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Full text of "El ecumenismo : los caminos de la unidad cristiana"

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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZABAL 


EL  ECUMENISMO 

Los  caminos  de  la  unidad  cristiana 


PUBLICACIONES 


UNIVERSIDAD  INTERNACIONAL 
MENENDEZ  PELAYO 


BX 
8.2 

.B39  SANTANDER 


19 

TAf> 
1963 


PUBLICACIONES  DE 
LA  UNIVERSIDAD 
INTERNACIONAL 
MENENDEZ  PELAYO 

Pregón  de  la  Universidad  In- 
ternacional Menéndez,  Pelayo, 
Jaime  Delgado. 

Posición  psicológica  y  pedagó- 
gica de  España  ante  los  valores 
del  espíritu,  Pedro  Font  Puig. 

'Justa  retribución  del  trabajo, 
Fr.  Albino  G.  Menéndez-Rei- 
gada. 

Consideraciones  en  torno  de  la 
poesía  u  de  su  esencia,  Luis  Mo- 
rales Óliver. 

Isabel  la  Católica.  Sus  retra- 
tos, sus  vestidos,  sus  joyas,  Die- 
go Angulo  Iñiguez. 

Isabel  y  Fernando,  Reyes  de 
Castilla,  y  Menéndez,  Pelayo, 
Académico  de  la  Historia,  Ci- 
ríaco Pérez-Bustamante. 

¿Una  tercera  guerra  univer- 
sal?, Pedro  Gómez  Aparicio. 

Los  orígenes  de  las  literaturas 
románticas  a  la  luz  de  un  des- 
cubrimiento reciente,  Ramón  Me- 
néndez  Pidal. 

Cantabria  romana,  Antonio 
García  y  Bellido. 

Una  experiencia  cultural  en 
Santander,  Francisco  Sintes  y 
Obrador. 

Presencia  de  España  en  el  ar- 
te moderno  y  Problemática  del 
arte  contemporáneo,  José  Ca- 
món Aznar. 

Sobre  el  arte  rupestre  cantá- 
brico, Luis  Pericot  García. 

La  unidad  de  la  lengua  en  los 
pueblos  hispánicos,  Julio  Casa- 


al,  Eugenio. 


(Pasa  a  la  solapa  posterior) 


Digitized  by 

the  Internet  Archive 

in  2014 

https://archive.org/details/elecumenismoloscOObeit 


Discurso  pronunciado 
en  la  apertura  solemne  de  los  Cursos  1963, 
en  el  Paraninfo  de  Las  Llamas. 


EL  ECUMENISMO 

LOS  CAMINOS  DE  LA  UNIDAD  CRISTIANA 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZABAL 


EL  ECUMENISMO 

Los  caminos  de  la  unidad  cristiana 


PUBLICACIONES 

DE  LA 

UNIVERSIDAD  INTERNACIONAL 
MENENDEZ  PELAYO 

19 


SANTANDER 
1963 


Depósito  legal:  SA  125—1963. 
Registro:  S  97.— 1963. 

Bcdia.  Santander. 


INTRODUCCION 


Jamás  había  pensado  yo,  al  encargarme  de  esta 
lección  inaugural  de  la  Universidad  Internacional 
"Menéndez  Pelayo"  que  había  de  coincidir  la  re- 
dacción de  sus  páginas  con  la  muerte  del  Papa 
Juan  XXIII.  Y,  sin  embargo,  ha  sido  esta  una 
realidad  dolorosa,  que  pesa  fuertemente  sobre  mí 
en  el  momento  de  dictar  la  lección.  El  Papa 
Juan  XXIII,  el  Papa  de  la  bondad  y  de  la  paz, 
que  vivió  tan  intensamente  todos  los  problemas  de 
la  unidad  cristiana,  ha  muerto.  Yo  tengo  que  co- 
menzar recordándole  porque  este  ideal  de  la  uni- 
dad de  todos  los  cristianos  fue  largamente  acari- 
ciado por  él,  desde  el  primer  momento  en  que 
como  Pontífice  Soberano  de  la  Iglesia  universal 
se  dirigió  al  mundo.  Recordamos  también  tantas 
expresiones  suyas  en  los  instantes  en  que  anunció 
el  Concilio  Ecuménico  Vaticano  II  y  fue  poco  a 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

poco  desenvolviendo  su  pensamiento-  Lanzaba  él 
una  "invitación  renovada  a  los  fieles  de  las  Comu- 
nidades seperadas  para  que  nos  acompañen  ama- 
blemente en  la  búsqueda  de  la  unidad  de  la  gra- 
cia, por  la  que  tantas  almas  suspiran  en  todos 
los  puntos  de  la  tierra".  Fijaba  la  finalidad  propia 
del  Concilio  en  "promover  el  incremento  de  la 
Iglesia  católica,  producir  una  saludable  renova- 
ción en  las  costumbres  del  pueblo  cristiano  y  po- 
ner el  día  las  leyes  que  rigen  la  disciplina  ecle- 
siástica, según  las  necesidades  de  nuestro  tiempo". 
Esperaba  que  "esto  constituyera  un  maravilloso 
espectáculo  de  unidad,  verdad  y  caridad,  tal  que 
al  contemplarlo,  aun  los  que  vivían  separados  de 
la  Sede  Apostólica  sentirían  una  suave  invita- 
ción a  buscar  y  lograr  esa  unidad  por  la  que  Jesu- 
cristo dirigió  al  Padre  celestial  sus  ardientes  ple- 
garias". 

Cuando  hablaba  a  los  "separados"  los  llamaba 
hermanos  y  razonaba  así  esta  apelación:  "Quie- 
ran o  no  hermanos  nuestros  son;  sólo  dejarían  de 
ser  nuestros  hermanos,  si  dejaran  de  decir  :  Padre 
nuestro". 

Y  en  cuanto  al  desarrollo  de  todos  los  "Movi- 
mientos", que  pueden  clasificarse  en  general  comió' 
ecumenistas,  mostraba  su  complacencia  y  simpatía 
con  estas  palabras  que  son  perenne  aliento  para 
cuantos  están  empeñados  en  tan  noble  tarea:  "Sa- 


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EL  ECUMENISMO 

bemos  por  otra  iparte,  con  gran  consuelo  nuestro, 
que  en  estos  últimos  tiempos  se  ha  venido  creando, 
en  el  seno  de  no  pocas  comunidades  separadas  de 
la  Cátedra  de  Pedro,  cierto  movimiento  de  sim- 
patía hacia  la  fe  y  hacia  las  instituciones  católi- 
cas y  que  al  estudio  de  la  verdad  que  disipa  los 
prejuicios,  ha  sucedido  una  estima  considerable 
hacia  esta  Sede  Apostólica.  Sabemos  además,  que 
casi  todos  los  que  llevan  el  nombre  de  cristianos, 
a  pesar  de  estar  separados  de  Nos  y  separados 
también  de  sí  mismos,  han  efectuado  reuniones  y 
organizado  asambleas;  todo  lo  cual  está  demos- 
trando el  vehemente  deseo  que  les  impele  a  rea- 
lizar por  lo  menos  alguna  unidad". 

Ante  estos  sentimientos  que  tan  espontánea- 
mente brotaban  del  corazón  mismo  del  Papa,  no 
necesitaré  largos  argumentos  para  justificar  mi 
deseo  de  dedicar  a  su  memoria  estas  consideracio- 
nes sobre  el  ecumenismo  y  los  caminos  para  lo- 
grar la  unidad  cristiana. 


LUCES  Y  SOMBRAS 

Tratemos  ante  todo  de  orientar  genéricamente 
el  problema-  El  cristianismo  no  es  un  puro  senti- 
miento religioso  por  elevado  que  parezca,  nacido 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

de  la  "indigencia  de  lo  divino",  como  querían  los 
modernistas  de  principios  de  siglo.  El  cristianismo 
es  Cristo  mismo,  perpetuado  en  su  obra.  Es  Cristo 
en  su  persona  y  en  su  mensaje.  Cristo  que  llama 
a  su  (seguimiento.  El  conjunto  de  todos  los  "llama- 
dos" forma  la  Iglesia. 

¿Cuál  es  el  vínculo  que  une  a  quienes  se  sien- 
ten "llamados"  y  forman  la  Iglesia?  Es  una  reno- 
vación interna  operada  por  la  fe  y  la  penitencia 
y  un  signo  exterior  que  les  acompañará,  con  su 
carácter  indeleble  y  para  siempre:  el  bautismo. 
Así  lo  dice  San  Pedro  el  primero  de  los  Apóstoles 
a  los  que  escuchan  su  primer  "pregón"-  "Haced 
penitencia  y  bautícese  cada  uno  de  vosotros". 
(Actos,  2,  38). 

El  cristianismo  informa  toda  la  vida,  ¿cuáles 
serán  sus  características?  Según  el  mismo  libro 
de  los  Actos  de  los  Apóstoles,  "perseverar  en  la 
doctrina  apostólica,  en  la  fracción  del  pan  euca- 
rístico,  en  la  oración  y  en  la  caridad".  ¿Cuál  es 
sus  constantes  históricas?  Un  deseo  de  crecimien- 
to en  extensión  hasta  el  último  confín  de  la  tierra, 
un  progreso  intensivo  del  espíritu  hasta  la  santi- 
dad heroica,  la  efusión  del  amor  al  prójimo  en  las 
obras  de  beneficencia  y  en  el  cumplimiento  de  toda, 
justicia  y,  por  fin,  la  unidad  plena  y  consumada 
como  la  unidad  del  Padre  y  del  Hijo.  Señales  por 
las  que  se  podrá  siempre  discernir  la  presencia 


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EL  ECUMENISMO 


de  Cristo  en  la  Iglesia.  Problemas  abiertos  para 
esta  Iglesia,  que  se  siente  en  camino,  que  es  "Igle- 
sia militante"  y  por  tanto  constantemente  per- 
fectible, en  su  realización  terrena. 

El  Ecumenismo,  que  más  tarde  definiremos, 
fija  especialmente  su  atención  en  el  tema  de  la 
unidad-  Tema  predilecto  de  Cristo  en  su  oración 
sacerdotal,  tema  desarrollado  ampliamente  por  el 
Apóstol  San  Pablo  en  sus  Cartas,  tema  tratado 
con  mimo  por  todos  los  Papas,  especialmente  por 
Juan  XXIII  a  cuya  memoria  hemos  dedicado  esta 
lección,  tema  que  penetra  en  la  entraña  del  pueblo 
cristiano,  que  lo  vive  y  io  siente,  pensando  que 
está  cercana  la  hora  en  que  se  podrá  decir  que 
todos  los  seguidores  de  Cristo  son  un  solo  cuerpo, 
están  alimentados  por  el  mismo  pan  eucarístico, 
constituyen  un  solo  rebaño,  bajo  el  cayado  del 
mismo  Pastor. 

Tema  que  tiene  dos  caras,  que  es  fácil  en  su 
planteamiento  y  difícil  en  su  solución,  alegre  y 
triste,  con  luces  esplendorosas  y  sombras  durísi- 
mas, zonas  de  penumbra  y  siempre  presenta  una 
gran  esperanza  que  nos  alienta. 

Tema  que  pide  nuestra  cooperación  en  el  res- 
peto a  las  almas,  en  la  ausencia  de  todo  deseo  de 
victoria  personal,  fuera  de  la  victoria  de  Cristo 
mismo  y  que  para  nosotros  los  católicos  lleva  es- 
peciales matices  de  fidelidad  a  la  Santa  Sede  y  a 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


su  Magisterio,  en  todos  los  pasos  de  su  realización. 

Por  lo  que  hace  al  pensamiento  de  Cristo  tiene 
su  expresión  vigorosa  en  su  deseo  de  que  el  "rei- 
no" permanezca  hasta  la  consumación  de  los  si- 
glos. Ha  de  permanecer  unido  porque  "todo  reino1 
dividido  será  desolado".  (San  Mateo,  12,  25).  La 
unidad  por  tanto  ha  de  ser  la  ley  fundamental  de 
la  vida  de  la  Iglesia,  pero  no  una  unidad  cual- 
quiera, sino  una  unidad  perfecta,  "para  que  crea 
el  mundo  que  me  has  enviado"-  (San  Juan,  17) . 

Este  pensamiento  evangélico  lo  desarrolla  San 
Pablo  ante  la  Iglesia  naciente,  recomendando  a 
los  fieles  de  Efeso  que  sean  "solícitos  en  conservar 
la  unidad  del  espíritu  mediante  el  vínculo  de  la 
paz.  Porque  sólo  hay  un  cuerpo  y  un  espíritu.  Sólo 
un  Señor,  una  fe,  un  bautismo,  un  Dios  y  Padre 
de  todos  que  está  sobre  todos,  por  todos  y  en 
todos".  (A  los  Efesios,  4,  3). 

Ya  hemos  tenido  ocasión  de  decir  que  sobre 
ningún  tema  se  ha  expresado  con  mayor  drama- 
tismo el  llorado  Papa  Juan  XXIII  como  sobre 
este  el  de  la  unidad.  En  sus  llamamientos  repe- 
tidos desde  sus  primeras  palabras  en  la  homilía 
de  la  coronación-  A  veces  el  tema  cobra  toda  su 
amplitud  como  en  primera  encíclica  "Ad  Petri 
Cathedram",  en  cuya  parte  tercera  el  tema  de  la 
unidad  es  tratado  en  todos  sus  aspectos,  termi- 
nando con  aquel  emocionante  llamamiento:  "Al 


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EL  ECUMENISMO 


llamaros  amorosamente  a  la  unidad  de  la  Iglesia 
no  os  convocamos  a  una  casa  ajena,  sino  a  la 
propia  vuestra,  a  la  que  es  común  casa  paterna". 
"Lo  hacemos  no  solamente  movidos  por  encendi-dta 
caridad  hacia  todos  los  pueblos,  sino  también  es- 
timulados por  evangélica  humildad  de  espíritu". 

