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Full text of "El castillo de Oreja y la defensa de la meseta"

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MERCEDES  AGULLO  Y  COBO 


El  castillo  de  Oreja 
y  la  defensa  de  la  meseta 


MADRID 

19   7    6 


TIRADA  APARTE 

DE  LOS 

ANALES  DEL  INSTITUTO  DE  ESTUDIOS  MADRILEÑOS 

Tomo  XIII 


Depósito  legal   M.  Sep.  4.593.— 1966  (XIII) 

RAYCAR,  S.  A.  impresores.  Matilde  Hernández,  27.  Madrid  (19) 


EL  CASTILLO  DE  OREJA  Y  LA  DEFENSA  DE  LA  MESETA 

Por  Mercedes  Agulló  y  Cobo 


El  castillo  de  Oreja,  cerca  de  Ontígola,  ha  merecido  la  atención  de  his- 
toriadores y  estudiosos  del  arte  militar,  por  la  importancia  que  su  situa- 
ción estratégica  le  dio  en  la  Reconquista  — en  sus  vertientes  cristiana  y  mu- 
sulmana— ,  reconocida  en  las  crónicas  medievales.  Aunque  en  la  actualidad 
no  pertenezca  administrativamente  a  nuestra  provincia,  su  importancia  para 
la  historia  de  una  parte  de  la  misma  es  tal,  que  creemos  justifica  su  estudio 
en  estas  páginas. 

Los  restos  que  han  llegado  hasta  nosotros  están  constituidos  por  una 
torre  de  planta  rectangular,  avanzada  de  la  fortaleza  hacia  el  Tajo  y  la  me- 
seta, en  el  centro  de  un  recinto  amurallado.  Construida  en  aparejo  de  mam- 
pos  tería,  con  mortero  y  sillares  en  los  ángulos,  conserva  aún  algunas  saete- 
ras. La  puerta  de  entrada  se  abre  en  la  cara  norte  con  arco  rebajado  de 
sillería  sobre  la  que  figura  ventana  del  siglo  xv.  Restos  de  este  mismo  siglo 
son  un  pequeño  escudo  e  inscripción  casi  ilegible.  En  el  interior,  dos  bóve- 
das en  ladrillo  y  parte  de  una  escalera  de  piedra.  Se  conservan  restos  de  la 
cerca,  de  varios  silos  y  de  una  cisterna  l. 

Se  viene  dando  por  seguro  que,  por  su  privilegiada  posición  que  hizo 
del  lugar  punto  clave  de  defensa  de  la  meseta,  fue  núcleo  de  población  des- 
de tiempos  ibéricos  y  que  su  nombre  justifica  ampliamente  la  creencia  de 
haber  sido  la  antigua  Aurelia  romana. 

Conservó  su  importancia  durante  la  alta  Edad  Media  y,  tras  la  invasión 
musulmana,  hubo  en  su  risco  una  torre  o  castillo  con  la  misma  finalidad 
defensiva  y  de  vigía  que  aseguraba  la  pronta  defensa  en  caso  de  ataque  ene- 


1  Una  descripción  más  amplia  de  las  ruinas  en  el  Corpus  Castillorum  recientemente 
editado. 


migo.  En  tiempo  de  Alfonso  VI  pasó  de  nuevo  a  manos  cristianas  como 
dote  de  Zaida,  hija  del  rey  moro  de  Sevilla,  al  casarse  con  el  monarca  cas- 
tellano, perdiéndose  de  nuevo  tras  la  derrota  de  Uclés. 

Más  explícita  es  la  referencia  a  Oreja  y  su  castillo  de  Fray  Prudencio 
de  Sandoval  en  su  Chrónica  del  ínclito  Emperador  de  España  Don  Alfon- 
so VII...»2: 

«El  Rey  Texufino  de  Córdoua  venció  a  Tello  Fernández  en  el  castillo  de  Azeza, 
y  le  entró,  y  destruyó  hasta  los  cimientos.  Era  vna  fuerca  de  importancia  contra 
los  moros,  señaladamente  contra  los  de  la  ciudad,  que  esta  historia  llama  Aure- 
lia... En  este  tiempo  viuía  en  Estremadura,  que  no  dize  en  qué  lugar  (ni  se  ha 
de  entender  que  era  la  que  agora  assí  se  llama)  vn  cauallero,  cuyo  nombre  era 
Gocelmo  de  Ribas,  soldado  belicoso,  y  de  mucha  hazienda,  señor  de  ricas  posses- 
siones,  con  que  tenía  gran  copia  de  pan  y  vino.  Fue  este  cauallero  al  Emperador, 
y  pidióle  licencia  para  reedificar  este  castillo,  y  que  el  Conde  don  Rodrigo,  Al- 
cayde  de  Toledo,  le  diese  fauor  y  ayuda  con  la  gente  de  guerra,  para  que  los 
moros  no  le  impidiesen  la  obra.  El  Emperador  se  lo  concedió,  y  Gocelmo  de  Ri- 
bas con  toda  su  familia,  muger,  hijos,  y  yernos  fueron  a  Toledo,  para  que  el 
Conde  don  Rodrigo  saliesse  con  sus  gentes  con  ellos  a  la  guarda  de  la  obra,  como 
se  hizo:  y  poniendo  sus  tiendas  al  pie  de  las  ruynas  del  castillo,  comencó  luego 
la  obra  con  fortíssimos  muros  y  altas  paredes,  torres  muy  firmes,  haziéndole  casi 
inexpugnable.  No  se  atreuieron  los  moros  de  Aurelia  salir  a  impedir  la  obra,  por- 
que era  grande  el  miedo  que  tenían  al  conde  don  Rodrigo.  Puesto  en  perfeción 
Goncelmo  de  Ribas  se  entró  en  él  con  todos  los  suyos,  basteciéndole  de  mucho 
pan  y  vino,  y  con  escogidos  soldados,  para  que  la  ciudad  de  Toledo  tuuiesse  aquel 
presidio  contra  Aurelia,  donde  auía  valientes  moros,  que  cada  día  hazían  muchas 
correrías  y  daños  en  tierra  de  Toledo  y  Estremadura:  y  deste  castillo  cada  día 
salían  y  tenían  escaramuzas  con  ellos,  en  que  vnas  vezes  vnos,  y  otras  otros,  sa- 
lían con  la  vitoria...» 

Fue  este  conde  don  Rodrigo,  de  apellidos  González  de  Girón  de  Valla- 
dolid,  quien  al  final  de  su  vida  se  retiró  a  Tierra  Santa  dejando  la  tenencia 
de  Toledo,  que  el  Emperador  dio  a  don  Rodrigo  Fernández  de  Castro,  ca- 
ballero castellano  de  lo  más  ilustre  del  Reino. 

