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Princeton Theological Seminary Library
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MARZO
1937
52
ESTUDIOS
MENSUARIO DE CULTURA GENERAL
REDACCION:
JAIME EYZAGUIJRRE
Casilla 13370 - San ti ego de Chile
SUSCRIPCION ANUAL EN EL PAIS . ? 22
» „ „ „ EXTRANJERO 1 Dólar
NUMERO SUELTO . $ 2
SE RECIBEN SUSCRIPCIONES EN LAS LIBRERIAS:
ZAMiORANO Y CAPERAN
CLARET
SPLENDOR
(Compañía 1015).
(Diez de Julio 1140).
(Bernardo O’Higgins 1626).
AjÑO V
MARZO
No 52
BE 1937
-
’ ' ' ; - ‘ L .. v .. . . ' , '1 •
52
Págs.
"‘NOTAS EDITORIALES’’ :
“Salarios y Precios” . 2
“HACIA LA SOLUCION INTEGRAL DEL PROBLE¬
MA ¡DE LA ALIMENTACION”, por el Dr.
Julio Santa María . . . i . . 5
“MARITAIN Y EL PROBLEMA POLITICO”, por Ju¬
lio Philippi . . . . 16
“LOS EFECTOS DE LA LEY DE EMPLEADOS PAR¬
TICULARES”, por Clemente Pérez Pérez . . . 23
“DE LA LIBRE CONCURRENCIA A LA ECONOMIA
DIRIGIDA”, por Jaime Eyzaguirre . 26
“PANORAMA POLITICO DEL PERU”, por Oscar
Larson . . . . 66
“EL PENSAMIENTO DE DON JULIO ZEGERS ANTE
EL PROBLEMA EDUCACIONAL”, por José
Manuel Espínela . 5°
“EL PENSAMIENTO EN EL MUNDO”:
“El deber de los (intelectuales católicos” .... 55
“La Eutanasia juzgada por los sabios italia¬
nos” . . . 58
“HECHOS DEL EXTRANJERO”
“Alemania y lai Escuela Católica” . 61
“La Legislación soviética del aborto” . 62
“Jesús predicado en las Sinagogas” . . 63
“NOTAS BIBLIOGRAFICAS”:
Revistas: “La Vie Intellectuelle”, P. 66; “Boletín
de Estadística de la Municipalidad de Santiago”,
P. 69.
Libros: “Toi, qui es-tu?”, ,por Paul Claudel, P. 70;
“Les Croisades”, por F. Funch-Brentamo ; P. 7V
“Elementos de la Ciencia Económica”, por Jaime
Eyzaguirre, P. 71.
MARZO DE 19 9 7
2
SOTA/ wmuu/
Salarios y Precios
— ~
N el último año ha podido observarse en nuestro país un
alza progresiva en los precios que va tomando carac¬
teres verdaderamente alarmantes.
Al terminar en 1933 la inflación monetaria, que trajo
consigo la elevación de los precios en un 50 % comparativa¬
mente con el año anterior, se logró por algún tiempo una
gran estabilidad que se mantuvo hasta 1935. Pero en 1936 se
ha producido una nueva alza que ha llegado a un 10,5 % en
los precios al por mayor y a un § % en el costo de la vida
en Santiago, esto es en los precios al por menor.
|Á qué puede atribuirse esta elevación intempestiva que
no tiene aún visos de terminar? Desde luAgo no .puede, ella
ser motivada por el factor monetario. En efectp al inaugu¬
rarse en 1933 el sistema del papel moneda regulado, que ha
puesto término a la inflación y ha logrado mantenerse gracias
a una prudente política de la hacienda pública que ha conser¬
vado el equilibrio de las finanzas y se ha abstenido de recu¬
rrir a las emisiones adicionales de circulante, puede decirse
que los precios han dejado de sufrir influencias monetarias,
tan frecuentes en años anteriores. Tampoco podría atribuirse
esa alza — como pretenden algunos — a la reciente ley que
mejora la condición de los empleados particulares, por cuanto
comienza apenas ahora a aplicarse, mientras el aumento se
nota progresivamente desde hace un año. En realidad las cau¬
sas las ha encontrado el Boletín del Banco Central en la si¬
tuación interna de nuestro mercado y en la tendencia del mer¬
cado mundial.
En efecto, un estudio detenido de los diferentes elemen¬
tos de la eeonoimía chilena permiten comprobar que el ciclo
de expansión inicia-do en 1933 ha llegado al máximum de su
intensidad en 1936, debiendo el extraordinario incremento del
crédito y de las actividades acarrear consigo un alza progre¬
siva de los precios.
Pero a esto se agrega una nueva circunstancia inespera¬
da v a la que se atribuye una influencia extraordinaria: la
tendencia dominante en el mercado mundial a la elevación
de ios precios que, junto con repercutir fuertemente en Chi¬
le, se escapa a todo control interno.
¿Ya qué resultados puede llAvar esta elevación progre¬
siva de los precios?
En los últimos años el alza del índice de los jornales obre*
vos había sido entre nosotros apreciable, aunque no lograra
todavía neutralizar totalmente los efectos del alza del costo de
la vida. El índice que en 1932 era de 70,3, subió en 1935 a
127, y entre este año y el siguiente pudo observarse una ele¬
vación aproximada de un 15 °/o. La situación de los emplea¬
dos particulares ha entrado por otra parte en vías de mejo¬
rarse con la aplicación de la reciente ley N.9 6020. Pero es
indudable que esta última, como el aumento de los jornales
obreros, no podrán a la postre producir ningún resultado si
los precios, en lugar de mantenerse en un nivel estable, con¬
tinúan su ascensión indefinida. En poco tiempo más volverá
a presentarse nuevamente el mismo problema que se creyó ya
resuelto. La gran mayoría de la población se encontrará sin
recursos para hacer frente a las más premiosas necesidades
y entonces ¿a qué extremos no es capaz de recurrir una in¬
mensa masa haímbienta y desesperada?
Esta tendencia mundial al alza de los precios, cuya reper¬
cusión en nuestro país ha consignado el Boletín del Banco
Central, reviste, como es fácil comprender* una extraordina¬
ria gravedad, ya que se trata de un elemento que se sustrae a
todo control interior. Sin embargo, es preciso considerar que,
aunque muy importante, no -es esta circunstancia la única
que influye en la estabilidad de los precios y que en Chile
es grande todavía el poder de la especulación y mucho lo
que las autoridades podrían hacer para evitar el abuso de la
misma y las fatales repercusiones que ella tiene en el costo
de los artículos de primera necesidad. Un severo control de
nuestra -economía nacional, si no lograría impedir el alza
motivada por la tendencia del mercado mundial, evitaría al
menos que a ésta se sumaran los efectos de factores internos
que se tiene en la mano neutralizar y corregir. Y este con¬
trol ha de ejercerse particularmente en el mercado moneta¬
rio, ya que una inflación en -estas circunstancias sería, como
es de comprender, de consecuencias desastrosas.
Con razón, pues, el Boletín del Banco Central, penetrado
de la importancia del problema, ha recomendado desde lue¬
go mantener el control sobre los precios de productos nacio¬
nales, especialmente alimenticios, el control sobre el comer¬
cio exterior y el .equilibrio de las finanzas nacionales.
LEA EN EL PROXIMO NUMERO:
“EL PROBLEMA DE LA HABITACION POPU¬
LAR”, por Armando Fontaine.
“EL DESASTRE DE LAS HUMANIDADES A LA
LUZ DE LA ESTADISTICA ”, por José Manuel Espinóla.
4
(Linóleo de Margarita Vald.és Subercaseaux)
Doctor Julio Santa María
Hacia la solución integral del problema de
la alimentación
El pDan Oruz-Coke y ei Consejo Nacional de Alimentación
“Y porque 1a Salud. Pública es lo prime¬
ro afectado por estas deficiencias nutri¬
tivas es que el Ministerio de Salubridad ha
dado a este problema toda la importancia
que merece . . . ” .
“El Gobierno solicitará esta colabora¬
ción de los agricultores y está seguro de
recibirla” .
(jomo síntesis que indica meditación y conocimiento del
fin que se desea obtener, “el Gobierno, por intermedio de su
Ministro de Salubridad, ha -expuesto con ruda franqueza el
estado precario de nuestra alimentación’ ’ en la reunión ianu-
gural del Consejo de la Alimentación. Y, como lo ind ca mas
adelante el Sr. Ministro en su informe-programa, “recién com¬
pletados los -estudios que mandó realizar para conocerlo a
fondo, se ha puesto en la vía de adoptar todas las medidas
que están a su alcance para darle, no sólo una solución in¬
mediata a los puntos posibles, sino de establecer las bases de
una verdadera política de alimentación que comprenda el
ejercicio de todos los instrumentos de qu? el Estado dispone
para ello”. n. .
Se tenían ya en realidad, datos suficientes para conocer
la situación nutritiva de, la masa popular; los estudios reali¬
zados por investigadores nacionales» que en otra ocasión lie¬
mos comontado, (Véase Revista “Estudios” N.9 31 y 32. T.
III. Jun. y Jul. 35), no han sido sino reconfirmados por las
conclusiones del informe presentado a la Sociedad de las Na¬
ciones por los miembros de su Organización de Higiene, i 10-
fesores Burn-et y Dragoni, después de la encuesta realizada
en el invierno del año 1935. Existían en nuestro rodaje ad¬
ministrativo diferentes instituciones que podían actuar sobre
el problema de la desnutrición popular, como así en el campo
educacional se 'estaba dando especial importancia a 'los cursos
de higiene de la alimentación. “Pero todos estos organismos
han actuado hasta ahora independientemente sin que una coor¬
dinación de sus funciones haya permitido regular la ¿produc¬
ción frente al consumo*”.
En esta frase del Ministro podemos ver resumida toda
su posición frente al problema que analizamos. “Coordina¬
ción”, la antítesis de nuestro espíritu de capilla, que resta efi¬
cacia a tantas obras que se perturban en su mutua labor ,por
no sesgar en mezquinos intereses particulares, sea de orden
político, de antagonismo estatal-particular, sea aún de sim¬
ple vanagloria personal; coordinación que no significa avan¬
ces de tipo “socialista” ni ánimos “totalitarios”, sino que obe¬
decen al simple principio biológico de la “organización/ ’ o al
más elevado de la “unidad” cantado por la buena metafísica.
Coincide esta disposición Ministerial con las que se han
tomado en casi todos los países europeos para hacer efectivas
y prácticas las enseñanzas de la ciencia de la alimentación., Así
el Comité Nacional de la Alimentación en Francia expresa en
su informe: “Una opinión fuertemente arraigada en el seno
del Comité fué que, para realizar una política constructiva de
largo alcance, bastaría utilizar las iniciativas públicas y pri¬
vadas ya establecidas dándoles, simplemente, más cohesión y
vigor”. (Rapport du Comité Nacional de F Alimentación ; Bull,
de la Societé Scientifique d’Hygiene Alimentaire, N.° 7 et 8,
1936; Revista de Asistencia Social, T. VI, N.9 1, Marzos 1937.
Folleto N.° 64) .
A través de todo ese informe francés se nota el mismo
deseo de unificar la labor en pro del mejoramiento de la ali¬
mentación popular y en él también, aunque con menos énfa¬
sis que en -el Plan Cruz Coke, encontramos la segunda carac¬
terística fundamental : “regular la producción frente al con¬
sumo”. Encierra esta frase toda una concepción de lo que
debe ser >el rol social del productor para con la sociedad. Le¬
jos queda la añeja ley de la oferta y la demanda tal como la
interpretan las doctrinas liberales que daban la clave de ella
al productor; considerada la oferta como el factor primor¬
dial, el industrial como el campesino producía en tanto cuan¬
to un exceso no le significaba una baja del precio y ¡el vo¬
lumen de la producción era regido, no por las necesidades del
mercado, sino por el rendimiento económico que de antema¬
no se deseaba obtener. El plan del Gobierno vuelve a la tan
trillada ley su verdadero significado biológico colocando como
base la demanda de sustento y por ella indica que debe re¬
girse la producción agrícola.
Significa una profunda revolución el dar a la agricultu¬
ra este su verdadero sentido social en el que podemos escu-
7
ciar el eco de “Rerum Novarum” y “Quadragesimo Anno”.
Más adelante* se precisa aún más lapídea anterior al decir el
Ministro: “Es necesario sentar como principio fnndam ental
que la primera obligación de nuestra explotación agrícola es
producir los alimentos necesarios para el consumo de nuestra
población y secundariamente exportar el excedente” . Se va,
pues, a una racionalización de la producción en función de la
necesidades vitales. “Se puede discutir la oportun'dad de es¬
tas medidas, que algunos economistas consideran ilusorias ;
pero, no es menos cierto que actualmente los diferentes paí¬
ses analizados han sido llevados a tomarlas, sea cual fuere su
régimen de gobierno” dice a este respecto el informe del “Cen¬
tre d’études économiques et techniques de l’alim-entation”, al
analizar la situación de economía dirigida prácticamente exis¬
tente en países totalitarios como Alemania e Italia, como asi¬
mismo democráticos v liberales como Francia. Inglaterra y
Suiza. (Bull. del Centro, N.9 9, Dic. 1936).
“En algunos -el problema ha sido abordado en forma in¬
directa”. continúa el mismo informe, “es el caso de Inglate¬
rra donde el Gobierno se contenta con asegurar el cumpli¬
miento de las decisiones tomadas por la mayoría de los inte¬
resados en materia de reglamentación de la producción y de
los precios. En otros, por el contrario, el Estado se ha arro¬
gado todos los poderes y su acción ha llegado a la supresión
de la libertad de transacciones, como sucede en Alemania ... . .
Entre ambas tendencias extremas de la acción gubernamental
se encuentra, según los países ,toda una serie de intervencio¬
nes más o menos coercitivas, más o menos marcadas, que fre¬
nan el libre juego de la ley de la oferta y demanda”. En es¬
ta categoría intermedia entre *el estatismo absorvente y la
libre acción particular se colocan las medidas propuestas en
el plan del Gobierno.
En efecto, el programa Cruz-Coke no se queda en la sim¬
ple -exposición de un plan teórico; en él encontramos orienta¬
ciones precisás que significan otras tantas medidas de orden
práctico e inmediato. Tres organismos se indican especial¬
mente como capaces de ejercer esta regulación d^ la produc¬
ción. Como institución de emergencia, la Junta de Exporta*
ción Agrícola que “sin perder la función para que fué crea¬
da, es decir estimular la exportación, deberá fijar las propor¬
ciones de las cantidades exportables en relación con las ne¬
cesidades específicas del momento, que le serán sugeridas por
el Consejo de la Alimentación”. No veremos, pues, repetirse
el bochornoso y ya corriente “problema del trigo” que, mien¬
tras es exportado con pingüe provecho para el productor, nos
deja a los consumidores obligados a comer pan importado a
precios irrisorios, o aun el más reciente producido por la es-
$
peculación con la papa merced al buen precio obtenido en Ar¬
gentina que nos obligó a importar, ja su tierra de origen!
j semillas traídas de Finlandia!
Pero el meollo de la regulación de la producción se en¬
cuentra en las indicaciones dadas a la Caja de Colonización
Agrícola y a la de Crédito Agrario. Al relacionar el problc-
ma de la alimenta c’ón con e! de la subdivisión de la propie¬
dad y el de la otorgación de capitales para su explotación se
llega, en efecto, al verdadero fondo del problema^ dejando de
ser un simple campo de estudio para investigadores o de me¬
ras exposiciones científicas sobre calorías y vitaminas, para
transformarse en algo eminentemeríté humano al cual todos
deben aportar su colaboración. Tiene toda la razón el Comi¬
té Nacional de la Alimentación francés al decir al término de
su informe: “Detrás del interés técnico aportado por las Co¬
misiones en la discusión de sus trabajos, se encuentra el sen¬
timiento unánime de que una política de la alimentación de¬
bía constituir para un Gobierno el fundamento realista de
toda acción económico-social”. Y a su vez podemos decir nos¬
otros que la soluc’ón del problema nutritivo está íntimamente
ligado a todo problema social y en especial al de la tierra.
Para muchos en nuestro país, las innumerables publica¬
ciones sobre las deficiencias alimenticias a que está sometido
nuestro pueblo, (véase Bibliografía muy completa sobre ello
en la Revista de Asistencia Social, N.° 1, Enero de 1937),
■eran sólo trabajos de orden médico, a pesar de que todos los
investigadores hacían recalcar que el aspecto fisiológico era,
si bien importante, sólo una parte del problema total. El plan
Cruz-Coke vuelve las cosas a su orden lógico y el informe de
Burnct y Dragoni es aún más explícito al comprobar que él
latifund:smo y la mala organización de la economía agrícola
son los responsables principales del estado de desnutrición de
nuestro pueblo.
Los técnicos de la Sociedad de las Naciones se detienen
ante el hecho de que sólo una parte de la tierra aprovecha¬
ble es cultivada y dicen: “la influencia de las condiciones na¬
turales se hacen sentir vivamente : muchas tierras son muy ac¬
cidentadas o muy elevadas, o falta agua o los bosques las cu¬
bren completamente. Pero -es cierto que muchas tierras sus¬
ceptibles de un cultivo fructuoso son desperdiciadas por el
momento pero no sabemos ni tenemos datos, suficientes para
calcular su extensión”.
Enseguida dicen : “la agricultura chilena, su valor eco¬
nómico y social están íntimamente legados a los caracteres de
la propiedad y de la explotación de los predios rurales: se sa¬
be que en Odie la propiedad agrícola está muy concentrada
en vastísimas explotaciones.
“Las explotaciones de más de 200 hectáreas, 6,7 % del
número total do explotaciones, comprenden pues el 89,5 %
de la superficie total cultivable. Aun si se limita a las ha¬
ciendas superiores a 1.000 hectáreas que sólo representan el
1,8 % del número total. (El número de propietarios es aun
menor) se encuentra que ellas comprenden casi el 80 % de
la tierra destinada a la agricultura. Es el resultado de la lar-
sra evolución que pasando por las encomiendas y las estancias
ha llevado a la formación de las grandes haciendas transmi¬
tidas amenudo de generación en generación en las grandes
familias descendientes de los conquistadores españoles. Algu¬
nas de estas haciendas son verdaderos pequeños estados que
comprenden hasta 160.000 hectáreas; su superficie media lle¬
ga a 29.797 hectáreas.
“Muy amenudo una gran parte de la superficie total no
es cultivable o por lo menos cultivada, esta observación se
aplica sobre todo a las superiores a 5.000 hectáreas unidades
demasiado vastas para admitir una explotación adecuada.
Analizan en seguida la situación de los predios de menor
extensión y agregan: “las pequeñas explotaciones que sería
mejor llamarlas familiares... existen en número muy limi¬
tado pero se encuentran en todas partes formando las comu¬
nidad Qs rurales aue se llaman aldeas o caseríos... Esta for¬
ma de explotación familiar, la verdadera, (ferme paysanne)
tal como se encuentra en todos los países es más frecuente en
el sur de Chd° especialmente en 1a. zona de Temuco y Valdi¬
via. Es el resultado de una colonización relativamente recien¬
te en parte por -elementos extranjeros sobre todo alemanes
míe han creado una estructura más variada que en el centro
del país”.
Les llama mucho la atención la organización del traba¬
jo en las haciendas con sus inquilinos, medieros, peones obli¬
gados, afuerinos, -etc. Enseguida dicen: “las condiciones de
vida del inquilino son miserables por una. serie de razones que
no tenemos la posibilidad de exponer. Su habitación es ge¬
neralmente mala, su alimentación insuficiente, difícilmente
pueden ahorrar, su vida es estrecha y monótona. La compra
r»or la administración de la hacienda de la producción de los
inquilinos, la venta por las pulperías de la misma adminis¬
tración dQ los artículos que le son necesarios, dan lugar muy
amenudo a una explotación difícil de justificar, aun teniendo
en cuenta los altos beneficios que requiere toda empresa co¬
mercial. Sin embargo, el inquilino está seguro de su ocupa¬
ción aun en el caso en que llegue a ser incapaz de todo traba¬
jo útil ; sabe que su patrón se interesa por su suerte y se sien¬
te ligado por lazos tradicionales a la hacienda y a la familia
de sus patrones”.
10
Tiene, pues, la Caja de Colonización un papel importan¬
tísimo- que llenar en el problema de la; alimentación ya que
“por medio de la paulatina división de la propiedad determi¬
nará una transformación expontánea de la explotación exten-
s’va en intensiva, obteniéndose así una mejoría del rendimien¬
to de la producción”. Claramente se indica que esta subdi¬
visión no se hará para, salvar el capital de algún agricultor
en quiebra, ni para obtener quintas de recreo, como por lo de¬
más ya lo establece la misma ley que creó la Caja, pues “sus
colonias dirigidas y sus recomendaciones técnicas a los par-
celeros deberán constituir, por otra parte, un factor de pri¬
mera importancia en la orientación de la producción agrícola
de acuerdo con las necesidades del país”.
Indica esta última frase otro aspecto del problema de la
regulación de la producción: la calidad y variedad de los j j
productos explotados. Es en efecto, un hecho real que nos |¡
falta producción de determinados alimentos tanto animales:
lechq. ganadería, etc. ; como vegetales: leguminosas verduras,
frutas, todo lo cual hace ver el informe Ministerial. “El es¬
tímulo de la división de la propiedad agrícola” agrega, “per¬
mitiría una mayor producción de verduras y frutas, fenóme¬
no que se ha venido observando en Chile a medida que la Ca¬
ja de Colonización se ha encontrado con las posibilidades eco¬
nómicas de hacerlo. Este criterio se intensificará y correspon¬
derá al Consejo orientarlo respecto al tipo de explotación que
la Caja exige”.
Ya en el campo de las realizaciones más prácticas, el Con¬
sejo de la Alimentación en sus sesiones últimas, se ha estado
preocupando del problema del aumento de la producción le¬
chera y fomento de los cultivos deficitarios antes anotados.
Su labor se complementará al cumplir la Caja de Crédito
Agrario la terminante orientación que le indica el programa
ministerial al decirle que : “oriente principalmente sus activi¬
dades hacia la concesión de créditos a, bajo interés para aque¬
llos cultivos o explotaciones agrícolas que el Estado, ilustra¬
do por el Consejo, en un momento dado considere de más im¬
portancia en relación con la alimentación nacional”.