Pero  además  este  anhelo  de  unidad  cifra  el 
sentimiento  más  entrañable  del  pueblo.  Puede  de+- 
cirse  que  el  sentimdento  de  júbilo  que  inundó  al 
mundo  cristiano  al  anuncio  del  Concilio  ha  tenido 
como  tónica  primera  la  esperanza  de  la  unidad. 
El  pueblo  ha  pensado  que  la  Asamblea  universal 
estaba  íntimamente  unida  con  la  vuelta  de  los  her- 
manos. Todas  las  noticias  que  han  tenido  relación 
con  el  problema  han  ocupado  el  lugar  más  prin- 
cipa! en  la  información  conciliar.  La  presencia  de 
los  observadores,  la  existencia  del  Secretariado  de 
En-ace,  dirigido  por  el  Cardenal  Bea,  las  visitas 
de  los  dirigentes  separados  a  Roma  con  las  mani- 
festaciones de  Constantinopla  o  Canterbury,  Mos- 
cou o  Atenas  figuraron  siempre  en  lugar  destaca- 
dísimo- 

Tema  lleno  de  luz.  Cuando  miramos  la  histo- 
ria de  la  Iglesia  Católica,  ejemplo  maravilloso  de 
unidad  en  la  fe,  en  la  jerarquía,  en  la  admi- 
nistración de  la  gracia,  esa  luz  se  vierte  a  rauda- 
les. La  Iglesia  Católica  nos  ha  demostrado  que  la 
unidad  no  es  una  propiedad  puramente  escatoló- 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


gica,  sino  de  actualidad  constante.  Y  hoy  más  que 
nunca,  como  decía  en  su  tiempo  el  Cardenal  Mer- 
cier  a  un  periodista,  resplandece  la  unión  íntima 
de  toda  la  catolicidad  con  el  centro  "donde  la  uni- 
dad sacerdotal  ha  tenido  su  origen",  de  suerte  que 
podemos  decir  que  "donde  está  Pedro  allí  está  la 
Iglesia  y  donde  está  la  Iglesia  una  y  santa,  no 
hay  muerte  sino  vida  eterna". 

Pero  no  es  tema  exento  de  sombras.  Humilde- 
xnlente  podemos  señalar  esas  sombras  en  el  ele- 
mento humano  de  la  Iglesia.  No  es  preciso  re- 
cargar las  tintas.  Pero  tampoco  vamos  a  volver 
la  mirada  del  Oriente  separado,  dividido  en  igle- 
sias autocéfalas  donde  la  unidad  jerárquica  ha  dis- 
minuido y  ha  hecho  muy  difícil  el  ejercicio  del 
magisterio-  Tampoco  hemos  de  olvidarnos  de  la 
multiplicidad  fraccionada  del  protestantismo,  por 
el  principio  del  libre  examen.  Parecidas  conside- 
raciones pudiéramos  hacer  sobre  el  resto  del  cris- 
tianismo separado.  No  recargamos  las  tintas.  Si 
es  caso,  a  la  hora  de  analizar  circunstancias  his- 
tóricas, apuntemos  nosotros  las  que  se  pueden 
cargar  a  nuestra  cuenta. 

Pero  nos  parece  que  vamos  caminando  de  la 
aurora  al  pleno  día.  Porque,  como  hemos  dicho, 
no  hay  cristiano  consciente  que  no  añore  la  uni- 
dad. Ayer  no  era  así.  A  principios  de  este  siglo 
el  teólogo  luterano  Harnack  decía:  Se  nos  objeta 


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EL  ECUMENISMO 


que  estamos  divididos  oon  tantas  doctrinas  como 
cabezas.  Yo  respondo:  Es  verdad.  Pero  no>  desea- 
mos otra  cosa,  sino  al  contrario,  más  libertad,  y 
más  individualismo  en  las  creencias  y  en  la  ex- 
presión". Hoy  este  lenguaje  sería  totalmente  re- 
chazado. Los  católicos  jamás  lo  habían  empleado 
y  lo  repelen  los  separados,  que,  como  veremos, 
han  buscado  meritoriamente  un  terreno  común  de 
trabajo,  que  ha  venido  a  llamarse  ecumenismo. 

Hoy  se  siente  la  inquietud  de  la  unidad  y  se 
lamenta  la  dispersión,  en  el  mundo  oriental  sepa- 
rado y  en  el  protestante,  en  el  anglicano  y  en  el 
católico  de  todas  las  latitudes.  Desde  Edimburgo 
hasta  Nueva  Delhi  les  nombres  de  los  apóstoles 
de  la  unidad  son  legión  y  los  nombres  de  los  Mo- 
vimientos, como  "Vida  y  Acción",  "Fe  y  Discipli- 
na", que  desembocan  en  el  Consejo  Mundial  de 
las  Iglesias,  las  Conversaciones  al  estilo  de  las  de 
Malinas,  las  obras  de  mutua  comprensión  como  la 
"Una  santa",  las  cruzadas  de  oraciones  aquí  y  allá, 
pongamos  por  ejemplo  Chevetogne  y  Taizé,  abren 
el  pecho  a  las  mejores  esperanza?. 

Para  no  engañarnos  tratemos  de  señalar  la 
meta  deseada.  Queremos  una  identificación  perma- 
nente. No  nes  bastan  planes  de  trabajo  esporádi- 
cos y  uniones  temporales-  No  buscamos  un  fede- 
ralismo, ni  nos  contentamos  con  un  fundamenta- 
lismo,  ni  pretendemos  una  pura  mezcla,  un  mero 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


sincretismo.  Si  la  palabra  "vuelta  o  retorno"  no 
&e  acepta  umversalmente,  utilicemos  la  palabra 
^reencuentro"  y  fijemos  el  lugar  donde  volvere- 
mos a  encontrarnos,  que  será  la  Iglesia  "una  san- 
ta" del  Evangelio  y  de  San  Pablo.  Con  la  máxima 
caridad  y  comprensión  en  los  procedimientos,  con 
la  oportuna  firmeza  en  la  doctrina  con  plena  con- 
fianza en  Dios,  pongámonos  al  trabajo. 


ECUMENISMO  Y  MISION 

Y  comenzeimios  por  afirmar  que  este  trabajo  es 
necesario  y  urgente  si  hemos  de  cumpMr  la  con- 
signa cristiana  de  dilatar  el  mensaje  salvador  de 
Jesucristo  hasta  el  último  confín  de  la  tierra. 
Cuando  se  habla  de  los  orígenes  del  movimiento 
ecumenista,  todos  los  escritores  suelen  contar  la 
decisiva  intervención  que  el  año  1910  tuvo  un  de- 
legado protestante  de  las  jóvenes  iglesias  de  Ex- 
tremo Oriente,  cuyo  nombre  no  ha  sido  conserva- 
do, pero  cuyo  llamamiento  no  ha  podido  ser  ol- 
vidado- Se  trataba  de  la  conferencia  universal  dé 
Jas  "sociedades  protestantes  de  misión"  que  tenía 
lugar  en  Edimburgo.  En  esta  vasta  asamblea  en 
que  se  abordaron  todos  los  aspectos  del  problema 
misionero,  el  antedicho  delegado  se  puso  en  pie 


J6 


EL  ECUMENISMO 


y  dijo  con  emoción  las  siguientes  palabras:  "Vos- 
otros nos  habéis  enviado  misioneros  que  nos  han 
hecho  conocer  a  Jesucristo  y  es  damos  las  gracias 
por  ello.  Pero  al  mismo  tiempo  nos  habéis  traído 
vuestras  distinciones  y  vuestras  divisiones:  Los 
unos  predican  el  metodismo,  los  otros  el  lutera- 
nisme,  el  congregacicnismo  o  el  episcopalismo.  Os 
pedimos  simplemente  que  nos  prediquéis  el  evan- 
gelio y  que  dejéis  a  Cristo  suscitar  en  el  seno  de 
nuestros  pueblos  por  la  acción  del  Espíritu  Santo 
la  Iglesia  conforme  a  sus  exigencias,  conforme  aJ 
genio  de  nuestra  raza,  que  será  la  Iglesia  de  Cris- 
te  en  el  Japón,  la  Iglesia  de  Cristo  en  China,  la 
Iglesia  de  Cristo  en  la  India,  liberada  de  todos  esos 
"ismos"  que  añadís  a  la  predicación  del  evangelio 
entre  nosotros".  Entre  los  asistentes  se  hallaba 
presente  Ch.  Brent,  de  la  Iglesia  episcopaliana  de 
los  Estados  Unidos,  que  recibió  una  gran  impre- 
sión ante  este  discurso.  Y  prometió  al  Señor  tra- 
bajar desde  entonces  por  la  unidad  de  la  Iglesia 
El  movimiento  ecuménico  entre  los  protestantes 
había  nacido. 

Los  católicos  también  hemos  sentido  el  impac- 
to de  ese  mensaje  cristiano  que,  en  ambiente  tan 
poce  favorable,  presentan  los  misioneros  a  la  con- 
sideración de  los  paganos.  Consideremos  que  estos 
"espectadores"  del  exterior  son  casi  los  dos  ter- 
cios de  la  humanidad  y  que  no  ha  de  favorecer 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


precisamente  la  penetración  evangélica  entre  ellos, 
el  que  la  sencillez  elemental  de  sus  principios  reli- 
giosos tenga  que  enfrentarse  con  el  tremendo  pro- 
blema de  la  división  de  las  Iglesias, 
u  Al  llegar  a  este  punto  tengo  que  decir  cosas 
tan  importantes  y,  al  mismo  tiempo,  tan  duras  que 
a  pesar  de  mi  carácter  episcopal,  no  me  atrevo  a 
usar  de  mis  palabras  propias  y  de  mis  considera- 
ciones personales  y  voy  a  utilizar  una  página  de 
un  insigne  misionero,  el  Padre  Pablo  Manna,  que, 
tenía  una  experiencia  directa  del  problema  en  tie- 
rra de  misiones.  Dice  así: 

"Para  que  pueda  llegarse  al  amanecer  de  tan 
glorioso  día,  no  basta  una  acción  misionera  de 
gran  envergadura  y  generosa  en  los  países  infie- 
les; hay  que  remiover  un  obstáculo  que  impide  la 
efectiva  evangelización  del  mundo:  obstáculo  que, 
hemos  de  confesarlo  aunque  nos  sea  doloroso,  no 
lo  ponen  los  infieles,  sino  los  mismos  cristianos 
lois  cuales  a  vueltas  de  cismas  y  herejías,  han  des- 
pedazado la  unidad  de  la  fe,  poniéndola  así  en 
descrédito  ante  el  mundo  que  se  quería  conquistar. 

Es  este  otro  hecho  al  que  tampoco  se  le  ha 
reconocido  transcendencia,  pero  la  tiene  muy 
grande,  tanta,  que  al  estudiar  los  problemas  mi- 
sionales hay  que  considerarlo  con  la  máxima  aten- 
ción. 

Una  de  las  más  serias  dificultades  con  que 


18 


EL  ECUMENISMO 


tropieza  el  apostolado  en  la  conversión  de  los  in- 
fieles, es  la  concurrencia  de  las  sectas  protestan- 
tes. Se  necesita  ser  misionero  para  apreciar  la 
magnitud  del  daño. 

Hace  unos  años  había  en  la  India,  51  socieda- 
des americanas,  65  sociedades  inglesas,  65  alema- 
nas, suecas,  noruegas,  indias,  etc.,  todas  ellas  afa- 
nadas por  dar  el  propio  Cristo  al  pueblo  indio. 

Hablando  de  China,  ha  dicho  crudamente  un 
autor:  Los  misioneros  han  venido  a  decir  a  los 
chinos:  Tenéis  demasiados  dioses.  Y  después  lés 
han  predicado  más  de  160  credos  cristianos  di- 
versos". 

Con  esta  hiriente  frase  queda  descrita  toda  la 
trágica  situación  del  apostolado  cristiano1. 

Ahora  bien  ¿qué  haríamos  nosotros  puestos  en 
el  caso  de  los  paganos  de  buena  fe,  dispuestos  a 
servir  al  cristianismo  con  tal  que  se  les  presentei 
en  toda  su  inconfundible  belleza  y  unidad? 

No  existe  ciudad  ni  centro  misionero  de  me- 
diana importancia,  hasta  en  los  países  más  remo- 
tos en  donde  no  estén  edificadas  también  una,  dos  o 
más  capillas  de  diversas  denominaciones.  ¿Hacia 
cuál  de  las  iglesias  cristianas  deberá  encaminar 
sus  pasos?  ¿Estará  obligado  a  hacer  un  estudio 
comparado  de  las  diversas  doctrinas  religiosas  que 
simultáneamente  le  invitan? 

Quizás  algunos  de  nuestros  teorizantes  se  atre- 


19 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


viera  a  exigirlo;  pero  en  realidad  para  hacer  tal 
estudio  no  están  capacitados  ni  el  uno  por  10.000 
de  les  infieles. 

Y  entonces.  Entonces  sucede  la  mayor  parte 
de  las  veces  que,  cuando  uno  se  siente  movido  a 
convertirse,  ingresa  indiferentemente  en  una  u 
otra,  según  las  circunstancias  que  le  han  impre- 
sionado, pero  la  grande  masa  termina  por  ale- 
jarse y  desdeñar  el  cristianismo. 

Los  infieles  parecen  decir  a  todos  los  predica- 
dores cristianos:  Esperaremos  a  que  os  pongáis 
de  acuerdo.  Ponerse  de  acuerdo,  procurar  la  unión ; 
he  aquí  un  primer  paso  indispensable  para  las  fu- 
turas grandes  conquistas  del  mundo  infiel".  Así 
habla  un  misionero. 

