DR. EUGENIO BEITIA ALDAZABAL
EL ECUMENISMO
Los caminos de la unidad cristiana
PUBLICACIONES
UNIVERSIDAD INTERNACIONAL
MENENDEZ PELAYO
BX
8.2
.B39 SANTANDER
19
TAf>
1963
PUBLICACIONES DE
LA UNIVERSIDAD
INTERNACIONAL
MENENDEZ PELAYO
Pregón de la Universidad In-
ternacional Menéndez, Pelayo,
Jaime Delgado.
Posición psicológica y pedagó-
gica de España ante los valores
del espíritu, Pedro Font Puig.
'Justa retribución del trabajo,
Fr. Albino G. Menéndez-Rei-
gada.
Consideraciones en torno de la
poesía u de su esencia, Luis Mo-
rales Óliver.
Isabel la Católica. Sus retra-
tos, sus vestidos, sus joyas, Die-
go Angulo Iñiguez.
Isabel y Fernando, Reyes de
Castilla, y Menéndez, Pelayo,
Académico de la Historia, Ci-
ríaco Pérez-Bustamante.
¿Una tercera guerra univer-
sal?, Pedro Gómez Aparicio.
Los orígenes de las literaturas
románticas a la luz de un des-
cubrimiento reciente, Ramón Me-
néndez Pidal.
Cantabria romana, Antonio
García y Bellido.
Una experiencia cultural en
Santander, Francisco Sintes y
Obrador.
Presencia de España en el ar-
te moderno y Problemática del
arte contemporáneo, José Ca-
món Aznar.
Sobre el arte rupestre cantá-
brico, Luis Pericot García.
La unidad de la lengua en los
pueblos hispánicos, Julio Casa-
al, Eugenio.
(Pasa a la solapa posterior)
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in 2014
https://archive.org/details/elecumenismoloscOObeit
Discurso pronunciado
en la apertura solemne de los Cursos 1963,
en el Paraninfo de Las Llamas.
EL ECUMENISMO
LOS CAMINOS DE LA UNIDAD CRISTIANA
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZABAL
EL ECUMENISMO
Los caminos de la unidad cristiana
PUBLICACIONES
DE LA
UNIVERSIDAD INTERNACIONAL
MENENDEZ PELAYO
19
SANTANDER
1963
Depósito legal: SA 125—1963.
Registro: S 97.— 1963.
Bcdia. Santander.
INTRODUCCION
Jamás había pensado yo, al encargarme de esta
lección inaugural de la Universidad Internacional
"Menéndez Pelayo" que había de coincidir la re-
dacción de sus páginas con la muerte del Papa
Juan XXIII. Y, sin embargo, ha sido esta una
realidad dolorosa, que pesa fuertemente sobre mí
en el momento de dictar la lección. El Papa
Juan XXIII, el Papa de la bondad y de la paz,
que vivió tan intensamente todos los problemas de
la unidad cristiana, ha muerto. Yo tengo que co-
menzar recordándole porque este ideal de la uni-
dad de todos los cristianos fue largamente acari-
ciado por él, desde el primer momento en que
como Pontífice Soberano de la Iglesia universal
se dirigió al mundo. Recordamos también tantas
expresiones suyas en los instantes en que anunció
el Concilio Ecuménico Vaticano II y fue poco a
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DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
poco desenvolviendo su pensamiento- Lanzaba él
una "invitación renovada a los fieles de las Comu-
nidades seperadas para que nos acompañen ama-
blemente en la búsqueda de la unidad de la gra-
cia, por la que tantas almas suspiran en todos
los puntos de la tierra". Fijaba la finalidad propia
del Concilio en "promover el incremento de la
Iglesia católica, producir una saludable renova-
ción en las costumbres del pueblo cristiano y po-
ner el día las leyes que rigen la disciplina ecle-
siástica, según las necesidades de nuestro tiempo".
Esperaba que "esto constituyera un maravilloso
espectáculo de unidad, verdad y caridad, tal que
al contemplarlo, aun los que vivían separados de
la Sede Apostólica sentirían una suave invita-
ción a buscar y lograr esa unidad por la que Jesu-
cristo dirigió al Padre celestial sus ardientes ple-
garias".
Cuando hablaba a los "separados" los llamaba
hermanos y razonaba así esta apelación: "Quie-
ran o no hermanos nuestros son; sólo dejarían de
ser nuestros hermanos, si dejaran de decir : Padre
nuestro".
Y en cuanto al desarrollo de todos los "Movi-
mientos", que pueden clasificarse en general comió'
ecumenistas, mostraba su complacencia y simpatía
con estas palabras que son perenne aliento para
cuantos están empeñados en tan noble tarea: "Sa-
8
EL ECUMENISMO
bemos por otra iparte, con gran consuelo nuestro,
que en estos últimos tiempos se ha venido creando,
en el seno de no pocas comunidades separadas de
la Cátedra de Pedro, cierto movimiento de sim-
patía hacia la fe y hacia las instituciones católi-
cas y que al estudio de la verdad que disipa los
prejuicios, ha sucedido una estima considerable
hacia esta Sede Apostólica. Sabemos además, que
casi todos los que llevan el nombre de cristianos,
a pesar de estar separados de Nos y separados
también de sí mismos, han efectuado reuniones y
organizado asambleas; todo lo cual está demos-
trando el vehemente deseo que les impele a rea-
lizar por lo menos alguna unidad".
Ante estos sentimientos que tan espontánea-
mente brotaban del corazón mismo del Papa, no
necesitaré largos argumentos para justificar mi
deseo de dedicar a su memoria estas consideracio-
nes sobre el ecumenismo y los caminos para lo-
grar la unidad cristiana.
LUCES Y SOMBRAS
Tratemos ante todo de orientar genéricamente
el problema- El cristianismo no es un puro senti-
miento religioso por elevado que parezca, nacido
9
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
de la "indigencia de lo divino", como querían los
modernistas de principios de siglo. El cristianismo
es Cristo mismo, perpetuado en su obra. Es Cristo
en su persona y en su mensaje. Cristo que llama
a su (seguimiento. El conjunto de todos los "llama-
dos" forma la Iglesia.
¿Cuál es el vínculo que une a quienes se sien-
ten "llamados" y forman la Iglesia? Es una reno-
vación interna operada por la fe y la penitencia
y un signo exterior que les acompañará, con su
carácter indeleble y para siempre: el bautismo.
Así lo dice San Pedro el primero de los Apóstoles
a los que escuchan su primer "pregón"- "Haced
penitencia y bautícese cada uno de vosotros".
(Actos, 2, 38).
El cristianismo informa toda la vida, ¿cuáles
serán sus características? Según el mismo libro
de los Actos de los Apóstoles, "perseverar en la
doctrina apostólica, en la fracción del pan euca-
rístico, en la oración y en la caridad". ¿Cuál es
sus constantes históricas? Un deseo de crecimien-
to en extensión hasta el último confín de la tierra,
un progreso intensivo del espíritu hasta la santi-
dad heroica, la efusión del amor al prójimo en las
obras de beneficencia y en el cumplimiento de toda,
justicia y, por fin, la unidad plena y consumada
como la unidad del Padre y del Hijo. Señales por
las que se podrá siempre discernir la presencia
10
EL ECUMENISMO
de Cristo en la Iglesia. Problemas abiertos para
esta Iglesia, que se siente en camino, que es "Igle-
sia militante" y por tanto constantemente per-
fectible, en su realización terrena.
El Ecumenismo, que más tarde definiremos,
fija especialmente su atención en el tema de la
unidad- Tema predilecto de Cristo en su oración
sacerdotal, tema desarrollado ampliamente por el
Apóstol San Pablo en sus Cartas, tema tratado
con mimo por todos los Papas, especialmente por
Juan XXIII a cuya memoria hemos dedicado esta
lección, tema que penetra en la entraña del pueblo
cristiano, que lo vive y io siente, pensando que
está cercana la hora en que se podrá decir que
todos los seguidores de Cristo son un solo cuerpo,
están alimentados por el mismo pan eucarístico,
constituyen un solo rebaño, bajo el cayado del
mismo Pastor.
Tema que tiene dos caras, que es fácil en su
planteamiento y difícil en su solución, alegre y
triste, con luces esplendorosas y sombras durísi-
mas, zonas de penumbra y siempre presenta una
gran esperanza que nos alienta.
Tema que pide nuestra cooperación en el res-
peto a las almas, en la ausencia de todo deseo de
victoria personal, fuera de la victoria de Cristo
mismo y que para nosotros los católicos lleva es-
peciales matices de fidelidad a la Santa Sede y a
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DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
su Magisterio, en todos los pasos de su realización.
Por lo que hace al pensamiento de Cristo tiene
su expresión vigorosa en su deseo de que el "rei-
no" permanezca hasta la consumación de los si-
glos. Ha de permanecer unido porque "todo reino1
dividido será desolado". (San Mateo, 12, 25). La
unidad por tanto ha de ser la ley fundamental de
la vida de la Iglesia, pero no una unidad cual-
quiera, sino una unidad perfecta, "para que crea
el mundo que me has enviado"- (San Juan, 17) .
Este pensamiento evangélico lo desarrolla San
Pablo ante la Iglesia naciente, recomendando a
los fieles de Efeso que sean "solícitos en conservar
la unidad del espíritu mediante el vínculo de la
paz. Porque sólo hay un cuerpo y un espíritu. Sólo
un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre
de todos que está sobre todos, por todos y en
todos". (A los Efesios, 4, 3).
Ya hemos tenido ocasión de decir que sobre
ningún tema se ha expresado con mayor drama-
tismo el llorado Papa Juan XXIII como sobre
este el de la unidad. En sus llamamientos repe-
tidos desde sus primeras palabras en la homilía
de la coronación- A veces el tema cobra toda su
amplitud como en primera encíclica "Ad Petri
Cathedram", en cuya parte tercera el tema de la
unidad es tratado en todos sus aspectos, termi-
nando con aquel emocionante llamamiento: "Al
12
EL ECUMENISMO
llamaros amorosamente a la unidad de la Iglesia
no os convocamos a una casa ajena, sino a la
propia vuestra, a la que es común casa paterna".
