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Full text of "Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia"

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E  S  T  TJjD  I  C 

SOBRE 

LAS  MIXAS  BE  ORO  Y  PLATA  DE  COLOMIUA 


lESTXJIDIO 


SOBRE 


LAS  MINAS  DE  ORO  Y  PLATA 


IDE    COIjOI^BI^ 


POR 


VICENTE    RESTREPO 


SEGUNDA      EDICIÓN 


B  O  G  O  T  A  —  1  S  8  S 

IMPRENTA    DE   SILVESTRE   Y  COMPAÑÍA 

DIRKCrOB,  ANTONIO    MARÍA  SILVESTRE 


Usía  obra  es  propiedad  dd  Autor  :  rige,  por  tari'o,  respecto  de  ella,  lo  disjiiiufo  «H  el  articulo  V2  df 
la  Ley  32  de  188G,  que  dice  asi  : 

"  Nadie  x>odrá  reproducir  en  todo  ni  en  parte  una  obra  sinjicrmiso  del  a'i'oi-.'" 


I    . 


^n 


■  DOCTOR  D.  RAFAEL  NÜÑEZ. 


TRO  LOGO 


('liando  los  doctores  Camilo  A.  Eclieverri  y  Manuel  Uribe 
Ángt'l  escribían  hws  Efftudios  industriales  sobre  la  minería  An- 
tioqueíta  en  ISoíí,  decían  con  mucha  razón  :  "  Entremos  en  el 
fxainen  de  los  jioonteciraientos  que  se  relacionan  con  la  industria 
minera  en  el  siglo  presente,  ya  que  los  anteriores,  esquivos  y 
racíos,  tenebrosos  é  ignorantes,  no  dan  asidero  para  el  estudio.''^ 
(Mertamente,  antes  de  la  publicación  de  la  primera  edición  de 
esta  reseña  histórica  de  las  minas  de  Colombia,  la  ignorancia 
sobre  todos  los  hechos  anteriores  que  se  relacionan  con  la  mi- 
nería, era  general  y  poco  menos  que  absoluta.  Como  casi  nadie 
lee  nuestras  crónicas ;  como  nuestros  archivos  sólo  son  consul- 
tados por  lo  común  por  los  que  tienen  interés  particular  en  ello, 
y  nuestros  libros  de  historia  y  de  geografía  no  tratan  sino  inci- 
dentalmente  y  de  paso  estas  cuestiones,  no  sabe  el  lector  dónde 
encontrar  noticia  de  ellas.  Si  »iuiere  ilustiarse  en  las  obras 
escritas  por  los  extranjeros,  se  persuade  pronto  de  que  sus  in- 
íbrraes  son  escasos  y  con  íVecuencia  erróneos.  Aun  en  ocasio- 
nes estampan  éstos  dislates  tales,  que  involuntariamente  se 
ronríe  uno  al  leerlos.  Vayan  algunos  ejemplos  para  solaz  de  mis 
lectores. 

En  una  obra  francesa  muy  estimada,  el  Gran  Diccionario 
universal  del  siglo  XJX,  de  P.  Larousse  (1874),  se  lee  esta 
frase:  "El  Perú  proveyó  solo  por  largo  tiempo  al  mundo  de 
oro  y  de  plata."  En  el  libro  de  Koswag,  ingeniero  de  minas. 
Los  metales  preciosos  considerados  desde  el  jmnto  de  vista  econó- 
mico (  París,  ISíí.") ),  leemos  á  la  página  91 : 

"COLOMBIA,  NUEVA  GRANADA,  KTC. 

"  Se  citan  minas  importantes  de  oro  en  la  Provincia  de  An- 
tioquia,  y  de  plata  cerca  de  Guayaquil,   sobre  el  grande  Océa- 


VIII 

I 

no.  JsJn  Honda,  aohíe  la  ribera  izíiuierda  del  río  Mii gdalena, 
á  110  kilómetros  de  liogotá,  se  extrae  una  gran  cantidad  de 
orOj  que  proviene  sobre  todo  de  ¡os  ralles  de  Mariquita  y  de 
Neiva  ;  entre  las  tres  ciudades  de  Honda,  Amhalema  y  Xeira, 
que  son  las  más  industriales  del  Estado  federal  de  Cundina- 
marca,  se  exportan  cerca  de  450  kilogramos  de  oro  por  año  ; 
salen  por  otra  parte  cerca  de  22  á  23  millones  de  francos  por 
Cartagena,  ciudad  y  puerto  de  la  Nueva  Granada  ;  otra  phrte 
bastante  importante  sale  por  Santa-Marta.  Los  ríos  Chocó  y 
Pinto  arrastran  igualmente  oro,  pero  la  explotación  principal 

es  de  lentejuelas  de  platino Se  encuentran,  en  íin,  minas 

de  oro  y  de  platino  en  la  Provincia  de  Barbacoas,  hasta  el  Istmo 
de  Panamáy 

Cuántos  adefesios  condensados  en  tan  pocas  líneas  ! 

La  Kevue  Bleue,  de  23  de  Enero  de  1880,  trae  un  artículo, 
Los  Americanos  en  el  Istmo  de  Panamá,  íirmado  por  O.  de 
Varigny,  del  cual  tomamos  esta  frase :  "  Colombia  hace  con  los 
Estados  Unidos  é  Inglaterra  un  comercio  considerable;  ella 
exporta  cada  año  por  valor  de  cerca  de  25  millones  de  oro,  de 
plata,  de  cobre,  de  platino  y  sobre  todo  de  topacios  y  de  esmeral- 
das, de  que  existen  importantes  yacimientos  en  las  Provincias 
de  Antioquia  y  del  Tolimay 

Cuando,  movido  por  un  sentimiento  patriótico,  quise  lle- 
nar un  vacío,  que  lamentaba  bacía  largo  tiempo,  no  me  arredró 
la  dificultad  de  la  e:npresa  por  la  falta  de  datos  y  noticias,  antes 
me  sirvió  de  aliciente.  ¡  Es  tan  grato  dejar  la  ancha  ruta  que 
todos  recorren,  para  penetrar  por  entre  el  enmarañado  bosque, 
siguiendo  la  senda  que  conduce  á  lo  desconocido !  ¡  Qué  frui- 
ciones íntimas  produce  el  descubrimiento  de  una  faent(;  crista- 
lina ;  de  un  arbusto  raro ;  de  una  humilde  florecilla,  que  os 
atrae  con  sus  colores  y  su  perfume;  de  un  hacinamiento  de 
rocas,  dispuestas  caprichosamente  y  con  el  arte  que  emplea  la 
naturaleza  ;  de  una  gruta  donde  nadie  ha  penetrado  !  Esos  go- 
ces ijiofundos  del  alma,  que  alientan  al  hombre  pensador  en  su 
tarea,  los  he  sentido  cien  veces.  Ya  era  un  error  histórico  que 
veía  disiparse  ante  mis  ojos ;  ya  un  hecho  nuevo,  interesante, 
que  se  me  aparecía  en  toda  su  realidad ;  ya  un  personaje  ol- 
vidado, con  quien  me  ponían  en  relación  los  papeles  que  yacen 


IX 

) 

«ni  iinestios  aiC'liiv«»H,  y  (jutí   inc  coutabim   las  ri(iut/;is  (|Ut'  m 

tiempos  anteriores  se  saearoii  de  nuestro  snelo ;  Inéj^o,  iiiti- 
niáinloiios  más,  me  llevjiba  á  los  jnintos  explotados  con  mayor 
provecho  y  entralKi  en  detalles  juecisos  sobre  las  cosas  de  su 
épo<*a.  ¡  Cuántas  ^  eccí*  en  medio  de  nuestra  agitada  vida  pú- 
blica, en  la  que  el  debev  me  Iwi  hecho  ton»ar  parte,  me  he 
retirado  horas  enteras  en  n>i  gabinete,  y  allí,  rodeado  de 
libros  y  de  manuscritos,  y  abstraído  de  todo  ruido  exterior, 
he  pasado  momentos  deliciosos,  entretenido  con  homl>res  y 
memorias  (pie  pasaron,  pero  que  mi  espíritu  animaba  y  les  daba 
como  un  soplo  de  vidíf,  revelación  íntima  de  la  inmortalidad 
del  alma ! 

Laibiraa  literaria  que  debía  dar  á  este  libro  cuando  lo  re- 
dacté, fue  nvotivo  de  serias  reflexiones.  Al  preparar  la  segun- 
«la  edición  voUió'  á  ]>i"e(X*uparme  la  misma  cuestión,  pero  me 
decidí  á  no  variarla.  Es  posible  que  no  sea  la  forma  más  ade- 
cuada, y  que  la  división  de  los  capítulos  parezca  como  segre- 
gando asuntos  que  quizji  no  debieron  serlo ;  yo  la  juzgué  la 
más  á  propósito  para  alcanzar  los  íines  siguientes:  componer 
vm  libro  que  pirdiera  ser  leído  por  todos  ;  hacer  su  lectura  ame- 
na, dejando  hablar  á  cada  escritor  el  añejo  pero  claro  lenguaje 
de  su  tiempo  ;  llamar  seriamente  la  atención  á  ciertos  asuntos, 
verbi  gracia,  á  las  causas  del  abandono  de  muchas  de  nuestras 
«linas,  respecto  de  lo  cual  nada  se  sabía  eu  Colombia ;  dejar 
en  el  texto  mismo  las  i)ruebas  de  lo  que  aseveraba,  y  no  pri- 
var, en  ñn,  á  muchas  familias  del  placer  de  ver  figurar  c(m  ho- 
nor los  nombres  de  alguno  ó  algunos  de  sus  antepasados,  que 
aparecen  tomando  parte  en  el  relato.  He  observado,  además, 
que  tanto  el  habitante  de  una  localidad  minera  como  el  due- 
ño de  una  mina,  quedan  muy  satisfechos  cuando  ven  (pie  se  ci- 
tan las  palabras  textuales  de  los  <pie  escribieion  sobre  el 
punto  (pie  les  interesa  directamente. 

Hien  comprendo  que  esta  forma  jiuede  no  agradar  á  los  ex- 
tranjeros. Ellos  no  cono<;eii  á  nuestros  Historiadores,  Cronistas, 
Presidentes,  Virreyes,  (robeiiiadores  de  Provincia,  Adniinis- 
,  tradores,  etc.,  y  su  largo  destile  no  sólo  les  es  indiferente,  sino 
fastidioso.  Esos  personajes  que  nos  son  simpáticos,  que  para 
nosotros  tienen  alma,  y  palabras  graves,  que  oímos  con  placer  y 


recogemos  cou  respeto,  para  ellos  son  mudas  figúrate, de  cera, 
que  no  dicen  nada  á  su  espíritu,  y  si  les  liabhiu  no  saben  si  los 
engañan  ó  les  dicen  la  verdad.  Por  este  motivo  publiqué  en 
Octubre  de  1886  un  resumen  de  mi  libro  en  francés,  en  forma 
de  Circular  del  Ministerio  de  Relaciones  Exteriores.  (1)  Este 
escrito  sólo  tiene  la  extensión  precisa,  paia  <lar  idea  <le  la  li- 
<iueza  de  nuestro  suelo ;  omití  en  él  la  cita,  de  autoridades  y 
suprimí  todos  los  documentos  cuya  lectura  no  interesa  á  los 
extranjeros.  Los  pocos  de  entre  ellos  que  son  eruditos  en  las 
cosas  de  Colombia  y  conocen  nuestra  lengua,  podían  dar  la 
preferencia  ala  lectura  del  texto  español.  Esta  ciicular  dio  mo- 
tivo al  doctor  Rafael  Xiíñez  paia  escribir  un  bello  artículo,  lle- 
no de  conceptos  tan  elevados  como  juiciosos,  (jue  reproduzco 
en  el  apéndice.  (Documento  A). 

Puedo  decir  que  mis  estudios  y  mis  ocupaciones  anteriores 
me  sirvieron  de  preparación  para  este  trabajo,  qim  no  creí  al 
principio  que  pudiera  tomar  las  proporciones  de  un  libro.  Fai 
París  aprendí  prácticamente  la  química,  la  mineralogía  y 
la  geología  con  hábiles  profesores.  En  1857  estuve  en  Fiei- 
berg  (Sajonia),  visitando  sus  minas  de  plata  y  estudiando  los 
métodos  metalúrgicos  que  se  piactican  allí.  El  año  siguiente 
establecí  en  Medellín  un  laboratorio  químico,  para  fundir  y  en- 
sayar el  oro  de  las  minas  de  Antioquia.  En  diez  y  ocho  años 
(jue  estuve  al  frente  de  él,  pasó  por  mis  manos  oro  por  valor 
de  cerca  de  treinta  millones  de  pesos.  Mis  relaciones  conti- 
nuas con  los  mineros  y  las  visitas  frecuentes  que  hacía  á  las 
minas,  me  familiarizaron  con  todo  lo  que  se  refiere  á  este  im- 
portante ramo  de  industria. 

Además,  pues,  de  (pie  contaba  con  los  datos,  informes  y 
noticias  que  había  recogido  durante  mi  permanencia  en  An- 
tioquia, tenía  reunida  en  mi  biblioteca  una  colección  de  las 
obras  escritas  por  viajeros  ingleses  y  franceses  á  Colombia,  de 
los  libros  de  los  bucaneros  y  de  todo  lo  que  se  ha  publicado 
hasta  hoy  dentro  y  fuera  del  país,  con  lelación  á  nuestras  mi- 
nas. Tenía,  por  tanto,  ac:)piado  un  caudal  no  despreciable  de 
conocimientos,  y  un  criteiio  formado  por  mi  larga  experiencia, 

(1)  Circulaire  du  Ministi-e  des  Affaires  étrniigeres  aux  agents  diplomatiques 
et  cunsulaives,  sur  les  mines  d'or  et  d'argeiU  de  la  Eépublique  de  Colombie. 


XT 

en  la  inateiia  en  (|uc  iba  á  Dcuparine.  Así  es  (jue  no  sólo  he 
e8C4)gulü  las  autond;ules  (jiie  cito,  sirio  que  lie  rechazado  sin 
pietlíul  toíla  noticia  (¡ue  llevara  un  sello  inar(;;uh»  de  exage- 
ración. 

l*;usé  algunos  meses  en  la  liiblioteca  nacional  c(»nsultando 
los  libros,  crónicas  y  niamiscritos  que  pcxlían  dai  ine  alguna  luz 
y  suniinistrannií  materiales.  Luego  examiné  algunos  documen- 
tos en  el  Archivo  histórico  de  la  Hiblioteca;  de  allí  pasó  al  rico 
Archivo  colonial,  que  reposa  en  el  edificio  de  Santo  Domingo, 
donde  registré  ó  descifré  centenares  de  expedientes  relativos  á 
las  minas.  No  contento  con  esto,  me  puse  en  relación  con  cuan- 
tas personas  podían  darme  noticias  exactas  ó  franquearme  do- 
cumentos :  muchos  de  los  más  importantes  que  consulté  los 
hallé  en  manos  de  particulares. 

Como  i)ruel)a  de  agradecimiento  á  las  personas  que  me  han 
c<»municado,  y  en  muchos  casos  regalado,  documentos  intere- 
santes, apunto  aquí  sus  nombres :  son  los  señores  D.  Carlos 
Balen,  (leneral  I).  Alejandro  Caicedo  D'Elhúyar,  1).  Ángel  M. 
Díaz  Lemos,  D.  Marco  Aurelio  Iriarte,  I).  Máximo  J^orenzana, 
doctor  D.  José  M.  Martínez  Pardo,  D.  Aurelio  Nieto,  D.  José  M. 
(^>uijano  Otero,  D.  Alberto  Quijano,  D.  Gonzalo  Ramos  Kuiz, 
D.  José  Manuel  liestrepo,  doctoi-  D.  Jacobo  Sánchez,  D.  (iui- 
llermo  Saravia,  D.  Enrique  Umaña  y  D.  Saturnino  Vergara. 
Debo  hacer  especial  mención  del  señor  D.  Ricardo  S.  Pereira. 
Encaigado  por  el  Gobierno  de  buscar  en  España  ciertos  docu- 
mentos, entre  otros  los  que  se  relacionaran  con  el  ramo  de  mi- 
nas, hizo  indngaciones  diligentes  en  el  Archivo  de  Indias,  de  Se- 
villa, y  en  el  de  Simancas,  y  remitió  copia  de  papeles  importantes, 
de  los  que  he  hecho  extractos  de  grande  interés,  (pie  se  leerán 
en  el  texto.  Se  hallan  citados,  además,  al  fin  de  este  íístudio,  en 
el  (Catálogo  de  los  libros  y  folletos  consultados  ;  van  señala- 
dos con  una  de  las  palabras  >SV'i-i7/rt  ó  Simancas.  Acompañó  á 
éstos  un  resumen  de  noticias  varias  sobre  minas,  tomado  de 
las  Relaciones  de  Iñigo  de  Aranza,  D.  Francisco  (iuillén  Cha- 
parro, etc.,  que  hace  i>receder  de  algunas  reflexiones,  de  las 
cuales  copio  lo  (lue  sigue  :  "  Escasos  son  l(>s  expedientes  de 
denuncios  de  minas  que  se  encuentran  en  los  archivos  de  la 
Península,  y  más  raros  aún  los  (pie  contienen  relaciones  ó  in- 


XII 

( 
formes  circunstanciados  res|)ecto  á  su  rendimiento  y  situación 
topográfica.  Las  demás  noticias  sobre  minas,  ó  se  han'  perdido 
ó  lian  de  extraerse  de  largas  y  difusas  relaciones  que  las  men-* 
cionan  al  paso  y  en  tan  someros  términos  que  la  noticia  suele 
no  tener  valor  alguno.  Heme  ceñido,  no  obstante,  á  no  desper- 
diciar ninguna  por  insignificante  que  parezca,  y  be  copiado  ín- 
tegramente los  i)rincipales  documentos  encontrados."  El  señor 
D.  Julio  Mallarino  tomó  también  en  Madrid,  de  antiguas  re- 
laciones manuscritas,  algunos  apuntes  sobre  minas,  que  tuvo 
la  fineza  de  poner  á  mi  disposición. 

En  el  texto  nombro,  además,  las  personas  que  me  han  pro- 
porcionado datos  sobre  el  estado  actual  de  la  minería  en  Co- 
lombia. 

En  el  curso  de  mis  investigaciones  he  hecho  una  observa- 
ción que  apunto  con  gusto.  En  este  país,  como  en  todos  los 
que  han  sido  civilizados  por  el  Catolicismo,  la  sociedad  ha  de- 
bido mucho  al  clero,  que  ha  contribuido  grandemente  á  su 
progreso.  Entre  los  Virreyes,  ninguno  se  empeñó  más  en  el 
desarrollo  de  la  industria  minera  que  el  Arzobispo  Caballero  y 
Góngora.  Los  más  de  nuestros  cronistas  é  historiadores  primi- 
tivos fueron  miembros  del  clero  secular  y  regular,  y  bien  que 
la  minería  parezca  extraña  á  sus  estudios,  á  ellos  debemos 
muchas  noticias  importantes.  Hágase  por  un  momento  abs- 
tracción de  las  que  he  tomado  de  Fray  Jerónimo  de  Escobar, 
D.  Juan  de  Castellanos,  el  Obispo  Piedraliíta,  el  Padre  Yelas- 
co,  el  Padre  José  Gumilla,  D.  José  Celestino  Mutis  y  Fray 
Pedro  Simón,  y  mi  relato  quedará  tan  reducido  que  perderá  el 
interés  que  pueda  presentar  su  lectura.  Entre  estos  autores 
descuella  Fray  Pedro  Simón,  por  la  exactitud  de  sus  observa- 
ciones y  por  los  conocimientos  que  revela  en  materia  de  minas, 
pues  había  visitado  las  de  Antioquia,  las  de  Ibagué  y  probable- 
mente las  de  Mariquita.  El  cuadro  que  presenta  de  los  mine- 
rales que  se  explotaban  al  principio  del  siglo  XYII  es  tan 
completo,  que  por  él  se  comprende  que  ya  desde  esa  época  te- 
m'an  noticias  los  españoles  de  las  riquezas  de  nuestro  suelo,  y 
que  lelativamentc  heñios  adelantado  muy  poco  en  su  conoci- 
miento. Aun  más,  hemos  retrocedido  en  muchos  casos,  pues 
hemos  abandonado  casi  por  completo  el  laboreo  de  las  ricas 


MU 


minas  (le  Maiuiuita,  Ibagué,  la  IMata,  Paiiiplon;!,  ( iuaiiitKMt, 
d  J)arit'n,  Dabeilta,  N'eiaguas  y  el  Aiiaii. 

Las  personas  (jue  lian  visitadit  ios  museos  de  Knr(>i)a  ha- 
brán visto  los  enormes  esciueletos  del  mastodonte  y  de  otros 
animales  antediluvianos  peifectamente  armados  por  medio  de 
tuertes  alambres,  conservando  todos  los  .huesos  su  trabazón 
natuial ;  mas  no  habrán  dejado  de  observar  que  comunmente 
íaltan  en  la  armazón  algunas  vértebras  ú  otras  i)iezas  de  la 
osamenta  que  no  l'ueron  halladas  y  que  los  sabios  no  quisieron 
sustituir  cou  otras  artiñciales.  Lo  mismo  me  ha  sucedido  á  mí; 
no  logré  sacar  del  olvido  sino  restos,  aunípie  no  escasos,  de  la 
historia  de  las  minas,  y  por  consiguiente,  al  reconstruirla  han 
i|uedado  partes  descarnadas,  y  vacíos  (pie  no  pude  llenar  y  que 
dilicultau  el  eidace  natural  de  la  narración. 

Tengo  (pie  excusarme  de  haber  dado  demasiada  extensión 
á  los  capítulos  que  se  refieren  á  las  iinnas  de  San-Sebastián 
de  la  Plata  y  á  líi  de  Espíritu-vSanto.  Un  resumen  de  las  noti- 
cias que  en  ellos  se  contienen  habría  bastado  para  satisfacer 
la  curiosidad  del  lector,  pero  he  (juerido  publicarlas  íntegra- 
mente como  muestra  del  estuerzo  de  laboriosa  investigación  á 
(pie  lie  debido  sujetarme  para  escribir  este  libro. 

Esta  segunda  edición  la  he  aumentado  tan  (íonsideiable- 
mente,  (pie  puedo  decir  que  de  oi)úsculo  se  ha  convertido  en 
libro,  pues  he  tenido  conocimiento  de  muy  importantes  docu- 
mentíjs,  cuya  existencia  no  había  sospechado  antes.  Así  es  que 
ofrezco  al  público  copiosas  noticias  sobre  las  minas  del  Dariéii, 
de  la  región  de  Dabeiba,  del  Ariari,  Santa-Ana,  Pamplona, 
la  Plata,  Veiaguas,  etc.,  que  facilitarán  los  trabajos  de  los  ex- 
ploradores. He  agregado  cuatro  nuevos  capítulos  (pie  llevan 
por  título  :  lujiíuncia  de  la  Minería  en  el  prof/reso  (jeneral  de 
Colombia;  Vislumbres  en  el  porrenir;  La  Minería  científica  no 
es  más  eontinfjinie  que  las  otras  industri((s,  y  Un  íiobernador 
español  de  l^rovincia  en  la  época  colonial.  En  el  Apéndice  i)u- 
blico  varios  documentos  inéditos  (Iq  no  escaso  interés. 

La  proposición  de  aplauso  votada  por  la  Cánlara  de  Kepie- 
sentantes  con  motivo  de  la  aparición  de  la  i»iimera  edición  de 
este  libio,  los  encomios  de  la  prensa  y  los  de  multitud  de  per- 
sonas ilusl radas  de  todo  el  país,  me   han  probado  (jiie  acerté  á 


XIV 

iiiterinetnr   sus  altus    aspiraciones,    revelándole    sus  riquezas 
luiueíales,  (jue  tenía  descuidadas  ú  olvidadas. 

AI  tíu  del  vohuuejí  reproduzco  estas  honrosas  nianiíesta- 
cioiies,  como  testimonio  de  aj^radeciníiento  á  los  que  me  las 
dirigieron  y  á  la  Nación  entera  (jue  me  liizo  saber  por  medio 
de  voceros  tan  autorizados  (pie  aceptaba  el  obsequio  de  mi  libro. 

No  puedo  dejar  de  hacer  mención  de  las  felicitaciones  que 
desde  Europa  me  <tirigieron  el  señor  Cánovas  del  Castillo  y  mis 
ilustrados  compatriotas  1).  Carlos  Holguín  y  1).  José  María 
Torres  Caicedo,  ni  las  expresiones  de  apUiuso  de  personajes 
tan  distinguidos  como  el  doctor  D.  liatael  Xúñez,  D.  Miguel 
Antonio  Caro  y  el  señoi'  Geneial  D.  Leonardo  Canal.  El  pri- 
mero dijo  de  mi  libro  que  Es  el  esfuerzo  mejor  que  se  ha  hecho 
en  muchos  años  i)ara  la  redención  económica  de  Colombia,  qite 
sólo  ¡ruede  venir  de  la  minería  como  hase  de  lo  demás  ;  el  segun- 
do, (pie  se  le  puede  llamar  Mina  de  minas,  y  el  último,  que 
merece  el  título  de  Yerdmiero  libro  de  oro  de  Colombia.  El  Go- 
bierno de  Venezuela  me  honró  confiíiéndome  la  condecoración 
de  segunda  clase  del  Busto  del  Libertador,  y  el  de  Colombia 
hizo  traducir  al  ingl(ís  por  Mr.  W.  Fislier,  y  publicar  en  Xueva- 
York  mi  Estudio  sobre  minas.  (1) 

El  doctor  Federico  C.  Aguilar  escribía  en  Junio  de  1884 : 

"  Vengo  yo  también  á  poner  mi  escaso  contingente  en  la 
patriótica  tarea  emprendida  por  el  señor  D.  Vicente  Restrepo, 
con  su  bien  redactada  monografía.  . . .  Me  propongo,  yo  tam- 
bién, excitar  el  entusiasmo  de  mis  compatriotas  para  (pie,  de- 
jando las  estériles  discusiones  políticas,  se  decidan  á  explotar 
los  ricos  veneros  que  en  sus  cutianas  guardan  nuestras  cor- 
dilleras. .  . . 

"  El  señor  Restrepo  ha  dado  ya  el  primer  grito  prolongado 
y  sonoro,  al  que  yo  vengo  á  unir  mi  débil  voz,  y  al  que  deben 
responder  en  todos  los  ángulos  de  la  Rei)úbliea  tantos  hombres 

(1)  En  el  Dailtj  Star  and  fíemld  de  PaiiHiiii,  de  2u  de  Febrero  de  1888,  se  lee 
lo  siguiente : 

"  Un  corresponsal  de  New-York  nos  fsrribe  retiriéndose  á  los  trabajos  del 
señor  Vicente  Restrepo  sobre  las  minas  de  Colombia,  y  nos  dice  : 

'  Desde  que  se  publicó  la  traducción  inglesa  de  su  libro  se  han  enviado  á 
las  minas  de  Colombia  más  de  600,000  dollars  en  oro  americano,  fuera  del  ma- 
terial de  explotación  para  las  minas.'" 


XV 

(le  talento  y  de  patruítisiuo  eoino  eneiena  nuestra  patria.  Kl 
malestar  picsente,  hijo  de  la  inaeeión,  <le  la  diseordia  y  de  las 
liulias  de  partid»),  no  |)uede  jnolongarse  más  largo  tiempo  sin 
pelign)  de  una  e.itástrote ;  el  eonociniiento  de  nuestros  males, 
primera  eoiidieióu  de  tnejoiamieiito,  se  va  liaeiendo  cada  día 
más  general,  más  popular,  y  eieitas  vislumlu'es,  (pie  ya  van 
presentándose  en  el  horizonte,  parecen  augurar  mejores  tiem- 
pos. Dios  ha  hrcho  á  las  nacio)H's  sanahlrs,  diee  la  i)alal)ra 
revelada,  y  no  debemos  desesperar  euando  tenemos  anchas 
bases  sobre  las  que  podemos  levantar  el  progreso  de  Colombia, 
y  euando  vemos  á  nuestras  hermanas  de  América  tomar  la 
delantera  y  darnos  el  ejemplo."  (Lij/cro  estadio  sohrc  las  vñuas 
de  México  //  Colombia). 

Las  vislumbres  que  divisaba  el  doctt)r  Aguilar  fueron  i)ron- 
to  apagadas  por  el  fuego  de  los  combates,  pero  se  convirtieron 
en  esplendorosa  claridad  luego  (pie  pasó  la  guerra  civil  de  188"). 
.V  la  indiferencia  con  (¡[ue  antes  se  miraba  la  industria  minera^ 
sucedió  en  todo  el  país  un  grande  entusiasmo  por  las  minas. 
En  Antioquia  se  emprendió  la  cortada  de  San-Antonio,  cons- 
truyendo un  dique  de  140  metros  de  longitud,  19  de  altura  y 
1()  de  espesor,  para  lanzar  las  aguas  del  río  Ñus  sobre  el  cauce 
del  (iruadual,  dejando  en  seco  veinte  kilómetros  de  lecho  aurí- 
fero; se  reiteran  (.'u  el  Nechí  los  ensayos  de  explotación  por 
medio  de  dragas.  En  el  distrito  de  Mauizales,  antes  inexplora- 
do, se  descubrieron  ricas  venas  de  oro  que  dan  pingües  pro- 
ductos á  sus  dueños,  y,  tinalmente,  se  abrió  una  Escuela  de 
minas  en  Medellín. 

Atrevidos  exploradores  han  penetrado  en  el  territorio  can- 
cano de  Tieira-adentro  en  busca  de  los  ricos  placeres  que 
beneficiaron  los  españoles  á  la  falda  del  nevado  de  Huila,  en 
San- Vicente  de  Páez,  y  de  las  minas  de  oro  y  plata  de  Toribío ; 
otros,  internándose  en  el  Chocó,  han  descubierto  los  aluviones 
de  la  antigua  ciudad  de  Toio,  en  tanto  (lue  Mr.  W.  (Uutis  ha 
vuelto  por  tercera  vez  con  dragas  al  Atrato. 

Es  en  el  Tolima  donde  este  renacimiento  salvador  ha  to- 
mado mayores  pr()iK)rciones.  Denúncianse  allí  centenares  de 
veneros  de  oro  y  plata.  Mineros  antiociueños  recorren  su  terri- 
torio de  norte  á  sur  reconociendo  los  criaderos  metalíferos.  Las 


X-VI 

minas  de  San-Sebastián  tle  la  Plata  se  deseiibieii  de  nuevo  y 
se  exploran  con  aíiin.  El  (General  Casabiar.ca,  que  comprende 
lii  necesidad  de  fomentar  esta  industria,  se  prepara  á  fundar, 
con  el  auxilio  del  Gobierno  nacional,  una  hacienda  de  beneficio 
de  minerales,  que  sirva  de  estímulo  y  de  modelo  á  .otros  em- 
presarios. 

En  Santander  se  denuncian  de  nuevo  las  munerosas  minas 
de  Alta,  Baja  y  Vetas,  y  se  organizan  compañías  para  explotar 
éstas  y  los  ricos  aluviones  de  Girón  y  Bucaramanga. 

Se  intenta  restaurar,  en  fin,  los  riquísimos  minerales  del 
Darién  y  los  de  Veraguas,  en  Panamá. 

