  (y  á  la  gente  rústica,  el  barbarismo  destnjusticiaj  y 
aunque  no  quiso  usarla,  probablemente,  como  tal  sus- 
tantivo, Hurtado  de  Mendoza,  no  deja  de  prestarse  a  esa 
lectura  aquel  trozo  del  Lazarillo,  que  en  una  de  sus  edi- 
ciones hemos  leido,  mas  con  tanta  gracia  y  donaire 
contaba  el  ciego  mis  ha\añas,  que  aunque  yo  estaba  tan 
maitratadoy  llorando,  me  parecía  que  hacia  sinjusticia 
en  no  se  las  reír;  y  si  bien  ahí  puede  entenderse,  me  pa- 
recía que  obraba  sin  justicia,  pero  no  así  en  ta  edición 
de  Aribau  ('Biblioteca  de  A. A.  españolesj,  en  donde  di- 
ce, me  parecía  que  le  hacia  injusticía  en  no  se  las  reir, 
y  l,üego  por  nota,  como  variante,  sin  justicia,  cuya  va- 
riante, con  el  le,  aprosima  mucho  esta  frase,  á  la  signili- 
cacion  que  habcmos  dado. 

BÍBOdal,  n..  se  dice,  del  no  muy  competente  testigo  que  es 
llamado  á  declarar,  sobre  sucesos  antiguos,   en  que  no 


332  8 

se  presenta  como  ocular  ó  de  ciencia  cierta. 

siquiera,  poco  difíere  de  la  significación  d  lo  menos^  que 
consigna  la  Academia;  pero  en  el  corte,  hay  cierto  arago- 
nesismo,  cuando  se  dice,  el  hijo  llegó  bueno;  me  alegro 
siquiera. 

sin&iidad,  multitud^  infinidad  de  cosas. 

sirga,  c,y  maroma. 

sirria,  n.,  escremento  del  ganado,  etc. 

sirrio,  d.,  sirria;  sirle. 

sisa,  n.y  sisón;  ave. 

sisallo,  n.,  planta;  salsola  vermiculata. 

sisardo,  n.,  cuadrúpedo;  capra  rupicapra. 

sitiada,  d.,  junta  de  gobierno,  en  los  establecimientos  de 
beneficencia. 

sitiado,  a.,  sito;  situado. 

sitio,  a.,  aniversario. 

soba,  d.,  cueva  profunda,  en  dirección  horizontal. 

SObater,  d.,  agitar  líquidos. 

sobirano,  íi.,  supremo:  es  de  los  vocablos  que  reúne  en 
su  índice  Blancas. 

sobrado,  capataz  de  contrabandistas  paqueteros. 

sobre-acemilero,  n.,  el  oñcial  real  que  cuidaba  de  las 
acémilas,  así  como  de  los  carros,  barcas  y  suministro  de 
cebada,  cuando  la  corte  se  ponía  en  viaje. 

sobre-barato,  muy  barato. 

sobre-bueno,  n.,  excelente;  exquisito. 

sobre-cielo,  n.,  toldo;  techo  formado  de  telas  vistosas,  á 
manera  de  pabellón,  como  se  lee  y  explica  en  las  Coro- 
naciones de  Blancas:  dosel,  como  dice  éste  en  su  índice 
de  vocablos  aragoneses:  también  es  voz  italiana,  pero  se 
escribe  sopraciclo. 

sobre-cocinero,  n.,  cada  uno  de  los  dos  escuderos  desti- 
nados al  servicio  de  la  mesa  del  rey,  los  cuales  habían 
de  ser  caballeros. 


,  circunscripciones  territoriales,  quizá  t)a¡o 
el  punto  de  vista  tributario.  Las  Cortes  de  Tarazona  de 
1495  legislaron  sobre  esto,  de  lo  cual  escribió  Zurita. 
Expresa  también  el  censo  de  población  por  fuegos,  y 
así,  en  aquel  ano,  la  sobrecogida  ó  sobrecullida  de  Zara- 
goza, tenia  3968  fuegos. 

sobrecuUidor,  n,,  recaudador  de  mas  categoría  que  los 
cullidores  ó  cobradores. 

SObrejuntería,  n.,  eraá  manera  de  distrito  ó  departamen- 
10,  á  lo  menos  en  tiempo  de  las  Uniones  de  Aragón,  las 
cuales  nombraban  dos  conservadores,  por  cada  lo^r^un- 
teriíi  á  sobrej untar ia. 

lObr^uoteroB,  n.,  dependientes  ó  porteros. — Cuando  la 
Vnion  nombró  al  rey  los  oficiales  de  su  casa,  le  dio  so- 
brcjunleros  de  Alcaüiz ,  Tarazona,  Jaca.  Sobrarbc  y 
Ribagorza,  Transduerta  y  reino  de  Valencia. — Se  dio 
este  nombre,  al  Jefe  de  Junta  ó  Hermandad  de  distrito, 
contra  bandidos  ó  extranjeros  sospechosos. 

sofocación,  sofoco,  n.,  el  acto  de  sofocarse  6  de  disgus- 
tarse ó  apasionarse  vivamente. 

SOg:ueador.  n,,  agrimensor. 

soguear,  a.,  medir  con  soga, 

soguería,  a.,  conjunto  de  sogas. 

soguero,  para  indicar  que  uno  desaprende  ó  se  empeora, 
se  dice  que  anda  hacia  atrás  cama  el  soguero. 

sol  de  caracoles,  n.,  el  de  poca  fuerza  y  color  siniestro, 
que  generalmente  sale,  durante  la  lluvia  ó  poco  después 
lie  ella,  sin  que  haya  escampado. 
).,  solana. 
e,  n,,  entre  carpinteros,   la  parte  de  una  pieza  que 
monta  ó  apestaña  sobre  otra. 

solar,  la  porción  que  queda  de  la  parva  trillada  en  la  era, 
por  no  ser  fácil  recogerla. 

,  n.,  ramera;  en  hxin  soldataria. — Incluida  esta 


334  S 

palabra,  por  haberla  leido  en  documentos  aragoneses  y 
no  en  el  Diccionario  de  la  Academia,  debemos  sin  em< 
bargo,  advertir,  que  después  la  hemos  visto  usada,  en  el 
G)ncilio  toledano  de  1324. 

solio  (celebración  de),  n.^  reunión  ó  sesión  solemne  de  los 
cuatro  brazos  de  las  Cortes  aragonesas,  en  que  se  sancio- 
naba lo  acordado  en  común  ó  por  medio  de  los  comisio- 
nados reunidos  de  cada  brazo. 

somardon,  marrullero;  reservado ;  egoista;  poco  comuni- 
cativo. 

somarrarse,  d.,  adherirse  un  guisado,  a  las  paredes  de  la 
vasija. 

somera,  jumenta,  según  un  moderno  Glosario:  otros  lo 
aplican  al  burro  y  burra:  es  catalán  puro. 

somarro,  n.,  carne  asada. 

somontano,  n.,  el  terreno  colocado  á  la  falda  de  alguna 
cordillera,  como  el  de  Moncayo. 

sondormir,  n.,  dormir  con  sueño  ligero. 

SOnsoneai*;  susurrar  (en  Fonz). 

sopa,  n.,  se  usa  en  la  frase  d  sopas  hechas^  para  indicar, 
que  se  ha  llegado,  cuando  todo  estaba  dispuesto  ó  con- 
cluido. 

sopapo,  d.,  re  ves. 

sopas,  d  sopas  hechas^  llegar  cuando  una  cosa  está  ya 
terminada. 

sopero,  n.,  especie  de  babero  ó  pañizuclo  que  se  pone  a' 
los  niños  al  pecho,  en  equivalencia  de  la  servilleta. 

sopeta.  epispcrma  alar  de  la  semilla  de  ciertos  árboles,  ó 
sea.  hojuela  que  cae  con  la  flor  en  la  primavera:  ||  coger 
con  sopetcs,  tomar  á  uno,  como  suele  decirse,  con  el 
hurto  en  la  mano. 

soportales,  portales;  galería  que  forman  las  fachadas  de 
una  línea  de  calle  ó  plaza. 

soslevantado,  equivale  d  solevantado  ó  soliviantado ,  que 


isa  mucho  y  que  sin  embargo  no  incluye  la 
Academia:  en  Ordinaciones  de  Pedro  IV,  el  versículo 
del  salmo  1 3o,  Domine  non  est  excltatum  cor  meum  ñe- 
que dati  sunt  oculi  mei,  se  traduce,  Señor,  non  se  es  sos- 
levantado  el  mi  coraron,  nin  ios  mis  güellos  ne  se  son 
aiguliidos. 

SOSmesos.  n..  vasallos;  léese  en  muchos  documentos,  y 
es  de  los  vocablos  aragoneses  reunidos  por  Blancas. 

SOStobar.  sotobar.  d.,  mullir. 

sota.  ^.,  mujer  deslenguada  y  sin  vergüenza. 

BOta-cemilero.  n.,  empleado  real,  dependiente  del  sobre- 
acomilcro. 

SOtera,  una  de  las  varias  clases  de  azada,  que  se  emplea 
ordinariamente,  en  entrecavar:  hay  también  solero,  se 
terico,  etc. 

sudadero,,  n.,  bache  ó  cubierto  en  que  se  encierra  el  ga- 
nado, para  pasar  desde  él  las  reses  al  esquiladero:  la 
Academia  lo  incluye  como  provincial  de  Extremadura, 
pero  indicando  ser  el  mismo  esquiladero. 

Budar,  n.,  en  las  expresiones,  sudar  pe\  coca,  sudar  el 
quilo,  significa,  sudar  copiosamente, — Se  usa  mucho  la 
frase:  mas  vale  sudar  que  estornudar. 

sueldo,  a.,  moneda  imaginaria  Je  ocho  cuarlos. 

Sa&ienza.  n.,  véase  hupías. 

sufrido,  refrito  ó  muy  frito. 

siUOSido,  n.,  lo  mermado  y  aun  seco,  por  la  acción  del 
calor  ó  la  del  tiempo. 

Smnsirse.  n.,  encogerse;  reducirse  en  volumen:  general- 
mente,  se  dice  de  los  comestibles. 

Sitperlevador,  n.,  caplevador:  lo  interpreta  el  Glosario 
del  Memoriizl  histórico  español  que  publica  la  Acade- 
mia de  la  Historia,  en  su  tomo  2." 

sopUcaciones,  c. ,  barquillos:  se  usa  con  preferencia  en  Ara- 
gón y  se  ve  empleada  en  las  Ordinaciones  de  Pedro  IV. 


3ai>  S 

nrtida,  salida,  en  sentido  de  acometida  de  los  sitiados: 
Sayas  dice,  Leiya  hace  una  surtida  valerosa  de  ParitL 

surtir*  salir,  tn  el  sentido  de  esta  frase,  le  surtió  Irim  m 
cstratajema:  \\  emprender  un  viaje;  y  algunas  veceSf  re- 
tomar, 

IMOTl.  n.,  se  usa  en  la  frase,  subírsele  á  uno  la  jiUMt 
j  /j  cabc\a.  para  denotar  que  ha  montado  en  odien  ó 
que  toma  una  resolución  extrema:  en  Castilla,  susajmt%^ 
lo  que  csti  i  la  parte  superior:  en  Navarra  lo  práziai 
6  cercano.  ; 

nslítMMMi  campODdiast^  n..  la  que  participa  de  la  vul- 
gar Y  tideicomisiria.  que  son  las  tres  que  en 
se  cx>noccn. 


T 


k  para  cv^nvii::^.-  e:  cuc  ur.  niñ.-^  se  suba  i  mayocci 
se  cioc.  'k^j^ti  l^  ri.\6:*ií  tc^rnc^n  izhzco. 
tabanque    ^     .v  »     .    -....rr  .¿'¿r.:¿j:  ¿  'i  ¿Imrj  de  uní 

tabarla    * 


tabla  .'.".>  .".r.x\>    >.  r  \  ::c;  z*..:  jJ.TvlIí'j'      car- 

tabii^ie   ...  . 


^iginando  prem 


337 


Sprcmio,  el  que  hincaba  la  lanza  en  el  tablado  ó 
',     el  que  lo  pasaba  de  claro  en  claro,  como  puede  verse  en 
[     las  Coronaciones  de  Blancas,  el  cual  cita  las  reglas  da- 
i,    das  para  este  juego,  por  el^Mera  de  Huesca  de  1247, 
(|A>lero.  c,  mostrador. 
Jtllnillo,  n.,  se  dice,  del  que  es  rechoncho,  fornido  y  tor- 

■  pe  en  sus  movimientos:  oíros  dicen  ¡abollo. 

■  toca,  P',  mancha. 
p^tafarra,  d.,  alarre. 

rtafetan.  se  dice,  como  wi  la/etan,  por  dejar  suave  una 
I     cosa,  ó  dejar  muy  amansado  ó  convencido  á  alguno. 
rtlAtfia,  n.,  género  de  tributo:  escribíase  también  ío/u- 

reria. 
'  tagarino,  morisco  de  Aragón,  según  Cervantes. 
tiradera,  a.,  compuerta  para  detener  ó  desviar  el  agua. 
'  iajo,  n.,  larca  ó  trabajo  abundante:  ||  n.,  sitio  donde  se  ha 
de  trabajar,  y  así  se  dice,  acudir  al  tajo:  ||  n.,  tajada:  de 
ahí,  tome  K,  ese  es  buen  tajo. 
lagan,    n.,  el  resto  de  tronco  ó  vastago  que  queda  en  la 

vid,  cuando  se  le  ha  arrancado  una  parte:  es  voz  local.    ' 
isla,  d.,  tara. 

4ala-«eboUas,  n.,  insecto,  de  los /t£mi)tf^os. 
talar,  n.,  ensuciar  la  ropa  y  aun  cualquiera  otra  cosa. 
talegazo  d.,   costalada. 

taleguera,  n.,  cereza,  de  carne  mas  dura  que  la  ordinaria. 
talla,  a.,  tara  ó  tarja. 

tallador,  n.,  en  una  carlei-puebtc,  concedida  por  los  mon- 
jes de  Veruela,  interviene  el  que  desempeñaba  ese  cargo 
ú  oficio  un  el  Monasterio,  año  i238. 
tamborinazo,  n.,  tamborilazo;  tamborilada;  caida;  golpe. 
tan  y  mientres,  entre  tamo  ó  mientras  tanto;  voz  local. 
tana,  en   la  frase,  hacer  á  uno  la  tana,  por  contrariarle, 
dejarle  buriado  ó  perjudicado. 

r  y  tañaTj  curtir. 