Desde  Oreja  los  musulmanes  llegaban  en  sus  correrías  a  los  mismos  mu- 
ros de  Toledo,  como  puntualmente  refiere  el  mismo  Sandoval,  que  nos  narra 
así  su  toma  por  Alfonso  VII: 

«Cautiuaron  [los  moros]  a  Tello  Fernández  de  Saldaña,  que  auía  reedificado 
el  castillo  de  Azeca...  Destruyeron  el  castillo  de  Azeca:  tomaron  la  ciudad  de  Aure- 
lia...: y  hizieron  otros  muchos  daños...  Y  como  el  Emperador  quedó  tan  lleno 
de  dolor  con  la  muerte  de  Ñuño  Alonso,  desseando  vengarla,  y  cobrar  esta  ciu- 


Madrid,   Luis   Sánchez,   1600. 

—  2  — 


dad,  mandó  juntar  sus  gentes  para  yr  contra  ella:  y  a  Gutierre  Fernández  de 
Castro,  y  a  su  hermano  don  Rodrigo  Fernández,  que  era  Alcaydc  mayor  de  To- 
ledo, que  juntassen  todos  los  cauallos  y  gente  de  guerra  de  la  milicia  de  Toledo, 
y  de  las  demás  ciudades  de  la  otra  parte  de  los  puertos  y  Estremadura,  y  pu- 
siessen  cerco  al  castillo  que  llaman  Aurelia...:  lo  qual  se  hizo  con  presteza,  y  en 
el   mes   de   abril   deste  año   le  pusieron  el  cerco,   apretándole   fuertemente...» 

Vinieron  gentes  de  Galicia,  León,  Asturias  y  toda  Castilla,  llevando  los 
de  a  caballo  «lorigas  largas,  paueses,  lanca  y  espada»,  y  los  de  a  pie  «balles- 
tas, hondas,  laucones,  broqueles  y  cortas  espadas». 

Asistió  el  Emperador  personalmente  al  cerco,  «dando  los  combates  con 
máquinas  y  instrumentos».  «Dentro  en  su  defensa  estaua  Halí  aquel  vale- 
roso Alcayde,  que  venció  y  mató  a  Ñuño  Alonso,  y  a  los  suyos.  Tenía  con- 
sigo muchos  ballesteros  y  soldados  bien  armados,  que  valientemente  defen- 
dían el  castillo,  que  de  su  natural  y  obra  era  harto  fuerte». 

Se  utilizaron  máquinas  bélicas  y  se  puso  guarda  en  el  río  cercano  para 
evitar  el  abastecimiento  de  los  sitiados.  La  insostenible  situación  de  los  mu- 
sulmanes, hizo  que  llamasen  en  su  ayuda  a  los  reyes  moros  de  Córdoba, 
Sevilla  y  Valencia  — lo  que  da  clara  idea  de  la  importancia  que  a  su  po- 
sesión se  concedía — ,  embiando  incluso  Texufino  desde  Marruecos  lo  más 
escogido  de  sus  tropas,  llegándose  a  juntar,  según  el  propio  testimonio  de 
Sandoval,  no  menos  de  30.000  caballeros  «y  de  los  peones  no  auía  número 
sauido,  tanta  era  multitud  que  dellos  auía». 

Se  determinó  por  el  Emperador  que  «el  cerco  del  castillo  se  apretasse 
por  todas  partes,  estando  con  todo  cuydado,  para  que  por  ninguna  vía  pu- 
diessen  ser  socorridos».  Se  mandaron  hacer  baluartes  y  habiéndose  descui- 
dado los  que  estaban  de  guardia,  finalmente  le  prendieron  fuego. 

«Los  ingenieros  del  campo  del  Emperador  arrimaron  vnas  fuertes  y  gran- 
des bastidas  a  las  torres  del  castillo,  de  donde  con  las  ballestas  y  tiros  hazían 
notable  daño.»  Pasado  el  plazo  de  un  mes  que  el  Alcayde  solicitó  de  su 
sitiador  para  recibir  ayuda  marroquí,  se  entregó  la  fortaleza  «y  se  pusieron 
los  pendones  Imperiales,  con  la  señal  de  la  Cruz». 

Termina  así  Sandoval  su  relato: 

«Púsose  el  cerco  a  este  castillo  en  el  mes  de  abril,  y  entregóse  a  los  christia- 
nos  vltimo  día  de  otubre  del  dicho  año  [1139].  Ganóse  en  él  vna  fuerca  de  gran 
importancia,  por  los  muchos  daños  que  los  moros  hazían  corriendo  continuamen- 
te la  tierra  de  Toledo,  y  Estremadura,  que  no  auía  cosa  segura.  Mandó  el  Empe- 
rador repararlo,  y  puso  en  él  mucha  gente  de  guarnición,  basteciéndole  de  armas 
y   comida»  3. 


3  ídem,   id.   Tabla   preliminar,   pág.    101.   Cap.   XLIX,  págs.    114-118. 

—  3  — 


El  3  de  noviembre  de  aquel  año,  Alfonso  VII,  insistiendo  una  vez  más  en 
la  importancia  del  castillo,  concede  Fuero  especial  a  la  Villa  de  Oreja: 

«...  castellum  Aurelie  quod  Toletum  et  circa  manentem  provinciam  fere  in  solitu- 
dine  redegerat,  mauris  que  illud  possidebant  expulsis,  acquisivi;  ne  acquisitum 
mauri,  per  impotentiam  Christianorum  et  incuriam,  iterum  recuperare  valeant, 
ómnibus  illis  que  ad  idem  castellum  populandum  venerint  foros  et  términos  dig- 
num   donare  censui» 4. 

Muy  importantes  fueron  las  concesiones  del  Rey  a  los  pobladores  de  la 
Villa,  estableciendo  también  el  Fuero  sus  límites: 

«Términos  preterea  castello  Aurelie  tales  habere  concedo:  videlicet  ab  eo  loco 
ubi  Saramba  descendit  in  Tago  usque  ad  Fonticulam  et  inde  ad  Ocaniolam,  inde 
vero  ad  Ocaniam  maiorem  et  inde  ad  Nablelas,  inde  vero  ad  ambas  Nablelas  et 
inde  ad  Alharella,  inde  vero  ad  montem  de  Alcarrias  quamodo  descendit  Taiunia 
in   Saramba.» 

Con  la  misma  fecha,  el  Emperador  dio  a  su  siervo  Amor  la  aldea  de 
Torric,  junto  al  castillo  5. 

