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Universidad Francisco IVIarroquín
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EFECTOS
DE LAS
FACCIONES EN LOS GOBIERNOS NACIENTES.
EN ESTE LIBRO SE RECOPILAN LOS
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
DtK
GOBIERNO DEMOCRÁTICO
CONSTITUCIONAL REPRESENTATIVO.
OBRA ESCRITA
POR
EL CUIDADANO M. L. VIDAURRE,
PRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA
REPÚBLICA DEL PERÚ, MINISTRO PLENIPOTENCIARIO
EN EL GRAN CONGRESO DE PANAMÁ, MINISTRO
- DE ESTADO Y DE RELACIONES INTERIORES Y
EXTERIORES, DIPUTADO POR LA PROVINCIA
DE LIMA EN EL CONGRESO CONSTI-
TUYENTE ; RESULTA DE SU .-^ r ^
EXPATRIACIÓN. V^»WCl5g^
IMPRESA EN BOSTON, POR W. W. CLAPP,
Año 1828.
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Hombre ama y defiende tus derechos : ' Si te pones de parte
del que mas puede, tu seras esclavo.
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.tíí¿3Í OilA
e»!i(,b' A MIS COIVJPATRIOTAS.
Una facción que dominaba, logró que Grocio fuese ent^rtt-í
do en un castillo. Prófugo escribe la defensa de los majistra-
dos depuestos : la obra irritó mas a sus contrarios ; en el Perú'
otra facción me hace conducir a una cárcel : mis manifiestos
aumentan su encono. Un sic voló, sic jubeo me separa de la
patria que me dio la naturaleza y el pacto. Los soberanos »de
la europa a porfía quisieron apropiarse ese genio distinguido,
precioso fruto de los paises bajos. Pensiones, empleos, honras
se le prodigalisaron de modo que su suerte fue mas brillante y
cómoda, que lo hubiera sido en su mismo pais sin émulos»
Respeto las luces extraordinarias del que contemplo padre de
la literatura en muchos ramos. ¿Pero hubiera logrado protec-
ción tan decidida enseñando principios iguales a los mios ? De
ningún modo : los tiranos siempre fueron generosos. Philipo
quiso comprar a Demostenes a toda costa, y Cesar hubiera dado
por Catón la mitad de su imperio. El que sirve al Pueblo, a
nadie sirve : le hacen la guerra los poderosos, y sufre ingrati-
tudes, calumnias, insultos, de los mismos por quienes se des-
vela. Grocio vivió, y murió feliz y tranquilo ; yo no tengo
un punto de la tierra en que se fijen mis pies con seguridad.
Donde los hombres querrán ser justos ? Donde amaran el
ser iguales ? ¿Donde iré que mis opiniones no choquen con
los intereses de muchos ?
Y si lo conosco para que escribo ? Infeliz la humanidad
en el momento que esa reflexión tenga acojda ! Guillelmo
Tell, Washington y Bolivar (^) decenderan de su gloria : el
(^) JVota. JVo se crea que tomando el nombre de Bolivar
quiero reconcilarme con el: jamas, cito al Washington del
medio dia de latdmerica, no al Cesar,
mundo quedara dividido entre unos pocos señores e innumera-
bles esclavos. Si el labrador arroja el arado, por que el in-
grato y estéril suelo no le retribuye en abundancia, presto
morirá de hambre el y su familia. No se pierda la semilla, que-
de una utilidad aunque pequeña, el trabajo y la constancia su-
peraran la naturaleza. Suframos algunos las persecuciones
por nuestros escritos, como el hombre del campo el rigor de
las estaciones. Nuestra vida no alcanzara para comer el fruto
del árbol, pero nuestros nietos cuando se alimenten de el, ben-
decirán nuestra memoria. Me resigno a los males presentes,
me preparo a los venideros. jiCual sera el mas terrible ¿ ¿La
muerte ? Espántense con su nombre los que en la posteridad
solo vislumbran el tormento y la infamia : yo espero una re-
tribución cierta de Dios y de mis descendientes. iiiiíí?q
Hijos mios oid mis doctrinas, conservadlas en vuestros pu-
ros y tiernos corazones. No se mésele la zizaña que procura
esparcir el diablo del Medio dia. Repetid de continuo estas
palabras=Los hombres nacen y permanecen iguales en dere-
chos=No hai otra autoridad que la del Pueblo=Los emplea-
dos son unos siervos públicos sujetos a residencia. Un hereje
politico es el que combate cualesquiera de estos dogmas.
Mantened vuestra fé intacta, y sean para siempre separados
de nosotros, los que aspiran á una superioridad, que en su in-
terior detestan aun los mismos, que la protejen. No mas
honroso titulo que el de hombre, semejante á la Deidad, libre
desde la creación, sujeto únicamente por su racional consenti-
miento. Cuando lo medito ! ha ! no se si compadesco o des-
precio a mis perseguidores. No tengo, ni quiero tener mas
amigos, que los hombres libres.
•
... ,f .. .
DISCURSO
DEL
O'i*. ..-
¿í^ £«* , DIPUTADO MANUEL VIDAURRE.
CONTRA LA MODIFICACIÓN QUE PRESENTARON LOS SS. EN-
^,,^, CARGADOS DEL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN.
'^'lOS extranjeros avecindados en el Perú desde antes
del ario de 20 primero de nuestra independencia, con tal que no hayan
abandonado el pais á causa del sistema, y que se inscriban en el registro
de la respectiva municipalidad. (Serán ciudadanos.)
m.
EL CASO 5. o del articulo 4. ^ del Proyecto de Consti-
tución ha dado mérito al debate mas acalorado. El pueblo de
Lima manifestó sus sentimientos. /Infeliz el pais donde el
pueblo no respire cuando se trata de sus derechos ! Si no está
muerto, está muy cerca de morir. Los peruanos tienen muy
vivas las llagas que les abrieron los españoles, y no les es in-
diferente el que se les obligue á tener como conciudadanos á
sus asesinos. El diputado Manuel de Vidaurre, repite las
palabras que dixo en Madrid : nada quiero, nada temo, nada
espero. Está firmemente convencido, que la recompensa será
la roca tarpeya. Se dividirá el cuerpo del alma, pero el placer
producido por su fidelidad á la patria será eterno. Firme en sus
principios habló tres veces de improviso en la tribuna. Unos
amigos de la república y del orador han elegido el último dis-
curso para darlo á la prensa. No puede decirse trabajado ; el
miércoles cinco al tiempo de la votación se halló igual número
por la comisión y la oposición. Se abrió el jueves de nuevo
el debate conforme al reglamento : tuvo menos de veinticuatro
horas para hacer sus apuntes.
1
SEñoR: — Ruego al Creador de esos mundos infinitos, que me
conceda hablar en este dia con perfecta serenidad y calma.
Agitado por una pasión en extremo violenta, es bien difícil que
sea tan moderado, como aquel cuyo corazón no altera sus
movimientos ; porque el afecto es muy ligero é imperceptible.
No puedo recordar el nombre español, sin formarme el cuadro
de sus continuadas atrocidades. Una imaginación viva, no sé
si don 6 castigo, me hace padecer mas que otros hombres.
Veo la carniceria donde se vendió el cuerpo del indio para
mantener los perros. Traigo á la memoria el horrible pacto de
prestarse un trozo de esa vianda, con la barbara promesa de
restituirlo en la misma especie. Distingo k esos conquistado-
res, probando sus espadas en los tiernos niños : el temple era
bueno si de un golpe quedaban divididos en dos partes. El
calor de aquella hoguera donde se sacrificaban los viernes trece
personas en nombre de nuestro señor Jesu-Cristo y los Após-
toles, incendia mis mejillas. Pero esto es muy antiguo.
/Sensibles Cuzqueños ! como olvidareis que millares de perso-
nas que aun viven, vieron descuartizar en vuestra plaza al
heróyco Tupac- Amaro ! (1) Tupac-Amaro vastago de la real
antigua dinastía, tuvo el mismo fin, que reciente la conquista
otro de su nombre y casa, á quien el español asesinó por so-
focar sus derechos, y por apropiarse sus riquezas. Un suceso
mas próximo se me presenta : Ubalde y su justo compañero
couducidos al cadalso, porque rogaban al Señor que mandase
angeles para sacarnos del cautiverio (2). Alleguémonos á
nuestros dias : me estremezco=distingo los ensangrentados
cuerpos de mis Íntimos amigos, el benemérito Pomacagua, los
Ángulos, mi inseparable confidente don Agustín Becerra.
También oigo el estallido del fusil de donde salió la bala, que
traspasó el pecho del insigne patriota Muñecas, sin darle tiempo
para presentar sus preces al Juez justo por sus culpas privadas.
(i) Fué descuartizado vivo : a su muger le rompieron el
vientre á patadas.
(2) He leido el 'proceso : es causa que se asemeja á la de
JesU'Cristo y Sócrates.
t
(3) Amigo, yo te pronostiqué tu fin. Escucho los eslabones
de las cadenas y los grillos con los que se asegurazon en los
calabezos de la inquisición álos primeros apóstoles y fundadores
de nuestra independencia : á esos mismos que están ó ex-
patriados, ó en el último abismo del hambre é indigencia. (4)
Recorro los sitios manchados con la sangre de mis hermanos
á quienes el español hizo fusilar sin forma de juicio. No son
estas exclamaciones vagas de un demagogo : ellas son precisas
al examen de la cuestión que nos ocupa. Se trata de conceder
con franqueza la ciudadania á nuestros antiguos enemigos;
bien esta, que indaguemos el carácter de su detestable familia.
(6) No tratamos ahora de los que se unieron á nuestra causa.
Dignos de recompensas y premios, ya están declarados ciudada-
nos por el caso 3. ^ que se sancionó.
Señor : quiero tratar la materia con método. El pensador
Garcia de los Godos nuestro distinguido compañero me ha pre-
sentado el plan con sus observaciones. Lo reduzco á tres
articules : í.'^ Cual es el estado político de los españoles entre
nosotros ? 2. ® Son actualmente ciudadanos ? 3. ^ Será
justo y conveniente admitirlos sin un antecedente prolijo escru-
tinio de su conducta ? Ved aqui los puntos con que molestaré al
(5) Al conocer que lo iban á asesinar, suplicó se le diese
tiempo para hacer un acto.^Q contrición: no se lo consintieron
esos feroces, ríM^íiq»*
(A) Alguno de ellos está prócsimo á morir de hambre^
mientras godos y vitalicios descansan en la abundancia. ¿Por
qué tanta franqueza con los españoles y tanto rigor con Riva-
Aguero y sus amigos^ cÁíúíí-.^-. iq
(6) Un orador muy recomendable dijo en la tribuna, que
eran exclamaciones : que yo había traido de los cabellos los
hechos para conmover el pueblo : que nosotros no debiamos que-
jarnos : que esto correspondía únicamente á los indios» Sin
duda, este señor no ha meditado que el cuadro comprende lo
que han sufrido los indios, y lo que hemos sufrido nosotros*
Fondero el gran beneficio que les debiamos por ei color blanco,
!Qué bien se conoce, que este señor no ha sido perseguido por
los españoles^ !f,n\ >¿ _ui.im|iuL j ;.f;j.MJv|-^u .ovuuiy
8
Soberano Congreso unos pocos instantes. P. C. prestadme
una audiencia indulgente y benévola.
Nada hablo de los extrangeros de las otras Repúblicas ame-
ricanas. Dije ayer, que con respecto á estos, estábamos todos
avenidos á que se tuviesen por ciudadanos, sin necesidad de
carta : la radicación y el tiempo es un titulo suficiente.
¿Cual es el estado político de los españoles entre nosotros ?
Real en su ciencia del gobierno dice, que cuando se declara la
guerra entre dos potencias, los vasallos del poder enemigo
pueden ser detenidos prisioneros en el momento. Ellos no
están bajo de la fé del derecho de gentes, ni son inviolables
como los embajadores. Nada se les ha prometido : se hallan
expuestos á las consecuencias que sufren las demás personas
que pertenecen al pais que entra en contienda. El placer ó la
utilidad los trajo; no fueron llamados, ni se les di5 palabra de
que no serian ofendidos. Para probar que esta no es una ley
del derecho de gentes, refiere muchos tratados que se celebra-
ron entre diferentes naciones. Se estipulaba por ellos que en
caso de guerra se concederla un plazo para que saliesen los
subditos libremente y con sus propiedades. Se citan los de
Inglaterra y Francia por el art. 19 en 11 de abril de 1713 : de
Inglaterra y España en el art. 18 en 13 de julio de 1713 : de
Francia y Holanda de 11 de abril de 1713: de España y
Holanda en 26 de junio de 1714. Si no hubiera sido de
derecho de gentes el hacerlos prisioneros y tomar sus bienes,
no se necesitarían los tratados.
Vattel no es tan rigoroso. El quiere que se le señale tiempo
para que salgan del pais. Dice que la prudencia dicta, que el
plazo sea mayor para los comerciantes : pero afirma también,
que quedarán prisioneros, si no lo dejan cumplido el que
se les concedió.
Las razones que para esto se tienen son conocidas por todos
los publicistas. Cuando una nación declara á otra la guerra,
no solo es enemigo un Estado del otro, sino los ciudadanos de
de ambos estados entre si. Todos los individuos de un cuerpo
político están obligados á servir, protejer y auxiliar los decretos
de un gobierno. Siendo la obligación perfectamente igual en
todas las sociedades, no puede cumplirse, si no son enemigos
los miembros de una nación con los miembros de otra, cuando
están en disputa. Mutuamenfe han de procurar debilitarse en
hombres, en caudales, en buques, en alimentos, en utensilios de
guerra. Nadie se opuso á estas doctrinas, las que prueba el
padre Grocio con su erudición acostumbrada, sosteniéndolas
con hechos de la historia antigua y con textos de la Escritura
Santa. La misma suerte siguen las mugeres y los hijos por
corresponder á los esposos y á los padres.
De estos datos tomados de los hombres mas ilustres, resulta
como consecuencia precisa, que los españoles, ó debieron
tenerse como prisioneros de guerra, secuestrando sus propieda-
des y asegurando sus personas ; ó por lo menos se les debió
intimar á todos, que dejasen el pais, y no verificándolo proceder
al secuestro y la captura. Esta medida adoptada en todas las
naciones cultas no eÜpextraordinaria ni violenta.
Consecuencia segunda : el estado de los españoles que que-
daron en el Perú no pudo ser otro que el de unos enemigos
tolerados. Nuestra sensibilidad excesiva siempre nos perjudi-
cará. Si hoy se concede una gracia, mañana se exige un
sacrificio. Montesquieu enseño, que en la paz se ha de hacer
el mayor bien, y en la guerra el menor mal, sin perjuicio de
los intereses nacionales. Debió salir todo español del ter-
ritorio con sus caudales : es cuanto podiamos concederles.
Quedaron entre nosotros y ya se trata de un proyecto que será
nuestra ruina.
Los que con ardor y vehemencia los defienden, se fundan
en la capitulación de Ayacucho. No hay en este tratado una
clausula que diga, que en general y sin examen deben ser
admitidos ciudadanos. No se estipuló ; ma%cuando asi fuese
¿•que valor tiene la capitulación ? Ninguno. Un tratado es un
pacto ultro-citroque obligatorio, condicional : do ut des, (fado
ut facías. Si una parte contratante no cumple, la otra no está
obligada á cumplir. Es una acción que nace del cumplimiento.
Ningún pretexto puede alegarse. Cada uno de los contratan-
tes está obligado á allanar los obstáculos que se presenten para
cumplir con lo pactado. Si asi no fuese burlarian con dolo lo
prometido, y ningún tratado seria seguro. Digo esto ; porque
también se alegó, que los españoles contratantes no fueron
2
10
culpables en que Rodil no entregase la plaza del Callao. Y es
de advertir, que la entrega de esa plaza, es la única condición
estipulada en nuestro favor. Si con el pretexto de que un
subalterno no había querido rendir una fortaleza, se juzgase que
quedaba excepcionado uno de los contratantes,daria esto margen
á fraudes continuos. En la toma de Namur año de 1695 el
rey de Inglaterra hizo detener al mariscal de Bouflers parn obli-
gar al rey de Francia á que cumpliese las capitulaciones de
Ex-munde y de Deinse. Podian ponerse ejemplares infinitos,
y tantos que ocupasen muchos dias. Recuérdese únicamente,
que no habiendo cumplido los ingleses con entregar la isla de
Malta en fuerza de un tratado, esta violación hizo que se
abriese de nuevo la guerra en toda la Europa.
Con esto^ principios le hice ver al jeneral Simón, cuando
merecía el titulo de libertador, que no^tabamos obligados á
cumplir á los españoles las capitulaciones de Ayacucho. Ex-
pliqué las doctrinas de todos los que han escrito sobre el
derecho entre naciones. (6) Me dijo ; que eran muchos y
temibles. Le contesté : meterlos en un cuadro y romper el
fuego a metralla : los que derramaron sangre, sangre derramen,
Con mayor razón puedo hablar en la presente. Esas
capitulaciones burladas por Rodil, y tal vez de concierto con
los mismos que capitularon, no han sido aprobadas por Fernan-
do 7. Es por consiguiente la ignorancia mas crasa de derecho,
el representarlas como un titulo. (7) Todo tratado y toda
capitulación que hace un vasallo se ratifica después por su
amo, por su rey. ¿El absoluto de España ratificará esta, ni
ninguna otra ? En medio de la miseria mantiene su presun-
# :
(6) Tucidides escribe, que un tratado será nulo si una parte
contfatante viola una condición aunque pequeña, en que se
habian convenido. En los tratados la obligación es condicional
para todo el tratado, y para cada una de sus partes. Grocio
— Si pars una foedus violaverit, poterit altera a fnedere dis-
cedere.
(1) Quisiera que se probase la doctrina contraria ¡Doc-
trina ! error.
11
clon y orgullo, y á sus ojos no aparecemos de otro modo, que
como insurjentes y rebeldes (^.
Se deduce de lo dicho, que el estado político de los españo-
les entre nosotros es el de unos enemigos. Contestaré á las
sutiles reflecsiones que se hacen para sostenerlos.
Se hallaban esos vasallos de la España en nuestro territorio.
Los principios que presento solo son buenos cuando la guerra
es entre naciones. Los extranjeros a quienes se obliga á salir
del pais, son los transeúntes, no los que están radicados.
1 . ® Se hallaban esos vasallos de España, m nuestro terriío-
rio : exepcion contraria al derecho entre naciones. Sea cual
fuere el punto donde se hallen los subditos de una nación con
la que se está en guerra, la acción contra ellos es igual. No
depende esta del lugar, sino de los vincules que los obligan.
Estos son dogmas qiie nadie disputa.
2. ° ZéOs principios que presento solo son buenos cuando
la guerra es entre naciones : Atormenta tener que repetir lo
que está al alcance de las personas menos ilustradas. En las
guerras civiles cuando hay ejércitos por una y otra parte, gene-
rales y sistema, se observan las leyes comunes de la guerra
entre naciones. Están rotos los kzos de la sociedad y del
gobierno. El Estado se divide en dos partidos independientes.
Ninguno de eJlos reconoce un juez superior : es la fuerza la
que va á decidir. Un ejemplo es la Francia en el tiempo de la
liga; la España cuando se trato de la succesion de Carlos 2. ®
Los derechos de los pueblos son derechos naturales de los
individuos. Si los que componen una república se dividen en
dos formas de gobierno diferentes, sus prerogativas son iguales,
y constituidos en el estado de la naturaleza, permanecen asi,
hasta que vence el mas fuerte. Esta teoria fue respetada aun
del bárbaro español; el consejo de Indias declaró que los solda-
dos que se tomaban en campaña eran prisioneros de guerra.
(8) Son contratos entre soberanos. Cuando no se ratifican,
el rigoroso derecho ecsije, que las cosas se restituyan al estado
que tuvieron : véase á Grocio, y h todos los autores que desde
ese tiempo hasta el presente escribieron sobre el derecho entre na-
ciones. Jamas el absoluto de España ratificó ninguno de estos
tratados.
12
3. ° Los extranjeros a quienes se ohliga a salir del pais,
son los transeúntes, no los que se hallan radicados : esta pro-
posición esta intimamente unida con la anterior. O no es guer-
ra civil ó ambos partidos están radicados en el mismo pais.
Vencido el uno es prisionero del otro y pierde sus bienes. El
vencedor le da la ley. Será ésta justa, siempre que no se ex-
eda de lo que practican las naciones civilizadas. Sin impru-
dencia no se podrá precindir de tales cautelas, cuales se necesi-
tan para constituir á ese enemigo en un estado que no pueda i
ofender de nuevo (9).
Con estudiado laconismo he fundado mis conceptos, y he
dado las respuestas que corresponden á las reflexiones presen-
tadas de contrario. Resuha que el estado politico de los es-
pañoles, es el de unos prisioneros de guerra, ó cuando mas,
unos enemigos tolerados. ^,^
Segundo articulo : Son los españoles actualmente ciudadanos
en nuestra república^ Las pruebas anteriores convencen, que
no Jo son. No obstante, la materia es digna de un examen
prolijo. Se ha asentado como una verdad infalible, que esos
individuos están en posesioo de los derechos de ciudadania (10).
Ciudadano es un socio reunido á otros bajo de ciertos pactos
(9) Ahora pruebo, que aunque se hubiese estipulado que los
españoles fueran ciudadanos entre nosotros, y se hubiera ratijica-
do y aprobado el tratado por Fernando, el seria nulo. Todo
tratado tiene la tácita condición, salva la propia conservación del
estado. Contra esta senitencia hubiera sido ese artículo. JVues-
tra existencia política corría el mayor riesgo, recibiendo en nues-
tro seno á los españoles, antes que finalizase la guerra,
(10) El argumento de un orador fué : cuando varia un
sistema, por justicia deben continuar en el nuevo los que compusi-
eron el anterior. Esto, se dice, que es de derecho natural y de
gentes : que no observarlo es manifiesta injusticia. Respondo :
cuando u% sistema varía por consentimiento de la sociedad, per-
manecen con derecho a esa sociedad los que hasta entonces la com-
pusieron. Cuando varía por una guerra civil en que la una
parte ha combatido con la otra, no hay tal derecho. JVunca
señr buena una sociedad entre enemigos.
13
en que se han convenido, cuyo instrumento se llama Constituc-
ión ó Carta. En las guerras civiles hay una ciudadania inicia-
da por un pacto tácito, algunas veces expresado en secreto,
para reunir las fuerzas y caudales, establecer un gobierno libre,
y eximirse de la tiranía.
Raciocinemos tranquilamente con estos datos. ¿En cual de
estas dos clases se coloca á los españole»? Se ha dicho por
los señores diputados que los defienden, que fué en virtud de
la Carta anterior. He dicho desde el primer dia que tomé la tri-
buna, que yo no entendia la palabra extrangeros alli por los es-
pañoles. No era posible que hablasen de ellos los hombres
sabios, ancianos y experimentados, que compusieron el anterior
Congreso (11): pero ahora tomo un medio muy distinto. Para
reunirse los socios por un pacto expreso es preciso que lo re-
conozcan, lo admitaif y lo juren. Un orador del otro banco, y
principal artifice del proyecto de Constitución, que discutimos,'
ha dicho repetidas veces que la Carta del año de 23 por las
circunstancias no pudo ponerse en egecucion, que se juró en
muy pocas partes, y que puede asegurarse, que quedó circun-
scripta en sus solas lineas. Esta exposición contraria, y de
una persona tan recomendable es de mucho peso. La alego,
y me contraigo á mas serias demostraciones.
¿Aceptaron y juraron la Constitución en la mayor parte del
territorio de Junin, en Ayacucho, en el Cuzco, en Puno y Are-
quipa ? Seria un impudente el que lo afirmase. Los españoles
establecidos en esos puntos estuvieron sirviendo en el ejército
del rey, ó sosteniendo el ejercito del rey con su dinero. ¿Ju-
raron la Constitución los que se hallaron en la capital y su de-
partamento ? Si : pues ellos son unos traidores y perjuros,
habiéndose quedado con las tropas contrarias sosteniendo el
gobierno español, y decididos contra nuestros derechos (12).
(11) Se ha increpado que en mi proyecto dije extrangeros.
Me obligan a repetir mil veces, que no me pasó por la cabeza
hablar de los españoles. Un peruano no podia recordar el nombre
de ellos. yJl las víboras he de querer abrigar en mi seno ?
(^12J Ji los peruanos que no emigraron se les ha castigado
con la pérdida de sus ampios políticos y militares : salvo aquellos
14
Solo ueda el departamento de la Libertad, donde el español
no podia manifestar sus nuevos designios ; porque se hallaba
detenido por la fuerza. El maestro de la elocuencia dijo : no
puede decir que quiere, el que no eslá en aptitud de decir que
no quiere.
Han olvidado también los señores de la comisión que los
pactos contenidos en la Carta que citan, no tienen un valor
legitimo entre tanto, que no son ratificados por el presente
Congreso. Es el art. 191 de que también ha hecho uso cu-
ando le ha convenido el ilustre orador del banco opuesto. He
convencido que non son ciudadanos por la Constitución, y que
aun cuando se quisiesen fundar en ella, no les daba un derecho,
entre tanto no estaba ratificada.
Procedo al segundo miembro, que es el tácito pacto unién-
dose los hombres contra los tiranos y opresores para conseguir
el libre egercicio de sus derechos. Si hubiera sido una impu-
dencia creer al español ciudadano por la Carta, seria una locura
presumir, que trabajo con nosotros en favor de nuestra indepen-
da y libertad. El sabio y elocuente orador, el señor Tudela
recopiló los hechos mas circunstanciados, de los que consta
que los españoles no procedieron en fuerza de una obediencia
pasiva á sostener su gobierno contra nosotros ; sino que por
actos positivos demostraron que la guerra la hacian suya : era
una guerra de personas : y confieso que eran disculpables.
Hasta ese tiempo habian sido señores, y nos habian tratado
como una clase degradada. Habian tenido el monopolio del
comercio ; habian ocupado los primeros empleos ; eran en todo
diferentes los privilegios de los nacidos en la metrópoH y los
colonos.
Olvidó dicho señor un hecho muy circunstanciado. Des-
pués de la capitulación que hizo en Chile Gainza, trató el virey
Abascal de mandar nuevas fuerzas contra aquel estado. No
habiendo caudales en las tesorerías se vio obligado á ocurrir al
comercio. Sus compatriotas le ofrecen prestarlo todo ; pero
con el cargo de que Osorio ha de ir á la cabeza de la expedi-
g^ Jian tenido protección, y ocupan los lugares distinguidos. M
español, se le premia con la ciudadanía.
u
cíon. Se verificó asi, sin embargo de que el virey protegía
de un modo decisivo al general Gainza. Y aun se dudará que
los españoles hacian la guerra no solo en los cuarteles y los
campos, si también desde sus casas, haciendas y almacenes?
Quedaron unos pocos neutrales ; estos son los mas infames y
perversos ; estos son los proscriptos por la ley de Atenas ;
estos son los frios espectadores de la lucha ; que dominados
por la pasión baja y sórdida de la avaricia, esperaban el dia
del triunfo para unirse al partido vencedor.
El interesado siempre es el que conoce mejor que otro sus
derechos. Ningún español alegó jamas estar en posecion de
la ciudadanía : jamas, jamas. Lo único que solicitaron fué se
les concediese la gracia de la carta de Ciudadanía : ruego á
que nunca nos hemos negado, como lo manifestaré después
(13.)
Es desempeñado el segundo articulo en muy pocas palabras;
pero tan evidentes, que persona ninguna dirá, que los españoles
son en la actualidad ciudadanos.
Art. 3.^ Será Justo y conveniente admitirlos sin un antecB"
dente prolijo escrutinio de su conducta ? Suele tener buen
efecto fijar proposiciones enteramente falsas dándoles el carác-
ter de principios. Es justo, se dice y conveniente el que se
les declare la ciudadanía. Justo no puede decirse por una
persona que conoce las ciencias ; si no halla en el que pide el
jus. Ha de haber un derelcho perfecto, para que esto prod-
uzca una obligación perfecta : del imperfecto no hay mas juez
que la conciencia de cada uno. Concluido el gobierno espa-
ñol quedaron los americanos en el estado de la naturaleza.
En este caso correspondía el derecho de la ciudadanía á aquel-
los hombres que con pactos tácitos ó secretos se habian unido
para defender su libertad : era una ciudadanía incoada, que por
la Constitución se baria perfecta, i Pero será injusticia no ad-
(l^) ¿ Q^uien no se escandalizaría al oir almas distinguido
orador de la comisión, Lunaí Pizarro, que mas favor nos hacian
los españoles en admitir la ciudadanía, que nosotros en conce-
derla : que la ciudadanía era una cosa insignijwa:nte, y de muy
poco momento ? i,Y no debió irritarse el pueblo al oírlo ?
16
mitir á un enemigo ? Ni aun al amigo, ni al extrangero que
sirvió. La sociedad se forma por el consentimiento, y si este
falta para recibir un nuevo socio, él no podrá quejarse de agra-
vio. Naturaleza concedió la tierra á todos los hombres, pero
naturaleza inspiró también el dese« de unirse en sociedades
particulares ; y por consiguiente sujetarse á las reglas, sin las
que no pueden existir los cuerpos políticos. Si cada hombre
por hombre, y sin otro fundamento que el ser hombre, tuviese
el derecho de ser admitido en una república, resultaría sin <
duda, unu montruosa confusión.
La justicia social (el Helvecio) no precede al establecimiento
de una convención, de una ley, de un interés común. Antes
de la ley no hay injusticia. Si no hay ley no hay pecado. Es
por las leyes, que la sociedad puede arreglar las acciones de
sus miembros (moral universal.) ¿ De que ley se valdrían los
españoles para obligar á los socios que se reunieron con el fin
de defender su independencia y libertad para que se les reci-
biese en su compañia ? No hay injusticia. No equivoquemos
la justicia y la equidad, que son cosas muy diversas.
Si no es justo admitir por ciudadanos á los españoles, tam-
poco hallo que sea conveniente. Conveniente importa útil,
oportuno, provechoso. Lo útil no puede separarse de lo ho-
nesto. Cicerón escribe, que una acción torpe no puede llam
marse útil. Este mismo no imitado orador habla de la necesi-
dad de privar á ciertos individuos de la ciudadanía. Refiere
el caso entre Bruto y Colatino. De sus doctrinas sublimes se
deduce que no consentir la ciudadanía á ciertos individuos, ó
privar de ella á otros, no es inhonesto, resultando utilidad á la
patria. En la sociedad los que la componen se juntan para
asegurar la vida, las propiedades, el sustento, la abundancia, la
tranquilidad. Este último objeto es el que da toda perfección
a ios anteriores. Será útil pues á la sociedad admitir aquellas
personas en su seno, de quienes se espere que aumentarán esos
bienes, y que en ningún caso podrán turbarlos.
¿ Se debe esperar admitiendo por ciudadanos álos españolesj
La disposición no seria útil y seria inoportuna. Estamos en
guerra abierta con la España y esas gentes son decididas por
17
Fernando (14.) Tenia entendido que los monarcas pagaban
al mayor precio las espías. Nosotros se las costeamos al tira-
no, premiándolos con la mayor dignidad de las repúblicas, que
es la ciudadanía. Entrarán en las cortes, en los cabildos, en
las asambleas populares, en los congresos, en toda clase de
destinos. Podran noticiar nuestros secretos, nuestras fuerzas,
nuestras disposiciones. Estarán prontos á formar cuerpos
militares para recibir á sus hermanos. Estos pensamientos
son tan sólidos, que ninguno se atreve á contestarlos directa-
mente. Lo que únicamente se dice : es, si fuesen criminales
serán castigados : replico con velocidad. Es lo mismo casti-
gar á un extrangero, al que se le puede hacer salir del pais en
el acto de ser sospechoso, que á un ciudadano que goza de
todas las garantías y no puede ser juzgado sino con arreglo á
las formas ? Se les coloca en gerarquia para que puedan in-
vadirnos con mas seguridad. (15.) ♦
No nos alhaguemos con la idea de que el débil monarca de
España no puede proyectar una expedición. Por miserable
que sea un estado antiguo, no sabemos las combinaciones en
que pueden entrar los otros poderosos para socorrerlo. La
Francia iba á perecer en tiempo de Luis el grande. Llegó
hasta el lamentable punto de verse obligado á vender las pre-
ciosidades de su palacio. Sus enemigos quisieron imponerle
las condiciones mas vergonzosas. Se determinó á salir á cam-
paña y morir con su familia y toda la nobleza. El mal hizo
crisis, y la nación volvió á elevarse. Este mismo debate ani-
(14) Un señor de la comisión dijo: que la guerra con Es-
paña no era una verdadera guerra, sino una guerra presuntiva.
Confieso mi ignorancia, es la primera vez que oigo esta clase de
guerra. En el derecho de gentes no se conocen sino dos estados,
paz y guerra. La neutralidad es una paz con las dos naciones
beligerantes. ¿ Es guerra presuntiva la actual maritima entre
la armada mejicana, y la. que tiene el rey en Cuba ? Fernando
dictó un decreto para que se castigase con pena de la vida, al que
remitiese una onza de azogue á sus colonias insurreccionadas.
¿Esta es guerra presuntiva ?
f 15) Pueda tener el español empleos y los tendrá todos.
3
18
mará á Fernando 7. ® Creerá que los disputados que prote-
gen aqiü á los españoles, están decididos por sus derechos. Si
para una invasión juzgaba antes precisos catorce mil hombres,
ahora calculará suficiente la cuarta parte. ¡ Cual seria nuestro
asombro al ver de nuevo cucardas y banderas españolas en
nuestro continente ! (16)
Pero descansemos de este peligro : ¿ Habrá quien niegue
que los españoles son mas adictos al sistema del general Simón
que al nuestro ? Una observación filosófica lo prueba. Se
ama á aquellos que si no siguen las mismas opiniones, por lo
menos adaptan las que tienen semejanza : Un jefe supremo
vitalicio, inviolable, con facultad de nombrar heredero, arbitro
de los tesoros y las fuerzas, se parece mucho á un monarca
absoluto. Bien lo conocia el que trató de despojarnos de
nuestra libertad. Publicamente aseguro, que eran gente de
honra con que podía* contarse en todo caso ; es por esto que
me hallo persuadido, que dogo ó godo que son sinónimes hacen
un diptongo con vitalicio. Será muy raro el vitalicio que no
haya sido anterun notorio godo. [17]
Para hacer una sociedad feliz, nada vale como que los socios
se amen. ¿ Los españoles nos aman ? nos amarán ? Es impo-
sible :el odio está muy radicado, los principios son muy con-
trarios : ellos sienten una degradación al contemplarse iguales.
Dos pueblos diversos no vivirán jamas en paz. El pueblo
peruano en carácter, en índole, en costumbres, dista cuanto un
polo al otro del español europeo. La prudencia dicta recibir-
los en nuestra compañia con mucha cautela ; principalmente
mientras no finaliza la guerra con España.
Pudiera prescindirse de mucho, si nos persuadiésemos, que
esta sociedad nos era en extremo provechosa. ¿ Lo será con
unos inertes cuyo vicio característico es la pereza? Provecho
es el aumento de felicidad. Si ellos no saben hacerse felices,
(16) Se ha dicho en España, que cuatro hombres sin fortuna
son los que sostienen la insurrection,
(1'7) El Sr. Carabedo manifestó en la tribuna las instruc-
ciones que tenia del general Simón el intendente de lea para pro-
tejer a los españoles.
19
corno nos harían a nosotros? Los que ha viajado en la Espa-
ña, y reconocieron las mejores tierras del universo en abando-
no, serán los jueces imparciales en esta causa. ¡ Campos sin
cultivo de la Mancha, lentos talleres en general de la Península,
sois la prueba de que esos semiafricanos solo sabían vivir del
jornal de sus siervos, y que quedaron en hambre y miseria de
que estos se hicieron libres! Siempre han de aspirar á ser
señores. Han oido á Fernando : el Borbon de la Francia
estuvo mucho tiempo fuera del trono, y lo ocupo de nuevo :
esta esj eranza los ahenta. Si no tienen ejércitos tendrán
intrigas para fomentar divisiones. No serán de buena fé con
el jeneral Simón ; pero lo auxiliaran para que el Perü se
debilite, y sea mas fácil la reconquista. Si el Perü sucumbe,
sucumbirá todo el mundo de Colon.
ím ^ Y se ha reflecsionado el justo sentimiento que tendrán las
otras naciones estranjeras, que nos sirvieron desde el comienzo
de nuestra lid, ó á lo menos fueron neutrales, al ver la prefer-
encia que concedemos á nuestros enemigos ? Entre los ex-
trangeros los que corresponden á las repúb%as americanas,
quedaran muy satisfechos al verse perfectamente igualados con
los godos ? En Madrid nos llaman rebeldes, insurgentes, nos
tratan con el mayor desprecio : les correspondemos, nombran-
dolos ciudadanos. Esta es una generosidad, se ha dicho, esto
prueba el diverso temple de las almas. Esto digo : es una
imbecihdad, una imprudencia ; esto es entregar los pies y las
manos para que se nos pongan de nuevo las cadenas. No es
conveniente admitirlos por ciudadanos 5 porque no es útil, opor-
tuno, ni provechoso.
No procedo por un rencor aunque hay en mi justos motivos
de venganza. El virey Pezuela expatriandome concluyó con
mi fortuna. Mi muger y mis tiernos hijos quedaran en perfecta
orfandad. Mendigaron el pan : muchas personas mitigaron
su hambre. Alguno de ellos está en este mi'smo Congreso.
Descubro su nombre no es una injuria ; es el señor Viscarra.
Tampoco me hallo comprometido por ser hijo de españoles :
mis ocho visabuelos son peruanos. No puedo consentir que se
diga, que nos inspiraron virtudes, que nos enseñaron la religión,
que fueron nuestros maestros en la moral, que les somos deu-
>í^
20
dores de la educación (18.) ¿ Qué virtudes inspirarían los
que no las conocieron jamas ? ¿ Qué religión sino la supersti-
ción y el fanatismo ? ¿ Qué moral los que siempre fueron injus-
tos ? ¿ Que educación los que anclaban, que fuésemos perpetu-
amente esclavos ? He demostrado que su estado político es de
enemigos, que no es justo ni conveniente el admitirlos de tln
modo indefinido en la sociedad (19.)
Por esto no niego que son dignos de elogio y de recompensa
los que dirigidos por la razón renunciaron los afectos patrios.
Eterno será el Perú en su reconocimiento para ellos. Hubie-
ron y aun ecsisten jefes muy dignos. Mi aplauso no se exten-
derá hasta afirmar que el general Arenales es superior á todos
nuestros bravos. Es una injuria manifiesta al padre de nuestra
libertad D. José San Martin ; al que dio la libertad á Colom-
bia en la batalla de Pichincha, general Santa Cruz ; al que en
la batalla de Ayacucho hizo libre al peruano, Antonio José de
Sucre. Habia olvidado al valiente y heróyco Necochea, que
espantó en Junin á unos enemigos acostumbrados á dominar.
¡ Pero cuantos j)o se me olvidarán! Voltaire era de sentir,
que no habia cosa mas difícil que formar la comparación de
los talentos. Afirmo que todo encomio es necio si envuelve el
abatimiento de otras personas.
Fuera de esos distinguidos habrá muchos á quienes pueda
darse la carta de ciudadanía ; que se les conceda probada y
garantizada su conducta. Para los pobres sea sin ningún pre-
cio : lo propuso el señor Morales y no habrá quien se oponga.
Pero, señor, antes de concluir, advierto que este articulo está
desechado. Lo fué el sostituido por el señor Gómez Sánchez
en estos términos : „los extrangeros establecidos en la Repúb-
lica antes del año de mil ochocientos veinte, primero de la
independencia, con tal que se inscriban en el registro nacional „
f 18j Todo esto se ha alegado en favor de ellos en la tribuna.
(^19j ¿Se quiere saber lo que son los españoles 9 Argüeyes,
que por sus buenos principios liberales, y su elocuencia se distin-
guía con el titulo de divino, dijo en las cortes españolas, que antes
debian ser las Américas reducidas á cenizas, que consentir su in-
dependencia.
21
Lo fué el del proyecto sostenido por el señor Alvarez : „ los
extrangeros establecidos en la República desde el año de mil
ochocientos veintiuno, primero de la independencia, con tal
que se inscriban en el registro nacional „ Compárense con el
que está en debate : el dice: los estrangeros avecindados en
el Perú desde antes del año de veinte, primero de nuestra
independencia, con tal que no hayan abandonado el pais á causa
del sistenia, y que se inscriban en el registro de la respectiva
municipalidad.,, Establecidos es sinónimo de avecindados.
Solo hay la clausula de diferencia que no hayan abandonado
el pais á causa del sistema. Habiéndose dicho los establecidos
desde, se expresó que hablan continuado. Son contradicciones,
estar establecido en el pais y abandonar el pais. No juzgo
que la comisión ha procedido por dolo en su ultima modifi-
cación ; pero una piedad mal entendida, puede exponer al
Congreso al ridiculo de desechar hoy una proposición, y san-
cionarla mañana.
Temo infinito los sofismas ; asi los impido de cuantos modos
están á mi alcance. No se conteste que pudieron estar esta-
blecidos, y haber dejado después la República. Estaban esta-
blecidos, no es, establecidos. El participio establecido solo,
explica un pretérito, que continúa hasta el presente sin inter-
rupción. Las voces que se agregaron fueron un pretexto para
abrir una nueva discusión sobre un punto repelido. Es muy
posible que si este no se admite por la mayoría, immediata-
mente se sostituya otro. Cosa es de mucho riesgo dar poderlo
para hacer leyes. Roma perdió su libertad, que recobró por
un atroz exceso. A nosotros nos Hmita la nuestra la comisión,
atribuyéndose la autoridad exclusiva de modificar y sostituir los
artículos desechados. Cuando esto lo hace un representante,
su proyecto se reserva para el fin. Esto no es igualdad ; y
donde no hay igualdad no hay libertad.
Repito lo que he dicho el dia de antes de ayer, que mis
talentos no corresponden á mi amor excesivo por la patria.
¡ No hay debate en que no me halle con este vacio ! ¡ Qué
desconsuelo, concebir y no saber desenrollar las ideas, no acer-
tar á ponerlas en su gran punto de vista ! Socorredme, aux-
iliadme, protejedme P. C. La patria perece, si los españoles
22
se elevan sin examen á la dignidad de ciudadanos. Concluyó
nuestra libertad, concluyó para no recuperarse. ¿ Quién quer-
rá sobrevivir á tan trajico suceso ? Meditad las consecuencias.
No oigáis vuestro corazón : escuchad los consejos de un espí-
ritu firme, recto, imparcial. Si erramos, ¡ que remordimiento,
que acusación pública é interna ! Desechad P. C. el articulo.
JYota, JVo soy enemigo de los españoles individualmente.
Lejos de esto : en el gobierno antiguo tuve la mas estrecha amis-
tad con muchos. Los domingos comian a mi mesa seis ú ocho.
Hecha la independencia^ Jie protejido a todos aquellos que fueron
injustamente oprimidos. JVo es desconocido la virtud en los lugares
donde nacieron Séneca y Jobeyanos. Úñanse h nosotros los hon-
rados y fieles, los útiles, los sabios, pero no demos cuarteles á ejér-
citos desconocidos. ..j
- \á
•*f»|pv*, íí*-yí*
»
•
MANIFIESTO
PRIMERO
qUE PRESENTA AL PUEBLO EL CIUDADANO
MANUEL DE VIDAURRE
DEL ATENTADO CONTRA LA SEGURIDAD PERSONAL,
HABIÉNDOLO SACADO DE SU CASA PRESO CON
SOLDADOS,
EL MARTES 25 De Diciembre primero de pascua, á la una y media del
dia, por orden del Presidente de la República, expedida por el
ministro de la guerra Don Juan Salazar.
Se agregan al fin dos discursos sobre los derechos de ciudadanía»
• fa^oiM
PRIMERA PARTE. — Depuis la revolution, chaqué faction a dechiré ses
ilustres citoyens. Chateaubriand.
Después de la revolución, cada facción ha destrozado a los ilustres ciudadanos.
Pitágoras, el divino Pitágoras, eí amante de Dios y los
hombres, fué acusado de conspiración contra la república.
Censuraba la vida de los inicuos, predicaba contra el crimen,
quería buenas leyes, y ninguna autoridad superior á ellas.
Tuvo que huir á los montes, buscando asilo entre bestias fero-
ces : no lo dañan, no lo presiguen, no lo devoran. ¡Racional
avergüénzate ; el bruto á las veces es mas compasivo ! ¡Ah í
que nunca me mordió ni picó ningún insecto ponzoñoso. Mis
semejantes, mis amigos, mis favorecidos, de ellos son cicatri-
ces y heridas que no me incitan á la venganza, y que son un
estimulo para beneficiarlos de nuevo. Pitág;oras pudo huir de
24
sus perseguidores, yo no huiré. En su siglo no se- conocía esa
delicadeza de honra, que es la mejor guardia en la presente.
¿Quien no preferirá el cadalso que ve levantarse por la impos-
tura y la calumnia á una fuga, que aunque provocada por la
certidumbre de un atentado, deja para siempre en duda la ino-
cencia ? El caso lo hubo en mi familia. El rencoroso Jesuita
sostuvo causa injusta contra mi pariente don José de Antequera.
Los medios eran inumerables y seguros para escapar del poder
y la ambición. Murió asesinado, y las mas remotas generac-
iones han de venerar su memoria. Sea esta mi suerte. No
merecerá asenso la acusación, conociéndome, y conociendo á
los delincuentes. Herid al calumniador con vergas, decia
Charondas: heridlo, digo yo, patentizando su calumnia. Se
rompe la negra nube de la maquinación, y aparece en su es-
plendor la inocencia.
HISTORIA DEL PROCESO.
En todo proceso criminal el sabio y experto majistrado, lo pri-
mero que ha de ecsaminar es el origen de la causa, cuyo efecto
fué el delito. De otro modo es imposible que sepa mensurar
la entidad, ni instruirse de las circunstancias y cualidades. En
un homicidio, la anterior enemistad ; en un robo, la preparación;
en un adulterio, las relaciones anticipadas. En los tumultos
mas que en todo, se requiere el talento, la discreción, la impar-
cialidad. No se ha de fijar la vista en el hecho presente, sin
indagar los anteriores. Es un dogma : en ningún pueblo gob-
ernado en justicia, donde el mérito se premia ; donde el indivi-
duo goza en seguridad los sagrados derechos del hombre y del
ciudadano ; donde las leyes son buenas y fielmente ejecutadas,
hay azonadas ni sublevaciones. Esta es la filosofía de la juris-
prudencia. Y es por esto que poco valdria mi discurso, si antes
no presentase la semilla que ha producido este árbol fatal, cuyos
frutos serán mas dañosos á la república que á mi honor, vida^é
intereses.
La comisión encargada de formar la Carta, quiso introducir
como ciudadanos á los godos que actualmente ecsistian en el
25
estado, y á todos aquellos que fueron expelidos, ó que emigraron
por su gusto. Para esto se alteró el caso 4. ° articulo 4. ° y
en lugar de la voz desde puso hasta, (1) El diputado Gómez
Sánchez ocurrió al efujio de haber sido un error de imprenta.
Protestó que aquel fué siempre el parecer de la comisión. Si
atendemos á la fecha del proyecto y á la del debate, conocere-
mos que la excusa es inverosimil. Se dio en el intermedio un
papel de adiciones : advertida la errata de imprenta, debió en-
tonces harberse enmendado. Nada mas extraordinario, que
esperar se sancionasen otros artículos, manifestando al Congreso
el defecto al tiempo de discutirse el caso y sin anticipada pre-
vención. Esto es propiarmente una sorpresa. El señor Al-
vares miembro de la comisión aseguró, que todos se habian
convenido en el articulo como sehalla impreso. Extrañó mucho
que se hubiese alterado, sin darle noticia de ello. Reconven-
ción tan justa debia ruborizará sus compañeros. v^ibt
Viendo mi patria al borde del precipicio, tomé la tribuna y
hablé mas como un furioso, que'como un orador : no obstante, mi
di;$curso algún dia aparecerá impreso. La América toda sabe,
cuales son mis sentimientos de amor á la libertad, de odio á los
españoles. La escandalosa sostitucion fué desechada por 70
votos contra cuatro. Se sujetó a debate inmediatamente el
caso como estaba en el proyecto, fué también desechado.
Nada, nada se quiere de godos, ni con godos. (2)
(1) Los artículos se sujetaron a debate en el orden que
sigue.
1. ° Los extrangeros establecidos en la República antes del
año de lS20j primero de la independencia, con tal que se in-
scriban en el registro publico, 2. q Los extranjeros estableci-
dos desde el año de 1821 primero de la independencia, con tal
que se inscriban en el registro público. 3. ° Los extranjeros
avecindados en el Perú desde el año de 20 primero de nuestra
independencia, con tal que no hayan abandonado el pais h cau-
sa del sistema, y que se inscriban en el registro de la respectiva
municipalidad.
(2) Los sentimientos de mi banco han sido los de los meji-
canos, como consta del capitulo de carta siguiente.
4
26
Obstinados en su deseo los señores de la comisión form-
aron un articulo de los dos repelidos. Esto dio mérito
al debate mas acalorado que tuvo jamás el Congreso, ni que
volverá á tener. Conseguí después de hablar muchas veces
que la comisión cediese, Pero los ánimos no estaban tan con-
formes como las palabras. El dia diez lunes en que alcancé
la victoria, apenas había bajado las armas Luna Pizarro en la
tribuna, cuando en la sala interior fui insultado por Mejia.
Siendo muy repetidos los uhrajes que había recibido traté de
retirarme para no volver mas. Puse al efecto una nota en la
secretaria, y la entregué al presidente, refiriéndole de palabra
el suceso. En vez de hacerlo por el interior pasé por la barra :
La razón que tuve para ello fué no exponerme á un nuevo in-
sulto del agresor, al que tal vez podia darle una contestación
demasiado terminante. Ni el presidente, ni ningún diputado me
advirtió que era contra el orden salir por aquel lugar. No
podían : para los diputados no hay barra : entran y salen por
donde mas les acomoda.
De que el pueblo vio que me salia, rae siguió. Le increpé
aquel movimiento de un modo muy grave. Mas al contemplar
que mis razones no eran suficientes para aquietarlo, me restituí
á la sala y á mi. silla. Permanecí de ese modo hasta que con-
cluyó la sesión. Me. diriji entonces á mi casa con ánimo de
no volver mas al Congreso.
El martes once se me presentó el infame Ninavilca. Me
ponderó la injuria de Mejia, y me añadió, el que me habia
dicho me daria de patadas ; expresión que yo no oi, y que
ahora me persuado fué una impostura para encender mi ánimo.
Acápite de carta de Veracruz de \S de julio.
Aquí cada dia van cayendo mas los gachupines ; de resultas
de las ramificaciones que se encontraron en la causa del padre
Arenas, se dio un decreto por el Soberano Congreso, en que se
quitaba el mando a todos los gachupines de la federación ; cuyo
decreto se ha cumplido tan a la letra, que hasta los guardas se
han quitado. El estado de Veracruz ha recibido muy mal este
decreto, por lo que le ha hecho una guerra de papeles al gobi-
erno terrible ; pero de nada han valido sus esfuerzos, y han
tenido al fin que tragarlo.
27
Hablamos de las proposiciones de los que defendieron á los es-
pañoles, y el peligro en que se hallaba la libertad é independen-
cia. Me ofreció que si quería sostenerme contra mis enemigos,
me entregaría el cuartel de Santa Catalina y algunas tropas.
Mi contestación fué : este si seria el modo de perder la repúb-
lica. ¿Quiere U. obscurecer sus acciones gloriosas en favor
del Estado con una revolución ? Ruborizado inmediatamente
se despide. No habia motivo á largas discusiones con un in-
dio absolutamente bruto, sin educación ni principios.
En el acto tomé mi calesa y me fui á palacio. Referí al
general La-Mar el lance de Mejia, la causa porque habia salido
por la barra, las ofertas que se me acababan de hacer del
cuartel y gente armada, aunque sin decirle el nombre de la
persona, lo que tampoco me preguntó. Le rogué me diese mi
pasaporte para Chile, y si quería mandarme con honor me
nombrase plenipotenciario. Jamas le hice una visita, que no
fuese este mismo mi ruego. No lo negará S. E. Sabia que
mis enemigos eran diestros en la iniquidad.
El miércoles doce pasé una nota, avisando que continuaba la
indisposición de mi salud, y que á los ocho dias daria cuenta al
Congreso conforme al reglamento. Apenas la habia remitido,
cuando se me apareció un indio á quien Ninavilca me habia
presentado dias antes diciendome, que era un capitán benemé-
rito que se hallaba sin destino. Me franqué á hablarle á S. E.
para que lo acomodase en el ejército. Presumí, que venia por
la contestación, cuando me dijo que no era ese su objeto : me
entregó una carta de Delgado que tengo ecsibida. Me despa-
vorizé al leerla, Inmediatamente di la contestación en los tér-
minos que aparecen del borrador que tengo presentado. Aun-
que habia hecho ánimo de no asistir al Congreso, en el acto me
determiné á quebrantar mi propósito ; pero viéndome antes con
el general La-Mar. Le dije : ya esta materia es muy grave.
Le leí la carta, y la contestación, (3) Le añadí que tenia no-
(3) Cuando se me entreguen los autos se imprimirán am-
bas piezas. La carta después de elogiarme como al único de-
fensor delpais ofrece quinientos hombres ; y dice, que todo está
dispuesto como me diría el coronel JVinavilca, Mi contesta^
36
ticia que querían los electores llevarme con banderas y música
al salón de sesiones : qne mi ánimo era evitar toda clase de
bullas. Le expuse, que auque era grande el sacrificio de con-
currir á una asamblea donde habia sido tantas veces ofendido,
no habría alguno que no hiciese por mi patria y por él.
El jueves y viernes ya se comenzó á bullir qne mi salida por
la barra habia tenido por objeto un tumulto. Se preparó el
espirita público con comunicados en que se me comparaba á
Catilina. Se me calumniaba de haber corrompido al pueblo
con diez y ocho onzas. Ideas despreciables para los sensatos ;
pero que tenían relación con el golpe que se preparaba. Me
vi con S. E. y su fría respuesta fué : señor don Manuel Loren-
zo ; el tiempo nos desengañará : yo, si hubiese algún desorden,
con la espada de las facultades extraordinarias que me ha dado
el Congreso en una mano, y con la mía en la otra, inundaré las
calles de JLima en sangre. Me despedí cuasi sin contestarle.
Referí en mí casa lo sucedido, y desde alli quedé cierto que
alguna grande intriga ministerial estaba ya formada.
Medité tranquilamente, que estos eran los resultados de la
oposición que habia^ hecho al horroroso plan de llenar el Perú,
y aun el cuerpo legislativo de españoles. Mariátegui en la
misma mesa del presidente me habia increpado sobre ello. Me
habia dicho que eran muy honrados y útiles : que pondría notas
á mí discurso contra ellos. En verdad las notas no han apare-
cido, pero si un diluvio de insultos por la prensa, que son sin la
menor duda obra suya. Se hallan en ellos palabras señaladas,
y que aun ha repetido delante de S. E.
El veinticinco de diciembre dio la máquina su estallido.
Preparado mi carruaje para salir á dar pascuas, entra en mi
habitación el mayor don Mateo Campos con cuatro soldados, y
la orden verbal de conducirme al cuartel de policía. Le pre^
cion : que no necesitaba armas que debian unirse contra el
general Simón : que yo solo inspirarla sumisión a las leyes y
obediencia a los majistrados : que sentía haber dado méritjd,
retirándome del congreso á aquellas ofertas : que lo remediaría
restituyéndome inmediatamente alli aunque habia hecho pro-
pósito de no volver mas.
29
gunté de quien era la orden, y me contesto que del fiscal de la
causa. Entonces le dije, que de ningún modo podia obedecer;
y que me sacaría á bayonetazos, si no me manifestaba un man-
dato por escrito rubricado por el presidente de la República.
Le hice ver mis derechos como ciudadano, y como presidente
de la corte suprema. Se convenció de mis razones, y desde
alli hizo la consulta. Se absolvió en los términos que yo dese-
aba, y viendo la rubrica de La-Mar y la firma del ministro de
la guerra, tomé en el' momento mi bastón y mi sombrero, y
convine en que se me condujese á la prisión. No dije otras
palabras á mi muger y mis hijos, que las que siguen. Hace
mucho tiempo que esperaba un gran golpe de mis muchos y fero-
ces enemigos. Es preciso que todos mantengan la serenidad en
que me hallo. JVada de lágrimas, mucho menos de suplicas ni
ruegos á tiranos y opresores. El cadalso no infama ; la pos-
teridad me hará justicia.
Mi semblante manifestaba lo tranquilo de mi espíritu : lo
mantuve aun al ver la risa insultante de los ministros de estado,
que salieron al balcón para gloriarse en el vencimiento. Llegué
al sitio destinado, y á los pocos minutos se trató de recibirme
la instructiva. Interpuse y fundé mi declinatoria. El articulo
100 caso 1. ® dice : conocer de todas las causas criminales que
se promoviesen contra los individuos de su seno. No era men-
ester sino la simple lectura para declarar justa mi solicitud.
Solo la corte suprema podia juzgarme. Para convencer la ile-
galidad con que se procedió privándome del fuero que me cor-
responde como presidente de ese tribunal, no se necesita ser
un sabio en derecho. Es mi ánimo que las naciones estranje-
ras se convenzan de la termeridad con que ha sido ajada mi
persona. Por esto me es imprescindible el esclarecer algunas
circunstancias, que callarla con el mayor gusto.
Pongamos en tres renglones esta parte de la historia. El
ministro Mariátegui pidió una sesión secreta. Expuso alli,
que la patria estaba en gran riesgo : que si en el momento no
se desaforaba á un diputado que era comprometido en la suble-
vación, entre una hora se perdía una provincia : que no podia
descubrirse el sumario ; porque su publicación dejarla impune
al delincuente, ó conduciría á que se realizase el crimen. Que
30
el designio no era contra el ejecutivo y si contra el Congreso.
Como esta última parte la presentase de un modo muy obscuro,
el señor Llosa don Estevan le ecsijió que la esclareciese, dici-
endo de un modo terminante, si el delito meditado era contra
todo el Congreso, ó contra una parte de él. Expresó que
entre ambos habia una distancia infinita. Entonces el ministro
afirmó y aun repitió que era contra todo el Congreso : asi debe
constar del acta.
. Pidió el ministro el desafuero de un diputado que resultaba
cómplice ; pero se habia formado la red en que se me debía
tomar. Llosa Benavides y Mejia traian escrita la proposición :
^ue sean desaforados el diputado 6 diputados que resulten cóm-
plices. Esto se sancionó quedando todo el Congreso sin fuero.
Si se hubiese desaforado antes de tener conocimiento de la
causa a uno ó muchos representantes, la mayoría era delincu-
ente. Cuasi no alcanzamos el remedio de que podia usarse en
ese caso. Unida esa mayoría con el ejecutivo, el pueblo era
tiranizado : no quedaba otro recurso que la ley de Creta y de
Inglaterra. Por dicha, el concepto del Congreso /we desaforar
para la prisión, no para la continuación del juicio, que siempre
se reservo á los tribunales señalados por el reglamento.
Privado del fuero de diputado con aquella sorpresa, me que-
daba el de presidente de la Corte Suprema. Para resolver la
declinatoria se forma una junta, la que se compuso del indivi-
duo que hacia de presidente don José Cabero, del interino de
la superior don José de Armas, de los fiscales de una y otra
corte don Ignacio Ortiz Cevallos, y don Nicolás Aranivar, y de
los ministros de estado. Pregunto. ¿ Tiene también faculta-
des el presidente de la República para formar tribunales espe-
ciales ? Si las tiene, somos tan esclavos como en tiempo de
los españoles y de Bolivar : el nombre de los tiranos ha varia-
do ; pero los horribles principios de la tirania permanecen. He
procurado omitir personalidades, y purificar mi estilo en cuanto
sea posible. Ni don Ignacio Ortiz Cevallos, ni don Nicolás
Aranivar, ni don José Cabero, ni los ministros de Estado podian
ser imparciales. Habia declamado contra vitalicios y godos ;
habia solicitado la espulsion de los unos, la no admisión de los
otros. Estos eran golpes de muerte contra los fiscales : el
m:
31
público ampliará estas ideas. La presidencia de la Corte su-
prema no podia perderla, sino por un delito ; era bien que lo
figurase el que aspira á succederme. Mariátegui es un ene-
migo tan publico mió, que el mismo no se atreverá á negarlo.
Salazar lo es por primo del vice-presidente y concurre alguna
otra circunstancia. Morales sabe con evidencia, que con re-
petición he apoyado en el Congreso, que se debe separar del
ministerio de Hacienda por inepto. í <^''í
Vista la disposición de esa junta, tribunal, ó asesoría, no sé
el titulo que le corresponda, ecsaminemos las razones. Esto
es mas decisivo. Primero, que por diputado quedaron en
suspenso mis fueros de presidente : falso ; si asi fuese, ninguno
^ admitirla una comisión que degradaba. Como presidente de
la Suprema me corresponde en toda function el asiento que
sigue al jefe de la república. Ninguna está obligado á servir
con pferdida de sus prerogativas, distinciones y rentas. Presi-
dente de la Suprema Corte soy este dia, como lo fui el veinte
y seis de enero del año de 1827.
Segundo fundamento : que gozando del fuero de diputado,
que es superior al de la Corte Suprema, ya no podia existir
este. Respondo : ambos á un tiempo no pueden gozarse ;
pero perdido el uno queda el otro. Para que se perdiesen
ambos, era menester una ley que lo dijese, Donda la ley no
determina, el juez no puede arbitrar. En las repúblicas, á di-
ferencia de las monarquías, no decide el hombre, sino la ley.
Y ¿ quien ha dicho que el fuero de los diputados es superior al
de la Suprema ? Nadie lo creerá asi. Es grande la distancia
en ser juzgado por los primeros magistrados de la república, á
serlo por unas personas que absolutamente pueden igualarlos.
El tercer fundamento : que en el proyecto de tomar plazas
y castillos no se goza fuero ; pues que estas causas correspon-
den al consejo de guerra ¿ Y cual es la plaza ó castillo que se
trataba de tomar ? ¿ El cuartel de la policía, ó el parque de
Sta. Catalina son castillos 6 plazas fuertes ? Esta es una sen-
tencia absurda, es una interpretación maligna, es un deseo de
hallar razones aparentes para dar colorido al atentado. Pero
supongamos que los cuarteles entrasen en esa clase, el articulo'
121 de la Constitución dice : que las leyes antiguas solo per-
32
manezcan en cuanto no se opongan á lo establecido por la
Constitución Es asi, que por la Constitución está declarado el
fuero k los que componen la Corle Suprema en todas las
causas criminales ; luego esa ordenanza militar no tiene lugar
para con ellos. ¿ Qué cosa mas chocante que ser juzgado pro
un consejo de guerra el presidente de la Suprema Corte, siendo
su fiscal un jóVen militar ? El jeneral Simón no privó del mis-
mo fuero á don Juan de Berindoaga que habia sido ministro
de Estado, tratándose del crimen, no de entregar una plaza ó
cindadela, sino el Estado comprendiendo los castillos : Bolivar,
pues procedió con menos arbitrariedad que el actual presidente.
Alegué por eso, que era nulo cuanto se actuaba, y cuanto
en adelante se actuare : |$rotesta que no cesaré de repetir, y
que repetirán mis últimos nietos. (4)
Era consiguiente, que á una tropelía acompañasen otras.
Se me pone incomunicado (5) en un cuarto de cinco varas con
dos centinelas, uno á la ventana y otro á la puerta. Repiten
estos el alerta de cuarto en cuarto de hora en la noche. (6)
La voz podia decirse, que se me daba al oido. Se premedi-
(4) Kl dia que informó don JVtcolas Aranivar contra el justo y
buen patriota don Rafael Ramirez de Arellano, asento como verdad
incontestable, que las leyes españolas contrarias á nuestros principios
wo deben ser alegadas. ¿ Y como esta santa máxima no la tuv vo
presente al tiempo de dar su dictamen en la declinatoria ? Los tor-
nasoles varían el color según el lado por ponde reciben la luz.
(5) Permanecí incommunicada trece días ; diez después de to-
marme la declaración instructiva. Venficada esta pasé una nota,
para que se me concediese mi casa por cárcel, si no se me ponia en
entera libertad como debia ser. La respuesta fué trasladarme cl la
Inquisición.
(6) Me consoló la primerea noche la memoria de Carlos Estuart.
El velaba en su triste prisión, no consintiéndole el sueño los pasos de
los asesinos, que daban vueltas por los corredores. ¡ Que útil es la
historia ! La segunda no oí los alertas, como no se oyen las compa-
nas de un relox. Si el principe hubiera sido tan inocente comojjo,
no se hubiera turbado su reposo.
La ley II tU. 29 part. 7 prohibe toda incomodidad ó molestia
que pueda causarse á los reos. Eran los godos mas humanos que
nosotros.
33
taba quitarme la vida con ultrajes, opresión, humillaciones. No
se ha conseguido. Siendo el mejor soporífero la buena conci-
encia, he dormido siete horas seguidas sin recordarme alerta ni
clarines. Cómo con el mejor apetito, y mi genio festivo en
oposición de los coléricos melancólicos, nunca se manifestó
mejor en las conversaciones y trato familiar. Este mismo
papel es prueba de la serenidad de mi alma, y de la robustez
de mi físico. Aun he de vivir para recoger el fruto de esa
libertad é independencia, porque tanto he trabajado.
Este es el origen de la causa, examinemos la naturaleza del
delito.
CUERPO DEL DELITO SEQUN EL PROCESO.
i
La conversación entre cuatro ó seis miserables, reducida á
que se juntasen doscientos hombres para tomar el cuartel de
Santa Catalina. Dejar al ejecutivo en la administración, ex-
peler á los cuarenta diputados que votaron en favor de los
godos, y llamar á los suplentes para que completasen el Con-
greso. Los autores principales figuraron, para atraer á su
partido, que estaban convenidos en el movimiento, Vidaurre
como cabeza, el jeneral La-mar, el gran mariscal Sta. Cruz, el
coronel Jaramillo, el comandante de artilleria y los oficiales. (7)
NATURALEZA DEL DELITO.
Un ciudadano puede ser criminal contra la patria en el deli-
to de alta traición de dos modos. Primero : por proponerse
(7) Este es el gran fantasma con que se asustó la ciudad:
este es el tumulto que dio motivo h cerrar las portadas y cuadrup-
licar las patrullas ; este es el ejército que hizo velar al jeneral
La-Mar muchas noches en las calles ; este es el plan por el cual
supuso Mariategui al Congreso, que la República se iba á per-
der dentro de una hora. Si tantos temores de catorce negros y
cholos. ¿ Qwé será del Pera si se acercan ejércitos enemigos ?
LIST^ DE LOS PRESOS.
Coronel JVinavilca, Indio montonero. — Coronel Huavique,
negro chino montonero. — José Grimaldo, cholo pulpero. — José
5
54
trastornar los principios liberales y sujetar el estado á un señor
(8) : 2. ° por calunnniar con injusticia al gobierno para mudar
las personas y sostituirse á ellas. Todos los casos han de
estar coniprendidos en estas dos reglas generales.
En el delirante proyecto que da mérito á este proceso, los
infelices reos llevados de un zelo mal entendido, determina-
ban hacerse de algunas fuerzas, no para variar los principios
ni remover el gobierno, si para que se separasen del Congreso
aquellas diputados, que habiéndose esplicado del modo mas es-
candaloso en favor de los godos, ya no merecian, ni debian
merecer la confianza de sus constituyentes. Soy inviolable
por mis opiniones : soy un diputado. El articulo 57 no se
limita á las manifestadas ^ la tribuna, sino á todas las que se
espresen en el tiempo del desempeño de la comisión. Jamas
tan precisa mi palabra como hoy. Seria un traidor á mi patria,
sino desenrollase los mas altos conocimientos de derecho pub-
lico.
Quiero proceder con un método rigorosamente matemático.
Tengo contra mi al presidente de la República, al Vice-presi-
dente, á los ministros que han jurado mi pérdida. ¿ No tengo
contra mi el crimen ? Mas claro : ¿ No soy criminal ? Pues
nada temo. Aumento el numero. Mantengo mi orgullo, es-
tando á disposición de unas fieras, coyas bocas están de tal
modo abiertas, que registro hasta el fondo de sus corazones.
AUi veo la envidia, la venganza, la ambición, el interés ; cho-
cando con el miedo, el sobresalto, la agitación, la desconfianza.
Solo estraño los remordimientos, ^ los perdieron ; los
Sánchez, indio montonero y ladrón de caminos, — José Litardoy
(2i) Gabucha, pulpero y barbero. — Paraisaman, (a) Cuerditasy
zambo zapatero, — José González, indio herrador. — Custodio
Lira, indio petatero — Algorta, negro motonero. — José Vilela,
negro, criado de la señora Guisla. — Prudencio Florian, indio
torero, y carnicero. — Chuquiarqui, indio montonero. — Gabriela,
india carnicera. — Muerto frió, zambo sacamuelas. — Pérez Hu-
erta, negro montonero. — Marzano cholo montonero. — Samian,
indio petatero. — Carlos Manco, indio sastre.
8) ^dun por la segunda titulo 2 part. 7 se prueba.
36
perdieron para siempre : son incapaces de obrar el bien, no lo
obraran nunca.
Dato 1 . ° En los pueblos libres no hay autoridad absoluta ;
todas son condicionales, con la calidad de mantener y defender
los derechos del hombre.
Dato 2. ® Los diputados son apoderados, sugetos á res-
ponsabilidad, criminales si se ecseden de las disposiciones de
sus comitentes, mas criminales si las contradicen [9].
Dato 3. ® La soberanía está en el Congreso por represen-
tación ; en el pueblo por realidad.
Dato 4. ° Sobre la autoridad del Congreso, esta la autori-
dad del pueblo (10).
Dato 5. ^ Siempre que el pueblo esté firmemente persua-
dido de que el Congreso lo traiciona, debe ocurrir al ejecutivo
para que lo disuelva, y se proceda á nuevas elecciones de
hombres próvidos, fieles y honrados.
Data 6. ® Si el ejecutivo está implicado en la traición, es
justo ocurrir á la ley de Creta. La necesidad de salvar la
patria, hace que cesen todas las leyes.
Dato 7. ° En una república no hay ley que no esté funda-
da en los derechos del hombre.
COROLARIOS.
L ° El pueblo debió atender á lo que se practicaba en el
Congreso, examinar las opiniones, meditarlas ; ver si alguna
era opuesta á la libertad é independencia.
(9) Estos mismos principios están en el discurso que pronun-
cié contra el arzobispo y obispos nombrados por el consto de go-
bierno. Los que los celebraron entonces los respetarán hoy,
(10) El visconde de Chateaubriand, que ninguno tendrá por
republicano, asienta no obstante, como un principio incuestionable,
que todo poder viene del pueblo, que él puede reasumir sus dere-
chos, variar la Constitución : esto es lo que hizo Atenas abo-
liendo la democracia, y restituyéndola después. Los moderados
no niegan estos acsiomas, lo que hacen es, hechar un velo religioso
sobre ellos. Los verdaderos filósofos sacan esta consecuencia.
El pueblo puede hacerlo, pero no le convendrá hacerlo sin caucas
d6
2. ^ Habiendo en el Congreso diputados decididos contra
la patria, pudo y debió denunciar sus opiniones al ejecutivo ; no
al Congreso, en caso que triunfasen ; porque no quedaba un
numero suficiente para componerlo.
Estas consecuencias no pueden contestarse sino por las sigu-
ientes proposiciones, que son tiránicas y conducen á la servi-
dumbre.
1. "* La autoridad del Congreso está sobre la autoridad del
pueblo.
2. "* En el caso de dar el pueblo sus poderes, queda de
tal modo sugeto, que en ningún caso puede usar de la Sobera-
nía. (11)
3. ^ Lo que la mayoi^ dispone en un Congreso ha de
obedecerse, sea justo o injusto.
APLICACIONES AL PROCESO.
1.** Los diputados que defendieron á los españoles como
á sus padres, sus amigos, sus confidentes, sus maestros de
moral y de religión, son altamente sospechosos á la patria.
- •^.■'■
muy graves, que lo estimulen á ello. A los diputados se han de
respetar, pero no hasta el estremo de respetarlos mas que la salud
de la patria.
(11) Grocio queriendo probar la justicia del absolutismo de
los reyes, se funda en que los pueblos como las personas pueden
ceder su^ derechos, quedando en servidumbre ú obediencia pasiva.
Esta seria la doctrina de los que dijesen, que el pueblo transmitió
su^ derechos en el Congreso de modo, que en ningún caso pudiera
usar de ellos aunque se viese tiranizado. La ignorancia ha
ocurrido á una distinción frivola. Se dice, que no es lo mismo
la democracia que el sistema popular representativo. Sabed mir-
serables godos y vitalicios. La democracia absoluta es cuando el
pueblo todo lo decreta en masa : democracia representativa, cuan-
do obra por apoderados. En ambas formas la soberania e^ta en
el pueblo, y no puede enagenarse. Si se enagenase en el Congre-
so, perderia su naturaleza, ya no seria un sistema popular repre-
sentativo, sino una oligarquía.
•
37
2. ** Si hubieran logrado vencer el debate, el pueblo debía
haber ocurrido al ejecutivo, para que disolviese el Congreso y
llamase nuevos diputados.
3. "^ Habiéndose conseguido que cediesen en sus ideas
hostiles contra la libertad, se debió estar á la mira de su con-
ducta, y velar sobre los artículos que se iban sancionando.
ERROR DE LOS REOS.
Haber querido hacer por si, lo que solo es licito á los que
estáp egi la última angustia.
h r-^- DISCULPA DE ESOS INFELICES.
Son indios, negros, personas estúpidas, que oyen la voz de
la naturaleza que impele á la defensa de los derechos : no
saben las reglas establecidas entre nosotros. Pocos son los
discipulos de. Locke.
Estos datos, estos corolarios, estas aplicaciones parecerán
escandalosas á miserables acostumbrados á la servidumbre, y que
anelan por restituirse á ella j no á aquellos que tengan idea de
lo que vale y puede un pueblo hbre ; no á aquellos que sepan
distinguir la linea donde ha de acabar la obediencia, y comen-
tar la resistencia lejitima ; no á aquellos que estén instruidos
del idioma de las naciones, donde á los pies de Dios está colo-
cado el Ídolo de la libertad.
En la defensa que Mr. Erskine hizo del deán de St. Asaph se
justifica esta especie de diálogo. ¿ Que debe hacerse si el rey
quiere dar leyes por si solo, ó alterar las leyes á su placer ?
Deberá ser espelido. ¿Y si tiene las armas y mihcias á su
arbitrio ? Si usa de la fuerza contra la nación, armarse esta
contra él ; si no se hace asi, dejará de ser estado. Bendito sea
el Señor, que ha permitido se forme esta causa contra mi, para
que con mi defensa queden establecidos los principios, y mis
compatriotas en adelante distingan cuales son sus derechos y
obligaciones. No renuncien á aquellos, no consientan que se
los usurpen, ni falten al cumplimiento de estas con ridiculos
pretestos. Teoría admirable, equihbrio divino, de él depende
la felicidad general, y la de cada uno de los ciudadanos. En
Inglaterra se habla asi, ¿ y temeré yo en el Perú hablar y escri-
bir del mismo modo ?
^msíiítim,.
Sé
En la misma obra citada se hace esta pregunta. ¿ Que, si
los grandes encargados y legisladores de la nación abusan de
la confianza y cruelmente injurian, en lugar de servir con fide-
lidad al público ? ¿ qué se hará en este caso ? Ocurrir al rey
para removerlos y hacer prueba de otros. Montesquieu parece
que había dicho lo mismo. Aseguro que al leer estas clausu-
las, unos tiemblan, otros se irritan, y aun los sabios las tienen
por peligrosas é inoportunas (12).
Bien conozco que á un pueblo que fue esclavo, cuando sale
de la servidumbre, es preciso irle dando las ideas de la liber-
tad, del mismo modo que se haría con la luz á un ciego de
nacimiento, si se lograba ponerle espedita la vista : la discreción
era en estremo necesaria.- Un golpe fuerte de luz, unos prin-
cipios absolutos de libertad, no preparando antes lo uno ni lo
otro, podian causar males muy considerables. Mis proposi-
ciones son verdades eternas en la política. Empero hubiera
sido muy bueno disponer los ánimos con otras intermedias me-
nos fuertes, para que fuesen recibidas estas con mas utilidad.
Cuando critiqué con estudiada delicadeza el papel del bene-
mérito patriota D. D. Rafael Ramirez de Arellano, no dije que
sus macsimas eran contrarias á las mias. Únicamente mani-
festé cuales podian ser los efectos. Hoy se me violenta á se-
pararme del sistema que habia adoptado. No lo hago por mí :
el motivo principal es que ecsisten ciertos diputados, no solo
con ideas españolas, sino irracionalemente deferentes al ejecu-
tivo [14]. La enfermedad es tan grave, que no podemos
detenernos en la naturaleza del remedio. Si en sus corazones
está la levadura antigua, fomes del despotismo, ¿ como no in-
struiré al pueblo? Si no lo hago, seré tan perverso como mis
perseguidores. Ellos quisieran á todos ignorantes, para man-
tenerlos á todos esclavos. Yo quiero que se ilustren para que
sean libres ; que hinquen la rodilla á la ley, y el puñal en el
pecho de un tirano. El dogma de Locke y Bolingbroke :
(12) Quisiera que los que sostienen proposiciones contra-
rias batieran las mias, con la misma dignidad que yo he es-
crito,
[13] Se probará cuando trate del proyecto de constitución.
39
donde Ja ley finalisa, comienza la urania» Defendamos las
autoridades, si ellas nos defienden y protejen.
No puede decirse, que los diputados que patrocinaron la
causa de España, procedieron por error de opinión. Hablo
de los que tomaron la tribuna. Habrán opiniones en la teolo-
gía, en todas las ciencias naturales ; no las pueden haber en
las matemáticas puras, ni en los elementos de la política. Que
el todo es mayor que su parte, que un semicírculo contiene dos
ángulos rectos, no es cuestionable. Que un estado debe ante
todo propender á su seguridad interior y exterior, es tan evi-
dente como que el hombre ha de conservar su vida. El mas
intonso, el mas rudo, el mas bárbaro, el que no ha sahdo de
los montes y las selvas, y que no tiene otra ilustración que el
manejo del arco y de la red, sabe como Constant, que si entre
chozas 6 cortes se consienten enemigos, el peligro es eminente
de sucumbir á sus fuerzas, á au astucia, á sus proyectos. ¿ Cu-
al no será el delito de hombres instruidos, que se escogieron
por apoderados de los pueblos ? ¿ Los sentimientos de esos
diputados son los de sus provincias ? Infelices de nosotros.
EXAMINAR LA CONDUCTA DE LOS DIPUTADOS.
I Es un delito examinar la conducta de los diputados y sus
proposiciones ?