No  sigo  en  estas  graves  reflexiones.  Ellas  de- 
muestran que  el  problema  de  la  unidad  cristiana 
no  admite  la  frivolidad  ni  la  ligereza,  si  hemos 
de  responder  al  programa  de  Cristo  que  es  fun- 
damentalmente ecuménico  y  universal.  Me  permi- 
tiréis que  para  cerrar  este  punto,  transcriba  lo 
que  decía  en  1947  el  Obispo  de  Lausana,  Friburgo 
y  Ginebra,  con  ocasión  del  Octavario  por  la  Uni- 
dad de  la  Iglesia.  Se  encontró  con  un  estudiante 
chino,  para  quien  la  mayor  dificultad  para  su  fe 
cristiana  se  expresaba  así:  "Yo  admiro  a  Cristo, 
pero  ¿quiénes  son  sus  verdaderos  discípulos?" 


20 


EL  ECUMENISMO 


LAS  TENSIONES  TEMPORALES 

Pero  todavía  hay  más.  La  universalidad  del 
mensaje  cristiano  nos  pone  de  cara  no  solamente 
con  este  problema  de  la  unidad,  sino  con  el  pro- 
blema más  interesante  del  proselitismo,  que  es  el 
problema  de  la  adaptación.  Es  decir,  que  al  indio 
o  ai  japonés  o  al  chino,  al  africano  o  al  habitante 
de  Polinesia,  hay  que  presentarle  el  mensaje  cris- 
tiano no  solamente  con  plena  cohesión,  en  todos 
sus  puntes  fundamentales,  sin  contradicciones  in- 
ternas, sino  libre  de  toda  ganga  exterior,  un  cris- 
tianismo, que  pueda  acomodarse  a  su  vida  y  a  su 
cultura,  que  no  necesite  de  los  "postulados  occi- 
dentales" para  su  comprensión. 

Insistamos  en  este  problema.  El  cristianismo' 
es  el  misterio  de  Cristo,  el  Verbo  hecho  carne  y 
la  Revelación,  en  "definitiva,  es  la  "historia  sa- 
lutis". 

En  el  cristianismo  hay  una  esencia,  algo  que 
se  debe  llevar  a  todas  partes  y  se  debe  defender 
contra  todos  los  obstáculos  y  algo,  que  es  envol- 
tura y  complemento,  explicación  y  filosofía,  en- 
carnación concreta,  proyección  geográfica,  reflejo 
temperamental,  influjo  de  la  cultura. 

Pío  XII  decía  que  el  cristianismo  contra  lo 


21 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

que  opinaba  Ja&pers  "no  es  un  objeto  tardío",  un 
acontecimiento  tardío.  "Lo  que  a  Nos  importa, 
decía  el  Papa,  es  que  la  Iglesia  tiene  conciencia 
de  haber  recibido  su  misión  y  su  tarea  para  todos 
los  tiempos  futuros  y  para  todos  los  hombres  y 
consiguientemente  no  está  ligada  a  ninguna  cul- 
tura". 

Por  que  el  cristianismo  haya  encarnado  en  la 
cultura  grecolatina  del  Mediterráneo,  no  quiere 
decir  que  se  ha  de  predicar  el  mensaje  de  Cristo 
con  esos  caracteres,  con  esa  filosofía,  con  esa  for- 
ma de  expresión  y  con  esa  aplicación  a  la  vida, 
a  otros  pueblos,  por  ejemplo  al  Japón,  o  China, 
a  la  India,  o  a  Africa.  La  obra  del  Redentor  y  la 
obra  del  Creador  deben  encontrar  su  fórmula  de 
perfecta  armonización.  Por  imperativo  de  justicia 
y  no  por  mera  cortesía  o  deferencia  a  los  pueblos 
evangelizados,  hemos  de  respetar  las  riquzas  del 
alma  indígena  y  el  cuadro  dei  su  cultura;  y  este 
principio,  que  es  el  de  la  adaptación,  no  solamen- 
te ha  de  observarse  en  la  evangelización  primera 
de  los  pueblos  paganos,  sino  en  todo  el  desarrollo 
de  la  vida  cristiana.  Porque  los  pueblos  ya  cristia- 
nos siguen  teniendo  sus  propias  características 
que  no  deben  desaparecer  en  aras  de  una  unifor- 
midad, que  no  está  exigida  por  la  unidad. 

Comprendo  que  a  veces  se  plantean  problemas 
delicadísimos,  como  el  de  los  ritos  chinos  o  mala- 


22 


EL  ECUMENISMO 


bares,  el  apostolado  del  P.  Ricci  o  del  P.  Nobile, 
cuando  se  hace  difícil  el  trazar  la  línea,  que  marca 
el  límite  entre  lo  cultural  y  lo  religioso,  entre  lo 
que  se  puede  aceptar  plenamente  o  al  menos  to- 
lerar y  lo  que  se  ha  de  rechazar  de  plano.  Esto 
prueba  la  dificultad  enorme  del  problema,  pero 
deja  en  pie  todos  los  principios  que  la  Sagrada 
Congregación  de  Propaganda  expresaba  con  diá- 
fana claridad  hace  más  de  tres  siglos,  en  1659, 
cuando  decía:  "No  intentéis  jamás  ni  pidáis  de 
ninguna  manera  a  esos  pueblos  que  cambien  sus 
usos  sus  ritos  y  sus  costumbres  a  menos  que  sean 
contrarios  a  la  religión  y  a  la  honestidad.  Nada  hay 
más  absurdo  que  el  trasladar  a  China  lo  que  es 
propio  de  España,  Francia,  Italia  o  cualquiera 
otra  parte  de  Europa.  No  es  eso  lo  que  tenéis  que 
que  llevar  sino  la  fe,  esa  fe  que  no  rechaza  ni  des- 
precia las  costumbres  ni  los  usos  de  ningún  pue- 
blo, siempre  que  no  sean  perversos,  sino  que  por 
el  contrario  quiere  conservarlos  y  protegerlos.  No 
comparéis  jamás  los  usos  de  esos  pueblos  con  los 
de  Europa.  Por  el  contrario  con  mucha  diligencia, 
acostumbraos  a  sus  maneras.  Admirad  y  alabad 
todo  lo  que  lo  merezca . .  . 

Nada  provoca  más  odio  y  aversión  que  echar 
abajo  los  usos  de  un  pueblo,  sobre  todo  cuando  son 
usos  inmemoriales,  recibidos  de  los  antepasados; 
y  peor  aún,  cuando  se  suprimen  las  costumbres  de 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZABAL 


un  pueblo,  para  reemplazarlas  por  las  del  propio 


¿Tiene  alguna  relación  esta  doctrina  de  la 
adaptación  con  el  problema  del  ecumenismo?  Sin 
duda,  si  atendemos  al  origen  de  los  cismas  y  las 
herejías  que  han  sido  causas  de  las  divisiones.  Y 
desde  luego  guarda  estrecha  relación  con  lo  que 
atañe  al  plan  de  conducta  que  hemos  de  seguir 
todos  cuantos  tratamos  de  llegar  a  la  unidad  anhe- 
lada por  la  Iglesia,  a  través  del  diálogo  ecuménico. 

Sería  altamente  ingenuo  decir  que  las  herejías] 
o  los  cismas  son  tales  porque  Roma  o  los  occiden- 
tales no  comprendieron  el  carácter  germano  o  in- 
glés, o  no  supieren  comportarse  debidamente  en 
las  Cruzadas.  Las  herejías  y  los  cismas  tiene  una 
fría  valoración  teológica  y  jurídica,  que  les  sitúa 
en  su  lugar  y  requiere  un  remedio  teológico  o  jurí- 
dico. Pero  examinad  el  origen  de  las  separaciones: 
y  observaréis  siempre  ia  presencia  de  tensiones 
vitales  que  acompañan  al  principio,  al  progreso  y 
a  la  permanencia  continua  de  esas  separaciones. 
A  veces  las  tensiones  se  establecen  entre  regiones 
cercanas.  Así  la  historia  del  monofisismo  y  el  nes- 
torianismo  están  íntimamente  unidas  con  la  tradi- 
cional tensión  entre  Alejandría  y  Antioquía.  Geo- 


24 


EL  ECUMENISMO 


grafía  y  política,  estratos  sociales  y  cultura,  ¿quién 
podrá  simplemente  numerar  las  circunstancias 
que  influyen  no  poco  en  la  voluntaria  posición  de 
las  actitudes  y  en  la  forma  de  razonar  individual 
y  colectivamente  en  pueblos  y  personas.  Quizás  por 
la  vía  puramente  intelectual  se  podría  convencer 
al  adversario,  mas  para  convencer  será  preciso 
"oirrt  y  lo  difícil,  en  muchos  casos  es  hacerse  oir. 

En  1949,  el  profesor  de  Cambridge,  H.  Dodd, 
escriba  una  carta  al  Rvdo.  Tomkins  en  la  que  se 
hacía  resaltar  la  importancia  de  "motivos  no  con- 
fesados en  las  discusiones  teológicas".  Entre  és- 
tas, situaba  tradiciones  sociales  y  política,  viejas 
cuentas  históricas  aún  no  liquidadas  definitiva- 
mente, rebrotes  de  nacionalismo,  fidelidades  a  ul- 
tranza, respecto  a  puntos  que  no  son  verdadera- 
mente específicos  o  diferenciales,  aunque  así  sean 
considerados  por  una  especie  de  orgullo  colectivo. 

Es  miuy  grande  el  peso  de  los  factores  no  teo- 
lógicos en  la  división  de  las  Iglesias,  tales  como  la 
lengua  y  mentalidad,  las  formas  de  gobierno  y 
civilización,  las  estructuras  económicas  y  sociales, 
viejas  expulsiones  y  antagonismos  históricos. 

Todo  esto  oscurece  la  verdad,  origina  falsas 
interpretaciones  y  da  lugar  a  divisiones  reales  que 
nuestro  buen  ingenio  trata  siempre  de  justificar 
con  otras  razones  de  orden  más  alto.  El  recuerdo 
de  estas  cuestiones  y  la  tendencia  a  la  rutina  y  a 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

mantener  sin  revisar  situaciones  anticuadas,  la 
incomprensión  mutua  y  la  tendenciosa  presenta- 
ción de  otros  grupos,  contribuye  a  mantener  abier- 
tas y  enconadas  las  viejas  heridas. 

¿Habéis  seguido  la  vuelta  de  Newman  al  cato- 
licismo? ¿Habéis  meditado  sobre  la  permanencia 
en  el  anglicanismo  de  sus  compañeros  Pusey  y 
Keble?  Newman  era  inglés  hasta  la  médula  de  los 
huesos  ("english  to  the  core").  Decir  entonces  que 
era  inglés,  era  afirmar  que  entre  él  y  el  catolicis- 
mo existía  una  barrera  inmensa,  que  impedía  el 
libre  paso.  Mayor  que  lo  que  hoy  significa  la  cor- 
tina de  hierro. 

Porque  Inglaterra  era  para  él  algo  tangible  y 
Roma  algo  alejado.  La  nación  inglesa  había  na- 
cido de  la  libertad,  el  catolicismo  parecía  sinó- 
nimo de  tiranía.  La  tradición  de  la  Iglesia  angli- 
cana  arraigaba  en  el  Estado,  la  nación,  la  legis- 
lación, el  clero,  la  literatura;  el  catolicismo  era  el 
país  desconocido  tras  una  montaña  de  prejuicios. 
El  anglicanismo  era  la  Iglesia  nacional  de  Ingla- 
terra; el  catolicismo  la  Iglesia  internacional.  "Ver- 
daderamente si  la  Iglesia  católica  estuviese  en  la 
,una,  Inglaterra  la  miraría  con  más  atención  y 
la  observaría  más  de  cerca  que  lo  hace  ahora". 

Newman  superó  toda  esta  formidable  barrera ; 
los  demás  no  lo  hicieron,  sin  embargo  cuando  tra- 
taban de  examinar  las  fuentes  y  de  redactar  las 


26 


EL  ECUMENISMO 


hojas  del  movimiento  tractariano,  todos  estaban, 
acuerdo  en  que  se  habían  situado  a  las  puertas  de 
otra  Iglesia,  la  verdadera  Iglesia  de  Cristo,  que 
Newman  reconectó  y  los  demás  no  acertaron  a 
ver,  sin  duda  por  razones  distintas  de  ias  teológi- 
cas, es  decir,  por  las  tensiones  vitales  a  las  que 
hemos  aludido  antes.  Por  todas  estas  tensiones  se 
trató  de  justificar  la  "vía  media",  el  ritualismo, 
el  anglo-catolicismo  y  la  teoría  de  las  tres  ramas. 

Pero  Newman  ya  católico,  heroicamente  cató- 
lico, nos  enseña  el  camino  doloroso  de  los  que 
aman  la  unidad  y  quieren  de  veras  prepararla. 
Hoy  podemos  saludar  a  Newman  como  un  verda- 
dero campeón  de  la  unidad  cristiana  que  padeció 
persecución  por  su  sistema,  no  solamente  de  par- 
te de  los  anglicanos,  a  quienes  quería  atraer  a 
Roma,  sino  también  de  parte  de  algunos  católicos 
que  le  motejaron  de  tibio  e  insincero  y  le  echaban 
en  cara  que  no  hacía  conversiones.  Espigo  en  su 
diario  esta  página  que  es  un  formidable  progra- 
ma de  acción:  "Dicen  por. ahí,  Newman  no  hace 
nada.  No  consigue  grandes  conversiones  y  no  nos- 
explicamos  cómo  no  suscita  convertidos  de  gran 
resonancia.  Debía  atraer  a  la  fe  a  hombres  cons- 
picuos, a  hombres  nobles,  a  hombres  sabios.  Los 
que  así  hablan  quieren  frutos  inmediatos ;  pero  no 
es  esta  mi  manera  de  pensar.  Yo  creo  que  lo  más 
importante  no  son  las  conversiones,  sino  ahora  la 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


preparación  de  los  católicos.  La  Iglesia  debe  estar 
preparada  para  recibir  a  los  convertidos,  tanto 
como  los  convertidos  deben  estar  preparados  para 
entrar  en  la  Iglesia.  Y  esto  es  lo  que  no  com- 
prenden". 

