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Full text of "El país de Cuyo; relación histórica hasta 1872"

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EL  PAÍS  DE  r-UYO 


RELACIÓN  HISTÓRICA  HASTA  1872, 
PUBLICADA  BAJO  LOS  AUSPICIOS  DEL  GOBIERNO   DE  SAN  JUAN 

POR  EL 

Dr.  NICANOR  LARRAIN 

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Si  no  sabéis  aplaudir  X  los  enemiqos  v 

CENSURAR  A  L08  AMIGOS,  CUANDO  LO  MEREZCAN, 
NO    ESCRIBÁIS.   —  POLIBIO. 


REVISADA    Y    ANOTADA 

POR 

PEDRO  P.  CALDERÓN 


BUENOS  AIRES 
Impeenta  de  Juan  A.  Alsina,  calle  de  México,  1422 

190f> 


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ANTECEDENTES. 


San  Juan,  Agosto  10  de  1905. 

Al    Exmo.   Sr.    Gobernador  de  la  Provincia,   Don   Manuel 
José  Godoy. 

S.  D. 

Me  dirijo  á  V.  E.  y  por  su  intermedio  á  la  H.  Legislatura 
de  la  Provincia,  en  solicitud  de  recursos  pecuniarios  para  la 
publicación,  en  Buenos  Aires,  de  El  País  de  Cuyo,  obra  his- 
tórica del  ilustrado  sanjuanino  Dr.  Nicanor  Larrain,  revisada 
y  anotada  por  el  que  suscribe. 

Me  permito  acompañar  la  «Advertencia  del  Editor»,  la 
«Introducción  del  Autor»  y  el  «índice»  y  entrar  en  algunos 
detalles  para  dar  una  idea  de  la  magnitud  é  importancia  de 
la  obra  que,  desde  luego,  someto  á  la  consideración  de  la  Ho- 
norable Legislatura  de  la  Provincia. 

Estos  estudios  están  divididos  en  tres  partes:  1.a  Sociabi- 
lidad, administración  é  historia  política  desde  los  primeros 
tiempos  hasta  el  año  1872.  2.a  Estudios  geográficos,  irriga- 
ción, minería  y  educación,  materias  á  que  el  autor  ha  consa- 
grado una  atención  preferente,  por  ser  éstas  de  vital  impor- 
tancia para  la  Provincia,  y  que  han  constituido  la  especiali- 
dad de  este  pueblo.  3.a  El  Apéndice,  que  no  solo  contiene  la 
parte  documentada,  sino  también  observaciones,  planos  y 
cuadros  estadísticos. 


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VI  ANTECEDENTES 

Ademas,  van  al  fin  de  la  obra  un  antiguo  plano  topo- 
gráfico de  la  fundación  de  la  ciudad  de  San  Juan  en  la 
Cordillera  Nevad  a,  en  13  de  Junio  de  1562,  copia  fiel  y  au- 
torizada del  que  existe  en  Sevilla  en  el  Archivo  de  Indias; 
otro  de  la  ciudad  y  Departamentos  agrícolas  anexos,  cons- 
truido en  1863  bajo  la  dirección  de  Don  Gustavo  Grothe  y 
dibujado  por  el  entonces  Oficia]  1.°  Don  Enrique  Schade,  du- 
rante la  administración  de  Don  Domingo  Faustino  Sarmiento. 

Creo,  Exmo.  Señor,  que  sería  acto  de  patriotismo  y  de  buen 
gobierno  votar  la  suma  necesaria,  indispensable,  esto  es,  cua- 
tro mil  pesos ,  moneda  nacional,  para  un  tiraje  de  cinco  mil 
ejemplares  de  dicha  obra  en  cuarto  mayor,  tipo  cuerpo  diez, 
de  mas  de  quinientas  páginas  cada  uno,  de  los  cuales  el  Go- 
bierno recibiría  un  mil  en  resarcimiento  de  los  fondos  sumi- 
nistrados. 

Al  presentarme  á  los  Poderes  Públicos  de  mi  Provincia  con 
semejantes  pretensiones,  no  me  anima  un  espíritu  de  lucro, 
porque  jamas  tuve  nociones  del  tiempo  ni  del  dinero,  sino  la 
idea  de  hacer  un  bien  á  mis  comprovincianos  y  al  país,  utili- 
zando de  esta  suerte  los  últimos  esfuerzos  progresistas  del 
Dr.  Nicanor  Larrain,  que  tantos  y  buenos  servicios  prestó  en 
el  periodismo  y  magistratura  de  San  Juan. 

Con  este  propósito,  pido  á  V.  E.  se  sirva  admitir  esta  soli- 
citud, darle  el  trámite  correspondiente  y  elevarla  al  conoci- 
miento de  la  H.  Legislatura. 

Dios  guarde  á  V.  E. 

Firmado: — Pedro  P.  Calderón. 


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ANTECEDENTES  VII 


San  Juan,  Agosto  21  de  1905. 
Como  se  pide,  previa  reposición  de  sellos. 

Firmado: — A.  Eckegaray. 


San  Juan,  Agosto  21  de  1905. 

A  la  H.  Legislatura  de  la  Provincia. 

El  Señor  Pedro  P.  Calderón  se  ha  presentado  á  este  Go- 
bierno solicitando  los  recursos  necesarios  para  la  impresión  y 
publicación  de  la  obra  El  País  de  Cuyo,  escrita  por  el  Doctor 
Don  Nicanor  Larrain,  revisada  y  anotada  por  el  primero. 

Según  los  antecedentes  que  posee  este  gobierno,  la  obra  es 
de  gran  importancia.  Ella  se  ocupa  de  la  historia  de  las  Pro- 
vincias de  Cuyo  desde  sus  primitivos  tiempos  hasta  el  año 
1872;  de  los  factores  de  la  riqueza  pública,  sociabilidad,  ad- 
ministración, agricultura,  minería,  irrigación  y  educación 
común. 

El  P.  E.,  cree  que  esta  importante  documentación  históri- 
ca debe  consignarse  en  una  obra  pública  de  la  naturaleza  de 
la  que  propone  el  Sr.  Calderón  para  que  sea  conocida  y  es- 
tudiada por  la  presente  y  futuras  generaciones. 

Por  estas  razones,  el  gobierno  tiene  el  honor  de  someter  á 
vuestra  ilustrada  consideración,  la  solicitud  presentada, 
acompañando,  también,  el  resumen  de  la  obra. 

Firmado: — Manuel  José  Godoy. — A.  Echegaray. 


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VIII  ANTECEDENTES 


Cámara  de  Senadores. 

Presidencia  de  Don  Ramón  Hoy  ano,  Vice  Gobernador  de  la 
Provincia. 

Senadores  que  sancionaron  por  unanimidad  el  proyecto  de 
ley:  Eleodoro  Sánchez,  Juan  L.  Sarmiento,  Diego  P.  Young, 
Luis  Jorge  Fontana,  Juan  R.  Cok,  Manuel  María  Moreno, 
Ignacio  E.  Quiroga,  Juan  Yidela,  Luis  H.  Flores,  Saturnino 
Araoz. 


Informe  del  Senador  Luis  Jorge  Fontana 

Señor  Presidente: 
Honorable  Senado: 

Vuestra  comisión  de  Peticiones  y  Poderes  ha  estudiado 
detenidamente  la  nota  y  documentos  que  la  acompañan,  pre- 
sentada por  el  Señor  Pedro  P.  Calderón,  en  la  que  solicita 
los  auxilios  necesarios  ó  indispensables  del  Exmo.  Gobierno 
de  la  Provincia  para  la  impresión  y  publicación  de  una  obra 
histórica,  titulada  El  País  de  Cuyo,  escrita  por  nuestro  ilus- 
trado comprovinciano,  Doctor  Don  Nicanor  Larrain. 

Fortuna  ha  sido  para  mí  que  los  honorables  colegas  me 
hayan  nombrado  miembro  informante  en  este  asunto,  que  no 
solo  se  armoniza  con  mis  aficiones  y  estudios  especiales, 
sino  que  interesa  directamente  á  San  Juan,  á  los  demás  Es- 
tados Federales,  que  aun  no  han  hecho  un  esfuerzo  semejan- 
te, á  la  misma  República,  cuya  historia  no  está  definitiva- 


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ANTECEDENTES  IX 


mente  escrita,  porque  está  incompleta,  falta  la  parte  que  co- 
rresponde á  las  provincias  de  Cuyo  y  es  deber  patriótico  de 
gobernantes  y  gobernados,  completarla,  empezando  por  pu- 
blicaciones como  la  que  nos  ocupa;  haciendo  sacrificios,  es 
verdad,  pero  sacrificios  bien  remunerados  por  su  influencia 
en  la  vida  civil  y  política,  en  el  porvenir  de  San  Juan. 

San  Juan  tiene  historia  que  nadie  conoce,  porque  el  único 
que  la  ha  escrito,  el  Dr.  Larrain,  murió  sin  terminarla  para 
su  publicación  definitiva.  Los  que  posteriormente  han  prac- 
ticado investigaciones  para  escribirla,  nada  han  conseguido ; 
los  hombres  que  eran  historia  viva  han  desaparecido  ya, 
como  también  los  documentos  oficiales  y  particulares  que 
existían,  por  la  incuria  de  muchos  gobernantes  y  ciudadanos 
en  general  en  el  vaivén  de  la  guerra  civil,  de  los  terremotos 
é  incendios,  que  han  destruido  los  archivos  y  las  bibliotecas. 
Yo  he  querido  tomar  datos  sobre  la  fundación  de  esta 
Ciudad  y  no  he  podido  encontrarlos.  Pero  en  los  años  que 
van  corridos  de  1860  á  1870,  todavía  existían  elementos  que 
el  Doctor  Larrain  tuvo  la  suerte  y  la  previsión  de  salvar, 
arrancándolos  al  polvo  del  olvido:  por  eso  su  obra  es  histo- 
ria verdadera,  pues  está  fundada  sobre  hechos  y  documentos 
exactos  y  originales  que  han  sido  comentados  y  depurados 
juiciosamente  por  un  contemporáneo,  á  quien  tocó  actuar  en 
algunos  de  esos  acontecimientos. 

De  sentir  es  que  su  autor  no  exista  para  tributarle  el  ho- 
menaje que  por  su  labor  asidua  y  patriótica  merece. 

Sus  compatriotas  y  en  especial  el  Gobierno  de  San  Juan, 
-como  nosotros,  estamos  en  el  deber  de  rendir  semejante  tri- 
buto, aun  cuando  mas  no  sea  haciendo  conocer  el  último  es- 
fuerzo del  Dr.  Larrain  en  pro  de  los  intereses  generales,  de 
Ja  historia  de  esta  tierra  que  tanto  amó.  El  manuscrito,  feliz- 
mente presentado  hoy  por  nuestro  compatriota  y  exclarecido 


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ANTECEDENTES 


publicista  Sr.  D.  Pedro  P.  Calderón,  <iue  jamas  la  olvidara 
en  sus  peregrinaciones  por  el  país,  prestando  así  un  reco- 
nocido servicio  á  la  República  y  en  especial  á  esta  Provin- 
cia, es  de  un  mérito  histórico  y  literario  de  mucha  importan- 
cia y  comprende  la  historia  civil,  política  y  social  de  San 
Juan,  Mendoza  y  San  Luis,  la  que  se  halla  dividida  en  las 
tres  partes  siguientes: 

1.a  Sociabilidad,  administración  é  historia  política,  desde 
los  primeros  tiempos  hasta  1872. 

2.a  Estudios  geográficos  de  irrigación,  minería  y  educación 
pública,  materias  á  que  el  autor  ha  consagrado  una  atención 
preferente  por  ser  éstas  de  vital  importancia  y  haber  llegado 
á  constituir  la  especialidad  de  este  pueblo. 

3.a  El  Apéndice,  que  contiene  la  parte  documentada,,  base 
de  la  obra,  planos,  cuadros  de  estadística  y  atinadas  obser- 
vaciones. 

Señor  Presidente:  Antes  de  terminar  este  informe,  debo 
hacer  una  observación  de  importancia  capital.  El  señor  Cal- 
derón solicita  cuatro  mil  pesos  m/n  para  la  impresión  de  la 
obra.  Creo  que  esta  suma  es  demasiada  exigua,  si  se  tiene 
presente  el  volumen  de  aquélla,  los  materiales  de  primera 
clase  que  deben  emplearse,  reducción  de  planos,  cuadros,  y 
por  último  gastos  de  embalaje,  fletes,  viajes,  todo  lo  que  cues- 
ta dinero.  Fuera  de  estos  argumentos  se  me  ocurre  otro  que 
me  parece  incuestionable  y  que  nada  habrá  que  pueda  des- 
truirlo: él  justifica  el  aumento  del  auxilio  que  se  propone. 
El  honorable  Senador  D.  Manuel  M.  Moreno,  presente  á  esta 
sesión,  así  que  tuvo  conocimiento  de  la  solicitud  presentada, 
se  apresuró  á  poner  en  manos  del  Sr.  Calderón  el  resultado 
de  su  importante  investigación  histórica  que  desde  hace  al- 
gunos años  viene  haciendo  en  el  archivo  de  la  casa  de  Go- 
bierno, dando  copias  de  documentos  oficiales  y  anotaciones 


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ANTECEDENTES  XI 


que  han  resultado  ser  el  complemento  de  la  historia  política 
y  administrativa  de  este  Estado  argentino;  esa  documenta- 
ción que  parece  no  conoció  el  Dr.  Larrain,  completa  en  to- 
das sus  partes  el  desarrollo  de  los  capítulos  XI,  XVI,  XIX, 
XXV  de  la  Primera  y  IV  de  la  Segunda  Parte  de  la  obra. 

Me  complace  advertir  que  con  este  hecho  el  senador  Mo- 
reno ha  prestado  al  país  y  á  la  historia  un  remarcable  ser- 
vicio. 

También  el  Sr.  Dr.  Javier  Grarramuño  favoreció  patrióti- 
camente al  peticionante  con  otros  datos  referentes  á  la  indus- 
tria minera  de  estas  comarcas  auríferas,  informaciones  indis- 
pensables y  sumamente  importantes,  pues  es  sabido  que  el 
Dr.  G-arramuño,  en  su  viaje  á  Europa,  llevó  apuntes  y  mués* 
tras  de  minerales  que  las  sociedades  científicas  y  comerciales 
de  minería  admiraron,  habiendo  merecido  el  Doctor  G-arramu- 
ño calurosas  felicitaciones,  especialmente  de  parte  de  los 
sabios  mineralogistas  y  geólogos  alemanes,  con  algunos  de 
los  que  mantiene  correspondencia  al  respecto. 

Así  mismo,  el  Comandante  Juan  R.  Cambas,  con  sus 
«Apuntes  de  Viaje»  y  el  Sr.  D.  Desiderio  S.  Aguiar,  autor  de 
una  Monografía,  cuya  primera  parte  mereció  la  distinción  de 
ser  publicada  por  cuenta  del  Congreso  Científico  Americano, 
han  concurrido  con  datos  valiosos  al  estudio  de  ciertas  co- 
marcas de  la  Provincia  y  de  las  razas  primitivas  que  habita- 
ron el  País  de  Cuyo. 

También  nosotros  hemos  arrimado  un  grano  de  arena, 
ofreciendo  al  Señor  Calderón  algunas  noticias  de  carácter 
científico  que  hemos  creído  pueden  ser  útiles  y  complemen- 
tarias al  mejor  resultado  de  su  loable  propósito  de  informa- 
ciones. 

Con  este  nuevo  bagaje,  que  indudablemente  hubiese  com- 
placido al  Doctor  Larrain,  la  obra  se  ha  enaltecido  en  el  con- 


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XII  ANTECEDENTES 


cepto  histórico,  aumentándose  á  la  vez  de  un  volumen  mate- 
rial no  previsto  por  el  Editor  al  calcular  en  4,000  mil  pesos 
el  costo  de  la  impresión. 

La  comisión  ha  creído  que  todo  ello  importa  no  menos  de 
cinco  mil  pesos,  que  debe  acordarse  al  Señor  Calderón,  á  fin 
de  que  sus  patrióticos  esfuerzos  no  se  estrellen  contra  incon- 
venientes propios  de  tan  iugrata  empresa. 

Es  á  mérito  de  estas  consideraciones  y  de  otras  no  menos 
fundamentales  que  me  reservo  parala  discusión  de  este  asun- 
to, que  la  comisión,  en  cuyo  nombre  tengo  el  honor  de  infor- 
mar, piensa  que  la  Honorable  Cámara  debe  acordar  el  auxilio 
propuesto  para  la  publicación  de  una  obra  de  tal  magnitud 
y  de  tan  remarcable  importancia  con  relación  á  los  intereses 
generales  de  la  nación  y  en  particular  para  la  provincia  de 
San  Juan;  y  al  mismo  tiempo  como  hermosa  realidad  de  be- 
nevolencia y  estímulo  hacia  los  que,  sin  pretensiones  de  nin- 
gún género,  se  desvelan  por  el  honor  y  la  grandeza  de  la  Pa- 
tria, escribiendo  libros  y  propagando  el  conocimiento  de  su 
origen  y  de  los  variados  productos  que  colocan  ala  Repúbli- 
ca Argentina  en  la  categoría  de  país  próspero,  rico  y  labo- 
rioso l. 


1  Al  terminar,  agregó:  «Si  es  verdad  que  hay  algo  mas  allá  de  la  tum- 
ba, yo  creo  que  el  Doctor  Larrain  está  escuchándonos  en  estos  momentos. 
Señor  Presidente:  pido  que  nos  pongamos  de  pie  en  homenaje  al  ilustra- 
do sanjuanino. 


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ANTECEDENTES  XIII 


Cámara  de  Diputados 
Presidencia  del  Doctor  Sohar  Ruiz. 

Diputados  que  sancionaron  sobre  tablas  el  proyecto  de  ley: 
Doctores  Victorino  Ortega,  Carlos  Conforti,  Señores  Carlos 
Keller,  Juan  Barrera  Cordón,  Sergio  W.  Bates,  Roberto  Sar- 
miento, Carlos  Tacheret,  Saturnino  de  Oro,  Juan  de  Dios 
Quiroga,  Domingo  Rodríguez,  Faustino  Palma,  Mardonio 
Leiva,  Eduardo  Quiroga,  José  A.  Castro1. 


San  Juan,  Setiembre  19  de  1905. 

Por  cuanto:  El  Senado  y  Cámara  de  Diputados  de  la  Provin- 
cia, sancionan  con  fuerza  de 

ley: 

Artículo  1.° — Autorízase  al  Poder  Ejecutivo  para  concu- 
rrir con  la  cantidad  de  cinco  mil  pesos,  moneda  nacional,  á  la 
impresión  de  la  obra  histórica  El  País  de  Cuyo,  escrita  por 
el  Doctor  Nicanor  Larrain,  debiendo  el  Editor  Don  Pedro  P. 
Calderón  entregar  al  Gobierno  de  la  Provincia  mil  ejempla- 
res de  conformidad  con  su  solicitud  de  fecha  diez  de  Agosto 
próximo  pasado. 


1  El  Dr.  Victorino  Ortega,  al  finalizar  su  discurso,  hizo  la  misma   insi- 
nuación en  la  Cámara  de  Diputados,  poniéndose  todos  de  pié.- -A".  E. 


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X  i  V  ANTECEDENTES 


Art.  2.°— Este  gasto  se  hará  de  rentas  generales  con  impu- 
tación á  la  presente  ley. 

Art.  3.* — Comuniqúese  al  Poder  Ejecutivo.  Sala  de  sesio- 
nes de  la  Legislatura  de  San  Juan,  Setiembre  16  de  1905. — 
Ramón  Moyano. — R.  Ferrer  Oro,  Secretario  del  Senado. — 
Sohar  Ruiz. — Elíseo  Guardiola,  Secretario  de  la  Cámara  de 
Diputados. 

Por  tanto:  Téngase  por  ley  déla  Provincia,  cúmplase,  co- 
muniqúese, publíquese  ó  insértese  en  el  B.  Oficial. — Godoy. 
— A.  Echegaray. — Es  conforme:  F.  C.  Brihuega. 


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ADVERTENCIA  DEL  EDITOR. 


La  historia  de  las  Provincias  de  Cuyo,  puede  de- 
cirse que  está  escrita  á  retazos  en  diarios,  folletos, 
efemérides  y  monografías,  especie  de  ligeras  exposi- 
ciones en  que  mas  ha  intervenido  la  pasión  política 
interesada  que  el  juicio  reposado  y  severo  del  cro- 
nista independiente. 

Ya  era  tiempo  de  sacudir  los  archivos  é  interrogar 
el  pasado;  estudiar  los  acontecimientos  y  alumbrar 
las  escenas  con  la  antorcha  de  la  razón  y  la  verdad, 
trazando  con  mano  firme  las  fisonomías  de  los  perso- 
najes que  en  ellos  intervinieron. 

Describir  la  vida  tranquila  ó  accidentada  de  esas 
agrupaciones  embrionarias,  siguiendo  el  proceso  de 
su  desarrollo  y  mezcla  de  su  población  etílica — es  en- 
señarnos cómo  se  han  constituido  en  ciudades  orga- 
nizadas, con  elementos  de  riqueza  pública  y  privada, 
con  progresos  morales  é  intelectuales,  incorporados 
por  el  comercio  de  las  ideas  y  doctrinas  políticas 
liberales  mas  avanzadas  de  la  civilización  moderna. 

El  futuro  historiador  que  reúna  esos  detalles  dis- 
persos y  aun  los  desconocidos  ó  ignorados  de  la  vida 


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XVI  ADVERTENCIA  DEL  EDITOR 


política,  social  y  económica  de  estos  pueblos,  remon- 
tándose hasta  sus  origines,  podrá  apreciar  el  conjun- 
to en  todos  sus  aspectos,  á  través  de  juicios  maduros, 
de  críticas  imparciales  y  provechosas,  encaminadas 
al  bien;  y  encontrando  la  verdad  histórica  y  leyes  á 
que  han  obedecido  en  su  transformación  evolutiva, 
apreciar  también  la  actuación  de  jefes  y  caudillos 
conductores  de  muchedumbi%es;  el  pensamiento  y 
acción  de  los  hombres  de  guerra,  de  Estado  y  de  Go- 
bierno, divididos  por  sistemas,  aspiraciones  y  odios 
políticos  perdurables,  que  muchas  veces  detuvieron 
las  reacciones  morales  y  evolución  del  progreso  hu- 
mano. 

lié  ahí  el  propósito  que  ha  guiado  y  dominado  al 
autor  de  esta  obra.  Exteriorizado  aquél,  como  noble 
ideal  en  sus  páginas  nutridas  de  probidad  y  buen 
sentido,  podemos  afirmar  que  en  gran  parte  lo  ha 
realizado,  dada  su  ilustración  y  experiencia  de  la 
vida  pública;  sus  servicios  prestados  á  la  educación 
común ; sus  altos  puestos  en  la  magistratura;  su  alis- 
tamiento en  la  Guardia  Nacional  y  en  el  Ejército  en 
dias  de  tribulación  para  la  República;  su  dirección 
y  colaboración  en  diarios,  periódicos  y  revistas;  sus 
folletos,  biografías,  novelas,  historia  Argentina  y  es- 
critos de  diversa  índole,  que  le  han  dado  autoridad 
moral  y  el  calificativo  de  «incansable  trabajador*. 

El  Dr.  Nicanor  Larrain,  hijo  de  San  Juan,  no  es, 
pues,  un  desconocido  en  el  foro,  en  la  naciente  lite- 


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ADVERTENCIA  DEL  EDITOR  XVII 


ratura  y  vida  pública  del  país.  Hasta  el  11  de  Agosto 
de  1902,  fecha  de  su  fallecimiento  en  Mercedes  de 
Buenos  Aires,  dio  cuanto  podía  su  fecunda  y  clara 
inteligencia,  dejando  dos  obras  inéditas  y  casi  termi- 
nada la  ultima:  *El  País  de  Cuyo». 

En  cuanto  d  nuestra  intervención,  rale  decir  que 
se  reduce  á  muy  poca  cosa:  solicitar  los  originales  dr 
la  señora  viuda,  cedidos  generosamente  en  virtud  dr 
la  amistad  íntima  que  en  vida  nos  ligara  con  su  di- 
funto esposo;  organizar  algunos  capítulos  y  modifi- 
car, en  la  parte  política,  aquellas  apreciaciones  que 
pudieran  proceder  de  un  criterio  apasionado.  Ade- 
mas, hemos  completado  con  numerosas  anotaciones 
en  el  texto,  cuanto  creímos  oscuro  y  deficiente,  respe- 
tando siempre  el  plan  trazado  y  juicio  del  autor,  que 
no  tuvo  tiempo  de  revisar  su  trabajo  para  la  publi- 
cación definitiva. 

Y  al  acometer  una  empresa  tan  superior  d  nues- 
tras fuerzas,  nos  sentimos  estimulados  por  el  bien 
que  pudiéramos  hacer  d  nuestros  comprovincianos, 
al  pueblo  de  Mendoza  y  de  San  Luis;  y  en  este  con- 
cepto, hemos  puesto  la  obra  en  condiciones  de  ser 
publicada,  bajo  los  auspicios  del  ilustrado  y  laborioso 
Gobierno  de  S(tn  Juan. 

El  Editor. 


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INTRODUCCIÓN. 


Sin  otro  mérito  que  la  verdad  histórica,  hemos 
dado  cima  á  la  presente  obra,  después  de  haber  con- 
sultado los  archivos  de  San  Juan,  Mendoza  y  cuan- 
to se  ha  escrito  y  publicado  sobre  el  País  de  Cuyo. 

No  faltarán  personas  que,  habiendo  sido  actoras 
en  los  acontecimientos  que  constituyen  el  fondo  de 
estos  estudios,  sientan  herida  una  falsa  susceptibi- 
lidad; pero  hemos  debido  renunciar  al  tema  antes 
que  ver  tergiversados  los  sucesos  por  cronistas  apa- 
sionados, ó  mal  apreciados  por  los  recuerdos  con- 
fusos, oscuros,  que  dan  forma  y  cuerpo  á  la  tradi- 
ción. 

Sobre  todo,  la  Provincia  de  San  Juan  ha  sido  la 
generadora  de  acontecimientos,  que,  habiendo  sal- 
vado los  límites  del  interés  propio,  han  tenido  re- 
percusión é  influencia  política  en  la  vida  nacional, 
entre  muchos  otros,  los  que  se  han  desarrollado  en 
los  años  1816,  1826,  1861  y  1867. 

Entre  nuestros  comprovincianos  han  figurado 
hombres  de  representación  política  y  social;  de  cla- 


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XX  INTRODUCCIÓN 


ra  inteligencia  y  vasta  ilustración;  capaces  de  todo 
sacrificio  por  el  respeto  de  las  instituciones  y  amor 
á  la  Patria,  que  debemos  presentar  á  nuestros  hijos, 
á  las  futuras  generaciones  como  modelos  dignos  de 
imitación. 

No  han  faltado  hombres  extraviados  por  las  pa- 
siones desenfrenadas  ó  victimas  de  la  ignorancia, 
que  forman  contraste  con  los  primeros;  pero  éstos 
sirven  también  de  útil  enseñanza,  porque  señalan, 
á  lo  largo  de  los  años,  los  escollos  en  que  los  indi- 
viduos como  los  pueblos  han  zozobrado  por  no  ser 
previsores  ó  carecer  del  conocimiento  necesario 
para  evitarlos. 

Ante  la  severidad  del  criterio  histórico,  no  sere- 
mos ciegos  apologistas  de  los  buenos  ni  vitupera- 
remos intencionalmente  á  los  malos,  aunque  sea 
necesaria  la  sanción  conminatoria  ó  penal  sobre  los 
hechos  para  unos  y  otros,  la  que  aplicaremos  sin  pa- 
sión alguna  que  pudiera  acusarnos  de  parcialidad. 

Estudiando  el  conjunto,  vienen,  muchas  veces, 
estas  preguntas  á  la  mente: 

¿Por  qué  la  vida  intelectual  de  San  Juan  es  mas 
activa  que  en  los  demás  pueblos  de  la  República? 

¿Por  qué  ese  pequeño  Estado  Federal,  enclavado 
entre  las  serranías  de  los  Andes  y  como  separado 
del  resto  del  país,  lia  sido  tan  rico  en  hombres  de 
valía  y  en  acontecimientos  políticos? 

Desde  luego  podría  contestarse    que,    siendo   el 


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INTRODUCCIÓN  XXI 


suelo  sanjuanino  pobre  y  estéril  por  naturaleza,  sus 
habitantes  se  encuentran  ó  viven  en  familia,  for- 
mando aldeas,  villas  y  pueblos,  donde  la  escuela  es 
su  primera  preocupación,  no  presentándose  en  la 
extensión  territorial  esas  poblaciones  dispersas,  tan 
comunes  en  las  demás  Provincias,  única  causa  de 
su  carencia  de  trato  social  y  comercio  de  ideas,  que 
es  propio  de  las  agrupaciones  humanas. 

Así,  la  escuela  no  ha  sido  una  necesidad  social 
solamente  desde  los  primeros  tiempos,  sino  también 
una  necesidad  geográfica  é  imperiosa,  donde  las 
poblaciones,  de  vida  rudimentaria,  son  verdaderos 
oasis. 

La  esterilidad  del  suelo,  la  pobreza  del  comercio 
y  escasez  de  industrias,  ha  obligado  á  los  sanjuani- 
nos  á  ensanchar  la  esfera  de  su  actividad  y  á  bus- 
car un  mas  vasto  teatro  que  el  fijado  por  los  límites 
interprovinciales,  no  habiendo  uno  solo  que,  á  la 
edad  de  veinte  años,  no  haya  franqueado  las  fronte- 
ras políticas  de  su  Provincia. 

En  el  orden  intelectual,  el  espíritu  redobla  tam- 
bién sus  esfuerzos;  necesita  campo  para  su  desa- 
rrollo y  aplicación  á  los  fines  de  la  vida  individual 
y  colectiva,  oprimida  entre  los  estrechos  límites  de 
su  suelo  pobre,  de  su  vida  mezquina.  Sarmiento, 
Rawson,  Laprida,  Aberastain,  del  Carril,  Vera,  los 
Oros,  Quirogas,  Salinas,  Donceles,  Laspiury  muchos 
otros,  son  testimonios  que  confirman  esta  verdad. 


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XXII  INTRODUCCIÓN 


Por  estas  razones,  liemos  tomado  como  centro  de 
esta  relación  histórica,  la  Provincia  de  San  Juan 
para  irradiar  nuestros  estudios  y  observaciones  á 
todo  el  País  de  Cuyo,  en  cuanto  así  lo  exijan  los 
acontecimientos  y  contingencias  del  asunto. 

El  Autor. 


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EL  PAÍS  DE  CUYO. 


PRIMERA  PARTE. 


CAPÍTULO  PRIMERO. 

Origen  de  los  huarpes.  —  2.  El  País  de  Cuyo.  —  3.  Primeras 
poblaciones.  —  El  Rastreador.  —  4.  Usos  y  costumbres.  — 
La  piedra  bezaar. 


1.  —  Buscar  el  origen  de  la  población  de  América  para  co- 
nocer y  estudiar  los  abolengos  de  los  huarpes  que  habitaban 
el  País  de  Cuyo,  sería  entrar  en  una  cuestión  que  la  etno- 
grafía no  ha  podido  resolver  hasta  hoy.  Sin  embargo,  men- 
cionaremos de  paso,  por  via  de  curiosidad,  las  varias  opinio- 
nes conocidas  sobre  los  aborígenes  dol  Nuevo-Mundo  para 
adoptar  aquélla  que,  á  nuestro  juicio,  sea  menos  hipotética  y 
mas  conforme  con  las  ideas  que  su  estudio  ha  despertado  al 
escribir  la  presente  obra. 

Es  opinión  generalmente  admitida  que  los  mogoles  pasa- 
ron á  la  América  por  la  parte  Norte  del  Continente,  ya  por- 
que el  estrecho  de  Berhing  no  existiese  en  los  primeros  tiem- 
pos, habiéndose  éste  formado  por  convulsiones  posteriores 
del  Globo,  ya  porque  los  grandes  hielos,  tan  propios  de  las 
regiones  polares,  diesen  paso  por  sobre  las  aguas  á  los  atre- 
vidos compatriotas  de  Gengis-khan,  que  en  el  siglo  XII  ha- 
bían formado,  por  la  conquista,  uno  de  los  imperios  mas 
grandes  y  poderosos  de  la  tierra. 

Se  habla  también  de  los  fenicios,  esos  señores  del  mar,  que 
llevaron  sus  exploraciones   á  muchas  partes  desconocidas 

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EL  PAÍS   DE  CUYO 


hasta  entonces  por  el  resto  de  los  hombres;  y  puesto  que  la 
navegación  acorta  las  distancias  y  establece  comunicacio- 
nes á  través  de  los  mares,  podemos  remontarnos  á  tiempos 
mas  lejanos  y  suponer  que  la  bíblica  embarcación  de  Noé 
pudo  servir  de  modelo  á  embarcaciones  análogas. 

La  filología  constata,  por  otra  parte,  la  íntima  semejanza 
de  pronunciación  entre  el  idioma  hebreo  y  el  quechua  (Apa, 
Apani,  Apanqui),  que  era  el  mas  importante  entre  las  lenguas 
americanas,  pudiendo  decirse  otro  tanto  del  griego,  hecho 
que  se  acredita  por  la  existencia  de  las  letras  pi  y  omega,  etc., 
que  se  han  encontrado  en  geroglíficos  descubiertos  en  las 
huacas  ó  enterratorios  indios. 

Tampoco  ha  faltado  quien,  modificando  la  autoridad  del 
Génesis,  supusiese  que  la  pareja  del  Edén  no  fué  el  único 
ejemplar  en  el  mundo,  y  que  cada  una  de  las  razas  típicas 
tuvo  sus  progenitores,  como  los  tuvo  el  Asia  en  Adán  y  Eva, 
sin  que  esto  importe  destruir  la  unidad  fisiológica  de  la  es- 
pecie humana,  pues  que  las  razas,  sin  sustraerse  á  esta  igual- 
dad que  no  admite  contestación  alguna,  presentan,  sin  em- 
bargo, diferencias  de  conformación  y  color  que  no  pueden 
atribuirse  á  la  influencia  del  clima  y  de  los  alimentos,  como 
que  un  habitante  de  Guinea  en  Iuglaterra  y  vice- versa,  no 
cambiarían  jamas  el  carácter  fisonómico   que  les  es  propio. 

De  esta  observación  á  la  antigua  teoría  de  los  griegos  sobre 
las  razas  autóctonas,  no  hay  mas  que  un  paso,  ó  mejor  di- 
chb,  es  la  misma;  sostener  el  autoctonismo  de  razas  no  es 
destruir  la  unidad  humana,  es  apenas  modificar  la  teoría  de 
Aristóteles. 

Efectivamente,  la  teoría  que  acuerda  al  Asia  los  honores 
de  cuna  de  la  humanidad,  es  una  hipótesis  como  cualquiera 
otra,  porque  si  admitimos  el  pasage  por  el  Estrecho  de  Be- 
rhing  ó  la  comunicación  de  los  fenicios  ó  griegos  á  través  del 
océano,  no  podemos  esplicarnos  la  existencia  de  tribus  ame- 
ricanas que  no  conserven  ni  la  mas  lejana  afinidad  con  sus 
progenitores,  de  tal  modo,  que  un  indio  araucano  podría  sin 
dificultad  ser  admitido  como  un  tipo  especial  en  la  familia 
de  las  razas  humanas. 


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EL  PAÍS  DE   CUYO 


Admitamos  por  un  esfuerzo  de  bueua  voluntad  que  todas 
«esas  modificaciones  tan  decantadas,  que  opera  el  clima  y  la 
alimentación,  hayan  dado  por  resultado  no  dejar  la  menor 
huella  de  los  caracteres  primitivos  de  raza,  de  modo  que  el 
araucano  ó  el  patagón  no  sean  mas  que  modificaciones  del 
tipo  originario  y  admitamos,  así  mismo  que  los  asiáticos  pa- 
sasen por  el  Norte  de  América,  ¿cómo  nos  explicaremos  que 
á  través  de  inmensas  distancias,  dejando  en  las  regiones  tem- 
pladas un  clima  delicioso;  en  los  trópicos,  una  riqueza  sin 
igual  en  producciones  de  toda  especie,  las  poblaciones  del 
Norte  buscasen  al  Sud  un  ensanche  que  no  necesitaban  para 
recalar  al  clima  frígido  de  la  Patagonia,  donde  se  carece  de 
todo  y  donde  la  naturaleza  del  suelo  no  ofrece  mas  que  riscos 
y  peñascos  á  la  costa  y  desiertos  inconmensurables  al  interior? 
Y  esa  conformación  que  les  es  especial  y  que  ha  influido  has- 
ta sobre  el  nombre  de  raza  (patagón)  ¿será  necesario  atri- 
buirlo también  al  clima  y  método  de  vida? 

Se  objetará  que  las  afinidades  filológicas  establecen  una 
presunción  muy  fuerte  en  favor  de  la  unidad  de  la  especie; 
pero  eso  lo  único  que  probaría  es  que  existió  una  comunica- 
ción ó  comercio  entre  los  americanos  y  los  mogoles  ó  fenicios 
ó  griegos,  pero  no  se  deduce  de  allí  que  las  poblaciones  del 
Asia  y  de  la  America  no  existiesen  desde  sus  primeros  mo- 
mentos. 

Según  el  historiador  Cantú,  parece  demostrado  hasta  la 
-evidencia  que  los  antiguos  americanos  eran  f  parientes  del 
Egipto  y  de  la  India,  y  que  el  sello  que  conservan  los  monu- 
mentos de  los  Incas  del  Perú,  sus  pirámides  etc.;  la  cerámica 
de  sus  huacas,  en  sus  formas  y  relieves,  es  una  copia  del  arte 
egipcio». 

Parece  igualmente  demostrado  que  casi  todas  las  lenguas 
del  Nuevo  Mundo  conservaban  la  mas  perfecta  analogía  de 
infinidad  de  palabras  con  otras  de  las  lenguas  asiáticas;  y 
que  no  solo  hay  semejanza  de  muchos  vocablos  con  varias 
palabras  hebreas,  «sino  identidad  de  la  frase  en  su  construc- 
ción y  rodeo  en  muchos  casos»;  sin  embargo,  todo  esto  solo 
sirve  para  abonar  la  idea  de  un  posible  comercio  entre  pue- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO 


blos  vecinos  qne  han  podido  y  debido  estar  al  habla  en  tiem- 
pos de  que  la  Historia  no  conserva  recuerdo  algund. 

Admitir  que  el  Asia  pobló  la  América  y  que  como  por 
encanto  llegó  un  momento  en  que  se  pierde  hasta  la  memoria 
de  un  mundo  entero  que  después  de  muchos  siglos  saca  por 
casualidad  de  entre  las  ondas  del  océano  Cristóbal  Colon,  es 
admitir  que  las  poblaciones  asiáticas,  es  decir,  la  humanidad, 
careciese  aun  de  esos  anales  primitivos  llamados  la  tradición. 

Por  otra  parte,  cuando  la  América  fué  descubierta  por  los 
europeos,  existían  en  ella  imperios  poderosos,  cuya  civiliza- 
ción asombró  á  los  mismos  descubridores,  de  donde  se  dedu- 
ce que  el  raro  y  estupendo  milagro  de  perder  como  por  en- 
canto la  memoria  del  pasado,  fué  un  hecho  producido  en 
América  como  en  Asia,  aunque  las  dos  conservaban  sus  ana- 
les que  se  remontaban  á  muchos  siglos  de  anterioridad  á  la 
fecha  del  descubrimiento. 

No  podemos  admitir  que  las  leyendas  de  la  Atlántida,  la 
Especería,  etc.,  etc.,  fueran  otra  cosa  que  el  Cathay,  el  Dora- 
do, el  encantado  Valle  de  Jauja. 

Tampoco  nos  hace  fuerza  la  autoridad  de  la  Biblia  con  su 
Génesis  de  la  Creación  en  la  parte  relativa  al  hombre,  por- 
que esta  obra  admirable  que  sin  duda  es  la  primera  produc- 
ción del  ingenio  humano,  no  carece  de  inexactitudes  que  la 
ciencia  viene  corrigiendo  á  cada  paso,  tales  como  al  sistema 
planetario,  el  diluvio  universal,  etc. 

Nuestra  opinión  es  que  la  raza  primitiva  de  América  ó  sea 
la  cobriza,  es  autóctona  del  Nuevo  Mundo;  que  las  afinidades 
filológicas  que  antes  hemos  mencionado,  no  atestiguan  otra 
cosa  que  el  comercio  ó  comunicaciones  establecidas  ó  por  la 
navegación  ó  por  el  pasaje  de  los  mogoles  por  el  Norte,  y 
que  las  diferencias  observadas  en  las  grandes  tribus  ó  fami- 
lias, como  los  guaraníes,  quechuas,  pehuenches,  etc.,  etc.,  no 
son  diferencias  sustanciales,  pudiendo  y  debiendo  mirarse  á 
cada  una  de  éstas  como  diversas  ramas  de  un  mismo  tronco. 

Pasemos  ahora  á  estudiar  los  indios  haarpes  que  poblaban 
el  País  de  Cuyo,  ante  la  conquista  de  los  españoles. 

Las  noticias  llegadas  hasta  nosotros  á  este  respecto,  son 


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EL  PAÍS   DE   Cü\'0 


las  siguientes:  El  Inca  Yupanque,  que  según  el  historiador 
Molina  reinaba  en  el  Perú  el  año  1454,  informado  de  las  ven- 
tajosas cualidades  de  Chile,  resolvió  su  conquista,  á  cuyo  fin 
mandó  á  un  príncipe  de  la  sangre  real,  Sinchisuca,  para  que 
verificase  aquella  espedicion.  Este  general  llegó  con  10.000 
hombres  á  Copayapú  (Copiapó),  donde  después  de  ligeros 
combates  capitularon,  reconociendo  el  dominio  del  conquis- 
tador. 

Reforzado  el  ejército  peruano,  llevó  sus  armas  triunfantes 
hasta  el  rio  Maullí  (Maule),  habiendo  impuesto  sus  leyes  á 
todas  las  naciones  indias  que  habitaban  al  Sud  hasta  los 
34°  30*,  (coquimbanos,  quillotanos  y  mapuchinos).  Esta  gue- 
rra de  conquistas  concluyó  por  tratados  celebrados  entre  el 
general  peruano  y  los  indios  promaucaes  que  hicieron  sufrir 
un  serio  contraste  á  los  ejércitos  del  Inca. 

Posteriormente,  el  Inca  Viracocha  8o  extendió  sus  domi- 
nios al  Este  de  los  Andes  por  sometimiento  voluntario  de  los 
calchaquíes  y  demás  tribus  del  vasto  país  del  Tucuman. 

En  la  Biblioteca  de  la  Provincia  de  Buenos  Aires  hemos 
consultado  una  obra  inédita  que  lleva  por  título :  «Historia 
Militar,  civil  y  sagrada  del  Reino  de  Chile »,  escrita  en  1788 
por  Don  José  Pérez  García,  y  de  ella  tomamos  los  párra- 
fos siguientes,  relativos  el  País  de  Cuyo.  Su  población  pri- 
mitiva fué  de  los  mismos  indios  Moluches  de  que  se  pobló 
Chile.  «  No  cabiendo  ya  en  el  Perú  sus  habitadores,  los  Anti- 
suyos  de  hacia  el  Norte,  verosímilmente  declararon  guerra  á 
los  Cochasuyos  que  estaban  hacia  Chile,  los  cuales,  como  eran 
menos,  huyeron  de  los  mas  y  entraron  á  Chile  y  lo  poblaron 
con  el  nombre  de  Moluches,  cuya  voz  acredita  esta  narración, 
pues  molun  es  declarar  guerra  y  ches  gente;  y  Moluches,  gen- 
tes á  quienes  se  les  declara  la  guerra,  como  lo  vierte  Don 
Tomás  Falkener  que  habitó  aproximativamente  cuarenta 
años  entre  los  indios;  los  que  corren  mas  abajo  de  Men- 
doza son  llamados  por  los  indios  de  Chile,  Puelches,  dedu- 
ciéndole el  nombre  del  viento  del  Este,  á  cuyo  lado  caen,  y 
aplicándoles  el  nombre  de  enfadosos  que  les  dan  á  ellos  y  á 
este  viento,  como  también  significa  esta  voz.  De  los  referi- 


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EL  PAÍS  DE  CUYO 


dos  Moluches  tomaron  los  nombres  por  los  sitios  que  ocupa- 
ron los  Toluchets  que  ocupan  el  Oeste  del  primer  Desagua- 
dero hasta  las  Lagunas  de  G-uanacachi,  jurisdicción  de  San 
Juan  y  San  Luis  de  la  Punta». 

En  el  c  Arte  y  vocabulario  de  la  lengua  general  del  Reino 
de  Chile»,  obra  escrita  por  el  padre  misionero  Andrés  Febrés 
(Lima  1765),  hallamos  que  la  etimología  de  la  palabra  Cuyo, 
país  que  habitaban  los  huarpes,  significa  en  el  idioma 
araucano  cuyum-puulli,  tierra  arenisca,  naturaleza  de  que 
participa  este  suelo;  pero  de  aquí  no  se  desprende  que  los 
huarpes  traigan  su  origen  de  los  araucanos,  pues  en  el  idioma 
quechua,  la  palabra  Cuyo  significa  « vasallos  de  los  monar- 
cas del  Cuzco »,  etimología  que  está  conforme  con  las  noticias 
que  dejamos  ya  apuntadas.  Adviértase,  sobre  todo,  que  el 
nombre  dado  al  país  no  siempre  obedece  á  la  idea  de  un  orí- 
gen  histórico,  y  que  mas  bien  puede  considerarse  como  un  ac- 
cidente de  circunstancias  propias  de  la  localidad,  como  vere- 
mos mas  adelante. 

Sobre  todo,  como  cuestión  etimológica  del  idioma  huarper 
según  las  noticias  llegadas  hasta  nosotros,  remitimos  al  lee* 
tor  á  las  palabras  que  aun  se  conservan  y  usan  los  habitantes 
de  San  Juan  (Ap.,  nota  1),  de  acuerdo  con  el  vocabula- 
rio citado  del  padre  Febrés,  y  los  que  hicieron  de  la  lengua 
huarpe,  el  padre  Luis  de  Valdivia  (Lima  1606)  y  posterior- 
mente el  padre  Juan  Pastor,  que  en  1616  fué  nombrado  Rec- 
tor del  Colegio  de  la  Compañía  de  Jesús  en  Mendoza. 

El  padre  Luis  de  Valdivia,  uno  de  los  ocho  primeros  jesui- 
tas  que  penetraron  en  el  Reino  de  Chile,  que  escribió  una 
gramática,  un  vocabulario  y  un  catecismo  de  la  doctrina 
cristiana  en  el  idioma  del  país,  se  dedicó  especialmente  á 
aprender  las  lenguas  comarcanas  para  extender,  por  este  me- 
dio, su  propaganda  evangélica  y  facilitar  el  camino  á  los  que 
viniesen  detrás  de  él. 

Dice  una  antigua  crónica,  respecto  del  padre  Valdivia,  lo 
siguiente1 :  «Con  el  fin  de  evangelizaren  la  lejana  comarca 


Los  idiomas  de  la  América  Latina.  Félix  C.  y  Sobron. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO 


de  los  huarpes  que  habitaban  la  Provincia  de  Cuyo,  vióse 
forzado  este  misionero  á  estudiar  la  lengua  de  ellos,  muy  di- 
versa de  la  de  Chüe».  Compuso  así  mismo  Gramática  de  la 
lengua  Cuya  y  vocabulario  de  la  misma  y  española,  libro  que 
tunbien  hizo  imprimir  en  Lima.  Así  allanó  el  camino  á  otros 
misioneros  para  emplearse  fácilmente  en  la  enseñanza. 

«De  uno  y  otro  idioma  daba  frecuentes  lecciones  á  sus  com- 
pañeros, y  el  erudito  Ovalle,  no  obstante  ser  nacido  en  Chile, 
confiesa  haber  sido  en  dicho  idioma  discípulo  de  Valdivia. 

«A  la  vuelta  de  España,  donde  había  ido  en  comisión  para 
tratar  la  mejor  manera  de  pacificar  varias  comarcas,  fundó  las 
célebres  misiones  de  Arauco  y  de  Cuyo  ». 

2.  —  El  País  de  Cuyo  abrazaba  toda  la  zona  comprendida 
desde  los  29°  latitud  Sud  hasta  el  Estrecho  de  Magallanes. 
Hoy  se  le  marca  como  límite:  al  Sud  el  rio  Salado,  que  tiene 
su  origen  en  los  nevados  de  la  Cordillera  del  Planchón  en  los 
35°,  considerando  el  territorio  indio  del  Sud  como  territorio 
nacional  por  no  haberse  aun  fijado  los  límites  interprovin- 
ciales; y  su  longitud,  occidental  sobre  el  meridiano  de  París 
desde  los  64°  á  65°  hasta  los  72°  30'. 

La  gran  superficie  encerrada  dentro  los  límites  que  deja- 
mos señalados,  ofrece  una  figura  irregular  que  mide  á  la  parte 
del  Norte  como  veinte  y  cinco  leguas,  ensanchándose  gradual- 
mente hasta  la  Sierra  de  Huayaguaz  y  dilatándose  al  Sud 
desde  este  punto  casi  paralela  á  la  Cordillera  de  los  Andes. 

Este  país  tiene  una  altitud  variable  entre  500  y  700  metros 
sobre  el  nivel  del  mar;  un  clima  extremoso  que  varía  entre 
2o  bajo  cero  y  40°  sobre  la  escala  del  termómetro  centígrado, 
con  una  temperatura  media  de  31°. 

La  parte  del  Oeste,  que  limita  en  toda  su  extensión  con  la 
República  de  Chile,  está  ocupada  por  numerosas  ramificacio- 
nes de  los  Andes  que  alcanzan  á  muy  pocas  leguas  de  las  ciu- 
dades de  San  Juan  y  Mendoza,  y  ofrecen  en  los  planos  del 
naciente  varios  reventones  que  á  la  simple  vista  aparecen 
como  serranías  independientes  del  maciso  andino,  tales  son 
en  San  Juan  las  sierras  de  Pismanta,  Valle  Fértil,  Pié-Palo, 
etc.,  y  en  San  Luis,  las  del  Gigante,  San  Luis  y  otras. 


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EL  PAlS  DE  CUYO 


Estas  serranías  ofrecen  á  la  industria  minera  un  venero 
inagotable  de  ricos  metales,  no  solo  por  su  calidad  como  por 
su  variedad,  abundancia  y  fácil  explotación,  como  lo  veremos 
"después. 

Los  rios  que  riegan  este  suelo  y  pro  tejen  su  feraz  produc- 
ción, de  modo  que  no  es  raro  cosechar  160  sobre  1  de  se- 
milla, son  el  de  los  Patos,  Castaño,  Jáchal,  Agua  Negra. 
Bermejo  y  otros  eu  San  Juan;  en  Mendoza,  el  del  mismo  nom- 
bre, Tunuyan,  Diamante,  Atuel  y  otros,  y  en  San  Luis,  el  rio 
Seco,  del  Zanjón  y  Quinto  que  son  los  principales,  los  que  en 
su  curso,  casi  uniforme  al  Este,  se  agotan  en  el  regadío  de  los 
terrenos  cultivados. 

La  parte  boscosa,  muy  abundante  en  San  Juan  y  San  Luis, 
si  no  lo  es  tanto  como  en  Tucuman,  ofrece  sin  embargo  una 
gran  variedad  de  maderas  de  construcción  como  el  quebracho, 
algarrobo,  siendo  de  notarse  la  famosa  chica  de  preciosos 
colores  en  transición  violenta  del  amarillo  al  negro,  madera 
la  mas  fuerte  y  de  mayor  peso  específico  conocida  hasta 
hoy. 

El  suelo  de  Cuyo,  arenizco  en  su  mayor  parte  y  lleno  de 
montes  y  salitrales,  especialmente  en  San  Juan,  cuya  ciudad 
circunda,  teniéndola  enclavada  entre  travesías  y  desiertos  que 
miden  su  extensión  por  decenas  de  leguas,  ofrece  no  obstante 
en  las  tierras  de  regadío,  verdaderos  oasis  de  agricultura  y 
lujosa  vegetación. 

En  la  parte  de  San  Luis  se  hallan  grandes  salinas  con  una 
extensión  de  quince  á  veinte  leguas  de  Este  á  Oeste,  y  mas  de 
ciento  de  Sud  á  Norte  desde  San  Luis  hasta  Catamarca. 
Estas  grandes  salinas,  que  parecen  un  extenso  desierto  neva- 
do, proveen  de  sal  á  todas  las  provincias  limítrofes  y  forman 
el  comercio  de  las  que  pueblan  sus  cercanías. 

El  nombre  dado  á  estas  regiones,  ya  hemos  dicho,  que  fué 
el  de  Cuyo  que  en  el  idioma  araucano  significa  arena  y  en  el 
quechua,  vasallos  del  Cuzco. 

Sus  pobladores  tomaban  el  nombre  de  cuyunches,  picun- 
ches,  puelches,  etc.,  según  se  hacía  relación  al  lugar  que  ocu- 
paban respecto  de  las  otras  poblaciones.  Así : 


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EL   PAÍS   DE   CUYO 


Cuyum,  arena;  ches,  gente;  —  gente  de  los  arenales. 

Puel,       Este;     ches,  gente;  —  gente  del  Este. 

Picum,  Norte;  ches,  gente;  —  gente  del  Norte. 

Gruilli,   Oeste;    ches,  gente;  —  gente  del  Oeste. 

Esta  formación  de  palabras  compuestas  era  muy  general 
entre  los  indios  y  aun  se  conservan  nombres  que  acreditan 
este  hecho;  así,  pehuenches,  significa  gente  de  los  pinares; 
ranqueches  ó  ranqueles,  gente  de  los  cardales. 

También  se  dio  á  Cuyo  el  nombre  de  Ghocuito  y  especial- 
mente el  de  Chile  Oriental  ó  trasmontano,  como  que  este  país 
fué  dependiente  del  Reino  de  Chile  desde  la  conquista  de 
estas  regiones  hasta  1776  en  que  se  creó  el  Vireynato  de  Bue- 
nos Ayres,  al  que  quedó  incorporado. 

3. — Las  noticias  especiales  que  tenemos  sobre  los  indios  de 
Cuyo  se  remontan  hasta  1606,  y  las  debemos  á  los  historiado- 
res de  Chile:  Ovalle,  Olivares,  Suárez  de  Figueroa,  Molina, 
Car  bailo  y  G-oyeneohe,  Lovera  y  otros,  cuya  autoridad  invo- 
caremos mas  adelante. 

Según  Ovalle,  que  estuvo  en  Cuyo  varias  veces,  los  huarpea 
eran  de  alta  estatura,  mas  velludos  y  barbados  que  los  de 
Chile;  suaves  de  trato  y  muy  industriosos,  especialmente  en 
los  tejidos  de  paja  de  que  hacían  vasos  que  podían  contener 
el  agua1.  Se  pintaban  los  rostros  con  un  color  verde2  inse- 
parable de  su  tez  por  estar  penetrado  en  ella;  lo  ordinario  era 
pintarse  solamente  las  narices,  otros  las  barbas  y  labios,  y 
otros,  en  fin,  toda  la  cara;  vestían  decentemente  así  los  hom- 
bres como  las  mugeres,  y  era  general  el  uso  del  cabello  largo. 

Son  muy  ligeros  y  constantes  en  la  marcha,  andando  gran- 
des distancias  por  escarpadas  serranías.   €  Helos  visto,  dice 


1  Eran  mineros  y  orfebres  delicadísimos;  agricultores  y  algo  pastores. 
Kefractarios  al  comercio  hasta  la  época  incásica,  estaban  diseminados  en 
la  actual  provincia  de  San  Juan.  —  N.  E. 

1  Los  colores  mas  usados  entre  estos  indios  y  los  pehuenches,  eran:  el 
negro  que  lo  sacaban  de  una  piedra  que  nombran  y  ama,  cuyo  polvo  mez- 
claban con  grasa  de  cordero;  el  azul,  sacado  del  codin  (piedra):  el  blanco 
del  pedan  (piedra),  y  el  colorado,  del  cinabrio. 


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10  KL  PAÍ8  DE   CUYO 


0 valle,  sabir  y  bajar  los  aspersímos  montes  de  las  Cordille- 
ras como  si  fueran  gamos,  y  no  solo  los  hombres  sino  también 
las  mugeres  con  sus  hijos  en  las  cunas,  las  cuales  asidas  á  una 
ancha  correa  que  atraviesan  por  la  frente,  las  dejan  caer  por 
la  espalda  y  con  todo  aquel  peso  que  viene  colgando  de  la  ca- 
beza sobre  el  cuerpo,  que  para  esto  y  mayor  comodidad  del 
niño  llevan  corbado,  caminan  y  siguen  al  paso  de  los  maridos 
con  tanto  desembarazo  y  agilidad  que  admira.  Prueba  bien 
esta  ligereza  y  tezon  que  tienen  esta  gente  en  el  andar,  lo 
que  me  contó  un  Correjidor  y  Capitán  General  de  aquella 
Provincia,  acerca  del  modo  singular  y  raro  que  tienen  de 
cazar  los  venados;  dice,  que  luego  que  lo  reconocen,  se  les 
acercan  y  van  en  su  seguimiento  á  pie,  á  un  medio  trote,  lle- 
vándolos siempre  á  una  vista  sin  dejarles  parar  ni  comer, 
hasta  que  dentro  de  uno  ó  dos  días  se  vienen  á  cansar  y  rendir, 
de  manera  que  con  facilidad  llegan  y  los  cojen  y  vuelven 
cargados  con  la  presa  á  su  casa,  donde  hacen  fiestas  con  sus 
familias». 

Admira  Ovalle  la  singularísima  gracia  que  Dios  ha  dado  á 
estos  indios  para  rastrear  lo  perdido  ó  hurtado,  refiriendo  los 
dos  casos  siguientes : 

«  Tenía  nuestro  colegio  convictorio  una  carreta  á  la  puerta 
de  una  huerta  donde  van  á  recrearse  los  seminaristas;  hurtá- 
ronla una  noche,  y  echándola  menos  un  hermano  de  los 
nuestros,  á  la  mañana  fué  en  busca  de  un  huarpe  para  que  se 
la  rastrease:  tomó  el  rastro  y  fuéla  siguiendo  llevando  al  mis- 
mo hermano  en  su  compañía  hasta  llegar  á  un  rio  donde  lo 
perdió,  pero  no  la  confianza  de  dar  con  la  presa:  pasa  el  rio 
y  vuélvelo  á  pasar  una  y  otra  vez  por  este  y  aquel  vado  (ha- 
bíale pasado  otras  tantas  la  carreta  para  desmentir  mejor  al 
que  siguiese  el  rastro,  como  lo  confesó  después  el  que  habia 
hurtádola)  y  prosigue  su  camino,  y  á  4  leguas  dio  con  la 
presa,  cuando  el  que  la  llevaba  estaba  mas  seguro  de  no  ser 
descubierto. » 

«Otra  vez  vi  que  habiendo  faltado  á  cierta  persona  unos  na- 
ranjos de  su  huerta,  llamó  á  otro  huarpe,  el  cual  le  llevó  de 
una  parte  á  otra  por  esta  y  la  otra  calle,  torciendo  esta  esqui- 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  11 


na  y  volviendo  á  pasar  por  aquélla  hasta  que  últimamente 
dio  con  él  en  una  casa  y  hallando  la  puerta  cerrada,  le 
dijo :  « toca  y  entra  que  ahí  están  los  naranjos :  hízolo  así  y 
hallólos. » 

Este  arte  admirable  del  rastreador  indio,  que  ha  pasado  á 
sus  descendientes  y  que  el  Sr.  Sarmiento  ha  memoralizado, 
narrando  las  hazañas  del  famoso  Calíbar,  encuentra  imitado- 
res á  cada  paso  en  la  Provincia  de  San  Juan,  y  como  un  ejem- 
plo de  ello,  vamos  á  referir  un  episodio  ocurrido  en  1866  y 
de  que  da  cuenta  un  periódico  de  aquella  localidad. 

El  viernes,  durante  el  viento  zonda  que  corrió,  regresaba 
al  Pocito  el  Sr.  Barboza,  acompañado  de  un  peón  que  es  ras- 
treador. Este,  como  es  la  práctica  en  los  de  su  ciencia,  miraba 
los  rastros  medio  borrados  por  el  viento  y  que  cubren  los  ca- 
minos. 

— Aquí  llevan,  observó  el  peón,  un  ganado  robado. 

— ¿Qué  fuerza  que  ha  de  ser  robado?  observó  el  patrón. 

—Robado,  señor,  ¿no  ve  que  en  lugar  de  arrearlo  de  atrás 
lo  arrean  de  lado,  haciéndolo  salir  del  camino  trillado? 

A  poco  andar,  el  ganado  ó  su  rastro  se  apartaba  del  camino 
con  dirección  á  la  ciénaga.  Siguiéronlo  por  entre  potreros  y 
llegaron  á  donde  habían  carneado  una  vaca,  también  robada, 
pero  que  el  rastreador  declaró  no  pertenecer  á  las  que  iban 
siguiendo,  pues  la  muerta  había  comido  pasto  de  ciénaga  y 
el  otro  ganado  salía  de  alfalfa. 

Después  de  haber  mudado  caballo  Barboza  en  su  finca  y 
reunídosele  varios  vecinos,  cruzando  calles  y  deshaciendo  ca- 
minos, llegaron  á  un  potrero  donde  pacían  tranquilamente 
siete  vacas  puestas  allí  por  un  abastecedor  que  había  llevado 
dos  consigo.  El  rastro  del  caballo  los  condujo  á  la  matanza 
donde  ya  estaban  carneadas.  Con  efecto,  eran  robadas  y  fué 
aprehendido  el  ladrón  que  al  parecer  ejercía  la  profesión 
mucho  tiempo  ha,  efectuando  sus  robos  cuando  soplaba  vien- 
to zonda  para  que  el  rastro  no  quedase  visible. 

Como  contra  prueba  de  la  certeza  del  rastreador,  el  Juez 
del  Crimen  había  hecho  esconder  en  el  corralón  de  la  Poli- 
cía el  caballo  que  sirviera  para  arrear  el  ganado,  pidiendo  al 


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12  EL   PAlS  DE   CUYO 


rastreador  buscase  algtin  rastro  conocido.  Después  de  algunas 
vacilaciones,  á  causa  de  la  dureza  del  suelo,  descubrió  el  ras- 
tro é  indicó  sus  señales  especiales,  que  eran  una  pequeña  que- 
bradura en  la  uña  é  indicios  de  haber  estado  herrado.  Exa- 
minando el  caballo,  encontróse  verificado  uno  y  otro  hecho. 

4. — Según  el  mismo  O  valle,  el  idioma  de  los  huarpes  difería 
totalmente  de  la  lengua  chilena  y  asemejábase  mucho  á  la 
que  hablaban  en  el  Tucuman,  llegando  después  de  estas  y 
otras  observaciones,  á  deducir  que  estos  indios  se  originaban 
de  la  raza  quechua1. 

Los  huarpes  si  no  eran  tan  guerreros  como  los  indios  de 
Chile,  no  dejaban  absolutamente  de  serlo,  según  lo  veremos 
después.  Usaban  el  arco  y  la  flecha,  que  eran  sus  armas  mas 
comunes  y  los  libes  que  manejaban  con  suma  destreza.  Esta 
arma  se  componía  de  dos  bolas  del  tamaño  de  una  naranja, 
una  de  piedra  bien  redondeada  y  otra  de  cuero  en  forma  de 
pelota  llena  de  una  materia  menos  pesada  que  la  piedra  y  am- 
bas unidas  por  una  cuerda  trenzada  de  nervios  de   toro. 

Puesto  el  indio  en  un  alto,  tomando  en  la  mano  la  bola 
mas  liviana,  comienza  á  cimbrar  la  otra  sobre  su  cabeza,  y  to- 
mada la  puntería,  la  arroja  con  la  certidumbre  de  maniatar 
las  piernas  del  enemigo  ó  de  la  presa  que  se  ha  propuesto  to- 
mar; en  seguida  baja  de  la  altura  con  suma  ligereza  antes 
que  la  víctima  haya  podido  desembarazarse  de  sus  ligaduras 
y  concluye  con  ella. 

También  usaban  los  huarpes  la  bola  perdida  de  que  se  ser- 
vían con  una  destreza  sin  igual ;  esta  consistía  en  una  bola 
atada  á  una  cuerda,  la  que  arrojaban  lejos  después  de  aji- 
tarla  en  el  aire,  llevando  la  dirección  fija  que  se  le  daba  y 
produciendo,  aunque  en  menos  escala,  el  mismo  efecto  que 
una  bala  de  cañón  en  sus  últimos  rebotes,  destrozando  ó  con- 


1  El  profesor  Desiderio  Aguiar,  exhumador  de  los  huarpes,  dice  que  era 
una  raza  aborigen,  anti -incásica,  con  idioma  ó  lengua  propia  aglutina- 
da, sistema  numeral  completo  en  el  que  solo  se  conoce  la  voz  pataca  (cien) 
del  quechua.  —  N.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  13 


t cisionando  fuertemente  al  enemigo  que  recibía  su  choque  y 
quedaba  tendido  en  el  suelo. 

Examinada  una  de  estas  bolas,  nos  da  el  resultado  siguien- 
te: pesa  una  libra,  su  figura  geométrica  es  un  cubo  (de  0,06 
m.  de  diámetro),  cuyos  ángulos,  diedros  y  triedros  están  des- 
truidos por  canaletas,  de  modo  á  formar  cuatro  puntas  cóni- 
cas sobre  cada  plano  del  cubo  primitivo,  los  que  tienen  por 
centro  el  del  plano  mismo,  presentando  así  á  la  vista  un  cuer- 
po de  forma  esférica,  cuya  superficie  está  cubierta  por  24 
puntas  cónicas;  la  naturaleza  de  esta  piedra,  de  una  densidad 
de  2,36,  es  semejante  á  la  obsidiana  y  contiene  sílice,  óxido 
de  hierro  y  demás  simples  propios  de  las  rocas  volcánicas.  De 
esta  misma  piedra  fabricaban  los  indios  sus  flechas  y  cuchillos. 
(Ap.,  núm.  2). 

El  historiador  Suárez  de  Figueroa,  hablando  de  estos  mis- 
mos indios,  dice:  «Pobló  Pedro  del  Castillo  una  ciudad  á 
que  llamó  Mendoza,  encomendando  y  repartiendo  los  in- 
dios de  aquella  tierra  entre  los  soldados  pobladores  que  le 
acompañaron. 

«Han  servido  siempre  estos  indios  con  fidelidad,  aunque  son 
de  poco  trabajo.  Son  amigos  de  estarse  en  casa ;  siembran 
escasamente,  contentándose  casi  todos  con  cierto  pan  á  que 
llaman  de  algarroba,  cogido  de  árboles».  Estaparte  tiene 
por  propiedad  adelgazar  en  breve  á  los  gordos  que  van  allí. 
Caúsalo,  según  dicen,  las  aguas  y  calidad  del  clima.  Admira 
la  franqueza  de  sus  moradores,  siendo  en  lo  demás  gente  de 
buena  disposición.  Adoran  el  Sol,  y  son,  como  los  otros  sus 
conterráneos,  grandes  hechiceros.  Es  sutilísimo  el  metal  de 
su  voz,  y  así  usan  mas  de  las  señas  que  de  la  lengua,  enten- 
diéndose solo  con  los  meneos  y  con  mirarse. » 

El  uso  que  hacían  de  la  piedra  bezoar  como  de  un  sanalo- 
todo, mereció  del  historiador  Olivares  las  siguientes  observa- 
ciones :  La  piedra  bezoar,  llamada  también  bezaar  por  los  es- 
pañoles, es  una  concreción  calculosa  que  se  encuentra  en  los 
intestinos,  en  el  estómago  y  en  las  vias  urinarias  de  ciertos 
animales,  y  sobre  todo  de  los  rumiantes  (huanacos,  vicu- 
ñas, etc.). 


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14  EL  PAlS   DE   CUTO 


Su  nombre,  según  antiguos  escritores,  proviene  del  hebreo, 
de  las  palabras  bel,  señor  y  zaar  veneno,  esto  es,  señor  de 
los  venenos  ó  contravenenos. 

Se  atribuía  á  esa  piedra  virtudes  medicinales  verdadera- 
mente maravillosas;  se  le  creía  un  antídoto  contra  todo  ve- 
neno y  contra  todo  contagio* 

El  Doctor  Nicolás  Monardes,  de  Sevilla,  que  publicó  allí  en 
1574,  reunidas  en  un  volumen,  las  tres  partes  de  su  «  Historia 
medicinal  de  las  cosas  que  se  traen  de  nuestras  Indias  Occi- 
dentales que  sirven  en  medicina  »,  ha  destinado  un  extenso 
capítulo  á  la  piedra  bezaar,  explicando  sus  virtudes  y  refi- 
riendo las  historias  prodigiosas  de  las  curaciones  efectuadas 
por  ella.  No  es  la  mas  singular,  la  que  sigue:  «Aprovecha 
mucho  esta  piedra  en  tristezas  y  melancolías.  Su  Magestad 
el  Emperador  Garlos  Y,  que  sea  en  gloria,  la  tomaba  muchas 
veces  para  este  efecto,  y  así  la  han  tomado  y  la  toman  mu- 
chas personas  atacadas  de  tristeza  sin  causa  alguna,  porque 
la  quita  y  hace  al  que  la  usa,  alegre  y  de  buen  continente. 

«A  muchos  he  visto  harto  apretados  de  congoja  y  desmayo 
y  con  melancolías,  que  en  tomando  peso  de  tres  granos  de 
esta  piedra  en  agua  de  lengua  de  buey  (yerba)  han  fácilmen- 
te sanado1.» 

«Es  cosa  averiguada  que  en  tiempo  de  la  conquista  habia 
en  el  País  de  Cuyo  20,000  indios  repartidos  en  encomien- 
das y  100,000  almas  hasta  el  rio  Tunuyan,  sin  contarlos  puel- 
ches, pehuenches,  siguillanes,  tunuyanes,  chosmes,  cudillanes, 
goscos  y  zoquillanes  que  habitaban  las  tierras  al  Sudf.» 

Los  huarpes  se  vestían  de  pieles  de  huanaco  que  traían 
atadas  al  hombro  y  ceñidas  por  la  cintura.  Su  alimento  prin- 
cipal era  la  carne  de  huanaco,  de  vicuña  y  el  paitay,  especie 
de  pan  que  elaboraban  de  la  algarroba  ( la  vainilla  del  árbol 
prosapis  cilisq-uastrum  de  De  Candolle).  Vivían  en  casas  de 
cueros,  paja  y  material,  lo  que  prueba  que  no  eran  nómades, 
aunque  mudaban  de  localidad  según  las  estaciones  y  en  el 
mismo  territorio,  prefiriendo  la  orilla  de  los  rios  y  lagunas. 


•  Historia  de  los  Jesuítas  en  Chile,  pág.  509. 

*  Historia  de  la  Compañía  de  Jesús  en  Chile,  Cap.  III,  pág.  140  ó  intro- 
ducción, pág.  XIV. 


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CAPITULO  II. 

La  conquista,  Villagran,  Aguirre,  Castillo.  —  2.  Acta  de  fun- 
dación de  la  ciudad  de  Mendoza.  —  3.  Jufró  remueve  la  po- 
blación á  otro  lugar  y  le  dá  el  nombre  de  «Ciudad  de  la 
Resurrección.»  —  4.  El  Cabildo  fija  los  égidos  de  la  ciudad. 


La  conquista  de  Cuyo,  aunque  no  se  verificó  hasta  el  año 
de  1560,  ofrece  algunos  antecedentes  que  creemos  oportuno 
consignar. 

Cuando  Don  Pedro  de  Valdivia  echó  los  cimientos  de  la 
ciudad  destinada  á  ser  la  capital  de  Chile  (Santiago  de  Nue- 
vo Estremo,  12  de  Febrero  de  1541),  le  señaló  jurisdicción 
de  cien  leguas  al  oriente  de  su  asiento  sin  pararse  en  el  obs- 
táculo que  le  oponían  los  Andes,  y  esta  singular  idea  no  solo 
fué  realizada  por  la  Conquista  bajo  el  gobierno  de  Hurtado 
de  Mendoza,  sino  confirmada  mas  tarde  por  los  soberanos 
españoles.  (Ap.  núm.  3.) 

El  primer  jefe  español  que  estuvo  en  el  País  de  Cuyo, 
fué  Don  Francisco  de  Villagran  que,  con  200  hombres,  venía 
del  Perú  de  paso  para  Chile. 

Villagran,  Teniente  General  de  Valdivia,  debió  llevar  no- 
ticias muy  favorables  de  Cuyo,  pues  el  mismo  año  se  trató 
de  realizar  su  conquista,  mandándose  á  Francisco  de  Aguirre 
que,  al  mando  de  200  hombres,  debía  ocupar  esta  provincia 
y  la  del  Tucuman,  15521. 

Aunque  la  conquista  no  se  verificó  hasta  diez  años  después, 
como  veremos  más  adelante,  el  territorio  de  Cuyo  fue  acor- 


1  Don  Pedro  de  Córdoba  y  Figueroa  asevera  en  su  Historia  de  Chile, 
que  Aguirre  solo  llevó  consigo  100  hombres,  limitándose  su  cometido  á 
solo  la  conquista  de  Cuyo. 


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16  EL  PAlS   DE   CUYO 


dado  en  encomienda  á  Villagran,  y  después  aparece  forman- 
do parte  del  Correjimiento  asignado  al  capitán  Jnan  de  Ocam- 
po  San  Migue],  en  premio  de  sus  servicios  militares,  que  tanto 
lo  habían  distinguido  en  la  guerra  de  Arauco. 

En  ambos  casos  no  se  hacía  de  dichos  nombramientos  sino 
un  especie  de  obispado  in  partibus  in  fidelium,  porque  la  es- 
pedicion  de  Aguirre  no  produjo  resultado  alguno  por  haber- 
se vuelto  á  Chile  con  su  gente,  quien  se  creyó  con  derecho  á 
suceder  en  el  gobierno  á  Valdivia,  que  murió  en  ese  año 
(3  Diciembre  1553). 

Ya  hemos  dicho  que  la  conquista  de  Cuyo  no  se  verificó 
hasta   1560. 

El  Marqués  de  Cañete,  Virey  del  Perú,  encontrando  en  su 
hijo  D.  García  Hurtado  de  Mendoza  las  dotes  y  aptitudes 
necesarios  para  encargarlo  del  gobierno  de  Chile,  nombró  á 
éste  en  la  ciudad  de  Lima,  á  9  de  Enero  de  1557,  habiendo 
Don  García  tomado  posesión  del  Gobierno  en  Febrero  del 
mismo  año. 

Este  activo  y  enérgico  gobernante  continuó  la  conquista 
de  Arauco,  que  tan  caro  había  costado  á  su  antecesor  Valdi- 
via, después  de  una  guerra  cruda  sostenida  contra  los  indó- 
mitos araucanos.  El  desastre  sufrido  por  Caupolican  en  el 
asalto  á  la  ciudad  de  Cañete,  ó  mejor  dicho,  en  la  trama  ur- 
dida contra  este  bravo  Toqui  ó  General  de  los  araucanos,  y 
en  seguida  su  prisión  y  bárbara  muerte  que  se  le  hizo  sufrir 
(empalado),  dejó  á  Don  García  en  condiciones  de  continuar 
las  fundaciones  que  se  había  propuesto,  y  de  las  que  ya  tenía 
verificadas  las  siguientes:  1657,  Cañete  de  la  Frontera;  1668, 
Marzo  27,  Osorno;  1560,  Enero  6,  Concepción;  1660,  Arauco; 
1560,  Ciudad  de  los  Infantes.  Valdivia  la  fundó  con  el  nom- 
bre de  Ángel  ó  de  los  Confines,  y  fué  reedificada  por  Men- 
doza con  el  nombre  que  le  damos. 

En  el  año  citado  comisionó  Don  García  al  Capitán  Pedro 
del  Castillo,  natural  de  Villalba  del  Rey,  en  la  Rioja,  dándole 
100  hombres  de  caballería,  para  que  trasmontando  la  Cordi- 
llera por  el  camino  de  los  Hornillos  (otros  dicen  el  Paso  de 
la  Cumbre),  entrase  en  la  Provincia  de  Cuyo  y  la  sujetara  á 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  17 


la  obediencia  del  Rey  y  muy  especialmente  para  que  fundase 
una  ciudad  en  la  situación  oportuna  en  el  camino  real  sobre 
las  provincias  del  Eio  de  la  Plata  y  el  Tucuman. 

Por  el  mismo  tiempo  envió  á  Juan  Pedro  de  Zurita1  de 
Gobernador  á  la  Provincia  del  Tucuman  á  verificar  algunas 
poblaciones,  lo  que  éste  hizo  fundando  á  Mérida  y  Londres, 
que  fué  conocida  después  con  el  nombre  de  Villagran  y  des- 
truida más  tarde  por  los  indios  calchaquíes2. 

Partió  Castillo  desde  la  ciudad  de  Santiago  y  «llegando  á 
la  Provincia  de  los  huarpes,  fué  recibido  por  el  cacique  Ooo- 
yunta  y  otro  llamado  Allalme,  con  algunos  que  concurrieron 
de  aquellos  valles,  cuyos  nombres  eran  Gueyanaré,  Anato, 
Tabaleste  y  otros  obedecidos  de  todos  los  indios  del  con- 
torno». 

«Todos  estos  indios  son  de  pocos  bríos  y  consiguientemente 
muy  quitados  de  cosas  de  guerra,  y  así  recibieron  á  los  es- 
pañoles sin  resistencia,  permitiéndoles  no  solamente  hacer 
asiento  y  edificar  pueblos  á  su  gusto,  sino  también  se  dejaron 
sujetar  de  ellos,  así  en  el  servicio  personal  como  en  los  tri- 
butos que  luego  les  impusieron». 

«Viendo  el  capitán  Castillo  esta  comodidad  tan  apacible, 
buscó  luego  el  sitio  mas  oportuno  para  fundar  la  ciudad,  se- 
gún le  era  mandado,  y  habiendo  considerado  atentamente,  la 
edificó  en  la  Provincia  de  Cuyo,  en  un  valle  llamado  Güen- 
tota,  por  ser  lugar  fértil  y  abastecido,  no  menos  sano  en  sus 
aires  que  apacible  en  su  contorno;  y  habiendo  comenzado 
la  fábrica  de  esta  ciudad,  le  puso  por  nombre  la  Ciudad  de 
Mendoza  por  respeto  de  Don  García  de  Mendoza  que  había 
reservado  este  titulo  para  echar  el  sello  á  las  fundaciones  de 
las  ciudades  que  edificó  en  Chile,  queriendo  primero  cumplir 


1  El  Padre  Miguel  de  Olivares,  historiador  de  Chile,  le  llama  Juan  Gó- 
mez de  Zurita. 

a  En  1607  la  reedificó  D.  Alonso  de  Rivera,  dándole  el  nombre  de  *Sau 
Juan  de  la  Rivera >.  Asolada  por  los  calchaquíes  en  1627,  volvió  a  fon- 
darla  D.  Gerónimo  Luis  de  Cabrera  (hijo)  en  el  valle  de  Palripa  con  el 
nombre  de  «San  Juan  Bautista  de  la  Frontera »,  según  encargo  del  Gober- 
nador de  Tucuman  D.  Felipe  Albornoz. 

1 


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18  EL  PAÍS   DE   CUYO 


con  los  dictados  de  sus  padres  y  abuelos  que  con  su  propio 
renombre  por  el  cual  era  conocido1». 

Castillo  verificó  la  fundación  que  se  había  encargado,  el 
dia  2  de  Marzo  1561,  poniéndole  por  nombre  «La  ciudad  de 
Mendoza»5,  procediendo  á  la  traza  de  la  ciudad  y  reparti- 
miento de  solares  que  hizo  á  los  pobladores. 

A  los  siete  meses  y  siete  dias  de  fundada  Mendoza,  el  mis- 
mo Castillo  repartió  las  tierras  en  suertes  de  chacras  con- 
tando ya  la  nueva  fundación  con  treinta  vecinos  encomen- 
deros y  dos  mil  y  quinientos  indios  tributarios. 

Los  documentos  que  acreditan  los  hechos  anteriores,  son 
los  que  publicamos  en  seguida. 

Acta  de  la  fundación  de  la  Ciudad  de  Mendoza  por 
Don  Pedro  del   Castillo. 

2.  —  En  el  nombre  de  Dios,  en  el  asiento  y  Valle  de  Güen- 
tota,  provincia  de  Cuyo,  desta  otra  parte  de  la  gran  Cordi- 
llera Nevada,  en  dos  dias  del  mes  de  Marzo,  año  del  naci- 
miento de  nuestro  Salvador  Jesús  Cristo,  de  mil  y  quinien- 
tos sesenta  y  uno  años,  el  muy  magnífico  señor  Pedro  del 
Castillo,  Capitán  Teniente  General  en  las  dichas  provincias  y 
sus  comarcanas,  por  el  ilustrísimo  señor  Don  García  Hurtado 
de  Mendoza,  Gobernador  y  Capitán  General  en  las  provin- 
cias de  Chile,  por  S.  M.,  é  ante  mi  Francisco  de  Horbina,  es- 
cribano de  Juzgado  en  las  dichas  provincias,  dijo :  que  por 
cuanto  él  ha  venido  á  estas  dichas  provincias  á  las  poblar  y 
reducir  al  servicio  de  Dios  nuestro  Señor,  y  de  S.  M.,  como 
por  las  provisiones  que  de  ello  tiene,  consta  y  le  es  mandado, 


1  Don  Pedro  Marino  de  Lovera.  Crónica  del  Reino  de  Chile,  página 
250. 

1  Recientes  estudios  antropológicos  aseguran  que  el  territorio  mendo- 
cino  lo  ocupaban  los  indios  malcaj/ak,  acaso  con  lengua  propia,  y  no  hay 
duda  que  era  diferente  de  la  huarpe.  Valdivia,  cuyo  vocabulario  no  ha 
llegado  hasta  nosotros,  pero  que  lo  compuso  y  se  ha  extraviado,  confir- 
ma esta  opinión.  Los  mal  cay  a  le  era  raza  fusionada  con  la  de  los  huiiiches 
del  Sud  y  de  la  Pampa.   -  X.  E. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  19 


y  tiene  de  ellas  tomada  posesión  en  nombre  de  la  magestad 
del  Rey  de  Castillo  D.  Felipe,  nuestro  señor,  y  mucha  parte 
de  los  naturales  de  ella,  han  dado  la  obediencia  y  están  de 
paz;  y  por  que  el  tiempo  que  ha  que  está  en  ellas  ha  sido 
breve,  en  el  cual  no  ha  podido  hallar  asiento  ni  lugar  para 
donde  fundar  una  ciudad  con  mero  imperio,  y  porque  de  no 
fundarla  y  alzar  rollo  y  nombrar  cabildo  y  regimiento,  po- 
drían resultar  inconvenientes  y  daños,  ansi  en  lo  que  toca  al 
servicio  de  Dios  y  de  S.  M.  como  contra  los  naturales  y  es- 
pañoles que  en  esta  provincia  están;  y  para  que  cesen  los  di- 
chos inconvenientes,  y  esta  tierra  se  perpetúe  y  pueble,  y 
puedan  encomendar  los  indios  en  los  españoles  vasallos  de 
S.  M.  que  en  su  servicio  en  este  dicho  asiento  están,  para  que 
los  puedan  doctrinar  y  enseñar  en  las  cosas  de  nuestra  Santa 
fé,  y  mostrarles  á  vivir  políticamente  gurdándoles  y  hacién- 
doles en  todo  justicia,  me  pareció  convenia  en  este  dicho 
asiento  y  valle  alzar  rollo  y  nombrar  alcaldes  y  regidores  y 
procuradores  de  la  ciudad  y  oficiales  de  S.  M.,  é  demás  ofi- 
cios que  son  anexos  para  el  mejor  servicio  de  ella,  y  ante 
todas  cosas,  señalando  la  advocación  de  la  Iglesia  Mayor  de 
la  dicha  ciudad,  la  cual  se  ha  de  llamar  y  nombrar  Señor  San 
Pedro,  á  quien  tomo  por  patrón  y  abogado  en  esta  dicha  ciu- 
dad, y  por  mayordomo  de  ella  á  Juan  de  Maturana,  la  cual 
dicha  ciudad  se  ha  de  llamar  y  nombrar  la  Ciudad  de  Mendo- 
za, nuevo  valle  de  Rioja,  en  todas  las  escrituras  y  demás  co- 
sas que  fuere  necesario  nombrarse;  á  la  cual  doy  por  término 
y  jurisdicción  con  mero  mixto  imperio,  desde  la  gran  Cordi- 
llera Nevada,  aguas  vertientes  á  la  Mar  del  Norte,  y  de  todos 
los  repartimientos  de  los  vecinos  que  á  ella  se  repartieren;  el 
cual  dicho  asiento  y  nombramientos  de  alcaldes  y  regidores 
oficiales  de  S.  M.  y  vecinos  y  moradores  de  ella,  hago,  dán- 
doles y  señalándoles  solares  en  esta  tierra  de  la  dicha  ciudad 
como  van  señalados  y  nombrados  y  ciertos;  los  cuales  dichos 
solares  han  de  ser  de  grandor  de  cuadra  de  frente  de  225 
pies  de  doce  puntos  y  las  calles  de  35  pies  de  ancho. 

Y  yo,  por  virtudes  de  los  poderes  que  para  ello  tengo,  y  en 
nombre  de  S.  M.  y  como  mejor  convenga  para  el  derecho  de 


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20  EL  PAÍS   DE   CUYO 


los  conquistadores  y  pobladores  y  vecinos  y  moradores  de 
estas  dichas  provincias  y  de  esta  dicha  ciudad,  hago  el  dicho 
nombramiento  y  les  doy,  señalo  y  nombro,  en  nombre  de 
S.  M.  por  propios  suyos  y  de  sus  herederos  y  sucesores,  los 
dichos  solares  que  arriba  están  declarados,  para  agora  y  para 
siempre  jamás,  para  que  los  puedan  vender,  trocar  y  enage- 
nar  y  hacer  dellos  á  su  voluntad,  como  cosa  habida  y  tenida 
por  derecho  y  justo  título  como  esta  lo  es,  guardando  en  ello 
y  en  cada  cosa  dellos  las  ordenanzas  de  S.  M.;  y  porque  como 
he  dicho,  conviene  nombrar  la  dicha  ciudad  y  alzar  rollo  y 
hacer  alcaldes  y  regidores  y  demás  oficios  en  este  dicho 
asiento  para  su  mejor  sustentación,  por  estar,  de  lo  que  hasta 
hoy  se  ha  visto,  más  en  comarca  de  todos  los  naturales  y 
donde  hay  más  comidas  para  que  menos  en  vejación  de  los 
dichos  naturales  se  puedan  sustentar  los  españoles  y  de  don- 
de se  pueda  mejor  ver  y  visitar  la  tierra,  y  buscar  si  hubiere 
otro  sitio  y  lugar  que  sea  mejor  para  poblar  la  dicha  ciudad 
y  para  lo  que  tocare  al  servicio  de  Dios  y  de  S.  M.  y  bien  de 
los  naturales  y  conservación  de  los  españoles,  concurriendo 
en  el  sitio  y  lugar  mas  calidades  que  en  el  sitio  y  lugar  deste, 
y  asi  mudándose  esta  ciudad,  el  nombre  desta  y  alcaldes  y 
regidores  y  demás  oficios,  tenga  donde  se  mudare  que  tiene 
en  esta,  guardándoles  los  solares  á  los  vecinos  y  moradores  en 
la  parte  que  en  la  traza  desta  los  tiene,  hacia  los  vientos  que 
están  señalados  en  la  margen  de  la  dicha  traza;  que  es  fecha 
ut  supra.  Y  el  dicho  señor  Capitán  y  Teniente  General  lo  fir- 
mó de  su  nombre. — Pedro  del  Castillo, — Por  mandado  de  su 
merced,  Francisco  de  Horbina,  escribano.» 

«En  la  ciudad  de  Mendoza,  nuevo  valle  de  Rioja,  provincia 
de  Cuyo,  á  9  dias  del  mes  de  Octubre  de  mil  y  quinientos  y 
sesenta  y  un  años,  el  muy  magnífico  señor  Capitán  Pedro  del 
Castillo,  Capitán  ó  Teniente  General  de  esta  provincia  de 
Cuyo,  por  el  muy  ilustre  señor  don  García  Hurtado  de  Men- 
doza, Gobernador  é  Capitán  General  de  las  provincias  de 
Chile,  etc.,  dijo:  que  por  cuanto  él  vino  á  estas  dichas  provin- 
cias, como  es  notorio,  á  las  poblar  en  nombre  de  S.  M.  é  por 


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EL   PAÍ8   DE   CUYO  21 


virtud  de  los  reales  poderes  que  para  ello  trajo,  él  ha  pobla- 
do esta  dicha  ciudad  y  dado  y  encomendado  á  los  pobladores 
della  en  nombre  de  S.  M.  los  naturales  que  en  ella  había;  é 
para  la  perpetuidad  de  los  dichos  vecinos  como  se  ha  usado 
y  usa  en  las  demás  partes  que  en  nombre  de  S.  M,  se  han  po- 
blado otras  semejantes  ciudades  como  esta,  hay  necesidad  de 
dalles  tierras  y  heredamientos  para  que  puedan  sembrar  y 
plantar  las  cosas  necesarias  para  su  sustento  de  sus  casas  y 
familias,  y  por  S.  M.,  habiendo  visto  y  mirado  toda  la  tierra 
y  buscado  el  menos  perjuicio  y  daño  de  los  dichos  naturales 
para  dar  las  dichas  tierras,  y  habiéndose  informado  de  los  se- 
ñores y  caciques  des  te  valle,  si  en  la  parte  que  quiere  dar  y 
dá  las  dichas  tierras  á  los  dichos  vecinos  y  moradores  que  en 
ella  están,  reciben  daño  y  agravio  en  dar  las  dichas  tierras 
que  ansi  se  da  y  quiere  dar,  y  ha  dado  estas  desiertas  é  vacas 
y  ellos  no  se  aprovechan  ni  aprovecharán  dellas;  é  para  que 
los  dichos  vecinos  é  moradores  tengan  tierras  para  lo  que 
dicho  es. 

Por  tanto,  usando  de  los  poderes  é  comisiones  que  para 
ello  tiene  y  como  mejor  puede  y  ha  lugar  de  derecho  y  con- 
viene á  los  dichos  vecinos  como  á  primeros  pobladores  y  des- 
cubridores de  estas  dichas  provincias  y  vasallos  de  SÉ  M.  les 
daba  y  señalaba,  les  dio  y  señaló  en  nombre  de  S,  M. 
como  dicho  es,  á  cada  vecino  y  morador  desta  dicha  ciudad, 
ansi  como,  en  la  parte  y  lugar  que  en  esta  traza  van  señala- 
das y  nombradas,  corriendo  y  tomando  las  dichas  tierras 
por  las  partes  y  lugares  que  aquí  están  señaladas  ó  con  los  lin- 
deros que  tienen,  dejando  una  calle  en  medio  de  cada 
suerte  de  heredad  por  la  parte  del  égido  de  veinte  píes,  para 
que  puedan  andar  carretas  y  otro  servicio  y  ganados 
guardando  en  todo  ello  las  ordenanzas  de  S.  M.  que  sobre  ello 
disponen;  las  cuales  dichas  tierras  que  así  les  daba  y  se- 
ñalaba, y  les  dio  y  señaló,  y  nombró  en  nombre  de  S,  M,;  y 
por  virtud  de  la  dicha  comisión,  se  las  daba  y  dio  por 
propias  suyas  y  de  sus  herederos  y  sucesores,  para  agora  y 
y  para  siempre  jamás,  para  que  las  puedan  vender  y  enajenar 
trocar,  dar,  donar  y  hacer  dellas  á  su  voluntad  como  cosa 


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22  EL  PAÍS   DE  CUYO 


suya,  habida  y  tenida  por  derecho  real,  justo,  siendo  como 
este  lo  es,  é  mandaba  é  mandó  á  las  justicias  de  esta  dicha 
ciudad  que  estando  medidas  é  amojonadas  las  dichas  tierras 
por  el  alarife  de  esta  ciudad,  los  metan  é  amparen  en  la  pose- 
sión de  las  dichas  tierras,  so  pena  de  quinientos  pesos  para  la 
cámara  de  S.  M.  é  firmólo  aquí  de  su  nombre. — Pedro  del 
Castillo, — Por  mandado  de  S.  M.,  Juan  de  Contreras,  escriba- 
no público  y  de  cabildo.» 

3.  —  Como  se  vé  de  la  acta  arriba  inserta,  Castillo  f  uudó  á 
Mendoza  sin  haber  encontrado  un  asiento  ni  lugar  oportuno, 
y  solo  por  evitar  los  inconvenientes  y  daños  que  podrían  re- 
sultar en  lo  referente  al  servicio  de  Dios  y  de  S.  M.  de  no 
verificar  la  fundación,  sin  perjuicio  de  «buscar  si  hubiere  otro 
sitio  y  lugar  que  sea  mejor  para  poblar  la  dicha  ciudad». 

El  Capitán  Don  Juan  Jufré,  mandado  desde  Chile  por  el 
Gobernador  y  Capitán  General  de  aquel  Reino,  Don  Francis- 
co de  Villagra  ',  llegó  á  Mendoza  y  trasladó  la  fundación  de 
Castillo  al  sitio  que  indican  los  documentos  que  van  en 
seguida,  habiendo  esto  tenido  lugar  el  dia  28  de  Marzo  de 
1562  y  dando  á  la  nueva  población  el  nombre  de  tCiudad 
de  la  Resurrección». 

Publicamos  el  acta  de  la  nueva  fundación  con  las  atesta- 
ciones y  testimonios  recogidos  en  la  Ciudad  de  Lima. 

Fundación  de  la  ciudad  de  la  Resumeccion  (a)  Mendoza, 
por  el  General  Juan  Jufré. 

cEn  el  nombre  de  Dios.  En  este  asiento  del  Valle  de  Cuyo 
provincias  de  los  Guarpes,  que  es  de  esta  otra  parte  de  la 
Gran  Cordillera  Nevada,  en  veinte  é  ocho  dias  del  mes  de 
Marzo,  año  del  Señor  de  mil  é  quinientos  é  sesenta  é  dos  años, 
ante  mi  Juan  de  Contreras,  escribano  público  y  del  cabildo  de 
esta  dicha  provincia,   el  muy  magnífico  señor  Capitán  Juan 


1  Es  mas  conocido  con  el  nombre  de  Villagran,  y  éste  será  el  que  usa- 
remos en  este  trabajo. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  23 


Jufré,  Teniente  General  en  estas  provincias  de  Cuyo,  Caria, 
Famatina,  Tucuman  é  Nocongasta,  desde  las  vertientes  de  la 
gran  Cordillera  Nevada  hasta  la  Mar  del  Norte,  por  el  muy 
ilustre  Señor  Mariscal  Don  Francisco  de  Villagra,  Goberna- 
dor é  Capitán  General  de  los  Reynos  de  Chile  é  de  estas  pro- 
vincias, por  Su  Magestad;  el  cual  dijo  que  él  viene  á  estas 
dichas  provincias  con  poderes  muy  bastantes  de  los  cuales 
ha  hecho  demostración  á  la  justicia  y  regimiento  de  este  di- 
cho asiento  y  sitio,  que  Pedro  del  Castillo  tenia  señalado  en 
este  dicho  valle,  el  cual  está  apartado  de  este  asiento  é  sitio; 
é  por  cuanto  el  dicho  asiento  no  estaba  en  parte  competente, 
y  para  el  bien  é  aumento  ó  conservación  de  los  vecinos  y 
moradores  que  en  ella  han  de  estar  y  residir,  convenia,  por 
estar  metido  en  una  hoya  é  non  dalle  los  vientos  que  son  ne- 
cesarios y  convenibles  para  la  sanidad  de  los  que  en  ella  vi- 
ven, ó  an  de  vivir  é  perpetuarse  en  ella,  é  andando  á  buscar 
otro  mejor  sitio,  que  sea  y  tenga  las  calidades  arribas  dichas, 
halló  estar  otro  mejor  asiento  y  mas  apropósito  que  el  que  el 
dicho  Pedro  del  Castillo  habia  nombrado,  dos  tiros  de  arca- 
bus  poco  mas  ó  menos,  en  este  dicho  valle;  y  el  dicho  señor 
general  por  virtud  de  los  poderes  que  de  Su  Majestad  el  rey 
Don  Felipe,  nuestro  señor,  ó  del  dicho  señor  gobernador  en 
su  real  nombre,  alzaba  é  alzó  con  sus  manos  un  árbol  gordo 
por  rollo  y  picota  y  árbol  de  justicia,  para  que  en  él  se  eje- 
cute la  real  justicia,  para  agora  y  siempre  jamás,  y  dando  á 
entender  á  todos  los  caballeros,  soldados  y  pobladores  que 
presentes  estaban  lo  arriba  dicho,  juraron  de  sostener  y  de- 
fender todo  lo  dicho  por  el  dicho  señor  general;  siendo  este 
dicho  dia  que  el  dicho  rollo  y  picota  alzó  víspera  de  Pascua 
de  Resurrección,  dijo:  que  en  nombre  de  Dios  y  del  Rey  de 
Castilla,  Don  Felipe,  nuestro  señor,  y  del  dicho  señor  gober- 
nador, le  daba  y  dio  por  nombre  la  ciudad  de  la  Resurrec- 
ción, provincia  de  los  Guarpes;  el  cual  dicho  nombre  manda- 
ba y  mandó  que  en  todos  los  autos  y  escrituras  públicas  y 
testamentos,  y  en  todos  aquellos  que  se  acostumbra  y  suelen 
poner  con  dia,  mes  y  año,  se  ponga  su  nombre  como  dicho 
tiene,  y  no  de  otra  manera,  so  pena  de  la  pena  en  que  caen 


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24  EL   PAÍS   DE   CUYO 


é  incurren  los  que  ponen  en  escrituras  públicas  nombres  de 
ciudad  que  no  está  poblada  en  nombre  de  Su  Majestad,  é  su- 
jeta á  su  dominio  real;  á  la  cual  dicha  ciudad  de  la  Resurrec- 
ción, daba  y  dio  por  término  de  norte  á  sur,  por  la  banda 
del  norte  hasta  el  valle  que  se  dice  de  Huanacache,  y  por 
aquella  comarca  del  dicho  valle,  hacia  abajo,  y  por  la  banda 
del  sur  hasta  el  Valle  de  Diamante,  y  por  la  banda  del  este 
hasta  el  cerro  que  está  junto  á  la  tierra  de  Cayo  Canta,  y  por 
la  banda  del  ueste  hasta  la  Cordillera  Nevada;  los  cuales  di- 
chos términos  le  señalaba  y  señaló  con  mero  y  misto  impe- 
rio, como  dicho  tiene,  para  agora  y  siempre  jamás;  la  cual 
dicha  ciudad  arriba  declarada,  dijo  que  la  asentaba  y  asentó, 
fundaba  y  fundó  en  nombre  de  la  magestad  real  del  rey  Don 
Felipe  nuestro  señor  y  del  dicho  señor  gobernador  Don  Fran- 
cisco de  Villagra. — Pasó  ante  mí  este  traslado:  Ambrosio  de 
Moscoso,  Escribano  de  Su  Magestad. 

c  Otrosí,  dijo  el  Señor  general  que  ha  visto  las  tierras  vacas 
que  en  junto  á  esta  ciudad  hay,  que  antes  y  que  para  pro  de 
la  dicha  ciudad  dijo  que  daba  y  dio  de  la  parte  del  este  y  de 
la  parte  del  sur  y  á  la  parte  del  ueste  y  á  la  parte  del  norte, 
le  daba  y  dio  todo  á  la  redonda  6  leguas  para  términos  de 
esta  ciudad  y  valdíos,  y  pueda  dar  y  señalar  el  cabildo  de  esta 
ciudad  asientos  y  estancias  para  ganados  y  otras  cosas,  con 
tal  que  no  sea  en  perjuicio  de  los  naturales  á  quienes  perte- 
necieren, y  no  teniéndolos  y  poseyéndolos  los  dichos  indios  y 
naturales  á  quiene  pertenecieren  y  fueren  suyas;  y  ansi  lo 
mandaba  y  mandó.  Que  fué  fecho  á  5  dias  del  mes  de  Junio 
de  1562  años,  siendo  testigos  el  teniente  gobernador  Juan 
Jufré,  vecino  de  esta  ciudad  y  Hernando  de  Robles,  vecino 
de  esta  ciudad ;  y  el  dicho  señor  Juan  Jufré,  lo  firmó  aquí. — 
Juan  Jufré. — Juan  de  Coria  Bohorquez,  Escribano  Público  y 
de  Cabildo. — Pasó  ante  mí.  » 

cEl  dicho  señor  general  en  su  nombre  y  como  aditamento, 
dijo:  que  si  otro  mejor  sitio  convenible  oviese  en  esta  comar- 
ca, é  la  voluntad  del  dicho  señor  gobernador  fuere  de  la  mu- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  25 


dar  é  fundar  en  él  con  este  dicho asiento,  dijo:  que  la 

fundaba  ó  fundó,  ó  nombraba  y  nombró  con  todas  las  dili- 
gencias y  autos  que  como  tal  ciudad  se  debe  hacer  válido  para 
agora  é  para  siempre  jamás;  hecho  lo  que  dicho  es,  el  mismo 
día  mes  y  año  arriba  dicho,  el  señor  general  tomó  en  sus 
manos  una  cruz  é  la  puso  en  el  sitio  en  que  la  fundación  de 
la  Iglesia  de  esta  ciudad  ha  de  ser,  é  le  daba  é  señaló  por  pa- 
trón de  la  dicha  Iglesia  al  Sor  San  Pedro,  patrón  y  vicario 
de  la  Cristiandad,  al  cual  tomaba  é  tomó  por  abogado,  é 
le  señalaba  é  señaló  por  mayordomo  de  la  dicha  Iglesia 
á  Francisco  Rubio  por  el  presente  año,  y  señalaba  y  seña- 
ló á  los  vecinos  que  son  en  esta  dicha  ciudad  los  sobares 
por  la  orden  que  aquí  va  declarado  y  sentado,  segmi  la  traza 
de  la  ciudad,  los  cuales  solares  han  de  ser  de  grandor,  en  fren* 
te  de  225  pies  de  doce  puntos,  y  las  calles  de  treinta  y  cinco 
pies  en  ancho  de  la  misma  medida,  y  si  se  mudare  la  dicha 
ciudad,  tendrá  la  misma  orden  y  traza  que  tiene  estal  guar- 
dando los  solares  á  los  vecinos  ó  moradores  en  la  parte  que 
en  esta  dicha  traza  está  é  tiene  hacia  los  vientos  que  están 
señalados  en  el  margen  de  la  dicha  traza,  que  fué  fecha  ut 
supra;  y  el  señor  general  lo  firmó  de  su  nombre,  siendo  tes- 
tigos, el  reverendo  padre  Hernando  de  la  Cueva,  cura  y  vica- 
rio de  esta  dicha  Santa  Iglesia,  y  Diego  Jufré  y  García  He- 
rrera, alcaldes  por  Su  Majestad,  ó  Juan  de  Villalobos,  é  An- 
tonio Chacón,  é  Martin  de  Santander,  y  Hernando  Arias,  y 
Diego  Lucero,  regidores,  y  Alonzo  de  Videla,  procurador  y 
mayordomo  de  esta  dicha  ciudad,  y  Francisco  Peña  y  Cristó- 
bal, y  Cristóbal  Hos ,  y  Cristóbal  de  Terijaís,  y  Tomás 

Nuñez  y  otros  muchos  que  presente  estaban  á  todo  lo  que 
dicho  es. 

«Fecho  y  sacado  fué  el  dicho  traslado  de  la  dicha  traza  y 
asiento  de  la  dicha  ciudad  del  original  que  parecía  estar  fe 
cho  á  nombre  é  firma  que  decia  Juan  Jufré,  é  de  nn  nombre 
é  firma  que  decia  Juan  de  Contreras,  escribano  público,  y 
daba  fóe  haber  pasado  ante  él,  y  corregido  por  mi  Ambrosio 
de  Moscoso,  escribano  de  Su  Majestad  en  esta  ciudad  de  los 
Reyes,  á  14  dias  del  mes  de  Febrero  de  1572  años,  é  doy  f ée 


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26  EL   PAÍS   DE   CUYO 


que  va  cierto  y  verdadero  testigo  que  fueron  presentes  á  lo 
ver  sacar  y  correjir,  Alonzo  Márquez  y  Pedro  Ángulo,  es- 
tantes en  esta  ciudad. 

En  fée  de  lo  cual  fice  aquí  este  mió  signo  atal,  en  testimo- 
nio de  verdad.  —  Ambrosio  de  Moscosoy  escribano  de  S.  M.  > 

«  Nos  los  escribanos  públicos  que  aquí  firmamos  nuestros 
nombres,  damos  fé  á  los  que  la  presente  vieren,  como  Am- 
brosio de  Moscoso,  escribano  de  cuya  mano  va  firmado  y  sig- 
nando este  testimonio  de  esta  otra  parte,  es  tal  escribano  de 
Su  Magestad,  como  en  él  se  nombra,  y  á  sus  escrituras  y  otros 
autos  que  ante  él  pasan,  se  les  ha  dado  entera  fée  y  crédito, 
en  juicio  y  fuerza  de  él,  como  á  escrituras  signadas  y  firma- 
das de  tal  escribano,  y  de  ello  damos  la  presente,  que  es  fecha 
en  los  Reyes  á  14  dias  del  mes  de  Febrero  de  1572  años.  — 
Francisco  de  la  Vega,  Alonzo  Sirres,  Juan  Gutiérrez  y  Es- 
teban Pérez,  Escribanos  públicos.  > 

4.  —  En  1566,  la  ciudad  de  Mendoza,  que  había  conservado 
su  nombre,  no  obstante  las  providencias  de  Jufró  en  contra- 
rio, contaba  con  una  población  muy  regular,  con  terrenos 
cultivados  mediante  la  irrigación  por  canales  y  con  la  nece- 
sidad de  recibir  ensanche  para  desahogo  y  comodidad  de 
aquélla. 

El  Cabildo  y  Ayuntamiento  de  la  ciudad,  proveyendo  á  ésto, 
y  para  fijar  los  égidos  de  la  población,  celebró  en  8  de  Enero 
de  1566  el  acta  que  va  á  continuación. 

«  En  la  ciudad  de  Mendoza,  Nuevo  Valle  de  Rioxa,  Pro- 
vincia de  los  Huarpes,  á  ocho  dias  del  mes  de  Enero,  año  de 
mil  quinientos  sesenta  y  seis,  se  juntaron  en  su  Cabildo  y 
Ayuntamiento,  como  lo  han  de  uso  y  costumbre;  conviene  á 
saber:  los  muy  magníficos  señores  Juan  de  Villegas  y  San- 
cho de  Medrano,  Alcaldes  Ordinarios  de  esta  dicha  ciudad, 
por  su  Magestad;  é  Gabriel  de  Zepeda,  y  Lope  de  la  Peña,  y 
Juan  Gómez  de  Yeberes,  y  Diego  de  Velazco,  Rejidores;  y 
Albano  Ortiz,  Aguacil  Mayor,  con  voz  y  voto  en  Cabildo: 
entre  cosas  que  trataron  tocantes  al    servicio  de  Dios  y  el 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  27 


bien  de  la  República,  acordaron  y  dijeron,  todos  de  unánimes 
y  conformes;  que  esta  ciudad  estaba  poblada,  y  en  la  pobla- 
ción della,  no  se  le  habían  señalado  valdios  alrededor,  para 
que  pudiesen  apacentar  los  ganados  de  la  dicha  ciudad  y  ve- 
cinos della,  y  pues  que  no  se  habían  señalado,  que  era  justo 
que  se  diese  tierra  y  términos  para  ello,  y  pues  habia  tierras 
vacias  para  ello,  y  así  propuesto  por  sus  mercedes,  visto  ser 
cosa  conveniente  y  bien  y  pro  de  la  dicha  ciudad  y  Repúbli- 
ca, y  tener  poder  y  comisión  para  ello,  el  dicho  Cabildo,  de 
los  gobernadores  que  en  estas  provincias  eran  y  habían  sido, 
usando  de  dicho  poder  y  comisión,  asi  como  de  los  Goberna- 
dores lo  tienen,  hacían  y  hicieron  merced  á  la  dicha  ciudad, 
para  égidos  de  ella,  desde  la  dicha  ciudad,  hacia  la  parte  del 
Norte  hasta  chacra  de  Pedro  de  Rivas,  vecino  de  esta  dicha 
ciudad;  que  asi  mismo,  le  daban  de  la  parte  del  Oeste,  hasta 
una  acequia  principal  de  Tabaque,  cacique  encomendado  en 
Lope  de  la  Peña ;  y  asi  mismo,  daban  á  la  parte  del  Sud, 
hacia  el  rio,  desde  la  ciudad  diez  cuadras  mas;  y  hacia  el  Este» 
do  sale  el  Sol,  le  daban  y  le  dieron,  largor  de  seis  cuadras. 

«Todas  las  dichas  tierras  y  sitios  dellas,  se  dan  y  hacían 
merced,  toda  la  ciudad  en  redondo,  para  égido,  asi  como  está 
dicho  y  aclarado  arriba,  las  cuales  le  dieron  y  daban,  y  seña- 
laban y  hacian  la  dicha  merced  para  agora  y  para  siempre 
jamás;  y  asi  lo  proveyeron  y  mandaron  y  lo  firmaron  todos 
aquí  de  sus  nombres. — Juan  de  Villegas. — Sancho  de  Medra- 
no. — Lope  de  la  Peña. — Juan  Gómez  de  Yeberes. — Diego  de 
Velazco.  —  Ante  mí:  Juan  de  Coria  Bohorques,  Escribano 
público.  » 


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CAPITULO  III. 

Fundación  de  la  ciudad  de  San  Juan. — Repartimiento  de  tierras. 
—  Nombres  de  la  Ciudad.  —  2.  iSan  Luis  de  Loyola.  —  3.  Re- 
ligión. —  Misioneros  mercedarios.  —  Misiones  jesuíticas.  — 
Doctrinas  desde  el  Diamante  hasta  Valle  Fértil.  —  Colegios 
incoados  en  Mendoza  y  San  Juan. 


1.  —  Mientras  Castillo  realizaba  la  fundación  de  Men- 
doza, no  descuidó  en  mandar  exploradores  al  Norte  para  que 
verificasen  las  riquezas  metalúrgicas  que  había  anuncios  exis- 
tían entre  los  moradores  del  Valle  de  Tucuma,  lugar  á  treinta 
leguas  al  Norte  de  Mendoza.  A  este  fin,  se  asegura  fué  comi- 
sionado Martin  Euiz  de  Gamba1,  quien  llevó  á  cabo  la  fun- 
dación de  la  ciudad  de  San  Juan  de  la  Frontera,  á  la  costa  de 
un  rio  que  desde  entonces  llevó  el  nombre  de  la  población. 

Al  año  siguiente,  Villagran,  sucesor  de  Hurtado  de  Men- 
doza, comisionó  al  capitán  Don  Juan  Jufré,  Teniente  General 
en  Cuyo,  para  que  pasase  á  descubrir  las  tierras  al  Norte,  y 
asegurase  las  fundaciones  hechas  en  el  año  anterior. 

Jufré  llegó  al  fuerte  establecido  por  Gamboa,  y  hallándole 
en  ruinas  por  las  inundaciones  del  rio  y  malones  de  los  indios, 
determinó  cambiarlo  de  local  y  establecer  algunas  ligeras 
fortificaciones  que  pusiese  la  población  al  abrigo  de  las  ame- 
nezas  de  los  naturales.  De  estos  fuertes  existían,  no  hace 
cuarenta  años,  los  de  Las  Tapiecitas,  que  formaban  el  cordón 
militar  del  Norte  contra  los  indios  Chimbas  y  demás  tribus  de 
Mogna  y  Huachi,  siendo  el  límite  de  frontera  de  el  País  de 
Cuyo  por  este  rumbo. 

Trasladada  la  población  veinte  y  cinco  cuadras  al  Sud,  se 


•  Historia  de  la  Compañía  de  Jesús  en  Chile. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  2*J 


hizo  la  nueva  fundación  en  el  sitio  que  hoy  ocupa  la  ciudad 
de  San  Juan,  en  13  de  Junio  de  1562,  conservando  el  lugar 
la  población  de  Gamboa,  aun  en  nuestros  dias,  el  nombre  de 
Pueblo  Viejo,  que  hoy  forma  la  cabeza  del  distrito  departa- 
mental sub-urbano  de  La  Concepción. 

No  hemos  podido  conseguir  el  acta  de  la  primera  funda- 
ción de  San  Juan,  pero  sí  la  de  la  fundación  de  Jufré,  que 
publicamos  á  continuación: 

Fundación  de  la  ciudad  de  San  Juan  de  la  Frontera 
por  el  capitán  Juan  Jufré. 

«  En  este  asiento  y  valle  de  Tucuma,  provincia  de  los  Guar- 
pes,  que  es  de  esta  otra  parte  de  la  gran  Cordillera  Nevada,  á 
trece  dias  del  mes  de  Junio  de  mil  y  quinientos  y  sesenta  y 
dos  años,  ante  mi  Tomás  Nuñez,  escribano  de  Juzgado  en  es- 
tas dichas  provincias,  el  muy  magnífico  señor  Juan  Jufré, 
teniente  de  gobernador  y  capitán  general  en  estas  dichas 
provincias  é  las  demás  comarcanas  hasta  la  mar  del  Norte, 
por  el  muy  ilustre  señor  don  Francisco  de  Villagra,  mariscal, 
gobernador  y  capitán  general  en  los  reynos  de  Chile  y  destas 
provincias  por  S.  M.  é  dijo :  que  él  viene  á  estas  provincias 
con  poderes  muy  bastantes  de  S.  M.  y  del  dicho  señor  gober- 
nador á  las  poblar  y  reducir  al  servicio  de  Dios  nuestro  Se- 
ñor y  de  la  magestad  real  del  rey  de  Castilla  D.  Felipe,  nues- 
tro señor,  como  por  las  provisiones  que  de  ello  tiene  consta 
y  es  mandado;  y  de  las  dichas  provincias  tiene  tomada  pose- 
sión en  nombre  de  S.  M.  y  mucha  parte  de  los  naturales  de 
ella  han  dado  la  ovediencia  y  están  de  paz,  y  porque  el  tiem- 
po que  ha  que  está  en  ellas  ha  sido  breve,  en  el  cual  no  ha 
podido  hallar  asiento  ni  lugar  para  donde  fundar  una  ciudad 
con  mero  imperio;  é  porque  de  no  fundarla  é  alzar  rollo  e 
nombrar  cabildo  é  Tejimiento,  podría  redundar  inconvenien- 
tes y  daños,  asi  por  lo  que  toca  al  servicio  de  Dios  y  de  S.  M. 
como  contra  los  naturales  y  españoles  que  en  estas  provin- 
cias están,  y  para  que  cesen  los  dichos  inconvenientes  y  esta 
tierra  se  perpetúe  y  pueble,  y  se  puedan  encomendar  los  in- 


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30  EL   PAÍS   DE   CUYO 

dios  en  los  españoles  vasallos  de  S.  M.  que  en  su  servicio  en 
este  dicho  asiento  están,  para  que  las  puedan  doctrinar  y  en- 
señar en  las  cosas  de  nuestra  santa  fe  Católica,  y  mostrarles 
á  vivir  políticamente,  guardándoles,   é  haciéndoles  en  todo 
justicia,  me  pareció  convenia  en  este  dicho  asiento  y  valle, 
alzar  rollo  y  nombrar  alcaldes  y  rejidores  y  oficiales  de  S.  M., 
y  los  demás  oficios  que  son  anexos  al  mejor  gobierno  de  ella, 
y  ante  todas  cosas  señalado  la  advocación  de  la  Iglesia  Ma- 
yor de  la  dicha  ciudad,  la  cual  se  ha  de  nombrar  y  llamar 
Señor  San  Pedro,  á  quien  tomo  por  patrón  y  abogado  y  esta 
dicha  ciudad  se  ha  de  llamar  y  nombrar  la  ciudad   de  San 
Juan  de  la  Frontera,  provincia   de  los  Guarpes  en  todas  las 
escrituras  y  demás  cosas  que  fueren  necesarias  nombrarse,  á 
la  cual  doy  por  término  y  jurisdicción,  con  mero  y  misto  im- 
perio, treinta  leguas  hasta  hacia  la  banda  de  Lampa,  que  es 
ó  la  banda  del  Oeste,  y  hacia  la  banda  del  Ueste  hasta  el  va- 
lle de  Catalve,  y  hacíala  banda  del  Sur  hasta  el  valle  de  Gua- 
nacache,  y  por  aquel  distrito  hacia  la  banda  del  Norte  otras 
treinta  leguas  (aquí  se  halla  el  plano  cuyo  facsímile  se  agrega 
al  final  de  este  libro)  y  el  dicho  señor  general  habiendo  visto  y 
andado  por  este  dicho  valle,  halló  un  sitio  donde  le  pareció  es- 
taría bien  poblar  y  fundar  asiento  la  dicha  ciudad,  ó  por  vir- 
tud de  los  poderes  que  S.  M.  y  del  dicho  señor  gobernador 
tiene,  tomó  en  sus  manos  un  árbol  el  cual  dijo  que  alzaba  y 
alzó  por  rollo  y  árbol  de  justicia,  para  que  en  él  se  ejecute  la 
justicia  real,  para  ahora  y  para  siempre  jamás;  y  dando  á  en- 
tender á  todos  los  caballeros,  soldados  y  pobladores  que  pre- 
sentes estaban,  que  si  habia   alguno   que  fuese  de  otro  rey 
que  lo  quisiese  defender  el  dicho  asiento,  dijere  noto  poder 
hacer  ni  fundar;  todos  los  cuales  dijeron  que  no,  y  todos  ju- 
raron y  prometieron  de  sustentar  y  defender  todo  lo  arriba 
dicho,  y  el  dicho  señor  general,  este  dicho  dia  que  el   dicho 
rollo  y  picota  alzó,  tomó  en  sus  manos  una  cruz  y  la  puso  en 
el  sitio  en  que  la  fundación  de  la  dicha  Iglesia  que  de  esta 
dicha  ciudad  ha  de  ser,   y  la  puso  con  sus  manos  en  el  dicho 
sitio,  la  cual  dicha  ciudad  dijo  que  fundaba  y  fundó,  con  tal 
aditamento   la    fundaba  y  fundó  llevando  si  se  mudare   la 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  31 


misma  orden  arriba  dicha,  guardando  los  solares  á  loa  veci- 
nos y  moradores  en  la  parte  que  en  esta  dicha  traza  están  y 
tienen,  hacia  los  vientos  que  están  señalados  en  el  margen  de 
la  dicha  traza  ut  supra  y  firmólo  de  su  nombre,  siendo  testigos 
Pedro  Márquez  y  Diego  Lucero  y  Hernando  Arias  y  Cristó- 
val  Sánchez  y  Juan  de  Malla  y  Luis  Iverú  y  Gaspar  Ifciiiz  y 
Cristóval  de  Buica  y  Martin  Delvira,  á  todo  lo  dicho  es,  é 
firmólo  de  su  nombre.» 

«Fecho  y  sacado  fué  el  dicho  traslado  del  original  que  pa- 
recía estar  firmado  de  una  firma  que  decia  Juan  Jnfré,  y 
otra  que  decia:  Ante  mí  Tomás  Nuñez,  escribano  del  Juzga- 
do, y  correjidor,  por  mi  Ambrosio  de  Moscoso,  escribano  de 
S.  M.,  en  esta  ciudad  de  los  Reyes,  á  15  dias  del  mes,  dia  (rota) 
de  mil  é  quinientos  y  setenta  y  dos  años;  é  doy  fé  que  va 
cierto  y  verdadero,  y  fueron  testigos  á  lo  ver  correjir  Gómez 
de  Aviles  y  Lorenzo  Herse,  estantes  en  esta  ciudad.  En  fé  de 
lo  cual  fice  aquí  este  mió  signo  atal  —  en  testimonio  de  ver- 
dad, Ambrosio  de  Moscoso,  Escribano  de  S.  M 

Hay  un  signo  y  una  rúbrica.» 

La  ciudad  contaba  en  la  nueva  fundación  con  veinte  y  tres 
vecinos  encomenderos  y  mil   quinientos  indios  de  servicio. 

La  traza  del  pueblo,  como  se  vé  en  el  plano,  constaba  de 
veinte  y  cinco  manzanas,  destinada  la  del  centro  para  servir 
de  Plaza  Mayor.  En  los  ángulos  del  cuadrado  del  pueblo 
se  fundaron  las  iglesias  de  Santo  Domingo,  San  Francisco, 
Nuestra  Señora  de  las  Mercedes  y  los  hospitales  de  natu- 
rales y  españoles. 

Las  manzanas  que  daban  frente  á  la  plaza,  fueron  repar- 
tidas así : 

La  del  Este,  dividida  en  cuatro  solares,  dos  para  el  fundador 
Jufré  y  los  otros  para  Tomas  Núñez  y  Diego  Ronquillos, 

La  del  Sud,  en  cuatro  solares,  dos  que  ocupaba  h  Iglesia 
Mayor,  uno  la  Hermita  de  Santa  Ana  y  el  otro  la  Casa  de 
Ayuntamiento. 

La  del  Norte,  repartida  entre  Pedro  Márquez,  Diego  Luce- 
ro, Flores  y  un  solar  vacante. 


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32  EL  PAÍS   DE   CUYO 


La  del  Oeste,  entre  García  Hernández,  Cardoso  y  dos  sola- 
res vacantes. 

Lo  demás  del  vecindario,  repartido  en  el  resto  de  la  pobla- 
ción, eran :  Anze,  Contreras,  Hernando  Arias,  Lemos,  Juan 
de  Lagama,  Cristóbal  Sánchez,  Lorenzo  Payo,  Gaspar  Ruiz, 
Juan  Gómez  Isleño,  Juan  Gil,  Martin  Delvira,  Francisco 
Hernández,  Juan  de  Malla,  Luis  Generio  y  Cristóbal  de 
Buica. 

Hemos  correjido  los  rumbos  que  marca  el  plano,  por  que 
están  equivocados:  la  iglesia  de  Santa  Ana  existió  en  el  cos- 
tado Sud  de  la  plaza  de  San  Juan  hasta  1834  en  que  fué 
demolida,  y  las  propiedades  de  Jufré  y  otros  aun  se  conser- 
van desde  la  fundación  de  este  pueblo. 

La  ciudad  de  San  Juan  se  llamó  de  la  Frontera,  ya  por 
constar  en  la  acta  de  fundación,  como  porque  se  hallaba  en 
la  frontera  Norte  de  el  País  de  Cuyo  y  límite  fronterizo  del 
Reino  de  Chile  en  la  parte  oriental  de  los  Andes. 

Llamósele  San  Juan  del  Pico*  y  este  nombre  lo  atribuimos 
á  que  cerca  de  la  ciudad  en  rumbo  Norte  corre  la  sierra  de 
Villicum,  que  ofrece  á  la  vista  un  verdadero  pico  de  mediana 
elevación. 

Finalmente,  llamóse  San  Juan  de  Cuyo,  nombre  que  le  re- 
servamos por  ser  mas  lógico  con  el  pasado  de  esta  ciudad.  El 
país  se  llamó  Cuyo  desde  los  primeros  tiempos;  este  nombre 
consta  en  muchos  documentos  de  grande  importancia;  con  el 
mismo  es  conocida  en  el  orden  eclesiástico,  como  se  verá  en 
la  bula  ereccional  del  Obispado,  y  el  nombre  de  Cuyo  fué  el 
de  la  famosa  Intendencia  que  tanto  se  ilustró  con  la  forma- 
ción del  Ejército  de  los  Andes. 

2.  —  La  tercera  fundación  en  el  País  de  Cuyo  fué  la  de 
San  Luis  de  Loyola  en  el  lugar  denominado  Punta  de  los  Ve- 
nados, por  lo  que  hasta  hoy  es  conocida  con  el  nombre  de 
«San  Luis  de  la  Punta»;  á  sus  hijos  se  les  llama  puníanos1. 


1  Otra  región  de  Cuyum  que  habitó  una  raza  fuerte  y  enteramente  dis- 
tinta de  la  milcayak  y  de  Ja  huarpe. — Era  rama  lule  ó  tonocoté,  fuera  de 
toda  duda.— X.  E. 


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EL  PAÍS  DE  CCYO  33 


Don  Martin  García  Oñez  de  Loyola,  que,  según  el  historia- 
dor Molina  era  sobrino  de  San  Ignacio  de  Loyola,  y  que 
había  adquirido  la  gracia  del  Virey  Toledo  por  la  captura  de 
Tupac-Amarú,  último  vastago  de  los  Incas,  acababa  de  suce- 
der en  el  Gobierno  de  Chile  á  Don  Alonzo  de  Sotomayor.  El 
nuevo  gobernador  se  propuso  completar  la  conquista  y  po- 
blación de  Cuyo,  fundando  un  pueblo  en  los  límites  orienta- 
les del  país,  que  se  extendía  mas  de  cien  leguas  al  oriente 
sobre  el  camino  á  Buenos  Aires.  Al  efecto,  mandó  un  oficial 
con  alguna  gente  para  verificar  la  nueva  fundación,  lo  que  el 
comisionado  realizó  en  1696,  dando  al  nuevo  pueblo  el  ape- 
llido de  su  comitente. 

De  este  modo,  el  País  de  Cuyo,  que  comprendía  la  in- 
mensa área  entre  los  Andes  hasta  200  leguas  al  Este  y  desde 
los  confines  del  Tucuman  hasta  el  Estrecho  de  Magallanes, 
contaba  con  tres  ciudades  que  ejercían  jurisdicción  sobre 
mas  de  veinte  naciones  indias. 

3.  —  Las  creencias  de  los  huarpes  en  materia  religiosa  era 
la  muy  común  á  todas  las  tribus  americanas l  adoradoras  del 
Sol,  practicaban  el  culto  que  les  había  impuesto  la  domina- 
ción peruana  *.  Sin  dejar  de  creer  en  su  Dios  Creador  que  los 
protegía  y  favorecía  en  sus  desgracias,  reconocían  una  duali- 
dad de  poderes  que  se  disputaban  el  dominio  de  las  almas: 
Soychú  como  potestad  del  bien  y  Valichú,  del  mal.  Su  alma 
inmortal  debía  gozar  en  una  vida  mejor  según  los  beneficios 
y  ventajas  á  que  en  la  vida  terrena  se  hubiese  hecho  acreedor 
cada  uno,  conforme  á  las  proezas  guerreras  y  bienes  conse- 
guidos para  la  comunidad.  La  vida  era  un  tiempo  de  espia- 
cion  ó  purificación  mas  ó  menos  largo,  mas  fácil  ó  mas  difí- 
cil, conforme  á  la  tarea  que  á  cada  uno  hubiese  tocado  en 


1  Su  religión  era  la  de  los  primitivos  naturcde*,  con  creencias  metafísicas, 
simbólicas.  Profesaban  culto  al  Dios  de  las  Tempestades,  al  Fálico  ó  de 
la  reproducción.— N.  E. 

*  En  comprobación  del  origen  de  los  habitantes  del  Nuevo  Mundo,  dice 
fray  Blas  Valera,  misionero  en  el  Peni:  «Los  Incas  no  adoraban  sino  al 
Sol  y  á  los  planetas,  en  lo  cual  imitaron  4  los  Caldeos.» 

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J 


34  EL   PAÍS   DE   CUYO 


suerte,  y  la  que  podía  declararse  terminada  según  la  volun- 
tad y  valor  de  cada  uno,  aunque  era  preferible  y  moral 
morir  en  la  guerra. 

Estas  eran  las  creencias  dominantes  en  los  indios  de  Cuyo, 
cuando  dio  principio  la  conquista  material  por  el  arcabuz,  á 
la  que  se  siguió  la  de  la  creencia  por  la  persuacion  y  manse- 
dumbre de  los  misioneros. 

Los  padres  mercedarios,  que  fueron  los  primeros  en  empren- 
der la  tarea  de  las  reducciones  religiosas,  contaban  en  1600 
con  iglesias  de  la  orden  fundadas  en  San  Juan,  Mendoza  y 
San  Luis,  bajo  el  Provincial  fray  Rodrigo  González  de  Car- 
vajal. 

En  1608,  según  el  padre  Lozano  ó  en  1611,  según  el  pa- 
dre Olivares,  los  jesuitas  habían  ya  erigido  un  colegio  de  su 
orden  en  la  ciudad  de  Mendoza,  habiendo  sido  mandado  des- 
de Chile  á  ese  fin  el  padre  Fabián  Martínez. 

En  seguida  se  despacharon  misiones  á  las  Lagunas  de 
Huanacache,  donde  se  erigió  una  iglesia  en  San  Juan,  Sai; 
Luis,  Valle  de  Ucos  y  Diamante. 

El  padre  Luis  de  Valdivia  aprendió  la  lengua  de  los  huar- 
pes  para  facilitar  la  enseñanza  religiosa  y  compuso  á  ese  ob- 
jeto una  gramática  y  vocabulario  que  imprimió  con  otra  de 
la  lengua  de  Chile. 

El  padre  Juan  Pastor,  que  en  1616  fué  electo  primer  Rec- 
tor de  la  casa  de  Mendoza,  hizo  á  su  vez  un  arte  de  la  lengua 
huarpe,  rigiéndose  por  la  de  Valdivia  y  haciéndose  así  mas 
fácil  la  propaganda  de  la  fé  católica. 

Igual  empeño  pusieron  los  sucesores  de  Pastor  fen  el  recto- 
rado de  la  casa  y  colegio  incoado  de  la  ciudad  de  Mendoza, 
siendo  de  notarse  los  padres  Juan  Humanes  y  Domingo  Gon- 
zález, que  multiplicaron  las  misiones,  llevando  la  palabra  del 
Evangelio  hasta  Valle  Fértil,  que  se  halla  á  mas  de  80  leguas 
al  Norte  de  Mendoza. 

Los  párrafos  que  transcribimos  á  continuación,  tomados  de 
la  «Histórica  relación  del  Reino  de  Chile  y  de  las  Misio- 
nes, etc. »,  por  el  padre  Alonso  de  Ovalle,  jesuíta  que  residió 
algunos  años  en  el  País  de  Cuyo,  nos  dan  una  idea  muy  com- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  35 


pleta  de  los  trabajos  de  la  Compañía  y  estado  de  las  misiones 
en  San  Jnan  de  Cuyo  en  los  primeros  años  del  siglo  XVII. 

«La  ciudad  de  San  Juan,  reconociendo  el  bien  que  la  Com- 
pañía hacia  en  todos  sus  moradores,  pobres  y  ricos,  en  gran- 
des y  pequeños,  deseosa  de  tener  en  ella  á  los  jesuítas,  hizo 
instancias  por  mas  de  40  años  pidiendo  padres  de  la  Compa- 
ñía, ofreciendo  el  dar  con  que  sustentarlos.  Aunque  era  ciu- 
dad tan  populosa  como  la  de  Mendoza,  y  allí  había  mucho 
que  hacer  por  ser  grande  la  falta  que  habia  do  obreros,  nun- 
ca se  les  habían  cumplido  sus  deseos. 

c  Hasta  que  el  año  de  1655,  habiendo  ido  el  padre  Cristóbal 
Diosdado  con  el  padre  José  María  Adamo,  á  hacer  misión, 
como  solían,  á  esta  ciudad  de  San  Juan,  se  llevaron  de  tal 
suerte  los  corazones  de  todos  y  se  les  aficionaron,  de  modo 
que  aunque  quisieron  volverse  al  colegio  de  Mendoza,  aca- 
bada la  misión,  no  los  dejó  volver  el  Correjidor  y  el  Cabildo. 
Y  juntándose  la  ciudad,  ofrecieron  todos  su  limosna,  deseo- 
sos todos  de  tener  allí  á  los  jesuítas  y  un  colegio  en  su  repú- 
blica, independiente  dol  colegio  de  Mendoza. 

«Juntáronse  en  cabildo,  ó  hicieron  cómputo  de  las  limos- 
nas que  todos  habían  ofrecido. 

«Envió  el  padre  vice-provincial,  por  primer  rector  al  pa- 
dre Cristóbal  Diosdado,  misionero  antiguo,  de  grande  espíri- 
tu y  fervor;  y  los  vecinos  de  la  ciudad  de  San  Juan  enviaron 
todo  el  avío  necesario  para  los  padres,  á  quienes  salió  acom- 
pañando el  general  de  aquella  provincia,  y  llegados  á  la  ciu- 
dad, fueron  recibidos  con  grandísimo  gusto  de  toda  ella. 
Hízoles  donación  el  capitán  Gabriel  de  Malla  de  una  estancia 
y  una  viña,  y  diéronles  una  casa  en  lo  mejor  de  la  ciudad, 
que  fué  en  la  pla^a,  donde  acomodaron  su  iglesia,  é  hicieron 
viviendas  y  comenzaron  desde  luego  á  ejercitar  sus  ministe- 
rios enfervorizando  al  pueblo,  avivando  la  frecuencia  de  los 
sacramentos;  y  lo  que  mas  bien  pareció  de  su  fervoroso  celo, 
fueron  las  exposiciones  que  hacían  de  la  doctrina  cristiana 
Jos  días  de  fiesta,  á  que  concurría  todo  el  lugar. » 


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36  EL   PAls   DE   CUYO 


c  Pasaron  á  hacer  misión  á  Valle  Fértil,  donde  estaban  unos 
indios  desamparados,  que  si  no  les  fuera  á  buscar  el  celo  de 
la  Compañía  y  solicitar  su  salvación,  todos  estuvieran  en  su 
gentilidad.  Hicieron  alli  muchas  conversiones  y  recibieron 
los  indios  la  palabra  divina  con  gusto  y  afición.  > 

«  Esta  fundación  del  colegio  incoado  de  la  ciudad  de  San 
Juan  no  pudo  subsistir  mucho  tiempo,  porque  la  Compañía 
socorre  de  cuanto  necesitan  sus  sugetos  en  el  alimento  y  ves- 
tuario, iglesia,  sacristía  y  otras  muchas  cosas  que  se  necesi- 
tan en  una  casa.  Y  esto  sin  ovenciones  de  misas  ni  entierros, 
ni  mas  pié  de  altar  que  lo  que  dan  sus  haciendas.  Las  que  se 
ofrecieron  en  esta  fundación  no  fueron  suficientes  á  poderse 
mantener  con  la  decencia  que  lleva  la  regla  de  la  Compañía. 
Porque  si  se  permitiera  que  cada  jesuíta  buscase  para  sí  lo 
que  necesitaba,  cuántas  indecencias,  faltas  de  regla  y  relaja- 
ción era  preciso  que  los  superiores  tolerasen!  Por  lo  cual, 
después  de  diez  ó  doce  años  que  la  Compañía  habia  existido 
en  San  Juan,  se  retiraron  los  padres  al  colegio  de  la  ciudad 
de  Mendoza,  dejando  iglesia  y  casa,  que  todo  era  pequeño 
como  se  habia  edificado.  Lo  cual  todo  se  mantuvo  sin  ruina 
alguna  hasta  que  volvieron  á  fundar  los  padres,  porque  pa- 
rece que  Dios  quería  que  los  jesuítas  volviesen  á  habitar  eu 
aquella  ciudad,  y  les  conservó  su  morada  á  beneficio  de  los 
curas  de  aquel  pueblo,  los  cuales,  luego  que  la  evacuaron  los 
jesuítas,  la  cojieron  por  su  habitación  y  cuidaron  de  reparar 
los  techos. » 

«  Aunque  la  Compañía  se  retiró  de  la  ciudad  de  San  Juan, 
no  se  olvidó  de  los  sanjuaninos,  porque  como  antes  acudían 
de  dos  en  dos  años  á  hacerles  misión,  á  confesarles  y  conso- 
larles, lo  cual  ellos  agradecían  y  estimaban  á  la  Compañía, 
sin  que  les  faltase  aquel  buen  afecto  que  antes  les  habían  te- 
nido, sintiendo  siempre  su  ausencia.  Asi  se  fueron  pasando  y 
continuando  algunos  años,  sin  que  los  jesuítas  desampararan 
del  todo  á  los  sanjuaninos,  ni  en  ellas  faltase  el  amor  á  la 
Compañía  hasta  el  año  de  1712.  cuarenta  y  cinco  años  des- 
pués que  los  padres  salieron  de  la  ciudad  de  San-Juan,  que 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  37 


con  la  ocasión  de  haber  llegado  la  misión  que  trajo  el  pan 
procurador  Domingo  Martin,  siendo  provincial  de  esta  pro- 
vincia el  padre  Antonio  Covarrubias,  volvieron  con  nuevas 
y  mas  apretadas  instancias  los  vecinos  de  San  Juan  á  clamar 
al  padre  provincial  los  consolase,  enviándoles  padres  que  vol- 
viesen á  poblar  aquella  casa  que  todavía  se  conserva,  espe- 
rando á  sus  lejí timos  dueños.  » 

«  Movido  el  padre  provincial  Antonio  Covarrubias  de  tan 
repetidas  y  eficaces  súplicas,  determinó  que  fuesen  dos  pa- 
dres á  misión,  y  reconociesen  los  ánimos  de  aquellos  vecinos 
para  con  su  informe  determinar.  Lo  que  ejecutaron,  dando 
noticia  cómo  un  noble  vizcaíno,  que  estaba  acimentado  en  la 
ciudad  de  San  Juan,  ofrecía  para  la  nueva  fundación,  una 
estancia  que  poseía  á  orillas  del  rio  de  San  Juan  y  junto  á  la 
laguna  de  Gruanacache,  que  era  la  mejor  que  había  en  aquella 
comarca.  Con  cuya  noticia  se  determinó  á  ordenar  que  fue- 
sen á  poblar  aquella  casa  de  San  Juan,  al  padre  Manuel  BU 
jus  con  el  padre  Arnaldo  Lasperj,  quienes  volvieron  á  fundar 
la  casa  ó  residencia  de  San  Juan.  La  cual  hasta  ahora  no  tie- 
ne título  de  colegio  incoado,  que  se  está  solicitando,  asi  del 
Bey  para  poder  fundar  el  colegio,  como  de  nuestro  padre  Ge- 
neral para  que  le  admita  por  colegio.» 

«  El  noble  vizcaíno,  que  nos  hizo  la  donación  de  la  estan- 
cia, se  llamaba  don  Francisco  Marigota.  Casóse  alli  en  San 
Juan,  donde  fué  estimado  por  su  persona  y  nobleza.  No  tuvo 
hijos,  le  hizo  esta  donación  á  la  Compañía,  á  quien  después i 
porque  los  padres  tuviesen  mas  capacidad  donde  extender  su 
habitación,  nos  compró  media  cuadra  de  tierra  contigua  á  la 
otra  media  que  tuvimos  cuando  entramos  la  primera  vez,  y 
quedó  toda  la  cuadra  en  contorno  para  el  colegio,  sin  otra  al- 
guna vecindad,  pared  por  medio,  como  la  tenían  antes;  y  le 
quedó  mucha  capacidad  para  una  buena  huerta.  Fueron  los 
padres  á  cojer  posesión  de  la  casa,  que  la  hallaron  como  los 
primeros  jesuítas  la  habían  dejado,  en  pié  y  vacia.  Recibié- 
ronlos los  vecinos  con  grandes  extremos  de  alegría  y  gusto 
de  ver  que  ya  habían  conseguido  el  tener  en  su  ciudad  se- 
gunda vez  á  los  padres  de  la  Compañía  de  Jesús,  en  quienes 


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38  EL  PAÍS   DE   CUYO 


esperaban  tener  el  consuelo  para  sos  almas.  Empezaron  los 
nuestros  á  ejercer  los  ministerios  de  la  Compañía  con  fruto  y 
aplauso.  Mas  como  lo  que  les  habían  dado  eran  solas  tierras, 
porque  las  primeras  posesiones  que  les  dieron  al  retirarse  los 
padres  se  volvieron  á  sus  dueños,  pasaron  con  harto  trabajo 
aquellos  primeros  años,  porque  no  tuvieron  forma  de  poblar 
la  estancia  de  ganados,  ni  gente  que  los  cuidase.  Solo  tenian 
una  viña  pequeña  que  de  arrendamiento  daba  30  arrobas 
de  mosto  y  una  chacarilla  en  que  se  sembraba  algunas  le- 
gumbres. Hasta  que  se  fueron  mejorando  los  tiempos,  pu- 
dieron adquirir  algún  ganado  y  se  plantó  una  viña.  Una  se- 
ñora de  Mendoza  les  dio  unas  piezas  de  esclavos  y  un  pe- 
dazo de  viña,  con  que  se  fueron  manteniendo  hasta  el  año 
presente,  que  ya  se  mira  con  alguna  conveniencia. » 

«Porque  don  Rodrigo  Quiroga,  clérigo  presbítero  (fué 
antes  de  la  Compañía),  fomentó  mucho  aquella  pobre  casa. 
Dio  á  los  padres  de  San  Juan  un  pedazo  de  viña  ó  hizo  que 
una  hermana  suya,  llamada  doña  Agustina  Quiroga  que  tenia 
alli  junto  otro  pedazo,  se  lo  cediese  á  los  padres,  y  en  cuanto 
pudo  los  ayudó.  Por  lo  cual  alcanzó  de  nuestro  padre  general 
carta  de  hermandad  y  bienhechor,  y  que  pudiese  ser  recibido 
en  la  Compañía  á  la  hora  de  la  muerte,  como  se  recibió  y 
murió,  y  se  enterró  con  la  sotana  de  la  Compañía  en  nuestra 
casa.  Cuando  murió,  dejó  á  la  casa  de  la  Compañía  de  San 
Juan  la  plata  labrada  que  tenia.  Mediante  el  fomento  que 
tenia  de  este  ejemplar  sacerdote,  pudo  aquella  casa  mante- 
nerse con  algún  descanso  y  la  actividad  del  padre  Timoteo 
Vinales,  que  estuvo  seis  años  de  Superior.» 

«Compró  negros,  que  con  los  que  se  habían  procreado,  se 
hallaba  ya  con  22  piezas  de  esclavos.  De  suerte  que  ya  se 
pudo  representar  á  nuestro  padre  general,  como  la  residencia 
y  casa  de  San  Juan  se  puede  mantener  y  tiene  lo  suficiente 
para  que  constituya  colegio  por  ser  las  viñas  fincas  seguras, 
porque  trasportado  el  vino  ó  aguardiente  á  Buenos  Aires  ó 
á  Santa-Fé,  se  alcanza  lo  sufiente  para  la  mantención  de  una 
casa,  en  plata  ó  géneros.  » 


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CAPITULO  IV. 

Despotismo  ejercido  con  los  huarpes  y  su  completo  sometimien- 
to. —  2.  Fundación  de  Jáchal  y  Valle  Fértil.  —  3.  Tentativas 
del  País  de  Cuyo  para  separarse  de  Chile.  —  4.  Creación  del 
Vireynato  del  Rio  de  la  Plata.  —  Intendencias. 


1.  —  La  conscripción  civil  á  que  los  indios  fueron  sujeta- 
dos por  los  conquistadores  bajo  el  nombre  de  mita,  encomien- 
das y  yanaconas,  forma  la  página  mas  negra  de  la  historia  de 
la  conquista  de  América. 

El  descubrimiento  del  mineral  de  Potosí  por  Huallpa  en 
1545,  y  la  necesidad  de  su  explotación  que  saciase  la  sed  de 
oro  de  los  conquistadores,  hizo  lugar  á  los  penosos  trabajos 
forzados  que  pesaron  hasta  sobre  12.000  mitayos  ocupados 
en  el  laboreo  de  minas. 

La  institución  de  las  encomiendas  hacía  que  los  indios  de 
Cuyo,  donde  quiera  que  se  hallasen,  presentes  ó  ausentes  de 
sus  tierras,  debían  pagar  un  tributo  de  ocho  pesos  de  á  ocho 
reales,  de  los  cuales,  cinco  y  medio  eran  para  el  encomendero, 
peso  y  medio  para  la  doctrina,  medio  para  el  Correjidor  y 
medio  peso  para  el  Protector1. 

Cada  indio  para  pagar  el  tributo,  debía  servir  ciento  sesen- 
ta y  ocho  dias. 

Se  les  hacía  abandonar  sus  tierras  y  familias,  cruzando  los 
Andes  á  pié  para  ir  á  Santiago  y  demás  ciudades  de  Chile  á 
servir  á  amos  desconocidos  por  mandato  de  sus  opresores. 

El  trato  bestial  que  se  les  daba,  forzándolos  á  penosísimos 
trabajos,  y  la  expatriación  que  se  les  imponía  con  abandono 
de  sus  familias,  llegó  por  fin  á  conmover  á  los  mismos  opre- 


Ley  14,  título  16,  lib.  6,  Rec.  de  Indias. 


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40  EL  PAl8   DE   CUYO 


sores  de  tal  modo,  que  la  misma  ley  que  autorizaba  semejan- 
te despotismo,  se  modificó,  prohibiendo  que  el  tercio  de  in- 
dios de  Cuyo  pasase  en  adelante  á  servir  de  mita  en  la  otra 
parte  de  las  Cordilleras1. 

El  servicio  personal  de  los  indios,  que  había  sido  prohibido 
por  cédulas  de  20  de  Junio  de  1523  y  24  de  Noviembre  de 
1601,  había  perdido  su  fuerza  por  la  distancia  y  oposición  de 
los  encomenderos,  siendo  de  notarse  que  el  carácter  prohi- 
bitivo de  esta  última  era :  t  porque  son  causa  de  que  los  in- 
dios se  vayan  consumiendo  y  acabando  con  las  opresiones  y 
malos  tratamientos  que  reciben». 

Estos  verdaderos  atentados  contra  la  humanidad  que  los 
conquistadores  cousumaban  en  todas  partes,  provocaron  la 
indignación  de  las  potestades  civiles  y  religiosas,  y  hallaron 
un  verdadero  apóstol  de  caridad  en  el  padre  Bartolomé  de 
las  Casas,  obispo  de  Chiapa  en  Méjico,  quien  protestó  enérgi- 
camente contra  las  crueldades  de  que  eran  objeto  los  indios, 
hallando  sus  quejas  eco  simpático  ante  el  soberano  de  España 
Carlos  V,  quien  dictó  algunas  medidas  represivas. 

Las  Casas  no  cesó  en  su  obra  de  caridad  en  favor  de  los 
americanos,  durante  los  60  años  que  vivió  en  América,  y  en 
prosecusion  de  tan  nobles  propósitos,  publicó  una  relación  de 
la  destrucción  de  los  indios,  obra  que  ha  merecido  la  repro- 
ducción en  varios  idiomas. 

En  26  de  Mayo  de  1626,  Don  Francisco  Salcedo,  obispo  de 
Santiago  de  Chile,  en  su  visita  hecha  á  San  Juan,  Mendoza, 
Valle  Fértil  y  Capayanes,  «viendo  el  excesivo  rigor  con  que 
los  huarpes  eran  tratados,  llevándolos  en  mita  á  Chile,  con 
abandono  de  sus  mugeres,  etc.,  etc.»,  violando  así  lo  dispues- 
to por  las  reales  cédulas,  se  vio  en  el  caso  de  condenar  con 
excomunión  mayor  y  cien  pesos  de  oro  por  cada  pieza  que  se 
sacase  de  Cuyo;  y  facultando  á  los  vicarios,  curas  y  doctrine- 
ros para  que  aplicasen  estas  penas  á  todos  los  encomenderos 
y  demás  personas  de  cualquiera  clase,  así  naturales  como 
españoles,  si  en  Enero  del  año  siguiente  no  estuviesen  en  sus 


Ley  85,  tít.  16,  lib.  6.  Rec.  de  Indias. 


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EL  PAlS  DE  CUYO  41 


tierras  los  indios  que  se  hallaban  fuera  de  su  naturaleza, 
por  alquiler  ó  cualquiera  otro  modo  con  que  se  pudo  compe- 
lerlos al  abandono  de  sus  hogares. 

Estos  rigores,  que  no  eran  de  extrañarse,  dada  la  clase 
de  aventureros  que  la  España  mandaba  en  gran  parte  á  la 
conquista,  hallaron  su  excusa,  si  se  recuerda  que  la  Iglesia 
misma  tuvo  sus  escrúpulos  para  admitir  á  los  habitantes  de 
América  en  el  rango  de  seres  racionales,  que  el  bautismo, 
aun  como  medio  civilizador  y  de  propaganda  fide,  se  les  es- 
catimó á  los  indios,  y  que  en  fin,  recien  en  2  de  Junio  de  1537, 
Paulo  III,  fundador  de  la  Inquisición,  expidió  su  bula  que 
declaró  á  los  americanos  seres  racionales  y  que  los  indios  eran 
realmente  hombres. 

El  funesto  consorcio  del  trono  y  del  altar,  que  aunaba  el 
terror  del  arcabuz  con  la  remora  del  fanatismo  religioso, 
hacía  desesperar  á  los  indios,  que  no  llegaron  á  ver  en  el  cris- 
tianismo y  las  misiones  mas  que  medios  para  reducirlos  á  la 
mas  amarga  esclavitud. 

— Déjate  bautizar,  decía  un  franciscano  á  un  indio,  ó  irás 
al  Cielo. 

— ¿Van  también  allí  los  españoles?  preguntó  el  indio. 

— Sí,  pero  solamente  los  que  son  virtuosos  y  buenos. 

— Entonces,  yo  no  quiero  ir  al  Cielo. 

A  través  de  los  siglos,  el  monarca  Fernando  VII  se  da  la 
mano  con  el  papado  para  condenar  el  sentimiento  mas  natu- 
ral y  noble  de  los  pueblos  que,  sintiéndose  capaces  de  la  liber- 
tad, quieren  ser  libres. 

Los  buques  de  la  Península,  que  traían  un  ejército  para 
ahogar  nuestra  revolución  y  matar  nuestra  independen  cia, 
eran  los  conductores  de  las  encíclicas  de  Pió  VII  (1816)  y  de 
León  XII  ( 1824),  dirigidas  á  los  obispos  de  América,  conde- 
nando nuestra  emancipación  política. 

Es  que  el  derecho  divino  de  la  Monarquía  sentía  tan  honda- 
mente, como  el  de  las  bulas,  diezmos  y  primicias. 

El  horroroso  despotismo  de  que  eran  víctimas  los  huarpes, 
produjo  el  gran  movimiento  de  1632,  en  que  éstos,  en  combi- 


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42  EL   PAlS   DE  CUYO 


nación  con  todas  las  tribus  del  Norte  hasta  los  calchaquíes, 
atacaron  las  poblaciones  españolas. 

En  1661,  los  hnarpesen  anión  con  los  puelches,  pehuenches 
y  araucanos  verifican  un  gran  levantamiento  que  se  manifies- 
ta por  ataques  aislados,  y  seis  años  después  destruyen  los 
pueblos  del  Valle  de  Ucos,  Corocorto  y  otras  nacientes  po- 
blaciones, amenazando  aun  hasta  la  ciudad  de  Mendoza  que 
tuvo  que  fortificarse  para  repeler  cualquier  agresión  que  se 
intentase  contra  ella. 

En  1712,  un  nuevo  alzamiento  de  los  huarpes  en  combina- 
ción con  los  pehuenches,  llevan  la  consternación  á  los  pue- 
blos, que  vieron  la  ciudad  de  San  Luis  entregada  al  incendio 
y  desolación  en  poder  de  los  indios  que  la  tomaron  por  sor- 
presa. 

La  última  tentativa  de  este  género,  verificada  por  los  in- 
dios, fué  la  que  encabezó  José  Gabriel  Tupac-Amarú,  cacique 
del  pueblo  de  Tungasuca,  Provincia  de  Tinta  en  el  Perú,  en 
4  de  Noviembre  de  1780,  la  que  repercutió  entre  los  calcha- 
quíes y  huarpes,  y  concluyó  por  la  bárbara  muerte  á  que  se 
le  sugetó *  en  la  plaza  del  Cuzco,  con  ocho  mas  de  sus  compa- 
ñeros, en  18  de  Mayo  del  año  siguiente.  Este  bárbaro  y  atroz 
castigo  contuvo  á  los  indios  de  aquende  los  Andes,  y  dio  por 
resultado  la  completa  sumisión  de  todos  los  que  no  pudieron 
emigrar  á  las  pampas.  Desde  entonces,  el  elemento  indígena 
en  Cuyo  comienza  á  desaparecer,  confundido  por  la  fusión 
operada  entre  la  raza  india  y  la  de  sus  dominadores.  La  ser- 
vidumbre les  alejó  de  sus  montañas,  donde  vivían  formando 
miserables  tamberías  (caseríos),  en  Calingas ta,  Mogna,  La- 
gunas de  Huanacache  y  otros  parajes  de  Cuyo. 

2.  —  Ademas  de  las  tres  ciudades  con  que  contaba  este 
país,  había  varias  doctrinas  y  encomiendas  que  existían  des- 
de el  Diamante  hasta  el  Valle  Fértil.  No  obstante  esto,  la  ex- 
tensión tan  dilatada  de  este  vasto  territorio  exigía  que  hacia 


1  Atado  á  cuatro  potros  por  los  cuatro  miembros,  tiraron,  sin  poderlo 
dividir,  hasta  que  se  ordenó  cortarle  la  cabeza. 


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EL  PAfS  DE   CUYO  43 


la  parte  del  Norte  se  verificasen  algunas  fundaciones  que  sir- 
viesen de  escala  para  el  comercio  con  las  provincias  del  Norte, 
y  que  diesen  forma  regular  á  las  doctrinas  que  en  dispersas 
poblaciones  existían  en  los  distritos  de  Jáchal  y  demás  tie- 
rras hécia  el  Tucuman. 

Para  proveer  á  estas  necesidades,  fué  que  Don  Domingo 
Ortiz  de  Rosas,  Gobernador  de  Chile,  ordenó  en  1752  la  fun- 
dación de  un  pueblo  en  la  doctrina  de  San  José  de  Jáchal. 
El  pueblo  tomó  el  nombre  de  la  doctrina,  que  desde  años 
atrás  tenía  erigida  una  iglesia  bajo  la  advocación  de  San 
José. 

En  18  de  Abril  de  1776,  Don  Agustín  de  Jáuregui,  que  des- 
pués fué  Virey  del  Perú,  expide  un  auto  en  la  ciudad  de  San- 
tiago de  Chile,  ordenando  la  fundación  de  una  villa  en  la 
doctrina  del  Valle  Fértil  y  de  un  pueblo  de  indios  en  sus  al- 
rededores, fundaciones  que  se  verificaron  el  mismo  año,  reci- 
biendo la  primera  el  nombre  de  San  Agustín  de  Jáuregui  en 
honor  de  su  fundador. 

3.  —  El  País  de  Cuyo,  que,  como  hemos  dicho  en  otro 
lugar,  se  llamaba  Chile  Oriental  ó  Trasmontano,  formaba 
uno  de  los  once  corregimientos  en  que  estaba  dividido  el  Rei- 
no de  Chile,  reconociendo  por  capital  la  ciudad  de  Mendoza, 
donde  residían  las  autoridades  de  provincia. 

La  importancia  de  este  país,  adquirida  especialmente  en 
su  comercio  de  vinos  y  aguardientes,  hizo  sentir  la  necesi- 
dad de  algunas  disposiciones  que  facilitasen  y  diesen  garan- 
tías á  la  exportación  de  frutos  del  país  que  en  retorno  traían 
las  mercancías  de  procedencia  europea  para  las  necesidades 
del  consumo. 

El  asiento  de  las  autoridades  que  podían  proveer  á  estas 
necesidades  con  providencias  y  reglamentos  para  el  ensan- 
che del  naciente  comercio  de  Cuyo,  se  hallaban  á  mas  de 
cien  leguas,  cordilleras  de  por  medio. 

El  servicio  de  la  mita  que  hacía  mas  sensible  la  carencia 
de  brazos  para  el  cultivo  de  la  tierra,  y  el  monopolio  que  las 
ciudades  del  otro  lado  de  los  Andes  ejercían  respecto  del  tra- 


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44  KL   PAl8  DE  CCYO 


bajo  material  de  los  indios,  dio  lagar  á  que  el  Cabildo  de 
Mendoza  reclamase  una  medida  que  remediase  este  mal  ó  in- 
dicase la  de  segregar  el  País  de  Cuyo  del  Reino  de  Chile  para 
su  incorporación  al  Tucuman. 

Una  real  cédula  de  21  de  Mayo  de  1684  había  ordenado 
que  «la  Cordillera  dividiera  el  Reino  de  Chile  de  la  provincia 
del  Rio  de  la  Plata  y  Tucuman.» 

Todas  estas  causas  provocaron  algunas  medidas  de  que  ins- 
truye la  siguiente  real  cédula: 

tEl  Rey.  —  Presidente  y  Oidores  de  mi  Audiencia  de  la 
Ciudad  de  la  Plata,  Provincia  de  los  Charcas. 

«El  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de  la  ciudad  de  Mendo- 
za en  la  Provincia  de  Cuyo,  me  representó  en  carta  de  19  de 
Setiembre  del  año  pasado  de  1709,  los  grandes  trabajos  y 
molestias  que  padecían  sus  naturales,  originados  de  la  falta 
de  indios  que  tenia  aquella  Provincia,  por  pasarlos  á  la  ciu- 
dad de  Santiago  en  las  de  Chile  (contra  lo  que  disponen  las 
leyes),  encomendándolos  á  los  vecinos  de  ella,  sin  que  los 
Gobernadores  atendiesen  á  los  de  Mendoza,  ni  á  sus  méritos, 
sino  solo  al  interés  suyo  en  el  que  mas  ofrecía,  y  que  no  te- 
niendo la  referida  ciudad  y  Provincia  para  su  manutención 
mas  frutos  que  algunas  viñas,  es  tan  excesiva  la  contribución 
que  pagaban  en  el  trasporte  del  vino  y  aguardiente  que  con- 
ducían en  carretas  y  bueyes  y  muías  á  Buenos  Aires,  Santa 
Fé  de  la  Vera-Cruz  y  Tucuman,  suplicándome,  que  para  re- 
medio de  estos  males  concediese  á  la  dicha  ciudad  de  Mendo- 
za y  Proviucia  de  Cuyo,  el  que  se  viniesen  á  Tucuman,  se- 
gregándose  de  la  jurisdicción  del  Reino  de  Chile,  en  vista  de 
cuya  instancia  (que  vino  desnuda  de  documento  con  que  ca- 
lificase las  quejas  que  espresa  dicha  ciudad),  mandó  por  cé- 
dula dé  18  de  Febrero  de  1706,  al  obispo  de  dicha  ciudad  de 
Santiago,  que  mediante  el  conocimiento  práctico  que  tenia 
de  la  de  Mendoza  y  Provincia  de  Cuyo,  de  su  situación  y  trá- 
fico, me  informase  con  individualidad » 

«Y  habiendo  visto  este  informe  en  mi  Consejo  de  las  Indias, 
con  lo  que  dijo  mi  Fiscal  de  él,  he  resuelto  (entre  otras  cosas) 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  45 


mandaros  como  lo  hago,  que  sobre  la  separación  que  preten- 
de la  ciudad  de  Mendoza,  me  informéis  con  la  mayor  indivi- 
dualidad, á  fin  de  que  en  su  vista,  asegure  la  mas  acertada 

providencia » 

«Fecho  en  Madrid,  á  14  de  Enero  de  1710. — Yo,  el  Rey.» 

En  8  de  Octubre  de  1773,  se  dictó  una  real  cédula  en  el 
mismo  sentido,  y  en  su  consecuencia  y  antecedentes  de  que 
venimos  haciendo  mérito,  el  Virey  del  Perú,  Don  Manuel 
Amat,  expidió  su  informe  en  Lima  á  22  de  Enero  de  1776,  di- 
ciendo: «juzgo  que  no  se  presenta  otro  (medio)  mas  conve- 
niente y  eficaz,  que  el  que  se  agregue  al  nuevo  Vireynato,  no 
solo  la  Provincia  de  Cuyo  sino  todo  el  Reino  de  Chile.» 

Después  de  esto  llegaron  noticias  de  la  Corte  de  España» 
por  las  que  se  sabía  que  el  extenso  Vireynato  del  Perú  debía 
sufrir  alguna  desmembración,  como  también  la  Capitanía 
General  de  Chile  para  la  formación  del  nuevo  Vireynato  que 
tendría  por  capital  la  ciudad  de  Buenos  Aires. 

Las  provincias  de  Buenos  Aires,  Paraguay,  Tucuman,  la 
Presidencia  de  Charcas,  el  Territorio  de  Cuyo  y  la  Costa  Pa* 
tagónica,  se  decía  estar  ya  destinadas  á  ese  objeto l. 

El  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de  la  ciudad  de  Santia- 
go se  alarmó  con  tal  noticia,  y  elevó  en  21  de  Julio  del  mis- 
mo año  75,  una  súplica  al  monarca  español,  exponiendo  lo 
perjudicial  que  era  á  los  reales  intereses  y  aun  á  los  vasallos 
de  Cuyo,  la  segregación  proyectada  de  aquel  territorio  para 
unirlo  á  los  demás  que  debían  formar  el  Vireynato  por  crear. 
Que  por  razón  de  la  distancia  se  privaba  á  Cuyo  de  los  auxi- 
lios necesarios  en  tiempo  de  guerra,  los  que  no  podrían  llegar 
oportunamente  de  Buenos  Aires.  Se  hacía  valer  la  constante 
vigilancia  que  los  Presidentes  de  Chile  habían  ejercitado 
sobre  estos  territorios,  propendiendo  por  todos  los  medios 


1  Sus  limites  se  extendieron  desde  los  diez  y  medio  grados  de  latitud 
Sud,  hasta  la  Tierra  del  Fuego,  y  desde  la  Cordillera  de  los  Andes  hasta 
las  serranías  por  donde  corren  los  mas  altos  afluentes  del  Paraná,  Para- 
guay y  Uruguay,  terminando  esta  inmensa  linea  en  la  boca  por  donde  el 
Rio  Grande  de  San  Pedro  desagua  en  el  mar.— L.  Domínguez. 


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46  EL   PAl8   DE   CUYO 


posibles  é  su  engrandecimiento.  Que  esos  territorios,  carecien- 
do casi  en  su  totalidad  de  elementos  propios,  quedarían  ex- 
puestos á  las  depredaciones  de  los  bárbaros  en  perjuicio  de 
Cuyo  y  de  la  Corona,  y  finalmente,  por  quedar  Chile  ceñido 
á  unos  territorios  los  mas  estrechos. 

Parece  que  estas  consideraciones  no  hicieron  tanta  fuerza 
en  el  ánimo  de  Su  Magestad,  como  los  límites  que  la  naturale- 
za había  puesto  con  los  Andes  de  por  medio  y  que  parecían 
marcar  la  línea  divisoria  entre  ambos  países. 

La  solicitud  fué  desatendida,  y  en  1.°  de  Agosto  de  1776 
se  expidió  la  real  cédula  que  creaba  el  Vireynato  del  Rio  de 
la  Plata,  ordenando  la  incorporación  á  éste  del  territorio  de 
Cuyo. 

4.  —  Concluida  la  campaña  iniciada  por  Ceballos  contra 
los  portugueses  en  1762,  y  alcanzados  sus  triunfos  hasta  la 
toma  de  la  ciudad  del  Rio  Grande  y  suspensión  sub-siguien- 
te  en  virtud  del  tratado  de  París  (Marzo  10,  1763),  hubo  ne- 
cesidad de  crear  una  autoridad  que  respondiese  á  todas  las 
eventualidades  de  que  ya  había  ejemplo  en  los  hechos  antes 
citados. 

Don  Pedro  de  Ceballos  fué  nombrado  por  la  cédula  refe- 
rida, Virey  Gobernador  y  Capitán  General  del  Nuevo  Virey- 
nato, creación  que  tuvo  el  carácter  de  provisoria,  como  que 
fué  provocada  por  las  vidriosas  relaciones  de  España  y 
Portugal  y  que  pronto  se  convirtió  en  estado  casi  permanente 
de  guerra  por  derechos  recíprocos  que  se  alegaban  respecto 
al  dominio  colonial  en  América. 

La  guerra  entre  España  y  Portugal  se  había  encendido 
nuevamente,  por  lo  que  Ceballos  venía  á  tomar  posesión  del 
mando,  trayendo  en  su  compañía  un  ejército  de  9.000  hombres 
con  el  que  debía  nuevamente  abrir  sus  operaciones  contra 
los  dominios  de  Portugal  en  América,  lo  que  verificó  el 
mismo  año. 

Todos  estos  sucesos  hablaban  muy  alto  por  la  necesidad 
de  crear  una  autoridad  permanente  en  el  Rio  de  la  Plata,  inde- 
pendiente de  la  autoridad  del  Perú;  asi  fué  que  el  dia  27  de 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  47 


Octubre  de  1777  se  dictó  nueva  cédula  fechada  en  San  Lo- 
renzo el  Real,  ordenando  la  continuación  de  la  autoridad  del 
Virey,  lo  que  importaba  la  confirmación  del  Vireynato  crea- 
do, y  nombrando  para  suceder  á  Ceballos  en  aquel  alto  car- 
go á  D.  Juan  José  de  Vértiz. 

El  Vireynato  quedó  formado  por  las  provincias  de  Bue- 
nos Aires,  Paraguay,  Tucuman,  Potosí,  Santa  Cruz  de  la 
Sierra,  Charcas  y  todos  los  corregimientos,  pueblos  y  terri- 
torios á  que  se  extendía  la  jurisdicción  de  esta  Audiencia,  y 
el  País  de  Cuyo  que  hasta  entonces  formaba  parte  de  la 
Gobernación  de  Chile. 

La  división  administrativa  del  Vireynato  en  Intendencias, 
colocó  el  País  de  Cuyo  bajo  la  inmediata  jurisdicción  de  la 
del  Tucuman. 

Las  autoridades  de  la  Intendencia,  cuyo  asiento  estaba  á 
mas  de  trescientas  leguas  de  Mendoza,  hallaban  en  la  distan- 
cia una  valla  casi  insuperable  para  poder  dispensar  á  Cuyo 
toda  la  atención  que  bien  merecía  para  su  mayor  incremento 
y  desarrollo.  Añádase  las  dificultades  que  ofrecía  la  implan- 
tación de  un  nuevo  régimen,  y  la  falta  de  hombres  capaces 
de  llenar  regularmente  las  funciones  del  nuevo  orden  esta- 
blecido, y  se  vendrá  en  conocimiento  de  que  el  extenso  terri- 
torio de  Cuyo  y  sus  importantes  poblaciones  quedaban  li- 
bradas á  su  propia  suerte,  estado  que  no  podía  continuar  por 
mucho  tiempo  sin  el  riesgo  de  perder  totalmente  las  venta- 
jas alcanzadas  en  una  labor  constante  de  mas  de  doscientos 
años. 

Efectivamente,  la  vasta  Intendencia  del  Tucuman  fué  di- 
vidida en  dos  por  resoluciones  de  28  de  Enero  de  1782,  acor- 
dándose que  los  pueblos  de  Córdoba,  Rioja,  San  Juan,  Men- 
doza y  San  Luis  de  Loyola,  formasen  una  Intendencia  aparte 
con  su  capital  eti  la  primera  de  estas  ciudades,  quedando  la 
antigua  Intendencia  circunscrita  á  los  pueblos  de  Catamar- 
ca,  Salta,  Tucuman,  Jujuy  y  Santiago  del  Estero,  teniendo 
por  capital  la  ciudad  de  Salta. 

Nombradas  las  autoridades  de  las  nuevas  jurisdicciones, 
tocó  á  la  de  Salta  como  Gobernador  Intendente  el   Brigadier 


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48  EL  PAÍS  DE  CCYO 


Don  Andrés  Mestre,  y  á  la  de  Córdoba  el  Teniente  Coronel 
Marqués  de  Sobre-Monte,  que  tan  triste  celebridad  debía  ad- 
quirir posteriormente  (1806  y  1807). 

Las  ciudades  de  San  Juan,  Mendoza  y  San  Luis  continua- 
ron teniendo  como  autoridad  local  inmediata  un  Lugarte- 
niente de  Justicia  Mayor. 


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CAPITULO  V. 

1.  —  Las  invasiones  inglesas. —  2.  La  Revolución  de  Mayo.  — 
Junta  de  Gobierno.  —  Expediciones  al  Interior.  —  Otras  me- 
didas. —  Marcha  triunfante  de  la  Revolución.  —  3.  Creación 
de  la  Intendencia  de  Cuyo. 


1.  —  La  tarea  iniciada  por  los  conquistadores  bajo  la  in- 
fluencia del  arcabuz,  no  hubiera  sido  completa,  si  el  misio- 
nero no  la  hubiera  continuado  llevando  á  los  pueblos  en  la 
dulzura  del  Evangelio  la  fuerza  de  la  convicción  religiosa, 
destinada  á  destruir  la  influencia  de  la  fuerza  bruta  con  que 
los  españoles  se  habían  insinuado  en  estas  poblaciones. 

El  medio  en  que  vivían  las  autoridades  de  la  Intendencia 
no  solo  hacía  nacer  estas  ideas,  sino  que  las  daba  pábulo  y 
hacía  de  ellas  una  imperiosa  necesidad.  La  religión  se  susti- 
tuía al  poder  armado,  el  misionero  sucedía  al  militar. 

Bajo  estos  propósitos,  cuidados  y  labor,  corrieron  los  años 
hasta  mil  ochocientos  seis  en  que  graves  acontecimientos  tie- 
nen lugar  en  Buenos  Aires,  los  mismos  que  debían  ejercer  su 
influencia  en  Cuyo,  haciendo  concebir  á  estos  pueblos  hala- 
güeñas esperanzas  en  su  porvenir  social  y  aun  político. 

La  España  había  celebrado  con  el  Emperador  Napoleón 
un  tratado  de  alianza  armada  contra  la  Inglaterra,  y  los  ejér- 
citos de  ésta,  como  un  acto  de  hostilidad,  trataron  de  apode- 
rarse de  las  colonias  españolas  en  América. 

En  prosecusion  de  esta  mira,  el  Comodoro  Home  Popham 
había  entrado  al  Rio  de  la  Plata  en  6  de  Junio  de  1806,  des- 
embarcando en  las  playas  de  los  Quilmes  1,700  hombres  al 
mando  del  General  William  Carr  Berresford,  el  que  tomó  po- 
sesión de  la  ciudad  y  fortaleza  de  Bnenos  Aires  el  dia  27  del 
mismo  mes. 


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5<>  EL   PAlS   DE   CCYO 


Este  hecho,  que  cubrió  de  vergüenza  á  la  ciudad,  no  pare- 
ció afectar  en  lo  mas  mínimo  al  Virey  Marqués  de  Sobre- 
monte,  pues  de  lo  único  que  se  ocupó  fué  en  salvar  su  persona 
y  cerca  de  un  millón  de  pesos  que  había  en  arcas  fiscales,  te- 
soros de  que  consiguió  apoderarse  el  jefe  de  la  invasión,  los 
que  remitió  á  Inglaterra  junto  con  un  millón  de  pesos  recogi- 
dos de  la  Aduana,  compañía  de  Filipinas  y  de  otras  proce- 
dencias, donde  fueron  recibidos  en  triunfo  el  6  de  Setiembre. 

De  la  vergüenza  siempre  hay  algo  que  esperar,  porque 
este  sentimiento  ó  es  la  reacción  de  la  dignidad  ajada  ú  ofen- 
dida, ó  es  la  protesta  que  ésta  levanta  para  volver  por  su  in- 
tegridad y  pureza. 