Sería un acto dice Paine, de despotismo, de poder arbitrario,
hacer una ley, prohibiendo investigar los principios, buenos ó
malos sobre los cuales esa ley ó alguna otra es fundada. Si
esta es una sentencia, que únicamente repugna á los tiranos,
ella me induce á asentar la que sigue. El cuerpo legislativo
sera despótico y arbitrario, si no se consiente ecsaminar la
conducta é intenciones de los diputados que proponen y sostie-
nen proyectos de leyes, que directamente tienden á la ruina
del estado. Aun hay una diferencia clasica : una ley aunque
mala es una cosa sagrada. Se ha de obedecer mientras se
revoca : la paz pública así lo exige. Un proyecto es un ente
de razón que aun no tiene existencia : conviene reconocer los
labios de donde sale, si son manchados ó puros. Empiezen á
entender, que el carácter de representantes no los hace inviola-
bles pox opiniones destructivas de la sociedad. Burke dijo en una
40
carta á sus constituyentes : la dependencia no se mantiene en
estos tiempos con nombres y prejuicios. Los ojos del jenero
humano están abiertos. No hay otro vinculo con la comuni-
dad, que el visible y sólido interés : nosotros no podemos olvi-
dar la muerte de nuestros derechos, por un abuso del anterior
congreso. El renovó una autoridad dictatorial, cuando debía
haberse dado por concluida. Nosotros no nos espondrémos ó
que se haga de modo, que seamos esclavos de los españoles.
Pueblo peruano ; coteja los hechos de los delincuentes, y la
conducta de los diputados. La justicia me dirije, no el interés
de mi defensa. En nada he concurrido : no hay contra mi la
mas pequeña prueba : mi complicidad hubiera hecho estreme-
cer la república.
El proyecto de constitución preparaba la monarquia. Pro-
posición tan grave no es de arriesgarse sin dar incontinenti la
prueba. Si el pueblo contempla sólidos y legales mis racioci-
nios, los aprobará. Si la pasión los pondera por venganza á
resentimiento, decláreme por un calumniante. No hay senten-
cia mas justa que la opinión general. Nunca se engaña, cu-
ando los datos son seguros é incuestionables. Las premisas, si
no hay sofismas, dan las precisas consecuencias. ¿ Y cuales
serán mis datos? los mismos articules. En ellos se verá dis-
minuir al cuerpo legislativo de modo que se pudiese fácilmente
corromper ; abrir la puerta á los españoles para que ocupasen
los bancos ; aumentar la influencia del egecutivo : al caso.
Art. 4. ® Caso 4 ° reformado. Los extrangeros estable-
cidos en la república hasta el año de 21 primero de la indepen-
dencia, con tal que se inscriban en el registro nacional. La
palabra extrangeros se entendió aqui por españoles. Asi se
manifestó en los discursos de ambos bancos. No queda duda
de ello después que Cuadros imprimió el suyo. Ingresaban co-
mo ciudadanos treinta mil peninsulos, hechos á dominar, ricos,
orgullosos, constantes, generosos én la ocasión, y con mil rami-
ficaciones en el estado. Puñalada mortal á la república. Para
que no tuviesen muchos competidores, el caso quinto y el sep-
ttimo del articulo 6, ° suspendian los derechos de la ciudada-
nía á los deudores, que no habian pagado, á los sirvientes do-
mésticos, á los peones jornaleros, á los soldados del ejercito y
41
armada, á los marineros. (15) En una misma mañana pro-
nuncié dos discursos de oposición, y aunque se aprobó el caso
6 ^ fué desechado enteramente el 7 ° . Estos dos discursos
están impresos y por los ütiles principios que contienen lo agre-
go al fin de este papel. Y tenga entendido mi patria y todo el
mundo conocido, que fué la fecha el 14 de diciembre, cuando
ya se me trataba de un Catilina, cuatro dias después del lance
de Mejia.
• Disminuido el número de ciudadanos, lo fué mucho mas el
de diputados. Por el articulo 15 debian ser elegidos á razón
de uno por cado treinta mil. Siendo nuestra población de un
millón doscientas sesenta mil almas, solo habian cuarenta y dos
representantes : por consiguiente la mayoría absoluta eran vein-
*te y dos. ¡Con qué facilidad podian comprarse estos por el
ejecutivo, poderosisimo en todo estado, y mucho mas poderoso
según la carta que se quería formar ! permítaseme que pase al
articulo 23 que dice. El senado se compondrá de tres senado-
res por cada depatamento. Resulta que son 21 y su mayoria
once. El articulo 32 que le daba al vice-presidente la presi-
dencia del senado, lo aseguraba en favor de ese poder tremen-
do ; de ese poder solo sufrible por necesario ; de ese poder de
quien siempre ha de desconfiar el estado que quiere ser hbre ;
^e ese poder que para hacerlo inviolable, el artículo 21 también
variado por mi, concedía á la cámara de diputados el derecho
esclusivo de acusar á las principales autoridades. Debiendo
concurrir el voto de las dos tercias partes del senado para que
la acusación sea admitida contra el ejecutivo, según el articulo
30, es declararlo tácitamente inviolable : dos tercias partes de
veintiuno, son catorce. Con tener en el senado el presidente
ocho amigos goza de la sagrada inviolabilidad. ¿No tendria
ese número? la impudencia se atreverá anegarlo? no: por un
votó se conduce á un ciudadano particular al suplicio. ¡Que
de requisitos para solo abrir el proceso al hombre mas podero-
so ! los crimenes se cometan con tanta mayor facilidad, cuanta
es la esperanza de quedar impugnes, y espeditos los medios de
(l^) Cridas para tiranisar disminuyo el numero de ciuda-
danos.
6 V
42
cometerlos. Este solo articulo merece la mas agria censura
¡en que poco se distingue este proyecto de la carta que dio Boli-
var! bien está mi separación de la tribuna.
El congreso, ese pequeñísimo congreso podia autotizar ex-
traordinariamente al poder ejecutivo en caso de invasión de
enemigos 6 sedición. Es decir, en tiempo de guerra habrá
siempre un dictador, y en tiempo de paz, cuando lo tenga por
conveniente el gefe de la república. Nada mas hcú que figu-
rar una sedición. El egemplo es la presente causa. Un sueño,
un atolondramiento, una locura de cuartro miserables hombres
que amaban la partria, pero no sabían amarla, se ha ponderado
mas que en Atenas el ejército y armada de Persia. ¡Como
llora mi corazón no haber estado en el congreso y en la tribuna
para combatir el caso 23 articulo 27 que puede y debe sernos'
muy funesto !
El veto del artículo 54 aseguraba al ejecutivo contra toda
ley que no fuese de su agrado. Era menester que concurriesen
dos tercios para sancionar contra su voluntad. ¿Y cuando se
reunirán dos tercias partes contra el ejecutivo ? jamas. La
palabra del ejecutivo vendría hacer la ley. Por no hacerme
fastidioso y repetir unas mismas ideas, no sigo tratando de los
demás artículos correspondientes á ese veto. Los publicistas
conocen, que el presidente de la república quedaba en la cla§e
de un rey.
Se fué tomando en el proyecto de todas las constituctones lo
mas análogo al fin que me parece se proponían los señores de
la comisión. Asi es que agradó mucho el poder ser reelegida
una misma persona: este es el articulo 83. (16) ¿Ocho años
un presidente con un congreso en que las mayorías solo hablan
de ascender á 36 personas ! ¿Dejaría voluntariamente el puesto
á los ocho años? ¿No tomaría todos los medios porque la pre-
sidencia se hiciese vitalicia? JVo sucede esto en los Estados
Unidos, Malditas sean las comparaciones y ejemplos. Esta
fué siempre la respuesta de uno de los de la comisión. (17)
Nosotros no hemos sido educados como los Anglo-americanps.
(16) Ya desgraciadamente sancionado.
(17) Gómez Sánchez no ha sabido contestar de otro modo.
43
Maquiavelo y Montesquieu están conformes en la diferencia
que hay entre un pueblo que fué esclavo y consigue la libertad,
y el libre que la perdió y la restaura. Los Anglo-americanos
fueron libres desde los principios déla colonisacion. ¿Que hi-
cieron sino perfeccionar su libertad ? Nosotros hemos sido sier-
vos, acostumbrados y bien avenidos por tres siglos á la servi-
dumbre. Entre nosotros las cautelas deben ser cien veces
mayores para no caer de nuevo en estado tan miserable y es-
• pantoso. En tiempo del general San Martin, se pensó traer
un soberano de Europa. Bolívar lo quiso ser el mismo. ¿No
lo proyectará algún otro ? No diré que La-Mar : se juzgaría
que era desafecto por el atentado cometido contra mí, Será
su succesor ó un tercero, esto es indiferente. No se neg;ará
que es mas fácil aspirar á la tiranía concediéndose ocho años de
posesión en el mando, que con solos cuatro ? ¡Cuantos jenera-
les y jefes amigos \ ¡cuantos empleados de la mayor influencia!
¡cuantas creaturas en jeneral ! La primera garantía del estado
es hacer de modo que el sistema no esté espuesto á variaciones.
Estas disposiciones se sellan con el articulo 166. „Todo
ciudadano tiene derecho de presentar peticiones al Congreso ó
al poder ejecutivo, con tal que sean suscritas individualmente.,,
¿Y por qué no se firmarán por ciento o por mil ? Porque para
ello son precisas reuniones. ¿Y en algún pueblo libre se han
prohibido las reuniones ? ¿Otros que los tiranos han impedido
que los hombres se junten ? Otros que los tiranos temen estas ,^.%
asociaciones. El señor Luna Pizarro, que por la modificación del
artículo 107 propuesta por el muy digno diputado don Estevan
Llosa protestó su voto, por no querer autorizar con su firma un
absurdo, palabras que profirió en público ; tenga entendido, que
nadie me hará variar en el concepto de que la causa única de
mi prisión es haberme opuesto á su proyecto monárquico : si él
es libre en sus opiniones, yo lo soy en las mias. Si se me im-
pide la tribuna no se me impedirá la imprenta. Cuando am-
bas cosas se me impidan, sabrán mis constituyentes, que los de-
defendí hasta donde alcanzaron mis fuerzas.
Tenia también el presidente la facultad de nombrar el de la
suprema conforme al articulo 108. Esto no solo le daba una
influencia infinita en el primer tribunal de la nación, sino que
^
44
lo hacia inviolable. Ea su ingreso nombraba uno, que sean
cuales fueren las restricciones en su autoridad, siempre es su-
perior á la de los demás vocales. ¿Pero estos todos no debían
lisonjearle ? A los cuatro años podia el presidente ser reelejido,
y elejiral que le agradase. No habia obligación de elegir en
la suprema al mismo individuo. ¿Quien no tendría aspiraciones?
Si hay tantas hoy para derrocar al fundador, al que dio la liber-
tad á la patria, al que ha hecho sacrificios inumerables desde el
año de diez. ¿Que no sería separado este? Unía el ejecutivo su
poder al judicial, y nos venamos tiránicamente gobernados se-
gún el concepto de Montesquieu.
No continuo porque era formar una crítica jeneral del pro-
yecto, lo que no corresponde á esta obra. Lo dicho conven-
cerá que el pueblo debió alarmarse con el y fijar un ojo
ift^movible sobre los autores de un código político, que si
no se creen criminales verdaderos, lo eran presuntuosos. Es-
taban en cierto modo apoyados por el ejecutivo. El presidente
La-Mar y el ministro Mariátegui públicamente y con el mayor
ardor habian manifestado el deseo que tenian de que se alijera-
sen y concluyesen las discuciones. La imprenta insultaba á
los que hacían oposición á los artículos. El jeneral La-Mar
pensó pasar en persona al Congreso para reconvenir sobre la
conclusión de la carta. Lo propuso en la mesa y le convencí
de que era un grande error : no por eso han cesado las sujest-
iones. Se puede decir que después que me separaron, el pro-
yecto apenas fué discutido. Se quería que fuese un sagrado
donde no debía tocarse. Mucho se ha conseguido con imped-
irme la asistencia ; pero yo protesto de cuanto se ha sancionado
dn mi voto á nombre de mi provincia. ¿Y que me aprovechará
la protesta ? La verdad y la justicia jamas triunfarán.
Priceba contra mi. La declaración 2 ^ de Ninavilca. Di-
go la sola declaración de Ninavilca: en ella finje, que yo le ha-
bía dicho que era preciso escarmentar á los cuarenta di-
putados que votaron por los godos, y llamar a los suplentes ; que
para el efecto, debían juntarse doscientos hombres, y tomar e\
cuartel de Santa Catalina : Que al presidente de la República
se le debía mantener para hacer frente al jeneral Bolívar : que
le apreté la mano, el día que lo condujeron preso. He afirma-
do que no hay otra declaración, porque aunque algunos reo
45
mientan mi nombre, ó son referentes al mismo Ninavilca, ó á
Elias Sánchez que no ha sido preso, ó á Delgado que confiesa
que nunca me saludó.
Datos para entrar en la cuestión de derecho. El delator
no indica mi nombre ni directa, ni indirectamente : el
coronel Jaramillo, á quien Ninavilca habló sobre la materia, pre-
guntado por don Tomas Erdrighe, si habia mentado al señor
Vidaurre, contestó, que no. Entre las cartas sorprendidas
por el teniente coronel Herrero no hay ninguna para mi. To-
das son dirijidas á esas desgraciadas jentes.
Preguntas que se me hicieron en la instructiva, ¿Si habia
dicho que con doscientos hombres se podia tomar el cuartel de
Santa Catalina ? Respondo : que el proyecto no puede ser de
Vidaurre. Formar una revolución con doscientos hombres,
habiendo diez mil sobre las armas, y teniendo la movilidad por
los mares, es una locura. Con presentarse el presidente de la
República en media de la plaza, se le hubieran unido dos mil
ciudadanos honrados con armas, en una población de sesenta
mil personas.
¿Si ofrecí jefes y oficiales ? Respondo : que no tengo el ho-
nor de que me visite ninguno. El fiscal de esta causa me
honraba en un tiempo, pero ha mucho que se retiró. (18) El
teniente coronel don Miguel de Riofrio come en mi mesa con
frecuencia, pero no parece una gran cosa para esta empresa.
Mis tertulios son unos ancianos. (19) Ninguno mejor que don
Cayetano Heredia confidente de Luna, y para quien mis puer-
tas estuvieron abientas podrá decir quienes me visitan. Siem-
pre se me halla ó leyendo, ó escribiendo.
¿Si dije era preciso escarmentar á los diputados que votaron
por los españoles ? Respondo : que no lo dije, y es la prueba,
que ahora lo digo. La inviolabilidad de las opiniones no se es-
tiende hasta aquellas que directamente se dirijen á la ruina de
la patria.
¿Si di la mano á Ninavilca el dia de su prisión, y se la apre-
pSj Desde que comenzó el Congreso fué uno de los sa-
télites del planeta contrario.
f I9j Los nornhres no se repiten por no dilatar el papel.
46
te ? Respondo que no : estuve con el señor Alvarez y salía di-
ciendo: „esta es una de las de don Simón, esta es una in-
triga ministerial : que desde que salimos del salón ya se supo,
que Ninavilca era el diputado que se reclamaba : que si le hu-
biera dado la mano, sería una seña de no ser un cómplice, pues
un acto semejante en público, no lo practica el que teme : pero
que no lo hice.
¿Si mandé llamar en alguna ocasión á Ninavilca y con quien ?
Respondo : que no me acuerdo si con respecto á algún asunto
de Congreso lo pude llamar alguna vez, pero que me inclino á que
no : que con respecto á la materia que se trata nunca lo hice
llamar. (18)
¿Si soy autor del papel titulado Aviso á los pueblos'^ Res-
pondo : que la pregunta es contraria á la ley de imprenta ;
pero que dijo francamente que no lo fui. Es la prueba que esta
instructiva contiene verdades mas fuertes. (19)
¿Si conozco á los individuos de la lista? Respondo: que
conozco a Ninavilca, que ha estado en mi casa muy pocas veces :
(20) á Muertofrio, que me habló siendo Ministro, para que se
le diese el titulo de capitán : á Huavique que me solicitó para
que me empeñase con el presidente, con el objeto de levantar
uno ó dos escuadrones en Cañete y Chincha : que la Providen-
cia que conduce mis pasos, hizo que le dijese á S. E. Compa-
dre : muchos empeños hago por la docilidad de mi carácter, pero
U, no proceda por ellos. De ningún modo conviene que se
acceda a la solicitud de Huavique, este parece un gran canalla,
hay muchos j entes de estimación en esos lugares, é irá a cometer
mil atentados. Que á Delgado puedo haberlo visto una vez,
(21) que me escribió una carta ofreciéndome quinientos hom-
bres, la que contesté diciendo, que las armas debian unirse con-
tra el jeneral Simón, que yo solo inspiraría obediencia á las le-
yes y respeto á los majistrados, que me avergonzaba, que mi
(^18J Recordando en mi memoria he afirmado, que nunca lo
hice llamar. JVo sé siquiera donde vive.
(19) Las he omitido por razones políticas en este papel.
Puede ser que me obliguen á imprimirlas en el segundo.
(20) Solo una le di asiento.
(21J Creí que era un indio que JVinavilca mandó á Tru-
jillo dofide el jeneral Simón, pero no lo es.
47
separación del Congreso hubiese dado mérito á esas efertas ; que
en el momento me restituía al cuerpo lejislativo: que en ver-
dad asi lo hice, viéndome antes con S. E. el que si no habia
informado de estos hechos, no habia procedido ni como honra-
do, ni como cristiano, ni como amigo : (22) que lo mismo hice
cuando Ninavilca me ofreció el cuartel y jente armada, (23)
Preguntado si mi salida por la barra debia ser el signo de un
tumulto para acometer á los diputados que votaron por los es-
pañoles ? Respondo : que la pregunta contiene un error nota-
ble. Mi salida fué por la injuria que me hizo Mejia. No po-
dia profetizar que me injuriaría El cargo envuelve contradic-
ción con el hecho. ¿Si en el momento que vi que el pueblo
me seguia me restituí al salón, como podía haber premeditado
un tumulto ? (24 j
Leida la sumaria pude haber resistido á la confesión. ¿Pero
que adelantarla ? Una consulta que se hubiera hecho y á que
hubieran asistido don José Cavero, don Nicolás Aranivar, don
Ignacio Ortiz Cevallos, y los tres ministros. Ya habria prece-
dido otra secreta del espiritu que anima la máquina. Nueva
dilación, nuevo desaire. Es preciso me resigne á toda clase de
humillaciones. Sufro la confesión y los careos : Catón fué acu-
sado cuarenta y dos veces con injusticia. ¿Que hombre
célebre no pasó por tan terribles combates ? Estas amar-
guras se dulcifican recordando que hoy domingo 27 de enero
hace un año que rae presenté á la frente de mis conciudadanos
(^22J En el acto se llamó al comandante Campos, al que
entregué la llave de mi escritorio, y trajo la carta y el borrador de
la contestación, *
(22) JVinaviJca en la declaración que se le ha hecho decir,
pinta el hecho del modo siguiente. Que yo pensé que el pue-
blo se hubiera sublevado el día que salí por la barra, pero que
nada se había perdido, pues yo lo tenia de mi parte. Contra-
dicción entre el cargo y la declaración. En el cargo se supone
el pueblo prevenido, en la declaración que no lo estaba.
(24) Estas son las preguntas y respuestas en lo esencial, no
precisamente en lo literal, pues no tengo el proceso á la vista.
43
para que restaurasen su libertad é independencia. Ese mismo
dia dije en público : el premio será la expatriación 6 la muerte.
En las repúblicas en razón de los servicios se aumentan los ri-
esgos que corre la seguridad personal. (25) El verdadero de-
lincuente goza protección, que se niega á la inocencia.
VALOR DE LA PRUEBA CONTRA MI.
El dicho de un reo procesado no hace prueba. [26] No
puede ser testigo el acusado. Tiene un interés en disminuir <
su crimen atribuyendo á otro el proyecto. Cree que se mino-
ra la pena creciendo el número de los delincuentes Está sindi-
cado de infamia. Todos los jurisconsultos filósofos no prue-
ban estas ideas, las asientan como principios. Yo las adelanto :
conplicando á una persona de alto carácter, presumen 6 que *
quedaran impunes á su sombra, aprovechándose de la misma
defensa que el haga ; ó que caerá sobre ella el peso de la acu-
sación como autor y cabeza del delito. Una razón mas vigorosa
se me ofrece : Si la palabra del reo fuese creida, los hombres
mas dignos se verían en continuo riesgo de perder su honor y
sus vidas. [27] Ellos tienen infinitos enemigos envidiosos de
(25j La historia de las repúblicas es la historia de la ingra-
titud. JVe se pueden unir muchos hechos en una nota. En At-
ena^j Alcibiades, Sócrates, Solón, Simón, Temistocles, Aristides,
Phocion, En Roma, Camilo, Coroliano, Druso, Craso, Lucio,
Turquino, Sicino Dentato. En Cartago, Annibal, Amilcar,
Hannon : en Venecia, en Genova, en Olanda, Bernabelet, Juan
y Cornelio Wit, Vitelio, Michelii 2. ° Tomas Fregoso, Esto
es poco : se libertó de la calumnia Washington ?
(26J Por la ley 3, tit. 7. lib. 2. ° del fuero real, no valia el
dicho del cómplice, a no ser contra el rey ó su señorío. En este
caso se reputaba por testigo. Por la ley 8. tit. 16. part. 3. ^e
previno, que debia darse tormento para que fuese creido. La ley
21. espresamentc prohibe el testimonio del cómplice en el delito.
Colon juzgado militar tomo 3, §, 488.
(27) La ley 11. tit. 1 9 part 7 ; dice que al juez que tiene
poder de condenar a muerte ó mutilación de miembros, no se le
puede acusar durante su magistratura, sino por delitos cometidos
en razón de su oficio. JVo diré que la ley se sostenga en toda su
49
su rango, otros por contrarios á sus opiniones. Esta enemistad
es mas activa en los estados nacientes : puede decirse que
por mucho tiempo dura la guerra civil y sus efectos. Era muy
fácil que el mismo juez enemigo de aquel, que queria envolver
en ruina, dictase la declaración, prometiendo la impunidad.
¡ Ah cuantas veces se ha ejecutado esto ! ¡ Ah cuantas veces
se hizo mentir contra Dios y la inocencia ! Los hechos son
tan repetidos como las pasiones abominables.
Para testificar el hombre ha de ser enteramente libre. No
debe ni temer ni esperar, ¿ Está en este caso un reo ? Su ob-
jeto es salir del lance : los medios le son indiferentes. Está
viendo la cara al magistrado que le juzga, y pretende adivinar
^sus últimos deseos para complacerlo (28).
Debe ser despreciada la palabra del criminal, y mucho mas
lo será cuando la acusación es inconciliable con la persona á
quien se imputa. No se creerá aunque lo aseguren mil ban-
didos, que uno de los compañeros fué el presidente de la re-
pública. Vigorosa la presunción en favor del que se quiere
complicar en un robo, es mucho mayor en otros casos. Entre
ellos, si un hombre de grande importancia en un estado, de
destinos eminentes, de estenso concepto se calumnia por correo
de ladrones, canallas, beses del pueblo, para formar una revolu-
ción, que no le puede traer ningún provecho ni engrandecimi-
ento, y si la ruina de su opinión, de su fortuna, de su casa, de
su familia. [29] Hágase el cotejo entre los delincuentes que
han confesado su crimen, y el hombre que escribe su propria
defensa.
estencion : pero si, que en caso de ser acusado se examinen con
mucho escrúpulo los fundamentos de lá acusación.
(28) Beccaria sobre testigos.
(29) Cuando separaron al general La-Mar de la junta se, dijo y
que había escrito á ios españoles para entregarles el Perú : ¿ Como
hubiera clamado j si se le hubiese seguido por esas cartas no recono-
cidas j ó por rumores un proceso ? Hoy declaran los criminales que
está comprometido en este tumulto, contra los cuarenta, lo mismo que
yo ? ¿ Por qué no está preso y se le ha tomado su confesión ? ¿ Qwe
justicia es la que se distribuye ? JYo hay igualdad anie la ley.
7
50
¿ Quien es Vidaurre ? En el antiguo sistema correspondia á
una casa ilustre. Educado en el convictorio de S. Carlos,
donde por entonces solo era admitida la primera nobleza. Por
el trastorno de sus bienes fue abogado, y en esta profesión, se
distinguió y enriqueció. Oidor del rey de España desde el
año de diez, renunció las distinciones monárquicas para unirse
á sus conciudadanos. Fundador de la Corte Superior de Tru-
jillo, y de la Suprema de la república, ministro plenipotenciario
de la grande asamblea americana, ministro de Estado por ha-
ber dado la libertad á su patria ; es decir un individuo, que
desde que nació hasta el dia, jamas tuvo ni pudo tener contac-
to, relación, estreches, amistad, confianza, sino con personas de
su clase, dignidad y empleos. ¿ Quienes son los delincuentes ? ^
negros, chinos, cholos, pulperos, toreros, ladrones de caminos,
infelices que no despreciaría nunca ; pero que ellos mismos no
se atreverían á acercarse al que veian en una gerarquia tan
elevada, ¿ Quién es Vidaurre por sus talentos ? Contesten
sus obras públicas ; animese la tribuna para dar la respuesta ;
óiganse á sus mismos enemigos. Ningún proyecto, que no sea
muy grande, muy racional y seguro podrá creerse del que á
sus luces naturales, a su continuo estudio, á sus viajes en Ame-
rica y en Europa, comunicando con los hombres mas sabios,
une la experiencia de la vejes. El designio según se refiere,
es mas una locura, que un tumulto ó revelion. Apoderarse de
uno ó dos cuarteles, y dejar al ejecutivo en el ejercicio de sus
funciones es un ente de razón : he dicho mal, es la cuadratura
del circulo en lo político. ¡ Será este el plan del que tiene á
Maquiavelo en la memoria, y sabe mas que él en esa ciencia
por los inumerables escritos posteriores que se han publicado y
ha leido ? Un solo capítulo de ese autor reúne los riesgos que
se corren en las conspiraciones y obliga á huir de ellas. Cada
uno de estos raciocinios es de mas peso, que cien testigos y
documentos. Los testigos se compran, los documentos se fal-
sifican ; los convencimientos no son sólidos, sino se fundan en
verdades que nadie se atreva á negar.
Se precipita el hombre á empresas temerarias, cuando la
indigencia le estimula, cuando espera variar de suerte, cuando
los modos ordinarios y justos no tiene la posibilidad de ad-
51
quirir bienes. Un ambicioso alguna vez sedujo al pueblo para
elevarse a la primera dignidad. Ni en el uno ni el otro caso
se hallaron en el rol los viejos. Procuran estos la tranquilidad
en sus últimos dias, y no aman los peligros. Vidaurre con
una renta de seis rail pesos, presidente de la Suprema, sin
asenso en su carrera, con una palacio preciosamente montado,
con cincuenta y cuatro años, con una enfermedad que será sin
duda la que lo conduzca al sepulcro, si no se anticipa la sen-
tencia contra Sócrates y Jesu Cristo ; no pudo meditar un mo-
vimiento, cuyo in y le baria perder sin fruto su plaza, sus
comodidades, su quietud. ¡ Cuanto avergüenza tener que hablar
mucho y con elogio de si mismo ! Vidaurre según sus escritos
^es un filósofo, que invierte su tiempo en escribir para ilustrar la
nación ! La filosofía jamas se convino con la guerra civil, ni la
anarquía. \
Honrado como pocos, jamas fué traidor á las autoridades que
reconoció. Amante del hombre y de la libertad, escribía desde
que era oidor del Cuzco, sobre nuestros derechos sagrados.
Queria que la España gobernase con arreglo a principios con-
stitucionales, pero sin proteger la independencia. Le hablaban
los patriotas con confianza ecsesiva, sin temer que los delatase.
Lloraba en secreto, cuando perdiamos una acción, y apenas
podia disimular la tristeza. Veia con enfado á los sanguinarios
codiciosos, insultantes españoles. Sus papeles eran antorchas,
que incendiaban y alumbraban. Le tenia ese gobierno por el
primero de los insurgentes. No lo era, queriendo serlo ; como
magistrado juré, decia, ser leal al rey, no quebranto el jura-
mento. Las reflexiones de los Jesuítas casuistas no lo conven-
cían contra sus sentimientos de honor y religión. Un jesuíta
nunca tuvo buena moral. Hoy se figuraría insurgente muy
antiguo, para merecer el titulo de fundador de la libertad : no
aspira á lo que no es acreedor. Horroriza oir á muchos en
cuyos dedos está pegada aún la sangre de sus hermanos, que se
atrevan á vanagloriarse de corresponder á los mártires y confe-
sores de nuestra libertad. ¿ Si no hizo traición el que repre-
senta, á un gobierno opresor, injusto, abominable, queria tras-
tornar el que ama ? Queria convulcionar un cuerpo político,
que puede decir hijo suyo ? ¡ Testimonio público, tu favoreces
52
la inocencia ! Por mi La-Mar es presidente, el Congreso dic-
ta leyes, la patria tiene libertad. No soy Pausanias para
defenderla hoy y venderla mañana.
No se tenga por una contradicción decir, que los viejos no se
arriesgan, y alegar un hecho en estremo comprometido, cu?l
fué echar á tierra la tiranía. Una pasión noble, una pasión
gloriosa, una pasión heroyca hace al anciano rejuvenecer, y
que su sangre helada se encienda y corra á borbollones del cora- ^
zon por arterias y venas. El amor a la immortalidad y á la
patria, iguala la juventud de Conde y la vejes de Vülars. No
asi las insurrecciones descabelladas, propias de un juvenil ato-
londramiento. Estas son guerras de Petit-Maitres, y de la
honda, si son entre señores. Si se dirijen por la plebe, son(
proyectos de hambrientos y desnudos. Vidaurre ha dicho con
repetición, que ni queria ascender ni bajar. La presidencia de
la república se le ofreció el veintiséis de enero, y lo que hizo
fué rogar al mariscal Sta. Cruz para que no abandonase el
mando. No amará la república, su honor, ni su persona, el
ciudadano no militar, que pretenda el gobierno. Juguete de
los enemigos exteriores, ludibrio de los jefes del estado, sin
respetabilidad ni fuerza, un dia será el de la elevación, al otro
seguirá la caida. Pocos de mas talento, mas activos, de mas
recursos, de mejor previsión, que don José de la Riva Agüero.
No habia sido militar, el fué sorprendido en su misma casa.
¡ Qué triste papel se representa, ocupando el solio, después un
calaboza ! La historia no tiene excepciones : la historia es la
base de la politica de Vidaurre, para su patria y para consigo.
He fflfblado con tanta imparcialidad, que me olvidé que
estaba tratando de mi mismo. El proceso se ha leido.
(30) i Alguno de Usias se hubiera avanzado á mandarme
poner en captura? ¿hacerme conducir preso como un saltea-
dor al medio dia el primero de pascua ? Mucho menos debia
hacerlo el jeneral La-Mar. El era el testigo mas solemne de
mi inocencia : me ofrece el cuaírtel y tropas Ninavilca ; en el
momento le doy cuenta. Se me escribe del modo mas decisi-
vo, preparando una revolución en mi favor, en la misma hora
(30) Se Jwhla como ha de ser.
\
53
le enseño la carta y la respuesta {31) ¡Qué conjurado es
este ! Que táctica tan estraña y desconocida. Se que se ha
arrojado la maledicencia á vociferar, que di estos pasos para
adormecerlo y descuidarlo. Los ministeriales lo agravian. Es
suponerlo un imbécil indigno del mando. El que gobierna
, nunca pierde noticias de esta clase. Desde el acto en que me
oyó, debia doblar la vigilancia, inquirir, indagar, no dormir es-
- perando un movimiento desordenado. Hay hombres que pue-
den turbar la tranquilidad pública ? Pues reposó sin temor.
¡Triste consecuencia ! propria de un malvado, que después de
haber hecho que se cometa la mayor de las tropelías contra el
presidente de la Corte Suprema, contra la segunda autoridad
^ de la república, se aterroriza con la inmensa responsabilidad.
Para poner en prisión a un individuo, se atiende á su cali-
dad, á su conducta, á sus rentas, á sus relaciones. (32) La
cárcel no es una pena, es una prevención para que el reo no
huya, y deje burlada la justicia pública. En las naciones libres
Jos acusados permanecen en sus casas bajo de fianza. Esto
. trae su orijen de las repúblicas antiguas. [33] Aun en las
monarquías para capturar á un noble, se requerían tales pruebas,
cuales serian bastantes para pronunciar la sentencia condemna-
toria. Dos razones habian para esta práctica. El honor que
obligaba al noble á no desamparar el juicio, dando motivo á que
se le declarase criminal ; y los bienes que se presumía poseia
en el estado. En los gobiernos democráticos representativos,
donde la soberanía está en el pueblo, debe ser mayor la fran-
queza. Aunque el delincuente huya, el crimen no queda im-
pune. Pierde derechos de inestimable precio, quelollemejan
á los reyes y emperadores. Pierde la patria ; y solo tiene
patria el que pertenece á un estado popular. Pierde su familia,
cadenas que aprisionan raas que los muros y calabozos. Pierde
(31) JVo ha querido eljeneral La-Mar absolver las citas : según
regla de derecho ^ esto equivale a una confesión. Regla 23 en las par-
tidas. JVó siempre otorga el que cay a : pero es cierto no niega lo
que oye.
(32) Leyes del tit. 3. ® lih. 48 del Dijesto.
(^33 j Grecia y Roma.
54
la acción á todos los destinos, que en un sistema racional se
concede á la virtud y el mérito. (34)
El juez también atiende á la pena que se impondrá en el fin
de la causa. Siempre que no corresponde la de muerte, no
hay fundamento para la prisión. Entiéndase de las personas»
circunstanciadas de quienes estoy tratando. La fuga no haría
sino anticipar la sentencia y su ejecución. No quedaba el de-
lito sin castigo. Sufría el agresor el supremo de Roma. Esa
pena que contempla el ingles mas grave é ignominiosa que el
cadalso. Si se acompañaran citas á estos renglones no basta-
rían muchos volúmenes. Cuanto repito es el núcleo de lo que
pensaron y escribieron filósofos é ilustres majistrados. (35)
El crimen según es patent eno fué consumado fué incoado ; se (
estaba previniendo un tumulto, y se procuraba reunir alguna gente
para verificarlo. No corresponde el último suplicio. Si el minis-
terio no hubiese desobedecido por tres veces al Congreso, que
ha determinado se impriman las bases del código criminal, tra-
bajado por mi, tendría la gloría de citar axiomas ya aprobados
por el cuerpo lejislatívo. Para que la pena sea proporcionada,
son dos los datos : la razón del delincuente, y el mal que resul-
ta á la sociedad. Cuanto se disminuye la razón, ó se dismi-
nuye el mal, tanto decrece la pena. Como el mal nunca será
el mismo en lo no ejecutado, que en lo que se realizó ; la le-
jislacion seria bárbara, que no diferenciase los castigos. No
son nestras leyes las de los Dracones, ni las del Deuteronomio.
Aqui el crimen se hallaba en su primeros pasos, y un destierro
seria la consecuencia contra los reos convictos y confesos.
Si no'liabrá audaz ni ignorante que ose combatir estas ver-
dades, ecsijo que se me manifiesten las firmas de los que ases-
oran al jeneral lia-Mar para que pusiese preso 'é incomunicado
al presidente de la corte suprema (36). Quiero que declara-
(34) Perdía aquellos en que estaba en posesión.
(35) Fhilangieri tom. 3. ® p. 2. cap. 6.
(36) JVo es posible que un hombre honrado aumente en mtt-
ferias de tanta gravedad. En la cárcel de la inquisición he
sido tratado por el comandante Herreros con decoro, aprecio y
alhago. JVo he tenido otra privación, que la de no estar en mi
55
sen todos los reos contra mi. Ya se ha demostrado que por la
declaración de uno ó muchos delincuentes no puede ser sentenci-
ado un ciudadano. Conteste un ritalicio en compañía de un godo:
conteste un infame aspirante á la presidencia que se me conce-
do como un premio k mi patriotismo ; conteste un malsin que
soló sabe escribir comunicados infames como él ; digan sies cier-
to que las leyes han determinado que no se crea al correo ;
pero en los delitos de magestad las pruebas son privilegiadas.
Miserables, distinguid la magestad de un tirano, de la magestad
de un pueblo libre. Este no tiene pruebas privilegiadas, las
detesta. Por el contrario cuanto mayor sea el delito, mas cir-
cunspection, mas exactitud se ecsije en el juez, y mayores justi-
^ficativos para condenar. El hombre se presume justo. Sien-
do enorme el crimen, es difícil concebirse que lo ha cometido.
Hay que superar los riesgos, el temor de los fuertes castigos, la
pérdida de las propiedades, la separación de los objetos mas
amados. Criminalistas y legisladores antiguos fueron unos bár-
baros : nuestro siglo es de la filosofía. La carta que nos rije aun,
ha sancionado, que corran por ahora los códigos anteriores, en
cuanto no se opongan á nuestros principios (37. Nada mas
chocante á ellos que las pruebas privilegiadas. (38)
casa» T^isiias de innumerables amigos, una mesa delicada, bu-
enos libros, y una conciencia pura, me han hecho gozar todos
los placeres jisicos y morales de que es capaz un racional,
(37) Art. 121.
(3Q) Confidentes se llamaron los individuos que prepara-
ban alguna conjuración, Fidus secreti conscius. Merecian la
confianza que es la seguridad y esperanza firme que se tiene en
alguna persona. Se tomaban todos los medios propios para
que ninguno faltase á la fidelidad : como el juramento se tuvo
siempre por el vinculo mas sagrado se usó de él ; de alli vino el
nombre de conjurado ; esto es jurar mutuamente. Para este
juramento se usaron muchas veces ritos espantosos y en alguno
intervino la sangre humana. Son estas cosas no reservadas a
los sabios, sino que están al alcance de las gentes mas comunes.
JVingun negocio grande se confia sino a un intimo amigo. ¿Lo
he sido yo de JVinavilca ? ¿Podia serlo del ladrón de caminos
y asesino Sánchez? ellos no se atreverán a decirlo y el publico
56
Reflecsionemos : ¿era natural que el denunciante que no me
conoce, ni tiene motivos de afecto silenciase una parte la mas
interesante cual era mi nombre ? ¿Era posible que se ocultase
Jo mismo que habia de animar á la empresa ? Invitó al coronel
Jaramillo, no debia comenzarse manifestándole mi consentimi-
ento, para que pudiese contar con una persona de carácter en
la sedición ? No se hizo porque era fácil al coronel preguntár-
melo, y desengañarse de la mentira. (39)
He escrito de un modo filosófico sobre el valor, que puede
tener el dicho de un cómplice. Aunque hacen muchos años,
que he renunciado á los tratadistas de aquellos siglos en que
no se conocian los derechos del hombre, me ha parecido opor-
tuno el consultarlos. Admírense los buenos ciudadanos de sus
doctrinas. ¡Cuanto distan del modo con que se ha procedido
contra mi ! Muchos juzgan que el testimonio debia ser repelido.
Los mas rigurosos que únicamente daba mérito para indagar
(40) en los delitos ecseptuados ó privilegiados. Afirman que
el dicho no ha de recibirse como de un testigo, sino como de un
denunciador. No puede ser testigo porque en el acto de con-
fesar el crimen es infame y vil (41) : ellos mismos enseñan, que
sabe lo contrario. Jamás tomaron en mi casa un bazo de agua ;
ignoro cual sea la de ellos : la única ocasión en que pudo mani-
festame JVinavilca su gratitud, que fue cuando se trató en el
congreso de mis sueldos, votó contra mi. Juez en la causa
que se le siguió, y en que fué sentenciado á muerte en el gobier-
no del terror, conocí por ella que no solo era incapaz de un
secreto, sino propenso h toda clase de mentira : el hábia com-
prometido personas que lo beneficiaron y otras muy respetables.
Si yo nohabia perdido eljuicio^ no era posible que trotase de
lina conjuración con un hombre en quien ninguno debia confiar,
y a quien en toda mi vidaapenas habia hablado seis veces.
(39 j Los reos dicen que Elias Sánchez les aseguró que tra-
taba conmigo. ¿Este indio casesino y actual ladrón de aminotes
Se le creeria aunque dijese que habia tratado conmigo ? /
(40) Ludovico Peguera en su tratado criminal cap. 5 per
totum.
(41) Ley 8. tit. 16. p. 3.
57
si el individuo es de buena opinión la confesión del reo debe
ser despreciada en esa parte, como si ñola hubiera hecho (42).
Para indagar han de concurrir otros indicios, no indicio en sin-
gular. Aqui entra la esplicacion que hace un autor moderno
de los indicios. Es preciso que sean separados los unos de los
oíros; que no comprueben una misma cosa. En este caso
solo componen un indicio (43)*
Ninavilca aun en el sistema español solo sería admitido como
• un denunciador vil é infame. Si no habian indicios contra mi,
como no los hay ; si mi opinión es buena cual no puede ser
mejor ; si no ecsiste otra clase de prueba, el juez fiscal (44)
debia haber procedido como si no hubiera oido mi nombre,
como si no fuese citado por el delincuente. En el sistema
liberal, se ha procedido cual no se hubiera hecho en la obscura
época de la tiranía (45). No es de admirar : se me preguntó
en mi instructiva si había sido autor del papel titulado Aviso á los
(42) Autor citado núm, 31.
(43) Filangieri, cañones de judicatura por pruebas de indicios.
(44) Era don Anselmo Quiros.
45 Reconvenindo verbalmente por mi el fiscal Quiros {dia 25)
¿como por una declaración de un reo se me habia puesto preso ? Dijo
que según a ordenanza se debia prender al todo el que se hallaba in-
dicado. Se refirió á Colon, como si hubiese libro para mi estrado.
Lo que dice el número 733 es como sigue ,y Sucede muchas veces qu ¿
haciendo un proceso contra un reo, creyendo ser solo el agresor de un
delito, resultan luego otros cómplices. En este caso se les asegura en
el calabozo, haciendo constar por una diligencia, puesta al pie de la
declaración que les descubre del modo siguiente — Dice una declara-
ción pero no declaración del reo. Si lo dijese procederia contra dicto-
rio. Al num. 588, habia escrito ser invalido el testimonio del cóm-
plice. Adviértase también que habla de soldados, no de ciudadanos
particulares : no del presidente de una coHe suprema, en cuyo favor
hay una fuerte presunción, que solo puede superarse por testimonios
muy auténticos — ¿ Y si su conciencia lo impelia á prender por una
ligera indicación, por que no ocurrió al Congreso para que desaforase
al general La-Mar cuyo fuero es igual al mió ? no podia ser : el
señor Quiros aun siendo diputado tenia el hojwi^ de sentarse en la Ca-
tedral a sus espaldas.
58
'pueblos (46). No habiendo acusación ni testigo que hablase de
este asunto se conoce que el fiscal trataba de criminalizarme.
Este hecho solo hace sospechosa la actuación. Es de creer
que hubo influjo para la declaración de Ninavilca contraria á la
primera con dos dias de posterioridad (47). El hermano de
Mariátegui fué también á dormir al cuartel de policia después
de comenzada la causa (48). ¡Que fácil es la seducción de
parte de un enemigo que tiene hoy mucho poder !
Pero permitamos por un momento, y nada mas que Ninavilca *
no quedase en la clase de denunciador, sino que pasase á la de
testigo ; personerías que no puede tener á un mismo tiempo, ¿se
me podía haber tomado confesión no habiendo contra mí otro
testimonio que el suyo ? (49) Es la doctrina tan común que se
halla en la curia Filípica, y un moderno la cita como un princi-
pio de práctica incuestionable. (50) „Para que el juez pueda
recibir la confesión aun reo sobre un delito ó varios, es necesa-
rio haya contra él una semi-plena probanza de^haberlo cometi-
do ; bien sea de un testigo de vista 6 ciencia cierta mayor de to-
da escepcion, bien de indicios equivalentes, ¿Se reputará á
Ninavilca testigo mayor de toda escepcion ? Aun cuando lo se-
parásemos de la causa no. lo era por ser indio ; propensos á la
mentira y al robólos de su linaje. El señor Solorzano creía, que
eran menester siete en todo conformes para que valiesen por un
testigo. Desde la antigua dinastía de los Incas se conoció la
inclinación violenta á esos vicios. Asi es que la ley ordenaba
se saludasen. J^o mentirás, no robaras^ como nosotros deci-
mos : tenga U. buenos dias=ténga los U, muy buenos.
5i el dicho de Ninavilca no servia como testimonio legal, tam-
(46) El señor Q^uiros tan ecsacto en la ordenanza como
olvidó que las preguntas en la instructiva han de sugetarse rigu-
rosamente ñ lo que consta de los autos ? Formulario num. 556.
(41 ) Don Anselmo fué cuando diputado, inseparable del
banco de Luna Bizarro, lo habla de tu y es paisano arequipeño.
(^48 J Un hermano de Mariátegui ha estado diciendo püblic/i-
mente que mi causa está muy mala, que el delito es probado.
(49) Ya se ha dicho que los reos se refieren á Sánchez á
Delgado y al mismo JVinavilca.
(50) Gutierres pract. crim. cap. 7. núm. 14. tom.S. °
59
poco como acusación. No pueden acusar ni el infame ni el cóm-
plice del delito (51). Aun en los códigos antiguos escritos con san-
gre y en los cuales la buena razón tuvo una parte muy pequeña, la
pena del Talion fué generalmente admitida : en España desde
el rey Egica (52) el falso calumniante era castigado con ella y
mas las costas del proceso (53). Por un auto acordado se dis-
puso que las penas contra falsos delatores y testigos se impon-
gan rigorosamente, no suspendiéndolas ni moderándolas bajo
de ningún pretesto (54). Se conocian los grandes males que
causaban estos insectos viperinos. El criminal que complica
á otro no teme las fuertes resultas de la calumnia. No se le
han de imponer dos penas, porque no tiene dos cuerpos ni dos
vidas. En el año de 272 el papa Félix 1. *^ dictó este canon :
no siendo legitimo acusador no se le moleste al acusado.
Gregorio decreta : (^55j al acusado no se le promueva sin que
se conosca a lo menos sumariamente de la justicia de la acusa-
don. A NinaviJca se le admitió como acusador, testigo y reo.
; Siglo filosófico ruborisate con causa mas horrible que laque se
siguió contra el miserable Calas !
Pero se atreve el fiscal Quiros á decirme el dia que me pren-
dieron. Está V. sumamente envuelto^ es dificil que se desen-
rede. Le respondí : como el sol deshace las nubes, asi desharé
la calumnia. Le reconvine el dia que rae tomó la instructiva,
al oir las frivolas preguntas que me hacia. No pudo contestar-
me sino medias palabras. Su maestro Luna Pizarro no lo ha-
bla instruido para este caso. ¿Porque se le trajo del Callao
donde ya estaba para embarcarse y cumplir con el objeto de su
separación del congreso ? fué, porque era lo mismoque si Luna
Pizarro fuese el fiscal de la causa ; fué porque era un joven que
desde la tribuna despedía rayos y centellas.
Eran de opinión los jurisconsultos antiguos, esos bárbaros le-
guleyos, que en los delitos atrocísimos podian admitirse por tes-
tigos los socios del crimen. Ecsigian sin embargo dos requi-
(51 J Le 2. tit. l.o p. 1.
(52) Ley 2. tit. 1' ° lib. 6. del fuero juzgo.
(53) Ley 5. tit. 13 lib. de las R.
(54) ^iuto acordado único tit. 17. lib. 8.
65) Cap. 4. de la Ds.
60
sitos. Primero : que no se pudiese probar de otro modo. Se-
gundo : que se adminiculase con indicios. Entre nosotros ab-
solutamente pueden ser admitidos. He dicho que el tormento
es prohibido sin el cual la ley de partida no les daba crédito.
Hay otra razón mas decisiva. Ningún reo puede ser juramen-
tado, y no valiendo el dicho de un testigo sin juramento, por
consiguiente no es testigo.
El delito que resulta del proceso, no puede colocarse entre
los atrocisimos. Atrocisimo es lo fiero, cruel, inhumano en <
grado superlativo. El objeto de los delincuentes fué separar
del congreso á los diputados, que publicamente se declararon
en favor de los españoles. El zelo mal entendido produjo la
culpa. Falta la primera calidad que proponian los tratadistas
antiguos. No concurria la segunda. El delito no era de aquel- *
los cuya prueba era estrechamente limitada á la palabra de los
correos. Podian haber documentos, cartas, planes, arm^s y
peltrechos acopiajdos, testigos que hubiesen sabido de las reu-
niones, personas á quienes hubiesen hablado y no consentido
en el proyecto. El mismo proceso justifica mi opinión. En
él se hallan diversas cartas remitidas, y mi contestación á una
áe ellas ; luego no siendo el delito atrocisimo, ni de aquellos
que se hacen improbables sino se oye á los cómplices, lo decla-
rado por estos, de ningún modo puede perjudica ni á ellos mis-
mos, y mucho menos á los sugetos cuya conducta acrisolada
repele la absurda idea de asociación con esa clase de gentes.
¡Cual era la espectacion del pueblo el dia que me prendieron !
La hora, el modo, la persona todo hacia creer que el delito era
de alta traición, y tales las pruebas que se me debería reputar
por perfectamente convicto. Amigos me han asegurado que
creyeron verme en el patibulo á las 48 horas. Mi desolada
familia se mantuvo en esa persuasión : yo rnismo dije, mi fin
vá hacer el de Berindoaga. Los diputados de mi banco en-
mudecieron, sobre todo, al oir la nota del ministro de estado en
que me hacia el honor de rotularme, principal factor del crimen,
Un sueño en que se representaron objetos los mas ingratos parja
afligir, angustiar, oprimir, atormentar ; pero un sueño, que no
dejo en la mañana ni vestijios de las feas y pavorosas imágenes.
Nada mas hay en el proceso, que la declaración tal vez violen-
tada de Ninavilca, que no hace fé, porque es un hombre de
61
perversas costumbres, porque es reo en la causa, porque no se
le ha dado tormento, porque no ha jurado, y porque el delito
aun no es de aquellos que llamaban privilegiados nuestros igno-
rantes abuelos. ¿Que se contestará á la América y á la Euro-
pa sobre la justa reconvención que harán los papeles públicos,
i preguntando que si esta es la justicia que se administra en los
/ pueblos libres ? Difícilmente Constantinopla presentará un
egemplo.
* Como todo tirano carece de tranquilidad, no permite que la
gozen otros. A todos teme y de todos es temido. A las con-
juraciones y tumultos muchas veces le dá ecsistencia su ajitada
imaginación. Forman ejércitos, asaltos, combates a su solas,
y preguntan sobre ello á sus aduladores cortesanos. Les con-
testan con historietas y mentiras forjadas para complacer. Per-
sigue, inquieta, captura, y á fuerza de imprudentes cautelas el
mismo anima los fantasmas. Un pueblo que sabe se le teme y
que se sospecha de su fidelidad, desprecia, insulta, y al fin se
arma. Nada es bastante para contenerlo : él vence al tirano,
aunque rara vez á la tiranía. En los gobiernos libres, disfru-
tan de tranquilidad los que mandan y obedecen. Unos y otros
solo temen á la ley. Nadie se subleva, porque a nadie se per-
sigue. Pero si en un estado democrático se hayan los vicios
que distinguen el despótico, es preciso asegurar que se disolve-
rá prontamente. Cosa alguna puede permanecer con cualidad-
es que contradicen su sustancia. ¿Los funcionarios públicos
confian hoy en los ciudadanos ? ¿ No temen los ciuda-
danos los abusos del poder en los funcionarios públicos?
la contestación de estas dos preguntas, será la que resuelva el
problema de nuestra felicidad, y de la continuación pacifica en
el sistema que hemos adoptado.
¿ Cual es el resultado de mi prisión ? Que el estado se con-
vence de que no es feliz. No puede serlo, donde el ciudada-
no no descansa tranquilo en el testimonio de su conciencia, y
bajo el amparo de la ley. (56) No es feliz, donde juzga que
la calumnia valdrá mas que la inocencia. No es feliz donde
el ministerio puede hallar camino á la venganza para concluir
con el hdior y fama de los hombres distinguidos. ¿ Quien
(56) Articulo 121,
62
dormirá en sosiego con el pensamiento, esta noche puedo verme
en un calabozo^ si aun ladrón se indica mi nombre para que diga
que soy uno de sus compañeros'? ¡ Cual es nuestro actual esta-
do de desgracia ! Recargados de contribuciones, con una
administración de justicia mas desacreditada que la de los es-
pañoles ; un enemigo al sur, otro al norte, disponiendo sus
exércitos, para caer sobre nosotros con el ímpetu de los mares,
cuando rompen los diques que les señala la naturaleza ; una
sociedad dividida en cinco partidos bien pronunciados ; un con- <
greso donde el español tiene muchos votos ; un ministerio ob-
jeto del odio y del desprecio ; un erario exausto por las ineptas
manos que lo gobiernan ; un presidente diestro en la campaña,
desgraciado por los que se le asocian en el gabinete. Desola-
ción, ruina, espanto, servidumbre ; esto temo y esto temerá
todo hombre que ame verdaderamente á su patria. ¡ Dios
eterno, consúmeme antes que presencie tantos males ! No es
mi proceso el que me interesa, es el proceso de la república
peruana. En época tan espantosa tengo sed de la Cicuta ;
imitar quiero á Phocion.
Moriré : pero no infamado. He de oprimir á mis enemigos
con el torrente de mis razones. En una carta de D'Aguesseau
de quince de agosto de 1728, aconseja que de ningún modo se
proceda por las denuncias, sin examinar el carácter y faculta-
des del que las hace : que obrar con lijeresa en estas materias
es esponerse á una grande responsabilidad. (57) Una boca
de piedra usando de la espresion de Montesquieu abierta para
toda clase de delatores, como se observaba en Venecia, sería
el signo manifiesto de la tiranía. No habiendo prevención era
difícil que se precipitasen al enorme atentado de ponerme pre-
so, y en incomunicación por trece dias. No hay contra mí
mas en el proceso, que lo que declaró un indio torpe, abomina-
ble, cuyos crímenes se cubrieron por el mal que hizo á los
españoles. Este es Ninavilca. ¿ Quien desmentirá la descrip-
ción que hago de él ? No me acuso en la primera declaración,
y
(57) La ley 21 tit. 1. ° p. 7. Denuncias solo serán ad-
mitidas^ si el juez conoce que el denunciador es de buena opinión,
y si su dicho se apoya en la voz publica.
w
63
no en la secunda : (58) en una y otra niega cuanto se le pre-
gunta. Fué en una tercera. ¿ En una tercera ? ¿ Quien da-
ría impulso á su palabra ? Una ley habia determinado, que la
declaración segunda contraria á la primera se tuviese por de
ningún valor. Con justicia : el individuo podia haber variado
por coacción, seducción, temor, promesas. No es esta la
única causa : era un perjuro por su anterior dicho : como in-
fame no merecia crédito en el siguiente. Hoy no hay juramen-
* to ; pero queda el delito de falsedad, y la infamia de la mentira.
¿ Y esta es la prueba para aprisionar á un republicano respeta-
ble ? ¿ Es esta la seguridad que se goza en un sistema libre ?
¿ Es nuestra situación mas dichosa que en tiempo de los espa-
ñoles ? En la revolución del Cuzco del año de catorce se les
pusieron grillos á todos los ministros de la Audiencia. A mi
se me exceptúa, y se me elije presidente de la junta tuitiva.
Corrian por toda la América manuscritos míos, en los que ilus-
traba al pueblo en sus derechos. Habia escrito al virey, que
los cuzqueños no eran insurgentes, si los mandones y jueces
despotas y venales. ¡ Que cúmulo de cosas concurrian contra
raí ! Se me forma un voluminoso proceso, pero durante él,
asisto á besamanos y funciones de etiqueta. Se me recibe con
decoro, y se me guardan todos mis fueros. Esto se hacia con
un oidor. Siendo muy joven se me seguió una causa en la
inquisición. Este tribunal tenia la vista muy fija sobre los
hombres que se distinguian de algún modo. Duró tres años,
sin que se tocase mi persona. El gobierno español y la inqui-
sición respetaron mas á un oidor y á un abogado, que el actual
gobierno al presidente de la corte suprema. ¿ Cual es la su-
erte hoy del que iguala al del consejo de Castilla ? Carearlo
por un simple dicho con la última canalla, conducirlo de un
cuartel á una cárcel, no tener por bastante su palabra para po-
nerlo en soltura. ¡ Estremeceos autoridades ! la ilusión es
(58) Cuando se me ha leído el proceso, solo aparacen dos
declaraciones. En la segunda en que me calumnia dice : mis
anteriores .declaraciones. Luego fueron mas de una, ¿ Y don-
de están ? ^ Serían verbales, y no se escribieron porque no conve-
nia, JVinguna tiene valor conforme a la ley 30 tit. 16.
J>.3.
64
concluida : presto se pasará del desprecio á la insubordinación :
nada de esto se medita.
Desatendible el dicho del indio montonero por su clase, lo
era mucho mas por la inverisimilitud que contenían sus pala-
bras. Reunir doscientos hombres para formar una revolución.
¿ Una revolución con doscientos hombres en una república que
tiene diez mil sobre las armas, y con la movilidad que le dan
los buques ? Doscientos hombres en una población de setenta
mil, que con ponerse el presidente en el medio de la gran plaza
se le reunirían dos mil ciudadanos virtuosos, honrados, amantes
del orden, y capaces del manejo de las armas. ¿ Este es el
plan que dio Vidaurre ? No puede ser de Vidaurre dirá la
muger, el niño, el idiota. No puede ser; dirán los mismos
que desde los balcones han reido al verme conducir preso. Lo
dirá también el calumniante. [59]
(59) La ley 10, tit, 16,^. 3, no puede ser testigo el preso.
Ya he dichoj que el solo dice lo que le agrada el juez. Esta
causa y mi alegación será muy útil para lo futuro : puede enseñar
mucho á los magistrados. Delgado (uno de los reos principales,
el que me escribió la carta) en el momento que fue preso dijo, que
era una injusticia haberme capturado, que estaba inocente, que á
él lo habian engañado diciendole, que yo había entrado en la re-
volución, que por eso me escribió y se desengañó con mi contes-
tación. Testigos de esto fueron el capitán Gallegos que lo con'
dujo, el comandante de policía Campos, y otros muchos. Se le
tomó su instructiva pasadas las horas señaladas por la constitu-
ción. Confesó los hechos principales. Después aparece una
carta escrita á Mariategui, en que le dice que no hay duda que yo
induje ci la revolución a Sánchez y JVinavilca. ¿ Y como lo sabe
y afirma, cuando él mismo confiesa que jamas me saludó ? ¿ Como
se conviene con haber reconocido su carta y no negado la respues-
ta ? Se ha querido alucinar incautos, para los que basta que se
señale un nombre. Alerta diputadas, que en esa carta ya se
acusan a varios. Esta causa tiene mucho de la historia de Car-
los Magno, el jigante Fierabrás, los doce pares de Francia.
Se supone que quince hombres vestidos de blanco vinieron h aco-
meter la ciudad. ¡ La ciudad de Lima acometida por quince
hombres ! ¿ Contaban con los que estaban adentro ?- ¿ Quie-
65
Según lo espuesto. ¿Cual ha sido el fundamento de mi
prisión ? Para responder dignamente, necesito recorrer aunque
á la ligera muchos hechos anteriores. En el momento que di
libertad á nú patria, todo mi conato fué, que el Congreso se
friese el veinte de mayo en que cumplia cincuenta y cuatro
años de edad. Queria solemnizar mi natal, con la función mas
gloriosa que se vio en el Perú. Iba á ser el primer Congreso
legitimo, compuesto de representantes, libremente elegidos por
los pueblos. Escribo un discurso probando, que ningún minis-
tro debia ser elegido diputado. Como esto no separase á mis
conciudadanos del entusiasmo en mi favor, y firmemente per-
suadido, que la mayoría de la nación estaba contra el toleran-
^ tismo, escribí sosteniendo esta cuestión política, de un modo
que no podia ser agradable. Nada bastó : entro en el Congre-
so para sufrir los dias mas amargos de mi vida.
La manzana de la discordia era la elección de presidente de
la república. Me pongo en el jeneral Sta. Cruz, porque crei
de muy buena fe, que era el hombre que mantendria la unión :
me estremezco cuando preveo los estragos de la anarquía.
Convencido por muchas cartas del jeneral La-Mar, y aun por
conversaciones privadas, que no admitiría el destino, oía con
desagrado, que se tratase de una elección, que no habia de
tener efecto. No obre por pasión, por esperanza, por deseo
de algún provecho. Santa Cruz no era mi amigo. Esta pala-
bra sagrada amistad, se dice, se escribe, rara vez se pronuncia
sin un sacrilejio. No merecí su confianza en el tiempo de mi
ministerio. Mis disgustos ecsedieron á las horas. No agracié
á persona alguna con el mas pequeño empleo. Ninguno tan
de cerca presenció y consolo mis males, como Mariátegui á quien
descubria mi pecho, y amaba mas que a mis hijos. Se tuvo
dispuesto desayrarme con un sucesor. Supe toda la intriga, y
anclaba porque se realizase. El palacio me era un potro. No
conozco la ambición de destinos.
El señor Luna Pizarro que formaba el partido de La-Mar,
tenia constancia de que no renunciaría. Unidas nuestras fami-
lias, y habiéndolo recibido con el mayor decoro, parecia natural
nes son 9 ¡ Cuanto se ha deseado que los reos digan que se trató
de matar a los diputados í
9
66
que tratase conmigo esta materia. Lejos de esto, aunque lo
visité muchas veces en su casa, aunque conducía al caso la
conversación, el la evadía. Manifesté á don Cayetano Heredia
[60] mis opiniones, para que le hablase sobre ellas. Cada dia
era mayor su retiro, disimulo, frialdad. No obstante, se formó
la mesa (61) con los nombres que me dio y repartí á mis ami-
gos. Se eligió así mismo la comisión de poderes. Se hallará
siempre en mí sencillez, candor, buena fé ; en mis enemigos
astucia, reservas, dolo. ¿ Por que no instruirme en hechos,
que podian variar mi concepto ? La respuesta sería difícil al
que no esté instruido en los misterios de los gabinetes. Pizar-
ro sabia muy bien cuanto me estimaba el jeneral La-Mar. No
queria que este me quedase reconocido al nombramiento, sino
que se tuviere por obra esclusiva suya. Mantenia muy pre-
sente la ofensa, cuando Santa Cruz disolvió la junta que él
habia creado, y colocó en el gobierno á don José de la Riva-
Aguero. (63)
Sin mas crimen que mi decisión por Santa Cruz, se propo-
nen mí ruina. El primer golpe que se prepara, es rebajar la
tercera parte de mi sueldo. El vice-presidente pasa sobre ello
una consulta al Congreso por el ministerio de Mariategui. ¡ Qué
discusión tan encendida ! No la presencié, ni hablé una sola
palabra. Los amigos de la justicia me defendieron. Tuve
una mayoría de ocho votos, y es de notar que entre ellos no
numero á Ninavilca, que siempre fué contra mi [64].
Apenas habia concluido esta primera guerrilla, cuando se
prepara otra mas fuerte. Se rugió que el jeneral La-Mar no
[60] Su confidente.
(61) Presidente y secretarios,
(63) JVunca tomo la tribuna en las preparatorias, que no
arrojaré fuego y ponzoña, repitiendo el hecho. Uno de los moti-
vos de odio contra mi fué, que titulaba á Riva Agüero gran ma-
riscal. Digan lo que quieran^ es un fundador de nuestra inde-
pendencia, y
(64) Dije a todos mis amigos, mejor hubiera querido me die-
sen de puñaladas, que presenciar, que este canalla ingrato votase
contra mi. Es constante qué me debela vida. Reconvenido por
don José Relaice sobre tan negro hecho, contestó : que nada me
debía.
Á
67
admitía. Era muy probable esta noticia hallándose á la frente
de una insurrección en un pais extrangero. El disimulo no es
mi virtud. Dije sin embozo, que si asi fuese, el Congreso
nombraría un presidente : que de ningún modo nos convendria-
ipos con el vice-presidente. Estaba prócsimo el correo de
Valles. ¿ Y que se hace ? Se arma una facción con corbatas
encarnadas y puñales para asesinarme en la tribuna, en el acto
que hiciera la moción. Públicamente se dijo esto, y los revo-
lucionarios mantuvieron por muchos dias las insignias. Feliz-
mente el jeneral La-Mar quería la presidencia : su aceptación
^y las cartas confidenciales que escribió, evitaron mi muerte.
Sin duda, aun sabedor del asesinato, no habría variado en mi
I propósito ; el temor no es mi pasión. ¿ Quedaría mi sangre
sin venganza ? ¡ Cuanto se engañaban ! (65)
A estos que llamaron grandes golpes, golpes maestros, se
unían otros muchos mas mortificantes. Se conocía mi genio
acalorado, y los lances se disponían de modo, que ó me sobre-
viniese una enfermedad mortal, ó me precipitase á un ecseso.
No pasaba un día sin ser insultado. Al volver á mi casa, era
la pregunta de mi familia. ¿ Qué has tenido hoy ? También
hacían padecer á estos inocentes. Uno desde la tribuna dijo,
que trataba de entregar el estado á don Simón. ¡ Ser del
general Bolívar, el único que le hizo frente ! ¿ Qué parte to-
maron contra él mis enemigos ? Porque mandé salir á otro de
la sala, siendo presidente, y conforme al reglamento, me llamó
picaro, canalla, borracho. Fácil me era haberle dado muerte,
pero era la muerte de la patria. Desde aquella época el Con-
greso hubiera perdido su respetabilidad : armas contra nuestra
independencia. No contesté una silaba. Fueron mayores las
tropelías por haberme empeñado en que se resolviese el expe-
diente detenido con escándalo, sobre los poderes del diputado
Tudela. Se arrojaron dos hombres sobre mí, y los vi en ade-
man de ¡ Cuánto estudio me fue preciso para sujetar mis
(65) Temblemos de una facción desorganizadora. Recordemos
el estado de Atenas después de la expatriación de Alcihiades : el de
la Francia cuando la convención. La tiara, la corona, el bonete de
la libertad adornan de diverso modo las cabezas, pero el corazón si-
empre es el mismo si se corrompe.
/
68
pasiones ! ¡ Qué sensible me es que mi honor me impela á
presentar al público estos hechos !
Juzgue que habria una crisis con la presencia del jeneral
La-Mar. Se desvanecieron mis esperanzas. Las distinciones
que recibí del presidente, desde el momento de la llegada, aur
mentaron el temor, la envidia. Se conoció que merecia su
confianza. Mi edad, experiencia, estudio y honrades, le obli-
garían á consultarme las materias de estado. Esto era insufri-
ble : la variación de ministerio, era la consecuencia. Me
presentaron á sus ojos formando el cuadro del hombre mas
perverso. El mismo jeneral me dio aviso de ello con esta es-
presion : díganme cuanto quieran, yo lo he de amar a U, En
ima visita al jeneral Sta. Cruz le repitió lo mismo. JVb es jjo-
sible que mi compadre sea cual me lo pintan, ¿ Y quienes eran
los que se acercaban al presidente ? Son bien conocidos: en
lugar de arenilla hecho nieve k este papel. Omito cuanto me
sea posible las personalidades.
El dia del recibimiento de La-Mar, un acaso aumentó mis
disgustos. Quise asistir al templo. Avisé para que se dejase
espedita mi silla. (66) El señor Cabero, que tenia preparada
su arenga, y que le ha tomado mucho amor á la presidencia de
la Corte Suprema, se retiró fingiéndose enfermo, por no tomar
el segundo asiento. Me vi precisado á formar un elogio de
improviso, y sobre mis clausulas se soltaron las furias del infier-
no. En todo el mundo civilizado se leerán los comunicados
con desdoro nuestro. No respondí á ninguno, ni los vi. No
decia otra cosa : en todas partes hay moscas y gusanos : unos
llegan á ios pies, otros se atreven h acercarse a la cara : pisarlos,
6 espantarlos con desprecio. (67) Se criticaba que usase el uni-
forme de ministro de estado ; que hubiese asistido á la catedral
siendo representante ; otras muchas inepcias, que se me han
repetido y no merecen mi memoria. Las imprentas solo se
ocupaban de mi. ¡ Digno objeto ! entretanto escribía discur-
sos filosóficos constitucionales. Estas eran mis respuestas.
(66j En el transito del Congreso á palacio delante del jeneral
La-Mar me reconvino Mariategui, por que llevaba el uniforme de mi-
nistro, declarado por decreto á la Corte Suprema.
(61) Esta fué y será mi resolución.
69
Quería que los extrangeros balanceasen el mérito mió por mis
obras, y el de mis enemigos por las suyas, ¡ que cotejo ! ¿ El
articulo del proyecto de constitución disponiendo que la presi-
dencia de la corte suprema fuese electiva dando la facultad al
]|residente de la república ; articulo que no se conoce en nin-
gún código politico ; se dirigia á privarme del empleo, y colocar
á un amigo de los que se han declarado contra mi. Nada va-
len las protestas contra los hechos. El público está persuadido
que ese fue el designio y no otro.
¿Y habrá que dudar de la causa de mi prisión ? que el pue-
,blo justo diga si es mas verosimil, ¿que Vidaurre se uniese con
un enjambre de desgraciados, ó que sus enemigos hiciesen que
I Ninavilca manchase su nombre con sacrilega lengua ? ellos han
obscurecido el original de mi contestación á Delgado: (68)
ellos no han cesado de defamarme ; ellos no han perdido medio
para que la calumnia triunfe. ¿Que lograron? su mismo opro-
bio, su degradación, el odio de la república toda. Decida el
(QS) Es descubierta la maldad perfectamante. El capitán
Gallegos dijo en mi prisión delante de todas las personas que
me acompañan, que el pensó traerme la carta, y no lo hizo por
no hacerse sospechoso. Luego el la tuvo en su poder. Como
yo hubiese ofrecido doscientos pesos al que me la presentase, el
mayor Campos dijo a la muger de ese oficial. Ya tendrá V. un
ausilio, con la oferta del señor Vidaurre, fue la contestación ;
mas cuéntale ha tenido entregarla al gobierno : se le ha prome-
tido un grado. Prueba de ello que ha tenido preparadas las
charetelas. Otra demostración clasica. En el momento que
fue preso Delgado, confesó la carta, y se allano, á entrégala.
El mayor Campos me dio aviso, y el mismo Gallegos. El
comandante JVegreyos reconvino á Campos diciendole que ha-
bía hecho muy mal en darme noticia, pues había convenido con
el fiscal Quíros en que se ocultase, haberse hallado la carta. De-
dúcese de estos hechos el convencimiento de que la segunda dec-
laración de JVinavilca fue sugerida por QmíVos, y otras per-
sonas. JVegreíros era un hombre que me aborecia sin conocer-
me ; hasta el exeso de haberle dicho á Campos, por que había
usado de tanta condecend encía, que el me hubiera sacado de mi
casa á bofetones. La seducción no^ucde probarse sino por in-
70
consejo de guerra como quiera, mi patria es mi juez. (69J Pa-
ra Aterrá-menes no es un asilo el sagrado altar : no consigue
que se le juzgue conforme á la ley. La falsa acusación de Cri-
cias triunfa. Atenas pierde su defensor. Pueblo peruano, se
me privada mi fuero, espero la sentencia, no me horroriza c'
fin de los virtuosos republicanos : el cadalso ó la espatriacion
"me son indiferentes. Dios, la posteridad y yo mismo me sosti-
enen y consuelan. Entre breve mi nombre se repetirá con
elogio y remordimiento. Hace mucho tiempo que aprendí á
sufrir. Valgo mas que si hubiese sido siempre dichoso.
Si el hombre como el antiguo Scita se contentase con la miel
de sus colmenas y la leche de sus cabras, gozarla entonces de
• — (
dicios y ningunos mas fuertes, que los que se recomiendan al
publico. Sefalsera mi letra, se pondrá otra carta, se forjaron
documentos, de todos son capaces los maestros y prácticos en la
revolución ^^ue adelantarán'? JVada : Vidaurre no pudó
pensar en un movimiento con doscientos hombres : J^idaurre no
se adocena con los que se suponen sus compañeros.
((i9) Lias injusticias pueden cometerse violando las leyes
que arreglan el proceso, ó aquellas por las cuales debe decidirse
el caso. Se han quebrantado las primeras desaforándome, y se
ha pecado contra el artículo 117 de la constitución haciéndome
saber la causa de mi prisión á los treinta dias : se trabajará
porque la sentencia sea condenatoria. Sé muy bien que quieren
influir para que recusen los reos a los generales que no son a-
dictos al ministerio. Hay mas : un señor muy poderoso, y de
grande influjo ha dicho : absuelto, el presidente no lo podra es-
patriar, y privarlo del empleo en virtud de sus altas facultades ?
; Qiie desgraciados seriamos, si llegase este caso ! se repetía la
scena de los coroneles Tur y Soroa en el gobierno del dictador.
Es el principio de Hobbs, Id autoridad no la verdad es el fun-
damento de la ley. ¡Hasta cuando habrán facultades estraor-
dinarias ! Las que se concedieron al general La- J\Iar solo fueron
contra los vitalicios, y ya se quieren hacer generales. ¡Ha que
yo soy el principal culpable ! queria un bien y cause un mal.
Me engañaron los del banco opuesto. Lo que les falta de ciencia,
les sobra de astucia.
los dulces placeres de la amistad y la familia. En un estado
corrompido se amargan por violentas y mordaces pasiones, por
deseos que jamas están satisfechos. Hoy soy la victima de
unos ambiciosos, mañana lo serán otras personas distinguidas. f ¿»^
^1 demérito físico enjendra los zelos : la persuacion del déme- ¿^ ^>?V •
rito polilico hace abominables á aquellos ciudadanos que por sus
talentos y servicios fijan la atención pública y son llamados á los
gríindes empleos. Al que no los merece, le tiemblan las pier-
nas como si esturiese encima de una muy aha columna. El
señor Tudela, el señor Alvarez y yo hemos sido objetos de so-
bresalto. Asi es que habiendo insinuado á S. E. que ningún
individuo era mas á proposito para que pasase de plenipotencia-
^rio á Colombia que el segundo, por sus luces, edad, empleo,
acrisolado patriotismo y carácter fuerte, que nadie ni nada do-
blegará contra la justicia y la república ; después de confesar
estas calidades, salió el nombramiento en un Villa, joven sin dis-
tinción, y muy enfadoso para el general Bolivar. ¿Como reci-
birá esta embajada? desde ahora pronostico que la tendrá por ^ ¿T^'^
un insulto. Es imposible servir bien al estado, queriéndose // "^
servir á si mismo. Si el general La-Mar no muda ministros,
la virtud y el mérito serán los mayores crimenes.
En muchos meses no pude convencer á los que asechaban
mis acciones y palabras de mi firme resolución de no admitir
ningún ministerio aunque quebrantase la obediencia que debo
al. supremo magistrado. ¿Que hacia pues desconfiar ? conciu-
dadanos mios, vosotros lo sabéis. Que en el tiempo de mi ad-
ministración se logró la mas perfecta tranquilidad y orden.
¿Cuando el inculpado durmió con igual reposo ? Cuando el
criminal ne se juzgó seguro en el centro de la tierra ? ¿Cuando *
la imprenta fue mas respetada ? ¿Cuando un ministro se olvi-
dó de que tenia hijos y parientes y que no se tenia asi mismo ?
¡Oh que las virtudes le producen al hombre efectos, las mas ve-
ces mas perniciosos que los vicios ! Materialistas confesad la
inmortalidad del alma: algún premio se reserva al justo y al
inocente. La memoria de lo que fui de ministro de estado, me
tiene según concibo en esta prisión. Si me fuesen famihares
las bellezas de Ariosto diria, que esta causa era el anillo de la ¿^
verdad. Desaparecieron ilusiones mágicas de igualdad, seguri- ^;:
dad, libertad ; se descubrió el interés, el orgullo, la envidia.
72
CONCLUSIÓN.
El antiguo indíjena de la Tracia, cuando le nacía un hijo,
convidaba á sus amigos para derramar con ellos copiosas lágri-
mas. Eran mas fiilósofos esos bárbaros que nosotros ; vanos
por nuestros conocimientos. Estudiaban la naturaleza, y pret
veian las desgracias á que era destinado un ser que por ironía
se titula rey del universo. La enfermedad, el trabajo, la ham-
(~V^ bre, los dolores : males pequeños. El triunfo del vicio contra
/^-lyfi^c . la virtud, del fuerte sobre el débil, del astuto sobre el incauto :
I crecen los padecimientos. La ingratitud, falsa amistad, la ale-
vosía : basta. ¡Creador eterno, no es culpable Job en tener,
por feliz al que no salió del vientre déla madre ! ¿Quien nume-
rará mis penas en el largo espacio de mi vida ? Dije ahogada (
en mi llanto al saber la muerte de una hija idolatrada ; Dios^
los hombres, la naturaleza toda se han comprometido contra mí.
Aun faltaba, aun faltaba. Blanqueando el pelo, y desmoronán-
dose mi estructura, se me hace en el medio del dia atravesar
como un criminal preso las calles de mi patria. ¡Ha! que sen-
tiría al ser precipitado de la roca tarpeya el que salvo á Roma !
Héroe antiguo : ¿dime si el decreto fué firmado por un amigo i^
Subió el tormento hasta tal punto que la muerte me será un
consuelo. ^Qué me espera ? ¿He de abandonar mi patria.
¿He de abandonar mi patria ? Ya soy insensible, pues al pro-
nunciar esta clausula no muero. Es preciso : un pais donde la
seguridad personal de un ciudadano virtuoso, de un ciudadano
envejecido en servicios del estado con hechos siempre heroicos,
de un ciudadano que por su mérito ascendió á la suprema mag-
istratura, de un ciudadano que desempeñó con fidelidad las mas
altas comisiones ; está espuesta por el simple dicho de un reo
convencido, de un hombre despreciable por su clase, por su ed-
ucación, por sus costumbres ; debe ser inmediatamente aban-
donado. Patria adorada no creas, que esta resolución es pro-
ducida por soberbia ó por interés personal. Si supiese que yo
sería la última víctima ó que lo sería únicamente, te haría el sa-
crificio del pequeño resto de mis débiles años. Me retiro por-
que preveo los males que te esperan y que yo no puedo reme-
diar. Si este atentado se ha cometido con el presidente de la
corte suprema, ¿que espera el pobre menestral, el labrador
honrado, el justo obscurecido? La calumnia, la intriga, las
'fñ%.:^t4^.
»*»l'^., «: ^"^VITr'^
7a
facciones lomaron el lugar de la justicia, de la imparcialidad, de
la rectitud. Perú, Perú, que tristes te han sido los frutos de
esa independencia que comprastes con tu sangre y tus tesoros.
Al levantarse el sol, al medio dia, y al ponerse, hincado de ro-
(Jfllas y volviendo la cara al punto en quij||(^stás situado, rogaré
al Eterno que te conceda esos bienes porque tanto anhele, y de
que eres digno por tu carácter dulce, justo y benéfico. — A Dios
Lima, a Dios Perü, a Dios patriotas postergados y desnudos, a
Dios amigos los que riie fuisteis fieles. — Manuel de Vidaurre.
JVOTA.
Mi amor a la patria y ala tranquilidad, me hizo remitir a S,
H, el presidente la siguiente carta. JYada hubiera impreso si
mi honor y la defensa de mis conciudadanos no me hubiesen o-
bligado á ello, S.E. no se digno contestarme ni de palabra :
esperé el ecsito seis dias.
Excmo Señor D. José de La-Mar, presidente de la Repúb-
lica,— Lima enero 24 de 1828.
Amado compadre :
He escrito á U. dos cartas dándole el tratamiento de
excelencia, asi debía ser. Me hallaba procesado, y no habia
. visto la ropa con que se habia vestido la calumnia. Hoy me
han tomado mi confesión, y se me han leído todas las declara-
ciones. Resulta que no he sido denunciado, acusado, ni dela-
tado, y que no hay contra mi otra cosa que el malévolo dicho
del indio Ninavilca. Si él abusó de mi nombre, también abu-
só del de U. y del de otras personas respetables. No habia
mérito parala prisión, pero ni aun para la indagación. Mi ho-
nor me obliga á escribir é imprimir. Esto puede traer terri-
bles consecuencias al honor de U. al decoro del Congreso y á
la seguridad pública, pues nuestros enemigos pueden formar ar-
mas de mis palabras. Quiero dar á U. la prueba mas autenti-
ca de lo que le amo, como también al suelo en que nací. Lla-
me U. al fiscal de la causa, lea U. con él el proceso, reconosca
U. mi inocencia y que se me dé una satisfacción proporcionada.
Conoce U. mejor que nadie, que mi carácter no es el del rencor
ni la venganza. Mis enemigos mismos confiesan mi docilidad.