Estaba  Newman  convencido  de  que  Roma  lle- 
varía a  Inglaterra  la  verdad  integral ;  paro  que- 
ría que  se  dosificaran  las  etapas  de  la  exposición 
de  la  doctrina  :  "Bastante  nervioso  está  ya  el  pue- 
blo inglés,  decía,  al  tratar  de  los  derechos  induda- 
bles del  Papado,  sin  que  haga  falta,  como  algunos 
creen,  lanzárselo  a  la  cara  como  un  guante  de 
desafío". 


EL  DIALOGO  ECUMENICO 


Parecidas  consideraciones  podríamos  hacer 
acerca  de  otras  figuras  históricas  y  de  otros  am- 
bientes religiosos.  Con  lo  que  hemos  dicho  tenemos 
ya  bastante  para  darnos  cuenta  de  que  en  este  pro- 
blema vital  de  la  unidad  cristiana  son  dos  cosas, 
las  que  hay  que  atender  y  cuidar  con  especial  cui- 
dado: la  doctrina  y  el  clima.  La  doctrina,  porque 
siempre  hay  diferencias  de  posición  doctrinal.  Los 
"hermanes  separados"  niegan  éste  o  el  otro  dogma 
que  nosotros  los  católicos  profesamos.  Y  el  clima,  el 


28 


EL  ECUMENISMO 


ambiente  porque  la  unidad  no  se  verificará  sin 
previo  acercamiento  y  el  acercamiento  para  el  diá- 
logo requiere  previa  preparación  del  ánimo.  Tal 
es  el  papel  que  ha  de  jugar  lo  que  ya  con  palabra 
consagrada  por  los  documentos  eclesiásticos  se 
llama  ecumenismo.  Podría  tener  como  lema  gene- 
ral, aquellas  palabras  del  Cardenal  Mercier,  que 
solía  repetir  constantemente  el  P.  Couturier:  "Pa- 
ra unirse  hay  que  amarse,  para  amarse  hay  que 
conocerse,  para  conocerse  hay  que  ir  al  encuentro 
uno  del  otro". 

Digamos  ante  todo  que  el  ecumenismo  no  es 
propiamente  una  doctrina,  sino  una  mentalidad, 
una  atmósfera  espiritual,  que  podría  definirse  con 
las  palabras  de  Visser't  Hooft,  Secretario  del 
Consejo  Mundial  de  las  Iglesias:  "La  cualidad  y 
las  actitudes  que  expresan  la  conciencia  y  el  deseo 
de  la  unidad  cristiana". 

Por  lo  que  acabamos  de  apuntar  se  advierte 
claramente  que  el  espíritu  ecuménico  puede  ser 
compartido,  como  "forma  mentís"  por  personas 
que  no  comparten  las  mismas  doctrinas.  Tan  sólo 
pediremos  a  quienes  hayan  hayan  de  trabajar  en 
este  noble  campo  que  sientan  vivamente  el  hecho 
de  la  división  entre  los  cristianos  y  que  traten  de 
preparar  los  caminos  para  la  unidad  cristiana 
anhelada  por  el  Señor  en  su  oración  sacerdotal. 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


Precisamente  por  su  misma  sencillez  el  ecu- 
menismo  tiene  ya  un  formidable  valor  de  unión 
entre  quienes  lo  profesan,  pero  al  mismo  tiempo 
puede  presentar  un  indudable  peligro:  el  de  me- 
nospreciar la  doctrina,  el  de  favorecer  un  vago' 
indiferentismo  religioso,  que  tienda  a  la  unión  de 
Les  cristianos,  con  mengua  de  la  verdad  revelada 

He  aquí  cómo  presentaba  este  aspecto  del  ecu- 
menismo  el  Obispo  de  Brujas,  Mons.  De  Smedt  en 
la  sesión  conciliar  vaticana  de  19  de  noviembre 
de  1962 : 

"Todos  los  que  se  honran  con  el  nombre  de 
cristianos  — dice  el  Prelado1  belga —  están  de 
acuerdo  en  reconocer  a  Jesucristo.  Todo  lo  que  nos 
ha  comunicado  el  Señor  por  sí  mismo  constituye 
el  depósito  de  nuestra  fe  y  es  nuestra  salvación. 
De  esta  fuente  sacamos  todos,  los  católicos  y  los 
no  católicos. 

Pero  cuando  se  trata  de  la  manera  según  la 
cual  nos  acercamos  a  Cristo,  comienza  la  discor- 
dia, Somos  hermanos  separados  unos  de  otros. 
Hace  muchos  siglos  que  estamos  divididos.  Sabe- 
bemos  que  esta  discordia  es  contraria  a  la  volun- 
tad de  Cristo.  ¿Cuándo  cesará  esta  división?  Du- 
rante muchos  siglos  nosotros  los  católicos  hemos 
creído  que  bastaba  exponer  claramente  la  doctri- 
na. Los  no  católicos  tenían  la  misma  opinión.  Cada 


30 


EL  ECUMENISMO 


partido  exponía  la  doctrina  en  una  terminología 
que  le  era  propia,  en  su  propia  óptica;  pero  lo 
que  decían  los  católicos  no  era  comprendido  por 
los  no  católicos  y  viceversa.  Con  este  método  de 
"la  verdad  clara",  no  se  ha  realizado,  de  hecho, 
ningún  progreso  hacia  la  reconciliación.  Al  con- 
trario de  lado  y  lado  han  aumentado  los  prejui- 
cios, las  sospechas,  las  querellas,  las  polémicas. 

En  el  curso  de  estos  últimos  decenios  se  ha 
introducido  un  nuevo  método.  A  este  método  se 
le  ha  llamado  "diálogo  ecuménico".  ¿En  qué  con- 
siste? En  que  no  solamente  tiene  preocupación, 
por  la  verdad,  sino  también  por  la  manera  como 
esta  se  expone,  con  el  fin  de  que  puedan  compren- 
derla exactamente  los  demás.  Los  cristianos  de  las 
diversas  denominaciones  se  ayudan  mutuamente 
para  que  unos  y  otros  puedan  comprender  con 
mayor  claridad  y  exactitud  la  doctrina  a  la  que 
prestan  adhesión. 

No  es,  pues,  el  diálogo  ecuménico  una  delibe- 
ración o  una  negociación  para  establecer  la  unión, 
ni  es  tamjpoco  un  proyecto  de  unión,  sino  una  ten- 
tativa de  conversación.  Hay  de  una  parte  y  de 
otra  un  testimonio  sobre  la  fe,  testimonio  sereno 
y  objetivo,  transparente,  adaptado  psicológica- 
mente. 

Pero  no  es  fácil  responder  a  este  ideal  ecumé- 


31 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

nico.  ¿Por  qué?  Es  preciso  evitar  toda  apariencia 
de  indiferentismo.  Una  exposición  ecuménica  de- 
be ilustrar  fielmente  la  doctrina  católica  completa 
e  integral  sobre  un  tema  determinado.  Si  no,  có- 
mo podrían  los  no  católicos  aprender  de  nosotros 
lo  que  enseña  el  catolicsmo,  si  exponemos  una 
doctrina  mutilada,  alterada,  confusa?  Este  diá- 
logo no  se  entabla  para  que  nos  engañemos  mu- 
tuamente". 

Así  se  expuso  en  el  Concilio  Vaticano  por  boca 
de  uno  de  los  Padres  Conciliares  la  esencia  misma 
del  espíritu  ecuménico.  Ya  hemos  advertido  más 
arriba  que  esta  actitud  ecuménica  — por  fortuna 
para  el  problema —  es  compartida  por  cristianos 
de  muchas  tendencias:  católicos,  protestantes,  an- 
glicanos  y  ortodoxos  orientales.  Pero  han  sido  los 
católicos  los  que  más  frecuentemente  han  seña- 
lado la  importancia  de  examinar  cada  uno  de  los 
pasos,  que  se  dan  y  el  valor  de  las  conclusiones  a 
las  que  se  llega. 

En  noviembre  de  1961,  el  Cardenal  holandés 
Alfrink  decía  en  la  solemne  inauguración  del  Se- 
cretariado de  una  Sociedad  bíblica  católica:  "La 
cristiandad  se  ha  vuelto  consciente  del  encargo 
recibido  del  Señor:  estar  unidos  en  la  fe  y  ella 
está  buscando  la  unidad  a  través  de  múltiples  ca- 
minos. A  nadie  se  le  oculta  que  se  trata  de  una 


82 


EL  ECUMENISMO 


ruta  muy  difícil  y  larga,  pero  es  consolador  saber 
como  ella  (la  cristiandad)  está  ya  en  el  camino, 
dispuesta  a  oir  la  voz  del  Espíritu  Santo. 

Será  difícil  evitar  rutas  oblicuas  o  caminos 
no  justos.  En  el  fondo,  no  se  puede  buscar  simple- 
mente un  "máximo  común  divisor",  aunque  sea 
importante  saberle  y  cuánto  tengamos  de  común. 
De  la  misma  manera  nos  hemos  de  dar  cuenta  de 
que  no  se  trata  de  un  nivelamiento  de  todas  las 
diferentes  confesiones  cristianas,  como  si  no  im- 
portase qué  profesión  se  practique,  con  tal  que  se 
crea  en  Jesucristo. 

La  fe  en  un  único  Señor  es  el  vínculo  precioso 
que  nos  ata  a  todos  y  nosotros  hemos  de  darnos 
siempre  mayor  cuenta  de  esa  unidad.  Pero  no  de- 
bemos nunca  olvidar  la  separación  que  el  mundo 
cristiano  presenta.  Si  el  movimiento  ecuménico 
diese  como  resultado  solamente  un  "indiferentis- 
mo" cristiano,  entonces  nos  encentraríamos  más 
lejos  del  camino  de  la  unidad  que  antes  cuando 
existía  verdadera  agresividad.  Entonces  quizás 
éramos  conscientes  más  de  la  separación  que  de 
la  unidad  que  fundamentalmente  existía.  Pero  la 
consciente  participación  en  esa  unidad  real  y  pre- 
sente no  nos  ha  de  permitir  olvidarnos  nunca  de 
la  dolorosa  separación.  Porque  de  otro  modo  bus- 
caremos la  unidad  por  un  camino  sin  salida". 


33 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


CARACTERES  DEL  METODO 

Si  tratáramos  de  describir  cuáles  son  las  ca- 
racterísticas fundamentales  de  lo  que  nos  atreve- 
ríamos a  llamar  ecumenismo  católico,  podríamos 
enumerar  las  siguientes  condiciones: 

1)  Procuraremos  siempre  poner  de  relieve 
aquello  que  une  a  las  confesiones  cristianas  divi- 
didas entre  sí,  pero  jamás  cerraremos  los  ojos 
ante  las  diferencias  que  las  separan. 

2)  Hemos  de  mirar  a  la  unión  no  solamente 
de  los  individuos,  mediante  conversiones  particu- 
lares, sino  también  a  la  unión  de  grupos  como  ta- 
les, es  decir,  de  las  iglesias  mismas  en  bloque  y 
de  las  confesiones  separadas,  que  colectivamente 
pueden  unirse. 

3)  Admitimos  que  las  iglesias  separadas  han 
conservado  todas,  en  grado  diverso  algunos  ele- 
mentos positivamente  eclesiales.  El  Cardenal  Ar- 
zobispo de  Montreal,  decía  solemnemente  a  este 
propósito:  "Entre  los  ortodoxos  orientales,  los  an- 
glicanos  y  los  protestantes  hay  millones  de  cristia- 
nos de  buena  fe,  separados  de  la  iglesia  sin  culpa 
3uya.  Gracias  al  sacramento  del  Bautismo  y  a  la 
fe  en  Jesucristo  a  quien  reconocen  como  su  Sal- 
vador y  Señor,  están  ellos  unidos  al  Cuerpo  mís- 


34 


EL  ECUMENISMO 


tico  de  Cristo,  del  cual,  sin  embargo  no  son  miem- 
bros en  todo  el  significado  de  la  palabra.  En  este 
sentido  podríamos  decir  que  la  iglesia  no  está  di- 
vidida, aunque  si  están  divididos  los  cristianos". 

4)  Conviene  fomentar  el  diálogo  entre  los 
grupos  distintos  en  un  plano  de  igualdad  sicoló- 
gica, en  línea  horizontal,  como  entre  hermanos  se- 
parados que  conversan,  sin  colocarse  en  la  línea 
vertical,  estableciendo  el  diálogo  como  entre  el 
juez  y  el  reo. 

5)  Ha  de  evitarse  cualquier  ademán  de  supe- 
rioridad que  pueda  ofender  la  caridad  cristiana 
sabiendo  que  la  fe  verdadera  es  para  todos,  tam- 
bién para  nosotros  los  católicos,  un  don  de  Dios. 

6)  Quede  bien  claro  que  no  se  trata  de  llegar 
a  un  acuerdo  por  mutuas  concesiones,  sino  descu- 
brir la  esencia  de  la  verdadera  Iglesia  de  Cristo 
que  imperativamente  y  por  derecho  divino  se  im- 
pone a  todos. 