Por  todas  partes  donde  se  kan  podido  verificar  los  informes 
contenidos  en  este  libro,  lia  lesaltado  su  exactitud. 

Réstame  sólo  formulai'  un  voto,  para  terminar  este  prólogo. 
¡  Que  este  modesto  libro  que  he  escrito,  movido  por  un  senti- 
miento de  amor  patrio,  contribuya  á  hacer  conocer  las  riquezas 
de  Colombia,  ensanchando  los  horizontes  de  su  porvenir !  Esta 
es  mi  más  vehemente  aspiración. 


yiCENTE   pESTREPO. 


Bogotá,  2  de  Abril  de  1S88. 


xVDVERTENCIxV. 

Siempre  que  en  este  libro  se  liable  de  pesos,  debe  entendjerse  que  se  trata  del 
peso  español  de  ocho  reales,  equivalente  á  nuestro  peso  fuerte,  si  nos  ref':'rimos 
á  los  tiempos  antiguos;  ó  del  peso  legal  (peso  fuerte),  tratándose  de  época  más 
reciente. 

Respecto  de  pesas,  hemos  adoptado  para  nnestros  <latos  numéricos,  ora  el 
kilogramo,  ora  la  libra  española  con  sus  di>visiones.  Bien  sabido  es  que  ésta 
consta  de  460  gramos,  y  que  se  divide  en  dos  majrcof!,  ó  diez  y  seis  onzas,  ó  cieu 
castellanos. 

El  marco  tiene 230  gramos. 

La  onza 28     id.  Tí». 

VA  castellano 4     id.  fto. 


ESTXJID  lO 
SOBRE  LAS  MINAS  DE  ORO  Y  PLATA  DE  COLOMBIA. 

PARTE  rilIMEKA. 


I. — LOS  MINERALES  ÚTILES  EN   COLOMBIA. 

Colombia  cstíi  aclmirahlemente  situada.  Con  sus  costas  extensas 
bañadas  por  dos  grandes  océanos,  ella  abre  las  puertas  de  la  América 
meridional ;  á  la  vez  que  con  su  Istmo,  que  pronto  Labra  cortado  M. 
de  Lesseps,  je  brinda  rápida  comunicación. 

El  nudo  que  forma  la  gran  cadena  de  los  Andes  al  penetrar  por 
el  sur  en  nuestro  territorio  se  desata  para  formar  tres  cordilleras,  ([Ue 
lo  dominan  y  llevan  por  todos  sus  ámbitos  los  ricos  metales  y  precio- 
sas gemas  que  cargan  en  sus  entrañas.  Abundantes  manantiales  de 
agua  y  caudalosos  ríos  brotan  de  sus  flancos  y  van  á  regar  los  fértiles 
valles. 

La  cordillera  occidental  extiende  hacia  la  costa  del  Pacífico  un 
inmenso  manto  aluvial  de  ovo  y  ¡¡latino  de  inagotable  riqueza,  que 
cubre  las  regiones  afamadas  del  Chocó  y  IJarbacoas.  Entre  esta  cordi- 
llera y  la  central  sigue  su  curso  el  Cauc-a,  arrastrándose  sobre  arenas  de 
oro ;  ya  pasa  manso  y  apacible  por  en  medio  de  los  valles,  ya  se  preci- 
pita formando  cataratas.  Al  levante  de  la  cordillera  central,  y  en  una 
línea  paralela  á  ésta,  se  hallan  las  ricas  minas  de  plata  de  Mariquita, 
Ibagué  y  San-Sebastián  de  la  Plata.  Esta  cadena  de  los  Andes  pe- 
netra en  la  comarca  antioqueña,  dividiéndose  y  subdividiéndose;  de 
entre  sus  ramales  brotan  ríos  riquísimos  en  oro,  como  el  Porce,  el  Xe- 
chí  y  otros  ciento,  y  por  sus  collados  asoman  las  crestas  de  innumera- 
bles filones  en  que  está  cuajado  el  precioso  metal.  P^l  caudaloso  ríu 
Magdalena  sctpara  las  cordilleras  central  y  oriental.  Esta  última  es  mu- 
cho menos  rica  (¡ue  sus  dos  hermanas.  Hay  no  obstante  aluviones  de 
oro  en  el  sur  y  centro  del  Tolima  y  en  Santander  (Girón),  donde  existen 


los  filones  de  oro  y  plata  de  Alta,  Baja  y  Vetas.  Se  encuentran  ade- 
más en  sus  montañas  las  minas  de  Muzo,  conocidas  por  ser  las  que  pro- 
ducen las  más  hermosas  esmeraldas  del  mundo  por  su  color  y  su  pureza. 
"  El  Nuevo  Keino  de  Granada," — escribía  el  Padre  Gumilla  en  1745, — 
"tan  lleno  de  fecundas  minas  de  oro,  de  plata  y  de  esmeraldas,  cuantas 
se  conocen  en  las  jurisdicciones  de  Pamplona,  Mariquita,  Muzo,  Nei- 
va,  los  Remedios,  Antioquia,  Anserma,  Chocó,  Barbacoas  y  otras  mu- 
chas, y  muchas  más,  que  aunque  ocultas  en  las  arenas  de  oro  que  por 
los  ríos  y  arroyos  desperdician,  indican  los  deseos  de  que  los  desentra- 
ñen y  salgan  á  luz  sus  caudales."  "  La  Providencia  ha  enriquecido 
con  preferencia  á  las  demás  regiones  esta  preciosa  porción  de  Amé- 
rica ;  "  decía  en  1783  el  Arzobispo-Virrey. 

.El  oro  constituye  la  riqueza  principal  de  nuestro  suelo.  Tenemos 
inmensos  placeres  y  fecundos  filones  que  pueden  competir  por  su  per- 
fecta formación  geológica  y  por  su  riqueza  con  los  de  otros  países.  La 
plata  es  muchísimo  menos  abundante  :  la  que  se  ha  extraído  de  los  ve- 
neros que  se  han  explotado  está,  respecto  del  oro,  apenas  en  la  pro- 
porción de  cinco  á  ciento,  y  sus  vetas  no  pueden  compararse  con  las  de 
México,  Perú  y  Chile  :  éstas  son  mucho  más  copiosas  y  ricas.  El  platino 
viene  en  liltimo  lugar. 

Aquí  tienen  cabida  los  siguientes  acertados  juicios  del  doctor 
José  Manuel  Restrepo :  "  Las  minas  de  oro  de  Antioquia  y  demás 
provincias  de  Colombia  no  exigen  muchos  capitales  ni  conocimientos 
metalúrgicos  para  la  separación  del  metal.  El  oro  se  halla  nativo,  sin 
más  trabajo  que  moler  la  piedra  y  lavar  en  el  agua  el  metal  que  resulta. 
Por  consiguiente  se  puede  asegurar  que  cualesquiera  capitales  colom- 
bianos ó  extranjeros  que  se  destinen  á  la  explotación  de  nuestras 
numerosas  minas  de  oro  serán  bien  empleados  y  producirán  un  interés 
considerable,  sobre  todo  si  los  trabajos  subterráneos  son  dirigidos  por 
extranjeros  iateligentes  en  el  arte  de  minas. 

"  En  las  minas  de  plata  se. necesitan  por  lo  común  trabajos  de  al- 
gunos años  para  que  los  capitales  invertidos  en  ellas  den  utilidad,  mas 
cuando  comienzan  á  producirla  en  poco  tiempo  indemnizan  completa- 
mente á  los  empresarios. 

"  La  mayor  parte  de  las  mejores  minas  de  (Jolombia  se  hallan  si- 
tuadas en  buenos  climas  fríos  y  templados,  con  víveres  suficientes  para 
los  trabajadores."  (  Noticias  sobre  las  minas  de  Colombia.  1826. 
MS.) 

"  Introduciéndose  capitales,  y  mineros  europeos  que  dirijan  los  tra- 
bajos, las  minas  de  Colombia,  que  en  gran  parte  se  hallan  vírgenes, 
pueden  producir  una  riqueza  inmensa.  Pero  debe  usarse  de  economía 
como  en  todas  las  empresas  y  no  gastar  tan  locamente  como  se  dice  lo 


—  ;í  — 

han  lien-lu»  las  ciniiiíañías  inirlesas,  <|iu'  por  este  motivo  «-s  ])n>ltal)l<í  ([110 
por  algún  tiempo  sa(|nen  pocn  utilidad  de  sus  establccimit-ntos  mine- 
ros. En  el  i)aís  hay  trabajadores  que  cuestan  })arato, ....  y  sólo  debe- 
rían traerse  directores  que  enseñen  á  los  colombianos  las  diferentes 
operaciones  de  la  minería.  Si  trabajando  nuestras  minas  como  lo  hi- 
cieron los  indios,  es  decir,  moliendo  las  piedras  sobre  otras  piedras  para 
sacar  el  oro,  ellas  han  dado  utilidad  desde  que  se  descubrió  la  Améri- 
ca, ^^  cuánto  no  excederán  sus  productos  cuando  se  les  apliquen  moli- 
nos y  los  demás  inventos  de  la  industria  europea  ?  fRespueatas  á  al- 
gunas preguntas  del  caballero  de  Stuers.  1827,  MS.) 

Si  Colombia  ha  sido  ricamente  dotada  por  la  naturaleza  en  metales 
preciosos,  no  lo  lia  sido  menos  en  metales  útiles  y  en  otros  productos 
minerales.  El  hierro  y  el  cobre  abundan  en  nuestro  suelo,  (1)  y  sus 
minas  empiezan  á  explotarse,  así  como  los  ricos  depósitos  de  uUa.  El 
plomo,  el  antimonio,  el  zinc  y  el  arsénico  sólo  esperan  que  la  industria 
los  necesite  para  salir  de  las  vetas  que  los  guardan.  Coníiauíos  en  que 
el  mercurio,  tan  útil  para  el  beneficio  de  los  metales  preciosos,  y  cuyo 
mineral,  el  cinabrio,  se  encuentra  en  muchos  puntos  del  país,  se  halle 
en  suficiente  cantidad  para  (jue  sea  provechoso  su  laboreo,  en  las  mi- 
nas del  Bermellón,  cerca  de  Ibagué,  que  se  exploran  activamente. 

Tenemos  poderosos  depósitos  de  sal  gema,  manantiales  de  agua  sa- 
lada y  de  aguas  minerales,  fuentes  de  petróleo,  azufre,  etc.,  etc. 

En  las  arenas  del  río  Platayaco,  en  el  Caquetá,  se  encuentran  en 
abundancia  rubíes  orientales  y  zafiros  rodados,  que  se  pueden  pulir 
y  bellas  amatistas  en  el  distrito  de  la  Plata.  , 

Hay  tradición  de  que  los  Padres  Jesuítas  explotaron  una  mina  de 
diamantes  en  Tena.  (2) 

(1)  En  el  fijglo  pasado  se  explotaron  minas  de  cobre  en  Moniíjuirá,  Ibagué, 
Nocaima  y  Villeta.  El  Arzobispo-Virrey  escribía  en  1782:  "La  abundancia  de 
cobre  la  manifiesta  bastantemente  la  ninguna  necesidad  que  hasta  aquí  ba 
tenido  el  Reino  de  introducirlo  de  afuera  para  el  crecido  consumo  de  fondos 
que  se  gastan  en  los  trapiches,  el  fuerte  renglón  de  las  estriberas  que  general, 
mente  usan  estas  gentes  y  muchos  otros  utensilios  domésticos " 

(2)  Las  noticias  q^e  hemos  podido  allegar  referentes  á  esta  mina  son  las  si- 
guientes : 

1.0  Dos  apartes  de  cartas  que  copiamos  en  seguida  :  "  El  12  de  Majo  encon- 
tró nuestro  K.  P.  Máximo  Rivero,  en  la  exploración  que  hizo  por  las  pe- 
ñas blancas  de  Tena  para  la  apertura  de  un  camino  entre  esa  nuestra  hacienda 
y  nuestros  Apartaderos  de  Viotá,   un  criadero  de  diamantes  de  las  mismas  ca- 

lidades,  brillo  y  fineza  de  los  que  se  encuentran  en  el  Brasil El  P.  Rivero 

recogió  veintidós  piedras,  que  pulidas  y  pesadas  han  dado  l,ó32  quilates,  lla- 
mando la  atención  uno  negro,  de  brillo  y  cambiantes  magníficos,  que  es  el  que 
enviamos  á  V.  P.  para  la  Iglesia  de  nuestra  Compañía  en  esa  santa  ciudad. — 
Mayo  de  1709." 


—  4  — 

En  todos  tiempos  ha  habido  personas  inteligentes  que  han  inten- 
tado apartar  á  los  colombianos  del  trabajo  de  las  minas  de  metales  pre- 
ciosos, desconociendo  así  la  principal  fuente  de  riqueza  con  que  nos 
dotó  la  Providencia,  El  buen  sentido  de  las  gentes  ha  desechado 
esas  exageraciones,  y  dondequiera  que  se  han  podido  explotar  con  faci- 
lidad los  veneros  de  oro  y  plata,  se  ha  hecho,  en  la  escala  en  que  los 
recursos  y  los  conocimientos  lo  han  permitido.  Si  el  producto  de  nues- 
tras minas  es  muy  inferior  á  lo  que  debiera  ser,  cúlpese  á  nuestra  escasa 
población,  nuestra  pobreza  y  nuestras  malas  yías  de  comunicación ; 
cúlpese  á  nuestros  gobiernos,  que  han  fundado  escuelas  de  arte  militar, 
de  agricultura,  medicina,  ciencias  naturales,  jurisprudencia,  y  han 
descuidado  este  ramo  de  industria. 

No  obstante  estas  dificultades,  la  minería  progresa  notablemente  en  • 
Colombia.  Jamás  se  había  hablado  tanto  de  minas  como  en  los  últi- 
mos años.  Antes  era  raro  que  se  lograra  formar  en  el  extranjero  una 
compañía  explotadora,  cosa  que  hoy  es  frecuente.  Esas  compañías  nos 
traen,  además  de  algunos  hombres  entendidos,  capitales  y  máquinas  ; 
y  cuando  obtienen  buen  éxito  en  sus  empresas,  no  poco  del  producto 
de  ellas  se  queda  en  el  país,  pues  á  menudo  se  estipula  en  los  contra- 
tos de  venta  ó  arrendamiento  que  una  parte  de  las  acciones  quede  á  los 
primitivos  dueños  de  las  minas. 

Todos  los  países  tienen  sus  épocas  de  crisis,  y  la  que  sufre  hoy  Co- 
lombia en  su  industria  y  su  comercio,  preocupa  con  razón  á  los  hom- 
bres que  aman  á  su  patria.  La  explotación   de  las  ([uinas  ricas  en  al- 

"  Los  trabajos  de  las  minas  descubiertas  por  el  P.  Rivero  han  continuado 
sin  interrupción.  Nuestra  magnífica  custodia  del  templo  de  la  Compañía  tiene 
ciento  dos  diamantes,  pulimentados  por  el  maestro  Ignacio  Quintero,  y  á  Tun- 
ja  y  Popayán  se  han  hecho  regalos  por  más  de  doscientas  piezas  de  magnífico 
tamaño.  El  E.  P.  Santiago  ha  dirigido  los  trabajos  del  puente  de  fierro,  3'  se 
está  haciendo  una  nueva  exploración  por  los  contornos  de  los  Apartaderos. — 
7  de  Junio  de  1715  ó  1725." 

2.0  Un  expediente  que  existía  en  el  Archivo  nacional,  marcado  con  el  nú- 
mero 363,  que  dice:  "Temporalidades.  Ocultación  de  los  trabajos  y  criaderos 
de  una  mina  de  diamantes  en  tierras  de  Tena,  de  la  extinguida  Compañía. — 
Ciudad  de  Tocaima,  1769." 

3.0  Varias  declaraciones,  tomadas  por  orden  de  la  Real  Audiencia;  poste- 
riormente á  la  expulsión  de  los  Padres  Jesuítas,  á  personas  que  habían  tenido  á 
su  servicio  en  sus  haciendas  de  San-Antonio  y  Ciénaga.  Todos  los  testigos  de- 
claran que  saben  que  los  RR.  Padres  Jesuítas  descubrieron  y  elaboraron  unas 
minas  de  diamantes  en  las  peñas  blancas  de  Ciénaga  ;  pero  que  no  conocieron 
las  minas  porque  el  laboreo  lo  hacían  los  Padres  por  mano  de  los  hermanos  del 
noviciado. 

Consta  que  el  herrero  Pedro  Ortiz,  que  fué  el  que  construyó  el  aparato  de 
hierro  para  la  extracción  de  las  madrea  de  diamantes,  murió  antes  de  dar  su 
declaración  y  de  asistir  á  una  vista  ocular  para  la  cual  se  le  había  citado. 


»  —  .J  — 

caloides  se  hace  cada  día  más  difícil  y  costosa,  por  haberse  casi  agotado 
los  árboles  (jiie  producen  esta  corteza  cerca  de  los  lugares  habitados  y 
de  los  ríos  navegables.  Su  precio,  por  otra  parte,  ha  bajado  conside- 
rablemente en  el  extranjero.  Lo  misino  ha  sucedido  con  el  café.  El 
caucho  no  se  encuentra  ya  sino  en  regiones  despobladas  y  lejanas.  Es- 
caseando los  productos  de  exportación  con  que  hemos  pagado  los  gé- 
neros que  consumimos,  no  nos  queda  más  recurso  que  beneficiar  las  ri- 
quezas inagotables  en  metales  preciosos  que  nos  brinda  nuestro  suelo. 
Tenemos  abundantes  minas  de  aluvión  y  de  filón  en  los  Departamen- 
tos de  Antioquia,  Cauca,  Panamá,  Tolima,  Bolívar  y  Santander,  y 
ricos  veneros  de  plata  en  el  Cauca,  el  Tolima  y  Santander.  Olvidemos 
nuestra  inercia  pasada  y  emprendamos  seriamente  el  estudio  y  el  labo- 
reo de  nuestros  minerales.  Jamás  las  circunstancias  fueron  más  pro- 
picias para  esto,  liecuérdese  que  el  oro  de  aluvión  se  vendía  en  este  país, 
á  principios  del  siglo,  á  dos  pesos  el  castellano  y  el  de  veta  á  doce  rea- 
les, y  hoy  vale  mucho  más.  Con  motivo  del  alza  en  el  precio  de  las 
letras  de  cambio,  los  mineros  venden  el  oro  y  la  plata  á  los  comercian- 
tes ganando  hasta  un  noventa  por  ciento,  y  algunas  veces  más,  sobre 
el  precio  que  tienen  estos  metales  en  Europa !  ¿  Qué  mejor  prima 
puede  ofrecerse  como  estímulo  á  los  que  emprendan  trabajos  de  minas  I 
Además,  si  no  beneficiamos  éstas,  ¿  con  qué  pagaremos  en  adelante 
nuestras  importaciones  ? 

Para  comprometernos  á  explotar  nuestras  riquezas  minerales,  ahí 
tenemos  en  nuestro  continente  el  ejemplo  de  México,  al  que  han  hecho 
opulento  sus  minas  de  plata ;  del  Brasil ;  del  Perú  y  de  Chile,  á  cuyo 
rápido  engrandecimiento  han  contribuido  poderosamente  sus  ricos  ve- 
neros de  metales ;  y  en  nuestro  mismo  país,  del  Departamento  de  An- 
tioquia, que  debe  al  oro  que  se  extrae  de  su  suelo  su  riqueza  y  prospe- 
ridad actual. 

Ahí  tenemos,  en  fin,  el  ejemplo  tan  reciente  de  California.  Alu- 
diendo á  ese  país  dice  M.  Simonin  :  "  Se  sabe  lo  que  ha  sido  para  el 
país  del  Dorado  la  explotación  del  oro,  la  causa  de  una  colonización 
brillante,  completa,  de  tal  manera  que  nuis  de  un  grande  Estado  de 
Europa  hallaría  hoy  motivos  de  tenerle  envidia.  Los  placeres  se  ex- 
tienden por  todas  partes  en  la  hoya  del  Sacramento  y  del  San-Joa- 
quín. Los  filones  cruzan  todos  los  contrafuertes  de  la  Sierra.  El  oro 
que  se  ha  sacado  de  esos  yacimientos,  repartido  en  la  comarca,  ha  per- 
mitido emprender  en  muy  grande  escala  el  cultivo  de  los  campos,  prelu- 
diar la  apertura  de  caminos,  de  vías  férreas  y  navegables,  de  líneas 
telegráficas.  La  canalización  para  el  riego  de  los  campos  y  la  provi- 
sión de  los  placeres,  se  ha  realizado  por  todas  partes  con  una  audacia 
inaudita.  Las  ciudades  han  salido  del  suelo  como  por  encanto,  formando 


al  principio  simples  campamentos  de  mineros,  hoy  ciudades  opulentas ; 
y  California  SE  IIA  hecho,  lejos  de  las  miradas  distraídas  de  Euro- 
pa, que  no  ve  aún  en  ese  lejano  Estado  sino  al  país  tan  terriblemente 
agitado  de  la  primitiva  inmigración." 


II. — ANTIOQUIA. 

El  suelo  de  Antioquia,  el  más  quebrado  de  todo  el  territorio  de 
Colombia,  es  rico  en  minerales  de  oro  en  toda  su  extensión.  8us  mon- 
tañas están  cruzadas  por  un  sinnúmero  de  filones  y  las  hoyas  de  sus 
ríos  forman  una  serie  no  interrumpida  de  aluviones  auríferos.  Apenas 
hay  arroyo,  riachuelo  ó  río  donde  no  se  encuentre  el  precioso  metal, 
y  así  puede  decirse  con  razón  de  este  Departamento,  que  todo  él  es 
como  ima  inmensa  red,  que  guarda  entre  sus  mallas  inagotables  vene- 
ros para  brindarlos  generoso  á  sus  laboriosos  moradores.  (1)  Pero  la 
región  bañada  por  los  ríos  Porce  y  Nechí,  "  cuyas  arenas  son  verda- 
deramente de  oro"  (J.  M.  Kestrepo),  y  por  sus  afluentes,  es  incontes- 
tablemente la  más  rica.  Santa-Kosa,  situada  en  un  terreno  cortado 
por  enormes  barrancos  formados  al  explotar  sus  minas,  ocupa  un  cerro 
aluvial  de  finísimo  oro.  (2)  Por  las  calles  de  Remedios  asoman  las 
crestas  de  anchos  filones  de  cuarzo.  Zaragoza,  Zea,  Cruces,  Anorí, 
Campamento,  Yarumal,  Angostura  y  Amalfi  están  circunvalados  de 
riquísimos  placeres  que  se  benefician  continuamente.  De  esta  opulen- 
ta región  del  Xorte  se  extrae  más  de  la  mitad  del  oro  que  produce  el' 
Departamento. 

Los  aborígenes  de  Antioquia  explotaron  las  más  de  las  minas  de 
oro  conocidas  hoy,  aunque  no  disponían  para  el  trabajo  sino  de  imper- 
fectos instrumentos  de  piedra  y  de  madera.  Para  sacar  el  oro  de  las 
vetas  abi'ían  un  hoyo  ó  pozo  vertical,  de  forma  circular,  hasta  cortar 

(1)  Porque  quebradas,  ríos,  vertederos 

Y  cualquiera  lugar  que  se  catea, 
Manifiestan  auríferos  veneros, 
Con  que  el  avaro  pecho  se  recrea, 

Y  la  solicitud  de  los  mineros 
Saca  bien  proveída  la  batea. 

(Castellanos,  Elegías.) 

(2)  "  Levantada  sobre  la  cúspide  de  un  cerro,  todo  él  aurífero,  y  circundada 
por  altos  derrumbaderos,  los  tejados  grises  de  sus  habitaciones  y  sus  blancas 
paredes  se  distinguen,  ya  oscuros,  ya  lucientes.  Santa-Rosa  es  la  vieja  reina 
de  la  comarca,  asentada  sobre  un  trono  de  oro."  (M.  Uribe  A.,  Geografía.) 


rl  lilóii,  bajaiulo  así  algunas  veces  al  giaiulus  profundidades ;  luego 
abrían  otros,  contándose  así  en  ocasiones  hasta  veinte  y  más  sobre  un 
mismo  tilón.  Varios  de  los  métodos  j)rimitivos  de  laboreo  de  minas 
usados  liov,  y  (|ue  describiremos  en  capítulo  aparte,  fueron  practicados 
por  ellos.  P]n  todos  tiempos* se  han  sacado  muy  ricos  sepulcros,  en  los 
(|ue  los  indios  se  hacían  enterrar  con  sus  ídolos  y  sus  arreos  hechos  del 
metal  precioso,  que  tenían  en  abundancia.  Los  de  Medellín,  Yarumal, 
Angostura,  Anorí,  Caramanta,  Remedios,  San-Juan,  Salamina,  Mani- 
zales,  etc.,  han  sido  de  los  más  productivos.  Por  desgracia  los  objetos 
curiosos  y  dignos  de  estudio  que  de  ellos  se  han  extraído  se  han  fun- 
dido ó  dispersado  en  su  mayor  parte. 

Cuando  los  españoles  conquistaron  á  Antioquia,  luego  que  fundaron 
algunas  poblaciones,  se  ocuparon  en  la  tarea  provechosa  de  beneficiar 
sus  riquísimos  placeres  que,  para  servirnos  de  una  expresión  de  Fray 
Pedro  Simón,  parecía  que  la  tierra  estaba  rebosando  el  oro  y  que  no 
lo  podía  ya  sufrir  en  sus  entrañas.  Abramos  las  relaciones  de  aquellos 
tiempos,  escritas  con  sencillez  y  con  tales  caracteres  de  verdad,  que  no 
podemos  poner  en  duda  lo  que  cuentan. 

Pedro  Cieza  de  León,  soldado  de  la  conquista,  dice:  "Las  minas 
se  han  hallado  muy  ricas  en  esta  Provincia,  en  el  río  grande  de  Santa- 
Marta  (el  Cauca)  que  pasa  junto  á  la  ciudad  de  Antioquia.  Cuando  es 
verano  sacan  los  negros  y  los  indios  harta  riqueza. .  .  Luego  que  se 
sale  de  Antioquia,  caminando  hacia  la  villa  de  Anserma,  se  allega  á 
un  pequeño  cerro  que  se  llama  Coróme,  (1)  que  está  en  unos  valleci- 
tos —  .  Tiene  este  pueblo  muy  ricas  minas  de  oro  y  muchos  arroyos 
donde  lo  pueden  sacar. . . .  Acuerdóme  que  yendo  á  buscar  comida  un 
soldado  llamado  Toribio,  halló  en  un  río  una  piedra  tan  grande  como 
la  cabeza  de  un  hombre,  toda  ¡lena  de  vetas  de  oro,  que  penetraban  la 
piedra  de  una  parte  á  otra :  y  como  la  vido,  se  la  cargó  en  sus  hombros 
para  traerla  al  Eeal  de  minas ;  y  viniendo  por  una  sierra  arriba  en- 
contró con  un  perrillo  pequeño  de  los  indios,  y  como  lo  vido,  arremetió 
á  lo  matar  para  comer,  soltando  la  piedra  de  oro,  la  cual  se  volvió  ro- 
dando al  río :  y  el  Toribio  mató  al  perro,  teniéndole  por  de  más  precio 
que  al  oro,  por  la  hambre  que  tenía,  que  fué  causa  que  la  piedra  se 
quedase  en  el  río."  fLa  Crónica  del  Peni,  1554^. 

De  Arma  dice  que  sus  habitantes  "  eran  y  son  riquísimos  de  oro  á 
maravilla.  Cuando  los  descubrimos  me  acuerdo  se  vieron  indios  arma- 
dos de  oro  de  los  pies  á  la  cabeza.  Las  minas  son  ricas  en  el  liío- 
grande  (el  Cauca),  que  está  una  legua  desta  villa,  más  que  en  otras 
partes,  porque  si  echan  negros,  no  habrá  día  que  no  den  cada  uno, 

(1)  No  sabemos  si  con  el  nombre  de  Coróme  se  designa  á  Anzá,  ó  á  cuál 
otra  localidad. 


(los  ó  tres  ducados  á  su  amo."  En  la  Relación  del  Nuevo  Reino  de 
Granada  (año  1559),  leemos:  "Las  minas  de  Arma  son  generalmente 
en  todos  los  términos  y  ríos  y  quebradas,  y  las  mejores  son  en  los  cas- 
cajales que  descubre  el  río  Cauca  en  el  verano,  que  cada  pieza  saca  un 

castellano  y  algunas  veces  más Ilay  minas  de  oro  por  toda  la 

tierra  de  Caramanta,  y  en  ellas  poblaciones  de  indios."  Las  minas  de 
Arma,  cuya  riqueza  encomian  Fray  Pedro  Simón  y  Fray  Jerónimo  de 
Escobar,  estaban  muy  decaídas,  según  este  último,  en  1580.  Apenas 
había  entonces  allí  nueve  españoles,  dueños  de  unos  500  indios  que 
([uedaban,  y  que  sólo  alcanzaban  á  sacar  de  5  á  C,000  pesos  de  oro 
por  año. 

Cieza  de  León  estuvo  en  Buriticá  :  "Es  un  asiento  que  está  encima 
de  im  gran  cerro,  donde  solía  estar  un  pueblo  de  grandes  casas,  todas 
de  mineros,  que  cogían  oro  por  su  riqueza.  Los  caciques  comarcanos 
tienen  allí  sus  casas,  y  les  sacaron  sus  indios  harta  cantidad  de  oro. 
Viraos  allí  los  nacimientos  y  minas  donde  lo  cogían,  y  las  macanas  ó 
coas  con  que  lo  labraban."  Las  minas  de  Buriticá  eran  de  veta ;  ha- 
blando de  ellas  dice  Fray  Jerónimo  :  "  Hay  en  la  Provincia  de  San- 
tafé  de  Antioquia  cerca  de  COO  esclavos  negros,  que  todos  trabajan 
en  las  minas  de  oro,  en  una  famosa  montaña  que  los  indios  llaman 
Buriticá,  de  donde  se  han  sacado  ya  grandes  riquezas.  Se  extraen 
cada  año  cerca  de  50,000  pesos."  f  Relación  al  Rey,  1581).  D.  Francisco 
Silvestre,  que  fué  Gobernador  de  Antioquia,  dice  en  su  Relación  de 
mando  (1776) :  "  Las  pocas  vetas  que  se  trabajaron  en  lo  antiguo  en 
el  nombrado  cerro  de  Buriticá,  producían  y  consumían  en  sólo  la  paga 
de  los  soldados  destinados  para  defender  á  las  cuadrillas  de  los  ataques 

de  los  bárbaros,  30,000  castellanos  (300  libras)  de  oro  al  año Los 

antiguos  molían  á  mano  la  piedra,  y  con  todo  sacaban  la  prodigiosa 
cantidad  de  oro  que  queda  insinuada."  En  un  informe  anterior  dirigido 
al  Virrey  por  D.  Juan  del  Cerro  (1730),  leemos :  "Oí  decir  por  común 
opinión  y  voz  de  muchos,  lo  muy  poderosas  y  cuantiosas   que  sqn  estas 

minas  de  Buriticá Algunas  personas  que  se  dedicaban  á  trabajarlas 

sin  ninguna  inteligencia,  lograban  porciones  de  oro  considerables.  De 
ocho  á  diez  años  á  esta  parte  (hacia  1720)  han  disminuido  mucho,  por 
haberlas  dejado  y  retirádose  de  ellas,  quedando  estos  valles  despoblados 
y  en  miserable  estado."  Para  que  se  vea  cuál  era  la  fama  de  que  go- 
zaban estas  minas  en  el  Virreinato,  citaremos  al  Presidente  D.  An- 
tonio Manso :  "  Hay  en  la  I'rovincia  de  Antioquia  un  cerro  que  se 
denomina  Buriticá,  que  ha  hecho  realidad  lo  que  pasó  por  ente  de 
razón,  porque  es  un  monte  de  oro,  aunque  no  le  logran  sus  vecinos 
porque  casi  está  intacto."  f Relación  de  mando,  1729). 