Si U. ve con desden un medio tan prudente como ütil, jamas
10
74
seré responsable de lo que contengan mis papeles. Deseo con
ansia no romper enteramente con U. y mucho mas deseo, que
la mas pequeña acción mia no pueda ser perjudicial á la patria.
Estos son los fieles sentimientos de su invariable amigo y S. S.
Q. B. S. M. Manuel Vidaurre. ,
P. D.
El señor Herreros que lleva esta carta me traerá la contes-
tación, y U. y el, responderán á la posteridad.
JVOTA,
Censuro los artículos sancionados. Es muy distinto desobede-
cer a ia ley que escribir contra la ley. Lo primero es delito, lo
segundo un derecho del buen ciudadano. A latarta se le señala ,
por plazo cinco años. En estos debe ocuparse la prensa en man-
ifestar sus errores, para que se contesten, ó para que en la ocasión
se reformen. Serán las respuestas cencerros, almireces, matracas
dicterios, apodos, burlas. El necio é ignorante se conocen en su
modo de hablar. ¿Pero'quien en la América toda no conoce al
hombre h quien se ha puesto en ridiculo^ Es cierto que muy po-
cos han oido los nombres de sus enemigos. A o hagamos celebre
á Anyto por la muerte de Sócrates.
Representación al Soberano Congreso.
SEñoR=La Soberanía esta en el pueblo. La verdadera
traición consiste en usurpar ó disminuir sus derechos. El tira-
no y sus cómplices merecen igual pena. No hay mayor que
la de muerte : esta corresponde á todos los comprendidos en
este delito. Mi silencio me numeraria entre ellos, no occurri-
endo al cuerpo legislativo. El adjunto impreso prueba, que se
me ha separado de mi silla, de mi voz, y de mi voto, al parecer
por una convinacion entre el ejecutivo y el autor principal del
proyecto, que se está discutien do Es probable, que se quisiese
mi separa cion sin detenerse en los medios. Reclamo las garantias
que corresponden á todo ciudadano : su seguridad personal : es la
segunda del articulo 193 de la constitución que rije. Reclanío
mis privilegios de Representante de la nación : no puedo ser
suspenso del egercicio de mis funciones sin causa muy grave y
fundada. Digo de nulidad de cuanto se ha sancionado sin mi
asistencia, y de lo que en adelante se hiciere. Pido que se
^'y^.^'í.siw-
7^
traigan los autos y se lean íntegros, sin pasar á comisión. Hora
y media será la que pueda invertirse en su lectura. Esto no
trastorna el orden del juicio, ya por el tiempo, ya porque la
'causa está fuera de sumario. Se conocerá, que no pude ser
Í)reso, pero ni aun sugeto ajuicio; se conocerán los falsos in-
ermes de Mariategui, para conseguir con engaños, un desafue-
ro, sin conocimiento de causa ; se dará al público una satisfac-
ción que espera, y con ansia el éxito de este asunto. Si no se
decretase como suplico, obedeceré humildemente la resolución,
pero apelare por la imprenta ante todo el universo, y en un se-
gundo manifiesto presentaré verdades mas terribles. Cárcel
de la inquisición y febrero 3 de l82S.=Manuel de Vid¡¡¡Lurre.
Sr. dipudado don Mariano Alejo Alvarez. Nombrado V. S.
diputado por mi provincia, está en obligación de elevar la ad-
junta nota al Soberano Congreso. Somos cuartro, no puedo
confiar de los otros dos. V. S. ha presenciado el rencor activo
de ellos contra mi. El señor Telleria en las dos emigraciones
quedó entre los españoles, y es tio carnal de Mariategui. El sr.
Ruis Dávila se ha esplicado en favor de España del modo mas
escandaloso. Ni aman mi persona ni mis opiniones. Es pre-
ciso se tenga una sesión extraordinaria permanente. No puede
haber asunto alguno que mas interese. Espero que V. S. lo
promoverá, y me conteste para dar al publico la resolución.
Si la co misión se contempla indispensable, solo deberá ser
por horas, y sin la asistencia de mis declarados enemigos.
Ellos mismos por delicadeza deberían separarse. Recuerde U.
S. que los señores Telleria y Cuadros han hecho de acusado-
res contra mi : que el señor Mejia y el señor Benavides pre-
sentaron la proposición para desaforar á todos los diputados,
que resultasen complicados en la causa de que se trata. La
sesión deberá ser pública. Todo el pueblo debe oír negocios
de esta especie.
Después de hacer los últimos esfuerzos en favor de los de-
rechos de mis conciudadanos y de los míos, el ecsíto me es in-
diferente. Hay un juez superior á todos los jueces, que es la
opinión pública. Abogaré ante esta, sostenido de mí justicia,
sin que me alteren grandes cabalas, ni pequeñas intrigas. Ten-
go el honor de suscribirme de V. S. su muy atento, seguro ser-
vidor.— Manuel de Vidaurre,
DISCURSOS
w
DE OPOSICIÓN AL PROYECTO DE LA NUEVA CARTA POR EL (
DIPUTADO
D. MANUEL DE VIDAURRE.
DISCURSO
3. ® SOBRE EL CASO 5. ® ART. 6. ®
El 25 de la Constitución española. Dice : que se suspenda el
ejercicio de los derechos de la ciudadania por ser deudor que- -
brado 6 deudor al tesoro, que no paga después de una egecu-
cion legal. La calidad no está en la carta de españa.
Seré mui ligero, ftn todos los debates he de procurar que
mis pensamientos excedan a las palabras. Nada de pinturas
ni adornos. Concluya la constitución por la que el pueblo
anhela. Sin ella no hay estado. El principio de todos los
intereses es formar y ratificar los socios sus pactos en sociedad.
Se suspenden los derechos del hombre ó por pena 6 por
falta de razón. No puedon señalarse otros casos. Privar al
ciudadano de tener parte en la representasion nacional es un.
castigo ; si la naturaleza no le ha negado las luces que son je-
nerales a todos los hombres ; la representasion es un solo
derecho.
Para un castigo es preciso un delito antecedente. Deber y
no pagar es crimen? De ningún modo, sino hubo dolo, ó cul-
pa lata ¡Cuantas circunstancias pueden hacer /que el hombre
mas honrado é innocente se arruine en su fortuna ; no pueda
cumphr a pesar suyo con los contratos a que se obligó. Si no
me negase a las ampliaciones formarla una nomenclatura im-
mensa. El comerciante a quien se le ha perdido un buque, ó
cuya confianza burló un picaro ; el hacendado que tuvo dos
malas cosechas ; a quien se incendió la casa ó cañaveral ;
«1 iba quebrantando mi palabra.
f^W ''^-'-' i'rv '«'Tr^
77
En este primer debate necesito asentar principios para des-
pués no hacer sino recordarlos. Los derechos del hombre se
convierten en derechos del ciufladano por el pacto social.
Como no hay hombres sin deretífeos naturales, no hay ciuda-
d^danos sin derechos sociales. En el estado de la naturaleza
se perdian por la agresión, en el estado social por el crimen.
El cuerpo legislativo no dá estos derechos : los escribe única-
mente. El individuo los tiene como hombre y como ciuda-
dano : sino es agresor, sino es criminal, no puede ser privado
de sus derechos.
JVo es lo mismo privar de los derechos que suspenderlos para
que se trabaje por recuperarlos. No es este mi voto. Al que
^e le suspenden los derechos queda degradado delante de la
nación, y cuanto menos vale a los ojos de sus conciudadanos,
menores medios tiene para mejorar su fortuna. En cuales-
quiera negociación que emprenda se dirá, este ciudadano no
está en el ejercicio de sus derechos. Es una clase de infamia :
nadie se confia de un infame. 'r,
Se arguye también, que al menor y al insensato se les tiene
suspensos sus derechos y no se les agravia. Comparación
desproporcionada. No puede entrar en paralelo el racional y
el que no lo es. La una es eception de la naturaleza, la otra
del arbitrio. »
Puede muy bien ser el deudor a la hacienda hombre de tales
talentos y aptitudes que la patria necesite de su persona para
una de las primeras plazas. ¿ Y se privará de sus servicios por
que debe? Esto es renunciar una utilidad evidente por evitar
un mal infinitamente pequeño. Se concedería el empleo de-
sentendiéndose de la suspensión en que se hallaba de sus
derechos? Era una monstruosidad. Por grados se van au-
mentando los inconvenientes. Sin meditarlo Íbamos a incurrir
en el gran defecto de la República de Cartago, donde el que
no era rico, no podía obtener ninguna majistratura.
En el comité de la Constitución de Francia se asentaron
ciertas verdades, que deben ser respetadas por todas las na-
ciones, que quieran formar un código político — Para preparar
una Constitución es menester conocer los derechos que la jus-
ticia natural concede a todos los individuos ; se han de recordar
los principios que deben formar las base de toda especie de
78
sociedad. Cada artículo de la Constitución ha de ser la con-
secuencia de un principio. ¿De que principio se deduce que el
inocente sufra una pena ? Este articulo es opuesto a la ley
natural, lejos de ser una consecuencia de ella : donde no hay
moral no hay política. -í>
Se ocurre a la necesidad de protejer el comercio y atender
a la administración para avilitar ó lejitimar ciertas medidas.
Por eso dijo un escritor moderúq ; necesidad ? Injusticia.
La razón de estado es un velo grosero con que se cubre toda
iniquidad. ¡Quien leerá sin horror al ingles Gout-Lokic ! La
moral y la justicia no tienen que hacer con la política. Jamas
se les vé sentarse en un Congreso. Estas virtudes no son mas
admisibles en los intereses de los pueblos, que las cuestiones ^
de física aritmética y arquitectura. Sinónimos serán las con-
testaciones que se den a mis argumentos. Los principios que
se repiten, se dirá, son muy buenos, pero si se observan reliji-
osamente, las tesorerías quedarán ecsaustas, y no habrá como
atender a las necesidades ordinarias y estraordinarias ; los ne-
gociantes perderán una garantía : el trafico es la vida de las
naciones. Replicaré inmediatamente : la moral y la justicia
jamas pueden ser perjudiciales a los pueblos. Cicerón : „todos
los deberes de la sociedad, todas las leyes, toda la moral deben
consistir en lo honesto y útil. La diferencia, que ha querido
ponerse entre lo honesto y ütil ha producido los crímenes de
los hombres, para los hombres, y de las naciones para las na-
ciones.,.
Conduce al hombre a la usurpación del poder, y a la tiranía
asia la república — La sociedad que es el estado mas conforme
a la naturaleza se aniquilarla, si se pudiese preferir alguna cosa
a la justicia sobre la cual se funda — siguiendo una política con-
traria vendríamos a incidir en lo que escribe Montaigne — el
bien publico ecsije, que traicione, que mienta, que asesine,
¿ésto es inicuo ? Es horrososo ? Pues la injusticia no están
grande, si se ejercita contra los enemigos de la patria, como
seria castigando un innocente. miiíevj
Una buena constitución es el resultado de una moral pura.
Consiente ella aflijir al desgraciado y aumentar sus males en
lugar de socorrerlo ? Como por desgracia se han introducido
una multitud de libros perjudiciales a las costumbres y espan-
79
tosas contra la relijion ; hubiera querido que nos familiarisase-
mos con aquellos que puedan darnos una ilustración útil. Nú-
mero entre estos, las consideraciÉnos sobre la coneccion entre
la moral y política obra del ilusTO Barón de Desberg : se veria
l(l¡, que la relación de la política con la moral, es la de la
parte con su todo ; que la moral es la guia de la vida humana ;
del adelantamiento y verdadera felicidad ; el principio infalible
del orden; y que todo lowlativo a la dirección de los indi-
viduos y gobierno de las naciones, es comprendido entre su
esfera y sujeto a sus leyes jenerales. Cuanto se le opone, es
¿njusticia, temeridad, capricho.
Especifiquemos las dos partes del caso. En cuanto a los
^fallidos, no pueden presentarse ideas tan sublimes, como las
que reunió en cortos renglones el marques de la Becaria. El
se retracta de la opinión, que contra ellos habia sostenido en la
primera edición de su obra. Dice que el comercio y las pro-
piedades no son el fin del pacto social. Es cierto : es uno de
sus objetos ; pero antes debe colocarse la persona que los
bienes. Es primero asegurar la vida y la libertad, que atender
a las riquezas adquiridas. La protección a la persona del
hombre es mas sagrada^ que la protección a las propiedades,
dice Paine, Cuando se señala la persona ; se entienden todos
los derechos correspondientes a la persona. No se negará el
mas indolente avaro a entregar sus tesoros por no sufrir ia
muerte, ó una prisión sin plazo. Becaria confesó haber ata-
cado los derechos de la humanidad, no distinguiendo al fallido
culpable que roba á sus confidentes, con el desgraciado que por
inesperados sucesos, ó malos cálculos vio en un momento desa-
parecer el resuhado de su honesto trabajo. Este es digno
de compasión, aquel merece la ecsecracion universal. Los
progresos del comercio, lo recomendable de las propriedades,
no harán jamas lejítimo el castigo que se impone a un inocente.
Estos mismos eran los sentimientos del Montesquieu de la
Itaha. Declamó contra las penas terribles sancionadas en
diversas naciones contra los fallidos ; en muchas la de muerte.
Se horrorisa al contemplar que no se diferencian los casos.
Demuestra basta la evidencia misma, que siempre fué mas
ventajosa la suerte del doloso, que la del inculpable. El uno
se reserva caudales con que girar de nuevo y contentar a sus
80
acredores ; el otro nada retiene, qué pueda salvarlo de la pri-
sión, ó aliviar su infortunio. Será espuesto al pilori, y en el a
la ridicula ceremonia del Bona-cedo : invención de algún
hombre que trató de envileceina sus semejantes.
Hacen 26 años que oy un argumento : el esta escrito — ^'
que entra en el comercio se sujeta a sufrir las penas de los fal~
lidbs. No puede alegarse desproporción ó injusticia, precedi-
endo el allanamiento. Es semejanza de los cuerpos religiosos,
donde se multiplican los preceptos evangelicoí^y la responsibili-
dad eterna por la invención de algunos fundadores. ¡Que
poca filosofía ! Sin duda que la naturaleza humana, se eleva,
hoy a su perfección — Debe preguntarse ¿ que comerciante
espresó su voluntad ? Setjontesta: el hecho de dedicarse al(
comercio. No : es la arbitrariedad, es la injusticia. También
el que tiene la desgracia de nacer bajo el imperio de un des-
pota, se obliga a la muerte y al destierro, si loca una flor en el
jardin del tirano, si ama a su hija ó a una hermana, si persigue
la fiera destinada a su entretenimiento. Habla la fuerza no el
voto nacional, que constituye una ley. Ningún hombre puede
obligarse a perder sus derechos, sino es por el crimen. El
contrato seria vicioso, porque contenia una lesión enormisima.
? Que compensativo puede darse por esos derechos ? Cicerón
piensa que la justicia de las leyes sociales, no es arbitraria, que
no depende sino de su propia esencia, Las leyes escritas por
los hombres pueden descarrearse de ella ; pero no serán ver-
daderas leyes : no debia dárseles ese nombre. Nosotros no
tenemos para distinguir una ley buena de una mala, sino la
naturaleza.
Sustilisan los partidarios de los intereses. Esta pena dicen
hace que el comerciante sea mas prudente, activo, circunspecto
en sus negociaciones, que arregle con mayor atención sus cál-
culos, que modere sus gastos, qué recapacite con vigilancia los
riesgos, Y cuando haya cumplido con todos esos consejos,
será superior a la fatalidad ? Puede haber politica de gabinete
ó trafico sin riesgos ? Si se esperase la certidumbre, nadie
entrariá en negociaciones diplomáticas ni mercantiles. Lo mas
que se puede ecsijir es la probabilidad ; nunca la evidencia.
La maquina quedaría sin movimiento. El caballo tropieza en
los llanos, el buque sosobra en los mares pacificos. No se tra-
81
herían mercaderías de grandes distancias : mucho menos en
tiempo de guerra : este era un vacío para el estado, careciendo
de frutos preciosos, necesarios y útiles ¿ Empero se ha caute-
lado todo ? Resta por cautelarfee el incendio, el naufragio, la
•¿peste, la anarquía, las quiebras de otras casas con las que se
tenian relaciones. Releguemos, Señor, las penas a los países
del crimen. Compadescamos.la innocencia. No copiemos
articules de otras constitinsftlhes, sin filosofar sobre su contOTido.
Digamos alg<<fcobre los deudores á la hacienda. No se sus-
penden los derechos del que debe á un ciudadano particular.
Y por que se suspenden cuando es en favor del estado? Varia
la naturaleza de la acción ? No puede ser sino por un privi-
I legio ¿ Y esta voz privilegio tiene lugar en el diccionario de un
pueblo libre ? No por cierto : el estado en este caso es una
persona moral, igual ante la ley con cualquiera otra física. Si
asi no es, falta la igualdad, y con ella la libertad de los hom-
bres. El artículo quede en el código de los despotas ó en
aquellos en que no se establecieron bien los derechos del ciu-
dadano. En el antiguo Egipto se respetaba la persona del
deudor ¿y en un mundo libre se le equivocará con el delin-
cuente ? No se pongan ejemplos : el congreso no obra por
ellos, sino por la razón.
Es para cautelar, que lo moroso no perjudique a los indi-
pensables gastos de la administración, O la morosidad es
culpable 6 no lo es ? O el deudor tiene como pagar, ó no
tiene ? Si tiene con que pagar y oculta los bienes es un delin-
cuente ; sus derechos quedan en suspenso, como reo procesa-
do; si son manifiestos, se embargan y se venden: y si nada
tiene, que aprovecha el estado con infamarlo ? Este es un
verdadero mal para la República.
Se dirá que si nada tiene, carece por ese capitulo de persone-
ría en las Asambleas nacionales. Esto no satisface : se le
privará de la voz activa y pasiva por sumamente pobre, no por
deudor. Es lo segundo y principal, por que aunque deba á la
Hacienda, puede quedarle alguna industria, ejercicio ó facuhad,
. que lo constituya un hábil ciudadano.
Se cometen muchos fraudes para ecsimirse del pago de lo
que se debe a la Hacienda. Puede muy bien ser un criminal
el deudor, y no ser fácil probarle el crin¡en. El articulo es un
11
82
remedio preventivo al abuso. Creía que era una regla reci-
bida entre las naciones civilisadas, que donde no hay prueba
no hay sentencia condenatoria : que mas vale dejar impunes
mil crimenes, que castigar un inocente. Ningún legislador
pondrá por remedio preventivo una capitis diminución : esta,
sufre el ciudadano a quien se les suspenden sus derechos. Es
atentado aprisionar sin crimen conocido y, no será mayor aten-
tadan'sentenciar sin un juicio fornsial ? Un celebre moderno
dice : que la ley es arbitraria, cuando se atril^ye la fuerza de
un juicio.
No es el medio de estimular a los pagos el que se ha adop-
tado. No hay mejor estimulo, que hacer que se ame al Go-
bierno, como á la propia familia. Esto se logra por sabias [eyes,
levantando las conpuertas á la riqueza nacional. Donde todos
tienen como subsistir, ninguno alegará indigencia, que le impida
satisfacer lo que debe al Estada¿ Amará al Gobierno el ino-
cente que se mira privado de sus derechos ?
El art. 24. caso 3. ° de la constitución peruana no era
justo ; pero a lo menos no era tan jeneral. Deciá deudor mo-
roso. No era justo ; porque contra el deudor moroso hay
medios civiles para ejecutarlo. Era menos injusto porque la
morosidad es un cuasi delito. Se entiende la morosidad cul-
pable. Ella contemplo que es semejante al robo : detiene lo
ageno contra la voluntad de su dueño.
Se dice : que todo gobierno es paternal : que tiene las exir-
traíias de una madre. Seria el articulo que discutimos dictado
por aquellos seres que nos dieron la ecsistencia ? Un padre
tiene diversos hijos ; manda que todos por su parte costeen el
alimento ; sin culpa suya el uno se ve imposibilitado a concur-
rir al gasto en la hora designada ; manda el padre que no
coma hasta que dé su contingente ¡ Cuanto se equivocarla
este padre con un tirano ! La econoraia política es en grande
la economía domestica : ni una ni otra deben separarse de los
rigorosos principios de la moral.
El sistema de derechos y obligaciones es admirable : lo
aplico siempre. El deudor a la hacienda nacional es privado
de sus derechos. El estado que debe al ciudadano es respe-
tado. No paga porque no puede se dice. Lo mismo alega
el individuo ¿ Se convendrá la justicia con la diferencia en
8ÍS
los efetos ? La detención de los pagos que hace el estado, es
muchas vezes la causa de la detención del ciudadano para
pagarle. El dinero es un fluido que corre ; si se estanca, si se
detiene, quedan muchas partes sin humedad. Es la circulación
.de la sangre ; si se impide en una entraña en un bazo, el curso
jeneral se altera. Las bancarrotas de las naciones envolvieron
en desgracia inumerables casas y familias. La del Escoses —
Low-lade=tambien es incidir en el lujo de los discuros. ♦
* Por el art. se suspenden los derechos del ciudadano; es
decir todos los derechos. En buena lógica, donde no hay
especificación, hay jeneralidad perfecta. ¿ Y cuales son estos
derechos? Debemos creer que son los declarados en los
Estados — Unidos y en la Asamblea de Francia la libertad,
la propriedad, la seguridad, y la resistencia á la opresión
¿ Permanecen estos ? ¿ Cuales son los que se suspenden ? El
articulo no lo dice.
Hubo una gran disputa en la Asamblea de Francia sobre si
la declaración de los derechos del hombre habia de preceder
á la constitución, si habia de seguir, 6 si se callariá, haciendo
de ellos las deducciones en los articulos constitucionales.
El caso presente manifiesta que debian preceder. Era el
modo de que supiésemos los que se suspendian y los que
continuaban. El Señor Caravedo lo insinuó en tiempo opor-
tuno.
Señor estas cuatro clausulas en compendio demuestran que
el articulo es contrario a los derechos del hombre, del ciuda-
dano, á la moral, a la justicia a la política. Contéstese con la
confianza que ni en este dia, ni en ningún otro hablaré dos
veces bajo el pretesto de esphcar hechos ni deshacer equívocos.
Soy el menos ilustrado en la Asamblea. Cada uno Me los
representantes del pueblo conoce mejor que yo los articulos
dignos de estamparse en una carta, á la que han precedido
tantos modelos; los que deben repelerse por no conformes con
los principios adoptados por los pueblos libres.
Manuel de Vidaürre.
w
DISCURSO
CUARTO CONTRA EL CASO SÉPTIMO DEL ART. SESTO DEL PRO- ^
YECTO DE CONSTITUCIÓN PRONUNCIADO EN LA TRIBUNA EL
DÍA 14 DE DICIEMBRE DE 1827 POR EL DIPUTADO
MANUEL DE VIDAURRE.
El artículo 25 caso 3. ° de la constitución española está
ampliado en el que hoy se sujeta a debate. El español decia :
los derechos del ciudadano se suspenden por el estado de sir-
viente domestico. El proyecto añade, peón jornalero, simple
soldado del ejército y la armada, marinero. La razón única
que se alegará sin duda es, que hay una presunción violenta de
que estas personas no procederán por voluntad propia, sino
conducidos por aquellos de quienes immediatamente dependen.
Procedamos por principios. P* C : vuestros altos cono-
cimientos en el derecho publico y constitucional justifican mi
laconismo. No se me note de plagiario. Es difícil crear ideas
He dicho muchas veces que el pequeño libro de Locke ha
sido mi maestro, después que dejé el Heineccio, cuyo derecho
natural y de jenles fué en el convictorio, la semilla preciosa,
que se sembró en el árido campo de mi entendimiento. No
he desjueciado a Rousseau. Pero en los oradores ingleses
hallé sieinpre principios mas luminosos. De Pitt, Fox, Sheri-
dan hice un estudio continuado. Ellos hablaran por mis
labios. El orden de los raciocinios, será uninicamente mi obra.
Esta advertencia no es inútil, cuando el orador es un espectá-
culo a los angeles y los demonios. No escandalise lo que
diga, todo está escrito poí los sabios.
Los hombres libres, iguales é independientes por la natu-
raleza, no pueden sujetarse al poder de otro sin su consentimi-
ento. Este consentimiento es el que forma la sociedad y la
**t
^p^^-w.
8&
continua. Un disenso jeneral disolvería la sociedad, volviendo
los hombres al estado de la naturaleza. Esta libertad, igual-
dad, é independencia es la misma para el alto y bajo de esta-
tura, para el mas 6 menos fuerte, para el de talento superior 6
rudo. Cualidades diversas dispuso el próvido no diversos de-
rechos. Fue un error del Señor Langriche cuando dijo : que
ni Dios, ni la naturaleza, ni la sociedad, han hecho a los hom-
bres una sola vez iguales. Sofisma en que tomó los accidentes
•por la esencia. De esta clase son los argumentos de que
usaron siempre los abogados de la tiranía. El fuerte puede
oprimir al débil, pero será con injusticia ; el astuto engañar al
menos cauto, pero será con dolo : los alentados no justifican
las acciones.
Para asegurar la igualdad, la libertad, la independencia, se
unieron los hombres formando un cuerpo político. Si después
de reunidos, una parte mas fuerte disminuye esa libertad, esa
igualdad, esa independencia, el gobierno es tiránico, sea mo-
nárquico, sea aristocrático, 6 democrático. El hombre pierde
por la sociedad en lugar de adelantar con ella. En el estado
de la naturaleza tiene su entendimiento y voluntad para gober-
narse, conducirse al bien, huir el mal, precaver el daño, con-
seguir la felicidad y el placer. Siendo parte de la nación no
debe perder ese entendimiento ni esa voluntad. Se acomodan
sus facultades al fin jeneral, que es asegurar los dones de la
naturaleza, espuestos en una situación aislada, donde el hombre
sino obedece, tampoco es obedecido ; sino tiene personas
señaladas á quien temer, las teme a todas. En la sociedad usa
de su entendimiento, dando leyes por sí o por sus represen-
tantes; de su voluntad nombrando majistrados, por sí, ó por
personas a quien delega este poderío. Seria un acto de Wcura
por el que los hombres formando sociedad, derogasen precisa-
mente el fin esencial de la sociedad, que es conservar la vida,
la libertad, el reposo, el bien.
Un pueblo en el que una parte de los individuos que' ló
componen tiene derechos, y otra no los tiene, es una Lacede-
monia compuesta de ciudadanos y de llotes — Es un gobierno
verdaderamente monstruoso é injusto. La minoria lodo lo
puede; la mayoria nada vale. Juzgo el número de los que no
ejercitan sus dcrephos superior al de aquellos, que los gozan en ^
4
86
su plenitud. La división es de amos y esclavos ; los unos con
derechos, los otros con obligaciones. ¿ Y podremos decir,
que se concurrió sin violencia en esta clase de asociación ?
Concibamos reunidos todos los peruanos en el campo marte, o
en el campo mayo y que se les dice — Va á hacerse una divi-
sión entre vosotros ; una parte dictará leyes y las ejecutará ; la
otra concurrirá con sus brazos á los campos y talleres, a pro-
porcionar los alimentes y la comodidad ; con su vida en mar y
tierra para defender la patria ; con una porción de esa cantidad ^
mezquina, que es el fruto de su trabajo y que separa de la
boca de su mujer y de sus hijos, para sostener grandes casas y
palacios, de esos que dan y ejecutan las leyes ; á vosotros solo
queda una obediencia pasiva : ni podéis asister á lo que se de-
termina, ni oponeros a la determinación : jurad este pacto. No
es esta la pintura de un demagogo ; es á la letra le que dijo el
citado señor Langriche el 19 de julio de 1793. en el parla-
mento de Irlanda. El se opuso a que se reformase la repre-
sentación nacional, escandalosamente diminuta en aquel pais.
Qué pacto dirían es este ? La esencia de un pacto para ser
lejitimo consiste en que no haya lesión. Aqui es enormísima :
no podemos convenirnos. En realidad aun cuando prestasen
su advenimiento, el pacto seria nulo. Montesquieu considera
loco al suicida, yo juiJ|o mas loco al que voluntariamente se
sujeta á la esclavitud. Un sabio creia que los dioses privaban
de un sentido á los siervos ; es mas posible el que obscure-
ciesen su razón. Ninguno que la tenga espedita consentirá en
ser degradado.
Mr-Biñon en su preciosa obra de proscripciones escribe
" que ademas de aquellas que obligan á los ciudadanos á sahr
de st^atria, hay otras que se ejercitan en la patria misma,
privando á cierta clase de las ventajas que gozan los otros ciu-
dadanos. Parece que tenia presente este proyecto de consti-
tución ¿ Que importa que sean concluidos los privilejios de la
antigua nobleza, si se introduce una nueva aristocracia de
talentos y fortunas? ¿Ecsisten superiores? No hay demo-
cracia : presto tendremos la abominable gerarquia. Será tanto
mas odiosa, que los que la comienzan, no estando acostumbra-
dos á ella son mas orgullosos. Sabemos lo que era un Rotu-
rier en Francia si alcanzaba una carta de nobleza. La aristo-
■^
^^WírnT^^^
87
cracia bajo cualquiera forma que se presente, siempre es
perjudicial á un sistema libre. En Cartago era la aristocracia
de las riquezas, en Roma la del origen. ¿ Y quien no advierte,
ser mas chocante la primera ? Una familia de héroes se en-
tgndia de virtuosos ; una familia de ricos no produce héroes, y
bien pocas veces virtuosos. ¿ Que habremos adelantado con
haber salido de la tiranía real, si caemos en la aristocrática ?
La sumisión á las leyes es siempre y necesariamente relativa
•a la idea que tenemos de la justicia y bondad de ellas. La evi-
dencia de esto se consigue, teniendo parte en su formación 6
nersonalmente 6 por representantes. Entonces se ama la obra
como propia. Un gran político por eso enseñó que para tener
contento el pueblo, es menester, mantenerle la ilusión, de que
todo lo que se ejecuta, es por que el lo determina.
No se alegue que esas gentes misgrables no aucsilian al
estado, pues no pagan derechos. En toda administración
moderna prudente se han preferido las contribuciones indi-
rectas. No dudo que esta sea la regla de nuestros economistas.
Si así es, todo el que come y viste paga; sea peón, sirviente,
marinero ó soldado. Solón dejaba la voz activa á los que no
concurrian con cosa alguna al sosten del estado, privándolos
.únicamente de la opción a las majistraturas. El Abad Mabli,
tratando del gobierno de Polonia dice, que todo caballero sin
propriedad, 6 que ejerciese un oficio domestico en la casa de
otro, no debia ser nuncio : que no era digno de tener voto en
las leyes. Esto era privarlo de la clase de representaQte,,pero
no se le impedia el elegir.
En buena política debe propenderse á que los ciudadanos
no miren con horror ninguna clase de ocupación : el espanto j^f^'
debe ser únicamente al vicio. Y bien : los que miren la urna,
ese vaso santo donde se depositan las voluntades de los ciuda-
danos, y no pueden arrojar la cédula, espresion de su juicio y
voluntad, no maldecirán la miserable situación en que se miran ?
Quantos honestos y virtuosos serán repelidos; acerándose el
que enriqueció con el crimen, 6 el sabio que abusa de sus
conocimientos ! El hombre es naturalmente orgulloso : le es
insufrible la postergación. El dirá — mortales iguales a noso-
tros. ¿Por que nos domináis? Meditad P. C. que ya los
hombres no están de rodillas ; que ya levantan los ojos par^
ver; y que una multitud inmensa no quedará tranquila en el
abatimiento. Se celebra que en la Francia el año de 1789
Jas elecciones recayeron en personas de edad, de talento, de
fortuna conocida. Pero los mismos enemigos de mi sistema
confiesan, que la gran mayoría escluida, oprimida, por defend/^r
su libertad transtornó el orden ¿* No será una politica mas
recta prevenir las pasiones fogosas del pueblo, quitando todo
motivo de queja ? No hubiera habido convención, si todos los
socios hubieran gozado con igualdad sus derechos. El que
escribió por ruego de Wielhorski la constitución de Polonia con
aquella elocuencia que no es imitable se espresa asi :" no habr[»
jamas buena y sohda constitución, sino donde la ley reyne en
los corazones. Entre tanto que la fuerza lejislativa no se esti-^
enda hasta alli, las leyes serán siempre eludidas. En otro
lugar el mismo ciudadimo esclama, pero la ley de la naturaleza,
esta ley santa é inprescriptible que habla al corazón del hom-
bre y a su razón, no permite que se limite la autoridad lejisla-
tiva, y que las leyes obligen al que no ha votado personalmente
como los nuncios, ó á lo menos por sus representantes como el
cuerpo de nobleza ¿Que frió parecerá mi discurso después
de haber oido al elocuente Rousseau ?
Se quiere que la agricultura prospere, pues que el honrado
campesino no sea ciudadano ; que se forme nuestra marina,
pues que el hombre de mar no sea socio ; que nuestros jóvenes
fuertes y robustos vuelven á defender la patria, pues que sus
nombres no sean escritos en las tablas publicas ; que no ex-
istan vagos ni desocupados, pues que los que tomen servicio
en las casas, dejen en las puertas sus derechos ¡ Que extrav-
agancia ! Y aun se admiran los principios de Hobbs? Esta
es la filosofía del mas fuerte.
Se presume acaso que esos individuos se apoderarán de los
empleos y dignidades ? responda Tito Livio : aunque al pueblo
romano sele declaró la apitud para ciertas sillas, las elecciones
recayeron en la nobleza. El pueblo se contentaba con saber
que podia, sin ambicionar á poseer. Si no tiene la potencia ni
el acto, es un ente degradado respecto de los demás. Como
podemos conciliar el primer articulo de los derechos del hom-
bre : todos nacen y permanecen iguales en derechos, con las
«•estricciones sociales que ponen entre unos y otros una cspan-
89
tosa linea divisoria ? El proyecto sin duda no se ha sujetado
á esas reglas admirables. Gustavo 3. ° pudo trastonar la
constitución de Suecia, por que los nobles se hablan apropiado
todos los empleos. El hombre obra mas por la pasión, que
y)r la reflexión. Sera fácil convencer al que no goza de los
derechos de la ciudadanía, que esta privación conduce á su
felicidad ? Y sino se le puede convencer, estaremos seguros
de que permanecerá en silencio y tranquilo ?
Si cuando se dice que se suspenden los derechos, se enten-
diesen únicamente los respectivos á las elecciones, podría ase-
gurarse que era gravísimo el mal, que resultaba á la sociedad,
privando de la voz á esa que parece ultima clase del pueblo.
|Seria un imbécil, sino conociese que es muy fácil disponer del
voto de un domestico, de un soldado, de un marinero. Pero
esto mismo insensiblemente le vá dando dignidad al hombre, y
haciendo que los grandes y poderosos se humillen ante la sobe-
ranía del pueblo. La nobleza romana en hábitos blancos sup-
licando por los sufragios de los miserables.
Algunas veces influirá el cohecho y la seducción. También
se egercita donde este derecho es muy limitado. En ninguna
parte mas que en Inglaterra. Tratando del gobierno de Polonia,
dice el hombre ilustre que antes cité, el parlamento de Inglaterra
dura tan largo tiempo, que la corte que se agotarla compran-
dolo lodos los años, halla su cuenta comprándolo cada siete, y
nunca le falta este recurso. En las elecciones se procederá
por ese tino que confiesan los grandes políticos, y entre ellos
Maquiavelo, que tiene el pueblo para elegir los que lo han de
mandar. No será asi, cuando quede muerta esa parte de la
nación y al nivel de los irracionales. Entonces sin duda las
leyes estaran contra ellos. El espíritu de dominación es in-
herente al hombre. Con facilidad se decretan palos y azotes
para esa clase, y los poderosos faltan de un modo escandaloso
á las obligaciones mas sagradas. El espíritu de la usurpación
es inseparable de la posesión del poder. Dígalo Roma cu-
ando se dispusieron las votaciones, que apenas se oía la voz de
la plebe. Dará esta la ley se dice ? Sí compone la mayoría
debe darla. No seguiré la opinión de Locke que juzga ser
regla de la naturaleza el que se siga el voto de la mayoría en
la sociedad 5 pero si hemos de convenir, que no hay otro modo
12
\i
9a
de resolver las cuestiones que corresponden á la nación en
general. Si los hombres nacen iguales en derechos ; si lo son
también en la sociedad, 6 nada se ha de resolver en común, 6
es preciso que la decisión dependa de la voluntad mas nume-
rosa. ^
Nunca les faltan argumentos á los poderosos contra los
débiles. Con soberbia satisfacción se dice : la felicidad de los
socios es el fin verdadero de la sociedad. No importa el
orden de las elecciones, si se consigue que la patria prospere.
Inglaterra y Francia tienen colegios muy limitados, y sin em-
bargo se hallan en el apogeo de su grandeza. El mejoij
método de tener buenas leyes es disponer de tal suerte las
votaciones, que solo sean elegidos hombres de respeto por(
sus caudales, por sus luces, por sus empleos y distinciones.
Este argumento no convence : era menester, que se probase,
que por la limitación viene el engradecimiento y prosperidad.
Lejos de esto sabemos, que en Inglaterra los miserables que
no votan, continúan miserables y dejan en herencia la miseria
á sus hijos. En Francia con un suelo mas feliz, una industria
y actividad prodigiosa ecsisten muchos hospitales para enfer-
mos, viejas y ancianos. Estas casas de piedad tienen por
simientos la tirania. Donde el hombre es verdaderamente
libre puede economisar para la vejez y la desgracia. ¡ Que
mal estoy con los sofistas ! Estos son los sabios cuyos talentos,
según el barón de Holbach se asemejan al puñal en la mano de
un asesino.
Juzgo que el articulo es uno de aquellos resagos que siempre
quedan de un gobierno abolido. El contiene una especie de
aristocrasia, según espresé antes. A penas nos allanamos á
recibir en nuestro lado, y en nuestras tertulias á hombres que
tácitamente declaramos por desiguales. El concepto de la
comisión fue para mi muy claro desde que oi á uno de los
oradores del banco opuesto (*) que desearia que no se men-
cionase esta palabra pueblo ; que habia sido la fuerte arma de
los demagogos y que no podian numerarse los males que hábia
causado. Esto importa, dejar en el sueño del olvido la may-
oria de una nación, que por lo regular es la que compone lo
"f* (*) Luna-Pizarro,
01
que los franceses llamaban menudo pueblo . medio seguro de
que reine el poder y la fuerza. ¿ No se vé la pintura de Po-
lonia dividida eutre señores y siervos ? y si es la pintura de
Polonia, no tememos el mismo fin trágico ? Rousseau queria
Jiacer ciudadanos los que cultivaban alli los campos : Mabli no
se atrevió. Conocia la justicia, pero temblaba de la egecucion.
El de Polonia era el peor de los gobiernos : monárquico aris-
tocrático. Entre nosotros la naturaleza humana ofendida,
reclama sus derechos, y hace patente lo que es la esencia del
hombre, y lo que son los accidentes. Blancos, negros, ó ama-
arillos, sabios y no ilustrados; ricos ó pobres, todos son iguales
por nacimiento, y por el pacto, no hay otra distinción, que la
I que procede de la virtud y el mérito. Seamos verdaderos
demócratas ó variemos el titulo que dimos á nuestra constitu-
ción. El mismo S, Langriche á quien cito por tercera vez,
esplicaba, que su oposición para que se aumentase la represen-
tación nacional era fundada en ser una monarquía, no un gobi-
erno democrático, donde debe observarse la mas perfecta
igualdad. Si queremos ser consecuentes que se declare, que
el serviente domestico, el peón, el soldado, el marinero gozan
de los derechos de la ciudadanía del mismo modo que los Pre-
sidentes de los tres poderes. Sea este el dia de la humanidad
contra la opresión, y admírense las naciones ancianas del modo
como una República naciente respeta los principios. Estoy
tan firme en mis pensamientos, que si un negro hubiese nacido
libre, hubiese estudiado leyes, y me excediese en aptitudes,
desearía verlo colocado en la Presidencia de la Corte Supre-
ma. Hoy se me ha dicho que salió un comunicado rnuy deni-
grativo contra mi, y entre las cosas que se me critican es que
dediqué el suplemento de las cartas americanas á un cigar-
rero. ¡ Virtud santa y patriótica tu eres superior á toda clase de
gerarquia, á ti únicamente respeto ! Dios me presente un za-
patero virtuoso para dedicarle el 4 ® volumen, que contendrá
hechos muy interesantes, la biografia de hombres cuyos crí-
menes, intrigas y supercherías es preciso que conozca el mundo
entero, para que los deteste. Pitt tocó con una débil vara las
ramas del árbol del poder, cuando trató de que se aumentase
la representación nacional. Yo quiero que la semilla que
vamos á poner en la tierra no produzca el árbol de las dis-
92
tinciones. Igualdad, igualdad, sin la que jamájs seremos libres
ni felices, sin la cual no habrá virtud, justicia, iii estabilidad en
un gobierno democrático representativo.
Mi discurso se dirije á la voz activa ; para la pasiva seña-
lará un reglamento las calidades. No soy un atolondrado^
que quiera trastornar el orden. Soy el defensor de mis se-
mejantes : esta es toda mi gloria.
Manuel de Vidaurre,
iUp->
JUSTO JUICIO
QUE EL CORONEL DE INFANTERÍA
DE EJERCITO,
f D. IGNACIO NINAVILCA, DEBE MANIFESTAR
A SUS CONCIUDADANOS SOBRE LAS FALSAS,
* E IMPOSTÜJRAS COJV qUE PRETEJYDE EL SR.
VIDAURRE,
POR SU MANIFIESTO, OSCURECER LA JUSTICIA,
Y DESTRUIR AL INOCENTE.
INTRODUCCIÓN.
CUANDO el ciudadano virtuoso que ha trabajado por la liber-
tad y la justicia, no encuentra en esta, el apoyo para la defensa
de sus derechos ultrajados, cumple con su deber y con
su mismo honor manifestar ante el tribunal respectable de la
opinión pública : la historia toda, y las verdades integras, con-
que fué, sorprendido por el señor Vidaurre.
Yo no quisiera tocar puntos que indispensablemente van á
herir el corazón de este señor, y de algunos individuos ; pero
no puedo callar sin que se obtengan las injustas calumnias é in-
sultos con que se me ataca tan impunemente.
Suplicando al mismo tiempo á mis lectores, no fijen su pene-
tración en las escases de mis talentos, sino en la justicia y ver-
dad conque se produce mi justo juicio : el que queria fuese
puesto por un letrado, para que con su fluencia y estilos alegó-
ricos que dase mas adornado y pudiese agradar á mis lectores :
pero quiero que vean es obra mia, y que ni la ciencia tan de-
cantada del señor Vidaurre, ni sus inicuas astucias conque
pretende intimidarme, podrán imponerme silencio ni que ^o de-
m
94
je de hacer presente á mis oyentes las verdades de sus falaces
intenciones conque procura desvanecer sus crimenes.
1. ^ ACUSACIÓN DEL PROCESO.
Dice mi contendor Vidaurre en su manifiesto, que el mar-
tes once se le presentó el infame NinaviJca ponderándole, que
el señor Mejía lo habia injuriado, y á mas, añadiendo el que le
quería dar de patadas ; espresion que él no oyó y que ahora se (
figura fuese una impostura para encender mas su ánimo.
1. «^ CONTRADICCIÓN A LA CALUMNIA. <
He aquí, primera calumnia, conque pretende disfrazar sus(
viles intenciones que tenia proyectadas contra el Supremo go-
bierno, Mejia y los cuarenta diputados del Congreso. Lo ^ro-
haré, (*)
Cuando mas tranquilo me hallaba en el seno de mi familia, y
sosiego de mi casa, se me presenta Sánchez, edecán (f ) del señor
Vidaurre como alas nueve de la noche, y me dice muy acalo-
rado, que si tenia relación con dicho señor, le contesté que si,
y me refiere estas espresiones. Yo acabo de estar donde él y
hemos tenido larga conversación, me ecsige se llegue vd. en este
instante ásu casa, ó si nó, lo verifique vd. de mañana muy tem-
prano conmigo que le intereza demasiado el verlo. En efec-
to, me resolvi al segundo dia, y fui con dicho agente, cuando
á pocas cuadras que habiamos andado me anuncia lo precipi-
tado que se bailaba dicho señor contra los cuarenta diputados,
y que queria se quitasen á la posible brevedad, y para cuyo
efecto me hace ver Sánchez, que ya se hallaba comprometido
á defenderlo y sostener con su vida la enunciada empresa que
tenian ya tramada. Escandalizándome al oir tal resolución me
ecsaltó demasiado el ánimo y lo reprendi terminantemente, á
pesar que me parecía imposible que Vidaurre fuese autor de
semejante atentado. Llego por fin á su casa, y no me permite
siquiera le salude según lo violento que se hallaba, y me dice :
(*) El ha dicho en el careo, que nada se intentaba contra
el Gobierno.
(f ) Edecán ? Como halla uno que lo halla visto en mi
casa mas de dos veces, me daré por vencido.
¡que le parece á vd. Ninavilca de estos diputados godos, que
unidos y de acuerdo pretenden acabarme ! pero vd. crea que á
Mejia será el primero que yo deba componer, porque es el que
mas me ha insultado, hasta el estremo de haberme metido las
fíanos, sin respetar mi empleo ni mis canas, y aun refiriendo
esto mismo en la barra á presencia del pueblo. ¿Conque co-
mo me calumnia este señor en su manifiestos, de que yo le ase-
guré que Mejía lo queria patear, cuando está provado ante todo el
pueblo por su propia boca, la reyerta que tuvieron dentro la ante-
sala ? (*) Menos se podrá creer que yo me le presenté según lo
|anuncia, cuando fui llamado ásu propia casa por su edecán Sán-
chez, el que es de primera necesidad lo presente el fiscal de la
I causa en comparendo con migo para que como primer eje de la
mobilidad de las operaciones vidaurricas, declarase la verdad de
lo que se me imputa, y entonces se vería que las iniciaciones del
señor Vidaurre contra mi todas son tramas propias de un hombre
desnaturalizado que solo aspira á confundir en sangre á sus
Consemejantes y aun su misma patria. (1)
2. «^ ACUSACIÓN.
También se espresa, que hablamos de las proposiciones
de los que defendian á los españoles, y el peligro en que se hal-
laba la libertad é independencia.
2. « CONTRADICCIÓN.
Muy cierto, asi me lo anunció, y también me dijo: que
su salida por la barra, solo fué con el fin de que el pueblo que
se hallaba á su favor cayese encima ese dia, de los cuarenta
diputados que se le opusieron en debate á su proposición ; mas,
que al haber visto que no fué conforme á sus depravadas inten-
ciones, y que el mismo pueblo de quien esperaba la revolución
á su favor lo vuelve á meter al salón, tuvo por fines particula-
(í) Y por qué, por solo el fin de mandar y tener los cauda-
les del estado ásu disposición para satisfacer sus desenfrenadas
pasiones.
(*) Confiesa la reyerta con Mejia.
96
res que acceder ; pero que no solo contaba y cuenta con este
pueblo, sino con todos los demás de las provincias de fuera. (2)
3. ^ ACUSACIÓN.
También dice, que le ofrecí que si queria sostenerse con^
tra sus enemigos, le entregaría el cuartel de santa Catalina y
algunas tropas armadas.
3. *^ CONTRADICCIÓN. ^
¡Gran fluencia tiene Ninavilca sobre los soldados, oficiales,
subalternos y gefes del egercito, para proponerse hacer tal o-
ferta ! esto solo bastaría para que mis lectores acabasen de con-
peer la perfidia y reprobada malicia conque pretende sacudirse
de lo que ha sido y es obra suya, pues al no habérsele frustrado
los planes imaginarios que tenia fomentados este señor, se hu-
biese visto y comprobado era el presidente de dicha revolución :
viendo pues sofocadas sus ideas que tenia proyectadas rae dice :
Ninavilca, es preciso que tomemos con doscientos hombres
que hoy mismo puedo presentarle, el cuartel de Santa Catalina
y escarmentemos á estos diputados godos que son contrarios á
mí y á la patria ; (*) desterrándolos é igualmente á Mariategui,
y haremos que vengan inmediatamente los suplentes, que en-
tre ellos hay hombres honrados y conocidos patriotas, y no crea
vd. que haya un solo motivo para que puedan retardarse las
tareas del Congreso.
Engolfado, pues, este gran señor eu sus proyectos delineán-
dome sus planes, entra una visita, cuando inmediatamente ya
tuve cavilación para poderme despedir, con el animo siempre de
pasar á dar cuenta, al supremo gobierno (t)de todo lo acaecido ;
y á pocos minutos que habia salido de su casa, lo veo en caleza
que se acercaba ápalacio, que sin dúdala visita con quien lo habia
dejado, le dio la noticia que el coronel Jaramillo lo habia dela-
tado, y que ya no tenia mas remedio que ganarle á S. E. por
la mano con el parte de lo que el mismo tenia tramado, valien-
(2) I (^ue tal legislador y depositario de los derechos y con-
fianzas de los ciudadanos de la provincia de Leima L
(*) Lo contrario ha dicho en su carta,
(f ) Ha dicho en su instructiva que no pensó denunciar.
97
dose pues de astucias perjudiciales parar quedar á cubierto y
ahacer creer á S. E. figurándole niño de miga, que sus senti-
mientos no eran otros sino los de un buen peruano amante á
la tranquilidad de su patria : á pesar de las grandes ofertas que
se le acababan de hacer y ataques que habia esperimentado con
Mejia en el Congreso, y solo deseaba le diese S. E. pasaporte
para marcharse á la república de Chile. (*) .^¡.áí^u
Precisamente era muy justo, que este pichón caballero des-
•cendiente de la gran casa de Antequera, quisiese escaparse por
medios de la sorpresa ; pero nunca me figuré pudiese jamas
hacerlo, porque su propio honor, su sangre tan ilustre, y la ra-
ma de donde depende seria bastante obstáculo para que imi-
tase al inocente criminal de su tio. El no lo es menos hoy, y
asi es que su conciencia nada le acusa, es inocente, como
muy bien, duerme tranquilo sin que los clarines, centinelas de
las puertas y ventanas puedan con la repetición de sus alertas
despertarlo. (3)
Pero eso lo veremos y se descubrirá, si la real persona de
vd. ó la triste montonera de la mia son las criminales, que si
asi lo fuere me hallo muy resuelto k recibir la pena que el con-
sejo, y la misma ley tenga á bien dictarme.
RASGOS DE UN MILITAR QUE NO TEME.
Tirano : si tu ambición requiere victimas, (f ) descarga el
golpe ; pero no calumnies á los que asesinas, báñate en la
sangre de los inocentes, mas privándolos de la vida, no intentes
despojarlo del honor. Si de mi aguardas súplicas nó, no
te has engañado; en el calabozo en que tu tirania y tramas me
han precipitado, me considero mas elevado que tú en la silla,
que por revolución querias ocupar. Este el sentir de todos los
(S) Es muy cierto y muy creíble todo, porq e una alma tan
corrompida llena de horrendas criminalidades y de grandes as-
tucias para librarse del funesto golpe de la sagrada cuchillada
de la ley, deba mostrar un semblante sereno y alagueño figuran-
do con esto que como no es delincuente nada teme,
(*) Como no denuncio jamas.
(f) Rasgo a eno.
1^ ^ .'jní'3 C^)
98
hombres justos, y la posteridad mas remota ó k misma fey
confirmará cual de los dos merecemos la sentencia. (4)
Recuerda pues, que el martes once fui llamado á tu propia
casa por tu edecán Sánchez con el fin de hacerme entrar en
los planes que tenias proyectados, y que mis contradicciones á
la calumnia que me imputas todas son verdades que podré sos-
tenerlas. No te olvides que lo primero que me anuneiastes,
fue á pesar que lo había patentizado, el choque conMejia ¡ ah !
y que deseabas la venganza contra el, y quitar á los cuarenta di-^
putados del Congreso, prometiéndome establecerías un gobierno
no tiránico, ni dependiente de una sola vida, si justo, firme y
liberal, capaz de proporcionar aun la libertad á Colombia ; (*)
y hacerse acreedor por agradecimiento de las naciones
estrañas, aquella confianza y estimación que tu y tus pre-
decesores habiais conseguido por el honor de las armas.
Cuando á poco después me dices ; Ninavilca, conozco tu a-
mor á la patria, y no dejarás de acceder á esta tan gloriosa
empresa que os voy á presentar. Con doscientos hombres co-
mo he dicho, es bastante para que tomemos el cuartel de Santa
Catalina : quhémos á los diputados contrarios, desterremos á
Mariategui y á otros ministros que lo merecen, y de este modo
seremos felices, y nos constituiremos bajo la seguridad de un
buen gobierno, poniéndome yo á la cabeza del ministerio de de
estado para escribir bastante y hacer feliz á mi patria : (5) y
por otra parte, haber sido este gran señor en los años de 16 y
18 un segundo Fernando 7. ° En España, pues su decisión de
sus papeles que entonces escribía, asi me lo acreditan. Des-
pués en el Perú un segundo Bolivar, pues es constante, que
desde Guayaquil fué juramentado con ese dictador Bonaparte,
prometiéndole sostenerlo y hacer progresasen sus ideas ambi-
ciosas, por medios entusiastas de sus ridiculos papeles, asi se
ha visto y lo cumplió, porque un servil esclavo de sus señores,
jamas podria prescindir de medios bajos para ganarles la vo-
(4) Cercano a la eternidad, te cito tus alevosas tiranías
contra la patria y contra mi,
(5j Que amor sin haberla criado, y que deseo tan limitado
de querer ser tan solamente ministro de estado, siendo el autor y
presidente de la revolución que intentabas hacer, o^;. ^ , ,
(*) Espero prueba.
99
Juntad y hacer lo elevasen al rango, que ni por sus servicios
que son ningunos, ni por sus sentimientos patrios que nunca
los has tenido, jamas podriais haber llegado al asiento que hoy
ocupas. (6)
• En todo el Perú, del Sur á Norte, vuelve la vista y vé, que
tú y tu amo de ese gobierno tirano se hallaban temidos y odia-
dos por todo el mundo. (Niégalo también si puedes) : harto
^ tiempo imitastes á ese Sila dictador, y hasta ahora veo no te
hablas olvidado de sus ideas ambiciosas : si quieres desenga-
ñarte imítalo solo por un mes como ciudadano particular, y te
Iconvencerás que los alhagos de un principe envilecido y ego-
ísta como Bolivar, no prueban mas mérito en el que gobierna
f que la adulación de unos cortesanos infames y la lisonja de
unos consejeros corrompidos. (7)
REFLECCIONES QUE DEBO HACERTE *
SOBRE EL CRIMEN Q,UE ME HAS SUSCITADO. (8) ^ '^
Como probablemente será la ultima vez que te hablo, con-
sidera lo que te hablo, considera lo que te digo (no como re-
convención de un rival en prisiones, si, como la confesión inje-
nua de un patriota que muere, y muriendo te perdona su mu-
erte y tu ingratitud). Si pretendes que mis conciudadíinos se
hallen felices y contentos contigo, olvidate para siempre de ese
imperdonado crimen de revolución ; (9) porque es muy cierto
que el esclavo nunca tiene opinión ; ó si la tiene, no se atreve
jamas á manifestarla. Pero eres mortal como yo : si amas á tu
patria, ha^z que su felicidad no dependa únicamente de tu vida.
Tienes demasiado talento para conocerlo y no meterte jamas á
promover congresos ni gobiernos, porque esto de querer sub-
(6) Obra sola de ese gobierno, en donde servían esclavos
prostituidos, tiranos orgullosos, espías infames y viles aduladores.
(7) Oreja que el que tenga el rabo depaja no debe ponerse á
la inmediación del fuego, porque ha de salir quemado.
(8) Que probado lo que me acusas, debo morir ; y si a la
contra, ya sabes la pena que merece el falso calumniante, y mas
en causas de su patria como la actual de qué se trata.
(9) Pero creo que debalde son consejos a donde no hay cala-
vera.
100
ceder trae cousigo funestos resultados y ten presente este con-
sejo. (10) M>
Si quieres libertar á nuestros nietos de los males que han a-
flijido á sus padres, sujetos a veces á la anarquía, á veces á la
opresión : si quieres borrarles las escenas de horror y escárt
dalade que hemos sido testigos, borra de si toda ambición, lim-
ita tus pasiones y olvida el despotismo ; y este era el plan que
observaba Pichegru, y ejte es el mió, y el de Georges. Con ^
este plan, tu conservación será segura, se hallará enteramente
ligada ante la ley porque de lo contrario tu fortuna y vida ja-
mas podrá ser respetada. (11) (
SATISFACCIÓN A MI AMO EL SEÑOR ^
VlDAURRE.
Jamas el indio montonero á quien tan incautamente lo deni-
gras y calumnias, se ha figurado que descendi de la sangre real
de su magestad católica, ni de la de los principes de la sangre
sancionada por el parlamento. Mas solo se gloria ser hijo de
unos padres peruanos libres, amantes siempre á su patria y al
suelo en que nacieron, nunca fueron serviles, nunca la vendie-
ron ni se olvidaron del tributo que debian presentarle para su
defensa. Efectivamente, asi se verificó presentándome de los
primeros con mi familia y bienes al jeneral Arenales para pres-
tar mis débiles ó limitados servicios al Perú contra vuestros
parientes, tiranos opresores de nuestros derechos patrios y aun
de la misma humanidad.
Continué mis servicios constantemente sin conocer jamas
cual era el temor que esos caudillos, dragones infernales ha-
(lOj Que Luis 14 descendiente de cincuenta reyes, depues de
un reynado de setenta años, no estuvo puede ser cinco minutos sin
que su última disposición fuese oyada a pesar de haber sido apro-
vada de los principes de la sangre sancionada por el parlamento,
y aplaudida de todos los cortesanos : que el duque de Moniet^se
viá arrestado en el momento que se creyó gobernar como rejente.
(11) De lo que estoy seguro que ni la turba de espias infames
que te rodean podrán jamas provar cosa alguna contraria h esto
que te acabo de referir. . ' .^ ;
101
bian impresionado en los corazones de los inocentes peruanos,
presentándome siempre con el mayor entusiasmo á atarearlos
en los campos de batalla y destruirles las mas veces, como es
notorio ante la república toda ; y en premio de estos servicios,
Ibs que omito dar una idea en jeneral de todos ellos, succesiva-
mente y por al orden legal se me fueron subrogando mis gra-
dos hasta el de coro: el efectivo de infanteria de ejercito que
^ hoy obtengo y el que ha tenido á bien conferirme el supremo
gobierno, y no el de montonero como vd. lo dice.
En fin. Señor Vidaurre: no es lo mismo poner falsas calum-
nias que sostenerlas, pues insulta, habla y hiere mucho por su
manifiesto y nada prueba : (12) conque asi es preciso que no
ise olvide de guardar en lo successivo un poco de mas concep-
to en sus discursos que escribe, y no permita la justa critica de
los pueblos y de hombres sensatos que también tienen ojos, po-
drán figurarse unos que es vd. loco, que es faccioso, y á mas lo
calumnien por revolucionario, que en sustancia es lo que indica
su manifiesto porque para escribir tenga vd. presente son pre-
cisas observar muchas lineas y alguna meditación, a pesar de
que las del dicho papel son demasiadas obvias, pueriles, artifi-
ciosas, y contiene (como casi todos los escritos franceses de
este jénero) muchos paralogismos, contrariedades, y lo que es
peor capciosidad con que se deducen algunos hombres poco
cautos.
¡Ah ! ¿pero que es lo que te atreves á decirme ? indio mon-
tonero, pues tu amo y tu señor descendiente de las siete Tri-
bus, de la sangre real de S. M. C. sobrino legitimo de D. José
Antequera, y de los principes de la sangre sancionada por el
parlamento : ¿podrá jamas creerse que sus discursos puedan ser
paralogismos, contrariedades, y capciosidad con que se dedu-
cen algunos hombres poco cautos? ¡Ah ! solo tu brutalidad
ó ningún raciocinio entre los hombres ilustrados como yo, po-
drán criticar el peso de mi discurso. (13)
(12) Cuidado con esto, y mucho cuidado que no sea cosa que
la criada se le vuelva respondona, y que es mas dolor ; que mañ-
ana cueste mas la lahada que la camisa.
(13) Perdóname señor, no me hahia acordado con quien ha-
blaba, pero vendiga el Ser Supremo a vuestros ilustres padres, que
102
CONTRADICCIÓN A UNA LEY
IMPUESTA POR MI AMO.
Quisiera que me esplicára vd. con mas claridad que no lo
entiendo ; ¿cuales son los principios en que se funda, ó la le^
que trata de que al reo se le debe de despreciar y no admitirle
sus razones en defensa, por solo la consideración de la gran
persona de vd ? Ya se ve, si esto de que se trata fuese al ca-»
pricboó voluntad de los hombres como vd. lo desea, y no pre- '
cediese una ley por medio, concedo entonces nunca podria ig-
ualarme con vd. ni permitirme el fiscal le acusasede las verdades
ni contradijese á su falsa calumnia. (14)
Vamos al caso que resultando pues, que las leyes son las que .
hoy nos juzgan y obran en esta causa, y las mesmas que han
de sentenciarle conforme á su imponderado crimen de lesa pa-
tria y á mi ; esto es comprobándome la falsa impostura conque
me calumnia, y ya en este caso nos hallamos iguales que ni vd.
me pide ni yo le quito, porque ante la ley en los estados libres y
no serviles como vd. figura éste por su ley, todos los hombres
son iguales, y al reo estoy seguro no hay una ley por mas que
vd. ojee que le prive de su derecho sin resultar criminal, esto
es, aprobado el proceso y en su vista, sentenciado por un conse-
jo el crimen y la pena que merece : conque esta demás su pro-
posición y ya me figuro he salvado los cargos que hace y que
quedará convencido, pudiendo yo libremente atacarlo con la
verdad y defenderme del crimen que vd. me supone.
Tampoco puedo olvidarme ni dejar de hacer presente á mis
lectores, que para mí fué lo mas chocante y para todo sensato,
el haber creido ni creer, que nuestro gran héroe jeneral La-
Mar, podria nunca manchar su honor y oscurecer sus glorias,
supieron formar a un¿D. Lorenzo con su tamaña cabeza^ para feli-
cidad de todos los peruanos y destrucción de su patria ; si es vd.
buen perito, agárreme este trompo en la uña,
(14) Pero no se niegue vd, caballero abogado y de talento,
de muchos dictados en sus cartas, noble en su sangre como he di-
cho, grande en su estatura, gordo y redondo por su figura, con
que es inútil se anticipe con semejante ley, porque en este caso ya
no podria con vd. por que su grande estatura, su redondez y gor-
dura siempre me habia de vencer.
con haberse mezclado en unión de este Sila insaciable, para
confundir en sangre á su amada patria que tanto, y tanto le ha
costado ; pues fué lo primero que me anunció y aseguró este
dragón aspirante para comprometerme, que no temiese ni me
fe diese cuidado, que S. E. estaba de parte, y que por él se
aliaba de presidente : cuando al haberle oido semejante cri-
men, ya me hizo intrepidar mi imaginación, y cavilar militar-
mente sobre el escandaloso anuncio que me habia hecho, y
• conocí al momento era todo un fraude y trama que tenia el so-
lo fomentada, para de este modo sorprender á los pobres ino-
centes, y hacerles entrar en semejante crimen y verificar él sus
alevosas ideas que tenia preparadas.
^ ; Ah ! racional como nó te avergüenzas á la par de la ino-
cencia, de los brutos compasivos como los calumnias y te con-
tradices de los planes y razones que les presentabas, ¿ como si
eres caballero y dices, no temes la muerte ni el cadalso, como
no te sostienes ? Y entonces ya verian tus nietos ó las mas
remotas generaciones, la gran memoria de un héroe que por la
ambición de mandar confundiendo en sangre á su misma patria,
y que en premio de estos servicios tan distinguidos que debe-
rían conservarse para eterna memoria, recibisteis el riguroso
fallo de la leyes. (15)
PROCLAMA A MIS CONCIUDADANOS,
y compañeros de armas.
Compatriotas.
Un inocente que gime dentro de las astremidades de un
funesto calabozo, en que la impostura y calumnia de un Ma-
quiavelo, Protheos vomitado por el abismo, lo ha puesto.
Desde allí os habla, y antes de dirigiros sus palabras os pre-
gunta : ¿ Seriáis capaces, en las circunstancias presentes en
que nada menos se halla amagada nuestra repübhca, por un
carnifero león insaciable parecido á mi contendor, de aprove-
charos de sus desgracias para pertubar la tranquilidad, y au-
mentar la amargura de su situación ? ¡ Ah ! no es creible,
(15) Tirano, á pesar que calumnias á un inocente, jamás se
gloriaría de tus males, pero si, que el crimen recibiese la pena
que merece.
104
vuestras nobles operaciones responderán como debia esperarse,
y el valor y la virtud formarán vuestro carácter : vuestra asam-
blea nacional y aquel gran héroe La Mar en quien hoy la na-
ción toda ha depositado felizmente las riendas del supremo
gobierno, vive satisfecho de que jamas os habéis de dar cré-
dito, á sofismas ni papeles facciosos que solo aspiran á conmo-
ver vuestros ánimos y confundirnos en una revolución.
Hacerle ver también á S. E. que solo os halláis penetrados
de sus virtudes, y que confiáis solamente la fehcidad de la re- ^
pública toda en sus paternales desvelos. Continuad felices
peruanos, continuad en vuestro sosiego, para que el digno gefe
que hoy nos preside y los magistrados que le componen ocur-
ran á los riesgos que puedan sobrevenirnos, y cumplir con
ecsactitud sus obligaciones. Pero cuando mi imaginación re-
cuerda las injustas calumnias encaminadas á mí, por un legisla-
dor y presidente de la corte suprema, en quien el gobierno y
sus provincias habia depositado sus confianzas, este fuese un
principal ájente de querer confundir en una revolución á mi
amada patria, á la soberania y supremo gobierno, comprendi-
éndome en este atentado : se esalta mi alma y los impulsos
militares casi me arrojan á tomar la venganza con mi espada,
para que en lo succesivo no volviese á fomentar este traidor
injustas calumnias y cometer mayores homicidios contra su
patria, autoridad y leyes, las que nunca ha respetado.
Pero hombre incauto, despierta de esa ambición en que os
halláis amortecido, vuelve los ojos, y mira que llenáis de ven-
ganza y horror con semejantes acciones á los virtuosos ejércitos
que por fortuna nos rodean : mirad, que ellos han dejado sus
propiedades por defender las nuestras, y elevarte hasta el ran-
go que hoy ocupas; han despreciado sus hogares, han despre-
ciado sus haciendas y vidas por no tolerar la esclavitud de un
tirano. Solos estamos y libres por sus esfuerzos de alevosos
enemigos que nos maltraten. No seamos tan pérfidos: [res-
ponderéis compatriotas como Vidaurre, que mientras llegan
cubiertras de gloria y de sangre enemiga, son los aplausos, no
nos desviemos de nuestras obligaciones, y no nos ocupemos
únicamente en juzgar á nuestro arbitrio de la felicidad y con-
ducta de nuestros benefactores. bíixaw^jíVííí ?>:.
Este es el idioma de honor que os distinga, no lo olvidéis,
105
si : los malévolos encubren sus aspiraciones, tumultos, y homi-
cidios, en tales ocasiones en que nuestra república se halle
amagada por tiranos que la han oprimido con el protesto de
libertad. Contad que un gran La-Mar, os asegura vuestras
elorias, y que si entre nosotros hubiere algún traidor que in-
tentase hollar nuestras sagradas leyes el justificará muy pron-
tamente sus delitos y los castigará, separándolos para siempre
de la vista de los hombres como indignos de merecer el nombre
• de peruano, y pertenecer á vuestra sociedad» No calumniéis
jamas injustamente á persona alguna, porque os lo espondreis á
sacrificar su inocencia , adorar á la divina providencia que se
ha servido humillar en el instante á los soberbios, tampoco su-
friría queden impunes los taladores reboltosos asesinos.
Ciudadanos honrados : hombres libres y verdaderos patrio-
tas, armaos contra la ingratitud y el desorden, y contra todos
aquellos que intentasen alzarse contra vuestras leyes, derechos
y haciendas, mirad que es el sudor de vuestro rostro. El go-
bierno vela por vuestra seguridad ; prestadle pues los auxilios,
y delatad á los que con falso titulo de vecinos honrados no son
sino unos verdaderos vagos 6 foragidos, que huyendo de la
vista de sus propias justicias se ocultan y encubren sus depra-
vadas intenciones entre la confusión de nuestra república.
Quiera el cielo se verifique cuanto antes el complemento de
todo lo que os he dicho, quedando fielmente gravado en el co-
razón de su conciudadano y compatriota de armas. — Carcele-
tas de la Inquisición febrero 20 de 1828. — Ninavilca.
DEDICATORIA Y FIN DE MI JUSTO
JUICIO A MIS CONCIUDADANOS, Y A MI AMO EL SEHOR VIDAURRE.
Jamas mi carácter, gratitud y reconocimiento á mi contendor
hubiese faltado ; pero sus falsas calumnias e insultos con que
• se declara el acabarme y desvanecer sus crímenes que por su
misma ambición se ha conseguido, me hace no permitir el que
yo quede cubierto de oprobios, calumnias y vergüenzas, ni que
la verdad y la justicia deje de prevalecer sobre los cuellos de
los criminales que con falsas calumnias y sofismas artificiosas
quieren burlarse. Y no pudiendo permanecer mas tiempo, en
estado de condenación y muerte en que me hallo igualado con
un servil monstruo insaciable contra su patria : imploro pues la
14
106
protección de un gobierno justo que me defenderá con sus po-
derosos brazos de la guerra y muerte que á mi inocencia pre-
tende el dar este enemigo, y enemigos que todavia no cesan de
perseguirme en mis desgracias. Juzgúeseme pues cuanto
antes, que espero salir triunfante, provando de mas mi inocen-
cia ; pero si fuese criminal recibiré con resignación el fallo
terrible de las leyes como bombre que vive en sociedad y ha
jurado no ofenderlas jamas.
Y al suponerme delincuente, me es indispensable dejar de ^
dar esta satisfacción, probando con las verdades integras, y
haciendo ver mi inocencia la que ha sido cruelmente calum-
niada, para que convencidos todos de que no he ofendido á mis
conciudadanos, ni tampoco he sido un traidor á mi nación, al
gobierno ni á las leyes, sepan que no soy indigno de su estima-
ción y aprecio, y que terminen ya mis desgracias. Prometiendo
que lo espuesto no es mas que una corta y lijera vanguardia
que á mi enemigo presento, para contener y batirlo con las
verdades que le son características á un militar que nada teme,
y deja todo á la sabia penetración del tribunal respetable de la
opinión pública ; á cuyo zelo y adhesión activa en la salud de
la patria, dedico este justo juicio, como de igual modo á mi
amo el señor Vidaurre, quien correjirá con su talento y sabias
penetraciones el tosco y pesado estilo con que se producen las
verdades y justicia de este desgraciado — Cárcel de la inquisi-
ción febrero 20 de 1828. — Ignacio Ninavilca.
JVota. — Por este impreso en que no se ha hecho la menor
variación se conocerá el mérito de mi enemigos.
CARTA DE NINAVILCA.
Sr. Rueda,
Padrino y Amigo=Las noticias de V. concernientes á su
extracto que me ha leido me hacen decirbe : que yo he sido
seducido por falta de conocimiento por Dn. Inacio Delgado.
Que el papel impreso á mi nombre, no lo le firmado, ni s^
quien lo hizo, que para el fui provocado por Dn. Martin Her-
rero : y que puede V. decir de nulidad de quanto por este
orden se ha obrado en el proceso ; pues aun el fiscal Quiros ha-
brió el campo á mi segunda declaración suponiéndome que
107
era criminal sin conocer que el Sr* Vidnurre tenia de todo las
culpa. Esto mi patriotismo y la sanción del congreso á favor
de los españoles son las bases de mi defensa : y á mas la in-
strucción que me acaba de dar Delgado, de su letra que
acompaño á V. para que obre como hombre honrado.= Lima
28 de Marzo de 1828. en mendado 23 Vale. Ignacio Ninavilca.
OBSERVACIONES QUE DEBERÁN AGREGARSE A
• LA DEFENSA.
Cuando Sánchez Elias arribo a esta capital con negocios
tparticulares, vino á mi casa con el objeto de buscar mi influxo
para con el Gen. La-Mar, y como lo desengañase, rne coñ-
^su]to, si lo podria conseguir con el Sr. Vidaurre, á quien hacia
• tiempos no habia saludado á pesar que le tenia estrecho cono-
cimiento : á que le repuse, que si tenia conocimiento se diri-
giese donde el por cuyo conducto tendria buen éxito sus nego-
cios, en efecto lo verifico y habiendo vuelto a mi casa, y en-
contrado en ella á Delgado, le comunicó todo lo que Vidaurre
le habia tratado, como consta de declaración de dicho Delgado
en la carta que dirijio al Ministro, y se halla incerta a la
causa. : De manera que esta es la principal base para fundar
la defensa, pues hasta ese fatal dia, que Sánchez me llevó a
nombre de Vidaurre á su casa, jamas habia imaginado siquiera
una palabra sobre asuntos de conspiración.
2 ° Punto. Si Sánchez no hubiera convenido con las ideas
de Vidaurre no tendria el arrojo de haber recibido en su casa
á Huabique, Delgado y demás que consta en la causa, y les hu-
biera propuesto asaltar la artillería con 200 hombres, las mis-
mas espresiones que me dyo á mi Vidaurre.
... -"^i ■■•
CLAMOR
DEL CIUDADANO MANUEL DE VIDAURRE. ^-^
A sus CONCIUDADANOS.
Cárcel de la Inquisición 30 de marzo de 1S28. =Excmo.
Sr, Presidente de la República,
ExcMo. Sr.
Hace tres meses y cinco dias que me hallo preso. El pue-
blo conoce mi inocencia, y está cierto de la causa de mi prisión.
Pensé que se me juzgaría con la velocidad correspondiente á
un negocio á que se dio tanto bulto. No ha sido asi : hubo
un estudio particular en dilatar los trámites y la finalización.
Las fechas mismas son la prueba. El lunes en la mañana en-
tregaron los defensores el proceso. A las veinticuatro horas
debió dar cuenta el fiscal con su dictamen. Tenia formado el
estracto para las confesiones, y ademas habia quedado en su
poder, por muchos dias, mientras se decidió el modo como
hablan de hacerse las defensas. Sin embargo, dijo despacharía
entre tres ó cuatro ; y no reclamé por no molestar á V. E.
Hoy hacen siete : y estoy impuesto, de que aun pretende alar-
gar mi captura.
Espero de V. E. que haga que el dia de mañana le presente
el proceso con su dictamen, y se pasen las listas de los jefes
para la recusación. Asi mismo, que se habilite por V. E. la
semana, sin detenerse en jueves ni viernes santo. No hay
culto mas grato á Dios, que salvar al inocente y castigar al
culpado. Agregándose que para causas militares no hay fiestas^.
Después de las razones jenerales que obran en favor de mi
solicitud, hay otras dos muy circunstanciadas. Con el terre-
moto de esta mañana se han cuarteado las paredes de las cár-
celes : el sitio mismo donde está mi cama se halla cuarteado. •
ifla
Si repite un pequeño movimiento, seré victima de la furia de
mis opresores. Crea V, E. que la sangre de un inculpado,
derramada, no produce buenos efectos. .':¿ '< >&
Es la segunda : que, según el bando, debo prestar en manos
de V. E. el juramento de la constitución, y recibirlo de otros.
No hay mas presidente de la corte suprema que yó. Lo soy
mientras no se me declare un infame indigno del empleo.
Desde hoy hasta ese dia sobran horas para concluir un negocio
% finalizado por si mismo.
Creo que no despreciará V. E. el contenido de una nota, que
elevo directamente por ser los ministros mis enemigos. ,1
Manuel de Vidaurre.
Cárcel pública de la ciudad y abril 5 de 1828. — Excmo. señor
Presidente de la República,
Excmo. Sr. \.- ', , ' . . - , : ,
No habiendo sabido el resultado de la nota que diriji á V. E.
con fecha 30 del pasado, quejándome de la culpable demora en
una causa que, por muchas razones debia correr con la mayor
velocidad ; por no molestar á V. E. directamente de nuevo
con reclamos, que sé muy bien le son fastidiosos, mandé al
fiscal Allende a preguntar cual era el estado del proceso : á lo
que me contestó con don Francisco Bonilla de un modo insul-
tante, y que corresponde á su nacimiento y educación. Este
oficial llegará el caso en que sea juzgado por los públicos crí-
menes que ha cometido en el seguimiento del juicio. Todos
sus elevados protectores no le valdrán para ecsimerse del rigor
de las leyes. Ha sido un seductor, y en este mismo instante
lo está siendo. Trasladados á su cuartel los tres principales
reos, en la mañana estaba con Delgado en el cuerpo de guardia.
¿Qué negocio tenia pendiente con él? Con este hombre ha
jugado para los comunicados. Ninavilca fué sorprendido, y
Huavique engañado. Es difícil borrar delitos que se conocen
€on la lectura del proceso. Pero solo los malvados saben la
teoría de los crímenes. Los reos se han puesto en un lugar
donde quedan á entera disposición de Allende, de Herrero, y
de todos los cómplices en una calumnia que ya es vista con
escándalo por las repúblicas de la América. Protesto de
lio
cuanto se haga, de las alteraciones que sufra el proceso, y de
lo que en lo posterior se actuare.
Bendecirán las naciones civilizadas la ley del Habeas Corpus
de Inglaterra. Quiero que se me aplique inmediatamente, ó
absolviéndome ó condenándome. V. E. ha querido que con-
cluya la causa, y para el fin de aligerarla, se trastornó el orden
legal de las defensas. A pesar de las reiteradas solicitudes de
los defensores, no se consintió que se les entregase el proceso
en particular. Formaron unos estractos incompletos y preci- (
pitados. El dia 24 del pasado lo entregaron : el treinta no se
habia elevado con el dictamen. ¿ cómo por una parte tanto
zelo por la finalización, y por otra una dilación consentida ?
Estas son, señor excmo., cosas inconciliables. El pueblo cree
que esta causa no finalizará hasta que se jure la constitución.
I Soy yo un obstáculo para ello ? Con el mismo ardor que
como representante de mi patria me opuse á sus artículos, con
el mismo ya sancionados, los haré cumplir como presidente de
la corte suprema. Seré el mas opuesto á las malas leyes, pero
el mas obediente á ellas, mientras no se revoquen por la autor-
idad á quien corresponde. Yo no soy un ciudadano turbulento,
como se ha hecho creer á V. E. Yo soy un amante del bien
jeneral. : i
Para poner un fiscal militar su dictamen en una causa que
ha formado, no necesita sino unas cuantas horas. Permítame
V. E. que diga, quo debió haber concluido en doce dias cu-
ando mucho. Lo que pasó de ese término fué un ecseso en un
negocio de esta especie, y en que se trataba de un individuo
que, si no vale nada por sí, vale mucho por su empleo. Enti-
enda V. E. que entre el presidente de la República y el de la
Corte Suprema no hay ningún espacio en el medio. Lo que
se me ha abatido, y humillado, cede en contra del destino :
hoy el mió, mañana el de V. E.