Surgidas  las  Ordenes  Militares  españolas  en  el  siglo  xn,  como  grandes 
organizaciones  bélico-religiosas  en  su  doble  vertiente  de  defensa  y  conquista 
territorial  y  conservación  y  expansión  de  la  fe  católica,  los  Reyes  españoles 
encomendaron  a  sus  huestes,  bajo  la  estricta  obediencia  de  sus  Maestres  y 
con  organización  de  verdaderos  cuerpos  de  Ejército,  la  defensa  de  los  terri- 
torios que  iban  siendo  arrebatados  a  los  moros. 

La  Orden  de  Santiago,  que  ya  en  1170,  en  grupo  constituido  con  el  nom- 
bre de  «frailes  de  Cáceres»,  había  participado  con  Fernando  II  de  León  en 
la  conquista  de  aquella  ciudad  y  que  en  enero  del  año  siguiente  ya  se  conoce 
como  «Orden  de  Santiago»,  participó  de  modo  muy  activo  en  la  Reconquis- 
ta: contra  Jerez;  defendiendo  Toledo  contra  los  moros  de  Cuenca  en  1172; 
contra  Ecija  dos  años  más  tarde;  en  las  conquistas  de  Trujillo  y  Medellín 
en  1186,  y  ya,  sin  solución  de  continuidad,  en  los  siglos  posteriores6. 

Alfonso  VIII  dio  el  castillo  de  Uclés  al  Maestre  de  Santiago  en  1174,  con 
lo  que  se  inicia  la  rivalidad  con  la  de  Calatrava,  en  aquella  región  del  alto 
Tajo,  tras   la  entrega   del  Castillo   de  Oreja  al  Maestre   de   Santiago  Pedro 


4  José  Luis  Martín:    Orígenes  de  la  Orden  Militar  de  Santiago  (1170-1195).   Barcelona, 
1974,  págs.  178  y  ss. 

5  ídem,  id.,  pág.  180. 

6  Derek  W.  Lomax:   La  Orden  de  Santiago  (1170-1275).  Madrid,  1865,  págs.  9  y  ss. 

—  4  — 


Fernández  y  a  su  Orden  el  11  de  septiembre  de  1171,  por  documento  fecha- 
do en  Montealegre: 

«dono  et  concedo  Deo  et  universe  Iacobitane  Milicie...  et  vobis  Potro  Fcrrandi, 
eiusdem  magistro,  castrum  illud  quad  Aurelia  vocatur,  super  rippam  Tagi  situm, 
totum  ex  integro,  videlicet  cum  terris,  vineis,  pratis,  aldeis,  pascuis,  rivis,  azeniis, 
piscariis,  montibus,  fontibus  et  irigressibus  et  egressibus  et  cum  terminis,  perti- 
tentiis  et  directuris  ómnibus  suis...  talen  tamen  condicione  quod,  si  guerra  casu 
adversus  regem  in  regno  viguerit,  dato  vobis  a  rege  concambio,  sibi  castrum  red- 
datur  finita  vero  guerra  et  pace  reformata,  iam  dictis  militibus  esse  castrum  res- 
tituatur»  7. 

Las  disputas  entre  las  Ordenes  no  cesaron  sin  embargo,  a  causa  de  la 
posesión  de  los  señoríos  entre  Tajo  y  Guadiana  especialmente,  resolvién- 
dose normalmente  por  arbitraje.  Así  en  1237  fue  preciso  delimitar  el  tér- 
mino entre  el  sanjuanista  de  Consuegra  y  los  santiaguistas  de  Mora  y  Ore- 
ja8, y  antes,  apenas  entregado  Oreja  a  los  de  Santiago,  el  arzobispo  tole- 
dano reclamó  sus  derechos  sobre  el  territorio  comprendido  entre  Oreja, 
Alharilla  y  Salvanés  hasta  el  Jarama  y  desde  el  Jarama  hasta  el  Tajo,  que 
les  había  entregado  Alfonso  VI  en  1099  y  ahora  poseían  los  santiaguistas  por 
concesión  de  Alfonso  VIII 9. 

La  Orden  tenía  en  Oreja  Comendador  (con  anterioridad,  de  la  época  del 
Fuero,  se  conocen  los  nombres  de  Rodericus  Fernándiz,  alcaide,  y  de  Mi- 
cahel  Midez,  alcaide  por  don  Rodrigo)  y  al  cargo  iba  unido  el  de  Alférez 
Mayor  de  la  Orden. 

Desde  el  siglo  xiii,  las  noticias  sobre  Oreja  pierden  su  carácter  militar. 
El  castillo,  sin  perder  su  importancia,  no  está  ya  en  línea  de  frontera.  Des- 
plazada la  primera  línea  de  la  Reconquista  al  Guadiana,  el  Tajo  queda  como 
una  segunda  línea  de  defensa  en  la  Reconquista.  Los  siglos  posteriores  fue- 
ron de  paz  para  las  tierras  entre  ambos  ríos,  y  la  tarea  de  la  Orden  de  San- 
tiago en  esta  zona,  como  en  las  limítrofes  la  de  las  de  Calatrava  y  Alcán- 
tara, es  de  repoblación  y  reconstrucción. 

Las  noticias  que  a  continuación  damos  a  conocer  corresponden  al  pe- 
ríodo 1468-1554,  desde  la  primera  de  las  visitaciones  conservadas  en  el  Ar- 
chivo Histórico  Nacional,  de  las  que  periódicamente  realizaba  la  Orden  de 
Santiago,  por  orden  expresa  de  sus  Maestres,  a  todas  sus  posesiones,  hasta 
el  momento  en  que  la  Villa  de  Oreja  y  su  castillo  pasa  a  ser  de  don  Ber- 


7  J.  L.  Martín:   Ob.  cit.,  págs.  220-221. 

8  D.  W.  Lomax:    Ob.  cit.,  págs.  41  y  ss. 

9  J.  L.  Martín:    Ob.  cit.,  pág.  48. 


—  5 


nardino  de  Cárdenas  Carrillo  de  Albornoz,  al  que  el  Rey  — ya  gran  Maestre 
de  todas  las  Ordenes —  se  la  cedió  a  cambio  de  otras  posesiones. 
La  visitación  de  1468  nos  dice: 

«Oreja.  Es  vna  villeta  bien  fuerte.  Tyene  vna  buena  fortalesa,  avnque  la  torre 
se  devía  alear  más,  la  que  fiso  Ferrando  de  la  Cámara,  hermano  del  Condesta- 
ble Miguel  Lucas  quando  la  tenía,  e  mandárnosla  alear  e  reparar  algunas  cosas 
en  la  fortalesa,  sy  la  villa  la  cerca  della  se  reparase.» 

Los  visitadores  generalmente  eran  dos,  si  bien  esta  visita  de  1468  la  rea- 
lizó Francisco  de  León,  Comendador  de  los  bastimentos  del  Campo  de  Mon- 
tiel,  en  la  provincia  santiaguista  de  Castilla 10. 