"Lo hacemos no solamente movidos por encendi-dta
caridad hacia todos los pueblos, sino también es-
timulados por evangélica humildad de espíritu".
Pero además este anhelo de unidad cifra el
sentimiento más entrañable del pueblo. Puede de+-
cirse que el sentimdento de júbilo que inundó al
mundo cristiano al anuncio del Concilio ha tenido
como tónica primera la esperanza de la unidad.
El pueblo ha pensado que la Asamblea universal
estaba íntimamente unida con la vuelta de los her-
manos. Todas las noticias que han tenido relación
con el problema han ocupado el lugar más prin-
cipa! en la información conciliar. La presencia de
los observadores, la existencia del Secretariado de
En-ace, dirigido por el Cardenal Bea, las visitas
de los dirigentes separados a Roma con las mani-
festaciones de Constantinopla o Canterbury, Mos-
cou o Atenas figuraron siempre en lugar destaca-
dísimo-
Tema lleno de luz. Cuando miramos la histo-
ria de la Iglesia Católica, ejemplo maravilloso de
unidad en la fe, en la jerarquía, en la admi-
nistración de la gracia, esa luz se vierte a rauda-
les. La Iglesia Católica nos ha demostrado que la
unidad no es una propiedad puramente escatoló-
13
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
gica, sino de actualidad constante. Y hoy más que
nunca, como decía en su tiempo el Cardenal Mer-
cier a un periodista, resplandece la unión íntima
de toda la catolicidad con el centro "donde la uni-
dad sacerdotal ha tenido su origen", de suerte que
podemos decir que "donde está Pedro allí está la
Iglesia y donde está la Iglesia una y santa, no
hay muerte sino vida eterna".
Pero no es tema exento de sombras. Humilde-
xnlente podemos señalar esas sombras en el ele-
mento humano de la Iglesia. No es preciso re-
cargar las tintas. Pero tampoco vamos a volver
la mirada del Oriente separado, dividido en igle-
sias autocéfalas donde la unidad jerárquica ha dis-
minuido y ha hecho muy difícil el ejercicio del
magisterio- Tampoco hemos de olvidarnos de la
multiplicidad fraccionada del protestantismo, por
el principio del libre examen. Parecidas conside-
raciones pudiéramos hacer sobre el resto del cris-
tianismo separado. No recargamos las tintas. Si
es caso, a la hora de analizar circunstancias his-
tóricas, apuntemos nosotros las que se pueden
cargar a nuestra cuenta.
Pero nos parece que vamos caminando de la
aurora al pleno día. Porque, como hemos dicho,
no hay cristiano consciente que no añore la uni-
dad. Ayer no era así. A principios de este siglo
el teólogo luterano Harnack decía: Se nos objeta
14
EL ECUMENISMO
que estamos divididos oon tantas doctrinas como
cabezas. Yo respondo: Es verdad. Pero no> desea-
mos otra cosa, sino al contrario, más libertad, y
más individualismo en las creencias y en la ex-
presión". Hoy este lenguaje sería totalmente re-
chazado. Los católicos jamás lo habían empleado
y lo repelen los separados, que, como veremos,
han buscado meritoriamente un terreno común de
trabajo, que ha venido a llamarse ecumenismo.
Hoy se siente la inquietud de la unidad y se
lamenta la dispersión, en el mundo oriental sepa-
rado y en el protestante, en el anglicano y en el
católico de todas las latitudes. Desde Edimburgo
hasta Nueva Delhi les nombres de los apóstoles
de la unidad son legión y los nombres de los Mo-
vimientos, como "Vida y Acción", "Fe y Discipli-
na", que desembocan en el Consejo Mundial de
las Iglesias, las Conversaciones al estilo de las de
Malinas, las obras de mutua comprensión como la
"Una santa", las cruzadas de oraciones aquí y allá,
pongamos por ejemplo Chevetogne y Taizé, abren
el pecho a las mejores esperanza?.
Para no engañarnos tratemos de señalar la
meta deseada. Queremos una identificación perma-
nente. No nes bastan planes de trabajo esporádi-
cos y uniones temporales- No buscamos un fede-
ralismo, ni nos contentamos con un fundamenta-
lismo, ni pretendemos una pura mezcla, un mero
15
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
sincretismo. Si la palabra "vuelta o retorno" no
&e acepta umversalmente, utilicemos la palabra
^reencuentro" y fijemos el lugar donde volvere-
mos a encontrarnos, que será la Iglesia "una san-
ta" del Evangelio y de San Pablo. Con la máxima
caridad y comprensión en los procedimientos, con
la oportuna firmeza en la doctrina con plena con-
fianza en Dios, pongámonos al trabajo.
ECUMENISMO Y MISION
Y comenzeimios por afirmar que este trabajo es
necesario y urgente si hemos de cumpMr la con-
signa cristiana de dilatar el mensaje salvador de
Jesucristo hasta el último confín de la tierra.
Cuando se habla de los orígenes del movimiento
ecumenista, todos los escritores suelen contar la
decisiva intervención que el año 1910 tuvo un de-
legado protestante de las jóvenes iglesias de Ex-
tremo Oriente, cuyo nombre no ha sido conserva-
do, pero cuyo llamamiento no ha podido ser ol-
vidado- Se trataba de la conferencia universal dé
Jas "sociedades protestantes de misión" que tenía
lugar en Edimburgo. En esta vasta asamblea en
que se abordaron todos los aspectos del problema
misionero, el antedicho delegado se puso en pie
J6
EL ECUMENISMO
y dijo con emoción las siguientes palabras: "Vos-
otros nos habéis enviado misioneros que nos han
hecho conocer a Jesucristo y es damos las gracias
por ello. Pero al mismo tiempo nos habéis traído
vuestras distinciones y vuestras divisiones: Los
unos predican el metodismo, los otros el lutera-
nisme, el congregacicnismo o el episcopalismo. Os
pedimos simplemente que nos prediquéis el evan-
gelio y que dejéis a Cristo suscitar en el seno de
nuestros pueblos por la acción del Espíritu Santo
la Iglesia conforme a sus exigencias, conforme aJ
genio de nuestra raza, que será la Iglesia de Cris-
te en el Japón, la Iglesia de Cristo en China, la
Iglesia de Cristo en la India, liberada de todos esos
"ismos" que añadís a la predicación del evangelio
entre nosotros". Entre los asistentes se hallaba
presente Ch. Brent, de la Iglesia episcopaliana de
los Estados Unidos, que recibió una gran impre-
sión ante este discurso. Y prometió al Señor tra-
bajar desde entonces por la unidad de la Iglesia
El movimiento ecuménico entre los protestantes
había nacido.
Los católicos también hemos sentido el impac-
to de ese mensaje cristiano que, en ambiente tan
poce favorable, presentan los misioneros a la con-
sideración de los paganos. Consideremos que estos
"espectadores" del exterior son casi los dos ter-
cios de la humanidad y que no ha de favorecer
17
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
precisamente la penetración evangélica entre ellos,
el que la sencillez elemental de sus principios reli-
giosos tenga que enfrentarse con el tremendo pro-
blema de la división de las Iglesias,
u Al llegar a este punto tengo que decir cosas
tan importantes y, al mismo tiempo, tan duras que
a pesar de mi carácter episcopal, no me atrevo a
usar de mis palabras propias y de mis considera-
ciones personales y voy a utilizar una página de
un insigne misionero, el Padre Pablo Manna, que,
tenía una experiencia directa del problema en tie-
rra de misiones. Dice así:
"Para que pueda llegarse al amanecer de tan
glorioso día, no basta una acción misionera de
gran envergadura y generosa en los países infie-
les; hay que remiover un obstáculo que impide la
efectiva evangelización del mundo: obstáculo que,
hemos de confesarlo aunque nos sea doloroso, no
lo ponen los infieles, sino los mismos cristianos
lois cuales a vueltas de cismas y herejías, han des-
pedazado la unidad de la fe, poniéndola así en
descrédito ante el mundo que se quería conquistar.
Es este otro hecho al que tampoco se le ha
reconocido transcendencia, pero la tiene muy
grande, tanta, que al estudiar los problemas mi-
sionales hay que considerarlo con la máxima aten-
ción.
Una de las más serias dificultades con que
18
EL ECUMENISMO
tropieza el apostolado en la conversión de los in-
fieles, es la concurrencia de las sectas protestan-
tes. Se necesita ser misionero para apreciar la
magnitud del daño.
Hace unos años había en la India, 51 socieda-
des americanas, 65 sociedades inglesas, 65 alema-
nas, suecas, noruegas, indias, etc., todas ellas afa-
nadas por dar el propio Cristo al pueblo indio.
Hablando de China, ha dicho crudamente un
autor: Los misioneros han venido a decir a los
chinos: Tenéis demasiados dioses. Y después lés
han predicado más de 160 credos cristianos di-
versos".
Con esta hiriente frase queda descrita toda la
trágica situación del apostolado cristiano1.
Ahora bien ¿qué haríamos nosotros puestos en
el caso de los paganos de buena fe, dispuestos a
servir al cristianismo con tal que se les presentei
en toda su inconfundible belleza y unidad?
No existe ciudad ni centro misionero de me-
diana importancia, hasta en los países más remo-
tos en donde no estén edificadas también una, dos o
más capillas de diversas denominaciones. ¿Hacia
cuál de las iglesias cristianas deberá encaminar
sus pasos? ¿Estará obligado a hacer un estudio
comparado de las diversas doctrinas religiosas que
simultáneamente le invitan?
Quizás algunos de nuestros teorizantes se atre-
19
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
viera a exigirlo; pero en realidad para hacer tal
estudio no están capacitados ni el uno por 10.000
de les infieles.
Y entonces. Entonces sucede la mayor parte
de las veces que, cuando uno se siente movido a
convertirse, ingresa indiferentemente en una u
otra, según las circunstancias que le han impre-
sionado, pero la grande masa termina por ale-
jarse y desdeñar el cristianismo.