He oido aunque sin dato fijo que se ha recusado á ese fiscal ;
que se pidió el dictamen del auditor y después el de Ortiz
Ceballos. Sin duda que los ministros hacen estudio de com-
prometer el honor de V. E. Cuando se trató de la declina-
toria, lo recusé, consta de autos, y las razones no han variado.
I Como se mezcla repetidas veces el que es mi enemigo por
sistema y por causas que ecsisten ? ¿ Y si se le dio vista en un
<:'
111
caso de ley espresa (1) cual es la libre recusación de dos fis-
cales sin necesidad de alegar motivo, no era bástanle para poner
el parecer un cuarto de hora ? Felizmente para mi no se hace
otra cosa, que valorizar los fundamentos de mi defensa.
Señor Excmo — Pido que sea Allende el fiscal, sea el que se
quiera inmediamente se espida el dictamen final, y se señale el
dia para el consejo. Un gobierno republicano desconoce esos
juicios eternos de las monarquías. Pero estoy cierto, que ni
% aun en la época triste de los españoles, hubiera comenzado este
proceso, ni dilatadose cual se dilato. Tiene V. E. la fuerza á
su disposición, puede disponer de mi como le agrade. No tiene
V . E. a su arbitrio el tribunal de la opinión ; esta fuerza, que
es mayor, me favorece. La inocencia es un perfume tan es-
quisito, que aunque se encierre en la fetidez de los calabozos,
se hace sentir por todas partes. Parece que los palacios es la
única ecsception. Llega mas tarde el suave olor; pero al fin
llega. Ruega á Dios que algún dia lo perciba V. E su atento
servidor,=MANUEL de Vidaurre. ' **
Cárcel publica y abril 9 de 1828.=./^Z señor Ministro de es-
tado en el departamento de la guerra.
Habiendo visto á V. S. el defensor que se me hizo nombrar
para saber el ecsito de mis notas de 30 de marzo y 5 de abril
dirigidas directamente á S. E. el presidente de la república, y
recibidas con desagrado por no venir por conducto del minis-
terio ; habiendo V. S. contestado que el proceso estaba en
poder del fiscal de la causa con el perentorio plazo de tres
dias, los que concluidos se nombrarían los señores vocales que
deben componer el consejo de la guerra ; para que las recusa-
ciones sean de menos personas, y mas pronta la finalización
del juicio, espero haga presente V. S. á S. E. lo siguiente.
En la lista no puede incorporarse ningún general ni gefe
que sea español. El origen de este proceso no es otro que
haberme opuesto á que los peninsulares fuesen ciudadanos.
(\) Decreto de 24 de octubre ae 1826. Articulo 7. ° con-
tra esta ley y el dictamen del auditor, continúa Allende de fiscal.
El proceso es nulo desde la primera recusación.
112
Esta es una causa que propiamente debe llamarse de ellos, y
por consiguiente están escluidos de juzgar no solo por ley civil,
sino por la de la naturaleza.
* Asi tampoco deberán aparecer en el Rol los edecanes de
S. E. porque han alegado en el mismo proceso para no servir
de defensores, el hallarse esentos de todos estos cargos.
Quedo con copia de esta nota porque olvidado el ejecutivo
de que aun soy el presidente de la corte suprema, no se me
contesta jamas á alguna. Espero que se agregue una copia ^'^
autorizada al proceso, y de la resolución que se acuerde con
arredo á su contenido.
Tengo el honor de suscribirme de V. S. su muy atento ser-
vidor.— Manuel de Vidaurre.
Cuando la conciencia del hombre no es una garantía ; cu-
ando no lo son las leyes, cuando tampoco lo son los tribunales,
ni autoridades constituidas ; es preciso ocurrir á la nación, y si
esta tampoco escucha, solo queda el desesperado recurso de la
muerte voluntaria. Este era el consuelo en los tiempos de
Tiberio, de Caligula y Nerón. Este lo será en todo pais
donde se perdió la libertad. Los hombres, los ciudadanos, no
se defienden mutuamente? ¿Se trata de erigirse los unos
sobre las ruinas de los otros ? ¿ Un vil egoismo succede al
amor patrio ? 6 ser cómplice de la tiranía, 5 abandonar el suelo
en que se nació, 5 disponerse á recibir la afrenta de un cadalso.
Cuanto mas valía precaver un mal que se puede remediar.
Procesado por la conspiración de un hombre á quien las na-
ciones estranjeras distinguen con el título de Demonio ; seguida
la causa por malvados que hacen ostentación del crimen ; sordo
el Congreso á mis clamores ; el egecutivo no dignándose poner
los ojos en mis notas, ruego á mis conciudadanos me consuelen
si quieren sobreviva á tantos padecimientos. No es mi queja
infundada.
No tuve de la primera nota contestación. Apenas se abrió
la segunda con desagrado, quando llamó al ministro de guerra
y la entregó, sin imponerse en su contenido. No hacian otro
tanto los vireyes : ellos leian los recursos que se les presentaban.
Fernando déspota de España recibe memoriales, y los ecsa-
mina. Si S. E. el presidente cierra los oidos y los ojos á los
113
clamores de los ciudadanos oprimidos como sabrá los excesos
que se cometen en los ministerios, tribunales y juzgados ? De
aquí depende que cuando á este Excmo Señor se le recon-
viene sobre algún decreto, contesta siempre manifestando su
Insoluta ignorancia en la materia de que sé le trata. JVada
sé, no estoy impuesto^ no lo he mandado (2)
Veinte y dos dias tuvo «1 fiscal el proceso para poner su
dictamen. Si á estos se añaden, á lo menos ocho, que fué arbi-
tro de el, antes de entregarlo para las defensas, son treinta,
¡ Que escándalo cuando veinte y cuatro horas debia ser el
ylazo ! A los defensores de los reos todo se les niega ; al fiscal
lodo se le concede. No se desea la verdad : se quiere un
^aparente delito para imponer una pena cierta. No son estas
bagatelas ; son atentados que prueban que la desgraciada
América nunca será libre, aunque se repitan las constituciones,
Con una nueva cabala se va á detener el consejo de guerra.
Se abrirá un proceso, se dictarán las declaraciones y confes-
iones, la calumnia no triunfará, vencerá, la inocencia ; pero
será después de hacerme sufrir otros cuatro meses de prisión.
Mi constancia ha de ser siempre la misma : no desmayará mi
espiritu : no se alterará mi salud, si mis conciudadanos conti-
núan compadeciéndome.
Nota — Estoy convencido de que el consejo de guerra se
detiene. Se ha hecho salir al capitán Gallegos á que traiga
un hombre. Este Gallegos es de los enredos de la carta de
Delgado. Se hallaba preso, y se le saca de la prisión para comi-
sionarle, i Cual es el motivo ? Hacer que seduzca al delincu-
(2) La tercera nota dirijiJa al ministro de la guerra la
devolvió cerrada ! Suframos pairioias los insultos de esta clase
de hombres !
JVOTA — Lo que se leerá en el manifiesto contra el coronel
JVinavilca tengase por no escrito, Después de impreso he sa-
bido por infinitas personas, fué seducido para su declaración
contra mi, y que el papel publicado h su nombre fué obra del
español Herrero. A este infeliz y á Delgado se le engañó
con grandes promesas para que hablaran y escribieran contra
mi, y se ha pedido la pena de muerte contra ellos,
15
'-(t
114
ente ; que le imponga en lo que ha de declarar, presentar un
segundo Ninavilca, ya que el primero se retractó. Al otro dia
de jurada la constitución, se cometen estas maldades? Nocirá
mañana mi defensa el consejo de guerra como debió ser desde
el lunes; pero la leerá el público, y estoy cierto que senteif-
ciará en mi favor. — Lima y Abril 22 de 182S.
Manuel de Vidaubre.
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9 MANIFIESTO
SEGUNDO
DEL CIUDADANO MANUEL DE VIDAURRE,
-En q,ue publica el modo con q,uE se han conducido los
' jueces con el fin de hacer q,ue resulte culpable, y
contiene una segunda representación al soberano
^ CONGRESO.
Refuter des critiques est un vain amour propre ; confondre la calomnie
est un devoir.
Contestar a las criticas es un vano amor propio ; Confundir la calum-
nia es una obligación. — Voltaire. Discurso preliminar sobre la Alzira.
Luis 15, después de una victoria, ofrecia la paz á sus enemi-
gos (1). El nnerecia el titulo de grande (2). En el cúmulo
de la gloria que gozo (3) en mi prisión, solicité que se con-
cluyese mi proceso por medios humillantes á los ojos del fogoso.
Confieso que mis papeles pueden causar un mal, y un mal ter-
rible. ¿Y por eso dejaré de escribir ? La guerra mas justa es
un principio de ruina. ¿No la sostendremos, si se ataca nues-
tra libertad é independencia ? En la naturaleza todo es res-
pectivo, ni la felicidad, ni la desgracia fueron perfectas : es
preciso elegir entre dos cosas perniciosas, la que evite el may-
or detrimento, y produzca un resultado favorable. ¿Mis escri-
(1) Voltaire, Historia de Luis 14 y 15.
(2) Que se tomó Luis 14.
(3) JE^ mi estado por el voto favorable de la nación» Poco
ijYvportan las imprecaciones que produce el hambre y el deseo de
un puesto — Paupertas impulit audax ut v er sus facer em : Hora-
cio,
^^¿^ ^*^
116
tos desacreditan la actual administraction ? No lo dudo. ¿Y
convedrá el silencio sobre los defectos de un gobierno? ¿Hay-
tranquilidad tan funesta como la muerte ? El apático, el venal,
el mercenario lejos de oponerse á la tirania, se declaran sus
protectores. Ya entonces la imprenta no es una garantí^
Limitada á insultarse mutuamente los ciudadanos, la discordia
de las familias sostiene el despotismo. La regla de Maquiavelo
fue siempre y será la de los principes, y de los aspirantes la
trono: formar partidos para que los esclavizados se ocupen de
sus ofensas particulares, y desatiendan las injurias que se hacen
/ á la patria. Cuatro hombres reunidos en un club desorganizad
dor han vomitado insultos contra mi, como arroja azufre el Et-
na. Jamas les contesté : se ha cometido un atentado contra aL
seguridad individual, no disimulo. Si el senado hubiera resis-
tido á los principios á Tiberio, no hubiera sacrificada su propria
familia por sospechas ; no se hubiera visto un hijo delatando á
su padre ; la esposa y el amigo, no se hubieran convertido en
espiones : Tiberio hipócrita y de carácter frió, tenia un cora-
zón lleno de ponzoña. Recordemos que la Europa desconoció
los derechos del hombre, hasta que se patentizaron los crímenes
de los jefes. En el Perü para tiranizarnos Bolivar, tiranizó antes
la imprenta. ¿Quién se atrevia á criticar las determinaciones
del ejecutivo en el ministerio de Pando ? El sobre seguro nos
violentó á jurar la constitución Boliviana. Si yo callase hoy,
mañana sufrirían igual ó peor suerte mis hermanos. Ellos mal-
decirían la pusilanimidad ó indolencia del que consintió dar los
primeros pasos á la tirania. No es mi pasión el temor. Hay-
muchos que son tan orgullosos en los puestos, como abatidos en
los infortunios. Mario en los contrastes mantenia la elevación
de'su alma. ¡Qué útil hubiera sido que su fortaleza la em-
please en el bien de Roma í
^yéd ^¡^'TU^ No tengo la ambición de Mario. Jamás solicité ni directa
ni indirectamente los puestos. Vi con espanto las primeras
plazas. Estoy persuadido, que como el hombre asciende á las
dignidades, desconoce á los que quedan en el plano. Desde
la altura á los iguales se les juzga reptiles. Amo la igualdad,
y no quiero perderla á ningún precio. (4) Esta causa á un
(4) ¿Si en las elecciones hubiera querido ser vice-presidente.
^
117
criminal ambicioso le allanaría un basto campo para sus desig-
nios. He querido sofocarlos aun á costa de mi propria estima-
ción. ¡Que satisfactorio me hubiera sido no escribir ni publi-
car este segundo manifiesto ! Amo mi patria, por que jamas
iié reconocido otra : no tuve en que dividir mis afectos. Gus-
toso lo sacrificaria todo, por no turbar en un ápice el sosiego
publico. Se ha leydo la carta remitida al presidente para evi-
tar el primero. Antes de dar á luz el segundo, hice llamar á
la cárcel á mi notorio enemigo el señor Luna Pizarro, en cuyas
^ manos está el timón del gobierno. En esta entre-vista quepre-
Jsenciaron las personas que le acompañaban (5) le espresé : que
era muy fino su talento para que no reconociese la impresión
I que habian hecho en el pueblo las verdades sencillamente referi-
das por mi : que temia las resultas de una posterior demostra-
ción, que debía ser mucho mas enérgica. Un pueblo libre no
vé con indiferencia la injuria que se hace al mas miserable ciu-
dadano. Si la vé con indiferencia, no es libre : es el jucio de
uno de los mas sabios griegos. Le propuse, que dos abogados
de talento y justificación que no correspondiesen á partidos, po-
dían reconocer el proceso en el gabinete del jeneral La-Mar ;
que asistiese el fiscal de la causa, y que también concurriese él.
Aun me franqueé á que fuesen sus amigos el señor Tudela, y
el señor Sánchez Gómez. Estos deberian ecsaminar, si un
hombre no acusado, denunciado, ni delatado, y contra el que
solo habia, la declaración de un indio manchado con los mas
enormes crímenes ; contraria á los anteriores que habia hecho,
pudo legalmente ser puesto en prisión y continuarse contra él
un juicio criminal. Que no olvidasen que Ninavilca fué un ca-
lumniante en la causa que se le siguió en el gobierno del terror
por una parlada sedición. Me ofreció Luna llenar el encargo,
pero sus mismas palabras me manifestaban, que estaba muy le-
jos de cumplir lo que prometia : asi lo relaciohé en la misma
noche á todas las personas sensibles, que sufren la molestia de
acompañarme. A las veinticuatro horas (6) me responde haber
no hubiera sacado algún voto ? Mi ambición es por la verda-
dera gloria, que consiste en saber defender la patria.
(5) ¿Qwe concepto tendrá de mi ese señor, que no se atre-
vió á que quedásemos solos ? Terrible fiscal es la conciencia !
(6) Cinco de la tarde del 7.
118
dicho el presidente. Quedaba enterado. Contestación lacón-
ica : lenguaje de principes y reyes : los visires que tenian en
la América los déspotas de España la usaban de costumbre.
Yo bien sabia, que no era de admitir un partido que me res-
tituía en el acto á la tribuna : el proyecto de constitución au|f
no es sancionado. ¡Ha que las repúblicas jamás fueron felices,
porque jamás fueron indemnes del furor de las pasiones ! El-
las se encienden cada dia mas entre nosotros. Los que desean
gobernar, y gobernar con facultades estraordinarias, las fomen-
tan. (7) Di un paso de moderación, que alabarán los juciosos, ,'
(1) JVo es una cuestión dijicil, si será incendiario el que presenta
al público los defectos de un gobierno, ó los ministros, que inducen al
jefe á que cometa esos defectos ? Para decidir basta una verdad que ^
no puede ser corúroveHida. Todo ciudadano está en obligación de
defender la libertad de la patria con sus fuerzas y aptitudes : todo
<^iudadano tiene derecho de hacerlo. Este es un caso en que se reúnen
el derecho y la obligación. JVo es de llamarse sedicioso é incendiario, el
que usa de un derecho, el que cumple con una obligación. Las Jaitas
del gobier7io son crímenes tanto mayores ó menores, como es la natural-
eza de las faltas. Los ministros de estado serán sediosos si consienten
6 inducen á un atentado contra la seguridad personal. El que causa
^ el mal es responsable por él. JVb se notará er\ mi anterior manifiesto
•r que diga una sola silaba contra el jeneral La-Mar. Lo juzgo solo
^ Ü^ 0^^^ desgraciado por la mala elección de ministros. ¿Hablar y escribir
0 contra ellos es un crimen de majestad ? Lo creia Sejano, pero el Pe-
rú no consentirá Sejanos. Quisiera, que tratásemos con hombres, que
tuviesen ilustración, en lugar de mordacidad. Entonces sabrian como
se habla en Inglaterra contras los ministros. Conrespecto á la guerra
con la Francia los llamaban : abogados del despotismo, ladrones
del tesoro público, asesinos de los vasallos del rey, seductores de
la moral pública, hombres que degradan la constitución y enne-
grecen el imperio británico. Léase la célebre defensa que hizo Mr,
Curran en la causa de Finerii. ¿ Y son nuestros actuales ministros
Pitt, ó Fox ? Yo aseguro que si el jeneral La-Mar nx) varia el min-
isterio, todo ha de ser ruina, pobreza, opresión, atenuados é injusticias,
¿Es mi caso el único ? ¿Se han olvidado los atropellamientos y asal-
tos en las casas la noche del o de diciembre del año anterior con el
pretesto de levas ? Entonces el mismo que en el Mercurio ha escrito
contra mi calificando de sedicioso mi manifiesto, ese mismo puso un
comunicado de fuego contra el gobierno. Aun no se le había dado
♦ palabra de su colocación. ¿JYo ha escandalisado la protección al
119
sin esperar un feliz ecsito. Escribo de nuevo, y cada linea la
borro muchas veces. Mantendré un perfecto equilibrio, fíjala
vista en mi honor y en la felicidad de la patria. Conciudadanos,
oidme compasivos. Este placer llena de modo mi corazón, que
>io hallan en él cabida la mordacidad, el insulto, los ruines sar-
casmos. Dios no permita, que incurra en los mismos defectos
que combato.
n
MEDIOS DE QUE HAN USADO MIS ENEMIGOS
PARA OPRIMIRME Y CONSEGUIR PRUEBAS CONTRA MI.
Si el Perú no es aniquilado, si hay patria, si hay moral, si
hay leyes, un sentimiento de indignación se hará común entre
' todos mis buenos conciudadanos. La naturaleza invita á ponerse
de parte del oprimido. Inadecuada fué la política de los tira-
nos, oprimiendo á los que querían estirpar : era el modo de ha-
cerlos mas fuertes : mucho debe la iglesia de Cristo á las per-
secuciones. En Inglaterra los jueces facilitan la defensa délos
reos, los inducen á ella, los contienen, cuando se precipitan á
una confesión importuna. (8) En una repGblica que debe fun-
darse en máximas piadosas, se me niega el consuelo de defen-
derme. ¿Se procede con imparcialidad ? ¿No hay interés en
mi ruina ? ¡Ha que muchas veces los estados que se llaman
libres fueron mas despóticos que los musulmanes ! Rousseau,
Rousseau dame la elocuencia de tus cartas, (9) pues se aseme-
jan tanto nuestros padecimientos. El que patrocina la causa
del hombre, ha de ser la victima sacrificada por el hombre.
¿Hay ley que prive, que el individuo sujeto á un consejo de
guerra se defienda ? No la hay. El Colon cita dos reales ór-
prefedo contra los derechos manifiestos del cabildo ? ¿JVb asombra
la postergación de los patriotas beneméritos ? ¿ F este es el mejor de
los gobiernos ? JVi yo lo creo, ni lo cree nadie. El señor Manátegui
tan decidido hoy por una obedienca pasiva, ¿por qué promovió el tiir-
multo contra don Bernardo Monteagudo ? Los puestos varían las
opiniones muchas veces. J\o me las vario á mi, que fui mas liberal
de ministro, que hoy de encarcelado.
(8) Blackstone y Cottu.
(9) Las cartas de la Montano^ deben ser estudiadas por los abo-
gados.
120
denes (10) en ellas lo que se previene es, que el reo en el ctf-
so de nombrar defensor, sea este precisamente de su cuerpo y
no de su compañía. Si se obstina en no hacerlo, podrá el sar-
gento mayor nombrar al que le pareciere. (11) Estas dispo-
siciones, cuyo espiritu benéfico era, que el militar poco ilustrac
do no quedase indefenso, serian bárbaras si les diese una am-
pliación irracional, que destruía la libertad del ciudadano. El
hombre por el derecho mas sagrado tiene facultad de defend
erse por si. Lo prueba Dios reconviniendo á Adán en el paraíso
En el horrendo y precipitado juicio contra el hombre santo
contra el Verbo encarnado, el pérfido é Injusto judio, no negab
á Cristo el que se defendiese, por el contrario, lo provocaba á
ello por diferentes modos. Una de las garantías es la de pre- (
sentar peticiones. ¿Y no lo será la de formar su proprla de-
fensa ? ¿Cuando este poder será mas utilmente ejercitado, que
en esclarecer cada cual su inocencia, y contestar á una calum-
niosa imputación ?
¿No hay ley prohibitiva ? Luego la prohibición es un acto
tiránico : es tiranía prohibir lo que la ley no prohibe. La li-
bertad consiste en hacer un ciudadano cuanto no es prohibido
por una autoridad legitima, por una razón legitima, y de un
modo legitimo. (12) Donde la ley manda, el hombre es libre :
donde el magistrado manda el hombre es esclavo. La obedi-
encia ha de ser á la ley no al que usurpa su poderío. Entre
los déspotas sus palabras son las leyes ; en las repúblicas es un
crimen de majestad usurpar el poder legislativo. Hasta ahora
subsisten las formas monárquicas absolutas, y de un estado pop-
ular no tenemos sino el desnudo nombre.
Pero si un soldado podia defenderse según la esplicacion que
(10) Para evitar en lo sucesivo las frecuentes dudas que han
occurrido sobre la cla:se y cuerpos de que deben ser los defensores
en ¡os cuerpos del ejército, ha declarado el rey por punto jener al,
que siempre que algún reo se halle en el caso de nombrar de-
fensor, sea este precisamente de los subalternos del regimiento
en que sirve el criminal, pero no de su compañía, 30 de octu-
bre de 1723.
(11) Adición de 11 de octubre de 1723.
(12) Montesquieulib. 26 cap. 20,
c;
I'
k
m
he hecho de las reales órdenes, es mucho mas opresivo negar
al paisano esta licencia. Toda ley prohibitiva es odiosa, y lo es
tanto mas cuanto es mas apreciable la cosa ó derecho
que se prohibe. Nada tan sagrado como la defensa natural.
Jiuego toda ley que la prohibe en ciertos casos ó con respecto
k ciertas personas, de ningún modo puede estenderse á otros
casos ni personas. Supongamos que estuviese mandado por
una ordenanza, que el militar no pueda defenderse ; si no habia
otra ordenanza decretando, que tampoco lo harían los sujetos,
que aunque no militares deben ser juzgados por el fuero de
uerra, la ordenanza, de ningún modo era aplicable á estos.
Un hombre qne voluntariamente me aborrece, decia en el
^ Congreso, que cuando tomaba la tribuna, las cuestiones las ec-
saminaba por todos sus aspectos. Así debe ser : estoy escri-
biendo para lo posterior, desentendiendome de mi mismo. Si la
ordenanza era general para militares y para los que no lo eran,
debia haberse espresado quienes serian los defensores de los se-
gundos. No tienen estos ni cuerpos ni compañías : no hay
para ellos, ni llamados, ni escluidos. No se alegue que no se
meditó en el caso. Son muchos los crímenes que se juzgan en
el consejo de guerra, y en que se mezclan soldados y paisanos.
Luego si no hubo determinación, quedó la libre facultad de
defenderse. /}t;í>,f.;;<í.>ií|,Otí,>.oiv.ti<iu; ij'j'ísíííJí íí8 u:i ig ,».
El hecho presente es en estremo escandaloso. Antes de to-
márseme la confesión, se me advirtió nombrase defensor. Con-
testé, que lo emerda i mismo. Dudó el fiscal si podia hacerlo,
y aunque se estendió la dihgencia, q^edó sin mi firma : dijo
que se consultaria. Al otro dia según el fiscal, el tercero se-
gún mi memoria, se me trajo á firmar y firmé. Luego ya se
habia consultado, y con la aprobación superior quedé constitui-
do. Muchos dias después se me lé el dictamen del au-
ditor y el decreto del presidente, deshaciendo lo he
cho. ¿Y en que circunstancias ? cuando el pueblo gritaba
en calles y plazas, en casas y en tiendas, en el foro, en el con-
greso y en el mismo palacio, que se tenia preso á un inocente,
al abogado del pueblo, al protector de la libertad, al consuelo
del menesteroso, al que habia afianzado su independencia.
Esto dijeron sin temer las resultas, ni el poder de mis enemigos,
el soldado, el menestral, el comerciante, el sacerdote, el viejo,
16
122
el niño, la joven, la ilustrada, la que jamas tomó en sus manos
un libro. ¿Cual será hoy la sorpresa al saber que no se me
consiente ser mi mismo defensor. ¿Por qué se hizo la inquisi-
ción tan odiosa ? Porque entre sus actos crueles era uno de
ellos rio permitir este alivio al reo. Regla que tuvo con res(
pecto á mi, una ecsepcion favorable. ¿Quien diría que habia
de llegar tiempo, en que se formara una comparación entre ese
tribunal de fuego y sangre, y aquellos en que debe relucir la ver- \^
dad, la justicia, la humanidad ? j^
El auditor en su dictamente no presenta una ordenanza que/
se oponga á mi nombramiento. Dice solo que hay mucbasj
diligencias á que no puede asistir un reo, y por consiguiente
necesita elegir un defensor. Señala las ratificaciones y el ca-(
reo. Ratificándose los testigos en la misma cácel como se ha
practicado ; y siendo un principio general que la ratificación de
los testigos se haga delante del acusado, para que los conozca,
vea jurar, y advierta las tachas que estos tienen, (13) lejos de
ser un obstáculo el que se alega, por el contrario, no es sino
cumplir con un rito general. En cuanto á los careos, si son ad-
mitidos contra lo que enseña Colon. (14) ¿Por qué no podran
presenciarse por los reos, y saber unos, lo que dicen otros,
cuando han concluido instructivas y confesiones? No hay con-
testación, si no se quieren misterios, sorpresas, estorciones y to-
dos aquellos medios reprobados, propios de las monarquías ab-
solutas, de las dinastías de austríacos y borbones. En los
pueblos hbres, los juicios criminales son públicos. Los testi-
gos oyen á los reos, los reos se oyen entre sí, el juez imparcial
busca la inocencia y el crimen. No es un espía que asecha,
un verdugo que asusta, un falso amigo que estrae las palabras,
para que sirvan de pruebas.
Los enemigos de la liberted escusan este nuevo atentado,
diciendo: que nada pierdo con nombrar un padrino, cuando me
es fácil darle las instrucciones oportunas y aun formarle la de-
fensa. ¡Qué ilusión ! y ese defensor firmará lo que yo quiera?
¿Lo hará en una causa en que lo principal consiste en demos-
trar que este proceso ha sido una intriga ministeria, Icón el fin
(13) Ley 15, tit. 17. ¡ib, 2. R.
(14j Formulario p 56. ; í -
^
133
de separarme de la tribuna, para que con facilidad pase una con-
stitución monárquica, y en venganza de haberme opuesto á que
los godos fuesen ciudadanos ? No firmará sin duda, ni yo me
atreveré á proponérselo. Muy pocos Pilades tiene la historia^
fsera muy raro el que quiera' arruinarse por otro. ;íni »il o-íí5*>2 ;i|[|
Mi estado se asemeja al de la reina de Inglaterra en el juicio
criminal que le promovió su marido el rey. Todo el poder es-
tá contra mi; conmigo el pueblo, ese pueblo, que jamas se en-
gaña en lo que es justo ; ese pueblo que tiene un sentido finisimo
para conocer las astucias del doloso contra el inocente ; ese
pueblo que dicta sentencias; no las ejecuta, pero llora á sus so-
las las contrarias. El hermano del rey fué uno de los jueces
contra la desgraciada reyna. Lo serán mios, personas que tie-
nen dependencia mas estrecha con el jeneral La-Mar y sus
ministros. ¿Cual será el fallo ? será contra mi vida, no contra
mi opinión. Papeles forjados en los gabinetes de los principes,
jamas concluyeron con la estimación de los ciudadanos
beneméritos. ¿Hay jefes que arrostren al poder por salvar
la inocencia ? pues mi fin será el de esa misma reyna 6 el de
Monteagudo, el veneno ó el puñal acabarán mi carrera.
He de morir : escribo esta clausula, sin que se turbe en un
ápice mi tranquilidad. Quiero dejar esta causa célebre en in-
correctos manifiestos, para que les dé perfección después de
mis dias alguna persona piadosa y elocuente. La hija de Nec-
ker imprimió un precioso libro sobre las pasiones en el tiempo
de la revolución. Mis toscos conceptos servirán de prueba á su
argumento. Por felicidad nada diré, que no tenga en su apoyo
el testimonio publico. ¡Cuanto satisface tomar por guia la ver-
dad ! He demostrado la injusticia que se causó negandom,e
mi defensa. Este es un átomo respecto de lo que sigue. ^
Se declaró con solo el dictamen del auditor, que no podia ser
mi abogado. Me opongo á que se hagan careos de los supues-
tos delincuentes entre sí. Varias razones tenia para ello. Ali-
gerar el tiempo, que con estudio se dilata. Evitarme el rubor
de un acto tan humillante. No sufrir la audaz calumnia en mi
presencia : debia temer un ecseso de acaloramiento. Lo que
me debian contestar los reos lo tenían muy estudiado : la lec-
ción se les repetía cada instante. Espuse de palabra que no
habia ordenanza ni ley que determinase este acto; que por el
124
contrario el Colon era muy opuesto á él : que este célebre autor
en su formulario enseñaba el modo de ejecutarlo entre los acu*-
sados y testigos ; que cuando no trató de los delincuentes fué
por contemplarla diligencia inoportuna. El fiscal hizo consul-
la sobre la materia, aunque confesando que mis razones lo con<
vencían. Se pidió informe al auditor y lo espidió en términos que
parece habia oido cuanto fué alegado por mi. No se contentó
con esto el presidente. ¿Como suscribir á una solicitud mia ?
no era posible. Se da vista al fiscal de la suprema. ¿A quien ?
A Ortiz Ceballos. Esto no es buscar parecer, sino contradicion.j
Si para espedir esta clase de consultas, era de oírse el fiscal,!
¿como no se observó en la primera ? Y si no se le oyó en la pri-
mera, ¿por qué se le oye en la segunda ? es grande la diferencia.
El primer dictamen del auditor fué oponiéndose á mi preten-
cion : era bastante. En el segundo la apoyaba : era menester
buscar otro. ¿Y no habrá un sujeto imparcial ? ¿Habia de ser
Ortiz Ceballos ? ¿Habia de ser el que está paseando de brazete
con Mariáteguí y en la mas estrecha amistad ? ¿Habia de ser
Ortiz Cebellos? Quisiera que un hombre sin pasión en este
asunto, me contestase esta pregunta. ¿Quien incendia el esta-
do? Mis papeles ó estos hechos? Sin duda se pretende que
volvamos á enmudecer, como en la época desgraciada de la tir-
anía. ¡Há I que cierto es, que todos blasfeman de la tiranía y
todos quieren ser tiranos. La respuesta del fiscal elegido con-
fiesa los fundamentos del informe del auditor ; no hay ley ni
ordenaza dice, pero la practica esta en contra. (15) Es muy
ütil seguirla en una causa de infidencia, en las que se puede por
este método adelantar mucho en el esclarecimiento de la ver-
dad. Este señor pudo haber leído al Gutierres (16) y alli va-
ria, que nada es mas opuesto al esclarecimiento de la verdad,
que los careos.
Se decretó que se practicasen, (17) se citan á los padrinos
(15) Ortiz Ceballos ha procedido en oposición del articulo
108 de la constitución que rije entre tanto continuaran los juicios
criminales en el orden prevenido por las leyes. En una repub-
lica formas y sentencias se arreglan por la ley, ') '^ni
(16) Tomo 31, cap, 8. ' '^ í oii
(17) Sábado 19 de febrero. .^'fo r ; .í
126
para que los presencien. Asisten varios, y se les despide por
el fiscal que los habla hecho citar ^ porque Colon no enseña que
los defensores estén presentes a los careos. ¿No habia leido el
fiscal á Colon en la mañana ? ¿No sabe que cuando hubieron
laréos siempre estuvieron presentes los defensores y aun firma-
ron la diligencia ? Esto es querer que Colon sea comodin,
que se siga ó se deseche, según convenga al designio, que se
han propuesto de sacar reos. ¿Y por qué no queria el fiscal
que asistiesen esos testigos recomendables.^ porque entonces
os oprimidos tendrian algún tanto de libertad, y refeíirian sih
oaccion los hechos según habian acaecido. (18)
Para referir las violencias, seducciones, y engaños qua sé
han puesto en obra para impeler á los reos á que digan lo que
agrada á mis enemigos, quisiera tener el estilo y serenidad de
Tácito. Voy á hacer un ensayo. Seré un historiador impar-
cial : debo comenzar esplicando las relaciones que tienen las
personas que han intervenido en esta causa, con aquellos que
juraron mi entera y perfecta ruina. Son unos muy pocos ren-
glones. Perdona público amado el fastidio de mis escritos,
Soy un hombre en desamparo absoluto. En España el año de
veinte fué mi suerte cuasi igual. Solo me hallé entre diez mil-
lones de españoles. Mis paisanos de que me vieron persegui-
do me desampararon. Tuve que ocultarme en el mismo Ma-
drid : vagar después por reynos y provincias. Últimamente,
no hallando seguridad en ninguna parte, emigré á la Francia,
¿Y cual fué la causa de esta persecución ? Defender los dere-
chos de la America, mientras de los dos que están poniendo ar-
tículos contra mi, el uno era el sostén de los antiamericanos, el
español mas decidido, y el otro votandose á si mismo, se hizo
diputado en ese infame cuerpo legislativo opresor. Dije que
mi suerte era cuasi igual. Es ciertamente mas aflictiva. El
presidente de la república, los ministros y la mayoría del con-
greso según dice uno de los artículos escritos, están reunidos
contra mi. No estoy en libertad, ni la admitirla sin que se me
juzgase. Seria el último tormento negarme mis compatriotas
una benigno audiencia. ¿Cual es la causa de esta segunda per-
— ^^
(18) El gobierno mandó que asistiesen, y el fiscal dejó mani-
fiesta su parcialidad, ; >.,:.r , ,' ., i
126
secucion ? Haberme opuesto á que fuesen ciudadenos, no cu-
atro miserables, según espresa un señor que no tiene de perua-
no ni la guturacion, cuyas relaciones con España son notorias,
que pasó de los castillos á Bolívar ; esto es, que fué siempre
contra la patria ; sino mas de treinta mil que nos hubieran er
clavizado de nuevo, si el articulóse sanciona. Beso mis cade-
nas, pues las arrastro por haber salvado la república. Sigue el
hilo de mi narración.
En mi primer manifiesto recordé al publico la intima amistad[
de don Anselmo Quiros con Luna Pizarro : el asombro, que
causó no consentir que se embarcase, para que fuese fiscal d^
la causa ; pues hay un dato mayor de colusión. Quiros se
ha ausentado, y el ministro Mariategui con sus poderes y á su(
nombre, ha contraído matrimonio con doña Dolores Palomeque:
estos actos no se practican sino por amigos muy Íntimos. Los
delitos de infidencia no son de dificil prueba. Si, lo son las in-
trigas ministeriales. Un gabinete es un santuario donde solo
entran los iniciados en esa política destructiva de los derechos
del hombre : es preciso ocurrir á indicios y presunciones. Muy
poco se escribe, y nadie se atreve á una declaración, que le
atraerla un mundo de males. ;'*9 «n^wR'k» ómI aim-
La segunda interesante persona en esta espantosa traj'edia ha
sido el comandante Herrero. Confieso que este es mas diestro
que todos los cómplices. He dicho cual ha sido su conducta
para conmigo en el tiempo de la prisión. El procuró ganar toda
mi confianza. Se le dijo : Vidaurre es un inocente, con cuatro
carocas descubre U, su pecho. No es dificil. Abomino ese
arte de desfigurar, que poseen con perfección los europeos :
prefiero nuestra rustica sencillez. Como no tuve la desgracia
de educarme desde niño entre ellos, no se imprimieron en mi
alma sus vicios detestables. Pero no soy tan insensato, que no
caHe, observe y disimule, cuando me conviene. jmy;. .
¿Por qué se elijio á Herrero para remitirlo á Chincha, y para
comandante de esta bastilla ? Es claro porque es el amigo
rnas inseparable de Luna Pizarro, porque formó caricaturas
contra mi y mis amigos, y escribió los comunicados mas insul-
tantes por complacer á ese señor ; porque fué el jefe de la cor-
bata encarnada ; porque tenia intrepidez, ánimo, constancia, ta-
lento y todas las aptitudes propias para llenar el plan que se ha-
- 127
bian propuesto. Era sobre todo un español, que no podía me-
nos que estar ofendido de mis opiniones contfa los de su patria.
¿Y el gobierno es imparcial ? Yo le rogué al jeneral La-Mar
por el conducto del mayor Campos, que no me pusiese á la
guardia de un militar que el mismo sabia, que era mi enemigo.
¿Porqué no se accedió á la pequenez de mudarlo ? Porque
toda la fabrica caia en tierra.
Me parece que estoy cumpliendo mi palabra. Nada puec^e
imputárseme de personalidades. Son hechos, y hechos al alcance
de todos, que al oírlos los lectores dicen : es cierto. Continuó con
tros de que no son sabedores y cuya principal verisimilitud
onsiste en los que he referido. v-i oí:
El modo de inducirse Quiros con Ninavilca para estorquear
esa declaración de que hablé en mi primer manifiesto, en con-
tradicción con las anteriores, fué casi en las mismas palabras
que siguen. U. esta convencido de un delito, que tiene por pe-
na ¡a pérdida de la vida. JVo hay otro camino para salvarse,
que imputar al señor J^idaurre haber sido el promovedor de la
sedición. Esto disminuirá el crimen de U. y le atraerá las
gracias del gobierno. (19) Palabras son estas que escuchó un
individuo, que entraba en la ocasión, y que haré que jure, aun-
que se obstine en no verificarlo, el dia que se celebre el consejo
de guerra. Hay gran probabilidad que se usarían iguales es-
tratagemas con los demás presos.
Si ese fiscal procedía tan al gusto de sus constituyentes. Her-
rero tomó una parte mas activa desde que los reos pasaron á
las carceletas de la inquisición. Este nombre me hace detener.
¿Por qué elijieron unos calabozos, que son una clase de tor-
mento, fabricados por la tiranía, el fanatismo y la superstición ;
calabozos, que si los principios fuesen conformes con la prac-
tica debieron ser demolidos en el mismo dia que cayó el imperio
de los borbones ; calabozos mal sanos, no ventilados y donde
se sufre un calor ecsesiva? (20) Asi convenia. Era el potro
destinado á unos miserables que carecían de amparo. En esos
(19) He presentado una carta del sub-inspector don José
Gómez que lo afirma como testigo de vista.
(20) Beccaria : que son suplicio mas bien que un medio de se-
guridad. Todo lo que ecseda de su fin es un atentado* ,
128
hórridos sitios causa mayor impresión la voz de un español que
á todas horas, repetía todo está descubierto, no hay remedio sino
le banquillo, ese revolucionario de Vidaurre es la causa de que
ustedes padescan, deben acusarlo. Esto se acompañaba con la
falta de sustento, con la incomunicación muchos dias despuQ-^
de Ja instructiva, con las promesas de protección, y con todos
aquellas cabalas que forman el catecismo de los satélites de los
gobiernos despóticos. Mi manifiesto se les leyó en el momen- _,grr^g(jl
to. Se les inflamó contra nii : se dispuso los ánimos á la veunj
ganza y á la calumnia. Personas que han hablado con los reJ.
os me lo han referido. Hay una prueba superior, la certezej
moral. ¿Como no se creerán estos hechos del que siemprel
me llamó CaúWndi l'c^tsmiVl '■ . ujuhui s>U obofíi l¿l . |
De este modo se preparaban instructivas y confesiones. A-
sombraos conciudadanos con lo que voy á decir. Instructivas
y confesiones se tomaron al mismo tiempo por Herrero y por
Allende. (21) Ambos hacian preguntas, y las reconvenciones
mas fuertes el primero. No osará el secretario ligarte negar
estos datos. Si tal fuese su arrojo, se lo probara con muchas
personas, que de propósito rogué que los atendiesen para testi-
ficarlo en la ocasión. ¿Que maldad / Mientes, lo contrario me
dijiste á mí, es una falsedad. No habrá corazón tan insensible,
que no se moviese á compasión ó ira al oír á esos desgraciados
con voz trémula y balbuciente, acompañado sus respuestas
con lágrimas. JVo sé mas, no he dicho eso, no lo presencié, no se
trató conmigo. (22) Pero cuando el interrogatorio recaía con-
tra mi, entonces se usaba de toda clase de rigor : á Chumpitás
se le puso una espada al pecho para que supusiese que Elias
Sánchez le habia dicho que llevaba órdenes mias para levantar
un regimiento. (23) ¡Un regimiento se levantaba por un indio
asesino, y ladrón actual de caminos! Ya se habrán enviado
emisarios á hablar con él, ofreciéndole el perdón y dinero con
(21) Macron preside al interrogatorio de los testigos y á la
tortura de los esclavos, ¡ Tiempos de Tiberio !
(22) Un ejemplo vivo de lo que pinta con elocuencia Filan-
gieri,
(23) Me la dijo su defensor el capitán Palma, y se lo ha re-
petido á muchas personas. .V v!?^^ '
Tj-^^-ffiri,*
129
tal que se presente, y me acuse. Manátegui tiene muchos
amigos de esos. El mismo me lo aseguró con repetición. Sa-
bemos que él y sus hermanos estuvieron parlados con Ninavilca
cuando el tumulto contra Bolivar. Se conocen, se entienden,
se convlnan.
* El fiscal no procede en cosa alguna según su dictamen.
Cada momento es una consulta al ejecutivo, el juez propia-
mente es el presidente de la República. Inútil fué, que la
constitución mandase, que bajo ningún pretesto conociese en
asunto ningún judicial. (24) Es mi juez apesar mió, y lo será
hasta el cumplimento de la sentencia. ¿Quien le dio autoridad
para decidir en las consultas sobre casos de ley ? Esta es una
facultad esclusiva del Congreso. (25) Fueron de esta natural-
eza mis solicitudes sobre hacer mi defensa, sobre que los pre-
sos no se careasen entre si. Yo suplico la atención sobre la
del dia 11. Pidió mi defensor el reconocimiento de una carta
del sub-inspector don José Gómez. En ella se refieren los
mismos hechos que anteriormente espuse de la seducción de
Quiros hacía Ninavilca. El testigo la presenció. Incontinenti
debió procederse á la declaración. No fué asi. Se consulta
al ministerio, y el reconocimiento se hace al siguiente dia. To-
dos está en los ministerios tres ó cuartro veces. Nada practica
de que antes no dé noticia. La disculpa es, que no quiere
errar. ¿Y puede haber un error mas grande que este procedi-
miento ?
Hago una ligera reflecsion. ¿Este es modo de administrar
justicia en los pueblos libres ? Responda por mi un hombre
ilustre. Recaiga sobre él la nota de sedicioso é incendiario.
No hay libertad del ciudadano, y perdería su libertad la patria.
„Aqui se trata de las leyes que tocan directamente á cada ciu-
dadano en sus intereses privados ; de aquellas leyes que solo
atacan ó protejen inmediatamente la libertad individual ó parti-
cular, y no la libertad pübhca y política. Desde luego se ve
que aquella especie de libertad es muy necesaria para la última,
y que está intimanjente ligada con e\h, porque es necesario esté
seguro de no ser oprimido en su persona ni sus bienes, para poder
(24) Articulo 81 caso 3.
(25) Articulo 60 caso 1 .
17
130
defender la libertad 'publica : y es muy claro que si por ejemplo
^b^e? una autoridad cualquiera tuviera el derecho ó la posesión de or-
¿!^í^ ff . ¿3íA€.^^enar abitrariamente prisiones, destierros y multas, seria imposi-
^,,^^Jié^*i o-^ ble contenerla dentro de los limites que podria prescribirle la
constitución, aun cuando el estado tuviese una muy espresa y
formal. (26) ^
Este mutuo enlace de las dos libertades puede hacerse mas
palpable. Se defiende lo que se ama. Lo que se aborrece
se desea que perezca. Los Horacios, Curacios amaron su pa-
tria, dieron la vida por ella. Los italianos no la aman, ha
visto con indiferencia la dominación de la Austria, de la España
áe la Francia. Nadie quiere ser desgraciado, ni continua
siéndolo. ¿Quienes son según esto los verdaderos enemigos
del estado ? Los que hacen de modo que no se le pueda amar;
¿Y quienes hacen de modo que no se le pueda amar? los que
abusan de la autoridad, los que tienen el pueblo en temor y
desconfianza, los que dejan sin premio el mérito, los que llaman
á los puestos á los que han sido declarados enemigos de la na-
ción, los que saben esquilmar y no producir, los que fomentan
las divisiones, (27) los que juzgan imposible gobernar con ar-
reglo á las leyes.
(26) Destutt Tracy sobre el lib, 12 de Montesquieu.
(27) He dicho en mi anterior manifiesto, que habian cinco
partidos pronunciados : se me pregunta, ¿cuales son ? Lo
diré. El de los godos, que tienen una protección decidida. El
de los vitalicios que esperan con ansia que Bolivar se restituya
al trono, y á quienes oponiéndose á mis juicios, ya se les mira
con compasión. El de Riva agüero que apetece sea el succes-
or deljeneral La-Mar. El de los infames egoístas, que á todo
se acomodan, y solo aspiran a los puestos, rentas y comodidades.
El de los libres ecsaltados, que es al que correspondo, sirviendo
con generosidad, esponiendome á los tiros de la maledicencia,
perdiendo mi plaza, mi quietud, y tal vez la vida. Si yo fuese
un Catilinano trataria de fomentarlos, siiio de consolidarlos en
mi favor, ¿Serán conmigo los godos, los vitalicios, los egoistas?
Jamas : solo me quedan unos pocos hombres de bien, incapaces
de tumultos, porque aman la patria, porque la han constituido
131
Compárense mis papeles con las acciones y escritos de mis
enemigos. (28) Hacen nueve dias que salió el primer maniñ-
esto. Los comunicados son atrocisimas injurias personales
aprobadas por los que prolejen el un periódico, y pasan una
Ipension para el otro. Si como son audaces, insolentes, atrevi-
dos ; fuesen sabios y justos, escribirían dando al público las
pruebas que resultaban contra mi, ademas de 1% viciada declara-
ción de Ninavilca. Demostrarían que mis principios de dere-
)cho público son falsos y subversivos : los combatirían con ra-
zones y autoridades. Esta era una querella político-literaria
en estremo provechosa para un estado naciente. Nada con-
viene mas que ilustrar á los ciudadanos sobre sus derechos y
obligaciones : los límites de unos y otros. Este es el modo
que no haya tiranos ni anarquistas. Confieso que no es fácil á
oradores de taberna, á literatos de novelas, á hombres que gas-
tan el tiempo en pequeñas y ruines intrigas. Continuad vitu-
perio de la nación, que si no os desprecio, os compadezco.
Que podrian adelantar contra mi, cuando cada momento se
patentiza mas y mas la criminal combinación. El defensor de
Chumpitás pide al gobierno que Herrero sea separado, y recusa
al fiscal Allende. Su nota la pasó el dia once. Somos trece y
no hubo resulta ninguna. Es decir, que es nulo cuanto se ha
practicado en el doce. (29) ¿Cómo habían de variar los per-
con sus esfuerzos, 'porque son unos pobres desnudos, arrincona-
dos, sin armas ni caudales. Los que quieren atraer asi godos
y vitalicios son los que preparan la tiranía. El particular que
piensa en el mando procura hacerse de todos los partidos, el que
está en el trono que usurpa, los anima poniéndose del lado de los
mas fuertes, Maquiavelo ha enseñado esto. Ya pueden que-
marse sus obras, porque hay muchos Maquiavelos. En Seleu- j^ Vv^;»
da, dice Tácito, el pueblo gozaba perfectamente de sus derechos,
mientras los habitantes permanecían en unión : ellos desprecia-
ban al Partha. Entraban en discordia, losparthas los vencían.
(28J Salió el 4, se escribe este el 13.
f29) En la mañana del 13 hizo firma á los reos una repre-
sentación, para que en atención, á hallarse ellos en los ccHabozot
se me condujese ct los mismos.
132
sonajes de esta farsa en el lance mas preciso. Se me iba á
humillar, careándome con Ninavilca. En las procsimas horas
era necesaria mas que nunca la persona del gobernador actual
de la cárcel. Estuvo adiestrándolo hasta el mismo acto del
careo en compañía de su defensor Rueda. Debia ser el fiscE|^
un individuo en quien el cholo tuviese toda su confianza para
poder sostener una calumnia, ¡Cuantos placeres para Luna
Pizarro ! No pudo escoger un encargado mas fiel. Si, él le ^
da un diario aviso de los mas pequeños acaecimientos, y aun r
de mis respiraciones. Se le perdonó el pecado de haber sido/
el corchete en la noche de la captura del jeneral La-Mar. Lai
reconciliación es perfecta, puede contar con el grado de coro-i
nel. \
Si el era despedido del puesto; ¿ Quien trataría con los reos
para que á su nombre saliesen los comunicados que se han
visto ? ¿ Quien llenarla con tanta delicadeza las confianzas mi-
nisteriales ? El se habla de tú con Mariálegui. Ellos se tratan
con familiaridad hacen muchos años, ellos tienen un mutuo
ínteres on protejerse : la inocencia de Vidaurre declarada, era
el origen de las desgracias de sus enemigos.
¿ Qué han adelantado después de tantas miserables tramoyas ?
I Qué ha resultado del careo ? Lo que pongo en mejor estilo,
sin que falte una sola silaba. „ Que en el tiempo que tiene el
honor de conocerme ha estado en mi casa como unas seis veces,
poco mas ó menos : que con respecto al asunto de que se trata
solo una de parado : Que fue con Elias Sánchez, el que se
quedó en la ante sala : que le dije que era preciso escarmentar
á los cuarenta diputados por su proyecto, llamar á los suplentes,
y mantener al ejecutivo en sus funciones para que hiciese frente
al jeneral Simón : Que en estas circunstancias entró una per-
dona Y se retiró él con Sánchez : que le esprese que este es-
taba instruido en lo que debia hacerse : que dicho indio le
advirtió haberle yo prevenido que nunca me escribiese.
Este ignorante, por seguir la regla que se le ha prescripto
de hacer que recaiga sobre mi su crimen^ no hace sino fortale-
cer mi defensa. En otro manifiesto presentaré á la letra sus
declaraeiones, confesión y careos. Por ahora me limito á
unas muy simples observaciones. Una sola vez me vio sobre
parado. ¿ Luego no pude formar con él plan ninguno. ¿ No
133
le dije sino lo que últimamente afirma ? Pues esto ademas de
ser contradictorio en si mismo, no contiene ningún crimen.
Es contradictorio en si mismo, no pudiendo haber tumulto nin-
guno, quedando el ejecutivo en el completo de las atribuciones
4t^0), Era indispensable que el presidente de la república
fuese un cómplice y protector de lo que se iba á hacer. Si yo
procediese con la ligereza de mis contrarios diría, que esto
tiene mucha mayor verisimilitud : no lo pruebo, porque no lo
• creo.
1 No contiene delito, porque decir que era preciso escarmentar
Isin que se esplique la clase de escarmiento, es palabra que
Ivaria significado. Que se llamase á los suplentes, sin designar
fe\ modo de separar á los propietarios, es proposición indeter-
minada. La acusación que se le ha violentado á proferir á
este infeliz, se asemeja bastante al dicho de los testigos presen-
tados contra J. C. En lo demás es un referente sin relato,
refiriéndose un reo á otro reo. ¿ Y sin mas que esto, estoy
preso ? ? Y aun se continuara la causa ? ¡ Dias lúgrubes de
Roma estáis copiados por nuestra desgracia en el Perú ! No
lloro por mi, lloro por mi patria. Nerón comenzó por un cri-
men, no hay tirano que no hubiese comenzado de ese modo.
Lo que ha de espantar es, si ese primer crimen se cometió á
sangre fria y no dejó ningún signo de remordimiento. (31)
! Infelices los ciudadanos que sean apáticos á los primeros pasos
del despotismo !
f30j Un testigo sin tacha que lo dijese no seria creído por
la inverisimilitud, Mateu Controver 40 nujn. 82.
(S) (Quisiera la elocuencia y la jilosojia de Racine en el
Britannico. Burrhus.
; Ah, madame ! pour moi;^ ai récu trop d* unjour»
Plút au del que sa main, heureusement cruelle,
Eúfjait sur moi V essai de sa fureur nouvelle!
Qw' il ne m' eüt pas donné, par ce triste attentat
Un goge trop certain des malheurs de V etat !
Son crime seul n* est pas ce qui me desespere :
Sajalousie a pu V armer contre sonfrerh :
Mais, 5' il vousfaut, madame, expliqucr ma douleur
JVeron V a vu mourir sans chans;€r de couleur.
134
Hay en clase de testigo un delincuente. Se le quiso dar el
valor de un testigo, y para ello se le mandó jurar la declaración
forzada, para que me calumniase. Omití este hecho en mi
primer manifiesto porque lo ignoraba. No se me leyó por el
fiscal entonces el final de las declaraciones. Quiros por tanto
quebrantó la ley espresa, que prohibe el juramento en lo que
declaran los reos ó los que pueden resultar reos. ¿ Y una ley
se quebranta sin que haya interés en quebrantarla ? Recono-
ceremos si hay una prueba completa de seducción ecsaminan-
do la cuestión legal. Esto demostrará hasta la evidencia, qucj
no hay ninguna contra mi.
Un testigo mayor, sin tacha ninguna, sin amor para mi, puesl
jamas me había hablado, sin odio para Quiros, sin esperanza,
siendo hoy yo el mas abatido de todos los peruanos, con el
natural temor de desagradar á las primeras dignidades de la
república; refiere un hecho que presenció, da razón de su
dicho, y esplica circunstancias las mas notables. Esta es una
semiplena prueba testimonial. Imparcialmente indagemos, si
se completa con indicios. La certeza en general no es otra
cosa que el estado del ánimo seguro de la verdad de una pro-
posición. (32) Es un indicio fuerte aquel que tranquiliza al
majistrado en su decisión, no quedándole escrúpulo sobre lo
que ha juzgado. Militan contra Quiros : la amistad estrechísi-
ma con mis enemigos, principalmente Luna Pizarro y Maria-
tegui. El odio á mi desde la elección de Presidente de la
República y manifestado en todas ocasiones en el Congreso :
el haber tomado una declaración con juramento á un reo por
creer que de ese modo daba mas fuerza á lo que decia para
calumniarme : el susto que se propuso me causaria diciendo :
^ue seria dijicil desenvolverme : (33) la mentira clasica de
haberse tenido las mayores consideraciones antes de prenderme,
y que solo la necesidad obligaba á ello, siendo asi que ni en-
tonces ni ahora hay motivo de prisión : siendo asi, que en el
acto de tener ese fantasma de apoyo, se me condujo cual reo
(S2) Filangieri tom. 4 cap, IS de la certeza moral. Far-
inacio cuest. 36. Estos son los indicios que igualan á los in-
strumentos según la ley 4. c. de prob.
(^33J Fl secretario ligarte lo presenció mas de una vez.
135
de estado convencido, á un cuartel : el haber tratado de ocultar
la contestación de Delgado. Estos indicios y un testigo hacen
una prueba completa. Los filósofos convienen en que cuanto
es mas fácil el crimen, el modo de ocultarlo, y los medios de ^
sostenerse contra la justicia, mayor debe ser la frequenza en ^c/^**''^***'
Tas pruebas y el rigor en los castigos. (34) Ninguno con mas ^,^'^^^^
impunidad puede delinquir, que el magistrado que conoce de
una causa criminal. Todo se le proporciona para satisfacer
)sus pasiones. Estas si son vergonzosas pasiones acompañadas
siempre de la infamia.
1 Probada la falsedad de la declaración de Ninavilca por
bemor y seducción, ¿que es lo que resta contra mi ? Lo que
el fiscal Allende pueda adelantar en los careos, que según el mé-
todo con que se está procediendo á este acto pernicioso, viene
á ser una nueva confesión, lo que á nombre de los reos se esiá
escribiendo en los comunicados. (35) ¿ Será esta una prueba
legal ? i Se podra por ella dictar una sentencia condenatoria ?
Si : igual á la que el senado de Roma dictó contra la familia
de Germánico. (36) Las castigos son útiles en cuanto el pue- ^
blo se convence que el acusado es criminal. Si está persua- if¿¿t/t t'^\
dido de la inocencia, la pena surte un efecto contrario. Su fin // J
es, mantener la tranquilidad del estado; esta se pierde, si falta j(^ ^^
la justicia, si se abusa del poder.
Pero la conducta del fiscal y los comunicados han de aten-
derse por el público. Este será el modo de que conozca que
toda la tela es tejida por una misma mano. Preso Delgado,
se le toma su instructiva. Se le hace reconocer la carta que
me escribió pero no el borrador de mi respuesta. ; Superche-
ría abominable ! (37) ¡ Cual fué la razón de este fraude ?
Que Delgado habia dicho en público en el cuartel de policía,
que yo era un inocente, que con injusticia se me tenia preso,
que me escribió por indagar si estaba convenido en el proyecto,
U— li: ____
(34) Berüham de la proporción entre Jqs delitos y las penas cap,
(35) Los pueblos estrangeros conocerán por el estilo el mérito y
talentos de mis enemigos.
(36) Tácito tomo 1 ® anales.
(^T) Cuando se me tomó mi confesión, reconvine al fiscal Mlende.
Me respondió que lo habia tenido por inútil^ porque confesaba lo sui-
tancial.
136
y que mi contestación lo afianzó en lo contrario. ¿ Qu6 se
hizo ? se ocultó la carta, según demostré en mi primer manifi-
esto, y se espera un mes para que altere el reo lo que habia
dicho. ¿ Y lo altera en lo sustancial ? No puede. Ha confe-
sado siempre mi negativa : lo ha atribuido á mi carácter velei-
doso, espresion muy conocida en la boca de mis enemigo^.
Viene á resultar, que no se niega la repulsa, sino únicamente
las palabras en que está contenida la carta. Informe el jeneral
La-Mar á quien se la lei el mismo dia : si no absuelve las citas m^iétl^
que le hago, el proceso será incompleto. No hay decreto/
alguno que lo escepcione por ser presidente de la repüblicai
En Roma se concedia una corona al que libertaba la vida á un
ciudadano, mas bien merece este adorno el que salva la inoA
cencia. Arranca del brazo del poder á los conducidos á la*
muerte para que no perezcan, dice el sabio. De oficio debió
haber dado su informe desde los primeros pasos de esta causa.
Su silencio lo no quiero que digan que lo injurio.
Y escribiendo sobre el comunicado (38) el natural enlace de
las ideas, me hace contestar una especie que hoy aparece, con
todo el ruido del descubrimiento de un nuevo planeta. Esta es,
que los reos contaban con La-Mar, Santa Cruz, el comandante
de artillería y Jaramillo, porque lo habia prometido. ¿ Y un
hecho de esta clase lo alegó ninguno de ellos anteriormente ?
¿Era de omitirse ? Nadie lo presumirá ; pero á mi me agrada
pulsar las materias hasta el ultimo convencimiento. Me escri-
bió Delgado, le contesté repeliendo su locura. Era el caso de
que ese hombre hubiese reconvenido diciendo : pues Vidaurre
no ofreció que los jenerales y primeros jefes estarían con noso-
tros ? i Cómo se niega á lodo ? No fué asi. Delgado lo que
espone entonces es. ¿ No habia asegurado que no entrarla en
nada ? Ved la realización de mi pronostico. ¡ Ha que la
verdad tiene un carácter, que jamas imitará fielmente la im-
postura ! Se ha prometido perdón á esos pobres, como indulto
de la promulgación de la carta que se está sancionando. Con ^
1 — - —
(38) TaUp^afo del 31 de febrero en la imprenta de Pierola, dipu-
tado en el congreso último español y edecán de Luna Pizarro. En
esta misma prisión se han forjado comunicados en el cuarto del car- j
celero según se presume. \
137
esta esperanza se les dirije donde se quiere : presto tocaran su
desengaño.
Mi inculpabilidad es juzgada por la conciencia de mis perse-
guidores. Pero mi manifiesto es un nuevo crimen. Atacar al
ejecutivo, faltar al respeto del congreso, maldecir de las perso-
nas mas respetables, estos son crímenes atrocísimos ; la espada
de la ley debe caer sobre mi cabeza ; están ciegos y sordos los
que mandan, que no preparan los cadalsos. Muera el furibun-
do demagogo, el ambicioso, el anarquista, no infeste este suelo
feliz. Latiaris y Cota Mesalino provocando el furor de Tiberio *_J
ly provocados por el furor de Tiberio. Pueblo peruano, nin- '•*»•> *♦;> i
'guna clase de suplicio puede arredrar mi fuerte espíritu. Desde ^,. ^
el año de diez me emplié continuamente en enseñarte tus de- *
rechos y en defenderlos. Por ellos fui expatriado en el de 18
(39) Suspensa mi renta de oidor, quedando en la mendicidad
mi dilatada familia, perdiendo el resto de mis bienes. ¿* Qué
perdió Mariátegui el era medio abogado, medio corredor. Va-
riar de sistema le importaba para ser algo. ¿ Qué perdió D.
Juan Salazar ? Unido hasta el ultimo dia con los españoles,
es un injerto sin naturaleza esclusiva. Escandaliza que rae
esplique asi sobre los funcionarios primeros del estado ? Lean
los papeles Anglo Americanos, y aprenden á ser libres.
■ Pensé que abierto el congreso, no habria quien se atreviese
á esparcir ideas serviles. Me convenzo con dolor mió, que
me engañé. Se trata de establecer una obediencia pasiva.
Las doctrinas de mis enemigos, que son los enemigos de la
patria, están reducidas á estos términos. No es licito escribir
contra el poder egecutivo, aunque pise la constitución y los dere-
chos del hombre. Cuanto decrete el congreso es santo, aunque
de ello resulte la pérdida de nuestra libertad é independencia.
(39) Como habia de estar en el Pera a los principios, el
que habia sido expatriado por los españoles. En el momento
que pude, me restitui ct mi patria. ¿Qué hacia dentro de ella
Luna Pizarra ? Jamas pude estar quieto en los dominios de
un déspota, porque jarnos hice pacto con tiranía. Se me acusa
de lo que me alabaron las gentes justas. Sali de la isla de
Cuba, porque aUí enseñaba lo que aquí estoy enseñando. Tam-
bién saldré de aquí, si es la misma forma de gobierno,
18
$^U^c^
^i'
138
Contra las personas respetables, que los son por el poder, no por
las virtudes, es una blasfemia pronunciar una sola palabra :
lecciones de Richelieu. Yo enseño al pueblo a ser libre.
Puede alguna vez la justicia politica estar en oposición con
la civil en cuanto á las propriedades. Puede el gobierno to<
mar alguna vez el predio de un ciudadano, y demoler sus fáb-
ricas, si esto es indispensable al bien general, Salus populi
suprema lex esto, (40) Pero jamas la justicia politica puede es-
tar en choque con la civil en cuanto á la seguridad personal.
Jamas puede haber caso en que se habilite al jefe supremoj
para que quite la vida á un inocente, ni lo prive de su libertad.
Es la razón : que asegurar la vida y la libertad es el objeto\
principal de las sociedades. Es la razón : porque es derecho I
divino defender la vida y la libertad. Dios mismo respetó al
alvedrio del hombre (41)
Un escritor ingles en muy pocas lineas esplicó altamente lo
que era la obediencia pasiva, la táctica racional y la anarquía.
(40) Principios generales de todas los publicistas. Vean á Vat-
^ / tel, á Real. JVb cito á Grocio y Puffendorf porque escribieron en
J tiempos no ilustrados.
ff (41) Mi primer manifiesto lo clasifican los ministeriales de sedi-
cioso : él puede poner en combustión toda la república : pregunto.
¿ Sus principios son verdaderos ó falsos ? Si son verdaderos, no
dudo que serán mis enemigos, aquellos cuyas opiniones contradigo ;
los envidiosos de mi reputación, los que tienen intereses contrarios al
interés público. Quisiera que siempre hablasen por mi los filósofos.
Mi estilo es tan incorrecto tan inecsacto, que no puede causar placer
á los que leen mis obras. (Helvecio, del hombre cap. 5 sobr^ la
educación.) Un ministro multiplica las patrullas del campo, tiene
por enemigos á los ladrones de caminos. Si estos ladrones son pode-
rosos, el ministro es perseguido. Asi le sucede al filosofo. ¿ Sus
preceptos tienden á asegurar la dicha del pueblo ? Tiene por enemi-
gos los ladrones del estado que deben ser temidos. Me he constitu-
ido el abogado de los derechos del hombre, deben ser contra mí, todos
los que quieren establecer sus derechos parlicidares á costa de los de-
rechos de la humanidad. Mis verdades me arruinan ? JS*adie lo
sabe mejor que yo mismo. Menipe decid : Júpiter no tiene razón,
pero tiene rayos.,, ¿Se ilustra el pueblo"? ¿esta semilla producirá
buenos f^os"? JS^ada son los trabajos que sufro respecto de la gloria
que me espera.
139
(42) La resistencia dice es un último remedio cuando no hay
otro, que oponer á la violencia de la tiranía. ¿' Quien no se
gloria al ver levantado el puñal sobre el pecho de don Pedro
el cruel ? Es un último remedio, pero es un remedio que ha
ide adoptarse, si no hay otro. Habla en su consecuencia de
Carlos I ® y de la expulcion de Jacobe 2. ® En mi proyecto
de constitución tomé la ley de una república griega : todo ciu-
dadano tiene derecho para matar al tirano. Si se hubiese
usado de esta ley con Bolívar, no ecsistiera el enemigo de los
pueblos.
Es mucho mas útil usar de la imprenta para advertir á los
gobernadores sus yerros. Si son de entendimiento y no de
voluntad, los corrije; si depende de los ministros, los muda; si
son discuspables, da satisfacción por la prensa. El pueblo
queda contento manteniendo su soberanía. ¿ Es el soberano ?
Puede reconvenir á sus subditos que son los funcionarios púb-
licos. Hágase el cálculo de los monarcas asesinados, antes de
estenderse la^ imprenta y los que tuvieron el mismo fin en el
siglo de las luces : miles contra uno. En Rusia los esclavos
no pueden oponerse al hombre absoluto : el trono podia nadar
en la sangre de los principes. Siendo todos iguales en las re-
públicas, dos razones hallo para que la imprenta sea muy libre.
El deseo esencial de todo hombre para salir de su órbita y am-
pliarla ; el deseo en los no empleados para hacer que caiga el
que está en elevación. El primer deseo conseguido forma un
tirano. El segundo no satisfecho produce la anarquía. Acu-
sar á los que mandan ante el tribunal de la opinión y contestar
ellos, es la medicina para ambas enfermedades.
No he leydo contra las doctrinas de mi manifiesto, sino un
renglón de Pando. f^Ocuririr á ese poder tremendo para que
separe a los diputados ? Si pequé, fué siguiendo á Montes-
quieu. Pero ni él ni yo hemos pecado contra los buenos
principios. Es el caso cuando una mayoría del cuerpo legisla-
tivo traiciona la patria. ¿ Puede esto suceder ? Seria negar
posibilidades y hechos. ¿ Y qué camino había de tomarse en-
tonces ? Solo dos se presentan : ú obrar el pueblo en tumulto,
ó auxiliarse del ejecutivo. ¿ Cual de estos es mas prudente,
(42) Humcy ensayo sobre la obediencJM pasiva.
140
mas seguro, ofrece menos riesgos ? Nadie negará que el se-
gundo. Una revolución trae tantos males, como los que quiere
impedir. Me entristece la historia del despotismo de la Francia.
Me aterran y confunden los feroces demagogos. Siempre los
hay en las revoluciones : á veces antes : los peores son los de(
clamadores contra la demagogia en favor del poder absoluto.
Pongamos una regla general. Mientras hay una autoridad
legítima no corrompida contra el pueblo, de ella nos debemos
valer sin desordenar el pais. j^v oiieeii
Luego según lo espuesto, ni por los autos forjados con ma-
neras ecsecrables ni por mis lecciones políticas resulto criminal.
? Y cual será la sentencia ? Es de pensar que la del Senado dev
Roma en el reinado de Tiberio. La historia no se desmiente :\
unas fueron las pasiones, unas serán. ¿ Que juez no depende
de mi enemigo ? ¿ Cual sera imparcial ? Virtud celeste, de-
sciende por unos instantes. Yo te invoco por mi protectora ;
asiste y ampara á mis dignos compatriotas. Bruto muera, no
muera Roma. ¡ Cuantas dudas ! £1 entusiasmo divino siento
que se evapora en los espíritus mas ardientes. ¿ Y por qué
conciudadanos mios ? No por mis escritos, si por los abusos
del poder. Mantengamos los principios, no desmayemos : joyas
de gran valor no se adquieren sin trabajo y sin esfuerzo. Pu-
simos la mano en el arado, no volvamos atrás la cara. Per-
fecciónese la obra : guerra á la Tiranía, odio á España, unión
entre nosotros mismos.
I
X i
141
ílVJtni i\úr. {»»>8é ¿(i
^REPRESENTACIÓN TERCERA AL SOBERANO
CONGRESO. (43)
SEñoR : — Mi causa se hace cada dia mas célebre. Feliz-
mente nada se ha decidido sobre las notas, que tengo presenta-
^das : valdrá mucho lo que diré en esta. No se crea que he
)rocedido ni en aquellas, ni en la presente por temor á la mu-
irte, ó por fastidio á la prisión. Conservo mi libertad enmedio
'de mis desgracias ; (44) pero si, no podré ser indiferente, como
hombre, y como hombre protejido por las leyes á los insultos,
á las averraciones de la maledicencia, y á los complots que
hieren la vista menos perspicaz, y hacen conocer á la injusti-
cia, que por todas partes me cerca. (45)
Para comprobar en alguna parte mi verdad acompaño el
Telégrafo del jueves 14 de febrero, y el del martes 12 del mis-
mo mes. Este último contiene un articulo subscrito por Hua-
vique. Señor : no pueble ser que un hombre se acuse á si
mismo, que asevere que le induje al crimen, cuando jamas lo
conocí (46) ni hablé con él, cuando no lo ha dicho, ni en su
declaración instructiva, ni en su confesión. La seducción
(^43) JVo se pone la segunda por que esta contenida en esta.
(44) La libertad de espíritu, que tenía el filósofo á quien se
habia hecho moler en un mortero, que decía, rompe la ropa, no
tocarás á mi alma,
(45) Los ministerialei^ y los amigos de Luna Bizarro han
tomado la senda de comunicados a nombre de los reos, acucándome
por autor de la locura de su proyecto. Lo contrario tienen dicho
en el proceso. JVo puede darse prueba mac circunstanciada que
la de no haber sufrido otro careo que con JVinavilca, Se está
imprimiendo un manifiesto á nombre de este. Conciudadanos co-
sijid que se impriman los autos. En estos veréis, la verdcid en
mis labios, infames mentiras en los de mis enemigos,
(46) Se entiende de amistad y trato. En los demos ya se
ha dicho las veces que lo he hablado.
142
ganó estas almas débiles para convertirlas en instrumentos cie-
gos de mi pérdida. (47)
En el otro Telégrafo aparece una representación dirijida al
fiscal de la causa, y firmada por todos los presos. En ella se
quejan de incomunicación estrecha y de aqui sacan su argu»
mentó para que yo esté en la misma incomunicación y en los
mismos calabozos. (48) Señor ¿podrá creerse que hombres es-
(47) Las mismas intrigan de mis enemigos conducen a escla- ¡
recer mi justicia. Como dijese Delgado en su papel que yo eral
el que habia seducido á todos, se ha dado una prueba muy com-j
pleta y circunstanciada, que en el acto de entrar preso al cuartea
de policía dijo : es una injusticia que el señor Fídaurre esté en\
prisión, es inocente, yo le escribí para ecsaminar su voluntad, y
me contestó que no necesitaba armas, que estas debian unirse con-
tra el jeneral Simón : que entregaría la respuesta, ^uien sea
autor del comunicado lo pueden discurrir, los que han oido en el
cafe al hermano de Mariategui, que ese comunicado me pierde.
(48) Ese recurso es sin la menor duda formado por el com-
andante Herrero. Solo élpodia leerles á los reos y hacerlos fir-
mar. Dos dias antes de presentarse, ya lo habia anunciado. El
que apareció, se levanto á las cinco de la mañana y pasó h
los calabozos. Esta presunción será muy lijcra para el que no
halla observado que su hora es entre siete y ocho ; cosa que no ha
tenido, ni antes ni después, una sola ecscepcion. ¡ Cuanto hubi-
era dado, porque se me abatiese hasta ese estremo ! Los reos se
fundan en la igualdad ante la ley. Por'la igualdad ante la ley,
debe estar preso el individuo, de modo que se impida la fuga sin
causarle molestia : la prisión no es una pena. El que está radi-
cado con casa, familia y empleo, no .lecesita custodia. Mucho
menos la necesita si no resulta prueba contra él en lo proceso.
El que por su clase, sus bienes y lo que consta de la actuación es
sospechoso debe ser mas custodiado. Como hay proporción entre
el delito y la pena, también la hay en la forma de las capturas.
El mismo Bolivar hizo esta distinción en la causa seguida el año
de veinticinco, y aun en la de Berindoaga. El fiscal en la pre-
sente decretó, que saliese JVinavilca del calabozo : en el momento
se presentó otro escrito no conviniendo, y solicitando que fuese
yo introducido en las interiores carceletas. Reconvenido por
143
trictamente separados y con centinelas de vista, se hallan unido
para concertar ? Llamo la atención del universo sobre este pa-
saje el mas escandaloso. Ellos no han podido, ni debido pre-
sentarse sin responsabilidad del fiscal y del comandante de la
•arcel. Cualquiera de los dos, que sea el descuidado, es el
reo. No me engañó ; tengo demasiadas pruebas.
Mis enemigos quisieran sellarme los labios para que no es-
á pusieran a toda luz sus crimenes : quisieran hasta prohibirme
leí derecho de representar; (49) pero rompan las leyes, des-
Itrozen el código, porque aquellas y este protcjen á Vidaurre.
JPelizmente hay en ese congreso personas justas, que las respe-
tan : por tanto, invoco su sagrado nombre. El caso 5 del art.
i 193, es una garantía de que goza el ciudadano en el ejercicio
de sus derechos, el procesado y aquel á quien por sentencia se
le declaró delincuente. La defensa natural no puede negarse
k nadie : si se ireiga, ya no sera garantía. ' ' •
Al recordar estos principios comunes, no pretendo que el
congreso me juzgue ; pretendo si que se pidan inmediatamente
los autos, para que por ellos se vea que con dolo perfecto del
ministro Mariategui se consiguió el desafuero. Se conocerá
por su ecsamen, que ninguna provincia estuvo para perderse :
que no estuvo la patria en ese riesgo eminente que se temió :
mí y haciéndole ver lo prohibidos que eran estos complots de los
delincuentes, me contesta, que nada habia determinado hasta ese
momento» Le hubiera hecho un regalo porque se cometiera
contra mí este atentado. Sería una prueba de la violencia que
sufro. ¿ Se creia que mi animo se abatiría ? / Qué engaño !
Tengo muy en la memoria las cárceles en que estubieron por los
tiranos hombres de mas mérito que yo. Entre ellos La-Fayette.
9 Y cómo se conciliaria el ponerme en un infiernillo, nombre que
merecen esos restos de la barbarie española^ con el articulo de la
nueva constitución que se va a sostener'^ " Toda severidad
inútil a la custodia délos presos es prohibid a. ^^ art. 161.
(49) Cuadros se atrevió á asentar en el congreso, que á un
reo procesado no se debía conceder el derecho de petición. Este
es uno de los grandes defensores de los godos. Que ecselente
consejero para Felipe 2. ° Logrará que yo sea afusilado,
pero no, que los españoles sean ciudadanos.
144
que el cuerpo del delito es una quimera. ¿Qué perderá él so-
berano congreso con ecsaminar los autos ? Cosa alguna, pues
en un día podran ser reconocidos. ¿Qué perderá con no pedir-
los ? Infinito. Penetrarse la república que el ejecutivo tiene
poder para una detención arbitraria ; -persuadirse los diputados,
que no están seguros en la representación que les dio el pue-
blo ; conocer los ciudadanos en general, que sin prueba de de-
lito pueden dejar de ser libres y dejar de serlo por todo el tiem-
po que agrade al ejecutivo. Acaba el soberano congreso de i
sancionar, que ninguno puede ser preso sin precedente infor-
mación del hecho, por el que merezca pena corporal. ¿ Y se
consentirá, que yo lo sea, no siendo acusado, denunciado, ni
delatado, no habiendo contra mi ni un testigo, ni un indicio, nii
una presunción fundada ? Asi me esplico por ser de ningún
valor la palabra de Ninavilca, reprobada por la ley civil y mili-
tar ; calumniante convencido en otro juicio, y atemorizado con
la muerte por don Anselmo Quiros, anterior fiscal de esta causa
como lo afirma y esplana don José Gómez en una declaración,
que horrorizará cuando llegue á leerse. (50)
La constitución es quebrantada en mi persona : ¿ á quien
ocurro si el soberano congreso no pide los autos ? De
estos juicios no hay apelación ni suplica : no hay tribunal su-
(50) El justo, estudioso, é imparcial don Estevan Llosa
defendió mis derechos con tanta sabiduría como serenidad.
Muchas veces fue interrumpido por Luna Pizarro. Entre ellas
cuando se habló de esta declaración : dijo, que era una mentira.
Se verá á su tiempo impresa. Entre tanto pregunto : ¿ Q^ué
mal le hice h este hombre de oficio santo ? Acaso porque me
espuse á un disgusto para mandarle su pasaporte !■ Acaso por
haber hecho quelo nombrasen diputado por Lima ? ¿ Acaso por
haber influido en que entrase en triunfo y conducidolo yo mismo ?
¿ Acaso por haber llenado con él los dulces sentimientos que debi-
an inspirar nuestras relaciones ? ¿ Acaso por haber sufrido con
la mayor moderación sv^ insultos ? Cumplí las obligaciones de
familia, el aprecio a un ciudadano que presumí buen patriota, el
respeto a un sacerdote que concebia fuese un ministro de Cristo.
Cébate hombre en un hombre^ en un inocente, en un justo, que
llegrá el día del Señor.
145
perior. ¿Esperaré la sentencia para ocurrir entonces al con-
greso ? f ¿En qué grado ocurro ? No hay grado. Luego ha
de ser por el quebrantamiento de constitución : luego si enton-
ces puedo ocurrir por esa causa, siendo hoy la misma no se
^ueáe repeler mi recurso. Señor : yo callo mucho, porque
amo mi patria, porque conozco el mal de publicar cierta clase
de hechos. Procedí á mi primer manifiesto violentado, por
no haber accedido á mis justos ruegos el Presidente de la re-
pública. Por no dar á luz el segundo, me humillé á llamar á
^mi mortal implacable enemigo Luna Pizarro. Le propuse que
los letrados sin partido examinasen el proceso asistiendo él, y
íl fiscal de la causa en el gabinete de S. E. Que si resultaba
fno haber mérito para lo que se habia practicado contra mi, se
me pusiese enr libertad dándome una satisfacción completa (en
lo que hoy de ningún modo convendria). A las 24 horas me
contestó que el Presidente quedaba enterado. ¿Puede darse
prueba mas cierta de la opresión que sufro ? ¿Pude propo-
ner un medio mas moderado ? Señor : yo no quiero volver á
escribir, pero la necesidad me hará que escriba. No seré res-
ponsable de las resultas, lo serán aquellos que me impiden los
justos modos de recupera, mi libertad, asegurar mi vida, man-
tener mi honor, llenar la confianza que de mi hizo el pueblo,
cuando me nombró diputado. — Cárcel de la inquisición á 15
de febrero de S2S,=Señoi'=Manuel de Vidaurre.