7)  Hemos  de  evitar  toda  polémica  estéril, 
pero  no  hemos  de  ofender  la  verdad  con  disimu- 
los, reticencias  y  falsos  pretextos.  Por  lo  que  hace 
a  nosotros  los  católicos  nuestra  doctrina  deberá 
ser  propuesta  y  expuesta  con  integralidad,  sin 
ocultar  con  palabras  ambiguas  lo  que  la  verdad 
católica  enseña.  A  este  propósito  podríamos  re- 
ferir lo  que  escuchamos  de  labios  de  un  ilustre 
periodista  a  su  vuelta  del  Oriente.  Había  reco- 


35 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


gido  este  periodista  de  labios  de  altas  jerarquías 
de  la  Iglesia  ortodoxa,  palabras  amables  para  el 
Sumo  Pontífice  de  Roma,  Y  en  el  curso  de  la 
conversación  habían  llegado  los  orientales  a  in- 
sinuar que  no  habría  inconveniente  en  reconocer 
al  Soberano  Pontífice  una  preminencia  no  sola- 
mente de  honor,  sino  también  de  jurisdicción  so- 
bre todas  las  demás  Iglesias  del  mundo.  Pero  este 
reconocimiento  tendría  su  título  inmediato,  no  en 
el  derecho  divino  sino  en  la  voluntad  unánime  de 
las  Iglesias  extendidas  por  el  orbe  de  la  tierra, 
que  necesitando  un  gobernante  para  todo  el  cuer- 
po de  la  Iglesia.,  no  le  encontrarían  ni  más  auto- 
rizado por  la  historia  ni  con  más  títulos  perso- 
nales que  el  Obispo  de  Roma.  Apreciando  en  todo 
su  interés  este  "reconocimiento"  posible  del  Pri- 
mado Romano,  el  interlocutor  católico  tendría  ne- 
cesidad noblemente  de  mostrarse  insatisfecho, 
porque  tan  esencial  es  la  prerrogativa  del  Pri- 
mado, cuanto  su  título  radical  del  derecho  divino 
que  la  ampara. 

8)  Será  conveniente  desde  el  primer  momen- 
to superar  la  llamada  doctrina  de  "las  tres  igual- 
dades", a  saber,  la  igualdad  sicológica,  como  si 
todas  las  Iglesias  actuales  fueran  igualmente  cul- 
pables de  la  división;  la  igualdad  histórica,  como 
si  ninguna  de  las  Igesias  actuales  fuera  la  Iglesia 
de  Cristo  en  su  totalidad  y  fuera  necesario  bus- 


36 


EL  ECUMENISMO 


caria;  la  igualdad  escatológica  como  si  la  futura 
"una  santa"  no  se  pudiera  identificar  con  ningu- 
na de  las  Iglesias  actuales,  sino  que  resultara  de 
la  superación  de  todas. 

9)  Pero  al  mismo  tiempo  han  de  estudiarse 
con  imparcialidad  las  actitudes  históricas  concre- 
tas de  todas  las  confesiones,  incluida  la  católica, 
y  no  descartar  la  posibilidad  de  descubrir  que, 
fuera  del  campo  doctrinal  se  han  podido  cometer 
errores  y  aún  muchos  y  graves  errores  de  tác- 
tica, de  gobierno,  de  atención,  de  cortesía,  hacien- 
do difícil  o  más  difícil  ya  ia  continuación  de  la 
unidad  cristiana,  ya  la  recuperación  de  la  misma, 
una  vez  que  esta  unidad  se  había  roto. 

10)  Es  necesario,  por  otra  parte,  considerar 
cuál  es  la  doctrina  actual  de  los  ortodoxos  y  de 
los  protestantes,  es  decir,  conocer  bien  su  fe,  su 
vida  litúrgica  y  su  teología;  saber  lo  que  pien- 
san de  nuestra  doctrina  y  en  qué  puntos  la  com- 
prenden bien  o  mal.  Todo  esto  para  entablar  diá- 
logo vivo  con  las  personas  que  tenemos  delante  y 
no  empeñarnos  en  dialogar  solamente  con  las 
obras  de  los  autores  que  ya  pasaron. 

11)  Examinar  cuidadosamente  si  no  existen 
en  nuestra  manera  de  hablar  formas  o  formula- 
ciones que  difícilmente  comprenden  los  no  católi- 
cos. El  estilo  bíblico  y  patrístico  por  sí  mismo 


37 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


evita  y  previene  muchas  dificultades,  confusio- 
nes y  prejuicios. 

12)  No  olvidar  jamás  que  la  unión  entre  los 
cristianos  es  obra  sobrenatural  y,  por  tanto,  ha 
promoverse  con  oración  y  sacrificio.  Es  preciso 
orar  insistentemente,  vivir  la  fórmula  del  canon 
de  la  Misa:  "Pacificare,  custodire,  adunare  et  re- 
gere",  sabiendo  que  la  unidad  es  obra  no  de  dis- 
cusión sino  de  persuasión,  de  docilidad  a  las  mo- 
ciones del  Espíritu  Santo,  al  que  sólo'  podremos 
hacer  "dulce  violencia",  combatiendo  el  peligroso 
demonio  de  la  discordia  (hoc  genus  demoniorum), 
con  la  oración  y  el  ayuno. 


Vamos  ahora  brevemente  a  referir  cuáles  son 
las  principales  normas  que  han  emanado  del  ma- 
gisterio eclesiástico  sobre  esta  interesante  cues- 
tión de  la  unidad  cristiana.  El  problema  de  la 
unidad  ha  sido  un  problema  que  ha  gravitado 
constantemente  sobre  la  Iglesia.  No  podemos  juz- 
gar hechos  pretéritos  con  criterios  actuales,  pero, 
teniendo  en  cuenta  la  diferencia  de  los  tiempos, 
sí  que  podremos  aseverar  que  nadie  ha  aventa- 
jado a  la  Sede  Apostólica  en  preocupación  y  en 
deseo  de  que  la  unidad  cristiana  se  mantuviera 
entre  todos  los  bautizados  o  se  restaurara  cuando 


38 


EL  ECUMENISMO 


por  diferencias  doctrinales  o  cuestiones  discipli- 
nares se  había  roto.  Con  este  criterio  han  de  es- 
tudiarse las  tentativas  de  unión  realizadas  en  los 
siglos  XI  y  XIII  por  Papas  como  Gregorio  VII, 
Urbano  II,  Inocencio  III  y  Gregorio  IX. 

Necesitaríamos  más  espacio  del  que  dispone- 
mos para  estudiar  lo  que  significaron  el  II  Con- 
cilio de  Lyon  y  el  Concilio  de  Florencia,  cuyos 
frutos  permanentes  fueron  notablemente  inferio- 
res a  lo  que  se  había  esperado.  La  Iglesia  no  ha 
olvidado  jamás  este  sector  del  trabajo  unionístico 
entre  los  cristianos  y  ahí  están  para  probarlo»  tan- 
tos documentos  de  Pío  IX,  León  XIII  y  San  Pío 
X  que  alentaron  cuantos  esfuerzos  se  venían  ha- 
ciendo por  la  unión  de  los  cristianos.  Pero  es  evi- 
dente que  el  ambiente  no  estaba  preparado  para 
una  labor  que  es  honra  particular  de  nuestro  tiem- 
po y  nuestro  siglo.  En  tiempo  de  Benedicto  XV 
se  establece  uno  de  Los  primeros  contactos  oficia- 
les entre  los  grupos  ecumenistas,  que  trabajaban 
en  el  campo  protestante  y  la  Sede  Apostólica.  El 
16  de  mayo  de  1919  una  delegación  oficial  invi- 
taba a  la  Santa  Sede  a  una  asamblea  ecumenista. 
El  ambiente  no  estaba  preparado.  La  presencia 
de  la  Iglesia  católica  en  aquella  Asamblea,  dadas 
Jas  circunstancias  en  las  que  se  desarrollaba,  ape- 
nas hubiera  producido  frutos  tangibles  y  por  esto 
la  respuesta  pontificia  fue  la  siguiente:  "La  doc- 


39 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


trina  y  la  práctica  de  la  Iglesia  católica,  en  lo 
que  se  refiere  a  la  unidad  visible  de  la  Iglesia  de 
Cristo,  prohiben  al  catolicismo  participar  en  ta- 
les congresos".  Nueve  años  más  tarde,  Pío  XI 
publicó  la  Encíclica  "Mortalium  ánimos"  (6  de 
enero  de  1928).  Es  un  documento  fundamental 
todavía  vigente,  en  todo  lo  que  se  refiere  a  las 
posiciones  dogmáticas.  Aprueba  plenamente  el 
principio  y  el  deseo  de  la  unidad  cristiana.  Pero 
señala  el  peligro  de  los  Congresos  llamados  "pan- 
cristianos".  Indica  el  error  del  ecumenismo  del 
tiempo  aquél,  que  consistía  en  no  aceptar  la  uni- 
dad visible  de  la  única  Iglesia  de  Cristo,  sino  en 
quererla  reconstruir  como  de  nuevo  y  buscarla 
ansiosamente  un  poico  por  todas  partes,  donde  no 
está,  y  en  modo  alguno  allí  donde  de  hecho  existe, 
es  decir,  en  la  Iglesia  católica. 

Veinte  años  más  tarde  (5  de  julio  de  1948)  el 
Santo  Oficio  publicó  una  advertencia  con  motivo 
de  la  Asamblea  de  Amsterdam,  en  la  que  se  cons- 
tituyó el  Consejo  Mundial  de  las  Iglesias.  Se  re- 
cuerda que  aún  sigue  vigente  la  disciplina  canó- 
nica del  Código  (Canon  1.325,  párrafo  3.°)  que 
prohibe  a  los  "católicos  tener  disputas  o  confe- 
rencias, sobre  todo  públicas  con  los  acatólicos  sin 
licencia  de  la  Santa  Sede  o,  si  el  caso  es  urgente 
del  Ordinario  local. 

Hace  no  más  de  14  años  el  Santo  Oficio  pu- 


40 


EL  ECUMENISMO 


blicó  una  Instrucción  más  amplia  (20  de  diciem- 
bre de  1949)  que  comprende  disposiciones  disci- 
plinares y  normas  doctrinales.  En  cuanto  a  las 
normas  disciplinares  recuerda  que  toda  la  activi- 
dad unionista  es  de  competencia  de  la  jerarquía 
eclesiástica,  es  decir,  de  la  Santa  Sede  y  de  los 
Obispos.  El  Decreto  reconoce  la  acción  del  Espíritu 
Santo  en  la  inquietud  religiosa  que  invade  al  mun- 
do. Alaba  todas  las  ansias  de  unidad,  pero  ad- 
vierte que  es  preciso  evitar  con  la  máxima  aten- 
ción todo  indiferentismo,  como  si  todas  las  con- 
fesiones religiosas  fuesen  objetivamente  iguales 
entre  sí.  La  paz  se  ha  de  buscar,  más  para  favo- 
recerla no  se  deben  jamás  ocultar  o  pasar  en  si- 
lencio los  postulados  inderogables  de  la  fe  cató- 
lica: "La  doctrina  católica,  pues,  deberá  ser  pro- 
puesta y  expuesta  total  e  íntegramente". 

A  quien  vaya  examinando  atentamente  los 
textos  oficiales  y  las  reapuestas  de  la  Santa  Sede, 
le  habrá  parecido  que  el  ambiente  ha  ido  poco> 
a  poco  preparándose  más  y  más  para  el  grande 
acontecimiento  que  nosotros  estamos  viviendo  en 
nuestros  días.  Este  acontecimiento  en  relación  con 
el  problema  ecumenista  es  la  existencia  de  un  Se- 
cretariado oficial  para  la  unión  de  los  cristianos. 
Nacía  este  Secretariado  por  el  motu  proprio  "Su- 
perno Dei  nutu",  de  5  de  junio  de  1960.  "Para 
mostrar  de  manera  especial  nuestro  amor  y  nues- 


41 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

tra  benevolencia  hacia  todos  cuantos  llevan  el 
nombre  de  Cristo,  dice  el  Papa  Juan  XXIII,  pero 
están  separados  de  esta  Sede  Apostólica  y  para 
que  puedan  seguir  los  trabajos  del  Concilio  y 
hallar  aquella  unidad  que  Jesucristo  ha  implorado 
del  Padre  Celestial  en  su  plegaria,  Nos  hemos 
instituido  un  Oficio  particular  o  Secretariado". 

Su  nombre  peculiar  es  el  de  "Secretariado  para 
promover  la  unión  de  los  cristianos"  y  su  orga- 
nización, según  la  voluntad  del  Papa  había  de  ser 
idéntica  a  la  de  las  Comisiones  creadas  al  mismo 
tiempo  para  la  preparación  del  Concilla  Como  en 
éstas,  en  el  Secretariado,  se  confiaba  la  presiden- 
cia a  un  Cardenal  y  a  su  lado  dos  grupos  de  co- 
laboradores ocupaban  su  puesto.  El  primero  com- 
puesto por  once  miembros  con  derecho  de  voto 
pertenecientes  a  Alemania,  Inglaterra,  Francia, 
Bélgica,  Holanda,  Italia,  Suiza  y  Estados  Unidos 
de  América,  y  el  segundo  en  el  que  se  agrupaban 
quince  consultores  de  diversas  naciones  del  mundo. 