338  T 

tanda,  n.,  el  arriendo  de^fínca  urbana,  correspondiente  á 
seis  meses,  desde  S.  Juan  á  Natividad  ó  vice-versa. 

tañerías,  tañerías,  n.,  tenerías. — Latassa  usa,  tañerías. 

tango,  p.,  tanganillo;  tángano. 

taño,  d.,  nudo  en  la  madera. 

tañado,  n.,  boto  sin  pez,  de  que  usan  los  pastores. 

tañedero,  n.,  zanja  que  se  hace  de  árbol  á  árbol^  cuando 
se  quiere  regar  éstos  y  no,  todo  el  campo  en  que  están 
plantados. 

tañerse,  n.,  afeitarse;  en  algunas  localidades. 

tapa-conde,  sencillo  juego  de  niños,  que  consiste,  ei^  for- 
mar una  especie  de  tortilla  de  lodo  y  arrojarla  con  fuer- 
za sobre  el  suelo,  para  que  produzca  una  detonación. 

tapara,  a.,  alcaparra;  alcaparrón. 

tape,  tapón;  tapa. 

tapia,  n.,  se  usa  en  la  írase,  sordo  como  una  tapia^  para 
ponderar  la  extremada  sordera  de  alguien. 

tapices  de  tierra,  n.,  alfombras,  según  Blancas  en  su  ín- 
dice de  vocablos  aragoneses. 

taquinero,  a.,  jugador  de  taba. 

tardada,  n..  el  fin  de  la  tarde:  el  anochecer. 

tardano,  c  tardío. — Varía  un  poco  de  la  significación  de 
tardío  y  siempre  convienen  las  dos  palabras;  una  para 
expresar  lo  absoluto  y  otra  lo  relativo. 

tarde,  a.,  las  primeras  horas  de  la  noche. 

tarea,  n.,  la  de  chocolate  es,  generalmente,  la  cantidad  de 
cuarenta  y  ocho  libras,  si  bien  puede  ser  mayor  ó  me- 
nor. En  Castilla,  tarea,  es  la  obra  que  ha  de  hacerse  en 
tiempo  dado. 

taija,  pieza  de  cobre  de  dos  cuartos  ó  cuaderna:  la  Aca- 
demia la  admite  como  provincial. 

tarquin,  c,  cieno  en  el  fondo  de  las  aguas  estancadas. 

tarrancazo,  tarranco,  tarrancho.  d..  garrancho. 

tarrandO;  astilla  pequeña  de  madera. 


tartir.  n..  chistar;  respirar:  se  usa  casi  siempre,  con  nega- 
ción: p.  cj..  cayó  al  suelo  sin  tartir:  le  reprendió  de  ma- 
nera, que  le  dejó  sin  tartir. 

tarumba,  n.,  se  usa  en  las  expresiones,  volverse  uno  ta- 
rumba, ele,  para  manifestar  que  se  le  ha  confundido, 
anonado,  mareado  ó  aturdido. 

tetar,  d..  probar:  gustar;  catar. 

testara,  a.,  hoja  gruesa  del  salvado. 

tastarin,  cata  del  vino:  se  usa  en  la  frase,  dar  tastarin  á  ¡a 
cuba. 

taste.  n..  acción  de  probar  una  cosa,  para  conocer  si  gu^ 
la  óeslá  en  sazón. 

tastüíado,  n..  requemado;  socarrado:  la  Academia  admi- 
te la  palabra  tasto,  en  sentido  de  mal  sabor  de  las  vian- 
das pasadas  ó  revenidas. 

tutnrro,  n. ,  tostón,  en  la  acepción  quinta  de  la  Academia. 

tato,  a.,  el  hermano  menor. — Se  dá  este  nombre  á  cual- 
quier niño,  y  también  a  las  criadas  ó  nodrizas  ó  niñeras, 
con  relación  á  él. 

télHt-  hacia,  voz  usada  en  Fonz.  según  D.  Joaquin  Moner. 

teda  y  treda,  tea. 

t^ade  agua,  rt..  la  cuarta  pane  de  una  fila,  como  en 
Navarra, 

tCijedera,  n.,  insecto  del  orden  de  los  hemipteros. 

t^edOr.  TEJEDERA. 

ttjiUos,  lecho. 

t^t<*CO'  "'-  tqon. 

telada,  n..  se  dice  de  varias  personas,  que  son  de  una  te- 
lada, para  denotar  que  pertenecen  á  una  misma  banda, 
círculo  ó  pandilla,  ó  que  conforman  en  gustos  y  opi* 
n  iones. 

tetero,  a. .  cada  palo  en  la;;  barandas  de  los  carros  ó  galeras. 

tema.  n..  cuariiUa  de  papel:  es  en  este  sentido,  femenino. 
pleollos,  las  cuñas  ó  zoquetes  en  que  se  templa  el 


340  T 

alipicdor,  en  los  antiguos  molinos  harineros. 

tempranillo^  n.,  fruto  temprano:  (|  tempranilla^  uva  tem 
prana. 

tenaja,  n.,  tinaja:  vemos  usada  aquella  voz,  en  Castillejo, 
edición  de  D.  Ramón  Fernandez  (que  se  supone  ser 
Estala;. 

tendero,  n.,  el  que  tiene  tienda  de  aceite  y  vinagre  y  de 
algunos  efectos  comestibles  y  combustibles. 

tenencia,  n.,  seguridad  ante  el  juez  ó  señor  por  enemigos 
ó  partes  contendientes:  voz  anticuada. 

tensino,  habitante  ó  natural  del  valle  de  Tena,  en  los  Pi- 
rineos. 

tentón  (a),  n.,  á  tientas. 

tercenal,  a.,  fascal  de  treinta  haces. 

tercerol,  n.,  el  que  se  distingue,  en  la  procesión  de  Vier- 
nes Santo,  por  su  túnica  negra  y  su  antifaz,  que  tam- 
bién usan  los  Hermanos  de  la  Sangre  de  Cristo,  y  sobre 
todo  los  de  la  Orden  tercera,  de  donde  procede  aquella 
palabra. 

terciar,  c,  dar  la  tercera  reja  á  la  tierra. 

terminado;  mirador,  en  el  último  alto  de  un  edificio:  úsa- 
se en  Teruel. 

tema.  n..  el  ancho  de  la  tela;  y  así  se  dice,  una  sábcjuz  de 
dos  ternas;  un  vestido  de  seis  ternas. 

temasco.  d..  recental. 

temiceS;  d..  gusanillos  que  produce  la  carne.  cuanJ.o  em- 
pieza á  podrirse. 

temo,  n.,  TERNA. 

terreta.  n.,  el  pais  ó  la  patria,  á  que  uno  se  reíiere,  cuan- 
do está  ausente. 

terretíemblo,  n.,  terremoto. —  En  Murcia  terretrenio. 
cuya  palabra  también  se  ve  usada  en  las  Ordinaciones 
de  Pedro  IV. — D.  Agustin  .\lcaydc,  historiador  de  los 
Sitios  de  Zaragoza,  refiriendo  la  explosión  del  almacén 


T  341 

de  pálvora  del  Seminario  dice:  al  estrépitoy  tehretibn* 
Bt.o,todos  los  habitantes  sal  ¡eran  despayor  idos  ala  calle. 

t0nÍKO,  n.,  lebrillo:  la  Academia  admite  esc  como  adje- 
tivo, equivalente  á  terreo. 

terudOi  a-,  bolita  en  cuyo  hueco,  va  e!  nombre  ó  número 
de  los  que  entran  en  suerte. 

terzón,  ds.  a.,  novillo  de  tres  años. 

terzones  ó  tarzooes,  los  seis  partidos  en  que  estuvo  di- 
vi  lidíi  la  Val  de  Aran,  territorio  de  siete  leguas  en  cua- 
dro, entre  Gascuiía  y  Benasque:  así  lo  dice  Zayas  en  sus 
Anixles,  yíS. 

tesa  (regab  á),  regar,  sin  represar  el  agua. 

testarrazo,  n..  trompazo;  golpe;  en  Castilla,  testarada^ 
golpe  con  la  cabeza. 

festarro,  n.,  mueble  ú  objeto  que,  por  estar  viejo  ó  in- 
completo, no  tiene  utilidad  alguna:  11  n.,  persona  enfer- 
miza ó  inútil  que  no  está  para  ninguna  empresa. 

teitlficata,  a.,  tesftmonio  legalizado  por  escribano,  en 
que  se  dá  fé  de  alguna  cosa. 

testinia,  casco  de  madera  de  los  guerreros  francos. 

tetar,  n.,  mamar:  en  Castilla  significa  al  contrario,  dar 
el  pecho,  lo  mismo  que  atetar. — Raynouard  cíta  estos 
versos,  tomados  de  un  poema  á  la  Magdalena: 
Vi !'  enfant  estar 
á  la  costa  de  sa  maire 

é  las  /eíííííM  TETAR. 

tetí-ciega,  n.,  se  dice  de  la  oveja  ú  otra  res,  inútil  de  una 

teta. 
tiberio,  n.,  bulla;  escándalo;  confusión;  desorden, 
tiemblo,  n..  rama  de  cierto  árbol,  á  propósito  para  los 

aros  de  los  cuevanos. 
tierra-blanca,  n.,  la  de  sembradura,  de  cereales  y  toda  )a 

que  no  es  de  arbolado. 

moriega,  a.,  la  que  perteneció  á  los  moros. 


342  T 

tiforte,  el  propenso  á  molestar  á  los  demás  con  imperti- 
nencia. 

timba,  n.,  juguesca;  comilona  ó  cualquiera  diversión  tu- 
multuosa: hemos  leido  esa  voz.  en  algún  autor  castella- 
no contemporáneo. 

timbre,  yelmo  con  cimera,  según  Blancas,  en  Coronacio- 
nes, pág.  90. 

tintar,  n.,  tomar  tinta(  mojar  la  pluma  en  tinta. 

tinglado,  d.,  tablado  que  se  arma  alto  y  á  la  ligera. 

tina,  n.,  buena  suerte,  principalmente  en  el  juego:  voz 
familiar,  como  su  derivado  tinoso. 

tio,  se  usa  en  la  frase,  no  hay  tio  páseme  el  rio^  para  in- 
dicar, que  no  valen  excusas  ó  que  no  hay  que  esperar 
perdón. 

tiorba,  n.,  vasija  para  recibir  las  aguas  mayores  y  menores 
de  los  enfermos,  que  no  pueden  incorporarse  en  la  cama. 

tipitear,  n.,  andarse  en  dimes  y  diretes;  barajarse  de  pa- 
labras: poco  usado.  * 

tirota,  a.,  tira  de  piel  sobada,  que  sirve  para  ajustar  al- 
gunas prendas  del  traje. 

titada,  d..  monería;  acción  afeminada;  remedo  imperti- 
nente. 

tito,  n.,  sillico. 

toba,  n.,  cueva  rasgada  entre  peñascos:  viene  á  signiíi- 
car,  lo  que  la  voz  soba  del  Diccionario  de   Peralta. 

tobo,   d.,   hueco;   mullidü. 

tocaparte,  n..  la  porción  que  corresponde  a  cada  uno 
de  varios  perceptores  o  habientes-derecho:  l!  n.,  tí  la  todz 
parte,  modo  adverbial  que  significa  d prorrata  ó  d  par- 
tes iguales,  según  los  casos. 

tocar,  n.,  empezar  a  rastrear  el  galgo:  en  la  frase  tocár- 
selas, significa,  marcharse  disimuladamente,  por  sor- 
presa; tomar  las  de  Villadiego. 

tocata,   n.,  sonata:  ¡I  n..  tunJa. 


T  3i3 

,  cerdo;  puerco. 

tocliar  a,,  cerrar  la  puerta  con  un  palo  redondo. 

tocho,  a.,  cachiporra. 

tocón,  arbusto  en  San  Juan  de  la  Peña,  aunque  no  pue- 
do asegurar  si  es,  como  en  castellano,  la  parte  del  árbol 
que  queda  en  pié,  después  de  cortado. 

toUag^  n.,  planta;  erizo:  llámase  también  toyaga. 

toncada,  c..  capa  de  tierra:  ||  d.,  paja  alternada  en  fruto: 
1¡  n.,  en  una  tongada,  de  una  vez. 

toni,  n.,  estúpido;  tonto;  insustancial. 

tootin-tonteando,  n.,  haciendo  la  desecha;afectandobon- 
homia;  obrando  á  lo  simple. — Hay  maneras  parecidas 
en  otros  verbos,  como  cogin-cogeando  (después  lo  he 
visto  en  una  zarzuela,  creo  que  de  Serra),  malin-malean- 
da,  á  cuyo  aire  hemos  leido  en  francés,  dopin  ciopant, 
cahin  caka,  etc. 


,,  tontera;  tontuna:  tontería. 
toaton,  n.,  aumentativo  de  tonto,  que  no  incluye  la  Aca- 
demia y  que  leemos  en  las  decimas  contra  el   P.  Isla 
(véase  asnadaj,  en  donde  se  dice, 

que  rto  es  lo  mismo,  tontón, 
^^_  que  no  es  lo  mismo,  panarra, 

^^^b  jdíirífar  á  Navarra 

^^^m  que  predicar  d  Aragón. 

,  n.,  despectivo  de  tonto. 
,  pan  grande, 

.,  paliza;  zurra;  tunda. — La  di  una  tollina /ero\, 
i  en  Lu^  y  Sombra,  voz  que  no  trae  cl  Diccio- 
nario de  la  Academia  de  i832  y  sí  el  de  1869. 
topiquero,  en  los  Hospitales  civil  y  militar  de  Zaragoza 
se  llama  así,  á  los  practicantes  que  aplican  remedios  ex- 
teriores. 
toqpitear.  n.,  diminutivo  ó  atenuante  de  tocar,  aunque  á 


toña,  d., 
toñina.  1 

dice  Scrr 


344  T 

veces  tiene  carácter  de  frecuentativo:  también  toqumtar. 
tormo,  d.,  terrón  de  tierra  <5  azúcar. 
tornallo,  porción  de  tierra  destinada  á  una  especie  de 

plantas  y  que  se  riega  aparte. 

tornizo,  n.,  castrón;  mardano  ó  padre  mal  castrado. 

torno,  n.,  el  que  sirve  en  los  carruajes,  para  diticultar 
su  movimiento  en  las  bajadas. 

toro,  toro  de  Juego  que  aquí  llaman  de  ronda,  dice  el 
Dr.  Antonio  la  Iglesia,  en  una  Relación  de  fiestas ^  que 
hizo  Epila  á  su  señor,  el  Conde  de  Aranda. 

torre,  p.,  quinta;  granja;  carmen;  casa  de  recreo  en  el 
campo. — En  Carta-puebla  de  Ejea,  i  i8o,  ya  se  decía,  et 
illa  TORRE  de  Escoron,  non  habet  nisi  sex  jubottas. 

torrero,  colono  ó  encargado  de  una  huerta  ó  granja. 

torta  cañada,  n.,  panecillo. 

tortera,  n.,  vasija  de  barro  en  que  se  sirve  la  sopa,  los 
asados  y  aun  las  verduras  y  otras  viandas:  en  Castilla 
tiene  significación  mucho  mas  concreta. 

torzaliüo,  n.,  torzal  delgado;  torzadillo. 

toza,  a.,  chueca  ó  trozo  que  queda  a  la  raiz  del  tronco. 

tozal,  a.,   monte;  collado:  lugar  algo  eminente. 

tozar,  a.,  topar  ó  dar  el  carnero  con  la  cabeza:  ||  a.,  por- 
fiar neciamente. 

tozolada,  c  tozolón:  golpe  en  la  cabeza. 

tozudo,  c.  testarudo;  terco:  obstinado:  tenaz. 

tozoludo,  testarudo. 

tozudear.  portiar  demasiado  y  obstinarse  testarudamente, 
en  una  cosa. 

trag^acantOS.   n..  alquitira:  tragacanta. 

trallo.  d.,  cuartón:  rama  gruesa  de  árbol. 

trancada,  a.,  trancazo. 

tranco,  n..  se  u>a  en  la  frase  ./  tiwicos  ó  bc.rrancos.  que 
si::nitica,  lentamente:  con  trabajo:  con  dificultad:  echan- 
¿o  m.ino  de  toJo  arbitrio. 