Los infieles parecen decir a todos los predica-
dores cristianos: Esperaremos a que os pongáis
de acuerdo. Ponerse de acuerdo, procurar la unión ;
he aquí un primer paso indispensable para las fu-
turas grandes conquistas del mundo infiel". Así
habla un misionero.
No sigo en estas graves reflexiones. Ellas de-
muestran que el problema de la unidad cristiana
no admite la frivolidad ni la ligereza, si hemos
de responder al programa de Cristo que es fun-
damentalmente ecuménico y universal. Me permi-
tiréis que para cerrar este punto, transcriba lo
que decía en 1947 el Obispo de Lausana, Friburgo
y Ginebra, con ocasión del Octavario por la Uni-
dad de la Iglesia. Se encontró con un estudiante
chino, para quien la mayor dificultad para su fe
cristiana se expresaba así: "Yo admiro a Cristo,
pero ¿quiénes son sus verdaderos discípulos?"
20
EL ECUMENISMO
LAS TENSIONES TEMPORALES
Pero todavía hay más. La universalidad del
mensaje cristiano nos pone de cara no solamente
con este problema de la unidad, sino con el pro-
blema más interesante del proselitismo, que es el
problema de la adaptación. Es decir, que al indio
o ai japonés o al chino, al africano o al habitante
de Polinesia, hay que presentarle el mensaje cris-
tiano no solamente con plena cohesión, en todos
sus puntes fundamentales, sin contradicciones in-
ternas, sino libre de toda ganga exterior, un cris-
tianismo, que pueda acomodarse a su vida y a su
cultura, que no necesite de los "postulados occi-
dentales" para su comprensión.
Insistamos en este problema. El cristianismo'
es el misterio de Cristo, el Verbo hecho carne y
la Revelación, en "definitiva, es la "historia sa-
lutis".
En el cristianismo hay una esencia, algo que
se debe llevar a todas partes y se debe defender
contra todos los obstáculos y algo, que es envol-
tura y complemento, explicación y filosofía, en-
carnación concreta, proyección geográfica, reflejo
temperamental, influjo de la cultura.
Pío XII decía que el cristianismo contra lo
21
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
que opinaba Ja&pers "no es un objeto tardío", un
acontecimiento tardío. "Lo que a Nos importa,
decía el Papa, es que la Iglesia tiene conciencia
de haber recibido su misión y su tarea para todos
los tiempos futuros y para todos los hombres y
consiguientemente no está ligada a ninguna cul-
tura".
Por que el cristianismo haya encarnado en la
cultura grecolatina del Mediterráneo, no quiere
decir que se ha de predicar el mensaje de Cristo
con esos caracteres, con esa filosofía, con esa for-
ma de expresión y con esa aplicación a la vida,
a otros pueblos, por ejemplo al Japón, o China,
a la India, o a Africa. La obra del Redentor y la
obra del Creador deben encontrar su fórmula de
perfecta armonización. Por imperativo de justicia
y no por mera cortesía o deferencia a los pueblos
evangelizados, hemos de respetar las riquzas del
alma indígena y el cuadro dei su cultura; y este
principio, que es el de la adaptación, no solamen-
te ha de observarse en la evangelización primera
de los pueblos paganos, sino en todo el desarrollo
de la vida cristiana. Porque los pueblos ya cristia-
nos siguen teniendo sus propias características
que no deben desaparecer en aras de una unifor-
midad, que no está exigida por la unidad.
Comprendo que a veces se plantean problemas
delicadísimos, como el de los ritos chinos o mala-
22
EL ECUMENISMO
bares, el apostolado del P. Ricci o del P. Nobile,
cuando se hace difícil el trazar la línea, que marca
el límite entre lo cultural y lo religioso, entre lo
que se puede aceptar plenamente o al menos to-
lerar y lo que se ha de rechazar de plano. Esto
prueba la dificultad enorme del problema, pero
deja en pie todos los principios que la Sagrada
Congregación de Propaganda expresaba con diá-
fana claridad hace más de tres siglos, en 1659,
cuando decía: "No intentéis jamás ni pidáis de
ninguna manera a esos pueblos que cambien sus
usos sus ritos y sus costumbres a menos que sean
contrarios a la religión y a la honestidad. Nada hay
más absurdo que el trasladar a China lo que es
propio de España, Francia, Italia o cualquiera
otra parte de Europa. No es eso lo que tenéis que
que llevar sino la fe, esa fe que no rechaza ni des-
precia las costumbres ni los usos de ningún pue-
blo, siempre que no sean perversos, sino que por
el contrario quiere conservarlos y protegerlos. No
comparéis jamás los usos de esos pueblos con los
de Europa. Por el contrario con mucha diligencia,
acostumbraos a sus maneras. Admirad y alabad
todo lo que lo merezca . . .
Nada provoca más odio y aversión que echar
abajo los usos de un pueblo, sobre todo cuando son
usos inmemoriales, recibidos de los antepasados;
y peor aún, cuando se suprimen las costumbres de
23
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZABAL
un pueblo, para reemplazarlas por las del propio
¿Tiene alguna relación esta doctrina de la
adaptación con el problema del ecumenismo? Sin
duda, si atendemos al origen de los cismas y las
herejías que han sido causas de las divisiones. Y
desde luego guarda estrecha relación con lo que
atañe al plan de conducta que hemos de seguir
todos cuantos tratamos de llegar a la unidad anhe-
lada por la Iglesia, a través del diálogo ecuménico.
Sería altamente ingenuo decir que las herejías]
o los cismas son tales porque Roma o los occiden-
tales no comprendieron el carácter germano o in-
glés, o no supieren comportarse debidamente en
las Cruzadas. Las herejías y los cismas tiene una
fría valoración teológica y jurídica, que les sitúa
en su lugar y requiere un remedio teológico o jurí-
dico. Pero examinad el origen de las separaciones:
y observaréis siempre ia presencia de tensiones
vitales que acompañan al principio, al progreso y
a la permanencia continua de esas separaciones.
A veces las tensiones se establecen entre regiones
cercanas. Así la historia del monofisismo y el nes-
torianismo están íntimamente unidas con la tradi-
cional tensión entre Alejandría y Antioquía. Geo-
24
EL ECUMENISMO
grafía y política, estratos sociales y cultura, ¿quién
podrá simplemente numerar las circunstancias
que influyen no poco en la voluntaria posición de
las actitudes y en la forma de razonar individual
y colectivamente en pueblos y personas. Quizás por
la vía puramente intelectual se podría convencer
al adversario, mas para convencer será preciso
"oirrt y lo difícil, en muchos casos es hacerse oir.
En 1949, el profesor de Cambridge, H. Dodd,
escriba una carta al Rvdo. Tomkins en la que se
hacía resaltar la importancia de "motivos no con-
fesados en las discusiones teológicas". Entre és-
tas, situaba tradiciones sociales y política, viejas
cuentas históricas aún no liquidadas definitiva-
mente, rebrotes de nacionalismo, fidelidades a ul-
tranza, respecto a puntos que no son verdadera-
mente específicos o diferenciales, aunque así sean
considerados por una especie de orgullo colectivo.
Es miuy grande el peso de los factores no teo-
lógicos en la división de las Iglesias, tales como la
lengua y mentalidad, las formas de gobierno y
civilización, las estructuras económicas y sociales,
viejas expulsiones y antagonismos históricos.
Todo esto oscurece la verdad, origina falsas
interpretaciones y da lugar a divisiones reales que
nuestro buen ingenio trata siempre de justificar
con otras razones de orden más alto. El recuerdo
de estas cuestiones y la tendencia a la rutina y a
25
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
mantener sin revisar situaciones anticuadas, la
incomprensión mutua y la tendenciosa presenta-
ción de otros grupos, contribuye a mantener abier-
tas y enconadas las viejas heridas.
¿Habéis seguido la vuelta de Newman al cato-
licismo? ¿Habéis meditado sobre la permanencia
en el anglicanismo de sus compañeros Pusey y
Keble? Newman era inglés hasta la médula de los
huesos ("english to the core"). Decir entonces que
era inglés, era afirmar que entre él y el catolicis-
mo existía una barrera inmensa, que impedía el
libre paso. Mayor que lo que hoy significa la cor-
tina de hierro.
Porque Inglaterra era para él algo tangible y
Roma algo alejado. La nación inglesa había na-
cido de la libertad, el catolicismo parecía sinó-
nimo de tiranía. La tradición de la Iglesia angli-
cana arraigaba en el Estado, la nación, la legis-
lación, el clero, la literatura; el catolicismo era el
país desconocido tras una montaña de prejuicios.
El anglicanismo era la Iglesia nacional de Ingla-
terra; el catolicismo la Iglesia internacional. "Ver-
daderamente si la Iglesia católica estuviese en la
,una, Inglaterra la miraría con más atención y
la observaría más de cerca que lo hace ahora".
Newman superó toda esta formidable barrera ;
los demás no lo hicieron, sin embargo cuando tra-
taban de examinar las fuentes y de redactar las
26
EL ECUMENISMO
hojas del movimiento tractariano, todos estaban,
acuerdo en que se habían situado a las puertas de
otra Iglesia, la verdadera Iglesia de Cristo, que
Newman reconectó y los demás no acertaron a
ver, sin duda por razones distintas de ias teológi-
cas, es decir, por las tensiones vitales a las que
hemos aludido antes. Por todas estas tensiones se
trató de justificar la "vía media", el ritualismo,
el anglo-catolicismo y la teoría de las tres ramas.
Pero Newman ya católico, heroicamente cató-
lico, nos enseña el camino doloroso de los que
aman la unidad y quieren de veras prepararla.
Hoy podemos saludar a Newman como un verda-
dero campeón de la unidad cristiana que padeció
persecución por su sistema, no solamente de par-
te de los anglicanos, a quienes quería atraer a
Roma, sino también de parte de algunos católicos
que le motejaron de tibio e insincero y le echaban
en cara que no hacía conversiones. Espigo en su
diario esta página que es un formidable progra-
ma de acción: "Dicen por. ahí, Newman no hace
nada. No consigue grandes conversiones y no nos-
explicamos cómo no suscita convertidos de gran
resonancia. Debía atraer a la fe a hombres cons-
picuos, a hombres nobles, a hombres sabios. Los
que así hablan quieren frutos inmediatos ; pero no
es esta mi manera de pensar. Yo creo que lo más
importante no son las conversiones, sino ahora la
27
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
preparación de los católicos. La Iglesia debe estar
preparada para recibir a los convertidos, tanto
como los convertidos deben estar preparados para
entrar en la Iglesia. Y esto es lo que no com-
prenden".