A  la  Encomienda  pertenecían  el  Colmenar  y  Noblejas,  y  entre  sus  rentas 
figuran  las  que  proporcionaban  la  Dehesa  de  Sotomayor,  «que  es  de  parte 
del  río»,  que  produjo  19.000  maravedís  en  el  invierno  y  20.000  en  el  verano; 
la  Dehesa  del  Parral;  el  ejido  de  San  Benito,  cerca  de  Noblejas;  la  Dehesa 
de  Tomique,  a  lo  que  había  que  añadir  la  renta  del  vino  y  aceituna  del  pavo 
de  Santiago  ll. 

El  visitador  añade  que  debe  repararse,  y  así  lo  informa  al  Maestre  don 
Alfonso  de  Cárdenas,  por  la  importancia  que  tenía  en  la  defensa  de  Ocaña 
y  su  tierra,  «porque  está  en  la  delantera  de  la  Orden»  12. 

No  debieron  caer  en  saco  roto  las  recomendaciones  del  Visitador,  ya  que 
diez  años  más  tarde,  siendo  Comendador  de  Oreja  Gonzalo  de  Villafuerte, 
al  visitar  la  provincia  de  Castilla  el  Comendador  Ruy  Díaz  Cerón  y  el  Co- 
mendador Pero  González  de  Calvent,  caballeros  de  la  Orden,  y  el  Provisor 
Alfonso  Ferrándes  de  Ribera,  Capellán  del  Maestre,  que  aún  lo  era  don  Al- 
fonso de  Cárdenas,  encontramos  una  completa  y  magnífica  descripción  del 
castillo,  no  sólo  reparado,  sino  completado  con  los  elementos  que  — aunque 
muy  destrozados,  pero  casi  sin  modificación —  han  llegado  hasta  nosotros. 

La  importancia  del  documento  merece  su  transcripción  íntegra: 

«...  fueron  al  castillo  y  fortaleza  de  la  dicha  Villa  e  a  la  entrada...,  antes  de 
la  puente  leuadisa,  está  fecho  agora  de  nueuo  vn  baluarte  de  tapia  de  seys  tapias 
en  alto  e  su  petril  e  almenas,  con  tres  troneras  e  vna  portada  de  yeso  grande  e 
non   tiene   puertas... 

E   adelante  estaua  vna  caua  fomda  e  vna  puente  leuadisa  con  sus  cadenas  e  su 
barrera  adelante  fasta  llegar  a  la  puerta  principal...  almenada  de  piedra  e  yeso 


10  Archivo   Histórico    Nacional:    Ordenes    Militares:    Santiago.   Libro    1.233,   fols.   6-7. 

11  ídem,  id. 

12  ídem,  id. 

—  6  — 


E  luego...  legaron  a  la  puerta  principal...  que  son  de  palo  e  eníorradas  en  cuero, 
con  sus  cerrojos  e  cerraduras  de  dentro  e  su  sobrepuerta  e  almenas  de  piedra 
e  yeso...» 

En  esta  puerta  esperaba  el  alcaide  Pedro  de  Vega,  criado  del  Comen- 
dador, que  entregó  las  llaves  a  los  visitadores  «e  los  apoderó  en  lo  alto  e 
baxo  della  a  su  voluntad...»,  y  Gonzalo  de  Villafuerte  prestó  pleito  homenaje. 

«E  luego  entraron  a  la  puerta  segunda,  que  entra  al  corral  e  patín  de  la  dicha 
fortalesa,  e  tenía  buenas  puertas  con  su  cerradura  de  dentro  e  sus  sobrepuertas 
de  yeso  e  piedra  e  almenas  de  yeso,  todo  nueuo 

E  luego,  junto  con  la  torre  del  Omenaje,  está  vna  caua  de  vn  estado  e  medio 
en  alto,  fecha  en  piedra  biua,  con  vna  barrera  de  yeso  mágico  que  cerca  desde 
esta  puerta  fasta  la  puerta  de  la  dicha  torre  del  Omenaje,  con  vna  puente  leua- 
disa  questá  fuera,  quel  dicho  Comendador  fiso,  e  fiso  vn  pedaco  de  adarue  questá 
desde  la  torre  del  Omenaje  al  dicho  cubo  con  su  escalera  de  yeso 
E  luego  fueron  a  la  Torre  del  Omenaje,  questá  a  la  mano  derecha  de  la  dicha 
entrada,  e  fallaron  vna  puerta  pequeña  con  su  atajo  de  tres  tapias  en  alto  e  es- 
taua  la  pared  de  tapia  e  de  dentro  estaua  vn  patinejo  en  questá  vn  forno  para 
coser  pan  al  vn  cabo,  e  de  la  otra  parte,  frontero  de  la  dicha  Torre,  sobre  el 
río,  estaua  vn  petril  de  piedra  e  yeso,  e  deste  dicho  patín  baxa  vna  escalera  que 
baxa  a  la  parte  del  río  fasta  el  pie  de  las  peñas,  el  qual  dicho  caracol  e  petriles 
fiso  el  dicho  Comendador  después  que  tiene  la  dicha  fortalesa.  E  más  adelante, 
junto  con  esto,  está  vn  trascorral,  que  sale  a  la  parte  de  la  Villa  fasya  la  yglesia, 
el  qual  tiene  su  apartamyento  con  su  puerta  de  piedra  e  yeso,  todo  bueno,  e  en 
el  dicho  trascorral  está  todo  petrilado  e  almenado  de  yeso  e  piedra  e  fecho  fasya 
la  parte  de  la  Villa...  lo  qual  el  dicho  Comendador...  dixo  que  fiso  antes  de  la 
vysytación  pasada,  e  estaua  en  el  trascorral  mucha  leña  e  las  almanas  enverdis- 
tadas   de  leña 

E  luego  entraron  en  la  Torre  del  Omenaje,  la  qual  dicha  torre  fiso  Ferrando  de 
la  Cámara,  la  qual  tiene  vna  puerta  sola  con  su  postigo,  en  forrada  en  cuero  por 
de  dentro,  con  sus  cerraduras  en  puerta  y  postigo,  su  tranca  por  de  dentro,  que 
fiso  el  dicho  Ferrando  de  la  Cámara  al  tiempo  que  tomó  la  dicha  Encomienda, 
e  a  la  entrada  de  la  dicha  torre  está  a  la  mano  esquierda  vna  escalera  que  baxa 
a  la  bodega  con  su  puerta  de  red  de  palo,  en  la  qual  estaua  vien  grande  facina 
de  leños  gruesos  e  estauan  veynte  tinajas,  las  dos  llenas  de  vino,  e  está  en  esta 
bodega  vn  algibe  con  su  cerradura  e  su  brocal  de  cal  e  ladrillo  e  vna  cisterna 
junto  con  él,  de  cal  e  ladrillo,  el  qual  tiene  mucha  agua  e  muy  buena  e  bien 
guardada 

E  luego  adelante  está  vna  puerta  de  red  de  palo  con  su  cerradura,  que  entra  a 
la  casa  del  bastimento  de  la  dicha  Torre.» 

