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Full text of "Estudios"

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Princeton  Theological  Seminary  Library 


https://archive.org/details/estudios5521unse 


MARZO 

1937 


52 


ESTUDIOS 

MENSUARIO  DE  CULTURA  GENERAL 


REDACCION: 

JAIME  EYZAGUIJRRE 

Casilla  13370  -  San  ti  ego  de  Chile 


SUSCRIPCION  ANUAL  EN  EL  PAIS .  ?  22 

»  „  „  „  EXTRANJERO  1  Dólar 

NUMERO  SUELTO .  $  2 


SE  RECIBEN  SUSCRIPCIONES  EN  LAS  LIBRERIAS: 


ZAMiORANO  Y  CAPERAN 

CLARET 

SPLENDOR 


(Compañía  1015). 

(Diez  de  Julio  1140). 
(Bernardo  O’Higgins  1626). 


AjÑO  V 
MARZO 


No  52 
BE  1937 


- 

’  '  '  ;  -  ‘  L  ..  v  ..  .  .  '  , '1  • 

52 

Págs. 


"‘NOTAS  EDITORIALES’’ : 

“Salarios  y  Precios” .  2 

“HACIA  LA  SOLUCION  INTEGRAL  DEL  PROBLE¬ 
MA  ¡DE  LA  ALIMENTACION”,  por  el  Dr. 

Julio  Santa  María  . . .  i . .  5 

“MARITAIN  Y  EL  PROBLEMA  POLITICO”,  por  Ju¬ 
lio  Philippi  . . . .  16 

“LOS  EFECTOS  DE  LA  LEY  DE  EMPLEADOS  PAR¬ 
TICULARES”,  por  Clemente  Pérez  Pérez  . . .  23 

“DE  LA  LIBRE  CONCURRENCIA  A  LA  ECONOMIA 

DIRIGIDA”,  por  Jaime  Eyzaguirre .  26 

“PANORAMA  POLITICO  DEL  PERU”,  por  Oscar 

Larson  . . .  . 66 

“EL  PENSAMIENTO  DE  DON  JULIO  ZEGERS  ANTE 
EL  PROBLEMA  EDUCACIONAL”,  por  José 
Manuel  Espínela .  5° 

“EL  PENSAMIENTO  EN  EL  MUNDO”: 

“El  deber  de  los  (intelectuales  católicos”  ....  55 

“La  Eutanasia  juzgada  por  los  sabios  italia¬ 
nos”  . . .  58 

“HECHOS  DEL  EXTRANJERO” 

“Alemania  y  lai  Escuela  Católica” .  61 

“La  Legislación  soviética  del  aborto” .  62 

“Jesús  predicado  en  las  Sinagogas” . .  63 

“NOTAS  BIBLIOGRAFICAS”: 

Revistas:  “La  Vie  Intellectuelle”,  P.  66;  “Boletín 
de  Estadística  de  la  Municipalidad  de  Santiago”, 
P.  69. 

Libros:  “Toi,  qui  es-tu?”,  ,por  Paul  Claudel,  P.  70; 
“Les  Croisades”,  por  F.  Funch-Brentamo ;  P.  7V 
“Elementos  de  la  Ciencia  Económica”,  por  Jaime 
Eyzaguirre,  P.  71. 


MARZO  DE  19  9  7 


2 


SOTA/  wmuu/ 

Salarios  y  Precios 

— ~ 

N  el  último  año  ha  podido  observarse  en  nuestro  país  un 
alza  progresiva  en  los  precios  que  va  tomando  carac¬ 
teres  verdaderamente  alarmantes. 

Al  terminar  en  1933  la  inflación  monetaria,  que  trajo 
consigo  la  elevación  de  los  precios  en  un  50  %  comparativa¬ 
mente  con  el  año  anterior,  se  logró  por  algún  tiempo  una 
gran  estabilidad  que  se  mantuvo  hasta  1935.  Pero  en  1936  se 
ha  producido  una  nueva  alza  que  ha  llegado  a  un  10,5  %  en 
los  precios  al  por  mayor  y  a  un  §  %  en  el  costo  de  la  vida 
en  Santiago,  esto  es  en  los  precios  al  por  menor. 

|Á  qué  puede  atribuirse  esta  elevación  intempestiva  que 
no  tiene  aún  visos  de  terminar?  Desde  luAgo  no  .puede,  ella 
ser  motivada  por  el  factor  monetario.  En  efectp  al  inaugu¬ 
rarse  en  1933  el  sistema  del  papel  moneda  regulado,  que  ha 
puesto  término  a  la  inflación  y  ha  logrado  mantenerse  gracias 
a  una  prudente  política  de  la  hacienda  pública  que  ha  conser¬ 
vado  el  equilibrio  de  las  finanzas  y  se  ha  abstenido  de  recu¬ 
rrir  a  las  emisiones  adicionales  de  circulante,  puede  decirse 
que  los  precios  han  dejado  de  sufrir  influencias  monetarias, 
tan  frecuentes  en  años  anteriores.  Tampoco  podría  atribuirse 
esa  alza  —  como  pretenden  algunos  —  a  la  reciente  ley  que 
mejora  la  condición  de  los  empleados  particulares,  por  cuanto 
comienza  apenas  ahora  a  aplicarse,  mientras  el  aumento  se 
nota  progresivamente  desde  hace  un  año.  En  realidad  las  cau¬ 
sas  las  ha  encontrado  el  Boletín  del  Banco  Central  en  la  si¬ 
tuación  interna  de  nuestro  mercado  y  en  la  tendencia  del  mer¬ 
cado  mundial. 

En  efecto,  un  estudio  detenido  de  los  diferentes  elemen¬ 
tos  de  la  eeonoimía  chilena  permiten  comprobar  que  el  ciclo 
de  expansión  inicia-do  en  1933  ha  llegado  al  máximum  de  su 
intensidad  en  1936,  debiendo  el  extraordinario  incremento  del 
crédito  y  de  las  actividades  acarrear  consigo  un  alza  progre¬ 
siva  de  los  precios. 

Pero  a  esto  se  agrega  una  nueva  circunstancia  inespera¬ 
da  v  a  la  que  se  atribuye  una  influencia  extraordinaria:  la 
tendencia  dominante  en  el  mercado  mundial  a  la  elevación 
de  ios  precios  que,  junto  con  repercutir  fuertemente  en  Chi¬ 
le,  se  escapa  a  todo  control  interno. 

¿Ya  qué  resultados  puede  llAvar  esta  elevación  progre¬ 
siva  de  los  precios? 


En  los  últimos  años  el  alza  del  índice  de  los  jornales  obre* 
vos  había  sido  entre  nosotros  apreciable,  aunque  no  lograra 
todavía  neutralizar  totalmente  los  efectos  del  alza  del  costo  de 
la  vida.  El  índice  que  en  1932  era  de  70,3,  subió  en  1935  a 
127,  y  entre  este  año  y  el  siguiente  pudo  observarse  una  ele¬ 
vación  aproximada  de  un  15  °/o.  La  situación  de  los  emplea¬ 
dos  particulares  ha  entrado  por  otra  parte  en  vías  de  mejo¬ 
rarse  con  la  aplicación  de  la  reciente  ley  N.9  6020.  Pero  es 
indudable  que  esta  última,  como  el  aumento  de  los  jornales 
obreros,  no  podrán  a  la  postre  producir  ningún  resultado  si 
los  precios,  en  lugar  de  mantenerse  en  un  nivel  estable,  con¬ 
tinúan  su  ascensión  indefinida.  En  poco  tiempo  más  volverá 
a  presentarse  nuevamente  el  mismo  problema  que  se  creyó  ya 
resuelto.  La  gran  mayoría  de  la  población  se  encontrará  sin 
recursos  para  hacer  frente  a  las  más  premiosas  necesidades 
y  entonces  ¿a  qué  extremos  no  es  capaz  de  recurrir  una  in¬ 
mensa  masa  haímbienta  y  desesperada? 

Esta  tendencia  mundial  al  alza  de  los  precios,  cuya  reper¬ 
cusión  en  nuestro  país  ha  consignado  el  Boletín  del  Banco 
Central,  reviste,  como  es  fácil  comprender*  una  extraordina¬ 
ria  gravedad,  ya  que  se  trata  de  un  elemento  que  se  sustrae  a 
todo  control  interior.  Sin  embargo,  es  preciso  considerar  que, 
aunque  muy  importante,  no  -es  esta  circunstancia  la  única 
que  influye  en  la  estabilidad  de  los  precios  y  que  en  Chile 
es  grande  todavía  el  poder  de  la  especulación  y  mucho  lo 
que  las  autoridades  podrían  hacer  para  evitar  el  abuso  de  la 
misma  y  las  fatales  repercusiones  que  ella  tiene  en  el  costo 
de  los  artículos  de  primera  necesidad.  Un  severo  control  de 
nuestra  -economía  nacional,  si  no  lograría  impedir  el  alza 
motivada  por  la  tendencia  del  mercado  mundial,  evitaría  al 
menos  que  a  ésta  se  sumaran  los  efectos  de  factores  internos 
que  se  tiene  en  la  mano  neutralizar  y  corregir.  Y  este  con¬ 
trol  ha  de  ejercerse  particularmente  en  el  mercado  moneta¬ 
rio,  ya  que  una  inflación  en  -estas  circunstancias  sería,  como 
es  de  comprender,  de  consecuencias  desastrosas. 

Con  razón,  pues,  el  Boletín  del  Banco  Central,  penetrado 
de  la  importancia  del  problema,  ha  recomendado  desde  lue¬ 
go  mantener  el  control  sobre  los  precios  de  productos  nacio¬ 
nales,  especialmente  alimenticios,  el  control  sobre  el  comer¬ 
cio  exterior  y  el  .equilibrio  de  las  finanzas  nacionales. 

LEA  EN  EL  PROXIMO  NUMERO: 

“EL  PROBLEMA  DE  LA  HABITACION  POPU¬ 
LAR”,  por  Armando  Fontaine. 

“EL  DESASTRE  DE  LAS  HUMANIDADES  A  LA 
LUZ  DE  LA  ESTADISTICA  ”,  por  José  Manuel  Espinóla. 


4 


(Linóleo  de  Margarita  Vald.és  Subercaseaux) 


Doctor  Julio  Santa  María 


Hacia  la  solución  integral  del  problema  de 

la  alimentación 


El  pDan  Oruz-Coke  y  ei  Consejo  Nacional  de  Alimentación 

“Y  porque  1a  Salud.  Pública  es  lo  prime¬ 
ro  afectado  por  estas  deficiencias  nutri¬ 
tivas  es  que  el  Ministerio  de  Salubridad  ha 
dado  a  este  problema  toda  la  importancia 
que  merece .  .  .  ” . 

“El  Gobierno  solicitará  esta  colabora¬ 
ción  de  los  agricultores  y  está  seguro  de 
recibirla” . 

(jomo  síntesis  que  indica  meditación  y  conocimiento  del 
fin  que  se  desea  obtener,  “el  Gobierno,  por  intermedio  de  su 
Ministro  de  Salubridad,  ha  -expuesto  con  ruda  franqueza  el 
estado  precario  de  nuestra  alimentación’  ’  en  la  reunión  ianu- 
gural  del  Consejo  de  la  Alimentación.  Y,  como  lo  ind  ca  mas 
adelante  el  Sr.  Ministro  en  su  informe-programa,  “recién  com¬ 
pletados  los  -estudios  que  mandó  realizar  para  conocerlo  a 
fondo,  se  ha  puesto  en  la  vía  de  adoptar  todas  las  medidas 
que  están  a  su  alcance  para  darle,  no  sólo  una  solución  in¬ 
mediata  a  los  puntos  posibles,  sino  de  establecer  las  bases  de 
una  verdadera  política  de  alimentación  que  comprenda  el 
ejercicio  de  todos  los  instrumentos  de  qu?  el  Estado  dispone 

para  ello”.  n.  . 

Se  tenían  ya  en  realidad,  datos  suficientes  para  conocer 

la  situación  nutritiva  de,  la  masa  popular;  los  estudios  reali¬ 
zados  por  investigadores  nacionales»  que  en  otra  ocasión  lie¬ 
mos  comontado,  (Véase  Revista  “Estudios”  N.9  31  y  32.  T. 
III.  Jun.  y  Jul.  35),  no  han  sido  sino  reconfirmados  por  las 
conclusiones  del  informe  presentado  a  la  Sociedad  de  las  Na¬ 
ciones  por  los  miembros  de  su  Organización  de  Higiene,  i  10- 
fesores  Burn-et  y  Dragoni,  después  de  la  encuesta  realizada 
en  el  invierno  del  año  1935.  Existían  en  nuestro  rodaje  ad¬ 
ministrativo  diferentes  instituciones  que  podían  actuar  sobre 
el  problema  de  la  desnutrición  popular,  como  así  en  el  campo 


educacional  se  'estaba  dando  especial  importancia  a 'los  cursos 
de  higiene  de  la  alimentación.  “Pero  todos  estos  organismos 
han  actuado  hasta  ahora  independientemente  sin  que  una  coor¬ 
dinación  de  sus  funciones  haya  permitido  regular  la  ¿produc¬ 
ción  frente  al  consumo*”. 

En  esta  frase  del  Ministro  podemos  ver  resumida  toda 
su  posición  frente  al  problema  que  analizamos.  “Coordina¬ 
ción”,  la  antítesis  de  nuestro  espíritu  de  capilla,  que  resta  efi¬ 
cacia  a  tantas  obras  que  se  perturban  en  su  mutua  labor  ,por 
no  sesgar  en  mezquinos  intereses  particulares,  sea  de  orden 
político,  de  antagonismo  estatal-particular,  sea  aún  de  sim¬ 
ple  vanagloria  personal;  coordinación  que  no  significa  avan¬ 
ces  de  tipo  “socialista”  ni  ánimos  “totalitarios”,  sino  que  obe¬ 
decen  al  simple  principio  biológico  de  la  “organización/  ’  o  al 
más  elevado  de  la  “unidad”  cantado  por  la  buena  metafísica. 

Coincide  esta  disposición  Ministerial  con  las  que  se  han 
tomado  en  casi  todos  los  países  europeos  para  hacer  efectivas 
y  prácticas  las  enseñanzas  de  la  ciencia  de  la  alimentación.,  Así 
el  Comité  Nacional  de  la  Alimentación  en  Francia  expresa  en 
su  informe:  “Una  opinión  fuertemente  arraigada  en  el  seno 
del  Comité  fué  que,  para  realizar  una  política  constructiva  de 
largo  alcance,  bastaría  utilizar  las  iniciativas  públicas  y  pri¬ 
vadas  ya  establecidas  dándoles,  simplemente,  más  cohesión  y 
vigor”.  (Rapport  du  Comité  Nacional  de  F  Alimentación ;  Bull, 
de  la  Societé  Scientifique  d’Hygiene  Alimentaire,  N.°  7  et  8, 
1936;  Revista  de  Asistencia  Social,  T.  VI,  N.9  1,  Marzos  1937. 
Folleto  N.°  64) . 

A  través  de  todo  ese  informe  francés  se  nota  el  mismo 
deseo  de  unificar  la  labor  en  pro  del  mejoramiento  de  la  ali¬ 
mentación  popular  y  en  él  también,  aunque  con  menos  énfa¬ 
sis  que  en  -el  Plan  Cruz  Coke,  encontramos  la  segunda  carac¬ 
terística  fundamental :  “regular  la  producción  frente  al  con¬ 
sumo”.  Encierra  esta  frase  toda  una  concepción  de  lo  que 
debe  ser  >el  rol  social  del  productor  para  con  la  sociedad.  Le¬ 
jos  queda  la  añeja  ley  de  la  oferta  y  la  demanda  tal  como  la 
interpretan  las  doctrinas  liberales  que  daban  la  clave  de  ella 
al  productor;  considerada  la  oferta  como  el  factor  primor¬ 
dial,  el  industrial  como  el  campesino  producía  en  tanto  cuan¬ 
to  un  exceso  no  le  significaba  una  baja  del  precio  y  ¡el  vo¬ 
lumen  de  la  producción  era  regido,  no  por  las  necesidades  del 
mercado,  sino  por  el  rendimiento  económico  que  de  antema¬ 
no  se  deseaba  obtener.  El  plan  del  Gobierno  vuelve  a  la  tan 
trillada  ley  su  verdadero  significado  biológico  colocando  como 
base  la  demanda  de  sustento  y  por  ella  indica  que  debe  re¬ 
girse  la  producción  agrícola. 

Significa  una  profunda  revolución  el  dar  a  la  agricultu¬ 
ra  este  su  verdadero  sentido  social  en  el  que  podemos  escu- 


7 


ciar  el  eco  de  “Rerum  Novarum”  y  “Quadragesimo  Anno”. 
Más  adelante*  se  precisa  aún  más  lapídea  anterior  al  decir  el 
Ministro:  “Es  necesario  sentar  como  principio  fnndam ental 
que  la  primera  obligación  de  nuestra  explotación  agrícola  es 
producir  los  alimentos  necesarios  para  el  consumo  de  nuestra 
población  y  secundariamente  exportar  el  excedente” .  Se  va, 
pues,  a  una  racionalización  de  la  producción  en  función  de  la 
necesidades  vitales.  “Se  puede  discutir  la  oportun'dad  de  es¬ 
tas  medidas,  que  algunos  economistas  consideran  ilusorias ; 
pero,  no  es  menos  cierto  que  actualmente  los  diferentes  paí¬ 
ses  analizados  han  sido  llevados  a  tomarlas,  sea  cual  fuere  su 
régimen  de  gobierno”  dice  a  este  respecto  el  informe  del  “Cen¬ 
tre  d’études  économiques  et  techniques  de  l’alim-entation”,  al 
analizar  la  situación  de  economía  dirigida  prácticamente  exis¬ 
tente  en  países  totalitarios  como  Alemania  e  Italia,  como  asi¬ 
mismo  democráticos  v  liberales  como  Francia.  Inglaterra  y 
Suiza.  (Bull.  del  Centro,  N.9  9,  Dic.  1936). 

“En  algunos  -el  problema  ha  sido  abordado  en  forma  in¬ 
directa”.  continúa  el  mismo  informe,  “es  el  caso  de  Inglate¬ 
rra  donde  el  Gobierno  se  contenta  con  asegurar  el  cumpli¬ 
miento  de  las  decisiones  tomadas  por  la  mayoría  de  los  inte¬ 
resados  en  materia  de  reglamentación  de  la  producción  y  de 
los  precios.  En  otros,  por  el  contrario,  el  Estado  se  ha  arro¬ 
gado  todos  los  poderes  y  su  acción  ha  llegado  a  la  supresión 
de  la  libertad  de  transacciones,  como  sucede  en  Alemania ... . . 
Entre  ambas  tendencias  extremas  de  la  acción  gubernamental 
se  encuentra,  según  los  países  ,toda  una  serie  de  intervencio¬ 
nes  más  o  menos  coercitivas,  más  o  menos  marcadas,  que  fre¬ 
nan  el  libre  juego  de  la  ley  de  la  oferta  y  demanda”.  En  es¬ 
ta  categoría  intermedia  entre  *el  estatismo  absorvente  y  la 
libre  acción  particular  se  colocan  las  medidas  propuestas  en 
el  plan  del  Gobierno. 

En  efecto,  el  programa  Cruz-Coke  no  se  queda  en  la  sim¬ 
ple  -exposición  de  un  plan  teórico;  en  él  encontramos  orienta¬ 
ciones  precisás  que  significan  otras  tantas  medidas  de  orden 
práctico  e  inmediato.  Tres  organismos  se  indican  especial¬ 
mente  como  capaces  de  ejercer  esta  regulación  d^  la  produc¬ 
ción.  Como  institución  de  emergencia,  la  Junta  de  Exporta* 
ción  Agrícola  que  “sin  perder  la  función  para  que  fué  crea¬ 
da,  es  decir  estimular  la  exportación,  deberá  fijar  las  propor¬ 
ciones  de  las  cantidades  exportables  en  relación  con  las  ne¬ 
cesidades  específicas  del  momento,  que  le  serán  sugeridas  por 
el  Consejo  de  la  Alimentación”.  No  veremos,  pues,  repetirse 
el  bochornoso  y  ya  corriente  “problema  del  trigo”  que,  mien¬ 
tras  es  exportado  con  pingüe  provecho  para  el  productor,  nos 
deja  a  los  consumidores  obligados  a  comer  pan  importado  a 
precios  irrisorios,  o  aun  el  más  reciente  producido  por  la  es- 


$ 


peculación  con  la  papa  merced  al  buen  precio  obtenido  en  Ar¬ 
gentina  que  nos  obligó  a  importar,  ja  su  tierra  de  origen! 
j  semillas  traídas  de  Finlandia! 

Pero  el  meollo  de  la  regulación  de  la  producción  se  en¬ 
cuentra  en  las  indicaciones  dadas  a  la  Caja  de  Colonización 
Agrícola  y  a  la  de  Crédito  Agrario.  Al  relacionar  el  problc- 
ma  de  la  alimenta c’ón  con  e!  de  la  subdivisión  de  la  propie¬ 
dad  y  el  de  la  otorgación  de  capitales  para  su  explotación  se 
llega,  en  efecto,  al  verdadero  fondo  del  problema^  dejando  de 
ser  un  simple  campo  de  estudio  para  investigadores  o  de  me¬ 
ras  exposiciones  científicas  sobre  calorías  y  vitaminas,  para 
transformarse  en  algo  eminentemeríté  humano  al  cual  todos 
deben  aportar  su  colaboración.  Tiene  toda  la  razón  el  Comi¬ 
té  Nacional  de  la  Alimentación  francés  al  decir  al  término  de 
su  informe:  “Detrás  del  interés  técnico  aportado  por  las  Co¬ 
misiones  en  la  discusión  de  sus  trabajos,  se  encuentra  el  sen¬ 
timiento  unánime  de  que  una  política  de  la  alimentación  de¬ 
bía  constituir  para  un  Gobierno  el  fundamento  realista  de 
toda  acción  económico-social”.  Y  a  su  vez  podemos  decir  nos¬ 
otros  que  la  soluc’ón  del  problema  nutritivo  está  íntimamente 
ligado  a  todo  problema  social  y  en  especial  al  de  la  tierra. 

Para  muchos  en  nuestro  país,  las  innumerables  publica¬ 
ciones  sobre  las  deficiencias  alimenticias  a  que  está  sometido 
nuestro  pueblo,  (véase  Bibliografía  muy  completa  sobre  ello 
en  la  Revista  de  Asistencia  Social,  N.°  1,  Enero  de  1937), 
■eran  sólo  trabajos  de  orden  médico,  a  pesar  de  que  todos  los 
investigadores  hacían  recalcar  que  el  aspecto  fisiológico  era, 
si  bien  importante,  sólo  una  parte  del  problema  total.  El  plan 
Cruz-Coke  vuelve  las  cosas  a  su  orden  lógico  y  el  informe  de 
Burnct  y  Dragoni  es  aún  más  explícito  al  comprobar  que  él 
latifund:smo  y  la  mala  organización  de  la  economía  agrícola 
son  los  responsables  principales  del  estado  de  desnutrición  de 
nuestro  pueblo. 

Los  técnicos  de  la  Sociedad  de  las  Naciones  se  detienen 
ante  el  hecho  de  que  sólo  una  parte  de  la  tierra  aprovecha¬ 
ble  es  cultivada  y  dicen:  “la  influencia  de  las  condiciones  na¬ 
turales  se  hacen  sentir  vivamente :  muchas  tierras  son  muy  ac¬ 
cidentadas  o  muy  elevadas,  o  falta  agua  o  los  bosques  las  cu¬ 
bren  completamente.  Pero  -es  cierto  que  muchas  tierras  sus¬ 
ceptibles  de  un  cultivo  fructuoso  son  desperdiciadas  por  el 
momento  pero  no  sabemos  ni  tenemos  datos,  suficientes  para 
calcular  su  extensión”. 

Enseguida  dicen :  “la  agricultura  chilena,  su  valor  eco¬ 
nómico  y  social  están  íntimamente  legados  a  los  caracteres  de 
la  propiedad  y  de  la  explotación  de  los  predios  rurales:  se  sa¬ 
be  que  en  Odie  la  propiedad  agrícola  está  muy  concentrada 
en  vastísimas  explotaciones. 


“Las  explotaciones  de  más  de  200  hectáreas,  6,7  %  del 
número  total  do  explotaciones,  comprenden  pues  el  89,5  % 
de  la  superficie  total  cultivable.  Aun  si  se  limita  a  las  ha¬ 
ciendas  superiores  a  1.000  hectáreas  que  sólo  representan  el 
1,8  %  del  número  total.  (El  número  de  propietarios  es  aun 
menor)  se  encuentra  que  ellas  comprenden  casi  el  80  %  de 
la  tierra  destinada  a  la  agricultura.  Es  el  resultado  de  la  lar- 
sra  evolución  que  pasando  por  las  encomiendas  y  las  estancias 
ha  llevado  a  la  formación  de  las  grandes  haciendas  transmi¬ 
tidas  amenudo  de  generación  en  generación  en  las  grandes 
familias  descendientes  de  los  conquistadores  españoles.  Algu¬ 
nas  de  estas  haciendas  son  verdaderos  pequeños  estados  que 
comprenden  hasta  160.000  hectáreas;  su  superficie  media  lle¬ 
ga  a  29.797  hectáreas. 

“Muy  amenudo  una  gran  parte  de  la  superficie  total  no 
es  cultivable  o  por  lo  menos  cultivada,  esta  observación  se 
aplica  sobre  todo  a  las  superiores  a  5.000  hectáreas  unidades 
demasiado  vastas  para  admitir  una  explotación  adecuada. 

Analizan  en  seguida  la  situación  de  los  predios  de  menor 
extensión  y  agregan:  “las  pequeñas  explotaciones  que  sería 
mejor  llamarlas  familiares...  existen  en  número  muy  limi¬ 
tado  pero  se  encuentran  en  todas  partes  formando  las  comu¬ 
nidad  Qs  rurales  aue  se  llaman  aldeas  o  caseríos...  Esta  for¬ 
ma  de  explotación  familiar,  la  verdadera,  (ferme  paysanne) 
tal  como  se  encuentra  en  todos  los  países  es  más  frecuente  en 
el  sur  de  Chd°  especialmente  en  1a.  zona  de  Temuco  y  Valdi¬ 
via.  Es  el  resultado  de  una  colonización  relativamente  recien¬ 
te  en  parte  por  -elementos  extranjeros  sobre  todo  alemanes 
míe  han  creado  una  estructura  más  variada  que  en  el  centro 
del  país”. 

Les  llama  mucho  la  atención  la  organización  del  traba¬ 
jo  en  las  haciendas  con  sus  inquilinos,  medieros,  peones  obli¬ 
gados,  afuerinos,  -etc.  Enseguida  dicen:  “las  condiciones  de 
vida  del  inquilino  son  miserables  por  una.  serie  de  razones  que 
no  tenemos  la  posibilidad  de  exponer.  Su  habitación  es  ge¬ 
neralmente  mala,  su  alimentación  insuficiente,  difícilmente 
pueden  ahorrar,  su  vida  es  estrecha  y  monótona.  La  compra 
r»or  la  administración  de  la  hacienda  de  la  producción  de  los 
inquilinos,  la  venta  por  las  pulperías  de  la  misma  adminis¬ 
tración  dQ  los  artículos  que  le  son  necesarios,  dan  lugar  muy 
amenudo  a  una  explotación  difícil  de  justificar,  aun  teniendo 
en  cuenta  los  altos  beneficios  que  requiere  toda  empresa  co¬ 
mercial.  Sin  embargo,  el  inquilino  está  seguro  de  su  ocupa¬ 
ción  aun  en  el  caso  en  que  llegue  a  ser  incapaz  de  todo  traba¬ 
jo  útil ;  sabe  que  su  patrón  se  interesa  por  su  suerte  y  se  sien¬ 
te  ligado  por  lazos  tradicionales  a  la  hacienda  y  a  la  familia 
de  sus  patrones”. 


10 


Tiene,  pues,  la  Caja  de  Colonización  un  papel  importan¬ 
tísimo-  que  llenar  en  el  problema  de  la;  alimentación  ya  que 
“por  medio  de  la  paulatina  división  de  la  propiedad  determi¬ 
nará  una  transformación  expontánea  de  la  explotación  exten- 
s’va  en  intensiva,  obteniéndose  así  una  mejoría  del  rendimien¬ 
to  de  la  producción”.  Claramente  se  indica  que  esta  subdi¬ 
visión  no  se  hará  para,  salvar  el  capital  de  algún  agricultor 
en  quiebra,  ni  para  obtener  quintas  de  recreo,  como  por  lo  de¬ 
más  ya  lo  establece  la  misma  ley  que  creó  la  Caja,  pues  “sus 
colonias  dirigidas  y  sus  recomendaciones  técnicas  a  los  par- 
celeros  deberán  constituir,  por  otra  parte,  un  factor  de  pri¬ 
mera  importancia  en  la  orientación  de  la  producción  agrícola 
de  acuerdo  con  las  necesidades  del  país”. 

Indica  esta  última  frase  otro  aspecto  del  problema  de  la 
regulación  de  la  producción:  la  calidad  y  variedad  de  los  j j 
productos  explotados.  Es  en  efecto,  un  hecho  real  que  nos  |¡ 
falta  producción  de  determinados  alimentos  tanto  animales: 
lechq.  ganadería,  etc.  ;  como  vegetales:  leguminosas  verduras, 
frutas,  todo  lo  cual  hace  ver  el  informe  Ministerial.  “El  es¬ 
tímulo  de  la  división  de  la  propiedad  agrícola”  agrega,  “per¬ 
mitiría  una  mayor  producción  de  verduras  y  frutas,  fenóme¬ 
no  que  se  ha  venido  observando  en  Chile  a  medida  que  la  Ca¬ 
ja  de  Colonización  se  ha  encontrado  con  las  posibilidades  eco¬ 
nómicas  de  hacerlo.  Este  criterio  se  intensificará  y  correspon¬ 
derá  al  Consejo  orientarlo  respecto  al  tipo  de  explotación  que 
la  Caja  exige”. 

Ya  en  el  campo  de  las  realizaciones  más  prácticas,  el  Con¬ 
sejo  de  la  Alimentación  en  sus  sesiones  últimas,  se  ha  estado 
preocupando  del  problema  del  aumento  de  la  producción  le¬ 
chera  y  fomento  de  los  cultivos  deficitarios  antes  anotados. 

Su  labor  se  complementará  al  cumplir  la  Caja  de  Crédito 
Agrario  la  terminante  orientación  que  le  indica  el  programa 
ministerial  al  decirle  que  :  “oriente  principalmente  sus  activi¬ 
dades  hacia  la  concesión  de  créditos  a,  bajo  interés  para  aque¬ 
llos  cultivos  o  explotaciones  agrícolas  que  el  Estado,  ilustra¬ 
do  por  el  Consejo,  en  un  momento  dado  considere  de  más  im¬ 
portancia  en  relación  con  la  alimentación  nacional”. 

Fuera  de  insistirse  en  la  calificación  por  la  calidad  del 
producto  que  se  desee  cultivar,  es  interesante  recalcar  la  fra¬ 
se  “bajo  interés”.  Dicen  a  este  respecto  Burnet  y  Dragoni  en 
su  informe : 

Si  el  costo  del  trabajo  en  Chile  es  bajo,  el  de  los  capita¬ 
les  es  por  el  contrario  muy  elevado .  La  tasa  de  interés  alcan¬ 
za  niveles  que  aparecerían  sumamente  altos  a  las  personas 
acostumbradas  a  la  tasa  de  los  países  europeos  y  norteameri¬ 
canos.  Bastará  notar  qué  títulos  de  una  seguridad  absoluta,' 
tales  como  los  bonos  del  estado  y  los  bonos  hipotecarios,  da- 


11 


ban  en  1935  un  interés  efectivo  de  7  %  a  8  %.  Naturalmen¬ 
te  la  tasa  de  descuento  para  los  efectos  comerciales  y  el  in¬ 
terés  de  las  deudas  hipotecarias  y  sus  semejantes  están  muy 

por  encima,  de  estos  límites.  , 

“El  hecho  es  que  Chile  es  un  país  en  que  el  capital  li¬ 
quido  es  bastante  raro,  al  mismo  tiempo  que  vivamente  bus¬ 
cado  por  un  desarrollo  económico  que  las  circunstancias  re¬ 
claman  y  que  las  condiciones  naturales  favorecen.  El  pro¬ 
blema  es  complicado  y  no  pretendemos  solucionarlo;^  pero  nos 
parece  evidente  que  el  progreso  económico  del  país  esta  li¬ 
gado  a  una  política  de  llamada  y  rápido  desarrollo  de  los  ca¬ 
pitales.  De  esta  manera  solamente  podrá  disminuirse  el  cos¬ 
to  y  hacer  posible,  por  la  disminución  de  la  tasa  de  interés, 
:]a  transformación  económica  del  país  al  mismo  tiempo  que  la 
elevación  de  las  condiciones  de  las  clases  obreras  de  las  ciu¬ 
dades  y  campos.  . 