^ CONCLUCÍON.
Las comisiones de legislación y justicia opinaron con unánime
dictamen que se pidiesen los autos. Después de tres dias de
sesiones las mas acaloradas, el parecer fué repelido por todos
los votos contra solos quince. Tuve la noticia en el momento
de tomar la sopa. El fiscal Allende y el comandante Herrero
pueden decir cual fué mi serenidad y alegria. No puede tener
el público una demostración mas convincente de ini inocencia
y del poder de mis enemigos. Si ellos no supiesen, que nada
resulta de los autos contra mi, hubieran sido los ajentes, para
que se llevasen, y para que se viesen en sesión pública. Fué
en secreta aunque pedi lo contrario. No obra bien el que
huye la luz, dice la sabiduría. ¿Y en qué circunstancias fué
19
146
repelido mi recurso ? Cuando pasé una nota diciendo, que
habia llegado á mi noticia que el coronel don Juan de Salazar
defensor de uno de los reos, habia presentado un escrito al pre-
sidente déla república, manifestándole las estorciones que hablan
cometido Herrero y Allende para que esos desgraciados decl?-
rasen á su beneplácito. Confundios, conciudadanos mios: el
ejecutivo se desentiende, y el uno permanece de fiscal, y el
otro de carcelero. El capitán Palma he dicho antes, tuvo in-
terpuesto un pedimento con el mismo objeto de separarlos ;^
nada logró. María Stuart seria una necia, no pronosticando eJ
fin de su causa, desde que comenzó el proceso. Soy navecilif
sin lastre en un mar borrascoso, combatida por todas partes di
vientos contrarios. ¡Que tristeza para un espíritu débil ! ¡Que\
orgullo, para el que oye la voz de Dios, la de la posteridad, la
de su conciencia !
Advertencia 1. ^ He dicho en este manifiesto que á
Chumpitás se le puso una espada al pecho para que hiciese una
declaración. Quien lo ejecutó fué el comandante Herrero.
Lo amenazó también con grillos y que lo baria fusilar. En los
careos del catorce en la mañana alegó Dábalos, que en su de-
claración aparecía lo que no habia dicho. En la misma noche
fué el careo de Chumpitás y reclamó de cuanto se le habia es-
torqueado del modo que tengo referido. Se resistió el fiscal
abiertamente, y hubo un lance en estremo pesado con el coro-
nel don Juan de Salazar. Con abuso inaudito, el fiscal sus-
pendió los careos y ordenó que fuesen conducidos los reos á sus
calabozos. El señor Salazar dio cuenta al presidente el que
le mandó ocurriese por escrito. Lo verificó en la mañana, pero
inútilmente. La-Mar los acordó, y se convinieron en que se
pusiese por dilijencia que Chumpitás habia sido violentado, sin
especificar por quien, ni el grado de violencia. Jamas el gen-
eral podrá escudarse con la ignorancia de estos hechos : ellos
horrorizan, aun á las personas que antes me aborrecían. Si de
este modo se me juzga, que se hará con los infelices, que tía-
recen de luces ? ¿Es cierto, Montesquieu, que la virtud es el
principio motor de las repúblicas ? Si es cierto, ó quedamos
inertes, ó jiramos en dirección contraria. ¿Hay virtud donde
no hay justicia ? En la justicia se contienen todas las virtudes.
147
Jeneral La-Mar, ¿amas tu honor ? ^Ainas un estado que te
nombró primaz jefe contra la ley, siendo extranjero ? ¿-Sientes
los estímulos de la verdadera gloria ? Muda en el momento de
ministros, que te deshonran, que te caracterizan de ingrato, que
Je infaman. Un navegante vé muy cerca un puerto bellísimo,
•distingue jardines, palacios y torres, se prepara á gozar de de-
/licias y placeres; una tempestad lo precipita en una isla des-
I poblada árida, y en la que hasta la agua falta : esto les ha su-
f cedido á los peruanos. Te creiamos todos justo, moderado,
imparcial ; eres lo que resulta de este proceso. Mas te hayas á
iJos principios, es muy fácil que seamos dichosos, y lo seamos
Jpor ti. Un abismo no te conduzca á otro. El mayor de los
J vicios es la obstinación. Ten entendido, que gran número de
principes dotados por la naturaleza de un corazón recto, y de
un espiritu fino, fueron sovérbios, sanguinarios, avarientos, im-
pelidos por los malos consejeros. El mundo es muy viejo, nin-
guno puede alegar inesperiencia. Conoces la Europa, conoces
la América, conoces los hombres. ¿Que dirás en tu favor con
tantos conocimientos? Te han de influir que mi nota es un
desacato á la autoridad. Ciudadano igual á mi, tengo dere-
cho para recordarte tus defectos, para escribir sobre ellos, para
trasmitirlos á la posteridad. ¡Quien no tiembla con esta voz
posteridad !
Advertencia 2. ^ Ruego se perdonen los infinitos defec-
tos de retórica que se hallen en este papel. El primer borrador
sin correjirlo ha pasado á la prensa. Sufro una detención ar-
bitraria, no tengo á quien ocurrir, me contento con hablar con
mis compatriotas. No escribo para que se me alabe por elo-
cuente, sí, para que se me compadezca por perseguido. Aña-
diré, que como dije en el primer tomo de las cartas america-
nas ; en el rigor del verano me entorpesco hasta quedar en la
clase de un semi-automa.
Advertencia 3. ^ Tengo la satisfacción que de todos mis
enemigos si escéptuamos á Mariátegui, ninguno corresponde á
la antigua familia de patriotas, unos son godos, otros vitalicios,
los mas aspirantes, y serviles.
AsK.)
n
MANIFIESTO
TERCERO
DEL CIUDADANO MANUEL DE VIDAURRE,
Contiene dos representaciones al gobierno, y su def- /
ENSA EN el concejo DE GUERRA POR EL TENIENTE CO-/
RONEL D. MIGUEL MARÍA DE RIO-FRIO. 7
Que la justicia cimente la libertad peruana: que el hombre conozca^ que
su persona está exenta de injustos otaques, sus pensamientos de arbitrarios
limites.
representación que ha quedado sin
proveído.
Señor fiscal. — Don Manuel de Vidaurre, presidente de la
corte suprema, y diputado en el soberano congreso por esta
provincia, hago presente, que son concluidos los careos : lo
deben ser de igual modo todas las citas. Es el tiempo en que
de nuevo debo reclamar, por la detención arbitraria que sufro.
Pido que inmediatamente se me ponga en libertad con un de-
creto, que asegure mi honor y buena opinión. Si asi no fuese,
acusaré ante la ley á los autores y cómplices del atentado.
No hay la mas pequeña prueba contra mi. La declaración
de Ninavilca posterior á otras, cuyo número ignoro, no tiene
valor ninguno. Esto se halla legalmente demostrado en el
manifiesto primero, que agrego. Después se justificó, que fue
seducido por el fiscal Quiros. Hecho plenamente convencido
por un testigo de vista, y por indicios, que ecceden en mérito
al testigo mas idóneo. (51) Acompaño también el papel qije
(5\) D. José Gómez en su declaración detalla la seducción de un
modo muy difuso. El mayor Campos ha jurado, que JVegreyros lo
reconvino por habe'i^me dado noticia de la carta, cuando con Quiros
estaban convenidos en ocultar el hecho. Su comunicado queda des-
mentido, y probada la verdad de mi primer manifiesto.
■^
149
ese indio torpe titula justo juicio. En él se nota la variación
mas escandalosa con lo que expuso en su instructiva, confesión
y careos ; y asi mismo, con lo que resulta de autos. Conven-
cidas en ese libelo sus falsedades, lo son en el asunto que se
trata.
I Supone, que en Madrid estuve unido con nuestros enemigos.
INo hay persona que no haya leido mis escritos publicados alli :
I escritos que nadie creería, á no tener el testimonio de millones jm^^^S
f de personas. Tres Manifiestos contra la injusticia, que quisie- \
ron cometer y cometieron los españoles, dando solo treinta di- |^
putados á la América toda. La contestación á la carta del
jobispo Abad y Queipo once veces reimpresa en la Habana por
/los liberales de aquella isla, y que ha corrido por el mundo
* entero civilizado. ¿ Quien se atreverla á esplicarse como yo
hice ? Renuncié á las mas álagueñas promesas, por ser buen
americano (52).
(52) Entre el furor y la risa vacilan los afectos al oír que me
dan la nota de godo los mismos que por haber declarado una guerra
abierta á los de esa nación me tienen preso. Serví fiel al rey de
España mientras fui magistrado ; pero jamas contra' mi patria :
léanse mis representaciones en el español, manifestandq, que las
Américas no pueden ser reconquistadas por armas. Es mal
principio unirse á un partido, comenzando por una traición. Re-
nuncié mis empleos, y así me restituí al suelo patrio. Rompí
unos vínculos, para contraer otros. Desde entonces he sostenido
nuestra causa con el ardor y entusiasmo de que es digna. Es-
cribía en TrujíUo manifiestos contra España, mientras malos pe-
ruanos, intrigaban. Perversos asesoraban en Arequipa á nues-
tros fieros enemigos, y sí aborrecen á Bolívar, no es por patriotas,
sino por amantes de los españoles. Bolívar los despreciaba y
abominaba : el odio á él es personal, no por el bien publico.
Me he gloriado de pertenecer á una antigua casa de la Penín-
sula? lo mismo sucede á muchos anglo americanos. ¿Qué tiene
esto con la libertad é independencia? Gloríense otros de lo os-
curo de su linage. Cada uno alaba lo que le pertenece : lo que
me infamara fuera, haber propuesto en la tribuna, que los es-
pañoles fuesen ciudadanos, fuesen diputados, tuviesen empleos
y nos esclavísasen de nuevo.
¡Miserables! habláis de lo que fui y debí ser, yo hablo de lo
que actualmente sois. Ocupad los ministerios que detesto, mi-
^
160
SEGUNDA IMPUTACIÓN.
¿ Juramentado con Bolivar en Guayaquil ? Los perversos,
que mueven la pluma y los labios de esa maquina formada por
entras yo lloro en distancia las desgracias de mi patria. Teneit
al comenzar los vicios de Roma al concluir. A san José sé
nombra patrón del Perü, porque es el nombre del presidente. \
^7£^^ I Por qué no se le levantan estatuas, se le fundan templos, se j
erijgen aras, se destinan sacerdotes a su culto ? Soy un dema- \
gogo esclamador .'* me convengo. Lo soy por la libertad, tu ver-
dadero malvado por la servidumbre. ¿-Por grande que fuese el I
presidente convendría deificarlo! Aduladores reptiles, tenéis la
ciencia de hacer prevaricar á los hombres mas virtuosos. Siendo
estranjero, estando á la frente de una facción en una república'
amiga, fué elegido presidente. Nos hemos espuesto con el nom-
bramiento á una guerra. Debe ser doblemente ecsacto, doble-
mente agradecido. Vino á gobernar un pueblo, que lo antepuso
á sus hijos. Entended que os ponéis en ridiculo alegando, que
no es lo mismo pueblo que nación. La república romana se
llamó pueblo romano. El cuadro que preside nuestro cuerpo
legislativo, tiene el rótulo Populus peruanus. Dios en infinitos
lugares de las escrituras llama á la nación judaica, mi pueblo.
No hay publicista que no use de la palabra pueblo: no se enti-
ende por pueblo cuatro hombres, ni yo lo puedo entender. No ,
es lo que llamáis la canalla de Lima. Aunque estoy cierto que
la ultima canalla de Lima es mejor que todos vosotros. Ella
tiene virtudes de que carecéis; ella ama la libertad, vosotros la
servidumbre: ella ha trabajado por la independencia, vosotros le
habéis robado los premios. Repito, no hablo de una parte del
estado, hablo del todo. Esto supuesto he dicho : que el poder
del pueblo, es sobre el poder del cuerpo legislativo, que lo
puede remover, juzgar y castigar, (a) Negad estas macsimas,
agentes de la tiranía. Pisad á Locke, pisad á los hombres
sabios que me han enseñado. Estas doctrinas las esparcí en el
Perü, y por todos los lugares donde fui oidor. No para revolu-
cionar, si para que los hombres conociesen sus derechos ; lo que
valían y lo que podían : para que supiesen los limites de la obedieií-
cia pasiva; para que fuesen quietos y tranquilos, si eran goberna-
dos en justicia; bravos é intrépidos contra el despotismo y arbitra-
riedad. Pero jamas pensé ponerme á la cabeza de una revolución.
(a) Prensa Peruana, num. 8. jw
A
151
la iniquidad, digan ¿ cual de ellos en el Perú todo, se opuso á
La acción del 27 de enero no merece este nombre. Lo merece ?
Decídmelo. Vos formáis crímenes. Es un crimen escribir con-
tra el gobierno ? Es un crimen no escriber, cuando el pueblo
Isoberano debe tener á la vista sus virtudes, y sus vicios. Al-
Ifombras de los palacios, sabed que los presidentes no son reyes.
I El respeto es á los destinos, no á las personas. Los hombres
I nacen y permonecen iguales j Cual es vuestra inconsecuencia !
Alabais el republicanismo de los papeles que corren en Bogotá
contra Bolívar. Aquí es un delito atroz tocar en la administra-
ción. Es mejor la nuestra ^ No lo es, no lo es. ¿ Obro por am-
/ bicion ? Nada quise ser, ni nada quiero, me obscureceré, mas de
,i lo que se piensa. Pequeños ignoráis la gloria de despreciar
los empleos. ¡Pretender la vice-presidencia ! (b) Pretendí ser
un ciudadano útil : me he acalorado en la tribuna, pero defendi-
endo la justicia y mi patria. He querido seguridad, justicia y
buenas leyes ; vosotros, que se abran neustros puertos á las flo-
tas enemigas ; que se me asesine sin respetar las formas judicia-
les ; que se levanten escalones para un trono. ¿ Procedo por
interés .'* ¡ Perversos ! Antes de la Baronesa de Staél ya sabía
que el que sirve al pueblo no sirve á nadie. Conociendo el cru-
ento sacrificio fui víctima voluntaria. Los que protejen la
tiranía, esos logran empleos, riquezas, consideraciones. Al que ^^
defiende generoso la patria le espera el desprecio, las cárceles, ^
la expatriación, la muerte. Mis discursos se hallan en gran nú-
mero impresos : esta es mi defensa, esta es la acusación contra
vosotros. Como una nación rica jamas será esclava, impedistis
con dolo mis proyectos. Pueblo peruano, abomina á mis ene-
migos que son los tuyos. Jamás se despacharon en la comisión
las propositiones que hice. ¿ Y cuales fueron } el establicimi-
ento inmediato de jurados, sin lo que no hay libertal ; el arreglo
de censos, causa del atraso de nuestra agricultura ; la acta de
navegación á la que la Inglaterra debe su engrandicimiento ; el
libre comercio, fuente de todos los bienes ; la estincion de estan-
cos, esclavitud parcial ; la prohibición de indultos y asilos, para
que el crimen jamas quede impugne ; la ley agraria para sacar
los fundos de manos muertas, y dar alimento á innumerables
familias que perecen ; la sujeción del primer gefe á las leyes,
para que jamas abuse del poder. Todo esto se eternisó, todo se
hecho al olvido, todo esto se arrojó al fuego, porque se quiere
(b) Voté por el general La-Mar.
f/aí-í^
152
la constitución Boliviana bajo de su firma, si no fué Vidaurre ?
un pueblo abyecto, pobre, sin recursos, para que España triunfe
de neuvo, ó se corone algún general en el Perú. Responded,
si podéis á estos cargos. Factores del mal ¿ quien es el anar-
quista ? ¿ Fui yo el motor de las corbatas rojas ^ ¿ Fui el que^
tuvo seducidas las tropas para asesinar á Santa-Cruz y sus ami-\
gos en caso de ser elejido presidente ? ¿ Tuve algún club des-(
organizador mientras fui representante ? Anarquistas llamaron I
los tiranos á los que defienden los derechos del hombre. Si así
es, será un honor el título de anarquista. Pacífico, estudioso,
retirado velaba meditando el bien de mis semejantes, y en la
mañana lo ejecutaba. No vageis de la cuestión del dia. ¿ Cual
es la causa de hallarme preso .'* No os avergonzáis de decir, (
que lo declarado por Ninavilca ? Digno socio de una caterva
infernal. Estoy preso porque me opuse al infame proyecto de
dar poderío á los españoles. Un hipócrita, que tiene el arte de
llenar columnas con voces sin sentido, asegura que no siempre
son los diputados inviolables por sus opiniones : (c) es la primera
verdad que ha dicho en toda su vida. No lo son ni deben serlo,
los feroces defensores de una nación enemiga. Error fué de
; tf. voluntad, no de concepto. Se siguió el sistema, que la batalla
de Ayacucho les hizo variar en apariencia. Aman la España y
^^ la aman mucho. ¿ Los calumnio ? Sus palabras, su historia son
la prueba. Por eso creen que los derechos del congreso, pueden
estar en oposición con los derechos del pueblo {d). El congreso
recibe los derechos del pueblo. Si el congreso quiero^ecsederse
de los qué recibe, se hace un tirano del pueblo. Como se habia
de consentir que el que se esplica así permaneciese en la tri-
buna. Se quería dar una constitución monárquica ; una consti-
tución que vosotros mismos confesáis imperfecta ; una constitu-
ción cuyos vicios he demostrado, sin que osaseis responder á la
crítica. ¿ No es la major ? ¿ Y poi* qué no lo es con tanto
tiempo, tantos ejemplos, y tanto dinero como se ha consumido ?
Por el orgullo de no admitir ideas que no salgan del pequeño
número de los decemviros. Per eso se desprecian adiciones con
escandalosa precipitación ; por eso en las prensas esclavi-
zadas se propone el que se desechen todas ; por eso se inquieta
con una música al vecindario, para que pida la inmediata publi-
cación. ¡ Que rubor ! se juzgó que se me sacaba en triunfo, y
/
(c) Mercuíio, nüm. 172.
(d) Mercmio, nüm. 168.
153
(53) Patriotas nuevos vienen á recoger el fruto pasados los
peligros. Los conduje al puerto para que alli me asesinasen.
Mi primer ensayo contra la tiranía fué salvar de la muerte á
r corrían las juntes á saludarme. Se desengañaron, y en el mo-
mento se retiraron á sus casas. Venced por ahora, que mi vic-
toria será la de los siglos, venideros. No será mi memoria pos-
tuma manchada por los delitos de que me acusáis. Son ciertos
mis pecados de amor, como lo son los vuestros de odio. Escribí en
el plan del Perú argumentos contra la relíjion, pero procuré en-
mendar los malos pasos, y defendí en público los misterios :
vosotros los combatíais con mas furor que Arrío. Decidme, cual
/ es lá virtud cristiana, política ó moral, que tenéis ? ¿ La ven-
I ganza, la insensibilidad, la facción son virtudes ? ¿ Predicáis ?
¿ Enseñáis ? ¿ Dais buen ejemplo.? ¿ Sois mansos y humildes
de corazón ? Vuestras plusmas y vuestros labios son espadas
agudas de tres filos ; el rencor es vuestra divisa ; la maledicencia
vuestro placer ; un infierno vuestros pechos ; os anticipáis los
tormentos que os eperan. Alimentados con híel de dragones,
macilentos y trémulos, si atormentáis al inocente, también os
atormentáis por vuestras manos. No tenéis remordimientos por
X el mal que causáis ; pero rodeados de temores, morís á cada
instante con el recuerdo del fin de los impíos y tiranos. ¿ Qué
dierais por mi tranquilidad ? estoy escribiendo y rio de vosotros :
la amistad fina me consuela, el amor me da placeres, el útil estu-
dio me entretiene. Solo se acibaran mis gustos al contemplar,
que conducís la patria á su ruina, que nuestra libertad está próc-
sima á perderse, que sois los cíclopes que forjáis armas á nues-
tros enemigos. Desde la prisión en que me hallo, os desprecio.
Hacedla mas rigurosa. Ponedme en los infiernillos interiores
como lo pretendisteis. Se alterará mi alma } [ Impedirme la
imprenta como lo habíais meditado ! i No escribirán por mí en
otras repúblicas ? Conducidme al cadalso ; os es fácil, tenéis el
poder. No lo temo, aunque no me parece un portento. Mas
distancia había de mí casa á la cárcel, que de mí casa al patíbulo.
¿ Pero no fructificará mi sangre inocente en favor de la libertad ?
Muera yo y el Perú sepa ser libre.
(^53J En las juntas preparatorias del año de veintiséis co-
metió mil imprudencias Luna Pizarro. ¿Y cual fue el jin'7
convenir en cuanto deseaba Bolivar» Dos veces estuvo en ¡a
Magdalena á humillársele, y lo despreció, uo dándole audiencia*
Es ser inconsecuente y cobarde,
20
154
ese Ninavilca y sus compañeros. (54) Ayer estaba su familia
de rodillas á mis pies, hoy me calumnia y me insulta.
Si es una impostura audaz, que pude liarme con Fernando
y con Bolívar ¿ qué palabra deberá ser creida ? ¿ La de Ni-
navilca ó la mia ? El malo siempre se presume tal en la mis-
ma clase de delito. Este hombre tiene de costumbre el fraude y\
la mentira. No obstante estoy pronto á sufrir la infamia, si en
todo el Perú, al leer la clase del proyecto, cien personas juici-
osas conciben, que pudo ser mió. ¡ Una revolución dejando al
ejecutivo en sus funciones, y no retardando en un momento las
tareas de un Congreso ! Paso adelante : este miserable ju^
guete de las pasiones de mis enemigos dice. „Fá pocos mo-
mentos que habia salido de su casa, lo veo en caleza, que se acer-^ \
caba a palacio ; porque sin duda la visita con quien lo había
dejado le dio noticia que el coronel Jaramillo lo habia delatado :
y que ya no tenia mas remedio que ganar á S. E. por la ma-
no.'' (bb)
Confiesa este pobre, y confiesan mis enemigos el inmediato
aviso al Presidente. Los ministeriales y los partidarios de Luna
dan al hecho mas circunstanciado el mismo colorido. No es
de admirar : todas las historietas están sacadas en unaturqueza
y por iguales artífices. Convenceré el dolo con que se pro-
cede.
1. ^ Prueba — Jaramillo no me ha denunciado. No hay
tal documento en autos. Habiéndolo deberla ser con el que
comenzase la causa. En la declaración nada dice contra mi,
según se me leyó. Es por esto que no ha tenido que carearse
conmigo.
2. ^ Prueba — Jaramillo no denunció el (Jia once. Si así
(^54^ JMe hallaba de plenipotenciario y de comisionado de
la grande asamblea americana para la ratificación de los trata-
dos. Era mi renta mil ochenta pesos mensuales. Debia du-
rarme hasta que concluyese mi comisión. Probablemente hasta el
dia, pues aun no son ratificados ni desechados. Renuncié el
destino, y mas de la mitad del sueldo para poder pasar al tri-
bunal y salvar la vida h unos inocentes. ¡Ingrato JVinavilca !
f55j Dice que su animo fué denunciar. ¿Y cómo no lo
hizo en los dios, que corrieron hasta su prisión ?
155
hubiera sido, S. E. á quien hablé ese dia con toda la amistad
que me simulaba, me hubiera dicho ya el aviso viene tarde.
Por el contrario, el objeto de la conversación se dirigió á pro-
curar que quedásemos perfectamente reconciliados en el Con-
.'Teso. Me aseguró que pensaba pasar en persona á la sala á
iiplicarlo. El dia doce le lei la carta de Delg^o y la contes-
Jacion : nada me indicó de esto. Se sorprendió con la noticia,
ff me afirmó lo sensible que le eran esas ocurrencias. Esa mis-
ma mañana pidió audiencia secreta al Congreso ; resolución que
inmediatamente varió.
3. ^ Prueba — La denuncia de Jaramillo fue posterior á la
e Goyeneche. La fecha de esta es de 17, recibida el 19 en
ue se comenzó la causa. Convencimiento irresistible. Si
Jaramillo hubiera denunciado antes, con su denuncia hubiera
comenzado el juicio, como comenzó con la de Goyeneche. Es
muy diversa la palabra de un coronel benemérito, á la de un
sugeto á quien no conozco, pero que juzgo le será muy inferior.
Luego no di el aviso por salvarma, si, porque soy incapaz
de comprometer el sosiego pübhco. Y cuando el plan no fuese
tan dislocado ; cuando no tuviese contra si la inverisimilitud ;
cuando no fuese imposible realizarse como se figuró ; si á los
minutos de tratarlo con Ninavilca lo delataba ; antes de ponerlo
en planta, antes de ningún acto respectivo á la realización,
¿podriaser preso, juzgado y sentenciado ? Responda la ley
5. tit. 2. ® p. 7. (56) responda la buena filosofia. En mi
código criminal puse este primer acsioma " el mal que se causa
á la sociedad, y el conocimiento que se tiene del mal, es la
mensura del delito — donde no hay daño no hay crimen.
Se refiere el insigne embustero al indio ladrón de caminos
Elias Sánchez. Presentado por el con motivo muy diverso,
como he esplicado, no quedó en mi memoria, ni su nombre.
Puede parecer, y puede declarar cuanto mis enemigos quieran.
Nada mas fácil que atraerlo con promesas, ofrecerle el perdón
de sus hurtos, y homocidios. Nada mas fácil, que haber re-
mitido, quien lo instruya. Nada mas fácil, que egercitarlo á
. la mentira en el calabozo. Tengo treinta y un años de letrado
|; y de juez : penetro los últimos dobleces del corazón de un ma-
(56j Por ella se perdona el delito y se concede un premio
156
ligno. ¿ Qué se adelantaría ? Cosa alguna en lo legal : cosa
alguna respecto de la opinión pública. ¿ Se baria probable la
convinacion ? ¿ Se baria probable mi amistad con él ? Esto es
engañarse voluntariamente.
Asegura Ninavilca, que el anuncio á S. E. fue el once-,
luego mi confiégtacion á la carta de Delgado el doce guardt
una perfecta armonia. El no ba negado la esencia de ella, que
es la repulsa, solo desconoce las espresiones. Hablo con racio-|
nales, no necesito sabios. Entremos en esta cuestión. ¿ El
original es igual al borrador que tengo presentado oes distinto?
De ningún modo. Si presentase ün borrador distinto del origi-
nal, me esponia á que se presentase este, y á quedar desmen-
tido en el momento. ¡ Qué satisfacción tenia en mi justicia al
tiempo, que se me tomó la instructiva ! Sin noticia entonces,
si estaban ó no, presos Delgado y Sánchez, cuyo nombre olvi-
dado di el titulo de indio regordete, dije, que se les ecsigiese
mi contestación original, para tener el gusto de bacer que la
leyesen á bofetadas mis enemigos. La carta y el borrador se
trajo por el mayor Campos, á quien entregué la llave de mi
escritorio, con prevención, que persona ninguna pusiese alli la
mano. Estaba en la mas rigurosa incomunicación y nada podia
ser advenido. Señor : hacen muchos dias, que tengo impreso
el segundo manifiesto. No lo be querido publicar, porque la
prudencia es mi guia. Evíteseme el dolor de hacerlo. Cese
una detención arbitraria, póngaseme en libertad, déseme la sat-
isfacción que corresponde, lo que pido y suplico bajo las pro-
testas muchas veces repetidas, y que ahora de nuevo reitera con
este recurso. Cárcel de la inquisición y febrero 25 de 1828. —
Manuel de Vidaurre,
Pedimento al Presidente de la República, después que remitió
los autos el fiscal de la causa.
El teniente coronel don Miguel de Riofrio defensor del señor
don Manuel Lorenzo de Vidaurre, presidente de la corte su-
prema, y diputado en el soberano congreso por esta provincia,
hago presente á V. E. con el dabido respeto, que el fiscal de
la causa sequida sobre conversaciones sediciosas de algunos
infelices, ha remitido el proceso, sin duda, para que se ecsam-
ine antes de entregarlo á los defensores ; es el caso también de
poner en libertad á los que no resulten delincuentes, y bajo de
r- ^
157
fianza á aquellos que no merezcan pena corporal aflictiva. El
señor á quien defiendo está en el primer caso, y lo tiene pedido.
Su inculpibilidad es manifesta, apesar de los esfuerzos que se
han hecho para que resulte reo. Será una prueba de las estor-
;iones que han sufrido los presos, el que se agreguen á los
utos, el escrito que formó para presentarlo á V. E. el coronel
don Juan Salazar, uno de los defensores, elque se halla on
poder del jeneral don Domingo de Orúe ; y el que presentó á
V. E. la muger de Chumpitás, del que deberá dar razón el
capitán Palma. Pido y suplico se recojan dichos escritos y se
agreguen á los autos, ó den razón el general Orúe y el capitán
Palma, de su contenido y personas en cuyo poder se hallen por
i ser todo de justicia. Lima y febrero 28 de 1828. Miguel de
Riofrio,
Defensa del D. D, Manuel Vtdaurre, para presentarse al
consejo de guerra.
El teniente coronel don Miguel de Rio-frio, defensor nom-
brado por el señor don Manuel de Vidaurre, presidente de la
corte suprema, y diputado por esta provincia en el soberano
congreso constituyente, en el proceso que se le ha seguido por
conversaciones sedicioías en que se le ha querido mezclar, hago
presente al consejo d^ guerrí^ en este ultimo memorial, lo que
resulta en su favor.
Si la verdad se ha ce decir sin temor de los resultados, cuan-
do á ello obliga la justicia, como militar y como amigo, nada
me detendrá para presentarla á V. E. en todo su lleno. No
consentiré la mas pequeña nuve que la oscurezca ; esta causa
ha de correr por toda la América y la Europa. Es preciso
que entienda el mundo, que la rivalidaíJ declarada del Dr.-©.
Francisco Javier Luna Pizarro al señor Vidaurre ha sido la
causa motriz de este proceso, de los padecimientos de un ino-
cente, de la desolación de su desgraciada familia. No hay cosa
mas santa que un sacerdote, ni cosa mas temible : ellos son ó
Christos ó Druidas ; ó son mansos como el cordero, ó feroces
como los antiguos germanos. Luna Pizarro no podía consentir
en el congreso la presencia de un hombre que lo celipsaba. El
pueblo admira sus discursos, desapareció la ilusión que causó
antes su competidor. El alnqa del canónigo se irrita, su cora-
\ M
168
zoii se envenena. Aun en los casos en que estaban conformes
en las opiniones, al oir hablar al señor Vidaurre, descubria en el
semblante la amargura y opresión interior. ; Ha que fuerte es
la envidia í Se desenfrenan los afectos al comenzar á discutirse
el proyecto de constitución : el señor Vidaurre echa en tierra
muchos articulg^s. Defiende la invocación del Dios Trino y
uno : se opone á que los españoles sean ciudadanos, para domi-'
Darnos después : un número inmenso del pueblo á quien se
quiere despojar de los derechos sociales, queda al nivel de los
ricos y los sabios : al egecutivo se pretende hacerlo indirecta-
mente inviolable, pero la resistencia cierra el primer paso de
ese plan funesto.
La suerte proporciona en aquellos momentos la noticia de
unas conversaciones sediciosas. El genio del mal todo lo apro-
vecha para sus vanganzas. Incluyan á Vidaurre en el proceso :
el fin es conseguido. ¿ Cómo no siendo acusado ni denunciado ?
Los tiranos lo primero que solicitaban eran delatores. Un
juicio sin esa apariencia horrorizaría, aun entre los barbaros.
¡ Débiles escrúpulos jamas detuvieron ni á Alejandro 6. ^ ni
á Portocarrero ! Nómbrese de fiscal al que pueda llamarse
hijo del doctor Luna, al teniente coronel Quiros : suspéndase su
viaje á Arequipa. Varié la causa porque se le separó del cu-
erpo legislativo : el es enemigo de Vidauíre, el votó en público
cuando se eligió al general La Mar, él consiguió un ascenso, el
pretende otro : désele una parte activa sj famoso Herrero, el
ecsito no será dudoso. El sencillo y virtuoso gefe puede ser
sorprendido con la pintura que se le haga ce un Catalina. La
franqueza del señor Vidaurre, su carácter generoso, su viveza
lo harán mas temible, que Fernando 7 ° y Bolívar. La his-
toria se copia en cada siglo. Este fué el modo de perder á
Junio Belso al hombre mas fiel, mas integro, mas irreprochable,
mas opuesto á las revoluciones en el tiempo de Vitelio. (57)
Tenia un enemigo al que atormentaba su reputación. Lo pre-
senta á los ojos del emperador, com:> inquieto, astuto, aspirante.
¡ Qué semejanza tan perfecta !
No se tenga el exordio por inadecuado : se justificará con el
resultado del proceso. Divido mi defensa en dos partes : en
la primera esclarezco los hechos y sus contradicciones : en la
(57) Tácito Hist. lih. 3. ®
159
seguníja me encargo de los puntos de derecho. Esta causa
célebre requería por defensor un D' Aguesseau : mis conocimi-
entos son muy pequeños, pero grande la sabiduría del consejo
de guerra.
♦ PARTE 1. «—HECHOS.
/ He de principiar por la denuncia. Se hace por una carta
'Ide José de Goyeneche á S. E. el presidente con fecha
17 de diciembre de 1827 en Mala. Alli dice, que se le
ha presentado en aquel momento un emisario de Huavi-
que y Ninavilca con el fin de que le apronten cuantos hom-
bres puedan para el viernes sin falta. Era el designio asal-
tar el cuartel de artillería, y los otros, con la seguridad de
que estaban de acuerdo sus jefes y muchos hijos de Lima.
Que el comandanteAlgorta es del mismo sistema, y solo espera
que S. E. le dé cuartel para doscientos hombres, que tiene
prontos para la revolución. Acompaña una carta de Huavique
con fecha 15 de diciembre en Lima. Esta podia llamarse de
introducción. Se halla otro de Sánchez citándolo, sin saberse
como se ha agregada al proceso : esta segunda sin fecha, y de
letra muy semejante á la de la denuncia.
Presentada, raciocinó sobre ella. Este es el modo de dar
perfecta claridad á la materia que se trata. Es mi animo de-
mostrar, como se verá después, cuanto se ha laboreado porque
el nombre del señor Vidaurre aparezca en instructivas y con-
fesiones. A Goyeneche se le declaran los secretos, como á
una persona de quien se esperaban los mayores auxilios. El
emisario es Elias Sánchez remitido por Huavique y Ninavilca.
Se refiere, que están comprometidos muchos hijos de Lima, y
los jefes de los cuarteles ; que el comandante Algorta es del
mismo sistema. ¿ No era el caso de hacer la revolución mas
fácil, descubriendo que el principal autor era un hombre que
por sus conocimientos y opinión pública debía atraer á si, un in-
menso partido ? ¿ Que causa podia obligar al silencio ? ¿ Res-
peto á su nombre? ¿Como no fué obstáculo en las juntas,
según se supone ? ¿ Como otros han declarado, que oyeron
hablar de él á Ninavilca sin reserva ? ¿ Se le nombraba, cuan-
do no era tan necesario, y no se le traia á consideración en el
acto en que iba á comenzar el movimiento ? Para convencer.
160
naturaleza no dispuso escrituras, pero nos dotó de razón. Jue-
ces racionales desde los principios preparad vuestro espíritu ; la
causa de ateísmo contra Sócrates no fué tan temeraria.
Estaban de acuerdo muchos hijos de Lima. ¿ Quienes son
estos ? ¿ Cual es su clase y empleo ? No resulla del proce?'>
uno solo. Si se escepcioi a al señor Vida irie, los personaje
indicados son forasteros. No es peruano el general La-Mar
ni el comandante de artelliria. Jaramillo es de Trujillo, Santa
Cruz de la Paz. Los limeños son obedientes y tranquilos.
Cosa alguna detestan tanto como las revoluciones.
Goyeneche debia reunir cuantos hombres pudiese para el
viernes sin falta. Era el 2L ¿Y cuales eran los preparativos
de Sánchez ? Si damos crédito á la declaración tomada pop
Herrero á Juan Dábalos, eran dos sables y una pistola (f. 43 q.
1.®^ ¡Grande armamento para asaltar á la capital ! Por
cierto que deberían atemorizarse Monte CucuUi ó el principe
Eugenio. Señores jenerales, del 17, dia de la entrevista de
Sánchez con Goyeneche al viernes 21 son cuatro días. ¿ Aun
conviniendo ese Goyeneche en el plan, podía juntar y armar
hombres? Al gobierno mismo le era difícil en plazo tan corto.
¿Y^bia esa gente el manejo de las armas? Se ignoraban los
que serian reclutados. Sánchez se contentaba con que fuesen
ladrones y facinerosos. No es de at'mirar de rn individuo á
quien muchos caracterizan de salteador, malvado, asesino.
Sobre ella la segunda declaración de Mariano Dábalos es deci-
siva. (193 q. 2.) Debían reunirse desde Lima á Nasca, y el
emisario contramarcha desde Chincha. Pero en la carta de
f. 28, ya se contesta que habían seis hombres, y se contaba
con que el esclavo hijo de la Dolores robase los caballos á su
amo. ¡ Recursos muy seguros y propíos para sorprender á
nuestro gefe ! Sin duda no se le ha oido, que á nadie teme en
la compaña.
No era tan infundada la sedición : estahan convenidos los
gefes de los cuarteles. Esta clausula de la denuncia me detiene.
Los jefes de los cuarteles están denunciados, lo mismo que
Huavique Ninavilca y Algorta. ¿ Como no son presos ? ¿ Co-
mo no se les tomó su instructiva ? ¿ Porqué no se creyó ? Y si
para ellos no se creyó al denunciante, como se dio crédito al
reo Ninavilca contra el señor á quien defiendo ? ¿ Era porque
161
no se designaban los nombres ? Bastan los títulos cuando ellos
demuestran la persona. (58) En esto son convenidos los
códigos antiguos y modernos.
Quisiera continuar mis argumentos sobre esta denuncia.
•Pero juzgo, que si en cada parte del proceso me detengo, cual
./era necesario, escribiría volúmenes en lugar de un memorial.
/ El orden me conmina á tratar aqui del cuerpo del delito. Con-
j fieso la pequenez de mis potencias ; no acierto. El mas sabio
como fijará el cuerpo del delito y su prueba ? Se trataba de
reunir gente, tomar cuarteles, habian seis hombres, una pistola,
dos sables, se pretendía seducir á un esclavo para que robase
caballos. Nada de esto es probado, y aun cuando lo fuese, no
i era cuerpo de delito de sedición, sino de pensamientos de se-
dición. Las cartas que se dicen sorprendidas por Herrero, ad-
miten mas interpretaciones, que las que se han dado al Apoca-
lipsis. No están reconocidas, ni cotejadas de un modo legal.
Y aquí llamo la atención del consejo. Se hizo que las recono-
ciese el que las condujo. Es el rustico Juan Dábalos. Dice
que no sabe leer, pero que las reconoce por el lacre. ¡Reco-
nocimiento perfecto ! esta forma debe agregarse al código de
Francia. Gomo las cartas nada dijesen de revolución, »e hizo
que las interpretase Huavique. ¡Huavique intérprete !- Nuevo
Baldo, muy propio para este proceso. El lo esplica todo con
referencia á una revolución. A lo mismo se le obligó en su
confesión á Chumpitás. Accedamos por un instante para ver
el resultado. • ¿^^
Que habian cuarenta peones de todo color, veinte lampas,
cuatro de ellas, que necesitaban calzarse, treinta machetes.
Entiéndanse los peones, hombres blancos y negros, son cua-
renta ; las lampas, espadas ó fusiles, son diez y seis : los ma-
chetes sables, son treinta. ¿Y este armamento era para asaltar
cuarteles, y dar la ley á la república ? Aun cuando esos
papeluchos tal vez forjados por el mismo Herrero, fuesen doc-
umentos solemnes, ellos eran despreciables.
Permítaseme pues, alterar el orden y proceder al ecsamen
de las declaraciones antes de presentar el cuerpo del delito : sin
(58) Ley 9. tit. 9. p. 6. leyes 10 y 20 iit. 3. de la misma
p. Todos los tratadistas antiguos y modernos sobre testamentos.
21
162
duda no lo presentaré jamas. El método no es este, pero el
método ha estado tan distante en esta causa, como un polo del
otro. Quede únicamente asentado, que ninguna de las cartas
fué para el señor Vidaurre, y que hasta aqui solo aparecen co-
mo actores principales en la pieza, Huavique, Ninavilca, y San^'
chez. Que á Ninavilca era el encargo para que se entregasen
á sus rótulos. \
El nombramiento de fiscal es muy interesante. Lo es el te- \
niente coronel don Anselmo Quiros. Algo se ha dicho de él
en el exordio. ¿No habia en la plaza otro ? ¿Cuáles son sus
luces, instrucción, edad, prudencia ? Precipitado, joven, ines-
perto. Estas calidades se ocultaron á S. E. el presidente. No
lo hubiera nombrado, siendo sabidor de ellos: Indaguemos su(
conducta en el juicio.
Presos Huavique y Algorta, por la denuncia, y las dos car-
tas de foj. I. füj. 2. se procede á tomarles su instructiva : es la
primera la de Huavique. Sea un dato muy circunstanciado,
que aqui ni en su confesión, ni en ningún careo ha dicho que
trató con mi porte. Supone que Jaramillo trataba con Nina-
vilca, y este con Vidaurre, al que Delgado daba por cabeza del
intento ; que Algorta le dijo, que el geneoul La-Mar le habia
pedido doscientos hombres, y que dicho general, Santa Cruz y
Larenas estaban comprendidos en la revolución. Según esto,
todas las personas referidas estaban indicadas, ó no lo estaba
ninguna. El obgeto declara, que era disolver el congreso com-
puesto de godos, que querían hacer ciudadanos á los españoles,
foj. 8. cuad. 1.
Algorta en su declaración nada dice.
Recibidas estas instructivas, pasó el fiscal una consulta en
*Veinte de diciembre, diciendo que resultaban complicados Ni-
navilca y Sánchez, citados como principal Delgado ; como au-
tor de la conspiración Vidaurre, y también citado Jaramillo.
Esta fué la gran sumaria con que el ministro Mariategui se
presentó al congreso suponiendo, que la patria estaba en el
mayor peligro, que si no se decretaba inmediatamente el desa-
fuero de un diputado, entre una hora, se perdia una provincia :
que de los reos, el uno estaba convicto y confeso, y el otro con-
victo : que ^e ecsijia el secreto y la prontitud. Fué pintada
con tanto artificio esta novela, que el mismo señor Vidaurre, en
163
estremo distante de la intriga, que se preparaba contra él, y con
ese candor, que apesar de sus conocimientos, lo hace compar-
able á un niño, solo ecsigió una nota autorizada por el egecuti-
vo para las resultas.
m Es la maniobra mas dolosa y criminal, que se oirá jamas en
. lun cuerpo legislativo, que representa la soberanía de la nación.
/Ha advertido el consejo que en la consulta aparece como reo
J Ninavilca, y como autor Vidaurre. No obstante, no se pide
de pronto la persona de este, sino de aquel. Al señor Vidaurre
era necesario desaforarlo de un modo indirecto. ¿Que se ha-
ce ? el egecutivo pide el desafuero de un diputado. En el
acto Mejia y Llosa Benavides dicen: que es preciso fijar la
J proposición, y la presentan de este modo : ,, quedan desafora-
dos el diputado ó diputados que resulten cómplices en la con-
spiración. ¡Jenerosidad delincuente ! Uno quiere el egecuti-
vo, el congreso completo queda desaforado. En un Mercurio
se batió al señor á quien defiendo, por haber referido, que tra-
ían escrita la proposición. Los fariseos reparan en los ápices,
sin detenerse en los grandes pecados. Es indiferente al haberla
tenido escrita, ó escribirla. Negaran si esponerse á la tacha
de impudentes emjjiusteros, que tuvieron un conocimiento per-
fecto del neffocio antes de abrirse la sesión ? Estos individuos
son inseparables de Luna Pizarro ; juran por fas ó nefá^-cn sus
aras ; hablan sido los abogados de los españoles ; el uno habia
tenido con mi parte el pesado lance que muchas, veces se re-
pitió ; el otro se disponia á un atros encarnizamiento para
vengar la ofensa hecha á sus protegidos. Acción dolosa re-
pito. El dolo es la astucia ó maquinación de que se usa para
engañar : es su definición en la ley 1. ^ tit. 16. part. 7. y el-
la es perfectamente adecuada al hecho. (59) No se mentó al
señor Vidaurre, se dio por cómplice un solo diputado, se fin-
gió un gran riesgo, se sorprendió con la pérdida de una provin-
cia, se dio por convicto, y confeso á un reo, á otro por convic-
to, cuando no habia sino la denuncia y sus propias declaracio-
nes. ¡Crimen asombroso si se atiende, á quien lo comete, qui-
enes lo auxilian, ante quien se comete, contra quien se dirije !
" ^fj; —
(59) Leyl.^ §2.® Jl de dolo. Omnem^caliditatem^
fallaciam, machinationem adcircumvenicndunij faílendum, deci-
piendum alterum adhihitam, r^- ,
^'
164
El actor es el ministro de estado en él departamento de lo in-
terior ; los cómplices, dos diputados ; el lugar, la representa-
ción nacional ; la victima un inocente, que no habia cometido
otra culpa, que defender su patria con el mayor ardor, y liber-
tarla de las garras de los leones prontos á devorarla. C
Después de esta digresión útil, califico la declaración de Hu-\
avique, con respecto al señor por quien hablo. Tenemos, que
Delgado le dijo: que era cabeza de la revolución. Siendo un
referente, cotéjese conforme á la ley con su relato. Delgado
en su instructiva, confesión y careos espone, que cuando le di-
jeron que el señor Vidaurre dirigia el asunto, no lo creyó.
Y es de notar, que habiéndole dicho que también la dirigia
el coronel Jaramillo, el que concurriría con las tropas civ- f
icas, nada, replicó con respecto á esta persona : que resistiéndose
á creerlo, ocurrieron al medio de que le escribiese, figurando
un numero de gentes disponible : que lo verificó remitiendo la
carta que está en autos, á la que contestó el señor Vidaurre,
que las fuerzas debian reunirse contra el general Bolívar : que á
leerles su negativa les reconvino con el concepto que tenia
hecho, de que el señor Vidaurre no entraría en lo que se tra-
taba. No continuo con esta declaración, ttpr no confundir los
concebios. El resultado es, que el relato es contrario al refer-
ente,"v que no podia«haberle dicho Delgado á Huavique, que el
señor Vidaurre era director de un negocio en que no pensó nun-
ca, que fuesen participe.
Ved aqui señores, tres de los que se dicen reos principales,
sin qué ninguno comunicase con el señor Vidaurre : continúo
con el proceso.
El español Herrero, á quien se dá por comisionado en esta
causa, dijo haber sorprendido las cartas que corren de foj. 16 á
foj. 31. Según se ha referido, eran remitidas por Sánchez á
los infelices á quienes se rotulan : ninguna de ellas, para el se-
ñor á quien defiendo. Este comisionado cuyo nombramiento
apareció á los fines de la causa, y cuyo nombre está escrito de
su propia letra, recibe una declaración jurada á Juan Dábalos
que era el conductor. Para ello nombra por secretario al cap-
itán José de Gallegos. Es la firriía de este de diversa tinta,
lo que prueba hasta la evidencia, que no estubo presente. Esta
actuación según mi concepto, se forjó en Lima. La razón que
tengo de presumirlo es, que á foj. 32 está la nota que pasa al
ministerio con fecha 21. En ella cuenta, que con arreglo á la
del 18, se puso en marcha para el punto que se designaba,
y que antes de llegar á el, sorprendió á Juan Dábalos con las
comunicaciones cuyo Índice adjunta desde el núm 1. al 12.
Isté enmendado el articulo los, y dice : los números 10,
^11, y 12 me fueroit entregados por don José Goyeneche. ¿Si
los doce los había tomado de Dábalos como los tres últimos fu-
eron entregados por Goyeneche ? Estas últimas piezas, son
manifiestamente falsas, ya por la contradicción que se nota, ya
porque no guardan consonancia con las anteriores. En estas
se habla del proyecto de un modo figurado ; en aquellas tan al
idescubierto, como podia hacerlo un gobierno en sus partes.
Si esta actuación no se hubiere dispuesto en Lima, en la nota
de que estoy tratando se daría razón de ella. No es asi : se
pasa una segunda á f. 36. ¿Cuando se practicó, que un comis-
ionado diese cuenta en dos notas distintas del cumplimiento en
un negocio concluido ?
A este misero Dábalos se le han tomado cuatro declaraciones.
En esta que es la primera espone : que oyó que habian de to-
mar la capital para gobernarse por peruanos : que ordenój^avi-
sase, que Sánchez entraría el lunes prócsimo : que las cbfhuni-
caciones eran con el pulpero de Granados don Juan, con Nina-
vilca. Delgado, y don José Cañete : que contaban con Huaro-
chiri y Calango ; no con todo Huarochiri, sino con un pueblo.
Aunque á este individuo se le preguntó, si habia oido el nombre
de otros sugetos, respondió que nó. Aqui nada hay del señor Vi-
daurre. Si le hubiese mencionado, seria el primero de quien
se .hablase. Sánchez no podia silenciar su nombre, siendo
Autor de la conspiración. Lo contrario seria un milagro con-
tra el sistema general de la naturaleza humana. Un orgullo in-
variable hace que citemos sin cesar el nombre de aquellas per-
sonas de. gerarquia, que conocemos y con quienes comunica-
mos. Las gentes de la última clase se hacen fastidiosas con
la repetición, cuando se han acercado alguna vez á un podero-
so : rodean siempre al efecto las conversaciones. ¿Parlaría San-
, chez del pulpero, del torero, del ladrón, del montonero, sin de-
cir cosa alguna del presidente de la corte suprema ? Trastór-
nese el corazón del hombre y sus afectos para dar verisimilitud
\LJtj
m
166
á la calumnia. Nada dicen las cartas, nada dice el enviado
que las conducia, ni en el reconocimiento, ni en esta declaración.
La otra tomada por Herrero, fué la de Pedro Ramos : el
que niega todo lo que se le pregunta.
En 21 de diciembre se tomó declaración del denunciante
don José Goyeneche : reconoce la denuncia de foj. 3, y li
carta de foj. 1. es la suscripta por Huaviqtfe y entregada porl
Sánchez. La carta de foj. 2. dice : que es de este, que cum-'^
plió con la cita que en ella se le hacia. Quedamos en 1^ duda,
como esta carta se unió al proceso. Añade que Sánchez le
comunicó que iba de orden de Huavique á prevenirle al decla-
rante entre otros muchos, que alistase gente y armas de toda
clase para invadir a Lima. Que se contaba en Lima con el^
diputado Ninavilca, coronel Delgado, capitán Algorta ; el que
al mando de doscientos hombres debia atacar el palacio, el lunes
24 al mismo tiempo que Sánchez asaltase las fortalezas de Sta.
Catalina con la gente que debia reunir desde Lima hasta el
punto de Nasca, y con la que contaba también á su disposición
en la capital, con la que obrarían jefes y oficiales convinados
en este obgeto. Que Sánchez emprendió su marcha á Ca-
ñete, y á su regreso de dicho punto le esc|^bió al declarante la
carta* Aítm ero 11. de foj. 28. Que contestó tenia seis hombres
armados y bien montados, y que habia visto al hijo de Dolores,
según la prevención de Sánchez para que robase los caballos
de su amo :. que al que declara se le remitió el papel de foj. 30.
número 12, y remitió el cuadernillo que se le pedia : que retu-
vo la carta de Ramos y la abrió : que en esta carta se orde-
naba se tuviesen hombres y armas, y un caballo para el propio
que fué sorprendido por Herrero. Que ofició al alcalde de
Chilca, para que lomase al propio, cuya noticia le valió á Her-
rero para conseguirlo. ,*
He sido escrupuloso en esta declaración, para que se atienda
que aumentándose con especies nuevas la denuncia, y constan-
do el detalle que se habia propuesto Sánchez, nada espresó
con referencia á mi defendido. Esto prueba, que ese malva-
do, si tomó su nombre alguna vez, fué por conseguir partido :
«e demostrará á su tiempo hasta el ultimo grado de evidencia.
Es el caso de escribir sobre la declaración primera deJ>íina-
vilca en 22 de diciembre : Espone, que no comunicó con el
167
señor Vidaurre : que á Sánchez lo conoció en los días anterio-
res del presente mes (diciembre). Que solo lo vio, ('os veces.
La una en que fué á ofrecérsele personalmente, y la otra, en
que le pidió dinero para formar un taller de zapatería : que
^elgado se quejaba de que sus servicios fuese» postergados, y
/Huavique se habia esplicado, diciendo : que era preciso hachar
íá los congresantes í[ue consentian á los vitalicios y españoles
/(foj. 41.)
Antes de proceder á la segunda, formaré el estracto de las
que se recibieron en el intermedio. Don Juan Celis no esplica
cosa alguna, pero Juan Dábalos en su segunda declaración :
(foj. 43) que conoció á Ninavilca porque le trajo de parte de
^Sánchez una fanega de frijol y una carta. Que el contenido
de ella era preguntarle Sánchez á Ninavilca, si podia venir á
Lima á presentarse al gobierno para que le diese el mando de
algún partido. Que Ninavilca le contestó que era tiempo, y
que en su virtud vino Sánchez. — Se le preguntó de nuevo
sobre las personas comprometidas, y nada dice del señor Vi-
daurre.— En la segunda declaración de Huavique se nota que
encontró varias veces á Sánchez con Ninavilca y Delgado. El
coronel Jaramillo declaró el 23, que noconoce á otro qUe % Ni-
navilca y al diputado Vidaurre á quien alguna vez ha saludada.
Que á Ninavilca lo trató con familiaridad durante el Congreso;
que con este motivo y á consecuencia del plan que tramaba se
insinuó con el declarante, diciendole en los corredores del
Congreso, que era preciso quitar á cuarenta y tantos diputados
que defendian á los godos y vitalicios, y hacer vei|ir á los res-
pectivos suplentes, para lo cual le aseguró, que todo estcüba
listo : que el que declara le contestó que era disolver la repre-
sentación nacional y trabajar por Bolivar su enemigo : que le
advertia, que lo estaban seduciendo : que él no ^entraria en un
plan c*uyo resultado habia de ser la anarquía único egército de
BoHvar: que Ninavilca le propuso, que el general La-Mar
quedarla en el mando, y el que declara, con las armas de la
capital : que como gefe de dia se le habia dado parte, que
anoche cuatro hombres han atacado el reten de la portada de
•Cocharcas.
Esfe declaración es muy circunstanciada, por no ser de un'
reo procesado. Por ella consta Ninavilca autor de la revolu-
168 i^^ ,
clon, de los planes, de la repartición de empleos. En el careo
á f . 311 Ninavilca quedó conforme con esta declaración. Hago
si presente la mala fé con que han procedido los fiscales. El-
los debian preguntar las fechas, las horas y aun el tiempo que
hacia cuando »e traataban estas materias. Siendo asi, hubierí
sido mas fácil la defensa del señor Vidaurre. Era el cum\
plimiento de la ley 28 tit. 16 p. 3 aplicada en lo militar en el
<J 637 del formulario. Sin embargo, se conoce por su contem-\
do, que antes que Ninavilca hablase con el señor mi defendido,
había comunicado con Jaramillo. Esto es evidente. El pre-
fecto en su nota de f. 62 refiriéndose al capitán Fernandez
asegura que lo tenia todo prevenido y tomadas todas la medidas.
Es muy útil, que antes de repetir la segunda declaración dq
Ninavilca se conosca la causa que lo impelió á ella. La carta
que me contestó don José Gómez inspector del B. C. á f.
303 á f. 306 y su declaración prueban los motivos que coacta-
ron á Ninavilca para proceder á la calumnia. El testigo estubo
presente, á causa de haber ¡do á asistir á la apertura de unos
pliegos. Quiso retirarse, y Quiroz no se lo consintió. Por
esto le oyó á dicho fiscal decir á Ninavilca, que resultaba crimi-
nal ijh todas las declaraciones y convicto por ellas : que le pa-
recía imposible que fuese autor de la revolución : que segura-
mente habia algún otro, y que asi que confesase : que no era
lo mismo ser autor, que entrar en un proyecto : que su vida
estaba en gran peligro, que la era muy sensible que la perdiese
por no delatar : que solo se esperaba la prisión de Sánchez, de
Delgado, dfiíVidaurre, para sentenciarlo : que intimidado hasta
el estremo de verse con las balas en la cabeza, y manifestán-
dole la correspondencia, que habia tenido principalmente con
Sánchez, convencido Ninavilca, suplicó -al fiscal que quería
hacer inmediatamente, otra declaración ; pero que este se opu-
so, y le dijo que se retirase á su calabozo y que de allí lo man-
dase llamar al fin indicado. A todo esto estubo presente el
secretario de la causa. Aunque se añaden algunas particula-
ridades, este es el contenido de la carta y declaración. (60)
Comienza (á f. 64 vuelta). En este estado pidió el coronel
J^navilca al señor fiscal, se le permitiese prestar una declpra-
(60) En la declaración se dice que había de llamarlo por
escrito.
fTi^'y
w^^
169
don menuda en todo lo que en verdad habia en este negocio á ,
consecuencia de haber meditado sus anteriores declaraciones.
Luego hubieron no una anterior, sino varias. Luego estas
varias fueron conformes. Luego se han suprimido, cometien-
do un crimen de falsedad.
^ Dijo que es verdad que no conoció personalmente á Sánchez
yantes de la época que le hizo la visita ; pero que estando preso,
/ por creérsele cómplice en la falsa revolución que supuso el an-
/ terior gobierno, se propuso sacarlo por fuerza de la prisión.
Que eon este motivo le escribió después al declarante en dis-
tintas ocasiones y le visitó en seguida. Que Sánchez tenia
comunicación y visitaba al señor diputado don Manuel J^idaurre
y á don Ignacio Delgado, Que por conducto de Sánchez llamó
) al declarante el señor diputado don Manuel Vidaurre, h conse-
cuencia de haberle escrito don Ignacio Delgado, en los días que
el señor diputado don manuel de Vidaurre se retiró del Con-
greso creyéndose atropellado y de una visita que le hizo Sánchez,
en la cual dijo este al declarante que lo habia reñido al señor
diputado, por no haber tomado antes el remedio de una subleva-
don, que estaba en manos del señor diputado y que habiendo ido
el declarante a casa del señor Vidaurre, le dijo este : que se le
habia atropellado en el Congreso : que se le iba a procesar, que
se trataba de hacer ciudadanos á los españoles y entregarles el
pais, á pesar de la resistencia de los pueblos ; que era preciso es-
carmentar h los que lo habían denigrado, y que ya que no se
habia conseguido que el pueblo apresase a los cuarenta diputa-
dos, que sostenian á los españoles, el dia que salió por la barra,
para indicar que ese era el momento de atacarlos, botarlos del
pais y atraer h los suplentes, como estaba acordando, no quedaba
otro arbitrio que formar doscientos hombres, que se apoderasen
de las fortalezas de Santa Catalina: que él proporcionaría bue-
nos gefes y oficiales, y que de este modo se conseguiría dar leyes
al pais sin traer entre nosotros a los españoles, ni cambiar al
egecutivo, que seguiría como entonces para no dar entrada al
general Bolívar: que en consecuencia de todo esto salió Sánchez
á la costa del sud, asegurándole que llevaba las instrucciones
necesarias. Dijo que al salir del congreso el declarante el dia
que fue preso, y poco antes de este acto, le apretó la rm^o el
señor Vidaurre, asegurándole que no tuviese cuidado,
22
170
Esta declaración que tiene por fecha el 24 fue jurada ; (61)
y sin otro documento, ni otros testigos, fué conducido preso con
soldados al medio dia del 25 de diciembre, primero de pascua
de Navidad, el presidente de la corte suprema, un diputado de
esta provincia en el congreso constituyente, el que en defensa
de los derechos pol pueblo estaba haciendo una fuerte oposicionl
al proyecto de la nueva carta, el que al principio del mismo \
año, habia echado en tierra el poder colosal de Bolivar. Si
con ojos justos é imparciales, se hubiese visto la declaración,
lejos de dar mérito á la captura se hubiera despreciado por
falsa. Analizemosla.
La entrevista fué, de resultas de la carta de Delgado y de
una visita que le hizo Sánchez. De la carta tenia noticia S. E.
el presidente, se le habia leydo, y también la contestación. Ella
contenia una repulsa muy seria : en la fingida visita de Sánchez,
se dice haber renido al señor Vidaurre, porque no ocurrió k
una revolución que tenia en la mano. Luego el señor Vidaur-
no queria revolución : Que el pueblo estaba de acuerdo para
prender á los diputados el dia que salió por la barra. Esto se
contradice con lo anterior. Si no queria preceder á la revolu-
ción, como la tenia preparada ? Mas se contradice con lo que
sigue. Que ya que no se habia logrado eso era, indispensable
unir doscientos hombres para tomar el castillo de Santa Cata-
lina. Si el señor Vidaurre no tenia aún á su disposición dos-
cientos hombres, ¿ cómo estaba preparada la revolución el dia que
salió por la barra ? Palpables contradicciones, pero mucho mas
palpables, si se reflecsiona robre la condición de dejar al ejecu-
tivo en sus funcliones. Esta es una acusación contra el ejecu-
tivo. Solo una revolución podia continuar siendo participe de
ella. Últimamente, declara, que Sánchez llevó las instruc-
ciones necesarias. ¿ Y de quien eran estas instrucciones ? el
proceso lo dice : de Huavique y del mismo Ninavilca. El fis-
cal tenia también presente la declaración de Jaramillo y en ella,
que lo que este impostor atribuia al señor Vidaurre, era un
proyecto suyo.
Citada la carta de Delgado y la contestación, me es indis-
(6Í) Primer indicio contra güiros quebrantando la lei/y
por dar valor á lo que Ninavilca declaraba.
)
171
pensable copiarlas. „ Al señor D. D. Manuel Lorenzo Vi-
daurre : diciembre 10 de 1827. Mi querido señor : quisiera
tener espreciones correspondiences para manifestarle la Sftnaa
complacencia que mi corazón disfruta en este instante, pues
creo suavizida mi agitada suerte, cuando por el órgano de la
pluma, me glorio suscribirme á los nobles sentimientos, que lo
animan.
\¿ . Desde el año de 17 tuve el honor de ser su amigo, porque
casualmente cayó á mi mano, su manifiesta y fundada represen-
tación que en esa fecha hizo al rey, haciéndole palpable los
graves males y ruina de la disgraciada américa, y ecsiste en mi
poder, en cuya introducción leo estas palabras. „ Nada es el
hombre de bien para si mismo, cuando se trata de la salud del
estado, y de los peligros de la patria.,, Ecspresiones á la ver-
dad de un hombre virtuoso y sabio, que arrostrando la muerte
en el mayor germen del despotismo, dio principio á trabajar por
hacer felices á sus conciudadanos, declamando y escribiendo
contra los abusos del gobierno.
Compatriota y señor : si en aquellos funestos tiempos en que
desplegaban todo su furor contra los americanos los monstruos
españoles, supo despreciar la ecsistencia por el ardiente amor á su
patrio suelo, se acobardará á esponerla de nuevo, cuando esta
patria, que acosta de millares de victimas habia restablecido sus
derechos, camina hoy al bordo del precipicio con la mas estra-
ordinaria aceleración ? ¡ No es posible ! A mas de que es
notorio que desde el cambiamiento del 26, no he conocido otro
héroe en acciones y hechos mas que á U. á pesar que sus ri-
vales han aspirado ya en público y secreto, á devorar su acri-
solada opinión y carácter.
^ Señor : no quiero padecer la nota de importuno, y solo me
contraigo á decir por conclusión, que los medidas están toma-
das, tomadas, contamos con mas de quinientos hombres, deci-
didos á morir 6 ser libres, y vengar los insultos perpetrados en
^ la benemérita persona del virtuoso Vidaurre. El coronel Ni-
navilca podrá dar á V. alguna idea acerca de la muy buena
voluntad que le profesa esta su atento seguro servidor Q. B. S.
M. Ignacio Delgado.,,
Esta carta la escribió Delgado á propuesta de Ninavilca. La
llevó Sánchez : fué la contestación el doce. La carta de V.
173
con fecha del 10 acabo de recibir, me obliga á darle por
respuesta que eo este momento paso al congreso. Se me re-
«ÉJerda que soy de iiii patria, y yo no puedo faltar á deberes
tan sagrados, como amados para mi. Yo no necesito tropas ni
bravios en mi defensa. Estos recursos deben reunirse contra el
enemigo de nuestra libertad, jeneral Simón. Mi agradecimi4
ento es grande para los sentimientos de V. en mi favor, solo\
digo, que nada deseo, sino una sujeción perfecta á las leyes, á \
los magistrados, y á los respectivos jefes. Me acuso culpable
de haber faltado al congreso. He dado mérito á que el pueblo
se agite. Bien dijo un hombre ilustre ; cualquiera agravio debe
perdonarse cuando la patria arriesga su tranquilidad (62) Re-
civa V. las espreciones de mi cariño, y mande en cuanto guste /
á su afectísimo y S. S. Q. S. M. B.
Esta contestación se leyó delante de Ninavilca. Aunque lo
negó al principio, después en el careo con Delgado únicamente
dijo, que no se acordaba. Sobre el modo como se ha ocultado
el original, y a el sr. Vidaurre ha escrito en otros papeles, y á
su tiempo diré algo. Por ahora se han copiado las piezas,
para convencer con ellas, que el señor Vidaurre lejos de ser el
autor de la revolución, se negó á lo que se le proponia.
Destruida por raciocinios, una declaración nula por la ley,
sigo con el estracto de las demás actuaciones que corresponden
á Ninavilca.
* En su carta á S. E. que corre á f. 139 q. 1. ° solo hay de
particular que confiesa haber dicho al señor que defiendo, que
Mejia le ofreció dar de patadas. En la confesión de f. 230 se
hallan estas particularidades. Que si la carta que le escribió
Sánchez, hubiera llegado á sus manos, la hubiera presentado
inmediatamente al señor Vidaurre, porque siendo este señor el
que trató con Elias Sánchez la revolución, era el que debia
entenderla. Impudencia de este hombre. De todos los autos
resulta haber sido el autor de la revolución ; haber asistido á
las juntas ; haber engañado á muchos incautos ; haber prevenido
Sánchez, que su carta fuese la primera que se entregase, por-
que él habia de designar los» sujetos á quienes se remitían las
_ - ^ ^^ _
(62) Espresiones del jeneral Le Mar d dia anterior para
convencerme que debia volver al congreso.
173
demás. ¿ Que sabria el presidente de la suprema^ de tore-
ros, montoneros, sastres, barberos, que jamas vio ni habló ?
Dice que no es creible ofreciese el cuartel de Santa Cataliilw
' á un señor de quien no tenia confianza. Se le devuelve el
argumento. ¿ Y el señor Vidaurre tendria confianza de un
liombre que solo una vez tomó asiento en su casa, que fué su
/enemigo en el Congreso, que conocia por mentiroso y calum-
^niante, desde que se le siguió la causa en el anterior gobierno ?
En esa confesión niega que oyó leer la contestación del señor
Vidaurre, pero confiesa ciertas las reflecsiones de Delgado, y la
respuesta que el confesante dio á ellas. Es asi que esas reflec-
•siones y contestaciones fueron en fuerza de la lectura de la
-^carta ; luego es falso que no estuviese presente. Luego es
verdad que habia engañado y aun queria engañar á Delgado,
suponiendo al sr. Vidaurre comprometido en la revolución.
Espone haberle dicho á Delgado hablando de la revolución,
que tal vez el sr. Vidaurre pondria de gefe al capitán Fer-
nandez por ser buen artillero, para que dirigiese los principios.
Protesto á nombre del sr. mi defendido, que jamas ha visto,
ni hablado, ni oido el nombre de ese caballero oficial. Cuanto
profiere Ninavilca es un entretegido de mentiras.
Contiene la confesión estas clausulas. „ Añade que creyen-
do hacer un servicio á su pais obedeció las órdenes, que le dio
el sr. Vidaurre, esto es el encargo, que se viese con Elias
Sánchez, que ya estaba instruido de todo, el mismo que aguar-
daba al confesante en la sala de dicho sr., á quien no delató
por creer que obraba bien en desear la separación del Con-
greso de los cuarenta diputados, que solo manifestaban deseos
de arruinar el pais, y protejer á los españoles conforme lo habia
observado en las sesiones del Congreso. Discurramos : si las
confianzas eran entre Sánchez y el señor Vidaurre, por que
aquel se quedaba en la sala ? ¿ Por qué no entraba en una
conversación que no le era ni le debia ser oculta ? Comunicaba
el señor Vidaurre con Ninavilca no siendo de su confianza y
era escluido el individuo, que se dá por el verdadero confi-
dente ? ¿ Presumen los enemigos de mi defendido que pueden
salvarse estas inverisimilitudes?
En el careo á f. 307 buelta hay de singular, que la conver-
sación la tuvo deparado. Dismiente los dichos de Ninavilca la
174
declaración de don Francisco González que lo vio dos veces.
La una tratando de lo sucedido en el Congreso. La segunda,
«n momento habiéndole hablado en el cuarto de dormir y con
reserva. ¿ Es de presumirse, que un negocio de la entidad
que se supone, se tratase deparado ? . -
En el manifiesto á la f. 7. se esplica asi. ,, Ninavilca, i ;
preciso que tomemos con doscientos hombres que hoy mism\
puedo presentarle el cuartel de Santa Catalina, y escarmenté!
mos á esos diputandos godos que son contrarios á mi y á la
patria, desterrándolos é igualmente á Mariátegui, y haremos
que vengan igualmente los suplentes, que entre ellos hay hom-
bres honrados y conocidos patriotas y no crea V. que haya un
solo momento, para que puedan retardarse las tareas del Con-
greso. Engolfado pues este gran señor en sus proyectos, de-
lineándome sus planes ; entra una visita, quando inmediata-
mente ya tube cavilación para poderme despedir, con el animo
siempre de pasar á dar cuenta al supremo gobierno de todo lo
acaecido ; y á pocos minutos que habia salido de su casa, lo
veo en caleza que se acerbaba al palacio, que sin duda la visita
con quien lo habia dejado, le dio noticia, que el coronel Jara-
millo lo habia delatado, y que ya no tenia mas remedio que
ganarle á S. E. por la mano."
Por no hacer difuso mi memorial no repetieré lo que ya
tiene escrito el señor Vidaurre. Mis argumentos son muy
breves. ¿ Que revolución es esta manteniendo al egecutivo en
sus funciones, no turbando al legislativo, y procurando el bien
de la patria ?
¿ Como dice Ninavilca en su confesión, que el sr. Vidaurre
le espuso que era preciso juntar doscientos hombres, y aqui
afirma que los tenia prontos ? La una proposición es contradic-
toria de la otro. Si el señor Vidaurre tenia prontos hombres
y gefes, ¿ qué trataba con Sánchez, qué instrucciones le daba,
con que fin ? Si el asalto podia hacerse aquel dia, ¿ por qué
detenerlo para el veinticuatro ? ¿ Si tenia soldados y oficiales,
que necesitaba de ladrones, y montoneros ? Ninavilca y sus
directores saben mentir, pero no adornar las mentiras. Con
mas facilidad, se hace una caricatura, que un manifiesto aunque
sea la obra de muchos ingenios.
Tenia dicho, que no pensó delatar al señor Vidaurre porque
175
hallaba justos sus deseos. Aquí, que pensó dar cuenta al go-
bierno. ¿Por qué no lo hizo, como lo verificó mi parte?
¿* Quien se lo impidió ? ¿ Qué embarazo tuvo ? Este criminal
no está acorde consigo mismo.
Hasta en las pequeñas circunstancias se contradice. Finja
Jue el señor Vidaurre le dio la mano el dia que lo prendieron
en el congreso. En su declaración contraria á la primera jura
jque le dijo que no tuviese cuidado. En el careo : sr. Ninavilca
¿qué le parece U. de esto^ Tan falso lo uno, como falso lo otro.
Pero el ecsamen delicado del proceso hará mas convincentes
mis razones y el delito del calumniante.
Fernando Soto declara, que Sánchez le aseguró que iba á
levantar una montonera, de orden de Ninavilca, que tenia
Armas y vestuarios, y era conocido por saheador.
En la declaración de Pedro Pérez Huerta, es notable haber
supuesto Sánchez, que tenia orden del gobierno para levantar
una partida de gente. Con esta ficción trató de alucinar á
muchos.
Gavriela Bramona, José González en su primera declara-
ción, Prudencio Florian, Custodio Lisa no dicen cosa alguna
interesante. Pero José Grimaldo está conforme con Pérez
Huerta, en haber supuesto Sánchez que el gobierno le habia
dado órdenes para levantar tropas.
Tenemos una segunda declaración de José González hecha
á solicitud del gefe encargado de los presos. Este es el ilustre
teniente coronel Herrero : hombre inseparable de los calabozos
para instigar á todo momento, con el fin de que acucasen al
señor Vidaurre. El resultado es, que Sánchez le dijo : que
los colombianos venian á Lima, que solo un diputado Vidaurre
defendia al pueblo (63): que por este motivo iba á pedirle sus
órdenes : que no sabe á que se dirigian : que le encargó obser-
vase el cuartel de artillería y le comunicase la gente que tenia :
que esto debia ser tres ó cuatro dias antes de entrar : que se
quedaría para ello fuera de la portada : que no hizo caso de
esto, porque veia con desprecio á Sánchez : que la carta nú-
mero 10 que no ha recibido, en que se le dice cuide de la
— — — — ^ .. . — —
(62) Si hubiera dicho es uno de los que maswejienden al pue-
blo, hubiera sido la verdad»
176
sambita Catalina, y atienda quien entra en su casa, se entiende
del cuartel.
Observaciones qne deben hacerse sobre esta segunda decla-
ración. Ella es contraria á la primera. ¿ Y quien le ha dado
al carcelero facultad de preparar declaraciones ? El es con-
stituido para la custodia de los reos. Cualquiera cosa, qu^
digan estos por su órgano, tiene la presunción de coacta. Si,
nombre solo aterra : esta mala calidad se aumentaba, siendo uni
español insolente en sus modos, atrevido en sus acciones, astu-
to, emprendedor ; como después se aclarará con piezas so-
lemnes que lo demuestran. Por no entorpecer la causa no ha
pedido el señor Vidaurre que se le abra un juicio por el abuso
de su empleo. Finalizará el presente y llegará el caso en que
reciba la pena condigna á sus crímenes (64). Por derechoT
desde el fuero juzgo en la ley 9. tit. 5 lib. 2. los pactos hechos
en las cárceles» eran nulos. Este vicio era mas grande, si el
acto resultaba en favor del carcelero. Crecia la nulidad opri-
miendo el carcelero al preso. Deben agradar los argumentos
cuando se fundan en la filosofía de las acciones humanas.
¿ Herrero era imparcial en esta causa ? Amigo intimo de Luna,
enemigo notorio del sr. Vidaurre, en antigua relación con Ma-
riátegui, capataz de los de la corbata encarnada, español ofen-
dido, esperando con ansia un ascenso, que no pudo conseguir
en la guerra ; su objeto fue figurar crimen aunque no hubiesen
criminales. Lo que declaró González, si es pronunciado por
sus labios, es inspirado por el carcelero; es obra suya.
Aun<que la declaración nada contiene á primera vista, el dolo
se descubre al que meditar sobre ella. Se queria preparar una
cuarta á Juan Dábalos. Para que no se hiciese extemporánea
se inició con esta. Era prevenir á los jueces, para que no se
admirasen, que Sánchez visitase al señor Vidaurre. También
se trataba de formar un cuerpo de delitp, con la interpretación
de la samba por un cuartel.
En nada tocan al sr. por quien represento iR declaraciones
de Juan Ricsi, Miguel Leiba, Santiago Rios, José Ferdañdez
Ventura Taliche, Paraisaman, Muerto Frió, Rocaber, Rocano,
Espinosa, ni Antonio Jimenes.
(63) Es la pena de muerte la que corresponde.
177
De lo declarado por D. Santiago Alcocer á foj. 154 y don
Eduardo Fernandini á foj. 163. he de tratar á un mismo tiem-
po. Refiere el primero, que le dijo el segundo le habian
hablado para un movimiento, con el fin de quitar cuarenta
chutados, suspender al general La-Mar por quince dias, y en-
t /egarle la república libre de godos. Aqui hay una idea nueva
^ desconocida. Suspender al egecutivo aunque fuese por
corto plazo, y purificar el estado de enemigos. Hecho singu-
lar, que probado variaba en algo la naturaleza de la causa.
Ecsaminémos el relato : dice Fernandini, que estando un
dia en el congreso le previno Ninavilca hablase con un hombre
que se hallaba sentado á la puerta de la secretaria : (Delgado)
"lue este le dijo, que era necesario separar los cuarenta diputa-
dos, suspender al ejecutivo por unos dias, que Vidaurre hablarla
al pueblo : Luna y Cuadros caminarían á España : que habian •'
trescientos hombres en Jauja, y muchos mas en las cercanías
de Lima : que juntase toda la gente de su confianza. Aqui
tenemos contra el sr. Vidaurre la clausula : que hablaría al
pueblo; Pero Fernandini en la ratificación á foj. 289. añade
aunque no sabían su voluntud. Es decir, que hasta esa fecha,
ninguno de los de la partida revolucionaria había hablado con
mi defendido. Según dice Delgado fue el dia que el sr. Vi-
daurre salió por la barra: diez de diciembre: dia .en que
quedaron concluidas las cuestiones sobre la ciudadanía de los
godos.
Permítame V. E. hacer un argumento con las fechas. De
todo el proceso resulta, que las conversaciones sediciosas iinico
cuerpo de delito en esta causa, fueron durante los debates de
la ciudadanía de los godos, es asi que el último día de esos de-
bates, aun ignoraban la voluntad del sr. Vidaurre sobre esa
sedición ; luego es falso, falsisimo lo que se ha dicho, que fue el
autor de ella.
No fastidio aJ consejo con las declaraciones del teniente de
artüleria don Manuei Ruíloba, Apolinario del Portal, don Mac-
simo Samudio, don Pió Ramos : no hay en ellas nada condu-
cente. Pero en la del teniente don José Jimenes en 9 de
enero (á f. 180) haré una breve- detención. jl Refiere que á
legua y medía de Pachacamac don Santiago Marsano le dijo,
que Ninavilca se hallaba preso por la revolución que iba á
23
178
hacer, que en ella era comprendido Huavique, como cabeza y
el comandante de artillería ; que se le habia dicho que el gene-
ral La-Mar estaba de acuerdo con Vidaurre ; que el motivo
porque Ninavilca, Huavique y Vidaurre están presos era por
comprendidos en la revolución. ¿ Por comprendidos en ' l
revolución ? ¿ Y como lo sabe el reo que lo estaba el seño •
Vidaurre ? El acaba de decir que ignoraba hasta legua }
media de Pachacamac el asunto y sus resultas ; el que lo in-
struye le cuenta que Vidaurre y La-Mar estaban de acuerdo.
Luego no podia afirmar que aquel era comprendido en la revo-
lución. Luego esta fué una clausula añadida por el fiscal.