Estaba Newman convencido de que Roma lle-
varía a Inglaterra la verdad integral ; paro que-
ría que se dosificaran las etapas de la exposición
de la doctrina : "Bastante nervioso está ya el pue-
blo inglés, decía, al tratar de los derechos induda-
bles del Papado, sin que haga falta, como algunos
creen, lanzárselo a la cara como un guante de
desafío".
EL DIALOGO ECUMENICO
Parecidas consideraciones podríamos hacer
acerca de otras figuras históricas y de otros am-
bientes religiosos. Con lo que hemos dicho tenemos
ya bastante para darnos cuenta de que en este pro-
blema vital de la unidad cristiana son dos cosas,
las que hay que atender y cuidar con especial cui-
dado: la doctrina y el clima. La doctrina, porque
siempre hay diferencias de posición doctrinal. Los
"hermanes separados" niegan éste o el otro dogma
que nosotros los católicos profesamos. Y el clima, el
28
EL ECUMENISMO
ambiente porque la unidad no se verificará sin
previo acercamiento y el acercamiento para el diá-
logo requiere previa preparación del ánimo. Tal
es el papel que ha de jugar lo que ya con palabra
consagrada por los documentos eclesiásticos se
llama ecumenismo. Podría tener como lema gene-
ral, aquellas palabras del Cardenal Mercier, que
solía repetir constantemente el P. Couturier: "Pa-
ra unirse hay que amarse, para amarse hay que
conocerse, para conocerse hay que ir al encuentro
uno del otro".
Digamos ante todo que el ecumenismo no es
propiamente una doctrina, sino una mentalidad,
una atmósfera espiritual, que podría definirse con
las palabras de Visser't Hooft, Secretario del
Consejo Mundial de las Iglesias: "La cualidad y
las actitudes que expresan la conciencia y el deseo
de la unidad cristiana".
Por lo que acabamos de apuntar se advierte
claramente que el espíritu ecuménico puede ser
compartido, como "forma mentís" por personas
que no comparten las mismas doctrinas. Tan sólo
pediremos a quienes hayan hayan de trabajar en
este noble campo que sientan vivamente el hecho
de la división entre los cristianos y que traten de
preparar los caminos para la unidad cristiana
anhelada por el Señor en su oración sacerdotal.
29
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
Precisamente por su misma sencillez el ecu-
menismo tiene ya un formidable valor de unión
entre quienes lo profesan, pero al mismo tiempo
puede presentar un indudable peligro: el de me-
nospreciar la doctrina, el de favorecer un vago'
indiferentismo religioso, que tienda a la unión de
Les cristianos, con mengua de la verdad revelada
He aquí cómo presentaba este aspecto del ecu-
menismo el Obispo de Brujas, Mons. De Smedt en
la sesión conciliar vaticana de 19 de noviembre
de 1962 :
"Todos los que se honran con el nombre de
cristianos — dice el Prelado1 belga — están de
acuerdo en reconocer a Jesucristo. Todo lo que nos
ha comunicado el Señor por sí mismo constituye
el depósito de nuestra fe y es nuestra salvación.
De esta fuente sacamos todos, los católicos y los
no católicos.
Pero cuando se trata de la manera según la
cual nos acercamos a Cristo, comienza la discor-
dia, Somos hermanos separados unos de otros.
Hace muchos siglos que estamos divididos. Sabe-
bemos que esta discordia es contraria a la volun-
tad de Cristo. ¿Cuándo cesará esta división? Du-
rante muchos siglos nosotros los católicos hemos
creído que bastaba exponer claramente la doctri-
na. Los no católicos tenían la misma opinión. Cada
30
EL ECUMENISMO
partido exponía la doctrina en una terminología
que le era propia, en su propia óptica; pero lo
que decían los católicos no era comprendido por
los no católicos y viceversa. Con este método de
"la verdad clara", no se ha realizado, de hecho,
ningún progreso hacia la reconciliación. Al con-
trario de lado y lado han aumentado los prejui-
cios, las sospechas, las querellas, las polémicas.
En el curso de estos últimos decenios se ha
introducido un nuevo método. A este método se
le ha llamado "diálogo ecuménico". ¿En qué con-
siste? En que no solamente tiene preocupación,
por la verdad, sino también por la manera como
esta se expone, con el fin de que puedan compren-
derla exactamente los demás. Los cristianos de las
diversas denominaciones se ayudan mutuamente
para que unos y otros puedan comprender con
mayor claridad y exactitud la doctrina a la que
prestan adhesión.
No es, pues, el diálogo ecuménico una delibe-
ración o una negociación para establecer la unión,
ni es tamjpoco un proyecto de unión, sino una ten-
tativa de conversación. Hay de una parte y de
otra un testimonio sobre la fe, testimonio sereno
y objetivo, transparente, adaptado psicológica-
mente.
Pero no es fácil responder a este ideal ecumé-
31
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
nico. ¿Por qué? Es preciso evitar toda apariencia
de indiferentismo. Una exposición ecuménica de-
be ilustrar fielmente la doctrina católica completa
e integral sobre un tema determinado. Si no, có-
mo podrían los no católicos aprender de nosotros
lo que enseña el catolicsmo, si exponemos una
doctrina mutilada, alterada, confusa? Este diá-
logo no se entabla para que nos engañemos mu-
tuamente".
Así se expuso en el Concilio Vaticano por boca
de uno de los Padres Conciliares la esencia misma
del espíritu ecuménico. Ya hemos advertido más
arriba que esta actitud ecuménica — por fortuna
para el problema — es compartida por cristianos
de muchas tendencias: católicos, protestantes, an-
glicanos y ortodoxos orientales. Pero han sido los
católicos los que más frecuentemente han seña-
lado la importancia de examinar cada uno de los
pasos, que se dan y el valor de las conclusiones a
las que se llega.
En noviembre de 1961, el Cardenal holandés
Alfrink decía en la solemne inauguración del Se-
cretariado de una Sociedad bíblica católica: "La
cristiandad se ha vuelto consciente del encargo
recibido del Señor: estar unidos en la fe y ella
está buscando la unidad a través de múltiples ca-
minos. A nadie se le oculta que se trata de una
82
EL ECUMENISMO
ruta muy difícil y larga, pero es consolador saber
como ella (la cristiandad) está ya en el camino,
dispuesta a oir la voz del Espíritu Santo.
Será difícil evitar rutas oblicuas o caminos
no justos. En el fondo, no se puede buscar simple-
mente un "máximo común divisor", aunque sea
importante saberle y cuánto tengamos de común.
De la misma manera nos hemos de dar cuenta de
que no se trata de un nivelamiento de todas las
diferentes confesiones cristianas, como si no im-
portase qué profesión se practique, con tal que se
crea en Jesucristo.
La fe en un único Señor es el vínculo precioso
que nos ata a todos y nosotros hemos de darnos
siempre mayor cuenta de esa unidad. Pero no de-
bemos nunca olvidar la separación que el mundo
cristiano presenta. Si el movimiento ecuménico
diese como resultado solamente un "indiferentis-
mo" cristiano, entonces nos encentraríamos más
lejos del camino de la unidad que antes cuando
existía verdadera agresividad. Entonces quizás
éramos conscientes más de la separación que de
la unidad que fundamentalmente existía. Pero la
consciente participación en esa unidad real y pre-
sente no nos ha de permitir olvidarnos nunca de
la dolorosa separación. Porque de otro modo bus-
caremos la unidad por un camino sin salida".
33
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
CARACTERES DEL METODO
Si tratáramos de describir cuáles son las ca-
racterísticas fundamentales de lo que nos atreve-
ríamos a llamar ecumenismo católico, podríamos
enumerar las siguientes condiciones:
1) Procuraremos siempre poner de relieve
aquello que une a las confesiones cristianas divi-
didas entre sí, pero jamás cerraremos los ojos
ante las diferencias que las separan.
2) Hemos de mirar a la unión no solamente
de los individuos, mediante conversiones particu-
lares, sino también a la unión de grupos como ta-
les, es decir, de las iglesias mismas en bloque y
de las confesiones separadas, que colectivamente
pueden unirse.
3) Admitimos que las iglesias separadas han
conservado todas, en grado diverso algunos ele-
mentos positivamente eclesiales. El Cardenal Ar-
zobispo de Montreal, decía solemnemente a este
propósito: "Entre los ortodoxos orientales, los an-
glicanos y los protestantes hay millones de cristia-
nos de buena fe, separados de la iglesia sin culpa
3uya. Gracias al sacramento del Bautismo y a la
fe en Jesucristo a quien reconocen como su Sal-
vador y Señor, están ellos unidos al Cuerpo mís-
34
EL ECUMENISMO
tico de Cristo, del cual, sin embargo no son miem-
bros en todo el significado de la palabra. En este
sentido podríamos decir que la iglesia no está di-
vidida, aunque si están divididos los cristianos".
4) Conviene fomentar el diálogo entre los
grupos distintos en un plano de igualdad sicoló-
gica, en línea horizontal, como entre hermanos se-
parados que conversan, sin colocarse en la línea
vertical, estableciendo el diálogo como entre el
juez y el reo.
5) Ha de evitarse cualquier ademán de supe-
rioridad que pueda ofender la caridad cristiana
sabiendo que la fe verdadera es para todos, tam-
bién para nosotros los católicos, un don de Dios.
6) Quede bien claro que no se trata de llegar
a un acuerdo por mutuas concesiones, sino descu-
brir la esencia de la verdadera Iglesia de Cristo
que imperativamente y por derecho divino se im-
pone a todos.