“La  tasa  alta  del  interés  tiene  como  contraparte  ine¬ 
vitable  los  altos  beneficios  para  las  empresas  productoras.  Es 
de  toda  evidencia  que  beneficios  del  8  o  10  %  no  pueden  arras¬ 
trar  *el  d'nero  qu1.  puede  obtener  más  o  menos  el  mismo  pro¬ 
ducto  sin  esfuerzo  ni  peligro,  por  colocación  en  papeles  se¬ 
guros.  Es  precisamente,  la  razón  que  impide  un  mejoramien¬ 
to  rápido  de  las  condiciones  de  trabajo  -en  lo  que  concierne 
a  un  aumento  de  su  participación  en  el  producto.  Estos  he¬ 
chos  tienen  una  importancia  decisiva  en  la  distribución  de  la 
riqueza  y  su  influencia  se  hace  sentir  en  toda  la  vida  econó¬ 
mica  y  social  del  país.  .  .. 

“Me.  Bride  en  su  libro  reciente  sobre  la  constitución  agn- 

cola  de  Chile,  pone  en  relieve  la  separación  neta  de  clases  so¬ 
ciales  en  el  país  V  la  influencia  de  la  gran  propiedad  de  la 
tierra  sobre  la  estratificación  típica  de  la  sociedad.  Estos  he¬ 
chos  parecen  difíciles  de  contradecir  pero  no  hay  que  olvidar 
que  entre  la  clase  de  los  grandes  propietarios  de  la  agricul¬ 
tura  y  el  proletariado  de  las  ciudades  y  campos',  hay  una 
clase  de  financieros  y  de  Jefes  de  empresas  industriales  y 
comerciales  cuya  riqueza  e  influencia  va  cada  día  crecien¬ 
do.  Esta  clase  se  estratifica  también  y  la  razón  que  favo¬ 
rece  esta  estratificación  es  la  posesión  del  capital,  este  bien 
tan  precioso  por  su  rareza.  Para  el  progreso  de  la  vida  na¬ 
cional  es  necesario  que  esa  rareza  disminuya ;  entonces  la  po¬ 
sesión  del  capital  no  será  el  privilegio  de  un  pequeño  núcleo 
de  personas  y  la  estructura  d?l  país  será  considerablemente 

mejorada”.  . 

Crédito  barato  y  crédito  dirigido  es  lo  que  auspicia  el 

plan  ministerial.  Curiosas  sonaran  estas  palabras  a  todos  aque¬ 
llos  que  han  hecho  del  comercio  del  dinero  la  base  de  su  ri- 
queza  y  que,  olvidando  que  bubo  tiempos  en  que  se  conside- 


12 


raba  usura  aún  el  más  pequeño  interésv  se  lian  contentado  con 
invertir  sus  capitales  en  *el  lucrativo  negocio  del  préstamo. 
Es  cierto  que  entre  nosotros  no  existen  grandes  fortunas  que 
solas  realicen  transacciones  de  crédito;  pero  sí  las  hay  mu¬ 
chas  que  se  dedican  únicamente  a  los  llamados  “negocio  de 
Bolsa”,  en  vez  de  ocuparse  en  obras  remunerativas  para  la 
sociedad.  Mal  es  éste  que,  aun  suele  agobiar  al  Estado  y  Muni¬ 
cipalidades  a  los  que  hemos  visto,  en  cualquiera  de  los  últi¬ 
mos  regímenes,  invertir  gruesas  sumas  de  empréstitos  en 
obras  suntuarias,  casinos,  lujosísimos  hoteles  de  turismo'  y 
aun  pequeños  desiertos  artificiales  de  cemento,  mientras  to¬ 
do  ese  material  de  construcciones  pudo  aprovecharse  en  dar 
abrigo  y  vivienda  siquiera  a  las  familias  de  los  obreros  que 
trabajan  en  su  construcción. 

Toda  una  política  del  dinero  va  incluida  en  esas  pocas 
frases  que,  de  llegar  a  realizarse,  terminarían  con  otro  de  los 
resabios  coloniales  de  que  habla  Dragoni  y  que  podría  simbo¬ 
lizarse  en  el  “préstamo  para  el  viaje  a  Europa  y  el  traje  de 
estreno  de  la  niña  casadera”.  Como  lo  indican  en  su  informe 
los  delegados  de  la  S.  D.  N.,  sóto<  se  podrá  interesar  al  ca¬ 
pital  cómodo,  acostumbrado  a  los  intereses  que  recibe  pací¬ 
fico  en  las  bóvedas  de  un  seguro  banco,  si  se  disminuye  el  in¬ 
terés  al  que  ahora  se  cotiza  en  Europa  y  Norteamérica.  Sólo 
así  se  decidirá  a  aventurarse  en  las  naturalmente  aleatorias 
posibilidades  de  un  cultivo  de  rulo. 

No  sería  completo  el  programa  si  no  se  consideraran  tam¬ 
bién  medidas  tendientes  a  regular  la  circulación  y  consumo  de 
los  alimentos  pues,  como  dice  el  Ministro,  “toda  iniciativa 
nue  aumente  la  producción  de  un  artículo  determinado  y  que 
no  vaya  acompañada  de  los  mecanismos  que  estimulan  al  mis~ 
mo  tiempo  el  consumo,  da  lugar  a  un  desconcierto  ten  el  mer¬ 
cado  que  desacredita  dicha  producción”.  Para  regular  la 
producción,  el  Gobierno  posee  organismos  que  le  permiten  el 
control  de  la  distribución  y  entre  ellos  se  señala  especial  im- 
norúvncia  al  Comisariato  de  Precios  y  a  lcs  Almacenes  del 
Seguro  Obrero. 

El  primero  de  estos  organismos  tiene  por  delante  una  di¬ 
fícil  tarea,  especialmente  en  estos  momentos  de  reajuste  d* 
salarios  y  sueldos  que  trae  fácilmente  un  alza  en  los  precios 
ñor  la.  tendencia  natural  de  los  productoras  de  cubrirse  a  cos¬ 
ta  del  consumidor,  de  lo  que  edos  en  justicia  deben  sacrifi- 
car  de  su  ganancia .  Injertos  de  leyes  fundaméntalos  en  la 
msticia  social”  v  “mejor  repartición  de  la  riqueza”  no  pue¬ 
den  prosperar  sobre  un  tronco  netament-  capitalista  en  que 
el  productor  está  llano  a  aumentar  los  emulementos  de  sus 
trabajadores  siempre  que  no  pierda  el  interés  que  estaba  acos¬ 
tumbrado  a  ganar.  Vencer  esta  posición  es  tarea  difícil  co- 


iiio  lo  demuestra  la  interesante  investigación  hecha  por  el 
Centro  de  Estudios  Económicos  de  la  Alimentación  de  Fran¬ 
cia  que  en  otra  oportunidad  será  comentado. 

Rápidamente  .esboza  el  plan  Cruz-Coke  las  disposiciones 
que  podría  tomar  el  Seguro  -en  sus  almacenes  para  favorecer 
el  consumo  de  los  alimentos  más  útiles,  medida  que.  puede 
hacerse  extensiva  a  las  pulperías  de  fábricas  y  establecimien¬ 
tos  mineros  y  fundos  que  las  posean.  En  estas  ideas  está  tam¬ 
bién  comprendida  la  del  control  de  la  propaganda  comercial, 
que  ya  en  otras  ocasiones  hemos  denunciado  el  peligro, 
por  basarse  -ella  en  datos  falseados  que  fácilmente  pertur¬ 
ban  el  criterio  del  comprador. 

También  con  el  objeto  de  encausar  el  consumo  hacia  los 
alimentos  más  necesarios  se  dá  en  la  exposición  Ministerial 
una  gran  importancia  a  la  labor  de  educación  de  las  masas 
•en  materia  de  higiene  de  lá  alimentación.  Hemos  analizado 
este  aspecto  en  otra  parte.  (Revista  de  Servicio  Social  T.  X. 
N.9  3  y  4  Jul.  y  Dic.  36  y  T.  XI  N.°  í,  Mar.  37.  Folleto 
N.°  66  Rev.  As.  Social.  Mar.  37),  pero  no  podemos  menios 
que  reproducir  la  interesante  opinión  sobre  orientación  edu¬ 
cacional  que  se  contiene  en  el  informe  Cruz-Coke:  “No  es  en 
manera  alguna  exagerado  afirmar”,  dice  al  respecto,  “que 
tendrá  mayor  influencia  en  el  progreso  del  país  una  educación 
primaria  que  enseñe  al  niño  primero  a  vivir  correctamente, 
comer,  habitar,  vestir  y  trabajar,  que  a  leer  correctamente”. 
Conscientes  de  esta  verdad,  que  es  un  sentir  unánime  en  u 
país,  habíamos  dicho  en  la  Academia  de  Medicina  de  la  ANEC 
en  su  Semana  Médica  de  Octubre  de  1936.  (Folleto  N.°  62. 
Rev.  As.  Social.  “Situaciones  como  éstas  son  manifestacio¬ 
nes  de  la  profunda  ignorancia  que  hay  en  nuestro  pueblo  so¬ 
bre  las  normas  elementales  de  la  higiene  de  la  alimentación, 
problemas  que  sólo  podrán  ser  solucionados  con  una  activa 
campaña  educadora  en  que  se  den  la  mano  patrones  y  maes¬ 
tros  rurales,  dejando  un  poco  de  lado  las  matemáticas  y  aun 
la  historia  pasada,  para  enseñar  a  vivir  al  pueblo  siquiera  la 
presente”. 

Porque  es  especialmente  en  la  población  rural  donde  se 
hace  sentir  la  ignorancia  popular  que,  “contrariamente  a  lo 
que  pudiera  a  priori  creerse ...  se  encuentra  en  muy  malas 
condiciones  de  alimentación”,  como  hace  notar  el  Ministro. 
Es  por  -esto  que,  entre  las  medidas  de  orden  inmediato  que 
propone  en  su  plan,  “se  impone  con  urgencia  las  que  asegu¬ 
ren  a  esa  población  el  mínimo  necesario,  no  para  un  simple 
sustento  vegetativo  y  un  desarrollo  precario  de  los  niños,  si¬ 
no  para  uno  compatible-  con  los  más  modestos  cánones  de  es¬ 
tructuración  corporal”. 

Nos  referimos,  pues,  para  terminar  a  dichas  medidas  que 


iá 

se  presentan  con  la  forma  novedosa  en  que  está  concebido  to¬ 
do  el  programa:  se  indica  una  ración  mínima  que  todo  pa¬ 
trón  humano  y  conciente  debe  dar  a  sus  inquilinos  si  quie¬ 
re  ser  llamado  otra  cosa  que  explotador  del  trabajo  de  su 
gente.  Simplemente  “es  necesario  que  cada  niño  de  inquilino 
pueda  contar  con  medio  litro  de  leche  diario  hasta  los  8  años 
y  medio  kilo  de  carne  o  leguminosas  a  la  semana  hasta  los 
15  y  que  a  cada  madre  que  cría  se  dé  un  litro  de  leche”. 

“Obras  son  amores  y  no  buenas  razones”,  como  dice  el 
sabio  refrán.  No  bastarán  ya  grandes  declaraciones  (en  este 
mes  hemos  oído  tantas  y  procedentes  de  tantas  bocas  y  ba¬ 
rricadas)  para  servir  a  la  raza;  a  nadie  se  obliga  coercitiva¬ 
mente,  pues  se  organiza  una  “Asociación  de  propietarios  agrí¬ 
colas  que  se  coloca  bajo  la  tutela  del  Ministerio  de  Salubri¬ 
dad”  en  la  que  se  contrae  el  “cojmíprojniso”  de  dar  >esa  ración. 
“Cada  patrón  o  administrador  sabrá  de  qué  manera  valerse 
para  solucionar  su  problema  propio  de  acuerdo  con  sus  ca¬ 
pacidades.  A  nadie  se  pedirá  lo  que  no  puede  hacer,  pero 
“se  ha  imaginado  este  procedimiento  con  el  objeto  de  que  el 
administrador  se  haga  responsable  de  este  programa  mínimo, 
compatible  con  les  más  pobres  rendimientos  agrícolas  y  cu¬ 
ya  falta  de  cumplimiento  no  tiene  excusas”. 

He  aquí  lina  medida  que  indica  la  altura  de  miras  con 
que  se  aborda  el  problema.  Sabe  el  Ministro  que  “las  solucio¬ 
nes  propuestas  y  las  medidas  adoptadas  podrían  aparente¬ 
mente  herir  algunos  intereses”;  pero,  también  dice  que  “el 
gobierno  solicitará  esta  colaboración  de  los  agricultores  y  es¬ 
tá  seguro  de  recibirla”.  La  rancia  tradición  agrícola  de  Chi¬ 
le  tiene  abierto  aquí  de  nuevo  el  campo  para  hacer  flamear 
pendones  de  nobleza  con  el  mote  único  de  “Servir”. 

Pero  el  Gobierno  está  seguro  que  en  su  plan  “se  ha  preo¬ 
cupado  de  lesionar  los  menos  intereses,  teniendo  en  cuenta 
la  salud  del  pueblo”.  Por  eso  “se  ejercitará,  sí,  toda  la  in¬ 
fluencia  necesaria  para  que  no  deje  de  hacerse  lo  que  cada 
cual  está  en  condiciones  de  realizar”.  He  aquí  una  sana  y 
cristiana  concepción  del  papel  del  Estado  en  que  nuevamente 
encontramos  conceptos  de  copa  Papal :  promotor  de  la  ini¬ 
ciativa,  particular,  realizador  cuando  esta;  falla.  Habría  sido 
fácil  al  Gobierno  el  abordar  ccn  sanciones  coercitivas  este 
problema  ;  pero,  la  sagacidad  del  Ministro  le  ha  hecho  ver 
que  en  toda  obra  do  verdadero  alcance  social  debe  contarse 
con  la  colaboración  conciente  de  los  diferentes  elementos  in¬ 
teresados  en  ella. 

Esta  idea  de  colaboración  que  lleva  envuelta  la  Asocia¬ 
ción  de  Propietarios  le  dá  un  nuevo  carácter  y  la  transforma 
en  un  paso  meditado  y  conciente  hacia  la  organización  de  las 
fuerzas  productoras  en  un  verdadero  sentido  social,  que  ha- 


15 


ce  agruparse  a  cada  uno  según  la  función  desempeñada  en 
el  organismo  de  la  sociedad.  No  podemos  imaginar  que  exis¬ 
tan  patrones  que  desoigan  esta  voz  que  no  envuelve  progra¬ 
mas  de  realización  populachera  ni  de  alcance  asambíeístico, 
como  las  que  hacen  tantas  de  nuestras  organizaciones  gre¬ 
miales.  No  se  ofrece  la  posibilidad  de  obtener  ni  representa¬ 
ciones  ni  cargos  gubernamentales  desde  donde  sacrificarse 
por  la  nación;  quienes  ingresen  a  la  asociación  la  servirán 
realmente  en  la  raza  del  mañana  y  cada  uno  de  ellos  podrá 
sentirse  ligado  a  un  paso  del  progreso  real  de  nuestra  nacio¬ 
nalidad. 

No  podemos  analizar  el  cúmulo  de  medidas  de  orden  in¬ 
mediato  que  contiene  la:  segunda  parte  del  informe-progra¬ 
ma;  abarcan  ellas  tópicos  interesantísimos  como  el  del  fomen¬ 
to  de  la  lechería,  carnes  de  Magallanes,  organización  de  la 
pesca,  política  del  abono  conciente,  etc.,  etc.  Todas  ellas  in¬ 
dican,  como  lo  decíamos  desde  un  comienzo,  la  comprensión 
total  del  problema  que  se  ha  abordado  y  cómo  todo  el  de  la 
alimentación  llega  a  concentrarse  taimbién,  como  tantos  otros 
sociales,  .en  el  únicq,  profundo,  difícil  de  controlar,  el  de  la 
tierra.  “Cerca  del  50  %  de  la  población  del  país  vive  en  los 
campos”  dice  e,l  Ministro  “y  toda  ella,  directa  o  indirecta¬ 
mente  vive  de  la  agricultura”.  Los  detentadores  de  la  tierra 
tienen,  pues,  la  palabra  y  el  Ministro  les  abre  caminos  para 
que  voluntariamente  los  recorran. 

“Pero,  una  negativa  a  colaborar  justificará  otra  seme¬ 
jante  del  Estado  en  lo  que  a  la  ayuda  que  por  diferentes  ser¬ 
vicios  fiscales  recibe  continuamente  de  parte  de  éste”,  dice 
también  el  informe.  Se  vé,  pues  una  voluntad  firme  de  crear 
una  conciencia  social  y  a  su  vez  de  dar  al  Estado  su  verdade¬ 
ro  significado  de  colaborador  de  la  iniciativa  privada,  pero 
prodigándola  aquellos  que  a  su  vez  miran  antes  a  la  Patria 
que  al  mezquino  interés  personal. 

Un  solo  defecto  encontramos  al  .espléndido  programa :  ser 
demasiado  completo,  por  lo  que  exige,  para  su  realización  in¬ 
tegral,  un  cambio  de  mentalidad,  tanto  en  las  esferas  guber¬ 
nativas  como  aun  en  los  mismos  favorecidos,  que  sólo  una 
intensa  campaña  social  puede  despertar.  Concepción  de  una 
inteligencia  imbuida  de  completos  y  cristianos  principios  fi- 
losófico-sociales,  tendrá  que  estrellarse  ante  ¡el  materialismo 
frío  de  los  magnates  del  dinero  y  de  la  tierra  y  sólo-  una'  vo¬ 
luntad  férrea  puede  asegurar  el  triunfo  de  la  bella  idea  que 
su  plan  contiene.  Quienes  están  en  comunidad  espiritual  ccn 
el  impulsor  de  esta  campaña  de  bien  nacional,  están  obliga¬ 
dos  a  ser  los  prifmeros  en  sembrar  en  sus  tierras  la  semilla 
de  la  raza  fuerte  del  mañana. 


Julio  Phllippi 


Maritain  y  el  problema  político 

Conocida  es  ya  la  carta  de  Jacques  Maritain  sobre  la 
independencia.  En  un  número  anterior  de  esta  revista  se  re¬ 
produjeron  sus  partes  principales,  brevemente  comentadas, 
y  su  texto  completo  ha  sido  publicado  por  el  semanario  “Pre¬ 
sente  (Editorial  Ercilla)  en  su  N.9  7.  Como  es  bien  sabido, 
la  mencionada  carta  ha  sido  la  causa  de  grandes  polémicas, 
no  sólo  en  el  campo  intelectual,  sino  aún,  en  el  político  de 
Francia  y  de  otros  países.  La  actitud  de  Maritain  ha  susci¬ 
tado  toda  clase  de  reacciones :  elementos  de  derechas  han 
creído  ver  en  ella  un  apoyo  franco  a  las  fuerzas  de  izquier¬ 
da;  se  ha  hablado  hasta  de  una  posible  excomunión  del  ya 
célebre  filosofo.  Por  su  parte  las  izquierdas  han  proclamado 
con  alborozo  la  conversión  de  Maritain  a  su  credo  político. 
Pero,  unas  y  otras  han  sido  enérgicamente  desmentidas  por 
él  mismo. 

Nada  extraño  tiene  que  la  carta  sobre  la  independencia 
haya  provocado  tanto  revuelo,  también  entre  los  católicos.  En 
un  mundo  movido  por  pasiones  y  en  que  ya  casi  nadie  rar 
ciocina,  molesta  que  se  hable  de  “  independencia  ”,  y  sobre 
todo,  que  se  hable  en  la  forma  clara  e  ‘  'independiente ’ 9  que 
Maritain  lo  ha  hecho. 

La  libre  concurrencia  en  el  mercado  económico,  eje  de 
la  economía  del  siglo  XIX,  habría  de  engendrar  necesaria¬ 
mente  una  lucha,  primero  entre  individuos,  más  adelante 
entre  masas  agrupadas  sobre  dicho  mercado.  Esta  lucha,  cir¬ 
cunscrita  en  sus  comienzos  al  campo  de  la  producción,  ha¬ 
bría  de  irradiar  necesariamente  a  los  otros  aspectos  de  la 
vida  social  y  política.  En  un  mundo  materializado,  en  que 
el  afán  de  la  riqueza  lo  domina  todo,  la  libertad  para  el 
juego  de  los  intereses  económicos  había  de  terminar  por  diL 
vidir  la  sociedad  entera,  en  todos  sus  aspectos  y  actividades 
fundamentales,  en  dos  bandos  irreconciliables,  en  “derechas” 
e  “izquierdas”  (1).  Y,  como  decíamos,  'en  un  mundo  así,  en 
que  la  gran  masa  ya  no  piensa,  sino  que  se  agrupa  en  la 
defensa  o  el  ataque  de  intereses  y  situaciones  forzosamente 
había  de  provocar  escándalo  quien  hablara  de  independencia. 

Con  la  serenidad  y  firmeza  que  caracteriza  al  filósofo, 
y  sobre  todo  al  filósofo  cristiano,  proclama  Maritain,  por 

(1)  Las  raíces  del  problema  político,  tal  como  se  plantea  hoy 
día,  son  sin  duda  alguna  en  gran  parte  de  índole  económica. 


verdad  inmutable,  objetiva,  superior  a  todas  las  miserias 
del  hombre,  de  la  verdad  que,  según  el  Evangelio,  nos  hará 
libres.  El  no  pretende  convencer  a  ninguno  de  los  dos  ban¬ 
dos;  su  tarea  consiste  en  esparcir  un  poco  de  claridad  y 
ayudar  así  a  los  que  sinceramente  tratan  de  “resistir  a  to¬ 
das  las  solicitaciones  de  odio  o  de  injusticia,  y  mantener 
libre  el  espíritu  en  un  momento  en  que  las  mentiras  con¬ 
vencionales  presionan  por  todas  partes,  en  que  la  (prensa 
que  defiende  el  orden  establecido  rivaliza  en  incitaciones  con 
la  prensa  revolucionaria;  en  que  se  ha  hecho  de  la  mentira 
el  arma  política  por  excelencia,  como  si  en  este  terreno  la 
calumnia  se  convirtiera  en  pecado  venial”. 

Como  decíamos  más  arriba,  el  plan  general  de  la  carta 
es  ya  conocido  de  nuestros  lectores.  Después  de  establecer 
las  diferencias  y  campos  respectivos  de  la  filosofía  especu¬ 
lativa  y  de  la  filosofía  práctica,  entra  a  referirse  a  la  liber¬ 
tad  del  cristiano  frente  el  mundo.  “Verbum  dei  non  est  alli- 
gatum.  La  libertad  del  cristiano  tiene  su  raíz  en  la  libertad 
de  Dios”.  Como  cristianos,  somos  portadores  de  la  verdad, 
y  ésta  nos  hace  libres.  Y  no  libres  para  encerrarnos  en  un 
bando  social  y  económico,  sino  libres  precisamente  para  man¬ 
tener  “la  luz  sobre  el  candelero,  a  fin  de  que  alumbre  a  to¬ 
dos  los  de  la  casa”  (1).  “No  se  puede  encubrir  una  ciudad 
edificada  sobre  un  monte”  (2). 

Desgraciadamente,  no  todos  lo  entienden  así,  “¿Por 
qué  no  declarar  aquí  el  conflicto  interior  que,  a  mi  juicio, 
obstaculiza  muchos  esfuerzos  generosos  en  pro  de  la  expan¬ 
sión  del  reino  de  Dios?  El  instinto  social  o  sociológico,  que 
pertenece  al  mundo,  al  instinto  de  la  colectividad  terrestre, 
pretende  colocar  a  los  cristianos  en  un  mundo  cerrado  — 
quiero  decir,  en  el  orden  temporal  mismo,  en  el  orden  de  la 
civilización,  —  es  una  fortaleza  levantada  por  la  mano  del 
hombre,  detrás  de  cuyas  murallas  todos  los  buenos  estarían 
reunidos,  para  luchar  desde  allí  contra  todos  los  malos  que 
la  asedian.  El  instinto  espiritual,  que  pertenece  a  Dios,  e.xi- 
ge  a  los  cristianos  que  se  dispersen  por  el  mundo  que  ha 
creado  Dios,  para  llevar  a  él  su  testimonio  y  para  vivificar¬ 
le.  En  realidad,  los  buenos  y  los  malos  están  mezclados  en 
todas  partes,  hasta  tn  la  Iglesia;  y  la  imagen  de  una  forta¬ 
leza  o  de  una  ciudadela,  que  se  refiere  al  mundo,  debiera 
más  bien,  en  el  actual  estado  del  mundo,  dejar  paso  a  la  de 
unos  ejércitos  en  campaña  realizando  una  guerra  de  movi¬ 
miento.  Las  murallas  temporales  existentes  no  son  las  de  un 
mundo  cristiano,  sino  las  de  un  mundo  apostata.  Hay  que 
sobre  los  bandos  en  lucha,  los  fueros  de  la.  verdad,  de  la 


(1)  S.  Mateo,  V-15. 

(2)  Id.  V-14 . 


IB 

defender  todo  cuanto  subsiste  en  él,  aún  de  valores  huma¬ 
nos  y  cristianos,  pero  es  necesario  también,  en  la  medida 
del  esfuerzo  humano,  crear  un  mundo  nuevo,  un  nuevo  mun¬ 
do  cristiano”.  Y  esta  defensa  de  los  valores  subsistentes, 
como  asimismo  la  construcción  de  un  mundo  nuevo,  también 
en  lo  temporal,  abocan  al  cristiano  al  problema  de  la  ciudad, 
ai  problema  político. 

¿Y  qué  actitud  cabe  tomar  ante  los  dos  bandos  en  lu- 
csa?  Frente  a  ambos  mantiene  Maritain  su  independencia; 
él  no  es  políticamente  ni  de  izquierdas  ni  de  derechas,  “co¬ 
mo  muchos  que  aspiran  —  con  razón  —  a  remontar  la  opo¬ 
sición  de  dos  mundos  de  prejuicios  y  de  ilusiones”.  La  ac^- 
titud  de  Maritain  no  significa  atrincherarse  en  lo  espiritual, 
huyendo  de  la  realidad  inmediata ;  significa,  como  en  tantos 
otros,  la  voluntad  “de  mantener  en  lo  temporal,  y  para  lo 
temporal,  no  sólo  el  necesario  trabajo  orgánico,  las  activida¬ 
des  cívicas,  culturales  y  sociales  que  requiere  el  bien  común 
temporal  y  que  le  sirven  mejor  que  las  discordias  civiles, 
sino  también  una  determinada  concepción  política,  un  de¬ 
terminado  testimonio  político',  un  determinado  germen  de 
actividad  política  que  se  consideran  indispensables  patfa  el 
porvenir  de  la  ciudad  y  de  la  civilización”. 

En  una  conferencia  dada  en  Buenos  Aires  a  un  círculo 
de  intelectuales  que  se  (agrupan  alrededor  de  la  revista  “Sur”, 
seguida  de  un  interesantísimo  debate,  precisó  aún  más  M^a- 
ritain  su  posición: 

“En  lo  que  concierne  al  Frente  Popular,  creo  que  im¬ 
plica  un  equívoco  muy  peligroso.  ¿Por  qué?  Porque,  en  pri¬ 
mer  lugar,  se  presenta  como  una  alianza  entre  todos  los  par¬ 
tidos  que  no  quieren  la  dictadura :  y  entonces  comprende¬ 
mos  muy  bien  que  concepciones  de  libertad  realmente  diver¬ 
sas  al  extremo,  y  aún  opuestas  unas  ta  otras,  puedan  formar 
tal  alianza.  Poco  importa,  si  la  aspiración  es  un  resultado 
puramente  negativo:  impedir  algo.  Este  es  el  primer  aspecto. 
Pero  en  seguida  hay  otro ;  inmediatamente  se  pasa  a  algo  po¬ 
sitivo,  y  éste  es  a  mi  parecer,  el  hallazgo  genial  de  Dimitrof 
(1);  se  pasa  a  un  programa  común,  a  una  acción  política  co¬ 
mún,  a  un  dinamismo  común  en  que,  naturalmente,  el  comu¬ 
nismo  será  el  animador  de  la  masa  entera,  y  ésta  servirá  de 
materia  privilegiada  'a  la  propaganda  de  ideas  comunistas, 
mientras  los  otros  partidos  se  hallarán  al  mismo  tiempo  arre¬ 
batados  por  el  más  ardiente  dinamismo  partidario  y  ¡ataca¬ 
dos  por  una  como  timidez,  por  el  temor  reverente  de  no  parecer 
bastante  avanzados.  Se  aquí  pues,  el  tenebroso  equívoco 
doctrinal  que  se  produce  entonces  :  concepciones  políticas  no 
sólo  distintas  sino  opuestas  producirán  un  movimiento  común, 
una  acción  positiva  común”. 

(1)  Organizador  del  Frente  Popular  francés  y  a  quien  se  atri¬ 
buye  la  idea  de  tales  organizaciones. 


En  cuanto  a  las  derochas,  son  para  Maritain  la  otra  reac¬ 
ción  “biológica”  de  un  mundo  en  descomposición.  “El  hom¬ 
bre  puro  de  derecha  detesta  la  justicia  y  la  caridad,  prefi¬ 
riendo  siempre  y  por  hipótesis,  según  la  frase  de  Goethe,  la 

injusticia  ai  desorden”. 

No  está  tampoco  de  acuerdo  Maritain  con  el  concepto  sim¬ 
plista,  corriente  en  las  derechas,  que,  creen  ver  en  el  eomu- 
rasmo  sólo  las  malas  pasiones  de  los  que  desean  lo  ajeno.  “Mi¬ 
rando  las  cosas  en  forma  global,  podemos  reconocer  tres  cau¬ 
sas  generales  del  desarrollo  del  comunismo.  La  primera  y 
más  importante  es  la  miseria  y  humillación  de  las  masas;  la 
segunda,  el  egoísmo  y  la  incomprensión  de  las  clases  domi¬ 
nantes,  a  lo  cual  se  unen  las  amenazas  dictatoriales  de  ciertos 
partidos  políticos,  y  en  tercer  lugar,  Moscú  y  la  propaganda 
marxista.  A  estas  tres  causas  hay  que  atender,  «y¡  la  tercera 
es  eficaz  sólo  porque  median  las  otras  dos”. 

En  suma,  proclama  Maritain  su  independencia  frente  a 
los  dos  partidos  en  lucha:  “de  izquierda  o  de  derecha,  a  nin¬ 
guno  pertenezco’ 

No  es  la  posición  de  Maritain  la  única  lógica  para  un 
cristiano.  ¿Puede  el  cristiano,  portador  de  la  verdad  y  del 
mandamiento  nuevo  de  amarnos  como  Cristo  nos  tama,  aban¬ 
derizarse  en  una  de  las  fracciones  en  lucha  sin  correr  el  pe¬ 
ligro  de  “hacer  blasfemar  del  nombre  de  Dios?”  Lo  estamos 
palpando  en  España:  Franco  con  sus  musulmanes  y  los  vas¬ 
cos  dirigidos  por  comunistas,  proclamándose  respectivamen¬ 
te  representantes  de  la  causa  de  Dios  ¿no  hacen  blasfemar  de 
su  nombre?  Y  muy  lejos  de  nosotros  criticar  a  uno  u  otro 
bando;  cuando  las  cosas  llegan  al  extremo  de  España  no  que¬ 
da  sino  repeler  la  violencia  con  la  violencia,  pero  hacer  de 
ésta  guerra  una  especie  de  cruzada  santa,  allí  está  el  error 
en  que  ningún  cristiano  puede  caer.  Es  la  lucha  final  de  dos 
fuerzas  “biológicas”  de  un  mundo  en  descomposición,  como 
las  llama  Maritain. 