Ya lo era Allende, intimo amigo de Herrero, confabulados am-
bos y despachando de mancomún la fiscalía. ^
En la declaración, confesión y careos de Delgado (f. 182
vuelta) invertiré algunos minutos. Dice que la causa de este
proceso es las disenciones de los diputados sobre la ciudadanía
de los godos. ! Qué triste principio ! No hubiera habido este
juicio, si no hubieran habido quienes quisiesen prodigahzar la
ciudadanía á nuestros enemigos. Refiere que en uno de aquel-
los en que se trataba esta materia, salió Ninavilca y se fué con
otros dos, y tras ellos Huavique, un compañero de este y Sán-
chez. Téngase muy presente que este Sánchez es inseparable
de Ninavilca. Que hablaron en la calle sobre los disturbios
del Congreso: que con este motivo Huavique dijo, que si los
diputados iban con puñales ¿que se esperaba para acuchillar-
los? Que el declarante le increpó, para que no se esplicase
asi : que entonces le arguyo diciendo : V. tiene la culpa de no
haber comenzado la revolución en el Congreso dando una bo-
fetada á Astete cuando insultó á los espectadores : que con esta
conversación llegaron á su casa, adonde Huavique repitió lo que
había dicho antes : que estando allí don Mariano Zarate, y don
Santiago Rivas le espuso el declarante, que no era tiempo de
revoluciones, con lo que se despidió. Que á las cinco de la
tarde vino Ninavilca y le dijo : vengo de tratar con un sujeto á
cerca de tomar medidas para separar del Congreso á los dipu-
tados que están por los españoles : la medida es una revolución.
Ruego mil veces al consejo, que me perdone lo minucipso.
Señor, es necesario. Esta tela ha de deshacerse para que se
conozca su naturaleza. Voy á convencer de falso y perjuro á
-w
179
Ninavilca con los hechos que he referido. La conversación
de la mañana y tarde cuya fecha no se punctualiza, y debió
puntualizarse cumpliendo el fiscal con su obligación, es de un
dia en que aun se disputaba de la ciudadanía de los españoles.
#luy bien. Entonces Ninavilca trataba de una revolución.
Luego era por si, y sin que mi parte tuviese noticia de ella.
Prueba incontestable. Ninavilca en su instructiva, careos y
manifiesto, aseguro, haber hablado con el señor Vidaurre des-
pués del insulto de Mejía ; es asi que el insulto de Mejia fué
concluida la disputa de la ciudadanía de los españoles ; luego
Ninavilca trato de la revolución por si mismo y como proyecto
propio. Ninavilca la estaba disponiendo.
V Continua la declaración de Delgado : que al dia siguiente
vino Sánchez á su casa, y lo llevo á la suya : que pregunto si
habia venido Ninavilca, y se le contestó que ya vendria : que
entró un hombre emponchado y en seguida Huavique con su
compañero, los que trataron de formar una revolución con dos-
cientos hombres, y asaltar á la artillería : que en este tiempo
llego Pérez Huerta, y diciendo el que declara, que fácil le
parece á V. V. hacer una revolución sin tropas ni dinero ;
Pérez Huerta aprobó el pensamiento, y el que espone le acon-
sejó, quedase la cosa en conversación, y que cada uno procu-
rase conservar su ecsistencia. Luego la reunión de doscientos
hombres y el asalto del cuartel, no fué proyecto del señor Vi-
daurre. Luego este proyecto fué anterior al lance de Mejia.
Sigo con Delgado : que al otro dia se fué á casa del canónigo
Requena para que le proporcionase bestias é irse á la hacienda
de su administrador : que no pudiendo franqueárselas ocurrió
á Ninavilca para el efecto, el que se negó á ello : que en estas
circunstancias tomó el arbitro de presentarse al gobierno pidi-
endo auxilios, para irse á sut ierra. Que estas diligencias las
hizo por verse Ubre de la revolución que trataban de llevar ade-»
lante JVinavilca, Huavique y Sánchez en la que no quería mez-
clarse. Luego el señor Vidaurre no estaba comprometido:
luego no se habia mentado su nombre. No siendo asi, hubiera
sido el primero que se señalase : los hechos posteriores aclaran
mas esto.
Continúa Delgado: quo pasados algunos dias (señor tiempo
intermedio y no de veinticuatro horas) fué donde Huavique á
180
pedirle un libro que le tenia, y que entonces le dijo, estaraos en
buenas : la revolución la protejo el general La Mar de acuerdo
con el sr. Vidaurre y Santa-Cruz: el comandante de artillería
entregará el cuartel : que refirió lo dicho á Ninavilca y este le
contestó que no lo dudase, pues el dia que Vidaurre dijo en L;
tribuna fomentaria una revolución, acaso seria con este apoyo.
No ha dicho tal espresion en la tribuna el sr. Vidaurre. El
hecho fué, que tratándose de los vitalicios, espuso, que si el
general Simón profanaba nuestro territorio, y no eran espeli-
dos, formaria una revolución contra ellos. Esto no es del caso,
pero si lo es, que Ninavilca no habia hasta entonces comunica-
do con mi defendido. Habiéndole parlado de la revolución,
no ocurriría á una presunción ó conjetura : abiertamente espre-
saria : el señor Vidaurre está con nosotros. Paciencia señores,
Bun no dejo á Delgado : que al otro dia lo vieron Ninavilca con
Sánchez (siempre juntos estos montoneros) y le dijeron que le
sr. Vidaurre, y el coronel Jaramillo dirigian la revolución, á lo
que arguyo que no lo creia del sr. Vidaurre ? ¿ Era cierto que
Jaramillo la dirigió ? No se ha creido ¿ Y por qué se cree que
la dirigía el sr. Vidaurre ? lia razón de diferencia es patente :
se quería perder al uno y salvar al otro.
Para asegurar á Delgado, le propuso Ninavilca que hablase
con el sr. que defiendo. Se negó a ello, por no conocerlo.
Me he propuesto no pasar una sola clausula : no conocerlo.
Convinieron en escribirle una carta, ofreciendo un cierto nú-
mero imaginario de hombres, la que remitieron con Sánchez,
el que trajo la contestación, reducida á decir, que esa gente la
guardasen para batir al general Simón. Estando acorde esta
respuesta, con el concepto que tenia hecho de Vidaurre acerca
de le revolución, le dijo Ninavilca, que la repulsa era porque
no lo conocía, y porque le habia advertido, que hablaría solo
con el en el congreso.
Falsedades convencidas. Si Ninavilca ha negado que co-
municó con el sr. Vidaurre sobre la revolución ¿ cómo quedarom
pactados para hablar á solas en el congreso ? Téngase á mi
defendido por un delincuente, sí algún diputado jura, que una
vez vio hablar al sr. Vidaurre con Ninavilca en todo el tiempo
que estuvo de diputado. Sí hablaba solo con él, ¿ cómo se ha
laegado que hablaba solo con Sánchez ? Esta contradicción se
181
asemeja á la de haber prevenido, que nunca Sánchez le escri-
biese, y haberse escepcionado con que la carta escrita por este
á Ninavilca, debia entenderse con el sr. Vidaurre. Si estaba
determinado, que se concertase únicamente con Ninavilca.
f^* Para qué dispuso este, que Delgado le escribiese ? Fiígese
en la memoria, que los hechos de esta dia, fueron muy posteri-
ores á aquellos en que se disponia la revolución entre esas jen-
tes. Hay otro argumento mas clásico. El sr. Vidaurre dio
aviso al gobierno dos dias seguidos : aquel en que recibió y
contestó la carta, fue el segundo. Cuando Ninavilca supone,
que este sr. queria comunicarle con reserva en el congreso, ya
le había dado noticia á S. E. desde el dia antes de todo lo
^acaecido.
Aun después de preso Huavique todavia trató dé engañar
Ninavilca al que declara. Le aseguró que no lo estaba por la
revolución, y que los principales de ella no hacian movimiento,
hasta que se verificase. Contesten sus defensores, los que in-
sertaron trozos en su manifiesto á estas reflecsiones, si pueden.
El declarante espone, que el plan de la revolución era separar
á los cuarenta diputados, reemplazarlos con los suplentes y de-
jar al general La Mar en el mando.
Se le hizo reconocer la carta que escribió al sr. por quien me
presento ; la confesó. ¿ Y por que no se le hizo reconocer la
contestación ? Aqui la mala fé del fiscal. Señor, por dar
tiempo para que fuese seducido, y ya que no negase la esencia,
desconociese las espresiones. El fiscal no cumplió: ambas
piezas debieron reconocerse en un mismo acto.
■ Esta carta se ha confundido. Los testigos Mayor Campos,
don Leandro Matos y su muger, están contestes en que dijo la
entregaría Delgado, que estaba entre sus papeles. Gallegos
quedó en practicar esta diligencia,, por la que el sr. Vidaurre
ofreció doce onzas. Sus enemigos no podian permitir un com-
probante tan irrefragable de su inocencia. Asi es, que habien-
^le dato noticia el mayor Campos al sr. á quien defiendo, que
Gallegos aseguraba la ecsistencia y su exhibición, lo reprendió
el comandante Negreyros, porque el fiscal Quiros tenia dispu-
esto, que no supiese nada el señor Vidaurre sobre este asunto.
(foj. 384) Negreyros lo niega : no es de admirar : con dificultad
se confiesa un hecho infame. Pero está convencido en el perju-
182
rio. Dice que la reprehensión fue, por no haber entrado aún el
reo. Falso : Gallegos y el preso estaban en la ciudad. De
otro modo era imposible, que Campos impartiese la noticia. La
mala voluntad de Negreyros y el deseo de servir á los enemi-
gos del sr. Vidaurre, se conoce en la certificación aunque di^
minuta del secretario de la causa (foj. 389). El reconvino, y
aun desafió á Matos porque esponia hechos que interesaban á
mi defendido.
Es muy fácil conjeturar como se ocultó la carta, y quien la
ocultó. Partamos del principio, que Delgado afirmó que la
tenia en su casa. El secretario pasó á recoger esos papeles.
(193) El acaso la ocultó. No me atreviera á esplicarme asi,
si no pudiese probar el modo abusivo, como se recibieron las
declaraciones y confesiones, de lo que debió dar cuenta inme-
diatamente y no lo hizo. De que vio que Herrero y el fiscal
ecsaminaban á los reos á un tiempo, que los insultaban y amen-
azaban, debió suspender la actuación y dar noticia de ello al
ministro de la guerra.
Para confundir este asunto se recibieron las declaraciones de
foj. 193. á foj. 199. Fue el obgeto probar, que Delgado dejó
sus papeles en poder del profesor Carpió : que se devolvieron,
y que entre estos no estaba la carta. Conteniéndose en los
papeles depositados, lo hubiera dicho asi. Pero la investiga-
ción no es digna de que nos detengamos. El borrador no podia
presentarse sin seguridad de ser conforme con el original. Lo
contrario era esponerse a ser desmentido en el momento.
Aun no he concluido con la declaración de Delgado. Se le
pregunta sobre la amistad con Sánchez, y responde que muy
poca : que ese hombre bajó con una solicitad al gobierno, y
que Ninavilca le dijo, fuese á ver al sr. Vidaurre ; que en efec-
to íue y le contestó ese señqr, que le llevase un memorial, que
el mismo lo presentaria á S. E. ; que no sabe si lo ha vuelto á
ver á eCvScepcion del dia que llevó la carta. Luego Sánchez no
conocia al sr. Vidaurre. Luego no era su edecán. Luego no
lo citaban en las conversaciones revolucionarias. Luego toda
la intimidad era con Ninavilca, ambos montoneros y antiguos
ahados. Esta relación manifiesta el carácter del sr. Vidaurre,
pronto á interesarse por todo viviente y cuyas puertas son fran-
cas á los infelices, j Ojalá lo imitaran algunos ministros del
evangelio ! Téngaseme por un impostor si alguna vez vi en su
183
casa á ese Elias Sánchez, y lo mismo podrán decir los vicinos
honrados que lo frecuentan. Ese hombre no podia ser de la
comunicación del señor á quien protejo. Hay una prueba
completa de ser un ladrón de caminos, un asesino, un indigente,
• que de continuo molestaba pidiendo cantidades muy pequeñas,
un medio sombrero y zapatero. ¡ Que amigo del sr. Vidaurre !
También declara Delgado, que no contaban con ningún
pueblo ni gente para la empresa, pero que Ninavilca decia, que
montarla á caballo y la traeria. No se atrevió á negar el hecho.
Lo confiesa, pero se esculpa, con que no lo dijo con respecto
á la revolución. ¡ Débil subterfugio ! — Ninavilca era gefe de
la revolución. Declara Delgado que Huavique la habia dicho
j que Algorta tenia doscientos hombres : que en el Congreso co-
municó con sola una persona, cuyo nombre ignora ; pero que
era tuerto (Fernandini) al que de antemano habió Ninavilca,
para que le diese al declarante una lista de los cuarenta diputa-
dos, y que esto sucedió el dia que Vidaurre salió por la barra,
lo que le hizo creer que dicho señor protejiá la revolución. Mal
cálculo. Se sabe la causa porque salió el sr. Vidaurre por alli.
Con posterioridad escribió la carta dudando del ecsito como se
ha dicho.
Delgado escribe al ministro Mariátegui : ratifica estos hechos,
pero da al sr. Vidaurre por principal autor de la revolución." En
su confesión preguntado sobre esto se esplica, que es verdad
que dijo á Huavique que Ninavilca y Vidaurre estaban com-
prometidos, pero fué á consecuencia de haberle dicho Ninavilca
que trataba con el sr. que difiendo, y que estaba de acuerdo
con el gobierno. La ilación es muy fácil. Delgado engañaba
á Huavique porque era engañado por Ninavilca. Asi cuando
Huavique en su confesión (f. 226) dice que Ninavilca y Vi-
daurre proporcionarian el dinero, h^ de recibirse como una
especie producida por Ninavilca. Treinta años hace, sr., que
comunico al sr. Vidaurre muy de cerca. Jamás tiene caudal
reservado. El ser un pródigo es el único delito venladero de
que se le puede acusar. En esos mismos dias tuvo un com-
prometimiento del que fué necesario lo sacase un sr. que se
decia muy su amigo. Es muy raro que todas sus citas sean
de una persona tan respetable. (64)
(64) El general La-Mar.
184
Después de la prolija esplicacion de lo declarado por los
principales reos, precederé con ligereza sobre los demás. Ma-
riano Dábalos confiesa lia tenido comunicación con Sánchez :
que recibió una carta de Lima, en que le noticiaba que el gobi-
erno lo hacia hecho mayor, y que le facilitase gente, aunque
fuesen ladrones. ¿ Será esto de convenio con el sr. Vidaurre?
¿ Se abanza la calumnia hasta figurarlo gefe de bandidos ? Ven-
ga á la memoria que cuando era ministro de estado en cuarenta
y ocho horas los hacia fusilar, y dejó el pais tranquilo, el que
hoy se halla Uono de malhechores.
Se recibió á Juan Dábalos una cuarta declaración. ¡ Una
cuarta declaración! ¿Y de qué modo? Con las mayores
amenazas é insultos. Dice que fué una noche á casa de Vi-
daurre con Sánchez al que encontró escribiendo y le dijo vol-
viese al otro dia : que en realidad volvió, y se le ofreció, lo que
le agradeció Vidaurre : notándose que el declarante nada de
esto presenció por haberse quedado en la puerta. Cuando es-
tas declaraciones repelidas no tuviesen una presunción de dere-
cho para juzgarlas falsas. ¿ Que resultaria aun siendo verda-
deras? Que ese Sánchez por dar aparato á su in^postura
entraba en casa de mi defendido, con cualquier pretesto y vol-
vía á salir, sin hablar con él. Pero nadie sin duda la tendrá
por cierta. Un hecho de esta especie no podia haberlo omitido
en las tres declaraciones anteriores ; cuando nos debemos per-
suadir que fueron muy repetidas las preguntas que le hacian
sobre el sr. Vidaurre, y muy decidido el designio de arruinarlo.
La descarada seducción y violencia hace que declare Chum-
pitás tercera vez. (f. 200) Se halla (á f. 317) su protesta. Se
le pona una espada al pecho por el carcelero en presencia del
sargento y soldados. Se le amenaza con grillos y que se le
conducirá á un infiernillo subterráneo y que su fin habia de ser el
banquillo. Estos hechos no constan únicamente de la diligencia
citada, si, de un escrito que presentó su infeliz rnuger á S. E.
el Presidente, y que deberá estar agregado al proceso. De
este modo se le hizo decir, que Sánchez estuvo en una junta de
personas de respeto, tratando de hacer una revolución, en que
liabian de tomar el cuartel de artillería y otro : que para tomí^r
el primero se habia ofrecido un comandante de esa arma en
compañía de Sánchez, y para el segundo, estaba destinado
186
Huavique : que verificada se podrían á disposición del sr. Vi-
daurre : que quitarian los diputados opuestos : que recogiese
jente y armas : que á todo se escusó apesar de las instancias
que le hacia Sánchez. Que al fin temeroso calló, como pre-
stando su consentimiento : que Sánchez citó como metidos en
la revolución á Ninavilca, Huavique, Vidaurre, Florian, y que
también se le dijo habian oficiales de Lima. Aun sin la pro-
testa contra la declaración, bastaba la clausula áe\ .consentimi-
eníOj para manifestar que no era espontánea. ¿ Quien solicita
á un carcelero con el fin de acusarse ? Y estas son las pruebas
contra mi defendido ? ¡ Que miserables !
Desentendiendome de la declaración del doctor Requena, que
lio influye en la causa, paso á la segunda de Florian el torero,
que se supone hecha á su solicitud. No es posible alcanzar
con lá imaginación mas viva, de cuantos artificios se valió el
carcelero para seducir á los oprimidos, que se confiaban á su
astuta vigilancia. ¿ El podia hallar resistencia en algunos de
esos desvalidos para convenir en sus ideas ? Era su objeto
formar una causa, donde no la habia. Es por esto que se le
obliga á proferir á este desgraciado unas ciertas clausulas, inve-
rosimiles é inconecsas. Que conocia á Sánchez solo por su
nombre, que lo convidó un dia á su casa, y en efecto fué, y
encontró allí á varios, que no sabe quienes fueron. ¿ Si solo
lo conocia de nombre, ¿ como lo convidó á su casa ? ¿ Si solo
lo conocia de nombre como lo incorporaba en sus juntas ? Que
preguntaron los socios ¿ quien era ? y Sánchez contestó no hay
ciudado ¿ Y cómo abonaba Sánchez á un hombre de quien no
tenia conocimiento? Que tomando la voz un hombre que pa-
rece fue Delgado espuso, que poniendo una emboscada fuera
de la portada de Sta. Catalina podia lomarse el cuartel, pero
que entrando en disputa entre ellos, se^ resolvió, que no podia
ser, y que se hiciese cuenta, que nada se habia hablado, y que
todo era muerto. ¡ Cuantas confianzas en una dia ! Al sr.
Vidaurre le importa esta declaración. Siendo verdadera, se
verian las personas entre quienes rolaba el proyecto. Pero mas
le aprovecha que se reconózcala seducción que han sufrido los
procesados.
De la declaración de Litardo no se debe formar estracto.
En la de Marzano se asegura, que Delgado y Elias le escribie-
24
186
-ron, instándole sobremanera, lo que presumió fuese para com-
prometerlo en un bochinche. Samian declara, que asistió á una
reunión con Huavique, Delgado, Pérez Huerta y otros, y que
oyó decir á Sánchez que era tiempo de hacer una revolución.
Para comenzar con Manco he de recordar al consejo la dili'
gencia de foj. 391 y el memorial de su muger foj. 401. El
carcelero lo habia amenazado con armas en su calabozo, lo
habia amedrentado con la m\ierte, á su infeliz muger le habiá
querido dáf de patadas y la llamó varriera y prostituida porque
resistía la fuerza que se le hacia á su marido para que mintiese
y calumniase, según sus inju.^tas intenciones. No contento con
estp, lo asusta al tiempo de declarar diciendole : gue tan cerca
está ele la muerte como de la mesa. \ Cuanto mérito para ur^
grado (!e coronel ! Otros pudo adquirir formando caricaturas.
La recompensa en este caso sera un castigo.
Con estos datos referirá como se esplica : que su relación
con Sánchez es de compadre : qne cuando pasó por Chilca le
dijo bajase a Lima para hacerle un vestido : que en efecto vino,
y se apeó en su casa : que al segundo dia fue Sánchez a la de
Ninavilca con quien habloó cosas reservadas : que por la noche
repitió la visita : que a pocos dias asistieron también a casa de
Sánchez por la noche Ninavilca, Huavique, Florian, Pérez
Huerta : qi e echaron fuera al qi.e declara á Gabriela y Ra-
moncito : qual al otro dia Pérez Huerta y Sánchez dijeron á
Dábalos, q e la revolución estaba tratada, y que muy pronto se
irían a Asia á preveiiirlo todo, pues faltaban cinco á seis dias :
que frecuentaba Pérez Huerta á Sancliez, y entre otras cosas
conversaban del congreso : que le oyó decir, que con la gente
que habia de traer Sancliez tomarían el cuartel de Santa Cata-
lina— Reflecciones. Nada habia prevenido y en los cinco ó
seis dias, juntaba S nchez jentes para asaltar el cuartel de Sta.
Catalina? ¿ Si Sánchez lu.bia de leunir sus ladrones como ha
dicho Ninavilca que el sr. Vidaurre tenia prontas tropas y ofi-
ciales ? E declarante dice: que cuando fu¿ á Chilca llevó,
encargo de juntar á los amigos, lo que i o verifico ; que vio úni-
came ite al gobernador Chump'ías y le previno que recogiese
armas y las guardase en su casa : que le notició la resoh c^on y
su objeto que era quitar á los diputados, que favorecían a los
españoles ; tomando antes la artillería y los demás cuarteles :
187
que el gobernador dijo, que no podía hacer eso sin orden es-
presa : que cada uno de los comprometidos, Huavique, Del-
gado, Pérez Huerta ofrecian un número de gentes, que se
habían de pagar, saqueando las casas de los diputados godos y
los vitalicios, según oyó a Sánchez y Peres Hi.erta.
Las últimas clausulas convienen con el concepto que formó
el Sr. Vidaurre desde su instructiva, sobre el mérito de la causa.
Dijo, que ó era una borracheia con animo de robar, ó era una
intriga del ministerio. De ambas cosas hay probabilidades.
Es mas verosímil que contasen con un saqueo entre ladrones y
facinerosos, que no, que el sr. Vidaurre concurriese con direro.
Con respecto á este Manco hay una circunstancia muy nota-
^ble, y tan notable, que creo que no tiene egemplo en los fastos
de la judicatura* Se le hace reconocer la carta de foj. 24, no
escrita por él ni para él, y se le hace que la interprete ¿Y k
presencia de estos ecsesos no percibirá el consejo la justicia'
con que el coronel don Juan Salazar ocurrió de palabra á S. E.
el presidente, y preparó el escrito de que informa el general
don Domingo de Orúe, a foj. 404. manifestando los atentados
cometidos por Herrero, para violentar á los presos á que dec-
lararen según sus perversos designios? Señor, la coacción es
justificada, y los mismis medios de que se ha valido el fiscal
para cubrirla, mas la patentisan : procedámos^con escrupulo-
sidad.
En las instigaciones del carcelero, eran culpables el fiscal y
el secretario. Consentir que se acercase al tiempo de estar
dando las declaraciones y haciendo sus confesiones, que pre-
guntase, que atemorizase, son crímenes de esos actuarios. Por
consiguiente no podían recibir pruebas de escepcion sin come-
ter el atentado de constituirse jueces en su misma causa. Sin
embargo, toman las declaraciones del Alférez Duran, y el cabo
Arellano. El primer defecto que se nota es, que se procedió
á ellas sin licencia de sus jefes. El segundo, que se refieren á
lo espuesto por Chumpitás. Este declaró el doce, y esos
militares hablan del once. Lo tercero que no dice Chumpitás
que las amenazas fueron el mismo día de la declaración. Lo
cuarto, que allí confiesan los declarantes que Herrero entraba
muchas veces de día y de noche a los calabozos ; pero que era
para preguntarles lo que necesitaban. ¡ Qué hombre tan sen-
188
sible ! ¿ Sensible y español ? ¡ Herrero sensible ! Decia el
general Bolivar, deseo oirle en alguna ocasión hablar bien de una
persona. ¿ Creerá V. E. que entraba con ese piadoso fin ? No
señor : para seducir, para atemorizar, para preparar las decla-
raciones, para conducir el proceso, de modo que tuviese alguA
aparato la farsa : algunas declaraciones están de su letra.
En esta actuación que me ocupa, hay un hecho singular por
lo estraordinario. Reúne todos los presos el 25 de febrero
(f. 390) para que firmen que han dicho la verdad, sin que per-
sona alguna interviniese en ello. Ponen unos garabatos y
varias cruces por los que no saben escribir. Pero al pié de
diligencia está la protesta de Carlos Manco de que he hablado
antes. Asi, cuando el fiscal quería sincerar su conducta, fuq
nuevamente acusado.
Por piedad á los reos manda agregar los papeles públicos
que se escribieron á su nombre contra el sr. Vidaurre (f. 392)
dice que se adjuntan porque contienen escepciones. No fué
este el motivo, sino porque en ellos se habia impreso que
el señor Vidaurre los habia precipitado á la revolución. El fis-
cal no es el defensor de los reos. Sus padrinos debieron agre-
garlos si lo contemplaban útil y justo. ¿Y qué adelantarían
con esto ? Preguntaría a ese fiscal. ¿ Tienen valor los impre-
sos, si no convienen con los autos ? ¿ Y por los autos resulta
que el señor Vidaurre los indujo al crimen ? Lejos de esto, si se
esceptüa á Ninavilca ninguno de ellos habló, trató, ni comunicó
con el sr. Vidaurre. No lo han dicho en sus instructivas, con-
fesiones, ni careos. ^^
El impreso de Huavique lo escribió Herrero. Puso en él
lo que fué de su agrado. Hizo confesar á ese ignorante, que
era dehncuente. Advirtiendo que su letra era conocida, lo
hizo trasladar con Delgado. Costeó la impresión no teniendo
dinero el reo cuyo nombre se tomó. Esta relación la hizo el
interesado al sr. coronel Raulet. Por su influencia puso Del-
gado los dos comunicados. Ellos están desmentidos por tres
testigos idóneos y sin tacha que le oyeron que el sr. Vidaurre
era un inocente, é injusta su prisión. Esto y las continuas su-
jestiones contra el sr. Vidaurre lo probará en el juicio que /de-
berá seguírsele al carcelero. Entonces se verá que él fué el
autor del escrito presentado, para que el señor mi defendido
189
entrase en las carceletas ; el consultor y director de Ninavilca;
el agente de los enemigos del defensor de su patria. El do-
mingo 16 estando separado de la cárcel se entró á los calabo-
zos á seducir de nuevo á los reos, asegurándoles que entre tres
•dias volverá á la comisión.
Pero señor be recorrido el proceso, he fatigado la atención
de V. E. y aun no puedo formar el cuerpo del delito. Los 15
hombres vestidos de blanco, quedaron reducidos á ocho, co-
mandados por un individuo que iba en un caballo del mismo
color según la nota de don Manuel Boza. (104) Muchos han
creido que eran los loros destinados á la lid. No hay arma-
mento, soldados, plan, oficiales, dinero. ¿ Cual será el cuerpo
^ del delito ? Estos eran los juicios en tiempo de los Tiberios,
Caligulas, Claudios y Nerones : estos eran los juicios de mages-
tad, inventados para asesinar á los inocentes. La república
peruana va á jurar su Constitución : la república peruana, no
consentirá que ella se burle, sacrificando á un buen padre de
familia, á un fiel amigo, á un útil ciudadano, á un magistrado
respetable, á un representante de la nación que defendió con
el mayor ardor y á todo trance sus derechos.
SEGUNDA PARTE.
En que se funda la justicia del sr, Vidaurre, por principios de
derecho.
Manifiestas las contradiciones, que se hallan entre los pro-
yectistas y que todas son sustanciales y graves con respecto al
señor á quien defiendo ; resultando de la simple lectura, que
los causados testigos afirman no haber tratado con él ; no que-
dando sino el dicho de uno, al que se refieren los otros ; per-
mítaseme inquirir, que clase de prueba es esta, y que valor
tiene en lo legal ? La sabiduría del consejo dice en el mismo
instante : no hay prueba. Ninguna señor : cuando según se
esclareció en papeles públicos, se mira combatido por todas
partes con armas mas fuertes y poderosas que las que se reu-
nieron contra Napoleón en Waterloo y contra Federico 2. °
al litigarse la Silesia? (65) ¿ Será su suerte la del Marte de la
Europa ó la del héroe de Prusia ? Los pleitos como las com-
(65) Alli una fuerza Jisica, aqui la de la intriga.
190
pañas tienen sus estrellas. Bruto con buena causa fué derro-
tado en la batalla de Philipes; la muger de Germánico no era
culp da y se sentencia contra ella en el senado de Roma. No
me aterrorizan estos egemplos : la patria e los Scipiones y
Emilios no podia ser libre después de la muerte de César : ella
habia per('ido sus virtudes. La b jeza, la adulación, el servi-
lismo eran los vicios del semdo : la justicia no podia triunfar.
Nosotros en contraposición á los gobiernos despóticos, demos-
traremos, que a imparcialidad reemplazó al particular interés,
la pureza al cohecho, la ley á la arbitrariedad. Puedo fastidiar
por lo difuso : mucho mas con lo poco culto de mi estilo. Pero
señor : hágase un sacrificio justo en favor de la inocencia. Nin-
gún tiempo mejor empleado, que el que se invierta en romper,
el artificioso velo que osa cubrir el honor de uno de los ciuda-
danos mas ilustres : el nombre del señor Vidaurre es muy co-
nocido en Europa, muy respetado en América.
En los juicios criminales es la base y fundamento del pro-
ceso, lo prueba del cuerpo del delito. Si fuésemos conducidos
por la vana ostentación de conocimientos, embelleceriamos esta
defensa con leyes antiguas y modernas, con egemplos y citas.
No es propio de un militar estos adornos. Nuestro código
contiene ordenanzas en las que apoyare nos el alegato. Es
decisivo el articulo 13 tit. 5 tratado 8. Por eso Colon enseñó
„ que la mayor de todas las defensas á favor de un reo, es la
que resulta en el proceso, de no estar bien probado el cuerpo
del delito. Y por esto la justificación del crimen es lo primero
que debe llevar la atención al sargento mayor ó ayudante, que
va á formar una causa, sin omitir diligencia, porque cualquiera
defecto en esta parte anula el proceso. (66) Es el criterio de
la verdad en los juicios criminales. (67)
Sabian los acusadores por la ley de Roma (68) que la acu-
sación no era admitida, si el hecho no era probado por testigos
idóneos, documentos públicos, ó argumentos incontestables, mas
claros que la luz del dia.
Por cuerpo de delito se entiende la actual inspección, ó
(G6) Colon formulario p, 154.
(Ql) Filangieri proced crimen, parte 3. cap, 9.
(68) Ley ult, c. de prohat.
191
prueba del delito. (63) Esta distinción resulta de la naturaleza
de los crimenes. Son unos permanentes, corno el homicidio ;
otros transeúntes, como el hurto. Los unos han de probarse
plenamente para inquirir y condenar ; los segundos se deben
ijustificar á lo menos por indicios. Pero en unos y en otros es
verdad incuestionable, que la confesión del reo no es suficiente
(70). Si asi no fuese se repeiirian los suicidios por temor,
engaños, desesperación. Sobre toJo lo que decia Quintiliano
(71) Es loco, el que confiesa un crimen, ó procede seducido.
El oráculo divino ensebo, que niiíguuo eslá obligado á entre-
garse (72) El ciudadano debe sufrir la pena del delito que
cometió : no debe rompar la cárcel, resistir á la justicia : no
es un crimen que niegue, ni que se oculte. Ninguna ley puede
ser buena si choca con la naturaleza. Precisar á un hombre
á que sentencie contra su vida es un acto tiránico. La voz
del acusado solo ha de oirse para la ecsepcion y descargo.
Uno de los grandes defectos de los códigos ingleses es, que la
confesión del reo suple por la prueba, no habiendo en el pro-
ceso la bastante para que se le condene : (73) esto es en com-
pendio lo que la sabiduría del siglo ha adelantado en favor de
la humanidad oprimida.
En una sedición el cuerpo del delito se hará constar por
planes, instrucciones, cartas, acopio de armas, caballos y per-
trechos. Si todo esto falta y solo hay relaciones verbales, no
hay sedición, sino cuando mas conversaciones sediciosas. El
cuerpo del delito en este segundo caso no puede probase sina
por personas desinteresadas, que hubiesen oido y que se pre-
sentasen por testigos. Si delatan ya no pueden testificar : el
(69) Colon ubi supra.
(70) Maíeu de de crimin controv. 35 num. 14 y IK
(71) Ea natura est omnis confessionis, ut possit videri de-
mens qui confitetur de se. Hicfurore impulsus, est alius ebri-
etate, alius errore, alius dolore, quidam quaestione, JVemo
contra se dicit, nisi aliquo cogente. Declam. 3. 14.
(12) Caput si precaverit 2 quest. L '^ Z. 1. ^ ff de bonis
eorum, qui ante sententiam Santo Tomas dijo un desatino, cu-
ando escribió que el reo debian declarar aunque le resultase pena
de muerte. Lo filosófico es no preguntarle,
(73) Blackstone diversos lugares de volumen 4.
192
delator no puede ser testigo. Nerón, cual era Nerón, no tuvo
por probado el delito de Epicaris por la denuncia de Proculo,
aun que en su interior le creia.
Quedando en palabras es dificultosísimo conocer la naturale-
za. Montesquieu (74) por eso juzgaba con fundamento, que^
por conversaciones no se pueden formar juicios. Y con mas
filosofía el sabio que corrige sus errores, esplica, lo que dista
el oir del referir. (75) Un gesto, una detención, una sonrisa
hacen que se altere de un modo esencial la historia del suceso.
Una silaba qne se olvide, varia el sentido de lo que se habia
tratado. ¡ Cuantas equivocaciones entre el puede hacerse y
debe hacerse. Tácito escribe del tiempo en que no habia la
virtud desamparado del todo á Roma ; „si alguno por una trai-
ción en la armada ó ecsitando la sedición en el pueblo, ó por
una prevaricación cualesquiera que fuese en la república, ha
ofendido la magestad del pueblo romano, era puesto en juicio
por sus acciones, pero jamas por sus palabras.,, Tiberio ocul-
taba al principio la crueldad con ciertas apariencias de justicia.
Cuando el ciudadano ya temía lo que hablaba, y delante de
quien hablaba, la hbertad era muerta, el recurso la crápula, los
vicios mas infames. Entonces el romano perdió el valor, por-
que un siervo no puede ser bravo.
Conversaciones sin disposición formal es lo que apenas resulta
de lo declarado por reos y testigos. Por mas que quise fijar
el cuerpo del dehto, fue imposible asertar con su nombre (76)
con respecto al sr. que defiendo. Una sola persona es acusador,
testigo para el cuerpo del delito, y para la prueba. ¿No han
hallado mas perjuros, enemigos tan poderosos? J. C. los tuvo
contra si, aunque no acordes en sus dichos. ¿Y un criminal
serácreido? La ley, la buena filosofía, el sentido común re
prueban su aserción. No ha jurado : no puede haber testigo
sin juramento (77). Es uno : testis unus, testis nullus (78j.
(74) Esprit, de lois. lib. 12. cap. 12.
(75) Filangieri tom. 4. canon 5 de juicio sobre las pruebas
testimoniales.
(76) Se dijo en la primera parte.
(77) Ley 28 Tit. 16 part. 3. ^ e? testigo único aunque fue^e
un Catón no hace prueba Colon.
(78) Ley d2.idem.,6B.
193
Es interesado ; en razón del interés del testigo disminuye ó
crece su crédito (79). No hay interés mayor que libertarse
de una pena, sea de la vida, sea la pérdida de los bienes
ó empleos.
El argumento tiene contra si la inverisimilitud : el presidente
•desde los principios adoptó y con razón, este medio de defensa.
En todas aquellas cosas que no son vistas ni oidas por nosotros,
damos ascenso á ellas según lo creible que se nos hacen,
siguiendo la esperiencia, los conocimientos adquiridos en aquella
materia ú otra semejante, el examen general de la naturaleza y
del hombre. Un genio ilustre pone un ejemplo : si se supone
que el rey de Siam tiene un elefante de veinticuatro pies de
alto, aunque lo afirmen diez testigos, diciendo que le vieron,
^nosotros juzgaremos que se han engañado, que han exagerado,
ó que han mentido.
No es racional creer la ecsistencia de un elefante de doble
altura de aquella que tienen los demás (80). Entre las nieblas
de la ignorancia extendidas en toda la Europa én el tiempo de
don Alfonzo el sabio, se descubren en las partidas unos desteyos
de razón : la razón pudo oscurecerse, no destruirse. El pre-
viene, que el juez no se decida por el número de los testigos y
prefiera aquellos que se acercan á la verdad y al hecho (81).
Es mas posible un elefante de veinticuatro pies, que una sedi-
ción de doscientos hombres para espeler á cuarenta diputados,
permaneciendo el jefe de la república en su puesto, y sin alte-
rarse las sesiones del Congreso ni un instante. Para perder
ai sr. Vidaurre era preciso que la intriga habiese sido mas
pulida (82). .iH^/aí:jrH|yí; í« i.^,íí,(>r!;JÍ »
¿Y quien reunia estos" doscientos hombres ? ¿Quien los arma-
ba? ¿Quien los sostenia los dias intermedios hasta el de la
empresa ? ¿Con que alicitivo se les atraia para una acción que
malograda los esponia al último suplicio? ¿Corria todo esto á
cuenta de ese Elias Sánchez, de ese Elias Sánchez que consti-
(79) Ley 18 id. sobre esto todos los filósofos modernos.
Beccaria. Filangieri.
(80) Helvecio del hombre, tom. 2 cap. 15.
(81) LeySOtit. 16 par t. 3.
(82) En el careo dice mucho menos,
25
194
luido en la ultima indigencia, en el estado mas deplorable
abrazó el triste y desesperado recurso de asaltar en los cami-
nos ? ¿Y en cuanto tiempo se reunian ? ¿En una semana ?
Hágase el cotejo del dia en que salió, y de aquel en que se
finje debió ser el rompimiento (83). Estos inconvenientes no
pueden salvarse sino por májia. Tal vez se atribuye también'
este crimen al sr. Vidaurre, y por eso se le tiene en las cárceles
de la inquisición. No es estraño. En tiempo de Tiberio las
acusaciones del delito de magestad se acompañaban con las
de sortilegios.
El intimo amigo de Vespasiano, que le allana el camino del
trono, Muciano, viéndolo indeciso le habla asi (84). „Todos
los hombres que forman algún gran designio, deben ecsaminar,
si lo que emprenden, es útil al estado, glorioso para ellos mis-,
mos, fácil de egecutar, ó á lo menos sin obstáculos invencibles.,,
Sea esta la regla y permitaseme que haga la aplicación. No
era útil al estado separar los cuarenta representantes. Ellos
nada habian decidido. La cuestión de la ciudadanía de los
españoles era concluida y retirada. La patria había cantado
el triunfo. Suficiente escarmiento era para los diputados,
sufrir el rubor de una desaprobación general de sus opiniones.
Obrar contrar ellos en esas circunstancias, era animar á Bolívar,
para que so pretesto de discordia y anarquía invadiese nuestro
territorio. El que prepara la guerra es el enemigo del estado.
Tan enorme acción infama, no da gloria. Esto es en el caso
de que el ecsíto fuese favorable. ¿Y que será siendo absoluta-
mente imposible ? Con doscientos hombres solo podía alterarse
el orden, declarándose el jefe supremo en favor del movimiento.
Si S. E. el general La-Mar estaba de acuerdo con el sr.
Vidaurre la revolución no era útil, no era prudente, pero era
posible. Era el modo de restituirse al ministerio, y de escribir
mucho (85). Sin este convenio, que Ninavilca tuvo astucia
de inspirar á esas gentes infelices, aun cuando se hubiesen
superado las inmensas dificultades que se presentan para
(83) Salió el quince, la revolución se dice dehia ser el vein-
ticuatro,
(84) Tácito hist. lib. 2. párrafo 76.
(86) Tomado del despreciable papel de JSíinavilca*
195
levantar un escuadrón, el hubiera sido arroyado en el momento
de acercarse á la ciudad.
Alaguemos la imaginación de los crédulos, sujetándonos al
resultado del proceso. Entraban los doscientos hombres de
♦oculto á la ciudad. Perraanecian de ese modo hasta el mo-
^ mentó de asaltar los cuarteles. ¿Donde se hospedaban?
1 ¿Donde se reunían para el asalto? ¿Cual debia ser la hora?
¿Quien los dirigía ? ¿Que cautelas se tomaban para que S. E.
no se opusiese al designio ? ¿Como mantener el secreto entre
doscientos hombres de esa clase, sin que ninguno se estraviase
delatando el tumulto? (86). Repito que S. E. debia ser
cómplice. Asi prepararla alojamiento, garantizarla los resulta-
^dos, y dejarla los cuartelos indefensos. Es un absurdo presu-
mir su complicidad : su honor, su talento, su patriotismo hacen
repeler la idea de tamaña estravagancia. Lo es también que
el presidente de la suprema estuviese envuelto en la titulada
sedición.
Para dar fuerza á lo espuesto por un reo, el fiscal se ha
valido sin duda del § 592 de Colon. El escribe asi. El socio
del delito es inhábil, como queda dicho, pero igualmente se
admite en muchos casos y la duda podrá estar en cuales, y que
género de prueba, haga y con la posible claridad se esplicará
esto. El dicho del socio se admite en los dehtos esceptuados
y de difícil prueba, y en todos aquellos que verosímilmente no
se pudieron cometer sin compañeros, ó á lo menos cuando del
proceso nacen indicios de que el crimen se perpetró con socios.
En todos estos casos el dicho del socio tendrá fuerza, pregun-
tándole, y ecsaminandolo en la tortura según opinión de graves
autores ; pero si acaso no se acostumbra el tormento, concur-
riendo ademas del dicho del socio otros adminículos é indicios
vehementes que formen una ciará plena prueba, podrá muy
bien condenarse al reo á la pena ordinaria.,. Colon no cita la
ordenanza, por consiguiente, lo que ha escrito no tiene olro
valor, que el crédito de un tratadista. Que no hay ley se
convence, diciendo que está en duda cuales son los casos en
que los reos pueden hacer de testigos.
Disertemos sobre esto. La ley 2L tit. 13. p. 3. escluye
(86) Saint Real revolución de V^enecia.
>^ (1
196
con generalidad al socio del delito. (87) Ecsaminese que
merecerá preferencia, si la ley de partida ó el dictamen de
Colon ? Este solo puede tener un fundamento, que es el que
los crímenes no queden impugnes, por falta de prueba. Espone
se la verdad del testimonio al deseo del castigo. Su macsima eá
contraria al acsioma recibido por todas las naciones cultas : mas
vale dejar sin pena el delito, que imponerla al inocente. Por
eso para convinar la doctrina con la justicia natural, pone las
calidades del tormento, ó el accesorio de indicios, presunciones
y adminículos que formen una prueba clara y plena. Como
nada diremos del tormento entre nosotros, solo tendria lugar el
segundo requisito. Y pregunto, ¿ si hay prueba plena y per-
fecta de que sirve el dicho del testigo ? Será para afianzar la(
certeza moral del juez. (88) Si no hay esa prueba plena y
perfecta el testimonio del reo permanece inhábil. Luego es
inútil el que declare. Colon no hizo sino copiar á los crimin-
alistas antiguos que horrorizan en la época de las luces. (89)
Tratándose de justificar los hechas clandestinos y ocultos y
los que son de dificil prueba como el hurto, se admitia la prue-
ba por congeturas, y la tal preeba se decia evidente. (90)
Esto se estendia á los delitos cometidos de noche. (91) Algu-
nos suavizan el rigor diciendo, que la pena no debia ser la or-
dinaria. Otros mas sanguinarios no escluian en algunos casos
esta. (92) Se consentía que declarasen los domésticos, y todas
aquellas personas en otras circunstancias reprochables, eran ad-
mitidas como testigos idóneos. (93)
Puede la razón humana ilustrada convenirse con estas doc-
trinas ? Serán preferidas á las de los Beccarias y Filangieris,
que ecsijen mas perfección en las pruebas, cuanto es mayor el
crimen .«* (94) Cuanto es mayor, es mas inverosímil ; cuanto
(87) Articulo 322 del código de JVapoleon.
(88) FilangierL
(89) Antón. Gómez cap. 10. lleva la contraria.
f90j Hipólito Marcil ff: sciendum num. 13.
(^91j Farmacio tom. quest. 50, níim. 38.
f92j Julio, Claro lib. 5. quad 20. /
f 93j Ley conventus c. de repudi Far. de opos, cont. pars.
tert, q. 56. Carerius pract. crim. p. 73.
|^94j Beccaria de testigos Filangieri de pruebas.
197
es mayor, son mas poderosas las personas que se interesan con-
tra un desvalido ; cuanto es mayor, es mas fácil proporcionar
las pruebas, si el delito es cierto, y cierto su autor. No com-
paremos esos barbaros dictámenes con lo que enseñan nuestros
•filósofos. Cotéjense con la ley de que se separan. Ella dice :
(95) en las causas criminales se requiere prueba tan clara como
la luz. No debe haber duda. Admítanse testigos, (96) cartas
y conocencias. No se juzgue solamente por sospechas : es
mejor absolver al culpado, que castigar al inocente. El mismo
legislador habia decretado que se admitiesen las pruebas por
presunciones ; pero advirtiendo que era una prueba falaz. Los
glosadores por eso, esplicando el juicio de Salomón entre las
^dos madres, distinguen la condenación civil, de la condenación
criminal. Para la una son buenas las presunciones, no para la
otra. Asi también concordamos dos capitulos del derecho ca-
nónico. El primero da por bastante una presunción violenta
para la sentencia ; el otro ordena no se castigue por vehemente
presunción, delito grave. (97)
¿ Pero en que clase colocamos el crimen que hoy se persi-
gue ? ¿ En los clandestinos y ocultos ? No es justo. Una
sedición no es de esa naturaleza : no pueden reunirse gentes sin
tratar con muchos y sin preparativos. Esto ecsige, si no una
publicidad absoluta, á lo menos respectiva al hecho. Tanto es,
que entre los mayores riesgos en semejantes casos, se señala
por un gran político la dificultad del secreto. (98) De cien
revoluciones se descubren noventa antes de concluirse una. (99)
Por consiguiente se ha de ocurrir á los delitos privilegiados :
estamos en los siglos de los emperadores de Roma : no hay
libertad, no hay república : el inocente puede ser conducido al
cadalso. t^^') «i í>t) if;>í!rt ftúiiíjy^lQtwío > ':iUit»ifl3i i
Mas perdonándose la ofensa que por un instante hago á nu-
estro sistema liberal y justo diremos, que el privilegio seria en
(95) Ley 12. tit. 14. p. 3.
(96) Idóneos.
(97) Cap. 2. tomado de las parábolas de Salomón, y cap.
14 de Inocencio 3. iit. 23. lib. 2. Ds. . ¿^^ íxVíV»
(98) Maquiavelo, cap. 6. : iiodb i: .&\ ti
(99) ¿Y el que lo sabe se arresgaria ? i ^^ .(^* )
198
los delitos de magestad. ¿ Y cuales son estos según nuestros
principios? Cito al mismo sr. Vidaurre en su código criminal.
El podrá ser perseguido pero no se le negará la gloria de haber
ocupado su tiempo y sus talentos en favor de los hombres :
escribe (100).,, La seguridad personal en su primer grade
es la vida. En el delito de Magestad será la destrucción de
la patria entregándola á la servidumbre de algün poder estran-
gero, 6 confabulándose con el monarca ó con algún particular
para que la domine y esclavise, trastornadas sus leyes funda-
mentales y constitución. Atenas y Roma llamaban á este cri-
men preparar la tirania ó conspirar á ella. Delito, que siendo
consumado merece la mayor de las penas, que es la muerte ;
y delito que aunque no sea consumado, seimpre será digno de
castigo, en proporción á la cantidad del mal que ha resultado,
y á la intención del delincuente en la que habrá poco que ec-
saminar ; no pudiendo jamas carecer de dolo. „ Según el
argumento de la causa ¿ que se pretendia ? Asegurar la patria,
protejer al egecutivo y sostenerlo, no impedir las tareas del
congreso. Luego no era este un delito de magestad, y asi,
aun cuando los hubiese privilegiados, no lo era este.
Queda la palabra de un indio criminal, reo en la causa, per-
juro convencido, infame por sus delitos, contradictorio consigo
mismo ; contra lo espuesto por un patriota insigne, contra un
magistrado respetable por sus luces y probidad ; queda contra
la verisimilitud; (101) queda contra el testimonio de los pue-
blos ; queda, permitase decirlo, contra lo que le dicta al consejo
su propia conciencia.
Esta ha sido una calumnia no una acusación. Jamas hubi-
era nombrado Ninavilca al presidente á no habérsele invitado á
ello por el teniente coronel Quirós, fiscal de la causa. Calum-
niadores son aquellos que se valen del fraude y artificio para
perder á un inocente. (102) Estos son los calumniadores in-
dignos de gracia desde aquellos oscuros siglos en que goberna-
( 1 00) Volumen 2 part, 8 1 .
(101) De aquel que quiere probar lo que no es verosímil,
debe ecsigirse una prueba mas eficaz. Alejandro 3 cap. l(j tit.
23 lib. 2 decret. >»mlf^<^\^ , -i^r^
(102) Ley 233 de verborum significatione. \ T \ i}-\ ]
199
ban el mundo los déspotas. (603) ¡ Infelices de tlosotros, sino
se castigan los cómplices de la iniquidad I La declaración de
ese ingrato, se prepara por una esquela dispuesta por el mismo
juez. Con el comandante Negreyros, se proponen que se
oculte al sr. Vidaurre, el que Delgado confiesa la respuesta,
aponiéndose al designio, y ofreciendo entregar la carta original,
j Esta carta ! Ella ecsiste sr. : ella ecsiste. ¡ Desgraciados
los que preparan su elavacion con la injusticia.
Siendo justificada la parcialidad del fiscal Quiros, su delito
se hace mas recomendable, si consideramos el modo como de-
ben recibirse las confesiones según enseña nuestro formulario.
Colon escribe sobre esto desde el parágrafo 555 en adelante.
No puede decirse que resulta de autos, sino lo que consta por
iestigos idóneos ó por indicios vehementes. ¿ Que prueba ha-
bía contra Ninavilca para asustarlo con que ya le veian las
balas en su frente, y que su muerte era segura ? Cabilosidad
abominable, dolo perfecto, abuso de la magistratura. Todos
los criminalistas, preguntan, si será valida la confesión extorque-
ada por temor ó con engaños. (104) Inútiles son las disputas^
cuanda la ley ha decidido, y la razón decidiria sin el ausilio de
la ley. Entre las calidides que se requieren para que la con-
fesión sea válida, una de ellas es que no se haga por fuerza ni
error. (105) La hecha por apremio de tormentos, heridas,,
miedo de muerte ó deshonra no vale sin ratificación espontanea.
(106). De aqui la sentencia no controvertida, que es nula
toda obligación del capturado en favor del que lo tiene preso.
(107) Para la obligación ha de preceder el pacto. No la
hay, cuando una de las partes contratantes no es libre para de~
cir que no quiere.
Si el semblante solo del juez infunde miedo (108) que será
(103) Ley 9 cap. de cálumniationibus,
(104) Antonio Gómez con mucha estencion ley 2 n. 4. Este
maestro trae und doctrina singular. El juez no debe engañar
ni aun con el semblante,
(105) Ley 4. tit. 13. p. 3.
(106) Ley 5. tit. y. p. idem.
(107) Glosa en la ley 1. "^ tit. 10. p. 7.
(108) Mateu de re crim. controv. 26. n. 64.
300
del delincueifte, á quien acusa su conciencia y se le presenta al
vivo un suplicio al que su mismo pensamiento lo condena? Es
entonces muy fácil que los labios no sean suyos, sino del juez
que pregunta y responde. La seducción será mas fácil, si se
le conduce no ha de declarar contra si, sino á escepcionarse de
la responsibilidad, haciéndola recaer en otro. (109) Para con-
fesar su crimen, tiene que superar la naturaleza, que resiste
condenarse á si mismo. Para culpar á otro no hay violencia,
si de ello resulta utilidad. El interés fué, es y resá el agente
de todas las acciones de los hombres. Ni amistad, ni sangre,
ni el fuego del amor se respeta si se trata de salvar la vida.
; Que egemplos de esto presentan las guerras civiles ! Es por
esto que las leyes y los cánones no cesaron de ordenar que la
confesión de uno no perjudique á un tercero. (110) *o*jí>*^í^
La ilegitimad de la declaración de Ninavilca, nunca pudo
susanarse. El estuvo siempre bajo un cómitre declarado ene-
migo del sr. Vidaurre. En el cuartel de policia el comandante
Negreyros, el que puso un comunicado contra él, negando he-
chos que ha testificado el mayor Campos : el cómplice con
Quiros sobre el designio de ocultar la carta; el que desafió á
Matos y lo espelio de la habitación que ocupaba, por htiber de-
clarado un hecho interesante. En la cárcel de la inquisicon
Herrero conjuez con el fiscal Allende, el que hacia los interro-
gatorios y reconvenciones, el que ultrajaba, abofeteaba, ponía
espadas á los pechos, minoraba los alimentos, impedia la comu-
nicación cuando le convenia, ecsortaba con ardor, ofrecia pro-
tección y ponia en obra aquellos medios mas sutiles, que dicta
la astucia y le sugerían sus protectores, de quienes esperaba
grandes recompensas : pretium sanguinis. Una ley del digesto
decia que aun con regalos se hacia violencia. ¿Y que pena
merece este carcelero? La de muerte por caso espreso de
a •
(109) El Antonio Gómez en la ley 83 de Toro n, 15. Pre-
gunta si será creido en perjuicio de tercero el juez ó secretario
que confiesan su crimen á la hora de la muerte ? Responde que
no ¿Y lo será el reo que trata de disminuir el delito, 6 á quien
so le promete quedará impugne ?
(110) Ley ult. c. de acusat. ley 1. ^ tit.Q. lib.^.delljuero
Real cap, 1 ^ . tit. 18. lib. 2. de los D, ^^^ s^\t:^,. (?f^ » ^
201
ley (111) ella se impone cuando se hace mal á los presos, por
servir á sus contrarios. Herrero se ha sacrificado, porque sa-
ciase su odio contra un indefenso el Dr. Luna.
; A que feo esqueleto queda reducida la declaración del
« montonero ! Se han visto los vicios esteriores ¿ Y el interior
¿ El que resulta de las mismas palabras .? Esto era bastante
para que se le tuviese por un perjuro. Variaciones no ligeras,
capaces de concillarse, no de pequeño momento, no escusables
por el defecto de talento ni memoria. Variaciones sobre el
delito, sobre las cualidades y circunstancias principales. Vari-
aciones, que en los siglos pasados daban mérito para la tortura.
(112) Se han escrito, se tienen presentes, un fastidio seria la
repetición.
Si la inculpabilidad del sr. Vidaurre es demostrada, el delito
de Ninavilca es perfectamente probado. Hay dos testigos
idóneos contra el : estos son el coronel Jaramillo y Fernandini :
ecsiste la carta escrita por Quiñones respondiendo á la recom-
endación que le hace de Elias Sánchez : este hecho lo ha con-
fesado. De igual modo su relación con él desde su anterior
prisión. Es innegable, que asistió á todas las juntas subversi-
vas. Por consiguiente se pude sentenciar condenándolo con-
forme al art. 595, y al 682 del formulario. Todas sus escep-
ciones son fundadas en que no tenia amistad con ese Sánchez,
y si este, con el señor mi defendido. Para convencer lo con-
trario no necesito ocurrir ni al proceso ni á los Mascardos ni
Menochios. La razón vale mas que la autoridad. Son amigos
los de una clase, educación, oficio y costumbres. En Ninavilca
y Sánchez ecsisten todas esas causas para vincularse. Las del
del sr. Vidaurre son enteramente opuestas. ¿ Como presentarla
entre sus honestos amigos un asesino ladrón ? (113)
(111) Ley 11. tit, 29 p, 7.
(112) Menoc. lib. 1. q. 79. Julio Claro q. 2.
(113) La amistad no se presume; es preciso probarla. Con-
siste en la uniformidad de sentimientos. Se reconoce por la
comunicación continua. Mascado, conc. 85 Amicus alter ego.
Heinecio enseña, que no la puede haber sino entre personas vir-
tuosas. Es imposible entre un ladrón y un buen juez. Lia amis-
tad entre desiguales es dura y áspera según Platón.
(I - 26
202
¿Y no alegaré la ley 5. t. 1. p. 7.? Estaba por omitirla.
Diré con repugnancia cuatro clausulas. El señor Vidaurre en
el volumen 4 ° de su proyecto sobre el código criminal en el
titulo de las traiciones, habla de esa ley 5 en estos términos :
„en favor de los arrepentidos de las traiciones se dictó la ley
5. ^ Si se manifiesta el delito antes que se hiciese la jura para
el pleito de traición se le perdona al delator la pena, y se le dá
premio ; si es después de la jura consigue el perdón, pero no la
recompensa. Sobre esta ley me hallo tan turbado como Bec-
caria al tiempo de escribir. No hay cosa que se oponga mas
á mi corazón, qe el carácter del delator. Conozco que es im-
posible que sea hombre honrado. Me persuado que el que se
arrepintió del crimen meditado, se arrepentirá también de la
virtud, y que estará haciendo continuos viajes de lo bueno á lo
malo, según el provecho que le resulte. Veo que en muchos
casos son útiles y especialmente en los delitos contra la patria.
Estos son instrumentos indispensables aunque espantosos, como
lo son el cauterio, la sierra y los demás cuchillos cirürjicos á
cuya presencia se estremece la humanidad, pero que se pagan,
y se usan. ¿ Que senda elegiré ? ¿' Reprobar las leyes ? Hallo
en su favor razones muy graves ; hallo inconvenientes en la
revocación. Las aprobaré? mi espirita no se determina.,.
También fluctuaba, el espíritu del señor Vidaurre al oir
las ofertas de Ninavilca, al leer la carta de Delgado, ¿Que
partido toma ? Da un aviso ecsacto al presidente callando los
nombres. Procedió como un caballero, como un buen ciuda-
dano, como un filósofo, como un hombre sensible y justo ; lo
que vale mas que todo. ¿ Si la ley favorece al que entró en
el delito, al que comenzó los pactos, al que asistió á las pre-
venciones, cual será su efecto en favor del que corrió al palacio
á arrojar el veneno que se quiso introducir por sus ojos y sus
oidos ? No le vale esta ley ? Valdrá la de naturaleza, que pro-
hibe se castigue al inocente.
¿ Como podré negar que fui difuso ? Es cierto : pero señor,
aseguro que es mucho lo que he omitido en esta causa célebre.
Aruleno Rustico cometió un crimen formando el elogio de Peteo
Thraceas. La voz del pueblo romano, su libertad y su con-
ciencia debian reducirse á cenizas para que se fortificase el
despotismo. La filosofía, las artes, las virtudes debian ser ex-
203
patriadas. Roma en extremo libre, fué en extremo esclava
(114). Formando la defensa del señor Vidaurre conocí, que
me comprometia con personas muy poderosas. Impávido me
ofrecí á los riesgos y peligros. Este era el concepto general.
f( Riesgos y peligros ! No : la voz del pueblo soberano, su lib-
ertad, sus derechos, no han perecido en el Perú. Roma de
libre pasó á ser sierva : tanta fué su elevación como su abati-
miento. El Perú de esclavo pasó á ser libre : cual fué su
abatimiento será su elevación. La sentencia del consejo en
esta causa demostrará, que el que es libre es justo. Será el
panegírico de nuestro sistema y gobierno. Un inocente ha de
ser respetado ; un ciudadano benemérito mantenido en sus de-
rechos ; un representante de la nación restituido á la tribuna ;
un magistrado distinguido por sus luces y probidad continuará
en la corte suprema ese método que estableció para el mejor
orden de la administración de justicia ; un padre honrado vol-
verá al seno de su dilatada familia. No pido y suplico la abso-
lución, si que se declare un atentado, el haberlo preso ; un
atentado, el continuar el juicio contra él 5 un atentado, cuanto
se practicó desde el principio de la causa hasta el fin. La ley,
la razón, la buena filosofía asi lo disponen y decretan ; el con-
sejo decidirá con arreglo á estos principios. Lima y marzo 16
de 1828.
Miguel María de Riofrio.
' ' NOTA.
Después de remitido el manifiesto á la imprenta se advirtió
lo siguiente : la letra de Goyeneche en la denuncia.de f. 3. en
la carta en que da cuenta de la prisión de Chumpitas f. 191,
en el careo con Huavique f. 297, en su declaración f. 41, y en
la ratificación f. 285 es distinta.
Se hallan de letra de Herrero ademas, las dos declaraciones
de don Eduardo Fernandini. f. 163 : y aqui se nota enmendado
el número y los que siguen, la segunda de don Ignacio Del-
gado f. 189, la primera de don Antonio Chumpitas f. 190 vu-
elta, la primera de Mariano Dábalos f. 192. En la confesión
de Pedro Miranda hay tres párrafos y los demás de letra del
secretario.
(114) Tácito vida de Agricola.
204
En el escrito presentado contra mi para que me introduje-^
sen en las carceletas, están las firmas de individuos que por no
saber firmar pusieron una cruz en las actuaciones : cuasi todas
de una mano.
NOTA 2. ^ — El segundo manifiesto concluyó la víspera de
carnestolendas 16. Esperé deseando no publicarlo. Es me-
nester se tenga esto presente con respecto á la inteligencia de
varias cosas, que alli se escribieron. oJ^'Mri
NOTA. 3. *^ El ministro de la guerra en 21 de febrero á
foj. 380 contestó al fiscal, por lo respectivo á las citas del
presidente, que se estuviese á lo resulto. No hay en autos
ninguna resolución. Si aparece después la reclamo. S. E. el
presidente es el garante de mis manifiestos: en los hechos
principales, lo pongo por testigo.
NOTA, 4. ^ En la celebre campaña de Cecinia contra
Arminio, un caballo por casualidad rompió sus ataduras, y corrió
espantando con los gritos de un lado á otro. Esto aterrorizó
á las legiones, creyendo que el enemigo estaba sobre ellos.
Cuasi quedan abandonadas las águilas. La prudencia y el
valor del jeneral los contuvo. Esta debe ser una lección para
los jefes republicanos. Lejos de atemorizar los pueblos con
falsos miedos, les deben inspirar valor y confianza, y enseñarlos
á que se acostumbren también a ver con desprecio los peligros
El ministro de estado por si mismo esparció la noticia, de que
habia una sedición para matar á los blancos : hecho enteramente
falso, i Si se da ejemplo de cobardia, que será de nuestras
tropas ? El jeneral La-Mar es un bravo, pero en el palacio no
hay mas bravo que él — La mentira fué para criminalizar?
Acción horrorosa en un gobierno.
NOTA 5. ^ Ha llegado á mis manos el republicano de
Arequipa de L ® de marzo en que se halla una especie de
contestación á mi primer manifiesto. Este papel es de tal
naturaleza, que se ha presentado al tiempo de hacerse el con-
sejo de guerra. Contiene el capitulo siguiente. " Está V.
sumamente envuelto : es dificil que se desenrede. He aquí
lo que asegura el sr, Vidaurre, que le dije al tomarle su decla-
ración preventiva, ¡ JVegra ingratitud. El cuerpo del delito
está plenamente probado. V. se halla absolutamente envuelto :
es dificil que V. se desenrede : pero aun cuando asi suceda.
20Ó
admirará V. la conducta del gobierno en este caso, pues que
pudiendo V. haber sido preso, cuando el sumario se elevó al
congreso, se ha esperado á que la causa no pueda ya seeuirse
absolutamente sin verificar la prisión de V. Yo debería no
•tener con V. este lenguaje, pero acaso esto baste, para que yo
descubra la verdad, y evite incurrir en contradicciones que le
deshonrarian."
Difícilmente podia yo esperar una confesión del hecho,
variado solo en la última clausula. Calificaré la relación sin
usar por ahora de la palabra mentira, aunque valiéndome de
un equivalente. El cuerpo del delito esiá plenamente probado :
falso : ni lo estuvo, ni lo está. La carta de Huavique, ni las
aparecidas por manos de Herrero prueban el cuerpo del delito,
como lo he manifestado en lo anterior. Se halla V. absoluta-
mente envuelto. Fronteria sin igual. Para decir este hombre
que estaba absolutamente envuelto, se funda en la declaración
de Huavique y en la de Ninavilca. Ambas se esplicaron y
nada resulta de ellas. La primera es un referente, contradicho
por su relato ; la segunda se extorqueó del modo que se halla
justificado, i Es dificil que T^. se desenrede, en que consistía
la dificultad ? Era creible que el jeneral La-Mar, Santa Cruz
y otros estuviesen comprometidos, como lo declaró Huavique ?
No : y porque era creible que lo estuviese yo ? Por que el
sr. Quiros tiene ojos para ver las cosas según quiere, y según
acomodaba á sus insignes protectores* ¿ Era por la declacion
violentada de Ninavilca ? Nadie mejor que él como autor,
sabia los medios que se usaron para alcanzarla ? Cuando asi
no hubiese sido, su mismo contenido la hacia despreciable é
inverosimimil. Pero aun cuando asi suceda, admirará J^. la
conducta del gobierno en ese caso, pues que pudiendo V, haber
sido preso cuando el sumario se elevó al congreso — Podia ser
preso entonces? ¿ Con que fundamento ? Con la declaración
de Huavique, pues no habia otra cosa. Luego también
pudieron ser presos el jeneral La-Mar, Santa Cruz y los
comandantes de los cuarteles de igual modo. O yo no podia
ser, ó ellos lo debian ser, pues todos eramos indicados en unos
mismos términos. Se ha esperado, que la causa no pueda ya
seguirse absolutamente, sin verificar la prisión de V, ¿ Por
qué no podia seguirse sin mi prisión? ¿ Por que desde mi casa
206
no se me pedia un informe, como á Jaramillo se tomó su decla-
ración? El presidente habia olvidado lo que le hablé de
Ninavilca, la carta de Delgado y su contestación ? Estos no
eran fundamentos sólidos para reconocer mi inocencia ? A todo
aquel que se cita y se implica se prende sin atender á la vero-
similitud y al carácter ? Este hombrecillo, era el instrumento
con que jugaron mis enemigos. El sabrá por la acusasion que
a su tiempo le ponga, que lo que llama prisión necesaria, fué
un atentado contra la libertad personal. Yo no debía tener
este lenguaje : pero acaso esto haste^ para que yo descubra la
verdad, y V, evite el incurrir en contradicciones que lo deshon-
ran es evidente que no debió tener ese lenguaje, porque no
debió mentir suponiendo que estaba probado el cuerpo del
delito, y que yo estaba absolutamente envuelto. Su lenguaje
fue el del dolo; no solicitaba la verdad si la sorpresa. Lo
hacia porque no cayese en contradicciones? Cierto que el
tal mosito, creia, que iba á tratar ó con algún ignorante, ó con
algún espíritu débil, capaz de turbarse por viles y despreciables
intrigas. Niega que lo reconvine al concluir mi instructiva.
Que miente, y que yo digo lo que es, no necesita otra prueba,
que la misma instructiva. ¿ Quien al oir cargos tan desprecia-
bles, no habia de preguntar si con ellos se me tenia por envuelto?
Debia abandonar el miserable papelucho, pero antes quiero
demostrar una falsedad del proceso. Confiesa que hubieron
tres declaraciones. Pero ha suprimido en los autos una á lo
menos : falsedad innegable, crimen atroz. Ocurre á decir,
que la segunda fué la que se le recibo á Ninavilca sobre el
conocimiento de un oficial. Es asi que Ninavilca no se ha
retractado de esta, y que dice que se retracta de las anteriores;
luego hubieron á lo menos dos, en que habia negado los hechos,
que se le querían hacer confesar. Respondan si pueden sus
maestros á un argumento formado con las mismas palabras
del proceso.
Tendrá la satisfacción este buen fiscal de ver probados, todos
los hechos, que me aconseja pruebe : muy á costa de su honor,
y del de su amigo Negreyros, mancomunados para ocultar lo
que Delgado habia dicho sobre la contestación á la carta.
El se ha dado la sentencia. O yo soy un infame ó el. El
consejo de guerra será quien decida con vista del proceso, y el
207
que se le forme con posterioradad en el juicio que promoveré
contra todos los falsarios que resultan en este juicio.
Con respecto á la pregunta ilegal, sobre si fui autor del
papel aviso á ¡os pueblos, aprenda Quiros que en la instructiva
^o pueden hacerse reconvenciones, con lo que espone el reo,
sino preguntas con la sumaria.
Dije el dia de la prisión de Ninavilca esta es una de las de
don Simón. Dije muy bien. Ese general habia formado un
proceso á Ninavilca, por una conspiración tan descabellada
como la presente. ¿ Que hay aqui de improprio ?
En fin, su objeto es logrado. Se le trajo del puerto y se
fué el buque que lo iba á conducir. Se le trajo por amigo
intimo de mis enemigos, no por ser una persona sabia, ni esperta,
J)ues de esto nada tiene. Pero logró un matrimonio altamente
solemnizado. Mariátegui hace de marido, el general La-Mar
es el padrino. Luna Pizarro asiste como párroco. Se quería
que yo fuese la victima sangrienta, en el Himeneo. \ Qu6
impudencia ! Como horrorizarán estos hechos á las naciones
extrangeras: ík-) ia .>^»j^h U\
Jp
REPRESENTACIÓN
DEL CIUDADANO <-
MANUEL LORENZO DE VIDAURRE, %
Presidente de la Corte Suprema de Justicia, y Dipu-
tado EN EL Congreso Estraordinario constituyente,
al Soberano Congreso ordinario constitucional del
Perú, la ^ue debe introducirse por la cámara de Dipu-
tados. ^>
Dios proteja la libertad americana !
Fragata La-China, 1 gr, al 8. de la linea, 4 de Julio de 1828.
SEñoR : — ^Al referir al cuerpo que representa la soberanía
de la nación, el horrible atentado cometido en mi persona con-
tra la libertad de la patria, hágaseme el honor de creer, que
me olvido de mi mismo, y solo me ocupo del bien general.
Frió historiador de un suceso, que me separó de mi casa, de
mi familia, de los objetos mas idolatrados ; mi pluma sera la
de Fontenelle, helando pasiones y afectos, que en tiempos mas
felices me asemejaron á Mirabeau en la tribuna. (1) En el
silencioso encierro del buque que me conduce, entré tranquilo,
y permanezco quieto, sin que mi. espíritu se turbe un solo in-
stante. Recuperada la memoria con el sosiego, me suministra
abundantes materiales para filosofar con rectitud. Solicito la
restitución á mi hogar, á mis honores, á mis rentas ; pretendo
el resarcimiento de los males, que se me han causado ; promue-
vo el juicio contra los 'principales autores de crimen tan enorme;
pero cuando nada de esto consiga, moriré gustoso en paises
extranjeros, desamparado, pobre, despreciado y abatido, si
antes de unirme á mi creador tengo noticia, que el Perú es
dichoso por una buena administración, que se respetan los prin-
(1) Asemejarse, no es igualar.
209
cipios, que las leyes son sus consecuencias, que los hombres
disfrutan de los bienes sociales, por los que modificaron, su
independencia natural. Si mi justicia no se atiende, y si los
ecsesos del poder continúan, triunfando contra el inocente, el
% débil, el benemérito, el delincuente, por que no corresponde á
la facción que domina ; esté cierto el jeneral extranjero, que se
halla a la frente de la república, que ni la edad, ni las enfer-
medades, ni las inmensas distancias, ni la absoluta falta de
recursos serán un impedimento, para que incendie a mis com-
patriotas con el fuego divino, que produce el sagrado amor de
la libertad. Los militares saben, que antes fueron ciudadanos
que soldados ; que no puede obligárseles á una obediencia
pasiva, que los constituya mercenarios : ocurriré a ellos con mis
escritos. Dejare de trabajar en dejando de ecsistir. Yo no entro
en pactos con los opresores dije muchas veces, ni á mi me com-
pran con dones pequeños, ni grandes. España me dio la Toga,
Bolivar las primeras magistraturas. Infinitos eran mis vinculos
con la antigua metrópoli. Al héroe de Colombia mientras lo
fue, ame mas, que á ninguno de los mortales. Me separé de
la intereses de la España, desengañado de que sus reyes jamas
serian justos. Fui el enemigo mas fuerte de Bolivar en el
momento, que se me presento con el carácter de un tirano.
Necesite mayor esfuerzo para este segundo caso, que para el
primero. Ese hombre extraordinario era digno de respeto, de
admiración, y de amor.
Causa asombro haber sido en tres ocasiones expatriado, ale-
gándose los mismos motivos, aunque con modos muy diversos.
La primera por los españoles el año de diez y ocho ; la segunda
por Bolivar el de veinte y cinco, la tercera por La-Mar, el de
veinte y ocho. Se dijo siempre, que todo gobierno seria arries-
gado, donde yo hablase, y escribiese. Se me caracterizó de
demagogo y exclamador : titulo el mas honroso, que puede tri-
butarse por los tiranos á los que aman la virtud. A Patricio
Henrique uno de los principales fundadores de la independencia
de la America del Norte se le increpaba como á faccioso y tur-
bulento. Distinguieron asi también los reyes á los filósofos que
trabajaron la declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano : demagogo es todo aquel que no sostiene los inter-
eses de los palacios. Mis doctrinas son mis crímenes He
27
210
manifestado en publico mis juicios. Mis discursos politícos
están impresos. A pesar del conato, y del dinero invertido en
sofocarlos, algunos ejemplares corren en America y Europa.
Deben ser los testigos del delito, cuantas personas imparciales
leyeron mis obras. A tan respetable testimonio me rendiré
voluntario, sin necesitar otro juez, que yo mismo para pronunciar
la sentencia. Se ha criticado mi estilo, se ha censurado la
abundancia de pinturas; el demasiado uso de la historia se
ridiculisó como pedantería ; sin embargo confesaroi;i que mis
principios eran seguros y las firmes bases del sistema constitu-
cional representativo. Creyéndome Fernando no hubiera per-
dido las colonias ; siguiendo mis macsimas no hubiera obscure-
cido Bolívar su esplendor ; respetando mis dictámenes conclu-
iria La Mar el termino de su presidencia. Ni el pueblo se
avendrá con un gobierno, que no lo hace feliz, ni los planetas
saldrán de sus órbitas. Naturaleza dictó las leyes de la alta
astronomía ; ella misma dotó al hombre de sentimientos, que
han sido unos en todas las naciones y los siglos. Se arregla
por la attraccion el curso de la cuerpos luminosos ; por el bien
general é individual la establidad de las repúblicas. O Dios
varia la esencia de los seres, ó estos son acsiomas incontestables.
En el año de diez escribí en Cádiz el plan del Perú. (2)
Desde esa fecha rae fijé en ciertas ideas, que no han variado.
A los treinta y seis años, había elegido en la filosofia la parte
mas evidente, mas sana, mas útil. Mi razón adoptó aquellos
principios, que constituyen la verdadera ciencia, que consiste,
en dirijir los conocimientos del modo mas favorable á humani-
dad : artes y ciencias serán inútiles, sino producen algún bien.
Entonces el éxito me pareció mas dificultoso. Quena un buen
gobierno, y quería la continuación de la dinastía de los Borbones
en America. Descubrí las enfermedades y sus causas ; ofrecí
los remedios que la experiencia me demostraba, como mas
adecuados : no confie en el suceso. Faltaba un dato, y era el
(2) Cuanto dolor me causa haber manchado esta obra con
notas que inducen al Deísmo. Me sujetara a las penas del in-
fierno por tiempo limitado, si fuera posible, por no haberlas
escrito. Me crei capaz de contestar unos argumentos, que ex-
cedieron al talento de Olabide. Llorare eternamente mi necio
orgullo.
: -i^r
211
mas interesante. Los pueblos no serán libres, donde las leyes
politicas y civiles no sean la consecuencia de la natural, que
dice : Los hombres nacen y permanecen iguales en derechos. Si
hay trono, hay aristocracia. No es solido el cimiento del grande
% edificio. Elevado sobre bases movedizas y frágiles ; siéndola
copula inmensa, y no proporcionado el primer cuerpo, sobre el
que se levantan los demás ; su permanencia seria un milagro on
la arquitectura. No habrá igualdad donde existe un hombre
con derecho á gobernar. Este hombre, ya no es igual : es una
cabeza pesada y fuerte sobre pies débiles. Tiene un derecho,
que los demás no tienen ; y este derecho es de tal clase, que
altera la naturaleza de todos los otros. Con la monarquia vie-
nen los rangos y distinciones ; reyes, nobles, y plebe. No fas-
tidio con consecuencias tan conocidas, como la fuente de don-
de emanan. JVo hay igualdad. Puede haberla se alega, ante
la ley, sin detrimento de las gerarquias. Es una quimera, una
ficción, un engaño. Es la ley una cadena, que no ata del mis-
rao modo las manos de un niño delicado, y tierno, que las de
un Hercules nervudo y robusto. Aquel siempre continuara
atado ; este libre por sus propias fuerzas. Los delitos de los
grandes no tienen numero, por que no tienen nombre. Los del
menudo pueblo son atrozes y se sufre por ellos los mas severos
y prontos castigos. Es un obstáculo al pacto social. No es
lejitimo el contrato, cuando los contratantes se hayan en desi-
gual posición. El que menos puede, se presume coacto. Este
indicio no es leve. Oprimir al débil, es un impulso de todos
los seres, que tienen vida. El grueso árbol dilata sus raizes,
destruyendo las del pequeño arbusto, que está cerca. Bestias
de la misma especie, aun teniendo el alimento con exceso, repe-
len de su lado á las que no pueden resistirlas. El hombre es
mas que todos los animales inclinado á la dominación. Es
tan de su esencia, como ser graves los cuerpos. Los dos pri-
meros hermanos en el génesis eran semejantes a los que respi-
ren, cuando el poderoso determine, que salga la tierra de su
eje. Ni los jueces serán rectos é impartiales, ni los cuerpos
legislativos libres é independentes, en aquellos estados en que
por desgracia, se abren los ojos conociendo superiores. Solo
es dueño de si, el que sabe, que /es uno el cartabón donde todos
los ciudadanos son medidos. Enanos y gigantes jamas com-
pondrán una buena y perfecta compañia.
212
Sin embargo no fue mi opinión que se trabajase de pronto
por la independencia de la America. Mis enemigos me atri-
buyen con injusticia el defecto de abrazar con intrepidez los
extremos. No es asi : en materias politicas fui siempre mui
mesurado. Con mas razón puede imputárseme un exceso de'
lentitud y prudencia, que el loco atropellamiento para las ac-
ciones peligrosas. Conocia inconvenientes de mas enorme
magnitud, que las espantosas masas del Pichincha, y Chimbo-
razo. Mas fácil concebía, convertir esos grandes montes en
planos, que erigir repúblicas, faltando para ello todos los ele-
mentos. Confieso que mi ilustración era pequeña en el año
de diez (3) ¡ Ojala nunca se hubiera aumentado ! Habia leido
muy pocos filósofos, pero mi estudio de la historia fue muy serio.
Raciocinaba con ella sobre el origen y fin de las repúblicas.
La democracia me parecia un gobierno tan feliz para ideado,
como imposible de sostenerse en la practica. Roma y Grecia
me franqueaban las pruebas mas fuertes. Al rayar ia república
de Francia me deslumhró en mi primera juventud. Mi imagi-
nación abultaba sus glorias, pero ella también hizo fuertes mis
discursos, al leer á sus propios historiadores. No hallaba so-
lución a este argumento : donde todos son iguales, todos quie-
ren ser superiores: la anarquía es la enfermidad mortal del
republicanismo. Repitiendo la lectura de Montesquieu, aunque
no era un ciego adorador de sus opiniones, respetaba muchas
de sus sentencias. Un pueblo acostumbrado á la esclavitud, si
aspira á la libertad, no hará sino mudar de amo. Era muy recto
este juicio, para mirarlo con desprecio.