Fuera de insistirse en la calificación por la calidad del
producto que se desee cultivar, es interesante recalcar la fra¬
se “bajo interés”. Dicen a este respecto Burnet y Dragoni en
su informe :
Si el costo del trabajo en Chile es bajo, el de los capita¬
les es por el contrario muy elevado . La tasa de interés alcan¬
za niveles que aparecerían sumamente altos a las personas
acostumbradas a la tasa de los países europeos y norteameri¬
canos. Bastará notar qué títulos de una seguridad absoluta,'
tales como los bonos del estado y los bonos hipotecarios, da-
11
ban en 1935 un interés efectivo de 7 % a 8 %. Naturalmen¬
te la tasa de descuento para los efectos comerciales y el in¬
terés de las deudas hipotecarias y sus semejantes están muy
por encima, de estos límites. ,
“El hecho es que Chile es un país en que el capital li¬
quido es bastante raro, al mismo tiempo que vivamente bus¬
cado por un desarrollo económico que las circunstancias re¬
claman y que las condiciones naturales favorecen. El pro¬
blema es complicado y no pretendemos solucionarlo;^ pero nos
parece evidente que el progreso económico del país esta li¬
gado a una política de llamada y rápido desarrollo de los ca¬
pitales. De esta manera solamente podrá disminuirse el cos¬
to y hacer posible, por la disminución de la tasa de interés,
:]a transformación económica del país al mismo tiempo que la
elevación de las condiciones de las clases obreras de las ciu¬
dades y campos. .
“La tasa alta del interés tiene como contraparte ine¬
vitable los altos beneficios para las empresas productoras. Es
de toda evidencia que beneficios del 8 o 10 % no pueden arras¬
trar *el d'nero qu1. puede obtener más o menos el mismo pro¬
ducto sin esfuerzo ni peligro, por colocación en papeles se¬
guros. Es precisamente, la razón que impide un mejoramien¬
to rápido de las condiciones de trabajo -en lo que concierne
a un aumento de su participación en el producto. Estos he¬
chos tienen una importancia decisiva en la distribución de la
riqueza y su influencia se hace sentir en toda la vida econó¬
mica y social del país. . ..
“Me. Bride en su libro reciente sobre la constitución agn-
cola de Chile, pone en relieve la separación neta de clases so¬
ciales en el país V la influencia de la gran propiedad de la
tierra sobre la estratificación típica de la sociedad. Estos he¬
chos parecen difíciles de contradecir pero no hay que olvidar
que entre la clase de los grandes propietarios de la agricul¬
tura y el proletariado de las ciudades y campos', hay una
clase de financieros y de Jefes de empresas industriales y
comerciales cuya riqueza e influencia va cada día crecien¬
do. Esta clase se estratifica también y la razón que favo¬
rece esta estratificación es la posesión del capital, este bien
tan precioso por su rareza. Para el progreso de la vida na¬
cional es necesario que esa rareza disminuya ; entonces la po¬
sesión del capital no será el privilegio de un pequeño núcleo
de personas y la estructura d?l país será considerablemente
mejorada”. .
Crédito barato y crédito dirigido es lo que auspicia el
plan ministerial. Curiosas sonaran estas palabras a todos aque¬
llos que han hecho del comercio del dinero la base de su ri-
queza y que, olvidando que bubo tiempos en que se conside-
12
raba usura aún el más pequeño interésv se lian contentado con
invertir sus capitales en *el lucrativo negocio del préstamo.
Es cierto que entre nosotros no existen grandes fortunas que
solas realicen transacciones de crédito; pero sí las hay mu¬
chas que se dedican únicamente a los llamados “negocio de
Bolsa”, en vez de ocuparse en obras remunerativas para la
sociedad. Mal es éste que, aun suele agobiar al Estado y Muni¬
cipalidades a los que hemos visto, en cualquiera de los últi¬
mos regímenes, invertir gruesas sumas de empréstitos en
obras suntuarias, casinos, lujosísimos hoteles de turismo' y
aun pequeños desiertos artificiales de cemento, mientras to¬
do ese material de construcciones pudo aprovecharse en dar
abrigo y vivienda siquiera a las familias de los obreros que
trabajan en su construcción.
Toda una política del dinero va incluida en esas pocas
frases que, de llegar a realizarse, terminarían con otro de los
resabios coloniales de que habla Dragoni y que podría simbo¬
lizarse en el “préstamo para el viaje a Europa y el traje de
estreno de la niña casadera”. Como lo indican en su informe
los delegados de la S. D. N., sóto< se podrá interesar al ca¬
pital cómodo, acostumbrado a los intereses que recibe pací¬
fico en las bóvedas de un seguro banco, si se disminuye el in¬
terés al que ahora se cotiza en Europa y Norteamérica. Sólo
así se decidirá a aventurarse en las naturalmente aleatorias
posibilidades de un cultivo de rulo.
No sería completo el programa si no se consideraran tam¬
bién medidas tendientes a regular la circulación y consumo de
los alimentos pues, como dice el Ministro, “toda iniciativa
nue aumente la producción de un artículo determinado y que
no vaya acompañada de los mecanismos que estimulan al mis~
mo tiempo el consumo, da lugar a un desconcierto ten el mer¬
cado que desacredita dicha producción”. Para regular la
producción, el Gobierno posee organismos que le permiten el
control de la distribución y entre ellos se señala especial im-
norúvncia al Comisariato de Precios y a lcs Almacenes del
Seguro Obrero.
El primero de estos organismos tiene por delante una di¬
fícil tarea, especialmente en estos momentos de reajuste d*
salarios y sueldos que trae fácilmente un alza en los precios
ñor la. tendencia natural de los productoras de cubrirse a cos¬
ta del consumidor, de lo que edos en justicia deben sacrifi-
car de su ganancia . Injertos de leyes fundaméntalos en la
msticia social” v “mejor repartición de la riqueza” no pue¬
den prosperar sobre un tronco netament- capitalista en que
el productor está llano a aumentar los emulementos de sus
trabajadores siempre que no pierda el interés que estaba acos¬
tumbrado a ganar. Vencer esta posición es tarea difícil co-
iiio lo demuestra la interesante investigación hecha por el
Centro de Estudios Económicos de la Alimentación de Fran¬
cia que en otra oportunidad será comentado.
Rápidamente .esboza el plan Cruz-Coke las disposiciones
que podría tomar el Seguro -en sus almacenes para favorecer
el consumo de los alimentos más útiles, medida que. puede
hacerse extensiva a las pulperías de fábricas y establecimien¬
tos mineros y fundos que las posean. En estas ideas está tam¬
bién comprendida la del control de la propaganda comercial,
que ya en otras ocasiones hemos denunciado el peligro,
por basarse -ella en datos falseados que fácilmente pertur¬
ban el criterio del comprador.
También con el objeto de encausar el consumo hacia los
alimentos más necesarios se dá en la exposición Ministerial
una gran importancia a la labor de educación de las masas
•en materia de higiene de lá alimentación. Hemos analizado
este aspecto en otra parte. (Revista de Servicio Social T. X.
N.9 3 y 4 Jul. y Dic. 36 y T. XI N.° í, Mar. 37. Folleto
N.° 66 Rev. As. Social. Mar. 37), pero no podemos menios
que reproducir la interesante opinión sobre orientación edu¬
cacional que se contiene en el informe Cruz-Coke: “No es en
manera alguna exagerado afirmar”, dice al respecto, “que
tendrá mayor influencia en el progreso del país una educación
primaria que enseñe al niño primero a vivir correctamente,
comer, habitar, vestir y trabajar, que a leer correctamente”.
Conscientes de esta verdad, que es un sentir unánime en u
país, habíamos dicho en la Academia de Medicina de la ANEC
en su Semana Médica de Octubre de 1936. (Folleto N.° 62.
Rev. As. Social. “Situaciones como éstas son manifestacio¬
nes de la profunda ignorancia que hay en nuestro pueblo so¬
bre las normas elementales de la higiene de la alimentación,
problemas que sólo podrán ser solucionados con una activa
campaña educadora en que se den la mano patrones y maes¬
tros rurales, dejando un poco de lado las matemáticas y aun
la historia pasada, para enseñar a vivir al pueblo siquiera la
presente”.
Porque es especialmente en la población rural donde se
hace sentir la ignorancia popular que, “contrariamente a lo
que pudiera a priori creerse ... se encuentra en muy malas
condiciones de alimentación”, como hace notar el Ministro.
Es por -esto que, entre las medidas de orden inmediato que
propone en su plan, “se impone con urgencia las que asegu¬
ren a esa población el mínimo necesario, no para un simple
sustento vegetativo y un desarrollo precario de los niños, si¬
no para uno compatible- con los más modestos cánones de es¬
tructuración corporal”.
Nos referimos, pues, para terminar a dichas medidas que
iá
se presentan con la forma novedosa en que está concebido to¬
do el programa: se indica una ración mínima que todo pa¬
trón humano y conciente debe dar a sus inquilinos si quie¬
re ser llamado otra cosa que explotador del trabajo de su
gente. Simplemente “es necesario que cada niño de inquilino
pueda contar con medio litro de leche diario hasta los 8 años
y medio kilo de carne o leguminosas a la semana hasta los
15 y que a cada madre que cría se dé un litro de leche”.
“Obras son amores y no buenas razones”, como dice el
sabio refrán. No bastarán ya grandes declaraciones (en este
mes hemos oído tantas y procedentes de tantas bocas y ba¬
rricadas) para servir a la raza; a nadie se obliga coercitiva¬
mente, pues se organiza una “Asociación de propietarios agrí¬
colas que se coloca bajo la tutela del Ministerio de Salubri¬
dad” en la que se contrae el “cojmíprojniso” de dar >esa ración.
“Cada patrón o administrador sabrá de qué manera valerse
para solucionar su problema propio de acuerdo con sus ca¬
pacidades. A nadie se pedirá lo que no puede hacer, pero
“se ha imaginado este procedimiento con el objeto de que el
administrador se haga responsable de este programa mínimo,
compatible con les más pobres rendimientos agrícolas y cu¬
ya falta de cumplimiento no tiene excusas”.
He aquí lina medida que indica la altura de miras con
que se aborda el problema. Sabe el Ministro que “las solucio¬
nes propuestas y las medidas adoptadas podrían aparente¬
mente herir algunos intereses”; pero, también dice que “el
gobierno solicitará esta colaboración de los agricultores y es¬
tá seguro de recibirla”. La rancia tradición agrícola de Chi¬
le tiene abierto aquí de nuevo el campo para hacer flamear
pendones de nobleza con el mote único de “Servir”.
Pero el Gobierno está seguro que en su plan “se ha preo¬
cupado de lesionar los menos intereses, teniendo en cuenta
la salud del pueblo”. Por eso “se ejercitará, sí, toda la in¬
fluencia necesaria para que no deje de hacerse lo que cada
cual está en condiciones de realizar”. He aquí una sana y
cristiana concepción del papel del Estado en que nuevamente
encontramos conceptos de copa Papal : promotor de la ini¬
ciativa, particular, realizador cuando esta; falla. Habría sido
fácil al Gobierno el abordar ccn sanciones coercitivas este
problema ; pero, la sagacidad del Ministro le ha hecho ver
que en toda obra do verdadero alcance social debe contarse
con la colaboración conciente de los diferentes elementos in¬
teresados en ella.
Esta idea de colaboración que lleva envuelta la Asocia¬
ción de Propietarios le dá un nuevo carácter y la transforma
en un paso meditado y conciente hacia la organización de las
fuerzas productoras en un verdadero sentido social, que ha-
15
ce agruparse a cada uno según la función desempeñada en
el organismo de la sociedad. No podemos imaginar que exis¬
tan patrones que desoigan esta voz que no envuelve progra¬
mas de realización populachera ni de alcance asambíeístico,
como las que hacen tantas de nuestras organizaciones gre¬
miales. No se ofrece la posibilidad de obtener ni representa¬
ciones ni cargos gubernamentales desde donde sacrificarse
por la nación; quienes ingresen a la asociación la servirán
realmente en la raza del mañana y cada uno de ellos podrá
sentirse ligado a un paso del progreso real de nuestra nacio¬
nalidad.
No podemos analizar el cúmulo de medidas de orden in¬
mediato que contiene la: segunda parte del informe-progra¬
ma; abarcan ellas tópicos interesantísimos como el del fomen¬
to de la lechería, carnes de Magallanes, organización de la
pesca, política del abono conciente, etc., etc. Todas ellas in¬
dican, como lo decíamos desde un comienzo, la comprensión
total del problema que se ha abordado y cómo todo el de la
alimentación llega a concentrarse taimbién, como tantos otros
sociales, .en el únicq, profundo, difícil de controlar, el de la
tierra. “Cerca del 50 % de la población del país vive en los
campos” dice e,l Ministro “y toda ella, directa o indirecta¬
mente vive de la agricultura”. Los detentadores de la tierra
tienen, pues, la palabra y el Ministro les abre caminos para
que voluntariamente los recorran.
“Pero, una negativa a colaborar justificará otra seme¬
jante del Estado en lo que a la ayuda que por diferentes ser¬
vicios fiscales recibe continuamente de parte de éste”, dice
también el informe. Se vé, pues una voluntad firme de crear
una conciencia social y a su vez de dar al Estado su verdade¬
ro significado de colaborador de la iniciativa privada, pero
prodigándola aquellos que a su vez miran antes a la Patria
que al mezquino interés personal.
Un solo defecto encontramos al .espléndido programa : ser
demasiado completo, por lo que exige, para su realización in¬
tegral, un cambio de mentalidad, tanto en las esferas guber¬
nativas como aun en los mismos favorecidos, que sólo una
intensa campaña social puede despertar. Concepción de una
inteligencia imbuida de completos y cristianos principios fi-
losófico-sociales, tendrá que estrellarse ante ¡el materialismo
frío de los magnates del dinero y de la tierra y sólo- una' vo¬
luntad férrea puede asegurar el triunfo de la bella idea que
su plan contiene. Quienes están en comunidad espiritual ccn
el impulsor de esta campaña de bien nacional, están obliga¬
dos a ser los prifmeros en sembrar en sus tierras la semilla
de la raza fuerte del mañana.
Julio Phllippi
Maritain y el problema político
Conocida es ya la carta de Jacques Maritain sobre la
independencia. En un número anterior de esta revista se re¬
produjeron sus partes principales, brevemente comentadas,
y su texto completo ha sido publicado por el semanario “Pre¬
sente (Editorial Ercilla) en su N.9 7. Como es bien sabido,
la mencionada carta ha sido la causa de grandes polémicas,
no sólo en el campo intelectual, sino aún, en el político de
Francia y de otros países. La actitud de Maritain ha susci¬
tado toda clase de reacciones : elementos de derechas han
creído ver en ella un apoyo franco a las fuerzas de izquier¬
da; se ha hablado hasta de una posible excomunión del ya
célebre filosofo. Por su parte las izquierdas han proclamado
con alborozo la conversión de Maritain a su credo político.
Pero, unas y otras han sido enérgicamente desmentidas por
él mismo.
Nada extraño tiene que la carta sobre la independencia
haya provocado tanto revuelo, también entre los católicos. En
un mundo movido por pasiones y en que ya casi nadie rar
ciocina, molesta que se hable de “ independencia ”, y sobre
todo, que se hable en la forma clara e ‘ 'independiente ’ 9 que
Maritain lo ha hecho.
La libre concurrencia en el mercado económico, eje de
la economía del siglo XIX, habría de engendrar necesaria¬
mente una lucha, primero entre individuos, más adelante
entre masas agrupadas sobre dicho mercado. Esta lucha, cir¬
cunscrita en sus comienzos al campo de la producción, ha¬
bría de irradiar necesariamente a los otros aspectos de la
vida social y política. En un mundo materializado, en que
el afán de la riqueza lo domina todo, la libertad para el
juego de los intereses económicos había de terminar por diL
vidir la sociedad entera, en todos sus aspectos y actividades
fundamentales, en dos bandos irreconciliables, en “derechas”
e “izquierdas” (1). Y, como decíamos, 'en un mundo así, en
que la gran masa ya no piensa, sino que se agrupa en la
defensa o el ataque de intereses y situaciones forzosamente
había de provocar escándalo quien hablara de independencia.
Con la serenidad y firmeza que caracteriza al filósofo,
y sobre todo al filósofo cristiano, proclama Maritain, por
(1) Las raíces del problema político, tal como se plantea hoy
día, son sin duda alguna en gran parte de índole económica.
verdad inmutable, objetiva, superior a todas las miserias
del hombre, de la verdad que, según el Evangelio, nos hará
libres. El no pretende convencer a ninguno de los dos ban¬
dos; su tarea consiste en esparcir un poco de claridad y
ayudar así a los que sinceramente tratan de “resistir a to¬
das las solicitaciones de odio o de injusticia, y mantener
libre el espíritu en un momento en que las mentiras con¬
vencionales presionan por todas partes, en que la (prensa
que defiende el orden establecido rivaliza en incitaciones con
la prensa revolucionaria; en que se ha hecho de la mentira
el arma política por excelencia, como si en este terreno la
calumnia se convirtiera en pecado venial”.
Como decíamos más arriba, el plan general de la carta
es ya conocido de nuestros lectores. Después de establecer
las diferencias y campos respectivos de la filosofía especu¬
lativa y de la filosofía práctica, entra a referirse a la liber¬
tad del cristiano frente el mundo. “Verbum dei non est alli-
gatum. La libertad del cristiano tiene su raíz en la libertad
de Dios”. Como cristianos, somos portadores de la verdad,
y ésta nos hace libres. Y no libres para encerrarnos en un
bando social y económico, sino libres precisamente para man¬
tener “la luz sobre el candelero, a fin de que alumbre a to¬
dos los de la casa” (1). “No se puede encubrir una ciudad
edificada sobre un monte” (2).
Desgraciadamente, no todos lo entienden así, “¿Por
qué no declarar aquí el conflicto interior que, a mi juicio,
obstaculiza muchos esfuerzos generosos en pro de la expan¬
sión del reino de Dios? El instinto social o sociológico, que
pertenece al mundo, al instinto de la colectividad terrestre,
pretende colocar a los cristianos en un mundo cerrado —
quiero decir, en el orden temporal mismo, en el orden de la
civilización, — es una fortaleza levantada por la mano del
hombre, detrás de cuyas murallas todos los buenos estarían
reunidos, para luchar desde allí contra todos los malos que
la asedian. El instinto espiritual, que pertenece a Dios, e.xi-
ge a los cristianos que se dispersen por el mundo que ha
creado Dios, para llevar a él su testimonio y para vivificar¬
le. En realidad, los buenos y los malos están mezclados en
todas partes, hasta tn la Iglesia; y la imagen de una forta¬
leza o de una ciudadela, que se refiere al mundo, debiera
más bien, en el actual estado del mundo, dejar paso a la de
unos ejércitos en campaña realizando una guerra de movi¬
miento. Las murallas temporales existentes no son las de un
mundo cristiano, sino las de un mundo apostata. Hay que
sobre los bandos en lucha, los fueros de la. verdad, de la
(1) S. Mateo, V-15.
(2) Id. V-14 .
IB
defender todo cuanto subsiste en él, aún de valores huma¬
nos y cristianos, pero es necesario también, en la medida
del esfuerzo humano, crear un mundo nuevo, un nuevo mun¬
do cristiano”. Y esta defensa de los valores subsistentes,
como asimismo la construcción de un mundo nuevo, también
en lo temporal, abocan al cristiano al problema de la ciudad,
ai problema político.
¿Y qué actitud cabe tomar ante los dos bandos en lu-
csa? Frente a ambos mantiene Maritain su independencia;
él no es políticamente ni de izquierdas ni de derechas, “co¬
mo muchos que aspiran — con razón — a remontar la opo¬
sición de dos mundos de prejuicios y de ilusiones”. La ac^-
titud de Maritain no significa atrincherarse en lo espiritual,
huyendo de la realidad inmediata ; significa, como en tantos
otros, la voluntad “de mantener en lo temporal, y para lo
temporal, no sólo el necesario trabajo orgánico, las activida¬
des cívicas, culturales y sociales que requiere el bien común
temporal y que le sirven mejor que las discordias civiles,
sino también una determinada concepción política, un de¬
terminado testimonio político', un determinado germen de
actividad política que se consideran indispensables patfa el
porvenir de la ciudad y de la civilización”.
En una conferencia dada en Buenos Aires a un círculo
de intelectuales que se (agrupan alrededor de la revista “Sur”,
seguida de un interesantísimo debate, precisó aún más M^a-
ritain su posición:
“En lo que concierne al Frente Popular, creo que im¬
plica un equívoco muy peligroso. ¿Por qué? Porque, en pri¬
mer lugar, se presenta como una alianza entre todos los par¬
tidos que no quieren la dictadura : y entonces comprende¬
mos muy bien que concepciones de libertad realmente diver¬
sas al extremo, y aún opuestas unas ta otras, puedan formar
tal alianza. Poco importa, si la aspiración es un resultado
puramente negativo: impedir algo. Este es el primer aspecto.
Pero en seguida hay otro ; inmediatamente se pasa a algo po¬
sitivo, y éste es a mi parecer, el hallazgo genial de Dimitrof
(1); se pasa a un programa común, a una acción política co¬
mún, a un dinamismo común en que, naturalmente, el comu¬
nismo será el animador de la masa entera, y ésta servirá de
materia privilegiada 'a la propaganda de ideas comunistas,
mientras los otros partidos se hallarán al mismo tiempo arre¬
batados por el más ardiente dinamismo partidario y ¡ataca¬
dos por una como timidez, por el temor reverente de no parecer
bastante avanzados. Se aquí pues, el tenebroso equívoco
doctrinal que se produce entonces : concepciones políticas no
sólo distintas sino opuestas producirán un movimiento común,
una acción positiva común”.
(1) Organizador del Frente Popular francés y a quien se atri¬
buye la idea de tales organizaciones.
En cuanto a las derochas, son para Maritain la otra reac¬
ción “biológica” de un mundo en descomposición. “El hom¬
bre puro de derecha detesta la justicia y la caridad, prefi¬
riendo siempre y por hipótesis, según la frase de Goethe, la
injusticia ai desorden”.
No está tampoco de acuerdo Maritain con el concepto sim¬
plista, corriente en las derechas, que, creen ver en el eomu-
rasmo sólo las malas pasiones de los que desean lo ajeno. “Mi¬
rando las cosas en forma global, podemos reconocer tres cau¬
sas generales del desarrollo del comunismo. La primera y
más importante es la miseria y humillación de las masas; la
segunda, el egoísmo y la incomprensión de las clases domi¬
nantes, a lo cual se unen las amenazas dictatoriales de ciertos
partidos políticos, y en tercer lugar, Moscú y la propaganda
marxista. A estas tres causas hay que atender, «y¡ la tercera
es eficaz sólo porque median las otras dos”.
En suma, proclama Maritain su independencia frente a
los dos partidos en lucha: “de izquierda o de derecha, a nin¬
guno pertenezco’
No es la posición de Maritain la única lógica para un
cristiano. ¿Puede el cristiano, portador de la verdad y del
mandamiento nuevo de amarnos como Cristo nos tama, aban¬
derizarse en una de las fracciones en lucha sin correr el pe¬
ligro de “hacer blasfemar del nombre de Dios?” Lo estamos
palpando en España: Franco con sus musulmanes y los vas¬
cos dirigidos por comunistas, proclamándose respectivamen¬
te representantes de la causa de Dios ¿no hacen blasfemar de
su nombre? Y muy lejos de nosotros criticar a uno u otro
bando; cuando las cosas llegan al extremo de España no que¬
da sino repeler la violencia con la violencia, pero hacer de
ésta guerra una especie de cruzada santa, allí está el error
en que ningún cristiano puede caer. Es la lucha final de dos
fuerzas “biológicas” de un mundo en descomposición, como
las llama Maritain.