¿Cuál  ha  de  ser  nuestra  labor  en  el  campo  político?  Pa¬ 
ra  Maritain,  el  problema  a  que  estamos  enfrentando  e,s  la 
construcción  de  una  nueva  cristiandad.  Para  ello,  “lo  que 
es  necesario  siempre  y  por  -encima  de  todo,  es  qué  los  cris¬ 
tianos  den  en  todas  partes  testimonio  del  espíritu  ¡a  que  per¬ 
tenecen”.  “Mucha  vigilancia  se  precisa  para  ofrecer  refugio 
en  el  alma  a  verdades  despreciadas  por  los  hombres,  y  para 
practicar,  cuando  juzgamos  los  acontecimientos  y  los  actores 
del  drama  temporal,  la,  verdad  que  nos  exige  el  Evangelio.  Y 
esta  vigilancia  interior  ee  traduce  en  lo  externo  por  palabras 
y  actos.  Y  de  este  modo  cada  alma  vigilante  crea  a  su  alre¬ 
dedor  una  irradiación  eficaz  de  paz  y  verdad.  Tenemos  por 
seguro  que  si  tales  centros  de  irradiación  fuesen  numerosos 


en  el  mundo,  muchas  cosas  cambiarían  aún  en  la  vida  polí¬ 
tica  de  los  pueblos;  muchos  males  serían '"imposibles ;  muchas 
dificultades,  inextricables  en  apariencia,  encontrarían  solu¬ 
ciones  imprevistas’ 

En  el  orden  concreto  de  lo  temporal,  propone  Maritain 
una  doble  labor:  la  una,  que  él  llama  de  “objetivo  alejado”, 
o  de  “medicación  heroica”,  consiste  en  la  formación  de  una 
conciencia  cristiana  en  lo  político,  unida  a  realizaciones  con¬ 
cretas  en  orden  a  la  reconstrucción  de  la  ciudad  temporal. 
Para  ello  se  formarían  grupos  de  labor  intelectual  y  de  pro¬ 
paganda,  de  cierta  labor  social  y  aún  política,  que  él  deno¬ 
mina  “familias  políticas”,  en  las  cuales  se  agruparían  hom¬ 
bres  “decididos  a  reanudar  bajo  distintas  modalidades  los 
métodos  —  transferidos  a  la  esfera  temporal  —  de  los  anti¬ 
guos  cristianos  y  de  los  apóstoles  de  todos  los  tiempos”. 

La  otra  labor  que  él  denomina  de  “objetivo  inmediato” 
o  “medicación  de  sostén”,  que  responde  al  problema  angus¬ 
tioso,  sobre  todo  en  Francia,  en  que  no  existe  actualmente  la 
posibilidad  de  una  posición  independiente  del  Frente  Popular 
o  del  Frente  Nacional,  consistiría  en  la  formación  de  lo  que 
él  llama  un  “tercer  partido”.  “No  debe  considerársele  como 
un  partido  que  dispute  el  terreno  a  los  otros  partidos  en  el 
mismo  plano  de  las  maniobras  políticas  y  de  las  combina¬ 
ciones  electorales  y  gubernamentales,  sino  como  una  gran 
reunión  de  hombres  de  buena  voluntad,  conscientes  de  la  uni¬ 
dad  moral  que  subsiste,  a  pesar  de  todo,  entre  los  franceses, 
y  asignándose  ese  fin  realmente  muy  político,  pero  superior 
a  las  pasiones  partidistas,  de  hacer  imposible  la  guerra  civil 
no  tan  sólo  induciendo  por  medio  de  incesante  propaganda 
moral,  a  los  franceses  a  reconocerse  unos  a  otros,  sino  apo¬ 
yando  y  suscitando  las  medidas  reformadoras  realizables  en 
cada  momento,  y  dirigiéndose9  siempre,  cualesquiera  que  sean 
las  fluctuaciones  y  las  vicisitudes  del  movimiento  de  la  vida 
política,  hacia  lo  que  sirve  realmente  a  la  justicia  y  a  la  paz’  ’. 

Para  qué  negarlo;  no  comprendemos  bien  esto  propues¬ 
to  por  Maritain .  Sin  entrar  a  las  luchas  eleccionarias  y  guber¬ 
namentales,  ¿podría  considerársele  como  una  agrupación  po¬ 
lítica  que  salvara  del  dilema  Frente-Nacional  o  Frente-Popu¬ 
lar?  Y  si  lo  hace,  si  participara  en  la  política  diaria,  ¿no  lle¬ 
garía  a  ser  bien  pronto  un  nuevo  partido,  como  todos  los  de¬ 
más?  Por  otra  parte,  una  agrupación  con  fines  temporales  in¬ 
mediatos  no  puede  desligarse  de  todas  las  cuestiones  técni¬ 
cas  que  el  alcance  de  sus  fines  implican,  y  en  estas  cuestio¬ 
nes  punto  menos  que  imposible  obtener  la  uniformidad  de 
criterios  que  exigiría,  para  poder  actual,  la  entidad  que  Ma¬ 
ritain  propone. 

¿No  estará  más  bien  la  solución  del  problema  político 


21 


inmediato  en  el  robustecimiento  do  verdaderas  comunidades 
cristianas  de  fe  y  caridad,  que  hagan  posible  una  actitud  tam¬ 
bién  cristiana  de  sus  miembros  en  cualquiera  que  sea  el  cam¬ 
po  político  que  se  encuentren  En  un  mundo  en  que  la  lucha 
por  lo  temporal  se  desarrolla  en  un  ambiente  que  no  tiene 
ya  casi  nada  de  cristiano,  ¿cabe  otra  cosa  que  la  labor  de 
fermento  que  hizo  triunfar  a  los  primeros  discípulos  de  Cris¬ 
to  dentro  del  imperio  romano?  ¿No  habrá  que  aplicar  en  el 
campo  político  lo  que  el  mismo  Maritain  dice:  “el  cristiano 
debe  estar  por  todas  partes,  y  permanecer  siempre  libre”,  y 
no  tratar  de  formar  nuevos  grupos  contingentes  en  los  que 
la  unidad  será  punto  menos  que  imposible?  Nos  inclinamos 
más  bien  a  creer  que  es  una  actitud  cristiana  de  los  cristianos 
(aunque  parezca  paradógico)  lo  que  hace  falta,  y  no  una 
nueva  organización.  ¿No  pueden  acaso  defenderse  los  valo¬ 
res  actualmente  subsistentes  mediante  una  labor  decidida  y 
franca  en  apoyo  de  los  elementos  de  verdad  que  andan  dis¬ 
persos  en  las  diferentes  fracciones  políticas?  La  unidad  de 
los  cristianos  en  esta  labor  de  fermento  dentro  de  un  nuevo 
mundo  pagano  no  sería  consecuencia  de  determinadas  agru¬ 
paciones  temporales,  sino  de  su  mismo  carácter  de  cris¬ 
tianos. 

Es  éste  ,sin  duda  un  problema  de  difícil  solución  para 
quien  quiere  mantener  su  independencia  en  medio  de  las  di¬ 
versas  corrientes.  Pero,  cualesquiera  que  sea  la  solución  que 
se  le  dé,  un  principio  es  indiscutible :  como  cristianos,  cual¬ 
quiera  que  sea  la  “medicación  de  sostén”  que  adoptemos,  ha 
de  ser  conforme  y  dentro  de  las  supremas  normas  de  justi¬ 
cia  y  caridad  que  han  de  informar  nuestra  política  de  “obje¬ 
tivo  alejado”:  la  construcción  de  una  nueva  cristiandad. 

“Se  habla  a  menudo,  y  con  mucha  razón,  del  principio  del 
mal  m'enor.  El  mayor  mal  —  agrega  Maritain  —  es  que  los 
valores  evangélicos,  los  valores  de  verdad,  de  justicia  y  de 
amistad  fraternal  (de  los  cuales  depende  el  bien  común  tempo¬ 
ral  de  las  ciudades  y  de  las  civilizaciones  en  sus  elementos  más 
elevados),  y  la  esperanza  terrena  de  los  hombres,  dejan  de  ser 
manifestados  a,l  mundo  ñor  los  que  tienen  la  responsabilidad 
del  nombre  cristiano.  “No  hay  mal  mayor  que  dejar  sin  testi¬ 
monio  —  me  refiero  al  orden  temporal  mistmo  y  en  relación; 
al  bien  temporal  —  la  justicia  y  la  caridad”. 

En  cuanto  a  las  características  sociales-eeonómicas  de 
esa  nueva  cristiandad,  tal  como  la  piensa  Maritain,  no  po¬ 
demos  menos  de  transcribir  la  pregunta  que  le  fué  formulada 
en  la  discusión  a  que  más  arriba  hemos  hecho  referencia,  y 
su  respectiva  respuesta: 

“Señorita  María  Rosa  Olivier:  Quisiera  preguntar  a  M, 


22 


Maritain  si  una  sociedad  basada  en  los  principios  evangélicos 
no  sería  lo  que  se  llama  hoy  de  “extrema  izquierda” 

“M.  Maritain:  Cdeo  que  en  lo  que  toca  a  las  soluciones 
técnicas,  por  ejemplo,  la  organización  del  trabajo  y  de  la 
distribución,  el  sindicalismo,  la  participación  de  la  inteligen¬ 
cia  obrera  en  la  dirección  de  las  grandes  empresas  industria¬ 
les,  etc.,  habría  analogías  entrlé  las  soluciones  vigentes  en  tal 
sociedad  y  las  que  encara  el  pensamiento  de  ‘ 1  extrema  izquier¬ 
da”.  No  obstante,  tales  soluciones  serían  sustancialmente  dis¬ 
tintas  por  estar  animadas  por  diferentes  principios  éticos; 
serían  solucionar  originales,  en  las  que  la  idea  de  la  persona 
humana  desempeñaría  el  papel  fundamental.  Los  principios 
éticos  son  los  que  dan  su  carácter  específico  a  las  soluciones 
económicas...  La  filosofía  que  determina  el  carácter  de  la 
extrema  izquierda  es  íel  materialismo  dialéctico ;  no  es  compa¬ 
tible  con  la  sabiduría  evangélica”. 

En  resumen,  la  posición  de  Maritain  es  la  posición  digna 
e  independíente  propia  del  pensamiento  cristiano  integral.  “El 
cristianismo  no  entrega  su  alma  al  mundo.  Pero  debe  ir  hacia 
el  mundo,  debe  hablar  al  mundo,  debe  estar  en  el  mundo  y 
en  lo  más  hondo  del  mundo ;  no  solamente  para  dar  testimo¬ 
nio  'ante  Dios  y  la  vida  eterna,  sino  también  para  cumplir  co¬ 
mo  cristiano  su  oficio  de  hombre  en  el  mundo,  y  para  hacer 
avanzar  la  vida  temporal  del  mundo  hacia  las  regiones  de 
Dios.  Y  en  el  mnndo  y  en  lo  más  hondo  del  mundo  debe  man¬ 
tener  intacta  contra  el  mundo  una  doble  independencia:  pri¬ 
meramente.  la  de  su  fe,  la  de  la  palabra  de  Dios,  la  de  las 
virtudes  orientadas  hacia  la  vida  etern!a ;  v  en  segnndo  lugar, 
también,  la  de  su  actividad  temporal  de  cristiano,  la  indepen¬ 
dencia  de  las  que,  dando  a  la  palabra  “política”  toda  la  am¬ 
plitud  que  le  daba  un  Aristóteles,  puedan  llamarse  las  virtu¬ 
des  políticas  cristianamente  encauzadas  hacia  la  vida  tempo¬ 
ral  y  el  bien  de  la  civilización  humana”. 


«EL  IMPARCTAL» 


DIARIO  DE  LA  TARDE 

Las  mejores  informaciones. 

No  explota  la  crónica  roja. 


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23 


Clemente  Pérez  Pérez 


Los  efectos  de  la  Ley  de  Empleados 

Particulares 


Después  de  discutirse  largamente  por  la  prensa,  y  de  un 
estudio  no  menos  detenido  de  las  Cámaras,  se  dictó,  como 
ya  es  sabido,  el  8  do  Febrero  último,  la  Ley  6020,  que  mejora 
la  situación  de  los  empleados  particulares. 

Para  legislar  sobre  este  tema  había  que  salvar  una  pri¬ 
mera  dificultad :  la  {negativa  de  numerosas  personas  para 
conceder  al  Estado  el  derecho  a  intervenir  en  estos  aspectos, 
derecho  innegable  si  miramos  el  problema  con  un  criterio 
moderno  y  social.  El  paso  resultaba  difícil  porque  contraria¬ 
ba  una  buena  masa  de  opinión,  reacia  a  toda  ingerencia  es¬ 
tatal  en  este  género  de  materias.  Pero,  por  desgracia,  al  ven¬ 
cerse  este  escollo,  no  se  tuvo  a  la  vez  en  cuenta  la  circuns¬ 
tancia  de  que  el  Estado  no  cuenta  todavía  en  Chile  con  los 
medios  apropiados  para  asegurar  y  garantizar  el  buen  re¬ 
sultado  y  cumplimiento  de  leyes,  que,  aunque,  muy  bien  in¬ 
tencionadas,  pueden  ser  causa  de  profundos  trastornos  socia¬ 
les  y  convertir  un  bien  en  un  nuevo  factor  de  desorden.  Es 
esto  lo  que  ha  ocurrido  con  la  Ley  en  referencia:  la  incapa¬ 
cidad  absoluta  del  estado  liberal  para  enderezar  por  medio 
de  una  medida  unilateral  y  aislada  todo  el  curso  de  nuestra 
economía  anárquica.  Si  en  el  país  se  contara  con  poderosas 
organizaciones  de  patrones  y  de  empleados,  a  las  que  se  die¬ 
ra  la  representación  de  sus  respectivos  intereses,  se  evitarían 
innumerables  atropellos  de  que  los  asalariados  han  sido  ob¬ 
jeto  y  se  impediría  1a,  fijación  arbitraria  de  sueldos  por  una 
ley.  Pero  nada  de  esto  existe. 

La  necesidad  de  aumentar  los  sueldos  y  salarios  es  evi¬ 
dente  y  nadie  con  un  mediano  conocimiento  de  la  realidad 
podría  argumentar  lo  contrario.  Pero  no  sólo  se  debe  consi¬ 
derar  la  necesidad  de  aumentar  los  sueldos,  que  no  es  sino 
principalmente  un  efecto  de  la  carestía  de  la  vida.  Hay  que 
tomar  en  cuenta  que  el  monto  de  los  sueldos  en  pesos  no  es 
lo  fundamental,  sino  en  realidad  la  capacidad  adquisitiva  del 
dinero  ganado.  Al  aumento  de  los  sueldos  de  los  empleados 
públicos  siguió  un  nuevo  aumento  del  costo  de  vida,  que  vino 


24 


a  perjudicar  a  los  empleados  particulares  y  a  los  obreros. 
Al  mejoramiento  actual  ha  seguido  una  nueva  carestía  de  la 
vida  que  está  afectando  a  todos  y  en  especial  a  los  emplea¬ 
dos  públicos,  a  los  obreros  y  a  los  mismos  empleados  parti¬ 
culares,  en  su  gran  mayoría,  debido  a  la  burla  que  se  ha  he¬ 
cho  de  la  Ley.  Sucedió  lo  inevitable  dentro  de  un  sistema 
de  economía  incontrolada  como  el  nuestro.  A  la  orden  re¬ 
recibida  por  los  patrones  de  aumentar  los  emolumentos  a 
sus  empleados  han  contestado  éstos,  para  asegurar  sus  ga¬ 
nancias,  con  la  subida  de  los  precios  de  sus  productos.  En 
general  todo  ha  subido,  de  tal  suerte  que  teóricamente  y  en 
el  papel  se  ha  mejorado  la  situación  de  los  empleados  parti¬ 
culares.  Prácticamente  continúa  igual  o  peor  que  antes,  sal¬ 
vo  raras  excepciones.  Si  se  regula  >el  alza  de  los  sueldos  de 
los  empleados  particulares,  debe  controlarse  también  la  pro¬ 
ducción  y  regularse  las  ganancias  que  pueden  obtenerse.  Es 
este  un  aspecto  que  no  se  tomó  en  cuenta,  y  como  veíamos 
anteriormente  pasará  por  este  motivo  a  ser  letra  muerta  una 
ley  con  una  inspiración  innegablemente  buena.  Debería  ha¬ 
berse  creado  previamente  un  organismo  encargado  de  dirigir 
estos  aspectos  y  después  legislar  en  el  sentido  que  se  ha  he¬ 
cho.  Se  habría  producido  parte  del  bienestar  que  se  deseaba 
y  contribuido  a  una  equitativa  repartición  de  la  riqueza,  evi¬ 
tando  la  acumulación  de  las  ganancias  sólo  en  manos  del  ca¬ 
pital  con  perjuicio  evidente  r>ara  la  colectividad. 

A  la  incapacidad  del  Estado,  tenemos  que  agregar  la 
absoluta  indefensión  de  los  empleados,  que  muy  bien  cono¬ 
cen  los  que  no  cumplen  habitualmente  con  las  leyes  y  la 
carencia  de  enérgicas,  eficaces  y  verdaderas  sanciones.  Es¬ 
tos  factores  y  las  numerosas  necesidades  de  los  empleados 
los  han  obligado  en  gran  parte  a  ceder  sus  derechos  legítimos. 
Eíav  algunas  empresas  que  merecen  señalarse  por  haber  cum¬ 
plido  íntegramente  y  sin  dilaciones  con  la  ley,  pero  en  cam¬ 
bio  hay  otras  —  y  no  son  las  menos  —  que  han  cometido  im¬ 
punemente  toda  clase  de  abusos  para  eludir  sus  disposicio¬ 
nes.  Así  por  ejemplo,  en  una  gran  casa  comercial  se  ha  he¬ 
cho  renunciar  a  todos  sus  empleados  con  fecha  anterior  a 
la  de  la  Ley,  de  tal  manera  que  cuando  ella  se  dictó  a  los 
empleados  no  les  correspondía  percibir  ningún  aumento  de 
sueldo.  En  otra  se  les  ha  dado  a  ootar  entre  despedirlos  des¬ 
pués  de  los  6  meses  fijados  por  la  Ley  o  que  reciban  sus  pa¬ 
gos  en  cheques,  con  los  aumentos  que  ella  establece,  de  los 
cuales  deberán  reintegrar  privadamente  a  sus  patrones,  o  la 
totalidad  de  los  aumentos,  o  parte  de  ellos.  En  esta  forma 
se  fabrica  un  comprobante  de  que  los  patrones  han  cumplido 
con  la  Ley  y  nadie  logra  percatarse  de  la  burla  jquie  se  hace 
de  ella.  En  otras  partes,  en  fin,  se  ha  recurrido  al  sistema 


25 


de  los  descuentos  en  planillas  de  sumas  igual-es  a  las  perci¬ 
bidas  por  aumentos,  etc.  En  general,  con  estos  procedimien¬ 
tos  y  otros  más  complicados  se  anulan  prácticamente  los 
efectos  de  la  Ley. 

Por  otra  parte,  jamás  ha  sido  deseable  la  fijación  arbi¬ 
traria  de  salarios  mínimos  ni  menos  por  una  Ley.  Considero 
que  habría  sido  preferible  no  fijar  este  aumento  transitorio 
sino  dejarlo  en  definitiva  a  los  organismos  reguladores  que 
se  creen.  Porque  si  bien  es  cierto  que  a  muchos  sólo  dismi¬ 
nuirá  parte  de  las  ganancias,  a  otros  puede  llevarlos  a  la 
ruina. 

En  resumen,  si  analizamos  con  cierta  detención  losi  efec¬ 
tos  de  la  Ley,  podemos  decir  que  no  son  tan  satisfactorios 
como  pretenden  algunos,  aún  aquellos  que  la  impugnaron 
y  que  después  de  dictada,  por  ser  de  carácter  social,  no  des¬ 
precian  su  paternidad. 


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26 


Jaime  Eyzaguirre 

De  la  libre  concurrencia  a  la  Economía 

Dirigida 


Problema  muy  importante  en  la  economía  moderna  es 
el  referent-e  al  ajuste  que  debe  existir  entre  la  producción  y 
el  consumo,  como  también  el  que  trata  de  las  relaciones  del 
capital  y  del  trabajo.  En  la  época  de  la  industria  familiar 
claro  está  que  no  podían  suscitarse  las  dificultades  nacidas 
con  la  implantación  del  moderno  régimen  capitalista.  El  ca¬ 
pital  y  el  trabajo  estaban  confundidos  en  unas  mismas  ma¬ 
nos  de  manera  que  el  antagonismo  entre  ambos  factores  de 
la  producción  no  podía  originarse.  Además,  regulándose  esta 
última  de  acuerdo  con  las  necesidades  de  la  propia  familia 
no  podían  ocurrir  entonces  las  graves  crisis  de  sobreproduc¬ 
ción.  endémicas  del  moderno  régimen  económico. 

Otro  tanto  puede  decirse  respecto  de  la  industria  ma¬ 
nufacturera  en  los  tiempos  medioevales,  que  estaba  sonre- 
tida  al  control  de  las  corporaciones  que  reglamentaban  el 
ejercicio  de  la  profesión  determinaban  los  salarios  y  fija¬ 
ban  los  precios.  Pero  este  sistema  comenzó  a  declinar  al  ini¬ 
ciarse  la  Edad  moderna,  transformándose  los  organismos  cor¬ 
porativos,  otrora  interesados  en  el  bien  común,  en  monopo¬ 
lios  cerrados  y  egoístas. 

En  su  afán  de  liberar  a  la  economía  de  trabas  odiosas, 
los  economistas  de  los  siglos  XVIII  y  XIX,  yendo  al  extre¬ 
mo  opuesto,  señalaron  como  la  panacea  el  régimen  de  la 
más  completa  independencia  del  individuo  y  condenaron  to¬ 
da  reglamentación  o  control,  vinieran  estos  diel  Estado  c 
de  las  corporaciones.  De  esta  manera  nació  el  régimen  de 
la  libre  concurrencia,  que  ha  dominado  la  vida  económica  por 
espacio  de  más  de  un  siglo. 

Se  entiende  por  régimen  de  libre  concurrencia  aquel  en 
que  se  permite  a  los  individuos  competir  ampliamente  den¬ 
tro  de  los  medios  legales  para  obtener  de  esta  manera  las 
mayores  ventajas  en  el  campo  económico. 

Entendida  de  esta  manera,  la  libre  concurrencia  lleva 

involucrada : 


27 


1.9 —  La  libertad  de  escoger  cualquier  profesión,  oficio 
o  trabajo  y  el  lugar  donde  se  desee  ejercerlos; 

29 — La  libertad  de  contratación,  esto  es,  el  derecho  de 
ligarse  mediante  cualquier  obligación  lícita ;  y 

3.9—  La  libertad  do  disponer  como  se  quiera  de  los  bie¬ 
nes  materiales  sobre  los  cuales  se  ejerce  derecho  de  dominio. 

Es  indudable  que  el  régimen  de  la  libre  concurrencia 
trae  consigo  algunos  beneficios.  En  efecto,  en  la  competen¬ 
cia  el  productor  encuentra  estímulo  y  aliciente  para  actuar 
en  la  vida  económica.  Gracias  a  ella  la  industria  se  desen¬ 
vuelve  y  encuentra  un  campo  propicio  para  su  expansión. 
Contribuye  también  la  competencia  a  perfeccionar  los  pro¬ 
ductos  y  abaratar  los  precios,  todo  lo  cual  redunda  en  bene¬ 
ficio  de  los  consumidores. 

Pero  también  es  evidente  que  el  régimen  de  la  libre  con¬ 
currencia  trae  consigo  notorios  inconvenientes. 

En  primer  lugar,  parte  él  de  un  error  fundamental  y 
es  el  de  considerar  al  hombre  como  un  ser  aislado  que  no  ha 
de  moverse  más  que  impelido  por  el  acicate  de  su  propio 
y  exclusivo  interés,  olvidando  que  de  la  connivencia  con 
los  semejantes  emanan  numerosas  obligaciones  que  cumplir 
y  derechos  que  respetar,  y  que  el  interés  social  no  puede  en 
manera  alguna  sacrificarse  al  capricho  o  egoísmo  de  una 
sola  persona.  Por  otra  parte,  si  dentro  del  sistema  de  la  li¬ 
bre  concurrencia  triunfaran  siempre  los  más  capaces,  como 
pretenden  sus  sostenedores,  bueno  sería  sin  duda,  pero  lo 
que  ocurre  con  más  frecuencia  es  lo  contrario.  La  victoria 
se  inclina  de  parte  del  más  audaz  e  inescrupuloso,  de  aquel 
que  no  mide  sus  medios  para  abatir  al  contrario  o  del  que 
dispone  de  más  poder  financiero,  aunque  no  se  hermane  con 
él  la  necesaria  capacidad  ni  honradez.  De  ahí  que  la  libre 
concurrencia,  en  la  mayoría  de  los  casos,  venga  a  favorecer 
a  los  elementos  adinerados  o  inmorales  y  a  traer  el  perjuicio 
consiguiente  de  los  pobres  y  honestos,  consolidando  a  la 
postre  la  dictadura  de  unos  pocos  en  el  campo  económico. 

Además,  si  bien  es  cierto  que  la  libre  concurrencia  trae 
el  abaratamiento  de  los  productos,  no  lo  'es  menos  que  el 
empresario,  acosado  por  la  competencia,  no  encuentra  a  me¬ 
nudo  un  medio  mejor  de  resarcirse  de  las  pérdidas  sufridas 
que  reducir  los  salarios  de  sus  obreros,  lo  que  viene  en  úl¬ 
timo  término  a  lesionar  los  derechos  de  la  clase  menos  pu¬ 
diente,  que,  desprovista  como  está  dentro  de  este  régimen  de 
libertad  incontrolada,  de  toda  protección  del  Estado  o  de 
las  corporaciones  profesionales,  está  expuesta  con  frecuen¬ 
cia  a  sufrir  la  más  inicua  explotación. 

Pero  sin  duda  la  resultante  más  típica  del  régimen  de 
la  libre  concurrencia,  es  la  producción  de  las  crisis. 


28 


Las  Crisis 

Consisten  las  crisis  en  graves  perturbaciones  ocurridas 
en  el  campo  económico,  motivadas  principalmente  por  el  des¬ 
equilibrio  entre  la  producción  y  el  consumo. 

Mucho  ha  preocupado  a  los  economistas  el  aparecimien¬ 
to  regular  de  las  crisis  cada  cierto  número  de  años,  general¬ 
mente  diez.  Se  han  buscado  al  respecto  toda  clase  de  expli¬ 
caciones  y  hasta  algunos  han  creído  encontrar  causas  astro¬ 
nómicas  que  provocarían  una  disminución  de  la  producción 
agrícola.  Pero  la  razón  de  las  crisis  hay  que  buscarlas  fun¬ 
damentalmente  en  el  estado  anárquico  de  la  economía,  falta 
de  toda  dirección  y  entregada  en  forma  ciega  a  los  vaivenes 
de  la  libre  concurrencia.  Es  indudable  que  también  dentro 
de  un  régimen  de  economía  dirigida  pueden  ocurrir  calami¬ 
dades,  como  la  pérdida  total  de  las  cosechas  motivadas  por 
accidentes  propios  de  la  naturaleza  y  que  no  está  en  la  ma¬ 
no  del  hombre  evitar.  Pero  la  imposibilidad  de  adaptar  la 
■producción  al  consumo,  por  el  desconocimiento  en  que  se 
hallan  los  empresarios  de  la  extensión  de  las  necesidades, 
de  la  cantidad  de  artículos  similares  que  Van  a  producir 
otras  empresas  y -de  los  que  ya  tienen  en  su  poder  los  co¬ 
merciante  y  consumidores,  desconocimiento  que  los  hace  obrar 
a  tientas  y  oue  los  arrastra  en  un  plazo  más  o  menos  cerca¬ 
no  a  una  crisis  de  sobreproducción ;  como  asimismo  la  con¬ 
cesión  abusiva  de  créditos  para  el  establecimiento  de  empre¬ 
sas  sin  perspectiva  económica  o  la  aplicación  a  la  industria 
de  máquinas  que  al  desalojar  la  mano  de  obra  van  a  aca¬ 
rrear  la  cesantía  de  innumerables  trabajadores,  no  podrían 
presentarse  en  una  sociedad  que  tenga  su  economía  sometida 
a  un  plan  ordenado,  racional  y  de  efectivo  control. 

La  Crisis  Mundial 

La  reciente  crisis  mundial  es  más  que  una  simple  cri¬ 
sis  periódica.  Ella  reviste  características  de  especial  grave¬ 
dad  y  dada  la  situación  porque  atraviesa  el  mundo  actual, 
de  una  profunda  revolución  ideológica  en  todo  orden  de  co¬ 
sas,  parece  nue  la  crisis  marca  el  fin  del  sistema  económico 
basado  en  la  libre  concurrencia  ^mo  principio  supremo 
ya  sea  mediante  un  socialismo  de  Estado,  va  por  medio  de 
la  organización  corporativa. 

Variadas  han  sido  las  circunstancias  que  provocaron  el 
estallido  de  la  formidable  crisis  oue  ha  asolado  por  varios 
años  a  toda  la  humanidad  y  que  se  iniciara  en  Noviembre  de 
1929  con  una  ruidosa  caída  de  los  precios  en  la  Bolsa  de 
Nueva  York, 


29 


Puede  señalarse  como  una  de  las  caucas  generadoras  de 
la  crisis  la  inusitada  expansión  del  crédito  por  los  Estados 
Unidos  al  término  de  la  gran  guerra.  La  concesión  de  em¬ 
préstitos  a  los  países  de  Europa  y  América  sin  un  plan  de¬ 
terminado  debía  traer  necesariamente  un  gran  incremento 
de  la  producción  y  un  notable  perfeccionamiento  en  la  téc¬ 
nica,  pero  todo  ello,  claro  está,  a  cambio  de  una  sobrepro¬ 
ducción  colosal  y  un  desplazamiento  del  obrero  por  la  mᬠ
quina.  Contribuyó  a  precipitar  los  hechos  la  enorme  cosecha 
obtenida  en  1929  en  Europa,  que  hizo  que  este  continente, 
hasta  entonces  surtido  con  los  productos  de  otros  lugares, 
disminuyera  la  demanda  de  los  mismos,  ocasionando  así  en 
estos  últimos  países  una  acumulación  de  materias  primas 
sin  salida.  Este  hecho,  que  también  se  repitió  en  el  campo 
industrial,  se  tradujo  en  una  considerable  baja  de  los  pre¬ 
cios  y  en  la  quiebra  y  ruina  de  numerosas  empresas  con  el 
consiguiente  aumento  de  la  desocupación  obrera,  ya  iniciada 
por  el  maqumismo. 

Correlativa  a  esta  sobreproducción,  ha  de  señalarse,  co¬ 
mo  una  de  las  circunstancias  determinantes  de  la  crisis,  la 
disminución  del  consumo.  Ella  tuvo  en  parte  su  origen  en 
el  hecho  de  que  al  término  de  la  guerra  mundial,  los  países 
que  tenían  contraídas  deudas  con  los  Estados  Unidos  y  Fran¬ 
cia,  debieron  destinar  a  su  pago  una  buena  cantidad  de  la 
renta  nacional  que  habría  podido,  en  caso  contrario,  em¬ 
plearse  en  la  adquisición  de  artículos  de  consumo.  Ahora 
bien,  con  la  supresión  de  los  empréstitos  por  los  Estados 
Unidos  y  Francia  en  1929,  se  acumuló  en  _estos  países  por 
capítulo  de  las  deudas  de  la  guerra,  una  gran  cantidad  de 
oro,  originándose  la  deflación  en  todos  los  países  donde  este 
metal  servía  de  base  al  sistema  monetario  y,  como  resultado 
de  ella,  la  caída  de  los  precios.  Otro  hecho  que  restringió 
el  consumo  fué  la  considerable  baja  de  la  plata,  que  reper¬ 
cutió  fuertemente  en  los  países  de  oriente  que  la  tenían  co¬ 
mo  base  monetaria,  ocasionando  en  naciones  tan  pobladas  co¬ 
mo  India  y  China  un  considerable  descenso  en  el  poder  ad¬ 
quisitivo  de  sus  habitantes. 

Los  Sindicatos,  y  el  Régimen  de  Monopolio 

Como  una  natural  reacción  ante  los  inconvenientes  y 
peligros  de  la  libre  concurrencia,  tanto  los  obreros  como  los 
patrones  se  unieron  al  margen  de  la  ley  para  resistir  mejor 
los  embates  de  ese  régimen  anárquico.  De  esta  manera  se 
fueron  formando  poco  a  poco  los  sindicatos  que  al  agrupar 
en  su  seno  a  los  obreros,  antes  aislados  y  sometidos  a  la 


30 


omnímoda  voluntad  patronal,  pudieron  hacer  efectiva  la  de¬ 
fensa  de  los  derechos  de  la  cíase  trabajadora. 