El  pueblo  de  Buenos  Aires,  tristemente  convencido  de  que 
nada  debía  esperar  de  las  autoridades  del  Vireynato,  y  en 
presencia  de  la  cobarde  fuga  de  Sobremonte,  trató  de  pre- 
parar elementos  para  castigar  al  osado  invasor. 

El  capitán  de  navio  Don  Santiago  Liniers  y  Bremont,  mar- 
chó furtivamente  á  Montevideo  para  sacar  de  aquella  plaza 
el  auxilio  de  algunas  milicias,  lo  que  efectivamente  consiguió, 
alcanzando  éstas  al  número  de  900  hombres. 

Mientras  Liniers  buscaba  estos  auxilios,  el  Comandante 
Pueyrredon  y  ciudadano  Alzaga  reunían  algunas  milicias  en 
los  pueblos  de  Lujan  y  las  Conchas,  consiguiendo  una  fuerza 
de  mas  de  mil  milicianos,  con  cuyos  elementos  se  considera- 
ron capaces  de  tentar  la  reconquista  de  la  ciudad. 

A  la  aproximación  de  estas  fuerzas,  el  general  de  la  plaza 
desprendió  una  columna  de  quinientos  hombres,  con  la  que 
consiguió  dispersar  en  la  chacra  de  Perdriel  á  las  milicias  co- 
mandadas por  Pueyrredon. 

Sin  embargo,  la  reacción  seguía  en  aumento,  y  después  de 
una  resistencia  tenaz  por  parte  de  Berresford,  rendióse  éste 
á  discreción  el  dia  21  de  Agosto,  habiéndose  antes  batido 
con  un  empeño  digno  de  mejor  causa. 

Berresford  perdió  en  esta  acción  cerca  de  300  hombres, 
quedando  prisioneros  el  resto  de  los  1700,  que  fueron  remi- 
tidos al  interior  del  país. 

A  la  ciudad  de  San  Juan  llegaron  confinados  ciento  noven- 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  51 


ta  y  ocho  prisioneros,  en  23  de  Octubre,  y  cien  mas  el  26  de  Di- 
ciembre, lo  que  hacía  un  total  de  doscientos  noventa  y  ocho L, 

Berresford,  que  durante  la  ocupación  de  Buenos  Aires  ha- 
bía tomado  el  peso  á  la  obra  magna  emprendida  con  sus  po- 
cas tropas,  y  ante  una  población  de  mas  de  60,000  habitantes, 
pidió  auxilios  de  fuerzas  á  Inglaterra  para  sostenerse  en  la 
posición  que  se  había  creado  con  su  arrojo  y  osadía» 

Los  auxilios  no  se  hicieron  esperar,  y  en  Enero  del  año  si- 
guiente, tres  expediciones  sucesivas  llegaban  al  Rio  de  la 
Plata  á  las  órdenes  de  Auchmuty  con  4,350  hombres;  Craw- 
ford,  4,391  hombres,  y  Whitelocke,  1,630  hombres,  forman- 
do un  total  aproximado  de  diez  mil  soldados  de  línea  y  una 
escuadra  de  diez  y  ocho  navios. 

El  Cabildo,  por  su  parte,  única  autoridad  que  existía  en 
Buenos  Aires  por  la  fuga  del  Virey,  había  organizado  las  mi- 
licias de  la  ciudad,  llegando  éstas  á  un  total  de  6,309  hombres, 
No  se  limitaron  á  estas  solas  medidas  las  disposiciones  que 
tomó  el  Cabildo,  pues  se  pidió  contingentes  al  interior,  que 
mas  tarde  constituyeron  los  cuerpos  de  arribeños  y  cazadores 
correntinos. 

Fué  con  motivo  de  estas  medidas  que  el  pueblo  de  San 
Juan  remitió  á  la  capital  dinero,  armas  y  hombres  á  requi- 
sición del  Cabildo  de  Buenos  Aires,  Febrero  26. 

La  plaza  de  Montevideo  fué  tomada  por  asalto  el  dia  3  de 
Febrero,  y  su  jefe,  D.  Pascual  Kuiz  Huidobro,  mandado  á  In- 
glaterra con  los  demás  prisioneros  de  la  defensa. 

El  29  de  Junio,  el  general  inglés  Whitelocke  apareció  fren- 
te á  Buenos  Aires  con  130  buques  y  tropas  de  desembarco, 
tomando  tierra  á  los  dos  dias  en  la  Ensenada  de  Barragan  y 
poniéndose  luego  en  marcha  sobre  la  capital  con  — 
La  l.ft  división  al  mando  del  General  Crawford. 
La  2.a        »  »  »  Auchmuty 

La  3.a         *  »  >  Lumle^ 

La  4.ft         >  »  Coronel  Mahon. 


'  Con  motivo  de  la  capitulación  firmada  en  Julio  7  de  1807,  í'on  %7oae 
ilf  Navarro  condujo  á  Buenos  Aires  estos  pri>ioueros  en  número  de  281 . 
<on  fecha  7  de  Agosto. 


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52  EL    PAÍS   DE   CUYO 


El  dia  3,  la  bandera  inglesa  flameaba  en  los  Corrales  de 
Miserere,  Plaza  del  Retiro  y  lugar  de  la  Residencia. 

Después  de  ligeras  escaramuzas  en  que  las  tropas  de  la  de- 
fensa tuvieron  algunas  pérdidas,  se  intimó  la  rendición  á  la 
plaza,  la  que  fué  desechada  incontinenti.  En  su  consecuencia, 
el  dia  B  se  llevó  el  ataque  general,  dando  por  resultado  la  pér- 
dida de  las  dos  columnas  mandadas  por  los  coroneles  Dnff  y 
Pack. 

El  6  fué  igualmente  dia  de  contrastes  para  las  tropas  bri- 
tánicas, y  el  siguiente,  á  requisición  del  General  Whitelocke, 
el  ejército  inglés  capituló,  comprometiéndose  á  evacuar  el  Rio 
de  la  Plata  en  el  término  de  dos  meses. 

El  reembarco  del  ejército  se  verificó  en  los  dias  8  al  13. 
Los  ingleses  habían  perdido  mas  de  1,200  hombres  entre  jefes, 
oficiales  y  tropa,  y  mayor  número  de  prisioneros.  De  la  gente 
de  que  constaban  las  dos  invasiones,  solo  se  reembarcaron 
7,800  hombres. 

La  gloria  de  esta  famosa  jornada  era  exclusiva  de  los  crio- 
llos: los  tres  batallones  de  Patricios  al  mando  de  los  jefes 
Saavedra,  Romero  y  Urien,  los  arribeños  comandados  por 
Gana  y  los  granaderos  de  Terrada,  eran  los  batallones  que 
mas  glorias  habían  cosechado  por  su  valor  y  patriotismo. 

Mas  aun,  el  pueblo  todo  había  sido  el  héroe  de  la  fiesta;  á 
él  se  debió  la  reconquista,  defensa  é  instalación  del  Cabildo 
como  suprema  autoridad;  la  deposición  del  Virey  y  el  nom- 
bramiento de  Liniers  para  desempeñar  las  funciones  de  aquél, 
fueron  igualmente  la  obra  del  pueblo. 

La  España  había  triunfado  en  Buenos  Aires  sobre  el  ejér- 
cito inglés,  pero  no  sobre  las  ideas  de  libertad  que  éste  había 
insinuado  en  las  poblaciones;  masque  esto,  el  pueblo  de  Bue- 
nos Aires  alegaba  los  honores  del  triunfo,  y  éste  no  podía 
arrancárselo  bajo  ningún  pretexto. 

Buenos  Aires  tenía  ya  su  autonomía  que  pronto  había  de 
invocar  en  alta  voz,  porque  el  pupilo  de  España  quería  ser 
mayor  de  edad,  porque  de  pigmeo  se  había  reconocido  gi- 
gante. 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  53 


2.  —  La  falta  de  tino  de  la  Corte  de  España,  vino  á  dar 
pábulo  al  gran  descontento  que  el  sistema  colonial  había  des- 
pertado en  estas  poblaciones.  Sabido  es  el  completo  atraso 
en  que  vivían  las  colonias  por  las  trabas  puestas  al  comercio 
libre,  y  el  escandaloso  monopolio  ejercido  por  los  comercian- 
tes de  Cádiz,  la  exclusión  que  se  hacía  de  los  americanos 
para  el  desempeño  de  los  puestos  públicos,  la  avaricia  y  tro- 
pelías de  los  jefes  que  España  mandaba  á  la  América,  inves- 
tidos de  alguna  autoridad;  el  abandono  en  que  quedó  el  Rio 
de  la  Plata  cuando  las  invasiones  inglesas,  y  como  si  esto  no 
fuese  bastante,  los  celos  que  despertó  en  la  Corte  la  conducta 
heroica  de  estos  pueblos  en  los  años  1806  y  1807,  dieron  por 
resultado,  que  en  lo  que  menos  se  pensase  fuera  en  retribuir  si- 
quiera con  algunos  honores  á  los  jefes  de  la  reconquista  y  de- 
fensa de  las  ciudades  del  Plata,  habiendo  la  munificencia  y  jus- 
ticia españolas  limitádose  á  nombrar  jefe  de  escuadra  de  la 
marina  real  á  Liniers,  confirmando  el  nombramiento  de  Virey 
con  que  había  sido  investido  por  el  voto  popular. 

Las  rivalidades  entre  españoles  europeos  y  criollos,  se  en- 
cendían cada  dia  mas. 

Mientras  esto  ocurría  en  el  Rio  de  la  Plata,  veamos  lo  que 
pasaba  en  España. 

La  incapacidad  de  Carlos  IV  se  había  elevado  á  la  centési- 
ma potencia  en  la  persona  de  Fernando  VII;  la  España  en 
poder  de  los  ejércitos  de  Napoleón,  no  tenía  libres  mas  que  á 
Sevilla  y  la  Isla  de  León;  Fernando,  preso  en  Bayona  y  en 
fin,  el  desquicio  en  todo. 

Las  juntas  de  Gobierno  que  reemplazasen  la  autoridad  del 
monarca  preso,  comenzaron  á  crearse  donde  era  posible  ha- 
cerlo; y  la  de  Sevilla,  que  parecía  haber  reasumido  la  autori- 
dad real,  nombró  como  Virey  en  el  Rio  de  la  Plata  á  Don 
Baltasar  Hidalgo  de  Cisneros,  quedando  así  revocado  el  nom- 
bramiento de  Liniers. 

El  pueblo,  mientras  tanto,  que  desde  tiempo  atrás  venía 
tomando  una  parte  muy  directa  en  la  cosa  pública,  bajo  la 
inspiración  de  Saavedra,  Moreno  y  otros  prohombres  de  la 
Revolución  de  Mayo,  fué  convocado  á  cabildo  abierto  para 


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54  EL   PAlS   DE   CUYO 


resolver,  si  dado  el  precario  estado  de  España  debía  cesar 
la  autoridad  del  Virey,  siendo  reemplazada  por  una  Junta  de 
Gobierno  (Mayo  20). 

La  resolución  fué  declarar  que  había  caducado  la  autori- 
dad del  Virey  y  quedar  ésta  reasumida  en  el  Excelentísimo 
Cabildo. 

Al  dia  siguiente  se  formó  una  Junta  de  Gobierno,  en  que 
aparecía  triunfante  el  elemento  español;  pero  el  pueblo  que 
de  exigencia  en  exigencia  había  llegado  hasta  imponerse  á 
las  autoridades,  consiguió  que  el  dia  24  fuese  aquélla  disuelta 
y  reemplazada  por  la  que  era  de  su  agrado,  y  que  venía  sos- 
teniendo desde  el  dia  20. 

Con  efecto,  la  Junta  quedó  definitivamente  compuesta 
de  Don  Cornelio  Saavedra,  como  Presidente,  y  en  calidad  de 
vocales  los  Sres.  Miguel  Azcuénaga,  Manuel  Belgrano,  Juan 
José  Castelli,  Manuel  Alberti,  Juan  Larrea  y  Domingo  Ma- 
theu. 

Al  dia  siguiente,  25  de  Mayo,  la  Junta  nombró  secreta- 
rios á  Don  Juan  José  Passo  y  á  Don  Mariano  Moreno,  pres- 
tando juramento  en  la  Sala  Capitular,  y  quedando  desde  luego 
instalada  la  Primera  Junta  Gubernativa  del  Rio  de  la  Plata, 

La  revolución  de  la  Independencia  estaba  consumada, 
aunque  las  nuevas  autoridades  siguieran  invocando  en  todos 
sus  actos  el  nombre  de  Fernando  VII,  pretexto  de  que  era 
necesario  servirse  en  los  primeros  momentos  para  dar  un 
desarrollo  completo  al  plan  que  estaba  en  la  cabeza  de  los 
jefes  de  la  revolución  y  en  el  corazón  de  todo  el  pueblo. 

La  noticia  de  este  suceso  llegó  á  los  pueblos  de  Cuyo, 
los  que  inmediatamente  se  plegaron  al  movimiento,  como 
lo  hicieron  después  la  Rioja,  Catamarca,  Santa  Fé,  y  suce- 
sivamente los  demás  pueblos  á  donde  la  Junta  mandó  sus 
comisionados. 

El  partido  español  comenzó  desde  luego  á  conspirar,  co- 
mo en  Córdoba,  Potosí  y  Charcas;  á  organizar  medios  de 
resistencia  como  en  el  Paraguay  y  Montevideo,  que  recono- 
cieron el  Consejo  de  Regencia  de  la  Monarquía. 

La  Junta  de   Buenos  Aires  trató  desde  luego  de  ahogar 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  55 


aquellos  trabajos  subversivos  y  reaccionarios,  mandando  ex- 
pediciones á  Córdoba,  Montevideo  y  Paraguay. 

Los  jefes  de  la  reacción  en  Córdoba  fueron  fusilados  el 
26  de  Agosto  y  los  de  Charcas  y  Potosí,  el  15  de  Diciembre 
en  esta  última  ciudad. 

Quedaba  en  pie  la  reacción  y  con  carácter  alarmante  en 
el  Paraguay  y  Montevideo;  y  para  contrarrestarla  y  ven- 
cerla, fué  necesario  movilizar  tropas  en  todos  los  pueblos, 
llamado  al  que  todo  Cuyo -respondió  desde  el  primer  momen- 
to, maudando  sus  contingentes  de  hombres,  armas  y  dinero. 

Puede  decirse  que  desde  aquel  instante  quedó  este  país 
militarizado,  aprendizaje  necesario  al  que  mas  tarde  debía 
formar  el  famoso  Ejército  de  los  Andes. 

Organizadas  las  Juntas  de  Gobierno  en  las  capitales  de 
provincia,  según  orden  superior  (10  de  Enero  de  1811),  co- 
menzaron éstas  á  ser  los  celosos  agentes  de  la  Junta  de  Bue- 
nos Aires. 

Las  autoridades  inmediatas  de  cada  distrito  eran  la  Junta 
subalterna  de  Gobierno,  la  Sub- delegación  y  Comandancia 
de  Armas. 

El  incfemento  que  había  tomado  la  ciudad  de  San  Juan  y 
su  dilatada  jurisdicción  desde  Huanacache  hasta  Valle  Fértil, 
la  colocaba  en  condiciones  de  servir  eficazmente  á  la  gran 
causa  en  que  estaba  empeñada  Buenos  Aires;  así  es  que 
pronto  veremos  todos  los  sacrificios  de  que  fué  capaz  en  bien 
de  la  revolución,  sin  que  esto  la  distrajese  de  los  trabajos  de 
organización  y  régimen  interno  para  el  desarrollo  de  su 
industria  y  comercio. 

Los  indios  de  Huanacache,  que  habían  solicitado  permiso 
de  la  Junta  Subalterna  de  la  ciudad  para  establecer  el  comer- 
cio de  pesquería  y  tejidos  con  la  ciudad  de  San  Juan,  obtuvie- 
ron dicho  permiso,  concedido  el  20  de  Octubre  (1810),  por 
el  Gobernador  Intendente  Pueyrredon,  recomendando  culti- 
var estas  relaciones  como  una  medida  civilizadora  en  favor 
de  los  antiguos  dueños  de  Cuyo. 

La  exportación  de  los  caldos  al  litoral  y  provincias  del 
Norte,  dieron  mayor  incremento  á  su  industria  vinícola  y 
á  sus  tejidos  de  lana  tan  apreciados  en  el  litoral. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO 


La  primera  Jtmta  Subalterna  de  Gobierno  que  la  formaron 
los  ciudadanos  Don  José  Javier  Jofré,  Don  Pedro  del  Carril  y 
Don  Isidro  Mariano  de  Zavalla,  realizó  el  primer  censo  le- 
vantado en  San  Juan  y  su  comprehension,  y  fue  la  encarga- 
da de  cumplir  la  orden  de  la  Junta  de  Buenos  Aires,  que 
abolía  el  uso  de  la  bandera  roja,  sustituyéndola  por  la  esca- 
rapela nacional,  que  acababa  de  enarbolar  el  General  Bel- 
grano  en  el  Rosario  de  Santa  Fé  (13  Febrero  1811). 

Los  sucesos  que  se  desarrollaban  en  el  exterior  de  Cuyo, 
obraban  sobre  los  espíritus  de  estas  poblaciones  con  toda  la 
intensidad  que  les  daba  el  interés  y  la  ansiedad  de  una  situa- 
ción que  se  presentaba  con  una  perspectiva  velada  y  miste- 
riosa. 

El  Gobierno  de  las  Provincias  Unidas  había  recaído  en  un 
triunvirato  formado  por  Chiclana,  Passo  y  Sarratea,  y  como 
secretarios  los  Sres.  Pérez,  López  y  Rivadavia  (23  Septiem 
bre  1811 ). 

El  nuevo  gobierno  no  cesaba  en  dictar  medidas  que,  levan- 
tando el  espíritu  público,  habían  de  conducir  al  sentimiento 
de  una  nacionalidad  propia  que  aun  no  se  presentaba  á  cara 
descubierta. 

El  Intendente  de  Córdoba  comunicaba  un  oficio  del  Su- 
perior Gobierno  al  Obispo  de  la  Diócesis,  de  16  de  Febrero 
(1812),  por  el  que  se  ordenaba  que  los  sermones  de  cuares- 
ma y  del  año,  doctrinales,  morales  ó  panegíricos,  termina- 
sen con  una  breve  instrucción  al  pueblo  sobre  los  derechos 
del  hombre  y  de  la  Patria. 

El  4  de  Marzo,  el  Gobierno  de  San  Juan  recibía  un  oficio 
de  la  Junta  Gubernativa  de  Buenos  Aires  (18  Febrero  1812), 
ordenando  que  «en  adelante  se  haga,  reconozca  y  use  por 
las  tropas  de  la  Patria,  la  escarapela  de  las  Provincias  Uni- 
das del  Rio  de  la  Plata,  declarándose  por  tal  la  de  dos  co- 
lores blanco  y  azul  celeste,  quedando  abolida  la  roja  con  que 
antiguamente  se  distinguían  ». 

El  14  de  Setiembre  del  mismo  año,  el  pueblo  celebraba  el 
triunfo  de  Las  Piedras  en  el  Alto  Perú  (3  de  Setiembre), 
nombre  ya  célebre  por  el  ya  obtenido  por  Artigas  el  año  ante- 


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EL  PAÍS  DE  OÜYO  57 


rior,  en  los  alrededores  de  Montevideo;  y  aun  estaba  fresco 
este  recuerdo,  cuando  el  día  22  de  Octubre  se  tenía  noticia  de 
la  victoria  alcanzada  por  Belgrano  enTucuman  (24  de  Setiem- 
bre), y  cuyos  trofeos  de  guerra  sobrepasaban  á  cuanto  podía 
esperarse. 

Al  año  siguiente  de  1813,  el  ángel  de  la  buena  nueva  lle- 
vaba á  Cuyo  las  faustas  noticias  de  las  victorias  del  3  de  Fe- 
brero en  San  Lorenzo  y  del  20  del  mismo  mes  en  la  Tablada 
de  Salta,  hechos  que  garantían  á  los  pueblos  del  litoral  con- 
tra las  piraterías  de  las  naves  españolas  en  el  Rio  de  la  Pla- 
ta, y  abrían  nuevos  horizontes  á  la  guerra  del  Alto  Perú,  á 
la  que  los  pueblos  de  Cuyo  habían  mandado  sus  contigentes 
de  hombres  y  artículos  de  guerra. 

Estas  noticias  fueron  celebradas  en  San  Juan  con  regoci- 
jos públicos  que  enardecían  mas  el  ardor  de  los  sanjuaninos, 
experimentando  la  tristeza  de  no  haber  tomado  parte  en  los 
sacrificios  y  en  la  gloria  de  sus  valerosos  hermanos. 

La  coronación  á  esta  serie  de  noticias  que  llevaban  el  en- 
tusiasmo á  los  pueblos  y  tenían  como  electrizados  á  los  cu- 
yanos,  fué  el  decreto  de  la  Asamblea  General  (3  de  Marzo), 
que  declaraba  dia  de  fiesta  cívica  el  25  de  Mayo  con  el  nom- 
bre de  Fiestas  Mayas. 

Los  combates  dados  por  Brown  en  los  dias  14  á  17  de 
Mayo  en  las  aguas  de  Montevideo,  con  los  que  consiguió  ani- 
quilar el  poder  marítimo  de  España  en  el  Rio  de  la  Plata, 
trajeron  como  una  consecuencia  necesaria  la  rendición  de 
aquella  plaza,  que  se  entregó  al  ejército  de  la  Patria,  co- 
mandado por  el  General  Don  Carlos  María  de  Alvear,  hechos 
de  armas  igualmente  festejados  en  los  pueblos  de  Cuyo  con 
embanderamiento  é  iluminaciones  públicas. 

3.  —  Sin  embargo,  en  el  horizonte  de  estos  regocijos  se 
aparecía  una  pequeña  nube  que  amenazaba  convertirse  en 
un  denso  nublado.  Cordillera  de  por  medio  existía  el  Estado 
de  Chile  dominado  por  los  españoles,  que,  según  las  noticias 
de  cada  dia,  acumulaban  elementos  bélicos  en  grandes  pro- 
porciones 


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58  EL   PAÍS   DE   CCYO 


Los  patriotas  chilenos  venían  luchando  por  su  indepen- 
dencia desde  1813  y  habían  obtenido  triunfos  varios  en  Yer- 
bas Buenas  (31  de  Marzo,  1813),  en  Chillan  y  Membrillar  (19 
y  20  de  Marzo  de  1814),  y  en  otros  puntos,  hasta  el  desastre 
de  Rancagua,  en  el  que  se  cubrieron  de  gloria  O'Higgins  y 
sus  denodados  compañeros,  no  obstante  la  derrota  que  expe- 
rimentaron. 

Los  alistamientos  de  las  milicias,  los  contingentes  armados 
que  se  anunciaban  del  Perú,  la  esterilidad  de  los  esfuerzos 
hechos  por  los  patriotas  chilenos  para  coadyuvar  por  su  par- 
te al  aniquilamiento  del  poder  español  en  América,  todas  es- 
tas causas  atraían  las  miradas  de  los  pueblos  de  las  Provin- 
cias-Unidas y  especialmente  hacia  el  Oeste  del  país. 

La  Junta  de  Buenos  Aires  trató  de  preparar  los  pueblos 
del  antiguo  Cuyo,  no  solo  con  el  objeto  de  aprestarlos  á  la 
lucha  que  recien  comenzaba  contra  España,  sino  para  pre- 
caverlos de  un  golpe  de  mano  de  parte  de  las  autoridades  de 
Chile,  que  veían  en  la  actitud  de  los  pueblos  de  aquende  los 
Andes  un  peligro  que  amenazaba  atravesar  sus  fronteras. 

Hasta  la  mas  simple  previsión  aconsejaba  crear  en  un  go- 
bierno propio  en  Cuyo,  un  centro  de  acción  capaz  de  respon- 
der á  las  vicisitudes  de  una  guerra  que  debía  ser  cruenta  y 
duradera. 

A  este  fin,  la  Junta  de  Buenos  Aires  dictó  la  providencia 
que  sigue: 

«Creación  de  la  Intendencia  de  Cuyo. 

«Buenos  Aires,  29  de  Noviembre  de  1813. — Siendo  uno  de 
los  puntos  mas  importantes  para  la  prosperidad  de  los  pue- 
blos, el  fijar  con  arreglo  á  los  límites  de  sus  jurisdicciones, 
que  si  no  están  determinadas  con  concepto  á  la  importancia 
de  sus  poblaciones,  á  la  extensión  de  su  territorio  y  á  la  dis- 
tancia en  que  se  encuentran  de  aquel  centro  de  acción  que 
consiste  en  las  autoridades  que  lo  gobiernan,  y  dan  impulso 
á  sus  negocios  interiores;  producen  males  de  graves  conse- 
cuencias, haciendo  padecer  al  Estado  los  perniciosos  efectos 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  59 


que  precisamente  deben  resultar  de  la  deformidad  ó  despro- 
porción del  Cuerpo  Político,  y  habiendo  ya  acreditado  la 
experiencia,  los  inconvenientes  que  provienen  de  que  los 
pueblos  de  Mendoza,  San  Juan  y  San  Luis  sigan  unidos  al 
Gobierno  Intendencia  de  Córdoba,  mucho  mas  cuando  des- 
pués de  la  formación  de  un  Estado  diverso  al  otro  lado  de 
los  Andes,  amenazado  actualmente  de  invasión  enemigaT  es 
necesario  dar  impulso  y  vigor  á  estas  poblaciones;  ha  venido 
el  Gobierno  en  mandar  que  de  aquí  en  adelante,  los  referi- 
dos pueblos  de  Mendoza,  San  Juau  y  San  Luis,  con  sus  res- 
pectivas jurisdicciones,  formen  un  Gobierno  Intendencia, 
aparte,  con  la  denominación  antigua  de  Provincia  de  Ctt¡jo} 
siendo  su  capital  y  residencia  del  Gobernador^  la  ciudad  de 
Mendoza,  bajo  el  mismo  pié  y  forma  de  los  deinas  Gobiernos 
de  su  clase  existentes  en  la  comprehension  de  Las  Provincias 
Unidas  del  Hio  de  la  Plata. — Y  comuniqúese  esta  resolución 
á  quienes  corresponda. — Hay  tres  rúbricas  de  los  señores  del 
gobierno1. — Moreno,  Secretario  Interino. 


1  El  triunvirato  lo  formaban  entonces  Don  Nicolás  Rodríguez  Peña, 
Don  Antonio  Alvarez  Jonte  y  Don  José  Julián  Pérez.— Secretarios:  Don 
Manuel  J.  Garcia  y  Don  Tomás  Allende. 


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CAPITULO  VI. 

La  Intendencia  de  Cuyo. — Gobiernos  locales.  —  2.  El  Doctor 
Don  José  Ignacio  de  la  Roza.  —  Milicias.  —  3.  El  ejército 
de  los  Andes.  —  Temores  de  invasión  de  Chile.  —  4.  Paso  de 
los  Andes.  —  Hechos  de  armas.  —  Batalla  de  Chacabuco  y  sus 
resultados.  —  5.  Trofeos  de  guerra.  —  Notas  importantes  del 
General  Han  Martin.  —  6.  Actitud  de  los  frailes  agustinos 
de  San  Juan. 


1.  —  La  Intendencia  de  Cuyo,  que  acababa  de  crearse  por 
los  trabajos  y  exigencias  del  General  Don  José  de  San  Mar- 
tin, tuvo  por  primer  gobernante  al  Coronel  Don  Juan  Flo- 
rencio Terrada,  que  se  recibió  del  mando  en  19  de  Enero  de 
1814,  publicando  su  bando  de  buen  gobierno  en  29  del  mis- 
mo mes.  Este  nombramiento  tuvo  su  origen  en  el  Supremo 
Poder  Ejecutivo,  y  su  carácter  de  interino  indicaba  que 
aquel  Gobierno  Intendencia  carecía  aun  de  su  verdadero 
mandatario,  según  la  mente  que  presidió  á  la  creación  de 
la  nueva  Intendencia. 

El  coronel  Don  Marcos  González  Balcarce  sucedió  á  Terra- 
da  en  Junio  2,  y  desempeñó  el  gobierno  interino  hasta  la  ve- 
nida del  propietario,  que  se  hallaba  ausente  al  mando  del 
Ejército  del  Alto  Perú,  lo  cual  se  verificó  en  Julio  del  mismo 
año  (Ap.,  nota  núm.  6). 

El  Intendente  de  Cuyo,  San  Martin,  que  ademas  de  la  no- 
table foja  de  servicios  que  había  llenado  en  España,  luchan- 
do contra  los  franceses  y  la  muy  reciente  gloria  de  la  victo- 
ria alcanzada  en  San  Lorenzo,  llegó  á  Cuyo  cubierto  con 
el  prestigio  que  le  daba  su  fama  militar. 

La  rigidez  de  principios  que  acreditaban  al  viejo  veterano, 
su  alta  penetración  de  los  hombres  y  las  cosas,  que  hacían  de 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  61 


él  una  fuerte  columna  en  que  descansaba  la  política  del  Rio 
de  la  Plata  y  el  misterio  que  encerraba  su  aceptación  del  go- 
bierno en  los  pobres  pueblos  de  Cuyo,  contribuían  á  rodear 
del  respeto  necesario  á  un  hombre  nacido  para  el  poder  y  las 
grandes  empresas. 

Su  idea  de  reconquistará  Chile,  aunque  era  del  dominio  de 
los  hombres  que  dirigían  la  política  de  estos  países,  era  un 
secreto  sospechado  y  conocido  por  el  pueblo,  cuando  él  creyó 
llegada  la  hora  de  que  así  sucediese. 

Su  gobierno  se  redujo,  en  los  primero*  momentos,  á  estudiar 
aquellos  pueblos,  sus  recursos,  sus  hombres  y  su  topografía; 
pero  el  objetivo  de  todas  sus  miras  y  afanes,  estaba  en  esos 
Andes  que  habían  de  servir  de  pedestal  eterno  de  su  gloria, 
de  esa  inmensidad  de  granito  que  solo  podía  sondar  su  mira- 
da de  águila. 

Los  hombres  que  debían  ayudarle  en  su  gobierno  y  secun- 
darle en  la  realización  de  sus  planes,  supo  encontrarlos  con 
el  tino  y  prudencia  que  formaban  la  lógica  matemática  de 
sus  actos. 

El  Coronel  Don  Toribio  de  Luzuriaga  fué  desde  luego  su 
segundo  en  la  ciudad  de  Mendoza;  el  Doctor  Don  José  Igna- 
cio de  la  Boza,  en  San  Juan  y  el  Teniente  Coronel  Don  Vi- 
cente Dupuy,  en  San  Luis. 

Contando  con  tan  buenos  auxiliares,  el  Gobernador  Inten- 
dente comenzó  por  organizarías  milicias,  so  pretexto  de  pre- 
caver aquellos  pueblos  de  una  posible  invasión  de  parte  de 
los  españoles  que  dominaban  en  Chile,  posibilidad  que  la  lle- 
gada de  los  emigrados  chilenos,  salvados  del  desastre  de  Ran- 
cagua,  convirtió  pronto  en  probabilidad. 

El  País  de  Cuyo  comenzó  luego  á  militarizarse  y  sobre  la 
base  de  algunos  contingentes  llegados  de  Buenos  Aires,  se 
dio  principio  á  la  formación  del  ejército  que  debía  escalar 
los  Andes. 

La  Tenencia  del  Gobierno  de  San  Juan,  que  en  1810  había 
sido  desempeñada  por  el  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de 
Ciudad,  tuvo  sucesivamente  los  gobernantes  que  siguen: 

1811. — Una  Junta  subalterna   de  Gobierno,  formada  por 


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62  EL   PAÍS   DE    CUYO 


Don  José  Javier  Juf  ró,  como  Presidente,  y  vocales  Don  Pedro 
Carril  y  Don  Isidro  Mariano  de  Zavalla.  Los  actos  principa- 
les de  esta  administración  fueron:  el  primer  censo  levantado 
en  su  jurisdicción,  y  el  cumplimiento  de  la  orden  superior 
que  mandaba  sustituir  el  uso  de  la  bandera  roja  por  la  esca- 
rapela nacional  de  blanco  y  azul  celeste. 

1812.— El  Teniente  Coronel  Don  Saturnino  Zaraza,  que  fué 
nombrado  por  la  Junta  de  Buenos  Aires  para  el  desempeño 
de  su  cargo,  publicó  su  bando  de  buen  gobierno  en  el  mes  de 
Abril,  y  siguió  al  frente  de  la  administración  hasta  el  19  de 
Diciembre.  El  acto  mas  importante  de  su  gobierno  fué  un 
decreto  de  16  de  Diciembre,  creando  una  administración  de 
rentas1. 

1813. — El  Doctor  Don  Francisco  Pantaleon  de  Luna,  Te- 
niente Gobernador  de  la  Rioja,  fué  promovido  á  la  Tenencia 
del  Gobierno  de  San  Juan  por  decreto  del  Supremo  Poder 
Ejecutivo;  pero  este  decreto  fué  revocado  por  solicitud  que 
á  ese  fin  elevó  el  pueblo  riojano  á  la  autoridad  superior,  la 
que  nombró,  en  carácter  de  interino,  al  Cabildo  de  ciudad 
que  llenó  las  funciones  gubernativas  hasta  mediados  del  año 
siguiente. 

1814. — El  Supremo  Director  de  las  Provincias  Unidas  nom- 
bró con  fecha  6  de  Junio  al  Teniente  Coronel  Don  Manuel 
Corbalan  para  el  desempeño  del  gobierno;  recibiéndose  éste 
de  su  cargo  el  dia  2  de  Julio  y  permaneciendo  en  ejercicio 
del  gobierno  hasta  el  13  de  Mayo  del  año  siguiente  en  que 
fué  llamado  á  la  capital  de  la  Intendencia. 

Hemos  leído  una  acta  de  2  de  Mayo,  levantada  por  el  Ca- 
bildo y  vecindario  de  San  Juan  suscripta  por  66  firmantes, 
prestando  su  acatamiento  á  los  nombramientos  hechos  en  las 
personas  de  los  Generales  Hondean  y  Alvarez  y  Thomas,  en 
la  que  se  hace  referencia  á  una  acta  de  26  de  Abril,  remitida 
á  la  capital,  de  la  que  se  desprende  haber  sido  depuesto  Cor- 


1  Al  costado  derecho  del  frontis  de  la  ca*a  de  Gohierno  hay  una  placa 
de  mármol  extraído  del  Pié-Palo  con  n>ra  inscripción  en  letras  de  or«: 
•  Coronel  Saturnino  Zaraza,  primer  Teniente  y  Gobernador  de  San  Juan 
1812-1814».— X.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  63 


balan  y  elegido  por  el  pueblo  para  reemplazarle  en  sus  fun- 
ciones gubernativas,  el  Dr.  José  Ignacio  de  la  Roza,  nombra- 
miento que  fué  confirmado  por  las  autoridades  de  la  Inten- 
dencia. 

1815. — El  Dr.  Don  José  Ignacio  de  la  Roza  gobernó  con 
interrupciones  varias  hasta  el  9  de  Enero  de  1820,  en  que  fué 
depuesto  por  un  motín  militar. 

2.  —  Este  ilustre  ciudadano  merece  ocupar  un  lugar  es- 
pecial en  nuestro  estudio,  por  la  parte  muy  importante  que 
le  cupo  en  los  acontecimientos  que  dieron  por  resultado  la 
independencia  de  Chile  y  el  Perú,  alcanzada  por  las  valero- 
sas legiones  argentinas  al  mando  de  San  Martin. 

El  Doctor  de  la  Roza,  natural  de  la  ciudad  de  San  Juan, 
era  uno  de  sus  hijos  mas  ilustrados.  Dedicado  á  la  carrera  del 
foro,  hizo  sus  estudios  en  la  Universidad  de  Córdoba,  reci- 
biendo mas  tarde  el  grado  de  doctor  en  la  Facultad  de  Chile. 
Concluida  su  carrera,  regresó  á  San  Juan,  donde  ejerció  la 
magistratura  con  inteligencia  y  suma  integridad.  Su  carácter 
independiente  y  enérgico,  su  ilustración  y  sus  hábitos  de  es- 
tudio y  meditación  le  hacían  muy  apto  para  dispensador  de 
lá  Justicia,  y  así,  pronto  fué  llamado  á  desempeñar  el  alto 
puesto  de  Alcalde  de  primer  Voto,  en  cuyas  funciones  dejó 
bien  sentada  su  reputación  de  letrado. 

Llamado  al  Gobierno  por  el  voto  popular,  operó  muchas 
reformas  de  gran  importancia,  dando  una  marcha  regular, 
desconocida  hasta  entonces  á  la  administración  pública. 

Ciudadano  exclarecido,  consagró  sus  esfuerzos  y  sus  bienes 
á  la  independencia  de  su  país,  llegando  hasta  comprometer 
su  persona  en  la  prosecución  de  tan  patrióticos  fines. 

Su  actividad  en  llenar  las  órdenes  de  la  Intendencia  y  su 
energía  en  secundar  las  miras  de  San  Martin  para  la  forma- 
ción del  Ejército  de  los  Andes,  le  dieron  un  lugar  de  prefe- 
rente distinción  ante  aquél  y  sus  conciudadanos. 

La  división,  que  al  mando  del  Teniente  Coronel  Don  Juan 
Manuel  Cabot  abrió  la  campaña  sobre  Coquimbo,  fué  obra 
exclusivamente  suya,  como  también  la  creación  de  las  nume- 


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64  EL   PAÍS   DE   CUYO 


rosas  partidas  volantes  que  cubrieron  todos  los  boquetes  de 
las  cordilleras  de  Coquimbo  y  de  Atacama. 

A  la  salida  de  Cabot,  que  había  llenado  las  funciones  de 
Comandante  General  de  Arman,  el  Teniente  Gobernador  asu- 
mió estas  funciones  militares,  consagrándose  así  exclusiva- 
mente á  la  obra  de  afianzar  nuestra  regeneración  política  por 
medio  de  las  armas,  funciones  que  le  valieron  el  grado  de 
Capitán  de  Ejército. 

Durante  su  gobierno,  se  subrogó  en  San  Juan,  por  orden 
superior,  las  armas  del  Estado  al  escudo  de  los  reyes  en  el 
papel  sellado  (decreto  del  Supremo  Director  de  10  de  Se- 
tiembre 1816),  y  mandó  erigir  una  pirámide  conmemorativa 
de  la  Revolución  de  Mayo,  la  que  se  construyó  en  el  paseo 
público  al  Oeste  de  la  ciudad;  y  fué  finalmente  el  fiel  intér- 
prete de  las  ideas  de  libertad  é  igualdad  que  formaban  el 
credo  político  de  los  prohombres  de  la  Revolución. 

En  1816,  delegó  dos  veces  el  gobierno  en  el  Cabildo,  por 
llamado  urgente  de  San  Martin  desde  la  capital  de  la  Inten- 
dencia, y  en  1818  por  marchar  en  comisión  á  Buenos  Aires. 

En  1819  le  fué  acordado  el  titulo  de  Miembro  Diplomático 
de  la  «  Legión  de  Mérito  »  del  Estado  de  Chile. 

No  faltaron  émulos  y  profundas  enemistades  á  este  hombre 
público,  ya  por  las  contribuciones  de  toda  especie,  imposición 
de  empréstitos  voluntarios  y  forzosos,  y  muchas  otras  exac- 
ciones muy  pesadas  al  vecindario,  que  solo  la  necesidad  po- 
día disculpar,  ó  ya  por  miras  de  un  carácter  mezquino  en 
que  tenían  mucha  parte  las  banderías  ó  divisiones  de  parti- 
dos locales,  tan  comunes  en  las  pequeñas  poblaciones.  Así 
fué,  que  mientras  llenaba  su  comisión  en  Buenos  Aires,  en 
1818,  la  que  le  tuvo  ausente  de  su  gobierno  durante  tres  me- 
ses, el  pueblo  pidió  su  deposición,  y  el  Cabildo  que  no  era  in- 
diferente á  aquella  manifestación,  nombró  al  Doctor  Don 
Francisco  Narciso  de  Laprida  para  desempeñar  el  gobierno 
interino  mientras  se  hacían  las  gestiones  del  caso  ante  la 
Intendencia  y  Gobierno  General.  No  obstante,  de  la  Roza, 
volvió  á  San  Juan  y  tomó  posesiou  del  mando,  en  cuyo 
desempeño  permaneció  hasta  1820. 


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EL   PAÍS  DE    CUYO  tío 


Bajo  la  enérgica  dirección  de  la  Roza,  San  Juan  prose- 
guía sus  aprestos  militares,  convertida,  puede  decirse,  en  la 
maestranza  de  Cuyo. 

Los  tres  pueblos  de  Cuyo  se  hallaban  completamente  mi- 
litarizados y  sus  habitantes  habían  casi  olvidado  los  hábitos 
del  estado  de  paz  para  no  pensar  ni  hacer  otra  cosa  que 
armarse  y  disciplinarse  bajo  la  dirección  de  jefes  exigentes, 
con  la  mira  común  de  batir  al  enemigo  ultramontano  que  se 
enseñoreaba  sobre  Chile. 

Las  milicias  sanjuaninas  estaban  organizadas  en  la  Ciudad, 
Jáchal *,  Valle  Fértil  y  demás  departamentos  del  Norte,  como 
igualmente  los  del  Sud  hasta  el  Acequión  y  Berros,  formando 
todas  un  total  de  2,653  hombres,  sin  contar  con  las  altas  que 
diariamente  recibían  los  tres  cuerpos  veteranos  de  guarni- 
ción en  San  Juan. 

Los  pueblos  de  Cuyo,  preocupados  por  la  probable  inva- 
sión de  los  españoles  por  la  parte  de  Chile,  y  en  virtud  de  las 
órdenes  superiores  impartidas  á  la  Intendencia,  hacían  sus 
preparativos  bélicos  para  estar  listos  a  toda  eventualidad. 

No  se  crea  por  esto  que  el  origen  de  las  milicias  no  pueda 
encontrarse  en  tiempos  muy  anteriores. 

Se  ha  observado  que  las  tribus  americanas  se  hallaron  en 
un  estado  continuo  de  armas,  sin  que  por  esto  pueda  asegu- 
rarse que  la  guerra  formara  su  estado  natural.  El  espíritu 
de  conquista  que  dominó  á  estas  tribus,  está  comprobado  por 
la  existencia  de  poderosos  imperios  que,  como  los  del  Cuzco 
y  México,  pasearon  sus  huestes  por  todo  el  continente. 

Aunque  ese  espíritu  guerrero,  que  ha  distinguido  y  dado 
forma  á  los  indios  de  Arauco  y  Bogotá  forma  la  especialidad 
en  las  naciones  indias,  no  es  menos  cierto  que  los  pueblos 
todos  que  reconocían  el  Imperio  de  los  Incas  vivieron  siem- 
pre bajo  un  régimen  militar. 

No  pretendemos  buscar  el  embrión  de  nuestras  milicias  en 
las  tribus  primitivas  que  poblaron  estas  regiones, -porque  en- 
tre los  indios  guerreros,  hasta  llegar  á  los  huarpes,  no  encon- 


1  La  Comandancia  Militar  de  Jáchal  fué  creada  en  Mayo  de  1815L 


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00  EL   PAÍS   DE   CUYO 


tramos  la  menor  organización  militar  ni  la  consiguiente  dis- 
ciplina, tan  necesaria  á  los  cuerpos  medianamente  regulares; 
pero  al  ocuparnos  de  la  milicia  ó  sea  del  arte  de  la  guerra  su- 
jeto á  reglas  y  principios,  debemos  referimos,  no  al  quechua 
ó  al  huarpe  sino  al  criollo  de  Cuyo,  mezclado  ya  con  el  es- 
pañol y  heredero  de  una  rudimentaria  educación  militar. 

A  este  respecto,  nuestras  noticias  alcanzan  hasta  la  penúl- 
tima década  del  siglo  pasado,  en  que  las  milicias  de  San  Juan 
aparecen  ya  con  alguna  organización. 

De  las  listas  de  revista  del  año  1781  (Ap.,  nota  núm.  7),  re- 
sulta que  el  distrito  de  San  Juan  contaba  entonces  con  1.051 
milicianos  regularmente  organizados;  que  en  1784  esas  mili- 
cias, comandadas  por  el  Teniente  Coronel  Don  José  Fran- 
cisco de  Amigorena,  habían  verificado  sus  famosas  campañas 
á  Tierra  Adentro,  llegando  hasta  mas  al  Sud  del  Rio  Colorado 
en  la  Patagonia. 

Ya  en  1810,  estos  pueblos  prestaban  su  contingente  de  san- 
gre, mandando  á  Buenos  Aires  y  Ejército  Auxiliar  del  Perú 
varios  reclutas  de  hombres,  que,  sucediéndose  hasta  1814,  mo- 
mento en  que  Cuyo  se  preparaba  á  la  lucha,  ascendía  de  solo 
el  distrito  de  San  Juan  á  817  hombres  libres,  sin  contar  los 
esclavos  donados,  que  lo  fueron  en  gran  número. 

Estas  cifras  las  veremos  pronto  decuplicarse,  á  medida  que 
la  necesidad  lo  exija,  bajo  la  enérgica  mano  del  Teniente  Go- 
bernador de  la  Roza  que  en  tan  gran  parte  contribuyó  al 
éxito  de  la  memorable  campaña  de  los  Andes. 

3.  —  Los  Gobiernos  de  Cuyo  continuaban  disciplinando  sus 
milicias,  y  como  si  aun  quedase  algo  por  militarizar,  el  dia  12 
de  Julio  (1815),  la  Tenencia  de  San  Juan  publicó  un  bando 
en  seis  artículos,  ordenando  el  alistamiento  de  todo  ciudada- 
no desde  la  edad  de  quince  hasta  cuarenta  y  cinco  años.  Los 
ciudadanos  comprendidos  en  los  doce  cuarteles  de  la  ciudad 
debían  formar  un  batallón  de  infantería  cívica  y  una  compa- 
ñía de  artillería  de  la  misma  clase,  destinándose  á  la  arma  de 
caballería  los  habitantes  de  campaña. 

Realizada  esta  nueva  recluta,  que  hizo  ascender  las  fuerzas 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  67 


en  armas  en  San  Juan  al  número  de  3,522  hombres,  ofrecía 
este  distrito  de  Cuyo  el  aspecto  de  un  verdadero  campamen- 
to militar,  distribuido  como  sigue: 

Estado  Mayor. 

Comandante  de  Armas  —  Tte.  Cnel.  D.  Juan  Manuel  Cabot. 
Instructor  —  Mayor  Gdo.,  D.  Juan  Bermúdez. 

»  —  Capitán,  D.  José  Montes  de  Oca. 

»  de  reclutas  —  Teniente  Io,  D.  Lucio  Salvadores. 

Comisionado  en  Jáchal  —  Capitán,  D.  Lucio  Mansilla. 

Artillería. 

Compañía  de  artillería  cívica,  Comandante,  el  capitán  Don 
Francisco  Díaz,  con  80  hombres. 

Infantería. 

hombrea 

Milicias  activas  de  ciudad  y  suburbios , 822 

Piquete  de  milicias  de  ciudad,  movilizadas 81 

Batallón  Núm.  11  de  los  Andes;  Comandante,   Don 

Juan  Gregorio  Las  Heras ****,,,  234 

Batallón  Io  de  Cazadores  de  los  Andes,  al  mundo  del 

Teniente  Coronel  Don  Rudecindo  Alvarado 252 

Piquete  del  Regimiento  Núm.  8 103 

Compañía  de  infantería  de  Jáchal 130 

Caballería, 

Regimiento  de  caballería   miliciana,  al  mando  del 

Coronel  D.  Mateo  Cano  y  Ramírez ; 226 

Escuadrón  de  caballería  patriótica  de  San  Juant  al 

mando  del  Comandante  D.  Buenaventura  Carril,  428 
Escuadrón  id.  id.,  Comandante  D.  Antonio  Blanco.  239 
Tres  compañías  de  Jáchal  y  Rodeo,  Comandantes 

D.  Luis  Laciar,  D.  José  A.  Quiroga  y  D.  Juan  B. 

Caballero 200 


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68  EL   PAÍS   DE   CUYO 


hombre* 


Partidas  volantes  para  la  policía  de  caminos 57 

Nueve  destacamentos  en  las  Cordilleras,  apostados 
en  Pismanta,  Las  Leñas,  Agua  Negra,  Agua 
Blanca,  Mondaca,  Conconta,  Colanquil,  Los  Puen- 
tes y  San  Guillermo 270 


Lo  que  formaba  un  total  de 3,622 

Los  estados  de  donde  hemos  tomado  estos  datos  no  men- 
cionan las  fuertes  avanzadas  de  observaciou  existentes  en  Ca- 
lingasta  y  Leoncito. 

Los  rumores  de  invasión  de  los  españoles  en  Chile,  que  ve- 
nían repitiéndose  desde  1814,  tomaron  al  año  siguiente  pro- 
porciones tan  alarmantes,  que  el  Gobernador  Intendente  or- 
denó al  gobierno  de  San  Juan,  por  nota  reservada  de  fecha 
4  de  Enero,  centuplicar  la  vigilancia  de  las  cordilleras  y  se 
le  remitiese  la  mitad  de  las  tropas  de  muías  aparejadas  que 
hubiera  en  San  Juan. 

Esta  orden  fué  revocada  el  dia  19,  no  obstante  saberse  de 
un  modo  positivo  que  partidas  ligeras  de  los  españoles  se  ha- 
bían hecho  sentir  en  la  cordillera  en  los  pasos  de  Las  Vacas 
y  de  Los  Patos. 

El  Teniente  Gobernador,  que  según  se  le  había  ordenado 
pensaba  poner  en  seguridad  los  caudales  públicos,  limitó  sus 
providencias  á  mandar  al  Mayor  de  Plaza,  Don  José  de  Na- 
varro, para  ejercer  la  vigilancia  sobre  las  avanzadas  de  las 
cordilleras,  medidas  que  dieron  por  resultado  que  el  enemi- 
go nada  intentase  sin  que  al  punto  fuese  descubierto  por  las 
avanzadas. 

Los  comandantes  de  Guandacol,  Don  Luis  Dulon;  de  Pis- 
manta, Don  Francisco  Toranzos,  y  de  Leoncito,  Don  José  de 
Navarro,  anunciaban  desde  los  primeros  dias  de  Enero  la 
probable  invasión  sobre  Cuyo. 

En  8  de  Febrero,  la  Intendencia  ordena  que,  reuniendo  la 
mejor  gente  de  los  puntos  militares  de  la  cordillera  con  las 
mejores  armas  de  fuego  y  blancas  y  con  tres  ó  cuatro  caba- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  ti4J 


líos  por  cada  hombre,  se  les  tenga  listos  para  marchar  á  la 
primera  orden. 

La  aparición  de  partidas  españolas  en  las  Flechas  y  en  el 
Portillo  parecían  indicios  ciertos  de  la  invasión  anunciada. 

En  la  Ladera  de  Las  Vacas,  camino  de  Uspallata,  habíase 
presentado  á  la  vista  una  fuerza  enemiga  como  de  200  hom- 
bres, según  anuncios  de  la  Intendencia  (18  de  Febrero),  y  la 
avanzada  de  Los  Patos  acababa  de  tomar  al  enemigo  seis 
prisioneros  y  una  caballada  de  invernada  (14  de  Marzo).  El 
temor  de  una  agresión  de  los  enemigos  en  Chile,  tomó  pronto 
tan  serias  proporciones,  que  se  llegó  á  pensar  en  la  guerra 
defensiva,  mandando  el  General  San  Martin,  con  fecha  30  de 
Setiembre,  al  capitán  Don  Francisco  Diaz1  para  fortificar  la 
ciudad  de  San  Juan,  lo  que  se  efectuó  por  la  construcción  de 
trincheras  y  fosos  que  se  demolieron  recien  el  año  1817. 

Los  conventos  de  San  Agustín  y  Santo  Domingo  fueron 
desalojados  por  sus  comunidades,  sirviendo  luego  de  cuarteles 
fortificados  á  la  tropa  veterana  que  se  alojó  en  sus  claustros. 

La  Intendencia  no  cesaba  de  adoptar  y  ejecutar  medidas 
adecuadas  á  las  circunstancias,  desplegando  una  actividad 
sin  igual  y  poniendo  en  todo  su  vigor  la  ley  marcial,  que  en 
casos  tan  extremos  es  la  única  tabla  de  salvación  para  la  vida 
de  un  pueblo. 

El  General  San  Martin,  para  consagrarse  exclusivamente  ¿ 
su  ejército,  que  debía  recorrer  triunfante  todo  el  continente, 
delegó  el  mando  político  de  la  Intendencia  en  el  Cabildo 
(Enero),  reservándose  el  mando  militar. 

Desde  este  momento,  todo  Cuyo  fué  un  campo  militar,  sin 
excluir  ni  á  las  mujeres,  que  patrióticamente  estaban  siem- 
pre ocupadas  en  coser  vestuario  para  el  ejército. 

El  12  dé  Enero  se  publicaba  por  bando  la  orden  de  formar 
dos  compañías  cívicas  de  infantería  de  los  esclavos  de  14  á 
45  años  de  edad,  bajo  pena  de  confiscación  en  favor  del  Es- 


1  Este  oficial  figura  en  1818  como  Sargento  Mayor,  coma  mían  da  un 
buque  de  la  escuadrilla  chilena,  que  a  las  órdenes  del  Coronel  BJaw-o  En- 
«•alada,  tomó  en  Talcahuano  la  fragata  española  de  guerra  «Maria  Luisa-* 


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70  EL  PAÍS  DE  CUYO 


tado  de  los  que  no  concurriesen  á  sus  cuarteles  respectivos 
en  los  dias  designados. 

En  24  de  Febrero  se  ordenó  la  creación  de  un  nuevo  bata- 
llón de  infantería  cívica,  de  seis  compañías,  formado  de  la 
gente  libre  de  color,  encargándose  de  su  organización,  disci- 
plina y  mando  al  jefe  Don  Juan  Agustín  Cano. 

Este  cuerpo  y  las  demás  milicias  que  se  habían  organizado 
en  los  departamentos  del  Norte,  estaban  destinados  á  formar 
la  expedición  que  debía  operar  sobre  Coquimbo  al  mando  de 
Cabot,  idea  que,  como  era  consiguiente,  ignoraban  todos» 
hasta  que  la  Intendencia,  en  nota  de  7  de  Noviembre,  fijó  el 
dia  de  su  marcha  para  el  15  de  Diciembre. 

Los  secuestros  verificados  por  el  Presidente  de  Chile  Don 
Casimiro  Marcó  del  Pont  de  los  bienes  de  argentinos,  provo- 
có la  medida  de  represalia,  que  fué  comunicada  ala  Tenencia 
de  San  Juan  por  nota  de  8  de  Febrero. 

En  18  de  Junio,  San  Martin  avisa  al  Teniente  Goberna- 
dor que  en  prosecución  de  los  preparativos  del  Ejército  ex- 
pedicionario, ordena  se  pida  al  vecindario  de  San  Juan  dos 
mil  muías,  ochocientos  caballos,  trescientos  cueros  de  novi- 
llo y  todo  el  estaño  que  se  encuentre. 

El  General  San  Martin  ya  no  hallaba  recursos  en  San 
Juan,  como  que  no  había  hombre  de  armas  llevar  que  no 
estuviera  en  los  cuarteles,  ni  dineros  públicos  ó  particulares 
que  no  estuviesen  guardados  en  las  arcas  del  ejército;  pero 
el  General  era  hombre  de  recursos  y  siempre  encontraba 
algo  donde  nadie  veía  nada. 

Con  fecha  16  de  Octubre,  San  Martin  dirige  una  exhor- 
tación á  los  chilenos  emigrados  para  que  formen  en  San 
Juan  un  cuerpo  denominado  «Legión  Patriótica  de  Chile», 
para  coadyuvar  á  la  reconquista  de  su  país.  Esta  vez,  la 
exhortación  no  tenía  el  carácter  ejecutivo  de  todas  las  provi- 
dencias suyas,  ni  la  fuerza  coactiva  para  hacerla  cumplir; 
así  es  que  el  proyecto  no  llegó  á  realizarse. 

Las  fuerzas  existentes  en  San  Juan  recibieron  orden  de 
reconcentrarse  á  Mendoza,  donde  se  hallaba  el  Cuartel  Ge- 
neral, y  en  Octubre  no  quedaban  mas  fuerzas  que  las  mili- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  71 


cias  destinadas  á  operar  sobre  la  provincia  chilena  de  Co- 
quimbo. 

Los  contingentes  sanjuaninos  que  se  incorporaron  al 
Ejército  de  los  Andes,  fueron  los  siguientes:  el  batallón  Io 
de  Cazadores  de  los  Andes;  un  batallón  de  milicias  movili- 
zadas de  la  ciudad;  un  piquete  de  nueva  creación  destinado 
al  regimiento  núm.  8,  que  había  sido  remontado  en  San  Juan, 
y  del  que  luego  se  formó  la  brigada  de  los  batallones  nú- 
meros 7  y  8  y  las  importantes  remontas  para  el  batallón  nú- 
mero 11,  que  ya  había  marchado  á  Mendoza  con  anterio- 
ridad. 

Estas  fuerzas  en  unión  con  los  Granaderos  á  Caballo,  los 
batallones  números  7,  8  y  11,  que  estaban  en  Mendoza,  la 
artillería  y  las  milicias  de  Mendoza  y  San  Luis  formaron  un 
total  aproximado  de  4,000  hombres,  que  tomó  recien  el  nom- 
bre de  « Ejército  de  los  Andes»,  prestando  el  juramento  de 
ordenanza. 

El  nombramiento  oficial  de  General  en  Jefe  de  este  ejér- 
cito, le  fué  acordado  á  San  Martin  por  el  Supremo  Director 
en  Io  de  Agosto,  y  cinco  dias  mas  tarde,  el  título  de  Capitán 
General  de  Provincia,  con  tratamiento  de  Excelencia. 

La  división  de  Cabot,  que  ya  estaba  lista  para  marchar  á 
primera  orden,  la  componían  dos  compañías  del  batallón 
número  11,  un  batallón  de  cívicos  de  San  Juan  y  cuatro  es- 
cuadrones de  milicias  de  caballería. 

4.  —  Tomadas  todas  las  precauciones  consiguientes  para 
ocultar  el  dia  de  la  marcha  del  ejército  y  punto  de  paraje 
de  las  cordilleras,  sigilo  difícil  de  guardar  por  los  espías  que 
los  españoles  tenían  en  Mendoza,  y  á  quienes  se  atribuyó  la 
tentativa  de  incendiar  el  parque  y  maestranza,  la  noche  del 
29  de  Agosto  1816,  el  Ejército  se  movió  de  Mendoza  el  dia 
19  de  Enero  de  1817,  tomando  el  rumbo  hacia  el  camino 
de  Uspallata.  (Ap.,  núm.  8). 

El  12  de  Enero  la  división  Cabot  había  emprendido  su 
marcha  sobre  Coquimbo,  y  simultáneamente  las  fuerzas  con 
que  el  Comandante  Don  Ramón  Froire  debía  operar  sobre 


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72  EL   PAÍS   DE   CUYO 


la  Provincia  de  Talca,  y  Tompson  sobre  el  paso  del  Portillo. 

El  genio  militar  de  San  Martin  iba  á  probarse  en  el  ma- 
gestuoso  teatro,  que  trae  á  la  memoria  el  paso  de  los  Alpes 
por  Aníbal. 

Quien  no  conozca  las  fragosidades  de  los  caminos  en  los 
Andes,  y  los  refiera  ademas  á  aquellos  tiempos  de  atraso; 
quien  ignore  que  las  piezas  de  artillería  era  necesario  llevar- 
las á  lomo  de  muía,  á  través  de  las  insuperables  dificultades 
que  ofrecían  ochenta  leguas  de  serranías  llenas  de  laderas 
y  hondos  precipicios,  no  puede  siquiera  imaginarse  la  mag- 
nitud de  la  empresa  que  San  Martin  acababa  de  acometer. 

La  terrible  alternativa  en  que  se  había  puesto  era:  la 
muerte  ó  la  victoria. 

Los  ejércitos  españoles  aguardaban  el  ataque  de  Cuyo,  pero 
no  atinaban  á  saber  el  punto  preciso  donde  debía  esperar  al 
enemigo,  así  es  que  se  vieron  en  la  necesidad  de  fraccionar- 
se para  atender  con  éxito  probable  de  triunfo  á  todos  los 
boquetes  de  la  Cordillera. 

San  Martin  tuvo  la  habilidad  de  engañar  con  partes  falsos 
al  enemigo;  y  aun  suponiendo  que  la  suspicacia  de  éste  le 
pusiera  al  abrigo  de  cometer  errores  engendrados  por  du- 
dosas noticias,  la  aparición  de  fuerzas  por  Talca,  Aconcagua, 
Coquimbo  y  Atacama,  le  ponían  en  el  caso  de  precaverse  de 
ataques  que  podía  cualquiera  de  ellos   ser  el  principal. 

Llegado  el  ejército  al  lugar  de  los  Manantiales  en  el  ca- 
mino de  Los  Patos,  fué  dividido  en  dos  columnas  para  que 
operasen  y  se  reuniesen  en  el  valle  de  Aconcagua  en  un  mo- 
mento dado.  El  plan  era  como  para  ejecutarlo  sobre  un 
tablero  de  ajedrez  y  no  á  través  de  los  Andes,  á  cuyo  término 
eran  esperados  por  tropas  ya  aguerridas;  sin  embargo,  San 
Martin  había  estudiado  bien  la  topografía  del  terreno,  perso- 
nalmente en  el  sud  (13  de  Enero  de  1810),  y  por  medio  de 
personas  hábiles  y  de  su  confianza  en  los  demás  puntos  por 
donde  debía  operar;  sobro  todo,  su  genio  dominaría  las  mil 
circunstancias  posibles  en  aquel  atrevido  pasaje,  y  hasta  los 
acontecimientos  aun  imprevistos  debían  coadyuvar  á  hacer 
mas  completa  su  victoria. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  73 


La  división  que  seguía  por  el  camino  del  Sud,  obtuvo  en 
la  Guardia  Vieja  un  fácil  triunfo  al  mando  del  oficial  Don 
Enrique  Martínez,  y  luego  á  las  órdenes  de  Las  Heras  ocu- 
paba el  pueblo  de  Santa  Rosa  de  los  Andes. 

La  división  del  camino  del  Norte  obtenía,  al  mando  del 
Mayor  Don  Antonio  Arcos,  un  triunfo  en  la  embocadura  del 
valle  de  Putaendo,  y  el  Comandante  Necochea  otro  en  el 
mismo  valle  (Las  Coimas),  que  costó  al  enemigo  bastantes 
muertos  y  prisioneros,  ocupando,  en  consecuencia,  la  ciudad 
de  San  Felipe  de  Aconcagua. 

El  pánico  se  apodera  de  los  realistas,  y  en  su  marcha  de 
retroceso  sobre  la  Capital  de  Chile,  son  alcanzados  en  la 
Cuesta  de  Chacabuco,  batidos  y  derrotados,  dejando  en  el 
campo  400  muertos,  600  prisioneros,  60  oficiales,  1,000  fusi- 
les, 2  cañones,  municiones  y  bagajes  (12  de  Febrero)* 

El  jefe  de  las  fuerzas  españolas  en  Chacabuco,  Don  Rafael 
Maroto,  lleva  á  Santiago  la  noticia  del  desastre,  sucediendose 
á  este  hecho  la  ocupación  de  Santiago  (19  de  Febrero)  y  la 
captura  del  Presidente  de  Chile  en  el  pueblo  de  San  Antonio. 

La  división  del  sud  era  igualmente  feliz  en  su  invasión  so- 
bre Talca,  posesionándose  de  su  ciudad  y  pueblo  de  Curieó, 

En  cuanto  á  las  fuerzas  que  comandaba  Cabot,  veamos 
cómo  llenaron  su  cometido. 

Salidas  de  San  Juan  el  dia  12  de  Enero,  después  de  cator- 
ce jornadas  hechas  por  un  terreno  fragoso  y  atravesado  de 
altas  montañas,  llegaron  á  la  Cañada  de  Los  Patos,  el  dia  6 
de  Febrero;  y  en  el  lugar  denominado  el  Portezuelo  fue  he- 
cha prisionera  una  partida  de  observación  que  los  españoles 
tenían  en  dicho  punto.  A  los  dos  dias,  corría  igual  suerte  uu 
piquete  de  relevo  que  venía  á  reemplazar  la  avanzada  de  Los 
Patos,  siendo  aprisionado  por  el  Capitán  Don  Patricio  Ce- 
ballos. 

Llegada  la  división  á  las  primeras  poblaciones  al  Norte  de 
Valdivia  (9  de  Febrero),  las  partidas  volantes  tomaron  en 
Monterey  una  correspondencia  de  Santiago,  y  que  puso 
en  descubierto  la  precaria  situación  de  los  enemigos,  como 
las  medidas  defensivas  que  debían  tomarse  para  rechazar  la 


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74  EL   PAÍS   DE   CUYO 


invasión  de  Cuyo.  Al  dia  siguiente,  cayó  en  poder  de  las 
avanzadas  de  Cabot  una  nueva  correspondencia  dirigida  á 
Don  Francisco  Casimiro  Marcó  del  Pont,  comunicándole  re- 
cién la  alarmante  nueva  de  que  las  tropas  argentinas  inva- 
díau  aquella  parte  de  Chile  y  los  medios  de  defensa  con  que 
se  contaba. 

Inmediatamente  de  adquiridas  estas  noticias,  el  ayudante 
Don  Eugenio  Hidalgo  marchó  con  100  hombres  á  incorpo- 
rarse á  la  avanzada  de  Ceballos,  que  con  igual  número  de 
tropas  marchaba  á  cortar  la  retirada  á  la  guarnición  de  Co- 
quimbo, constante  de  ciento  y  tantos  hombres,  con  dos  piezas 
de  artillería,  y  que  se  replegaba  sobre  Santiago. 

El  dia  10,  los  españoles  eran  batidos  en  Barraza,  siendo 
obligados  á  retroceder  sobre  Coquimbo,  después  de  experi- 
mentar pérdidas  de  consideración.  Perseguidos  por  Ceballos  é 
Hidalgo,  fueron  alcanzados  en  el  valle  de  Zotaqué,  á  tres  le- 
guas de  Barraza,  matándoles  3  oficiales  y  43  soldados,  tomán- 
doles cuarenta  y  tantos  prisioneros,  entre  los  que  se  hallaba 
el  Gobernador  de  Coquimbo,  Teniente  Coronel  Don  Manuel 
Santa  María,  un  hijo  de  éste  y  dos  oficiales,  dos  cañones  de  á 
cuatro,  cantidad  de  fusiles  y  espadas,  16  cajones  de  municio- 
nes, varios  cuñetes  de  pólvora,  fardos  de  vestuario  y  30  car- 
gas de  equipajes  con  todos  los  papeles  del  enemigo. 

El  dia  13  fué  ocupada  la  plaza  de  Coquimbo,  que  contaba 
con  gran  cantidad  de  pertrechos  de  guerra  y  diez  y  ocho  pie- 
zas de  artillería  con  un  calibre  vario  de  4  á  24. 

Simultáneamente  era  ocupado  el  Huasco,  siendo  prisione- 
ro su  Gobernador  Don  Ramón  María  de  Moxo,  y  ocupado  el 
pueblo  de  Copiapó  por  la  partida  que  mandaba  el  Teniente 
Coronel  Don  Francisco  Zelada.  La  ciudad  de  la  Serena  había 
corrido  igual  suerte,  é  investídose  con  las  facultades  guber- 
nativas al  Capitán  de  Artillería  Don  Manuel  A.  de  Iribarren. 
(Ap.,  nota  núm.  9). 

La  bandera  de  Mayo,  flameando  sobre  las  nevadas  crestas 
de  los  Andes,  acababa  de  ser  la  enseña  de  la  victoria  en  la 
extensa  región  comprendida  entre  los  pasos  del  Planchón  y 
Olivares,  y  zahumada  por  el  humo  del  sangriento  combate 
de  Chacabuco. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  75 


Una  campaña  de  veinte  y  cuatro  dias  á  través  de  las  mon- 
tañas mas  altas  del  mundo,  había  dado  por  resultado  la  in- 
dependencia de  Chile. 

5.  —  Los  pueblos  de  Cuyo,  llevando  á  costa  de  inmensos 
sacrificios  la  victoria  y  la  libertad  á  Chile,  acababan  de  cu- 
brirse de  imperecedera  gloria. 

El  pueblo  de  San  Juan,  que  había  descollado  en  esfuer- 
zos de  todo  género  para  equipar  las  legiones  de  los  Andes, 
y  cuyos  títulos  justificativos  publicamos  en  el  Ap,,  nota 
núm.  10,  merecía  del  libertador  de  Chile  una  palabra  de 
gratitud  á  tanto  heroísmo.  Un  sentimiento  de  justicia  así  lo 
exijía,  y  el  General  San  Martin,  uno  de  los  pocos  que  podían 
apreciar  los  sacrificios  de  este  pueblo,  fué  el  primero  en  dar 
de  ello  el  mas  elocuente  testimonio. 

Las  tres  notas  que  publicamos  á  continuación ,  dicen  mas 
de  cuanto  pudiéramos  nosotros  en  honor  del  pueblo  de  San 
Juan. 

«El  Señor  Secretario  de  la  Guerra  en  nota  del  10,  me  co- 
munica lo  siguiente : 

«Con  esta  fecha  ha  tenido  á  bien  el  Exmo.  Supremo  Direc- 
tor del  Estado,  expedir  el  decreto  del  tenor  siguiente; 

«Entre  los  despojos  que  se  deben  á  la  bizarría  de  las  legiones 
de  la  Patria  en  Chile,  se  halla  una  bandera  del  Regimiento  de 
Talavera  y  un  estandarte  del  de  Dragones  de  aquel  Reino, 
remitidos  últimamente  por  el  benemérito  Capitán  Gene- 
ral D.  José  de  San  Martin;  y  siendo  justo  que  los  dignos  hi- 
jos de  la  Provincia  de  Cuyo,  tan  interesados  en  el  buen  su- 
ceso de  las  demostraciones  que  empeñaron  para  la  organiza- 
ción y  sosten  de  aquéllas,  tengan  la  satisfacción  de  recibir 
los  inequívocos  trofeos  de  sus  heroicos  esfuerzos  por  la  li- 
bertad, he  venido  en  acordar  sean  remitidas  dicha  bandera  á 
la  ciudad  de  San  Juan,  y  el  estandarte  á  la  de  San  Luis,  pre- 
viniéndose á  ambos  Cabildos  que  después  de  exponerlos  al 
público  en  sus  Casas  Consistoriales,  dispongan  su  colocación 


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EL   PAÍS   DE   CUYO 


en  uno  de  los  templos  principales1  como  un  tributo  al  3ór 
Supremo,  como  un  monumento  á  las  virtudes  patrias  con  que 
se  han  distinguido  los  hijos  beneméritos  de  ambos,  y  como 
una  prueba  de  la  gratitud  con  que  les  considera  el  Gobierno. 
Al  ef ecto,  comuniqúese  por  la  Secretaría  de  Guerra  á  quienes 
corresponde,  y  publíquese.  De  orden  superior  lo  transcribo 
á  V.  E.  para  su  inteligencia  y  satisfacción. » 

«Lo  trascribo  á  V.  E.  para  que  en  la  parte  que  le  toca, 
coopere  á  que  el  recibimiento  de  la  bandera  se  haga  con  toda 
la  solemnidad  posible,  como  igualmente  su  traslación  desde 
las  Casas  Consistoriales  y  su  colocación  en  el  templo  en  donde 
deberá  permanecer  como  perpetuo  monumento  de  la  felici- 
dad y  heroísmo  de  ese  virtuoso  pueblo. 

«Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  —  Toribio  de  Luzuriaga. 
— Mendoza,  21  de  Mayo  de  1817. —  Sr.  Teniente  Gobernador 
de  San  Juan». 

«Tengo  la  satisfacción  de  anunciar  á  V.  E.  que  las  armas 
victoriosas  del  Ejército  de  la  Patria  ocupan  ya  el  Reyno  de 
Chile,  rompiendo  la  fatal  barrera  que  antes  lo  separaba  de 
sus  hermanos  y  vecinos  los  habitantes  de  Cuyo.  Yo  me  apre- 
suro á  felicitar  á  V.  E.  y  á  ese  benemérito  pueblo,  manifes- 
tándole la  expresión  mas  tierna  de  mi  gratitud  á  su  patriotis- 
mo y  constantes  esfuerzos,  que  sin  duda  fueron  el  móvil  mas 
poderoso  que  contribuyó  á  la  formación  del  Ejército  de  los 
Anden  y  preparó  las  glorias  con  que  este  suceso  importante 
ha  cubierto  las  armas  de  la  Patria. 


f  En  INijH  nos  propusimos  averiguar  el  paradero  de  esta  bandera  y  de 
otras  que  en  nuestra  niilez  habíamos  visto  en  la  Catedral  y  templo  de  San 
Agustín  en  San  Juan;  solo  fué  encontrada  la  primera,  arrumbada  entre 
los  trastos  viejos  de  un  cuarto  que  servia  de  depósito  en  la  Catedral. 
Reclamamos  al  Gobernador  Don  José  Maria  del  Carril  la  colocación  que 

correspondía  al  hermoso  trofeo  y    éste  acordó Lo  cierto  es   que  dicha 

bandera  esta  hoy  (187*2)  en  poder  del  Mayor  Don  Agustín  Gómez  que  lle- 
na las  funciones  de  Jefe  de  Policía. 

—Dos  banderas  déla  escuadrilla  brasilera,  rendida  en  Patagones  en  1828, 
h*s  hemos  visto  en  un  cajón  en  la  sacristía  de  la  iglesia  del  Carmen  de 
Patagones  «[lie  está  á  cargo  de  dos  sacerdotes  italianos. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO 


«Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. — José  de  San  Martin.— 
Santiago,  Febrero  24  de  1817». 

«Señores  del  muy  ilustre  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de 
la  Ciudad  de  San  Juan. 

«En  la  campaña  que  ha  dado  la  independencia  al  Perú,  ha 
tomado  el  Ejército  Libertador,  entre  otros  varios  trofeos ,  dos 
banderas  que  se  hallaban  en  poder  de  los  enemigos  de  Ja 
América,  recobradas  ahora  por  el  valor  del  Ejército-Unido. 
Es  muy  justo  ofrecer  este  monumento  de  su  gloria  á  aquellos 
pueblos  que  han  contribuido  á  los  progresos  de  la  cosa  públi- 
ca con  su  energía,  decisión  y  constancia;  y  ocupando  entre 
ellos  un  lugar  tan  distinguido  la  benemérita  ciudad  de  San 
Juan,  tengo  la  satisfacción  de  remitir  á  V.  E.  las  menciona- 
das dos  banderas,  que  espero  se  servirá  aceptar  como  un  tri- 
buto de  consideración  que  le  presentan  las  tropas  de  mi  man- 
do y  disponer  que  sean  depositadas  en  donde  V.  E.  tenga  por 
conveniente.1 

«Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. — José  de  San  Martin.*  - 
Lima,  Noviembre  7  de  1821. — Sr.  Gobernador  de  la  ciudad  de 
San  Juan». 

Según  queda  demostrado  por  los  anteriores  documentos, 
la  Tenencia  del  Gobierno  de  San  Juan,  bajo  la  dirección  del 
esforzado  patriota  Dr.  José  Ignacio  de  la  Roza,  adquirió  en- 
vidiables títulos  ala  gratitud  de  Chile,  Perú  y  Union  Argén* 


1  Estas  banderas  fueron  recibidas  por  el  Gobernador  Urdininea  y  des- 
tinadas con  fecha  9  de  Febrero  de  1822,  una  al  templo  de  San  Agustín  y 
otra  á  la  Iglesia  Matriz. 

El  Director  Supremo  del  Rio  de  la  Plata,  General  Pueyrredon,  destino 
dos  trofeos  de  los  conquistados  á  la  ciudad  de  Mendoza,  los  que  fueron 
guardados  en  la  Iglesia  de  San  Francisco.  Ignórase  el  paradero  de  los  trtM 
que  ostentaba  la  Matriz. 

Salvados  los  primeros  de  la  catástrofe  de  1861,  vinieron  a  parar  a  una 
cajita  de  madera  y  por  muchos  años  hicieron  compañía  á  los  viejos  in- 
folios del  Archivo  Administrativo,  a  cargo  de  Don  José  Aguirre*  Allí  loa 
vimos  amarillentos,  arrugados,  con  un  gran  agujero  al  centro,  hecho  A 
tijera,  donde  estuvieron  los  escudos  y  armas  españolas  recama  do*  <Uj  orí  >. 
Se  hallan  hoy  depositadas  en  el  Museo  de  la  Capital. — N.  E. 


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78  EL   PAÍS   DE    CUYO 


tina,  á  cuyo  afianzamiento  había  contribuido  de  un  modo 
tan  decidido  como  eficaz. 

El  pueblo  de  San  Juan  no  economizó  sus  contribuciones 
voluntarias  de  sangre;  y  si  las  madres  no  decían  á  sus  hijos: 
tcon  el  escudo  ó  sobre  el  escudo»,  era  porque  el  entusiasmo 
patrio,  que  también  ardía  en  sus  corazones  y  la  santidad  de  la 
cansa  porque  iban  á  luchar  esos  hijos,  les  daba  la  sublime 
intuición  de  la  victoria. 

Aquellas  patriotas  matronas,  dignas  de  Cochabamba,  pos- 
pusieron el  amor  filial  y  de  esposas  ante  el  divino  altar  de  la 
Patria.  Solo  así  ¡se  explica  que  el  pueblo  de  San  Juan,  dando 
tantos  voluntarios  para  los  ejércitos,  contribuyese  desde 
1810  hasta  1817  con  mas  de  cinco  mil  reclutas1  sobre  una 
población  que  no  pasaba  de  30,000  habitantes. 

Así,  San  Juan  de  Cuyo  contaba  en  1818  con  militares  dis- 
tinguidos como  Eojo,  héroes  como  Vasconcellos,  el  célebre 
sargento  de  Maipú  (Ap.,  nota  núm.  11)  y  ciudadanos  esfor- 
zados como  Blanco,  Cano,  Jufré,  los  Navarros, Toranzos,  Váz- 
quez, del  Carril  y  muchos  otros. 

6-  —  En  aquellos  famosos  tiempos  en  que  la  Patria  érala 
divinidad  á  que  todos  rendían  un  culto  puro  y  desinteresado; 
en  los  que  cada  corazón  era  un  altar  inmaculado,  en  cuyas 
aras  se  ofrecía  el  tributo  de  la  abnegación  y  el  sacrificio  por 
la  libertad,  no  era  extraño  ver  á  los  hombres,  antes  entrega- 
dos á  la  vida  contemplativa,  salir  de  sus  silenciosos  claustros 
y  mezclarse  con  las  gentes  del  mundo,  con  el  pueblo  para  su- 
bir á  la  tribuna,  arengarlo  y  hablar  del  Dios  de  la  Justicia 
y  la  Libertad, 

De  acuerdo  con  los  principios  inmutables  de  la  Moral,  de- 
bemos convenir  en  que  los  deberes  del  hombre  están  en  ra- 
zón directa  de  su  saber  y  de  los  derechos  que  puede  ejercitar. 


:  Uno  de  esos  reclutas  fué  José  Domingo  Vega.  El  Mayor  Juan  R. 
Cambas  dice  en  bus  *  Apuntes  de  Viage»,  que  en  1897  Vega  tenia  188  años 
de  edad  y  vivía  &£&€ dablemente  en  el  puesto  «La  Lata»,  Estancia  de  las 
Turnan  as,  ~ -A\  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO 


Nuestros  frailes,  especialmente  los  de  la  Comunidad  de 
agustinos,  no  solo  estaban  convencidos  de  esta  verdad,  sino 
que  servían  ardientemente  á  la  causa  santa  de  nuestra  eman- 
cipación, porque  saboreaban  ya  la  alborada  de  una  naciona- 
lidad que  los  prohombres  de  la  Revolución  habían  hecho 
nacer  en  1810. 

Por  desgracia,  estas  ideas  no  hallaron  eco  en  el  clero  secu- 
lar de  San  Juan;  y  desde  el  momento  de  la  Revolución,  se 
nos  presentan  éstos  en  alianza  con  algunos  frailes  dominicos, 
como  una  verdadera  fuerza  retardatriz  contra  la  propaganda 
revolucionaria. 

El  espíritu  rutinero  de  los  unos  les  hacía  ver  en  los  Sobe- 
ranos la  autoridad  de  origen  divino,  en  contraposición  de  los 
otros  que  hacían  del  Cristo  el  primer  republicano  de  todos 
los  tiempos;  aquéllos  eran  el  atraso  en  lucha  con  el  progreso; 
la  pretenciosa  ignorancia  disfrazada  con  la  sotana,  contra  la 
modesta  sabiduría  de  las  gentes  de  sayal  que  veían  la  voz  de 
Dios  en  la  voz  del  pueblo;  era  en  fin,  la  lucha  de  los  princi- 
pios, el  fanatismo  retrógrado  de  los  que  viendo  en  los  Reyes 
de  España  á  los  ungidos  del  Señor,  no  podían  tolerar  que  los 
insurgentes  de  las  Provincias  Unidas  pretendieran  romper  el 
sagrado  vínculo  creado  por  las  donaciones  de  los  Papas  y  la 
matanza  de  los  conquistadores,  en  contra  de  los  que  acataban 
y  reconocían  la  soberanía  de  estos  pueblos  como  la  única,  le- 
gítima y  verdadera. 

Los  famosos  agustinos,  que  se  distinguían  por  sus  luces  y 
patriotismo,  daban  incremento  á  las  ideas  de  nacionalidad, 
despertando  y  encendiendo  en  el  pueblo  el  santo  amor  de  la 
libertad. 

Cada  uno  de  sus  miembros  era  un  propagandista  ardoroso 
de  la  Revolución,  su  convento  una  tribuna  viva,  que  ostenta- 
ba en  sus  puertas,  á  guisa  de  pastorales  ó  anuncios  religiosos, 
proclamas  entusiastas  en  favor  de  la  Patria,  en  las  que  el 
ingenio  de  sus  frailes  se  esforzaba  en  derramar  en  el  cora- 
zón del  pueblo  las  ideas  de  independencia  á  que  las  potesta- 
des políticas  habían  erigido  un  altar  público. 

La  comunidad  agustina,  puede  decirse,  que  cantaba  el  liím- 


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80  EL   PAÍS  DE   CUYO 


no  de  la  Libertad  á  la  Independencia  Argentina,  como  Ló- 
pez había  cantado  el  suyo  á  la  Revolución  de  Mayo1. 

La  inteligencia  é  ilustración  de  sus  miembros,  entre  los 
que  sobresalían  los  Vera,  Perdriel,  Centeno,  Lozada,  Riveros 
y  otros  tantos  que  dieron  un  justo  renombre  el  convento  de 
estos  ilustres  hermitaños,  se  probó  en  aquellos  momentos,  en 
la  pasión  del  odio,  que  fué  la  arma  que  sus  enemigos  comen- 
zaron a  esgrimir  contra  ellos;  y  es  muy  sabido,  cuántos  ma- 
les hay  que  esperar  del  odio  concentrado  de  esos  hombres  que 
no  dejan  medio,  por  reprobado  que  sea,  de  que  no  hagan  uso, 
porque  su  intolerancia  parece  proporcionales  un  bilí  de  in- 
demnidad á  todo  lo  que  hacen.  Entre  el  fanatismo  político  y 
el  fanatismo  religioso,  creemos  que  éste  es  mas  de  temer. 

La  Asamblea  General  había  dictado  en  16  de  Junio  1813, 
las  declaraciones  que  prohibían  al  Nuncio  Apostólico,  residen- 
te en  España,  ejercer  acto  alguno  de  jurisdicción  en  las  Pro- 
vincias Unidas,  que  sustraía  de  toda  obediencia  á  las  comuni- 
dades religiosas  para  con  sus  prelados  generales  existentes 
fuera  del  territorio  del  Estado ;  y  la  mayor  de  todas  que  de- 
claraba á  los  obispos  de  las  Provincias  Unidas  revestidos  de 
las  facultades  originarias  propias  como  á  tales  obispos  de 
América,  no  obstante  la  incomunicación  con  la  Santa  Sede. 

Si  á  todo  esto  se  añade  la  abolición  de  privilegios  y  rega- 
lías de  que  estaban  rodeadas  las  gentes  de  sotana  y  manteo, 
se  comprenderá  que  la  Revolución  no  podía  serles  simpática. 

Así  sucedió,  y  en  San  Juan  fué  esto  el  principio  de  una 
especie  de  cruzada  santa,  en  que  no  faltó  su  Pedro  el  Hermi- 
taño  en  el  presbítero  Don  José  María  de  Castro,  que  en  1814 
rezaba  todavía  la  oración  pro -rege,  individualizándola  con  el 
« ut  f amulus  Ferdinando  VII,  Rex  noster »  como  lujo  de 
realismo. 

La  terquedad  de  estos  partidarios  del  antiguo  régimen  no 
cedió  ni  un  ápice,  así  es  que  la  autoridad  comenzó  á  perse- 


1  La  Asamblea  Nacional  decretó  en  11  de  Mayo  de  1818  que  se  tuviese 
por  única  Marcha  Nacional  la  presentada  por  el  diputado  Dr.  Don  Vicen- 
te López,  que  para  ello  habla  sido  comisionado  en  6  de  Marzo. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  81 


guirlos,  confinando  á  Mendoza  á  ocho  padres  de  Santo  Do- 
mingo y  cinco  presbíteros,  entre  los  que  sobresalían  como 
caudillos  Don  José  M.  de  Castro,  Don  José  M.  Godoy  y  Don 
José  M.  Astorga,  tres  homónimos  de  nombre,  de  realismo  y 
de  fanatismo  religioso. 

Hemos  entrado  en  estos  detalles,  porque  tales  sucesos,  na- 
rrados á  la  ligera,  son  la  simiente  funesta  de  la  guerra  religiosa 
de  que  trataremos  mas  tarde,  en  la  que  han  de  figurar  intri- 
gas, revoluciones  y  combates  llevados  á  cabo  por  estos  mi- 
nistros del  altar.  A  estas  gentes  se  les  puede  vencer,  pero 
jamas  convencer. 


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CAPITULO  VII. 

El  General  San  Martin.  —  2.  Don  Cornelio  Saavedra.  —  3. 
Año  1815.  —  4.  Congreso  de  Tucuman. — Declaración  de  nues- 
tra Independencia. — Primeras  naciones  que  la  reconocen.  — 
5.  El  Dr.  Narciso  Laprida.  —  6.  El  Padre  Fray  Justo  Santa 
María  de  Oro.-— El  Obispado  de  Cuyo. 


1.  —  Es  la  miserable  condición  de  nuestra  naturaleza,  que 
cuando  ésta  no  ha  sido  retocada  por  la  educación,  haciendo 
al  hombre  apto  para  el  desempeño  de  los  deberes  sociales, 
se  apodera  de  nosotros  esa  tristeza  del  bien  ageno  que  llama- 
mos envidia;  yes  cosa  que  confirman  los  hechos  en  todos 
los  tiempos  y  lugares,  que  esa  mezquina  pasión  nunca  trabaja 
mas  el  espíritu,  que  cuando  vemos  en  el  pináculo  de  la  gloria 
á  nuestros  semejantes,  aun  cuando  aquel  predicamento  de  que 
tan  rara  vez  se  llega  á  gozar  en  el  concepto  de  los  pueblos, 
sea  debido  á  sacrificios  y  méritos  bien  adquiridos. 

¡  Cuántos  héroes  en  medio  de  su  gloria  han  carecido  del  pan 
del  espirita  en  la  paz,  de  tranquilidad  y  alimento  del  cuerpo, 
el  pan  que  matase  el  hambre  de  cada  dia! 

¿  Por  qué  la  gloria  cuesta  tan  caro  á  los  que  supieron  con- 
seguirla legítimamente  por  medio  del  genio  y  del  sacrificio, 
etc.?  Indudablemente,  porque  son  pocos  los  que  la  alcanzan 
y  muchos  los  que  la  desean. 

De  aquí  que  los  grandes  hombres  se  vean  siempre  en  me- 
dio de  su  grandeza,  víctimas  de  la  envidia  de  los  mas,  siendo 
el  blanco  de  la  calumnia  y  de  la  diatriba  de  los  díscolos  y 
aun  de  los  pequeños. 

El  General  San  Martin,  que  acababa  de  verificar  la  atre- 
vida empresa  de  reconquistar  á  Chile,  idea  que  nació  é  incubó 
en  su  genial  cabeza,  y  que  acababa  de  realizar  su  gigante 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  83 


brazo,  quedó  desde  luego  sometido  á  la  ingrata  ley  de  la  en- 
vidia y  mordacidad  de  sus  enemigos. 

San  Martin,  durante  su  gobierno  en  Cuyo,  habíase  acarrea- 
do la  enemistad  de  los  carrerinos  que  pretendieron,  con  sus 
jefes  á  la  cabeza,  hacerle  un  instrumento  pasivo  de  sus 
miras. 

San  Martin  había  tenido  que  imponerles  silencio,  sirvién- 
dose á  ese  fin  de  medios  tan  violentos  como  necesarios;  y  aun- 
que sus  turbulentos  huéspedes  fueron  vencidos  por  la  fuerza, 
teniendo  en  consecuencia  que  abandonar  á  Cuyo,  no  renuncia- 
ron á  la  idea  de  vengarse  del  que  tomaron  desde  luego  por 
-enemigo  y  al  que  con  un  encarnizamiento  exagerado  debían 
combatir  en  todos  los  momentos. 

La  gloria  de  la  campaña  de  los  Andes  robó  el  sosiego  á  los 
-émulos  del  Libertador  de  Chile,  y  encendió  en  sus  pechos  la 
rabia  que  venían  concentrando  desde  1814. 

Desde  luego,  comenzaron  contra  él  la  guerra  de  la  diatri- 
ba, de  la  calumnia,  y  mas  tarde  la  de  los  mas  soeces  insultos. 
Por  lo  pronto  se  le  quiso  despojar  de  la  paternidad  que 
nadie  había  contestado  aun,  sobre  la  idea  del  pasaje  de  los 
Andes;  pero  ante  la  elocuencia  de  los  hechos,  aquella  arma  se 
-quebró  en  las  manos  de  sus  mismos  enemigos. 

El  segundo  ataque  se^  reducía  a  sostener  que  en  1813 
habían  cruzado  fuerzas  á  Chile  al  mando  del  Comandante 
Don  Santiago  Carreras,  y  que  en  consecuencia,  el  pasaje 
de  los  Andes  en  1817  carecía  de  la  importancia  atribuida, 
•como  que  él  se  había  verificado  sobre  un  camino  y  estudios 
hechos. 

Efectivamente,  Don  Santiago  Carreras  salió  de  Mendoza 
con  una  ligera  división  de  244  hombres,  en  16  de  Setiembre 
<lel  año  13,  llegando  á  la  villa  de  Santa  Rosa  de  los  Andes  el 
día  30  del  mismo  mes;  pero  del  pasaje  de  un  cuerpo  ligero 
que  encuentra  su  camino  expedito,  no  se  deduce  que  pudiera 
hacerlo  en  las  mismas  condiciones  un  ejército  que  era  espe- 
rado en  todas  partes  para  ser  batido  por  fuerzas  superiores. 
Si  el  paso  de  Carreras  hubiera  de  tomarse  como  un  argumen- 
to serio  que   pudiera   minorar  el  mérito  del  de  San  Martin, 


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84  EL   PAlS   DE   CCYO 


¿por  qué  no  habría  también  de  hacerse  mención  de  los  pasa- 
jes sucesivos  anteriores,  de  tantos  particulares,  y  llegar  así,, 
por  una  cadena  sin  fin  hasta  los  indios  huarpes,  que  pasaban 
y  repasaban  continuamente  dichas  cordilleras?  Una  argu- 
mentación semejante,  en  vez  de  rebajar  la  gloria  de  San 
Martin,  solo  sirve  para  cubrir  de  ridículo  á  los  mismos  que 
lo  hacen. 

Pero  sus  mezquinos  émulos  no  retroceden  por  eso,  que  el 
arsenal  de  la  envidia  aun  tiene  las  armas  de  la  mentira  con 
que  combate. 

Una  nueva  arma  sale  á  lucir,  pero  ya  no  va  dirigida  solo 
contra  el  héroe,  sino  contra  el  Gobierno  Argentino.  Se  dice 
que,  contrariando  órdenes  expresas,  emprende  su  campaña  de 
Chile;  que  es  alcanzado  en  las  cordilleras  para  que  desista  de 
su  temerario  empeño,  y  que  el  hombre,  por  toda  contesta- 
ción, manda  el  parte  de  la  victoria  de  Chacabuco. 

Pero  este  argumento  es  peor  que  los  anteriores:  1.°  por- 
que es  cuestión  documentada  el  acuerdo  entre  el  Director 
Pueyrredon  y  San  Martin  para  la  creación  del  Ejército  en 
Cuyo  y  su  expedición  á  Chile;  2.°  porque  el  cargo  no  está 
abonado  por  documento  alguno,  y  3.°  porque,  aun  dado 
como  cierto  el  hecho  de  la  desobediencia,  eso  vendría  á  pro- 
bar que  fué  exclusivamente  el  libertador  de  Chile,  lo  que  en- 
cierra la  dañina  intención  de  negar  al  pueblo  argentino- 
el  mérito  de  los  sacrificios  hechos  para  librar  aquel  Estado. 
Pero  esto  tampoco  hay  que  extrañarlo,  porque  con  monedas 
mas  falsas  aun  se  ha  querido  después  pagar  aquella  deuda  de 
gratitud. 

San  Martin  siguió  siendo  el  blanco  de  los  odios  y  diatribas 
de  sus  enemigos,  y  ya  veremos  mas  tarde  enfilar  á  Cockrane, 
Riva- Agüero  y  algunos  escritores  de  Chile,  haciendo  fuego 
contra  el  hombre,  cuya  memoria  bendice  toda  la  América. 

La  justicia  triunfa  al  fin. 

El  que  mas  violento  se  ha  mostrado  contra  el  patriota  aus- 
tero y  desprendido,  que  renunció  por  dos  veces  el  honor  de 
desempeñar  el  alto  puesto  de  Supremo  Director  de  Chile, 
país  que  había  conseguido  su  independencia  debido  á  los  es- 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  85 


fuerzos  de  aquél,  es  el  Sr.  Miguel  Luis  Amunátegui,  hijo  de 
Chile,  quien  dice  del  héroe  de  los  Andes  lo  siguiente: 

«Parala  política  no  tenía  ni  conciencia,  ni  moralidad. 
Para  él  todos  los  medios,  sin  excepción,  eran  lícitos;  no  re- 
trocedía ni  delante  de  la  perfidia,  ni  delante  del  asesinato.  » 
{La  dictadura  de  O'Higgins,  pág.  85). 

En  la  pág.  90  de  aquel  libelo  famoso,  al  mencionar  la  con- 
ferencia que  el  General  del  Ejército  de  los  Andes  tuvo  con  el 
Director  Pueyrredon  en  Córdoba,  de  quien  dice  que  era  hos- 
til á  la  campaña  para  reconquistar  á  Chile,  vierte  este  juicio 
tan  ligero  como  apasionado: 

c  Nunca  se  ha  sabido  de  un  modo  positivo,  cuál  fué  el 
irreplicable  argumento  que  empleó  San  Martin  para  con- 
vencerle; pero  entonces  se  susurró  por  lo  bajo,  que  entre 
otras  razones,  le  había  indicado  que  si  no  se  convenían, 
corría  riesgo  de  ser  asesinado  antes  de  alcanzar  á  la  posta 
vecina.» 

¡Esto  indigna!  Vale  mas  relegarlo' al  olvido,  máxime  cuan- 
do en  estos  momentos  el  acuerdo  entre  San  Martin  y  la  auto- 
ridad nacional  argentina  en  aquella  época,  es  el  abecé  de  los 
niños  que  estudian  historia.  Es  muy  posible  que  el  señor 
Amunátegui,  que  escribió  su  «Dictadura»  en  1853,  haya  mo- 
dificado su  juicio  ante  la  verdad  histórica,  que  entonces  igno- 
raba, al  parecer,  en  la  parte  que  nos  ocupa. 

Sobre  todo,  hoy  con  ideas  mas  claras  y  exactas  formadas 
por  el  estudio,  se  habrá  convencido  que  el  insulto  y  la  gro- 
sería no  son  los  mejores  medios  para  hacer  historia. 

El  señor  Amunátegui,  en  la  obra  á  que  nos  referimos,  no  se 
ocupa  sino  de  la  apología  del  General  O'Higgins  y  en  su  tarea 
muy  justa  y  legítima  por  otra  parte,  le  sucedió  lo  que  á  todos 
los  que  escriben  panegíricos,  como  dice  Horacio,  que  á  fuerza 
de  rebuscar  bellezas  en  su  héroe,  acaban  por  no  ver  á  nadie 
mas  sobre  el  teatro  de  la  humanidad. 

Mas  que  esto,  no  se  contentaba  con  que  su  héroe  apare- 
ciese solo  en  ese  vasto  escenario,  sino  que  necesitó  rebajar  la 
gloria  de  aquéllos  que  podían  hacerle  sombra. 

Chile  protestó  contra  esa  miseria  humana,  erigiendo  una 


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86  EL   PAlS   DE   CUYO 

estatua  en 


bronce  al  héroe  de  los  Andes,  reparación  noble  y 
3  torpezas  que  su  hijo  había  gratuitamente  inferido 

i/nif.ím  Ha   A im Ári o.a. * . 


justa  de  las  torpezas  que  su  h 
al  Gran  Capitán  de  América1 


2.  —  Continuaremos  la  relación  de  los  acontecimientos  en 
Cuyo,  retrocediendo  hasta  1814  para  estudiar  los  hechos  age- 
nos  á  la  guerra,  y  anillarlos  con  la  política  nacional  que  en- 
gendra la  necesidad  de  crear  el  primer  Congreso  argentino. 

En  1814,  el  Coronel  D.  Cornelio  Saavedra,  residente  en  San 
Juan,  es  requerido  por  orden  del  Supremo  Poder  Ejecutivo 
(19  de  Febrero),  para  que  en  el  término  de  ocho  días,  después 
de  ser  notificado,  se  presente  á  la  villa  de  Lujan  para  con- 
testar al  juicio  de  residencia  que  se  le  seguía. 

El  famoso  jefe  de  Patricios  y  Presidente  de  la  Primera 
Junta  Gubernativa  del  Rio  de  la  Plata,  se  veía  perseguido 
por  sus  enemigos,  y  andaba  errante,  como  Milciades,  después 
de  la  batalla  de  Maratón. 

La  Asamblea  General*  del  año  13  había  ordenado  el  juicio 
de  residencia  á  los  que  habían  gobernado  desde  1810,  pero  el 
carácter  general  que  revestía  esta  disposición  en  el  orden  pú- 
blico, respondía  á  miras  privadas  de  los  enemigos  de  Saave- 
dra que  le  perseguían,  so  pretexto  de  inteligencias  con  Doña 
Carlota  Joaquina  de  Borbon,  Infanta  de  España  y  esposa  de 
Don  Juan  VI,  Rey  de  Portugal.  Se  le  acusaba  igualmente  de 
miras  ambiciosas  de  perpetuarse  en  el  poder,  proclamándose 
Rey;  de  ser  el  autor  de  los  sucesos  de  5  y  6  de  Abril  de  181  lr 
tentativa  de  asonada  manifestada  por  las  exigencias  del  pue- 
blo reunido  en  la  plaza  mayor  de  Buenos  Aires  para  separar 
á  varios  miembros  de  la  Primera  Junta,  y  por  muchas  otras 


1  Con  fecha  8  de  Agosto  de  1902,  el  Poder  Ejecutivo  de  la  Provincia  de> 
Mendoza,  siendo  Gobernador  Don  Elias  Villanueva  y  Ministro  de  Gobier- 
no el  Dr.  Carlos  Ponse,  nombró  una  Comisión  presidida  por  el  Dr.  Meliton 
Arroyo  para  que  corriese  con  los  trabajos  de  creación  de  un  monumento 
al  General  San  Martin,  cuya  inauguración  tuvo  lugar  el  5  de  Junio  de 
1904  en  la  plaza  de  su  nombre.  La  estatua  fué  fundida  en  bronce  por  el 
escultor  Garzia  en  el  molde  que  sirvió  para  la  que  existe  en  Santa  Fé.  El 
pedestal  lo  forman  dos  grandes  bloques  de  granito  de  la  Cordillera  de  lo» 
Andes.  Es  la  primera  estatua  que  se  levanta  en  la  capital  mendocina. — X.  E* 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  87 


cansas  pretextadas,  que  dieron  por  resultado  su  separación  del 
Gobierno  y  el  decreto  de  proscripción  perpetua  del  territorio 
de  las  Provincias  Unidas  (8  de  Febrero  1814). 

Saavedra  acababa  de  llegar  furtivamente  de  su  emigración 
en  Coquimbo,  y  después  de  andar  escondido  en  las  Cordille- 
ras, estancia  de  Coiangüí,  consiguió  del  Intendente  de  Cuyo 
el  favor  del  asilo  que  le  había  sido  negado  por  la  Tenencia 
de  Gobierno  de  San  Juan. 

En  1815,  á  requisición  de  Alvear,  se  presentó  en  Buenos 
Aires,  dejando  en  San  Juan  una  fianza  de  cinco  vecinos  que 
garantían  la  presentación  de  Saavedra  en  el  lugar  del  juicio. 

Saavedra  estaba  sujeto  á  la  horrible  ley  de  la  ingratitud, 
y  en  sus  persecuciones  purgaba  el  delito  de  haber  sido  grande, 
hiriendo  con  su  alta  personalidad  y  glorias  conquistadas  en 
1807  á  1810,  á  los  envidiosos  y  mezquinos  émulos  que  lo  com- 
batían. 

Este  gran  hombre  murió  en  Buenos  Aires  el  20  de  Marzo 
de  1820,  á  los  68  años  de  su  edad. 

3.  —  La  suprema  autoridad  del  país  había  recaído  en  la 
persona  del  General  Don  Carlos  María  de  Alvear,  por  renun- 
cia del  Director  Posadas;  y  este  nombramiento,  que  estaba 
muy  lejos  de  ser  del  agrado  de  todos,  produjo  pronto  serias 
dificultades  que  hicieron  muy  difícil  la  situación  del  país. 

El  Coronel  Don  Ignacio  Alvarez  y  Thómas,  que  marchaba 
con  un  cuerpo  de  ejército  sobre  Santa  Fé,  desconoce  desde 
su  cuartel  general  en  Fontezuelas,  partido  de  Arrecifes,  al 
nuevo  Directorio  (11  de  Abril  1815);  y  este  movimiento  que 
arrancaba  el  mando  de  manos  de  Alvear,  halló  un  eco  simpá- 
tico en  todos  los  pueblos  y  aun  en  el  ejército,  que  se  formaba 
en  Cuyo,  el  cual  adhirió  al  movimiento  por  acta  de  21  de 
Abril. 

Este  hecho,  que  en  sí  mismo  no  tenía  mas  alcance  que  un 
cambio  de  autoridad,  era  el  principio  de  una  anarquía  que  ya 
venía  eleborándose  desde  mas  atrás,  y  que  debía  presentarse 
cinco  años  mas  tarde  con  un  carácter  verdaderamente  ate- 
rrante. 


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88  EL  PAÍS   DE  CUYO 


El  General  Rondeau,  que  se  hallaba  al  frente  del  Ejército 
del  Alto  Perú,  y  en  serias  disidencias  con  el  Gobernador  In- 
tendente de  Salta,  nos  ofrecía  el  inminente  peligro  de  una 
ruptura  con  las  tropas  de  Güemes. 

El  General  San  Martin,  en  desacuerdo  también  con  las 
autoridades  de  la  Nación,  se  veía  quizá  en  vísperas  de  ser 
relevado  del  mando  del  ejército  que  formaba  á  costa  de  em- 
peños y  sacrificios,  y  lo  que  es  mas,  frustrados  sus  planes  de 
gloria  que  cifraba  en  la  reconquista  de  Chile. 

Elevó  su  renuncia  del  mando  que  investía,  pero  el  cambio 
de  Directorio  hizo  desaparecer  como  por  encanto  las  causales 
en  que  aquélla  se  fundaba,  que  era  el  mal  estado  de  su  salud. 
El  mismo  San  Martin  no  era  garantía  suficiente  de  afianza- 
miento á  la  autoridad  nacional,  ni  el  Director  Alvarez,  inte- 
rino por  ausencia  de  Rondeau,  podía  ofrecer  otra  cosa  que 
los  viciados  títulos  de  su  transitoria  autoridad. 

La  guerra  civil  en  que  ardía  Santa  Fé,  las  exigencias  de 
Artigas  y  sus  aliados  que  subían  de  punto  á  cada  momento ; 
las  persecuciones  al  pequeño  partido  Alvearista  que  se  lle- 
vaban contra  militares  y  ciudadanos,  etc.,  etc.,  eran  causas 
de  continua  alarma  contra  la  actualidad  política  de  las  Pro- 
vincias Unidas. 

4.  —  En  tan  lamentables  extremos,  se  pensó  en  dar  for- 
mas reales  á  la  idea  que  bullía  en  las  cabezas  de  todos:  la 
creación  de  un  cuerpo  constituyente  que,  invistiendo  las  fa- 
cultades de  una  suprema  autoridad,  supliese  las  deficiencias 
del  Estatuto  que  regía  á  los  pueblos,  y  diese  una  organización 
política  mas  sólida  y  estable  á  la  Union. 

Notificada  á  Cuyo  la  orden  de  la  elección  de  diputados, 
conforme  al  Estatuto  Provisional  que  fijaba  un  representan- 
te por  cada  15,000  habitantes  ó  fracción  de  mas  de  5,000, 
la  Tenencia  de  San  Juan  la  verificó  el  dia  13  de  Junio,  eli- 
giendo al  Doctor  Don  Francisco  Narciso  Laprida  y  al  Prior 
de  la  Comunidad  Dominica  Fray  Justo  de  Santa  María  de 
Oro. 

Reunidos  los  representantes  de  las  secciones  electorales  de 


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EL  PAÍS   DE  CUYO  89 


la  Nación  en  número  de  281  y  con  excepción  de  algunas  pro- 
vincias del  litoral,  hizo  el  Congreso  su  instalación  solemne 
en  la  ciudad  do  San  Miguel  de  Tucuman  el  dia  24  de  Marzo 
de  1816. 

Esta  noticia,  que  llegó  á  San  Juan  el  dia  7  de  Abril,  fué 
solemnizada  con  Te-Deum,  iluminaciones  públicas  por  tres 
dias,  y  juramento  solemne  de  fidelidad  á  todas  sus  delibera- 
ciones, el  cual  se  prestó  en  las  Casas  Consistoriales  por  todas 
las  corporaciones  y  vecindario. 

El  Congreso  comenzó  desde  el  primer  momento  á  ser  tra- 
bajado interiormente  por  las  divisiones  locales,  combatido 
por  la  anarquía,  amenazado  por  la  guerra  civil  en  que  ardían 
las  provincias  que  se  habían  sustraído  á  la  autoridad  del  go- 
bierno general;  desobedecido  por  los  pueblos  mismos  que  re- 
presentaba, marchando  al  acaso,  llegó  á  faltarle  la  fé  en  la 
grande  obra  que  se  le  había  encomendado. 

El  centralismo  de  Buenos  Aires,  en  contraposición  con  las 
fuertes  tendencias  descentralizadoras  de  las  provincias,  ha- 
cían que  el  Congreso,  falto  de  una  brújula  que  le  marcase  un 
rumbo  definido,  no  pudiera  sustraerse  á  las  pasiones  que  lo 
trabajaban,  y  que  en  sus  primeros  pasos  manifestase  mil  va- 
cilaciones que  daban  por  resultado  el  mayor  desaliento  en 
los  que  veían  en  él  á  la  única  autoridad  moral  y  única  espe- 
ranza para  el  porvenir  feliz  de  estos  pueblos. 

Las  importantes  provincias  de  Entre  Rios,  Corrientes, 
Santa  Fe  y  Banda  Oriental  del  Uruguay,  que  no  se  hallaban 
representadas  en  aquella  asamblea,  le  privaban  del  influjo 
mayor  que  su  representación  le  hubiera  dado. 

En  esta  desesperante  situación,  abrió  sus  tareas  el  Congre- 
so, y  desde  su  apertura  (Marzo  24)  hasta  los  últimos  dias  de 
Mayo,  no  se  ocupó  mas  que  de  los  negocios  puramente  admi- 
nistrativos sin  dictar  una  sola  ley  práctica.  El  dia  29,  á  pro- 
puesta del  Dr.  Don  Esteban  A.  Gazcon,  diputado  por  Buenos 


1  Estos  representantes  fueron:  7  por  Buenos  Aires,  por  Córdoba  8,  Tu- 
cuman 2,  Gatamarca  2,  Salta  2,  Mendoza  2,  Santiago  del  Estero  2,  San 
Juan  2,  Charcas  2,  Chichas  1,  Mizque  1,  Jujuy  1,  y  Rio  ja  1. 


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90  EL  PAlS  DE  CCYO 


Aires,  se  nombró  una  comisión  que  fijase  los  puntos  capitales 
que  debían  preferentemente  ocupar  la  atención  del  Congreso. 

La  comisión  se  expidió,  señalando  como  cuestiones  de  ma- 
yor importancia,  entre  otras,  la  de  declarar  la  independencia 
de  estos  pueblos,  y  la  de  tratar  la  forma  de  gobierno  mas 
adaptable  al  país. 

La  primera  cuestión  quedó  resuelta  el  9  de  Julio,  como  es 
sabido,  pero  no  sin  serias  dificultades,  y  sin  que  las  influen- 
cias de  San  Martin  y  Belgrano  tuvieran  que  vencer  las  gran- 
des resistencias  que  el  mismo  Congreso  oponía,  considerando 
muy  prematura  la  declaración  de  la  independencia,  y  sobre 
todo,  algo  ridicula  desde  que  en  aquellas  circunstancias  no 
había  para  la  revolución  ni  para  los  pueblos  bases  de  garantía 
alguna. 

Aquella  autoridad,  esencialmente  revolucionaria  y  formada 
por  los  mas  esclarecidos  ciudadanos  de  los  pueblos  que  repre- 
sentaba, vacilaba  en  esos  solemnes  instantes,  y  de  seguro 
que  sin  la  decidida  protección  que  la  Providencia  pareció 
dispensar  á  la  causa  de  América,  aquel  acto  supremo  y  deci- 
sivo no  hubiera  tenido  lugar  en  aquellos  momentos;  lo  cierto 
es  que  acababa  de  ponerse  el  sello  á  la  independencia  de  la 
Patria,  y  que  este  acto  vino  recien  á  definir  oficialmente  las 
tendencias  de  la  Revolución  del  año  10,  haciendo  desaparecer 
todos  los  pretextos  de  que  se  había  rodeado  en  sus  primeros 
dias. 

La  segunda  cuestión,  que  era  la  forma  de  gobierno  que 
debía  darse  á  la  nueva  nación,  presentaba  mayores  dificulta- 
des aun. 

Desde  1812  había  trabajos  hechos  por  cimentar  la  forma 
monárquica  de  Gobierno,  y  ora  se  trataba  de  llamar  á  la  prin- 
cesa Doña  Carlota  Joaquina  de  Borbon  para  investirla  con 
las  insignias  de  una  proyectada  monarquía,  ora  se  trataba  de 
igual  investidura  para  Don  Francisco  de  Paula,  Príncipe  de 
Luca,  debiendo  crearse  el  Reino  de  las  Provincias  Unidas, 
pensamiento  que  abrigaron  Belgrano,  Rivadavia  y  Sarratea, 
y  en  fin,  hasta  se  hizo  moción,  que  fué  apoyada  (Julio  12), 
para  restaurar  el  Imperio  de  los  Incas,  proyecto  que  suscri- 


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EL  PAlS   DE   CUYO  91 


bieron  los  Diputados  del  Alto  Perú,  de  Córdoba  y  de  Salta, 
teniendo  como  campeones  de  esta  idea  en  el  recinto  del  Con- 
greso al  Diputado  por  la  Rioja  Don  Pedro  Ignacio  de  Cas- 
tro Barros  y  al  General  Belgrano  que  había  sido  llamado  al 
seno  del  Congreso  en  sesión  secreta  de  Julio  6. 

Los  Diputados  de  Cuyo  Dr.  Don  Francisco  Narciso  La- 
prida,  Fray  Justo  de  Santa  María  de  Oro,  Don  Tomás  Go- 
doy  Cruz  y  Dr.  Don  Juan  Agustín  Maza,  que  habían  sido 
electos  á  influencia  de  San  Martin  y  que  podían  ser  mirados 
como  el  eco  de  las  opiniones  de  aquél  en  la  cuestión  que  se 
debatía,  no  eran  partidarios  de  la  monarquía  constitucional 
que  parecía  el  sistema  de  organización  política  acordado  ya 
por  casi  todos  los  miembros  del  Congreso. 

En  la  sesión  del  dia  15,  cuando  la  discusión  creíase  ago- 
tada ó  cuando  se  hacía  casi  imposible  por  la  idea  preconcebi- 
da dominante  en  todo  el  Congreso,  fué  cuando  el  Diputado 
Oro,  por  San  Juan,  alma  angélica,  en  quien  las  dotes  del  co- 
razón y  la  cabeza  estaban  armónicamente  equilibradas  *,  tomó 
la  palabra  y  manifestó :  «  que  para  proceder  á  declarar  la  for- 
ma de  gobierno,  era  preciso  consultar  previamente  á  los  pue- 
blos, limitándose  por  el  momento  á  dar  un  reglamento  provi- 
sional; y  que  en  caso  de  procederse  sin  aquel  requisito  á 
adoptar  el  sistema  monárquico  constitucional,  á  que  veía 
inclinados  los  votos  de  los  representantes,  pedía  permiso 
para  retirarse  del  Congreso». 

El  padre  Santa  María  de  Oro  era  el  único  que  protesta- 
taba  contra  la  adopción  inmediata  de  la  forma  monárquica 
de  gobierno.  La  discusión  fué  obstinada,  y  por  fin  las  ideas 
del  representante  de  Cuyo  triunfaron,  primero  por  el  aplaza- 
miento y  después  por  el  rechazo  de  la  monarquía. 

La  Provincia  de  Cuyo,  la  única  que  manifestaba  su  dispo- 
sición general  á  contribuir  para  los  apuros  de  la  guerra2  y 
triunfo  de  la  revolución,  mientras  las  demás  oponían  su  po- 
breza para  sustraerse  al  cumplimiento  de  aquel  sagrado  y  su- 


1  Historia  de  Belgrano. 

5  Informe  del  Congreso,  Febrero  Io  de  1816. 


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92  EL   PAÍS   DE   CUYO 


premo  deber,  acababa,  en  nuestro  concepto,  de  rendir  á  la 
Patria,  por  medio  de  uno  de  sus  representantes,  un  servicio 
mayor,  cual  era  el  rechazo  de  la  monarquía,  institución  que 
difícilmente  pudo  aclimatarse  en  estos  pueblos,  dado  el  ca- 
rácter de  sus  habitantes,  no  menos  que  la  crueldad  y  absolu- 
tismo como  la  monarquía  europea  se  había  insinuado  con 
nosotros  desde  el  tiempo  de  la  conquista  hasta  el  año  1816. 

No  se  crea  por  lo  que  dejamos  expuesto,  que  pretendamos 
impugnar  á  aquellos  grandes  patriotas  que  formaron  el  Con- 
greso de  Tucuman  por  sus  ideas  monárquicas. 

Su  educación,  su  época,  y  sobre  todo  sus  buenas  intencio- 
nes, pudo  hacerles  ver  candorosamente  en  la  forma  monár- 
quica de  gobierno,  el  mejor  sistema  político  para  la  organi- 
zación del  país. 

Sobre  todo,  el  sistema  republicano  estaba  en  aquellos  tiem- 
pos muy  lejos  de  ser  el  ideal  del  buen  gobierno,  y  la  Repú- 
blica Francesa  de  1793,  ofrecía  un  ejemplo  aterrador  de  anar- 
quía, desgobierno  y  demás  escándalos  de  que  ninguna  monar- 
quía en  el  mundo  había  dado  tan  tristes  y  dolorosos  ejemplos. 

El  objeto  primordial  que  se  tuvo  en  vista  al  formar  aquel 
primer  Congreso,  quedó  plenamente  llenado  con  la  solemne 
acta  de  9  de  Julio  que  declaró  libres  estos  pueblos  de  la  Es- 
paña y  de  todo  otro  poder  extraño,  pasando  éstos  á  ocupar 
desde  luego  un  puesto  honroso  entre  las  naciones  libres  de 
la  tierra  y  prometiéndose  con  aquel  paso  de  tan  grande  tras- 
cendencia, nuevos  esfuerzos  para  asegurar  definitivamente  su 
existencia  política. 

Las  primeras  naciones  que  reconocieron  nuestra  indepen- 
dencia fueron  los  Estados-Unidos  de  la  América  del  Norte, 
que  en  8  de  Marzo  de  1821  así  lo  declaró  por  intermedio  de  su 
Presidente  Jacobo  Monroe,  en  nota  dirigida  por  éste  al  Con- 
greso de  la  Nación. 

Dos  años  después  (21  de  Marzo  de  1823),  Jorge  Canning, 
Ministro  de  Jorge  TV  de  Inglaterra,  declaraba  que  el  tiempo  y 
el  curso  de  los  sucesos  habían  sancionado  de  un  modo  defini- 
tivo la  emancipación  de  las  provincias  sudamericanas,  y  así 
fué  oficialmente  resuelto  el  mismo  año. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  93 


¡Gratitud  eterna  á  estas  dos  naciones  que  hoy  son  las  de- 
positarías de  la  libertad  y  de  las  instituciones  libres  en  el 
Nuevo  y  Viejo  Mundo ! 

5.  —  Los  representantes  por  San  Juan  ante  el  congreso 
de  Tucuman,  que  funcionó  desde  el  24  de  Marzo  de  1816  hasta 
su  clausura  en  17  de  Enero  del  año  siguiente,  fueron,  como 
ya  se  ha  dicho,  Laprida  y  Oro. 

Aunque  mas  adelante  nos  ocuparemos  de  estos  dos  grandes 
hombres  que  llenaron  un  papel  muy  importante  en  la  historia 
de  su  Provincia,  ha  de  permitírsenos  una  noticia  biográfica 
de  cada  uno  de  ellos,  que  los  haga  couocer  mas  á  fondo. 

El  Dr.  Don  Francisco  Narciso  Laprida,  á  quien  cupo  el  alto 
honor  de  presidir  el  Congreso  de  Tucuman,  era  hijo  de  la 
ciudad  de  San  Juan,  y  el  vasto  caudal  de  sus  conocimientos 
profesionales  le  distinguieron  en  el  foro  por  la  rectitud  y 
madurez  de  sus  juicios. 

Como  miembro  del  Cabildo  de  su  pueblo,  corporación  que 
llenó  las  múltiples  funciones  administrativas,  como  cuerpo 
deliberante,  teniendo  en  sus  deliberaciones  asociado  al  Te- 
niente Gobernador,  Laprida  se  distinguió  por  el  acierto  de 
sus  juicios  y  la  rectitud  de  sus  miras,  haciéndose  notar  igual- 
mente en  las  funciones  comunes  de  administrar  justicia,  que 
era  facultad  ordinaria  de  aquel  cuerpo. 

En  1818,  cuando  los  émulos  del  Teniente  Gobernador  de 
la  Boza  se  confabularon  en  su  ausencia  para  hacerle  una 
oposición  abierta,  el  Intendente  de  la  Provincia  Don  Toribio 
de  Luzuriaga,  que  se  hallaba  en  San  Juan,  llamó  al  desempe- 
ño de  las  funciones  gubernativas  á  Laprida  que,  contando  con 
el  respeto  y  cariño  de  los  bandos  locales,  era  el  único  que  po- 
día servir  como  prenda  de  paz  y  garantía,  de  afianzamiento 
político  y  social  para  todos,  en  medio  de  las  pasiones  desbor- 
dadas que  trabajaban  aquel  pueblo. 

Laprida  desempeñó  el  gobierno  interino  desde  el  19  de  Se- 
tiembre hasta  17  de  Diciembre  del  mismo  año. 

En  1819  desempeñó  el  cargo  de  Asesor  de  Gobierno,  y  en 
1820,  durante  la  administración  de  Sánchez,  se  hizo  nombrar 


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94  EL   PAÍS   DE   CUYO 


comisionado  ante  el  Gobierno  de  Chile  para  tratar  asuntos 
de  comercio  y  acordar  algo  sobre  la  montonera  de  Carrera, 
que  ya  comenzaba  á  agitar  estos  pueblos. 

Desde  este  momento,  se  nos  pierde  de  vista  este  honrado  ó 
inteligente  hombre  público,  porque  las  tinieblas  que  envolvie- 
ron á  la  República  en  1820,  proyectaron  sus  mas  negras  som- 
bras sobre  Cuyo,  haciéndolas  durar  por  algunos  años. 

El  levantamiento  del  núm.  1  de  los  Andes,  que  puso  en  ar- 
mas á  San  Juan  y  Mendoza;  la  montonera  de  Carrera  que  co- 
menzó á  sentirse  por  las  violencias  y  estragos  cometidos  por 
sus  infernales  bandas,  ocupan  el  año  21  y  22.  A  estos  hechos 
siguieron  la  revolución  de  un  Garramuño;  el  motin  de  un 
Flandes;  los  trabajos  de  resistencia  que  al  gobierno  de  Carril 
hacía  el  partido  clerical  de  San  Juan  y  que  concluyó  con  el 
combate  de  Las  Leñas,  etc.,  etc. 

Estos  tristes  sucesos,  absorbiendo  las  fuerzas  vivas  de  la 
sociedad,  no  dejaban  lugar  alguno  para  que  los  hombres  de 
paz  y  labor  como  Laprida,  se  manifestasen  en  el  medio  para 
que  habían  nacido :  la  lucha  de  las  ideas  y  el  progreso  en  la 
paz  y  el  orden,  y  no  la  guerra  civil,  la  montonera  y  los  moti- 
nes de  cuartel. 

Sin  embargo,  esta  avalancha  de  desgracias  que  arrasaba  á 
San  Juan  y  amenazaba  á  todos  los  pueblos  de  Cuyo,  arras- 
tró al  fin  á  Laprida,  que  en  1829  aparece  en  Mendoza  entre 
el  ruido  de  las  armas  y  vocerío  de  los  campamentos. 

El  combate  del  Pilar,  en  que  un  fraile  apóstata  consolida 
su  poder  por  medio  de  la  traición  y  el  perjurio,  no  solo  im- 
porta el  aniquilamiento  de  las  libertades  públicas  y  privadas, 
sino  que  hasta  la  vida  de  los  pacíficos  ciudadanos  se  ve  ame- 
nazada de  muerte,  y  enseguida  sacrificada  en  holocausto  á  la 
sed  de  sangre  que  los  caudillos  de  la  barbarie  han  manifesta- 
do en  todas  nuestras  guerras. 

El  29  de  Setiembre,  Aldao  triunfaba  de  sus  contrarios  por 

medio  de  la  traición,  y  durante  la  persecución  y  la  matanza 

de  los  vencidos,  el  Dr.  Laprida  era  degollado  en  el  cuartel 

de  Auxiliares  (después  Colegio  de  la  Santísima  Trinidad). 

Tal  fué  el  trágico  fin  del  ilustre  sanjuanino,  tan  digno  de 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  95 


mejor  suerte  por  sus  virtudes  cívicas,  patriotismo  é  impor- 
tantes servicios  prestados  á  la  independencia  de  su  país l. 

6.  —  Fray  Justo  de  Santa  María  de  Oro,  que  como  se  ha 
visto  fué  el  compañero  de  Laprida  en  el  Congreso  de  Tucu- 
man,  era  nacido  en  la  ciudad  de  San  Juan  en  4  de  Setiembre 
de  1769.  Principió  sus  estudios  de  latinidad  y  teología  ele- 
mental en  el  convento  de  Santo  Domingo  á  los  15  años,  mar- 
chando después  á  Chile  á  continuar  sus  estudios,  donde  se  dis- 
tinguió por  su  "rápida  comprensión,  lucidez  de  sus  ideas  y 
después  por  su  expedición  fácil  y  elocuente. 

Recibió  las  órdenes  sagradas  en  1790,  habiendo  antes  des- 
empeñado el  lectorado  de  artes,  y  sacado  en  oposición  la  cá- 
tedra de  teología  que  desempeñó  durante  cuatro  años,  siendo 
pronto  elevado  á  la  categoría  de  Prior  de  la  Recoleta  Domi- 
nica. 

Refieren  las  crónicas  de  aquellos  tiempos,  que  el  cuyano, 
renombre  con  que  Oro  era  conocido  y  que  en  Chile  se  aplica 
hoy  á  todos  los  argentinos,  tenía  un  continente  que  no  abo- 
naba mucho  en  favor  de  sus  dotes  oratorias. 

Debía  tener  lugar  en  el  convento  de  su  orden  un  concurso 
de  oposición,  en  el  que  se  trataba  de  proteger  una  mediocri- 
dad con  muchos  empeños  y  alta  privanza  con  sus  superiores. 
A  este  objeto,  fueron  eliminados  los  estudiantes  de  reconocida 
inteligencia,  y  se  trajo  al  concurso  á  los  coristas  mas  porros, 
y  entre  ellos,  al  padre  Oro  que  aun  no  era  conocido,  para  que 
el  triunfo  del  agraciado  con  la  cátedra  fuera  mas  fácil  y  re- 
vistiese las  apariencias  de  un  concurso  formal. 

Consultado  Oro  sin  tiempo  para  prepararse  al  certamen, 
aceptó  la  participación  que  se  le  daba,  sabiendo  que  su  supe- 
rior se  había  expresado  así:  t Pongamos  entre  los  opositores  al 


1  El  9  de  Julio  de  1888  fué  colocada  en  calle  General  Acha  una  placa  de 
bronce,  fundida  en  el  Arsenal  de  Guerra,  con  esta  inscripción:  «Casa  donde 
nació  el  Dr.  Narciso  Laprida,  el  28  de  Octubre  de  1786.  Presidente  del 
Congreso  que  declaró  en  1816  la  Independencia  Nacional».— N.  E. 

Su  estatua  fué  inaugurada  el  25  de  Setiembre  de  1ÍXM,  en  la  plaza  de 
su  nombre,  en  San  Juan. 


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96  EL  PAÍS  DE   CUYO 


cuyano,  á  fin  de  que  nuestro  candidato  obtenga  el  triunfo  con 
algunos  visos  de  lucha». 

Llegado  el  momento  del  certamen,  el  padre  Oro,  con  esa 
humildad  soberbia  que  le  fué  característica,  tomó  á  su  turno 
la  palabra,  destruyendo  el  edificio  levantado  á  tanto  costo 
y  anonadando  á  sus  coopositores  que  le  habían  precedido; 
pasó  en  seguida  á  refutar  á  sus  examinadores,  presentando 
un  nuevo  plan  de  ideas  y  desarrollándolas  con  tanta  sensatez 
ó  ilustración,  que  redujo  á  todos  á  un  mutismo  completo,  y 
concluyó  con  esta  frase  que  importaba  un  reproche  á  sus  su- 
periores: «Así  diserta  el  cuyano». 

En  1809  hizo  un  viaje  á  Roma,  donde  negoció  un  Breve 
para  la  anexión  á  Buenos  Aires  de  los  conventos  de  su  orden 
en  Cuyo,  que  reconocían  la  dependencia  del  Convento  Gran- 
de de  la  Orden  que  existe  en  Santiago  de  Chile,  bajo  la  advo- 
cación de  San  Lorenzo. 

Vuelto  á  Chile,  donde  permaneció  por  algunos  años,  pensó 
en  volver  á  su  país  natal. 

Admirador  entusiasta  de  la  Revolución  Argentina,  ó  me- 
jor dicho,  revolucionario  de  corazón  y  de  ideas,  no  solo  era 
una  viva  protesta  contra  el  estado  político  de  Chile,  donde 
por  esta  causa  contrajo  algunos  compromisos,  sino  que  trató 
de  regresar  á  su  patria  para  prestarle  su  concurso  en  la  gran- 
de obra  de  regeneración  en  que  se  hallaba  comprometida. 
Tal  vez  sus  aspiraciones  no  se  limitaban  á  solo  entonar  en  el 
suelo  que  lo  vio  nacer  el  salvum  fac  populum  tuum. 

El  pueblo  de  San  Juan,  haciendo  justicia  á  su  capacidad, 
le  eligió  en  1815  su  representante  ante  el  Congreso  de  la  Na- 
ción   

Dotado  de  una  poderosa  inteligencia  y  en  la  plenitud  de  su 
desarrollo,  no  solo  correspondió  á  las  esperanzas  que  su  p'ue- 
blo  tenía  en  él  fundadas,  sino  que  su  ilustración  fué  un  con- 
tingente poderoso  llevado  á  aquella  asamblea  de  patriotas 
exclarecidos  para  el  estudio  y  decisión  de  las  arduas  tareas 
que  debían  tratarse. 

Los  congresales  de  1816  eran  dignos  de  la  grandiosa  idea 
que  los  reunía  y  de  la  gloriosa  acta  que  declaró  la  indepen- 
dencia política  de  estos  pueblos. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  97 


El  padre  Oro,  que  reunía  á  su  vigorosa  inteligencia,  cuali- 
dades de  carácter  que  lo  hacían  tan  idóneo  para  la  vida  po- 
lítica como  para  el  estado  religioso,  supo  llenar  su  cometido 
como  hemos  visto  antes. 

En  1817,  nombrado  Provincial  de  su  orden,  proclamó  la 
independencia  de  los  conventos  dominicos,  que  formaban  la 
Provincia  Eclesiástica  de  San  Lorenzo  Mártir,  dependiente 
hasta  entonces  del  General  de  la  Orden  en  España. 

Por  este  tiempo,  el  Padre  Oro  hace  un  paréntesis  á  los  de- 
beres de  su  profesión  para  entregarse  de  lleno  á  la  política 
agitada  de  Cuyo,  y  especialmente  á  la  de  San  Juan,  que  tenía 
profundamente  dividida  aquella  sociedad.  Este  fué  su  mayor 
pecado,  y  luego  veremos  la  penitencia  que  tuvo  que  sufrir. 

El  rigorismo  excesivo,  aunque  necesario,  que  desplegaba 
el  Teniente  Gobernador  la  Boza,  y  que,  como  se  ha  dicho  an- 
tes, le  enagenaron  las  voluntades  de  muchos,  fué  causa  para 
que  el  padre  Oro  militase  en  las  filas  de  los  desafectos  y  opo- 
sitores al  Gobierno. 

La  política  local  había  producido  una  grande  excisión  en 
el  pueblo  de  San  Juan,  y  el  Cabildo  que  estaba  unido  á  la 
oposición,  trabajaba  por  la  deposición  de  la  Boza,  á  quien  se 
miraba  como  un  tirano  y  mandón  voluntarioso. 

El  padre  Oro  llegó  á  comprometerse  por  su  conducta 
abiertamente  hostil  á  la  autoridad,  haciéndose  sospechoso  ante 
el  Gobierno  de  la  Intendencia  que  seguía  en  todos  sus  deta- 
lles los  sucesos  de  San  Juan,  y  que  pronto  pensó  en  alejarle 
de  la  Provincia. 

En  nota  reservada  del  Intendente  Luzuriaga,  de  24  de 
Abril  (1818),  encargaba  vigilar  al  Provincial  délos  Conven- 
tos Dominicos  de  Chile,  «de  quien  hay  fundados  antecedentes 
que  aspira  á  introducir  el  desorden»,  y  á  los  catorce  días  (8  de 
Mayo )  venía  la  orden  de  hacerlo  marchar  á  Chile,  lo  que  se 
efectuó  inmediatamente. 

Fray  Justo,  que  había  acreditado  ser  un  verdadero  patrio- 
ta, dio,  sin  embargo,  un  paso  en  falso  en  la  política  interna  de 
su  provincia,  y  su  abierta  oposición  á  la  autoridad  vino  á 
abrirle  las  puertas  del  destierro. 

7 


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98  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Nada  tiene  esto  de  extraño,  si  como  veremos  luego,  la  ca- 
pital de  la  Intendencia  estaba  con  el  enemigo  en  casa,  y  en 
tales  condiciones,  una  simple  sospecha  bastaba  para  empañar 
la  reputación  de  los  mejores  patriotas. 

Sin  embargo,  debemos  decir  en  honor  de  la  verdad,  que  el 
opositor  á  la  Boza  nunca  desmintió  al  congresal  de  Tucuman. 

En  1828  reaparece  en  San  Juan  el  Padre  Oro,  revestido 
con  la  alta  dignidad  de  Vicario  Apostólico  de  Cuyo  por 
nombramiento  hecho  por  Su  Santidad  León  XII. 

En  1830,  el  obispo  Cienfuegos  le  consagra  en  San  Juan 
como  obispo  Thaumacense1,  in  partibus  in  ftdelium,  de  con- 
formidad á  la  bula  expedida  por  León  XII. 

Fray  Justo  comenzó  desde  entonces,  con  todo  el  ahinco  de 
que  era  capaz  un  hombre  de  su  carácter,  á  trabajar  por  la 
erección  de  un  Obispado  en  Cuyo,  para  lo  que  tenía  que  abrir 
una  formal  campaña. 

Los  gobiernos  de  Mendoza  y  de  San  Luis  aplaudían  la 
idea,  pero  alegaban  la  preeminencia  para  la  catedralidad  de 
su  iglesia  matriz,  particularmente  el  primero  por  haber  sido 
la  ciudad  de  Mendoza  la  capital  de  la  Intendencia  de  Cuyo. 

La  Curia  de  Córdoba  resistía,  por  su  parte,  la  desmembra- 
ción de  su  vasta  diócesis. 

El  localismo  por  una  parte  y  un  falso  celo  religioso  por  la 
otra,  eran  dificultades  que  solo  podía  vencer  un  hombre  de 
las  luces  y  temple  del  Padre  Oro. 

Hubo  polémica  razonada;  en  seguida  exigencias,  y  después 
dicterios  que  solo  sirvieron  para  dificultar  la  pronta  solución 
del  asunto. 

La  Vicaría  de  Cuyo  tuvo  sus  defensores,  se  publicaron 
artículos  de  periódico,  folletos,  etc.,  y  la  Curia  de  Córdo- 
ba no  fué  remisa  en  contestaciones  del  mismo  género. 

Hasta  el  Gobierno  de  San  Juan  tomó  parte  en  la  cuestión, 


1  ThanmacO)  antiguo  Thaumaci,  pueblo  de  la  Turquía  Europea  en  la 
Provincia  de  Thesalia,  á  85  millas  S.  S.  O.  de  Larissa,  situado  en  un 
gran  despeñadero,  cuya  cima  se  encuentra  coronada  por  un  antiguo  cas- 
tillo. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  99 


y  como  veremos  en  lugar  oportuno,  celebró  una  especie  de 
concordato  con  la  autoridad  eclesiástica. 

En  1834,  pendiente  la  cuestión  de  preeminencia  por  parte 
de  Mendoza  y  de  resistencia  por  la  del  Provisor  Sede  Vacan- 
te de  Córdoba,  se  expidió  la  bula  ereccional  del  Obispado  de 
Cuyo,  nombrándose  á  Oro  como  Obispo  de  la  nueva  diócesis. 

Su  Santidad  Gregorio  XVI  acababa  de  fallar  una  causa 
de  seis  años  de  duración,  accediendo  á  las  gestiones  del  Padre 
Oro,  y  prometiendo  á  la  ciudad  de  Mendoza  la  creación  opor- 
tuna de  iglesia  sufragánea  en  su  jurisdicción. 

Hemos  necesitado  entrar  en  estos  detalles,  que  trataremos 
<;on  detención  en  la  debida  oportunidad,  para  dar  una  mues- 
tra del  tesón  y  empeño  con  que  el  Obispo  Oro  encaraba  las 
cuestiones  que  se  proponía  hacer  triunfar. 

El  Obispo  Oro  se  ocupó  desde  entonces,  exclusivamente, 
■en  la  organización  de  su  diócesis,  en  cuya  tarea  muy  poco 
pudo  hacer  por  su  fallecimiento  ocurrido  el  19  de  Octubre 
de  1836. 

Su  cadáver  fué  inhumado  en  la  Catedral  de  San  Juan  el 
23,  y  sus  honores  fúnebres  celebrados  por  cuenta  del  Estado 
en  los  dias  29  y  30  de  Noviembre1. 


1  En  el  frontis  del  Monasterio  de  Santa  Rosa  de  Lima,  en  San  Juan, 
-calle  General  Acha,  existe  ana  placa  de  bronce,  fundida  en  el  Arsenal  de 
Guerra,  año  1886,  con  esta  inscripción:  «Casa  donde  nació  Don  Justo 
Santa  María  de  Oro,  el  80  de  Julio  de  1772.  Diputado  al  Congreso  que  de- 
claró en  18161a  Independencia  de  la  Nación». 

Su  estatua,  inaugurada  el  9  de  Julio  de  1897,  se  levanta  al  costado  Oeste 
de  la  Plaza  25  de  Mayo,  en  San  Juan.  —  X.  E. 


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CAPÍTULO  VIH. 

1.  Año  1818.—  Fusilamiento  de  los  hermanos  Carrera  en  Mendoza» 
— Manifiesto  del  Intendente.  —  2.  Año  1819. — Levantamiento 
de  los  prisioneros  españoles  en  San  Luis  —  3.  Año  1820.  — 
Sublevación  del  1.°  de  Cazadores  de  los  Andes  en  San  Juan. 
— Asesinato  de  Zequeira  y  compañeros  de  infortunio.  —  4. 
Disolución  de  Cuyo.  —  5.  Los  sublevados  se  dirigen  á  Men- 
doza; son  batidos,  dispersándose  luego  en  su  marcha  hacia  el 
Norte. 


1.  —  Verificado  el  pasaje  de  la  Cordillera  por  el  Ejército 
de  los  Andes,  y  la  ocupación  de  la  Capital  de  Chile,  después 
de  la  batalla  de  Chacabuco,  el  sostenimiento  del  Ejército  pa- 
triota pasó  á  ser  de  cuenta  del  Estado  que  acababa  de  libertar- 

El  País  de  Cuyo  cambió  entonces  la  naturaleza  de  sus  ta- 
reas para  atender  la  vida  material  de  sus  habitantes  y  reparar 
las  pérdidas  y  necesidades  engendradas  por  la  militarización 
de  tres  años,  con  abandono  de  su  comercio  y  pequeño  número 
de  industrias. 

El  Cabildo  de  San  Juan  se  ocupó,  desde  luego,  en  cambiar 
el  cauce  del  Rio,  que  á  la  sazón  amenazaba  con  sus  crecientes 
á  la  ciudad  y  departamentos  del  Norte,  amenazas  que  eran  de 
esperarse  en  este  mes,  pues  en  los  primeros  años  del  sigla 
había  ocasionado  grandes  inundaciones,  como  sucedió  mas 
tarde  (1833),  destruyendo  gran  parte  de  la  ciudad. 

La  irrigación  comenzó  á  sujetarse  á  reglas  estables,  dando 
vida  á  la  labranza  por  medio  de  canales  desconocidos  aun 
en  los  departamentos.  Se  hicieron  trabajos  serios  para  dar 
agua  á  Angaco  y  pedregales  del  Pocito,  y  el  intendente  de 
la  Provincia  presidía  personalmente  estos  trabajos  que,  una 
vez  realizados,  debían  producir  muy  benéficos  resultados 
para  la  riqueza  de  la  Provincia. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  101 


El  comercio  adquirió  alguna  vitalidad,  y  la  administración 
pública  pudo  contar  con  algunas  rentas  necesarias  para  lle- 
nar las  primeras  necesidades  del  presupuesto. 

San  Luis,  enclavada  en  la  pampa,  seguía  con  lentitud  su 
marcha  de  reparación  y  de  escaso  progreso. 

Mendoza  se  rehacía  igualmente  de  los  sacrificios  que  había 
hecho  desde  1814,  concurriendo  á  la  formación  y  sosten  del 
ejército  de  San  Martin  y  creación  de  su  renta  pública;  y  la 
resurrección  de  su  comercio  é  industria  la  daban  nueva  vida. 

Sin  embargo,  los  principios  de  la  desorganización  nacional 
que  mas  tarde  debía  aparecer  en  su  horrible  fealdad,  ejercían 
su  influencia  moral  sobre  los  pueblos  de  Cuyo  que,  exhaus- 
tos de  recursos  y  cansados  de  tantos  sacrificios,  miraban  con 
ojos  tímidos  los  sucesos  que  se  desarrollaban  en  los  pueblos 
del  litoral  argentino. 

Los  numerosos  prisioneros  españoles  que  había  en  San 
Luis,  y  la  necesidad  de  su  guarda,  mientras  el  Estado  de 
Chile  no  estuviese  completamente  libre  de  tropas  españolas, 
era  otro  motivo  de  temor  que  desazonaba  la  situación  de 
aquel  pueblo. 

En  la  provincia  oriental  del  Uruguay,  las  fuerzas  portu- 
guesas se  enseñoreaban  del  territorio  oriental,  habiendo  ob- 
tenido dos  triunfos  sucesivos  en  el  Arroyo  del  Catalán. 

El  General  Olañeta  entraba  triunfante  á  Jujuy,  y  no  era 
fácil  disputarle  el  terreno  en  aquellos  momentos. 

En  24  de  Noviembre  de  1817,  el  Ministro  de  la  Guerra  cir- 
culaba, en  nota  reservada,  que  el  rey  Fernando  había  conde- 
corado á  Don  José  Artigas  con  la  cruz  pensionada  de  San 
Hermenegildo,  y  que  éste  aparecía  como  Brigadier  General 
en  los  ejércitos  reales. 

Cada  hecho  que  en  la  vida  ordinaria  hubiera  sido  indife- 
rente, era  en  tales  circunstancias  lo  que  un  objeto  colocado 
detras  de  un  poderoso  vidrio  de  aumento. 

Desde  luego,  se  temían  desastres,  traiciones,  etc.,  que  se 
hacían  mas  posibles  cuanto  mas  sospechosa  era  la  conducta 
de  los  caudillos,  como  López,  Ramírez  y  el  mismo  Artigas, 
que  no  tuvo  inconveniente  en  hostilizar  al  Directorio  y  con- 


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102  EL  PAÍS  DE  CUYO 


cluiría  por  invadir  el  Entre  Rios,  sumergiéndonos  en  la  gue- 
rra civil. 

En  este  estado  de  temor  y  alarma,  fué  descubierto  Don 
Luis  Carrera,  que  se  había  introducido  á  Mendoza  con  uu 
nombre  falso,  y  á  quien  se  acusaba  de  haber  violado  la  co- 
rrespondencia pública,  abusando  del  correo  que  la  conducía. 

Al  poco  tiempo,  Don  Juan  José  Carrera  era  aprisionado 
en  la  Tenencia  de  San  Luis  y  conducido  á  Mendoza,  donde 
fué  encerrado  con  su  hermano  en  la  cárcel  pública. 

Los  hermanos  Carrera,  conocidos  en  Mendoza  desde  1814, 
por  sus  precedentes  como  díscolos  y  revoltosos,  unidos  al 
nombre  falso  con  que  viajaban  (Leandro  Barra  el  uno,  y 
Narciso  Méndez,  el  otro ),  trajeron  la  alarma  á  la  Intenden- 
cia, que  desde  luego  los  sujetó  á  una  completa  clausura  y  vi- 
gilancia. 

Conspiradores  de  oficio,  comenzaron  desde  luego  por  so- 
bornar las  guardias  y  tramar  un  levantamiento  contra  las 
autoridades,  ayudados  por  los  díscolos  y  descontentos  que 
hacíanlos  mismos  trabajos  de  zapa  en  las  tres  *  ciudades  de 
Cuyo. 

En  este  estado  de  cosas,  llegó  á  Mendoza  la  terrible  noti- 
cia de  que  el  Ejército  de  San  Martin  había  sido  sorprendido 
y  deshecho  á  inmediaciones  de  la  ciudad  de  Talca  (Cancha- 
Rayada)  en  la  noche  del  19  de  Marzo,  y  que  el  enemigo  mar- 
chaba sobre  la  ciudad  de  Santiago. 

En  situación  tan  extrema  para  la  tranquilidad  de  Chile  y 
de  Cuyo,  se  abreviaron  los  trámites  de  la  causa  seguida  á  los 
Carrera  en  Mendoza,  y  convictos  y  confesos  de  los  crímenes 
de  que  se  les  acusaba  y  previo  asesoramiento  de  tres  letra- 
dos primero,  y  de  dos  después,  el  Intendente  Don  Toribio  de 
Luzuriaga  los  hizo  fusilar  en  la  tarde  del  dia  8  de  Abril  de 
1818. 

La  parte  legal  de  este  jucio  fué  llenada  en  todas  sus  par- 
tes, aunque  por  la  gravedad  de  las  circunstancias  no  se  es- 
perase la  consulta  mandada  á  Buenos  Aires,  que  en  último 
caso  no  era  mas  que  una  cuestión  de  simple  trámite  judicia- 
rio.  (Ap.,  núm.  12). 


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EL  PAlS  DE  CCYO  103 


2.  —  El  año  19  se  presentaba,  si  no  con  los  mismos  temo- 
res y  sobresaltos  que  el  anterior,  porque  la  batalla  de  Maipú 
(5  de  Abril  1818)  había  concluido  con  la  dominación  espa- 
ñola en  Chile,  ofrecía,  sin  embargo,  el  desquicio  producido 
por  las  intrigas  de  Alvear,  López,  Ramírez  y  Carrera,  y  las 
montoneras  de  Santa  Fé  que  amenazaban  á  Buenos  Aires,  y 
que  habían  caído  sobre  Bustos  en  Córdoba. 

En  tal  situación,  el  Supremo  Director  ordenó  á  San  Mar- 
tin que  hiciese  pasar  una  de  sus  divisiones  sobre  Cuyo  para 
estar  á  la  espectativa,  y  ocurrir  donde  las  circunstancias  lo 
exigiesen.  Igual  orden  se  había  dado  al  General  Belgrano. 

Los  prisioneros  españoles  de  Chacabuco  y  Maipú,  que  en 
número  como  de  trescientos  hombres  se  hallaban  en  el  depó- 
sito de  San  Luis,  tenían  concertado  un  levantamiento  que 
debían  verificar  de  acuerdo  con  López  y  Ramírez. 

Efectivamente,  López  se  pronunció  en  Santa  Fé  contra  el 
Gobierno  General,  y  sabida  la  noticia  por  los  confabulados 
de  San  Luis,  hicieron  su  movimiento  el  día  8  de  Febrero 
(1819).  asaltando  los  cuarteles  y  depósitos,  logrando  sorpren- 
der las  fuerzas  de  guardia  y  apoderándose  de  las  armas.  Sin 
embargo,  la  acción  del  vecindario  fué  tan  rápida  y  eficaz, 
que  al  momento  retomaron  los  cuarteles  y  dominaron  la  re- 
belión, después  de  una  matanza  en  que  murieron  el  Brigadier 
Don  José  Ordoñez,  los  Coroneles  Primo  de  Rivera,  Morgado, 
Mocla  y  muchos  otros,  entre  los  que  se  contaban  dos  Tenien- 
tes Coroneles  y  21  oficiales. 

Gobernaba  á  la  sazón  en  San  Luis  el  Teniente  Goberna- 
dor Don  Vicente  Dupuy,  que  se  portó  con  valentía  y  arrojo 
en  el  sofocamiento  de  los  prisioneros  alzados. 

El  proceso  seguido  á  los  que  sobrevivieron  al  alzamiento 
del  dia8,  fué  instaurado  y  concluido  por  el  Dr.  Don  Bernardo 
Monteagudo,  confinado  en  aquella  ciudad  y  nombrado  por 
Dupuy  juez  de  la  causa. 

3.  —  La  situación  nacional  no  podía  ser  mas  angustiosa. 

La  montonera  de  López  de  Santa  Fé,  auxiliada  por  una  di- 
visión del  Entre  Rios,  era  una  amenaza  formal  ala  tranquili- 
dad pública. 


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J 


104  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Los  portugueses,  que  ocupaban  la  Banda  Oriental,  y  Ar- 
tigas, que  asechaba  el  momento  para  caer  sobre  Entre  Rios» 
una  vez  repuesto  de  la  derrota  que  le  hizo  experimentar  Ra- 
mírez en  el  Saucecito,  mientras  las  tropas  de  esta  provincia 
tenían  su  mirada  fija  en  Buenos  Aires,  eran  otras  causas  muy 
poderosas  de  malestar  general. 

Fué  en  tales  condiciones  que  el  Director  de  Buenos  Aires 
urgía  al  General  San  Martin  para  que  hiciese  repasar  los  An- 
des á  su  ejército,  lo  que  daría  por  resultado  la  cesación  de 
aquel  terrible  estado  de  cosas. 

San  Martin,  que  en  sus  sueños  de  gloria  no  pensaba  en 
otra  cosa  que  en  su  deseada  expedición  al  Perú,  para  lo  cual 
contaba  con  el  auxilio  y  decidida  protección  de  su  íntimo 
amigo  el  Presidente  de  Chile  D.  Bernardo  O'Higgins,  se  sen- 
tía altamente  contrariado  con  aquellas  exigencias  que  des- 
barataban todos  sus  planes. 

El  General  San  Martin  esperaba  mucho  de  su  influencia 
en  Buenos  Aires.  Se  presentó  en  esta  ciudad  para  conferen- 
ciar con  el  Director,  y  expuso  no  estar  concluida  la  pacifi- 
cación de  Chile;  la  necesidad  de  abrir  una  nueva  campaña  al 
sud  de  este  Estado;  y  en  fin,  el  compromiso  ya  contraído  con 
el  Gobierno  chileno  y  los  preparativos  hechos  para  alistar  la 
expedición  que  debía  operar  sobre  el  Perú. 

Con  esto,  no  solo  conseguía  demorar  el  regreso  del  ejército 
de  su  mando,  sino  ponerse  en  condiciones  de  exigir  los  re- 
cursos necesarios  para  gastos  de  la  expedición. 

Pueyrredon  consideraba  dichas  pretensiones  fuera  de  opor- 
tunidad, no  tanto  por  la  exigüidad  de  las  rentas  generales, 
como  por  la  falta  de  garantía  con  que  debía  contar  el  Go- 
bierno ante  un  estado  de  descomposición  social  que  amena- 
zaba envolver  en  un  caos  á  toda  la  nación. 

Por  otra  parte,  las  Provincias-Unidas  no  estaban  en  con* 
diciones  de  pensar  en  el  Perú,  ni  en  los  enemigos  que  ocupa- 
ban aquel  país,  cuando  el  enemigo  lo  tenía  en  casa  por  la 
Banda  Oriental,  Entre  Rios  y  Santa  Fe. 

Ante  una  negativa  tan  terminante,  y  por  mas  que  los  ami- 
gos del  General  San  Martin  hubiesen  puesto  de  su  parte 


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EL  PAlS  DE   CUYO  105 


todos  los  medios  posibles  para  evitar  un  rompimiento  entre 
el  General  y  el  Director,  la  separación  de  éstos  fué  fría,  y  San 
Martin  se  retiró  sin  despedirse  de  Pueyrredon,  aunque  sí 
con  el  propósito  formado  de  dar  un  golpe  decisivo  á  la  cues- 
tión, esperando  como  resultado  el  logro  completo  de  sus 
miras. 

San  Martin  elevó  su  renuncia  al  Directorio,  y  aunque  en 
ella  exponía  el  mal  estado  de  su  salud,  por  segunda  mano 
manifestaba  las  causas  verdaderas  que  lo  impulsaban  á  tomar 
aquélla  extrema  resolución. 

No  se  equivocó  San  Martin,  aunque  tampoco  consiguió 
todo  el  objeto  que  se  proponía,  pues  la  expedición  al  Perú 
quedó  convenida  con  algunas  restricciones,  y  entre  éstas,  con 
la  de  hacer  pasar  á  Cuyo  una  parte  del  Ejército  para  respon- 
der á  las  necesidades  de  la  política  general,  antes  de  que 
aquélla  se  llevase  á  cabo. 

En  definitiva,  la  renuncia  no  fué  aceptada  y  la  expedición 
postergada  para  mejor  oportunidad. 

Hemos  necesitado  entrar  en  este  detalle  para  dar  á  cono- 
cer la  causa  que  motivó  la  venida  de  una  división  del  ejército 
argentino  de  Chile,  la  que  fué  necesario  realizar  sin  demora, 
en  vista  del  alzamiento  de  los  prisioneros  en  San  Luis. 

Una  división  constante  de  1,200  plazas  llegó  á  Cuyo,  com- 
puesta del  Batallón  1.°  de  Cazadores  de  los  Andes,  que  se 
destinó  á  San  Juan,  cuatro  escuadrones  de  granaderos  y  ca- 
zadores á  caballo,  que  fueron  distribuidos  en  las  tres  ciudades 
de  Cuyo,  y  algunas  piezas  de  artillería  con  las  que  se  com- 
pletaba la  segunda  división  del  Ejército  de  los  Andes. 

Estas  fuerzas  debían  ser  remontadas  en  Cuyo  para  dejar 
á  su  regreso  á  Chile  una  base  de  ejército  á  disposición  del 
Directorio  de  Buenos  Aires  y  mando  inmediato  del  General 
Balcarce. 

El  año  1820,  que  debía  figurar  entre  las  fechas  aciagas  de 
nuestro  calendario,  había  llegado,  encontrando  á  la  Repú- 
blica toda  dividida  hondamente,  trabajada  por  la  anarquía 
y  el  caudillaje,  en  vísperas  de  alzarse  contra  todo  lo  que  ofre- 
ciese visos  siquiera  de  organización  y  paz. 


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106  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Los  portugueses  seguían  en  posesión  de  la  Banda  Oriental; 
Artigas  acababa  de  invadir  el  Entre  Rios;  las  montoneras  de 
Santa  Fé  y  Córdoba  habían  tomado  grandes  proporciones,  y 
el  movimiento  anárquico  de  Bernabé  Araoz1  en  Tucuman 
(12  de  Noviembre  1819),  que  se  había  hecho  proclamar  Pre- 
sidente de  la  República  independiente  en  que  había  erigido 
su  provincia,  indicaban  de  un  modo  muy  elocuente  el  estado 
de  anarquía  y  desquicio  en  que  se  hallaba  toda  la  República. 

El  Supremo  Director  General  Don  José  Rondeau,  que  había 
reemplazado  á  Pueyrredon  por  renuncia  de  éste,  ordenó  que 
el  cuerpo  de  ejército  que  á  las  órdenes  del  General  Don  Fran- 
cisco de  la  Cruz  se  hallaba  acampado  cerca  de  la  ciudad  de 
Córdoba,  avanzase  sobre  Santa  Fé.  El  7  de  Enero  llegaba 
Cruz  á  la  posta  de  Arequito,  y  en  la  noche  se  pronunció  un 
motin  encabezado  por  el  General  Don  Juan  Bautista  Bustos, 
que  luego  se  hizo  proclamar  Gobernador  de  Córdoba. 

San  Martin,  que  también  había  recibido  aviso  de  mar- 
char sobre  el  centro  de  las  montoneras,  pero  que  tenía  sus 
formales  propósitos  de  no  mezclarse  en  la  guerra  civil,  elu- 
dió su  cumplimiento,  pasándose  á  Chile  y  dejando  al  Gene- 
ral Alvarado  la  orden  de  seguirlo  con  la  división  existente 
en  Cuyo. 

San  Martin,  que  con  su  mirada  de  águila  había  visto  la 
anarquía  en  todo  su  horror,  y  presentido  la  conflagración 
general  de  que  no  era  fácil  escapase  la  importante  división 
de  Cuyo,  tan  necesaria  para  sus  ulteriores  empresas,  trató  de 
prevenir  el  mal,  pero  no  fué  tan  feliz  que  no  perdiese  uno  de 
los  mejores  batallones  del  Ejército  de  los  Andes. 

El  dia  9  de  Enero,  al  amanecer,  la  población  de  la  ciudad 
de  San  Juan  se  despertaba  aterrada  por  las  descargas  de  fu- 
silería y  sostenido  tiroteo  que  duró  por  mas  de  media  hora. 

Era  el  número  1  que,  secundado  por  un  cuerpo  de  dragones 
de  reciente  creación,  acababa   de  sublevarse  y  se  batía  con 


1  Este  individuo  fué  bajado  del  poder  por  revolución  popular  de  28  de 
Agosto  de  1821,  y  en  1828,  fusilado  en  el  pueblo  de  Trancas  en  Tucuman, 
por  el  Gobernador  de  la  Provincia  Don  Javier  López, 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  107 


un  piquete  de  cívicos,  mandados  por  el  Teniente  Don  José 
Bernardo  Navarro1,  siendo  esta  pequeña  fuerza  de  resistencia 
deshecha  y  dispersada,  al  momento. 

El  partido  local,  contrario  al  Teniente  Gobernador  de  la 
Boza,  veía  por  fin  conseguido  su  objeto,  aunque  á  costa  de 
un  crimen  estupendo  de  que  pronto  se  arrepintió. 

Se  había  explotado  la  desavenencia  del  General  San  Martin 
con  el  Directorio  de  Buenos  Aires,  haciendo  aparecer  á  aquél 
como  un  mandón  alzado  y  por  consecuencia  á  sus  tenientes 
Luzuriaga,  la  Roza  y  Dupuy. 

Habían  llegado  hasta  aprovechar  la  chismografía  de  cuar- 
tel, y  se  hablaba  á  la  tropa  de  los  castigos  que  Zequeira,  jefe 
del  núm.  1,  imponía  á  los  soldados;  de  los  ejercicios  violentos 
y  fatigas  de  todo  género  con  que  se  les  mortificaba,  so  pre- 
texto de  disciplina  y  educación  militar. 

Hasta  se  decía  y  consta  en  un  acta  de  los  sublevados,  que 
la  Roza  y  demás  gobernantes  de  Cuyo  eran  ciegos  instru- 
mentos de  San  Martin  y  estaban  empeñados  en  desobedecer 
á  la  Suprema  autoridad  de  la  Nación. 

A  estos  trabajos  locales  hay  que  añadir  que  el  levanta- 
miento en  San  Juan  era  uno  de  los  resortes  tocados  para  pro- 
ducir la  disolución  del  país,  según  los  trabajos  de  zapa  y 
desquicio  que  se  hacían  en  el  litoral. 

El  desgraciado  y  funesto  levantamiento  del  núm.  1  fué 
encabezado  por  los  capitanes  Mariano  Mendizábal,  Fran- 
cisco Solano  del  Corro  y  teniente  Pablo  Morcillo2;  los  dos 
primeros  se  pusieron  inmediatamente  las  presillas  blancas  y 
el  último  las  de  Sargento  Mayor,  procediendo  á  la  prisión 
del  Teniente  Gobernador  de  la  Roza,  puesto  en  capilla  para 
ser  fusilado  al  dia  siguiente;  pero  fuéle  conmutada  la  pena 


1  Este  valiente  oficial  es  el  mismo  que  mas  tarde  peleó  en  Chacón;  hizo 
la  campaña  del  Brasil;  que  en  Tilo,    lugar   de  las    cordilleras,  mató    en 

duelo  al  General  Villafañe.  Murió  en  Rio  IV  en  1831 asesinado    por 

los  gauchos  de  Facundo  Quiroga. 

3  Mendizábal  fué  fusilado  en  Lima  en  1822;  Corro,  asesinado  en  Salta,  y 
Morcillo,  fusilado  en  el  cuartel  general  de  la  Guayra  en  el  mismo  año. 


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108  EL   PAlS   DE   CUYO 


por  destierro  á  LaRioja1;  fueron  presos  también  los  jefes 
y  oficiales  que  no  estaban  en  el  movimiento,  es  decir,  el 
Teniente  Coronel  Don  Severo  García  Zequeira,  Sargento 
Mayor  Don  Lucio  Salvadores,  Capitanes  Don  Camilo  Bena- 
vente,  Juan  Bautista  Bozo,  N.  Zorrilla  y  Oficiales  inferiores 
Moyano,  Maure,  Vega,  Echegaray,  Zuluaga,  Zelaya,  Velasco, 
Blanco,  Ramiro  y  otros. 

Igualmente  fueron  presos  un  Comandante  de  milicia  de 
apellido  Quiroga  y  el  valiente  Oficial  Navarro,  que  les  había 
puesto  alguna  resistencia  con  sus  bisónos  milicianos. 

El  mismo  dia  de  la  sublevación  convocaron  al  pueblo  á  Ca- 
bildo abierto,  levantándose  un  acta  que  suscribieron  ciento 
nueve  ciudadanos,  por  la  que  Mendizábal  era  nombrado  Te- 
niente Gobernador. 


1  El  Sr.  Ignacio  de  la  Hoza,  nieto  del  ilustre  procer,  nos  ha  proporciona- 
do copia  fiel  del  original  del  testamento  que  hizo  en  tales  circunstancias. 
«  En  Ja  ciudad  de  San  Juan,  4  14  del  mes  de  Enero  de  1820,  yo,  José  Ignacio 
de  la  Roza,  casado  con  Doña  Tránsito  de  Oro,  estando  condenado  á  morir 
por  los  jefes  que  hicieron  la  revolución  el  dia  nueve  del  presente  rnes,  sin 
causa  alguna  y  solo  por  los  efectos  de  las  pasiones  irritadas  de  la  revolu- 
ción, sepan  cuanto  la  presente  vieran  que  esta  es  mi  única  voluntad,  en 
todo  lo  que  en  las  siguientes  declaraciones  se  contiene: 

«1.a  Que  de  mi  legítima  mujer  Doña  Tránsito  de  Oro,  tengo  un  hijo  de 
edad  como  de  un  mes,  llamado  Rosauro,  que  éste  es  mi  único  heredero,  y 
mi  dicha  mujer  sola  y  única  albacea  con  todas  las  mismas  facultades  que 
si  yo  vivo  estuviera. 

«2.a  Que  á  dicha  mi  mujer  le  acompaño  unos  apuntes  en  la  cajita  de 
mi  retrato  de  lo  que  debo  y  me  deben. 

« 8.a  Que  en  todos  los  casos  que  se  le  presenten  de  resolver,  se  aconseje 
de  mis  amigos  Don  Narciso  Laprida  y  Don  Rudecindo  Rojo. 

« 4.a  A  todos  mis  amigos  de  las  provincias  les  recomiendo  á  mi  mujer 
para  que  me  la  atiendan  y  la  asistan.  A  Don  Narciso  Laprida  encargo  les 
explique  esto  á  mis  amigos. 

«5.a  Recomiendo  mucho  á  mi  mujer  que  inspire  á  mi  hijo  los  senti- 
mientos mas  ardientes  para  la  Patria,  que  jamas  les  inspire  venganza 
contra  otros  enemigos  que  los  de  mi  país. 

•  Es  hecho  en  mi  prisión  en  el  dia  y  año  ya  citado.  —  José  Ignacio  de  la 
Boza. » 

—  Al  costado  izquierdo  del  frontis  de  la  Casa  de  Gobierno  hay  una  placa 
de  marmol,  del  cerro  Pió -Palo,  con  esta  inscripción  en  letras  de  oro: 
«Doctor  José  Ignacio  de  la  Roza,  Alcalde  de  1er.  voto,  1815-1816.  Teniente 
Gobernador,  1818-1820.  Auditor  de  Guerra  del  Ejército.  Libertador  del 
Perú,  1821».  —  N.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  109 


Los  jefes  y  oficiales  presos,  no  pndiendo  avenirse  con  su 
suerte,  y  desesperados  de  la  vida  licenciosa  de  sus  antiguos 
subordinados,  que  en  aquellos  críticos  momentos  eran  dueños 
de  sus  vidas,  comenzaron  á  fraguar  un  plan  de  contra -revo- 
lución, para  lo  que  se  prestaba  muy  bien  el  Cuartel  de  Dra- 
gones en  que  estaban  presos.  Este  Cuartel  era  la  antigua  Ca- 
sa de  Ejercicios  (boy  San  Clemente);  tiene  un  espacioso  patio 
cuadrado,  rodeado  de  corredores  con  arcadas  de  material 
sobre  gruesas  pilastras  que  podían  prestar  el  servicio  de  ga- 
biones  para  luchar  contra  los  sublevados,  cuando  éstos  re- 
gresaran al  Cuartel  después  del  ejercicio. 

En  el  momento  en  que  debían  poner  por  obra  su  plan, 
fueron  descubiertos  por  la  imprudencia  de  sus  mismos  auto- 
res, lo  que  dio  por  resultado  el  engrillamiento  de  los  que  aun 
estaban  sin  prisiones  y  la  clausura  individual  de  cada  uno  en 
calabozo  separado  y  con  centinela  de  vista. 

El  Coronel  Alvarado,  que  tuvo  noticia  en  Mendoza  de  los 
sucesos  de  San  Juan,  se  puso  en  marcha  el  dia  11  sobre  esta 
ciudad,  sin  mas  que  su  escolta,  ordenando  que  dos  escuadro- 
nes de  Cazadores  á  Caballo  y  dos  piezas  de  artillería  lo  si- 
guiesen á  la  mayor  brevedad.  Alvarado  esperaba  producir  con 
su  prestigio  una  reacción  en  los  sublevados  que  con  él  habían 
compartido  tantas  glorias  en  la  reconquista  de  Chile;  pero 
éstos,  al  saber  su  llegada  al  Pocito,  no  solo  salieron  con  el 
propósito  de  batir  á  su  antiguo  jefe,  sino  que  le  hicieron 
saber  por  una  diputación  del  Cabildo,  que  al  primer  amago 
de  su  parte,  los  presos  serían  pasados  por  las  armas. 

Alvarado  volvió  á  Mendoza,  temiendo  las  consecuencias  de 
la  obstinación  de  los  revoltosos,  esperando  así  salvar  las  vi- 
das de  sus  amigos,  evitar  los  horrores  de  un  asalto  á  la  ciu- 
dad, y  sobre  todo,  en  presencia  de  las  pocas  fuerzas  de  que 
podía  disponer  contra  el  gran  número  délos  sublevados,  pues 
solo  el  núm.  1  de  Cazadores  constaba  de  ocho  compañías 
con  un  total  de  mas  de  600  hombres. 

A  su  vuelta,  encontró  en  Jocolí  (18  de  Enero)  á  los  Caza- 
dores á  Caballo,  que  hizo  contramarchar  á  Mendoza,  ocu- 
pándose desde  luego  de  salvar  el  resto  de  su  división  de  aquel 


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110  KL  PAÍS  DE   CUYO 


horrible  contagio,  que  ya  había  producido  sus  terribles  efec- 
tos en  Córdoba  y  San  Juan. 

£1  mismo  mes  emprendió  su  marcha  para  Chile,  á  unirse  al 
General  San  Martin  que  tenía  su  cuartel  general  en  las  pri- 
meras poblaciones  de  Aconcagua  (San  Francisco  de  Curimon). 

Los  presos  que  estaban  en  el  Cuartel  de  Dragones  en  San 
Juan,  se  hacían  cada  vez  mas  peligrosos  para  sus  guardianes; 
entre  los  mismos  sublevados  se  manifestaban  tendencias  para 
ponerles  en  libertad.  Sin  embargo,  el  pueblo  temía  por  la 
suerte  de  aquellos  desgraciados. 

El  dia  15  se  les  propuso  si  querían  marchar  á  Chile  para 
incorporarse  al  Ejército  ó  hacer  de  su  libertad  el  uso  que 
quisieran.  Esta  proposición  era  una  infame  celada  contra  la 
vida  de  aquellos  valientes,  que,  no  suponiendo  tanta  maldad 
en  sus  subordinados  de  la  víspera,  la  aceptaron  llenos  de  es- 
peranza y  satisfacción  y  quizá  con  propósitos  de  un  justo  y 
severo  castigo  contra  Mendizábal  y  sus  cómplices,  que  habían 
privado  á  la  causa  de  América  de  una  de  sus  mejores  legiones. 

El  mismo  dia  salían  de  San  Juan,  escoltados  por  una  fuerte 
partida,  los  presos  Zequeira,  Salvadores,  Benavente,  Bozo  y 
Zorrilla,  con  destino  á  Chile,  y  según  siniestros  rumores,  para 
ser  asesinados  en  el  camino. 

El  dia  16  iban  en  marcha  por  Los  Colorados,  lugar  á  doce 
leguas  de  la  ciudad  de  San  Juan,  cuando  fueron  alcanzados 
por  una  partida  capitaneada  por  un  sargento  español  de  los 
sublevados  llamado  Catalino  Biendicho1,  quien  procedió  in- 
continenti á  consumar  el  bárbaro  asesinato  de  los  presos. 


1  En  26  de  Agosto  de  1818,  llegaba  á  Buenos  Aires  un  buque  español  con 
doscientos  hombres  del  Regimiento  de  Cantabria,  al  servicio  de  España. 
Esta  embarcación  era  la  fragata  Trinidad,  que  el  dia  21  de  Julio  en  la 
noche,  se  habia  sublevado  en  alta  mar,  dirigiéndose  á  este  puerto  para 
tomar  servicio  'en  los  ejércitos  de  las  Provincias  Unidas.  Biendicho  era 
sargento  segundo  en  estas  fuerzas,  y  habia  sido  uno  de  los  caudillos  de 
la  sublevación. 

El  General  Rondeau,  como  un  medio  de  guerra  contra  la  España,  acordó 
á  los  traidores  un  escudo  de  paño  con  el  lema:  «La  Patria  á  sus  nuevo» 
hijos»  (28  de  Setiembre). 

Con  este  solo  hecho  quedan  averiguados  los  infames  precedentes  del 
asesino  de  Zequeira  y  sus  compañeros. 


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EL  PAlS  DE   CUTO  111 


La  partida  de  guardia,  que  no  hizo  resistencia  alguna  en 
favor  de  los  presos  confiados  á  su  custodia,  demostraba  con 
este  hecho  que  el  rumor  público  en  San  Juan  era  una  reali- 
dad, y  que  el  trágico  fin  de  aquellos  desgraciados  estaba  ya 
decretado  por  los  malvados  que  se  habían  apoderado  de  la 
situación  de  aquel  pueblo. 

La  mas  espantosa  anarquía  se  produjo  desde  luego,  el  pue- 
blo sufría  horrores  de  todo  género  por  la  crápula  y  desenfre- 
no de  aquélla  soldadesca,  que  había  roto  todo  vínculo  de 
orden  y  respeto.  Los  amotinados  se  pusieron  en  abierta  lucha 
con  el  Cabildo  que  no  les  daba  recursos  para  pagar  la  tropa, 
y  aun  entre  los  mismos  rebeldes  comenzó  la  desconfianza  y 
la  intriga,  pretendiendo  los  cabecillas  del  movimiento  una  su- 
premacía que  cada  uno  alegaba  para  sí. 

Mendizábal,  que  pretendía  ser  solo  en  el  Gobierno  y  en  el 
mando  de  la  tropa,  comenzó  á  incomodarse  de  su  segundo, 
Corro,  que,  habiendo  compartido  con  aquél  la  responsabili- 
dad del  movimiento  del  9  de  Enero,  tenía  tantos  derechos 
como  su  cómplice  en  aquella  obra  de  disolución. 

Corro  contaba  ademas  con  el  afecto  de  la  tropa  y  de  mucha 
parte  del  vecindario,  que  miraba  en  Mendizábal  la  causa  úni- 
ca de  los  males  que  envolvían  á  aquel  pueblo,  y  en  el  que, 
dicho  sea  de  paso,  habían  tomado  una  parte  muy  principal 
los  opositores  al  Gobierno  de  la  Boza. 