Se  hallaron  en  ella  cerbatanas,  dos  pasavolantes,  ballestas,  30  docenas 
«de  almasén  grueso»,  100  docenas  «de  bramantes»,  «media  lombardeta  con 
dos  seruidores»,  «un  trueno  con  piedras  e  tacos  fartos  para  los  dichos  tiros», 

—  7  — 


3  tornos  de  ballesta,  400  fanegas  de  harina,  3  carretadas  de  carbón,  20  fa- 
negas de  sal,  2  tinajas  (una  de  aceite  y  otra  de  vinagre),  un  molino  de 
mano,  etc.,  es  decir,  cuanto  era  preciso  para  el  buen  mantenimiento  de  la 
fortaleza  en  sus  aspectos  militar  y  de  intendencia. 

«Subieron...  a  otra  cámara  de  la  dicha  Torre  questá  sobre  ésta...»,  don- 
de también  se  conservaban  diferentes  armas:  corazas,  celadas,  espingardas, 
pólvora,  ballestas,  etc. 

«...  e  la  dicha  cámara  tiene  vna  puerta  con  su  cerrojo  e  su  apartamyento  para 
la  cámara  del  Alcayde 

Engima  de  la  dicha  Torre  estaua  vn  terrado  ladrillado  e  vna  camareta  al  vn 
cabo,  cubyerta  de  madera  e  yeso,  e  toda  la  dicha  Torre  alderredor  petrilada  de 
cal  e  piedra  con  sus  almenas 

En  la  dicha  entrada  del  dicho  castillo  a  mano  esquierda  avya  vna  cosyna  con 
su  chimenea  e  encima  vn  terrado,  el  qual  está  fondido  vn  poco  que  fa  menester 
de  se  reparar,  e  al  vn  cabo  vn  lagar  con  su  pilón,  e  la  dicha  cosyna  tiene  vna 
puerta  e  vn  portal  delante...  sobre  sus  pilares  de  yeso,  e  la  mytad  cerrado  e 
cubyerto  de  madera  e  teja,  e  en  el  cabo  del  está  vn  pajar  con  su  puerta  e  cerra- 
dura..., e  luego,  cabe  el  dicho  pajar,  sube  vna  escalera  a  vna  despensa... 
E  luego  delante  deste  portal  está  e  casa  isic]  está  vn  algibe  bueno  e  bien  repa- 
rado que  puede  caber  más  o  menos  fasta  quinse  o  dies  e  seys  mili  arrouas  de 
agua,  e  tiene  sus  puertas  e  cerradura,  que  dis  que  fiso...  el  dicho  Comendador 
E  luego  adelante...  está  vn  portal  en  questá  vn  forno  e  está  cubyerto  el  dicho 
portalejo  con  su  madera  e  teja,  por  donde  entran  a  dos  establos,  el  vno  a  vna 
mano  e  el  otro  a  otra,  los  quales  son  encamarados,  que  lo  encamaró  el  dicho 
Comendador,  e  sobre  la  caballerisa  de  mano  esquierda  está  vna  casa  grande  de 
troxes  para  bastimento,  con  cinco  troxes  de  yeso,  en  que  podría  aver  fasta  tre- 
syentas  fanegas  de  ceuada  e  dosyentas  de  trigo,  la  qual  casa  de  troxes  dis  que 
fiso  el  dicho  Comendador,  la  mitad  antes  de  la  vysytación  pasada,  la  que  sale 
al  muro,  e  tiene  dos  pilares  de  piedra  e  yeso  sobre  que  está  la  dicha  casa 
Adelante  está  otro  portal  donde  están  dos  priuadas  e  vn  albañar  enyesado  por 
donde  va  toda  el  agua  de  las  dichas  casas  a  las  dichas  priuadas,  que  dicho  Co- 
mendador a  fecho  de  poco  acá 

Antes  desto  está  encima  del  establo,  a  mano  derecha,  vna  cámara  en  que  ciernen 
e  amasan  cubyerta  de  su  teja  e  madera  e  su  puerta  e  cerradura,  e  delante  dello 
están  vnas  canales  de  madera  por  donde  va  el  agua  de  los  tejados  al  algibe 
En  la  dicha  Torre  del  Omenaje  está  a  cada  parte  vna  garita  que  son  quatro 
garitas  de  madera  e  vna  campana  e  vna  cabrita  de  madera  e  quatro  pares  de 
cubyertas   de  búfalo  muy  buenas 

Adelante   desto   está  vn   portal   cubyerto   de   teja  e   madera,   en   el   qual   está  vna 
tinaja  para  vinagre,   e   frontero  deste  portal  vna  bodega  en  que  auía  quatro   ti- 
najas, dos  vasyas  e  dos  con  vino,  e  tiene  sus  puertas  e  su  cerradura 
A  la  mano  [sic]   deste  portal  está  vna  cosyna  con  su  chimenea  e  su  puerta  con 
su  cerradura  bien  aderecada 

—  8  — 


E  encima  de  la  dicha  bodega  está  vna  cámara  enyesada  y  blanqueada  e  el  ciclo 
de  yeso  con  su  puerta  e  cerradura  e  a  mano  derecha  está  vna  puerta  con  su 
puerta  por  donde  sube  a  la  Torre  del  Espolón.  E  enmedio  de  la  dicha  Torre 
estaua  vna  cámara  buena,  nueua,  enyesada  con  vn  retrete  e  a  la  entrada  con 
su  cerradura  e  vna  ventana  que  sale  al  río  con  sus  puertas,  e  encima  desta 
cámara,  questá  en  el  cuerpo  de  la  dicha  Torre,  está  vn  terrado  con  su  petril  e 
almenas  de  yeso  alrededor.  E  desta  dicha  Torre  del  Espolón  va  vn  adarue  fasta 
la  Torre  Ciega.  E  en  esta  Torre,  que  se  llama  la  Torre  de  los  Ballesteros  está 
vna  cámara  buena  con  su  puerta  e  vn  terrado  que  fiso  el  dicho  Comendador. 
E  derrocóse  vna  escalera  que  en  ella  está  porque  no  hera  menester.  E  en  la  Torre 
Ciega  está  vna  cámara  buena  con  su  puerta  e  vna  ventana  que  sale  a  la  Villa 
y  sube  vna  escalera  a  lo  alto  de  la  dicha  Torre  e  a  otra  cámara  que  está  enci- 
ma, que  está  doblada  e  está  bien  solada,  quel  dicho  Comendador  la  soló,  con  su 
petril,  e  está  almenada  de  yeso  fasta  la  Villa,  e  al  cabo  del  terrado  sube  vna 
escalera  a  vna  torre  qustá  sobre  la  casa  puerta  principal  e  esta  dicha  torre  está 
con  su  petril  e  almenas  desde  la  dicha  Torre  del  Espolón  fasta  el  corral  que 
está  delante  de  la  Puerta  del  Omenaje.  A  la  parte  del  río  va  su  muro  con  su  pe- 
tril e  almenas  de  yeso  e  enmedio  deste  adarue  está  vna  capilla  nueua  de  Nues- 
tra  Señora  muy  bien   aderecada   con   sus   aparejos   para  desir  mysa 