¿Cuál ha de ser nuestra labor en el campo político? Pa¬
ra Maritain, el problema a que estamos enfrentando e,s la
construcción de una nueva cristiandad. Para ello, “lo que
es necesario siempre y por -encima de todo, es qué los cris¬
tianos den en todas partes testimonio del espíritu ¡a que per¬
tenecen”. “Mucha vigilancia se precisa para ofrecer refugio
en el alma a verdades despreciadas por los hombres, y para
practicar, cuando juzgamos los acontecimientos y los actores
del drama temporal, la, verdad que nos exige el Evangelio. Y
esta vigilancia interior ee traduce en lo externo por palabras
y actos. Y de este modo cada alma vigilante crea a su alre¬
dedor una irradiación eficaz de paz y verdad. Tenemos por
seguro que si tales centros de irradiación fuesen numerosos
en el mundo, muchas cosas cambiarían aún en la vida polí¬
tica de los pueblos; muchos males serían '"imposibles ; muchas
dificultades, inextricables en apariencia, encontrarían solu¬
ciones imprevistas’
En el orden concreto de lo temporal, propone Maritain
una doble labor: la una, que él llama de “objetivo alejado”,
o de “medicación heroica”, consiste en la formación de una
conciencia cristiana en lo político, unida a realizaciones con¬
cretas en orden a la reconstrucción de la ciudad temporal.
Para ello se formarían grupos de labor intelectual y de pro¬
paganda, de cierta labor social y aún política, que él deno¬
mina “familias políticas”, en las cuales se agruparían hom¬
bres “decididos a reanudar bajo distintas modalidades los
métodos — transferidos a la esfera temporal — de los anti¬
guos cristianos y de los apóstoles de todos los tiempos”.
La otra labor que él denomina de “objetivo inmediato”
o “medicación de sostén”, que responde al problema angus¬
tioso, sobre todo en Francia, en que no existe actualmente la
posibilidad de una posición independiente del Frente Popular
o del Frente Nacional, consistiría en la formación de lo que
él llama un “tercer partido”. “No debe considerársele como
un partido que dispute el terreno a los otros partidos en el
mismo plano de las maniobras políticas y de las combina¬
ciones electorales y gubernamentales, sino como una gran
reunión de hombres de buena voluntad, conscientes de la uni¬
dad moral que subsiste, a pesar de todo, entre los franceses,
y asignándose ese fin realmente muy político, pero superior
a las pasiones partidistas, de hacer imposible la guerra civil
no tan sólo induciendo por medio de incesante propaganda
moral, a los franceses a reconocerse unos a otros, sino apo¬
yando y suscitando las medidas reformadoras realizables en
cada momento, y dirigiéndose9 siempre, cualesquiera que sean
las fluctuaciones y las vicisitudes del movimiento de la vida
política, hacia lo que sirve realmente a la justicia y a la paz’ ’.
Para qué negarlo; no comprendemos bien esto propues¬
to por Maritain . Sin entrar a las luchas eleccionarias y guber¬
namentales, ¿podría considerársele como una agrupación po¬
lítica que salvara del dilema Frente-Nacional o Frente-Popu¬
lar? Y si lo hace, si participara en la política diaria, ¿no lle¬
garía a ser bien pronto un nuevo partido, como todos los de¬
más? Por otra parte, una agrupación con fines temporales in¬
mediatos no puede desligarse de todas las cuestiones técni¬
cas que el alcance de sus fines implican, y en estas cuestio¬
nes punto menos que imposible obtener la uniformidad de
criterios que exigiría, para poder actual, la entidad que Ma¬
ritain propone.
¿No estará más bien la solución del problema político
21
inmediato en el robustecimiento do verdaderas comunidades
cristianas de fe y caridad, que hagan posible una actitud tam¬
bién cristiana de sus miembros en cualquiera que sea el cam¬
po político que se encuentren En un mundo en que la lucha
por lo temporal se desarrolla en un ambiente que no tiene
ya casi nada de cristiano, ¿cabe otra cosa que la labor de
fermento que hizo triunfar a los primeros discípulos de Cris¬
to dentro del imperio romano? ¿No habrá que aplicar en el
campo político lo que el mismo Maritain dice: “el cristiano
debe estar por todas partes, y permanecer siempre libre”, y
no tratar de formar nuevos grupos contingentes en los que
la unidad será punto menos que imposible? Nos inclinamos
más bien a creer que es una actitud cristiana de los cristianos
(aunque parezca paradógico) lo que hace falta, y no una
nueva organización. ¿No pueden acaso defenderse los valo¬
res actualmente subsistentes mediante una labor decidida y
franca en apoyo de los elementos de verdad que andan dis¬
persos en las diferentes fracciones políticas? La unidad de
los cristianos en esta labor de fermento dentro de un nuevo
mundo pagano no sería consecuencia de determinadas agru¬
paciones temporales, sino de su mismo carácter de cris¬
tianos.
Es éste ,sin duda un problema de difícil solución para
quien quiere mantener su independencia en medio de las di¬
versas corrientes. Pero, cualesquiera que sea la solución que
se le dé, un principio es indiscutible : como cristianos, cual¬
quiera que sea la “medicación de sostén” que adoptemos, ha
de ser conforme y dentro de las supremas normas de justi¬
cia y caridad que han de informar nuestra política de “obje¬
tivo alejado”: la construcción de una nueva cristiandad.
“Se habla a menudo, y con mucha razón, del principio del
mal m'enor. El mayor mal — agrega Maritain — es que los
valores evangélicos, los valores de verdad, de justicia y de
amistad fraternal (de los cuales depende el bien común tempo¬
ral de las ciudades y de las civilizaciones en sus elementos más
elevados), y la esperanza terrena de los hombres, dejan de ser
manifestados a,l mundo ñor los que tienen la responsabilidad
del nombre cristiano. “No hay mal mayor que dejar sin testi¬
monio — me refiero al orden temporal mistmo y en relación;
al bien temporal — la justicia y la caridad”.
En cuanto a las características sociales-eeonómicas de
esa nueva cristiandad, tal como la piensa Maritain, no po¬
demos menos de transcribir la pregunta que le fué formulada
en la discusión a que más arriba hemos hecho referencia, y
su respectiva respuesta:
“Señorita María Rosa Olivier: Quisiera preguntar a M,
22
Maritain si una sociedad basada en los principios evangélicos
no sería lo que se llama hoy de “extrema izquierda”
“M. Maritain: Cdeo que en lo que toca a las soluciones
técnicas, por ejemplo, la organización del trabajo y de la
distribución, el sindicalismo, la participación de la inteligen¬
cia obrera en la dirección de las grandes empresas industria¬
les, etc., habría analogías entrlé las soluciones vigentes en tal
sociedad y las que encara el pensamiento de ‘ 1 extrema izquier¬
da”. No obstante, tales soluciones serían sustancialmente dis¬
tintas por estar animadas por diferentes principios éticos;
serían solucionar originales, en las que la idea de la persona
humana desempeñaría el papel fundamental. Los principios
éticos son los que dan su carácter específico a las soluciones
económicas... La filosofía que determina el carácter de la
extrema izquierda es íel materialismo dialéctico ; no es compa¬
tible con la sabiduría evangélica”.
En resumen, la posición de Maritain es la posición digna
e independíente propia del pensamiento cristiano integral. “El
cristianismo no entrega su alma al mundo. Pero debe ir hacia
el mundo, debe hablar al mundo, debe estar en el mundo y
en lo más hondo del mundo ; no solamente para dar testimo¬
nio 'ante Dios y la vida eterna, sino también para cumplir co¬
mo cristiano su oficio de hombre en el mundo, y para hacer
avanzar la vida temporal del mundo hacia las regiones de
Dios. Y en el mnndo y en lo más hondo del mundo debe man¬
tener intacta contra el mundo una doble independencia: pri¬
meramente. la de su fe, la de la palabra de Dios, la de las
virtudes orientadas hacia la vida etern!a ; v en segnndo lugar,
también, la de su actividad temporal de cristiano, la indepen¬
dencia de las que, dando a la palabra “política” toda la am¬
plitud que le daba un Aristóteles, puedan llamarse las virtu¬
des políticas cristianamente encauzadas hacia la vida tempo¬
ral y el bien de la civilización humana”.
«EL IMPARCTAL»
DIARIO DE LA TARDE
Las mejores informaciones.
No explota la crónica roja.
i
23
Clemente Pérez Pérez
Los efectos de la Ley de Empleados
Particulares
Después de discutirse largamente por la prensa, y de un
estudio no menos detenido de las Cámaras, se dictó, como
ya es sabido, el 8 do Febrero último, la Ley 6020, que mejora
la situación de los empleados particulares.
Para legislar sobre este tema había que salvar una pri¬
mera dificultad : la {negativa de numerosas personas para
conceder al Estado el derecho a intervenir en estos aspectos,
derecho innegable si miramos el problema con un criterio
moderno y social. El paso resultaba difícil porque contraria¬
ba una buena masa de opinión, reacia a toda ingerencia es¬
tatal en este género de materias. Pero, por desgracia, al ven¬
cerse este escollo, no se tuvo a la vez en cuenta la circuns¬
tancia de que el Estado no cuenta todavía en Chile con los
medios apropiados para asegurar y garantizar el buen re¬
sultado y cumplimiento de leyes, que, aunque, muy bien in¬
tencionadas, pueden ser causa de profundos trastornos socia¬
les y convertir un bien en un nuevo factor de desorden. Es
esto lo que ha ocurrido con la Ley en referencia: la incapa¬
cidad absoluta del estado liberal para enderezar por medio
de una medida unilateral y aislada todo el curso de nuestra
economía anárquica. Si en el país se contara con poderosas
organizaciones de patrones y de empleados, a las que se die¬
ra la representación de sus respectivos intereses, se evitarían
innumerables atropellos de que los asalariados han sido ob¬
jeto y se impediría 1a, fijación arbitraria de sueldos por una
ley. Pero nada de esto existe.
La necesidad de aumentar los sueldos y salarios es evi¬
dente y nadie con un mediano conocimiento de la realidad
podría argumentar lo contrario. Pero no sólo se debe consi¬
derar la necesidad de aumentar los sueldos, que no es sino
principalmente un efecto de la carestía de la vida. Hay que
tomar en cuenta que el monto de los sueldos en pesos no es
lo fundamental, sino en realidad la capacidad adquisitiva del
dinero ganado. Al aumento de los sueldos de los empleados
públicos siguió un nuevo aumento del costo de vida, que vino
24
a perjudicar a los empleados particulares y a los obreros.
Al mejoramiento actual ha seguido una nueva carestía de la
vida que está afectando a todos y en especial a los emplea¬
dos públicos, a los obreros y a los mismos empleados parti¬
culares, en su gran mayoría, debido a la burla que se ha he¬
cho de la Ley. Sucedió lo inevitable dentro de un sistema
de economía incontrolada como el nuestro. A la orden re¬
recibida por los patrones de aumentar los emolumentos a
sus empleados han contestado éstos, para asegurar sus ga¬
nancias, con la subida de los precios de sus productos. En
general todo ha subido, de tal suerte que teóricamente y en
el papel se ha mejorado la situación de los empleados parti¬
culares. Prácticamente continúa igual o peor que antes, sal¬
vo raras excepciones. Si se regula >el alza de los sueldos de
los empleados particulares, debe controlarse también la pro¬
ducción y regularse las ganancias que pueden obtenerse. Es
este un aspecto que no se tomó en cuenta, y como veíamos
anteriormente pasará por este motivo a ser letra muerta una
ley con una inspiración innegablemente buena. Debería ha¬
berse creado previamente un organismo encargado de dirigir
estos aspectos y después legislar en el sentido que se ha he¬
cho. Se habría producido parte del bienestar que se deseaba
y contribuido a una equitativa repartición de la riqueza, evi¬
tando la acumulación de las ganancias sólo en manos del ca¬
pital con perjuicio evidente r>ara la colectividad.
A la incapacidad del Estado, tenemos que agregar la
absoluta indefensión de los empleados, que muy bien cono¬
cen los que no cumplen habitualmente con las leyes y la
carencia de enérgicas, eficaces y verdaderas sanciones. Es¬
tos factores y las numerosas necesidades de los empleados
los han obligado en gran parte a ceder sus derechos legítimos.
Eíav algunas empresas que merecen señalarse por haber cum¬
plido íntegramente y sin dilaciones con la ley, pero en cam¬
bio hay otras — y no son las menos — que han cometido im¬
punemente toda clase de abusos para eludir sus disposicio¬
nes. Así por ejemplo, en una gran casa comercial se ha he¬
cho renunciar a todos sus empleados con fecha anterior a
la de la Ley, de tal manera que cuando ella se dictó a los
empleados no les correspondía percibir ningún aumento de
sueldo. En otra se les ha dado a ootar entre despedirlos des¬
pués de los 6 meses fijados por la Ley o que reciban sus pa¬
gos en cheques, con los aumentos que ella establece, de los
cuales deberán reintegrar privadamente a sus patrones, o la
totalidad de los aumentos, o parte de ellos. En esta forma
se fabrica un comprobante de que los patrones han cumplido
con la Ley y nadie logra percatarse de la burla jquie se hace
de ella. En otras partes, en fin, se ha recurrido al sistema
25
de los descuentos en planillas de sumas igual-es a las perci¬
bidas por aumentos, etc. En general, con estos procedimien¬
tos y otros más complicados se anulan prácticamente los
efectos de la Ley.
Por otra parte, jamás ha sido deseable la fijación arbi¬
traria de salarios mínimos ni menos por una Ley. Considero
que habría sido preferible no fijar este aumento transitorio
sino dejarlo en definitiva a los organismos reguladores que
se creen. Porque si bien es cierto que a muchos sólo dismi¬
nuirá parte de las ganancias, a otros puede llevarlos a la
ruina.
En resumen, si analizamos con cierta detención losi efec¬
tos de la Ley, podemos decir que no son tan satisfactorios
como pretenden algunos, aún aquellos que la impugnaron
y que después de dictada, por ser de carácter social, no des¬
precian su paternidad.
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26
Jaime Eyzaguirre
De la libre concurrencia a la Economía
Dirigida
Problema muy importante en la economía moderna es
el referent-e al ajuste que debe existir entre la producción y
el consumo, como también el que trata de las relaciones del
capital y del trabajo. En la época de la industria familiar
claro está que no podían suscitarse las dificultades nacidas
con la implantación del moderno régimen capitalista. El ca¬
pital y el trabajo estaban confundidos en unas mismas ma¬
nos de manera que el antagonismo entre ambos factores de
la producción no podía originarse. Además, regulándose esta
última de acuerdo con las necesidades de la propia familia
no podían ocurrir entonces las graves crisis de sobreproduc¬
ción. endémicas del moderno régimen económico.
Otro tanto puede decirse respecto de la industria ma¬
nufacturera en los tiempos medioevales, que estaba sonre-
tida al control de las corporaciones que reglamentaban el
ejercicio de la profesión determinaban los salarios y fija¬
ban los precios. Pero este sistema comenzó a declinar al ini¬
ciarse la Edad moderna, transformándose los organismos cor¬
porativos, otrora interesados en el bien común, en monopo¬
lios cerrados y egoístas.
En su afán de liberar a la economía de trabas odiosas,
los economistas de los siglos XVIII y XIX, yendo al extre¬
mo opuesto, señalaron como la panacea el régimen de la
más completa independencia del individuo y condenaron to¬
da reglamentación o control, vinieran estos diel Estado c
de las corporaciones. De esta manera nació el régimen de
la libre concurrencia, que ha dominado la vida económica por
espacio de más de un siglo.
Se entiende por régimen de libre concurrencia aquel en
que se permite a los individuos competir ampliamente den¬
tro de los medios legales para obtener de esta manera las
mayores ventajas en el campo económico.
Entendida de esta manera, la libre concurrencia lleva
involucrada :
27
1.9 — La libertad de escoger cualquier profesión, oficio
o trabajo y el lugar donde se desee ejercerlos;
29 — La libertad de contratación, esto es, el derecho de
ligarse mediante cualquier obligación lícita ; y
3.9— La libertad do disponer como se quiera de los bie¬
nes materiales sobre los cuales se ejerce derecho de dominio.
Es indudable que el régimen de la libre concurrencia
trae consigo algunos beneficios. En efecto, en la competen¬
cia el productor encuentra estímulo y aliciente para actuar
en la vida económica. Gracias a ella la industria se desen¬
vuelve y encuentra un campo propicio para su expansión.
Contribuye también la competencia a perfeccionar los pro¬
ductos y abaratar los precios, todo lo cual redunda en bene¬
ficio de los consumidores.
Pero también es evidente que el régimen de la libre con¬
currencia trae consigo notorios inconvenientes.
En primer lugar, parte él de un error fundamental y
es el de considerar al hombre como un ser aislado que no ha
de moverse más que impelido por el acicate de su propio
y exclusivo interés, olvidando que de la connivencia con
los semejantes emanan numerosas obligaciones que cumplir
y derechos que respetar, y que el interés social no puede en
manera alguna sacrificarse al capricho o egoísmo de una
sola persona. Por otra parte, si dentro del sistema de la li¬
bre concurrencia triunfaran siempre los más capaces, como
pretenden sus sostenedores, bueno sería sin duda, pero lo
que ocurre con más frecuencia es lo contrario. La victoria
se inclina de parte del más audaz e inescrupuloso, de aquel
que no mide sus medios para abatir al contrario o del que
dispone de más poder financiero, aunque no se hermane con
él la necesaria capacidad ni honradez. De ahí que la libre
concurrencia, en la mayoría de los casos, venga a favorecer
a los elementos adinerados o inmorales y a traer el perjuicio
consiguiente de los pobres y honestos, consolidando a la
postre la dictadura de unos pocos en el campo económico.
Además, si bien es cierto que la libre concurrencia trae
el abaratamiento de los productos, no lo 'es menos que el
empresario, acosado por la competencia, no encuentra a me¬
nudo un medio mejor de resarcirse de las pérdidas sufridas
que reducir los salarios de sus obreros, lo que viene en úl¬
timo término a lesionar los derechos de la clase menos pu¬
diente, que, desprovista como está dentro de este régimen de
libertad incontrolada, de toda protección del Estado o de
las corporaciones profesionales, está expuesta con frecuen¬
cia a sufrir la más inicua explotación.
Pero sin duda la resultante más típica del régimen de
la libre concurrencia, es la producción de las crisis.
28
Las Crisis
Consisten las crisis en graves perturbaciones ocurridas
en el campo económico, motivadas principalmente por el des¬
equilibrio entre la producción y el consumo.
Mucho ha preocupado a los economistas el aparecimien¬
to regular de las crisis cada cierto número de años, general¬
mente diez. Se han buscado al respecto toda clase de expli¬
caciones y hasta algunos han creído encontrar causas astro¬
nómicas que provocarían una disminución de la producción
agrícola. Pero la razón de las crisis hay que buscarlas fun¬
damentalmente en el estado anárquico de la economía, falta
de toda dirección y entregada en forma ciega a los vaivenes
de la libre concurrencia. Es indudable que también dentro
de un régimen de economía dirigida pueden ocurrir calami¬
dades, como la pérdida total de las cosechas motivadas por
accidentes propios de la naturaleza y que no está en la ma¬
no del hombre evitar. Pero la imposibilidad de adaptar la
■producción al consumo, por el desconocimiento en que se
hallan los empresarios de la extensión de las necesidades,
de la cantidad de artículos similares que Van a producir
otras empresas y -de los que ya tienen en su poder los co¬
merciante y consumidores, desconocimiento que los hace obrar
a tientas y oue los arrastra en un plazo más o menos cerca¬
no a una crisis de sobreproducción ; como asimismo la con¬
cesión abusiva de créditos para el establecimiento de empre¬
sas sin perspectiva económica o la aplicación a la industria
de máquinas que al desalojar la mano de obra van a aca¬
rrear la cesantía de innumerables trabajadores, no podrían
presentarse en una sociedad que tenga su economía sometida
a un plan ordenado, racional y de efectivo control.
La Crisis Mundial
La reciente crisis mundial es más que una simple cri¬
sis periódica. Ella reviste características de especial grave¬
dad y dada la situación porque atraviesa el mundo actual,
de una profunda revolución ideológica en todo orden de co¬
sas, parece nue la crisis marca el fin del sistema económico
basado en la libre concurrencia ^mo principio supremo
ya sea mediante un socialismo de Estado, va por medio de
la organización corporativa.
Variadas han sido las circunstancias que provocaron el
estallido de la formidable crisis oue ha asolado por varios
años a toda la humanidad y que se iniciara en Noviembre de
1929 con una ruidosa caída de los precios en la Bolsa de
Nueva York,
29
Puede señalarse como una de las caucas generadoras de
la crisis la inusitada expansión del crédito por los Estados
Unidos al término de la gran guerra. La concesión de em¬
préstitos a los países de Europa y América sin un plan de¬
terminado debía traer necesariamente un gran incremento
de la producción y un notable perfeccionamiento en la téc¬
nica, pero todo ello, claro está, a cambio de una sobrepro¬
ducción colosal y un desplazamiento del obrero por la má¬
quina. Contribuyó a precipitar los hechos la enorme cosecha
obtenida en 1929 en Europa, que hizo que este continente,
hasta entonces surtido con los productos de otros lugares,
disminuyera la demanda de los mismos, ocasionando así en
estos últimos países una acumulación de materias primas
sin salida. Este hecho, que también se repitió en el campo
industrial, se tradujo en una considerable baja de los pre¬
cios y en la quiebra y ruina de numerosas empresas con el
consiguiente aumento de la desocupación obrera, ya iniciada
por el maqumismo.
Correlativa a esta sobreproducción, ha de señalarse, co¬
mo una de las circunstancias determinantes de la crisis, la
disminución del consumo. Ella tuvo en parte su origen en
el hecho de que al término de la guerra mundial, los países
que tenían contraídas deudas con los Estados Unidos y Fran¬
cia, debieron destinar a su pago una buena cantidad de la
renta nacional que habría podido, en caso contrario, em¬
plearse en la adquisición de artículos de consumo. Ahora
bien, con la supresión de los empréstitos por los Estados
Unidos y Francia en 1929, se acumuló en _estos países por
capítulo de las deudas de la guerra, una gran cantidad de
oro, originándose la deflación en todos los países donde este
metal servía de base al sistema monetario y, como resultado
de ella, la caída de los precios. Otro hecho que restringió
el consumo fué la considerable baja de la plata, que reper¬
cutió fuertemente en los países de oriente que la tenían co¬
mo base monetaria, ocasionando en naciones tan pobladas co¬
mo India y China un considerable descenso en el poder ad¬
quisitivo de sus habitantes.
Los Sindicatos, y el Régimen de Monopolio
Como una natural reacción ante los inconvenientes y
peligros de la libre concurrencia, tanto los obreros como los
patrones se unieron al margen de la ley para resistir mejor
los embates de ese régimen anárquico. De esta manera se
fueron formando poco a poco los sindicatos que al agrupar
en su seno a los obreros, antes aislados y sometidos a la
30
omnímoda voluntad patronal, pudieron hacer efectiva la de¬
fensa de los derechos de la cíase trabajadora.