A  su  vez  los  empresarios,  presionados  por  la  fuerza  de 
los  sindicatos  obreros,  buscaron  también  en  la  asociación  la 
manera  de  contrarrestar  a  estos  últimos  y,  al  mismo  tiempo, 
deseosos  de  neutralizar  los  dañosos  resaltados  de,  la  com¬ 
petencia,  quisieron  sustituirla  por  el  régimen  de  monopolio 
mediante  los  llamados  carteles  y  trusts,  verdadero  intento 
unilateral  de  dirección  de  la  economía. 

Los  carteles  consisten  en  acuerdos  de  los  empresarios 
del  mismo  ramo  de  la  producción,  por  los  cuales  se  compro¬ 
meten  sea  a  no  pagar  precios  más  ^levados  por  las  materias 
primas,  sea  a  no  otorgar  al  trabajo  condiciones  más  favora¬ 
bles  de  las  existentes,  sea  a  limitar  a  una  determinada  can¬ 
tidad  la  producción  de  las  diversas  empresas  que  los  suscri¬ 
ben,  sea  a  distribuirse  el  mercado,  sea  a  fijar  el  precio  de 
los  productos,  etc. 

Los  trusts,  en  cambio,  consisten  en  la  unión  o  fusión  de 
las  empresas  de  una  rama  de  la  producción,  que  pasan  a 
constituir  una  sola  gran  sociedad. 

Pero  estas  grandes  concentraciones  económicas,  que  bien 
dirigidas  podrían  reportar  grandes  beneficios,  han  constitui¬ 
do  en  la  mayoría  de  los  casos  monopolios  abusivos  que  fijan 
arbitrariamente  el  tipo  y  calidad  de  los  productos  y  asimis¬ 
mo  los  precios  con  el  consiguiente  perjuicio  de  los  consumi¬ 
dores.  Debido  a  su  gran  poder  financiero,  se  han  transforma¬ 
do  a  menudo  en  un  verdadero  peligro  para  el  Estado,  ha¬ 
ciéndose  de  esta  manera  necesaria  la  intervención  de  este 
último,  como  ocurrió  en  los  Estados  Unidos  mediante  la  ley 
Sherman,  para  salvaguardiar  los  amenazados  intereses  de  la 
colectividad. 

Con  todo,  es  preciso  señalar  al  régimen  de  carteles  y 
trusts,  como  un  intento  de  encontrar  un  correctivo  a  los  pe¬ 
ligros  de  la  libertad  incontrolada. 

Los  fundamentos  de  la  economía  dirigida  $ 

La  dolorosa  experiencia  recogida  en  los  últimos  tiempos 
ha  abierto  camino  a  una  nueva  concepción  de  la  economía  más 
conforme  con  su  carácter  de  ciencia  social  interesada  en  perse¬ 
guir  el  bien  común  material.  Se  estima  en  la  actualidad  nece¬ 
sario  regular  la  vida  económica  y  orientar  sus  esfuerzos  en 
pro  del  bienestar  colectivo  tan  sacrificado  dentro  del  sistema 
de  la  libertad  absoluta  al  interés  de  unos  pocos.  Así  ha  na¬ 
cido  la  llamada  economía/  dirigida,  que  se  conoce  también 
con  los  nombres  de  economía  ordenada,  controlada,  planea¬ 
da,  etc. 

¿En  qué  consiste  esta  dirección  de  la  economía?  ¿Qué 
principios  han  de  orientarla? 


Hemos  visto  que  la  libre  concurrencia,  aunque  presente 
algunas  ventajas  encuadrada  dentro  de  ciertos  límites,  no 
puede  en  manera  alguna  servir  de  exclusiva  norma  regula¬ 
dora  de  la  vida  económica.  La  libertad  es  algo  negativo  y  la 
economía  como  ciencia  social,  al  servicio  del  hombre,  ha  de 
buscar  en  la  moral  el  principio  supremo  de  dirección.  Ahora 
bien,  la  moral  le  proporciona  una  norma  directiva  doble  for¬ 
mada  por  la  justicia  social  y  la  caridad  social. 

La  justicia  social  es  aquella  virtud  que  obliga  a  ejecu¬ 
tar  por  el  bien  común  tocto  acto  a  que  ei  hombre  no  podría 
sustraerse  sin  violar  el  atrecho  ae  la  socieaacl  sobre  la  coo¬ 
peración  ae  sus  miembros  (ij.  i\o  regla  ella  relaciones  de 
particulares  entre  si,  que-  son  propias  ae  la  justicia  conmuta¬ 
tiva,  ni  relaciones  del  Estado  con  sus  subditos,  que  caen  den¬ 
tro  de  los  límites  de  ia  justicia  cUstribuitiva,  sino  que  busca 
el  interés  general  sin  destruir  el  interés  particular  de  cada 
uno  de  los  asociados,  bu  objeto  propio  es  pues  el  bien  común, 
esto  es,  el  formado  por  el  conjunto  de  bienes  tanto  de  orden 
material  como  moral  a  que  tienen  derecho  los  hombres  que 
viven  en  sociedad.  No  se  forma  el  bien  común  por  la  suma 
de  los  intereses  particulares,  a  menudo  tan  contrapuestos, 
sino  que  él  es  un  bien  general,  trascendente  a  todos  ellos  y 
del  cual  al  mismo  tiempo  participa  cada  asociado. 

En  cuanto  a  la  caridad  social,  ella  es  el  complemento  in¬ 
dispensable  de  la  virtud  anterior.  Í8i  bien  ia  caridad  no  ha 
de  considerarse,  como  a  menudo  ocurre,  como  un  sustituto 
de  los  deberes  propios  de  justicia,  no  es  menos  cierto  que 
su  intervención  suaviza  y  dulcifica  ia  rígida  aplicación  de 
estos  últimos  y  aun  enriquece  sus  beneficios.  Nada  se 
sacaría  con  estructurar  en  la  forma  más  perfecta  ia  vida 
económica-social,  ajustándola  en  todo  a  las  normas  de  la  jus¬ 
ticia,  si  el  espíritu  que  anima  a  los  asociados  dista  de  la 
fraternidad  y  de  la  cooperación  necesarias.  No  bastarían  los 
medios  coercitivos  ni  los  golpes  de  autoridad  para  hacer  fun¬ 
cionar  el  perfecto  mecanismo.  Porque  se  requiere  algo  más, 
algo  que  se  escapa  a  todas  estas  medidas  y  que  está  fuera 
del  marco  de  la  ley  escrita:  el  concepto  de  caridad  que  sólo 
ha  de  buscarse  en  el  interior  de  la  conciencia  humana  bien 
dirigida, 

¿Cómo  se  obtendrá  el  cumplimiento  de  la  justicia  so¬ 
cial  en.  la  vida  económica? 

Desde  luego  fácil  es  comprender  que  no  siendo  la  jus¬ 
ticia,  como  la  caridad,  dependiente  de  la  sola  conciencia  par- 


(1)  Véase  el  artículo:  “El  verdadero  concepto  de  justicia  so¬ 
cial”,  por  Carlos  Hamilton,  en  “Estudios”,  Septiembre  de  1936. 


82 


ticular,  existirá  una  autoridad  encargada  de  mantenerla  y 
hacerla  respetar. 

Ahora  bien  ¿corresponderá  esta  misión  a  los  carteles  y 
trusts  o  a  las  empresas  bancarias,  que  han  ejercido  en  los 
últimos  tiempos  una  verdadera  dictadura  en  el  campo  eco¬ 
nómico?  La  respuesta  fluye.  Todos  ellos  persiguen  con  su 
política  la  satisfacción  del  interés  propio  por  el  cual  sacrifi¬ 
can  a  menudo  el  hien  común.  La  tutela  de  este  último  no 
podría  así  confiarse  a  sus  manos  sin  grave  peligro. 

Incumbe  pues  entregar  esta  tarea  a  un  poder  superior 
dotado  de  los  medios  y  de  la  independencia  necesarios  para 
servir  de  árbitro  de  los  encontrados  intereses  particulares. 
Y  nadie  puede  desempeñar  mejor  este  rol  que  la  autoridad 
del  Estado.  Pero  aquí  surgen  dos  caminos.  Para  unos  ha  de 
equivaler  la  dirección  del  Estado  en  la  economía  a  una  iden¬ 
tificación  completa  de  ambos  en  forma  de  que  la  iniciativa 
particular  ceda  totalmente  el  paso  y  quede  por  entero  abo¬ 
lida.  Para  otros,  en  cambio,  el  papel  del  Estado  consistirá 
en  respetar  la  gestión  económica  privada,  no  suplantarse  a 
ia  misma,  sino  tan  sólo  suplirla  cuando  sea  insuficiente  o 
no  exista,  y  mantener  una  super vigilancia  y  dirección  de 
conjunto  en  todo  el  proceso  de  ia  economía.  El  primer  ca¬ 
mino,  seguido  por  el  socialismo,  ha  encontrado  en  la  Rusia 
Soviética  su  mejor  exponente  y  significa  la  exaltación  des¬ 
medida  del  Estado  que,  de  simple  medio  para  lograr  el  bien 
común  temporal,  se  erige  en  fin  y  suplanta  los  derechos 
de  la  persona  humana  y  de  las  asociaciones  inferiores.  El 
segundo  sistema,  en  cambio,  si  bien  reconoce  al  Estado  co¬ 
mo  la  suprema  autoridad  en  el  orden  temporal,  advierte 
también  que  entre  éste  y  el  individuo  existe  una  serie  de 
comunidades  naturales  (familia,  municipio,  corporación)  que 
tienen  un  fin  propio  que  llenar  y  a  cuyo  debido  desenvolvi¬ 
miento  está  ligado  el  bien  común  de  la  sociedad  entera. 

De  esas  asociaciones,  las  llamadas  corporaciones  o  gre¬ 
mios,  constituidas  por  todos  los  que  ejercen  la  misma  profe¬ 
sión  u  oficio,  están  llamadas  a  desempeñar  un  importante 
papel  en  la  vida  económica.  El  Estado  ha  de  alentar  en  pri¬ 
mer  término  su  organización  y  establecer  los  marcos  jurídi¬ 
cos  dentro  de  los  cuales  han  de  ejercer  los  organismos  cor¬ 
porativos  la  tutela  de  las  respectivas  profesiones,  sin  abdi¬ 
car  el  primero  por  esto  del  control  que  le  corresponde  de 
derecho  sobre  todas  las  corporaciones. 

En  suma,  hablar  de  'economía  ordenada,  presupone  la 
existencia  de  una  estructuración  social  jeráquica.  que  va  del 
individuo  al  Estado,  pasando  al  través  de  las  asociaciones 
profesionales;  hablar  de  economía  dirigida,  es  reconocer  a 
las  corporaciones  su  rol  de  organismos  libres  encargados  de 


33 


encauzar  la  política  ele  su  propia  actividad  profesional;  ha¬ 
blar,  en  fin,  de  econojmía  controlada  significa  confiar  al  Es¬ 
tado  el  control  y  la  coordinación  general  de  toda  la  vida 
económica.  La  economía  ordenada,  dirigida  y  controlada  en¬ 
cuentra  de  esta  manera  su  mejor  expresión  en  la  organiza¬ 
ción  corporativa. 

Estructura  de  la  organización  corporativa 

Nos  detendremos  ahora  a  estudiar  la  estructura  y  fun¬ 
cionamiento  del  régimen  corporativo.  Y  para  ello  es  nece¬ 
sario  precisar  previamente  el  concepto  de  corporación  (1) . 

La  corporación  no  es  otra  cosa  que  la  profesión  orgáni¬ 
camente  considerada.  A  ella  se  ingresa  por  .el  sólo  hecho  de 
ejercer  una  misma  profesión,  oficio  o  actividad,  sea  de  ca¬ 
rácter  económico  o  cultural.  La  corporación,  por  consiguien¬ 
te,  es  obligatoria  para  todos  los  que  de  alguna  manera  ac¬ 
túen  en  la  misma  profesión,  en  calidad  de  patrones,  de  em¬ 
pleados  de  obreros  o  de  técnicos  y,  como  natural  corolario, 
las  decisiones  que  la  autoridad  del  cuerpo  adopte  revisten 
plena  fuerza  para  todos  sus  miembros.  De  esta  manera  la 
corporación  es  superior  a  una  asociación  libre  en  la  cual  se 
entra  o  sale  en  cualquier  momento  y  por  su  carácter  podría 
comparársela  al  municipio  o  comuna. 

La  obligatoriedad  de  la  corporación  no  excluye,  sin  em¬ 
bargo,  el  derecho  que  tienen  tanto  los  patrones  como  los 
obreros,  de  constituir  separada  o  conjuntamente  dentro  de 
ella,  asociaciones  libres  llamadas  sindicatos. 

Materia  por  demás  discutida  ha  sido  la  extensión  de 
esta  libertad  de  organizar  sindicatos.  Muchos  han  sosteni¬ 
do  la  tesis  de  la  libre  e  ilimitada  formación  de  estas  agru¬ 
paciones,  pero  en  la  actualidad  se  nota  ya  una  fuerte  co¬ 
rriente  que  está  llana  a  reconocer  los  inconvenientes  que 
pueden  derivarse  de  una  excesiva  multiplicidad  sindical  y  se 
muestra  dispuesta  a  aceptar  el  sindicato  único  como  orga¬ 
nismo  representativo  de  toda  la  profesión  en  una  determi¬ 
nada  localidad,  sobre  la  base  de  que  se  permita  la  agrupa¬ 
ción  fuera  del  sindicato  legal  con  fines  de  expansión  inte¬ 
lectual  y  moral.  Por  otra  parte  es  necesario  tener  presente 
que  los  principales  ensayos  corporativos  iniciados  en  la  ac¬ 
tualidad,  esto  es  los  de  Italia,  Austria  y  Portugal,  han  adop¬ 
tado  el  sistema  del  sindicato  único. 

Puede  reducirse  la  acción  del  sindicato  a  cuatro  asun¬ 
tos  principales:  establecer  instituciones  mutualistas  y  coo- 

(1)  Véase  el  artículo:  “Los  fundamentos  jurídicos  de  la  or¬ 
ganización  corporativa”,  por  el  mismo  autor,  en  “Acción  Social  '. 
(Diciembre  de  1936),  donde  se  explaya  lo  que  aquí  someramente 
se  expone.  • 


34 

perativas;  fundar  escuelas  de  perfeccionamiento  técnico;  re¬ 
presentar  a  los  asociados  en  los  conflictos  colectivos  del  tra¬ 
bajo  y  celebrar  contratos  colectivos  de  trabajo. 

Conviene  tener  presente  que  el  régimen  corporativo  no 
implica  necesariamente  la  existencia  de  sindicatos.  En  Ale¬ 
mania,  por  ejemplo,  se  ha  establecido  la  organización  sobre 
un  fundamento  diferente.  Por  ley  de  20  de  Enero  de  1934 
se  creó  el  Frente  del  Trabajo  alemán  que  agrupa  a  todos  los 
que  participan  en  la  vida  económica  y  social,  no  ya  reunidos 
en  sindicatos  sino  asociados  en  empresas.  El  Estado  man¬ 
tiene  una  rigurosa  supervigilancia  sobre  los  jefes  de  estas 
últimas  valiéndose  de  los  comisarios  del  trabajo  elegidos  por 
el  Ministerio  respectivo.  Dentr0  de  la  jurisdicción  de  cada 
comisario  del  trabajo,  existe  un  Tribunal  social  de  honor 
ante  el  cual  son  acusados  por  “haber  faltado  al  honor  social” 
ios  jefes  de  las  empresas  que  abusan  del  personal  a  sus  ór¬ 
denes  y  los  trabajadores  que  ponen  en  peligro  la  paz  en  la 
industria. 

Veamos  ahora  las  atribuciones  propias  de  la  autoridad 
corporativa.  Al  respecto  podemos  indicar  los  siguientes  po¬ 
deres  debidamente  clasificados: 

a)  Poder  reglamentario. — Consiste  en  dictar  disposicio¬ 
nes  generales  encaminadas  a  obtener  el  mejor  funcionamien¬ 
to  de  la  profesión;  garantir  en  cada  caso  el  correcto  ejer¬ 
cicio  de  la  misma,  tomando  al  efecto  las  medidas  disciplina¬ 
rias  que  estime  convenientes ;  imponer  contribuciones ;  vigi¬ 
lar  las  condiciones  del  trabajo  en  las  empresas  y  asegurar 
el  cumplimiento  de  los  contratos  colectivos  de  trabajo. 

b)  Poder  jurisdiccional. — Consiste  en  crear  organismos 
de  conciliación  y  arbitraje  para  dirimir  los  conflictos  indivi¬ 
duales  o  colectivos  que  se  susciten  en  el  seno  de  la  profe¬ 
sión. 

c)  Poder  dle  control  y  gestión. — En  virtud  de  él  la  cor¬ 
poración  deberá  tomar  a  su  cargo  diversas  funciones  ejer¬ 
cidas  en  la  actualidad  por  el  Estado.  Así,  tendría  la  super¬ 
vigilancia  y  control  de  la  enseñanza  profesional  y  técnica, 
de  los  institutos  de  previsión,  seguros  sociales,  ahorro,  ca¬ 
jas  de  compensación  para  el  pago  del  subsidio  familiar,  etc. ; 
y  la  fundación  de  estos  mismos  organismos  cuando  no  bro¬ 
taren  de  la  libre  iniciativa  de  los  particulares  o  sindicatos. 

d)  Poder  racionalizado^ — Consiste  en  imprimir  un  rum¬ 
bo  de  conjunto  a  la  vida  económica  en  el  marco  de  la  res¬ 
pectiva  profesión.  Para  ello  la  autoridad  corporativa  debe¬ 
rá  vigilar  la  gestión  económica  de  las  empresas;  controlar 
el  establecimiento  de  empresas  nuevas  o  disponer  el  cierre 
de  las  que  estime  perjudiciales;  sancionar  la  concurrencia 
desleal  y  abusiva,  impidiendo  a  la  vez  la  especulación  exage- 


35 


rada  y  el  acaparamiento;  regular  la  producción  de  acuerdo 
con  las  necesidades;  fijar  ciertos  límites  prudenciales  al  va¬ 
lor  de  los  artículos,  etc.  En  todos  estos  casos  la  autoridad 
corporativa  ha  de  proceder  con  suma  cautela,  teniendo  en 
cuenta  la  justa  armonización  de  la  iniciativa  particular  con 
ei  bien  común  profesional. 

¿  Cuál  es  la  actitud  del  Estado  frente  a  la  organización 
corporativa  f 

Ante  todo  el  Estado  ha  de  despojarse  de  las  atribucio¬ 
nes  que  indebidamente  ejerce  y  devolverlas  a  las  corporacio¬ 
nes.  Además,  en  su  calidad  ae  gerente  del  bien  común  ha 
de  ejercer  sobre  todas  las  corporaciones  una  triple  ins¬ 
pección  : 

a)  Inspección  jurisdiccional,  que  facultaría  al  Estado  pa¬ 
ra  velar  porque  los  reglamentos  y  decisiones  corporativos 
no  contengan  nada  contrario  a  la  ley.  De  esta  manera  los 
particulares  podrían  recurrir  ante  los  tribunales  administra¬ 
tivos  en  caso  de  que  las  decisiones  de  la  autoridad  corpora¬ 
tiva  constituyan  un  abuso  de  poder. 

b)  Inspección  aAninistrativa,  por  la  cual  el  Estado  po¬ 
dría  suspender  o  anular  los  acuerdos  de  la  autoridad  cor¬ 
porativa  que  lesionen  abiertamente  el  bien  común. 

c)  Inspeción  financiera,  que  autorizaría  al  Estado  para 
revisar  la  contabilidad  y  aprobar  las  tasas  profesionales. 

En  cuanto  a  la  actitud  del  Estado  frente  a  la  genera¬ 
ción  del  orden  corporativo,  aparecen  dos  tendencias  opues¬ 
tas  y  bien  marcadas:  una  que  estima  que  la  autoridad  pú¬ 
blica  ha  de  crear  por  ley  los  cuerpos  profesionales  -e  invo¬ 
lucrarlos  como  partes  integrantes  del  mecanismo  estatal;  y 
otra,  que  ha  de  dejarse  a  los  particulares  la  libre  y  espon¬ 
tánea  constitución  de  los  mismos.  Sin  duda  el  primer  sistema 
adolece  del  gravísimo  error  de  desconocer  el  carácter  de 
organismos  de  pleno  derecho  que  tienen  las  corporaciones 
y  de  sancionar  la  usurpación  de  sus  atribuciones  por  parte 
del  Estado.  Pero  no  es  menos  cierto  que  la  segunda  solución 
descansa  en  un  fundamento  por  demás  ilusorio  al  pretender 
llegar  a  una  organización  corporativa  por  el  solo  camino  de 
la  iniciativa  particular. 

En  realidad  todo  orden  corporativo  viable  ha  de  pre¬ 
suponer  una  adecuada  ligazón  entre  la  acción  estatal  y  la 
actividad  particular,  que  se  traduzca  en  un  doble  impulso 
generador :  uno  de  la  base  a  la  cima,  del  cual  deben  brotar 
los  sindicatos  libremente  nacidos  de  la  iniciativa  privada, 
y  otro  de  la  cima  a  la  base  que  ha  de  trazar  la  ordenación 
jurídica  del  sistema  e  instituir  un  Consejo  de  Economía  Na¬ 
cional  o  Consejo  Nacional  de  las  Corporaciones,  capaz  de 
coordinar  y  dar  impulso  al  movimiento  corporativo. 


86 

Oscar  Larson 


Panorama  político  del  Perú 

Es  inexplicable  la  incomunicación  y  desconocimiento  mu¬ 
tuo  en  que  viven  los  pueblos  de  la  América  Latina.  En  Chi¬ 
le,  a  lo  menos,  conocemos  mucho  mejor  la  Historia,  la  geo¬ 
grafía,  la  literatura  y  las  costumbres  de  las  naciones  euro¬ 
peas,  que  esos  mismos  antecedentes  de  estas  repúblicas,  ve¬ 
cinas  nuestras  y  hermanas  por  la  sangre  y  el  idioma.  Y  no 
es  que  Chile  sea  un  país  cerrado  a  lo  extranjero ;  por  el  con¬ 
trario,  es  tributario  e  imitador  fiel  de  lo  europeo.  Lo  de 
América  —  como  lo  de  Chile  —  no  interesa  a  los  chilenos. 

Hay  una  excepción  a  esta  regla  general:  desde  hace  po¬ 
cos  años,  la  opinión  pública  de  Chile  se  interesa  bastante 
por  la  situación  política  del  Perú.  El  intercambio  comercial 
y  principalmente  el  hallarse  en  Chile  numerosos  desterrados 
peruanos  han  hecho  converger  naturalmente  la  atención  ha¬ 
cia  la  vida  política  de  la  República  del  norte.  Los  expa¬ 
triados,  por  su  parte,  escriben  con  frecuencia,  en  nuestros 
periódicos^  acerca  de  la  política  de  su  país.  Desterrados, 
merecen  y  reciben,  por  ese  sólo  hecho,  nuestra  más  cordial 
hospitalidad;  víctimas,  según  se  presentan  ellos,  de  un  Go¬ 
bierno  tiránico,  cuentan  con  toda  la  simpatía  de  los  chile¬ 
nos,  tan  enemigos  de  todo  Gobierno  ilegal  o  personalista  y 
tan  respetuosos  de  la  Constitución  y  de  la  democracia. 

Este  interés  y  esta  simpatía  aumentó  y  se  hizo  más  aco¬ 
gedora,  si  cabe,  con  motivo  del  resultado  a  que  se  llegó,  a 
fines  del  año  pasado,  en  el  problema  presidencial.  En  efec¬ 
to,  conforme  a  la  Constitución,  debían  verificarse  en  el  Pe¬ 
rú  las  elecciones  presidenciales  y  las  parlamentarias  conjun¬ 
tamente.  Por  razones  que  el  lector  comprenderá  más  ade¬ 
lante,  la  determinación  de  los  candidatos  a  la  Presidencia., 
que  era  lo  más  importante  de  la  batalla,  fué  larga  y  difícil. 
Por  fin,  todos  los  grupos  d*e  derecha  se  concentraron  alre¬ 
dedor  de  tres  nombres:  Villarán,  Prado  y  Flores  y  la  iz>- 
quierda,  que  es  el  Partido  Aprista,  impedida  por  la  Consti¬ 
tución  para  llevar  un  hombre  de  sus  filas,  escogió  a  su  ami¬ 
go  y  simpatizante,  steñor  Eguiguren.  Las  votaciones  fueron 
ordenadas  y  tranquilísimas.  Después  empezó  el  escrutinio, 
que  lo  hace  un  tribunal  especial.  -Y  cuando  el  escrutinio,  des¬ 
pués  de  algunos  días,  mostró  que  el  candidato  aprista  te- 


m 


nía  la  primara  mayoría  (el  34%)  el  Tribunal  de  Elecciones, 
detuvo  el  escrutinio,  se  convocó  al  Congreso  y  éste  anuló  las 
elecciones  y  prorrogó  los  poderes  del  Presidente  Benavides 
por  tres  años. 

La  sorpresa  que  estos  acontecimientos  causaron  en  Chile 
fue  enorme.  Y  no  podía  ya  dudarse  de  que  los  apristas  tie¬ 
nen  razón  cuando  acusan  al  Presidente  Benavides  de  ser  un 
dictador  tiránico,  que  siendo  impotente  para  contrarrestar 
las  fuerzas  mayoritarias  del  Apra.  las  persigue  por  la  vio¬ 
lencia. 

Tales  son  las  informaciones  que  a  mi  regreso  del  Perú 
he  hallado  en  Chile  y  que  numerosas  personas  me  han  pe¬ 
dido  que  les  explique.  ¿Corresponden  ellas  a  la  verdad  de 
los  hechos?  ¿Representan  en  el  Perú  lo  que  representarían 
en  Chile  hechos  similares?  ¿El  General  Benavides  es  un  ti¬ 
rano.  apoyado  en  las  bayonetas  y  rechazado  por  la  opinión 
pública?  ¿El  Apra  no  es  más  que  un  inocente  partido  polí¬ 
tico,  que  lucha  por  la  democracia  v  por  la  libertad?  ¿El 
Apra  es  la  inmensa  mayoría  del  Perú? 

Para  responder  a  estas  cuestiones,  necesariamente  debo 
esbozar  el  panorama  de  la  situación  política  del  vecino  país. 
Durante  dos  años  he  residido  en  Lima  en  contacto  con  to¬ 
das  las  clases  sociales,  especialmente  con  la  juventud ;  he 
presenciado  todo  el  proceso  electoral  y  he  escuchado  todas 
las  opiniones.  Como  extranjero  y  como  estudioso  de  los  fenó¬ 
menos  sociales,  he  visto  esos  acontecimientos  v  he  oído  esas 
opiniones  con  la  fría  objetividad  de  un  analista  de  labora¬ 
torio.  Los  lectores  de  “ESTUDIOS”  están  habituados  a  sa¬ 
ber  la  verdad  en  los  asuntos  que  se  tratan  en  sus  columnas. 
En  baila  nos  apartaremos  de  esta  noble  divisa  de  la  ya 
prestigiosa  revisf a . 

Es  una  tendencia  natural  y  muy  explicable  la  de  medir 
y  juzgar  a  las  naciones  extranjeras  por  nuestra  propia  na¬ 
ción,  así  como  juzgamos  a  las  demás  personas  por  nuestra 
propia  idiosincrasia.  (Ese  es  el  origen  de  innumerables  y 
profundas  incomprensiones  humanas) .  Imaginamos  aue  los 
otros  pueblos  tienen  las  mismas  características  que  el  nues¬ 
tro.  y  que  se  diferencian  sólo  por  el  mavor  o  menor  grado 
en  que  las  poseen.  Así.  al  aue  ha  viajado,  le  preguntan  si 
la  cultura,  la  religiosidad  o  el  patriotismo  de  tal  país  es 
mayor  o  menor  one  en  Chile,  por  ejemplo.  Profundo  'error 
Los  diversos  pueblos  de  la  tierra,  a  pesar  de  sus  muchas  se¬ 
mejanzas,  provenientes  de  la  igualdad  de  naturaleza,  de  raza 
y  de  época,  tienen  muv  grandes  diferencias),  características 
propias,  cualidades  distintas.  Aún.  dentro  de  una  misma  cua¬ 
lidad  hay  modalidades  diversas.  ¿Quién  podrá  decir  qu'e  la 
cultura  alemana,  pongo  por  caso,  es  mayor  o  menor  que  la 


38 


francesa?  No  es  mayor  ni  menor:  es  distinta.  Esta  es  la  pri- 
mera  lección  que  recoce  el  observador  atento  que  sale  de  su 
patria:  Las  demás  naciones  son  diferentes  de  la  suya,  y  dife¬ 
rentes  entre  sí ;  por  eso',  no  hay  que  medirlas  con  el  mismo  ra¬ 
sero.  En  este  sentido  es  efectivo  que  los  viajes  ensanchan  el 
criterio  y  hacen  más  comprensivos  a  los  hombres.  Se  ha  di¬ 
cho:  “¡Ay  del  hombre  de  un  solo  libro !”;  podría  añadirse: 
“¡Ay  del  hombre  de  un  solo  país!”  Especialmente  desde 
el  punto  de  vista  político,  las  diferencias  psicológicas  entre 
nación  y  nación  son  enormes :  un  ciudadano  inglés  es  cosa 
muy  distinta  de  un  ciudadano  francés. . .  Por  tanto,  juzgar 
un  acontecimiento  político  extranjero  con  el  criterio  de  nues¬ 
tra  propia  casa  es  un  gran  error  de  exégesis.  Muchas  ve¬ 
ces  pensé,  en  Lima,  cómo  juzgarían  los  chilenos  ciertos  he¬ 
chos  políticos,  que  allá  son  normales  y  que  entre  nosotros 
serían  muy  extraños.  Muchas  veces  pensé  en  el  error  que  se 
comete,  con  tanta  frecuencia,  de  juzgar  con  nuestro  criterio 
d'e  hoy  sucesos  ocurridos  hace  siglos,  en  pueblos  enteramente 
distintos  de  los  nuestros. 

La  psicología  política,  del  Perú  es  totalmente  diversa  de 
la  de  Chile,  porque  la  historia  política  de  -ambas  naciones  es 
también  muy  diversa.  Chile  posee  dos  características  que  lo 
distinguen  ten  medio  de  casi  todas  las  otras  Repúblicas  de 
América:  la  primera,  es  su  profundo' respeto  a  la  Ley  escri¬ 
ta,  a  la  ley  como  autoridad  impersonal,  único  representante 
legítimo  de  la  soberanía.  A  lo  largo  de  nuestra  vida  inde¬ 
pendiente,  sólo  hemos  tenido  dos  revoluciones  verdaderas  y 
nacionales:  dos  veces  que  el  pueblo  estimó  que  el  Presidente 
de  la  República  había  pasado  por  encima  de  la  Constitución. 