E  luego  junto  con  la  dicha  capilla  fasta  la  Torre  del  Espolón  está  fecho  vn  quarto 
de  aposentamyento  quel  dicho  Comendador  fiso  en  que  ay  vna  sala  alta  e  baxa 
con  dos  chimeneas  e  dos  quadras  e  vn  corredor  alto  e  baxo  que  sale  sobre  el 
río  con  su  petril  e  troneras  y  lo  alto  con  sus  a^arjanas  de  pino,  todo  enyesado 
e  nueuo  en  sus  puertas  e  cerraduras 

E  cerca  de  la  dicha  Torre  del  Espolón  está  vn  escalera  de  piedra  e  yeso  por 
donde  suben  a  lo  alto  deste  quarto.  Es  muy  buen  aposentamyento  e  talentoso. 
Enmedio  del  dicho  patín  están  dos  hacinas  grandes  de  leña  e  vna  masmorra 
para  prisyón  quel  dicho  Comendador  fiso,  con  su  brocal  de  yeso  e  piedra 

E  después...  fueron  a  la  yglesia  de  Señora  Santa  María  de  la  dicha  Villa  e  no 
fallaron  que  auía  en  ella  clérigo  ninguno  porque  no  tyene  renta  saluo  del  besa- 
mano  e  no  ay  en  la  dicha  Villa  más  de  catorse  vesynos.  La  dicha  yglesia  está 
rasonablemente  reparada...» 

Era  su  mayordomo  Juan  González  Ricomacho,  y  contaba  con  80  cepas 
y  20  ovejas  más  las  primicias  del  pan  de  los  vecinos. 

«E  luego...  fueron  a  ver  la  cerca  de  la  dicha  Villa  e  torres:  fallaron  estar  cer- 
cada de  tapias  de  dos  tapias  de  alto.  Está  malparado  e  algunos  cubos  derriba- 
dos por  quanto  eran  de  tapias.  Dixeron  los  vesinos...  que  no  estauan  mejor  re- 
parados por  ser  pocos  vesynos  e  porque  heran  obligados  al  reparo  dellos  el  Col- 
menar y  Noblejas  de  la  dicha  Encomienda.  Mandáronlo  señalar  aquí  los  dichos 
vysytadores   para   faser  relación   dello   al   dicho   señor  Maestre» 13. 


13  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.063,  págs.   112-120. 


Como  se  ve,  la  descripción  permite  destacar  en  primer  lugar  la  pérdida 
del  carácter  plenamente  militar  de  la  construcción,  con  la  edificación  de 
esas  casas  de  bastimento,  capilla,  aposentamientos,  etc.,  fuera  del  núcleo 
del  castillo,  dentro  sí  del  recinto  fortificado,  pero  que  en  siglos  anteriores 
no  hubieran  podido  hacerse  sin  el  consiguiente  peligro  para  los  defensores. 

En  segundo  lugar,  la  descripción  nos  da  perfecta  idea  de  la  estructura 
de  la  fortaleza:  tras  el  paso  del  puente  levadizo,  sobre  una  cava  honda,  un 
patio  de  acceso  a  la  Torre  del  Homenaje,  la  principal  a  la  que  daba  acceso 
un  segundo  puente;  la  parte  del  corral  y  leñera  hacia  la  Villa.  La  Torre  del 
Homenaje  tenía  su  bodega  y  algibe,  más  una  sala  que  hacía  de  armería  y 
terminaba  en  un  terrado  coronado  de  pretil  y  almenas.  Contaba  con  cocinas, 
lagar,  horno  de  pan,  otro  algible  de  gran  capacidad  (15.000  ó  16.0000  arrobas 
de  agua),  establos,  trojes,  retretes.  Sobre  el  terrado,  cuatro  garitas  en  los 
cuatro  ángulos  y  una  cabrita. 

Otras  dos  torres,  la  del  Espolón  — hacia  el  río,  sobre  una  cámara,  y  ter- 
minada también  en  pretil  y  almenas —  y  la  de  los  Ballesteros  — torre  ciega — 
se  unían  a  la  del  Homenaje  y  entre  sí  por  su  adarve  pretilado  y  almenado, 
en  medio  del  cual  se  había  hecho  construir  la  capilla  de  Nuestra  Señora, 
y  el  aposento  del  Comendador  con  su  corredor  alto  y  bajo  que  caía  al  río. 

Algo  más  nos  da  a  conocer  la  descripción  de  1478:  la  fecha  de  la  cons- 
trucción de  casi  todo  el  recinto.  Si  recordamos  que  aún  en  1468  se  hablaba 
que  era  preciso  levantar  la  torre  y  fortificar  los  muros,  se  puede  decir  que 
entre  estas  dos  fechas  se  levanta  el  Castillo,  cuyos  restos  han  llegado  a  nos- 
otros, salvo  los  restos  de  época  almohade.  Y  podemos  decir  que  se  debió 
a  dos  Comendadores,  Fernando  de  la  Cámara,  hermano  de  Miguel  Lucas 
de  Iranzo,  y  a  Gonzalo  de  Villafuerte,  que  le  sucedió  al  frente  de  la  Enco- 
mienda. 

La  visitación  siguiente  fue  hecha  en  1494  por  Diego  de  Vera,  Comenda- 
dor de  Calzadilla,  Pedro  de  Ludeña,  que  lo  era  de  Aguilarejo,  y  Pedro  Alonso 
de  Estremera,  fraile  de  la  Orden  14,  y  apenas  tiene  variantes  con  la  anterior. 

Más  interesante  es  la  de  1508,  en  que  fueron  visitadores  el  magnífico 
señor  Diego  Hernández  de  Córdoba,  Comendador  de  Alarcón,  y  el  venera- 
ble Alonso  Martínez  Salido,  fraile,  cura  del  Almedina  15. 

Visitaron  los  adarves  de  la  Villa,  que  hallaron  caídos.  «Tiene  — dicen — 
veinte  torres  de  yeso,  las  quales  están  enfiestas»,  y  los  vecinos  adujeron  te- 


14  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.067. 