A su vez los empresarios, presionados por la fuerza de
los sindicatos obreros, buscaron también en la asociación la
manera de contrarrestar a estos últimos y, al mismo tiempo,
deseosos de neutralizar los dañosos resaltados de, la com¬
petencia, quisieron sustituirla por el régimen de monopolio
mediante los llamados carteles y trusts, verdadero intento
unilateral de dirección de la economía.
Los carteles consisten en acuerdos de los empresarios
del mismo ramo de la producción, por los cuales se compro¬
meten sea a no pagar precios más ^levados por las materias
primas, sea a no otorgar al trabajo condiciones más favora¬
bles de las existentes, sea a limitar a una determinada can¬
tidad la producción de las diversas empresas que los suscri¬
ben, sea a distribuirse el mercado, sea a fijar el precio de
los productos, etc.
Los trusts, en cambio, consisten en la unión o fusión de
las empresas de una rama de la producción, que pasan a
constituir una sola gran sociedad.
Pero estas grandes concentraciones económicas, que bien
dirigidas podrían reportar grandes beneficios, han constitui¬
do en la mayoría de los casos monopolios abusivos que fijan
arbitrariamente el tipo y calidad de los productos y asimis¬
mo los precios con el consiguiente perjuicio de los consumi¬
dores. Debido a su gran poder financiero, se han transforma¬
do a menudo en un verdadero peligro para el Estado, ha¬
ciéndose de esta manera necesaria la intervención de este
último, como ocurrió en los Estados Unidos mediante la ley
Sherman, para salvaguardiar los amenazados intereses de la
colectividad.
Con todo, es preciso señalar al régimen de carteles y
trusts, como un intento de encontrar un correctivo a los pe¬
ligros de la libertad incontrolada.
Los fundamentos de la economía dirigida $
La dolorosa experiencia recogida en los últimos tiempos
ha abierto camino a una nueva concepción de la economía más
conforme con su carácter de ciencia social interesada en perse¬
guir el bien común material. Se estima en la actualidad nece¬
sario regular la vida económica y orientar sus esfuerzos en
pro del bienestar colectivo tan sacrificado dentro del sistema
de la libertad absoluta al interés de unos pocos. Así ha na¬
cido la llamada economía/ dirigida, que se conoce también
con los nombres de economía ordenada, controlada, planea¬
da, etc.
¿En qué consiste esta dirección de la economía? ¿Qué
principios han de orientarla?
Hemos visto que la libre concurrencia, aunque presente
algunas ventajas encuadrada dentro de ciertos límites, no
puede en manera alguna servir de exclusiva norma regula¬
dora de la vida económica. La libertad es algo negativo y la
economía como ciencia social, al servicio del hombre, ha de
buscar en la moral el principio supremo de dirección. Ahora
bien, la moral le proporciona una norma directiva doble for¬
mada por la justicia social y la caridad social.
La justicia social es aquella virtud que obliga a ejecu¬
tar por el bien común tocto acto a que ei hombre no podría
sustraerse sin violar el atrecho ae la socieaacl sobre la coo¬
peración ae sus miembros (ij. i\o regla ella relaciones de
particulares entre si, que- son propias ae la justicia conmuta¬
tiva, ni relaciones del Estado con sus subditos, que caen den¬
tro de los límites de ia justicia cUstribuitiva, sino que busca
el interés general sin destruir el interés particular de cada
uno de los asociados, bu objeto propio es pues el bien común,
esto es, el formado por el conjunto de bienes tanto de orden
material como moral a que tienen derecho los hombres que
viven en sociedad. No se forma el bien común por la suma
de los intereses particulares, a menudo tan contrapuestos,
sino que él es un bien general, trascendente a todos ellos y
del cual al mismo tiempo participa cada asociado.
En cuanto a la caridad social, ella es el complemento in¬
dispensable de la virtud anterior. Í8i bien ia caridad no ha
de considerarse, como a menudo ocurre, como un sustituto
de los deberes propios de justicia, no es menos cierto que
su intervención suaviza y dulcifica ia rígida aplicación de
estos últimos y aun enriquece sus beneficios. Nada se
sacaría con estructurar en la forma más perfecta ia vida
económica-social, ajustándola en todo a las normas de la jus¬
ticia, si el espíritu que anima a los asociados dista de la
fraternidad y de la cooperación necesarias. No bastarían los
medios coercitivos ni los golpes de autoridad para hacer fun¬
cionar el perfecto mecanismo. Porque se requiere algo más,
algo que se escapa a todas estas medidas y que está fuera
del marco de la ley escrita: el concepto de caridad que sólo
ha de buscarse en el interior de la conciencia humana bien
dirigida,
¿Cómo se obtendrá el cumplimiento de la justicia so¬
cial en. la vida económica?
Desde luego fácil es comprender que no siendo la jus¬
ticia, como la caridad, dependiente de la sola conciencia par-
(1) Véase el artículo: “El verdadero concepto de justicia so¬
cial”, por Carlos Hamilton, en “Estudios”, Septiembre de 1936.
82
ticular, existirá una autoridad encargada de mantenerla y
hacerla respetar.
Ahora bien ¿corresponderá esta misión a los carteles y
trusts o a las empresas bancarias, que han ejercido en los
últimos tiempos una verdadera dictadura en el campo eco¬
nómico? La respuesta fluye. Todos ellos persiguen con su
política la satisfacción del interés propio por el cual sacrifi¬
can a menudo el hien común. La tutela de este último no
podría así confiarse a sus manos sin grave peligro.
Incumbe pues entregar esta tarea a un poder superior
dotado de los medios y de la independencia necesarios para
servir de árbitro de los encontrados intereses particulares.
Y nadie puede desempeñar mejor este rol que la autoridad
del Estado. Pero aquí surgen dos caminos. Para unos ha de
equivaler la dirección del Estado en la economía a una iden¬
tificación completa de ambos en forma de que la iniciativa
particular ceda totalmente el paso y quede por entero abo¬
lida. Para otros, en cambio, el papel del Estado consistirá
en respetar la gestión económica privada, no suplantarse a
ia misma, sino tan sólo suplirla cuando sea insuficiente o
no exista, y mantener una super vigilancia y dirección de
conjunto en todo el proceso de ia economía. El primer ca¬
mino, seguido por el socialismo, ha encontrado en la Rusia
Soviética su mejor exponente y significa la exaltación des¬
medida del Estado que, de simple medio para lograr el bien
común temporal, se erige en fin y suplanta los derechos
de la persona humana y de las asociaciones inferiores. El
segundo sistema, en cambio, si bien reconoce al Estado co¬
mo la suprema autoridad en el orden temporal, advierte
también que entre éste y el individuo existe una serie de
comunidades naturales (familia, municipio, corporación) que
tienen un fin propio que llenar y a cuyo debido desenvolvi¬
miento está ligado el bien común de la sociedad entera.
De esas asociaciones, las llamadas corporaciones o gre¬
mios, constituidas por todos los que ejercen la misma profe¬
sión u oficio, están llamadas a desempeñar un importante
papel en la vida económica. El Estado ha de alentar en pri¬
mer término su organización y establecer los marcos jurídi¬
cos dentro de los cuales han de ejercer los organismos cor¬
porativos la tutela de las respectivas profesiones, sin abdi¬
car el primero por esto del control que le corresponde de
derecho sobre todas las corporaciones.
En suma, hablar de 'economía ordenada, presupone la
existencia de una estructuración social jeráquica. que va del
individuo al Estado, pasando al través de las asociaciones
profesionales; hablar de economía dirigida, es reconocer a
las corporaciones su rol de organismos libres encargados de
33
encauzar la política ele su propia actividad profesional; ha¬
blar, en fin, de econojmía controlada significa confiar al Es¬
tado el control y la coordinación general de toda la vida
económica. La economía ordenada, dirigida y controlada en¬
cuentra de esta manera su mejor expresión en la organiza¬
ción corporativa.
Estructura de la organización corporativa
Nos detendremos ahora a estudiar la estructura y fun¬
cionamiento del régimen corporativo. Y para ello es nece¬
sario precisar previamente el concepto de corporación (1) .
La corporación no es otra cosa que la profesión orgáni¬
camente considerada. A ella se ingresa por .el sólo hecho de
ejercer una misma profesión, oficio o actividad, sea de ca¬
rácter económico o cultural. La corporación, por consiguien¬
te, es obligatoria para todos los que de alguna manera ac¬
túen en la misma profesión, en calidad de patrones, de em¬
pleados de obreros o de técnicos y, como natural corolario,
las decisiones que la autoridad del cuerpo adopte revisten
plena fuerza para todos sus miembros. De esta manera la
corporación es superior a una asociación libre en la cual se
entra o sale en cualquier momento y por su carácter podría
comparársela al municipio o comuna.
La obligatoriedad de la corporación no excluye, sin em¬
bargo, el derecho que tienen tanto los patrones como los
obreros, de constituir separada o conjuntamente dentro de
ella, asociaciones libres llamadas sindicatos.
Materia por demás discutida ha sido la extensión de
esta libertad de organizar sindicatos. Muchos han sosteni¬
do la tesis de la libre e ilimitada formación de estas agru¬
paciones, pero en la actualidad se nota ya una fuerte co¬
rriente que está llana a reconocer los inconvenientes que
pueden derivarse de una excesiva multiplicidad sindical y se
muestra dispuesta a aceptar el sindicato único como orga¬
nismo representativo de toda la profesión en una determi¬
nada localidad, sobre la base de que se permita la agrupa¬
ción fuera del sindicato legal con fines de expansión inte¬
lectual y moral. Por otra parte es necesario tener presente
que los principales ensayos corporativos iniciados en la ac¬
tualidad, esto es los de Italia, Austria y Portugal, han adop¬
tado el sistema del sindicato único.
Puede reducirse la acción del sindicato a cuatro asun¬
tos principales: establecer instituciones mutualistas y coo-
(1) Véase el artículo: “Los fundamentos jurídicos de la or¬
ganización corporativa”, por el mismo autor, en “Acción Social '.
(Diciembre de 1936), donde se explaya lo que aquí someramente
se expone. •
34
perativas; fundar escuelas de perfeccionamiento técnico; re¬
presentar a los asociados en los conflictos colectivos del tra¬
bajo y celebrar contratos colectivos de trabajo.
Conviene tener presente que el régimen corporativo no
implica necesariamente la existencia de sindicatos. En Ale¬
mania, por ejemplo, se ha establecido la organización sobre
un fundamento diferente. Por ley de 20 de Enero de 1934
se creó el Frente del Trabajo alemán que agrupa a todos los
que participan en la vida económica y social, no ya reunidos
en sindicatos sino asociados en empresas. El Estado man¬
tiene una rigurosa supervigilancia sobre los jefes de estas
últimas valiéndose de los comisarios del trabajo elegidos por
el Ministerio respectivo. Dentr0 de la jurisdicción de cada
comisario del trabajo, existe un Tribunal social de honor
ante el cual son acusados por “haber faltado al honor social”
ios jefes de las empresas que abusan del personal a sus ór¬
denes y los trabajadores que ponen en peligro la paz en la
industria.
Veamos ahora las atribuciones propias de la autoridad
corporativa. Al respecto podemos indicar los siguientes po¬
deres debidamente clasificados:
a) Poder reglamentario. — Consiste en dictar disposicio¬
nes generales encaminadas a obtener el mejor funcionamien¬
to de la profesión; garantir en cada caso el correcto ejer¬
cicio de la misma, tomando al efecto las medidas disciplina¬
rias que estime convenientes ; imponer contribuciones ; vigi¬
lar las condiciones del trabajo en las empresas y asegurar
el cumplimiento de los contratos colectivos de trabajo.
b) Poder jurisdiccional. — Consiste en crear organismos
de conciliación y arbitraje para dirimir los conflictos indivi¬
duales o colectivos que se susciten en el seno de la profe¬
sión.
c) Poder dle control y gestión. — En virtud de él la cor¬
poración deberá tomar a su cargo diversas funciones ejer¬
cidas en la actualidad por el Estado. Así, tendría la super¬
vigilancia y control de la enseñanza profesional y técnica,
de los institutos de previsión, seguros sociales, ahorro, ca¬
jas de compensación para el pago del subsidio familiar, etc. ;
y la fundación de estos mismos organismos cuando no bro¬
taren de la libre iniciativa de los particulares o sindicatos.
d) Poder racionalizado^ — Consiste en imprimir un rum¬
bo de conjunto a la vida económica en el marco de la res¬
pectiva profesión. Para ello la autoridad corporativa debe¬
rá vigilar la gestión económica de las empresas; controlar
el establecimiento de empresas nuevas o disponer el cierre
de las que estime perjudiciales; sancionar la concurrencia
desleal y abusiva, impidiendo a la vez la especulación exage-
35
rada y el acaparamiento; regular la producción de acuerdo
con las necesidades; fijar ciertos límites prudenciales al va¬
lor de los artículos, etc. En todos estos casos la autoridad
corporativa ha de proceder con suma cautela, teniendo en
cuenta la justa armonización de la iniciativa particular con
ei bien común profesional.
¿ Cuál es la actitud del Estado frente a la organización
corporativa f
Ante todo el Estado ha de despojarse de las atribucio¬
nes que indebidamente ejerce y devolverlas a las corporacio¬
nes. Además, en su calidad ae gerente del bien común ha
de ejercer sobre todas las corporaciones una triple ins¬
pección :
a) Inspección jurisdiccional, que facultaría al Estado pa¬
ra velar porque los reglamentos y decisiones corporativos
no contengan nada contrario a la ley. De esta manera los
particulares podrían recurrir ante los tribunales administra¬
tivos en caso de que las decisiones de la autoridad corpora¬
tiva constituyan un abuso de poder.
b) Inspección aAninistrativa, por la cual el Estado po¬
dría suspender o anular los acuerdos de la autoridad cor¬
porativa que lesionen abiertamente el bien común.
c) Inspeción financiera, que autorizaría al Estado para
revisar la contabilidad y aprobar las tasas profesionales.
En cuanto a la actitud del Estado frente a la genera¬
ción del orden corporativo, aparecen dos tendencias opues¬
tas y bien marcadas: una que estima que la autoridad pú¬
blica ha de crear por ley los cuerpos profesionales -e invo¬
lucrarlos como partes integrantes del mecanismo estatal; y
otra, que ha de dejarse a los particulares la libre y espon¬
tánea constitución de los mismos. Sin duda el primer sistema
adolece del gravísimo error de desconocer el carácter de
organismos de pleno derecho que tienen las corporaciones
y de sancionar la usurpación de sus atribuciones por parte
del Estado. Pero no es menos cierto que la segunda solución
descansa en un fundamento por demás ilusorio al pretender
llegar a una organización corporativa por el solo camino de
la iniciativa particular.
En realidad todo orden corporativo viable ha de pre¬
suponer una adecuada ligazón entre la acción estatal y la
actividad particular, que se traduzca en un doble impulso
generador : uno de la base a la cima, del cual deben brotar
los sindicatos libremente nacidos de la iniciativa privada,
y otro de la cima a la base que ha de trazar la ordenación
jurídica del sistema e instituir un Consejo de Economía Na¬
cional o Consejo Nacional de las Corporaciones, capaz de
coordinar y dar impulso al movimiento corporativo.
86
Oscar Larson
Panorama político del Perú
Es inexplicable la incomunicación y desconocimiento mu¬
tuo en que viven los pueblos de la América Latina. En Chi¬
le, a lo menos, conocemos mucho mejor la Historia, la geo¬
grafía, la literatura y las costumbres de las naciones euro¬
peas, que esos mismos antecedentes de estas repúblicas, ve¬
cinas nuestras y hermanas por la sangre y el idioma. Y no
es que Chile sea un país cerrado a lo extranjero ; por el con¬
trario, es tributario e imitador fiel de lo europeo. Lo de
América — como lo de Chile — no interesa a los chilenos.
Hay una excepción a esta regla general: desde hace po¬
cos años, la opinión pública de Chile se interesa bastante
por la situación política del Perú. El intercambio comercial
y principalmente el hallarse en Chile numerosos desterrados
peruanos han hecho converger naturalmente la atención ha¬
cia la vida política de la República del norte. Los expa¬
triados, por su parte, escriben con frecuencia, en nuestros
periódicos^ acerca de la política de su país. Desterrados,
merecen y reciben, por ese sólo hecho, nuestra más cordial
hospitalidad; víctimas, según se presentan ellos, de un Go¬
bierno tiránico, cuentan con toda la simpatía de los chile¬
nos, tan enemigos de todo Gobierno ilegal o personalista y
tan respetuosos de la Constitución y de la democracia.
Este interés y esta simpatía aumentó y se hizo más aco¬
gedora, si cabe, con motivo del resultado a que se llegó, a
fines del año pasado, en el problema presidencial. En efec¬
to, conforme a la Constitución, debían verificarse en el Pe¬
rú las elecciones presidenciales y las parlamentarias conjun¬
tamente. Por razones que el lector comprenderá más ade¬
lante, la determinación de los candidatos a la Presidencia.,
que era lo más importante de la batalla, fué larga y difícil.
Por fin, todos los grupos d*e derecha se concentraron alre¬
dedor de tres nombres: Villarán, Prado y Flores y la iz>-
quierda, que es el Partido Aprista, impedida por la Consti¬
tución para llevar un hombre de sus filas, escogió a su ami¬
go y simpatizante, steñor Eguiguren. Las votaciones fueron
ordenadas y tranquilísimas. Después empezó el escrutinio,
que lo hace un tribunal especial. -Y cuando el escrutinio, des¬
pués de algunos días, mostró que el candidato aprista te-
m
nía la primara mayoría (el 34%) el Tribunal de Elecciones,
detuvo el escrutinio, se convocó al Congreso y éste anuló las
elecciones y prorrogó los poderes del Presidente Benavides
por tres años.
La sorpresa que estos acontecimientos causaron en Chile
fue enorme. Y no podía ya dudarse de que los apristas tie¬
nen razón cuando acusan al Presidente Benavides de ser un
dictador tiránico, que siendo impotente para contrarrestar
las fuerzas mayoritarias del Apra. las persigue por la vio¬
lencia.
Tales son las informaciones que a mi regreso del Perú
he hallado en Chile y que numerosas personas me han pe¬
dido que les explique. ¿Corresponden ellas a la verdad de
los hechos? ¿Representan en el Perú lo que representarían
en Chile hechos similares? ¿El General Benavides es un ti¬
rano. apoyado en las bayonetas y rechazado por la opinión
pública? ¿El Apra no es más que un inocente partido polí¬
tico, que lucha por la democracia v por la libertad? ¿El
Apra es la inmensa mayoría del Perú?
Para responder a estas cuestiones, necesariamente debo
esbozar el panorama de la situación política del vecino país.
Durante dos años he residido en Lima en contacto con to¬
das las clases sociales, especialmente con la juventud ; he
presenciado todo el proceso electoral y he escuchado todas
las opiniones. Como extranjero y como estudioso de los fenó¬
menos sociales, he visto esos acontecimientos v he oído esas
opiniones con la fría objetividad de un analista de labora¬
torio. Los lectores de “ESTUDIOS” están habituados a sa¬
ber la verdad en los asuntos que se tratan en sus columnas.
En baila nos apartaremos de esta noble divisa de la ya
prestigiosa revisf a .
Es una tendencia natural y muy explicable la de medir
y juzgar a las naciones extranjeras por nuestra propia na¬
ción, así como juzgamos a las demás personas por nuestra
propia idiosincrasia. (Ese es el origen de innumerables y
profundas incomprensiones humanas) . Imaginamos aue los
otros pueblos tienen las mismas características que el nues¬
tro. y que se diferencian sólo por el mavor o menor grado
en que las poseen. Así. al aue ha viajado, le preguntan si
la cultura, la religiosidad o el patriotismo de tal país es
mayor o menor one en Chile, por ejemplo. Profundo 'error
Los diversos pueblos de la tierra, a pesar de sus muchas se¬
mejanzas, provenientes de la igualdad de naturaleza, de raza
y de época, tienen muv grandes diferencias), características
propias, cualidades distintas. Aún. dentro de una misma cua¬
lidad hay modalidades diversas. ¿Quién podrá decir qu'e la
cultura alemana, pongo por caso, es mayor o menor que la
38
francesa? No es mayor ni menor: es distinta. Esta es la pri-
mera lección que recoce el observador atento que sale de su
patria: Las demás naciones son diferentes de la suya, y dife¬
rentes entre sí ; por eso', no hay que medirlas con el mismo ra¬
sero. En este sentido es efectivo que los viajes ensanchan el
criterio y hacen más comprensivos a los hombres. Se ha di¬
cho: “¡Ay del hombre de un solo libro !”; podría añadirse:
“¡Ay del hombre de un solo país!” Especialmente desde
el punto de vista político, las diferencias psicológicas entre
nación y nación son enormes : un ciudadano inglés es cosa
muy distinta de un ciudadano francés. . . Por tanto, juzgar
un acontecimiento político extranjero con el criterio de nues¬
tra propia casa es un gran error de exégesis. Muchas ve¬
ces pensé, en Lima, cómo juzgarían los chilenos ciertos he¬
chos políticos, que allá son normales y que entre nosotros
serían muy extraños. Muchas veces pensé en el error que se
comete, con tanta frecuencia, de juzgar con nuestro criterio
d'e hoy sucesos ocurridos hace siglos, en pueblos enteramente
distintos de los nuestros.
La psicología política, del Perú es totalmente diversa de
la de Chile, porque la historia política de -ambas naciones es
también muy diversa. Chile posee dos características que lo
distinguen ten medio de casi todas las otras Repúblicas de
América: la primera, es su profundo' respeto a la Ley escri¬
ta, a la ley como autoridad impersonal, único representante
legítimo de la soberanía. A lo largo de nuestra vida inde¬
pendiente, sólo hemos tenido dos revoluciones verdaderas y
nacionales: dos veces que el pueblo estimó que el Presidente
de la República había pasado por encima de la Constitución.
La segunda característica es que nuestras luchas polí¬
ticas no han reconocido personas ni caudillo^, sino que son
el fruto de una diferencia de ideas políticas, religiosas y so¬
ciales; por eso la opinión del electorado chileno ha estado
dividida en sólo dos grandes corrientes de opinión: la libe¬
ral y la conservadora, la izquierdista y la derechista. Nues¬
tras luchas son luchas de ideas, no de personas, como en In¬
glaterra y como en Francia. Nuestros partidos pueden cam¬
biar de presidente y de directorio todas las veces que quie¬
ran, sin qu'e ello signifique lo más mínimo con respecto a su
programa, que es lo esencial. Estos partidos son, con muy
ligeras variantes, los mismos desde hace un siglo ; estamos
separados por ideologías opuestas, pero no divididos por odios
personales. Por esta misma razón, desde 1833 hasta ahora,
sólo una vez el ejército, olvidándose de sus tradiciones, se
mezcló en la política y puso la fuerza al servicio de un cau¬
dillo. -
Todo esto, que a nosotros nos parece tan natural, no ha
89
gido lo mismo en las demás Repúblicas Latinoamericanas.