A las dificultades contra el sistema popular se me ofrecian
las particulares nuestras. Nacidos, y educados en la servi-
dumbre ; acostumbrados á una obediencia sin examen ; trému-
los delante de las ultima autoridades ; imbuidos de falsas máx-
imas religiosas en favor de los principes ; anonadados con las
imágenes horribles de la infernal inquisición ; divididos en mu-
chas clases con intereses contrarios entre si ; sin diciplina mili-
tar, sin armas, ni jefes ; solo quedaban los caudales. No po-
diamos contar con ellos. El mayor numero de capitalistas
eran españoles, todos, todos decididos por el imperio eterno de
(S) JSÍo es hoy grande, pero es mayor*
213
la Metrópoli. Los peruanos aunque grandes propietarios con-
sumian con inmoderado lujo sus rentas. El primer ejercito con
que habian mantenido la dominación nuestros tiranos, fue el
fomento de los vicios. El esclavo entre placeres no puede
lámar la patria, por que ni la conoce ni la tiene. ¿ No habia
amor á la patria? No habia virtud. Faltaba el único espirita
que anima el cuerpo republicano. Héroes fueron los dos
Brutos, pero no igualmente sabios. El antiguo debió atentar
la expulcion de los reyes. Roma entonces tenia las cualidades
propias de una república. El hijo de la amada de Cesar nada
podia avanzar con el parricidio. La dominadora de las gentes,
ya era humillida por si misma. Los pueblos vencidos se habiaa
vengado, despojándola de sus virtudes. Moriria Julio, para
hacerle á Octavio mas fácil el acceso al trono. Si en un cam-
po donde hubieron nobles producciones de las que las raizes no
eran enteramente extraidas, ni corrompidas, el abandono habia
hecho nacer mortiferas plantas, que impedian los brotes útiles ;
donde todas fueron mal sanas y viciadas, sin que se conociese
un vegetal benéfico ¿ era de razón presumir, que se recogerían
gratos y saludables frutos ? No era tiempo, no era tiempo de
convertir las americas en repúblicas. El salto era mui grande
y en el medio habia un abismo. Era preciso un puente : este
debia formarse del sistema monárquico constitucional. Si fal-
taban las fuerzas para el salto, nos precipitábamos en un
cahos : en el horrible de la anarquía. Aun las leyes civiles, si
no son preparadas perjudican, en vez de aprovechar, cuando
por ellas se derogan otras antiguas. Venerare la conducta de
los quince primeros Obispos de Jerusalem, que respetaron los
ritos moisaicos.
La America del Norte no era respuesta a tan solidos con-
vencimientos. Ella supo hacerse feliz y su exemple y su for-
tuna causaron las desgracias de la Francia, y después de la
America antes Española. Si todos los pueblos tuviesen el mis-
mo clima, costumbres, hábitos, educación, riqueza, comercio,
agricultura, era muy fácil, que por un solo sistema se gobernase
el universo. De partes eterogeneas no pueden componerse
cuerpos de igual naturaleza. Los Anglo-americanos eran libres,
sin ser independentes. Conducidos a comprar de los salvages
unos montes, para gozar mas bien de perfecta libertad, debie-
214
ron desde el principio de la colonisacion llamarse los hijos de
Dios, no los esclavos de los reyes. Moderados, laboriosos,
fuertes en lo ficio y moral, en extremo pios, sin vanidad en las
ciencias, indiferentes á los puestos, aplicados á las artes, prefir-
iendo el trabajo de los campos ; apenas oyeron el eslabón de
una cadena, cuando se asustan, se alarman, se juntan y se de-
terminan a repeler cualesquiera innovación, que les usurpe sus
justos y afianzados derechos. ¡ Pero cuantas no fueron antes
las medidas que tomaron de prudencia ! ; Cuantas sus protes-
testas de lealtad y subordinación al rey, de amor á sus herma-
nos los ingleses, de esperanza en el parlamento, de sumicion
racional ! Ni todos fueron por la opinión de un rompimiento, á
pesar de las orgullosas repulsas á representaciones sabias, jui-
ciosas, y humildes. Franklin, el inmortal Franklin se lo mani-
festó a Mr. Ingersoll al separarse de Londres. ¿ Entraremos
nosotros en paralelo ? Permitaseme, que no esclaresca los pun-
tos de oposición. Basta decir, que no era nuestro estado.
Olvidados de nosotros mismos, las ordenes de los monarcas se
obedecían, sin representar jamas contra ellas. La introducción
del papel sellado, que dio el primer impulso a la America del
norte, siempre se recibo en las españolas. En mis dias se du-
plico su precio ; todos pagaron ; nadie reclamó. Se estable-
cieron estancos, se fundaron aduanas, se inventaron nuevos de-
rechos, crecieron los primitivos ; se hablaba de asuntos tan im-
portantes con idéntica frialdad, que pudieran repetirse las his-
torias de Carlos Magno, o de Ricardo corazón de León. Es-
tábamos en el caso de mudar de amo, no de ser libres.
Los tesoros de Perú combatian contra su hbertad. Naciones
ricas por la naturaleza sufren la esclavitud, cuasi sin conocerla.
Multiplica un despota las contribuciones, pero como se exijen,
dejando lo necessario, y aun lo superfino, no se reflecciona en
la injusticia. Un pueblo rico puede ser libre, si sus tesoros
son el fruto del honesto trabajo, de la acrisolada industria.
No es preciso igualar las fortunas como en Lacedemonia, ni
distribuir anualmente los campos como entre los antiguos
Germanos. Para ser libres, no hemos de ser salvajes ni monjes.
Cuando la abundancia engendra la indolente pereza, ó es el
resultado de las conquistas ; cuando las monedas acopiadas no
tienen los signos del sudor de la frente del hombre ; este rico
215
sera un esclavo, y se contemplara dichoso en serlo. Es el
asiático, que recoge las piedras preciosas arrojadas por el suelo
delante de un bruto deificado ; es el romano en la época
funesta en que el oro en polvo se esparcía en las calles para
%[ue pasase el carro de Heliogabalo. Esa desgraciada afíiuencia
proporciona placeres físicos sensuales, que no dan lugar k que
se desee el moral sublime y noble que consiste en decir soy
libre Tenemos la prueba. Colonia alguna tuvo tan prosperas
circunstancias y proporciones para ser in dependente como la
Habana. No lo quiso ser, por que creyó no aumentarla sus
comodidades y delicias. La fuerza de estos pensamientos no
eran de oscurecerse al que aprendió de Malebranchi á no leer,
sin meditar. Decio en un dia revivió la censura, pero no las
virtudes romanas. Pudieron los franceses dictar una consti-
tución democrática, pero no inspirar en todos los cuidadanos
el espíritu democrático. Mi afecto para Patricio Henrique
celebre orador de la Virginia me hace que tenga en la memoria
fijas sus palabras al referirsele los triunfos de Napoleón sobre
la Austria. La presente generación en Francia es tan degene-
rada por un largo despotismo, posee tan pocas de aquellas
virtudes, que son el alma y vida del republicanismo, que son
incapaces de formar una justa y completa estimación de la
libertad racional. Su revolución finalizara de un modo muy
diferente del que, se espera : al estado de anarquía succedera
el despotismo. No me sorpreendera, que el mismo hombre
cuyas victorias celebráis, á modo de Cesar trastorne la libertad
de su patria,, si este orador por la naturaleza, si este pensador,
que estudio el corazón humano, y sus invariables inclinaciones,
predecia asi de aquella nación donde Voltaire, Mably, Rousseau
hablan esparcido las luces, y Montesquieu asentado sus prin-
cipios ; que augurarla yo de nuestra patria donde aun no se
sabian pronunciar esos nombres ?
Posesionado de la plaza de Oidor del Cusco cuando hablan
precedido los movimientos de Caracas, Charcas y Buenos-
Aires, eran grandes mis comprometimientos. Debiá querer
el bien de la America, no los caprichos. Indago el sentimi-
ento general de mis compatriotas. Hallo que los mas desean
ser independentes, pero sin arriesgarse a poner en obra los
medios para serlo ; que sus conversaciones privadas no tienen
\
216
consonancia con sus actos públicos; que el mas fervoroso
patriota renegaba en el acto de ofrecérsele un destinó ; que
Abascal formaba ejércitos de peruanos contra la America con
prontitud y facilidad ; que el vicio aristocrático se extendía
hasta en la plebe ; que los caudales se franqueban en presta-f
mos y donativos, no habiendo quien proporcionase, una mes-
quina cantidad para defensa de los derechos generales ; que
los mas amigos eran delatores y espias contentos con deber
su elevación a tan infame conducta ; que el estado de la europa
no alagaba con la esperanza de alguna nación, que se declarase
protectora de nuestra independencia; que debia hacer en este
caso ? Preparar ilustrando ; enseñar en circuios y por papeles ;
dar á conocer lo que era el hombre y su dignidad ; provocar
á que se sintiese el gustoso delicado de la hbertad, en pala-
dares acostumbrados antes a groseros sabores ; engendrar el
niño, ponerlo en la carretilla, obligarle a dar los primeros
pasos. Muchos que componían el cuerpo legislativo, precen-
ciaron este ulilisimo plan y sus efectos. A ellos les consta
cuanto tuve que chocar con Americanos decididos por la
España. No debia serme extraño. Maquiavelo me lo había
dicho. Los tíranos que gobiernan largo tiempo tienen un
partido fuerte y poderoso. Es superior al de aquellos que
pretenden recuperar su libertad 6 adquirirla. Una domi-
nación de cerca de trescientos años de Austríacos y Bortones
había extendido raizes multiplicadas que sostenían el árbol
de la injusticia contra los saludables vientos del puro amor
patriótico. Este es el pensamiento de un Doctor de la Iglesia
con respecto al pecador envejecido en la culpa. ¿Quien no
aprobara mí pohtíca en tal caso? Arrójeseme de la patria,
quíteseme la vida, no se me privara de la gloria de asegurar sin
temor de ser desmentido a la faz del mundo. Vidaurre fue
el primero que escribió sobre los derechos del hombre en el Perú,
Impresas están mis representaciones dirijidas á la corte de
España. Estos son monumentos eternos de la fortaleza de mí
alma, y de mi excesivo amor á las Amerícas.
Después de una meditación muy larga y sería me resuelvo á
sostener la constitución publicada en Cádiz. Hacer la vidente,
era cuanto por entonces podía apetecer. Me declaran la
guerra todas las autoridades. No había un solo gobernador.
217
iin solo majistrado, que no se horrorizase coa la lectura del
pequeño libro, que era la aurora, que anunciaba el sol próximo
de una libertad perfecta. Dioses, no querian descender á la
esfera de hombres. Mejor diré fieras acostumbradas á devorar
► a su agrado, se desesperaban al verse detenidas por la vergas
de fierro, que formaban las nuevas leyes. Esta palabra
responsabildad los estremecía ; la igualdad era para ellos un
infierno ; y el nombre de ciudadano semejante á una acha que
destrozaba los privilegios que habian usurpado. ! Cuantas caba-
las para desconceptuarme con el pueblo ! ¡ Cuantas calumnias
para hacerme perder en la península el concepto adquirido en
mi primer viaje ! Ponderadas pinturas de mis vicios privados ;
abultados temores por una demagogia, que concluía con el
sistema colonial. Al interesado fácilmente se le persuade de
los peligros que lo amenazan. Al regresar a la America habla
merecido toda la confianza del gobierno Español. Se me
encargó informase con ecsactitud del mérito de los personas,
y del estado de las cosas. Mis ideas vertidas en el Plan del
Perú fueron un terrible trueno, que comenzó a abrirles a los
Españoles los ojos y los oídos. Se determinaron a admitir
muchos de mis consejos, y reformar en puntos esenciales la
administración. Suceden las sospechas, las desconfianzas, los
rezelos, y se suspende toda comunicación conmigo : crece al
mismo tiempo el amor de mis compatriotas. Llano y afable
en mis maneras; inflecsible en la defensa de los derechos
sociales ; exacto en mis obligaciones ; imparcial al pronunciar
' las sentencias ; caritativo en cuanto permitían mis facultades ;
franco en mi conducta hasta el grado de candor ; me hice el
ídolo de unas gentes que tiritaban al ponerse de rodillas delant;?
de Deidades siempre sedientas de la sangre de victimas inocen-
tes. Dispone el Cusco su revolución, sin mi noticia, el año
de catorce. Son conducidos á una estrecha captura los funcio-
narios públicos. El primer grito que oigo en mis puertas, es
de un inmenso pueblo que se postra rogándome, que le gobi-
erne. Lu historia nos transmite un caso parecido en Siracusa.
No admito: no era posible. Un plan político no puede de-
sempeñarlo bien, sino el que lo formó. El mió no era el de
la independencia : qureía antes el sistema constitucional : el
inmaturo movimiento hace saltar mi machina : sus ruedas
28
218
fueron enteramente destrozadas. Afirmo en el ¡ntante los ma-
los efectos del proyecto y la victoria de mis enemigos.. Asi
se realizó. Los primeros mártires de la libertad peruana tuvieron
su templo en la misma plaza donde murió Tupac-Amaru : en
esa plaza teatro de los asesinatos del bárbaro Español.
Mis papeles, mis consejos, mis conversaciones, mi trato fa-
miliar y la elección del pueblo fueron los datos con que se me
inicio la causa de infidencia. Sobornos, promesas, amenazas no
alcanzaron a proporcionar testigos. Dos solo se presentan, que
ni eran conformes en sus dichos, ni lo que declaraban contenia
el supuesto crimen. Abascal escribe no obstante al Presidente
Bernedo, que sentencié, condenándome ; sea cual fuese el re-
sultado. Ni el Fiscal, ni el Juez obedecen mandato tan injusto.
Un decreto honroso de absolución hace que Bernedo pierda el
puesto, y que se mediten otros medios para lograr mi ruina.
Se da cuenta al Rey con el proceso, y sin detenerse en su
contenido, informan contra mi el Virey y las audiencias del
Cusco y Lima. Dicen, que es imposible, continúen las ameri-
caSy en la dependencia de la España, si permanezco en ella :
que mi pluma causa mayores estragos, que la fuerza armada
de los insurgentes. Fernando ordena, que se me coloque en
la peninsula en una chancilleria. Sin esperar, que se me
señale, Pesuela me previene, pida mi pasaporte para salir en el
buque, que sea de mi agrado. En el largo tramite de estos
ruidosos hechos, me entiendo directamente con el Virey por
notas; se me guardan mis honores y prerogalivas ; no se toco
en mi persona : soy recibido en el palacio con el mayor decoro ;
y en cuanto no es oficial, se desconoce, si soi un adicto, 6 un
contrario del gobierno.
Mi segunda y mas honoiifica expatriación es una prueba de
la grandeza de alma del Jeneral Bolivar, y de las pérfidas in-
tenciones de los cortesanos, que lo rodeaban. Sera un pro-
blema en la historia y la política muy dificil de resolverse, si
este héroe aspiraba á la tirania, cuando entró en el Perú, ó si
fue únicamente conducido por el noble y digno fin de concluir,
y perfeccionar la obra, que comenzó en Venezuela. Severo
para apoderarse del imperio, tomó por pretesto vengar el ^ ase-
sinato cometido en la persona de unos de los mejores principes,
que se conocieron en las edades de los despotas. Sus cortas
219
y fulminantes contestaciones al senado descubrían su annbicion.
No asi el hombre que mereció por algunos años ser comparado
con Washington. Siempre sospeché, que queria ser mas, pero
al mismo tiempo le distinguía una fuerte inclinación á la ver-
^ dadera gloria. Sus ministros y validos anclaban por la monar-
quía, y era este el tema del mas anciano de ellos. Recientes
los ejemplos del gobierno expulso, alagaban mucho los títulos
de condes, marqueses y duques. Para elevarse á ese rango,
se habia de anteponer una dignidad, que pudiese crearlos.
Era el único recurso constituir a Bolivar Rey del medio dia de
la America. Mi voto sobre la clase de administración que
debía adoptarse fue muí pronunciado en Trujillo. Mí carácter
en extremo dulce y flexible en lo privado, es inalterable si se
trata de materias políticas y de la observancia de principios,
intimamente connexos con nuestra libertad. El primer dato
pues con que se contó para realizar el proyecto, fue mí ex-
patriación. Mucho costo, que accediese Bolivar. El lo dijo
sin reserva en la mesa de la Magdelena delante de muchas
personas. Le era muy vergonzoso desprenderse del mismo
individuo á quien habia llamado diciendo : el Perú necesita
muchos J^idaurres, y no habiendo sino uno solo, es preciso que
vuele á socorrerlo. ¿ Pero era posible resistir á insinuaciones
continuas, a las pinturas vivas y estudiadas que me representa-
ban como un espíritu turbulento é inquieto, que impedia la
tranquilidad, que debía preceder al establecimiento del plan
meditado ? Señor señor le repetía a todas horas el Presidente
del Consejo, yo no quedo en el palacio, si Vidaurre queda en la
ciudad. Se presta Bolivar desabrido, y me nombra Ministro
Plenipotenciario para la grande asamblea americana, que iba á
reunirse en Panamá. Era una separación, cual acostumbran
hacer los soberanos de aquellos vasallos que aman, y no les
conviene tenerlos en la corte.
Novicios en la ciencia de gobierno no reflexionaron los aspi-
rantes que se me colocaba en una posición la mas ventajosa
para destruir sus ideas, y sostener en el nuevo mundo el siste-
ma democrático representativo. Al leer las bases, que trabajé
para la confederación, comienzan á conocer su error. Cuando
se circula mi üiscurso impreso el dia que se abrió la asamblea ;
discurso que en Europa se critico por el estilo, y que se venero
>
220
en nuestros países como el decálogo de la libertad ; se conven-
cieron, que mi remicion al istmo era una mina formada por
ellos mismos, para que volase un edificio, que juzgaban solido,
y no capaz de ser atacado. El Israelita al salir del árido de-
sierto distinguiendo rios, sementeras, arboles, flores y frutos ;
viendo pacer los ganados ; y oyendo el dulce canto de los pá-
jaros, no sintió un placer tan vivo como mis compatriotas de-
sengañados de que no era un partidario del trono, sino un
descubierto enemigo de las coronas. Desde entonces tuvieron
la esperanza, de que una nueva raza no sobstituiria a la de los
Borbones. Anclan por mi regreso, y los dias parecieron siglos,
hasta aquel en que se verificó. No he de omitir, que aunque
recibió Bolivar con notable irjcomodidad el papel citado, y de-
termino en el momento extraerme del congreso general, fue
con decoro, nombrándome plenipotenciario acerca de la repúb-
lica de Colombia. No llegó á realiszrse esto, por que los pac-
tos americanos íueron concluidos, y comicionado yo por la
asamblea para su ratificación en el Perú. Esta fue la segunda
expatriación del año de 25 alegándose, según se ha visto las
mismas razones en que se fundaron Oidores y vireyes para
pedir que se me condujese a la Peninsula. En ambas se no-
tara un decidido miramiento y respeto a mi persona ; la con-
tinuación de rentas y empleos ; digase en una exprecion, que
todo lo comprenda : la delicadeza del trato en la misma injus-
ticia. No pensaron confundirme, ni asesinarme. Esta atro-
cidad era reservada para aquella época en que centuplicados
mis servicios, me habia hecho mas acreedor a los honores y los
premios.
No mé extremezco al escribir sobre la presente expatriación.
Nos enseña el evangelio, que si nos hieren en una mejilla, vol-
vamos humildes, la otra, ofreciéndola á un segundo golpe. I. C.
no lo hizo, y preguntó pox la causa de la ofensa. Los Padres
antiguos se esplicaban con furor contra los paganos, y no eran
moderados entre ellos mismos, si no estaban acordes en las
opiniones. Abiertas las llagas, como se tocara en ellas sin dolor
agudo ? ¿ Y la sensación desagradable no violentara, á expresar
la queja con palabras acaso descomedidas ? El estoico se
fingia impasible a los males. Yo no disimulo : padesco en el
cuerpo, padesco en el espíritu, padesco por mi familia, padesco
221
por mis amigos, y lo que es mas padesco por mi patria. Antes
de criticarme, atended y ved, si vuestra pena fue igual a la
raia, y si al referir vuestra historia fuisteis mas circunspectos,
que fácilmente se aconseja, con cuanta dificultad se ejecuta !
Cuando me opuse a la ciudadania, que en general queria
concederse á los españoles ; cuando solicite la temporal expul-
cion de los vitalicios ; cuando defendí el misterio de la trinidad ;
cuando logré que no quedasen despojados de sus derechos un
numero enorme de ciudadanos á quienes se les queria nivelar
con las bestias ; cuando resistí al inmenso poder, que trataba
de darse al ejecutivo ; penetre, me convenci, y aun repetia a
los mios, que enemigos poderosos, sabios, fuertes, y ricos se
reunirian para concluir con mi físico por la cabala, no pudiendo
alterar el sistema moral y politice, que habia sostenido con
tanta fortaleza. Tenian en el carácter del jeneral La-Mar apo-
yo seguro para sus intrigas. Un hombre insigne describiendo
al emperador Commodo dice : ,,la naturaleza lo formo de débil,
mas bien, que de viciada disposición.,, „ Su simplicidad y
cobardia lo hacian esclavo de los que lo rodeaban, y por grados
corrompian su espíritu.,.
El Perú se halla en el estado de la mas terrible desgracia.
Entre los motivos que se asignan para la imtempestiva renuncia
que hizo Diocleciano del imperio, una de ellos, y para mi el
mas sabio, y prudente, fue, lo que con frecuencia acostumbraba
repetir, „ el interés de cuatro ó cinco ministros, se convina para
engañar al soberano. Separado del resto del pueblo por su
ecsaltada dignidad, la verdad se oculta a su conocimiento : el
ve por ajenos ojos, y no oye sino falsas relaciones.,, De lo que
se lamentaba el emperador es el vicio mas notable del actual
Presidente. Por indolencia, ó por capricho no escucha a otros
que a sus ministros. Gobiernan estos con arbitrariedad solo
sujeta a los dictámenes de un clérigo ambitioso mas que Retz,
pero de mucho menos talento. A Carlos 3. ° se le notaba su
ciega decisión por Moñino. Moñino podia sostener el honor de
la monarquía. Ni los ministros de La Mar, ni el gefe de ellos,
ese hombre de sotana, pueden dirijir un estado. Pero su ob-
stinación es extrema. El congreso insinuó muchas veces que
se separase al ministro de hacienda. El ha conducido la nación
á su ruina. Nuestro crédito interior y exterior es perdido ;
222
nuestra tesorería exangüe ; concluyeron los recursos ; los ex-
tranjeros comienzan a separarse de nuestros puertos ; la agri-
cultura no tiene fomento ; ricas minas quedan en abandono por
falta de avios. No se ha conseguido en cerca de un año, que
de una razón exacta de las entradas y gastos. Las reconven'-
ciones se recibieron con indiferencia 6 con desprecio. Pedi
como diputado ciertos datos, protestando cubrir la deuda interna
y externa en veinte y cuatro horas. Nuestra república es una
caja llena de tesoros ; la fatalidad consiste, en que las llaves
están en unas manos que no saben manejarlas. Deje mi asiento
sin lograr contestación. La Mar protejia de modo tan declarado
a sus ineptos ministros, que al de hacienda de quien estoy ha^
blando le ofreció, que ambos serian sepultados juntos. Dios
escuche, y haga cumplir la promesa.
Con estas premisas, el concepto menos deshonroso, que pu-
edo formar de el con respecto a mi injusta expatriación es, que
fue seducido. De ningún modo creo que sea su animo domi-
nar el Perú. Es su espiritu muy pequeño para heroicas virtu-
des ni vicios. Un invencil puede heredar una corona ; pero
para arrebatarla ceñirla, y sostenerla, se necesita valor, talento,
sagacidad, y fortaleza. Para lo primero basta un Arcadio, lo
segundo requiere un Theodorico. Mas bien pudiera presumirse
que esta en convinaciones secretas con el gabinete de Madrid,
No lo afirmo, por que indicios no son datos ciertos. Se puede
sospechar, no asegurarse como un hecho evidente. La decla-
rada protección a los españoles, y españolados ; su colocación
en los puestos ; las distinciones á los vitalicios empapados en
ideas monarquiscas ; la postergación de las patriotas confundi-
dos en el desprecio, en el hambre y la miseria ; si se cotejan
con su anterior conducta, formaran una prueba completa para el
que escriba por pasión y pretenda abultar con imaginaciones
los objetos. Sostuvo La Mar la causa de España hasta que
juzgo, le seria mas ventajosa la de America. Miembro de la
junta gubernativa en premio de la sangre peruana, que habia
hecho derramar, se afirma, que propuso á los españoles entre-
garles la república. He comunicado con personas muy respe-
tables que me juraron haber leido, y tenido en sus manps la
carta. Nada de esto me convence. Se muy bien lo fácil que
es, falsificar letras. Este fue un medio tan usado en la política.
223
que cuasi ya no influye en ella. Lo que llamó con fuerza mi
atención fueron las reflecciones que me hiso un individuo, hoy
de los principales favoritos del palacio : " No dudes/ me dijo,
la carta fue cierta, y le demostrare, que era un traidor ó un
%)barde. Al acercarse a la capital los españolas, propuse en
■el pasado congreso, que saliese La Mar a la frente de nuestras
tropas, como lo habia ofrecido. Oigo, exclamo Luna Pizarro,
que se refieren hechos, que no presencié, cuantío fue esa ofer-
ta? Le conteste en el momento : presente esta el Jeneral, que
absuelva la duda. Entonces con vos trémula y balbuciente
contesto, que el hurla, lo que el congreso le mandase. Lo ci-
erto es, que la nación iba a perecer, si continua en la junta, 6
por su perfidia, ó por su incapacidad.,, Valorisaran el hecho
los que asistieron a la discucion y se hallaron en la capital. El
Pueblo Peruano no debe decidirse por estas historias, ni tam-
poco despreciarlas. Este alerta de un hombre, a quien si no
se le justifico la traición, es sospechoso en nuestra causa. Si
cuarenta Diputados (4) y el Presidente del ejecutivo están por
la españa, espantosos serán los males que se nos esperen. Los
reyes de Persia no pudieron sujetar los griegos con las armas,
y ellos se hicieron arbitros de esos mismos estados que antes
los resistieron, por el soborno, la seducción y la intrigua. El
Despota de España no tiene armada, ni ejércitos; pero la na-
ción que advierte su aniquilamiento, pondrá en obra cuanto su-
giera la astucia para esclavizarnos de nuevo. No se lograra,
? Y por eso no nos cautelaremos en tiempo oportuno? Alerta !
peruanos repito, alerta ! alerta ! Mas de dos mil españoles han
regresado a la capital, después que La Mar se halla con el go-
bierno. Ya han vuelto a engreir el cuello ; ya sus abatidos ojos
han recuperado la atroz mirada ; ya se mezclan en nuestros
negocios domésticos ; ya son los confidentes del ejecutivo para
delaciones, y para cuanto se intenta con el fin de oprimir a los
patriotas. Probo y Diocletiano consintiendo a los barbaros en
las entrañas del imperio, por un error de politica, les proporcio-
(4) JVumero de los que votaron por la ciudadanía de los
españoles sostenidos por Luna Pizarro. Es muy sensible, que
las elecciones hubiesen recaído en individuos decididos por la
España, y que estuvieron con ellos hasta la batalla de Jlyacucho.
224
naron los medios de dominar la Europa. La compasión es una
exelente virtud privada, pero en la dirección de los estados ü;ae
funestas concecuencias. ..,,r <^i.
Al que ama la verdad no le satisfacen ligeras probabilidades :
busca siempre mayores o la misma certidumbre. No obstanf
lo expuesto, me inclino a que La Mar no sea un traidor. Hallo
mayor verisimilitud en que los consejos perversos de las perso-
nas que se le acercaban, lo precipitaron en un hecho tan escan-
daloso y del que puede ser esté arrepentido. En un cerebro
que carece de energia, impresiona con facilidad lo que pre-
tende, el astuto que se le aproxima. Dos favoritas en Ingla-
terra y Francia gobernaron la nación por la pusilanimidad de
las reinas. Mi decisión por el Jeneral Santa-Cruz para la
presidencia se le recordaba a cada momento. Se le figuraban
revoluciones para deponerlo con mas deshonra, que cuando se
le separó de la junta. El que ha sufrido una fuerte enfermedad
siempre esta viendo sus síntomas. Esas sugestiones debieron
tener pronta aunque desagradable acojida. Se le ocultaban las
decorosas razones de que usé para votar con mis enemigos en
favor de Santa-Cruz. No se le decia, que habiendo podido
anular la elección, ni lo insinué. La Mar no debia ser Presi-
dente, ni lo es en la realidad. Es la viciada cabeza de una
facción desorganisadora, que tiene tiranisado el Pueblo. Estas
clausulas, que pronuncio con desembaro, me era licito entonces
sostenerlas en la tribuna : preferí el silencio, espantándome los
resultados fúnebres de la guerra civil y la anarquía. Debo pro-
bar ahora la nulidad.
Prescindamos de defectos substanciales, aunque pequeños
respecto del de mayor magnitud ; presindamos de la monstru-
osidad de nombrar Presidente conforme á una constitución, que
no se habia formado, y que por tanto no se sabia, ni el nombre
ni atributos del primer jefe ; prescindamos de haberse recibido
como representantes los que estaban prohibidos de serlo por las
leyes ; prescindamos de la sorpresa de una elección precipitada
sin anunciarla antes según el reglamento, ¿ pero podremos pre-
scindir de hallarse entonces el Jeneral La Mar en una república
extranjera y amiga a la frente de una revolución contra el go-
bierno, admitiendo los titules, que le daban los conspiradores,
y promitiendo sostenerlos con sus aptitudes y sus fuerzas ? Me
226
remito á los papeles públicos, y no es tal mi descaro, que me
esponga a ser desmentido en el momento. En ellos se le, que
Guayaquil es su patria ; que los intereses de ella son para el los
mas amados; que derramara su sangre gustoso, por que se
^fianzen sus derechos. Otros serán las palabras, pero no dis-
tintos los conceptos. En tales circunstancias pregunto ¿* a que
república correspondía este hombre ? No tengo esta por una
cuestión muy difícil en el derecho constitucional yen la politice.
Ninguno puede ser ciudadano en dos naciones independentes.
El ciudadano es un socio en un una compañía general y completa.
Sujeta a ella todos los derechos y obligaciones, y no reserva
mas que lo intelectual, que no necesita de protección. En el
comercio por el contrato de sociedad universal, el individuo
queda impedido de contraerse á otra igual o parcial : es la
razón, que no tiene fondos de que poder disponer. Si una
misma persona correspondiese a dos repúblicas, jamas cum-
pliría con exactitud sus obligaciones. Le era íacil burlarlas
por mala fé; y aun poseido de los mejores sentimientos de
honor no le seria posible el cumplirlas. Si un paiz exijia con-
tribuciones extraordinarias por que las circunstancias precisaban
a ello, pasaría al otro, y dejaría este, aliándose en igual caso.
Rompiondose la guerra entre ambos; por cual se decidla?
Uno y otro tenian igual derecho sobre sus fuerzas y sus bienes.
Habia de renunciar una patria, para mantenerse en la otra.
Esto no podia hacerse sin injusticia. Se habia aprovechado
de los bienes que le proporcionó el Pueblo de que se apartaba,
y no correspondía por su parte al requerirlo por el cumplimi-
ento de los pactos. Es la materia tan clarza por si misma, que
seira enojosa una mas dilitada ilustración sobre ella. Resulta,
que no podia La-Mar ser ciudadano de Colombia y el Perú.
Estando al servicio de su patria por nacimiento, habia renun-
ciado ala que lo adoptó, i Como se le elegia por Presidente,
aun en el caso de poder ser admitidos los peruanos por privi-
legio, lo que no juzgo conforme con la anterior constitución
y no lo es con la presente ? Muchas respuestas podran darse,
pero ninguno que convensa.
Consintamos, con todo, en que no perdió la ciudadanía
peruana por su conducta en Guayaquil; pero habrá audaz
que niegue, que sus hechos lo hicieron un reo de estado, que
29
226
debía juzgársele é imponerle las penas condignas a tamaño
crimen ? Solo se excusaría, habiendo procedido con ordenes
reservadas de nuestro gobierno. No las tuvo. Nadie puede
afirmarlo como yo, que era entonces ministro de estado. Me
escribió tres cartas consecutivas entre familiares y oficiales
dándome razón de sus procedimientos. Se los reprobé en un
tono serio y lacónico. Le hice ver que nos comprometía en
una guerra con Colombia. El Presidente de aquella república
jamas se persuadiría, que había sido un acto voluntorio suyo.
Si deseaba pretestos para un rompimiento ; se le venían á la
mano, fáciles y de considerable magnitud. Jóvenes que comi-
enzan la carrera literaria sin mas que la lectura del Vattel, el
Real, el Frittot* y otros libros muy comunes, saben muy bien,
que uno de los enormes delitos, es turbar la administración
publica en una nación extrangera. Independentes los pueblos
entre si, no deben los unos mezclarse en el interior régimen de
los otros. Tomando la mas pequeña parte en sus diferencias
ya no eran independentes. Las naciones están las unas respecto
de las otras, como estuvieron las familias antes de establecerse
las sociedades políticas. En los gobiernos monárquicos abso-
lutos la reconvención en este caso cae sobre los soberanos;
en los democráticos sobre toda la república. En aquellos el
rey o emperador obra por símismo; en esta se decide por la
voluntad general expresada por representantes. Delito es el
quebrantamiento de los pactos. El objeto de estos es, asegurar
la vida, y propiedades ; lograr de tranquilidad ; aumentar los
los bienes y placeres que preparó la naturaleza. Consiste la
entitad del delito en el grado de daño que causa la violación
del pacto, y en el conocimiento que se tiene del mal que se
ejecuta. Promoviendo una sedición en ajeno país, se da mérito
a que la paz se rompa y sobrevengan todos los estragos de la
lucha. La persona moral del estado corre riesgo en su ecsis-
tencia. El fin de la guerra, decía Montesquieu es la conquista.
No debe ser así, pero muchas veces lo fue. Los particulares
son atacados en lo individual y en sus haberes. Desaparece
el reposo, el gusto, las delicias, sigue la ruina, la desolación, el
desastre. El cabeza de aquel motín reflexiona antes de resol-
verse a la empresa, y procede con dolo perfecto. Ved aqui
un crimen verdadero de magestad, mucho mayor que assesinar
227
a un rey en su gabinete, ó en su carroza. Es por esto, que
en semejantes sucesos siempre se procura dar una satisfacción
completa a la nación ofendida. No haciéndolo se juzga, que
hubo mandato o convinacion secreta con el agresor. Asi se
^presumió, cuando al embajador de españa quiso trastornar el
gobierno de Venecia. Si los papeles escritos contra Luis XIV.
y Bonaparte en Olanda y Londres motivaron contiendas muy
funestas a la Europa, que no debia presagiarse como resultado,
no de libelos ; que las almas grandes deben despreciar, si de
hechos positivos con que se introducia la guerra civil en una
república amiga, limitrofe, y que nos acababa de dar la liber-
tad? Estos fundamentos estuve en aptitud de sostenerlos,
protestando contra la elección antes de precederse a ella, ó des-
pués de verificada. Repito que no lo insinué, por las razones
espuestas. Nada avanzaba con mi oposición y resistencia, sino
dividir en bandos la república. • > fu
Mis prudentes y juiciosas determinaciones no me aprove-
charon. Si se habia conseguido la elección del extrangero,
también se pretendia dar una carta, que humillase al pueblo
engrandeciendo al ejecutivo. El proyecto de constitución
escrito por mi y que en Bolivia se titula el puo democratismo, no
se trajo á concideracion, sino en algunos principios generales.
Lo cierto es, que el código politico cual aparecía, era servil
hasta para una monarquía constitucional. Cual salió de las
manos de su autor, fue de peor naturaleza, que el que se hizo
jurar pocos meses antes, y que la república habia abolido por
un consentimiento común. No podia estender mi condecen-
dencia con sacrificio de la Patria. Ampliar las facultades del
ejecutivo un solo punto mas halla de lo que es necesario, para
llenar sus funciones, es abilitarlo y fortalecerlo para que ponga
los ojos en el trono. ¡ Con cuanto horror se oyó en los Esta-
dos Unidos el nombre de Dictador en las estrechas y tristes
circunstancias en que era indispensable el nombramiento, y
debiendo recaer en un héroe, que fue la misma virtud per-
sonificada ! Jamas, Jamas convendré en dilatar el poder del
poderoso. Hubiese sido inmaculada la conducta de un guerrero,
sospecho de el, en el momento que su posición le facilita
usurpar la libertad general de sus compatriotas. Por eso
coraenzé a batir los artículos, a echarlos en tierra, triunfando
los derechos del hombre y del ciudadano. Llegue únicamente
al 21 y alli conluyo mi carrera política.
Se instiga á La-Mar aun falso golpe de gabinete, que ha
manchado su nombre, envilecido su reputación, descubierto su
carácter y que lo degrada é infama en la America y la Europa.^
Ya se conocía, que era incapaz de sostener el gobierno. Sin
talentos y sin fibra, no habia sujeto menos apto para con-
ducir un gobierno naciente. Eran defectos de su espíritu,
pero su corazón no se creyó corrompido. Mi historia ha hecho
variar el concepto : Commodo es capaz de todos los crímenes :
¡ Infeliz del Perú el día que guste la primera gota de sangre !
el la beberá después a grandes tragos, con placer y sin remor-
dimiento : todo es de temer de su temperamento frío. Accede
á la maldad de que se me forme proceso por sedicioso, siendo
el principal testigo de mi inocencia. No podia elegirse otro
medio por mis enemigos, para privarme de los honores y la
vida, 6 por lo menos de la patria. Este es un recurso muy
antiguo. Gibbon refleccionando sobre la muerte de Licinio
se expresa asi : " el conforme a las reglas de la tiranía fue
acusado de conspiración, y de mantener correspondencia insi-
diosa con los barbaros. No convencido por su conducta, por
evidencia legal, su misma debilidad nos hace presumir su
inocencia.,,
Como mi principal estudio fuese la historia, aquella maqui-
nación no me fue sorprendente. Si Catón fue acusado muchas
vices, si lo fue Phocion, no era de admirar que un ciudadano,
que no les igualó ni en virtudes ni en méritos apareciere ante
el senado é el areopago a contestar la acusación, que se inten-
taba contra el. La facultad de acusar en un pueblo libre la
contemplo una necesaria garantía. Debiendo todos defender
la patria, todos deben perseguir a los criminales. Coriolano
sera expatriado sin razón, pero Catilina no invadirá la libertad
republicana. Si los hombres juzgan, las sentencias, no pueden
ser infalibles. El interés, la adulación, la venganza decidirán
en algunos casos ; males muy pequeños si se compatan con el
que resulta de quedar en silencio los delitos. No extrañarla,
dijo segunda vez, ser acusado; no seria raro, que la acusación
tuviese por origen la envidia o resentimiento. Pero instruido
del proceso pregunté ¿ donde esta el que me acusa ? Distin-
229
guia el espíritu de Annilo, pero no lo veia. Semejante a la
deidad de los antiquos germanos, cubierto con un velo dictaba
la sentencia de muerte contra mi. ¿ No se pudo comprar un
Asinio Polion ? (5) ¿ No lo hubo ? ¿ Que juicio es este sin acu-
sador, ni delator ? El no tuvo igual en los tiempos de Tiberio
y Caligula. He demostrado en mis anteriores manifiestos, que
Ninavilca sirvió de acusador, reo y testigo. Vitelio y Veranio
en la causa de Pisón no quisieron acusar, para poder testificar.
La corrupción aun respetaba las antiguos formas. ¡ Que sera
de nosotros, si los juicios no se siguen conforme a leyes inva-
riables í
Sostenido por mi conciencia, y aun por la del mismo Jene-
ral La-Mar ; apoyado en el contenido del proceso ; públicos los
secretos de los verdaderos conspiradores contra el estado 5 de-
fendida mi inocencia en casas, cafees, plazas, tabernas y pala-
cios ; confesada por mis enemigos, y tratando cada uno de
escusarse de la parte activa, que habia tomado contra mi ¿ que
hice, y que debia hacer ? Esta la respuesta en el primero y se-
gundo manifiesto. Anteponer el bien de la patria á mis natu-
rales sentimientos ; escribir amistosamente al jefe para que se
cortase un juicio, que podia ser de la mas fuerte transcenden-
cia. Solo procuraba, que mi honor no padeciese : prometía el
olvido de cuanto se me habia hecho sufrir. Este primer paso
no me fue tan repugnante como llamar á la inquisición a un
Torquemada (6) que con sardónica risa insulto mi abatimiento.
; Que victoria para ese miserable ! No la goze pura. No me
rendi á el, sino a la felicidad de mi patria. Otón se quito la
vida por impedir una guerra civil. No habrá sacrificio á que
no me ofresca gustoso por que la America prosperé.
Cerradas todas las puertas de la conciliación ; practicándose
con descavo cuanto inspiraba la malignadad para hallar testigos,
y hacer que firmasen los presos las declaraciones que se les
dictaron ; negándoseme la audiencia por el cuerpo legislativo,
(6) Se ofrecieron ingentes cantidades y empleos para tener
acusadores y testigos.
(6) En la conversación le dije : no volvere á mi casa. Su
magnificencia no conviene a un hombre que ha estado en una car'
ceL Sonriendose apoyó : no valieron las grandes rejas.
230
que me veia fuera de su seno, sin indagar el estado de la causa
¿ me quedaba otro recurso, que la imprenta ? Este se supone
mi único y verdadero crimen. Mis papeles se exclama han
concluido con el respeto, que se debe a las autoridades. Se
han abierto los ojos del pueblo, y ya es difícil gobernarloí
Traidores a la patria les diré, donde aprendisteis esas malditas
doctHnas ? Los tiranos querían los hombres sordos para que
fuesen mudos. No les convenia que oyesen la voz de la razón,
por que esta les enseñaria palabras de justicia para reclamar
de la usurpación de sus derechos. Por eso se prohibieron con
tanto rígor aquellos obras, que eran las antorchas, que condu-
cian al puerto de la salud. Ya vimos en la época de la dictadura
renovarse esas barbaras leyes, las mismas que se quisieron
poner en ejercicio contra mis escritos. Mudos, sordos y cie-
gos queréis a los Peruanos para que el pavellon de españa tre-
mole de nuevo en nuestras plazas y castillos, 6 que se elevé
otra dinastía apoyada en la reciente carta. Pretendieron los
paganos, que los libros de Cicerón fuesen consumidos por el
fuego, por que en ellos se apoyaban los discípulos de Christo.
Arnobio los increpa con estas palabras : erroris convincite Cice-
ronem, nara intercipere scripta, et publicatam velle submergere
lectionem, non est Deum defenderé sed veritatis testificationem
tiraere. (7) Se temen las verdades escritas por mi : se temen
por que ellas concluyen para siempre con el poder arbitrario.
Si algún peruano después de leer mis borrones se conviene con
la servidumbre, nos desengañeremos de que ha nacido para
ella. No : el sol se ha de levantar, los rayos de ilustración se
han de estender por nuestro continente. Se sabrá por el me-
nestral en su taller, por la verdulera en el mercado, por el cuasi-
desnudo que se recuesta en el mostrador de una taberna, que
á los oficiales públicos se les acata en cuanto son justos, y se
les abomina, acusa, y persigue si son criminales. Asegurémo-
nos en el justo concepto de lo que es un gobierno democrático
republicano. Es muy distinto del constitucional monárquico.
En este se celebra un pacto entre el presente rey por si y su
(7) JVo se me acuse que me comparó a Cicerón, Soy un átomo
respecto de su elocuencia. Lo excedo infinito en verdadero amor
á la patria.
231
posteridad,- con los ciudadanos. Ambos contratantes tienen
sus obligaciones y derechos. El Monarca de debe ser sepa-
rado sino falta a los juramentos. La violación de ellos es la
que abilata al pueblo para variar de administración. En la
%iemocracia, el contrato no es con persona señalada. Es de
todas con cada uno, y de cada uno con todos. Ninguno tiene
derecho de gobernar. En este divino sistema se hacen sociales
los derechos de la naturaleza. El pueblo no es soberano, por
que están los hombres reunidos, sino, por que cada hombre es
soberano é independente por disposición del artifice supremo.
Todos tienen acción á juzgar, dictar leyes, y ejecutarlas. Si
no lo hacen por si mismos y se inventó la maravillosa represen-
tación, fue, por que en un estado estenso las juntas serian im-
practicables, y aun realisadas, sus efectos no habian de ser
provechosos. El ruido de la multitud impedirla oir la voz de la
razón. Los socios eran también perjudicados en sus trabajos
y destinos. Se separaba al labrador del campo ; al artesano
se la hacian suspender sus obras ; al traficante se le distraya de
de su cálculos y negociaciones. Fue el remedio elegir, quien
diese leyes con arreglo á la voluntad general, y nombrar los que
las aplicasen y ejecutasen a nombre de la república. Los en-
cargados de estos objetos, sin dejar de ser ciudadanos y gozar
de la natural soberanía, son unos siervos asalariados por la so-
ciedad, á la que deben responder de sus operaciones, sin pre-
sumir jamas, que el puesto los eleva una linea sobre sus iguales.
Por el contrario, sus obligaciones se duplican ; las que tienen
como socios y las que se añaden por el ejercicio de sus em-
pleos. Reducido esto a brevísimos términos : las ocupaciones
publicas tienen por fin el bien de la nación, no el engrandeci-
miento de alguna persona ó familia. Todos y cada uno pueden
exijir del empleado que conteste de su conducta publica, del
desempeño de sus deberes, de las ampliaciones ilegales, que
dio a sus facultades limitadas. Me postro delante de la mages-
tad del pueblo, respeto los majistrados, no adoro falsos Ídolos.
Instruidos en estas verdades, conseguiré que mis compatriotas
no tiemblen al acercarse a gobernadores y jueces ; no consientan,
que se les insulte, distinguiendo el órgano de la ley, del ingrato
orgulloso, que corresponde con injurias al que le da el pan que
lo alimenta. Estas son mis macsimas. ¿Soy culpable por ellas?
Paciencia : mis crímenes han de ser muy repetidos.
232
No pudiendo convencerme del delito de sedición, ni atrevi-
éndose a denunciar unos manifiestos, que son un compendio de
derecho constitucional, se veían como el caminante que engañ-
ado con apariencias se halla al fin delante de un horrendo
precipicio. Desistir de la empresa era ruboroso ; conseguií
el éxito imposible. El honor es la vida del militar : el concejo
de guerra no habla de prostituirse a copiar la sentencia, que
Luna-Pizarro y La-Mar dictasen. ¿ Que partido se tomarla
en tal conflicto ? Todos presentaban terribles obstáculos. Mis
instancias por la conclusión eran continuas ; mis notas repetidas ;
el publico anclaba, por que se finalizace la causa ; se ajitaban
las provincias por saber el resuhado de un asunto tan ruidoso ;
el proceso corria de mano en mano entre los letrados adictos
al que podia afianzar ó adelantar su fortuna ; en los conclaves
nocturnos solo se trataba de esa materia ; se tuvieron diversas
juntas y variaron los dictámenes. Para instruirse de mis pen-
samientos ocurren á los medios mas viles é indecorosos. Se
me ponen espias a todas horas ; hacen que se sienten en mi
mesa, no me dejan un instante solo con mis buenos y leales
amigos ; se me traen noticias falsas para asechar mi semblante
y contestaciones ; se me leen impresos, que cada dia publican
los comprados periodistas par enardecerme y ajitar mi estudiada
paciencia ; moviendo los resortes de mi corazón ; nada se omite
de la rutinera falsa política. ¡ Que antiguas son estas practicas !
Tácito me las enseño muchos años antes, refiriendo lo que
ejecutaron los cortesanos en Roma, para perder a la viuda de
Germánico. Ni entonces fueron suficientes para cubrir la in-
justicia, ni ahora alcanzaron para salir del oprimido lance.
Podia dilatarse la revolución algún tiempo, pero no impedirse :
el concejo de guerra habia de comenzar.
Vidaurre va hablar delante del publico en su causa. Mas
asustaba esto al Presidente La-Mar que los ocho hombre ves-
tidos de blanco, que se imaginó iban a apoderarse de Lima.
Si aquella farsa lo dejó sin dormir algunos noches, los resulta-
dos de esta scena no le permitían un instante de sosiego. Un
orador incendiario a quien con injusticia se le tuvo en una cár-
cel ; un demagogo, que hechiza al pueblo, ajita las sentimien-
tos y dispone de los corazones ; el que en veinte y siete de
Enero del año anterior derrumbo el tronó de Bolivar ; el que
233
en k corte de Madrid hablaba y escribía siaternor, defendiendo
los derechos de la America ; el que me deleytaba en un tiempo
con su conversación privada y mereció mis continuos elogios
en la mesa ; este, este ha de ser oido, por una multitud que
conoce, que todos sus males dependen de haber sostenido con
ecsesivo ardor la libertad, e independencia de su patria. ¡ Que
perspectiva tan obscura y triste para el que pocos meses antes
fue distinguido con los titulos de justo y moderado ! Se pre-
sentaba á su idea cuanto podia decir en mi defensa. Sabedor
de las maniobras de los subalternos encargados, y no ignoran-
do, que ya me eran palpables, se ruborizaba desde su gabinete,
al contemplar que sallan a plaza con todas aquellas pinturas de
que usaría por el dolor y resentimiento. No se engañaba en
mucho : había leído mi primero y segundo manifiesto, y era de
juzgar, que algo tendría reservado para esplicarlo de palabra.
La nulidad del proceso fue notoria. Para fundarla, no necesi-
taba valerme de muchas leyes, ni doctrinas. Era suficiente
un dogma legal no controvertido en las monarquías absolutas
y que es hoy un principio constitucional. El quebrantamiento
de las leyes que arreglan la forma del proceso causa nulidad.
No siendo asi, los jueces eran legisladores ; y los individuos
tiranizados por la unión de esos dos poderes según el pensami-
ento de Montesquieu. Se ampliarían o limitarían los términos;
se omitirían sustanciaciones en unos casos, y se aumentarían en
otros ; el ínteres, el afecto, o el vil cohecho tendrían lugar de
ejercitarse con franqueza. J 7 .r>:ji
Se me despojó del fuero de Presidente de la corte suprema
contra articulo expreso de constitución. Para ello se compuso
por La-Mar un tribunal con el nombre de consejo de gobierno.
Es decir una comisión. Allí se decide contra el voto de los
dos presidentes provisionales de la corte suprema, y superior
de justicia. Ambos fueron de dictamen, que mi dechnatoria
debía ser admitida. (8) El ejecutivo se hace Juez en su mis-
ma causa y me sujeta al consejo de guerra con el infundado y
abominable parecer de los dos fiscales. Sera la vez primera ;
(8) Acuse antes al sr. Cabero por que güiros me aseguró
que habia opinado contra mi, siendo solo en mi favor el sr.
Armas.
30
234
que unos abogados ^ue solo tienen voto informativo sean pre-
feridos á los presidentes de las cortes. Es también dificil, que
haUa una causa que tenga semejanza con esta. El vicio en el
tronco del árbol del mal se estendia en todas sus ramas. Si no
hubo autoridad para desaforarme, todo es nulo. Es muy rarír
me dijo un Jeneral ver al Presidente propietario de la corte
suprema juzgado por militares. A este defecto espantoso se
añadieron otros muy circunstanciados. Para recibir los decla-
raciones al Fiscal y secretario se añadió contra la ordenanza
tercera persona, que fue el español Herreros. No se admitie-
ron las recusaciones de Chumpitas y Manco con oposición de
una ley terminante y ejecutada en el mismo juicio, cuando
Delgado recuso á Quiros. No se entrego el proceso á los de-
fensores, arbitrándose una nueva forma, y violentándolos a pesar
de sus repetidas protestas a que uno solo leyere, y extractasen
los demás (9) : era para que no examinasen las muchas
iniquidades, que resultaban de la simple lectura. En la lista
de Jenerales que deban asistir al consejo se omitió a Don
Domingo de Orue y se coloco en su lugar un coronel. No
siendo estos llamados sino a falta de Jenerales la sentencia iba
a tener la nulidad insanable, de ser pronunciada por el que no
era juez ¿ Pero para que especifico ? Paginas y clausulas son
otras tantas nulidades.
Por lo que me pentenecia personalmente, si antes Ninavilca
apareció como delator, testigo y reo, ya se babia retractado en
publico, y toda la ciudad estaba impuesta de este acontecimi-
ento. No alcanzo a pintar con vivos colores el regocijo con
que el vecindario recibió esta noticia. Los hombres se dete-
nían mutuamente en las calles para indagar la verdad del hecho.
El secso delicado y bello, objeto de mi amor, enloquecía.
Todas preguntaban ¿ como s^^ cubre el gobierno ? ¿ Como se
satisface al que tan inicuamente fue insultado y ofendido ?
Aunque el español Herreros se valió de Delgado para que le
(9) Presencio el Sr. Calero una agria disputa que tuvo
conmigo el secretario de la causa queriendo sostener este ab-
surdo. Se alegaba el deseo que tenia el Gobierno de que
finalizare, JVo se conviene esto con lo que resulta de mis
notas.
236
escribiese a Ninavilca las instrucciones, que debia dar para su
defensa acusándome en ellas, lo resistió firmemente, expuso
lo cierto bajo de su firma y centregó el papel con que se le
habia querido sorprender de nuevo. Ordenó, que se le defen-
%diese con arreglo á su nota, y sin separarse de ella. De todo
esto eran avisados el Presidente, Lura-Pizarro y los Ministros.
Su paror y vergüenza la comparo con la de aquellos sacerdotes
paganos cuyas supercherias fueron descubiertas por Daniel,
cayendo el idolo destrozado a tierra. Ignoraban, que el mayor
Rueda en presencia de Don Justo Samalta puso en mis manos
la retractación original, y una copia de lo que últimamente se
habia tramado contra mi. El traslado de estos piezas que
acompañan mi representación, son las únicas con que pense
hablar en el consejo de guerra. ¿ Que hubiera dicho ? Hoy me
seria imposible hacerlo de igual modo : se ha evaporado el
fuego que me inflamaba.
Es indubitable que él miedo es un mal consejero. Los
buenos politicos como los militares han de reconocer en sus
planes los puntos de honrosa retirada antes que los de combate.
La mascara habia caido, y el espectro se manifestaba. En este
caso, cuando sagaces pudieron tomar sus medidas, sirviéndoles
de norte mi genio é Índole, eligieron el medio que iba á hacerlos
mas abominables. Suponen nuevas sediciones promovidas por
mi, o en que era cómplice. ¿ Quien daria asenso a esta qui-
mera? Orgulloso al ver a mis enemigos envueltos en su misma
iniquidad ; esclarecidas sus pérfidas tramas, y sin el mas peque-
ño punto de apoyo ; anclando por el momento de presentarme
delante de mis jueces y conciudadanos ; soñando con el intenso
placer que me habia de producir el triunfo ; encerrado en una
cárcel publica ; habia de tomar parte en empresas temerarias
y no verificables, aun cuando hubiesen sido ciertas ? Ni los
que las fraguaron se engañaban, ni engañaron a otros. Sin
embargo en una semana se disponen dos : el fin era dilatar el
consejo de guerra. No escribo sobre la primera comenzada
por una delación y en la que se suponian comprometidos algunos
oficiales del batallón de Guampani por que aunque el fiscal al
principio para darle al enredo un grande apararto pidió, que se
pusiesen incomunicados los presos de la causa principal, no se
accedió a ello : este nubarrón quedo disipado eo el brevísimo
236
termino de cuatro dias, sin volverse a tratar mas de aquel asunto*
La segunda merece alguna detención. Ella es una prueba,
de que los ambiciosos derraman la sangre humana sin terror,
siempre que conviene a sus intereses.
Se ha dicho, que fue promovida por cuatro jóvenes oficiales,
cuyas edades reunidas no montan a ochenta años. La mayor
graduación entre ellos era la de teniente. El intento, sacarme
de la cárcel, poner al jeneral La-Mar en el sitio en que me
hallaba, darme el mando politico de la república y el de las
armas al jeneral Necochea. Para esto habian seducido a los
sargentos de algunas compañías de un batallón compuesto todo
de indígenas reclutas, que no sabian ni el manejo de las armas,
ni nuestro idioma. El principal actor de este negocio era un
niño Salaberry, hermano del mayor del mismo cuerpo y distin-
guido por su estupidez y atolondramiento. Aquí ruego mucho
la atención. El Fiscal de mi causa Ayende, cuya perversa
conducta estaba patentizada, era el comandante : Viviá en la
casa de los Salaberrys comiendo y durmiendo en ella. De
resultas del terremoto de treinta de Marzo se habia llevado a
la madre de ellos al cuartel donde permanecían juntos : eran las
relaciones las mas estrechas. ¡ Que fácil valerse de un mu-
chacho sin luces, ni previsión para figurar un motin y tener la
gloria de haberlo sofocado ! Como el gobierno debia estar
instruido, era fácil el perdón para el dehncuente, y aun man-
tenerlo en el grado que tenia. Estas son presunciones, no
convencimientos ; negocios de esta especie no admiten una
justificación completa. Puedo añadir dos indicios : el uno
débil, el otro mas fuerte. Como tres dias antes del aconteci-
miento de que estoy tratando, un capitán español nombrado
Rosy, creatura de Luna Pizarro y enemigo declarado mió,
estuvo en el cuarto del oficial de guardia de la cárcel, hablando
como dos horas en secreto. El oficial era ese Salaberry, que
apareció a la frente de las compañías. Este capitán, el mayor,
el comandante y Herreros son Íntimos amigos. Estando cierto
de ello, y presentes las prevenciones que me habían hecho las
personas que se interesaban por mi, de que me resguardase
mucho, pues un asesinato podio finalizar el proceso, dormi
aquella noche con bastante cuidado. No podía alcanzar, que
cosa trataría Rosy, que es de muy buen talento y luces, con
237
un semi-automa incapaz de sostener una conversación en orden
cinco minutos. Ello es, que la noche de la azonada estaban
reunidos los mencionados en casa áq dicho Rosy, y dijeron haber
recibido alli la noticia de lo que se estaba ejecutando en el cu-
^ artel. El segundo indicio es mas vigoroso. La noche del
movimiento después de impedido, la madre del joven Salaberry
suplico por medio de una criada a mi fiel é intima amiga la
excondeza de Monte-Mar, que lo escondiese y protejies. Se
negó abiertamente a ello ; y es innegable, que si por una falsa
compasión accede, forman armas mis enemigos y nos envuelven
á ambos ¡ Malignas convinaciones inútiles para usadas contra
el que ha hecho su estudio en Tácito y Tito-Livio !
El desenlace de esta comedia es entre ridiculo y trajico.
Se ha de recoradar que á los reos principales de la causa los
pasaron al cuartel de Ayende para que este y Herreros los
instruyesen á su amaño, ofreciéndoles absolución y recompen-
zas. Como hasta esa fecha nada hubiesen adelentado ; instrui-
dos por sus defensores, que lo que se disponia era valerse de
de sus confesiones, para criminalisarme y conducirlos después á
un suplicio ; al tiempo del movimiento seles incitó para que
tomasen parte en el. Solo lograron sorprender al Coronel
Guabique al que le pusieron un uniforme, y lo hicieron recono-
cer por capitán. El descenso era grande y una maravilla
opuesta á lo que acontece en semejantes casos. Por lo regu-
lar se toma parte en las revoluciones para ascender. No tendrá
ejemplo, que alguno se espusiere a riesgos inevitables para ser
menos. El Joven Salaberry no guardo tanta economía con
su persona : en el momente se nombró Jeneral ; titulo, que no
le duró media hora. Cinco fueron los compañías que se for-
maron ; cinco companias de reclutas contra tropas disciplina-
das, que las hubieran desaparecido, locando en el momento á
degueyo ¿ Los Jefes ? un alférez convertido en jeneral, un
coronel con la investidura de capitán. ¿ Los movimientos ?
Uno solo : haberse formado. Entra el mayor : corren tres de los
cuatro oficiales : Goabique quiere resistir y le da una estocada.
El nuevo jeneral deja el puesto, sin que nadie lo detenga y
todo es concluido. No ocupó hora y media el principio, inter-
medios y fin de este ponderado suceso. Las puertas de las
casas cerradas, los vecinos en el mayor conflicto y los eraisa-
238 - .
rios de la mentira promulgando por todas partes, que el señor
Vidaurre habia preparado para aquella noche una revolución,
que iba á anegar la ciudad en sangre. Esta tramoya se asemeja
a las apariciones y vuelos en los teatros mal servidos, donde
visibles las cuerdas impiden, que se mantenga la ilusión. Sií
nada se ha hecho, que no sea inicuo ; nada se ha hecho, que
no sea miserable y pequeño. i»4^q
En el momento un proceso. ¿ A quien nombra el Jeneral
La Mar de Fiscal, al mismo Ayende, que lo era de la otra
causa ; al mismo que habia usado de toda clase de engaños y
violencias para dar colorido á la impostura ; al mismo cuyo ex-
esos le hablan manifestado diferentes defensores y personas
partícula res ;al mismo que se hallaba recusado por dos de los
presos ; al mismo contra quien habia yo dirijido diversas notas.
Luego La Mar no queria, que se procediese en justicia ; luego
no deseaba que se esclareciese la verdad ; luego no era su animo
dejar tranquila la inocencia. El que presta un puñal al que
sabe que va á cometer un asesinato es cómplice del crimen.
Por derecho canónico se pierde la facultad de presentar, haci-
éndolo en el notoriamento indigno. El superior a quien le
constan los defectos, abusos y delitos de un subalterno, no lo
separa y corrije, expresamente aprueba su conducta. Asi pro-
cedían los principes de Roma, ciertos de las vexaciones é injus-
ticias de los Prefectos. Obraban estos con arreglo a comuni-
caciones reservadas. Este hecho no permite la menor duda
de que cuanto Herreros y Ayende practicaban era sancionado
antes en el gabinete del Presidente. No se me increpe con que
mis cuadros están siempre obscurecidos por las feas sombras
de las personalidades. Reúnanse todos los datos que apoyan
mi proposición, y se hallara demostrada : lo hago para no repe-
tirlo después. Comienza la causa sabiendo La Mar que era
inocente. Se prueba con haberle avisado, que se me ofrecía
un cuartel y tropas ; haberle leido la carta de Delgado y tam-
bién la respuesta. No quisó que se me juzgase en mi fuero,
para tener a su disposición los subalternos. Me puso de car-
celero á un español, instruido de que era un perverso intrigante
y notorio enemigo mió. No accedió á que extrajudicialmente
se reconociese y cortase el proceso. Se negó a que me defen-
diese yo mismo. No admitió las recusaciones del Fiscal. Negó
239
los autos a los defensores. Dilato la resolución en cuanto es-
tuvo á su arbitrio con ardides bien concidos. Reúnase todo
esto al nombramiento de Fiscal para esa segunda causa, y pro-
ducirá aquella certeza moral, que basta para juzgar, según el
% pensamiento del mas sabio de los Italianos. Con este preámbulo,
vamos a ver el resultado.
Toda aquella noche se invirtió en tomar declaraciones a los
sargentos, haciendo de secretario y director el capitán Rosy.
Se trabajo infinito, por que me comprometiesen los reos. A
pesar de los exfuersos, no se logró cosa alguna sustancial. Al
amanecer el Ministro Mariategui se encerró con ellos prodigalí-
zando ofertas y mentiras. ¡ Un ministro de estado tomando
parte activa en una causa criminal ! i Serán libres los pueblos
donde se mezclan asi los poderes ? Fueron diferentes los su-
gestiones, no teniendo un punto en que fixarse. Sin embargo,
renunciando el decoro, y el mortal rubor que causa al hombre
ser sorprendido en una falsedad, da en la mañana cuenta al
congreso, afirmando con audaz impudencia, que estaba conven-
cido de una segunda revolución, que hubiera sido muy funesta,
a no ser impedida por las sabias y prudentes disposiciones del
gobierno. Luna Fizarro gritaba en corredores y salas : no hay
que dudarlo — la patria está en riesgo — es preciso que caiga la
cabeza de este Catilina.
El proceso que habia comenzado por escrito, de un modo
monstruoso se trastorna en consejo de guerra verbal. Fue en
la noche secretario Rosy en la mañana el capitán Carasas, que
corresponde a la misma facción. Se reúnen los jenerales, que
debían ser mis jueces para el que ya se queria caracterisar con
el nombre de incidente. Se oyen a todos los reos, y solo se
avanza con las preguntas, que uno dijese, „ que era mi sobrino
hijo de una hermana, y que habiéndole asegurado, que el mo-
vimiento se dirijia a sacarme de la prisión, accedió a ello.
Como esta representación no se ha de limitar a los estrechos
limites de las dos cámaras, y se esparcirá sin duda por todo el
mundo conocido, se me perdonaran digresiones de que no puedo
prescindir. Mi padre tuvo varios bastardos ; entre ellos la ma-
dre de ese joven. Nunca uso del apellido de Vidaurre, sino
el de Brabo. A el no lo conozco, ni lo he hablado jamas. Si
me tiene tan buen afeto, que expuso su vida por mi, sera indis-
240
pensable lo agredezca y proteja su familia. Pero mucho mejor
hubiera estado, que no se dejase conducir incauto á un preci-
picio.
Otro reo declaró que se le había dicho que yo ofrecia quini-
entas onzas de oro para la revolución. Como el primero no (
espuiese, haber sido solicitado por mi, ni el segundo haber oido
de mis labios la oferta, los jueces no creyeron legal el tomarme
declaración. Entre las gentes del foro esta es una prueba com-
pleta de no resultar complicidad. Asi es, que solicite del
Presidente del consejo de guerra, que se pidiese al congreso
copia de la nota del ministro de estado en que daba cuenta del
suceso, para cotejarla con el sumario y demostrar, que no
avergonzado del primer engaño para lograr que desaforasen á
los disputados, habia tenido arrojo para pretender alucinar de
nuevo con relaciones inmediatamente desmentidas. Cuando el
hombre no muda semblante con esto, ya es capaz de toda clase
de delitos. Un miente V. es la mayor injuria para el que tiene
honor. Se me dirá que la politica es la ciencia de la mentira ;
que Fernando el católico se lisonjeaba de sus fraudes ; y que en
los manifiestos de los principes se hallan siempre bajo de bellos
coloridos. Contestare, que aqui se une lo deshonroso a lo
grosero y que las respublicas cimentadas en la virtud deben
abominar macsimas, que necesitan para sostenerse los tiranos.
Ignoro el éxito de mi pedimento. Me consta únicamente que
reunido el consejo de la mañana a la noche, el juicio tuvo un
otro cambio, decidiéndose, que fuese por escrito.
Aunque como he dicho, con saber que no se me tomo decla-
ración se esclarese, que la segunda impostura fue tan desgra-
ciada como la primera, haré algunas ligeras reflexiones. No
son perdidas. Lo que aperece como asunto personal enseña
mucho a los abogados y jueces. Las cartas de la montaña es-
critas por Rousseau hablan del mismo, y nadie las desprecia.
^ Cual es la ciencia verdadera ? el conocimiento del corazón
humano. Este se adquiere mas por los hechos prácticos, que
por las teorías generales. Se aprende de este modo con placer
y entretenimiento. El que se aplica a la jurisprudencia se em-
belesa, leyendo las causas celebres de Pitaval, Richer, y las
arengas de D'Aguesseau : a esa familia corresponde este pro-
ceso.
241
El Jeneral Necochea era según el plan el que se habia de hacer
cargo de las armas, a mi se me destinaba únicamente al mando
político. Pregunto ¿ el Jeneral Necochea estaba convenido
conmigo, o no lo estaba ? Si lo estaba, ambos somos delincu-
^ entes. ¿ Y si era un correo como era presidente del mismo
consejo de guerra, que debía juzgarlo ? Con el resultado del
sumario se consulto al Jeneral La Mar, para saber si continuaría
de juez ? Fue la repuesta, que no habia inconveniente. No se
le creía comprometido en aquella niñería. ¿ Y por que se pre-
sumía de mí, refiriéndose las declaraciones á ambos ? Tomo el
otro extremo : la revolución estaba tratada conmigo no con el ;
se ponian a su disposición las armas ; con ellas mismas me res-
tituía a la prisión y después al cadalso. Su honor no le per-
mitía sojuzgar al ejecutivo, y corresponer mal a un jefe que lo
habia hecho venir de Buenos Aires para que lo amparase y
sostuviese.
No dejo un flanco por donde se me ofenda. Ahora me
figuro que el Jeneral Necochea y yo habíamos perdido el juicio,
pues no podía ser de otro modo, y estábamos de acuerdo en
aquel movimiento. Quiero mas, y adelanto, que todas las tro-
pas de la capital se nos reuniesen. ¿ Cual era la conclusión de
esta pieza ? Para projiosticarlo, se ha de dar razón del estado
militar del Perú. En el sud se halla el benemérito Jeneral
Gamarra a la cabeza del principal ejercito. El obra de un
modo independente. Desobedece las ordenes de La-Mar y
las desprecia, promueve, licencia, castiga y da grados sin con-
sulta. Aumenta las plazas de los batallones y escuadrones y
el numero de ellos. Estos son hechos no sujetos a controver-
sia ni disputa. Hechos necesarios. No procediendo así, ya
no tendríamos ejercito, como no tenemos hacienda. Pudiera
repetir pruebas muy circunstanciadas, pero elijo de ellos una,
por la relación que tiene con mi causa. La-Mar remitió a ese
Quiros, primer fiscal, al ejercito. Gamarra se negó a recibirlo,
aleguado, que era díscolo, chismoso, embrollador y que el solo
era bastante para que la tropa perdiese su moralidad ; que los
oficiales habian representado para que no se le admitiese ; y que
no era posible cumplir la orden sin trastornar el arreglo en que
estaba el ejercito. ¡ Ha si Gamarra hubiera sabido, cuales eran
los designios, e instrucciones de Luna-Pizarro ! La-Mar lo
31
242
teme, sospecha de el, y ha procurado con cavilosidades sepa-
rarlo de la fuerza armada. Poco valen las ofertas al Duque de
Berganza para que abandone Portugal. Tiene amigos, compa-
triotas, valor y talentos. No se contentara con una segunda
plaza el que puede y debe ocupar la primera. Luna-Pizarro*
ideó, que el Vice-Presidente Dn. Manuel de Salazar renunciase,
para colocar a Gamarra y traerlo a Lima. Este señor que
tiene la mania de ser hombre de gabinete, no considera en sus
cálculos las incógnitas. Que no repare, en que renuncia la
amistad, que ha tenido con el Vice-Presidente ; los ambiciosos
aprendieron de los triumviros a venderse mutuamente las ca-
bezas de sus amigos. ¿Y convendria Salazar en hecho tan
degradante? Hubiera sido el oprotrio de los que lo aman, y de
los que lo miran con indiferencia. Gamarra no aumentaria su
justo engreimiento con el mismo temor, que descubrian ala-
gándolo con la Vice-presidencia ? Politicos adocenados debian
estudiar al principal maestro de esa ciencia. Sabrían, que el
que es temido, es siempre vencedor.
Con lo espuesto, sera molestia el discutir sobre el otro ejer-
cito del Norte. Necochea, que es un extranjero, y yo, que no
soy mas que un viejo de huyete Íbamos á ser sitiados en nuestro
palacio de Lima, sin armas ; sin dinero, por que no hay ninguno
en las tesorerías ; sin recursos, por que no se facilitan a los in-
considerados ; y uhimamente sin relaciones en las provincias.
El caso de Balbino y Máximo. Decia el primero, tenemos el
amor del pueblo, del senado, del genero humano. Contestaba
el segundo mas prudente : yo temo el odio de los soldados y
los fatales efectos de su resentimiento. En una nación armada,
las armas han de dar siempre la ley. La voluntad general es
un clamor infecundo, donde puede ser sofocada por el estruen-
do del canon. Donde hai cuarteles y uniformes al diario, el
estado se divide en dos partes, una que manda, otra que obe-
dece. ¿ Puede haber cautela, que alcance a evitar este mal ?
una sola. Hacer que el hombre, no sea hombre. Lo desnu-
daremos de sus inclinaciones naturales, reemplazándolas con
acrisoladas virtudes. ¿ Esto es de conseguirse ? No. Tam-
poco, que un ejercito baje sus banderas a los pies de un usur-
pador que no es su creatura. Mis juicios a ninguno deben
hacer tanta fuerza, como al Jeneral La-Mar. El enseño el
243
ejemplo, deponiendo al Virey Pezuela, cuando ambos servían
al Rey de España : el fue espelido de la junta de gobierno
por las tropas del Perú. No es la primera vez, que he
filosofado de este modo : iguales pensamientos se hallan en
\iuchas de mis obras. Firme en ellos, ni unido con el Jeneral
Necochea, ni separado, entraria en la revolución.
i En la revolución en que era jefe Salaberry ¿ Me decubria
con el? ¿Quien me lo garantizaba? ¿La amistad anterior?
Nunca la hemos tenido. ¿ Las personas respetables que lo
sostenian ? ¿ Quienes eran estas ? Habia de estar cierto, que
comunicar con el, era abrir mi pecho al mismo fiscal de la
causa, a cuyas ordenes militaba, con quien vivia, y comia, — y
cuyos vincules he descripto antes. Pare la pluma un momento,
para dar lugar a las lagrimas, admirando la serenidad con que
los tiranos de Atenas derramaban la sangre de sus conciuda-
danos. Goabique murió y tal vez habrán muerto los sargentos
por sentencia alcanzada por sus mismos seductores.
No era tan fértil el talento de mis enemigos, que pudieran
tramar de pronto para impedir el consejo de guerra. Al fin se
abrió el viernes veinte y cinco de Abril. Muchos dias antes un
numeroso gentio rodeaba la capilla, donde habia de tenerse.
Lo mismo es comenzar, que se agolpa al sitio, guardando el
mas profundo silencio y sin que por el bullicioso se reconociese
la multitud. No querian perder una silaba, y demostraban el
deseo de escuchar con los oidos y los ojos. Se invierte la
mañana hasta concluir con mi declaración instructiva, la de los
reos principales y la sumaria. Se levanta el consejo citando
para el dia siguiente. Los que habian concurrido se esparcen
por la ciudad llevando en sus caras los signos del asombro.
Esos signos que se notan en el que presencio un horrible asesi-
nato. Repetiré algunas expreciones en el estilo vulgar en que
se profirieron=este suceso es un escandalo=una maldad=no
so puede oir con pacienc¡ii=nadie esta ya seguro en su casa=
no se ha querido sino separar al señor Vidaurre de la tribuna=
todos los iniquidades están descubiertas=¡ que maldito cléri-
go !=¡ que picíro español I (Herreros).=como el gobierno
protege esta injusticia ? Estas eran las clausulas mas modera-
das. Se oyeron otras fuertes y peligrosas. ¿Que hemos ade-
lantado con nuestra independencia? Nunca subió a tanto la
244
tiranía de los españoles. Nos desprendimos de Bolivar, que
nos habla dado la libertad, y otro extranjero gobierna con menos
sujeción a las leyes y mayor rigor. Esto es abusar de nuestro
sufrimiento : el tendrá limites. El susurro destemplado y
amenazador se percibia en el gabinete. Los cobardes minis-^
tros pálidos y en convulcion. El aleteo de las moscas estre-
mecia al Jeneral La-Mar. Se llena la cárcel : infinitas perso-
nas vuelan a darme parabienes. Reconosco en unos los
palabras conformes con los corazones ; en otros, hipócritas y
fingidos aplausos. Sin que me enloqueciese el placer respon-
do : suspéndase aun el regocijo.
Parece, que estaba oyendo a la misma hora á dos de los
jueces del consejo de guerra en conversación secreta con La-
Mar y sus ministros. Somos perdidos : nada resulta contra el
señor Vtdaurre : los encargados de formar el proceso se hayan
en el mayor descubierto : si aun sosteniéndose JVinavilca en su
declaración, no era una prueba legal, ¿ que diremos, cuando se
ha retractado 9 el pueblo esta en fermento, y puede ser que su
displicencia toque en furor. Es de temerse, si ese hombre habla
en publico y con libertad. No eran necesarios muchos exfuer-
sos para concluir con los últimos espíritus del Presidente.
Nada se le decía, que antes no lo hubiese concebido. El no
interrumpido movimiento de sus labios y sus dientes, apenas le
permitió preguntar, ¿y que haremos en este caso ? Uno de los
concurentes contesto, matarlo o expatriarlo. La Mar elije el
segundo medio, y pide al congreso audiencia secreta para
aquella noche.
No había pasado la nota y ya tenia noticia de ella, y de
cuanto se habia tratado en el gabinete. En mí tertulia lo dije
con sonrisa. Es cierto se me contestó : el Presidente ha venido
al Congreso. Alli propuso el ultimátum, o que se le admitía
la renuncia de la presidencia, o que se le autorisaba para ex-
patriarme. Es imposible gobernar, donde el señor Vidaurre
hable, y escriba. \ Que perfecta igualdad guarda mi historia
en todas épocas. Esas fueron las palabras de Abarcal y de
Unanue. No se me halla crimen y se ocurre al ínfluxo de mis
doctrinas para arrojarme del paiz. No hubo mas diferencia,
sino en que los vireyes ocurrieron á Fernando, y La Mai^ a un
congreso donde Fernando tenía cuarenta vasallos para sus pre-
245
tenciones. Confeso con rubor, que fui engañado : no presumí,
que se concediese tan barbara facultad. Esto era prostituirse
en publico, con menos pudor que las meretrices en las plazas.
¿* Podia persuadirme, que una asamblea que representaba la
^soberania del pueblo se precipitase por insania, o por malicia á
ser cómplice de una delito de magestad ? No habia concluido,
la primera semana, en que se habia publicado la carta ; esos
mismos diputados la juraron ; la juro el Presidente, protestando
delante de un numeroso concurso, que primero morirla, que
faltar en una coma á su observancia ; se solemnizo el acto en
cuanto fue posible, para que por los sentidos se percibiese Ja
grandeza esencial. Por los sagrados pactos los hombres se
reúnen para formar una nación. Quebrantar el código político
es el verdadero delito de infidencia. En las monarquías abso-
lutas se comete siendo infiel á la persona en quien reside la so-
beranía ; en las repúblicas democráticas, violando el contrato
que establece la soberanía nacional. Equiparo la solicitud del
Presidente con esta proposición. Consentidme y habilitadme
para que perjure. Cedan las leyes a mi voluntad : revoquense
y anúlense para que tenga efecto mi pretencion.
Ama el hombre naturalmente sus obras ; desea su permanen-
cia ; es su gloria, que se apliquen á los fines, que se propuso.
Saturno se alimentaba de sus propios hijos. Los europeos de
los suyos en America : estos eran los demonios del cielo y de
la tierra. (10) Hija del congreso la nueva carta era bastante
para defenderla y no consentir, que fuese devorada en la cuna.
Ha ! que los diputados adictos a los españoles se asemejaban á
ellos en la insensibilidad. Cuando el senado dispuso, que Ce-
sar usase todas las mugeres sin otro limite, que su apetito, dio-
la prueba mas decisiva de que los esclavos no tienen honor,
patria, ni virtud. Es mas detestable acción sacrificar la liber-
tad del estado, que ofrecer a los placeres su muger y sus hijas.
Catón no tuvo escrúpulo en seguir las costumbres de los Lace-
demonios : el jamas pudo convenirse con que se hollasen las
leyes fundamentales de Roma.