El  Secretariado  era  el  elemento  de  enlace  entre 
el  Concilio  y  los  hermanos  separados.  En  reali- 
dad, ya  antes  del  Concilio  había  realizado  una  es- 
pléndida labor,  pero  durante  el  Concilio  puede 
decirse  que  fue  el  cauce  por  el  que  los  observado- 
res pudieron  estar  presentes  a  la  misma  elabora- 
ción de  los  esquemas  del  Concilio,  ya  que  les  era 


42 


EL  ECUMENISMO 


fácil,  en  diálogo  con  los  miembros  del  Secreta- 
riado, exponer  sus  puntos  de  vista  acerca  del  fon- 
do y  de  la  forma  de  las  mismas  deliberaciones,  en 
que  intervenían  los  Padres  Conciliares, 


UNA  ACCION  CRECIENTE 


Hemos  definido  antes  al  movimiento  ecume- 
nista  como  una  "forma  mentís".  Ahora  nos  toca 
destacar  cómo  esa  forma  mentís  ha  llegado  a  es- 
tablecerse en  todo  el  mundo  cristiano.  Comenza- 
remos haciendo  un  breve  resumen  del  movimiento 
ecumenista  entre  los  hermanos  separados  y  segui- 
remos destacando  cómo  ha  llegado  profundamen- 
te al  campo  católico,  siguiendo  las  orientaciones 
de  la  Santa  Sede  y  de  la  Jerarquía  Episcopal. 

Los  antecedentes  primeros  del  movimiento  ecu- 
menista, como  ya  lo  hemos  dejado  consignado 
arrancan  de  una  Asamblea  misional  de  socieda- 
des protestantes  reunida  en  Edimburgo,  en  1910. 
La  primera  siembra  de  este  espíritu  ecumenista 
en  el  campo  protestante  encarna  en  dos  corrientes 
distintas  entre  sí,  la  primera  que  lleva  por  título 
el  de  "Life  and  Work",  es  decir,  "Vida  y  acción", 
tiene  una  tendencia  predominantemente  práctica. 
Su  iniciador  es  el  arzobispo  luterano  de  Upsala, 


43 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

Natán  Sóderblom,  que  encuentra  eco  principal- 
mente en  Alemania  y  en  los  Países  Escandinavos. 
En  1918  lanzó  el  arzobispo  de  Upsala  la  idea  de 
un  Consejo  de  las  Iglesias  para  procurar  la  uni- 
dad. Preparó  su  programa  en  reuniones  interna- 
cionales de  París,  Ginebra  y  Rusia,  y  convocó  la 
conferencia  de  Estoeolmo,  articulando  un  progra- 
mia  de  cristianismo  práctico.  Se  ha  criticado  fre- 
cuentemente el  pragmatismo  de  Sóderblom,  que 
hacía  caso  omiso  de  las  dificultades  dogmáticas 
para  lanzar  un  programa  de  reconstrucción  del 
mundo  en  la  caridad  de  Cristo.  Pero  ha  de  tener- 
se en  cuenta  que  se  trata  de  un  "pionero"  que 
abre  un  nuevo  terreno  y  no  quiere  enfrentarse 
con  lo  que  él  estima  fuente  de  crecientes  dificul- 
tades. De  hecho  por  vez  primera  desde  los  tiem- 
pos de  la  Reforma,  600  delegados  de  las  Iglesias 
y  distintos  invitados,  que  representaban  31  cot- 
muniones  cristianas,  pertenecientes  a  37  naciones, 
se  humillaron  ante  Dios  e  imploraron  juntos  la 
gracia  de  la  unión.  No  se  pueden  leer  sin  lágri- 
mas las  palabras  en  las  que  aquella  Asamblea  in- 
vocaba al  Padre  que  está  en  los  cielos  que  es  nues- 
tro amor  y  que  ha  de  ser  nuestra  paz,  y  a  Jesu- 
cristo que  nos  ha  de  conciliar  a  todos  y  hacer  de 
nosotros  por  medio  de  la  cruz  un  solo  cuerpo. 

El  movimiento  "Vida  y  acción",  12  años  des- 
pués, tuvo  su  segunda  conferencia  general  en  Ox- 


44 


EL  ECUMENISMO 


ford,  en  1937.  Se  reunieron  40  países.  La  falta  de 
base  doctrinal  hizo  que  los  asambleístas  trataran 
de  establecer  contacto  con  el  otro  movimiento  que 
había  sido  impulsado  por  el  Obispo  anglicano  Ch. 
Brent,  con  la  ayuda  de  un  seglar,  Robert  N.  Gar- 
diner,  cuyo  nombre  ha  de  ser  recordado  como  uno 
de  los  grandes  iniciadores  del  ecumenisme.  Esté 
movimiento  fundamentalmente  doctrinal  se  tituló 
"Fa'th  and  Order",  es  decir,  "Fe  y  Constitución". 
Los  adherentes  a  este  movimiento'  pertenecían  a 
la  Iglesia  anglicana  y  a  la  Iglesia  ortodoxa,  con 
grupos  de  rusos  exilados.  Su  propaganda  se  ex- 
tendió, principalmente,  por  el  próximo  Oriente  y 
llegaron  respetuosamente  hasta  el  trono  de  Be- 
nedicto XV,  que  los  recibió  complacido,  aunque 
declinó  enviar  representante  a  su  primera  confe- 
rencia, reunida  el  año  1927,  en  Lausana.  A  la 
conferencia  de  Lausana  siguió  la  conferencia  de 
Edimburgo.  La  iglesia,  los  ministerios,  los  cultos, 
los  sacramentos  y  ia  gracia,  eran  las  materias  más 
directamente  tocadas  por  las  deliberaciones  de  lee 
asambleístas. 

Estas  dos  tendencias,  el  cristianismo  práctico 
y  el  cristianismo  doctrinal  en  las  Iglesias  sepia- 
radas  o  no  católicas,  llegan  a  establecer  contacto 
permanente  sin  mengua  de  su  autonomía  en  la 
Asamblea  de  Amsterdam,  celebrada  en  el  año  1948, 
en  la  cual  se  fundó  el  Consejo  Mundial  de  las  Igle- 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


sias  (World  Council  of  Churches)  que  desde  en- 
tonces ha  presidido  el  movimiento  ecuménico  pro- 
testante y  ortodoxo  en  el  mundo  entero.  El  Con- 
sejo Mundial  de  las  Iglesias  tiene  su  sede  en  Gi- 
nebra y  ha  sido  descrito  con  las  siguientes  pala- 
bras, por  su  principal  organizador  y  teólogo  el 
Doctor  W.  A.  Visser't  Hooft:  "El  Consejo  Mun- 
dial de  las  Iglesias  no  puede  pretender  el  ser  la 
Iglesia  universal,  tampoco  es  un  simple  organis- 
mo que  se  limita  a  promover  el  encuentro  de  las 
Iglesias  o  a  alentar  sus  trabajos  en  común,  sino 
un  medio  de  manifestar  la  unidad  cada  vez  que 
el  Señor  se  lo  permita  y  un  método,  gracias  al 
cual  la  Iglesia  universal  dispone  de  un  medio  de 
manifestarse  de  una  manera  más  estable  y  más 
efectiva.  En  resumen,  el  Consejo  Mundial  de  las 
Iglesias  es  una  asociación  fraternal  de  las  Iglesias 
que  aceptan  a  nuestro  Señor  Jesucristo  como  Dios 
y  Salvador". 

En  Amsterdam,  150  iglesias  se  encontraron 
agregadas  al  Consejo  Mundial ;  hoy  sobrepasan  ya 
el  número  de  las  190. 

La  vida  del  Consejo  Mundial  de  las  Iglesias 
ha  seguido  creciendo  sin  interferir  la  vida  de  los 
movimientos  federados  de  "Fe  y  Constitución"  y 
"Vida  y  Acción".  Así,  el  año  1954,  se  celebró  una 
Asamblea  general  en  la  ciudad  americana  de 
Evanston,  cerca  de  Chicago,  donde  se  trató  el  te- 


43 


EL  ECUMENISMO 


ma  "Cristo  única  esperanza  del  mundo".  Se  hizo 
revisión  de  la  labor  realizada  desde  la  anterior 
asamblea,  se  redactó  un  mensaje  común  a  todas 
las  Iglesias,  y  se  reunieron  más  de  500  delegados 
que  representaban  162  iglesias  y  42  países. 

El  año  1961,  se  celebró  la  tercera  Asamblea 
del  Consejo  Mundial  de  las  Iglesias  en  Nueva 
Delhi  (India).  A  ella  asistieron  cinco  observadores 
católicos.  Leyendo  las  referencias  de  esta  gran 
Asamblea,  se  advierte  con  gozo  que  el  Movimien- 
to ecumenista  mundial  entre  los  hermanos  sepa- 
rados va  creciendo.  Sus  ansias  de  unidad  llegan 
a  fórmulas  más  expresivas,  aún  cuando  a  nosotros 
los  catolices,  todavía  no  nos  parezcan  definitivas. 
Representan  ya  198  Iglesias  distintas  afiliadas  al 
Consejo,  a  las  que  se  les  calcula  entre  350  a  400 
millones  de  seguidores.  Como  muestra  del  avance 
que  para  los  protestantes  representa  la  doctrina 
de  la  unidad,  transcribimos  el  pasaje  central  del 
informe  que  describe  esta  aspiración  de  la  Iglesia : 

"Nosotros  creemos  que  la  unidad  que  es  al 
mismo  tiempo  don  de  Dios  y  su  voluntad  para  la 
Iglesia,  se  hace  manifiesta  cuando,  en  un  mismo 
lugar,  todos  los  que  están  bautizados  en  Jesucris- 
to y  lo  confiesan  como  Señor  y  Salvador,  son 
conducidos  por  el  Espíritu  Santo  a  una  comuni- 
dad total,  confiesan  la  misma  fe  apostólica,  pre- 
dican el  mismo  evangelio,  participan  del  mismo 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


pan,  se  unen  en  una  oración  común  con  miras  a 
una  vida  comunitaria  que  se  irradia  en  el  testi- 
monio y  en  el  servicio  de  todos,  y  al  mismo  tiem- 
po, se  encuentran  en  comunión  con  el  conjunto  de 
la  comunidad  cristiana  en  todos  los  sitios  y  en 
todos  los  tiempos,  de  tal  modo  que  el  ministerio 
y  la  calidad  de  los  miembros  son  reconocidos  por 
todos  y  todos  puedan  actuar  y  hablar  conjunta- 
mente según  las  circunstancias,  a  fin  de  que  se 
cumplan  los  fines  a  que  Dios  llama  a  su  pueblo. 
Creemos  que  debemos  orar  y  trabajar  en  pro  de 
semejante  unidad". 

Al  lado  de  estos  movimientos,  que  se  desplie- 
gan en  solemnes  congresos  y  asambleas,  será  pre- 
ciso que  hagamos  una  somerísima  referencia  a 
otras  actividades  más  íntimamente  espirituales 
que  en  orden  alcanzar  la  unidad  cristiana  se  des- 
arrollan en  el  mundo  protestante.  En  la  pequeña 
población  de  Taizé,  departamento  de  Saona  y  Loi- 
ra, existe  una  comunidad  religiosa  dedicada  a  la 
oración  y  al  trabajo,  presidida  por  el  hermano 
Roger  Schutz  y  entregada  a  orar  por  Ja  unidad 
cristiana  La  comunidad  protestante  de  Taize  se 
ha  hecho  presente  a  través  de  sus  miembros  más 
destacados  en  diversas  reuniones  católicas.  En 
ellas,  han  tenido  ocasión  de  explicar  su  espíritu 
y  exponer  sus  ilusiones  en  este  problema.  Véase 
como  muestra  este  párrafo,  tomado  de  unas  de- 


48 


EL  ECUMENISMO 


claracicnes  con  ocasión  de  la  Semana  de  Oracio- 
nes para  la  unidad  de  los  cristianos,  después  de 
la  primera  etapa  del  Concilio  Vaticano  II :  "A 
través  de  la  invitación  dirigida  a  los  observado- 
res no  católicos  del  Concilio,  hemos  adquirido  con- 
ciencia de  la  valentía  de  Juan  XXIII,  el  cual  ha 
admitido  entre  los  suyos,  en  la  más  profunda  in- 
timidad de  la  familia  católica  a  personas  extrañas 
a  su  Iglesia.  A  nosotros  nos  toca  hacernos  solida- 
rios de  la  misma  valentía  de  Juan  XXIII. 

Comprender  al  que  no  piensa  como  nosotros, 
adivinar  sus  razones  más  íntimas  es  un  ejercicio 
que  universaliza  nuestro  corazón.  Nuestra  inte- 
ligencia nos  enseña  que  en  la  Iglesia  las  diversas 
actitudes  son  complementarias  con  tal  de  que  se 
esté  animado  de  la  caridad  de  Cristo.  Es  indiscu- 
tible que  el  Concilio  ha  enriquecido  el  movimiento 
ecuménico,  ha  suscitado  entre  los  cristianos  no 
católicos  del  mundo  entero  una  grande  esperanza, 
ha  despertado  en  ellos  una  conciencia  ecuménica 
que  dormitaba,  ha  liberado  fuerzas  y  ha  promovi- 
do un  dinamismo  creador  aún  entre  los  protes- 
tantes". Así  habla  un  protestante. 

Semejante  a  esta  comunidad  de  Taize,  vive  en 
Suiza,  en  la  orilla  norte  del  lago  de  Neuchatel,  otra 
comunidad  de  Hermanas  dedicada  a  la  oración 
por  la  unidad  cristiana.  Pertenece  a  la  misma 
Iglesia  protestante  que  Taize.  Todavía  podríamos 


49 


DR.  EUGENIO  BE1TIA  ALDAZÁBAL 

citar  a  la  comunidad  francesa  de  Pomeyrol  y  a 
lá  comunidad  alemana  de  Darmstadt,  que  además 
llevan  el  nombre  de  Hermanas  Ecuménicas  de 
María.  Todas  estas  comunidades  protestantes  con 
otras  más,  nos  dan  a  entender  que  los  caminos 
de  la  unidad  se  van  abriendo,  a  través  de  estos 
medios  sobrenaturales  de  la  oración  y  la  morti- 
ficación. 