7) Hemos de evitar toda polémica estéril,
pero no hemos de ofender la verdad con disimu-
los, reticencias y falsos pretextos. Por lo que hace
a nosotros los católicos nuestra doctrina deberá
ser propuesta y expuesta con integralidad, sin
ocultar con palabras ambiguas lo que la verdad
católica enseña. A este propósito podríamos re-
ferir lo que escuchamos de labios de un ilustre
periodista a su vuelta del Oriente. Había reco-
35
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
gido este periodista de labios de altas jerarquías
de la Iglesia ortodoxa, palabras amables para el
Sumo Pontífice de Roma, Y en el curso de la
conversación habían llegado los orientales a in-
sinuar que no habría inconveniente en reconocer
al Soberano Pontífice una preminencia no sola-
mente de honor, sino también de jurisdicción so-
bre todas las demás Iglesias del mundo. Pero este
reconocimiento tendría su título inmediato, no en
el derecho divino sino en la voluntad unánime de
las Iglesias extendidas por el orbe de la tierra,
que necesitando un gobernante para todo el cuer-
po de la Iglesia., no le encontrarían ni más auto-
rizado por la historia ni con más títulos perso-
nales que el Obispo de Roma. Apreciando en todo
su interés este "reconocimiento" posible del Pri-
mado Romano, el interlocutor católico tendría ne-
cesidad noblemente de mostrarse insatisfecho,
porque tan esencial es la prerrogativa del Pri-
mado, cuanto su título radical del derecho divino
que la ampara.
8) Será conveniente desde el primer momen-
to superar la llamada doctrina de "las tres igual-
dades", a saber, la igualdad sicológica, como si
todas las Iglesias actuales fueran igualmente cul-
pables de la división; la igualdad histórica, como
si ninguna de las Igesias actuales fuera la Iglesia
de Cristo en su totalidad y fuera necesario bus-
36
EL ECUMENISMO
caria; la igualdad escatológica como si la futura
"una santa" no se pudiera identificar con ningu-
na de las Iglesias actuales, sino que resultara de
la superación de todas.
9) Pero al mismo tiempo han de estudiarse
con imparcialidad las actitudes históricas concre-
tas de todas las confesiones, incluida la católica,
y no descartar la posibilidad de descubrir que,
fuera del campo doctrinal se han podido cometer
errores y aún muchos y graves errores de tác-
tica, de gobierno, de atención, de cortesía, hacien-
do difícil o más difícil ya ia continuación de la
unidad cristiana, ya la recuperación de la misma,
una vez que esta unidad se había roto.
10) Es necesario, por otra parte, considerar
cuál es la doctrina actual de los ortodoxos y de
los protestantes, es decir, conocer bien su fe, su
vida litúrgica y su teología; saber lo que pien-
san de nuestra doctrina y en qué puntos la com-
prenden bien o mal. Todo esto para entablar diá-
logo vivo con las personas que tenemos delante y
no empeñarnos en dialogar solamente con las
obras de los autores que ya pasaron.
11) Examinar cuidadosamente si no existen
en nuestra manera de hablar formas o formula-
ciones que difícilmente comprenden los no católi-
cos. El estilo bíblico y patrístico por sí mismo
37
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
evita y previene muchas dificultades, confusio-
nes y prejuicios.
12) No olvidar jamás que la unión entre los
cristianos es obra sobrenatural y, por tanto, ha
promoverse con oración y sacrificio. Es preciso
orar insistentemente, vivir la fórmula del canon
de la Misa: "Pacificare, custodire, adunare et re-
gere", sabiendo que la unidad es obra no de dis-
cusión sino de persuasión, de docilidad a las mo-
ciones del Espíritu Santo, al que sólo' podremos
hacer "dulce violencia", combatiendo el peligroso
demonio de la discordia (hoc genus demoniorum),
con la oración y el ayuno.
Vamos ahora brevemente a referir cuáles son
las principales normas que han emanado del ma-
gisterio eclesiástico sobre esta interesante cues-
tión de la unidad cristiana. El problema de la
unidad ha sido un problema que ha gravitado
constantemente sobre la Iglesia. No podemos juz-
gar hechos pretéritos con criterios actuales, pero,
teniendo en cuenta la diferencia de los tiempos,
sí que podremos aseverar que nadie ha aventa-
jado a la Sede Apostólica en preocupación y en
deseo de que la unidad cristiana se mantuviera
entre todos los bautizados o se restaurara cuando
38
EL ECUMENISMO
por diferencias doctrinales o cuestiones discipli-
nares se había roto. Con este criterio han de es-
tudiarse las tentativas de unión realizadas en los
siglos XI y XIII por Papas como Gregorio VII,
Urbano II, Inocencio III y Gregorio IX.
Necesitaríamos más espacio del que dispone-
mos para estudiar lo que significaron el II Con-
cilio de Lyon y el Concilio de Florencia, cuyos
frutos permanentes fueron notablemente inferio-
res a lo que se había esperado. La Iglesia no ha
olvidado jamás este sector del trabajo unionístico
entre los cristianos y ahí están para probarlo» tan-
tos documentos de Pío IX, León XIII y San Pío
X que alentaron cuantos esfuerzos se venían ha-
ciendo por la unión de los cristianos. Pero es evi-
dente que el ambiente no estaba preparado para
una labor que es honra particular de nuestro tiem-
po y nuestro siglo. En tiempo de Benedicto XV
se establece uno de Los primeros contactos oficia-
les entre los grupos ecumenistas, que trabajaban
en el campo protestante y la Sede Apostólica. El
16 de mayo de 1919 una delegación oficial invi-
taba a la Santa Sede a una asamblea ecumenista.
El ambiente no estaba preparado. La presencia
de la Iglesia católica en aquella Asamblea, dadas
Jas circunstancias en las que se desarrollaba, ape-
nas hubiera producido frutos tangibles y por esto
la respuesta pontificia fue la siguiente: "La doc-
39
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
trina y la práctica de la Iglesia católica, en lo
que se refiere a la unidad visible de la Iglesia de
Cristo, prohiben al catolicismo participar en ta-
les congresos". Nueve años más tarde, Pío XI
publicó la Encíclica "Mortalium ánimos" (6 de
enero de 1928). Es un documento fundamental
todavía vigente, en todo lo que se refiere a las
posiciones dogmáticas. Aprueba plenamente el
principio y el deseo de la unidad cristiana. Pero
señala el peligro de los Congresos llamados "pan-
cristianos". Indica el error del ecumenismo del
tiempo aquél, que consistía en no aceptar la uni-
dad visible de la única Iglesia de Cristo, sino en
quererla reconstruir como de nuevo y buscarla
ansiosamente un poico por todas partes, donde no
está, y en modo alguno allí donde de hecho existe,
es decir, en la Iglesia católica.
Veinte años más tarde (5 de julio de 1948) el
Santo Oficio publicó una advertencia con motivo
de la Asamblea de Amsterdam, en la que se cons-
tituyó el Consejo Mundial de las Iglesias. Se re-
cuerda que aún sigue vigente la disciplina canó-
nica del Código (Canon 1.325, párrafo 3.°) que
prohibe a los "católicos tener disputas o confe-
rencias, sobre todo públicas con los acatólicos sin
licencia de la Santa Sede o, si el caso es urgente
del Ordinario local.
Hace no más de 14 años el Santo Oficio pu-
40
EL ECUMENISMO
blicó una Instrucción más amplia (20 de diciem-
bre de 1949) que comprende disposiciones disci-
plinares y normas doctrinales. En cuanto a las
normas disciplinares recuerda que toda la activi-
dad unionista es de competencia de la jerarquía
eclesiástica, es decir, de la Santa Sede y de los
Obispos. El Decreto reconoce la acción del Espíritu
Santo en la inquietud religiosa que invade al mun-
do. Alaba todas las ansias de unidad, pero ad-
vierte que es preciso evitar con la máxima aten-
ción todo indiferentismo, como si todas las con-
fesiones religiosas fuesen objetivamente iguales
entre sí. La paz se ha de buscar, más para favo-
recerla no se deben jamás ocultar o pasar en si-
lencio los postulados inderogables de la fe cató-
lica: "La doctrina católica, pues, deberá ser pro-
puesta y expuesta total e íntegramente".
A quien vaya examinando atentamente los
textos oficiales y las reapuestas de la Santa Sede,
le habrá parecido que el ambiente ha ido poco>
a poco preparándose más y más para el grande
acontecimiento que nosotros estamos viviendo en
nuestros días. Este acontecimiento en relación con
el problema ecumenista es la existencia de un Se-
cretariado oficial para la unión de los cristianos.
Nacía este Secretariado por el motu proprio "Su-
perno Dei nutu", de 5 de junio de 1960. "Para
mostrar de manera especial nuestro amor y nues-
41
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
tra benevolencia hacia todos cuantos llevan el
nombre de Cristo, dice el Papa Juan XXIII, pero
están separados de esta Sede Apostólica y para
que puedan seguir los trabajos del Concilio y
hallar aquella unidad que Jesucristo ha implorado
del Padre Celestial en su plegaria, Nos hemos
instituido un Oficio particular o Secretariado".
Su nombre peculiar es el de "Secretariado para
promover la unión de los cristianos" y su orga-
nización, según la voluntad del Papa había de ser
idéntica a la de las Comisiones creadas al mismo
tiempo para la preparación del Concilla Como en
éstas, en el Secretariado, se confiaba la presiden-
cia a un Cardenal y a su lado dos grupos de co-
laboradores ocupaban su puesto. El primero com-
puesto por once miembros con derecho de voto
pertenecientes a Alemania, Inglaterra, Francia,
Bélgica, Holanda, Italia, Suiza y Estados Unidos
de América, y el segundo en el que se agrupaban
quince consultores de diversas naciones del mundo.
El Secretariado era el elemento de enlace entre
el Concilio y los hermanos separados. En reali-
dad, ya antes del Concilio había realizado una es-
pléndida labor, pero durante el Concilio puede
decirse que fue el cauce por el que los observado-
res pudieron estar presentes a la misma elabora-
ción de los esquemas del Concilio, ya que les era
42
EL ECUMENISMO
fácil, en diálogo con los miembros del Secreta-
riado, exponer sus puntos de vista acerca del fon-
do y de la forma de las mismas deliberaciones, en
que intervenían los Padres Conciliares,
UNA ACCION CRECIENTE
Hemos definido antes al movimiento ecume-
nista como una "forma mentís". Ahora nos toca
destacar cómo esa forma mentís ha llegado a es-
tablecerse en todo el mundo cristiano. Comenza-
remos haciendo un breve resumen del movimiento
ecumenista entre los hermanos separados y segui-
remos destacando cómo ha llegado profundamen-
te al campo católico, siguiendo las orientaciones
de la Santa Sede y de la Jerarquía Episcopal.