I,  a.,  france  ó  remate  en  lo  vendido  á  pública  lici- 


,  rematar. 

trapal,  d..  paño  tendido  al  pié  del  olivo,  para  recoger  en 
el,  la  aceituna  qtie  se  arranca. 

trapaleta,  n.,  diminutivo  de  trápala:  ||  n.,  persona  que 
charla  demasiado. 

tnq)eni,  n.,  herida,  de  más  anchura  que  peligro. 

trasca,  d,,  [lellejo  grande  de  buey. 

trascolar,  d..  trasegar. 

trascoD,  d.,  pescuno,  ó  cuña  para  apretar  la  reja,  la  este- 
va y  el  dental. 

trasmadar,  a.,  trasegar. 

traspootioes,  a.,  colchones:  usa.  entre  otros,  esta  palabra 
Fabiu  Climcnte,  en  sus  Escarmientos  de  Jacinto. 

tratadores,  n.,  los  Diputados  nombrados  por  cada  brazo, 
para  conferenciar  entre  sí  y  con  el  rey,  sobre  los  puntos 
allí  tratados  y  que  habían  de  recibir  su  aprobación  y 
sanción  definitiva. 

trasmudador,  n.,  el  que  se  dedica  al  oficio  de  trasegar. 

trasmudar,  a.,  trasegar. 

trasnochar,  n.,  hurtar. 

traviesa,  n.,  paradero  de  tablas,  estacas,  cañas,  etc.,  para 
contener  ó  desviar  el  agua. 

trazas,  n.,  sustantivo  aplicado,  siempre  en  plural,  al  ha- 
zañero que  es  todo  apariencias:  úsase  también  en  sus 
diminutivos,  trabillas  y  trácelas. 

trazo,  n..  despojo  de  res  perdida. 

frecen,  se  dice  de)  madero  que  tiene  26  palmos  ó  poco 
mas  de  longitud. 

tremedal,  d.,  páramo;  montes  despoblados. 

tremonolllo.  d..  tomillo, 

trena,  d..  trenza:  |f  a.,  bollo  ó  pan  de  esa  figura:  |jn.,  me- 
ter en  trerjc,  sujetar  á  uno,  reducirle  á  razón, — Ayala 


346  T 

en  el  Rimado  de  Palacio  parece  indicar ,  adorno  de  ves- 
tido; como  faja,  galón  ó  lazo,  en  los  versos, 

Pero  si  diese  un  panno  de  Melinas  con  sus  trenas 
Valerle  ha  piedat. 

trencha,  d.,  pretina. 

trenque,  n.,  postigo:  así  hemos  visto  explicada  la  etimo- 
logía de  la  calle  que  conserva  aquel  nombre  en  Zarago- 
za.— En  Murcia,  defensa  ó  reparo  de  los  rios. 

trenzadera,  a.,  cinta  de  hilo. — Para  decir,  ¡qué  borrache- 
ra trae!,  se  dice,  ¡qué  trenzadera!  6  ¡qué  alpargata! 

treudero,  n.,  lo  que  está  sujeto  al  pago  de  algún  treudo 
ó  canon. 

treudo,  n.,  pensión  anual,  de  suyo  irredimible,  en  reco- 
nocimiento directo  de  una  cosa  dada  en  tributación  ó 
enfitcusis  (^Gestis^  lo). — La  Academia,  que  en  1822  le 
daba  equivocadamente  la  significación  de  catastro^  en 
las  últimas  ediciones  define  mejor,  aunque  no  del  todo 
bien,  tributo  ó  canon  enfitéutico. 

treznar,  a.,  atresnalar. 

tria,  n.,  huella  ó  carril  que  abren  en  los  caminos,  las  rue- 
das de  los  carruajes. 

triado,  n.,  el  camino  que  tiene  trías:  ||  n.,  camino  muy 
frecuentado:  ||n..  asunto  6  materia. que  se  han  desen- 
vuelto muchas  veces;  y  en  este  sentido  es  sinónimo  de 
trillado. 

triar,  n.,  formar  carril  o  tría:||n..  triarse^  torcerse  ü 
agriarse  algún  plato  de  leche. 

tribunal,  n..  el  de  ¡os  dic:{y  siete,  formado  del  seno  de 
los  cuatro  brazos,  juzgaba  á  los  lugartenientes  y  curiales. 

tributación,  a.,  enajenación  de  bienes  raices  que  trans- 
fiere el  dominio  lUil,  pagándose  por  el  directo,  cierto 
treudo:  ||  d.,  reconocimiento  de  los  límites  concedidos  á 
la   Mesta. 


T  347 

,  poner  mojones  en  los  límites  señalados  á  la 

Mesta. 
triinito,  3.,  catastro. 
tricallon.  pato  unido  á  las  cuerdas  y  al  objeto  que  ha  de 

arrasirarse. 
trifulca,  11.,  gran  bulla;  diversión;   contienda;   inquietud 

ó  movimientu. 
trincar,  a.,  saltar;  correr;  dar  muestras  de  contento. 
tríngola.  campanilla  de  cabestro:  ||  d.,  campanilla  de  las 

ha  imitaciones,  en  Barbastro. 
trioquis.  trago:  en  alemán,  Irinken.  beber. 
tripaSn  se  usa  en  la  (rase,  hombre  de  tripas,  para  designar 

a!  que  es  valiente  en  todo,  y  en  la  de  hombre  de  malas 

tripas,  para  indicar  al  que  es  cruel  ó  vengativo. 
triplica,  a.,  réplica  á  la  segunda  contradicción  de  la  parte 

contraria. 
triplicar,  a.,  responder  en   juicio  á  la  duplica  ó  segunda 

contradicción. 
triunfa,  patata:  aunque  nosotros  no  hemos  oído  esta  voz, 

la  incluimos,  por  ser  el  único  aumento  que,  sobre  la 

primera  edición  del  Diccionario  Aragonés  de  PcrAia, 

hemos  observado  en  la  segunda,  la  cual  se  imprimió  en 

Palma  en  i853,  si  bien  á  nuestras  manos  no  llegó,  hasta 

después  de  publicado  por  primera  vez,  este  nuestro, — 

Otros  trun/a. 
trompiohon.  d..  perinola, 
tronador,  n.,  juguete  de  los  muchachos,  que  consiste,  en 

un  plicfío  de  papel,  cuyos  pliegues  se  sueltan  de  pronto 

y  producen  una  detonación. 
tronliron.  calavera:  troníironada,  calaverada. 
tronzado,  n.,  cansado;  tullido,  á  consecuencia  de  una 

marcha  penosa. 
tronzarse,  n..  resentirse;  fatigarse  por  el  demasiado  ejer- 
cicio. 


:^^ 


vemos  en  la  Corona  poética  de  A\ara.,  pág.  700» -i  ^ní 
tnca,  trueque.  "aí** 

hli—l',  d.,  gail|>car  i.  la  puerta:  ||  cambiar;  barbarísmo  de> 

mado  de  frVMT..  ^   - 

trapo  (i>Kciit),n.,  (base  en  la  frase,  como  «¿^^iferw  Mm 
y  «n  ms  equttalentes,  para  indicar,  i^Qe  ni»  {MneoftiDO 
consigue  nada  de  otra:  jj  n. ,  esquíkn  qvese  poM  al  Wr 
cho  cabrío  de  mqor  if>ariaocÍa ,  pan  qi»  aiiilbaaovÉI 
que  ll«TOo  los caÁones,  como  gub  del  rebaño^  ■}■  r'i 


I,  a.,  vaaija  para  redUr  A  vino  del  lag»r-4^ 

cubas.  -';:■<■% 

traq—U,  n-,  esquila  6  truco  de  mttnor  «oluaetu  qMbdMBí 

le  ponerse  á  algunas  ovejas.  "to  j 

tfibeni,  Mlbns,  d.,  especie  de  criadHlaa  de  tiemi/nctña 

taUBa,  n.,  tunda;  tollina.  i',!Q 

tuAufO,  n.,  en  unas  apasionadas  octavas  innfiallw 

Conclusiones  de  Economía  política,  sostenidas  ea  «i^Blv 

bajo  los  auspicios  de  la  Sociedad  aragonesa,  .se  lee, 


Genovesi  el  tumbarbo_>'  otros  tales 

en  signiñcacion  de  mandria  ú  otra  parecida. 
torra,  n. ,  ave  que  frecuenta  la  laguna  de  Gallocanta  y  que 

Asso  llama  desconocida. 
tnmuitela,  capricho  repentino;  propósito  extravagante. 


U 

Ultramarino,  n.,  del  tronco  materno:  lo  hemos  visto  u 
do  con  alusión  á  los  bienes,  en  lenguaje  forense. 
,d,  n.,  unión  (yitero  de  la). 


U  348 

<,  n.,  él  que  ñrmaba  ó  se  alistaba  para  sostener  los 
lucros,  invocando  el  Privilegio  de  ta  Union. 

niÚOD.  n.,  privilegio  que  consislia,  en  firmar  los  nobles, 
y  á  veces  la  familia  real  y  aun  el  rey,  para  permanecer 
en  estado  de  insurrección,  hasta  que,  reunidas  las  Cor- 
tes, se  diese  satisfacción  al  reino  de  las  ofensas  hechas  tí 
los  fueros;  fué  confirmado  por  Pedro  III  y  Alfonso  III 
y  abolido  por  Pedro  IV. 

universidades,  además  de  las  usuales  acepciones,  se  ha- 
lla alguna  \a¿  en  sentido  de  Ciudades;  y  la  verdad  es, 
que  el  brazo  de  las  Universidades  se  componía  de  re- 
presentantes de  los  pueblos  de  voto  en  Cortes,  que  eran 
en  general  Ciudades. 

untada,  n.,  rebanada  de  pan  mojada  en  aceite,  manteca 
ú  otra  sustancia  análoga. 

untamiento,  n.,  unción;  vocablo  declarado  aragonés  por 
Blancas. 

untura,  manteca:  se  lee  en  el  zaragozano  Ebn  Buclaris. 

QSages,  n.,  derecho  consuetudinario,  pero  elevado  á  ley, 
constitución,  ordenanza,  fuero  ó  privilegio. 

nsin,  husin. ,  nieve  menuda,  traida  por  el  viento  norte:  su 
uso  en  el  Alto  Aragón. 

ora,  a.,  racimo  de  uvas:  ||  n.,  corno  URtiufj,  expresión  con 
que  se  denota  la  muchedumbre  de  personas  ó  de  cosas 
semejantes,  agrupadas  en  poco  espacio,  como  los  granos 
en  la  uva. — Uva  de  quiebra  tinajc ,  variedad  de  las  uvas 
rojas,  asi  como  la  argelina  y  otras.  Uva  canina,  uva  de 
arra  ó  raposa. 


852  V 

Tela,  p.,  toldo  de  tela  burda  y  consistente:  ||  n.,  especie 
de  quitasol  de  grandes  dimensiones,  que  se  fija  en  tiem 
y  sirve  para  preservarse  de  la  intemperie,  los  vendedo- 
res ó  feriantes. 
▼éUnterOi  p.,  oficial  que  trabaja  en  seda.  • 

▼onocilo,  cuerda,  generalmente  de  esparto,  procedente  de 
vincidum. — ^Admitida  esta  palabra  por  la  Academia, 
como  española,  debiera  omitirse  aquí,  según  nuestro 
sistema;  pero  la  incluimos,  fundados  en  que  D.  FloieB- 
cio  Janer,  al  explicar  y  ^osar  aquel  verso  de  Berceo, 
aleáronlo  de  tierra  con  un  duro  vencejo,  hace  notar  que 
esta  palabra,  se  conserva  hoy  en  Aragón,  lo  cual  indica, 
que  es  fuera  de  aquí,  una  voz  desaparecida. 

▼radednria,  vendería. 

▼endema,  d.,  vendimia. 

▼endería,  a.,  puesto  público  ó  tienda,  en  donde  se  vende 
alguna  cosa. 

Yenora,  a.,  hilada  de  piedra  ó  ladrillo  en  las  acequias,  que 
colocada  de  trecho  en  trecho,  sirve  de  señal  á  los  que 
hacen  las  limpias. 

▼entano,  n.,  ventanico  ó  ventanillo,  según  la  Academia, 
que  solo  admite  estos  diminutivos,  pero  no  su  respec- 
tiva voz  radical. 

vera,  p.,  orilla. 

verdad,  se  dice,  en  sentido  de  eternidad  ó  de  la  otra  vida, 
pues  hemos  oido  frases  como  esta:  le  hallé  inmopil  sin 
color  ^  sin  pulsos  j^  creí  que  ya  estaba  en  la  verdad, 

verdasco,  verdusco,  verduzco,  d.,  látigo  de  cuero  ó  ra- 
ma de  árbol. 

verde,  en  plural  signifíca^  los  alfalces,  maices,  etc.;  y  así 
se  dice,  aludiendo  á  ellos:  este  año  han  pintado  mal  los 
verdes. 

verde  y  seco,  indica  la  totalidad  de  una  fortuna  ó  una 
colección ;  p .  ej . ,  derrochó  todo  lo  que  tenia^  verde  y  seco. 


V  353 

Bellran  de  Boro  acusa  á  Alfonso  II  de  Aragón,  de  arran- 
car la  Provenza  á  su  hermano  Sancho  y  dice, 
Pucis  ab  cor  du7^ 

Quan  n '  ac  pres  lo  vert  e  /'  madur; 
que  Mr.  Millot  traduce  así, 

Apres  en  avoir  tisé  le  vert  et  le  sec. . 
lo  cual  parece  indicar,  que  este  modismo  era  también 
francés. 

ferodC'  n..  cada  uno  de  los  nueve  distritos,  en  que  se  di- 
vidía el  reino  de  Aragón,  para  el  efecto  de  hacer  la 
cuestación  ordinaria,  en  favor  del  Hospital  de  Zarago- 
za.— Se  hacía  y  todavía  se  hace,  en  favor  de  las  obras 
del  templo  del  Pilar  de  Zaragoza,  suspendidas  desde  el 
siglo  pasado  y  en  nuestros  dias  reemprendidas  con  vigor. 
tfOdBro,  el  encargado  Je  esa  cuestación. 

rer^anto,  véase  berganto;  se  escribe  mejor  con  v,  co- 
rrespondiendo á  su  etimología. 

vergner.  verbero,  a.,  alguacil  de  vara;  macero. 
Biynizo,  véase  rahulla. 

rta,  d.,   trenzadera  ó  cinta  de  algodón:  ||  d.,   hebra  de 
hilo. 

Tilje,  n.,  vez;  y  así  se  dice,  este  viaje  no  puede  serviros: 
es  voz  del  vulgo  y  tiene,  como  se  vé,  bastante  mas  lati- 
tud, que  los  significados  de  la  Academia. 

fias  pastoriles,  n.,  las  señaladas,  en  general,  para  tras* 
humar  el  ganado. 

adula:  úsase  también  en  Navarra:  en  Castilla 
¿jcírvíi,  es  cabra  montes  y  cecera.  hato  de  puercos  ú 
otros  ganados  que  van  á  la  vez;  así  como  vecería,  mana- 
da de  ganado,  por  lo  común  porcuno,  perteneciente  ¿ 
un  vecindario. — Vecero  está  usado  por  muchos,  entre 
otros  por  Bercco,  en  sentido  de,  cosa  que  se  hace  por 
tumo  ó  persona  que  la  hace. 

rMM  (dar),  a.,  mimar. 


au    .  '^ 

A.,  núnudo;  educado  con  demasiada  líbertai- 

i,  n.,  faombrecSlDs;  plaan. 

viste,  prohibidoii  de  saca  de  ganados,  granos  y  otm 

-   mereñidu,  fueis  del  reino:  los  diputados,  en  las  Cónct 

de  MonsoD  de  i5a8,  pidieron  hacerlas  dios,  pooíc 

contestó  que  eso  en  n^ía  i  Dormer). 

vflhfcvf^B,  befUquí:  «s  de  uso  general  y  exdusrvo  a 

Angoo,  á  donde  lo  tnjeron  tos  franceses,  en  la  invasiotí 

de  1808  J  por  dio  oootcna  un  nombre,  lan  parecido  ■) 

de  püdrvqiibi,  an  que  aquéllos  le  conocen. 

VflhBM  4s  pmlfti  D.,  lUmados  de  conyencitm  ó  caan- 

yeaío,  por  el  que  hMÍan  de  fcrvir  á  los  infanxoocs.  tía 

poseer  nadi  propio,  feslilfníe  y  miserable  coa^ciat. 

comodiced  otmpo  Vidal  Je  Canelbs:  eran  adscríptoft 

á  h  l^eii*  6  dttmfio.  y  equivalían,  Tcgun   Docxo^. 

.  á  los  atbaí  tmUH  ó  ^Uateñi. 

vfltan,  !!■>  puddo  de  Cono  vecindario:  tal  vez stnóoima 
de  mllDrrJO,  pero  ño  carácter  despectivo,  y  probablt- 
mcoie,  majror  que  k  aldea  y  aun  d  lu^r,  al'  cual  prece- 
de en  d  Cdtfio*  de  Wk  /./.  de  la  IMitm.  en  donde  ; 
habla  mucho  de  las  ciudi^Jcs.  viüas.  v;llebw,  é  luga- 
res de  la  jura  de  la  dita  uttiJaí. 
Tiaaters.  n.,  insecto  del  orden  co/níptero. 
▼iftinida,  gramínea  agreste,  Urna  de  sutiles  púas. 
.  guarda  de  las  huírUs. 
.  violeta:  alhelí. 