So  pretexto  de  una  comisión  á  la  Rioja,  Corro  fué  separado 
de  San  Juan,  hecho  que  no  pasó  desapercibido  de  la  tropa 
que  miró  en  la  partida  de  su  caudillo  predilecto,  un  destierro 
disimulado.  Los  soldados  se  amotinaron  luego,  pidiendo  la 
vuelta  de  Corro,  y  Mendizábal  tuvo  que  ceder,  mandando  un 
chasqui  para  que  aquél  regresase,  como  remedio  único  para 
calmar  á  sus  descontentos  subalternos,  que  ya  comenzaban  á 
inspirarle  muy  serios  temores. 

4.  —  Mientras  el  pueblo  de  San  Juan  sufría  los  horrores 
de  una  soldadesca  desenfrenada,  veamos  lo  que  ocurría  en  las 
otras  ciudades  de  Cuyo. 

Don  Toribio  de  Luzuriaga,  que  desde  el  31  de  Agosto  de 


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112  EL   PAÍS  DE   CUYO 


1816  desempeñaba  el  Gobierno  Intendencia  de  Cuyo,  había 
sido  compelido  á  dimitir  su  autoridad  el  dia  17  dq  Enero, 
reemplazándole  en  sus  funciones  gubernativas  el  Cabildo  de 
la  ciudad.  Una  fracción  política  en  armas  llamó  luego  al  Go- 
bierno á  Don  Pedro  José  Campos,  quien  ásu  vez  fué  derro- 
cado y  reducido  á  prisión,  sucediéndole  en  el  mando  Don 
Tomás  Godoy  Cruz. 

Luzuriaga,  que  deseaba  incorporarse  al  ejército  expedicio- 
nario al  Perú,  solo  pudo  conseguirlo  haciendo  una  donación 
de  todos  sus  bienes  en  favor  del  Estado,  buscando  así  la  ga- 
rantía que  faltaba  á  su  persona  por  el  juicio  de  residencia 
que  se  le  seguía  y  podía  ser  el  principio  de  mayores  males. 
Llegado  á  Chile,  protestó  contra  la  cesión  violenta  que  había 
hecho,  pero  ésta  no  tuvo  consecuencias  inmediatas  por  su 
marcha  al  Perú  con  San  Martin. 

Don  Vicente  Dupuy,  Teniente  Gobernador  de  San  Luis, 
fué  separado  del  mando  por  idénticos  medios,  que  lo  había 
sido  el  Doctor  de  la  Roza  en  San  Juan. 

Los  tres  puntos  de  apoyo  en  que  San  Martin  afirmó  la 
palanca  de  su  genio  para  levantar  el  Ejército  de  los  Andes, 
desaparecieron  de  la  escena,  arrastrados  por  la  terrible  ava- 
lancha del  desorden  y  la  anarquía  que  envolvían  á  la  heroica 
Intendencia  de  Cuyo. 

El  caudillo  que  dominaba  en  San  Juan  desplegaba  mien- 
tras tanto  sus  dotes  desorganizadoras,  y  convocaba  al  pueblo 
á  las  Casas  Consistoriales  para  tratar  de  la  autonomía  de 
aquél,  de  las  ventajas  del  gobierno  propio  y  de  la  grande 
entidad  política  que  los  acontecimientos  daban  á  San  Juan. 

Tan  extravagantes  ideas  se  vertieron  en  aquella  reunión 
popular,  como  se  la  llamaba,  que  poco  faltó  para  que  Men- 
dizábal  se  hiciese  proclamar  Director  de  la  República  Inde- 
pendiente de  San  Juan,  como  lo  había  hecho  Araoz  en  Tucu- 
man  y  lo  pretendía  Ramírez  en  el  Entre  Rios. 

El  buen  sentido  del  poco  pueblo  concurrente  á  aquellas 
reuniones,  pudo  mas  que  las  pretensiones  de  Mendizábal, 
pues  solo  se  arribó  á  celebrar  el  acta  trascrita  á  continuación, 
por  la  cual  San  Juan  se  declaraba  libre  de  los  vínculos  que 
la  unían  á  la  Intendencia. 


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EL   PAlS  DE   CUYO  113 


cEn  la  ciudad  de  San  Juan,  el  primer  dia  del  mes  de  Mar- 
zo de  mil  ochocientos  veinte  años,  reunido  el  pueblo  por  di- 
versas ocasiones,  y  habiendo  discutido  con  un  maduro  y  pro- 
lijo examen  sobre  si  podrá  ó  no  unirse  á  las  demás  provin- 
cias federadas,  sin  consultar  la  voluntad  de  la  capital  de 
Mendoza,  respecto  á  que  se  hallaba  ya  el  pueblo  indepen- 
diente de  ella,  de  hecho,  y  que  había  sido  invitado  por  al- 
gunas de  las  provincias  unidas,  por  última  deliberación, 
acordó : 

Que  quedaba  unido  en  el  modo  mas  solemne  á  las  demás 
provincias  federadas;  que  se  obligaba  á  obedecer  y  sostener 
todos  los  pactos  y  establecimientos  que  sancionase  la  auto- 
ridad legislativa  que  constituían  las  provincias  federadas; 
que,  reasumida  su  soberanía,  se  declaraba  el  pueblo,  indepen- 
diente de  la  que  hasta  aqui  habia  sido  capital  de  la  Provincia, 
y  que  al  actual  señor  Teniente  Gobernador  lo  elevaba  el 
pueblo  á  la  clase  de  Gobernador,  con  todas  las  facultades  y 
prerrogativas  anexas  á  esta  clase;  que  este  hecho  y  la  inde- 
pendencia que  acababa  de  declarar,  con  respecto  á  la  capital 
de  Mendoza,  se  entendiese  estable  hasta  la  reunión  y  decla- 
ración de  la  autoridad  legislativa  que  hayan  de  constituir  las 
provincias  federadas,  á  cuya  deliberación  queda  únicamente 
sujeto  el  pueblo. 

Con  lo  que  se  dio  por  concluido  este  acto,  firmando  por 
ante  mi  de  que  doy  fé.— Mariano  Mendizdbal.  —  Hilarión 
Furque,  (y  ciento  cuarenta  y  cuatro  firmantes  mas) ....  acto 
que  pasó  por  ante  el  Escribano  Público  y  de  Cabildo  Don 
Estanislao  Tello.» 

Esta  declaración,  á  la  que  no  puso  óbice  alguno  la  autori- 
dad de  Mendoza,  ni  la  de  San  Luis,  era  uno  de  los  primeros 
asomos  del  sistema  federal,  forma  violenta  de  gobierno  á  que 
nos  habían  de  conducir  los  acontecimientos,  y  cuya  mala  se- 
milla derramaban  los  caudillos  en  los  hondos  surcos  abiertos 
por  las  revoluciones. 

¿Qué  diferencia  hay  entre  la  farsáica  República  de  Tncu- 
man  en  1820,  y  el  Estado  Federal  de  la  Eioja  en  1872? 

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114  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Mendoza  anarquizada  por  los  Aldao;  San  Luis  enclavada 
en  la  silenciosa  pampa,  y  San  Juan  en  poder  de  una  solda- 
desca alzada:  hé  aquí  lo  que  quedaba  del  glorioso  y  viril 
pueblo  de  Cuyo  que.  sintiéndose  exhuberante  de  vida,  man- 
daba á  sus  hijos  que  la  dieran  por  los  que  aun  gemían  por  la 
suspirada  libertad. 

El  pueblo  de  1817  era  un  cadáver,  y  sobre  su  tumba  debía 
pronto  derramarse  mas  sangre:  el  Ejército  Restaurador  de 
Carrera:  el  Pilar 

¡Cuánta  transformación  en  tan  poco  tiempo! 

Los  pueblos  de  Cuyo  habían  llegado  á  la  mas  extrema 
decadencia;  y  si  unidos  dieron  tantas  glorias  á  la  Patria,  des- 
unidos eran  en  aquel  momento  un  escándalo  que  comple- 
taría la  disolución  nacional. 

El  documento  siguiente  cerrará  la  breve  reseña  que  deja- 
mos hecha  de  estos  sucesos: 

«  Don  José  Ignacio  Fernández  Maradona,  Gobernador  electo 
por  la  soberanía  del  pueblo,  de  esta  ciudad  de  San  Juan, 
sus  términos  y  compr¿nsion,  etc.,  etc. 

«  Por  cuanto  el  dia  de  ayer  ha  recibido  este  Gobierno  é 
Ilustre  Cabildo,  comunicaciones  de  la  ciudad  de  Mendoza  por 
el  conducto  de  los  Sres.  Diputados  Don  Melchor  Molina  y 
Don  Valeriano  García,  dirigidas  á  consolidar  y  hacer  per- 
manente la  unión  de  ambos  pueblos  y  la  independencia  san- 
cionada por  éste,  viniendo  facultados  suficientemente  por  el 
Gobierno  é  Ilustre  Cabildo  do  aquella  Ciudad,  y  guiadas  estas 
autoridades  de  aquellos  principios  que  adoptaron  para  decla- 
rarse unidos  á  las  provincias  federadas,  han  acordado  de 
uniformidad  con  los  Sres.  Diputados,  hacer  la  mas  solemne 
ratificación,  en  virtud  de  las  instrucciones  que  se  les  dieron 
por  su  pueblo,  celebrando  para  ello  una  acta  capitular  con 
este  Gobierno,  Ilustre  Cabildo  y  Comandantes  Militares,  en 
que  se  obligan  ambos  pueblos  á  vivir  unidos,  auxiliarse  para  el 
mejor  acierto  de  sus  deliberaciones,  y  quedando  independien- 
te uno  de  otro,  en  cuanto  á  su  gobierno  económico,  según  se 
halla  lo  que  hoy  han  ratificado. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  115 


«  Por  tanto,  ordeno  y  mando  que  en  demostración  y  júbilo 
de  esta  unión,  se  iluminen  las  calles  de  esta  ciudad,  plaza  y 
Sala  Capitular,  con  las  demás  demostraciones  públicas  que 
manifiesten  la  complacencia  y  agrado  con  que  se  halla  esta- 
blecida la  amistad  y  unión  de  unos  pueblos  limítrofes  por  na- 
turaleza. Y  para  que  llegue  á  noticia  de  todos,  publíquese  en 
forma  de  bando,  saqúense  copias,  y  fijadas  que  sean,  devuél- 
vanse originales  en  Secretaría. 

«  Dado  en  San  Juan,  en  Marzo  23  de  mil  ochocientos  y  veinte 
años.  José  Ignacio  Fernández  Maradona.  —  Ante  mí:  Agustín 
Vallejo, Escribano  Público  de  Hacienda  y  Gobierno  Interino.» 

Dijimos  antes  que  la  emulación  ó  la  idea  de  preponderan- 
cia personal,  había  agriado  profundamente  las  relaciones 
entre  Mendizábal  y  Corro;  añadiremos  ahora  que  cada  uno 
espiaba  la  ocasión  oportuna  para  deshacerse  de  su  rival. 

El  primero,  aunque  mas  fuerte  en  posición  social  por  los 
vínculos  de  la  familia  á  que  se  hallaba  ligado  por  su  matri- 
monio, y  por  el  papel  protagonista  que  había  desempeñado 
en  la  sublevación  del  9  de  Enero,  era  sin  embargo  muy  infe- 
rior al  segundo,  que  contaba  con  la  influencia  de  la  tropa,  y 
con  las  simpatías  de  gran  parte  del  vecindario  que  odiaba 
á  Mendizábal;  asi  fué,  que  sin  mucho  esfuerzo,  Corro  dio  en 
tierra  con  su  contrario,  destituyéndolo  del  Gobierno  (21  de 
Marzo),  y  sin  mas  que  el  aparato  de  la  fuerza  armada,  le 
aprisionó  y  desterró  enseguida,  haciendo  nombrar  de  Gober- 
nador Interino  á  Don  José  Ignacio  Fernández  Maradona. 

Añadiremos  para  concluir  con  la  odiosa  página  dejada  por 
Mendizábal  en  la  historia  borrascosa  de  San  Juan,  que  se  le 
siguió  una  causa  por  distracción  de  rentas  públicas,  habién- 
dose descubierto  en  su  casa  diez  barriles  con  doble  fondo,  de 
que  se  extrajeron  diez  mil  pesos,  cuyo  hecho  pretendió  justi- 
ficar, afirmando  que  esos  fondos  fueron  ocultados  cuando  el 
Coronel  Alvarado  amenazó  á  aquel  pueblo  llegando  hasta  el 
Pocito. 

No  creemos  deber  traer  á  colación  sus  vicios  privados  que 
le  hicieron  detestable  de  todos,  aun  de  su  misma  familia. 


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116  EL   PAlS   DE   CUYO 


La  situación  de  San  Juan  empeoraba  cada  dia  mas,  y  la 
estancia  de  aquellas  tropas  indisciplinadas  que  comenzaban 
por  no  respetar  ni  á  sus  jefes,  compañeros  del  crimen  de  re- 
belión y  solidarios  mancomunados  de  aquella  situación  es- 
pantosa, tenía  alarmado  á  todo  el  vecindario,  tanto  mas,  cuan- 
to que  por  el  acta  de  primero  de  Marzo  y  ratificación  del  dia 
23  del  mismo,  quedaba  el  pueblo  librado  á  su  propia  suerte 
en  medio  del  estado  de  completa  disolución  nacional. 

Estos  males  que  afligían  á  San  Juan,  pesaban  igualmente 
sobre  los  otros  pueblos  de  Cuyo,  y  la  larga  estadía  de  los  su- 
blevados dejaba  comprender  fácilmente  que,  agotados  los  re- 
cursos locales,  aquéllos  concluirían  por  hacer  sus  irrupciones 
á  los  pueblos  vecinos. 

Estos  temores  no  eran  infundados,  por  lo  que  pronto  se 
trató  de  reconstruir  la  unión  cuyana  para  conjurar  un  mal 
en  perspectiva. 

El  Gobierno  de  Mendoza  pasó  con  el  objeto  dicho  una  in- 
vitación al  de  San  Juan  y  San  Luis,  á  la  que  estos  contesta- 
ron presurosos  y  favorablemente. 

La  situación  de  San  Juan  era  desesperante;  el  gobierno  po- 
lítico una  farsa,  bajo  la  presión  de  la  fuerza  armada. 

El  Gobierno  tuvo  que  residenciarse  en  un  departamento 
del  Oeste  (Zonda),  y  desde  allí  pedir  auxilio  á  los  demás  pue- 
blos vecinos  para  dominar  aquel  tremendo  estado  de  des- 
quicio. 

Una  conspiración  que  se  descubrió  el  22  de  Abril,  en  la  que 
aparecían  como  jefes  el  Comandante  Don  Ventura  Quiroga, 
teniente  Don  Pedro  Eegalado  Cortínez  y  ciudadano  Don 
Teodoro  Lozada,  vino  á  empeorar  el  malestar  general  por 
las  prisiones  y  persecuciones  que  se  siguieron. 

La  única  tabla  de  salvación  prevista,  capaz  de  librarles  de 
aquella  horrible  borrasca  que  había  hecho  naufragar  las  li- 
bertades públicas  y  privadas,  era  la  ansiada  liga  ó  recons- 
trucción de  Cuyo. 

El  Gobierno  de  San  Juan  nombró  su  representante  á  Don 
Javier  Godoy,  dándole  instrucciones,  que  después  sirvieron 
de  base  á  las  relaciones  y  pactos  interprovinciales. 


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EL  PAlS  DE   CUYO  117 


En  éstas  se  estimulaba  la  reserva  de  la  soberanía  de  cada 
uno  de  los  pueblos  contratantes,  conforme  á  su  estado  autonó- 
mico actual;  prohibición  absoluta  de  impuestos  interprovin- 
ciales; compromiso  de  unión  ofensiva  y  defensiva;  supresión 
de  contribuciones  forzosas;  reforma  del  diezmo,  arbitrando 
los  medios  de  que  su  erogación  se  hiciese  en  favor  de  los  ero- 
gantes; creación  de  una  Corte  de  Distrito  formada  por  un 
letrado  de  cada  provincia  contratante  para  el  conocimiento 
de  asuntos  especiales;  y  en  fin,  la  administración  gratuita  de 
los  sacramentos  y  entierros,  fijando  á  los  párrocos  una  renta 
determinada  de  la  masa  de  diezmos  y  primicias.  (Ap.  nota 
núm.  13). 

Este  convenio  de  unión  produjo  los  buenos  resultados  que 
pronto  se  palparon  con  los  auxilios  ó  intervenciones  armadas, 
que  vinieron  á  reconquistar  el  orden  turbado  por  los  sucesos 
que  dejamos  referidos. 

5.  —  La  Provincia  de  San  Juan  habia  quedado  exhausta 
de  todo  recurso,  y  ya  faltaban  los  bastimentos  para  alimen- 
tar la  gran  masa  de  hombres  que  hacía  seis  meses  la  tenían 
en  completa  alarma,  cuando  Corro  pensó  en  desalojar  aquel 
pueblo  con  sus  cuerpos  de  dragones  y  cazadores. 

La  Provincia  de  Mendoza  contaba  con  bastante  gente 
sobre  las  armas,  y  el  General  Don  Francisco  de  la  Cruz,  que 
las  organizaba  y  disciplinaba,  podía  de  un  momento  á  otro 
invadir  á  San  Juan  en  virtud  de  los  pactos  interprovinciales 
existentes. 

Cualquiera  de  las  causas  indicadas  ó  las  dos  conjuntamen- 
te, debieron  obrar  en  el  ánimo  de  Corro,  porque  luego  se 
habló  de  la  marcha  de  éste  á  Tucuman  con  la  mira  de  unirse 
á  algunos  contingentes  que  levantaban  las  provincias  del 
Norte,  y  formar  con  éstos  un  cuerpo  de  ejército  que  debía 
operar  sobre  el  Perú  como  auxiliar  del  que  preparaba  San 
Martin  en  Chile. 

La  marcha  anunciada  para  el  26  de  Julio  se  verificó  efec- 
tivamente este  dia;  pero  con  sorpresa  de  todos,  Corro  tomó 
al  Sud,  camino  de  Mendoza. 


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118  EL   PAlS   DE   CUYO 


Sus  fuerzas  ascendían  á  550  hombres,  y  las  marchas  for- 
zadas que  emprendió  desde  el  primer  día,  indicaban  el  propó- 
sito de  dar  una  sorpresa  á  la  ciudad  de  Mendoza ;  pero  como 
se  ha  dicho  antes,  la  antigua  capital  de  Cuyo  estaba  lista  para 
rechazar  el  ataque,  así  fué  que  el  dia  29,  una  partida  de 
avanzada  que  llegaba  á  los  médanos  de  Jocolí  al  mando  de 
un  sargento  Araya,  se  encontró  con  fuerzas  de  Mendoza  que 
al  mando  del  Comandante  Barcala  comenzaron  á  hostilizarla. 

Replegada  la  partida  de  Araya  al  grueso  de  la  columna,  y 
frustrado  el  plan  de  sorpresa  con  que  contaban  los  invaso- 
res, se  aprestaron  para  librar  un  combate  contra  las  fuerzas 
que  se  supo  existían  en  la  hacienda  de  Jocolí. 

Efectivamente,  el  Comandante  Don  Miguel  Cajaravilla, 
jefe  muy  acreditado,  que  se  había  encontrado  en  los  comba- 
tes de  Sipe-Sipey  Chacabuco,  en  cuyos  hechos  de  armas  salió 
herido;  que  había  peleado  en  Cancha -Rayada,  Maipú  y  Bio- 
bío  (campaña  sobre  Arauco  en  1819),  estaba  apostado  en 
aquel  punto  al  frente  de  algunas  milicias. 

Corro  llegó  á  Jocolí  y  arrolló  á  los  milicianos  que  le  opu- 
sieron una  débil  resistencia,  continuando  en  seguida  su  mar- 
cha sobre  la  ciudad  de  Mendoza.  Llegados  al  Algarrobal, 
punto  á  tres  leguas  de  la  ciudad,  supo  que  una  gruesa  divi- 
sión al  mando  del  General  Cruz  salía  á  su  encuentro,  y  fué 
sin  duda  por  esta  única  causa  que  contramarchó  á  San  Juan, 
retirándose  á  la  vista  del  enemigo  que  le  perseguía. 

En  los  primeros  dias  de  Agosto,  Corro  era  alcanzado  y 
batido  por  uno  de  los  Aldao,  jefe  de  las  fuerzas  mendocinas, 
en  la  margen  izquierda  del  rio  de  San  Juan,  viéndose  obliga- 
do á  huir  con  los  pocos  hombres  que  le  quedaban,  pues  la 
deserción  mas  que  los  hechos  de  armas  le  habían  reducido  á 
la  mayor  impotencia.  Sin  embargo,  se  apoderó  de  la  peque- 
ña ciudad  de  la  Rioja,  permaneciendo  en  ella  21  dias;  y  des- 
pués de  agotarle  sus  pocos  recursos,  siguió  hacia  los  pueblos 
del  Norte  donde  desapareció  con  su  pobre  individualidad, 
que  tan  tristes  recuerdos  dejaba  en  los  pueblos  de  Cuyo. 

El  Comandante  Aldao  volvió  en  Octubre  á  Mendoza,  pero 
sin  la  gente  que  trajo,  porque  toda  se  le  había  desbandado 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  119 


en  los  tres  meses  de  permanencia  en  San  Juan;  y  esta  ciudad 
al  fin,  libre  de  los  soldados  licenciosos  que  la  ocuparan  por 
mas  de  nueve  meses,  vio  funcionar  una  Junta  de  Guerra 
que  en  sustancia  solo  sirvió  para  hacer  odiosa  la  reacción  pro- 
ducida por  las  venganzas  y  persecuciones,  que  se  sucedieron 
contra  los  complicados  en  la  sublevación  del  9  de  Enero. 


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CAPITULO  IX. 

1.  La  montonera  de  Carrera.  —  2.  Gobierno  de  Sánchez  y  Urdi- 
ninea. — Pacto  de  unión  en  San  Miguel  de  las  Lagunas.  — 
3.  Don  Salvador  María  del  Carril.  —  Su  gobierno.  —  Poderes 
judiciales  y  electorales.  —  La  Carta  de  Mayo.  —  Primera  pu- 
blicación en  la  Provincia.  —  Año  1825.  —  Guerra  religiosa. — 
Combate  de  Las  Leñas  (Primera  Rinconada). 


1.  —  La  terrible  anarquía  del  año  21  había  concluido,  de- 
jando lampos  de  sangre  por  todas  partes. 

Artigas  había  desaparecido  de  la  escena  y  asiládose  en  el 
Paraguay,  donde  el  Dictador  Francia  le  retuvo  en  clausura, 
confinándole  al  interior  del  país  (Curuguaty). 

Ramírez,  batido  en  el  Rio  Seco,  fué  muerto  después  de  la 
acción,  su  cabeza  remitida  á  Santa  Fé  y  puesta  en  exhibición 
dentro  de  una  jaula. 

López  había  concluido  por  tratar  con  el  Gobierno  de 
Buenos  Aires,  después  de  la  acción  de  Cepeda  (1.°  de  Febrero 
1820),  y  ya  hemos  visto  cómo  terminó  la  sublevación  del  nú- 
mero 1  de  los  Andes. 

Solo  quedaba  en  escena  un  asilado  chileno  que  dejaría 
un  lúgubre  recuerdo  en  el  país  que  le  hospedara,  y  debía 
morir  en  las  provincias  de  Cuyo,  en  el  mismo  lugar  en  que 
sus  hermanos  fueron  fusilados  en  1818. 

Don  José  Miguel  Carrera,  que  por  su  ineptitud  y  am- 
bición había  sido  la  causa  única  del  desastre  de  Rancagua 
en  1814,  fué  desde  entonces  un  conspirador  tenaz,  que  por 
odio  á  O'Higgins,  á  San  Martin,  á  la  República  Argentina 
y  á  todo  lo  que  no  era  su  personalidad  y  su  interés,  no  des- 
perdició medio,  por  criminal  que  fuera,  de  que  no  hiciese 
uso  para  saciar  sus  miras  de  ambición  y  marchar  sobre  Chile 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  121 


para  encender  la  guerra  civil,  castigando  á  los  que  sin  su 
ayuda  independizaron  aquel  país  del  dominio  de  la  España, 
entronizádose  en  el  poder  público. 

Su  ambición  aumentada  y  corregida  por  su  falta  de  tino 
político,  por  su  «  fatuidad  y  ligereza  en  las  situaciones  mas 
solemnes  de  la  vida »,  habían  cubierto  su  sentido  moral  de 
esas  cataratas  de  pasiones  indisciplinadas,  que  no  le  deja- 
ban ver  mas  que  su  personalidad  y  concentrado  odio  á  sus 
enemigos. 

Persiguiendo  aquel  objeto  especial,  había  desde  1819,  in- 
trigado con  Alvear,  aliádose  á  las  montoneras  de  Entre  Rios 
y  Santa  Fó;  tenido  inteligencias  subversivas  con  Mendizábal; 
unídose  á  los  bárbaros  del  desierto  para  saltear,  incendiar  y 
asesinar  en  los  pueblos  indefensos  de  la  frontera  (Villa  del 
Salto,  Noviembre  1820),  y  en  fin,  asimiládcse  todos  los  ban- 
didos que  merodeaban  al  abrigo  del  desquicio  general. 

En  el  Chajá,  Provincia  de  San  Luis  (5  de  Marzo  1821),  bate 
al  inepto  Bustos;  y  después  lleva  sus  hordas  sobre  la  capital 
de  esta  Provincia  sin  atreverse  á  tomar  parte  en  el  asalto, 
porque  en  medio  de  sus  correrías  carece  del  valor  personal 
para  jugar  el  primer  papel,  donde  la  empresa  puede  ofrecer 
algunos  peligros. 

A  su  salida  del  desierto,  sorprende  en  unión  con  los  indios, 
el  Fuerte  de  las  Pulgas  en  San  Luis  (hoy  Mercedes),  y  des- 
pués de  los  degollamientos  y  horrores  de  todo  género  que 
consuman  sus  hordas,  consigue,  por  un  capricho  de  la  fortuna, 
un  triunfo  inesperado  sobre  una  división  de  milicias  que  en 
el  Rio  IV  se  hallaba  al  mando  del  Coronel  Don  Bruno  Mo- 
rón (8  de  Julio  de  1821),  triunfo  debido  á  la  muerte  de  este 
jefe  en  los  primeros  momentos,  y  al  pánico  que  este  hecho 
produce  entre  los  bisónos  milicianos  recien  movilizados,  que 
arrojan  sus  chuzas  y  se  entregan  á  la  fuga. 

El  resultado  de  este  casual  accidente  fué  la  ocupación  de 
la  pequeña  población  de  San  Luis,  donde  Carrera  imperaba 
con  su  brutal  capricho. 

Carrera  y  sus  bandas,  á  que  llamaba  «Ejército  Restaura- 
dor» y  cuyo  lema  era  «Federación  ó  Muerte»,   palabras  si- 


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122  EL   PAlS   DB   CUYO 


niestras  que  debían  tener  una  alta  significación  en  1840,  es- 
taba posesionado  de  San  Luis,  donde  había  nombrado  un 
gobernador  de  su  amaño  y  aumentado  el  número  de  sus  fo- 
ragidos  hasta  casi  mil  hombres,  todos  dignos  de  la  horca 
por  sus  crímenes  horrendos. 

El  21  de  Agosto,  Carrera  desalojó  San  Luis,  á  la  noticia  de 
fuerzas  que  de  todas  direcciones  marchaban  sobre  este  pue- 
blo, resolviendo  entonces  dirigirse  é  Mendoza  ó  San  Juan 
para  abrirse  paso  sobre  Chile,  pues  en  la  República  Argen- 
tina nada  podía  esperar  desde  que  le  faltaban  los  aliados 
que  dieron  alguna  consistencia  á  sus  bandas. 

La  Provincia  de  Mendoza  tiene  sus  milicias  sobre  las  ar- 
mas. En  el  Retamo  está  una  fuerte  división  al  mando  del  Co- 
ronel de  cívicos  Don  José  Albino  Gutiérrez,  y  en  Las  Catüas, 
una  fuerza  avanzada  de  doscientos  hombres  que  espían  sus 
movimientos. 

San  Juan  aguarda  con  sus  milicias  preparadas  en  el  cam- 
pamento de  la  Majadita  al  mando  del  Coronel  Don  José  Ma- 
ría Pérez  de  Urdininea l. 

Las  fuerzas  del  litoral  ocupan  ya  las  Achiras  y  siguen  en 
persecusion  de  la  montonera. 

Carrera  emprende  una  precipitada  marcha  sobre  Mendoza; 
pero  informado  de  las  fuerzas  que  esta  Provincia  ha  puesto 
sobre  las  armas,  simula  un  ataque  al  campo  de  las  Catitas, 
donde  perdió  algunos  hombres;  y  creyendo  llamar  la  aten- 
ción de  las  fuerzas  de  Mendoza  para  que  se  concentren  en 
aquel  punto,  emprende  una  marcha  rápida  sobre  las  fuer- 
zas sanjuaninas  que  espera  sorprender. 

El  dia  30  de  Agosto  llega  á  la  Punta  del  Médano,  lugar 


1  Este  jefe  gozaba  de  alto  crédito  por  su  reconocido  valor  probado  en 
la  Campaña  del  Perú,  donde  había  obtenido  el  grado  de  Mayor  del  JRe- 
gimiento  de  Húsares  del  Ejército  Auxiliar.  Fué  llamado  desde  Córdoba, 
donde  se  hallaba,  por  el  Gobernador  de  San  Juan  Don  José  Antonio 
Sánchez  para  organizar  algunas  fuerzas  en  previsión  de  los  hechos  que 
tratamos;  llegó  á  San  Juan  con  algunos  oficiales.  En  1822  á  1828,  fué 
Gobernador  de  esta  Provincia  por  algunos  meses,  como  se  verá  mas 
adelante. 


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EL  PAlS  DE   CUYO  123 


situado  al  Norte  de  las  Lagunas  de  Huanacache,  en. las  últi- 
mas ramificaciones  de  la  Sierra  Pié -Palo,  y  se  halla  con  la 
noticia  de  que  las  fuerzas  de  San  Juan  se  han  reconcentrado 
á  Ja  ciudad ;  y  la  mas  alarmante  aun,  de  que  las  fuerzas  de 
Mendoza,  desbaratando  sus  planes  de  engaño  y  falso  amago 
sobre  el  Retamo,  le  habían  seguido  y  se  hallaban  á  su  reta- 
guardia. 

No  quedó  al  gefe  de  la  montonera  otro  recurso  que  batir- 
se y  según  es  de  varia  la  suerte  de  las  armas,  siempre  podía 
esperar  algún  triunfo,  aunque  fuese  muy  inferior  á  su  con- 
trario en  fuerzas  y  estrategia  militar. 

Al  amanecer  del  31  de  Agosto,  comenzó  un  combate  deses- 
perado por  parte  de  los  montoneros,  el  cual  se  manifestó  fa- 
vorable á  Gutiérrez  desde  el  primer  momento  por  la  ventaja 
de  la  infantería,  arma  de  que  aquéllos  carecían. 

Los  restauradores,  como  ellos  se  llamaban,  perdieron  terre- 
no, y  por  fin,  se  entregaron  á  la  fuga,  siendo  el  mayor  grupo 
de  dispersos  como  de  cincuenta  hombres  (entre  los  que  iba 
Carrera),  que  tomaron  al  Sud  con  la  intención  de  internarse 
al  desierto.1 

Los  grupos  menores  fueron  tomados  en  su  mayor  parte  por 
las  partidas  de  San  Juan  que  les  hicieron  una  tenaz  persecu- 
ción; murieron  en  la  batalla  gran  número  de  los  montoneros, 
especialmente  en  el  lugar  de  la  Carpintería,  donde  se  reunie- 
ron muchos  y  libraron  un  ligero  combate. 

El  grupo  en  que  iba  Carrera  y  sus  mas  íntimos  parciales, 
nos  ofrece  un  episodio  que  pinta  á  las  mil  maravillas  la  cla- 
se de  gente  que  constituía  la  montonera. 


1  Gutiérrez,  dando  cuenta  al  Gobierno  de  Mendoza  de  la  victoria  que 
habla  alcanzado  sobre  la  montonera,  decía:  «Lo  he  destruido  del  todo;  he 
hecho  muchos  prisioneros  y  prisioneras ;  muchos  muertos,  y  aun  estamos 
en  el  campo  de  batalla  persiguiendo  al  enemigo.  El  ya  huyendo  y  en  te- 
tramente á  pie;  no  tiene  por  donde  escapar;  si  no  cae  en  mis  manos,  cae- 
«rá  en  las  de  San  Juan;  tengo  toda  su  caballada  y  cargas;  nada  le  queda 
«si  no  lleva  una  soga  para  ahorcarse». 

(De  la  «Revista  del  Rio  de  la  Plata»,  tomo  11.  Estudios  sobre  el  año 
XX,  por  el  Doctor  Don  Vicente  Fidel  López.) 


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124  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Los  jefes  y  oficiales  Arias,  Sierra,  Moya,  Fuentes  y  Ju- 
chausti,  que  eran  los  mas  decididos  por  su  jefe,  fraguaron  el 
plan  de  traicionar  á  Carrera  para  conseguir  así  el  indulto  de 
sus  fechorías,  lo  que  verificaron  en  la  noche,  entregándolo  á 
las  fuerzas  de  Mendoza  en  Jocolí. 

El  Gobernador  de  Mendoza,  Don  Tomás  Godoy  Cruz,  le 
hizo  formar  un  Consejo  de  Guerra  por  la  circunstancia  de  es- 
tar en  todo  su  vigor  la  ley  marcial,  estado  que  el  mismo  Ca- 
rrera había  producido,  y  juzgado  que  fué  por  dicho  Consejo 
como  salteador  en  cuadrilla,  fueron  fusilados  el  4  de  Setiem- 
bre Carrera  y  un  coronel  de  milicias,  Felipe  Alvarez. 

Don  José  Miguel  Carrera  moría  en  el  mismo  sitio  en  que 
sus  hermanos  Juan  José  y  Luis  habían  sido  fusilados  tres 
años  antes,  pero  con  la  diferencia,  que  si  éstos  habían  desper- 
tado en  el  pueblo  un  sentimiento  de  conmiseración  por  su 
trágico  fin,  aquél  moría  maldecido  de  todos  los  pueblos  vícti- 
mas de  los  bandidos  aliados  y  odiado  hasta  por  su  mismo  país, 
que  para  celebrar  la  victoria  de  la  Punta  del  Médano,  mandó 
por  una  ley  acuñar  medallas  conmemorativas  con  la  siguien- 
te inscripción:  «  Chile  agradecido  —  Campaña  de  Mendoza  ». 

2.  —  Al  inepto  gobierno  de  Maradona  sucedió  el  de  Don 
José  Antonio  Sánchez,  hombre  patriota,  de  mediana  instruc- 
ción y  sobre  todo,  bien  intencionado,  condición  indispensa- 
ble para  hacer  un  buen  gobierno. 

Su  administración  comienza  en  B  de  Junio,  y  con  ella  la 
marcha  de  la  Provincia  por  un  sendero  mas  ancho  de  paz  y 
de  progreso.  El  mismo  dia  de  su  exaltación  al  gobierno,  el 
pueblo  fué  convocado  á  Cabildo  abierto,  y  allí  se  acordó,  se- 
gún las  palabras  del  acta  celebrada,  «  se  crease  y  erigiese  una 
Corporación  Representativa  del  Pueblo  que,  invistiendo  el 
carácter  de  Soberana,  Legislativa  y  Constituyente  (de  once 
individuos,  nueve  por  la  capital  y  dos  por  Jáchal  y  Valle 
Fértil)1,  dictase  una  Constitución  para  la  Provincia»,  á  cuya 


Estos  representantes  por  la  ciudad,  fueron:  los  Sres.  Pedro  del  Ca- 
rril, Borja  de  la  Roza,  Valentin  Ruiz,  José  María  Moyano,  Hilarión  Fur- 
que,  Dr.  Francisco  de  Ocariz,  Dr.  José  Suarez,  Pedro  José  Za valla  y  Juan 
José  Cano. 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  125 


falta  se  atribuían  con  justicia  las  irregularidades  en  la  mar- 
cha de  la  administración  pública  y  la  serie  de  males  que  aque- 
jaban á  aquel  pueblo,  como  la  privación  de  garantías  á  las 
libertades  individuales  por  la  carencia  de  magistrados  y  tri- 
bunales que  debían  subvenir  á  las  necesidades  en  el  orden 
judicial,  conforme  á  una  regla  permanente  de  justicia  y 
equidad. 

Hasta  21  de  Enero  de  1821,  en  que  por  primera  vez  se 
había  creado  una  Sala  de  Representantes,  San  Juan  como 
los  otros  pueblos  de  Cuyo,  solo  se  regía  por  los  decretos  de 
buen  gobierno  y  ligeras  ordenanzas  policiales  que  proveían 
al  orden  puramente  municipal;  en  seguida  vinieron  las  Orde- 
nanzas de  Intendentes  y  después,  con  las  Tenencias  de  Go- 
bierno, la  formación  de  los  Cabildos  con  facultades  mixtas 
de  legislar  y  juzgar. 

Ademas,  la  elección  de  los  capitulares  ó  cabildantes,  aun- 
que era  directa,  no  tenía  mas  alcance  que  poner  al  electo  en 
condiciones  de  ser  propuesto  á  la  Intendencia,  la  que  apro- 
baba ó  rechazaba  dichas  elecciones,  estado  de  cosas  muy  lejos 
de  ser  ni  siquiera  el  embrión  de  los  cuerpos  legisladores  de 
nuestros  dias. 

Aunque  el  sistema  unitario  de  gobierno,  bajo  el  cual  nos 
regíamos,  autorizaba  aquella  centralización  de  facultades,  la 
Revolución  de  Mayo,  en  el  orden  político,  debía  importar  una 
revolución  social  que,  tenieudo  su  influencia  en  el  modo  de 
formación  de  los  Poderes  Públicos,  dejase  á  los  pueblos  si- 
quiera el  libre  ejercicio  de  los  derechos  municipales,  ya  que 
no  las  facultades  inherentes  al  gobierno  propio. 

Para  justificar  aquel  estado,  había  que  ocurrir  á  la  necesi- 
dad de  los  gobiernos  armados,  primero,  para  garantir  nues- 
tra independencia  respecto  de  la  España,  y  después  para  lu- 
char contra  los  caudillos  y  la  anarquía  que  amenazaba  de- 
vorarnos. 

Era  Roma  creando  la  dictadura;  era  Tito  Larcio  con  fa- 
cultades extraordinarias  ante  la  coalición  de  los  Latinos. 

Solo  así  se  explica  que  el  pueblo  de  San  Juan  siguiese 
hasta  en  sus  mas  simples  detalles  la  marcha  é  inspiraciones 


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126  KL   PAÍS   DE   CUYO 


de  la  Intendencia,  y  que  ni  pensase  en  una  autonomía  que  no 
hubiera  tenido  razón  de  ser,  mientras  le  faltaran  los  medios 
de  existencia  propia. 

Bajo  propósitos  de  paciente  labor  para  formar  la  renta  y 
dar  un  mediano  incremento  á  la  industria  que  casi  toda  se 
reducía  al  cultivo  de  los  viñedos  y  elaboración  de  los  caldos, 
alboreaba  el  año  de  1822,  cuando  las  ambiciones  personales 
y  los  trabajos  subrepticios  de  los  partidos  locales  comenza- 
ron á  producir  un  marcado  malestar. 

El  19  de  Enero  tenía  lugar  un  movimiento  revolucionario 
ó  pueblada,  patrocinada  por  la  influencia  militar  de  los  jefes 
llamados  por  Sánchez  el  año  anterior,  el  que  dio  por  resulta- 
do su  deposición  y  reemplazo  por  Urdininea  en  las  funcio- 
nes gubernativas. 

El  gobierno  de  este  jefe,  que  no  era  la  expresión  de  la  ma- 
yoría popular,  encontró  oposición  tenaz  desde  los  primeros 
momentos,  y  los  trabajos  de  resistencia  comenzaron  con  el 
mayor  ahínco  y  empeño,  que  después  han  caracterizado  al 
pueblo  sanjuanino,  siempre  que  se  ha  visto  en  la  necesidad  de 
luchar  por  sus  derechos  arrebatados  por  los  malos  goberna- 
dores ó  bajo  la  presión  de  los  gobiernos  impuestos.  En  su 
consecuencia,  el  dia  26  de  Junio  el  cuartel  de  «Cazadores  del 
Orden»  era  atacado  por  el  pueblo,  y  aunque  la  tentativa  no 
correspondió  al  objeto  del  movimiento,  el  lenguaje  de  los  he- 
chos tuvo  una  significación  y  elocuencia  que  no  pudieron 
pasar  desapercibidas  del  Gobierno. 

Urdininea,  impulsado  por  su  espíritu  de  conciliación  que 
en  mucho  minoraba  su  falta  en  haberse  impuesto  como  go- 
bernante al  pueblo  de  San  Juan,  trató  de  calmar  los  ánimos, 
ya  siguiendo  y  desarrollando  el  plan  de  adelantos  iniciado 
por  Sánchez  en  el  orden  local  y  en  la  política  interprovincial 
ó  ya  ocurriendo  á  las  delegaciones  del  gobierno  para  buscar 
en  sus  miembros  el  concurso  de  opinión  y  simpatía  de  que 
él  carecía.  Con  este  fin,  desempeñaron  el  gobierno  interino, 
sucesivamente,  el  Teniente  Coronel  Don  José  Ignacio  Meñ- 
dieta,  uno  de  los  jefes  que  acompañaron  desde  Córdoba  y 
después,  Don  Timoteo  Maradona  y  Dr.  Don  Salvador  María 
del  Carril. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  127 


El  22  de  Agosto  tuvo  una  entrevista  en  San  Miguel  de  las 
Lagunas  con  los  representantes  de  los  otros  pueblos  de  Cuyo 
para  estrechar  mas  los  vínculos  de  unión  entre  las  tres  pro- 
vincias. 

Los  representantes  de  San  Juan  eran  Urdininea  y  Carril; 
por  Mendoza,  Molina  y  Ortiz  y  por  San  Luis,  Delgado. 

El  objeto  principal  de  esta  Junta  era  echar  las  bases  de  un 
compromiso  de  arreglo  para  la  formación  de  una  autoridad 
central  representativa  de  la  Nación,  y  una  especial  á  los  pue- 
blos de  Cuyo,  que  debían  regirse  bajo  una  común  forma  cons- 
titucional. Esto  era  la  repetición  de  la  tentativa  hecha  en  5 
de  Mayo  del  año  20  para  reconstruir  la  unión  cuyana,  pero 
con  vistas  mas  amplias,  como  que  se  trataba  de  llegar,  por 
este  medio,  á  la  organización  nacional. 

El  resultado  á  que  se  arrivó  fué  á  la  celebración  de  un  pac- 
to provisorio  que  firmaron  las  partes  contratantes,  y  que  ra- 
tificaron las  autoridades  de  Mendoza  y  San  Luis.  (Ap.,  nota 
núm.  14). 

Este  arreglo  frustrado  fué  la  base  del  Tratado  de  Huana- 
cache,  que  se  celebró  en  1827,  y  del  que  nos  ocuparemos  mas 
adelante. 

Urdininea  hizo  cuanto  humanamente  fué  posible  para  cap- 
tarse la  voluntad  de  los  sanjuaninos;  pero  los  títulos  viciados 
de  su  autoridad  dificultaron  toda  transacción  con  sus  intran- 
sigentes gobernados. 

Otro  hecho  que  vino  á  empeorar  la  situación  de  Urdini- 
nea, fué  la  formación  ó  recluta  de  600  hombres  que  por  or- 
den de  San  Martin  levantaba  en  San  Juan  para  ser  incorpo- 
rada al  Ejército  del  Perú,  la  que  en  definitiva  no  se  efectuó 
pero  que  descontentó  á  las  masas  ya  cansadas  del  servicio 
militar. 

Urdininea  fué  al  fin  vencido  por  la  opinión,  viéndose  obli- 
gado á  renunciar  el  gobierno  en  10  de  Enero  de  1823. 

La  renuncia  del  Coronel  Urdininea  trajo  al  Gobierno  de 
San  Juan  al  Dr.  Don  Salvador  M.  del  Carril,  con  quien  se 
inicia  una  era  de  organización  y  progreso  en  esta  Provincia 
que  conquistó  un  puesto  muy  distinguido  entre  los  pueblos 
de  la  República. 


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128  KL  país  de  cuyo 


Corresponde  ahora  que  nos  ocupemos  especialmente  de  este 
benemérito  ciudadano  que  ejerció  tan  decisiva  influencia  en 
los  destinos  de  su  Provincia,  y  mas  tarde  en  los  de  la  Nación. 

Carril  recibió  el  título  de  Doctor  en  1820  en  la  Universi- 
dad de  Córdoba  y  el  mismo  año  volvió  á  San  Juan,  donde 
por  su  inteligencia  y  dotes  de  carácter  estaba  llamado  á  fi- 
gurar en  primera  categoría  en  los  acontecimientos  que  so- 
brevinieron. 

Representante  de  San  Juan  en  la  Junta  Interprovincial 
de  San  Miguel  de  las  Lagunas,  fué  el  alma  de  aquella  Confe- 
rencia. 

Sustituto  de  Urdininea  en  el  Gobierno,  en  Enero  de  1823, 
fué  llamado  á  desempeñar  este  cargo  en  propiedad  en  12  de 
Marzo  del  año  siguiente,  siendo  reelecto  en  Enero  18  del  año 
25  y  renunciando  el  12  de  Setiembre  del  mismo  año. 

Durante  su  administración,  inició  la  idea  del  primer  censo 
agrícola  eu  la  provincia,  fundó  la  sociedad  de  Beneficencia 
(18  de  Febrero  de  1823);  estableció  y  reglamentó  el  maes- 
trazgo de  los  artesanos;  fundó  la  primera  imprenta  y  creó 
la  primera  publicación  periódica  en  San  Juan;  arregló  y 
publicó  el  Registro  Oficial;  instauró  la  Reforma  religiosa 
sobre  casas  monásticas,  secularización  de  regulares,  desvin- 
culacion  de  bienes  de  manos  muertas,  abolición  de  derechos 
bautismales,  y  ejecutó  muchas  obras  de  importancia  para  el 
ornato  de  la  población,  tales  como  construcción  de  puentes, 
rectificación  de  calles,  etc.,  etc. 

En  el  orden  judicial,  dio  á  este  poder  una  organización 
conveniente,  reglamentando  sus  funciones  de  manera  á  ha- 
cer la  justicia  rápida  y  barata,  garantiendo  los  derechos  de 
los  litigantes;  hizo  otro  tanto  con  el  poder  legislativo,  para 
cuya  formación  creó  y  reglamentó  los  Tribunales  electorales, 
dictando  una  ley  de  eleccioues  y  restringiendo  el  sufragio  á 
una  edad  y  estado  que  ponía  al  votante  á  cubierto  de  la  coac- 
ción y  del  cohecho;  y  como  resumen  á  tanta  reforma  de  im- 
portancia, dictó  la  célebre  Carta  de  Mayo,  que  puede  consi- 
derarse la  primera  Constitución  de  la  Provincia. 

Fue  electo  Diputado  Nacional  en  1.°  de  Febrero  de  1826, 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  129 


y  en  10  de  Diciembre  de  1852,  al  Congreso  Constituyente  en 
Santa  Fé  que  dictó  la  Constitución  Nacional. 

En  la  famosa  administración  de  Rivadavia,  desempeñó  el 
Ministerio  d9  Hacienda  (Abril  de  1826  á  Julio  de  1827),  y  en 
el  transitorio  Gobierno  del  General  Lavalle  en  1828,  del  cual 
era  íntimo  confidente,  tuvo  á  su  cargo  la  misma  cartera. 

Proscrito  después  hasta  1852,  es  uno  de  los  hombres  mas 
ilustrados  y  liberales  que  figuran  en  el  destierro  entre  los 
ciudadanos  dignos  y  honrados  que  no  quisieron  transigir  con 
la  tiranía  de  Rosas. 

Vuelto  de  la  emigración,  comenzó  la  nueva  tarea  de  servir 
al  país  como  Ministro  Nacional  en  el  Departamento  del  In- 
terior (1853),  y  como  Vice-Presidente  de  la  Confederación 
(20  de  Febrero  de  1854),  habiendo  estado  varias  veces  en 
ejercicio  del  Ejecutivo  Nacional. 

Reconstruida  la  nacionalidad  argentina  después  de  Pavón, 
fué  llamado  á  desempeñar  las  importantes  funciones  de  Pre- 
sidente de  la  Corte  de  Justicia  Federal  (11  de  Julio  de  1870), 
puesto  que  aun  desempeña  é  ilustra  con  su  reconocida  com- 
petencia (1872). 

La  primera  reforma  que  Carril  se  propuso  implantar, 
fué  la  de  cortar  los  abusos  que  tanto  desacreditaban  enton- 
ces la  religión  católica,  y  que  trató  de  estirpar  en  su  Pro- 
vincia. 

Por  decreto  de  Junio  26  de  1823,  declaró  abolido  el  de- 
recho de  un  peso  que  se  cobraba  sobre  los  óleos,  y  relevados 
los  fieles  de  llevar  capilla  y  vela,  amplificando  así  el  art.  20 
del  Reglamento  del  año  13,  que  solamente  lo  refería  á  los 
niños  de  castas. 

Una  ley  de  Junio  25,  disponía  lo  siguiente: 

«  San  Juan,  Junio  25  de  1823.  —  La  Honorable  Junta  de 
Representantes  de  la  Provincia  de  San  Juan,  usando  de  la 
soberanía  ordinaria  y  extraordinaria  que  el  pueblo  le  ha 
delegado,  ha  sancionado  y  decreta  con  el  valor  y  fuerza  de  ley 
los  artículos  siguientes : 


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130  EL  PAÍS  DE   CUYO 


1.°  Las  casas  monásticas  quedan  sujetas  á  la  inmediata 
jurisdicción  del  Ordinario1. 

2.°  Los  conventos  de  regulares,  que  tengan  el  número  de 
religiosos  sacerdotes  designados  en  los  artículos  siguientes, 
subsistirán  bajo  la  precisa  condición  de  observar  escrupulo- 
samente sus  institutos,  haciendo  vida  claustral  y  común,  de 
cuyo  cumplimiento  queda  encargado  el  Gobierno. 

3.°  Ningún  sacerdote  regular  de  los  conventos  existentes 
en  vida  común,  podrá  habitar  fuera  del  claustro  ni  poseer 
bienes  particulares  fuera  de  él  por  ningún  pretexto,  modo, 
ni  motivo. 

4.°  Las  temporalidades  de  los  conventos  serán  en  adelante 
administrados  por  síndicos  seculares,  que  el  Gobierno  nom- 
brará de  una  lista  de  tres  que  le  propondrá  cada  comunidad 
por  su  prelado  local,  debiendo  los  síndicos  prestar  las  corres- 
pondientes fianzas,  y  dar  cuenta  anualmente  de  su  adminis- 
tración al  Gobierno  con  el  visto  bueno  del  respectivo  prelado. 

5.°  Los  conventos  que  mantengan  dentro  de  sus  claustros 
un  cierto  y  determinado  número  de  regulares,  que  para  lo 
sucesivo  no  pasará  de  catorce  ni  bajará  de  diez,  ó  que  no  ten- 
gan fondos  suficientes  para  observar  la  vida  común,  se  cerra- 
rán inmediatamente,  quedando  sus  temporalidades  á  cargo 
del  Gobierno  para  que  la  Honorable  Junta  las  destine  á  los 
objetos  públicos  que  estime  conveniente. 

6.°  Los  regulares  que  por  falta  de  convento  ó  por  cual- 
quier otra  causa  justa  no  les  fuese  posible  observar  la  vida 
común,  harán  de  ello  una  declaración  formal  ante  su  prelado 
local,  y  el  Gobierno  en  tal  caso,  solo  les  admitirá,  á  condición 
de  ajustarse  exactamente  en  lo  civil  á  la  ley  existente  del 
Clero*,  y  sin  prerrogativas,  reconociendo  la  obligación  de 
servir  los  destinos  á  que  sean  llamados  por  el  Gobierno. 

7.°  Ningún  prelado  regular  podrá  dar  el  hábito  de  su  or- 
den á  ciudadano  alguno  que  no  sea  mayor  de  edad,  y  sin 
previo  conocimiento  del  Gobierno.» 


1  Conforme  con  el  artículo  17  de  la    Ley  Nacional  de  21  de  Diciembre 
de  1822,  sobre   reforma  del  clero. 

2  Ley  Nacional  de  21  de  Diciembre  de  1822. 


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EL  PAÍ8  DE   CUYO  131 


La  reforma  religiosa  contenida  en  estas  dos  disposiciones, 
y  las  demás  de  que  luego  haremos  mérito,  era  para  la  Pro- 
vincia de  San  Juan  algo  mas  que  una  revolución  producida 
en  el  terreno  de  las  instituciones,  y  en  presencia  de  una  po- 
derosa fuerza  de  resistencia  que  venía  desde  años  atrás  pre- 
parándose contra  ella;  era  mas  que  la  idea  y  la  tendencia 
exagerada  del  espíritu  liberal  que  echaba  por  tierra  las 
creencias  populares  que  los  hombres  de  iglesia  habían  sabido 
explotar  y  disciplinar  en  las  masas ;  la  reforma  era  propia- 
mente la  transición  violenta  del  estado  social,  político  y  re- 
ligioso, que  heredado  de  los  españoles  y  conservado  por  mu- 
chos años,  había  formado  la  creencia,  la  convicción  íntima, 
la  identificación  del  pueblo  y  de  la  idea,  si  es  posible  decirlo, 
de  que  ese  mismo  estado  era  el  único  conveniente  á  la  feli- 
cidad de  aquel  pueblo. 

La  educación,  eminentemente  católica  de  aquella  sociedad, 
que  por  cientos  de  años  se  había  revuelto  en  el  atraso  de  sus 
ideas  exclusivistas  y  de  sus  instituciones  defectuosas;  el  fa- 
natismo que  supieron  explotar  los  frailes,  únicos  depositarios, 
aunque  presuntivos  del  saber;  el  consorcio  de  éstos  con  un 
partido  político  que  desde  1818  venía  luchando  por  apode- 
rarse del  gobierno:  todas  estas  fuerzas  concurrían  á  formar 
la  poderosa  resultante  de  creencias  y  convicciones  arraigadas 
y  heridas  de  muerte  por  las  nuevas  instituciones. 

La  reforma,  introduciéndose  en  las  casas  monásticas,  re- 
vestía, en  el  concepto  de  los  fanáticos,  todos  los  caracteres 
de  un  sacrilego  atentado  contra  « las  inmunidades  de  la  igle- 
sia y  santidad  de  aquellos  piadosos  asilos». 

Las  secularizaciop es  ordenadas,  las  desvinculaciones  de  las 
fundaciones  piadosas  á  perpetuidad,  las  restricciones  impues- 
tas á  la  vida  claustral,  eran  hechos  mirados  como  violatorios 
á  las  leyes  del  instituto  de  las  casas  monásticas  y  aun  de  las 
leyes  civiles,  que  habiendo  garantido  su  fundación  y  ejerci- 
cio, ip?o  fado  constituían  un  derecho  indisputable  en  favor 
de  aquéllas. 

La  abolición  de  los  derechos  bautismales  se  miraba  como 
un  ataque  á  los  derechos  de  la  Iglesia,  y  un  menoscabo  á  sus 


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132  EL   PAlS  DE   CUYO 


rentas  creadas  y  robustecidas  por  las  disposiciones  de  la  au- 
toridad eclesiástica  y  por  el  derecho  positivo. 

Por  fin,  el  artículo  17  de  la  Carta  de  Mayo  que  establecía 
la  libertad  del  culto,  era  un  ataque  al  dogma  católico  que  el 
partido  de  sotana  en  San  Juan  no  estaba  dispuesto  á  tolerar, 
porque  su  ciencia  y  conciencia  le  prescribía  abrir  una  santa 
cruzada  contra  la  impiedad,  según  ellos,  mal  disfrazada  por 
un  espíritu  de  libertad  que  solo  se  diferenciaba  de  aquélla 
en  el  nombre. 

Indudablemente  que  la  sociedad  sanjuanina,  como  todas 
las  de  origen  español,  era  en  aquella  época  la  depositaría  de 
una  creencia  religiosa,  que  hasta  en  nuestros  dias  se  ha  hecho 
notable  por  su  intolerancia  y  esclusivismo. 

La  porción  ilustrada  del  pueblo,  que  en  su  mayor  parte 
moraba  ó  tenía  estrechos  vínculos  con  los  conventos,  no  se 
resentía  menos  de  aquella  falsa  creencia  excluyente  de  toda 
religión  que  no  fuera  la  católica  romana,  senda  única,  decían, 
para  llegar  á  la  bienaventuranza. 

Dados  el  atraso,  fanatismo  y  superstición  del  pueblo  de 
San  Juan  en  1825,  y  los  hábiles  medios  empleados  por  el  par- 
tido religioso  para  oponerse  á  toda  innovación  que  menosca- 
base sus  privilegios  y  regalías,  era  de  proveerse  que  la  refor- 
ma de  Carril  iba  á  encontrar  muy  serias  resistencias. 

Buenos  Aires  se  preocupaba  con  anterioridad  de  la  refor- 
ma religiosa,  y  maduraba  un  plan  sobre  mas  sólidas  bases, 
esperando  el  tiempo  mas  oportuno  para  su  implantación  y 
desarrollo;  pero  el  Gobierno  de  San  Juan,  creyendo  sin  duda 
que  ningún  momento  es  prematuro  para  hacer  triunfar  la 
verdad,  se  anticipó  imprudentemente  en  su  obra  de  regene- 
ración social  y  religiosa. 

No  se  crea,  por  lo  que  llevamos  dicho,  que  Carril  fuera  un 
ariete  destinado  únicamente  á  combatir  los  abusos  religiosos, 
porque  su  espíritu  organizador  se  hizo  sentir  en  todas  las  ra- 
mas del  poder  público. 

La  verdadera  organización  del  sistema  judiciario  en  San 
Juan,  solo  data  de  Junio  de  1824.  Antes  de  este  año,  nada 
hay  que  pueda  darnos   una  idea  siquiera  aproximada  de  la 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  133 


ciencia   de  Justiniano,   aplicada   á  las  controversias   entre 
partes. 

Al  dominio  de  la  fuerza  bruta  de  los  tiempos  bárbaros,  su- 
cedieron las  decisiones  arbitrales,  y  á  éstas,  esa  mezcla  for- 
mada por  las  reglamentaciones  de  los  Corregidores  y  no- 
ciones imperfectas  del  derecho  natural. 

Ni  el  misionero  con  su  moral  de  mansedumbre  y  perdón, 
ni  el  militar  con  el  rigorismo  de  una  justicia  vengadora,  ni 
los  Corregidores  con  la  letra  servil  de  las  ordenanzas  de  In- 
tendentes, pudieron  darnos  otra  cosa  que  lo  que  nos  ofrecen 
las  sociedades  primitivas — los  fallos  por  equidad. 

Hasta  1810,  las  funciones  judiciales  estaban  reasumidas  en 
los  Cabildos,  y  es  desde  esta  fecha  en  adelante  que  comien- 
zan á  crearse  las  magistraturas  con  encargo  especial,  como 
los  tribunales  de  Concordia,  alcaldes  de  voto,  jueces  alcaldes, 
pedáneos,  territoriales,  de  vigilancia  y  de  minas. 

Por  decreto  de  11  de  Mayo  (1811),  se  habían  creado  ocho 
jueces  de  cuartel  para  la  ciudad;  jueces  pedáneos  para  Jáchal 
y  Valle  Fértil;  jueces  alcaldes  para  Mogna  y  otros  distritos 
de  campaña. 

En  1812  (decreto  de  4  de  Setiembre),  el  Teniente  Goberna- 
dor Zaraza,  crea  los  jueces  comisionados,  gerarquía  judicial 
que  tiene  por  cabeza  el  Cabildo  y  completa  el  cuadro  que 
á  grandes  rasgos  acabamos  de  trazar. 

El  constante  estado  de  armas  que  se  siguió  en  San  Juan 
-después  de  la  fecha  citada,  fué  la  muerte  de  toda  institución 
que  no  fuera  la  de  la  milicia. 

Por  esto,  repetimos,  recien  en  1824  es  cuando  se  dictan 
leyes  reglamentarias,  se  organiza  un  cuerpo  de  curiales  y  se 
hace  de  la  magistratura  una  verdadera  rama  del  poder  pábli- 
co.  Los  juicios  de  equidad  desaparecen,  y  los  hombres  de  de- 
recho comienzan  á  llenar  su  cometido  de  dar  á  cada  uno  lo 
que  es  suyo,  según  las  palabras  del  gran  jurisconsulto. 

Se  crearon  los  tribunales  de  excepción,  de  acuerdo  con  los 
respectivos  fueros,  tales  eran  los  de  comercio,  militar,  hacien- 
da, policía,  eclesiástico  y  de  minería. 

Para  la  justicia  superior  común  se  organizó  una  Suprema 


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134  EL  PAÍS  DE   CUYO 


Corte  de  Justicia,  compuesta  de  cinco  Jueces  y  un  relator1, 
dictándose  en  seguida  una  ley  para  reglar  el  trámite  en  jui- 
cio (23  de  Marzo  1824). 

La  ciudad  fué  dividida  en  dos  grandes  distritos,  bajo  la  ju- 
risdicción de  un  Juez  de  Orden  y  su  asesor  correspondiente; 
cada  distrito  se  dividió  en  seis  barrios,  con  su  Juez  de  Paz 
cada  uno,  nombramiento  que  se  hacía  á  elección  popular;  y 
cada  barrio  formado  por  cuatro  secciones,  estando  cada  una 
de  éstas  bajo  la  jurisdicción  de  un  Notable,  elegido  en  las 
mismas  condiciones  que  un  Juez  de  Paz.  La  misma  organi- 
zación se  dio  á  la  campaña. 

Por  fin,  en  22  de  Octubre,  la  Legislatura  dictó  un  regla- 
mento para  la  dirección  económica  y  trámites  ante  la  Supre- 
ma Corte,  el  que  vino  á  ser  completamentado  por  ley  adi- 
cional de  24  del  mes  siguiente. 

Mientras  en  el  orden  judicial  se  realizaban  las  reformas 
apuntadas,  el  Gobierno  no  descuidaba  provocar  y  aun  iniciar 
otras  de  igual  importancia  ante  la  Sala  de  Representantes, 
dictando  una  buena  ley  de  elecciones  y  creando  los  tribunales 
electorales. 

Los  hombres  mas  competentes  del  país  fueron  llamados  al 
seno  de  la  Legislatura,  y  desde  luego  se  trató  de  dar  una 
constitución  á  la  Provincia. 

El  proyecto  era  indudablemente  muy  prematuro,  el  pue- 
blo de  San  Juan  no  estaba  preparado  para  manejar  los  resor- 
tes de  un  organismo  tan  complicado  como  el  de  una  consti- 
tución política,  institución  que  recien  iba  á  ensayarse. 

La  ley  es  impotente  para  encaminar  un  pueblo  por  la 
senda  constitucional,  si  ese  pueblo  no  ha  llegado  por  la  edu- 
cación al  pleno  conocimiento  de  los  derechos  que  debe  ejerci- 
tar y  de  los  deberes  que  debe  llenar. 

La  ley  no  puede  hacer  abstracción  del  pueblo  para  quien 
legisla,  so  pena  de  ver  frustrados  sus  designios,  por  mas  no- 


1  El  personal  de  esta  Corte  se  organizó  así:  Presidente  Don  Francisco 
de  Oscariz,  y  vocales  los  Sres.  José  Suáres,  José  Antonio  Sánchez,  Javier 
Godoy  y  Jerónimo  de  la  Roza. 


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EL  PAlS  DE   CUYO  135 


bles  y  convenientes  que  puedan  ser.  Se  ha  dicho  con  entera 
justicia,  como  axioma  ó  verdad  inmutable,  que  «no  se  violan 
impunemente  las  leyes  del  tiempo.» 

Carril  se  anticipó  á  su  tiempo,  y  su  famosa  Carta  de  Mayo 
dirá  lo  suficiente  para  corroborar  nuestro  juicio;  y  las  resis- 
tencias que  aquélla  encontró  nos  probarán  una  vez  mas  que 
esa  fuerza  de  cohesión  que  vincula  á  la  sociedad,  nunca  pue- 
de ser  la  obra  sola  del  legislador x.  (Ap.,  nota,  núm.  17). 

La  Carta  de  Mayo,  por  la  elevación  de  sus  miras,  por  la 
liberalidad  de  los  principios  en  ella  consignados,  por  la  ver- 
dad profunda  de  sus  afirmaciones  y  el  vasto  plan  que  en  ella 
se  desarrollaba,  era  digna  de  un  pueblo  mas  avanzado  en  ci- 
vilización, de  una  época  de  mayor  ilustración  y  cultura. 

Su  primera  declaración  de  que  toda  autoridad  emana  del 
pueblo,  estaba  muy  lejos  de  ser  en  San  Juan,  en  1825,  una 
verdad  política  y  social. 

La  amplia  libertad  del  hombre,  y  en  éste  la  del  pueblo,  no 
tenía  sentido  ante  la  vieja  costumbre  de  mirar  en  la  autori- 
dad gubernativa  al  tutor  público,  ni  menos  se  explicaba  esa 
libertad  solo  limitada  por  el  derecho  ageno,  ni  la  de  trabajar, 
y  sobre  todo,  de  pensar  sin  las  restricciones  impuestas  por 
una  educación  de  atraso  y  superstición. 

La  inviolabilidad  de  la  persona,  de  la  propiedad,  del  domi- 
cilio (cuya  violación  aun  no  tiene  pena  aparejada  por  nues- 
tras leyes),  tampoco  tenía  explicación  posible  aute  la  creen- 
cia general  de  que  la  sociedad  era  el  todo,  sin  recordar  que 
sus  partes  constitutivas  son  esos  mismos  individuos  con  sus 
derechos  y  garantías,  que  surgen  del  derecho  natural,  esa 
primera  ley  del  hombre. 

La  igualdad  proclamada  por  la  Carta  era  inaceptable 
para  los  que,  á  falta  de  mérito  propio,  no  tenían  mas  que  los 
viejos  pergaminos  que  les  habían  constituido  en  seres  privi- 
legiados en  la  noche  del  coloniaje.  Era  un  crimen  contra  la 


1  El  mayor  de  los  errores  cometidos  por  Locke  fué  su  constitución 
para  el  Estado  de  la  Carolina.  Ni  el  pueblo  era  apto  para  aquella  cons- 
titución, ni  ésta  para  aquél. 


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136  el  paIs  de  ouro 


naturaleza  nivelar  las  diferencias  de  sangre,  y  San  Juan  tenia 
en  aquellos  tiempos  de  atraso  un  fuerte  partido  pelucon  ó 
de  sangre  azul,  que  alzaba  su  grito  al  cielo  contra  aquel  nive- 
lamiento  criminal. 

Todo  lo  expuesto,  y  especialmente  la  libertad  de  cultos  que 
proclamaba  la  nueva  constitución,  era  mas  que  suficiente 
para  que  aquella  sociedad  fanatizada  por  la  política  yla  reli- 
gión católica,  mirase  en  el  Gobernador  Carril  á  un  reprobo 
que  con  su  monstruosa  ley  atentaba  hasta  contra  «la  religión 
única  y  santa,  fuera  de  la  cual  no  hay  salvación». 

Ya  veremos  en  funesto  consorcio  al  fraile  y  al  noble,  rela- 
jando todos  los  resortes  sociales,  azuzando  al  pueblo  y  em- 
prendiendo una  cruzada  tremenda  contra  aquel  ateo  alzado 
contra  el  poder  público. 

Carril  no  ignora  que  su  ley  da  un  golpe  de  muerte  á  las 
creencias  religiosas  y  á  las  preocupaciones  de  sangre;  pero  el 
temple  de  su  alma,  la  fuerza  de  sus  convicciones  y  la  bondad 
de  su  causa,  le  dan  mayor  aliento  para  llevar  adelante  su 
obra  de  regeneración;  y  antes  de  dejarse  intimidar,  se  prepa- 
ra á  la  lucha  que  mira  venir  revestida  de  todos  los  aprestos 
de  un  combate  á  muerte. 

Pero  ¿qué  es  la  Carta  de  Mayo? 

La  Carta  de  Mayo  es  una  constitución  política  que  viene 
elaborándose  desde  1820,  y  hace  mucho  tiempo  está  para  su 
estudio  ante  la  Legislatura,  cuyos  miembros  no  se  reúnen 
para  deliberar  sobre  ella,  «por  las  intrigas  puestas  en  juego 
para  que  no  se  discuta,»  según  nota  oficial  del  Presidente, 
de  23  de  Junio;  sin  embargo,  es  ya  conocida  de  todos  los  san- 
juaninos,  y  los  enemigos  del  Gobernador,  que  es  el  autor  de 
la  Carta,  trabajan  por  todos  los  medios  posibles  para  que 
aquélla  no  llegue  á  tener  fuerza  de  ley. 

Los  decretos  de  25  y  26  de  Junio  sobre  secularizaciones  y 
diminución  de  rentas  eclesiásticas,  hirieron  los  derechos  que 
invocaban  las  comunidades  religiosas,  y  que,  dicho  sea  de 
paso,  aunque  no  tenían  otra  razón  de  ser  que  las  concesiones 
indebidas,  tenían  el  título  colorado  que  pudo  constituirles 
una  culpable  tolerancia.  Asi  fué  que  al  mes  siguiente  embau- 


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EL  PAÍ8  DE   CUYO  137 


carón  á  un  pobre  sargento,  Borja  Flandes,  que  pensó  en  pro- 
ducir un  motin;  pero  descubierto  antes  de  estallar,  fué  juz- 
gado y  fusilado,  sin  que  este  hecho  alcanzase  á  conjurar  el 
mal  que  ya  había  tomado  muy  alarmantes  proporciones. 

Hasta  aquel  momento,  Carril  hacía  su  prédica  de  viva  voz, 
la  que  casi  siempre  era  ahogada  por  la  vocinglería  de  sus 
enemigos;  y  trató  de  crear  un  órgano  de  publicidad  para 
combatir  con  mayor  eficacia  los  trabajos  de  la  oposición  que 
cada  dia  tomaban  mayor  consistencia,  bajo  la  santa  direc- 
ción de  las  gentes  de  iglesia. 

Debido  á  su  iniciativa,  la  Legislatura  acordó  en  sesión  de 
15  de  Marzo  (1824),  autorizar  al  Gobierno  para  invertir  de 
los  dineros  reservados  de  temporalidades,  hasta  la  cantidad 
de  tres  mil  pesos,  en  el  establecimiento  de  una  imprenta, 
destinando  su  producido  al  fondo  de  la  educación  pública.  El 
Gobierno  dictó,  en  consecuencia,  el  decreto  que  registramos 
en  seguida,  creando  el  Registro  Oficial,  que  fué  la  primera 
publicación  en  la  Provincia.  (Ap.  nota  núm.  15). 

«Siendo  de  la  primera  importancia  al  buen  orden  de  una 
sociedad,  que  todos  los  miembros  que  la  componen  tengan  un 
conocimiento  pleno  de  las  leyes,  decretos  y  órdenes  que  deben 
obedecer,  y  conociendo  el  Gobierno  que  el  método  observa- 
do hasta  el  presente,  de  publicación  por  bandos  y  circulares, 
no  es  bastante  á  facilitar  este  conocimiento  tan  importante, 
ha  creído  preferible  la  publicación  por  la  prensa,  como  mas 
propia  á  proporcionar  á  los  ciudadanos,  magistrados  y  fun- 
cionarios públicos,  una  noticia  permanente  de  cuanto  intere- 
se á  sus  deberes,  su  conducta  y  sus  derechos,  logrando  tam- 
bién el  Gobierno,  por  este  medio,  dar  á  su  marcha  toda  la  pu- 
blicidad que  desea,  á  fin  de  que  todos  los  ciudadanos  y  cada 
uno  de  ellos  pueda  juzgar  de  sus  operaciones. 

«A  estos  fines,  ha  acordado  y  decreta: 

1.°  El  Ministro  de  Gobierno  hará  organizar  y  publicar  un 
Registro  Oficial. 

2.°  El  Registro  contendrá  todas  las  leyes,  decretos  y  órde- 
nes que  deban  tener  un  efecto  general,  ó  que  requieran  una 
comunicación  circular. 


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138  EL   PAÍS   DE   CUYO 


3.°  Todo  lo  inserto  en  el  Registro  se  tendrá  por  oficial- 
mente publicado  y  comunicado. 

4.°  A  todas  las  corporaciones  y  funcionarios  públicos  se 
asará  un  ejemplar  del  Registro  Oficial. 

5.*  Todas  las  leyes,  decretos  y  órdenes  publicadas  desde  el 
año  1822  hasta  la  fecha  del  presente  decreto,  formarán  el 
primer  libro  del  Registro  Oficial,  y  en  adelante,  formará  res- 
pectivamente otro  lo  que  se  publique  cada  año  hasta  el  últi- 
mo de  Diciembre. 

6.°  Queda  suprimida  la  publicación  por  medio  de  bandos  y 
circulares. 

San  Juan,  Mayo  31  de  1825. — Carril. — J.  Rudecindo  Rojo, 
Secretario.» 

Con  este  medio  de  propaganda  para  llevar  al  pueblo  el 
on vencimiento  de  la  bondad  y  necesidad  de  las  reformas 
iniciadas  é  instituciones  creadas,  Carril  pudo  esperar  que  ce- 
sase la  indigna  explotación  que  se  hacía  de  las  creencias  po- 
pulares, y  que  las  masas  instruidas  por  la  palabra  escrita  y  la 
meditación  á  que  aquélla  se  prestaba,  dejase  de  ser  el  jugue- 
te de  las  argucias  y  mala  fé  de  sus  enemigos. 

La  Carta  de  Mayo  fué  al  fin  discutida,  y  después  de  la 
muy  larga  cuarentena  á  que  había  estado  sujeta,  la  Sala  de 
Representantes  le  acordó  su  sanción  en  13  de  Julio,  y  el  G-o- 
Werno  le  puso  el  cúmplase,  mandándola  publicar  por  medio 
del  presente  decreto. 

«San  Juan,  Julio  15  de  1825.  —  Cúmplase,  dése  al  Registro 
Oficial  y  circúlese. —  La  Santa  Guarda  del  Supremo  modera- 
dor del  Universo,  Dios,  infinitamente  justo,  á  quien  osamos  in- 
vocar, proteja  la  estabilidad  de  la  Carta  de  Mayo  y  castigue 
la  iniquidad  de  los  que  se  atrevieran  á  quebrantarla,  y  de 
nosotros  mismos  si  renegásemos  de  los  beneficios  de  su  divi- 
na providencia  que  en  ella  reconocemos  y  firmamos.  —  Sal- 
rador  M.  del  Carril.  —  J.  Rudecindo  Rojo,  Secretario.  * 

La  promulgación  de  la  Carta  de  Mayo,  que  reproducimos 
Integra  (Ap.,  Nota  núm.  16)  con  los  considerandos  que  le 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  139 

precedieron,  fué  el  toque  de  arrebato  que  se  dio  la  oposición. 
El  mayor  de  los  sacrilegios  acababa  de  consumarse  con  la 
publicación  de  ese  documento,  según  la  propaganda  de  aque- 
llos cruzados.  Ya  no  bastaban  los  términos  medios,  la  reli- 
gión de  nuestros  padres  estaba  mancillada  y  ya  no  quedaba 
otro  recurso  que  arrojar  del  gobierno  al  demonio  que  regía 
los  destinos  de  la  Provincia. 

Carril  baja  á  la  prensa  para  llevar  á  sus  obcecados  adver- 
sarios el  convencimiento  de  sus  sanas  intenciones  y  de  los 
grandes  beneficios  que  debían  esperarse  de  la  Constitución. 

El  Defensor  de  la  Carta  de  Mayo  se  afana  por  calmar  los 
espíritus,  y  hace  cuanto  es  posible  para  quitar  la  venda  con 
que  el  fanatismo  cubre  los  ojos  de  la  inteligencia  de  todo  un 
pueblo. — ¡  Inútiles  esfuerzos !  —  Las  masas  fanatizadas  van 
á luchar  por  la  religión  de  Jesucristo.  El  martirio  no  les  ame- 
drenta. El  Cielo  les  espera.  ¡  Cómo  se  ha  explotado  el  nom- 
bre de  Cristo ! 

El  26  de  Julio  estalló  un  motín  de  la  guardia  de  la  cár- 
cel, encabezado  por  un  Joaquín  Paredes  (alias  «Carita»), 
y  un  sargento  Moy ano  (alias  «Chacuaco»),  secundados  por 
los  presos  de  la  cárcel.  Los  intransigentes  dirigen  el  movi- 
miento que  una  hora  después  de  producirse,  asumió  todos  los 
caracteres  de  una  vasta  revolución. 

Carril  se  ve  amenazado  por  todas  partes.  Los  jefes  que 
mandan  algunas  fuerzas  y  cuyo  número  asciende  á  doscien- 
tos cuarenta  y  cuatro  hombres1,  nada  pueden  contra  las  ma- 
sas fanatizadas  que  todo  lo  invaden.  Carril  huye  para  salvar 
del  pueblo  enfurecido. 

Carril  asilado  en  Mendoza,  requiere  la  intervención  arma- 
da en  virtud  de  los  pactos  existentes  entre  los  pueblos  del 
antiguo  Cuyo, y  el  Gobierno  de  Mendoza  (Correa),  comienza 
desde  luego  á  preparar  una  expedición  sobre  San  Juan,  que 
reponga  en  sus  funciones  al  Gobernador  derrocado.  (Decreto 
de  24  de  Agosto). 


1  Las  fuerzas  en  afmas,  eran :  72  individuos  del  Comandante  Don  Fran- 
cisco Javier  Ángulo;  79  infantes  del  Comandante  Don  Tristan  Echegaray, 
y  93  milicianos  que  mandaba  el  Mayor  Don  Nicolás  Vega. 


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140  EL  PAlS  DE   CDYO 


El  dia  5  de  Setiembre  salía  de  Mendoza  una  división  de 
mil  hombres  de  las  tres  armas,  al  mando  del  General  Don 
José  Aldao,  y  según  noticias  de  San  Juan,  era  cosa  cierta 
que  los  revolucionarios  opondrían  una  tenaz  resistencia. 

La  revolución  había  organizado  su  ejército  bajo  el  mando 
del  Comandante  Don  Manuel  Olazábal,  antiguo  oficial  de 
Granaderos  á  Caballo,  que  había  hecho  la  campaña  de  Chile, 
y  combatido  bizarramente  en  la  Punta  del  Médano  contra  la 
montonera  de  Carrera. 

Los  sanjuaninos  salieron  con  sus  fuerzas  á  la  entrada  de 
la  travesía,  y  ocuparon  el  lugar  de  «Las  Leñas»  (hoy  Rin- 
conada del  Pocito),  punto  tres  veces  funesto  para  las  armas 
de  la  Provincia.  Elegidas  las  posiciones  en  este  lugar,  los 
revolucionarios  esperaron  á  los  invasores  de  Mendoza. 

La  Rinconada  del  Pocito  es  un  punto  aparentemente  es- 
tratégico para  desarrollar  una  operación  militar,  pero  verda- 
deramente inadecuado  para  desplegar  un  plan  medianamente 
ajustado  á  las  reglas  del  arte  de  la  guerra. 

A  la  parte  Sud  de  la  Ciudad  de  San  Juan  se  halla  el  rico 
Departamento  del  Pocito,  con  sus  abundantes  viñedos  y 
grandes  praderías  de  pastos  artificiales.  La  extremidad  Sud 
de  este  Departamento  es  lo  que  se  llama  la  Rinconada,  cuya 
topografía  es  como  sigue:  A  su  derecha  se  extienden  escarpa- 
das lomadas  y  bajas  ramificaciones  de  las  Sierras  de  Zonda;  á 
la  izquierda  está  todo  sembrado  de  ciénagos  formados  por  los 
desagües  de  las  fincas  del  Pocito  é  infiltraciones  del  Rio  de 
San  Juan  que  revientan  en  el  Alto  de  la  Compañía,  forman- 
do el  Arroyo  del  Agua  Negra,  encenagando  las  tierras  de  la 
Majadita  hasta  Cochagual  y  terrenos  circunvecinos,  formando 
así  una  especie  de  valle  estrecho  entre  aquellos  dificultosos 
accidentes  del  terreno. 

Mirando  al  Sud,  hacia  el  lado  de  Mendoza,  hay  un  extenso 
desierto  que  recibe  el  nombre  de  travesía,  el  cual  principia 
en  Jocolí  (Mendoza)  y  concluye  en  la  Rinconada,  aunque  en 
este  trayecto  tiene  como  un  oasis,  la  pobre  población  de  la 
Cañada  Honda,  que  apenas  basta  á  las  necesidades  de  agua- 
da y  escasos  pastos.  Todo  este  camino  está  sembrado  de  mé- 


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EL  PAlS  DE  OüYO  141 


danos  llamados  guadales  y  de  caminos  ásperos  por  la  pedra- 
zon  y  cortes  del  terreno  que  forman  las  avenidas  y  crecientes 
de  las  sierras  del  Poniente.  A  la  espalda  de  la  Rinconada 
quedan  las  ricas  poblaciones  del  Pocito. 

Si  las  dificultades  á  vencer  un  ejército  que  invade  á  San 
Juan,  dejan  suponer  que  á  la  entrada  de  la  Rinconada  se 
llega  sediento,  fatigado  por  el  hambre  y  cansado  después  de 
una  larga  marcha,  eso  mismo  prueba  que  esas  necesidades 
deben  compeler  á  alcanzar  el  triunfo,  por  caro  que  cueste, 
porque  á  la  espalda  está  el  desierto  y  adelante  la  fuente  de 
todo  recurso. 

A  la  inversa,  la  estadía  en  la  Rinconada  es  tentadora,  des- 
de que  á  un  paso  se  tienen  las  comodidades  y  la  familia, 
siendo  éste  preferible  á  la  muerte  que  se  teme  y  espera  en  la 
lucha  contra  el  que  necesita  vencer  para  satisfacer  su  hambre 
y  su  sed. 

El  9  de  Setiembre,  las  fuerzas  sanjuaninas,  situadas  en  la 
Rinconada,  avistaron  el  pequeño  ejército  de  Aldao,  que  ve- 
nía avanzando  en  son  decisivo  de  pelea.  Olazábal  abandonó 
á  los  suyos,  ya  sea  por  la  superioridad  numérica  del  enemigo, 
ó  por  otras  causas  que  ignoramos.  El  segundo  jefe,  que  era 
el  presbítero  Don  Manuel  Astorga,  se  hizo  cargo  del  mando 
de  las  fuerzas,  y  se  preparó  á  recibir  á  sus  huéspedes;  pero 
como  era  de  suponerse,  le  faltaban  las  aptitudes  de  los  hom- 
bres de  armas,  y  su  gente  no  pudo  confiaren  el  tino  de  aquel 
general  improvisado;  así  fué,  que  á  las  primeras  escaramu- 
zas, los  revolucionarios  se  disolvieron,  entregándose  á  la  fuga, 
dejando  á  Aldao  dueño  del  campo  y  de  los  prisioneros  que  se 
tomaron  con  las  armas  en  la  mano. 

El  resultado  final  de  esta  guerra,  con  honores  de  sagrada 
y  religiosa,  fué  que  el  pueblo  de  San  Juan  pagó  el  gasto 
de  la  intervención  armada  de  Mendoza,  que  ascendió  á  diez 
y  nueve  mil  ciento  cuatro  pesos,  siete  y  medio  real  plata  bo- 
liviana, suma  demasiado  fuerte  para  aquella  época. 

Repuesto  Carril  en  el  Gobierno  de  San  Juan,  se  presentó 
á  la  Legislatura  el  dia  12  del  mismo  mes  para  deponer  su 
autoridad,  haciéndolo  en  los  términos  siguientes: 


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142  EL   PAlS   DE   CUYO 


«El  que  tiene  el  honor  de  dirigiros  la  palabra  en  nombre 
del  Gobierno  que  ejerce,  os  pediría  el  encargo  extraordinario 
de  reconstituir  la  Provincia  que  las  mismas  furias  del  infier- 
no parece  que  han  despedazado;  pero  él  ha  deshecho  la  ba- 
rrera y  no  puede  mas.  Medidas  que  imperiosamente  reclaman 
las  circunstancias,  se  atribuirían  á  la  venganza  personal  del 
que  las  dictase.  Menester  es  quitar  los  pretextos  y  las  des- 
confianzas á  los  criminosos  y  los  inocentes:  hablando  por  los 
primeros,  menester  es  no  hacerles  temer  sino  lo  que  la  ley  les 
amenaza;  hablando  del  país  en  general,  menester  es  dar  el 
gobierno  á  una  espada,  cortar  con  ella  la  cabeza  del  fanatis- 
mo y  la  melena  de  la  licencia.  Hacedlo,  pero  no  dejéis  equi- 
vocar la  necesidad  con  la  venganza1. 

La  palabra  de  Carril  era  la  voz  del  desaliento  de  tres  anos 
de  lucha  constante,  y  cuarenta  dias  de  anarquía  y  desquicio, 
producidos  por  el  motín  de  26  de  Julio. 

Equivocadamente  llegó  é  creer  que  su  persona  era  un  es- 
torbo para  el  juego  libre  de  las  instituciones,  y  renunció  el 
mando. 

Nó !  sus  ideas  y  las  ricas  instituciones  de  que  dotó  á  la 
provincia  de  su  nacimiento,  nunca  pudieron  ser  un  estorbo 
al  orden,  á  la  justicia  y  al  progreso,  sino  á  la  ignorancia  y  al 
fanatismo  que  se  desbordaron  de  los  claustros  para  hundir  á 
San  Juan  en  el  atraso,  ignorancia  ó  incuria  de  treinta  años. 

La  historia  contemporánea,  demasiado  severa  casi  siem- 
pre en  juzgar  á  los  hombres,  ha  dicho  de  su  gobierno:  «San 
Juan,  bajo  la  administración  del  Dr.  Carril,  fué  de  las  Provin- 
cias del  Interior,  la  que  mas  se  distinguió  en  la  época  de  Ri- 
vadavia.»* 

Falleció  en  Buenos  Aires  en  1881  á  la  avanzada  edad  de 
8-t  años 3. 


1  Mensaje  á  la  Legislatura  del  12  de  Setiembre. 

s  Woodbine  Parish. 

3  El  25  de  Mayo  de  189U  se  le  erigió  un  monumento  en  la  calle  Bartolomé 
Mitre  por  iniciativa  del  pueblo  de  San  Juan. 

La  estatua  es  de  bronce,  fundida  en  el  taller  de  la  calle  Artes  en  Bue- 
nos-Aires; el  pedestal  es  de  granito  rojo  lustrado  y  el  zócalo,  de  granito 
gris  natural. — N.  E. 


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CAPITULO  X. 

Gobiernos  de  Navarro,  Sánchez  y  Quiroga.  —  2.  Tratado  de 
Huanacache.  —  3.  Años  1828  á  1833.  —  Sublevación  en  las 
Quijadas.  —  Revolución  del  negro  Panta.  —  4.  El  Pilar.  — 
Otros  hechos  de  armas.  —  5.  Liga  del  Litoral.  —  Régimen  In- 
terno. —  6.  Expedición  a  los  indios  del  Sud.  —  Inundaciones. 


1.  —  Aceptada  la  renuncia  del  Gobernador  Carril,  la  Jun- 
ta de  Representantes  de  la  Provincia  nombró  á  Don  José  de 
Navarro,  como  sucesor  de  aquél  en  las  funciones  gubernati- 
vas por  el  término  de  seis  meses,  según  el  acta  de  su  nom- 
bramiento (12  de  Setiembre  1826). 

Navarro,  siguiendo  el  movimiento  inicial  de  Carril  en  la 
administración  pública,  como  que  á  propuesta  de  éste  tuvo 
lugar  su  elección,  no  solo  afirmó  las  instituciones  y  reformas 
existentes,  sino  que  creó  otras  nuevas  bajo  la  inspiración  de 
su  ilustrado  antecesor. 

Navarro  era  un  hombre  enérgico  é  intransigente,  como  que 
mucho  tenía  de  la  vida  de  los  campamentos,  y  sin  duda  fué 
por  estas  circunstancias  que  comenzó  por  dictar  medidas  muy 
enérgicas  contra  los  comprometidos  en  el  movimiento  del  26 
de  Julio,  las  que  si  no  demostraban  en  toda  su  desnudez  un 
espíritu  prevenido,  era  por  que  la  necesidad  de  rodear  al  Go- 
bierno del  respeto  de  que  carecía,  les  daba  alguna  tintura  de 
legalidad,  ya  que  no  de  entera  justicia. 

Sin  embargo,  en  su  transitoria  administración,  hizo  por  su 
pueblo  muchos  adelantos  que  le  dieron  un  lugar  entre  los 
buenos  gobernantes  de  la  Provincia. 

Ordenó  la  formación  de  un  censo  agrícola  por  denuncia  de 
los  terrenos  cultivados  para  hacer  mas  equitativa  la  distri- 
bución de  las  aguas;  y  amplificando  esta  disposición,  creó 


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144  EL  PAÍS  DE  CUYO 


una  oficina  geográfica  bajo  la  inteligente  dirección  del  inge- 
niero Don  Víctor  Barran,  la  que  recibió  orden  de  levantar 
un  plano  topográfico  de  la  ciudad  y  suburbios,  y  una  carta 
hidrográfica  para  estudiar  la  mejor  dirección  de  las  aguas, 
aumentando  su  caudal  por  la  disecación  de  los  ciénagos.  Fué 
también  del  exclusivo  conocimiento  de  esta  oficina,  la  parte 
que  se  refería  á  la  delineacion  de  los  edificios,  apertura  de 
calles,  etc.,  etc. 

Luego  se  procedió  á  la  reapertura  de  las  escuelas,  cerradas 
á  causa  de  los  últimos  acontecimientos  y  destierro  de  los  her- 
manos Rodríguez,  que  tan  grande  impulso  dieron  á  la  instruc- 
ción primaria  en  la  Provincia,  y  que  aparecían  muy  compli- 
cados en  la  revolución  de  Julio.  En  la  sección  especial  sobre 
educación  pública,  nos  ocuparemos  de  estos  notables  educa- 
cionistas. 

El  14  de  Octubre  (182B),  se  creó  por  decreto  gubernativo, 
una  Junta  Protectora  de  la  Enseñanza  Pública,  enterrando 
con  esta  medida  la  semilla  de  la  descentralización  de  las 
escuelas,  que  hasta  entonces  estaban  bajo  la  inmediata  ins- 
pección del  Gobierno. 

En  el  mismo  mes  citado,  se  ordenó  la  formación  de  estadís- 
ticas trimestrales  de  las  causas  civiles  y  eclesiásticas,  falladas 
ó  en  trámite,  y  la  estadística  anual  de  los  nacimientos  y  de- 
funciones en  las  parroquias  y  doctrinas  existentes  en  la  Pro- 
vincia. 

Estas  mejoras,  que  pudieron  hacer  simpático  el  gobierno  de 
Navarro,  hallaron,  sin  embargo,  descontentos  y  opositores 
que  murmuraban,  sin  mas  causa,  que  considerar  á  aquél  como 
continuador  de  la  política  de  Carril  y  de  sus  resentimientos 
que  le  constituían  en  vengador  de  su  antecesor. 

El  Gobierno  se  cuidó  poco  de  tales  juicios,  y  llevó  adelan- 
te las  medidas  necesarias  á  la  conservación  y  respeto  de 
su  autoridad;  dictó,  como  paso  previo,  una  ordenanza  de 
policía  para  la  seguridad  de  la  población,  é  inició  el  sumario, 
juicio  y  castigo  de  los  comprometidos  en  la  última  revo- 
lución. Fueron  desterrados  los  presbíteros  Oro,  Robledo, 
Torres,  Rodríguez,  Astorga,  muchos  frailes  y  particulares 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  145 


que  habían  jugado  un  papel  importante  en  los  últimos  acon- 
tecimientos. 

A  estas  medidas  represivas,  que,  como  era  de  esperarse, 
agriaron  mucho  los  ánimos,  siguió  un  decreto  de  6  de  Marzo 
(1826),  en  cuyos  considerandos  se  hacía  especial  mención  del 
fanatismo  y  superstición  religiosos,  causa  única  de  los  tras- 
tornos que  envolvían  al  país,  ordenando  en  su  parte  pre- 
ceptiva la  prohibición  al  ingreso  de  la  Provincia  de  todo 
eclesiástico  secular  ó  regular  sin  previa  licencia  del  Gobier- 
no, debiendo  solicitarse  al  menos  á  seis  leguas  de  distancia 
de  la  población  por  conducto  del  cura  vicario.  (Ap.,  nota 
núm.  17). 

Un  nuevo  decreto  vino  á  herir  mas  hondamente  las  sus- 
ceptibilidades de  los  que,  estando  vencidos,  pero  no  conven- 
cidos, hallaban  en  todo  motivos  de  resistencia  contra  los  at> 
tos  del  Gobierno. 

Este,  so  pretexto  de  consultar  la  mas  pronta  administración 
de  justicia  y  evitar  la  gran  pérdida  de  tiempo  por  los  nume- 
rosos dias  feriados,  ordenó  que  solo  los  dias  de  ambos  pre- 
ceptos y  los  cívicos  de  25  de  Mayo,  9  de  Julio  y  9  de  Setiem- 
bre (combate  de  Las  Leñas),  fueran  exceptuados  en  laa 
causas  civiles  para  el  despacho  de  los  tribunales  y  respectivas 
oficinas. 

Un  hecho  mas  vendrá  á  probarnos  cuánta  era  la  tenacidad 
con  que  el  Gobierno  y  la  oposición  se  hacían  la  guerra. 

Un  presbítero,  Don  Lorenzo  Lozada,  había  sido  electo  re- 
presentante y  llamado  á  prestar  juramento,  de  acuerdo  con 
la  ley  fundamental  de  la  Provincia  (Carta  de  Mayo).  Lozadn 
se  negó  á  jurar  sobre  aquel  aborto  del  infierno;  y  por  no  ha- 
bérsele recibido  en  la  forma  antigua,  sobre  los  Santos  Evan- 
gelios, no  tuvo  entrada  al  cuerpo  legislativo. 

Por  insignificante  que  esto  parezca,  debe  tenerse  presente, 
porque  hemos  de  ver  mas  tarde  encarnada  esa  terquedad  de 
creencias  y  propósitos  en  los  bandos  políticos  en  lucha,  que 
á  impulsos  de  aquella  abominable  pasión  se  ha  derramado 
tanta  sangre  en  San  Juan. 

El  acto  mas  transcendental  de  la  administración  de  Nava- 

10 


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146  EL  PAÍS  DE    CUYO 


rro,  es  el  relativo  al  documento  inserto  á  continuación,  por- 
que él  es  el  asomo,  en  formas  legales,  del  federalismo,  que 
tantas  angustias  costara  á  las  Provincias. 

«  San  Juan,  Diciembre  24  de  1825  —  La  Honorable  Junta 
de  Representantes  de  la  Provincia,  en  sesión  del  22  del  co- 
rriente, ha  sancionado  el  siguiente  decreto: 

«  La  H.  J.  de  R.  R.  de  la  Provincia  de  San  Juan,  en  cum- 
plimiento del  Soberano  Decreto  del  Congreso  Nacional  de 
21  de  Junio  del  presente  año,  por  el  cual  se  exige  á  las  Pro- 
vincias, se  pronuncien  por  medio  de  sus  respectivas  Juntas, 
sobre  la  Forma  de  Gobierno  que  juzguen  mas  conducente 
á  la  prosperidad  Nacional  y  particular  de  cada  una,  declara 
que:  El  Gobierno  Representativo  Republicano  Federal 
es  por  su  opinión  el  que  debe  adoptarse  en  la  Nación.  —  Co- 
muniqúese al  P.  E.  para  que  por  su  medio  se  eleve  al  Sobe- 
rano Congreso  Nacional,  y  de  orden  de  la  misma  H.  J.  lo 
transcribo  á  V.  E.  para  los  fines  que  se  indican. 

c El  infrascripto  saluda  al  Exmo.  Sr.  Gobernador  con  sus 
mas  distinguidas  consideraciones  de  respeto  y  aprecio. 

«Exmo.  Señor. — Joaquín  Godoy,  Presidente. — José  Teo- 
doro del  Corro,  Secretario. 

«Exmo.  Sr.  Gobernador  Capitán  General  de  la  Provincia.» 
«San  Juan,  24  de  Diciembre  1825. — Recibido,  é  insértese 
en  el  Registro  Oficial. — Navarro. — F.  de  Oscariz.» 

El  sucesor  de  Navarro  en  el  Gobierno  fué  Don  José  Anto- 
nio Sánchez  que  había  ocupado  el  mismo  puesto  seis  años 
antes,  y  que,  como  ya  dijimos,  fué  depuesto  por  un  movi- 
miento popular  y  reemplazado  por  Urdininea. 

Electo  en  10  de  Marzo  del  año  26,  gobernó  hasta  16  de  Enero 
del  año  siguiente  en  que  dejó  acéfala  la  Provincia  por  su 
fuga  á  Mendoza,  á  causa  de  la  aproximación  del  General 
Juan  Facundo  Quiroga,  que  luego  ocupó  á  San  Juan  con  sus 
tropas  riojanas. 

Nada  hizo  Sánchez  en  su  administración  de  diez  meses, 
digno  de  perpetuar  su  memoria,  porque  la  fuerza  de  inercia 
parece  que  formaba  su  sistema  de  gobierno. 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  147 


Los  hechos  que  tuvieron  lugar  en  ese  tiempo,  ágenos  ¿i  la 
política  unos  y  otros  producidos  en  consecuencia  de  dispo- 
siciones del  Gobierno  General,  merecen,  sin  embargo,  que 
los  mencionemos. 

De  acuerdo  con  el  decreto  nacional  de  9  de  Marzo,  que  na- 
cionalizó todas  las  oficinas  de  correos  de  la  República,  U  de 
San  Juan  comenzó  á  organizarse  sobre  bases  mejores,  y  su 
marcha  fué  mas  regular  y  conveniente. 

La  muerte  del  diputado  por  San  Juan  al  Congreso  Gene- 
ral Constituyente,  Fray  Bonifacio  Vera,  dio  lugar  á  un  de- 
creto de  la  H.  J.  de  R.  R.,  autorizando  el  gasto  de  los  fune- 
rales oficiales  que  se  hicieron  por  dos  dias  seguidos  á  la 
memoria  de  aquel  inteligente  y  patriota  sanjuanino,  y  á  los 
que  todas  las  corporaciones  concurrieron  en  traje  de  duelo. 

El  Soberano  Congreso  dictó  una  ley  de  28  de  Enero  sobre 
creación  de  un  Banco  Nacional  con  sucursales  en  las  pro- 
vincias. 

El  Gobierno,  autorizado  por  la  Junta  de  Representantes, 
nombró  una  comisión  que  levantase  suscriciones  en  la  Pro- 
vincia para  aumentar  el  capital  acordado  por  el  Directorio  Ge* 
neral  y  en  18  de  Noviembre  quedó  definitivamente  instalada 
en  San  Juan  la  Caja  Subalterna  del  Banco  Nacional,  siendo 
sus  billetes  declarados  única  moneda  legal  en  la  Provincia, 
y  su  curso  de  carácter  forzoso,  bajo  penas  discrecionales  á 
juicio  del  Gobierno,  considerándose  ademas  perturbador  al 
orden  público  toda  persona  que  resistiese  el  recibo  de  ese 
papel  por  su  valor  escrito. 

No  obstante  estas  medidas  conminatorias,  la  emisión  cir- 
culante encontró  resistencia  por  parte  del  pueblo,  y  aquélla 
desapareció  á  los  pocos  años  (1835).  En  1830  había  en  circu- 
lación en  toda  la  República  282,215  $  en  billetes  de  o  á 
1,000  $,  y  455,646  $  en  billetes  de  1  á  10  $;  desde  este  año 
comenzó  el  Directorio  de  Buenos  Aires  á  retirar  la  emisión 
por  las  dificultades  que  su  curso  había  encontrado  en  todas 
partes. 

La  institución  ban caria  aparecía  por  primera  vez  en  San 
Juan,  y  su  fuerza  obligatoria,  que  venía  de  un  modo  tan  vio- 


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148  EL   PAÍS   DE   CUYO 


lento  á  echar  por  tierra  los  derechos  acordados  por  la  ley 
fundamental  de  13  de  Julio,  debía  dejar  hondas  raíces  contra 
este  medio  de  circulación  monetaria,  privando  al  comercio  de 
los  grandes  beneficios  de  la  representación  de  las  monedas 
metálicas.  Recien  en  1869,  quedó  instalado  en  San  Juan  el 
primer  Banco  de  emisión  con  cargo  de  convertibilidad  á  la 
vista,  so  pena  de  ser  considerado  en  liquidación  y  bajo  la 
garantía  de  un  capital  de  320.000  pesos  bolivianos,  y  la  de 
las  rentas  provinciales,  que  también  respondían  á  las  emisio- 
nes por  arreglos  convenidos. 

El  crédito  no  se  impone  ni  hay  medio  de  crearlo,  si  no  re- 
posa en  la  confianza  de  una  buena  garantía,  llámese  ésta  di- 
nero ú  honradez. 

Con  motivo  de  la  fuga  de  Sánchez  y  sus  ministros,  desem- 
peñó el  Gobierno  intorino  el  Teniente  Coronel  Don  Manuel 
Gregorio  Quiroga,  nombrado  en  propiedad  por  acta  popular 
de  17  de  Enero  por  el  término  legal  en  12  del  siguiente  mes 
(1827). 

El  Gobernador  Quiroga  fué  el  instrumento  servil  de  su  ho- 
mónimo el  General  Quiroga,  que  le  impuso  la  tarea  del  gobier- 
no durante  su  permanencia  en  San  Juan,  hasta  que  con  sus 
hordas  marchó  al  Norte  para  llevar  la  guerra  y  el  desquicio 
á  Catamarca  y  Tucuman. 

El  Gobernador  Quiroga  renunció  el  24  de  Octubre  del  si- 
guiente año,  sin  dejar  otro  recuerdo  que  la  abyecta  docilidad 
para  hacer  cuanto  le  exigiera  el  terrible  Facundo  Quiroga, 
que  para  desgracia  de  San  Juan  hemos  de  verle  otras  veces 
en  este  pueblo. 

La  Provincia  quedaba  exhausta  de  todo  recurso  por  las 
erogaciones  que  el  vecindario  había  hecho  durante  la  perma- 
nencia de  Quiroga,  aumento  y  equipo  de  las  fuerzas  con  que 
éste  marchaba  sobre  las  provincias  del  Norte. 

Aliado  con  José  Gil  Domínguez  y  Felipe  Ibarra,  esta  triste 
celebridad  escribía  al  Gobierno  de  San  Juan  en  26  de  Junio, 
desde  Santiago  del  Estero,  que,  provocados  á  una  guerra  la 
mas  injusta  y  horrorosa  por  los  Gobiernos  de  Tucuman  y 
Catamarca,   autorizados  escandalosamente  y  sostenidos  por 


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EL   PAlS   DE   CUYO  149 


«el  titulado  Presidente  de  la  República,  marchaban  sobre  am- 
bos territorios. 

Esto  significaba  el  alzamiento  de  los  caudillos  contra,  la  au- 
toridad constituida  y  el  orden  establecido,  hechos  que  debían 
conducir  á  la  mas  espantosa  anarquía  y  disolución  de  los  po- 
deres públicos  nacionales. 

Mientras  las  armas  nacionales  se  batían  en  el  Juncal  y  en 
los  Pozos,  en  la  guerra  tenaz  que  se  sostenían  contra  el  Brasil; 
mientras  la  Banda  Oriental  convertida  en  un  vasto  campo  de 
batalla,  luchaba  por  verse  libre  de  las  armas  brasilera&j  el  li- 
toral argentino  sufría  un  bloqueo  de  parte  del  Imperio;  Entre 
Ríos  y  Corrientes  estaban  amenazados,  y  la  anarquía  y  el 
desquicio  eran  el  estado  permanente  del  interior. 

El  inmortal  Rivadavia,  á  quien  tanto  debe  la  República  y 
puede  decirse  era  la  única  fuerza  de  resistencia  contra  este 
malestar  general  y  desenfrenadas  ambiciones  de  los  caudillos, 
se  hizo  pronto  el  blanco  de  los  odios  de  aquella  canalla  arma- 
da, que  comenzó  por  desconocer  su  autoridad. 

La  Provincia  de  San  Juan,  que  en  18  de  Julio  182G  había 
hecho  sus  manifestaciones  de  adhesión  y  declaraciones  para 
-el  sosten  y  reconocimiento  de  la  autoridad  de  Rivadavia, 
ahora,  bajo  la  presión  de  Facundo,  declaraba  (B  de  Abril  1827) 
derogada  su  ley  del  año  anterior  y  desconocida  la  autoridad 
de  la  Nación,  retirando  en  consecuencia  los  poderes  á  sus  re- 
presentantes en  el  Congreso,  imitando  con  esta  bochornosa 
declaración  la  criminal  conducta  de  las  demás  provincias 
que  gemían  bajo  la  presión  de  los  caudillos. 

2.  —  El  dia  1.°  del  mismo  mes,  los  pueblos  del  antiguo 
Cuyo  habían  celebrado  en  Huanacache  un  pacto  de  unión, 
que,  ratificado  mas  tarde,  y  dada  la  solidaridad  é  intereses 
comunes  establecidos  por  aquél,  hizo  que  la  protesta  de  des- 
conocimiento á  la  autoridad  nacional  fuera  secundada  por 
Mendoza  y  San  Luis. 

Este  lamentable  estado  de  descomposición  política,  dio  por 
resultado  que  los  pueblos  entregados  á  su  propia  suerte  for- 
masen pequeñas  republiquetas  con  todos  los  vicios  y  horro- 
res de  una  completa  anarquía. 


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A 


150  EL  PAÍS   DE   CUYO 


Tal  estado  de  cosas,  que  aumentaba  la  inminencia  de  los 
peligros  creados  por  la  guerra  exterior  y  civil,  y  amenazaba 
relajar  hasta  los  últimos  vínculos  sociales,  alarmó  sobre  ma- 
nera al  Gobierno  de  Buenos  Aires,  el  único  que,  haciéndose 
cargo  de  aquella  terrible  situación,  era  también  el  único  ca- 
paz de  pensar  en  la  reconstrucción  política  del  país. 

En  20  de  Agosto  dirijió  una  circular  á  todas  las  provincias, 
en  el  sentido  de  provocar  la  unión,  de  constituir  una  autori- 
dad nacional  y  crear  elementos  para  continuar  la  guerra 
contra  el  Brasil,  y  sobre  todo,  de  formar  un  Congreso  ó 
Convención  Constituyente  que  diese  rumbos  certeros  á  la  des- 
trozada nave  de  la  nacionalidad  argentina. 

En  seguida  mandó  comisionados  á  las  provincias,  y  el  8  de 
Octubre  se  presentaba  en  San  Juan  Don  Juan  de  la  Cruz 
Vargas,  como  encargado  del  de  Buenos  Aires  para  continuar 
la  obra  de  reconstrucción  iniciada  con  la  circular  del  20  de 
Agosto. 

La  negociación  dio  por  resultado  que  la  Legislatura  de 
San  Juan  dictase  dos  leyes  con  fecha  20  de  Octubre.  La  pri- 
mera autorizaba  al  Gobernador  de  Buenos  Aires  para  los  ne- 
gocios de  guerra  y  relaciones  exteriores  hasta  la  reunión  de 
un  Congreso  Nacional,  y  celebrar  con  las  otras  repúblicas, 
alianzas  ofensivas  y  defensivas  contra  el  Emperador  del 
Brasil,  empeñando  el  crédito  de  la  Provincia  para  la  remisión 
de  un  contingente  de  hombres  y  demás  auxilios  que  ésta  pu- 
diese prestar.  La  segunda  declaraba  que  no  era  la  voluntad 
ele  la  Provincia  que  la  Nación  continuase  inconstituida,  y 
que  en  consecuencia,  se  procediese  á  la  formación  de  un  Con- 
greso que  la  organizase  bajo  el  sistema  representativo  repu- 
blicano federal. 

La  ratificación  del  Tratado  de  Huanacache  (Ap.,  nota 
núm.  18),  tuvo  desde  luego  toda  su  fuerza  obligatoria  para 
los  tres  pueblos»  contratantes,  que  por  él  se  comprometían  á 
tener  una  alianza  ofensiva  y  defensiva;  á  empeñar  su  media- 
ción para  hacer  cesar  la  guerra  civil  que  asolaba  á  las  Provin- 
cias del  Norte  y  del  Litoral;  á  unificar  sus  creencias  religiosas, 
echando  así  los  fundamentos  al  Obispado  de  Cuyo,  de  que 


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EL  PAlS   DE   CUYO  151 


pronto  nos  ocuparemos;  á  concurrir  con  sus  auxilios  y  soli- 
citarlos de  otras  provincias  para  la  guerra  contra  el  Brasil, 
ahogando  con  este  pacto  los  odios  de  un  partidismo  local  y 
los  celos  interprovinciales,  que  tanto  habían  distanciado  á 
los  pueblos  del  antiguo  Cuyo. 

Por  fortuna,  la  guerra  contra  el  Brasil  concluyó  por  los 
tratados  de  27  de  Agosto  (1828),  en  lo  que  no  solo  influyeron 
los  triunfos  obtenidos  en  Sarandí,  Rincón,  Ombú,  Pozos, 
Colonia,  Juncal,  Patagones,  Montevideo  é  Ituzaingo,  sino 
también  la  actitud  decidida  que  todos  los  pueblos  manifesta- 
ron para  el  sostenimiento  de  esta  guerra1. 

Los  tratados  de  Agosto  fueron  ratificados  en  29  de  Se- 
tiembre, y  desde  entonces  la  Provincia  de  la  Banda  Oriental, 
que  durante  la  dominación  extranjera  había  llevado  el  nom- 
bre de  Estado  Cisplatino,  pasó  á  ocupar  el  rango  de  nación 
con  el  nombre  de  República  Oriental  del  Uruguay. 

En  el  orden  puramente  interno,  San  Juan  solo  nos  ofrece 
tina  ley  de  19  de  Marzo  ( 1827),  suprimiendo  la  Suprema  Cor- 
te de  Justicia  y  creando  en  su  lugar  un  Jury  formado  por  dos 
jueces  de  paz,  uno  de  segundo  orden  y  cuatro  ciudadanos 
elegidos  por  sorteo.  Esta  ley,  constante  de  diez  y  seis  artí- 
culos, reglamentaba  también  las  funciones  de  dicho  tribunal: 
fué  nombrado  presidente  Don  Martin  Gómez.  Este  tribunal 
fué  suprimido  por  ley  de  12  de  Febrero  de  1830,  creándose 
en  su  lugar  un  Tribunal  de  Alzadas,  compuesto  de  tres  jue- 
ces, de  los  que  uno  por  lo  menos  debía  ser  letrado :  la  dura- 
ción de  estos  empleos  se  fijó  en  dos  años. 

Como  se  vé,  tales  reformas  judiciales  carecían  de  toda  im- 
portancia, desde  que  aun  faltaba  la  inamovilidad  de  los  jue- 
ces garantida  por  la  buena  renta  y  competencia  de  aquéllos. 

3.  —  Desde  1828  al  33,  no  hallamos  en  el  escenario  polí- 
tico de  San  Juan,  mas  que  una  sucesión  tumultuosa  de  diez  y 


1  Rincón,  22  de  Setiembre  y  Sarandí,  12  de  Octubre  de  1825.  Montevi- 
deo, 26  de  Abril;  Colonia,  12  de  Marzo,  y  Pozos,  27  de  Febrero,  25  de 
Mayo,  11  de  Junio  y  80  de  Julio  de  1826.  Juncal,  8  y  9  de  Febrero;  Ombú, 
15  de  Febrero;  Ituzaingo  20  de  Febrero  y  Patagones  6  de  Marzo  de  1827. 


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152  EL  PAÍS   DE   CUYO 


ocho  gobernantes,  entre  propietarios,  interinos  y  delegados, 
que  nos  demuestran  cómo  la  nave  del  Estado  marchaba  sin 
brújula  en  un  mar  de  encrespadas  pasiones,  y  bajo  la  direc- 
ción del  primer  grumete  político  que  escalaba  el  poder  por 
medio  de  una  revolución  ó  de  un  simple  motin  de  cuartel. 

Al  comenzar  la  narración  de  los  sucesos  de  estos  tiempos, 
podrían  aplicárselas  palabras  del  Génesis  antes  de  la  creación 
del  Mundo.  «Era  el  caos.» 

Aceptada  la  renuncia  de  Quiroga,  fué  llamado  á  desempe- 
ñar el  Gobierno  interino  Don  José  María  Echegaray  en  24 
de  Octubre,  hasta  la  elección  del  propietario  que  recayó  en  la 
persona  de  Don  Timoteo  Maradona  (30  de  Noviembre). 

A  estas  nulidades  políticas,  que  nada  hicieron  en  favor  de 

su  pueblo,  solo  puede  recordárseles  por  seguir  la  cronología 

de  los  ciento  y  tantos  gobernantes  que  ha  tenido  San  Juan. 

En  1828  no  encontramos  mas  sucesos  dignos  de  referir,  que 

los  pertenecientes  al  dominio  de  la  crónica: 

1.°  Ley  de  12  de  Enero,  aboliendo  el  remate  á  perpetui- 
dad de  los  oficios  públicos  de  los  escribanos,  limitándolo  á 
diez  años,  y  restringiendo  su  ejercicio  á  determinadas  perso- 
nas con  pruebas  de  idoneidad. 

2.°  La  salida  de  un  contingente  de  ciento  y  cincuenta  hom- 
bres, que,  incorporados  alas  milicias  delaRioja  y  traídos  por 
el  General  Don  Benito  Villafañe,  ascendían  á  ochocientos 
hombres  con  que  éste  contribuyó  á  la  desgraciada  acción  del 
Pilar  en  Mendoza. 

3.°  La  institución  de  la  Vicaría  Apostólica  de  Cuyoi 
creada  por  breve  de  22  de  Diciembre,  expedida  por  S.  S. 
León  XII. 

En  1829,  el  inepto  gobierno  de  Maradona  solo  nos  ofrece 
interinidades  y  delegaciones  sucesivamente  desempeñadas 
por  Echegaray,  Bustamante,  Albarracin  (José  Tomás),  Bustos» 
Quiroga,  Aguilar,  de  la  Roza  (Gerónimo)  y  Albarracin 
(Santiago). 

El  único  que  merece  recordarse  es  el  Doctor  Don  Francisco 
Ignacio  Bustos,  que  se  distinguió  por  la  inteligente  y  acertada 
dirección  de  los  negocios  públicos  en  que  logró  hacer  preva- 
lecer sus  ideas. 


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EL   PAÍS   DE   OÜYO  163 


En  los  momentos  de  su  interinidad  (11  de  Setiembre),  el 
Rio  de  San  Juan  amenazaba  con  sus  crecientes  inundar  la 
Ciudad,  y  con  tal  motivo,  Bustos  practicó  estudios  serios  en 
el  Rio  é  hizo  trabajar  los  planos  del  dique  de  San  Emilia- 
no, obra  magna  puesta  en  ejecución  en  1834  durante  la  admi- 
nistración de  Yanzon,  y  concluida  durante  la  del  General 
Benavidez. 

Se  asegura  que  Bustos,  después  de  dos  meses  de  prisión 
sufrida  por  causas  políticas,  fué  asesinado  en  1830  á  ins- 
tigaciones de  la  Madrid.  El  hecho  de  la  muerte  es  exacto. 

San  Juan,  que  por  aquel  momento  estaba  libre  de  la  gue- 
rra civil  en  que  ardían  Córdoba,  Rioja,  Mendoza  y  San  Luis, 
que,  como  una  faja  de  fuego  parecía  envolver  á  la  provincia, 
limitó  sus  medidas  precaucionales  á  la  movilización  de  cua- 
trocientos milicianos  de  caballería. 

Don  José  María  Echegaray,  gobernante  que  se  decía  he- 
chura de  Facundo  Quiroga,  fué  requerido  por  éste  para  auxi- 
liarle con  un  contingente  de  tropas  de  San  Juan  para  engrosar 
las  divisiones  reunidas  en  Renca  (San  Luis),  y  con  las  que 
pensaba  echarse  sobre  Córdoba. 

Echegaray  aumentó  la  movilización  y  equipó  un  contin- 
gente de  mas  de  setecientos  hombres,  que  el  27  de  Mayo  salió 
de  San  Juan  al  mando  del  Comandante  Don  Manuel  Grego- 
rio Quiroga. 

Desde  los  primeros  momentos  de  la  marcha,  se  manifestó 
un  fuerte  desagrado  en  la  oficialidad,  al  que  no  pudo  ser 
indiferente  la  tropa.  El  dia  30  llegaba  el  contingente  sanjua- 
nino  al  lugar  denominado  «Las  Quijadas»  en  la  costa  de  las 
Lagunas,  donde  se  sublevó,  resolviendo  cambiar  la  dirección 
de  su  marcha  y  tomando  al  Norte,  vio  en  su  tránsito  engro- 
sar sus  filas. 

Don  Nicolás  Vega,  que  ostentaba  un  lucida  foja  de  serví- 
cios  militares,  alcanzando  mas  tarde  los  entorchados  de  Ge- 
neral (14  de  Setiembre  de  1855),  se  puso  á  la  cabeza  del  movi- 
miento y  marchó  al  Norte  con  la  mira  de  organizar  una 
fuerte  división  de  tropas,  y  poder  así  secundar  la  reacción 
producida  contra  los  Aldao  y  Quiroga. 


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164  EL   PAÍS  DE  CUYO 


Las  fuerzas  de  Mendoza  que,  bajo  el  Gobierno  de  Aldao 
estaban  listas  para  apoyar  y  sostener  la  bandera  de  la  rebelión 
alzada  por  los  caudillos,  y  especialmente  el  General  Qui- 
roga,  con  quien  se  hallaba  en  inteligencias,  salieron  de  Men- 
doza en  persecución  de  los  sublevados  en  «Las  Quijadas»;  y 
la  vanguardia  de  las  tropas  mendocinas  al  mando  del  Mayor 
Don  Casimiro  Recuero,  dio  alcance  á  Vega  en  Itiquivü, 
donde  después  de  un  ligero  combate,  fué  derrotado  el  jefe 
de  Mendoza. 

A  los  pocos  dias  se  repitió  otro  hecho  de  armas  en  Tafi, 
favorable  á  las  tropas  de  Vega,  que,  contramarchando  rápi- 
damente sobre  San  Juan,  ocuparon  esta  ciudad.  Aldao  siguió 
el  camino  de  su  contrario,  y  sin  disparar  un  tiro  dispersó  las 
milicias  de  Vega  á  favor  de  la  sorpresa,  tomando  presos  á 
Vega  y  cabecillas  de  la  sublevación  del  30  de  Mayo. 

Un  consejo  de  guerra  se  formó  en  el  momento,  iniciando 
á  estos  últimos  un  proceso,  cuyo  resultado  fué  el  fusilamiento 
de  seis  oficiales  que  eran  el  alma  de  la  sublevación  (26  de 
Julio). 

El  16  de  Abril  (1830),  Don  Juan  Aguilar  era  llamado  á 
ejercer  las  funciones  gubernativas  en  carácter  de  interino, 
siendo  el  gobernante  décimo-nono  que  ocupaba  el  poder  en 
poco  mas  de  un  año. 

En  San  Juan  parece  aun  hoy,  que  no  hubiera  mas  aspira- 
ción que  ocupar  la  primera  magistratura  de  la  Provincia,  y 
luchar  por  alcanzarla,  aun  con  peligro  de  la  vida:  hé  aquí  el 
colmo  de  la  gloria  ambicionada  por  todos. 

No  se  crea  que  esta  verdadera  pasión  tenga  siquiera  la  me- 
nor tintura  de  deseos  por  el  bien  general,  ni  que  ella  nazca  y 
se  alimente  de  la  noble  aspiración  de  dejar,  por  las  buenas 
obras,  una  grata  memoria  en  la  historia  de  este  pueblo  ¡no! 
por  desgracia,  es  el  egoísmo  erijido  en  principio,  el  gobier- 
no elevado  á  una  profesión  lucrativa,  y  la  vanidad  de  usar 
un  Excelencia  que  nada  tiene  de  excelente. 

Si  la  inclinación  de  mando  que  pronto  degenera  en  pa- 
sión de  dominio,  no  tuviera  su  contrapeso  en  el  espíritu  de 
resistencia  que  siempre  se  manifiesta  en  los  gobernados,  y  que 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  155 


por  cierto  no  es  un  sentimiento  adquirido  por  la  sola  educa- 
ción política,  el  estado  de  tiranía  sería  constante  en  San  Juan, 
y  quizá  en  todos  los  pueblos  por  esa  funesta  tendencia  de 
centralizar  todas  las  facultades,  casi  innata  en  el  hombre 
constituido  en  autoridad. 

Pero  dejemos  á  un  lado  estas  reflexiones  y  sigamos  en 
nuestra  fatigosa  tarea. 

El  Coronel  Don  Gregorio  Araoz  de  la  Madrid,  que  desde  el 
15  de  Abril  se  hallaba  en  San  Juan,  reemplazó  interinamente 
á  Aguilar  por  ocho  dias,  hasta  que  éste  fué  electo  Goberna- 
dor propietario  (3  de  Julio). 

Aguilar  no  contaba  con  las  simpatías  del  pueblo;  su  carác- 
ter asaz  duro,  le  creaba  desafectos,  y  los  rumores  de  trabajos 
hechos  para  derrocarle  del  poder,  exaltaban  mas  su  ánimo, 
haciéndole  cometer  imprudencias  en  las  persecuciones  á  sus 
enemigos. 

Don  Buenaventura  Quiroga,  Don  José  Maria  Echegaray, 
el  Dr.  Bustos  (ex-gobernadores),  y  muchos  otros  ciudadanos 
fueron  reducidos  á  prisión  para  ahogar  el  sentimiento  del 
pueblo;  pero  estas  medidas,  en  vez  de  conjurar  el  error  po- 
lítico, le  dieron  mayor  desarrollo  ó  intensidad. 

El  7  de  Noviembre  estalló  en  el  cuartel  de  San  Clemente 
una  sublevación  de  la  guardia,  encabezada  por  Pantaleon  N, 
(alias  «negro  Panta»),  movimiento  que  se  decía  producido  á 
instigaciones  de  los  presos.  Hirieron  gravemente  al  jefe  Don 
Nicomedes  Castro  y  mataron  al  oficial  de  guardia  Don  Car- 
men Gutiérrez. 

Los  sublevados  atacaron  en  seguida  el  Principal  (Cabildo), 
y  después  de  reducirlo  y  poner  en  libertad  á  los  presos,  sa- 
quearon la  Aduana  y  ejecutaron  muchas  prisiones,  produ- 
ciendo en  pocas  horas  el  mas  completo  desquicio. 

Ante  un  movimiento  que  aparecía  sin  garantía  de  orden, 
sin  una  cabeza  visible  capaz  de  imprimirle  un  objeto  ó  ten- 
dencia determinada,  y  que  había  comenzado  por  robos, 
persecuciones  y  encarcelamientos,  nadie  se  atrevió  á  asu- 
mir la  responsabilidad  del  hecho,  por  lo  que  el  negro  Pan- 


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i 


156  EL  PAÍS   DB   CDYO 


ta1  se  encontró  dueño  de  la  situación  de  San  Juan,  comen- 
zando pronto  por  espantarse  de  su  misma  obra. 

La  población,  alarmada  con  lo  ocurrido,  y  temiendo  por 
instantes  el  saqueo  por  parte  de  los  amotinados,  comenzó  á 
buscar  modo  de  salir  de  tan  grave  conflicto. 

El  Sargento  Mayor  de  Coraceros  de  la  Guardia,  Don  An- 
selmo Rojo,  que  se  hallaba  en  San  Juan,  y  cuya  bravura  era 
reconocida,  fué  buscado  sigilosamente  para  ponerle  al  fren- 
te de  una  reacción. 

Este  asoció  á  tan  arriesgada  empresa  al  comandante  de 
milicias  Don  Javier  Ángulo,  á  los  ciudadanos  Juan  Quintana. 
Antonio  Marcó,  Pedro  Duran  é  Hilario  Labal,  y  á  los  solda- 
dos Silvestre  Cabrera,  Juan  M.  Salinas,  Juan  J.  Morales  y 
Rafael  Rivera. 

Estos  diez  hombres  arrojados  ejecutaron  una  hazaña,  que 
recuerda  las  del  General  Miller  en  sus  campañas  del  Perú. 

Aquella  diminuta  columna  se  propuso  á  fuerza  de  arrojo 
dominar  el  movimiento:  bien  armados  y  vestidos  los  particu- 
lares con  algunas  piezas  de  uniforme  de  los  soldados  asisten- 
tes de  Rojo,  y  provistos  de  algunas  cornetas,  cayeron  de  im- 
proviso sobre  el  cuartel  de  San  Clemente,  atronando  los  aires 
con  sus  gritos,  disparos  y  toques  de  á  degüello ;  este  atrevido 
ataque  fué  coronado  del  éxito  mas  completo,  pues  á  favor  de 
la  sorpresa  se  tomó  el  cuartel,  rindiendo  á  discreción  á  los 
pocos  milicianos  de  la  guardia  que  no  pudieron  escapar. 

Mientras  tanto,  la  fuerza  mayor  de  los  amotinados  se  ha- 
llaba formada  en  la  plaza,  indecisa  sobre  las  medidas  que  de- 
bía tomar  en  presencia  de  un  ataque  tan  inesperado  y  de  una 
fuerza  que  parecía  bajada  del  cielo. 

Pronto  se  oyeron  toques  de  corneta,  anuncios  de  ataque 
y  degüellos  por  varias  calles  que  desembocaban  á  la  plaza. 
Rojo,  que  ya  contaba  con  gran  número  de  paisanos,  cargó  á 


1  Fué  ajusticiado  en  la  Rioja  el  año  1839,  después  de  estar  largo  tiempo 
su  cabeza  á  talla  por  horrorosos  salteos  de  caminos. — «Recuerdos  de  Pro- 
vincia.» 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  157 


los  amotinados,  que  arrojaron  sus  fusiles  y  se  entregaron  á  la 
fuga  en  medio  de  la  confusión  y  el  desorden  producidos  por 
aquella  avalancha  humana,  sin  darles  tiempo  de  organizar 
defensa  alguna;  los  amotinados  dejaron  algunos  muertos  y 
heridos,  siendo  tomados  dos  cabecillas  que  al  dia  siguiente 
fueron  fusilados  después  de  un  juicio  sumarísimo. 

Así,  el  arrojo  de  diez  hombres  acababa  de  salvar  á  la  Pro- 
vincia de  los  horrores  de  aquel  movimiento  sin  cabeza. 

Aguilar  ocupó  nuevamente  el  gobierno  el  dia  6,  pero  con 
el  triste  convencimiento  de  las  pocas  simpatías  con  que  con- 
taba, viéndose  al  fin  compelido  á  presentar  su  renuncia  que 
le  fué  aceptada  al  momento,  nombrándose  en  su  lugar  á  Don 
Hipólito  Pastoriza  (15  de  Diciembre). 

Mientras  que  estos  sucesos  tenían  lugar  en  San  Juan,  vea- 
mos lo  que  pasaba  en  el  resto  de  la  República. 

4.  —  La  revolución  del  1.°  de  Diciembre  en  Buenos  Aires 
(1828),  dio  por  resultado  la  caída  del  Gobernador  Dorrego,  y 
su  fusilamiento  el  dia  13  del  mismo  mes  en  el  pueblo  de  Na- 
varro. Este  hecho,  que  después  se  ha  tratado  de  excusar  en 
el  General  La  val  le,  como  un  error  político,  fué  de  tan  funes- 
tas consecuencias  que,  puede  decirse,  dio  origen  á  los  odios  y 
guerra  sin  cuartel  de  federales  y  unitarios. 

La  acción  del  Puente  de  Márquez,  entre  las  fuerzas  de  La- 
valle  y  Rosas  (26  de  Abril  1829),  trajo  la  convención  de  paz 
que  entre  estos  jefes  se  celebró  el  26  de  Junio. 

El  General  Don  José  María  Paz,  que  en  consecuencia  de 
estos  tratados  se  retiró  á  Córdoba,  cayó  sobre  el  Gobernador 
Bustos  de  esta  provincia  y  le  subrogó  en  el  mando;  hecho 
que  alarmó  á  los  caudillos  del  interior  que  desde  luego  se  pu- 
sieron de  acuerdo  para  contrariar  y  combatir  la  iniciada 
reacción. 

El  General  Quiroga  organiza  sus  elementos  de  cuatro  pro- 
vincias, y  con  fuerzas  muy  superiores  en  número,  ataca  á 
Paz  que  le  esperaba  con  1,200  hombres  solamente  á  in- 
mediaciones de  Córdoba.  Los  combates  de  la  Tablada  y  de 
Oncativo  ó  Laguna  Larga,  derrumban  el  poder  armado  de 


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158  EL   PAÍ8  DE   CUYO 


Facundo,  que  va  á  ocultar  su  rabia  y  su  vergüenza  á  Buenos 
Aires. 

En  Mendoza  se  desarrollaban  los  cruentos  sucesos  que  tan 
triste  recuerdo  han  dejado  en  aquella  ciudad. 

El  10  de  Agosto  de  1829  tenía  lugar  una  revolución  en- 
cabezada por  el  Comándate  de  Milicias  de  los  Barriales  (hoy 
departamento  de  Junin),  Don  Juan  A.  Moyano,  movimiento 
secundado  por  los  demás  departamentos  y  al  que  se  plegó  la 
fuerza  veterana  existente  en  la  ciudad  de  Mendoza. 

El  General  Alvarado,  que  acababa  de  llegar  de  Chile,  fué 
llamado  al  Gobierno  é  inició  sus  tareas  gubernativas,  licen- 
ciando las  milicias  que  habían  operado  el  movimiento  y  escri- 
biendo á  Aldao,  que  se  sabía  estaba  en  San  Luis  como  con 
cuatrocientos  hombres  para  que  prestase  acatamiento  á  las 
nuevas  autoridades  de  la  Provincia,  evitando  la  guerra  civil 
y  consiguiente  efusión  de  sangre. 

Aldao  asegura  que  no  es  su  intento  atacar  al  nuevo  Go- 
bierno, y  promete  respetar  el  órdon  establecido,  mientras  que 
por  otro  conducto  requiere  los  auxilios  armados  de  la  Rioja, 
uniéndosele  en  consecuencia  al  poco  tiempo  el  General  Vi- 
Uafañe  con  cerca  de  mil  hombres;  y  cuando  cuenta  con  nume- 
rosos elementos,  invade  á  Mendoza  y  libra  la  batalla  del 
Pilar  (Departamento  de  San  Vicente),  el  dia  29  de  Setiembre, 
valiéndose  de  la  alevosía  con  que  pudo  obrar  mediante  sus 
falsas  promesas  y  mentidas  protestas  de  paz. 

A  los  pocos  dias  eran  fusilados  en  la  plaza  de  Mendoza 
Moyano,  Bazan  y  demás  comprometidos  en  el  movimiento 
del  10  de  Agosto,  formando  en  el  cuadro  de  la  ejecución  vein- 
te y  cinco  niños  de  las  escuelas  públicas. 

El  Dr.  Don  Narciso  Laprida,  Presidente  del  Congreso  de 
Tucuman,  fué  de  las  víctimas  inmoladas  en  este  alevoso  y 
sangriento  suceso. 

Facundo,  que  había  conferenciado  con  sus  amigos  Rosas  y 
López,  vuelve  al  interior  con  mas  de  doscientos  facinerosos 
que  le  acompañan  en  la  obra  de  desquicio  que  proyecta;  cae 
de  improviso  sobre  la  villa  del  Rio  IV,  donde  roba,  mata  é 
incendia;  en  el  Rio  V,  sorprende  á  Pringles,  el  héroe  de  Pes- 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  159 


cadores,  que  muere  asesinado  (19  Marzo  1831)  é  inmola  cuan- 
to encuentra  á  su  paso;  toma  el  pueblo  de  San  Luis  y  ense-" 
guida  cae  sobre  las  fuerzas  de  Yidela  Castillo,  organizadas 
para  combatir  el  poder  de  Aldao,  y  acampadas  en  el  Rodeo 
de  Chacón  (Las  Catitas),  son  sorprendidos  y  deshechas  en 
medio  del  terror  y  la  matanza  (26  de  Marzo  1831). 

Mendoza  abre  sus  puertas  al  Tigre  de  los  Llanos,  y  luego 
San  Juan,  donde  Facundo  á  fuerza  de  terror  y  exacciones 
violentas  recoje  hasta  el  último  real  amonedado  de  las  ciu- 
dades de  Cuyo. 

Su  camino  marcado  por  un  reguero  de  sangre  le  lleva  á 
Tacuman,  donde  debía  encharcarse  en  mas  sangre  después  de 
su  victoria  en  la  Ciudadela. 

Todas  las  desgracias  parecían  haberse  conjurado  sobre 
Cuyo;  y  al  fragor  de  sangrientos  combates,  sucedió  luego 
otro  hecho  que  llenó  de  terror  y  desolación  á  la  antigua  Ca- 
pital de  Cuyo. 

El  Gobernador  de  Mendoza  Don  Juan  Corvalan,  que  con 
numerosa  comitiva  había  marchado  al  Sud  para  tratar  con 
Pincheira  y  sus  gauchos  unidos  á  los  salvajes  de  la  Pampa, 
azote  de  todo  el  Sud  de  la  Provincia,  es  alevosamente  asesi- 
nado con  sus  compañeros  en  número  de  veinte  y  dos  en  el 
lugar  denominado  el  Chacay. 

5.  —  La  guerra  civil  seguía  ensangrentando  el  suelo  de 
la  Patria,  y  la  organización  definitiva  de  la  Nación  era  una 
verdadera  utopía,  no  obstante  los  nobles  esfuerzos  de  Buenos 
Aires  en  este  sentido. 

Ante  un  desquicio  tan  completo  de  tan  larga  duración, 
que  parecía  hacerse  crónico  en  el  país,  Buenos  Aires,  esa 
hermana  mayor  é  iniciadora  de  todos  los  sucesos  de  interés 
para  la  familia  argentina,  trató  de  formar  una  confederación 
de  las  provincias  del  litoral  que  sirviera  de  base  á  una  es- 
trecha unión  entre  todas. 

El  4  de  Enero  de  1831,  se  reunieron  en  la  Ciudad  de 
Santa  Fé  y  Entre  Ríos  para  dar  formas  reales  á  aquel  pen- 
samiento, celebrándose  un  tratado  de  diez  y  siete  artículos, 
<jue  hoy  es  conocido  con  el  nombre  de  Liga  del  Litoral. 


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160  EL  PAÍS   DE   CUYO 


Por  aquel  convenio,  se  estipuló  la  paz,  amistad  y  unión 
entre  las  partes  contratantes;  una  alianza  ofensiva  y  defen- 
siva contra  cualquiera  invasión  exterior,  y  agresión  de  las 
demás  provincias,  en  defensa  de  la  integridad  ó  independen- 
cia de  las  partes  signatarias;  la  extradición  de  criminales 
fué  estipulada  por  el  artículo  siete,  acordándose,  en  fin,  invi- 
tar á  todas  las  demás  provincias  para  reunirse  en  federación 
con  las  tres  aliadas  del  litoral. 

La  comisión  representativa  de  las  provincias  aliadas,  ¿  cuyo 
pacto  de  unión  se  habían  incorporado  las  de  Corrientes,  Cór- 
doba y  Mendoza,  invitó  á  la  de  San  Juan  para  formar  parte 
de  la  liga,  la  que  por  medio  de  su  Legislatura  acordó  en  25 
de  Febrero  del  año  siguiente  adherirse  al  tratado  de  unión, 
según  los  artículos  siguientes : 

«Artículo  1.°  —La  Provincia  de  San  Juan  se  une  á  la 
liga  de  las  Provincias  Litorales,  y  se  compromete  del  modo 
mas  solemne  al  cumplimiento  de  los  artículos  que  comprende 
el  tratado  definitivo  de  alianza  ofensiva  y  defensiva  de  4  de 
Enero  de  1831,  celebrado  por  las  mismas  en  Santa  Fé. 

«  Art.  2.°  —  El  Poder  Ejecutivo  de  la  Provincia  hará  sa- 
ber oficialmente  esta  resolución  á  todas  las  demás  provincias 
hermanas  confederadas,  contestando  de  este  modo  á  todas 
las  comunicaciones  de  sus  dignos  gobiernos  á  este  respecto. 
—  José  Ponciano  del  Real,  Presidente.  —  Rosendo  de  Frías, 
Secretario.» 

Respecto  al  orden  puramente  interno,  en  21  de  Agosto 
(1831)  se  creó  un  Juzgado  de  Alzadas  con  las  mismas  facul- 
tades y  atribuciones  de  la  extinguida  Cámara  de  Jus- 
ticia. 

Se  dictaron  leyes  reglamentarias  para  todos  los  juzgados» 
desde  el  simple  Notable  hasta  el  Tribunal  de  Alzadas,  las  que 
marcaban  de  un  modo  expreso  el  trámite  judicial  de  las  cau- 
sas civiles  y  criminales. 

Otros  dos  hechos  que  merecen  consignarse,  tuvieron  lugar 
por  esa  época. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  161 


El  primero  fné  la  marcha  de  un  contingente  armado  á  la 
Provincia  de  Mendoza  para  auxiliar  al  Gobierno  contra  una 
sublevación  ocurrida  en  la  Cruz  de  Jume,  la  que  pronto  fué 
sofocada,  solviendo  el  contingente  sanjuanino  á  los  trein- 
ta y  tantos  dias  de  su  marcha;  y  el  segundo,  la  salida  de 
otras  fuerzas  sobre  los  departamentos  del  Norte,  á  causa  de 
un  conato  de  revolución  encabezada  en  la  Villa  de  Jáchal 
por  Don  Manuel  Quiroga  Garramuño,  que  pretendía  subver- 
tir el  orden  público  de  la  Provincia,  habiendo  conseguido 
atraer  á  sus  filas  al  valiente  Mayor  Don  Bernardo  Navarro. 

Este  movimiento,  sofocado  sin  gran  efusión  de  sangre,  pues 
todo  se  redujo  á  un  pequeño  tiroteo,  dio  por  resultado  la  dis- 
persión de  los  revolucionarios. 

El  Gobierno  de  la  Provincia  fué  desempeñado  en  este 
tiempo  por  Don  Joaquín  Godoy  (2  de  Marzo);  después  por 
una  Junta  de  Gobierno  formada  por  el  Dr.  Don  Aman  Raw- 
son,  presbítero  Don  José  Oro  y  Don  Ignacio  José  Sánchez 
(acta  popular  de  30  de  Marzo);  y  al  año  siguiente  de  1832, 
por  Don  José  Tomás  Albarracin,  nombrado  interino  en  Abril 
hasta  el  dia  29  del  mismo  en  que  entró  á  desempeñar  las  fun- 
ciones gubernativas  Don  Valentín  Ruiz,  electo  por  el  bienio 
de  1832  y  1833. 

El  Gobernador  Ruiz  no  registra  en  su  administración,  des- 
pués de  un  Concordato  celebrado  con  la  Vicaría  Apostólica 
de  Cuyo,  de  que  nos  ocuparemos  luego,  mas  que  algunas  li- 
geras leyes  y  decretos  de  carácter  reglamentario,  por  lo  que 
ha  podido  considerarse  como  puramente  conservador,  con 
muy  escasa  iniciativa  de  progreso. 

Sin  embargo,  dos  acontecimientos  ágenos  á  la  política, 
hacen  que  la  época  de  su  gobierno  sea  muy  recordada  en 
San  Juan. 

6.  —  Principiaba  el  año  1833,  cuando  las  provincias  fron- 
terizas con  los  indios  del  Sud  se  sintieron  muy  alarmadas 
por  rumores  de  grandes  invasiones  ó  malones  de  los  salvajes. 

El  Gobierno  de  Chile  había  manifestado  estos  temores  al 
de  la  Nación,  sabiendo  que  los  araucanos  se  preparaban  para 

n 


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162  EL  PAÍ8   DE   CUYO 


unirse  con  los  indios  de  la  Pampa  y  dar  algunos  malones  so- 
bre los  pueblos  de  frontera,  los  que  bien  pronto  se  hicieron 
sentir  sobre  las  Provincias  de  Buenos  Aires,  Córdoba,  San 
Luis  y  Mendoza. 

Se  organizó  una  grande  expedición  que,  formada  de  tres 
cuerpos  de  ejército,  debía  operar  simultáneamente. 

El  primero,  al  mando  del  General  Pacheco  con  las  tropas  de 
Buenos  Aires;  el  segundo  al  del  General  Ruiz  Huidobro,  jefe 
de  las  fuerzas  de  Córdoba  y  San  Luis;  y  el  tercero  al  del  Ge- 
neral Aldao,  que  debía  operar  al  sud  del  rio  Atnel. 

Estas  últimas  fuerzas,  que  formaban  la  división  de  la  de- 
recha, constaban  de  800  hombres  repartidos  en  los  cuerpos 
siguientes: 

Regimiento  de  caballería  N.°  2  de  Auxiliares  de  San  Juan 
al  mando  del  Teniente  Coronel  D.  Nazario  Benavidez,  200 
hombres. 

Regimiento  Granaderos  á  Caballo,  de  Mendoza,  al  mando 
del  Teniente  Coronel  Don  Bernardino  Vera,  200  hombres. 

Batallón  N.°  2  de  Auxiliares  de  los  Andes,  de  San  Juan,  al 
mando  del  Coronel  Don  Martin  Yanzon,  200  hombres. 

Batallón  de  infantería  de  Mendoza,  al  mando  del  Coronel 
Don  Jorge  Velazco,  200  hombres. 

El  Director  de  la  Guerra  en  la  división  de  Cuyo,  General 
Juan  Facundo  Quiroga,  mandó  salir  las  fuerzas  de  San  Juan 
el  20  de  Febrero,  las  que  se  incorporaron  á  las  de  Mendoza 
en  el  fuerte  de  San  Carlos,  lugar  á  treinta  leguas  al  Sud  de 
esta  ciudad.  El  3  de  Marzo  marcharon  las  fuerzas  de  Cuyo 
desde  San  Carlos,  penetrando  al  desierto  hasta  Butanilagüé, 
Hornito,  Lonco-Uaca  y  Ensenada  de  Correa,  que  es  la  con- 
fluencia del  Atuel  con  el  rio  Salado;  algunas  partidas  alean- 
zaron  hasta  el  cerro  de  Choiquimahuida,  á  140  leguas  al  Sud 
de  Mendoza. 

Las  tribus  pehuenches,  confederadas  con  sus  vecinos  de 
Arauco,  se  hallaban  reunidas  en  gran  número;  y  mandadas 
por  hábiles  capitanes,  como  se  decía  eran  los  caciques  Yan- 
quetruz,  Painé,  Pichun,  Picolay,  Quilelau  y  Quinchau,  resol- 
vieron presentar  batalla.     El  dia  31  de  Marzo  y  1.°  de  Abril, 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  163 


el  Comandante  Benavidez  batía  á  los  salvajes  en  el  Arroyo 
del  Rosario  y  en  las  tolderías  de  Yanquetruz,  obteniendo  una 
completa  victoria,  no  sin  experimentar  muchas  pérdidas  por 
su  parte. 

Después  de  estos  hechos  de  armas,  únicos  en  toda  la  cam- 
paña, Quiroga  ordenó  en  7  de  Setiembre  que  la  división  de 
Cuyo  volviese  á  sus  hogares,  lo  que  se  efectuó  á  mediados 
de  Octubre  *. 

Las  fuerzas  de  San  Juan  llegaron  á  esta  ciudad,  después 
de  una  campaña  de  ocho  meses,  reducidas  á  la  mitad  de  su 
número  primitivo,  habiendo  su  sosten  y  expedición  ocasio- 
nado fuertes  erogaciones  sobre  su  exhausto  Tesoro. 

En  los  últimos  dias  del  año  33,  las  crecientes  del  rio  de  San 
Juan,  que  en  1829  habían  arrasado  los  departamentos  del 
Oeste,  amenazaban  ahora  á  la  ciudad  con  las  inundaciones 
ocasionadas  por  las  lluvias  y  deshielos  en  las  cordilleras. 

Las  plantaciones  fueron  destruidas,  y  los  aluviones  hicie- 
ron desbordar  las  acequias  departamentales,  y  especialmente 
la  que  provee  de  agua  al  Pocito  y  la  Ciudad.  Las  grandes 
avenidas  dejaron  pronto  su  antiguo  cauce  y  lanzaron  su  for- 
midable caudal  de  aguas  sobre  la  aterrada  población. 

Aquella  espantosa  avalancha  arrastraba  en  su  corriente 
árboles,  piedras  y  todo  cuanto  encontraba  á  su  paso;  destru- 
yó gran  parte  de  la  población,  y  en  esta  á  la  bonita  iglesia 
de  San  Agustín  que  se  desplomó  para  sepultarse  en  la  espan- 
tosa vorágine  que  tenía  á  su  planta. 

Cada  calle  era  un  rio  torrentoso  de  aguas  rojizas,  que  por 
los  ocres  en  suspensión,  le  daban  un  aspecto  horrible,  lle- 
vando el  terror  y  la  consternación  á  todos  los  habitantes. 
Los  muebles  de  las  casas  y  objetos  mil,  chocándose  por  las 
encontradas  corrientes,  se  destruían  y  adherían  formando 
masas  informes  que,  á  manera  de  camalotes,  flotaban  sobre 
las  aguas. 

En  la  noche  del  3  de  Enero  de  1834,  se  veía  á  los  presidia- 


1  Expedición  sobre  los  indígenas  del    Sud    en  1833,  por  el  Coronel  Jor~ 
^e  Velazco,  publicación  en  tres  folletos  hecha  en  Mendoza. 


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164  EL   PAÍS   DE   CUYO 


ríos  con  el  agua  á  la  cintura  pescando  entre  las  aguas  los  ar- 
chivos de  aduana  y  legajos  de  las  demás  oficinas  públicas. 

Fué  recien  ante  aquel  horrible  siniestro  que  se  pensó  en 
hacer  obras  defensivas  contra  el  rio,  y  se  puso  luego  en  eje- 
cución el  plan  del  Gobernador  Bustos  sobre  el  dique  que 
debía  resguardar  la  ciudad,  hasta  entonces  víctima  de  la  in- 
curia de  los  gobiernos. 


I 


CAPITULO  XI. 

Distrito  eclesiástico  de  Cuyo.  —  2.  La  Vicaría  Apostólica.  — 
Cuestiones  con  la  Curia  de  Córdoba.  —  Id.  de  preeminencia 
entre  las  ciudades  de  Cuyo  —  3.  Concordato  entre  el  gobierno 
pob'tico  y  eclesiástico  de  Cuyo.  —  Erección  del  Obispado  do 
Cuyo.  —  4.  Obispos  diocesanos. 


1.  —  Hemos  reservado  para  este  lugar  de  nuestro  trabajo, 
ocuparnos  del  Obispado  de  Cuyo  con  sus  antecedentes  y  con- 
secuencias, por  ser  en  1834  el  año  en  que  se  erigió  esta  Dió- 
cesis. 

Esta  Provincia  era  un  distrito  eclesiástico  de  la  Diócesis  de 
Santiago  de  Chile,  bajo  cuya  dependencia  continuó  aun  des- 
pués que  el  País  de  Cuyo  fué  agregado  al  Vireynato  del  Rio 
de  la  Plata. 

Chile  estaba  dividido  en  1776  en  las  dos  vastísimas  diócesis 
de  Santiago  y  Concepción,  llamadas  asi  de  los  nombres  de  las 
«ciudades  en  que  residían  los  obispos,  los  cuales  eran  sufragá- 
neos del  Arzobispado  de  Lima.  La  primera  de  estas  diócesis 
se  extendía  desde  los  confines  del  Perú  hasta  el  Rio  Maule,  y 
comprendía  el  País  de  Cuyo. 

Había  en  todo  esto  una  verdadera  anomalía,  pues  en  el  or- 
den civil,  y  por  consiguiente,  en  cuanto  al  ejercicio  del  vice- 
patronato,  Cuyo  estaba  sujeto  á  la  jurisdicción  del  Rio  de  la 
Plata  y  en  lo  eclesiástico,  á  la  de  Santiago  de  Chile. 

La  división  del  Vireynato  en  Intendencias  colocó  al  País 
de  Cuyo  en  el  orden  administrativo  en  la  jurisdicción  de  la 
del  Tucuman,  y  la  división  que  de  ésta  se  hizo  en  1782  en  las 
dos  de  Salta  y  Córdoba,  comprendió  en  la  jurisdicción  de  esta 
última  á  los  pueblos  de  Cuyo. 

Fué  en  esta  ocasión  que  el  Intendente  de  Córdoba  quiso 


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166  EL  PAÍS  DE   CUYO 


reunir  las  dos  jurisdicciones,  á  cuyo  fin  elevó  un  memorial 
en  6  %de  Diciembre  de  1786,  del  que  transcribimos  los  pá- 
rrafos siguientes: 


«Si  esto  es  así  respecto  de  lo  que  comprende  actualmente 
el  obispado  del  Tucuman,  sube  de  punto  la  imposibilidad  res- 
pecto del  Distrito  de  Cuyo,  perteneciente  en  cua/ito  á  la  ju- 
risdicción eclesiástica,  al  obispado  de  Chile  entre  la  Capital 
quedes  Santiago  y  dicho  distrito.  A  mas  de  la  distancia  de 
doscientas  leguas  que  hay  hasta  la  jurisdicción  de  San  Luis, 
media  la  famosa  Cordillera  de  los  Andes,  conocida  por  el  ri- 
gor de  su  temperamento,  por  la  escalabrosidad  de  sus  peñas, 
por  la  profundidad  de  sus  precipicios  y  por  la  abundancia  de 
sus  nieves;  estas  circunstancias  interrumpen  el  curso  del  co- 
mercio la  mayor  parte  del  año,  y  casi  privarían  la  correspon- 
dencia, si  no  se  hubieran  discurrido  ciertos  arbitrios  extraor- 
dinarios en  beneficio  de  S.  M.»  ' 

«A  presencia  de  estas  dificultades  invencibles,  ya  no  hay 
que  admirar  que  los  habitantes  de  Mendoza,  San  Juan  y  San 
Luis,  mueran  después  de  una  edad  decrepita  sin  haber  visto 
la  cara  á  su  Obispo,  y  que  el  mismo  Pastor,  por  celoso  que  sea, 
no  se  halle  en  estado  de  ejercer  para  con  estos  subditos  las 
funciones  esenciales  de  su  ministerio » 

«A  mas  de  los  perjuicios  indicados,  hay  otros  en  el  orden 
civil  y  político,  que  me  parecen  dignos  de  la  atención  de 
V.  M.;  estos  son  los  embarazos  que  encuentra  el  Gobernador 
de  Córdoba  en  el  ejercicio  del  Vice-Patronato  Real,  respecto 
á  Mendoza,  San  Juan  y  San  Luis,  que  en  lo  eclesiástico  per- 
tenecen al  obispado  de  Chile;  en  su  virtud,  éste  tiene  influen- 
cia en  la  provisión  de  las  doctrinas  y  Beneficios  Eclesiásti- 
cos; concurre  con  el  prelado  á  acordar  los  curatos  de  los  Pá- 
rrocos criminosos,  y  en  todo  lo  demás  deben  prestarse  un 
mutuo  apoyo;  pero  esto,  ¿cuántos  escollos  no  encuentra,  re- 
sidiendo el  Prelado  en  Santiago  de  Chile  y  el  Vice-Patrono 
en  Córdoba?  Otro  de  esta  misma  especie  es  el  que  esperimen- 
tan  los  Intendentes  en  la  administración  de  los  Diezmos   do 


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EL  PAlS   DE   CUYO  167 


dos  iglesias  distintas  comprendidas  en  los  límites  de  su  juris- 
dicción, como  sucede  en  las  del  Tucuman  y  las  de  Chile.» 

«Todos  estos  perniciosos  efectos  quedan  evitados  con  la 
división  del  Obispado  del  Tucuman.  Para  que  éste  tenga  el 
debido  efecto,  parece  necesario  que  las  ciudades  de  Mendoza 
San  Juan  y  San  Luis,  con  todo  lo  que  comprende  la  nueva 
Provincia  de  Córdoba,  formen  también  este  Obispado,  eri- 
giéndose otro  en  la  de  Salta,  con  la  agregación  de  algunas 
partes  del  Arzobispado  de  Charcas» (M.  SS.  de  la 

Biblioteca  Pública  de  Buenos  Ayres 

,  » 

Este  oficio  del  Intendente  de  Córdoba,  Marqués  de  Sobre- 
monte,  provocó  la  real  cédula  datada  en  el  Pardo  á  13  de 
Enero  de  1787,  por  la  que  se  pedía  informe  al  Virey  de  Bue- 
nos Aires,  al  del  Perú,  á  los  Presidentes  de  las  Audiencias  de 
Charcas,  de  la  de  Chile  y  de  Buenos  Aires,  á  los  Obispos  de 
Santiago  de  Chile,  Arzobispo  de  Charcas;  Obispos  de  Tucu- 
man y  Buenos  Aires  y  sus  respectivos  Cabildos  sobre  la  di- 
visión de  la  diócesis  pedida  por  el  Intendente  de  Córdoba. 

La  Real  Audiencia,  Obispo  y  Cabildo  de  Chile  informaron 
con  testimonio  de  autos,  conviniendo  en  la  separación  del 
distrito  eclesiástico  de  Cuyo,  y  en  la  utilidad  de  su  agrega- 
ción al  Obispado  de  Córdoba. 

Las  pretensiones  de  los  cuyanos,  solicitando  su  indepen- 
dencia del  Obispado  de  Chile,  se  encaminaban  a  crear  uua 
silla  episcopal  en  Cuyo,  y  con  esta  mira  se  hicieron  varias 
gestiones. 

2.  —  En  10  de  Setiembre  de  1798,  se  presentó  en  Madrid 
el  Padre  Maestre  y  Procurador  General  de  la  Provincia  de 
Dominicos  del  Reino  de  Chile,  Fray  José  Godoy,  con  poder 
del  Cabildo  y  Ayuntamiento  de  la  Ciudad  de  Mendoza,  soli- 
citando la  erección  de  un  obispado  en  esta  Ciudad,  fundándo- 
se para  ello  en  las  razones  siguientes: 

« 1.°  Que  el  diocesano  de  Chile  percibía  de  Cuyo  mas  de 
catorce  mil  pesos  en  diezmos,  cuartas  episcopales  y  derechos 
de  dispensa,  lo  que  demostraba  haber  elementos   propios  y 


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_ 


168  EL  PAlS   DE   CUYO 


suficientes  para  sostener  la  iglesia  episcopal,  cuya  erección  se 
pedía. 

«2.°  La  reunión  de  dos  jurisdicciones  por  pertenecer  el 
País  de  Cuyo  al  Vireynato  del  Plata. 

«  3.°  Ser  pueblo  fronterizo  con  los  bárbaros,  pudiendo  así 
extender  la  propaganda  evangélica  á  los  indios  con  mayor 
atención  y  eficacia. 

«  4.°  Ser  el  País  de  Cuyo  tan  dilatado,  por  lo  que  no  podía 
ser  bien  atendido  por  el  Pastor  de  Chile,  que  se  hallaba  á 
grandes  distancias  y  separado  por  las  cordilleras  nevadas.  > 

Esta  solicitud  que  consultaba  en  su  abono  el  interés  de  los 
Pueblos  y  de  la  Iglesia,  fué  completamente  desatendida,  y  es 
recien  en  1809  que  por  la  violenta  agregación  de  Cuyo  al 
Obispado  de  Córdoba,  quedó  este  país  segregado  de  su  anti- 
gua metrópoli  diocesana. 

Después  de  nuevas  gestiones  y  repetidas  súplicas,  se  con- 
siguió el  breve  institutivo  de  S.  S.  León  XII,  datado  en  Roma, 
á  22  de  Diciembre  de  1828,  por  el  cual  se  creaba  la  Vicaría 
Apostólica  de  Cuyo.  Esta  disposición,  confirmada  mas  tarde 
por  letras  apostólicas  del  Papa  Gregorio  XVI,  que  elevaba 
el  Vicario  Fray  Justo  Santa  María  de  Oro  á  la  dignidad  de 
Obispo  de  Thaumaco  in  partibas  infidelium1,  prometía  á  las 
reiteradas  solicitudes  del  Gobierno  de  San  Juan  para  la 
creación  del  Obispado  Cuyense,  « estar  pronto  á  acceder  á 
aquellas  preces,  tan  luego  como  se  le  comunique  estar  pre- 
paradas todas  las  cosas  relativas  á  la  erección  de  la  nueva 
diócesis  (21  de  Noviembre  1832)». 

Para  llegar  á  este  resultado,  había  sido  necesario  abrir  an- 
tes una  formal  campaña  contra  la  Curia  de  Córdoba  que 
resistía  y  protestaba  contra  la  desmembración  de  su  jurisdic- 
ción episcopal  la  preeminencia  alegada  por  la  antigua  capital 
de  Cuyo. 

El  Vicario  sede  vacante  de  Córdoba,  Don  Pedro  Ignacio 


'  Thaumaco,  antigua  Thaumaci,  pueblo  de  la  Turquía  Europea  en  la 
Provincia  de  Thesalia,  á  85  millas  S.  8.  O.  de  Larisse,  situado  en  un  gran 
despeñadero,  cuya  cima  se  encuentra  coronada  por  un  antiguo  castillo. 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  169 


de  Castro  Barros,  hombre  de  un  celo  ardoroso,  por  no  decir 
exajerado,  que  gozaba  de  un  alto  crédito  en  el  pulpito  y  en  el 
bufete;  que  había  creado  una  reputación  desde  las  bancas  del 
Congreso  de  Tucuman  donde  sostuvo  la  idea  de  una  restau- 
ración del  Imperio  de  los  Incas,  hasta  la  prédica  de  cada  dia, 
donde  alternaban  el  interés  religioso  y  político,  era  el  cam- 
peón que  se  presentaba  en  la  arena  del  debate,  sosteniendo  la 
integridad  del  Obispado  de  Córdoba  y  llegando  hasta  desco- 
nocer las  bulas  pontificias  en  la  parte  relativa  á  la  iglesia 
cuyense. 

El  Vicario  de  Cuyo,  fray  Justo  de  Santa  María  de  Oro,  de 
quien  nos  hemos  ocupado  al  hablar  del  primer  Congreso  Ar- 
gentino, se  hallaba  muy  contrariado  por  las  dificultades 
opuestas,  y  especialmente,  por  la  falta  del  disenso  corres- 
pondiente negado  por  Castro  y  el  Cabildo  Eclesiástico  de 
Córdoba,  á  quienes  menos  importaba  el  interés  religioso  de 
los  fióles  que  la  idea  de  resistir  la  desmembración  que  pen- 
saba realizarse.  En  oficio  impreso  al  Gobierno  de  Mendoza, 
se  le  decía  que  la  Vicaría  Apostólica  de  Cuyo  era  absoluta- 
mente nula  y  sin  efecto  alguno,  alegando  entre  otras  varias 
causales,  ser  contraria  á  los  cánones  en  las  condiciones  de  su 
creación,  y  mas  aun,  llegando  hasta  poner  en  duda  las  letras 
apostólicas  de  21  de  Noviembre  (1832). 

El  Vicario  Oro  insistía  en  sus  pretensiones,  como  que  con- 
taba con  una  causa  mejor,  no  solo  por  la  naturaleza  legal, 
como  por  la  necesidad  y  conveniencia  de  atender  mas  directa 
y  eficazmente  los  intereses  religiosos  de  los  pueblos  de  Cuyo, 
que  no  podían  por  razón  de  tiempo  y  distancia  ser  atendidos 
por  las  autoridades  del  obispado  en  sede  vacante.  La  vastí- 
sima extensión  del  País  de  Cuyo,  y  su  régimen  político  inde- 
pendiente de  Córdoba,  fueron  otras  razones  aducidas  por 
Oro,  que  pronto  se  ganó  la  simpatía  aun  de  los  gobiernos  po- 
líticos sostenedores  de  la  preeminencia  á  la  erección  del  obis- 
pado. 

La  polémica  entre  las  dos  Vicarias  abandonó  el  terreno  tem- 
plado de  las  notas  oficiales,  y  se  llevó  á  la  prensa  diaria  en 
artículos  y  folletos  de  una  lucha  ardiente.  En  Santiago  de 


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170  EL  PAÍ8  DE   CUYO 


Chile  se  publicó  un  folleto  que  abordaba  de  lleno  la  cuestión 
y  dejaba  completamente  establecida  la  justicia  y  buen  dere- 
cho de  la  Vicaría  de  Cuyo1. 

El  presbítero  Don  Domingo  González,  enviado  á  Córdoba 
para  gestionar  el  disenso  que  se  pedía,  no  fué  mas  afortu- 
nado que  lo  había  sido  el  Padre  Oro;  y  el  Gobierno  de  San 
Juan,  que  también  tomó  parte  en  esta  enojosa  polémica,  con- 
cluyó por  desentenderse  de  la  Curia  de  Córdoba,  encaminan- 
do sus  trabajos  á  un  arreglo  pacífico  con  los  gobiernos  de 
Mendoza  y  de  San  Luis. 

3.  —  Mientras  esto  ocurría  y  el  Provisor  Castro  buscaba 
la  alianza  de  los  gobiernos  antes  citados,  el  Vicario  Oro  ce- 
lebraba un  concordato  con  el  gobierno  de  San  Juan,  que  le 
garantía  la  provisión  de  todo  lo  necesario  para  la  creación 
de  la  diócesis  y  sostenimiento  de  su  cabildo  y  autoridades,  y 
conseguía  del  de  San  Luis  su  acuerdo  y  concurso,  lo  mismo 
que  del  de  Mendoza  que  se  reservó  «los  derechos,  usos  y 
preeminencias  que  ha  tenido  y  pueda  corres ponderle»,  con- 
forme á  las  gestiones  hechas  y  ya  mencionadas.  (Ap.,  nota 
núm.  19.) 

Los  requisitos  exigidos  por  S.  S.,  en  nota  del  año  32,  que- 
daban por  fin  llenados  por  el  concordato  de  26  de  Octubre 
(1833),  de  lo  cual  se  instruyó  al  Pontífice  Romano,  que  en  19 
de  Setiembre  de  1834  expidió  la  Bula  ereccional  del  nuevo 
Obispado  de  San  Juan  de  Cuyo,  colocando  su  Catedral  en 
la  ciudad  de  San  Juan  y  nombrando  obispo  diocesano  al  Vi- 
cario Oro. 

Antes  que  la  expedición  de  esta  Bula  fuese  comunicada  á 
las  autoridades  de  Cuyo,  el  Gobierno  de  Mendoza  pedía  en 
8  de  Julio  la  erección  del  Obispado  con  su  asiento  en  esta 
ciudad. 


1  Defensa  de  la  Vicaría  Apostólica  á  favor  de  la  Provincia  de  Cuyo, 
concedida  por  nuestro  Santísimo  Padre  el  Señor  León  XII,  Pontífice  Máxi- 
mo, al  dignísimo  ó  Ilustrisimo  Sr.  Doctor  Don  fray  Justo  de  Santa  Ma- 
ría de  Oro,  obispo  titular  thaumacense;  impugnada  por  el  Provisor  Sede 
Vacante  y  algunos  capitulares,  solicitando  se  suspenda  su  ejecución.  Por 
M.  Peregrino.  Impreso  en  Santiago  de  Chile.  Año  1881. 


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EL   PAÍ8   DB   CUYO  171 


La  semilla  de  los  celos  y  mezquinas  emulaciones,  sembrada 
por  Castro  Barros,  había  germinado  en  la  Provincia  de  Men- 
doza. 

Sn  Santidad  contestó  enseguida,  exponiendo,  entre  otras 
razones,  la  siguiente:  €  Estas  (las  letras)  nos  fueron  entrega- 
das cuando  ya  cuatro  meses  antes  habíamos  expedido  letras 
apostólicas  bajo  el  Sello  de  Plomo,  por  las  cuales,  siguiendo 
los  pasos  de  nuestro  predecesor  León  XII,  de  gloriosa  me- 
moria, y  llevando  á  efecto  las  cosas  que  él  había  preparado, 
separamos  la  Provincia  de  Cuyo  íntegra,  de  la  diócesis  de 
Córdoba,  y  la  erijimos  en  un  Obispado  compuesto  de  los  tres 
Estados  de  Mendoza,  San  Luis  y  San  Juan  de  Cuyo,  consti- 
tuida la  Catedral  Episcopal  en  la  ciudad  capital  de  este  últi- 
mo Estado.» 

El  Gobierno  de  Mendoza,  que  había  hecho  en  oportunidad 
las  reservas  del  caso,  retardó  el  pase  de  la  Bula,  reclamando 
la  preferencia  para  que  se  instituyese  en  la  Provincia  la  Ca- 
tedral del  obispado. 

El  Papa  desatendió  la  nueva  solicitud,  y  mandó  obedecer 
las  disposiciones  de  la  Bula.  (Ap.,  nota  núm.  20). 

A  la  muerte  del  Obispo  Oro,  ocurrida  en  19  de  Octubre  de 
1836,  los  Gobiernos  de  Mendoza  y  San  Luis,  tratando  de  ha- 
lagar su  pueril  vanidad  local  mas  bien  que  consultando  los 
intereses  religiosos,  pidieron  la  erección  de  obispado  en  sus 
respectivas  jurisdicciones,  invocando  derechos  y  preemi- 
nencias reservadas.  Su  Santidad  contestó  con  fecha  29  de 
Mayo  del  siguiente  año,  aplazando  la  provisión  solicitada,  y 
añadiendo : 

« Y  para  que  tengáis  un  comprobante  ciertísimo  de  esta 
nuestra  disposición,  os  damos  á  saber  que  en  las  letras  apos- 
tólicas por  la  que  hemos  nombrado  Prelado  de  la  Diócesis 
de  Cuyo  á  nuestro  amado  hijo  José  Manuel  Quiroga1,  nos  re- 
servamos expresamente  la  facultad  de  restringir  ó  modificar 
aquella  nueva  diócesis,  según  lo  pida  la  necesidad  ó  utilidad. 
Entre  tanto,  como  una  particular  señal  de  la  benevolencia  y 


1  Electo  obispo  de  esta  Diócesis  en  19  de  Marzo  de  1887. 


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172  EL  PAÍS  DE  CUYO 


cariño  con  que  os  abrasamos,  hemos  dispuesto  asignar  á  esa 
provincia  un  obispo  auxiliar,  conforme  lo  ha  solicitado  para 
sí  la  de  San  Luis;  ó  bien,  un  sufragáneo,  para  honraros  es- 
pecialmente, si  conociésemos  que  así  fuese  de  vuestro  mayor 
agrado.  Con  esta  mira  es  que  hemos  encargado  al  obispo 
electo  de  Cuyo,  la  formación  del  proceso  canónico  sobre  los 
méritos  del  amado  hijo  José  Godoy,  que  ejerce  en  esa  provin- 
cia el  oficio  de  cura  de  almas.  » 

Las  provincias  de  Mendoza  y  de  San  Luis  no  volvieron  á 
ocuparse  del  asunto  hasta  la  fecha. 

Como  queda  referido,  no  fué  sin  muchas  dificultades  y 
gravámenes,  que  la  iglesia  en  Cuyo  llegó  á  la  erección  de  so 
obispado,  sin  que  haya  podido  hasta  hoy  llenar  todas  las  cláu- 
sulas df>  un  compromiso  por  demás  pesado  para  la  exigüidad 
de  sus  rentas. 

Siempre  hemos  creído  que  las  relaciones  entre  la  Iglesia  y 
el  Estado  son  causa  de  recíprocos  inconvenientes,  cuando 
ellas  no  están  bien  definidas  por  un  arreglo  previo. 

La  tendencia  de  absorción  manifestada  por  el  poder  ecle- 
siástico, y  la  de  resistencia  por  la  autoridad  civil,  hacen  cada 
dia  mas  necesaria  la  celebración  de  un  concordato  que  defina 
y  deslinde  las  recíprocas  atribuciones  y  facultades  que  co- 
rresponden á  cada  uno,  especialmente  en  lo  relctivo  á  las 
cuestiones  del  fuero  mixto,  que  siempre  hau  sido  causa  de 
mutuos  desagrados.  Esta  es  una  exigencia  que  lógicamente 
surge  de  la  indiferencia  y  distinta  categoría  de  aquellas  dos 
potestades. 

En  parte  alguna  se  hace  mas  necesario  el  deslinde  preciso 
de  las  atribuciones  eclesiásticas  que  en  los  pueblos  de  Amé- 
rica, llamados  por  la  naturaleza  de  su  organización  política, 
por  las  creencias  dominantes  de  sus  poblaciones  y  por  las 
grandes  distancias  de  la  Silla  Romana,  á  tener  su  iglesia 
propia,  su  Iglesia  Americana. 

Esta  idea  no  carece  de  antecedentes  históricos  y  legales. 

En  1572,  Don  Juan  de  Zúñiga,  embajador  de  S.  M.  C.  en 
Roma,  recibía  en  Setiembre  instrucciones  sobre  la  creación 
de  la  dignidad  de  Patriarca  de  las  Indias,  y  sobre  que  Su 


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EL  PAÍ8  DE   CUYO  173 


Santidad  concediese  mas  amplias  facultades  á  los  Arzobispos 
y  Obispos  de  América,  lo  que  dio  origen  á  las  solicitadas  ó 
decenales,  prerrogativas  pontificales  que  fueron  acordadas  á 
aquéllos. 

Nuestras  leyes  políticas,  que  han  proclamado  la  libertad  de 
conciencia  y  de  cultos  públicos,  según  la  creencia  de  cada 
uno,  no  pueden  considerarse  limitadas  por  la  declaración 
constitucional  que  sostiene  el  culto  católico  romano,  porque 
aun  cuando  la  letra  de  la  ley  pudiera  presentarnos  en  pugna 
aquellas  disposiciones,  hay  que  buscar  su  espíritu  é  índole  en 
las  creencias  del  pueblo  que  en  esta  parte  son  la  suprema  ley. 
Si  admitimos  la  declaración  constitucional  como  la  procla- 
mación de  una  religión  de  Estado,  por  el  sostenimiento  de  un 
culto  único,  podríamos  objetar  que  el  Estado  no  puede  tener 
religión,  que  las  creencias  son  del  dominio  de  las  personas 
naturales,  no  pudiendo  nunca  serlo  de  las  jurídicas;  que  la 
completa  independencia  prometida  y  asegurada  á  todos  los 
habitantes  de  la  Nación  rechaza  el  hecho,  y  hasta  la  idea  de 
invertir  la  renta  de  los  contribuyentes  en  objetos  ajenos  alas 
necesidades  y  creencias  de  aquéllos,  y  finalmente  que  la  ver- 
dadera religión  de  un  pueblo  está  en  el  sentimiento  manifes- 
tado y  aun  latente  de  ese  pueblo,  y  no  en  las  leyes  ó  decretos 
que  para  él  se  dictan,  quizá  contra  su  voluntad  y  propios  in- 
tereses. 