De  una  memoria  del  Capitán  y  Gobernador  de  Antioquia,  D.  José 


—  O  — 

Haróu  de  Chaves,  escrita  en  1759,  copiamos  lo  siguiente:  "Auu  to- 
davía este  cúmulo  de  minas  que  hoy  se  beneñcian  no  fué  quien  dio  la 
opulencia  pasada  de  esta  Provincia;  hallé  papeles  bien  antiguos,  y  en 
ellos  que  todo  su  aumento  le  vino  de  las  vetas  de  la  cordillera  de  Bu- 
riticá,  cuyo  beneficio  imposibilitó  la  persecución  de  los  indios  levan- 
tados del  pasado  siglo,  y  por  eso  las  tuvieron  como  olvidadas.  Visité 
la  cordillera  y  hallé  que  toda  ella  es  una  continuada  veta  de  oro,  pero  el 
modo  de  beneficiar  el  mineral  me  causó  nueva  admiración,  que  es 
entre  dos  piedras"  (moliendo  íi  mano).  "Proseguí  mis  experiencias 
que  vinieron  á  parar  en  que  el  metal  está  existente."  Agrega  el  escri- 
tor que  la  fundación  de  Medellín  (en  1075)  contribuyó  á  la  decadencia 
de  las  minas,  por  haberse  pasado  á  la  nueva  ciudad  varios  antioqueños 
dueños  de  ellas,  y  (jue  además,  habiéndose  descubierto  jtor  entonces  las 
ricas  minas  de  los  valles  de  los  Osos,  mandaron  sus  cuadrillas  á  tra- 
bajar en  éstas.  Tanto  este  Gobernador  como  D.  Francisco  Silvestre 
intentaron  emjjrender  de  nuevo  el  laboreo  de  las  vetas  de  Buriticá, 
pero  las  dejaron  pronto  ''por  lo  difícil  y  costosa  que  les  pareció  su  com- . 
l)osición,  pues  si  en  los  i)rincipios  dieron  muchos  intereses,  fué  porque 
las  encontraron  fáciles,  ó  porque  los  peñones  que  las  abrazan  no  tenían 
la  dureza  que  hoy  manifiestan,  cuya  causa  pudo  ser  la  que  obligó  á 
sus  dueños  á  abandonarlas ;  ó  porque  habiendo  profundizado,  con  lo 
que  las  trabajaron  se  les  dificultaba  más  la  extracción  del  oro :  pudieran 
en  el  día  producir  aun  mayores  riquezas  si  se  beneficiasen  por  medio 
del  arte."  (Informe  de  D.  Andrés' Pardo  y  I).  José  B.  del  Campi- 
Uo,  1798). 

Parece  que  los  filones  son  angostos,  pero  muy  ricos,  y  que  la  difi- 
cultad mayor  que  se  presenta  para  beneficiarlos  es  que  se  necesita 
gastar  algunos  miles  de  pesos  para  llevar  el  agua  al  cerro.  No  com- 
prendemos cómo  pueda  arredrar  esto  á  gente  emprendedora  y  rica  como 
la  hay  en  Aniioquia.  Enhorabuena  que  se  hagan  examinar  previamente 
las  vetas  por  un  ingeniero,  pero  si  el  examen  corresponde  á  la  idea 
fundada  que  se  tiene  de  su  riqueza  anterior,  ¿  qué  importa  que  se  gasten 
20  ó  30,000  pesos  en  su  establecimiento  ?  Lo  que  hizo  una  mujer  á 
fines  del  siglo  XVII,  ^  no  lo  podrán,  hacer  los  hombres  acaudalados  de 
hoy  ?  Refiérese  por  tradición  ([ue  Doña  María  del  Centeno  hizo  poner 
con  muchísimo  costo  agua  al  cerro  de  Buriticá  y  (ju(!  extrajo  de  sus 
minas  una  prodigiosa  cantidad  de  oro.  Asegúrase  que  dio  todo  el  di- 
nero necesario  para  la  construcción  de  la  iglesia  de  Buriticá,  y  de  la  de 
Chiquinquirá,  en  la  ciudad  de  Antioquia. 

Un  señor  Pino,  hombre  opulento,  vecino  de  Antioquia,  fué  dueño 
de  las  minas  de  Buriticá,  cuyo  oro  amalgamaba  en  bolas  de  una  libra  de 
peso.  Una  esclava  se  encontró  nna  de  esas  bolas  barriendo  la  casa  en 


—  10  — 

que  había  vivido  el  señor  Pino,  y  con  su  producto  compró  su  libertad. 
De  un  libro  de  sacas  de  dicho  señor,  que  se  ha  conservado,  aparece 
que  pagó  al  Rey,  en  un  solo  uño,  trescientas  libras  de  oro  por  el  de- 
recho de  quintos. 

Volvamos  al  Norte  y  ocupémonos  en  los  tres  grandes  ríos  que 
riegan  su  territorio,  y  que  son  como  otras  tantas  arterias  donde  viene 
á  afluir  el  oro  de  sus  inagotables  aluviones.  La  ciudad  de  Cáceres  fué 
fundada  cerca  de  la  margen  del  Cauca,  por  Gaspar  de  Kodas,  en  1576. 
Sus  moradores  se  aplicaron  al  laboreo  de  las  minas,  que  les  dieron 
l)uena  utilidad.  "  Cáceres  es  tierra  rica  de  oro,  y  se  saca  mucho  porque 
lo  hay  mucho  en  la  tierra,  liodas  tiene  allí  la  fundición.  Hay  ciento  y 
cincuenta  negros  sacando  oro."  (Relación  del  Presidente  Guil lén,  158^)- 
Según  los  datos  suministrados  por  Fray  Pedro  Simón,  puede  estimarse 
en  1.800,000  pesos  el  valor  del  oro  extraído  de  sus  minas,  de  1580  á 
IGIS.  Grande  fué  la  cantidad  de  este  metal  que  sacaron  del  río  Cauca 
en  los  primeros  años  que  siguieron  á  la  conquista  los  habitantes  de 
Cáceres,  Antioquia,  Arma,  Marmato,  Cartago,  Buga  y  Cali.  Una 
antigua  Relación  de  minas  dice,  hablando  de  este  río,  que  "  es  famo- 
sísimo y  muy  rico,  y  de  él  se  ha  sacado  mucho  oro." 

Andaba  Gaspar  de  Rodas  recorriendo  el  territorio  de  su  mando  para 
fundar  nuevas  poblaciones  cuando  se  halló  entre  los  indios  Yame- 
síes,  que  tenían  su  asiento  á  orillas  del  Porce.  Eran  éstos  los  más  ricos 
en  piezas  de  oro  que  se  habían  visto  en  la  Provincia.  En  sus  trueques 
con  los  españoles  les  daban  treinta  pesos  de  oro  por  una  libra  de  sal, 
setenta  por  una  hacha,  seis  por  una  aguja,  y  les  pagaban  lo  demás  en 
proporción,  con  lo  que  fué  tanto  el  que  se  recogió,  que  en  los  juegos 
de  suerte  corrían  en  el  campamento  hasta  20,000  pesos  de  oro.  Esto 
movió  á  Rodas  á  fundar  allí,  en  1581,  la  ciudad  de  Zaragoza.  (1)  "  A 

(1)  En  nombre  del  invicto  Eey  Filipo 
Fundaron  la  ciudad,  á  quien  se  puso 
Nombi'e  de  Zaragoza,  cuya  tierra 
Abunda  de  riquísimos  veneros  ;" 

Y  es  el  día  de  hoy  por  su  riqueza 
De  varios  negociantes  frecuentada, 
Ansí  por  tierra  como  por  los  ríos 
Que  van  á  desaguar  al  mar  del  Norte, 
Por  estar  Zaragoza  situada 

Hacia  las  juntas  de  los  ríos  Porce 

Y  Nechí,  cuyas  aguas  dan  aumento 
Al  gran  río  de  Cauca  que  se  mezcla 
Después  con  otro  de  la  Magdalena, 
Los  unos  y  los  otros  navegables. 

(Castellanos,  ElegtasJ. 


-11- 

los  primeros  pasos  «le  sti  fuiuliición",  dice  Fray  Pctlrn  Simón,  "se  fueron 
deseubrieiulo  jíratidísimas  grosedades  de  oro,  mavores  (jue  las  que  aun  en 
sus  principios  tuvo  Veragua"  (en  el  Departamento.de  Panamá),  "pues 
llevados  de  esta  fama  y  mayor  codicia  muclios  de  los  de  Verajíuu  tras- 
ladaron a(iuí  sus  cuadrillas  de  negros,  como  fueron  los  capitanes  .luán 
Manuel,  Alonso  Huiz,  Diego  Suárez  Manuel,  Juan  Rubio,  Fabián 
Ortiz.  Luis  Prieto,  Alonso  Pérez  Ortiz,  Francisco  (róniez  y  otros,  (jue 
no  les  salió  en  vano  la  mudanza,  como  lo  certificaron  los  acrecimientos 
de  sus  caudales  y  los  de  todos  cuantos  han  entrado  en  aquella  ciudad."  (1 ) 

Según  el  mismo  autor  entraron  á  las  cajas  reales,  en  un  lapso  de 
lí)  años  y  3  meses  (de  1002  á  1G20),  ;37,'3,893  pesos  por  derecho  de 
quinto  del  oro  sacado  de  Zaragoza,  á  razón  del  quinzavo,  del  veinteno 
y  medio  por  ciento  de  fundición  y  marca,  á  lo  (lue  agrega  :  "  Pongo 
sólo  esto  por  no  haber  podido  alcanzar  la  cuenta  más  llena. . . .  Luego 
al  punto  que  sale  el  oro  de  la  mina,  sin  que  espere  á  fundicióri  y  marca, 
según  me  han  informado  los  que  menos  se  alargan,  debe  ser  una  tercia 
parte  la  que  no  ha  llegado  á  pagar  derechos."  Con  estos  datos  se  puede 
muy  bien  calcular  el  oro  que  produjeron  las  minas  de  Zaragoza  de  1602 
á  1020  en  23»000  libras,  que  representan  un  valor  de  G.000,000  de 
pesos  ! 

El  I*orce  confunde  sus  aguas  con  el  Nechí,  muy  cerca  de  Zaragoza: 
hace  tres  siglos  que  se  explotan  los  aluviones  de  estos  dos  ríos,  los  más 
ricos  de  Antioquia.  Difícil  sería  hacer  el  cálculo  del  oro  que  de  ellos 
se  ha  extraído  ;  aun  más  :  si  fuera  posible  estimar  la  cantidad  de  este 
precioso  metal  (jue  guardan  en  su  lecho  y  en  sus  riberas,  asombraría  la 
cifra  obtenida.  "  El  Porce  ",  dice  el  doctor  Manuel  Uribe  A.,  "es  el 
gran  depósito  aurífero  de  Antioquia.  En  su  lecho  y  en  sus  vegas  hay 
en  explotación  numerosos  depósitos,  que  á  las  veces  suelen  dar  rendi- 
mientos de  asoml)rosa  riqueza.  El  Nechí,  si  no  es  superior,  es  igual  al 
Porce  en  riqueza." 

Refiere  Fray  Pedro  Simón  lo  siguiente :  "  Un  mestizo,  Pedro 
Martín  Dávila,  comenzó  con  los  indios  á  catear  algunas  minas  anti- 
guas, labradas  antes  por  los  indígenas  en  un  gran  cerro,  á  media  legua 
del  río  Xechí,  que  dicen  los  mineros  ser  botadero  ó  embestidcro  del 
río.  Luego  (jue  lo  fué  descubriendo  y  gozando, — á  cuya  satisfacción  y 
seguro  le  fiaban  negros  esclavos, — con  (jue  fué  creciendo  tanto  su 
caudal,  que  le  dio  ánimo  para  sacar  ciertas  aguas  que  viniesen  sobre 
el  cerro  para  labrar  mayores  minas.  Le  costó  el  sacarlas  en  canoas  por 
cumbres  de  árboles,  y   otras  iná(iuinas  y   dificultades,  más  de  00,000 

(1)  Pedro  Jaramillo  fui'- el  primer  español  que,  bajando  el  Magdalena,  dio 
noticias  de  las  riquezas  de  Zaragoza.  Con  él  vinieron  muchos  vecinos  de  Tene- 
rife con  esclavos  para  el  beneficio  de  las  minas.  (Acosta). 


—  12  — 

pesos  de  oro  de  22  quilates.  Aunque  estas  aguas  no  le  alcanzaron  á  la 
cumbre,  desde  el  paraje  adonde  llegaron  vino  á  sacar  tanto  oro,  que 
llegó  su  caudal  en  pocos  días  á  más  de  100,000  pesos,  de  los  quilates 
que  hemos  dicho."  Termina  con  una  juiciosa  observación,  expresada 
en  una  dicción  bien  original  por  cierto :  "  Fué  el  Pedro  Martín,  y 
estaba  con  larguísima  mano  (pues  una  de  las  excelencias  del  oro  es 
hacer  manirroto  á  quien  lo  tiene)  en  especial  con  gente  vagabunda  y 
lisonjera ;  porque  el  oro  es  piedra  imán  de  gente  de  toda  broza,  y  más 
de  la  de  este  pelaje,  polilla  de  ajenas  bolsas " 

La  riqueza  de  las  arenas  del  Nechí  había  llamado  la  atención  del 
Gobierno  español,  porque  generalmente  se  creía  que  contenían  una 
cantidad  maravillosa  de  oro.  D.  Alonso  Turrillo  de  Yebra  fué  nom- 
brado en  1034  Gobernador  de  Antioquia,  con  la  expresa  comisión  de 
desaguar  esa  corriente,  lo  que  no  pudo  conseguir ;  al  siguiente  de  103o 
lo  reemplazó  el  marqués  Quintana  de  las  Torres,  i^ío  fué  éste  más  afor- 
tunado (jue  el  de  Yebra.  (José  A.  de  Plaza).  Más  tarde,  en  1075,  en  el 
acta  de  la  fundación  de  la  villa  de  Medellín,  se  dispuso  que  se  destinaría 
el  producto  de  la  venta  de  ciertos  empleos  para  invertirlo  en  el  desagüe 
de  este  río,  lo  que  no  pudo  llevarse  á  término.  "  El  río  Neclií",  dice  el 
doctor  Uribe  A.,  "es  acaso  la  base  más  segura  de  prosperidad  con  que 
puede  contar  el  Estado  de  Antioquia.  Fuera  de  la  belleza  de  sus  vegas  y 
valles,  de  sus  paisajes,  del  caudal  de  sus  aguas  y  de  la  riqueza  aurífera 
de  su  lecho,  tiene  la  inmensa  ventaja  de  poseer  un  cauce  fijo,  ñícil  de 
limpiar  y  con  fondo   suficiente   para  embarcaciones  de   buen  porte." 

La  ciudad  de  Remedios  fué  fundada  en  1500  por  Francisco  Martí- 
nez de  Ospina.  El  año  siguiente  se  pasó  su  sitio  á  la  loma  de  Buena- 
vista,  y  un  año  después  al  valle  de  San-Blas,  donde  se  sacaba  media- 
namente oro  con  algunos  de  los  indios.  Finalmente  se  trasladó  á  uu 
lugar  llamado  las  Quebradas,  donde  subsiste  hoy. 

Fray  Pedro  Simón,  que  estuvo  en  Kemedios,  describe  así  sus  co- 
piosos aluviones  :  "Este  es  uno  de  los  más  ricos  suelos  que  han  des- 
cubierto los  hombres,  donde  los  indios  en  las  madres  de  los  arroyos  y 
(juebradas  (1)   sacaban  en    la  arena  el  oro  á  puñados  como  granos 

(1)  No  creemos  que  tengan  razón  nuestros  entendidos  gramáticos  D.  Buñno 
Cuervo  y  D.  Emiliano  Isaza  en  considex'ar  vicioso  el  uso  de  la  voz  quebrada  en 
la  acepción  de  arroyo  ó  riachuelo.  El  señor  Isaza  reconoce  que  su  uso  es  común 
también  "en  Costa-Rica,  en  Venezuela,  en  el  Ecuador,  en  la  mayor  parte,  en 
fin,  de  las  Repúblicas  hispano-americanas."  Esta  dicción  nos  la  trajeron  á 
América  los  conquistadores,  que  la  emplearon  en  multitud  de  documentos,  y 
nos  la  legaron,  junto  con  el  rico  caudal  de  la  lengua  de  Castilla.  Aquellos  de 
nuestros  historiadores  que  fueron  hijos  de  España,  Fraj*  Pedro  Simón  y  D. 
Juan  de  Castellanos,  la  emplearon  en  el  mismo  sentido  que  lo  hacemos  hoy,  en 
cien  pasajes  de  sus  obras,  como  puede  verificarse  en  varios  de  los  extractos  que 
de  ellas  citamos. 


—  i.)  — 

do  trigo  y  garbanzos,  y  inuclios  mayores  que  avellanas.  El  sitio  es- 
tilita tan  cerca  á  la  grosedad  de  las  minas,  que  con  facilidad  todos  se 
empleaban  en  sacar  oro;  con  (jue  fué  tanta  la  suma  que  en  pocos  días 
fueron  descubriendo  y  habiendo  á  las  manos,  ([ue  no  se  las  dabau  á 
cogerlo.  Fueron  luego  comprando  negros  esclavos,  que  enviaban  en 
cuadrillas  los  mercaderes  de  Cartagena,  y  ocupando  los  indios  sólo  en 
labranzas  y  cosechas  de  nuiíz.  Llegó  esto  á  tanto,  que  en  dos  años  vino 
á  ser  el  pueblo  más  rico  de  su  tamaño  que  había  en  estas  Indias,  pues 
en  veinte  españoles  (jue  constituían  la  nata  del  pueblo,  tenían  ya  más 
de  2,000  negros  esclavos  :  lo  menos  que  cada  uno  daba  de  jornal  cada 
semana  eran  diez  pesos  de  oro  ;  y  muchos  daban  esta  cantidad  en  un 
día,  y  algunos  30  y  40  y  100,  y  tal  día  hubo  que  un  solo  esclavo  sacó 
500.  Muchas  semanas  tuvo  de  saca  el  capitán  Diego  de  Ospina  L*,500 
pesos,  de  donde  me  vino  él  mismo  á  decir  en  los  días  pasados,  que 
había  dado  él  solo  de  quintos  al  Rey  de  lo  que  había  sacado  en 
este  puesto,  á  razón  del  quinzavo,  que  es  'la  merced  que  le  tiene 
hecha  á  este  pueblo,  más  de  00,000  pesos."  (Luego  había  sacado  más 
de  900,000  pesos). 

'•  Hallaban  este  oro  los  esclavos  y  algunos  indios  que  lo  extraían  de 
dos  maneras :  á  los  principios  era  oro  que  llamaban  corrido  ó  bosado 
de  las  vetas,  que  fué  muestra  de  que  las  había  ;  con  que  se  ofrecieron 
á  buscarlas  subiendo  por  los  amagamientos  de  Las  quebradas,  y  dando 
con  ellas  en  su  nacimiento,  y  que  logizaron  hallar  los  criaderos,  se  dio 
con  la  grosedad  que  decimos  en  muchas  partes.  Yo  estuve  en  algu- 
nas de  éstas  el  año  de  1G13,  en  especial  en  la  que  llaman  Loma-Rica, 
y  vi  que  con  solos  dos  dedos  que  escarbasen  las  negras  en  el  portal  de 
la  casa,  lavaban  aquella  tierra  y  sacaban  dos  y  tres  reales  de  oro.  De 
que  todos  andaban  cargados  desde  el  más  niño  hasta  el  mayor, .  que 
parecía  había  hecho  testamento  la  tierra,  como  ellos  decían,  y  había  re- 
partido con  todos  ellos  sus  grandes  riquezas.  Pero  al  fin  como  riquezas 
de  ella,  que  por  muchas  que  se  tienen  pocas  quedan,  y  siempre  la  ma- 
no corta  y  tasada  se  le  echó  de  ver  á  pocos  años,  que  agotándose  ésta 
con  la  prisa  que  le  dieron,  y  saliendo  de  ella  misma  algunas  enferme- 
dades, con  que  vino  aciuel  gran  número  de  esclavos  á  quedar  en  menos 
de  500.  Habiendo  sido  los  gastos  de  sus  amos  excesivos  y  sin  consi- 
deración, ha  llegado  todo  en  estos  tiempos  á  ser  de  harto,  poco,  por  la 
gran  baja  que  en  todo  ha  habido,  y  no  ha  sido  menor  en  los  indios;  ([ue 
aunque  la  tierra  la  trastornasen  daría  las  mismas  riijuezas  que  antes,  y 
por  ventura  mayores^  pues  ¡as  tiene,  y  la  flaqueza  de  la  gente  se  las 
deja  tener  en  paz." 

Esta  observación  os  muy  exacta,  pues  hará  poco  más  de  níedio 
siglo  que  se  empezaron  á  beneficiar  minas  de  veta  en  Remedios,  y  en  la 


—  14  — 

actualidad  producen  más  de  300  libras  de  oro  i)or  mes,  además  del  que 
se  extrae  de  las  minas  de  aluvión. 

Fray  Pedro  Simón  concluye  así :  "  Más  ó  menos,  según  sale  la 
fama  de  la  saca  del  oro,  se  lia  dado  de  quintos  á  las  cajas  reales,  des- 
pués que  se  comenzó  á  sacar  esta  última  vez  (como  de  1594  á  1620), 
más  de  400,000  pesos,  todos  á  razón  del  quinzavo."  (Luego  el  producto 
de  las  minas  había  sido  de  más  de  6.000,000  de  pesos  en  oro). 

Los- habitantes  de  San- Juan  de  Rodas,  hostigados  por  la  continua 
guerra  en  (jue  vivían  con  los  naturales,  se  pasaron  en  lo81  á  poblar  á 
otra  parte  más  cerca  del  río  Cauca,  y  fundaron  una  villa  que  llamaron 
San-Jerónimo  del  Monte,  "  dos  días  de  camino  del  Cauca,  á  la  parte 
del  Oeste,  tierra  de  valientes  minerales  de  oro  que  gozaban  sus  indios. . . 
Estaba  el  pueblo  fundado  en  una  pe(iueña  sabaneta,  tierra  llana ;  han- 
se  sacado  de  sus  minas  muchas  y  grandes  puntas  de  oro  suelto.  Hay 
noticia  de  muchas  y  grandes  sepulturas  de  indios  ricos."  (Fray  Pedro 
Simón).  Esta  población,  que  se  prov-eía  de  mercaderías  ])or  el  río  San- 
Jorge,  y  distaba  cuatro  días  de  camino  de  Cáceres,  con  el  río  Cauca  de 
por  medio,  se  fué  extinguiendo  hasta  su  completo  abandono,  que  fué  ^ 
mediados  del  siglo  XVII. 

D.  Gaspar  de  Rodas,  "  Gobernador  y  Capitán  general  de  la  Go- 
bernación y  Provincia  de  Antioquia,  Yamesí  (1)  y  tierra  de  entre  los 
dos  ríos,"  promulgó  en  1587  sus  Ordenanzas  de  Minas,  por  las  razones 
que  expresa  en  el  preámbulo,  que  es  del  tenor  siguiente :  "  Por  cuanto 
en  la  ciudad  de  Zaragoza  de  mi  Gobernación  se  han  descubierto  y  se 
descubren  cada  día  minas  de  oro,  así  en  ríos  y  quebradas  como  en  otras 
partes,  y  es  la  dicha  tierra  de  tal  calidad  y  promete  grandes  esperanzas 
de  riqueza  de  oro  de  las  dichas  minas,  y  hay  necesidad  de  hacer  Orde- 
nanzas para  la  labor  de  ellas,  y  porque  Su  Majestad  y  sus  reales  pro- 
visiones libradas  en  la  capitulación  que  conmigo  mandó  tomar,  me  da 
poder  y  facultad  para  ello,  como  consta  y  parece  por  un  capítulo  de  ella, 
cuyo  tenor  es  el  que  sigue  :  '  Ytem  se  le  concede  (|ue  pueda  hacer  las 
Ordenanzas  (jue  le  pareciere  para  el  buen  gobierno  y  labor  de  las  minas 
de  aquellas  tierras  ; '  conforme  á  lo  cual  yo  hice  ciertas  Ordenanzas  para 
la  labor  de  dichas  minas  para  el  año  pasado  de  1584,  y  desde  el  dicho 
tiempo  acá  cada  día  se  han  descubierto  muchas  y  muy  buenas  minas 
de  oro,  y  siempre  van  á  más,  y  así  usando  de  la  dicha  facultad,  y  con- 
forme ai  capítulo,  de  nuevo  hago  y  ordeno  las  Ordenanzas  siguien- 
tes."  

Reproducimos  al  fin  de  este  libro  (Documento  B)  estas  antiguas 
Ordenanzas,  como  pieza  de  interés  histórico.  En  ellas  se  establece  el 

(1)  Yamesí  se  llamaba  la  tierra  que  ocupaban  los  indios  yamesíes,  donde  se 
fundó  Zaragoza : 


—  i:.  — 

principio  (jue  sirvió  de  base  ú  la  le^'islación  española  de  minas,  <|ue 
atribuía  á  la  real  Corona  las  riquezas  del  subsuelo,  para  darlas  al  des- 
cubridor y  explotador  de  los  metales  preciosos.  A  esta  sabia  disjjosición, 
<[ue  siempre  lia  estado  vij^ente  en  Antioquia,  se  debe  en  gran  parte  la 
l)rosperidad  de  que  ha  gozado  este  Departamento  esencialmente  minero. 
Él  mismo  las  comi>lementó  en  loO.S. 

En  los  primeros  tiempos  de  la  colonia  sacaron  copiosísimo  fruto  los 
felices  explotadores  de  las  minas.  Hallaron  placeres  tan  ricos  en  oro, 
que  bastaba  inclinarse  á  recoger  la  tierra  y  lavarla  en  la  batea  para 
saciar  su  codicia  con  el  brillo  del  precioso  metal.  Parecía,  como  decían 
los  moradores  de  Remedios,  que  la  tierra  había  hecho  testamento  y  les 
había  repartido  sus  riquezas.  Hablando  de  las  nobles  familias  á  quienes 
sirvieron  de  tronco  los  conquistadores  de  Antioquia,  dice  el  Obispo 
Fiedrahíta  :  "  Si  se  requieren  letras,  podrán  testificar  las  Escuelas  del 
Xuevo-Keino  y  Quito,  que  los  criollos  de  Antioquia,  Cáceres  y  Zara- 
goza acreditan  siempre  haber  sido  criados  en  minerales  de  oro ;  y  si 
este  metal  es  el  que  realza  prendas  tan  relevantes,  ú  muy  pocos  ha 
desamparado  la  fortuna  en  esta  partey  (1) 

El  progresó  de  la  minería  fué  bien  lento  en  todo  el  curso  del  siglo 
XVII.  Ei  número  de  los  nuevos  pobladores  era  muy  reducido  y  el 
clima  malsano  de  algunos  de  los  centros  mineros  los  diezmaba.  En 
Zaragoza  era  tan  común  ver  morir  prontamente  á  los  españoles  que 
venían  en  busca  de  fortuna,  que  cuando  llegaba  un  chapetón,  iban  otros 
á  preguntar  al  Cura  cuánto  pedía  por  el  vestido  del  pobre  aventurero, 
pues  éste  no  traía  otra  prenda  con  qué  pagar  su  entierro.  La  población 
indígena  disminuyó  tan  rápidamente,  que  pronto  faltaron  brazos  para 
el  trabajo  de  las  minas;  y  además  los  negros  esclavos  costaban  muy 
caro  y  pocos  podían  comprarlos. 

Siguieron  explotándose  con  provecho  las  ¡¡layas  del  Cauca,  del 
Porce,  del  Nechí  y  de  varios  afluentes  de  estos  dos  últimos  ríos.  Las 
vetas  continuaron  por  mucho  tiempo  sepultadas  en  las  entrañas  de  la 

(1)  Y  en  ella  (*)  desde  el  tiempo  que  decimos, 
Gaspar  de  Rodas  hizo  su  vivienda, 
No  sin  deseo  de  fundar  más  pueblos 
En  las  provincias  de  entre  los  dos  ríos, 
A  lo  cual  aspiraban  otros  muchos 
Varones  de  caudal  y  principales. 
Que  de  la  gran  riqueza  de  aquel  suelo. 
Tenían  ya  noticia  y  experiencia. 

(Castellanos,  Elegías). 

(•)  La  ciudad  de  Antioquia. 


—  16  — 

tierra :  sólo  se  beneficiaban  las  de  Buriticá,  algunas  ricas  venillas  y 
rodados  (1)  desprendidos  de  los  filones. 

Los  bucaneros,  que  desde  1(J70  asolaban  las  costas  del  Atlántico, 
tuvieron  noticia  de  los  ricos  minerales  de  Antioquia,  en  especial  de  los 
de  Buriticá,  y  pretendieron  penetrar  en  su  territorio  para  hacer  botín 
de  sus  tesor(>s.  Dos  indios,  dicen  las  crónicas,  llamados  Manco  y 
David,  lograron  con  su  astucia  desanimar  á  los  filibusteros  de  su  intento. 
Dichos  indios  se  ofrecieron  á  servir  de  guías  en  la  expedición  proyec- 
tada, mas  pidieron  antes  herramientas  para  abrir  una  vereda.  Picaron 
varios  árboles  en  los  lugares  del  tránsito,  de  manera  (jue  cayeran  á  un 
mediano  impulso,  y  luego  que  los  invasores  habían  penetrado  un  poco 
en  el  bosque,  desviándose  los  indios  hacían  caer  un  árbol  que  empujaba 
otros,  poniendo  en  grande  aprieto  á  los  piratas,  que  desistieron  de  su 
intento  y  regresaron  al  mar  de  las  Antillas.  Se  asegura  que  en  el  pueblo 
de  Buriticá,  de  donde  eran  vecinos  Manco  y  David,  existe  un  docu- 
mento en  el  que  consta  que  las  autoridades  los  dispensaron  del  tributo 
en  premio  de  tan  señalado  servicio.  (1)  (Camilo  Echeverri.  y  Manuel 
Uribe  A.  Estudios  industríales  sobre  la  minería  autioqueña  en  185G). 
Juzgamos  que  los  bucaneros  que  intentaron  entrar  á  Antioquia  fueron 
los  mismos  que  llegaron  á  Quibdó  en  1G79,  como  lo  referiremos  más 
adelante. 