Los antecedentes primeros del movimiento ecu-
menista, como ya lo hemos dejado consignado
arrancan de una Asamblea misional de socieda-
des protestantes reunida en Edimburgo, en 1910.
La primera siembra de este espíritu ecumenista
en el campo protestante encarna en dos corrientes
distintas entre sí, la primera que lleva por título
el de "Life and Work", es decir, "Vida y acción",
tiene una tendencia predominantemente práctica.
Su iniciador es el arzobispo luterano de Upsala,
43
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
Natán Sóderblom, que encuentra eco principal-
mente en Alemania y en los Países Escandinavos.
En 1918 lanzó el arzobispo de Upsala la idea de
un Consejo de las Iglesias para procurar la uni-
dad. Preparó su programa en reuniones interna-
cionales de París, Ginebra y Rusia, y convocó la
conferencia de Estoeolmo, articulando un progra-
mia de cristianismo práctico. Se ha criticado fre-
cuentemente el pragmatismo de Sóderblom, que
hacía caso omiso de las dificultades dogmáticas
para lanzar un programa de reconstrucción del
mundo en la caridad de Cristo. Pero ha de tener-
se en cuenta que se trata de un "pionero" que
abre un nuevo terreno y no quiere enfrentarse
con lo que él estima fuente de crecientes dificul-
tades. De hecho por vez primera desde los tiem-
pos de la Reforma, 600 delegados de las Iglesias
y distintos invitados, que representaban 31 cot-
muniones cristianas, pertenecientes a 37 naciones,
se humillaron ante Dios e imploraron juntos la
gracia de la unión. No se pueden leer sin lágri-
mas las palabras en las que aquella Asamblea in-
vocaba al Padre que está en los cielos que es nues-
tro amor y que ha de ser nuestra paz, y a Jesu-
cristo que nos ha de conciliar a todos y hacer de
nosotros por medio de la cruz un solo cuerpo.
El movimiento "Vida y acción", 12 años des-
pués, tuvo su segunda conferencia general en Ox-
44
EL ECUMENISMO
ford, en 1937. Se reunieron 40 países. La falta de
base doctrinal hizo que los asambleístas trataran
de establecer contacto con el otro movimiento que
había sido impulsado por el Obispo anglicano Ch.
Brent, con la ayuda de un seglar, Robert N. Gar-
diner, cuyo nombre ha de ser recordado como uno
de los grandes iniciadores del ecumenisme. Esté
movimiento fundamentalmente doctrinal se tituló
"Fa'th and Order", es decir, "Fe y Constitución".
Los adherentes a este movimiento' pertenecían a
la Iglesia anglicana y a la Iglesia ortodoxa, con
grupos de rusos exilados. Su propaganda se ex-
tendió, principalmente, por el próximo Oriente y
llegaron respetuosamente hasta el trono de Be-
nedicto XV, que los recibió complacido, aunque
declinó enviar representante a su primera confe-
rencia, reunida el año 1927, en Lausana. A la
conferencia de Lausana siguió la conferencia de
Edimburgo. La iglesia, los ministerios, los cultos,
los sacramentos y ia gracia, eran las materias más
directamente tocadas por las deliberaciones de lee
asambleístas.
Estas dos tendencias, el cristianismo práctico
y el cristianismo doctrinal en las Iglesias sepia-
radas o no católicas, llegan a establecer contacto
permanente sin mengua de su autonomía en la
Asamblea de Amsterdam, celebrada en el año 1948,
en la cual se fundó el Consejo Mundial de las Igle-
45
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
sias (World Council of Churches) que desde en-
tonces ha presidido el movimiento ecuménico pro-
testante y ortodoxo en el mundo entero. El Con-
sejo Mundial de las Iglesias tiene su sede en Gi-
nebra y ha sido descrito con las siguientes pala-
bras, por su principal organizador y teólogo el
Doctor W. A. Visser't Hooft: "El Consejo Mun-
dial de las Iglesias no puede pretender el ser la
Iglesia universal, tampoco es un simple organis-
mo que se limita a promover el encuentro de las
Iglesias o a alentar sus trabajos en común, sino
un medio de manifestar la unidad cada vez que
el Señor se lo permita y un método, gracias al
cual la Iglesia universal dispone de un medio de
manifestarse de una manera más estable y más
efectiva. En resumen, el Consejo Mundial de las
Iglesias es una asociación fraternal de las Iglesias
que aceptan a nuestro Señor Jesucristo como Dios
y Salvador".
En Amsterdam, 150 iglesias se encontraron
agregadas al Consejo Mundial ; hoy sobrepasan ya
el número de las 190.
La vida del Consejo Mundial de las Iglesias
ha seguido creciendo sin interferir la vida de los
movimientos federados de "Fe y Constitución" y
"Vida y Acción". Así, el año 1954, se celebró una
Asamblea general en la ciudad americana de
Evanston, cerca de Chicago, donde se trató el te-
43
EL ECUMENISMO
ma "Cristo única esperanza del mundo". Se hizo
revisión de la labor realizada desde la anterior
asamblea, se redactó un mensaje común a todas
las Iglesias, y se reunieron más de 500 delegados
que representaban 162 iglesias y 42 países.
El año 1961, se celebró la tercera Asamblea
del Consejo Mundial de las Iglesias en Nueva
Delhi (India). A ella asistieron cinco observadores
católicos. Leyendo las referencias de esta gran
Asamblea, se advierte con gozo que el Movimien-
to ecumenista mundial entre los hermanos sepa-
rados va creciendo. Sus ansias de unidad llegan
a fórmulas más expresivas, aún cuando a nosotros
los catolices, todavía no nos parezcan definitivas.
Representan ya 198 Iglesias distintas afiliadas al
Consejo, a las que se les calcula entre 350 a 400
millones de seguidores. Como muestra del avance
que para los protestantes representa la doctrina
de la unidad, transcribimos el pasaje central del
informe que describe esta aspiración de la Iglesia :
"Nosotros creemos que la unidad que es al
mismo tiempo don de Dios y su voluntad para la
Iglesia, se hace manifiesta cuando, en un mismo
lugar, todos los que están bautizados en Jesucris-
to y lo confiesan como Señor y Salvador, son
conducidos por el Espíritu Santo a una comuni-
dad total, confiesan la misma fe apostólica, pre-
dican el mismo evangelio, participan del mismo
47
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
pan, se unen en una oración común con miras a
una vida comunitaria que se irradia en el testi-
monio y en el servicio de todos, y al mismo tiem-
po, se encuentran en comunión con el conjunto de
la comunidad cristiana en todos los sitios y en
todos los tiempos, de tal modo que el ministerio
y la calidad de los miembros son reconocidos por
todos y todos puedan actuar y hablar conjunta-
mente según las circunstancias, a fin de que se
cumplan los fines a que Dios llama a su pueblo.
Creemos que debemos orar y trabajar en pro de
semejante unidad".
Al lado de estos movimientos, que se desplie-
gan en solemnes congresos y asambleas, será pre-
ciso que hagamos una somerísima referencia a
otras actividades más íntimamente espirituales
que en orden alcanzar la unidad cristiana se des-
arrollan en el mundo protestante. En la pequeña
población de Taizé, departamento de Saona y Loi-
ra, existe una comunidad religiosa dedicada a la
oración y al trabajo, presidida por el hermano
Roger Schutz y entregada a orar por Ja unidad
cristiana La comunidad protestante de Taize se
ha hecho presente a través de sus miembros más
destacados en diversas reuniones católicas. En
ellas, han tenido ocasión de explicar su espíritu
y exponer sus ilusiones en este problema. Véase
como muestra este párrafo, tomado de unas de-
48
EL ECUMENISMO
claracicnes con ocasión de la Semana de Oracio-
nes para la unidad de los cristianos, después de
la primera etapa del Concilio Vaticano II : "A
través de la invitación dirigida a los observado-
res no católicos del Concilio, hemos adquirido con-
ciencia de la valentía de Juan XXIII, el cual ha
admitido entre los suyos, en la más profunda in-
timidad de la familia católica a personas extrañas
a su Iglesia. A nosotros nos toca hacernos solida-
rios de la misma valentía de Juan XXIII.
Comprender al que no piensa como nosotros,
adivinar sus razones más íntimas es un ejercicio
que universaliza nuestro corazón. Nuestra inte-
ligencia nos enseña que en la Iglesia las diversas
actitudes son complementarias con tal de que se
esté animado de la caridad de Cristo. Es indiscu-
tible que el Concilio ha enriquecido el movimiento
ecuménico, ha suscitado entre los cristianos no
católicos del mundo entero una grande esperanza,
ha despertado en ellos una conciencia ecuménica
que dormitaba, ha liberado fuerzas y ha promovi-
do un dinamismo creador aún entre los protes-
tantes". Así habla un protestante.
Semejante a esta comunidad de Taize, vive en
Suiza, en la orilla norte del lago de Neuchatel, otra
comunidad de Hermanas dedicada a la oración
por la unidad cristiana. Pertenece a la misma
Iglesia protestante que Taize. Todavía podríamos
49
DR. EUGENIO BE1TIA ALDAZÁBAL
citar a la comunidad francesa de Pomeyrol y a
lá comunidad alemana de Darmstadt, que además
llevan el nombre de Hermanas Ecuménicas de
María. Todas estas comunidades protestantes con
otras más, nos dan a entender que los caminos
de la unidad se van abriendo, a través de estos
medios sobrenaturales de la oración y la morti-
ficación.