Esto  y  mas  podríamos  decir  contra  la  religión  de  Estado  y 
los  cultos  oficiales,  si  no  fuera  ocioso  entrar  en  cuestiones  que 
tendrán  solución  en  el  porvenir  y  en  las  necesidades  reales 
de  los  pueblos.  Hay  que  tolerar  aun,  por  desgracia,  los  resa- 
gos  de  la  educación  colonial,  á  la  que  debemos  éste  y  otros 
tantos  abusos  que  aun  sería  prematuro  corregir.  Sobre  todo, 
la  reforma  que  deseamos  y  prevemos  en  un  futuro  no  lejano, 
tiene  su  lógica  en  el  transcurso  del  tiempo  y  en  el  progreso 
fatal  de  las  sociedades. 

Concluiremos  estas  amplificaciones  á  nuestro  trabajo,  re- 
cordando que  las  enormes  distancias  que  nos  separan  de  la 
Sede  Romana  tienen  rota  de  hecho  esa  unidad  imposible 
por  mas  que  se  alegue  y  publique;  que  la  independencia  po- 


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174  EL  PAlS  DE   CUYO 


lítica  de  los  varios  Estados  de  América  rechaza  también  en 
el  hecho  la  intromisión  de  extraña  jurisdicción  en  las  relacio- 
nes civiles  de  los  pueblos,  como  son  las  cuestiones  de  matri- 
monio, cementerios,  etc.;  y  por  fin,  que  el  unitarismo  que 
entrañan  las  constituciones  eclesiásticas,  nos  hace  ver  en  cada 
Nación,  bajo  el  punto  de  vista  religioso,  una  parte  enclavada 
en  ese  gran  todo  que  forma  el  Mundo  Católico. 

Si  los  ejemplos  ofrecidos  por  la  Inglaterra  bajo  el  Eeinado 
de  Isabel  no  se  avienen  con  nuestro  espíritu  tolerante,  no 
sucede  lo  mismo  con  el  que  nos  ofrece  la  gran  República  de 
Estados  Unidos,  que  en  materia  religiosa  nos  presenta  un  mo- 
delo digno  de  ser  imitado  en  orden  á  la  tolerancia  y  respeto 
de  las  creencias  populares,  porque  Dios  está  en  todas  partes 
y  recibe  con  bondad  el  culto  de  corazón  y  de  buena  obra  que 
cada  uno  le  rinde,  cualquiera  sea  la  forma  externa  de  aquél. 
Pero  volviendo  á  nuestro  asunto  primordial,  diremos  que 
la  iglesia  cuyense  perteneció,  como  todas  las  del  Oeste  de  los 
Andes,  á  la  iglesia  metropolitana  de  Lima  desde  el  tiempo  de 
la  conquista. 

La  iglesia  de  Charcas  ó  La  Plata,  erigida  en  sede  episcopal 
con  titulo  de  Santa  María  por  Julio  II,  fué  elevada  al  rango 
de  metropolitana  por  Paulo  V,  y  fué  á  esta  iglesia  que  se  le 
agregó  como  sufragánea  la  de  Cuyo  por  Bula  de  19  de  Se- 
tiembre de  1834,  hasta  el  16  de  Marzo  de  1866  en  que  Su  San- 
tidad Pió  IX  expidió  su  Bula,  creando  el  arzobispado  de  Bue- 
nos Aires,  y  nombrándole  como  sufragáneas  las  diócesis  de 
Cuyo  y  demás  que  expresa  el  Breve  institutivo  en  los  parra- 
fos  siguientes: 

«Suprimimos,  desmembramos  y  apartamos  para  siempre 
del  Arzobispado  de  la  Plata,  las  iglesias  episcopales  de  Bue- 
nos Aires,  Salta,  Córdoba,  San  Juan  de  Cuyo,  Paraná  y  Pa- 
raguay, juntamente  con  sus  diócesis,  habitantes  de  las  mis- 
mas y  demás  adherencias  que  le  pertenezcan,  tanto  por  natu- 
raleza como  por  derecho  y  costumbre,  y  para  en  adelante,  las 
eximimos  y  desligamos  perpetuamente  con  nuestra  autoridad 
apostólica,  de  toda  sujeción  á  aquella  iglesia  arzobispal,  ya 
sea  procedente  del  derecho  metropolítico  ó  de  cualquiera  otra 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  175 


superioridad  y  jurisdiccional  prerogativa.  Por  lo  cual,  supri- 
mimos la  iglesia  catedral  de  la  Santísima  Trinidad  de  Buenos 
Aires,  que  desde  luego  deberá  ser  tenida  en  grado  mayor  é 
insigne,  juntamente  con  su  Capítulo  Catedral  (pero  retenien- 
do la  parroquialidad  y  la  misma  invocación),  la  elevamos  á 
la  alta  gerarquía  y  dignidad  de  metropolitana,  con  todos  los 
privilegios,  gracias,  prerogativas  y  favores  acostumbrados, 
por  cuya  razón  ha  de  erigirse  allí  mismo  ia  Silla,  Cátedra  y 
Dignidad  Arzobispal,  para  un  prelado  metropolitano  que  ha 
de  denominarse  de  Buenos  Aires,  el  cual  haga  uso  de  la  cruz 
y  del  palio  que  ha  de  impetrarse  á  Nos  y  á  nuestros  suceso- 
res en  el  sagrado  consistorio,  en  la  forma  establecida,  y  goce 
como  tal  Arzobispo,  todas  y  cada  una  de  las  prerogativas, 
honores,  derechos,  privilegios  é  indultos  que  usan,  disputan 
y  poseen  las  otras  iglesias  metropolitanas  en  esas  regiones  de 
América,  con  tal  que  no  hayan  sido  adquiridos  por  algún  pri- 
vilegio ó  concesión  particular,  ó  por  cualquiera  otra  causa.» 
«En  cuya  virtud,  conferimos  al  per-ilustre  pueblo  de  Bue- 
nos Aires  el  privilegio  de  ciudad  arzobispal,  con  todos  los 
privilegios,  derechos,  concesiones  y  preeminencias  que  las 
otras  ciudades  arzobispales  de  América  juzgan  tener  por  de- 
recho común.  Asignamos  á  esta  nueva  metropolitana  iglesia 
de  la  Santísima  Trinidad  de  Buenos  Aires,  las  cinco  iglesias 
sufragáneas  que  hasta  ahora  pertenecían,  según  derecho  me- 
tropolítico,  al  Arzobispado  de  la  Plata,  es  decir,  las  iglesias 
de  Salta,  Córdoba,  San  Juan  de  Cuyo,  Paraná  y  Paraguay, 
con  todas  sus  pertenencias,  y  en  la  forma  que  establecen  los 
sagrados  cánones,  confiando,  á  no  dudarlo,  en  el  Señor  que 
el  nuevo  Arzobispado  de  Buenos  Aires  practicará  en  la  ca- 
ridad de  Cristo  todas  aquellas  cosas  que  acostumbran  hacer 
los  metropolitanos  en  esas  partes,  según  el  derecho  canónico, 
ó  como  mejor  le  pareciere  convenir,  según  Dios;  para  lo  cual, 
le  concedemos,  si  necesario  fuese,  todas  las  facultades  nece- 
sarias para  regir  su  metropolitana  provincia,  como  precep- 
túan las  sanciones  canónicas  y  especialmente  el  Concilio  Tri- 
dentino.» 


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176  EL  PAÍS  DE   CUYO 


4.  —  La  diócesis  de  Cuyo  ha  tenido  á  su  frente  cinco  obis- 
pos hasta  la  época  á  que  alcanza  nuestro  estudio,  siendo  el 
primero  el  obispo  Oro  de  quien  ya  nos  hemos  ocupado. 

El  ligero  bosquejo  que  pasamos  á  hacer  de  los  demás  dioce- 
sanos, no  obstará  para  que  á  cada  uno  de  ellos  le  asignemos 
el  papel  que  han  desempeñado  en  la  vida  social  y  política  de 
Cuyo  en  el  curso  de  los  acontecimientos  posteriores. 

A  la  muerte  del  esclarecido  Oro,  sucedió  en  la  silla  episco- 
pal de  Cuyo  el  presbítero  Don  José  Manuel  Eufracio  de  Qui- 
roga  Sarmiento1  que  fué  elevado  á  aquella  alta  gerarquía  de 
la  Iglesia  por  Su  Santidad  Gregorio  XVI  en  19  de  Marzo 
de  1837. 

Por  causas  que  ignoramos,  Don  Juan  Manuel  liosas  no 
permitió  su  consagración  en  el  territorio  de  la  República,  por 
lo  que  pasó  á  Santiago  de  Chile  donde  tuvo  lugar  su  recep- 
ción en  29  de  Marzo  de  1840. 

Sarmiento  desempeñó  un  papel  muy  modesto  en  sus  fun- 
ciones episcopales;  y  en  el  gobierno  interino  de  San  Juan  que 
desempeñó  en  1841,  adquirió  una  tan  triste  celebridad,  que 
su  memoria  es  recordada  con  sumo  desagrado  en  su  Provin- 
cia, y  con  sobrada  justicia,  como  lo  veremos  mas  adelante. 

Sarmiento  nació  en  San  Juan  en  1777  y  murió  en  esta 
misma  ciudad  en  25  de  Enero  de  1862. 

El  tercer  obispo  de  Cuyo  fué  el  padre  franciscano  fray  Ni- 
colás Aldazor,  natural  de  la  Provincia  de  la  Rioja,  hombre 
cuya  clara  inteligencia  y  vasta  erudición  se  avenían  mal  con 
su  carácter  enérgico  hasta  la  intolerancia,  que  fácilmente 
degeneraba  en  la  violencia.  Estas  cualidades  morales  que  en 
1841  pusieron  su  vida  en  peligro  y  le  acarrearon  la  prisión 
y  el  destierro  á  que  lo  sujetó  el  Gobernador  de  la  Rioja  Ge- 
neral Brizuela,  le  trajeron  hasta  sus  últimos  momentos  las 
graves  dificultades  con  que  luchara  mas  tarde. 


'  Como  fuera  extinguiéndose  el  apellido  Sarmiento  por  la  línea  mascu- 
lina, según  refiere  «Recuerdos  de  Provincia»,  los  hijos  de  una  Señora  Mer- 
cedes Sarmiento  y  de  un  Quiroga,  lo  tomaron  de  la  madre  y  perpetuó  el 
segundo  Obispo  de  Cuyo.  —  N.  E. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  177 


El  padre  Aldazor  fué  un  afamado  maestro  de  teología  en 
Buenos  Aires,  y  bajo  su  inteligente  dirección  se  formó  en 
esta  ciudad  una  juventud  ilustrada,  que  honró  después  la 
memoria  de  su  maestro. 

En  1865  fué  propuesto  en  terna  para  el  obispado  de  Cuyo, 
siendo  nombrado  para  el  desempeño  de  estas  funciones  en  24 
de  Diciembre  de  1865  por  Su  Santidad  Pío  IX,  y  consagrado 
en  20  de  Octubre  del  año  siguiente  en  la  iglesia  de  su  orden 
en  Buenos  Aires. 

Presentado  al  Gobierno  de  la  Nación,  pidiendo  el  exequá- 
tur de  la  Bula  de  su  nombramiento,  le  fué  otorgado  con  de- 
claración de  no  consentida  la  cláusula  de  dicha  Bula  que  afec- 
taba el  patronato  nacional. 

A  esta  primera  dificultad  que  encontró  en  su  carrera  del 
episcopado,  se  siguió  la  de  hallar  su  diócesis  envuelta  en  la 
guerra  civil,  á  su  arribo  á  Cuyo,  donde  intervino  é  interpuso 
sus  buenos  oficios  en  obsequio  de  los  arreglos  pacíficos  cotí 
el  interventor  nacional  Juan  Sáa.  El  resultado  de  su  media- 
ción no  fué  satisfactorio,  según  se  verá  después. 

En  San  Juan  promovió  la  fundación  de  un  monasterio, 
llamando  á  ese  designio  algunas  religiosas  de  instituto  de 
enseñanza,  que  fundaron  su  casa  en  la  ciudad  de  Mendoza. 

Su  carácter  le  creó  pronto  serias  resistencias,  que  al  fin  le 
compelieron  á  abandonar  la  capital  de  su  diócesis,  pasando  á 
instalarse  en  Mendoza. 

El  22  de  Agosto  de  1866  moría  en  San  Luis;  y  aunque  di- 
vorciado con  gran  parte  de  su  grey,  su  memoria  fué  respe- 
tada y  su  muerte  sentida  por  todos  los  fieles. 

Fray  Olegario  Correa,  dominico  natural  de  Córdoba,  fué  el 
cuarto  obispo  electo  de  Cuyo. 

Sacerdote  notable  por  sus  talentos,  sus  virtudes  y  sobre 
todo  por  su  humildad,  marchó  á  Roma  para  declinar  el  alto 
honor  que  se  le  hacía  con  la  investidura  episcopal,  renuncia 
que  no  le  fué  aceptada.  A  los  ocho  dias  de  su  regreso  de  Roma, 
y  cuando  se  trataba  de  su  consagración,  murió  en  la  ciudad 
de  Córdoba  en  Junio  de  1867. 

Era  un  sacerdote  muy  progresista,  y  entre  las  varias  obras 

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178  EL  PAlS   DE   CUYO 


que  llevó  á  cabo  se  cuentan  el  precioso  templo  de  Santo  Do- 
mingo en  Córdoba,  y  la  reforma  de  la  constitución  de  la  or- 
den dominicana  en  1868,  á  los  efectos  de  la  vida  conventual. 

El  quinto  y  actual  obispo  de  Cuyo  es  el  padre  franciscano 
fray  Wenceslao  Achával,  nacido  en  Santiago  del  Estero  en 
24  de  Noviembre  de  1814.  Recibió  las  órdenes  sagradas  en 
1833  en  el  convento  de  franciscanos  en  Catamarca,  bajo  la 
vocación  de  San  Pedro  de  Alcántara,  casa  fundada  en  1750. 

En  su  carrera  sacerdotal  ha  recorrido  todos  los  ascensos 
eclesiásticos,  obteniendo  cátedras  en  concursos  de  oposición, 
y  alcanzando  después  las  altas  dignidades  de  guardián  con- 
tinuado, y  de  maestro  provincial  de  la  Santa  Provincia  de  la 
Asunción  del  Paraguay,  que  comprende  todos  los  conventos 
franciscanos  de  la  República  Argentina  y  Paraguay. 

Nombrado  obispo  por  Su  Santidad  Pío  IX,  por  Bula  de 
20  de  Diciembre  de  1867,  fué  consagrado  el  4  de  Octubre  del 
año  siguiente  en  el  convento  de  San  Francisco  en  Buenos 
Aires,  por  el  Arzobispo  bonaerense  Dr.  Don  Mariano  José 
Escalada  y  Bustillos  Zeballos.  Achával  fué  uno  de  los  obispos 
americanos  que  asistió  al  Concilio  Ecuménico  celebrado  en 
Roma  en  5  de  Diciembre  de  1869,  pasando  enseguida  á  la 
Palestina  á  visitar  aquellos  lugares  célebres  en  la  historia 
del  Cristianismo. 

De  regreso  á  su  diócesis,  halló  en  ésta  un  espíritu  reaccio- 
nario contra  los  derechos  invocados  por  la  Iglesia,  el  que  ma- 
nifestado por  leyes  dictadas  sobre  redención  de  capellanías, 
extinción  de  conventos  y  provisión  de  curatos,  vinieron  á 
poner  á  prueba  su  tino  y  discreción  en  aquellas  cuestiones. 

El  padre  Achával  desplegó  con  tal  motivo  un  espíritu 
conciliador  que  le  honra,  y  con  la  sensatez  propia  de  su  ex- 
periencia y  seguro  criterio,  arribó  á  una  buena  solución  sin 
menoscabo  de  los  derechos  de  patronato  invocados  por  la 
autoridad  civil,  ni  de  las  prerrogativas  eclesiásticas  sosteni- 
das por  él  como  diocesano  de  Cuyo. 

Su  consagración  á  los  deberes  del  episcopado,  su  evangé- 
lica mansedumbre  en  tratar  á  los  fieles  de  su  grey,  y  su  pe- 
netración en  conocer  á  los  hombres  y  las  cosas  de  su  incum- 


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EL  PAlS  DE   CUYO  179 


bencia,  han  hecho  de  este  obispo  uno  de  los  mejores  pastores 
«de  la  iglesia  de  Cuyo. 

Las  resistencias,  que  siempre  provoca  ese  espíritu  de  into- 
lerancia tan  común  en  los  hombres  investidos  de  alta  autori- 
dad eclesiástica,  no  tuvieron  ocasión  de  manifestarse  ante  este 
•diocesano,  que  con  sus  altas  cualidades  de  carácter,  su  man- 
sedumbre y  aparentes  concesiones,  ha  sabido  sacar  mayor 
partido  que  ningún  otro  de  las  mas  espinosas  cuestiones  en 
que  se  ha  visto  comprometido  con  las  autoridades  políticas 
de  Cuyo. 

Mas  adelante  nos  ocuparemos  de  la  división  eclesiástica,  y 
•especialmente  de  las  órdenes  monásticas,  que  tantas  ilustra- 
ciones han  dado  á  la  Provincia. 


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CAPITULO  XII. 

1.  Gobierno  de  Yanzon.  —  2.  Año  1835. — El  Coronel  Barcala.  — 
3.  Expedición  militar  á  la  Rio  ja  y  sus  funestas  consecuen- 
cias. —  4.  Años  1836  á  1840. 


1.  —  El  27  de  Abril  de  1834,  el  coronel  Don  José  Martin 
Yanzon  fué  elevado  á  la  primera  magistratura  de  la  Provin- 
cia, desempeñando  aquel  puesto  hasta  Diciembre  del  año  si- 
guiente. 

Asegúrase  que  el  nombramiento  de  este  gobernante  se 
hizo  á  instigaciones  del  General  Quiroga,  que  veía  en  Yan- 
zon un  instrumento  dócil  para  secundar  sus  planes  de  domi- 
nación absoluta  en  Cuyo. 

Esta  semilla  maldita  de  la  sucesión  del  poder  debía  fructi- 
ficar mas  tarde,  aniquilando,  suprimiendo  el  sufragio  popu- 
lar, y  haciendo  de  la  vieja  escuela  de  los  caudillos  un  sistema 
de  gobierno  que,  matando  las  libertades  y  derechos  del  ciu- 
dadano, so  pretexto  de  intereses  de  alta  política,  habíamos 
de  conocer  después  bajo  el  nombre  vergonzoso  de  gobiernos 
electorales  y  de  familia. 

Si  en  1834  era  un  motivo  de  escándalo  que  las  funciones 
gubernativas  fuesen  confiadas,  menos  por  la  idoneidad  del 
gobernante  que  por  la  voluntad  de  un  caudillo  prestigioso, 
¿quién  diría  que  después  este  orden  de  cosas  había  de  for- 
mar un  verdadero  sistema,  sostenido  y  prestigiado  por  los 
gobernantes  nacionales  y  provinciales,  que  no  se  llaman  cau- 
dillos de  la  fuerza  bruta  para  engalanarse  con  el  dictado  de 
gobiernos  ilustrados,  honestos  y  progresistas? 

¿Será  que  los  pueblos  aun  necesitan  de  la  tutela  oficial,  y 
ese  estado  de  pupilaje  ha  de  sostenerse  contra  la  voluntad  de 
los  pupilos?  Pero  entonces,  las  palabras  instituciones,  prin- 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  181 


<;ipios,  .leyes  son  palabras  sin  sentido,  sin  mas  importancia 
que  la  que  hoy  merecen  los  programas  políticos  de  los  aspi- 
rantes al  gobierno. 

Mucho  hemos  pensado  sobre  el  axioma  socialista  de  «el 
mundo  marcha »  de  Pelletan,  y  con  desagrado  hemos  vuelto 
la  cara  en  presencia  de  los  acontecimientos  políticos,  que 
hasta  nuestros  dias  se  vienen  desarrollando  en  el  orden  na- 
cional y  provincial. 

Pero,  dejemos  á  un  lado  las  desiluciones  y  los  desencantos, 
que  tal  vez  un  desconocido  principio  de  selección  política  y 
social  nos  presenta  estos  mirajes  que  en  definitiva  no  son  mas 
que  simples  paradojas  de  fácil  solución. 

Yanzon  era  un  buen  hombre  en  toda  la  extensión  de  la 
palabra;  no  le  faltaban  sanas  intenciones  é  ideas  de  progreso, 
y  por  estas  dotes  muy  susceptible  de  ser  inducido  en  error 
cuando  se  sabía  explotar  su  buena  f é  y  hacer  servir  su  auto- 
ridad para  miras  políticas  ó  de  un  interés  ageno  á  la  adminis- 
tración de  que  estaba  encargado. 

Yanzon  era  débil,  de  cortos  alcances,  y  por  eso  le  hemos 
de  ver  incurrir  en  contradicciones  á  cada  paso  y  fluctuar 
entre  ideas  encontradas  que  le  habían  de  conducir  á  un  trá- 
gico fin.  Carecía  de  aptitudes  para  hacer  un  gobierno  regular, 
pero  tuvo  el  buen  sentido  de  asociar  á  sus  tareas  hombres 
competentes  por  su  saber,  como  el  Doctor  Don  Timoteo  Bus- 
tamante,  Don  Domingo  de  Oro  y  Don  Victorino  Ortega. 

Bajo  la  inspiración  del  primero,  se  dictaron  algunas  leyes 
reglamentarias  en  lo  judicial,  siendo  digna  de  notarse,  una  de 
25  de  Julio  de  1834,  por  la  que  se  fijaban  las  atribuciones  de 
los  jueces  de  paz  y  notables,  de  conformidad  á  leyes  de  Di- 
ciembre de  1824  y  13  de  Agosto  de  1827. 

Por  el  artículo  2.°,  se  disponía:  «los  tribunales  y  jueces  no 
deben  participar  del  ejercicio  del  Poder  Legislativo,  y  todo 
ciudadano  que  ocupe  una  plaza  cualquiera  en  la  Magistratu- 
ra, no  puede  ser  miembro  del  Cuerpo  Legislativo  ». 

Cualquiera  que  no  conozca  los  secretos  de  la  vida  de  pro- 
vincia, extrañará  nuestra  admiración;  pero  cambiará  de  pare- 
cer, cuando  sepa  que  las  incompatibilidades  solo  existen  cuan- 


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182  EL   PAlS  DE   CUYO 


do  así  conviene  al  gobernante;  que  en  1872  un  miembro  de 
la  Cámara  de  Justicia  hacía  oir  su  voz  en  la  Legislatura  para 
dictar  leyes  que  quizá  al  dia  siguiente  debía  aplicar  en  sus 
funciones  de  juez. 

Que  el  Procurador  Fiscal  y  del  Tesoro  llevaba  como  di- 
putado el  proyecto  de  ley  que  acababa  de  elaborarse  en  el 
despacho  de  gobierno,  ley  que  al  dia  siguiente  debía  servir 
de  ariete  para  destruir  un  derecho  creado  por  leyes  anterio- 
res. Las  leyes  de  circunstancias  nada  tienen  que  ver  esta  vez 
con  la  retroactividad. 

Si  nuestras  guerras  de  terror  no  han  permitido  el  afianza- 
miento de  las  instituciones  que  fácilmente  cedían  al  empuje 
poderoso  de  las  conmociones  populares,  de  los  odios  de  un 
partidismo  ciego;  si  tiempos  llegaron  en  que  una  carta  del  te- 
nor gobernador  modificaba  sustancialmente  el  fallo  formulado 
en  vista  de  los  autos,  debe  atribuirse  al  temor  de  la  fuerza 
bruta  y  al  oscurantismo  de  los  hombres  que,  dando  mas  im- 
portancia á  la  vida  que  á  la  dignidad,  no  podían  gozar  de 
las  inefables  satisfacciones  del  deber  cumplido. 

Si  el  atraso,  el  miedo,  la  ignorancia,  apenas  bastan  para 
atenuar  una  falta,  ¿qué  diremos  del  mal  causado  á  sabiendas,, 
de  la  ley  pisoteada  con  marcada  maldad  y  descaro  en  perse- 
cución de  mezquinos  intereses? 

Dejemos  á  un  lado  estos  amargos  y  bochornosos  recuerdos 
y  volvamos   á  la  administración  Yanzon. 

Entre  los  adelantos  materiales  que  se  deben  á  este  gober- 
nante, ocupan  un  lugar  digno  de  mención,  los  siguientes: 

El  cementerio  público,  que  desde  1816  proyectaron  sucesi- 
vamente los  Tenientes  Gobernadores  Corvalan  y  de  la  Rozar 
fué  realizado  por  Yanzon,  que  hizo  levantar  los  planos  de  la 
obra,  decretó  su  construcción  (1.°  de  Setiembre  1835),  y  la 
puso  bajo  la  vigilancia  de  la  Sociedad  de  Beneficencia,  creada 
por  él  en  20  de  Setiembre  del  mismo  año. 

Dio  principio  á  los  trabajos  del  gran  Dique  de  San  Emilia- 
no, que  desviando  al  Rio  San  Juan  en  ángulo  recto,  libra  á  la 
capital  y  departamentos  del  Oeste  de  las  grandes  inundacio- 
nes que  la  amenazaban  constantemente,  y  hacía  poco  tiempo 


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EL  PAtS  DE   CUYO  183 


aterraron  á  la  población,  destruyendo  gran  parte  de  la  ciudad. 
Esta  obra  es  un  trabajo  de  piedra  en  zig-zag,  que  hoy  tiene 
una  consistencia  monolítica,  solidificándose  mas  y  mas  en  su 
continuo  trabajo  de  resistencia. 

A  las  ventajas  que  ofrecen  estas  preciosas  obras  de  amparo 
de  la  ciudad  debemos  agregar  que  en  su  construcción  dieron 
\m  lugar  de  trabajo  en  presidio  durante  diez  años,  á  la  labor 
de  los  condenados  á  larga  prisión.  Esta  obra  de  que  habla- 
mos con  detalles  en  otro  lugar,  quedó  interrumpida  en  1835 
hasta  1844,  en  que  fué  continuada  durante  la  administración 
del  General  Benavidez. 

2.  —  Residía  por  esta  época  en  San  Juan  el  Coronel  Don 
Lorenzo  Barcala,  que  tan  gloriosamente  se  había  ilustrado  en 
la  campaña  del  Brasil  y  en  nuestras  guerras  internas,  desple- 
gando dotes  militares  poco  comunes.  Su  valor  probado  en 
muchos  campos  de  batalla  le  acreditaban  como  valiente  has- 
ta la  temeridad.  Prisionero  de  Quiroga  en  la  batalla  de  la 
Ciudadela,  es  interrogado  por  el  sanguinario  vencedor,  que 
hasta  entonces  era  el  terror  de  todos.  ¿Qué  habría  hecho  Vd. 
conmigo  si  me  hubiese  tomado?  «Le  habría  fusilado,  Gene- 
ral», fué  su  contestación. 

El  Coronel  Barcala,  mas  conocido  en  las  provincias  con  el 
apodo  de  «El  negro  Barcala»,  y  mas  tarde  por  el  héroe  negro, 
era  el  alma  del  elemento  popular  en  varias  provincias,  y  los 
cuerpos  cívicos  miraban  en  él  la  personificación  de  sus  de- 
rechos é  intereses  en  las  luchas  políticas  en  que  se  jugaba  la 
suerte  de  los  pueblos.  Estas  consideraciones  le  valieron  el 
respeto  del  General  Quiroga  que  quería  ganárselo  para  su 
partido,  y  de  muchos  otros  jefes  que  buscaban  un  poderoso 
aliado  en  el  prestigioso  negro. 

El  9  de  Julio  de  1835,  el  Gobernador  de  San  Juan  recibía 
una  nota  del  de  Mendoza,  en  la  que  solicitaba  la  prisión  y 
requería  la  extradición  de  Barcala  por  conspirar  contra  las 
autoridades  de  Mendoza,  según  carta  remitida  en  copia  lega- 
lizada. 

Efectivamente,  una  carta  de  Barcala  de  3  Julio,  dirigida  á 


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184  EL   PAlS   DE   CUYO 


Don  José  María  Molina,  había  caído  en  poder  del  Gobierno 
de  Mendoza  y  en  ella  se  trataba  de  un  plan  de  revolución 
que  comenzaría  por  la  muerte  de  Aldao. 

El  objeto  principal,  según  la  referida  carta,  que   publicó 

«El  Constitucional*,  de  San  Juan,  era:  « tomar  al  Fraile 

y  darle  su  pasaporte,  regalándole  para  su  viaje  cuatro  onzas 
de  las  selladas  en  la  Maestranza,  y  esto  jamas  será  de  un 
modo  clandestino,  sino  en  presencia  de  todos  sus  amigos » . 
«Ponernos  de  acuerdo  con  San  Juan,  Córdoba,  Tucuman, 
Salta,  Jujuy  y  Santa  Fé,  y  todas  las  provincias  para  dejar  á 
Buenos  Aires  que  haga  lo  que  le  parezca  con  su  dictador 
llosas». 

Este  plan  no  era  debido  á  una  concepción  de  Barcala,  y 
solo  le  estaba  reservado  el  papel  de  ejecutor,  por  lo  que  se 
cuidó  poco  de  la  extradición  reclamada  por  el  Gobernador 
de  Mendoza  Don  Pedro  Molina. 

Barcala  confiaba  en  su  compromiso  con  los  principales 
hombres  de  San  Juan,  que  eran  el  alma  de  la  conspiración, 
y  entre  ios  que  se  contaba,  según  se  decía,  hasta  el  Ministro 
de  Gobierno  Don  Domingo  de  Oro. 

Era  voz  pública  que  Oro  tenía  los  hilos  de  la  gran  trama 
revolucionaria;  que  el  Gobernador  de  Córdoba  Don  José  Vi- 
cente Reinafé,  como  altamente  comprometido  en  la  tragedia 
del  16  de  Febrero  en  Barranca  Yaco1,  secundaría  cualquier 
movimiento  que  se  produjera  contra  la  naciente  tiranía. 

La  Rioja  estaba  anarquizada;  Brizuela  en  desinteligencia 
con  el  Gobierno,  y  los  comandantes  de  campaña  exasperados 
con  aquél. 

Hacía  poco  tiempo  que  el  mayor  de  auxiliares  Don  José 
Mendiolaza,  que  intentara  una  revuelta  en  la  Provincia  de 


1  El  16  de  Febrero  de  1885  eran  asesinados  en  Barranca  Yaco,  el  Ge- 
neral Juan  Facundo  Quiroga,  el  Dr.  Don  José  Santos  Ortiz,  9  individuos 
de  la  escolta  y  un  postillón.  El  único  que  salvó  de  aquella  matanza  fué 
el  asistente  de  Quiroga,  llamado   Santos  Funes. 

El  25  de  Octubre  de  1837,  el  jefe  de  los  asesinos  José  Santos  Pérez,  y 
los  hermanos  Reinafé  fueron  ejecutados  en  la  plaza  de  la  Victoria  en 
Buenos  Aires. 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  185 


San  Luis,  y  se  hallaba  asilado  en  San  Juan,  fué  requerido  por 
extradición;  pero  el  G-obierno  de  San  Juan  eludió  todo  com- 
promiso dándole  su  pasaporte  para  Tucuman. 

Todas  estas  circunstancias  daban  á  Barcala  confianza  so- 
bre su  seguridad  individual,  y  hacían  creer  al  ilustre  negro 
que  no  corría  en  su  hospedaje  el  menor  peligro,  y  era  incon- 
cebible que  sus  mismos  amigos,  en  cuyas  manos  estaba  su  vida, 
hicieran  con  él  la  odiosa  excepción  no  hecha  con  nadie. 

El  31  de  Julio,  estando  ya  Barcala  en  capilla,  expuso  en 
su  declaración  que  cuando  fué  reclamado  por  el  Gobierno 
de  Mendoza,  el  de  San  Juan  le  decía:  «que  no  tuviese  cuida- 
do ninguno,  que  el  Gobierno  ni  lo  había  de  echar,  ni  lo  había 
de  entregar;  pero  que  si  llegase  un  caso  en  que  el  Gobierno 
se  viese  comprometido  á  entregarlo,  le  prometía,  bajo  de  su 
palabra  de  honor,  que  él  lo  haría  salir  fuera  de  la  Provincia 
sin  que  nada  le  sucediese  ». 

El  Gobierno  de  San  Juan,  cubriéndose  de  baldón  y  de 
ignominia,  remitió  á  Barcala  en  9  de  Julio  con  una  partida 
á  Mendoza,  quien,  como  todos  lo  presumían,  fué  fusilado  el 
dia  1°  de  Agosto. l 

A  Oro  se  le  siguió  una  causa  por  complicidad  en  el  plan 
abortado  de  Barcala,  y  haber  pretendido  la  agregación  de 
San  Juan  y  Mendoza  á  Chile,  en  odio  á  la  situación  de  la 
Bepública*. 

Después  de  cincuenta  y  cinco  dias  de  haberse  iniciado  la 
causa  y  de  diez  y  seis  dias  de  prisión,  el  juez  Dr.  Bustamante, 
falló  en  6  de  Octubre,  declarando  inocente  á  Oro  y  absuelto 
de  toda  pena,  «j?ero  debiendo  adoptar  un  medio  que  concilie 
y  desvanezca  la  desconfianza  y  recelos  que  notoriamente  ha 


1  La  Sociedad  de  hombres  de  color  de  Buenos  Aires  trata  de  erigir  un 
monumento  al  ilustre  guerrero  en  las  épocas  de  la  Independencia,  por 
suscriciones  en  la  Capital  Federal,  Mendoza  y  San  Juan. 

«La  Prensa»  ha  publicado  el  proyecto  del  monumento,  «en  cuya  base 
se  colocarán  grandes  medallones  de  los  guerreros  de  color  que  se  ilustra- 
ron en  las  guerras  argentinas».— N.  E. 

*  También  se  habló  en  ese  tiempo  de  la  incorporación  de  Salta  á 
Bolivia. 


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186  EL  PAlS  DE   CUYO 


engendrado  este  suceso  en  los  gobiernos  de  Mendoza,  de  la 
Rioja  y  sus  jefes  militares,  comprometiendo  al  de  esta  Pro- 
vincia la  permanencia  en  ella  del  expresado  ex-ministro,  por 
las  circunstancias  de  su  persona  y  el  recelo  de  la  influencia 
en  sus  relaciones,  se  le  ordena,  cumpla  y  ponga  en  ejecución 
la  resolución  que  públicamente  ha  manifestado,  extra-causam, 
de  salir  de  la  República  Argentina .  .  . .  » 

La  irritante  contradicción  que  encierra  esta  sentencia,  hu- 
biéramos querido  que  no  existiese,  pero  sea  de  ello  lo  que 
fuere,  dio  lugar  á  que  fuera  apelada  y  resuelta  en  13  de  Octu- 
bre por  el  Gobernador  Yanzon^  revocándola  en  la  parte  que 
infligía  pena. 

Así  concluyó  esta  ruidosa  cuestión  en  que  un  ilustre  mili- 
tar es  pasado  por  las  armas,  por  el  miedo  que  inspira  á  los 
caudillos,  y  por  la  entrega  bochornosa  que  de  él  hizo  el  Go- 
bierno que  le  prometiera  asilo  y  garantía. 

Yanzon  murió  asesinado  en  1842  en  Santa  María  (Cata- 
marca),  después  de  una  lijera  acción  de  guerra.  —  ¡Justicia 
de  Dios! 

Si  el  valores  una  virtud  y  la  cobardía  un  crimen,  ¿cuánto 
mas  reprensible  no  es  la  conducta  del  Gobierno  de  San  Juan, 
en  que  haciendo  hablar  la  fé  púnica,  viola  el  sagrado  de  una 
promesa  y  entrega  á  la  muerte  aun  digno  jefe  de  quien  tanto 
podían  esperar  aquellos  pueblos? 

¡  Quién  sabe  si  la  vida  de  Barcala  no  hubiera  sido  la  vida 
de  tranquilidad  y  respeto  de  aquellos  pueblos!  ¡Tal  vez  la 
muerte  en  embrión  de  la  tiranía  que  asomaba  al  oriente! 

3.  —  Frustrado  el  plan  subversivo  de  los  políticos  de  San 
Juan,  buscaron  otro  objetivo  á  sus  miras;  y  Yanzon,  que 
seguía  siendo  el  dócil  instrumento  de  éstos,  puso  en  armas 
á  la  Provincia,  so  pretexto  de  sostener  el  sistema  federal,  de 
castigar  á  los  asesinos  de  Quiroga  y  de  ponerse  en  guardia 
contra  el  levantamiento  de  los  Llanos,  aunque  secretamente 
se  hablaba  de  una  expedición  á  la  Rioja  para  tomar  el  parque 
abandonado  por  Quiroga  y  reaccionar  en  seguida  contra  el 
sistema  político  vigente  en  la  Nación. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  187 


Por  decreto  de  18  de  Setiembre,  se  creó  un  «  Batallón  Re- 
publicano», nombrándose  jefe  á  Don  Juan  de  Dios  Jofré. 
Este  cuerpo  de  nueva  creación,  unido  á  los  demás  de  la 
guarnición,  formaban  una  respetable  división  militar  que  co- 
menzó á  despertar  las  sospechas  de  los  amigos  de  la  Fede- 
ración. 

El  21  del  citado  mes,  á  las  nueve  de  la  noche,  tenía  lugar 
un  movimiento  revolucionario,  que  fracasó  en  sus  primeros 
momentos,  dando  lugar  á  la  fuga  y  persecución  de  los  prin- 
cipales comprometidos,  que  eran:  el  Mayor  de  Plaza,  Coman- 
dante Don  Nazario  Benavides  y  Comandantes  de  Milicias 
Don  Hilarión  Martínez  y  Don  Domingo  Videla. 

Algunos  creen  que  esta  conspiración  fué  simulada  por  el 
mismo  Gobierno,  que  veía  en  Benavides  un  formal  estorbo 
para  su  expedición  á  la  Rioja;  pero  la  cuestión  de  hecho  fué 
la  fuga  de  los  jefes  mencionados  á  Mendoza,  de  donde  se 
pidió  su  extradición,  conforme  al  artículo  7  del  tratado  en 
Santa  Fó  (4  de  Enero  1831)  y  reciprocidad  de  lo  hecho  hacía 
dos  meses  con  Barcala.  El  Gobierno  de  Mendoza  dio  á  Bena- 
vides su  pasaporte  para  Buenos  Aires,  y  frustrada  así  la  re- 
clamación hecha,  el  Gobierno  de  San  Juan  puso  fuera  de  la 
ley  á  los  jefes  nombrados  por  intento  de  trastornar  el  orden 
público,  conminando  con  igual  pena  á  todo  el  que  les  diera 
asilo  ó  protección  alguna  (decreto  de  22  de  Setiembre). 

La  expedición  militar  sobre  la  Rioja  se  llevó  á  cabo,  mar- 
chando las  fuerzas  de  San  Juan  el  dia  22  de  Setiembre,  á 
cuyo  frente  se  puso,  pocos  dias  después,  el  Gobernador 
Yanzon. 

El  General  Don  Tomás  Brizuela,  teniente  de  Rosas  en  la 
Rioja,  y  contra  quien  debía  más  tarde  volver  sus  armas,  de- 
sertando de  su  viejo  partido,  esperó  á  Yanzon  en  Fiambald  y 
lo  batió,  obteniendo  sobre  las  fuerzas  sanjuaninas  un  comple- 
to triunfo.  Yanzon  fugó  á  Chile,  y  la  Legislatura  de  San  Juan, 
ante  la  cual  fué  acusado  de  traición  al  sistema  federal  y  vio- 
lación al  tratado  conocido  con  el  nombre  de  Liga  del  Litoral, 
le  formó  juicio  político,  destituyéndole  del  cargo  de  Gober- 
nador en  27  de  Enero  siguiente. 


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188  EL  PAÍS  DE  CUYO 

El  Gobierno  de  la  Rioja,  que  había  sido  agredido  tan  injus- 
tificadamente, y  con  los  derechos  que  le  daba  la  victoria  de 
Fiambalá,  pensó  desde  luego  en  una  reclamación  por  gastos 
de  guerra  y  decretó  enseguida  la  invasión  sobre  San  Juan. 

Brizuela,  al  mando  de  700  hombres,  ocupó  la  ciudad  de 
San  Juan,  que  tuvo  que  sufrir  una  contribución  forzosa  de 
guerra  para  satisfacer  las  reclamaciones  del  jefe  riojano, 
cuyas  exigencias  fueron  moderadas  en  parte,  mediante  los 
oficios  de  los  comisionados  del  Gobierno  de  Mendoza,  señores 
Pedro  J.  Pelliza  y  Eugenio  Corbalan. 

Las  tentativas  del  partido  unitario  en  San  Juan  no  han 
sido  mas  afortunadas  ni  antes  ni  después  de  la  época  que  nos 
ocupa. 

Mas  tarde  hemos  de  ver  mayor  número  de  elementos  acu- 
mulados contra  la  tiranía,  y  siempre  el  mas  completo  fracaso 
contra  toda  probabilidad  y  lógica  de  los  acontecimientos. 

¿Qué  maldición  pesaba  contra  los  unitarios  de  San  Juan? 

¿Qué  funesto  secreto  destruía  las  mas  ingeniosas  combina- 
ciones de  un  partido  siempre  rico  en  hombres  y  no  pocas  ve- 
ces en  elementos  militares? 

¿Por  qué  todos  los  esfuerzos  se  esterilizaban  para  dejar  de- 
trás la  ruina  y  el  desencanto? 

No  es  que  faltase  fé  en  los  propósitos,  ni  energía  en  los 
medios. 

Es  que  no  siempre  hubo  unidad  de  acción,  porque  en  las 
mas  altas  combinaciones  nunca  faltó  el  personalismo  que  las 
destruyera.  El  celo  de  preponderancia  siempre  fué  y  será  la 
carcoma  devoradora  de  aquella  sociedad,  ya  la  miremos  bajo 
el  punto  de  vista  político  ó  ya  la  refiramos  solo  y  exclusiva- 
mente al  orden  social. 

En  todo  tiempo,  el  pecado  de  los  unitarios  de  aquí  y  de  mas 
allá  fué  la  falta  de  cohesión  en  los  medios,  aunque  existiese  en 
cuanto  á  las  miras.  La  subordinación,  que  es  el  secreto  de  la 
disciplina,  y  en  ésta  de  la  fuerza,  siempre  les  fué  desconocida 
y  los  derechos  reales  ó  aparentes  hicieron  siempre  de  cada 
pueblo,  de  cada  grupo,  de  cada  individuo  una  autonomía 
aparte  que,  en  último  caso,  traía  la  anarquía  y  la  debilidad. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  189 


Pronto  hemos  de  ver  cómo  por  esta  misma  causa  fué  total- 
mente desbaratado  el  segundo  Ejército  Libertador,  sobre 
cuyas  cenizas  se  forjó  las  pesadas  cadenas  arrastradas  hasta 
1862. 

El  pecado  de  los  unitarios  fué  siempre  la  desunión,  cómo 
el  secreto  del  poder  de  los  federales  fué  la  conformidad  de 
medios  y  de  propósitos  que  siempre  los  hizo  fuertes. 

Cada  uno  para  todos,  fué  siempre  el  lema  de  los  últimos, 
mientras  que  los  primeros,  después  de  ardientes  discusiones 
sobre  derechos  y  deberes,  ideas  y  principios,  concluían  con 
este  funesto  axioma:  «todos  para  cada  uno»,  frase  que  en  de- 
finitiva era  traducida  por  un  funesto  sentimiento  egoísta  que 
nos  llevó  siempre  al  personalismo. 

Aun  en  nuestros  tiempos  se  ven  hombres -banderas  que  las 
malas  pasiones  han  impuesto  á  los  partidos. 

4.  —  Evacuada  la  ciudad  de  San  Juan  por  las  tropas  rio- 
janas,  la  Provincia  quedó  envuelta  en  el  mas  completo  ma- 
rasmo, sncediéndose  en  el  gobierno  una  serie  de  mandatarios 
que,  como  sombras  fantasmagóricas,  dejarían  solo  un  simple 
recuerdo  de  sus  infecundas  administraciones. 

Al  Gobernador  Yanzon  siguió  como  delegado  su  ministro 
Don  Victorino  Ortega,  sucediendo  á  éste  Don  José  Luciano 
Fernández  y  el  Comandante  Don  Nazario  Benavides,  á  quien 
habían  vindicado  completamente  los  sucesos  de  la  Rioja  y 
volvía  de  Buenos  Aires  con  instrucciones  de  Rosas. 

Benavides  fué  electo  en  8  de  Mayo  de  1836,  reelecto  en  13 
de  Mayo  de  1838  y  17  de  Mayo  de  1840,  bajo  cuyo  gobierno, 
si  la  Provincia  no  marchó  por  la  senda  del  progreso,  gozó 
por  lo  menos  de  esa  tranquilidad  infecunda  y  vejetativa,  sir- 
viendo de  asilo  á  los  emigrados  de  las  provincias  vecinas  que 
gemían  bajo  el  látigo  de  despóticos   caudillos. 

Como  delegados  de  Benavides,  desempeñaron  también  las 
funciones  gubernativas  de  la  Provincia  Don  Timoteo  Mara- 
dona y  el  Doctor  Don  Timoteo  de  Bustamante. 

En  el  trascurso  de  estos  años,  se  publicaron  en  San  Juan, 
«El  Registro  Oficial»,  «El  Abogado  Federal»  y  «El  Zonda». 
(Ap.  nota  núm.  15). 


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190  EL   PAl8   DE   CUYO 


Por  decreto  de  16  de  Noviembre  de  1838,  se  mandó  obser- 
var el  Reglamento  para  el  Tribunal  de  Consulado,  quedando 
con  esta  disposición  y  otras  de  menos  importancia,  cerrado 
todo  el  movimiento  intelectual  gubernativo  en  la  provincia 
hasta  1840. 


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CAPITULO  XIII. 

1.  —  Año  1840.  situación  de  la  República.  —  2.  Lavalle  y  La  Ma- 
drid. —  3.  El  Segundo  Ejército  Libertador.  —  4.  El  General 
Don  Mariano  de  Acha.  —  5.  Ocupación  de  San  Juan.  —  Ba- 
talla de  la  Punta  del  Monte.  —  Sorpresa  de  la  Chacarilla.  — 
Defensa  en  la  Plaza  Mayor.  —  Capitulación  del  22  de  Agosto. 
—  6.  El  General  La  Madrid  y  su  desastre  en  el  Rodeo  del 
Medio.  —  El  Obispo  Sarmiento. 


1.  —  El  terror  batía  sus  siniestras  alas  sobre  todos  los  pue- 
blos de  la  República. 

La  emigración  acrecentaba  cada  día,  y  la  despoblación  que 
se  operaba  por  todas  partes  amenazaba  la  desaparición  de  la 
nacionalidad  argentina  del  catálogo  de  las  naciones. 

Lavalle  abría  su  campaña  sobre  Entre  ítios;  peleaba  con- 
tra Echagüe  en  Yertid,  Don  Cristóbal  y  en  el  Sauce  Grande 
con  suceso  vario.  Invade  á  la  Provincia  de  Buenos  Aires, 
triunfa  de  Pacheco  en  el  Tala,  se  bate  en  San  Pedro  y  Cañada 
de  la  Paja,  y  llega  hasta  las  puertas  de  la  guarida  del  tirano 
(capilla  de  Merlo,  lugar  á  33  kilómetros  de  la  ciudad  de  Bue- 
nos Aires).  Retrocede  desde  este  punto  y  se  dirige  á  la  Pro- 
vincia de  Córdoba,  buscando  la  incorporación  del  General  La 
Madrid  que,  según  convenio,  debe  esperarlo  en  el  lugar  deno- 
minado el  Quebracho  Herrado;  pero  su  llegada  al  punto  indi- 
cado se  realiza  dos  días  después  del  fijado.  La  Madrid  se  ha 
marchado,  y  en  lugar  del  aliado  que  busca,  se  encuentra  con 
el  ejército  de  Oribe  que,  mas  fuerte  en  número  y  elementos, 
lo  bate  y  vence  completamente. 

Esta  ligera  y  heroica  campaña  viene  á  encolerizar  mas  á  la 
fiera  que  se  alberga  en  Santos  Lugares  ¡Vse  victis! 

El  bloqueo  de  la  escuadra  francesa  concluyó  por  el  igno- 


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í 


192  EL   PAÍS  DE   CUYO 


minioso  tratado  de  29  de  Octubre,  y  Rosas,  que  se  ve  ahora 
libre  de  un  peligro  inminente,  va  á  reaccionar  aun  contra  los 
indiferentes  testigos  de  su  cobardía. 

El  General  Paz  con  su  ejército  de  Corrientes  nada  puede 
tampoco  ante  las  divisiones  de  sus  mismos  parciales;  los  re- 
cuerdos de  la  Tablada  y  Oncativo1  están  neutralizados  ante 
las  masas  por  el  terror  que  se  apodera  de  todos  y  se  ve 
por  esta  causa  privado  hasta  del  concurso  mas  simple  de  sus 
mismos  partidarios. 

La  desgraciada  acción  de  Pago  Largo  en  que  Beron  de 
Astrada  (Gobernador  de  Corrientes),  y  sus  valientes  legiones 
pagan  con  la  vida  su  desafecto  á  la  tiranía,  pone  al  ejército 
vencedor  de  Echagüe  en  condiciones  de  operar  con  éxito  en 
cualquiera  parte  donde  sus  servicios  federales  pudieran  ser 
necesarios  en  sosten  del  trapo  colorado  que  han  enarbolado 
como  bandera  de  principios  (31  de  Marzo  1839). 

La  coalición  de  las  cinco  provincias  del  Oeste,  que  habían 
puesto  á  su  frente  al  General  Brizuela,  no  pasa  de  ser  una 
muy  débil  esperanza,  dadas  las  escasas  aptitudes  del  jefe 
riojano. 

Los  ejércitos  de  la  tiranía  se  diseminan  por  todas  partes 
para  completar  la  obra  de  abyección,  que  aun  encuentra  dé- 
bil resistencia. 

La  Sociedad  Popular  Restauradora,  haciendo  cada  día  os- 
tentación de  barbarie,  lleva  á  aquellos  en  el  terror  el  auxilio 
moral  descubierto  y  erigido  por  Rosas  en  sistema  de  go- 
bierno. 

Las  provincias  del  antiguo  Cuyo  se  hallan  sujetas  á  una 
estúpida  pasividad,  que  solo  el  pánico  puede  explicar. 

Aldao,  que  ha  conseguido  envilecer  á  su  pueblo,  no  tiene  á 
quien  temer.  Lucero  en  San  Luis  y  Benavides  en  San  Juan, 
tampoco  hallan  resistencia,  por  lo  que  el  poder  de  estos 
caudillos  era  en  1840  una  de  las  mas  fuertes  columnas  de 
la  tiranía. 


1  También  se  conoce  este  lugar  con  el  nombre  de  «La  Laguna  Larga», 
N.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  193 


No  obstante  esta  paz  varsoviana  que  nadie  puede  turbar, 
comienzan  los  alistamientos  en  Cuyo.  Las  levas  llevan  á  los 
cuarteles  cuanta  gente  puede  cargar  armas,  y  luego  se  habla 
de  expediciones  al  Norte  para  sofocar  un  levantamiento  de 
los  salvajes  unitarios  encabezados  por  La  Madrid. 

Efectivamente,  el  pueblo  salteño  se  pronuncia  contra  Ro 
sas,  invade  á  Tucuman  y  después  de  un  ligero  hecho  de  ar- 
mas, en  que  el  Coronel  Acha  sale  victorioso,  el  pueblo  de 
Tucuman  se  une  al  movimiento  en  7  de  Abril  de  1840,  y  esta 
liga  de  dos  provincias  elige  por  su  jefe  al  General  La  Madrid. 

Acha,  á  quien  se  han  extendido  los  despachos  de  General, 
unido  al  Gobernador  de  Salta  Don  Manuel  Sola,  sale  con  una 
vanguardia  de  1000  hombres  para  invadir  á  Córdoba.  La 
Madrid  los  persigue  con  las  fuerzas  de  Tucuman,  pero  en  el 
camino  experimenta  la  deserción  del  Coronel  Celedonio  Gu- 
tiérrez que,  con  una  división  de  las  fuerzas,  se  pasa  y  presenta 
al  Gobernador  Ibarra  de  Santiago,  el  mas  terrible  caudillo 
por  su  barbarie,  que  Rosas  tiene  en  los  pueblos  del  Norte. 

A  la  llegada  de  La  Madrid  á  Córdoba,  este  pueblo  se  pro- 
nuncia contra  la  Federación,  y  su  Gobernador  Dr.  Don  Fran- 
cisco Alvarez  se  pone  á  la  cabeza  de  uno  de  los  cuerpos  que 
pronto  han  de  formar  el  Segundo  Ejército  Libertador. 

2.  —  La  desgraciada  acción  de  El  Quebracho  llevó  el  de- 
saliento á  las  milicias  cordobesas  que  comenzaron  á  desertar 
de  tal  modo,  que  cuando  á  los  pocos  dias  tenía  lugar  la  reu- 
nión de  La  Madrid  y  Lavalle  en  Jesús  María,  diez  leguas  al 
Norte  de  Córdoba,  estos  dos  jefes  se  hallaban  con  un  número 
muy  reducido  de  tropa. 

Desde  luego  se  pensó  en  crear  nuevos  elementos  que,  como 
era  consiguiente,  debían  salir  de  las  provincias  adictas  al  go- 
bierno de  Rosas. 

Se  mandaron  partidas  de  merodeo  sobre  Santiago  para 
buscar  haciendas,  lo  que  se  consiguió  no  sin  fuertes  tiroteos. 

La  desgracia,  que  siempre  persiguió  á  los  unitarios,  comen- 
zó á  hacer  sentir  su  maléfica  influencia. 

El  Coronel  Don  José  Videla,  que  con  mil  hombres  de  caba- 

13 


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194  EL   PAÍS   DE    CUYO 


Hería  habíase  desprendido  desde  Sinsacate  para  operar  sobre 
Cuyo,  fué  sorprendido  y  deshecho  por  la  gente  del  General 
Pacheco  en  San  Cala  (Rioja). 

El  valiente  General  Acha  con  400  hombres  fué  envuelto 
en  Machigasta  y  batido  por  la  vanguardia  del  Ejército  Unido 
de  Cuyo,  á  las  órdenes  del  General  Benavides. 

El  Gobernador  Otero  de  Salta  traicionaba  á  los  unitarios, 
siendo  necesario  mandar  fuerzas  que  rescatasen  aquella  pro- 
vincia, nombrándose  en  su  lugar  al  antiguo  maestro  de  es- 
cuela Don  Gaspar  López. 

Por  un  tratado  entre  Lavalle  y  La  Madrid,  celebrado  en 
Anjulí,  Provincia  de  Catamarca,  Lavalle  pasóá  la  capital  de 
esta  provincia,  y  La  Madrid  marchó  sobre  Tucuman,  donde 
debía  formarse  el  Segundo  Ejército  Libertador  para  invadir 
á  Córdoba  y  marchar  al  Litoral. 

3.  —  Con  los  contingentes  de  Salta,  Tucuman,  Jujuy  y  la 
poca  gente  de  Córdoba  que  había  sacado  el  Gobernador  Al- 
varez,  se  formó  pronto  un  ejército  de  mas  de  tres  mil  hombres, 
distribuidos  del  modo  siguiente : 

Infantería:  Batallón  Libertad,  comandante  Don  Lorenzo 
Alvarez;  Batallón  Constitucional,  comandante  Don  N.  Orgaii. 

Artillería:  Escuadrón  Artillería  (diez  piezas  de  varios  ca- 
libres), coronel  Don  Fernando  Rojas. 

Caballería:  Legión  Brizuela,  coronel  Don  Crisóstomo  Al- 
varez, y  jefes  de  escuadrón  los  mayores  Vicente  Neirot  y  N. 
Sardinas;  Regimiento  Milicias  de  Salta,  coronel  Don  Manuel 
Puch;  Escuadrón  General  Paz,  comandante  Dr.  Don  Fran- 
cisco Alvarez,  y  jefes  subalternos,  comandante  José  Ignacio 
Igarzábal  y  mayor  Severo  Ortiz;  Escuadrón  «9  de  Julio»,  co- 
mandante Don  Baldomero  Sotelo;  Legión  Avalos  (milicias  de 
Corrientes),  coronel  N.  Avalos;  Escuadrón  «25  de  Mayo»,  co- 
mandante Don  Agustín  Acosta. 

Formado  el  ejército  de  esta  manera,  emprendió  su  mar- 
cha de  Tucuman  el  24  de  Mayo  de  1841;  pero  contra  lo  acor- 
dado con  Lavalle  en  Anjulí,  se  dirigió  á  Catamarca  donde 
llegó  del  8  al  10  de  Junio,  y  en  seguida  pasó  á  la  Rioja. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  195 


Esta  impremeditada  resolución  del  general  La  Madrid, 
rompía  la  acción  combinada  de  su  ejército  con  el  de  Lavalle. 
Unidos  eran  fuertes,  divididos  fueron  tan  débiles,  que  pron- 
to desapareció  para  la  Patria  agonizante  la  última  esperan- 
za de  libertad. 

¿Será  que  La  Madrid  tuvo  celos  de  La  valle? 

No  queremos  creerlo;  es  que  la  fatalidad  perseguía  á  los 
unitarios  para  hacerlos  purgar  sus  desavenencias,  sus  divi- 
siones, sus  utopías  con  las  que  pretendían  triunfar  de  las  ma- 
sas armadas  que  el  tirano  había  amontonado  á  su  alrededor. 

Mientras  estos  hechos  se  desarrollaban  en  el  Norte,  los 
gobiernos  de  San  Juan,  Mendoza  y  San  Luis  habían  alistado 
sus  milicias  y  formado  su  « Ejército  combinado  de  Cuyo*, 
bajo  el  mando  superior  del  general  Don  José  Félix  Aldao,  y 
como  jefes  divisionarios  el  coronel  Don  Nazario  Benavides  y 
general  Don  Pablo  Lucero. 

Confiada  la  fuerza  de  vanguardia  á  Benavides,  éste  marchó 
sobre  la  Rioja  para  observar  y  batir  las  tropas  de  Lavalle  y 
de  Brizuela  conjuntamente. 

El  24  de  Abril,  Brizuela  era  derrotado  en  Tulcum,  y  el  20 
de  Junio  tenía  lugar  la  acción  de  Saftogasta,  en  la  que  des- 
pués de  una  lucha  tenaz  y  sin  cuartel,  Benavides  vuelve  á 
triunfar  de  Brizuela,  quedando  muerto  en  el  campo  de  bata- 
lla (7  de  Julio  1841). 

De  regreso  Benavides  á  San  Juan,  por  el  desahogo  que  le 
daba  la  desaparición  del  desgraciado  Brizuela,  apuró  la  movi- 
lización y  disciplina  de  las  milicias  y  organización  del  ejér- 
cito unido,  que  pronto  emprendió  la  marcha  para  salir  al  en* 
cuentro  de  La  Madrid. 

Benavides  delegó  el  mando  gubernativo  en  el  coronel  Don 
José  María  Oyuela,  con  encargo  expreso  de  organizar  una 
fuerza  de  reserva. 

Mientras  los  ejércitos  marchaban  á  encontrarse,  el  general 
La  Madrid  había  desprendido  desde  la  Rioja  sobre  San  Juaa 
su  vanguardia  á  las  órdenes  del  general  Don  Mariano  de 
Acha,  la  cual  se  componía  del  modo  siguiente: 


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196  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Batallón  Libertad:  comandante,  Don 

Lorenzo  Alvarez 250  hombres 

Legión  Brizuela:  comandante.   Don 

CrisÓ8tomo  Alvarez 200         > 

Escuadrón  General  Paz:  comandante, 

Dr.  Don  Francisco  Alvarez 40         » 

Sección  de  artillería  (2  piezas):  capi- 
tán Don  Domingo  Arechondo. ...        30         » 

Total 520  hombres 

El  general  Acha,  que  va  á  ser  el  protagonista  de  los  acon- 
tecimientos principales  de  esta  guerra,  era  físicamente  un 
hombre  hermoso,  de  elevada  estatura,  de  simpática  presencia 
y  de  una  apostura  verdaderamente  marcial.  Sus  distinguidos 
modales  y  su  esmerado  trato  guardaban  una  armonía  per- 
fecta con  su  gallarda  figura. 

Sus  antecedentes  militares  nos  lo  presentan  en  la  campaña 
del  Sud  de  Buenos  Aires,  á  las  órdenes  del  coronel  Rauch: 
en  1827,  combatiendo  contra  los  caudillos  de  Molina  y  Meza, 
como  subalterno  del  coronel  Don  Isidoro  Suárez,  distinguién- 
dose en  la  victoria  de  Las  Palmitas;  en  1828,  sirviendo  á  las 
órdenes  del  general  Lavalle,  como  segundo  jefe  del  Regi- 
miento de  Húsares,  hallándose  en  la  acción  de  Navarro  con- 
tra Dorrego,  y  en  1831  batiendo  y  venciendo  en  Miraflores 
(Tucuman)á  la  vanguardia  del  generalJuan  Facundo  Quiroga. 

Acha,  cuyo  valor  raya  en  la  temeridad,  marcha  con  sns 
fuerzas  de  vanguardia  sobre  San  Juan,  y  corriéndose  á  la  iz- 
quierda para  evitar  el  encuentro  del  ejército  de  Cuyo,  apare- 
ce el  12  de  Agosto  en  el  Departamento  de  Caucete,  lugar  á 
siete  leguas  de  la  ciudad  de  San  Juan. 

Este  paso  atrevido  de  Acha  desbarata  por  completo  los 
planes  del  ejército  de  Aldao,  obligado  á  contramarchar  por 
una  travesía  de  treinta  leguas  para  salvar  la  ciudad  ame- 
nazada, que  era  el  centro  de  sus  operaciones  en  Cuyo. 

Este  golpe  de  audacia,  que  el  éxito  coronó  en  sus  primeros 
momentos,  pudo  tener  consecuencias  grandiosas  para  el  por- 


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EL  PAÍS  de  cuyo  107 


venir  feliz  de  la  Patria  sin   las  causas  que  expondremos  mas 
adelante. 

Aeha  escribió  desde  Caucete  la  siguiente  carta  al  Gober- 
nador interino  de  San  Juan. 

«Libertad,  Constitución  ó  Muerte. — Sr.  Don  José  María 
Oyuela,  Jefe  de  las  fuerzas  sanjuaninas. — Caucete,  Agosto  12 
de  1841.— Señor  mío:  Mañana  temprano  estaré  con  m¡  co- 
lumna al  frente  de  Vd.,  no  comprometa  ese  pueblo,  y  sí  lo 
hace,  que  sea  para  vencer. 

«La  guerra,  si  se  dispara  un  tiro  después  de  recibir  ésta,  es 
declarada  por  mí  á  muerte. 

«Si  Vd.  quiere  tener  una  entrevista  conmigo,  será  mañana1 
cada  uno  al  frente  de  sus  fuerzas;  pero  es  preciso  que  sea  á 
á  la  inmediación  de  ese  pueblo. 

«El  Jefe  de  Vanguardia  del  Ejército  Libertador. —  Mariano 
de  Acha.» 

Esta  carta,  cuyo  lema,  concepto  y  precisión  de  estilo  de- 
mostraba una  resolución  inquebrantable  de  vencer  ó  morir, 
no  dejaba  lugar  á  juicios  equívocos  ni  á  dilaciones  que  pu- 
dieran mejorar  la  situación  extrema  del  gobierno  de  San 
Juan. 

La  situación  de  Acha  era  excepcional,  se  hallaba  en  medio 
de  un  país  enemigo,  y  en  víspera  de  ser  batido  por  un  ejér- 
cito numeroso;  tenía  que  vencer  á  toda  costa  las  dificultades 
<¡ue  su  arrojo  le  habían  creado,  lanzándose  al  centro  del  ene- 
migo con  una  división  que  apenas  bastaba  para  formar  un 
remedo  de  línea  de  batalla.  No  le  quedaba  ni  el  triste  re- 
curso  de  retroceder,  en  lo  que  por  otra  parte  jamás  pensó. 

El  ejército  de  Aldao  venía  á  marchas  forzadas  en  su  alcan- 
ce, y  no  ignoraba  que  cada  uno  de  sus  soldados  se  mediría 
contra  cinco  de  los  enemigos;  que  iba  á  luchar  contra  tres 
viejos  aguerridos  militares,  contra  masas  fanatizadas  por  el 
amor  de  causa  ó  la  disciplina  de  terror,  el  gran  secreto  de 
organización  de  los  ejércitos  de  Rosas. 


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198  EL   PAÍS  DE   CUYO 


Acha,  ese  Bayardo  del  Segundo  Ejército  Libertador,  era 
digno  de  la  difícil  situación  en  que  se  hallaba,  y  solo  él  era 
capaz  de  dominarla  con  buen  suceso  para  la  sagrada  causa 
de  que  se  había  hecho  tan  lucido  paladín  y  ardiente  de- 
fensor. 

La  carta  de  Acha  desconcertó  completamente  á  Oyuela» 
que  al  punto  desalojó  la  ciudad,  marchando  á  incorporarse  al 
ejército  de  Aldao,  esperado  por  momentos. 

5.  —  La  ciudad  fué  ocupada  el  dia  13,  pero  Acha  com- 
prendió pronto  que  su  permanencia  en  ella  sería  insostenible, 
y  un  sitio  riguroso  le  hubiera  hecho  rendir  sin  gloria  y  sin 
esperanzas  de  salvación  para  los  suyos. 

Por  otra  parte,  el  ejército  enemigo  tenía  que  cruzar  una 
travesía  (desierto)  de  treinta  leguas,  que  ya  él  conocía,  para 
llegar  á  Angaco  y  allí  podía  batir  con  ventaja  y  en  buena» 
posiciones  al  ejército,  acaso  trasnochado,  sediento  y  rendido 
por  las  fatigas  de  una  marcha  tan  larga  como  penosa. 

Esta  idea  dominó  al  fin,  y  Acha  salió  el  dia  IB  de  su  cam- 
pamento de  la  Chacarilla  para  situarse  en  un  lugar  adecuado, 
contiguo  á  la  travesía,  teniendo  que  pasar  la  noche  á  la  orilla 
del  rio. 

El  dia  16,  después  de  pasar  el  rio,  tuvo  aviso  de  que  el  ene- 
migo se  avistaba,  lo  que  apenas  permitió  aprovechar  los  oc- 
cidentes del  terreno  para  prepararse  á  la  batalla. 

A  las  ocho  de  la  mañana,  la  vanguardia  del  ejército  de  Cuyo, 
constante  como  de  400  hombres,  al  mando  de  Benavides, 
trajo  el  ataque,  y  después  de  un  reñido  combate  de  mas  de 
dos  horas,  fué  rechazado,  dejando  entre  los  muertos  al  jefe  de 
la  infantería  Coronel  José  Manuel  Espinosa. 

Es  después  de  este  suceso  que  Acha  pudo  tomar  posicio- 
nes en  el  mismo  lugar  del  combate,  conocido  con  el  nombre 
de  Punta  del  Monte, 

Este  lugar  está  situado  á  ocho  leguas  Sud-este  de  la  ciudad 
y  toma  su  nombre  de  la  entrada  ó  punta  que  forman  las  ala- 
medas y  montes  de  árboles  que  se  internan  sobre  la  región 
inculta  de  la  travesía. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  199 


La  gente  de  Acha  se  colocó  con  frente  ala  travesía,  tenien- 
do por  delante  una  acequia,  y  haciendo  espalda  sobre  los  cer- 
cados y  alamedas  de  las  fincas  de  aquel  distrito,  que  hoy  for- 
ma parte  del  departamento  de  Angaco  Norte.  A  la  derecha, 
son  terrenos  medanosos  que  se  extienden  hasta  tocar  con  la 
Sierra  de  Pié-Palo,  y  á  la  izquierda  los  despuntes  y  cajones 
de  la  Sierra  de  Villicum. 

Con  frente  á  la  travesía,  colocó  en  su  pequeño  campo  á  la 
infantería  y  los  dos  cañones  que  debían  operar  sobre  el  ca- 
mino que  traía  el  enemigo.  La  Legión  Brizuelay  el  escuadrón 
Paz,  que  formaban  la  caballería,  fueron  puestos  á  retaguar- 
dia para  operar  en  el  momento  oportuno,  lo  que  quiere  decir, 
que  todo  el  empuje  del  Ejército  de  Aldao  debía  ser  sostenido 
por  el  batallón  Libertad  y  las  dos  piecitas  de  artillería,  for- 
mando un  total  aproximado  de  250  combatientes. 

El  ejército  de  la  Federación  contaba  con  los  cuerpos  si- 
guientes: 

Infantería:  Batallón  Cazadores  Fede- 
rales, al  mando  del  Coronel  Don 
Francisco  Domingo  Diaz,  por 
muerte  de  su  jefe  Espinosa,  con     360  hombres 

Batallón  Auxiliares  de  Mendoza,  al 

mando  de  Don  N.  Barrera  (chileno)     350       i 

Artillería:  cuatro  cañones  con  dota- 
ción de  30  hombres  por  pieza  ....      120       i 

Caballería:  Regimiento  N°  2  Auxilia- 
res de  los  Andes,  Coronel  Juan  An- 
tonio Benavides 477       * 

Regimiento  de  Milicias  de  San  Juan, 

Coronel  D.  José  M.  Oyuela 300       » 

Regimiento  Auxiliares  de  Mendoza, 
Comandante  N.  Vera  (próxima- 
mente)        350 

Regimiento  Auxiliares  de  San  Luis, 
Coronel  Don  Pablo  Lucero 350 


* 


Total 2,297  hombres 


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200  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Como  se  ve,  iban  á  medirse  520  hombres  contra  2,297,  con- 
siderando compensadas  las  pérdidas  de  la  mañana  que  pro- 
porcionalmente  disminuían  las.  fuerzas  de  ambos  conten- 
dientes. 

Serían  las  12  del  dia  16  de  Agosto,  y  apenas  dos  horas  en 
que  había  sido  rechazado  Benavides,  cuando  el  grueso  del 
ejército  de  Aldao  trajo  el  ataque. 

Iniciado  el  combate  por  el  arma  de  caballería,  á  la  que 
siempre  dieron  preferencia  los  caudillos,  las  masas  de  ginetes 
fueron  rechazadas  con  grandes  pérdidas  en  las  varias  cargas 
que  llevaron.  La  rabia  de  los  asaltantes,  diezmados  por  aquel 
pequeño  número  de  héroes,  aumentaba  la  tenacidad  de  las 
cargas,  mientras  la  gente  de  Acha  seguía  firme  en  sus  posi- 
ciones, sembrando  la  muerte  á  su  alrededor. 

El  entrevero  de  las  caballerías  se  produjo  al  instante  y  una 
masa  informe  de  ginetes  envuelta  entre  el  polvo  y  humo  de 
la  pólvora,  apenas  dejaba  oir  los  gritos  de  rabia  y  desespera- 
ción de  los  combatientes. 

La  infantería  de  San  Juan,  al  mando  del  Mayor  Díaz,  y  la 
de  Mendoza  al  mando  de  un  Mayor  Barrera,  reuniendo  un 
total  de  700  hombres,  cargaron  las  posiciones  de  Acha.  En- 
tonces la  lucha  fué  encarnizada  y  terrible;  los  asaltantes  lle- 
gaban á  la  acequia  de  dos  varas  de  ancho  que  servía  de 
parapeto  á  Acha  con  su  gente  en  el  borde  opuesto,  y  con  solo 
esta  distancia  intermedia,  se  hacían  un  fuego  mortífero  que 
no  solo  causaba  el  estrago  del  proyectil  sino  el  del  sollamazo 
de  la  pólvora.  Los  cadáveres  cegaron  pronto  la  acequia,  sir- 
viendo de  fagina  para  cruzar  de  un  lado  al  otro,  pero  los  que 
lo  intentaban  pagaban  con  la  vida  su  temeridad.  Los  infantes 
de  la  Federación  retrocedieron  al  fin,  diezmados  y  deshechos 
por  los  fuegos  de  aquella  «legión  de  demonios  que  capitanea- 
ba el  salvaje  Acha»  l. 

De  los  700  infantes  que  entraron  en  combate,  sobrevivie- 
ron 157,  según  se  averiguó  después,  contando  los  muertos  y 
los  prisioneros. 

1  Palabras  de  un  jefe  de  Benavides. 


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EL  PAÍS   DE   CQYO  201 


En  este  combate,  el  mas  sangriento  que  registra  la  luctuo- 
sa historia  de  nuestras  guerras  civiles,  se  hicieron  por  una  y 
otra  parte  actos  de  arrojo  dignos  de  la  epopeya  americana. 

Al  valiente  Acha  le  mataron  tres  caballos  durante  el  com- 
bate. 

Los  jefes  y  oficiales  de  mayor  graduación  perecieron  en 
aquella  vorágine  de  la  muerte,  sepulcro  de  tantas  glorias  y 
hechos  heroicos  que  hoy  pretendemos  exhumar  del  olvido. 

A  las  6  de  la  tarde  la  derrota  se  produjo  en  el  campo  de 
Aldao,  abandonando  cañones  y  bagajes;  la  infantería,  en 
número  de  157  hombres,  quedó  prisionera. 

El  campo  estaba  sembrado  de  1.000  cadáveres  del  ejército 
de  Cuyo  y  200  de  la  gente  de  Acha.  Este  con  alguna  infan- 
tería montada  persiguió  al  fraile  Aldao,  que  fué  á  sofrenar 
su  caballo  á  San  Francisco  del  Monte,  donde  se  hallaba  Ori- 
be, volviendo  al  dia  siguiente  sin  la  presa  que  tanto  ambi- 
cionaba. 

Lucero  se  había  retirado  al  principio  del  combate  con  sus 
auxiliares  púntanos  y  Benavides,  que  vio  deshechas  sus  filas, 
se  retiró  sobre  la  ciudad  de  San  Juan  á  las  cinco  de  la  tarde, 
echando  pestes  contra  Aldao  por  las  malas  disposiciones  to- 
madas para  librar  la  batalla. 

Dicen  las  crónicas  que  Benavides  se  retiró  persiguiendo  un 
grupo  en  el  que  suponía  iba  Acha;  pero  esta  es  una  grosera 
invención,  desde  que  Acha  quedaba  dueño  del  campo  de  ba- 
talla y  sus  contrarios  en  completa  dispersión. 

Entre  los  episodios  heroicos  de  este  combate,  se  refieren 
los  siguientes: 

Dos  oficiales  enemigos  personales,  que  militaban  en  filas 
contrarias,  se  reconocen  al  principio  del  combate,  se  injurian, 
se  apostrofan  y  concluyen  por  retarse  á  duelo ;  cada  uno 
toma  un  fusil  del  primer  soldado  que  tiene  á  su  lado,  y  ha- 
ciendo fuego  á  la  vez,  dan  en  el  blanco  y  caen  ambos  baña- 
dos en  su  propia  sangre. 

El  mayor  Melchor  Aldao,  sobrino  del  fraile,  que  ve  muerta 
ó  deshecha  su  gente  con  que  ataca  á  la  infantería  de  Acha, 
en  su  rabia  y  desesperación  por  la  resistencia,  espolea  su 


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202  EL   PAÍS   DE   CUYO 


caballo  y  salta  la  zanja,  cayendo  como  un  rayo  en  medio  de 
la  infantería  enemiga;  tanto  arrojo  despierta  la  admiración 
de  todos,  y  se  oyen  gritos  de  «no  maten  á  ese  valiente»; 
era  tarde,  caballo  y  caballero  cayeron  ensartados  en  las  ba- 
yonetas. 

Trifon  Mujica,  oficial  subalterno  del  Batallón  Libertad, 
formaba  parte  de  una  compañía  que  recibió  orden  de  cargar 
sobre  el  enemigo  que  franqueaba  la  acequia  divisoria  de  los 
combatientes.  El  comandante  de  la  compañía  considera  teme- 
raria la  orden  é  inútil  el  sacrificio,  desobedeciéndola  en  con- 
secuencia; Mujica  sale  al  frente  de  la  compañía,  recuerda  á  los 
soldados  la  santidad  de  la  causa  por  que  pelean, y  apostrofan- 
do con  dureza  á  su  superior  inmediato,  concita  á  sus  compa- 
ñeros para  arrojar  á  la  canalla  que  los  ataca,  y  esto  diciendo, 
se  lanza  sobre  el  enemigo,  donde  casi  todos  perecen  en  aras 
de  la  Patria. 

También  hemos  oído  por  repetidas  veces  hablar  de  un 
combate  singular  entre  Benavides  y  el  comandante  Don 
Francisco  Alvarez;  pero  siguiendo  nuestro  propósito  de  no 
escribir  sino  sobre  lo  que  hayamos  encontrado  bien  com- 
probado, nos  abstenemos  de  hacer  referencias  de  dudosa 
autenticidad. 

Mientras  la  batalla  de  la  Punta  del  Monte  estaba  en  lo 
mas  recio,  veamos  lo  que  sucedía  en  la  ciudad  de  San  Juan. 

El  obispo  José  Manuel  Eufrasio  de  Quiroga  Sarmiento,  en- 
tonaba en  la  iglesia  catedral  un  solemne  Te-Deum  por  el 
triunfo  de  las  armas  de  Aldao.  Mas  tarde,  como  veremos  des- 
pués, gritaba  muerte  y  exterminio  á  los  vencidos. 

¿Pensaría  este  pobre  hombre,  este  pastor  lobo,  convertiré 
Dios  á  la  causa  Federal  ? 

El  dia  17,  Acha  revistaba  su  gente,  y  contando  á  los  heri- 
dos que  pudieran  formar,  resultaba  un  efectivo  de  doscientos 
ochenta  hombres  con  los  que  ocupó  nuevamente  á  San  Juan 
en  la  tarde  del  mismo  dia. 

El  campamento  se  formó  en  el  mismo  local  de  La  Chaca- 
rilla,  donde  había  estado  el  14.  Esta  era  una  finca  de  propie- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  203 


dad  de  la  comunidad  dominica  de  San  Juan,  situada  en  el 
distrito  sub-urbano  de  Trinidad,  al  Sud  de  la  ciudad.  Se  di- 
vide en  potreros  cercados  de  pared  de  tierra,  conocida  con  el 
nombre  de  tapia.  Hacia  la  parte  de  la  ciudad,  hay  un  potrero 
grande,  donde  fué  alojada  la  fuerza  de  caballería  al  mando 
accidental  del  comandante  Sardina,  por  estar  en  la  ciudad 
muy  mal  herido  su  jefe  nato,  coronel  Crisóstomo  Alvarez, 

Con  calle  de  por  medio  que  corre  de  Este  á  Oeste,  hay  otro 
potrero  menor  que  ocupó  la  infantería  al  mando  del  mayor 
Don  Plácido  Agüero  por  estar  su  jefe  Don  Lorenzo  Alvarez 
de  comisión  en  la  ciudad. 

En  la  parte  media  de  la  calle  están  las  casas  de  la  finca, 
conocidas  con  el  nombre  de  El  Altillo  de  la  Chacarilla.  En 
este  lugar  se  hallaba  Acha  con  su  reducido  Estado  Mayor. 

En  la  ciudad,  en  el  Principal,  nombre  con  que  era  cono- 
cida la  antigua  casa  del  Cabildo,  se  puso  una  guardia  de  25 
hombres  al  mando  del  Capitán  Don  Juan  Ramón  Segundo 
Balcarce,  hijo  del  General  del  mismo  nombre  y  del  Teniente 
Don  Leandro  Martínez,  hijo  del  General  de  la  Independen- 
cia Don  Benito  Martínez. 

Mientras  los  héroes  de  Angaco  descansaban  de  sus  fatigas 
y  saboreaban  las  glorias  alcanzadas  á  tan  alto  precio,  veamos 
la  suerte  que  corría  Benavides,  único  jefe  del  Ejército  de 
Cuyo  que  había  demostrado  mayor  valor  y  pericia  militar  en 
aquella  ruda  campaña. 

Benavides,  que  se  había  separado  del  campo  de  batalla 
como  á  las  5  de  la  tarde  del  dia  16,  estuvo  en  la  ciudad  por 
dos  horas,  y  enseguida  recorrió  el  departamento  de  Desam- 
parados, haciendo  una  nueva  recluta  y  reuniendo  los  disper- 
sos de  la  mañana,  con  los  que  en  número  de  400  hombres 
marchó  ai  Sud,  donde  encontró  en  la  noche  del  17  en  la  Rin- 
conada del  Pocito,  al  Coronel  Don  José  Santos  Ramírez  que 
llegaba  en  su  auxilio  desde  Mendoza  con  una  división  de  300 
hombres  de  las  tres  armas. 

Reunidos  estos  dos  jefes,  Ramírez  escribió  en  la  misma  no- 
che á  Mendoza  la  carta  que  va  á  continuación,  como  una 
muestra  de  literatura  federal    y  una  comprobación  de  los 


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204  EL   PAÍS   DE   CUYO 


cínicos  ardides  de  que  se  valían  aquellos  buenos  federales  para 
levantar  el  espíritu  público. 

«Señor  Ministro  General  de  Mendoza. — Pocito,  Agosto  17 
de  1841. — Muy  señor  mío:  He  recibido  su  comunicación  del 
16  como  á  las  once  de  la  noche,  ya  reunido  con  el  General 
Benavides  en  este  punto,  él  con  cerca  de  400  hombres  de  los 
destruidos  el  dia  16,  y  yo  con  mis  fuerzas  y  con  bala  en  boca 
aguardando  atacarnos,  porque  el  enemigo  en  número  de  400 
hombres  se  había  vuelto  á  la  plaza  desde  el  Albardon l  don- 
de fué  el  ataque  que  duró  nueve  horas,  quedando  tanto  las 
fuerzas  de  ellos  como  la  del  General  Aldao  y  Benavides  de- 
bilitadas, pues  las  de  ellos  eran  700  á  800  hombres  *,  y  las  de 
los  dos  Generales  de  1.2003,  ad virtiendo  que  el  número  de 
400  que  están  en  la  plaza,  dicen  son  inclusos  los  prisioneros 
nuestros.  Según  me  dice  Benavides,  el  General  Aldao,  Vera 
y  Vergara  con  alguna  gente  bien  montada,  han  tomado  para 
donde  está  el  General  Oribe,  llevando  algunos  presos.  El 
campo  ha  quedado  sembrado  de  cadáveres  de  unos  y  otros. 
El  Mayor  Barrera  prisionero;  muerto  el  Coronel  Espinosa: 
baleado  el  capitán  Morales,  y  otros  oficiales  muertos.  Hoy 
á  la  tarde  ya  le  había  participado  lo  que  sabía  y  que  ahora 
me  aseguran  falsa  la  muerte  del  General  Aldao  y  de  Vera. 
Lo  que  resta  es  que  me  mande  el  escuadrón  del  Valle,  bien 


1  El  combate  tuvo  lugar  en  la  Puuta  del  Monte,  distrito  del'  departa- 
mento de  Angaco;  el  Albardon  es  un  departamento  contiguo. 

2  La  fuerza  de  520  hombres  que  asignamos  á  la  división  de  Acha,  está 
comprobada  por  documentos  que  registramos  en  otro  lugar. 

La  Madrid  da  al  Ejército  Combinado  de  Cuyo  un  total  de  2.000  hombres, 
y  La  valle  y  Pedernera,  solo  de  1.600.  Sin  aceptar  estas  cifras,  hacemos 
referencias  de  ellas  para  mayor  desmentido  de  la  carta  de  Ramírez.  La 
opinión  dominante  en  San  Juan  es  que  las  tropas  que  combatieron  en 
Angaco,  fueron  400  hombres  de  Acha  y  2.200  de  los  Generales  Aldao, 
Benavides  y  Coronel  Lucero,  cuyos  «Auxiliares  Púntanos»  eran  mas  de 
300  hombres. 

¿  Hemos  tenido  las  listas  de  revista  de  la  gente  de  San  Juan  y  Men- 
doza, y  en  cuanto  se  refiere  a  las  milicias  auxiliares  de  Mendoza  y  8an 
Luis,  nos  hemos  guiado  por  referencias  de  personas  actoras  en  aquellos 
sucesos,  entre  los  que  se   hallan  varios  jefes  de  Benavides. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  205 


montado,  por  si  es  preciso,  pero  que  vuele,  pues,  si  ésta  la 
perdemos,  todo  se  perdió1.  La  caballada  y  municiones  me 
servirán  á  mí  y  á  Benavides,  pues  por  falta  de  estas  dicen  la 
han  perdido.  En  este  supuesto,  resta  que  V.  E.,  tome  cuaritas 
medidas  crea  oportunas — la  música  la  tiene  Benavides  pri- 
sionera de  los  enemigos — los  dos  cañones  de  ellos  también  los 
habían  tomado  los  nuestros,  pero  después  los  recobraron 
aunque  dicen  que  inútiles,  —  á  la  madrugada  mañana  quizá 
nos  midamos  ya. 

Saludo  al  Sr.  Ministro,  su  affmo.  Q.  B.  S.  M.  José  Santón 
Ramírez. » 

Rehecho  Benavides  con  los  dispersos  reunidos  y  la  gente 
de  Ramírez,  cuyo  total  alcanzaba  como  á  800  hombres,  y 
cuatro  piezas  de  artillería,  se  preocupó  desde  luego  de  dar 
un  golpe  de  mano  para  lavar  la  mancha  que  en  Angaco  ha- 
bía caído  sobre  su  reputación  militar.  Era  la  primera:  el 
caudillo  sanjuanino  había  sido  derrotado,  y  las  condiciones 
en  que  este  hecho  se  produjera,  le  llenaban  de  vergüenza,  no 
para  ocultarla  en  Mendoza  como  creía  Acha,  sino  para  inten- 
tar una  sorpresa  que  le   rehabilitase  de  las  últimas  derrotas. 

El  dia  18  mandó  bomberos  desde  el  Buen  Retiro,  lugar  á 
una  legua  del  campamento  de  Acha,  y  supo  que  las  fuerzas 
enemigas  tenían  sus  armas  en  pabellón,  que  daban  principio 
á  la  carneada  y  que  algunas  fuerzas  estaban  en  la  ciudad* 

Al  abrigo  de  un  fuerte  viento  zonda  que  en  aquel  dia  le- 
vantaba gruesas  nubes  de  polvo,  y  que  por  correr  de  Norte 
á  Sud  impedían  se  sintiesen  los  ruidos  en  la  Chacarilla,  Be* 
navides  avanzó  resuelto  á  dar  cima  á  su  atrevido  proyecto. 

Acha  había  confiado  en  una  avanzada  ó  partida  descu- 
bridora que  mandó  del  escuadrón  «General  Paz»  sobre  el  ca- 
mino de  Mendoza,  la  que  volvió  trayendo  el  parte  sin  novedad. 
No  se  habían  movido  de  un  lugar  cercano  llamado  Los  Ba- 
rriales. 

Inmediatamente,  dos  de  la  tarde,  un  niño  leñador  trajo   el 


1  Esto  da  la  muestra  del  pánico  que  los  dominaba. 


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206  EL   PAÍS   DE   CUYO 


terrible  anuncio  de  que  Benavides  estaba  próximo  con  gente 
de  Mendoza;  pero  su  dicho  fué  desatendido  á  causa  del  recien- 
te parte  de  la  partida  exploradora  ya  mencionada. 

La  embriaguez  del  triunfo  adormeció  al  General  Acha;  la 
creencia  de  que  las  derrotas  del  dia  16  habían  deshecho  com- 
pletamente al  ejército  de  Aldao,  lo  que  efectivamente  era 
cierto,  le  hacía  pensar  que  al  menos  por  algunos  dias  no  sería 
molestado. 

La  Madrid,  de  quien  recibiera  correspondencia  el  dia  15, 
requiriéndole  alguna  caballada,  le  aseguraba  que  el  18  esta- 
ría en  San  Juan;  y  la  proximidad  del  ejército  Libertador  no 
podía  ser  ignorada  de  los  derrotados  de  Angaco.  Por  otra 
parte,  ¿de  dónde  y  quién  podría  improvisar  fuerzas  para  ve- 
nir á  tentar  un  golpe  decisivo  contra  el  altanero  vencedor? 

Esta  vez,  todas  las  probabilidades  fallaron;  el  Grouchy  de 
los  vivacs  argentinos  (La  Madrid),  no  debía  llegará  San  Juan 
hasta  el  dia  24,  mientras  el  valiente  Blücher  (Benavides)  se 
aproximaba  á  la  Chacarilla  con  fuerzas  de  refresco  y  al  abri- 
go de  una  sorpresa,  á  cuyo  éxito  concurría  tan  eficazmente 
el  simoun  de  los  Andes1. 

Eran  las  tres  déla  tarde,  cuando  las  tapias  de  los  potreros 
comenzaron  á  coronarse  de  soldados  haciendo  un  fuego 
mortífero  contra  los  desprevenidos  infantes  de  Acha,  mien- 
tras éstos  corrían  á  tomar  sus  armas  einpabellonadas;  los  pri- 
sioneros aprovechaban  el  momento  para  pasarse  á  los  suyos 
tomando  parte  en  seguida  en  la  lucha  á  sable  y  bayoneta  que 
se  trabó  adentro  del  potrero,  cuerpo  á  cuerpo.  Después  de  )a 
matanza  en  una  lucha  desesperada  y  en  que  los  soldados  que- 


1  El  viento  zonda  es  muy  general  en  Agosto;  su  carácter  borrascoso  y 
su  impetuosidad  levanta  grandes  nubes  de  tierra  que  producen  una  noche 
artificial  en  pleno  dia;  arranca  árboles  de  raíz,  destruye  y  derriba  casas 
que  no  tengan  sus  cimientos  muy  fuertes.  Los  habitantes  se  encierran  bajo 
jlave  sin  salir  durante  la  borrasca. 

Mas  adelante  nos  ocupamos  de  este  fenómeno  meteorológico,  que  nos 
ofrece  la  circunstancia  de  producir  una  temperatura  sofocante,  sin  em- 
bargo de  venir  de  la  región  de  las  nieves,  según  una  de  las  tres  opiniones 
científicas  que  conocemos. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  207 


daban  materialmente  clavados  por  las  bayonetas  contra  las 
tapias,  los  asaltantes  salieron  á  la  calle,  repasando  las  paredes 
y  dejando  el  campo  sembrado  de  muertos  y  heridos.  Las  tropas 
de  esta  defensa  se  hallaban  al  mando  del  capitán  Don  Máxi- 
mo Viera,  hoy  respetable  vecino  en  la  ciudad  de  Buenos  Ai- 
res, y  á  quien  debemos  datos  importantes  sobre  estos  hechos 
de  armas. 

La  fuerza  de  caballería,  que  al  mando  de  Sardina  se  halla- 
ba en  el  potrero  contiguo,  fué  completamente  cortada,  por 
lo  que  después  de  las  pérdidas  sufridas,  se  reconcentró  sobre 
la  ciudad,  buscando  el  auxilio  del  piquete  de  fuerzas  que  es- 
taba en  el  Principal;  pero  éstas  también  habían  sido  batidas 
con  las  sensibles  pérdidas  de  los  Comandantes  Don  Lorenzo 
Alvarez,  Don  Francisco  Alvarez,  capitán  Baleares  y  otros. 

Sardina  se  marchó  al  Norte,  buscando  la  incorporación  de 
La  Madrid. 

A  la  oración,  desalojaron  la  Chacarilla  60  infantes  y  40 
hombres  de  caballería  desmontada,  única  gente  que  había 
escapado  al  desastre. 

Con  estas  últimas  reliquias  de  la  vanguardia  del  Ejército 
Libertador,  iban  Acha,  Vieira,  Agüero  y  teniente  Martínez, 
con  la  decidida  intención  de  abrirse  paso  á  través  de  los  ene- 
migos. Al  llegar  al  puente  denominado  del  Topón,  donde  des- 
emboca una  calle  que  viene  de  la  plaza,  una  lluvia  de  balas 
de  fusil  y  tarros  de  metralla  cayó  sobre  la  pequeña  columna, 
que  perdió  28  soldados,  siendo  el  General  Acha  herido  de 
refilón  por  una  bala  en  el  lado  izquierdo  de  la  cabeza,  y 
muy  gravemente  en  una  pierna  el  capitán  Vieira. 

No  obstante  este  nuevo  contraste,  la  columna  avanzó,  el 
puente  fué  tomado  y  muertos  los  que  lo  guarnecían,  apode- 
rándose de  la  pieza  de  artillería  que  sirvió  de  ambulancia 
de  Vieira. 

El  general  Acha,  con  la  cabeza  vendada  con  un  pañuelo, 
y  la  cara  y  barba  llena  de  sangre  coagulada,  siguió  á  la  ca- 
beza de  sus  diezmadas  fuerzas,  teniendo  que  pelear  en  todo  el 
trayecto  de  diez  cuadras  que  recorrió  hasta  llegar  á  Ja  plaza 
alas  8  de  la  noche. 


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208  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Mientras  había  tenido  lugar  el  combate  en  la  Chacarilla, 
los  comandantes  Lorenzo  y  Francisco  Alvarez,  encargados 
en  la  ciudad  de  redactar  el  parte  de  la  batalla  de  la  Punta  del 
Monte,  corrieron  con  algunos  oficiales  y  el  piquete  del  Prin- 
cipal, buscando  su  incorporación  á  la  Chacarilla.  Una  fuerza 
enemiga  les  interrumpió  la  marcha,  ocasionándoles  algunas 
pérdidas  é  hiriendo  al  teniente  Don  Leandro  Martínez,  que 
cayó  moribundo  en  tierra. 

Éste,  que  en  medio  de  su  agonía  teme  la  ferocidad  de  las 
masas  armadas  de  la  Federación,  se  dirije  á  su  jefe  pidiéndole 
no  le  abandone  en  media  calle.  —  «Lorenzo  Alvarez,  le 
contesta,  no  abandona  á  los  valientes  »,  y  uniendo  el  hecho  á 
la  palabra,  marcha  con  el  herido  á  cuestas  para  caer  á  los 
pocos  pasos  deshecho  por  un  tarro  de  metralla. 

Posesionado  Acha  de  la  plaza  principal  de  San  Juan,  or- 
ganizó al  punto  su  defensa,  formando  cantones  en  las  esqui- 
nas y  consiguiendo  imponer  á  sus  enemigos,  que  se  retiraron 
á  los  extramuros  de  la  población. 

El  dia  19,  las  hostilidades  se  redujeron  á  un  simple  fuego 
de  guerrilla  con  suceso  vario,  y  el  20  se  llevó  sobre  la  plaza 
un  ataque  formal  en  dos  columnas  mandadas  por  Ramírez  y 
Lucero,  incorporados  á  Benavides.  El  ataque  fué  rechazado 
con  grandes  pérdidas  para  el  enemigo. 

Acha  no  podía  sacar  ventaja  ninguna  de  estas  pequeñas 
victorias,  no  solo  por  el  número  reducido  de  su  gente,  que  no 
podia  hacer  salida  alguna  de  la  plaza  con  probabilidades  de 
éxito,  sino  porque  no  tenía  fuerza  alguna  de  caballería.  Las 
fuerzas  de  la  defensa  no  alcanzaban  á  cien  hombres. 

La  esperanza  de  la  llegada  de  La  Madrid  aumentaba  a 
medida  que  transcurría  el  tiempo,  pues  era  de  suponerse  que 
éste,  que  había  prometido  estar  en  San  Juan  el  dia  18,  llega- 
ría por  momentos,  tanto  mas  cuanto  que  en  la  travesía  no 
había  aguada  para  las  necesidades  del  Ejército. 

El  dia  21  en  la  noche,  los  sitiadores  tuvieron  noticias 
ciertas  de  la  aproximación  de  La  Madrid,  y  en  su  consecuen- 
cia, resolvieron  la  toma  de  la  plaza  en  la  noche.  Las  tentati- 
vas hechar dieron  mal  resultado;  mientras  mas  enérgico  era 


I 


EL   PAÍS   DE   CCYO  209 


el  ataque,  mayor  la  resistencia,  pues  aquél  hacía  suponer  á 
los  sitiados  la  causa  verdadera  del  empeño  en  conseguir  una 
rendición. 

Los  fuegos  de  la  plaza  comenzaron  á  ser  débiles,  lo  que 
hizo  suponer  la  escasez  de  municiones. 

Todas  ostas  circunstancias  obraron  en  el  ánimo  de  Bena- 
vides  para  dar  un  asalto  general,  el  que  se  efectuó  en  la  ma- 
ñana del  dia  22,  siendo  tomada  la  plaza,  pero  no  sus  defenso- 
res, que  se  habían  atrincherado  en  las  torres  de  la  Catedral. 
¡Tanto  heroísmo  perdido!  ¡Tanto  sacrificio  esterilizado  por 
la  demora  de  La  Madrid ! 

Bena vides  intimó  rendición  á  Acha,  con  garantía  de  su 
vida  y  los  suyos. 

Acha  aceptó,  pero  al  oficial  que  le  pidió  la  espada,  con- 
testóle: «Vuelva  Vd.  donde  está  su  superior  y  dígale  de 
mi  parte  que  si  Mariano  Acha  ha  sido  vencido,  en  la  derrota 
no  ha  perdido  ni  su  rango  ni  su  dignidad,  y  que  su  espada  no 
será  entregada  sino  á  su  igual  ». 

Benavides  llegó  en  persona  á  donde  estaba  Acha,  celebró 
la  capitulación  y  recibió  en  propia  mano  la  espada  del  ven- 
cedor de  Angaco. 

De  las  bizarras  legiones  de  Acha,  murieron  desde  el  16  al 
22  de  Agosto,  los  jefes  y  oficiales  siguientes : 

Jefes:  Lorenzo  Alvarez,  Francisco  Alvarez,  Eustaquio 
Arguello  y  N.  Cobos. 

Oficiales:  Domingo  Archondo, N.  Juárez, Leandro Grimau, 
Juan  Ramos,  Segundo  Balcarce,  N.  Guevara,  Severo  Pizarro, 
Leandro  Martínez,  Hermógenes  Barragan,  N.  Deheza,  Ma- 
nuel Guerra,  José  Bernales,  Mariano  Corro  y  Pedro  Pérez. 

El  dia  22,  el  teniente  coronel  Juan  Frías  conducía  a  Men- 
doza los  prisioneros  siguientes:  general  Don  Mariano  de 
Acha,  comandante  Don  Rufino  Ortega,  mayores  Plácido  Ar- 
güen,  Ciríaco  La  Madrid,  y  seis  capitanes,  cuatro  ayudantes, 
tres  tenientes,  tres  alférez  y  Don  Manuel  J.  Frías. 

6.  —  La  Madrid  entraba  á  San  Juan  el  dia  24,  no  encon- 
trando de  su  famosa  vanguardia  mas  que  el  recuerdo  de  los 

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210  EL  PAÍS  DE   CUYO 


heroicos  esfuerzos  y  de  proezas  sin  igual  verificadas  en 
todas  partes,  y  por  todos  y  cada  uno  de  los  valientes  que  la 
formaban. 

La  destrucción  de  la  vanguardia,  obra  exclusiva  de  la  len- 
titud del  general  en  jefe  del  Ejército,  trajo  el  desaliento  de 
todos,  no  por  la  diminución  numérica  de  los  520  bravos  sino 
por  el  abatimiento  moral  que  ocasionó  la  pérdida  del  famoso 
Acha,  que  sólo  valía  por  un  ejército. 

La  pérdida  de  la  vanguardia  importaba  la  pérdida  del 
ejército. 

La  Madrid  demoró  aun  en  San  Juan  tres  días,  limitándose 
en  todo  este  tiempo  á  solo  mandar  al  Comandante  Peñaloza, 
con  la  mira  de  rescatar  los  prisioneros  que  llevaban  una  mar- 
cha anticipada  de  dos  días. 

Alguien  podrá  preguntarnos,  qué  fué  de  la  suerte  del  va- 
liente Crisóstomo  Al varez l  herido  en  Angaco,  y  del  no  me- 
nos valiente  Máximo  Vieira  que  entrara  á  San  Juan  en  la 
noche  del  18  sentado  sobre  un  cañón. 

Pues  bien,  estos  dos  héroes  se  hallaban  postrados  en  cama, 
asistiéndose  en  casa  del  respetable  vecino  Don  Vicente  Lima. 
También  debían  marchar  á  Mendoza  con  los  demás  prisione- 
ros, á  cuyo  objeto  se  puso  á  la  puerta  de  la  casa  un  carrito 
en  que  debían  ser  conducidos. 

Vieira,  hablando  con  la  Sra.  de  Benavides,  Doña  Telesfora 
Borrego,  sobre  la  volubilidad  de  la  suerte  de  las  armas,  y 
aproximación  del  Ejército  Libertador  que  podría  ejercer 
venganzas  é  intentar  persecuciones,  especialmente  contra  la 
familia  de  Benavides,  interesó  á  esta  señora  en  su  favor,  y 
mediante  su  intercesión  quedaron  en  San  Juan,  comprome- 
tiéndose éstos  á  ser  la  salvaguardia  de  la  familia  de  Bena- 
vides. 

La  Madrid,  cubriendo  de  vergüenza  la  palabra  empeñada 
de  Vieira  y  Alvarez,  tomó  presos  á  la  suegra,  esposa  é  hijos 


'  Este  valiente  jefe  fué  muerto  en  una  emboscada  que  le  tendió  el  trai- 
dor General  Celedonio  Gutiérrez,  en  23  de  Enero  de  1854. 


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EL  PAÍS   DE    OUYO  21  i 


de  Benavides,  y  á  su  marcha  el  día  27  sobre  Mendoza,  las  lle- 
vó consigo. 

Ya  había  escrito  á  Benavides  proponiéndole  el  cange  de 
su  familia  presa,  por  los  prisioneros  del  dia  22;  pero  el  alta- 
nero caudillo  le  contestó  que  «no  se  cangeaban  prisioneros 
de  guerra  por  mujeres  y  niños  inocentes.» 

El  24  de  Setiembre,  La  Madrid  era  batido  y  deshecho  por 
«1  ejército  de  Pacheco  en  el  Rodeo  del  Medio,  lugar  á  cuatro 
leguas  al  oriente  de  la  ciudad  de  Mendoza,  concluyendo  así 
«1  Segundo  Ejército  Libertador  contra  el  tirano,  y  con  él  el 
nuevo  embrión  de  patria  y  libertad  para  los  pueblos  que 
siguieron  desangrándose  bajo  el  puñal  del  Nerón  Argentino. 

El  imponderable  A  cha,  contra  la  f  ó  de  la  capitulación  ce- 
lebrada en  San  Juan,  fué  asesinado  el  dia  21  de  Setiembre 
en  la  Provincia  de  San  Luis,  Posta  déla  Cabra. 

El  22,  Pacheco  daba  el  parte  siguiente:  «El  titulado  salvaje 
Oeneral  Mariano  Acha  fué  decapitado  ayer,  y  su  cabeza 
puesta  á  la  expectación  pública  en  el  camino  que  conduce  á 
este  rio  1  entre  la  represa  de  la  Cabra  y  el  Paso  del  Puente.» 

La  ejecución  del  General  Acha  ha  suscitado  algunas  dudas 
respecto  al  autor  de  tan  bárbaro  como  inútil  sacrificio. 

Cuando  Benavides  remitió  los  prisioneros  á  Mendoza,  man- 
dó nota  á  Aldao,  haciéndole  saber  lo  pactado  en  la  capitu- 
lación del  22  de  Agosto.  Cuando  Benavides  supo  el  sacrifi- 
cio de  Acha,  rompió  las  relaciones  privadas  con  Aldao  y 
Pacheco,  y  después  no  quiso  recibir  los  prisioneros  que  le 
fueron  devueltos. 

Se  dice  que  Pacheco  era  enemigo  personal  de  Acha,  y  que 
-en  estos  resentimientos  mediaban  asuntos  privados,  y  como 
principal  causa  política  el  rol  que  tocó  desempeñar  á  Acha 
<en  los  sucesos  de  1828,  que  dieron  por  resultado  la  muerte  de 
Dorrego,  por  lo  que  el  asesinato  en  la  Cabra  se  atribuye  á 
Pacheco. 

También  se  habla  de  ofensas  al  amor  propio  de  Aldao,  á 


1  Rio  Desaguadero  que  forma   la   línea  divisoria  entre  Mendoza  y  San 
Luis. 


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212  EL   PAlS   DE   CUYO 


quien  se  dijo  que  Acha  le  despreciaba  como  militar.  Interro- 
gado éste  por  el  Fraile,  aquel  contestó,  «que  sobre  el  campo 
de  batalla  solo  respetaba  á  Benavides»,  y  que  solo  estas  ha- 
bían sido  sus  palabras.  Se  añade,  que  en  consecuencia  Aldao 
intervino  y  se  empeñó  con  Pacheco  para  que  sacrificase  á 
Acha. 

Lo  cierto  es  que  ni  Benavides,  Aldao  ó  Pacheco  pudieron 
ejecutar  á  Acha  sin  la  orden  expresa  del  tirano  Rosas. 

En  1842,  Ciríaco  de  La  Madrid  y  Don  Manuel  J.  Frías,  am- 
bos de  los  capitulados  en  San  Juan,  fueron  fusilados  en  la 
Rioja.  De  este  hecho  nos  ocuparemos  mas  adelante. 

En  Mendoza,  las  sangrientas  ejecuciones  diarias  tenían 
aterrada  á  la  población;  y  aquel  heroico  pueblo  de  1817,-  se 
veía  vejado,  humillado  y  perseguido  á  muerte  por  el  puñal 
de  los  sicarios  de  un  fraile  apóstata. 

Este  pueblo,  que  se  vio  degradado  hasta  la  última  extre- 
midad, y  envilecido  como  ningún  otro,  fué  escarnecido  en  sus 
hijos  con  decretos  gubernativos  irrisorios  que  solo  la  perver- 
sidad podía  dictar. 

Tras  del  terror  producido  por  el  degüello,  seguía  la  farsa 
sangrienta  del  ridículo,  con  disposiciones  gubernativas  que 
declaraban  locos  á  todos  los  que  no  eran  buenos  federales, 
nombrándoles  tutor  y  prohibiéndoles  todo  acto  de  la  vida 
civil  como  á  tales  incapaces  (Ap.  nota  núm.  21). 

¡Cuánto  crimen  pesa  sobre  ese  Rosas  que  nada  respetó,  que 
todo  lo  pisoteó,  que  relajó  todos  los  vínculos  de  sociabilidad, 
y  degradó  estos  pueblos  hasta  hacer  de  cada  hombre  una 
fiera! 

Ni  la  religión  de  amor  y  mansedumbre  proclamada  por  el 
Cristo,  se  vio  libre  de  la  abyección  y  envilecimiento  á  que  la 
redujeron  sus  ministros,  invocándola  para  autorizar  los  mas 
bárbaros  atentados  contra  la  moral,  y  aun  contra  los  debe- 
res de  humanidad  que  parecen  respetar  hasta  los  animales. 

El  obispo  Manuel  Eufrasio  de  Quiroga  Sarmiento,  olvi- 
dando la  misión  de  paz  y  caridad  que  su  sagrado  ministerio 
le  imponía,  y  haciendo  servir  su  religión  á  las  miras  sangrien- 
tas de  un  déspota  feroz,  felicitaba  á  Rosas  por  la  total  des- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  213 


truccion  de  la  horda  inmunda  de  salvajes  unitarios,  enemigo* 
de  Dios  y  de  los  hombres;  y  con  estas  sacrilegas  palabras  ver- 
tidas por  un  elevado  ministro  de  la  iglesia,  aquel  verdugo  de 
los  pueblos  se  creía  autorizado  para  las  tremendas  hecatom- 
bes diarias  á  lanza  y  cuchillo  que  efectuaba  en  todas  partes, 
y  hasta  para  desollar  á  los  hombres  vivos  por  el  horrible  de- 
lito de  ser  salvajes  unitarios. 

El  obispo  Sarmiento  no  tenía  esta  vez  nada  del  pastor, 
sino  toda  la  ferocidad  del  lobo  con  que  pretendía  destruir  sin 
piedad  el  rebaño  confiado  á  su  cuidado  (Ap.  nota  nára.  22)  *, 


1  Los  cuatro  ancianos,  venerables  sucerdotes  Don  Francisco  Solano  Ca- 
brera, Don  Felipe  Frías,  Don  Manuel  Frías  y  Don  Gregorio  Villa  faue,  fu- 
silados en  Santos  Lugares  en  Mayo  de  1842,  fueron  desollados  en  las  ma- 
nos y  las  coronas,  antes  de  ser  ejecutados,  so  pretexto  de  degradarlos  *le 
su  carácter  sacerdotal. 


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CAPÍTULO  XIV. 


Transitorio  Gobierno  de  Burgoa.  —  Revolución  de  Atencio.  — 
Gobierno  de  necesidad  del  obispo  Sarmiento  y  de  Oyuela.  — 
2.  El  Coronel  Peñaloza.  —  3.  Situación  de  la  Provincia  y  de  la 
República.  —  4.  Campaña  de  Urquiza  contra  Rosas.  —  Actitud 
de  Benavides.  —  5.  Convocación  de  los  Gobernadores  de 
Provincia  en  San  Nicolás  de  los  Arroyos.  —  6.  Revolución 
contra  Benavides  de  6  de  Junio  de  1862  y  13  de  Noviembre 
de  1853. 


1.  —  La  Madrid  marchó  de  San  Juan  para  Mendoza  el  dia 
27  de  Agosto,  dejando  en  el  mando  gubernativo  de  la  Pro- 
vincia al  Coronel  Don  Anacleto  Burgoa,  cuya  transitoria 
administración  alcanzó  á  solo  diez  y  siete  dias. 

El  único  sostén  armado  con  que  contaba  el  nuevo  gobierno 
eran,  según  La  Madrid,  25  hombres  de  los  vencedores  de  An- 
gaco  y  50  soldados  entre  enfermos  y  desertores  *.  Estas  pe- 
queñísimas fuerzas,  que  pronto  se  habían  de  unir  á  la  monto- 
nera de  Atencio,  eran  por  sus  antecedentes  un  presente  grie- 
go que  solo  sirvió  para  dar  nervio  y  consistencia  á  la  reacción 
federal  que  se  produjo  en  la  Provincia,  casi  á  las  espaldas  del 
Ejército  Libertador. 

La  Madrid  volvía  á  cometer  una  de  sus  muchas  impruden- 
cias, no  dejando  en  San  Juan  base  para  sus  operaciones,  no 
teniendo  á  su  retaguardia  una  garantía  cierta,  una  puerta  de 
salida  para  salvar  del  probable  conflicto  en  que  su  ejército 
iba  á  verse  luchando  contra  fuerzas  superiores. 

La  Madrid,  que  solo  era  dueño  del  terreno  que  pisaba  su 
ejército,  vio  pronto  cortadas  sus  relaciones  con  San  Juan,  y 


Observaciones  sobre  las  Memorias  postumas  del  General  Paz,  pág.  997. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  215 


mientras  desalojaba  la  Cañada  Honda,  en  su  marcha  al  Sud, 
las  partidas  de  Benavides  tomaban  posesión  de  aquella  loca- 
lidad y  organizaban  su  plan  de  reconquista  sobre  la  Provincia. 

En  el  departamento  sub-urbano  de  Santa  Lucía,  había  un 
Comandante  de  Milicias,  Don  Juan  José  Atencio,  hombre 
sencillo  y  sin  convicciones  políticas,  pero  capaz  de  dar  un 
golpe  de  mano  contra  la  situación  de  la  Provincia. 

A  ese  valor  arrojado  de  los  caudillos,  cualquiera  que  sea  la 
talla  de  su  personalidad,  valor  que  ha  llegado  á  ser  una  cua- 
lidad inherente  en  todos,  se  unía  en  Atencio  un  interés  de 
compañerismo  que  lo  impulsó  á  atacar  á  San  Juan.  Un  capi- 
tán, Juan  de  la  Cruz  Sánchez,  estaba  en  capilla  y  debía  ser 
fusilado  el  12  de  Setiembre.  Atencio,  que  se  había  reunido 
con  las  partidas  de  la  Cañada  Honda  y  contaba  con  un  total 
de  sesenta  hombres,  cayó  el  dia  11  sóbrela  ciudad,  rescató 
el  preso  de  las  garras  de  la  muerte  y  puso  al  Gobernador 
Burgos  en  la  necesidad  de  una  fuga  precipitada.  Atencio, 
que  no  pensaba  en  cambios  políticos  ni  en  cosa  que  se  pare- 
ciese, así  que  consiguió  su  objeto  primordial,  buscó  á  quien 
entregar  la  situación  de  San  Juan,  desesperante  por  las  exi- 
gencias de  sus  chusmas  y  falta  de  un  hombre  de  alguna 
representación  que  quisiera  tomar  el  Gobierno  acéfalo  de  la 
Provincia. 

A  los  dos  días  de  este  estado  de  cosas,  que  tenía  aturdido 
al  pobre  hombre,  se  le  indicó  que  viese  al  Obispo  para  que  se 
encargarse  del  gobierno.  El  buen  obispo,  que  seguía  gritando 
muerte  y  exterminio  á  los  vencido*,  se  recibió  del  gobierno  el 
dia  15,  y  continuó  en  estas  funciones  hasta  el  25  del  mismo 
mes,  en  que  por  decreto  del  Comandante  General  de  Armas 
Don  Antonio  Benavides,  fué  nombrado  en  carácter  de  inte- 
rino el  Coronel  Don  José  María  Oyuela,  al  que  ya  hemos 
visto  desempeñando  las  funciones  gubernativas  á  la  llegada 
de  Acha. 

Tenemos,  pues,  que  en  los  cuarenta  y  tres  dias  que  median 
entre  el  13  de  Agosto  y  25  de  Setiembre,  San  Juan  tuvo  ocho 
arbitros  de  su  suerte,  que  son:  Oyuela,  Acha,  Benavides,  La 
Madrid,  Burgoa,  Atencio,  Sarmiento  y  Oyuela,  correspon- 


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216  EL  PAlS   DE   CUYO 

diente  á  cada  uno  de  ellos  un  tiempo  de  5,37  dias  en  sus  fun- 
ciones gubernativas. 

Oyuela  desarrolló  un  plan  de  odios  y  de  persecuciones, 
siendo  sus  primeros  decretos  uno  de  8  de  Octubre  que  man- 
da cargar  la  divisa  federal  á  toda  persona  sin  excepción,  so 
pena  de  no  ser  atendido  por  ninguna  autoridad  y  conside- 
rado como  enemigo  de  la  Causa  de  la  Federación ;  y  otro  de 
25  del  mismo  mes  que  excluye  «de  la  protección  de  las  leyes 
al  salvaje  José  Anacleto  Burgoa,  declarando  los  bienes  de 
los  unitarios,  afectos  á  la  reparación  de  los  perjuicios  que 
hayan  sufrido  los  federales1. 

El  mismo  mes  se  crearon  los  grados  de  Brigadier  Q-eneral 
de  la  Provincia,  con  cuyos  títulos  fueron  agraciados  Pacheco 
y  Benavides. 

Con  esto,  y  los  hosannas  que  el  obispo  seguía  cantando  en 
la  Catedral  de  San  Juan  por  la  destrucción  del  pilón  Madrid, 
se  completa  el  movimiento  político  y  administrativo  en  1841. 

En  los  primeros  dias  de  1842,  Benavidez  volvió  á  San  Juan 
y  reasumió  el  Gobierno  hasta  el  29  de  Abril,  en  que  salió  á 
campaña,  delegando  nuevamente  el  mando  de  la  Provincia. 

2.  —  El  valiente  Coronel  Don  Ángel  Vicente  Peñaloza, 
con  los  restos  gloriosos  del  Segundo  Ejército  Libertador, 
acababa  de  ocupar  la  importante  villa  de  San  José,  de  Já- 
chal,  situada  á  cincuenta  leguas  al  Norte  de  la  capital  de  la 
Provincia. 

El  infatigable  Peñaloza,  con  esa  fó  inquebrantable  que  ins- 
piran las  buenas  causas,  era  el  único  que  en  aquellas  provin- 
cias luchaba  aun  contra  la  tiranía.  Este  famoso  caudillo,  des- 
tinado á  hacerse  tan  célebre  en  las  guerras  de  montonera 
contra  los  ejércitos  de  Rosas,  y  después  en  las  de  robo  y  pi- 
llaje contra  los  gobiernos  de  San  Juan,  no  podía  en  aquellos 
momentos  esperar  nada  de  su  actitud  armada. 

Tan  cierto  es  que  la  educación  influye  de  una  manera  de- 
cisiva en  el  porvenir  de  los  hombres,  que  si  Peñaloza  hubie- 


x  Registro  Oficial  de  San  Juan,  Libro  7,  núm.  1. 


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EL  PAlS  DE   CUYO  217 


ra  tenido  una  educación  igual  á  su  valor  y  constancia  en  la 
guerra  de  montonera  que  inició  en  1842,  la  República  habría 
tenido  en  él  una  columna  inconmovible  en  que  apoyar  las 
instituciones  pisoteadas  por  los  caudillos  de  chiripá  y  de 
levita. 

Peñaloza  carecía  de  inteligencia  y  del  trato  de  gentes  que 
pudieran  suplir  aquélla  por  la  ilustración  ó  tintura  intelec- 
tual; por  eso,  nunca  fué  mas  que  el  brazo  que  ejecuta,  el 
guerrero  de  oficio  que  aplica  su  actividad  y  lleva  el  empuje 
de  su  lanza  donde  se  lo  indica  la  cabeza  que  concibe. 

Peñaloza  fué  un  instrumento  que;  bien  encaminado,  fué 
una  gloria,  y  después,  una  vergüenza  que  refluye  también, 
y  muy  particularmente  contra  los  explotadores  de  sus  cuali- 
dades de  caudillo. 

De  un  hombre  bueno  por  su  corazón,  inclinaciones  y  valor 
guerrero,  las  pasiones  de  bandería  y  quizá  de  partido,  hicie- 
ron un  hombre  malo,  que  inconscientemente  marchó  al  abis- 
mo en  que  se  derrumbó  fascinado  por  vistas  y  miras  agenas 
á  las  suyas. 

Si  para  el  caudillo  feroz  de  1863  *  debe  haber  una  maldi- 
ción de  justicia,  para  el  jefe  del  Segundo  Ejército  Liberta- 
dor debe  también  acordarse  un  voto  de  gracias  por  los  sa- 
crificios sin  cuento  que  hizo  en  bien  de  la  libertad  de  los 
pueblos2. 

La  guerra  entre  Benavi des  y  Peñaloza  fué  ruda  y  tenaz,  y 
el  teatro  elegido  comprendió  la  vasta  zona  que  se  extiende 
desde  la  Provincia  de  San  Juan  hasta  la  de  Tucuman. 

En  1842  se  baten  en  Arauco,  donde  la  mujer  de  Peñaloza 
salva  á  su  marido  por  un  acto  de  abnegación,  recibiendo  ésta 
en  aquel  trance  un  feroz  sablazo  en  la  cabeza;  un  segundo 
combate  tiene  lugar  en  la  Cuesta  de  Miranda  y  el  18  de  Julio, 
en  Los  Manantiales,  á  inmediaciones  de  la  ciudad  de  Tucu- 
man, donde  Peñaloza  es  completamente  deshecho  por  su 
afortunado  rival. 


1  Caucete,  las  Playas,  etc. 

4  Rodeo  del  Medio,  Arauco,  los  Manantiales,  etc. 


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Á 


218  EL  PAÍS  DE   CUYO 


En  1843,  rehecho  Peñaloza  de  sus  anteriores  derrotas,  se 
presenta  nuevamente  en  escena,  y  el  15  de  Enero  vuelve  á  ser 
batido  por  Bena  vides  en  Los  Bañados  de  Ilisca,  costa  alta  de 
los  Llanos;  perseguido  desde  entonces  en  la  guerra  sin  cuartel 
que  se  le  hace,  es  alcanzado  en  Leoncito  en  8  de  Mayo,  y  des- 
pués de  una  nueva  derrota,  se  ve  obligado  é  refugiarse  en 
Chile. 

En  1844,  el  Coronel  Peñaloza,  que  se  halla  en  el  extranje- 
ro, sin  amigos,  sin  patria  y  hasta  á  pié  como  chuscamente  lo 
decía,  en  Chile,  vuelve  á  la  República  Argentina,  esperando 
de  su  valiente  contendor  la  generosidad  en  favor  del  vencido. 

Con  fecha  26  de  Enero,  escribe  á  Benavides  desde  Piedras 
Amarillas,  en  las  cordilleras,  prometiéndole  someterse  al  go- 
bierno de  la  Federación,  con  garantía  de  su  vida  y  la  de  sus 
compañeros  de  peregrinación.  Benavides  le  ofreció  aquella 
especie  de  indulto  y  el  célebre  Peñaloza  entraba  en  San  Juan 
el  21  de  Febrero  con  23  de  sus  compañeros,  despertando  la 
curiosidad  de  aquellos  habitantes,  que  tanto  habían  oído  ha- 
blar del  salvaje  unitario  Chacho  y  de  sus  numerosas  hazañas. 

El  Gobierno  de  Buenos  Aires  reclamó  bien  pronto  la  per- 
sona de  Peñaloza;  pero  Benavides,  que  á  su  buen  corazón  unía 
el  sentimiento  de  la  dignidad,  mirando  como  cosa  sagrada  la 
palabra  empeñada,  eludió  la  requisición  hasta  conseguir  que 
se  respetase  su  compromiso.  Desde  entonces,  aquél  se  entre- 
gó á  una  vida  tranquila  en  los  Llanos  de  la  Bioja,  y  no  se 
oyó  hablar  mas  de  él  hasta  1858,  en  que  trata  de  vengar 
la  muerte  de  su  amigo  Benavides,  haciendo  después  una 
constante  guerra  de  montonera  y  pillaje  á  todos  los  gobier- 
nos de  San  Juan. 

3.  —  El  gobierno  interino  de  San  Juan  había  sido  desem- 
peñado en  este  tiempo  por  el  Ministro  de  Gobierno  Don 
Saturnino  Laspiur  (15  de  Junio  1842)  y  por  Don  Timoteo 
Maradona  (8  de  Junio  1843). 

Benavides  reasumió  el  mando  en  8  de  Julio,  y  continuó  en 
el  ejercicio  de  sus  funciones  gubernativas  con  algunas  inte- 
rrupciones producidas  por  delegaciones  hechas  en  su  minis- 


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EL   PAÍ8   DE   CUYO  219 


tro  Laspiur,  y  en  el  Fiscal  del  Estado  Don  Miguel  Echegaray 
(16  de  Marzo  á  5  de  Mayo  de  1845). 

En  1847,  el  Gobernador  de  Mendoza,  Don  Alejo  Mallea, 
requiere  el  auxilio  armado  de  Benavides  para  sofocar  el  le- 
vantamiento del  Coronel  Don  Juan  Antonio  Rodríguez  en  la 
Frontera  de  San  Rafael. 

Benavides  marcha  con  800  hombres,  y  al  llegar  á  Lujan, 
pueblo  al  Sud  de  la  ciudad  de  Mendoza,  tiene  noticia  de  la 
trágica  muerte  de  Rodríguez,  y  en  su  consecuencia,  contra- 
marcha sobre  su  provincia,  donde  llegó  á  los  treinta  y  tantos 
días  de  su  partida. 

"  Desde  entonces  las  Provincias  de  Cuyo  entran  en  una  com- 
pleta calma,  pero  no  esa  calma  que  pudiera  traducirse  por  la 
tranquilidad  y  paz  délos  tiempos  felices,  sino  esa  paz  forzada 
por  el  descontento  comprimido;  era  la  resignación  del  mártir 
ante  la  horrible  pira  que  el  despotismo  alzara  en  toda  la  Repú- 
blica, no  ya  para  sacrificar  las  libertades  públicas  que  no  exis- 
tían, sino  la  libertad  individual  de  los  que  no  habían  podido 
abandonar  la  Patria. 

La  liga  de  Corrientes.  Entre  Rios  y  Banda  Oriental  del 
Uruguay,  que  Rivera  pretende  reducir  á  una  confederación 
independiente  y  que  Paz  resiste  como  un  atentado  á  la  inte- 
gridad de  la  República,  concluye  por  romperse  completa- 
mente. El  General  Paz  se  dirige  á  Montevideo,  Ferrer  se  en- 
cierra en  Corrientes,  y  Rivera,  batido  y  deshecho  en  el  Arroyo 
Grande  (6  Noviembre  1842),  deja  á  Oribe  en  posesión  tran- 
quila de  todo  el  Norte  del  litoral,  y  en  condiciones  de  lanzar- 
se sobre  Montevideo,  cuyo  gobierno  ambiciona  sin  disimulo. 

Dado  el  estado  de  la  República,  podía  exclamarse  con  las 
palabras  del  Ministro  Sebastiani,  dando  cuenta  á  las  cámaras 
francesas  de  la  capitulación  de  la  Polonia:  «L'ordre  régne 
a  Varsovie»  ¡Sí,  era  la  paz  de  las  tumbas!  Polonia  había  sido 
sacrificada  y  las  águilas  rusas  hincaban  sus  destructoras  ga- 
rras sobre  el  exánime  cadáver  de  aquel  pueblo  mártir. 

La  Provincia  de  San  Juan,  envuelta  en  el  mas  completo 
marasmo,  seguía  su  vida  apática  que  llegó  á  normalizarse 
por  algunos  años. 


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220  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Los  únicos  órganos  de  publicidad  eran  «  El  Republicano 
Federal»,  «  El  Honor  Cuyano  *  y  el  «Registro  Oficial»,  pu- 
blicaciones sucesivas  que  solo  servían  para  informar  que  la 
Mas-horca  continuaba  incansable  en  sus  sacrificios  humanos, 
y  que  el  Héroe  de  la  Independencia  Americana  ( ¡sarcasmo  sau- 
griento!)  velaba  siempre  por  la  suerte  y  prosperidad  délo* 
pueblos. 

El  movimiento  administrativo  de  la  Provincia  estaba  con- 
cretado á  la  percepción  de  una  escasísima  renta,  y  distribu- 
ción en  sueldos  á  los  buenos  empleados  federales. 

En  4  de  Agosto  de  1845  se  ordenó  la  formación  de  un  cen- 
so de  población  en  la  Provincia;  pero  estas  medidas  dic- 
tadas por  el  aburrimiento  y  el  cansancio  de  no  hacer  nada  de 
provecho,  quedaban  sin  efecto  para  volver  á  la  completa 
inacción  que  en  aquella  época  formaba  el  estado  normal  de 
San  Juan. 

La  burla  de  Cuerpo  Legislativo  era  constituido  por  decre- 
tos del  Poder  Ejecutivo,  que  en  resumen  ejecutaba  la  ley 
dictada,  y  aplicaba  en  los  casos  contenciosos  por  medio  de 
sus  jueces. 

En  1846  se  trató  de  establecer  la  defensa  libre  ante  los 
tribunales,  y  una  disposición  gubernativa  reglamentó  su  ejer- 
cicio ;  pero  esta  reforma  solo  parecía  consultar  el  beneficio  de 
los  adictos  al  poder,  que  al  instante  se  convirtieron  todos  en 
abogados,  y  no  sin  provecho,  porque  en  sus  alegatos  les  bas- 
taba para  triunfar  hacer  valer  la  suprema  ley  del  federalis- 
mo y  la  influencia  de  los  amigos  constituidos  en  autoridad. 

Se  reorganizó  el  Poder  Judicial  como  un  corolario  de  la 
medida  anterior,  y  éste  quedó  constituido  como  sigue : 

Un  Tribunal  Supremo  de  Recursos  Extraordinarios,  com- 
puesto de  doce  jueces. 

Cinco  jueces  de  2°  orden,  dos  para  la  ciudad  y  los  otros 
para  Angaco,  Jáchal  y  Valle  Fértil. 

Doce  jueces  de  paz  para  la  ciudad  y  campaña.  Nueve  jue- 
ces comisionados  para  Rodeo,  Iglesia,  Huanaco,  Mogna  y 
Huanacache;  Pedernal  y  Acequión;  Berros  y  Cieneguita;  Ca- 
lingasta  y  Leoncito;  Laguna  y  Bermejo. 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  221 


El  Juzgado  de  Comercio,  formado  de  un  juez  y  dos  colegas 
nombrados  anualmente  por  el  gremio  de  comerciantes.  Este 
juzgado  funcionaba  tres  veces  en  la  semana;  sus  resoluciones 
eran  apelables  al  Juzgado  Supremo  de  Alzadas,  y  sus  pro- 
cedimientos quedaron  reglamentados  por  la  ley  comercial 
de  enjuiciamiento  de  24  de  Julio  de  1830. 

Cinco  años  transcurrieron  en  que  la  Provincia  de  San  Juan 
seguía  estacionada  en  su  vida  política  y  comercial,  hasta 
1861,  en  que  graves  acontecimientos  que  debían  repercutir 
en  el  Interior,  se  desarrollaban  en  Entre  Rios,  afectando  de 
un  modo  serio  la  política  general  y  nuestras  relaciones  inter- 
nacionales. 

El  tratado  de  1828,  que  reconocía  la  Independencia  de  la 
República  Oriental  del  Uruguay,  bajo  la  garantía  de  Fran- 
cia y  de  Inglaterra,  había  sido  violado  por  Rosas  en  1838  y 
en  1840,  so  pretexto  de  auxilios  prestados  á  los  salvajes 
unitarios;  y  en  1843,  por  idénticas  causas,  Rosas  ordenaba  á 
Oribe  que  con  su  ejército  invadiese  aquel  Estado,  lo  que  se 
efectuó,  poniéndose  sitio  á  la  ciudad  de  Montevideo  ( 16  de 
Febrero  de  1843). 

La  proyectada  reconstrucción  del  antiguo  vireynato,  que 
constituía  la  eminente  política  americana  de  Rosas,  llevó  la 
alarma  á  la  Corte  de  San  Cristóbal,  que  tan  interesada  estaba 
en  la  suerte  de  la  Banda  Oriental  é  independencia  del  Para- 
guay, que  había  sido  la  primera  en  reconocer. 

La  iutervencion  anglo-francesa  de  1845  había  concluido 
mas  ó  menos  como  la  de  1840,  hechos  que  tanto  servían  para 
engañar  sobre  las  dotes  diplomáticas  de  Rosas,  pero  que  en 
sustancia  eran  el  resultado  de  la  total  indiferencia  de  la 
Europa,  sobre  todo  en  lo  referente  á  los  semi-bdrbaros  del 
Rio  de  La  Plata. 

El  Brasil,  el  único  interesado  en  esta  cuestión  de  predomi- 
nio ó  equilibrio  político,  se  vio  obligado  á  contener  el  pode- 
roso desarrollo  del  Gobierno  Argentino,  cuyas  miras  encu- 
biertas no  escapaban  á  la  Corte  de  Rio  Janeiro. 

Por  otra  parte,  los  unitarios  de  Montevideo  trabajaban 
también  con  ahinco  buscando  un  aliado  que  les  ayudase  á 


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Á 


EL   PAÍS   DE   CUYO 


derrumbar  á  Rosas,  ideas  y  trabajos  que  los  federales  acusa- 
ron de  traición  á  la  patria,  pero  que  en  el  fondo,  miras  y 
medios  no  era  mas  que  un  recurso  necesario. 

4.  —  El  general  Don  Justo  José  de  Urquiza,  Gobernador 
de  la  Provincia  de  Entre  Rios,  entró  en  el  nuevo  plan  contra 
Rosas,  y  aprovechó  una  de  las  farsas  que  éste  hacía  renun- 
ciando el  gobierno,  y  cuya  aceptación  provocó  la  ruptura 
consiguiente.  Rosas  esperaba,  como  siempre,  la  súplica  de 
sus  tenientes  de  provincia,  que  hablando  en  nombre  de  sus 
gobernados,  le  pedían  que  continuara  sacrificándose  por  la 
prosperidad  y  bienestar  de  los  pueblos  que  lo  aman  y  lo 
bendicen. 

Urquiza  publica  su  manifiesto  en  San  José  en  Mayo  1.°  de 
1851,  contando  ya  con  el  concurso  armado  que  secretamente 
le  promete  el  Gobierno  de  Corrientes  (Virasoro),  y  concluye 
por  celebrar  el  tratado  de  alianza  ofensiva  y  defensiva  con 
el  Brasil  y  República  del  Uruguay,  f  Ap.,  nota  núm.  23). 

El  20  de  Julio,  el  General  Urquiza  al  frente  de  cinco  mil 
hombres  de  Entre  Rios  y  Corrientes,  invade  el  territorio 
oriental,  y  cruzando  el  rio  Uruguay  por  frente  á  Paysandú, 
pasa  al  ejército  de  Oribe  que  con  cerca  de  diez  mil  hombres 
hace  ocho  años  sitia  á  la  heroica  Montevideo.  Oribe  capitula 
en  8  de  Octubre,  y  desde  luego,  el  ejército  aliado  repasa  el 
Uruguay  para  formar  El  Ejército  Grande  con  que  debe  in- 
vadir á  Buenos  Aires. 

A  fines  de  Diciembre,  el  Ejército  Aliado  constaba  de 
10.000  entrénanos,  6.000  correntinos,  2.000  san  tafeemos, 
4.000  de  los  que  sirvieron  á  las  órdenes  de  Oribe,  2.000  orien- 
tales al  mando  del  General  Don  César  Díaz,  y  4.000  brasile- 
ros al  del  Barón  de  Porto -Alegre;  y  con  este  total  de  27.000 
hombres,  Urquiza  invade  á  Buenos  Aires. 

El  coloso  de  Santos  Lugares,  que  se  siente  bambolear  ante 
un  estado  de  cosas  en  extremo  alarmante,  imparte  órdenes  á 
sus  Tenientes  de  Provincias  para  hacer  el  último  esfuerzo  de 
sostenerse  en  el  poder  ejercido  durante  veinte  años. 

El  Gobierno  de  San  Juan,  desempeñado  como  siempre  por 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  223 


Benavides^  comienza  los  alistamientos  de  gente,  moviliza  los 
cívicos  departamentales  y  con  los  cuerpos  ya  organizados, 
reúne  pronto  un  pié  de  ejército  que  ascendió  á  mas  de  2.000 
hombres  *. 

Las  maestranzas  trabajan  con  apuro,  los  cuarteles  están 
llenos  y  las  tropas  se  disciplinan  para  combatir  al  loco  trai- 
dor, salvaje  unitario  Urquiza,  pero aun  no  es  tiempo  de 

ponerse  en  campaña. 

Eosas  urge,  insta  por  la  remisión  de  este  poderoso  contin- 
gente; Benavides,  simulando  la  mayor  obediencia  y  mejor 
buena  voluntad,  promete  y  asegura;  pero ....  aun  no  es  llegado 
el  momento  de  la  marcha. 

¿Será  que  Benavides  tuviese  el  presentimiento  de  la  caída 
del  tirano? 

El  jefe  sanjuanino  sospecha  que  el  resultado  definitivo  d* 
esta  campaña  es  la  obra  del  primer  choque  entre  el  ejército 
de  Rosas  y  las  formidables  fuerzas  que  marchan  sobre  Bue- 
nos Aires.  Rosas  no  tiene  mas  elementos  que  los  que  están 
bajo  su  mano,  y  entre  éstos  falta  la  cohesión  y  armonía  de 
miras,  cuyos  rumores  llevan  el  recelo  á  los  amigos  de  causa 
que  hasta  entonces  siguen  como  simples  espectadores  de  la 
lucha. 

Todo  esto  lo  sabe  Benavides,  ó  quizá  el  deseo  de  perpe- 
tuarse en  el  poder  que  ha  ejercido  por  quince  años,  le  dá  la 
doble  vista  y  la  malicia  que  aun  no  ha  manifestado. 

Lo  probable  es  que  desde  temprano  estuviese  en  conni- 
vencia con  Urquiza,  como  ya  lo  estaban  Yirasoro  y  otros  go- 
bernantes de  provincia. 

Por  fin,  llega  la  noticia  del  choque  délas  vanguardias  en  el 
Puente  de  Márquez  (31  de  Enero);  luego,  la  de  la  famosa  bata- 


1  Batallón  Guardias  Nacionales  movilizadas,  500  hombres;  Batallón  Ca- 
zadores Federales  (veteranos),  Coronel  D.  Francisco  D.  Díaz,  509  hombres; 
Escuadrón  de  Artillería  (4  piezas),  Comandante  D.  N.  Robledo,  8tf  hom- 
bres; Regimiento  núm.  2  Auxiliares  de  los  Andes  (veteranos),  Coronel 
Don  Manuel  Fernández,  435  hombres;  Regimiento  Franqueadores  de  Mili- 
cias (tres  escuadrones);  Regimiento  Descubridores  de  Milicias*,  y  Regimien- 
to Húsares  de  la  Muerte  (veteranos),  Coronel  D.  Ángel  M.  de  los  Rios. 


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A 


224  EL   PAÍ8   DE  CUYO 


lia  de  Caseros  (3  de  Febrero),  y  . . .    á  rey  muerto,  rey  puesto. 

Benavides  se  pronuncia  por  Urquiza  de  quien  pronto  re- 
cibe manifestaciones  de  alto  aprecio.  No  se  crea  por  esto 
que  Benavides  sea  un  camaleón  político;  le  falta  astucia  y 
talento  para  esta  maldad,  que  después  había  de  ser  elevada  á 
la  categoría  de  escuela  política  entre  los  principales  hombres 
de  los  partidos. 

En  Benavides  habló  la  voz  de  la  propia  conservación,  y 
desde  luego,  no  es  mas  que  un  hombre  vividor  que  ha  hecho 
del  gobierno  de  San  Juan  su  única  profesión,  quizá  su  esclu- 
sivo  patrimonio. 

Este  fué  el  gran  pecado  del  caudillo  sanjuanino. 

Si  Benavides  fué  en  la  época  de  la  tiranía  un  gobernante 
manso  y  suave,  que  hizo  de  su  Provincia  el  asilo  único  de 
los  perseguidos  por  Ja  Mas-horca,  no  es  menos  cierto  que  estos 
títulos  no  le  daban  derecho  para  perpetuarse  en  el  gobierno 
de  San  Juan. 

La  era  naciente  exigía  nuevos  hombres,  y  la  política  de 
reconstrucción  del  vencedor  de  Caseros  ofrecía  así  mismo 
una  senda  mas  abierta,  mas  segura  para  la  prosperidad  de 
los  pueblos. 

San  Juan  tenía  un  derecho  indisputable  para  aspirar  á  los 
beneficios  que  debían  surgir  de  la  reorganización  del  país. 

Las  fuerzas  vitales  contenidas  por  el  gobierno  terrorífico 
de  Rosas,  cuya  letal  influencia  pesaba  sobre  toda  la  nación, 
necesitaban  expandirse,  y  los  sanjuaninos,  en  vista  de  nuevos 
horizontes  políticos  y  sociales,  tenían  de  su  parte  la  justicia 
y  el  derecho  al  pretender  encaminar  su  pueblo  á  los  futuros 
destinos  que  les  aseguraban  un  porvanir  mas  despejado  y 
grandioso. 

El  gobernante  sanjuanino  no  alcanzó  á  medir  la  importan- 
cia y  el  radicalismo  de  la  modificación  operada  por  la  suerte 
de  las  armas. 

Benavides  ignoraba  que  las  reacciones  son  tanto  mas  tre- 
mendas cuanto  mas  remarcable  es  el  cambio  que  las  origina. 

Este  error  político  en  que  incurrieron  tantos  hombres  del 
antiguo  sistema,  dio  mas  tarde  lugar  á  los  lamentables  acon- 
tecimientos de  que  nos  ocuparemos  mas  adelante. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  225 


5.  —  El  vencedor  de  Caseros  siguió  en  su  obra  de  orga- 
nización nacional;  y  á  fin  de  constituir  á  la  República  sobre 
la  base  del  tratado  cuadrilátero  (4  Enero  1831),  procedió  á 
convocar  á  los  Gobernadores  de  las  Provincias  á  la  ciudad  de 
San  Nicolás  de  los  Arroyos,  donde  debían  arreglarse  las  con- 
diciones de  elección  y  formación  de  un  Congreso  General  Fe- 
derativo que  dictase  la  constitución  nacional,  esa  aspiración 
suprema  de  los  pueblos. 

La  reunión  tuvo  lugar  en  Mayo,  concurriendo  á  ella  once 
representantes  de  las  provincias,  y  las  que  no  habían  tenido 
representación  como  Salta,  Jujuy  y  Córdoba,  adhirieron  con 
fecha  1.°  de  Julio  á  lo  acordado  en  la  convención  del  31  de 
Mayo. 

Según  este  acuerdo,  se  convocaría  próximamente  un  con- 
greso formado  por  dos  diputados  de  cada  provincia,  el  que 
debía  reunirse  próximamente  en  la  ciudad  de  Santa  Fe. 

Por  el  artículo  18,  se  acordó  á  Urquiza  las  funciones  y  tí- 
tulo de  Director  Provisorio  de  la  Confederación  Argentina. 

La  Convención  de  San  Nicolás  era  una  simple  reunión  de 
los  pequeños  caudillos  llamados  á  formar  un  conciliábulo 
bajo  las  órdenes  del  mas  prestigioso  que  había  derrocado  á 
Rosas,  héchose  muy  sospechoso  y  aun  peligroso  para  el  por- 
venir del  país. 

Desde  luego  se  presumió  que  la  guerra  concluida  en  Case- 
ros no  daría  otros  resultados  que  la  sustitución  de  Rosas  por 
Urquiza,  y  se  miraba  como  una  farsa  sangrienta,  y  así  lo  era, 
la  reunión  de  los  gobernadores  que,  sin  título  alguno,  se 
abrogaban  la  representación  de  los  pueblos  que  gobernaban,  y 
mas  odioso  aparecía  esto,  cuando  entre  esos  gobernantes  figu- 
raban muchos  caudillos  del  antiguo  sistema,  que  amenazaban 
perpetuarse  en  el  poder  irresponsable  ejercido  por  tantos  años. 

Benavides,  uno  de  los  invitados  por  Urquiza,  delegó  el  Go- 
bierno en  el  ciudadano  Don  Zacarías  A.  Yanzi  y  se  puso  en 
marcha  á  San  Nicolás. 

La  Provincia  de  San  Juan,  que  había  esperado  del  triunfo 
de  Caseros  un  cambio  en  el  personal  administrativo,  no  po- 
día avenirse  con  la  prosecución  de  Benavides  en  el  Gobierno; 

15 


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226  KL  PAÍS  DE  CUYO 


y  logrando  la  ausencia  de  éste,  reasumió  su  soberanía  nom- 
brando al  delegado,  como  gobernador  interino;  pero  sucede 
con  todas  las  reacciones,  que  se  olvidan  los  dictados  de  la 
prudencia  y  el  radicalismo  quiere  hacer  siempre  tabla  rasa 
de  todo  lo  que  existió  antes  de  la  reforma. 

Los  excesos  son  en  esta  materia  la  ley  que  parece  regir  los 
acontecimientos;  después  que  se  logra  derribar  un  despotismo, 
viene  la  licencia  y  la  anarquía  con  todos  sus  horrores,  produ- 
ciendo transiciones  violentas  que  ponen  en  mayor  peligro  la 
existencia  de  los  pueblos. 

El  hombre,  que  consigue  reaccionar  contra  sus  creencias 
religiosas,  sustituye  á  las  prácticas  banales  de  su  culto  into- 
lerante y  de  sus  rancias  ideas  de  ciego  fanatismo,  el  de- 
crecimiento, la  abolición  de  toda  creencia,  y  por  este  sistema 
de  reacciones  suele  llegar  hasta  el  ateísmo.  Esto  sucedió  en 
San  Juan  en  el  orden  político. 

6.  —  La  legislatura,  en  sesión  de  6  de  Junio,  no  se  conten- 
tó con  remover  del  mando  legal  á  Benavides,  sino  que  acor- 
dó el  juicio  de  residencia,  allanándole  sus  títulos  militares  con 
prohibición  de  desempeñar  cargo  alguno  en  lo  sucesivo  y 
habitar  el  territorio  de  la  Provincia  por  mas  tiempo  que  el  de 
un  año;  vencido  el  cual,  debía  renovar  el  permiso  de  habita- 
ción, so  pena  de  ser  declarado  sedicioso. 

La  reacción  había  ido  mas  allá  de  lo  que  permitían  la  jus- 
ticia y  aun  la  prudencia. 

Benavides  estaba  muy  lejos  de  ser  un  criminal  á  quien  se 
pudiera  privar  aun  del  derecho  de  asilo  en  su  misma  provin- 
cia; y  los  medios  violentos  que  se  emplearon  para  producir 
un  cambio  político  en  San  Juan,  no  fueron  los  mas  apropo- 
sito  para  garantir  el  éxito. 

Sobre  todo,  los  sanjuaninos  no  debieron  olvidar  que  las 
transiciones  violentas  desprestigian  todas  las  reformas,  y  que 
es  un  axioma  de  aplicación  diaria,  que  entre  los  excesos  debe 
estarse  por  ninguno,  que  el  término  medio  es  el  único,  es  el 
único  extremo  que  puede  adoptarse  como  medio  y  como  fin 
para  alcanzar  un  resultado. 


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I 


EL  PAÍS  de  cuto  227 


Ademas,  Benavides  gozaba  de  un  alto  predicamento  con 
Urquiza,  arbitro  de  la  situación  del  país;  y  era  muy  dudoso 
que  con  las  medidas  adoptadas,  se  consiguiese  el  resultado 
que  se  proponían  los  que  hablaban  á  nombre  del  pueblo;  ni 
las  declaraciones  hechas  que  colocaban  á  Benavides  en  la 
condición  de  un  enemigo  público,  podían  obrar  en  el  ánimo 
de  Urquiza  de  otro  modo  que  no  fuera  el  de  un  movimiento 
sin  rumbos  fijos,  una  verdadera  asonada  sin  causa  formal  que 
justificase  ó  siquiera  excusase  tales  extremos. 

Así  sucedió  que  cuando  el  Director  Provisorio  conoció  en 
sus  detalles  el  movimiento  de  San  Juan,  facultó  á  Benavides 
para  movilizar  las  milicias  de  San  Luis  y  de  Mendoza,  según 
lo  hallase  por  conveniente,  hasta  reponerse  en  el  Gobierno 
de  su  provincia,  del  cual  había  sido  despojado  tan  violenta- 
mente. 

Benavides  se  presentó  en  San  Juan  con  algunas  milicias  de 
San  Luis,  pero  no  encontró  en  su  pueblo  la  menor  resistencia, 
habiendo  quedado  reducido  aquel  movimiento  de  opinión  á 
las  impolíticas  é  imprudentes  declaraciones  de  6  de  Junio, 
germen  de  futuras  desgracias  y  de  una  situación  mas  violenta. 

El  descontento  general  tomaba  creces,  y  aunque  Benavi- 
des, hombre  manso  por  temperamento  y  por  hábito,  no  ejer- 
ció venganzas  ni  persecuciones,  Ja  oposición  á  su  Gobierno 
siguió  maquinando  hasta  encontrar  mejor  oportunidad  que 
asegurase  sus  trabajos  reaccionarios  para  cambiar  al  viejo 
gobernante  que  no  respondía  á  las  necesidades  de  la  época. 

La  noticia  de  la  revolución  de  11  de  Setiembre  en  Buenos 
Aires,  dio  mas  bríos  á  la  oposición,  y  las  condiciones  electo- 
rales en  que  iba  á  entrar  la  Provincia,  ofrecían  nueva  opor- 
tunidad para  trabajar  mas  libremente  en  organizar  elemen- 
tos populares  para  derrocar  al  Gobierno. 

Conforme  al  Acuerdo  de  San  Nicolás,  la  Provincia  debía 
elegir  dos  diputados  titulares  y  un  suplente  que  representa- 
sen á  San  Juan  en  el  Congreso  de  Santa  Fé. 

El  partido  gubernista  eligió  por  sus  candidatos  á  los  Doc- 
tores Don  Salvador  María  del  Carril  y  Don  Antonino  Abe- 
rastain,  y  como  suplente  al  ciudadano  Don  Ruperto  Godoy. 


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228  EL   PAÍS   DE   CUYO 


La  oposición  eligió  al  ciudadano  Domingo  F.  Sarmiento, 
Doctor  Guillermo  Rawson  y  como  suplente  á  Don  Tadeo 
Rojo. 

Compulsados  los  elementos  electorales  de  que  disponía  la 
Provincia,  era  indudable  el  triunfo  de  los  candidatos  oficia- 
les, por  lo  que  la  oposición  se  vio  obligada  á  entrar  en  las 
vías  de  hecho  para  cruzar  la  elección  que  debía  efectuarse 
el  10  de  Diciembre. 

Mientras  se  hacían  trabajos  de  zapa  para  ganarse  la  tropa 
de  línea  que  prestaba  el  servicio  de  guarnición;  la  prensa 
opositora,  representada  en  San  Juan  por  «El  Hijo  de  Mayo»  y 
«La  Libertad»,  hacía  una  propaganda  terrible  contra  el  Go- 
bierno, y  pintaba  con  subidos  colores  la  situación  violenta 
porque  atravesaba  la  Provincia. 

«El  Constitucional»  de  Mendoza  había  iniciado  la  misma 
cruzada,  y  según  este  órgano,  la  tiranía  de  Benavides  lo  ha- 
bía desquiciado  todo,  y  reasumido  en  su  mano  la  suma  de  los 
poderes  públicos. 

Sabido  es  cuánto  exageran  las  pasiones  de  partido  y  cuán- 
to debe  recelarse  del  criterio  enfermo  con  que  se  juzgan 
hasta  los  hechos  mas  insignificantes  del  enemigo  que  se 
combate. 

Lo  cierto  es  que  la  situación  de  la  Provincia  era  por  demás 
tirante,  y  que  el  fanatismo  político  estaban  á  punto  de  rom- 
per la  última  valla  de  conciliación  y  prudencia  para  entrar 
en  las  vías  de  hecho,  que  hubieran  envuelto  al  pueblo  en  los 
horrores  de  la  guerra  fratricida. 

El  Director  Provisorio,  á  fin  de  apaciguar  los  ánimos  y 
hacer  desaparecer  aquel  estado  anormal  de  la  Provincia, 
nombró  en  comisión  como  interventor  de  paz  en  San  Juan 
al  sargento  mayor  Don  José  Joaquín  Gómez;  y  el  Gobierno 
de  Mendoza,  por  su  parte,  interponiendo  sus  buenos  oficios, 
mandó  en  comisión  á  Don  Baltazar  Sánchez  y  Don  Damián 
Hudson. 

Los  comisionados  dieron  pronto  por  terminado  su  cometi- 
do, y  se  retiraron  sin  dejar  ni  la  mas  simple  esperanza  de  un 
arreglo  pacífico  definitivo,  que  solucionase  el  problema  polí- 
tico que  parecía  iba  á  resolverse  por  el  uso  de  las  armas. 


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EL  PAÍS  DE   CUTO  229 


Sea  dicho  en  honor  de  la  verdad,  no  debió  ser  muy  tiránico 
-el  Gobierno  de  Benavides,  cuando  la  oposición  pudo  organi- 
zar sus  elementos  de  lucha,  y  sus  órganos  en  la  prensa  con- 
tinuar su  ardiente  propaganda. 

Pero  es  que  Benavides  era  la  fuerza  de  inercia,  verdadera 
virtud  antes  del  3  de  Febrero,  porque  en  esa  época  maldita 
toda  obra  se  traducía  en  vejaciones,  exacciones  y  sangre  para 
los  pueblos  que  hacía  veinte  años  vivían  bajo  el  sistema  del 
terror;  después  de  la  caida  de  Rosas,  la  nueva  era  parecía 
requerir  nuevos  hombres,  nuevos  propósitos  que  respondie- 
sen á  la  obra  de  reconstrucción. 

Benavides,  que  ignoraba  esta  verdad,  había  de  pagar  mas 
tarde  á  muy  alto  precio  su  amor  al  poder  y  su  empeño  ciego 
en  no  ceder  á  la  transformación  que  los  acontecimientos  ope- 
raban en  toda  la  [República. 

La  oposición,  que  había  madurado  sus  planes  y  adquirido 
los  elementos  para  la  tan  anunciada  revolución,  produjo  al 
fin  el  movimiento  que  tanto  se  esperaba,  porque  estaba  en 
«el  conocimiento  de  todos. 

El  dia  13  de  Noviembre  á  las  12  de  la  noche,  el  cabo  Pedro 
Castillo  de  la  guardia  de  San  Clemente  ( cuartel ),  disparaba 
un  tiro  al  aire,  y  siendo  esta  la  señal  convenida  que  anuncia- 
ba la  sublevación  de  la  guardia,  comenzaron  á  llegar  al  cuar- 
tel todos  los  particulares  iniciados  en  la  revolución. 

Aumentado  el  número  á  ciento  y  tantos  hombres,  marcha- 
ron sobre  la  plaza  mayor,  donde  rindieron  la  guardia  del 
Cabildo,  después  de  un  pequeño  tiroteo  que  costó  la  vida  á 
dos  soldados. 

Al  amanecer  del  nuevo  dia,  se  desarrollaba  dicho  plan  entre 
^1  ruido  de  cohetes,  repiques  de  campana  y  aclamaciones  de  los 
revolucionarios  que  en  número  como  de  trescientos  hombres 
se  ocupaban  en  levantar  barricadas  y  formar  cantones. 

Mientras  los  revolucionarios,  que  habían  nombrado  por  su 
jefe  al  coronel  Don  Santiago  Albarracin,  continuaban  sus 
obras  de  defensa,  Benavides  reunía  gente  en  el  Pueblo  Viejo 
para  establecer  sitio  á  la  ciudad. 

En  tanto  que  se  vigorizaban  las  obras  y  elementos  de  la 


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Á 


230  EL  PAÍS   DE   CUYO 


defensa  y  del  ataque,  en  toda  la  ciudad,  se  sentían  las  deto- 
naciones.de  los  fuegos  de  guerrillas  con  que  parecían  querer- 
se amedrentar  sitiados  y  sitiadores,  estado  que  duró  hasta  el 
dia  17  sin  hecho  notable,  que  prometiese  acabar  con  aquel 
estado  de  guerra. 

El  dia  17,  la  Cámara  de  Justicia  fué  investida  del  mando 
supremo  de  la  plaza,  y  nombrada  en  comisión  para  tratar  de 
un  avenimiento  con  el  Gobernador  propietario,  que  con  fuer- 
zas numerosas  sostenía  un  sitio  riguroso. 

Muy  tarde  comprendieron  los  revolucionarios  que  mientras 
la  persona  del  prestigioso  caudillo  no  estuviese  asegurada,  era 
inútil  todo  movimiento  subversivo  contra  el  orden  existente. 

Sucediéronse  los  parlamentos,  las  comisiones,  los  remedos 
de  arreglo;  pero  á  medida  que  se  hacía  mas  apremiante  la  si- 
tuación de  los  revolucionarios  por  falta  de  agua  y  bastimen- 
tos, Benavides  se  volvía  mas  exigente,  hasta  que  al  amanecer 
del  dia  19,  intimó  á  la  plaza  se  rindiese  á  discreción  en  el  tér- 
mino de  dos  horas. 

La  tropa  de  los  sitiados  parece  que  esperaba  la  intimación 
como  una  orden,  y  así  fue,  que  al  punto  se  pasaron  en  masar 
abandonando  la  plaza  y  á  los  jefes  de  la  revolución  que,  in- 
dignados y  temerosos,  buscaron  un  refugio  en  la  iglesia  ca- 
tedral. 

El  mismo  dia  19,  Benavides,  que  estaba  en  posesión  de  la 
ciudad,  dictó  un  decreto  de  indulto  y  perdón  para  todos  los 
comprometidos  en  la  revolución,  concluyendo  así  este  movi- 
miento que  solo  sirvió  para  afianzar  mas  el  poder  del  jefe 
sanjuanino. 

Para  el  pago  de  los  gastos  de  guerra,  Benavides  impuso  é 
los  vencidos  un  empréstito  forzoso,  que  al  fin  solo  fue  llenado 
en  parte,  siendo  ésta  la  única  medida  de  extorsión  que  el  ven- 
cedor impuso  á  los  vencidos. 

El  Doctor  Don  Elias  Bedoya,  que  el  Director  Provisorio 
había  mandado  como  agente  confidencial,  llegó  á  San  Juan 
al  mismo  tiempo  que  un  comisionado  del  Gobierno  de  Men- 
doza, Don  Juan  de  Rosas,  los  que  después  de  13  dias  de  resi- 
dencia en  la  Provincia,  se  retiraron  informando  de  un  modo 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  231 


muy  desfavorable  para  la  revolución,  y  calificando  aquel  su- 
ceso como  un  simple  movimiento  de  anarquía  sin  la  menor 
causa  forma]  que  pudiese  ni  aun  excusarlo. 

Los  señores  Rawson  y  Rojo,  asilados  en  Mendoza,  impug- 
naron en  el  «Constitucional  délos  Andes»  la  conducta  apa- 
sionada del  comisionado  Bedoya,  lo  que  originó  las  réplicas 
severas  que  éste  hizo  en  cartas  del  15  y  19  de  Febrero,  fe- 
chadas en  el  Rodeo  del  Medio  y  en  San  Luis. 

Los  comisionados  desmintieron  las  tropelías,  robos  y  muer- 
tes inventadas  para  desprestigiar  á  Benavides;  protestaron 
de  la  buena  voluntad  de  éste  para  renunciar  al  Gobierno  que 
parecía  formaba  todo  el  empeño  de  los  opositores,  y  concluían 
con  este  párrafo  que  demuestra  las  mezquindades  de  los  par- 
tidos políticos  en  las  provincias,  y  que  tomamos  de  una  carta 
en  folleto  que  sobre  estos  sucesos  se  publicó  en  aquella  época, 
dirigida  á  los  señores  Rawson  y  Rojo. 

« Ciego  en  mi  propósito  de  operar  un  cambio,  y  dejar  á 
todos  satisfechos,  me  ocurrió  la  idea  de  pedir  al  General  Be- 
navides su  influencia  para  colocar  de  Gobernador  á  uno  de 
los  vuestros.  El  General  se  me  prestó  de  muy  buena  gana,  y 
me  pidió  que  vuestros  partidarios  fijasen  el  candidato;  pá- 
selo en  noticia  de  los  vuestros,  y aquí  fue  Babilonia. 

¡Señores!  vuestro  pequeño  partido  se  sub-dividió  en  átomos. 
Ningún  candidato  satisfacía  á  la  generalidad  de  los  vuestros, 
mientras  que  cualquiera  de  vuestros  primeros  hombres  era 
bueno  en  concepto  del  General  Benavides.» 

Después  de  estos  sucesos  que  dejaron  en  completo  divor- 
cio á  Benavides  con  el  partido  de  oposición  ó  hicieron  mas 
profunda  la  escisión  que  dividía  á  aquel  pueblo,  la  Provincia 
siguió  en  su  marcha  de  lento  progreso,  que  era  mas  bien  la 
obra  del  tiempo,  y  continuó  la  tumultuosa  sucesión  de  gober- 
nantes que  forma  una  triste  especialidad  en  la  Provincia  de 
San  Juan. 

En  este  tiempo  desempeñaron  el  gobierno  de  la  Provincia, 
como  delegados  de  Benavides,  Don  Juan  Luis  Riveros  y  Don 
José  Antonio  Duran,  de  cuya  transitoria  administración  ape- 
nas queda  el  recuerdo  en  algunos  decretos  ó  disposiciones  de 
carácter  puramente  municipal. 


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CAPITULO  XV. 


Gobierno  del  Coronel  D.  Francisco  D.  Díaz.  —  2.  Constitución 
Provincial.  —  3.  Cuestión  sobre  el  patronato.  —  4  Derro- 
camiento del  Gobernador  Díaz  y  nombramiento  de  Benavi- 
des.  —  5.  Intervención  nacional  á  cargo  del  Dr.  Don  Nica- 
nor Molinas. 


1.  —  Al  principiar  el  año  1855,  Benavides  renunció  el  go- 
bierno de  San  Juan,  siéndole  acordada  por  la  Legislatura 
una  guardia  para  su  seguridad  de  un  sargento,  un  cabo  y  cua- 
tro soldados,  para  resguardarle  de  los  peligros  que  le  rodea- 
ban por  causa  de  la  profunda  escitacion  de  los  partidos  lo- 
cales. 

El  Coronel  Don  Francisco  D.  Díaz,  que  desde  el  4  de  Ene- 
ro estaba  en  posesión  del  Gobierno  en  reemplazo  de  Bena- 
vides, funcionaba  solo  de  hecho,  porque  ninguna  de  las  con- 
diciones de  la  ley  se  había  llenado  para  su  nombramiento 

El  9  de  Marzo,  el  Gobierno  Nacional  confirmó  su  nombra- 
miento, declarando  que  no  habiéndose  dado  la  Provincia  su 
constitución  local,  no  conocía  oficialmente  las  instituciones 
que  la  regían,  y  que  en  consecuencia,  le  reconocía  en  el  ca- 
rácter de  gobernante  provisorio  con  encargo  expreso  de  con- 
vocar una  convención  constituyente  que  subsanase  el  mal  in- 
dicado. 

El  gobernador  Díaz,  que  ocupó  el  gobierno  de  San  Juan 
hasta  el  17  de  Marzo  de  1857,  realizó  durante  su  administra- 
ción reformas  de  suma  utilidad  en  el  orden  provincial,  y  aun 
en  el  nacional,  como  agente  directo  de  la  autoridad  de  la 
Nación. 

En  el  orden  nacional,  se  creó  la  circunscripción  Militar  del 
Oeste,  comprendiendo  á  las  provincias  de  San  Juan,  Mendoza, 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  233 


Rioja  y  Catamarca,  nombrándose  por  jefe  militar  á  Bena- 
vides1. 

Se  creó  la  administración  de  rentas  (aduana  y  correos)  por 
decreto  19  de  Junio. 

En  el  orden  provincial  se  hicieron  creaciones  y  reformas 
de  la  mayor  importancia,  y  son  las  siguientes: 

Por  ley  de  27  de  Febrero  se  crearon  dos  Juzgados  de  Letras 
en  la  capital  de  la  Provincia,  en  lugar  de  los  Juzgados  de  2.° 
Orden  que  fueron  suprimidos;  el  uno  para  conocer  en  los 
asuntos  civiles  y  otro  con  jurisdicción  exclusivamente  en  lo 
criminal.  Suprimióse  el  Juzgado  de  Orden  de  la  villa  del  Sal- 
vador (Angaco)  y  el  de  Minas  de  Jáchal.  En  esta  villa  y  en 
la  de  Valle  Fértil  se  limitó  la  jurisdicción  de  los  Jueces  de 
Orden  á  la  sola  sustanciacion  de  los  juicios  que  debían  reci- 
bir su  fallo  definitivo  en  la  capital  de  la  Provincia. 

Se  dictó  un  reglamento  con  143  artículos  sobre  adminis- 
tración de  Justicia,  que  muy  pocas  modificaciones  introdujo 
á  las  prácticas  establecidas,  viniendo  á  servir  de  base,  al  año 
siguiente  para  una  ley  de  enjuiciamiento  judicial,  cuya  con- 
fección se  encargó  á  Don  Pedro  N.  Cobos,  leguleyo  de  alto 
crédito  en  aquella  fecha,  la  que  fué  presentada  en  29  de  Di- 
ciembre de  1866  y  que  jamás  llegó  á  ponerse  en  vigencia. 

No  obstante  estas  tentativas  para  la  organización  de  un 
buen  sistema  judiciario,  nada  se  pudo  hacer  por  falta  de 
idoneidad  en  los  llamados  á  decidir  sobre  las  controversias 
de  derecho;  las  influencias  personales  y  las  del  dinero  siguie- 
ron inclinando  la  balanza  de  Thémis  hacia  el  platillo  que  re- 
ribía  mayor  pesantez. 

En  15  de  Julio  (1856),  se  crearon  dos  escuelas  modelo  de 
enseñanza  gratuita  para  ambos  sexos,  las  que  se  estable- 
cieron con  un  idóneo  personal  docente  y  administrativo  y 
dieron  muy  buenos  resultados;  se  crearon  igualmente  otros 
establecimientos  de  educación,  de  los  que  nos  ocuparemos 
mas  adelante,   por  cuanto   la   educación  del    pueblo   tiene 


*  Esta  circunscripción  militar  fué  dividida  en  14  de  Junio  de  1861  en  las 
dos  del  Sud-oeste  y  Nord-este,  formada  la  primera  de  San  Juan  y  Mendoza. 


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á 


234  EL  PAÍS   DE  CUYO 


para  nosotros  mayor  importancia  de  la  que  se  le  da  general- 
mente. Es  por  esto  que  en  el  curso  de  este  trabajo  nos  hemos 
de  limitar  á  simples  referencias  é  indicaciones  para  tratar 
por  separado  tan  importante  materia. 

2.  —  El  7  de  Abril  (1856)  se  dictó  la  Constitución  Provin- 
cial; y  aunque  ella  estaba  muy  lejos  de  responder  á  las  nece- 
sidades de  la  situación,  bastó  á  dar  una  forma  mas  regular  á 
la  administración  pública  y  á  establecer  una  norma  que  sir- 
viese en  parte  de  impedimento  ó  control  al  proceder  volun- 
tarioso de  los  gobernantes. 

El  espíritu  reaccionario  de  la  época  tuvo  su  parte  princi- 
pal en  la  confección  de  esta  Carta  política,  y  por  eso  se  vie- 
ron en  ella  algunas  declaraciones  de  difícil  aplicación,  tal 
como  la  facultad  acordada  á  la  Legislatura  para  declarar  los 
casos  de  imposibilidad  física  ó  mental  del  Gobernador. 

En  presencia  de  esta  declaración,  que  hasta  puede  ser  cali- 
ficada de  absurda,  nos  viene  á  la  memoria  aquel  axioma  tan 
conocido,  de  que  es  mas  fácil  construir  que  reconstruir. 

Por  esta  época  se  publicaron  en  San  Juan  tres  periódicos, 
que  eran:  «El  9  de  Julio»,  de  carácter  oficial;  «El  Correo  de 
los  Andes»  y  «El  Agricultor»,  que  gozaron  de  muchas  consi- 
deraciones en  el  concepto  público. 

3.  —  El  Gobierno  llevó  sus  reformas  hasta  los  dominios 
de  la  iglesia,  invocando  á  este  fin  el  acuerdo  y  decreto  nacio- 
nal de  1.°  de  Marzo  de  1855,  que  nombró  á  los  Gobernadores 
vicepatronos  de  las  iglesias  fundadas  en  el  territorio  de  su 
jurisdicción. 

Las  tendencias  de  las  autoridades  eclesiásticas,  que  siempre 
se  han  manifestado  por  la  independencia  absoluta  del  poder 
civil,  iba  á  asomar  nuevamente  en  San  Juan,  sino  para  hacer 
correr  sangre  como  en  1825,  al  menos  para  producir  un  nue- 
vo escándalo  de  los  que  tanto  gustan  las  gentes  de  iglesia. 

El  gobierno  de  Díaz  reformó  la  demarcación  de  los  curatos 
de  Santa  Lucía,  Caucete,  Albardon  y  Pocito,  que  habían  sido 
creados  en  25  de  Abril  de  1853,  y  erigió  el  nuevo  curato  de 
La  Santísima  Trinidad  en  25  de  Abril  de  1855. 


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I 


EL   PAÍS   DE   CUYO  235 


A  requisición  del  Gobierno  Nacional,  que  en  21  de  Noviem- 
bre (1853)  había  pedido  al  de  San  Juan  un  estado  de  las  ren- 
tas eclesiásticas  en  el  Obispado  de  Cuyo,  éste  dirigió  notas  al 
Provisor  Sede  Vacante  Don  Timoteo  Maradona  para  que 
informase  al  respecto,  notas  que  el  Provisor  encarpetó  al  mo- 
mento, dando  lugar  aquel  sistemado  silencio,  verdadero  desa- 
cato á  la  autoridad  política,  á  que  se  reiterasen  los  oficios 
bajo  conminación  de  dar  cuenta  ala  autoridad  nacional  sobre 
h  conducta  observada. 

El  Provisor,  faltando  hasta  á  los  deberes  de  la  buena  edu- 
cación, siguió  guardando  silencio  sin  acusar  recibo  á  las  no- 
tas mencionadas  y  rehuyendo  la  cuestión  pendiente,  dirigió 
una  nota  al  Gobierno  sobre  el  curato  creado  en  Trinidad,  re- 
clamando para  sí  el  derecho  exclusivo  de  crear  curatos  y 
marcar  su  comprehension,  sosteniendo  que  el  Gobierno  no 
tenía  al  respecto  mas  facultad  que  la  de  prestar  su  aproba- 
ción á  lo  que  acordase  la  autoridad  eclesiástica. 

Por  fin,  después  de  largas  dilaciones  y  de  la  intervención 
fiscal,  remitió  algunos  estados  de  nacimientos  y  defunciones, 
lo  que  vino  á  poner  mas  tirante  las  relaciones,  ya  vidriosas, 
haciendo  que  la  repulsión  indirecta  se  convirtiese  en  la  hos- 
tilidad mas  completa.  Así  fué,  que  el  indiscreto  Provisor  fué 
llamado  por  intermedio  del  Fiscal  para  que  informase  sobre 
la  masa  decimal  correspondiente  al  coro  de  canónigos  y  Ca- 
bildo Eclesiástico,  renta  que  la  Curia  había  percibido  por 
veinte  años  sin  haber  acreditado  su  empleo  conforme  á  los 
fines  de  su  creación. 

A  estas  desagradables  y  enojosas  incidencias,  se  agregó  la 
de  un  recurso  de  fuerza  intentada  por  un  presbítero  Linch, 
lo  que  fué  causa  de  medidas  asaz  severas  por  parte  de  la  au- 
toridad civil. 

El  Gobierno  exigió  á  Maradona  los  títulos  que  lo  acredi- 
tasen como  gobernador  del  Obispado,  apremiándole  para  que 
los  exhibiese  dentro  de  tercero  dia;  y  como  el  Provisor  se  li- 
mitase á  exponer  que  estaba  investido  en  su  carácter  de  Vi- 
cario Sede  Vacante  por  delegación  del  obispo  Sarmiento,  sin 
adjuntar  título  alguno,  y  haciendo  formales  protestas  contra 


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236  EL   PAÍS   DE   CUYO 


tales  procedimientos,  considerados  altamente  atentatorios  á 
su  dignidad  episcopal,  sus  quejas  dieron  por  único  resultado 
la  fijación  del  término  de  cuarenta  y  ocho  horas  para  que 
presentase  las  credenciales  exigidas. 

La  cuestión,  que  había  perdido  el  carácter  de  templanza  y 
moderación  tan  necesaria  en  todo  género  de  contiendas,  si  se 
quiere  arribar  á  un  resultado  pacífico,  tocó  en  recriminacio- 
nes acres,  y  en  seguida,  en  provocaciones  mal  disfrazadas. 

Maradona  hizo  cuestión,  no  ya  de  simple  jurisdicción,  sino 
de  amor  propio  y  aun  de  capricho,  guardando  la  reciprocidad 
á  que  creyó  verse  arrastrado.  Rechazó  el  mandato  y  aper- 
cibimiento contenidos  en  la  última  nota  del  Gobierno,  ya  por- 
que no  se  hacía  por  vía  de  ruego,  según  la  formal  práctica 
establecida  en  iguales  casos,  como  porque,  no  habiendo  con- 
cordato alguno  celebrado  con  la  Santa  Sede  que  marcase  las 
obligaciones  recíprocas,  creía  estar  libre  de  la  jurisdicción 
civil  á  que  se  le  quería  someter  en  una  cuestión  del  exclusivo 
fuero  eclesiástico,  y  concluía,  en  su  nota  de  Julio  «...  .si  la 
justicia  acuerda  altos  respetos  al  magistrado  civil  de  la  Pro- 
vincia, también  los  tiene  la  autoridad  del  Obispado,  revestida 
en  su  carácter  de  superior  calidad». 