La  segunda  característica  es  que  nuestras  luchas  polí¬ 
ticas  no  han  reconocido  personas  ni  caudillo^,  sino  que  son 
el  fruto  de  una  diferencia  de  ideas  políticas,  religiosas  y  so¬ 
ciales;  por  eso  la  opinión  del  electorado  chileno  ha  estado 
dividida  en  sólo  dos  grandes  corrientes  de  opinión:  la  libe¬ 
ral  y  la  conservadora,  la  izquierdista  y  la  derechista.  Nues¬ 
tras  luchas  son  luchas  de  ideas,  no  de  personas,  como  en  In¬ 
glaterra  y  como  en  Francia.  Nuestros  partidos  pueden  cam¬ 
biar  de  presidente  y  de  directorio  todas  las  veces  que  quie¬ 
ran,  sin  qu'e  ello  signifique  lo  más  mínimo  con  respecto  a  su 
programa,  que  es  lo  esencial.  Estos  partidos  son,  con  muy 
ligeras  variantes,  los  mismos  desde  hace  un  siglo ;  estamos 
separados  por  ideologías  opuestas,  pero  no  divididos  por  odios 
personales.  Por  esta  misma  razón,  desde  1833  hasta  ahora, 
sólo  una  vez  el  ejército,  olvidándose  de  sus  tradiciones,  se 
mezcló  en  la  política  y  puso  la  fuerza  al  servicio  de  un  cau¬ 
dillo.  - 

Todo  esto,  que  a  nosotros  nos  parece  tan  natural,  no  ha 


89 


gido  lo  mismo  en  las  demás  Repúblicas  Latinoamericanas. 
(Y  si  este  artículo  es  leído  en  algunas  de  ellas,  más  de  un 
lector  creerá  que  lo  que  acabo  de  decir  de  Chite  es  una  bon¬ 
dadosa  ficción  de  mi  patriotismo) .  En  esas  Repúblicas,  las 
luchas  políticas  se  libraron  generalmente  .alrededor  de  una 
persona,  no  do  un  programa  ni  de  una  idea;  con  frecuencia, 
devoradas  por  el  militarismo,  las  armas  decidían  la  victoria, 
hasta  que  un  nuevo  caudillo  venía  a  reemplazar  al  anterior; 
1a.  Constitución  ha.  sido  letra  muerta,  y  las  familias  y  los 
pueblos,  manteniendo  el  rencor  de  sus  odios  personales,  se 
han  dividido  y  esterilizado  en  luchas  fratricidas.  Les  hizo 
falta,  en  los  albores  de  su  vida  republicana,  un  hombre  co¬ 
mo  don  Diego  Portales.  La  escuela  cívica  y  política  que  ha 
formado  a  los  chilenos  es  muy  distinta  de  la  que  formó  a  la 
mayor  parto  de  las  naciones  americanas.  No  debemos,  pueSl 
juzgar  por  nuestra  historia,  la  historia  ajena. 

El  Perú  nació  a  la  vida  independiente  en  condiciones  di¬ 
versas  de  las  de  Chile.  Por  causas  que  sería  largo  detallar1, 
sus  dirigentes  no  se  agruparon  alrededor  de  una  concepción 
pero  ese  partido,  para  triunfar  recurrió  a  los  militares... 
del  Estado,  ni  de  una  idea  política  o  religiosa.  Lia  lucha  por 
el  poder  fue  fruto  de  la  ambición  -personal  o  de  círculo; 
el  ejército  intervino  casi  siempre  en  las  contiendas  internas, 
y  grupos  de  familias  o  caudillos  militares  se  disputaron  el 
mando  supremo.  Una  vez  se  formó  un  partido  con  una  idea 
nacional;  impedir  que  el  ejército  siguiera  siendo  el  amo; 
■pero  es^  partido,  para  triunfad,  recurrió  a  los  militares.  . . 
Lo  extraordinario  allá  ha  sido  oue  un  Presidente  sea  elegido 
en  votación  normal  y  que  termine  normalmente  su  período 

Con  tal  escuela,  no  es  raro  que  haya  poco  espíritu  cívi¬ 
co  en  los  ciudadanos;  que  los  programas  y  las  ideologías  po¬ 
líticas  no  existan  o  no  preocupen;  que  el  derecho  de  sufra¬ 
gio  no  sea,  una  pasión  popular  ni  una  costumbre,  y  que  una 
parte  considerable  die  la  opinión  mire  con  indiferencia  v 
basta  con  desagrado  la  política  y  cuanto  con  ella  se  rela¬ 
ciona  . 

Es  verdad  que  hay  actualmente  unas  entidades  llamadas 
partidos  políticos;  son  agrupaciones  alrededor  de  una  per¬ 
sona,  qu>e  es  el  Presidente  nato  de  esa  colectividad  y  su  can¬ 
didato  permanente  a  la  Presidencia  de  la  República  .  No  Le¬ 
ñen  propiamente  un  programa  que  los  diferencie  esencial¬ 
mente  entre  sí,  ni  instituciones  permanentes,  ni  asambleas', 
ni  propaganda,  ni  periódicos;  sólo  reviven  en  el  período 
electoral.  De  ahí  es  que,  cuando  cae  por  la  violencia  un 
Presidente,  como  en  el  caso  de  Leguía  v  de  Sánchez  Cerro, 
se  produce  una  gran  confusión,  se  suceden  varios  gobiernos 


40 


y  conatos  revolucionarios,  hasta  que  uno  se  mantiene  por  la 
fuerza  de  las  armas  o  por  su  prestigio  personal. 

Las  elecciones  son  poco  frecuentes  en  la  Historia  del 
Perú,  sobre  todo  las  elecciones  libres.  El  pueblo  —  en  su 
mayoría  indios  que  viven  en  la  Sierra,  dedicados  exclusiva¬ 
mente  a  las  faenas  aerícolas,  que  proveen  íntegramente  a 
sus  necesidades  —  no  tiene  afición  a  la  política,  ni  a  las  vo¬ 
taciones.  (Hay  miles  de  indios  que  ni  siquiera  saben  quién 
es  el  Presidente  del  Perú) .  Las  otras  clases  sociales  ilus¬ 
tradas!,  con  'excepción  de  una  porción  que,  en  las  contiendas 
políticas,  se  abanderiza  según  las  tradiciones  de  familia,  por¬ 
que  guarda  viejos  rencores  o  antiguos  amores  que  siguen 
sobreviviendo  en  las  divisiones  actuales  (los  Pardos,  los  Pra¬ 
dos,  los  Piérolas,  los  Leguiístas.  lo<?  Sánchézcerristas.  etc.) 
miran  estas  luchas  sin  ningún  interés;  lo  único  que  desean 
es  que  haya  un  Gobierno  estable,  fuerte  y  honrado,  que  deje 
vivir  tranquilo  y  trabajar.  Por  ellos  ojalá,  no  hubiese  elec¬ 
ciones  nunca. 

En  medio  de  este  ambiente  político  incoloro  e  insípido, 
hav  una  excepción  de  los  últimos  tiempos:  'el  Apra,  (Alian¬ 
za  Popular  Revolucionaria  Americana).  El  Apra  es  el  único 
partido  político  organizado  del  Perú.  Es  verdad  que  tiene 
también  su  caudillo  (R.  Hava  de  la  Torre)  con  el  mito  co¬ 
rrespondiente;  pero  tiene  también  una  doctrina  política,  una 
orientación  social,  un  programa  de  Gobierno/,  una  organiza¬ 
ción  permanente  y  una  propaganda  que  se  extiende  por  todo 
el  país.  Con  estas  características  de  todos  los  partidos  po¬ 
líticos  del  mundo,  pero  poco  frecuente*  en  el  Perú,  se  pre¬ 
sentó  como  una  atrayente  novedad.  Y  si  a  eso  se  agrega  que 
surgió  a  la  luz  en  un  momento  oportuno  (después  de  once 
años  de  dictadura  de  Tieguía).  oue  supo  atacar  los  lados 
vulnerables  de  la  organización  social  y  política  del  país,  oue 
supo  disciplinar  sus  filas  y  que  encendió,  ante  los  ojos  alu¬ 
cinados  de  la  muchedumbre,  el  artificio  de  halagadoras  pro¬ 
mesas  que  aquella  no  había  soñado  alcanzar,  se  comprende¬ 
rá  su  éxito  inmediato.  La  persecución  sangrienta  de  que  lo 
hizo  víctima  Sánchez  Cerro  le  atrajo  a  la  juventud  y  al  pue¬ 
ble,  e  hizo  mártires  a  sus  caudillos.  Hubo  un  momento  en 
que  el  Apra  tuvo  a  la  mayoría  del  electorado  nacional. 

Pero  ¿por  qué  el  Presidente  Sánchez  Cerro,  asistido  por 
un  grupo  de  políticos  civilistas,  hizo  a  ese  partido  nuevo, 
objeto  de  una  implacable  persecución?  ¿Qué  íes  el  Apra  en¬ 
tonces? 

Veinte  veces  me  han  hecho  esta  pregunta  en  Chile.  Lo 
cual  indica  qu'e  tampoco  lo  han  dicho  ciar  amento  los  diri¬ 
gentes  apristas  que  están  en  Chile  y  que  tanto  escriben  en 
nuestras  revistas.  Toda  su  campaña  se  reduce  a  denunciar 


41 


la  tiranía  <M  General  Benavides  —  porque  también  son  per% 
seguidos  por  el  Gobierno  actual  —  ya  anunciar  su  inminente 
caída.  A  lo  sumo,  so  presentan  como  un  partido  político  de 
oposición,  que  lucha  por  las  libertades  públicas,  con  profun¬ 
do  arraigo  popular  e  injustamente  perseguido.  ¿Es  eso? 

Plies  bien,  digámoslo  de  una  vez  .*  el  Apra  es  él  comu¬ 
nismo  marxista  peruanizado.  La  definición  parece  una  con¬ 
tradicción  en  los  términos,  puesto  eme  el  marxismo  es  esen¬ 
cialmente  internacional  en  su  doctrina  y  en  su  aplicación ; 
pero  el  buen  discípulo  de  Lenín  debe  posponerlo  todo  inclu¬ 
sive  la  franqueza,  al  éxito  d'e  la  causa.  No  en  balde  Haya  de 
la  Torre  hizo  su  noviciado  en  "Rusia.  Ahora  bien,  para  in¬ 
troducir  las  ideas  de  Marx  en  el  Perú  era  indispensable  des¬ 
pojarlas  de  su  carácter  antipatriofa  e  internacional,  'era  ne¬ 
cesario  nacionalizarlo. 

En  efecto,  el  Perú  es  el  pueblo  más  patriota  y  naciona¬ 
lista  de  la  tierra .  Sus  hijos  tienen  un  inmenso  amor  a  su 
país,  a  su  Historia  y  a  todo  lo  que  ‘es  peruano,  y  miran  con 
muy  poca  simpatía  lo  extranjero ;  creen  de  buena  fe  que  su 
patria  es  la  primera  nación  del  mundo  y  que  no  necesitan 
nada  del  resto  de  la  humanidad. 

S*e  comprende  oue  un  pueblo  de  tal  psicología  no  acep¬ 
taría  sin  grandes  dificultades  una  doctrina  social  que  pres¬ 
cinde  de  la  nacionalidad  y  reniega  de  la  Historia  patria.  Por 
lo  que  yo  lo  conozco*,  creo  que  no  la  aceptaría  jamás.  Y  el 
caudillo  aprista,  que  es  un  buen  psicólogo,  debe,  haber  ex¬ 
plicado  al  Soviet  que,  sin  la  disimulación  de  aquella  carac¬ 
terística  del  comunismo,  éste  no  entraría  nunca  en  el  Perú. 
Entonces  se  cubrió  con  el  nombré  de  “Alianza  Popular  Re¬ 
volucionaria  Americana” .  Y  aún  esto  de  “americana”  no 
se  dice  en  el  Perú,  ni  que  tiene  un  Gomité  Ejecutivo  Inter¬ 
nacional  ;  porque  si  de  recalcase  oue  aspira  a  una  especie  de 
confederación  americana  en  la  que  ingresarían1,  perdiendo  su 
nacionalidad.  Perú,  Chile,  Argentina,  etc.  se  desbandarían  no 
pocos  prosélitos.  De  este  modo,  el  Apra  es  rara  los  apristas 
del  Perú  una  cosa  exclusivamente  peruana .  No  es  ciertamen¬ 
te  un  movimiento  patriota :  ellos  'excluyen  la  bandera  y  el 
himno  nacional ;  pero  es,  a  lo  menos,  un  movimiento  y  un 
partido  exclusivamente  peruano.  Por  eso  he  dicho  que  es 
un  comunismo  peruanizado. 

El  aspecto  marxista  y  comunizante  ‘en  lo  que  se  refiere 
a  lo  económico  social  fué  presentado  con  más  claridad  en 
sus  comienzos.  La  propiedad,  la  familia  y  la  Religión,  cuya 
negación  constituye  la  esencia  del  marxismo,  fueron  ataca¬ 
das  francamente  por  Haya  de  la  Torre  y  correligionarios;  a 
nadie  se  ocultaba  la  paternidad  de  las  ideas  de  Marx  y  de 


42 


Lenín,  y  tanto  la  organización  como  las  instrucciones  envia¬ 
das  a  las  “células”  eran  calcadas  del  Soviet. 

A  mi  vista  tengo,  —  para  no  citar  sino  un  ejemplo,  de 
los  mil  textos  que  podría  transcribir  —  las  siguientes  ins¬ 
trucciones  enviadas  a  la  célula  del  Cuzco,  el  25  de  Febrero 
do  1930:  “En  el  caso  peruano  el  aprismo  significa  consecuen¬ 
temente  la  fuerza  revolucionaria  capaz  de  imponer  la  dicta¬ 
dura  del  proletariado  campesino  y  obrero,  y  de  establecer  la 
lucha  organizada  de  esa  dictadura  contra  el  imperialismo, 
que  es  el  capitalismo,  opresor  del  obrero  y  contra  el  latifun- 
dismo  que  íes  la  explotación  del  campesino.  Nuestra  realidad 
es  fundamentalmente  agraria  en  el  orden  económico.  Pode¬ 
mos  en  el  caso  peruano  decir  como  Lenín  en  el  caso  ruso :  Es 
necesario  comenzar  por  el  campesino ;  no  comprenderlo,  ver 
en  esta  preferencia  del  campesino  una  renunciación  o  semi- 
r enunciación  a  la  dictadura  del  proletariado,  es  no  ver  las 
cosas  como  son  y  dejarse  llevar  de  palabrerías”.  Y  añade 
más  adelante:  írLas  clases  medias  de  nuestros  países,  desde 
un  punto  de  vista  diferente  al  de  los  trabajadores  están  con¬ 
tra  el  imperialismo,  y  pueden  estar  contra  el  latifundismo  y 
el  clero.  La  táctica  realista  de  nuestro  partido  es  utilizar  a 
las  clases  medias  al  servicio  de  la  revolución  proletaria  y 
campesina.  Desde  este  punto  de  vista,  el  aprismo  de  acuer¬ 
do  con  Marx,  utiliza  a  las  clases  medias  y  trata  de  que  sir¬ 
van  a  la  obra  de  la  revolución”. 

Me  parece  que  las  líneas  citadas  bastan  a  probar  la  esen¬ 
cia  comunista  del  Apra. 

La  expresión  pública  de  estas  ideas  produjeron  en  el 
ambiente  una  doble  reacción:  atrajeron  a  sus  filas  a  toda 
esa  gente  que  en  todas  partes  y  por  motivos  diversos  es  te¬ 
rreno  propicio  para  el  comunismo;  fue  la  época  gloriosa  de 
los  desfiles,  de  las  huelgas  y  de  los  discursos;  la  época  de 
los  panfletos,  de  la  internacional,  cantada  por  las  calles,  y 
de  la  bandera  roja.  Pero  al  mismo  tiempo,  en  el  resto  la 
población,  en  las  clases  dirigentes  y  en  todos  los  “burgue¬ 
ses”,  la  reacción  fué  de  defensa,  de  miedo  v  de  asombro  y  de 
indignación.  Una  tempestad  de  artículos  de  prensa,  de  folle¬ 
tos  y  de  discursos  cayó  sobre  el  Apr'a,  refutando  las  ideas 
marxistas  y  mostrando  todos  los  errores  y  horrores  del  co¬ 
munismo,  que  hipócritamente  pretendía  introducirse  en  leí 
pueblo  peruano .  , 

Ninguna  transacción  era  posible  entre  semejantes  ideas 
y  el  Gobierno  del  General  Benavides,  quien  llegaba  al  poder 
en  momentos  difíciles  y  con  el  propósito  de  tender  un  manto 
de  olvido  un  abrazo  de  concordia  entre  todos  los  bandos  en 
que  se  hallaba  dividida  la  familia  peruana  desde  la  revolu¬ 
ción  que  botó  al  Presidente  Leguía .  El  Apra  era  ya  irrecon- 


43 


ciliable,  no  sólo  con  el  Gobierno,  sino  con  cualquier  grupo 
político  nacional;  era  irreconciliable  con  la  nación  peruana. 
Las  leyes,  la  Constitución  misma,  le  negaron  el  derecho  a 

existir. 

La  alarma  invadió  las  propias  filas  aprista^  algunos 
las  abandonaron ;  otros,  más  ingenuos,  fueron  a  preguntar  a 
sus  jefes  si  era  cierto  que  el  Apra  era  el  comunismo.  La 
“necesidad  de  la  causa”  imponía  el  disimulo  y  se  les  dijo 
que  no .  Aún  más,  en  muchas  cosas  se  hizo  marcha  atrás ;  nue¬ 
vos  discursos  y  nuevos  panfletos  atenuaron  10  que  se  había 
dicho  en  IoíS  anteriores.  Era  preciso,  según  una  carta  íntima 
de  Haya  de  la  Torre,  “quitar  el  miedo  al  cuco  comunista”. 

Pero  tampoco  se  podía  desilusionar  a  los  marxista*  de 
verdad  que  estaban  ya  en  las  filas.  Entonces  se  acudió  al 
recurso  de  los  dos  programas:  el  programa  mínimo,  que  co¬ 
noce  todo  el  mundo  y  que  contiene  unas  cuantais  “reivindi¬ 
caciones”  inofensivas  y  unas  declaraciones  vagas,  v  el  pro¬ 
grama  máximo,  que  sólo  conocen  los  iniciados. .  .  He  este  úl¬ 
timo,  ya  no  se  habla;  del  otro  tamnoco.  Gomo  he  dicho  antes, 
el  Apra  se  limita  a  atacar  al  Presidente  Pena  vides  v  a  fijar, 
cada  tres  meses,  la  fecha  en  que  va  a  caer.  También  comete 
algún  asesinato  político  una  o  dos  veces  al  año.  Para  el  efec¬ 
to,  se  vale  de  algún  menor  de  edad,  convenientemente  suges¬ 
tionado  . 

Pero,  en  fin,  lo  que  me  interesa  explicar  es  que  el  Apra 
es  efectivamente  el  comunismo  marxista,  disimulado  bajo  un 
disfraz  peruano  o  americano  y  aún  disfrazado  de  simule  par¬ 
tido  de  oposición  al  Gobierno,  defensor  heroico  de  1^  libertad 
y  la  democracia.  Con  este  traje  inocente  v  hasta  elegante,  ha 
atraído  a  sus  filas  a  no  pocos  candorosos:  desde  luego,  a  to¬ 
dos  los  que  por  razones  personales,  son  contrarios  al  General 
Benavides  (empleados  públicos  destituidos,  ex-diplom áticos 
tronado^,  etc.l  ;  muchachos  que  sinceramente  desean  el  meio- 
r amiento  social  del  pueblo,  o  estudiantes  bulliciosos,  amigos  del 
desorden  y  enemigos  de  estudio:  en  fin'  náufragos  de  toda 
doctrina  y  desorientados,  que  buscan  una  bandera  y  una  ae 

tividad  p'ara  sus  energías.  , 

Es  necesario  reconocer  a  Haya  de  la  Torre  el  mérito  de 
haber  empleado,  antes  que  ‘el  Soviet  v  el  comunismo  de  las 
demás  naciones,  la  misma  táctica  de  disimulo^ nue  'ahora  em¬ 
plea  el  comunismo  universal.  Sabido  es  que  sólo  el  año  1935, 
si  no  me  engaño,  las  organizaciones  comunistas  recibieron  la 
orden  de  cambiar  de  táctica  v  ocultar  las  armas  contra  la 
familia!,  la  religión  y  la  propiedad:  de  limitársela  atacar  a 
los  gobiernos  v  los  vicios  sociales  existentes,  así  como  bus¬ 
car  la  alianza'  de  lo  *  partidos  afines,  no  haciendo  cuestión 
del  programa  máximo. . .  Eso  empezó  en  el  Perú  mucho  antes. 

Cuando  llegué  a  Lima,  hace  dos  años,  el  Apra  había  si- 


44 


lenciado  ya  sus  grandes  baterías;  Excluido  de  la  vida  públi¬ 
ca  por  las  leyes,  privado  de  varios  de  sus  mentores  que  están 
en  el  destierro,  perseguido  en  sus  actividades  por  la  poli¬ 
cial  mantiene  ocultamente  sus  organismos  dirigentes  y  sus 
“  células”,  que  lía  ce  contra  el  Gobierno  un  fuego  incesante 
de  metralla :  cientos  de  hojitas  impresas,  pequeños  periódi¬ 
cos,  cartas  anónimas  v  otros  escritos  circulan  de  mil  mane- 
ras  (algunos  llegaban  desde  Chile,  en  sobres  de  Ministe¬ 
rios  o  de  otras  oficinas  públicas)  criticando  al  Gobierno  y 
a  los  pol  ticos,  insultando  al  Presidente  y  a  su  familia,  pro¬ 
metiendo  la  redención  del  indeo  u  otras  reformas  igualmente 
vagas,  y  terminando  siempre  con  la  frase:  “Sólo  el  Apra  sal¬ 
vará  al  Perú”.  Pero  nada  de  la  doctrina  comunista  ni  de  la 
dictadura  del  proletariado  como  en  el  1930;  nada  contra  la  fa¬ 
milia,  contra  la  propiedad,  ni  contra  la  religión.  Por  el  contra¬ 
rio,  con  motivo  del  Congreso  Eucarístico  Nacional,  que  fuá  un 
golpe  tremendo  para  el  Apra,  desde  el  punto  de  vista  doctri¬ 
nal,  y  que  lo  debe  haber  desengañado  acerca  de  su  verdadero 
poder,  sus  organismos  declararon,  en  una  circular,  que  el 
noventa  por  ciento  de  los  apristas  eran  católicos...  Era,  evi¬ 
dentemente.  ponerse  el  parche  'antes  de  la  herida:  el  Con¬ 
grego  Eucarístico  arrastró  a  todos  los  hombres  de  Lima,  ¿en 
dónde  estaba  entonces  el  poder  y  la  mayoría  aprista?  Pru¬ 
dentemente.  pues,  cuando  vieron  que  el  acontecimiento  re¬ 
ligioso  arrastraba  a  todo  el  pueblo,  se  declararon  católicos. . . 
Aún  más,  repartieron  unas  estampas  religiosas  en  las  que  se 
leían,  estas  palabras:  “Sólo  IL'os  salvará  a  mi  alma  y  sólo 
el  Aura  salvará  al  Perú”. 

La  bandera  roía  se  ha  convertido  en  una  bandera  rosada. 

La  postergación  de  sus  principios  m’arxistas  y  el  disimu¬ 
lo  de  los  verdaderos  fines  que  persigue,  han  permitido  ingre¬ 
sar  en  sus  filas  a  muchas  personas  decentes,  que  por  nada 
del  mundo  serían  comunistas;  (v  en  esto  hay  tal...  ampli¬ 
tud,  que  son  hoy  día  auristas  políticos  que  sirvieron  larga¬ 
mente  a  Leguia,  el  implacable  dictador  que  persiguió  sin 
tregua  'a  Haya  v  sus  eorreligionarios) ;  han  acallado  los  ana¬ 
temas  de  sus  contradictores  v  hacen  aparecer  al  Apra  como 
un  inofensivo  grupo  de  oposición,  inicuamente  perseguido  por 
un  Gobierno  dictatorial  .  Pero,  níe  parece  que,  por  otra  par¬ 
te,  le  han  restado  pueblo.  No  sé  si  será  la  persecución  tran¬ 
quila  pero  constante  de  que  es  objeto,  o  la  creciente  y  enor- 
níe  prosperidad  económica  del  Perú  bajo  el  Gobierno  actual, 
lo  que  ha  raleado  sus  filas :  pero  es  indudable  que  estas,  en 
vez  de  'aumentar,  han  disminuido,  como  lo  demostraron  las 
elecciones  del  año  pasado. 

Antes  de  referirme  a  ellas,  punto  central  de  esta  infor¬ 
mación,  debo  agregar,  como  antecedente  necesario,  que  la 


Constitución  peruana  prohíbe  la  reelección  del  Presidente. 
Por  su  partes,  el  General  Benavides  había  declarado  solemne¬ 
mente  que  en  la  fecha  legal  (el  8  de  Diciembre,  creo)  él  en¬ 
tregaría  el  mando  indefectiblemente.  Séa-me  permitido  de¬ 
cir  que  no  sólo  me  formé  la  impresión  personal  de  que  el  sel- 
ñor  Benavides  era  sincero,  sino  que  hasta  tengo  motivos  pa¬ 
ra  afirmarlo.  Sea  como  fuere,  las  elecciones  presidenciales  y 
parlamentarias  se  verificaban  ¡en  Octubre  de  1936. 

Cuatro  candidatos  a  la  Presidencia.  Después  de  mil  ges¬ 
tiones,  los  hombres  dirigentes,  los  políticos,  todos  de  dere¬ 
cha^,  frente  al  Apra,  no  habían  podido  unirse  —  viejos  ren¬ 
cores  tradicionales  —  y  se  agrupaban  alrededor  de  tres  nom¬ 
bres.  Tres  contra  uno.  (En  Colombia  perdieron  porque  se 
dividieron  en  dos  contra  uno) .  Tres  .  Por  muy  disminuido 
que  estuviera  el  partido  aprista,  no  se  podía  ¡suponer  que 
no  llegara  a  tener  el  2 del  electorado,  y  eso  le  bastaba 
para  triunfar  frente  a  tres  candidatos,  a  menos  que  uno  de 
éstos  obtuviera  una  mayoría  más  numerosa,  hipótesis  poco 
probable. 

Tres  candidatos  derechistas:  Jorge  Prado,  político  de  fa¬ 
milia  presidencial,  ex  Ministro  de  Benavides,  Embajador  en 
Brasil,  de  gran  situación  económica,  hombre  valeroso,  que  tu¬ 
vo  el  gesto  —  único  en  la  Historia  del  Perú  —  de  recorrer 
todo  el  país  dirigiendo  su  campaña  electoral. 

Como  varias  familias,  por  razones  de  enemistades  tradi¬ 
cionales,  no  aceptaban  a  Prado,  obligaron  a  un  prestigioso 
abogado  y  profesor  universitario,  señor  Villar án,  a  aceptar 
otra  candidatura. 

Finalmente  Flores.  Este  político,  diputado1,  fué  Minis¬ 
tro  de  Sánchez  Cerro  y  tremendo  martillo  del  Apra.  Debo 
decir  que  Sánchez  Cerro  ha  sido  uno  de  los  Presidentes  más 
populares  del  Perú,  porque  fué  el  primer  indio  que  llegó  al 
solio  presidencial.  Asesinado  alevosamente,  (Flores  recogió 
su  herencia  política  y  fundó  un  Partido  fascista,  antiaprista 
y  violento,  que  mantiene  en  el  pueblo  y  explota  el  culto  de 
Sánchez  Cerro...  Flores,  como  todos  los  fascismos),  es  anti¬ 
gobiernista  y  enemigo  jurado  de  todos  los  Partidos  polí¬ 
ticos. 

El  Apra,  Según  la  Constitución,  por  ser  partido  inter¬ 
nacional,  no  podía  elegir  ni  ser  elegido .  Pero  hay  en  Lima 
un  señor  Eguiguren,  (estuvo  en  Chile),  de  larga  y  curiosa 
actuación  política!,  con  incontenibles  deseos  de  ser  Presiden¬ 
te,  hombre  bueno  y  recto,  inclusive  piadoso,  (era  el  más  ca¬ 
tólico  de  los  cuatro  candidatos)  pero  algo  ingenuo.  A  éste 
escogió  Haya  de  la  Torre  para  su  candidato .  Ignoro  que  pen¬ 
saba  hacer  con  él,  si  era  elegido ;  pero,  la  verdad  es  que  es¬ 
coger  al  señor  Eguiguren  era  una  falta  de  seriedad  y  hon- 


46 


\ 


radez  flagrante.  No  me  refiero  a  que  era  un  camouflage  pa¬ 
ra  burlar  la  ley;',  pues  eso  no  tiene  nada  de  particular;  sino 
que  indudablemente  el  señor  Eguiguren  iba  a  ser  un  instru¬ 
mento  . .  de  poca  duración. 

Las  huestes  apristas  recibieron  orden  de  votar  por  el 
señor  Eguiguren,  que  había  fundado  el  Partido  Social  De- . 
mócrata,  o  cosa  parecida.  Legalmente  el  Tribunal  de  Eleccio¬ 
nes  no  podía  impedir  la  inscripción  de  la  candidatura  del 
señor  Eguiguren. 

Mientras  tanto  las  derechas  peleaban  entre  sí,  con  saña 
cruel.  Los  periódicos  de  cada  candidato  les  decían  a  los  otros 
dos,  sapos  y  culebras.  Creo  que  bastaba  leer  esos  periódicos 
para  que  el  pueblo  se  decidiera  a  no  votar  por  ninguno  de 
los  tres.  Esos  periódicos  hicieron  la  candidatura  aprista,  que 
no  tenía  prensa. 

Llegó  el  día  de  las  elecciones  y  se  verificaron  en  medio 
de  un  orden  y  tranquilidad  perfectos.  Recibidas  las  urnas,  el 
Tribunal  de  Elecciones  empezó  el  escrutinio.  Cada  día  los 
diarios  daban  el  resultado  a  que  se  había  llegado  el  día  an¬ 
terior,  y  el  resultado  que  iba  apareciendo  cada  día  era  la 
mayoría  del  señor  Eguiguren.  La  cosa  se  ponía  seria.  Uno 
de  los  diarios,  para  desvirtuar  el  efecto  que  los  resultados  ha¬ 
cían  en  el  público,  empezó  a  publicar  las  cifras  del  escrutinio 
poniendo  de  un  lado  los  votos  izquierdistas  (de  Eguiguren) 
y  del  otro,  en  una  sola  cifra,  los  derechistas*,  es  decir,  los  de 
los  tres  candidatos  sumados;  pero  ¿cuál  de  ellos  representa¬ 
ba  a  los  tres  juntos? 

La  opinión  pública  estaba  alarmada;  todo  el  mundo  de¬ 
cía  que  había  que  hacer  algo  luego,  y  esperaban  que  lo  hi¬ 
ciera  el  Gobierno ;  algunos  explicaban  que  todo  esto  podía 
haberlo  evitado  el  General  Benavides,  y  otros,  que  todo  era 
maniobra  suya  para  quedarse.  Lo  único  que  no  se  decía  era 
que  la  división  de  las  derechas,  sus  odios  de  familia,  sus  pe- 
queñeces,  eran  los  verdaderos  culpables  del  peligro  en  que  es¬ 
taban.  Entre  tanto  el  Tribunal  de  Elecciones  continuaba  fría¬ 
mente  sus  cuentas  y,  como  un  termómetro  que  sube,  las  ci¬ 
fras  aparecían  diariamente  manteniendo  la  mayoría  !aprista, 
con  ligeras  variantes.  ¿Sería  Presidente  el  señor  Eguiguren? 
¿El  camouflage^,  la  burla  de  la  Constitución  habría  sido  efi¬ 
caz  ? 

Después  de  unos  diez  o  quince  días  de  escrutinio,  du¬ 
rante  los  cuales  se  mantuvieron  las  cifras  que  daban  a  Egui¬ 
guren  el  34%  de  los  votos,  y,  por  consiguiente,  el  triunfo, 
el  Tribunal  de  Elecciones  detuvo  el  escrutinio  y  pidió  que  se 
reuniera  el  Congreso  para  consultarle  qué  hacía  en  este  ex¬ 
traño  caso:  el  Apra,  contrariando  la  Constitución;  mediante 
un  camouflage,  había  ido  a  las  elecciones  y  había  sacado 


47 


triunfante  su  candidato  a  la  presidencia  y  algunos  senado¬ 
res  y  diputados;  contra  el  Apra  estaba  el  66%  de  los  elec¬ 
tores  . 

Las  reuniones  del  Congreso  fueron  largas,  trabajosas  y 
acaloradas.  Por  fin,  después  de  un  plazo  perentorio,  dió  su 
fallo :  las  elecciones  eran  anuladas  y  el  Congreso;  que  era, 
un  Congreso  Constituyente,  prorrogaba  por  tres  años  las  fa¬ 
cultades  constitucionales  del  Presidente  Benavides,  añadién¬ 
dole  poderes  legislativos. 

Y  cada  uno  se  fué  para  su  casa,  y  se  acabó  la  cuestión. 
Los  papeles  volvieron  a  subir,  el  cambio  mejoró  y  la  gente 
siguió  trabajando  tranquilamente.  La  prensa  dijo  que  se  ha¬ 
bía  hecho  lo  mejor  que  se  podía  hacer  y  todas]  las  institucio¬ 
nes  del  Perú,  desde  las  Cámaras  de  Comercio  hasta  los  Clubs 
de  foot-ball  fueron  a  felicitar  y  agradecer  al  Presidente  Bena¬ 
vides  porque  se  quedaba. 