(Y si este artículo es leído en algunas de ellas, más de un
lector creerá que lo que acabo de decir de Chite es una bon¬
dadosa ficción de mi patriotismo) . En esas Repúblicas, las
luchas políticas se libraron generalmente .alrededor de una
persona, no do un programa ni de una idea; con frecuencia,
devoradas por el militarismo, las armas decidían la victoria,
hasta que un nuevo caudillo venía a reemplazar al anterior;
1a. Constitución ha. sido letra muerta, y las familias y los
pueblos, manteniendo el rencor de sus odios personales, se
han dividido y esterilizado en luchas fratricidas. Les hizo
falta, en los albores de su vida republicana, un hombre co¬
mo don Diego Portales. La escuela cívica y política que ha
formado a los chilenos es muy distinta de la que formó a la
mayor parto de las naciones americanas. No debemos, pueSl
juzgar por nuestra historia, la historia ajena.
El Perú nació a la vida independiente en condiciones di¬
versas de las de Chile. Por causas que sería largo detallar1,
sus dirigentes no se agruparon alrededor de una concepción
pero ese partido, para triunfar recurrió a los militares...
del Estado, ni de una idea política o religiosa. Lia lucha por
el poder fue fruto de la ambición -personal o de círculo;
el ejército intervino casi siempre en las contiendas internas,
y grupos de familias o caudillos militares se disputaron el
mando supremo. Una vez se formó un partido con una idea
nacional; impedir que el ejército siguiera siendo el amo;
■pero es^ partido, para triunfad, recurrió a los militares. . .
Lo extraordinario allá ha sido oue un Presidente sea elegido
en votación normal y que termine normalmente su período
Con tal escuela, no es raro que haya poco espíritu cívi¬
co en los ciudadanos; que los programas y las ideologías po¬
líticas no existan o no preocupen; que el derecho de sufra¬
gio no sea, una pasión popular ni una costumbre, y que una
parte considerable die la opinión mire con indiferencia v
basta con desagrado la política y cuanto con ella se rela¬
ciona .
Es verdad que hay actualmente unas entidades llamadas
partidos políticos; son agrupaciones alrededor de una per¬
sona, qu>e es el Presidente nato de esa colectividad y su can¬
didato permanente a la Presidencia de la República . No Le¬
ñen propiamente un programa que los diferencie esencial¬
mente entre sí, ni instituciones permanentes, ni asambleas',
ni propaganda, ni periódicos; sólo reviven en el período
electoral. De ahí es que, cuando cae por la violencia un
Presidente, como en el caso de Leguía v de Sánchez Cerro,
se produce una gran confusión, se suceden varios gobiernos
40
y conatos revolucionarios, hasta que uno se mantiene por la
fuerza de las armas o por su prestigio personal.
Las elecciones son poco frecuentes en la Historia del
Perú, sobre todo las elecciones libres. El pueblo — en su
mayoría indios que viven en la Sierra, dedicados exclusiva¬
mente a las faenas aerícolas, que proveen íntegramente a
sus necesidades — no tiene afición a la política, ni a las vo¬
taciones. (Hay miles de indios que ni siquiera saben quién
es el Presidente del Perú) . Las otras clases sociales ilus¬
tradas!, con 'excepción de una porción que, en las contiendas
políticas, se abanderiza según las tradiciones de familia, por¬
que guarda viejos rencores o antiguos amores que siguen
sobreviviendo en las divisiones actuales (los Pardos, los Pra¬
dos, los Piérolas, los Leguiístas. lo<? Sánchézcerristas. etc.)
miran estas luchas sin ningún interés; lo único que desean
es que haya un Gobierno estable, fuerte y honrado, que deje
vivir tranquilo y trabajar. Por ellos ojalá, no hubiese elec¬
ciones nunca.
En medio de este ambiente político incoloro e insípido,
hav una excepción de los últimos tiempos: 'el Apra, (Alian¬
za Popular Revolucionaria Americana). El Apra es el único
partido político organizado del Perú. Es verdad que tiene
también su caudillo (R. Hava de la Torre) con el mito co¬
rrespondiente; pero tiene también una doctrina política, una
orientación social, un programa de Gobierno/, una organiza¬
ción permanente y una propaganda que se extiende por todo
el país. Con estas características de todos los partidos po¬
líticos del mundo, pero poco frecuente* en el Perú, se pre¬
sentó como una atrayente novedad. Y si a eso se agrega que
surgió a la luz en un momento oportuno (después de once
años de dictadura de Tieguía). oue supo atacar los lados
vulnerables de la organización social y política del país, oue
supo disciplinar sus filas y que encendió, ante los ojos alu¬
cinados de la muchedumbre, el artificio de halagadoras pro¬
mesas que aquella no había soñado alcanzar, se comprende¬
rá su éxito inmediato. La persecución sangrienta de que lo
hizo víctima Sánchez Cerro le atrajo a la juventud y al pue¬
ble, e hizo mártires a sus caudillos. Hubo un momento en
que el Apra tuvo a la mayoría del electorado nacional.
Pero ¿por qué el Presidente Sánchez Cerro, asistido por
un grupo de políticos civilistas, hizo a ese partido nuevo,
objeto de una implacable persecución? ¿Qué íes el Apra en¬
tonces?
Veinte veces me han hecho esta pregunta en Chile. Lo
cual indica qu'e tampoco lo han dicho ciar amento los diri¬
gentes apristas que están en Chile y que tanto escriben en
nuestras revistas. Toda su campaña se reduce a denunciar
41
la tiranía <M General Benavides — porque también son per%
seguidos por el Gobierno actual — ya anunciar su inminente
caída. A lo sumo, so presentan como un partido político de
oposición, que lucha por las libertades públicas, con profun¬
do arraigo popular e injustamente perseguido. ¿Es eso?
Plies bien, digámoslo de una vez .* el Apra es él comu¬
nismo marxista peruanizado. La definición parece una con¬
tradicción en los términos, puesto eme el marxismo es esen¬
cialmente internacional en su doctrina y en su aplicación ;
pero el buen discípulo de Lenín debe posponerlo todo inclu¬
sive la franqueza, al éxito d'e la causa. No en balde Haya de
la Torre hizo su noviciado en "Rusia. Ahora bien, para in¬
troducir las ideas de Marx en el Perú era indispensable des¬
pojarlas de su carácter antipatriofa e internacional, 'era ne¬
cesario nacionalizarlo.
En efecto, el Perú es el pueblo más patriota y naciona¬
lista de la tierra . Sus hijos tienen un inmenso amor a su
país, a su Historia y a todo lo que ‘es peruano, y miran con
muy poca simpatía lo extranjero ; creen de buena fe que su
patria es la primera nación del mundo y que no necesitan
nada del resto de la humanidad.
S*e comprende oue un pueblo de tal psicología no acep¬
taría sin grandes dificultades una doctrina social que pres¬
cinde de la nacionalidad y reniega de la Historia patria. Por
lo que yo lo conozco*, creo que no la aceptaría jamás. Y el
caudillo aprista, que es un buen psicólogo, debe, haber ex¬
plicado al Soviet que, sin la disimulación de aquella carac¬
terística del comunismo, éste no entraría nunca en el Perú.
Entonces se cubrió con el nombré de “Alianza Popular Re¬
volucionaria Americana” . Y aún esto de “americana” no
se dice en el Perú, ni que tiene un Gomité Ejecutivo Inter¬
nacional ; porque si de recalcase oue aspira a una especie de
confederación americana en la que ingresarían1, perdiendo su
nacionalidad. Perú, Chile, Argentina, etc. se desbandarían no
pocos prosélitos. De este modo, el Apra es rara los apristas
del Perú una cosa exclusivamente peruana . No es ciertamen¬
te un movimiento patriota : ellos 'excluyen la bandera y el
himno nacional ; pero es, a lo menos, un movimiento y un
partido exclusivamente peruano. Por eso he dicho que es
un comunismo peruanizado.
El aspecto marxista y comunizante ‘en lo que se refiere
a lo económico social fué presentado con más claridad en
sus comienzos. La propiedad, la familia y la Religión, cuya
negación constituye la esencia del marxismo, fueron ataca¬
das francamente por Haya de la Torre y correligionarios; a
nadie se ocultaba la paternidad de las ideas de Marx y de
42
Lenín, y tanto la organización como las instrucciones envia¬
das a las “células” eran calcadas del Soviet.
A mi vista tengo, — para no citar sino un ejemplo, de
los mil textos que podría transcribir — las siguientes ins¬
trucciones enviadas a la célula del Cuzco, el 25 de Febrero
do 1930: “En el caso peruano el aprismo significa consecuen¬
temente la fuerza revolucionaria capaz de imponer la dicta¬
dura del proletariado campesino y obrero, y de establecer la
lucha organizada de esa dictadura contra el imperialismo,
que es el capitalismo, opresor del obrero y contra el latifun-
dismo que íes la explotación del campesino. Nuestra realidad
es fundamentalmente agraria en el orden económico. Pode¬
mos en el caso peruano decir como Lenín en el caso ruso : Es
necesario comenzar por el campesino ; no comprenderlo, ver
en esta preferencia del campesino una renunciación o semi-
r enunciación a la dictadura del proletariado, es no ver las
cosas como son y dejarse llevar de palabrerías”. Y añade
más adelante: írLas clases medias de nuestros países, desde
un punto de vista diferente al de los trabajadores están con¬
tra el imperialismo, y pueden estar contra el latifundismo y
el clero. La táctica realista de nuestro partido es utilizar a
las clases medias al servicio de la revolución proletaria y
campesina. Desde este punto de vista, el aprismo de acuer¬
do con Marx, utiliza a las clases medias y trata de que sir¬
van a la obra de la revolución”.
Me parece que las líneas citadas bastan a probar la esen¬
cia comunista del Apra.
La expresión pública de estas ideas produjeron en el
ambiente una doble reacción: atrajeron a sus filas a toda
esa gente que en todas partes y por motivos diversos es te¬
rreno propicio para el comunismo; fue la época gloriosa de
los desfiles, de las huelgas y de los discursos; la época de
los panfletos, de la internacional, cantada por las calles, y
de la bandera roja. Pero al mismo tiempo, en el resto la
población, en las clases dirigentes y en todos los “burgue¬
ses”, la reacción fué de defensa, de miedo v de asombro y de
indignación. Una tempestad de artículos de prensa, de folle¬
tos y de discursos cayó sobre el Apr'a, refutando las ideas
marxistas y mostrando todos los errores y horrores del co¬
munismo, que hipócritamente pretendía introducirse en leí
pueblo peruano . ,
Ninguna transacción era posible entre semejantes ideas
y el Gobierno del General Benavides, quien llegaba al poder
en momentos difíciles y con el propósito de tender un manto
de olvido un abrazo de concordia entre todos los bandos en
que se hallaba dividida la familia peruana desde la revolu¬
ción que botó al Presidente Leguía . El Apra era ya irrecon-
43
ciliable, no sólo con el Gobierno, sino con cualquier grupo
político nacional; era irreconciliable con la nación peruana.
Las leyes, la Constitución misma, le negaron el derecho a
existir.
La alarma invadió las propias filas aprista^ algunos
las abandonaron ; otros, más ingenuos, fueron a preguntar a
sus jefes si era cierto que el Apra era el comunismo. La
“necesidad de la causa” imponía el disimulo y se les dijo
que no . Aún más, en muchas cosas se hizo marcha atrás ; nue¬
vos discursos y nuevos panfletos atenuaron 10 que se había
dicho en IoíS anteriores. Era preciso, según una carta íntima
de Haya de la Torre, “quitar el miedo al cuco comunista”.
Pero tampoco se podía desilusionar a los marxista* de
verdad que estaban ya en las filas. Entonces se acudió al
recurso de los dos programas: el programa mínimo, que co¬
noce todo el mundo y que contiene unas cuantais “reivindi¬
caciones” inofensivas y unas declaraciones vagas, v el pro¬
grama máximo, que sólo conocen los iniciados. . . He este úl¬
timo, ya no se habla; del otro tamnoco. Gomo he dicho antes,
el Apra se limita a atacar al Presidente Pena vides v a fijar,
cada tres meses, la fecha en que va a caer. También comete
algún asesinato político una o dos veces al año. Para el efec¬
to, se vale de algún menor de edad, convenientemente suges¬
tionado .
Pero, en fin, lo que me interesa explicar es que el Apra
es efectivamente el comunismo marxista, disimulado bajo un
disfraz peruano o americano y aún disfrazado de simule par¬
tido de oposición al Gobierno, defensor heroico de 1^ libertad
y la democracia. Con este traje inocente v hasta elegante, ha
atraído a sus filas a no pocos candorosos: desde luego, a to¬
dos los que por razones personales, son contrarios al General
Benavides (empleados públicos destituidos, ex-diplom áticos
tronado^, etc.l ; muchachos que sinceramente desean el meio-
r amiento social del pueblo, o estudiantes bulliciosos, amigos del
desorden y enemigos de estudio: en fin' náufragos de toda
doctrina y desorientados, que buscan una bandera y una ae
tividad p'ara sus energías. ,
Es necesario reconocer a Haya de la Torre el mérito de
haber empleado, antes que ‘el Soviet v el comunismo de las
demás naciones, la misma táctica de disimulo^ nue 'ahora em¬
plea el comunismo universal. Sabido es que sólo el año 1935,
si no me engaño, las organizaciones comunistas recibieron la
orden de cambiar de táctica v ocultar las armas contra la
familia!, la religión y la propiedad: de limitársela atacar a
los gobiernos v los vicios sociales existentes, así como bus¬
car la alianza' de lo * partidos afines, no haciendo cuestión
del programa máximo. . . Eso empezó en el Perú mucho antes.
Cuando llegué a Lima, hace dos años, el Apra había si-
44
lenciado ya sus grandes baterías; Excluido de la vida públi¬
ca por las leyes, privado de varios de sus mentores que están
en el destierro, perseguido en sus actividades por la poli¬
cial mantiene ocultamente sus organismos dirigentes y sus
“ células”, que lía ce contra el Gobierno un fuego incesante
de metralla : cientos de hojitas impresas, pequeños periódi¬
cos, cartas anónimas v otros escritos circulan de mil mane-
ras (algunos llegaban desde Chile, en sobres de Ministe¬
rios o de otras oficinas públicas) criticando al Gobierno y
a los pol ticos, insultando al Presidente y a su familia, pro¬
metiendo la redención del indeo u otras reformas igualmente
vagas, y terminando siempre con la frase: “Sólo el Apra sal¬
vará al Perú”. Pero nada de la doctrina comunista ni de la
dictadura del proletariado como en el 1930; nada contra la fa¬
milia, contra la propiedad, ni contra la religión. Por el contra¬
rio, con motivo del Congreso Eucarístico Nacional, que fuá un
golpe tremendo para el Apra, desde el punto de vista doctri¬
nal, y que lo debe haber desengañado acerca de su verdadero
poder, sus organismos declararon, en una circular, que el
noventa por ciento de los apristas eran católicos... Era, evi¬
dentemente. ponerse el parche 'antes de la herida: el Con¬
grego Eucarístico arrastró a todos los hombres de Lima, ¿en
dónde estaba entonces el poder y la mayoría aprista? Pru¬
dentemente. pues, cuando vieron que el acontecimiento re¬
ligioso arrastraba a todo el pueblo, se declararon católicos. . .
Aún más, repartieron unas estampas religiosas en las que se
leían, estas palabras: “Sólo IL'os salvará a mi alma y sólo
el Aura salvará al Perú”.
La bandera roía se ha convertido en una bandera rosada.
La postergación de sus principios m’arxistas y el disimu¬
lo de los verdaderos fines que persigue, han permitido ingre¬
sar en sus filas a muchas personas decentes, que por nada
del mundo serían comunistas; (v en esto hay tal... ampli¬
tud, que son hoy día auristas políticos que sirvieron larga¬
mente a Leguia, el implacable dictador que persiguió sin
tregua 'a Haya v sus eorreligionarios) ; han acallado los ana¬
temas de sus contradictores v hacen aparecer al Apra como
un inofensivo grupo de oposición, inicuamente perseguido por
un Gobierno dictatorial . Pero, níe parece que, por otra par¬
te, le han restado pueblo. No sé si será la persecución tran¬
quila pero constante de que es objeto, o la creciente y enor-
níe prosperidad económica del Perú bajo el Gobierno actual,
lo que ha raleado sus filas : pero es indudable que estas, en
vez de 'aumentar, han disminuido, como lo demostraron las
elecciones del año pasado.
Antes de referirme a ellas, punto central de esta infor¬
mación, debo agregar, como antecedente necesario, que la
Constitución peruana prohíbe la reelección del Presidente.
Por su partes, el General Benavides había declarado solemne¬
mente que en la fecha legal (el 8 de Diciembre, creo) él en¬
tregaría el mando indefectiblemente. Séa-me permitido de¬
cir que no sólo me formé la impresión personal de que el sel-
ñor Benavides era sincero, sino que hasta tengo motivos pa¬
ra afirmarlo. Sea como fuere, las elecciones presidenciales y
parlamentarias se verificaban ¡en Octubre de 1936.
Cuatro candidatos a la Presidencia. Después de mil ges¬
tiones, los hombres dirigentes, los políticos, todos de dere¬
cha^, frente al Apra, no habían podido unirse — viejos ren¬
cores tradicionales — y se agrupaban alrededor de tres nom¬
bres. Tres contra uno. (En Colombia perdieron porque se
dividieron en dos contra uno) . Tres . Por muy disminuido
que estuviera el partido aprista, no se podía ¡suponer que
no llegara a tener el 2 del electorado, y eso le bastaba
para triunfar frente a tres candidatos, a menos que uno de
éstos obtuviera una mayoría más numerosa, hipótesis poco
probable.
Tres candidatos derechistas: Jorge Prado, político de fa¬
milia presidencial, ex Ministro de Benavides, Embajador en
Brasil, de gran situación económica, hombre valeroso, que tu¬
vo el gesto — único en la Historia del Perú — de recorrer
todo el país dirigiendo su campaña electoral.
Como varias familias, por razones de enemistades tradi¬
cionales, no aceptaban a Prado, obligaron a un prestigioso
abogado y profesor universitario, señor Villar án, a aceptar
otra candidatura.
Finalmente Flores. Este político, diputado1, fué Minis¬
tro de Sánchez Cerro y tremendo martillo del Apra. Debo
decir que Sánchez Cerro ha sido uno de los Presidentes más
populares del Perú, porque fué el primer indio que llegó al
solio presidencial. Asesinado alevosamente, (Flores recogió
su herencia política y fundó un Partido fascista, antiaprista
y violento, que mantiene en el pueblo y explota el culto de
Sánchez Cerro... Flores, como todos los fascismos), es anti¬
gobiernista y enemigo jurado de todos los Partidos polí¬
ticos.
El Apra, Según la Constitución, por ser partido inter¬
nacional, no podía elegir ni ser elegido . Pero hay en Lima
un señor Eguiguren, (estuvo en Chile), de larga y curiosa
actuación política!, con incontenibles deseos de ser Presiden¬
te, hombre bueno y recto, inclusive piadoso, (era el más ca¬
tólico de los cuatro candidatos) pero algo ingenuo. A éste
escogió Haya de la Torre para su candidato . Ignoro que pen¬
saba hacer con él, si era elegido ; pero, la verdad es que es¬
coger al señor Eguiguren era una falta de seriedad y hon-
46
\
radez flagrante. No me refiero a que era un camouflage pa¬
ra burlar la ley;', pues eso no tiene nada de particular; sino
que indudablemente el señor Eguiguren iba a ser un instru¬
mento . . de poca duración.
Las huestes apristas recibieron orden de votar por el
señor Eguiguren, que había fundado el Partido Social De- .
mócrata, o cosa parecida. Legalmente el Tribunal de Eleccio¬
nes no podía impedir la inscripción de la candidatura del
señor Eguiguren.
Mientras tanto las derechas peleaban entre sí, con saña
cruel. Los periódicos de cada candidato les decían a los otros
dos, sapos y culebras. Creo que bastaba leer esos periódicos
para que el pueblo se decidiera a no votar por ninguno de
los tres. Esos periódicos hicieron la candidatura aprista, que
no tenía prensa.
Llegó el día de las elecciones y se verificaron en medio
de un orden y tranquilidad perfectos. Recibidas las urnas, el
Tribunal de Elecciones empezó el escrutinio. Cada día los
diarios daban el resultado a que se había llegado el día an¬
terior, y el resultado que iba apareciendo cada día era la
mayoría del señor Eguiguren. La cosa se ponía seria. Uno
de los diarios, para desvirtuar el efecto que los resultados ha¬
cían en el público, empezó a publicar las cifras del escrutinio
poniendo de un lado los votos izquierdistas (de Eguiguren)
y del otro, en una sola cifra, los derechistas*, es decir, los de
los tres candidatos sumados; pero ¿cuál de ellos representa¬
ba a los tres juntos?
La opinión pública estaba alarmada; todo el mundo de¬
cía que había que hacer algo luego, y esperaban que lo hi¬
ciera el Gobierno ; algunos explicaban que todo esto podía
haberlo evitado el General Benavides, y otros, que todo era
maniobra suya para quedarse. Lo único que no se decía era
que la división de las derechas, sus odios de familia, sus pe-
queñeces, eran los verdaderos culpables del peligro en que es¬
taban. Entre tanto el Tribunal de Elecciones continuaba fría¬
mente sus cuentas y, como un termómetro que sube, las ci¬
fras aparecían diariamente manteniendo la mayoría !aprista,
con ligeras variantes. ¿Sería Presidente el señor Eguiguren?
¿El camouflage^, la burla de la Constitución habría sido efi¬
caz ?
Después de unos diez o quince días de escrutinio, du¬
rante los cuales se mantuvieron las cifras que daban a Egui¬
guren el 34% de los votos, y, por consiguiente, el triunfo,
el Tribunal de Elecciones detuvo el escrutinio y pidió que se
reuniera el Congreso para consultarle qué hacía en este ex¬
traño caso: el Apra, contrariando la Constitución; mediante
un camouflage, había ido a las elecciones y había sacado
47
triunfante su candidato a la presidencia y algunos senado¬
res y diputados; contra el Apra estaba el 66% de los elec¬
tores .
Las reuniones del Congreso fueron largas, trabajosas y
acaloradas. Por fin, después de un plazo perentorio, dió su
fallo : las elecciones eran anuladas y el Congreso; que era,
un Congreso Constituyente, prorrogaba por tres años las fa¬
cultades constitucionales del Presidente Benavides, añadién¬
dole poderes legislativos.
Y cada uno se fué para su casa, y se acabó la cuestión.
Los papeles volvieron a subir, el cambio mejoró y la gente
siguió trabajando tranquilamente. La prensa dijo que se ha¬
bía hecho lo mejor que se podía hacer y todas] las institucio¬
nes del Perú, desde las Cámaras de Comercio hasta los Clubs
de foot-ball fueron a felicitar y agradecer al Presidente Bena¬
vides porque se quedaba.