15  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.073. 

—  10  — 


ner  privilegio  de  reparar  los  muros  «porque  los  esymicron  que  no  fueren 
a  velar  a  la  fortaleza  de  Oreja». 

Era  Comendador  el  Adelantado  de  Granada. 

Damos  la  descripción  resumida,  sólo  con  sus  variantes  respecto  a  la  an- 
terior: 

«En  entrando  está  vn  baluarte  de  cal  y  canto,  almenado,  con  vn  arco  de  cal 
y  canto  syn  puertas.  Tiene  dos  cubillos  salidizos,  vno  de  cada  lado  de  la  puerta 
y  más  adelante  está  vna  puente  levadiza  de  madera.  Está  ciega  la  cava  a  do 
está  la  dicha  puente  y  la  puente  cubierta  de  tierra,  y  de  ay  entran  por  otro 
baluarte  de  yeso  almenado,  que  está  junto  a  la  Torre  del  Omenaje...» 

Era  alcaide  de  la  fortaleza  Francisco  de  Mejorada. 

No  hay  variantes  en  la  descripción  de  la  Torre  del  Homenaje,  salvo  que 
tenía  «vn  torrejoncillo  de  yeso»  a  mano  izquierda,  ni  en  las  armas,  ya  vie- 
jas, que  en  ella  se  conservaban. 

En  la  capilla  «la  ymajen  de  Nuestra  Señora  en  vn  altar  con  otra  ymajen. 
Cocina,  bodegas,  corredor  sobre  el  río,  caballerizas,  trojes,  etc.,  sin  varia- 
ciones. El  algibe  se  había  dejado  cegar  y  no  tenía  agua.  Se  conservaba  la 
Torre  del  Espolón,  pero  la  de  los  Ballesteros  se  denomina  ya  Torre  Mocha, 
lo  que  indica  su  estado. 

Vemos  que  la  situación  de  la  fortaleza  era  ya  de  franca  decadencia;  los 
Comendadores  no  residían  en  ella  y  los  Alcaides  eran  meros  recaudadores 
de  impuestos  más  que  defensores  de  una  fortaleza,  cuyo  carácter  se  había 
perdido  completamente. 

En  1515  fue  visitado  por  Iñigo  López  de  Perea,  caballero  de  la  Orden,  y 
el  cura  de  Llerena  Gonzalo  Monserín  16.  Y  su  descripción  es  desoladora: 

El  arco  de  la  puerta,  de  piedra,  estaba  «muy  hundido  e  todo  quebrado 
y  el  petril  de  encima  para  se  venir  al  suelo,  e  a  la  mano  yzquierda  como 
entran  en  el  dicho  baluarte  está  ansy  mismo  quebrado  por  dos  o  tres  par- 
tes hasta  el  suelo,  lo  qual  en  el  libro  de  la  visitación  pasada  parece  que  la 
dicha  obra  la  avía  hecho  Martín  de  Acola,  cantero...  abrá  diez  e  syete  o 
diez  e  ocho  años,  e  paresce  ser  falta  e  que  no  se  deviera  rescebir  por  bue- 
na, la  qual  dicha  toda  está  para  se  caher,  y  a  comencado  a  se  caer  por  la 
puerta...» 

El  puente  levadizo  de  madera  «hecha  pedacos  de  la  tierra  que  cayó  so- 
brella  del  adarve  que  labró  Hernán  Ruyz  de  Alarcón,  obrero  de  Vuestra 
Alteza». 


16  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.079. 

—   11   — 


El  baluarte  de  yeso  almenado  junto  a  la  Torre  del  Homenaje  «caydo 
por  muchas  partes»,  la  portada  de  yeso  necesitaba  «por  la  parte  de  abaxo 
sus  quigios,  que  están  muy  gastados». 

Todo  lo  demás  presentaba  el  mismo  lamentable  aspecto,  mereciendo  sólo 
destacarse  la  curiosidad  de  que  en  el  piso  de  enmedio  donde  había  «vna 
bóveda  de  ladrillo  e  vna  chimenea  e  vna  ventana  que  cae  sobre  el  campo...» 
había  «vna  caxa  de  madera  de  pínola  que  dizen  que  se  hizo  para  tener 
preso  al  Duque  Valentí  por  mandado  de  Vuestra  Alteza». 

Es  interesante  en  esta  visita  destacar  dos  datos:  el  primero,  que  ya  se 
anunciaba  en  la  visita  pasada,  la  total  ruina  en  que  se  iba  dejando  caer  la 
fortaleza;  el  segundo,  y  mucho  más  interesante,  los  nombres  de  dos  de  los 
arquitectos  que  en  la  obra  trabajaron:  Martín  de  Azola,  cantero,  que  labró 
la  puerta  de  piedra  y  el  baluarte  junto  a  la  torre  del  Homenaje  en  los  últi- 
mos años  del  siglo  xv,  y  Hernán  Ruiz  de  Alarcón,  maestro  mayor  de  la  Or- 
den a  principios  del  xvi. 

Lope  Zapata,  Comendador  de  la  Hiño  josa,  y  el  Bachiller  Pedro  Gonzá- 
lez, cura  de  Aznaga,  realizaron  la  visitación  de  1524 17.  No  se  visitó  la  for- 
taleza y  sí  sólo  los  muros  de  la  Villa  «que  ansy  por  las  suspensiones  como 
por  las  Comunidades  que  sucedieron  no  se  avían  acabado  de  reparar»,  ta- 
sando los  reparos  los  alarifes  Alonso  González  Campanero  y  Francisco  Al- 
f ayate,  vecinos  de  Oreja,  en  127.500  mrs. 

Dos  años  más  tarde  vieron  la  fortaleza  y  Villa.  De  la  primera  era  Alcaide 
Alonso  de  Marroquín  por  don  Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador. 

A  don  Gutierre  se  deben  las  últimas  importantes  reparaciones  del  cas- 
tillo antes  que  dejara  de  pertenecer  a  la  Orden  de  Santiago.  Los  visitadores 
dijeron: 

«La  hallaron  bien  reparada  porque  de  la  media  nata  se  an  fecho  muchos  re- 
paros e  edificios,  ansy  en  la  Torre  del  Omenaje,  ques  muy  buena  e  de  mucho 
edificio  e  muy  bien  reparada.  E  otrosy  se  falló  vn  aposento  nueuamente  fecho 
hazia  el  mirador  e  tienen  su  cozina  e  cavallerizas  e  aljibes  e  vna  capilla,  todo 
muy  bien  tratado  e  tienen  todos  los  aposentos  sus  puertas  e  no  ay  que  man- 
dar reparar.» 