A  la  insolencia  de  la  nota  se  unía  el  total  desconocimiento 
de  la  potestad  temporal,  y  la  completa  ruptura  á  que  se  lle- 
gaba por  la  nueva  negativa  del  Provisor. 

En  este  estado  de  relaciones,  en  que  cada  una  de  las  auto- 
ridades nombradas  estaba  en  acecho  para  atacar  la  parte  mas 
vulnerable  que  le  ofreciese  el  adversario  en  el  curso  de  sus 
negocios  respectivos,  sucedió  el  nombramiento  que  hizo  el 
Provisor,  de  Notario  Eclesiástico. 

Nuevo  debate,  nuevas  y  mas  acaloradas  argumentaciones- 
El  Gobierno,  so  pretexto  de  ejercer  el  vice-patronato,  maudó 
cesar  al  Notario  nombrado.  Maradona  conviene  en  la  suspen- 
sión, pero  deja  sin  proveer  el  puesto,  hasta  que  aquél  ordena 
é  intima  se  haga  nuevo  nombramiento  conforme  á  las  for- 
malidades debidas,  quedando  en  definitiva  sin  resolverse 
esta  nueva  querella. 

El  Provisor,  á  quien  parece  que  la  polémica  tiene  ya  can- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  237 


sado,  ó  que  pretende  ocurrir  á  medidas  evasivas  para  dejar 
insoluta  la  cuestión  principal,  pasa  aviso  de  cortesía,  de  ausen- 
tarse de  la  capital  de  la  diócesis  vacante;  quizá  era  una  tre- 
gua que  daba  al  asunto;  pero  antes  de  la  partida,  reúne 
el  clero  secular  y  regular  (Agosto  12)  en  la  iglesia  Catedral, 
y  les  presenta  en  proyecto  un  escrito  en  que  fulminaba  un 
anatema  contra  el  Procurador  Fiscal. 

Apercibido  el  Gobierno  de  esta  violenta  medida,  que  co- 
mienza de  un  modo  muy^sério  á  alarmar  el  espíritu  público, 
dirige  nueva  nota  en  que  impone  silencio  al  contendor,  le 
prohibe  la  salida  de  San  Juan  y  le  conmina  á  abstenerse  de 
lanzar  censura  alguna,  exigiéndole  en  lo  sucesivo  guarde  la 
urbanidad  y  respeto  correspondientes  ala  autoridad  superior 
de  la  Provincia,  procediendo  enseguida  á  dar  cuenta  á  la  Au- 
toridad Nacional  de  todo  lo  ocurrido,  como  se  ve  por  la  nota 
siguiente : 

«El  Gobierno  Provisorio. — San  Juan,  Agosto  28  de  1865. — 
Al  Exmo.  Señor  Ministro  de  Justicia,  Culto  é  Instrucción 
Pública  déla  Confederación.— Tengo  el  pesar  de  participar  á 
V.  E.,  que  el  Provisor  y  Gobernador  del  Obispado  de  Cuyo, 
en  sede  vacante,  Don  Timoteo  Maradona,  ha  empezado  á 
desplegar  en  esta  Provincia  una  conducta  tan  extraña  al 
común  acuerdo  y  perfecta  inteligencia  que  debe  reinar  entre 
la  autoridad  civil  y  eclesiástica,  que  no  solo  sirve  de  obs- 
táculo á  las  miras  políticas  y  civiles  del  Gobierno,  sino  tam- 
bién de  escándalo  á  la  moral  pública,  cuyo  desacordado  pro- 
ceder puede  traer  consecuencias  muy  fatales,  desde  que 
arroja  un  incentivo  á  las  pasiones  de  partido  ala  expectativa 
de  todo  lo  que  pueda  obstaculizar  la  regularidad  y  buen 
orden  de  la  Administración  y  prontas  á  suscribir  á  todo  lo 
que  es  corrosivo  y  anárquico. 

«Las  referencias  que  me  permito  hacer  á  V.  E.  á  continua- 
ción, para  que  se  sirva  elevarlas  al  supremo  conocimiento  del 
Exmo.  Sr.  Presidente  de  la  República,  con  los  documentos 
relativos,  le  presentarán  el  testimonio  auténtico  de  lo  que 
dejo  expresado. 


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Á 


238  EL  PAÍS  DE   CUYO 

«Tiempo  hacía,  Exmo.  Señor,  que  el  Gobierno  de  San 
Juan,  animado  de  los  mejores  sentimientos  de  paz,  de  patrio- 
tismo y  abnegación,  por  que  el  orden  y  fraternidad  se  conso- 
lidasen en  esta  Provincia,  había  hecho  prescindencia  de  la 
comportacion  que  el  Provisor  había  empezado  á  observar, 
contraria  á  los  principios  constitucionales  que  el  Gobierno 
se  ha  propuesto  seguir  para  el  bien  y  prosperidad  de  la  Pa- 
tria. 

«El  Provisor  Maradona,  no  solo  excusó  jurar  la  Constitu- 
ción Federal,  sino  que  influyó  en  el  ánimo  del  clero  regular 
y  secular  para  que  no  lo  efectuasen,  y  en  seguida  dirigió  re- 
clamación al  Gobierno  Nacional,  solicitando  la  reforma  de 
ese  código  en  la  parte  que  habla  de  la  libertad  de  cultos  y  de- 
clara abolidos  los  fueros.  La  resistencia  con  que  aquel  Pre- 
lado se  ha  mostrado  á  cumplir  con  la  disposición  del  Gobier- 
no Nacional  (21  de  Noviembre  de  1853),  que  ordena  se  le  pase 
un  conocimiento  de  las  rentas  que  hoy  sostienen  el  culto  en 
la  Provincia,  á  pesar  de  los  repetidos  requerimientos  que  se  le 
han  hecho  al  respecto  por  el  de  San  Juan,  demuestra  su  per- 
severancia en  esas  ideas  contrarias  á  los  principios  constitu- 
cionales, y  la  indiferencia  con  que  mira  las  disposiciones  de 
las  autoridades  que  lo  sostienen. 

«En  los  asuntos  que  ha  tenido  que  entender  con  el  Provisor 
Maradona  sobre  instituciones  capellánicas,  cuyo  origen  no 
se  conoce;  sobre  fondos  que  el  Estado  ha  proporcionado  á  la 
Iglesia  de  los  productos  de  diezmos  para  objetos  determi- 
nados, de  los  cuales  no  se  ha  hecho  inversión  alguna  y  se  ig- 
nora la  existencia  del  crecido  capital  que  forman  aquellas 
sumas;  sobre  vacantes,  etc.,  se  ha  denegado  siempre  á  enten- 
derse por  medios  racionales  y  equitativos,  y  ha  desconocido 
la  justicia  y  derecho  que  el  Gobierno  tiene  á  llamar  á  la  Cu- 
ria Eclesiástica  á  esos  arreglos,  fundado  en  la  absoluta  inde- 
pendencia que  le  constituye  inmune. 

«Desconociendo  el  Provisor  sus  propios  deberes  y  las  re- 
galías del  Patrono  de  la  Iglesia,  procedió  á  nombrar  Cura  de 
almas  en  la  Parroquia  de  Concepción,  sin  la  debida  presen- 
tación al  Gobierno. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  239 


«En  la  división  de  curatos  que  el  Gobierno  practicó  en  esta 
Provincia,  de  acuerdo  con  la  Curia  Eclesiástica,  cuando  le 
requirió  al  Provisor  la  provisión  de  curas,  negó  al  Ejecutivo 
el  derecho  de  poder  hacer  dicha  división,  sin  que  precediese 
decreto  de  la  Curia  para  el  efecto. 

«Se  ha  opuesto  el  Provisor  á  una  ley  de  la  Provincia  que 
dedicó  el  edificio  y  sitios  adyacentes  del  Convento  de  la  Mer- 
ced, á  beneficio  de  la  educación  de  la  juventud. 

«Después  de  ese  germen  de  contradicciones,  que  hasta  cierto 
punto  ha  creado  embarazos  á  la  marcha  política  y  adminis- 
trativa del  Gobierno  en  los  arreglos  interiores,  que  tanto  ne- 
cesita este  pueblo,  se  ha  dejado  sentir  una  excitación  sobre 
la  legalidad  ó  ilegalidad  con  que  el  Provisor  Maradona  ejer- 
ció la  jurisdicción  de  Prelado  diocesano. 

«Esa  duda  se  hizo  aun  mas  notable  y  general,  cuando  en  es- 
critos que  el  presbítero  Don  José  Pablo  Linch,  había  pre- 
sentado á  la  Exma.  Cámara  de  Justicia,  y  de  los  que  el  Fiscal 
Público  había  tenido  conocimiento,  se  hacía  mención  de  la 
falta  de  legalidad  de  los  títulos  con  que  el  Provisor  ejercía  su 

jurisdicción 

» 

< Posteriormente  y  después  de  reiteradas  negativas  del  Pro- 
visor á  presentar  los  diplomas  que  el  Gobierno  le  exigía,  reu- 
nió el  clero  regular  y  secular  en  la  sala  rectoral  de  la  santa 
iglesia  Catedral,  con  el  fin  de  que  ambos  le  prestasen  reco- 
nocimiento en  su  carácter  de  Prelado. 

«Considerando  el  Gobierno  que  ese  acto  no  podía  tener  otro 
objeto  que  el  de  colocar  la  Provincia  en  entredicho  con  la 
Iglesia,  si  el  Ejecutivo  en  cumplimiento  de  su  deber  expedía 
alguna  disposición  represiva  por  los  procedimientos  del  Pro- 
visor, juzgó  oportuno  invitar  á  su  despacho  á  uno  y  otro 
clero  con  el  fin  de  que  expresasen  los  incidentes  que  hubie- 
ren promediado  en  aquel  acto,  y  de  observarle  los  errores  que 
en  él  se  hubiesen  cometido. 

«La  nota  circular  invitatoria  que  el  Ministerio  les  dirigiera 
y  acta  que  se  adjunta  en  copia  legalizada,  instruirán  á  V.  E. 
del  resultado  que  produjo   este  paso  dado  por  el  Gobierno. 


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240  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Por  todo  lo  expuesto,  advertirá  V.  E.  que  no  solo  es  impo- 
sible atraer  á  dicho  Prelado  al  acuerdo  y  armonía  que  debe 
existir  con  la  autoridad  civil,  sino  que  su  obstinación  en  esa 
conducta  sirve  también  de  obstáculo  á  las  mejoras  progresi- 
vas que  el  Gobierno  ha  empezado  á  promover  para  dar  vida 
al  Estado,  asegurando  los  intereses  que  le  pertenecen,  al  mis- 
mo tiempo  de  dejar  establecidos  los  legítimos  derechos  del 

Vice-patrono  de  esta  Iglesia. 
» 

Francisco  D.  Diaz.—José  A.  Duran.» 

El  Ministerio  Nacional  pidió  informes,  y  en  vista  de  los 
antecedentes  que  le  fueron  remitidos  y  de  exposiciones  queá 
su  vez  le  hizo  el  Provisor,  se  vino  en  conocimiento  de  otras 
dificultades  sobre  el  curato  de  la  villa  de  la  Paz,  en  Mendoza 
y  cura  vicario  de  San  Luis;  y  entrando  el  Ministro  á  tratar 
la  cuestión  de  derecho,  dejó  bien  establecido *  que  conforme 
al  Concilio  de  Trento  y  Leyes  de  Indias,  la  presentación  era 
un  deber  de  la  Curia  y  la  intervención  un  derecho  del  Gobier- 
no (con  otras  importantes  consideraciones  sobre  patronato). 

En  Agosto  1.°  del  mismo  año  y  en  virtud  de  lo  que  deja- 
mos relacionado,  y  de  nuevos  alegatos  del  Fiscal  en  que  por 
muerte  del  obispo  atribuye  la  jurisdicción  eclesiástica  al  Ca- 
bildo de  la  misma  iglesia  y  no  al  Provisor  que  se  decía  dele- 
gado, conforme  al  derecho  canónico  y  disposiciones  del  Tri- 
dentino,  y  también  por  la  falta  de  títulos,  aun  por  delegación? 
en  que  se  hallaba  el  Provisor,  el  Gobierno  dictó  la  resolución 
siguiente: 

«Artículo  1.°  —  Desconócese  en  la  Provincia  la  legitimidad 
con  que  el  presbítero  Don  Timoteo  Maradona,  ejerce  la  juris- 
dicción de  Gobernador  y  Provisor  del  obispado  de  Cuyo  en 
Sede  Vacante. 

Art.  2.°  —  Hasta  otra  resolución  del  Gobierno,  no  se  le 


1  Nota  del    Ministro  de  Culto   al  Provisor  de  Cuyo,  de  Junio  19,  año 
de  ia55. 


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EL   PAÍS   DE   CCYO  241 


prestará  reconocimiento  ni  obediencia  al  presbítero  Marado- 
na en  el  carácter  de  Provisor  que  hasta  aquí  ha  desempeñado. 

Art.  3.°  —  Dése  cuenta  oficialmente  á  la  Suprema  Autori- 
dad Nacional  de  esta  disposición,  con  las  explicaciones  nece- 
sarias sobre  las  causas  que  la  han  impulsado,  y  particípese 
este  incidente  á  los  Exmos.  Gobiernos  de  las  Provincias  que 
componen  las  Diócesis  de  Cuyo,  como  también  á  los  Prelados 
de  los  demás  Obispados  de  la  República. 

Art.  4.°  —  Hágase  saber  por  el  Ministerio  General  al  pres- 
bítero Don  Timoteo  Maradona  y  circúlese  al  clero  regular  y 
secular  de  la  Provincia  para  su  cumplimiento. 

Art.  5.°  —  Publíquese,  comuniqúese  é  insértese  en  el  perió- 
dico oficial.— Diaz.— José  A.  Duran.» 

Esta  resolución,  que  hería  de  muerte  las  exajeradas  preten- 
siones jurisdiccionales  del  Provisor,  pasó  luego  á  servir  de 
arma  de  partido  y  las  resistencias  suscitadas  se  convirtie- 
ron en  rumores  revolucionarios  y  principiaron  á  prevenir  al 
Gobierno. 

El  Gobierno  expidió  circulares  á  los  curas  y  prelados;  y 
tanta  energía  desplegó  en  salvaguardia  de  sus  facultades  y 
defensa  de  su  jurisdicción,  que  la  cuestión  llegó  á  revestir 
formas  muy  alarmantes. 

El  clero  creyó  ver  el  indicio  y  desarrollo  de  un  cisma,  y 
mucho  más,  cuando  el  Gobierno  vióse  en  la  necesidad  de  im- 
poner penas  al  que  obedeciese  al  rebelde  Provisor;  de  tomar 
posesión  por  la  fuerza  de  las  oficinas  de  éste  y  Notaría  Ecle- 
siástica y  reducir  á  prisión  incomunicada  á  Maradona  (De- 
creto de  20  de  Noviembre  1856). 

¡Aquí  fué  Troya!  El  clero  se  reúne  para  protestar  obedien- 
cia al  Provisor;  las  señoras  hacen  su  presentación,  parte  del 
pueblo  fanatizado  por  los  frailes  se  agolpa  á  la  casa  de  Go- 
bierno y  como  mas  eficaz  recurso,  piden  estos  sediciosos  de 
sacristía,  al  General  Benavides,  el  auxilio  ó  interposición  de 
su  influencia  á  los  fines  consiguientes. 

El  Gobierno,  por  su  parte,  que  no  cesa  en  sus  propósitos 
de  sostener  la  integridad  de  sus  atribuciones  y  facultades  de 

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242  EL  PAÍS   DE   CUYO 


vice-patrono,  y  está  dispuesto  á  hacer  frente  al  motín  sui- 
géneris,  solicita  de  Benavides  el  concurso  de  la  fuerza  ar- 
mada, que  éste  pone  é  su  disposición,  conforme  á  órdenes 
anticipadas  que  para  el  caso  ya  tenia  de  la  Autoridad  Nacio- 
nal, y  en  seguida  manda  á  Maradona  preso  al  Paraná  con 
una  regular  guardia  militar,  concluyendo  así  este  escándalo 
que  pronto  debía  ser  de  fatales  consecuencias  para  el  Gobier- 
no de  Díaz. 

Lo  cierto  es  que  en  los  errores  recíprocos  de  la  autoridad 
civil  y  eclesiástica  de  la  Provincia,  había  un  fondo  de  verdad 
que  no  pudo  aparecer  á  la  superficie,  verdad  ahogada  por  el 
exagerado  celo  y  un  tanto  de  fanatismo  de  una  parte,  y  la 
intransigente  terquedad  de  la  otra. 

Por  las  notas  que  publicamos  en  el  Apéndice  bajo  los  nú- 
meros 20  y  21,  se  vé  que  por  el  Tratado  de  Huanacache,  art.  7, 
y  Concordato  del  año  33,  que  sirvieron  de  base  á  la  bula 
ereccional  del  Obispado  de  Cuyo,  el  Gobierno  había  contraí- 
do la  obligación  de  sostener  exclusivamente  la  religión  y 
culto  católico,  lo  que  si  bien  no  autorizaba  la  resistencia  de 
Maradona  para  oponerse  á  la  nueva  organización  nacional 
y  prescripciones  de  la  constitución,  contrarias  al  espíritu 
de  aquellos  compromisos,  le  disculpaban  por  lo  menos  del 
error  cometido,  desconociendo  la  subordinación  á  que  la  falta 
de  un  concordato  con  la  Silla  Romana  le  pareció  no  daría 
lugar. 

Tampoco  podía  pasársele  por  alto  que  aquellas  obligacio- 
nes estaban  subordinadas  á  lo  que  dispusiese  la  autoridad 
nacional,  al  organizarse  en  la  forma  constitucional  que  des- 
pués adoptó,  por  lo  que  creemos  que  Maradona,  tan  conocido 
por  un  hombre  manso  y  sin  pretensiones  de  sabiduría  (que 
estaba  muy  lejos  de  tener),  vino  á  ser,  sin  quererlo  y  tal  vez 
sin  sospecharlo,  un  instrumento  poderoso  de  partido  que 
explotaron  los  bandos  políticos  de  San  Juan.  El  error  y  los 
malos  consejos  le  habían  puesto  en  aquella  resbaladiza  pen- 
diente, y  luego  el  hombre  llegó  á  formar  su  conciencia  en  el 
error  mismo,  hecho  que  el  partido  de  oposición  al  gobierno 
aprovechó  con  ventaja. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  243 


El  Gobernador  Diaz  por  su  parte,  llevado  de  un  celo  exa- 
gerado, y  sin  perder  de  vista  la  idea  política  que  entrañaban 
aquellos  sucesos,  llegó  á  exigir  de  la  autoridad  eclesiástica 
mayor  dependencia  de  la  que  por  derecho  le  correspondía, 
invadiendo  en  parte  las  facultades  privativas  de  la  Iglesia 
de  Cuyo. 

4.  —  La  violenta  solución  de  estos  asuntos  agravaron  el 
mal  secreto  que  venía  minando  la  existencia  del  Gobierno. 
La  oposición  se  atrajo  á  Benavides,  interesándolo  con  ser  el 
reemplazante  del  Gobernador  Diaz,  en  caso  de  buen  suceso 
de  la  revolución  que  se  proyectaba. 

Efectivamente,  la  revolución  se  llevó  á  cabo  el  17  de  Mar- 
zo, poniéndose  Benavides  á  la  cabeza;  no  hubo  efusión  de 
sangre,  ni  resistencia  alguna  de  parte  del  Gobernador  Diaz, 
porque  carecía  de  sosten  y  de  armas,  las  que  estaban  en  po- 
der de  la  revolución  por  hallarse  á  su  frente  el  jefe  militar 
de  aquella  sección  con  la  tropa  á  sus  órdenes. 

Al  dia  siguiente  de  producido  el  movimiento,  se  celebró 
un  acta  popular  por  la  que  los  firmantes  asumían  la  respon- 
sabilidad de  la  revolución,  y  nombraban  Gobernador  de  la 
Provincia  al  general  Benavides. 

Estos  sucesos,  que  causaron  gran  excitación  en  todos  los 
espíritus,  llamaron  seriamente  la  ateucion  del  Gobierno  Na- 
cional, que  en  fecha  6  de  Abril  decretó  una  intervención,  so 
pretexto  del  «restablecimiento  de  los  poderes  constituciona- 
les que  debían  formar  el  Gobierno  de  la  Provincia . .  . . » 

5.  —  Comisionado  á  este  objeto  el  Doctor  Don  Nicanor 
Molinas,  ministro  de  la  Suprema  Corte  de  Justicia  Federal, 
llegó  á  San  Juan  á  fines  del  mes  de  Abril,  y  por  delegación 
que  Benavides  hizo  del  Gobierno  en  la  persona  de  aquél,  en 
28  del  mismo  asumió  el  mando  gubernativo  de  la  Provincia 
el  dia  30. 

La  primera  medida  adoptada  por  el  comisionado  Molinas, 
fué  declarar  írrita  y  de  ningún  valor  el  acta  popular  de  Mar- 
zo 18,  y  en  seguida,  ordenar  las  elecciones  de  representan- 
tes y  doblantes  para  electores  de  Gobernador. 


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244  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Estas  medidas,  que  dejaban  á  los  partidos  en  lucha  en  com- 
pleta libertad  de  ocurrir  á  los  comicios  sin  temor  de  coacción 
oficial,  y  de  los  que  debía  surgir  el  primer  gobierno  consti- 
tucional en  San  Juan,  produjo  grande  excitación  en  el  pueblo, 
por  lo  que  fué  necesario  la  declaración  del  estado  de  sitio1,  y 
bajo  esta  anormal  situación  se  hizo  la  elección  el  dia  17  de 
Marzo. 

El  dia  23,  el  Dr.  Molinas  delegó  en  Don  Miguel  Echegaray 
por  tener  que  ausentarse  á  la  Rioja  en  desempeño  de  una 
comisión  que  le  había  confiado  el  Gobierno  Nacional,  de- 
jándole instrucciones  reservadas. 

En  este  tiempo,  la  Legislatura  había  aprobado  las  eleccio- 
nes del  dia  17,  y  el  Gobierno,  que  veía  en  aquéllas  muchos 
vicios  de  forma,  y  sobre  todo,  en  virtud  de  instrucciones, 
negó  su  sanción  á  la  ley  de  la  Legislatura,  produciéndose 
así  nuevos  inconvenientes  para  la  marcha  política  regular  de 
las  autoridades  de  la  Provincia. 

Hubo  cambio  de  notas  entre  la  Legislatura  y  el  Ejecutivo; 
tomó  parte  en  el  debate  el  comisionado  que  volvió  de  la  Rio- 
ja y  reasumió  el  Gobierno,  y  por  fin,  la  Sala  de  R.  R.  acordó, 
para  resolver  tan  enojosa  cuestión,  remitir  los  antecedentes 
á  sus  representantes  en  el  Congreso  para  que  solicitasen  de 
la  Autoridad  Nacional  « la  reivindicación  de  los  derechos  de 
esta  Provincia,  é  integridad  de  los  atributos  de  sus  represen- 
tantes, vulnerados». 

Todo  el  origen  y  causa  de  este  nuevo  conflicto  eran:  pri- 
mero los  vicios  electorales  de  que  adolecían  las  actas  de  dos 
Departamentos  (Angaco  y  Desamparados),  los  que  la  Legis- 
latura no  quería  tomar  en  cuenta  por  creer  que  su  conoci- 
miento correspondía  á  las  mesas  receptoras  del  sufragio, 
(error  á  sabiendas),  y  después  el  modo  cómo  se  había  for- 
mado la  mayoría  que  conoció  y  prestó  su  aprobación  á  las 
elecciones  de  Marzo. 

San  Juan,  que  hasta  1857  se  había  presentado  á  los  demás 
pueblos  como  la  víctima  de  las  pasiones  indisciplinadas  de 


Dias  17  á  19  del  mes  indicado. 


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EL,  PAÍS   DE   CUYO  245 


partido;  que  había  sufrido  todos  los  excesos  de  la  política 
hasta  ver  por  muchas  veces  su  suelo  ensangrentado;  que  no 
había  economizado  sacrificio  alguno  por  afianzar  las  institu- 
ciones y  verse  libre  de  ser  el  juguete  de  motines  y  revolucio- 
nes, ¿sería  mas  feliz  bajo  el  imperio  de  la  Constitución  que 
se  había  dado,  entregando  sus  destinos  á  manos  de  un  nuevo 
partido  ? 

El  gobierno  de  los  caudillos  y  de  la  fuerza  había  cesado,  y 
los  hombres  de  principios  iban  á  sucederse  en  el  Gobierno  de 
San  Juan:  risueña  perspectiva,  alhagadora  esperanza,  que  ha- 
cía expandir  el  corazón  de  alegría  y  al  espíritu  vagar  por 
las  encantadoras  regiones  de  un  porvenir  venturoso. 

El  imperio  de  la  fuerza  cedía  su  puesto  al  gobierno  del 
derecho;  el  odioso  tutelaje  áque  por  tantos  años  había  estado 
sujeto  aquel  pueblo  viril,  acababa  de  cesar,  y  la  deseada  eman- 
cipación se  presentaba  revestida  de  los  mejores  augurios. 

¡Dios  permita,  pueblo  querido,  que  en  tu  nuevo  estado  no 
veas  disiparse  como  el  humo  esas  ilusiones  que  te  sonríen; 
que  tremendas  realidades  no  vengan  á  conmoverte  y  hacerte 
gemir  de  nuevo;  que  el  caudillo  del  atraso  no  vaya  á  suceder 
al  caudillo  del  progreso,  sin  mas  disfraz  que  el  traje  y  el  nom- 
bre, y  quizá  con  mas  refinada  malicia  y  mayor  perversidad ! 


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Á 


CAPÍTULO  XVI. 


—  Gobierno  de  Don  Manuel  J.  Gómez. — Intervención  Nacio- 
nal. —  2.  Asesinato  del  General  Benavides.  —  3.  Juicio  pos- 
tumo y  noticias  biográficas  de  Benavides. — Honras  fúnebres. 


1.  —  Don  Manuel  José  Gómez,  respetable  por  su  integri- 
dad y  firmeza  de  carácter,  gozaba  de  una  alta  confianza 
entre  sus  conciudadanos.  Fué  el  hombre  llamado  á  ejercer  la 
primera  magistratura  de  la  Provincia  de  San  Juan. 

Asoció  á  sú  gobierno  al  Doctor  Saturnino  M.  Laspiur, 
joven  abogado  que  había  entrado  á  la  vida  pública  bajo  muy 
buenos  auspicios,  y  en  quien  se  cifraban  esperanzas  lisonje- 
ras, dada  su  preparación  para  el  manejo  de  los  intereses  pú- 
blicos. 

El  nuevo  Gobierno  traía  el  fuerte  contingente  de  luces, 
probidad  y  prestigio  de  un  gran  partido  político,  que  en  la 
nueva  era  constitucional  tenía  en  sus  manos  el  porvenir  de 
aquel  pueblo;  mucho  podía  esperarse  del  reciente  orden  de 
cosas,  y  el  gobierno  de  Gómez  halagó  al  pueblo  con  grandes 
mejoras,  buenas  instituciones  y  el  concurso  de  la  nueva  or- 
ganización del  país  bajo  el  sistema  constitucional  federativo, 
el  bello  ideal  de  gobierno  tan  anhelado  por  todos. 

Don  Manuel  José  Gómez  era  en  aquellos  momentos  la  en- 
carnación del  partido  unitario  en  San  Juan,  de  ese  partido 
que,  como  el  pueblo  Hebreo,  había  sufrido  su  dilatada  prue- 
ba en  el  desierto,  de  las  garantías  políticas  y  sociales  sin  que 
le  faltase  su  horrible  Faraón  (Rosas  y  sus  hombres),  que  tanto 
se  afanó  por  tenerle  sujeto  á  la  esclavitud  mas  abyecta  y  hu- 
millante que  haya  pesado  sobre  pueblo  alguno  de  la  tierra. 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  247 


Hemos  dicho  que  las  reacciones  son  tanto  mas  tremendas 
cuanto  mas  radicales  son,  y  esta  idea  se  halla  abonada  por 
los  mil  acontecimientos  que  registra  la  historia  de  los  pue- 
blos, excesos  que  sería  tan  de  temer,  si  la  prudencia  y  los 
sabios  principios,  base  de  la  ciencia  política,  no  sirviesen  de 
equilibrio  ó  poder  regulador  á  las  pasiones  de  partido. 

La  ansiada  organización  del  país  bajo  un  régimen  consti- 
tucional, era  el  desiderátum  de  todos  los  unitarios;  pero  no 
había  que  hacerse  ilusiones  respecto  de  una  conciliación  de 
partidos,  que  aunque  hubiera  sido  la  salvaguardia  de  todos, 
no  era  de  esperarse  de  hombres  que  entrañaban  las  exagera- 
das pasiones  de  un  bando  poderoso  que  vengaría  su  prolon- 
gada exclusión  de  la  cosa  pública. 

Estas  fueron  las  dos  nubes  dibujadas  en  los  horizontes  po- 
líticos de  la  Provincia  al  comenzar  el  Gobierno  constitucio- 
nal de  Gómez.  El  celo  político,  que  por  tantos  años  había 
dividido  á  los  hombres  de  San  Juan,  llegaría  pronto  á  revestir 
los  alarmantes  caracteres  de  una  intransigencia  absoluta  para 
presentarse  enseguida  con  todo  el  triste  cortejo  de  un  antago- 
nismo sin  límites. 

¡A  cuántos  excesos  conduce  siempre  la  intransigencia  de 
los  partidos  políticos! ! 

Pero,  dejemos  hablar  los  sucesos  con  esa  elocuencia  muda 
que  les  es  propia. 

Gómez  fué  electo  el  dia  6  de  Setiembre  de  1867,  y  entró  en 
ejercicio  de  su  alta  autoridad  el  8  del  mismo  mes. 

Las  mejoras  de  alta  importancia  que  se  deben  á  su  admi- 
nistración fueron  las  siguientes: 

Creación  de  una  casa  correccional  para  mujeres  extravia- 
das que,  moralizándose  en  el  trabajo  y  reclusión,  las  aparta- 
se del  vicio  é  hiciese  adquirir  hábitos  de  orden,  moralidad  y 
labor. 

Una  compañía  de  vigilantes,  creada  en  Noviembre  20  del 
mismo,  que  sirvió  de  base  al  cuerpo  de  gendarmes,  encarga- 
do de  la  guardia  y  policía  de  la  población  (después  recibió 
una  organización  completa),  y  forma  hasta  hoy  (1872)  una 
institución  desconocida  antes  en  la  Provincia  y  de  la  que 


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248  EL  PAlS   DE   CC  YO 


era  un  pobre  remedo  la  Partida  de  Plaza,  de  los  tiempos  de 
la  Federación.  ^ 

Se  organizó  la  guardia  nacional  conforme  al  precepto  de 
la  constitución;  se  reglamentaron  las  escuelas  en  la  ciudad  y 
departamentos,  y  creóse  una  Sociedad  de  Beneficencia  de  Se- 
ñoras con  una  organización  propia  al  carácter  y  objeto  de 
aquella  corporación  (Agosto  1819  á  1869). 

Una  buena  ley  sobre  irrigación  y  agricultura  de  Mayo  8, 
fuente  segura  de  riqueza  y  vida  de  la  provincia,  vino  á  fijar 
su  observancia  en  los  departamentos,  reglamentando  los  ra- 
mos mas  importantes,  descuidados  en  los  últimos  tiempos. 

Esta  era  de  progreso,  iniciada  por  el  gobierno,  y  las  garan- 
tías dfe  paz  y  libertad  al  parecer  aseguradas  para  siempre* 
despertaron  la  confianza  pública,  y  en  ella  comenzó  á  repo- 
sar el  movimiento  industrial  y  comercial  que  adquirió  nueva 
vida,  destruyendo  esa  tradicional  timidez  de  los  capitales  en 
San  Juan,  que  ha  dado  á  sus  hijos  el  calificativo  de  mezqui- 
nos y  egoístas. 

Los  órganos  de  publicidad  aparecieron  con  una  bandera 
poco  conocida  hasta  entonces,  pero  de  progreso  ó  interés  por 
las  instituciones  y  la  cosa  pública. 

Bajo  esta  administración  se  publicaron  «El  Grito»,  «El 
Nuevo  Agricultor»,  «El  Porvenir»,  «La  Aurora»  y  «La  Si- 
tuación», periódicos  que  por  su  carácter  correspondían  cum- 
plidamente á  la  nueva  era  de  libertad  en  que  había  entrado 
la  Provincia. 

Por  desgracia,  los  cambios  sociales  y  políticos  introduci- 
dos en  la  vida  de  un  pueblo,  no  se  operan  sin  conmociones  ni 
dificultades  muchas  veces  insuperables. 

No  solo  carecía  San  Juan  de  la  esperiencia  que  da  á  los 
pueblos  la  práctica  severa  de  las  instituciones  libres,  sino  que 
el  partido  dominante,  exagerando  su  poder  y  su  influencia, 
desplegó  una  política  intransigente  respecto  del  partido  ven- 
cido, cuando  estaba  en  sus  intereses  inaugurar  una  política 
conservadora  que  permitiese  el  ejercicio  de  todos  los  dere- 
chos dentro  de  la  vida  constitucional. 

El  desborde  de  las  pasiones  políticas  siguió  su  curso,  y  el 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  249 


Gobierno,  en  vez  de  adoptar  una  marcha  de  conciliación  en 
armonía  con  el  progreso  social  y  administrativo,  incurría  en 
la  imprevisión  de  ser  intolerante  con  el  partido  que,  bajo  el 
antiguo  sistema,  había  hecho  siempre  odiosas  exclusiones,  y 
contra  el  que  parecía  se  trataba  de  tomar  el  desquite  por  el 
nuevo  gobierno  y  su  partido.  Este  pecado  político,  á  la 
manera  de  los  pecados  capitales  de  la  moral  cristiana,  debía 
ser  el  origen  de  otros  cometidos  por  el  desquicio,  ensangren- 
tando el  suelo  de  la  Provincia. 

El  General  Benavides,  á  quien  el  Gobierno  y  los  suyos 
miraban  con  recelosa  prevención,  era  la  cabeza  del  partido 
federal  caído,  y  se  pretendía  por  los  hombres  de  la  situación, 
que  aquél  no  solo  era  una  remora  á  la  marcha  política  y  ad- 
ministrativa del  Gobierno,  sino  que  llegaba  hasta  conspirar 
contra  el  nuevo  orden  de  cosas  establecido,  suposición  no 
comprobada  aun  (1872),  y  que  en  lugar  de  inspirar  al  Gobier- 
no y  su  partido  medidas  de  previsión  y  concordia,  lo  lanzaban 
imprudente  á  provocar  el  mal,  cuya  existencia  apenas  se 
sospechaba. 

Llegó  la  época  de  las  elecciones  y  con  éstas  las  dificultades 
creadas  por  un  partidismo  escitado  por  las  recíprocas  resis- 
tencias y  provocaciones  en  todo  momento. 

Se  habló  de  nuevas  convulsiones  que  trataba  de  producir 
el  partido  de  Benavides;  de  conatos  de  asonada  contra  el  or- 
den público  y  autoridades  constituidas,  etc.,  etc.,  y  pronto  se 
trató  de  aprehender  al  General,  que  se  decía  causa  de  estos 
males  y  crímenes  en  perspestiva. 

El  19  de  Setiembre  del  año  58,  encontrándose  Benavides 
en  un  reñidero  de  gallos,  fué  tomado  preso  y  conducido  á  la 
cárcel  por  la  fuerza  pública,  asegurándose  inmediatamente 
su  persona  con  una  pesada  barra  de  grillos,  sometiéndosele  en 
seguida  á  juicio  criminal  ante  los  tribunales  de  la  provincia 
por  conspiración,  intento  de  asonadas  y  perturbador  del  or- 
den público. 

Se  hablaba  de  un  gran  armamento  escondido  en  su  viña, 
prevalido  de  ser  el  jefe  de  la  Circunscripción  Militar  del 
Oeste;  de  los  trabajos  de  conspiración  que  hacía  de  acuer- 


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250  EL  PAÍS  DE   CUYO 


do  con  su  partido  y  de  las  connivencias  revolucionarias  con 
el  General  Peñaloza,  Coronel  Videla  de  Mendoza  y  Gobierno 
de  esa  Provincia. 

Estos  sucesos,  que  pronto  se  pusieron  en  conocimiento  del 
Gobierno  Nacional,  provocaron  una  intervención  confiada  al 
Ministro  de  Guerra  y  Marina,  General  Don  José  Miguel  Galán 
y  Dr.  Don  Baldomero  García l  para  que,  representando  á  la 
Autoridad  Nacional,  se  trasladase  á  San  Juan  para  mantener 
incólume  la  Contitucion  Nacional  y  facultades  de  sus  autori- 
dades constituidas;  reclamar  la  jurisdicción  sobre  las  perso- 
nas y  la  persona  misma  de  Benavides,  quien,  si  fueren  ciertos 
los  cargos  ó  delitos  que  se  le  imputaban  y  habían  dado  origen 
á  su  prisión,  debía  ser  requerido  para  presentarse  ante  el 
Gobierno  Nacional  y  se  recomendaba  especialmente  garantir 
la  vida  del  General  preso,  que,  según  la  familia  de  &te,  se  ha- 
llaba amenazado  de  muerte. 

La  cuestión  jurisdiccional  sobre  la  persona  de  Benavides 
se  había  producido;  el  gobierno  de  San  Juan  le  creía  sujeto 
á  los  tribunales  ordinarios  por  un  delito  común  como  el  que 
se  le  imputaba,  sin  que  pudiera  aceptarse  la  odiosa  excepción 
de  hacer  valer  el  fuero  militar  por  el  carácter  de  la  persona, 
contra  el  fuero  del  delito  que  le  subordinaba  á  la  justicia  or- 
dinaria. 

El  Gobierno  de  Mendoza  intervenía  oficialmente  en  San 
Juan  en  favor  de  Benavides,  y  este  antecedente,  unido  á  otras 
circunstancias  que  omitimos,  hizo  decir  mas  tarde  al  de 
San  Juan  que  aquél  conspiró  después  para  sacar  de  la  pri- 
sión al  reo. 

2.  —  La  comisión  interventora  acababa  de  llegar  á  Men- 
doza, cuando  se  tuvo  noticia  de  que  los  siniestros  rumores 
de  atentarse  contra  la  vida  de  Benavides,  ya  del  dominio  pú- 
blico, se  confirmaban,  por  la  muerte  del  preso  ocurrida  el  23 
de  Octubre,  rodeada  de  "muchas   circunstancias   de  horror  y 


Decreto  de  14  Octubre  1858.  La  Comisión  salió  de  la  ciudad  del  Paraná 
el  dia  14,  y  el  24  llegaba  á  Mendoza. 


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EL  PAÍS  DE  GOYO  251 


ferocidad,  que  la  hacían  extremadamente  odiosa  y  la  revestían 
de  todas  las  apariencias  de  un  asesinato  oficial  alevoso  y 
premeditado l. 

La  Comisión  interventora,  en  nota  fechada  en  Mendoza  á 
26  de  Octubre  y  dirigida  al  Ministro  del  Interior,  refiere  el 
hecho  del  modo  siguiente: 

« » 

«De  los  testigos  á  quienes  hemos  examinado,  uno  formaba 
parte  de  la  pequeña  fuerza  que  tentó  salvar  al  General.  Era 
mandada  por  un  ayudante  apellidado  Ycasati.  La  tentativa 
tuvo  lugar  en  la  madrugada  del  23  del  presente;  la  guardia 
de  la  cárcel  se  unió  desde  luego  á  los  agresores,  y  trabó  un 
tiroteo  con  la  guardia,  especialmente  destinada  á  custodiar  al 
General  engrillado  en  los  altos  del  mismo  edificio.  Durante 
la  refriega,  salió  dos  veces  el  General  Benavides  al  balcón  en 
ropa  interior  y  cubierto  con  una  capa,  teniendo  á  su  lado  al 
oficial  de  guardia  con  sable  desnudo,  á  persuadir  á  Ycasati 
que  abandonase  su  intento.  Seguía,  sin  embargo,  el  fuego. 
Ycasati  había  logrado  ya  ascender  por  la  escalera  y  estaba 
casi  á  lo  alto  de  ella,  cuando  oyó  la  voz  de  su  General  que 
le  ordenaba  por  tercera  vez  que  se  retirase;  entonces  retroce- 
dió desanimado,  y  previno  á  los  suyos  que  se  dispersasen, 
como  lo  hicieron. 

«Según  se  deduce  de  las  narraciones,  dispersada  la  fuerza, 
y  estando  el  General  Benavides  sentado  en  su  cama,  fué  per- 
petrado el  asesinato.  El  oficial  de  guardia,  que  le  dio  el  pri- 
mer tiro  pertenecía  al  segundo  batallón  de  Guardias  Nacio- 
nales y  se  llamaba  Rafael  González,  era  un  negro  panadero 
hijo  de  Córdoba;  el  segundo  se  lo  dio  el  Comandante  del  mis- 
mo cuerpo,  Domingo  Rodríguez,  que  se  había  constituido  en 

custodia  oficiosa  y  permanente  del  General 

» 

El  oficial  Maximino  Godoy,  resultaba  muerto  por  el  centi- 
nela del  calabozo,  un  tal  Morales;  y  para  corroborar  esto,  se 


1  En  el  uso  de  los  medios  violentos,  ha  dicho   Writh,  los  federales  de 
Rosas  no  han  sido  sino  la  exajeracion  de  los  unitarios  de  Lavalle. — X.  E, 


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252  EL   PAÍS   DE   CUYO 


hacía  referencia  al  parte  pasado  el  dia  26  por  el  Jefe  de  Po- 
licía, Don  Francisco  T.  Coll.  Después  corrieron  otras  versio- 
nes sobre  la  muerte  misteriosa  de  este  oficial. 

El  Gobierno  de  San  Juan  contradijo  los  hechos  como  fal- 
sos y  calumniosos,  explicándolos  como  una  sublevación  pro- 
ducida por  la  guardia  en  inteligencia  con  los  grupos  que  sor- 
prendieron el  Cabildo  para  sacar  á  Benavides  de  su  prisión. 

Era  voz  pública  que  cuando  fué  atacada  la  Guardia  y  des- 
pués de  consumado  el  hecho,  recién  acudió  al  lugar  del  suce- 
so un  piquete  de  fuerza  armada  del  Cuartel  de  San  Clemente: 
y  los  asaltantes  Arias,  Ycasati  y  Agüero,  llegaron  hasta  el 
calabozo  de  Benavides,  encontrando  su  cadáver  engrillado  y 
el  del  oficial  Godoy  con  una  fuerte  contusión  en  la  cerviz, 
tendido  sobre  las  galerías.  Frustrado  el  objeto  del  asalto,  que 
era  únicamente,  según  ellos,  librar  al  General  de  una  muerte 
segura,  sustrayéndole  de  la  prisión,  aquéllos  se  retiraron  y 
pusieron  en  dispersión. 

Este  sangriento  suceso,  que  al  principio  quedó  envuelto  en 
el  misterio,  prestándose  á  los  mas  variados  comentarios,  pudo 
escapar  á  la  justicia  humana  que  dejó  impunes  á  los  asesinos: 
pero  el  pueblo,  desde  el  primer  momento,  señaló  á  sus  auto- 
res y  castigólos  con  el  estigma  que  aun  pesa  sobre  el  deüto 
de  Caín. 

Pudiéramos  abundar  en  muchos  otros  interesantes  detalles 
sobre  tan  ingrato  asunto  para  el  historiador  imparcial;  pero 
los  hechos  son  recientes,  algunos  de  sus  actores  están  vivos, 
y  lejos  estamos  de  herir  susceptibilidades  con  cargos  tan  in- 
famantes. 

La  Comisión  Interventora,  que  había  sido  aumentada  con 
la  persona  del  Ministro  del  Interior,  Dr.  Santiago  Derqui, 
ordenó  la  movilización  de  fuerzas  de  San  Luis  y  la  Rioja  y 
con  las  primeras,  al  mando  del  General  Juan  E.  PederneraT 
avanzó  sobre  San  Juan  y  desde  el  Pocito,  Departamento  á 
cinco  leguas  de  la  ciudad,  dictó  un  decreto  (Diciembre  28), 
declarando  el  estado  de  sitio  por  cuarenta  dias  y  asumiendo 
el  gobierno  de  la  provincia. 

El  General  Peüaloza,    cumpliendo   órdenes  recibidas,  de 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  253 


estar  listo,  ó  quizás  obedeciendo  á  órdenes  reservadas,  ocupó 
luego  la  población  de  Valle  Fértil;  y  el  9  de  Noviembre  to- 
maba posesión  del  Departamento  de  Caucete  con  una  fuerza 
de  300  hombres,  empezando  al  dia  siguiente  á  ser  hostilizada 
por  fuerzas  sanjuaninas. 

La  Comisión  Interventora  asumió  el  mando  gubernativo  el 
dia  28  del  citado  mes,  y  se  contrajo  al  esclarecimiento  del 
luctuoso  suceso,  que  había  consternado  á  todos,  dando  ello 
por  resultado  la  prisión  inmediata  de  los  miembros  del  Go- 
bierno, que  fueron  remitidos  al  Paraná  para  su  juzgamiento. 
El  juicio  no  llegó  á  fallarse  por  haberse  fugado  uno  de  los 
presos,  sobreseimiento  de  hecho  ó  abandono  de  la  causa  se- 
guida á  los  demás. 

En  cuanto  á  la  causa  y  móviles  del  suceso,  unos  ven  en  la 
muerte  de  Benavides  la  saciedad  de  una  venganza  personal 
y  otros,  los  mas,  un  encubierto  asesinato  político  al  que  no 
eran  ajenos  varios  de  los  principales  hombres  de  la  situación. 
Nosotros,  que  estamos  con  la  opinión  de  la  mayoría,  vemos 
en  la  muerte  de  Benavides  la  falta  de  aprovechamiento  en 
los  hombres  de  San  Juan,  de  la  lección  que  nos  diera,  en  sus 
funestas  consecuencias,  el  error  cometido  por  Lavalle  cuaren- 
ta años  atrás.  Esta  vez  como  antes  se  creyó  matar  un  parti- 
do en  su  cabeza  visible,  sin  recordar  que  en  política  y  sobre 
todo  en  San  Juan,  un  hombre  no  es  una  idea,  no  es  ni  siquie- 
ra una  bandera.  Un  hombre  no  es  mas  que  el  encargado  por 
la  comunidad  ó  el  partido  para  dar  á  esa  idea  formas  reales, 
y  en  tal  caso,  no  es  mas  que  uno  de  los  tantos  obreros  ó  en- 
cargados de  desarrollar  un  plan  que  es  la  obra  común. 

La  muerte  de  Dorrego  fué,  en  nuestro  concepto,  la  causa 
mas  poderosa  de  esa  Federación  que  hizo  temblar  á  los  pue- 
blos. Del  mismo  modo,  la  muerte  de  Benavides  fué  el  sacri- 
ficio inútil  de  un  hombre,  que  estuvo  muy  lejos  de  ser  un 
enemigo  de  su  pueblo,  aunque  pudiera  considerársele  como 
una  remora  á  su  desarrollo  y  progreso.  El  falso  diagnóstico 
de  una  enfermedad  política,  que  solo  la  exajeracion  de  un 
partidismo  inmoderado  pudo  revestir  todos  los  caracteres  de 
un  mal  incurable,  indujo  acaso  al  tremendo  error  de  una  am- 


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254  EL   PAÍS   DE   CUYO 


putacion,  cuyas  consecuencias  jamas  aojaremos  de  lamentar. 

La  lucha  á  muerte  entre  federales  y  unitarios  se  hizo  mas 
tenaz,  y  las  horribles  hecatombes  de  1861  y  1867,  como  las 
asoladoras  montoneras  del  Chacho,  Elizondo,  Gutiérrez,  etc., 
etc.,  no  tienen  sin  duda  otra  causa  que  la  odiosidad  originada 
por  el  luctuoso  acontecimiento  que  nos  ocupa. 

Para  ilustrar  mas  la  opinión  de  los  que  después  de  noso- 
tros hayan  de  estudiar  estos  acontecimientos,  y  abonar  los 
juicios  sentados  respecto  del  General  Benavides  como  go- 
bernante de  San  Juan,  creemos  necesario  hacer  una  ligera 
reseña  biográfica  del  hombre  que  por  tantos  años  llenó  un 
papel  elevado  en  los  sucesos  de  Cuyo  y  especialmente  de  su 
Provincia. 

3.  —  Benavides  nació  en  1805  y  murió  á  los  53  años  de  su 
edad. 

No  tiene  pergaminos  que  ofrecer  á  la  posteridad,  ni  títulos 
universitarios  que  comprueben  su  saber,  ni  abolengos  ilustres 
que  sea  necesario  buscar  entre  los  Adelantados  del  Nuevo 
Mundo. 

Era  un  verdadero  oriundo  de  San  Juan,  con  su  sangre 
huarpe  pura,  y  un  buen  corazón,  aun  reconocido  por  sus 
mismos  enemigos  políticos.  Arriero  en  sus  primeros  años,  en- 
tró al  servicio  militar  en  1829  (Mayo  14)  como  alférez  de 
caballería,  á  cuya  profesión  consagró  toda  su  vida. 

Educado  en  los  campamentos  y  campos  de  batalla,  su 
oscura  personalidad  se  destaca  simpática  de  entre  el  humo  de 
la  pólvora  y  los  transportes  de  la  victoria  que  casi  siempre  le 
sonrió  en  sus  campañas. 

Hombre  sencillo  y  sin  educación,  adquirió  en  la  vida  pú- 
blica esa  tintura  del  trato  de  gentes  cultas,  de  sociedad,  y  su 
buen  sentido  y  fina  perspicacia  hicieron  pronto  lo  que  restaba 
al  hombre  nacido  para  caudillo  manso  y  salvaguardia  de  su 
pueblo  en  la  tremenda  época  del  terror. 

«Benavides,  dice  uno  de  sus  enemigos,  es  un  hombre  frío; 
á  eso  debe  San  Juan  el  haber  sido  menos  ajado  que  los  otros 
pueblos.  Tiene  un  excelente  corazón,  es  tolerante,  la  envidia 


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EL  PAlS  DE   CUYO  255 


hace  poca  mella  en  su  espirita;  es  paciente  y  tenaz,  no  ha 
sido  fusilado  un  solo  hombre  en  San  Juan  por  causas  polí- 
ticas *. 

Su  foja  militar  ilustrada  por  muchos  hechos  de  bravura,  no 
es  menos  lucida  por  que  fuera  en  servicio  de  la  tiranía,  que 
si  no  de  derecho,  constituía  de  hecho  la  autoridad  suprema  y 
representativa  de  todos  estos  pueblos. 

Benavides  combatió  en  Arroyo  del  Rosario,  Saladillo  de  los 
Colorados,  Saftogarta,  Tulcum,  Punta  del  Monte,  Chacarilla, 
San  Juan^  Rodeo  del  Medio,  Arauco,  Cuesta  de  Miranda,  Los 
Manantiales,  Bañados  de  Ilisca  y  Leoncito,  y  se  halló  en  mu- 
chos otros  combates  de  menor  importancia  como  hechos  de 
armas. 

Siempre  fué  generoso  con  el  vencido,  no  habiendo  derra- 
mado mas  sangre  que  la  demandada  por  la  suprema  necesidad 
de  la  salud  y  conservación  de  su  ejército.  (Ap.,  nota  núm.  24). 

El  actual  Presidente  de  la  Suprema  Corte  de  Justicia  Fe- 
deral, Dr.  D.  Salvador  M.  del  Carril,  en  carta  escrita  de  San- 
ta Fé  en  30  de  Enero  de  1852,  dirigida  á  Benavides,  entre 
varias  consideraciones  que  se  refieren  á  él,  se  expresa  así: 

«Amo  y  respecto  con  veneración  la  ilustración  no  común 
de  V.  E.,  nacida  del  seno  del  pueblo  de  mi  Patria,  criada  por 
los  propios  esfuerzos  de  V.  E.,  propiedad  rica  de  mi  país, 
una  de  las  raras  excepciones  que  los  tiempos  sanguinarios  del 
horrible  tirano  era  señalada  con  el  dedo  por  los  oprimidos  y 
espectadores,  como  capaz  de  reconciliar  á  la  humanidad  con 
la  Providencia.  V.  E.,  en  aquella  época  infausta,  estancó  la 
sangre  que  había  corrido  á  torrentes,  y  dio  asilo  generoso  á 
los  oprimidos  sin  amparo. » 

Nombrado  en  1840  segundo  General  del  Ejército  Combi- 
nado de  Cuyo,  recibió  en  dicha  campaña  los  honores  de  úni- 
co vencedor,  arrancando  al  General  Paz  estos  honrosos  jui- 
cios sobre  sus  talentos  militares: 

«Si  la  sorpresa  y  rendición  de  Acha  hace  honor  á  la  capa- 


1  Sarmiento,  «Recuerdos  de  Provincia» . 


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256  EL   PAÍS  DE   CUYO 


cidad  militar  de  Benavides,  no  lo  merece  su  retirada  y  el 
haber  dejado  incorporar  á  Peñaloza,  pasando  por  su  flanco, 
para  reunirse  con  el  General  La  Madrid;  se  empalagó  con  el 
primer  suceso  y  no  supo  sacar  todo  el  partido  que  debía 
darle.»1 

El  Gobierno  de  Buenos  Aires  le  expidió  títulos  de  General 
de  línea  del  Ejército  de  la  Provincia2,  el  de  Salta3,  Tucuman4 
San  Juan5  y  Jujuy,  grados  de  Brigadier,  y  el  Gobierno  Na- 
cional le  acordó  el  de  Brigadier  General  de  los  Ejércitos  de 
la  Confederación,  en  Febrero  24  de  1865. 

En  su  vida  política  y  como  gobernante  de  San  Juan,  se  le 
ha  hecho  el  obstinado  cargo  de  no  hacer  nada  en  bien  de  su 
pueblo,  cargo  que  deja  de  ser  formal  por  ser  apasionado.  No 
debe  culparse  al  hombre  sino  á  su  tiempo,  como  cuestión  de 
atraso.  Las  rentas  de  la  Provincia  nunca  pasaron  en  aque- 
llas épocas,  de  35.000  $,  y  los  gastos  de  administración  era 
necesario  subordinarlos  al  estado  del  Tesoro:  las  salidas  corre- 
lativas á  las  entradas. 

Hoy  (1872),  el  presupuesto  de  gastos  asciende  á  mas  de 
250.000  $,  cifra  que  arroja  un  déficit  sobre  las  rentas  de  la 
Provincia,  que  en  último  resultado  el  pueblo  debe  pagar  con 
intereses,  no  obstante  soportar  ya  un  impuesto  de  ocho  y  una 
fracción  de  peso  por  habitante. 

El  Gobierno  de  Benavides,  por  diez  y  seis  años  ha  sido  en 
la  época  de  la  tiranía  la  mejor  salvaguardia  de  su  pueblo; 
y  mientras  las  demás  provincias  gemían  y  se  desangraban 
bajo  el  látigo  y  puñal  de  los  sicarios  de  Rosas,  San  Juan 
gozaba  de  esa  tranquilidad  posible  en  aquellos  tiempos  bajo 
el  suave  despotismo  de  Benavides. 

Nos  hemos  propuesto  la  verdad,  por  mas  que  esto  pueda 
prestarse  á  interpretaciones  antojadizas;  y  al  concluir  estos 


1  Memorias  Postumas,  tomo  8.°,  pág.  128. 

2  Setiembre  24  de  1847. 

3  Julio  24  de  1842. 

4  Agosto  80  de  1812. 

*  Nombrado  Brigadier  por  ley  de  Octubre  14  de  1841. 


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EL   PAlS  DE   CCYO  257 


juicios  sobre  la  persona  del  general  Benavides,  diremos  que, 
como  hombre  bien  intencionado,  honrado  y  de  buen  corazón, 
no  se  le  ha  hecho  por  sus  comprovincianos  la  justicia  debida, 
habiendo  sido  mas  de  una  vez  atrozmente  calumniado  por  los 
que,  juzgándole,  escribieron  á  impulsos  de  la  prevención  y  por 
los  dictados  de  hondos  resentimientos.  Se  empleó  con  él  una 
severidad  que  jamás  empleara  ni  para  sus  peorese  nemigos;  se 
le  juzgó,  en  fin,  con  toda  la  pasión  acumulada  por  los  odios 
políticos  y  por  la  intolerancia  que  rechazarían  como  salvaje, 
si  hubiera  sido  aplicada  contra  los  mismos  que  le  conde- 
naron. 

¡La  sanción  de  los  hombres  es  imperfecta  como  el  hombre 
mismo ! 

Los  honores  postumos  que  se  acordaron  al  desgraciado 
General,  fueron  los  siguientes : 

Decreto  de  Diciembre  30  (1858),  expedido  por  la  Comi- 
sión Interventora,  acordando  honores  fúnebres  militares  en 
los  dias  13  y  14  de  Enero  y  ordenando  luto  oficial  para  los 
empleados  civiles  y  militares  de  la  Nación  y  Provincia;  y  la 
erección  de  un  mausoleo  ordenado  por  ley  de  7  de  Noviembre 
del  año  69  para  perpetuar  la  memoria  del  finado  General  en 
el  recuerdo  de  los  hombres  justos  de  su  puebloT 

Esta  vez,  los  hombres  que  juzgan  á  Benavides  incurren 
en  el  exceso  que  antes  hemos  reprobado.  La  exajeracion  que 
le  condenaba  como  déspota,  y  la  que  hace  su  apología  decre- 
tándole honores  fúnebres  extraordinarios,  nos  dan  el  término 
medio  que  la  justicia  exige  del  historiador  imparcial. 

Benavides  no  es  de  los  primeros  hijos  de  su  provincia,  pero 
está  muy  lejos  de  pertenecer  á  la  vulgaridad  de  los  sanjua- 
ninos. 

El  dia  14  de  Enero  del  año  59,  la  Comisión  Representati- 
va del  Gobierno  Nacional  mandó  á  la  viuda  la  siguiente  carta 
de  pésame : 


17 


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258  EL  PAÍS  DE   CUYO 


«  Á  la  Señora  Doña  Teles f ora  Borrego  de  Benavides '.  —  El 
esposo  á  quien  lloráis,  Señora,  es  objeto  de  duelo  en  la  Re- 
pública entera. 

«  Todo  corazón  recto  se  había  acostumbrado  á  respetar  y 
querer  el  nombre  del  general  Benavides;  su  falta  deja  en 
todos  los  ánimos  un  vacío  entristecedor. 

«  Las  altas  cualidades  del  general  Benavides,  muy  lejos  lo 
colocaban  del  fin  que  ha  tenido. 

«  El  pronto  movimiento  con  que  el  Gobierno  Nacional  acu- 
dió en  protección  del  general  Benavides,  apenas  vio  sus  dias 
amagados,  y  la  profunda  sensación  que  su  muerte  ha  causado 
en  la  Confederación  toda,  os  atestiguan,  Señora,  la  elevada 
estimación  que  el  pueblo  y  el  gobierno  argentino  hacían  de 
vuestro  esposo. 

«  Esta  estimación  era  justa,  la  provincia  de  San  Juan  ha 
perdido  su  esclarecido  timbre;  las  demás  del  Oeste,  á  su  mejor 
garantía  de  orden,  y  la  Nación,  á  un  servidor  sobre  manera 
difícil  de  reemplazar. 

« Pero  vuestro  infortunio,  Señora,  y  el  de  vuestros  hijos  es 
incomparable,  inmenso  es  vuestro  dolor.  Mas,  si  el  intenso 
pesar  con  que  el  Presidente  de  la  República  se  une  al  duelo 
nacional;  si  la  verdadera  aflicción  que  sufre  por  la  muerte 
del  general  Benavides;  si  tantos  testimonios  de  condolencia 
alcanzan  á  endulzar  vuestras  lágrimas,  aceptadlos,  Señora,  y 
permitidnos  también  ofreceros  la  doliente  expresión  con  que 
respetuosamente  os  saludamos.  —  Santiago  Derqui.  —  José 
Miguel  Galán.  —  Baldomero  Garda. 


1  Esta  señora,  tipo  acabado  de  la  bondad  y  resignación  cristiana,  fué 
después,  como  se  dice  vulgarmente,  el  paño  de  lágrimas  del  pueblo  en  las 
épocas  mas  tristes  de  la  ensangrentada  historia  de  la  guerra  civil.  Su  casa 
fué  respetada  por  las  hordas  de  Sáa,  las  montoneras  del  Chacho  y  la 
invasión  de  los  revolucionarios  de  Mendoza  en  1867 . 

No  creemos  que  fuera  la  comunidad  de  ideas  y  de  causa,  porque  Bena- 
vides reprimió  siempre  el  pillaje  y  la  matanza;  era  el  tributo  de  respetos 
que  hasta  los  malvados  pagaban  á  la  memoria  del  honrado  y  valiente 
General. 


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CAPITULO  XVII. 

1.  Gobierno  de  Virasoro.  —  Vejaciones.  —  Revolución  contra  Vi- 
rasoro  y  su  trágico  fin. 


Los  acontecimientos  que  dejamos  narrados  en  el  capítulo 
auterior,  dieron  por  resultado  el  Gobierno  militar  que  se  im- 
puso al  pueblo  sanjuanino  por  las  autoridades  nacionales. 

Un  jefe  correntino,  Don  José  Antonio  Virasoro,  completa- 
mente extraño  á  la  Provincia,  es  colocado  á  la  cabeza  del 
Gobierno  de  este  pueblo,  y  tratado  como  pueblo  conquistado. 
En  tuero  24  de  1869,  recibióse  del  Gobierno,  como  interino, 
naciéndose  en  seguida  (1.°  de  Agosto)  nombrar  propietario 
por  la  Legislatura  formada  por  sus  parciales. 

Virasoro  fué  el  tipo  del  mandón  déspota  y  voluntarioso,  y 
la  fiereza  que  acaso  no  supo  desplegar  en  el  campo  de  bata- 
lla, la  desplegó  contra  San  Juan,  que  se  vio  arrancar  hasta  la 
última  de  sus  regalías  constitucionales,  sin  dejar  tropelía  ni 
vejación  alguna  por  cometer  para  humillarlo.  Virasoro  se 
creyó  destinado  por  la  Providencia  para  vengar  á  Benavides 
y  al  partido  federal,  en  aquel  inocente  pueblo  que  ninguna 
participación  tuvo  en  los  sucesos  del  año  anterior. 

La  primera  obra  del  nuevo  gobernante  fué  buscar  un  pro- 
testo para  saciar  su  sed  devoradora  de  riquezas. 

Bajo  su  administración  se  inició  el  empedrado  público;  á  la 
sombra  de  esta  mejora  y  necesidad  de  emprender  y  continuar 
este  trabajo,  única  cosa  que  hizo  durante  su  administración, 
comenzó  por  emitir  bonos  á  la  circulación  por  valor  de  vein- 
te y  cinco  mil  pesos  (Agosto  17  de  1859),  y  en  Setiembre  14 
-del  mismo  año,  por  la  suma  de  cincuenta  y  cinco  mil,  en  series 
de  cinco,  diez,  veinte  y  cincuenta  pesos. 

Esta  violenta  medida  de  curso  forzoso  y  empeño  del  cródi- 


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260  EL   PAÍS   DE   CUYO 


to  de  la  Provincia  sin  formas  legales,  comenzó  á  crearle  re- 
sistencias  que  solo  sirvieron  para  despertar  sus  pasiones  de 

i  mandón  caprichoso.   Cada  obstáculo  encontrado  en  su  admi- 

nistración, suscitábale  un  nuevo  capricho  que  la  fuerza  bruta 
debía  hacer  triunfar  á  despecho  del  pueblo  y  de  la  ley. 

k  Los  impuestos  llegaron  á  ser  tan  onerosos  como  no  lo  ha- 

bían sido  jamas;  y  sin  embargo,  los  empleados  de  la  adminis- 

p:  tracion  se  quejaban  de  estar  impagos  por  muchos  meses;  los 

ramos  de  rentas  fiscales  fueron  rematados  por  sus  deudos 
sin  las  formas  y  garantías  exigidas  por  la  ley,  y  era  voz  pú- 
blica que  él  mismo  hacía  el  abasto  de  la  guarnición. 

Pronto  se  hizo  afincado  por  arrendamiento  y  los  individuos 
movilizados  de  la  guardia  nacional  pasaron  á  ser  peones  de 
su  finca. 

Se  le  acusó  de  explotar  minas  por  intermedio  de  los  suyos 
contra  la  prohibición  de  la  ley;  de  cobrar  impuestos  que  aun 

'  no  estaban  creados  (serenos)  y  de  muchas  otras  tropelías«que 

*  sería  largo  enumerar. 

5  Pronto  se  puso  en  pugna  con  los  poderes  públicos,  y  en 

*  Julio  del  año  69  destituyó  á  la  Cámara  de  Justicia;  en  Octu- 
bre expulsó  del  seno  de  la  Legislatura  á  siete  representantes, 
que  pretendían  cruzar  sus  planes  de  absorción  y  enriqueci- 
miento. Enseguida  se  hizo  aumentar  el  sueldo  y  por  mucho 
tiempo  funcionó  sin  un  ministro  que  legalizase  sus  actos. 

¡Tanta  humillación  apenas  era  concebible! 

La  indignación  del  pueblo,  cuyos  sordos  rumores  se  hicie- 
ron pronto  sentir,  debieron  tocar  su  ánimo;  pero  no  se  crea 
que  para  retroceder  en  su  obra  de  desquicio  y  despotismoT 
¡no!  el  descontento  popular  le  hizo  previsor  y  creó  una 
compañía  de  serenos  encargados  de  vigilar  hasta  los  ciudada- 
nos mas  inofensivos  (Abril  1859);  y  desde  entonces  conservó 
en  su  casa  y  á  su  servicio  una  guardia  de  confianza,  que  el 
pueblo  conocía  con  el  nombre  de  los  correntinos. 

El  gobierno  elector,  ese  azote  tremendo  en  la  vida  de  los 
pueblos  regidos  por  el  sistema  representativo,  apareció  en 
San  Juan  con  todo  el  cinismo  y  descaro  imaginables.  Virasoro 
restringió  el  libre  sufragio  y  mandó  votar  la  fuerza  armada 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  261 


•Gon  sus  oficiales  á  la  cabeza,  consiguiendo  así  hacerse  elegir 
Gobernador  propietario  contra  la  voluntad  popular  que  le 
odiaba  y  comenzaba  á  prepararse  para  una  lucha  á  muerte 
{Agosto  I.0  de  18Ó0). 

Las  elecciones  nacionales  llevaron  el  escándalo  más  lejos 
aun,  y  entonces  la  Provincia  de  San  Juan  ofrecía  el  estraño  ó 
incomprensible  ejemplo  de  hacerse  representar  (según  el  re- 
sultado de  las  elecciones),  ante  la  Convención  Nacional  por 
hombres  extraños,  no  conocidos  en  aquel  pueblo,  ni  por  el 
apellido,  los  que  á  su  vez  solo  habían  oido  el  nombre  de  San 
Juan  l.  Este  hecho,  que  despertó  escrúpulos  aun  en  los  mis- 
mos electos,  pues  el  señor  Alvarez  Condarco  renunció,  no 
podía  tolerarse;  pero  las  reclamaciones  y  quejas  contra  tama- 
ños desmanes,  no  produjeron  resultado  favorable  alguno  y 
sí,  algunas  prisiones  por  desacato  á  las  autoridades. 

Como  era  de  esperarse  de  esta  farsáica  elecciou,  que  fué 
protestada  por  el  pueblo  sanjuanino,  el  Congreso  rechazó  la 
representación  de  San  Juan,  y  Virasoro  se  enfureció  contra 
los  autores  de  las  protestas  ó  informes  remitidos  al  mas  alto 
Poder  del  país.  Hizo  sancionar  por  la  Legislatura  una  protes- 
ta por  el  rechazo  de  los  diputados,  que  en  Noviembre  fué 
remitida  á  la  Convención  reunida  en  Santa  Fé. 

El  triunfo  de  la  justicia  y  moral  cívica,  que  el  pueblo 
acababa  de  obtener  contra  su  tirano,  provocó  un  voto  de  gra- 
cias á  la  Convención  que  fué  suscrito  por  numerosos  ciudada- 
nos. Este  documento,  que  había  de  servir  de  cabeza  de  proceso 
á  muchos  patriotas  y  ser  el  origen  de  numerosas  prisiones  y 
destierros,  es  como  sigue: 

«En  medio  de  los  transportes  de  regocijo  y  de  esperanzas 
que  inspira  al  pueblo  argentino  el  grandioso  desenlace  de  la 
cuestión  de  integridad  nacional,  los  infrascritos,  ciudadanos  de 
San  Juan,  bendicen  al  Tcdo-Poderoso  y  envían  á  la  Con- 
vención Nacional  ad-hoc  el  mas  ferviente  voto  de  gracias, 


1  Los  electos  para  senadores  fueron  el  General  Don  Tomás  Guido  y  Don 
Federico  de  la  Barra;  y  para  diputados,  los  señores  Don  Pedro  Virasoroi 
hermano  del  Gobernador  y  Don  J.  A.  Alvarez  Condarco. 


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á 


262  EL   PAÍS  DE   CUYO 

por  la  justicia  hecha  de  no  admitir  en  su  seno,  como  repre- 
sentantes del  pueblo  de  San  Juan,  á  Diputados  que  no  han 
sido  nombrados  por  él.  San  Juan,  en  la  triste  condición  de 
pueblo  conquistado  hace  dos  años,  que  no  tiene  mas  libertad 
ni  ejerce  otros  derechos,  que  los  que  el  gobernante  impuesto 
tiene  á  bien  concederle.  La  justicia  ha  empezado.  .  .  .  Gra- 
cias! Padres  de  la  Patria.  Gracias ....!» 

Virasoro  decretó  nuevas  prisiones  contra  los  que  habían 
suscrito  este  documento;  y  el  honorable  Dr.  Don  Antonino 
Aberastain  fué  encarcelado  con  muchos  otros  (Octubre  25) 
y  enseguida  violentamente  lanzado  al  destierro  sin  forma  de 
juicio  ni  orden  de  autoridad  competente. 

El  gobierno  de  Virasoro  recurrió  á  medidas  de  terror;  las 
cárceles  se  llenaron  de  ciudadanos,  y  aun  de  señoras,  lo  que 
hacía  decir  con  mucha  gracia  á  *E1  Imparcial»,  de  Córdoba: 
«La  parte  mas  poblada  del  territorio  sanjuanino,  no  es  su 
capital  como  pudiera  creerse,  es  su  cárcel.»  x 

Todos  eran  vejados  sin  misericordia  por  los  hombres  de  la 
situación,  y  algunos  recibieron  latigazos  en  las  plazas  pú- 
blicas y  en  pleno  dia  por  los  jefes  que  Virasoro  tenía  á  su  lado 
para  sosten  y  resguardo  de  su  importante  personalidad. 

Las  quejas  elevadas  por  el  pueblo  ante  la  autoridad  nacio- 
nal, parecían  no  surtir  efecto  alguno,  antes  sí,  encolerizar 
mas  al  correntino  déspota,  que  hacía  elogiar  su  administración 
y  desmentir  todas  las  reclamaciones  hechas  por  el  periódico 
oficial  «El  Iris»,  redactado  por  un  Marco  Antonio  Lloverás, 
digno  representante  de  la  causa  que  defendía. 

Los  rumores  de  revolución  comenzaron  á  tomar  cuerpo,  y 
Virasoro,  que  no  fué  el  último  en  saberlo,  en  vez  de  mirar  en 
tan  alarmantes  noticias  un  correctivo  á  sus  arbitrariedades, 
conociendo  la  decidida  actitud  hostil  del  pueblo,  siguió  ade- 
lante en  su  obra  de  desquicio  y  vejaciones. 

En  Abril  16  de  1860,  so  pretesto  de  una  revolución  que  se 
decía  haría  un  coronel  Ríos,  llevó  á  su  casa  habitación  una 
guardia  de  15  hombres  é  hizo  de  su  morada  un  verdadero 
parque  de  armas. 

1  «El  Imparcial»  de  2S  de  Junio  de  18(50. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  263 


El  Gobernador  Virasoro  estaba  enceguecido  en  el  poder, 
y  confiado  en  la  humillación  completa  á  que  había  reducido 
al  pueblo. 

Parece  que  Dios,  en  sus  insondables  designios,  ciega  á  los 
malos  que  no  ven  el  abismo  abierto  por  ellos  mismos  á  sus 
pies,  y  en  el  que  se  han  de  despeñar  en  castigo  de  sus  mal- 
dades y  en  medio  de  las  maldiciones  de  los  oprimidos. 

Dios,  sin  destruir  su  grandioso  atributo  de  misericordia, 
deja  en  los  desbordes  de  la  libertad  el  instrumento  de  su  di- 
vina justicia. 

Virasoro  iba  á  ser  castigado,  y  su  castigo  la  causa  de  una 
sangrienta  revancha  que  un  partido  político  tomaba  sobre 
otro  partido. 

En  la  mañana  del  16  de  Noviembre,  Virasoro  recibía  nue- 
vo anuncio  de  una  revolución  próxima  á  estallar;  inmediata- 
mente sale  de  su  casa,  recorre  los  cuarteles,  imparte  órdenes, 
hace  vigilar  las  calles  y  casas  de  los  sospechosos,  pero  nada  vé, 
nada  oye,  nada  siente.  Vuelve  tranquilo  al  seno  de  los  suyos 
y  principia  el  almuerzo  que  no  había  de  concluir. 

El  pueblo  estaba  desde  la  noche  anterior  acantonado  en  las 
casas  contiguas  á  la  de  Virasoro. 

A  las  ocho  en  punto  de  la  mañana,  se  siente  el  sordo  ru- 
mor de  uua  pueblada  que  rodea  la  casa  del  Gobernador,  y  que 
á  gritos  demanda  su  renuncia  inmediata;  algunos  disparos 
de  armas  de  fuego  se  sienten  en  la  calle,  y  esto  basta  para  que 
Virasoro  y  los  suyos  vean  en  aquel  repentino  movimiento 
una  amenaza  sangrienta  contra  sus  personas;  corren,  toman 
sus  armas,  prevenidos  como  estaban,  y  rompen  un  vivísimo 
fuego  contra  el  pueblo  asaltante. 

Grupos  de  hombres  asoman  por  los  fondos  escalando  las 
murallas;  y  mientras  por  las  puertas  y  ventanas  se  cruzan  los 
disparos  de  armas  de  fuego,  un  nuevo  tiroteo  se  siente  en  el 
interior  de  la  casa. 

Este  recibimiento  á  balazos  produjo  el  efecto  que  debía 
esperarse;  se  traba  una  lucha  encarnizada;  Don  Pedro  Viraso- 
ro, hermano  del  Gobernador,  muere  matando;  el  mayor  Don 
Tomás  Hayes,  N.  Rollin  y  tres  soldados  que  se  presentan  á 
la  pelea,  mueren  también  como  unos  desesperados. 


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264  EL   PAÍS   DE   CUYO 


En  medio  de  aquel  cuadro  de  horror  en  que  se  ve  á  los 
hombres  como  fieras  luchando  á  brazo  partido;  las  mujeres 
que,  sobrecogidas  de  espanto  huyen  sin  dirección  lanzando 
ayes  y  gritos  de  dolor,  se  presenta  Virasoro  ante  la  masa  de 
pueblo  que  llena  el  patio  de  la  casa,  con  un  hijo  suyo  en  los 
brazos  que  le  sirve  de  escudo,  pidiendo  se  le  perdone  la  vida 
y  protestando  abandonar  el  Gobierno  y  la  Provincia. 

Semejante  cuadro,  capaz  de  conmover  á  una  fiera,  produce 
su  efecto;  las  hostilidades  se  suspenden  en  aquel  pequeño 
teatro  de  la  lucha,  pero  cuando  uno  de  los  cabecillas  del 
asalto  se  aproxima  para  sentar  las  bases  de  arreglo,  un  ataque 
alevoso  le  convence  de  que  nada  debía  esperarse  de  aquellas 
gentes.  Uno  de  los  parciales  de  Virasoro  descarga  traidora- 
mente  sus  armas  sobre  los  asaltantes  que  le  rodeaban,  y 
esta  es  la  nueva  señal  de  una  lucha  que  recomienza  con  mayor 
fiereza  y  encarnizamiento,  concluyendo  por  la  muerte  de  Vi- 
rasoro y  demás  jefes  y  soldados  que  le  rodean,  con  excepción 
de  los  que,  huyendo  de  la  catástrofe,  consignen  ponerse  en 
salvo. 

El  niño,  por  cuya  intercesión  hubo  de  conseguir  el  padre 
escapar  de  las  iras  populares  que  su  indiscresion  y  despotis- 
mo habían  provocado,  escapa  de  la  muerte  de  un  modo  pro- 
videncial, sin  que  ni  su  traje  sacase  la  menor  lesión. 

A  la  media  hora  todo  había  pasado,  con  pérdida  de  tres 
hombres  muertos  y  seis  heridos  por  parte  de  los  invasores. 

La  revolución  había  sido  encabezada  por  Don  Pedro  No- 
lazco  Cobos,  chileno  de  nacionalidad,  y  él  con  los  comandan- 
tes David  Agüero  y  Marcelino  Quiroga  había  traído  el  ata- 
que á  la  casa  del  Gobernador,  al  mismo  tiempo  que  el  cuartel 
de  San  Clemente  era  tomado  por  una  fracción  de  pueblo, 
al  mando  de  Don  Carmen  Navarro  y  los  comandantes  de  mili- 
cias Núñez  y  Domínguez  con  sus  grupos  asaltaban  y  ren- 
dían la  guardia  de  Cabildo. 

El  pueblo,  desesperado  de  su  situación  y  viéndose  despo- 
tizado como  ninguno  otro  lo  había  sido  ni  en  1840;  conven- 
cido de  que  sus  reclamaciones  ante  la  autoridad  nacional  no 
hallaban  eco,  y  que  las  quejas,  ruegos  y  por  fin  amenazas  á 


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EL  PAlS  DE   CUYO  265 


Virasoro  daban  un  resultado  negativo,  acababa  de  hacerse 
justicia:  remedio  desesperante  puesto  al  alcance  del  pueblo 
para  volver  contra  sus  mandones  alzados  y  en  defensa  de 
sus  libertades  y  garantías  arrebatadas  ó  suprimidas. 

¡Ay  de  los  tiranos,  cuando  los  pueblos  que  vejaron  y 
oprimieron  llegan  á  salir  de  ese  enervamiento  á  que  los  re- 
dujera el  despotismo! 

Por  acta  popular  de  Noviembre  17,  el  pueblo  reunido  en 
la  plaza  principal  de  San  Juan,  asumía  la  responsabilidad  del 
movimiento  popular  en  que  solo  había  tomado  parte  una 
pequeña  fracción  de  él,  y  por  medio  de  esta  especie  de  plebis- 
cito, nombró  gobernador  interino  á  Don  Francisco  T.  Coll 
por  el  sufragio  de  trescientos  diez  y  nueve  ciudadanos. 

El  mismo  dia  que  en  San  Juan  tenían  lugar  estos  sucesos, 
en  la  Concepción  del  Uruguay  se  escribía  por  los  tres  gran- 
des hombres  dó  la  situación,  Mitre,  Urquiza,  Derqui,  el  docu- 
mento que  registramos  en  el  Apéndice,  que  no  solo  viene 
á  justificar  los  sucesos  del  16,  sino  que,  recibido  en  tiempo, 
pudo  evitar  á  Virasoro  y  los  suyos  el  trágico  fin  que  tuvie- 
ron y  al  pueblo,  el  hacerse  justicia  por  su  propia  mano.  (Ap., 
Nota  núm.  25). 

Esta  severa  lección,  que  los  hombres  constituidos  en  auto- 
ridad no  debieran  olvidar,  recordando  que  no  son  mas  que 
simples  mandatarios  del  pueblo,  por  desgracia  no  había  de 
ser  la  última  en  la  pobre  San  Juan,  que  mientras  mas  celosa 
es  por  su  soberanía  y  dignidad,  parece  mas  perseguida  por 
los  gobernantes  improvisados,  voluntariosos  y  soberbios. 

Estos  luctuosos  acontecimientos,  que  ante  la  Autoridad 
Nacional  fueron  pintados  con  los  mas  subidos  colores,  die- 
ron origen  á  una  intervención  nacional  armada,  decretada  en 
26  de  Noviembre  del  mismo  año,  la  que,  para  colmo  de  males, 
fué  confiada  al  Coronel  Sáa,  Gobernador  de  San  Luis,  cuyo 
retrato  está  hecho  en  estas  breves  palabras  de  Santiago  Ar- 
cos.— «El  gobernador  de  San  Luis  era  mas  que  un  federal: 
era  un  salvaje». 


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á 


capitulo  xvni. 

El  Dr.  Don  Antonino  Aberastain.  —  Invasión  á  San  Juan  por  el 
Comisionado  Sáa.  —  2.  Matanza  en  la  Rinconada  del  Pocito. 
—  Terremoto  en  Mendoza.  —  3.  Actitud  noble  de  Buenos  Ai- 
res ante  las  matanzas  de  la  Rinconada.  —  Protesta  del  Gobier- 
no de  Buenos  Aires.  —  4.  Batalla  de  Pavón  —  5.  Subleva- 
ción de  un  contingente  militar  en  Las  Lagunas. 


1.  —  La  interinidad  del  gobierno,  desempeñada  por  Don 
Francisco  T.  Coll,  cesó  en  9  de  Diciembre  del  año  1860  por 
elección  de  Gobernador  propietario,  recaída  en  la  persona  del 
Dr.  Don  Antonino  Aberastain,  que  se  recibió  del  mando  el 
dia  29. 

La  cansa  de  no  haberse  recibido  el  electo  inmediatamente 
de  la  elección,  es  la  siguiente: 

El  comisionado  del  Gobierno  Nacional,  Sáa,  en  nota  fecha- 
da en  San  Luis  el  7  del  mismo  mes,  y  dirigida  al  Gobernador 
Interino  de  San  Juan,  decía  que,  comisionado  por  el  Gobier- 
no de  la  Nación  para  restituir  en  la  Provincia  el  orden  alte- 
rado por  los  sucesos  del  16  de  Noviembre,  no  dudaba  que  el 
de  San  Juan,  acatando  la  resolución  del  Gobierno  Nacional, 
reconocería  la  misión  de  que  había  sido  investido,  «suspen- 
diendo entretanto  V.  E.  todo  procedimiento  que  pueda  alte- 
rar el  estado  de  cosas  en  San  Juan  con  respecto  á  su  organi- 
zación interior.» 

La  Legislatura  resolvió,  en  vista  de  la  nota  del  comisiona- 
do, suspender  la  recepción  del  Gobernador  electo;  pero  el 
curso  de  los  sucesos  que  comenzaban  á  desarrollarse  bajo  ca- 
racteres muy  alarmantes,  la  actitud  ya  decidida  del  Comisio- 
nado para  intervenir  militarmente,  la  conducta  insidiosa  del 
Gobernador  Nazar  de  Mendoza  que  se  complacía  en  atizar  el 


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EL  PAÍ8   DE   OUYO  267 


fuego  de  la  discordia,  y  en  fin,  las  irregularidades  cometidas 
por  el  Comisionado,  qne  sin  derechos  asociaba  á  su  misión 
como  secretarios  á  hombres  como  Marín  y  Rodríguez,  que  no 
estaban  libres  de  las  pasiones  desenfrenadas  de  un  partidis- 
mo ciego  en  que  les  había  iniciado  el  Gobernador  Nazar,  etc., 
etc.,  todas  estas  cosas,  repetimos,  convencieron  al  pueblo 
sanjuanino,  que  la  misión  Sáa  estaba  falseada  y  que  desde 
entonces  debía  mirársele,  no  como  un  comisionado  que  ex- 
tralimita las  facultades  de  su  investidura,  sino  como  un  intru- 
so que,  haciéndose  el  eco  de  sentimientos  odiosos,  producía  el 
caso  de  guerra  civil  por  la  injustificada  invasión  proyectada 
sobre  la  Provincia. 

En  vista  de  estas  consideraciones,  la  Legislatura  de  San 
Juan  resolvió  el  dia  29  de  Diciembre,  derogar  el  decreto  del 
dia  11  y  recibir  en  la  sesión  del  mismo  dia  al  Gobernador 
electo,  Dr.  Antonino  Aberastain. 

Este  honrado  ciudadano,  á  quien  la  Provincia  acababa  de 
confiar  sus  destinos,  venía  precedido  de  una  alta  reputación 
de  probidad  é  inteligencia.  Abogado,  recibido  en  Buenos  Ai- 
res en  1836,  había  desempeñado  el  Juzgado  de  Alzadas  en 
lósanos  1836 y  1837  y  sido  electo  por  su  Provincia  para  re- 
presentarla ante  el  Congreso  Nacional  como  diputado  en  1852. 

Dotado  de  una  clara  inteligencia  y  con  una  ilustración 
poco  común,  cualidades  que,  unidas  á  la  rectitud  y  energía  de 
su  carácter,  hacían  de  él  una  de  las  personalidades  mas  cul- 
minantes de  su  Provincia.  Desempeñó  muchos  otros  puestos 
públicos  hasta  que,  huyendo  de  la  tiranía  de  Rosas,  como  tan- 
tos argentinos  que  prefirieron  la  expatriación  á  las  cadenas 
de  la  esclavitud,  emigró  á  Chile  (Atacama),  donde  le  hemos 
conocido  como  el  mas  acabado  modelo  de  labor  y  honora- 
bilidad. 

Buenos  Aires,  que  estaba  ya  incorporada  á  los  demás  pue- 
blos de  la  Confederación,  y  que  por  el  tratado  de  11  de  No- 
viembre en  San  José  de  Flores  entraba  á  tomar  una  parte 
muy  activa  en  la  política  general,  no  solo  miraba  con  desa- 
grado el  giro  que  ésta  tomaba  bajo  la  directa  influencia  del 
Gobierno  de  la  Confederación,  sino  que  influía  especialmente 


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268  EL   PAlS   DE   CUYO 


en  San  Juan  para  que  los  verdaderos  intereses  de  unión,  li- 
bertad y  prosperidad  de  los  pueblos,  se  afianzasen  contra  la 
desacertada  política  del  Gobierno  del  Paraná. 

Aberastain  era  en  el  Gobierno  de  San  Juan  en  1859,  lo  que 
Carril  había  sido  en  1825,  el  eco  fiel  de  la  política  de  Buenos 
Aires  y  su  esforzado  propagandista  en  el  Interior.  Su  carác- 
ter enérgico,  su  fe  profunda  en  la  situación  política  y  justicia 
de  la  causa  que  la  había  producido,  queda  retratada  en  las 
siguientes  breves  palabras  dirigidas  al  pueblo  al  recibirse  del 
Gobierno: 

«Si  no  puedo  ofreceros  seguridad  de  acierto  en  mi  admi- 
nistración, puedo  sí  consagrar  y  consagraré,  os  lo  juro  con 
las  mismas  veras  de  mi  juramento  de  ayer,  todos  mis  esfuer- 
zos, mi  sangre,  mi  vida,  al  sosten  de  las  libertades  conquista- 
das el  16  de  Noviembre  último;  á  la  defensa  de  los  derechos 
del  pueblo  de  San  Juan  contra  cualquiera  agresión;  al  man- 
tenimiento de  la  dignidad  de  pueblo  libre  y  democrático,  que 
corresponde  á  San  Juan.» 

En  esta  situación  de  mutuas  desconfianzas  para  los  dos 
grandes  partidos,  unitario  y  federal,  que  recíprocamente  se 
acechaban  y  buscaban  el  predominio  del  uno  sobre  el  otro, 
tuvo  lugar  la  intervención  decretada  en  25  de  Noviem- 
bre de  1860  y  que,  lo  repetimos,  para  colmo  de  males,  se  ha- 
bía confiado  á  la  ineptitud  del  Gobernador  de  San  Luis,  Co- 
ronel Juan  Sáa. 

Las  instrucciones  dadas  al  interventor  pueden  reasumirse 
en  estas  pocas  palabras: — 

Si  la  Provincia  de  San  Juan  se  hallase  en  el  pleno  goce  de 
sus  derechos  y  garantías,  debía  apoyar  sus  decisiones  hasta 
el  completo  restablecimiento  del  orden  y  tranquilidad  públi- 
ca; y  en  caso  contrario,  podía  hacer  uso  de  la  fuerza  para  lo 
que  estaba  autorizado  á  movilizar  las  milicias  de  Mendoza  y 
Catamarca,  si  la  extremidad  de  las  circunstancias  así  lo 
exigieran. 

El  decreto  que  le  confería  tan  delicada  misión,  le  asoció  en 
el  carácter  de  secretario  á  Don  José  M.  de  la  Fuente.  Los  Co- 
roneles Conesa  y  Paunero  vinieron  en  su  compañía  para  po- 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  269 


nerse  al  frente  de  las  fuerzas,  que  en  extremo  caso  de  necesi- 
dad debían  operar  sobre  San  Juan. 

El  interventor  nacional  llegó  á  Mendoza  el  dia  15  de  Di- 
ciembre, y  desde  allí  entabló  negociaciones  con  el  Gobierno 
de  San  Juan,  de  las  que  resultó  hallarse  esta  provincia  en 
estado  de  paz  y  completa  tranquilidad,  y  las  autoridades  en 
ejercicio  de  sus  facultades  legales  con  aplauso  de  todo  el 
pueblo. 

El  dia  14  había  salido  de  San  Juan  una  comisión  compues- 
ta de  los  Señores  Ruperto  Godoy,  Carril,  Santiago  Cortínez  y 
A.  Bravard  para  que  hiciera  al  comisionado  Sáa  una  rela- 
ción exacta  del  estado  pacífico  y  próspero  en  que  quedaba  la 
Provincia. 

Las  explicaciones  dadas  por  los  comisionados  no  disiparon 
las  dudas  ni  el  espíritu  prevenido  del  interventor,  debiendo 
atribuirse  esta  conducta  á  su  antigua  aversión  al  partido 
liberal  dominante  en  San  Juan.  El  Gobernador  de  Mendoza, 
Laureano  Nazar,  federal  exaltado,  interesado  también  por  su 
parte  en  destruir  la  actualidad  de  la  Provincia,  influyó  efi- 
cazmente en  el  ánimo  del  Coronel  Sáa  para  llevar  adelante 
sus  planes  de  terror  y  conquista  á  que,  en  sus  criminales 
designios,  estaba  condenada  la  desgraciada  San  Juan  en  la 
confabulación  de  sangre  y  degüello  formada  de  antemano 
por  estos  dos  jefes  de  la  Federación. 

El  secretario,  de  la  Fuente,  apercibido  del  crimen  que  se 
meditaba,  presentó  su  renuncia  en  Diciembre  24  é  igual  cosa 
hicieron  el  mismo  dia  los  coroneles  Conesa  y  Paunero,  pro- 
testando así  contra  la  violenta  invasión  que  pronto  debían 
realizar  aquellos  bárbaros.  Hombres  de  honor  y  dignidad, 
regresaron  al  litoral,  no  queriendo  autorizar  ni  con  su  pre- 
sencia los  hechos  previstos,  conociendo  al  interventor  que 
tantos  años  había  capitaneado  las  hordas  salvajes  y  dado  ma- 
lones sobre  las  poblaciones  cristianas.  Este,  por  su  parte, 
aceptó  las  renuncias;  y  sin  autoridad,  según  se  vé  de  las  cláu- 
sulas de  su  nombramiento  para  intervenir  en  San  Juan, 
nombró  secretarios  de  su  propia  cuenta  (Diciembre  25)  á 
Don  Nicasio  Marín,  Ministro  del  Gobierno  de  Mendoza,  y  á 


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270  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Don  José  Elias  Rodríguez,  juez  de  Letras  de  San  Luis,  traídos 
en  su  compañía.  Mientras  tanto,  había  impartido  órdenes  á 
San  Luis  para  movilizar  700  hombres  de  caballería  al  mando 
de  su  hermano  Don  Felipe,  y  el  Gobierno  de  Mendoza  ponía 
á  sus  órdenes  un  escuadrón  de  caballería  de  mas  de  100 
hombres,  un  batallón  de  infantería  de  400  plazas,  que  marchó 
al  mando  de  un  Juan  C.  Martínez,  y  tres  piezas  de  artillería 
con  su  dotación  correspondiente. 

El  Gobierno  de  San  Juan,  que  veía  en  aquella  trama  si- 
niestra de  Sáa  y  Nazar,  el  manifiesto  propósito  de  llevar  una 
vandálica  invasión  á  su  Provincia,  por  un  acto  de  buena  vo- 
luntad, mas  bien  la  miró  como  un  caso  de  guerra  civil  que 
como  una  intentona  de  pillaje  y  de  saqueo. 

En  su  consecuencia,  de  acuerdo  con  los  artículos  109  de  la 
Constitución  Nacional  y  20  de  la  Provincial,  se  preparó  á  re- 
chazar la  invasión  que  amenazaba  á  San  Juan.  (Ap.,  nota 
núm.  26). 

Por  ley  de  30  de  Diciembre,  la  Legislatura  autorizó  al  Go- 
bierno para  poner  la  Provincia  en  estado  de  defensa,  y  se 
acordó  dar  cuenta  al  Gobierno  Nacional,  denunciándole  los 
actos  de  hostilidad  del  Interventor. 

El  dia  31  de  Diciembre  se  declaró  la  Provincia  en  asam- 
blea; se  crearon  los  batallones  de  ciudad  e  Union  Nacional», 
«Libertad»,  «Constitución»  y  «25  de  Mayo»1,  dos  compañías 
de  extramuros  de  la  misma  arma  y  regimiento  de  caballería  de 
los  Departamentos.  Las  maestranzas  trabajaron  día  y  noche, 
y  por  fin  el  dia  6  de  Enero  (1861)  pudieron  salir  de  la  ciudad 
1.200  hombres  con  tres  piezas  de  artillería  que  se  acamparon 
en  la  Rinconada  del  Pocito  y  principiaron  á  ejecutar  algunas 
obras  defensivas  que  se  redujeron,  en  su  mayor  parte,  á  fosos 
é  inundaciones  del  campo. 

En  los  días  anteriores,  el  Gobierno  había  mandado  al  Li- 


!  El  campo  de  la  Hinconada  donde  estuvo  este  batallón,  formado  de  ar- 
tesanos, se  halla  hoy  transformado  en  valiosas  fincas.  Fué  mandado  por 
su  jefe  Don  Lisandro  Sánchez,  el  héroe  del  Boquerón  en  la  guerra  del  Pa- 
raguay.— X.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  271 


terventor  Nacional  muchas  notas,  conminándole  en  nombre 
de  la  ley,  á  renunciar  al  plan  de  invasión,  y  ofreciéndole  las 
garantías  necesarias,  siempre  que  se  retrajese  de  los  informa- 
les procedimientos  llevados  adelante,  y  sujetase  la  solución 
pacífica  de  las  cuestiones  pendientes  á  la  resolución  del  Go- 
bierno Nacional. 

El  Comisionado  había  ya  resuelto  el  sacrificio  de  un  pue- 
blo entero,  y  nada  hubo  que  le  detuviese  en  su  obra  de  des- 
trucción. 

Ei  dia  7  de  Enero  se  puso  en  marcha  desde  Mendoza  con 
1,500  hombres  y  el  9  llegaba  á  Huanacache,  desde  donde  dic- 
tó un  decreto  con  estas  disposiciones: 

«Art.  1.°  Queda  reasumido  el  mando  gubernativo  de  la 
Provincia  de  San  Juan,  en  el  Comisionado  del  Exmo.  Gobier- 
no Nacional. 

Art.  2.°  Las  fuerzas  que  están  en  armas  en  la  Provincia 
se  pondrán  á  las  órdenes  del  Comisionado  en  el  término  pe- 
rentorio de  tres  horas,  de  comunicado  este  decreto. 

Art.  3.°  Declárase  en  estado  de  sitio  el  territorio  de  la 
Provincia  de  San  Juan  por  el  término  de  cuarenta  días,  » 

Vencido  el  plazo  de  aquella  perentoria  intimación,  las 
fuerzas  de  San  Luis  y  Mendoza,  al  mando  del  Comisionado, 
se  movieron  de  Huanacache  el  dia  10,  y  el  11  á  las  ocho  de 
la  mañana  se  avistaron  y  dispusieron  al  combate  los  dos  pe- 
queños ejércitos. 

2.  —  La  lucha  se  trabó  enseguida,  como  era  consiguiente, 
y  la  caballería  sanjuanina  huyó  á  los  primeros  amagos,  de- 
jando solo  á  su  pundonoroso  jefe  Coronel  D.  Pablo  Videla, 
que  se  plegó  á  la  infantería. 

Quedaban  combatiendo  700  hombres  de  San  Juan  contra 
mas  de  1.500  de  que  constaba  el  ejército  de  la  Interven*  i  un. 

Se  hicieron  proezas  de  valor  por  parte  de  los  asaltados,  que 
materialmente  se  vieron  rodeados  por  el  enemigo  tres  veces 
mayor  en  número.  Los  cañoncitos  se  desmontaron  á  loa 
primeros  disparos  y  desde  entonces  la  lucha  se  hizo  impo- 
sible. 


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272  EL   PAÍS  DE   CUYO 


Comenzó  entonces  la  obra  de  degüello  y  de  la  mas  estu- 
penda barbarie  de  que  se  tenga  noticia  contra  los  vencidos, 
la  cual  duró  por  mas  de  tres  horas. 

El  demonio  del  asesinato  debió  sonreír  de  satisfacción  ante 
aquella  carnicería  espantosa.  Sobre  el  campo  de  la  matan- 
za, y  el  mismo  dia  que  ésta  había  tenido  lugar,  Sáa  escribía 
al  Ministro  del  Interior:  t  Tres  horas  de  reñido  combate  han 
cambiado  la  situación  de  San  Juan  y  restituido  el  orden  é 
instituciones  legales,  vengaudo  al  mismo  tiempo  la  moral 
pública  altamente  ultrajada». 

Efectivamente,  cuatrocientos  rendidos  y  prisioneros,  la  flor 
de  la  juventud  sanjuanina,  murieron  en  aquella  terrible  jor- 
nada á  lanza  seca,  según  las  palabras  del  Comisionado,  sin 
que  de  las  fuerzas  de  éste  pereciese  mas  que  el  Teniente 
Tibürcio  Lucero,  y  heridos  el  capitán  Carlos  Larravide  y  mu- 
chos individuos  de  tropa l. 

El  venerable  anciano,  Coronel  D.  Pablo  Videla,  fué  dego- 
llado, y  los  demás  jefes,  oficiales  y  aun  soldados  de  la  infan- 
tería, casi  todos  corrieron  la  misma  suerte.  El  mismo  Abe- 
rastain  fué  fusilado  al  dia  siguiente  en  las  calles  del  Pocito, 
después  del  martirio  de  andar  á  pié  varias  leguas,  bajo  los 
rayos  de  un  sol  abrasador,  por  sobre  pedregales  y  entre  la 
befa  y  escarnio  de  los  verdugos  que  le  conducían  á  su  cal- 
vario*. 

La  prensa  toda  de  la  República  condenó  estos  salvajes  ase- 
sinatos, y  los  nombres  de  aquellos  verdugos  del  pueblo  de 
San  Juan,  los  dio  á  la  publicidad  para  execración  de  sí  mis- 
mos, del  partido  á  que  pertenecían  y  del  inicuo  gobierno  que 
autorizó  y  aprobó  aquellas  horribles  hecatombes. 

Todos  los  pueblos  de  la  República  unieron  su  voz  para 
condenar  esos  actos  de  salvajismo  ejecutados  en  nombre  de 
la  Nación,  con  las  armas  nacionales  confiadas  á  un  bárbaro. 


1  Parte  del  dia  12  del  Jefe  de  Estado  Mayor,  Carmen  José  Domínguez, 
al  Comisionado  Sáa;  pág.  91  del  informe  en  folleto  pasado  por  Sáa  desde 
San  Luis  al  Ministro  del  Interior  en  Marzo  25  del  año  1861. 

1  El  asesino  inmediato  de  Aberastain  fué  Francisco  Clavero,  cayo  pro- 
ceso original  conocemos. — *V.  E. 


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EL    PAlS   DE   CUYO  273 


La  indignación  general  que  tales  hechos  de  sangre  y  ex- 
terminio produjeron  en  toda  la  República,  tuvieron  por  con- 
consecuencia inmediata  la  batalla  de  Pavón,  donde  el  partido 
del  crimen  debía  ser  escarmentado,  y  lanzado  fuera  de  la 
Patria  el  autor  de  tantas  desgracias1.  Solo  el  Gobierno  de 
Mendoza,  tan  criminal  como  el  mismo  Sáa,  hacía  dar  á  éste, 
por  la  Legislatura,  un  voto  de  gracias,  en  sesión  de  26  de 
Febrero. 

Las  afinidades  del  crimen  unen  siempre  á  los  malvados. 

Aberastain,  el  honrado  y  generoso  gobernante,  que  al 
frente  de  las  fuerzas  sanjuaninas  acababa  de  regar  con  su 
sangre  el  suelo  de  su  Provincia,  debía  ser  el  genio  benéfico, 
que,  inspirando  á  los  hombres  de  su  partido  y  á  los  pueblos 
de  la  Confederación,  debían  realizar  pronto  la  obra  de  la  se- 
gunda regeneración  política  de  la  República. 

El  ilustre  mártir  de  la  Rinconada  dejaba  á  su  familia  la  he- 
rencia de  sus  virtudes  cívicas,  un  nombre  inmaculado  con 
que  ha  pasado  á  la  historia  y  ala  posteridad8. 

El  dia  12  de  Enero  entró  Juan  Sáa  en  la  ciudad  de  San 
Juan  con  sus  hordas  embriagadas  por  un  fácil  triunfo,  sem- 
brando el  terror  y  la  muerte  por  todas  partes. 

En  posesión  del  Poder  Ejecutivo  de  la  Provincia,  por  de- 
creto del  dia  15,  repuso  la  Legislatura  y  funcionarios  judi- 
ciales, que  habían  cesado  por  la  revolución  de  Noviembre  y 
ordenó  la  persecución  y  enjuiciamiento  de  los  que  habían  to- 
mado una  parte  activa  en  la  revolución  de  Virasoro,  y  no 
habían  caído  aun  bajo  el  puñal  de  los  cobardes  verdugos.  En- 


1  Derqui  huyó  á  Montevideo  después  de  Pavón. 

1  El  Congreso  Nacional,  para  honrar  la  memoria  de  tan  esclarecido  pa- 
triota, acordó,  en  sesión  de  Setiembre  28  del  año  1863,  una  pensión  gra- 
ciable de  cien  pesos  fuertes  mensuales  a  su  familia. 

La  Legislatura  de  San  Juan  votó  una  cantidad  de  dinero  para  la  erec- 
ción de  un  monumento  en  el  mismo  local  donde  fué  fusilado,  donde  se  in- 
moló la  pobrisima  creencia  de  la  autonomía  de  las  Provincias. 

La  Comisión  la  componían  los  señores  José  Pedro  Cortinez,  Dr.  Nar- 
ciso Laprida  y  José  Ignacio  de  la  Roza,  como  Presidente. 

Cedió  el  terreno  generosamente  el  Sr.  Luis  H.  Flores  y  el  monumento 
fué  proyectado  por  el  ingeniero  Ancellotti.—  X  E. 

18 


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274  EL  PAÍS  DE   CUYO 


segnida7  la  nueva  Legislatura  declaró  asesinatos  alevosos  la 
muerte  de  Virasoro  y  sus  secuaces  (Enero  31). 

El  estado  inconcebible  de  San  Juan  bajo  la  horrible  pre- 
sión del  terror,  robos  y  violencias  de  todo  género,  se  prolon- 
gó por  cuarenta  dias,  iguales  á  cuarenta  años  de  agonía  para 
este  pueblo,  hasta  que  para  burla  y  escarnio  de  San  Juan, 
nombróse  Gobernador  el  dia  20  de  Febrero  á  un  pobre  hom- 
bre, Filomeno  Valenzuela,  que  también  había  venido  con  su 
gente,  desalojando  la  ciudad  el  dia  22. 

Los  crímenes  perpetrados  por  aquellos  demonios  del  pilla- 
je fué  tal,  que  se  llevaron  hasta  pianos,  no  siendo  raro  des- 
pués hallarlos  en  un  desmantelado  rancho  de  la  campaña  de 
San  Luis.  Cuéntase  de  un  señor  de  San  Juan,  que  viajando 
algunos  años  después  al  Rosario,  vio  en  un  rancho  su  retrato 
alumbrado  por  dos  velas.  Aquellas  pobres  gentes  habían  to- 
mado el  retrato  por  la  imagen  de  algún  santo  milagroso  que 
ellos  no  conocían. 

La  farsa  de  nuevo  Gobierno  duró  solo  8  dias.  El  1.°  de 
Marzo,  cuando  aun  no  había  llegado  á  San  Luis  el  Interven- 
tor Nacional  con  su  gente,  los  Coroneles  Díaz  y  Eíos  depu- 
sieron á  Valenzuela  sin  aparato  de  fuerza  alguna,  y  sin  ma¿ 
que  tomarle  del  brazo  é  intimarle  su  renuncia,  lo  que  el  hom- 
bre hizo  al  momento  poseído  de  un  miedo  cerval. 

El  partido  federal  ó  sus  hombres  en  San  Juan,  no  se  con- 
tentaban con  echar  suertes  sobre  la  tánica  ensangrentada  de 
este  pueblo  mártir  inmolado  en  la  Rinconada,  sino  que  se 
arrebataron  sus  restos  con  salvaje  algazara,  hasta  que  la  Le- 
gislatura nombró  de  Gobernador  interino  al  Coronel  Don 
Francisco  D.  Díaz. 

A  los  pocos  dias  (Marzo  21),  ocurría  en  la  ciudad  de  Men- 
doza la  horrible  catástrofe  que  la  sepultó  en  sus  propias  rui- 
nas1; y  el  pueblo  sanjuanino,  olvidando  odios  y  resentimientos 


'  El  sabio  naturalista  Don  Augusto  Bravard  había  pronosticado  la 
desaparición  de  Mendoza  por  causa  de  un  fuerte  terremoto,  antes  de  die* 
años;  pero  esto  no  era  obra  de  la  adivinación;  él  había  observado  el 
descenso  progresivo  de  la  escala  barométrica  por  el  alzamiento  del  suelot 
y  asi  pudo  inducir  la  dilatación  de  gases  subterráneos  y  predecir  el  sacu- 
dimiento de  tierra  que  tuvo  lugar.  Bravard  murió  la  noche  misma  del 
terremoto,  sepultado  entre  las  ruinas  de   aquel  pueblo. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  275 


de  la  víspera,  acudió  presuroso  á  llevar  á  sus  desgracia- 
dos vecinos  el  auxilio  de  ropas,  alimentos  y  auxilios  de  todo 
género. 

El  Gobernador  Diaz,  mostrándose  el  filántropo  mas  acaba- 
do remitió,  en  el  acto  de  recibir  la  terrible  noticia,  médicos, 
carpas  y  toda  clase  de  auxilios. 

El  fanatismo  religioso  miraba  en  aquella  catástrofe  un 
castigo  del  Cielo,  infligido  á  aquella  ciudad  por  los  sacrifi- 
cios del  11  de  Enero,  en  que  su  Gobierno  había  tomado  tan 
activa  participación. 

3.  —  Los  sucesos  de  San  Juan,  que  habían  sido  reprobados 
oficialmente  por  los  gobiernos  de  Buenos  Aires,  Tucuman, 
Santiago,  Salta  y  Jujuy,  despertaron  en  el  primero  de  estos 
pueblos  el  antiguo  antagonismo  de  partido  contra  el  gobier- 
no de  la  Federación,  que  comenzaba  á  manifestar  su  viejo 
sistema  político  de  terror. 

Buenos  Aires  parecía  querer  ponerse  á  la  cabeza  de  la 
reacción  que  se  producía  contra  los  hombres  del  Paraná,  y 
los  mismos  acontecimientos  le  prepararon  el  camino  para 
arribar  al  fin  anhelado:  la  reconstrucción  nacional. 

El  Gobernador  de  Buenos  Aires,  general  Don  Bartolomé 
Mitre,  interpretando  la  opinión  de  su  pueblo  y  en  quien  los  su- 
cesos desarrollados  en  San  Juan  habían  producido  una  honda 
sensación  de  dolor  ó  indignación,  dirigió  una  proclama  al 
pueblo  de  Buenos  Aires  (Enero  31),  condenando  el  atentado  de 
que  había  sido  víctima  aquella  Provincia  y  concitando  al  cas- 
tigo de  los  culpables  con  la  reserva  que  convenía  á  un  pueblo 
con  medios  de  hacer  efectivas  sus  amenazas,  si  el  de  la  Nación 
dejaba  impunes  á  los  asesinos  de  los  hijos  de  San  Juan. 

Con  fecha  6  de  Febrero,  el  mismo  Gobierno  dirigió  al  Mi- 
nistro del  Departamento  Nacional  del  Interior,  Don  José 
Severo  de  Olmos,  una  extensa  nota,  en  que,  encarando  de  lle- 
no la  cuestión,  concluía  con  estos  párrafos  que,  por  su  alta 
significación,  llevaron  la  alarma  á  los  gobiernos  nacional  y 
provinciales  que  le  prestaban  su  apoyo. 

«  Si  desgraciadamente  fuese  el  pensamiento  del  Gobierno 


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_ 


I 


276  EL  país  de  cuyo 


Nacional,  aprobar  en  todas  sus  partes  la  conducta  de  su  Co- 
misionado, como  podría  deducirse  del  espíritu  de  la  nota  del 
Io  del  corriente,  del  Ministerio  de  la  Guerra,  el  Gobierno  de 
Buenos  Aires  se  vería  en  el  penoso  ó  imprescindible  deber 
de  protestar  contra  un  acto  que  afectaría  profundamente  el 
pacto  político  y  social  y  los  derechos  primordiales  de  los  pue- 
blos ;  y  usaría,  en  tal  caso,  de  los  medios  legítimos  que  la  cons- 
titución establece  para  salvar  tan  vitales  derechos,  porque 
esos  derechos  son  la  propiedad  de  los  pueblos  que  no  han 
enagenado,  no  pueden  enagenar,  y  que  nadie  puede  arreba- 
tarles sino  por  la  violencia. 

«  El  Gobierno  de  Buenos  Aires,  fiel  intérprete  de  la  opinión 
del  pueblo,  y  contando  con  el  apoyo  de  todos  los  poderes 
públicos,  al  reclamar,  como  lo  hace,  en  nombre  de  su  derecho 
el  cumplimiento  del  pacto  federativo,  en  cuya  conservación 
está  directamente  interesado,  y  al  execrar  los  crímenes  y 
atentados  de  todo  género  cometidos  por  la  intervención  ar- 
mada en  San  Juan,  usando  al  hacerlo  de  un  derecho  inheren- 
te á  todo  ser  humano,  espera  que  V.  E.  tendrá  á  bien  poner 
esta  nota  en  conocimiento  de  S.  E.  el  Señor  Presidente  de  la 
República,  y  comunicarle,  tan  pronto  como  sea  posible,  lo 
que  halle  por  conveniente  resolver  en  tan  grave  asunto. ...» 

La  nota  á  que  pertenecen  los  párrafos  transcriptos,  fué  reci- 
bida por  el  Gobierno  del  Paraná  como  un  reto  á  la  lucha  ar- 
mada, é  indudablemente  fué  esa  también  la  mente  de  Buenos 
Aires,  porque  á  los  tres  dias  de  la  fecha  de  aquélla,  dirigía 
el  primer  magistrado  de  esta  Provincia  una  circular  á  los 
gobernadores  de  las  demás,  pidiéndoles,  en  nombre  de  la 
Constitución,  la  humanidad  y  el  honor  de  los  pueblos  argen- 
tinos, concurriesen  á  robustecer  por  los  medios  legales  los 
principios  contenidos  en  la  nota  del  dia  6. 

Esta  nota,  que  fué  mirada  como  anárquica  y  provocativa  á 
la  guerra  civil,  desde  que  tendía  á  prejuzgar  sobre  la  actitud 
del  Gobierno  Nacional  en  los  sucesos  de  San  Juan,  fué  impug- 
nada por  unos  y  aceptada  de  lleno  por  otros,  que  hallaban  ya 
definida  la  opinión  del  Gobierno  del  Paraná  en  favor  de  la 
impunidad  por  los  crímenes  políticos  de  que  su  comisionada 
Sáa  se  había  hecho  responsable. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  277 

Los  Gobernadores  General  Urqniza  de  Entre  Rios;  Pascual 
Rosas,  de  Santa  Fé;  Félix  de  la  Peña,  de  Córdoba;  Ramón  Án- 
gel, de  la  Rioja  y  Manuel  Molina,  de  Catamarca,  se  manifes- 
taron en  favor  de  la  primera  idea,  y  los  ilustrados  gobernantes 
de  Santiago  del  Estero  (Pedro  Gallo);  de  Tucuman  (Salustia- 
no  Savalía);  Anselmo  Rojo  de  Salta  y  Pedro  José  Portal  de 
Jujuy,  se  adhirieron  á  la  manifestación  del  Gobierno  de  Bue- 
nos Aires,  que  contaba  con  la  unánime  opinión  de  todos  los 
pueblos,  ya  que  no  de  todos  los  gobernadores. 

A  la  aprobación  prestada  por  la  autoridad  Nacional  al 
crimen  espantoso  de  la  Rinconada,  se  siguió  la  anulación  de 
hecho  de  los  tratados  de  11  de  Noviembre  (1859)  y  6  de  Ju- 
nio (1860);  después  la  intervención  sin  causa  justificada  á  la 
Provincia  de  Córdoba  y  cambio  de  sus  autoridades  y  en  se- 
guida el  rechazo  de  los  Diputados  por  Buenos  Aires,  que  pro- 
dujo gran  descontento  y  profunda  sensación  en  esta  Provincia. 

Buenos  Aires  se  prepara  para  volver  por  la  fe  de  los  trata- 
dos y  darse  la  representación  que  el  Congreso  le  negaba. 

En  este  vidrioso  estado  de  la  política  nacional,  y  en  pre- 
sencia de  los  aprestos  bélicos  de  Buenos  Aires,  el  Ejecutivo 
de  la  Nación  resolvió  intervenir  en  esta  provincia  para  resta- 
blecer el  orden  turbado  por  la  demagogia  porteña,  y  probable- 
mente llegar  á  los  extremos  á  que  se  había  arribado  en  San 
Juan. 

Esta  vez,  el  partido  no  era  desigual  y  Buenos  Aires,  tan 
fuerte  y  poderosa  como  celosa  de  su  dignidad,  desconoció 
al  Gobierno  del  Paraná  y  se  aprestó  con  mas  ardor  que  nun- 
ca á  la  lucha  armada. 

El  General  Urquiza,  en  secreto  desacuerdo  con  la  política 
del  Gobierno  déla  Confederación  y  que  manifiesta  encubier- 
tamente su  adhesión  á  la  idea  de  reconstruir  la  República, 
marcha  al  frente  del  ejército  sin  la  fé  en  la  causa  que  sostiene 
y  sin  el  ardor  que  aquélla  siempre  inspira. 

4.  —  Se  da  la  batalla  de  Pavón  (Setiembre  17  de  1861)  en 
la  que  propiamente  no  hay  vencidos  ni  vencedores,  pero  de  la 
que  debe  resultar  para  Buenos  Aires  una  victoria  fecunda 
en  acontecimientos  sucesivos. 


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278  EL  PAlS   DE  CUYO 


Derqui  se  retira  al  Rosario  sin  comprender  aun  el  alcance 
del  combate  de  Pavón,  y  en  Setiembre  19  se  dirige  a  los  pue- 
blos, protestando  que  si  una  batalla  no  basta,  daría  cien 
batallas,  palabras  muy  propias  de  un  bisoño  que  no  no  se  da 
cuenta  de  su  verdadera  situación  política. 

Se  imparten  órdenes  para  levantar  nuevos  ejércitos;  y  el 
del  Centro,  cuya  formación  se  encarga  á  Juan  Sáa,  y  á  la  que 
deben  concurrir  la  Rioja,  Catamarca  y  las  tres  Provincias  de 
Cuyo,  se  levanta  á  gran  prisa,  haciendo  creer  á  estos  pueblos, 
en  la  captura  de  Mitre  y  completa  dispersión  del  ejército  de 
Buenos  Aires. 

Urquiza  se  resiste  á  la  guerra,  y  por  fin,  Derqui  tiene  que 
huir  á  Montevideo,  dejando  todo  á  merced  del  vencedor,  de- 
clarándose disuelto  el  Gobierno  del  Paraná  (Diciembre  12 
de  1861). 

Fué  durante  estos  sucesos,  que  en  San  Juan,  bajo  el  Gobier- 
no del  Coronel  Díaz,  y  por  orden  del  jefe  superior  de  la  Cir- 
cunscripción Militar  del  Nor-oeste,  Peñaloza  principia  la 
movilización  de  gente  que  debe  marchar  á  la  formación  del 
ejército  del  Centro. 

5.  —  El  18  de  Noviembre  se  movieron  las  fuerzas  san juani- 
nas,  constantes  del  Batallón  «Cazadores  Federales»,  al  mando 
del  Mayor  J.  M.  Baigorria  y  Regimiento  N.°  2  de  «Auxilia- 
res de  los  Andes»,  al  mando  del  Coronel  D.  Anacleto  Burgos. 
Estas  fuerzas,  cuyo  número  ascendía  á  mas  de  mil  hombres, 
marchaban  á  las  órdenes  del  Coronel  Don  Ángel  Melchor  de 
los  Rios,  que  también  había  sido  de  los  héroes  de  la  Rinco- 
nada. 

Mientras  se  alistaban  estas  fuerzas,  y  se  disciplinaban  por 
parte  de  la  autoridad  militar,  la  oposición  al  Gobierno  traba- 
jaba con  gran  ahinco  por  hacerla  sublevar.  El  pueblo  de  San 
Juan,  que  siempre  llegó  hasta  la  intransigencia  en  guarda  de 
sus  libertades  é  ideas  políticas,  y  cuya  fé  inquebrantable  en 
la  persecución  de  sus  propósitos  lo  hace  único  entre  los  de- 
mas  pueblos  de  la  República  y  que,  como  el  Anteo  de  la  fábu- 
la, parece  recobrar  nuevas  fuerzas  en  sus  caídas  y  retemplar 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  279 


su  ardor  en  los  mismos  contrastes,  estaba  ya  en  abierta  pug- 
na con  el  Gobierno,  y  había  conseguido  minar  y  desmorali- 
zar el  contingente  de  fuerzas  del  Coronel  Rios. 

El  27  de  Noviembre  llegaban  á  las  7  de  la  noche  al  lugar 
denominado  la  Bolsa  en  la  costa  de  las  Lagunas,  cuando  se 
produjo  una  sublevación  encabezada  por  el  alférez  Andrés 
Andino  y  el  ciudadano  José  Gil.  Después  de  un  ligero  tiroteo 
de  guerrillas  en  que  murieron  como  diez  de  los  sublevados, 
se  retiraron  éstos,  conservándose  á  la  vista  por  dos  dias  y  con 
insignificantes  hechos  de  armas,  hasta  que  se  dispersaron  en 
presencia  de  algunas  fuerzas  del  Gobierno  que  llegaron  á  ba- 
tirlos. El  objeto  se  había  logrado;  el  Ejército  del  Centro  no  se 
formó  y  pronto  las  armas  de  Buenos  Aires  se  hicieron  sentir 
en  los  pueblos  del  interior,  dando  así  á  la  indecisa  batalla  de 
Pavón,  los  honores  de  una  gran  victoria,  bien  merecidos, 
por  sus  grandes  resultados  para  la  causa  de  los  liberales  y 
beneficio  de  los  pueblos. 

En  consecuencia  de  estos  sucesos,  una  división  de  Buenos 
Aires,  al  mando  del  coronel  Don  Ignacio  Rivas,  fué  destaca- 
da en  las  provincias  del  antiguo  Cuyo. 

A  la  aproximación  de  estas  fuerzas,  el  Gobernador  Diaz 
huyó  á  Chile,  llenando  antes  las  formas  de  una  delegación 
hecha  en  la  persona  de  Don  Francisco  T.  Coll,  que  al  fin  no 
se  recibió  del  Gobierno.  La  Legislatura  llamó  entonces  al 
desempeño  de  las  funciones  gubernativas  al  respetable  ancia- 
no Don  Ruperto  Godoy,  que  comenzó  á  llenarlas  interina- 
mente el  9  de  Enero  del  año  1862. 

Durante  la  interinidad  de  Godoy,  la  Legislatura  de  San 
Juan  dirigió  un  manifiesto  á  las  demás  provincias  de  la 
República  (Enero  25),  manifestando  su  desconocimiento  á  la 
Autoridad  Nacional  en  el  personal  de  los  poderes  que  habían 
declarado  la  guerra  á  la  Provincia  de  Buenos  Aires;  reasu- 
miendo en  los  poderes  de  la  Provincia  la  parte  de  soberanía 
delegada  al  Gobierno  General,  y  autorizando  al  Gobernador 
de  Buenos  Aires  (Mitre)  para  mantener,  en  la  parte  de  repre- 
sentación correspondiente  á  San  Juan,  las  relaciones  exte- 
riores, y  para  tratar  de  organizar  las  nuevas  autoridades  de 
la  Nación. 


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CAPITULO  XIX. 

1.  Administración  Sarmiento. — Combate  de  Caucete. — Muerte  del 
General  Peñaloza.  —  2.  El  estado  de  sitio  ejercitado  por  los 
gobiernos  de  Provincia.  —  3.  El  Doctor  Don  Guillermo 
Rawson. 


1.  —  En  9  de  Febrero  de  1862,  era  elegido  canónicamente 
y  recibido  por  la  Legislatura  de  San  Juan,  como  Gobernador 
de  la  Provincia,  Don  Domingo  F.  Sarmiento.  Sus  ministros 
fueron  los  respetables  ciudadanos  Don  Ruperto  Godoy  Carril 
y  Don  Valentín  Videla. 

Este  notable  ciudadano  que  sus  comprovincianos  miraban 
con  respeto  por  su  poderosa  inteligencia,  y  con  amor  por  su 
labor  perdurable  en  contra  de  la  tiranía  y  en  defensa  de  las 
libertades  de  su  Patria,  venía  á  su  Provincia,  en  el  concepto 
de  todos,  á  realizar  el  mas  bello  ideal  de  Gobierno  republicano 
federal. 

Sarmiento,  el  célebre  autor  del  Facundo,  esa  historia  de  la 
barbarie,  cuya  originalidad  y  estilo  podían  rivalizar  sin  des- 
ventaja con  las  mas  acabadas  obras  de  Fenimore  Cooper,  y 
en  la  que  con  tanto  fuego  y  eficacia  formaba  el  proceso  del 
partido  federal  y  caudillos  argentinos,  su  mas  fiel  personifi- 
cación, llegaba  á  San  Juan  precedido  de  una  aureola  de  gloria 
que  despertaba  en  sus  paisanos,  no  ya  respeto,  sino  una  es- 
pecie de  veneración.  Luchando  con  la  pobreza  desde  sus  pri- 
meros años,  y  dotado  de  una  voluntad  incontrastable  para 
vencer  las  adversidades  de  la  suerte,  llegó  pronto  á  ser  el 
hombre  predestinado  para  combatir  contra  los  verdugos  de 
su  Patria. 

Conocido  antes  solo  de  nombre,  ó  por  su  reputación  de 
enemigo  irreconciliable   de  los  federales  de  Rosas,  á  quien 


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EL  PAÍ8  DB  OUYO  281 


hizo  una  guerra  sin  tregua  hasta  la  batalla  de  Caseros,  co- 
menzó recien  á  ser  estudiado  por  su  pueblo  para  hacer  el 
pronóstico  del  buen  gobierno,  que  era  de  esperarse  <Ie  ese 
apóstol  ardiente  de  la  libertad  y  del  progreso  humano. 

Se  exhumaron  los  recuerdos  de  su  pasado,  que  hasta  la 
fecha,  como  todas  las  cosas  del  Interior,  apenas  se  conservan 
por  la  tradición  ó  cuando  mas  por  las  simples  crónicas. 

Trájose  á  la  memoria  al  osado  imberbe  del  Pilar  y  Niqui- 
vil;  y  pasando  en  revista  otras  aventuras  del  muchacho  estu- 
dioso y  altanero,  se  recuerda  en  seguida  al  sensato  redactor 
de  «El  Zonda»  en  1839.  y  al  hombre  osado  que  lucha  con- 
tra la  soldadesca  desenfrenada  de  Espinosa  en  1840,  y  que, 
como  muchos  otros  de  sus  compañeros,  debía  sufrir  el  atroz 
martirio  de  ser  afeitado  á  puñal  entre  la  brutal  algazara  de 
los  soldados,  indirectas  y  equívocos  groseros  de  un  jefe  bár- 
baro y  salvaje1.  El  general  Benavides  le  salvó  de  aquella 
afrenta. 

Recordando  al  fecundo  y  genial  escritor,  se  trajo  á  la  me- 
moria el  «Facundo»,  «Argirópolis»,  «Educación  Popular», 
«Los  Viajes »,  « La  Crónica »,  «  Sud  América »,  «  Recuerdos  de 
Provincia»,  «Comentarios  de  la  Constitución»,  «Campaña 
del  Ejército  Grande  »,  «  San  Juan  y  sus  hombres  »,  c  La  Con- 
vención de  San  Nicolás»,  etc.,  etc.,  todo  un  confuso  hacina- 
miento de  libros,  folletos  y  periódicos  que  habían  dado  alto 
renombre  al  célebre  pensador  sanjuanino*. 

Se  habla  de  sus  viajes  por  Europa,  Asia,  África  y  Amé- 
rica, se  recuerdan  las  altas  posiciones  oficiales  que  ha  ocu- 
pado con  laboriosidad  é  inteligencia,  la  variedad  y  popu- 
laridad de  sus  conocimientos,  como  sus  ideas  y  doctrinas  que 


'•  Mientras  los  soldados  afeitaban  en  el  Cabildo  ó  cárcel  de  San  Juan  á 
los  presos  bajo  la  directa  inspección  del  coronel  José  Manuel  Espinosa, 
éste,  dirigiéndose  a  los  improvisados  barberos,  les  recomendaba  en  alta 
voz:  no  te  les  pasase  la  mano  (1840).  —  La  época  y  sus  hombres  dicen  lo 
demás. 

1  Sus  obras,  no  completas  aun,  publicadas  en  1900  bajo  los  auspicios  del 
Gobierno  Argentino  y  editadas  por  su  nieto  Augusto  B.  Sarmiento,  al- 
canzan á  cincuenta  y  tres  gruesos  volúmenes. — N.  E. 


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282  EL   PAÍS   DE   CUYO 


propaga  con  entusiasmo  en  la  prensa,  en  el  gobierno,  en  las 
escuelas  que  ha  fundado  y  organizado  en  Chile;  y  en  fin,  las 
peregrinaciones  que  habían  puesto  á  dura  prueba  el  temple 
de  su  carácter  indomable.  Los  mas  curiosos  exhuman  del  ol- 
vido sus  numerosos  folletos  y  su  parte  adicional  á  la  Defensa 
de  la  Vicaría  Apostólica  de  Cuyo  y  muchas  otras  produccio- 
nes de  su  talento  inmenso. 

Sarmiento  era  el  hombre  del  día,  el  genio  tutelar  de  su 
provincia,  enviado  providencialmente  para  encaminarla  por 
la  senda  de  la  felicidad.  Todos  se  disputaban  una  sonrisa  de 
aquel  hombre  extraordinario,  una  mirada  siquiera  para  hon- 
rar y  llenar  de  legítimo  orgullo  á  quien  la  recibía. 

Al  principiar  su  gobierno  en  1862,  parecía  el  sol  naciente, 
cuyos  benéficos  rayos  todos  ansiaban  y  esperaban  para  ven- 
tura y  engrandecimiento  de  su  pueblo.  Pero  los  tiempos 
cambian  y  aquel  sol  debía  tener  su  ocaso.  Lo  tuvo  Napo- 
león en  Waterloo.  Aquel  hombre  venerado  en  1862,  debía 
salir  rodeado  de  la  indiferencia  pública  en  1864,  arrepentido 
acaso  de  haberse  extremado  por  su  bien.  ¡Tal  es  el  mundo! 

Desde  9  de  Enero  de  1862,  comenzó  para  San  Juan  uní 
era  de  progreso  que,  por  ser  prematuro,  debía  violentar  los 
hábitos  inveterados  y  llegarse  hasta  el  convencimiento  de  que 
se  llevaba  á  la  Provincia  á  su  completa  postración  econó- 
mica. 

La  primera  medida  fue  reformar  radicalmente  el  orden  ad- 
ministrativo y  cambiar  el  trage,  por  decirlo  así,  de  aquel 
pueblo  mediterráneo,  enclavado  entre  los  salitrales  de  un 
rincón  de  la  República,  con  un  harapo  por  instituciones  en 
armonía  con  sus  costumbres  mas  que  con  sus  necesidades. 

Por  decretos  de  15  y  24  de  Enero,  nombró  nuevos  camaris- 
tas, Jueces  Letrados,  Fiscal,  Defensor  de  Menores  y  Jueces 
de  Paz,  dictando  después  las  disposiciones  necesarias  para  el 
mejor  régimen  judiciario. 

En  Febrero  14  crea  una  Diputación  de  minas,  reglamen- 
tando las  denuncias,  peticiones  y  demás  concerniente  al  ramo, 
y  á  los  pocos  meses  (Agosto  19)  dicta  un  decreto  que  puede 
considerarse  como  una  breve  Ordenanza  minera,  en  que  le- 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  283 


gisla  sobre  el  trabajo  de  la  industria,  sociedades  de  explota- 
ción, venta  de  metales,  registro,  estadística  de  minas  en  ela- 
boración, etc.,  y  un  arancel  correspondiente  á  los  derechos 
del  ramo 1. 

Se  organizaron  bajo  el  mejor  pie  posible  la  Guardia  Na- 
cional de  infantería  y  caballería,  dando  á  esta  institución,  un 
tanto  descuidada  en  San  Juan,  los  elementos  necesarios  para 
que  respondiera  á  los  fines  de  su  creación. 

Por  decretos  de  Marzo  y  Setiembre  creó  un  Departamento 
Topográfico,  bajo  la  dirección  del  acreditado  ingeniero  Don 
Gustavo  Grothe;  le  marca  sus  atribuciones  y  deberes,  y  éste 
corresponde  con  ventaja  en  los  varios  trabajos  que  se  le  en- 
comiendan. Se  hizo  el  primer  mapa  de  la  Provincia  y  se  le- 
vantó un  notable  plano  de  la  ciudad  y  departamentos  agrí- 
colos  contiguos,  en  escala  de  varas.  Se  inauguró  una  precio- 
sa Quinta  Normal  (Setiembre),  y  la  ciudad  fué  tomando 
mayor  ensanche  por  la  apertura  de  calles,  nivelaciones,  rec- 
tificaciones y  otras  importantes  obras  para  salubridad  y  es- 
tética de  la  población. 

El  Hospital  de  San  Juan  de  Dios,  que  desde  los  primeros 
años  del  siglo  se  hallaba  en  un  lugar  inadecuado,  fué  trasla- 
dado á  un  edificio  construido  especialmente  con  tal  objeto. 

Se  creó  en  21  de  Mayo  un  Colegio  Preparatorio  de  instruc- 
ción científica  y  universitaria,  bajo  la  dirección  del  inolvi- 
dable educacionista  chileno  D.  Pedro  Alvarez. 

La  Legislatura  dictó  leyes  inmejorables  sobre  edificios  para 
escuelas  y  sistemas  de  educación  primaria,  sobre  desvincu- 
lacion  de  bienes  raíces  de  fundación  perpetua,  y  se  prohibie- 
ron las  fundaciones  capellánicas  que  no  eran  en  dinero,  reci- 
biendo éstas  una  adecuada  organización. 

Creóse  en  Junio  una  Caja  de  Depósitos,  que  venía  á  llenar 
la  mas  sentida  necesidad  por  los  depósitos  judiciales,  y  orga- 
nizóse finalmente  un  Juzgado  especial  de  comercio  con  las 
atribuciones  correspondientes  á  su  importancia. 


1  Sostuvo  una  activísima  correspondencia,  dentro  3'  fuera  del  país,  para 
fomentar  empresas  mineras  y  traer  capitales,  maquinarias  é  industriales 
competentes.  -N.  E. 


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Á 


284  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Este  gran  movimiento  de  instituciones  y  reformas  trascen- 
dentales, conducían  á  la  Provincia,  con  tan  rápidos  progre- 
sos en  un  año  de  honrada  y  laboriosa  administración,  á  una 
altura  inesperada,  sorprendente  y  que  debía  ser  la  obra  del 
tiempo1. 

Sin  embargo,  empezó  á  notarse  general  descontento  y  á 
sentirse  los  efectos  de  la  maledicencia  y  crítica  mordaz. 

Este  hermoso  programa  oficial  no  podía  realizarse  con 
simples  leyes  y  decretos;  era  necesario  la  inversión  de  fuertes 
sumas  de  dinero,  y  el  pueblo,  que  debía  llenar  el  alto  presu- 
puesto, dióse  cuenta  de  la  enorme  y  pesada  carga  de  los  im- 
puestos fiscales. 

El  papel  moneda  de  Buenos  Aires  con  que  se  hacían  las 
operaciones  de  hacienda  y  pago  de  los  empleados  de  la  admi- 
nistración pública,  fué  también  un  nuevo  motivo  de  des- 
agrado popular,  porque  este  medio  circulante  no  inspiraba 
mayor  confianza  ni  era  garantía  suficiente  páralos  acreedores. 

El  malestar  adquirió  mayor  intensidad  con  motivo  del  es- 
tado de  sitio  en  que  se  puso  la  Provincia  por  estar  convulsio- 
nada la  Rioja  y  en  armas  contra  la  Nación. 

El  año  1863  dio  principio  con  circunstancias  mas  alarman- 
tes aun. 

El  presupuesto  de  gastos  de  la  administración  ascendía  á 
ciento  treinta  y  dos  mil  y  mas  pesos,  y  el  cálculo  de  recursos, 
incluyendo  la  deuda  del  Gobierno  Nacional,  no  bastaba  á  sa- 
tisfacer las  necesidades  de  la  administración  pública,  dejando 
un  fuerte  déficit  en  su  contra. 

El  pueblo  contribuyente,  aunque  parezca  extraño,  se  asus- 
taba de  tanto  progreso  y  lo  que  era  mas  de  temer,  se  alarma- 
ba por  las  tendencias  centralizadoras  que  comenzaban  á  ma- 
nifestarse en  el  Gobierno.  Había  que  dejar  hacer,  hasta  que 
llegase  el  momento  en   que  materialmente  fuera  imposible 


1  No  e9  posible  en  esta  ciudad,  escribía  en  1900  el  corresponsal  viajero 
de  «La  Prensa»,  defenderse  de  los  recuerdos  de  Sarmiento:  cuando  no  es 
el  nombre  del  ilustre  varón,  colocado  frente  á  una  casa  ó  en  una  calle, 
es  la  huella  de  su  iniciativa  poderosa  que  se  presenta  siempre  á  la  vista 
del  viajero.— X.  E. 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  285 


seguir  progresando  á  cambio  de  tan  altos  impuestos  como  era 
necesario  crear.  La  sed  de  mejoras  y  de  adelanto  tendría  Tin 
término  en  razón  de  la  exigüidad  de  la  renta. 

La  Inspección  General  de  Agricultura  fué  considerable- 
mente mejorada,  y  varias  reformas  de  carácter  municipal  vi- 
nieron pronto  á  aumentar  su  importancia  y  favorecer  su  con- 
dición. 

Por  decretos  de  3  y  4  de  Febrero,  el  Gobierno  reglamentó 
el  ejercicio  de  la  abogacía,  señalando  el  modo  y  forma  de  ha- 
bilitar para  el  desempeño  de  esta  profesión;  se  hizo  igual 
cosa  con  los  procuradores  y  rematadores,  y  esta  intromisión 
en  los  negocios,  que  eran  del  exclusivo  resorte  del  Poder  Ju- 
dicial, dieron  lugar  á  nuevas  y  amargas  censuras. 

Comenzó  á  construirse  un  edificio  destinado  á  una  escuela 
primaria  superior,  á  la  que  se  llamó  «Escuela  Sarmiento»  y 
este  fué  otro  motivo  para  que  se  hablase  del  Gobierno  y  se 
culpase  de  inmodestia  al  Gobernador. 

En  Febrero  13  se  nombró  un  comisionado  á  Chile  para 
contratar,  á  nombre  del  Gobierno,  doce  artesanos  carpinteros, 
albañiles  y  canteadores,  lo  que  fué  motivo  de  grandes  desa- 
zones para  los  artesanos  de  la  Provincia,  que  se  vieron  pos- 
puestos, según  ellos,  sin  causa  legítima. 

El  estado  de  armas  en  que  principió  á  ponerse  la  Provin- 
cia, á  causa  de  la  actitud  amenazante  de  Peñaloza,  aumentan- 
do el  mal  que  entrañaba  tan  tirante  situación,  trajo  nuevos 
desagrados,  y  hasta  dio  origen  á  una  sorda  oposición  que,  co- 
menzando por  los  corrillos  de  estrado,  hubiera  llegado  hasta 
muy  lejos  sin  los  hechos  que  después  expondremos. 

Por  primera  vez  en  aquella  Provincia,  se  vio  el  caso  raro 
de  las  renuncias  en  tumulto  que  hacían  los  empleados  de  la 
administración,  quizá  por  las  mismas  personas  que  antes 
turbaran  mas  de  una  vez  la  paz  pública  por  vivir  del  presu- 
puesto. 

El  sol  que  el  9  de  Enero  del  año  anterior  había  aparecido 
en  las  altas  regiones  oficiales,  comenzaba  á  declinar. 

Las  célebres  cartas  quillotanas  de  Alberdi  se  hicieron  popu- 
lares, y  su  lectura,  dando  pábulo  á  la  crítica  apasionada  y 


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286  EL   PAÍS   DE   CUYO 


ofensiva,  trajo  á  tela  de  juicio  el  pasado  del  hombre  que  por 
sus  excentricidades  había  llegado  á  singularizarse  en  todas 
partes  y  se  repetía  con  Alberdi. 

Aquella  guerra  despiadada  y  sin  cuartel  contra  el  Gober- 
nador Sarmiento,  recrudeció  con  motivo  de  los  sucesos  que 
pasamos  á  narrar. 

Un  nuevo  estado  de  sitio  y  asamblea  vino  á  pesar  sobre 
San  Juan  por  decreto  de  Marzo  27,  y  desde  luego  todo  quedó 
militarizado  en  la  Provincia. 

En  28  del  mismo  mes,  el  Ministro  de  la  Guerra  comunicaba 
la  resolución  del  Presidente,  nombrando  á  Sarmiento  Direc- 
tor de  la  Guerra  contra  Peñaloza  y  poniendo  á  sus  órdenes 
las  fuerzas  nacionales  de  Mendoza  y  San  Juan. 

Las  disposiciones  militares  comenzaron  con  mayor  fuerza. 

Como  encargado  del  Gobierno  Nacional  para  la  pacifica- 
ción de  la  Bioja,  declaró  esta  provincia  en  estado  de  sitio  por 
tiempo  indeterminado  (Marzo  29),  acto  violento  que  se  rei- 
teraba por  tercera  vez  en  el  Gobierno  de  Sarmiento  y  que 
había  de  ser  causa  de  una  ruidosa  polémica  de  que  pronto  nos 
ocuparemos. 

El  mismo  dia,  dictó  el  tremendo  decreto  que  sigue: 

«San  Juan,  Mayo  29  de  1803. — El  Gobernador  de  la  Pro- 
vincia, encargado  por  el  Gobierno  Nacional,  etc.,  etc. 

«Siendo  la  práctica  inveterada  de  los  montoneros  recortar 
las  armas  del  Estado  para  hacerse  pistolas  que  llaman  recor- 
tados, inutilizándolas  para  el  servicio  público  y  defraudando 
al  Estado  de  sus  propiedades, — 

«Decreta:  Artículo  1.°—  Los  jefes  de  fuerzas  nacionales 
en  operaciones  sobre  la  Rioja,  fijarán  un  término  conveniente 
para  la  presentación  y  entrega  de  dichos  recortados,  pasado 
el  cual  aplicarán  doscientos  azotes,  estando  esta  peua  en  vi- 
gencia para  delitos  militares,  á  los  que  se  encontraren  posee- 
dores de  dicha  arma  prohibida,  debiendo  ademas  pagar  el 
valor  del  fusil  ó  carabina  inutilizada,  ó  en  su  defecto,  sufrir 
neis  meses  de  trabajos  forzados. 

« Art.  2.° — Comuniqúese  á  los  jefes  de  las  fuerzas  expedi- 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  287 


cionarias  que  ocupan  la  Provincia  de  la  Rio  ja  y  demás  auto- 
ridades de  ella,  para  su  cumplimiento  y  publíquese.  —  Sar- 
miento.—R.  Godoy  Carril. —  V.  Videla.» 

Una  orden  mas  dura  no  podía  expedirse  por  nadie  que 
tuviese  sentimientos  de  humanidad  y  de  justicia,  y  menos  en 
la  forma  que  se  hacía,  contra  los  infelices  que  tuviesen  la  des- 
gracia de  poseer  recwtados. 

Los  preparativos  de  guerra  no  eran  infundados,  y  hay  que 
hacer  justicia  á  la  previsión  del  Gobierno  de  Sarmiento,  que 
pudo  en  el  momento  oportuno  poner  su  Provincia  á  salvo  de 
la  rapiña,  y  escarmentar  al  formidable  montonero  que  asola- 
ba aquellos  pueblos. 

Peñaloza  invadió  con  mas  de  mil  hombres  y  tomó  el  De- 
partamento de  Caucete,  que  dista  solo  siete  leguas  de  la  ciu- 
dad capital. 

Las  milicias  de  San  Juan  y  Mendoza  salieron  inmediata- 
mente al  encuentro  de  la  montonera,  y  al  punto  se  impartie- 
ron órdenes  para  que  el  Mayor  D.  Pablo  Irrazábal,  que  mar- 
chaba en  busca  del  Chacho  con  un  piquete  del  1.°  de  caballería 
y  otro  del  6  de  infantería,  contramarchase  sobre  el  punto  in- 
vadido. Las  órdenes  fueron  rápidas  y  oportunas. 

El  30  de  Octubre  Irrazábal  sorprendía  á  las  gentes  de  Pe- 
ñaloza, encajonadas  en  una  calle  de  Caucete  y  las  batía  sable 
en  mano,  ocasionándoles  una  grande  mortandad,  y  poniendo 
en  precipitada  fuga  á  los  pocos  que  pudieron  escapar. 

La  montonera,  vencida  y  dispersada  en  los  Ojos  de  Agua, 
Lomas  Blancas  y  Playas  de  Córdoba  (Junio  28)  acababa  de  re- 
cibir en  Caucete  el  golpe  de  gracia  que  había  de  concluir  con 
la  gavilla  de  f oragidos. 

El  Director  de  la  Guerra  mandó  á  los  pocos  dias,  después 
del  combate  de  Caucete,  una  ligera  división  al  mando  de  Irra- 
zábal, en  persecución  de  Peñaloza,  hacia  los  Llanos,  que  en 
todos  sus  desastres  militares  le  habían  servido  de  abrigo. 

Luego  se  supo  que  Peñaloza  se  hallaba  en  la  pequeña  po- 
blación de  Olta,  y  el  dia  12  de  Noviembre  (1863),  la  vanguar- 
dia, á  las  órdenes  del  Comandante  D.  Ricardo  Vera,  penetró 


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288  EL   PAÍS   DE   CUYO 


á  gran  galope  en  la  villa,  rodeando  la  casa  de  Peñaloza  y  éste 
en  su  consecuencia,  se  rindió  en  el  acto,  como  igualmente  la 
guardia  de  cincuenta  hombres  que  tenía  consigo  y  que  se 
hallaban  completamente  desprevenidos. 

Vera  intimó  rendición  á  Peñaloza,  quien  al  punto  entregó 
sus  armas,  siendo  puesto  incomunicado  y  con  centinela  de 
vista,  hasta  la  llegada  de  Irrazábal,  que  en  el  momento  mandó 
ejecutar  al  preso,  cortándosele  en  seguida  la  cabeza  que  fué 
clavada  en  una  lanza. 

¿Obró  Irrazábal  de  su  cuenta,  ó  tuvo  orden  expresa  de  ma- 
tar al  Chacho  donde  le  encontrase? 

¿Está  justificada  la  muerte  de  un  hombre  rendido  que  no 
pensó  siquiera  en  hacer  armas  contra  los  que  le  apresaran  ? 

¿No  es  la  muerte  de  Peñaloza  un  verdadero  asesinato  de 
que  se  pueda  culpar  á  las  autoridades  superiores  que  previe- 
ron y  ordenaron  aquel  hecho? 

Después  de  este  suceso  que  dejó  libre  á  San  Juan  de  las  in- 
vasiones de  Peñaloza,  la  Provincia  siguió  su  marcha  de  for- 
zado progreso,  que  no  habiendo  sido  la  obra  del  gradual  des- 
arrollo conforme  á  la  riqueza  del  país  y  á  las  instituciones 
bien  arraigadas,  debía  tener  una  vida  efímera  para  volver 
al  pueblo  á  su  quicio  de  que  improvisamente  se  le  sacara,  aun 
por  el  cumplimiento  de  deberes  sagrados  y  seguridad  de  su 
porvenir. 

No  dejaremos  de  hacer  meucion  especial  de  un  decreto  de 
Junio  12  de  1862,  considerado  como  la  medida  mas  conve- 
niente y  acertada  para  el  bien  del  pueblo. 

El  decreto  de  la  referencia  tenía  por  objeto  promover  la 
creación  de  una  Suprema  Corte  de  Justicia,  común  á  las  tres 
provincias  que  constituían  el  antiguo  Cuyo,  y  á  este  fin  se 
nombró  un  comisionado  para  que  tratase  el  asunto  entre  los 
gobiernos  de  Mendoza  y  San  Luis. 

Este  hermoso  proyecto,  que  de  tantos  beneficios  hubiera 
sido  por  razones  de  personal,  renta  é  independencia,  no  llegó 
á  realizarse  desgraciadamente;  pero  tenemos  la  esperanza  de 
que  con  el  tiempo  aparecerá  bajo  la  forma  mas  perfecta  de 
Corte  Interprovincial  ó  de  Corte  Federal  de  Circuito. 


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EL  PAÍS  de  cuyo  289 


Sarmiento  siguió  divorciado  con  la  opinión  y  mas  aun  con 
sus  enemigos  políticos,  que  se  decían  empachados  de  progreso. 
Comenzaron  á  minar  su  autoridad,  hasta  que  los  aconteci- 
mientos sucesivos  vinieron  á  dar  á  San  Juan  su  vida  normal 
conforme  á  sus  rentas  y  moderadas  aspiraciones. 

El  Gobernador  Sarmiento,  apercibido  de  ese  malestar  pú- 
blico por  las  resistencias  con  que  á  menudo  tropezaba,  pudo 
convencerse  del  peligro  é  inutilidad  de  su  permanencia  en  San 
Juan.  El  Gobierno  Nacional,  para  sustraerle  de  esa  fcaótica 
situación  política,  ofrecióle  una  misión  diplomática  é  Chile  y 
Estados  Unidos,  renunciando  el  mando  en  Abril  16  de  1864 
mando  que  había  recibido  «por  aclamación  y  casi  al  bajarse 
del  caballo.» 

De  paso  por  Lima,  sin  extralimitar  sus  facultades  y  ante 
las  notas  vacilantes  y  contradictorias  del  Ministro  de  Rela- 
ciones Exteriores,  Dr.  Rufino  de  Elizalde,  tomó  parte  en  las 
discusiones  del  Congreso  Americano,  reunido  en  aquella  ca- 
pital, acto  que  por  desautorizado,  según  se  creyó  en  los  pri- 
meros momentos,  obtúvola  reprobación  de  su  Gobierno  y  de 
algunos  diarios,  especialmente  del  órgano  oficial. l 

Se  ha  dicho  que  los  grandes  errores  son  propios  de  los 
grandes  hombres  y  esto  precisamente  le  ocurría  á  Sarmiento. 
Sin  embargo,  el  pueblo  ha  de  mirarle  siempre  como  el  decha- 
do de  una  asombrosa  y  fecunda  actividad  en  pro  de  las  ins- 
tituciones y  de  una  labor  extraordinaria  que,  por  sus  proyec- 
ciones y  consecuencias,  es  casi  sin  ejemplo  en  la  América  la- 
tina. Ni  sus  mas  empecinados  enemigos  se  han  atrevido  á 
negarle  su  poderosa  inteligencia,  ni  los  grandes  servicios 
que  ha  prestado  á  su  provincia  y  á  la  nación,  quienes  le  ten- 
drán siempre  como  uno  de  sus  primeros  estadistas. 

El  12  de  Octubre  de  1868  fué  electo  Presidente  de  la  Re- 
pública por  el  voto  espontáneo  de  sus  conciudadanos. 

Después  de  su  agitada  vida  pública,  retiróse  á  la  Asunción 
del   Paraguay,   donde  falleció  el  11  de  Setiembre   de  1888, 


1  Sarmiento  accedió  al  pedido  de  formar  con  su  personalidad  y  expe- 
riencia en  el  Congreso  Americano.  Entró  en  los  debates,  pero  sin  suscri- 
bir ninguno  de  los  instrumentos  que  alli  se  elaboraron. — ¿V.  E. 

lí) 


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i 


290  EL  PAÍS  DE   CUYO 


siendo  sus  restos  traídos  á  Buenos  Aires  con  gran  pompa  y 
solemnidad. ! 

2.  —  A  consecuencia  del  estado  de  sitio  en  la  Provincia 
por  decreto  de  Abril  24  de  1862  y  Marzo  27  de  1863,  medidas 
extremas  que  la  Constitución  Nacional  solo  acuerda  al  Con- 
greso y  en  su  receso  al  Presidente  de  la  República  con  las  li- 
mitaciones consiguientes,  suscitóse  una  interesante  controver- 
sia entre  el  Ministro  del  Interior  y  el  Gobernador  de  San  Juan. 
Es  esta  la  mas  alta  lección  de  derecho  público  que  ha  po- 
dido darse  sobre  la  materia. 

El  extracto  que  enseguida  hacemos,  dará  clara  idea  del  va- 
lor y  trascendencia  del  asunto  antes  y  después  de  la  intromi- 
sión de  las  pasiones  políticas. 

El  estado  de  sitio,  producido  por  dos  veces  en  la  Provincia 
de  San  Juan,  y  á  las  que  debía  seguir  el  de  la  Rioja  (Mar- 
zo 29),  no  pudo  mirarse  sino  como  un  avance  de  autoridad 
del  Gobernador  y  Auditor  de  la  Guerra  en  Cuyo. 

Si  las  extremas  circunstancias  en  que  se  había  usado  de 
aquella  facultad  podían  excusarla,  la  repetición  del  hecho 
sentaba  una  jurisprudencia  falsa,  que  era  necesario  destruir 
en  sus  orígenes,  tanto  mas  cuanto  ese  lujo  de  autoridad,  ejer- 
citada por  un  Gobierno  de  Provincia,  cualquiera  fuere  su 
causa,  era  una  abierta  violación  déla  carta  fundamental  de  la 
República. 

En  vista  de  estos  antecedentes,  el  Ministro  del  Interior, 
Dr.  Guillermo  Rawson,  pasó  en  Marzo  13  de  1863  una  circu- 
lar á  todos  los  gobernadores*,  recordándoles  lo  irregular  que 


*  En  la  calle  de  su  nombre  y  a  los  costados  de  la  casa  paterna,  haj 
dos  placas  de  bronce  fundidas  en  el  Arsenal  de  Buenos  Aires.  En  la  pri- 
mera se  lee  esta  inscripción:  «Casa  en  que  nació  D.  Domingo  Faustino 
Sarmiento,  el  15  de  Febrero  de  1811».  En  la  segunda:  «Domingo  Faus- 
tino Sarmiento  nació  el  15  de  Febrero  de  1811  y  murió  el  11  de  Setiem- 
bre de  1KS8».  El  pueblo,  á  su  imperecedera  memoria.  Por  iniciativa  de 
la  «Sociedad  Sarmiento». 

Su  estatua,  que  es  un  notable  trabajo  artístico  de  Víctor  de  Poli  fué  inau- 
gurada el  10  de  Noviembre  de  1901  al  costado  Este  de  la  « Plaza  25  de 
Mayo,  frente  a  la  casa  de  Gobierno.-  X.  E. 

2  El  de  Mendoza  contestó  la  circular,  solicitando  del  Sr.  Ministro  me- 
dios legales  para  defenderse.  No  obtuvo  contestación. — N.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  291 


era  la  declaración  del  estado  de  sitio,  decretado  en  algunas 
provincias  con  motivo  de  los  sucesos  de  la  Rioja.  Que  el  es- 
tado de  sitio  no  podría,  en  ningún  caso,  y  por  ninguna  consi- 
deración, ser  ejercido  por  los  Gobernadores,  porque  era  atri- 
bución única  y  exclusiva  de  las  autoridades  nacionales  á 
quienes  la  Constitución  lo  había  acordado. 

El  gobernador  de  San  Juan,  Don  Domingo  P.  Sarmiento, 
haciendo  valer  sus  doctrinas  de  Gobierno,  y  para  quien  exclu- 
sivamente se  había  hecho  la  circular,  contestó  en  nota  de  13 
de  Junio  y  expuso:  «Que  en  efecto,  había  declarado  dos  ve- 
ces en  estado  sitio  la  provincia  de  su  mando,  y  que  creía 
haber  obrado  bien  y  con  pleno  conocimiento  de  causa  en  el 
asunto,  por  ser  un  derecho  inherente  al  gobierno,  cualquiera 
que  fuese  su  forma.  «La  Constitución  Nacional  es  un  poder 
delegado  por  las  Provincias  para  constituir  un  gobierno  ge- 
neral, perfecto  para  sus  fines;  pero  las  Provincias  quedaron 
con  gobiernos  perfectos  también,  de  manera  de  no  tener  de- 
pendencia los  unos  del  otro,  y  vice-versa,  sino  en  casos  expre- 
samentes  designados»,  lo  que  importaba  decir  que  lo  no  dele- 
gado era  una  facultad  originaria  de  los  Estados  que  podían 
ejercitarla  cuando  y  como  mejor  les  pareciera,  sin  que  fuera 
necesario  el  previo  requerimiento  de  la  autoridad  nacional. 
Se  exponía  que  como  deber  de  propia  conservación,  en  caso 
de  un  peligro  inminente  de  asonada,  invasión,  etc.,  no  era 
racional  esperar  la  autorización  del  Gobierno  Nacional  para 
producir  el  estado  de  sitio  como  medida  de  guerra  y  para 
conjurar  un  mal  que  no  admitía  espera  posible. 

«La  historia  de  la  constitución,  sus  fuentes,  su  espíritu,  la 
jurisprudencia  sentada  por  los  Estados  Unidos,  origen  de 
nuestro  derecho  político,  parecían  dar  la  razón  á  los  Estados: 
sobre  todo,  las  constituciones  de  las  provincias  no  hacían  una 
declaración  que  importase  una  prohibición  á  su  Legislatura 
y  Gobiernos  para  poder  ejercitar  una  facultad  que  les  era  pro- 
pia, y  la  Constitución  Nacional,  en  las  prohibiciones  á  los  Es- 
tados, no  niega  ni  podía  negar  el  ejercicio  de  un  derecho  que 
surge  de  la  soberanía  del  pueblo  y  la  forma  representativa  de 
gobierno.  Además,  como  gobernador  y  como  Comisionado 


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292  EL   PAlS   DE   CUYO 


Nacional  para  pacificar  la  Bioja,  había  usado  en  los  casos 
respectivos  de  un  derecho  perfecto,  no  pudiendo  aceptar  en 
el  primer  caso  la  dependencia  á  que  se  quería  sujetar  al  go- 
bierno de  San  Juan  para  el  uso  de  atribuciones  que  le  eran 
propias;  y  en  el  segundo,  considerándose  con  plena  autoridad 
por  la  delegación  que  le  había  sido  hecha  por  el  Presidente 
de  la  República,  como  á  comisionado  suyo. 

tLa  jurisprudencia  sentada  por  los  Estados  Unidos,  esa 
maestra  de  las  instituciones  políticas  de  los  pueblos  organi- 
zados bajo  el  sistema  representativo  federal,  y  la  dolorosa 
experiencia  adquirida  en  la  República,  venían  á  robustecer 
y  aclarar  el  punto  que  se  quería  controvertir. 

«La  jurisprudencia  que  V.  E.  desearía  hacer  prevalecer,, 
ataca  á  los  gobiernos  en  sus  facultades  esenciales,  puesto  que 
los  Estados  Unidos  jamás  pensaron  desnudar  á  sus  poderes 
públicos  nacionales  y  provinciales  de  poder  tan  necesario. 

«  El  coronel  Sáa,  habiéndose  desprendido  del  secretario  y 
jefes  del  Ejército  que  el  Presidente  le  había  asociado  en  su 
inconstitucional  intervención  en  San  Juan,  calculó  el  tiempo 
que  se  necesitaba  para  que  al  Gobierno  Nacional  le  llegase  la 
noticia  y  proveyese,  precipitándose  sobre  su  víctima,  antes 
que  pudiera  venirle  el  apoyo  moral  de  sus  autoridades  cons- 
tituidas. » 

«  Tenemos,  Señor  Ministro,  la  dura  necesidad  de  aprender 
por  experiencia  propia  á  gobernarnos,  sin  que  las  tutelas 
hayan  en  ningún  tiempo  ahorrado  á  los  pueblos,  ni  errores 
ni  desastres.  Si  los  gobiernos  electos  por  el  pueblo  están  ex- 
puestos á  excederse  de  sus  poderes  perfectamente  definidos, 
¿están  por  ventura  libres  los  pueblos  mismos  ó  parte  de  ellos 
de  hacer  mal  uso  de  sus  derechos?  » 

El  Gobernador  de  San  Juan  en  su  nota  de  que  hemos  hecho 
un  ligero  extracto,  acababa  de  sentar  toda  una  doctrina  lumi- 
nosa, principios  ó  ideas  de  gobierno;  pero  arrastrado  por  su 
carácter  ó  convicciones  que  se  había  formado  sobre  el  asunto, 
trajo,  como  se  vé,  á  discusión  un  puuto  de  suma  importancia 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  293 


de  nuestro  derecho  público  en  los  momentos  menos  oportu- 
nos, cuando  aun  no  podíamos  hacernos  ilusiones  sobre  la  de- 
finitiva reorganización  del  país. 

Por  otra  parte,  la  circular  de  Mayo  13  no  importaba  un 
ataque  á  sus  creencias  políticas  sobre  la  materia,  sino  una 
voz  preventiva  sobre  los  abusos  ya  producidos  y  que  podían 
sucederse  después,  si  bien  es  cierto  que  era  también  un  fino 
reproche  á  su  administración. 

El  Ministro  Rawson  contestó  dicha  nota  en  Julio  31,  refu- 
tando la  de  26  de  Junio  é  impugnando  las  aventajadas,  pero 
inadecuadas  doctrinas  de  su  adversario  con  relación  al  estado 
de  sitio,  que  no  solo  era  un  punto  regido  y  resuelto  por  los 
artículos  23,  67  (inciso  26)  y  86  (inciso  19)  de  la  Constitución 
Argentina,  sino  que  en  caso  de  una  cuestión  interpretativa, 
no  correspondía  resolverla,  por  la  ley,  é  los  gobiernos  de  Pro- 
vincia. 

El  gobernador  de  la  Provincia  de  San  Juan  confundía, 
según  el  Doctor  Rawson,  el  habeos  corpus,  que  solo  afecta  á 
la  libertad  de  las  personas,  la  asamblea  ó  sea  el  estado  bélico 
■con  el  estado  de  sitio  que  afecta  á  personas  y  cosas  por  la  sus- 
pensión de  garantías  constitucionales. 

No  había  cuestión  alguna  de  que  en  caso  de  peligro  inmi- 
nente por  invasión,  asonada,  etc.,  el  estado  de  asamblea  era 
una  necesidad  premiosa  que  las  provincias  podían  ejercitar, 
no  solo  como  derecho  de  propia  conservación,  sino  como 
«deber  de  ayudar  al  Gobierno  Nacional  para  garantir  el  orden 
público  turbado:  lo  que  establecía  una  enorme  distancia  entre 
■el  estado  de  sitio  y  el  de  asamblea  y  de  suspensión  de  habeos 
corpus;  era  confundir  «las  garantías  y  derechos  individuales, 
-con  la  restricción,  suspensión  ó  negación  de  estos  mismos 
■derechos,  asimilando  lo  que  constituye  esencialmente  el  de- 
recho con  lo  que  no  es  mas  que  la  excepción  del  derecho 
mismo». 

Sobre  todo,  de  cualquier  modo  que  se  considerase  la  facul- 
tad del  estado  de  sitio  con  relación  al  que  podía  ejercitarla, 
no  había  cuestión  posible,  desde  que  la  ley  la  resolvía  de  un 
modo  muy  terminante,  acordando  su  ejercicio  solo  al  Congre- 


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294  EL  PAÍS   DE   CUTO 


so,  y  en  su  caso,  al  Presidente  de  la  República.  La  práctica 
constante  era  la  abstención  completa  de  los  gobiernos  de  pro- 
vincia á  ejercitar  una  facultad  como  la  de  declarar  el  estado 
de  sitio,  que  jamás  había  suscitado  la  menor  duda.  Añádase 
que  ninguna  constitución  de  provincia  estatuye  sobre  el  uso 
de  esa  facultad,  ni  menos  da  su  ejercicio  á  los  poderes  provin- 
ciales; antes  sí,  el  precedente  único  era  que  las  constituciones 
de  San  Luis,  Rioja  y  Corrientes,  que  registraban  una  cláusula 
semejante,  habían  sido  modificadas  en  ese  punto  por  el  Con- 
greso de  la  Nación. 

« Después  de  una  lucha  tenaz  en  defensa  de  su  autonomía 
provincial,  Buenos  Aires  formuló  sus  observaciones  á  la  Cons- 
titución del  53,  con  el  propósito  declarado  de  garantirla  en 
la  práctica  de  la  vida  nacional,  ampliando  la  esfera  de  la  ju- 
risdicción local.  Esta  tendencia  de  las  reformas  dominó  el 
espíritu  de  la  Convención  de  Santa  Fé;  y  sin  embargo  de  su 
completo  triunfo,  no  obstante  la  importancia  dominante  de 
la  materia,  en  esa  ocasión,  singularmente  favorable,  nada  se 
añadió  á  la  Constitución  en  el  sentido  de  participar  á  los  Go- 
biernos de  Provincia  el  ejercicio  de  aquella  facultad,  mani- 
festando claramente  que  nada  quería  reformar  en  esa  parte, 
mientras  que  se  dejó  subsistente  la  cláusula  que  la  atribuye 
al  Gobierno  Nacional  únicamente,  y  con  ella,  el  principio  que 
determinó  la  declaratoria  del  Congreso  de  la  Confederación. 
Cuando  el  pueblo,  revisando  su  constitución,  nada  estatuye 
para  modificar  ó  corregir  el  texto  ó  la  inteligencia  práctica 
que  se  le  ha  dado,  su  confirmación,  aun  cuando  fuera  pura- 
mente implícita,  y  sin  las  circunstancias  especiales  que  á  este 
respecto  concurrieron  en  las  Convenciones  de  Buenos  Aires 
y  de  Santa  Fe,  excluye,  prohibe  y  condena  de  suyo  cualquier 
otra  interpretación  de  su  ley  fundamental.  * 

«En  nuestro  modo  de  ser,  el  derecho  político  (mientras 
nos  rijan  los  principios  de  que  se  deriva  nuestra  personalidad 
como  Nación),  no  tiene  ni  ha  tenido  otro  origen  reconocido 
que  el  de  la  soberanía  colectiva  del  pueblo  argentino  reuni- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  295 


do  en  cuerpo  de  Nación,  y  representado  en  Congreso,  no 
siendo  la  soberanía  interna  de  cada  provincia  sino  un  deri- 
vado de  la  soberanía  nacional,  subdividida,  no  de  manera  que 
cada  localidad  pueda  ejercerla  en  toda  y  cada  una  de  sus 
partes,  sino  en  cuanto  sea  necesaria  para  la  acción  del  go- 
bierno propio  y  de  la  administración  interna  de  cada  pro- 
vincia. 

tV.  E.  dice,  sin  embargo,  respecto  de  las  facultades  atri- 
buidas al  Gobierno  Nacional,  que  ellas  son  delegaciones,  no 
del  pueblo  consolidado  en  cuerpo  de  Nación  y  reunido  en 
Congreso,  sino  de  las  entidades  colectivas  llamadas  provincias, 
que  V.E.  supone  preexistentes  á  la  Nación. 

c  Este  es  un  error  fundamental  en  que  incurren,  tanto  los 
que  considerando  en  sus  formas  externas  la  organización  de 
los  Estados  Unidos  de  América,  aplican  en  un  todo  las  doc- 
trinas desautorizadas  de  sus  partidos,  á  pueblos  que  han 
adoptado  la  misma  forma  de  gobierno,  cuando  los  que  consi- 
derando á  los  estados  de  aquella  Union  como  estados  inde- 
pendientes en  su  origen,  no  ven  en  ellos  mas  pueblo  de  los 
estados,  ni  otra  fuente  de  derecho  que  la  de  su  soberanía 
parcial. » 

El  caso  especial  en  que  el  Gobierno  de  San  Juan  se  había 
creído,  y  se  suponía  en  la  nota  que  pudiera  autorizar  el  esta- 
do de  sitio,  esa  situación  tan  pesada  para  el  pueblo,  menos 
podía  hacer  para  rechazar  una  invasión  ó  ahogar  una  aso- 
nada que  lo  haría  el  medio  mas  seguro  y  eficaz  del  estado  de 
asamblea.  En  las  provincias  del  Interior  es  mas  delicado  que 
en  parte  alguna  el  estado  de  sitio,  porque  á  su  sombra  se 
comete  por  los  Gobiernos  tropelías  sin  cuento  á  que  se  creen 
autorizados  siquiera  por  la  impunidad. 

El  estado  de  sitio  es  para  los  mandones  del  Interior  la  car- 
ta blanca  para  hacer  y  deshacer  sin  causa  ni  pretexto  alguno. 

Antes  que  se  dicte  el  estado  de  sitio  en  una  de  esas  provin- 
cias, lo  primero  que  se  les  ocurre  á  los  desafectos  y  enemigos 
políticos  del  Gobierno,  es  tomar  las  de  Villa-Diego  antes  que 
la  tormenta  arrecie,  porque  entienden  que  les  ha  de  caer 
encima. 


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296  EL  PAÍS   DE   CUYO 


Muchas  veces  hay  mas  que  temer  el  estado  de  sitio  que  el 
estado  de  guerra.  El  primero  es  una  espada  de  Dámocles 
constante,  y  acaso  suspendida  indefinidamente,  mientras  que 
el  segundo  puede  preverse  y  aun  combatirse  en  los  momen- 
tos de  amenaza  ó  peligro. 

Si  los  gobiernos  ó  Legislatura  de  Provincia,  que  siempre 
fueron  el  mismo  cuerpo  con  la  misma  alma,  fueran  los  arbi- 
tros para  determinar  en  qué  caso  puede  declararse  el  estado 
de  sitio,  desde  luego  aseguramos  que  desaparece  el  sistema  de 
Gobierno  republicano  federal  y  que  no  llegaría  el  caso  de 
reclamar  contra  las  irregularidades  y  tropelías  que  á  sn 
amparo  se  cometieran. 

Tan  importantísima  cuestión  ha  sentado  jurisprudencia  en 
nuestras  prácticas  constitucionales  l. 

3.  —  El  Doctor  Guillermo  Rawson,  hijo  de  la  Provincia 
de  San  Juan,  merece  uno  de  los  lugares  preferentes  en  la 
historia  de  su  pueblo ;  pero  su  modestia  tan  grande  como  su 
inteligencia,  lo  ha  sustraído  siempre  á  la  vida  pública  en  sus 
primeros  años,  como  su  larga  ausencia  en  los  años  sucesivos. 

Enemigo  de  los  déspotas  y  perseguido  siempre  por  ellos;  re- 
presentante independiente,  pues  rara  vez  le  extravió  la  pasión 
política  ó  el  rencor  personal  y  hasta  exaltado  en  la  Legisla- 
tura de  su  provincia  en  momentos  de  mayor  tirantez  política 
para  su  partido*;  diputado  al  Congreso  del  Paraná,  mas  tar- 
de Senador  por  la  Provincia  de  Buenos  Aires  y  después  Mi- 
nistro del  Interior,  durante  la  administración  del  general 
Mitre,  empleos  desempeñados  con  inteligencia  y  laboriosidad, 
acreditan  al  hombre  público.  En  1868  fué  candidato  á  la  Pre- 
sidencia de  la  República.  Médico  de  gran  reputación,  miem- 
bro de  la  Facultad  Módica  de  Buenos  Air^s,  profesor  de  hi- 


1  En  el  tomo  XXI,  páginas  105  á  la  108,  de  las  obras  de  Sarmiento,  está 
reasumida  la  célebre  cuestión  en  forma  dialogada. 

2  Se  trataba  en  1848  de  investir  a  Rosas  con  el  titulo  de  Supremo,  y  ante 
el  cortejo  3'  aparato  del  federalismo,  el  Doctor  Rawson  protestó  contra 
aquel  acto  de  abyección. 


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EL  PAlS  DE   OüYO  297 


giene,  estadista  y  orador  parlamentario,  son  cualidades  que 
revelan  al  hombre  de  ciencia;  filántropo,  bondadoso,  de  ca- 
rácter suave  y  dulce  trato  social,  hé  aquí  los  principales  li- 
ncamientos del  hombre  privado. 

El  Dr.  Guillermo  Rawson,  cuya  situación  económica  fue 
siempre  de  las  peores,  pudo  decir  con  el  filósofo  Biaa  de 
Priene:  «Omniamecum  porto».  Murió  en  París  el  2  de  Febre- 
ro de  1890,  á  los  69  años  de  edad1. 


1  So  retrato  al  óleo  se    encuentra  colocado  en    la  Legislatura  de  San 
Juan. — N.  E. 


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CAPÍTULO  XX. 

Gobierno  transitorio  do  Lloverás,  Precilla  y  Za valla.  —  2.  Ad- 
ministración de  Don  Camilo  Rojo.  —  Contingentes  militares. 

—  3.  Revolución  en  Mendoza.  —  La  Rinconada  del  Pocito. 

—  Batalla  de  San  Ignacio.  —  4.  La  montonera  de  Várela.  — 
Santos  Guayama.  —  5.  Milicias. 


El  16  de  Abril  de  1864,  asumió  interinamente  el  mando 
gubernativo  de  la  Provincia,  el  Señor  Santiago  Lloverás, 
hasta  el  13  de  Junio  en  que  fué  nombrado  gobernador  en 
propiedad  Don  Saturnino  de  la  Precilla. 

La  administración  del  primero  fué  completamente  estéril, 
y  en  su  gobierno  de  círculo  de  seis  dias,  nada  hizo  en  el  orden 
institucional,  que  pudiera  colocarle  siquiera  entre  los  gober- 
nantes con  iniciativas  de  progreso.  La  del  segundo  concluye 
con  su  muerte  repentina,  acaecida  el  24  de  Julio.  En  el  corto 
periodo  de  cuarenta  dias,  nada  digno  de  recuerdo  pudo  de- 
jarnos. 