En  1701  expidió  el  Gobernador  de  la  provincia,  D.  Francisco 
Fernández  de  Heredia,  un  documento  á  favor  de  D.  Fernando  Toro 
Zapata,  en  el  que  lo  califica  de  primer  descubridor  de  minas  de  oro 
corrido.  Si  esto  en  rigor  no  es  exacto,  pues  ya  para  entonces  se  habían 
explotado  no  sólo  los  aluviones  de  los  ríos  y  de  las  quebradas,  sino 
también  terrenos  aluviales  más  antiguos,  sí  es  cierto  que  á  él  más  que 
á  ninguno  otro  se  debió  entonees  el  desarrollo  de  la  industria,  minera 
en  Antioquia. 

En  la  Memoria  citada  de  D.  José  Barón  de  (Jhaves,  dice  :  "  Es 
tanta  la  copia  de  minerales  que  contiene  la  Provincia,  que  en  ella 
apenas  se  puede  poner  la  planta  que  no  sea  sobre  el  oro,  y  sin  que 
parezca  inconveniente  lo  queáV.E.  expongo,  no  llegan  todos  ios 
negros  de  cuadrilla  á  000.  El  metal  que  se  saca  sube  no  obstante  por 
lo  que  mira  á  sólo  tres  poblaciones,  que  son  Antioquia,  Medellíu  y 
Rionegro,  á  50,000  castellanos  de  oro  (500  libras)  por  año,  y  no  con- 
templo que  sea  la  tercera  parte  de  lo  (lue  se  extrae  de  los  veneros 

(1)  Entre  nosotros  se  da  á  los  rodados  el  nombre  de  riegos. 

(2)  Mi  respetable  amigo  el  doctor  José  M.  Martínez  Pardo,  me  ha  escrito 
de  Antioquia  diciéndome  que  conoció',  en  1817,  á  un  individuo  descendiente  de 
Manco,  que  gozaba  aún  del  privilegio  de  no  pagar  tributo. 


-17- 

El  valur  (le  un  negro  lti>ziil  es  i)or  lo  regniur  de  1250  castellanos  de  oro 
en  polvo." 

Kii  17<!S  se  li:iltí;in  emprendido  trabajos  importantes  en  los  ríos 
(lUiulaliipc,  San-Andrés  de  Cuenjuia,  Kíu-Grande,  Kío-Chico  etc., 
para  facilitar  la  corriente  de  las  aguas  [colgar  las  minas).  Hacía  ocho 
ó  diez  años  <iue  estaban  colgando  la  mina  de  Río-Chico  y  faltaban 
aún  dos  ó  tres  años  para  terminar  la  operación.  Se  (juejaban  los  dueños 
"  de  suma  escasez  de  esclavos,  y  de  que  en  la  compra  de  ellos  se  les 
iba  el  mejor  jugo  de  la  mina."  cincho  oro  se  sacó  por  entonces  y  se  ha 
sacado  en  este  siglo  de  los  mencionados  ríos. 

Por  ese  tiemjio  se  descubrieron  los  aluviones  altos  de   Santa-Rosa 
de  Osos,  cuvo  finísimo  oro  de  20i  á  1*2  quilates  en   brillantes  escamas 
se  extrajo  en  grande  abundancia.  Estas  minas  no  podían  trabajarlas 
por  falta  de  agua  sino  cuando  llovía,  ó  recogiéndola  en  estanques. 

El  doctor  Manuel  Uribe  A.,  dice  en  su  Geografía  general  de 
Antioquia  :  "  A  principios  del  siglo  XVÍII,  algunos  habitantes  del 
valle  de  Aburra  (Medellín)  tiraron  para  el  lado  de  la  hasta  entonces  so- 
litaria comarca  del  valle  de  los  Osos,  con  el  fin  de  buscar  oro.  Lo  primero 
en  (jue  se  ocuparon  fué  en  explorar  el  territorio  de  San-Pedro,  pasaron 
luego  51  los  lados  de  Belmira,  y  contrajeron  por  último  su  trabajo  á  be- 
neficiar los  lechos  y  playones  de  Río-Chico  y  Río-Grande.  Esta  ex- 
plotación fué  de  admirable  riíjueza  en  un  principio,  sobre  todo  en 
Quebraditas,  San-Andrés,  San-Jacinto,  San-Pedro,  Entrerríos  y  lo 
que  hoy  es  Azuero. 

"  Halagados  por  la  ganancia,  siguieron  los  exploradores  hacia  el 
norte,  y  siempre  con  buen  éxito  fueron  estableciendo  empresas  á  uno  y 
otro  lado,  hasta  llegar  á  las  cercanías  del  punto  en  que  está  hoy  la 
ciudad  de  Santa-Rosa.  Conseguido  esto,  fabricaron  una  ranchería  en 
la  parte  sur  de  a(juel  ]>unto,  y  ese  cuartel  general,  ocupado  por  em- 
presarios distinguidos,  se  enriqueció  bien  pronto,  estimuló  nuevas  em- 
presas y  atrajo  gran  número  de  habitantes. 

"  Inmediato  al  caserío  quedaba  un  plano  ehívado  en  forma  de  anfi- 
teatro, y  sobre  ese  plano  agruparon  habitaciones  que  al  fin,  y  ya  para 
mediados  del  siglo  XVII,  presentaban  aspecto  de  ciudad.  Esa  ciudad 
puso  su  ])lanta  sobre  un  banco  de  oro,  ])ues  como  tal  se  reputa  hoy  el 
sitio  en  (jue  está.  .  .  . 

''  Hasta  entonces,  entní  (»tros  ricos  placeres,  se  trabajaron  como  de 
más  crédito  los  de  Siin-José  y  la  Matica.''  Ambos  placeres  se  explo- 
tan aún. 

En  1758  hizo  un  español.  I).  Antonio  de  Quintana,  un  penosísimo 
viaje  de  exploración  do  ^Medellín  al  río  Tenche,  afluente  del  Xechí,  en 
comjKiñía  de  dos  mineros,  un  montaraz  y  doce  jjeones.  (lastaron  Gí)  días 


-  18  — 

para  Hogar  al  término  del  viaje.  Sus  jornadas  se  reducían  con  frecuen- 
cia á  una  legua  de  camino,  abriendo  trocha  en  la  montaña,  sin  alejarse 
iiiucho  de  los  ríos  Guadalupe  y  Porce.  Plstuvieron  á  pique  d(í  perecer 
de  hambre,  pues  pasaron  muchos  días  sin  otro  alimento  ([ue  cacao  mo- 
lido sin  mezcla  alguna,  cogollos  de  palmera  y  almendras  silvestres. 
"El  7  de  Julio,"  dice  el  señor  Quintana,  "llegué  á  la  ranchería  de 
-Tenche,  donde  trabajaba  el  capitán  Nicolás  de  Guzmán,  en  cuya  de- 
manda habían  sido  mis  sufrimientos  en  aquella  montaña,  pues  quería 
experimentar  si  dicha  quebrada  era  tan  rica  como  me  había  insinuado 
su  dueño.  (1)  Habiendo  mandado  hacer  de  almorzar,  en  tanto  ((ue  lo 
hacían,  pasé  á  registrar  las  labores  de  la  mina.  Hice  que  cuatro  peones 
procuraran  echar  al  canalón  alguna  tieri'a.  y  lavasen  algunas  mazamo- 
rras ;  en  hora  y  cuarto  que  se  trabajó  se  lavaron  seis  pesos  de  oro,  y 
aunque  les  puse  presente  la  utilidad  que  prometía  la  mina,  no  fué  po- 
sible reducirlos  á  que  se  trabajase.  Habiendo  almorzado  volvimos,  á 
seguir  viaje." 

El  señor  Quintana  regresó  á  Medellín  por  Zaragoza  y  Remedios, 
luego  hizo  un  viaje  á  Jamaica,  de  donde  trajo  esclavos  negros.  No 
halló  conveniente  volver  á  la  región  cálida  y  desierta  de  Tenche- 
Bravo,  y  puso  trabajos  de  explotación  productivos  en  dos  afluentes  del 
Nechí :  la  quebrada  de  San-Juan  y  un  río  que  pasa  cerca  de  Angos- 
tura, al  que  él  puso  el  nombre  de  Tenche,  que  ha  conservado. 

En  la  Relación  de  mando  del  Gobernador  de  Antioquia,  D.  Fran- 
cisco Silvestre  (177C),  leemos  :'  "  Es  esta  Provincia  la  joya  más  preciosa 
y  rica  que  tiene  nuestro  Soberano,  por  los  muchos  riquísimos  minerales 
de  oro  que  desde  sus  centros  se  derraman  hasta  sus  extremos,  ya  en  los 
ríos  y  quebradas,  que  son  los  (¡ue  se  trabajan  sacando  oros  que  llaman 
corridos,  y  ya  en  las  muchas  minas  de  oro  de  veta  que  están  vírgenes  y 
abandonadas  absolutamente,  aunque  en  las  piedras  que  se  hallan  sobre 
la  haz  de  la  tierra  están  manifestando  el  oro,  de  modo  que  lo  palpan 
los  ojos;  porque  ni  tienen  conocimiento  de  su  beneficio,  ni  de  los 
ingenios  para  moler  metales,  y  lo  que  es  más  que  todo,  ni  alientos  ni 
brazos  para  dedicarse  á  una  empresa  que  necesita  éstos  y  caudales, 
porque  no  hay  la  abundancia  de  peones,  bastimentos  y  herramientas,  y 
es  necesario  valerse  de  negros  que  cuestan  á  lo  menos  400  patacones, 
y  cuyo  jornal  ordinario  se  regula  por  dos  tomines  ó  cuatro  reales,  que 
en  algunos  parajes  es  más.  Pero  toda  esta  riqueza,  que  parece  ponde- 

(1)  El  capitán  Guzmán  manifestó  á  su  amigo  D.  Antonio  Quintana  que 
había  sacado  ochocientas  libras  de  oro  de  las  minas  de  Tenche-Bravo  y  que 
esto  le  bastaba  para  vivir  en  España,  su  patria.  Hízole  cesión  del  expresado 
mineral  con  las  herramientas  que  allí  había  dejado  y  le  instó  para  que  pusiera 
trabajos  en  él. 


»  —  1!»  — 

rada,  y  ({uc  cxaiiiinada  como  lo  lio  dicho,  deja  con  la  realidad  acreditado 
'•<iu  ventaja  el  aserto,  se  halla  como  arrinconada  y  dada  al  desprecio. . . . 

'*  Como  las  minas  de  oro  corrido  son  las  que  por  tantos  años  y  más 
generalmente  se  trabajan  y  lian  trabajado,  van  concluyéndose  las  más 
inmediatas,  y  tienen  (jue  internarse  mucho  en  el  monte  en  busca  de 
otras,  donde  les  es  difícil  mantener  las  cuadrillas  ó  los  libres  mazamo- 
rreros  <|ue  las  benetícian,  l^n  in<reniero  hábil  y  m¡uiuinista  (jue  viniera 
á  ella,  facilitaría  mucho  el  trabajo,  vencería  muchas  dificultades;  por- 
(jue  se  dejan  las  labores  á  lo  más  pingüe  de  ellas  después  de  consumido 
y  gastado  el  dinero....  Pero  la  mayor  riqueza,  de  que  son  los  oros 
corridos  como  desperdicio,  está  reducida  á  las  minas  de  veta,  (|ue  hay 
muchas,  y  todas  ó  casi  todas  vírgenes  é  intactas,  sin  embargo  de  encon- 
trarse piedras  en  algunas,  como  en  las  del  Espinal  y  San-Pedro,  que 
está  grannjado  el  oro  de  modo  (jue  se  ve  y  que  parece  que  la  tierra 
oprimida  de  tanto  guardarlo  quiere  como  brotarlo  de  sí  y  manifestar  lo 
mucho  (jue  esconde  dentro.  Aunque  beneficiadas,  rendirían  con  usura ; 
ninguna  hay  en  esta  Provincia  que  se  trabaje  presentemente..  ..  Ne- 
cesitando las  minas  de  veta  ingenios  para  moler  minerales,  saberlas 
seguir  y  además  barras,  pólvora  para  tacos  y  otros  instrumentos  que 
absolutamente  ignoran  las  gentes,  no  saben  animarse  á  emprender, 
aunque  sea  formando  compañías,  un  nuevo  trabajo  que  creen  inútil  y 
más  costoso  de  lo  que  sería  en  sí. . .  .(1) 

"  La  moneda  sellada  de  oro  y  plata  no  corre  en  esta  Provincia  y  sí 
solamente  el  oro  en  polvo." 

El  Oidor  I).  Juan  Antonio  ^lon  y  Velarde,  en  la  visita  (|ue  hizo 
en  1788,  mandó  que  circulase  en  Antioquia  la  moneda  de  plata  acu- 
ñada y  dictó  oportunas  ])rovidencias  para  el  fomento  de  las  minas,  for- 
mando Ordenanzas  y  mandando  que  todos  los  mineros  hicieran  algunas 
siembras  y  tuvieran  la  cría  de  ganados  posible.  (2) 

(1)  El  señor  Silvestre  llevó  más  tarde  á  su  costa,  :í  Antioquia,  á  un  francés, 
M.  Luis  Laneret,  para  facilitar  la  labor  de  minas,  fabricando  molinos  etc.  El 
Virrey  le  nombró,  en  1784,  Director  de  minas  de  la  Provincia,  con  la  asignación 
anual  de  250  castellanos  de  oro.  A  propósito  del  señor  Silvestre  nos  ha  escrito 
el  señor  D.  Ricardo  Pereira  lo  siguiente  :  "  Hay  en  los  archivos  de  España  mu- 
chas relaciones  interesantes,  dignas  de  ser  conservadas.  En  el  número  de  éstas 
merece  mención  especial  la  Descripción  del  Nuei-o  Reino  de  Granada  de  D.  Fran- 
cisco Silvestre,  que  se  halla  en  el  Arcliivo  de  Indias  de  Sevilla,  y  que  es  un  ver- 
dadero compendio  de  Historia  y  Geografía  del  Virreinato." 

(2)  En  una  carta  de  D.  Juan  José  D'Elhúyar  al  Virrey  D.  Francisco  Gil  y 
Lemus,  fechada  el  18  de  Febrero  de  1789,  dice  hablando  de  las  Ordenanzas  de 
minas  formadas  por  el  señor  Mon  y  Velarde  :  "  Todas  las  Ordenanzas  conté- 
nidas  en  este  importante  tratado  llevan  la  mira  de  unir  las  utilidades  de  los 
particulares  con  las  del  Estado,  y  es  de  esperar  que  de  su  observancia  resul. 
taran  las  ventajas  que  se  desean  del  fomento  de  las  provincias  de  Antioquia  y 
el  Chocó  y  la  prosperidad  de  su  comercio  y  población." 


En  1770  se  computaban  en  Antioquia  1,4G2  negros;  en  1778,  según 
el  padrón  general,  4,8Í)(>,  y  diez  años  después  bajaron  á  4,296,  según  el 
padrón  ])articular. 

En  1781  se  principió  el  laboreo  (le  las  minas  de  aluvión  del  lio- 
sario,  de  donde  "  se  sacó  el  oro  por  arrobas." 

Ue  la  Relación  de  mando  de  I).  Cayetano  Buelta  Lorenzana,  ((ue 
fué  Gobernador  de  Antioquia  de  1770  á  1782,  tomamos  las  interesan- 
tes noticias  que  siguen : 

"  El  río  Cauca  es  muy  abundante  de  oro  en  sus  playas,  que  sólo  se 
pueden  trabajar  en  los  veranos,  después  (lue  el  río  está  bajo,  y  cuando 
se  consigue  que  lo  esté  un  par  de  meses,  lo  que  sucede  pocas  veces,  se 
conoce  el  mucho  oro  que  se  saca  en  los  estanques  de  tabaco  y  aguar- 
diente y  tiendas  de  los  mercaderes,  porque  los  mazamorreros  que  se 
dedican  á  este  ejercicio,  en  aquellos  lugares  lo  invierten,  y  es  muy 
raro  el  que  al  fin  del  verano,  aunque  saquen  tres  ó  cuatro  libras  de 
oro,  reserven  algunos  pesos  para  su  subsistencia,  y  así  como  lo  van 
sacando  lo  van  gastando,  y  de  un  verano  á  otro  se  mantienen  con 
miseria.  -  -  -(1) 

"  El  río  Ñus  es  mayor  que  el  Nusito  y  mucho  más  escaso  de  oro  ; 
pero  el  último,  si  no  es  más  rico  que  el  Porce,  no  le  cede  en  el  tanto, 
y  por  las  mismas  circunstancias  que  aquél  (lo  malsano  del  clima)  han 
estado  casi  abandonadas  sus  labores ;  pero  ya  en  el  presente  se  tra- 
bajan algunas  con  mucha  utilidad  de  sus  dueños. 

"  El  río  San-Juan  es  demasiado  rico  de  oro  y  el  que  hace  más  rico 
al  Cauca,  del  que  es  tributario. 

"  Kío-Grande  y  Río-Chico  corren  á  poca  distancia  uno  de  otro  y 
desembocan  unidos  en  el  Porce.  El  llío-Chico  tiene  más  minas  que  el 
Grande,  especialmente  cerca  de  sus  cabeceras,  en  donde  están  las  que 
nominan  las  Petacas,  San-Jacinto  y  otras  que  desde  su  descubri- 
miento se  han  trabajado  y  trabajan  con  conocida  utilidad.  Estas  minas 
tienen  la  particularidad  «pie  no  tienen  otras,  esto  es,  que  acabando  de 
lavar  una  labor  de  aquellas  en  que  suelen  trabajar  de  cuatro  á  cinco 
años,  vuelven  á  relavar  las  labores  viejas,  y  hallan  igual  interés  que 
al  principio,  siendo  por  este  motivo  permanente  en  aquellos  minerales 
la  riqueza.  En  Kío-Grande  no  se  ha  conocido  mineral  de  consideración 
hasta  que  le  entra  Río-Chico. 

"  Llaman  Charcón  de  Zaragoza  un  grande  estanque  de  agua  en  el 
río  Neclií,  en  cuyo  plano  se  halla  mucho  oro,  de  donde  lo  sacan  en  los 

(1)  En  una  seca  considerable  del  Cauca,  que  tuvo  lugar  hace  pocos  años, 
se  formó  un  verdadero  campamento  de  mazamorreros  improvisados  en  la  playa 
de  Paugordito,  cerca  de  la  ciudad  de  Antioquia,  y  se  sacaron  muchas  libras  de 
oro  de  21  quilates. 


—  21  — 

viTíinos  cuando  el  nO  está  muy  liajo.  El  modo  de  sacarlo  es  bajar  al 
referido  plano,  y  sin  detenerse  más  tiempo  ([ue  el  preciso  á  que  da 
lufrur  la  respiratión,  recogen  en  una  batea  de  madera  las  arenas  que 
l)ue(len,  y  volviendo  á  subir  las  lavan,  de  cuya  operación  resulta  pro- 
ducir cada  batea  seis,  siete  castellanos,  y  algunas  han  producido  hasta 
diez,  conforme  á  la  mayor  ó  menor  cantidad  de  arena  (lue  sacan  y  el 
lugar  ji  donde  caen.  El  referido  estanque  no  se  puede  desaguar,  y 
como  los  que  sacan  allí  el  oro  no  tienen  ni  han  discurrido  otro  modo  de 
extraerlo,  y  aun  de  este  modo  son  pocos  los  que  lo  saben  sacar,  y  se 
queda  en  lo  principal  del  fondo,  su  riqueza  se  considera  con  funda- 
mento será  muy  grande,  porque  á  poca  distancia  más  arriba  de  él, 
entran  en  Nechí  varias  quebradas  que  bajan  de  los  más  ricos  minerales 
de  los  valles  de  Osos,  Si  se  discurriese  algún  modo,  como  lo  hacen  en 
Euroi)a,  ¡¡ara  limpiar  los  canales,  ríos  navegables  y  puertos  marítimos, 
y  se  lograse  sacar  toda  la  tierra  y  arena  que  tiene,  hasta  encontrar  la 
peña,  me  parece  que  se  sacaría  mffcliísimo  oro. 

"  Todo  el  río  de  Espíritu-Santo,  tributario  del  Cauca,  es  un  rico 
mineral  de  oro  bastante  grueso  y  de  más  de  veinte  quilates  de  ley,  y 
abundante,  pero  difícil  de  sacar  por  estar  la  peña,  donde  tiene  su 
asiento,  muy  cargada  de  grandes  pedrones,  cuya  carga  tiene  de  doce 
hasta  quince  varas  de  grueso  ;  pero  para  vencer  esta  dificultad  tiene 
la  favorable  proporción  de  bastante  cuelga  y  aguas  encima  para  mover 
la  carga. 

"En  todas  las  playas  del  río  Cañas-Gordas,  tributario  del  Atrato,  se 
encuentra  oro,  y  lo  mismo  en  los  ríos  y  quebradas  que  le  entran.  Los 
ríos  son  los  siguientes  :  Uramita,  Uraraa-grande,  la  Herradura  y 
Río-Verde.  (1)  El  Uramita  es  el  más  rico  de  todos  ellos  ;  en  muchos 
parajes  se  reconocen  las  labores  de  los  antiguos,  que  se  abandonaron 
con  motivo  de  las  continuas  invasiones  de  los  indios,  y  en  el  día  se 
van  trabajando  por  haber  cesado  aquel  inconveniente. 

"El  río  Murrí,  que  entra  en  el  Atrato  como  el  anterior,  es  bastante 
caudaloso  y  rico  de  minas  de  oro  en  toda  su  extensión,  cuya  riqueza  le 
tributan  los  muchos  arroyos  y  quebradas  que  entran  en  él,  por  ser  todos 
abundantes  en  minerales,  siendo  el  más  famoso  de  todos  el  de  la  que- 
brada STame,  de  donde  se  han  sacado  muchos  pesos  de  oro.  (2)  El 
temperamento  es  poco  sano  y  el  camino  demasiado  malo,  pues  no 
pueden  entrar  bestias  de  carga  y  así  los  víveres  salen  muy  caros,  por 

(1)  Estos  ríos  son  afluentes  de  Eío-Sucio,  del  que  se  hacía  anteriormente 
uno  aolo  con  el  nombre  de  Cañas-Gordas,  que  es  su  tributario.  ^ 

(2)  Esta  quebrada)  está  señalada  en  la  carta  geográfica  de  Antioquia  de  los 
señores  Ponce  de  León  y  Paz  (1864)  con  la  expresión  :  Muy  rica,  en  oro.  Un  indio 
reveló  su  riqueza  á  una  señora  Vanegas,  de  la  ciudad  de  Antioquia. 


cuyo  motivo  no  se  lian  aplicado  á  sacar  el  iiiuclio  oro  de  que  abunda 
este  río." 

Como  lo  dice  el  señor  Lorenzana,  los  ricos  minerales  de  oro  del  te- 
rritorio que  mediaba  entre  las  provincias  de  Antioquia  y  el  Chocó 
futeron  explotados  antiguamente.  Los  repetidos  ataques  de  los  indios 
obligaron  á  suspender  los  trabajos,  ])u(!S  llegó  á  tanto  su  furor  que,  des- 
pués de  haber  dado  muerte  á  varios  mineros  y  á  sus  cuadrillas  que  no 
pudieron  fugarse,  quemaron  y  arrasaron  las  rancherías  y  destruyeron 
las  labores  para  que  sus  dueños  las  abandonasen  completamente.  El 
señor  Lorenzana  consiguió  á  su  costa  la  reducción  de  esos  indios  bár- 
baros, fundando  los  pueblos  de  San-Cavlos  de  Cañas-Gordas  y  San- 
Carlos  de  la  Isleta,  y  logró  que  se  estableciera  nuevamente  en  aquellos 
parajes,  con  utilidad  para  todos,  el  laboreo   de  sus  afamados  placeres. 

La  explotación  de  los  ricos  aluviones  de  los  ríos  Sucio  y  Murrí  y 
de  sus  afluentes  se  abandonó  por  conipleto  durante  nuestra  guerra  de 
Independencia.  Esta  región,  que  lleva  hoy  el  nombre  de  Dabeiba,  es 
el  antiguo  Dabaibe.  De  esto  no  quedará  duda  leyendo  las  noticias 
que  en  carta  al  Rey,  fechada  en  1513,  da  Vasco  ]S^úñez  de  Balboa. 
Dice  así : 

"Yendo  este  río  grande  de  San-Juan  (1)  arriba  treinta  leguas 
sobre  la  mano  izquierda,  entra  uu  río  muy  hermoso  y  grande  (2)  ; 
yendo  dos  días  por  él  arriba  estaba  un  cacique  que  se  dice  Dabaibe: 
es  muy  gran  señor  y  de  muy  gran  tierra  y  muy  poblada  de  gente, 
tiene  oro  en  mucha  cantidad  en  su  casa,  y  tanto,  que  para  quien  no 
sabe  las  cosas  de  esta  tierra,  será  bien  dudoso  de  creer;  esto  sé  de 
nueva  cierta ;  de  casa  de  este  cacique  Dabaibe  viene  todo  el  oro  que 
sale  por  este  golfo  (3),  y  todo  lo  que  tienen  estos  caciques  de  estas 
comarcas;  es  fama  que  tienen  muchas  piezas  de  oro  de  extraña  manera, 
y  muy  grandes;  dícenme  muchos  indios  que  lo  han  visto,  que  tiene 
este  cacique  Dabaibe  ciertas  cestas  de  oro,  que  cada  una  del  las  tiene 
un  hombre  ([ue  llevar  á  cuestas;  este  cacique  coge  este  oro  porque  está 
apartado  de  la  sierra,  y  la  manera  como  lo  há  es,  que  dos  jornadas  de 
allí  hay  una  tierra  muy  hermosa  en  que  hay  una  gente  que  es  muy 
caribe  y  mala,  comen  hombres  cuantos  pueden  haber :  ésta  es  gente 
que  está  sin  señor,  y  no  tiene  á  quién  obedecer;  es  gente  de  guerra  : 
cada  uno  vive  sobre  sí ;  son  señores  de  las  minas ;  son  estas  minas, 
según  yo  tengo  la  nueva,  las  más  ricas  del  mundo;  estas  minas  son  en 

(1)  Los  españoles  dieron  primitivamente  el  nombre  de  San-Juan  al  Atrato. 

(2)  Este  río  no  puede  ser  otro  que  el  Murrí. 

(3)  El  Golfo  de  Urabá,  en  cuya  margen  occidental  estaba  situada  Santa- 
María  la  Antigua. 


UUH  ticrní  (|Ut»  hay  una  sierra  la  más  alta  del  inundo  al  parci-er,  y  creu 
que  nunca  se  lia  visto  otra  de  tan  gran  altura  ;  nace  de  liacia  la  parte 
do  Tralla  de  este  golfo,  algo  la  tierra  dentro,  que  jjodrá  ser  de  la  mar 
veinte  leguas;  va  su  vía  de  esta  sierra  nietiéudose  á  la  parte  de  medio- 
día; es  tierra  llana  do  comienza;  desde  el  nacimiento  de  ella  va  creciendo 
en  nuicha  caiitiilad  ;  es  tan  alta  (jue  se  culue  cou  las  nubes  ;  dos  años 
bá  que  estamos  de  que  nunca  se  lia  visto  lo  alto  della  sino  dos  veces, 
porque  á  la  coDtina  está  cubierta  con  los  cielos ;  desde  que  llega  en  la 
más  altura  torna  á  decaer;  fasta  allí  va  montosa  de  gran  arboleda,  y 
desde  allí  van  cayendo  unas  cordilleras  de  sierras  sin  monte  ninguno  ; 
va  á  fenecer  en  la  más  hermosa  tierra  del  mundo  y  más  llana  junto 
con  este  cacique  Dabaibe  ;  las  minas  muy  ricas  están  en  esta  punta 
de  esta  tierra  volviendo  hacia  la  parte  del  nacimiento  del  sol;  el  sol  las 
da  en  naciendo :  hay  dos  jornadas  desde  este  cacique  Dabaibe  fasta 
estas  ricas  minas  (1).  La  manera  como  se  coge  es  sin  ningún  trabajo, 
de  dos  maneras:  la  una  es  que  esperan  que  crezcan  los  ríos  de  las  que- 
bradas, y  desque  pasan  las  crecientes  quedan  secos,  y  queda  el  oro  des- 
cubierto de  lo  que  roba  de  las  barrancas  y  trae  de  la  sierra  en  muy 
gordos  granos  :  señalan  los  indios  que  son  del  tamaño  de  naranjas  y 
como  el  puño,  y  piezas  según  señalan  á  manera  de  planclias  llanas. 
Otra  manera  de  coger  oro  hay,  que  esperan  que  se  seque  la  yerba  en 
las  sierras  y  las  ponen  fuego,  y  después  de  quemada  van  á  buscar  por 
lo  alto  y  por  las  partes  más  dispuestas,  y  cogen  el  oro  en  mucha  can- 
tidad y  en  muy  hermosos  granos;  estos  indios  que  cogen  este  oro  lo 
traen  en  granos  como  lo  cogen  por  fundir,  y  lo  rescatan  con  este  ca- 
cique Dabaibe ;  dales  en  precio  por  rescate  indios  mancebos  y  mucha- 
chos para  comer,  y  indias  que  sirvan  á  sus  mujeres ;  no  las  comen  ; 
dales  mucho  pescado  y  ropa  de  algodón  y  sal,  dales  piezas  de  oro  la- 
bradas como  ellos  las  quieren;  con  sólo  con  este  cacique  Dabaibe 
tienen  este  rescate  aquellos  indios,  porque  por  otra  parte  no  hay  lugar. 
Este  cacique  Dabaibe  tiene  gran  fundición  de  oro  en  su  casa;  tiene 
cien  hombres  á  la  contina  que  labran  oro;  esto  sé  todo  por  nueva 
cierta,  porque  nunca  otra  cosa  procuro  por  do  quiera  ando  ;  he  procu- 
rado saberlo  de  muchos  caciíjues  é  indios,  y  ansí  de  sus  vecinos  de 
este  cacique  Dabaibe  como  de  los  de  otras  partes,  hallo  ser  verdad 
todo,  porque  lo  he  sabido  en  muchas  maneras  y  formas,  dando  á  unos 
tormento,  y  á  otros  por  amor,  y  dando  á  otros  cosas  de  Castilla." 

Tal  es  el  relato  maravilloso,  llámesele  leyenda  si  se  quiere,  que  dio 
origen  á  la  ficción  del  Dorado  de  Dabaibe,  en  solicitud  del  cual  sacri- 

(1)  Parécenos  que  con  todas  estas  señales  se  designa  claramente  la  comarca 
que  bañan  el  Cañas-gordas,  el  alto  Murrí,  y  los  ricos  afluentes  de  éste  y  los 
de  la  parte  alta  del  Río-Sucio. 


-24- 

ficaron  tantas  vidas  los  conquistadores.  Pero  si  se  despoja  ese  relato 
de  las  ponderaciones  en  que  la  ignorancia,  el  deseo  de  agradar  á  los 
españoles  y  el  temor  de  los  tormentos  hacían  incurrir  á  los  pobres 
indios,  queda  siempre  un  gran  fondo  de  verdad,  que  no  deja  duda 
sobre  la  riqueza  efectiva  de  la  región  úo.  J)abaibe,  de  ((ue  da  clara  idea 
la  relación  del  señor  Lorenzana. 