¿Y  el  Apra?  El  Apra  no  dió  un  grito,  no  organizó  una 
huelga,  no  hizo  un  desfile.  Se  dijo  que  se  habían  sublevado, 
dos  cadetes  de  la  Escuela  Militar  y  cuatro  soldados  de  un 
regimiento :  se  dijo  que  en  la  ciudad  de  Trujillos  había  ha¬ 
bido  desórdenes.  Una  gota  de  agua  en  el  mar. 

¿Por  qué  el  Apra  no  hizo  nada?  Dirán  que  la  fuerza  ar¬ 
mada  está  en  manos  del  Gobierno,  etc.  Esas  son  historias: 
un  partido  que  dice  contar  con  el  95%  de  la  población  de  un 
país,  tiene  al  ejército  y  tiene  a  la  policía.  [Así  lo  habían  ase¬ 
gurado  también  las  hojitas  apristas.  La  razón  de  su  silencio 
y  de  su  humilde  sumisión  a  los  acontecimientos  es  otra :  las 
elecciones  demostraron  que  el  Apra  no  cuenta  más  que  con 
el  34%  del  país,  cuando  ellos  creían  que  eran  por  lo  menos 
,el  75%.  Bu  derrota  moral  ha  sido  enorme,  porque  esa  cifra, 
en  la  más  libre  de  las  elecciones,  revela  que  las  huestes  han 
disminuido  mucho  en  los  últimos  años,  en  vez  de  aumentar. 
¿Y  qué  podrían  hacer  contra  el  66%  de  la  nación? 

Y  después  de  las  elecciones  de  Octubre,  ciertamente  que 
el  debilitamiento  de  las  filas  ha  sido  mayor:  muchos  estaban 
allí  por  el  triunfo .  Y  si  se  formara  allí  un  Partido  con  una 
sólida  base  doctrinal,  moderno,  orientado  hacia  los  proble- 
mas  sociales,  con  hombres  nuevos  y  sinceros,  acabaría  por  re¬ 
ducirlo  a  un  mínimo ;  porque  la  verdad  es  que  la  juventud 
no  tiene  a  dónde  ir. 

Por  otra  parte,  es  una  ley  histórica  que  estos  Gobiernos 
que  descansan  en  el  prestigio  o  en  la  fuerza  de  un  hombre,  y 
no  en  un  program'a,  disminuyen  el  espíritu  cívico,  impiden  la 
formación  de  estadistas  y  hombres  públicos  y  son  un  veneno 
para  la  democracia. 

Tales  fueron,  descarnadamente  expuestos,  los  aconteci¬ 
mientos  que  determinaron  la  continuación  del  General  Be- 


48 


navides  ■en  el  poder.  Talvez,  juzgados  con  el  criterio  polí¬ 
tico  chileno,  son  anormales.,  y  ciertamente  no  habrían  podi¬ 
do  ocurrir  entre  nosotros.  Tero  ei  Perú  no  es  Chile,  y  ya  he 
explicado  cómo  allá  ei  espíritu  publico  y  las  aspiraciones  po¬ 
líticas  del  pueblo  no  se  parecen  en  nada  a  nuestra  psicolo¬ 
gía.  Es  explicable  que  en  Chile  causaran  asombro ;  pero  es 
igualmente  cierto  que  no  son  una  excepción  en  la  Historia 
política  del  Perú.  No  debemos  juzgar  con  nuestra  Historia, 
la  Historia  ajena. 

Una  cuestión  más,  para  terminar  este  cuadro:  ¿El  Pre-. 
sidente  Benavides  es  un  dictador?  Si  por  tal  se  entiende  un 
gobernante  que  tiene  en  sus  manos  la  suma  del  poder,  cier¬ 
tamente  que  lo  es.  Pero  es  un  dictador  legal;  todos  sus  po¬ 
deres  son  en  conformidad  a  las  leyes.  Siempre  el  Presidente 
ha  sido  muy  poderoso  en  el  Perú;  de  él  depende  todo,  hasta 
la  pavimentación  de  una  calle.  El  Presidente  actual  añade 
a  esas  facultades  que  la  Constitución  le  ha  conferido  siem¬ 
pre,  las  que  el  Congreso  le  dió,  primero  por  una  ley  de  emer¬ 
gencia,  y  últimamente  por  la  decisión  de  Neviembre.  Y  ese 
Congreso  no  fué  elegido  bajo  el  mando  del  Presidente  Be- 
navides . 

Lo  de  que  es  un  tirano,  simplemente  es  una  calumnia  del 
despecho.  Hay  en  el  Perú  muchos  enemigos  políticos  del  Pre¬ 
sidente,  que  ejercen  libremente  sus  iactividades,  para  que 
pueda  hacerse  aquella  afirmación  sin  ver  su  desmentido  in¬ 
mediatamente .  Pero  ¿y  el  Apra  no  puede  vivir?  No,  no  pue¬ 
de,  en  virtud  de  las  leyes.  Italia,  Alemania,  Brasil,  Uruguay, 
Ecuador  y  varios  Estados  más  han  declarado  prohibido  el 
comunismo;  lo  mismo  es  en  el  Perú.  No  es  por  virtud  de  la 
tiranía  del  General  Benavides,  sino  por  una  disposición  le¬ 
gal,  que  él  tiene  el  deber  de  cumplir. 

Finalmente,  si  lo  que  quiere  el  Apra  es  “salvar  al  Pe¬ 
rú”,  la  verdad  es  que  el  país  no  lo  necesita.  Su  situación 
económica  es  espléndida,  su  moneda  es  muy  alta  (un  sol  va¬ 
le  siete  pesos  chilenos)',  sus  exportaciones  aumentan  cada  día, 
los  salarios  son  muchísimos  mejores  que  en  Chile,  y  el  pro¬ 
greso  en  todo  orden  es  evidente.  Nadie  discute  la  acrisolada 
honradez  del  Gobierno,  su  espíritu  económico  y  las  numero¬ 
sas  obras  de  mejoramiento  que  realiza.  No  hay  duda  de  que 
se  pueden  hacer  más,  y  hay  todavía  problemas  que  esperan 
solución;  ¿pero  dónde  no  los  hay?  La  política,  se  dice,  es  el 
arte  de  las  posibilidades. 

Digan  lo  que  quieran  los  expatriados  apristasi,  la  Histo¬ 
ria  reconocerá  al  Gobierno  del  General  Benavides  como  uno 
de  los  más  honrados  y  progresistas  que  ha  tenido  la  nación. 
Y  muy  sólido,  porque  cuenta  con  la  adhesión  de  la  inmensa 


49 


mayoría  de  sus  conciudadanos  y  con  el  aplauso  de  todas  las 
fuerzas  vivas  del  Perú. 

Eso  es  lo  que  ha  visto  en  dos  años  de  permanencia  en 
Lima  un  extranjero,  que  no  tiene  otro  culto  que  el  de  la 
verdad  y  que,  habiendo  regresado  definitivamente  a  su  pa¬ 
tria,  no  puede  esperar  ninguna  recompensa  del  gobernante  a 
quien  juzga  desapasionadamente. 


DEPARTAMENTO  DE  PROPAGANDA 
DEL  DIARIO  “EL  IMPARCIAL” 

Atiende  al  público  en  su  oficina,  Huérfanos  1250, 
Teléfono  61563,  de  9  a  12  1/2  y  de  12  1/2  a  7  1/2. 

Gustavo  García  Díaz 

Agente  general  Exclusivo,  Jefe  Dpto.  Propaganda. 


José  Manuel  Espinóla 


El  pensamiento  de  D.  Julio  Zegers  ante  el 

Problema  Educacional 

He  leído  los  interesantes  apuntes  inéditos  redactados  en 
el  año  1900  por  don  Julio  Zegers,  publicados  con  el  título  : 
“Instrucción  secundaria  y  superior”  y  prolongados  por  don 
Agustín  Zegers  Baeza.  Tienen  estos  apuntes  un  sabor  tal  de 
sinceridad  y  cordura  que  merecen  ser  leídos  y  comentados  por 
todos  los  que  -de  ver  as  se  preocupan  del  más  trascendental  de 
nuestros  problemas,  el  educacional.  Es  sobre  todo  apologéti¬ 
co  el  que  un  hombre  formado  en  la  escuela  liberal  e  incré¬ 
dulo,  pero  profundamente  patriota  y  recto,  se  aproxime  tan¬ 
to  a  los  principies  educacionales  de  la  Iglesia  Católica.  Digo 
“se  aproxime”  porque,  aparte  del  vacío  en  lo  que  se  refiere  a 
todo  lo  sobrenatural,  tiene  desde  el  punto  de  vista  católico 
afirmaciones  acerca  de  la  libertad  educacional  y  del  papel 
del  Estado,  que  adolecen  de  errores  propios  del  liberalismo. 
En  el  aspecto  pedagógico  se  pone  en  el  terreno  de  los  hechos 
y  de  lo  real,  no  de  la  teoría  y  de  lo  ideal;  de  ahí  que  propi¬ 
cie  fórmulas  imperfectas  de  gobierno  educacional.  En  ma¬ 
teria  de  técnica  pedagógica  contiene  afirmaciones  exagera¬ 
das. 

A. — Hechas  estas  advertencias  generales  sigamos  a  este 
insigne  hombre  público  a  través  de  “sus  apuntes”.  En  su 
primera  parte  se  refiere  casi  exclusivamente  a  tres  puntos: 
el  papel  del  Estado  en  la  instrucción;,  la  Universidad  y  el  Con¬ 
sejo  de  Instrucción  Pública  en  gen'eral. 

a)  “En  derecho  estricto,  dice,  la  instrucción  no  es  deber 
del  Estado,  cuya  misión  esencial  es  asegurar  la  paz  y  la  inde¬ 
pendencia  nacional”.  El  derecho  de  instruirse  es  derecho  del 
individuo  y  no  del  ciudadano”.  (Pag.  16-17).  Sin  embargo 
Zegers  admite  la  intervención  moderada  del  Estado  por  tra¬ 
tarse  de  un  servicio  “tan  útil  al  hombre”.  La  Iglesia  a  su 
vez,  afirma:  “los  derechos  de,l  Estado,  comunicados  por  el 
mismo  autor  de  la  naturaleza,  no  a  título  de  paternidad,  si¬ 
no  por  la  autoridad  para  “promover  el  bien  común  temporal 
(que  es  su  fin  propio),  son  el  proteger  y  el  de  promover,  y 
no  absolver  a  la  familia,  al  individuo,  ni  suplantarlo.  “Claro 
es  que  en  todos  estos  modos  de  promover  la  educación,  la 


hi 

instrucción  pública  y  privada,  el  Estado  debe  respetar  los 
derechos  nativos  de  la  iglesia  y  de  la  familia,  a  la  educación 
cristiana,  además  de  observar  la  justicia  distributiva”.  “Es 
injusto  e  ilícito  todo  monopolio  educativo  o  escolar,  que  es¬ 
fuerce  física  o  moralmente  a  las  familias  a  acudir  a  las  es¬ 
cuelas  del  Estado,  contra  los  deberes  de  ia  conciencia  cristia¬ 
na  o  aun  contra  su  legítima  preferencia”.  (Catecismo  del  edu¬ 
cador  según  ia  Encíclica  de  N.  >5.  Pío  XI,  por  el  R.  P.  Ra- 
món  Ruiz  Amado,  S.  J.  17  y  sig.).  Esta  es  la  doctrina  de 
la  Iglesia  en  -este  punto,  expuesta  claramente  por  el  Pontífi¬ 
ce  en  su  Encíclica  sobre  la  educación  cristiana.  Leyendo  los 
escritos  de  don  Julio  Zegers  se  ve  que  él  pensaba  lo  mismo, 
hasta  llegar  a  señalar  como  la  causa  fundamental  de  todos 
los  males  de  la  educación  en  Chile:  “ai  autoritarismo,  esto 
es,  la  intervención  -excesiva  del  Estado.  El  Estado,  agrega, 
no  se  limita  a  facilitar  la  instrucción,  cosa  recomendable;  si¬ 
no  que,  en  realidad,  impone  a  todo  alumno  estudios  numero¬ 
sos  reunidos  con  objetos  especiales.  Este  es  el  anal”.  (Pag. 
52).  En  el  sentido  de  “proteger”  y  “promover”  la  instruc¬ 
ción  podemos  seguirlo  cuando  afirma  que  “es  justo  y  necesa¬ 
rio  que  el  Estado  dé  instrucción.  Representa  a  la  sociedad  y 
debe  servir  todos  sus  intereses  materiales  y  morales”.  (Pag. 
35).  Pero  de  ninguna  manera  compartimos  con  él  la  afirma¬ 
ción  siguiente:  “El  Estado  es  esencialmente  laico,  debe  dar 
instrucción  laica,  esto  es,  instrucción  que  no  sea  religiosa  ni 
anti-religiosa”.  (Pag.  3.).  Es  raro  que  un  hombre  de  su  ta¬ 
lento  y  cultura  haya  creído  posible  1a  instrucción  neutra  y 
el  Estado  laico,  a  raíz  de  afirmar  que  ese  Estado  sólo  repre¬ 
senta  la  sociedad  y  sirve  sus  intereses.  ¡Sociedad  que  no  es 
laica  y  que  posee  intereses  religiosos! 

b)  Sus  observaciones  sobre  la  Universidad  son  verdadera¬ 
mente  interesantes  y  no  han  perdido  del  todo  su  actualidad. 
“En  las  leyes  la  Universidad  aparece  como  Corporación  sa¬ 
bia  y  como  corporación  administrativa,  pero  su  organización 
no  consulta  bien  ni  uno  ni  otro  carácter”.  “La  Universidad 
no  es  realmente  ni  una  corporación  sabia,  que  cultive  las  cien¬ 
cias,  ni  tampoco  una  corporación  bien  organizada  para  di¬ 
rigir  convenientemente  la  instrucción  pública”.  (Pág.  22). 
Es  evidente  que  nuestra  Universidad  cubre  con  su  nombre 
solamente  a  la  enseñanza  superior,  que  tiene  por  fin  la  pre¬ 
paración  para  las  profesiones,  y  no  a  la  enseñanza  propiamen¬ 
te  universitaria  que  no*  es  la  del  profesionalismo  utilitario, 
sino  de  la  ciencia  por  la  ciencia,  del  saber  por  el  saber.  Fe¬ 
lizmente  la  Universidad  ya  no  tiene  ni  directa  ni  indirecta¬ 
mente  la  dirección  administrativa  de  la  instrucción  pública. 
En  cambio  en  nuestros  días  se  hace  mayor  el  mal  de  su  in¬ 
dependencia  del  Estado,  d  spués  de  haber  sido  declarada  au- 


52 


tónoma.  No  tengo,  como  don  Julio  Zegers*  fe  en  nuestro  ré¬ 
gimen  democrático  parlamentario,  y  por  lo  tanto  no  creo 
que  la  solución  del  problema  administrativo  educacional  es¬ 
té  subordinado  a  ese  régimen;  pero  es  lógico  que  la  Univer¬ 
sidad  del  Estado  dependa  del  Estado  y  de  los  poderes  que  ge¬ 
neran  al  Estado.  Desde  el  punto  de  vista  católico,  libertad 
educacional  no  significa  autonomía  total  e  independencia  ab¬ 
soluta,  (error  liberal,  condenado  por  la  Iglesia)  ;  sino  reco¬ 
nocimiento  teórico  y  práctico  de  ios  derechos  y  deberes  que 
en  materia  de  enseñanza  tienen  los  poderes  educacionales  de 
los  padres  y  sus  representantes  les  maestros,  de  la  Iglesia,  ei 
Estado  y  los  profesionales.  Cuando  estos  poderes  son  ol¬ 
vidados  o  cuando  cualquiera  de  ellos  prescinde  en  su  ejerci¬ 
cio  de  los  restantes  queda  establecida,  por  lo  menos  en  prin¬ 
cipio,  la  dictadura  educacional.  Solamente  la  armonía  entre 
ellos,  podrá  engendrar  la  verdadera  libertad  educacional.  No 
es  pues  de  extrañar  que  una  Universidad  “así  autónoma 
se  convierta  fácilmente  en  una  institución  sectaria,  revolu¬ 
cionaria  o  política.  Con  admirable  sagacidad  observaba  en  su 
tiempo  don  Julio  Zegers  este  ilógico  estado  de  cosas  en  la 
enseñanza  superior,  que  cada  vez  se  ña  hecho  más  grave. 

c)  El  Consejo  de  Instrucción  Pública  entendido  como 
una  superintendencia  educacional,  en  donde  estén  represen¬ 
tados  los  poderes  educacionales,  es  un  órgano  absolutamente 
indispensable  para  el  correcto  funcionamiento  de  la  educa¬ 
ción  pública  y  particular  entre  nosotros.  Pero,  claro  está,  que 
si  este  Consejo  se  convierte  en  el  órgano  de  una  secta,  de  una 
corriente  política  o  educacional,  será  sólo  un  instrumento  más 
de  corrupción  para  la  enseñanza.  Esto  era  precisam  nte  lo 
que  pasaba  con  el  Consejo  de  Instrucción  Pública  cuando  era 
generado  por  la  Universidad  intolerante  y  sectaria,  que  con 
tanta  justicia  condena  al  autor  de  estos  “apuntes”.  “La  le¬ 
gión  universitaria,  dice,  cree  incompatible  la  ciencia  con  la 
religión;  se  cree  sabia,  porque  es  incrédula;  y  se  esfuerza  en 
destruir  las  creencias  cultivadas  en  la  familia  y  amparadas 
por  las,  leyes.  La  lucha  la  enardece  y  ensaña,  y,  en  delirio 
de  fanatismo,  la  lleva  al  atropello  de  leyes,  familia  y  concien¬ 
cias”.  ¡Cuánto  de  eso  es  todavía  una  trágica  realidad  en 
nuestra  enseñanza  pública  !  (Pág.  31). 

B. — En  1a.  segunda  parte  de  los '“apuntes”  muestra  su  au¬ 
tor  algunos  defectos  de  la  organización  y  planes  de  estudio. 
“La  aglomeración  excesiva  de  -estudios  que  se  impone  a  los 
alumnos,  se  agrava  con  la  extensión  que  se  da.  a  algunos  ra¬ 
mos,  y  con  los  detalles  numerosos  e  inútiles  que  en  otros  se 
exigen”.  "‘El  criterio  universitario  se  ha  empeñado  en  for¬ 
mar  literatos,  abogados,  médicos  o  ingenieros,  y,  contrarian¬ 
do  las  Leyes  ha  desatendido  la  instrucción  teórica  y  prácti- 


59 


ca  que  necesitan  los  empleados,  los  industriales,  los  comercian¬ 
tes.  También  ha  desatendido  la  instrucción  científica  y  li¬ 
teraria  superior,  encaminada  al  cultivo  y  adelanto  de  las 
ciencias,  letras  y  artes”.  (Pág.  39-42).  Es  evidente  que  en 
nuestros  planes  de  estudio  predomina  sin  contrapeso  el  sis¬ 
tema  erróneo  del  materialismo  didáctico  que  los  sobrecarga 
con  inmensa  cantidad  de  materia  de  excesiva  extensión,  pro¬ 
duciendo  en  los  discípulos  los  males  del  “surmenage”,  memo- 
risrno  y  verbalismo  y  preparando  esos  bachilleres  que  sabm 
poquísimo  de  todo,  destituidos  de  preparación  efectiva  para 
la  vida  práctica,  y  desprovistos  casi  en  absoluto  de  formación 
intelectual  y  moral.  La  determinación  d°  las  materias»  ha  de 
ser  diferente  segim  los  grados  de  la  enseñanza,  y  según  las 
circunstancias  históricas  sociales  e  individuales.  En  la  ad¬ 
quisición  de  los  conocimientos  nos  ha  de  preocupar  muchí¬ 
simo  más  que  su  valor  eruditivo,  su  modalidad  educat’va.  En 
cuanto  a  conceder  una  mayor  importancia  y  extensión  a  la 
docencia  normal  q  especial,  del  comercio,  la  industria,  la  agri¬ 
cultura,  artes  y  oficios,  algo  hemos  avanzado  desde  1900;  pe¬ 
ro  todavía  queda  muchísimo  por  hacer  y  es  urgente  preocu¬ 
parse  seriamente  de  este  aspecto  educacional.  Paro  también 
es  urgente  darle  su  verdadero  papel  a  la  formación  humanís¬ 
tica  clásica  en  la  enseñanza  secundaria  que,  tiene  como  único 
y  exchisivo  fin  la  adquisición  de  la  cultura  general  superior, 
en  forma  y  manera  que  nos  entregue  un  joven  apto  para  ]a 
vida  en  cualquiera  de  sus  aspectos,  físicamente  desarrollado, 
moralmente  educado  y  racionalmente  preparado,  sin  ningún 
otro  propósito  ulterior  determinado,  que  tienda  a  hacerla  ser¬ 
vir  de  escabel  para,  cierta  clase  de  estudios.  Critica  también 
-el  señor  Zegers  la  especialización  del  profesorado  y  la  fal¬ 
ta  de  textos.  Hoy  día  el  defecto  de  una  formación  unila¬ 
teral  en  el  profesorado  ha  disminuido,  tanto  por  la  forma¬ 
ción  más  universal  que  reciben  en  el  Pedagógico,  como  por 
cierto  progreso  ¡en  la  correlación  de  las  diversas  asignaturas. 
Con  respecto  a  los  textos  hornos  caído  en  el  defecto  opuesto 
al  que  señala  el  señor  Zegers.  Porque  la  dictadura  educacio¬ 
nal  no  ha  cesado  de  imponer,  guiándose  por  intereses  sec¬ 
tarios  o  simplemente  mercantiles,  pésimos  textos  de  ostud'o. 
orne  varían  en  todo,  menos  en  calidad.  Y  por  otra  parte,  no 
faltan  algunos  flamantes  profesores  que  llegados  les  exáme¬ 
nes  hacen  caso  omiso  de  tales  textos»  y  se  guían  por  sus 
“apuntes”  o  su  "criterio”.  El  señor  Zegers,  después  ele  seña¬ 
lar  los  mismos  defectos  en  la  instrucción  superior  nos  mues¬ 
tra  con  números  algunos  de  sus  desastrosos  resultados”.  “Es 
un  efecto  monstruoso  que  anualmente  se  obligue  a  150.000 
niños  a  incorporarse  en  un  curso  qu^  sóh>  150  de  ellos  podrán 
terminar;  y  que  únicamente  esos  150  alumnos  puedan  in- 


m 


gresar  a  los  estudios  superiores”.  “Tenemos  así  anualmente 
14.850  jóvenes  que  deseando  tener  algún  título  escolar  o  al¬ 
guna,  profesión,  quedan  fuera  de  los  Liceos,  s’n  título,  sin 
profesión,  sin  competencia  especial  para  alguna  de  las  nume¬ 
rosas  ocupaciones  que  procura  la  sociedad”.  “¿Cuál  es,  ter¬ 
mina  preguntándose  la  causa  de  que  el  fondo  y  la  organiza¬ 
ción  de  la  enseñanza  pública  sean  defectuosos?  Los  abusos  de 
la  autoridad”.  “Sea  que  el  fracaso  se  deba  a  pobreza  intelec¬ 
tual  o  material  de  los  alumnos,  a  falta  de  aliciente  en  las 
profesiones  científicas,  a  recargos  excesivos  en  los  estudios, 
o  a  mala  organización  de  la  °nseñanza,  —  todo  puede  influir; 
siempre  será  responsable  el  Estado  que  persiste  en  un  siste¬ 
ma  vetusto,  reñido  con  el  progreso,  contrario  a  la  libertad 
y  desacreditado  por  larga  experiencia”.  (Pág.  46-52).  En 
realidad  nosotros  tenemos  una  dictadura  del  peor  tipo  edu¬ 
cacional  :  el  de  la  centralización  de  la  administración  docen¬ 
te,  en  órganos  directamente  dependientes  del  poder  central. 
Pero  no  hablamos  de  libertad  absoluta,  ni  creemos  como  el 
señor  Zegers  que  no  haya  peligros  en  1a.  libertad  moderada: 
los  bav  evidentemente,  pero  son  muy  preferibles  a  los  ma¬ 
les  inherentes  a  toda  dictadura  educacional. 

C. — Finalmente  en  la  tercera  parte  de  sus  apuntes,  el 
eminente  escritor  profundamente*  convencido  por  la  experien¬ 
cia  de  ios  afectos  perniciosos  de  la  tiranía  docente,  v  ardien¬ 
te  amador  de  la  libertad,  propina  nuevos  fuertes  latigazos  al 
despotismo  educacional  y  repite  las  conclusiones  positivas  en 
orden  a  la  reforma  de  1a,  instrucción  pública”.  El  monopolio 
de  grados  y  títulos  universitarios  que  boy  existe,  da  a  los  es¬ 
tablecimientos  públicos,  privilegios  exagerados;  y  coloíca  a 
los  privados  en  situación  subalterna  y  deprimida,  expuesta, 
en  ocasiones,  a  sufrir  las  consecuencias  de  una  rivalidad  tor¬ 
pe.  Y  no  bav  motivo  plausible  para  colocar  en  jerarquía  su¬ 
perior  a  los  funcionarios  que  nombra  el  Gobierno,  sobre  los 
ciudadanos  que  merecen  la  confianza  pública”.  “El  régimen 
de  igualdad  o  de  libertad  no  sólo  se  impone-  como  regla  de 
buen  gobierno;  se  recomienda  también  por  sus  resultados”. 
La  última  frase  de  sus  apuntes  compendia  el  ideal  de  su  es¬ 
píritu:  “Las  fuentes  saludables  sólo  dan  los  beneficios  de 
que  son  susceptibles,  cuando  las  vivifica  el  espíritu  de  la  li¬ 
bertad”. 

Quien  así  tan  justa  y  sinceramente  se  expresa,  merece 
aplauso  de  todos  los  hombres  de  bien,  por  quienes  debe  sei 
conocido  e  imitado. 


55 


el  PENSAMIENTO 

EN  EL  MUNDO 

EL  DEBER  DE  LOS  INTELECTUALES  CATOLICOS 


El  problema  de  las  relaciones  del  cristiano  en  sn  calidad 
de  tal  con  las  actividades  puramente  terrestres,  individuales 
y  colectivas;  en  otras  palabras,  la  posición  que  debe  adoptar 
en  frente  del  mundo,  es  de  una  actualidad  que  no  sufre  mer¬ 
ma  y  de  una  dificultad  desconcertante:  es  un  ser  que  está 
en  este  mundo  sin  ser  de  este  mundo,  es  un  campo  de  con¬ 
tradicciones  y  de  antimoni  as  cuya  recta  o  errada  solución 
tiene  proyecciones  que  se  prolongan  al  través  de  toda  una 
eternidad.  Hoy  día  no  se  hablará  nunca  suficientemente  de 
este  angustioso  problema  porque  dado  -el  ambiente  que  se 
está  obligado  a  respirar  se  ha  tornado  más  y  más  urgente  fi¬ 
jar  normas  de  conducta  apoyadas  en  los  principios  fundamen¬ 
tales  de  la  moral  cristiana,  a.  fin  de  que  el  peregrino  humano 
-no  se  deje  engañar  en  el  recorrido  de  su  vida.  Muy  intere¬ 
santes  son  las  reflexiones  que  “L’Osservatore  Romano”  trae 
acerca  de  este  punto  en  su  edición  de  13  de  Enero  del  año 
en  curso . 

“Se  está  haciendo  de  moda  —  dice  —  en  muchos  pen¬ 
sadores  y  estudiosos  una  palabra  que  se  creía  desde  largo 
tiempo  sepultada:  espíritu.  Sea  que  se  la  nombre  en  su  rigo¬ 
roso  sentido  o  que  se  le  dé  una  significación  más  elástica  cae 
s’empre  de  los  labios  y  de  la  pluma  de  los  pensadores  como 
un  pnnto  necesario  de  referencia  que  ayuda  a  salir  del  dédalo 
intrincado  de  los  movimientos  sociales  contemporáneos,  y  co¬ 
mo  un  índice  de  retorno  a  los  valores  intrínsecos  del  hom¬ 
bre,  al  concepto  de  persona  y  de  responsabilidad  y  a  aquellos 
valores  superiores  que  permitan  una  . reforma  simultánea  del 
hombre  y  de  las  instituciones,  condición  necesaria  del  esta- 
Veeimiento  d^  una  verdadera  jerarquía  que  ha  d°  ser  ante 
todo  espiritual,  económica  en  seguida  y,  por  fin  política. 

“Las  inquietudes  que  preocupan  a  los  hombres  de  nues¬ 
tro  tiempo  tras  los  experimentos  del  capitalismo,  del  Socia¬ 
lismo,  del  comunismo,  de1  racismo,  de  la  estadolatría  signi¬ 
fican  que  es  general  la  opinión  de  »que  nos  hallamos  todavía 
lejos  del  punto  de  equilibrio  ;  porque  una  revolución  no  se 
hace  instaurando  la  dictadura  de  una  clase  o  de  un  partido, 


56 


ni  importándola  de  afuera  sino  de  acuerdo  con  la  lección  de 
Cristo  a  N'eodemo :  crear  dentro  de  nosotros  un  hombre  nue¬ 
vo  para  que  nazca  un  orden  nuevo.  Es  ¿preciso  una  renasceu- 
cia  d  i  espíritu  y  con  él,  de  las  fuerzas  y  valores  interiores 
y  superiores. 

“Un  grupo  creciente  de  estudiosos  especialmente  en  Fran¬ 
cia  y  Bélgica  está  agitando  en  libros,  revistas,  círculos  de 
estud  o  el  problema  d  i  espíritu  en  sus  relaciones  con  el  orden 
nuevo.  Es  preciso  que,  en  este  caos,  cualquier  cosa  se  con¬ 
vierta  en  fermento,  y  mientras  se  ¿proclama  la  inutilidad  del 
libro,  la  vanidad  de]  pensamiento,  la  filosofía  de  la  acción  y 
la  dialéctica  dA,l  fenómeno,  del  hecho,  es  preeso  correr 
una  aventura  más  real,  más  profunda,  más  íntima,  cual  es 
la  que  pone  en  causa  la  totalidad  del  Ser  y  la  libertad  in¬ 
terior  d°l  hombre.  Aparecen  revistas  de  alta  cultura  social 
como  Esprit;  audaces  corrientes  como  Ordre  njouveau;  perió¬ 
dicos  batalladores  como  Esprit  nouvmu;  círculos  como  La 
Trotsieme  faros;  pensadores  como  Maritain,  Monnier,  De  Bae- 
cker,  junto  con  una  pléyade  de  astros  de  menor  importancia  ; 
católicos  estudiosos  orne  previendo  de  lejos  el  problema  van  en 
busca  de  las  bas^s  doctrinales  sobre  qué  asentar  un  orden 
nuevo  en  A1  mundo.  Recuerda  algo  este  movimiento  al  que 
se  desarrolló  en  torno  de  la  Rerulm  Novarum.  Se  estudian 
los  problemas  de  la  persona  y  de  la  comunidad  porque  la  cri¬ 
sis  de  Ja  persona  en  el  mundo  moderno  es  lo  que  ha  provoca¬ 
do  una  crisis  paralela  de  las  nociones  cine  en  ella  se  apoyan: 
las  de  patria,  familia,  propiedad,,  profesión.  La  libertad  del 
hombre  en  efecto  ex'ste  sólo  en  virtud  de  su  responsabilidad 
y  ésta  a  su  voz  se  apoya  en  su  personalidad. 

“En  el  Con  creso  de  cultura  europea  convocado  en  Rom  a 
en  Noviembre  de  193?,  Stefan  Zweig.  judío  y  agnóstico,  exal¬ 
tó  la  independencia  intelectual,  oral  y  material  de  los  estu¬ 
diosos,  concluyendo  con  estas  palabras:  “Nosotros,  que  no 
participamos  en  los  negocios  ni  nos  vemos  hipnotizados  p^r 
detalles,  tenemos  el  m°dio  y  el  coraje  de  advertir  y  pro¬ 
poner  soltie'ones  más  ampias  y  eficac-s  que  las  do  los  téc¬ 
nicos  y  especialistas.  Ni  negamos  tampoco  que  les  llevamos 
una  inmensa  ventaja,  la  de  ser  libres.  El  político  es  siempre 
el  hombre  dA  su  país,  responsable  ante  en  partido  y  sus  elec¬ 
tores;  los  financistas  han  de  salvaguardiar  los  intereses  de 
la  banca;  el  mdustral,  los  de  la  industria;  nosotros,  en  cam¬ 
bio,  somos  libres,  ni  debemos  rendir  cuenta  alguna  a  electo¬ 
res,  accionistas  o  comanditarios;  nosotros  no  tenemos  más 
obligaciones  que  para  con  nuestra  conciencia.  Y  por  esta  ra¬ 
zón  la  hora  ha  llegado  para  los  intelectuales  de  tomar  la  pa¬ 
labra”. 