I,  a. .  pensión  que  lleva  al  convento  d  que  profesa: 
II  n..  pensicMi  que  se  as^ura  á  uno  por  toda  so  vida, 
mediante  la  cesión  que  este  hace  de  so  hacienda  ó  paite 
de  ella.  Las  cuales  tíaten  á  violahio  nVni  inii  jj  ineí- 
naJeros.  dice  un  documento  antigoo:  ñn  dada.  íodian- 
do.  que  cuidaban  de  su  conservación  ó  sustento. 
vUay  [kC  n..  de  soslayo. 
gjrtl—ii  d.,dcsemfcoLsv:||d..  SDOsacar.  Un.,  pa^pv^sa- 


T  365 

tisfacer  una  cantidad;  en  este  sentido,  que  es  casi  igual 
al  de  deseinbalscr,  usan  de  aquella  palabra,  las  Ordina- 
ciones  de  la  Casa  de  Ganaderos  de  Zaragoza,  priJmulga- 
das  en  rSo5;  á  las  cuales  hemos  acudido  para  comprobar 
algunas  palabras  de  ganadería ,  si  bíen  allí  no  se  hallan, 
todas  las  de  nuestro  Diccionario. 

viudedad,  a. ,  usufructo  que  sobre  los  bienes  del  cónyuge 
finado,  goza  el  superviviente,  mientras  continúa  en  la 
viudez. 

TÍzalero,  d.,  dulero. 

TOOeador.  n.,  pregonero.  En  algunas  partes,  se  Id  llama 
también  yocíro,  palabra  con  que  por  otra  pártese  de- 
signó al  abogado,  en  Castilla  y  en  Navarra. 

Tolada,  d..  ráfaga  de  viento. 

volandera,  n.,  se  dice  de  la  firma  común,  por  su  mucha 
generalidad,  pues  comprende  iodos  los  jueces  y  lodos 
*  los  casos:  ||  la  firma  volandera  del  Justicia,  tenía  ejecu- 
ción privilegiada. 

votador,  caja  ó  urna  para  recibir  los  votos.  En  los  Gestis 
de  la  Universidad,  hay  un  inventario  de  ornamentos  y 
joyas  en  1698,  en  el  cual  consta,  un  botador  de  plata. 

vueltas,  d-,  techo;  bóveda. 

gx.  d.,  volcar. 
píoo,  d.,  nasa  de  pieles  para  pescar. 


X 


Xaporcar.  a.,  revolver  el  agua  ii  otro  líquido:  díccsc  mas 

bien,  chapurcar. 
zaiTO.  3-.  véase  jarro. 
■la,  a.,  chia:  insignia  de  la  magistratura:  ant. 
xfalflar,  a.,  gritar  con  regocijo, 


356 


Y 


Taya,  n.,  abuela:  también  es  muy  frecuente,  sobretodo 
entre  los  niños,  designarla  con  el  nombre  de  lola^  que 
no  incluimos. 

yerba,  n.,  alfalfa:  se  toma  el  género  por  la  especie. 

yerba  del  pico,  n.,  planta. 

yerba  corxonera,  hipérico. 

yerba  de  pordioseros,  n.,  planta. 

yeso,  a.,  úsase  la  expresión  layar  de  y  eso  ^  y  significa,  cu- 
brir de  yeso  una  pared,  bruñiéndola  con  la  paleta. 

yunta,  p.,  yugada. 


Z 


Zabacequias,  d.,  el  que  cuida  de  los  turnos  en  el  riego 
y  de  multar,  á  los  que  contravienen  á  los  estatutos  ú  or- 
denanzas. 

zabalmedina,  n.,  zalmedina:  lo  hemos  visto  escrito  de 
esa  manera,  en  algunos  documentos  m.ss.^  y  Ducange 
habla  de  él,  usando*  ademas  los  nombres  de  :[ahabnedi' 
na,  salmedina  y  cephalmedina:  en  un  Privilegio  de 
Pedro  II,  en  favor  de  los  Jurados  de  Zaragoza,  se  lee, 
ca{almedina. 

zaborra,  d.,  piedra  pequeña:  tiene  alguna  conexión  con 
el  saburra  latino  y  sorra  español,  que  significan  la  are- 
na gruesa,  con  que  se  lastraban  las  embarcaciones:  il 
piedra  sin  labrar. 

zaborrero,  d.,  albañil  que  trabaja  con  zaborras:  ||d., 
poco  diestro  en  algún  oficio. 


z  a» 

saborro.  n.,  aubzon. 

zabiirrero,  d.,  zaborrero. 

zafareche,  a.,  estanque. 

tafariche.  a.,  cantarera  o  sitio  donde  se  ponen  los  cán- 
taros. 

zafbras,  zaforoso,  n.,  persona  desmañada,  sucia  ó  torpe. 

nfran,  n.,  azafrán;  así  se  lee  en  nuestros  Fueros,  pero 
en  castellano  solo  se  usa,  como  licencia  poética. 

SíigO.  después :  también  {aga.  Kn  Acto  público  del  no- 
tario Benedcd,  i2S3,  se  lee,  entraron  en  ¡a  Iglesia  zago 
de  él;  é  los  sus  enemigos  zaga  del. 

zagones,  calzones  de  piel,  que  solo  cubren  la  parte  ante- 
rior: úsanlos  los  pastores, 

lagueramente,  n..  últimamente:  también  se  dice  ¡a  !(a- 
güera  >>£{,  cuya  significación  es  aproximada  á  la  de  la 
Academia. 

Alacho,  andrajo:  se  aplica  despectivamente,  á  las  per- 
sonas y  se  dice  también,  jioner  tí  uno  como  un  ^{alacho. 

lalear,  d..  manosear  ó  deslustrar  alguna  cosa. 

zalmedina,  a.,  en  lo  antiguo,  alcalde  ó  magistrado  con 
iurisdiccion  civil  y  criminal:  era  Juez  ordinario  de  Za- 
ragoza y  para  el  desempeño  de  su  oficio,  que  era  anual, 
tenía  un  Asesor.  Algunos  equiparan  este  cargo,  al  de 
Censor  en  Roma:  [|  d.,  era  en  lo  antiguo,  el  alcaide  de 
tas  cárceles;  y  hoy,  aquel  preso  que  por  sus  circunstan- 
cias, es  nombrado  para  cuidar  del  orden  interior,  en 
cada  estancia: — viene  de  Cadi  juez  y  Medina  pobla- 
ción, íi'  (Véase  Nougués,  AljaJeriaJ. 


(1)  Brii  Uartliuz  dice,  que  áe  xabal  uilir  ;  malina  ciudad, ;  nílad*  qua 
«n  »i  VÍEiBHiiBar,  que  Buslituyó  al  StSor  6  Juei  ordlnariD,  y  que  ese  Fargo 
toé  Instituidla  CD  HueacB  por  Pedro  1.  &  raizdcla  recoaqa rata  de  eea  ciudad, 
«¡gnwtBQdo  coD  él  y  cod  g'''^°^^3  lieTedamieotos,  &  Lope  FortunioDPa  (Hii- 
m4*3utJHand>laPiiaa,Mb>:olV,c%p.  XIV;. 


358  Z 

zalmedinado,  n.,  dignidad  y  oficio  del  zalmedina,  en  n 

primera  acepción. 

zamarrazo,  n.,  golpe  con  palo,  correa,  etc.:  ||  n.,  desgrada 
que  uno  sufre  en  su  salud,  su  carrera  ó  su  fortuna;  7  aií 
se  dice  de  uno  que  ha  quedado  cesante,  hoy  le  ka  llega- 
do el  \amarra\o  ó  ramalas[o:  también  vemos  usada  en 
palabra,  en  unas  quintillas,  escritas  con  motivo  de  las 
oposiciones  verificadas  en  Zaragoza,  para  llenar  la  va- 
cante del  catedrático  P.  Raulin. 

zamueco,  n.,  mostrenco;  majadero;  drope. 

zancocliar,  d.,  guisar  con  poca  limpieza:  en  Castilla  Jttf- 
cochar:  ||  d,  revolver;  desgobernar. 

zancocho,  d.,  empandullo, 

zanguüon,  n.,  muchacho  desproporcionadamente  tito:  I 
n.,  joven  inútil  y  ocioso. 

zanquil,  manquil ,  n.,  zurriburri. 

zapatero,  n.,  en  algunos  juegos,  el  que  no  hace  tanto  t 
baza. 

zapo,  n.,  sapo:  ||  n.,  persona  desmedrada,  torpe  ó  desma- 
ñada.— Rosal  dice,  que  los  antiguos  llamaban  \apo^  al 
sapo  y  :[apico,  al  hombre  chico. 

zaporrotazo,  zapotazo,  d.,  trompazo;  talegazo. 

zapos-quedos,  juego  de  muchachos. 

zaque,  n.,  cuero  en  que  se  saca  agua  de  los  pozos,  según 
el  autor  del  Diálogo  de  las  lenguas,  quien  cita  esa  pala- 
bra como  aragonesa,  diferenciando  su  significación  de  la 
de  Castilla,  en  donde  vale  tanto,  como  cuero  de  vino. 

zaranda,  d.,  fritada. 

zaragoci,  cierta  especie  de  ciruelas,  que  la  Academia  tra- 
duce, Cansar aw¿usLznus:  en  rigor,  esta  palabra,  pura- 
mente española,  no  debiera  incluirse  aquí,  como  no  he- 
mos incluido  en  su  lugar,  la  uva  aragonesa. 

zarcillo,  a.,  arco  de  cuba. 

zarfe.  n.,  criado  que  se  toma  en  común,  por  personas 


z  a&o 

que  viajan  ó  pasan  algún  tiempo,  fuera  de  su  casa. 
lipa,  n.,  se  usa  en  la  frase,  anJcy  á  ^arpa  ¡a  greña,  en 
signiticacion  de  andar  á  la  greña. 
aarpear,  n.,  equivale  aproximadamente,  á  manotear  y 
:  II  n.,  echar  la  zarpa. 

,  n.,  revoltijo;  conjunto  desordenado  de  cosas 
y  aun  de  ¡deas  ó  palabras:  úsase  también,  en  el  mismo 
sentido,  el  verbo  ^arrabuUar. 
nrrapastro.  n.,  zarrapastroso;  zarrapaslron. 
xarrías.  manchas  espesas  de  lodo  ú  otra  suciedad,  en  los 

bordes  de!  traje. 
nvalachen,  Juez  mayor  de  ¡udíos  v    moros:  úsala  don 

B.  Foz. 
xerigallo,  d.,  pingajo:  lld.,  joven  indiscreto,  que  presu- 
me y  se  entremete  mas  de  lo  que  debe, 
la,  avispa:  úsase  en  Borja  y  otros  puntos. 
)Ca,  d.,  choca. 
zofra,  n.,  tributo  que  se  imponía  antiguamente,  en  el 
reino  de  Aragón:  ||  n,,  hacer  Tfifra,  trabajar  para  el  co- 
mún ó  á  vecinal,  en  obras  de  construcción. 
n>De,  azolle:  se  usa  también,  como  término  de  compara- 
ción, para  pintar  una  habitación  estrecha  y  lóbrega. 
B>qiie,  d.,  tarugo  ó  tronco  de  árbol,  sobre  el  cual  se  cor- 
tan las  carnes:  [|  tajo;  tajador:  ||  n.,  cepo  para  la  limos- 
na, en  tierra  de  Bicscas. 
SDrina,  gallina  con  manchas  blancas,  en  fondo  canela. 
zorra,  d.,  \orra  de  carne,  piltrafa. 

zoniar,  n,,  el  supuesto  Avellaneda,  autor  aragone's,  según 
la  opinión  común,  usa  de  este  verbo,  en  varios  lugares 
de  su  Don  Quijote,  pero  siempre  en  boca  de  Sancho. 
Una  vez  dice,  porque  áj'é  que  me  zohrian _/i3  las  tripas 
depura  hambre  {P.  V.  cap.  IV.);  y  otra,  había  puesto 
¡a  escudilla  sobre  las  brasas,  de  manera  que  me  iba  zo- 
Kníxnuo por  ei  estómago  abtijo  (cap.  X).  Ambas  frases 


360  Z 

se  compadecen  bastante,  con  las  deñniciones  de  fwriar 
y  ^urrir^  sonar  ó  resonar  bronca  y  desapaciblemente 
alguna  cosa. 

sote,  c,  ignorante;  lerdo. 

zucrería,  d.,  confitería;  se  halla  excluida  de  la  última  edi- 
ción de  la  Academia,  sin  la  justa  causa,  con  que  se  ha 
omitido  :{uderta,  que  estaba  en  la  penúltima,  indudabl^ 
mente,  por  error  tipográfico. 

zucrero,  n.,  confitero. 

zuda,  n.;  castillo,  según  Ducange. 

zonce,  n.,  plegado  en  la  tela. 

zoncir,  n.,  fruncir;  plegar  ó  recoger  el  borde  de  cualqui^ 
ra  tela. 

zuriza,  n.,  persona  chismosa  y  mal  intencionada,  que  in* 
dispone  á  unos  con  otros:  tiene  también,  pero  un  poco 
ampliada,  la  significación  de  la  Academia:  ||  se  dict  ser 
un  \uri{a^  al  que  es  travieso  ó  aturrullado  y  mañero. 

zuro,  d.,  corcho:  el  corazón  de  la  panoja. 

zurraco,  d.,  bolsón  de  dinero,  y  en  general  dinero  muy 
escondido. 

zurrumbre,  hedor  queseexhala  dealgunos  animales  ó  de 
sus  desperdicios. 


NOTAS. 


AlUl 

tal- 


Vtg.  i,  tola;  V\aoHU>  RiVktixs.  Que  la  rúa  expultada  en  ie09 
'1S1I,  calliTaba  cna  fruto  la  lengua  y  la  literalura  de  CastiiU,  pruí- 
ilo  muchaB  trabujoa  esoritoí  ea  ca«tel1ino,  con  caracteres  ánbea;  et 
Poma  ái  Jote  y  el  del  morÍBCo  h  qoien  dÍ6  cuDit  Rueda  da  Jalun.  Sola 
Allill  aabp,  aef^un  aGrnia  «a  el  prúlog-o  el  autor,  «1  cuidada  que  ente 
puso,  bvtcando  ttcrijitiirai  y  pape'ii  in  áiatriai  partiioi  y  ribirat  dii 
"(no,  flKí  >fl  jior  miedo  dt  la  Inquliicion  eitaian  ptrdidaí  g  ofutcadat, 
la  Uljor  de  au  compil ación,  hecha  en  uo-iio  llano  y  ajincihlt,  porqui 
Mt  (WiHídoit  y  gusID  it  eaulliven  en  la  mitnoria  rotoí  lan  digniH  át 
■atadat  y   mtmorailoÉ DiacCBSO  DR  U  lux  T  DBaCBNDEOCU  V 

.U,  COUPDESTO  t    tC0PIt.&DO  POB     >L  SIBHTO  Y     UÁS  MBCüaiTlPO     08 
MnH^UA.D     R\B1U*S,     4BÍ0ONÉ8,     HÍTCUÍt.    DB  BU»D* 


,  Va 


>a  el  poaniB,  do  UDieitenaiondedace  mil  ver- 
la de  tstoH  es,  firabe  y  iuú»\útaaa,  opesar  del 


L(l)    Prohla. 

~]    nural  di  átala  que  sigalUcí  orníioa, 
W.p)   ItscriUWDiiilóBiniBúlniguitdc  cristianos, 


toacqiiel«d«iy  Ut  alttrioMt  4  k  Mftologfft  dltt  piMí  é» 
HMiodo  qoe  eontlenen;  j  bvm  quilates  poétioot  no  «hí  < 
•n  woM  pá^nas,  trosos  tan  bettoa,  cual  la  ámexipekm  da  k 
la  boda  de  Hezim. 

lies  ejemplares  eziateo  del  poema  de  lliihamad  Sabadaa:  el  urna  le 
poeee,  la  Biblioteca  Imperial  de  París,  j  el  otro,  el  lliiseo  Brítiueo.  A 
D.  Bogenio  de  Oeboa  le  debemos  una  deseripekm  da  la  obt»  dsl  inte 
de  Rueda,  cuja  desertpeion  se  lee,  e&  el  CMéie^  racsMio  de  mmmm 
erU0t  étpañoUtf  que  dio  á  la  estampa  en  1844,  ü  eaÜBenliaimo  lilsnil^ 
á  Horgan  el  haberlo  vertido  á  la  lengua  de  Millón,  en  presa  j  eon  fi^ 
b«rtad,  aunque  incompletamente;  7  el  baberlo  publicado  á  Qnjaagos, 
al  que  tenemos  que  agradecer,  noticias  indíTiduales  acerca  dri  mamia» 
crilo  del  morisco  aragonés  y  de  mucbos  aljamiados,  j  quien,  eont&aua-' 
dor  de  la  gloria  de  Casiri  j  Conde,  vale  no  menos  qoe  Dosy  7  ba  pres- 
tsdo  con  su  traducción  de  Ifakkari  á  Scbaek,  una  de  las  plumas  ds  ná- 
car con  que  éste  escribió,  su  peregrino  libro. 