Kefiere  Fray  Pedro  Simón  que  habiendo  tenido  Pedro  Fernííndez 
conocimiento,  por  el  cacique  de  Urabaibe,  de  las  riquísimas  tierras  de 
Funucuná  y  Dabaibe,  y  de  que  allí  faltaban  niujeros  á  causa  de  las 
guerras  con  una  tribu  confinante,  entró  algunas  veces  á  vender  esclavas, 
en  cuyo  rescate  sacaba  gran  suma  de  oro,  y  las  noticias  que  se  tienen  de 
aquellas  tierras  y  de  las  de  Oromira  (Murrí  f),  donde  también  iba. 

El  General  D.  Marceliano  Vélez  ha  comprendido  bien  la  irapor. 
tancia  de  este  territorio,  cuyas  "selvas  seculares,"  dice  él  mismo,  "inex- 
ploradas absolutamente,  depositarias  de  inauditas  riquezas  en  los  tres 
reinos,  han  vegetado  en  el  aislamiento  y  en  la  soledad,  secuestradas  del 
mundo  como  las  regiones  del  África  central."  Propúsose  abrir  nuevos 
horizontes  á  los  emprendedores  habitantes  del  Departamento,  con  cuyo 
fin  dispuso  se  prolongase  el  camino  de  Occidente  hasta  un  río  nave- 
gable, por  el  cual  se  ponga  en  rápida  comunicación  con  el  Atlántico. 
En  los  últimos  años  del  siglo  XVIII  descubrió  D.  Antonio  Salazar 
la  mina  de  veta  de  la  Quiuná.  "  Ha  cundido  la  fama  de  las  copiosas 
sacas  que  se  hacen  en  ella,"  dice  un  informe  de  D.  Andrés  Pardo  (1) 
(1798)  5  "  su  piedra  tiene  por  lo  menos  mía  tercera  parte  de  oro  finí- 
simo." (Eestrepo).  Esta  mina  presenta  dos  particularidades :  el  tener 
por  ganga  calcáreo  en  vez  de  cuarzo,  y  su  elevada  ley,  que  es  de  22 
quilates. 

El  producto  anual  de  25  placeres  que  se  beneficiaban  en  Cáceres, 
en  sólo  el  tiempo  de  invierno,  era  como  de  200  libras  de  oro  en  1798. 
En  1800  ya  había  algunas  minas  de  veta  en  explotación  en  Titi- 
ribí (las  del  Zancudo  y  los  Chorros),  Amaga,  Santa-Rosa  (las  de 
Cruces  y  las  Animas)  y  en  Dolores.  Como  el  oro  de  éstas  era  en  general 
de  baja  ley,  se  vendía  á  12  reales  el  castellano  (15  reales  de  nuestra 
moneda),  en  tanto  que  el  de  aluvión  se  pagaba  á  dos  pesos.  Hasta  en- 
tonces "  no  se  había  establecido  en  Autioquia  ningún  molino,  ni  se 
había  usado  azogue."  (D.  Andrés  Pardo').  Se  seguía  moliendo  el  mi- 
neral á  mano. 

En  1809  publicó  el  doctor  José  Manuel  Kestrepo,  en  el  Semanario 
de  la  Nueva  Granada,  un  Enmyo  sobre  la  Geoffrafía  de  Autioquia. 

(1)  El  portugués  D.  Jacinto  de  Albuquerque  escribía  al  señor  D'Elúyar : 
"  Algunas  piedras  de  la  Quiuná  son  tan  ricas  que  de  las  cuatro  partes  las  tres 
son  de  oro."  (Antioquia,  1795). 


Las  minas  se  explutubaii  eiitout-cs  tun  mal  v  daban  tan  esonsus  rendi- 
mientos, que  él  llegó  ú  dcscunfiar  del  porvenir  de  estii  industria  en 
Antiotiuia.  Así  escribe  con  cierto  pesimismo:  "Ya  no  existen  ó  Jamás 
han  existido  aquellas  minas  que  producían  tun  crecidas  cantidades  de 
oro.  Las  que  ahora  se  trabajan  son  pobres  ;  los  mineros  se  alimentan 
con  halairüfñas  esperanzas,  y  sacan  algún  fruto  (|ue  les  arrebata  el 
cultivador.  Las  minas  <le  oro  corrido  no  son  las  únicas  que  existen  vi\ 
esta  Provincia  :  hay  vetas  de  oro  en  las  Cruces,  en  San- Vicente  y  en 
(luasimal,  fuera  de  otras  muchas  que  existen  en  los  montes.  Pero 
nuestros  conocimientos  eu  minería,  en  dos  siglos  rpie  hace  las  traba- 
jamos, son  ningunos ;  así,  ni  sabemos  distinguir  las  vetas  de  oro,  ni 
seguir  sus  veneros,  ni  dar  los  socavones,  y  al  fin  todas  se  pierden  las- 
timosamente, siendo  sepulcros  de  muchos  infelices." 

Él  mismo  reconoce,  no  obstante,  (ine  •'  el  oro  de  las  minas  es  la 
fuente  de  las  riquezas  y  mediana  j)rosperidad  de  Antio(iuia."  En  1808 
•■  este  ramo  de  industria,  el  único  de  exportación,  ascendía  anualmente 
de  .~»(M>  á  G(K>,<.KM)  castellanos  (1.250,000  pesos),  según  los  cálculos  más 
exactos.'' 

Ya  la  población  de  la  Provincia,  (jue  en  178Ü  se  estimaba  en  50,000 
habitantes,  había  ascendido  á  107,000. 

El  doctor  líestrepo  escribía  algunos  años  después  :  '•  Por  los  cono- 
cimientos locales  que  tengo  de  la  Provincia  de  Antioquia,  y  por  su  po- 
sición geográfica,  me  parece  (jue  son  las  minas  de  oro  que  ofrecen  ma- 
yores ventajas  para  su  explotación.  Ellas  tienen  excelentes  climas  y 
abundancia  de  víveres  y  trabajadores. ..."  (Noticias  sobre  las  minas 
de  Colombia^  182G). 

El  beneficio  de  las  minas  se  continuó  durante  la  guerra  de  la  In- 
dependencia, aunque  en  menor  escala  que  antes,  y  dedicándose  á  este 
trabajo  un  número  menos  considerable  de  personas ;  así  es  que  ésta  no 
produjo  en  Antioíjuia  los  ruinosos  resultados  que  fueron  su  consecuen- 
cia en  el  Chocó  y  Barbacoas.  Lo  mismo  podemos  decir  que  sucedió 
más  tarde,  cuando  se  dio  libertad  á  los  esclavos  (1851),  debido  á  las 
razones  siguientes:  los  mineros,  dueños  de  esclavos,  eran  muy  pocos  en 
Antioquia,  y  el  que  más  tendría  alcanzaría  á  ciento  ;  en  suma,  las 
cinco  sextas  ])artes  de  los  trabajadores  eran  mazamorreros  libres. 
-Vdemás,  los  amos  los  trataban  bien  en  general,  y  los  negros  tenían 
hábitos  tan  arraigados  de  trabajo,  que  cuando  se  vieron  libres,  lejos  de 
entregarse  á  la  holgazanería,  continuaron  labrando  las  minas  á  jornal. 

En  un  informe  del  Director  de  las  cajas  reales  de  Mompox  (1818) 
leemos :  "  El  oro  que  se  manifestaba  en  estas  cajas,  de  Zaragoza, 
Cáceres,  Ayapel,  (Juamocó  y    quebradas  de  Xorosí  y  Ariza  (1)  para 

(ll  Las  quebradas  Ariza  3'  Norosí  están  situadas  en  el  Departamento  de 
Bolívar. 


-20-  , 

fundir  y  quintar,  ascendió  por  año  comiin,  en  el  quinquenio  de  1804  á 
1809,  á  101,405  castellanos  (1,014  y  §  libras).  Ya  en  este  tiempo  se 
notaba  alguna  decadencia  respecto  del  oro,  que  provenía  de  la  falta 
de  brazos  y  de  fomento.  En  el  Kechí  se  baila,  agrega  el  escritor,  uno 
de  los  princij)alesy  más  abundantes  lavaderos  de  oro  de  este  lieino."  (1) 

M.  Juan  Ji.  lioussingauit,  que  visitó  la  Provincia  de  Antioquia 
en  1825,  escribió  entonces  al  doctor  José  Manuel  Kestrepo  lo  siguiente: 
''  Bastante  tiempo  liace  que  estoy  en  la  Provincia ;  ya  he  visitado  á 
Titiribí,  Buriticá  y  Santa-Kosa.  Las  minas  de  Titiribí  y  de  Buriticá 
me  han  agradado,  pero  más  me  gustan  las  de  la  Vega  de  Siipía.  En  Ti- 
tiribí, como  en  Buriticá,  las  labores  son  muy  superficiales  y  no  permiten 
formarse  de  ellas  una  idea  tan  positiva  de  su  riqueza  como  en  las  de  Supía, 
que  son  muy  extensas.  Sin  embargo,  tengo  una  buena  opinión  de  los 
minerales  de  Antioquia,  y  estoy  convencido  de  que  el  terreno  de  esta 

Provincia  es  idéntico  á  los  de  México  y  Hungría En  ninguna 

parte  de  la  Kepública  lo  he  pasado  tan  bien  como  en  la  Provincia,  y 
le  aseguro  á  usted  que  si  París  no  existiera  me  decidiría  á  vivir  en 
Medellín,  pues  además  del  temperamento  delicioso,  me  gusta  muchí- 
simo el  trato  de  sus  habitantes." 

Por  los  años  de  26  á  27  de  este  siglo  se  estableció  la  Sociedad  de 
minas  de  Antioquia,  de  la  que  fueron  miembros  los  señores  D.  Juan 
de  Dios  Aranzazu,  D.  Juan  Santamaría,  D.  Juan  Antonio  y  D.  Fran- 
cisco Montoya  y  D.  Juan  C.  Campuzano.  En  un  memorial  dirigido  al 
Libertador-Presidente  por  el  señor  Aranzazu,  en  Diciembre  de  1828, 
dice  lo  que  sigue :  "  El  método  usado  antiguamente  para  la  elabora- 
ción de  las  vetas  era  dispendioso,  á  tal  grado,  que  sin  embargo  de  que 
se  opina  por  muchos  inteligentes  que  es  en  ellas  donde  se  encuentra  la 
mayor  y  más  permanente  riqueza,  las  de  Antioquia,  con  muy  pocas 
excepciones,  han  permanecido  hasta  ahora  en  un  completo  abandono. 
Nosotros  hemos  establecido  los  primeros  el  uso  de  las  máquinas,  que 
simplifica  el  trabajo  con  una  considerable  economía."  En  dicho  año 
tenía  esta  Sociedad  minera  completamente  montadas  en  Santa-Rosa 
las  minas  de  las  Cruces,  San-Francisco  y  Luis-Brand.  En  la  última 
de  ellas  dirigió  Mr.  Tyrell  Moore  la  construcción  del  primer  molino  de 
pisones  que  hubo  en  la  Provincia  y  que  sirvió  de  modelo  para  otros 
muchos.  Estas  máquinas,  cuyo  precio  es  hoy  muy  reducido,  costaban 
entonces  de  ocho  á  diez  rail  pesos. 

(1)  Los  quintos  del  oro  de  Antioquia  se  pagaban  en  las  cajas  reales  de 
Antioquia,  Remedios  y  Mompox.  En  1794  ingresaron  á  las  de  esta  última  ciudad 
$  10,558  por  tales  derechos,  cobrados  á  razón  del  tres  por  ciento,  y  $  15,705  á 
las  de  Antioquia,  en  1791,  pagados  así :  por  los  mineros  $  13,944  y  por  los  ma- 
zamorreros  ¡ft  1,761. 


»  — -.  — 

Kl  sí'ñ(»r  Mnorc  (•(•iitrilmvó  clicazincnte  al  i)ro«j;res(»  (h;  la  uiincría. 
liO  inisiuo  podemos  decir  del  señor  Carlos  8.  de  (ireiH,  iii^íeiiiero 
sueco,  (|uieii  trazó  el  mapa  de  Antioiiuia  en  1857  y  dirigió  varios  esta- 
blecimientos miiM'ros. 

Hacia  1S24  emi)í'zarou  á  explotarse  en  Aiiorí  algunos  ricos  ilíones 
de  oro.  V\\  industrioso  artesano,  el  señor  íiregorio  líaena,  construyó 
el  primer  molino  (|ue  se  conoció  allí,  en  la  veta  del  líío.  Las  dos 
minas  más  ])roductivas  de  esta  localidad  fueron  las  de  Constancia,  (¡ue 
fué  montada  por  I).  José  ^l.  Vásquez,  y  aun  se  trabaja,  y  la  de  Santa- 
Ana.  Esta  última,  dirigida  por  I).  ^Mariano  de  Toro,  fué  de  183<>  á 
1845  la_empresa  más  en  grande  que  hubo  en  Antioquia.  Tenía  de  ÜOO 
á  1*50  peones,  ocho  molinos  de  á  ocho  pisones  cada  uno,  un  arrastre 
para  amalgamar,  dos  fraguas,  carpintería  etc.,  y  su  producto  diario 
llegó  hasta  tres  y  cuatro  libras  del  precioso  metal.  Fué  mucho  el  oro 
que  se  sacó  de  Anorí  hasta  1850,  época  en  (¡ue  ya  declinó  su  riciueza? 
y  este  oro  se  vendió  por  largo  tiempo  allí  mismo  al'ínlimo  precio  de  14 
reales  el  castellano. 

En  el  año  de  18.*W  unos  pocos  vecinos  de  los  caseríos  de  Ituango  y 
Ceniza  partieron  por  los  montes  en  busca  de  un  rico  placer  aurífero 
que  se  decía  había  descubierto  un  señor  Yarza,  español,  quien  parece 
se  había  extraviado  y  muerto  de  hambre  en  las  selvas.  Los  nuevos 
exploradores,  provistos  de  los  víveres  que  pudieron  llevar  á  las  espal- 
das, y  conduciendo  dos  ó  tres  cerdos,  se  internaron  abriendo  trocha 
por  entre  ásperas  montañas,  sin  más  brújula  que  su  instinto  y  su  con- 
fianza. El  décimo  ó  duodécimo  día  de  su  penosa  marcha,  después  de 
una  noche  de  gran  tormenta,  salieron  en  busca  de  los  cerdos  para 
seguir  su  camino,  cuando  observaron  que  tenían  partículas  de  oro 
adheridas  al  hocico  y  que  entre  el  lodazal  donde  se  habían  revolcado 
brillaban  algunas  pej)itas  del  metal  que  buscaban  con  tanto  afán.  Pas- 
taban sobre  el  riquísimo  placer  de  8initabé,  que  aseguran  testigos  ocu- 
lares, produjo  en  diez  años  de  explotación  de  ochenta  á  cien  arrobas 
(2,000  á  2,500  libras)  de  oro. 

En  liiachón  se  e.\i)lotaban  ricos  placeres,  cuando  el  Cura  de  esta 
localidad  fundó  la  villa  de  Amalfi  en  1840.  Quedó  Amalfi  en  el  centro 
de  una  región  bañada  por  riquísimos  ríos  y  riachuelos:  Porce,  Tinitá, 
Trinitacita,  Víbora,  Viborita  etc.,  y  en  pocos  años  vino  á  ser  sn])erior 
en  población  y  en  importancia  á  las  antiguas  ciudades  de  Zaragoza  y 
Remedios. 

Pocos  años  después  de  haber  fabricado  los  primeros  molinos  en 
Santa-Rosa,  se  siguió  el  ejemi)lo  en  toda  la  Provincia,  y  por  todos  sus 
ámbitos  se  montaron  ricas  minas  do  veta,  en  especial  en  AmaKi  (la 
Clara,  Vetilla,  San-Jorge) ;  en  Remedios   (Bolivia,  Cristales  y  San- 


—  28  — 

( 

Nicolás);  en  Santa-Rosa  (la  Trinidad,  Cruces  etc.);  en  Titiribí  (el 
Zancudo,  Otra-Mina  etc.) ;  en  Concepción  (el  Criadero  etc.) ;  en 
Santo-Domingo,  San-Pedro,  Abejorral  (Purinia) ;  Sonsón,  el  Fron- 
tino (1)  y  otros  lugares. 

Al  mismo  tiempo  se  explotaban  numerosos  placeres  auríferos  y  se 
extraían  grandes  cantidades  de  oro  del  Porce  y  de  sus  principales 
afluentes,  del  Neclií,  del  Cauca,  del  San-Juan,  del  Nave,  del  Ñus  etc. 
Indicar  las  localidades  donde  se  lian  beneíiciado  minas  de  aluvión  ó  de 
filón,  sería  engolfarnos  en  una  nomenclatura  interminable  y  fastidiosa. 
Por  otra  parte,  no  tenemos  la  pretensión  de  agotar  la  materia  de  que 
venimos  tratando,  y  sólo  nos  proponemos  dar  una  rápida  reseña. 

No  obstante,  debemos  hacer  mención  especial  de  los  aluviones  del 
Neciií  y  del  Tenche,  de  los  cuales  se  extrajeron  considerables  can- 
tidades de  oro,  particularmente  desde  el  año  1845.  Los  dos  principales 
pro])ietari()S  de  minas  que  pusieron  trabajos  allí,  fueron  los  señores 
^Manuel  Vargas  y  Cipriano  Rodríguez.  Del  distrito  de  Zea,  bañado 
por  los  ríos  Porce,  Neclií,  Tenche  y  Anorí,  dice  con  razón  el  doctor 
]\Ianuel  Uribe  Ángel :  "•  Zea  es  uno  de  los  Distritos  de  Antioquia  más 
ricos  en  minerales  auríferos  de  aluvión....  Creemos  que  su  riíjueza 
está  apenas  entrevista.  Con  grandes  capitales  y  una  maquinaria  pro- 
porcionada, la  producción  metálica  del  país  puede  aventajar  á  toda 
humana  previsión." 

La  construcción  de  molinos  de  pisones  para  pulverizar  los  minerales 
de  veta,  y  de  molinos  de  arrastre  para  amalgamar  el  oro  de  las  ja- 
(juas  (2)  era  ya  un  progreso  en  la  minería  antioqueña ;  pero  ésta  con- 
tinuaba aún  en  lamentable  atraso,  pudiéndosele  aplicar  este  juicio  de 
Mr.  Roberto  B.  White:  "En  Antioquia  no  hay  lo  que  se  puede  llamar 
con  verdad  establecimientos  mineros  ;  hay  vetas  con  más  ó  menos  oro, 
cobre  y  plomo,  en  las  cuales  se  emplean  los  más  primitivos  instrumentos; 
los  que  sólo  á  costa  de  grandes  esfuerzos  dan  algunos  resultados."  Y  esta 
observación  del  doctor  Manuel  Cribe  Ángel :  "  La  inmensa  mayoría 
de  los  minerales  antioqueños  ha  sido  apenas  beneficiada  en  la  super- 
ficie por  falta  de  recursos  y  de  ciencia.  No  hay  todavía  entre  nosotros 
las  i)rolongadas  y  hondas  galerías  que  existen  en  otras  comarcas  mi- 
nerales, y  sabemos  de  muchos  opulentos  filones  el  haber  sido  abando- 
nados en  su  laboreo,  ])or  carencia  absoluta  de  conocimientos  y  de  útiles 
propios  para  trabajarlos  con  ventaja." 

Este   atraso  no  se  debía  á  falta  de  inteligencia   en  los   laboriosos 

(1)  La  mina  del  Frontino,  establecida  en  1833,  estuvo  produciendo  por  bas- 
tante tiempo  cosa  de  'i-t  libras  de  oro  por  mes,  con  un  molino  de  pocos  pisones 

(2)  Residuos  piritosos,  más  ó  menos  ricos  en  oro,  que  quedan  después  de 
sacar  el  oro  par  medio  del  lavado  de  los  cuarzos  sulfurosos  pulverizados. 


\  —  L'!>  — 

hijos  <li'  AntiiM|iii;i,  (|U('  iio  lialiíati  tenido  más  csciu'la  de  niincría  ([iic 
la  rutina.  Aun  así,  en  aIi,'unos  traltajos  lian  dado  muestras  de  rara  lia- 
lülidad  ;  es  liien  oonoeida  la  <le  los  aeeiiuiadores,  (jue  saben  llevare! 
anjují  ú  grandi'S  distuncias,  por  terrenos  quebrados,  al  nivel  ([ue  desean  : 
''  Hoy  todavía,"  diee  ^I.  Salíray  f  Voiiaíft'  a  Id  Xourclle  (ircnndr,  ISfiD), 
"cuando  un  eurojx'o  emprende  la  explotación  de  nna  mina,  en  lugar  de 
exponerse  á  los  errores  de  una  nivelación  geométrica,  hace  llamar  un 
acequiador,  \v  n^iestra  el  nivel  más  bajo  donde  puede  utilizar  el  agua, 
y  le  indica  el  arroyo  que  debe  desviar." 

El  minero  antioíiueño  aprende  prontamente  y  ejecuta  todos  los 
trabajos  que  se  le  enseíian  ;  varias  veces  hemos  oído  á  entendidos  ex- 
tranjeros elogiar  la  facilidad  con  que  aplica  en  la  práctica  de  su  arte 
los  princij)ios  de  la  física  y  de  la  mecánica.  Une  á  estas  dotes  gran  pro- 
bidad y  consagración  al  trabajo.  "  Una  inteligencia  rara,"  dice  el  señor 
(le  Greiff,  "  facilita  aun  en  las  últimas  clases  la  propensión  natural  á  las 
raej;)ras  materiales  y  á  la  i)rogresiva  marcha  de  ellas. . . .  Es  muy  común 
ver  á  hombres  sin  otro  recurso  que  su  decisión  y  trabajo  personal,  inva- 
dir los  desiertos,  comprar  tierras  incultas,  acometer  especulaciones  mi- 
neras y  comerciales  problemáticas,  y  por  su  perseverancia  y  abnegación 
llegar  las  nnis  veces  á  formar  en  poco  tiempo  una  fortuna  considerable. 
Más  aún,  si  esto  no  llega  á  suceder,  ningún  contratiempo  mella  su 
constancia  y  valor  moral."  (Apuntamientos  topográficos  y  estadísticos 
de  la  Froiiincia  de  Medellín.  1852). 

Podemos  decir  que  el  año  1850  marca  el  principio  de  una  nueva  era 
para  la  minería,  cuyo  desarrollo  ha  ido  desde  entonces  en   aumento  * 
constante.  Señalaremos  las  etapas  sucesivas  de  esta  era,  é  indicaremos 
los  nombres  de  los  obreros  del  progreso  para  que  Antioquia  los  recuer- 
de agradecida. 

En  1851  dio  principio  Mr.  Tyrell  Moore  á  la  Hacienda  de  fundi- 
ción de  Titirihíj  destinada  á  la  fusión  de  las  piritas  auro-argentíferas 
del  Zancudo  y  de  los  Chorros.  Esta  empresa,  en  la  que  se  gastaron 
en  pocos  años  cosa  de  000,000  pesos,  no  dio  todo  el  resultado  que  de 
ella  se  esperaba,  por  haberle  faltado  al  cabo  de  algún  tiemi)o  los  mine- 
rales del  Zancudo.  Los  dueños  de  la  mina  de  este  nombre  fundaron 
por  su  cuenta  otra  hacienda  de  fundición,  (lue  dirigió  un  metalurgista 
alemán,  el  señor  Keinold  Paschke.  ICsta  ha  prosperado  grandemente 
bajo  la  hábil  dirección  úo.  un  hijo  del  país,  D.  Ildefonso  Gutiérrez,  y 
hoy  es  el  establecimiento  más  importante  y  de  más  valor  que  tiene  An- 
tioquia (1). 

Insertamos  en  esta  parte  algunas  noticias  retrospectivas  sobre  esta 
valiosa  empresa,  poniue  su  lectura  dará   enseñanzas   provechosas.  De 

(T)  Véase  el  docunientu  C  en  el  Apéndice. 


—  M)  —  ( 

unas  cíiitas  del  señor  1).  Sinforoso  García  al  doctor  José  Manuel  Res- 
trepo,  (|ue  la  familia  de  éste  lia  tenido  la  fineza  de  comunicamos,  co- 
])iainos  los  extractos  siguientes  : 

"  En  mi  expedición  á  Titiribí  me  fué  muy  bien.  Con  el  señor  Or- 
ta  (1)  paseamos  todo  el  mineral,  y  por  su  voto  compré  lamina  del 
Zancudo,  ({ue  es,  según  él  y  todos  los  inteligentes,  la  primera  de  aque- 
llos minerales,  y  de  donde  resultan  las  ramificaciones  que  componen 
las  demás.  Me  costó  dos  mil  pesos  fuertes  y  76  de  alcabala,  escritura, 
testimonio  y  demás  gastos.  Es  riquísima  en  extremo,  pues  en  lo  poco 
que  hay  trabajado  se  han  extraído  más  de  cien  mil  castellanos  de  oro 
(1,000  libras).  Según  su  inmensidad  no  se  agotará  en  trescientos  años." 
(Carta  de  1*G  de  Noviembre  de  1824). 

"  En  fin,  mi  amigo,  tenemos  el  primer  mineral  de  Antioquia,  en 
extremo  vasto,  al  cual  nos  hemos  hecho  á  buen  precio  por  habernos 
anticipado  tanto  y  por  los  buenos  modos."  (3  de  Octubre  de  1825). 

El  señor  García  compró  la  mina  del  Zancudo  y  otras  de  Titiribí, 
por  ínfimo  precio,  por  cueutA  de  él  y  de  los  doctores  José  Manuel  Res- 
trepo  y  Antonio  Mendoza.  En  el  Zancudo  montaron  tres  molinos  de 
pisones,  pero  los  trabajos  de  ¡a  mina  fueron  probablemente  dirigidos  con 
poco  acierto  é  inteligencia,  como  sucede  con  frecuencia  entre  nosotros, 
y  á  pesar  de  su  mucha  riqueza  no  dio  resultado  satisfactorio.  Hé  aquí 
lo  que  decía  el  señor  García  en  carta  fechada  en  Rionegro  el  16  de 
Enero  de  1839  :  "  Con  motivo  de  haberse  suspendido  los  trabajos  de 
la  mina  del  Zancudo,  me  escribe  el  señor  José  María  Uribe  haciéndome 
cargo  de  3,560  pesos  2  reales  (de  á  0,8)  en  que  nos  alcanza  por  los  gastos 
hechos  por  nuestra  cuenta,  pero  que  no  ignorando  mi  situación  le  pa- 
recía bien  hiciese  á  su  favor  un  pagaré  para  satisfacerle  dentro  de  un 
año  la  suma  expresada.  Al  momento  partí  para  ^tedellín,  rae  le  acer- 
qué y  le  manifesté  con  hechos  positivos  mi  estado,  el  de  usted  y  Men- 
doza, y  añadí  que  á  mí  me  debía  la  Sociedad,  que  arreglaríamos  las 
cuentas  y  que  lo  que  le  resultase  debiendo  se  lo  satisfaría  en  la  misma 
mina,  los  tres  molinos  y  demás  útiles,  por  el  precio  que  les  quisiera 
poner,  y  el  resto  en  otras  minas,  tierras  y  una  casa  de  teja  que  tene- 
mos allá  y  en  otra  casa  de  teja  que  tengo  en  esta  ciudad,  de  mi  sola 
pertenencia." 

En  fin,  en  carta  de  fecha  28  de  Agosto  de  1844,  anuncia  el  sacri- 
ficio definitivo  de  tantas  y  tan  fundadas  esperanzas  : 

"  Las  demás  minas  nuestras  están  abandonadas  y  desiertas,  y  ni 
aun  los  mazamorreros  les  hacen  caso,  porque  tienen  las  de  D.  José 
María  Uribe  con  los  molinos  ((ue  hubo  en  pago   de  lo  que  nosotros  le 

(1)  £1  doctor  Francisco  Orta,  venezolano. 


,  -  M  - 

(lebíiiinos  de  alcances,  como  impuse  á  usted  el  10  de  Abril  de  1830, 
([uien  los  lia  dado  al  coniún  con  éstos  por  nn  miserable  arrendamiento 
•lue  ni  aun  jiara  los  rei)aros  de  las  miujuinas  alcanza.  De  un  día  á  otro 
se  arruinarán  y  será  abandonado  todo." 

El  señor  J).  José  María  Uribe  no  desconfió  nunca  del  porvenir 
del  Zancudo,  conservó  para  sí  la  mitad  de  las  acciones  de  esa  empresa, 
cuyo  valor  se  estima  hoy  en  algunos  millones  de  pesos,  y  los  legó  á  su 
bija,  que  es  aún  dueño  de  ellas. 

El  doctor  Florentino  González  compró  en  1852,  por  cuenta  de 
una  Compañía  inglesa,  la  mina  del  Frontino,  en  el  distrito  de  este 
nombre,  y  varias  minas  de  íilón  denominadas  de  Bolivia,  en  el  de  lie- 
medios.  La  primera  máquina  de  vapor  (jue  se  trajo  á  Antioquia  fué 
aplicada  en  Bolivia  á  dar  movimiento  á  un  molino  ;  pero  fué  pronto 
abandonada  y  destruida.  Esta  Compañía  minera  sufrió  muchos  contra- 
tiempos por  falta  de  una  buena  dirección  (motivo  que  ha  hecho  en- 
callar en  nuestro  país  muchas  empresas  dirigidas  por  extranjeros).  Al 
íin  el  señor  José  M.  Barreneche,  minero  antioqueño,  logró  poner  orden 
en  los  trabajos,  montar  molinos  en  algunas  de  las  ricas  minas  de  Boli- 
via (en  Silencio,  (^-ecilia,  Tigre  etc.)  y  hacerlas  producir  buena  utilidad. 
Mr.  Roberto  B.  White,  que  le  sucedió  en  la  dirección,  dio  impulso  á 
los  trabajos  é  introdujo  mejoras  en  la  explotación. 

Durante  la  administración  del  doctor  Kafael  M.  Giraldo  fué  á 
Medellín  un_  químico  español,  D.  Francisco  Flórez  Domonte,  y  enseñó 
esta  ciencia  en  el  colegio  del  Pastado.  Formó  algunos  buenos  discípu- 
los, que  después  han  ])restado  útiles  servicios  á  la  industria,  entre  ellos 
los  señores  ]\íario  Escobar,  Ildefonso  Gutiérrez,  Liborio  Mejía,  Fran- 
cisco <le  1*.  Muñoz  y  Pastor  Kestrepo. 

El  oro  se  había  vendido  siempre  en  Antioquia  y  se  continuaba 
vendiendo  en  polvo  á  los  comerciantes,  quienes  lo  exportaban,  obte- 
niendo con  frecuencia  grandes  beneficios  en  el  cambio.  Allí  hay  gran 
variedad  en  la  ley  de  este  metal,  y  como  no  había  quien  lo  ensayara, 
los  mineros  tenían  (pie  venderlo  al  que  se  lo  pagaba  mejor.  El  profesor 
Flórez,  cuando  vino  al  i)aís,  pedía  12  pesos  80  centavos  por  hacer  un 
ensayo  de  oro.  En  IS.'ÍS,  dos  jóvenes  antioqueños,  Vicente  y  Pastor 
liestrepo,  establecieron  en  Medellín  un  laboratorio  químico,  para  prac- 
ticar las  operaciones  de  fundición  de  los  metales  preciosos  y  ensayos 
de  éstos  y  de  los  minerales.  VA  primero  había  estudiado  en  París  las 
manipulaciones  (¡uímicas  en  el  laboratorio  de  M.  Pelouze,  y^la  mine- 
ralogía y  la  g(!ología  con  los  ¡¡rofesores  D'Orbigny  y  Ilugard.  Desde 
entonces  los  dueños  de  minas  hicieron  fundir  su  oro  y  vímdieron  las 
barras  según  ensayo. 