“No  seremos  tan  simples  para  creer  que  las  ideas  condu- 


57 


cen  al  inundo  porque  ellas  mueven  a  una  tan  .  sólo  pequeña 
minoría.  Lo  que  guía  y  conduce  a]  mundo  son  las  realidades 
motrices:  religiosas,  políticas,  económicas.  La  idea  comienza 
a  tener  importancia  cuando  se  encarna,  porque  entonces  se 
convierte  en  idea-fuerza,  generadora  de  impulsos  espirituales, 
de  las  pasiones  sentimentales,  ele  los  intereses  materiales  en 
las  profundidades  del  individuo  o  de  la  Sociedad:  idea  ex¬ 
plicativa  y  constructiva. 

“Los  pensadores  y  filósofos  católicos  tienen  por  consi¬ 
guiente  la  misión  de  vivir  intelectualmente  la  doctrina  cató¬ 
lica  en  su  propia  cultura;  para  elaborar  un  humanismo  don¬ 
de  se  fundan  sin  alterarse  los  valores  divinos  y  humanos  y 
para  hacer  de  puente  entre  los  espíritus  y  la  verdad  que  por 
venir  de  Dios  es  para  muchos,  como>  él,  alta  y  escondida. 

“Así  se  expresaba  L.  Levan  en  “La  cité  chrétienne”  un 
año  atrás.  ¿No  han  llevado  acaso  el  r°novamiento  católico 
auspiciado  y  pregonado  por  los  últimos  Papas  hasta  el  libro, 
la  revista,  el  periódico,  el  tratado,  el  boletín,  la  asociación, 
la  ley,  el  congreso,  el  círculo  de  estudio?  Ante  todo,  la  doc¬ 
trina,  la  idea,  pero  la  idea  vivida.  ¿Y  no  es,  acasoi  la  pala¬ 
bra  papal:  “A  la  acción  mediante  el  estudio  y  la  oración? 
Se  comprende  cómo  estos  estudiosos  no  tienen  sino  que  com¬ 
prometerse  ellos  mismos,  porque  la  religión  como  tal  está  ase¬ 
gurada  por  las  decisiones  de  la  Iglesia  que  está  sobre  toda 
actividad  y  diversidad  temporal  sin  alejarse  por  esto  de  las 
enseñanzas  más  solemnes  de  ésta. 

“Lucha  obscura  y  difícil  para  salvar  los  valores  esen¬ 
ciales  de  la  civilización  cristiana,  porque  las  virtudes  políti¬ 
cas  y  sociales  tienen  un  carácter  esencialmente  moral,  sola 
cosa  que  las  torna  dignas  de  la  persona  humana.  En  medio 
de  los  feroces  ídolos  contemporáneos  es  preciso  ofrecer  en 
nuestra  alma  un  refugio  a  las  verdades  menospreciadas  a  fin 
de  juzgar  de  los  acontecimientos  y  actores  del  drama  tempo¬ 
ral  con  la  verdad  que  el  Evangelio  exige  de  nosotros.  Es  me¬ 
nester,  por  consiguiente,  buscar  las  ,ba§es  doctrinales  de  un 
orden  nuevo.  Sobre  el  mundo  pesa,  algo  de  marchito  y  a  al¬ 
guien  se  ha  dmho  en  el  Evangelio:  “Vosotros  sois  la  sal  de  la 
tierra”. 

“Ante  todo,  la,  búsqueda  de  los  principios,  trabajo  especu¬ 
lativo  hecho  con  libertad  y  responsabilidad  personal;  después, 
una  incubación  vital  que  se  resuelva  en  una  idea  fuerza;  de 
aquí,  la  aplicación  de  los  principios  al  ambiente  e  instituciones 
en  que  el  católico  está  llamado  a  vivir.  ¿Podrá  1a.  vida  de 
los  pueblos  no  sentirse  influida  por  estos  centros  de  irradia- 
,  ción  cristiana  cuando  lleguen  a  hacerse  numerosos? 

“Dios  se  levanta  a  la  diestra  de  los  hombres” .  ¿Y  enton¬ 
ces  ”  ? 


58 


En  nuestro  país  se  encuentra  aún  muy  en  ciernes  la  la¬ 
bor  que  en  Francia  y  Bélgica  está  ya  dando  tan  consolado¬ 
res  resultados.  Nuestros  intelectuales  más  representativos, 
los  que  habitualmente  son  tenidos  por  tales,  no  se  han  desr 
prendido  todavía,  —  ¿se  desprenderán  alguna  vez*  —  de 
los  prejuicios  y  preocupaciones  que  los  impulsan  a  fiar  en  los 
medios  materiales,  aparentes  y  bullangueros  el  éxito  de  una 
labor  interna,  silenciosa  y  prolongada,  cuya  formidable  tras¬ 
cendencia  son  totalmente  inaptos  para  apreciar.  "Por  fortuna 
ya  han  tomado  cierto  cuerpo  algunas  labores  destinadas  a 
formar  ese  espíritu  integralmente  cristiano,  ¡esa  mentalidad 
cristiana  que  debe  algún  día  informar  las  actividad^*  todas 
en  nuestra  patria  si  ésta  ha  de  salvarse  en  definitiva.  El  ejem¬ 
plo  de  los  intelectuales  belgas  y  franceses  ha  de  llenarnos  de 
esperanzas  porque  las  dificultades  para  ellos  fueron  muchas 
y.  no  obstante  han  alcanzado  porque  la  merecieron  r».on  su 
constancia  y  espíritu  de  sacrificio,  la  etapa  de  la  recolección 
copiosa  y  escogida. 

LA  EUTANASIA  JUZGADA  POR  LOS  SABIOS 

ITALIANOS 

Acaba  de  aparecer  “ Biología  e  Zoología  Gen erale”  del 
profesor  Augusto  Stefanelli,  de  la  Universidad  de  Barí,  Bas¬ 
tará  leer  una  página  de  este  estudio  que  agota  en  hondura  y 
fuerza  1o«í  argumentos. 

En  el  Cap.  XiX  “La  Herencia  en  el  Hombre’ se  lee: 
“Se  han  ido  aplicando-  también  al  hombre  las  leyes  mendel'a- 
nas  de  la  herencia:  ñero  es  inútil  decir  que  en  esto  se  han 
levantado  innumerables  dificultades,  provenientes  ante  todo 
del  hecho  que  el  Hombre  no  puede  ser  un  animal  da  experi¬ 
mento.  y  también  porque  su  vida  es  mucho  más  larga  y  su  fe¬ 
cundidad  más  escasa  que  en  los  animales  y  plantas  sujetos  a 
experimentación,  lo  que  hace  IMPOSIBLE  poderlo  seguir  en 
una  larga  y  rica  serie  de  descendencias.  “Á  propósito  de  la 
Eugenesia,  continúa:  “Se  propone  dictar  normas,  para  el  me¬ 
joramiento  físico  y  psíquico  del  hombre,  evitando  que  se 
perpetúen  y  difundan  mal  conformaciones  y  enfermedades  he¬ 
reditarias,  tal  como  se  hace  con  los  animales  domésticos.  Pe¬ 
ro  aplicar  al  Hombre  los  métodos  usados  para  tos  animales 
es  cosa  ABSURDA  además  de  ser  INMORAL” .  “En  primer 
lugar,  no  se  llegaría  a  conseguir  lo  que  se  proponen  los  tales 
eugenistas.  Tomando  el  caso  de  los  deficientes  mentales,  por 
ejemplo,  se  ha  calculado  que  impidiendo  su  reproducción  se 
necesitarían  69  generaciones  (es  decir  2  a  3.000  años)  para  re¬ 
ducirlos  al  1  por  10.000  de  la  población  en  que  ahora  forman 


59 


el  1  por  1.000.  Por  consiguiente  la  eficacia  del  método  no 
resuelve  el  problema  de  las  imperfecciones  humanas  heredita¬ 
rias  ni  siquiera  en  el  caso  en  que  es  fácil  descubrirlas. . .,  Y 
entonces  en  vez  de  predicar  prácticas  inhumanas  como  la  es¬ 
terilización  artificial,  y  peor  todavía,  la  supresión  violenta 
del  individuo  genéricamente  y  gravemente  imperfecto  (euta¬ 
nasia.  eugénica  en  que  incurrió  lamentablemente  también  el 
Dr.  Carrel)  los  que  al  fin  de  cuentas  son  pocos  entre  los  in¬ 
numerables  tarados  ocultos,  no  concluyen  nada;  ¿no  sería  más 
lógico  emplear  edios  más  morales,  más  humanos  y  al  mismo 
tiempo  más  eficaces?  ¿Mejorar  el  atnbiente  ?•. . .  ¿La  educa¬ 
ción  ? . . .  Evitar  el  mal  gobierno  que  aumenta  la  criminali¬ 
dad?...  ”. 

Refuta  el  autor  victoriosamente  todas  las  objeciones  apa¬ 
rentemente  científicas  de  la  eugenesia  materialista;  recomien¬ 
da  sabiamente  los  métodos  Rumanos  y  apropiados  y  conclu¬ 
ye  con  soberano  desprecio  de  sabio  por  los  ignorantes  que 
pretenden  vestirse  con  el  ropaje  de  la  ciencia:  “Pero  los  eu- 
genistas  que  se  ilusionan  con  alcanzar  un  nivel  de  salud  ge¬ 
neral,  de  vigor  y  bienestar  perfectos  para  los  hombree  del 
futuro,  corrigiendo  la  naturaleza  con  remedios  extremos  y 
aplicando  al  hombre  métodos  poco  perfectos,  bárbaros  y  nada 
científicos,  pierden  su  tiempo,  porque  por  ahora  sólo  la  na¬ 
turaleza/por  no  decir  la  Providencia  conoce  los  secretos  i^ara 
mantener  en  plena  eficiencia  las  especies  vivientes  y  al  hom¬ 
bre,  a  pesar  de  todas  las  desgracias  que  lo  afligen”. 

El  Prof.  Ferranini,  D’rector  de  la  Clínica  Médica  de  la 
TTniv.  de  Barí  hizo  también  una  docta  crítica  de  la  Eugeno- 
cia  y  la  Eutanasia,  que  nos  traía  a  Chile  de  novedad  el  mé¬ 
dico  árgentino  Dr.  Bosch. 

Parece  más  seguro  atenerse  a  la  doctrina  de  los  intelec¬ 
tuales  y  profesionales  italianos  reunidos  en  Nápoles  en  am¬ 
plio  congreso  de  estudios,  en  Enero  de  este  año.  Dirigía  la 
Jornada  el  Dr.  Francisco  Morguera  y  trató  el  aspecto  médi- 
plio  congreso  de  estudios,  en  Enero  de  este  año.  Dirigía  la 
Universidad  de  Nápoles,  y  su  aspecto  jurídico  el  Prof.  Fran¬ 
cisco  Degni,  profesor  ordinario  de  la  Real  Universidad  de 
Messina. 

El  Profesor  Stanganelli  aludió  a  la  epidemia  de  “asesi¬ 
natos  piadosos”  que  inunda  el  orbe  y  a  la  dignidad  moral  y 
espiritual  de  los  médicos  italianos;  y  enseguida  expuso  las 
serias  dificultades,  la  incertidumbre  y  la  facilidad  de  errar 
gravemente  en  la  diagnosis  y  más  todavía  en  la  prognosis, 
de  tal  modo  que  sentenciar  a  muerte  a  un  hombre  por  incu- 
’  rabl-e  no  es  cosa  tan  fácil  técnicamente  como  suele  hacerse. 
Adopta  el  lema  de  un  eminente  médico'  francés,  que  es  al¬ 
ma  de  todo  médico  de  verdad:  "Mientras  queda  vida,  hay 


60 


esperanzas”.  Describe  la  lucha  sublime  del  médico  con  la 
muerte,  hasta  el  último,  mantenido  científica  y  humanamente 
por  esa  piadosa  esperanza .  Esa  esperanza  podrá  darnos  ma¬ 
ñana  un  remedio  de  que  la  ciencia  no  dispone  hoy.  “Sólo  por 
un  infinito  •orgullo  e  innoble  presunción  se  podría  pronunciar 
en  esta  materia  un  fallo  de  infalibilidad.  Es  inexacto  hablar 
hoy  día  de  enfermedades  incurables;  los  legisladores  ingleses 
han  introducido  con  razón  la  distinción  *pntre  enfermedades 
insanables,  que  existen  y  enfermedades  incurables.  “Trata, 
el  Prof.  de  los  sufrimientos  atroces  y  del  deber  del  médico 
de  calmarlos  con  sedativos  que  no  perturben  la  inteligencia 
ni  impidan  el  cumplimiento*  de  los  deberes  morales  y  religio¬ 
sos  y  que  no  precipiten  el  fin.  El  “divinum  est  opus  sedare 
dolorem”  se  concilia  con  la  necesidad  de  no  acentuar  los  fe¬ 
nómenos  agónicos  ni  aun  mínimamente ;  fuera  de  ser  por 
lo  demás  incierta  la  apreciación  de  los  dolores  reales  del  en¬ 
fermo”. 

“Finalmentev  toda  la  educación  y  la  preparación  del  mé¬ 
dico  están  en  contradicción  con  el  oficio  macabro  oue  «e  nue- 
ría  confiarle  de  parte  de  ALCTTNOS  DESEQUILIBRADOS 
embebidos  de  filantropía,  de  tal  modo  oue  los  estudios  de  me¬ 
dicina  debieran  ahora  convertirse  en  una  cátedra  del  arte  de 
matar”.  Y  termina  el  orador  iluminando  el  cuadro  dpl  médi¬ 
co  que  lucha  por  calmar  los  dolores  y  del  paciente  que  sufre 
su  dolor,  con  el  ejemplo  da  Jesús  Salvador,  que  quiso  y  su¬ 
po  padecer  como  hombre  los  atroces  dolores  del  Calvario,  vi¬ 
sión  sublime  de  dolor  humano  divinizado  que.  con  la  visión 
serena  de  los  pobres  enfermos  de  la  explanada  de  Lourdes, 
dan  el  único  calmante  cierto,  que  trae  una  “buena  muerte”: 
la  esoeranza  del  cielo! 

El  Prof.  D°gni  demostró  que  la  Eutanasia,  considerada 
ya  anticientífica  y  repudiada  teológicamente  por  los  católicos, 
es  rechazada  también  como  un  verdadero*  homicidio  sin  ate¬ 
nuantes,  por  los  solos  principios  de  una  verdadera  ciencia  mé¬ 
dica  y  de  un  sano  criterio  estrictamente  jurídico. 


ALEMANIA  Y  LA  ESCUELA  CATOLICA 


Hitler  lia  lanzado  un  nuevo  ataque  a  los  Colegios  Cató¬ 
licos,  con  flagrante  violación  del  Concordato,  que  reconocía 
a  los  católicos  el  derecho  de  tener  sus  propias  escuelas.  Es 
el  mismo  atropello  que  la  Corte  {Suprema  de  EE.  UU.  de¬ 
claró  hace  algunos  años  ^constitucional. 

Los  Obispos  alemanes  en  una  pastoral  fechada  en  Fulda 
el  22  de  Enero  de  1937t„  ordenaron  la  siguiente  oración  en 
las  iglesias  durante  el  tiempo  que  durara  el  conflicto :  “Señor 
Jesucristo,  Tú  que  dijiste:  “Dejad  a  los  niños  venir  a  Mí  y 
no  se  lo  impidáis”,  nuestros  niños  han  «sido  traicionados! 
Deben  ser  enviados  a  escuelas  donde  se  les  apartará  de  Ti  y 
«estará  en  peligro  la  salvación  de  sus  almas.  Por  eso,  te  roga¬ 
mos,  no  dejes  que  nuestros  niños  sean  apartados  de  Ti.  Pro¬ 
teje  su  fe  católica  y  resguarda  los  colegios  católicos.  Concede 
a  todos  los  padres  católicos  inteligencia  y  fortaleza,  para  que 
permanezcan  fieles  a  nuestras  escuelas  católicas.  Escucha 
nuestra  plegaria  y  haz  que  llegue  nuestro  clamor  hasta  Ti. 
Nuestra  esperanza  está  en  el  Nombre  del  Señor,  que  creó  el 
cielo  y  la  tierra.  Gloria  al  Padre  y  al  Hijo  y  al  Espíritu  San¬ 
to.  Como  «era  en  el  principio,  ahora  y  siempre,  y  por  los  si¬ 
glos  de  los  siglos.  Amén”. 

Los  católicos  de  Estados  Unidos  se  han  unido  a  esta 
sobria  plegaria  llena  de  fe  de  sus  hermanos  perseguidos  de 


Alemania., 


El  Ministro  de  Educación  Nazi  Herr  Adolf  ’Wagner  pro¬ 
hibió  por  decreto  los  Servicios  religiosos  de  todas  las  iglesias 
los  Domingos  fuera  de  las  7  a  9  de  la  mañana.  El  resto  de 
la  mañana  deberá  ser  dedicado  a  los  ejercicios  de  la  pagana 
juventud  hitlerista.  Otto  Bauer,  Jefe  de  la  Liga  Nazi  para 
las  Escuelas  Laicas  atacó  la  Pastoral  mencionada  y  la  Juven¬ 
tud  Hitlerista  con  la  guardia  Negra  Nazi  recorrió  casa  por 
casa  para  intimidar  a  los  padres  que  se  resistían  a  enviar  a 
sus  hijos  a  las  escuelas  paganas.  Una  nueva  Pastoral  de  los 
Obispos  católicos  acusa  al  Gobierno-  de  haber  violentado  la 
voluntad  de  los  ciudadanos,  especialmente  empleados  públi¬ 
cos,  para  obligarlos  a  escoger  escuelas  del  gobierno.  Los  obis¬ 
pos  describen  las  nuevas  escuelas  nazis  como  creadas  y  dis¬ 
puestas  deliberada-mente  “para  sofocar  el  Catolicismo  y  la 
Fe  cristiana”. 


¡Y  pensar  que  entre  nosotros  contrasta  a  la  viril  actitud 
de  los  catóúcos  alemanes  la  necia  actitud  de  católicos  que, 
sin  que  los  obligue  más  que  una  moda  ridicula,  o  pretextos 
fútiles,  envían  a  sus  niños  a  colegios  protestantes! 

LA  LEGISLACION  SOVIETICA  DEL  ABORTO 

Tomamos  de  la  revista  “América”,  de  Nueva  York,  la 
siguiente  información : 

¿Qué  se.  sabe  y  se  piensa  acerca  ael  desarrollo  de  leyes 
y  costumbres  de  Rusia  soviética?  Unos  “progresos”  son  pro¬ 
clamados  a  todos  los  vientos :  la  nueva  Constitución  que  pre¬ 
tende  aparecer  democrática,  pero  que  no  disminuye  un  ápme 
el  absolutismo  del  poder  concentrado  en  unos  pocos  tiranue¬ 
los  del  partido  Comunista  de  José  Stalin;  la  supuesta  liber¬ 
tad  religiosa  que  conserva  todas  las  leyes  restrictivas  de  9 
de  Abril  de  1928  dictadas  por  un  gobierno  esencialmente  per¬ 
seguidor.  . . 

Otros  progresos  se  callan.  ¿Por  qué  Karl  Marx,  abuelo 
del  plan  quinquenal  ha  dejado  su  trono  en  el  coro  de  las 
deidades  rusas  para  ser  suplantado  por  Lenin  y  Stalin,  y 
después  simplemente  por  Stalin?  El  judío  alemán  es  reempla¬ 
zado  por  el  “nacionalismo”  de  oportunidad.  Otro  progreso  que 
queda  en  el  silencio  es  el  de  la  libertad  de  aborto . . .  Los 
Doctores  Robert  Rabut  y  Francois  Favre,  eminentes  médicos 
de  los  hospitales  de  París  se  dirigieron  a  Rusia  para  estudiar 
el  estado  de  la  Medicina  y  la  Cirugía  en  ese  país.  Entre,  las 
maravillas  técnicas,  único  tema  de  conversación  posible  con 
los  colegas  rusos.,  encontró  Favre  que  en  los  dispensarios  y 
hospitales  de  emergencia,  se  usaba  sólo  la  sangre  de  cadáver 
para  las  Transfusiones.  Pero  especialmente  llamaron  su  aten¬ 
ción  las  Clínicas  para  Abortos.  Hasta  el  decreto  de  27  de 
Junio  de  1936  que  restringe  mucho  el  aborto,  su  práctica  es¬ 
taba  ampliamente  autorizada  para  las  12  primeras  semanas 
de  embarazo,  per  ley  del  Soviet  de  1920.  En  1932  había  en 
Moscú  40  chuicas  especiales,  con  un  porcentaje  de  100.000 
abortos  al  año.  ¿Hoy?  La  legislación  soviética  ha  dado  un 
paso  atrás  en  su  progreso  hacia  la  barbarie  total.  ¿Por  qué? 
Acaso  la  filosofía  rusa  ¿ha  abandonado  el  materialismo?  No: 
es  cuestión  de  Estado :  hacen  falta  más  brazos  para  un  inmen¬ 
so  ejército  rojo. 

El  profesor  Ukyevitch  dice  del  aborto:  “Este  problema 
debe  decidirlo  el  Estado”.  Mauricio  Pündus  escribía  en  1920 
en  su  “Hu'manity  Uprooted”:  “La  familia  ya  no  -es  un  san¬ 
tuario.  Ha  perdido  su  importancia  física  y  geográfica.  En 
Rusia  persiste  todavía  la  familia,  pero  ya  va  pareciendo  una 
sombra  o  el  esqueleto  de  la  familia  antigua!”. 


“Sólo  cuando  Dios  sea  restituido  a  su  lugar  en  la  socie¬ 
dad,  sólo  entonces  será  posible  hablar  de  xma  reconstrucción 
en  la  moral  de  los  Soviets’ 


JESUS  PREDICADO  EN  LAS  SINAGOGAS 

“¿Es  posible?'”  se  pregunta  Joseph  Bonsirven  en  el  nú¬ 
mero  de  “La  Vie  intellectuelle  ’  de  2o  de  Diciembre  último. 
Si,  es  posible  —  dice  el  mismo  autor  —  aunque  el  hecho  date 
tan  sólo  de  cuarenta  o  cincuenta  años  atrás,  y  se  verifique 
con  regularidad  nada  más  que  en  algunos  países,  Estados 
Unidos,  por  ejemplo: 

No  se  vaya  a  creer,  con  esto  que  los  judíos  han  recono¬ 
cido  ya  la  divinidad  de  Nuestro  Señor  y  su  misión  redentora 
entre  los  hombres.  No;  su  posición  es  mucho  más  compleja 
y  obedece  másv  mucño  más,  a  motivos  puramente  humanos 
que  a  una  iluminación  de  lo  Alto  que  ellos  hubieran  podido 
provocar  por  una  humilde  docilidad  a  la  verdad.  Esto  no 
obstante,  el  signo  es  esperanzador .  Acerca  de  él  entresacamos 
para  nuestras  lecturas  algunos  datos  interesantes  que  vienen 
en  el  número  a  que  nos  referimos  de  la  citada  publicación 

Los  sermones  sobre  Jesús  —  unos  de  rabinos  y  otros  de 
pastores  protestantes  —  “se  limitan  a  sacar  provecho  de  las 
ideas  y  sentimientos  expresados  en  la  literatura  judía ...  La 
más  de  las  veces,  el  texto  se  toma  del  Antiguo  Testamento ; 
pero  de  cuando  en  cuando  el  predicador  comienza  también 
por  hacer  leer  un  pasaje  de  ios  evangelios  —  por  ejemplo,  en 
San  Juan,  un  episodio  de  las  Bodas  de  Caná  (II,  9-11),  o  de  las 
sentencias  llenas  de  significado  del  Salvador  en  su  entrevista 
con  Nicodemo  (III,  10-18),  o  aun,  en  San  Lucas,  la  narración 
de  la  Natividad  de  Nuestro  Señor.  ¡Qué  novedad,  tan  singu¬ 
lar  lo  de  oírle  en  la  Sinagoga  tales  cosas!  Pero  más  singular 
es  todavía,  escuchar  a  un  rabino  decir  lo  siguiente: 

“Esta  lección  sacada  de  las  Escrituras  cristianas  que  aca¬ 
ba  de  seros  leída  nos  habla  del  nacimiento  milagroso»  de  un 
niño  perteneciente  a  un  hombre  de  la  tribu  de  Judá  y  a  la 
mujer  su  esposa.  En  medio  de  tan  gran  aparato  de  signos  y 
prodigios  vino  al  mundo  ese  niño  .  Los  pastores  que  guarda¬ 
ban  sus  rebaños  en  los  alrededores  de  Belén  se  viero»n  repen¬ 
tinamente,  presa  de  respetuoso  temor,  ante  el  ángel  aparecido 
para  anunciarles  la  feliz  nueva  del  nacimiento  de  ese  niño 
extraordinario.  La  gloria  de  Dios  los  rodeó  de  luz  y  se  les 
unió  todo  un  coro  de  mensajeros  celestiales  alabando  a  Dios 
y  cantando  el  himno  angélico :  “Gloria  a  Dios  en  lo  más  alto 


64. 


de  los  cielos  y  sobre  la  tierra  paz  y  benevolencia  para  con 
los  hombres”,  (it.  Levy)”. 

El  articulista  hace  notar  que  no.  siempre  se  guarda  esa 
sencillez  ni  esa  mesura  aunque  siempre  hablan  de  Jesús  en 
términos  administrativos  y  de  viva  simpatía.  Pero  ello  se  debe 
a  que  lo  consideran  como  el  tipo  verdadero  y  auténtico  dei 
judío,  patriota,  aunque  como  doctor  no  puede  pretender  ni 
con  mucho,  el  primer  rango.  Su  patriotismo  lo  impulsa  a  de¬ 
clararse  mesías  y  libertador  de  su  pueblo  hasta  que  los  roma¬ 
nos  intervienen  y  lo  condenan  a  muerte  de  cruz.  Porque  han 
sido  sólo  los  romanos  los  que  crucificaron  a  Jesús,  según  es¬ 
tos  rabinos  actuales  de  que  aquí  se  trata. 

De  aquí  viene  entonces  la  acusación  que  lanzan  eonLra 
San  Pablo,  presentándolo  como  traidor  a  Jesús  al  fundar  una 
religión  nueva,  el  cristianismo,  cosa  que  Jesús  jamás  soñó. 
Claro  está  que  reconocen  lo  milagroso  y  bienhechor  del  des¬ 
arrollo  del  cristianismo,  pero  lo  atribuyen  al  contenido  judío 
de  sus  dogmas,  contenido  que  se  conserva  al  través  de  las 
numerosas  alteraciones  y  corrupciones  de  las  enseñanzas  de 
Jesús:  hijo  de  las  iglesias  contra  lo  que  El  enseñó  acerca  de 
su  reino  interior;  odio  a  los  judíos  contra  lo  que  El  predicó 
acerca  del  amor  al  prójimo,  etc.  Todo  ésto,  junto  con  las  re¬ 
soluciones  prácticas  que  adoptan  en  sus  sermones  los  rabinos, 
hace  ver  que,  si  los  judíos  aceptan  a  Jesús,  lo  aceptan  con 
grandes  reservas.  “Si  sienten  admiración  hacia  El  —  dice  el 
articulista  —  es  mucho  menos  a  causa  de  su  seductora  perso¬ 
nalidad  que  debido  a  que  con  sus  enseñanzas  hace  resaltar  y 
pone  en  relieve  ciertas  proposiciones  de  la  Ley.  Lo  que  apre¬ 
cian  en  Jesús  no  es  a  El  mismo  ni  a  su  valor  excepcional  sino 
la  propia  ley  judía”. 

¿Quiere  decir  ésto  que  debamos  abandonar  toda  esperan- 
za?  .  . 

“No  —  responde  Bonsirven.  —  Esos  homenajes,  aun  tan 
limitados,  ¿no  son  acaso  preferibles  al  silencio  y  a  las  mal¬ 
diciones  de  otro  tiempo?  No  olvidemos  tampoco,  cuán  insufi-, 
cíente  fué  el  primer  acto  de  fe  en  Jesús  proferido  por  'el  pri¬ 
mero  de  esos  rabinos  judíos  que  abren  el  linaje  de  los  fie¬ 
les  de  Cristo:  “Sabemos  nosotros  —  decía  Nicodemo  —  que 
has  venido  de  Dios,  como  doctor . . .  ” .  Entregarse  a  1a.  irra¬ 
diación  de  la  persona  y  de  las  enseñanzas  de  Jesús,  ¿no  es 
acaso  exponerse  al  encanto  irresistible  de  la  verdad  y  del 
amor? 

¿Por  qué  esos  rabinos  no  se  han  visto  plenamente  con¬ 
quistados  por  la  seducción  de  ese  Jesús  exaltado  y  glorifi¬ 
cado  por  ellos?  Porque  no  han  percibido  sus  rayos  más  que 
a  través  de  su  rabinismo.  Su  religión  no  soporta  intermedia¬ 
rios  humanos  entre  el  Creador  y  la  criatura  y  por  eso,  eu 


65 


parte»,  permanecen  tan  cerrados  al  Cristianismo,  la  religión 
del  Cristo,  única  vía  hacia  el  Padre.  Consideran  ellos  que 
pueden  acercarse  directamente  a  Dios  por  medio  de  la  Tora, 
expresión  del  pensamiento  divino,  emanación  de  Dios,  que 
viene  de  Dios  y  sirve  para  que  el  hombre  vuelva  a  Dios”. 

Retengamos  lo  curioso  y  esperanzador  de  esta  actitud  a 
pesar  de  las  deficiencias  notables  y  numerosas  que  ofrece. 
¿Quién  sabe  si  no  será  ella  el  primer  paso  de  la  convers  ón 
del  pueblo  escogido? 


NOTAS 

BIBLIOGRAFICAS 

REVISTAS 


“LA  VIE  INTEIAjECTUEUíE”.  —  25  de  Noviembre  de  1936. 

Muy  notable  es  un  artículo  del  escritor  Paul  Claudel  sobre 
el  salmo  28  que  publica  en  este  número  la  magnífica  revista  de 
los  Dominicos  franceses.  En  él,  el  gran  poeta  se  manifiesta  un 
intérprete  de  primer  orden  en  Has  Sagradas  Escrituras,  juntando 
la  luminosidad  interior  de  los  Padres  de  la  Iglesia,  con  genial  ori¬ 
ginalidad  de  pensamiento  y  expresión  y  sutil  penetración  en  los 
detalles . 

En  efecto,  el  Salmo  28  es  uno  de  los  más  difíciles  de  la  Bi¬ 
blia  constituyendo  su  recta  interpretación  una  verdadera  azaña; 
siete  veces  resuena  en  él  la  voz  de  Jehová  abriéndose  paso  al  tra¬ 
vés  de  la  historia  humana,  pero  las  imágenes  orientales'  de  que 
está  lleno  hacen  su  comprensión  extraordinariamente  dificultosa, 
de  modo  que  en  él  han  naufragado  lamentablemente,  exégetas  de 
primer  orden. 

Claudel  emprende  su  interpretación  con  un  conocimiento  his¬ 
tórico  perfecto  de  todas  las  circunstancias  que  pueden  aclarar  su 
comprensión  y  con  un  buen  sentido  único  para  entender  con  ad¬ 
mirable  naturalidad  y  lucidez  los  símbolos  de  la  poesía  hebrea. 
Pero  sobre  todo  lo  que  se  transparenta  de  un  modo  triunfal  es 
un  verdadero  don  sobrenatural  para  conocer  los  misterios  de  las 
Escrituras  que  existe  en  él  con  una  grandeza  que  pocas  veces  se 
habrá  visto;  el  mismo  nos  hace  conocer  el  espíritu  de  fe  con  que 
se  acerca  a  las  Escrituras,  en  los  siguientes  párrafos,  que  debe¬ 
rían  ser  meditados:  “Todos  los  errores  y  tonterías  cometidas  en 
“  la  interpretación  de  la  Biblia,  provienen  de  que  se  trata  antes 
“  que  todo  de  minimisar,  de  circunscribir  estrechamente  la  inspi- 
“  ración  del  Espíritu  Santo,  en  no  admitirla  sino  donde  no  hay 
“  medio  alguno  de  hacer  otra  cosa,  en  todos  los  demás  casos  se 
“  da  libre  curso  a  la  interpretación  literal  e  histórica.  Armado 
“  de  documentos  insuficientes,  el  intérprete  trata,  por  ejemplo, 
“  de  meterse  en  el  pellejo  de  David,  a  quien  trata  de  representar- 
“  se  como  un  reyezuelo  oriental,  un  jefe  de  bandidos,  etc.,  en- 
“  tregándose  así  (el  intérprete)  a  pequeñas  composiciones  fantás- 
“  ticas  del  género  de  losi  parnasianos”. 