Hé  aquí  el  contenido  del  poema,  según  el  satns  SK-piufiMor  di  la 
Universidad  de  Madrid. 

Canto  primero,  en  que  se  dedica  este  libro  á  sdb  AUabí  siiadef  ds 
toda  cosa. 

Canto  segundo,  en  el  cual  se  cuenta  la  crlason  j  fomaeioii  dsl  n«h 
do,  basta  la  caida  de  nuestros  primeros  padres. 

Ssgunda  historia:  habla  del  engendramiento  de  Sis,  segunda  psite 
de  la  Los,  7  los  que  de  él  descendieron  basta  Moh. 

Canto  tercero:  trata  del  diluvio  de  Noh,  7  pasa  á  la  varonía  de  la  Lux 
hasta  Bráhim,  donde  se  camplió  la  seguoda  edad  del  mundo. 

Historia  de  Bráhim:  comienza  desde  su  Dacimiento,  y  lo  que  le  vino 
con  el  Rey  Namerud . 

Segundo  canto  de  la  historia  de  Bráhim. 

Tercera  historia  de  ídem. 

Canto  cuarto  de  la  historia  de  idem. 

Canto  quinto  de  idem:  cuéntase  en  este  canto  la  línea  de  Izháq,  pa- 
trón de  los  judíos  y  cristianos,  y  el  asiento  del  pueblo  de  Israel. 

Historia  cuarta  del  discurso  de  la  luz  de  Muhamad. 

Historia  de  Hexim,  hijo  de  Abdulmunefy  bisabuelo  de  nuestro  anaví 
Muhamad. 

Segundo  canto  ile  la  historia  de  Hezim:  trata  la  conclusión  de  su  ea  • 
Sarniento  la  noche  que  envió  Hexim  á  su  hermano  Almutálib  á  visitar 
á  Zalma. 

Canto  cuarto  de  la  historia  de  Hezim:  trata  su  muerte,  y  el  naci- 
miento de  Jaibacanas. 


303 
Historia  de  Abdulmotalib,  sayo  nombre  se  llama  JaibacaiiCis,  bija  de 

Segunda  eiDlo  de  la  hiatoria  de  Abdulmulalib, 
C»Qlo  leroero  de  ídem. 
,rwdffid.ín). 

«  AbdulmaloUh,  j  del  díscuraa  d«  la  loi  da  Uuhnmsd, 
»gunda  canto  de  U  binloria  de  Abdulmutalib. 

vi  MüliAmad:  trata  ea  nacimiento' 
1  aeguado  do  la  deolaracioa  del  hasrada  Alcorán,  y  lu  propie— 
le  nuestro  aoaví  Muhamad. 
a  torcera:  trata  el  subimieato  de  los  cieloBj  en aal zumiento  da 

de  la  decIaraeioQ  do  la  oiorn  (1)  de  Alhamdnlillshi. 
de  la  maerli>  de  ouestro  anavf  Mubamad, 

del  dia  del  juicio, 
aegondo  de  la  hiatoria  del  día  del  juicio. 
da  las  lunas  dol  aSo:  euéntanse  loa  nyunaa,  j  Ha»  blancos  y 
[ue  aa  han  de  hacer,  7  Ina  raciu  {i)  en  cada  día. 
lombres  de   Allah  eo  nr&bigo  y  sua  declaraciooei  alchemiadaa, 
ogoria  al  cabo. 

El  poema  &  qus  alude  el  Sr.  Borao,  es  ÍDtereaante  j  debiera  ñgn- 
slguno  de  loa  lomas  auci^aivos  de  cnla  Biblioteca . 

I,-   Diílooo  db  lis  LaNQUia,   oirá  ái¡  liglo  dr  (no   qv» 


^^■Ulrf bujT*  al  p, 
^^^B81  uso  de  e 
^^^^Hrfi  por  toda 
^^^BWudoaeWcÍJ 


¡1  oM  de  esta  leo^fua  (habla  Valdéa  de  la  latina]  asi  corrompida, 
por  toda  BspaBa,  aegou  70  ¡lienao,  hasU  que  al  re;  Rodrigo,  en 
•Du  de  aeUc^eotot  diei  j  nueve,  poca  maa  6  menos,  desastradamen- 
te Ib  perdi6  cuanda  la  conquietaron  ciertos  reye*  moros  que  plisaran  de 
Arrica;  coo  la  venida  de  loa  coales  se  comeDi6  i  hablaren  EapsBa  la 
lengua  arúbiga  eiceplo  en  Aaturias,  en  Viicaja  y  en  Lepaxcua,  y 
en  ■IgoDoa  lugares  Tuerlea  de  Aragón  y  CatalnBa,  las  oualee  provin- 
cias tus  moros  no  puilieron  sojuigar,  y  asi  allí  se  salvaroD  muchas 
geatee  de  los  criatanaa,  formando  por  amparo  y  derension  la  aspereza 
do  U  tierra,  sdiode  consírvaron  su  religión,  su  libertad  y  so  lengua!.» 

■  Afard 


s  Alliamdullllclii 


9M 

oon  el  impreso;  «eon  U  misme  íelU  de  boje  ú  hojM  y  ein  mis  diforeo- 
eU,  qae  la  de  hsberse  suprimido  en  alffuno  que  otro  lugar,  una  6  más 
palabras,  siempre  que  se  trataba  del  Papa  d  sus  Cardenales,»  afirmán- 
donos que  el  ejemplar  de  Londres,  más  antiguo  que  loe  dos  eonserrados 
•n  nuestra  Biblioteea  Nacional,  debió  ser  expurgado  por  algún  Inqui- 
sidor ú  otra  persona  autorisada  por  el  Santo  Ofido. 

De  las  ediciones  citadas,  la  más  correcta  y  más  sabiamente  dirigida, 
as,  la  de  Usos.  Bn  ella  intitúlase  la  obra,  JHátogo  dé  fo  Lifigna  y  no  JM¿* 
togo  d0  Uu  LtnguaSf  como  escriben  Mayans,  Pidal,  Mier,  Hartienbuseh 
y  Borao,  pues  no  refiriéndose  el  libro  á  más  idioma  que  al  castellano, 
es  más  atinado  el  senrirse  del  singular  que  del  plural,  para  denominarlo. 

Usoz  no  se  atuTo,  pues,  á  la  ortog^rafía  del  manuscrito  guardado  en  la 
Biblioteea  Nacional.  La  edición  dirigida  por  Mayans,  es  muy  descuida- 
da é  inexacta,  en  muchos  pasiges  Bn  la  actualidad  ocúpase  en  prepa- 
rar una,  que  será  esmeradísima,  el  ilustre  Bduardo  Boehmer,  entusias- 
ta del  inmortal  amador  de  Julia  Oonsaga. 

Duda  Borao  acerca  de  la  paternidad  del  JHétago  y  tengo  para  mí  qne 
es  cosa  averiguada.-  El  J)iálogo  d$  la  Lengua,  (que  Borao  dice  ser  de  nn 
autor  anónimo,  participando  de  la  creencia  de  triarte  y  Hartzenbusch), 
obra  admirabilísima,  «por  la  natural  sencillez  de  su  estilo,  por  la  pureza 
de  su  dicción»  y  por  carácter iiarl a  estas  prendas,  perteneciendo  á  una 
época  de  eteoláttiea  y  trabajosa  tlo€vtf%cía;  el  Diálogo  tft  to  L«n9ii(i,que  es 
el  espejo  más  limpio  y  qiie  mejor  retrata  el  estado  de  nuestro  habla,  en 
los  días  del  Emperador;  el  Diálogo  de  la  Lengua,  modelo  de  diálogo,  en- 
tretenido y  agradable  en  todas  sus  páginas,  en  las  que  si  hay  errores, 
abundan  los  pasajes  ingenioNos  y  la  erudición  y  resplandecen  la  razón 
más  sann  y  el  criterio  más  elevado;  el  Dialogo  dé  laLengua^  pertenece  al 
primero  que  sostuvo  en  España  la  caus  i  de  la  Reforma  é  intentó  traer  las 
doctrinas  de  ésta,  al  país  de  los  Alfonsos  y  Fernandos.  El  erudito  Rafael 
Floranes,  en  la  pasada  centuria,  atribuyó  aquel  monumento  literario  á 
JuandeVcr^^ara.  D.  Pedro  J.  Pidal  descubrió  su  autor;  y  hoyes  tan  sabido 
que  lo  fué  el  ilustre  secretario  del  vircy  de  Ñapóles  D.  García  de  Toledo, 
como  que  Rodrigo  Caro  produjo,  la  Cfnicioná  las  Üuinaa de  Itálica. 

Amador  de  los  Rios,  Usoz,  D.  Fermín  Caballero  y  Boehmer,  con  razo- 
nes históricas,  con  argumentos  filológicos  y  con  atinadísimas  conside- 
raciones, han  demostrado,  que  el  Diálogo  de  la  Lengua  perteneco  á  Juan 
de  Valdés  (1).  Paróceme  tan  clara,  dice  el  solitario  de  Barajas,  la  pa- 
ternidad do  la  obra  y  estoy   tan  convencido  de  cuanto  so  refiere  á  las 

(1)  Mayaua,  al  publicar  el  Diálogo  de  la  lengua,  aunque  lo  dio  por  an<'>- 
nímo.  debió  sospechar  acerca  de  su  autor.  D.  Casiano  Pelliccr,  en  su  trata- 


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moJa  que  la   libreno  úb\  docto  aapBtol,  y  el  reato  de  U  tirada 
obra  loa  Jttformitlai, 

18B5,  Bophmer,  Profeíor  de  tn  üníverBÍdod  de  Slraal)ii-f{o,  con  el 
saeD  de  lectora  A  loa  estudíanieB  qae  Bprendiemn  el 
lUano,  publicó  en  U*1!e  (Sajonia)  Isa  dica  ;  aeia  prinerna  ptginaa 
Díáleao  da  la  Li7i¡  na,  baa  ta  loa  palabra»  incluaive  fí  e<  luartís  go- 
emotd-ena  tnnnfra..  .;  adornando  dichas  piginaa 
tlgunaa  nolaa  gmmaticalea.  ttl  ti  mámenle,  en  1873,  la  aociedad  La 
liad  lAtrira,  hilo  una  aegunda  edición  de  loa  Origenti  de  Uayans, 
la  que  eacribií  un  prólogo  de  pscolilla  el  üualre  Harlzeabuacli  y 
Eduardo  Uier,  setenta  j  cuatro  ddUs. 

lie  airvíA  S  Mayana  j  Usol  es,  el  qui?  pnaee  tu  Bi- 
f  tiene,  la  Hignalurn  X-V.in  (1).  Cenata  de  94  hdjae; 
de  ello»  en  blanca;  buena  letra  (al  parecer  de  Hites  de!  lidio  XTi) 
estado  do  coQaervacioD.  Pallante  la  79  ;  la  83:  eata  última 
)  utiliiñ  Mayana.  Indudablemente  ea  copia  del  verdadero 
original,  que  permaneció  oculto,  por  acr  obra  de  un  hereje.  Según  dice 
elaruditoé  infatigable  alicantino  |V),  es  la  miama  que  pcrleneeifi  al 
Droniata  aragauéa  Jerónimo  do  Zurita,  comprada  pera  la  fliblloleoii 
Beal,  aieodo  aquél  Bibliolecano.  CajA  en  poder  del  Coode  de  San 
Clemente,  aefrun  ae  lee  en  el  cap,  IV  de  loe  Progretot  de  la  fiiilwja  dtl 
rtine  ái  Aragón  del  Dr.  Juan  Francisco  Andrea  de  Uatarroi;  fué  añadida 
j  publicada  por  Diego  Joseph  Dornirr,  arcediano  de  Sobrarbe  (3)  y  psafi 
después  ti  una  de  laa  bíbliotecaa  de  Zaragoia,  donde  la  adquirid  en 
17!iS  Naaarre,  quien  la  ofrecífiáau  amigo  Majana  para  que  la  publi- 
eaae  j  así  lo  hiio  é9le,al  aiguienle  nflo. 

£1  precioBO  manuacrito,  rico  diamaale  itel  Uuseo  de  Landrea  queaír- 
vlG  á  Uajana  ea,  un  tomo  en  4°  que  contiene  entre   varias  cosas,   el 
Di&loí/e  de  ValdÉs  j  un  «ilrncto  del  tratada  de    La  Gaya  ciincia  que  ee- 
Ctibid  el  Marquéa  de  Villana  y  eniíA  al  de  Sanlillann,    para  introducir 
.lia  Caniiilcrioi ,  de  la  índole  de  aquel  de  Barcelona,  quo  ntencio- 
uportantiaimo,  Mariana  j'  oíros  grsTBs historiadores. 
Sr.  Oayaagos  que  lo  ba  visto,   lo  encuentra  en  un  todo  oonfurme 


JHÜiwau 
_  etibid  el 
^^|^f:tnit 

n   0) "': 


para  su  uBo,  y  eatA 


Q)   Mayans  mandú  aacnr  nnn  copla 
elisia  tioy  entre  sus  |>npctcs,en  el  Muaeo  Británico. 
O!)    Puí;».  179  j  ISO,  I,  II,  Madrid,  1737. 

(8)    Loa  VDSti(;ios  lie  la  lllirprfs  mauuacrila  di<  Jerónimo  Zurita,  núm.  ?I, 
Dialoga  dt  lat  liiguas,  üsobni  muy  curiosa  y  digna  de  ser  dada  A  la  es- 
tampa, por  contcnar  mucbna  reglas  para  hablar  la   lengua  ea[iah(>la,  A  la 
lOlon.  KBcrtbiúae,  en  Llempo  d«l  Ümporador  CarloH  V.,  y  ^ards    eelt 
,  w,4.  el  Conde  de  8.  Clemfato. 


m».  Y  UBila  Tnis  aocrUda;  puM  ni  ol 
al  el  oarrcato  y  da  «iociteian  fBtlgos&  Crrvintcí  de  íiluiu';  ni  Pedn 
Mexf*,  tn»  p'umAaD  coma  Sramv;  ni  el  fettÍTa  nMieo  del  Duque  de 
OundU,  Krnníiica  de  VilUlabni;  ni  dI  hotoRubu  Pedro  da  Rhan;  ni 
«Qiititas  manqkron  oa  ol  ligio  ivi  Ib  difloil  CanuB  literaria  del  diálo^; 
niagumi  tuvo  las  dot«8  da  Juan  de  Vt1d¿g,  m  produjo  ana  obrad«l  mé- 
rito de  In  tuya,  co  U  que,  na  obstaDlo  U  poi.'»  amenidad  de  un  aaunia 
detfrnnulKra,  el  inleriíE  no  decae  y  la  animación  y  el  movimiento  estiln 
iMtcnldoB.  Y  al  dar  por  terminada  esta  eeUi,  be  do  oonsígnar  que  ma- 
reeeolearína  de  E«paíie.  el  aabio  Dr.  Uoehmer,  tan  «aootedordeU 
Yidft  y  escrito»  del  Uelerodoio  de  Cuenca.  Al  Profoior  do  lenguas  ro- 
manees de  Slrasburgo,  debamos  curiniu  onticiu  biogrftficM  de  Vald^ 
y  de  vario»  trniaíoi  de  *9in,  nncootradoj  en  la  Imperial  dn  Viona,  poc 
el  ¡Doanaable  inrectigador,  qu*  con  sus  vigilias,  watiene  el  amor  de 
■ua  eompalriotas  t  la  leugua  do  Xn*  Luises  y  Mariana,  a  la  aombra  de 
la  calada  aguja,  que  fué  un  día  eoaüdenle  de  Qoatbe. 