¿Y el Apra? El Apra no dió un grito, no organizó una
huelga, no hizo un desfile. Se dijo que se habían sublevado,
dos cadetes de la Escuela Militar y cuatro soldados de un
regimiento : se dijo que en la ciudad de Trujillos había ha¬
bido desórdenes. Una gota de agua en el mar.
¿Por qué el Apra no hizo nada? Dirán que la fuerza ar¬
mada está en manos del Gobierno, etc. Esas son historias:
un partido que dice contar con el 95% de la población de un
país, tiene al ejército y tiene a la policía. [Así lo habían ase¬
gurado también las hojitas apristas. La razón de su silencio
y de su humilde sumisión a los acontecimientos es otra : las
elecciones demostraron que el Apra no cuenta más que con
el 34% del país, cuando ellos creían que eran por lo menos
,el 75%. Bu derrota moral ha sido enorme, porque esa cifra,
en la más libre de las elecciones, revela que las huestes han
disminuido mucho en los últimos años, en vez de aumentar.
¿Y qué podrían hacer contra el 66% de la nación?
Y después de las elecciones de Octubre, ciertamente que
el debilitamiento de las filas ha sido mayor: muchos estaban
allí por el triunfo . Y si se formara allí un Partido con una
sólida base doctrinal, moderno, orientado hacia los proble-
mas sociales, con hombres nuevos y sinceros, acabaría por re¬
ducirlo a un mínimo ; porque la verdad es que la juventud
no tiene a dónde ir.
Por otra parte, es una ley histórica que estos Gobiernos
que descansan en el prestigio o en la fuerza de un hombre, y
no en un program'a, disminuyen el espíritu cívico, impiden la
formación de estadistas y hombres públicos y son un veneno
para la democracia.
Tales fueron, descarnadamente expuestos, los aconteci¬
mientos que determinaron la continuación del General Be-
48
navides ■en el poder. Talvez, juzgados con el criterio polí¬
tico chileno, son anormales., y ciertamente no habrían podi¬
do ocurrir entre nosotros. Tero ei Perú no es Chile, y ya he
explicado cómo allá ei espíritu publico y las aspiraciones po¬
líticas del pueblo no se parecen en nada a nuestra psicolo¬
gía. Es explicable que en Chile causaran asombro ; pero es
igualmente cierto que no son una excepción en la Historia
política del Perú. No debemos juzgar con nuestra Historia,
la Historia ajena.
Una cuestión más, para terminar este cuadro: ¿El Pre-.
sidente Benavides es un dictador? Si por tal se entiende un
gobernante que tiene en sus manos la suma del poder, cier¬
tamente que lo es. Pero es un dictador legal; todos sus po¬
deres son en conformidad a las leyes. Siempre el Presidente
ha sido muy poderoso en el Perú; de él depende todo, hasta
la pavimentación de una calle. El Presidente actual añade
a esas facultades que la Constitución le ha conferido siem¬
pre, las que el Congreso le dió, primero por una ley de emer¬
gencia, y últimamente por la decisión de Neviembre. Y ese
Congreso no fué elegido bajo el mando del Presidente Be-
navides .
Lo de que es un tirano, simplemente es una calumnia del
despecho. Hay en el Perú muchos enemigos políticos del Pre¬
sidente, que ejercen libremente sus iactividades, para que
pueda hacerse aquella afirmación sin ver su desmentido in¬
mediatamente . Pero ¿y el Apra no puede vivir? No, no pue¬
de, en virtud de las leyes. Italia, Alemania, Brasil, Uruguay,
Ecuador y varios Estados más han declarado prohibido el
comunismo; lo mismo es en el Perú. No es por virtud de la
tiranía del General Benavides, sino por una disposición le¬
gal, que él tiene el deber de cumplir.
Finalmente, si lo que quiere el Apra es “salvar al Pe¬
rú”, la verdad es que el país no lo necesita. Su situación
económica es espléndida, su moneda es muy alta (un sol va¬
le siete pesos chilenos)', sus exportaciones aumentan cada día,
los salarios son muchísimos mejores que en Chile, y el pro¬
greso en todo orden es evidente. Nadie discute la acrisolada
honradez del Gobierno, su espíritu económico y las numero¬
sas obras de mejoramiento que realiza. No hay duda de que
se pueden hacer más, y hay todavía problemas que esperan
solución; ¿pero dónde no los hay? La política, se dice, es el
arte de las posibilidades.
Digan lo que quieran los expatriados apristasi, la Histo¬
ria reconocerá al Gobierno del General Benavides como uno
de los más honrados y progresistas que ha tenido la nación.
Y muy sólido, porque cuenta con la adhesión de la inmensa
49
mayoría de sus conciudadanos y con el aplauso de todas las
fuerzas vivas del Perú.
Eso es lo que ha visto en dos años de permanencia en
Lima un extranjero, que no tiene otro culto que el de la
verdad y que, habiendo regresado definitivamente a su pa¬
tria, no puede esperar ninguna recompensa del gobernante a
quien juzga desapasionadamente.
DEPARTAMENTO DE PROPAGANDA
DEL DIARIO “EL IMPARCIAL”
Atiende al público en su oficina, Huérfanos 1250,
Teléfono 61563, de 9 a 12 1/2 y de 12 1/2 a 7 1/2.
Gustavo García Díaz
Agente general Exclusivo, Jefe Dpto. Propaganda.
José Manuel Espinóla
El pensamiento de D. Julio Zegers ante el
Problema Educacional
He leído los interesantes apuntes inéditos redactados en
el año 1900 por don Julio Zegers, publicados con el título :
“Instrucción secundaria y superior” y prolongados por don
Agustín Zegers Baeza. Tienen estos apuntes un sabor tal de
sinceridad y cordura que merecen ser leídos y comentados por
todos los que -de ver as se preocupan del más trascendental de
nuestros problemas, el educacional. Es sobre todo apologéti¬
co el que un hombre formado en la escuela liberal e incré¬
dulo, pero profundamente patriota y recto, se aproxime tan¬
to a los principies educacionales de la Iglesia Católica. Digo
“se aproxime” porque, aparte del vacío en lo que se refiere a
todo lo sobrenatural, tiene desde el punto de vista católico
afirmaciones acerca de la libertad educacional y del papel
del Estado, que adolecen de errores propios del liberalismo.
En el aspecto pedagógico se pone en el terreno de los hechos
y de lo real, no de la teoría y de lo ideal; de ahí que propi¬
cie fórmulas imperfectas de gobierno educacional. En ma¬
teria de técnica pedagógica contiene afirmaciones exagera¬
das.
A. — Hechas estas advertencias generales sigamos a este
insigne hombre público a través de “sus apuntes”. En su
primera parte se refiere casi exclusivamente a tres puntos:
el papel del Estado en la instrucción;, la Universidad y el Con¬
sejo de Instrucción Pública en gen'eral.
a) “En derecho estricto, dice, la instrucción no es deber
del Estado, cuya misión esencial es asegurar la paz y la inde¬
pendencia nacional”. El derecho de instruirse es derecho del
individuo y no del ciudadano”. (Pag. 16-17). Sin embargo
Zegers admite la intervención moderada del Estado por tra¬
tarse de un servicio “tan útil al hombre”. La Iglesia a su
vez, afirma: “los derechos de,l Estado, comunicados por el
mismo autor de la naturaleza, no a título de paternidad, si¬
no por la autoridad para “promover el bien común temporal
(que es su fin propio), son el proteger y el de promover, y
no absolver a la familia, al individuo, ni suplantarlo. “Claro
es que en todos estos modos de promover la educación, la
hi
instrucción pública y privada, el Estado debe respetar los
derechos nativos de la iglesia y de la familia, a la educación
cristiana, además de observar la justicia distributiva”. “Es
injusto e ilícito todo monopolio educativo o escolar, que es¬
fuerce física o moralmente a las familias a acudir a las es¬
cuelas del Estado, contra los deberes de ia conciencia cristia¬
na o aun contra su legítima preferencia”. (Catecismo del edu¬
cador según ia Encíclica de N. >5. Pío XI, por el R. P. Ra-
món Ruiz Amado, S. J. 17 y sig.). Esta es la doctrina de
la Iglesia en -este punto, expuesta claramente por el Pontífi¬
ce en su Encíclica sobre la educación cristiana. Leyendo los
escritos de don Julio Zegers se ve que él pensaba lo mismo,
hasta llegar a señalar como la causa fundamental de todos
los males de la educación en Chile: “ai autoritarismo, esto
es, la intervención -excesiva del Estado. El Estado, agrega,
no se limita a facilitar la instrucción, cosa recomendable; si¬
no que, en realidad, impone a todo alumno estudios numero¬
sos reunidos con objetos especiales. Este es el anal”. (Pag.
52). En el sentido de “proteger” y “promover” la instruc¬
ción podemos seguirlo cuando afirma que “es justo y necesa¬
rio que el Estado dé instrucción. Representa a la sociedad y
debe servir todos sus intereses materiales y morales”. (Pag.
35). Pero de ninguna manera compartimos con él la afirma¬
ción siguiente: “El Estado es esencialmente laico, debe dar
instrucción laica, esto es, instrucción que no sea religiosa ni
anti-religiosa”. (Pag. 3.). Es raro que un hombre de su ta¬
lento y cultura haya creído posible 1a instrucción neutra y
el Estado laico, a raíz de afirmar que ese Estado sólo repre¬
senta la sociedad y sirve sus intereses. ¡Sociedad que no es
laica y que posee intereses religiosos!
b) Sus observaciones sobre la Universidad son verdadera¬
mente interesantes y no han perdido del todo su actualidad.
“En las leyes la Universidad aparece como Corporación sa¬
bia y como corporación administrativa, pero su organización
no consulta bien ni uno ni otro carácter”. “La Universidad
no es realmente ni una corporación sabia, que cultive las cien¬
cias, ni tampoco una corporación bien organizada para di¬
rigir convenientemente la instrucción pública”. (Pág. 22).
Es evidente que nuestra Universidad cubre con su nombre
solamente a la enseñanza superior, que tiene por fin la pre¬
paración para las profesiones, y no a la enseñanza propiamen¬
te universitaria que no* es la del profesionalismo utilitario,
sino de la ciencia por la ciencia, del saber por el saber. Fe¬
lizmente la Universidad ya no tiene ni directa ni indirecta¬
mente la dirección administrativa de la instrucción pública.
En cambio en nuestros días se hace mayor el mal de su in¬
dependencia del Estado, d spués de haber sido declarada au-
52
tónoma. No tengo, como don Julio Zegers* fe en nuestro ré¬
gimen democrático parlamentario, y por lo tanto no creo
que la solución del problema administrativo educacional es¬
té subordinado a ese régimen; pero es lógico que la Univer¬
sidad del Estado dependa del Estado y de los poderes que ge¬
neran al Estado. Desde el punto de vista católico, libertad
educacional no significa autonomía total e independencia ab¬
soluta, (error liberal, condenado por la Iglesia) ; sino reco¬
nocimiento teórico y práctico de ios derechos y deberes que
en materia de enseñanza tienen los poderes educacionales de
los padres y sus representantes les maestros, de la Iglesia, ei
Estado y los profesionales. Cuando estos poderes son ol¬
vidados o cuando cualquiera de ellos prescinde en su ejerci¬
cio de los restantes queda establecida, por lo menos en prin¬
cipio, la dictadura educacional. Solamente la armonía entre
ellos, podrá engendrar la verdadera libertad educacional. No
es pues de extrañar que una Universidad “así autónoma
se convierta fácilmente en una institución sectaria, revolu¬
cionaria o política. Con admirable sagacidad observaba en su
tiempo don Julio Zegers este ilógico estado de cosas en la
enseñanza superior, que cada vez se ña hecho más grave.
c) El Consejo de Instrucción Pública entendido como
una superintendencia educacional, en donde estén represen¬
tados los poderes educacionales, es un órgano absolutamente
indispensable para el correcto funcionamiento de la educa¬
ción pública y particular entre nosotros. Pero, claro está, que
si este Consejo se convierte en el órgano de una secta, de una
corriente política o educacional, será sólo un instrumento más
de corrupción para la enseñanza. Esto era precisam nte lo
que pasaba con el Consejo de Instrucción Pública cuando era
generado por la Universidad intolerante y sectaria, que con
tanta justicia condena al autor de estos “apuntes”. “La le¬
gión universitaria, dice, cree incompatible la ciencia con la
religión; se cree sabia, porque es incrédula; y se esfuerza en
destruir las creencias cultivadas en la familia y amparadas
por las, leyes. La lucha la enardece y ensaña, y, en delirio
de fanatismo, la lleva al atropello de leyes, familia y concien¬
cias”. ¡Cuánto de eso es todavía una trágica realidad en
nuestra enseñanza pública ! (Pág. 31).
B. — En 1a. segunda parte de los '“apuntes” muestra su au¬
tor algunos defectos de la organización y planes de estudio.
“La aglomeración excesiva de -estudios que se impone a los
alumnos, se agrava con la extensión que se da. a algunos ra¬
mos, y con los detalles numerosos e inútiles que en otros se
exigen”. "‘El criterio universitario se ha empeñado en for¬
mar literatos, abogados, médicos o ingenieros, y, contrarian¬
do las Leyes ha desatendido la instrucción teórica y prácti-
59
ca que necesitan los empleados, los industriales, los comercian¬
tes. También ha desatendido la instrucción científica y li¬
teraria superior, encaminada al cultivo y adelanto de las
ciencias, letras y artes”. (Pág. 39-42). Es evidente que en
nuestros planes de estudio predomina sin contrapeso el sis¬
tema erróneo del materialismo didáctico que los sobrecarga
con inmensa cantidad de materia de excesiva extensión, pro¬
duciendo en los discípulos los males del “surmenage”, memo-
risrno y verbalismo y preparando esos bachilleres que sabm
poquísimo de todo, destituidos de preparación efectiva para
la vida práctica, y desprovistos casi en absoluto de formación
intelectual y moral. La determinación d° las materias» ha de
ser diferente segim los grados de la enseñanza, y según las
circunstancias históricas sociales e individuales. En la ad¬
quisición de los conocimientos nos ha de preocupar muchí¬
simo más que su valor eruditivo, su modalidad educat’va. En
cuanto a conceder una mayor importancia y extensión a la
docencia normal q especial, del comercio, la industria, la agri¬
cultura, artes y oficios, algo hemos avanzado desde 1900; pe¬
ro todavía queda muchísimo por hacer y es urgente preocu¬
parse seriamente de este aspecto educacional. Paro también
es urgente darle su verdadero papel a la formación humanís¬
tica clásica en la enseñanza secundaria que, tiene como único
y exchisivo fin la adquisición de la cultura general superior,
en forma y manera que nos entregue un joven apto para ]a
vida en cualquiera de sus aspectos, físicamente desarrollado,
moralmente educado y racionalmente preparado, sin ningún
otro propósito ulterior determinado, que tienda a hacerla ser¬
vir de escabel para, cierta clase de estudios. Critica también
-el señor Zegers la especialización del profesorado y la fal¬
ta de textos. Hoy día el defecto de una formación unila¬
teral en el profesorado ha disminuido, tanto por la forma¬
ción más universal que reciben en el Pedagógico, como por
cierto progreso ¡en la correlación de las diversas asignaturas.
Con respecto a los textos hornos caído en el defecto opuesto
al que señala el señor Zegers. Porque la dictadura educacio¬
nal no ha cesado de imponer, guiándose por intereses sec¬
tarios o simplemente mercantiles, pésimos textos de ostud'o.
orne varían en todo, menos en calidad. Y por otra parte, no
faltan algunos flamantes profesores que llegados les exáme¬
nes hacen caso omiso de tales textos» y se guían por sus
“apuntes” o su "criterio”. El señor Zegers, después ele seña¬
lar los mismos defectos en la instrucción superior nos mues¬
tra con números algunos de sus desastrosos resultados”. “Es
un efecto monstruoso que anualmente se obligue a 150.000
niños a incorporarse en un curso qu^ sóh> 150 de ellos podrán
terminar; y que únicamente esos 150 alumnos puedan in-
m
gresar a los estudios superiores”. “Tenemos así anualmente
14.850 jóvenes que deseando tener algún título escolar o al¬
guna, profesión, quedan fuera de los Liceos, s’n título, sin
profesión, sin competencia especial para alguna de las nume¬
rosas ocupaciones que procura la sociedad”. “¿Cuál es, ter¬
mina preguntándose la causa de que el fondo y la organiza¬
ción de la enseñanza pública sean defectuosos? Los abusos de
la autoridad”. “Sea que el fracaso se deba a pobreza intelec¬
tual o material de los alumnos, a falta de aliciente en las
profesiones científicas, a recargos excesivos en los estudios,
o a mala organización de la °nseñanza, — todo puede influir;
siempre será responsable el Estado que persiste en un siste¬
ma vetusto, reñido con el progreso, contrario a la libertad
y desacreditado por larga experiencia”. (Pág. 46-52). En
realidad nosotros tenemos una dictadura del peor tipo edu¬
cacional : el de la centralización de la administración docen¬
te, en órganos directamente dependientes del poder central.
Pero no hablamos de libertad absoluta, ni creemos como el
señor Zegers que no haya peligros en 1a. libertad moderada:
los bav evidentemente, pero son muy preferibles a los ma¬
les inherentes a toda dictadura educacional.
C. — Finalmente en la tercera parte de sus apuntes, el
eminente escritor profundamente* convencido por la experien¬
cia de ios afectos perniciosos de la tiranía docente, v ardien¬
te amador de la libertad, propina nuevos fuertes latigazos al
despotismo educacional y repite las conclusiones positivas en
orden a la reforma de 1a, instrucción pública”. El monopolio
de grados y títulos universitarios que boy existe, da a los es¬
tablecimientos públicos, privilegios exagerados; y coloíca a
los privados en situación subalterna y deprimida, expuesta,
en ocasiones, a sufrir las consecuencias de una rivalidad tor¬
pe. Y no bav motivo plausible para colocar en jerarquía su¬
perior a los funcionarios que nombra el Gobierno, sobre los
ciudadanos que merecen la confianza pública”. “El régimen
de igualdad o de libertad no sólo se impone- como regla de
buen gobierno; se recomienda también por sus resultados”.
La última frase de sus apuntes compendia el ideal de su es¬
píritu: “Las fuentes saludables sólo dan los beneficios de
que son susceptibles, cuando las vivifica el espíritu de la li¬
bertad”.
Quien así tan justa y sinceramente se expresa, merece
aplauso de todos los hombres de bien, por quienes debe sei
conocido e imitado.
55
el PENSAMIENTO
EN EL MUNDO
EL DEBER DE LOS INTELECTUALES CATOLICOS
El problema de las relaciones del cristiano en sn calidad
de tal con las actividades puramente terrestres, individuales
y colectivas; en otras palabras, la posición que debe adoptar
en frente del mundo, es de una actualidad que no sufre mer¬
ma y de una dificultad desconcertante: es un ser que está
en este mundo sin ser de este mundo, es un campo de con¬
tradicciones y de antimoni as cuya recta o errada solución
tiene proyecciones que se prolongan al través de toda una
eternidad. Hoy día no se hablará nunca suficientemente de
este angustioso problema porque dado -el ambiente que se
está obligado a respirar se ha tornado más y más urgente fi¬
jar normas de conducta apoyadas en los principios fundamen¬
tales de la moral cristiana, a. fin de que el peregrino humano
-no se deje engañar en el recorrido de su vida. Muy intere¬
santes son las reflexiones que “L’Osservatore Romano” trae
acerca de este punto en su edición de 13 de Enero del año
en curso .
“Se está haciendo de moda — dice — en muchos pen¬
sadores y estudiosos una palabra que se creía desde largo
tiempo sepultada: espíritu. Sea que se la nombre en su rigo¬
roso sentido o que se le dé una significación más elástica cae
s’empre de los labios y de la pluma de los pensadores como
un pnnto necesario de referencia que ayuda a salir del dédalo
intrincado de los movimientos sociales contemporáneos, y co¬
mo un índice de retorno a los valores intrínsecos del hom¬
bre, al concepto de persona y de responsabilidad y a aquellos
valores superiores que permitan una . reforma simultánea del
hombre y de las instituciones, condición necesaria del esta-
Veeimiento d^ una verdadera jerarquía que ha d° ser ante
todo espiritual, económica en seguida y, por fin política.
“Las inquietudes que preocupan a los hombres de nues¬
tro tiempo tras los experimentos del capitalismo, del Socia¬
lismo, del comunismo, de1 racismo, de la estadolatría signi¬
fican que es general la opinión de »que nos hallamos todavía
lejos del punto de equilibrio ; porque una revolución no se
hace instaurando la dictadura de una clase o de un partido,
56
ni importándola de afuera sino de acuerdo con la lección de
Cristo a N'eodemo : crear dentro de nosotros un hombre nue¬
vo para que nazca un orden nuevo. Es ¿preciso una renasceu-
cia d i espíritu y con él, de las fuerzas y valores interiores
y superiores.
“Un grupo creciente de estudiosos especialmente en Fran¬
cia y Bélgica está agitando en libros, revistas, círculos de
estud o el problema d i espíritu en sus relaciones con el orden
nuevo. Es preciso que, en este caos, cualquier cosa se con¬
vierta en fermento, y mientras se ¿proclama la inutilidad del
libro, la vanidad de] pensamiento, la filosofía de la acción y
la dialéctica dA,l fenómeno, del hecho, es preeso correr
una aventura más real, más profunda, más íntima, cual es
la que pone en causa la totalidad del Ser y la libertad in¬
terior d°l hombre. Aparecen revistas de alta cultura social
como Esprit; audaces corrientes como Ordre njouveau; perió¬
dicos batalladores como Esprit nouvmu; círculos como La
Trotsieme faros; pensadores como Maritain, Monnier, De Bae-
cker, junto con una pléyade de astros de menor importancia ;
católicos estudiosos orne previendo de lejos el problema van en
busca de las bas^s doctrinales sobre qué asentar un orden
nuevo en A1 mundo. Recuerda algo este movimiento al que
se desarrolló en torno de la Rerulm Novarum. Se estudian
los problemas de la persona y de la comunidad porque la cri¬
sis de Ja persona en el mundo moderno es lo que ha provoca¬
do una crisis paralela de las nociones cine en ella se apoyan:
las de patria, familia, propiedad,, profesión. La libertad del
hombre en efecto ex'ste sólo en virtud de su responsabilidad
y ésta a su voz se apoya en su personalidad.
“En el Con creso de cultura europea convocado en Rom a
en Noviembre de 193?, Stefan Zweig. judío y agnóstico, exal¬
tó la independencia intelectual, oral y material de los estu¬
diosos, concluyendo con estas palabras: “Nosotros, que no
participamos en los negocios ni nos vemos hipnotizados p^r
detalles, tenemos el m°dio y el coraje de advertir y pro¬
poner soltie'ones más ampias y eficac-s que las do los téc¬
nicos y especialistas. Ni negamos tampoco que les llevamos
una inmensa ventaja, la de ser libres. El político es siempre
el hombre dA su país, responsable ante en partido y sus elec¬
tores; los financistas han de salvaguardiar los intereses de
la banca; el mdustral, los de la industria; nosotros, en cam¬
bio, somos libres, ni debemos rendir cuenta alguna a electo¬
res, accionistas o comanditarios; nosotros no tenemos más
obligaciones que para con nuestra conciencia. Y por esta ra¬
zón la hora ha llegado para los intelectuales de tomar la pa¬
labra”.