“El  resultado  es  pobre,  a  menudo  cómico  y  a  veces  chocante. 
“  Para  interpretar  las  palabras  de  Dios  podemos  contar  con  el 
socorro  de  la  gracia,  pero  para  interpretar  las  palabras  de  Da- 
“  vid  sólo  contamos  con  nuestra  ciencia  e  imaginación  que  son 
“  bien  poca  cosa’”. 

Después  de  una  breve  introducción  hace  un  paréntesis,  que 
creemos  difícil  superar,  sobre  los  cortinajes  que  cubrían  el  Arca 
de  la  alianza,  en  que  parecen  juntarse  la  más  alta  luz  de  Dios 
con  un  sentido  perfecto  de  la  interpretación  de  los  detalles  en  su 
sentido  sobrenatural,  y  pasa  después  al  estudio  mismo  del  Salmo. 
Imposible  dar  una  impresión  completa  del  comentario  por  su  mucha 
riqueza  de  ideas;  lo  mejor  será  copiar  uno  que  otro  párrafo  que 


lo  haga  gustar,  por  ejemplo  sobre  el  versículo  5:  “La  voz  de  Je- 
“  hová  quebranta  loa  cedros,  Jehová  quebranta  los  cedros  del 
“  Líbano”,  comenta:  “El  cedro  es  lo  que  se  mantiene  de  pie,  lo 
“  que  se  debe  asimismo  su  crecimiento  y  solidez;  su  follaje  desa- 
“  fía  las  estaciones,  sus  raíces  van  en  todasi  direcciones  a  buscar 
'*  la  substancia  en  lo  más  profundo  del  suelo  y  se  apoderan  de 
“  ella  con  fuerza.  Cada  año  se  ensancha  su  tronco  y  cada  año 
“  un  nuevo  círculo  interno  viene  a  inscribir  en  el,  el  aporte  del 
“  tiempo.  Existe  convergiendo  sólo  a  su  propio  provecho  y  no 
“  oye  una  voz  creciente  que  dice:  ¿qué  hace  aquí  este  capitaiis- 
ta  y  por  qué  ocupa  la  tierra?". 

Más  adelante,  escribe:  “Si  existe  el  árbol,  existe  también  el 
“  bosque,  quiero  decir,  aquel  obstáculo  al  camino  y  a  la  luz  que 
“  forman  los  intereses,  las  pasiones,  les  egoísmos,  los  vicios,  las 
“  ignorancias  mezcladas  y  entrelazadas;  hay  como  esconder  a  Adán 
“  allí  dentro  y  tan  bien  que  su  Creador  ya  no  sepa  donde  está. 
“  La  naturaleza  en  su  crecimiento  desordenado  ha  producido  de-^ 
“  bajo  de  sí  una  atmósfera  de  noche,  de  humedad  y  penumbra  a 
“  cuyo  abrigo  prosperan  todas  las  plantas  envenenadas,  sin  ha- 
“  blar  de  esas  flores  siniestras". 

Después:  “Si  se  admite  que  toda  la  Biblia  es  esencialmente 
“  la  obra  de  un  solo  autor,  que  es  el  Espíritu  Santo,  a  ella  de¬ 
bemos  referirnos  y  encontramos  que  ella  contiene  su  propio  co¬ 
mentario,  su  repertorio  y  su  ilustración”. 

“El  hombre  abandonado  por  la  gracia  se  minera'lisa,  se  con- 
“  solida  en  su  propia  forma,  todo  lo  que  se  puede  hacer  en  él, 
**  es  esculpir  un  ídolo.  El  Creador  desconcertado  mira  su  obra  y 
“  tos  huesos  viven?”.  (Ezequiel  XX^VII,  7)  . 

Tendríamos  que  reproducir  todo  él  artículo  si  quisiéramos  se¬ 
guir  citando;  baste  con  lo  dicho  para  formarnos  una  pálida  idea 
de  la  fuerza  sobrenatural  que  se  contiene  en  él  y  que  nos  hace 
remontarnos  a  los  cálidos  y  luminosos  comentarios  de  un  Agus¬ 
tín  y  un  Crisóstomo. 

En  el  mismo  número  publica  P.  Jobit,  gran  conocedor  de  los 
círculos  católicos  de  España,  un  interesante  artículo  acerca  del 
rol  de  :1a  Acción  Católica  en  ese  país.  Transcribimos  de  él  los 
acápites  siguientes: 

“Esta  organización  cuyas  cualidades  y  sobre  todo  cuyos  mé¬ 
ritos  no  pueden  desestimarse,  ¿qué  valía  exactamente? 

La  impresión  que  se  sacaba  de  ella,  era,  a  decir  verdad,  un 
poco  inquietante  y  bastante  marcada.  Se  presentía  que  había  allí 
un  excelente  estadio  mayor  afirmándose  en  calidad  y  cantidad, 
y  que,  en  algún  tiempo,  podría  agrupar  tropas  esparcidas  en  to¬ 
do  el  país,  pero,  por  el  momento,  aquellas  tropas  parecían  inexis¬ 
tentes.  En  esto  reside  la  diferencia  esencial  entre  la  A.  C.  de 
Francia  y  la  de  España,  ^levemos  hasta  el  fin  nuestra  compara¬ 
ción  sacada  del  lenguaje  militar  y  se  verá  más  clara  la  diferen¬ 
cia:  nuestra  A.  C.  es  el  cuartel  general  que  intenta  organizar,  en 
ejército  regular  y  disciplinado,  todo  un  sistema  de  grupos  crea¬ 
dos  espontáneamente  y  que  habían  partido  como  franco  tirado¬ 
res  de  edades  diferentes  y  variadas  tendencias;  en  España  era  una 
academia,  una  escuela  de  guerra,  en  que  se  aprendían  reglas  es¬ 
tratégicas  y  tácticas,  procedimientos  y  métodos  de  conquistas  que 
se  pondrían  en  práctica  con  plena  eficacia  el  día  en  que  el  con¬ 
tingente  fuera  reclutado. 

Ningún  observador  imparcial  podía  dejar  de  inquietarse  por 
esta  ausencia  de  obras  rituales  y  de  movimientos  bien  organizados. 

La  Juventud  Católica  aparecía  anticuada  y  anémica,  no  ha¬ 
biéndose  lanzado  nunca  a  alta  mar  —  el  clima  de  la  España  Ca- 


68 


tólica  lo  exigía  así  —  como  otras  juventudes,  se  había  quedado 
en  las  fórmulas  de  la  gran  guerra  y  ni  siquiera  las  aplicaba  con 
rigor.  El  régimen  de  "‘congregación”  o  “cofradia”  había  gravado 
su  marca,  ai  parecer  indeleble,  por  todas  partes.  La  especulación 
no  había  podido  hacerse  y  las  mismas  tentativas  de  J.  O.  C.  (Va- 
lladoiid,  por  ejemplo)  demostraban  la  inexistencia  de  este  movi¬ 
miento  en  el  conjunto  de  España.  Los  campesinos  estaban  desor¬ 
ganizados;  la  masa  estudiante  frívola  o  conquistada  por  todos  los 
extremismos;  la  juventud  mundana,  inútil  e  inutiiizable,  o  en  sus 
mejores  elementos  sin  relación  con  el  resto  del  país. 

En  general,  por  otra  parte,  igual  pobreza  de  “obras  de  juven¬ 
tud”,  locución  que  designa,  sobre  todo  entre  nosotros  esa  inmensa 
floración  de  patronatos,  de  colonias  de  vacaciones,  de  grupos  de 
scouts,  jeciotas  u  otros.  Nada  semejante  en  la  moderna  España. 
Fundaciones  piadosas  o  institutos  congregacjpnistas  agrupaban, 
recogían,  educaban,  ciertamente  muchos  niños,  pero  en  todas  par¬ 
tes  se  notaba  el  predominio  administrativo,  la  vejez  de  los  mé- 
todos  y  la  escasez  extraordinaria  de  un  sacerdocio  diocesano  jo¬ 
ven,  enteramente  abnegado.  Esta  ausencia  del  sacerdocio,  era  el 
gran  dolor  de  los  muy  buenos!”. 

Más  adelante  P.  Jobit  agrega: 

“La  misma  incertidumbre  pesaba  sobre  el  seoutismo,  que  el 
Episcopado  no  hjabía  querid,o  aceptar  de1  manos  del  joven  jefe 
que  se  .10  ofreciera,  hace  algunos  años;  desde  entonces  los  “Explo¬ 
radores  de  España”  bajo  la  dirección  de  su  comisario  general,  D. 
Juan  Antonio  Dinias,  se  desarrollaron  y  evolucionaron  laicamente, 
vagamente  asistidos  en  circunstancias  solemnes  por  un  Capellán 
pagado.  En  1931  soñamos  con  un  acuerdo  entre  la  Iglesia  y  su 
asociación  y  alcanzamos  a  hechar  sus  bases...  Se  prefirió  fundar 
a  destiempo,  una  federación  rigurosamente  católica  con  jefes  po¬ 
liticamente  catalogados  en  las  derechas  y  salidas,  por  eso  mismo, 
del  movimiento  inicial,  único  oficialmente  reconocido.  Los  “scouts 
hispanos’,  asi  creados,  por  grande  que  haya  sido  la  abnegación  de 
sus  jefes  y  capellanes,  no  pudieron  librarse  de  este  pesado  fardo 
y  los  odios  que  los  rodearon  en  los  meses  rojos  de  Febrero  a  Ju¬ 
lio  de  1936,  verificaron  nuestros  temores  del  principio. 

A  la  constatación  de  esta  ausencia  de  masa  organizada  o  al 
menos  bien  organizada,  me  parece  que  deben  agregarse  algunas 
críticas.  Las  obras  de  A.  C.,  más  arriba  descritas,  pecaron  siem¬ 
pre  por  algo  de  intelectualismo:  el  estilo  de  la  tertulia,  el  grupo 
en  que  se  conversa,  o  del  Ateneo,  el  círculo  en  que  se  conferen¬ 
cia,  lasi  marcan  con  demasiada  uniformidad.  Mucha  parlería,  poca 
realización,  tal  es  la  fórmula  que  en  sereno  síntesis,  pinta  sus 
procedimientos .  .  . 

Y  es  también  a  un  defecto  inherente  a  la  mentalidad  espa¬ 
ñola,  denunciado  por  Palacios  Váldés,  la  “tendencia  a  relacionar 
toda  cuestión  con  la  teología  o  la  política”,  a  que  se  ha  debido  la 
insuficiente  separación  de  la  Acción  Católica  con  la  política.  En 
este  punto  losi  mejores  de  nuestros  amigos  parecían  incorregibles; 
demasiado  cercanos  a  la  historia  de  su  monarquía  católica,  tenían, 
ciertamente  bastante  perspicacia  para  ver  todjas  las  ruinas  que 
había  amontonado,  pero  se  negaban  a  desprenderse  sentimen¬ 
talmente  de  aquel  viejo  pasado  de  alianza  entre  el  trono  y  el 
altar.  La  Iglesia  sin  rol  oficial,  sin  función  política  en  el  país, 
es  una  realidad  difícilmente  pensable  en  España.  La  idea  de  un 
“Centro”,  o  de  un  partido  católico,  que  influencias  belgas  y  ale¬ 
manas  acreditaron  no  poco,  permanecía  siempre  subyacente  en 
el  pensamiento  de  los  mejores  campeones  de  la  Acción  Católica; 


69 


cuantas  veces  no  oímos,  el  reproche  dirigido  a  los  católicos  fran¬ 
ceses  de  no  ser  una  fuerza  política  en  el  parlamento,  de  no  te¬ 
ner  representantes  oficiales  en  los  consejos  de  gobierne .  Sin  ver 
cuán  peligrosa  es  esta  fórmula  en  nuestra  época,  se  tendía  ha¬ 
cia  ella  y  por  desgracia  el  partido  de  Gil  Robles,  parecía  ser  al¬ 
go  a'sí  como  la  prolongación  parlamentaria  y  política  de  la  A.  C. 
Española.  Ahora  bien  este  partido  tuvo  que  liquidar  asuntos  te¬ 
rribles,  una  cruel  represión  que  operar.  (Asturias.  193  4)  .  No  hay 
duda,  que  en  parte,  las  terribles  desgracias  de  la  Iglesia  de  Espa¬ 
ña,  hallan  estado  en  relación  con  esta  confusión  de  lo  espiritual 
y  lo  temporal  cuyos  peligros  no  se  veían  bien  claros. 

Debemos,  sin  embargo,  constatar  que  la  A.  C.  de  España 
constituía,  constituye  aun,  apesar  de  la  hecatombe  un  hermoso  y 
grande  esfuerzo,  delante  del  cual,  conviene  inclinarse.  Este  es¬ 
fuerzo  no  fui  inútil,  formó  militantes,  y  ciertamente  muchos,  de 
ellos,  se  encontrarán  mañana  prestos  a  reconstruir.  .  .  Formó  tam¬ 
bién  verdaderos  apóstoles  de  los  cuales,  muchos,  en  estos  meses 
atroces,  han  sido  mártires.  La  simiente  de  Cristianos,  así  sembra¬ 
da,  no  dejará  de  producir  mañana  abundante  cosecha”. 

BOLETIN  DE  ESTADISTICA  DE  LA  MUNICIPALIDAD  DE 

SANTIAGO. — Diciembre  de  1936 . 

H]ay  problemas  que  realmente  atraen  a  las  “elites”  y  a  las 
masas.  Entre  ellos  los  relacionados  con  la  situación  económico- 
social  de  las.  clases  trabajadoras  figuran  en  primer  término.  Ge¬ 
neralmente,  los  agraciadas  de  la  fortuna,  consideran  que  el  bie¬ 
nestar  del  pueblo  es  más  bien  un  problema  de  distribución  orde¬ 
nada  de  los  salarios  entre  las  diferentes  necesidades»  que  con  ellos 
se  deben  satisfacer.  Dan  gran  importancia  al  problema  de  la 
embriaguez  y  muchas  veces  llegan  a  considerar  muy  buenos  los 
salarios  actuales  y  sólo  por  excepción  que  son  escasos,  a  pesar  de 
su  bajo  monto  en  relación  con  el  costo  de  la  vida.  Los  directa¬ 
mente  afectados  por  el  problema  desconocen  por  su  parte  lo  que 
significaría  para  ellos  una  buena  distribución  de  las  ganancias 
y  sólo  atienden  a  un  factor  de  su  miseria:  los»  pequeños  jornales 
que  perciben . 

Desgraciadamente  hasta  hace  poco  contábamos  con  muy  es¬ 
casos  estudios  serios  que  dieran  alguna  luz.  Las  estadísticas  un 
tanta  desconocidas  por  una  parte,  y  una  formidable  despreocupa¬ 
ción  de  la  clase  patronal,  hacían  más  difícil  dilucidar  so.bre  la 
verdadera  situación  de  los  obreros  y  empleados  y  es  así  como,  se 
ha  hablado  al  respecto  con  tanto  calor  en  el  Congreso  en  estos 
últimos  meses,  careciendo  de  base  científicas  y  de  preparación  in¬ 
telectual  suficientes . 

Los  resultados  que  mejora  la  situación  de  los  empleados 
particulares  han  sido  claros:  Aumento  de  los  costos  de  vida  y 
burla  de  la  ley.  Sólo  algunos  pocos  patrones  dignos  de  to¬ 
da  alabanza  cumplen  con  ella.  Con  esta  situación  el  problema  se 
ha  agravado.  Si  los  sueldos  y  salarios  eran  excesivamente  bajos, 
ahora  continúan  escasos  y  deben  satisfacer  necesidades  por  un 
valor  muy  superior. 

Los  hechos,  expuestos  nos  han  inducido  a  considerar  pública¬ 
mente  el  trabajo  realizado  por  la  I.  Municipalidad  de  Santiago. 
Con  una  investigación  realmente  admirable,  la  Sección  Bienestar 
de  esa  Corporación,  ha  constatado  teórica  y  prácticamente  Mas 
njécesidades  de  sus  operarios  que  ganan  un  salario  superior  )a 


70 


$  14  diarios  (5,5  %).  Procedió  a  encuestar  a  todas  las  familias 
de  esos  obreros  desde  todo  punto  de  vista:  individual  y  familiar, 
social,  económico,  médico,  etc.  sin  dejar,  casi  se  puede  decir,  un 
solo  punto  por  analizar,  y  llegando  a  conclusiones  realmente  in- 
ter  es  antes.  Lo  más  fundamental  que  tiene  a  nuestro  juicio  el  tra¬ 
bajo  realizado  es  la  franqueza  para  exponer  los  resultados.  Di¬ 
fícil  será  en  adelante  argumentar  incapacidad  para  efectuar  inves¬ 
tigaciones  de  esta  índole.  El  trabajo  está  hecho  y  sólo  es  cues¬ 
tión  de  adaptar  el  procedimiento  en  gran  escala  para  conócer 
1a,  situación  nacional .  No  es  un  imposible,  sino  muy  por  el  con¬ 
trario  . 

Los  resultados  pueden  reducirse  desde  el  punto  de  vista  de 
las  relaciones  entre  los  salarios  percibidos  y  las  cargas  familia- 
re»  a  los  siguientes: 

N.o  total  de  obreros  ocupados  en  la  Municipalidad  2.094  100  % 


N.o  total  de  o.breros  encuestados  (que  ganan  más 

de  $  14  diarios)  .  . .  115  5,5  % 

N.o  total  de  obreros  que  ganan  más  de  $  14  dia¬ 
rios  y  que  tienen  superávit .  7  3,3  % 

N.o  total  de  obreros  que  ganan  mási  de  $  14  dia¬ 
rios  y  que  no  tienen  déficit .  108  5,3  % 


Si  estos  son  los  resultados  de  los  que  ganan  buenos  jornales 
en  relación  con  el  resto,  sin  hacer  conjeturas  no  muy  bien  ba¬ 
sadas,  podemos  afirmar  que  la  situación  de  los  obreros  municipa¬ 
les  a  pesar  de  las  buenas  intenciones  que  han  guiado  a  los  regi¬ 
dores  en  estos  últimos  tiempos,  es  todavía  bastante  precaria. 

Sería  de  desear  que  se  completara  este  estudio  para  conocer 
exactamente  la  realidad  del  9  4,5  %  de  los  jornales  que  no  se  to¬ 
mó  en  cuenta  en  este  trabajo  y  cuya  situación  se  presume. 

En  resumente,  se  trata  de  una  publicación  de  alto  interes 
científico  y  social  que  debe  conocer  toda  persona  que  se  interese 
por  estos  problemas. 

r  .  O.  P.  P. 

LIBROS 

PAUL  GLAUDEL  —  Toi,  qui  es -tu?  — -  Editorial  Gallimard  — 

29.a  edifición.  —  1930.  —  122  páginas. 

Es  una  recolección  de  cartas  y,  ensayos  sobre  temas  religiosos 
y  filosóficos,  seguido  de  dos  hermosos  poemas  en  verso  del  mis¬ 
mo  autor,  uno  sobre  la  Noche  de  Pascua  y  el  otro  sobre  la  Vir¬ 
gen  María. 

Las  cartas  y  algunos  ensayos  son  tomados  dé!  volumen  de 
“Correspondencia”  publicado  por  Pión  y  de  la  obra  “Positions  et 
Prop'ositionte”:  las  otras  son  inéditas  o  reunidas  por  primera 
vez  en  un  volumen . 

“No  todos  log  poetas  y  escritores  pertenecen  a  la  misma  ca¬ 
tegoría.  Hay  algunos  que  son  fabricantes,  amos  perfectos  de  la 
materia  que  tienen  sus  manos,  y  de  la  cual  hacen  a  su  capricho 
toda  clase  de  objetos  útiles  o  agradables.  Y  hay  otros,  creado¬ 
res,  que  dan  a  luz  en  las  tinieblas  y  penosamente  algo  que  ellos 
mismos  en  gran  parte  ignoran  (genitum  non  factum)  y  que  es¬ 
tán  tan  imposibilitados  de  corregir  como  el  cerezo  sus  frutos  o 


71 


Cristóbal  Colón  la  América”.  T  a  estos  últimos  pertenece  Paul 
Clan  del.  Sus  cartas  y  ensayos  son  chispazos  sobre  los»  más  va¬ 
riados  puntos;  inconexos  unos  de  otros,  a  veces  difíciles  y  sin 
pulir,  pero  conteniendo  siempre  alguna  idea  rica  y  grande . 

De  gran  interés  son  sobre  todo  una  serie  de  pensamientos  so¬ 
bre  el  mal  y  la  libertad. 

J .  P1H . 

F.  FITN OK-BRENTAN O.  “Les  Croisades”.  Edit.  Elammarion  1934. 
121  páginas. 

Contiene  el  libro  de  Funck-Brentanno  una  relación  detallada 
de  la  primera  cruzada,  seguida  de  un  .breve  resumen  de  las  siete 
restantes.  Es  una  obra  de  mucho  interés  y  amena  en  su  lectura, 
pues  al  juicio  histórico  justo  y  objetivo  del  autor  se  unen  de¬ 
talles  curiosos  y  pintorescos  tomados  de  las  antiguas  gestas. 

Las  principales  fuentes  que  cita  Funk-Brentanno  son  “Lía 
chanson  de  Antioche”,  compuesta  a  principios  del  siglo  XII,  y  las 
crónicas  de  Foucher  de  Chartres,  capellán  de  Baduino  de  Boloña, 
y  por  lo  tanto  participante  en  la  primera  cruzada. 

A  juicio  del  autor,  las  consecuencias  históricas  de  mayor  im¬ 
portancia  de  todo  el  movimiento  de  las  cruzadas  fueron  la  con¬ 
solidación  dél  poder,  tanto  del  Rey  de  Francia  sobre  los  caba¬ 
lleros  feudales,  como  del  Sumo  Pontífice  dentro  de  la  Iglesia  ro¬ 
mana.  Por  otra  parte  las  cruzadas,  lejos  de  alcanzar  sai  objetivo 
de  destruir  el  poder  musulmán,  contribuyeron  indirectamente  a 
la  caída  del  imperio  romano  del  Oriente,  y  con  ello  a  la  expan¬ 
sión  turca  que  sólo  se  detuvo  ante  las  murallas  de  la  misma 
Viena.  En  efecto:  según  Funck-Brentanno,  la  destrucción  del  po¬ 
der  turco  sólo  era  posible  por  una  acción  combinada  de  los  ejér¬ 
citos  cristianos  de  Occidente  con  el  Imperio  de  Bizancio,  pero  los 
jefes  de  la  primera  cruzada,  faltando  al  tratado  hecho  con  el 
Emperador  Alexis  Comneno,  obligaron  al  Imperio  del  Oriente  a 
distraer  en  luchas»  con  los  ejércitos  cristianos  las  fuerzas  que  po¬ 
drían  haber  conjurado  definitivamente  el  peligro  musulmán.  Los 
principados  franceses  establecidos  en  Tierra  Santa  por  las  prime¬ 
ra  cruzada  fueron  de  bien  corta  duración,  y  todo  lo  conquistado 
cayó  nuevamente  en  manos  de  los  sarracenos  sin  que  las  demás 
cruzadas  fueran  capaces  de  reestablecerlos.  Y  ello,  por  la  discor¬ 
dia  que  surgió  entre  Alexis  Comneno  y  los»  jefes  occidentales  al  ne¬ 
garse  estos»  últimos  a  entregar  Antioquía  al  emperador,  negándose 
así  a  cumplir  con  lo  pactado. 

Sin  embargo,  a  pesar  de  no  alcanzarse  con  las  cruzadas  el 
objetivo  que  se  proponía:  la  destrucción  del  poder  de  la  media 
luna,  quedarán  ellas»  siempre  como  uno  de  los  más  grandes  hechos 
en  la  historia  de  la  Cristiandad  por  lo  que  significaron  en  fe  y 
arrojo,  tanto  en  las  masas  populares  inflamadas  por  la  palabra 
de  Pedro  el  Ermitaño,  como  en  los  caballeros  y  reyes  que  organi¬ 
zaron  y  dirigieron  las  diferentes  expediciones. 

J.  PH. 

“ELEMENTOS  DE  LA  CIENCIA  ECONOMICA”,  por  Jaime  Evza- 

guirre.  Santiago,  —  1937. — Imprenta  “Universo”,  184  págs. 

Cuando  en  un  orden  cualquiera  de  actividades,  especulativas 
o  prácticas,  se  rechaza  y  se  desconoce  el  principio  de  finalidad, 
se  destruye  por  ello  mismo  toda  cohesión,  toda  norma  orientado¬ 
ra  de  esas  actividades  y,  por  ende,  vienen  a  establecerse  el  caos  y 


72 


la  anarquía;  el  orden  no  es  sino  la  recta  disposición  de  las  cosas. 
Y  por  cosas  entiéndese  a  los  seres  de  toda  laya  que  se  pueden  pre¬ 
sentar  —  en  visita  de  un  objetivo,  de  una  meta  por  conseguir.  No 
han  faltado  jamás  en  el  mundo  las  doctrinas  filosóficas  que  han 
negado  la  existencia  de  la  finalidad  en  sí  misma,  ni  ha  tampoco 
dejado  de  ha,ber  quienes'  han  aplicado  ese  antifinalismo,  bajándo¬ 
lo  de  las  cumbres  filosóficas,  a  campos  más  llanos  y  más  veci¬ 
nos  de  la  realidad  concreta  y  material.  Fueron  los  sofistas  en  la 
antigüedad  quienes  perdían  de  vista  la  finalidad  del  raciocinio  — 
la  obtención  de  la  verdad  —  y  se  complacían  en  la  sutileza  de  la 
argumentación  sin  mirar  a  donde  conducía.  Son  los  retóricos 
—  los  sofistas  de  la  literatura,  como  los  califica  Ernest  Helio  — 
los  que  pierden  de  vista  la  finalidad  de  la  expresión  artística  que 
es  la  construcción  de  una  obra  bella.  Y  más  especialmente  de  los 
tiempos  modernos  son  los  financistas  —  sofistas  o  retóricos  de  la 
economía,  —  quienes,  perdiendo  de  vista  la  finalidad  de  las  fi¬ 
nanzas  públicas,  se  complacen  en  su  libre  juego  y  se  deleitan  en 
sus  combinaciones  sutiles,  sin  importarles  un  ardite  las  perturba¬ 
ciones  y  catástrofes'  que  pudieron  producirse  por  causa  de  esa 
carencia  de  subordinación  al  elemeto  humano  y  su  bienestar  co¬ 
lectivo. 

Ello  ha  sido  la  causa  de  esa  artificiosa  y  funesta  división  de 
la  ciencia  económica  en  política  y  social,  preocupándose  aquella 
de  las  puras  leyes  económicas  consideradas  como  entidades  au¬ 
tónomas  y  completamente  independientes  del  ser  humano,  y  pen¬ 
diente  esta  otra  del  bienestar  común  como  de  un  objetivo  obliga¬ 
torio  de  alcanzar.  De  allí  ha  provenido  también  que  , enfriadas  las 
virtudes  cristianas  y  en  especial  la  justicia  y  la  caridad  —  ambas 
de  carácter  eminentemente  social  —  hayan  primado  las  activida¬ 
des  financieras  sobre  la  verdadera  actividad  económica,  hasta  ha¬ 
cer  de  1a,  confusión  de  unas  y  otras'  en  beneficio  de  las  finanzas 
uno  de  los  constitutivos  esenciales  del  capitalismo  moderno. 

Ese  defecto  de  visión,  ese  falso  concepto  de  la  realidad  eco¬ 
nómica  que  había  prevalecido,  hasta  ahora  en  todos  los  textos  de 
Economía  que  se  han  editado  en  nuestro  país  se  encuentra  to¬ 
talmente  ausente  de  la  obra  que  acaba  de  publicar  Jaime  Eyza- 
guirre  con  el  título  de  “ELEMENTOS  DE  LA  CIENCIA  ECONO¬ 
MICA’”.  C(on  gran  seguridad  de'  doctrina  y  solidez  de  criterio 
afirma  el  autor  a  lo  largo  de  todo  su  libro  lo  que  ya  quedaba  in¬ 
sinuado  en  el  título:  la  unidad  de  la  Economía.  Y  de  esta  a  ma¬ 
nera  de  fuente  central  van  manando  las  demás  cualidades  del  li¬ 
bro  cine  hacen  de  él  el  fruto  genuino  de  un  economista  católico. 
“Es  difícil  —  dice  Maritain  —  ser  filósofo  y  católico:  pero  lo 
es  mucho  más  ser  filósofo  católico”.  La  obra  de  Jaime  Eyzaguirre 
no  es  la  obra  de  un  economista  y  católico,  sino  de  un  economista 
católico1.  Sus  profundas  convicciones  religiosas  se  han  armoni¬ 
zado  de  modo  tan  perfecto  con  la  exquisita  maestría  y  compe¬ 
tencia  técnica,  que  la  obra  resulta  dotada  de  una  coherencia  y 
unidad  indestructibles;  allí  no  es  posible  separar  sino  tan  sólo 
distinguir  lo  que  es  producto  de  una  perfecta  documentación  y  lo 
que  proviene  de  un  riguroso  criterio  católico;  ambos  elementos  se 
encuentran  más  que  abrazados,  fundidos  uno  en  otro,  y  tal  fusión 
se  manifiesta  en  la  transparencia  y  limpidez  de  estilo  que  cam¬ 
pean  a  lo  largo  en  esta  preciosa  obrita. 

Para  Iori  jóvenes  estudiantes  cuya  recta  formación  en  mate¬ 
rias  económicas  ha  de  tropezar  con  tanto  prejuicio,  con  tanta  opi- 


nión  ya  recibida  cuya  mole  no  deja  percibir  ia  luz  de  las  sapien¬ 
tísimas  enseñanzas  de  la  Iglesia,  el  libro  de  Jaime  Eyzaguirre  ha  de 
ser  un  guía  seguro,  amable  y  simpático  que  les  ha  de  ir  ilumi¬ 
nado  la  vía  y  aconsejando  la  orientación  de  sus  pasos.  Es  de  de¬ 
sear  muy  encarecidamente  que  encuentre  eco  en  nuestros  ambien¬ 
tes  estudiantiles  y  que  se  acepten  sus  puntos  de  vista.  Con  ella 
se  dará  un  paso  —  y  muy  grande  —  hacia  la  ansiada  solución 
de  nuestros  problemas  sociales. 


Osvaldo  Iilra  P.  SS.  CC. 


Interesa  a  les  asegurados  de  ia  Ley  4054 


El  Consejo  de  la  Caja  de  Seguro 
acordó  dar  de  plazo  hasta  el  l.°  de 
Julio  de  1987,  para  que  los  asegura, 
dos  que  lo  deseen  puedan  rectificar 
la  edad  en  que  quieren  constituir  su 
PENSION  DE  VEJEZ,  a  fin  de  dar. 
les  oportunidad  para  que  lo  hagan 
por  el  mayor  número  de  años  posible. 

Además,  los  Asegurados  pueden 
escoger  o  cambiar,  si  ya  lo  han  ele¬ 
gido,  antes  de  esa  misma  fecha,  el 
sistema  de  IMPOSICIONES  CEDI- 
DAS  a  la  Institución  o  RESERVA¬ 
DAS  a  la  familia. 


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Acaba  de  aparecer 


“  Elementes  de  ía  ciencia  económica  ” 

POR 

:  JUME  EYZAG1TIRRE  •:■ 

OBRA  INDISPENSABLE  PARA  DILUCIDAR  LOS 
PROBLEMAS  ECONOMICO  -  SOCIALES  CHILENOS  A 
LA  LUZ  DEL  PENSAMIENTO  CATOLICO. 

SE  IIA  CONFECCIONADO  EN  FORMA  DE  QUE 
SIRVA  A  LA  VEZ  DE  TEXTO  DE  ESTUDIO  EN  LOS 
CURSOS  DE  HUMANIDADES  Y  UNIVERSITARIOS. 

PEDIDOS  AL  EDITOR:  LICEO  ALEMAN  DE  SANTIAGO. 


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