Pag.  Id;  ríalAiH»r>i(i  la  tltrra  ác  Aragun.  Bn  El  de  Uctabra  de  UI1, 
celebrú  D .  fedrn  IV  Boliii  tle  dospedida  en  Zaraguza,  *d  ol  Uonaatcria 
de  Prcdicndaras,  Kn  t\  que  uonfirid  la  inveatídura  áv  goberoador  del 
reino  A  su  bennaua  D.  Jaime;  bdoIo  el  juramento  prestado  ■  su  hija; 
remitií  al  Justicia  mucbas  causas  peodieutee;  ístisfíio  todas  las  peti- 
ciones; di&  la  rsii>D  qoe  Ip  movia  ft  cerrar  las  CArtes;  awgurA  que  toI- 
verín  lo  mis  pronto  pisitili'  ñ  celebrar  nuevaa;  declarando  &  inslaieías 
dd  Jurado  Eitñtal  qaa,  por  la  proiogadoa,  no  pndiM*  nano»  Mgnir 
diBo  t  loa  fiteroa,  layaa  y  liberUdea  aragoaMM. 

Libre  y*  el  rey  de  los  de  la  Ünion,  devueltot  A  £1  los  caballera*  de 
los  rebeees  y  decidida  &  vencer  t  aquella  por  la  fuerza,  resolvió  D.  Pe- 
dro abandonarla  ciudad,  sin  que  Be  atreviesen  i  acompabarls  loa  conse- 
jeros, nombiados  por  las  Cortes,  por  temor  deque  los  entregase  ti  ver- 
dugo, QO  bien  llegaran  k  Cale.lu3a,  Salió  el  Cgrmiontoio  precipitada- 
mente do  Zaragoza:  al  llegar  á  la  barca  del  Qállego,  miró  eiquivo  iloa 
que  le  scompailaban  y  por  eepararse  de  ellos  lo  máa  pronto  posible,  ni 
esperar  qaiao  &  que  le  penaran  una  cabalgadura;  durmió  en  Pina,  dan- 
de  recibió  el  juramento  de  algunos  parlidaríoB  que  te  allegase  D.  Pedro 
de  Luna,'  y  después  de  concertar  algunas  medidas  contra  la  üniím,  pro- 
■igilid  su  viaje  bicia  la  tierra  catalana.  Al  siguiente  día,  al  ver  deala- 
carse,  allí  lejos,  entre  ta  bruma  del  horizonte,  a  Fraga,  prorrumpió,  en 
la  exdaiDBoion,  ti  que  alude  el  Sr,  Borso:-A>ndi(atM*,  dijo,  tiempotta- 
ia  d«  Ualeí,  bendita  leu  d»  Dioi  nuMlro  Stñor,  qitt  nat  lw¡  ptrmitido  to- 
Ur  tibrtí  át  tía  tiit-ra  traidora  y  ribtU;  d*  Aragón.  Mat  como  Aojr  Diot, 
que  mi  la  han  dt  pagar,  Hjh  caromtnl: 


no  U.  Pedro  el  Caiolieo,  D.  Jai- 
7  como  sntei  el  Conile  RuDén 
los  MeeeoBB  de  ía  grio  ramilik 
a  Poitiers.  >a  taé  £aU  el  AcIbd, 
la  BB  lee  en  libros  muj  sprecía- 
ililUs  fueron  de  púrpura,  á  fner 
:>  intérpretes  mea  antiguos  que 
a  de!  Cid. 


ine  al  CbnguíiMifi»*,  C  Pedro  III 
Bereogurr  y  D.*  I>u1ce,  ea,  udd  de 
de  TiM,  que  «ucedió  &  Quillermo  c 
por  decirlo  a«i,  de  toa  trovadores,  aag 
Wea,  mpoBaíaproYBntal,  cujBs'ioii 
lia  nacida  en  eatancia  paUciega,  tul 
el  I>iique  de  Ai^uiUnia,  contaaipDr&ni 

LaB  itraciaí  encantadoras  del  estilo  da  Quillermo,  que  fué  ud  poeta 
■ioo  profundo,  fActl,  gallardo,  armonioso,  suponen  que  recibi6  da 
Bui  antepasadoi  un  itrio.  Además  él  nos  habla  de  la  loulan,  Domo 
sieado  un  género,  ja  conocido.  Por  Mío  la  geoerBlidftd  da  loa  crílicút 
«ostivni^u,  i[iie  el.licenoiaso  Conde  de  Poitiera,  que  insjiirú  al  Boceacio 
EQ  desenfadado  .Vaijcío  di  Lampurecehia,  y  que  escribía  i  la  reí  que 
GuncioDeSi  Is  música  de  ollas,  de  lo  que  tenemos  un  recuerdo  ea  la  Iragt- 
(Un  dt  Sania  Ini>,  ai  ea  el  primer  trovador  de  quieo  quedan  obra«  eecH- 
Ms,  fué  precedido  de  numerosa  legión  de  tiricos,  cuyos  poeiias  aa  han 
perdido.  Tampoco  ea  el  primer  trovador  «spaüol  AlfoniO  II'  lo  foA 
Bereoguer  de  P&lssol,  cílebre  por  su  liei'mo'ía  figura,  delicados  mo- 
dalea,  f^lauterfa  eiquisttaT  por  eu  destreza  en  el  manejo  de  loa  armas 
j  por  la  duliura  j  sencilleí  de  eu  Bcntímeatal  laúd.  Bernardo  da 
Palasol,  DBciú  en  el  Roselloa,  en  los  días  del  peadllimo  Conde,  Oau- 
fredo  111  ó  bien  sea,  en  1n  época  del  cuarto  Hamoa  Berenguer,  padre 
del  1).  Aironao  que  iroró.  Ksle  monarca,  notable  por  sua  bazaOss, 
por  la  felicidad  que  irradia  aobre  sus  subditos,  por  su  diligencia,  por 
■u  aagacidad,  por  eu  aabldurfa,  y  no  tanto  por  la  virtud  que  le 
anpoDe  el  epíteto  par  qun  le  lo  distingue,  ei  el  Auguuto  de  la 
poesía  provenial,  pues  tuvo  esta,  en  el  reinado  de  él,  nu  siglo  de 
oto;  jr  es  asi  mismo  el  David  profano  de  ella,  parque  untionó  y 
eanCii  amores.  Casi  todas  sus  leiulanti  ai  lian  penlido.  6á1o  se  con- 
serva, UDB  con  Oiraldo  da  Borneil,  i  quien  Ü.  Alfonso  amaba  con 
muoha  ternura;  aira  que  ih\í  supone  pertenece  al  protector  de  Vidal 
j  del  HoDgD  de  Montaudou;  y  una  eaneion  amoraga. 

Filtro  U,— Solo  comparable  i  los  Médicis,  por  el  caricter  de  sos  pro- 
leeciones,  por  la  influencio  que  en  su  ínima  ejercía  todo  cultivador  do 
lu  letras  ;  por  su  eiquisits  organíiacion  poética.  Tan  plensmonte  in- 
fluyeran en  él  los  troTadorea,  que  fué  á  Uuret,  porque  aaí  plugo  &  lot 
álmitutíot  de  éstos. 

Sol  poesiue  sa  han  perdido.  Soapíetiaao  sea  suya,  k  parle  del  diftlo- 
go  que  a  él  pertenece,  en  una  (miíon  mutilada,  entre  Uiraldo  y  el  héroe 
deUa  Ndtbs, 


La  protección  de  D.  Pedro  TI  á  las  letras,  es  de  las  mas  fecandss  eo« 
nocidas.  No  debiéramos  otra  cosa  á  su  patrocinio,  que  el  poema  caba- 
lleresco de  Jau/re  y  bastaría  para  decirlo  así. 

2>.  Jaime  /.—Protector  de  los  sabios  de  su  tiempo,  fundador  de  Uni- 
versidades, lo  glories  En  Jaume,  tuvo  tiempo  para  ^errear,  para  acau- 
dalar las  letras  catalana;;  con  el  oro  y  la  púrpura  de  las  orientales.  Tan 
cariñoso  Mecenas  de  los  trovadores  fué,  que  los  acogió  en  sus  estados, 
al  verlos  sin  patria.  Quadrio,  Zurita  y  algún  otro,  afirman  sin  probarlo, 
que  el  ilustre  Rey,  fué  trovador. 

No  se  conserva  poesía  alguna  de  él,  ni  se  sabe  que  la  escribiese.  Lo 
que  si  fué,  literato  doctísimo,  gran  legislador,  gran  historiador,  gran 
cronista.  Su  Chronira  6  comentan,  comprensiva  ¿0  tot»  lo9  féttetles 
gratiet  que  Nostre  Sennoi'  li  fev ^  es,  uno  de  los  tesoros  mas  ricos  de  U 
centuria  del  Campanile  de  Florencia  y  de  la  Divina  Comedia,  del  Có- 
digo Alfonsino,  del  Cementerio  de  Pisa  y  de  las  catedrales.  «Escrita 
con  suma  naturalidad  y  frescura,  dice  Amador  de  los  Rios  de  esta  obra, 
ofrece  al  par,  el  interés  de  un  diario  y  la  regularidad  de  una  historia, 
esquivando  á  menudo  los  excesivos  pormenores:  la  narración,  familiar 
casi  siempre,  raya  á  veces  en  lo  épico  ó  iniciado  el  Conquistador  en  el 
conocimiento  de  las  Sagradas  Letras,  salpícala  con  frecuencia,  de  opor- 
tunas máximas  y  piadosos  versículos,  que  acreditan  su  saber  y  su 
talento.» 

La  Ci'ónica  de  D.  Jaime,  es  el  solio  en  que  la  lengua  catalana,  recibe 
la  gcrarquía  de  literaria.  Sencilla  y  pintoresca  en  su  lenguaje,  no  des- 
deña en  algunas  de  sus  páginas  la  gala  y  el  primor  de  la  retórica, 
acreditando  cuan  bien  conocía  el  raonarcn  el  idioma  de  Castilla,  que  ha- 
l)lal»an  muchos  (le  sus  vasallos.  Kl  cultivó,  sin  embargo,  la  lengua  J-^ 
la  inuchf'dumbn',  •  inas  sonicjaute  á  l.i  hablada  en  su  niño?,  y  coiu  > 
aiiuell:!.  no  cjeri-itaihi  todavía  on  la  prosa  literaria».  .Se  ha  dudado  s->- 
hro  la  autenticidad  d»»  la  /"/•... m'V/  d^'  D  Jaime,  lo  cual  j)arect>  imposi- 
ble, pues  como  á'w.<?  el  ilustre  Rosseeuw  Saint e  Ililaire,  basta  leerla  parn 
c/ju vencerse  do  lo  contrario.  Ninguno  de  los  críticos  (jue  han  hablado 
de  l.>á  provenzales,  ntrihuyo:!  1).  J;iime.  historia  escrita,  en  la  lengua 
en  ([uc  cantaron  h>.s  trovad<*res,  bontados  en  el  tronco  de  los  laurele.^  d-^ 
Pro  venza  ó  en  las  justas  en  (|u<'  era  dama,  la  espiritual  Isaura.  No 
so  conoce  prosa  mas  unti;^ua  ijue  la  (le  este  libro,  en  Cataluña,  donde 
meri'cd  a  determinadas  condiciones  políticas,  llego  a  constituir  una  li- 
teratura, lo  cual  (¡uiza  no  lo^r/>  en  su  patria,  la  poesía  seo-ada  ou  ñor. 
en  1'»^  maMecidos  campos  dcMuret. 

1'.  Jaime  fu»'»  ad'^'mñs  que  autor  do  la  Ch.-óni,'  ¡^  del  libro  do  la  .'st7'/..'.Nv:, 
Al  roinpilnrln,  -tuvo  presentes  los  tratados  del  ¡<i)}>i\n,^  y  los  /:?j,*/»?ifi,T- 


(Kl 

mf**rtTt  'I  aatliffiM  it  XUxanért,  traídos  a1  Uabla  vul^car,  bijo  los  eleva- 
do* autpUÍQa  de  D  Alfaneo  X  al  S&bio.  ■  Y  h¿  iquí  a  dos  rsjes,  sietida 
'       •!  ano,  el  primer  hiatariador  vulgar  da  Círtilla,  y  el  otro  el  primer  ero- 

nütB  da  los  caliUaes,  en  suligUedad  y  mérito. 
'  Pudro  ¡Jl — La  única  poesía   de  Pedro   111   que  ^e   coneerra.  «• 

■1  ttrteHtHio  escrito,  eusudo  la  Francia,  cap  auxilio  de  la  Iglesia,  pre- 
'       pMrú  In  invasiún  que  tan  deadicbsda  fui  para  Felipe  el  Atrevida.  Dícese 
I       qoa  al  retirarle  lo«  franceseH  en  derrota,  elLeAuidaBdelasPaDizaBcom- 
puao  UQ  unnto  de  triuafo   La  Rritioa  no  ha  pronunciado  todavía  sd  ve- 
redicto, aoerca  del  eoalenida  de  verdad,  de  la  aGrmaeion  anterior. 
Y  puesto  qne  he  hablado  de  uno  de  loa  reyes  mis  grandea  de  toda  la 
■      bíMoría,  no  pu^da  resistir  é  la  teutscíon  de  trasladar  aqui,  el  retrato 
Mculpido   por  un   poeta  sublime,  enelbraocede  sus  inmortales  ler- 
eottos. 

Quel  clie  par  sí  membruto 

D'  o^i  valor  portA  cuita  la  corda. 

tnfanl*  D.  Feám.-E.D  1337,  celebrAae  con  verdadero  fausto,  la  CO' 

■kin  de  AlfoDSo  I V,  en  la  que  este  recibíA  de  sí  migmo  y  concedií  á 

m  infanitaDes,  le  orden  de  caballcrin.  Terminadas  los  ceremonias 

rMigioaas,  cantftrODse  una'>  composiciones  del  Infante  D.  Pedro,  por  los 

B&ouido a  juglares  (que  nombra  el  Sr.  Borao);  por  Ga  Romaiet  y  Kn 

I<<luBllet  J  también  por  Kn  Comí,  que  era  el  mejor  cantor  de  Calaluba. 

,       Bl  primera  ifíi  un  limnuito,  explicativo  en  su  miitncío.   del  sentido 

moral  de  la  corona,  in pmna  y  li  urgn ,  atributos  da  la  potestad  real, 

Incido*  por  el  monarca  en  aquel  acto;  el  segundo  iHir  «n  parlattl  ntnnir 

rtitor  hifaní  E»  Ptn  aiiín  novullamtnt  fgtt  4  In 

t  la  ngimtnl  gn«   (  au  Mnyor  hjf  Hm  fir  *  la 

M  da  la  lua  cortt  et  it  lou  la*  HV»  offieiitl:    aat  (n  I*  itla  ror- 

K  Mtt  lu  tiMf  pnrrintiti;  y  el  tercero  canlA  una  canee  novtlla.  So- 

i  Harcdoto  <le  Peralada,  ol  Urden  en  que  hiciAropso  oír  loa  canlO' 

S  vu  alzadas  Isa  mesaa,  Tuí,  En  Comi  precediendo  í,  Monollel  y 

m  áa  Romaset- 

18  oompoBÍciones,  escribiúlas  el   virtuoso  Conde  de  Riba- 
_  ñn  de  (lar  útiles  eosefíanias  í  su  hermano  y  no  por  vana- 

gloria suya,  que  harto  sabida  ea  la  niod>*BU¡B  del  que,  sepultado  en  el 
loto  dd  recuerdo  de  su  capotis,  en  I:I5S.  tomAel  eordon  sagrado  de  San 
PrBB.eisca,  La  forma  eirgide  por  el  InTenle  D,  Pedro  faé,  la  qns  etrac- 
l«riu  au  (dad  y  las  obras  todas  que  on  ella  produje  el  ingenio,  1a  for- 
WA  didlctlen,  que  ora  udb  necesidad  de  nuestra  cultura, 
la  poeaía  catalana,  acaudalada  con  los  tesorosdelZiarniíiri 
'  9,  ol  sentímicntn  Uel  honor  y  el  patriotismo. 