ECUMENISMO CATOLICO
■ Terminamos esta lección con algunas conside-
raciones sumarias acerca de las perspectivas que
para el ecumenismo ofrece nuestro ambiente ca-
tólico. Puede decirse qué, en estos últimos años,
ha sido plenamente ganado para esta nobilísima
causa. Otra vez recurre a nuestra mente el re-
cuerdo del Papa Juan XXIII y del camine abierto
por su gran corazón en el problema de la unidad
de los cristianos. ¡ Cómo olvidar las palabras que
pronunció en su primer discurso como Pontífice
Romano, abriendo su corazón a los hermanos se-
páradosy y señalando la línea de todo su Ponti-
ficado en este orden ecuménico!
"Abrazamos con ardiente y paternal amor
—decía — tanto a la Iglesia occidental, como a la
50
EL BCUMENISMO
oriental; incluso a aquellos que están separados
de esta Sede Apostólica, donde Pedro vive en sus
sucesores hasta la consumación de los siglos y que,
por mandato de Jesucristo tiene la misión de atar
y desatar cualquier cosa en la tierra y ser el
Pastor de todo el rebaño del Señor. A estos Nos
les abrimos nuestra alma más amorosamente y
extendemos nuestros brazos abiertos.
Al abogar per su retorno a la casa del Padre
común, repetimos aquellas palabras del divino
Redentor: Santo Padre no te olvides de aquellos
que me has dado. Pueden ser lo mismo que nos-
otros somos. Así pues, habrá un solo rebaño y
solo Pastor. Rezamos a Dios para que puedan
venir todos jubilosa y libremente y para que ocu-
rra esto con la inspiración y la ayuda de la
gracia divina. No encontrarán una casa extraña,
sino la suya propia, que ya en tiempos remotos
fue hecha esplenderosa por la famosa sabiduría
de sus antepasados y adornada por sus virtudes".
A esta línea ha respondido la gran empresa
del Concilio Ecuménico Vaticano II que no es un
concilio de unión, pero que indudable está desti-
nado a preparar su ambiente ; a esto la creación
del Secretariado para la Unión de los Cristianes,
que nace con las Comisiones preparatorias del
Concilio y las sobrevive. Trabaja al lado de las
Comisiones conciliares propiamente dichas y con
51
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
un rango muy semejante y de una u otra forma
ha de perdurar, en la vida de la Iglesia, fiel a la
línea de conducta, que el Papa mismo le había
fijado al crearlo. Todo el ecumenismo católico
puede hoy día seguir sus orientaciones, seguro de
no perder el camino.
Nosotros los católicos, sabemos muy bien lo
que significa "tener espíritu ecuménico", que no
es ni más ni menos que tomar en serio la ense-
ñanza del Nuevo Testamento, según la cual todo
válidamente bautizado queda orgánicamente uni-
do a Cristo, se convierte en miembro del Cuerpo
Místico de Cristo, y, por tanto, también de la
Iglesia, aunque no sea miembro de ella en sentido
pleno, en cuanto esté separado de ella,
"Por tanto, diremes con el Cardenal Bea, te-
ner espíritu ecuménico, significa interesarse con
verdad y caridad por todos los bautizados, her-
manos nuestros, unirse a Cristo Sumo Sacerdote,
haciendo todo lo posible para que todos los bauti-
zados queden plena y visiblemente unidos a la
Iglesia y entre sí, con la profesión de una misma
fe, con el uso de los mismos Sacramentos, a tra-
vés de la sumisión a los sagrados Pastores unidos
entre sí y con el Sucesor de Pedro, el Romano
Pontífice".
La Iglesia católica nos ha señalado cuales son
los caminos más eficaces para conseguir esta
52
EL ECUMEN1SM0
unión. Ante todo el camino sobrenatural de la
oración, pero acompañada y mantenida por una
fe capaz de trasladar las montañas; pues en nues-
tro caso son verdaderas montañas de obstáculos
las que hemos de superar. La oración ha de ir
acompañada también de la acción y primero de
una auténtica vida cristiana, constituida especial-
mente por lo que Cristo mismo señaló como la
característica de su enseñanza y el distintivo de
sus discípulos, a saber, la humildad y la caridad.
Porque de ambas nacerá una profunda estima mu-
tua una fraternal ayuda y cooperación hasta donde
sea posible.
"Estos medios, sigue diciendo el Cardenal
Bea, pueden ponerlos en práctica, no solamente
los sacerdotes, los religiosos y los militantes del
apostolado seglar, sino toda clase de fieles, con
las cautelas ordinarias que la materia pide y la
formación que es necesaria para evitar el peligro
del indiferentismo".
Pero aún se puede dar un paso más. "La co-
nocida instrucción del Santo Oficio sobre el mo-
vimiento ecuménico advierte también un medio
especial que se refiere a los que deben ser guías
del pueblo cristiano. Se trata de la colaboración
con nuestros hermanos separados en los campes
que no se refieren directamente a la fe: por ejem-
plo, en las actividades sociales, asistenciales, en
53
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
la defensa de los derechos humanos hoy tantas
veces conculcados: les derechos de la libertad re-
ligiosa, el respeto a la vida humana, el interés por
Ja paz mundial y los medios para protegerla. Es
evidente que esta colaboración requiere siempre
mucha prudencia y cautela para no poner en pe-
ligro nuestra propia fe y para no crear confusio-
nismo. Por ello se deben seguir las sabias normas
que la Iglesia ha dado a este respecto, y trabajar
bajo la dirección de la autoridad eclesiástica in-
mediata, es decir, la diocesana".
Queda además el "diálogo" directo ocm los
hermanos no católicos. Diálogo reservado a las
personas de sólida formación teológica, mantenido
siempre con prudencia y paciente caridad, con el
conocimiento y bajo la dirección de la autoridad,
de la Iglesia. El diálogo puede ser de viva voz,
puede difundirse también por revistas y libros,
puede centrarse en trabajos especiales de asam-
bleas y congresos. Un diálogo permanente y abier-
to es el que mantiene el Secretariado para la
Unión de los Cristianos. Todos estos son caminos
de unidad.
En el catolicismo han florecido muchas obras
concretas por las cuales se canalizan estos medios
54
EL ECUMENISMO
de trabajo. Comenzando por el de la oración nos
teca describir brevemente lo que se ha llamado
"la Semana de la Unidad Cristiana". Su apóstol
incansable el sacerdote francés Paul Couturier
decía de ella que es "el fundamento del ecume-
nismo". Se desarrolla, como plegaria universal,
del 18 al 25 de enero y tiende a obtener el con-
curso de todos aquellos que sirven a Cristo Hijo
de Dios, Redentor y Salvador para esta gran em-
presa de la paz y la unidad entre los cristianos.
En la forma actual data esta Semana de la ple-
garia universal de hace pocos años. Se celebró
por vez primera en Lyon en enero de 1936, bajo
el patronato del Cardenal Gerlier y desde enton-
ces no ha cesado de extenderse por el mundo
entero.
La Semana de la Plegaria Universal tiene sus
antecedentes. Podríamos citar la novena de Pen-
tecostés para apresurar "la obra de reconcilia-
ción de les hermanos separados" que León XIII
instituyó en 1895. Pero sobre todo ha de Contarse
como inmediato antecedente de esta Semana de
la Unidad Cristiana a lo que nosotros hemos lla-
mado corrientemente el "Octavario por la Unión
de las Iglesias", que nació en medios protestan-
tes por iniciativa del Pastor episcopaliano Lewis
Thomas Wattson en los Estados Unidos y el Pas-
tor Spencer Jones en Inglaterra. Aunque el mo-
55
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
vimiento nacía en el protestantismo, sin embargo
tuvo desde el principio una clara orientación ha-
cia la unión de todos les hermanos separados con
Roma. El Pastor Watson se convirtió al catoli-
cismo y obtuvo la aprobación para su proyecto
de San Pío X. Más tarde, el Papa Benedicto XV
dio a conocer a todo el mundo la práctica del Oc-
tavario y el año 1921, la Comisión Protestante
del Movimiento "Fe y Constitución" aceptó ofi-
cialmente esta práctica de oración universal por
la unidad cristiana. Hoy el Octavario por la Unión
de las Iglesias, con el matiz propio de la Semana
de la Unidad Cristiana, puede decirse que ha ga-
nado el mundo entero y ha incorporado a católi-
cos y separados.
Las almas fervientes que han penetrado toda
la importancia de esta cooperación sobrenatural,
mediante la plegaria organizada, han dado origen
a una liga de oraciones de carácter mucho más
amplio, que ha adoptado el título de "Monasterio
invisible de ía unidad cristiana". El ncimlbre de
"monasterio" es una alusión a su medio> princi-
pal que es la oración, el apelativo de "invisible"
a la sencillez extrema de su organización. Lo que
sí pide es un ofrecimiento pleno o una totalidad
de intención o de ofrenda, para alcanzar de lo
Alto la ansiada unidad entre todos los cristianos.
El sufrimiento constante por el espectáculo del
56
EL ECUMENISMO
"Cristo roto", la alegría por cada uno de los pa-
sos que hacia la unidad se van dando en los gru-
pos cristianos y la amistad ecuménica derivada
de la fe fundamental en el Señor, son las tres
características principales de su orientación as-
cética.
Al lado de estos movimientos espirituales que
riman tan admirablemente con el carácter sobre-
natural de la obra, nos cumiple ahora trazar un
breve elenco de los centros principales dedicados
en la Iglesia católica a la formación de apóstoles
de la unidad. Estes apóstoles seguirán una línea,
que ha tenido grandes precursores. ¿Quién pueda
olvidar el nombre de Moehler o el de Newman, la,
ruta luminosa que dejaron el Padre Fernando Por-
tal y el Cardenal Mercier, la técnica maravillosa
de las conversaciones de Malinas y tantos otros
ejemplos que pudieran traerse a colación?