En el hecho de acceder la mayoría a lo que el Presidente
(10) Hablo de un modo figurado , sé muy bien que en los
ciclos no hay demonios.
246
propuso, dejó de ser un cuerpo legislativo, descendiendo al ver-
gonzoso estado de una reunión de traidores. Se ha de distin-
guir entre representación nacional, y junta de individuos que
fueron elegidos diputados. El primer titulo sublime se goza,
mientras se merece. Se merece conformándose a la voluntad *
general, y no saliendo de aquella circunferencia cara, conocida,
y descripta por leyes fundamentales. Estas sentencias se han
de grabar en tablas, que se custodien en el santuario de la lib-
ertad. Si se llega alli, se rompe el velo, y se alteran los pre-
ceptos, el templo se derrumba. ¿ Seria parlamento la asociación
y disolución de facciones sujetas a la voz de Croniwell ? ¿ Seria
congreso el palacio rodeado de cañones donde un joven rey
ordenó que se firmase la constitución, que el habia formado ?
Serian representantes del pueblo, lo que compusieron la con-
vención de Francia ? No. Del mismo modo que no es concilio
el de Jerusalem que absolvió á Arrio, ni el de Rimini discorde
con la fé católica. Fue caterva de malhechores la que convir-
tió al Presidente en un tirano : asi se nombra, el que quiere
administrar sin sujeción a las leyes. ¿ Si Mariana tuvo espíritu
para enseñarlo a los españoles, me mortificare buscando dulces
palabras, que hagan menos ásperas mis ideas ? El dia que se
firmo m¡ expatriación, concluyeron los dos poderes legislativo
y ejecutivo. Entiéndase, que lo digo con respecto a las per-
sonas que los ejercian. Los ciudadanos no quedaron obligados,
k la obediencia, y la obediencia seria un crimen.
No citare en sosten de mis juicios a los grandes maestros,
que cual copiosas fuentes me proporcionaron las purísimas aguas
de las majores doctrinas. Agrada infinito acometer al enemigo,
tomarle las armas y combatirlo con ellas. Esto haré recoriendo
la constitución que se juró seis dias antes. Articulo 8. Delega
(la Nación) el ejercicio de su soberania en los tres poderes.
Delgada, no trasmite, por que la soberania no puede trasmitir-
se. Si se trasmitiese, la democracia se trasformaria en oligar-
quía. Delega, mantiene la superioridad, que permanece en el
delegante para con el delegado. Este es el poder superior a
los tres poderes, que esplique cuando se trató de la lejitimitad
del nombramiento del Arzobispo. Este es el poder del pueblo
soberano, reconocido por la misma constitución como ya mani-
festare.
247
Articulo 9. JVinguno de los tres poderes podra salir jamas
de sus limites prescriptos por la constitución. Luego saliendo
- ' alguno de ellos de esos limites, ya no es un poder. ¿ Que serán
los que se ecseden ? Unos usurpadores de la soberanía nacional.
Los tiranos de Atenas, los reyes de España, desde la época en
que dictaron leyes sin stamentos : ¿ que remedio en el caso de
haber traspasado sus órbitas los dos poderes legislativo y ejecu-
tivo ? La ley de Creta y de Inglaterra : armarse los elúdanos
contra ellos, y restituir la constitución a su practica y vigor.
¿ Escandalizo con lo que digo ? Pues a la letra es el articulo
172, sancionado por ellos mismos. La protección de les dere-
chos politicos y civiles de los ciudadanos ecsije de cada miembro
de la sociedad el deber de concurrir al sosten de esa protección
por medio de las armas y contribuciones en razón de sus fuerzas
y SM5 bienes. ¿ Y cual es el caso propio en que se necesita esa
protección ? Cuando el ejecutivo, que es el presunto enemigo
de la libertad, directa, o indirectamente la ataca. Por el arti-
culo 174 : Todo peruano puede reclamar ante el congreso, ó el
poder ejecutivo las infracciones de la constitución. ¿ Y si las
infracciones son del mismo congreso, y del ejecutivo a quien
ocurrirán ? No hay duda, que al pueblo en masa para que se
una contra los delincuentes. No son estos unos negocios que
pueden reservarse para otro tiempo. El despotismo es un árbol
de tal naturaleza, que crece y se robustece por instantes. Si
no se le arranca en el dia en que se le ve nacer, después de
grueso su tronco repele la hacha de mejor temple y filo con
estrago del que da el golpe. La primera humillación que se le
hizo sufrir á la madre de Louis 13, fue la semilla de la arbitra-
ria administración de Richelieu. Si nuestros hermanos los del
Norte hubiesen sido indiferentes a las innovaciones de la metro-
poli contra su libertad, ellos serian hoy mas esclavos, que lo
que nosotros fuimos. Comparo la tiranía con la agua que con-
duce un cause. Si halla un punto cuasi imperceptible, por
donde irse introduciendo, en breve lo estiende y dilata, hacien-
do caer en tierra el muro ó edificio, que se oponía a su fuerza.
No se ridiculisen mis teorías por ser un solo ciudadano el ofen-
dido. He demostrado lo que avanza el despotismo, si se le
permite comenzar ; y el quebrantamiento del pacto con injuria
de un ciudadano no es el quebrantamiento de todo el pacto ?
248
Es indispensable no separarnos del mutuo enlace de los pensa-
mientos. El gobierno democrático es el contrato de cada uno
con todos, y de todos con cada uno. Los derechos son de
todos y cada uno, asi como las obligaciones. Una ciudad tiene
la misma importancia, que un individuo. Adelantare sin error^
un ciudadano vale tanto como el pueblo.
Doy gracias al sacerdote de Christo, que me condujo al me-
dio de las aguas, donde separado del bullicioso tumulto de las
capitales, posseo mi espiritu y gozo de mi corazón. Continuó
mis raciocinios embelesado en ellos. ¡ Con que encanto defi-
ende el hombre sus derechos ! Facultado el ejecutivo á ex-
peler del territorio al ciudadano á quien de su orden se le puso
en una cárcel, se le siguió un proceso, y se iba á sentenciar ;
era inviolable y con inviolabilidad mas funesta á los pueblos,
que la que está declarada a los principes. La persona agraviada
que tenia acción a exijir la responsabilidad, el resarcimiento de
daños y perjuicios, la separación del empleo y el castigo, lejos
de poder conseguirlo juzgada su inocencia, y el delito del pri-
mer majistrado y sus ministros ; sufria una nueva injuria y mas
atroz, cual era, perder los derechos de la ciudadania. Que-
daba despojado de la soberanía dote de la naturaleza, asegurado
por el pacto. Por un trastorno contrario a toda ley, y no con-
ocido en las hordas salvajes, la pena recaiá en el justo y la im-
punidad en el delincuente. Inviolabilidad repito de transcen-
dencia mas deplorable, que aquella que conceden algunas
constituciones a los reyes. Como no temen estos ni la demanda,
ni el destierro, ni el cadalso, no tienen para que cubrir un cri-
men con otro. No asi el que necesita cortar las manos y la
lengua, para que no se represente, ¿ y repetidos dos o tres ejem-
plos habría, quien se atreviese á respirar ? ¡ A Dios para
siempre libertad del ciudadano ! Las garantías constitucionales
eran quimeras. Unos pocos hombres fuertes , con el poder
dispondrían de la vida y de los bienes : la verdadera oligar-
quía.
Debia cancelarse el articulo 194 la constiucion garantiza la
libertad civil, la segaridad individual, la igualdad ante la ley y
la propriedad de los ciudadanos. No tenia efecto el 197.
Todos los ciudadanos son iguales ante la ley, ya premie, ya
castigue, A unos sentenciaba la ley, á otros la voluntad
249
del presidente. Estos segundos lia de crerse con certidumbre,
que no eran culpables ; siéndolo no se recuriria para castigarlos
a medios reprobados y violentos. Para que no se mezclasen
los poderes se dicto el caso articulo 91. JVo puede conocer el
ejecutivo en asunto ninguno judicial. Su relación es estrecha
con el que sigue : caso 9G. JVo puede privar de la libertad
personal, y en caso que lo exija la seguridad publica, podra
librar orden de arresto, debiendo poner dantro de vecinte y
cuatro horas al detenido a disposición del juez respectivo.
No puede juzgar, ni prender, pero puede concluir un juicio
con una expatriación. Esta es la moral de los jesuítas, aus-
teros en los ápices, lapsos para los pecados enormes. Seme-
jante es esto al rudo gobernador, que cuidase con exeso las
puertas de la ciudad, estando abiertas brechas en los muros.
En el articulo 126. JVingun tribunal o juez puede abreviar
ni suspender en caso alguro las formas judiciales. Concilie el
mas astuto, el de ingenio dehcado, el envejecido en las entradas
y salidas del foro este decreto con el poderio para anteponer
la pena a la sentencia, y no una pena ligera, sino aquella que
los romanos equiparaban ala muerte. Está escrito en el 161
es un derecho de todos los ciudadanos, el que se concerve la
independencia del poder judicial. ¿ Permanece esta indepen-
dencia, si el congreso autorisa al ejecutiro, para que expatrie
a los que están procesados? Se ha hecho para evitar mayores
males ; la salud publica lo demanda ; ella es la suprema de los
leyes. Miente el malvado, que asi se disculpa. No hai mal
superior al que se sigue, de no haber ley segura ni fija. La
salud del pueblo en ningún caso puede consultarse con el que-
brantamiento déla constitución. Esa solud del pueblo es la
que alegaron los Silas, los Tiberios, los Robespieres, los Fer-
nandos. Los tiranos siempre tuvieron una misma politica,
unas mismas reglas, unas mismas contestaciones. Los moldes
de los inicuos no se han alterado con los siglos.
I Como se fundará, que es conveniente consentir, que el
ejecutivo saque aun Diputado del congreso ? No los quiero in-
violables por sus delitos y en algunos casos ni por sus opiniones.
Fuera gustoso de que en ningún diccionario se hallase escrita la
palabra inviolabildad. Pienso, que muy rara vez estará acorde
con la de justicia. Sea el apoderado del pueblo castigado por
32
250
sus crímenes, sealo por las doctrinas en la tribuna, si se dirijen
á trastornar los principios en que se funda la libertad política y
civil. Debe ser juzgado, pero no arrancado de su silla por una
mano poderosa y fuerte. No arrastrado fuera de la sala por
los mismos colegas, que estaban obligados á defenderlo. Un
hecho de esta magnitud consentido y aprobado extinguió para
siempre le independencia del poder legislativo. Algunos dis-
culpan la acción de Augusto expeliendo muchos miembros del
senado. Juzgan que era conveniente, que se purificase ese
sitio extrayendo excorias que opacaban su esplendor. Mi
parecer es del todo contrario. Augusto facilitó el camino para
que sur sucesores no hallasen oposición en una asamblea de
reyes, sino bajas y viles condecendencias en un enjambre de
esclavos. El decreto, que parece benéfico al publico, fue la
fragua donde se forjaron las terribles armas de los opresores.
Quedó el senado a disposición de los cesares. Sus miembros
respetables en una época feliz, se convirtieron en delatores
y agentes infames de la tiranía. Nada es per, que aumentar el
poder del poderoso.
Dejemos suspensa la resolución de disputas, que se refieren
k gobienos antiguos, enlos que no se conoció la división perfecta
de poderes, y los estrechos limites de cada uno de ellos. El
astro de la mañana no se habia visto en Inglaterra, ni el sol en
los Estados Unidos de America. Debemos á la madre el
embrión, a la hija el cuerpo animado y perfecto. No hai
libertad donde los poderes se mezclan, mucho menos donde el
uno dispone de los otros dos. Se tomo del cuello al insigne
orador Manuel, y con modo ignominioso se le saco del
salón en Francia. A otro Manuel se arrebata del congreso
peruano, se pone eu una cárcel, y no pudiéndosele probar nin-
gún crimen se le arroja de la patria. ^'Son semejantes los
sucesos ? No. los franceses tiernen un Rey inviolable, entre
nosotros no hay otra magestad, que la del pueblo. En Europa
aun existen hombres diversos de los hombres, entre nosotros
todos los hombre son iguales. Aqui el atentado ha sido mayor,
por que choca mas con las formas constitutivas. Donde hai
principe, pueden haber injusticias : donde gobierna la ley el
abuso mas corto es un horroroso sacrilegio. '
¡ La ley ! y quien la dictara en los sucesivo ? ¿ Que es la ley ?
j 251
Son los pactos que entre si y para su felicidad establecen
hombres iguales, libres, é independentes. ¿ Cual es el principio
- y fundamento de la ley ? la razón : sino es racional no sera ley.
El precepto en Phrigia en honor de Venus ; la piedad del
* salvaje comiéndose á su padre anciano ; el titulo de señores de
vidas, honras, y haciendas, que se dio, a los reyes, son los
efectos del vicio, de la superstición, de la brutal ignorancia :
estas no son leyes. ¿ Que es lo que impide el recto ejercicio
de la razón ? prejuicios y pasiones. Estos son los obstáculos,
que se oponen a una buena legislación. El pueblo que desea
tener ese bien superior a todos lo que en la tierra puede
conceder la providencia en el sentir de un filosofo, debe tra-
bajar por que se desarraiguen los prejuicios, y que las pasiones
tomen una noble dirección. Ellos están reducidos a dos :
temor y esperanza. Placer y dolor son los dos pivots de la
maquina humana. Solicitar lo que agrada, y huir de lo que
atormenta, es lo que ocupa de continuo nuestro pensamiento.
Las innumerables especies, sean cuales fuesen, corresponden á
la una, ó á la otra familia. De aqui deduzgo, que el legislador
para ser perfecto ha de estar exento de prejuicios, y no temer,
ni esperar. ¿ Sera un Dios ? es verdad : solo en el ser supre-
mo es esencial la perfección. Pero al hombre le es permitido
y aun ordenado, que avive mas y mas su semejansa con la
divinidad. Disminuir los temores y arreglar los deseos no es
imposible. Si lo fuese, la moral no seria practicable.
No chocan con mis juicios las mejores constituciones. Hal-
lamos en ellas artículos muy espresos, que tienen por fin, que
el diputado, ni tema, ni espere. En la próximamente jurada
el articulo 45 ordena que ningún miembro de las dos cámaras
pueda obtener para si durante su comisión sino el asenso de
escala. Esto no es bastante. Debia haberse señalado por
plazo el del Presidente actual. Se tomo de mi proyecto todo
el articulo 20. Nada estudié tanto como mantener ilesa la
independencia del cuerpo legislativo. Por eso esclui las per-
sonas que directa 6 indirectamente tendrian relación con el
gobierno. Si se entregan al jefe las dos llaves del corozon
humano, entra, se possesiona y domina. Hemos visto salir del
congreso algún individuo, que correspondió siempre el banco
de Luna-Pizarro, y recibir en el momento un empleo, contra
252
ía ley, que entonces regia. Ved aquí activada la esperarza.
Se abate, se aprisiona, se expatria á un representante ¿ quien
no tiembla y se ajita ? ¿ qual espíritu es tan fuerte, que no pierda
la mayor parte de su energia, sino toda ? El amor para el
bien general es una virtud no común. . Nunca hubieron .mil-
lares de Horacios y Curacios. Raro es el que expone su
tranquilidad, su fortuna, su familia por la que contempla seca
y aun impracticable theoria. Muchos de los mismos que vota-
ban conmigo, me acusan de haber fabricado mi ruina. Algu-
nos de los fundadores de nuestra lucha contra la España han
renegado de sus nobles anteriores sentimientos. Teodocio
propone al senado ¿ que religión se preferiría, si la de Júpiter ó
la de Jesu Chisto ? Libres dijo que eran los sufragios, pero
esta libertad era afectada : la impedían esperanza y temores.
Symmaco había sido arbitrariamente desterrado. Con el re-
ciente exemplo de este elocuente orador, ¿ quien no opinaría,
según Teodosío deseaba ? Se me nota el demasiddo uso de
la historia. Soy inseparable de la macsima del Lord Bacon ;
todo es error, si no precede la observación y la experiencia.
Los hechos pasados me dan a conocer los presentes y venideros.
Uno mismo es el corazón del hombre, unas mismas sus pasiones,
y si es asi, no tengo unsolido motivo para preguntar ¿ quien dic-
tara en lo sucesivo las leyes ? ¿ Hombres que esperan y temen ?
Pues no son leyes, son los decretos de jCommodo.
El mayor de los prejuicios, entre aquellos que han impedido
nuestra ilustración y progresos ha sido creer firmamente, que á
los empleados se les ha de respetar aunque sean injustos, venales,
insolentes. Fue la obediencia pasiva un error recibido, como
dogma y que se transmitió por muchas generaciones. El etiam
discolis del nuevo testamento, y la conducta que observaron
para con los emperadores los primenos fieles, apoyada por Jus-
tino, jrineo y Tertuliano, se enseño en los colegios y los pul-
pitos. Era el néctar con que se nos nutria desde la primera
infancia. La educación y las conéiencias estaban al arbitrio
dé un clero, que no habia adquirido las luces que hoy lo dis-
tinguen. Siempre abiertas las fauces, y levantadas las manos
del tribunal diabólico, ejercito de los reyes de España en las
colonias, para tenerlas esclavisadas, según el pensamiento de
Reynald, una opinión contraria hubiera conducido al novador
253
a las hogueras. Debiendo desde el momento, que comenza-
mos a respirar, haber cavado la tierra, y extraído los rayzes de
enseñanza tan detestable y opuesta á nuestros principios, me
■^ atrevo á decir, que se han adaptado con mayor fuerza. En el
%3ongrsso se gritaba. Es preciso sostener al ejecutivo, si no lo
hacemos somos perdidos : el pueblo debe estar en una completa
sumicion ; si consentimos que se escriba contra el Presidente y se
publiquen sus defectos, no se le tendrá respeto y no habrá gobierno.
Un prudente disimulo es mas útil, que un choque que aunque
justo, ponga en oposición los poderes. Cuanto daña, querer
mezclar la reglas de una monarquía absoluta con las que cor-
responden a un estado democrático, conocerá el que se haye
iniciado en los primeros elementos de la siencia del gobierno.
Esas apáticas frias reflexiones son muy acomodadas para las
naciones esclavas, donde los mandatos se sostienen por el temor :
ahi juzga Montesquieu, que perjudicarían las luces. No es
del mismo modo en las naciones donde se reúnen hombres
libres é iguales, y en las que las leyes deben conformarse con
las que dictó el autor de la naturaleza. En los libros de los
reyes tenemos, aprobada por Dios la revelion contra los malos
principes. ¿ I se percibe hasta donde llegan los perniciosos resul-
tados de esas irracionales condesendencias ? Pues atérrense al
escucharme. Todo lo actuado por el congreso depues de mi
violenta separación es nulo.
No es esta una materia exótica, una invención de la circun-
stancias, la empresa de un ingenio fértil. El hombre que hace
alarde de sus talentos tiene muy pocos. Se asemeja al pobre
que lleva en su cuerpo adornos, que no corresponden a su ha-
ber. Con los años y un estudio indecible, no he adquirido
otra cosa, que algunos principios. He trabajado por conven-
cerme de su certidumbre para poder deducir de ellos con se-
guridad mis consecuencias. Por los del derecho natural, de
gentes, politico y civil sé con evidencia, que todo acto es nulo
cuando no asisten á el las personas, que deben concurrir. Vo-
lúmenes con facilidad se escribirían copiando a, los jurisconsul-
tos alemanes. Se trató muchas veces la cuestión en las elec-
ciones de los emperadores. No fue desconocida en los tristes
días, en que los cismas afligieron la iglesia. El poder que se
dio para que se obrase en unión y de común acuerdo, señalando
264
un numero de personas, no puede ejercerse sin ellas. Si los
nombrados tuviesen facultad de desechar algunas, no serian,
comisionados : estaba en ellos la autoridad suprema. Nombra-
dos dos jueces para decidir, es nulo el juicio, sino concurren
ambos. Para componer el cuerpo legislativo elije cada pro<
vincia sus diputados : por ellos esta representada. Pero estos
elegidos de que entran al desempeño de su cargo, ya no son
del lugar del nombramiento, sino que corresponden a toda la
república : tienen entonces la aprobación de la voluntad gene-
ral. Es lo mismo, que si la nación los hubiera nombrado.
Incontrovertibles estas ideas e ilustradas por los publicistas y
politicos modernos, su evidencia crece, si se aplican á estados
consolidados en unidad de gobierno. En estos no puede haber
la mas pequeña diferencia o provincialismo : los representantes
no tienen que chocar entre si. El poder de legislar es de
todos y cada uno. Nadie tiene potestad para privar al diputa-
do ya admitido de la palabra ni del voto. Si se ejecuta, resulta
nulidad. Su persona es sagrada. Siis mismos instituyentes,
no les pueden revocar los poderes durante su comisión á no ser
por delito juzgado y sentenciado según los articulos SI y 32.
Las acusaciones criminales se han de seguir y fenecer con arre-
glo a esos articulos. Estas son las disposiciones del 43 y 44.
¿ Eran olvidadas leyes, que pocas horas antes se hablan sancio-
nado y publicado ? Si ellas rejian, si ellas debian regir es in-
concuso, que cuantos actos se practicaron después de mi ilejitima
separación, tienen en si el vicio notorio de nulidad. Pudieran
escusarse con la ignorancia de las fraudes, violencias, é ilegali-
dades en el proceso. ¿ Pero se exculparan desde la fecha en
que ocurri á ellos, reclamando el quebrantimiento de la constitu-
ción, el fuero, y carácter de Diputado ? ¿ No se les hizo pre-
sente la nulidad del código politice faltando un lejitimo repre-
sentante ? Bien sabían Luna Pizarro y sus facciosos amigos,
que era verdad cuanto se exponía por mi. Tres o cuatro veces
cada dia se le daba cuenta de la causa. Las operaciones se
disertaban en su ominoso club : el secretario, el Fiscal, el carce-
lero eran sumisos y humildes siervos, que ejecutaban sus or-
denes. La-Mar era cual Constancio en los assesinatos de su
familia : sinente potius quam jubente. Sabia el mayor numero
mi inocencia, ¿y no me estraia de las manos del opresor? Era
255
un consentimiento expreso en la injusticia. Disimularia lo an-
terior, ¿ y habrá recurso para exeptuarse del cargo en el mo-
mento, que el presidente pidió se le autorisase para mi expa-
^ triacion ? No necesitaban prueba mas infalible de mi inculpa-
bilidad. La sentencia se iba á pronunciar. Siendo un reo
convencido, se baria de nn modo justo y legal lo que se solici-
taba destrozando la antigua y nueva constitución. Desenvuelto
el dragma, conocido el maligno intento de extraerme del con-
greso y de la patria, no habiendo duda de la justicia con que
me habia quejado en mis manifiestos, el despojo, hizo que el
cuerpo legislativo quedase incompleto, nulas é irritas sus reso-
luciones. .1 .<'\nú\'\h'.
No faltarla quien se opusiese hablando en mi favor : diré mas
bien, hablando en favor de la patria. Puede ser que se usasen
argumentos mas solidos, que los que contiene este recurso. Er»
el congreso habían hombres justos, imparciales y sabios. ¿ Que
se responderla ? ¿ Que él cuerpo legislativo, que dictó la carta
pudo alterarla ? ¿ Que era permitido conceder facultades ex-
traordinarias al ejecutivo en caso de invacion ó sedición ? ¿ Que
la falta de un diputado no anulaba las leyes, siendo determinado
el numero, que es preciso para la sanción ? La piedra de
molino no pulveriza con tanta prontitud los granos, como hubi-
era reducido a su aniquilamiento tan débiles y miserables re-
flexiones : usarla de mis armas, que son los principios.
El pueblo seberano elije sus representantes. Estos apodera-
dos no pueden salir \\n punto de los limites, que se les fijan.
Los del congreso constituyente, { para que fueron nombrados ?
La palabra constituyente lo dice : para formar constitución.
Nadie lo sabe como yo. La convocatoria fue obra mia, hal-
lándome de ministro de estado. Los departamentos y provin-
cias, se convinieron en la formula, y con arreglo a ella se
estendieron actas y poderes. De aquí se deduce, que los dipu-
tados nada debieron hacer, sino presentar la constitución. Sus
atribuciones no son las que corresponden al congreso ordinario
constitucional. Cuanto practicaron excediéndose de los fines
designados por sus mandantes es nulo. Seria una monstruosi-
dad y absurdo, que un congreso fuese á un tiempo constituyente
y constitucional. En tal caso podian tiranisar, dictando leyes,
que aumentasen y perpetuasen su autoridad. Siendo conveni-
256
ente y justo, restaba, que en los poderes se hubiese expresado.
Hallo un obstáculo gravísimo para la ampleacion. En mi juicio,
ha de intermediar algún tiempo entre la formación de una carta
y el acto de reconocerla, admitirla, y jurarla. Se avergonza- ^
ban los antiguos, si á cada palabra no acompañaban un testo (
los modernos, si no dan el motivo racional de sus opiniones.
Mis ideas están encadenadas : del primer eslabón dependen los
demás. La soberanía es de el pueblo : el pueblo es el legislador :
los diputados obran a su nombre. Luego este pueblo soberano
para aprobar y dar por bueno, lo que se hizo por comicion, es
indispensable, que lo examine y medite. Privarlo de este
atributo, obligándolo a que consienta, obedesca y se sujete á
lo que tuvieron a bien sus representantes, es darles á estos la
supremidad del pueblo. Por este hecho se reconocia, que la
soberanía no habia sido delegada sino transmitida : los diputa-
dos eran soberanos.
I Podían sus trabajos haber sido contrarios a la voluntad
general ? Nadie puede atreverse a negarlo. El diputado por
serlo no adquiere la infalibilidad, ni se hace incapaz de pecar 6
errar : ^ Ha cuantos pecados y errores hemos presenciado en
ese congreso ! Antes de su instalación, desde la juntas prepa-
ratorias habían escandahzado con viles pasiones, y ruines inte-
reses. ¿Y si hubiesen escrito una constitución monárquica?
En ese caso se responde, nadie tendria por absurda la oposi-
ción. ¿ Y en la copa de oro del nombre democrático, no podia
esconderse el veneno de la monarquía ? ¿ Quien se atreve a
chocar de frente las opiniones generales ? Se alaga al pueblo
con sus mismas ideas para inducirlo a lo contrario. Las lec-
ciones de Maquiavelo en breve serán inútiles, conocidas por
todos. No siendo un portento la fraude ó la traición, al pueblo
soberano se le obliga a que beba las aguas corrompidas, que le
vienen por cauces cenagosos é inmundos. Hay algo mas de-
cisivo. A ninguno se le puede violenter a que acepte un pacto
sin reconocerlo. Si se le impide, ya no es pacto. No puede
haber pacto sin voluntad expresa, y no puede haber voluntad
expresa sin conocimiento. No cumplir el pacto es un crimen,
y por el, ese hombre a quien solo Dios podia castigar, se sujeta
a la pena, que le impongan sus iguales. ¿ Se hará esta varia-
ción en la alta gerarquia, sin un serio escrutinio ? Muchas
257
veces explique con claridad estoá pensamientos en la tribuna.
Resulta de ellos por consecuencia forzosa, que el pacto de todos
' con todos antes debe ser examinado que consentido. Luego
un congreso constituyente no puede tener las facultades del
^ cuerpo legislativo constitucional. Para dar las leyes, revocar-
las, ó modificarlas, ha de preceder la aprobación de las funda-
mentales, y el poder del pueblo para estos actos posteriores.
Las naciones libres é independentes entre si, como los hombres
en el estado de naturaleza, nombran embajadores o plenipo-
tenciarios para establecer sus tratados. Si fuesen generales,
podian llamarse la constitución del mundo. Dan poderes é in-
strucciones a sus comisarios. No pueden estos ampliar, ni
limitar las ordenes que reciben. Y con todo, para que tengan
efecto es un requisito, que sean antes ratificados por los respec-
tivos gobiernos. Tenemos el ejemplo en los que se formaron
en Panamá ; han quedado silenciados y sin ejecución por que
a pesar de mis exfuersos y continuadas reconvenciones, jamas
pude consequir, que se aprobasen ó reprobasen. (11) Esto no
(11) He señalado algunas délas presunciones que tenemos
para creer que el Jeneral La Mar y Luna Pizarro están en
combinaciones secretas con los Españoles. La mayor de todas
es no haber consentido, que los tratados que celebramos en Pa-
namá sean presentados al congreso examinados y aprobados.
Pasaron á una comisión donde era miembro el mismo Luna Pi-
zarro, se aseguró publicamente las ventajas de su realización :
que las Ámericas, no tendrían que temer en ningún caso, ni a
la España, ni a ninguna otra nación extranjera, pero que no
convenia por ahora tratar aquella materia. ¿ Y por que no
convenia? JVo hay otra razón, que estarse trabajando por la
España. Como respondeinos a las demás sesiones de America
a quienes invitó nuestro gobierno para la asamblea, y que hici-
eron grandes gastos para remitir sus plenipotenciarios, y los
pueden haber hecho mayores para estar prontos al cumplimiento
de lo pactado ? ¿ Que se dirá en Inglaterra y Olanda cuyos
soberanos remitieron ministros 9 Q^ue se dirá en el mundo en-
tero, que esperaba los resultados de esa reunión respetable ?
Sajo la buena fé de los contratantes pasaron a Tacubaya en Mé-
jico. Habrán reprobado, o ratijicado lo hecho con excluñon
33
258
es del caso ; pero si lo es el argumento. Si la nación no rati-
fica, el tratado no vale ; si el hombre no consiente, el pacto
social no es obligatorio. Pensar de un modo diverso, es ver
al pueblo con igual desprecio, que a las bestias a quienes no se
consulta para ponerles la carga encima. Oligarquia, oligarquia,^
mucho mas abominable, que la monarquia.
Estas demonstraciones filosóficas vigorisemoslas con su con-
stitución. Antepongamos, que después de jurada quedo el
congreso sujeto a ella. Articulo 10. El poder legislativo se
ejerce por un congreso compuesto de dos cámaras, una de diputa-
dos, y otra de senadores. Articulo 48. son atribuciones del con-
greso dar leyes, interpretarlas, modificarlas, ó deroger las ecsis-
tentes. Luego mientras el cuerpo legislativo no esta compuesto
de dos cámaras formadas de un modo constitucional, en nin-
guna persona, ni cuerpo reside autoridad para alterar las leyes.
No lo tenia el congreso. Lo 1 ° por que en términos legales
Functus est officio suo. Lo 2 ° por que el articulo 176. dice
Esta constitución se conservara sin alteración ni reforma por
cinco años desde la fecha de su publicación. No hubo articulo
limitativo, en favor de los entonces, diputados. Lo 3 ° por
que para retener esa facultad sobre la constitución debia ser, ó
por una ley anterior no dada por ellos, 6 por voluntad del pue-
blo. No lo uno, ni lo otro podia alegarse. Ellos por tanto
estaban en incapacidad legal de acceder a una solicitud opuesta
a la constitución. Para autorisar al ejecutivo extraordinaria-
mente, en las circunstancias a que se siñe el caso 23, asi como
para alterar las leyes, han de concurrir las dos cámaras. Muy
bien sabia esto la mayoría de las diputados. En su virtud, las
facultades extraordinarias que se hablan dado al presidente, se
declaró que cesaban en el acto de publicar la constitución.
¡ Que horror ! En seis dias se le quitan y se le restituyen.
I Que se haria, preguntan, si antes de reunirse el cuerpo
legislativo constitucional una invasión ó sedición amagan la se-
guridad publica ? Este argumento se adorna con todo el ropage
de la astucia forense. Respondo : tomar sagaces y prontas
nuestra ? JVada se, por que con estudio no han querido mandar
un plenipotenciario a Méjico a dar algunas escusas de nuestro
frivolo comportamiento.
^ !| 259
medidas, que no se opongan á la constitución. JVo alcanzan
es imposible ; para repeler extranjeros y castigar criminales bas-
j^ tan armas y leyes. ¿Y si la cosa es de tal momento, que no
admite ni juicios, ni formase Casuistas españoles, diré, entre-
teneos. Que entonces el ejecutivo obre por si y bajo de su
responsabilidad, pero que no ocurra á un cuerpo, que no tiene
facultad de habilitarlo. Para ese acto el mismo derecho habia
en los diputados que se hallaban en la sala del congreso, que
en los ciudadanos que paseaban por las calles y las plazas. Me
agarro á dos manos de mis principios : nadie tiene mas poder,
que el que recibió del pueblo soberano. El pueblo no lo habia
conferido. Ademas, que el caso 23 Articulo 48, no puede
tener cumplimiento mientras un ley no especifique la clausula,
autorisar extraordinariamente. Ella es tan general, que si se
aplicase del modo, que aparece, el presidente podia disolver
el congreso, deponer los majistrados, suspender los juicios,
imponer contribuciones. Lo que digo el mismo Jeneral La-
Mar ; anegar las calles de Lima en sangre con su espada, y la
de las facultades extraordinarias. Apologistas de la tirania po-
ned la cimitarra en manos del Sultán, puede que se estrene
con vuestras cabezas. La salud del pueblo jamas ecsijirá una
medicina, mil veces peor que el mal.
A mi vez exijo que se me conteste para alterar una ley o
habilitar extraordinariamente al ejecutivo. ¿ Que se necesita ?
Dictar otra ley : todos los decretos del cuerpo legislativo son
leyes, i Y se puede dictar ley contra una sola persona, y por
hecho anterior a la ley, que se va a publicar ? No : la ley ha de
ser general. Si en un gobierno libre no se admiten privilegios
favoreciendo, ¿ Como serán admisibles penando ? La acción
mala se ha de juzgar y castigar del modo, que estaba señalado
antes de cometerse el delito. No tengo que probarlo cuando
lo hacen por mi los artículos 191 y 197 JVinguna ley puede
tener efecto retroactivo : todos los peruanos son iguales ante la
ley, ya premie ya castigue. Luego aunque el congreso constitu-
yente numerase entre sus atribuciores la de autorisar de un
modo extraordinario al ejecutivo, era un absurdo para con per-
sona señalada, y por caso anterior. ¿ Y que sentiremos no ha-
biendo sediciones, ni invasiones ? Los diputados tenían de ello
un conocimiento cierto y evidente por datos irrefragables. Lo
260 . ./
que hay es que deseaban arrojarme de su seno, como el presi-
dente, de la patria.
No es la falta de un diputado de tan corto momento. Queda y
anteriormente demostrado. Aunque la constitución señale el
numero que ha de concurrir para formar las leyes, se debe dis-
tinguir entre la no asistencia voluntaria y la exclusión injusta.
En el primer caso no hay nulidad, por que no hay crimen en los
que concurren : no están obligados a responder de un hecho
ajeno. En el segundo la hay, por que se quebrantan las leyes
constitucionales.
Tomadas todas las salidas por donde pueden querer evadirse
los antiliberales, se ofrece un cargo contra ellos mas fuerte que
los anteriores. Es concluida la libertad de imprenta. No admite
esto una larga disertación. Es útil la economia de los pensa-
mientos para no fatigar la paciencia de los que leen. ¿ En que
se ha fundado el Presidente para pedir mi expatriación ? En
mis impresos. Luego el que escribe contra el gobierno, se
queja de sus providencias, publica los atentados que comete,
no sera juzgado con arreglo á las leyes, sino sera expelido del
pais. ¿ Y habrá quien se atreva a escribir ? Se hará en Constan-
tinopla contra el gran señor, en Petersburg contra el emperador
de las Rusias, no en Lima sobre un pelo del vestido del Jene-
ral La-Mar. Llevó el torente del despotismo, con ímpetu fu-
rioso los muros que lo detenían. Es la ilustración assesinada ;
resucito la ignorancia ; se divertirá el tirano con infames
papeles en los que los esclavos mutuamente se insulten y afren-
ten : el mayor crimen contra la deidad es formar armas de los
dotes con que privilegio á ciertos individuos : el concepto es de
un padre : mia la aphcacion. El mas ecsecrable designio de
un usurpador es tomar como medio de la tiranía el único apto
para extirparla. La servidumbre llega a su colmo, si el degene-
rado hombre usa contra sus semejantes de aquellos fuerzas con
que debia defenderlos. Fue la conducta de Claudio Salmacio
escribiendo contra el pueblo ingles ; de un pontifice elogiando la
carnicería del san Bartolomé ; de los que hoy envenenan la
tinta para ridiculizar escritos, que son en el Perú los únicos ea
que se sostienen los derechos del hombre y del ciudadano. Que
lo haga el timido viejo, que idolatra el pequeño resto de una
existencia fatigada ; lo disculpo. No al Joven, mucho menos
ai milit
.261
ilitar, que pueden ser felices con su espada y con su pluma.
. ¿ Que encanto los alucina ? ¿ No hay alguno que pregunte, si
^ este es el modo de cumplir con el articulo 153? Recordándose
se conocerá la justicia con que es citado. Todos pueden comu-
nicar sus pensamientos de palabra ó por escrito, por medio de la
imprenta sin censura previa, ni mas responsabilidad, que la que
determine la ley. i Como se confina en un pueblo extranjero á
un ciudadano, por que en su natural defensa recopiló los dog-
mas santos, sin los quales una nación no sera libre ? Silencio,
silencio : esta destrozada la arca y pisado el primer sacerdote
que presentaba ofrendas puras al Dios de la libertad. Dormid
indolentes, dezcandad en la tumba. No despertéis al sonido
de la trompeta que os llama a combatir por vuestro patria.
Vuestros oidos y vuestros ojos se abrirán con el destemplado
rechino de grillos y cadenas.
El pueblo israelitico era mas obstinado en la idolatría, cuanto
mayores los portentos del Dios verdadero en su favor. Los
hombres elegidos por el pueblo peruano para que lo represen-
tasen en el congreso, trabajaron por ser esclavos, cuando se
proporcionaban todos los medios para consolidar la libertad é
independencia. Habian formado una constitución, que ellos
mismos confesaron podia ser mejor. Fue un delito, pero no
comparable con el de destrozar por sus mismas manos un có-
digo escrito por ellos, y cuyos caracteres aun estaban frescos.
Asi resulta del prolijo examen de sus artículos. ¿ Y no tenia
fundamento solido para no presumir el desacierto? En Francia
los miembros del cuerpo legislativo discutían sobre las facul-
tades de Napoleón, mientras este ordena, se les haga brinca
por la ventanas. No es una maravilla : decidió la fuerza.
Aqui el presidente pretende y consigue un bilí ignominicoso
por el que se condeciende en que sea mi juez, mi ejecutor y
mi enemigo.
A las doce del dia del 26 de Abril se me pone incomunicado
de orden de La-Mar. A las diez de la noche se me intima
me prevenga para salir al Callao a las doce sin variación de un
minuto. Me hallaba en la cárcel, mi casa en distancia grande,
mis amigos en lugares que ignoraba. Suplico por el mezquino
plazo de dos horas mas, y se me niega. ¡ Cual debia ser la
confusión de mi familia ! ¡ Que trastorno, que desorden, que
262
A
perdidas! Mi librería la mejor del Peni (12) quedo abando-
nada; mis adorados manuscriptos, frutos del asiduo estudio de
mas de cuarentas años esparcidos en diversos lugares y sin l
duda perdidos : preciosidades de mi uso arrojadas en las calles
con el atolondramiento. ¡ Que gloria para Clodio ver desolada
la casa de Cicerón ! No es orgullo compararse con el romano
sabio y elocuente, un ignorante y tartamudo : ambos conveni-
mos en haber librado la patria, y en tener una facción enemiga.
El gran señor manda, nadie resuella. ¡ Que diversa fue mi ex-
patriación en el gobieno de los españoles !
Si se pudiera confiar en las palabras de los satélites de los
tiranos, quisiera que el oficial carcelero dijera, cual fue mi
serenidad al recibir la orden. Mi semblante no fue distinto del
que hubiera manifestado al participárseme que mi causa era
concluida con felicidad ; Ni el, ni yo dimos signos de dolor
6 pena. Advertí si, que no solo se me expatriaba, sino que
era privado de mis honores. No se me quiso dar copia del
mandato, como debia ser ; la arbitrariedad habia de ejercitarse
hasta en los ápices. Recuerdo que contenia estas clausulas.
A las diez de la noche y no antes prevendrá T^. á Don Manuel
LéOrenzo de Vidaurre se disponga para partir al Callao a las
doce en punto. Extrañe la omisión del señoria y el titulo de
Presidente de la corte suprema. De antemano el ejecutivo lo
evitaba con estudio a pesar de reclamarlo. En esta ocasión
se me contesto con risa insultante, que ya no lo era según la
nueva constitución. Como este halla sido otro atentado,
necesito fundar mi justicia, para que se resuelva con arreglo a
ella. Estuve muchas veces por no insertar este incidente en
mi representación : me parece personalisimo. Escribo con
desabrimiento, y solo me animo por que se vea, cuanto ciegan
las pasiones a los que se declaran en las repúblicas por alguna
facción : el mayor empeño de Luna-Pizarro fue privarme
del emplo.
(12) Consta de cerca de dos mil volúmenes. Diez años he
invertido en adquirirla, comprando obra por obra de las mas
electas en los paises en que me he hallado. JVo es tan grande la
perdida por los mismos libros, como por mis apuntes á los mar-
genes de mas de setecientos.
263
El Jeneral Bolívar á quien el congreso anterior constituyente
-labia transmitido todas sus atribuciones, me hizo que fundase
^ la corte superior de Trujillo : fue por entonces el único tribu-
^'^ nal del Perú. El éxito tan feliz, que se logro por la recta
^ administración de justicia, que se minorasen los crímenes
comunes en las sociedades, y que se aumentan infinito en
tiempo de guerra. Conseguida nuestra independencia por la
sin igual batalla de Ayacucho en que se concluyó con el resto
de enemigos de la America, el Libertador quiso, que se ejec-
tuase cuanto la constitución disponía. Lo primero fué nom-
barme presidente de la corte suprema, y tuve la honra de ser
también su fundador. Por una mtriga se pretendió declarase
el congreso, que ya estaba reunido, que la presidencia debia
rolar entre los vocales. Se desechó el proyecto cuasi por
unanimidad : solo hubo un voto encontra. El resultado
favorable me proporcionó, ser el único empleado con aproba-
ción expresa del cuerpo legislativo. Pedí se me señalase día
para prestar el juramento, y se me contesto, que no era
necesario, recibido ya en el tiempo en que el Jeneral Bolívar
tenia todas las facultades del congreso. Desde entonces fui
reconocido por un presidente perpetuo : acto ratificado por
segunda vez cuando se solicitó se minorase mí sueldo. Este
golpe meditado por Luna-Pizarro y sostenido por sus amigos,
dio mérito a que se declarase, que una tercia parte de mí renta,
era una un premio personal, y las dos restantes la que me
correspondía como presidente de la corte suprema.
No es hoy la disputa, sí el segundo congreso puede hacer
electiva la presidencia antes perpetua. Prescindo de ser un
articulo sin ejemplo en otra constitución. Podía alegar las mas
solidas razones y demonstrar con ellas el mal que resulta de lo
nuevamente dispuesto. Lo que se es, que siendo igual la auto-
ridad del uño y del otro, las determinaciones contrarías no
pueden perjudicar a los ya colocados. Para que se realísen
las posteriores, se ha de esperar la muerte de ellos. Consta de
la nueva carta ; es el articulo lo Los meces son perpetuos, y no
pueden ser destituidos sino por juicio y sentencia legal. Esta ley
habla de los existentes, ó el que la compuso ignora la gramáti-
ca de nuestro idioma. Son es presente, se refiere por tanto a
los possesionados. Contrayéndose a los que nuavamente ha-
^-¿T-
264
bian de ser elegidos y nombrados según las formas que se esta-
blecieron, diria. LéOs jueces serán. Son comprende actuales
y venideros. Esto era de rigorosa justicia. Los empleos ex- .
ceptuando los concegiles que son cargas, no deben juzgarse
gracias, sino contratos, sujetos a los principios de buena fé :^
do ut des, fació, ut facías: es evidente- La sociedad le dice al
ciudadano, invierte tu caudal, tus años los mas floridos, tu
personal trabajo en adquirer los conocimientos que se requi-
eran para ejercer los destinos de la administración publica. Si
cumples por tu parte, el gobierno por la suya te asegura con-
moda_y honrada subsistencia. Con esta confianza el individuo
emprende una vida laboriosa y gastos exorbitantes. Se le
coloca al fin con arreglo a sus aptitudes. ¿ No es una posesión
legitima ? ¿ Separarlo sin causa no sera un despojo ? Renun-
ciarla mi acción a la presidencia, si hoy se me diese el caudal
impendido en escuelas, colegios, viajes, y libros por el espacio
de cincuenta años (13)
i Que argumento tan terrible puede hacerse a la mayoría
facciosa de diputados ! el articulo 89 exije como calidad para
ser presidente del poder ejecutivo, haber nacido en la repúb-
lica. Si lo anteriormente hecho debia concluir, siendo contra-
rio á la reciente carta, el Jeneral La-Mar no continuarla : el
es extranjero. ¿ Como salvó la dificultad Luna-Pizarro cuando
subió, temblando a la tribuna a encargarse de esta materia ?
Dijo : que estaba nombrado antes de la constitución, y que las
leyes no podían tener fuerza retroactiva. ¿Y no teniéndola
para el presidente del ejecutivo, por que hablan de tenerla
para el presidente de la suprema ? ¡ Ha ! que las leyas son
juguetes en manos de niños que ya los besan, ya los quiebran.
La maldición de Dios tienen los que usan dobles pesos y me-
didas. Si en uns estados en que los constituciones varian
cuasi en los mismos tiempos que la varas de alcaldes en los
cabildos, los funcionarios públicos pudieren ser raraovidos, to-
dos procurarían con perjuicio de la causa publica, hacerse de
suficientes fondos en el corto plazo de su duración, para man-
(13) Puede un Jeneral ser degradado sin causa, ¿De
ningún modo 9 ¿Y por que lo sera el Presidente de la corte
suprema ?
265
norse con desahogo y comodidad en lo sucesivo. Es por
esto, que en todo pueblo civilizado, cuando se suprime una
plaza por innecesaria, al que la tenia, ó se le da otra equivalente,
o se le mantiene entre tanto con sus honores y rentas. Un
hecho próximo puedo alegar ; el es autorizado por el presidente
del ejecutivo. Se extinguieron las intendencias de ejercito.
Don Manuel José del Burgo lo era. Se quiso que pasase de
comisario. Reclamo, diciendo, que era un descenso, que no
correspondia a su graduación ¿ Cual fue el resultado ? Dejarlo
en posesión pacifica de su sueldo y privilegios. No sea asi
con el presidente de la suprema. Precipitesele de la segunda
silla de la república al abismo de la nada : no quede ni de
simple ciudadano. ¡ Digno estimulo para que se sirva con
honrades y fidelidad a la patria !
He de convencer, que por cualquiera parte que la determi-
nación reciba la luz, su color es el de la atrocidad y la injus-
ticia. Por el articulo 108 La corte sujjrema se compondrá de
siete vocales y un fiscal pudiendo el congreso aumentar su numero,
según convenga. Por el 109 el presidente de la suprema sera
elegido de su seno por los vocales de ella y su duración sera la
de nn año. ¿ Y de que vocales habla este articulo? ¿ quienes son
estos vocales que han de elegir al presidente ? Conteste la
misma constitución. No habrá persona medianamente ilustrada
que no sepa, que las leyas posteriores en un codijo se esplican,
según lo dispuesto en las anteriores. Es todo cuyas partes
han de guardar una perfecta armenia. El articulo 74 coloca
entre las atribuciones de las juntas departamentales por el caso
17 la que sigue. Formar listas dobles de tres elegibles para la
terna que haga el senado en la provisión respectiva de vocal por
él departamento para la corte suprema de justicia, pudiendo
recaer dicha lista en los ciudadanos letrados de cualquier departa-
mento. El ejecutivo por el caso 20 del articulo 90. JSÍombra
a propuesta del senado a los vocales de la corte suprema y supe-
riores de justicia. La materia con estos datos tiene toda su
claridad. Para que el articulo 109 se ejecutase eligiendo los
vocales su presidente era indispensable, que ellos hubiesen sido
elegidos antes en cumplimiento del 74 y del 90 ; que hubiesen
habido juntas departamentales ; que estas hubiesen formado los
listas dobles 5 que se criase el senado y propusiese la terna ;
34
que según ella el presidente nombrase al mas bentíínerh.^ ^
¿Pero habían de elegir presidente de la suprema unos vocales,
que como el actual habían de dejar los puestos para que los
ocupasen otros? Que ciego seria el que no viese, que esta con-/A
stitucion era una espada de dos filos contra mí. Se realisaba en (
el momento si podía por ella perjudicárseme, se violaba, si su
observancia no era conciliable con la seguridad de mi persona
y derechos. ¿ Como no se expelió en el acto de la publicación
al vocal Palomeque, español de nacimiento é impedido para
ser juez en aquel tribunal por el articulo 120? Era el padre
político de fiscal Quíros. ¿ Como no se hizo por la corte
suprema la propuesta para fiscal de ella, escluyendo al uno,
para que se pusiesen en practica los artículos 109 y 30?
No : debían permanecer. El uno nunca fue mí amigo : el
otro vendió mi amistad. ¿ Y eligiéndose presidente entre los
vocales ; por que se me privaba de la calidad de uno de ellos ?
Por habérseme considerado el mas digno para la presidencia,
se me clasificaba después tan sin mérito, que se me dejase sin
ningún lugar ? ? Y quien hacia esta exclusión ? ¿ Todos per-
manecían temporalmente y solo yo era el depuesto? Hubo
quien hiciese estas reflexiones. Contesto un fiscal : era hacer
que descendiese \ Que piedad ! Y no era una capitis diminu-
ción mas absoluta en la que se me ha constituido ? Pero el
idioma de la razón se desconoce, por los que solo tratan de
satisfacer sus pasiones, sin detenerse en obstáculos, justicia,
religión, ni honor.
A las doce y diez minutos de la noche salí expatriado y de-
gradado. No me atreví a volver los ojos al lugar donde esta
el Congreso. Lo contemple como el cuartel general de fuerzas
reunidas contra nuestra Hbertad é independencia. En una
casa sita en la esquina de la misma plaza se hallaban en asecho
y reunidas los principales esclavos de Luna-Pizarro. Uno de
ellos corrió en el momento a darle parte, que sus ordenes eran
cumplidas sin la menor resistencia. Asi esperaba el Conde de
Aranda en alta noche las cabezas de los que gritaron en Mad-
rid que tenían hambre. ¡ Que ajitado estaba su corazón,
que obscurecido su espíritu ! Sin turbarme procure entretener
la grande distancia de /la cárcel a la puerta del Callao, abri-
endo con los oficiales alguna conversación indiferente : bien
2G7
Jroia qTO no era prudencia hacerlo sobre materias politicas.
1 próximo terremoto era el asunto mas propio según iba re-
Í oneciendo las ruinas : pero o no me contestaban 6 lo hacian
or monosilabos. Conoci que las instrucciones eran muy rigu-
^ rosas. Esos mismos oficiales habian comido muchas veces en
mi mesa, y me habian manifestado el mayor alago. Recordé
lo que con repetición se me habia advertido, que eran espias
destinadas por el gobierno. Un semblante nada afable acredi-
taba, que sabian acomodarlo según la clase de su comisión.
Continué en silencio. Que me importa, me decia, que hayan
caido en tierra los edificios materiales, cuando ya fallaron los
cimientos de la república. Roma incendiada sera mas bella
de nuevo : Roma no sera libre componiéndose el senado de
delatores, jueces y verdugos. ¡Mi patria! Imaginación viva
causa de mis pasiones, y atormentadora continua de mi alma,
ella me representó a Roma y Atenas. Estatuas mutiladas,
trozos de columnas de inestimable valor, separados fragmentos,
de circos, foros y teatros ; signos cuasi obscurecidos de palacios y
templos ; todo me hacia entender que el despotismo es un vi-
ento Ígneo, que arrasa, desoía, devora y consume. Si estos
fueron los estragos en unos pueblos viejos donde el valor, las
ciencias y los monumentos mismos resistian a la opresión, que
serán de un lugar naciente, tierno, débil, y en el que apenas
comenzaban á descubrirse los primeros brotes de la semilla de la
libertad? ¡Ha! nueva esclavitud. Basta por ahora de tortura.
Con estos pensamientos ocupe la media legua de distancia.
Confieso, que llegue fatigado. Hacia cuatro meses, que no
andaba por las calles. El mal carruaje que me esperaba me
fue un consuelo. Me situé en éi"y me rodean las tropas para
conducirme al puerto. Alta noche ! Horas de los grandes crí-
menes ! ¡ Tiempo siempre elegido por los tiranos ! Barbaros
teméis ? ¿ Que otra prueba de que sois injustos e inicuos ?
Aborrecéis la luz por que obráis mal. La sabiduría que no
puede engañarse lo ha escrito. Vuestras cautelas solo servirán
para hacer mas públicos vuestros delitos.
¡ Que reflexiones me ocuparon en las dos leguas ! ¡ Cuantos
sentimientos contrarios entre si ! No lo niego. La luna que
me acompañó hasta el fin de la ciudad con luz que igualaba a
la del dia, repentinamente se obscureció. Los astros parece
268
j^
que toman parte en los justos sentimientos de los hom^íes. V ^
graznido de la lechuza y el morsielago con el susurro del
viento componian música funesta, la mas propia en una noche
en que triunfaba el crimen. Me venia a la memoria, que pocóA
mas de un año antes, pasé por esos mismos lugares trayendo los (
tratados concluidos en la grande asamblea americana. En-
tonces era mi cabeza un torbellino de ideas todas dirigidas
á oponerme a una carta, que queria darse contra la voluntad
del pueblo. ¡ Ha ! yo lo conseguí. Quedan en quietud en
sus camas y seguros en sus empleos los cómplices de la tiranía.
Solo es desgraciado el fin del que espuso su vida y su fortuna
para salvar el Perú. Pero me argüía : ¿ no dije en mi instruc-
tiva que desde Miltiades hasta Vidaurre esta fue la suerte de
cuantos se distinguieron en defensa de su patria ? ¿ No lo habia
pronosticado el mismo 27 de Enero, delante de un inmenso
concurso, cuando regresé del cabildo y del palacio dejando de-
rogada la constitución de Bolivia? (14) ¿ Por que me sospren-
do } Me consolaba. Pero por estas mismas alamedas conduje
con ostentación y pompa a Luna-Pizarro, a quien hice venir de
su destierro. ¡ Que ingrato ! ¿ Y no es esta una calidad de
nuestra naturaleza ? Un agradecido es un phenomeno, como
un parelio. Se me habia anunciado por muchos. El ambi-
cioso jamas se detuvo en delitos si le facilitan su engrandeci-
miento. ¿Que sentirán mañana la religiosa, el sacerdote
pobre, el invalido, el huérfano, la viuda a quienes alimentaba ?
I Cual sera el sobresalto de aquellos patriotas, que ponian toda
su confianza en mis esfuerzos? ¿Que? A los unos les queda
Dios, á otros también la pluma, la voz los, brazos. El camino
concluye y vuelvo en mi por los terribles y continuados alertas.
En el puerto estaban las patrullas redobladas : preparada la
guarnición y la plaza en estado de combate. ; Cuantos pre-
parativos para con uu anciano envuello en un capote ! Tema
Philipo á Demostenes, pero no se asusten] tanto mis enemigos
de aquel, que ellos mismos dicen que jamas escribe con ecsac-
titud ni perfección. La ciencia de disponer del hombre, es
reservada al verdadero y elocuente orador.
(14) Consta en el suplemento á las cartas americanas, que
es la historia del gobierno de Bolivar hasta su finalización.
269
[^^tie el Jeneral Vivero en un bote para pasar a la fragata
)residenta. No me saluda, y en tres cuartos de legua en el
lar, no hay otra conversación, que el ruido de los remos,
ilego : se me introduce a la cámara del Almirante, y se me
^ intima ser aquella mi prisión absolutamente incomunicado. El
mayor Dn. Gabriel Palacios, que era el jefe accidental del
buque me recibe con delicadeza, dulzura, y no comunes espre-
siones. Me pregunta si quiero tomar alguna cosa ? Agradezco
sin admitir. Una cama estaba preparada : este obsequio me
fue muy grato. Eran las tres en punto de la mañana : apete-
cía con ansia el descanso. El cuerpo y aun el espirita reque-
rían algún reposo. Las scenas de la noche habian sido largas
y desagradables. Dormi hasta la siete. Apenas me vio ves-
tido el mayor cuando entró a saludarme y decirme, que pidiera
cuanto contemplase necesario para hacer mi posición menos
sensible. Cumplió perfectamente su palabra en los tres dias
que estuve a bordo. Le pregunte ^permaneceré aqui largo
tiempo ^=JVo puedo contestar a V, nada sé=Era para arre-
glar mis horas y evitar el ennui, que en estos casos es Jo que
mas debe temerse.=JVo tengo la mas pequeña noticia-=Miste'
rios de las cortes. Se retiro y me puse a leer y escribir como
si estuviese en mi casa y en el seno de mi familia. \ Hombres
inertisimos, que no conocéis otros placeres, que los que pro-
porciona un infame circulo de parásitos, cual seria vuestra
desesperación en caso semejante ! El filosofo nunca esta solo :
Dios y la naturaleza le pueden entretener por muchos siglos.
Nunca tuve placeres mas puros, que desde el momento en que
quede entregado a mi mismo. (15)
El 28 en el acto dé ponerme a comer entró Vivero. Con-
cluya V, me dijo, que tengo que intimarle una orden muy poco
agradable, Sonrei : la prevención no es muy buena para con-
tinuar comiendo. Después con aquel semblante serio, que es
propio en la dignidad del hombre le reconvine. ¿ JYo me conoce
V, ? Me es indiferente continuar en la mesa ó ser afusilado.
La pasión del temor no se numera entre las mias : jamas los tira-
nos me la pudieron inspirar. Cuanto mas crueles o injustos son,
(15) Al que diga que miento, le daré por respuesta mi re-
presentación.
270
mas los desprecio : dígnese V. instruirme del mandatof^ue es^}'
gracia, que le pido. Entonces me leyó la nota del Ministro des
la Guerra por la que el presidente con aprobación del congreso'
me expatriaba, confinándome a Boston en los Estados Unidoál\^
del JNorte. El decreto era el relegare de los Romanos. Mani- C
festé mi reconocimiento, y quise saber cuando seria mi salida
para prevenirme de aquellos útiles indispensables en tan dilatado
viaje y de algún dinero para nli mas cómoda subsistencia. No
sera en tres dias me respondió. En esta confianza le hice a el
mismo varios encargos para la capital y escribí cartas abiertas
por mano del mayor.
A las veinte y cuatras horas precisas estando también comiendo
regresó Vivero. Juzgue que traerla la contestación de mis
pequeñas suplicas. Nada de esto : nueva orden, para que in-
mediatamente se me embarque en la fragata anglo-americana
de comercio La China. Me dio copia de la nota siguiente.
" República peruana=Ministerio de estado de gobierno y rela-
ciones exteriores=Casa de Gobierno en Lima, a 29 de Abril
de 1828=Señor Jeneral=Incluyo a V. la adjunta libranza de
setecientos pesos para que se sirva V. entregarla a Dn. Manuel
Lorenzo de Vidaurre, a quien indicara V. que percibirá men-
salmente cien pesos, luego que llegue al punto de su destino.
También le dirá V. que su cuñado el Sr. Eldredge se encargo
de comprar loque ha pedido y recibra por conducto de Vs.
Finalmente Vs. le manifestara, que su esposa sera considerada
también, o mejor que pudiera serlo por el. Dios gue a Vs.
=F. X. Mariategui=Señor comandante Jeneral de Marina."
La disposición era un asesinato desfigurado. BuíFon trabajo
una tabla del calculo de probabilidades de la vida del hombre.
Si damos asenso a los juicios de este sabio, fundados todos ellos
en reiteradas experiencias, y añadimos á mi edad, mis enfer-
medades, mis dilatados viajes anteriores, la relajación de una
vena, y sobre todo la estación que era la mas rigorosa, resulta-
ran cincuenta probabilidades por la muerte, contra una sola para
llegar con salud y felicidad al puerto. A Chrisostomo no se le
quiso quitar la vida por que se temió al pueblo de Constantino-
pla ; pero se dio por efectiva su muerte atendiendo a sus años,
el lugar a que se le destinaba, la distancia, los climas por donde
habia de ser conducido, y las aflicciones, que se le hacian sufrir.
271
venenos lentos, armas usadas por ministros no de
liristo, sino de Bersebu.
Aun no he llegado : superé si ese formidable muro del cabo
^ ^Be hornos, en los principios de Junio. Espesas nieblas, en que
:> no habia otra luz, que la del relámpago ; mares enfurecidos cu-
yas ajiladas olas acomelian al buque con fuertes y continuos
golpes, queriendo destrozarlo y sumerjirlo ; nieves y hielos que
cubrían vergas, velas y puentes, entumeciendo el brazo del es-
forzado y robusto marinero ; fétido hedor del rayo, que se sen-
tia en la cámara, anunciando su cercanía : en cada instante
peligros por contrarios elementos : el sueño ! Esa medicina
general, y para mi una de las grandes pruebas de la bondad de
Dios, ¿ como podria concillarse ? El cuerpo no sosegaba dos
minutos en un mismo sitio, ni en quietud. Arrojado de un lugar á
otro con los irregulares balances, para impedir una caída tal vez
mortal, se necesitaba el uso de las manos. Noches enteras se
concluían sin dormir. ^ Pero quando no era noche ? ¿ Cuando
la noche concluía ? No apareciendo el sol, del dia solo que-
daba la memoria. Mi vida quisiera que ahora comenzase. La
santa filosofía me enseñaba, que la paciencia es el opio de lodos
los males. De qualesquiera clase que sean, se multiplican por
el furor, desperación y rabia con que se reciben. El que sufre
viene á ser cómplice de las venganzas de sus enemigos : el da
aumento a las penas hasta un punto, donde aquellos no pudieron
alcanzar. Oia el triste canto, del hombre asalariado, y me
parecían justas quejas á su creador por el trabajo inmenso que
le imponía, para comer un pan grosero, y una mal sazonda
vianda. ¡ Que distinto es mi estado ¡ El capitán se desvelaba
por concurrir con aquellos ligeros alivios, que eran posibles,
para impedir o detener la muerte que me asechaba. (16) A las
veinte y dos días era un esqueleto. Una toz convulsiva rae
ahogaba, y por momentos temi perder la respiración. (17)
' V
(16) El capitano Hiram Putnam se esmeró conmigo, como
si hubiéramos tenido muchos años antes la mas estrema amistad.
Me dio rocías para pasar el calo de las que estaba desprevenido.
Puso a mi disposición cuanto tenia el biiquer. El dueño mismo
de él, no hubiera sido tratado mejor.
(17) Recibi un golpe terrible cuyos efectos aun ignoro»
272
Pero nada varia el inmutable destino, que es W'pwViáei
especial del ser supremo. Me ido reponiendo y ya soy
paz de escribir esta tosca representación. ¡ Noticia no esp/^^
rada, y espantosa para mis enemigos !
Pienso y mi limitada razón no atina a decifrar la naturaleza^'
del decreto, en cuya virtud se me causan padecimientos tan
terribles. En los lugares de mi prisión se encargó siempre, se
me tratase con el mayor decoro y concideraciones ; sin embar-
go era el primero en ese roll de los criminales, que se leia en la
mañana y en la tarde. Ocupo la cámara del Almirante en la
fragata Presidenta ; pero una centinela de vista no consiente
que respire. Se me arroja del pais obligándose a sostenerme
y á mantener el decoro y lustre de mi familia ; pero estoy des-
pojado de mis honores, de la ciudadanía, y no se me concede
un pasaporte : se me tendría en las naciones extranjeras por un
vago, o un malhechor, sino fuese tan conocido por mi nombre.
¿ Que contradicciones son estas ? ¿ Si soy un criminal, como
tantos respetos } ¿ Si soy un inocente, como se me sujeta a un
castigo, que iguala á la muerte, 6 que es peor que ella ? Ver-
res merecía mil cadalsos, por sus atrocidades, no obstante se le
dice : abiertas están las puertas de Roma, sal nadie te lo im-
pedirá. Un destierro voluntario concluía todo proceso. El
confinar, era excederse en el rigor. Al repetir el caso 1.°
del articulo 9, estudio la moderación y apenas alcanza para suje-
tar mi justo resentimiento : El ejercicio de la ciudadania se pi-
erde por sentencia que imponga pena infamante. Luego a mi
el ejecutivo me ha declarado un infame : con la relegación me
ha hecho perder mis derechos. ¿ Pero cual fue el juicio ?
¿Quien dictó la sentencia? Donde esta? La orden de expa-
triación no es una sentencia. ¿Y como tiene sus efectos ? Mi
sorpresa se aumenta con las reflexiones.
Autorizado por el legislativo me confina el presidente en Bos-
ton. Toda reclusión final se principia dando cuenta del delito :
practica no variada en los gobiernos absolutos. Es antqiuisima,
y Suetonio entre otros nos refiere, que se escribía en el cadalso.
Debia saberse la causa del castigo. No es la pena una
venganza irracional. Su principal objeto es, que no se repita
el crimen, y se escarmiente con el ejemplo. En las repúblicas
democráticas la observancia de esta disposición sera exacta.
273
le constar el pacto que se violó, y la suspencion 6 perdida
le los derechos en justa proporción del mal causado. En estos
^ \Bos renglones se contiene lo que escribieron Filangieri y Bec-
•> Jbaria. Se exijen dos leyes, una que caractize el delito, otra
que halla señalado de antemano la pena. Faltando alguna de
las dos, tiene lugar lo arbitrario : escoyo de que se huye según
Montesquieu en las naciones libres. Con el decreto el Jeneral
La Mar y sus Ministros han puesto en practica las providencias
de alta policía, que hicieron tan detestables á los reyes, y que
jamas se admitirán en nuestro sistema.
Libre é independente por que naci hombre ; libre é indepen-
dente por que soy parte de un pueblo soberano ; sin mas suje-
ción que a las leyes, que yo diese, ó que se diesen á mi nom-
bre ; no obligado á una obediencia, cual es la del Turco 6 la
del Ruso ; en el momento podia restituirme a mi patria é inter-
poner por mi mismo la queja, en la cámara de diputados. No
lo hago : se diria que iba á promover la guerra civil y envolver
el estado en anarquía. El consejo de Catón : conviene estar
expatriado. Los menores accidentes produjeron las mayores
desgracias. Una chispa fue bastante para poner en conflagra-
ción, naciones muy estensas. La visita entre dos hermanas
causó la ruina de Roma, y previno la tiranía de los Cesares.
Me queda un recurso legal, y aun cuando este faltase, mas
valia, que Temistocles muriese fuera de Atenas, que fomentar
partidos, que han de concluir con el engrandicimiento de algún
aspirante. Quiero instruir á mi conciudadanos, no precipitar-
los a su ruina
No es de necesitad mi presencia. Se ha de conocer, que
jamas alumbro el sol en dia mas interesante a la America, que
aquel en que el congreso sufra la lectura de este papel. Pes-
ado por el rudo estilo, defectos retóricos, mal distribuidos y
colocados pensamientos ; es en estremo útil por los principios
que contiene. Del cumplimiento de ellos depende nuestra lib-
ertad é independencia. El problema va á resolverse. ¿ Es el
Perú mas feliz con su actual gobierno, que lo fue con el de los
Austríacos y Borbones ? ¿ Es la libertad mejor garantizada ?
¿ Los mandones son menos insolentes y corrompidos ? ¿ El
ciudadano es libre en su persona y en sus producciones? De-
cidid asamblea respectable entre el ejecutivo presente y pode-
35
274 ^ '^
roso y un expatriado sin ningún apoyo, que se halla en infiníi
distancia. Decidid entre los amantes de su patria y los descu-
biertos agentes de la España. Si el congreso no es hoy justoL^
el Perú no sera después libre. Si el Perú pierde su libertad laL>
perderá la America ; si la America la pierde desaparecerá para
siempre de la Europa. (18) Retrocederemos al siglo diez, y
resucitaran de sus cenizas el despotismo y la inquisición. ¿ Que
se diria de una joven bella si presentándosele en matrimonio un
esposo adornado de las mas ecselentes perfecciones fiisicas y
morales, lo despreciara por uno de esos monstruos de África,
que naturaleza distinguió de nosotros por el color y los talentos ?
Es mayor el contraste entre la libertad y la esclavitud. El que
prefiera esta es mas infame, mas abominable, mas digno de
desprecio. (19).
Volverán algún dia en si los peruanos preguntando. ¿ Donde
están mas de cincuenta millones de pesos, siempre reservados
en la capital, sin perjuicio de jiros, habilitaciones y comercio
Donde están las esquisitas alajas, adornos de oro y plata de
nuestras casas ? Donde están las joyas de diamantes y de per-
las, comunes aun en la Ínfima plebe ? Donde esta la riqueza
de nuestros templos que asombró al estranjero acostumbrado a
las maravillas de la Europa ? { Cual es el estado de aquellos
fundos que se araban a un tiempo con doscientas juntas ? ¿ Que
se hicieron los ganados que cubrian llanos y montes, asegurando
al indígena el alimento y el vestido ? ¿ Por que cesaron con las
labores de nuestras minas los continuos manantiales que íluian
en nuestro continente y sostenían las fabricas del mundo antiguo ?
¡ Ha ! pobreza, hambre, ruina, desolación, han sucedido a la
riqueza, prosperidad, abundancia. Sacrificios pequeños si se
comparan con la perdida de bienes mas preciosos, que no sera
posible restaurar. ¿ Donde se hallan nuestros hijos, nuestros
hermanos, nuestros amigos, que salieron con las armas en de-
fensa de nuestros derechos ? Solo oimos un ligero eco, que
(18) JEs la flecha tirada en un monte de que habla Ber-
nardino de Saint-Pierre.
(19) Un Africano puede ser sabio, virtuoso y bello. \La
hermosura natural consiste en la justa resparticion de las partes
con el todo. La esclavitud en ningún caso sera buena.
%
275
eternidad nos reconviene y dice : „ inertes, pusilani-
les, ingratos no habéis estimado el generoso don de nuestras
idas. Hemos dejado de ecsistir por que seáis libres : indo-
lentes, como se os deje un vengonzoso sosiego, os convenis con
ser esclavos.,. No sufrimos reconvención tan justa y fuerte.
Lejos de nosotros el seguir al degenerado Romano, que prodi-
galizaba su sangre y sus tesoros para variar únicamente el nom-
bre del que lo dominaba. Recojer queremos los frutos dulces
y apetecibles que debió producir el árbol de nuestra indepen-
dencia. Perversos cultivadores hicieron que hasta ahora fuesen
agrios, amargos y punzantes. Los rios de leche y miel, que
se nos ofrecían se han convertido en fétidas aguas impregnadas
con hiél y ajenjos. Ha llegado el dia en que se pruebe el
temple de las almas dijo Paine : ha llegado el dia decimos no-
sotros en que el Peruano acredite que no es un Sibarita (20)
insensible al honor, abismado en groseros placeres : guerra á
los opresores, muerte al tirano.
No serán estos alguna vez los sentimientos de mi compatriotas ?
¿ Está todo tranquilo con la providencia de mi expatriación ?
I Nadie se opone al gobierno, todos respectan lo que ordena ?
I Las imprentas se ocupan de su elogio, no habiendo el mas
pequeño defecto de que acusarle ? ¿* Los ciudadanos están
convenidos con ser tributarios pagando el aire que respiran ? Se
ve con indiferencia, que el extranjero huya de nuestros puertos
injustamente despedido por la exorbitancia de derechos ? ¿ No
se estraña que las artes y manufacturas se graben con perjuicio
de su adelantamiento, para que nuestros notorios enemigos go-
zen grandes rentas en los puestos que indignamente ocupan ?
¿ El ejecutivo por medio de sus subahernos aumenta la' contri-
bución, y no se reclama el atentado ? Después de un terremoto
que arruinó la capital se ecsije con el mayor rigor, el pesado
impuesto urbano sobre casas que ya no ecsisten, 6 que es pre-
ciso se reparen inmediatamente para impedir su total derrumbe *
Aqui me detengo : recuerdo, que Tácito me refiere cual fue la
política de Tiberio en iguales casos. A los pueblos desgracia-
dos no solo se les eximia de toda clase de pensiones, si también
(20) Asi se nos llama por el Español Infante en la Repú-
blica de Solivia le preguntaría, ¿ Bolivia es República ?
276
se les auxiliaba con ingentes sumas. Ejecutaron esto mismo k
españoles después del temblor de 1746. ¿Y nadie se queja)
de un gobierno peor que el de los Tiberios y Fernandos
I Estamos próximos á una banca-rota y nadie pregunta por los
tesoros del estado ? ¡ Funesta quietud, unión de letargo ¡ Esta
es la paz de la sociedad conforme con los perniciosos principios
de Hobbes. (21) J\ío es paz, diré yo con un romano, que
quedó en el senado después de su completa corrupción, es servi-
dumbre. JVon est ista pax, sed paciio servitutis. Es esta
aquella enfermedad en que perdidos los sentidos internos y
externos, el diestro medico trabaja por descubrir lentos movimi-
entos naturales que distinguen la muerte de la vida.
Orador por la naturaleza Patricio Enrique, inflamado con el
sagrado fuego del amor patrio fue en una ocasión interrumpido,
y dejó pendientes unas clausulas que a mi me conviene concluir.
„ Cesar tuvo su Bruto, Carlos 1. ° su Cromwell, Jorge 3. °
— su Washington.,, La America antes Española tendrá algún
ciudadano, que dé a conocer de cuanto es capaz un hombre
solo, siendo inflexible, firme, constante en el sosten de la causa
de cuya justicia se halla penetrado. El burlara inicuas con-
binaciones, dispondrá de los ejércitos, las nieves las convertirá
en llamas y los muros impenetrables volaran cual plumas a su
soplo. Este hombre moral es el congreso en quien concibo un
entendimiento claro para decidir, una voluntad fuerte, para
hacer ejecutar. Si el anterior autorizando al presidente de la
república rompió el libro de garantias que habia formado, el
presente restituyéndome a mi honor, mi puesto y mi patria ;
declarando haber lugar á la formación de causa contra el ejecu-
tivo y los diputados que accedieron a su solicitud ; incorporando
en ella á cuantos tuvieron parte en el quebrantamiento de la
constitución, convocando la convención para el año venidero
pondrá la base de un edificio, que tanto desearon los gloriosos
mártires de nuestra independencia. Augusto y Severo comen-
(21) Hobbes escribió en la apoca de los Reyes, Recon-
vencido por los amigos de Cromwtll, contestó que sus principos
eran acomodados a todo gobierno. Poder absoluto en el qv^e
gobierna, obediencia pasiva en el pueblo. Estas son las mac-
simas de Luna Pizarro,
277
su imperio por grandes golpes de tirania. Este es el
fonsejo de Maquiavelo a los principes usurpadores ; ser al prin-
cipio crueles para después ser justos. ¡ Quebrantar las leyes
laturales para afianzar las civiles ! En la sociedad de hombres
soberanos al iniciar el gobierno son muy útiles los rigorosos
actos de justicia, para que permanezca para siempre. Recay-
endo el castigo sobre personas que se creian inviolables, temen
los sucesores, y todos hincan la rodilla delante de la ley.
Volver quiero a mi patria ; volver en la convención á la tri-
buna ; volver á defender los derechos del hombre y del ciu-
dadano ; si la tirania vence segundo vez, volver á la cárcel y
concluir en un patibulo. Un santo entusiasmo hacia se ofre-
ciesen al martirio los Christianos de la primitiva iglesia ; los
apostólos de la libertad queremos sellar nuesta misión con nuestra
sangre. Mis doctrinas, mis principios politicos se hallan en
este libro. No quiero ser juez de mi misma causa : esperare
la resolución fuera del territorio : no entrare sin ser llamado.
Tened si muy presente P. C. que esta causa es mas del
pueblo soberano que del ciudadano que subscribe y ofrece con
la mayor humildad sus respetos.
MANUEL DE VIDAURRE.
índice
Pages.
Prologo 3
Discurso sobre la ciudadanía de los españoles en el Perú . 5
Manifiesto 1 ® sobre el atentado contra la seguridad personal 23
Discurso sobre que a los deudores falidos, y á los que
deben al tesoro nacional no se les privé de los derechos
de ciudadanía 76
Discurso sobre la voz activa y pasiva de los ciudadanos . . 84
Papel titulado Justo juicio : prueba del talento de mis
enemigos 93
Carta del Coronel Ninavilca a su defensor 106
Instrucción escrita por Dn. Ignacio Delgado 107
Clamor a los conciudadanos 108
Manifiestos® Conducta abominable de los jueces 115
Manifiesto 3 ^ Defensa del Autor 148
Representación al congreso constitucional en que se tratan
las principales cuestiones del derecho publico consti-
tucional 208
>.
1
^
279
FE DE ERRATAS.
p.
L.
Dice.
Debe Decir.
7
2
Asegurazon
Aseguraron
8
26
Le
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10
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Parn
Para
13
Nota 12
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14
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Nota 6
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Donde
40
17
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44
39
Reo
Reos
45
27
Abientas
Abiertas
50
39
Cuando los
Cuando en los
51
10
Cuyo in
Cuyo fin
62
26
Calaboza
Calabozo
63
3
Ritalicio
Vitalicio
66
13
Casesino
Asesino
64
Nota 2
El juez
Al juez
70
Nota 2
Falsera
Falseara
71
3
Esturiese
Estuviese
79
1
Espantosas
Espantosos
86
15
Le que
Lo que
106
31
Decirbe
Decirle
110
25
Quo
Que
119
Nota 9
Montano
Montaña
121
26
Emerda
Era de mi
122
36
Ministeria león
Ministerial con
128
19
Se lo
Se le
132
19
On
En
137
Nota 5
Constirania
Con la tiranía
138
17
Táctica
Tacita
142
Nota 23
Lo
El
145
21
Recupera
Recuperar
148
8
Otaques
Ataques
151
Nota
Voté por el Jeral
Voté por Santa-
La-Mar
Cruz
156
20
Ninguna
Ninguno ^
188 ,
27
Catalina
Catilina
159
18
Otro
Otra
160
32
Compana
Campana
167
10
Rocibieron
Recibieron
280
r
p.
L.
Dice.
Debe Decir. \ ,
170
6
Pol
Del 1
170
20
Preceder
Proceder «í»
Medita ^Q
176
27
Meditar
179
31
Ierra
Tierra
180
39
Laegado
Alegado
183
1
Viciaos
Vecinos
184
2
Precederé
Procederé
184
5
Hacia
Habia
188
12
Al pie diligencia Al pie de la diligencia
204
11
Resulto
Resuelto
212
17
la
La
212
22
Enfermidad
Enfermedad
213
12
Humillida
Humillada
213
31
Exemple
Exemplo
224
39
Promiendo
Prometiendo
225
21
Rompiondose
Rompiéndose
227
21
Puo
Puro
228
26
Vices
Veces
229
31
Descavo
Descaro
235
2
De dele
No debe
232
29
Revolución
Resolución
234
8
Los
Las
235
3
Centrego
Entrego
235
7
Paror
Pavor
235
10
Sumalta
Sumaeta
241
34
Aleguado
Alegando
242
13
Opotrio
Oprobio
242
21
Buyete
Bufete
243
23
Bullicioso
Bullicio
245
1
Confeso
Confieso
245
6
Una
Un
246
6
Cara
Clara
249
16
Alguro
Alguno
249
23
Ejecutivo
Ejecutivo
250
18
Per
Peor
250
35
Hombre
Hombres
262
3
Cuarentas
Cuarenta
263
9
Ejectuase
Ejecutase
264
8
Aquirer.
Adquirir
264
31
Uns
Unos
264
33
Ramor
Removidos
267
23
Serán
Sera
268
33
Mis
Los 1
272
34
Reclusión
Resolución
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