312 

MoraUn  OMga  qae  Sa  BomiMt,  Bn  Coñi  y  «n  Homallci 
MD,  «n  Ift  eoronmcioA  da  Alfonso  IV,  los  oficios  lndfa»ido»|  al 
ttos,  qualssobras  dol  infonte  r§pr§mtuáron§§,  esnist^ny  tsUsi  su  psr  Dn 
Pedro  y  por  lot  rieot  AomftuM,  wosys^srfot  <#s|^iNiot/infisiss.  Bslsa»* 
fsraotoiiy  no  rasonsdt  por  al  ilustra  posta,  nMÍ6  iksMWitiils,  pHi 
Ramón  da  Mnntaaar,  tastigo  da  Tísta  da  laaoroaadant  qnm  dasoribssa 
sa  praeiosa  oróniea,  dafina  aon  claridad,  al  saráetar  da  las  «nsfsridar 
ñas  cantadas  y  recitadas.  No  pudieron  ser  reprasentadasi  porqna  mIsí 
nian  fonnas  dramáticas. 

Bate  pleito  lo  ha  ganado  4  Uoratin,  el  mas  grande  de  los  hístnrisin 
res  catalanes. 

Ptdro  /K.— Tftnlase  LHbrt  á$  Im  ordínáHimi  á$  la  nal  Om»  4*  ¿099$ 
ftu*  jwr  lo  rtjf,  Enptr§  itv  «vy  d'  Arügó  la  obra  á  la  anal  debe  él  soIm» 
nombre  de  Ctrwmonio»o,  y  que,  eogan  se  consigna  en  algonoa  JT.  Jft, 
trata  del  r§0im»H$  d«  t^a  lot  9íki$  á$  tm  ntm  eori.  Dfeenos  el  sabio 
dor  de  loe  Ríos,  qne  de  este  libro  eztreetAse  el  tratado  de  lea 
cfofiMi  que  en  el  Códice  del  Bscorial  airrede  aptodiee,  al  da  los  dta 
de  Femando  ni,  el  Conqoiitador  de  Serilla. 

Bn  la  Biblioteca  Baenrialenoe  consferase,  cono  oro  en  psBOy  «n 
Torsión  castellana  del  siglo  xti,  dedioada  al  Principe  O.  Cátloo^  f^^ 
orlado  M ignél  Clemente.  Bl  del  PuiM^  fué  no  eolo  dado  A  loa  míbmKm, 
sino  que  paleó,  oon  jalicedísima  mano,  él  laod  y  aspir6  al  lawoJU 
historiador.  Sus  Memoria»  son  nna  antobiografia,  cañateriadapsrla 
serera  senoilleí  qae  distingue  el  ComtnmrioM  Gonqnialador  da  Ha- 
lloroa;  y  en  ellea  esta  admirablemente  retratado  el  earaetarde  aqasl 
monarca,  que  parece  un  anuncio  de  Feraando  V.  Lo  que  no  enoontn- 
reis  en  las  páginas  del  Cere9tionio»o  es,  la  ruda  ingenuidad,  la  franqoe- 
za  bellísima,  que  cautivan  en  Mossen  Diego  Valere,  en  Oonialo  F<  á» 
Oviedo  y  en  el  Herodoto  de  Peralada,  poeta  á  la  vez  de  musa  digna, 
generosa  y  varonil,  aguerrido  soldado.  Canciller  y  maestro  raeionaleD 
Galipoli,  señor  y  alcayde  en  Gerba,  que,  solitario  en  la  alquería  d« 
Giluela,  ciAcndo  ya  militares  laureles,  tejió  para  sus  sienes  la  corona 
de  oliva  de  las  artes  de  la  paz:— Ramón  de  Muntaner.  La  sinceridad  de 
los  libros  de  éste,  no  se  halla  en  la  Crónica  de  D.  Pedro;  ni  tampoco  es 
la  soberanía  de  la  verdad,  tan  plena  en  ésta,  como  en  aquéllos. 

Sí;  el  celo  de  la  verdad  ,  no  animaba  de  igual  modo  al  pérfido  y  gran 
rey,  ({ue  al  autor  de  la  ízmof^  pretichanza  á  D.  Jaime  II  y  D.  Alfonso, 
en  1321.  Mil  ejemplos  podrían  citarse  para  probarlo  y  entre  ellos  éste:— 
la  noto  de  impío  lanzada  sobre  Alfonso  X  por  Colmenares,  en  su  Hittoriá 
do  ücuovia,  y  por  Zurita,  y  aceptada  por  el  P.  Mariana  y  el  P.  Peijoó. 
obra  fué  do  D.  Pedro  IV,  según  ha  demostrado  el  Marqués  de  Mondéjar, 


373 

y  obn  qne  ha  am&rgaila  no  poco  los  manCB  dsl  mía  sibio  de  loa  revea 
d*  Caslills,  ya  Tindicnrlo  de  injiietsa  é  igoorsotsa  ii  cuan  dio  n  es;  en 
coja  tarea  han  Inaido  do  petgijeíla  parte,  Nicolás  Anlniíio,  Velniíiuoi, 
S«riiiiBnlD,  BodriguL'i  dtf  Castro  y  Amador  de  loe  Bioa. 

]-cra  Ui£uel  CarbODi^lt,  poeln  /traductor  6  iniiUidor  de  la  Danta 
gtntnt  it  la  ilueru,  olviiiado  par  el  iosigae  Torree  Amat  en  aa 
DiceienaTie,  en  eu  obra  Chroniqíui  itt  Swpanya,  1qcIu;A  la  de  DoD 
redro  el  Cir*monioMo  rlesaaturalizándola.  Kl  distinguidn  literato  Den 
Antonio  Bofarull  la  ba  demoetrado  así,  en  la  intradueoiou  que  prece- 
de i  bu  Ci-ínica  dtl  iiiii  da  Amgon  D.  Pedro  IV  ti  Cértmoníaio  ó  itl 
Punyattl,  tierita  in  íemoiiH,  mejor  diclia  en  calalan,  f>Di-  il  laiimo  m)-~ 
«orad (Bareslona,  1850). 

D-  Pedro  eu!tiv6  tatnhien  el  mirto  de  los  trovadorea.  Sus  Terso*, 
(guardadas  »e  bailan,  en  ese  tanria-Ktnfiiirvm,  qua  se  llama  Archivo  d*j 
la  Corona  de  Angón-,  y  aon  peregrina  moeatru  del  aenl-do  didáctica  de 
l*poe«l*erudil«de  antoaces]' teatimania  de  que  el  Rey,  pertenecía  & 
U  Escuela  de  Talain.  Amat,  Boulerisek  j  Lataasa,  non  dan  cuenta  de 
«Uoa  y  así  miimo  d«  1n  carta  dlrl^da  por  1>.  Fadro  i  su  hijo  D.  Uarlia, 
Mmiütadole  trea  cotí».  O.  PrAspera  Borarull  di6  t  conocer  las  poealaa 
del  OrtmonroKi,  en  pUegoa  lilog'rftfieoa,  en  1638,  y  más  larile  publicft— 
Tonse,  en  ta  Ciiliceion  dt  dceumtnloi  ittéiiilrii  del  Arcbivo,  por  DDO  de  loa 
bftlifiGloa  mis  <lni'.tos  de  Rspabn,  A  i)uien  tanta  gralitu  I  itetie  el  renam- 
br«  del  vale  catalán  y  castellano  y  prosinta  latino,  Cnrhonell, 

De  la  deciaion  de  D  Pedro  el  de\  Pufial,  en  pro  del  impulao  de  que 
fueron  pariidaríos  el  Vengador  do  Coradino.  el  Cbn'/ufiiailor,  y  el  héroe 
de  laa  Navaa,  mfirlir  en  Murel,  tenemos  la  prueba  mds  gallarda,  en  el 
bifieianarlB  ilt  Kimni,  que  dc  au  orden  eaei'ibÍ6  Jaime  Marcb,  cuyo  ma- 
Duaerito  aríginol,  propiedad  un  día  dt>1  hijo  de  aquel  loco  sublime,  que 
•nganó  un  mando  en  la  corona,  en  que  )*a  lueia  el  aol,  entre  sus  dia- 
isaatet,  billaee  entre  lo  que  resta  de  la  Biblioteca  de  Femando  Colon, 
«a  la  bannoaa  catedral  asTilUna.  LAeea  en  el  CAdiee.  — •>■»  i¡liroec*tS 
«m*t  tnevaáemaile  d¡K)  dintroi  in  Barcilona  por  Junio  de  1E>S6,  y  «I  •fii- 
t«Í9  tale  giiínientDI  Ofltnla  y  oc'io  üinerol. 

Juan  /.— D.  Jaime  el  Corviviilaáor  inaugura  aquel  periodo  de  miada 
dos  sigloK,  ea  que  él  escrihe  sus  Memorial,  con  sencilleí  embelesadora 
y  eon  el  Mntido  moral  mis  elevada,  el  libro  de  la  Saitieta,  que  es  la  pl- 
gioa  m&s  bermosa,  que  nunca  ha  inepirado  el  corntoni  en  que  Monta- 
DBf  polaalaliraparaeoaiíyliir  éon  itnyor  en  toltaiiwputcn  de  bey  cor- 
ta  BU  plumo,  con  el  eacbillo  almogávar,  para  recrearnos  eon  orí^na- 
lidadea,  como  la  ooronncion  de  Alfonso  IV  y  con  rt¡  épico  crflnicn,  qne 
ee  uu  deebado  de  naturalidad  y  gracia;  en  que  el  erudito  j  oircuaapeo- 


ín4 

to  Úesclot  produce  las  graves,  sobrias  é  hidalgas  páginas  de  las  Cim- 
questes  de  Catalunya  y  sus  monumentos  históricos  Marsilio  y  Puigfpar- 
dines  y  el  Ceremonioso]  en  que  viven  Arnaldo  de  Vilanova  y  Raimundo 
Lulio;  en  que   Francisco   Xiraenez,   el   Obispo  de  Bina,  inmortalízase 
por  su  Chrisíid^  Martorell  por  Tirante  el  Blanco^   Vidal  de   Beselu  por 
la  Dreita  manera  de  trovar^  Mafre  Ermenga\it  por  el  Breriari  de  Amor^ 
Vidal  de  Castelnoudary  por  su  Guillermo  de  Barre^  que  conocemos  por 
las  vigilias  de  Pablo  Meyer;  en  que   el  Rabbi-Jahudáh-bcn- Astnih 
extiende  la  influencia  didáctico-  simbólica  en  Cataluüa,  con  sus  Pa- 
raí4le9  des  Satis ;    y   en    que    los   poetas   se   llaman   Jaime   Febrer, 
Domingo  Mascó,    Anverso   y   Jaime   March   que  instituyeron   (á  lo8 
dos  últimos  me  refiero)  en  Barcelona ,   la  Academia   de  los  Juegos 
florales,  bajo  los  auspicios  de  D.   Juan   I,   tan  amador  de  la  ciencii» 
gaya  ó  gaudiosa.  De  este  noble  Consistorio  de  la  Gaya  ciencia  fué  mante- 
nedor, en  su  primera  restauración,  el  Marqués  de  Villena,  uno  de  los 
hombres  más  grandes  de  la  historia  de  Espafia;  como  que  con  justicia 
cifie  la  corona  de  Minerva  y  la  tejida  por  Apolo,  con  el  laurel  de  Daf- 
nia. Se  ha  dicho,  refiriéndose  al  Arte  de  trovar  de  este  insigne  amador 
de  la  poesía  de  Provenza,  que  D.  Juan  I  solicitó  permiso   del  monarca 
francés,  por  medio  de  una  embajada  solemne,  para  que  dos  mantene- 
dores de  la  Academia  de  Tolo^a,  viniesen  ¿  Barcelona,  á  establecer  un 
Consistorio,  á  imagen  y  semejanza  dol  de  la  ciudad,  en  cuyo  limpio  cie- 
lo, se  cortaron  las  mantillas  de  seda  de  alguna  de  las  literaturas  moder- 
nas, y  en  la  que  los  vates  disputaban  con  ahygr'ia  de  corazón^  la  violeta 
de  oro.  'Siu^Kín  ducumento  cita  D.  Knriípie,  pn  apn'o  de  «u   afirmación 
soberana,  y  en  los  conocidas,  incluso  en  el  diploma  dado  por   el   Atna- 
dov  df  la  fjcntih<c'i  á  los  poetas  Anver.só  y   Jaime  March   noinV)rándoloá 
maestrci  y  defensores  de  la  Gaya  dortriua^  no  se  menta  la  embajada. 
Mas  sea  verdad  ó  no,  lo  que  sí  lo  es,  que  en  el  ocaso  del  siglo  xiv.  pro- 
te{4'ido  por  ü.  Juan  I,  establecióse  en  Hurcelona  un  Consistorio,  fiel  re- 
medo  de   acjuella   fhxya  compnyiyi    de    Trvbaíhtvs    dr    Tufosa,    de    la  que 
fué  iniciador  y    fundador  priuc  pal    quizás,  aquel   Ramón  do  Vidal   de 
Besalu  que,  como  nuestro  buen  -\rcipreste  de  Hita,  salpicó  sus   versos 
de  picantes  apólogos. 

Alfonso  II,  el  Casto'.,  Pedro  el  dlólicd! ,  Jaime  el  Cou<jt'is{n(ioy.\ 
Pedro  el  Gtandí'!,  Pedro  ol  Cereniouius(t.\  D  Juan  II;  hó  aquí  seis 
monarcas  arag'ontíses,  h  l.).<  q\u!  doben  gratitud  el  laúd  de  marfil  que 
sonase  en  las  márgenes  «Uíl  r.o  que  dá  (Mit.a,  palacio  y  sepulcro  de 
diamaut»'  á  la  más  s.Mitinit  ntal  de  las  llores  y  el  /''>•^^i•  'jetfí  di-  To- 
losi'.  sirviéndome  do  la  fras.»  de  Cardinal.  í^us  nombres  merecen  ser 
recordados  con  cariñOj    en  Arles,   donde  quizás   tuviel   D.inte  un.i  de 


'■«tt  vialones  mis  aublimea  j  se  eneontrA  In  Venus  iiue  ha  il«da  A  ea- 
noeer  los  oelu  i  los  da  Milo  y  MtdieU:  en  Nine*  quo  tiene,  entre 
otroa  BtraatíTes,  el  de  bu  belllsimn  coloaoa;  en  tu  fnlilB  del  Vantur; 
m  los  entinas  paetijudns  por  Iradicíontis,  cual  ta  de  In  Curelira-Hada 
y  In  Cubra  rf*  Oro;  *n  In  pañii  do  Bnuai  en  los  orillns  del  Onronii 
<r  itel  Rddiíao  qur  nlumbra  ol  to]  de  rosn,  de  (opacio  é  de  púrpura, 
Mgun  loa  boma  Jel  día,  que  eatnaUn  en  Tnlesa,  las  torrea  de  S.  Sa- 
tuntioo  6  lude  In  íglexiii.if*  bi  Cfliirodi  que  sirte  de  tumba  ft  Qo- 
dolin  ,v  6  Clemenaia  y  que  alumbra  lodo  ese  país,  de  que  es  adorador, 
un  jSvan  ft  quien  el  porrenir  guarda  la  cornns  de  grna  poeta,  que 
obtendri,  perseverando  en  su  propAsito  da  merecerla  Aludo  i  mi  oa- 
rí&uin  HUiijfo  Hmilia  AUare,  que  con  pincel  tan  brioso,  ha  pintado  la 
nunrlA  de  D  Pedro  II,  en  aquel  Ouedalete  de  ti  HÍEtoria  de  Proven- 
ía, que  ae  llama  combate  de  Murot. 

i'ift-  36i  -FiKrD  d£  Cnisinyuíl — Acredítanos  la  existencia  de  unk 
puhluion  hebrea,  ea  la  margen  mis  célebre  del  Jalen.  Compruíbaol^ 
preoioaoo  documentos,  que  Amador  de  los  itias  exhibe,  en  su  monumen- 
tal HUtúrin  de  loa  Judíos.  CendC  dn  Uonenu,  considera  t  Calatayud, 
tCabn^l-Vthud/  como  da  orlgon  hebreo,  ai^niüeando  bu  nombre,  Coi- 
$tíb>  át  ím  Judío:  Los  historiadores  y  geAgrafos  írabca.  taponen  m«- 
tiometano  a  Caladi  Agub    6  bien  sea  al  Canillo  it>  Á¡/vb. 