Por  decreto  de  L'S  de  Miivo  de    I8G2  estableció   el  doctor  Maree- 


—  :V2  —  ( 

liano  Vólez  la  Casa  de  Moneda  de  A[edellín.  Esta  Casa,  en  la  (jue  se 
ha  amonedado  gran  parte  de  la  plata  ([ue  producen  las  minas  de  Supía, 
y  puede  acuñarse  la  del  Zancudo,  puesto  (jue  ya  hay  en  Antioquia 
una  olicina  de  apartado,  ha  sido  y  seguirá  sittndo  un  poderoso  auxiliar 
de  la  industria  y  del  comercio.  En  ella  se  lian  acuñado  hasta  el  mes  de 
Mayo  de  1887   $  4.221,241  en  moneda  do  plata  y  $  2.453,035  en  oro. 

El  doctor  Pedro  Justo  Berrío  fué  el  ti|>o  del  gohernante  proho, 
patriota  y  rei)ul)licano.  En  el  lapso  de  su  administración  se  codificaron 
las  leyes  de  minas ;  se  fundaion  cátedras  de  química,  de  geología  y 
de  metalurgia  en  el  Colegio  del  Estado;  se  crcM  la  p]scuela  de  Artes, 
donde  se  enseñaron  matemáticas,  dibujo  lineal,  artes  mecánicas  y  ma- 
nejo de  máquinas.  El  señor  Juan  Lalinde  fué  el  organizador  de  esta 
escuela. 

Mientras  estos  varios  adelantos  se  efectuahan,  la  industria  minera 
seguía  su  marcha  progresiva.  La  rica  región  del  Nordeste  se  poblaba, 
y  á  pesar  del  clima  ardiente  y  poco  sano  de  algunas  localidades,  su 
población  llegó  á  duplicarse  en  23  años.  En  liemedios  se  montaron 
ricas  minas  de  veta,  que  dieron  buenos  rendimientos.  La  de  Sucre  dio 
en  pocos  años  á  sus  dueños  una  utilidad  de  2(>0,0()()  i)esos.  La  de  Cris- 
tales llegó  á  producir  en  un  mes  104  libras  de  oro.  (1)  En  Cruces  de 
Zea  se  descubrieron  minas  de  reta  que  se  pusieron  en  explotación. 
Lo  mismo  sucedió  en  Girardota,  en  Andes  y  en  otros  distritos  del 
Estado. 

Tampoco  se  descuidaba  el  beneficio  de  los  placeres.  En  las  playas 
del  Xechí,  del  Caserí  y  del  Tenche,  sus  afluentes,  se  sacaba  bastante 
oro.  Del  Porce,  el  inagotable  Pactólo  antioqueño,  se  extraían  de  100 
á  250  libras  de  oro  en  Guayabal,  Oralito,  ¡Socorro,  Guayabalito  y  en 
otras  minas  durante  los  veraneos.  í2n  la  de  Guayabalito  se  llegaron  á 
sacar  128  libras  de  una  superficie  poco  más  ó  menos  igual  de  metros 
cuadrados.  (2)  Sobre  el  mismo  Porce  se  beneficiaban  ricos  aluviones 
cerca  de  Barbosa,  \jv\o  de  sus  afluentes,  la   ([uebrada  de  Trinitacita, 

(1)  Esta  mina,  que  es  una  de  las  más  ricas  de  Antioquia,  fué  abandonada 
por  un  capricho.  Hace  uno.s  cuarenta  años,  ó  poco  más,  que  estaba  en  explo- 
tación formal,  produciendo  á  razón  de  una  libra  de  oro  por  día.  Uno  de  los 
socios  más  considerables  era  un  célebre  médico  inglés,  el  doctor  G***.  Este 
tenía  una  idea  bien  original  por  cierto;  cada  mes  recibía  el  oro  que  le  corres- 
pondía por  sus  acciones,  pero  se  denegó  los  últimos  meses  á  dar  el  contingente 
para  los  gastos.  El  accionista  principal  de  la  empresa  se  disgustó  con  semejan- 
te proceder  y  dio  orden  al  director  de  abandonarla.  La  mina  fe  puso  de  nuevo 
en  laboreo  cosa  de  veinte  años  despué.-<. 

(2)  Los  dueños  de  esta  misma  mina  sacaron  en  el  reranco  de  1887  114  libras 
de  oro,  que  les  dieron  j§  32,000  de  utilidad. 


,  _  :í:\  _ 

prtKliijt»  vn  una  barredura  que  se  liizi»  cu  dos  meses,  142  libras  de  oro, 
ron  pisto  de  l,(i(MI  pesos,  dejando  una    utilidad   neta   d(í  ."{OjOOO  jiesos. 
líueno  será  apuntar  a(|uí  algunos  datcts  solu*e  la  ri([ueza  d(!  los  ríos 
Porce  y  Nechí,  pie  tomamos  de  un  informe  de  ]Mr.  White  : 

"En  el  Xeflií,  dice,  un  poro  al)aio  de  las  Dos-Iiocas,  las  gentes 
del  país,  en  época  ya  antigua,  hicieron  exploraciones  (|U(í  produgeron 
excelentes  resultados.  En  Pato  se  demostró  (pu;  el  rí(»  contiene  oro  en 
la  proporción  de  una  libra  por  yarda  cuadrada. 

"  En  Zaragoza,  cuando  está  bajo  el  río,  zabullen  y  lavan  las  arenas 
superiores ;  sacan  por  término  medio  cuarenta  centavos  de  peso  por 
bateada  de  L*()  libras,  que  corresponden  á  un  tenor  de  40  pesos  por 
yarda  cúbica. 

''Arriba  de  las  Dos-Bocas  se  emplearon  zabullidores  hace  algunos 
años  y  se  extrajeron  hasta  dos  libras  de  oro  de  una  batea  de  arena. 

"  En  la  explotación  del  Charcón  se  obtiene  más  de  una  libra  de  oro 
por  yarda  cuadrada." 

Mr.  White  cita  igualmente  las  minas  del  Porce  (jue  menciona- 
mos arriba  (Guayabal,  etc.)  y  otras,  como  puntos  en  que  el  lecho  del 
río  no  ha  dado  menos  de  una  libra  de  oro  por  yarda  cuadrada. 

M.  Laur  dice  en  un  informe,  hablando  del  Narey  del  Ñus:  "  Existe 
allí  una  fuente  inmensa  de  riquezas  para  los  que  quieran  establecer  una 
explotación  conveniente,  principalmente  en  aíjuellos  puntos  donde  se 
pueda  bajar  jel  nivel  del  agua,  sea  destruyendo  los  obstáculos  naturales, 
sea  abriendo  un  canal  de  derivación." 

En  los  métodos  de  explotación  se  introducían  ¡toco  á  poco  algunas 
mejoras  y  se  establecía  mayor  orden  en  los  trabajos  de  galerías, 
pozos,  etc.  Empezáronse  á  tender  rieles  en  los  establecimientos  para 
el  trasiiorte  de  los  minerales  á  los  molinos,  (Jon  el  mismo  fin  se  pu- 
sieron cables  de  alambre  para  evitar  los  nxleos  (|ne  obligaban  á  dar  las 
(|uiebras  y  precipicios. 

El  doctor  Recaredo  d<!  Villa  celebró  en  1874,  von  el  conocido  inge- 
niero I).  Francisco  Javier  Cisneros,  «d  contrato  para  la  construcción 
del  ferrocarril  de  Puerto-Berrío  á  Barbosa.  Es  ésta  una  obra  reden- 
tora, llamada  más  (jue  ninguna  otra  á  remover  hts  obstáculos  (jue  opo- 
nen las  ramificaciones  de  los  Andes  al  rápido  i)rogresn  de  la  industria 
minera  en  Antioquia.  Cuando  esté  terminada,  i)odrán  introducirse 
pisones  como  los  que  se  usan  en  California,  que  alcancen  á  pulverizar 
dos  y  media  toneladas  de  mineral  por  día,  (1)  má(|uinas  j)esadas, 
pujantes  trituradores ;  á  la  vez  (|ne  será  posible  (exportar  algunos  mi- 
nerales que  convenga  beneficiar  en  el  extranjero. 

(1)  Los  que  se  usan  en  Antioquia  sólo  tienen  unas  cinco  arrobas  de  peso,  y 
se  calcula  que  apenas  alcanzan  ¿  moler  ele  tres  cuartos  ¡í  Tina  tonelada  de  mi- 
neral íKjr  día.  3 


—  ;m  -  , 

En  los  últimos  años  se  han  cinplcado  con  buen  suceso  las  má- 
quinas hidráulicas  de  California  (monitores)  para  el  laboreo  de  los 
aluviones  altos,  llanuidos  de  aventadero.  Las  ])rimeras  fueron  llevadas 
á  Sonson  ])or  dos  franceses,  los  hermanos  (Jouzy. 

Pero  ninguna  em])resa  nos  parece  tan  simpática  como  la  de  explo- 
tar las  arenas  auríferas  de  los  ríos  por  medio  de  dragas.  Una  Compañía 
francesa  llevó  al  Xechí  una  dra.íra,  bombas  hidráulicas,  y  un  pequeño 
vapoi-.  (lastó  7();"),00()  francos  sin  obtener  el  éxito  favorable  (|ue  espe- 
raba. Esta  vendió  en  1883  el  material  que  tenía  á  la  Compañía  fran- 
cesa ile  las  minas  de  oro  del  Nechí  y  de  sus  ajiuentes^  sociedad  anó- 
nima constituida  en  París  con  1.0()0,0()()  de  francos  de  capital.  Des- 
graciadamente la  draga  resultó  demasiado  pesada  y  poco  á  propósito 
para  resistir  á  la  corriente  del  río.  Sólo  sirvió  para  extraer  unas  pocas 
toneladas  de  arenas  y  cerciorarse  de  que  contenían  oro. 

En  Enero  de  1887  vino  al  ISTeciií  Mr.  Franklin  AVhite,  por  cuenta 
de  la  Compañía,  conduciendo  una  draga  del  sistema  Priestman.  Pasó 
algunos  meses  en  el  río  haciendo  ensayos,  sin  dejarse  vencer  por  las 
dificultades  que  le  presentaba  la  crecida  muy  frecuente  de  las  aguas. 
Poniendo  la  draga  al  abrigo  de  una  fuerte  estacada  pudo  abrir  algunos 
hoyos  en  el  lecho  del  río  y  extraer  oro  auncjue  en  reducida  cantidad. 
(307  castellanos).  La  máquina  funcionó  bien,  rompió  con  facilidad 
capas  de  conglomerados  en  las  que  se  hallaban  piedras  muy  pesadas,  y 
troncos  de  árboles,  que  extrajeron  las  cucharas  (godets)  junto  con  una 
gran  cantidad  de  cascajo,  trabajando  hasta  una  profundidad  de  once 
metros  debajo  del  nivel  del  agua.  Se  suspendieron  los  ensayos,  y  el 
señor  White  regresó  á  París  á  informar  á  la  Compañía  del  resultado  de 
sus  trabajos,  y  á  procurar  que  se  hicieran  á  la  draga  algunas  reformas, 
para  volver  pronto  á  practicar  nuevos  ensayos. 

Si  las  dragas  llegan  á  perfeccionarse  de  tal  manera  que  su  empleo 
resulte  eficaz,  es  incalculable  el  oro  que  producirán  el  Xechí,  el  Atrato, 
el  San-Juan,  el  Telembí,  el  Cauca,  el  Xare,  el  Saldaña  y  otros  muchos 
ríos  de  Colombia :  aquello  sería  como  el  descubrimiento  de  una  nueva 
California.  (1) 

(1)  Leemos  en  la  obra  \a  citada  de  Mr.  Lock  :  "Dragas  construidas  por 
el  modelo  de  las  de  puertos  (harbour-dredges),  y  movidas  por  una  rueda  impul- 
sada  por  la  corriente,  se  han  usado  por  mucho  tiempo  3'  con  muy  buen  éxito, 
con  especialidad  en  la  Nueva-Zelandia,  donde  una  que  ha  estado  sirviendo  en  el 
río  Clutha,  dio  en  el  espacio  de  cinco  años  cuatro  libras  de  oro  por  semana  por 
cada  cuati-o  hombres  que  trabajaban.  Pero  están  expuestas  hasta  cierto  punto 
á  que  las  inmovilicen  las  crecientes,  no  pueden  trabajar  en  los  remansos  (donde 
se  encuentra  gran  cantidad  de  oro)  y  su  capacidad  efectiva  es  limitada." 

Según  los  profesores  Hagen,  Raimond  y  Skidmore,  "  las  dragas  al  \acío 
(vacuum-dredges)  darán  un  buen  resultado  en  el  lecho  de  un  rio  que   tenga  de 


Kii  1SS(»  V  ISSl  se  altrit-nin  en  Mcdcllíii  tíos  iiiu'vos  laboratorios 
t|uímioos,  <liri<;i«lo  el  uno  jior  el  .s<'ñor  .k'iiaro  (iutiérrez  y  el  otro  por 
los  intelif^cntes  jóvenes  Ospinas.  ICn  estas  oficinas  y  en  la  de  líestre- 
po  y  Escoliar  se  ensayan  los  minerales  de  oro  y  plata  con  mucha 
exactitud. 

En  18.S.")  fundó  el  señor  Pastor  liestrepo,  también  en  Medellín,  una 
oficina  de  apartado  del  oro  y  de  la  plata,  en  la  cual  lia  i>uesto  en  i)rác- 
tica  con  buen  éxito  el  ingenioso  método  de  la  electrólisis. 

Las  exploraciones  hechas  en  los  últimos  años  en  este  Departamento 
han  conducido  al  descubrimiento  de  nuevos  y  luinierosos  filones  aurí- 
feros, ensanchaudo  así  el  campo  en  (|ue  se  ejerce  la  industria  de  sus 
habitantes.  En  Manizales  se  explotan  actualmente  algunas  ricas  minas 
que  dan  buena  utilidad  á  sus  dueños.  La  mina  de  Sau-Kafael,  en  el 
distrito  del  Jardín,  dio  recientemente  cincuenta  y  dos  y  media  libras 
de  oro  en  diez  y  ocho  días.  Los  trabajos  de  la  cortada  del  río  Xus  han 
facilitado  el  descubrimiento  de  filones  de  cuarzo  aurífero  en  esa  región. 

Acerca  de  los  minerales  de  la  Vetilla,  al  norte  de  Amalfi,  nos  escribe 
el  inteligente  ingeniero  D.  Francisco  de  1\  INIuñoz  :  "  Rica  región 
me  pareció  la  Vetilla.  Sus  numerosos  filones  vson  de  cuarzo  aurífero, 
desprovisto  de  piritas,  al  menos  en  la  superñcie  conocida,  y  de  la  va- 
riedad que  se  divide  en  tablas,  que  casi  siempre  es  rica  en  oro,  que 
no  se  distingue  á  la  simple  vista,  pero  se  extrae  sin  gran  dificultad  con 
molinos  de  pisones  y  con  arrastres.  Los  filones  se  extienden  por  leguas 
enteras,  visibles  y  muy  bien  formados,  en  medio  de  la  pizarra  micá- 
cea-roja,  morada  ó  negra  por  la  fuerza  del  metamorfismo.  I*or  la 
abundancia  de  las  aguas  y  su  fácil  caída,  juzgo  (|ue  no  muy  tarde,  con 
empresarios  que  se  resuelvan  á  emplear  allí  importantes  capitales,  será 
éste  uno  de  los  distritos  metalíferos  más  prósperos  del  Departamento." 

Dos  cosas  necesita  Antioquia  para  ((ue  el  progreso  lento  de  la  in- 
dustria minera  se  torne  en  desenvolvimiento  rápido  de  su  riqueza:  la 
primera  que  se  lleve  á  buen  fin  la  grande  obra  del  ferrocarril  en  vía 
de  ejecución  ;  la  segunda  que  se  dé  á  los  estudios  del  Colegio  de  Minas, 
abierto  en  Medellín  en  Enero  de  188S,  el  desarrollo  necesario  para  for- 
mar en  él  hábiles  ingenieros  que  sean  capaces  de  dirigir  con  inteli- 
gencia y  acierto  las  diversas  explotaciones. 


6  á  10  pies  de  arenas  auríferas  sobre  la  peña  (que  contengan  cerca  de  tres  pesos 
de  oro  por  yarda  cúbica),  y  con  agua  suficiente  para  que  floten  el  barco  y  su 
maquinaria  ;  pero  en  ríos  llenos  de  capas  aluviales  liasta  una  profundidad  de 
veinte  ó  más  pies,  el  fracaso  será  seguro,  por  razones  demasiado  ciaras  para 
enumerarlas  " 


—  36—  ^ 

III. — ESTUDIO  SOBRE  EL  ORO  DE  ANTIOQUIA.   (1) 
T 

La  rainificaciúiiMo  la  cordillera  de  los  Andes  que  penetra  en  el 
territorio  antioquefio,  siibdividiéndose  luego  en  numerosos  ramales, 
hace  que  este  suelo  sea  quebrado  y  montuoso  en  sumo  grado.  Los 
terrenos  j)rimitivos  que  rompieron  estas  montañas  en  su  levanta- 
miento, y  las  enormes  masas  eruptivas  ([ue  las  componen,  están  atra- 
vesados en  todas  partes  por  filones  auríferos.  En  los  valles  más  ó 
menos  estrechos,  sinuosos  y  profundos,  cruzados  en  todas  direccrones 
por  ríos,  riachuelos  y  arroyos,  descansan  los  depósitos  aluviales  de  oro, 
bajo  capas  de  arenas,  arcillas,  cascajo  y  conglomerados,  cuyo  espesor 
y  disposición  es  muy  variable ;  cuando  no  se  halla  el  oro  en  las  mismas 
arenas  superficiales. 

La  constitución  geológica  de  esta  región  interna,  su  difícil  y  lenta 
comunicación  con  los  demás  departamentos  de  la  República  y  con  el 
extranjero,  sus  terrenos  de  una  feracidad  en  general  muy  escasa,  todo 
obliga  al  ])ueblo  antio(|ueño  á  ser  esencialmente  minero.  Así  es  que  la 
minería  ha  sido  siempre,  es  y  será  por  mucho  tiempo  su  principal  in- 
dustria. El  viajero  que  cruza  el  Departamento  en  todas  direcciones 
encuentra  por  doquiera  vestigios  de  trabajos  antiguos  de  minas  :  el 
hombre  ha  atormentado  allí  sin  descanso  las  entrañas  de  la  tierra  en 
busca  del  precioso  metal,  y  hasta  en  las  selvas  más  remotas  y  desiertas 
ha  dejado  señales  de  su  laborioso  afán. 

Hace  más  de  tres  siglos  que  se  están  explotando  las  minas  de  oro 
de  Antioquia,  cuyo  producto  desde  la  conquista  podemos  estimar  en 
250.000,000  de  pesos.  Sin  embargo  de  esto,  los  ricos  veneros  abundan 
en  su  suelo  y  están  lejos  d(í  agotarse,  y  hay  grandes  porciones  de  te- 
rritorio desiertas  y  casi  desconocidas,  en  particular  al  n(»rte  del  De- 
partamento. 

Se  puede  calcular  que  las  dos  terceras  partes  del  oro  de  Antioquia 
provienen  de  los  depósitos  de  aluvión  y  de  las  arenas  de  numerosísimos 
ríos  y  arroyos.  La  otra  tercera  parte  es  el  j)roducto  de  los  filones  y 
venillas  que  se  encuentran  en  el  granito,  la  sienita,  la  diorita  ó  gruns- 
tein,  los  pórfidos  sienítico  y  feldespático  y  las  pizarras  micácea  (en 
Anorí),  talcosa  (en  Abejorral)  y  arcillosa. 

La  ganga  general  del  oro  es  el  cuarzo  (2)  ya   solo,  ya  asociado  á 

(1)  Este  trabajo  fué  escrito  con  motivo  de  la  E.^hibicion  nacional  del  20  de 
Julio  de  1871.  Lo  reproducimos  con  algunas  variaciones. 

(2)  Hace  excepción  á  esta  regla  la  mina  de  Quiuná,  que  tiene  por  ganga  el 
carbonato  de  cal. 


»  —  ;{7  — 

uno  ó  á  varios  do  los  sulfuros  metálicos,  entre  los  cuales  figuní  la  i)ir¡- 
ta  (le  liicrro,  t\\w  es  la  más  abundante,  la  blenda,  la  pirita  de  eol)re  y 
la  pirita  arsenical. 

La  galena  y  el  inolibdato  de  plomo  entran  con  frecuencia  en  esas 
asociaciones,  pero  en  peciuefias  cantidades. 

Los  sulfuros  de  cobre,  de  antimonio,  de  bismuto  y  de  j'lata  sólo  se 
encuentran  accidentalmente,  y  en  Varísimas  ocasiones  el  sulfuro  de 
molibdeiio  y  la  plata  roja. 

En  algunos  distritos  suelen  acompañar  al  cuarzo  la  dolomía  (en 
Titiribí)  y  el  carbonato  de  cal. 

El  cuarzo  de  los  filones  es  más  ó  menos  compacto,  cariado  ó  celular. 
En  algunos  distritos  (en  líemedios  y  San-Pedro)  parece  que  hubiera 
sido  sometido  á  la  acción  i)lut<niica,  pues  se  le  encuentra  profunda- 
mente alterado,  granuloso  y  friable  hasta  el  punto  de  desgranarse  con 
frecuencia  entre  los  dedos. 

El  cuarzo  tiene  en  ocasiones  la  forma  tabular,  caso  en  que  el  oro  na- 
tivo se  encuentra  en  la  fractura  de  las  tablas. 

Los  agentes  atmosféricos  han  facilitado  en  gran  parte  el  trabajo  del 
hombre,  descomponiendo  y  desagregarwlo  hasta  una  profundidad  consi- 
derable el  granito  y  el  pórfido  feldespático,  y  oxidando  el  azufre  de 
las  piritas  que  han  pasado  al  estado  de  óxido  de  hierro. 

II 

Los  filones  son  en  general  de  dos  clases  con  relación  á  la  posición 
que  ocupan  :  los  unos  forman  con  el  horizonte  un  ángulo  de  45°,  ó  son 
más  ó  menos  verticales,  y  se  les  llama  vetas  de  cajón ;  los  otros, 
llamados  i'etaa  de  manto,  forman  una  capa  horizontal  que  sigue  las 
sinuosidades  del  terreno  en  que  se  encuentra.  A  la  primera  clase  per- 
tenecen la  mayor  parte  de  las  minas  del  De])artamento  ;  á  la  segunda 
las  del  distrito  de  líemedios,  y  la  del  Zancudo,  en  Titiribí. 

La  anchura  de  los  filones  es  muy  variable  :  en  general  está  com- 
prendida entre  20  centímetros  y  dos  metros. 

Las  pocas  minas  que  se  trabajan  en  el  j)órfido  feldespático  (Kío- 
Dulce,  Nechí  y  Combia)  son  verdaderos  stock icerkn,  ó  sean  numerosas 
venillas,  pequeñas  ])orciones  de  mineral  que  impregnan  el  terreno  por- 
fídico. Tales  venillas,  que  pasan  rara  vez  de  una  pulgada  de  grueso, 
no  tienen  por  lo  común  sino  algunos  milímetros.  En  ellas  el  oro  está 
frecuentemente  acumulado  en  ciertas  partes  de  las  venillas  formando 
bolsadas. 

La  rifjueza  de  los  filones  de  Antioquia  es  muy  variable  en  un 
mismo  filón  y  entre  unos  y  otros,  y  generalmente  se  empobrecen  al 


—  ;í.s  —  < 

profundizarse.  Entre  los  más  constantes  figuran  en  primera  línea  las 
minas  del  Zancudo,  la  Constancia  y  Cristales. 

Los  filones  están  distribuidos  en  distintos  grupos  fomiando  verda- 
deros distritos  mineros,  entre  los  cuales  los  cuatro  principales  son  : 
Titiribí,  Remedios,  Anorí  y  Zieíi.  Cada  grupo  tiene  sus  caracteres  de 
formación,  de  composición,  etc.  que  le  son  propios  v  que  lo  distinguen 
de  los  demás  grupos.  El  estudio  detenido  de  estos  caracteres  sumi- 
nistraría indicaciones  muy  importantes  para  el  trabajo  de  las  minas. 

III 

Los  aluviones  auríferos  de  Antioquia,  de  origen  antiguo,  se  pueden 
dividir  en  cuatro  clases  principales,  á  saber  :  1"  depósitos  aluviales 
del  lecho  actual  de  las  aguas  corrientes  ;  2"  playas  bajas  formadas  por 
el  lecho  antiguo  de  las  aguas  ;  3"  playas  altas  ó  minas  de  aventadero  (1) 
formadas  por  la  denudación  lenta  que  las  aguas,  al  profundizar  su 
lecho,  han  ocasionado  en  los  terrenos  auríferos  ;  y  4"  minas  de  cerro, 
situadas  en  mesetas  elevadas,  á  un  nivel  superior  al  de  las  aguas  co- 
rrientes, á  causa  del  levantamiento  del  terreno,  posterior  á  su  forma- 
ción. En  todas  ellas  la  cinta  de  oro  descansa  sobre  la  peña,  debajo  de 
capas  sucesivas,  más  ó  menos  gruesas,  de  arenas,  arcillas  y  conglome- 
rados de  trasporte.  Los  aluviones  modernos  los  constituyen  las  arenas 
auríferas  que  arrastran  numerosos  ríos  y  riachuelos. 

IV 

El  oro  se  encuentra  en  los  filones  en  distintas  formas  :  más  gene- 
ralmente en  grano  menudo,  que  á  veces  pasa  á  ser  un  polvo  impalpa- 
ble. Fácilmente  visible  en  el  cuarzo,  el  oro  es  casi  siempre  invisible 
en  las  piritas.  Rarísimo  es  encontrar  una  punta  de  tamaño  regular,  y 
citaremos  como  excepción  una  que  se  sacó  en  la  mina  del  Coco,  en 
Remedios,  en  1868  :  pesaba  con  la  ganga  de  cuarzo  que  la  penetraba 
1,800  gramos  y  tenía  1,110  gramos  de  metal. 

El  oro  en  puntas  delgadas  y  largas  y  en  filamentos  entrelazados 
se  encuentra  en  muy  pocas  minas  de  veta,  y  es  aun  más  raro  el  oro 
dendrítico,  imitando  heléchos  ó  arborizaciones  (en  Río-Dulce).  En  el 
cuarzo  suele  hallarse  el  oro  en  láminas  ú  hojas  delgadas  formando  á 
veces  infiltraciones  numerosas  al  través  del  cuarzo,  que  le  envuelven 
como  en  una  red. 

(1)  Estas  minas  son  como  botaderos  ó  emhestiileros  de  los  ríos,  para  servir- 
nos de  las  expresiones  originales  con  que  las  designa  Fray  Pedro  Simón. 


—  ;{!)  — 

El  oro  (U*  aluvión  itresentu  mayor  variedad  en  sus  formas.  Desde 
el  polvo  tenue,  ])asando  por  el  grano  más  ó  menos  laminoso,  redon- 
deado, anguloso,  acicular,  cristalizado  ó  crespo,  hasta  la  pepita  ;  hay 
mucha  variedad  en  el  tamaño  y  las  apariencias  exteriores.  El  oro  en 
forma  de  escamas  ó  lentejuelas  es  muy  frecuente.  En  Antioquia  no  se 
encuentran  pe[>itas  monstruosas  como  en  otros  países ;  por  una  gran 
casualidad  se  tropieza  con  una  cuyo  peso  pase  de  oOO  gramos.  El  Vi- 
rrey Messía  de  la  Zerda  remitió  al  Rey,  en  1769,  una  punta  de  oro  de 
liemedios  (|ue  j»esal>a  188  castellanos,  donada  por  D.  Pedro  Boviel. 
••  En  la  mina  de  l'surá,  distrito  de  Zea,  en  1855,  se  encontró  una 
I)eiMta  con  peso  de  1¿,5{M)  gramos."  (M.  Uribe  A.) 

Las  diferentes  formas  observadas  en  el  oro  cristalizado  de  Antio- 
<iuia,  son  las  siguientes  : 

El  cubo,  que  es  muy  raro.  (1) 

El  cubo-octaedro. 

El  octaedro  es  la  forma  más  frecuente,  y  está  sometido  á  las  más 
caprichosas  deformaciones :  ora  ])resenta  cuatro  de  sus  caras  como 
estiradas,  cambiando  su  figura  de  triángulos  en  cuadriláteros  truncados 
y  ofreciendo  el  aspecto  de  tablas  ;  ora  sus  caras  prolongadas  y  más  ó 
menos  huecas  terminan  en  bisel ;  ya  están  hundidas  y  estriadas,  cir- 
cunstancia que  se  produce  comunmente  en  el  octaedro  y  en  el  trape- 
zoedro ;  ya  vacías  y  como  descarnadas,  han  desaparecido  quedando  sólo 
una  armazón  en  la  que  se  encuentran  las  aristas  del  cristal  formando 
triángulos. 

El  dodecaedro  romboidal  no  es  nada  común. 

El  trapezoedro  es,  después  del  octaedro,  la  forma  más  dominante. 

Los  poliedros  que  se  encuentran  accidentalmente  en  estado  hemié- 
drico  son  el  dodecaedro  pentagonal  y  el  tetraedro. 

Todas  estas  formas,  con  muchas  otras  variedades,  entre  las  cuales 
algunas,  verdaderos  juegos  de  la  naturaleza,  figuran  un  lazo  de  cinta, 
un  costillar,  nna  arpa,  una  hoja,  un  haz  de  yerbas,  jeroglíficos,  den- 
dritas, graciosas  figuras  curvilíneas,  etc.,  están  representadas  en  una 
hermosa  colección,  quizá  única  en  su  género,  compuesta  de  171  puntas 
ó  cristales  de  oro,  que  se  expuso  en  la  Exhibición  de  Bogotá  y  «aseguran 
se  conserva  hoy  en  el  ^luseo  británico.  (2) 

(1)  En  la  mina  de  Loaiza,  disti'ito  de  San— Juan  de  Marmato  (Departa- 
mento del  Cauca),  se  encuentran  hermosos  grupos  de  cubos  engastados  unos  en 
otros:  el  (jro  que  los  forma  está  aleado  con  plata  y  tiene  la  le}'  d«  607 
milésimos. 

(2)  Junto  con  esta  colección  de  puntas  de  oro  enviamos  á  la  Exposición  de 
Bogotá,  en  1871,  otra  colección  clasificada  de  minerales  y  rocas  de  Antioquia. 
Se  nos  concedió  como  premio  honorífico  una  hermosa  medalla  de  oro. 


—  40  — 

( 

Ea  ilicluí  cüleccióu  Ihuiian  I;i  uteución  dos  grupos  de  cristales  :  el 
primero  compuesto  de  octítedros  que  tienen  en  cada  arista  una  doble  fa- 
ceta, V  en  cada  ángulo  sólido  una  cuadrupla  modificación  indicada  por 
puntos  huecos,  cuyo  completo  desarrollo  produciría  dos  trapezoedros 
distintos. 