ECUMENISMO  CATOLICO 

■  Terminamos  esta  lección  con  algunas  conside- 
raciones sumarias  acerca  de  las  perspectivas  que 
para  el  ecumenismo  ofrece  nuestro  ambiente  ca- 
tólico. Puede  decirse  qué,  en  estos  últimos  años, 
ha  sido  plenamente  ganado  para  esta  nobilísima 
causa.  Otra  vez  recurre  a  nuestra  mente  el  re- 
cuerdo del  Papa  Juan  XXIII  y  del  camine  abierto 
por  su  gran  corazón  en  el  problema  de  la  unidad 
de  los  cristianos.  ¡  Cómo  olvidar  las  palabras  que 
pronunció  en  su  primer  discurso  como  Pontífice 
Romano,  abriendo  su  corazón  a  los  hermanos  se- 
páradosy  y  señalando  la  línea  de  todo  su  Ponti- 
ficado en  este  orden  ecuménico! 

"Abrazamos  con  ardiente  y  paternal  amor 
—decía —  tanto  a  la  Iglesia  occidental,  como  a  la 


50 


EL  BCUMENISMO 


oriental;  incluso  a  aquellos  que  están  separados 
de  esta  Sede  Apostólica,  donde  Pedro  vive  en  sus 
sucesores  hasta  la  consumación  de  los  siglos  y  que, 
por  mandato  de  Jesucristo  tiene  la  misión  de  atar 
y  desatar  cualquier  cosa  en  la  tierra  y  ser  el 
Pastor  de  todo  el  rebaño  del  Señor.  A  estos  Nos 
les  abrimos  nuestra  alma  más  amorosamente  y 
extendemos  nuestros  brazos  abiertos. 

Al  abogar  per  su  retorno  a  la  casa  del  Padre 
común,  repetimos  aquellas  palabras  del  divino 
Redentor:  Santo  Padre  no  te  olvides  de  aquellos 
que  me  has  dado.  Pueden  ser  lo  mismo  que  nos- 
otros somos.  Así  pues,  habrá  un  solo  rebaño  y 
solo  Pastor.  Rezamos  a  Dios  para  que  puedan 
venir  todos  jubilosa  y  libremente  y  para  que  ocu- 
rra esto  con  la  inspiración  y  la  ayuda  de  la 
gracia  divina.  No  encontrarán  una  casa  extraña, 
sino  la  suya  propia,  que  ya  en  tiempos  remotos 
fue  hecha  esplenderosa  por  la  famosa  sabiduría 
de  sus  antepasados  y  adornada  por  sus  virtudes". 

A  esta  línea  ha  respondido  la  gran  empresa 
del  Concilio  Ecuménico  Vaticano  II  que  no  es  un 
concilio  de  unión,  pero  que  indudable  está  desti- 
nado a  preparar  su  ambiente  ;  a  esto  la  creación 
del  Secretariado  para  la  Unión  de  los  Cristianes, 
que  nace  con  las  Comisiones  preparatorias  del 
Concilio  y  las  sobrevive.  Trabaja  al  lado  de  las 
Comisiones  conciliares  propiamente  dichas  y  con 


51 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


un  rango  muy  semejante  y  de  una  u  otra  forma 
ha  de  perdurar,  en  la  vida  de  la  Iglesia,  fiel  a  la 
línea  de  conducta,  que  el  Papa  mismo  le  había 
fijado  al  crearlo.  Todo  el  ecumenismo  católico 
puede  hoy  día  seguir  sus  orientaciones,  seguro  de 
no  perder  el  camino. 

Nosotros  los  católicos,  sabemos  muy  bien  lo 
que  significa  "tener  espíritu  ecuménico",  que  no 
es  ni  más  ni  menos  que  tomar  en  serio  la  ense- 
ñanza del  Nuevo  Testamento,  según  la  cual  todo 
válidamente  bautizado  queda  orgánicamente  uni- 
do a  Cristo,  se  convierte  en  miembro  del  Cuerpo 
Místico  de  Cristo,  y,  por  tanto,  también  de  la 
Iglesia,  aunque  no  sea  miembro  de  ella  en  sentido 
pleno,  en  cuanto  esté  separado  de  ella, 

"Por  tanto,  diremes  con  el  Cardenal  Bea,  te- 
ner espíritu  ecuménico,  significa  interesarse  con 
verdad  y  caridad  por  todos  los  bautizados,  her- 
manos nuestros,  unirse  a  Cristo  Sumo  Sacerdote, 
haciendo  todo  lo  posible  para  que  todos  los  bauti- 
zados queden  plena  y  visiblemente  unidos  a  la 
Iglesia  y  entre  sí,  con  la  profesión  de  una  misma 
fe,  con  el  uso  de  los  mismos  Sacramentos,  a  tra- 
vés de  la  sumisión  a  los  sagrados  Pastores  unidos 
entre  sí  y  con  el  Sucesor  de  Pedro,  el  Romano 
Pontífice". 

La  Iglesia  católica  nos  ha  señalado  cuales  son 
los  caminos  más  eficaces  para  conseguir  esta 


52 


EL  ECUMEN1SM0 


unión.  Ante  todo  el  camino  sobrenatural  de  la 
oración,  pero  acompañada  y  mantenida  por  una 
fe  capaz  de  trasladar  las  montañas;  pues  en  nues- 
tro caso  son  verdaderas  montañas  de  obstáculos 
las  que  hemos  de  superar.  La  oración  ha  de  ir 
acompañada  también  de  la  acción  y  primero  de 
una  auténtica  vida  cristiana,  constituida  especial- 
mente por  lo  que  Cristo  mismo  señaló  como  la 
característica  de  su  enseñanza  y  el  distintivo  de 
sus  discípulos,  a  saber,  la  humildad  y  la  caridad. 
Porque  de  ambas  nacerá  una  profunda  estima  mu- 
tua una  fraternal  ayuda  y  cooperación  hasta  donde 
sea  posible. 

"Estos  medios,  sigue  diciendo  el  Cardenal 
Bea,  pueden  ponerlos  en  práctica,  no  solamente 
los  sacerdotes,  los  religiosos  y  los  militantes  del 
apostolado  seglar,  sino  toda  clase  de  fieles,  con 
las  cautelas  ordinarias  que  la  materia  pide  y  la 
formación  que  es  necesaria  para  evitar  el  peligro 
del  indiferentismo". 

Pero  aún  se  puede  dar  un  paso  más.  "La  co- 
nocida instrucción  del  Santo  Oficio  sobre  el  mo- 
vimiento ecuménico  advierte  también  un  medio 
especial  que  se  refiere  a  los  que  deben  ser  guías 
del  pueblo  cristiano.  Se  trata  de  la  colaboración 
con  nuestros  hermanos  separados  en  los  campes 
que  no  se  refieren  directamente  a  la  fe:  por  ejem- 
plo, en  las  actividades  sociales,  asistenciales,  en 


53 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


la  defensa  de  los  derechos  humanos  hoy  tantas 
veces  conculcados:  les  derechos  de  la  libertad  re- 
ligiosa, el  respeto  a  la  vida  humana,  el  interés  por 
Ja  paz  mundial  y  los  medios  para  protegerla.  Es 
evidente  que  esta  colaboración  requiere  siempre 
mucha  prudencia  y  cautela  para  no  poner  en  pe- 
ligro nuestra  propia  fe  y  para  no  crear  confusio- 
nismo. Por  ello  se  deben  seguir  las  sabias  normas 
que  la  Iglesia  ha  dado  a  este  respecto,  y  trabajar 
bajo  la  dirección  de  la  autoridad  eclesiástica  in- 
mediata, es  decir,  la  diocesana". 

Queda  además  el  "diálogo"  directo  ocm  los 
hermanos  no  católicos.  Diálogo  reservado  a  las 
personas  de  sólida  formación  teológica,  mantenido 
siempre  con  prudencia  y  paciente  caridad,  con  el 
conocimiento  y  bajo  la  dirección  de  la  autoridad, 
de  la  Iglesia.  El  diálogo  puede  ser  de  viva  voz, 
puede  difundirse  también  por  revistas  y  libros, 
puede  centrarse  en  trabajos  especiales  de  asam- 
bleas y  congresos.  Un  diálogo  permanente  y  abier- 
to es  el  que  mantiene  el  Secretariado  para  la 
Unión  de  los  Cristianos.  Todos  estos  son  caminos 
de  unidad. 


En  el  catolicismo  han  florecido  muchas  obras 
concretas  por  las  cuales  se  canalizan  estos  medios 


54 


EL  ECUMENISMO 


de  trabajo.  Comenzando  por  el  de  la  oración  nos 
teca  describir  brevemente  lo  que  se  ha  llamado 
"la  Semana  de  la  Unidad  Cristiana".  Su  apóstol 
incansable  el  sacerdote  francés  Paul  Couturier 
decía  de  ella  que  es  "el  fundamento  del  ecume- 
nismo".  Se  desarrolla,  como  plegaria  universal, 
del  18  al  25  de  enero  y  tiende  a  obtener  el  con- 
curso de  todos  aquellos  que  sirven  a  Cristo  Hijo 
de  Dios,  Redentor  y  Salvador  para  esta  gran  em- 
presa de  la  paz  y  la  unidad  entre  los  cristianos. 
En  la  forma  actual  data  esta  Semana  de  la  ple- 
garia universal  de  hace  pocos  años.  Se  celebró 
por  vez  primera  en  Lyon  en  enero  de  1936,  bajo 
el  patronato  del  Cardenal  Gerlier  y  desde  enton- 
ces no  ha  cesado  de  extenderse  por  el  mundo 
entero. 

La  Semana  de  la  Plegaria  Universal  tiene  sus 
antecedentes.  Podríamos  citar  la  novena  de  Pen- 
tecostés para  apresurar  "la  obra  de  reconcilia- 
ción de  les  hermanos  separados"  que  León  XIII 
instituyó  en  1895.  Pero  sobre  todo  ha  de  Contarse 
como  inmediato  antecedente  de  esta  Semana  de 
la  Unidad  Cristiana  a  lo  que  nosotros  hemos  lla- 
mado corrientemente  el  "Octavario  por  la  Unión 
de  las  Iglesias",  que  nació  en  medios  protestan- 
tes por  iniciativa  del  Pastor  episcopaliano  Lewis 
Thomas  Wattson  en  los  Estados  Unidos  y  el  Pas- 
tor Spencer  Jones  en  Inglaterra.  Aunque  el  mo- 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 

vimiento  nacía  en  el  protestantismo,  sin  embargo 
tuvo  desde  el  principio  una  clara  orientación  ha- 
cia la  unión  de  todos  les  hermanos  separados  con 
Roma.  El  Pastor  Watson  se  convirtió  al  catoli- 
cismo y  obtuvo  la  aprobación  para  su  proyecto 
de  San  Pío  X.  Más  tarde,  el  Papa  Benedicto  XV 
dio  a  conocer  a  todo  el  mundo  la  práctica  del  Oc- 
tavario y  el  año  1921,  la  Comisión  Protestante 
del  Movimiento  "Fe  y  Constitución"  aceptó  ofi- 
cialmente esta  práctica  de  oración  universal  por 
la  unidad  cristiana.  Hoy  el  Octavario  por  la  Unión 
de  las  Iglesias,  con  el  matiz  propio  de  la  Semana 
de  la  Unidad  Cristiana,  puede  decirse  que  ha  ga- 
nado el  mundo  entero  y  ha  incorporado  a  católi- 
cos y  separados. 

Las  almas  fervientes  que  han  penetrado  toda 
la  importancia  de  esta  cooperación  sobrenatural, 
mediante  la  plegaria  organizada,  han  dado  origen 
a  una  liga  de  oraciones  de  carácter  mucho  más 
amplio,  que  ha  adoptado  el  título  de  "Monasterio 
invisible  de  ía  unidad  cristiana".  El  ncimlbre  de 
"monasterio"  es  una  alusión  a  su  medio>  princi- 
pal que  es  la  oración,  el  apelativo  de  "invisible" 
a  la  sencillez  extrema  de  su  organización.  Lo  que 
sí  pide  es  un  ofrecimiento  pleno  o  una  totalidad 
de  intención  o  de  ofrenda,  para  alcanzar  de  lo 
Alto  la  ansiada  unidad  entre  todos  los  cristianos. 
El  sufrimiento  constante  por  el  espectáculo  del 


56 


EL  ECUMENISMO 


"Cristo  roto",  la  alegría  por  cada  uno  de  los  pa- 
sos que  hacia  la  unidad  se  van  dando  en  los  gru- 
pos cristianos  y  la  amistad  ecuménica  derivada 
de  la  fe  fundamental  en  el  Señor,  son  las  tres 
características  principales  de  su  orientación  as- 
cética. 

Al  lado  de  estos  movimientos  espirituales  que 
riman  tan  admirablemente  con  el  carácter  sobre- 
natural de  la  obra,  nos  cumiple  ahora  trazar  un 
breve  elenco  de  los  centros  principales  dedicados 
en  la  Iglesia  católica  a  la  formación  de  apóstoles 
de  la  unidad.  Estes  apóstoles  seguirán  una  línea, 
que  ha  tenido  grandes  precursores.  ¿Quién  pueda 
olvidar  el  nombre  de  Moehler  o  el  de  Newman,  la, 
ruta  luminosa  que  dejaron  el  Padre  Fernando  Por- 
tal y  el  Cardenal  Mercier,  la  técnica  maravillosa 
de  las  conversaciones  de  Malinas  y  tantos  otros 
ejemplos  que  pudieran  traerse  a  colación? 