“No seremos tan simples para creer que las ideas condu-
57
cen al inundo porque ellas mueven a una tan . sólo pequeña
minoría. Lo que guía y conduce a] mundo son las realidades
motrices: religiosas, políticas, económicas. La idea comienza
a tener importancia cuando se encarna, porque entonces se
convierte en idea-fuerza, generadora de impulsos espirituales,
de las pasiones sentimentales, ele los intereses materiales en
las profundidades del individuo o de la Sociedad: idea ex¬
plicativa y constructiva.
“Los pensadores y filósofos católicos tienen por consi¬
guiente la misión de vivir intelectualmente la doctrina cató¬
lica en su propia cultura; para elaborar un humanismo don¬
de se fundan sin alterarse los valores divinos y humanos y
para hacer de puente entre los espíritus y la verdad que por
venir de Dios es para muchos, como> él, alta y escondida.
“Así se expresaba L. Levan en “La cité chrétienne” un
año atrás. ¿No han llevado acaso el r°novamiento católico
auspiciado y pregonado por los últimos Papas hasta el libro,
la revista, el periódico, el tratado, el boletín, la asociación,
la ley, el congreso, el círculo de estudio? Ante todo, la doc¬
trina, la idea, pero la idea vivida. ¿Y no es, acasoi la pala¬
bra papal: “A la acción mediante el estudio y la oración?
Se comprende cómo estos estudiosos no tienen sino que com¬
prometerse ellos mismos, porque la religión como tal está ase¬
gurada por las decisiones de la Iglesia que está sobre toda
actividad y diversidad temporal sin alejarse por esto de las
enseñanzas más solemnes de ésta.
“Lucha obscura y difícil para salvar los valores esen¬
ciales de la civilización cristiana, porque las virtudes políti¬
cas y sociales tienen un carácter esencialmente moral, sola
cosa que las torna dignas de la persona humana. En medio
de los feroces ídolos contemporáneos es preciso ofrecer en
nuestra alma un refugio a las verdades menospreciadas a fin
de juzgar de los acontecimientos y actores del drama tempo¬
ral con la verdad que el Evangelio exige de nosotros. Es me¬
nester, por consiguiente, buscar las ,ba§es doctrinales de un
orden nuevo. Sobre el mundo pesa, algo de marchito y a al¬
guien se ha dmho en el Evangelio: “Vosotros sois la sal de la
tierra”.
“Ante todo, la, búsqueda de los principios, trabajo especu¬
lativo hecho con libertad y responsabilidad personal; después,
una incubación vital que se resuelva en una idea fuerza; de
aquí, la aplicación de los principios al ambiente e instituciones
en que el católico está llamado a vivir. ¿Podrá 1a. vida de
los pueblos no sentirse influida por estos centros de irradia-
, ción cristiana cuando lleguen a hacerse numerosos?
“Dios se levanta a la diestra de los hombres” . ¿Y enton¬
ces ” ?
58
En nuestro país se encuentra aún muy en ciernes la la¬
bor que en Francia y Bélgica está ya dando tan consolado¬
res resultados. Nuestros intelectuales más representativos,
los que habitualmente son tenidos por tales, no se han desr
prendido todavía, — ¿se desprenderán alguna vez* — de
los prejuicios y preocupaciones que los impulsan a fiar en los
medios materiales, aparentes y bullangueros el éxito de una
labor interna, silenciosa y prolongada, cuya formidable tras¬
cendencia son totalmente inaptos para apreciar. "Por fortuna
ya han tomado cierto cuerpo algunas labores destinadas a
formar ese espíritu integralmente cristiano, ¡esa mentalidad
cristiana que debe algún día informar las actividad^* todas
en nuestra patria si ésta ha de salvarse en definitiva. El ejem¬
plo de los intelectuales belgas y franceses ha de llenarnos de
esperanzas porque las dificultades para ellos fueron muchas
y. no obstante han alcanzado porque la merecieron r».on su
constancia y espíritu de sacrificio, la etapa de la recolección
copiosa y escogida.
LA EUTANASIA JUZGADA POR LOS SABIOS
ITALIANOS
Acaba de aparecer “ Biología e Zoología Gen erale” del
profesor Augusto Stefanelli, de la Universidad de Barí, Bas¬
tará leer una página de este estudio que agota en hondura y
fuerza 1o«í argumentos.
En el Cap. XiX “La Herencia en el Hombre’ se lee:
“Se han ido aplicando- también al hombre las leyes mendel'a-
nas de la herencia: ñero es inútil decir que en esto se han
levantado innumerables dificultades, provenientes ante todo
del hecho que el Hombre no puede ser un animal da experi¬
mento. y también porque su vida es mucho más larga y su fe¬
cundidad más escasa que en los animales y plantas sujetos a
experimentación, lo que hace IMPOSIBLE poderlo seguir en
una larga y rica serie de descendencias. “Á propósito de la
Eugenesia, continúa: “Se propone dictar normas, para el me¬
joramiento físico y psíquico del hombre, evitando que se
perpetúen y difundan mal conformaciones y enfermedades he¬
reditarias, tal como se hace con los animales domésticos. Pe¬
ro aplicar al Hombre los métodos usados para tos animales
es cosa ABSURDA además de ser INMORAL” . “En primer
lugar, no se llegaría a conseguir lo que se proponen los tales
eugenistas. Tomando el caso de los deficientes mentales, por
ejemplo, se ha calculado que impidiendo su reproducción se
necesitarían 69 generaciones (es decir 2 a 3.000 años) para re¬
ducirlos al 1 por 10.000 de la población en que ahora forman
59
el 1 por 1.000. Por consiguiente la eficacia del método no
resuelve el problema de las imperfecciones humanas heredita¬
rias ni siquiera en el caso en que es fácil descubrirlas. . ., Y
entonces en vez de predicar prácticas inhumanas como la es¬
terilización artificial, y peor todavía, la supresión violenta
del individuo genéricamente y gravemente imperfecto (euta¬
nasia. eugénica en que incurrió lamentablemente también el
Dr. Carrel) los que al fin de cuentas son pocos entre los in¬
numerables tarados ocultos, no concluyen nada; ¿no sería más
lógico emplear edios más morales, más humanos y al mismo
tiempo más eficaces? ¿Mejorar el atnbiente ?•. . . ¿La educa¬
ción ? . . . Evitar el mal gobierno que aumenta la criminali¬
dad?... ”.
Refuta el autor victoriosamente todas las objeciones apa¬
rentemente científicas de la eugenesia materialista; recomien¬
da sabiamente los métodos Rumanos y apropiados y conclu¬
ye con soberano desprecio de sabio por los ignorantes que
pretenden vestirse con el ropaje de la ciencia: “Pero los eu-
genistas que se ilusionan con alcanzar un nivel de salud ge¬
neral, de vigor y bienestar perfectos para los hombree del
futuro, corrigiendo la naturaleza con remedios extremos y
aplicando al hombre métodos poco perfectos, bárbaros y nada
científicos, pierden su tiempo, porque por ahora sólo la na¬
turaleza/por no decir la Providencia conoce los secretos i^ara
mantener en plena eficiencia las especies vivientes y al hom¬
bre, a pesar de todas las desgracias que lo afligen”.
El Prof. Ferranini, D’rector de la Clínica Médica de la
TTniv. de Barí hizo también una docta crítica de la Eugeno-
cia y la Eutanasia, que nos traía a Chile de novedad el mé¬
dico árgentino Dr. Bosch.
Parece más seguro atenerse a la doctrina de los intelec¬
tuales y profesionales italianos reunidos en Nápoles en am¬
plio congreso de estudios, en Enero de este año. Dirigía la
Jornada el Dr. Francisco Morguera y trató el aspecto médi-
plio congreso de estudios, en Enero de este año. Dirigía la
Universidad de Nápoles, y su aspecto jurídico el Prof. Fran¬
cisco Degni, profesor ordinario de la Real Universidad de
Messina.
El Profesor Stanganelli aludió a la epidemia de “asesi¬
natos piadosos” que inunda el orbe y a la dignidad moral y
espiritual de los médicos italianos; y enseguida expuso las
serias dificultades, la incertidumbre y la facilidad de errar
gravemente en la diagnosis y más todavía en la prognosis,
de tal modo que sentenciar a muerte a un hombre por incu-
’ rabl-e no es cosa tan fácil técnicamente como suele hacerse.
Adopta el lema de un eminente médico' francés, que es al¬
ma de todo médico de verdad: "Mientras queda vida, hay
60
esperanzas”. Describe la lucha sublime del médico con la
muerte, hasta el último, mantenido científica y humanamente
por esa piadosa esperanza . Esa esperanza podrá darnos ma¬
ñana un remedio de que la ciencia no dispone hoy. “Sólo por
un infinito •orgullo e innoble presunción se podría pronunciar
en esta materia un fallo de infalibilidad. Es inexacto hablar
hoy día de enfermedades incurables; los legisladores ingleses
han introducido con razón la distinción *pntre enfermedades
insanables, que existen y enfermedades incurables. “Trata,
el Prof. de los sufrimientos atroces y del deber del médico
de calmarlos con sedativos que no perturben la inteligencia
ni impidan el cumplimiento* de los deberes morales y religio¬
sos y que no precipiten el fin. El “divinum est opus sedare
dolorem” se concilia con la necesidad de no acentuar los fe¬
nómenos agónicos ni aun mínimamente ; fuera de ser por
lo demás incierta la apreciación de los dolores reales del en¬
fermo”.
“Finalmentev toda la educación y la preparación del mé¬
dico están en contradicción con el oficio macabro oue «e nue-
ría confiarle de parte de ALCTTNOS DESEQUILIBRADOS
embebidos de filantropía, de tal modo oue los estudios de me¬
dicina debieran ahora convertirse en una cátedra del arte de
matar”. Y termina el orador iluminando el cuadro dpl médi¬
co que lucha por calmar los dolores y del paciente que sufre
su dolor, con el ejemplo da Jesús Salvador, que quiso y su¬
po padecer como hombre los atroces dolores del Calvario, vi¬
sión sublime de dolor humano divinizado que. con la visión
serena de los pobres enfermos de la explanada de Lourdes,
dan el único calmante cierto, que trae una “buena muerte”:
la esoeranza del cielo!
El Prof. D°gni demostró que la Eutanasia, considerada
ya anticientífica y repudiada teológicamente por los católicos,
es rechazada también como un verdadero* homicidio sin ate¬
nuantes, por los solos principios de una verdadera ciencia mé¬
dica y de un sano criterio estrictamente jurídico.
ALEMANIA Y LA ESCUELA CATOLICA
Hitler lia lanzado un nuevo ataque a los Colegios Cató¬
licos, con flagrante violación del Concordato, que reconocía
a los católicos el derecho de tener sus propias escuelas. Es
el mismo atropello que la Corte {Suprema de EE. UU. de¬
claró hace algunos años ^constitucional.
Los Obispos alemanes en una pastoral fechada en Fulda
el 22 de Enero de 1937t„ ordenaron la siguiente oración en
las iglesias durante el tiempo que durara el conflicto : “Señor
Jesucristo, Tú que dijiste: “Dejad a los niños venir a Mí y
no se lo impidáis”, nuestros niños han «sido traicionados!
Deben ser enviados a escuelas donde se les apartará de Ti y
«estará en peligro la salvación de sus almas. Por eso, te roga¬
mos, no dejes que nuestros niños sean apartados de Ti. Pro¬
teje su fe católica y resguarda los colegios católicos. Concede
a todos los padres católicos inteligencia y fortaleza, para que
permanezcan fieles a nuestras escuelas católicas. Escucha
nuestra plegaria y haz que llegue nuestro clamor hasta Ti.
Nuestra esperanza está en el Nombre del Señor, que creó el
cielo y la tierra. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu San¬
to. Como «era en el principio, ahora y siempre, y por los si¬
glos de los siglos. Amén”.
Los católicos de Estados Unidos se han unido a esta
sobria plegaria llena de fe de sus hermanos perseguidos de
Alemania.,
El Ministro de Educación Nazi Herr Adolf ’Wagner pro¬
hibió por decreto los Servicios religiosos de todas las iglesias
los Domingos fuera de las 7 a 9 de la mañana. El resto de
la mañana deberá ser dedicado a los ejercicios de la pagana
juventud hitlerista. Otto Bauer, Jefe de la Liga Nazi para
las Escuelas Laicas atacó la Pastoral mencionada y la Juven¬
tud Hitlerista con la guardia Negra Nazi recorrió casa por
casa para intimidar a los padres que se resistían a enviar a
sus hijos a las escuelas paganas. Una nueva Pastoral de los
Obispos católicos acusa al Gobierno- de haber violentado la
voluntad de los ciudadanos, especialmente empleados públi¬
cos, para obligarlos a escoger escuelas del gobierno. Los obis¬
pos describen las nuevas escuelas nazis como creadas y dis¬
puestas deliberada-mente “para sofocar el Catolicismo y la
Fe cristiana”.
¡Y pensar que entre nosotros contrasta a la viril actitud
de los catóúcos alemanes la necia actitud de católicos que,
sin que los obligue más que una moda ridicula, o pretextos
fútiles, envían a sus niños a colegios protestantes!
LA LEGISLACION SOVIETICA DEL ABORTO
Tomamos de la revista “América”, de Nueva York, la
siguiente información :
¿Qué se. sabe y se piensa acerca ael desarrollo de leyes
y costumbres de Rusia soviética? Unos “progresos” son pro¬
clamados a todos los vientos : la nueva Constitución que pre¬
tende aparecer democrática, pero que no disminuye un ápme
el absolutismo del poder concentrado en unos pocos tiranue¬
los del partido Comunista de José Stalin; la supuesta liber¬
tad religiosa que conserva todas las leyes restrictivas de 9
de Abril de 1928 dictadas por un gobierno esencialmente per¬
seguidor. . .
Otros progresos se callan. ¿Por qué Karl Marx, abuelo
del plan quinquenal ha dejado su trono en el coro de las
deidades rusas para ser suplantado por Lenin y Stalin, y
después simplemente por Stalin? El judío alemán es reempla¬
zado por el “nacionalismo” de oportunidad. Otro progreso que
queda en el silencio es el de la libertad de aborto . . . Los
Doctores Robert Rabut y Francois Favre, eminentes médicos
de los hospitales de París se dirigieron a Rusia para estudiar
el estado de la Medicina y la Cirugía en ese país. Entre, las
maravillas técnicas, único tema de conversación posible con
los colegas rusos., encontró Favre que en los dispensarios y
hospitales de emergencia, se usaba sólo la sangre de cadáver
para las Transfusiones. Pero especialmente llamaron su aten¬
ción las Clínicas para Abortos. Hasta el decreto de 27 de
Junio de 1936 que restringe mucho el aborto, su práctica es¬
taba ampliamente autorizada para las 12 primeras semanas
de embarazo, per ley del Soviet de 1920. En 1932 había en
Moscú 40 chuicas especiales, con un porcentaje de 100.000
abortos al año. ¿Hoy? La legislación soviética ha dado un
paso atrás en su progreso hacia la barbarie total. ¿Por qué?
Acaso la filosofía rusa ¿ha abandonado el materialismo? No:
es cuestión de Estado : hacen falta más brazos para un inmen¬
so ejército rojo.
El profesor Ukyevitch dice del aborto: “Este problema
debe decidirlo el Estado”. Mauricio Pündus escribía en 1920
en su “Hu'manity Uprooted”: “La familia ya no -es un san¬
tuario. Ha perdido su importancia física y geográfica. En
Rusia persiste todavía la familia, pero ya va pareciendo una
sombra o el esqueleto de la familia antigua!”.
“Sólo cuando Dios sea restituido a su lugar en la socie¬
dad, sólo entonces será posible hablar de xma reconstrucción
en la moral de los Soviets’
JESUS PREDICADO EN LAS SINAGOGAS
“¿Es posible?'” se pregunta Joseph Bonsirven en el nú¬
mero de “La Vie intellectuelle ’ de 2o de Diciembre último.
Si, es posible — dice el mismo autor — aunque el hecho date
tan sólo de cuarenta o cincuenta años atrás, y se verifique
con regularidad nada más que en algunos países, Estados
Unidos, por ejemplo:
No se vaya a creer, con esto que los judíos han recono¬
cido ya la divinidad de Nuestro Señor y su misión redentora
entre los hombres. No; su posición es mucho más compleja
y obedece másv mucño más, a motivos puramente humanos
que a una iluminación de lo Alto que ellos hubieran podido
provocar por una humilde docilidad a la verdad. Esto no
obstante, el signo es esperanzador . Acerca de él entresacamos
para nuestras lecturas algunos datos interesantes que vienen
en el número a que nos referimos de la citada publicación
Los sermones sobre Jesús — unos de rabinos y otros de
pastores protestantes — “se limitan a sacar provecho de las
ideas y sentimientos expresados en la literatura judía ... La
más de las veces, el texto se toma del Antiguo Testamento ;
pero de cuando en cuando el predicador comienza también
por hacer leer un pasaje de ios evangelios — por ejemplo, en
San Juan, un episodio de las Bodas de Caná (II, 9-11), o de las
sentencias llenas de significado del Salvador en su entrevista
con Nicodemo (III, 10-18), o aun, en San Lucas, la narración
de la Natividad de Nuestro Señor. ¡Qué novedad, tan singu¬
lar lo de oírle en la Sinagoga tales cosas! Pero más singular
es todavía, escuchar a un rabino decir lo siguiente:
“Esta lección sacada de las Escrituras cristianas que aca¬
ba de seros leída nos habla del nacimiento milagroso» de un
niño perteneciente a un hombre de la tribu de Judá y a la
mujer su esposa. En medio de tan gran aparato de signos y
prodigios vino al mundo ese niño . Los pastores que guarda¬
ban sus rebaños en los alrededores de Belén se viero»n repen¬
tinamente, presa de respetuoso temor, ante el ángel aparecido
para anunciarles la feliz nueva del nacimiento de ese niño
extraordinario. La gloria de Dios los rodeó de luz y se les
unió todo un coro de mensajeros celestiales alabando a Dios
y cantando el himno angélico : “Gloria a Dios en lo más alto
64.
de los cielos y sobre la tierra paz y benevolencia para con
los hombres”, (it. Levy)”.
El articulista hace notar que no. siempre se guarda esa
sencillez ni esa mesura aunque siempre hablan de Jesús en
términos administrativos y de viva simpatía. Pero ello se debe
a que lo consideran como el tipo verdadero y auténtico dei
judío, patriota, aunque como doctor no puede pretender ni
con mucho, el primer rango. Su patriotismo lo impulsa a de¬
clararse mesías y libertador de su pueblo hasta que los roma¬
nos intervienen y lo condenan a muerte de cruz. Porque han
sido sólo los romanos los que crucificaron a Jesús, según es¬
tos rabinos actuales de que aquí se trata.
De aquí viene entonces la acusación que lanzan eonLra
San Pablo, presentándolo como traidor a Jesús al fundar una
religión nueva, el cristianismo, cosa que Jesús jamás soñó.
Claro está que reconocen lo milagroso y bienhechor del des¬
arrollo del cristianismo, pero lo atribuyen al contenido judío
de sus dogmas, contenido que se conserva al través de las
numerosas alteraciones y corrupciones de las enseñanzas de
Jesús: hijo de las iglesias contra lo que El enseñó acerca de
su reino interior; odio a los judíos contra lo que El predicó
acerca del amor al prójimo, etc. Todo ésto, junto con las re¬
soluciones prácticas que adoptan en sus sermones los rabinos,
hace ver que, si los judíos aceptan a Jesús, lo aceptan con
grandes reservas. “Si sienten admiración hacia El — dice el
articulista — es mucho menos a causa de su seductora perso¬
nalidad que debido a que con sus enseñanzas hace resaltar y
pone en relieve ciertas proposiciones de la Ley. Lo que apre¬
cian en Jesús no es a El mismo ni a su valor excepcional sino
la propia ley judía”.
¿Quiere decir ésto que debamos abandonar toda esperan-
za? . .
“No — responde Bonsirven. — Esos homenajes, aun tan
limitados, ¿no son acaso preferibles al silencio y a las mal¬
diciones de otro tiempo? No olvidemos tampoco, cuán insufi-,
cíente fué el primer acto de fe en Jesús proferido por 'el pri¬
mero de esos rabinos judíos que abren el linaje de los fie¬
les de Cristo: “Sabemos nosotros — decía Nicodemo — que
has venido de Dios, como doctor . . . ” . Entregarse a 1a. irra¬
diación de la persona y de las enseñanzas de Jesús, ¿no es
acaso exponerse al encanto irresistible de la verdad y del
amor?
¿Por qué esos rabinos no se han visto plenamente con¬
quistados por la seducción de ese Jesús exaltado y glorifi¬
cado por ellos? Porque no han percibido sus rayos más que
a través de su rabinismo. Su religión no soporta intermedia¬
rios humanos entre el Creador y la criatura y por eso, eu
65
parte», permanecen tan cerrados al Cristianismo, la religión
del Cristo, única vía hacia el Padre. Consideran ellos que
pueden acercarse directamente a Dios por medio de la Tora,
expresión del pensamiento divino, emanación de Dios, que
viene de Dios y sirve para que el hombre vuelva a Dios”.
Retengamos lo curioso y esperanzador de esta actitud a
pesar de las deficiencias notables y numerosas que ofrece.
¿Quién sabe si no será ella el primer paso de la convers ón
del pueblo escogido?
NOTAS
BIBLIOGRAFICAS
REVISTAS
“LA VIE INTEIAjECTUEUíE”. — 25 de Noviembre de 1936.
Muy notable es un artículo del escritor Paul Claudel sobre
el salmo 28 que publica en este número la magnífica revista de
los Dominicos franceses. En él, el gran poeta se manifiesta un
intérprete de primer orden en Has Sagradas Escrituras, juntando
la luminosidad interior de los Padres de la Iglesia, con genial ori¬
ginalidad de pensamiento y expresión y sutil penetración en los
detalles .
En efecto, el Salmo 28 es uno de los más difíciles de la Bi¬
blia constituyendo su recta interpretación una verdadera azaña;
siete veces resuena en él la voz de Jehová abriéndose paso al tra¬
vés de la historia humana, pero las imágenes orientales' de que
está lleno hacen su comprensión extraordinariamente dificultosa,
de modo que en él han naufragado lamentablemente, exégetas de
primer orden.
Claudel emprende su interpretación con un conocimiento his¬
tórico perfecto de todas las circunstancias que pueden aclarar su
comprensión y con un buen sentido único para entender con ad¬
mirable naturalidad y lucidez los símbolos de la poesía hebrea.