El  otro  grupo  figura  una  lámina  con  sus  bordes  cristalizados,  y 
cuyo  centro  es  como  una  superficie  tersa  de  oro,  de  donde  sabm  varios 
tetraedros  inscritos  entre  líneas  rectas  que  se  encuentran  formando 
triángulos,  y  que  son  como  la  proyección  de  otras  pirámides  sumer- 
gidas. 

El  oro  tiene  en  Antioquia  el  color  amarillo  brillante  que  le  es  ca- 
racterístico, con  todos  los  matices  comprendidos  entre  el  amarillo 
pálido,  ó  ligeramente  verdoso,  más  ó  menos  mate,  y  el  amarillo  res- 
plandeciente i)ropio  del  más  bello  de  los  metales. 

Los  cristales  ó  puntas  cristalizadas  de  oro,  son  con  frecnencia 
salientes,  al  contrario  de  lo  que  se  observa  en  otros  países.  (1) 

VI 

El  oro  de  Antioquia  se  halla  aleado  con  la  plata,  pero  en  propor- 
ciones tan  variadas  como  no  hay  ejemplo  en  ningún  otro  país  del 
mundo. 

Kefiriéndonos  á  dos  de  las  obras  más  acreditadas  de  Mineralogía, 
la  de  Dufrénoy  y  la  de  Dana,  leemos  en  la  del  último  que  el  oro  con- 
tiene por  lo  común  (ordinary)  de  Ü.IG  á  10  por  ciento  de  plata ;  es 
decir,  que  su  ley  varía  generalmente  entre  840  y  084  milésimos.  La 
ley  más  baja  citada  es  la  del  oro  de  Sinarowski,  en  el  Altay,  que 
tiene  GO  milésimos  (Dufrénoy) ;  la  más  alta  es  la  de  un  oro  de  Aus- 
tralia que  es  casi  puro,  pues  alcanza  á  la  ley  de  903  milésimos. 

De  los  análisis  que  traen  los  autores  citados  se  deduce  que  la  pro- 
porción de  la  plata  aleada  al  oro  varía  entre  los  límites  siguientes,  en 
los  principales  países  (jue  producen  este  precioso  metal  : 

En  California  contiene  de  3.G  á  13.4  i)or  ciento  de  plata ;  se  cita 
un  solo  análisis  de  24  por  ciento. 

En  Australia  de  0.72  á  10.5  por  ciento. 

En  los  montes  Urales  (Rusia  asiática)  de  1  á  13.2  por  cien- 
to; (2)  se  cita  un  caso  de  20  y  otro  de  20  por  ciento. 

En  Chile  de  3  á  lo  por  ciento. 

En  el  Canadá  de  10  á  15  por  ciento. 

(1)  A.  Dufrénoy.  Traite  de  Minéralogie. 

(2)  N.  Tari-assenko-Otreschkoff.  De  l'or  et  de  l'argent. 


—  41  — 


Ku  t'l  Sfucjral  (AfVii-a),  cu  íiii,  do  (í  á  1.")..")  por  ciento. 

Pues  l)ii'ii.  cu  Atituxiuia  v\  oro-  do  aluvión  contioue  entro  .'{.."i  y 
3G.(>  por  ciento  ilo  ))lata.  y  el  oro  do  los  filones  entre  8.1  y  05.7  por 
ciento,  como  se  verá  ¡mr  el  sijruicnte  cuadro  :  (1) 

"ADRO  PK  LAS  ALEACIONES  NAll  HALES  UEL  OBO  Y  fíK  LA  PLATA  EN  EL  DEPARTA- 
MEXrO  DE  AXTIOQLIA.  (KEBAJAXÜO  DE  1,000  CXI  DA  DES  LA  LEY  DE  CADA  OKO,  SE 
OBTIEXE  LA  PBOPORClÓs  DE  PLATA). 


uHu  DK  .M.rvruN'Ks. 


JIttésimos 
d'.  orn. 


.V'iíiiores  lio  las  minas. 


San-Matías *M~> 

Esperanza í)3ü 

Matica 919 

Valdivia 913 

Manila 90G 

La  Mosca 904 

Sinitabé 90l' 

Candevá 909 

Santa-Marta 892 

Río-Grande 888 

San-Esteban 880 

El  Oro '. 883 

Necbí 883 

Zancudo 882 

Pangordito 880 

San-José 880 

Cbamuscados. 880 

Mal-abrigo 880 

Quebraditas 877 

El  Mulato 870 

Playa-Kii-a 809 

Mirafloros 808 

Río-Cbico 800 

San-Isaac 80;i 

Ñus 801 

Nusito 801 

Carolina 800 


ORO  DE  FILONES. 


Xombrcs  de  las  minas. 


Milésimos 
de  oru. 


Quiuná 919 

Pudnia 900 

Tupo .  895 

Salado 889 

San-Donato 859 

Monte-frío 841 

Ingenio 839 

Violín 833 

Montañita 829 

Solferino 800 

Rionegrito 805 

Otra-mina 800 

Dos-(|uebradas 790 

Conibia 795 

Guasinial 795 

Alpes 790 

Frontino 781 

Constancia , 704 

Popal 750 

Santa-Bárbara 750 

El  Zancudo 750 

Palniichala 747 

Coral    715 

San-Rafael 707 

Santa-Gertrudis 700 

Animas 700 

Caldera 082 


(l)  Haciendo  extensiva  la  comparación  á  Colombia,  podemos  decir  en  ge- 
neral  del  oro  que  se  e.xtrae  de  sus  veneros,  que  contiene  de  0.2  á  65.7  por  ciento 
de  plata. 


ORO  DE  ALUVIONES.  ORO  DE  FILONES. 

MilésiiHos  Milésimos 

de.  nrn.  de  oro. 

Nombres  de  las  minas.  Nombres  Ja  las  yino.s. 

Serranías 855  Criadero 075 

Hojas-aiiclias <S55  Sucre   058 

Olivares 855  Río-Dulce 057 

Guadalupe 853  San-Joaquín 040 

El  Hatillo. 840  Bolivia 045 

Nai-e 845  Silencio 038 

La  Iguana. 844  Cárdenas 025 

Riaclión 841  Colombia 023 

Porce 820  Santa-Isabel 018 

Cauca 800  Cruces 012 

Tenche 788  Soledad 001 

Socorro  (Porce) 781  Merced 000 

Trinitacita 702  Playitas 588 

Barbosa  (Porce) 702  Cristales 579 

La  Honda 750  Gouzala 507 

San-Juan 730  Ánimas  (San-Pedro) 559 

Cruces  de  Cáceres 723  Ositos 557 

Porquera 717  San-Xicolás 555 

Carnicerías 080  Sau-Eusebio 549 

Santiago 075  Diluvio 533 

Pocoró 000  Guasirí 525 

Zaragoza 058  Sarral 500 

El  Carmen 034  Río-Dulce 343 

Este  cuadro,  tan  variado  ya,  y  que  contiene  cien  análisis  de  oro 
nativo  (1)  de  las  principales  minas  de  Antioquia,  podría  aumentarse 
aún  considerablemente,  pero  con  leyes  (|ue,  con  rarísimas  excepciones, 
quedarían  comprendidas  entre  los  límites  del  mismo. 

Estamos  enteramente  de  acuerdo  con  la  opinión  de  M.  Dufrénoy, 
de  que  el  oro  y  la  plata  se  i'eemplazan  en  toda  proporción  aun  en  los 
cristales :  el  isomorfismo  de  estos  dos  metales,  que  ambos  cristalizan  eu 
el  sistema  cúbico,  hace  natural  y  lógico  este  resultado,  confirmado  por 
los  hechos. 

En  las  minas  de  veta  hay  en  general  variaciones  en  la  ley  del  oro 
eu  un  mismo  filón,  aumentando  ó  disminuyendo  la  proporción  del  oro 

(1)  Los  análisis  se  hicieron  en  el  laboratorio  de  fundición  y  ensayes  de 
Vicente  y  Pastor  Restrepo,  sobre  barras  de  oro  nativo  (en  ningún  caso  sobre  oro 
amalgamado).  Para  evitar  el  error  que  pudiera  ocasionar  la  reducción  de  los 
sulfures  en  el  oro  de  veta,  se  separai-on  los  metales  extraños  (plomo,  cobre,  etc.) 
por  medio  de  una  primera  copelación. 


,  _  t.i  - 

V  (If  la  plata  cii  «ndcii  iuvtT.so  y  cu  un  líiiiit*'  ctuiiprciMlido  »'iitr<'  uno  y 
(licz.inilt'siiiKts.  I'^stc  líiuitt'  es  en  alj;unos  tilones  de  l'O,  .{(J,  40  y  aun 
uuis  mili'siuios.  Hl  oro  de  las  vetas  pertenecientfs  á  un  mismo  griipo  o 
tbrinación  niinna  |ircscuta  analogías  marcadas  d<*  aspecto  y  de  compo- 
sición. 

Eu  las  minas  Ae  aluvión  la  ley  del  oro  es  muy  constante,  mas  los 
distintos  depósitos  aluviales  de  un  mismo  río  se  diferencian  frecuente- 
mente eu  la  ley  de  sus  oros,  aunque  éstos  tengan  j)or  otra  parte  otros 
caracteres  de  semejanza. 

El  oro  de  Porce,  por  ejemplo,  cerca  de  las  Dos-bocas,  tiene  de  ley 
0.H'20 ;  el  que  se  extrae  de  la  mina  del  Socorro,  en  el  mismo  río,  sólo 
tiene  (í.TSl,  y  el  de  Barbosa  O.Tíil.*.  El  oro  de  los  afluentes  de  un  mismo 
río  no  tiene  eu  general  relación  ninguna  con  v]  de  éste  en  su  aspecto 
ni  en  su  ley. 

Suelen  encontrarse  mezclados  eu  una  misma  mina  de  aluvión  dos 
oros  de  ley  desigual. 

VII 

Hace  algunos  años  ijue  nos  ocupamos  en  conseguir  datos  sobre  el 
valor  de  los  metales  ]»reciosos  (¡ne  lia  producido  Antioíjuia,  tarea  difícil 
en  nuestro  país,  donde  no  se  comprende  la  importancia  de  la  estadísti- 
ca. No  obstante,  nos  atrevemos  á  presentar  nn  resumen  que  ci'eeraos  se 
aproxima  bastante  á  la  realidad. 

Producto  de  las  minas  de  Antioquia  en  metales  preciosos : 

En  la  segunda  mitad  del  siglo  XVI $       10.000,000 

Durante  el  siglo  XVII 50.000,000 

Durante  el  siglo  X  VIII 04.000,000 

De  1801  á  188G 120.000,000 

Producto  total  desde  la  conquista $     L*a0.000,000 

Como  se  ve,  la  producción  del  oro  ha  seguido  eu  auujento  constan- 
fe.  Kn  este  siglo  empezó  por  1.2.50,000  pesos  anuales.  (1)  En  1858 
Iiabía  llegado  á  1.500,000  ;  en  ISOíJ  á  1.000,000.  De  ese  año  para  ade- 
lante la  j)rogresión  fué  más  rápida,  como  puede  verse   en  el  cuadro  co- 

(1)  De  un  resumen  de  los  estados  del  oro  fundido  en  la  Provincia,  en  lag 
tres  casas  de  fundición  de  Medellín,  Antioquia  y  Kionegro,  dado  por  el  Tesore- 
ro de  ella,  resulta  que  en  1834  se  fundieron  4,168  libras,  3,727  en  183.j,  4,174  en 
1836,  4,165  en  1837,  4,159  en  1838  y  4,205  en  1839.  La  cantidad  de  oro  en  polvo 
que  los  particulares  sacaban  entonces  de  contrabando  de  la  Provincia  era  con- 
siderable. 


—  44  — 

I-respondiente  del  docinnento   í.  En  1S82  alcanzó  el   valor  del  oro  y 
de  la  plata  aurífera  exjjortados  á  L'.0()0,(>00  pesos.  (1) 

Esta  cifra  no  lialaga  aun  suñcientemente  nuestro  patriotismo,  y 
quisiéramos  verla  siquiera  duplicada,  como  i)udiera  serlo.  Son  muy 
exactas  las  siguientes  observaciones  de  Mr.  Wliite :  "El  trabajo  de 
muchas  de  las  minas  de  Antio(|UÍa  se  practica  en  una  escala  muy  in- 
significante;  no  pocas  de  ellas  están  desprovistas  d(í  maquinaria.  Un 
gran  número  de  placeres  se  l)eneíician  únicamente  á  mano  por  falta  de 
bombas.  Por  tanto,  las  empresas  de  minas  están  reducidas  á  una  rata  de 
producción  míniuux,  comparada  con  la  que  se  pudiera  obtener  si  se  re- 
moviesen los  obstáculos  que  hoy  impiden  su  progreso." 

M.  A.  iMoulIe,  ingeniero  de  minas,  dice  en  un  Informe  que  pu- 
blicó en  París  en  Octubre  de  18S7  :  "Ant¡0([uia  es  indudablemente 
uno  de  los  países  del  globo  donde  se  encuentran  en  mayor  abundancia 
yacimientos  auríferos  de  toda  clase.  Si  con  sus  inmensas  riquezas  na- 
turales no  ha  llamado  hasta  el  presente  la  atención  de  Europa,  esto  ha 
dependido  principalmente  de  su  posición  en  el  centro  de  Colombia, 
nación  que,  hasta  los  últimos  años  era,  por  decirlo  así,  completamente 
desconocida  del  público  europeo.  Después  de  un  viaje  de  estudios  de 
muchos  meses  en  Antioquia,  creemos  poder  decir  que  sus  yacimien- 
tos auríferos,  salvo  algunas  excepciones,  han  sido  apenas  explorados 
superficialmente  (efiieurés)  y  que,  desde  el  punto  de  vista  de  la  grande 
industria  minera,  puede  considerarse  que  aun  están  vírgenes." 

El  número  de  minas  que  había  en  explotación  en  Antioquia  en 
1871,  ocupando  más  de  tres  peones  cada  una,  era  el  siguiente  :  placeres 
252,  minas  de  veta  104.  En  estas  últimas  había  820  pisones  ocupados 
en  pulverizar  el  mineral,  y  64  arrastres  en  amalgamar  el  oro  que  queda 
en  las  arenas. 

En  1886  se  pagó  el  impuesto  por  1,009  minas  de  filón  y  971  de 
aluvión. 

En  el  Departamento  se  contaban  en  14,942  mineros  (10,652  hom- 
bres y  4,290  mujeres),  siendo  su  población  de  366,000  habitantes  (1871). 
El  censo  de  1884  la  hace  ascender  á  463,667  habitantes.  Entre  éstos 
se  cuentan  13,924  mineros ;  1,018  menos  que  en  1871.  Xo  debe  tomar- 
se este  dato  como  indicio  de  decadencia  de  la  minería,  puesto  que  el 
aumento  de  la  producción  de  oro  ha  seguido  la  misma  progresión  que 
el  de  la  población.  Creemos  ([ue  el  número  de  los  mineros  fijos  es  ma- 
yor que  antes,  pero  que  ha  disminuido  el  de  los  mazamorreros  de  cir- 
cunstancia, además  de  que  muchos  de  éstos  han  podido  hacerse  inscri- 
bir como  agricultores. 

(l)  El  General  Codazzi,  Jefe  de  la  Comisión  corográfica,  que  visitó  á  Antio- 
quia en  1850,  estimaba  entonces  el  producto  anual  de  sus  minas  en  $  3.c00,000, 
suma  exagerada  en  exces.>. 


>  -  4.-.  - 

Xu  se  cTca  (|iu'  l;i  iiolilacióii  minera  se  ocupa  ('(intiinianH'iite  en  esta 
jirutesión.  L'na  i)arte  muy  considerable  del  oru  de  Antiocjuia  lo  extraen 
los  mtizamorrcron,  (jus  trabajan  por  su  i)ropia  cuenta  :  niucliísinios  de 
«*st08  son  labradores  que  no  emplean  en  la  minería  sino  el  tiempo  en 
que  no  están  ocupados  en  sus  quehaceres  agrícolas.  El  gremio  numero- 
sísimo de  los  mazamorreros  es  fijo  en  algunas  localidades,  como  Santa- 
Kosa  y  lielmira.  lín  Santa-Kosa,  <|ue  cuenta  más  de  2,000  mineros, 
no  pasan  de  700  los  (|ue  trabajan  á  jornal  en  minas  establecidas.  En 
otras  localidades  los  mazamorreros  son  nómades,  y  ya  en  el  verano,  ya 
en  el  invierno,  lavan  las  arenas  auríferas  que  extraen  de  los  ríos,  arroyos 
y  vertientes.  Algunos  se  ocui)an  en  moler  rodados,  ó  piedras  con  oro 
(|ue  extraen  de  agujas  y  venillas  que  descubren  por  conjeturas,  con  el 
tino  raro  (|ue  les  dan  la  observación  y  la  práctica. 

VIII 

En  Antioq.iia  no  se  explotan  verdaderas  minas  de  plata,  si  se 
excei)túa  la  importante  mina  del  Zancudo,  que  fué  primitivamente 
de  oro,  pero  que  actualmente  puede  considerarse  como  de  plata  aurífera. 

En  la  parte  meriilional  del  Departamento  se  han  descubierto  ricas 
vetas  argentíferas  ijue  contienen  plata  nativa,  roja,  y  sulfuro  negro  de 
plata  en  asociación  con  galena,  blenda  y  pirita  de  hierro.  Las  venas, 
aunque  de  perfecta  formación,  son  todas  muy- delgadas,  lo  que  hace  su 
explotación  costosa  y  [toco  productiva.  Las  más  conocidas  son  :  la  del 
Diamante,  en  ^Lmizales ;  las  del  Bureo,  en  Pacora;  la  Soledad  y 
otras  situadas  en  la  hoya  de  la  quebrada  Papayal,  (jue  atraviesan  \uia 
roca  porfídica,  en  el  distrito  de  Nueva-Uaramanta. 

Si  el  verdadero  metal  precioso  para  Antiofiuia  es  el  oro,  que  da 
vida  y  movimiento  á  su  agricultura  y  á  su  comercio,  hay  también  otros 
metales  estimados  en  toda  tierra  de  progreso  como  muy  preciosos  para 
la  industria  y  las  artes.  Hoy  hacemos  poco  caso  de  ellos,  |)ero  la  tierra 
los  guarda  para  cuando  las  necesidades  de  la  civilización  los   reilamen. 

En  primer  lugar  viene  el  hierro  cuyos  óxidos  (generalment(!  limoni- 
ta) se  encuentran  en  abundancia  en.  su  suelo. 

El  platino,  que  acompaña  al  oro  en  los  de])ósitos  de  aluvión,  solóse 
encuentra  en  cantidades  de  alguna  consideración  en  el  distrito  de  Fron- 
tino, limítrofe  con  el  Chocó,  y  en  algunas  otras  minas  del  Departamen- 
to en  granos  apenas  perceptibles. 

Aun  no  se  ha  buscado  ni  se  conoce  una  mina  importante  de  cobre. 
Es  probable  que  exista  en  alguna  parte,  pues  los  aborígenes  hacían  uso 
de  ese  metal,  que  ligaban  frecuentemente  con  el  oro.  A  las  orillas  del 
río  Tuguridó  ss  encuentran  gruesos  filones  de  sulfuros  de  cobre  y  roda- 
dos de  este  metal. 


—  4»;  —  ' 

l*ar;i cancliiír  osta  reseña,  diremos  alguna  cosa  sobre  el  plomo  y  el 
mercurio,  auxiliares  poderosos  para  la  extracción  del  oro  y  de  la  plata, 
que  faltan  en  Anticíjuia. 

La  fraU'na  sólo  se  lia  encontrado  hasta  hoy  asociada  en  i)eí|ueñas 
(cantidades  con  las  ¡liritas  auríferas,  y  en  forma  de  rodados,  no  abundan- 
tes, en  la  Provincia  del  Norte, 

En  los  arroyos  (jue  dependen  del  alto  de  la  Guija  (distrito  del  Re- 
tiro) se  encuentran  rieiros  de  ciuíibrio  (mercurio  sulfurado)  de  un  her- 
moso color  rojo.  Mr.  White  practicó  hace  pocos  años  una  exploración 
en  busca  de  la  capa  mineral  de  donde  se  desprendieron  los  riegos,  y  no 
halló  el  cinabrio  en  cantidad  explotable. 

Hay,  en  fin,  depósitos  de  ulla  en  Amaga,  Titiribí,  Guaca  y  cerca 
de  las  márgenes  del  bajo  Nechí. 

Los  más  valiosos  de  estos  productos  del  reino  mineral  son  sin  duda 
el  fierro  y  la  ulla.  Ellos  serán  no  muy  tarde,  juntamente  con  el  oro,  los 
elementos  indispensables  en  el  desarrollo  definitivo  de  la  industria  y  de 
la  riqueza  pública  de  Antioquia, 


IV. — CAUCA. 

Si  se  nos  preguntase  cuál  es  el  Departamento  más  rico  de  Colom- 
bia en  metales  preciosos,  nos  sería  muy  difícil  dar  una  respuesta  cate- 
górica, pues  si  las  minas  de  Antioquia  son  hoy  más  conocidas,  mejor 
explotadas  y  mucho  más  productivas  que  las  del  Cauca,  este  Depar- 
tamento encierra  en  su  vasto  territorio  tres  regiones  de  una  gran 
ri(|ueza :  el  Chocó,  Barbacoas  y  Supía.  Por  otra  parte,  si  debemos 
lamentar  el  abandono  casi  general  de  las  minas  del  Cauca,  reconoz- 
camos también  que  á  principios  del  siglo  XIX  ellas  producían  más  de 
la  mitad  del  oro  que  se  sacaba  del  Nuevo  lleino  de  Granada.  Esos 
tiempos  de  opulencia  volverán  pronto,  no  lo  dudamos,  y  nos  sirve  de 
garantía  el  entusiasmo  (jue  se  ha  despertado  últimamente  entre  sus 
hijos  por  esta  industria. 

Haremos  una  rápida  reseña  de  los  ])rimeros  trabajos  de  explotación 
que  se  emprendieron  después  de  la  conquista. 

Pedro  Cieza  de  León,  que  fué  uno  de  los  descubridores,  se  expresa 
así :  "  Hay  tantas  provincias  y  ])ueblos  de  indios  desde  el  nacimiento 
de  este  río  (el  Cauca),  y  tanta  riqueza  así  de  minas  de  oro,  como  lo 
que  los  indios  tienen ....  y  es  tan  grande  la  contratación  del  oro,  que 
no  se  puede  encarecer,  según  es  mucho.  Nacen  de  una  montaña  que 
está  jior  lo  alto  de  Anserma  muclios  ríos  pequeños,  de  los  cuales  se  ha 


>  —  47  — 

sac.tdd  V  saca  iimclio  «ro,  y  muy  riro,  ('(tu  los  mismos  indios  y  con  ne- 
gros. Másadclantí!  de  este*  puclilo  está  l<i  |)iovincÍH  de  Zopía  (¡áupía).  l'or 
medio  de  estos  |)ucblos  corro  un  río  rico  de  minas  de  oro  (Kío-Sucio)... 
De  la  sierra  (|ue  está  próxima  á  ('arta<ro  nacen  muchos  ríos.  Son  todos 
muy  ricos  de  oro.  Estando  yo  en  esta  ciudad  «d  año  de  1047  se  sacaron 
en  tres  meses  más  d(í  quince  mil  pesos,  y  el  (pie  más  cuadrilla  tenía, 
era  de  tres  ó  cuatro  negros  y  aljiunos  indios." 

I'^l  autor  desconocido  del  Espejo  de  variedades,  ([ue  fué  á  l'opayán 
hacia  ir)47,  y  pasó  catorce  años  al  servicio  del  Obispo  de  aquella  ciu- 
dad, dice :  "  Este  país  es  muy  montañoso,  cortado  por  muchos  ríos  y 
uno  de  los  más  ricos  en  oro  áv  toda  la  América ;  ]»ues  aunque  tiene 
más  do  ,'iOO  leguas  de  largo,  no  hay  aldea,  río,  arroyo  ni  montaña 
donde  no  se  encuentre  en  abundancia  y  muy  fino.  Se  ha  sacado  y  se 
«acá  todos  los  días  una  inmensa  cantidad." 

Los  indios  preferían  i)agar  sus  tributos  en  oro,  y  retribuían  á  los  es- 
pañoles que  querían  dirigir  las  labores  :  á  éstas  que  dedicaban  sus  hijos. 
En  la  Relación  del  Nuero  Reino  de  Granada,  del  año  1559,  leemos : 
"En  la  gobernación  de  Popayán  andan  sacando  oro  seis  mil  indios  y 
trescientos  negros,  ((ue  trabajando  250  días  cada  año  y  sacando  un 
tomín  por  día  cada  uno,  reúnen  196,875  pesos." 

En  un  infonne  de  D.  Alvaro  de  Mendoza,  Gobernador  de  Popa- 
yán, dirigido  á  Su  Majestad  en  1507,  dice:  "Es  cosa  maravillosa  los 
metales  que  eji  esta  Gobernación  se  descubren  cada  día,  que  si  hu- 
biese posible  para  podellos  seguir,  creo  que  no  habría  cosa  más  impor- 
tante en  las  Indias.". . . . 

Fray  Jerónimo  de  Escobar,  predicador  agustino,  que  fué  durante 
muchos  años  coadjutor  del  Obispo  de  Popayán,  dirigió  al  liey  una 
Relación  (1)  del  estado  en  que  se  hallaba  la  Provincia  en  1581. 

Recapitularemos  las  noticias  (jue  da,  relativas  al  laboreo  de  las 
minas. 

La  ciudad  de  Anserma  fué  en  sus  principios  la  más  rica  de  la 
Provincia.  Sacábanse  de  allí  todos  los  años  mi'is  de  70,000  pesos 
en  oro. 

De  los  ríos  y  quebradas  de  Cartago  se  sacó  en  sus  principios  gran 
cantidad  de  oro,  y  aunque  entonces  había  disminuido,  todavía  produ- 
cían sus  minas  .'30,000  pesos  de  este  metal  ])or  año.  (2) 

(1)  Esta  Relación  fué  publicada  en  trances  por  M.  Ternaux  Compans. 

(2)  Fray  Pedro  Simón  dice  :  "  La  Provincia  de  los  Quimbayas,  en  medio  de 
la  cual  está  la  ciudad  de  Cartago,  es  riquísima  de  oro.  Al  comendador  Ruy 
Váez  de  Sosa  le  mostró  una  india  de  su  servicio  la  sepultura  de  su  padre  el 
Cacique  Yambo,  y  abriéndola  hallaron  una  tabla  de  oro  con  que  estaba  cu- 
bierto el  ataúd  del  difunto,  que  pesó  $  13,000  de  buen  oro  y  saci  otros  tantos 
en  otras  joyas." 


—  4.S  — 

Toro  proilucíii  de  O  á  1(),0()(>  pesos. 

En  (iiiadiilajara  de  liuga  (1)  "  se  encuentra  oro  perfectamente 
purificado,  no  por  la  mano  de  los  hombres  sino  por  la  de  Dios :  se 
puede  llevar  directamente  del  río  de  donde  lo  sacan  á  la  moneda  real. 
So  han  hallado  granos  que  pesaban  medio  marco,  y  hasta  un  marco, 
pero  el  peso  más  común  es  de  cuatro  ó  cinco  castellanos.  Xo  se  en- 
cuentra jamás  oro  tan  puro  como  ése  en  las  minas." 

En  Cali  se  había  sacado  nmcho  oro  del  Cauca:  había  allí  una 
fundición  y  una  caja  real.  De  las  minas  de  Popayáu  extraían  anual- 
mente más  de  40,000  pesos  de  oro. 

"  Almaguer  es  un  lugar  muy  rico  :  se  sacan  todos  los  años  más  de 
.■K),000  pesos  de  oro.  A  tres  leguas  de  allí  están  las  minas  de  la  Con- 
cepción, donde  trabajan  generalmente  dos  mil  indios  ó  negros." 

Cuenta  el  Padre  Escobar  que  se  exportaba  mucho  oro  en  polvo  para 
la  ciudad  de  Quito,  pero  que  los  caminos  eran  tan  malos  ([ue  con  fre- 
cuencia se  perdía.  Un  mercader  de  dicha  ciudad,  llamado  Pedro  de  la 
Concha,  había  perdido  hacía  poco  tiempo  20,000  pesos  en  oro  :  la  muía 
que  los  llevaba  fué  arrastrada  por  la  corriente  al  pasar  un  río,  y  no  se 
pudo  hallar. 

La  Provincia  de  Popayán,  que  se  extendía  entonces  hasta  la  ciudad 
de  Antioquia,  producía  300,000  castellanos  de  oro,  ó  sean  3,000  libras, 
que  valen  700,000  pesos  de  nuestra  moneda. 

Un  contemporáneo  del  Padre  Escobar,  D.  Francisco  Guillen  Cha- 
parro, escribía  casi  en  el  mismo  tiempo  que  él  (en  1583) :  "  Desde  el 
pueblo  de  Almaguer  á  las  minas  hay  cuatro  leguas.  Es  un  cerro  alto  y 
muy  grande  y  sácase  en  él  mucho  oro  y  se  ha  sacado  grandísima  can- 
tidad con  indios  naturales  de  la  tierra  y  algunos  negros,  aunque  pocos." 
En  ese  tiempo  gozaron  de  gran  fama  de  riqueza  los  aluviones  del 
valle  de  Guachicono. 

"  La  ciudad  de  Almaguer",  dice  el  doctor  Manuel  María  Quijano, 
"  estaba  rodeada,  según  la  tradición,  de  vetas  de  oro  que  dieron  sumas 
considerables  de  este  metal  á  Sus  explotadores  ;  pero  xm  terremoto  " 
(acaecido  en  1705)  "  obstruyó  las  minas  y  arruinó  la  mayor  parte  de  la 
ciudad.''  (Bosquejo  histórico ....  J  ^n  efecto,  en  esta  localidad  se 
trabajó  siempre  más  en  vetas  que  en  lavaderos.  El  licenciado  Arias 
Pacheco  escribía  en  el  siglo  XVI:  "  Las  minas  de  Almaguer  son  de 
nacimientos  como  piedras,  y  éstas  se  muelen  en  ingenios  que  hay  para 
ello,  y  con  muy  poco  azogue  se  aparta  y  limpia  el  oro." 

(1)  Las  ciudades  de  Cartago,  Buga  y  Toro  fueron  trasladadas  posterior, 
mente  á  sitios  distintos.  La  última  estaba,  dice  Ocariz,  veinticinco  leguas  más 
adentro  que  la  actual ;  Cartago  fué  fundada  á  orillas  del  río  Otún,  y  £uga  al 
pie  de  un  cerro,  en  el  valle  de  Chinche,  junto  al  río  de  Piedras. 