Don  Gutierre  de  Cárdenas  había  sido  proveído  Comenzador  el  10  de  ju- 
lio de  1520  por  muerte  de  su  padre  don  Diego  de  Cárdenas,  adelantado  de 
Granada.  En  los  reparos  de  la  fortaleza,  según  cuentas  pormenorizadas  que 
figuran  en  el  Libro  de  visitas,  había  gastado  no  menos  de  150.000  mrs.,  man- 


17  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.080. 

—  12  — 


teniendo  además  30  hombres  en  ella  «porque  toda  la  tierra  era  Comunidad 
a  la  sazón»;  se  habían  hecho  barreras  de  tierra  alrededor  de  la  fortaleza, 
«gruesas  e  fuertes»,  que  costaron  54.000  mrs. 

Los  visitadores  mandaron  que  se  hiciese  traza  y  se  dijaran  condiciones 
para  acabar  las  obras. 

En  1529  fue  visitado  el  castillo  por  Lope  Sánchez  Becerra,  Alcaide  de 
las  Alcaidías  de  Bienvenida  y  Magnilla,  y  el  bachiller  Gonzalo  Rodríguez, 
cura  de  Villanueva  de  los  Infantes  18.  El  10  de  febrero  se  hizo  la  visita,  en 
que  apenas  se  pueden  señalar  algunas  variantes  respecto  a  la  anterior: 

En  el  baluarte  de  la  puerta  de  acceso  «en  el  dicho  arco  cay  do  el  escalan 
en  que  andan  las  puertas».  Se  utiliza  por  primera  vez  la  palabra  barbacana: 
«ay  vna  barvacana  hasta  llegar  a  vna  puerta  questá  a  la  esquina  de  la  Torre 
del  Omenaje...».  Una  de  las  torres,  probablemente  la  de  los  Ballesteros,  cie- 
ga o  mocha,  se  llama  ahora  «de  la  Póluora».  Se  había  renovado  en  parte 
el  corredor  que  caía  sobre  el  Tajo  «con  sus  vistas  a  todas  partes»  y  de  él 
se  salía  a  un  portal  nuevo  y  a  la  capilla  en  que  estaba  «una  imagen  de 
Nuestra  Señora  con  el  Niño  Jesús  en  los  brazos  y  un  tabernúculo  con  seis 
imágenes  de  bulto,  de  tiempo  antiguo». 

Llegamos  así  a  la  última  de  las  visitas,  la  que  hicieron  Diego  Ruiz  de 
Solís,  Comendador  de  Villanueva  de  la  Fuente,  y  el  bachiller  Juan  Muñoz, 
vicario  de  la  Villa  de  Beas,  el  7  de  septiembre  de  1537 19.  Nada  se  había 
hecho  en  los  ocho  años  transcurridos  desde  la  visita  anterior.  La  descrip- 
ción de  los  reparos,  amplísima  y  detalladísima,  debió  ser  hecha  por  un 
alarife,  maestro  de  obras  o  persona  perita,  ya  que  la  abundancia  de  tér- 
minos técnicos  utilizados  lo  justifica. 

Había  que  rehacer  el  adarve  desde  los  cimientos,  de  12  pies  de  alto,  de 
pared  maciza  y  3  pies  de  grueso  y  encima  las  almenas  de  2  y  medio  pies 
de  alto,  sobre  un  petril  de  la  misma  altura.  Obras  que  se  tasaron  en  45.000 
maravedís.  Había  que  reparar  los  cimientos  de  la  Torre;  la  Torre  del  Es- 
polón se  estaba  cayendo:  era  preciso  derribar  la  torrecilla  y  hacerla  de  nue- 
vo, con  cimientos  y  manipostería  y  mudarla  hacia  la  parte  del  lienzo  que 
estaba  sano. 

«Y  que  esta  torre  tenga  la  anchura  de  esquina  a  esquina  destos  dos 
liencos  treze  pies  y  de  la  salida  desde  el  bivo  de  la  pared  en  los  cimientos 
ocho  pies  y  que  el  alto  de  dos  varas  de  medio  haga  vn  relexe  de  vn  pie 
y  arriba  cinco  pies  otro  relexe  y  a  tres  pies  más  arriba  otro  y  cada  relex 


18  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.081. 

19  Archivo  Histórico  Nacional:  ídem,  id.  Libro  1.083. 


13 


destos  sea  de  piedra  labrada  y  de  medio  pie  de  salida...»,  con  cimientos 
de  7  pies. 

En  el  mirador  había  que  hacer  «tres  pilares  desde  la  peña  biva  que 
vengan  a  plano  de  la  pared  de  dicho  mirador,  los  dos  arrimadizos  en  dos 
rocas  que  se  han  de  hazer  a  los  lados,  y  el  otro  enmedio  destos...»,  de  yeso 
y  ladrillo  «y  que  tengan  de  alto  desde  la  mocheta  al  ras  dose  ladrillos...  y 
sobre  ello  se  allane  de  sus  embecaduras  (sic)  de  manipostería  de  yeso  y 
piedra». 

El  total  de  lo  que  se  había  de  reparar  y  hacer  de  nuevo  montaría  376.400 
maravedís. 

Como  hemos  dicho,  en  1554,  solamente  se  realiza  ya  la  visita  de  la  iglesia 
de  la  Villa  de  Oreja,  no  el  castillo  ni  la  Villa  misma,  porque  como  se  dice 
la  Villa  «que  solía  ser  de  la  dicha  Horden  de  Santiago  y  agora  es  de  don 
Verlandino  Cárdenas  Carrillo  de  Alvornoz,  que  se  la  dio  Vuestra  Magestad 
en  troque  de  la  Dehesa  que  llaman  del  Rey  e  de  otras  cosas,  en  veinte  e 
nuve  (sic)  días  del  mes  de  henero  de  mili  e  quinientos  e  cinquenta  e  quatro 
años» 20. 

En  1605  y  años  sucesivos  sólo  se  visitaba  ya  la  citada  iglesia,  sin  más 
comentarios 21. 

A  partir  de  este  momento,  ya  como  construcción  perteneciente  a  un  par- 
ticular, no  existen  datos  de  la  fortaleza,  que  poco  a  poco  se  fue  desmoro- 
nando, perdido  totalmente  su  carácter  primitivo  y  aún  el  residencial  que 
tuvo  durante  los  siglos  xv  y  xvi  con  los  Comendadores  de  la  Orden  de  San- 
tiago que  fueron  sus  señores. 

Creemos  haber  ofrecido  así,  junto  a  una  serie  de  noticias  inéditas  y  de 
interés  lexicográfico,  la  evolución  de  aquella  avanzada  — punta  de  lanza  de 
la  frontera  del  Tajo —  que  fue  durante  siglos  el  castillo  de  Oreja. 


20  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libro  1.086. 

21  Archivo  Histórico  Nacional:   ídem,  id.  Libros  6  y   11. 


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