A  falta  de  hechos  y  dotes  especiales  en  nuestros  mandata- 
rios para  el  gobierno  y  administración  de  los  intereses  públi- 
cos ó  de  mejoras  políticas  é  industriales,  que  acreditasen  la 
actividad  del  pueblo,  tenía  lugar  por  entonces  un  suceso  bo- 
chornoso que  produjo  alarma  en  la  Provincia  mas  pobre,  mas 
trabajada  por  los  motines  y  revoluciones,  que  llegaron  á  darle 
una  triste  celebridad. 

En  el  Dique  del  Rio  ó  cuartel  de  San  Emiliano  estaba  por 
aquel  tiempo  un  Batallón  de  Rifleros,  remontado  con  los  in- 
dividuos destinados  por  los  tribunales  al  servicio  de  las  armas 
en  conmutación  de  pena  por  delitos  comunes. 

Este  mal  sistema  de  organización  de  nuestro  ejército  por  el 
que   los  criminales  sin  respetar  la  propiedad,  el  honor  y  la 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  299 


vida  de  los  ciudadanos,  pasan  á  ser  los  guardianes  de  esos 
mismos  bienes  de  la  paz  y  orden  públicos,  y  en  cuyas  manos, 
manchadas  quizá  por  recientes  homicidios,  se  pone  nuestra 
bandera,  esa  enseña  gloriosa  del  honor  y  dignidad  nacional, 
no  puede  nunca  mirarse  sino  como  un  medio  inmoral,  alta- 
mente reprobado  y  de  funestas  consecuencias. 

Algunos  años  después,  recien  se  ocupó  el  Congreso  de  co- 
rregir un  abuso  tan  odioso,  limitando  el  servicio  de  las 
armas,  ademas  de  las  leyes  antes  existentes  sobre  vagancia, 
falta  de  enrolamiento,  etc.,  á  los  que  no  merecieren  pena  in- 
famante. 

Los  condenados  al  servicio  militar  que,  como  hemos  dicho, 
se  habían  destinado  á  los  Rifleros,  y  cuyo  número  pasaba  de 
cuarenta,  se  sublevaron  el  dia  6,  arrastrando  en  la  rebelión  á 
muchos  de  los  soldados  y  clases  del  cuerpo.  En  seguida  se  vi- 
nieron sobre  la  ciudad,  que  solo  dista  dos  leguas,  y  atacando 
el  viejo  cuartel  de  San  Clemente,  fué  tomado  casi  sin  resis- 
tencia y  muy  pocas  pérdidas. 

Este  suceso  puso  en  grande  conflicto  ala  ciudad;  todos  los 
ciudadanos  y  milicias  que  la  guarnecían  se  dispusieron  y  alis- 
taron como  para  conjurar  el  peligro  antes  que  tomase  mas 
proporciones. 

Cuando  los  sublevados  pensaron  atacar  la  plaza,  ésta  es- 
taba bien  defendida  por  el  pueblo  y  las  milicias,  lo  que  dio 
por  resultado  su  completa  dispersión  sin  el  mas  ligero  com- 
bate, concluyendo  así  este  motin  que  apenas  merece  el  nom- 
bre de  tal. 

Siguió  en  el  Gobierno  de  San  Juan  interinamente,  Don 
Manuel  José  Zavalla  (Julio  24),  y  á  los  cuarenta  y  tres  dias 
se  practicó  la  elección  de  propietario,  que  recayó  en  la  per- 
sona de  Don  Camilo  Rojo  (Octubre  7). 

2.  —  Este  honrado  ciudadano  ha  hecho  en  su  provincia 
uno  de  los  gobiernos  mas"progresistas,  y  ha  rozado  altas  cues- 
tiones de  la  vida  económica,  dádoles  un  giro  conveniente  y 
un  impulso  tan  necesario,  como  descuidado  habían  sido  por 
los  gobiernos  anteriores. 


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300  EL  PAÍS   DE   CCYO 


En  pueblos  como  San  Juan,  por  regla  general,  se  necesita 
la  iniciativa  oficial  para  las  cosas  de  interés  público  y  aun  de 
simple  carácter  municipal. 

Esto  no  quiere  decir  que  los  sanjuaninos  carezcan  de  ini- 
ciativa, de  interés  por  el  progreso  de  su  provincia  y  de  bue- 
nos deseos  para  implantar  las  buenas  instituciones  y  mejoras 
necesarias  al  buen  ornato  público;  sobre  todo,  son  laboriosos 
y  de  grande  actividad,  cualidades  que  se  estrellan  ante  el 
pauperismo  general  en  casi  todo  el  Interior,  y  ante  legisla 
ciones  que  todo  lo  entregan  al  cuidado  y  labor  de  los  Go- 
biernos. 

La  institución  municipal  es  desconocida  en  San  Juan;  la 
remedan  ó  parodian  las  juntas  departamentales  de  irrigación 
que,  como  lo  indica  su  nombre,  son  de  carácter  especial. 

Los  capitales  son  tímidos,  y  los  que  poseen  una  regular 
fortuna,  cuyo  término  medio  no  pasa  de  doscientos  mil  pesos, 
se  muestran,  en  general,  poco  generosos  y  aun  mezquinos,  lo 
que  les  ha  dado  cierto  renombre  aun  fuera  de  la  Provincia. 

Añádase  que  en  un  pueblo  como  San  Juan,  tan  mediterrá- 
neo y  asaz  trabajado  por  las  pasiones  políticas,  el  comercio  es 
muy  limitado  y  la  previsión  una  virtud  de  necesidad. 

Volviendo  al  Gobierno  de  Rojo,  repetiremos  que  ha  sido 
uno  de  los  mas  honestos  y  laboriosos. 

La  educación  primaria  le  debe  muchas  mejoras  y  reformas 
de  gran  importancia;  creó  numerosas  escuelas  en  la  ciudad  y 
departamentos;  reorganizó  las  existentes  en  la  villa  de  Jáchal 
y  Valle  Fértil,  dotando  á  algunas  de  edificios  adecuados;  ter- 
minó el  hermoso  edificio  de  la  Escuela  Sarmiento  y  consiguió 
nacionalizar  el  colegio  de  estudios  preparatorios,  que  funcio- 
naba con  excelentes  resultados  (15  de  Marzo  1865),  tomando 
un  grande  ensanche  como  casa  de  educación,  creándose  las 
aulas  de  mineralogía  y  metalurgia,  tan  indispensables  en 
pueblos  cuya  principal  industria  ha  de  ser  mas  tarde  la 
minería. 

En  esta  administración  se  creó  el  Departamento  General 
de  Escuelas,  como  se  verá  en  el  lugar  oportuno  (Junio  22  de 
1865). 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  301 


La  irrigación,  cuestión  de  vital  importancia  para  San  Juan, 
recibió  un  poderoso  impulso,  dictándose  á  este  objeto  leyes 
de  gran  interés. 

Don  Juan  Llerena  fué  nombrado  en  comisión  para  levan- 
tar una  estadística  prolija  de  la  población,  comercio,  indus- 
tria, riqueza,  etc.,  etc.,  dejando  ya  establecida  la  base  para 
un  trabajo  estadístico  mas  perfecto. 

Se  construyó  un  edificio  vasto  y  cómodo  para  casa  de  co- 
rrección de  mujeres,  de  acuerdo  con  la  ley  de  Noviembre  16 
de  1857. 

Finalmente,  la  confianza  que  inspiró  el  gobierno  de  Rojo, 
era  la  mejor  garantía  de  orden,  paz  y  estabilidad,  que,  como 
hemos  visto,  en  los  años  anteriores  parecían  no  poderse  radi- 
car en  la  Provincia. 

El  movimiento  comercial  arrojaba  un  valor  por  importa- 
ciones de  mas  de  un  millón  y  trecientos  mil  pesos.  A  estos 
datos  añadiremos  que  el  movimiento  de  los  distritos  mineros 
fué  mayor,  no  solo  por  el  número  de  establecimientos  del 
ramo,  sino  hasta  por  la  ley  de  los  metales. 

Bajo  tan  honrada  y  laboriosa  administración,  hubiera  lle- 
gado este  pueblo  á  un  alto  grado  de  progreso  y  estabilidad, 
como  que  nada  tenía  de  superficial  el  realizado  hasta  entonces 
si  no  se  hubiera  visto  azotado  por  las  discordias  y  guerras 
civiles  é  interrumpido  en  su  tarea  de  prosperidad  y  bienestar. 
Los  movimientos  armados  vinieron  á  desbaratar  sus  planes 
de  progreso:  la  guerra  del  Paraguay,  la  revolución  de  Men- 
doza y  las  montoneras  de  Várela. 

La  guerra  declarada  por  el  Gobierno  de  la  Nación  del  Pa- 
raguay, cuyas  causas  no  señalamos  por  muy  conocidas,  y 
que  se  manifestó  por  la  vandálica  invasión  á  Corrientes 
(Abril  13  de  1865),  produjeron  un  estado  de  armas  en  la  Pro- 
vincia. 

Por  decreto  del  Ministro  de  Guerra  de  Abril  17,  se  había 
asignado  á  la  Provincia  de  San  Juan  una  contribución  de 
sangre  ó  contingente  con  que  debía  concurrir,  de  250  hom- 
bres, y  por  decreto  de  19  del  mismo  mes,  otro  de  150  desti- 
nados á  la  remonta  del  ejército  de  línea. 


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302  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Al  primero  respondió  la  Provincia  mandando  un  precioso 
batallón  de  mas  de  400  hombres,  voluntarios  en  su  mayor 
parte,  denominado  «Batallón  San  Juan»;  y  á  lo  segundo, 
mandando  un  contingente  que  formó  con  otro  de  Córdoba,  el 
Batallón  12  de  línea. 

El  «Batallón  San  Juan»,  al  mando  del  valiente  Comandarte 
Giuffra,  llegó  á  ser  uno  de  los  primeros  batallones  de  guar- 
dias nacionales,  por  su  personal,  disciplina  y  comportamiento 
en  aquella  tremenda  campaña. 

«El  18  de  Julio»  (1866),  fué  uno  de  los  que  cargaron  al  Bo- 
querón, bajo  el  nutrido  fuego  da  la  metralla  enemiga,  y  de  su 
buen  comportamiento  responde  el  hecho  de  que  de  diez  y  siete 
oficiales  que  entraron  en  aquel  sangriento  combate,  hubo 
doce  de  baja,  entre  ellos  el  bravo  Giuffra  que  pronto  murió 
á  causa  de  sus  numerosas  y  graves  heridas. 

En  esta  sangrienta  guerra,  distinguióse  el  Coronel  divisio- 
nario Don  Cesáreo  Domínguez,  hijo  de  la  Provincia  de  San 
Juan,  justamente  apreciado  por  sus  dotes  militares.  Murió  en 
el  Paraguay  en  1867  con  el  grado  de  General. 

En  Mayo  15  de  este  año  (1865),  se  formó  una  comisión 
central  para  colectar  fondos  destinados  á  socorrer  las  fami- 
lias de  los  individuos  que  habían  marchado  en  el  «Batallón 
San  Juan»,  y  después  se  crearon  juntas  departamentales 
con  el  mismo  objeto;  en  acta  de  esta  fecha,  se  levantó  una 
suscripción  que  se  repitió  mensualmente,  pudiéndose  así  lle- 
nar el  objeto  de  beneficencia  ya  indicado,  y  que  duró  por  todo 
el  tiempo  de  la  guerra  del  Paraguay. 

El  Gobierno  de  Rojo,  así  que  llenó  estos  deberes  exigidos 
por  la  guerra  y  por  la  autoridad  nacional,  siguió  adelante  en 
la  senda  de  progresos  que  se  había  trazado. 

En  12  de  Abril  (1866),  creó  una  oficina  estadística,  y  en 
Junio  17  cooperó  eficazmente  á  la  realización  de  la  «Biblio- 
teca Franklin»,  primera  biblioteca  popular  establecida  en  la 
República  y  salida  del  seno  del  pueblo,  que  mereció  bajo  este 
punto  de  vista  el  verdadero  nombre  de  popular,  ademas  del 
de  su  institución  y  fines  de  su  creación. 

Operó  por  medio  de  subsidios  las  refacciones  y  mejoras  de 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  303 


las  iglesias  de  Concepción;  la  de  Jáchal  y  la  de  San  Pedro  de 
Astica  en  el  Departamento  de  Valle  Fértil,  siendo  interrum- 
pido en  esta  nueva  serie  de  mejoras  por  los  revolucionarios 
de  Mendoza. 

3.  —  El  9  de  Noviembre  había  estallado  en  la  Penitencia- 
ría de  Mendoza  una  sublevación  de  presos,  entre  los  que  ha- 
bía varios  por  causas  políticas.  El  partido  federal,  encabeza- 
do por  los  jefes  Videla,  Viñas,  Olascoaga  y  otros  dieron 
impulso  y  nervio  al  movimiento,  que  pronto  revistió  un  ca- 
rácter político  y  que  el  débil  gobierno  de  Arroyo  fué  impo- 
tente para  sofocar. 

La  rebelión,  porque  este  fué  el  carácter  que  pronto  asumió 
la  sublevación  de  presos,  batió  con  buen  éxito  las  tropas  fie- 
les á  la  Nación  (Lujan),  y  desde  entonces  ya  pensaron  en  in- 
vadir á  San  Juan  para  lo  que  contaban  con  mas  de  2,000 
hombres.  (Ap.  nota  núm.  27). 

El  Gobierno  Rojo  comprendió  la  inminencia  del  peligro, 
y  sin  las  pretensiones  militares  que  por  cierto  no  podía  abri- 
gar, como  que  había  sido  siempre  un  ciudadano  pacífico,  en- 
tregó la  obra  de  defensa  al  jefe  porteño  Don  Julio  Campos, 
que  comenzó  á  organizar  su  pequeño  ejército  sobre  el  plan- 
tel de  una  compañía  del  6  de  línea  y  un  piquete  del  1.°  de 
caballería,  llegando  á  formar  un  total  de  1,200  hombres. 

La  revolución  de  Mendoza,  que  desde  sus  primeros  momen- 
tos se  sirvió  de  los  bandoleros  de  la  penitenciaría  para  los 
criminales  propósitos  que  la  impulsaban  (subvertir  el  orden 
público)  y  se  desarrolló  después  con  cierto  lujo  de  barbarie, 
puso  en  movimiento  las  milicias  circunvecinas  y  un  buen 
cuerpo  de  ejército,  que  fué  necesario  distraer  de  las  operacio- 
nes de  guerra  contra  el  Paraguay. 

En  Diciembre  del  mismo  año,  los  revolucionarios  de  Men- 
doza, al  mando  de  los  jefes  alzados  Juan  de  Dios  Videla,  Viñas, 
Rodríguez,  Flores  y  otros  elementos  de  destrucción  en  cua- 
drilla, invaden  áSan  Juan,  contando  con  el  apoyo  embozado 
del  Gobernador  de  Córdoba,  Dr.  Luque,  de  cuya  provincia 
penetran  en  los  Llanos  de  la  Rioja  y  San  Luis,  acaudillados 
por  Andrada  y  Juan  Sáa  respectivamente. 


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304  EL  PAÍS  DE  CUYO 


El  Gobierno  de  San  Juan  corta  sus  comunicaciones  con 
Mendoza  y  se  prepara  á  resistir  la  invasión  del  Sud,  teniendo 
por  jefe  al  Gobernador  de  la  Rioja,  Coronel  Campos,  á  guien 
el  Gobierno  Nacional  había  encomendado  ese  deber. 

Luego  se  tienen  noticias  de  que  Irrazábal  ha  sido  batido 
por  los  revolucionarios  en  el  Departamento  de  Lujan,  lo  que 
aumenta  las  alarmas  en  San  Juan,  que  ya  conoce  el  alcance  de 
las  invasiones  mendocinas  (años  1820,  182B  y  1861). 

La  Provincia  invadida  se  apresta  á  la  lucha  y  fortifica  el 
punto  mas  avanzado  de  la  travesía,  la  Rinconada  del  Pocito, 
lugar  que  debía  ser  tres  veces  funesto  para  San  Juan. 

El  5  de  Enero,  1,200  hombres  sanjuaninos  fueron  atacados 
por  mas  de  2,000  revolucionarios,  que  consiguieron  flanquear 
por  las  faldas  de  los  cerros  las  pequeñas  obras  de  resistencia. 

La  caballería  sanjuanina  se  desbanda  y  desde  aquel  mo- 
mento comienza  una  nueva  matanza  que  trae  á  la  memoria 
las  de  Sáa  en  1861. 

Campos  huye  á  San  Luis  con  200  hombres,  única  fuerza 
que  se  retiró  semi-organizada  desde  el  campo  de  batalla. 

En  consecuencia  del  desastre  sufrido,  las  tropas  de  la  re- 
belión entran  el  mismo  dia  á  San  Juan,  sembrando  el  espanto 
y  cometiendo  todo  género  de  tropelías  en  aquellas  indefensas 
poblaciones. 

Los  revolucionarios  ponen  á  saco  la  ciudad  sin  que  bas- 
ten los  empeños  del  jefe  rebelde  Olascoaga,  que  por  su  parte 
hace  cuanto  puede  para  impedirlo. 

Las  contribuciones  forzosas,  los  robos,  los  incendios,  las 
violencias  y  depredaciones  de  toda  especie,  fueron  el  horri- 
ble cortejo  con  que  los  revolucionarios  entraron  á  la  pobre 
San  Juan. 

Enseñoreados  de  esta  Provincia,  y  reforzados  con  los  auxi- 
lios que  el  gauchaje  alzado  les  prestara  de  San  Luis  y  de  la 
Rioja  y  con  600  indios  ranqueles  que  se  les  unieron,  los  que 
de  paso  habían  saqueado  el  pueblo  de  Mercedes  (San  Luis), 
pudieron  dar  mayor  amplitud  á  sus  criminales  propósitos. 

Los  rebeldes  desalojan  San  Juan  en  los  primeros  dias  de 
Marzo  y  se  dirigen  al  Litoral,  al  mando  en  jefe  de  Juan  Sáa. 


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EL  PAÍS  DE    CUYO  305 


El  1.°  de  Abril  (1867)  el  Coronel  D.  José  Miguel  Arredon- 
do, á  la  cabeza  de  1,600  hombres,  les  sale  al  encuentro  en  el 
Paso  de  San  Ignacio,  costa  del  Rio  V,  en  San  Luis. 

Los  rebeldes  en  número  de  3,800  hombres  con  varias  piezas 
de  artillería,  atacan  con  rabia  á  las  fuerzas  nacionales  y  son 
rechazados  con  grandes  pérdidas;  nuevos  ataques,  cargas  te- 
rribles en  que  el  empeño  de  aquéllos  se  aumenta  por  la  fuerza 
de  la  resistencia,  indica  que  el  resultado  de  la  batalla  era 
cuestión  de  vida  ó  muerte  para  la  rebelión;  así  fué,  efectiva- 
mente; las  tropas  nacionales  del  bravo  Arredondo,  obtienen 
un  brillante  triunfo  que  concluye  por  completo  con  la  rebe- 
lión, cuyos  jefes  huyen  despavoridos  á  la  República  de  Chile. 
En  1825,  para  la  reposición  del  G-obernador  Carril,  y  en 
1861,  cuando  la  intervención  armada  encomendada  á  Juan 
Sáa,  las  fuerzas  de  San  Juan  habían  sufrido  un  total  contras- 
te; pero  ni  esta  dura  experiencia  hizo  mas  cautos  á  los  sanjua- 
ninos  que  volvieron  á  incurrir  en  la  misma  falta. 

El  soldado  de  milicias  que  carece  de  disciplina,  de  hábitos 
guerreros,  y  ve  la  alternativa  de  una  muerte  probable  al 
frente,  ó  la  familia  ó  el  hogar  á  la  espalda,  se  comprende  que 
opte  por  esto  último,  sintiéndose  en  el  primer  momento  to- 
cado, mas  por  el  instinto  de  propia  conservación,  que  por  el 
sentimiento  de  la  dignidad  y  el  patriotismo  que  la  turba  mul- 
ta solo  conoce  de  nombre. 

JNi  todo  había  que  dejarlo  al  solo  esfuerzo  de  tropas  biso- 
ñas,  que  en  aquel  aciago  lugar  se  sentían  sojuzgadas  por  los 
ingratos  recuerdos  de  los  fracasos  anteriores,  ni  los  jefes  de- 
bieran tan  fácilmente  contentarse  con  una  posición  que,  aun- 
que llene  las  apariencias  de  un  campo  cerrado,  está  muy  lejos 
de  ser  una  posición  estratégica. 

El  que  invade  á  San  Juan,  por  cualquier  lado,  es  como  el 
sediento  que  se  vé  morir  de  sed  y  tiene  al  frente  un  rico  y. 
fresco  manantial;  en  la  Rinconada,  retroceder  es  perecer  en- 
tre los  inmensos  salitrales  y  largas  travesías  de  muchas  leguas 
que  deja  á  su  espalda  al  invasor,  mientras  que  la  lucha  le 
ofrece,  por  lo  menos,  la  posibilidad  del  triunfo  y  el  premio 
de  sus  fatigas  al  llegar  á  San  Juan. 

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306  EL  PAlS   DE  OCYO 


Al  soldado  recluta,  que  pelea  en  tales  condiciones,  hay  que 
guardarle  la  espalda  para  quitarle  toda  tentación,  y  esto  solo 
se  conseguiría  cambiando  la  posición  de  lugar. 

En  vez  de  la  Rinconada,  elíjase  Huanacache,  ya  que  no 
Jocolí,  creando  al  combatiente  la  necesidad  de  avanzar  y 
quitándole  el  deseo  y  tentación  de  retroceder. 

De  los  jefes  invasores  á  San  Juan,  fueron  después  fusila- 
dos Carlos  Ortiz  por  crímenes  sin  cuento;  José  María  Belo- 
mo  y  José  Bernardo  Molina,  que,  tomados  en  la  Villa  de  Já- 
chal,  fueron  también  pasados  por  las  armas. 

Durante  la  rebelión,  el  gobierno  de  San  Juan  había  sido 
desempeñado  sucesivamente  por  Flores1,  Videla*,  Molina s, 
Burgoa4,  Moyano6  y  Soage6,  hasta  el  20  de  Abril  en  que 
reasumió  el  mando  de  la  provincia  el  gobernador  propieta- 
rio Don  Camilo  Rojo. 

4.  -  Por  este  tiempo,  el  famoso  montonero  Felipe  Várela, 
que  desde  Chile  y  con  recursos  y  gentes  proporcionados  en 
esta  nación  amiga,  había  invadido  la  Provincia  de  la  Bioja, 
se  hacía  sentir  sobre  el  departamento  de  Jáchal. 

El  gobierno  de  San  Juan  movilizó  algunas  milicias  que 
marcharon  en  su  persecución  y  lo  batieron  en  Hornillos, 
Bateas,  Ciénaga  Redonda  y  Durito,  donde  el  comandante  Cha- 
rras le  deshizo  completamente.  Várela  huyó  á  las  provincias 
del  Norte,  donde  cometió  algunas  fechorías,  asilándose  por 
fin  en  territorio  boliviano. 

Este  caudillo,  que  venía  predicando  la  unión  americana* 
paz  y  amistad  con  el  Paraguay,  no  dejó  de  dar  bastante  tra- 
bajo. 

El  2  de  Enero  del  año  1857,  batió  en  Guandacol  á  un  co- 


1  Don  José  Ignacio  Flores,  de  9  á  22  de  Enero. 

*  Coronel  Juan  de  Dios  Videla,  Enero  22  á  Febrero  26. 

3  Comandante   José  Bernardo   Molina,    Febrero  26  á  primeros  dias  de 
Marzo. 

*  Carlos  Burgoa,  Comandante  General  de  Armas,  por  tres  dias. 

5  Napoleón  Moyano,  de  7  á  10  de  Abril. 

6  Belindo  Soage,  desde  el  10  al  20  de  Abril. 


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EL  PAÍS   DE   CCYO  307 


mandante  Linares;  en  Tinogastay  á  un  Córdoba  (Marzo  4),  y 
combatió  con  suceso  vario  en  Pozo  de  Vargas  (Abril  10),  Hor- 
nillos, Durito,  Jáchal,  Bateas  y  Ciénaga  Redonda  (6  y  6  de 
Junio),  Quebrada  de  Miranda  (Junio  16)  y  Cuesta  de  Tacuil 
(Agosto  29). 

En  Octubre  10  atacó  la  ciudad  de  Salta,  siendo  rechazado, 
y  á  los  tres  dias  sorprendía  á  Jujuy,  cuya  ciudad  ocupó  por 
algún  tiempo. 

Este  caudillo,  que  por  su  insignificancia  nunca  llamó  la 
atención  pública,  aunque  sí  por  sus  raterías  y  pillaje,  parecía 
movido  por  una  mano  oculta,  á  la  que  sin  duda  no  eran  in- 
diferentes nuestros  heiinanos  de  Chile,  de  donde  trajo  asocia- 
do como  secretario  á  un  chileno  Ricardo  González,  que  en 
1868  publicó  en  Potosí  una  relación  de  las  correrías  de 
Tárela. 

Después  de  estos  movimientos  armados  hasta  1872,  fecha 
á  que  alcanza  nuestro  estudio,  hubieron  ligeras  movilizacio- 
nes de  fuerzas  para  combatir  á  Guayama,  caudillo  lagunero 
y  célebre  por  sus  repetidas  invasiones  á  San  Juan,  Rioja  y 
San  Luis,  y  por  su  audacia  que  lo  coloca  en  la  primera  cate- 
goría de  las  gentes  de  su  clase. 

En  1872  cometió  la  última  depredación  de  que  podemos 
hacer  mención  en  esta  obra.  Se  apostó  con  sus  gauchos  en 
TJspallata,  y  comenzó  una  serie  de  exacciones  contra  los  via- 
jeros y  comerciantes  de  Cuyo  y  Chile,  las  que  realizaba  á 
condición  de  préstamo.  Este  gaucho  ha  sido  objeto  de  muchas 
persecuciones,  siendo  la  mas  curiosa  de  todas,  la  del  Gober- 
nador Arístides  Villanueva,  de  Mendoza,  que  creyó  tomarlo 
en  Santa  Clara  (Quebrada  de  Montano,  cordillera),  donde 
por  orden  suya  fué  pasado  por  las  armas,  como  se  aseguró 
por  la  prensa;  pero  resultó  que  hábia  una  equivocación. 

El  Comisionado  de  Villanueva  había  tomado  á  dos  indivi- 
duos en  Santa  Clara;  y  en  la  incertidumbre  de  cuál  fuera  el 
bandido  que  perseguía,  hizo  fusilar  á  dos  prisioneros  en  nom- 
bre de  Guayama. 

Villanueva  ordenó  repiques,  hizo  quemar  cohetes,  despa- 
chó partes  telegráficos  y  oficios  á  la  autoridad  nacional  por 


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308  EL   PAÍS   DE  CUYO 


la  captura  y  muerte  de  Guayama,  siendo,  años  después,  fusi- 
lado el  verdadero  Guayana  en  el  cuartel  de  San  Clemente  en 
San  Juan,  so  pretexto  de  encabezar  un  alzamiento  ó  motín 
militar,  que  nunca  existió. 

6.  —  La  Guardia  Nacional  de  la  Provincia  de  San  Juan 
estaba  organizada  de  acuerdo  con  la  ley  de  Mayo  27  de  1865, 
en  cuanto  á  edad  y  excepciones  para  el  servicio  activo  de  las 
armas;  y  su  número,  según  el  estado  que  hemos  tomado  de  la 
Inspección  de  Milicias,  ascendía  en  1872,  á  7,360  hombres. 
(Ap.,  nota  núm.  28). 


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CAPÍTULO  XXI. 

1.  Gobierno  de  Za valla.  —  Intervención  nacional.  —  2.  Gobierno 
interino  de  Godoy.  —  3.  Justicia  Federal  en  la  Provincia. 
—  4.  Gobierno  de  D.  José  María  del  Carril. — Gobierno  de 
Don  Valentin  Videla. 


1.  —  Al  Gobierno  de  Rojo,  que  terminó  con  su  renuncia 
«n  Agosto  22  de  1867,  siguióse  una  enterinidad  desempeñada 
por  Don  Santiago  Lloverás  desde  Agosto  22  á  Octubre  4,  es 
decir,  hasta  la  elección  del  Gobernador  propietario  eu  esta 
última  fecha. 

El  Gobierno  de  Don  Manuel  José  Zavalla  está  muy  lejos  de 
ser  de  los  peores;  pero  equidista  entre  éstos  y  los  mejores  que 
ha  tenido  San  Juan.  A  este  honrado  gobernante  le  cupo  en 
suerte  una  época  de  ruda  lucha,  en  la  que  no  solamente  tuvo 
por  adversario  un  hábil  y  bien  organizado  partido  político, 
sino  toda  la  influencia  de  la  autoridad  nacional,  que  inter- 
vino en  la  Provincia. 

Su  administración  terminó  en  Marzo  27  de  1869,  á  causa 
de  los  sucesos  que  pasamos  á  narrar. 

En  esta  ocasión,  como  en  muchas  otras  en  el  pasado  de  San 
Juan,  estaba  llamada  á  interesar  con  sus  cuestiones  políticas 
internas  á  toda  la  República,  las  instituciones  de  nuestro  de- 
recho público  y  altas  Cámaras  de  la  Nación. 

Antes  de  pasar  adelante,  diremos  que  el  Gobierno  de  Za- 
valla, en  el  corto  período  de  su  administración,  implantó  al- 
gunas mejoras,  especialmente  en  la  educación  pública.  Una 
escuela  de  niños  y  adultos  y  una  de  Beneficencia,  ambas  or- 
ganizadas y  dotadas  de  un  personal  docente  inmejorable,  vi- 
nieron á  llenar  un  gran  vacío  por  la  educación  de  la  clase 
trabajadora,  presentándose,  por  esa  época,  el  tocante  ejem- 


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310  EL   PAÍS   DE   CUYO 


pío  de  ver  sentados  en  una  banca  á  hombres  maduros,  que 
llenos  de  fé  y  entusiasmo,  se  hallaban  en  el  silabeo  de  nues- 
tras instituciones  políticas.  Esto  nos  recuerda  las  notables 
palabras  de  Marco  Aurelio:  «Etiam  senex  dicere  decorum 
estv,  aun  en  los  viejos  es  honorable  el  aprender. 

Creáronse  escuelas  en  número  de  nueve  en  les  departa- 
mentos, como  se  verá  al  ocuparnos  especialmente  de  la  edu- 
cación común. 

La  irrigación  no  fué  descuidada  y  muchas  mejoras  de  ca- 
rácter municipal  se  llevaron  al  terreno  de  la  práctica. 

La  prensa  fué  la  única  institución  que  retrocedió,  lo  que  se 
explica  muy  bien,  si  se  tiene  en  vista  la  apasionada  y  aun 
exaltada  lucha  política  que  sobrevino  y  tan  funesto  resultado 
había  de  tener  para  el  Gobierno. 

«La  Voz  de  Cuyo»,  periódico  de  oposición,  dio  el  primer 
paso.  Siguiéndole,  por  parte  del  partido  gubernista,  «La  Le- 
chuza» y  «El  Rebenque»,  que  sin  miramientos  sociales,  todo 
lo  enlodaron.  Apareció  después  el  primer  periódico  religioso 
político,  titulado  «Los  Intereses  de  Cuyo»1. 

La  exaltación  de  los  partidos  recrudeció  por  la  inventiva 
de  la  prensa  militante,  que  sirvió  de  órgano  de  defensa  y  opo- 
sición. 

La  cuestión  senaturía  vino  pronto  á  exasperar  mas  los 
espíritus  y  producir  enseguida  la  lucha  ardiente  y  desenfre- 
nada, que  de  tiempo  atrás  se  estaba  preparando  en  el  seno  de 
la  Legislatura. 

Cada  partido  tenía  su  candidato,  mas  de  pasión  que  de 
convicción;  y  era  cosa  averiguada  que  la  autoridad  nacional 
no  era  indiferente  á  esta  lucha  en  que  no  se  consultaba  el  in- 
terés del  pueblo  sino  el  de  algunos  políticos  exaltados  2. 

La  Legislatura  convertida  en  arena  de  combatientes,  era 
el  teatro  en  que  debía  librarse  una  gran  batalla  electoral. 
Los  partidos  en  lucha  habían  llegado  al  extremo  de  eontra- 


1  Al  tercer  número  fué  suspendido  por  orden  de  la  Policía. 
*  Los  candidatos  para  senador  eran  el  Dr.  Rawson,  del    partido  oficial 
y  D.  Valentín  Videla,  del  partido  de  oposición.— X  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  311 


balancearse  por  igual  número  de  votos,  sin  que  ninguno 
pudiera  conseguir  la  mayoría  legal.  La  Legislatura  estaba 
formada  por  24  diputados,  de  los  que  faltaban  dos  por  vacan- 
cias producidas,  perteneciendo  por  mitad  el  resto  á  cada  uno 
de  los  partidos,  sin  obtener  la  mayoría  de  uno  sobre  la  mitad 
para  resolver  la  elección. 

La  minoría  opositora,  constante  de  once  diputados,  cele- 
bró una  sesión  ilegal  el  28  de  Octubre  de  1868;  y  resucitando 
una  vieja  ley  reglamentaria  que  castigaba  con  la  cesación  del 
mandato  del  pueblo  por  un  número  determinado  de  inasisten- 
cias á  las  sesiones  ordinarias,  la  aplicó  á  dos  diputados  in- 
currentes  y  contrarios,  llamando  á  otros  en  su  reemplazo, 
con  lo  que  se  consiguió  la  ansiada  mayoría.  Ebte  quorum  fic- 
ticio, formado  por  un  golpe  de  audacia,  se  constituyó  en  cor- 
poración. 

La  minoría  contraria  requirió  del  Gobierno  su  eficaz  inter- 
vención y  éste,  abrogándose  facultades  que  no  le  correspon- 
dían y  manifestando  una  directa  participación  en  aquellos 
sucesos,  dictó  un  decreto  el  30  de  Noviembre,  por  el  que  des- 
conocía los  procedimientos  de  la  otra  minoría,  reunida  en 
cuerpo  deliberante  en  la  forma  irregular  antedicha.  Esta  re- 
quirió á  su  vez  la  intervención  del  Gobierno  Nacional,  quien 
la  decretó  en  3  de  Diciembre,  á  los  pocos  dias  de  solicitada l. 

Mientras  la  «Cuestión  San  Juan»  seguía  su  curso  natural 
en  Buenos  Aires,  apasionando  á  los  partidos  políticos,  á  la 
prensa  y  legisladores  de  la  Nación 2,  la  Cámara  de  Diputados 
desconocía  la  facultad  del  Gobierno  en  cuanto  á  ella  se  refe- 
ría; y  éste,  declarando  sediciosa,  infraganti  delito,  la  minoría 
opositora  constituida  en  logia,  decretó  en  Noviembre  12  su 
prisión,  sometiéndola  á  la  justicia  ordinaria,  acto  impolítico, 
desacertado,  que  vino  á  dar  visos  de  legalidad  á  los  procedi- 


1  Mas  tarde  el  Gobierno  Nacional  declaraba  su  intervención  por  dere- 
cho propio  y  después  para  restablecer  la  forma  republicana  de  gobierno 
subvertida. 

2  La  «Cuestión  San  Juan»  no  está  en  San  Juan,  está  solamente  en  Bue- 
nos Aires. — Discurso  del  Dr.  Nicolás  Avellaneda. 


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4 


312  EL  PAÍS  DE   OüYO 


mientos  de  la  minoría  contraria  y  á  la  misma  intervención 
decretada  por  el  Gobierno  Nacional1. 

El  Comisionado  Dr.  Luis  Velez  no  se  mantuvo  á  la  altura 
é  independencia  de  las  opiniones  de  partido,  como  era  de  su 
deber,  pues  debió  limitarse  al  restablecimiento  de  las  formas 
legales  de  la  Legislatura,  sino  que,  siguiendo  adelante  con  sus 
instrucciones,  excarceló  á  los  presos  y  los  reconoció  en  la  for- 
ma ya  dicha,  como  verdadero  cuerpo  legislador  de  la  Pro- 
vincia. 

Cuando  parecía  que,  no  obstante  las  irregularidades  co- 
nocidas, todo  volvía  á  la  calma,  y  cuando  el  interventor  nacio- 
nal que  había  marchado  en  todo  de  acuerdo  con  el  Gobierno 
de  Zavalla  se  había  vuelto  á  dar  cuenta  de  su  feliz  arreglo, 
la  Legislatura  se  reúne  y  comienza  contra  su  contrarío  una 
guerra  de  venganzas  y  mezquindades,  que  el  gobierno  no  es- 
tuvo remiso  en  secundar.  Este  pretendió  en  seguida  que  la 
intervención  no  había  tenido  mas  objeto  ni  alcance  que  la  ex- 
carcelación de  los  diputados  presos,  y  con  este  pésimo  argu- 
mento volvieron  las  cosas  á  peor  estado,  y  comenzó  una  nueva 
lucha  para  que  el  pueblo  renegase  de  gobernantes  y  gober- 
nados. 

Desconocidos  por  el  gobierno  los  actos  ejecutados  por  el 
interventor  Velez,  por  cuanto  afectaban  la  soberanía  de  la 
Provincia,  acordó  sostener  en  toda  su  fuerza  y  vigor  el  decre- 
to de  Octubre  29  del  año  anterior,  desconociendo  nuevamen- 
te á  la  Legislatura. 

Mientras  la  Legislatura  pide  nueva  intervención  para  ha- 
cer respetar  sus  decisiones,  el  Gobierno,  mal  aconsejado,  lanza 
un  decreto  mandando  salir  las  fuerzas  nacionales  fuera  del 
territorio  de  la  Provincia,  lo  que  importaba  rebelarse  contra 
la  Constitución  y  la  autoridad  nacional. 


1  Los  diputados  presos  fueron  los  ciudadanos  Zacarías  Merlo,  Avelino 
Alvarez.  Sixto  Fonzalida,  José  Domingo  Astorga,  José  Méndez,  Juan  E. 
Balaguer,  Vicente  Baca,  Benedito  2.°  Correa,  Cayetano  Espada,  Tristan 
Balaguer,  Román  Jofré  y  el  Secretario  de  la  Legislatura  Domingo  A. 
Luna. 

Corrieron  igual  suerte  el  jefe  del  Partido  Don  Valentín  Videla  y  uno 
de  los  Redactores  de  «La  Voz  de  Cuyo»,  Don  Pedro  P.  Calderón.  —  N.  E. 


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EL  PAlS  DE  CUYO  313 


El  Gobierno  de  la  Nación  dicta  un  decreto  en  Marzo  4,  de- 
clarando al  de  San  Juan  en  verdadera  sedición,  y  mandando 
convocar  las  milicias  y  sujetando  á  la  ley  marcial  á  todos  los 
ciudadanos  de  la  provincia. 

En  seguida  vinieron  órdenes  terminantes  á  las  fuerzas  na- 
cionales en  la  Provincia,  las  que  marcharon  en  pleno  dia  á 
banderas  desplegadas  y  tambor  batiente  á  tomar  posesión 
de  la  Casa  Departamental  de  Gobierno  (Mayo  28). 

La  Legislatura,  por  su  parte,  apoyada  en  las  fuerzas  nacio- 
nales, que  se  habían  puesto  á  su  disposición,  haciéndose  eje- 
cutora de  sus  propios  mandatos,  acusó  al  Gobernador  Zava- 
11a  de  sedición  y  constituyóse  en  Corte  de  Justicia  (Marzo  27). 

No  faltaron  cargos  para  fundar  la  acusación  (fueron  en  nú- 
mero de  18),  ni  energía  por  parte  del  acusador  para  fallar 
contra  el  acusado.  Efectivamente,  la  Legislatura,  en  sesión 
de  22  de  Junio  formó  juicio  político  y  destituyó  al  Goberna- 
dor Manuel  José  Zavalla  y  Ministros  Don  Isidoro  Albarracin 
y  José  Eugenio  Doncel,  declarándolos  inhábiles  para  ejercer 
ningún  empleo  á  sueldo  ó  de  honor  en  la  Provincia. 

Ante  ese  tremendo  fallo,  Zavalla  pidió  su  reposición,  y  fué 
entonces  que  tuvo  lugar  ante  el  Congreso  la  célebre  Cuestión 
San  Juan,  que  tanto  había  interesado  por  sus  ilustrados  de- 
bates y  altas  doctrinas  de  derecho  constitucional. 

2.  —  El  27  de  Marzo  de  1869,  la  Legislatura  nombró  go- 
bernador provisorio  al  respetable  anciano  Don  Ruperto  Go- 
doy  Carril,  que  desempeñó  estas  funciones  hasta  Junio  22  del 
mismo  año. 

Durante  su  administración,  el  Poder  Judicial  de  la  Provin- 
cia recibió  recien  una  conveniente  organización. 

Por  ley  de  2  de  Junio  quedó  éste  constituido  de  la  manera 
siguiente: 

1.°  Cámara  de  Justicia  formada  por  tres  letrados  con  ca- 
rácter de  inamovibles,  nombrados  por  el  Ejecutivo  en  terna 
y  á  propuesta  de  la  Legislatura. 

Es  tribunal  de  apelaciones  de  todos  los  de  la  Provincia,  y 
conoce  en  única  instancia  de  las  causas  contencioso-adminis- 


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A 


314  EL   PAÍ8  DE   CUYO 


trativas,  de  fuerza  y  protección  contra  los  tribunales  ecle- 
siásticos, contra  el  Gobernador,  sus  Ministros,  miembros  de 
la  Legislatura  y  Poder  Judicial,  previo  juicio  político. 

2.°  Tres  juzgados  de  letras,  dos  para  la  capital  y  uno  para 
Jáchal. 

Estos  conocen  en  materia  civil,  criminal,  mercantil,  de 
minas  y  asuntos  contenciosos  de  hacienda. 

Son  juzgados  de  apelación  de  los  de  Paz;  tramitan  la  pri- 
mera instancia  de  los  asuntos  apelables  al  Tribunal  Superior 
y  tienen  jurisdicción  inapelable  en  los  de  determinada  cuantía. 
Su  jurisdicción  comprende  la  capital  y  departamentos,  con 
excepción  de  los  que  se  han  asignado  al  juzgado  de  Jáchal, 
que  son  todo  el  departamento  de  este  nombre  y  los  distritos 
mineros  del  Norte  de  la  Provincia. 

3.°  Los  Juzgados  de  Paz,  dos  para  la  ciudad  y  uno  para 
cada  departamento,  conocen  en  asuntos  civiles  de  mínima 
cuantía,  y  criminales  de  pequeña  gravedad  señalados  por  la 
ley. 

4.°  Un  Procurador  Fiscal  adscrito  á  la  Cámara  de  Justicia, 
un  Fiscal  y  un  Defensor  de  pobres  y  Menores.  El  personal 
del  Poder  Judicial  es  de  35  individuos. 

3.  —  Ya  que  nos  estamos  ocupando  de  la  judicatura  pro- 
vincial, diremos  algo  sobre  la  justicia  federal  en  la  Provincia. 

De  acuerdo  con  ley  de  Octubre  de  1863,  que  creó  la  Su- 
prema Corte  Federal,  el  Gobierno  de  la  Nación  instaló  el 
Juzgado  Seccional  de  San  Juan  por  decreto  de  Agosto  8  del 
año  siguiente. 

Esta  deficiente  organización  de  la  justicia  federal  en  pro- 
vincia, nos  sugiere  las  observaciones  siguientes: 

Una  Corte  de  Circuito  para  las  provincias  del  antiguo 
Cuyo,  allanaría  las  grandes  dificultades  que  se  sienten  por 
la  distancia,  tiempo,  gastos  que  hace  tan  cara  la  justicia  na- 
cional, y  el  puro  conocimiento  de  auto*  para  los  fallos  apela- 
torios  ante  la  Suprema  Corte. 

Al  hablar  del  puro  conocimiento  de  autos,  no  es  porque 
creamos  que  la  conciencia  del  juez  pueda  ni  deba  formarse 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  315 


por  el  conocimiento  extrajudicial  de  un  asunto  sujeto  a  su  re- 
solución, sino  porque  habiendo  muchas  cuestiones  de  hecho, 
puede  ser  necesaria  la  inspección  ocular  y  tantas  otras  ve- 
rificaciones que  mejor  sería  no  someter  á  empleados  subal- 
ternos, y  que  siendo  altamente  delicadas,  en  materia  cri- 
minal sobre  todo,  suele  faltar  escrupulosidad  y  sobrar  vicios 
en  las  formas,  que  sin  afectar  la  sustancia  de  un  juicio,  llega- 
rían á  invalidar  la  fuerza  probatoria  de  un  hecho,  etc.,  etc. 

4.  —  Don  José  María  del  Carril  fué  el  gobernante  que  su- 
cedió á  Godoy  en  1.°  de  Agosto  de  1869;  gobernó  hasta  Fe- 
brero 15  de  1871. 

Su  gobierno,  activo  y  laborioso,  implantó  grandes  y  salu- 
dables reformas  en  la  educación  pública,  irrigación  y  minería, 
de  que  luego  nos  ocuparemos.  Durante  su  administración,  se 
dictaron  las  famosas  leyes  de  redención  de  capellanías  (Junio 
21  de  1870),  extinción  de  conventos  (Agosto  16),  y  provisión 
de  curas  párrocos  en  ejercicio  del  vice-patronato. 

Puso  de  su  parte  cuanto  le  fué  posible  para  la  formación 
del  primer  Banco  en  la  Provincia,  consiguiendo  este  resultado 
con  la  fundación  del  Banco  de  Cuyo  (1870). 

Inició  y  ejecutó  varias  obras  públicas  de  gran  importancia, 
como  la  casa  de  Baños,  conclusión  del  templo  de  San  Agus- 
tín, de  la  hermosa  Casa  de  Justicia,  la  Casa  Departamental 
de  Gobierno,  la  del  Mercado  Público  por  empresa  particu- 
lar, el  Paseo  Público,  etc. 

Tan  laboriosa  administración  resintióse  de  dos  errores  ca- 
pitales: la  exclusión  del  Partido  Liberal  ó  Zuvallista  á  que 
no  dio  la  menor  participación  en  la  cosa  pública,  y  el  emprés- 
tito contraído  por  ley  nacional  de  Setiembre  1.°  de  1870  por 
valor  de  150.000  pesos  en  fondos  públicos,  cuya  mayor  parte 
fué  empleada  inútilmente.  En  ese  año  se  terminaron,  sin  ra- 
zón probada  y  solo  por  simples  presunciones,  las  obras  contra 
los  avances  del  rio  sobre  la  ciudad;  y  en  vez  de  prolongar  las 
del  Dique  y  hacer  otras  defensivas  sobre  el  Valle  de  Zonda, 
ordenó  la  construcción  de  un  monolito  en  la  quebrada  del 
mismo  nombre.  En  todo  ello  consumiéronse  grandes  capita- 


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316  EL  PAÍS  DE   CUYO 


les  sin  mas  resultado  que  aumentar  la  enorme  suma  invertida 
que  ya  pesaba  sobre  la  Provincia. 

Carril  renunció  en  Mayo  16  de  1871,  en  cambio  de  una 
banca  en  el  Congreso  Nacional,  delegando  el  mando  en  el 
acaudalado  y  prestigioso  caudillo  político  D.  Valentín  Vide- 
la,  hombre  tenaz  y  sin  la  inteligencia  y  vivacidad  de  su  pre- 
decesor. Esta  interinidad  duró  desde  el  17  de  Mayo  hasta  el 
l.°de  Junio  del  mismo  año  en  que  fué  electo  gobernador  pro- 
pietario. Organizó  su  Ministerio  con  los  ciudadanos  Gelon 
Martínez  para  la  cartera  de  Hacienda  y  Fomento,  y  Ramón 
González  para  la  de  Gobierno  é  Instrucción  Pública. 

Su  gobierno  fué  muy  combatido  y  luchó  con  grandes  re- 
sistencias hasta  sus  últimos  días;  pero  fuerte  por  la  disci- 
plina y  habilidad  del  Partido  tClub  del  Pueblo»,  degeneró 
muchas  veces  en  casi  voluntarioso,  aunque  sus  actos  reves- 
tían todas  las  formas  legales.  Se  dictaron  leyes  de  vital  im- 
portancia sobre  establecimientos  de  Bancos  de  depósito,  con- 
donación de  la  deuda  de  Contribución  Directa  por  años  ante- 
riores á  1869,  ley  de  imprenta,  fijación  del  valor  de  las  mo- 
nedas de  curso  legal  con  relación  á  la  moneda  de  cuatro  bo- 
livianos, introducción  de  máquinas  de  labranzas,  plantación 
de  cepas  de  uva  para  viñas  y  parrales;  manzanos,  moras,  aca- 
cias, plantaciones  que  serían  premiadas  con  veinte  y  treinta 
pesos  respectivamente. 

Otras  leyes  no  menos  importantes  fueron  las  relativas  á 
los  exportadores  de  licores  encajonados  con  sus  cápsulas  y 
viñetas  respectivas,  estimulados  con  un  premio  de  cincuenta 
pesos  por  cada  docena  de  botellas  que  exportasen. 

Por  autorización  de  18  de  Noviembre,  invirtióse  la  suma  de 
4.000  pesos  en  acciones  de  la  primera  asociación  de  agricul- 
tores, medida  que  tuvo  por  objeto  fomentar  la  industria 
agrícola  ó  introducir  máquinas  modernas  en  la  provincia. 

Fueron  reformadas  la  Ley  Orgánica  y  de  Enjuiciamento, 
compilando  y  agregándose  las  dispersas  dictadas  posterior- 
mente. 

Se  practicaron  estudios  y  construyeron  planos  del  camino 
interprovincial  entre  San  Juan  y  San  Luis  con  recursos  pro- 


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EL   PAlS   DE   CUTO  317 


pios  y  en  calidad  de  préstamos  al  gobierno  de  la  Nación.  Una 
ley  de  igual  carácter  disponía  que  los  gastos  para  estudios, 
planos  y  presupuestos  del  camino  al  Departamento  de  Jáchal 
fueran  también  hechos  en  calidad  de  préstamos  al  mismo  go- 
bierno. 

La  educación  pública  siguió  su  movimiento  progresivo  ini- 
ciado por  las  anteriores  administraciones  con  un  presupuesto 
de  59,980  pesos. 

En  la  madrugada  del  13  de  Diciembre  de  1872,  el  gober- 
nador Videla  fué  muerto  á  golpes  por  asesinos  vulgares  en 
una  calle  principal  de  la  ciudad  y  á  dos  cuadras  de  la  plaza 
25  de  Mayo  *. 

El  Gobernador  interino  Don  Benjamín  Bates  dictó  un  de- 
creto, ordenando  que  el  cadáver  fuera  trasladado  á  la  casa 
mortuoria  del  Departamento  de  Gobierno  y  se  velase  toda  la 
noche  por  una  guardia  de  honor  vestida  de  gran  parada.  Al 
día  siguiente,  á  las  ocho  en  punto,  se  verificó  el  entierro  en  el 
Cementerio  Municipal. 
¡Paz  en  su  tumba! 

Antes  de  cerrar  esta  sección  de  nuestro  relato  histórico, 
debemos  hacer  presente  un  hecho  bien  extraño  y  singular  en 
la  vida  política  de  San  Juan.  De  sus  numerosos  gobernadores 
y  con  la  sola  excepción  del  General  Don  Nazario  Benavides, 
ninguno  ha  terminado  su  período,  cesando  por  renuncia,  re- 
volución, muerte,  etc.  Es  de  advertir  que  los  períodos  dura- 
ban dos  años  hasta  1867,  en  que  la  Provincia  se  dio  una 
constitución,  fijando  en  tres  el  período  legal  de  gobierno. 


*  La  opinión  pública  creyó  ver  sus  principales  lineamientos  fisonómi- 
cos  y  rastros  de  los  asesinos  en  los  célebres  «Prolegómenos»  del  humilde 
labriego  del  Pocito.— N.  E. 


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SEGUNDA  PARTE. 


CAPITULO  PRIMERO. 

1.  Geografía. — Límites. — División  departamental.  —  2.  La  Capi- 
tal.—Edificios  públicos. — Los  padres  agustinos.  —  3.  Depar- 
tamentos.— Su  importancia. 


Esta  sección  de  nuestro  trabajo  comprenderá  la  geografía 
de  la  Provincia,  acompañada  de  varios  cuadros  estadísti- 
cos, etc.,  con  sus  delicadas  adherencias,  consideradas  como 
tales  las  enojosas  cuestiones  de  límites  que  en  el  orden  nacio- 
nal y  provincial,  es  una  de  las  mas  intrincadas  en  todos  los 
pueblos  de  origen  español. 

La  división  política  y  administrativa  de  los  Departamen- 
tos con  la  estadística  propia  de  cada  parte  y  del  conjunto;  la 
división  eclesiástica,  etc.,  etc.,  serán  objeto  del  primer  capí- 
tulo, tratando  por  separado  y  en  capítulos  sucesivos  los  im- 
portantes ramos  de  la  educación  común,  uno  de  los  coeficien- 
tes del  progreso  que  colocan  á  San  Juan  en  la  primera  cate- 
goría de  los  demás  Estados  de  la  unión  Argentina;  la  naciente 
industria  minera,  que  es  la  esperanza  sanjuanina  y  acaso  la 
base  de  nuestra  futura  riqueza  y  irrigación,  que  es  la  materia 
de  mas  vital  interés  para  la  Provincia. 

1.  —  Hemos  dicho  que  la  situación  geográfica  de  la  Pro- 
vincia está  comprendida  entre  los  29°  y  32°  38'  de  latitud,  con 
una  longitud  media  occidental  de  70°  22f  sobre  el  meridiano 


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320  EL  PAÍ8  DE   CUYO 


de  París.  Tiene  la  figura  de  un  trapecio  con  un  área  aproxi- 
mativa  de  87.345  kilómetros  cuadrados. 

Limita  al  Este  con  San  Luis  y  La  Rioja;  por  el  Oeste  con 
la  Cordillera  de  los  Andes,  que  la  separa  de  Chile,  es  decir, 
con  la  línea  divisoria  que  atraviesa  las  cimas  mas  elevadas,  di- 
vidiendo las  aguas  al  Este  y  Oeste;  al  Norte  con  la  Rioja  y  por 
el  Sud  con  Mendoza;  pero  estos  límites  son  por  demás  am- 
biguos desde  que  no  pasan  de  una  simple  afirmación,  y  po- 
drían dar  lugar  á  enojosas  cuestiones  territoriales,  que,  como 
vamos  á  ver,  han  ocurrido  y  suscitádose  por  varias  ocasiones. 
El  Señor  Martin  de  Moussy,  sin  mas  que  su  propia  autori- 
dad, asigna  á  esta  Provincia,  en  su  obra  sobre  la  Confedera- 
ción Argentina,  los  límites  siguientes:  «al  Oeste  con  Chile 
hasta  las  crestas  de  los  Andes;  al  Norte  y  Nordeste  con  la 
Eioja;  con  San  Luis  por  la  Sierra  de  las  Quijadas  y  Lagunas 
de  Huanacache.  Estas  mismas  lagunas,  y  una  línea  tirada 
directamente  al  Oeste,  pasando  por  el  Ramblon,  señala  sus 
límites  con  Mendoza  ».  Después  le  da  una  extensión  de  3.300 
leguas. 

La  constitución  provincial  dictada  en  7  de  Abril  de  1866, 
corregida  y  aprobada  por  el  Congreso  del  Paraná  en  Setiem- 
bre 13  del  mismo  año,  dice  en  su  artículo  2.°,  lo  que  sigue: 
« Art.  2.°  —  Su  territorio  comprende  de  Este  á  Oeste,  desde 
las  Salinas  y  el  Barreal  hasta  las  cumbres  de  la  Cordillera 
de  los  Andes;  y  de  Sud  á Norte,  desde  el  Árbol  Solo  hasta  la 
Pampa  Redonda  y  Sierra  Partida,  sin  perjuicio  de  los  arre- 
glos que  haga  el  Congreso  Federal  en  uso  de  la  atribución 
catorce. » l 

La  Constitución  de  San  Juan,  como  se  acaba  de  ver,  hace 
una  simple  declaración  que  no  solo  deja  la  cuestión  de  Lími- 
tes sin  resolver,  sino  que  se  limita  á  sentar  las  bases  de  un 
arreglo  posterior  que  puede  prestarse  á  la  controversia. 
De  unos  trabajos  estadísticos  que  en  1835  publicó   «El 


1  Constitución  Argentina,  Art.  67,  inciso  14:  « Corresponde  al  Congreso . . . 
arreglar  definitivamente  los  limites  del  territorio  de  la  Nación  y  fijar  los 
de  las  Provincias » 


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el  país  de  cuyo  321 


Constitucional »  de  San  Juan  y  que  acreditan  un  maduro  es-' 
tudio  de  parte  de  su  autor,  tomamos  el  párrafo  siguiente: 

c  La  Provincia  forma  la  figura  de  un  trapecio,  cuyos  lados 
se  calculan  en  75  leguas  rectas  por  el  Sud,  limitando  con  Men- 
doza; de  66  por  el  Este,  limitando  con  San  Luis;  de  70  por  el 
Norte,  confinando  con  el  territorio  de  La  Rioja;  y  75  por  el 
Oeste,  lindando  con  la  Cordillera  de  los  Andes  que  la  separa 
de  Chile,  conteniendo  su  extensión  una  superficie  de  4,725 
leguas. » 

Posteriormente  (1869),  á  objeto  del  censo  que  se  levantó  el 
mismo  año  en  toda  la  República,  el  Gobierno  de  San  Juan 
(Zavalla),  contestando  notas  del  Ministerio  del  Interior, 
hacía  presente  que  de  los  datos  existentes  resultaba  que  los 
límites  de  la  Provincia  eran  los  señalados  por  la  Constitución 
Provincial,  y  añadía:  «Las  poblaciones  mas  avanzadas,  son: 
por  el  Este,  las  Salinas  y  la  Tranca;  por  el  Oeste,  Calingasta 
y  los  Manantiales ;  por  el  Sud,  Santa  Clara,  y  por  el  Norte, 
la  línea  que,  partiendo  de  la  Cordillera  pasa  por  la  Sierra 
Partida  y  se  prolonga  hasta  la  Pampa  Redonda»,  y  concluía, 
calculando  una  extensión  de  cien  leguas  de  Este  á  Oeste,  y 
noventa  de  Sud  á  Norte  (notas  de  Marzo  11  y  19  del  año 
citado). 

Todos  estos  datos,  evidentemente  antojadizos,  porque  fue- 
ron la  obra  del  momento,  tendremos  que  rectificarlos  despuej 
de  las  siguientes  explicaciones. 

En  cuanto  á  los  límites  del  Poniente,  el  gobierno  de  Chile, 
prevalido  de  nuestra  indolencia  y  en  la  necesidad  de  dar  en- 
sanche á  sus  poblaciones,  ha  hecho  varias  tentativas  para  es- 
tablecer su  dominio  sobre  el  Valle  de  los  Patos.  Del  primer 
antecedente  que  encontramos  en  los  archivos  sobre  estas  ten- 
tativas, instruirá  la  nota  que  transcribimos. 

«Al  Teniente  Gobernador  de  San  Juan. — Exmo.  Señor: — 
Don  Francisco  Toranzos  y  Don  José  Matías  de  Azcárate,  por 
sí  y  sus  menores,  ante  V.E.  se  presentan  y  dicen:  Que  ha  llega- 
do á  sus  noticias  que  en  la  Provincia  de  Coquimbo  han  vendido 
de  cuenta  del  Fisco  los  campos  de  los  Patos,  Patillos,   Atu- 

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322  EL  PAÍS  DE   CUYO 


lia,  los  Añiles,  etc.,  cosa  que  no  puede  ser  admisible  en 
consideración  de  ser  jurisdicción  del  gobierno  de  su  mando, 
y  de  nuestra  propiedad,  según  los  documentos  que  nos  custo- 
dian y  manifestaremos  á  su  debido  tiempo.  En  su  consecuen- 
cia, suplicamos  á  V.  E.  se  digne,  en  crédito  de  su  autoridad  y 
el  bienestar  de  unos  ciudadanos  obsecuentes  y  sacrificados  por 
la  causa  pública,  tenga  á  bien  comunicar  al  gobierno  de  Co- 
quimbo, á  fin  de  que  ponga  un  estorbo  á  la  citada  venta, 
mientras  tanto  aquellos  señores,  prosecursores  de  una  venta 
en  nuestra  estimación  ilegítima,  no  realicen  sus  escrituras 
ante  la  autoridad  suprema  del  gobierno  que  ejerce  V.  E. 

«La  escasez  reprensible  que  en  este  lugar  se  advierte  de 
papel  sellado,  nos  motiva  comunicar  á  V.  E,  en  este  común, 
una  cosa  de  demasiado  interés  á  nuestro  bienestar,  poseídos 
de  que,  penetrado  V.  E.  de  nuestra  justicia,  tenga  á  bien  ofi- 
ciar á  aquel  gobierno,  á  fin  de  que  se  estorbe  toda  prosecu- 
ción de  venta,  entre  tanto  aquellos  señores  vendedores  do 
acrediten  su  legitimidad  de  derecho,  que  deben  patentizarle 
ante  el  gobierno  que  V.  E.  ejerce.  Logrando  la  ocasión  de  sa- 
ludar á  V.  E.  y  ofrecerle  sus  mejores  consideraciones  de  apre- 
cio, los  ciudadanos  que  suscriben  tienen  el  honor  de  dirigir- 
se bajo  de  su  mando. — Francisco  Toranzos. — José  Matías  de 
Azccírate. — Jáchal,  año  de  1819.» 

Este  avance,  que  en  oportunidad  fué  reprimido  por  recla- 
maciones del  Teniente  Gobernador  la  Roza,  se  repitió  poste- 
riormente por  parte  de  los  ganaderos  chilenos,  que  anual- 
mente invernan  en  pastos  naturales  gran  cantidad  de  hacien- 
da vacuna. 

La  incuria  de  nuestros  gobiernos  ha  dejado  hasta  hoy 
(1872),  subsistente  este  abuso  de  dominio  ejercitado  por  nues- 
tros vecinos  de  Chile,  sin  que  haya  ni  el  mas  ligero  pretexto 
para  nuevas  cuestiones.  Debemos  advertir  que  el  Valle  de  los 
Patos  está  al  oriente  de  la  línea  tirada  por  las  cumbres  de  la 
Cordillera,  y  origen  de  las  corrientes  que  fluyen  sobre  el  te- 
rritorio argentino,  por  lo  que  también,  de  acuerdo  con  el  de- 
recho internacional,  es  imposible  toda  cuestión  sobre  dominio 
de  aquel  territorio. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  323 


En  1843  surgió  una  cuestión  sobre  límites  entre  el  Gobier- 
no de  esta  Provincia  y  el  de  San  Luis,  mandando  aquél  en  su 
consecuencia  al  comisionado  Don  Saturnino  M.  de  Laspiur 
{Setiembre  12)  para  que  tratase  de  arreglarla. 

Su  origen  se  remonta  al  año  1826  por  disputa  seguida  en- 
tre Don  Joaquin  Lucero  y  Don  Gregorio  Guayama  sobre 
mensura  de  los  terrenos  de  Cruz  de  Jume,  Punta  del  Médano 
y  Trancas. 

El  Gobierno  de  San  Juan  hizo  presente  que  en  1836,  cuan- 
do las  tropas  de  la  Rioja  ocuparon  la  Provincia,  el  de  San 
Luis  ocupó  el  territorio  habitado  comprendido  desde  la  Tran- 
ca hasta  la  Maza  Cruz,  creando  allí  autoridades  que  hasta 
entonces  habían  sido  toleradas,  y  notificaba  que  iba  á  pro- 
ceder á  su  nombramiento  en  los  puntos  indicados. 

El  Gobierno  de  San  Luis  objetó  que  antes  del  año  36,  el 
gobierno  de  Mendoza  había  mandado  edificar  una  capilla  en 
el  Alto  Grande,  y  que  al  punto  se  intentó  la  reclamación 
consiguiente,  pues  dicho  territorio  y  toda  la  costa  de  las  Lagu- 
nas hasta  la  Punta  del  Médano  y  las  Salinas,  le  habían  sido 
adjudicadas  por  el  Intendente  de  Córdoba,  señor  Sobre  Monte, 
en  los  primeros  años  del  siglo,  cuyos  títulos  fueron  reconoci- 
dos por  el  gobierno  de  Mendoza,  habiendo  sucedido  igual 
cosa  con  el  de  la  Rioja  sobre  dominio  al  territorio  de  las  Sa- 
linas, y  añadía: 

«Según  los  documentos  y  noticias  tomadas  de  los  ancianos 
de  aquel  tiempo,  y  muy  particularmente  de  Don  Francisco 
Vicente  Lucero,  quien  declaró  que  como  Alcalde  de  Primer 
Voto  del  Cabildo  de  San  Luis,  fué  en  representación  de  éste 
á  recibir  la  posesión  del  territorio  que  el  Señor  Sobre  Monte 
-daba  al  cabildo  de  San  Luis.» 

«Principió  el  deslinde  por  la  provincia  de  Córdoba  con  la 
de  San  Luis,  declarando  por  línea  divisoria  de  ambas,  las 
cumbres  altas  de  las  sierras  que  hasta  hoy  (1843),  las  divide, 
y  por  la  parte  del  norte,  desde  un  cerro  que  está  al  pió  de  di- 
cha sierra,  llamado  Come- chingo!.  Se  tiró  la  línea  recta  hasta 
la  punta  de  la  Sierra  de  San  Isidro  y  de  allí  á  la  Punta  del 
3£ódano,  en  la  orilla  de  las  Lagunas,  con  lo  que  quedó  esta 


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324  EL  PAÍS  DE   CCYO 


Provincia  deslindando  con  la  de  Córdoba,  Rioja  y  San  Juan; 
y  desde  la  Punta  del  Médano,  siguió  el  Señor  Sobre  Monte  su 
deslinde  por  la  costa  de  las  Lagunas,  buscando  el  rumbo  del 
Sud,  y  llegó  hasta  el  Paso  de  las  Carretas  en  el  rio  Tunuyan, 
ó  donde  éste,  después  de  varios  derrames  y  rodeos,  sigue  su 
curso  al  Sud,  con  lo  que  quedó  esta  Provincia  limitando 
con  la  de  Mendoza. 

El  Gobierno  de  San  Juan  rechazó  estos  alegatos  fundados 
en  el  dicho  de  un  hombre;  y  aun  admitiendo  dicha  exposición 
como  auténtica,  desconocía  lo  hecho  por  Sobre  Monte,  ale- 
gando que  el  Cabildo  de  San  Juan  no  había  sido  parte  en  el 
asunto;  citaba  la  inmemorial  tradición  que  robustecía  su  re- 
clamo, y  concluía  exigiendo  que  el  límite  de  la  Provincia  por 
la  parte  cuestionada  fuese  la  línea  que,  partiendo  de  La 
Lagunilla,  corre  al  Norte  por  el  abra  formada  por  la  punta  del 
cerro  de  las  Quijadas  con  el  de  Guayaguás  en  dirección  á  las 
Salinas. 

La  cuestión  de  derecho  quedó  sin  resolverse;  pero  en  he 
cho,  el  Gobierno  de  San  Juan  triunfó,  nombrando  las  auto- 
ridades en  los  puntos  ya  indicados. 

En  cuanto  á  los  límites  Sud  y  Norte,  no  era  posible  cuestión 
alguna  por  ser  desiertos,  sin  pastos  ni  agua  que  no  podían 
inspirar  el  menor  interés  á  las  provincias  limítrofes. 

Lo  que  hemos  sacado  en  limpio  de  los  antecedentes  y  estu- 
dios hechos  sobre  este  asunto,  es  lo  siguiente: 

Por  el  Oeste,  el  límite  de  la  Provincia  es  desde  el  pico  del 
Aconcagua  hasta  la  Yerba  Buena  con  dirección  Sud  á  Norte 
por  sobre  las  cumbres  de  las  Cordilleras,  midiendo  esta  línea 
82  leguas;  por  el  Sud,  desde  el  Aconcagua  hasta  Los  Cajo- 
nes, rama  de  la  Sierra  de  las  Quijadas,  con  rumbo  Oeste  á 
Este,  midiendo  una  extensión  de  setenta  y  cinco  leguas;  por 
el  Este,  cien  leguas  de  Sud  á  Norte,  desde  Los  Cajones  hasta 
la  falda  occidental  de  la  Sierra  de  Vinchina  (Guandacol),  fren- 
te al  Cerro  Blanco;  y  al  Norte,  veiute  leguas  de  naciente  á 
poniente  desde  Vinchina  á  la  Yerba  Buena. 

La  división  administrativa  de  la  Provincia  en  1810,  época 
mas  antigua  á  que  podemos  referirnos  en  este  sentido,  era  en 


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EL  PAlS   DE   ÜUYO  325 


cuarteles  urbanos:  doce  en  la  ciudad  y  cuarteles  rurales  en 
departamentos.  La  Provincia  quedó  dividida  en  diez  y  ocho 
grandes  fracciones  departamentales  por  ley  de  Diciembre  4 
de  1869,  promulgada  el  día  7,  la  ciudad  inclusive,  y  cuenta 
en  todo  con  una  población  de  60,657  habitantes1.  En  estas 
divisiones  no  se  ha  tenido  en  vista  la  extensión  territorial, 
sino  sus  centros  poblados,  sistema  de  agrupamiento  tan  común 
en  los  pueblos  agricultores,  á  la  inversa  de  los  pueblos  pas- 
tores que  diseminan  su  población  á  los  objetos  de  su  ocupa- 
ción ordinaria.  Al  tratar  de  cada  una  de  estas  grandes  frac- 
ciones, como  pasamos  á  hacerlo,  indicaremos  su  organización 
interna,  su  administración  y  relaciones  con  el  conjunto,  etc.. 
etc.1 

2.  —  Capital. — La  ciudad  de  San  Juan  de  Cuyo  es  la  ca- 
pital de  la  Provincia,  con  una  población  urbana  de  8,357 
habitantes  según  el  último  censo,  y  está  encerrada  dentro  de 
las  cuatro  calles  anchas3,  que  llevan  el  nombre  de  los  rumbos 
cardinales,  y  la  separan  de  los  departamentos  sub-urbanos 
que  en  gran  parte  forman  con  aquélla  una  población  unida4. 

Esta  ciudad  tiene  una  latitud  sud  de  31°  32',  y  longitud 
39°  40'  al  occidente,  con  una  altitud  sobre  el  nivel  del  mar 
de  740  metros. 

Fué  fundada,  como  se  ha  dicho  en  otro  lugar,  en  Julio  do 
1562. 

Su  situación  es  conforme  á  los  rumbos  cardinales  y  forma 
cuatro  secciones  divididas  de  E.  á  O.  por  la  calle  «Bivada- 
via»,  y  de  S.  á  N.  por  la  de  «Mendoza»,  conteniendo  dentro 


1  Censo  de  1869. 

J  Sería  de  desear  que  el  Exmo.  Gobierno  de  la  Provincia  se  preocupase 
de  exclarecer  la  delimitación  política  de  cada  uno  de  los  Departamentos 
en  que  se  halla  dividida.  La  división  actual  deja  mucho  que  desear,  ofre- 
ciendo gran  confusión  por  falta  de  precisión  y  exactitud  en  las  de- 
marcaciones, no  solo  en  los  extremos  interprovinciales  sino  dentro  del 
territorio  de  la  Provincia  misma. — AT.  E. 

1  El  que  concibió  el  trazado  de  las  calles  anchas  en  1816,  fué  el  Capi- 
tán D.  Lucio  Mansiila,  después  General. 

*  La  ciudad,  en  este  sentido,  tenía  mas  de  20.000  habitantes. 


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326  EL  PAÍ8   DE   OÜYO 


del  rectángulo,  formado  por  las  calles  anchas,  ciento  veinte  y 
seis  manzanas  en  el  orden  siguiente: 

1.°  Sección  Sud-Este,  con  cinco  cuarteles  de  ocho  manza- 
nas cada  uno,  40. 

2.°  Sección  Sud-Oeste,  con  cinco  cuarteles  de  seis  manza- 
nas cada  uno,  30. 

3.°  Sección  Nord-Este,  con  cuatro  cuarteles  de  ocho  man- 
zanas cada  uno,  32. 

4.°  Nord-Oeste,  con  cuatro  cuarteles  de  seis  manzanas  cada 
uno,  24. 

Las  calles  son  bien  niveladas,  regularmente  rectas  y  empe- 
dradas en  su  generalidad.  Su  nomenclatura  se  hizo  en  1862. 

Los  edificios  son  regulares  y  con  su  numeración  correspon- 
diente (1872),  sobresaliendo  entre  éstos  por  su  belleza  y  ex- 
tructura  el  Colegio  Nacional,  Casa  de  Justicia,  Casa  de  Ba- 
ños, la  de  Gobierno  (inconclusa),  Catedral,  Templo  de  San 
Agustín  y  Escuela  Sarmiento;  y  dos  Bancos  con  buenos  edi- 
ficios, que  giran  con  su  capital  suscrito  de  mas  de  ochocien- 
tos mil  pesos  bolivianos  entre  ambos. 

Tiene  un  hermoso  paseo  en  la  Plaza  Mayor1. 

Esta  ciudad  está  cruzada  de  Oeste  á  Este  por  nueve  cana- 
les ó  acequias  que  correu  paralelamente  por  medio  de  la  po- 
blación, proveyendo  de  agua  á  todas  las  casas,  apareciendo 
en  la  cruzada  de  las  calles,  cubiertas  en  su  tránsito  por  puen- 
tes de  piedra  (laja  blanca). 

Cuenta  con  seis  escuelas  fiscales,  seis  particulares,  Colegio 
Nacional,  escuela  superior  de  niñas  y  de  varones,  en  las  qne 
se  educan  mas  de  dos  mil  alumnos.  Tiene  un  regular  Se- 
minario Eclesiástico.  Es  la  capital  y  el  asiento  de  las  autori- 
dades diocesanas  del  Obispado  de  Cuyo  y  de  la  circunscrip- 
ción militar  del  Nord-oeste. 

Cuenta  con  buenos  hospitales,  un  gran  mercado  en  cons- 
trucción y  un  gran  proyecto  en  vías  de  realizarse  para  dotar 


1  El  primero  trabajado  al  Oeste  de  la  ciudad,  conservó  hasta  1840  y  tantos 
años,  una  pirámide  triangular  de  ladrillo,  que  fué  destruida  por  un  fuerte 
viento  zonda,  dejando  su  nombre  de  Pampa  de  la  Pirámide  al  local  donle 
se  levantara, 


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EL  PAlS   DE   CUYO  327 


á  la  población  de  agua  potable  corriente  por  cañerías  que 
vengan  del  Estero  Zonda. 

Tiene  seis  iglesias:  Catedral,  San  Agustin,  Merced,  Santo 
Domingo,  Iglesia  de  Dolores  y  Capilla  de  San  Pantaleon,  á 
algunas  de  las  cuales  consagraremos  unas  cuantas  líneas. 

Catedral. — Es  un  precioso  templo  construido  por  los  jesuí- 
tas en  el  siglo  pasado,  bajo  la  advocación  de  San  José.  Hasta 
1814  fué  la  única  iglesia  parroquial  de  San  Juan,  extendién- 
dose su  jurisdicción  á  mas  de  veinte  leguas  á  la  redonda.  En 
1828  fué  elevada  á  Vicaría  Apostólica  de  Cuyo:  en  1834,  á  Ca- 
tedral diocesana;  y  en  1841,  santificada  por  la  heroica  defen- 
sa que  en  sus  torres  hizo  el  imponderable  Acha  contra  las 
tropas  del  Ejército  combinado  de  Cuyo. 

Este  curato  mide  de  naciente  á  poniente  mas  de  tres  leguas, 
y  de  Sud  á  Norte  se  extiende  desde  la  ciudad  hasta  Huanaca- 
che  (veinte  y  una  leguas).  Eu  toda  esta  comprehension  hay 
tres  iglesias:  Dolores,  Santa  Lucía,  San  Pantaleon  y  cinco 
oratorios. 

Merced.  —  Templo  de  antigua  fundación;  es  una  regular 
iglesia  de  tres  naves,  de  arquitectura  romana  y  de  bastante 
capacidad:  no  tiene  comunidad  ni  fraile  alguno  en  la  fecha, 
no  habiéndolos  tenido  en  sus  mejores  tiempos  en  mas  núme- 
ro que  el  de  cinco x.  En  8  de  Enero  de  1818,  el  Supremo  Di- 
rector declaró  segregados  de  Chile  á  los  conventos  de  Merce- 
darios  de  San  Juan  y  Mendoza  y  anexados  al  de  Buenos  Ai- 
res. En  los  antiguos  claustros  de  este  convento  funciona 
actualmente  el  Colegio  Nacional. 

Santo  Domingo.  —  En  los  primeros  años  del  siglo,  esta 
iglesia  se  hallaba  en  un  estado  ruinoso,  por  lo  que  fué  necesa- 
rio abandonarla,  habilitando  para  las  funciones  religiosas  la 
sacristía  y  algunas  celdas  (son  la  iglesia  actual). 

Este  convento  contaba  en  1823  con  quince  frailes,  cuatro 
coristas  profesos  y  dos  novicios,  siendo  el  prior  de  la  comuni- 
dad fray  Dionisio  Rodríguez. 


1  Fray  José  León  Alvarado  (presidente),  y  padres  Santos  Bachiller,  N. 
Hidalgo,  Faustino  Santibañes  y  N.  Barriga. 


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328  EL  PAÍS   DE   CUYO 


Tuvo  varios  sacerdotes  notables,  entre  ellos  los  padres  Flo- 
res, Oro,  Romero,  Rocha  y  Albarracin. 

Esta  comunidad,  tan  rica  en  bienes  en  sus  primeros  tiempos, 
fué  la  cabeza  de  la  famosa  liga  del  año  25  contra  la  reforma 
religiosa,  llevada  á  cabo  por  el  ilustrado  gobierno  de  Carril, 
y  la  que,  sintiéndose  mas  afectada  en  sus  intereses,  hizo  una 
resistencia  tenaz  contra  la  ley  y  el  gobierno  que  la  inspiró  y 
ejecutó.   (Capítulo  VI,  Primera  Parte). 

Por  ley  de  Agosto  16  de  1870.  y  en  vista  del  estado  ruino- 
so de  aquel  templo,  con  un  solo  fraile  que,  representando  los 
derechos  de  una  pretendida  comunidad,  poseía  á  una  cuadra 
de  la  plaza  principal  una  manzana  entera  de  tierra  que  tanto 
afeaba  la  ciudad,  y  esterilizaba  los  valores  muertos  de  tan 
hermosa  propiedad,  y  otras  que  tenía  en  los  suburbios,  se  de- 
claró caduco  el  convento  y  perdida  su  capacidad  de  persona 
jurídica,  debiendo  sus  bienes  pasar,  como  propiedad  del  Fisco, 
á  la  construcción  de  un  nuevo  templo  bajo  la  misma  ad- 
vocación. Esto  originó  una  larga  y  enojosa  discusión  entre 
el  Gobierno  político  y  el  del  Obispado,  tomando  parte  la 
prensa  de  San  Juan  y  la  de  Córdoba,  que  parecía  volver  al 
año  30,  en  que  tanto  se  lamentara  la  desmembración  de  la 
diócesis  de  aquella  Provincia. 

La  cuestión  fué  llevada  á  los  tribunales,  los  que  conside- 
rando á  la  Legislatura  con  plenas  facultades  para  dictar  le- 
yes de  carácter  local,  declararon:  que  siendo  un  convento  per- 
sona jurídica,  estaba  sometida  en  cuanto  á  su  capacidad  de 
derecho,  juntamente  con  sus  bienes,  á  las  leyes  del  país  de  su 
domicilio,  marchando  en  esto  de  acuerdo  con  el  Código  civil1. 

La  existencia  de  una  persona  jurídica  tiene  su  origen  en  la 
ley,  con  las  restricciones  que  ella  contiene;  y  por  esa  misma 
l©y  y  ©n  los  términos  expresamente  acordados,  podía  la  Le- 
gislatura declarar  la  cesación  de  aquélla,  desde  que  en  el  caso 
referido  faltaban  los  fines  de  su  institución  y  convenía  su 
extinción  al  bien  público.  Añádase  que  la  ley  de   Agosto  no 


1  De  las  personas  jurídicas,  tit.  I  del  Código  civil. 


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EL  PAlS  DE   CUYO  329 


solo  consultaba  el  interés  general  en  la  desaparición  de  la 
ruinosa  iglesia  y  construcción  de  otra  nueva,  sino  que  tenía 
presente  la  movilización  de  aquellos  capitales  muertos,  que 
nada  ofrecían  en  provecho  de  nadie  en  manos  de  un  sacer- 
dote sin  la  menor  iniciativa. 

La  parte  del  convento,  que  incidentalmente  había  alegado 
que  la  ley  provincial,  origen  del  litis,  pugnaba  con  la  Cons- 
titución Nacional,  apeló  á  la  Suprema  Corte  por  ser  éste  un 
recurso  acordado  por  la  Ley  de  Procedimientos  de  la  Pro- 
vincia. 

Este  alto  tribunal,  haciendo  una  lamentable  confusión  entre 
arden  y  convento^  adujo,  como  una  atribución  única  y  exclusi- 
va del  Congreso,  la  de  admitir  en  el  territorio  de  la  Nación 
otras  órdenes  religiosas  á  mas  de  las  existentes,  por  lo  que 
creía  que  la  ley  de  provincia  se  oponía  á  la  Constitución 
Nacional,  desprendiendo  de  alli  deducciones  asaz  violentas 
para  desnudar  á  una  provincia  de  la  facultad  de  dictar  sus 
leyes  siempre  que,  como  la  de  Agosto,  no  violasen  el  derecho 
ajeno. 

La  sentencia  de  la  Corte  (Setiembre  7  de  1871),  que  no  po- 
demos comentar  en  este  lugar,  no  habiéndolo  hecho  antes 
de  ahora,  fué  altamente  criticada  por  la  prensa  ilustrada  de 
Buenos  Aires,  y  lo  que  es  mas,  para  probar  la  sin  razón  de 
aquel  fallo,  solo  el  santo  celo  de  un  periódico  de  Córdoba  se 
ocupó  de  aquella  resolución  para  defenderla  y  aplaudirla. 

San  Agustín. — Esta  comunidad  de  hermitaños,  según  su 
instituto,  es  de  muy  antigua  fundación.  Su  iglesia,  destruida 
en  los  primeros  años  del  siglo  por  inundaciones  del  rio,  fué 
refaccionada  por  el  padre  maestro  Balmaceda.  En  1814,  este 
convento  fué  sustraído  á  la  obediencia  de  la  casa  central  de 
Chile  y  sujeto  á  la  del  Comisario  General  de  Regulares,  Fray 
Julián  Perdriel,  que  en  1.°  de  Mayo  de  1816  nombró  primer 
prior  de  la  comunidad  de  San  Juan  al  padre  jubilado  fray 
José  Centeno,  quien  secularizó  mas  tarde,  siendo  en  1820 
provisor  de  Cuyo  y  ministro  de  gobierno  en  1832. 

En  1819,  la  comunidad  agustina  de  San  Juan,  que  tanto  se 
había  distinguido  por  sus  ideas  patrióticas  en  la  revolución  de 


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330  EL  PAlS   DE   CUYO 


nuestra  independencia,  llegando  hasta  ofrecer  las  campanas 
de  su  iglesia  para  la  fundición  de  cañones,  contaba  con  una 
numerosa  comunidad  de  diez  y  seis  frailes,  un  corista  y  tres 
novicios,  de  los  que  solo  viven  hoy  dos  individuos  (uno  secu- 
larizado). 

De  estos  famosos  hermitafios  se  recuerda  con  veneración 
á  los  padres  Balmaceda  y  Salinas,  que  florecieron  en  el  siglo 
pasado:  fray  Diego  Salinas  y  Cabrera,  que  dio  á  San  Juan  y  á 
la  comunidad  justos  motivos  de  orgullo  por  las  grandes  prue- 
bas de  su  talento  probado  en  todas  ocasiones.  Fué  un  exi- 
mio teólogo  y  filósofo,  en  cuyas  facultades  alcanzó  los  títulos 
de  doctor  en  las  Universidades  de  Chile  y  Córdoba;  después 
fué  elevado  á  la  categoría  de  General  de  la  Orden,  figuró  con 
lucimiento  en  las  cortes  de  Carlos  III  y  de  Clemente  XIU,  y 
pronto  fué  condecorado  con  el  título  de  Reverendísimo,  que 
ningún  americano  había  alcanzado  hasta  esa  fecha. 

Según  el  presbítero  Garramuño,  hombre  de  los  mas  estu- 
diosos de  San  Juan,  Salinas  fué  adjunto  del  gobierno  de  Car- 
los III,  y  mas  tarde  se  distinguió  en  la  literatura  sagrada,  de 
cuyos  trabajos  se  conserva  en  su  provincia  un  folleto  sobre 
las  Caídas  de  Jesucristo,  que  es  verdaderamente  un  monumen- 
to de  piedad  y  consideraciones  cristianas  de  alta  escuela. 

Fueron  notables  como  teólogos  los  padres  Manuel  Vera, 
médico  alópata;  fray  José  Centeno,  el  padre  Vicente  Atencio, 
que  secularizó  mas  tarde  y  llegó  á  Provisor  de  Cuyo;  fray 
Lorenzo  Lozada  y  J.  M.  Rivero. 

En  1816  distinguióse  el  prior  de  la  comunidad  agustina. 
fray  Bonifacio  Vera,  por  su  capacidad  y  patriotismo. 

Por  aquellos  tiempos  (1814),  suscitóse  por  primera  vez  la 
cuestión  sobre  provisión  de  curas  de  que  ya  hemos  hablado,  á 
cansa  de  la  remoción  hecha  por  el  Cabildo,  del  famoso  realis- 
ta, presbítero  José  María  Castro;  y  consultado  Vera  sobre  el 
asunto,  contesta:  «en  el  acto  mismo  que  V.  S.  remueva  al 
Cura  y  sustituya  á  otro  en  su  lugar,  éste  entra  en  el  goce  de 
la  jurisdicción  por  el  antiguo  derecho  de  que  están  indnmen- 
tadas  las  potestades  seculares,  confirmada  á  este  efecto  por 
la  autoridad  y  privilegios  eclesiásticos,  que  es  en  propios  tér- 
minos lo  que  se  llama  patronato.  » 


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EL  PAÍS   DE  CUYO  331 


Este  ilustre  fraile  fué  acusado  por  gentes  timoratas  de 
pretender  formar  un  concilio  americano,  y  de  otras  ideas  ele- 
vadas que  no  se  avenían  con  el  fanatismo  religioso  de  la  épo- 
ca; el  tribunal  de  la  opinión  ilustrada  de  su  pueblo  le  absol- 
vió, y  hoy  vé  en  aquella  idea  del  famoso  agustino  el  primer 
asomo  de  la  iglesia  americana,  que  entonces  se  presentó  bajo 
el  disfraz  armonizado  con  los  tiempos. 

El  padre  Vera  ocupó  un  lugar  notable  en  el  Congreso  Ar- 
gentino, después  de  1820,  donde  se  nos  asegura  mereció  el 
dictado  dedico  de  oro  según  su  elocuencia  y  dotes  oratorias. 
Murió  el  mismo  año  *  y  sus  honores  fúnebres  corrieron  por 
cuenta  del  Estado. 

Hecha  esta  ligera  reseña  de  algunos  de  estos  ilustres  agus- 
tinos de  San  Juan,  seguiremos  adelante  con  la  historia  de 
este  convento. 

La  iglesia,  reconstruida  en  los  primeros  años  del  siglo  por 
el  padre  Balmaceda,  fué  totalmente  destruida  junto  con  una 
parte  de  la  población  por  las  grandes  crecientes  de  1834.  La 
comunidad  había  también  desaparecido,  á  causa  de  la  ley  de 
secularización  de  regulares  de  que  hemos  hecho  mérito  en 
otro  lugar. 

Solo  quedaba  de  aquella  numerosa  comunidad,  el  venerable 
fray  Antonio  Gil  que,  con  la  constancia,  labor  y  limos- 
nas del  pueblo,  é  invocando  el  auxilio  del  Gobierno,  ha 
construido  la  bonita  iglesia  de  San  Agustín  que  hoy  (1872), 
ostenta  la  ciudad  de  San  Juan.  Los  ilustres  hermitaños  de 
1816  han  tenido  en  su  compañero  y  representante  de  1872, 
quien  perpetúe  su  memoria  por  las  virtudes  y  reconstruya  su 
santa  casa. 


1  Hemos  oido  en  San  Juan  la  versión  siguiente:  Vera,  que  en  el  Congreso 
llegó  sin  duda  á  formarse  conciencia  del  dictado  que  se  le  daba  de  pico 
de  oro¡  creyó  una  vez,  mientras  hacía  uso  de  la  palabra,  que  era  silvado 
(hecho  que  no  habia  sucedido),  y  fué  tal  su  vergüenza  y  congoja,  que 
desde  entonces  comenzó  á  ser  minado  por  la  tristeza  y  consunción  que 
el  mismo  año  le  abrió  la  sepultura. 


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332  EL  PAÍS   DE   CUYO 


3.  —  Departamentos  sub -urbanos. — 1.°  Desamparados.— 
Este  Departamento !,  cuyos  principales  barrios  son:  Santa 
Bárbara  ó  San  Juan  de  Dios  y  Puyuta,  tiene  una  población 
según  el  último  censo,  de  4,246  habitantes.  Comprende  toda 
la  zona  desde  la  ciudad  hasta  el  Marquesado  de  Este  á  Oeste 
y  desde  las  playas  del  Rio  hasta  los  Barriales  de  Sud  á  Norte. 

Forma  la  cabeza  de  la  sección  electoral  número  dos,  y  de 
la  Sub-delegacion  número  uno.  Tiene  un  Juzgado  de  Paz  y 
dos  escuelas  fiscales  (Nos.  8  y  28),  con  una  asistencia  de  481 
alumnos. 

La  principal  fuente  de  riqueza  de  este  Departamento,  co- 
nocido generalmente  con  el  nombre  de  Puyuta,  consiste  en  el 
cultivo  de  la  vid,  y  en  sus  exquisitas  frutas,  pudiendo  consi- 
derársele como  el  jardín  de  la  provincia  por  su  gran  número 
de  plantaciones. 

Su  principal  iglesia  titular  de  Nuestra  Señora  de  los  Des- 
amparados, es  la  parroquia  que  provee  á  las  necesidades  del 
culto,  desde  los  suburbios  de  la  ciudad  hasta  la  Cordillera 
por  el  Oeste  y  hasta  el  rio  por  el  Norte.  En  toda  esta  gran 
extensión  hay  ubicados  tres  oratorios:  en  Zonda,  Barrial  y 
Leoncito,  y  la  iglesia  de  San  Juan  de  Dios  de  que  vamos  á 
ocuparnos  especialmente. 

Este  curato,  conocido  en  sus  primeros  tiempos  con  el  nom- 
bre de  San  Miguel  de  Puyuta,  fué  erigido  en  1848. 

La  iglesia,  que  bajo  la  advocación  de  Santa  Bárbara  existe 
en  este  departamento,  muy  cerca  de  la  ciudad,  se  halla  en  nn 
estado  semi-ruinoso,  prestando,  no  obstante,  los  servicios  del 
culto  público. 

En  esta  localidad  funcionó  el  primer  hospital  hasta  1857, 
y  es  hasta  la  fecha  el  cementerio  público.  Como  hospital  fué 


1  Según  los  datos  publicados  por  el  señor  Luis  Jorge  Fontana,  posee 
hoy  una  Estación  Meteorológica  de  1.*  clase,  dotada  de  los  instrumentos 
necesarios,  en  la  ladera  oriental  de  las  sierras  de  Zonda,  á  los  81°  22'  de 
latitud  Sud  y  G8°  89'  longitud  Oeste  de  Gieenwich;  la  variación  de  la  agu- 
ja es  de  13°  y  la  altura  de  (>H3  sobre  el  nivel  del  mar.—  Ar.  E. 


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EL  PAlS  DE   CUYO  333 


creado  en  1815  bajo  la  orden  de  los  Belermitas  *  y  por  fun- 
daciones piadosas  hechas,  cincuenta  y  cuatro  años  atrás8,  y 
mas  tarde  (21  Mayo  de  1835)  fué  puesto  bajo  la  inmediata 
inspección  de  la  Sociedad  de  Beneficencia,  que  después  lo 
trasladó  al  lugar  que  ocupa  actualmente. 

En  1815,  cuando  se  trató  de  la  demolición  del  antiguo  tem- 
plo de  Santa  Ana,  apareció  la  idea  de  construir  un  cemente- 
rio público  para  prohibir  la  vieja  costumbre  de  inhumar  en 
las  iglesias.  En  1.°  de  Setiembre  del  año  1835,  se  ordenó  la  for- 
mación de  aquel,  y  dos  años  después  (Noviembre  16)  se  abría 
al  servicio  público,  dictándose  las  ordenanzas  respectivas. 

Este  cementerio  está  contiguo  á  la  mencionada  iglesia 
y  cuenta  hoy  con  mas  de  treinta  preciosas  casuchas;  pero, 
para  su  mayor  incremento  y  mejor  organización,  le  falta  que 
sea  una  institución  de  carácter  municipal. 

2.°  Trinidad.  —  Este  Departamento  toma  su  nombre  de  la 
iglesia  que,  bajo  la  vocación  de  la  Santísima  Trinidad,  tiene 
en  su  comprehension  desde  tiempos  inmemoriales. 

Esta  iglesia  fué  elevada  á  la  categoría  de  parroquia  á  soli- 
citud del  Cabildo  en  1814  (Julio  28),  y  después  en  Abril  25 
del  año  1855,  funciones  que  poco  tiempo  desempeñó. 


1  Estos  frailes  nunca  formaron  comunidad,  porque  como  orden  de  hos- 
pitalarios, siempre  andaban  en  su  divina  misión  de  cuidar  enfermos  y 
hospitales.  En  1812  solo  habia  el  prior  Ortega  y  capellán  fray  Fulgencio 
Giraldes;  y  en  1815,  la  Intendencia  mandó  á  los  padres  Juan  de  Dianos, 
Agustín  de  la  Torre  y  Toribio  Luques. 

*  El  muy  ilustre  Cabildo,  Justicia  y  Eegimiento  de  esta  ciudad  de 
San  Juan  de  la  Frontera,  el  año  de  1761,  por  medio  de  su  apoderado  Don 
Clemente  Salinas,  recibió  de  los  Novenos  y  medio,  seis  mil  pesos,  de  or- 
den de  la  Junta  de  Real  Hacienda,  ó  impuso  á  réditos  para  la  fundación 
y  sosten  de  los  enfermos  de  este  hospital  de  nuestro  Padre  San  Juan  de 
Dios. 

«El  prelado  actual,  fray  Clemente  de  Ortega,  por  orden  del  Exmo.  Don 
Luis  Muñoz  de  Guzman,  Presidente  de  Consolidación  en  Santiago  de 
Chile,  impuso  en  las  cajas  un  mil  ochocientos  pesos  (en  29  de  Abril  de 
1807),  que  recibió  D.  José  ftudecindo  Castro,  como  administrador  de  estas 
cajas.  Con  igual  fecha  impuso,  asimismo,  doscientos  cincuenta  y  ocho 
pesos,  recibiendo  por  una  y  otra  cuenta,  anualmente,  el  rédito  de  sesenta 
y  tres  pesos,  dos  y  medio  reales.— San  Juan,  Agosto  18  de  1817.— Fray  Cle- 
mente de  Ortega. 


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334  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Este  Departamento  cuenta  con  una  población  de  5,251  ha- 
bitantes según  el  censo  nacional  de  1869,  al  que  nos  hemos 
de  referir  en  adelante ;  y  comprende  los  barrios  de  Troja, 
Callecita,  Putaendo,  Pino,  Alto  de  la  Compañía,  Medanito, 
Barriales,  Colonia  y  Valdivia.  Limita  con  el  Pocito  por  el 
Sud  y  Poniente,  y  con  la  ciudad  y  Santa  Lucía,  por  el  Norte 
y  Oriente. 

Tiene  tres  escuelas  fiscales  (Núms.  9, 25  y  30),  con  900  edu- 
candos; un  Juzgado  de  Paz,  Subdelegacion,  y  forma  la  quinta 
sección  electoral. 

En  este  Departamento  está  situada  la  Chararilla,  antigua 
finca  de  los  dominicos  de  San  Juan,  la  que  en  1841  sirvió  de 
•tumba  á  la  libertad  de  estos  pueblos  con  la  sorpresa  al  va- 
liente Acha. 

Hasta  hace  muy  poco  tiempo  se  veía  en  el  altillo  de  las 
casas  el  estrago  producido  por  las  balas  del  ejército  del  Ge- 
neral Benavides. 

3.°  Concepción.  —  Este  Departamento,  conocido  comun- 
mente con  el  nombre  de  Pueblo  Viejo,  por  haber  sido  la  pri- 
mera población  fundada  por  los  españoles  (1662),  ha  tomado 
el  nombre  oficial  de  Concepción  por  la  iglesia  parroquial 
que  tiene  bajo  la  vocación  de  La  Purísima  Concepción  de 
María. 

Sus  principales  barrios  son:  Chimbas,  Bermejo  y  Alto 
Verde,  con  una  población  total  de  8,375  habitantes. 

Es  el  asiento  de  un  Juzgado  de  Paz,  Subdelegacion,  cabeza 
de  la  sección  electoral  número  tres,  y  cuenta  con  cinco  es- 
cuelas fiscales  (Núms.  3,  4,  5,  6  y  7)  y  una  particular,  con 
una  asistencia  de  1,047  alumnos. 

En  1814  fué  elevada  al  rango  de  curato  rectoral,  con  una 
dilatada  extensión  que  después  se  limitó,  conforme  al  desa- 
rrollo de  la  población:  comprende  dentro  de  sus  límites  dos 
capillas  y  dos  oratorios. 

Este  departamento  de  Concepción  tiene  buenos  edificios 
en  la  parte  limítrofe  con  la  ciudad,  una  hermosa  calle  empe- 
drada, una  buena  iglesia  en  construcción,  un  canal  precioso 
notable  por  sus  puentes  de  mampostería  y  gran  caudal  de 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  335 


aguas  con  que  riega  todo  el  Departamento.  Posee  un  gran 
número  de  molinos  de  agua,  y  entre  éstos  uno  conocido  por 
de  Nangle,  de  tres  pisos,  con  una  excelente  maquinaria  que 
recibe  el  trigo  sucio  y  devuelve  en  retorno  una  excelente  ha- 
rina flor  embolsada.  Este  molino  es  el  mejor  que  conocemos 
en  su  especie  en  toda  la  República,  sin  excluir  los  de  motor 
combinados  de  agua  y  vapor  de  San  Juan. 

La  propiedad  raíz  está  muy  subdividida  en  este  departa- 
mento, y  sus  condiciones  de  irrigación  son  inmejorables;  sin 
embargo,  presenta  el  raro  fenómeno  de  ser  la  población  en 
la  provincia  que  tiene  mas  gente  menesterosa  y  una  agricul- 
tura mas  primitiva. 

4.°  Santa  Lucía.  —  Sus  límites,  á  partir  de  la  ciudad,  se 
extienden  hasta  el  rio  por  el  E.,  Angaco  por  el  N.,  y  por  el 
Sud  hasta  las  Lagunas:  su  población  es  de  3,512  habitantes; 
tiene  un  Juzgado  de  Paz,  dos  Subdelegaciones,  tres  escuelas 
fiscales  (Núms.  10,  27  y  29)  con  388  educandos. 

Sus  barrios  principales  son:  Legua,  Alto  de  Sierra,  Rin- 
cón Cercado,  Majadita  y  Tapones. 

Recibe  su  nombre  de  la  iglesia  (hoy  en  ruinas),  que,  bajo  la 
advocación  de  Santa  Lucía,  tiene  en  su  comprehension  la  que 
hace  quince  años  llenaba  las  funciones  de  iglesia  parroquial; 
este  Departamento  está  hoy  incluido  en  la  jurisdicción  parro- 
quial de  San  José  ó  Catedral.  Es  la  cabeza  de  la  cuarta  sec- 
ción electoral  y  como  los  otros  tres  departamentos  suburba- 
nos, tiene  un  regular  batallón  de  infantería  de  guardias  na- 
cionales. 

Departamentos  rurales  del  Süd.  —  5.°  Pocito.  —  Según 
la  tradición,  trae  su  nombre  de  un  pocito  hallado  en  este 
lugar  y  que  servía  de  lavadero  á  los  indios  de  esa  comarca. 

El  Departamento  del  Pocito,  con  una  población  de  2,838 
habitantes,  está  dividido  en  cinco  cuarteles,  y  éstos  en  man- 
zanas de  cien  cuadras  cuadradas,  limitada  cada  una  por  calles 
muy  rectas  en  su  mayor  parte,  y  con  grandes  alamedas  á  sus 
costados. 

Su  extensión  es  de  seis  leguas  de  Sud  á  Norte  (Barriales  á 


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336  EL  PAlS  DE   CUYO 


Rinconada),  y  de  Este  á  Oeste,  de  mas  de  cuatro  leguas, 
desde  los  Pedregales  que  faldean  los  cerros  de  Zonda,  hasta 
los  ciénagos  que  forma  en  su  desagüe  el  arroyo  de  Agua  Ne- 
gra, conteniendo  en  todo  un  cultivo  de  seis  mil  quinientas 
cuadras  de  alfalfares. 

Es  la  cabeza  de  la  sexta  sección  electoral;  tiene  un  Juzga- 
do de  Paz,  Subdelegacion,  tres  oratorios  y  dos  escuelas  fisca- 
les (números  14  y  32),  con  360  educandos. 

Este  Departamento  es  el  mas  rico  de  la  Provincia  por  sus 
pastos  ó  invernadas,  siendo  estas  tierras  las  primeras  que  re- 
cibieron riego  por  canales  (1818),  las  que  hoy  tienen  el  venta- 
joso sistema  de  compartos  de  que  nos  ocuparemos  en  el  lugar 
oportuno.  También  es  rico  en  acontecimientos,  aunque  ellos 
formen  la  página  mas  triste  de  la  historia  de  San  Juan;  de  la 
Rinconada  del  Pocito  nos  queda  el  amargo  ó  imperecedero  re- 
cuerdo de  los  años  1861  y  1867  de  que  ya  nos  hemos  ocupado. 

6.°  Huanacache.  —  Comprende  Cochagual  *,  Berros,  Ciene- 
guita,  Divisadero,  Cañada  Honda  y  Carpintería.  Su  nombre 
parece  una  corrupción  de  Huanhua- Kaccha*,  que  en  lengua 
quechua  significa  zancudos-bravos;  y  á  la  verdad,  son  esto» 
insectos  muy  abundantes  en  sus  especies  de  mosquitos,  tába- 
nos y  gegenes,  sin  duda  por  causa  de  las  lagunas  que  llevan 
su  nombre  (Huanacache).  Este  Departamento  forma  la  17a 
Subdelegacion,  y  cuenta  con  un  Juzgado  de  Paz;  tiene  los 
hermosos  y  medicinales  baños  del  Sud,  cuya  gran  reputación 
hace  afluir  las  gentes  de  San  Juan  y  Mendoza  á  tomar  baños 
en  la  estación  propicia. 

La  población  de  este  Departamento  es  muy  pequeña,  y  sus 
pocos  habitantes  se  consagran   al  cultivo  de  árboles   fruta- 


1  Este  distrito  será  luego  cruzado  por  un  ramal  del  Gran  Oeste  Argen- 
tino, que  se  despreuderá  de  la  Estación  Cañada  Honda,  beneñciando  sus 
sembrados  de  trigo  y  cultivos  de  alfalfa.  El  año  pasado  se  sembraron 
2,000  cuadras  de  aquel  cereal,  las  que  prometían  50,000  fanegas  de  160 
kilos.  La  cosecha  se  exporta  en  su  mayor  parte  á  Mendoza.  Los  cultivos 
de  alfalfa  no  bajan  de  800  a  1,000  cuadras  para  el  consumo  en  la  Pro- 
vincia.— iV.  E. 

*  Otros  traen  el  nombre  de  Huana  -  Cadte,  que  en  quechua  significa 
terrones  de  sal. 


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lea  y  cría  de  ganado  menor.  El  Cochagual  es  el  lugar  donde 
mas  abunda  el  poco  conocido  aguará,  al  que  vamos  á  consa- 
grar algunas  líneas. 

Llámase  yasguard,  alguaraz,  aguará- guazú,  y  guará,  se- 
gún la  etimología  que  se  busca  al  nombre.  Falkner,  refirién- 
dose sin  duda  al  idioma  guaranítico,  en  que  aguará  es  zorra, 
y  guazú  grande,  lo  pinta  así:  « es  una  zorra  grande  con  la  cola 
larga,  etc.,  etc.»  Según  la  clasificación  de  Linneo,  se  le  llama 
perro  crinudo,  canisjubatu?; y  perro  rojo,  canis  rufux.  El  Señor 
de  Moussy  le  llama  lobo  rojo  de  América  y  lo  describe  así:  «Es 
un  omnívoro  intermedio  entre  el  lobo  y  el  zorro,  tiene  la  talla 
y  la  forma  del  primero,  la  cabeza  del  segundo  ». 

Nosotros  lo  consideramos  una  especie  intermedia  entre  el 
perro  y  el  lobo,  fundándonos,  para  establecer  este  juicio,  en 
las  observaciones  siguientes: 

Su  estatura  como  de  un  perro  de  Terranova,  mide  en  los 
ejemplares  conocidos,  un  largo  medio  de  cincuenta  y  cua- 
tro pulgadas  desde  el  hocico  hasta  la  cola;  su  color  rojizo 
toma  un  tinte  oscuro,  y  la  parte  del  vientre  es  blanquizca  y 
de  pelo  corto  hacia  el  lomo  y  las  patas;  el  pelo  es  fuerte  y 
largo  hasta  de  cinco  pulgadas  en  la  crin  del  pescuezo;  la  cabe- 
za tiene  la  configuración  de  la  del  zorro;  pero  sus  mayores 
proporciones  y  su  oreja  mas  corta,  ancha  y  cargada  de  pelo 
interior  y  exterior,  lo  alejan  de  la  especie  del  zorro;  su  garra 
semejante  á  la  del  perro,  es  menos  musculosa  que  la  de  aquél; 
es  animal  carnívoro  y  frugívoro,  y  hace  sus  excursiones  ge- 
neralmente de  noche,  oyéndosele  un  grito  medio  entre  el  au- 
llido y  ladrido;  habita  los  terrenos  pantanosos  y  es  común  en 
Cochagual,  Pinchagual  y  lagunas  de  Huanacache;  busca  siem- 
pre Jas  regiones  cálidas,  y  el  último  que  hemos  visto  llevado 
en  jaula  y  con  el  mayor  cuidado  para  Chile,  nunca  perdió  su 
fiereza  que  lo  hace  indomesticable,  muriendo  de  frió  en  el 
Paramillo  de  las  Cuevas. 

7.°  Pedernal. — Está  formado  por  los  distritos  de  Pedernal, 
Durazno,  Acequión  y  Caseríos  de  la  Quebrada  de  Montano: 
su  población  alcanza  á  1.320  habitantes. 

Sus  pobladores  llevan  una  vida  completamente  inactiva;  y 

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por  las  condiciones  geográficas  de  este  Departamento,  su 
porvenir  puede  fundarse  en  las  minas  á  que  por  su  forma- 
ción se  prestan  aquellas  montañas:  forma  la  Subdelegacion 
número  18. 

En  Junio  20  de  1818,  el  padre  agustino  fray  Antonio  Gó- 
mez Salinas,  se  presentó  al  Gobierno,  promoviendo  la  crea- 
ción de  un  curato  que  comprendiese  Pedernal,  Berros,  Ace- 
quión, Huanacache,  Leoncito  y  Calingasta,  con  su  asiento  en 
el  tercer  distrito,  donde  poseía  una  capilla  de  su  propiedad; 
esta  solicitud  la  renovó  en  1822  sin  resultado  alguno  en  ambos 
casos. 

Departamentos  del  Oeste. — 8.°  Marquesado. — Este  Depar- 
tamento, con  una  población  de  3,000  habitantes,  comprende 
el  Valle  de  Zonda,  Ullum  y  Marquesado.  Cuenta  una  Subde- 
legacion, Juzgado  de  Paz  y  una  escuela  fiscal  mixta  Núm.  26. 

Su  agricultura  es  inmejorable  y  se  desarrolla  en  los  dos  pri- 
meros puntos. 

Zonda  es  un  precioso  valle  que  corre  de  Sud  á  Norte,  te- 
niendo un  largo  como  de  4  leguas  y  dos  de  ancho,  y  es  for- 
mado por  las  altas  ramificaciones  del  Tontal  al  Oeste  y  los 
cerros  calizos  de  Zonda  por  el  Este. 

Tiene  un  hermoso  manantial  formado  por  las  filtracio- 
nes del  rio  San  Juan,  que  con  un  gran  caudal  de  agua  corre 
por  la  quebrada  que  une  á  Zonda  con  el  Marquesado,  for- 
mando en  su  curso  de  dos  leguas  hasta  tomar  al  Sud,  los  fa- 
mosos baños  de  aquellos  dos  puntos,  cita  obligada,  en  la 
época  del  verano,  de  las  familias  acomodadas  de  la  ciudad. 
En  este  Departamento  hemos  encontrado  fósiles  que  acre- 
ditan la  ocupación  de  esos  lugares  por  las  aguas.  Da  su 
nombre  al  famoso  viento  del  noreste,  que  por  su  calor  y  ra- 
refacción ocasiona  muertes  repentinas,  pudiendo,  por  esta 
causa,  considerársele  como  el  Simoun  de  los  Andes1. 


1  El  viento  del  Norte  y  sus  laterales  que  atraviesan  la  zona  tórrida,  son 
cálidos  y  lluviosos,  á  causa  de  la  multitud  de  vapores  de  que  se  cargan 
al  pasar  por  entre  los  dos  trópicos;  de  manera  que  en  Cuyo,  donde  le  lla- 
man Zonda,  es  mucho  mas  ardiente  que  el  noroeste  que  reina  en  Italia.— 
Abat*  Molina. 


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En  la  pequeña  quebrada  que  liga  á  Zonda  con  el  Marque- 
sado, se  construyó,  bajo  la  administración  de  Don  José  Ma- 
ría del  Carril,  un  acueducto  y  dique  de  monolito,  cuya  pre- 
sunta importancia  se  halla  contradicha  por  su  grandísimo 
costo.  El  dique  del  rio  donde  se  hace  el  gran  comparto  de  las 
aguas  y  de  que  nos  ocuparemos  enseguida,  está  en  este  De- 
partamento, al  Norte  del  Marquesado. 

9.°  Calingasta. — Este  Departamento  es  una  sección  de  loa 
valles  que  corren  de  Sud  á  Norte,  de  los  polos  al  Ecuador, 
con  una  longitud  de  90  kilómetros  en  su  parte  poblada  y 
dos  kilómetros  de  latitud  en  su  parte  cultivada,  ostentando 
al  occidente  los  mas  altos  picos  americanos  y  al  oriente 
la  metalífera  pre-cordillera,  donde  se  han  descubierto  cen- 
tenares de  minerales,  muy  abundantes,  pero  de  muy  poca 
ley. 

El  rio  de  Los  Patos  corre  de  Sud  á  Norte  por  el  centro  del 
valle  de  Las  Juntas.  Tiene  ademas  ocho  ó  diez  corrientes  de 
agua,  fácilmente  embalsables,  que  nacen  de  los  altísimos 
nevados  y  pueden  aprovecharse  en  la  agricultura. 

Sus  principales  distritos  son:  Calingasta  Sud  y  Norte,  Mi- 
nerales de  Castaño  y  Tontal,  Puchusum,  Totoral,  Villa  Co- 
rral, Barrial  y  Tamberías. 

Forma  la  Subdelegacion  décimo-sexta. 

En  la  época  de  su  movimiento  comercial  y  minero,  Sar- 
miento calculaba  la  población  de  Calingasta  en  30,000  habi- 
tantes1, pues  solo  el  establecimiento  de  Hilario  contaba  con 
800  trabajadores.  Tiene  Juzgado  de  Paz  y  escuela  Fiscal  mix- 
ta, núm.  31.  Cuenta  con  dos  grandes  establecimientos  para 
beneficiar  metales :  Hilario  y  la  Sorocayense. 

Calingasta  es  esencialmente  minero;  su  agricultura  de  algu- 
na importancia,  pero  de  muy  lento  desarrollo.  Sus  produccio- 
nes consisten  en  frutas,  como  el  durazno,  de  que  se  hace  el 
descarozado  chato  ó  medallón;  pasas,  cáñamo,  tabaco,  trigo, 


■   El  Censo  de  1895  le  dá  8,700  habitantes. 


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maíz,  lino  y  alfalfa,  cuya  semilla  es  muy  apreciada  en  el  Ro- 
sario y  Bahía  Blanca.1 

Los  ríos  alimentan  tres  clases  de  exquisitos  peces,  especial- 
mente la  regalada  trucha  y  en  sus  regiones  cordilleranas 
abunda  el  huanaco  y  la  vicuña. 

Posee  estaciones  bien  definidas  y  sus  habitantes  gozan  de 
un  clima  andino  saludable,  á  propósito  para  la  curación  de 
ciertas  enfermedades2. 

En  este  Departamento  quedan  aun  restos  de  las  poblacio- 
nes huarpes,  como  sepulcros,  momias  de  mujeres,  hombres  y 
niños,  y  muchos  vestigios  de  la  antigua  civilización  india, 
como  canales  de  regadío,  caminos,  flechas  de  sílice,  vasijas 
de  barro  y  otros  curiosos  utensilios. 

2.  —  Parece  que  el  aborigen  conoció  el  valor  de  las  con- 
diciones que  busca  el  hombre  civilizado  y  que  el  castellano  de 
la  conquista  ignoraba  ó  no  supo  aprovechar,  prefiriendo 
un  sitio  bajo  para  asiento  de  la  ciudad,  constantemente  ame- 
nazado por  los  aluviones  del  mismo  rio,  á  cuya  margen  se 
estacionó. 

Calingasta  está  llamado  áser  el  primer  departamento  de  la 
Provincia,  cuando  tenga  vías  fáciles  y  económicas  de  comu- 
nicación, mientras  que  el  valle  Tulum*  permanecerá  expuesto 
á  epidemias  y  frecuentes  inundaciones. 

Departamentos  del  Norte.  —  10.°  Hualilan.  —  Es  un  mi- 
neral de  oro  que  data  desde  1761  y  cuenta  con  una  población 
de  1,500  habitantes,  diseminada  en  las  minas.  Es  notable  por 
el  famoso  establecimiento  déla  sociedad  «  Anglo  Argentina  », 


1  En  1897  había  18,000  hectáreas  cultivadas  de  alfalfa  y  se  cosecharon 
7,000  hectolitros  de  lino. 

a  Dice  el  Comandante  Cambas  en  sus  «Apuntes  de  Viaje»,  «que  los  tísi- 
cos y  personas  atacadas  de  afección  pulmonar,  se  curan;  se  retarda  el  de- 
sarrollo de  su  mal  ó  por  lo  menos  viven  algún  tiempo  mas,  cuando  la  en- 
fermedad ha  llegado  a  su  máximo  de  destrucción». 

3  Utt,  debajo,  y  ¿u,  radical  de  toco,  quiere  decir  barro  ó  cascote, 
esto  es,  tierra  barrosa  del  bajo. — N.  E. 


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que  en  su  género  es  considerado  como  uno  de  los  primeros  en 
Sud  América;  sus  hermosos  edificios  de  sillería  y  grandiosas 
maquinarías  que  cuestan  cerca  de  un  millón  de  pesos,  hacen 
de  aquel  establecimiento  un  verdadero  pueblo,  en  que  se 
ocupan  numerosos  brazos  con  grandes  beneficios  para  la 
Compañía.  Nos  extendéremos  sobre  este  asunto,  al  tratar 
especialmente  de  la  minería  en  la  Provincia. 

11.°  Pismanta. — Su  población  es  de  mas  de  1,000  habitan- 
tes; su  extensión  por  el  Norte  llega  hasta  el  lugar  llamado 
Xias  Juntas,  comunicando  por  el  Sud  con  el  valle  de  Leoncito. 
Sus  distritos  son :  Rodeo  é  Iglesia,  y  este  último  comprende 
las  poblaciones  semi- indias  de  Chigua,  Pamaliman,  Angua- 
lasto,  Tudcum,  Campanario  y  demás  caseríos  situados  á  la 
falda  de  los  Andes;  comprende  los  minerales  de  Salado,  Ra- 
yado, Antecristo  y  Chita,  que  es  el  mineral  aurífero  mas  anti- 
guo en  la  Provincia;  tiene  excelentes  baños  termales  de  alta 
temperatura. 

Cuenta  con  un  Juzgado  de  Paz,  Subdelegacion  y  dos  escue- 
las fiscales  (números  22  y  32). 

12.°  Jáchal.  — El  vasto  Departamento  de  Jáchal,  situado  en 
-el  valle  de  su  nombre,  se  extiende  por  el  Norte  hasta  el  mine- 
ral aurífero  de  Huachi;  por  el  Sud  hasta  el  Palo  Parado  en 
la  gran  travesía  de  treinta  leguas  que  lo  separa  de  los  De- 
partamentos sub-urbanos  déla  Capital,  y  de  Naciente  á  Po- 
niente, desde  la  Cordillera  hasta  la  Sierra  de  Valle  Fértil. 

Sus  principales  distritos  son:  Pampa  Vieja,  Pampa  del 
Chañar,  Huaco,  Mogna  (que  son  centros  poblados),  Cruz  de 
Piedra,  Niquivil  y  Tucunucu,  que  son  ligeros  caseríos. 

Tiene  una  población  de  12,040  habitantes.  Su  capital  de- 
partamental es  San  José  de  Jáchal,  y  tiene  una  iglesia  bajo 
la  misma  advocación ;  es  el  segundo  centro  poblado  de  la  Pro- 
vincia por  su  población,  importancia  comercia],  regulares  edi- 
ficios, buena  cárcel, y  calles  rectas  y  empedradas;  cuenta  con 
seis  escuelas  fiscales  (números  18, 19, 20, 21,  37  y  38),  y  varias 
particulares  con  una  concurrencia  total  de  mil  educandos. 

Sus  autoridades  administrativas  son  el  Subdelegado  y  Co- 
misarios que  le  están  subordinados. 


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342  EL   PAÍS  DE   CUYO 


En  lo  judicial  es  el  asiento  de  un  Juzgado  de  Letras  y  cinco 
Juzgados  de  Paz  *. 

En  sus  primeros  tiempos,  tuvo  Cabildo  ó  Junta  departa- 
mental de  gobierno  y  su  comandancia  militar,  creada  en  1810, 
fué  la  que  tanto  excitó  el  espíritu  público  de  aquellas  pobla- 
ciones para  concurrirá  la  formación  y  equipo  de  la  división 
Cabot  sobre  Chile,  en  cuya  obra  Jáchal  sobrepasó  á  todo 
cálculo  por  su  patriotismo. 

Este  Departamento  forma  la  11a  sección  electoral  y  tiene 
ante  la  Legislatura  provincial  una  representación  de  tres  di- 
putados. 

Jáchal  reúne  las  condiciones  de  agrícola,  con  mas  de  doce 
mil  cuadras  de  alfalfares  que  sirven  para  regulares  inverna- 
das ó  engordes  de  haciendas,  que  se  llevan  á  Chile;  cuenta 
con  un  mediano  rio  que  lleva  su  nombre,  el  que  después  de 
servir  de  motor  á  los  muchos  molinos  de  la  ciudad,  lleva  la 
vida  á  la  agricultura  que  se  halla  en  excelentes  condiciones8. 

Sns  renombrados  baños  termales  de  Agua  Hedionda  y 
Blanquistos,  y  los  de  aguas  minerales  de  El  Fuerte  y  Agua 
Negra,  atraen  por  sus  grandes  virtudes  medicinales  á  muchas 
gentes  hasta  de  afuera  de  la  Provincia. 

Las  aguas  que  la  ciencia  ha  calificado  de  minerales  son, 
como  es  sabido,  las  que  tienen  en  disolución  sustancias  mine- 
rales, y  según  la  naturaleza  de  éstas,  se  las  llama  aguas  sali- 
nas, alcalinas,  ferruginosas  y  sulfurosas. 

Las  aguas  naturales  de  una  temperatura  mas  elevada  que  la 
del  ambiente,  han  recibido  el  nombre  de  termales. 

Hechas  estas  breves  explicaciones,  añadiremos  que  la  Pro- 
vincia de  San  Juan  abunda  en  aguas  termales,  habiendo  al- 


1  Hasta  después  del  año  1825,  Jáchal  tenía  dos  jueces  pedáneos,  y  en 
sus  distritos  había  los  jueces  comisionados  y  de  vigilancia. 

*  Los  mismos  datos  publicados  por  el  Señor  Luis  Jorge  Fontana  ase- 
guran que  esta  villa  posee  una  Estación  Meteorológica  de  2*  clase;  su 
latitud  es  de  80°  12',  longitud  (>9°  y  altura  1,102  metros  sobre  el  mar.  El 
observador  es  Don  Rornirio  Casívar.  Con  este  concurso  y  pasados  algunos 
años  de  pacientes  observaciones,  añade  el  Señor  Fontana,  «podrá  deducir- 
se conclusiones  exactas  con  respecto  al  clima  de  la  Provincia.»  —  X  E. 


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EL  PAlS   DE   CUYO  343 


gtinas,  como  las  de  Pismanta,  de  una  temperatura  de  mas  de 
40  grados  centígrados,  y  que  igual  cosa  sucede  con  las  aguas 
minerales,  cuyos  tipos  podemos  localizar  así:  aguas  salinas, 
entre  otros  puntos,  recordamos  la  parte  Norte  de  Angaco, 
donde  hay  baños  llamados  de  Filadelfia  con  aguas  casi  sa- 
turadas de  sal. 

Alcalinas:  las  del  rio  blanco  en  el  Norte  déla  Provincia. 

Ferruginosas:  gran  porción  de  arroyos  cordilleranos  que 
traen  en  suspensión  ocres  rojizos. 

Sulfurosas :  las  de  Valle  de  Zonda. 

El  curato  de  San  José  de  Jáchal  se  extiende  al  Norte  hasta 
Hornillos  y  Rio  Bermejo;  y  de  naciente  á  poniente  desde 
Valle  Fértil  hasta  los  Andes;  tiene  tres  oratorios  en  Rodeo, 
Pampa  Vieja  y  Pampa  del  Chañar.  JEste  curato  fué  creado 
en  Abril  20  de  1752  por  resolución  de  Don  Domingo  Ortiz 
de  Rozas,  Gobernador  y  Capitán  General  del  Reino  de  Chile, 
y  el  Ilustrísimo  Obispo  de  Santiago,  Don  Juan  González 
Melgarejo. 

El  primer  censo  que  se  levantó  en  Jáchal  fué  en  Agosto 
16  de  1850,  por  el  comisionado  Don  Francisco  D.  Díaz,  cuyo 
resultado  nos  indicará  su  marcha  y  progreso  en  el  término 
de  veinte  años.  En  aquel  tiempo,  este  departamento  tenía  cin- 
co capillas,  cuatro  minerales  de  oro,  con  treinta  y  una  faenas, 
y  seis  trapiches;  quince  molinos  de  agua,  ochocientas  cincuen- 
ta y  cuatro  casas,  seis  mil  cuatrocientas  catorce  cuadras  de 
terreno  cultivado,  y  una  población  de  seis  mil  seiscientos 
ochenta  y  seis  habitantes. 

Sobre  su  minería  é  irrigación  no  hacemos  mas  que  mencio- 
narlas por  tener  estas  materias  su  lugar  determinado  en 
esta  obra;  y  en  cuanto  á  los  demás  datos  que  nos  da  el  censo 
del  año  1860,  diremos  que  el  levantado  en  1869  no  nos  pro- 
porciona tantos  detalles;  pero  es  de  creer  que  el  aumento  de 
su  población  en  el  duplo,  marche  en  relación  con  el  adelan- 
tamiento de  su  comercio,  industria,  etc.,  etc. *. 


1  El  80  de  Setiembre  de  1905,  el  Congreso  sancionó  una  ley  autorizan- 
do la  construcción  de  un  ferro-carril  desde  la  capital  basta  ese  importante 
departamento.—^.  E. 


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344  EL  PAÍS   DE   CUYO 


13.°  Valle  Fértil. — Este  Departamento,  que  acredita  en  su 
mismo  nombre  la  fertilidad  de  su  suelo,  fué  una  doctrina  de 
las  mas  antiguas  de  Cuyo,  y  su  pueblo  remonta  á  1776,  fun- 
dado bajo  el  nombre  de  San  Agustín  de  Jáuregui. 

Ocupa  los  confines  del  Norte  de  la  Provincia,  y  compren- 
de las  pequeñas  poblaciones  de  la  Huerta,  Tumanas,  Astica, 
Chucnma  y  otros  caseríos  de  mínima  importancia. 

Su  población  es  de  3,556  habitantes,  que  se  ocupan  en  la 
minería  y  ganadería;  tiene  una  regular  iglesia  en  la  villa,  dos 
Subdelegaciones  en  los  pueblos  de  Valle  Fértil  y  Huerta; 
tres  escuelas  fiscales  (Nos.  15,  16  y  17)  y  tres  particulares. 

Su  principal  distrito,  La  Huerta,  tiene  una  población  esen- 
cialmente minera  de  1,500  habitantes,  y  comprende  toda  la 
sierra  de  su  nombre,  desde  Valle  Fértil  hasta  el  mineral 
carbonífero  de  Los  Marayes,  conteniendo  dentro  de  estos 
límites  el  mineral  de  oro  El  Morado  y  el  de  plata,  Santo  Do- 
mingo; tiene  un  Juzgado  de  Paz,  y  grandes  establecimientos 
que  lo  hicieron  acreedor  á  formar  un  departamento  especial 
por  ley  de  Diciembre  7  de  1869,  pero  que  nosotros  incluimos 
en  el  Valle  Fértil,  siguiendo  la  división  geográfica  que  le 
marca  su  suelo  y  su  pasado. 

Tiene  un  curato  titular  de  Nuestra  Señora  del  Rosario,  y 
comprende  de  Naciente  á  Poniente,  desde  la  línea  divisoria  con 
los  Llanos  de  la  Rioja  hasta  la  Sierra;  y  de  Sud  á  Norte,  des- 
de la  sierra  de  Guayaguas  hasta  el  límite  provincial  con  la 
Rioja;  en  esta  extensión  existe  una  capilla  de  San  Pedro  en 
Astica. 

Forma  la  10a  sección  electoral,  y  manda  un  diputado  á  la 
Legislatura  de  la  Provincia. 

Departamentos  del  Este.  —14.°  Albardon. — Este  Departa- 
mento agrícola  es  de  los  mas  ricos  y  cercanos  de  San  Juan; 
cuenta  con  una  población  de  2,924  habitantes  y  uua  villa 
rudimentaria  que  lleva  el  nombre  de  San  Martin. 

Desde  muy  antiguo  tiene  una  iglesia  parroquial,  dos  ora- 
torios y  una  capilla.  Su  extensión,  como  curato,  comprende 
toda  la  zona  entre  el  rio  y  la  sierra  de  Villicum  y  desde  An- 
gaco  hasta  Calingasta. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  345 


El  principal  distrito  del  Departamento  es  el  de  Tapiecitas. 

Albardon  cuenta  con  un  Juzgado  de  Paz,  Subdelegacion, 
dos  escuelas  fiscales  (Nos-  11  y  32)  y  dos  particulares  con  un 
total  de  362  educandos.  Hay  muchos  molinos  de  agua  y  es  de 
notarse,  como  obra  magna,  uno  de  los  señores  Videhi. 

15."  Angaco. — Este  Departamento,  que  en  su  origen  era 
muy  vasto,  fué  dividido  en  Centro,  Norte  y  Sud  Angaco  y 
últimamente  refundido  en  los  dos  últimos,  teniendo  por  capi- 
tal común  la  villa  del  Salvador,  fundada  en  1816 1. 

Aunque  hay  dos  Departamentos  con  sus  respectivas  Subde- 
legaciones,  según  la  división  administrativa,  seguimos,  al 
incluirlos  en  uno  solo,  la  antigua  división,  la  costumbre  ge- 
neral y  la  unidad  geográfica,  que  no  puede  destruir  un  sim- 
ple decreto. 

La  población  es  de  5,479  habitantes.  Posee  una  iglesia  pa- 
rroquial, seis  escuelas  fiscales  (Nos-  35,  39,  40, 12, 36  y  41)  y 
tres  particulares. 

Es  Departamento  agrícola,  dividido  en  distritos  y  con  una 
labranza  de  mas  de  10,000  cuadras  cuadradas.  Sus  tierras, 
como  las  del  Pocito,  fueron  las  primeras  regadas  por  canales 
en  1818. 

Su  jurato  titular  del  Salvador  ó  Corazón  de  Jesús  está  li- 
mitado por  el  naciente  con  la  sierra  del  Pie-Palo  y  por  los 
otros  vientos,  por  los  Departamentos  de  la  ciudad,  Jáchal  y 
Talle  Fértil  y  al  Sud  por  Las  Lagunas. 

El  distrito  de  Punta  del  Monte,  que  ocupa  la  parte  Nor- 
te del  Departamento,  y  dista  de  la  ciudad  de  San  Juan  solo 
ocho  leguas,  es  el  lugar  célebre  donde  el  General  Acha  des- 
truyó el  ejército  de  San  Juan,  Mendoza  y  San  Luis  en  Agos- 
to 16  de  1841. 


1  Martin  de  Moussy  dice  que  el  Cacique  Angaco,  el  principal  de  San 
Juan,  mantenía  á  los  indios  en  pie  de  guerra.  Jufré,  fundador  de  la  ciudad, 
ordenó  á  su  segundo  el  Capitán  Mallea,  se  casara  con  la  hija  de  aquél 
Doña  Teresa  de  Ascencio.  La  nieta  del  Capitán  donó  á  la  iglesia  la  estan- 
cia Angaco,  de  su  propiedad,  donde  mas  tarde  se  fundó  el  Departamento 
del  Albardon,  quedando  á  la  iglesia  lo  que  hoy  se  llama  baños  de  «La 
Laja»    y   sus    alrededores.  —N.  E. 


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346  EL  PAlS  DE   OÜYO 


16.°  Caucete. — Este  Departamento  mide  de  Sud  á  Norte 
cuatro  á  cinco  leguas,  desde  la  Majadita  hasta  la  Puntilla;  y 
de  Este  á  Oeste,  desde  el  Pozo  de  los  Algarrobos  hasta  las 
playas  del  Rio,  recorriendo  en  un  espacio  como  de  tres  le- 
guas la  falda  occidental  de  la  Sierra  Pie-Palo. 

Está  dividido  en  distritos,  siendo  los  principales  compren- 
didos en  Caucete,  propiamente  dicho,  Majadita1  y  Lagunas. 

La  población  de  este  Departamento  es  de  4,221  habitantes 
que  se  ocupan  especialmente  en  la  agricultura,  y  tienen  al- 
falfares por  mas  de  seis  mil  cuadras. 

Su  regular  villa,  fundada  en  Noviembre  15  de  1851,  lleva 
el  nombre  de  Independencia  y  es  el  asiento  de  la  11*  Subde- 
legaron y  de  un  Juzgado  de  Paz. 

Cuenta  con  tres  escuelas  fiscales  (Núms.  13,  34  y  52)  y  una 
asistencia  de  300  alumnos. 

Sus  calles  son  rectas  y  planas  de  mas  de  una  legua  cada 
una,  con  grandes  alamedas  á  los  costados,  y  una  vegetación 
exuberante  que  lo  hace  uno  de  los  Departamentos  mas  ricos 
de  la  Provincia.  Cerca  del  rio,  en  su  límite  del  Oeste,  hay 
un  hermoso  molino  de  motor  combinado,  de  agua  y  vapor, 
que  alternan  según  el  estado  de  las  estaciones  y  por  consi- 
guiente, del  agua  que  es  la  vida  de  San  Juan. 

El  distrito  de  Las  Lagunas  comprende  los  caseríos  semi- 
indios  de  Curicó,  Encon,  Cruz  de  San  Pedro,  Punta  de  los 
Médanos  y  Tranca.  Las  grandes  Lagunas,  que  dan  su  nombre 
al  distrito,  fueron  estudiadas  de  orden  del  Virey  Loreto  en 
1789  por  Amigorena,  Palacios  ó  Iguanzo. 

La  faz  histórica  del  Departamento  de  Caucete  consiste  en 
ser  la  puerta  de  la  Provincia  donde  han  llamado  todas  las 
montoneras,  desde  el  General  Peñaloza  hasta  el  célebre  Gua- 
yama. 


1  Hace  como  diez  años  se  le  dio  el  nombre  de    «25  de  Mayo»  y  es  hoy 
de  mucha  importancia  por  sus  grandes  siembras  de  trigo  y  alfalfa.  — X  E. 


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CAPITULO  II. 

Educación. — La  Escuela  del  Rey. — La  Escuela  de  la  Patria. 
— Don  Ignacio  Fermín  Rodríguez.  —  2.  Rentas  escolares. — 
Acción  benéfica  de  los  gobiernos  en  favor  de  las  escuelas. 
—  9^  Las  papeletas  escolares.  —  4.  Estadística  escolar. 


1.  —  Es  cosa  averiguada  que  los  conquistadores  del  Nue- 
vo Mundo,  se  cuidaron  menos  de  conquistar  á  los  pobres  in- 
dios con  el  saber  y  la  educación,  que  con  el  arcabuz  y  el 
machete.  El  Evangelio,  bajo  cuya  bandera  se  cometieron  tan- 
tas iniquidades,  bárbaros  y  sangrientos  atentados  contra  los 
inocentes  americanos,  mas  sirvió  como  enseña  de  terror  para 
dominar,  que  como  muestra  de  paz  y  mansedumbre,  según  sus 
divinos  preceptos.  Ni  los  mas  ligeros  rudimentos  de  educa- 
ción y  de  esa  nueva  civilización  que  se  pretendía  traernos,  ó 
eu  cuyo  nombre  se  nos  imponía,  se  mostraron  para  mejorar 
nuestro  estado  primitivo,  porque  mientras  se  nos  engañaba 
con  aquel  ilusorio  beneficio,  los  papas  nos  declaraban  seres 
racionales,  y  el  fiero  conquistador  nos  imponía  el  mitazgo  y 
el  cautiverio,  verdad  que  para'pagar  el  tributo  no  era  de  ne- 
cesidad mas  que  el  esfuerzo  material,  el  pesado  trabajo,  y  no 
el  saber  leer  y  escribir. 

La  España  se  cuidó  mas  de  llenar  sus  arcas  con  el  oro  que 
aun  á  costa  de  la  vida  debía  proporcionársele,  que  de  edu- 
carnos, ni  aun  como  simples  fuerzas  productoras  en  su  mis- 
mo  bien. 

Su  religión  de  fuego  y  sangre  nos  hizo  supersticiosos  y  fa- 
náticos; y  el  rudo  trabajo  que  nos  encorvaba  para  poder 
llenar  su  codicia,  nos  legó  por  toda  herencia  la  fuerza  de  la 
bestia  y  el  profundo  atraso  del  que  no  alcanza  ni  á  sospechar 
su   personalidad. 


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J 


348  EL  PAÍS   DE   CUYO 


¡Cuan  diferente  fué  la  colonización  de  la  América  del  Nor- 
te y  la  del  Sud!  Aquélla,  por  los  medios  de  llevarla  á  cabo 
y  el  modo  de  darle  desarrollo  é  incremento,  solo  se  puede 
apreciar  por  la  diferencia  entre  pueblos  como  el  Paraguay  y 
Nueva  York.  El  uno  llamado  á  asombrar  al  mundo  por  su 
industria  y  civilización,  y  el  otro  destinado  á  espantarlo  con 
su  atraso  y  barbarie.  El  uno  debía  dominar  á  las  naciones 
por  sus  fábricas  y  artefactos,  mientras  que  el  otro  debía  ser 
la  fiera  que  entre  sus  salvajes  bosques  era  necesario  destruir 
para  bien  y  tranquilidad  de  sus  vecinos.  Pero  dejemos  estas 
tristes  consideraciones  que  solo  sirven  para  agriar  el  espíritu, 
entristecer  el  corazón  y  lamentar  el  pasado  de  América. 

Contrayéndonos  al  estudio  de  nuestra  San  Juan,  en  el  or- 
den educacional,  la  noticia  mas  antigua  y  única  de  nuestra 
referencia,  se  remonta  á  fines  del  siglo  pasado,  en  que  por 
real  cédula  de  Marzo  22  de  1797,  se  ordena  la  creación  de 
colegios  para  enseñar  á  los  hijos  de  los  caciques  la  lengua 
latina  y  castellana,  á  fin  de  que  pudiesen  ser  ordenados. 

De  este  modo,  es  indudable  que  habrían  fervorosos  creyen- 
tes, y  que,  velis  nolü,  se  debía  ser  buen  católico  y  seguir  ade- 
lante en  la  carrera  de  la  santidad,  so  pena  del  martirio  ó  de 
la  hoguera. 

Al  principiar  el  año  de  1810,  no  había  en  la  Provincia  mas 
escuela  que  la  del  Rey,  costeada  por  el  Gobierno,  y  una  par- 
ticular regenteada  por  el  presbítero  D.  Manuel  Torres  La 
enseñauza  se  reducía  á  lectura,  escritura  y  cuentas  sin  mé- 
todo fijo;  y  como  educación  superior  á  la  lectura  en  cartas  y 
catecismo  de  Astete.  La  lectura  y  la  escritura  formaban  el  fin 
único  de  la  escuela. 

La  revolución  de  Mayo,  que  abría  una  nueva  era  política 
para  estos  pueblos,  hizo  sentir  su  benéfica  influencia  en  el 
orden  educacional;  y  desde  entonces,  ya  puede  decirse  que  el 
Gobierno  se  ocupó  en  atender  aquella  grandiosa  institución, 
que  tan  descuidada  había  sido  hasta  la  fecha. 

El  Cabildo,  en  nota  de  Octubre  28  (1810),  dirigida  al  Sub- 
delegado de  la  Real  Hacienda,  hacía  presente  el  lamentable  es- 
tado de  la  enseñanza  y  pedía  fondos  para  dotar  una  escuela, 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  849 

por  que  la  del  Rey  (102  alumnos)  no  bastaba  á  llenar  las  ne- 
cesidades de  la  población^  ni  la  renta  de  temporalidades,  úni- 
ca destinada  á  las  escuelas,  permitía  el  sostén  de  aquella  por 
mas  limitados  que  fuesen  sus  gastos.  En  Abril  de  1811,  el  Ca- 
bildo se  dirigió  á  la  Junta  de  Buenos  Aires,  siempre  en  deman- 
da de  fondos  al  objeto  indicado,  pero  tampoco  pudo  conse- 
guirse nada  de  parte  de  aquélla,  que  por  causa  de  la  guerra  no 
podía  ocuparse  de  otra  cosa  que  de  cuarteles. 

La  única  disposición  referente  á  escuelas,  comunicada 
a  Cuyo,  fué  un  decreto  de  Octubre  9  del  año  13,  del  S.  P.  E. 
(Recibida  en  San  Juan  en  Noviembre  9),  prohibiendo  la  pena 
de  azotes  en  las  escuelas,  y  siendo  castigados  con  destitución 
los  infractores.  Téngase  presente  que  el  azote  era  el  gran 
secreto  del  buen  sistema  educacional  del  tiempo  del  coloniaje, 
de  acuerdo  con  el  bárbaro  axioma  de  la  letra  con  sangre  entra. 

El  Cabildo  hizo  algo  en  bien  de  la  educación  y  comenzó  á 
hacer  del  magisterio  una  verdadera  profesión  de  honor. 

En  Enero  17  de  1811,  el  Cabildo  ordena  los  carteles  cita- 
tarios  para  proveer  por  oposición  el  aula  de  Gramática  (es- 
cuela del  Rey);  y  en  Abril  27,  confeccionó  un  reglamento  para 
la  Junta  Protectora  de  las  Escuelas. 

En  1815  se  instalaron  nuevas  escuelas,  creándose  después 
(1817)  para  sostenerlas,  el  derecho  á  la  sal  de  1  real  por  arro- 
ba. En  Jáchal  se  creó  una  escuela  por  el  expatriado  chileno 
fray  Diego  Larrain,  mercedario;  otra  en  la  ciudad  bajo  la 
dirección  de  Don  Francisco  de  Sales  Pérez  y  se  echaron  los 
cimientos  de  la  famosa  Escuela  de  la  Patria  en  la  capital  de 
la  Provincia. 

En  Marzo  21,  el  Cabildo  remite  al  Teniente  Gobernador 
un  informe  sobre  solicitud  de  Don  Ignacio  Fermín  Rodríguez 
relativa  á  la  apertura  de  una  escuela  de  primeras  letras. 

En  Marzo  28,  fray  Marcos  Noguera,  dominico,  presentó  un 
plan  de  estudios  para  la  Escuela  de  la  Patria. 

Por  aquel  tiempo  aparece  la  primera  fundación  ó  legado 
de  escuelas,  hecho  por  Don  Pedro  Labal  por  valor  de  seis  mil 
pesos. 

Ei  22  de  Abril  de   1816,  la  escuela  primaria  de  la  Patria 


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Á 


350  EL   PAÍS   DE   CUYO 


se  abrió  al  servicio  público,  bajo  la  dirección  de  D.  Ignacio 
Fermin  Rodríguez;  se  creó  una  Junta  Protectora  de  Escuelas, 
un  reglamento  y  se  dictaron  otras  importantes  disposiciones 
para  difundir  la  educación  primaria  gratuita. 

La  Escuela  de  la  Patria,  poniendo  en  ejercicio  el  sistema 
simultáneo  de  enseñanza,  despertando  en  los  niños  el  senti- 
miento de  la  superioridad  por  el  estudio  y  estimulándoles  por 
la  recompensa,  hizo  tan  rápidos  progresos  en  sus  numerosos 
educandos,  que  á  los  ocho  meses  de  su  fundación,  invitaba  á 
todo  el  pueblo  para  asistir  á  los  exámenes  públicos  que  tuvie- 
ron lugar  en  el  atrio  de  la  Iglesia  Matriz.  Su  buen  resultado 
estimuló  á  los  niños,  y  el  pueblo,  que  no  podía  ser  indiferente 
al  adelanto  de  sus  hijos,  comenzó  entusiasta  á  preocuparse 
de  la  educación,  sentimiento  que  el  Teniente  Gobernador  la 
Roza,  como  hombre  inteligente,  supo  explotar  en  beneficio 
público. 

Pronto  apareció  una  escuela  particular  de  un  señor  Sante- 
lices,  y  en  seguida  el  padre  fray  Marcos  Noguera  se  ofreció 
al  Gobierno  para  fundar  una  escuela  pública  gratis  de  educa- 
ción superior. 

El  producto  de  las  herencias  transversales,  que  por  ley  del 
Congreso  (Julio  13  de  1818)  fué  destinado  á  la  educación  li- 
teraria, vino  á  formar  con  las  rentas  de  temporalidades  y 
fundación  de  Labal,  un  pequeño  tesoro  que  desde  entonces 
bastó  para  atender  regularmente  las  escuelas;  á  estos  fondos 
se  agregó  luego  el  producto  del  ramo  de  propios. 

El  pueblo  y  el  gobierno  adquirieron  una  verdadera  pasión 
por  la  educación  pública;  y  ésta  que  en  nuestros  tiempos  se 
ha  convertido  en  una  divina  manía  en  la  Provincia,  y  que  la 
coloca  en  la  primera  categoría  en  este  sentido,  es  indudable 
que  se  corresponden  á  través  del  tiempo,  ó  que  el  germen  de 
1816  al  20,  ahogado  por  las  revoluciones  y  guerras  civiles,  ha 
retoñado  después  con  mas  fuerza  y  vigor,  como  se  verá  en  la 
continuación  de  este  estudio. 

Con  el  año  20  cambió  totalmente  la  faz  educacional  de  San 
Juan ;  las  escuelas  se  convirtieron  en  cuarteles,  el  amor  al 
estudio  en  el  desenfreno  de  las  pasiones  indisciplinadas;  al 
maestro  sucedió  el  caudillo  con  su  brutal  preponderancia. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  351 


Saber  leer  ó  escribir  fué  después  un  crimen  que  los  padres 
perseguían  en  las  hijas,  como  una  inmoral  telegrafía  para 
sustentar  la  relación  de  los  amantes,  y  como  un  arte  maligno 
que  ocasionaba  la  perdición  de  muchos  en  las  lecturas  de 
obras  prohibidas. 

Los  caudillos  armados  de  la  barbarie  supieron  explotar 
esta  funesta  y  salvaje  preocupación,  declarando  una  guerra 
sin  cuartel  á  toda  gente  decente;  se  llegó  á  hacer  ostentación 
de  ignorancia  y  crueldad. 

La  Escuela  de  la  Patria  y  las  demás  que,  como  sus  satélites, 
habían  aparecido  con  aquélla,  desaparecieron  también  envuel- 
tas en  las  tinieblas  de  una  profunda  noche  de  ignorancia,  á 
cuyo  primer  período  de  cinco  años  había  de  suceder  el  de 
veinte  y  tantos  de  desquicio  y  tiranía.  Sin  embargo,  hemos  de 
ver  en  el  curso  de  este  trabajo,  los  notables  esfuerzos  y  tenta- 
tivas de  algunos  gobiernos  por  implantar  la  educación  del 
pueblo,  esfuerzos  ineficaces  á  que  se  oponían  los  bárbaros 
de  sable,  por  temor  de  que  pudieran  deletrearse  siquiera  las 
palabras  patina  y  libertad,  que  en  aquellos  aciagos  tiempos 
no  tenían  significación  alguna,  borradas  del  vocabulario  del 
pueblo  y  de  las  instituciones. 

El  gobierno  pidió  informe  en  1822  (Diciembre  13},  sobre  la 
inversión  del  ramo  de  propios,  y  la  comisión  encargada1  de  él, 
se  expidió  en  el  documento  que  publicamos  en  seguida : 

«  En  acta  de  30  de  Mayo  de  1816,  se  nombraron  dos  maes- 
tros de  escuela  de  primeras  letras,  que  lo  fueron  Don  Francis- 
co de  Sales  Pérez  y  Don  Ignacio  Fermín  Rodríguez  ¡  el  pri- 
mero con  la  dotación  anual  de  trescientos  pesos  que  producía 
el  interés  del  principal  de  los  seis  mil  donados  por  el  finado 
Labal;  y  el  segundo,  con  los  200  que  el  Estado  pasaba 
á  sus  fondos;  mas  teniendo  en  consideración  la  escasez  de 
estas  dotaciones,  se  aumentaron  á  500  pesos  cada  una  anual- 
mente, proyectando  que  el  pago  de  estas  asigna! iones,  en  lo 
que  faltaba  para  su  completo,  se  haría  de  los  ramos  de  hospi- 
tal y  sisa  que  indebidamente  se  pagaban  en  Buenos  Aires  por 


1  La  Junta  Protectora  de  las  escuelas. 


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352  el  país  de  cuyo 


los  negociantes  del  país;  pues  creían  que  mediante  los  recla- 
mos hechos,  fuese  exequible;  esto  no  tuvo  efecto,  y  como  al 
poco  tiempo  muriese  Don  Francisco  Pérez,  quedando  solo 
Rodríguez  con  todo  el  peso  de  la  enseñanza  de  la  juventud, 
se  le  destinaron  en  pago  de  sus  sueldos,  sobre  los  doscientos 
del  Estado,  los  trescientos  de  Labal. 

«  En  9  de  Agosto  del  año  transcurrido,  hizo  presente  Rodrí- 
guez la  necesidad  de  crear  tres  ayudantes  para  que  le  auxi- 
liasen en  su  desempeño  por  haber  acrecido  el  número  de 
alumnos  á  mas  de  trescientos;  y  creyéndolo  de  necesidad,  se 
le  ordenó  los  buscase  para  pagarlos  del  ramo  de  propios.  En 
16  de  Febrero  de  1820,  se  resolvió  aumentar  el  sueldo  del « 
maestro  Rodríguez  hasta  la  cantidad  de  diesiseis  pesos  men- 
suales y  doce  á  cada  uno  de  los  ayudantes,  dejando  seis  pesos 
para  el  tercero  y  destinándose  otros  seis  pesos  para  premio 
de  los  jóvenes  que  manifestasen  disposiciones  y  aplicación 
y  anular  de  esta  suerte  á  los  demás. 

Clemente  Videla.  —  Juan  C.  Quiroga.  — Juan  Ferreyra. — Di- 
ciembre 23  de  1822.  » 

2.  —  El  gobierno  de  Navarro  restableció  la  Escuela  de 
la  Patria  en  Octubre  17  de  1825,  la  que  durante  la  admi- 
nistración de  Carril  había  funcionado  regularmente,  y  que 
se  clausuró  á  causa  del  movimiento  de  Julio  26  del  mismo 
año.  Esto  duró  apenas  un  año.  Rodríguez,  comprometido  en 
dichos   acontecimientos,  fué  desterrado  á  Mendoza1. 

Cerrada  nuevamente  la  Escuela  el  año  1826  por  causa  de 
la  guerra  civil,  el  general  Benavides  la  restableció  por  decre- 
to de  Mayo  15  de  1838,  del  cual  transcribimos  algunos  artí- 
culos para  demostrar  el  lamentable  estado  de  la  educación 
pública  en  aquellos  años. 


1  Este  notable  educacionista,  hijo  de  Buenos  Aires,  falleció  en  Mendoza 
en  Agosto  de  1856,  y  del  cual  se  conserva  un  retrato  al  óleo,  obra  del 
pintor  Torres,  en  la  escuela  de  su  nombre,  en  San  Juan.— Ar.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  353 


«Artículo  1.° —  Queda  restablecida  la  Escuela  de  primeras 
letras  del  Estado. 

«  Art.  2.°  —  Para  su  dirección  y  enseñanza  se  dotan  por  el 
Tesoro  Público  un  preceptor  con  el  sueldo  anual  de  ciento 
ochenta  pe*os  y  dos  ayudantes  con  el  de  treinta  y  seis  cada 
uno. 

Art.  3.°  Habrá  también  un  inspector  que  servirá  gratis,  á 
quien  estará  sujeto  el  Preceptor  en  lo  económico  y  directivo 
del  establecimiento. 

Art.  4.°  Conforme  á  los  artículos  que  anteceden,  se  nom- 
bra en  calidad  de  inspector  al  ciudadano  D.  Salvador  Quiro- 
ga,  y  de  Preceptor  al  de  igual  clase  D.  Tomás  Díaz.» 

Los  considerandos  que  motivaban  este  decreto,  constante 
de  9  artículos,  y  del  que  hemos  copiado  cuatro,  entre  otras 
cosas  decía:  «penetrado  el  Gobierno  del  justo  clamor  con  que 
los  padres  de  familia  y  el  pueblo  en  general  lamentan  la  falta 
de  educación  de  la  juventud,  á  consecuencia  de  la  supresión 
de  la  escuela  de  primeras  letras  del  Estado,  en  el  dilatado  pe- 
ríodo de  la  guerra  civil  etc.»;  consideración  que  basta  y  sobra 
para  enseñarnos  que  en  aquellos  aciagos  tiempos,  los  hom- 
bres constituidos  en  autoridad,  solo  por  excepción  se  ocupa- 
ban de  uno  ú  otro  hecho  que  no  tuviese  algún  resabio  de  ar- 
mas y  de  campamentos. 

En  1839  (Julio  9)  se  inauguró  el  colegio  de  pensionistas  de 
Santa  Rosa  que  pronto  cerró  sus  puertas,  por  el  hálito  em- 
ponzoñado de  la  guerra  civil  y  de  la  santa  federación,  siguien- 
do la  Provincia  con  la  única  escuela  pública  de  la  Patria  que 
la  regentearon  en  aquel  tiempo,  primero  D.  Zacarías  Benavi- 
desy  después  Don  Marcelino  Guardiola.1 

En  1850  (Setiembre  30)  la  Legislatura  destinó  al  sosten  y 


1  Hemos  visto  en  ruinas  el  edificio  que  ocupó  la  Escuela  de  la  Patria. 

Fué  éste  el  último  de  sus  directores,  á  quien  acompañaron  los  maestros 
Pedro  Moya,  Antonio  Benavides,  Exequiel  Barrera  y  Antonio  Gil,  siendo 
éste  el  único  sobreviviente  con  mas  de  80  años  de  edad. 

Ni  un  retrato,  ni  una  placa,  nada  hay  en  San  Juan  que  recuerde  la  me- 
moria del  esforzado  educacionista  D.  Marcelino  Guardiola. 

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354  EL   PAÍS    DE   CUYO 


fomento  de  la  educación  pública  la  tercera  parte  de  los  diez- 
mos, que  debía  aplicarse  á  la  dotación  del  Capítulo  de  la  Ca- 
tedral de  Cuyo,  que  aun  no  había  sido  creado1  y  los  bienes 
declarados  vacantes,  que  por  falta  de  herederos  debían  perte- 
necer al  Fisco;  con  esto  y  el  tanto  por  herencias  transversales 
que  por  ley  nacional  de  que  ya  hemos  hablado,  se  destinaban 
al  fondo  de  escuelas,  se  constituyó  una  renta  segura  con  que 
poder  atender  la  instrucción  primaria.  En  Noviembre  19  del 
mismo  año,  una  ley  declaró  institución  de  la  Provincia  la  en- 
señanza de  la  juventud,  elevando  el  magisterio  á  cargo  pú- 
blico, y  creando  una  Comisión  Promotora  de  la  Enseñanza 
Pública  *;  y  por  ley  de  Agosto  12  del  51,  se  declaró  en  bene- 
ficio exclusivo  y  perpetuo  de  aquélla  el  uso  y  usufructo  de 
la  casa,  edificios,  sitios  inherentes  que  pertenecían  al  hos- 
picio de  Nuestra  Señora  de  las  Mercedes,  reconociendo  como 
propiedad  de  la  institución  de  escuelas  los  valores  referidos. 
Desde  entonces  hasta  el  Gobierno  de  Díaz,  nada  se  hizo  en 
favor  de  la  instrucción  pública;  antes  sí  aparecieron  en  el 
tiempo  intermedio  reclamaciones  del  gobernador  del  obispa- 
do en  sede  vacante  Provisor,  Don  Timoteo  Maradona,  que 
considerando  aquellos  bienes  como  de  los  llamados  espiritua- 
lizados eclesiásticos,  eran  de  fuero  exclusivo  y  administra- 
ción de  la  Iglesia,  tachando  la  ley  de  Agosto  y  su  ejecución, 
como  la  sanción  violenta  de  un  despojo  contra  la  Iglesia.  Tra- 
bada la  cuestión  que  llegó  á  ser  enojosa  y  originó  los  escán- 
dalos antes  referidos,  Maradona  consiguió  que  fuese  derogada 
por  ley  de  Octubre  17  (año  1853). 

El  Gobierno  pidió  reconsideración  de  la  ley,  miraudo  la 
cuestión  bajo  el  punto  de  vista  constitucional  y  utilitario, 
consiguiendo  que  la  ley  derogada  fuese  restablecida  en  la 
plenitud  de  sus  declaraciones;  en  su  consecuencia,  el  16  de 
Julio  de  1856,  se  instaló  en  el  exconvento  de  la  Merced  una 


1  Por  decreto  de  Noviembre  1.°  1870  se  nombraron  deán,  arcedean,  chan- 
tre y  dos  prebendados  (Gobierno  Nacional). 

1  Esta  Comisión  fué  suprimida  en  Junio  22  del  año  18fí5  y  reemplazada 
por  el  Departamento  General  de  Escuelas. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  355 


escuela  pública  de  varones  bajo  la  inteligente  dirección  del 
Dr.  Manuel  José  Zapata,  escuela -colegio  que  llegó  á  ser  de 
las  primeras  que  hasta  hoy  ha  tenido  la  Provincia,  y  en  la 
que  han  recibido  una  inmejorable  educación  la  mayor  parte 
de  nuestros  jóvenes  que  hoy  llenan  un  alto  papel  en  la  vida 
pública  de  su  pueblo  *. 

En  el  mismo  año  (Agosto  4)  se  creó  una  escuela  primaria 
de  niñas,  bajo  la  dirección  de  la  respetable  matrona  Elena 
Bradish,  establecimiento  que  en  su  especie  no  ha  tenido  ri- 
val hasta  nuestros  días;  estas  dos  casas  de  educación,  creadas 
y  reglamentadas  por  el  Gobierno,  y  destinadas  á  servir  de 
modelo  de  las  demás  escuelas  públicas  de  la  Provincia,  fun- 
cionaron por  algunos  años,  dando  los  mejores  resultados  por 
su  organización  y  buen  método  de  enseñanza  (sistema  simul- 
táneo razonado,  implantado  por  Rodríguez  en  1816).  Varias 
otras  escuelas  públicas  en  los  Departamentos  y  particulares 
<en  la  ciudad  y  villa  de  Jáchal,  fueron  fundadas  en  este  año, 
comenzando  una  competencia  de  estímulo  con  las  escuelas 
fiscales. 

En  este  estado,  vino  la  administración  Sarmiento  que  había 
de  dar  á  la  instrucción  pública  un  impulso  hasta  entonces 
desconocido,  y  dejar  un  grato  recuerdo  en  este  concepto. 
Con  él  principia  una  era  de  verdadera  florescencia  para  la 
iustruccion  pública  de  San  Juan.  Las  buenas  leyes  de  educa- 
ción de  que  dotó  á  la  Provincia  y  las  sabias  disposiciones 
-en  el  mismo  sentido,  de  que  pasamos  á  ocuparnos,  le  hacen 


1  «La  Escuela  Modelo»  que  dirigió  á  su  regreso  de  Chile  y  el  Perú,  don- 
de hablase  consagrado  al  apostolado  de  la  enseñanza,  se  distinguió  prin- 
cipalmente por  su  organización,  seriedad  en  los  estudios,  métodos  discipli- 
narios y  aquella  moral  en  acción  efectiva,  desarrollada  en  conferencias 
•dominicales. 

Este  ilustrado  mendocino  fué  mas  tarde  fundador  y  Rector  del  Colegio 
Nacional  de  Mendoza  hasta  que  le  sorprendió  la  muerte,  a  los  ochenta  y 
tantos  años  de  edad. 

En  Agosto  de  1899,  la  juventud  de  aquel  establecimiento,  de  acuerdo  con 
sus  antiguos  discípulos,  celebraron  una  fiesta  en  homenaje  al  Dr.  Zapata 
y  con  motivo  de  la  adquisición  y  colocación  de  su  retrato  al  óleo,  obra 
<iel  pintor  Bergamasehi. — X.  E. 


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356  EL   PAlS   DE   CUYO 


acreedor  á  la  gratitud  de  su  pueblo,  que,  dicho  sea  en  honor 
de  la  verdad,  poseído  do  un  espíritu  prevenido  resistió  muchas 
de  estas  importantes  mejoras. 

La  constitución  provincial  (1866),  que  declaraba  obligato- 
ria la  instrucción  primaria,  era  hasta  entonces  letra  muertar 
ley  escrita  que  aun  no  había  tenido  aplicación  alguna. 

En  Abril  2  (1862),  la  Legislatura  dictó  una  ley,  autorizando 
al  Ejecutivo  para  codificar  y  reformar  las  leyes  de  la  Provin- 
cia sobre  educación  pública  y  reglamentar  su  ejecución. 

A  las  rentas  creadas  por  leyes  anteriores  para  el  fomento 
y  difusión  de  la  educación  primaria,  se  agregaron  las  multas 
y  penas  pecuniarias  que  impusieron  los  Tribunales  de  Justi- 
cia, la  Inspección  de  Irrigación  é  Intendencia  de  Policía.  Las 
capellanías  laicas  é  imposición  de  obras  pías  no  cumplidas, 
fueron  también  al  fondo  común  de  Escuelas,  y  recien  se 
organizó  un  archivo  del  ramo,  destinado  á  prestar  buenos 
servicios  y  del  que  hemos  recogido  los  datos  y  estadística 
consignados  mas  adelante. 

Se  impuso  á  los  Departamentos  la  obligación  de  costear  y 
sostener  con  sus  propios  recursos  una  ó  mas  escuelas  de  edu- 
cación primaria,  según  los  fondos  recolectados  por  suscricio- 
nes  voluntarias  y  demás  arbitrios  creados  por  el  Gobierno, 
de  cuya  ejecución  quedaron  encargadas  las  autoridades  de 
cada  Departamento. 

En  Mayo  27  del  año  citado,  se  creó  un  Colegio  Preparato- 
rio para  educación  científico-universitaria  (preparatoria),  se- 
gún el  plan  de  la  Universidad  de  Buenos  Aires.  Este  Colegio 
quedó  subordinado  á  la  Comisión  Promotora  de  Enseñanza 
Pública,  abriéndose  al  público  en  15  de  Julio  en  el  local  del 
ex-hospicio  de  las  Mercedes,  que  había  ocupado  la  Escuela 
Modelo  fundada  por  el  Gobernador  Don  Francisco  D.  Díaz. 

En  Noviembre  12  de  1863,  el  Gobierno  dictó  un  decreto, 
haciendo  obligatoria  la  educación  primaria,  que  no  introdu- 
cía una  novedad  por  ser  éste  un  precepto  constitucional,  pero 
daba  nervio  y  vida  á  tan  sagrado  deber  que,  como  hemos 
dicho,  nadie  se  cuidó  de  hacer  cumplir;  sobre  todo  era  uua 
disposición  que,  para  hacerse  efectiva,  necesitaba  el  expreso 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  357 


mandato  oficial  y  su  sanción  respectiva  para  que  no  se  hi- 
ciera ilusorio,  como  hasta  entonces  lo  había  sido  á  despecho 
-de  la  constitución  y  leyes  dictadas  al  respecto. 

El  decreto  en  cuestión,  que  fué  calificado  de  violento,  mas 
por  su  procedencia  que  por  su  significación,  es  como  sigue: 

«San  Juan,  Noviembre  12  de  1863. — Decreto. — Artículo  1.° 
— Todos  los  padres  de  familia  están  obligados  á  mandar  sus 
hijos  á  la  escuela. 

«Art.  2.° — Los  Jueces  de  Paz  y  Comisarios  de  sus  Departa- 
mentos rurales  y  suburbios  tomarán  un  r^istro  de  los  niños 
-en  estado  de  asistir  á  las  Escuelas,  haciendo  conocer  á  los  pa- 
dres la  obligación  perentoria  en  que  están  de  darles  edu- 
cación. 

«Art.  3.° — Los  Jueces  de  Paz  podrán,  con  conocimiento 
de  la  mala  conducta  de  los  padres,  ó  su  intencional  abandono 
de  los  medios  puestos  á  su  alcance  para  educar  á  sus  hijos, 
dar  cuenta  al  Jefe  de  Policía  del  hecho  y  del  nombre  del  pa- 
dre de  los  hijos,  que  estén  en  contravención  con  lo  dispuesto, 
para  que  busque  á  los  niños,  patrón  ó  tutor  que  se  encargue 
de  darles  educación. 

«Art.  4.° — Este  decreto  se  hará  distribuir  impreso  en  los 
Departamentos,  á  fin  de  que  sea  conocido  de  todos.  Comuni- 
qúese, publíquese  y  dése  al  Registro  Oficial. — Sarmiento. — 
Ruperto  Godoy  Carril. —  Valentín  Videla.» 

Los  considerandos  de  este  decreto  denunciaban  que  las  es- 
cuelas departamentales  estaban  casi  desiertas,  so  pretesto  de 
la  invasión  dePeñaloza,  «signo  no  siempre  de  temor  sino  ma- 
nifestación de  tendencia  á  la  barbarie»,  y  que  «no  solo  en  los 
campos  de  batalla  debe  el  gobierno  combatir  las  tendencias 
del  desorden,  sino  en  sus  causas  primordiales:  la  ignorancia  é 
inmoralidad.* 

Tanta  energía,  tendiente  á  imponer  mas  que  á  convencer, 
-era  requerida  por  las  circunstancias,  y  en  esto  tenía  razón  el 
gobierno,  que  había  desesperado  de  ver  cómo  engrosaban 
las  filas  de  la  montonera  con  las  peonadas  de  Caucete,  po- 
bladores de  Mogna  y  las  Lagunas  en  la  última  invasión. 


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358  EL   PAl8   DE   CUYO 


En  los  años  siguientes  no  hay  uno  solo  en  que  no  se  regis- 
tre nna  reforma,  una  nueva  escuela,  un  progreso  cualquiera 
eu  bien  de  la  educación  común. 

En  9  de  Diciembre  de  1864,  el  colegio  de  Educación  Supe- 
rior, que  funcionaba  en  la  Merced,  fué  nacionalizado  y  do- 
tado de  un  excelente  gabinete  de  física,  química  y  mineralo- 
gía, creándose  después  clases  especiales  de  minería  y  meta- 
lurgia, que  tanto  convenían  á  una  Provincia  minera  como 
San  Juan1. 

El  gobierno  de^Don  Camilo  Rojo  creó  al  año  siguiente 
veinte  escuelas  fiscales,  progreso  que  marchó  paralelo  con 
la  fundación  de  escuelas  particulares.  (Ap.  núm.  28). 

La  «Escuela  Sarmiento»  fué  establecida  bajo  un  excelente 
pie  en  22  de  Junio  de  aquel  año,  y  abierta  al  servicio  público 
el  dia  9  del  siguiente  mes.  En  este  mismo  dia  se  formaron  dos 
sociedades  para  la  propaganda  de  la  educación:  «Amigos  de 
la  Infancia»  y  «Sociedad  de  las  Madres  Cristianas». 

Los  medios  de  estímulo  entraron  por  mucho  en  las  miras 
del  Gobierno  y  han  dado  un  resultado  tan  satisfactorio,  que 
hasta  la  fecha  se  emplea  con  grandes  ventajas. 

En  Mayo  17  de  1866,  se  decretó  la  institución  de  un  premio 
anual  para  los  preceptores  que  mas  se  distinguiesen  en  el 
desempeño  de  sus  delicadas  funciones,  por  su  inteligencia, 
moralidad  y  contracción. 

Estos  premios,  que  en  un  principio  consistieron  en  diplomas 
de  honor,  fueron  aumentados  al  año  siguiente  en  una  meda- 
lla de  oro  y  otra  de  plata,  premios  únicos  á  que  aspiran  todosr 


1  Decretos  del  Gobierno  Nacional  de  Marzo  18  y  Diciembre  27  de  1SK9. 

Después»  del  Colegio  Preparatorio,  el  educacionista  chileno  Don  Pedro- 
Alvarez  fué  el  primer  Rector  del  Colegio  Nacional  por  mas  de  quince 
años.  La  preparación  de  los  alumnos  acabó  por  inspirar  una  fe  ciega  en 
los  certificados  expedidos  por  aquel  establecimiento,  que  por  muchos 
anos  conservó  fama  de  dar  una  educación  sólida,  positiva  y  apreciada 
por  los  Héctores  de  instituciones  mayores. 

Falleció  en  Buenos  Aires  á  los  70  años  de  edad. 

En  el  mismo  Colegio  se  conserva  su  busto  en  terracota,  costeado  por 
el  cuerpo  docente  en  un  dia  de  su  cumpleaños,  y  un  gran  retrato  al  óleor 
obra  del  artista  Gregorio  Torres,  donado  por  la  viuda  Señora  Carmen 
Q.  de  Alvarez.— AT.  E. 


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EL  PAlS   DE   CUYO  359 


como  el  mayor  timbre  que  comprueba  su  idoneidad  y  demás 
virtudes  de  su  institución. 

Los  alumnos  tuvieron  también  sus  premios,  consistentes 
en  medallas  de  plata,  libros  y  diplomas,  que  pasaron  á  ser  la 
aspiración  en  cada  año  de  todos  los  niños,  despertando  así 
por  el  inocente  estímulo  de  una  recompensa  de  honor,  el  estu- 
dio asiduo,  en  honra  y  provecho  de  los  mismos  educandos. 

Si  nuestros  gobiernos  quisiesen  extender  los  beneficios  de 
esta  institución,  podrían  hacer  mucho  en  favor  de  los  jóvenes 
pobres  y  estudiosos  que,  dotados  de  talento  y  amor  al  saber, 
esterilizan  sus  buenas  disposiciones  por  falta  de  recursos 
para  continuar  ó  concluir  los  estudios  profesionales  en  que 
podían  hacer  honor  á  su  pueblo.  Para  las  escuelas  fiscales 
podían  crearse  dos  premios  únicos  anuales,  para  costear  por 
cuenta  del  Tesoro  Provincial,  una  educación  superior  á  los 
dos  mejores  educandos  que  rindiesen  las  pruebas  requeridas, 
ademas  de  las  prestadas  en  los  exámenes  públicos  escolare?. 
Así  mismo,  de  los  estudiantes  del  Colegio  Nacional,  aquél  que 
sujeto  á  nuevas  pruebas  resultase  el  primero  de  los  mas  aven- 
tajados de  dicho  Colegio,  podía  ser  premiado  con  estudios 
profesionales  en  una  Universidad  ó  Facultad,  á  elección  del 
agraciado  y  por  cuenta  de  la  Provincia.  Este  sistema  de  re- 
compensas daría  por  resultado  el  aprovechamiento  de  tanto 
joven  inteligente  que  el  pauperismo  sujeta  á  groseros  traba- 
jos para  subvenir  á  sus  mas  imperiosas  necesidades,  y  que  en 
mejores  condiciones  pecuniarias  habría  sido  para  la  Provin- 
cia un  Oro  (Fray  Justo),  un  Carril,  un  Sarmiento)  un  Raw- 
son,  etc.,  etc. 

El  verdadero  buen  gobierno  de  un  pueblo  no  consiste  en 
ver  á  sus  gobernados  acumulando  oro,  tal  vez  por  medios  poco 
morales,  sino  en  saber  aprovechar  esas  fuerzas  vivas  de  la 
inteligencia  de  aquéllos  que,  con  su  saber,  nos  han  de  propor- 
cionar esas  mismas  riquezas  mejor  adquiridas,  moralidad,  jus- 
ticia y  buenas  instituciones,  que  son  el  mayor  bien  y  forma 
la  suma  de  bienestar  y  prosperidad. 

Temo  mas  á  los  oropeles  y  relumbrones  de  una  mala  edu- 
cación, que  ala  ignorancia  misma,  que  las  madres  saben  mo- 


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360  EL   PAÍS   DE   CUYO 


dificaren  sus  hijos  por  la  dulzura  y  los  buenos  consejos.  Ellas 
no  conocen  las  ciencias,  pero  su  amor  las  hace  prudentes  y 
sabias  para  encaminarnos  por  el  sendero  del  bien. 

¡Cuántos  caudillos  de  levita  nos  han  hecho  sufrir  mas  que 
los  de  chiripá  y  puñal  á  la  cintura ! 

En  el  mismo  año  1866  (Junio  17),  se  fundó  la  Biblioteca 
Franklin,  verdaderamente  popular  como  institución  y  por 
haber  sido  la  obra  del  pueblo.  Es  la  primera  en  la  República. 

El  Gobernador  Don  Camilo  Rojo,  á  quien  se  deben  todas  las 
mejoras  que  dejamos  indicadas,  merece  un  voto  de  gracias 
de  sus  comprovincianos  por  su  noble  empeño  por  la  educa- 
ción popular  eu  su  Provincia:  quizá  no  seamos  los  últimos  eu 
enviárselo  como  un  deber  de  sanjuaninos  amantes  al  estudio. 

El  año  67,  ya  hemos  dicho  en  otro  lugar,  fué  de  luto  y 
duelo  para  la  Provincia. 