Quizás  uno  de  los  hombres  a  quienes  más  se 
debe  el  ecumenismo  moderno  es  el  benedictino 
Don  Lambert  Beauduin,  que  murió  el  11  de  enero 
de  1960,  cen  la  admiración  y  simpatía  de  católi- 
cos, ortodoxos  y  protestantes,  sin  ninguna  nota 
descordante.  Este  hombre  excepcional  había  sido 
ganado  para  el  ecumenismo  en  1921,  cuando  pro- 
fesaba teología  fundamental  en  el  Colegio  San 
Anselmo  de  Roma,  y  tuvo  ocasión  de  establecer 
contactos  directos  con  Obispos  y  monjes  del  Me- 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


dio  Oriente.  En  1925,  Dom  Beauduin  fue  el  ins- 
trumento elegido  para  la  fundación  de  un  priora- 
to, que  en  1939  se  trasladó  a  Chevetogne,  donde 
existe  con  una  comunidad  de  monjes,  mitad  de 
rito  oriental  mitad  de  rito  latino  dedicados  entera- 
mente a  estudiar  los  problemas  religiosas  del  Me- 
dio Oriente  y  a  fomentar  la  unión  de  los  catolices 
con  los  ortodoxos.  Su  revista  "Irenikon"  es  el 
instrumento  principal;  en  ella  se  van  publicando 
estudios  profundos  y  puede  decirse  que  se  mantie- 
nen en  la  vanguardia  misma  del  orientalismo 
unionista. 

En  París,  el  centro  Istina  fundado  por  el  R. 
P.  Dumont,  dominico,  se  consagró  hace  ya  tiempo 
al  estudio  de  las  cristiandades  orientales,  sobre 
todo  al  de  los  problemas  que  Rusia  plantea  a  la 
Iglesia  católica  en  cuestiones  religiosas,  tanto  por 
lo  que  se  refiere  a  la  separación  religiosa  en  sí 
misma,  cuanto  a  la  situación  persecutoria  creada 
por  el  régimen  soviético.  Pero  el  año  1948,  expe- 
rimentó la  necesidad  de  extender  su  trabajo  al 
ecumenismo  en  todo  su  conjunto.  Se  convirtió  en- 
tonces Istina  en  un  admirable  centro  de  difusión 
de  espíritu  ecuménico  a  través  de  sus  cuatro  rú- 
bricas, "Russie  et  Chretiente",  "Chretientós  Orien- 
tales", "Orient-Occident"  y  "Prcblemes  de  L'oecu- 
menipme".  Quizás  sea  la  publicación  católica  que 
ha  penetrado  más  profundamente  en  el  área  de 


58 


EL  ECUMENISMO 


las  confesiones  separadas,  a  juzgar  por  el  pare- 
cer del  Consejo  Mundial  de  las  Iglesias  de  Gine- 
bra. La  actualidad  ecuménica  está  recogida  de 
llanera  admirable  en  su  Boletín  mensual  "Vera 
l'Unite  chretienne". 

En  Alemania  dos  instituciones  de  carácter  ofi- 
cial realizan  un  buen  trabajo  ecuménico.  La  "Una 
Sancta"  y  el  "Instituto  Moehler".  El  Movimiento 
"Una  Sancta"  fue  fundado  antes  de  la  guerra  por 
el  Doctor  M.  J.  Metzger,  ajusticiado  por  Hitler 
por  su  denuedo  en  defender  el  cristianismo  contra 
el  neopaganismo.  La  obra  publica  una  revista,  ór- 
gano de  vulgarización  doctrina!,  que  acepta  la  co- 
laboración de  autores  no  católicos;  está  netamente 
orientada  hacia  la  pastoral  y  es  la  revista  ecumé- 
nica más  popular  entre  el  clero  alemán.  Por  otra 
parte,  la  "Una  Sancta"  organiza  por  toda  Alema- 
nia conversaciones  entre  católicos  y  protestantes, 
sin  irenismos  y  bajo  la  vigilancia  de  la  jerarquía 
eclesiástica. 

No  es  necesario  que  detallemos  más.  Basta  ci- 
tar obras  semejantes  en  otras  muchas  naciones, 
como  la  Sociedad  de  San  Juan  Crisóstomo  que 
trabaja  en  Inglaterra  y  pasó  del  campo  de  la  be- 
neficencia al  del  uniomismo,  como  la  Pía  Asocia- 
ción de  San  Nicolás  de  Bari  y  la  Asociación  Ca- 
tólica para  el  Oriente  cristiano  que  funcionan  en 
Italia,  como  la  Asociación  Internacional  "Unitas" 


59 


DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


a  través  de  cuya  revista,  en  italiano,  francés,  in- 
glés y  esipañci,  llega  el  pulso  ecuménico  hasta  los 
últimos  confines  de  la  tierra.  Sen  católicos  todos 
sus  miembros,  pero  admite  como  "amigos"  a  todos 
ios  demás.  Y  así  podríamos  hablar  de  Austria,  de 
Holanda,  de  los  Estados  Unidos.  En  Holanda  la 
"Conferencia  Católica  para  las  cuestiones  ecuméni- 
cas" agrupa  a  una  cincuentena  de  especialistas  del 
mundo  entero,  bajo  la  dirección  de  Mgr.  Wille^- 
brahds,  que  ocupa  ahora  el  cargo  de  Secretario 
general  del  Secretariado  para  la  Unión  de  los 
Cristianos. 

Por  lo  que  hace  a  España  es  de  justicia  des- 
tacar ia  obra  del  CEOR  (Centro  de  Estudios 
Orientales),  que  realiza  una  intensa  propaganda 
encaminada  al  mejor  conocimiento  del  Oriente 
cristiano  y  a  la  "Re-Unión"  de  los  hermanos  se- 
parados. 


No  tratamos  de  agotar  nuestra  exposición. 
Simplemente  queríamos  dar  a  entender  que,  en 
iodos  los  terrenos,  desde  la  plegaria  popular  hasta 
el  de  la  alta  investigación  se  jalonan  obras  y 
hombres,  en  el  catolicismo  y  fuera  de  él,  dispues- 
tos a  aportar  su  esfuerzo  más  generoso  por  la  re- 


60 


EL  ECUMENISMO 


solución  de  este  angustioso  problema,  siguiendo 
todos  los  caminos  hacia  la  unidad  cristiana. 

¿Podemos  hacer  nosotros  alguna  cosa?  Desde 
luego,  señores,  podemos  buscar  y  encontrar  nues- 
tro puesto  y  ocuparlo  con  buena  fe.  Hablando  en 
un  centro  universitario,  no  es  necesario  que  yo 
afirme  que  nos  incumbe  la  tarea  de  conocer  más 
profundamente  a  nuestros  hermanes  separados  y 
penetrar  en  su  alma  religiosa.  Con  los  criterios 
de  firmeza,  cortesía,  caridad  y  generosa  compren- 
sión que  nos  deben  siempre  acompañar  nuestra 
acción  será  fecunda. 

Pienso  además  que  en  España  podría  darse  un 
gran  impulso  a  un  movimiento  ascético,  semejante 
a  ese  que  en  Francia  se  llama  el  "Monasterio  in- 
visible", con  lo  que  nuestro  cristianismo  se  haría 
más  vivo  y  palpitante,  más  profundamente  com- 
prensivo y  más  inclinado  a  mirar  todos  los  pro- 
blemas con  esa  orientación  "planetaria"  que  han 
de  tener  nuestro  ideales  cuando  se  trata  de  la 
gloria  del  Señor. 

Y  termino  con  una  evocación.  En  Lyon  en  un 
pequeño  cementerio  situado  cerca  de  Nuestra  Se- 
ñora de  Fcurviere  descansa  un  sacerdote  cuya  vi- 
da se  gastó  plenamente  en  este  empeño  de  procu- 
rar la  unión  de  los  cristianos.  Se  llamaba,  ya  le 
conocemos,  Paul  Couturier.  Una  inscripción  sobria 
dice  sobre  su  tumba :  "El  fue  un  apóstol  de  la 


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DR.  EUGENIO  BEITIA  ALDAZÁBAL 


unidad  de  las  Iglesias".  Su  sepulcro'  ha  sido  lugar 
de  peregrinación  para  muchos  otros  que  siguen 
sus  huellas  y  uno  de  estas,  el  anglicano  Benedicto 
Ley  observó:  "Mejor  que  "fue"  habría  de  decir, 
el  "continúa  siendo"  y  será  el  apóstol  de  la  unión 
de  las  Iglesias,  porque  miles  de  católicos,  protes- 
tantes y  ortodoxos  de  toda  Europa  visitan  esta 
tuimiba  cada  año". 

Yo  quisiera  hacer  mío  su  lema,  "ex  igne,  lux", 
que  significa:  "del  fuego  sale  la  luz".  Cierto,  del 
fuego  de  la  caridad  hacia  nuestros  hermanos  sal- 
drá la  luz  que  guíe  nuestros  pasos  en  la  marcha 
a  la  unidad.  Del  fuego  de  la  caridad,  porque  mu- 
chas verdades  sólo  pueden  entenderse  cuando  hay 
amor.  Decía  Couturier  que  la  separación  de  las 
Iglesias  no  fue  efecto  de  la  rebeldía  de  este  hom- 
bre del  Oriente  o  de  aquel  otro  del  Norte  de  Eu- 
ropa, sino  efecto  de  los  pecados  de  toda  una  época 
y  concluía  que  la  causa  de  la  actual  separación, 
pertinazmente  mantenida  a  lo  largo  del  tieimipo, 
es  también  colectiva  en  su  raíz,  a  saber  depende 
de  la  languidez  de  la  vida  cristiana  actual. 

Co<n  lo  cual  Couturier  nos  ha  enseñado  dos  co- 
sas, primero  a  tener  en  carne  viva  la  conciencia 
constante  de  la  separación  entre  los  cristianos  y 
segundo  a  curar  esa  llaga  con  una  reforma  a 
fondo  de  la  vida  cristiana. 


G2 


EL  BCUMENISMO 


Dictamos  las  últimas  ideas  de  esta  solemne 
lección  inaugural  cuando  el  mundo  entero  se  halla 
conmovido  aún,  por  la  muerte  del  Papa  Juan 
XXIII.  Su  figura  gloriosa  ha  logrado  centrar  la 
atención  de  todas  las  religiones  del  orbe,  particu- 
larmente de  las  confesiones  cristianas.  En  Esta- 
dos Unidos  y  en  Inglaterra,  en  el  corazón  de  la  vie- 
ja Europa  y  en  el  medio  oriente  hombres  de  "cre- 
dos" distintos  se  han  sentido  impulsados  no  sola- 
mente a  dedicarle  un  recuerdo  de  afecto  en  susi 
"servicios  religiosos",  sino  a  unir  sus  fórmulas  de 
oración,  pidiendo  al  Señor  el  descanso  eterno  de 
aquella  alma  gigante  y  la  continuidad  de  su  obra, 
de  caridad  y  de  paz  en  el  mundo  entero. 

Este  elocuente  hecho  ha  venido  a  demostrar 
que  aquellos  contactos  que  se  realizaron  durante 
la  vida  del  gran  Pontífice  con  la  visita  del  enton- 
ces primado  anglicano  Dr.  Fisher,  del  obispo  pre- 
sidente de  la  Iglesia  episccpaliana  de  los  Estados 
Unidos,  Dr.  Lichtemberg,  del  presidente  de  la 
Convención  baptista,  Dr.  Jackson,  del  moderador 
de  la  Asamblea  de  las  Iglesias  de  Escocia,  Dr. 
Craig,  eran  algo  más  que  una  meritoria  cortesía. 
No  eran  la  unidad  cristiana,  pero  iniciaban  su 
camino. 

Deseamos  cordialmente  que  el  cielo  bendiga 
todos  estos  contactos.  Trabajamos  por  la  Verdad, 
unidos  en  la  oración  y  en  la  caridad. 


63 


INDICE 


Introducción   7 

Luces  y  sombras   9 

Ecumenismo  y  misión   16 

Las  tensiones  temporales   21 

El  diálogo  ecuménico   28 

Caracteres  del  método   34 

Una  acción  creciente   43 

Ecumenismo  católico   50 


65 


Se  terminó  de  imprimir 
en  Santander, 
el  día  27  de  junio  de  1963, 
en  el 

Taller  de  Artes  Gráficas 
de 

Gonzalo  Bedia. 


(ViCnC  <U  la  solapa  anterior) 


Misterium  doloris,  Pedro 
Laín  Entralgo. 

La  Historia  y  el  Presente, 
José  Antonio  Maravall. 

Vigencia  actual  de  Menéndez 
Pelayo,  José  Corts  Grau. 

Menéndez  Pelayo  en  el  San- 
tander de  su  tiempo,  José  María 
de  Cossío. 

La  canción  mozárabe,  Fran- 
cisco Cantera. 

Autenticidad  y  formalismo  en 
la  labor  docente,  Carlos  Jimé- 
nez Díaz.  (Agotado). 

La  arquitectura  española  en 
la  época  de  Carlos  V,  Modesto 
López  Otero. 

La  lengua  española  en  la  épo- 
ca de  Carlos  V,  Manuel  Gar- 
cía Blanco. 

Los  caminos  escabrosos  de  la 
Europa  posbélica,  Camilo  Bar- 
cia TreJles. 

La  revolución  científica,  Gre- 
gorio Millán  Barbany. 

Velázquez  o  la  salvación  de 
la  circunstancia,  Enrique  La- 
fuente  Ferrari. 

Nuevo  escorzo  de  Góngora, 
Gerardo  Diego. 

El  Museo  del  Prado,  Francis- 
co Javier  Sánchez-Cantón. 

Lope  de  Vega  como  novela- 
dor, Francisco  Yndurain. 

Rodrigo  Gil  de  Hontañón  en 
Segovia,  Marqués  de  Lozoya. 

El  Ecumenismo.  Los  caminos 
de  la  unidad  cristiana,  Doctor 
Eugenio  Beitia  Aldazábal. 


DISTRIBUIDORA: 
Sociedad  General  Española 
de  Librería.  Evaristo  San 
Miguel,  9.  MADRID  (8) 


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