Kl  Fven  que  motiva  eaii  nota,  tiene  deuda  do  agradecimiento,  no 
manor,  que  coa  el  mslograilo  Senchei  Ruano  el  de  Salamanca,  con 
D.  V.  Lttuenle,  uno  de  los  hombres  que  mas  han  ilustradn  en  este  siglo, 
el  nombre  de  Aragón. 

Ftg  12,  Fr.  luíi  da  Atiago.  El  mía  activo  y  discreto  de  los  bihliAlilaa 
maderDoa,  O.  Bartolomí  J,  Gallardo,  juntando  la»  poosias  del  maldiden- 
t>  Vlllamedlena,  que  te  rcrertan  al  antiguo  Inquisidor,  después  da  ha- 
ber leído  y  releid»  el  Qu(/i"',  súspechú  que  Aliaga  pudiese  ser  el  enea- 
biarto  Avellanaila.  El  amor  propio  de  los  doqtoa,  venia  picada  desde  el 
aiglo  antrriocy  ya  Pellieer,  había desembrotadoel camino, persiguiea- 
Ja  la  clave  del  euigma.  La  curiosidad  quedo  satisfecha  muy  Inego* 
D.  Adolto  de  Castro,  ya  en  \8\S,  proaunciú  el  nombro  del  Conreaor  ila 
Felipe  III,  como  Rinúnimo  de  Avellaneda  y  atribuya  el  deseubrimiento, 
■w  «in  i|ae  Oallardn  ae  agraviase,  í  Cavaleri,  Como  D.  Cayetano  Ro- 
taell,  D.  Aureliano  Feruandei  Querrá,  en  su  biografía  del  P,  Aliaga 
djoe  y  In  razona,  que  el  audat  que  oaá  conUnuarel  más  original  de  lo« 
libroa,  fué  el  ramoso  aragauéa,  que  ijuevedo  j'uigA  y  retcatí  de  mano 
nwNtra  y  del  que  nos  dan  noticias,  Cabrera  de  Cúrdoba,  Blosoo  do 
•  y  U.  IgnacioCamon,  A  quien  debemos  unas  Mfmriít 
^  3a  ZwkKiiza. 


376 

Los  eruditos  m&s  respetables,  señalan  hoy  eon  segaridad,  los  puajes 
de  Aliaga  y  de  Cervantes,  que  explican  y  comprueban  la  obaervacion  6 
conjetura  indicada. 

Pag.  100,  nota;  Cansos  ds  la  trozada  contra  ^Is  sr^'ss  d*  Albegát. — Mu- 
cho se  ha  discutido,  acerca  de  quién  sea  el  autor  de  este  poema,  que 
me  atreveré  ¿  llamar  carlovingio,  por  su  ritmo  y  por  su  forma  narrati- 
va y  descriptiva.  Raynouard ,  dando  crédito  á  lo  que  la  canción  dice,  en 
su  comienzo,  lo  atribuye  á  Ouilheny  vn  eler  qus  fo  en  yavarra,  &  Tuésh 
noiritf  pois  vint  á  Alontalbá, 

Pauriel  asegura,  que  el  autor  nació  en  la  comarca  meridional,  exten- 
dida entre  el  Pirineo  y  el  Ródano;  Campillo  sostiene,  que  fué  eepdkol; 
Mil¿  sospecha,  que  fué  un  tal  Guillermo,  trovador  errante,  hijo  de  Es- 
paña, oriundo  de  Qascu&a  y  establecido,  en  un  barrio  franco,  de  Tude- 
la  quizás;  y  Pablo  Moyer,  ha  pronunciado  la  última  palabra  en  esta  cues- 
tión, probando,  que  la  parte  primera  del  poema  es  obra  le  Guillermo  de 
Tudela,  familiar  del  Conde  Balduino;  y  que  la  segunda  es  obra  de  on 
trovador  tolosano  incógnito. 

Pag.  148,  La  Gran  Conquista  de  CZ/framar.— «Bl  reverso  de  D.  Alfon- 
so el  Sabio  fué  D.  Sancho  el  Bravo,  su  hijo.  Sus  dos  nombres  los  califi- 
can. Faltóle  al  padre  la  bravura  que  al  hijo  lo  sobraba:  hubiera  hecho 
mucha  falta  al  hijo,  una  parte  siquiera  de  la  sabiduría  del  padre.» 
Quéjase  con  justicia,  el  insigne  Amador  de  los   Rios,  de  que  el  no  me- 
nos insigne  Lafueute,  llame  indocto,   al  fundador  de  la  gloriosa  Uni- 
versidad do  Alcalá,  siendo  monumentales  las  producciones  escritas  por 
la  pluma  (le  oro  de   Sancho  IV' ó   traidas  al  habla  do  Castilla,    por  su 
mandato.  Una  ele   éstas  es,  la   Grand    Conquista  de    Ultratuar,  que  casi 
todos  los  historiadores  suponen  publicada,  con  el  nombre  del  más  sabio 
y  desventurado  de  los  Revés.  La  Academia  de  la  Historia,  en  un  Infor' 
me  luniinos.siino,  la  adjudicó  al  hijo  de  1).'  Violante,  de  acuerdo  con  lo 
que  se  lee  en  los  códices  mas  viejos  y  on  el  iníinuscrito,  que  con  solici- 
tud se   guarda,  en   la   Biblioteca   Nacional  y   que  es   coetáneo  ó   muy 
poco  posterior  á  D.    Sancho.   Dada  esta  circunstancia;  dado  que  en  las 
páginas  de  ü.  Alfonso,  no  hay  alusión  alf^^una  á  la   citada  obra  y  sí  en 
el  Libro  de  los    Castigos;  es   inneji^able,  que  fué   familiar,  antes  de  12ií2, 
al  rebelde  sucesor  del  Conquistador  de  Murcia,  la  Estoria  de    Ultramar^ 
conocida   después  por  el    título  de    Grand    Conquista]  en   cuyo  trazado 
entraron  muchas  tradiciones  romancescas  de  diversa  índole,  la  Historia 
de  Guillermo  de  Tiro,  el  S}icrnlu>n  de  Beauvais,  del  que  S.  Luis  regaló 
un  precioso  ejemplar  á  1).  Alfonso,  la  Cránicn  tui-jiina,  declarada  autén- 
tica por   Calixto  II,  según    Tirabos.'Jii  y    traducida  al    francés,    ya   en 
tiempos  de  t'eiipe  Augusto,  por  M¡gu».'l  de  Harnes. 


377 

Bsto  QO  obstante,  hay  «n  l«  abra  origÍn*>id>d,  ya  qus  na  alteza  hi*- 
tíriea,  como  Puymaigre  bs  demostrada.  Orig'"^'  ^  °'  Caballarn  dal 
Ciace  7  bd  «1  Ooilorccda,  aon  tan  visibles  laa  líneas  y  el  coatornu  del 
^ua  pintura  el  Tasea,  como  b  aean,  en  el  Qíottg,  Los dalineamientoa de] 
genio  rofnÉlic». 

Lo  Oraitd  Cnnqtiiita  il§  Ultramar  ea  una  prueba  del  eeplendor.  1  qU' I 
mtreod  al  «abjo  hijo  áe  S.  Fernando  lleg-á  la  lengua,  en  tos  días  ¿a 
D.  Sancha,  y  para  no   manchar  plagiAndoW,  las  pUgiiiDi  qus  Ama- 
dor de  los   Ríos  consa^a  A  enla  obra,  en  la  suya  monumental,  Ina 
reeomiendo  al  lector. 

Vig  no.  La  CoroiUHa  — Eal&  deapreciativa  fraie,  inventada  quiíts 
por  algan  émulo  del  Tanio  menla.  deaeoaa  de  que  ae  olvidara  que  Ara- 
gón trajo  en  lúe  nupcias  con  Coatllla.  piDgQe  dote  de  reinos  y  marea, 
no  goia  ya  del  favor  público.  La  unión  de  loa  dos  reinos,  es  universal- 
mente  juzgada,  como  providencial. 

Pig,  aCS;  Coplai  lie  MinffO  Rtrulgo.—En  favor  de  In  palernidnd  ds 
Bodrigo  Cola,  no  aoa  muy  sAlidss  las  raionee  aleg-ndas;  y  la  condi- 
doQ  de  conrergo  de  este,  su  fama  de  relapsa  y  la  acritud  coa  que  k 
trata  en  laa  Coplni  ft  los  judloa,  no  bncen  muy  veroaímil  que  el  autor 
di!  ellaa,  sea  el  personaje  iudicado.  Asi  opinan  críticos  muy  sesudoa. 
No  ba  fallado  quien  baya  alribuido  tan  amarga  composición,  al  Konio 
espabo!,  Juan  de  Mena.  El  Cronista  y  Secretario  da  cortas  Istinss  de 
D.  Jnan  II,  muríé  altos  intea  deque  aquella  fuese  eacrita.  El  P.  Mariana, 
refiriíndoaa  í  Hernandn  del  Pulgar  dice,  •Irovii  unos  coplas  muy  arti- 
fieioaaa  qii«  llaman  de  finito  Revulso,  en  que  calla  su  nombre  por  el 
peligro  que  lo  corriera,  etc  ■  Sarmienta,  aludiendo  al  Secretario  de  loa 
Reyes  Conquista  i  o  res  da  Granada,  i^omenurista  de  loa  Copiai,  indica, 
que  •sola  et  poeta  ae  pudo  comentar  i  si  mismo,  con  tanta  claridad  y 
no  otro  alguno ,  y  solo  el  comendador  pudo  haber  compuesto  aquellas 

Bl  Sr.  Amador  de  los  Rioa  oree,  que  ea  un  miaterío,  en  la  historia  d« 
la  Literatura,  el  nombre  del  autor,  que  con  tat  ingenio,  sotiriiú  k  corte 
Mrrompida  da  D.  Enrique  el  Impettiiu  y  censuro  i  Ib  Egpaba,  que  coa 
inaedumbre,  sufría  tos  escándalos  del  modo, 


3f78 

He  terminado  mi  tarea,  que  no  ha  sido  otra,  que  la  de  orde- 
nar los  vocablos,  contenidos  en  la  primera  edición  de  este  Dic- 
cionario, teniendo  á  la  vista  un  ejemplar  impreso,  abundante 
en  adiciones  de  letra  del  autor;  y  los  contenidos  en  un  cuader- 
no, que  encontróse  entre  los  papeles  de  éste  y  en  cuya  primera 
lioja  se  lee,  Apéndice  para  enriquecer  la  segunda  edición  del  Dic- 
cionario de  toces  aragonesas  publicado  en  1859  por  D,  Jerónimo 
Borao.  (Vocabulario^  inás  de  mil  voces  de  aumento).  En  la  Intro- 
ducción se  han  hecho  las  adiciones  y  enmiendas  que  Borao  ape- 
tecía y  que  dejó  consignadas,  en  el  aludido  ejemplar  impreso  y 
en  un  manuscrito,  que  la  familia  del  eminente  catedrático  pro- 
porcionase, á  la  Comisión  encargada  de  la  parte  directiva  de 
esta  Biblioteca. 

Kn  el  Prólogo  que  precede  á  este  libro,  no  pretendo  ofrecer 
novedades.  Ni  cómo! 

La  filología  crítica  es  una  ciencia  nueva,  muy  difícil  en  todas 
partes  y  principalmente  en  nuestra  atmósfera  de  vida:  el  hori- 
zonte de  sus  indagaciones  ha  crecido:  sus  problemas  en- 
lázansc,  con  los  más  altos  de  la  filosofía  y  la  historia:  sus  esta- 
dios, de  tendencias  las  más  severas,  rechazan  las  indómitas 
fantasías.  La  filología  crítica  y  la  filología  comparada,  han 
enlazado  de  tal  suerte  la  existencia  espiritual  de  las  edades, 
que  la  lengua  Eva,  ya  nos  satisfacemos  con  que  lo  sea  la  helé- 
nica, ni  la  latina,  ni  la  Zeiul,  ni  la  sánscrita,  ni  la  védica;  y 
sus  arro<j:ancias  son  tales,  ([ue  han  osado  aspirar  á  reconstruir 
los  idiomas  primitivos  del  Asia. 

Laboriosas,  con  una  laboriosidad  incansable,  ellas  lian  dado 
relieve  material  á  las  enseñanzas  de  la  Metafísica  y  de  la  Filo- 
sofía de  la  historia;  lian  recogido  la  semilla  primera  de  las  len- 
guas; viajan  sin  cesar  por  el  mundo  aryo,  por  el  semítico  ó 
por  el  indo-germánico:  si  llegan  á  un  sitio  en  el  que  la  erudi- 
ción no  se  atreve  á  p:is!ir  íuielaiite,  toman  la  razón  por  guía  y 

tienden  el  cable  de  la  hipótesis  cientíílca;   y renuncio  á 

continuar,  porque  la  eniimenicion  de  sus  merecimientos,  sería 
interminable.  Khívadas  la  filología  y  la  lingiiística  á  la  catego- 
ría de  ciencias,  nos  han  pagado  tan  merecida  honra,  recon- 
ciliando la  historia  moderna  con  la  historia  de  la  madre    del 


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hombre  ,  de  Ib  que  érnmos  tiijoa  de  muldicion  por  el  exclu- 
bítíbido  greco-rom  a  do.  Con  la  sinceridad  propia  de  mi  Rnr&c- 
ter  declHro,  que  mi  cabeza  no  es  tan  firme,  que  pueda  coatcm- 
pltir  esns  alturas,  ein  senlir  vértigos.  G:  "tJES  si  tengo  ingenio 
pam  comprender,  el  grttnde  de  unLeipsius,  de  im  Schvvartz. 
de  un  Bunaen,  de  un  Denfey,  de  un  Gesenius,  de  un  Furst; 
gmcins  si  para  admirar  el  de  iadianiatas  como  Pictet,  Colebro- 
oclc  d  Eíawllson;  gracias  si  para  saber  que  Julien,  Max.  Mu- 
llera Knlíclicr  han  consagrado  al  estudio  de  la  Gramática  cbi- 
na,  horas  que  uuuca  serán  baslante  bendecidas;  gmcias  ai  pars 
pedir  la  piilma  do  oro  que  merecen,  loa  Lenormant,  Dundier, 
Fick,  Bournouf,  Hovelacque,  Glaire.Regnier,  Littre,  Dieü.  Gn- 
yangos.  Moreno  Nielo,  los  fliólogos  en  suma,  que  han  conver- 
tido en  ciclo-maestro,  el  aun  no  cerrado  de  la  Cdad  Moderna. 

Lo  escaso  y  vulgar  de  mis  eetudioa  solo  me  ha  consentido 
repetir,  y  no  bien,  anttguot  juicios  para  refrescar  antiguas 
im  presiones. 

Y  al  soltar  la  pluma  y  dar  gracias  &  Dios,  que  me  ha  permi- 
tido terminar  mi  faena,  me  pongo  b¡  amparo  de  eso  amigo 
oculto  que  se  llama  público,  benévolo  í  fuer  de  ilustrado,  con 
los  grandes  deseos  y  la  buena  voluntad. 

Zaragoza  23  de  Diciembre  de  1884. 

P.  S.  y  G, 


L  HomBiui^  i  A.ngDU in 

n.  D.  Jerúnimo  Bonti uij 

m.  DiuiUDiiBriD  út  Tücw  ArufimHafe xxxxt 

I., ] 

II -ÍP 

'VocABiüJJn^ 141 

XüTAf SGJ 


ERRATAS  ZMPORTASTZS 


Lénw  vil  la  }iá^.  o-; Uioju 

Icni  BQ  euc  Biivat..... 


!i  raau  1  In  urrebu'