El  68,  nos  recuerda  la  fundación  de  las  escuelas  noctur- 
nas y  de  beneficencia,  que  aun  se  conservan,  dando  los  me- 
jores resultados  en  la  educación  de  niñas  y  adultos. 

El  año  69  es  tan  fecundo  como  el  65  en  materia  de  educa- 
ción, verdad  que  el  Gobierno  Nacional  allegó  á  tal  objeto  sus 
poderosos  auxilios,  tales  son : 

Acuerdo  de  Marzo  11,  destinando  la  cantidad  de  3,000  pe- 
sos para  libros  de  enseñanza,  y  especialmente  con  destino  á 
la  Escuela  Sarmiento. 

Decreto  de  Marzo  18,  creando  una  cátedra  de  mineralogía 
en  el  Colegio  Nacional. 

Ley  de  Octubre  7,  mandando  fundar  dos  escuelas  superio- 
res de  enseñanza  gradual,  y  autorizando  al  Poder.  Ejecutivo 
para  auxiliar  dichas  fundaciones  con  diez  mil  pesos  fuertes. 

Decreto  de  Diciembre  27,  asignando  al  Colegio  Nacional 
la  suma  de  mil  pesos  para  la  formación  de  un  museo  minera- 
lógico y  un  laboratorio  metalúrgico. 

3.  —  El  Gobierno  de  la  Provincia,  por  su  parte,  creó  al- 
gunas escuelas  en  los  Departamentos,  y  dictó  varias  disposi- 
ciones tendientes  á  mejorar  la  educación.  Entre  estas  merece 
mencionarse  un  decreto  de  Octubre  15,  cuyos  dos  primeros 
artículos  son  como  sigue: 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  361 


tArt.  1.°  Todo  niño  de  seis  á  catorce  años,  que  después 
de  8  dias  de  publicado  el  presente  decreto,  se  encuentre  en 
las  calles  sin  la  correspondiente  boleta  de  matricula  de  escue- 
la pública  ó  particular,  será  tomado  por  los  agentes  de  poli- 
oía  y  detenido  en  el  Departamento  General  del  ramo.» 

«Art.  2.°  Inmediatamente  de  detenido  un  niño,  se  hará 
comparecer  á  su  padre  ó  tutor,  y  se  le  obligará  á  colocarlo 
en  la  escuela  pública,  sin  perjuicio  de  la  aplicación  de  la  mul- 
ta establecida  por  los  artículos  5  y  10  de  los  decretos  de  Ju- 
nio citados. »  (de  Junio  22  de  1865). 

Este  decreto  fué  circulado  en  la  Capital  y  Departamentos, 
conminando  á  las  autoridades  que  no  le  diesen  la  pronta  y 
debida  publicidad  con  la  multa  señalada  por  la  ley  de  Junio 
citada. 

En  24  de  Diciembre  del  mismo  año,  se  dictó  la  Ley  de 
Educación  que  aun  rige  en  la  Provincia,  por  la  que  se  esta- 
bleció, 1.°  un  Departamento  General  de  Escuelas,  bajo  la  di- 
rección y  dependencia  del  Ministerio  de  Gobierno  ó  Instruc- 
ción Pública,  el  que  comeuzó  á  funcionar  el  13  de  Enero  del 
siguiente  año;  2.°,  una  Junta  Provincial  de  Educación,  ads- 
crita al  Departamento  de  Escuelas;  3.°,  una  Junta  de  Educa- 
ción en  cada  Departamento,  compuesta  de  cinco  vecinos  y 
presidida  por  el  Subdelegado.  Estas  Juntas  funcionaron  des- 
de Febrero  4  (1870). 

En  cada  distrito,  donde  el  censo  arrojase  la  cifra  de  cin- 
cuenta niños,  se  mandó  establecer  una  escuela. 

Del  importante  informe  del  Jefe  del  Departamento  de  Es- 
cuelas Don  Juan  D.  Godoy,  se  deduce  que  en  dicho  año  los 
niños  en  las  escuelas  ascendían  á  6,863,  que  el  Tesoro  Pro- 
vincial había  invertido  la  suma  de  32,829  pesos  bolivianos, 
habiendo  contribuido  el  Gobierno  Nacional  con  8,750  pesos, 
lo  que  hacía  un  gasto  de  5.82  pesos  por  cada  alumno  inscrito, 
y  7  por  cada  educando  según  la  asistencia  media. 

Al  siguiente  año,  el  Gobierno  de  la  Nación  ordenó  la  fun- 
dación de  la  Escuela  Superior  de  Varones,  é  invertía  en  el 
Colegio  Nacional  1,150  pesos  fuertes  en  sueldos;  1,000  para 
el  edificio  en  construcción  y  750  para  profesores  y  fomento 
del  laboratorio  metalúrgico  y  Museo  de.  mineralogía. 


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362  EL   PAÍS   DE   CUYO 


4.  —  En  cuanto  á  la  Provincia,  nos  economiza  hacer  una 
relación  de  su  estado  educacional  el  importante  cuadro  del 
Gefe  del  Departamento  Sr.  Godoy,  que  tantos  títulos  tiene 
adquiridos  al  respeto  y  consideración  pública  por  su  inteli- 
gente contracción  al  mejor  desempeño  de  las  funciones,  que 
con  tanto  acierto  se  le  confiaron. 

Ciudad,  con  8,356  habitantes:  6  escuelas  fiscales  y  8  par- 
ticulares, teniendo  una  escuela  por  cada  596  habitantes. 

Desamparados y  4,246  habitantes  con  2  escuelas  fiscales  y 
dos  particulares;  una  escuela  por  cada  1,061  habitantes. 

Concepción,  6,345  habitantes  con  5  escuelas  fiscales  y  4  par- 
ticulares; una  escuela  por  cada  705  habitantes. 

Santa  Lucía,  3,512  habitantes  con  3  escuelas  fiscales;  una 
escuela  por  1,170  habitantes. 

Trinidad,  5,253  habitantes  con  3  escuelas  fiscales  y  1  par- 
ticular: una  escuela  por  cada  1,313  habitantes. 

Pocito}  3,955  habitantes  con  2  escuelas  municipales  y  4 
particulares;  una  escuela  por  463  habitantes. 

Albardon,  2,924  habitantes,  con  2  escuelas  municipales  y 
cinco  particulares;  una  escuela  por  417  habitantes. 

Angaco  Norte,  3,095  habitantes  con  3  escuelas  fiscales  y  7 
particulares;  una  escuela  por  309  habitantes. 

Angaco  üud,  2,389  habitantes  con  3  escuelas  fiscales;  una 
escuela  por  794  habitantes. 

Caucete,  3,423  habitantes,  con  2  escuelas  fiscales  y  2  parti- 
culares; una  escuela  por  cada  806  habitantes. 

Zonda  y  Ullum,  844  habitantes  con  una  escuela  fiscal. 

Calinga*ta,  1,066  habitantes  con  una  escuela  fiscal. 

Valle  Fértil,  2,866  habitantes  con  3  escuelas  fiscales  y  5 
particulares;  una  escuela  por  353  habitantes. 

Jdchal,  12,054  habitantes  con  8  escuelas  fiscales  y  11  par- 
ticulares; una  escuela  por  cada  634  habitantes. 

Resumen:  población  de  la  Provincia,  60,328;  escuelas  93- 
de  las  que  51  eran  mixtas,  34  de  varones  y  8  de  niñas,  dando 
una  fracción  de  649  habitantes  por  cada  escuela,  y  un  tota* 
de  niños  educándose  de  6,873.  (Ap.  nota  núm.  30). 

De  las  escuelas  fiscales,  solo  cinco  funcionaban  en  edificios 
del  Gobierno. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  363 


En  1871  (Enero  28),  se  dictó  una  ley  autorizando  al  Go- 
bierno para  sostener  50  escuelas  fiscales  (solo  había  44),  y  fi- 
jando una  escala  de  sueldos  para  los  maestros  en  proporción 
al  número  de  alumnos. 

Esta  medida  fué  de  pésimos  resultados,  pues  daba  á  algunos 
maestros  una  renta  insuficiente  aun  para  sus  necesidades  mas 
premiosas,  sin  consideración  á  su  labor  y  competencia.  El 
fraude  abrió  ancha  puerta,  las  cifras  imaginarias  centuplica- 
ron las  verdaderas,  y  á  ese  paso,  San  Juan  hubiera  presenta- 
do el  raro  fenómeno  de  tener  mas  niños  en  sus  escuelas  que 
habitantes  en  todo  su  territorio,  por  lo  que  fué  necesario  su- 
primir la  ley  como  chocante  y  absurda,  restableciendo  la  anti- 
gua de  sueldos  fijos  y  proporcionados  á  la  competencia  y 
labor.  El  presupuesto  de  escuelas  en  1871  fué  de  77,525  pesos. 

Como  queda  demostrado,  la  Provincia  de  San  Juan  tiene 
un  presente  inmejorable  en  la  educación  pública,  y  su  porve- 
nir ofrece  ser  mejor;  sin  embargo,  aun  le  falta  mucho  que 
hacer  para  ir  adelante  en  materia  de  educación  primaria. 

Ademas  de  las  mejoras  posibles  y  muy  hacederas  que  de- 
jamos antes  indicadas,  podría  adelantarse  la  educación  pri- 
maria, haciendo  de  la  noble  profesión  del  magisterio  un  apos- 
tolado, un  cargo  público;  dignificarla  por  todos  los  medios 
posibles  y  rentar  mejor  á  los  encargados  de  difundirla.  Pro- 
veer estos  empleos  por  oposición,  así  en  lo  provincial  como 
en  lo  nacional,  única  garantía  de  idoneidad  y  competencia; 
crear  conferencias  de  maestros  para  mejoramiento  y  selección 
del  profesorado;  dictar  un  plan  general  de  educación,  im- 
plantando sistemas  y  métodos  de  enseñanza  adecuados,  racio- 
nales y  modernos  y  levantar  edificios  espaciosos,  ventilados 
y  cómodos  para  cada  escuela  pública. 

Al  cerrar  este  capítulo,  es  un  deber  de  justicia  hacer  men- 
ción especial  de  los  educacionistas  que  han  desempeñado  el 
Departamento  G-eneral  de  Escuelas,  señores  Juan  Godoy, 
Cirilo  Sarmiento  y  Vicente  García  Aguilera,  quienes  propa- 
garon y  fomentaron  la  educación  común  de  la  Provincia. 


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capitulo  m. 

Irrigación.  —  Irrigación  artificial.  —  2.  Hidrografía.  —  Rie- 
go por  canales  y  acequias.  —  Leyes  sobre  irrigación.  —  Ofici- 
nas del  ramo.  —  3.  Inundaciones  de  1833.  —  Obras  de  defen- 
sa. —  El  dique  San  Emiliano.  —  4.  Distribución  de  las  aguas. 
—  Sistema  de  compuertas  y  de  compartos. 


1.  —  El  caudal,  curso  y  distribución  de  las  aguas  para  la 
Provincia  de  San  Juan,  es  cuestión  capital  de  importancia 
en  el  presente;  es,  como  decía  el  Gobernador  Sarmiento  en 
su  mensaje  de  1862,  <  lo  que  la  sangre  para  el  cuerpo  humano, 
su  principio  vital.  De  ella  depende  la  subsistencia  de  todo,  y 
los  desórdenes  de  su  equitativa  distribución  producen  males 
iguales  á  los  que  en  la  política  la  anarquía,  y  en  la  salud  los 
excesos.» 

Efectivamente,  la  cuestión  aguas  viene  preocupando  á  San 
Juan  y  Mendoza  desde  antes  de  la  conquista,  y  es  un  hecho 
averiguado,  que  cuando  tuvo  lugar  la  fundación  de  estos 
pueblos,  ya  el  uso  de  las  acequias  estaba  en  práctica  por  los 
caciques  huarpes1,  sistema  de  riego,  ó  mejor  dicho,  modo  de 
regadío,  sin  sujeción  á  reglas  de  arte  ni  preceptos  racionales, 
sino  á  los  que  indicaba  el  declive  de  los  terrenos. 

Las  noticias  que  hemos  podido  obtener  sobre  la  irrigación 
de  Sau  Juan  son  muy  ambiguas,  y  sobre  todo,  muy  poco  abo- 
nadas, por  lo  que,  siguiendo  nuestro  plan  de  escribir  sobre  lo 
que  consta  en  los  archivos  de  San  Juan  y  Mendoza,  registra- 
dos con  paciente  labor  por  algunos  años,  solo  podemos  tratar 
esta  importante  materia  desde  principio  de  este  siglo. 


1  Cuando  Castillo  fundó  la  ciudad  de  Mendoza,  el   Cacique   Guaimallen, 
regaba  sus  campos  por  medio  de  acequias. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  365 


Ademas,  la  volubilidad  de  las  corrientes,  los  cambios  con- 
tinuos de  cauces  y  muchas  otras  razones  que  sería  largo  enu- 
merar, dificultan  mas  la  cuestión,  privándonos  de  fuentes 
preciosas  que  aquéllas  podían  ofrecer  al  observador.  Los  ar- 
chivos mismos  que  hemos  registrado  con  una  constancia  & 
toda  prueba,  nos  ofrecen  muy  poca  cosa  por  el  abandono  en 
que  se  han  hallado  por  muchos  años,  y  el  largo  uso  hecho  de 
sus  legajos  para  la  formación  de  cartuchos  en  las  maestranzas 
de  la  barbarie. 

Daremos  pues  las  escasas  noticias  que  hayamos  podido  con- 
seguir. 

Lo  primero  que  encontramos  sobre  la  irrigación  en  la  Pro- 
vincia, es  una  nota  de  Agosto  17  de  1811,  dirigida  por  el  Ca- 
bildo á  la  Junta  Subalterna  de  Ciudad,  pidiéndole  nombre  un 
representante  suyo  que,  asociado  á  la  comisión  que  aquél  te- 
nía nombrada,  se  procediese  á  inspeccionar  el  lugar  mas  có- 
modo para  el  nuevo  cauce  del  Rio. 

Por  est$  noticia  se  ve  que  la  ciudad  de  San  Juan,  siempre 
amenazada  por  las  creces,  y  víctima  mas  tarde  (1834)  del 
Rio,  preocupaba  á  nuestras  autoridades  desde  principios  del 
siglo,  y  les  compelía  á  pensar  siquiera  en  desviar  el  curso  de 
las  aguas,  que  con  ese  simple  hecho  ofrecía  la  fertilidad  de 
otros  campos  y  regadío  de  suelos  vírgenes  aun. 

En  4  de  Setiembre  del  mismo  año,  el  pueblo  celebró  á  Ca- 
bildo abierto  un  acuerdo  sobre  la  mutación  del  Rio,  nombran- 
do en  consecuencia  una  comisión  informativa  que  dictamina- 
se sobre  el  asunto  en  cuestión. 

La  comisión  se  expidió,  dando  lugar  á  un  acuerdo  del  Ca- 
bildo el  dia  13,  en  el  que  se  dice,  tmediante  un  informe  de  la 
comisión  en  el  que  se  apoya  la  utilidad  que  el  pueblo  pres- 
cindió en  su  acta  de  4  del  presente,  resuelve  proceder  al  em- 
prendimiento  de  la  obra  sobre  la  mutación  del  Rio,  quedan- 
do su  ejecución  á  la  oportunidad  de  tiempo,  y  las  demás  con- 
secuciones al  arbitrio  del  señor  Teniente  Gobernador,  á  quien 
se  le  previene  que  el  Cabildo,  en  caso  de  déficit  de  útiles, 
contribuirá  con  nueve  pesos  diarios  por  quiuce  dias,  de  rentas 
de  propios.» 


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Á 


366  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Esta  obra  en  proyecto  no  tocó  la  realidad  hasta  muchos 
años  después,  como  se  verá  mas  adelante;  y  la  Ciudad  y  De- 
partamentos siguieron  en  sus  alternativas  de  abundancia  ó 
carestía  del  indispensable  elemento,  según  las  lluvias  y  des- 
hielos en  la  Cordillera. 

Las  necesidades  creadas  por  la  sequía  ó  falta  de  agua, 
hizo  mas  de  una  vez  ocurrir  hasta  el  expediente  de  la  aper- 
tura de  pozos  de  balde,  trabajos  que  en  1816  se  emprendieron 
sin  resultado  favorable  en  la  ciudad  y  travesías  del  Norte,  en 
los  lugares  de  Medauitos  y  Palo  Parado.  Los  pedáneos  de  Já- 
chal,  en  nota  de  Abril  26  (1817),  dan  cuenta  de  trabajos  idén- 
ticos ejecutados  en  aquella  población,  diciendo:  «Se  ha  tra- 
bajado un  mes,  y  se  está  siguiendo,  pero  sin  esperanza  de 
alcanzar  agua:  han  tocado  arena  y  piedra  suelta,  y  están 
en  grandes  riesgos  de  que  se  desmorone  algún  pedazo  y  mate 
alguno  de  los  peones  que  están  á  diez  ó  doce  estados  de  hon- 
duras» l. 

2.  —  Antes  de  seguir  adelante  y  sin  pretensiones  de  ha- 
cer un  estudio  hidrográfico,  como  lo  exige  el  conocimiento 
preciso  de  las  corrientes,  su  nacimiento,  curso,  confluencias, 
dirección,  caudal,  declive,  desagües,  etc.,  etc.,  vamos  á  indi- 
car el  número  de  ríos,  arroyos  y  otras  corrieutes  que  tiene  la 
Provincia  para  el  mejor  conocimiento  de  nuestro  estudio 
posterior. 

La  Provincia  de  San  Juan  cuenta  con  doce  ríos,  cuarenta 
y  tres  arroyos,  y  mas  de  mil  aguadas  y  manantiales,  de  los 
que  pasamos  á  dar  una  noticia  en  extracto. 

Rio  de  Los  Patos. — Nace  en  los  nevados  del  Aconcagua,  y 
después  de  una  dirección  varia  que  lleva  en  su  curso,  des- 
ciende al  hermoso  Valle  de  los  Patos  y  enseguida  al  de  Caliu- 
gasta;  rompe  después  varios  sistemas  de  montañas,  siendo 


1  Esta  medida  española,  empleada  para  medir  las  profundidades,  equi- 
vale á  la  estatura  regular  de  un  hombre;  esto  es,  cinco  pies  y  pulgada»; 
asi,  la  hondura  referida  es  próximamente  de  veinte  á  veinte  y  cuatro  va- 
ras castellanas. 


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el  país  de  cuyo  367 


las  principales  las  del  Tontal  y  Zonda,  y  se  descuelga  sobre 
el  valle  de  San  Juan,  donde  toma  este  nombre  después  de  un 
curso  desde  su  origen  de  mas  de  doscientas  leguas.  Sus 
afluentes  son  los  ríos  de  Castaño,  Leoncito,  Calingasta, 
Papagallos,  etc.,  etc. 

Su  caudal  de  aguas  que,  como  veremos  después,  fertiliza 
todo  el  gran  valle  de  San  Juan,  disminuye  de  tal  manera,  que 
al  faldear  la  sierra  del  Pie-Palo,  ha  disminuido  en  nueve  dé- 
cimos para  desaguar  algunas  veces  en  las  Lagunas.  Sus 
aguas  llenas  en  general  de  ocres  rojizos,  sirven  para  engrosar 
los  terrenos  pedregosos  y  darles  una  fertilidad  media  de  80  á 
100.  En  su  dilatado  curso,  facilita  el  cultivo  de  mas  de  cua- 
renta mil  cuadras  de  alfalfares,  cerca  de  seis  mil  en  cereales 
y  mas  de  ti  es  mil  en  viñedos  y  arboledas,  lo  que  da  un  total 
como  de  cincuenta  mil  cuadras  de  riego  y  cultivo.  Su  desa- 
güe sobre  la  Laguna  del  Rosario  forma  la  famosa  pesquera 
que  goza  de  tanto  renombre  por  la  esquisita  trucha  que  pro- 
duce1. 

Rio  de  Jáchal. — Es  el  segundo  de  la  Provincia,  nace  en  las 
cordilleras  de  Colangüí  y  recorre  un  espacio  de  mas  de  trein- 
ta leguas,  donde  pierde  casi  todo  el  caudal  de  sus  aguas  en  el 
riego  de  mas  de  seis  mil  cuadras  de  labranza,  que  tiene  el  pue- 
blo de  su  nombre;  tiene  varios  afluentes,  siendo  los  principa- 
les los  pequeños  ríos  de  Colangüí,  San  Guillermo,  Blanco, 
Negro  y  muchos  otros  de  menor  importancia  que  acrecen  su 
caudal  hasta  su  desagüe  en  el  Rio  Bermejo. 

Los  demás  ríos  son  de  menor  importancia,  y  nos  economi- 
za entrar  en  sus  detalles,  por  lo  que  nos  limitaremos  á  su  sim- 
ple nomenclatura  y  cualidades  mas  resaltantes. 

Rio  de  Huaco,  notable  por  sus  aguas  termales;  el  de  Valle 
Fértil  que  alimenta  el  cultivo  de  aquella  población;  los  de 
Usno,  Tumanas,  Astica,  Huerta,  Bermejo8  y  Palca  al  Norte 
de  la  Provincia;  y  al  Oeste  les  afluentes  del  de  Los  Patos  que 


1  En  1856,  estas  Lagunas  llegaron  á  ser  navegables,  y  en  1872  se  halla- 
ban completamente  secas  para  llenarse  nuevamente.— N.  E. 
*  Casi  siempre  seco. 


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368  EL  PAÍ8  DE   CUYO 


son:  rio  de  Castaño,  Leoncito,  Calingasta,  Papagallos  y  otros 
inferiores. 

Los  arroyos  que  contribuyen  en  mayor  escala  para  el  cul- 
tivo, son:  los  de  Pismanta  (aguas  termales),  Iglesia,  Huachi, 
Conconta,  Punta  del  Agua,  Tudcum  y  Hualilan1  al  Norte;  al 
Sud,  los  de  Acequión,  Berros,  Cieneguita,  Huanacache,  Ca- 
ñada Honda  y  otros,  siendo  estos  tres  últimos  los  principa- 
les por  los  cultivos  que  alimentan  y  especialmente  el  de  Cie- 
neguita, por  los  famosos  baños  medicinales  conocidos  con  el 
nombre  de  Baños  del  Sud.  Al  oriente  hay  los  arroyos  de  Agua 
Negra1  Cochagual  y  Cerrillos  que  quedan  algo  al  Sudeste  de 
la  Provincia,  y  muchos  otros  que  precisarían  un  estudio  es- 
pecial. Al  Oeste  se  encuentra  el  famoso  arroyo  de  Zonda  que 
forma  los  baños  sulfurosos  de  este  nombre;  y  en  su  curso  so- 
bre la  ciudad,  los  del  Marquesado  hasta  su  desagüe  sobre 
el  gran  canal  del  Pocito  que  corre  al  Sud. 

Siguiendo  con  nuestro  plan  de  estudios  sobre  los  diversos 
sistemas,  modos  y  tiempo  de  la  irrigación  en  la  Provincia, 
volvemos  á  la  época  antes  referida  en  que  la  distribución  de 
las  aguas  comienza  á  hacerse  con  sujeción  á  las  reglas  del 
arte. 

En  1818,  el  Teniente  Gobernador  Don  José  Ignacio  de  la 
Boza,  de  acuerdo  con  el  Intendente  de  Cuyo,  Luzuriaga,  y 
del  Cabildo  de  San  Juan,  se  propuso  dotar  de  agua  los  terre- 
nos llamados  del  Pocito,  que  en  su  mayor  parte  eran  pedre- 
gales sin  la  menor  vegetación.  Llamado  de  Mendoza  Don 
José  Herrera,  que  tenía  fama  de  competente  y  tal  vez  título 
de  perito  en  la  materia,  la  Roza  celebró  con  aquel  un  contrato 
en  24  de  Agosto  (1818)  por  el  que  se  convino  en  lo  siguiente: 


1  Pequeño  arroyo  que  nace  en  el  lugar  de  ese  nombre  y  que  9irve  úni- 
camente para  el  uso  del  gran  establecimiento  minero  de  que  trataremos 
en  el  capítulo  siguiente. 

$  Este  arroyo  nace  á  una  legua  al  Sud-este  de  la  oiudad;  y  en  su  cur- 
so al  Oriente,  de  varias  leguas,  forma  los  excelentes  baños  de  Piedritas, 
Florida.  Chaparro  y  otros  varios  á  que  concurre  la  mayor  parte  de  la 
población  de  ciudad  en  la  estación  del  verano- 


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EL   PAÍ9   DE   CUYO  369 


1.°  Don  José  Herrera  es  obligado  á  traer  el  agua  desde  el 
Cerro  Blanco  hasta  el  Estero,  y  de  aquí  sacarla  por  delante  del 
horno  de  quemar  cal,  sito  en  la  quebrada  de  Zonda  é  introdu- 
cirla al  pedregal  por  la  punta  de  La  Tosca,  que  se  halla 
inmediata  á  la  puerta  de  la  posesión  de  Doña  María 
Francisca  Cortínez,  y  desde  allí  al  Sud,  á  enfrentarla  parale- 
lamente al  Pocito  y  por  donde  convenga  al  aumento  de  los 
terrenos. 

2.°  Que  dicha  acequia  tendrá  de  ancho,  desde  la  toma  del 
Estero,  hasta  legua  y  media  distante  de  la  puerta  de  la  ante- 
rior posesión,  cinco  varas  y  una  de  fondo;  y  desde  este  punto 
hasta  el  confín  de  la  misma  acequia,  llevará  cuatro  solamente 
pero  siempre  igual  fondo. 

3.°  Que  en  el  término  de  un  año,  es  obligado  á  dar  con- 
cluida la  mencionada  acequia  con  una  toma  tal,  cuya  firmeza 
sea  á  satisfacción  del  Gobierno. 

4.°  Que  el  Gobierno  por  su  parte  es  obligado  á  satisfacer 
la  cantidad  de  cinco  mil  doscientos  pesos  del  ramo  popular 
en  que  ha  convenido  el  dicho  Herrera,  y  á  darle  por  una  sola 
vez  y  por  el  término  de  seis  meses  un  alfalfar  que  corra  de 
cuenta  del  indicado  Herrera. 

5.°  Que  también  es  obligado  el  Gobierno  á  darle  veinte  y 
cinco  peones  mientras  durase  la  obra,  los  cuales  serán  satis- 
fechos por  Herrera  al  jornal  acostumbrado  en  el  país. 

Esta  acequia,  cuya  extensión  debía  tener  mas  de  cinco  le- 
guas por  terrenos  pedregosos  y  en  algunas  partes  por  sobre 
rocas  que  había  necesidad  de  hacer  saltar  á  pólvora,  estaba 
indudablemente  mal  abonada  por  el  contrato,  aunque  en  aque- 
llos tiempos  el  jornal  de  un  peón  de  azada  no  pasaba  de  real 
y  medio  (12  cents,  fuertes). 

Se  dio  cuenta  á  la  Intendencia  y  se  le  adjuntó  copia  de  la 
contrata  que  dejamos  transcrita,  y  Luzuriaga  se  trasladó,  en 
su  consecuencia,  á  San  Juan  para  inspeccionar  el  lugar  de  la 
obra  y  prestarle  su  asentimiento  ó  conformidad  (Setiembre 
24).  Hecho  el  examen  que  duró  dos  dias,  se  modificó  el  con- 
trato, conviniendo  en  sacar  la  toma  desde  el  punto  ya  ci- 
tado, La  Tosca,  en  via  recta  á  las  tierras  del  Pocito,  agregan- 

24 


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i 


370  el  país  de  cuyo 


dose  nuevas  cláusulas  de  modificación  ó  ampliación  al  citado 
convenio  en  los  términos  siguientes: 

1.°  El  expresado  Don  José  Herrera  es  obligado  á  sacar  la 
toma  del  rio  por  La  Tosca,  y  conducirla  al  Sud  hasta  los  te- 
rrenos del  Pocito,  asegurando  ésta  con  la  posible  firmeza  y 
estabilidad. 

2.°  Que  dicha  acequia  ha  de  tener  desde  su  origen  la  an- 
chura de  cinco  varas  hasta  la  distancia  de  legua  y  media,  y 
de  allí  para  adelante  cuatro  varas,  teniendo  el  fondo  de  una 
vara  de  agua  en  la  altura  de  los  pedregales,  y  que  esta  cami- 
ne recta  al  Sud  y  se  introduzca  en  los  terrenos  del  Estado. 

3.°  Que  dicha  acequia  la  ha  de  bordear  á  la  parte  del  orien- 
te (ciudad),  y  que  en  el  término  de  un  año,  contado  desde  su 
primer  contrato,  la  ha  de  dejar  corriente  y  asegurada  á  satis- 
facción del  Gobierno. 

Este  trabajo  quedó  concluido  en  los  términos  arriba  expre- 
sados, y  desde  entonces,  la  irrigación  del  Pocito  siguió  su 
marcha  de  crecimiento,  llegando  á  ser  modelo  del  ramo  para 
los  demás  departamentos  que  no  hicieron  mas  que  imitar. 

Angaco  fué  también  dotado  de  un  canal  matriz,  aunque 
muy  inferior  al  que  dejamos  mencionado. 

En  1824  (Agosto  6),  durante  el  Gobierno  de  Carril,  se  dictó 
una  buena  ordenanza  sobre  distribución  y  uso  de  las  aguas, 
que  ha  servido  de  base  á  las  leyes  dictadas  posteriormente 
sobra  la  materia. 

Por  aquella  ordenanza,  constante  de  trece  artículos,  se  dis- 
puso el  reparto  de  aguas  por  medio  de  compuertas  y  por 
cantidad  de  grados1  en  relación  al  gravamen  de  impuesto  y 
pensión  en  la  obra  de  los  canales  matrices  de  regadío,  creán- 
dose las  autoridades  necesarias  para  el  ramo;  se  reglamentó 
el  uso  del  agua  y  se  establecieron  las  penas  que  garantiesen 
su  observancia,  etc.,  etc. 

En  Julio  8  del  siguiente  año,   se  dictaron  nuevas  disposi- 


1  Un  grado  de  agua  es  la  cantidad  que  pasa  por  la  abertura  de  la  com- 
puerta formada  de  treinta  y  seis  pulgadas  de  ancho,  y  dos  de  altura  en 
corriente  nivelada. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  371 


ciernes  sobre  el  uso  del  agua  en  la  ciudad;  se  reglamentó  la 
construcción  y  conservación  de  puentes  urbanos  y  rurales; 
la  conservación  y  policía  de  canales,  y  la  forma  y  cuota  con 
que  se  debía  concurrir  para  estas  obras,  de  conformidad  á  la 
extensión  y  situación  de  los  fondos  en  cuyo  beneficio  se  ha- 
cían dichas  obras. 

Después,  nada  se  hizo  en  favor  de  la  irrigación  y  agricul- 
tura. La  Provincia  continuó  sujeta  á  las  aterrantes  inunda- 
ciones producidas  por  las  crecientes,  á  la  escasez  que  hizo 
perder  muchas  sementeras  por  la  sequía  ocasionada  por  los 
desbordamientos  y  cambios  de  cauces  del  rio  y  acequias  prin- 
cipales. 

La  triste  experiencia  de  los  aluviones  y  crecientes  que 
inundaron  la  ciudad  y  Departamentos  por  los  años  1802  á 
1804  y  1817,  aun  no  habían  curado  la  indolencia  de  pueblo  y 
gobierno,  por  lo  que  el  rio  que  corre  de  Noroeste  á  Sudoeste, 
dirigiéndose  después  al  Este  con  gran  declive  sobre  la  ciudad, 
era  hasta  entonces  una  amenaza  de  mas  ó  menos  importancia, 
según  las  contingencias  de  la  estación  ó  probabilidades  del 
peligro. 

3.  —  En  los  últimos  dias  de  Enero  de  1833,  las  lluvias  so- 
bre las  cordilleras  y  los  deshielos  violentos  producidos  por 
una  temperatura  de  fuego,  comenzaron  á  hacer  sentir  sus 
efectos  por  grandes  aluviones  que  arrastraba  el  rio  y  por  la 
cantidad  de  ocre  que  hacía  de  las  aguas  verdaderos  torrentes 
de  barro.  Los  canales  fueron  estrechos  para  contener  el  in- 
menso caudal  de  agua  que  la  hacía  rebalzar,  los  que  en  segui- 
da se  cegaron;  y  las  corrientes,  perdiendo  su  cauce  establecido, 
se  derramaron  en  diversas  direcciones.  La  alarma  de  un  pe- 
ligro inminente  produjo  el  pánico  en  toda  la  ciudad. 

Nombróse  una  Comisión  Conservadora  de  la  salud  publi- 
ca y  se  tomaron  serias  medidas  de  precaución. 

Todo  fué  en  vano.  En  los  primeros  dias  de  Enero,  las  ace- 
quias del  Pocito  se  desbordaron  y  un  torrente  impetuoso,  de- 
vastador, atropella  la  ciudad,  formando  en  su  corriente  espan- 
tosas cataratas,  cuyo  ruido  ensordecedor  aterroriza  á  la  des- 
graciada población. 


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é 


372  EL  PAÍS   DE   CUYO 


Las  calles  se  convierten  en  rios,  las  casas  se  desploman,  los 
templos  (San  Agustín)  se  derrumban,  formando  en  sus  caídas 
vorágines  terribles  por  las  aguas  que  se  arremolinan  y  sepul- 
tan en  sus  entrañas  cuanto  les  opone  resistencia;  la  aduana 
se  vé  envuelta  entre  murallas  de  agua  que  le  arrebatan  los 
archivos  y  cuanto  hallan  en  su  curso;  la  gente  aterrorizada 
huye,  y  el  plañidero  sonido  de  las  campanas  que  tocan  roga- 
tivas en  toda  la  población,  aumentan  el  pavor;  los  muebles  son 
arrastrados  por  las  calles  on  alas  de  la  corriente,  y  todo  en 
fin,  hace  presumir  que  la  ciudad  de  San  Juan  va  á  ser  borra- 
da del  mapa  de  los  pueblos  por  la  asoladora  inundación.  (Ene- 
ro 3  de  1834). 

Por  fortuna,  aquella  tremenda  avalancha  que  barre  cuanto 
encuentra,  pasa  dejando  las  terribles  huellas  de  su  obra; 
los  presos  de  la  cárcel  pública  son  destinados  á  pescar  mue- 
bles y  trastos  que  en  confuso  torbellino  ruedan  entre  las 
aguas,  mezclados  con  los  legajos  de  los  archivos  públicos, 
cuando  el  furor  de  la  corriente  permitía  que  aquellos  pudie- 
sen andar  par  las  calles  con  el  agua  d  la  cintura. 

Era  preciso  una  lección  tan  severa  para  que  en  adelante 
se  tratase  de  estudiar  las  corrientes,  dividir  las  aguas  y  dis- 
tribuirlas á  los  Departamentos  en  beneficio  de  la  agricultura1. 

El  Gobierno  emprendió  obras  defensivas  de  la  ciudad  sobre 
el  rio,  y  este  fué  el  origen  del  famoso  dique  de  San  Emiliano 
de  que  nos  hemos  ocupado  en  el  capítulo  anterior.  Desviado  el 
rio  de  su  cauce  primitivo,  se  aprovechó  la  ocasión  de  hacer 
grandes  tomas  ó  compartos,  y  los  departamentos  del  Norte 
se  vieron  dotados  de  grandes  canales  que  han  centuplicado 
su  antes  mezquina  labranza. 


*  Hasta  hoy  es  una  preocupación  constante  de  pueblo  y  gobierno.  Se 
trabaja  siempre  en  la  defensa  de  la  ciudad  y  departamentos  del  Norte. 
Se  ha  prolongado  el  dique  San  Emiliano,  construido  el  dique  nivelador  y 
compartidor  de  las  aguas  y  uno  en  la  boca  de  la  quebrada  de  Zonda, 
como  también  un  puente  sobre  el  rio  para  que,  en  caso  de  grandes  ave- 
nidas, no  se  interrumpa  la  comunicación  con  aquellos  Departamentos. 

Últimamente  el  Congreso  Nacional  ha  votado  la  suma  de  50,000  pesos 
para  estudios  de  embalses  sobre  el  rio.— X.  E. 


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EL  PAÍS   DE   CCYO  373 


Desde  entonces  hasta  1858,  nada  se  hizo  para  mejorar  la 
irrigación  de  la  Provincia,  con  exepcion  de  un  Reglamento 
general  del  ramo  que  se  dictó  en  16  de  Enero  de  1851,  por 
«1  que  se  creaba  una  Inspección  central  y  Comisiones  depar- 
tamentales para  la  irrigación  y  agricultura:  este  reglamento 
no  se  puso  en  vigencia. 

En  1836,  el  caudal  de  las  aguas  del  Rio  de  San  Juan  había 
crecido  en  tan  grandes  proporciones,  que  el  paso  á  los  De- 
partamentos del  Albardon,  Angaco  y  Caucete  solo  podía 
practicarse  por  medio  del  balsas.  Su  profundidad  media  lle- 
gó á  dos  metros,  lo  que  hizo  concebir  la  posibilidad  de  una 
comunicación  fluvial  entre  esta  Provincia  y  la  de  Mendoza. 
Un  señor  A.  Saillard,  de  nacionalidad  francesa,  llevó  á 
.  cabo  el  atrevido  pensamiento,  construyendo  una  lancha  que 
bautizó  tGeneral  Benavides»,  destinada  á  la  exploración  de 
la  via  que  ya  preocupaba  los  espíritus;  sobre  todo,  iba  á  repe- 
tirse un  estudio  de  las  Lagunas  que  desde  1789,  en  que  lo 
ejecutaron  Amigorena,  Palacios  é  Iguanzó,  no  se  había  he- 
cho hasta  entonces,  de  modo  que  las  importantísimas  pesque- 
ras eran  muy  poco  conocidas,  á  no  ser  por  sus  pobladores. 

El  9  de  Noviembre  partió  Saillard  del  cPaso  del  Rincón 
Cercado»,  frente  al  Departamento  de  Caucete,  remontó  el 
arroyo  de  Cochagual  hasta  su  desagüe  en  la  laguna  del  Por- 
tezuelo (la  mas  accidental  de  la  serie  de  lagunas),  y  desde  allí 
continuó  sus  exploraciones  por  la  costa  del  Tulumaya,  resul- 
tando de  este  estudio  la  posibilidad  de  la  navegación  y  co- 
municación entre  ambas  provincias,  aunque  eran  necesarios 
trabajos  de  canalización  en  un  trayecto  como  de  veinte  le- 
guas. 

Referimos  este  hecho  de  que  se  ocupó  la  prensa  de  ambas 
Provincias,  para  comprobar  la  irregularidad  en  el  caudal  de 
aguas  de  nuestros  ríos,  y  ofrecerlo  en  contraste  con  el  actual 
«estado  del  de  Sar  Juan  (1872),  en  que  las  Lagunas  están 
completamente  secas  y  sus  aguas  no  llegan  ni  hasta  frente 
a  Caucete. 

En  8  de  Mayo  de  1858,  la  Legislatura  de  la  Provincia  dic- 
tó un  reglamento  de  irrigación  y  agricultura,  constante  de 


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374  EL   PAlS   DE   CUYO 


cuarenta  y  nueve  artículos,  y  por  el  cual  se  creó  un  Departa- 
mento General  encargado  la  irrigación,  canalización  y  agri- 
cultura. 

Se  dividió  el  territorio  de  la  Provincia  en  tantas  secciones 
como  eran  los  departamentos,  y  se  crearon  juntas  locales  que 
debían  confeccionar  su  respectivo  reglamento  de  los  ramos 
indicados. 

4.  —  Esta  nueva  organización,  que  libraba  á  los  Departa- 
mentos el  mejor  orden  y  régimen  sobre  la  repartición  y  usa 
de  las  aguas,  radicó  por  fin  un  sistema,  si  así  podemos  lla- 
marlo. 

Todos  los  Departamentos  organizaron  sus  Comisiones  y 
dictaron  su  reglamento,  según  sus  conveniencias,  en  atención 
á  sus  necesidades,  adoptando  un  plan  general  de  regadío  á 
que  solo  se  sustrajo  el  Pocito  y  de  lo  cual  hablaremos  mas 
adelante. 

Por  el  artículo  30  de  la  citada  ley,  se  declaró  el  agua  de  los 
ríos  y  arroyos  de  propiedad  pública,  destinada  preferente- 
mente á  la  agricultura. 

Creóse  en  la  Villa  de  Jáchal  un  Sub-Inspector  del  ramo,  y 
se  dictaron  otras  disposiciones  reglamentarias  de  gran  inte- 
rés, que,  para  su  inserción  y  crítica  en  este  lugar,  necesitaría- 
mos mas  espacio  del  que  disponemos,  dado  el  plan  de  esta 
obra. 

Durante  el  gobierno  de  Sarmiento  se  hicieron  formales  es- 
tudios para  la  mejor  dirección  de  los  canales,  nivelaciones, 
y  desecación  de  pantanos  ó  terrenos  fangosos,  que  los  hay  en 
gran  número  en  Angaco  y  Majadita. 

El  Departamento  Topográfico,  bajo  la  dirección  del  inge- 
niero G-rothe,  hizo  la  rectificación  de  los  grandes  errores  co- 
metidos en   la  arbitraria  dirección  de  los  canales. 

En  1864,  bajo  el  laborioso  gobierno  de  Don  Camilo  Rojor 
la  irrigación  recibió  nuevo  impulso,  y  se  hizo  un  estudio  pre- 
ferente para  evitar  las  infiltraciones  y  otros  desperdicios  de 
las  aguas,  que  comenzaban  á  disminuir  sensiblemente  en  la- 
Provincia;  y  en  4  de  Setiembre  (1866),  se  dictó  una  ley  regla- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  375 


mentando  su  uso  proporcional,  conforme  al  terreno  de  cultivo 
denunciado  y  empadronado  para  el  impuesto  fiscal. 

Por  los  artículos  3  y  4  de  esta  ley,  se  disponía  los  siguiente: 
«  Asígnase,  por  ahora,  setenta  y  dos  pulgadas  cuadradas  de 
agua  corriente  sobre  un  desnivel  de  dos  centímetros  por  me- 
tro de  largo,  y  que  se  denominaría  grado  para  cuarenta  cua- 
dras de  regadío.  La  proporción  de  la  medida  del  grado  será 
una  vara  castellana  de  ancho  por  dos  pulgadas  de  alto.» 

En  este  año  quedaron  definitivamente  en  entera  observan- 
cia los  sistemas  de  regadío,  que  pasamos  á  explicar. 

El  de  compuertas y  seguido  por  todos  los  Departamentos, 
con  excepción  del  Pocito,  toma  el  agua  por  la  cabecera  del 
terreno  entre  el  canal  general  y  la  acequia  regadora,  ponien- 
do la  compuerta  en  el  primero,  y  haciendo  rebalsar  el  agna 
hasta  que  sube  al  terreno  que  va  á  regarse. 

Este  represamiento  produce  embanques  de  arena  y  arcilla, 
y  reveniciones  en  los  terrenos  por  las  infiltraciones  á  que  da 
lugar  la  rebalsa  y  quietud  del  agua.  Además  de  estos  defec- 
tos, añádase  la  imposibilidad  de  una  distribución  equitativa, 
porque  solo  se  tiene  en  vista  la  sección  transversal,  sin  tomar 
en  cuenta  la  velocidad  de  la  corriente  por  razón  del  declive 
de  la  acequia  regadora,  ni  el  roce  del  agua  contra  las  paredes 
de  la  compuerta,  ni  en  fin,  la  presión  en  el  canal  general 
sobre  la  acequia  regadora  por  la  mayor  altura  en  que  ella  se 
encuentra. 

El  sistema  de  comparto,  adoptado  por  el  Departamento  del 
Pocito,  consiste  en  un  trabajo  de  calicanto  sobre  la  acequia 
regadora,  que,  consultando  la  altura  del  terreno,  da  curso 
libre  al  agua.  Establecida  la  proporcionalidad  de  ancho,  al- 
tura del  agua  y  su  velocidad,  tiene  ésta  un  curso  continuo 
que  cesa  cuando  es  necesario  por  una  compuerta  en  la  ace- 
quia regadora,  lo  que  no  solo  lo  hace  superior  por  su  senci- 
llez, sino  que  le  da  superioridad  sobre  el  sistema  de  com- 
puertas por  razones  de  economía  y  solidez;  esto  sin  contar 
que  la  compuerta  se  presta  para  el  robo  del  agua  por  el  fal- 
seamiento de  candados,  roturas  de  tablas,  agujeros,  etc.,  que 
son  la  causa  de  un  semillero  de  pleitos  en  los  Departamentos 
agrícolas  de  la  Provincia. 


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376  EL   PAÍ8   DK   CUYO 


En  Julio  19  del  año  69,  dictóse  una  ley  reglamentaria  para 
la  percepción  de  los  impuestos  de  irrigación;  en  Agosto  13 
se  creó  una  ordenanza  para  el  mejor  arreglo  de  les  canales 
públicos,  prohibiéndose  construir  puentes  de  madera  en  los 
canales  de  riego  y  desagüe,  y  ordenándose  que  su  construc- 
ción se  hiciera  sobre  bases  de  calicanto  con  cubiertas  de 
piedra  canteada. 

A  estas  importantes  mejoras  realizadas  por  el  Gobierno  de 
Carril  (José  María),  siguieron  otras  que  mas  directamente  ve- 
nían á  innovar  con  ventaja  el  sistema  de  irrigación,  dándole 
la  debida  importancia  que  debía  tener  en  la  vida  económica 
de  la  Provincia. 

En  Setiembre  22  de  1869,  se  estableció  un  comparto  gene- 
ral en  la  Puntilla  ó  Boca  del  Rio  para  las  aguas  que  riegan 
las  secciones  agrícolas  del  Valle  de  San  Juan,  creándose  para 
su  costo  un  impuesto  de  dos  reales  por  cuadra  (20  centavos)- 

En  20  de  Diciembre  del  mismo  año,  se  adscribió  al  Depar" 
tamento  de  Irrigación  dos  ingenieros,  reasumiendo  en  éste 
al  Departamento  de  Obras  Públicas. 

Se  establecieron  las  Juntas  de  Irrigación  en  los  Departa- 
mentos, bajo  la  presidencia  del  Subdelegado,  que  vino  así  á 
centralizar  en  los  agentes  del  Poder  Ejecutivo  las  funciones 
libradas  puramente  á  la  elección  directa  del  vecindario. 

Las  atribuciones  y  facultades  de  dichas  Juntas,  dióles,  en 
gran  parte,  el  carácter  de  cuerpos  municipales,  pero  solo  en 
el  carácter  especial,  que  es  objeto  de  este  capítulo. 

Conocen  en  todo  aquello  que  es  de  interés  general  ó  colec- 
tivo de  la  localidad,  en  cuanto  á  distribución  de  las  aguas  de 
riego,  apertura  de  canales,  policía  y  percepción  de  los  im- 
puestos y  multas  del  ramo,  etc. 

En  cuanto  á  la  distribución  de  agua  á  los  Departamentos, 
se  hace  en  proporción  al  total  de  terrenos  de  labranza  denun- 
ciados y  empadronados  por  el  empleado  especial,  á  cuyo  car- 
go se  encuentra  el  gran  comparto  de  la  Puntilla  por  orden 
recibida  de  la  Inspección  General. 

Estos  grandes  canales  de  los  Departamentos  se  subdivi- 
den   en   su    curso   en   ramos   parciales,  que  por  numerosas 


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EL   PAÍS   DE   OÜYO  377 


acequias  regadoras  reparten  el  agua  á  las  propiedades  parti- 
culares, en  la  proporción  de  grados  correspondientes  al  cul- 
tivo por  el  que  se  paga  impuesto. 

A  los  Departamentos  se  acuerdan  dos  grados  y  medio  por 
cada  manzana  formada  de  cien  cuadras  cuadradas,  ó  sea, 
ciento  ochenta  y  dos  pulgadas  cúbicas  de  agua.  Esta  canti- 
dad se  aumenta  cuando  el  estado  del  Rio  lo  permite,  y  en  los 
tiempos  de  escasez  ó  sequía,  se  disminuye  hasta  autorizar  el 
turno,  que  consiste  en  proratear  el  uso  del  agua  por  seccio- 
nes y  por  tiempo  determinado. 

En  la  población  urbana,  el  agua  tiene  su  curso  permanente 
por  medio  de  los  nueve  canales  que  la  atraviesan.  Los  pechos 
se  reducen  á  la  saca  de  los  canales  y  atención  de  las  toman 
generales,  que  están  á  cargo  de  los  respectivos  cuarteles. 

Esto  es  cuanto  podemos  decir  sobre  la  distribución  de  las 
aguas  en  la  Provincia;  y  de  desear  sería  que  el  Gobierno  y 
el  pueblo  todo,  conociendo  la  uecesidad  de  los  grandes  plan- 
tíos y  arboledas  que  tanto  protejen,  ó  mejor  dicho,  provocan 
las  lluvias,  creasen  bosques  artificiales  por  medio  de  planta- 
ciones en  las  playas  del  Rio,  que  en  su  largo  curso  pierde 
una  gran  zona  de  terreno  por  la  volubilidad  de  su  corriente 
y  cambio  continuo  de  su  cauce. 


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i 


CAPÍTULO  IV. 


1.  Minería. — La  tradición. — La  industria  minera. — Metalurgia  — 
Leyes  sobre  minería.  —  3.  Distritos  mineros. — Sociedad  An- 
glo  Argentina.  —  4.  El  carbón  de  piedra.  —  5.  Orografía. 
—  6.  La  moneda. 


1.  —  El  origen  de  la  minería  en  San  Juan,  como  arte  de 
la  extracción  de  los  metales,  no  puede  tener  un  tiempo  fijo 
asignado  en  la  vida  de  este  pueblo. 

Se  podría  asegurar  que  esta  industria  ha  tenido  muchos 
períodos  de  grandes  alternativas,  que  se  refieren  á  dos  épocas. 
La  primera  debe  atribuirse  á  la  dominación  huarpe)  interpre- 
tada al  amparo  de  las  tradiciones  que,  bajo  el  nombre  de 
derroteros,  se  conservan  en  leyendas,  testamentarías  ó  de  viva 
voz  entre  las  personas  del  gremio  minero. 

No  es  posible  definirla  con  exactitud,  porque  los  mencio- 
nados elementos  de  comprobación  han  asimilado  mucho  de 
los  cuentos  alegres  de  los  aficionados  y  de  la  fantasía  con  que 
la  tradición  adorna  generalmente  los  hechos  á  que  se  re- 
fieren. 

Que  los  huarpes  se  dedicaron  á  esta  industria,  no  cabe  la 
menor  duda;  lo  prueban  con  toda  evidencia  las  numerosas 
instalaciones  (marayes)  del  sistema  metalúrgico  elemental  que 
usaron,  cuyos  restos  se  conservan,  por  lo  regular,  en  las  in- 
mediaciones de  los  parajes  donde  hay  fuentes  naturales  de 
agua.  En  esas  inmediaciones  se  ven  aun  los  relaves,  así  como 
morteros  de  piedra  en  los  que  se  molía  hasta  pulverizar  el 
mineral,  sometido  después  á  lavajes  para  separar  el  oro  en  el 
residuo  remanente,  valiéndose  para  ello  de  platos  de  barro 
cocido  y  de  fuentes  de  madera,  llamadas  Chúas. 

La  segunda  época  se   refiere  á  tiempos  muy  recientes,  en 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  379 


que  la  ciencia  y  el  arte  hacen  de  la  minería  una  verdadera 
industria  sujeta  á  reglas  y  preceptos. 

Esta  segunda  parte  formará  el  tema  de  nuestro  trabajo,  sin 
dejar  de  hacer  la  relación  de  esa  mitología,  que  la  tradición 
ha  hecho  llegar  hasta  nuestros  tiempos. 

El  abate  Don  Juan  Ignacio  Molina,  en  su  Historia  geográ- 
fica natural  y  civil  del  Reino  de  Chile,  nos  habla  del  Pimo- 
hue1,  como  medio  que  el  arte  práctico  de  los  indios  les  había 
sugerido  para  la  extracción  de  los  metales;  y  refiriéndose  al 
modo  formal  de  beneficiarlos  y  que  dio  origen  al  sistema 
americano  de  cloruracion  en  nuestros  dias,  dice:  «Reducido 
primeramente  á  polvo  el  mineral,  lo  pasan  por  una  zaran- 
da de  alambre,  y  extendiéndolo  sobre  cueros  de  buey,  lo 
mezclan  con  sal,  con  mercurio  y  con  estiércol  bien  putrefacto, 
derramando  encima  una  porción  suficiente  de  agua.  Hecho 
esto,  lo  golpean  y  pisan  por  espacio  de  ocho  dias  y  dos  veces 
por  lo  menos  en  las  veinte  y  cuatro  horas;  lo  vuelven  y  re- 
vuelven con  mucho  esmero  para  que  el  mercurio  se  incorpore 
mejor  y  se  una  con  el  metal.  Preparado  el  mineral  de  este 
modo,  lo  ponen  dentro  de  una  especie  de  dornajo  de  piedra, 
donde  disolviéndolo  con  el  agua  que  le  vierten  encima,  se 
deslizan  la  tierra  y  la  arena  por  un  agujero  que  va  á  otro 
depósito,  quedando  en  el  fpndo  del  dornajo  la  plata  amalga- 
mada con  el  mercurio  que  queda  sin  incorporarse  á  la  plata. 
Estando  el  metal  en  este  estado,  tan  dulce  y  maleable  como 
una  pasta,  le  dan  los  operarios  la  forma  que  quieren,  valién- 
dose de  moldes  agujereados  por  el  fondo  para  que  el  azogue 
desunido  se  deslice  con  facilidad,  y  sacándolo  del  molde  y 
colocándolo  sobre  un  gran  vaso  recipiente  lleno  de  agua,  lo 
cubren  con  una  cabeza  y  encienden  alrededor  un  fuego  viví- 
simo, mediante  cuyo  vapor  se  evapora  el  mercurio,  que  se 
condensa  nuevamente  con  el  agua,  dejando  la  plata  sólida? 
aunque  mezclada  con  un  poco  de  plomo  de  que  la  purgan  y 
purifican  después  en  el  crisol  ó  «  copela.  » 


1  Hornillos  trabajados  en  las  alturas  para  aprovechar  <*1  aire  como  de 
un  fuelle,  que  avive  la  fusión  de  los  metales,  que  se  hacía  por  p1  simple  con- 
ticto  del  fuego. 


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380  EL  PAÍ8   DE   CCYO 


Después  de  esta  noticia  que  se  refiere  á  la  minería  del  anti- 
guo Reino  de  Chile,  de  que  formaba  parte  el  País  de  Cuyo, 
viene  \&  fábula  con  todos  sus  encantamientos  y  riquezas  que 
rodean  á  San  Juan. 

Se  habla  de  las  casas  de  Osorio,  se  da  su  derrotero,  se  cuen- 
ta de  los  tejos  de  oro  y  los  cogotes  de  huanaco  henchidos  de 
pepitas  de  aquel  hermoso  metal;  se  busca  y  rebusca  en  todas 
las  cordilleras  del  Poniente,  y  esta  patraña,  que  tan  fácil- 
mente entusiasmó  á  los  mineros,  llegó  á  hacer  época  en  la 
Provincia.  Aun  se  conserva  esta  tradición,  y  los  cáteos  sobre 
las  serranías  del  Tontal  y  Calingasta  no  pierden  todavía  el 
aliciente  de  aquel  nuevo  Cathay  perdido  entre  las  cordilleras. 

El  Pocito  de  tía  Mariana,  famoso  lavadero  de  los  indios  de 
Huanacache,  y  Las  vetas  de  plata  barra  en  el  Pie-Palo,  que 
no  había  mas  que  circar  para  cortar  á  cincel,  y  por  fin,  las  ri- 
quezas de  la  Iglesia  fueron  otras  tantas  maravillas  que  ocu- 
paron la  atención  de  todos. 

El  fenómeno  sicológico  muy  conocido  de  que  el  hambrien- 
to sueña  con  los  banquetes  y  el  pobre  con  los  tesoros,  venía 
una  vez  mas  á  confirmarse  en  la  vida  de  este  pueblo,  que 
cuando  su  miseria  era  mayor  y  sus  habitantes  los  tributarios 
del  trabajo  de  cada  dia  para  remediar  las  necesidades  mas  im- 
periosas, se  pensaba  y  se  buscaban  aquellos  soñados  tesoros, 
cuya  inexistencia  aumentábala  miseria  y  pobreza  por  el  cos- 
to de  su  persecución. 

Algo  había  de  verdad  en  el  fondo  de  todas  estas  fábulas, 
y  su  misma  posibilidad,  confirmada  por  las  creaciones  de  la 
imaginación,  inducía  mas  y  mas  á  creer  en  su  realidad,  y  á 
formar  asociaciones  de  cáteos,  que  pasaban  meses  enteros  pi- 
cando cerros  y  buscando  rodados. 

Según  el  jesuita  Ovalle  (pág.  74),  antes  de  1648  había  en 
San  Juan  ricas  minas  de  oro  y  plata,  siendo  en  este  tiempo, 
en  Cuyo,  alcalde  mayor  de  minas,  enviado  de  Santiago,  el  ca- 
pitán Lorenzo  Soares. 

En  los  piimeros  años  del  siglo  pasado  se  habían  explota- 
do algunas  minas  en  la  Sierra  del  Pie-Palo,  y  en  1750  se 
hacía  un  descubrimiento  de  minas  de  oro  á  50  leguas  Nord- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  381 


oeste  de  la  capital  de  la  Provincia.  Estos  descubrimientos 
atrajeron  mucha  gente  á  las  sierras,  y  desde  entonces  comen- 
zaron los  pedimentos  y  explotaciones,  aunque  siempre  en  me- 
nor escala.  En  este  estado  de  pequeñas  explotaciones,  y  si  se 
quiere,  de  simple  pirquineo,  como  les  llaman  los  mineros,  si- 
guieron las  minas  de  la  Provincia,  que  estaban  muy  lejos  aun 
de  fundar  una  verdadera  industria. 

Es  recien  desde  1813,  que  volvemos  á  oir  hablar  de  minas 
en  San  Juan. 

Don  Ignacio  Espinóla  remitía  á  Chile  en  ese  año,  421  on- 
zas de  oro  en  pella  de  estos  minerales,  y  á  los  tres  años,  San 
Martin  escribía  desde  Mendoza  con  fecha  16  de  Febrero,  al 
Teniente  Gobernador  de  San  Juan  sobre  un  rico  mineral  de 
plata  y  cobre  descubierto  en  Pismanta  (Arriquintin),  para 
que  se  prestase  á  los  señores  Seballos  y  Ocaranza,  que  mar- 
chaban al  nuevo  mineral,  todos  los  auxulios  que  necesitasen, 
con  excepción  de  numerario. 

En  el  año  1815,  las  sierras  de  Pismanta  y  Huayaguáz,  co- 
menzaron á  proveer  de  plomo  al  ejército  embrionario  de  los 
Andes,  y  en  solo  el  año  citado,  se  remitieron  á  la  capital  de 
la  Intendencia  27  quintales  de  plomo  y  gran  cantidad  de  azu- 
fre, de  lo  que  hemos  hallado  constancia  en  los  archivos  de  la 
Provincia. 

En  4  de  Julio  del  mismo  año,  el  Teniente  Gobernador  pe- 
día al  Juez  Pedáneo  de  Jáchalun  estado  ó  cuadro  estadístico 
de  la  minería  en  aquella  jurisdicción,  exigencia  que  no  pudo 
satisfacerse  por  inoportuna,  pues  que  las  partidas  sueltas  del 
ejército  del  General  Osorio  se  hacían  sentir  desde  las  Vacas 
hasta  los  Patos;  sin  embargo,  el  juez  pedáneo  Don  Nicolás 
Ros,  contestó  en  Setiembre  4,  dando  algunas  noticias,  de  las 
que  resultaba  que  la  minería  en  el  Norte  y  Nord-oeste  de  la 
Provincia  estaba  limitada  á  la  mezquina  explotación  de  po- 
cas minas,  que  cuando  mas  contaban  cada  una  con  dos  ó  cua- 
tro barretas,  y  que  c luego  que  el  mineral  de  Huachi  fué  des- 
cubierto, se  fabricó  por  Don  N.  San  Román  una  máquina  en 
el  lugar  llamado  Huacamayo  para  moler  los  metales  extraí- 
dos de  aquel  cerro.  Que  posteriormente  se  trabajaron  varios 


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382  EL   PAÍS   DE   CUYO 


trapiches  en  Jáehal  y  Quimbalate  en  la  misma  jurisdicción.» 
Estos  pequeños  trabajos  en  la  Provincia,  no  podían  dar 
buenos  resultados  por  los  atrasados  medios  de  explotación;  y 
así,  por  esto  como  por  las  continuadas  guerras  que  se  suce- 
diéronlos mineros  tuvieron  necesidad  de  cambiar  la  llaucana 
y  el  combo  por  el  fusil,  lo  que  si  no  mató  totalmente  esta 
naciente  industria  en  San  Juan,  la  estacionó  por  muchos  años 
sin  dejarla  avanzar  ni  un  paso  mas. 

En  1816  se  acordaron  algunos  privilegios  á  los  trabajado- 
res de  minas;  se  permitió  la  extracción  de  pastas  minerales 
(Setiembre  16),  como  medidas  que  pudiesen  dar  nuevo  aliento 
á  la  minería  en  vísperas  de  decadencia. 

En  12  de  Noviembre,  el  Intendente  Luzuriaga  comisionó 
á  los  señores  Correa,  Vargas  y  Molina,  para  que  de  acuerdo 
con  el  juez  veedor  del  mineral  de  Hualilan,  Don  José  de  Na- 
varro, arreglase  una  instrucción  para  formar  un  gremio  de 
minería  ó  instituir  un  Banco  ó  fondo  de  habilitación  y  resca- 
te. La  comisión  se  expidió  al  año  siguiente,  aconsejando  la 
matrícula  prevenida  en  el  título  dos  de  las  Ordenanzas  del 
ramo,  y  la  formación  del  Banco  por  suscriciones  voluntarias 
y  por  acciones. 

Esta  idea,  cuya  realización  hubiera  levantado  muy  alto  el 
ramo  de  la  minería,  porque  la  mayor  dificultad  con  qne  se 
lucha  en  aquellos  pueblos  es  la  falta  de  capitales,  no  pasó  de 
un  simple  proyecto,  y  hasta  la  fecha  (1872),  no  ha  podido 
tocar  la  realidad,  no  obstante  las  grandes  ventajas  que  aun 
ahora  serían  de  esperarse. 

Hasta  1826  nada  se  hizo  en  favor  de  la  industria  minera, 
sino  es  la  creación  de  Juez  de  minas  hecha  en  1819.  La  Legis- 
latura dictó  este  año  algunas  leyes  que  apenas  bastaban  para 
hacer  memoria  de  las  minas. 

Por  una  de  ellas  se  modificó  la  parte  de  las  Ordenanzas  de 
México  que  hasta  hoy  (1872)  están  en  vigencia  en  la  parte  que 
fija  el  término  de  90  dias  para  el  denuncio  por  abandono, 
prorogándolo  hasta  un  año  desde  el  dia  del  registro  de  las 
peticiones,  y  desde  la  fecha  de  la  ley  para  las  ya  pedidas  y 
que  estuviesen  en  elaboración,  y  por  otra  ley  se  nombró  una 
comisión  que  redactase  un  reglamento  de  minas. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  383 


Después,  en  1839,  se  comisionó  á  Don  Carlos  María  de  Ri- 
varola  para  hacer  un  estudio  en  las  minas  de  Chucuma  y 
Huerta,  y  éste  presentó  un  mal  informe  del  estado  de  aqué- 
llas y  un  proyecto  de  reglamento  de  minería  que  no  fué  to- 
mado en  consideración  por  las  autoridades  de  la  Provincia. 

Los  minerales  de  Hualilan  y  Huachi,  y  el  descubrimiento 
del  mineral  del  Salado,  ocurrido  en  1847,  volvieron  á  excitar 
el  espíritu  público  que  luego  cayó  en  el  sopor  de  siempre. 

En  1853,  el  Congreso  votó  una  ley  en  Diciembre,  mandan- 
do poner  en  vigencia  las  ordenanzas  de  México,  y  declarando 
como  propiedad  minera  la  explotación  metalúrgica  por  sub- 
terráneos ó  minas  y  los  lavaderos  de  oro,  ley  que  consta  de  11 
artículos. 

En  1856  se  hicieron  grandes  descubrimientos  de  galenas 
de  plata  y  cobre,  de  muy  subida  ley  en  Mondaca,  Mondaqui- 
ta  y  Antecristo,  al  Norte  de  la  Provincia;  pero  la  eterna  ti- 
midez de  los  capitales  sanjuaninos  dejó  sin  explotar  aquellas 
minas  que,  según  la  prensa  de  San  Juan,  ofrecían  muy  gran- 
des beneficios. 

2.  —  En  el  año  de  1860  comienza  recien  una  nueva  era 
para  la  industria  minera,  en  que  parecen  tomar  parte  las 
autoridades  de  la  Nación  y  la  Provincia,  á  falta  de  la  inicia- 
tiva de  los  particulares. 

El  28  de  Agosto  se  comisionó  al  Sr.  Augusto  Bravard,  Ins- 
pector General  de  Minas,  para  que  hiciese  en  la  Provincia  de 
San  Juan  uua  exploración  científica  en  sus  distritos  mineros. 

Como  hemos  dicho  en  capítulos  anteriores,  este  célebre 
geólogo  y  naturalista  francés  murió  el  21  de  Marzo  del  año 
siguiente  bajo  las  ruinas  de  la  ciudad  de  Mendoza. 

En  22  de  Diciembre,  el  mismo  Gobierno  de  la  Nación  co- 
misionó á  Don  Domingo  de  Oro  para  que,  trasladándose  á  las 
provincias  de  San  Luis,  Córdoba,  San  Juan,  Rioja  y  las  de- 
más en  que  hubiese  elaboración  de  minas,  tomase  los  datos  y 
conocimientos  convenientes  sobre  la  legislación,  usos  ó  prác- 
ticas especiales  de  cada  Provincia,  y  sobre  las  necesidades  que 
fuese  preciso  atender,  y  propusiese  al  Gobierno  las  medidas 


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384  EL   PAÍS  DE   CUYO 


mas  convenientes  que  debieran  adoptarse  para  proteger  el 
desarrollo  de  la  industria  minera  y  garantir  los  valiosos  inte- 
reses que  en  ella  se  empleaban,  por  el  establecimiento  de 
Jueces  ó  tribunales  de  minas,  etc.,  etc. 

El  señor  Oro,  en  desempeño  de  su  cometido,  presentó  en 
1863  un  proyecto  de  ley  de  minas,  que  en  parte  vino  á  llenar 
las  necesidades  mas  hondamente  sentidas. 

Aquel  proyecto,  que  reducía  las  Ordenanzas  de  México 
á  un  tipo  elemental,  según  las  palabras  de  la  comisión  nom- 
brada para  su  examen,  constaba  de  un  folleto  de  29  páginas, 
é  introducía  algunas  reformas  sobre  las  ordenanzas  vigentes 
en  cuanto  á  las  condiciones  de  las  minas  y  sus  pertenencias, 
caducidad  de  aquéllas,  distritos  mineros  y  creación  de  un 
Diputado  de  Minas.  Este  proyecto  no  ha  llegado  aun  á  tener 
el  carácter  de  ley. 

Al  año  siguiente,  nuevos  descubrimientos  de  minas  de  pla- 
ta tuvieron  lugar  en  los  minerales  de  Tontal  y  Huerta,  y  la 
ley  de  700  marcos  cajón1  que  resultaron  de  los  ensayos  prac- 
ticados, vinieron  á  producir  un  entusiasmo  desconocido  hasta 
entonces,  movimiento  que  el  Gobierno  secundó  con  nuevas 
disposiciones  y  leyes  reglamentarias  en  todo  el  curso  del  1862. 

Los  minerales  de  Calingasta,  como  los  dos  ya  citados,  fue- 
ron enriquecidos  con  la  creación  de  grandes  establecimientos 
metalúrgicos  para  el  beneficio  de  metales  cálidos  y  fríos,  se- 
gún que  la  fundición  ó  amalgamación  fuera  el  medio  emplea- 
do en  su  extracción. 

De  la  sierra  de  Guayaguáz  se  ensayaron  metales  de  plata 
que  dieron  una  subida  ley,  y  el  mineral  del  Morado  al  Norte 
de  la  Provincia  llegó  á  producir  hasta  diez  y  siete  libras  de 
oro  por  cajón  de  cincuenta  quintales. 

Este  halagüeño  estado  de  la  minería  provocó  de  parte  del 
gobierno  de  la  Provincia  las  disposiciones  siguientes: 

Decreto  de  Febrero  14  (1862),  creando  por  primera  vez 
una  Diputación  de  Minas. 


1  Un  marco  de  plata  es  el  peso  de  ocho  onzas  de  plata  fina;  y  un  cajón 
es  el  de  60  quintales  de  piedras  metálicas:  el  cajón  de  mineral  en  Chile 
tiene  64  quintales. 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  385 


Marzo  11,  decreto  sobre  expropiación  de  sitios,  aguas,  le- 
ñas, etc.,  en  beneficio  de  la  minería. 

Mayo  30,  creación  de  una  Inspección  General  de  Minas; 
y  en  Agosto  19  y  21,  disposiciones  reglamentarias  sobre  el 
gobierno  de  los  minerales,  pedimentos  y  denuncios. 

La  «Sociedad  de  Minas  de  San  Juan»,  que  tenía  su  gran 
establecimiento  de  Hilario  en  el  Valle  de  Calingasta,  recibió 
la  protección  del  Gobierno  Nacional,  que  suscribió  acciones 
en  dicha  compañía  por  valor  de  doce  mil  pesos  fuertes  ( 120 
acciones). 

En  seguida  se  dictaron  leyes  protectoras  por  exenciones  de 
derechos,  facilidades  de  denuncio  y  amparo  de  minas  y  otras 
medidas  tendientes  al  desarrollo  de  tan  importante  industria. 

El  gobierno  de  Rojo  también  hizo  mucho  al  respecto,  im- 
pulsando el  trabajo  de  las  minas  con  disposiciones  que  exi- 
gía el  actual,  como  medio  único  para  su  propiedad  y  conser- 
vación. 

El  Inspector  General  de  Minas,  Sr.  Ignacio  Richard,  pre- 
sentó al  Gobierno  de  la  Nación  un  detallado  informe  de  la  mi- 
nería en  toda  la  República,  en  1869,  y  de  aquel  trabajo  resulta: 

Que  la  Provincia  de  San  Juan  tenía  en  explotación  en 
dicho  año,  treinta  y  seis  minas  de  oro  y  plata,  repartidas  así: 
Tontal,  mineral  de  plata,  cinco  minas;  Castaño,  tres;  Salado, 
tres;  Huerta,  once;  y  Hualilan,  mineral  de  oro,  doce  minas  de 
la  Compañía  Inglesa  y  dos  particulares.  En  mayor  número 
que  el  indicado,  se  trabajaban  en  todos  los  Departamentos 
mineros,  muchas  minas  de  oro  y  plata  libradas  al  simple  be- 
neficio de  pirquineros  ó  explotadores  en  pequeña  escala. 
Funcionaban  en  la  Provincia,  en  el  referido  año,  siete  gran- 
des establecimientos  de  beneficiar  metales,  formando  en  su 
mayor  parte  la  especialidad  del  sistema  americano  de  cloru- 
racion  para  la  extracción  del  rico  metal. 

3.  —  Los  distritos  mineros  de  la  Provincia  en  la  fecha  á 
que  alcanza  nuestro  estudio,  son  en  número  de  siete  y  en  el 
estado  que  sigue: 

Tontal,  mineral  de  plata  á  mas  de  treinta  leguas  al  Oeste 

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386  EL   PAÍS   DE   CUYO 


de  la  ciudad  de  San  Juan,  fué  descubierto  en  1860;  tiene  ocho 
minas  en  elaboración  y  sus  metales  dominantes  son:  sulfuros, 
arseniuros  y  antimoniuros  de  plata,  presentándose  también 
sulfatos  y  carbonatos  de  plomo  argentíferos  y  cloruros  de 
plata,  aunque  muy  raros. 

Castaño,  descubierto  en  1861,  distante  del  Tontal  diez  y 
ocho  leguas  al  Nordoeste;  sus  metales  de  plata  son  abundan- 
tes aunque  de  baja  ley,  con  exepcion  de  los  alcances  que  se 
asegura  haber  pasado  de  mas  de  mil  marcos  por  cajón;  domi- 
nan las  galenas,  sulfatos  y  carbonatos  de  plomo  con  una  ley 
de  plata  de  cuarenta  á  ochenta  marcos;  minas  en  trabajo  cin- 
co, y  sin  trabajar  mas  de  treinta. 

Calingasta,  este  mineral  de  los  mas  antiguos,  ocupa  todo  el 
Valle  de  Calingasta  desde  el  Barreal  hasta  el  mineral  de  Cas- 
taño, en  una  extensión  como  de  veinte  leguas;  á  la  parte  del 
Sud  tiene  el  establecimiento  de  amalgamación  llamado  Soro- 
cayente;  mas  al  Norte,  el  de  fundición,  Hilario,  que  está  aban- 
donado, y  en  el  que  se  han  invertido  centenares  de  miles  de 
pesos;  sigue  al  mismo  rumbo,  La  Verdad,  establecimiento 
también  abandonado,  en  el  que,  lo  mismo  que  el  Sorocayente 
solo  benefició  metales  cálidos;  á  siete  leguas  de  este  último  y 
siempre  al  Norte  está  el  establecimiento  de  Castaño  con  sus 
silenciosos  hornos  de  manga  <(ue  acreditan  haber  funcionado 
en  tiempos  no  lejanos,  y  á  las  dos  leguas  de  este  puntóse  en- 
cuentra el  mineral  del  mismo  nombre  de  que  ya  hemos  dado 
noticia. 

Salado,  mineral  á  mas  de  60  leguas  al  Norte  de  la  ciudad  de 
San  Juan,  descubierto  en  1844;  sus  metales  poco  abundantes, 
tienen  una  ley  media  de  ochenta  marcos,  beneficio  que  inspiró 
é  hizo  realizar  la  construcción  de  un  gran  establecimiento 
de  fundición  en  la  Iglesia,  á  poca  distancia  Sud  del  mineral1. 


1  Es  muy  curioso  el  antecedente  que  verificamos,  según  nos  refiere  el 
Dr.  Javier  Garramuño,  visitando  la  Escuela  Superior  de  Varones  en  la 
Villa  de  Jáchal.  En  el  corredor  interior  del  patio  principal  del  edificio, 
tienen  en  la  base  los  pilares  cinco  asientos  de  piedras  voladora*  de  trapi- 
ches, y  es  general  oir  á  gentes  antiguas  de  la  localidad,  que  en  toda  la  ex- 
tensión de  la  ribera  se  hallaban  instalados  un  gran  número  de  aquéllas 
para  beneficiar  oro. — N.   E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  387 


Huerta*  mineral  de  plata  y  cobre  abundante  y  rico,  está 
situado  al  Nord-este  de  San  Juan;  la  Descubridora  llamada 
Santo  Domingo,  ofrece  una  ley  de  plata  de  mas  de  200  mar- 
cos, y  en  alcances  ha  dado  plata  nativa;  dominan  las  galenas 
y  sulfuros  de  plata;  el  cobre  con  beneficio  de  25  á  65  por 
ciento;  esta  mina  tuvo  hornos  y  hoy  no  funciona. 

En  1868  comenzó  á  funcionar  un  gran  establecimiento,  El 
Argentino  de  la  «Sociedad  Anónima  de  Minas  y  Fundiciones 
de  San  Juan»,  que  hoy  se  halla  en  litigio  (1872). 

Huachi,  antiguo  mineral  de  oro,  á  12  leguas  al  Norte  de 
Jáchal,  y  en  la  jurisdicción  de  este  Departamento;  es  un  la- 
vadero que  ha  dado  buenos  resultados  cuando  se  le  ha  consa- 
grado un  trabajo  asiduo.  En  las  mismas  serranías  está  el 
mineral  llamado  Las  Tolas,  que  es  el  mas  antiguo  de  San 
Juan,  y  hoy  se  halla  sin  explotarse;  sus  metales  de  plata  á  la 
vista  llegaron  á  producir  una  ley  variable  de  60  á  200  marcos 
por  cajón,  y  es  de  creerse  que,  profundizando  las  vetas,  sus 
beneficios  centuplicarían,  según  lo  acredita  la  práctica,  par- 
ticularmente en  Atacama  donde  hemos  adquirido  algún  cono- 
cimiento en  esta  industria. 

Hualilan,  mineral  de  oro  y  plata  muy  antiguo;  en  sus  tiem- 
pos pasados  sus  cloruros  de  plata  han  dado  una  ley  muy  su- 
bida, y  alcances  hasta  de  2,000  marcos  de  plata  y  288  onzas 
de  oro  por  cajón  (mina  La  Misnata). 

Lab  minas  de  oro  de  Hualilan  han  estado  en  continuo  tra. 
bajo,  pero  de  una  proporción  tan  mínima,  que  apenas  llegó 
^n  los  tiempos  de  su  mayor  auge  á  tener  diez  trabajadores, 
<que  no  contaban  ni  con  grandes  capitales  ni  con  mas  esfuer- 
zo que  el  trabajo  individual. 

La  ley  común  del  oro  es  de  4  á  15  onzas  por  cajón  de  cin- 
cuenta quintales. 

En  los  últimos  tiempos  se  ha  formado,  con  capitales  ingle- 
ses, una  gran  «Sociedad  Anónima  Anglo-Argentina»,  que  tie- 
ne en  dicho  mineral  un  establecimiento  servido  por  máquinas 
de  vapor  y  no  está  lejos  de  ser  el  primero  en  América. 

Sus  edificios  de  sillería,  con  murallas  de  mas  de  un  metro 
de  espesor  desde  sus  cimientos,  lo  hacen  el  mas  sólido  cons- 


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388  EL   PAÍS  DE   CUYO 


truido  en  estos  pueblos.  Sus  juegos  de  bombas  que  extraen  el 
agua  de  una  hondura  de  160  metros  para  utilizarla  en  la 
amalgamación  de  los  metales;  sus  grandes  morteros  mecánicos 
movidos  á  vapor  para  moler  metales;  su  elaboración  diaria 
de  varios  cajones  de  metal,  etc.,  etc.,  y  la  incorporación  á 
estos  trabajos  de  un  capital  que  pasa  de  700,000  pesos  .fuer- 
tes, nos  indican  las  grandes  proporciones  de  aquel  estableci- 
miento, y  la  confianza  de  la  Compañía  en  un  beneficio  cierto 
y  lucrativo.  Allí  no  hay  que  seguir  la  veta,  la  guía,  el  reven- 
tón ni  el  manto;  es  propiamente  una  gran  zona  de  tierra,  y 
un  cerro  entero  que  entra  al  beneficio  sucesivamente  para 
producir  el  precioso  metal  con  un  resultado  del  10  al  12  por 
ciento.  La  materia  elaborante  es  inagotable,  y  esta  cualidad 
hace  de  Hualilan  mas  que  un  Potosí,  porque  está  libre  de 
bróceos  y  no  necesita  de  los  alcances  que  mejoren  su  ley. 

La  Provincia  de  San  Juan  ofrece  pues,  ricos  minerales  de 
oro,  plata,  cobre,  hierro,  estaño,  plomo,  mercurio,  etc.,  etc., 
de  todo  lo  que  hemos  formado  una  buena  colección;  y  puede 
decirse  con  seguridad,  que,  con  exepcion  de  las  sierras  cali- 
zas de  Zonda,  todos  los  cerros  de  San  Juan  son  muy  abun- 
dantes en  metales  de  una  ley  subida. 

El  sistema  adoptado  para  la  extracción  del  metal  puro  es, 
como  hemos  dicho,  el  de  amalgamación  en  los  metales  cáli- 
dos, y  el  de  cloruracion  y  fundición  para  los  crudos  ó  fríos. 

El  primero  se  hace  moliendo  el  metal  (después  de  clorura- 
do en  los  hornos)  en  grandes  trapiches  y  reducido  á  polvo, 
echado  en  grandes  cubas  dónde  se  amalgama  con  el  mercurio, 
dando  después  por  el  lavado  de  una  corriente  de  agua,  salida 
á  los  relaves  ó  materias  terrosas;  la  pasta  metálica,  unida  al 
mercurio,  se  estruja  en  coladeras  de  trapo  y  este  residuo  pla- 
toso  se  quema  para  vaporizar  la  parte  de  mercurio  deposita- 
da, con  cuya  operación  queda  la  plata  pura  ó  pina  que  des- 
pués se  funde,  si  se  quiere,  para  la  formación  de  barras  ó 
lingotes. 

El  segundo  sistema  ó  sea  el  beneficio  de  los  metales  fríos, 
se  hace  como  sigue.  Calcinado  el  metal  en  los  hornos  para 
desulfurarlo  y  reducirlo  á  óxido  por  el  enfriamiento,  pasa  al 


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EL  PAÍS   DE   OL'YO  389 


horno  para  la  esoorificacion  y  reducción  á  estado  líquido ;  si- 
gue la  fundición  por  medio  de  mezclas  de  materias  fundentes 
en  hornos  especiales  de  manga,  la  copelación  ú  operación 
empleada  para  librarse  de  las  materias  impuras  hasta  su  com- 
pleta oxidación,  concluyendo  con  la  refina  que  se  hace  en 
hornos  especiales  y  sobre  cenizas  de  huesos  para  purificar  el 
metal  y  reducirlo  á  barra  ó  plata  pina. 

i.  —  El  carbón  de  piedra,  que  tanto  abunda  particular- 
mente en  la  especie  llamada  lignita,  forma  zonas  de  leguas 
en  algunas  partes  de  Jáchal,  Mogna,  Huaco,  y  especialmente 
en  los  Marayes,  á  25  leguas  al  Nord-este  de  la  ciudad  de  San 
Juan,  en  la  extremidad  sud  de  la  Sierra  de  la  Huerta,  á  6  1/2 
leguas  de  este  punto. 

El  Gobierno  de  Carril,  por  decreto  de  Octubre  7  de  1871, 
comisionó  al  ingeniero  francés  Don  Octavio  Nicour  para  que 
hiciese  un  estudio  de  aquel  terreno  hullero  y  del  informe  pre- 
sentado en  28  del  mismo  mes,  resultó:  que  solo  la  parte  estu- 
diada tenía  una  extensión  de  ocho  leguas  de  largo  y  cuatro 
de  ancho,  y  sus  condiciones  de  explotación  eran  inmejorables 
por  la  naturaleza  del  terreno  y  la  buena  condición  de  los  ca- 
minos. 

El  referido  informe  concluye  con  el  resumen  siguiente: 

1.°  Que  estamos  en  presencia  de  un  terreno  hullero  de  im- 
portancia y  grandes  dimensiones.  Solamente  2B  leguas  cua- 
dradas de  superficie  han  sido  reconocidas  y  es  muy  probable 
se  extienda  y  descubra  mas. 

2.°  Que  las  capas  examinadas  son  de  un  valor  y  calidad 
tal,  que  permiten  desde  ahora  una  explotación  provechosa 
con  pocas  obras  y  los  medios  mas  comunes. 

3.°  Que  el  terreno  carbonífero  ha  sido  reconocido  sola- 
mente á  la  superficie1,  sin  encontrar  ahora  ninguna  de  las 
capas  inferiores  y  medianeras  de  esta  formación,  razones  por 
las  que  se  puede  afirmar  con  toda  seguridad  que,  trabajando 
en  profundidad,  se  encontrarán  nuevas  vetas  de  carbón. 


Se  hizo  el  estudio  por  piques  de  mas  de  un  metro  de  profundidad. 


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390  EL   PAÍS  DE   CUYO 


5.  —  Vamos  á  limitar  á  lo  siguiente  la  noticia  orográfica 
de  la  Provincia: 

Los  Andes,  que  ocupan  la  parte  occidental  en  toda  la  ex- 
tensión de  aquélla,  y  que  le  da  el  nombre  de  provincia  andi- 
na, corre  de  Sud  á  Norte  y  se  ramifican  sobre  el  suelo  san- 
juanino,  formando  las  sierras  de  Tontal,  Manantiales,  Zonda, 
Pismanta  y  otras  mucho  menos  conocidas;  al  Sud,  los  Cerri- 
llos y  Valdivia;  al  naciente,  á  siete  leguas  de  la  ciudad  de  San 
Juan,  la  Sierra  del  Pié-Palo  que  corre  de  Nordoeste  á  Sud- 
este; su  naturaleza  es  metalífera  y  como  hemos  dicho  antes, 
tiene  minas  inexplotadas  de  plata;  en  una  de  sus  quebradas, 
hay  un  lavadero  de  oro  llamado  Juan  Pobre,  también  inexplo- 
tado;  y  al  Norte  y  Nord-este,  las  sierras  de  Villicum  á  tres  le- 
guas de  la  capital,  la  de  la  Huerta  á  25,  y  las  de  Gruandacol  ó 
Vinchina  que  la  separan  déla  Eioja. 

Estas  serranías  son  en  general  bajas,  encontrándose  la  ma- 
yor altura  en  las  de  Tontal  y  algunos  picos  de  la  Cordillera, 
á  medida  que  se  interna  al  maciso  de  los  Andes. 

Como  queda  indicado,  el  suelo  sanjuanino  es  bastante  mon- 
tañoso eu  los  rumbos  Norte  y  Oeste,  y  sus  cerros  metalíferos, 
casi  todos  encierran  metales  de  toda  especie  y  en  abundancia. 
Solo  falta  para  su  explotación,  los  capitales  de  que  carece  la 
Provincia  y  que  solo  pueden  conseguirse  por  las  asociaciones 
en  el  extranjero,  pudiendo  garantirse  á  éstos,  en  la  explota- 
ción de  las  minas,  un  beneficio  mínimo  del  veinte  por  ciento, 
como  está  ya  acreditado  por  el  lucro  de  las  asociaciones  que 
trabajan  actualmente  l. 


'  Según  los  datos  que  nos  ha  proporcionado  el  ingeniero  de  minas  Don 
Juan  Campbell,  el  ferrocarril  de  Serrezuela  á  San  Juan  ha  despertado  los 
antiguos  minerales  de  la  Huerta,  donde  se  ha  iniciado  de  nuevo  la  ex- 
plotación de  minas  de  plomo  en  los  Marayes;  minas  de  oro  en  la  Corta- 
dera y  adquirido  mayor  impulso  el  gran  mineral  de  oro  de  Cerro  Blanco, 
donde  se  ha  resuelto  el  problema  de  la  provisión  de  agua  por  medio  de  la 
captación  de  las  aguas  subterráneas. 

En  Cerro  Blanco  se  han  descubierto  recientemente  yacimientos  podero" 
sos  de  cuarzo  de  oro  á  la  vista. 

La  región  de  la  Cordillera  también  cuenta  con  minas  de  oro  en  plena 
explotación,  como  la  de  Castaño,  perteneciente  á  Don  Francisco  Savattier 


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EL   PAÍS  DE   CCYO  391 


fi.  —  Antes  de  cerrar  este  capítulo  final  de  nuestro  libro, 
y  siguiendo  la  asociación  de  ideas  que  del  metal  nos  lleva  á 
la  moneda,  diremos  algo  sobre  esta  cuestión. 

En  1851,  durante  la  administración  del  General  Benavides, 
Don  Luis  Lahora  fundó  un  cuño  en  San  Juan  y  que  hemos 
visto  hace  poco  en  el  cuartel  de  San  Clemente;  quiere  decir 
que  solo  falta  la  autorización  para  acuñar  moneda,  pero  no 
queremos  esa  moneda  que,  como  la  antigua  batida  en  Cór- 
doba y  Rioja,  era  de  un  carácter  local,  mirada  en  las  demás 
provincias  como  una  simple  mercadería,  cuyo  valor  dependía 
de  la  necesidad  ó  abundancia  de  numerario,  y  por  cuya  liga 
era  de  confundirla  con  la  boliviana,  es  decir,  una  verdadera 
moneda  de  vellón  *,  sino  una  moneda  de  buena  ley,  cuyo  valor 
intrínseco  sea  igual  á  su  valor  representativo,  y  cuyo  carácter 
nacional  la  convierta  en  un  medio  circulante  en  toda  laRepú- 


quien  posee  un  establecimiento  que  beneficia  diez  toneladas  de  mineral 
diario  y  cuyo  rendimiento  llega  hasta  un  kilo  de  oro  por  día. 

Las  minas  de  oro  de  Huachi  cuentan  con  un  establecimiento  de  nueve 
pisones  y  una  planta  de  trituración ;  tiene  capacidad  para  beneficiar  vein- 
te toneladas  diariamente.  Estas  minas  están  en  el  Departamento  de  Jacha  1 
y  dicese  que  sus  yacimientos  son  los  mas  abundantes  de  la  Provincia. 
Su  propietario  es  el  Dr.  Mathiason,  residente  en  Buenos  Aires. 

Las  minas  de  oro  del  Morado,  en  la  sien-a  de  la  Huerta,  hablan  perma- 
necido de  para  durante  cinco  años;  pero  ahora  sus  dueños  van  á  princi- 
piar de  nuevo  la  explotación  con  nuevas  maquinarias  y  personal  compe- 
tente. 

Varios  capitalistas  chilenos  han  solicitado  y  obtenido  concesiones  de 
minerales  de  mica  en  la  sierra  de  Valle  Fértil,  y  las  mas  halagüeñas  es- 
peranzas les  animan  en  presencia  de  la  calidad  de  los  productos  y  abun- 
dancia de  los  yacimientos. 

Existen  ademas  minas  de  plata,  oro,  cobre  y  otros  minerales.  La  abun- 
dancia de  estos  yacimientos  lo  prueba  el  siguiente  dato  estadístico.  El 
número  de  minas  de  oro  concedidas  hasta  hoy  es  de  484,  las  de  plata  pa- 
san de  8,000  y  las  de  cobre,  de  150. 

Se  explotan  otros  productos  del  reino  mineral  como  yeso,  piedras  de  cons- 
trucción, alumbre  y  sal,  que  constituyen  importantes  renglones  de  expor- 
tación á  las  provincias  vecinas.— JV.  E. 

1  La  generalidad  de  las  monedas  bolivianas  llevan  una  mezcla  de  cobre 
de  87  °/o.  mientras  las  leyes  de  moneda  en  Europa  y  América  solo  admi- 
ten una  liga  de  un  décimo  de  cobre,  apenas  lo  necesario  para  darles  la 
maleabilidad  necesaria  para  la  acuñación. 


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392  EL  PAÍS  DE   CUYO 


blica,  estableciendo  así  la  unificación  monetaria,  tan  reclama- 
da por  el  comercio  de  todos  los  pueblos. 

La  Provincia  de  San  Juan  en  sus  reducciones  de  moneda 
con  el  comercio  de  Chile,  las  del  Norte,  en  sus  compras  de 
ganado,  y  todas  las  del  Litoral  argentino,  sufren  grandes  pér- 
didas y  hacen  de  su  moneda  circulante,  el  boliviano,  una  mer- 
cancía de  valor  variable  cada  dia. 

La  ley  que  ha  creado  la  moneda  ficticia,  peso  fuerte,  ni  si- 
quiera ha  previsto  la  relación  de  valor  con  la  moneda  boli- 
viana que  circula  en  el  Interior,  ni  con  moneda  alguua  de 
plata,  y  solo  se  ha  referido  á  la  moneda  de  oro,  que  es  la  que 
menos  papel  desempeña  en  las  transacciones  comerciales 
diarias. 

Esta  fuerte  necesidad,  que  en  1813  provocó  la  ley  de  Abril 
para  lá  acuñación  de  moneda  nacional  en  Potosí;  está  aun 
subsistente  y  aumentada  por  las  dificultades  que  antes  hemos 
relacionado;  sin  embargo,  nuestras  autoridades  nacionales 
parecen  haberse  olvidado  completamente  que  una  cuestión  de 
tanto  interés,  como  es  la  uniformidad  de  la  moneda  en  toda  la 
República1. 


1  El  autor  se  refiere  a  una  época  anterior  á  la  sanción  del  Código  de 
Minería  en  el  que  se  adoptó,  con  pocas  modificaciones,  el  proyecto  de 
Código  del  Doctor  Rodríguez.  Actualmente  se  hace  sentir  la  necesidad 
de  reglamentar  administrativamente  la  legislación  de  fondo  sobre  minas 
y  especialmente  la  organización  administrativa  referente  á  la  minería, 
bajo  las  bases  de  tecnicismo  que  impone  la  aplicación  de  los  sistemas  de 
metalurgia,  aconsejados  por  los  descubrimientos  recientes  de  la  ciencia. 

No  seria  aventurado  asegurar  que  la  necesidad  apuntada  constituye  el 
mayor  obstáculo  al  desarrollo  de  la  industria  minera  en  esta  Provincia, 
en  que  la  naturaleza  ha  deparado  un  extenso  y  despejado  horizonte,  ofre- 
ciendo con  la  desnudez  de  los  cerros,  tan  frecuentemente  lavados  por 
aguaceros  torrenciales,  un  facilísimo  acceso  para  dar  con  los  veneros  me- 
talíferos  que  tanto  abundan.— A".   E. 


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APÉNDICE. 


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TERCERA  PARTE. 


En  esta  sección  están  comprendidos  los  documentos  mas 
importantes,  que  pueden  considerarse  como  los  jalones  de  la 
historia  política  de  estos  pueblos,  los  que,  en  su  mayor  parte, 
ven  la  luz  por  la  primera  vez. 

Rgístranse  también  cuadros  estadísticos  y  estudios  especia- 
les que  hemos  creído  no  debían  figurar  en  la  Primera  Parte 
de  la  obra,  pero  que  tienen  estrecha  correspondencia  entre  sí 
y  sirven  de  explicación  y  ampliación  de  los  puntos  históricos 
que  con  ella  se  relacionan. 

NÚMERO  1. 

El  huarpe,  indebidamente  apellidado  Allentidk¡  que  es  vo- 
cablo exótico  usado  por  las  razas  extranjeras  para  designar 
al  autóctono  de  la  región,  que  hoy  se  llama  Provincia  de  Sun 
Juan,  fué  el  primitivo  habitante  del  territorio  que  la  raza 
gasta  ocupó  después,  en  parte,  fundando  las  poblaciones, 
cuyos  nombres  llevan  aquella  terminación. 

Aquella  es  la  troglodita,  la  edad  de  la  piedra  y  quizás  toda- 
via  pura,  en  la  del  barro  cocido. 

Valdivia,  contemporáneo  de  la  conquista,  estudiando  su 
lengua,  cree  que  no  estaban  aun  mezclados,  y  nosotros  tam- 
bién lo  conjeturamos  con  las  pruebas  que,  en  numerosos 
ejemplares,  obran  en  nuestro  poder. 

Creemos  que  no  tienen  parentesco  ninguno  con  las  otras 
lenguas  americanas,  fuera  de  las  que  se  hablan  en  la  región 
de  la  América  del  Norte,  la  mas  occidental  de  la  península 
de  Allaska,  como  se  puede  ver  en  el  siguiente  y  corto 
niimero   de  palabras. 


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396 


EL   PAÍS   DE   OCYO 


Huarpe  Castellano 

Age-yag mujer 

Akkaslla doncella 

Amta dueño 

Aspayumen  .  . .   matar 

Ché-Ché adonde 

Chez luna 

Chiz cielo 

Yoto cabeza 

Teta tierra 

Enia-manen. .   ir 

Etan y 

Ege madera,  palo 

Hé-hé sí 

Hogue boca 

Horók cinco 


Huarpe  Castellano 

Jelú sol 

Potu rio 

Toco barro,  peñasco 

Káha agua 

Kiték fuego 

Kuch mió 

Kupi especie  de  pa- 
nificación 

Ño-onti pobre 

Penné madre 

Pía padre 

Pinkanta hermano 

Pux-kú.  .....   hermana 

Zaat árboles 


Así,  pues,  el  huarpe  ha  dejado  escasísima  raíz  en  el  lengua- 
je actual  nuestro,  como  no  sucede  con  el  quechua.  Alguna  vez 
se  oye  decir  Aa,  hé  (nasal)  para  significar  que  si;  y  de  nom- 
bres propios  apenas  se  conocen  dos  ó  tres,  como  Tocota,  Gua- 
nizuil,  Riquilipunchiz l. 

Palabras  quechuas    de  uso   común  en  la   Provincia   de 
San  Juan  de   Cuyo  en  1872. 

Aloja  —  bebida  hecha  de  algarroba  ó  de  maíz. 
Achura  —  las  de  la  res. 
Aguaitar  —  espiar. 

Allallay  —  exclamación  de  dolor  por  golpes  recibidos. 
Ampalahua  —  culebra  de  colosales  dimensiones,   originaria 
de  Cuyo. 


1  En  la  estancia  Acequión,  en  San  Juan,  hay  una  elevada  montaña  que 
llaman  «Cerro  del  Cielo»,  á  cuyo  pié  existe  un  puesto  y  corre  el  rio  Riqui- 
lipunchiz, palabra  huarpe,  compuesta  de  zik-zik-le-pun-chiz,  que  significa, 
literalmente  traducida,  cumbre  afra,  la  mano  cielo. — N.  E. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  397 


Añapa  —  bebida  hecha  de  la  fruta  del  algarrobo. 

Api  —  mazamorra  de  maíz. 

Calcha  —  pieza  de  ropa  ó  cama. 

Callascho  —  los  restos  de  frutos  dejados  en  la  planta  después 
de  la  vendimia,  y  equivale  al  espigar  de  los  españoles. 

Camaricu  —  lo  que  traen  de  regalo  á  los  españoles. 

Cancha  —  corral,  lugar  cercado  ó  abierto,  pero  muy  plano. 

Capia  —  maíz  blanco. 

Caracú  —  hueso  de  la  res,  que  contiene  médula. 

Caracha  —  enfermedad  cutánea  parecida  á  la  sarna. 

Cimba  —  trenza  de  pelo  que  hacen  las  mujeres  de  sus  propios 
cabellos;  se  llama  también  chapeca  y  crisneja. 

Circa  —  vena  ó  veta  (minería). 

Colcol  —  especie  de  buho,  mayor  que  la  lechuza. 

Concho  —  borra,  heces. 

Cuchi  —  el  cerdo  y  vocablo  con  que  se  le  llama. 

Cuncuna  —  especie  de  gusano  que  ataca  los  vegetales. 

Curcuncho  —  giboso,  que  tiene  joroba. 

Cutama —  costal. 

Cha-sana  —  especie  de  bolsa  que  se  hacía  del  cuero  de  la  ca- 
beza de  buey, 

Chacay  —  aquel  ó  aquello,  lugar  en  Mendoza  y  el  árbol  de 
este  nombre. 

Chacra  —  casa  de  campo  para  hortaliza  ó  labranza. 

Carpa  —  tienda  de  campaña. 

Chala  —  las  hojas  secas  de  la  planta  de  maíz. 

Chamal  —  manta  con  que  los  indios  se  cubrían  el  cuerpo. 

Chancar  —  quebrar,  reducir  á  pedazos. 

Chañar  —  árbol  llamado  así. 

Chambao  —  vaso  de  cuerno  de  vaca. 

Charqui  —  canina,  tasajo. 

Chasca  —  el  cabello  revuelto  de  la  cabeza. 

Chaucha  —  especie  de  papa  y  poroto. 

Chicha  —  bebida  hecha  de  uva. 

Chifle  —  cuerno  de  buey,  dispuesto  para  llevar  agua  en  los 
viajes  á  muía. 

Chilca  —  planta  amarga. 


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i 


398  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Chihua  —  aparato  de   lazos   con  ó  sin  alma   de  madera  para 

cargar  frutas,  pescado,  paja  de  trigo,  etc. 
China  —  criada  de  servicio. 

Chingana  ■--  lugar  de  baile  y  por  lo  general  de  bebederaje. 
Choclo  —  masborca  de  maíz  antes  de  su  madurez. 
Chiripa  —  lluvia  con  sol,  lo  extraordinario. 
Chuchoca  —  el  grano  del   choclo  secado,  se  hace  también  de 

zapallo. 
Chuchu  —  enfermedad  de  frió,  producida  por  las  fiebres. 
Chuchuy  —  exclamación  de  frió. 

Chunchulli  —  cierta  parte  de  los  intestinos  delgados  de  la  res. 
Chupu  —  divieso. 

Chuse  —  tegido  grueso  de  lana,  que  sirve  para  alfombra. 
Chupa  —  bolsa  de  cuero  de  animal  pequeño  ó  del  pescuezo 

del  avestruz. 
Huaca  —  cementerio  indio. 
Huachi  —  trampita   de  lazos  para  cojer  aves,  nombre  de  un 

lugar  de  San  Juan. 
Huacho  —  huérfano. 
Huahua  —  el  niño  lactante. 

Huanaco  —  animal  de  la  familia  del  camello  (sin  joroba). 
Huango  —  un  mamífero  roedor. 
Huano  —  estiércol. 
Huaica  —  cuerda  de  cuero  ó  cáñamo  que  sirve  para  varios 

usos;  llámase  huascazo  el  golpe  dado  con  huasca. 
Huayacca  —  talega,  bolsa  hecha  sin  costura  de  la  piel  del 

cabrito. 
Huayna  —  mozo,  mancebo  que  entra  á  la  pubertad. 
Huallaca — tabaquera  consistente  en  una  bolsa  de  piel  de 

cabrito. 
Huaccamayo  —  papagallo  de  los  Andes. 
Huincha  ó  Vincha  —  faja  ó  cinta  con  que  los  indios  se  atan  la 

cabeza  para  sugetar  el  cabello. 
Ichona  —  hoz. 

Ihuana  —  género  de  los  reptiles  saurios. 
Jarilla  —  planta. 
Kallampa  —  hongos. 
Kallana  —  resto  de  un  tiesto  ó  vasija  de  barro. 


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EL  PAlS   DK   CUYO  399 


Kcoto  —  bocio  (lesión  del  cuerpo  tiroideo). 
Lachihuana  —  panal  do  miel. 
Laucha  —  ratoncito. 

Llama  —  animal  de  la  especie  del  huanaco. 
Llaucana  —  herramienta  de  minas. 

Macana  —  arma  consistente  en  un  cilindro  de  madera  que  se 
hace  funcionar  como  el  garrote. 

Mama  —  madre. 

Malón  — incursión  de  los  indios. 

Mati  6  mate  —  una  especie  de  calabaza. 

Maumillan — un  juego  que  en  Cuyo  se  llama  «á  las  escon- 
didas». 

Melcocha  —  cocimiento  del  arrope  hasta  un  estado  de  mayor 
viscosidad. 

Mita  —  servicio  forzado  en  las  minas  por  tiempo  determinado. 

Molle — árbol  del  género  esquino. 

Ñaña  —  nombre  con  que  se  designa  á  la  tía  ó  hermana  ma- 
yor de  la  casa. 

Ñampa  —  antiguamente. 

Pachango  —  arrugado,  aplicado  á  las  frutas. 

Papa  —  patata  por  la  planta  y  el  bulbo. 

Pampa  —  campo  llano. 

Pampa-mulla  —  juego,  el  cunquen  de  Chile. 

Pampanilla-sabanilla  —  especie  de  poncho  de  bayeta 

Patay  —  pan  hecho  de  la  harina  del  fruto  del  algarrobo. 

Pathaua  —  ave  acuática. 

Payla  —  tacho  de  cobre. 

Pichana  —  escoba. 

Pichanga  —  bebida  de  uva. 

Pichel  —  vasija  de  barro  cocido  para  contener  líquido. 

Pirahua  —  embarcación  india. 

Pirca  ó  pircan  —  pared  de  piedra  amontonada. 

Poncho  ó  pontho  —  especie  de  manta  con  una  abertura  al  cen- 
tro por  donde  se  saca  la  cabeza. 

Poto  —  ano,  asiento  de  minas  donde  había  oficiales  reales. 

Poyo  —  especie  de  banco  ó  asiento  de  adobe. 

Puchu  —  sobra  (especialmente  la  del  cigarro). 


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400  EL  PAÍ8  DE  CUYO 


Puma —  animal  parecido  al  tigre. 

Pupo  —  el  ombligo. 

Quillay  —  un  árbol  cuya  cascara  macerada  ataca  las  sustan- 
cias grasas. 

QuíHo-quillo  —  un  arbusto  cuyo  fruto  sirve  como  el  quillay. 

Quincha  —  tabique  de  caña  ó  rama,  cubierto  de  barro. 

Quirquincho  —  el  armadillo. 

Sopaypilla —  torta  frita. 

Tahuatahua  —  ave  acuática,  onomato  (péica). 

Tudcum  ó  ttidquen  —  gotear,  chorrear,  nombre  de  lugar  en  la 
ítioja. 

Tutuy  ó  thuthuy  —  exclamación  de  dolor  al  quemarse. 

Totora  —  especie  de  enea. 

Yapa  —  añadidura. 

Yol  —  especie  de  árganas  de  cuero  en  forma  de  conos  inver- 
tidos. 

Yuro  —  pequeña  vasija  de  barro  cocido,  se  emplea  como 
vaso  para  beber. 

Yuyu  —  la  yerba  que  espontáneamente  sale  en  las  huertas. 


Nombres  de  personas  en  Cuyo,  que  reconocen  el  mismo 

ORÍGEN. 

Talquenque  —  Huaquinchay  —  Llaucuma  —  Tucuma  — 
Cautacalá  —  Huaymallen  —  Hallay  —  Turcupillan  —  Turi- 
namon  —  Aucanamon  —  Llancareu  —  Chapanay  —  Mauli- 
cao  —  Quilalibó  —  Panquehua. 


Nombres  quechuas  de  lugares  en  San  Juan  de  Cuyo 

Ahuango lugar  Cochahual. ....  lugar 

Huango lugar  Huandacol ....  sierra 

Aguanda lugar  Puyuta pueblo 

Tumanas lugar  Ullum lugar 

Angaco pueblo  lulum lugar 

Pinchahual ....   lugar  Ruaco lugar 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  401 


Huachi    lugar  Puchucum lugar 

Jdchál ciudad  Niquisanga ....    lugar 

Pachaco lugar  Encon lugar 

Calingasta lugar  Villicum lugar 

Rualilan lugar  Guayahuás. . .  .   lugar 

Tucunuco lugar  Zonda1 viento 


NUMERO  2. 

En  el  Departamento  de  Calingasta  hemos  recogido  y  es  fá- 
cil conseguir  flechas  silíceas,  las  que  presentan  la  forma  im- 
perfecta de  un  corazón  de  vértice  alargado  hasta  formar  pun- 
ta, y  teniendo  en  su  base  una  entrada  donde  se  enhastael  hu- 
sillo ó  flecha,  propiamente  dicha.  En  una  huacaó  cementerio 
indio  en  este  punto,  se  han  hallado  cadáveres  con  algunas  jo- 
yas de  oro  (anillos,  aros,  etc.),  de  trabajo  grosero  por  la  for- 
ma,  pero  bien  pulimentados,  lo  que  indica  el  uso  de  herramien- 
tas ad-hoc.  Hemos  hecho  personalmente  algunas  escavacionea 
y  á  mas  de  dos  metros  de  profundidad,  encontramos  restos  de 
vasijas  de  barro  que  demostraban  un  trabajo  perfecto  de  alfa- 
rería. Estas  vasijas,  elaboradas  con  varias  clases  de  arcilla, 
ofrecen  una  fuerte  consistencia  para  el  fuego  á  que  eran  des- 
tinadas; entre  éstas  había  una  que  parece  hecha  de  arcilla  co- 
mún, cubierta  con  un  barniz  blanco  como  el  de  nuestras  lozas, 
y  que  acredita  el  conocimiento  y  uso  del  petunia  ó  arcilla  de 
barniz.  Esta  verdadera  loza  solo  demuestra  su  origen  indio 
por  las  labores  negras  y  groseras  de  que  está  cubierta,  ó  por 
los  imperfectos  dibujos  que  presentan  algunos  de  estos  frag- 
mentos. 

En  el  Colorado,  Barreal  de  Calingasta,  puede  observarse 
aun,  sobre  rocas  graníticas,  dibujos  hechos  sobre  la  piedra, 
representando  el  sol,  la  luna,  avestruces,  huanacos  y  muchos 


1  El  Diccionario  del  P.  Valdivia,  comentado  por  el  General  Don  Bar- 
tolomé Mitre,  no  registra  la  palabra  zonda.  La  leyenda,  que  explica  la 
Teogonia  de  los  huarpes,  le  da  el  significado  de  Xaturaleza. —  X.  E. 

2H 


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402  EL   PAÍS   DE   CUYO 


episodios  de  la  caza,  que  era  la  ocupación  habitual  de  los 
huarpes. 

También  llaman  la  atención  algunas  representaciones  de 
dragones  monstruos  con  cara  humana,  los  que  sin  duda  repre- 
sentan algún  hualichu  de  la  tribu,  y  así  mismo  algunos  ge- 
roglíficos  en  que  se  notan  las  letras  o  y  -  del  alfabeto  griego. 

Estos  dibujos  no  tienen  pintura  alguna,  y  se  hacen  gol- 
peando con  un  objeto  duro  para  grabar  en  la  piedra  las  líneas 
que  han  de  representar  el  objeto  que  se  quiere. 

NÚMERO  3. 

Ley  12,  título  16,  libro  2,  Recopilación  de  Indias. — Don  Fe- 
lipe III  en  Madrid,  á  17  de  Febrero  de  1609,  y  Don  Felipe  IV 
en  esta  Recopilación  para  provisión  de  oficios,  se  vea  la  ley 
70,  tít.  2,  lib.  3. 

Audiencia  y  Chancillería  real  de  Santiago  de  Chile. — En  la 
ciudad  de  Santiago  de  Chile,  resida  otra  nuestra  audiencia  y 
chancillería  real,  con  un  presidente,  gobernador  y  capitán 
general;  cuatro  oidores  que  también  sean  alcaldes  del  crimen, 
un  fiscal,  un  alguacil  mayor,  un  teniente  de  gran  chanciller, 
y  los  demás  ministros  y  oficiales  necesarios,  y  tenga  por  dis- 
trito todo  el  dicho  reyno  de  Chile,  con  las  ciudades,  villas,  lu- 
gares y  tierras  que  se  incluyen  en  el  gobierno  de  aquellas 
provincias;  así  lo  que  ahora  está  pacífico  y  poblado,  como  lo 
que  se  redujere,  poblare  y  pacificare,  dentro  y  fuera  del  Es- 
trecho de  Magallanes  y  la  tierra  adentro  hasta  la  Pi'ovincia 
de  Cuyo  inclwtive.  Y  mandamos  que  el  dicho  presidente,  go- 
bernador y  capitán  general,  gobierne  y  administre  la  gober- 
nación de  él,  en  todo  y  por  todo,  y  la  dicha  audiencia,  ni  otro 
ministro  alguno,  no  se  entrometa  en  ello  sino  fuere  nuestro 
Virey  del  Perú  en  los  casos  que  conforme  á  las  leyes  de  este 
libro  y  órdenes  nuestras  se  le  permita,  y  el  dicho  presidente 
no  intervenga  en  las  materias  de  justicia  y  deje  á  los  oidores 
que  provean  en  ellas  libremente,  y  todos  firmen  lo  que  pro- 
veyeren, sentenciaren  y  despacharen. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  403 


NUMERO  4. 

En  la  ciudad  de  Santiago  de  Chile,  en  18  dias  del  mes  de 
Abril  de  1876  años,  el  muy  ilustre  señor  Don  Agustín  Jáure- 
gui,  Caballero  de  la  Orden  de  Santiago,  del  Consejo  de  su 
Majestad,  Mariscal  de  Campo  de  su  real  ejército,  Gobernador 
y  Capitán  General  de  este  Reyno  y  Presidente   de  su  Real 
Audiencia  y  Chancilleria;  el  señor  Doctor  Don  José  Clemen- 
te de  Traslaviña,  del  mismo  Consejo,  Oidor  de  Cano  y  Alcal- 
de de  Corte  de  dicho  Reino  Audiencia  y  el  Doctor  Don  Gre- 
gorio de  Tapia  y  Sagarra  Arcedeano  de  esta  santa  Iglesia 
Catedral;  Don  Adrián  de  Basabilbaso,  contador  oficial  real 
de  estas  cajas;  y  Don  Juan  José  de  Santa  Cruz  y  Silva,  Regi- 
dor perpetuo  de  ciudad,  que  compone  la  junta  de  población 
de  este  Reyno: — Estando  en  el  palacio  de  Su  Señoría,  vieron 
los  autos  que  sigue  el  Doctor  Don  Francisco  Cano,  cura  déla 
doctrina  de  Valle-Fértil,  en  la  Provincia  de  Cuyo,  y  el   pro- 
tector general  de  los  naturales,  sobre  la  población  de  aquel 
paraje  y  lo  demás  deducido:  acordaron  se  proceda  desde  lue- 
go, á  la  fundación  de  una  villa  en  el  expresado  Valle-Fértil, 
con  la  denominación  de  ¡San  Agustín  de  Jáuregui;  y  de  un 
pueblo  de  indios  á  su  inmediación,  que  á  ese  fin  el  Teniente 
de  Justicia  Mayor  y  Superintendente  de  la  de  San  Joseph  da 
Jáchal,  Don  Pedro  de  Quiroga,  en  consorcio   de  Don  Diego 
Clemente  Lucero,  pase  á  aquella  jurisdicción,  y  entere,  prime^ 
ro,  ante  todas  cosas,  de  José  de  Villacosta  las  trescientas  diea 
y  ocho  cuadras  de  tierra  nombrada  las  Turnan  as,  que  según 
el  instrumento  de  f.  6  vta.,  consta  haber  comprado  á  la  resi- 
dencia de  los  Regulares  de  la  Compañía  de  la  ciudad  de  San 
Juan  en  12  de  Diciembre  de  1756:  haciendo  este  entero   en 
arcas  como  corresponde  y  dando  principio  á  la  mensura  des- 
de donde  desemboca  el  rio  de  dicho  valle.  Habiendo  verifica- 
do este  entero  y  puesto  linderos  firmes  para  que   en    todo 
tiempo  conste  el  deslinde  y  se  eviten  las  diferencias  que  re* 
sultán  de  la  confusión  y  modo  superficial  con  que  suelen  fi- 
jarse los  mojones,  medirá  una  cuadra  de  cordel  de  ciento  y 
cincuenta  varas,  en  el  lugar  donde  se  está  fabricando  la  igle- 


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404  EL   PAÍS   DE   CUYO 


sia  parroquial,  que  sirva  de  plaza  de  la  villa,  de  suerte  que  la 
iglesia  quede  en  un  costado  de  la  misma  plaza,  en  cuya  isla  ó 
cuadra  designará  sitio  competente  para  cementerio  y  habita- 
ción del  cura;  en  el  costado  opuesto,  esto  es,  en  la  isla  ó  cua- 
dra que  hace  frente  á  la  iglesia,  señalará  dos  solares  para  casa 
habitación  del  Justicia  Mayor  y  situación  de  las  casas  de  Ca- 
bildo y  cárcel,  y  los  otros  dos,  dejará  para  que  esta  junta  de- 
termine á  su  tiempo  lo  que  convenga;  en  uno  de  los  dos  cos- 
tados de  la  misma,  se  situará  el  pueblo  de  indios,  señalando 
en  ese  rumbo  á  cada  uno  de  ellos,  un  solar,  de  modo  que  en 
una  cuadra  se  sitúen  cuatro  familias,  á  fin  de  que  cada  una 
pueda  fabricar  su  casa  y  tener  su  huertecilla,  y  estando  todos 
inmediatos  á  la  iglesia,  se  la  podrá  asistir  con  el  pasto  espiri- 
tual, instruirse  en  los  misterios  de  nuestra  santa  fé,  civilizar- 
se con  el  trato  y  comunicación  del  cura  y  demás  españoles,  y 
al  mismo  tiempo,  corregidos  de  los  excesos  á  que  los  inclina 
el  desorden  en  que  hasta  ahora  se  han  mantenido.  Practicada 
esta  diligencia,  enterarán  en  el  mismo  rumbo,  al  cacique  del 
pueblo,  diez  cuadras  de  tierras;  á  cada  indio  cinco  y  cada  in- 
dia viuda  tres  en  particular,  para  que  hagan  sus  cementeras 
y  chacras;  y  para  la  comunidad  entera,  á  cada  diez  indios, 
veinte  y  cinco  cuadras.  Habiendo  concluido  por  este  rumbo, 
pasará  al  otro  opuesto  á  que  debe  corresponder  el  otro  costa- 
do de  la  plaza;  y  ejecute  lo  mismo,  señalando  á  cada  español 
mestizo  un  solar  para  habitación,  cinco  cuadras  á  cada  uno 
para  cementeras  y  chacras;  y  al  cura,  cincuenta  cuadras  para 
el  propio  fin;  de  suerte  que  hechos  todos  estos  enteros  y  men- 
suras á  cordel,  en  la  forma  que  va  prevenido,  ha  de  quedar 
la  plaza  é  iglesia  en  el  centro  de  una  y  otra  población,  para 
que  ambas  participen  del  beneficio  espiritual  y  temporal,  á 
proporcionada  distancia,  sin  incomodidad  del  cura,  ni  de  la 
persona  que  administrase  la  Real  Justicia. 

Enterados  todos  los  pobladores  de  sus  respectivas  asigna- 
ciones, procederá  el  comisionado  á  mensurar  el  terreno  que 
quedare,  y  precedida  su  estimación  por  peritos,  dispondrá  se 
pregone  por  el  término  de  la  ley,  y  con  citación  de  los  pos- 
tores, remitirá  las  diligencias  á  esta  Real  Junta,  para  que  en 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  405 


vista  de  todo,  se  den  las  providencias  correspondientes  á  la 
subastacion,  arreglo  y  mejor  establecimiento  de  la  enunciada 
villa  de  San  Agustín  de  Jáuregui;  quedando  advertido  el 
antedicho  comisionado  que  ha  de  dejar  dos  testimonios  de 
las  diligencias  que  practique;  de  los  cuales  entregará,  ano  al 
cura  para  que  lo  ponga  en  los  libros  parroquiales,  otro  colo- 
cará en  el  archivo  de  dicha  villa,  y  los  originales  despachará 
á  esta  misma  Junta  para  los  fines  insinuados;  remitiéndosele 
por  la  Secretaría  de  este  Superior  Gobierno  copia  legaliza- 
da de  este  auto  para  la  ejecución  y  cumplimiento  de  cuanto 
va  prevenido,  y  así  lo  proveyeron  y  mandaron  y  firmaron, 
de  que  doy  fé. — Dean  Agustín  de  Jáuregui,  José  Clemente  de 
Traslavifta,  Doctor  Don  Gregorio  Eulogio  de  Tapia  y  Sagarrar 
Adrián  de  Basavilbaso,  Juan  José  de  Santa  Cruz  y  Silva. 
— Pascual  deSilva  Vasquez,  Escribano  sustituto  de  Gobierno. 


NUMEEO  6. 

Don  Juan  José  de  Vórtiz,  Teniente  General  de  mis  Reales 
Ejércitos. — Por  mi  cédula  de  1.°  de  Agosto  del  año  próximo 
pasado,  tuve  por  conveniente  nombrar  para  Virey,  Goberna- 
dor y  Capitán  General  de  las  Provincias  del  Rio  de  la  Plata, 
y  distrito  de  la  Audiencia  de  Charcas  con  los  territorios  de 
las  ciudades  de  ííendoza  y  San  Juan  de  la  Frontera  ó  del 
Pico  de  la  Gobernación  de  Chile,  al  Capitán  General  de  mis 
Reales  Ejércitos  Don  Pedro  de  Ceballos,  mediante  las  cir- 
cunstancias que  entonces  concurrían  para  ello  y  durante  se 
mantuviese  este  Capitán  General  en  la  comisión  á  que  fué 
destinado  en  esa  América  Meridional.  Y  comprendiendo  ya 
lo  muy  importante  que  es  á  mi  Real  servicio  y  bien  da  mis 
vasallos  en  esa  parte  de  mis  dominios,  la  permanencia  de  esta 
dignidad,  porque  desde  Lima  ó  distancia  de  mil  leguas  no  es 
posible  atender  al  Gobierno  de  las  espresadas  provincias  tan 
remotas,  ni  cuidar  á  que  el  Virey  de  ellas  dé  la  fuerza  y  con- 
servación de  ellas  en  tiempo  de  guerra:  He  venido  en  resol- 
ver la  continuación  del  citado  empleo  de  Virey,  Gobernador 
y  Capitán  General  de  las  Provincias  de  Buenos  Ayrea.  Para- 


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406  EL  PAÍS   DE   CUYO 

gnay,  Tucuman,  Potosí,  Santa  Cruz  de  la  Sierra,  Charcas,  y 
de  todos  los  correjimientos,  pueblos  y  territorios  á  que  se  es- 
tiende la  jurisdicción  de  aquella  Audiencia,  comprendiéndose 
así  mismo  bajo  del  propio  mando  y  jurisdicción,  los  territo- 
rios de  las  ciudades  de  Mendoza  y  San  Juan  del  Pico,  que  es- 
taban á  cargo  de  la  Gobernación  de  Chile,  con  absoluta  in- 
dependencia del  Virey  del  Perú,  y  del  Presidente  de  Chile. 
Y,  hallándome  bien  satisfecho  de  los  servicios,  méritos,  inte- 
ligencias, é  instrucción  que  os  asiste,  mediante  la  práctica  y 
conocimiento  que  habéis  adquirido  en  el  tiempo  que  habéis 
sido  Gobernador,  y  Capitán  General  de  Buenos  Ayres,  de- 
sempeñando con  acierto  todos  los  asuntos  de  mi  Real  servi- 
cio, os  nombro  mi  Virey,   Gobernador  y  Capitán  General  de 
las  mencionadas  Provincias  del  Rio  de  la  Plata  y  demás  te- 
rritorios que  van  espuestos,  por  el  tiempo  que  sea  mi  Real  vo- 
luntad, con  la  calidad  de  que  podáis  presidir  mi  Real  Audien- 
cia de  Charcas  en  el  caso  de  ir  á  la  ciudad  de  la  Plata,  ó  de 
mudarse  el  Tribunal  de  esa  Provincia  con  las  propias  facul- 
tades y  autoridad  que  gozan  los  demás  Vireyes  de  mis  domi" 
nios  de  las  Indias,  según  las  leyes  de  ellas,  así  en  todo  lo  res- 
pectivo al  gobierno  militar  como  político,  dejando  la  Supe- 
rintendencia y  arreglo  de  mi  Real  Hacienda  en  todos  los 
ramos  y  productos  de  ella  al  cuidado,  dirección  y  manejo  del 
Intendente  de  Ejército  que  he  nombrado.  Y,  por  tanto,  man- 
do al  citado  mi  Virey  del  Perú  Presidente    de  Chile  y  de 
Charcas,  á  los  ministros  de  sus  Audiencias,  á  los  Gobernado- 
res, Correjidores,  Alcaldes    mayores,  Ministros  de  mi  Real 
Hacienda,  oficiales  de  mis  Reales  Ejércitos  y  Armada  y  demás 
personas  á  quienes  tocar  pueda,  os  hagan,  reconozcan  y  obe- 
dezcan como  á  tal  Virey,  Gobernador  y  Capitán  General  de 
las  espresadas  provincias  en  virtud  de  esta  mi  Real  Cédula, 
ó  de  testimonios  de  ella,  que  deberéis  dirijir  luego  que  os 
posesionéis  de  este  mando,  á  los  jefes,  Tribunales,  y  demás 
que  corresponda,   para  que  sin  la  menor  réplica  ni  contra- 
dicion  cumplan  vuestras  órdenes  y  las  hagan  cumplir  prin- 
cipalmente en  sus  respectivas  jurisdicciones,  que  así  es  mi 
voluntad,  y  que  cuando  vuestro  antecesor  en  ese  mando  el 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  407 


Capitán  General  de  los  Ejércitos  Don  Pedro  de  Ceballos,  se 
retire  á  estos  Reinos  de  España  conforme  á  las  facultades 
que  para  ello  le  tengo  concedidas,  os  dé  á  reconocer  por  tal 
Virey,  Gobernador  y  Capitán  General  de  esas  Provincias  del 
Rio  de  la  Plata,  y  demás  distritos  que  van  señalados,  para 
que  en  esos  mis  dominios  se  hallen  todos  mis  vasallos  y  em- 
pleados en  mi  Real  servicio  en  esta  inteligencia,  y  estén  estos 
á  vuestras  órdenes.  Y,  á  efecto  de  que  no  se  os  pueda  poner 
embarazo  en  el  absoluto  ejercicio,  y  autoridad  perteneciente 
á  este  alto  carácter  de  mi  Virey  y  Capitán  General,  en  virtud 
de  esta  mi  Real  Cédula,  os  dispenso  de  todas  las  formalidades 
de  otros  despachos,  y  demás  requisitos  que  se  acostumbran» 
y  previenen  las  leyes  de  Indias  para  nombramiento  de  Vire- 
yes  de  esos  mis  dominios  por  convenir  así  á  mi  Real  servicio. 
Y  es  mi  voluntad  que  en  manos  de  vuestro  antecesor  el  Ca- 
pitán General  de  Ejército  D.  Pedro  de  Ceballos,  hagáis  el  ju- 
ramento acostumbrado  de  que  bien  y  fielmente  habéis  de  de- 
sempeñar este  empleo,  quedando  por  consiguiente  obligado 
al  juicio  de  la  Residencia  de  él,  en  los  propios  términos  que 
lo  quedan  los  demás  Vireyes  de  esos  mis  dominios  de  Améri- 
ca. Y,  mando  igualmente  á  los  oficiales  Reales  de  las  Cajas 
de  Buenos  Aires,  y  demás  del  distrito  de  ese  Vireynato,  os 
satisfagan  puntualmente  cualesquiera  caudales  de  mi  Real  Ha- 
cienda al  respecto  de  cuarenta  mil  pesos  corrientes  de  Amé- 
rica, que  os  asigno  en  cada  un  año  para  desde  el  dia  en  que 
se  os  dé  é  reconocer  por  tal  Virey,  Gobernador  y  Capitán  Ge- 
neral de  las  Provincias  del  Rio  de  la  Plata  en  la  forma  ya 
dicha,  pues  en  virtud  de  vuestros  recibos  ó  cartas  de  pago  se 
pasará  en  cuenta  á  los  mencionados  oficiales  Reales,  lo  que 
por  esta  razón  os  satisfagan,  sin  que  sea  necesario  otro  re- 
caudo alguno  para  su  legítima  data:  declarando  al  mismo 
tiempo  deberéis  estar  sujeto  precisamente  al  pago  de  media 
anata,  pues  ya  sale  este  empleo  de  la  esfera  de  primera  crea- 
ción. 

Dado  en  San  Lorenzo  el  Real,  á  27  de  Octubre  de  1 777. — 
Yo,  el  Rey. — Joseph  de  Galvez. 


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408  EL   PAÍS   DE   CUYO 


NUMERO  6. 

Cuyo  ha  tenido  los  Corregidores  é  Intendentes  expresados 
á  continuación  y  que  aparecen  de  los  registros  de  estas  pro- 
vincias, que  hemos  consultado. 

Como  dependencia  de  Chile  desde  1602  hasta  1776. 
1602  Corregidor  Don  Bartolomé  de  Benavides. 


1606 

» 

»     Sebastian  López. 

1630 

» 

»     Francisco  Loril  y  Deza. 

1632 

» 

»     Juan  de  Adaro. 

1643 

» 

»     Pedro  Bustos. 

1645 

» 

»     Luis  López  Gallardo. 

1651 

t 

General  Don  Luis  Jof  ré  de  Arce. 

1654 

2» 

Don  Diego  de  Cervantes. 

1655 

» 

»     Martin  Maguna. 

1656 

» 

Capitán  Don   Melchor  de  Carabajal  y 
Saravia. 

1657 

» 

Don  Diego  Rojas. 

1667 

» 

»     Francisco  Meneses. 

» 

» 

»     Antonio  de  la  Maza. 

1668 

» 

Maestre  de  Campo  Don  José  de  Garro. 

1670 

» 

General  Don  Antonio  de  la  Maza. 

1671 

» 

Don  Francisco  Chirino  de  Posadas  (Jus- 
ticia Mayor). 

1676 

» 

Don  Juan  de  Oro  Bustamante. 

1679 

» 

»     Juan  Antonio  Morales  de  la  Banda. 

1680 

X 

»     Antonio  Carabajal  y  Saravia  (Jus- 
ticia Mayor). 

1684 

» 

Capitán  Don  Lorenzo  de  Tagohaga. 

1687 

» 

Teniente  de  Capitán  General  y  Justicia 
Mayor  Don  N.  N. 

1688 

» 

Maestre  de  Campo  Don  José  de  Garro. 

1689 

» 

Don  Juan  de  Lemos  Barroco. 

1691 

» 

»     Santiago  de  Jara  y  Esquivel. 

1692 

» 

»     Juan  de  Urdinolas. 

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EL   PAÍS   DE   CUYO  409 


1693  Corregidor  Don  Pedro  Carreras. 

1694  »  General  Don  Juan  de  Urdinolas. 

1697  »  »  Don  Francisco  de  Larrínaga  y  Aspex. 

1701  »  Don  Nicolás  Francisco  de  la  Rolan  a, 

1706  »  »     Pablo  GKraldez. 

1709  »  »     Juan  de  Nieva  y  Castillo. 

1714  »  Mayor  General  Don  Pablo  Giraldez  de 

Rosa-Mora. 

(Hasta  1776  no  hemos  podido  seguir  la  nómina  anterior). 

1776  Corregidor  Don  Juan  de  Oro  Bustamante. 
1722  »  »     Tomas  de  la  Llana. 
1728            »             »     José  de  Frías. 

1730  »  »     Manuel  Zapata  de  Mayorga. 

1731  »  »     Manuel  A.  de  Escorza. 

1741  »  »  Juan  A.  de  Olano. 
1743  >  »  Manuel  de  Castro. 

1742  »  »  Manuel  de  Velazco. 
1746  »  i  José  A.  de  Ovalle. 
1762  »  »  Eusebio  de  Lima. 

1756  »  »  Francisco  Videla  y  Aguiar 

1760  »  >  José  Félix  de  Villalobos. 

1767  »  »  Juan  José  del  Rizco  y  Alvarado. 

1771  »  »  Juan  Manuel  Ruiz. 

1773  »  »  Jacobo  Badaran1. 

Como  parte  dependiente  del  Tucuman. 

1777  Intendentes  Don  José  Sebastian  de  Sotomayor. 

1779  »  »     Jacinto  de  Camargo. 

1780  »  »     Jacinto  de  Anzorena. 
1782            »                »     Pedro  Giménez  Castellanos. 

1782  »  »     Marqués  de  Sobre  Monte*  que  go- 


1  Los  distritos  de  San  Juan  y  San  Luis  estaban  gobernados  por  Lugar 
Tenientes  y  de  Justicia  Mayor. 

1  En  22  de  Enero  de  1782,  la  Intendencia  de  Tucuman  fué  dividida  en 
las  dos  de  Córdoba  y  Salta,  perteneciendo  el  Pais  de  Cuyo  á  la  primera* 


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410  EL   PAÍS   DE   CUYO 


bernó  hasta  1804,  siendo  el  11  de  Abril  elevado  á  la  alta  ca- 
tegoría de  Virey  por  muerte  de  Don  Joaquín  del  Pino. 

Intendentes:  Como  parte  dependientes  de  Córdoba. 

1804  —  Abril,  Don  José  González,  murió  en  16  de  Diciem- 
bre de  1805. 

1805  —  Don  José  Victorino  Rodríguez. 

1806  —  Don  Simón  de  Gocordo. 

1806  —  Don  Francisco  Rodríguez  (interino). 

1807  —  Diciembre  28,  Don  Juan  Gutiérrez  do  la  Concha. 
1810  —  Agosto,  Don  Juan  Martin  de  Pueyrredon. 

1810  —  Diciembre,  Don  Mariano  Usandivares  (interino  por 
.usencia  de  Pueyrredon). 

1811  —  Febrero  7,  Don  José  de  Pueyrredon. 

Intendente*  de  Cuyo 

1814  —  Coronel  Don  Juan  Florencio  Terrada,  publicó  su 
bando  de  buen  gobierno  en  dia  29  de  Enero. 

1814  —  Coronel  Don  Marcos  González  Balcarce  (Junio  2), 
renunció  en  Julio,  sucediéndole  el  General  San  Martin  por 
disposición  del  Supremo  Director. 

1814  —  Coronel  Mayor,  Don  José  de  San  Martin  (Setiem- 
bre). 

1816  —  Enero  13.  El  Cabildo,  por  delegación  del  mando 
político  de  Sap  Martin,  reservándose  el  militar,  reasume 
él  mando  al  poco  tiempo. 

1816  —  Marzo  7.  El  Cabildo,  por  delegación  de  San  Martin, 
por  marchar  éste  al  Sud  en  asuntos  del  servicio,  reasumió  el 
mando  á  los  pocos  dias. 

1816  —  Junio  19.  El  Brigadier  Bernardo  O'Higgins,  por 
ausentarse  de  Mendoza  el  General  San  Martin. 

1816  —  Agosto  31.  Nota  del  ¡Director  á  San  Martin  para 
que  siempre  que  se  ausente  de  la  capital  de  la  Provincia,  se 
nombre  encargado  del  Gobierno  interino  al  Coronel  T.  Lu- 
zuriaga. 

1816 — Coronel  Don  Toribio  de  Luzuriaga  gobernó  con  in- 
terrupciones varias  hasta  1820. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  411 


1820— El  Cabildo  (Enero  17  á  Mayo  8). 
1820— Don  Pedro  José  Campos  (Mayo). 
1820— Don  Tomas  Godoy  Cruz. 


NUMERO  7. 

Revista  de  Julio  21  de  1781. 

Infantería. 

1.a  Compañía  de  reformados  con  hombres.  .  55 

2.a  »  45 

Compañía   de   infantería  española,  su  título 

«La  Princesa  de  Asturias» 12 

Compañía  de  forasteros,  española,  su  título 
«La  Excma.   Infanta  de  España   Doña 

Carlota  Joaquina» 86 

Compañía  de  voluntarios,  española,  su  título 
«El  Excmo.  Infante  de  España  Don  Ga- 
briel Antonio» 79 


337 

Caballería. 

1.°  Dragones  montados,  titulado  «Granade- 
ros reales  del  mayor  honor » 84 

2.°  Dragones  montados,  titulado  «  Nobleza  y 

carabineros  reales  > 53 

3.°  Dragones   montados,   titulado  « El  valor 

constante  » .- 72 

4.°  Dragones  montados,  titulado  «Del  temor»         72 

5.°         »  y>  »        « Sagunto  de 

San  Juan  » 53 

6.°  Dragones  montados,  titulado  «Lanzas  li- 
geras»    5i* 

7.°  Dragones  montados,  titulado  «Los  in- 
vencibles » 44 

8.°  Dragones     montados,     titulado     «Porta 

bandera  » 43 


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412  EL   PAÍS   DE   CUYO 


9.°  Dragones  montados,  titulado  «Del  valor»         39 

10.  »                »                 »         «Poder  in- 
vencible » 51 

11.  Dragones    montados,    titulado    «De   la 
Exma.  Infanta  Doña  María  Josefa  » .  . .  .         72 

12.  Granaderos  montados,  titulado  « Los  crio- 
llos valientes  >  :    72 

Total 1,061 

NÚMERO  8. 
Ejército  de  los  Andes. 

Primer  cuerpo:  Batallón  Cazadores  de  los  Andes,  4  com- 
pañías de  granaderos  de  los  batallones  número  7  y  8,  3.°  y 
4.°  escuadrón  del  regimiento  Granaderos  á  Caballo,  escolta 
del  general  en  jefe,  5  piezas  de  artillería  con  su  dotación,  al 
mando  inmediato  del  Brigadier  Soler. 

Segundo  cuerpo :  4  compañías  fusileros  del  batallón  7,  2 
piezas  de  artillería;  4  compañías  fusileros  del  batallón  8,  al 
mando  inmediato  del  Brigadier  O'Higgins. 

Tercer  cuerpo:  3  escuadrones  de  Granaderos  á  Caballo,  5 
piezas  bien  dotadas,  Cuartel  General,  maestranza,  hospital, 
ingenieros,  etc.,  al  mando  inmediato  del  General  San  Martín. 

Batallón  11  de  línea,  Batallón  milicias,  1  pieza  de  artillería 
de  á  12;  estas  fuerzas  marcharon  por  Uspallata  al  mando  del 
General  Las  Heras. 

Milicias  que  marchan  por  el  Planchón,  al  mando  del  Co- 
mandante Freiré. 

Milicias  que  marchan  por  el  Portillo,  al  mando  del  Coman- 
dante Tompson. 

Milicias  que  marchan  sobre  Coquimbo  y  Atacama,  al  man- 
do del  Comandante  Cabot. 

Milicias  que  marchan  por  Valle  Hermoso,  al  mando  del 
Comandante  Arcos. 

Milicias  que  marchan  sobre  San  Fernando,  al  mando  del 
Comandante  Rodríguez. 


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EL  PAÍ8  DE  CUYO  413 


NUMERO  9. 

Febrero  12  del  año  1817. — Tengo  el  honor  de  comunicar 
á  V.  S.  que  desde  que  marché  de  esa  Plaza  á  la  cabeza  de  la 
División  que  se  ha  confiado  á  mi  corto  talento  con  dirección 
al  Norte  sobre  el  Reino  de  Santiago  de  Chile,  me  propuse  no 
omitir  sacrificio  alguno  personal  que  coadyuvase  al  mejor 
lleno  de  mis  deberes,  y  así  es  que  emprendí  mis  marchas  has- 
ta trasmontar  las  cuatro  cordilleras  de  los  Andes,  en  que  in- 
vertí catorce  penosas  jornadas,  después  de  las  cuales  alcance 
á  pisar  la  Cañada  de  los  Patos,  el  seis  del  corriente. 

Allí  sorprendió  mi  partida  descubridora  la  primera  guar- 
dia enemiga,  y  habiendo  hecho  alto,  tanto  para  reparar  las 
cabalgaduras  como  para  municionar  la  tropa  y  demás  ocu- 
rrencias preventivas  á  seguir  pisando  el  terreno  enemigo,  fué 
tomada  también  prisionera  á  los  dos  días  la  guardia  que  fué 
á  relevar  la  antedicha,  comandada  por  un  cabo  de  la  guarni- 
ción de  Coquimbo,  con  arma  corta,  de  chispa  é  igual  número 
de  soldados.  Al  siguiente  día,  después  de  haber  adelantado 
una  partida  de  cien  hombres  al  mando  del  capitán  Don  Pa- 
tricio Ceballos,  continué  mi  ruta,  encontrando  por  ella  á  va- 
rios vecinos  de  probidad  y  patriotismo,  que  guiados  de  mis 
confidencias,  con  quienes  he  jirado  correspondencia  privada 
desde  los  primeros  momentos  que  me  moví  con  la  espedicion, 
corrían  presurosos  á  incorporarse  en  ella.  Dicho  capitán  y 
oficiales  que  le  acompañaron,  supieron  esplorar  el  campo 
con  alguna  mas  vijilancia  que  la  que  creí  necesaria,  por  las 
instrucciones  que  se  les  dieron  al  efecto,  tanto  que  cuando  el 
día  nueve  que  llegué  con  el  grueso  de  mi  división  y  bagajes 
á  la  primera  población  de  Valdivia,  ya  se  habían  apoderado 
no  solo  de  los  espías  y  vecinos  sospechosos  que  nos  podían 
perjudicar,  sino  también  de  una  correspondencia  de  Santiago 
que  interceptaron  en  Monterey,  de  cuyo  paraje,  distante  cua- 
renta leguas  de  Coquimbo,  se  les  pudo  escapar  José  Antonio 
Godomar,  uno  de  los  mas  sindicados  por  su  opinión,  quien 
por  caminos  estraviados  se  pudo  introducir  en  dicho  Coquim- 
bo, dando  noticia  de  mi  arribo,  que  hasta  aquella  fecha  se 


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414  EL   PAÍS   DE   CUYO 

ignoraba  por  el  buen  orden  y  cautela  con  que  se  han  dirijido 
las  marchas;  con  este  aviso  se  puso  el  enemigo  en  confusión, 
según  el  parte  que  con  igual  fecha  del  que  llevó  el  aviso  co- 
munica el  Subdelegado  de  dicha  plaza  al  General  Marcó,  que 
también  cayó  en  mis  manos  por  la  partida  volante  y  que  me 
ha  servido  de  guía  para  mis  ulteriores  disposiciones.   En  el 
acto  que  lo  leí,  dispuse  auxiliar  mis  avanzadas  con  cien  hom- 
bres de  caballería  é  infantería,  que  marcharon  desde  Rapel  el 
día  diez,  al  mando  de  mi  primer  ayudante  de  campo  Don  Eu- 
jenio  Hidalgo,  con  órdenes  de  que  reunidos  al  capitán  Ceba- 
llos,  invadiese  todos  los  puntos  por  donde  pudiese  fugar  el 
enemigo  hacia  la  capital;  en  efecto,  lo  ejecutaron  á  la  letra 
el  día  de  ayer.  Los  enemigos  arribaron  al  punto  de  Barraza, 
encrucijada  precisa  á  su  salida,  con  la  guarnición  de  ciento  y 
tantos  hombres  que  tenía  la  plaza  y  dos  piezas  volantes  de 
artillería  de  calibre  de  á  cuatro;  pocos  minutos  antes  de  la 
partida  destinada  á  perseguirlos  y  cuando  pensaron  acam- 
parse en  aquel  rio,  como  de  hecho  lo  intentaron,  según  me  lo 
indicaban  los  continuos  partes  del  capitán  Ceballos,  bajo  cu- 
yas órdenes  operaba  nuestra  fuerza,  ya  nuestras  primeras 
partidas  les  hacían  fuego  por  retaguardia;  á  esta  sazón,  reci- 
bí un  parte  del  benemérito  patriota  Don  Manuel  Antonio  de 
Iribarren,  Gobernador  electo  por  el  pueblo  de  Coquimbo,  en 
ausencia  de  su  antiguo  mandatario  Don  Manuel  Santa  María, 
cuyo  contenido  se  espresa  del  oficio  y  acta  que  en  copia  in- 
cluyo bajo  los  números  1  y  2  para  satisfacción  Y.  S.  En  los 
propios  momentos  de  estar  leyendo  estos  documentos  en  este 
Valle  de  Sataquí,  en  que  acababa  de  acamparme  con  el  resto 
de  mi  división,  se  me  dio  parte  por  el  citado  capitán  Ceba- 
llos,  quedar  reunida  toda  la  fuerza  armada,  á  que  se  agrega- 
ron algunos  naturales  del  país,  á  quienes  había  armado  con 
lanzas,  y  que  quedaban  batiéndose  con  el  enemigo,  que  de  su 
resultado  me  daría  pronto  aviso;  en  el  acto  mandé  pasar  re- 
vista de  armas  y  reunir  toda  la  fuerza  que  me  quedaba,  depo- 
sitando los  equipajes,  víveres  y  demás  bagaje  en  casa  aparen- 
te, á  cargo  de  los  arrieros  conductores;   se  previnieron  las 
cabalgaduras  necesarias  para  acudir   al  primer  aviso  en  su 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  415 


auxilio,  en  razón  de  que  por  algunas  noticias  estrajudiciales 
se  me  había  informado  que  les  venían  cien  hombres  de  la  ca- 
pital; con  este  apuro  pasé  la  noche,  así  yo  como  la  tropa,  con 
la  rienda  en  la  mano,  hasta  que  al  amanecer  del  día  de  hoy 
llegó  el  glorioso  parte  en  que  se  me  comunica  haberles  deja- 
do muertos  nuestras  tropas  en  el  Llano  de  Sálala,  tres  leguas 
adelante  de  Barraza,  cuarenta  y  tres  soldados,  tres  oficiales 
y  tres  mujeres  que  les  seguían.  Habérseles  tomado  cuarenta 
prisioneros 1,  entre  los  cuales  cayó  el  Subdelegado  Teniente 
Coronel  Don  Manuel  Santa  María,  su  hijo  y  dos  oficiales;  que 
entre  heridos  y  derrotados  se  habían  escapado  como  veinte, 
que  validos  de  la  buena  disposición  en  que  se  hallaban  sus 
caballos,  fugaron  precipitadamente  á  las  sierras  y  fragosida- 
des, inmediaciones  á  la  ruta  de  su  destino;  no  habiendo  tenido 
en  el  ataque,  por  nuestra  parte,  mas  perdida  que  la  de  un  sol- 
dado muerto  y  tres  heridos,  cuyo  acontecimiento  se  hace  in- 
creíble á  no  conocer  que  la  mano  invisible  protejo  nuestra 
causa.  Se  les  ha  quitado  dos  piezas  de  artillería  volante  de  á 
cuatro,  todos  los  fusiles,  seis  espadas,  diez  y  seis  cajones  de 
municiones,  dos  barriles  de  pólvora,  cuatro  fardos  de  vestua- 
rios, treinta  cargas  de  equipajes  y  entre  ellas  todos  los  pape- 
les, todo  lo  que  aguardo  esta  noche  en  este  punto  para  dis- 
poner de  ello  lo  conveniente  y  pasar  mañana  á  tomar  posesión 
de  la  plaza  y  puerto  de  Coquimbo,  a  donde  he  adelantado 
cincuenta  hombres  al  mando  del  Comandante   de  Caballería 
Don  Antonio  Blanco  y  competente  número  de  oficiales  para 
que  sirvan  de  guarnición  bajo  las  órdenes  de  su  actual  Go- 
bernador. 

Los  útiles  de  guerra  que  ha  dejado  el  enemigo  en  aquella 
plaza  y  puerto,  según  las  últimas  relaciones,  son  los  siguien- 
tes: En  la  casa  de  pólvora,  36  barriles  de  id.,  cuatro  de  id. 
mojada,  cuatro  fusiles  descompuestos,  dos  id.  buenos,  cuatro 
cañones  volantes  de  á  cuatro,  doce  id.  de  á  doce,  y  dos  de  á 
veinte  y  cuatro  en  el  puerto. 


*  Todos  los  prisioneros  de  Coquimbo  fueron  repartidos  entre  el  vecinda- 
rio de  San  Juan  y  destinados  á  la  labranza. 


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416  EL   PAÍS   DE   CUYO 


No  puedo  desentenderme  de  recomendar  á  V.  S.  el  entu- 
siasmo y  bravura  con  que  se  han  portado  en  esta  ocasión, 
según  me  lo  informa  el  Capitán  Ceballos,  los  beneméritos  pa- 
triotas naturales  de  ese  virtuoso  país,  Capitán  de  Infantería 
Don  Juan  Agustin  Camo,  el  Ayudante  mayor  de  linea  Don 
Juan  José  Ruiz,  el  de  Milicias  de  la  misma  graduación  Don 
Sinforoso  Navarro,  y  los  Tenientes  segundos  de  escuadrones 
de  caballería  Don  José  María  Morales  y  Don  Pedro  Regalado 
Cortinez,  á  quienes  he  concedido  un  grado  mas  en  sus  respec- 
tivos cuerpos,  en  virtud  de  mis  facultades. 

Lo  que  comunico  á  V.  S.  para  su  conocimiento  y  satisfac- 
ción. Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años. — Cuartel  General  en 
el  Valle  de  Sotaquí  y  Febrero  12  de  1817.  —  Juan  Manuel 
Cabot. 

Muy  IlustrÍ8Ímo  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de  la  Ciu- 
dad de  San  Juan. 

NÚMERO  10. 

Contingentes  de  hombres,  dinero  y  efectos  dados  por  la  Tenen- 
cia de  Gobierno  de  San  Juan  desde  1810  hasta  1817  para 
formación  y  sosten  de  los  ejércitos  de  la  Patria. 

Hombres. 
1810,  31  de  Agosto.  Marcha  á  Córdoba  un  contingente  de 
60  hombres. 

1810,  18  de  Octubre.  El  capitán  Don  José  de  Navarro 
conduce  cien  reclutas  en  alcance  de  la  Expedición  Auxiliar 
del  Perú:  100  hombres. 

1811,  1.°  de  Noviembre.  El  capitán  Don  José  Bonifacio 
Moyano  conduce  á  Buenos  Aires  ciento  y  cincuenta  reclutas: 
160  hombres. 

1812,  26  de  Setiembre.  El  comandante  Don  Juan  Crisósto- 
mo  Quiroga  conduce  á  la  capital  ciento  veinte  y  cinco  reclu- 
tas: 125  hombres. 

1814,  14  de  Enero.  Don  José  C.  Sarmiento  conduce  á  Men- 
doza veinte  desertores,  2  libertos  y  36  milicianos:  68  hom- 
bres. 


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KL   PAlS   DE   CUYO  417 


1814,  10  de  Febrero.  El  teniente  Don  Juan  Manuel  Gó- 
mez conduce  á  Mendoza  ochenta  y  siete  granaderos  .monta- 
dos: 87  hombres. 

1814,  18  de  Febrero.  El  capitán  Don  José  B.  Moyano 
conduce  á  Mendoza  cien  reclutas  y  diez  y  nueve  esclavos:  119 
hombres. 

El  oficial  Don  Juan  José  Ortiz  conduce  á  Mendoza  sesen- 
ta reclutas:  60  hombres. 

1815,  20  de  Febrero.  El  capitán  Don  Antonio  Blanco 
conduce  á  Mendoza  cincuenta  y  nueve  reclutas:  59  hombres. 

1815,  5  de  Noviembre.  Remitidos  á  Mendoza  quinientos 
treinta  y  un  esclavos,  conducidos  por  los  oficiales  Miguel  To- 
ran,  José  Sánchez  y  Antonio  Martell.  (Recibos  de  Luzuria- 
ga  de  24  de  Setiembre  y  5  de  Noviembre):  531  hombres. 

1816,  11  de  Junio.  Por  orden  de  San  Martin  se  hace  una 
recluta  para  formar  tres  compañías  para  agregar  al  2.*  bata- 
llón del  Regimiento  Núm.  11  (cálculo  aproximado):  180  hom- 
bres. 

1816,  3  de  Agosto.  El  Regimiento  Núm.  11  es  dividido  en 
los  batallones,  números  11  y  1  de  Cazadores,  siendo  éste  re- 
montado en  San  Juan  (cálculo  aproximado):  160  hombres. 

Milicias  activas  incorporadas  al  Ejército  de  los  Andes,  y 
total  de  la  división  del  Norte  que  iba  sobre  Coquimbo:  1,430 
hombres.— Total  3,109. 

Dinero. 

1816,  15  de  Junio.  Por  las  partidas  que  se  expresan  en  el 
documento  que  publicamos  al  final  de  la  presente  nota,  sus- 
crita por  el  teniente  administrador  de  aduana  Don  José  An- 
tonio de  Oro,  y  á  requisición  de  la  autoridad  superior:  pesos 
plata  118,385  $  6  % 

1816,  15  de  Enero.  Entregado  al  Comandante  Cabot  para 
gastos  de  la  fuerza  destinada  á  Coquimbo:  20,000. 

1816,  16  de  Enero.  Recibo  de  San  Martin  por  6,717  pesos 
4  1¡2  reales  de  la  masa  decimal,  conducidos  á  Mendoza  por  el 
capitán  Cano:  6,717  4  V«. 

27 


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418  EL   PAÍ8   DE   CUYO 


1816,  Por  contribuciones  forzosas  especiales,  gastos  de 
comisiones,  etc.:  1,600. 

1816,  24  de  Setiembre.  Tres  mil  pesos  remitidos  á  Mendo- 
za y  recibidos  por  el  General  San  Martin  en  esta  fecha:  3,000- 

1816,  23  de  Noviembre.  Doce  mil  pesos  mandados  á  Men- 
doza (Recibo  de  San  Martin):  12,000. 

1816,  25  de  Diciembre.  Dos  mil  pesos  entregados  al  Co- 
mandante Cabot  por  orden  de  San  Martin:  2.000  $. 

1817,  21  de  Enero.  Por  la  contribución  extraordinaria  del 
año  1817,  según  el  recibo  de  la  Intendencia  de  25  del  mismo 
mes:  18,900  $. 

1817,  15  de  Mayo.  Por  el  derecho  popular  hasta  su  extiii- 
cion  en  la  fecha:  37,186. 

1817,  19  de  Julio.  Remitidos  á  Mendoza  con  el  oficial  F. 
Carril:  50,184  $.— Total:  224.707  $  3  reales. 

Artículos  de  guerra  y  otros. 

Caballos  para  el  servicio  del  ejército,  2,741. 

Muías  remitidas  desde  1810  para  el  ejército  del  Alto  Perú 
hasta  1817  en  que  marchó  el  Ejército  de  los  Andes,  7,109. 

Reses  para  el  consumo  de  la  tropa  en  marcha,  1,100. —To- 
tal de  animales:  10.950. 

Artículos  erogados. 

Alhajas,  armas,  chifles  2.300  pares,  400  ponchos,  400  fra- 
zadas, 1,200  pieles  de  carnero,  16  quintales  de  plomo  de  las 
minas,  145  barriles  de  aguardiente,  vino;  1,260  monturas,  472 
jergas,  1,300  aparejos,  lazos;  1,700  hijares  (pieles  de  buey\ 
1,900  chambaos,  700  pieles  de  vaca  para  correajes,  766  libras 
hilas,  cebada,  maíz;  1,350  alforjas,  1,670  camisas,  pantalones; 
1032,  espuelas,  cencerros;  211  cargas  de  muías  de  artículos 
varios  y  cementeras  de  maíz  para  el  Ejército. 

Todos  los  herreros,  barreteros,  hojalateros,  armeros  y  tala- 
barteros que  había  en  San  Juan,  fueron  mandados  á  Mendoza 
por  orden  de  la  Intendencia. 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  419 


Estado  de  las  existencias  en  depósito  que  tenia  la  División  del 
Norte,  al  mando  del  Comandante  Don  Juan  Manuel  Cábot. 

20,000  pesos  en  caja. 

2,191  piezas  de  ropa  (corte  y  costura  hechas  gratis  por  las 
señoras). 

120  quintales  de  charqui. 

100  cabezas  ganado  vacuno  en  pie. 

72  quintales  galletas. 

1  quintal  ají. 

2  quintales  de  sal. 

15  quintales  de  harina  de  maíz  tostado. 

40  arrobas  de  vino. 

8  arrobas  de  aguardiente. 

1,200  mazos  de  tabaco  tarijeño. 

6  mazos  de  tabaco  paraguayo. 

14  resmas  de  papel  de  hilo. 

100  caballos  serranos. 

1,307  muías  silleras. 

160  muías  cargueras. 

Esta  mina  inagotable  de  patriótico  desprendimiento  pro- 
vocó la  nota  de  16  de  Setiembre  de  1815,  en  la  que  el  Supre- 
mo Director  agradece  los  donativos  en  dinero,  alhajas,  caldos, 
etc.,  hechos  por  el  vecindario  de  San  Juan,  y  concluye  pi- 
diendo que  lo  que  no  sea  de  suma  necesidad  en  Cuyo,  sea  re- 
mitido á  Buenos  Aires  para  realizarlo  en  dinero  á  beneficio 
de  la  escuadra. 

Lo  cierto  es  que  aquel  rico  venero  llegó  á  brocearse,  por- 
que los  vecinos  habían  dado  cuanto  tenían,  porque  todo  el 
que  podía  cargar  un  fusil  ó  lanza  estaba  con  las  armas  en  la 
mano. 

El  comercio  era  nulo,  ya  por  el  estado  de  armas  en  que  se 
hallaba  todo  Cuyo,  como  porque  no  había  una  muía  para 
transporte  de  mercaderías.  Todas  las  arrias  de  San  Juan  es- 
taban destinadas  y  listas  para  el  transporte  de  los  ejércitos  y 
sus  pesados  bagajes. 


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420  EL  PAÍS   DE   CUYO 


Quedaba  el  crédito  y  desde  luego  se  trató  de  empeñarlo. 

El  Cabildo,  contestando  á  una  nota  de  San  Martin,  por  la 
que  se  pedía  el  cobro  anticipado  de  la  contribución  extraor- 
dinaria, decía,  después  de  pintar  la  pobreza  á  que  San  Juan 
había  quedado  reducida:  «la  cantidad  que  falta  para  el  total 
de  la  contribución  es  de  cinco  á  seis  mil  pesos,  y  si  hubiese  en 
esa  capital  (Mendoza)  alguien  que  abriese  ese  crédito,  el  Cabil- 
do respondería  con  sus  intereses;  pero  si  ninguno  de  estos  me- 
dios fuera  aceptado,  suplica  que  por  lo  dicho  se  continúe  la 
recaudación  trimestral.» 

Todos  los  datos  que  dejamos  consignados  constan  en  los 
archivos  públicos  de  San  Juan  y  Mendoza,  que  hemos  regis- 
trado con  paciente  labor. 

Donativos  forzosos  y  voluntarios  hechos  por  él  vecindario  de 
San  Juan  para  la  formación  y  sosten  del  Ejército  de  los  An- 
des, desde  1813  hasta  Junio  de  1816, 

El  ciudadano  José  A.  de  Oro,  teniente  administrador  de 
aduana  de  esta  ciudad,  etc. 

Certifico:  en  conformidad  de  lo  ordenado  con  esta  fecha  á 
este  Ministerio,  por  el  Muy  Ilustre  Cabildo  Teniente  Gober- 
nador Interino  de  esta  ciudad,  con  presencia  de  los  respecti- 
vos libros  de  mi  manejo,  lo  siguiente: 

1.°  Que  en  el  año  1813  se  impuso  á  esta  ciudad  por  la 
Asamblea  Soberana  Gubernativa  de  estas  Provincias,  el  em- 
préstito forzoso  de  treinta  mil  pesos  que  se  integraron  á  fines 
de  Febrero  de  1814,  y  fueron  remitidos  en  el  propio  tiempo  * 
por  el  Muy  Ilustre  Cabildo  á  la  capital  de  Buenos  Aires,  se- 
gún consta  del  libro  particular  de  este  ramo  á  que  me  remito, 
conducidos  por  el  alférez  de  milicias  Don  Domingo  Alba- 
rracin. 

2.°  Que  desde  el  citado  año  1814 *,  cupo  á  esta  ciudad  la 
suma  de  diez  y  ocho  mil  pesos  anuales  de  contribución  extraor- 


1  9  de  Marzo. 

1  Decreto  del  Sup.  Pod.  Ejecutivo,  8  de  Enero. 


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BL  PAÍS   DE   ÜÜYO  421 


diñaría,  los  mismos  que  han  sido  hasta  el  dia  (sin  interrup- 
ción) satisfechos;  así  consta  igualmente  su  inversión  del  libro 
especial  de  su  referencia. 

3.°  Que  habiéndose  promovido  por  el  certificante,  en  el 
año  pasado  de  1815  la  creación  de  una  compañía  nueva  de 
cien  hombres  con  el  renombre  de  «Gauchos  déla  Invención», 
donó  al  Estado  con  este  objeto  (á  su  nombre,  el  de  su  hijo 
Don  Francisco  D.  de  Oro  y  el  de  dos  amigos,  cuyos  nombres 
explico  en  cifras),  la  cantidad  de  seiscientos  ochenta  pesos 
que  fueron  adelantados,  hasta  la  de  dos  mil  ciento  cuarenta  y 
cinco  pesos  entre  varios  individuos,  cuya  totalidad  fué  insu- 
mida en  hábitos  de  la  referida  compañía,  con  aprobación  su- 
prema; consta  del  libro  de  donativos  de  su  clase  á  que  me  re- 
mito. 

4.°  Que  en  el  expresado  año  de  1815,  por  disposición  del 
señor  Gobernador  Intendente  de  la  Provincia,  se  derramó  un 
préstamo  sobre  algunos  vecinos  de  esta  ciudad  y  ascendió  á 
la  suma  de  cinco  mil  novecientos  ochenta  pesos,  que,  consigna- 
dos en  caja,  fueron  parte  de  ellos  remitidos  á  disposición  del 
mismo  Señor  Gobernador,  y  parte  consumidos  en  las  tropas 
de  esta  ciudad,  con  arreglo  á  sus  disposiciones;  así  resulta  del 
libro  de  este  artículo  á  que  me  refiero. 

5.°  Que  en  el  mismo  año  15  se  abrió  por  el  vecindario  de 
esta  ciudad  una  suscricion  de  donativos  voluntarios  en  dine- 
ro, alhajas  y  efectos  para  vestir  y  sostener  las  tropas  de  la 
Provincia  y  ascendió  su  importe,  por  el  avalúo  de  la  comi- 
sión de  su  recepción,  á  catorce  mil  doscientos  cuarenta  y  dos 
pesos,  seis  y  medio  reales,  parte  de  ellos  consumidos  según  lo 
dispuesto  por  el  Gobierno,  y  parte  existente  en  almacenes; 
consta  del  libro  particular  de  su  referencia  á  que  me  remito. 

6.°  Que  habiéndose  acordado  en  12  de  Julio  del  año  16 l 
por  este  pueblo,  para  sosten  de  las  tropas  de  esta  Provincia, 
«1  gravamen  de  4  pesos  sobre  cada  carga  de  aguardiente  y 
dos  sobre  la  de  vino,  debe  producir  en  el  término  sucesivo  de 


1  Esto  impuesto  duró  hasta  el  15  de  Marzo  de  1817,  dia  en  que  fué  sus- 
pendido por  acta  celebrada  á  Cabildo  abierto. 


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422  EL  PAÍS  DE  OÜYO 


seis  meses,  contados  desde  la  fecha  de  cada  una  de  sus  parti- 
das de  extracción,  la  suma  de  veinte  y  un  mil  veinte  y  ocho 
pesos,  hasta  la  de  15  de  Junio  del  presente  año  16,  los  cuales 
se  están  recaudando  oportunamente  é  invirtiéndose  en  el  des- 
tino de  su  elección;  consta  de  los  libros  privativos  de  su  clase 
á  que  me  remito.  —San  Juan,  Junio  15  de  1816.  -  José  Anto- 
nio de  Oro. 


NUMERO  11. 

Don  Francisco  de  Borja  Vasconcelos,  cuyos  ascensos  mili- 
tares le  elevaron  á  la  categoría  de  Coronel,  es  el  célebre 
«  Sargento  Vasconcelos  »,  de  quien  refiere  el  Coronel  Espejo 
el  curioso  episodio  que  sigue,  ocurrido  en  la  batalla  de  Maipú 
( 5  de  Abril  de  1818),  y  que  le  fué  referido  por  muchos  de  sus 
compañeros  de  armas  en  esa  jornada  y  por  el  mismo  Vas- 
concelos. 

«  Habiendo  el  general  San  Martin  mandado  al  general  Al- 
varado  (teniente  coronel  entonces),  jefe  de  la  división  de  in- 
fantería del  ala  izquierda,  que  con  los  batallones  número  1 
de  cazadores  y  número  8,  tomase  una  colina  ó  posición  eleva- 
da que  tenía  á  su  frente,  los  realistas,  con  igual  designio,  ha- 
bían destacado,  según  se  cree,  al  regimiento  de  Burgos  encu- 
bierto por  la  misma  altura.  Por  la  localidad  y  formación  en 
que  estaban  los  batallones  números  1  y  8,  á  estele  tocaba  po- 
sesionarse de  la  cima;  pero,  tanto  el  número  8  cuanto  los  rea- 
listas, vinieron  á  saber  que  hacían  la  misma  maniobra  de  una 
y  otra  parte,  cuando  se  avistaron  de  improviso,  frente  á  fren- 
te en  la  cúspide  de  la  colina.  Sea  que  los  españoles  fuesen 
mas  aguerridos,  con  mejor  disciplina,  ó  que  su  jefe  fuese  mas 
perspicaz,  el  hecho  fué  que  hicieron  una  descarga  sobre  el 
número  8  á  quema  ropa,  que  le  echó  á  tierra  una  gran  parte 
de  la  compañía  de  granaderos  y  tuvo  que  retroceder.  El  nú- 
mero 1  de  cazadores,  que  marchaba  á  su  izquierda,  aunque 
rompió  sus  fuegos  para  protegerlos  y  ver  si  restablecía  el 
combate,  fué  abrasado  de  igual  modo  por  los  fuegos  de  los 
españoles,  y  también   se   vio  obligado  á  alejarse  de  la  posi- 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  423 


cion.  El  enemigo  inmediatamente  estableció  una  batería  de 
cuatro  piezas  de  artillería  que,  rompiendo  uu  fuego  abrasa- 
dor á  metralla  sobre  la  división  que  se  retiraba,  protegía  al 
mismo  tiempo  la  persecución  que  hacía  al  número  8  desde  la 
altura  hasta  el  bajo  para  sacar  todo  el  fruto  de  la  ventaja 
conseguida.  Mas,  el  general  San  Martin,  que  observaba  esta 
escena  y  que  probablemente  se  persuadió  mas  de  la  impor- 
tancia de  la  posición  por  el  empeño  que  el  enemigo  ponía  en 
sostenerla,  mandó  á  carrera  los  batallones  números  1  y  3  de 
infantes  de  la  Patria  (pertenecientes  al  ejército  de  Chile  que 
formaban  parte  de  la  división  de  reserva)  á  proteger  al  núme- 
ro 8  y  1  de  Cazadores  de  los  Andes,  que  á  la  sazón  se  reha- 
cían para  volver  al  ataque,  lo  cual,  visto  por  el  enemigo,  con- 
tuvo su  marcha  y  aun  retrocedió  ala  altura.  El  coronel  Frei- 
ré, que  mandaba  la  caballería  de  la  misma  ala,  al  ver  el  re- 
chazo que  la  división  Alvarado  había  sufrido,  emprendió  una 
carga  sobre  una  columna  de  la  propia  arma  que  tenía  á  su 
frente  para  equilibrar  el  combate,  amagando  al  mismo  tiem- 
po el  flanco  de  la  infantería  realista;  y  teniendo  la  fortuna  de 
lograr  su  golpe,  hizo  perder  su  posición  en  derrota  á  los  lan- 
ceros del  rey.  El  comandante  Alvarado,  que  á  esta  sazón  ya 
había  reorganizado  los  dos  batallones  de  su  división,  y  veía 
acercarse  el  refuerzo  de  la  reserva,  proclamó  la  tropa,  exhor- 
tándola á  un  nuevo  esfuerzo  de  coraje,  terminando  con  las 
palabras:  «¡soldados!  ¡vamos  á  triunfar!».  En  efecto,  la  tropa 
respondió  con  un  grito  entusiasta  de:  ¡Viva  la  Patria!  y  am- 
bos cuerpos  volvieron  sobre  el  enemigo  con  la  mayor  sere- 
nidad, arma  al  brazo,  á  son  de  música.  Fué  tal  la  envestida 
que  se  le  dio,  que   no  pudiendo  resistirla,  se  desordenó,  vol- 
vió caras,  y  nuestra  división   se  posesionó  de  la  altura  y  de 
la  artillería.  Los  españoles  á  su  turno  fueron  perseguidos  por 
la  espalda  en  cuesta  abajo  por  los  batallones  número  8  y  Ca- 
zadores, sufriendo  igual  ó  mayor  destrozo  que  el  que  ellos 
habían  causado  á  nuestras  filas  poco  antes.  Aunque  reforza- 
dos por  un  cuerpo  de  su  reserva,  que  unidos  hacíaa  esfuerzos 
por  recuperar  Ja  posición   perdida,  no  solo  no  lo  lograron, 
sino  que  á  bala  y  bayoneta  se  les  hizo  retroceder  y  aun  se 


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424  EL  PAÍS  DE   CUYO 


les  desalojó  de  la  segunda  colina  en  que  pensaran  hacer  pie 
firme;  en  este  segundo  ataque  fué  que  Vasconcelos  recibió  su 
herida  en  la  boca,  y  su  capitán  le  mandó  al  hospital  de  san- 
gre á  retaguardia,  dicióndole  que  fuese  á  reunirse  á  los  otros 
heridos  que  se  habían  despachado  de  la  posición  que  acaba- 
ban de  dejar.  Vasconcelos  dice:  que  se  vendó  su  herida  con 
dos  pañuelos  que  llevaba,  y  echando  al  hombro  su  fusil  que 
tenía  cargado,  se  puso  en  marcha  á  buscar  el  hospital,  cruzan- 
do el  campo  que  estaba  sembrado  de  cadáveres  y  heridos. 
Se  había  alejado  ya  como  tres  ó  cuatro  cuadras  á  retaguardia 
de  la  línea,  cuando  de  improviso  se  levantó  uno  de  los  rea- 
listas que  habían  caído  heridos  pocos  minutos  ánte3,  sin  la 
menor  duda,  de  esos  acérrimos  empecinados  por  su  rey,  á  ata- 
car á  Vasconcelos  que  pasaba  solo;  á  los  improperios  de  fu- 
riosa rabia  que  vomitaba  aquel  español,  se  enderezaron  otros 
y  otros,  hasta  cinco  sucesivamente  de  aquí  y  de  mas  allá, 
al  ver  á  un  insurgente  caminar  mudo,  bañado  el  pecho  y  la 
cara  en  sangre  é  indefenso,  porque  no  se  veía  en  su  alrededor 
ninguno  que  pudiera  socorrerlo.  Vasconcelos,  viéndose  en  tan 
supremo  conflicto  y  considerando  que  iba  á  ser  víctima  in- 
defectible de  aquellos  furiosos  desalmados,  cuyos  insultos  le 
daban  la  medida  de  su  saña,  se  resignó  á  su  suerte,  al  reflexio- 
nar que  no  le  quedaba  otra  alternativa  que  morir  matando. 
Hecha  esta  resolución,  se  echó  el  fusil  á  la  cara  poniéndole 
los  puntos  al  que  se  le  acercaba  con  mas  ahinco,  le  disparó  el 
tiro  y  tuvo  la  fortuna  de  voltearlo ;  echó  mano  incontinenti 
á  otro  cartucho,  porque  ya  venía  otro  acercándose  á  acome- 
terlo, que  presumió  que  traía  su  fusil  descargado,  porque  ve- 
nía calando  bayoneta;  mas  calculando  que  por  venir  tan  in- 
mediato no  le  daría  tiempo  para  sacar  la  baqueta  y  atacar  el 
tiro,  puso  el  cartucho  al  cañón,  dio  un  golpe  en  el  suelo  con 
la  culata,  echó  el  fusil  á  la  cara,  le  disparó  el  tiro  y  lo  volteó: 
todo  fué  obra  de  muy  pocos  instantes;  pero  observando  que 
los  otros  tres  no  se  arredraban  ni  por  haber  visto  caer  á  dos 
de  sus  compañeros,  y  calculando  que  por  estar  ya  tan  cerca 
no  le  alcanzaba  el  tiempo  para  cargar  de  nuevo  y  voltear 
otro  si  podía ;  encontrándose  rodeado  y  sin  mas  arbitrio  que 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  425 


pelear  cuerpo  á  cuerpo,  tomó  el  fusil  con  la  izquierda  como 
para  que  le  sirviese  de  escudo  y  con  la  derecha  echó  mano  á 
su  puñal  que  llevaba  á  la  cintura.  A  los  primeros  golpes,  dice, 
que  ya  conoció  la   poca  destreza  de   sus  competidores  en  el 
arma  blanca,  ó  porque  sus  heridas  no  les  permitiesen  mayor 
desenvoltura,  pero  el  hecho  fué  que  estas  ventajas  dieron  á 
Vasconcelos  nuevo  aliento  y  entereza  á  sus  fuerzas,  y  poco 
después  á  favor  de  un  salto  súbito  que  dio  sobre  uno  de  ellos, 
consiguió  acertarle  una  cuchillada  que  le  abrió  el  vientre  y 
lo  volteó,  mientras  que  los  otros  dos  lo  acosaban  á  bayoneta- 
zos. Este  tan  desventajoso  combate  y  agitación  habían  debi- 
litado tanto  sus  fuerzas,  que  hubo  momentos  en  que  desespe- 
raba de  su  suerte;  pero  al  considerar  que  un  nuevo  esfuerzo 
podia  conservarle  la  vida,  sacó  fuerzas  de  flaqueza  y  acome- 
tió al  que  le  ofrecía  mas  ventajas  por  su  falta  de  agilidad  y 
parándole  un  bayonetazo  con  el   fusil  que  tenía  en  la  mano 
izquierda,  le  acertó  una  puñalada  con  la  derecha  que  lo  ten- 
dió en  tierra,  y  entonces  acometió  al  quinto  con  la  resolución 
de  dar  fin  á  tan  fatigosa  escena  con  su  vida  ó  con  su  triunfo. 
Mas,  aunque  el  español  era  valiente  y  ágil,  parece  que  la  Pro- 
videncia lo  disponía   de   otro   modo.  En   esos  momentos   se 
avistó  una  partida  de  quince  ó  veinte  milicianos  de  Aconca- 
gua  q  ue   pasaban  á  galope   por  aquel  paraje,  y  este  auxilio 
estimuló  su  ánimo  y  concluyó  con  el  último  de  sus  asesinos. 
En  esto  llegó  la  partida  que  lo  reconoció  como  soldado  de  la 
Patria  por  su  uniforme,  y  dándose  á  entender  por  señas  con 
el  oficial,  tanto  de  su  estado  cuanto  del  lance  que  acababa  de 
tener  lugar,  el  oficial  le  hizo  montar  en  el  caballo  de  uno  de 
sus  soldados  y  que  le  acompañasen  dos  hasta  el  hospital  en 
precaución  de  otro  encuentro  semejante  ó  de  cualquier  caso 
imprevisto. » 


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426  EL   PAÍS   DE   CUYO 


NUMERO  12. 