Quizás uno de los hombres a quienes más se
debe el ecumenismo moderno es el benedictino
Don Lambert Beauduin, que murió el 11 de enero
de 1960, cen la admiración y simpatía de católi-
cos, ortodoxos y protestantes, sin ninguna nota
descordante. Este hombre excepcional había sido
ganado para el ecumenismo en 1921, cuando pro-
fesaba teología fundamental en el Colegio San
Anselmo de Roma, y tuvo ocasión de establecer
contactos directos con Obispos y monjes del Me-
57
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
dio Oriente. En 1925, Dom Beauduin fue el ins-
trumento elegido para la fundación de un priora-
to, que en 1939 se trasladó a Chevetogne, donde
existe con una comunidad de monjes, mitad de
rito oriental mitad de rito latino dedicados entera-
mente a estudiar los problemas religiosas del Me-
dio Oriente y a fomentar la unión de los catolices
con los ortodoxos. Su revista "Irenikon" es el
instrumento principal; en ella se van publicando
estudios profundos y puede decirse que se mantie-
nen en la vanguardia misma del orientalismo
unionista.
En París, el centro Istina fundado por el R.
P. Dumont, dominico, se consagró hace ya tiempo
al estudio de las cristiandades orientales, sobre
todo al de los problemas que Rusia plantea a la
Iglesia católica en cuestiones religiosas, tanto por
lo que se refiere a la separación religiosa en sí
misma, cuanto a la situación persecutoria creada
por el régimen soviético. Pero el año 1948, expe-
rimentó la necesidad de extender su trabajo al
ecumenismo en todo su conjunto. Se convirtió en-
tonces Istina en un admirable centro de difusión
de espíritu ecuménico a través de sus cuatro rú-
bricas, "Russie et Chretiente", "Chretientós Orien-
tales", "Orient-Occident" y "Prcblemes de L'oecu-
menipme". Quizás sea la publicación católica que
ha penetrado más profundamente en el área de
58
EL ECUMENISMO
las confesiones separadas, a juzgar por el pare-
cer del Consejo Mundial de las Iglesias de Gine-
bra. La actualidad ecuménica está recogida de
llanera admirable en su Boletín mensual "Vera
l'Unite chretienne".
En Alemania dos instituciones de carácter ofi-
cial realizan un buen trabajo ecuménico. La "Una
Sancta" y el "Instituto Moehler". El Movimiento
"Una Sancta" fue fundado antes de la guerra por
el Doctor M. J. Metzger, ajusticiado por Hitler
por su denuedo en defender el cristianismo contra
el neopaganismo. La obra publica una revista, ór-
gano de vulgarización doctrina!, que acepta la co-
laboración de autores no católicos; está netamente
orientada hacia la pastoral y es la revista ecumé-
nica más popular entre el clero alemán. Por otra
parte, la "Una Sancta" organiza por toda Alema-
nia conversaciones entre católicos y protestantes,
sin irenismos y bajo la vigilancia de la jerarquía
eclesiástica.
No es necesario que detallemos más. Basta ci-
tar obras semejantes en otras muchas naciones,
como la Sociedad de San Juan Crisóstomo que
trabaja en Inglaterra y pasó del campo de la be-
neficencia al del uniomismo, como la Pía Asocia-
ción de San Nicolás de Bari y la Asociación Ca-
tólica para el Oriente cristiano que funcionan en
Italia, como la Asociación Internacional "Unitas"
59
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
a través de cuya revista, en italiano, francés, in-
glés y esipañci, llega el pulso ecuménico hasta los
últimos confines de la tierra. Sen católicos todos
sus miembros, pero admite como "amigos" a todos
ios demás. Y así podríamos hablar de Austria, de
Holanda, de los Estados Unidos. En Holanda la
"Conferencia Católica para las cuestiones ecuméni-
cas" agrupa a una cincuentena de especialistas del
mundo entero, bajo la dirección de Mgr. Wille^-
brahds, que ocupa ahora el cargo de Secretario
general del Secretariado para la Unión de los
Cristianos.
Por lo que hace a España es de justicia des-
tacar ia obra del CEOR (Centro de Estudios
Orientales), que realiza una intensa propaganda
encaminada al mejor conocimiento del Oriente
cristiano y a la "Re-Unión" de los hermanos se-
parados.
No tratamos de agotar nuestra exposición.
Simplemente queríamos dar a entender que, en
iodos los terrenos, desde la plegaria popular hasta
el de la alta investigación se jalonan obras y
hombres, en el catolicismo y fuera de él, dispues-
tos a aportar su esfuerzo más generoso por la re-
60
EL ECUMENISMO
solución de este angustioso problema, siguiendo
todos los caminos hacia la unidad cristiana.
¿Podemos hacer nosotros alguna cosa? Desde
luego, señores, podemos buscar y encontrar nues-
tro puesto y ocuparlo con buena fe. Hablando en
un centro universitario, no es necesario que yo
afirme que nos incumbe la tarea de conocer más
profundamente a nuestros hermanes separados y
penetrar en su alma religiosa. Con los criterios
de firmeza, cortesía, caridad y generosa compren-
sión que nos deben siempre acompañar nuestra
acción será fecunda.
Pienso además que en España podría darse un
gran impulso a un movimiento ascético, semejante
a ese que en Francia se llama el "Monasterio in-
visible", con lo que nuestro cristianismo se haría
más vivo y palpitante, más profundamente com-
prensivo y más inclinado a mirar todos los pro-
blemas con esa orientación "planetaria" que han
de tener nuestro ideales cuando se trata de la
gloria del Señor.
Y termino con una evocación. En Lyon en un
pequeño cementerio situado cerca de Nuestra Se-
ñora de Fcurviere descansa un sacerdote cuya vi-
da se gastó plenamente en este empeño de procu-
rar la unión de los cristianos. Se llamaba, ya le
conocemos, Paul Couturier. Una inscripción sobria
dice sobre su tumba : "El fue un apóstol de la
61
DR. EUGENIO BEITIA ALDAZÁBAL
unidad de las Iglesias". Su sepulcro' ha sido lugar
de peregrinación para muchos otros que siguen
sus huellas y uno de estas, el anglicano Benedicto
Ley observó: "Mejor que "fue" habría de decir,
el "continúa siendo" y será el apóstol de la unión
de las Iglesias, porque miles de católicos, protes-
tantes y ortodoxos de toda Europa visitan esta
tuimiba cada año".
Yo quisiera hacer mío su lema, "ex igne, lux",
que significa: "del fuego sale la luz". Cierto, del
fuego de la caridad hacia nuestros hermanos sal-
drá la luz que guíe nuestros pasos en la marcha
a la unidad. Del fuego de la caridad, porque mu-
chas verdades sólo pueden entenderse cuando hay
amor. Decía Couturier que la separación de las
Iglesias no fue efecto de la rebeldía de este hom-
bre del Oriente o de aquel otro del Norte de Eu-
ropa, sino efecto de los pecados de toda una época
y concluía que la causa de la actual separación,
pertinazmente mantenida a lo largo del tieimipo,
es también colectiva en su raíz, a saber depende
de la languidez de la vida cristiana actual.
Co<n lo cual Couturier nos ha enseñado dos co-
sas, primero a tener en carne viva la conciencia
constante de la separación entre los cristianos y
segundo a curar esa llaga con una reforma a
fondo de la vida cristiana.
G2
EL BCUMENISMO
Dictamos las últimas ideas de esta solemne
lección inaugural cuando el mundo entero se halla
conmovido aún, por la muerte del Papa Juan
XXIII. Su figura gloriosa ha logrado centrar la
atención de todas las religiones del orbe, particu-
larmente de las confesiones cristianas. En Esta-
dos Unidos y en Inglaterra, en el corazón de la vie-
ja Europa y en el medio oriente hombres de "cre-
dos" distintos se han sentido impulsados no sola-
mente a dedicarle un recuerdo de afecto en susi
"servicios religiosos", sino a unir sus fórmulas de
oración, pidiendo al Señor el descanso eterno de
aquella alma gigante y la continuidad de su obra,
de caridad y de paz en el mundo entero.
Este elocuente hecho ha venido a demostrar
que aquellos contactos que se realizaron durante
la vida del gran Pontífice con la visita del enton-
ces primado anglicano Dr. Fisher, del obispo pre-
sidente de la Iglesia episccpaliana de los Estados
Unidos, Dr. Lichtemberg, del presidente de la
Convención baptista, Dr. Jackson, del moderador
de la Asamblea de las Iglesias de Escocia, Dr.
Craig, eran algo más que una meritoria cortesía.
No eran la unidad cristiana, pero iniciaban su
camino.
Deseamos cordialmente que el cielo bendiga
todos estos contactos. Trabajamos por la Verdad,
unidos en la oración y en la caridad.
63
INDICE
Introducción 7
Luces y sombras 9
Ecumenismo y misión 16
Las tensiones temporales 21
El diálogo ecuménico 28
Caracteres del método 34
Una acción creciente 43
Ecumenismo católico 50
65
Se terminó de imprimir
en Santander,
el día 27 de junio de 1963,
en el
Taller de Artes Gráficas
de
Gonzalo Bedia.
(ViCnC <U la solapa anterior)
Misterium doloris, Pedro
Laín Entralgo.
La Historia y el Presente,
José Antonio Maravall.
Vigencia actual de Menéndez
Pelayo, José Corts Grau.
Menéndez Pelayo en el San-
tander de su tiempo, José María
de Cossío.
La canción mozárabe, Fran-
cisco Cantera.
Autenticidad y formalismo en
la labor docente, Carlos Jimé-
nez Díaz. (Agotado).
La arquitectura española en
la época de Carlos V, Modesto
López Otero.
La lengua española en la épo-
ca de Carlos V, Manuel Gar-
cía Blanco.
Los caminos escabrosos de la
Europa posbélica, Camilo Bar-
cia TreJles.
La revolución científica, Gre-
gorio Millán Barbany.
Velázquez o la salvación de
la circunstancia, Enrique La-
fuente Ferrari.
Nuevo escorzo de Góngora,
Gerardo Diego.
El Museo del Prado, Francis-
co Javier Sánchez-Cantón.
Lope de Vega como novela-
dor, Francisco Yndurain.
Rodrigo Gil de Hontañón en
Segovia, Marqués de Lozoya.
El Ecumenismo. Los caminos
de la unidad cristiana, Doctor
Eugenio Beitia Aldazábal.
DISTRIBUIDORA:
Sociedad General Española
de Librería. Evaristo San
Miguel, 9. MADRID (8)
Illlli