Pero sobre todo lo que se transparenta de un modo triunfal es
un verdadero don sobrenatural para conocer los misterios de las
Escrituras que existe en él con una grandeza que pocas veces se
habrá visto; el mismo nos hace conocer el espíritu de fe con que
se acerca a las Escrituras, en los siguientes párrafos, que debe¬
rían ser meditados: “Todos los errores y tonterías cometidas en
“ la interpretación de la Biblia, provienen de que se trata antes
“ que todo de minimisar, de circunscribir estrechamente la inspi-
“ ración del Espíritu Santo, en no admitirla sino donde no hay
“ medio alguno de hacer otra cosa, en todos los demás casos se
“ da libre curso a la interpretación literal e histórica. Armado
“ de documentos insuficientes, el intérprete trata, por ejemplo,
“ de meterse en el pellejo de David, a quien trata de representar-
“ se como un reyezuelo oriental, un jefe de bandidos, etc., en-
“ tregándose así (el intérprete) a pequeñas composiciones fantás-
“ ticas del género de losi parnasianos”.
“El resultado es pobre, a menudo cómico y a veces chocante.
“ Para interpretar las palabras de Dios podemos contar con el
socorro de la gracia, pero para interpretar las palabras de Da-
“ vid sólo contamos con nuestra ciencia e imaginación que son
“ bien poca cosa’”.
Después de una breve introducción hace un paréntesis, que
creemos difícil superar, sobre los cortinajes que cubrían el Arca
de la alianza, en que parecen juntarse la más alta luz de Dios
con un sentido perfecto de la interpretación de los detalles en su
sentido sobrenatural, y pasa después al estudio mismo del Salmo.
Imposible dar una impresión completa del comentario por su mucha
riqueza de ideas; lo mejor será copiar uno que otro párrafo que
lo haga gustar, por ejemplo sobre el versículo 5: “La voz de Je-
“ hová quebranta loa cedros, Jehová quebranta los cedros del
“ Líbano”, comenta: “El cedro es lo que se mantiene de pie, lo
“ que se debe asimismo su crecimiento y solidez; su follaje desa-
“ fía las estaciones, sus raíces van en todasi direcciones a buscar
'* la substancia en lo más profundo del suelo y se apoderan de
“ ella con fuerza. Cada año se ensancha su tronco y cada año
“ un nuevo círculo interno viene a inscribir en el, el aporte del
“ tiempo. Existe convergiendo sólo a su propio provecho y no
“ oye una voz creciente que dice: ¿qué hace aquí este capitaiis-
ta y por qué ocupa la tierra?".
Más adelante, escribe: “Si existe el árbol, existe también el
“ bosque, quiero decir, aquel obstáculo al camino y a la luz que
“ forman los intereses, las pasiones, les egoísmos, los vicios, las
“ ignorancias mezcladas y entrelazadas; hay como esconder a Adán
“ allí dentro y tan bien que su Creador ya no sepa donde está.
“ La naturaleza en su crecimiento desordenado ha producido de-^
“ bajo de sí una atmósfera de noche, de humedad y penumbra a
“ cuyo abrigo prosperan todas las plantas envenenadas, sin ha-
“ blar de esas flores siniestras".
Después: “Si se admite que toda la Biblia es esencialmente
“ la obra de un solo autor, que es el Espíritu Santo, a ella de¬
bemos referirnos y encontramos que ella contiene su propio co¬
mentario, su repertorio y su ilustración”.
“El hombre abandonado por la gracia se minera'lisa, se con-
“ solida en su propia forma, todo lo que se puede hacer en él,
** es esculpir un ídolo. El Creador desconcertado mira su obra y
“ tos huesos viven?”. (Ezequiel XX^VII, 7) .
Tendríamos que reproducir todo él artículo si quisiéramos se¬
guir citando; baste con lo dicho para formarnos una pálida idea
de la fuerza sobrenatural que se contiene en él y que nos hace
remontarnos a los cálidos y luminosos comentarios de un Agus¬
tín y un Crisóstomo.
En el mismo número publica P. Jobit, gran conocedor de los
círculos católicos de España, un interesante artículo acerca del
rol de :1a Acción Católica en ese país. Transcribimos de él los
acápites siguientes:
“Esta organización cuyas cualidades y sobre todo cuyos mé¬
ritos no pueden desestimarse, ¿qué valía exactamente?
La impresión que se sacaba de ella, era, a decir verdad, un
poco inquietante y bastante marcada. Se presentía que había allí
un excelente estadio mayor afirmándose en calidad y cantidad,
y que, en algún tiempo, podría agrupar tropas esparcidas en to¬
do el país, pero, por el momento, aquellas tropas parecían inexis¬
tentes. En esto reside la diferencia esencial entre la A. C. de
Francia y la de España, ^levemos hasta el fin nuestra compara¬
ción sacada del lenguaje militar y se verá más clara la diferen¬
cia: nuestra A. C. es el cuartel general que intenta organizar, en
ejército regular y disciplinado, todo un sistema de grupos crea¬
dos espontáneamente y que habían partido como franco tirado¬
res de edades diferentes y variadas tendencias; en España era una
academia, una escuela de guerra, en que se aprendían reglas es¬
tratégicas y tácticas, procedimientos y métodos de conquistas que
se pondrían en práctica con plena eficacia el día en que el con¬
tingente fuera reclutado.
Ningún observador imparcial podía dejar de inquietarse por
esta ausencia de obras rituales y de movimientos bien organizados.
La Juventud Católica aparecía anticuada y anémica, no ha¬
biéndose lanzado nunca a alta mar — el clima de la España Ca-
68
tólica lo exigía así — como otras juventudes, se había quedado
en las fórmulas de la gran guerra y ni siquiera las aplicaba con
rigor. El régimen de "‘congregación” o “cofradia” había gravado
su marca, ai parecer indeleble, por todas partes. La especulación
no había podido hacerse y las mismas tentativas de J. O. C. (Va-
lladoiid, por ejemplo) demostraban la inexistencia de este movi¬
miento en el conjunto de España. Los campesinos estaban desor¬
ganizados; la masa estudiante frívola o conquistada por todos los
extremismos; la juventud mundana, inútil e inutiiizable, o en sus
mejores elementos sin relación con el resto del país.
En general, por otra parte, igual pobreza de “obras de juven¬
tud”, locución que designa, sobre todo entre nosotros esa inmensa
floración de patronatos, de colonias de vacaciones, de grupos de
scouts, jeciotas u otros. Nada semejante en la moderna España.
Fundaciones piadosas o institutos congregacjpnistas agrupaban,
recogían, educaban, ciertamente muchos niños, pero en todas par¬
tes se notaba el predominio administrativo, la vejez de los mé-
todos y la escasez extraordinaria de un sacerdocio diocesano jo¬
ven, enteramente abnegado. Esta ausencia del sacerdocio, era el
gran dolor de los muy buenos!”.
Más adelante P. Jobit agrega:
“La misma incertidumbre pesaba sobre el seoutismo, que el
Episcopado no hjabía querid,o aceptar de1 manos del joven jefe
que se .10 ofreciera, hace algunos años; desde entonces los “Explo¬
radores de España” bajo la dirección de su comisario general, D.
Juan Antonio Dinias, se desarrollaron y evolucionaron laicamente,
vagamente asistidos en circunstancias solemnes por un Capellán
pagado. En 1931 soñamos con un acuerdo entre la Iglesia y su
asociación y alcanzamos a hechar sus bases... Se prefirió fundar
a destiempo, una federación rigurosamente católica con jefes po¬
liticamente catalogados en las derechas y salidas, por eso mismo,
del movimiento inicial, único oficialmente reconocido. Los “scouts
hispanos’, asi creados, por grande que haya sido la abnegación de
sus jefes y capellanes, no pudieron librarse de este pesado fardo
y los odios que los rodearon en los meses rojos de Febrero a Ju¬
lio de 1936, verificaron nuestros temores del principio.
A la constatación de esta ausencia de masa organizada o al
menos bien organizada, me parece que deben agregarse algunas
críticas. Las obras de A. C., más arriba descritas, pecaron siem¬
pre por algo de intelectualismo: el estilo de la tertulia, el grupo
en que se conversa, o del Ateneo, el círculo en que se conferen¬
cia, lasi marcan con demasiada uniformidad. Mucha parlería, poca
realización, tal es la fórmula que en sereno síntesis, pinta sus
procedimientos . . .
Y es también a un defecto inherente a la mentalidad espa¬
ñola, denunciado por Palacios Váldés, la “tendencia a relacionar
toda cuestión con la teología o la política”, a que se ha debido la
insuficiente separación de la Acción Católica con la política. En
este punto losi mejores de nuestros amigos parecían incorregibles;
demasiado cercanos a la historia de su monarquía católica, tenían,
ciertamente bastante perspicacia para ver todjas las ruinas que
había amontonado, pero se negaban a desprenderse sentimen¬
talmente de aquel viejo pasado de alianza entre el trono y el
altar. La Iglesia sin rol oficial, sin función política en el país,
es una realidad difícilmente pensable en España. La idea de un
“Centro”, o de un partido católico, que influencias belgas y ale¬
manas acreditaron no poco, permanecía siempre subyacente en
el pensamiento de los mejores campeones de la Acción Católica;
69
cuantas veces no oímos, el reproche dirigido a los católicos fran¬
ceses de no ser una fuerza política en el parlamento, de no te¬
ner representantes oficiales en los consejos de gobierne . Sin ver
cuán peligrosa es esta fórmula en nuestra época, se tendía ha¬
cia ella y por desgracia el partido de Gil Robles, parecía ser al¬
go a'sí como la prolongación parlamentaria y política de la A. C.
Española. Ahora bien este partido tuvo que liquidar asuntos te¬
rribles, una cruel represión que operar. (Asturias. 193 4) . No hay
duda, que en parte, las terribles desgracias de la Iglesia de Espa¬
ña, hallan estado en relación con esta confusión de lo espiritual
y lo temporal cuyos peligros no se veían bien claros.
Debemos, sin embargo, constatar que la A. C. de España
constituía, constituye aun, apesar de la hecatombe un hermoso y
grande esfuerzo, delante del cual, conviene inclinarse. Este es¬
fuerzo no fui inútil, formó militantes, y ciertamente muchos, de
ellos, se encontrarán mañana prestos a reconstruir. . . Formó tam¬
bién verdaderos apóstoles de los cuales, muchos, en estos meses
atroces, han sido mártires. La simiente de Cristianos, así sembra¬
da, no dejará de producir mañana abundante cosecha”.
BOLETIN DE ESTADISTICA DE LA MUNICIPALIDAD DE
SANTIAGO. — Diciembre de 1936 .
H]ay problemas que realmente atraen a las “elites” y a las
masas. Entre ellos los relacionados con la situación económico-
social de las. clases trabajadoras figuran en primer término. Ge¬
neralmente, los agraciadas de la fortuna, consideran que el bie¬
nestar del pueblo es más bien un problema de distribución orde¬
nada de los salarios entre las diferentes necesidades» que con ellos
se deben satisfacer. Dan gran importancia al problema de la
embriaguez y muchas veces llegan a considerar muy buenos los
salarios actuales y sólo por excepción que son escasos, a pesar de
su bajo monto en relación con el costo de la vida. Los directa¬
mente afectados por el problema desconocen por su parte lo que
significaría para ellos una buena distribución de las ganancias
y sólo atienden a un factor de su miseria: los» pequeños jornales
que perciben .
Desgraciadamente hasta hace poco contábamos con muy es¬
casos estudios serios que dieran alguna luz. Las estadísticas un
tanta desconocidas por una parte, y una formidable despreocupa¬
ción de la clase patronal, hacían más difícil dilucidar so.bre la
verdadera situación de los obreros y empleados y es así como, se
ha hablado al respecto con tanto calor en el Congreso en estos
últimos meses, careciendo de base científicas y de preparación in¬
telectual suficientes .
Los resultados que mejora la situación de los empleados
particulares han sido claros: Aumento de los costos de vida y
burla de la ley. Sólo algunos pocos patrones dignos de to¬
da alabanza cumplen con ella. Con esta situación el problema se
ha agravado. Si los sueldos y salarios eran excesivamente bajos,
ahora continúan escasos y deben satisfacer necesidades por un
valor muy superior.
Los hechos, expuestos nos han inducido a considerar pública¬
mente el trabajo realizado por la I. Municipalidad de Santiago.
Con una investigación realmente admirable, la Sección Bienestar
de esa Corporación, ha constatado teórica y prácticamente Mas
njécesidades de sus operarios que ganan un salario superior )a
70
$ 14 diarios (5,5 %). Procedió a encuestar a todas las familias
de esos obreros desde todo punto de vista: individual y familiar,
social, económico, médico, etc. sin dejar, casi se puede decir, un
solo punto por analizar, y llegando a conclusiones realmente in-
ter es antes. Lo más fundamental que tiene a nuestro juicio el tra¬
bajo realizado es la franqueza para exponer los resultados. Di¬
fícil será en adelante argumentar incapacidad para efectuar inves¬
tigaciones de esta índole. El trabajo está hecho y sólo es cues¬
tión de adaptar el procedimiento en gran escala para conócer
1a, situación nacional . No es un imposible, sino muy por el con¬
trario .
Los resultados pueden reducirse desde el punto de vista de
las relaciones entre los salarios percibidos y las cargas familia-
re» a los siguientes:
N.o total de obreros ocupados en la Municipalidad 2.094 100 %
N.o total de o.breros encuestados (que ganan más
de $ 14 diarios) . . . 115 5,5 %
N.o total de obreros que ganan más de $ 14 dia¬
rios y que tienen superávit . 7 3,3 %
N.o total de obreros que ganan mási de $ 14 dia¬
rios y que no tienen déficit . 108 5,3 %
Si estos son los resultados de los que ganan buenos jornales
en relación con el resto, sin hacer conjeturas no muy bien ba¬
sadas, podemos afirmar que la situación de los obreros municipa¬
les a pesar de las buenas intenciones que han guiado a los regi¬
dores en estos últimos tiempos, es todavía bastante precaria.
Sería de desear que se completara este estudio para conocer
exactamente la realidad del 9 4,5 % de los jornales que no se to¬
mó en cuenta en este trabajo y cuya situación se presume.
En resumente, se trata de una publicación de alto interes
científico y social que debe conocer toda persona que se interese
por estos problemas.
r . O. P. P.
LIBROS
PAUL GLAUDEL — Toi, qui es -tu? — - Editorial Gallimard —
29.a edifición. — 1930. — 122 páginas.
Es una recolección de cartas y, ensayos sobre temas religiosos
y filosóficos, seguido de dos hermosos poemas en verso del mis¬
mo autor, uno sobre la Noche de Pascua y el otro sobre la Vir¬
gen María.
Las cartas y algunos ensayos son tomados dé! volumen de
“Correspondencia” publicado por Pión y de la obra “Positions et
Prop'ositionte”: las otras son inéditas o reunidas por primera
vez en un volumen .
“No todos log poetas y escritores pertenecen a la misma ca¬
tegoría. Hay algunos que son fabricantes, amos perfectos de la
materia que tienen sus manos, y de la cual hacen a su capricho
toda clase de objetos útiles o agradables. Y hay otros, creado¬
res, que dan a luz en las tinieblas y penosamente algo que ellos
mismos en gran parte ignoran (genitum non factum) y que es¬
tán tan imposibilitados de corregir como el cerezo sus frutos o
71
Cristóbal Colón la América”. T a estos últimos pertenece Paul
Clan del. Sus cartas y ensayos son chispazos sobre los» más va¬
riados puntos; inconexos unos de otros, a veces difíciles y sin
pulir, pero conteniendo siempre alguna idea rica y grande .
De gran interés son sobre todo una serie de pensamientos so¬
bre el mal y la libertad.
J . P1H .
F. FITN OK-BRENTAN O. “Les Croisades”. Edit. Elammarion 1934.
121 páginas.
Contiene el libro de Funck-Brentanno una relación detallada
de la primera cruzada, seguida de un .breve resumen de las siete
restantes. Es una obra de mucho interés y amena en su lectura,
pues al juicio histórico justo y objetivo del autor se unen de¬
talles curiosos y pintorescos tomados de las antiguas gestas.
Las principales fuentes que cita Funk-Brentanno son “Lía
chanson de Antioche”, compuesta a principios del siglo XII, y las
crónicas de Foucher de Chartres, capellán de Baduino de Boloña,
y por lo tanto participante en la primera cruzada.
A juicio del autor, las consecuencias históricas de mayor im¬
portancia de todo el movimiento de las cruzadas fueron la con¬
solidación dél poder, tanto del Rey de Francia sobre los caba¬
lleros feudales, como del Sumo Pontífice dentro de la Iglesia ro¬
mana. Por otra parte las cruzadas, lejos de alcanzar sai objetivo
de destruir el poder musulmán, contribuyeron indirectamente a
la caída del imperio romano del Oriente, y con ello a la expan¬
sión turca que sólo se detuvo ante las murallas de la misma
Viena. En efecto: según Funck-Brentanno, la destrucción del po¬
der turco sólo era posible por una acción combinada de los ejér¬
citos cristianos de Occidente con el Imperio de Bizancio, pero los
jefes de la primera cruzada, faltando al tratado hecho con el
Emperador Alexis Comneno, obligaron al Imperio del Oriente a
distraer en luchas» con los ejércitos cristianos las fuerzas que po¬
drían haber conjurado definitivamente el peligro musulmán. Los
principados franceses establecidos en Tierra Santa por las prime¬
ra cruzada fueron de bien corta duración, y todo lo conquistado
cayó nuevamente en manos de los sarracenos sin que las demás
cruzadas fueran capaces de reestablecerlos. Y ello, por la discor¬
dia que surgió entre Alexis Comneno y los» jefes occidentales al ne¬
garse estos» últimos a entregar Antioquía al emperador, negándose
así a cumplir con lo pactado.
Sin embargo, a pesar de no alcanzarse con las cruzadas el
objetivo que se proponía: la destrucción del poder de la media
luna, quedarán ellas» siempre como uno de los más grandes hechos
en la historia de la Cristiandad por lo que significaron en fe y
arrojo, tanto en las masas populares inflamadas por la palabra
de Pedro el Ermitaño, como en los caballeros y reyes que organi¬
zaron y dirigieron las diferentes expediciones.
J. PH.
“ELEMENTOS DE LA CIENCIA ECONOMICA”, por Jaime Evza-
guirre. Santiago, — 1937. — Imprenta “Universo”, 184 págs.
Cuando en un orden cualquiera de actividades, especulativas
o prácticas, se rechaza y se desconoce el principio de finalidad,
se destruye por ello mismo toda cohesión, toda norma orientado¬
ra de esas actividades y, por ende, vienen a establecerse el caos y
72
la anarquía; el orden no es sino la recta disposición de las cosas.
Y por cosas entiéndese a los seres de toda laya que se pueden pre¬
sentar — en visita de un objetivo, de una meta por conseguir. No
han faltado jamás en el mundo las doctrinas filosóficas que han
negado la existencia de la finalidad en sí misma, ni ha tampoco
dejado de ha,ber quienes' han aplicado ese antifinalismo, bajándo¬
lo de las cumbres filosóficas, a campos más llanos y más veci¬
nos de la realidad concreta y material. Fueron los sofistas en la
antigüedad quienes perdían de vista la finalidad del raciocinio —
la obtención de la verdad — y se complacían en la sutileza de la
argumentación sin mirar a donde conducía. Son los retóricos
— los sofistas de la literatura, como los califica Ernest Helio —
los que pierden de vista la finalidad de la expresión artística que
es la construcción de una obra bella. Y más especialmente de los
tiempos modernos son los financistas — sofistas o retóricos de la
economía, — quienes, perdiendo de vista la finalidad de las fi¬
nanzas públicas, se complacen en su libre juego y se deleitan en
sus combinaciones sutiles, sin importarles un ardite las perturba¬
ciones y catástrofes' que pudieron producirse por causa de esa
carencia de subordinación al elemeto humano y su bienestar co¬
lectivo.
Ello ha sido la causa de esa artificiosa y funesta división de
la ciencia económica en política y social, preocupándose aquella
de las puras leyes económicas consideradas como entidades au¬
tónomas y completamente independientes del ser humano, y pen¬
diente esta otra del bienestar común como de un objetivo obliga¬
torio de alcanzar. De allí ha provenido también que , enfriadas las
virtudes cristianas y en especial la justicia y la caridad — ambas
de carácter eminentemente social — hayan primado las activida¬
des financieras sobre la verdadera actividad económica, hasta ha¬
cer de 1a, confusión de unas y otras' en beneficio de las finanzas
uno de los constitutivos esenciales del capitalismo moderno.
Ese defecto de visión, ese falso concepto de la realidad eco¬
nómica que había prevalecido, hasta ahora en todos los textos de
Economía que se han editado en nuestro país se encuentra to¬
talmente ausente de la obra que acaba de publicar Jaime Eyza-
guirre con el título de “ELEMENTOS DE LA CIENCIA ECONO¬
MICA’”. C(on gran seguridad de' doctrina y solidez de criterio
afirma el autor a lo largo de todo su libro lo que ya quedaba in¬
sinuado en el título: la unidad de la Economía. Y de esta a ma¬
nera de fuente central van manando las demás cualidades del li¬
bro cine hacen de él el fruto genuino de un economista católico.
“Es difícil — dice Maritain — ser filósofo y católico: pero lo
es mucho más ser filósofo católico”. La obra de Jaime Eyzaguirre
no es la obra de un economista y católico, sino de un economista
católico1. Sus profundas convicciones religiosas se han armoni¬
zado de modo tan perfecto con la exquisita maestría y compe¬
tencia técnica, que la obra resulta dotada de una coherencia y
unidad indestructibles; allí no es posible separar sino tan sólo
distinguir lo que es producto de una perfecta documentación y lo
que proviene de un riguroso criterio católico; ambos elementos se
encuentran más que abrazados, fundidos uno en otro, y tal fusión
se manifiesta en la transparencia y limpidez de estilo que cam¬
pean a lo largo en esta preciosa obrita.
Para Iori jóvenes estudiantes cuya recta formación en mate¬
rias económicas ha de tropezar con tanto prejuicio, con tanta opi-
nión ya recibida cuya mole no deja percibir ia luz de las sapien¬
tísimas enseñanzas de la Iglesia, el libro de Jaime Eyzaguirre ha de
ser un guía seguro, amable y simpático que les ha de ir ilumi¬
nado la vía y aconsejando la orientación de sus pasos. Es de de¬
sear muy encarecidamente que encuentre eco en nuestros ambien¬
tes estudiantiles y que se acepten sus puntos de vista. Con ella
se dará un paso — y muy grande — hacia la ansiada solución
de nuestros problemas sociales.
Osvaldo Iilra P. SS. CC.
Interesa a les asegurados de ia Ley 4054
El Consejo de la Caja de Seguro
acordó dar de plazo hasta el l.° de
Julio de 1987, para que los asegura,
dos que lo deseen puedan rectificar
la edad en que quieren constituir su
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“ Elementes de ía ciencia económica ”
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