Manifiesto  que  hace  el  Gobernador  Intendente  de  la  Provincia 
de  Cuyo  sobre  la  ejecución  que  acaba  de  hacerse  con  lot>  reos 
Don  Juan  y  Don  Luis  Carreras. 

La  responsabilidad  ante  la  ley  es  el  primer  deber  de  un 
Magistrado:  él  no  tiene  otra  garantía  que  su  conducta,  así 
para  satisfacer  á  la  opinión  como  para  justificarse  ante  aqué- 
lla; y  cuando  sus  intenciones  no  le  acusan,  el  fallo  de  ambos 
es  la  mejor  recompensa  de  su  celo.  Ayer  habéis  ejecutado  una 
sentencia  que  al  pronunciarla  me  vi  en  la  alternativa  de  com- 
prometer mis  deberes  ó  de  imponer  silencio  á  mis  sentimien- 
tos. En  este  conflicto,  el  corazón  pierde  todos  sus  derechos, 
y  solo  le  queda  el  sentir,  mientras  la  justicia  ejercita  los  su- 
yos sin  restricción  alguna.  No  ignoráis  que  Don  Juan  José  y 
Don  Luis  Carreras,  intentaron  ejecutar  el  25  de  Febrero  últi- 
mo una  conjuración  contra  la  quietud  pública  y  autoridades 
constituidas,  con  el  doble  objeto  de  subvertir  el  orden  en  las 
Provincias  Unidas;  invadir  el  Estado  de  Chile,  encender  el 
fuego  de  la  guerra  civil  y  dividir  la  atención  del  Ejército 
unido  con  peligro  inminente  de  la  libertad  de  ambos  países. 
La  vijilancia  del  Gobierno  y  vuestro  celo  trastornaron  el 
plan  de  los  conjurados:  ellos  y  sus  cómplices  fueron  puestos 
en  seguridad,  y  se  abrió  sin  demora  el  juicio  terrible  que  ha- 
béis visto  terminar  de  un  modo  extraordinario  y  con  aquella 
solemne  severidad  que  exijia  la  trascendencia  de  esta  causa. 
A  pesar  de  que  su  gravedad  la  ponia  d^sde  el  principio  fuera 
de  la  clase  ordinaria,  me  propuse  seguir  escrupulosamente  la 
lentitud  de  los  trámites  comunes  y  hacer  compatibles  las  for- 
mas establecidas  para  los  tiempos  en  que  el  orden  es  el  esta- 
do habitual  de  la  sociedad,  con  las  que  reclama  un  Pueblo  en 
los  críticos  momentos  de  ver  amenazada  su  existencia  y  su 
quietud,  la  experiencia  me  ha  hecho  conocer  que  la  equidad 
de  mis  intenciones  no  bastaba  para  hacerlas  practicables:  en 
las  circunstancias  en  que  nos  hallamos,  es  preciso  abandonar 
á  la  fuerza  de  los  sucesos  el  derecho  de  trazar  el  plan  de 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  427 


nuestra  conducta,  así  en  las  relaciones  públicas  como  priva- 
das. Ellos  han  sido  tales,  y  tan  urjentes,  que  no  solo  me  po- 
nían en  la  necesidad  de  abreviar  los  trámites  y  concluir  la 
causa,  sino  también  de  ejecutar  el  pronunciamiento  sin  pre- 
via consulta.  Esta  era  la  medida  que  naturalmente  inspiraba 
el  conjunto  de  las  circunstancias;  y  yo  la  encontraba  autori- 
zada por  la  razón  y  objeto  de  todas  las  L.  L.,  no  menos  que 
por  mi  propia  responsabilidad.  Sin  embargo,  como  Majistra- 
do  de  un  Pueblo  libre  y  ejecutor  de  las  nuevas  instituciones 
á  que  somos  llamados,  temblaba  cuando  leía  el  Texto  de 
nuestras  leyes,  y  quedaba  indeciso  entre  ellas  y  los  peligros, 
entre  mi  opinión  y  el  clamor  público;  y  en  fin,  entre  mis  pro- 
pios deberes  que  por  una  parte  limitaban  mi  autoridad  escru- 
pulosamente, y  por  otra  la  ampliaban  sin  reserva.  En  este  con- 
flicto, consultó  el  dictamen  de  tres  Letrados,  pasándoles  el 
proceso  y  acompañando  la  serie  de  Documentos  que  en  estos 
últimos  dias  han  variado  enteramente  las  circunstancias  de 
la  causa,  y  con  vista  y  examen  de  todas  ellas,  me  hau  dado  el 
dictamen  que  sigue: 

€  Señor  Gobernador  Intendente. — La  causa  famosa  á  que  se 
«  refiere  el  dictamen  que  V.  S.  se  ha  servido  consultarnos  en 
«  el  oficio  que  antecede,  es  de  aquéllos  que  por  su  naturaleza 
«  y  circunstancias  no  puede  preveer  ningún  legislador  sin 
«  apurar  el  cálculo  de  las  calamidades  públicas,  hasta  un  ex- 
«  tremo  que  solo  la  experiencia  es  capaz  de  hacer  creíble  su 
«  combinación.  Dos  reos  convictos  y  confesos  de  una  conju- 
«  ración  contra  el  orden  y  tranquilidad  de  la  Tierra,  armados 
«  de  un  carácter  osado  y  subversivo  que  la  costumbre  les  im- 
«  pide  renunciar,  y  que  la  necesidad  los  obliga  á  sostener;  li- 
«  sonjeados  con  el  resto  de  opinión  que  siempre  gozaron  en- 
«  tre  los  descontentos,  los  que  se  creen  capaces  de  usurpar  la 
*  autoridad  para  que  esto  sirva  de  salvaguardia  á  sus  pasio- 
«  nes;  el  estado  político  del  país,  rodeado  de  dificultades  y 
«  expuesto  á  peligros,  cuya  sola  idea  hace  temblar  á  los  bue- 
«  nos  ciudadanos,  y  casi  obliga  á  renunciar  las  esperanzas  de 
«  la  salud  pública;  el  invasor  de  Chile,  orgulloso  de  una  vic- 


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428  EL   PAÍS   DE   CUYO 


«  toria1  que  aunque  debida  al  despecho  y  las  tinieblas  ha 
«  puesto  en  riesgo  la  libertad  de  aquel  Estado,  y  se  dispone 
«  á  probar  nuevamente  la  fortuna  de  las  armas,  cerca  de  la 
«  misma  capital  de  Santiago.  En  nuestras  Provincias,  San 
«  Luis  agitado  por  el  número  de  españoles  confinados  en 
«  aquel  punto  que  no  cesan  de  acechar  al  Gobierno  y  acaban 
«  de  atentar  contra  su  seguridad;  Santa  Fe  en  disidencia  con 
«  el  Gobierno  Central  y  dispuesto  á  interrumpir  la  comuni- 
«  cacion  de  las  Provincias,  inundando  la  campaña  de  un  ban- 
«  dolaje  que  siempre  está  en  alianza  con  los  amigos  del  desór- 
«  den;  Mendoza  colocado  en  medio  de  tantos  riesgos  y  sinre- 
«  cursos  bastantes  para  hacer  frente  á  todos  ellos;  doblemen- 
«  te  interesada  en  sostener  el  orden,  y  alejar  cuanto  pueda 
«  comprometerlo  remotamente,  así  por  su  posición  limítrofe 
«  con  el  Estado  de  Chile,  como  por  la  importancia  que  le  da 
«  el  lugar  que  ocupa  en  la  Carta  política  de  las  Provincias 
«  Unidas;  en  fin,  pendiente  en  medio  de  tan  graves  y  extraor- 
«  dinarias  circunstancias,  una  causa  célebre  por  la  arrogancia 
«  de  los  criminales;  peligrosa  por  que  las  calamidades  públi- 
«  cas  son  otras  tantas  armas  para  los  emprendedores  despe- 
«  chados;  difícil,  porque  la  observancia  de  las  L.  L.  genera- 
«  les,  y  la  libertad  de  nuestras  nuevas  instituciones  prescri- 
«  ben  unos  trámites  que  no  pueden  seguirse  sin  atacar  la  gran 
«  ley  por  excelencia  y  exponer  la  tierra  solo  por  no  compró- 
le meter  el  código  formado  para  salvarla.  Por  una  parte,  em- 
«  peñado  el  Gobierno  en  ser  fiel  á  las  formas,  concluir  el  pro- 
«  ceso  sin  declinar  de  ellas  y  esperar  que  el  fallo  Supremo 
«  corrobore  el  que  siguiera  el  mérito  de  la  causa;  por  otra, 
«  obligado  bajo  la  mas  alta  responsabilidad,  y  so  pena  de  ser 
«  mirado  como  cómplice  en  la  subvercion  de  dos  Estados, 
«  y  en  el  trastorno  de  un  pueblo,  cuya  tranquilidad  es  su  pri- 
«  mer  deber  á  terminar  un  juicio  que  no  puede  definirse  sin 
«  que  los  riesgos  públicos  se  aumenten,  no  ya  en  razón  de  los 
«  dias,  sino  aun  de  los  momentos  que  corren  sin  decidirse; 


Sorpresa  de  Cancha  Rayada  el  19  de  Marzo  de  1818. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  429 


«  comprometido  por  el  grito  de  la  opinión,  por  la  inquietud 
«  y  zozobra  que  manifiestan  los  habitantes  de  la  Provincia, 
«  y  por  la  representación  que  acaba  de  pasar  el  pueblo  por  el 
«  órgano  de  la  Municipalidad  á  remover  este  grande  escollo 
«  que  se  presenta  para  conservar  la  paz  interior,  precaverlas 
«  consecuencias  de  un  nuevo  revés  en  las  armas  de  la  Patria, 
«  evitar  los  desórdenes  de  una  emigración  que  necesariamen- 
«  te  aumentará  el  número  de  los  partidarios  de  los  reos,  pa- 
«  ralizar  el  contagio  de  la  anarquía  que  amenaza  á  los  pue- 
«  blos  intermedios  con  la  capital,  y  en  fin,  convertir  toda  su 
«  atención,  todos  sus  recursos,  toda  su  fuerza  á  los  grandes 
«  objetos  que  exclusivamente  la  reclaman  en  esta  fatal,  en 
«  este  terrible  y  extraordinario  conflicto,  son  de  sentir  una- 
«  nime  los  Letrados  que  suscriben,  que  V.  S.  no  solo  se  halla 
«  autorizado  para  concluir  sumariamente  la  causa  en  cuestión 

<  y  sentenciarla  según  el  mérito  que  de  ella  resultase,  sino 
«  también  proceder  á  la  ejecución  de  la  Sentencia,  dando  des- 
«  pues  cuenta  á  la  superioridad  con  el  proceso  y  demás  pie- 
«  zas  que  justifican  la  necesidad  en  que  se  ve  el  Gobierno  de 
c  adoptar  esta  medida,  sin  embargo  de  las  L.  L.  generales, 
«  cuyo  espíritu  está  bien  lejos  de  contradecirla,  y  no  obstante 
«  la  consulta  que  con  fecha  treinta  de  Marzo  último,  elevó 
«  V.  S.  á  la  Dirección  Suprema  de  las  Provincias,  pues  la  jor- 
«  nada  de  19  del  mismo  entre  Talca  y  el  Estero  de  Lircoy 
«  con  los  ulteriores  movimientos  del  enemigo,  ha  variado  en- 
«  teramente  las  circunstancias  políticas  de  las  provincias 
«  y  exige  una  revolución  que,  si  antes  era  peligrosa  diferir, 
«  hoy  sería  un  crimen  retardar;  el  sumario  se  halla  completo 
«  en  todas  sus  partes,  y  nada  podría  adelantarse  en  lo  princi- 

<  pal,  aun  siguiendo  extrictamente  la  lentitud  de  las  formas 
«  ordinarias.  La  previa  consulta  á  la  superioridad  es  una  Ley 
«  sujeta  como  todas  las  demás  á  la  exepcion  de  un  peligro 
«  inminente,  en  cuyo  caso  el  mismo  Reglamento  del  Soberano 
«  Congreso  que  nuevamente  consagra  la  seguridad  individual 
«  y  asegura  á  los  reos  toda  la  protección  de  las  Leyes,  hacien- 
«  do  responsables  de  su  observancia  á  los  Magistrados;  exep- 
«  túa  siempre  los  casos  extraordinarios  que  inmediatamente 


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430  EL  país  de  cuyo 

«  comprometen  el  orden  público.  En  esta  virtud,  y  después 
«  de  haber  examinado  el  Proceso  con  los  documentos  y  notas 
«  que  V.  S.  se  ha  servido  remitirlos  á  nuestro  dictamen,  cree- 
«  mos  conforme  á  las  Leyes  existentes  y  de  absoluta  necesi- 
«  dad  para  mantener  el  orden  público;  que  V.  S.  proceda  á 
«  sentenciar  y  ejecutar  sin  previa  consulta  el  fallo  que  recai- 
«  ga  sobre  la  causa  criminal  de  «Lesa  Patria»  y  atentados 
«  contra  la  plaza,  que  V.  S.  ha  iniciado  y  se  halla  pendiente 
«  contra  Don  Juan  José  y  Don  Luis  Carreras  con  sus  correos, 
«  dando  en  seguida  cuenta  de  lo  obrado  en  los  términos  que 
«  corresponde  á  la  Dirección  Suprema  del  Estado. —  Mendo- 
«  za,  Abril  7  de  1818. — Bernardo  Monteagudo. —  Miguel  José 
«  Galigniana. —  Juan  de  la  Cruz  Borgas.» 

Apoyado  de  este  Dictamen  y  estrechado  por  los  peligros 
públicos,  pasé  nuevamente  el  Proceso  á  dos  Letrados  para 
que  arreglasen  la  Sentencia  conforme  á  su  mérito,  y  por  el 
texto  expreso  de  la  Ley  según  previene  el  articulo  XIII,  Ca- 
pítulo 3.  .  .  CCCIV  del  Reglamento  del  Soberano  Congreso. 
Y  habiéndome  conformado  con  él,  mandó  se  ejecutase  la  pena 
ordinaria  en  Don  Juan  José  y  Don  Luis  Carreras  ayer  á  las  5 
de  la  tarde,  con  todo  el  aparato  público  que  exijen  los  críme- 
nes famosos  para  escarmiento  de  los  malvados.  Este  sacrifi- 
cio ha  sido  grande  para  mi  corazón;  pero  yo,  que  estoy  dis- 
puesto al  de  mi  propia  vida  por  asegurar  vuestro  reposo  y 
mantener  el  orden,  me  tranquilizo  con  la  idea  de  haber  llena- 
do los  primeros  deberes  de  la  Majistratura  de  que  estoy  in- 
vestido, poniendo  término  á  vuestras  zozobras,  y  cortando  de 
raíz  el  mal  que  ha  gravitado  tiempo  ha  sobre  ambos  Estados. 
Con  tales  intenciones,  y  teniendo  por  garantía  de  ellas  los 
hechos  que  constan  del  Proceso,  yo  me  presentaré  ante  la  ley, 
yo  provocaré  su  juicio,  y  escucharé  su  fallo  con  la  misma 
tranquilidad  que  he  oído  pronunciar  el  de  mi  conciencia.  En- 
tre tanto,  reposa  él  en  mi  celo  y  en  el  vuestro;  trabajad  por 
la  paz  pública  y  haced  por  vuestra  constancia  que  la  Provin- 
cia de  Cuyo  sea  la  Tierra  Sagrada  donde  jamás  se  enarbole  ei 
Estandarte  de  la  Tiranía,  ni  se  vea  triunfar  el  de  la  rebelión. 

Mendoza,  Abril  9  de  1818.  —  Toribio  de  Luzurriaga. 


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EL  PAÍS   DE   CUYO  431 


NUMERO  13. 

Instrucciones  al  Comisionado  de  San  Juan  para  ante  la  Junta 
Provincial  de  Cuyo. 

1.°  Será  su  primer  deber,  declarar  y  celebrar  por  una  Con- 
vención solemne  con  sus  codiputados  (conforme  á  cláusulas 
qne  llevarán  sus  poderes)  la  confederación  y  unión  de  este 
pueblo  con  los  demás  del  distrito  de  Cuyo. 

2.°  Que  cada  pueblo  de  los  de  la  confederación  retendrá  su 
soberanía  y  serán  independientes  entre  sí,  gobernándose  cada 
uno  como  se  hallan  al  presente,  con  absoluta  independencia 
uno  de  otro  por  su  constitución  particular,  á  no  ser  que,  por 
igual  solemne  convención,  se  constituyan  bajo  una  misma  re- 
gla ó  estatuto,  pues  que  siendo  idénticos  sus  intereses,  podrá 
muy  bien  ser  una  sola  la  constitución  de  todas  ellas,  en  cuyo 
caso  sería  también  mas  estrecha  y  mas  sólida  nuestra  unión. 

3.°  Cuanto  sea  de  un  interés  común  y  particular  á  los  pue- 
plos  de  la  confederación,  será  el  objeto  de  la  convención  y 
de  las  atenciones  y  trabajos  de  la  Junta  Provincial,  como  por 
ejemplo:  el  estipular  que  ninguno  de  los  pueblos  impondrán 
tasas,  contribuciones,  pechos  ni  derechos  de  ninguna  clase  á 
los  efectos  de  industria,  comercio  del  otro,  ni  tampoco  pon- 
drá trabas  al  tráfico,  que  con  el  tiempo  deberá  ser  la  opulen- 
cia y  felicidad  de  la  Provincia. 

4.°  Deberá  arreglar  y  fijar  el  contingente  con  que  cada 
pueblo  debe  sufragar  para  la  defensa  de  la  Provincia  en  caso 
de  ser  invadida,  ó  para  la  defensa  de  la  independencia  y  li- 
bertad de  los  Estados,  ó  para  los  demás  casos  que  puedan 
ocurrir,  cuyos  detalles  se  deja  á  las  luces  y  conocimiento  de 
la  Junta;  como  igualmente  los  arbitrios  de  donde  deberán 
salir  estos  contingentes,  si  la  Caja  Popular  no  alcanza  á  ga- 
rantir su  solvencia,  sin  tocar  por  esto  la  odiosa  máxima  de 
contribuciones  involuntarias  que  tanto  han  destruido  la  Pro- 
vincia; dejando  autorizado  al  Gobierno  para  el  caso  que,  des- 
preciando el  vecindario  su  propio  alivio  y  beneficio,  se  denie- 
gue á  las  erogaciones  que  sean  suficientes  á  proporcionar  los 


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432  EL   PAÍS   DE   CUYO 


auxilios  que  se  necesiten,  pues  en  tal  caso  tomará  las  medida9 
que  le  parezcan  mas  conformes. 

5.°  Será  de  la  inspección  del  Diputado  ó  de  la  Junta,  dis- 
currir los  medios  que  pudieran  tocarse  para  al  menos  con- 
vertir  en  provecho  de  los  mismos  pueblos  confederados  la 
salida  de  esa  ingente  suma  que  por  razón  de  diezmos  se  lleva 
á  Córdoba,  cuyo  ramo  convendrá  reformarse  en  cuanto  al 
pago  del  10  por  ciento,  pues  insumiendo  el  cosechero  para 
reducir  la  uva  en  mosto,  cuatro  y  medio  pesos  por  cada  100 
arrobas,  no  parece  regular  pierda  unos  costos  que  ceden  pu- 
ramente en  obsequio  del  diezmo. 

6.°  Será  de  su  deber  arreglar  del  mejor  modo  posible,  la 
Administración  de  Justicia  y  proponer  la  creación  de  un 
Tribunal  compuesto  al  menos  de  un  letrado  para  cada  uno 
de  los  pueblos  federados,  investidos  de  la  supremacia,  conoz- 
ca de  los  recursos  de  los  Gobernadores  y  demás  justicias, 
siéndolo  también  el  Tribunal  de  residencia  de  todo  empleado. 

7.°  Que  convenido  en  la  creación  de  este  Tribunal  (que  se 
considera  de  necesidad),  no  deberá  señalársele  un  punto  fijo 
de  residencia,  pues  convendrá  al  beneficio  de  los  pueblos  y 
la  unión. 

8.°  Deberá  la  Junta  presentar  un  proyecto  de  instrucciones 
para  la  diputación  que  la  Provincia  debe  mandar  á  la  Dieta 
ó  Congreso  General.  La  diputación  no  debe  componerse  de 
mas  ni  menos  diputados  que  uno  por  cada  pueblo  de  la  Con- 
federación. 

9.°  La  duración  de  la  Junta  Provincial  no  debe  ser  de  mas 
de  un  mes;  pero  en  el  caso  de  convenirse,  los  demás  pueblos, 
á  que  ella  trabaje  la  constitución  (que  aprobada  y  sanciona- 
da no  será  provisoria,  sino  perpetua),  será  la  duración  de  sus 
sesiones  hasta  tres  ó  cuatro  meses  desde  el  día  de  su  reunión. 

10.°  Nada  podrá  sancionar  por  sí  sola  la  Junta  Provisoria 
sin  aprobación  de  los  pueblos  de  la  Confederación,  á  quienes 
únicamente  corresponde  el  acto  de  la  sanción. 

11.°  Que  con  arreglo  al  artículo  5.°  de  las  instrucciones  del 
Diputado,  tendrá  éste  presente,  cuando  de  él  se  trate,  pedir 
sean  los  curas  dotados  de  la  maza  de  diezmos,  dejándoles  las 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  433 


primicias  para  que  de  este  modo  no  lleven  derecho  ninguno 
por  la  administración  de  los  sacramentos  y  entierros. 

12.°  Que,  si  reunida  la  Junta  Provincial  se  propusiese  por 
el  Señor  Ministro  Plenipotenciario  de  la  República  de  Chile 
y  Diputado  del  General  San  Martin,  algunos  tratados  de  paz 
y  unión  para  auxiliarse  mutuamente  los  pueblos  de  la  Pro- 
vincia de  Cuyo  con  aquella  República,  los  admita,  y  sin  de- 
cidirse instruya  individualmente  á  este  pueblo  de  su  conteni- 
do; pues  ignorándose  los  que  puedan  ser,  convendrá  quede  en 
suspenso  su  resolución  hasta  tanto  que,  impuesta  la  soberanía 
del  pueblo,  le  manifieste  en  aprobación. 

San  Juan,  Mayo  B  de  1820. 

NÚMERO  14. 

1.°  Considerándose  de  una  necesidad  al  bien  general  de 
los  pueblos  denominados  antes  de  la  unión,  su  concentración 
en  un  Congreso  que  dicte  y  uniforme  el  sistema  de  Gobierno 
General  que  ha  de  regirlos,  se  dirigirá  esta  acta  circular  invi- 
tatoria  á  los  demás  pueblos,  á  fin  de  que  se  presten  á  concu- 
rrir con  sus  Diputados  que  deben  formarlo. 

2.°  La  ciudad  de  San  Luis  es  el  lugar  designado,  por  aho- 
ra, para  la  primera  reunión  de  los  Diputados,  siempre  que  los 
pueblos  invitados  no  juzguen  otra  mas  preferible;  y  para  lo 
sucesivo  elegirán  aquéllos,  el  de  su  permanencia. 

3.°  El  1.°  de  Diciembre  se  hallarán  ya  reunidos  en  el  pun- 
to indicado. 

4.°  Que  por  ahora,  el  número  de  Diputados  con  que  cada 
pueblo  debe  concurrir,  sea  el  que  tuvieron  en  el  último  Con- 
greso que  hubo  de  instalarse  en  Córdoba,  hasta  que  el  que 
se  inaugura  determine  lo  que  juzgue  mas  oportuno. 

5.°  Cuando  el  objeto  del  primer  artículo  no  tenga  efecto, 
quedan  comprometidos  los  pueblos  contratantes  á  celebrar, 
con  la  brevedad  posible,  una  Convención  que  establezca  las 
bases  por  que  ha  de  regirse  en  adelante  la  Provincia  de  Cuyo. 

6.°  Se  firmarán  por  las  partes  tres  ejemplares  de  este  pac- 
to, y  dentro  de  quince  días,  contados  desde  la  fecha,  será  ra- 

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434  EL   PAÍS   DE   CUYO 


tificado  por  las  autoridades  representativas  de  los  pueblos.  — 
Pedro  Molina. — José  María  Pérez  de  Urdininea. — Jo  é  Santos 
Ortiz. — Salvador  María  del  Carril. —  Francisco  Delgado. 

Sala  de  Representantes  de  San  Luis,  Agosto  27  de  1822- 
— Ratificado. — Luis  Videla,  Presidente. — Pascual  Bailón  Pi- 
zarroj  Secretario 

Sala  de  Sesiones  en  Mendoza,  Agosto  31  de  1822. — Ratifi- 
cado.— Joaquín  de  Sosa  y  Luna.— José  Villanueva. —Justo 
Correa. — Ignacio  Bombal.  —  José  Vicente  Zapata. — Manuel 
Calle.— José  Cabrero,  Secretario. 


NUMERO  15. 

Las  publicaciones  periódicas  que  ha  tenido  la  Provincia 
hasta  1872,  fecha  á  que  alcanza  nuestra  relación  histórica, 
son  las  siguientes: 

1825. — Registro  Oficial:  se  publicó  por  la  imprenta  del  Go- 
bierno, en  8  pág.;  formato,  cuarto  pliego  papel  de  oficio; 
duró  hasta  Junio  de  1834;  salió  irregularmente  y  contenía 
las  leyes,  decretos,  órdenes,  etc.,  etc.,  dictadas  desde  1822. 

1825. — Defensor  de  la  Carta  de  Mayo:  solo  dos  números 
vieron  la  luz  pública;  su  redactor,  Dr.  D.  Salvador  María 
del  Carril;  su  objeto,  el  que  indica  su  título. 

1825. — El  Amigo  del  Orden:  publicación  político-literaria; 
duró  poco  tiempo. 

1825. — El  Solitario:  del  mismo  carácter  que  el  anterior;  se 
publicaron  pocos  números  y  nos  aseguran  que  fué  su  re- 
dactor D.  J.  Rudecindo  Rojo. 

1826. — El  Tambor  Republicano:  redactado  por  el  jefe  déla 
oficina  de  Geografía,  ingeniero  D.  Víctor  Barrau;  duró 
poco  tiempo. 

1826. — El  Amigo  del  Orden:  publicación  en  formato  peque- 
ño; duró  poco  tiempo. 

1826. —Boletín:  publicación  oficial;  duró  poco  tiempo. 

1826. — El  Repetidor:  publicación  literaria;  vivió  hasta  el 
año   siguiente. 


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EL   PAÍS   DE    CUYO  435 


1827. — El  Amigo  del  Orden:  periódico  oficial;  duró  poco 
tiempo. 

1827. — El  Observador:  periódico  literario. 

1829. — La  Fragua  Republicana:  apareció  en  Julio  y  duró 
poco  tiempo;  fué  publicación  oficial. 

1829. — El  Republicano:  publicación  oficial  de  pequeño  for- 
mato; aparecieron  pocos  números. 

1829. — El  Boletín:  publicación  oficial;  fué  de  poca  dura- 
ción. 

1829. — El  Solitawio:  periódico  literario  de  poca  duración. 

1834. — Registro  Ministerial:  apareció  el  primer  número  en 
Junio  10  y  duró  un  año;  se  publicó  irregularmente  en  fo- 
lleto por  la  imprenta  del  Gobierno;  el  último  número  apa- 
reció en  Junio  13  del  año  siguiente. 

1835. — El  Constitucional:  el  primer  número  se  publicó  en 
Julio  12  y  continuó  irregularmente;  su  último  número  fué 
el  23  y  apareció  en  Enero  23  del  año  siguiente;  fué  perió- 
dico oficial  en  formato  de  pliego  de  papel  de  oficio  y  salió 
en  4  y  8  páginas. 

1835. — El  Amigo  del  Orden:  tercera  época:  periódico  de 
oposición. 

1836. — Registro  Oficial:  apareció  el  1.°  de  Enero  y  duró 
hasta  1847;  se  publicó  irregularmenfce  en  folleto. 

1836. — El  Abogado  Federal:  apareció  el  primer  número  en 
24  de  Enero;  formato,  pliego  papel  de  oficio;  salió  irregu- 
larmente y  se  pnblicó  por  la  imprenta  del  Gobierno;  duró 
poco  tiempo;  fué  continuación  de  El  Constitucional. 

1839. — El  Zonda:  apareció  en  Julio  20  y  concluyó  en  el  nú- 
mero 6  en  Agosto  25;  fue  publicación  semanal  del  género 
crítico-literario;  su  formato,  de  medio  pliego  papel  de  im- 
prenta; fundado  por  Don  Domingo  F.  Sarmiento  y  varios 
jóvenes  instruidos,  entre  ellos,  el  Sr.  Quiroga  Roza. 

1842. —El  Republicano  Federal:  periódico  semanal;  salió 
el  primer  número  en  Febrero  26,  y  duró  hasta  el  número 
21  en  Julio  30  del  mismo  año.  Su  formato,  de  pliego  de  pa- 
pel de  oficio;  publicó  su  prospecto  en  Febrero  20;  fué  pu- 
blicación oficial. 


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436  EL   PAÍS   DE   CUYO 

1846. — El  Honor  Cuyano:  apareció  en  Febrero  12  y  con- 
cluyó en  el  número  21  en  Abril  4  del  año  siguiente;  fué  de 
formato  de  pliego  papel  de  oficio  y  8  páginas,  y  salió 
irregularmente;  publicado  por  la  imprenta  del  Gobierno; 
su  redactor  D.  Salvador  Quiroga. 

1852. — El  Hijo  de  Mayo:  apareció  en  Mayo  22  y  duró  dos 
ó  tres  meses;  salió  dos  veces  por  semana  en  formato  de 
medio  pliego  papel  de  imprenta;  su  redactor  fué  Don  Juan 
D.  Vico;  era  publicación  político-literaria. 

1852. — La  Libertad:  apareció  en  Agosto  29  y  concluyó  con 
el  número  8  en  Setiembre  29;  salió  dos  veces  por  semana; 
su  carácter  fué  socialista;  tuvo  imprenta  propia. 

1854.— El  9  de  Julio:  apareció  en  28  de  Setiembre  y  conclu- 
yó con  el  número  69  en  26  de  Abril  de  1856;  publicación 
oficial;  formato  en  papel  de  oficio,  cambiando  con  el  nú- 
mero 18  al  de  medio  pliego  de  papel  de  imprenta;  salió 
irregularmente;  su  editor  Don  Augusto  A.  Saillard. 

1855. — El  Correo  de  los  Andes:  apareció  el  26  de  Agosto  y 
hemos  visto  hasta  el  número  9  de  Octubre  4;  salió  dos  ve- 
ces por  semana;  su  carácter  literario  y  religioso;  redacto- 
res N.  Lloverás  y  Augusto  Saillard. 

1856.— El  Agricultor:  apareció  el  4  de  Mayo  y  concluyó 
con  el  número  91  en  Marzo  15  del  año  siguiente;  salió  dos 
veces  por  semana  en  medio  pliego  de  papel  de  imprenta; 
carácter  político  y  literario;  redactor  Manuel  Ponti;  fué  la 
continuación  de  El  9  de  Julio. 

1857. — El  Grito:  apareció  en  Marzo  22  y  concluyó  con  el 
número  54  en  Setiembre  del  mismo  año;  se  publicó  en  me- 
dio pliego  de  papel  de  iiñprenta;  carácter  político  y  litera- 
rio; redactor  Don  David  de  Larrondo;  salió  dos  veces  por 
semana. 

1857.— El  Nuevo  Agricultor:  apareció  en  Abril  19  y  con- 
cluyó al  poco  tiempo;  carácter  literario;  editor  Don  M.  A. 
Lloverás;  formato,  en  medio  pliego  de  papel  de  imprenta. 
1857.  -El  Porvenir:  apareció  el  19  de  Julio  y  concluyó 
con  el  número  16  en  Setiembre  10;  salió  dos  veces  por  se- 
mana; carácter  político;  su  editor  Don  Gerónimo  de  la  Roza 
Navarro. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  *  437 


1857. — La  Aurora:  apareció  el  6  de  Diciembre  y  concluyó 
con  el  número  98  en  Noviembre  28  del  año  siguiente;  fué 
periódico  semanal;  se  publicó  en  medio  pliego  de  papel  de 
imprenta;  de  carácter  político  y  literario;  redactor  Don 
Manuel  Ponti. 

1858. — La  Situación:  apareció  en  Diciembre  9  y  concluyó 
con  el  número  12  en  Enero  24  del  siguiente  año;  carácter 
político;  editor  Manuel  Ponti. 

1859. — El  Iris:  apareció  en  Enero  30  y  concluyó  con  el  nú- 
mero 170  en  Agosto  11  del  año  siguiente;  salió  dos  veces 
por  semana;  carácter  político;  redactor  Ricardo  González,  y 
después  Marcos  A.  Lloverás;  sostuvo  la  administración 
Virasoro. 

1860. — Registro  Oficial:  apareció  en  Junio;  formato  en 
cuarto;  contenía  todas  las  resoluciones  del  Q-obierno;  se  pu- 
blicó por  la  imprenta  de  El  Orden. 

1860. — El  Orden:  apareció  el  23  de  Agosto  y  concluyó  con 
el  número  126  en  Marzo  del  año  siguiente;  salió  dos  veces 
por  semana  hasta  el  número  40,  y  continuó  apareciendo 
tres  veces  por  semana;  carácter  político,  literario  y  comer- 
cial; redactor,  Don  Manuel  B.  Tristany;  cambió  de  redac- 
ción con  el  número  29. 

1861.  El  Zonda:  apareció  el  3  de  Enero  y  duró  hasta  1869; 
fué  publicación  diaria  desde  el  número  3  al  7,  y  después 
salió  dos  veces  por  semana  en  formato  vario;  su  carácter, 
político  y  literario;  su  redactor,  Manuel  J.  Lima  y  después 
Don  Pedro  Echagüe. 

1861. — El  Orden  Constitucional:  apareció  el  15  de  Enero 
y  concluyó  con  el  número  156  en  Diciembre  28;  salió  dos 
veces  por  semana  y  desde  el  número  114  se  aumentó  á 
tres  veces;  redactor  Manuel  Ponti;  carácter  político. 

1862. — El  Chismoso:  apareció  en  Marzo  16;  fué  semanario 
manuscrito;  carácter  burlesco;  formato,  medio  pliego  papel 
de  imprenta;  desapareció  á  los  pocos  números. 
1862.— Registro  Oficial:  publicación  oficial  en  libros;  con- 
tenía los  actos  de  la  administración  Sarmiento. 
1866. — La  Reforma:  apareció  en  Abril  19;  fué  periódico  de 


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4¿*8  EL   PAlS   DE    CUYO 


la  tarde  y  salió  dos  veces  por  semana.  Hemos  visto  hasta 
el  número  72;  redactor  D.  Ricardo  González. 

1367. — El  Sanjuanino:  apareció  el  10  de  Febrero;  duró  poca 
tiempo;  salió  10  veces  por  mes;  fué  el  órgano  de  los  intere- 
ses revolucionarios  durante  el  gobierno  de  hecho  de  los  in- 
vasores de  Mendoza;  formato,  medio  pliego  papel  de  im- 
prenta; redactor  un  tal  Legrand.  y  editor  Don  Antonio 
Benavides. 

1867.-  La  Democracia:  apareció  el  14  de  Julio,  y  duró  poco 
tiempo;  salió  dos  veces  por  semana,  en  medio  pliego  de 
papel  de  imprenta;  carácter  político  y  literario;  redactor, 
Gelón  J.  Martínez  y  el  Capitán  Eulogio  Enciso. 

!  B67. — La  Voz  de  Cuyo:  apareció  en  Noviembre  3  de  1869. 
En  su  primera  época  se  publicó  en  pequeño  formato,  hasta 
Noviembre  14  del  año  siguiente,  siendo  redactado  por  Ios- 
señores  José  María  del  Carril  y  Pedro  P.  Calderón. — Des- 
de 1.°  de  Abril  de  1869  apareció  en  medio  pliego  de  papel 
de  imprenta  con  redacción  varia;  después  fué  diario  de  la 
tarde. 

1868.-  La  Lechuza:  periódico  semanal,  que  se  llamó  satírico- 
burlesco.  Se  publicó  por  la  imprenta  de  El  Zonda,  sema- 
nalmente,  en  papel  de  oficio  y  fué  redactado  por  el  Dr. 
Miguel  Ruiz. 

1868.  —El  Rebenque:  apareció  en  Noviembre  5  y  murió  con 
el  séptimo  número  en  Diciembre  20.  Como  el  anterior,  fué 
de  muy  poca  circulación. 

1868. — Los  Inteteses  de  Cuyo:  apareció  en  Agosto  9  y  con- 
cluyó con  el  tercer  número  el  23  del  mismo  mes;  fué  órga- 
no de  los  intereses  religiosos  y  políticos.  De  formato  en 
cuarto  pliego  de  papel  de  imprenta,  se  publicó  por  la  im- 
prenta de  El  Zonda,  siendo  sus  redactores  los  Sres.  Miguel 
Ángulo  y  Pedro  P.  Calderón. 

1870. — El  Boletín  Oficial:  apareció  el  3  de  Enero  por  la 
imprenta  La  Voz  de  Cuyo  en  periodos  irregulares,  en 
formato  papel  de  oficio  ^on  ocho  á  diez  y  seis  páginas  cada 
número. 

1870. — La  Amistad:  apareció  en  Junio  5  y  duró  poco  tiempo. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  439 


Su  formato  en  papel  de  oficio;  fué  periódico  quincenal,  de 
carácter  literario,  redactado  por  los  estudiantes  del  Colegio 
Nacional. 

1871.— Los  Debates:  apareció  en  Abril  20  y  cesó  con  el  nú- 
mero 112  en  Mayo  16  del  año  siguiente;  periódico  de  opo- 
sición al  Gobierno  de  Videla;  salió  dos  veces  por  semana 
en  medio  pliego  de  papel  de  imprenta:  redactor  Dr.  Isido- 
ro Albarracin. 

1871. — El  Cosmopolita:  apareció  en  Setiembre  30,  en  folleto; 
fué  periódico  religioso  y  cesó  con  el  cuarto  número;  redac- 
tor Presbítero  D.  Máximo  Garramuño. 

1871. — La  Revista  de  San  Juan:  apareció  solo  el  prospecto. 

NUMERO  16. 

Ley  fundamental.  —  La  H.  J.  de  los  R.  R.  de  la  Provincia 
de  San  Juan:  Considerando  que  concluida  la  guerra  de  la 
Independencia  de  la  Nación  Española  y  de  su  tiránica  domi- 
nación, y  aun  reconocida  la  actual  situación  del  Estado  de 
las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  La  Plata,  por  dos  grandes 
y  poderosas  naciones  del  Universo  *,  en  el  punto  de  vista  de 
importancia  y  dignidad  en  que  se  miran  las  naciones  entre  sí, 
al  mismo  tiempo  que  el  Congreso  General  Constituyente  de 
la  República  de  dichas  Provincias,  quisiera  que  por  los  mis- 
mos motivos  de  corresponder  á  la  importancia  que  se  le  con- 
cede exteriormente,  y  á  las  propias  necesidades  de  los  pue- 
blos que  han  hecho  tantos  sacrificios  de  tesoro  y  de  sangre 
en  prosecución  de  un  bien,  que  aun  no  gozan,  y  de  una  per- 
fección á  que  llegarán  sin  duda  desde  que  adopten  por  ente- 
ro y  sin  miedo  los  medios  propios. 

Considerando,  pues,  que  el  dicho  Soberano  Congreso  qui- 
siera que  los  pueblos  y  provincias,  con  el  designio  de  allanar 
el  camino  que  debe  conducirle  en  estas  circunstancias  suma- 
mente difíciles  á  la  organización  general  de  que  está  encar- 
gado, principiasen  á  cerrar  ellos  mismos  el  período  de  licencia 


Inglaterra  y  Estados  Unidos  de  Norte  América. 


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440  EL   PAÍS   DE   CUYO 


y  atropellamiento  que  la  revolución  ha  abierto  contra  las  per- 
sonas, contra  las  propiedades  y  contra  los  derechos  indivi- 
duales, en  cuyo  período,  á  la  verdad  funesto,  de  sobre  abun- 
dancia, se  advierte  con  aflicción  que  se  había  llegado  muchas 
veces  por  los  gobiernos  y  por  los  pueblos  á  oscurecer  y  con- 
fundir hasta  el  deseo  que  motivó  el  primer  movimiento  de  la 
República  en  la  lucha  que  felizmente  ha  terminado,  y  tam- 
bién, el  respeto  debido  á  los  poderes  legítimos,  y  que  propa- 
gándose por  esta  razón  la  aversión  á  las  Leyes,  ó  igualmente 
el  odio  á  la  Libertad,  había  producido  este  estado  de  cosas, 
la  desesperación  en  unos,  y  sirviéndose  no  pocos  del  pretexto 
de  esta  disposición,  promovían  con  bastante  suceso  el  despo- 
tismo y  organizaban  la  esclavitud  sobre  la  confusión  de  to- 
das las  ideas,  el  conflicto  de  todos  los  partidos  y  la  angustia 
de  los  patriotas  honrados,  pacíficos  y  sensatos. 

Considerando  que  la  incertidumbre  de  tal  posición  provo- 
ca la  tentativa  de  todos  los  deseos,  acumula  la  ambición,  y 
abulta  la  previsión  de  los  males,  infunde  temores  y  cría  espe- 
ranzas inméritas,  y  que  en  medio  del  tumulto  consiguiente  de 
las  pasiones,  la  quietud  huye  de  la  vida  privada,  y  la  tran- 
quilidad pública  desaparece  dejando  la  anarquía  sobre  un 
asiento  seguro. 

Por  consecuencia,  urgiendo  en  la  mente  de  los  Represen- 
tantes la  necesidad  de  que  el  Estado  corresponda  á  la  espec 
tacion  del  Mundo,  adecuadamente,  y  la  conveniencia  de  que 
ya,  y  de  una  vez,  los  pueblos  y  los  hombres,  ocupando  sus  res- 
pectivas posiciones,  principien  á  indemnizarse  por  la  indus- 
tria, á  mejorarse  por  las  costumbres  y  las  leyes,  y  á  gozar  de 
todo  con  seguridad,  bajo  la  égida  de  la  Libertad;  aunque  des- 
de la  feliz  instalación  del  sistema  Representativo  Republica- 
no en  la  Provincia  de  San  Juan,  la  H.  J.  goza  de  la  inapre- 
ciable satisfacción  de  haberse  expedido  en  todas  sus  actas, 
leyes  y  decretos,  siempre  conformándose  á  los  principios  del 
orden  social,  en  el  sentido  de  la  causa  de  la  Civilización  y  la 
Libertad ;  con  todo,  á  fin  de  que  desaparezca  por  último  de 
la  totalidad  de  los  ánimos  de  sus  representados  hasta  el  me- 
nor vestigio  de  incertidumbre,  la  mas  tenue  sombra  de  alar- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  441 


ma  por  novedades  temidas,  y  para  que  así  mismo  quede  sin 
el  mas  mínimo  pretexto  justificable,  cualesquiera  deseo  de 
anticiparse  á  prevenir  un  mal  por  las  vías  desorganizadoras 
de  las  revoluciones  y  tumultos,  por  tales  motivos,  la  H.  J., 
usando  de  su  soberanía,  ha  acordado  sancionar  irrevocable  y 
fundamentalmente  los  principios  en  que  estriba  el  todo  de  la 
Administración  de  San  Juan,  y  las  garantías  en  que  reposan 
los  derechos  del  ciudadano  y  del  hombre  en  dicha  Provincia, 
según  y  en  la  manera  que  lo  expresan  los  artículos  siguientes, 
que  deberán  llamarse  en  San  Juan  por  siempre — 

La  Carta  de  Mayo. 

1.°  Toda  autoridad  emana  del  pueblo,  y  los  poderes  pú- 
blicos instituidos  constitucionalmente  en  la  Provincia,  no 
tienen  por  objeto  sino  el  interés,  la  utilidad  y  la  necesidad 
que  produjo  esencialmente  su  asociación,  con  el  fin  de  pro- 
curar el  mayor  bien  de  cada  uno  y  de  todos  los  asociados. 

2.°  Todo  hombre  en  la  Provincia  de  San  Juan  es  el  único 
dueño  y  propietario  de  su  persona.  Cada  uno  puede  compro- 
meter sus  servicios  por  un  tiempo,  pero  no  venderse  á  sí 
mismo. 

Esta  primera  propiedad  es  inenagenable,  y  no  padece  ex- 
cepción, sino  es  en  los  esclavos,  negros  y  mulatos,  que  aun 
existen  á  consecuencia  del  antiguo  sistema  colonial,  los  cua- 
les, por  la  ley  de  la  Asamblea  Nacional  de  2  de  Febrero  de 
1813,  que  declara  los  vientres  libres  y  existe  con  todo  su  vi- 
gor, y  cuya  fuerza  se  corrobora  por  la  presente  garantía,  se- 
rán extinguidos  del  todo,  en  breve  tiempo. 

3.°  Todo  hombre  es  libre  en  el  ejercicio  de  sus  facultades 
personales,  con  tal  que  se  abstenga  de  dañar  los  derechos  de 
otro,  que  estén  declarados  tales  por  ley. 

4.°  Cada  individuo  puede  pensar,  formar  juicios,  opinar  y 
sentir  libremente  sobre  todos  los  objetos  sujetos  á  la  capa- 
cidad de  las  facultades  intelectuales,  sin  que  sea  responsable 
nadie  de  su  pensamiento  ó  sentimientos:  puede  hablarlos  ó 
callarse  sobre  ellos,  como  quiera;  puede  adoptar  cualquiera 


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442  EL   PAÍS   DE   CUYO 


manera  de  publicarlos  y  circularlos,  y  en  particular,  cada 
uno  es  libre  de  escribir,  imprimir  ó  hacer  imprimir  sin  licerr 
cía,  ni  previa  censura,  lo  que  bien  le  parezca,  siempre  con  la 
sola  condición  de  no  dañar  los  derechos  de  otro. 

5.°  Las  cartas,  billetes  y  comunicaciones  de  toda  clase,  ce- 
rradas, enviadas  de  un  lugar  á  otro  por  uno  ó  mas  individuos, 
á  particulares  ó  corporaciones,  por  cualquiera  vía,  porta  ó 
conductor,  son  sagrados,  y  cualquiera  tentativa  para  abrirlas, 
sustraerlas,  ocultarlas  é  imponerse  de  su  contenido  de  parte 
de  los  intermediarios  que  se  encuentren  entre  el  que  escribe 
y  la  persona  á  quien  se  escribe,  es  un  delito  público,  digno  de 
castigo. 

6.°  Todo  ciudadano  ó  habitante  de  la  Provincia  es  igual- 
mente libre  para  emplear  sus  brazos,  su  industria  y  sus  capi- 
tales como  lo  juzgue  bueno  y  útil  á  sí  mismo. 

Ningún  genero  de  trabajo  le  es  prohibido. 

Puede  fabricar  y  producir  lo  que  le  parezca,  y  como  le 
agrade;  en  sus  diversas  ocupaciones,  ningún  particular  ni 
asociación  tiene  derecho  á  embarazarlo  é  incomodarlo,  y 
mucho  menos  impedirlo.  La  Ley  solo  puede  demarcar  los  lí- 
mites de  esta  libertad,  como  los  de  cualquiera  de  las  otras. 

7.°  Todo  hombre  es  el  solo  dueño  de  disponer  y  usar  de 
sus  bienes,  rentas  y  propiedades  de  cualquiera  clase  como  lo 
juzgue  á  propósito,  sin  que  nadie  tenga  derecho  á  despojarle 
de  la  menor  parte  sin  título  legal. 

8.°  La  libertad,  la  seguridad  y  la  propiedad  de  los  ciuda- 
danos y  habitantes  de  la  Provincia,  reposan  por  esta  ley  bajo 
una  garantía  social  superior  á  todos  los  ataques  de  los  em- 
pleados públicos  y  de  los  atentados  de  los  particulares;  por 
consiguiente,  la  ley  tendrá  á  su  disposición,  fuerza,  formas  y 
recursos  capaces  de  suministrar  medios  amplios  para  repri- 
mir á  los  simples  ciudadanos  que  emprendieran  atacar  los  de- 
rechos de  otro,  y  de  poner  en  impotencia  á  los  que  tienen  al- 
guna parte  de  autoridad,  ó  poder  público,  y  están  encarga- 
dos de  ejecutar  las  leyes,  de  atender  á  las  libertades  de  los 
ciudadanos  y  habitantes.  Para  el  efecto,  todos  están  obliga- 
dos á  contribuir  lo  bastante  de  sus  servicios  personales,  de  M< 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  448 


sangre  y  de  sus  bienes  en  las  diversas  necesidades  públicas,  se- 
gun  el  modo  igual  y  proporcionado  que  establezcan  las  leyes. 

9.°  Nadie  estará  obligado  á  pagar  contribuciones,  hecho  ó 
gravamen  de  cualquiera  clase,  y  por  ningún  motivo,  si  no  ha 
sido  votado  y  sancionado  por  los  representantes  del  pueblo. 

10.  Todos  los  habitantes  y  ciudadanos  de  la  Provincia  es- 
tán igualmente  sometidos  á  las  leyes,  y  ninguno  será  obliga- 
do á  obedecer,  si  no  se  le  manda  en  virtud  de  alguna  ley. 

11.  La  ley  en  la  Provincia  es  la  expresión  de  la  voluntad 
general  por  el  intermedio  ó  comisión  de  sus  representantes, 
y  todos  los  ciudadanos  libres  y  aptos  tienen  influencia  en  su 
formación  por  medio  de  la  elección  directa  de  ellos. 

12.  Delante  de  la  ley,  todo  hombre  es  igual  sin  distinción, 
fuero  ni  privilegio.  Ella  debe  proteger  á  todos  con  los  mis- 
mos medios,  y  castigar  á  todos  los  culpables  igualmente. 

13.  Nadie  debe  ser  llamado  ante  la  justicia,  molestado,  ni 
apresado,  sino  en  los  casos  previstos  por  la  ley  y  según  las 
formas  determinadas  por  ella;  pero  todo  ciudadano  llamado 
en  nombre  de  la  ley  y  según  sus  formas,  debe  obedecer  al 
instante.  La  resistencia  le  hace  culpable. 

14.  La  casa  de  cualquier  habitante  es  un  sagrado  en  que 
nadie  puede  introducirse  sin  el  consentimiento  del  que  la  ha- 
bita, ni  puede  ser  allanada,  si  no  es  por  orden  por  escrito  de 
algún  funcionario  público,  librada  bajo  su  responsabilidad. 
En  cualquier  otro  caso,  el  dueño  ó  habitante  puede  repeler 
con  la  última  violencia  cualquiera  agresión. 

15.  Todo  ciudadano  tiene  derecho  á  las  ventajas  comunes 
que  pueden  nacer  y  se  originan  del  estado  de  sociedad,  y  des- 
de luego,  ningún  hombre  es  mas  libre  que  otro.  Ninguno 
tiene  mas  derecho  á  su  propiedad,  que  otro  cualquiera  no 
tenga  á  la  suya.  Todos  deben  gozar  de  la  misma  garantía  y 
de  la  misma  seguridad. 

16.  La  religión  santa,  católica,  apostólica,  romana,  en  la 
Provincia,  se  adopta  voluntaria,  espontánea  y  gustosamente 
como  su  religión  dominante.  La  ley  y  el  gobierno  pagarán 
como  hasta  aquí  ó  mas  ampliamente,  como  en  adelante  se 
sancionare,  á  sus  ministros,  y  conservarán  y  multiplicarán 
oportuna  y  convenientemente  sus  templos. 


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444  EL   PAÍS   DE   CUYO 


17.  Ningún  ciudadano  ó  estrangero,  asociación  del  país  ó 
estrangera  podrá  ser  turbada  en  él  ejercicio  público  de  la  reli- 
gión, cualquiera  que  profesase,  con  tal  que  los  que  la  ejerciten 
paguen  y  costeen  á  sus  propias  espensas  su  culto. 

18.  Las  personas  que  componen  el  Ejecutivo  deberán  ser 
siempre  bautizadas,  católicas,  apostólicas  de  la  comunión  ro- 
mana. 

19.  Nunca  habrá  en  la  Legislatura  Provincial  menos  de 
dos  terceras  partes  íntegras  de  la  misma  comunión. 

20.  La  ley  arreglará  en  lo  sucesivo,  cuando  se  crearen  ó 
introdujeren  diversas  asociaciones  religiosas,  los  puntos  de 
detalle  á  que  su  concurrencia  dieren  lugar. 

21.  Todos  los  ciudadanos  de  la  Provincia,  y  cualquiera 
parte  de  ellos,  tienen  derecho  á  dirijirse  directamente  á  la 
Legislatura  por  medio  de  peticiones  ó  representaciones  su- 
misas, y  los  representantes  resolverán  en  ellas,  de  acuerdo 
con  su  conciencia  y  sus  deberes,  lo  que  juzguen  conveniente 
ó  útil  á  la  sociedad. 

22.  Los  representantes  de  la  Provincia  reconocen  en  es- 
tos principios  la  base  de  las  garantías  públicas  é  individuales. 
Jurarán  todos  los  que  nuevamente  entrasen  ó  pudieren  en- 
trar á  componer  la  Sala  en  lo  sucesivo,  no  votar  jamás  direc- 
ta ni  indirectamente  con  intención  contra  el  sentido  práctico 
de  los  artículos  que  los  comprenden,  ni  suspenderlos,  á  no 
ser  que  la  salud  pública  lo  exija,  y  para  este  caso  serán  nece- 
sarios al  menos  dos  votos  sobre  las  dos  terceras  partes  ínte- 
gras de  la  representación,  teniendo  siempre  presente  que  toda 
sociedad,  constitución  ó  ley,  no  puede  tener  por  objeto  sino 
servir  y  protejer  los  derechos  del  hombre  viviendo  en  socie- 
dad. Que  estos  derechos  se  han  reconocido  en  los  principios 
enunciados,  como  han  creído  que  conviene  á  la  Provincia  es- 
tablecerlos y  consagrarlos.  Por  consiguiente,  que  por  una 
marcha  regular,  la  H.  J.  querrá  representarse  siempre  el  mas 
perfecto  establecimiento  práctico  de  tales  principios,  como  el 
objeto  que  debe  constantemente  proponerse  para  llenar  los 
fines  de  la  sociedad,  los  deseos  del  hombre  virtuoso  y  el  grito 
de  la  conciencia  de  los  hombres  libres. 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  445 


Sala  de  Sesiones  de  San  Juan,  á  13  de  Julio  de  1825.  — 
José  de  Navarro,  Presidente.  —  José  Teodoro  del  Corro,  Se- 
cretario. 


Señor  Gobernador  de  la  Provincia.  —  Decreto  del  Go- 
bierno. —  San  Juan,  IB  de  Julio  de  1825.  —  Cúmplase,  dése 
al  Registro  Oficial  y  circúlese.  La  Santa  guarda  del  Supre- 
mo moderador  del  Universo,  Dios,  infinitamente  justo,  á  quien 
osamos  invocar,  proteja  la  estabilidad  de  La  Carta  de  Mayo, 
y  castigue  la  iniquidad  de  los  que  se  atrevan  á  quebrantarla, 
y  de  nosotros  mismos  si  renegáramos  de  los  beneficios  de  su 
Divina  Providencia  que  en  ella  reconocemos  y  firmamos.  — 
Salvador  María  del  Carril.  — J.  Rudecindo  Rojo,  Secretario. 

Nota:  Este  documento  apareció  trunco  en  la  Efemeridografía  publicada 
por  el  Señor  Don  Antonio  Zinny. 


NUMERO  17. 

San  Juan,  6  de  Marzo  de  1826.  —  Atendiendo  á  las  circuns- 
tancias á  que  ha  sido  reducida  la  Provincia  por  la  superstición 
y  fanatismo  religioso,  el  Gobierno  debe  precaverla  de  los 
males  que  está  expuesta  á  experimentar  en  lo  sucesivo  bajo 
la  influencia  que  han  tenido  aquí  los  Eclesiásticos,  y  que  es 
preciso  moderar  conforme  á  los  preceptos  del  Santo  legisla- 
dor. Inspeccionar  é  informar  de  los  que  tramiten  ó  vengan 
á  la  Provincia,  no  siendo  de  los  adscriptos  á  su  clero,  es  una 
medida  que  debe  tener  buenos  resultados.  A  este  propósito, 
el  Gobierno,  adoptándola,  decreta:  — 

1.°  No  se  permitirá  en  adelante  el  ingreso  á  la  Provincia 
de  ningún  eclesiástico  secular  ó  regular  que  no  haya  antes 
obtenido  licencia  del  Gobierno. 

2.°  Esta  la  solicitarán  al  menos  á  seis  leguas  de  distancia 
de  la  población  por  conducto  del  Señor  Cura  Vicario. 

3.°  En  caso  de  contravención,  quedan  sujetos  á  las  penas 
que  el  Gobierno  tuviese  á  bien  imponer. 

4.°  El  Ministro  Secretario  es  encargado  de  hacer  ejecutivo 


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I 


446  EL    PAÍS    DE    CUYO 


el  cumplimiento  de  este  decreto,  que  se  comunicará  á  quienes 
corresponda  ó  insertará  en  el  Registro  Oficial. — Navarro  — 
Francisco  de  OzcaHz. 


NUMERO  18. 
Tratado  de  Huanacache. 

Los  Gobernadores  de  Mendoza  y  San  Luis,  por  medio  de 
comisionados  suficientemente  autorizados,  y  el  de  San  Juan 
en  persona,  reunidos  en  Huanacache,  deseosos  de  afirmar 
bajo  de  garantías  estables  y  seguras,  la  paz  y  amigables  rela- 
ciones que  siempre  han  mantenido,  pero,  que  por  una  fatali- 
dad demasiado  sensible,  están  expuestas  á  ser  alteradas  si  se 
introducen  recelos  y  desconfianzas  capaces  de  producir  esas 
rivalidades  funestas  que  desgraciadamente  han  precipitado  á 
otras  provincias  en  las  horrorosas  convulsiones  en  que  se  ad- 
vierten, cuya  condición  reclama  imperiosamente  sean  robus- 
tecidas por  medio  de  convenios  especiales. 

Deseosos  al  mismo  tiempo  de  cooperar  eficazmente  á  la 
cesación  de  la  guerra  civil,  que  violentamente  destruye  las 
Provincias  del  Norte,  con  el  doble  objeto  de  que  generalmen- 
te reconcentrados  puedan  convertir  sus  recursos  en  favor  de 
la  guerra  que  con  justicia  sostiene  la  Nación  contra  el  Empe- 
rador del  Brasil ;  y  así  mismo,  contraerse,  en  la  calma  de  las 
pasiones,  á  organizar  la  Nación  bajo  la  forma  y  bases  que 
reclama  el  pronunciamiento  público  y  espontáneo  de  la  opi- 
nión general,  han  acordado  los  artículos  siguientes: 

Artículo  1.°  —  Los  Gobiernos  de  Mendoza,  San  Luis  y  San 
Juan  se  comprometen  del  modo  mas  solemne  á  conservar  la 
paz  y  amigables  relaciones  que  actualmente  existen  entre  los 
pueblos  contratantes,  y  conservar  el  orden  interior  en  cada 
uno  de  ellos,  garantiéndose  recíprocamente  de  un  modo  de- 
cisivo y  eficaz. 

Art.  2.°  —  Las  Provincias  de  Mendoza,  San  Juan  y  San 
Luis,  conservarán  sus  actuales  derechos  y  libertades,  hasta  la 
adopción  de   la   constitución   que   deba  regir  la  República. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  447 


Entre  tanto,  uniformarán   su  marcha  del  modo  posible,   en 
orden  á  los  negocios  del  interés  común. 

Art.  3.°  —  Toda  agresión  hecha  á  las  Provincias  contra- 
tantes ó  á  cualquiera  de  ellas,  será  sentida  por  las  tres  y  reu- 
nirán sus  fuerzas  para  repelerla. 

Art.  4.°  —  Los  Gobiernos  de  Mendoza,  San  Juan  y  San 
Luis  emplearán,  de  común  acuerdo,  su  mediación  y  relacio- 
nes con  las  provincias  que  actualmente  se  encuentran  en  gue- 
rra civil,  á  fin  de  que  suspendan  recíprocamente  las  hostili- 
dades, y  trancen  las  diferencias  que  han  podido  conducirlas  al 
horroroso  estado  de  hacer  intervenir  las  armas  para  destruir- 
ge,  por  motivos  que  no  es  creíble  estén  fuera  del  alcance  de 
la  prudencia,  la  razón  y  el  convencimiento. 

Art.  5.°  —  Los  Gobiernos  contratantes  se  obligan  á  con- 
currir con  todos  los  auxilios  posibles,  á  la  guerra  contra  el 
Emperador  del  Brasil,  y  á  interponer  igualmente  sus  relacio- 
nes con  los  demás  Gobiernos  de  las  Provincias  Unidas  para 
que  obren  en  igual  sentido  y  con  la  actividad  que  reclama  la 
libertad  é  independencia  de  la  Nación. 

Art.  6.°  —  Así  mismo  se  convienen  los  Gobiernos  contra- 
tantes á  dirigir  á  todas  las  provincias  de  la  Union,  copias  de 
estos  convenios  con  la  correspondiente  comunicación  oficial, 
al  objeto  que  detallan  los  artículos  anteriores,  y  también 
para  que  las  provincias  que  no  se  hallan  envueltas  en  la  gue- 
rra civil,  cooperen  por  su  parte  á  la  cesación  de  esta  pública 
calamidad. 

Art.  7.°  —  Deseosos  los  Gobiernos  contratantes  de  afian- 
zar estos  pactos  del  modo  mas  firme,  y  persuadidos  que  el 
medio  mas  eficaz  para  conseguirlo  ej  el  vínculo  de  una  mis- 
ma religión  entre  ellos,  se  comprometen  á  sostener  en  sus 
respectivas  provincias,  como  única  y  verdadera,  la  Religión 
Católica  Apostólica  Romana,  con  exclusión  de  todo  otro 
culto  público,  procurando  el  mayor  esplendor  á  la  disciplina 
<Je  la  Iglesia. 

Art.  8.°  —  Los  Gobiernos  contratantes  declaran  que  estos 
convenios  son  provisorios,  y  durarán  hasta  que  se  constituya 
la  República. 


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448  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Art.  9.°  —  Los  presentes  convenios  se  someten  é  la  rati- 
ficación de  las  legislaturas  provinciales  respectivas.  —  Hua- 
nacache,  Abril  1.°  de  1827.  —  José  Lorenzo  Guiraltez.  —Ma- 
nuel Gregorio  Quiroga.  —  José  Gregorio  Giménez. 

NÚMERO  19. 

Concordato  entre  el  llustrisimo  y  Reverendísimo  Sr.  Dr.  Don 
Fray  Justo  de  Santa  María  de  Oro,  Obispo  Thaumacense, 
Vicario  Apostólico  de  Cuyo  y  el  Excelentísimo  Sr.  Don  Va- 
lentín Ruiz,  Gobernador  y  Capitán  General  de  la  Provincia 
de  San  Juan. 

Con  los  tratados  para  impetrar  de  la  Santa  Sede  la  crea- 
ción de  Obispado  é  Iglesia  Catedral  en  esta  ciudad  y  la  cir- 
cunscripción de  su  futura  diócesis,  el  llustrisimo  Sr.  Obispo 
y  el  Exmo.  Sr.  Gobernador,  á  honra  y  gloria  de  Dios,  anima- 
dos de  firme  y  segura  confianza  en  la  promesa  que  nuestro 
santísimo  padre  Gregorio  Papa  XVI,  se  ha  dignado  hacerles 
por  letras  pontificias,  datadas  en  Roma  á27  de  Noviembre  de 
1832,  que  cada  uno  ha  recibido,  después  de  comunicarse  el 
respectivo  rescripto,  exponen  y  convienen  en  los  siguientes 
artículos: 

1.°  Constante  el  Gobierno  en  la  observancia  del  juramento 
con  que  en  convención  celebrada  en  Huanacache,  á  1.°  de 
Abril  de  1827.  el  Gobierno  de  esta  Provincia  de  San  Juan, 
entre  los  excelentísimos  de  Mendoza  y  San  Luis,  se  obligó  a 
sostener  en  todo  el  País  de  Cuyo  la  religión  católica,  apostó- 
lica, romana,  con  exclusión  de  cualquiera  otro  culto *,  procu- 
rando el  mayor  explendor  á  la  disciplina  de  la  Iglesia;  ratifi- 
ca todos  los  documentos  que  en  solicitaud  de  Obispo  é  Iglesia 
Catedral  ha  dirigido  á  Roma  para  que  con  el  presente  se  for- 
men en  nueva  instancia  las  correspondientes  preces  á  S.  S.  el 
Sumo  Pontífice.  El  Obispo  acepta  el  referido  juramento  y 
promoverá  los  santos  objetos  á  que  es  dirigido. 


Contra  el  culto  libre  proclamado  por  la  Carta  de  Mayo. 


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EL   PAlS   DE   CUYO  449 


2.°  La  doctrina  y  moral  de  la  santa  iglesia  católica  romana, 
se  enseñará  y  profesará  en  las  escuelas  y  establecimientos  li- 
terarios públicos  y  particulares  que  hubiese  en  la  Provincia, 
aceptando  la  intervención  que  en  ellos  competa  al  Obispo,  y 
sin  expedir  el  ejercicio  de  su  oficio  pastoral. 

3.°  No  serán  admitidos  en  la  Pro  viuda,  escritos  ó  libros 
contra  los  dogmas,  moral,  disciplina  y  decoro  de  nuestra  san- 
ta Madre  iglesia  católica  y  sus  ministros,  y  con  denuncio  que 
de  ellos  haga  la  autoridad  eclesiástica,  el  Gobierno  cuidará 
de  impedir  la  introducción,  divulgación  ó  distribución  de 
tales  escritos  ó  libros,  castigando  debidamente  álos  culpados. 

4.°  Se  conservará  la  inmunidad  eclesiástica  en  las  personas 
bienes  y  lugares  á  que  corresponde. 

5.°  El  fuero  competente  á  la  Iglesia  será  inviolablemente 
observado  por  todos  los  magistrados,  tribunales  y  jueces  de 
la  Provincia,  quienes  darán  las  auxiliatorias  que  requiera  la 
autoridad  eclesiástica  para  la  ejecución  y  cumplimiento  de 
sus  providencias. 

6.°  El  Obispo  ejercerá  libremente  todo  aquello  que  le  com- 
peta en  razón  de  su  ministerio  pastoral,  por  disposición  ó  de- 
claración de  los  sagrados  cánones,  según  la  presente  aproba- 
da disciplina  de  la  Iglesia,  por  la  Santa  Sede.  Del  mismo 
modo  comunicará  con  el  clero  y  pueblo,  publicando  sus  ins- 
tituciones y  ordenaciones  de  asuntos  eclesiásticos,  y  repri- 
miendo y  castigando,  conforme  á  derecho,  con  censuras  y 
otras  penas  á  los  transgresores  de  las  leyes  y  disposiciones  de 
la  Iglesia. 

Las  sentencias,  decretos  y  providencias,  en  castigo  y  pre- 
caución de  delitos  de  eclesiásticos  que  mereciesen  ser  repren- 
didos, se  pronunciarán  y  se  les  infligirán  las  penas  impuestas, 
según  disposición  de  derecho  ó  de  la  autoridad  y  jurisdic- 
ción eclesiástica,  salvo  los  recursos  canónicos.  Las  causas  ma- 
trimoniales, decimales  y  todas  las  meramente  eclesiásticas,  se 
definirán  en  el  fuero  de  la  Iglesia  privativamente  por  la  au- 
toridad y  jueces  competentes. 

7.°  La  Iglesia  tiene  derecho  para  hacer  nuevas  adquisicio- 
nes y  disponer,  con  pleno  dominio,  de  sus  propiedades. 

29 


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J 


450  EL   PAÍS   DE   CUYO 


En  las  vacantes  de  la  santa  sede  episcopal,  se  invertirán 
sus  rentas  en  los  piadosos  objetos  que  recomendase  el  Obis- 
po ó  se  indicase  recomendados,  como  preferible  entre  los  de 
su  beneficencia  pública,  reservando  la  cuarta  parte  de  dichas 
rentas  para  el  sucesor  que  fuere  confirmado  por  la  Santa 
Sede. 

En  las  vacantes  de  dignidades,  canonicatos,  prebendas,  etc., 
derecerán  las  rentas  para  el  mismo  capítulo,  y  se  distribui- 
rán proporcionalmente  á  su  respectiva  dotación,  con  todo  lo 
demás  que  acreciese  de  los  diezmos  de  la  masa  capitular. 

El  Gobierno  cooperará  á  restablecer  los  conventos  de  re- 
guiares  al  mejor  estado  posible,  conservándoles  en  el  goce  y 
posesión  de  las  temporalidades  que  en  cumplimiento  de  la  ley 
de  la  Provincia  se  les  han  devuelto  *,  con  declaración  que 
las  enajenaciones  ó  contratos  que  hicieren  de  los  bienes  de 
comunidad  sin  los  requisitos  que  prescriben  las  sanciones  ca- 
nónicas, son  de  ningún  valor,  y  que  declarados  Írritos  y  nu- 
los tales  contratos,  serán  aplicadas  ó  invertidas  dichas  tem- 
poralidades por  el  Obispo,  como  delegado  de  la  Santa  Sede, 
en  destinos  convenientes  á  los  propios  conventos,  ó  mas  aná- 
logo, á  su  instituto  monástico  ú  otros  de  mayor  necesidad  en 
bien  de  la  Iglesia,  dentro  de  la  Provincia. 

8.°  Propónese  para  Catedral  el  magnífico  templo  parro- 
quial dedicado  al  Sr.  San  José,  esposo  de  la  Santísima  Virgen 
María,  situado  en  la  plaza  mayor  de  esta  Ciudad  de  San 
Juan,  con  todos  sus  bienes,  muebles  é  inmuebles,  propieda- 
des, fundas,  rentas,  derechos  y  pertenencias  y  lo  demás 
conducentes  á  manifestar  las  actitudes  de  dicha  Iglesia 
parroquial,  para  obtener  la  catedralidad,  instruirá  su  ac- 
tual cura  rector  D.  José  Manuel  Eufracio  de  Quiroga  Sar- 
miento, al  obispo  vicario  apostólico,  á  fin  de  que  se  adopten 
los  edificios  que  existen,  ó  de  nuevo  se  construyan,  Casa 
Episcopal,  Sala  de  Capítulo  y  oficinas  convenientes  á  la  ad- 
ministración eclesiástica,  en  el  mismo  adyacente  sitio  de  di- 
cho templo  ó  en  otro  vecino  de  la  propiedad  de  la  Iglesia. 


Lev  de  30  de  Marzo  de  1827. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  451 


El  oficio  y  beneficio  parroquial  de  esta  Iglesia  será  unido, 
siendo  del  beneplácito  de  su  Santidad  ó  alguna  de  las  digni- 
dades del  Capítulo,  y  constituirá  su  íntegra  dotación  perma- 
neciendo con  la  amplitud  que  actualmente  tiene,  agregándo- 
sele una  cuarta  parte  de  la  renta  de  aquella  dignidad  á  que 
fuese  anexa.  Lo  mismo  se  observará,  en  caso  de  que  para 
mejor  servicio  de  los  fieles,  se  estime  conveniente  dividir  di- 
cho curato,  cuidando  de  que  se  le  entere  de  la  masa  capitu- 
lar el  valor  de  la  venta  de  la  dignidad  á  que  corresponda,  y 
subsistiendo  siempre  la  agregación  de  la  cuarta  parte. 

Este  curato  será  provisto  del  mismo  modo  que  los  demás; 
€ii  cuanto  al  concurso,  examen,  aprobación,  presentación, 
institución  y  colación  canónica,  teniendo  opción  á  él,  prime- 
ramente las  dignidades  canónicas  y  prebendas  de  la  misma 
iglesia,  y  deberá  ser  servido  por  Vicario  de  cura,  en  lo  que 
no  fuere  incompatible  con  las  obligaciones  de  su  dignidad  en 
el  Capítulo. 

9.°  Por  ley  orgánica  de  la  Provincia  de  8  de  Agosto  de 
1831,  los  diezmos  son  adjudicados  en  todo  para  la  fundación 
y  establecimiento  de  la  nueva  Iglesia  Catedral  de  Cuyo;  y 
habiéndose  dado  exacto  cumplimiento  á  dicha  ley,  por  el  Go- 
bierno y  por  el  Obispo,  será  perpetuamente  observada.  La 
distribución  de  toda  masa  de  diezmos,  se  hará  en  la  forma 
legal  vigente  en  el  Obispado  de  Córdoba,  á  saber:  dividido  en 
tres  partes  iguales;  la  primera,  pertenece  á  la  masa  y  Curia 
Episcopal;  la  segunda,  al  Capítulo  de  la  Catedral  y  sus  fun- 
ciones; la  tercera,  se  subdivide  en  nueve  partes  que  se  lla- 
man novenas,  pertenecientes  á  los  demás  objetos  que  se  entre- 
garán del  mismo  modo  y  en  el  tanto  que  las  distribuyela  ley. 
La  parte  que  corresponde  á  la  masa  episcopal,  el  Obispo  asig- 
nará congrua  dotación  al  Vicario  General,  al  secretario  y 
oficiales  de  su  curia.  El  valor  de  una  tercera  parte  de  la  masa 
decimal  ó  estima  suficiente,  para  pedir  el  Obispo  y  el  Gober- 
nador, humildemente  á  la  Santa  Sede  Apostólica  la  creación 
del  Capítulo  de  la  futura  iglesia  catedral  que  abajo  puntua- 
lizarán. 

10.  Se  desea  que  el   nuevo  Obispado  de  Cuyo  sea  erigido 


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452  EL   PAÍS   DE   CUYO 


en  el  todo  y  en  sus  partes,  con  todos  los  derechos,  gracias  y 
preeminencias,  privilegios,  acciones  y  favores  que  gozan  los 
obispos  de  América,  y  especialmente  el  de  Córdoba,  de  donde 
reasumen  las  Provincias  de  Cuyo  su  representación  en  la  ge- 
rarquía  eclesiástica,  rogando  á  Su  Santidad  se  digne  depurar 
la  fundación  del  nuevo  Obispado  de  cualesquiera  abusos  que 
pudieran  haberse  introducido  en  los  antiguos,  constituyéndo- 
lo en  la  mas  perfecta  observancia  de  los  sagrados  cánones  y 
de  la  disciplina  de  la  Iglesia.  Reservando  á  la  libre  disposi- 
ción de  Su  Santidad  como  haya  de  procederse  para  proveer 
á  la  Sede  episcopal,  dignidades,  prebendas,  oficios  y  benefi- 
cios de  la  nueva  iglesia  catedral,  se  espera,  en  favor  de  ella, 
se  digne  Su  Santidad  conceder  el  mismo  indulto  que  hayan 
gozado  y  gozan  las  antiguas  iglesias  de  América,  mediante  el 
Patronato  antes  declarado  á  los  reyes  de  España,  concedién- 
dolo benignamente  en  la  forma  que  fuere  del  agrado  de  Su 
Santidad,  al  Supremo  Gobierno  que  por  tiempo  fuese  reco- 
nocido en  las  provincias  de  Cuyo,  respectivamente,  con  el 
derecho  de  presentar  personas  eclesiásticas  idóneas,  para  el 
Obispado  ante  la  misma  Santa  Sede,  y  para  los  demás  minis- 
terios y  oficios  ante  el  Obispo.  En  suposición  del  indicado 
indulto,  el  Obispo  dará  la  institución  y  colocación  canónicas, 
previo  examen,  y  resultando  aprobado  y  con  las  calidades 
convenientes,  el  que  fuere  presentado  por  el  Supremo  Go- 
bierno de  la  Provincia  de  Cuyo  l,  respectivamente,  en  lugar 
vacante  de  alguna  dignidad,  canonicato,  prebenda  ú  otro  be- 
neficio del  Capítulo.  Los  beneficios  parroquiales  ó  con  cura 
de  almas  se  proveerán  por  concurso  al  examen  prevenido  por 
el  Santo  Concilio  de  Trento,  dando  el  Obispo  la  institución 
canónica  al  que  elijiera  el  Gobierno  de  los  tres  que  le  propu- 
siese, como  mas  digno  de  los  que  hayan  sido  aprobados  por 
los  examinadores  sinodales. 

11.  El  Capítulo   de   la  Iglesia  Catedral  tendrá  tres  digni- 
dades, á  saber:  Dean,   Arcedean,  Maestrescuela  y  ocho  ca- 


1  Las  dichas  presentaciones  en  ternas  son  hoy  de  la  atribución  exclusiva 
del  Senado  de  la  Nación. 


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EL  PAÍS   DE   CCYO  453 


nónigos.  Teudrá  también  seis  prebendas  ó  vicarios,  de  ellos 
tres  racioneros  y  tres  medios  racioneros.  El  Obispo  designa- 
rá, según  forma  del  Santo  Concilio  de  Trento,  dos  de  los  di- 
chos canónigos  que,  respectivamente,  hagan  el  oficio  de  Teó- 
logo y  Penitenciario.  Las  dignidades  y  todos  los  canónigos, 
á  mas  del  servicio  de  cura,  servirán  al  Obispo,  á  la  adminis- 
tración de  su  diócesis  y  constituirán  el  Sínodo  con  quien 
haya  de  consultar,  y  también  para  cualesquiera  especiales 
encargos,  negocios  y  destinos  de  mi  ministerio  pastoral  á 
quien  sea  de  su  agrado  asegurarlo.  Del  mismo  modo  designa- 
rá los  oficios  de  los  prebendados  ó  vicarios. 

12.  Cada  una  de  las  dignidades  gozará  de  renta  anualmen- 
te cuatrocientos  pesos;  cada  uno  de  los  cuatro  canónigos  an- 
tiguos tendrá  de  renta  anual  trescientos  cincuenta  pesos,  y 
cada  uno  de  los  canónigos  modernos,  trescientos  pesos;  cada 
uno  de  los  tres  vicarios  ó  prebendados  racioneros  tendrá  de 
renta  anual  doscientos  veinte  y  cinco  pesos,  y  cada  uno  de 
los  medios  racioneros,  doscientos  pesos. 

13.  Como  el  valor  de  los  diezmos  se  halla  actualmente  en 
decadencia,  por  las  fatales  ocurrencias  que  el  Supremo  Go- 
bierno expuso  en  su  mensaje  á  la  Honorable  Sala  de  Repre- 
sentantes de  la  Provincia,  pidiendo  la  sanción  de  la  ley  de  8 
de  Agosto  de  1831,  cuyos  documentos  han  sido  remitidos  á 
Roma  con  ellos  mismos  se  suplicará  á  su  Santidad  se  digne 
tener  á  bien,  que  por  ahora  y  mientras  la  tercera  parte  de  la 
masa  decimal  no  fuese  suficiente  para  cubrir  todas  las  rentas 
y  gastos  del  Capítulo,  se  suspenda  dar  colación  de  aquellas 
dignidades,  canonicatos  y  prebendas  que  no  alcancen  á  ser 
dotados  íntegramente  con  la  referida  tercera  parte  de  los  diez- 
mos, existiendo,  no  obstante,  la  institución  canónica  de  dichas 
dignidades,  canonicatos  y  prebendas  del  Capítulo  para  que, 
acreciendo,  como  es  de  esperarse,  la  masa  decimal,  se  confie- 
ran en  debida  forma. 

14.  Si  con  devota  liberalidad  para  mejor  servicio  de  la 
Iglesia,  pretendiesen  los  fieles  fundar  canonicatos  ó  preben- 
das, dotándolas  de  sus  propios  bienes,  será  de  justificado 
arbitrio  del  Obispo  acceder  á  tan  recomendable  solicitud,  de- 


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454  EL   PAl8   DE   CUYO 


clarando  á  los  fundadores  su  derecho  para  presentar  á  quien 
comprobase,  con  las  cualidades  convenientes,  en  previo  exa- 
men del  Obispo,  ó  les  dará  la  institución  y  colocación  canóni- 
ca en  debida  y  en  igualdad  de  honor,  acciones,  oficios  y 
obligaciones  á  los  de  la  misma  clase  de  la  erección  del  Ca- 
pítulo. 

IB.  El  Colegio  Seminario  será  fundado,  establecido  y  ad- 
ministrado al  prescripto  del  Santo  Concilio  Tridentino  en  el 
solar  de  San  Clemente,  Papa  y  Mártir,  segundo  patrono  de 
esta  ciudad  de  San  Juan,  una  cuadra  distante  de  la  plaza 
mayor,  y  de  igual  extensión  á  todos  vientos  por  sus  cuatro 
calles  públicas.  Dicho  solar,  como  legado  que  dispone  el  Vi- 
sitador Eclesiástico  de  Córdoba,  en  auto  de  20  de  Abril  de 
1827,  que  se  vendiese  como  innecesario  para  la  reedificación 
del  templo  que  se  ve  adelante,  hasta  una  parte  de  su  bóveda1; 
mas,  no  habiéndose  verificado  la  expresada  venta,  se  conti- 
nuará el  edificio  del  mencionado  templo  y  se  construirán  los 
del  Colegio  con  amplitud  y  comodidad. 

Los  principales  de  fábrica  de  dicho  templo,  en  llenando  su 
objeto,  se  aplicarán  al  Seminario,  y  las  capellanías  que  man- 
dó fundar  el  finado  Do 'i  José  Amabizcar,  después  del  falle- 
cimiento délos  capellanes  que  la  sirven,  como  igualmente  los 
de  libre  colación  que  haya  y  pueda  haber,  se  conferirán  á  al- 
gunos de  los  eclesiásticos  que  se  empleasen  en  la  enseñanza 
ó  servicio  del  Colegio  Seminario.  Conforme  á  lo  dispuesto 
por  el  Santo  Concilio  Tridentino,  en  el  capítulo  18,  sección 
23,  y  á  lo  que  en  su  cumplimiento  está  ordenado  por  el  Con- 
cilio Provincial  de  Lima,  y  reales  cédulas,  se  contribuirá  al 
Seminario,  á  razón  de  tres  por  ciento,  de  toda  la  masa  de 
diezmos  y  demás  rentas  y  frutos  de  beneficios  y  bienes  ecle- 
siásticos. 

A  virtud  de  la  misma  disposición  conciliar  de  Trento,  se 
declaran  aplicados  al  Seminario  los  legados  píos  que  para 
enseñanza  de  la  juventud  existiesen  sin  cumplimiento  en  la 


1  En  18<)2,  se  trabajó    en    dicho    local  la    Escuela  Superior  de  varones. 
Véase  el  capitulo  especial  que  consagramos  á  la  educación  de  la  Provincia. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  455 


Provincia.  Se  establece  la  enseñanza  de  la  juventud,  del 
modo  que  prescribe  el  Santo  Concilio  de  Trento,  dándole 
instrucción  en  las  ciencias  útiles  y  convenientes  al  estado 
eclesiástico,  y  se  fundará  una  cátedra  de  Teología  y  otra  de 
cánones  para  que,  mediante  la  aprobación  ó  indulto  que  se 
desea  de  Su  Santidad,  se  confieran  grados  de  una  y  otra  fa- 
cultad á  los  beneméritos,  con  lo  que  tendrán  las  calidades  de 
Doctor,  y  otras  que  se  requieren  para  ciertos  oficios  ó  minis- 
terios eclesiásticos,  rogando  igualmente  á  Su  Santidad  se 
digne  dispensar  de  aquéllas  por  diez  años,  contados  desde  el 
establecimiento  de  esta  nueva  iglesia,  á  fin  de  que  pueda  ser 
provisto  su  servicio  en  sugetos  idóneos.  La  doctrina,  gobier- 
no, administración,  instituciones,  nombramientos  de  rector 
del  Colegio,  profesores  y  catedráticos,  y  la  admisión  de  alum- 
nos y  demás  adictos  al  Colegio,  y  la  remoción  de  ellos,  serán 
de  libre  disposición  del  Obispado,  según  formas  canónicas. 

16.  La  diócesis  del  Obispado  será  todo  el  territorio  de  Cu- 
yo que  comprende  las  provincias  de  San  Juan,  Mendoza  y 
San  Luis,  las  cuales  han  acreditado  su  decidida  voluntad  y 
constante  deseo  de  que  sea  erigido  un  Obispado  en  este  nues- 
tro país  común,  aceptando  con  religioso  reconocimiento  los 
rescriptos  pontificios  que  contienen  esta  magnífica  promesa 
de  la  Santa  Sede  Apostólica,  al  Obispo  y  al  Gobernador  de 
la  Provincia  de  San  Juan,  quienes,  habiéndolos  comunicado  á 
los  de  Mendoza  y  San  Luis  y  sus  Gobiernos,  han  expresado 
sus  ascensos  á  nuestra  solicitud. 

17.  Todos  los  demás  perteneciente  á  la  creación  del  nue- 
vo Obispado,  ejercicio  de  la  autoridad  y  jurisdicción  eclesiás- 
tica, acerca  de  los  asuntos,  personas  é  instituciones  que  le 
corresponde,  de  que  no  se  hubiese  hecho  mención  en  estos 
artículos  y  sus  tratados,  se  entienden  comprendidos  en  ellos, 
y  se  dirigirá,  según  sanciones  canónicas  y  aprobada  discipli- 
na de  la  Iglesia,  y  en  cosas  de  grave  importancia  y  dificul- 
tad, se  ocurrirá  á  la  Santa  Sede. 

18.  Este  contrato  obliga  al  Gobierno  de  la  Provincia  y 
actual  Obispo,  Vicario  Apostólico  en  todos  los  puntos  á  que 
puede  comprometerse,  en  uso   de  las  ordinarias  y  extraordi- 


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456  EL   PAÍS   DE   CUYO 


narias  de  su  sagrado  ministerio,  y  obligará  generalmente  á 
sus  sucesores,  cuando  obtuviere  la  aprobación  de  Gu  Santi- 
dad en  el  todo  ó  en  parte.  El  Obispo,  Vicario  Apostólico,  y 
el  Gobernador,  firmarán  el  presente  concordato  y  tratados 
expuestos  en  cinco  ejemplares  de  un  mismo  tenor,  á  saber: 
dos  para  que  rijan  en  la  administración  del  Gobierno  y  en  la 
Curia  Episcopal,  y  tres  para  enviarse  á  nuestro  agente  en 
Roma,  reverendo  padre  fray  Andrés  O'Brien,  á  quien  se  au- 
toriza plenariamente  para  que,  haciendo  uso  de  cualquiera  de 
dichos  ejemplares  que  llegue  á  sus  manos,  y  de  todos  los  do- 
cumentos que  allá  existen,  anteriormente  remitidos,  y  que  se 
le  remitiesen  en  adelante,  responda  en  nombre  del  Gobierno 
de  la  Provincia,  y  del  Obispo,  Vicario  Apostólico  de  Cuyo,  á 
todos  y  á  cada  uno  de  los  artículos  que  por  antiguo  instituto 
de  la  Santa  Sede  deben  ser  examinados  para  impetrar  la  erec- 
ción del  nuevo  Obispado,  con  declaración,  concesión,  apro- 
bación y  confirmación,  á  beneplácito  de  Su  Santidad,  de  lo 
contenido  en  el  presente  concordato  y  tratados  expuestos. 

En  fé  de  lo  cual,  el  Obispo  y  el  Gobernador  de  la  Provin- 
cia, ratificando  el  referido  concordato,  firman  de  propia 
mano,  los  5  ejemplares  acordados  de  un  mismo  tenor,  sig- 
nándolos con  sus  respectivos  sellos  en  esta  ciudad  de  San 
Juan  de  Cuyo,  á  26  de  Octubre  de  1833— Fray  Justo,  Obispo 
Thaumacense  y  Vicario  Apostólico  de  Cuyo. — Presbítero  José 
Olmos,  Pro-secretario. — Valentín  Ruiz,  Gobernador. —  Vicente 
Atienzo,  Ministro  de  Gobierno. 

NUMERO  20. 

Bula  de  Erección  del  Obispado  de  Cuyo1 

Gregorio  Obispo,  Siervo  de  los  Siervos  de  Dios.  —  Para 
perpetua  memoria. — Por  inefable  providencia  de  t)ios,  lla- 
mados sin  méritos  algunos  á  regir  y  gobernar  la  Iglesia  Uni- 


1  Este  documento  fué  traducido  del  original,  escrito  en  idioma  latín,  por 
el  Provisor  de  Cuyo  Dr.  D.  Joaquin  Pérez,  en  Mayo  de  1885. 


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EL   PAÍ8   DE   CUYO  457 


versal,  si  con  diligencia  aplicamos  nuestros  cuidados  á  culti- 
var cualesquiera  otras  partes  del  campo  del  señor,  con  no 
menos  agrado,  ni  menos  vigilante  solicitud  dirigimos  la  aten- 
ción de  nuestro  espíritu  á  aquellas  regiones  del  Orbe  Católi- 
co, que  por  mar  y  tierra  muy  largamente  distan  de  esta  Apos- 
tólica Sede,  las  cuales  merecen  tantos  mas  amplios  favores  y 
gracia  de  la  benignidad  Apostólica,  cuanto  mayor  esmero  y 
ánimo  mas  firme  guardan  íntegra  é  inviolable  la  fe  católica 
sin  la  cual  es  imposible  agradar  á  Dios  y  son  beneméritos  de 
la  iglesia  en  observar  y  defender  su  jurisdicción,  inmunidad 
y  disciplina,  y  con  filial  obediencia  y  debida  veneración  aman 
y  respetan  al  Romano  Pontífice,  Vicario  de  Nuestro  Señor 
Jesucristo  en  la  tierra,  como  verdadero  y  legítimo  sucesor 
del  príncipe  de  los  apóstoles,  San  Pedro.  Ya  pues,  se  nos  ha 
hecho  presente  que  á  principio  de  este  siglo,  Pió  Papa  II, 
nuestro  predecesor  de  feliz  recordación,  había  dividido  la 
muy  grande  diócesis  del  Tucuman1,  situada  en  la  América 
Meridional  y  que  de  aquella  habían  formado  dos  Iglesias  Ca- 
tedrales, de  las  cuales,  una  se  llama  de  Salta  y  la  otra  de  Cór- 
doba; á  ésta  última,  el  mismo  Pontífice  atribuyó  la  amplísi- 
ma Provincia  llamada  de  Cuyo,  que  había  separado  de  la  dió- 
cesis de  Santiago  de  Chile,  con  lo  cual  sucede  que  la  diócesis 
de  Córdoba,  por  la  grande  extensión  de  su  territorio,  com- 
prenda algunas  provincias  que  ahora  están  sujetas  á  diversos 
dominios  temporales,  y  que  solo  la  Provincia  de  Cuyo  consta 
de  tres  distintos  gobiernos  unidos  y  extrechamente  confede- 
rados entre  sí,  á  saber:  el  de  San  Juan,  Mendoza  y  San  Luis. 
Ademas  de  esto,  entendemos  que  la  Provincia  de  Cuyo,  si- 
tuada á  los  confines  de  la  vastísima  diócesis  de  Córdoba,  se 
halla  tan  distante  de  la  dicha  ciudad,  que  el  Obispo,  por  la 
dificultad  y  aspereza  del  camino,  halla  impedimento  para 
pasar  allí  para  cumplir  el  cargo  pastoral,  y  que  no  raras  veces 
falta  proporción  para  comunicarse  mutuamente. 

Por  lo  cual,  la  necesidad  espiritual  de  los  fieles  habitantes 
de  Cuyo,  en  que  se  cuentan  casi  cien  mil,  exitó  la  diligencia 


Año  1809. 


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458  EL   PAlS   DE   CUYO 


de  los  que  allí  gobiernan  para  rogar  á  la  Silla  Apostólica  por 
nueva  creación  de  Iglesia  Catedral  en  su  Provincia  ó  institu- 
ción de  un  Obispo  residencial  ó  á  lo  menos  titular,  condeco- 
rado con  las  facultades  necesarias  de  Vicario  Apostólico. 

Habiendo  aceptado  estas  preces  con  caridad  paternal,  León 
Papa  XII,  otro  predecesor  nuestro  de  feliz  memoria,  elevó  & 
Obispo  Thaumacense,  in  partibus  in  fidelium,  al  venerable 
hermano  Justo  de  Santa  María  de  Oro,  déla  Orden  de  Predi- 
cadores y  lo  constituyó  Vicario  Apostólico  para  que  con  es- 
piritual solicitud  por  la  autoridad  del  Romano  Pontífice,  ad- 
ministrase aquella  región  con  esta  apostólica  prudencia;  y 
con  la  presencia  y  esmero  de  aquel  vigilante  prelado,  mas  vi- 
vamente agradados  y  movidos  los  fieles  cristianos  de  aquella 
Provincia,  determinaron  de  común  acuerdo,  recurrir  de  nue- 
vo á  esta  Santa  Sede,  y  pedir  la  creación  de  Catedral  Episco- 
pal en  la  Provincia  de  Cuyo,  acerca  de  !o  cual,  por  el  mismo 
Vicario  Apostólico,  en  nombre  del  Clero,  Magistrados  y  de 
todo  el  pueblo,  nos  fueron  presentadas  preces  para  que  nos 
dignásemos  perfeccionar  la  obra  comenzada  por  nuestro  pre- 
decesor León  XII,  y  dar  plenitud  al  gozo  del  pueblo  cuyano. 

Ncs,  á  la  verdad  que  inmediatamente  reconocemos  la  ne- 
cesidad y  utilidad  del  nuevo  obispado,  siguiendo  los  pasos 
de  los  Pontífices  Romanos,  nuestros  predecesores,  tuvimos  á 
bien  significar  al  predicho  Vicario  Apostólico  por  nuestras 
letras,  que  habíamos  de  acceder  á  los  deseos  de  aquéllos, 
cuando  se  nos  denunciase  estar  prontas  y  preparadas  todas 
las  cosas  pertenecientes  á  instruir  y  ordenar  la  nueva  dió- 
cesis. 

Hemos  sido  informados  que  todos  los  cuyanos,  luego  que 
recibieron  esas  nuestras  letras,  llenos  de  grande  alegría,  levan- 
taron las  manos  al  Cielo,  y  dieron  á  Dios  Omnipotente,  gran- 
des y  solemnes  gracias.  Mas  los  que  obtienen  el  supremo  po- 
der, juntamente  con  el  venerable  hermano  Justo,  Obispo 
Thaumacense  y  Vicario  Apostólico,  consintiendo  las  prime- 
ras autoridades  de  Mendoza  y  San  Luis,  en  la  solicitud  de 
obispado,  nos  presentaron  humildemente  las  convenciones 
celebradas  entre  sí,  que  las  mismas  prometían  guardar  en 


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EL  PAÍS  de  cuyo  459 


adelante  fiel  y  perpetuamente  y  de  los  cuales  los  principales 
capítulos  son  éstos: 

El  Gobierno  se  obligó  con  juramento  en  el  año  de  1827 l 
y  al  presente,  otra  vez  se  obliga*  á  sostener  perpetuamente 
en  toda  la  Provincia  de  Cuyo,  la  Religión  Católica,  Apostó- 
lica, Romana,  y  removido  cualquier  otro  culto  y  con  exclu- 
sión de  él  para  siempre,  y  por  tanto,  en  las  escuelas  así  pú- 
blicas como  privadas,  se  enseñará,  acerca  del  dogma  y  la  mo- 
ral, aquella  doctrina  que  la  Iglesia  Romana  profesa,  dirigién- 
dola é  inspeccionándola  el  Obispo  de  Cuyo.  En  lo  cual  el 
Gobierno  así  hará  diligentísimamente,  que  en  su  Provincia, 
no  se  forme  ó  se  introduzcan  libros  ó  escritos  de  cualquier 
género  que  sean  contra  los  dogmas,  moral,  disciplina  y  de- 
coro de  la  Santa  Madre  Iglesia  y  de  sus  ministros,  y  consi- 
guientemente, la  potestad  civil,  á  pedimento  de  la  autoridad 
eclesiástica,  impedirá  absolutamente  la  edición  é  introducción 
de  dichos  escritos  y  libros,  reprimiendo  y  castigando  con  las 
merecidas  penas  á  aquéllos  que  se  comprendiesen  haber  en 
esto  delinquido. 

La  inmunidad  eclesiástica  personal,  real  y  local,  según  re- 
glas de  los  sagrados  cánones,  se  guardará  religiosamente;  al 
fuero  eclesiástico  se  guardará  siempre  el  respeto  debido; 
por  los  magistrados  y  otros  jueces  seculares,  á  quienes  corres- 
ponde dar  auxilio  oportuno  á  la  autoridad  eclesiástica,  cuan- 
do lo  pidiese  para  que  sus  decretos  tengan  su  propio  efecto. 
El  Obispo  hará  libremente  todas  aquellas  cosas  que  le  com- 
petan por  razón  de  su  cargo  pastoral,  según  disposición  de 
los  sagrados  cánones  y  la  vigente  disciplina  de  la  Santa  Ma- 
dre Iglesia  Católica,  aprobada  por  la  Sede  Apostólica,  y  de 
igual  modo  comunicará  con  el  clero  y  el  pueblo,  publicando 
leyes  y  ordenaciones  en  los  casos  espirituales  y  eclesiásticos. 
El  mismo  castigará  y  reprimirá  con  censuras  y  otras  penas 
á  los  transgresores  de  las  leyes  sagradas.  Las  sentencias,  de- 
cretos y  providencias,  ya  en  penas,  ya  en  precaución  de  crí- 


1  Tratado  de  Huanacache  de  Abril  1.°. 

2  Véasela  nota  número  18  de  este  Apéndice. 


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460  EL   PAÍS   DE   OCYO 


meues  contra  los  clérigos  delincuentes,  se  pronunciarán  por 
el  mismo,  según  la  intención  de  los  sagrados  cánones.  Las 
causas  matrimoniales,  decimales  y  demás  eclesiásticas,  se  de- 
finirán privativamente  en  el  fuero  de  la  Iglesia  por  jueces 
competentes.  La  Iglesia  tendrá  derecho  de  adquirir  y  dispo- 
ner, pleno  ju re,  de  las  cosas  propias,  guardando  siempre  lo 
prescripto  por  los  sagrados  cánones.  El  Gobierno  prestará 
auxilio,  del  mejor  modo  que  fuere  posible,  para  la  restaura- 
ción de  los  conventos  de  regulares  y  sus  bienes,  y  los  regula- 
res se  conservarán  en  el  goce  de  las  temporalidades  que  les 
pertenecen.  Finalmente,  cualquiera  otra  cosa  que  tocase  á  la 
erecccion  del  nuevo  Obispado  y  ejercicio  de  la  autoridad 
eclesiástica,  y  también  aquéllas  de  que  arriba  no  se  haya  he- 
cho mención,  allí  sean  definidas  con  arreglo  á  lo  ordenado 
por  los  sagrados  cánones,  y  aprobada  disciplina  de  la  Iglesia 
católica  ó  si  interviese  grave  dificultad,  se  elevarán  al  juicio 
de  la  Sede  Apostólica. 

Nos,  que  con  madura  deliberación  hemos  examinado  todo 
lo  referido  y  las  demás  cosas,  teniendo  presente  el  bien  espi- 
ritual que  con  tan  felices  auspicios  es  de  esperarse  para  aquel 
pueblo  por  la  solicitada  erección  de  nueva  Sede  Episcopal, 
oído  también  el  dictamen  de  nuestros  venerables  hermanos 
Cardenales  de  la  Santa  Iglesia  de  Roma  para  mayor  gloria 
de  Dios  y  exaltación  de  la  Iglesia  Apostólica  Romana,  de 
ciertas  ciencias,  motu-propio,  y  plenitud  de  la  apostólica  po- 
testad, supliendo  el  defecto  de  consentimiento  del  Capítulo 
de  la  Iglesia  Catedral  de  Córdoba,  actualmente  viuda  de  su 
pastor,  perpetuamente,  dividimos,  separamos  y  desmembra  • 
mos  de  la  Diócesis  Cordubense  á  toda  la  Provincia  llamada 
de  Cuyo,  y  también  á  toda*  las  iglesias,  parroquias,  monaste- 
rios, conventos  y  cualesquiera  otros  beneficios  seculares  ó 
regulares  de  cualesquiera  órdenes  que  allí  existiesen  ó  hubie- 
ren de  existir,  é  igualmente  á  todas  las  "personas  de  uno  y 
otro  sexo  allí  existentes,  habitadores  y  moradores,  así  legos 
como  clérigos,  presbíteros,  beneficiados  y  religiosos  de  cual- 
quiera estado,  grado,  orden  y  condición  que  sean  perpetua- 
mente eximidos,  libramos  y  absolvemos,  con  autoridad  apos- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  461 


tólica,  de  la  ordinaria  jurisdicción  y  potestad  del  Obispado 
de  Córdoba,  ó  del  ordinario  de  sus  diócesis  que  por  tiempo 
fueren,  ademas  de  esto,  á  la  ciudad  de  San  Juan,  situada  en 
la  Provincia  de  Cuyo,  bastantemente  decorada  por  el  núme- 
ro y  concurrencia  del  pueblo,  lucimiento  de  los  templos  y 
otras  prerogativas,  con  autoridad  apostólica,  erigimos  y  cons- 
tituimos en  Ciudad  episcopal  y  á  ella  así  erigida  y  consti- 
tuida concedemos,  y  damos  el  título  y  denominación  de  Ciu- 
dad, con  todos  y  cada  uno  de  los  honores,  derechos,  privile- 
gios y  prerogativas  que  usan  y  gozan,  pueden  y  pudiesen  en 
cualquier  manera  en  adelante  usar  y  gozar  las  demás  ciuda- 
des distinguidas  por  la  Sede  Episcopal  y  sus  ciudades  en  la 
América  Meridional. 

Mas,  á  la  iglesia  parroquial  situada  en  la  expresada  ciudad 
de  San  Juan  de  Cuyo,  y  dedicada  al  Señor  San  José,  confe- 
sor, esposo  de  la  Santísima  Virgen  María,  promovemos  y  ele- 
vamos á  Iglesia  Catedral,  que  se  ha  de  llamar  de  San  Juan 
de  Cuyo,  y  conservarse  parroquial  como  antes,  bajo  el  mis- 
mo título  de  San  José  y  juntamente  en  ella,  con  igual  apos- 
tólica autoridad,  perpetuamente  erigimos  é  instituímos  Sede, 
Cátedra  y  Dignidad  Episcopal,  para  un  Obispo  que  en  ade- 
lante se  ha  de  llamar  de  San  Juan  de  Cuyo,  quien  presida  á 
la  misma  iglesia  ciudad  y  diócesis,  como  abajo  se  ha  de  asig- 
nar, y  á  su  clero  y  pueblo;  convoque  Sínodo,  tenga  y  ejerza 
todas  y  cada  uno  de  los  derechos,  oficios  y  cargos  episcopa- 
les, con  su  Capítulo,  Arca,  Sello,  Curia,  Mesa  Episcopal.  Se- 
minario Eclesiástico;  y  ademas,  goce  de  las  insignias  pontifi- 
cales, derechos,  honores,  preeminencias,  gracias,  favores,  ju- 
risdicciones é  indultos  reales,  personales  y  mixtos  de  que 
gozan  y  usan  las  demás  Iglesias  Catedrales  existentes  en  la 
América  Meridional  y  sus  Prelados,  á  exepcion  de  aquella 
que  por  título  honroso,  ó  por  indulto  ó  privilegio  particular 
les  corresponda. 

Y,  á  la  misma  Iglesia  Episcopal  de  San  Juan  de  Cuyo, 
asignamos  por  sufragánea,  y  sujetamos  por  derecho  metro- 
político  al  Arzobispado  que  por  tiempo  fuere  de  la  Iglesia  de 
la  Plata  ó  de  Charcas,  hasta  que  otra  cosa  se   determinase 


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462  EL   PAlS   DE   OCYO 


por  la  Silla  Apostólica.  Mas  á  toda  la  Provincia  de  Cuyo,  eu 
la  cual  se  hallan  tres  distintos  estados  federados  entre  sí,  de 
los  cuales  el  uno  comprende  el  territorio  de  San  Juan,  otro 
el  de  Mendoza  y  el  tercero  el  de  San  Luis,  separada  y  divi- 
dida, como  queda  dicho  de  la  diócesis  de  Córdoba,  atribui- 
mos y  asignamos  á  la  misma  Iglesia  de  San  Juan  de  Cuyo 
por  su  territorio  y  diócesis,  é  igualmente,  perpetuamente 
aplicamos  y  sujetamos  á  la  ordinaria  jurisdicción,  régimen  y 
potestad  del  futuro  Obispo  y  que  por  tiempo  fuese  de  San 
Juan  de  Cuyo,  á  la  misma  Provincia  de  Cuyo,  parroquias  co- 
legiatas, si  las  hay,  y  otras  cualesquiera  iglesias,  monasterios 
y  conventos,  y  todos  los  beneficios  eclesiásticos,  seculares  y 
regulares  de  cualesquiera  órdenes,  con  cura  ó  sin  cura  de  al- 
mas, y  á  las  personas  de  uno  y  otro  sexo  y  moradores,  así 
legos  como  clérigos  de  cualquier  grado,  orden  y  condición 
que  sean,  salvo  los  exentos. 

Consiguientemente,  ordenamos  y  mandamos  que  todos  y 
cada  uno  de  los  instrumentos,  escrituras  y  otros  documentos 
de  cualquier  género,  si  los  hubiese,  de  cualquier  modo  perte- 
necientes á  la  predicha  Provincia  de  Cuyo  y  á  sus  habitantes, 
iglesias  y  beneficios,  se  extraigan  de  la  Curia  Episcopal  de 
Córdoba  y  se  entreguen  libremente  á  la  Chancillería  del  nue- 
vo Obispado  Cuyense,  erigido  como  queda  referido. 

Del  mismo  modo  por  la  decente  y  cómoda  habitación  del 
futuro  Obispo  y  de  sus  sucesores  en  el  Episcopado  Cuyense 
y  de  la  Curia  Episcopal,  perpetuamente  asignamos  y  aplica- 
mos los  edificios  propincuos  á  la  Iglesia  Catedral,  los  cuales, 
si  no  se  hallaren  tan  acomodados,  se  fabricarán  otros,  en  todo 
ó  en  parte.  Para  que  el  futuro  á  que  por  el  tiempo  fuere 
Obispo  de  Cuyo,  pueda  sostener  su  Dignidad  Episcopal  y  pro- 
veer de  Vicario  General  y  á  la  Curia  Episcopal,  perpetua  é 
igualmente  asignamos  y  aplicamos  á  la  Mesa  Episcopal  de 
San  Juan  de  Cuyo  la  tercera  parte  de  los  diezmos  que  allí  se 
recojan,  según  es  de  costumbre  en  la  Iglesia  de  Córdoba.  Mas 
en  la  mencionada  iglesia  parroquial  de  San  Juan  de  Cuyo, 
así  como  se  ha  dicho,  elevada  al  honor  de  Catedral,  institui- 
mos y  erigimos  el  Capítulo,  constante  de  once  prebendas  ca- 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  463 


nonicales,  á  saber:  tres  Dignidades,  de  las  cuales  el  Deanato, 
que  será  la  mayor  después  de  la  pontifical,  y  gozará  de  todos 
los  honores,  privilegios  y  preeminencias  que  de  derecho  le 
competen,  y  le  será  adjunta  el  cargo  de  cura  de  almas,  que, 
sin  innovación  alguna,  se  ejercerá  como  antes;  la  segunda 
que  se  llamará  el  Arcedeanato,  y  la  tercera  el  Magisterio  de 
Escuela;  y  también  ocho  canonicatos,  comprendidas  las  pre- 
bendas Teologal  y  Penitenciaria,  que,  según  las  canónicas 
sanciones  y  principalmente  los  decretos  del  Concilio  Triden- 
tino,  deben  haber  en  los  Capítulos  de  las  Iglesias  Catedrales, 
y  además  de  esto,  serán  adictos  á  la  misma  iglesia,  seis  pre- 
bendados ó  vicarios  y  otros  clérigos. 

Los  poseedores  futuros  y  que  por  tiempo  fueren  de  digni- 
dades, no  menos  que  de  canonicatos  y  prebendas,  sean  obli- 
gados á  residir  personalmente  cerca  de  la  Iglesia  Catedral  de 
San  Juan  de  Cuyo  y  á  celebrar  en  ella  los  divinos  oficios  y 
demás  funciones  eclesiásticas,  rezar  y  cantar  las  horas  canó- 
nicas, así  diurnas  como  nocturnas,  celebrar  diariamente  la 
misa  conventual  por  los  bienhechores  en  común  y  servir  en 
todo  loablemente  á  la  misma  Iglesia  Catedral  y  observar  di- 
ligentemente los  estatutos  que  en  adelante  se  hicieren. 

Mas  al  Capítulo  de  la  nueva  Iglesia  Catedral  de  San  Juan, 
así  erigida  y  constituida,  asignamos  y  aplicamos,  según  cos- 
tumbre de  la  Iglesia  de  Córdoba,  la  tercera  parte  de  los  diez- 
mos, que  se  ha  de  dividir  como  sigue:  La  prebenda  de  las  tres 
Dignidades  se  constituirá  en  la  suma  de  cuatrocientos  pesos 
cada  una  de  ellas.  La  prebenda  de  cada  uno  de  los  cuatro 
mas  antiguos  canonicatos,  en  la  suma  de  trescientos  cincuenta 
pesos.  La  prebenda  de  los  otros  cuatro  canonicatos,  en  la 
suma  de  trescientos  pesos  para  cada  uno  de  ellos.  Los  prime- 
ros tres  prebendados,  ó  como  suelen  llamarse,  Racioneros, 
tendrá  cada  uno  doscientos  veinte  y  cinco  pesos.  Los  otros 
tres  prebendados  ó  vicarios,  que  suelen  llamarse  Medio-Racio- 
neros, tendrán  cada  uno  doscientos  pesos.  Empero,  si  los  ré- 
ditos provenientes  de  la  tercera  parte  de  los  diezmos  no  ha- 
cen la  suma  adjudicada,  según  queda  referida,  para  cada  una 
de  las  prebendas,  la  colación  de  alguna  ó  algunas  de  ellas 


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464  EL   PAÍS   DE   CUYO 


quedarán  suspensas  hasta  que  los  réditos  de  la  tercera  parte 
de  los  diezmos  alcance  al  valor  del  dinero  señalado  \ 

Mas  á  la  fábrica  y  sacristía  de  la  dicha  Iglesia  Catedral, 
del  mismo  modo,  asignamos  y  aplicamos  para  su  culto  y  con- 
servación la  dote  que  ya  se  halla  constituida,  parte  en  los 
diezmos  y  parte  en  los  censos  y  bienes  raíces.  A  los  mismos 
también  futuros  y  que  por  tiempo  fueren  tres  dignidades  y 
ocho  canónigos  sobredichos,  concedemos  y  damos  plena  y 
omnímoda  potestad  de  formar  y  publicar  ellos  mismos,  capi- 
tularmente  congregados  bajo  la  presidencia  y  aprobación  del 
Obispo  que  por  tiempo  fuese,  cualesquiera  estatuto,  ordena- 
ciones y  decretos,  no  contrarios  á  los  cánones,  decretos  del 
Concilio  Tridentino  y  constituciones  apostólicas  para  el 
próspero  y  feliz  estado  y  régimen  de  la  Iglesia  Cate- 
dral, de  su  Mesa  Capitular,  sacristía  y  fábrica  de  sus  ca- 
sas y  bienes,  y  para  el  cumplimiento  de  los  cargos  que  les 
incumbe,  celebración  de  las  horas  canónicas  y  de  los  otros 
oficios  divinos;  repartimiento  y  administración  de  los  frutos, 
distribuciones,  y  de  cualquiera  emolumento  ó  imposición  de 
penas  que  se  contrajesen  por  los  ausentes  ó  negligentes.  Ade- 
mas de  esto,  al  mismo  Capítulo  y  canónigos  que  por  tiempo 
fuesen,  concedemos  y  damos  derecho  de  usar  y  de  gozar  de 
todas  y  cada  una  de  las  gracias,  así  espirituales  como  tempo- 
rales, privilegios,  inmunidades,  preeminencias  y  favores  de 
que  los  Capítulos,  dignidades  y  canonicatos  de  que  otras  se- 
mejantes Iglesias  Catedrales  existentes  en  la  América  Meri- 
dional por  derecho,  costumbre,  privilegios  ó  de  otro  cualquier 
modo,  á  menos  que  sea  por  título  oneroso  ó  por  indulto  ó  pri- 
vilegio particular,  usan  y  gozan,  con  tal  que  todavía  estén  en 
uso  y  no  hayan  sido  revocadas,  ni  repugnen  á  los  sagrados 
cánones  y  derecho  apostólico. 

Mas  para  que  los  jóvenes  llamados  á  la  suerte  del  Señor 


1  Los  diezmos  en  1834  montaban  á  mas  de  14.000  $.  Después  esta  renta 
ha  llegado  á  ser  nula;  y  el  Gobierno  General,  de  acuerdo  con  el  articulo  2.° 
de  la  Constitución  Nacional,  invierte  en  este  Obispado,  Curia  y  Cabildo 
eclesiástico  mas  de  1.500  $  con  que  subvenciona  esta  Iglesia. 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  465 


sean  instruidos  y  formados,  no  menos  en  la  piedad  que  en  las 
buenas  letras  y  las  sagradas  ciencias,  erigimos  el  Seminario 
Eclesiástico  de  los  clérigos  en  la  ciudad  de  San  Juan,  y  le 
señalamos  las  casas  contiguas  á  la  iglesia  de  San  Clemente 
Papa  y  Mártir,  é  igualmente,  la  atribuimos  y  adjudicamos 
aquella  dotación  que  ya  le  está  constituida. 

Considerados,  pues,  los  réditos  y  frutos  de  la  Iglesia  Epis- 
copal de  San  Juan  de  Cuyo,  arriba  atribuidos,  queremos  y 
mandamos,  que  la  misma  Iglesia  Cuyense,  según  costumbre, 
se  tase  en  treinta  y  tres  florines  de  oro  de  Cámara,  y  en  la 
tercera  parte  de  un  florin,  y  que  esta  tasa  se  anote  en  los  li- 
bros de  la  Cámara  Apostólica.  En  lo  que  toca  á  la  provisión 
de  la  misma  nueva  Iglesia  Catedral  de  San  Juan  de  Cuyo, 
Nos,  usando  aquella  plenitud  de  potestad  que  el  Pastor  Ce- 
lestial y  Obispo  de  las  Almas  nos  ha  dado  sobre  todas  las 
iglesias,  y  atendidas  especiales  circunstancias,  por  esta  pri- 
mera vez,  pensamos  y  nos  reservamos  proveer  á  la  misma 
Iglesia  de  persona  de  nuestro  agrado.  Mas  para  las  futuras 
vacantes  de  la  referida  Sede  Episcopal,  considerando  con 
madura  deliberación  todas  y  cada  una  de  las  cosas  que  se  nos 
han  expuesto  por  el  mencionado  Vicario  Apostólico,  y  por 
los  que  presiden  en  el  país  de  Cuyo,  pidiendo  en  nombre  de 
todo  el  pueblo  la  erección  de  la  nueva  diócesis,  y  principal- 
mente, teniendo  consideración  á  las  promesas  que  se  han  he- 
cho de  sostener  la  pureza  de  la  Religión  Católica,  Apostólica 
Romana;  de  prohibir  absolutamente  cualquier  otro  culto  y  de 
las  demás  cosas  que  perpetua  é  inviolablemente  se  han  de 
cumplir,  según  la  fe  dada  y  promesa  hecha  acerca  de  la  dis- 
ciplina moral  de  la  Iglesia,  conservación  y  amplificación  de 
sus  derechos;  en  significación  de  nuestra  benevolencia  y  gra- 
cia; agradablemente,  motu-propio,  de  ciencia  cierta,  y  de  ple- 
nitud á  la  Apostólica  Potestad,  establecemos  y  decretamos: 

Que  por  Nos  y  por  los  Romanos  Pontífices,  nuestros  suce- 
sores, ha  de  ser  aceptada  aquella  persona  eclesiástica  que 
fuese  recomendada  por  el  Gobierno  Civil  para  la  Iglesia 
Episcopal  de  San  Juan  de  Cuyo,  con  tal  que  ella  tenga  aque- 
llos dotes  requeridos  por  los  sagrados  cánones  y  por  el  Con- 

80 


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466  EL   PAÍS   DE   CUYO 


cilio  Tridentino,  y  el  sobredicho  Gobierno  y  los  Gobernantes 
que  la  representasen,  permanezcan  en  la  profesión  de  la  Re- 
ligión Católica,  Apostólica,  Romana  y  en  la  comisión  y  obe- 
diencia de  la  Santa  Sede. 

De  igual  manera  ordenamos  y  concedemos  que  el  Obispo 
de  San  Juan,  por  la  misma  razón  de  la  institución  canónica, 
dé  á  aquellos  eclesiásticos  idóneos,  constituidos  en  órdenes 
sacras,  que  el  Gobierno  recomendare  para  obtener  las  pre- 
bendas canonicales,  pero  también  previo  el  concurso  que  se 
ha  de  tener,  según  disposición  del  Concilio  de  Trento  y  de  las 
Constituciones  Apostólicas  para  la  colación,  así  de  la  digni- 
dad del  Deanato,  á  la  cual,  según  determinamos  arriba,  debe 
ser  anexa  el  cura  de  almas,  como  de  la  una  y  de  la  otra  pre- 
benda canonical,  Teologal  y  Penitenciaria,  y  previo  también 
del  examen  ú  otro  experimento  que  ha  de  ser  designado  por 
el  Obispo  para  conferir  los  demás  canonicatos  y  prebendas, 
sin  que  en  la  mencionada  recomendación  de  manera  alguna 
se  perjudique  derechos  ágenos,  si  los  hubiere,  y  sin  que  el  ac- 
tual párroco  de  la  iglesia  de  San  José,  poco  ha  elevada  al 
honor  de  Catedral  Episcopal,  esté  sujeta  al  predicho  concur- 
so, á  quien  desde  luego,  sin  nueva  provisión  y  por  el  vigor 
de  las  presentes  instituciones,  promovemos  á  la  dignidad  del 
Deanato  con  cura  de  almas. 

Por  lo  cual,  el  venerable  hermano  Justo  de  Santa  María 
de  Oro,  Obispo  Thaumacense,  in  partibus  in  fidelium,  á  quien 
elegimos  y  diputamos  por  ejecutor  de  las  presentes  nuestras 
letras,  por  apostólicos  escritos,  mandamos:  que  ól  mismo,  por 
sí  ó  por  otro  varón  constituido  en  eclesiástica  dignidad,  que 
por  él  sea  su  delegado,  solemnemente  publique  y  ejecute  es- 
tas nuestras  letras  donde  y  cuando  fuese  necesario  y  todas 
las  veces  que  fuese  requerido  por  aquéllos  á  quienes  toca  ó 
por  algunos  de  ellos,  y  haga  con  nuestra  autoridad  observar 
inviolablemente  todas  y  cada  una  de  las  cosas  constituidas  en 
ellas  por  aquéllos  á  quienes  corresponde  y  por  tiempo  corres- 
pondiere. Y  para  que  así  él  mismo,  como  la  persona  que  por 
él  hubiere  de  ser  su  delegado,  pueda  lícita  y  libremente  pro- 
nunciar aun  definitivamente  y  removida  cualquiera  apela- 


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EL   PAÍS  DE   CUYO  467 


cion  sobre  cualquiera  oposición  que  de  cualquier  modo  hu- 
biese de  nacer  en  el  acto  de  la  ejecución,  y  pueda  cumplirla, 
reprimiendo  á  cualesquiera  contradictores  y  rebeldes,  por 
sentencia,  censuras  y  penas  eclesiásticas  y  otros  remedios  de 
hecho  y  de  derecho,  invocando  también,  si  fuere  necesario,  el 
auxilio  del  brazo  secular,  le  concedemos  y  damos  plenas  y 
omnímodas  facultades.  Al  mismo  Obispo  Thaumacense,  or- 
denamos y  mandamos  que  de  cada  uno  de  los  actos  que  se 
han  de  hacer  en  la  ejecución  de  las  presentes  letras,  trasmita 
ejemplar  auténtico  dentro  de  un  año,  contado  desde  que  sea 
cumplida  la  ejecución  de  ellas,  á  esta  Sede  Apostólica,  el  que 
queremos  que  se  guarde,  según  costumbre,  en  el  Archivo  de 
la  Congregación  encargada  de  los  asuntos  consistoriales. 

Mas  las  presentes  letras  y  cualesquiera  cosas  contenidas  en 
ellas,  aun  por  aquellos  á  quienes  toca  ó  pudiese  en  adelante 
tocar,  no  hayan  sido  llamados  y  oídos,  ó  no  hayan  consentido 
eu  lo  arriba  dicho,  jamas  en  tiempo  alguno  puedan  ser  nota- 
dos de  vicio,  de  subreccion,  obreccion  ó  nulidad,  ó  defecto  de 
nuestra  intención,  impugnase  ó  ser  llamadas  á  controversia, 
sino  que  perpetuamente  sean  y  hayan  de  ser  válidas  y  efica- 
ces, surtir  y  obtener  sus  plenarios  ó  íntegros  efectos,  y  que 
así  y  no  de  otra  manera  se  debe  juzgar  y  definir  por  cual- 
quiera juez  ó  delegado,  de  cualquiera  autoridad  que  goce, 
quitados  éstos  y  á  cada  uno  de  ellos,  la  facultad  de  juzgar,  de 
interpretar  de  otra  manera,  y  sí  de  otra  suerte  acerca  de  es- 
tas cosas  aconteciese  que  por  alguno,  con  cualquiera  autori- 
dad que  sea,  á  sabiendas  ó  por  ignorancia  atentare,  lo  decre- 
tamos y  declaramos  írrito  y  de  ningún  valor. 

No  obstante  el  defecto  de  consentimiento  del  Capítulo  y 
de  los  Canónigos  de  la  sobredicha  Iglesia  Catedral  de  Córdo- 
ba, y  de  no  quitar  el  derecho  adquirido  de  cometer  las  des- 
membraciones á  las  partes,  aun  llamadas  todas  á  quienes 
toca,  y  otras  reglas  de  la  Chancillería  Apostólica  y  del  Con- 
cilio Luteranense,  últimamente  celebrado,  y  otras  que  en  con- 
trario, de  cualesquiera  modo  de  lo  sobredicho,  aun  formados 
en  Sínodos  Provinciales,  Concilios  Universales,  especiales  ó 
gonerales,  constituciones  y  ordenaciones  apostólicas  de  la  so- 


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468  EL   PAÍS   DE   CUYO 


bredicha  Iglesia  de  Córdoba,  aun  roborados  con  juramento, 
confirmación  apostólica,  ó  cualquiera  otra  firmeza,  y  tam- 
bién los  estatutos  y  costumbres,  privilegios  y  letras  apostóli- 
cas y  demás  que  hubiere  en  contrario. 

Queremos  que  á  los  trasuntos  ó  ejemplares  de  estas  letras, 
aun  impresos  sus  escritos  por  mano  de  notario  público  y  ro- 
boradas con  el  sello  de  persona  constituida  en  dignidad  ecle- 
siástica, se  dé  en  todas  partes,  en  juicio  y  fuerza  de  él,  la 
misma  fé  que  se  daría  á  las  presentes,  si  originalmente  se 
presentasen.  A  ningún  hombre,  pues,  sea  lícito  infringir  ó 
con  temerario  atrevimiento,  contradecir  estas  páginas  de 
nuestra  desmembración,  división,  erección,  sujeción  y  volun- 
tad, y  si  alguno  presumiese  atentar  á  ésta,  sepa  que  ha  de 
incurrir  en  la  indignación  de  Dios  Omnipotente  y  de  sus 
apóstoles  San  Pedro  y  San  Pablo. 

Dado  en  Roma  en  Santa  María  la  Mayor,  el  año  de  la  En- 
carnación del  Señor,  de  1834,  el  día  19  de  Setiembre,  año  4  de 
nuestro  Pontificado. 

Hay  un  sello  de  dignidad  cardenalicia  y  otro  de  oficial  de 
Curia. 

NUMERO  21. 

¡Viva  la  Federación! — Mendoza,  Mayo  31  de  1842. — Año 
33  de  la  Libertad,  27  de  la  Independencia  y  13  de  la  Confe- 
deración Argentina. 

El  Poder  Ejecutivo  de  la  Provincia:  Considerando  que  des- 
de el  principio  de  la  lucha  de  los  federales  contra  el  bando 
salvaje  unitario,  han  manifestado  estos  últimos  ti»  desquicio 
completo  de  su  cabeza.  Que  entre  sus  desordenados  maquina- 
mientos  se  unieron  á  los  Extranjeros  para  humillar  la  digni- 
dad y  honor  de  la  República.  Que  la  manía  de  hacer  mal  á 
los  pueblos  de  la  Confederación,  se  acrecenta  cada  día.  Que 
todas  las  clases  de  la  sociedad  están  expuestas  á  las  tropelías 
de  estos  furiosos  locos.  Que  es  el  deber  del  Gobierno  poner 
un  dique  á  estas  furias;  salvando  así  los  pacíficos  habitantes 
de  sus  acechanzas.  En  uso  de  las  facultades  ordinarias  y  ex- 
traordinarias que  inviste,  ha  acordado  y  decreta: 


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EL  PAÍS  DE  CUYO  469 


Artículo  1.°  Es  encargado  el  Jefe  de  Policía  de  disponer 
una  casa  de  las  del  Estado  para  asegurar  á  todos  los  salvajes 
unitarios  que  á  su  juicio  se  consideren  mas  frenéticos. 

Art.  2.°  Ningún  salvaje  unitario  podrá  disponer  de  mas 
del  valor  de  diez  pesos,  &in  previo  conocimiento  de  la  Policía, 
á  cuya  autoridad  se  le  nombra  como  tutor  y  curador. 

Art.  3.°  Será  de  ningún  valor  todo  contrato  de  venta, 
compra,  donación  y  cesión,  habilitación,  mutuo  préstamo,  ó 
raíces  que  exceda  del  valor  expresado  sin  el  previo  conoci- 
miento del  Gefe  de  Policía. 

Art.  4.°  El  Escribano  que  procediese  á  autorizar  algún 
contrato  de  la  calidad  referida,  sin  una  constancia  de  haber 
sido  avisado  por  el  G-efe  de  Policía,  será  penado  con  la  per- 
dida de  su  oficio. 

Art.  B.°  Serán  declarados  sal7ajes  unitarios  los  que  re- 
sulten comprendidos  en  la  lista  de  clasificación,  que  con  esta 
fecha  pasará  el  Gefe  de  Policía. 

Art.  6.°  Ninguna  persona,  sea  extrangera  ó  de  la  Repú- 
blica, tendrá  acción  á  reclamar  sobre  cualquier  contrato  que 
tenga  con  los  comprendidos  en  el  artículo  anterior,  sin  que 
antes  haya  precedido  el  consentimiento  de  la  Policía. 

Art.  7.°  No  podrán  estos  servir  de  testigos  en  ningún  ins- 
trumento público  ni  secreto  asunto,  ni  causa  civil,  ni  crimi- 
nal, exepto  en  los  casos  de  grave  urgencia  en  que  no  se  en- 
cuentre otra  persona  hábil,  y  después  que  el  Gefe  de  Policía 
sea  certificado  por  un  facultativo  de  confianza,  de  hallarse  en 
disposición  de  que  su  juicio  se  haya  restablecido  algún  tanto. 

Art.  8.°  Sus  exposiciones  no  harán  fé  enjuicio,  sino  des- 
pués de  haber  obtenido  el  consentimiento  del  Gefe  de  Poli- 
cía, á  virtud  del  reconocimiento  respectivo  que  mandará 
practicar  de  su  estado  y  capacidad. 

Art.  9.°  Publíquese  por  bando,  fíjese  circulares  y  dése  al 
Registro. — Aldao. 

De  orden  de  S.  E.  y  por  no  haber  Ministro  de  la  confianza 
del  Gobierno,  El  oficial  1.°  de  la  Secretaría,  Santiago  Mi- 
randa. 


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470  EL  país  de  cuyo 


NUMERO  22. 

San  Juan,  Octubre  8  de  1841 l. — Al  Exmo.  Señor  Goberna- 
dor y  Capitán  General  de  la  Provincia  de  Buenos  Aires,  En- 
cargado He  las  Relaciones  Exteriores  de  la  Confederación 
Argentina,  Ilustre  Restaurador  de  las  Leyes,  Brigadier  Ge- 
neral Don  Juan  Manuel  de  Rozas. 

Exmo.  Señor:  El  Obispo  de  Cuyo  cree  que  faltaría  al 
respeto,  cariño  y  gratitud  que  debe  á  V.  E.,  si  no  aprovechase 
la  oportunidad  para  felicitarle  por  las  ventajas,  gloriosos 
triunfos  y  total  destrucción  que  han  obtenido  las  armas  de  la 
federación,  en  asocio  de  nuestro  mejor  compatriota  el  Señor 
General  Don  Nazario  Benavides,  contra  la  horda  inmunda  de 
salvajes  unitarios,  enemigos  de  Dios  y  de  los  hombres,  capita- 
neada por  los  traidores  Madrid  y  Aoha  que,  obstinados,  se 
atrevieron  á  profanar  el  pueblo  sanjuanino,  amigo  de  V.  E.  y 
el  mas  adicto  á  )a  Sagrada  Causa  de  la  Federación, 

El  mundo  todo  no  acertará  d  ponderar  debidamente  la  gloria 
de  que  se  ha  revestido  la  ínclita  Buenos  Aires  en  el  honroso 
tratado  celebrado  por  V.  E.  el  29  de  Octubre  del  año  pasado 
con  el  Rey  de  los  Franceses,  debido  solo  á  la  sabiduría,  honor 
y  dignidad  del  Genio  Argentino  que  la  rige.  Los  pueblos  todos, 
al  verse  libres  de  la  ominiosa  anarquía  y  coronados  de  laures 
por  la  inimitable  constancia  de  Nuestro  Ilustre  Restaurador, 
á  invitación  de  la  Honorable  Representación  de  Buenos  Ai- 
res, deberían  acordar  nuevos  timbres  para  premiar  y  hacer 
mas  sensible  el  relevante  mérito  de  V.  E.,  porque,  aunque 
han  sido  inmensos  los  sacrificios  que  han  prestado,  principal- 
mente los  fieles  y  decididos  para  conservar  ilesas  las  leyes  y 
dignidad  del  Supremo  Libertador,  es  mucho  mas  lo  que  le 
deben,  pues,  con  la  heroicidad  de  sus  virtudes  se  ha  hecho 
espectable  al  Universo. 

¿Qué  importa,  Exmo.  Señor,  que  los  ominosos  salvajes  uni- 
tarios hayan  pretendido  deslumhrar  el  acrisolado  mérito  de 


1  El  mes  de  Octubre    recibió  el  nombre  de  mes  de  Bozas  por  ley  de  la 
Legislatura  de  Buenos  Aires  de  Octubre  de  1841. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  471 


V.  E.,  si  el  Dios  inmortal  le  proteje  y  las  naciones  cultas  y 
mas  civilizadas,  altamente  lo  desmienten,  dando  el  honor  y 
la  justicia  á  quien  dignamente  la  merece? 

Quiera,  pues,  V.  E.  aceptar  las  enhorabuenas  con  que  el 
Obispo  de  Cuyo  le  felicita  por  tan  gloriosos  triunfos,  ofre- 
ciéndole, ya  que  no  un  papel  digno  de  tan  justos  plácemes, 
al  menos  la  sinceridad  de  su  afecto  y  gratitud. 

Dios  guarde  la  importante  vida  de  V.  E.  muchos  años. — 
José  Manuel  Eufrasio  (de  Quiroga  Sarmiento),  Obispo  de 
Cuyo. 

Rozas  contestó  esta  nota  tan  digna  de  su  autor,  en  Noviem- 
bre 5,  y  es  de  notarse  el  párrafo  que  va  á  continuación.  «Los 
principios  y  sentimientos  patrióticos  consagrados  en  tan  hon- 
roso documento  (el  oficio  anterior),  dignos  son  de  un  Prelado 
Evangélico  que  siente  en  su  corazón  el  santo  fuego  de  la  vir- 
tud, religión  y  amor  ardiente  á  la  Causa  Santa  de  la  Liber- 
tad. Descargando  V.  S.  I.  un  anatema  justo  contra  los  salva- 
jes unitarios,  impíos,  enemigos  de  Dios  y  de  los  hombres,  ofrece 
un  lucido  ejemplo  eminente.  Resalta  la  verdadera  caridad  cris- 
tiana que  enérgica  y  sublime  por  el  bien  de  los  pueblos,  desea 
el  esterminio  de  ttn  bando  sacrilego,  feroz,  bárbaro,  obsecado 
en  prolongar  la  guerra,  enrojecer  el  suelo  patrio  con  copiosos 
raudales  de  sangre  y  hundir  en  una  misma  fosa  las  leyes  y 
las  instituciones,  la  Libertad  y  la  Religión  de  la  República.» 

(De  la  «Gaceta  Mercantil»,  número  5,483  de  6  de  Diciem- 
bre de  1841). 

NÚMERO   23. 

Este  tratado  fué  hecho  en  Montevideo  en  29  de  Mayo  de 
1851  y  se  conservó  secreto  hasta  que  la  alianza  armada  lo 
hizo  conocer  en  globo.  Fué  ratificado  por  el  Emperador  del 
Brasil  en  8  de  Julio  y  por  Urquiza  en  23  del  mismo  mes;  su 
contenido  en  extracto,  es  el  siguiente: 

Artículo  1.°— Alianza  ofensiva  y  defensiva  en  favor  de  la 
•  independencia  del  Uruguay  y  para  hacer  salir  de  su  territo- 
rio el  ejército  de  Oribe. 


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472  EL  país  de  cuto 


Art.  2.°— Obligación  de  los  contratantes  para  concurrir  al 
objeto  indicado  con  todos  los  elementos  de  guerra  de  que 
pueden  disponer. 

Art.  3.° — Deber  de  intimar  á  Oribe  antes  de  venir  á  las  vías 
de  hecho. 

Art.  4.° — Obligación  del  Brasil  para  marchar  con  sus  fuer- 
zas y  abrir  sus  operaciones  cuando  las  partes  lo  acuerden. 

Art.  5.° — Reservas  del  Brasil  sobre  protección  de  sus  na- 
i  ionales  en  la  Banda  Oriental. 

Art.  6.°—  Sobre  mando  supremo  de  los  ejércitos  en  opera- 
ciones. 

Art.  7.° — Disposición  sobre  los  emigrados  que  quieran  to- 
mar las  armas. 

Art.  8.°— Sobre  el  modo  y  concurrencia  de  los  contingen- 
tes de  fuerzas  aliadas. 

Art.  9.° — Explicación  y  ampliación  sobre  los  artículos  5  y  8. 

Art.  10. — Sobre  la  ruptura  del  armisticio  y  mantenimiento 
de  la  Isla  de  Martin  García  por  las  autoridades  orientales. 

Art.  11. — Sobre  evacuación  del  territorio  oriental  por  las 
tropas  argentinas. 

Art.  12.  -  Los  gastos  de  guerra  son  de  cuenta  de  los  esta- 
dos respectivos. 

Art.  13. — Los  préstamos  ó  socorros  extraordinarios  entre 
los  contratantes,  serán  motivo  de  una  convención  especial. 

Art.  14. — Retiro  de  las  tropas  aliadas  á  la  frontera,  después 
de  la  pacificación  y  hasta  que  se  instale  el  Gobierno  legal. 

Art.  lo.  —  Si  el  Gobierno  de  Buenos  Aires  declárala  gue- 
rra á  los  aliados,  éstos  la  llevarán  contra  él,  conforme  al 
convenio  de  alianza  establecido. 

Art.  16.  —  En  el  supuesto  del  artículo  anterior,  dispone 
sobre  el  modo  de  guarda  y  seguridad  de  los  ríos  Paraná  y 
Uruguay. 

Art.  17.  —  Sobre  afianzamiento  mutuo  de  independencia, 
soberanía  ó  integridad  de  territorio  de  las  partes  contratantes. 

Art.  18.  —  Sobre  navegación  del  Paraná  por  las  embarca- 
ciones aliadas. 

Art.  19.  —  Dispone  que  el  General  Garzón  sea  el  jefe  de 


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EL  PAlS  DE  CUYO  473 


las  fuerzas  orientales,  previo  reconocimiento  de  éste,  de  las 
autoridades  de  Montevideo  *. 

Art.  20.  —  Compromiso  de  sostener  las  autoridades  orien- 
tales que  se  nombren  por  solo  el  período  gubernativo  que  les 
acuerde  la  Constitución  del  Estado. 

Art.  21.  —  Sobre  mantenimiento  de  buenas  relaciones  en- 
tre las  partes  contratantes  y  garantías  á  los  connacionales. 

Art.  22.  —  Sobre  duración  de  la  alianza  (hasta  conseguir 
los  objetos  de  la  unión). 

Art.  23.  —  Deber  de  invitar  al  Gobierno  del  Paraguay 
para  formar  parte  de  la  alianza. — Rodrigo  de  Souza  da  Silva 
Pautes. — Manuel  Herrera  y  Obes. — Antonio  Cuyar  y  Sampere. 


NUMERO  24. 

El  Mayor  Ciríaco  de  La  Madrid,  de  los  prisioneros  de  San 
Juan  en  1841,  trató  al  año  siguiente  de  formar  una  conspira- 
ción en  compañía  de  Don  Manuel  Julián  Frias  contra  la 
guardia  que  los  custodiaba,  en  los  momentos  que  Benavides 
estaba  para  librar  una  batalla  contra  Peñaloza.  Descubierto 
el  plan  por  denuncia  hecha,  fueron  aquéllos  fusilados  sin  que 
se  comprobase  orden  directa  de  Benavides. 

Es  de  creer  que  fuera  una  ejecución  ordenada  por  los  jefes 
inmediatos  superiores  en  los  apuros  del  momento,  y  ésta  es  la 
creencia  también  del  padre,  General  Don  Gregorio  Araoz  de 
La  Madrid,  quien  en  1846  (Enero  14),  decía  á  Benavides  en 
carta  desde  Valparaíso,  entre  otros  párrafos,  lo  que  sigue: 

«  Tiempo  ha  que  estoy  por  escribir  á  Vd.  para  remover  los 
aparentes  motivos  de  desacuerdo  y  enemistad  que  deben  exis- 
tir entre  Vd.  y  yo,  por  consecuencia  del  desgraciado  fin  que 
tuvo  mi  hijo  en  esa  Provincia  (fué  en  la  Rioja). 

«Conociendo  perfectamente  los  humanos  sentimientos  que 
adornan  el   corazón  de  Vd.,  jamas  pude  persuadirme  á  que 


1  Eugenio  Garzón,  General  en    Jefe  de  las   fuerzas  Orientales  en  cam- 
paña. 


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474  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Vd.  tuviese  parte  alguna  directa  en  el  suplicio  de  aquél,  atri- 
buyéndolo solo  á  la  exaltación  ó  extremado  celo  de  los  subal- 
ternos ó  á  una  orden  directa  del  Tirano.  » 


NUMERO  25. 

Exmo.  Señor  Gobernador  Coronel  Don  José  A.  Virasoro.  — 
Concepción  del  Uruguay,  Noviembre  16  de  1860.  —  Señor 
Gobernador:  Con  perfecto  conocimiento  del  estado  en  que  se 
encuentra  la  Provincia  de  San  Juan,  á  cuyo  frente  V.  E.  se 
halla,  y  consultando  las  altas  conveniencias  públicas,  á  la  vez 
que  las  exigencias  de  la  opinión,  de  la  cual  podemos  conside- 
rarnos intérpretes  en  esta  ocasión,  nos  permitimos  aconsejar- 
le un  paso  que  le  honraría  altamente  y  que  resolvería  de  una 
manera  decorosa  para  todos,  la  crisis  porque  está  pasando  esa 
desgraciada  Provincia.  Este  paso  que  le  aconsejamos  amisto- 
samente, es  que,  meditando  seriamente  sobre  la  situación  de 
la  Provincia  de  San  Juan,  tenga  V.  E.  la  abnegación  y  el  pa- 
triotismo de  dejar  libre  y  espontáneamente  el  puesto  que 
ocupa  en  ella,  á  fin  de  que  sus  aptitudes  militares  puedan  ser 
utilizadas  en  otra  parte  por  la  Nación,  con  mayor  honra  para 
el  país  y  para  V.  E.  mismo. 

Las  razones  que  nos  mueven  á  dar  á  V.  E.  este  consejo  en 
el  seno  de  la  confianza,  no  se  ocultarán  á  la  penetración  de 
V.  E.  ni  debe  extrañar  que  nos  permitamos  dárselo,  invocan- 
do la  opinión  pública,  puesto  que  la  confianza  que  los  pue- 
blos han  depositado  en  nosotros,  nos  autorizan  á  ello,  espe- 
cialmente hoy,  en  que  reunidos  en  un  propósito  y  marchando 
de  perfecto  acuerdo  en  el  sentido  de  la  libertad  y  del  bien, 
debemos  propender  por  todos  los  medios  morales  que  estén  á 
nuestro  alcance,  á  que  los  beneficios  de  la  nueva  situación  se 
extienda  á  todas  las  provincias  en  general,  procurando  que 
resuelvan  pacíficamente  las  cuestiones  que  las  agitan,  y  que 
se  serenen  en  ellas  las  pasiones  que  las  trabajan. 

Hacemos  á  V.  E.  la  justicia  de  creer  que  sabrá  valorar  los 
sentimientos  que  han  dictado  esta  carta  colectiva,  y  estamos 
seguros  de  no  equivocarnos,  al  esperar  de  parte  de  V.  E.  la 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  475 


correspondencia  de  sentimientos  patrióticos  no  menos  eleva- 
dos; y  es  por  esto  que  no  hemos  trepidado  en  aconsejarle  un 
acto  que,  levantándolo  en  el  concepto  público,  consolidaría  la 
política  interna  de  esa  Provincia,  á  la  vez  que  satisfacería  las 
legítimas  exigencias  de  la  opinión  en  toda  la  República,  evi- 
tando al  Gobierno  General  serias  dificultades  para  lo  futuro. 
Si  contra  nuestros  deseos  y  esperanzas,  y  no  obstante  el  pa- 
triotismo de  que  consideramos  animado  á  V.  E.,  nuestra  amis- 
tosa indicación  no  tuviese  efecto  alguno,  consideraremos 
siempre  haber  cumplido  con  un  deber  sagrado,  salvando  para 
ahora  y  para  en  adelante,  nuestra  responsabilidad  y  nuestra 
completa  libertad  de  acción  como  hombres  públicos,  con  su- 
jeción extricta  á  la  ley  y  á  las  altas  conveniencias  del  bien 
público. 

Con  este  motivo,  tenemos  el  honor  de  saludar  á  V.  E.  con 
nuestra  mas  distinguida  consideración.  —  Jmto  José  de  í>- 
qniza,  Gobernador  de  Entre  Rios. — Santiago  Derqui,  Pre- 
sidente.—  Bartolomé  Mitre,  Gobernador  de  Buenos  Aires. 


NUMERO  26. 

Diciembre  30  de  1860. — El  Gobernador  Constitucional  de 
la  Provincia,  á  sus  habitantes. 

Ciudadanos:  me  he  hecho  cargo  del  Gobierno  constitucio- 
nal de  la  Provincia,  en  cumplimiento  de  la  ley  que  con  fe- 
cha de  ayer  ha  dictado  la  H.  C.  Legislativa  Provincial,  que 
declara  sin  efecto  la  del  11  de  este  mes  que  suspendió  mi  re- 
cepción. He  creído  cumplir  un  deber  sagrado  al  tomar  po- 
sesión del  mando,  en  circunstancias  tan  delicadas.  Si  no 
puedo  ofrecer  seguridades  de  acierto  en  mi  administración, 
puedo  sí  consagrar  y  consagraré,  os  lo  juro  con  las  mismas 
veras  de  mi  juramento  de  ayer,  todos  mis  esfuerzos,  mi  san- 
gre, mi  vida,  al  sosten  de  las  libertades  conquistadas  el  16  de 
Noviembre  último;  á  la  defensa  de  los  derechos  del  pueblo 
de  San  Juan  contra  cualquiera  agresión;  al  mantenimiento 
de  la  dignidad  del  pueblo  libre  y  democrático  que  correspon- 
de á  San  Juan. 


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476  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Ciudadanos :  me  habéis  colocado  en  el  primer  puesto  para 
exigir  de  mi  el  cumplimiento  de  la  ley,  la  abnegación  y  el 
patriotismo  que  reclama  la  situación.  Os  garanto  que  no  de- 
fraudaré vuestras  esperanzas;  pero  al  mismo  tiempo,  me  ha- 
béis conferido  autoridad  para  exijir  de  vosotros,  por  mi  par- 
be,  el  cumplimiento  de  la  ley,  la  abnegación  y  el  patriotismo 
que  pide  este  momento  solemne.  Os  garanto  que  usaré  bien  i 
según  mi  conciencia,  de  esa  autoridad. 

Ciudadanos:  las  libertades  conquistadas  el  16  de  Noviem- 
bre están  en  peligro.  Los  enemigos  de  San  Juan  pintaron 
como  un  crimen  espantoso  aquel  hecho,  que  aunque  sensi- 
blemente fué  sangriento,  era  necesario  y  lícito,  si  es  necesa- 
rio y  lícito  conquistar  la  libertad  indignamente  usurpada  por 
un  tirano  cualquiera. 

Ni  se  derroca  la  tiranía,  ni  se  adquiere  la  libertad  sin  de- 
rramar sangre.  La  República  Argentina  no  conquistó  su  li- 
bertad é  independencia  sin  la  sangre  vertida  en  cien  batallas. 
Sin  la  sangre  vertida  en  cien  Caseros,  no  habría  hoy  en  el 
país  libertad  é  instituciones;  la  sangre  cae  sobre  los  tiranos 
que  con  sus  crímenes  hacen  necesaria  su  efusión. 

El  Gobierno  Nacional  se  dejó  impresionar  de  las  calumnias 
de  los  enemigos  de  San  Juan,  y  nombró  una  comisión  com- 
puesta del  Gobernador  de  San  Luis  Don  Juan  Saa,  y  del  ciu- 
dadano Don  José  María  Lafuente,  en  calidad  de  secretario, 
para  que,  representando  á  dicho  Gobierno,  viniese  á  San 
Juan  á  restituir  el  orden  y  la  garantía  de  las  vidas  y  propie- 
dades que  suponía  no  existir,  á  consecuencia  de  los  sucesos 
del  16  de  Noviembre,  según  los  falsos  informes  de  aquellos 
enemigos. 

El  Gobierno  Interino  de  la  Provincia  acató  esos  mandatos 
superiores,  sin  embargo  de  la  falsedad  de  sus  fundamentos,  y 
convino  con  la  Comisión  Nacional  en  que  vendría  acompa- 
sada de  una  escolta  á  desempeñar  su  encargo  en  los  límites 
<le  la  Ley.  Mas  después  de  este  convenio,  la  Comisión  Na- 
cional ha  quedado  impedida  de  continuar  llenando  su  misión, 
porque  el  secretario  nombrado  por  el  Gobierno  Nacional, 
Señor  Lafuente,  se  ha  retirado  al  Paraná,  protestando  contra 


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EL  PAÍS  DE   CUYO  477 


los  procedimientos  del  Coronel  Saa,  que  no  estén  autorizados 
por  él;  trunca  así  la  Comisión  Nacional,  el  Coronel  Saa,  con 
fecha  27  del  actual,  desde  Mendoza  ha  pasado  un  oficio  al 
Gobierno  Interino  de  la  Provincia,  anunciándole  con  frivolos 
pretextos  que  ha  desistido  del  propósito  de  venir  con  una  li- 
gera escolta,  como  lo  tenía  acordado  primeramente,  y  ha  re- 
suelto organizar  una  fuerza  capaz  de  garantir  la  tranquilidad 
pública  de  Mendoza  y  de  San  Juan.  Este  oficio,  que  abraza 
objetos  no  encomendados  á  la  Comisión  Nacional,  está  fir- 
mado por  el  Coronel  Saa,  el  Ministro  de  Gobierno  de  Mendo- 
za Dou  Nicasio  Marin,  y  un  desconocido  llamado  Don  José 
Elias  Rodríguez.  Pero  esa  nueva  resolución  no  ha  sido  to- 
mada por  la  Comisión  nombrada  por  el  Gobierno  Nacional, 
por  lo  que  no  merece  acatamiento.  Por  el  contrario,  el  Coro- 
nel Saa,  sin  el  Secretario  que  le  dio  el  Gobierno  Nacional, 
no  es  legítimo  Representante  de  éste.  Y  asociado  el  Coronel 
Saa,  el  Ministro  de  Gobierno  de  Mendoza,  Marin,  y  siendo 
pariente  y  amigo  del  Gobernador  de  dicha  Provincia,  Coro- 
nel Nazar,  aloja  también;  Ministro  y  Gobernador  que  comu- 
nicaron al  Gobierno  Nacional  los  falsos  informes  que  moti- 
varon el  decreto  del  nombramiento  de  la  Comisión  Nacional; 
y  Gobernador  y  Ministros  que  sin  orden  de  dicha  Comisión 
movilizaron  fuerza  armada  con  el  propósito  declarado  de  in- 
vadir á  San  Juan;  el  Coronel  Saa  se  ha  hecho  sospechoso  por 
razones  legales  al  Pueblo  de  San  Juan,  y  éste  no  puede  ad- 
mitirlo ya  en  el  carácter  de  Representante  irrecusable  del 
Gobierno  Nacional.  El  de  la  Provincia  pedirá  incontinenti  á 
éste,  que  reemplace  al  Coronel  Saa,  con  un  Representante 
mas  competente  é  imparcial;  con  tanta  mas  razón,  cuanto 
que  el  Coronel  Saa  ha  desoído,  sin  tomarse  el  trabajo  de  reba- 
tir, las  muchas  y  poderosas  razones  que  el  Gobierno  de  la  Pro- 
vincia le  ha  expuesto  y  que  hace  innecesaria  la  movilización 
de  fuerza  sobre  la  Provincia. 

Entre  tanto,  el  peligro  es  inminente  para  San  Juan. 

El  Gobernador  de  San  Luis,  desnudado  del  carácter  de  Co- 
misionado Nacional,  y  el  Gobernador  de  Mendoza,  proce- 
diendo ya  ambos  de  autoridad  propia,  organizan  fuerzas  para 


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4í8  EL   PAÍS   DE   CC YO 


invadir  á  San  Juan.  Este  es  puramente  un  acto  de  guerra 
civil  según  el  artículo  109  de  la  Constitución,  que  el  Gobier- 
no Federal  debe  sofocar  y  reprimir.  Pero  la  distancia  á  que 
San  Juan  se  halla  del  Gobierno  Federal  no  le  permite  aguar- 
dar el  resultado  desús  reclamaciones;  es  preciso  que  se  ponga 
en  guardia  inmediatamente,  y  que  se  prepare  á  resistir  la 
fuerza  con  la  fuerza,  si  los  invasores  no  oyen  la  razón  y  se 
abstienen  de  pisar  el  suelo  sagrado  de  la  Provincia. 

Ciudadanos:  esto  exige  el  honor  y  dignidad  de  la  Provin- 
cia: esto  pide  la  conservación  de  las  libertades  conquistadas. 
Una  vez  por  todas  presentémonos  dignos  y  terribles  á  los 
enemigos  gratuitos  de  San  Juan,  y  la  libertad  quedará  afian- 
zada para  siempre.  Decidámonos  á  vencer  y  venceremos.  La 
victoria  será  nuestra  por  que  lo  es  el  derecho.  Habitantes 
todos  de  la  Provincia,  si  queréis  gozar  de  las  regalías  que 
ofrece  un  país  libre,  vosotros  sabéis  vuestro  deber:  unios  á 
los  ciudadanos  para  hacer  respetar  los  derechos  de  la  Pro- 
vincia. 

Ciudadanos:  habitantes  todos:  la  mas  sublime  virtud  cono- 
cida en  los  tiempos  pasados  y  modernos,  es  el  amor  á  la  li- 
bertad, ningún  hecho  grande  se  recuerda  en  las  edades  que 
no  haya  tenido  por  fin  la  libertad. 

Jamas  se  ha  conquistado  la  libertad  sin  inmolarse  por  ella. 
Viva  la  libertad. — San  Juan,  Diciembre  30  de  1860. — Anto- 
nino  Aberastain. 

NÚMERO  27. 

Las  fuerzas,  que  la  rebelión  de  Mendoza  presentó  en  La 
Rinconada  en  el  combate  de  5  de  Enero,  fueron  las  siguientes: 

Jefe  superior  de  la  rebelión,  Coronel  D.  Juan  de  Dios  Yi- 
dcla+ 

Jefe  de  Estado  Mayor  y  cuerpos  del  centro,  Coronel  Don 
Manuel  J.  Olazcoaga. 

Infantería.  — Batallón  Mendoza  l,  Comandante  Pió  Flores. 
Una  compañía  de  infantería,  Comandante  Manuel  Arias. 

*  No  es  el  mismo  cuerpo  que  tantas  glorias  recogió  en  el  Paraguay  y 
que  después  peleó  en  San  Ignacio. 


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EL   PAÍS   DE   CUYO  479 


Artillería.  —  Brigada  de  artillería,  Mayor  Isidro  González. 

Caballería.  —  Regimiento  de  Lanceros,  jefes  Casiano  Vi- 
dela  y  Juan  Troncoso.  Regimiento  N.°  1,  jefe  José  Bernardo 
Molina.  Regimiento  Lagunas,  jefe  Carlos  Ortiz.  Regimiento 
Lanceros,  jefe  Feliciano  Ayala.  Escuadrón  Granaderos,  jefe 
Pedro  Pérez.  Escuadrón  Escolta,  jefe  Pedro  Viñas. 


NUMERO  28. 

Milicias  de  San  Juan  en  1872. 

InfanteHa. 

Batallón  Guardia  Municipal hombres  200 

»         25  de  Mayo  (ciudad) »  824 

»         N.°  1  (de  Desamparados) »  640 

N.°  2  (Concepción) >  463 

N.°  3  (Santa  Lucía) »  347 

N.°  4  (Trinidad). »  585 

N.°  5  (Albardon) »  518 

N.°  6  (Jáchal) »  384 

Total hombres  3,961 

Caballería. 

Regimiento  Guías hombres       60 

N.°  1  (Pocito) »  549 

N.°  2  (Caucete) »  448 

N.°  3  (Angaoo  Sud) >  326 

»             N.°  4  (Angaco  Norte) »  427 

N.°  5  (Valle-Fértil) »  235 

N.°  6  (Pampa  Vieja)]                .  »  319 

N.°  7  (  *  del  Chañar)  J Jachal . .  >  436 

N.°  8  (Iglesia) »  458 

N.°  9  (Calingasta) »  131 

Total ....  hombres  3,389 


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480  EL   PAÍS   DE   CUYO 


NUMERO  29. 

Cuadro  estadístico  de  las  escuelas  existentes  d  principios 

de  1872. 

Ciudad. 

Escuela  Sarmiento establecida  en  Junio  22  de  1865. 

*  Nocturna »  en  Mayo     4  de  1868. 

»        de  Beneficencia .  »  en  Julio   1.°  de  1868. 

N.°  1 »  en  Junio    7  de  1865. 

N.°  2 »  en  Julio  1.°  de  1865. 

N.°  24 »  en  Sbre.  15  de  1865. 

K.°  43 »  en  Sbre.  15  de  1870. 

Concepción. 

Escuela  N.°  3 establecida  en  Agosto    1.°  de  1865. 

N.°  4 »  en  Agosto   1.°  de  1865. 

N.°  6 »  en  Agosto   1.°  de  1865. 

*  N.°  6 »  en  Marzo      15  de  1857. 

N.°  7 »  en  Febrero  1.°  de  1863. 

Desamparados. 

Escuela  N.°  8 establecida  en  Julio   1.°  de  1865. 

N.°  28 »  en  Julio  1.°  de  1865  \ 

Trinidad. 

Escuela  N.°  9 establecida  en  Febrero  22  de  1859. 

N.°  25 »  en  Octubre    5  de  1866. 

N.°  30 »  en  Junio        4  de  1866. 

Santa  Lucía. 

Esuuela  N.°  10 establecida  en  Junio      1.°  de  1862. 

N.°  27 »  en  Octubre  15  de  1865. 

N.°  29 »  en  Marzo       6  de  1866. 


1  Esta  escuela,  dirigida  por  Don  Januario  Quiroga  desde  1825,  ha  fun- 
cionado sin  interrupción,  sostenida  por  solo  los  auxilios  del  vecindario,  y 
se  notó  que  éstos  cesaron  cuando  el  Gobierno  la  fiscalizó. 


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EL  PAÍS  DE  GOYO  481 


Albardon. 

Escuela  N.°  11 establecida  en  Marzo    16  de  1859. 

N.°  33 »  en  Stbre.     3  de  1869. 

Angaco  Süd. 

Escuela  N.°  35 establecida  en  Stbre.      24  de  1869. 

N.°  39 »  en  Octubre  15  de  1869. 

N.°  40 »  en  Nbre.        8  de  1869. 

Angaco  Norte. 

Escuela  N.°  12 establecida  en  Marzo     15  de  1866. 

N.°  36 >  en  Octubre    2  de  1869. 

N.°  41 >  en  Nbre.      1.°  de  1869. 

Caucete. 

Escuela  N.°  13 establecida  en  Marzo  16  de  1866. 

N.°  34 »           en  Stbre.  18  de  1869. 

N.°  42 »           en  Abril  de  1870. 

POCITO. 

Escuela  N.°  14 establecida  en  Julio  21  de  1861. 

N.°  32 »  en  Stbre.    3  de  1869. 

Jáchal. 

Escuela  N.°  18 establecida  en  Marzo   21  de  1865. 

N.°  19 »  en  Marzo   21  de  1865. 

»        N.°  20 »  en  Marzo  21  de  1865. 

»        N.°  21 »  en  Marzo   21  de  1865. 

N.°  37 »  en  Octubre  2  de  1869. 

N.°  38 »  en  Octubre  2  de  1869.* 

Valle -Fértil. 

Escuela  N.°  16 establecida  en  Abril  1.°  de  1865. 

>        N.°  16 »  en  Abril  1.°  de  1865. 

N.°  17 »  en  Abril  1*  de  1865. 

Iglesia. 

Escuela  N.°  22 establecida  en  Mayo  1.°  de  1865. 

»        N.°  23 >  en  Marzo  29  de  1865 

81 


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482  EL   PAÍS   DE   CUYO 


Zonda. 
Escuela  fí.°  26 establecida  en  Octubre    de  1866. 

Calingasta. 
Escuela  N,°  31. establecida  en  Agosto  23  de  1869. 


FIN. 


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ÍNDICE. 


PagS. 
ANTECEDENTES V 

Advrrtencia  del  Editor xiii 

Introducción xix 


PRIMERA  PARTE. 

CAPÍTULO  PRIMERO. 

1.  Origen  de  los  Huarpes.  —  El  País  de  Cuyo.  —  8.  Primeras  po- 
blaciones. —  El  Rastreador.  —  4.  Usos  y  costumbres.  —  La  piedra 
bezaar 1 


CAPITULO  II. 

1.  La  conquista,  Villagran,  Aguirre,  Castillo.  —  2.  Acta  de  fun- 
dación de  la  ciudad  de  Mendoza.  —  8.  Jufré  remueve  la  pobla- 
ción a  otro  lugar  y  le  da  el  nombre  de  «Ciudad  de  la  Resurrec- 
ción». —  El  Cabildo  fija  los  égidos  de  la  ciudad 15 

CAPÍTULO  III. 

1.  Fundación  de  la  ciudad  de  San  Juan. — Repartimiento  de  tierras. 
— Nombres  de  la  Ciudad.  —  2.  San  Luis  de  Loyola.  —  3.  Reli- 
gión.— Misioneros  mercedarios.— Misiones  jesuíticas.— Doctrinas 
desde  el  Diamante  hasta  Valle-Fértil. —4.  Colegios  incoados  en 
Mendoza  y  San  Juan SH 

CAPÍTULO  IV. 

1.  Despotismo  ejercido  con  los  huarpes  y  su  completo  sometimien- 
to. —  2.  Fundación  de  Jáchal  y  Valle -Fértil.  —  8.  Tentativas 
del  País  de  Cuyo  para  separarse  de  Chile.  -  4.  Creación  del 
Vireynato  del  Rio  de  la  Plata.— Intendencias 89 


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484  ÍNDICE 

CAPÍTULO  V. 

Pájrs. 

1.  La9  invasiones  inglesas.  —  2.  La  Revolución  de  Mayo. — 8.  Junta 
de  Gobierno.— Expediciones  al  Interior. — Otras  medidas. — Mar- 
cha triunfante  de  la  Revolución.  —  4.  Creación  de  la  Intenden- 
cia de  Cuyo 49 

CAPÍTULO  VI. 

1.  La  Intendencia  de  Cuyo.— Gobiernos  locales.  —  2.  El  Doctor 
Don  José  Ignacio  de  La  Roza.  —Milicias.  —  8.  El  ejército  de 
los  Andes.— Temores  de  invasión  de  Chile.  —  4.  Paso  de  los 
Andes.— Hechos  de  armas.— Batalla  de  Chacabuco  y  sus  resulta- 
dos. -  5.  Trofeos  de  guerra. — Notas  importantes  del  General 
San  Martin.  —  6.  Actitud  de  los  frailes  agustinos  de  San  Juan.        ttt 

CAPÍTULO  VIL 

1.  El  General  San  Martin.  —  2.  Don  Cornelio  Saavedra.  —  8.  Año 
1815.  —  4.  Condeso  de  Tucuman.— Declaración  de  nuestra  In- 
dependencia. Primeras  naciones  que  la  reconocen.  —  5.  El 
Doctor  Narciso  Laprida.  —  6.  El  Padre  Fray  Justo  Santa  Ma- 
ría de  Oro.  —El  Obispado  de  Cuyo *2 

CAPÍTULO  VIII. 

1.  Año  1818. —  Fusilamiento  de  los  hermanos  Carrera  en  Mendoza. 
—Manifiesto  del  Intendente.  —  2.  Año  1819.— Levantamiento  de 
los  prisioneros  españoles  en  San  Luis.  —  3.  Año  1820.— Subleva- 
ción del  1.°  de  Cazadores  de  los  Andes  en  San  Juan. — Asesinato 
de  Zequeira  y  compañeros  de  infortunio.  —  4.  Disolución  de 
Cuyo.  —  5.  Los  sublevados  se  dirigen  á  Mendoza;  son  batidos, 
dispersándose  luego  en  su  marcha  hacia  el  Norte 100 

CAPÍTULO  IX. 

1.  La  montonera  de  Carrera.  —  2.  Gobierno  de  Sánchez  y  Urdini- 
nea.— Pacto  de  unión  en  San  Miguel  de  las  Lagunas.  —  8.  Don 
Salvador  María  del  Carril.— Su  gobierno.— Poderes  judiciales  y 
electorales.— La  Carta  de  Mayo. — Primera  publicación  en  la  Pro- 
vincia.— Año  1825, —Guerra  religiosa.— Combate  de  Las  Leñas 
(Primera  Rinconada) 120 

CAPÍTULO  X. 

1.  Gobiernos  de  Navarro,  Sánchez  y  Quiroga.  —  2.  Tratado  de  Hua- 
nacache.  —  8.  Años  1828  á  1838.  -  Sublevación  en  las  Quijadas. 
— Revolución  del  negro  Panta.  —  4.  El  Pilar.  —  Otros  hechos 
de  armas.  --  5.  Liga  del  Litoral. — Régimen  interno.  —  6.  Ex- 
pedición á  los  indios  del  Sud    -Inundaciones 148 


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ÍNDICE  485 


CAPITULO  XI. 

Págs. 

1.  Distrito  eclesiástico  de  Cuyo.  —  2.  La  Vicaría  Apostólica. — Cues- 
tiones con  la  Curia  de  Córdoba. — Id.  de  preeminencia  entre  las 
ciudades  de  Cuyo.  —  8.  Concordato  entre  el  gobierno  político  y 
eclesiástico  de  Cuyo.— Erección  del  Obispado  de  Cuyo.  —  4. 
Obispos  diocesanos 165 

CAPÍTULO  XII. 

1.  Gobierno  de  Yanzon.  —  2.  Ano  1835.— El  Coronel  Barcala.  —  8. 
Expedición  militar  á  la  Rioja  y  sts  funestas  consecuencias.  — 

4.  Años  1886  á  L840 180 

CAPÍTULO  XIII. 

1.  Año  1840,  situación  de  la  Repi\blica.  -  -  2.  La  valle  y  La  Madrid. 
—  3.  El  Segundo  Ejército  Libertador.  —  4.  El  general  Don  Ma- 
riano de  Acha.  —  5.  Ocupación  de  San  Juan. — Batalla  de  la 
Punta  del  Monte. — Sorpresa  de  la  Chacarilla. — Defensa  en  la 
Plaza  Mayor. — Capitulación  del  22  de  Agosto.  —  6.  El  General 
La  Madrid  y  su  desastre  en  el  Rodeo  del  Medio.—  El  Obispo 
Sarmiento 191 

CAPÍTULO  XIV. 

1.  Transitorio  Gobierno  de  Burgoa. — Revolución  de  Atencio.— Go- 
bierno de  necesidad  del  Obispo  Sarmiento  y  de  Oyuela.  —  2. 
El  Coronel  Peñaloza.  —  8.  Situación  de  la  Provincia  y  de  la  Re- 
pública. —  4.  Campaña  de  Urquiza  contra  Rozas.— Actitud  de 
Benavides.  —  5.  Convocación  de  los  Gobernadores  de  Provincia 
en  San  Nicolás  de  los  Arroyos.  —  6.  Revolución  contra  Benavi- 
des de  6  de  Junio  de  1852  y  13  de  Noviembre  de  1858 214 

CAPÍTULO  XV. 

1.  Gobierno  del  Coronel  Don  Francisco  D.  Díaz.  —  2.  Constitución 
Provincial.  —  8.  Cuestiones  sobre  el  patronato.  —  4.  Derroca- 
miento del  Gobernador  Díaz  y  nombramiento  de  Benavides.  — 

5.  Intervención   nacional  á  cargo   del  Doctor  Don  Nicanor  Mo- 
linas 282 

CAPÍTULO  XVI. 

1.  Gobierno  de  Don  Manuel  J.  Gómez.  —  Intervención  Nacional.  — 
2.  Asesinato  del  General  Benavides.  —  8.  Juicio  postumo  y  no- 
ticias biográficas  de  Benavides. — Honras  fúnebres  246 

CAPÍTULO  XVII 

1.  Gobierno  de  Virasoro. — Vejaciones.     Revolución  contra  Virasoro 

y  su  trágico  fin 259 


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48tí  índice 


CAPITULO  XVIII. 

Pags. 

1 ,  El  Doetur  Don  Antonino  Aberastain. — Invasión  á  San  Juan  por  el 
Comisionado  Saa.  —  2.  Matanza  en  la  Rinconada  del  Pocito. — 
Terremoto  en  Mendoza.  —  8.  Actitud  noble  de  Buenos  Aires 
ante  las  matanzas  de  la  Rinconada. — Protesta  del  Gobierno  de 
Buenos  Aires.  —  4.  Batalla  de  Pavón.  —  5.  Sublevación  de  un 
contingente  militar  en  Las  Lagunas 2Í56 

CAPÍTULO  XIX. 

1 .  Administración  Sarmiento. — Combate  de  Caucete.— Muerte  del  Ge- 
neral Peñaloza.  —  2.  El  estado  de  sitio  ejercitado  por  los  go- 
biernas de  Provincia.  —  8.  El  Doctor  Don  Guillermo  Rawson.       28n 

CAPÍTULO  XX. 

1.  Gobierna.»  transitorio  de  Lloverás,  Precilla  y  Za valla.  —  2.  Admi- 
DdatrRCion  de  Don  Camilo  Rojo. — Contingentes  militares.  —  3. 
Revolaron  en  Mendoza.  -La  Rinconada  del  Pocito . —Batalla  de 
San  Ignacio.  —  4.  La  montonera  de  Várela. — Santos  Guayama. 
—  5.  Milicias 298 

CAPÍTULO  XXI. 

L  Gobierno  de  Za  valla.  -Intervención  nacional.  —  2.  Gobierno  in- 
terino de  Godoy.  -  8.  Justicia  Federal  en  la  Provincia.  —  4. 
Gobierno  de  Don  José  Maria  del  Carril. — Gobierno  de  Don  Va- 
lentín Vídela 809 


SEGUNDA  PARTE. 


CAPITULO  PRIMERO. 

1.  Geografía.— Limites.—  División  departamental.  —  2.  La  Capital. — 
Edificio*  públicos.— 8.  Los  padres  Agustinos.  --  4.  Departamen- 
tos.— Su  importancia 819 

CAPÍTULO  II. 

1.  Educación.  —  La  Escuela  del  Rey.— La  Escuela  de  la  Patria.  -Don 
Ignacio  Fermin  Rodríguez.  —  2.  Rentas  escolares.  — Acción  be- 
néfica de  los  gobiernos  en  favor  de  las  escuelas.  —  3.  Las  pa- 
peletas escolares.  —  4.  Estadística  escolar &47 

CAPÍTULO  III. 

1.  Irrigación.  -  Irrigación  artificial.  2.  Hidrografía.  —Riego  por 
canales  y  acequias.— Leyes  sobre  irrigación.  -Oficinas  del  ramo. 


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ÍNDICE  487 

Págs. 

—  8.  Inundaciones  de  1833.-  Obras  de  defensa.  -El  dique  San 
Emiliano.  —  4.  Distribución  de  las  a&uas.- Sistema  de  compuer- 
tas y  de  compartos 364 

CAPÍTULO  IV. 

1.  Minería.— La  tradición.— La  industria  Minera. —Metalurgia. —Le- 
yes sobre  minería.  —  8.  Distritos  mineros. — Sociedad  Anglo- 
Argentina.  —  4.  El  carbón  de  piedra.  -  5.  Orografía.  -  í».  La 
Moneda 878 

TERCERA  PARTE. 
Apéndice:  Documentos  citados  en  las  Partas  Primera  v  Seiruiida..      395 


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