»  —  4!»  — 

Las  minas  «le  Anscniíii  líitziuon  ih*  iimrlia  faiiin,  pues  "es  toda 
tierra  il«' iiiinciaics  di'  (iro  (-(trriilt»  y  de  vetas."  ( IMedraliíta).  Cuenta 
la  historia  (|iU'  une»  de  sus  poliladiircs,  (ióniez  l'VruiUidez,  salió  de  allí 
á  1h  ealíeza  de  una  expedición  si  las  tierras  do  los  ehocoes,  en  busca  del 
Dorado  «leí  Daliailu*.  Venciendo  mil  dificultades  y  couiliatiendo  con 
los  indios  atravesó  el  Chocó  y  bajó  por  c\  Atrat(»  á  Cartaffena,  de  donde 
em|>n'ndi<'>  de  nuevo  su  jornada  por  el  mismo  camino.  Lle;;ó  con  al- 
gunos de  sus  compañeros  á  Anserma  "  c(»n  más  apariencia  de  espectros 
que  de  liombres,  y  halló  que,  si  él  había  p(!rdiilo  el  tiempo  y  la  salud, 
sus  esclavos  trabajando  las  minas  le  tenían  acopiailos  CO,0()O  pesos  de 
oro."  (Acosta). 

De  una  relación  escrita  en  J5S.'5  por  I>.  Francisco  (Juillén  Cha- 
parro, tomamos  lo  sifíuiente  :  ''  Anserma  tiene  un  cerro  siete  leguas 
de  donde  el  i)ueblo ;  está  poblado  hasta  el  ctirro,  (jue  llaman  de  Quie- 
bralomo,  de  donde  se  ha  sacado  grandísima  cantidad  de  oro  de  treinta 
años  ú  esta  parte,  y  se  saca  mucho  oro  :  (1)  son  vetas  y  ramos  que 
atraviesan  todo  el  cerro.  Hay  criaderos  y  cepas  donde  está  el  oro,  y 
suele  de  ordinario  sacarse  por  hoyos  y  socavones  que  tienen  veinte, 
veinticinco  y  treinta  estados  de  hondura,  y  siempre  se  saca  el  oro  ha- 
ciendo grandes  edificios  de  palizadas.  A  un  cuarto  de  legua  de  este 
cerro  hay  otro,  que  se  llama  el  cerro  y  minas  de  Supía,  donde  se  ha 
sacado  y  saca  buen  oro,  que  tiene  de  ley  veinte  quilates :  es  un  cerro 
r»egro  y  las  minas  son  también  vetas  y  ramos.  El  temple  de  estos  ce- 
rros es  muy  sano  y  no  frío  ni  caliente  ;  tiene  muy  buenas  aguas.  Ha- 
brá teinta  y  cinco  ó  cuarenta  españoles  que  residen  de  continuo  en  las 
dichas  minas :  tienen  todos  sus  rancherías  y  en  medio  de  éstas  su 
iglesia  y  cura  y  vicario.  A  media  legua  de  este  cerro  de  Quiebralomo 
hay  un  río  i\ne  pasa  por  un  lado  de  él,  que  llaman  el  río  de  San-Juan, 
donde  los  negros  jornaleros  y  mazamorreros  del  propio  río,  en  los 
socavones  que  en  las  barrancas  de  él  hacen,  sacan  oro  granado,  (pie 
tiene  veinte  quilates.  A  otro  lado  del  mismo  cerro  hay  otro  río  (¡ue 
llaman  Supiasí,  (lue  es  abajo  de  las  minas  dichas,  y  de  donde  también 
sacan  oro.  A  dos  leguas  y  media  de  este  cerro  hay  otras  minas  que  llaman 
del  río  (Irande  (el  Cauca),  tierra  de  muchos  cañaverales,  y  pásase  un 
pedazo  de  montaña  ;  es  un  cerro  altísimo;  el  oro  que  aijuí  se  sácalo 
llaman  el  marmatn  ;  tiene  de  ley  nueve,  diez  y  once  quilattís.  A  un 
tiro  de  arcabuz  de  este  cerro  del  Marmato  hay  otio,  tamltién  muy  alto, 
en  el  que  se  saca  oro  ])or  socavones,  qu<!  así  los  tenían  hechos  los  natu- 

(1)  Kn  1")59  se  escribía  esto  :  "  Hay  minas  de  oro  en  toda  la  tierra  de  An- 
serma. Lo  sacaban  desde  antiguo  y  lo  usaban  en  joyas  y  aderezos.  Hay  615 
indios  en  las  minas."  (Relación  del  Nuevo  Reino  de  Gva.nadaJ.  Hubo  allí  veninos 
muy  ricos,  dueños  de  grandes  cuadrillas  de  e.sclavos  negros. 

4 


—  .■)(!  _  < 

rales  cuando  los  españoles  entraron  5  tiene  de  ley  catorce  y  diez  y  seis 
(|uilates.  Asimismo  liay  otro  cerro  á  tres  leguas  de  las  minas  de  Quie- 
hralomo,  que  llaman  Picará ;  sácase  en  él  oro  de  diez  y  siete  y  diez  y 
ocho  (juilates.  A  dos  leguas  de  este  propio  cerro  hay  otras  minas  que 
llaman  de  Mápura;  sácase  muy  buen  oro  de  diez  y  ocho  quilates,  en 
pequeña  cantidad  porque  allí  no  llueve.  A  una  legua  de  estas  dichas 
minas  hay  otras  de  que  se  ha  sacado  y  saca  muy  buen  oro,  que  se 
llanum  de  Guacaica;  el  oro  es  granado  y  tiene  de  ley  veintidós  quilates 
y  medio.  Hay  también  en  el  cerro  de  Quiebralomo  minas  de  azogue." 

FA  Obisjto  J*iedrahíta  dice  que  "  los  mejores  minerales  de  oro  de 
Aiiserina  son  :  el  de  Tarria,  de  donde  también  se  sacan  amatistas,  y 
los  de  Mápura,  Supla  y  Moraga,  (jue  está  en  una  ladera  avolcanada 
sol)re  el  río  Cauca." 

l^^n  la  villa  de  Caloto,  fundada  en  1543  y  destruida  en  IGOl  por 
los  páeces,  se  beneficiaron  minas  de  oro  y  aun  alguna  de  plata,  cuyos 
antiguos  socavones  se  han  descubierto  recientemente.  En  1579  se  des- 
cubrieron ricos  aluviones  de  oro  en  las  montañas  de  la  Buena-ventura. 

El  valiente  Capitán  Domingo  Lozano  intentó  domar  los  bríos  de 
los  indios  páeces  y  "  gozar  de  las  gruesas  y  abundantes  minas  de  oro 
(jue  tienen  en  sus  tierras."  Hizo  una  entrdda  en  ellas  con  grande  apa- 
rato de  guerra  y  fundó,  en  1503,  un  pueblo,  llamándole  San-Vicente 
de  Páez. . . .  *^  Trató  luego  de  coger  el  fruto  de  sus  trabajos  ",  dice  fray 
Pedro  Simón,  "  en  las  ricas  venas,  más  de  oro  que  doradas,  yendo  á 
disolverlas  (ron  mayor  libertad  y  gusto  que  hasta  allí,  pues  siempre 
había  sido  á  hurtadillas  y  con  miedos,  que  casi  sólo  habían  servido  de 
descubrir  a(|uellas  grandes  riquezas.  Para  lo  cual  liizo  luego  asiento 
en  lo  más  granado  y  fértil  de  las  minas,  comenzando  á  tomar  de  pro- 
])ósito  la  saca  del  oro,  con  indios  y  negros  que  las  labraban,  de  donde 
fueron  sacando  desde  luego  grosedades  tan  caudalosas  que  compensaban 
y  aun  sobrepujaban  los  trabajos  que  habían  padecido  hasta  allí,  para 
dar  asiento  á  lo  (jue  tenían  fundado,  que  á  durarles  más  de  los  dog 
meses  que  se  ocuparon  en  esto,  fuera  notable  el  caudal  de  todos  los  que 
habían  entrado."  (1)  Desgraciadamente  se  dejaron  sorprender  por  los 

(1)    Fray  Pedro  Simón  repitió  en   prosa    lo  que   había   escrito  en  verso  D. 
Juan  (le  (Jaste! Ian(j9  : 

"  El  Domingo  Lozano  fué 

A  fama  de  los  prósperos  veneros, 
Auríferas  quebradas  y  riberas 
Vistos  por  muchos  en  aquel  terreno. 


Procuró  luego  de  coger  el  fruto 
De  sus  trabajos,  y  los  ricos  granos 
Que  las  doradas  venas  producían. 
Con  mayor  libertad  y  más  á  gusto 


)  —  .-.1  — 

juicc{'.s  «MI  la  raiicluTÍH  di;  las  minas  _v  ni  la  <'iu(]ad,  i|iU!  (jucdó  reduci- 
da  á  pavesas  y  Wu-  altaiidtMiada  jxtr  sus  habitantes,  sin  (jiie  s(!  volviera 
i\  hablar  más  de  ella  ni  de  sus  ricas  minas.  Su  nombro  lo  han  conservado 
el  río  l'i'u'z  V  el  San-\'icente,  su  tributario.  Su  sitio,  (|ue  no  se  lia  olvi- 
dado, «luedaba  á  la  falda  del  i)áramü  de  Iluila,  en  el  territorio  que  ocu- 
|)aii  los  indios  de  Tierra-Adentro.  Una  pequeña  trib>i  independiente, 
(|Ue  vive  íi  las  márjreiies  de  la  (juebrada  Sínibola,  extrae  oro  de  las  ver- 
tientes d(í  ésta.  A  la  falda  opuesta  del  ])áramo  vivía,  hace  uiuy  pocos 
años,  eii  la  h»ma  de  la  Despensa,  uu  indio  (jue  solía  bajar  de  la  montaña 
llevando  cousÍíío  oro  en  pedazos  hasta  de  cinco  libras  de  }»eso,  (jue  ven- 
día á  los  comerciantes  de  Santander.  En  vano  se  ensayaron  con  él  liala- 
jxos  y  promesas  de  dinero  para  que  mostrara  el  lugar  de  donde  lo  sa- 
caba :  murió  con  su  secreto. 

El  territorio  de  Barbacoas  fué  conquistado  en  1000  por  el  Capitán 
Francisco  de  Parada,  (|uien  fundó  la  ciudad  de  Barbacoas.  Se  tenía 
noti<;ia  de  (jue  se  hallaba  mucho  oro  en  esta  Provincia,  y  en  efecto, 
desde  esa  é|)oca  comenzó  la  explotación  de  sus  ricos  aluviones.  Consta 
«jue  el  derecho  de  veinteno  pagado  en  ICSG,  en  Popayán,  por  sólo  el 
oro  de  barbacoas,  valió  ,'3,íJ0li  castellanos,  cifra  (|ue  representa  una 
producción  anual  de  más  de  700  libras  de  oro. 

Ija  primera  región  de  Tierra-Firme,  de  cuya  ri(|ueza  tuvieron  cono- 
cimiento los  españoles,  fué  el  Chocó.  En  carta  dirigida  al  Eey,  en  lol3, 
]H)r  Vasco  Núñez  de  Balboa,  dice  éste :  "  Yendo  este  río  grande  de 
San-.íuan  (el  Atrato)  arriba  hasta  treinta  leguas  sobre  la  mano  dere- 
cha, está  una  l*roviin',ia  que  se  dice  de  Abanumaquí,  (1)  ((ue  tiene 
gran  disposición  de  oro ;  tengo  nueva  cierta  qué  hay  en  ella  ríos  de  oro 
muy  ricos:  sélo  de  un  hijo  del  caci(|ue  de  aquella  Provincia  que  tengo 
aquí,  y  de  otros  indios  é  indias  ^]v.  aijuella  tierra. .  . .   Tengo  por  nueva 

Que  solían  en  otro  tiempo,  cuando 

Eran  ratos  hurtados  y  medroso.»; 

Los  que  en  los  minerales  se  gfastaban  : 

Y  ansí  se  hizo  luego  ranchería 
Donde  se  recogiesen  españoles 

Y  los  indios  y  negros  que  labraban 
Las  vetas  y  veneros  caudalosos, 
<Juya  prosperidad,  si  les  durara. 
Fuera  más  que  bastante  recompensa 
A  riesgos  y  trabajos  padecidos. 


Habiendo  gastádose  dos  meses 
Kii  recoger  gra7i  cuantidad  de  oro 
<Jon  la  solicitud  de  las  bateas" 


(1)  Esta  l'rovini'ia    oi-iipaba    probablemente  el   rerritorio    (|ue  baña   el  río 
üpoga<ló. 


cierta  (|ue  yendo  este  río  de  Sati-Jiiaii  arriba  cincuenta  Iej,aias,  que  liay 
muy  ricas  wiinas  de  la  una  parte  del  río  y  de  la  otra."  La  región  á  que 
se  refiere  Balboa  en  esta  ])arte  es  la  (pie  ocupa  Quibdó,  que  está  rodea- 
da de  placeres  auríferos,  á  uno  y  otro  lado  del  Atrato. 

"  Son  muy  riquísimos  los  indios  del  río  San-Juan'',  dice  Cieza  de 
León,  "y  los  ríos  llevan  abundancia  de  este  metal." 

Las  tribus  que  poblaban  la  extensa  y  ardiente  región  del  Chocó  eran 
tan  indómitas  y  feroces,  que  por  muchos  años  fueron  el  terror  de  las 
poblaciones  situadas  al  norte  de  la  l'rovincia  de  Popayán.  Los  españo- 
les no  habían  podido  someterlas.  Los  Jesuítas  resolvieron  convertirlas  al 
Cristianismo;  ellos  entraron  al  Chocó  en  1054  y  establecieron  allí  mu- 
chas misiones  florecientes.  Entonces  se  dio  principio  al  laboreo  de  sus 
inagotables  aluviones  : 

Porque  la  tierra  toda  va  sembrada 
De  venas  caudalosas  de  buen  oro, 
Vistas  y  cateadas  por  los  nuestros 
En  diferentes  ríos  y  quebradas. 

(CASTELr.ANOS). 

El  Capitán  Jacinto  de  Arboleda  fué  el  primero  que  fomentó  allí  los 
trabajos  de  minas,  persuadiendo  á  los  caciques  de  las  tribus  que  permi- 
tieran su  explotación  y  ganándose  á  los  indios  por  medios  suaves. 

Atraídos  por  la  fama  de  las  riquezas  del  Chocó,  una  partida  de  bu- 
caneros, mandados  ])or  los  Capitanes  ingleses  Coxon  y  Cook,  subieron 
el  Atrato  en  1C79.  Cada  hombre  llevaba  una  pequeña  pero  fuerte  ma- 
leta para  guardar  el  oro,  del  que  esperaban  liallar  grande  acopio. 
Después  de  un  lai'go  viaje  por  un  país  desierto  y  ocupado  por  tribus 
belicosas,  llegaron  al  real  de  minas  de  Quibdó,  donde  hallaron  algunos 
españoles  que  vivían  allí  con  el  objeto  de  cambiar  oro  con  los  indios, 
para  cuyo  fin  se  encontraban  balanzas  de  pesar  en  todas  las  casas.  Pero 
la  expedición  les  salió  fallida,  pues  no  alcanzaron  á  robar  sino  muy 
poco  oro. 

Desde  mediados  del  siglo  XVII,  y  en  el  curso  del  XVIII,  se  explo- 
taban minas  de  aluvión  en  toda  la  extensión  del  Cauca.  D.  Jorge  Juan 
y  D.  vVntonio  de  ülloa,  que  hicieron  un  largo  viaje  á  la  América  me- 
ridional en  los  años  1735  y  siguientes,  dicen  :  "  Todo  lo  que  comprende 
la  jurisdicción  de  Popayán  es  muy  abundante  en  minas  de  oro,  de  tal 
suerte  que,  con  la  diferencia  de  trabajarse  en  unos  partidos  más  (jue  en 
otros,  en  todos  se  saca  oro,  yendo  cada  vez  en  aumento  los  descubri- 
mientos y  labores  de  nuevas  minas....  Los  partidos  de  Cali,  Buga,' 
Almaguer  y  Barbacoas  son  los  más  ricos  en  este  precioso  meta',  y  nun- 
ca cesa  de  trabajarse  en  sus  minas. 


\  _  .-,.J  _ 

"  La  h-y  de  este  oro  es  por  l(t  regular  de  2-  (luilates,  alguno  pasa  de 
ella  V  llega  liastH  lí."í,  y  por  el  contrario  baja,  aun<iue  ii<»  «-s  «(luiún  (jue 
sea  menos  de  21  ([ui lates." 

Kn  un  informe  dad»»  en  17r»(>  leemos  :  "has  sierras  de  Vurumanguí 
son  sumamente  ricas  en  minas  de  oro  corrido.  En  el  año  de  174.'{,  por 
part€  de  D.  Pedro  Agustín  de  Valencia,  se  descubrieron  y  beneficiaron 
nuevos  minerales  en  el  río  Yurumanguí,  Provincia  del  Raposo.'' 

Kn  174!>  se  abrió  la  Casa  de  moneda  de  Popayán,  (jue  prest(j  gran- 
des servicios  á  la  industria  minera  y  en  la  «[ue  se  lian  amonedado  cosa 
de  $  (»4.(MM>,(MM>  en  moneda  de  oro. 

(.'omo  dijimos  antes,  en  el  cerro  de  Marmato  se  explotaban  minas 
de  filón  desde  la  mitad  del  siglo  XVI.  "La  labor  de  dicho  cerro  lia 
sido  siemj)re  y  es  desmontar  las  vetas-ramas  y  criaderos  y  echar  la 
tierra  á  la  quebrada  con  pilas  de  agua,  de  cuyo  beneficio  y  labor  ha  re- 
sultado perderse  la  mayor  parte  de  a«iuel  oro,  por  ser  volador  y  llevár- 
selo las  pilas  de  agua:  causa  principal  por  que  se  desampararon  las 
dichas  minas  y  no  se  ha  hallado  modo  de  coger  dicho  oro."  El  que  esto 
escribía  en  H)44,  el  Capitán  Jacinto  de  Arboleda,  Alcalde  de  Anser- 
nia,  entró  á  trabajar  en  las  minas  de  Marmato  en  1G34,  con  una  cua- 
drilla de  cuarenta  esclavos.  El  halló  modo  de  evitar  la  pérdida  del  oro 
y  de  continuar  con  provecho  las  labores  de  las  vetas  haciendo  construir 
un  ingenio  ;  de  lo  cual  resultó  un  auinento  á  los  quintos  reales  de  más 
de  cuatrocientas  pesos  anuales.  El  Capitán  Antonio  de  Guzmán,  fun- 
didor y  ensayador  de  la  real  caja  de  Anserma,  certificaba  en  1044,  que 
en  tres  años  ([ue  hacía  ([ue  estaba  ejerciendo  sus  funciones,  había  lleva- 
do á  fundir  D.  Jacinto  de  Arboleda  "  más  de  doce  mil  pesos  de  oro  que 
saca  de  sus  minas,  y  sin  esta  cantidad  es  más  de  otra  tanta  la  que  dife- 
rentes personas  han  fundido  del  oro  que  saca  el  dicho  Capitán."  En  el 
mismo  año  se  le  concedieron  otras  minas  en  el  cerro  llamado  del 
Pantano,  con  la  condición,  propuesta  por  él,  de  hacer  construir  dos 
nuevos  ingenios.  Para  atender  á  los  nuevos  trabajos  de  explotación 
había  comprado  otros  veinticinco  esclavos  que  le  costaron  once  mil  pa- 
tacones. 

Todavía,  en  1770,  eran  los  Arboledas  los  que  más  labores  tenían  en 
el  cerro  de  Marinato.  lín  dicho  año  trasladaron  sus  cuadrillas  de  escla- 
vos al  Chocó.  Consta  (pie  en  1801  ])asal);in  de  r»00  Ií»s  negros  ([\w  liabía 
trabajando  en  Marmato. 

Eu  1717  llegó  del  (Jhocó  I>.  Sebastián  Moreno  de  la  Cruz  con  una 
cuadrilla  de  esclavos  y  denunció  las  minas  de  aluvión  del  llano  de 
*Supía. 

Las  ricas  minas  de  plata  de  (^)uieltralomo,  en  la  vega  de  Supía, 
fueron  descubiertas  antes  de  17.SÍ);    la  de  Chacliafruto  ó  Sachafruto  por 


—  r,4  — 

J).  (ircgorio  ;\ror(Mi(»  de  la  Cruz  y  la  <1(!  Kcliandia  i)or  I).  I)uiuiii¡r<> 
Ecliandía. 

En  IJi^T  s(!  oryaiiizó  cu  ropaváii  una  Compañía  para  explotar  las 
minas  <lo  oro  y  plata  <le  Almauucr  y  (^aloto.  (1)  Ocurrió  al  Virrey  Ez- 
peleta  solicitando  un  auxilio  de  S,()(H)  jxísos  y  el  envío  de  dos  mineros 
alemanes,  lo  qne  fué  concedido.  No  habiendo  tenido  buen  resultado  en 
Almaguer,  á  donde  hizo  venir  un  minero  mexicano,  intentó  trabajar  las 
de  Quiebralomo.  (lastóen  ellas  mucho  dinero,  habiéndolo  perdido  todo, 
pues  cuando  acababa  de  liallar  ricos  minerales  en  Sacliafruto  se  inte- 
rrumpió su'laboreo  por  un  ))leito  (¡ne  tuvo  con  D.  (iregorio  Moreno.  (2) 

De  las  minas  de  Quiebralomo  dice  el  Barón  de  Humboldt  (|ue 
"son  (tu  extremo  ricas."  D.  Ángel  Díaz,  metalurgista  español,  fué  en- 
viado por  el  Virrey  como  Juez  comisionado  para  el  arreglo  de  las  minas 
de  Supía,  pasó  allí  algunos  años,  fué  director  de  la  de  Sachafruto  y 
tUA-o  parte  eu  la  de  Echandía;    habla  de  ellas   con  encomio:    "  Aíiuel 

(1)  El  señor  doctor  Manuel  María  Quijauo  dice  lo  siguiente  respecto  de  una 
mina  de  plata  que  explotó  su  padi'e  cerca  del  viejo  Caloto :  "  A  veinticinco 
leguas  al  norte  de  Popayán,  entre  los  nevados  de  rita3'ó  y  de  Huila,  se  hallan 
las  ruinas  de  la  antigua  ciudad  de  Caloto,  destruida  por  los  páeces  en  el  siglo 
XVI  (en  1601),  en  el  estrecho  valle  de  los  Toribíos,  á  orillas  del  río  San-Fran- 
cisco. A  un  tercio  de  legua  más  ó  menos  del  oriente  de  las  ruinas,  sobre  una  co- 
lina no  muy  elevada,  existe  obstruida  una  mina  de  plata  antimonial  que  explo- 
tó mi  padre.  Se  excavo  estableciendo  socavones  sostenidos  con  ademas  de  made- 
ra en  la  ramificación  más  rica  y  en  otra  que  lo  era  muy  poco  y  que  estaba  muy 
cargada  de  antimonio.  Se  prefirió  el  trabajo  de  la  primera,  y  para  aprovechar 
sus  productos  se  levantaron  en  el  valle  hornos  de  calcinación  y  una  máquina 
de  rueda  vertical  impelida  por  las  aguas  del  río  San-Francisco,  que  daba  mo- 
vimiento á  un  molino  de  rastras  y  á  dos  barriles  horizontales,  de  donde  al  cabo 
de  algunas  horas  de  rotación  se  extraía  la  amalgama.  La  lej'  de  la  plata  era  de 
doce  dineros  ;  la  que  se  sacaba  sufragaba  para  los  gastos  ordinarios,  y  con  el 
tiempo  habría  indemnizado  los  del  establecimiento,  pero  un  suceso  imprevisto 

y  funesto  páralos  interesados  los  obligó  á  abandonar  la  empresa Pasado. 

algún  tiempo,  fallecieron  los  socios  y  desde  aquella  fecha  quedó  obstruida  la 
mina,  y  no  tengo  noticia  de  que  posteriormente  se  haya  emprendido  su  descu- 
brimiento por  algún  vecino  del  Cauca." 

El  mismo  escritor  refiei'e,  además,  lo  que  sigue  :  "Existe  ^\  el  convento  de 
San  Fi'ancisco  de  Bogotá  un  religioso  que  dice  haber  oído  á  VrAx  Tomás  Carre- 
jo, misionero  que  fué  de  Popayán,  que  estando  ejerciendo  su  ministerio  entre 
las  tribus  de  los  andaquíes,  un  cacique,  para  manifestarle  su  benevolencia,  le 
obsequió  entre  otras  cosas  con  fragmentos  de  plata  que  hizo  cortar  de  un  cerro 
situado  á  poca  distancia  de  su  pueblo,  desde  donde  á  su  regreso  lo  llevó  á  Po- 
payán." 

(2)  El  Director  de  las  minas  puso  entonces  trabajos  de  e.xplotación  en  dos  • 
vetas  de  plata  situadas  á  poca  distancia  de  la  mina   de  Echandía.  Cuando  j'a 
había  construido  molino,  horno  de  calcinación  y  cubetas  para  el  beneficio,  á 
fines  de  1810,  empezó  la  guerra  en  el  Cauca,  y  los  negocios  de  la  Compañía  si- 
guieron de  mal  en  peor. 


tt'rritiiriu,  tlicf,  i-s  capjiz  (U*  liaoi-r  tV-liz  ;i  todo  el  Vinciiiato,  jx-ro  oi  <'l 
desoriliMi  cu  i|ue  está  es  liasta  iinn  pcijuílicial  á  la  Provincia.  La  alnuí 
(lancia  de  votas  de  plata  es  (¡tVctiva  y  la  riijucza  (lUc  .uciicraluMMitc  se 
encuentra  en  ellas  ])arece  ser  superior  al  coiiiúu  de  las  de  liinia  y  Nueva- 
Españu;  pero  no  obstante  la  dicha  ii([ue2a  y  la  facilidad  con  (|ue  sin  el 
menor  costo  las  encuentra  cuahiuiera,  empezando  á  trabajar  con  utilidad 
desde  la  superlicic  de  la  tierra,  noté  (lue  todos  los  mineros  se  hallaban 
en  la  última  pobreza,  los  más  de  ellos  empeñados."  (Informe  de  1808). 

Según  D.  Ángel  Díaz,  '•  la  causa  princii)al  de  esta  lastimosa  si- 
tuación tenía  por  principio  una  total  falta  (Uí  conocimieptos. . . .  El 
mineral  trabajado  j>o>' jkíí/o  daba  poco  rendimiento,  y  esto  al  cabo  de 
tres  y  cuatro  meses  de  beneficiado,  con  grande  trabajo  y  mucha  pérdida 
de  azogue."  Quéjase,  adenuis,  del  gran  desorden  y  falta  d(í  policía  que 
había  en  a([uella  localidad. 

La  experiencia  ha  venido  á  demostrar  la  veracidad  de  los  conceptos 
favorables  del  Jíarón  d(í  Ilumboldt  y  de  D.  Ángel  Díaz,  más  de  sesenta 
años  después  ! 

En  la  importante  memoria  anónima  escrita  en  1772  leemos  :  ''  En 
la  Provincia  de  Popayán,  con  inclusión  del  Raposo,  Quinamayó,  ver- 
tientes de  los  rios  Dagna  y  Yurumanguí  y  distrito  de  Barbacoas,  se 
trabajan  muchas  minas  de  oro  y  se  cuentan  4,7r)G  negros  esclavos,  em- 
pleados por  sus  amos  en  su  labor. " 

La  explotación  de  las  minas  del  Chocó  seguía  en  progreso,  (1)  á 
pesar  de  ser  grandes  los  costos  y  dificultades.  Un  esclavo,  varón  ó 
hembra,  siendo  de  barra,  valía  de  400  á  500  pesos.  El  fierro  solía 
costar  á  50  y  00  pesos  el  quintal,  y  el  acero  120  y  hasta  150.  Las  car- 
nes, aves,  menentraK  y  comestibles  entraban  de  fuera  á  precios  exce- 
sivos, transportados  á  hombros  de  cargueros  por  caminos  ásperos  y  fra- 
gosos. (Memoria  anónima).  Los  Arboledas,  los  Mosqueras  y  otros 
vecinos  de  Popayán  eran  dueños  de  casi  todas  las  minas. 

Tenemos  en  nuestro  poder  un  curioso  cuaderno  de  cuentas  de  las 
minas  de  la  hacienda  de  la  Concepción,  situada  entre  Quibdó  y  Lloró, 
(jue  pertenecieron  á  la  señora  Doña  Clemencia  de  Caicedo,  vecina  de 
Bogotá  y  fundadora  del  Colegio  de  la  Enseñanza.  Consta  en  dicho 
cuaderno  que  de  1752  á  175(J  se  hicieron  catorce  lavadas,  que  produ- 
jeron 248  libras  y  24  castellanos  de  oro.  No  se  liacía  ninguna  remesa 
en. dinero  á  la  hacienda,  pues  todos  los  gastos  y  compras  se  pagaban 
en  oro  en  polvo,  en  j)6'.so.v  ó  caHtcUanoH  de  oro, — (jue  entonces  eran 
equivalentes  estas  dos  voces  en  el  Chocó,  y  á  los  pesos  de  plata  se  les 
WiimiihiL  pataco lU'x.  El  oro  restante  se  enviaba  á  Bogotá,  después  de 

(1)  En  un  despacho  del  Rey  á  D.  Sebastián  de  Estaba,  fechado  en  San- 
Ildefonso  en  1739,  dice:  "  Es  ya  crecida  la  porción  de  oro  que  se  beneficia  en  el 
Chocó." 


-  •^^>  - 

cada  lavada.  Indicamos  aíjuí,  como  dato  interesante,  los  precios  en  oro 
de, varios  objetos: 

Quintal    de   fierro,   de    34   á  30  castellan<)S, 

Arroba    de   acero,    de    18    á  20       id. 

Arroba  de   azúcar,    de    4    á    .5       id. 

Arroba  de  sebo 5       id. 

Un    marrano 10       id. 

Una  gallina 1       id. 

Un  frasco  de  aguardiente. . .     Ü       id. 

Un  frasco  de  vino U       id. 

Un  frasco  de  miel 1       id. 

Paño  de  Quito,  la  vara 2       id. 

Al  curandero  de  picaduras  de 
víbora,  por  cada  operación O       id. 

Lienzo  del  Keino,  la  vara. . .     3  tomines. 
Además  de  estos  datos  copiamos  en  el  documento  D  varias  partidas 
que  dan   idea  de  ¡as  dificultades  (|ue  presentaba  entonces  un  viaje  de 
Bogotá  á  (¿uibdó,  y  de  las  constumbres  de  los  mineros  del  Chocó. 

En  1778  se  liizo  el  padrón  de  los  negros  mazamorreros  del  Chocó, 
y  había  3,0.54.  Eln  Popayán  y  Barbacoas  pasaban  de  G,000  en  1788. 

D.  Pedro  Fermín  de  Vargas  computaba,  "por  cálculos  bien  aproxi- 
mados," que  entre  minas  ricas,  medianas  y  pobres,  unas  con  otras, 
sacaba  el  negro  más  diestro  un  sexto  de  onza  de  oro  por  día,  ó  2  pesos 
50  centavos,  y  como  en  el  año  se  dividían  los  trabajos  de  por  mitad, 
empleando  la  una  en  la  extracción  y  cava  de  las  arenas,  y  la  otra  en  su 
lavado,  éstas  producían  anualmente  por  cada  negro  374  pesos.  fPetisa- 
III ientos  políticos  sobre  la  agricultura,  comercio  y  minas  del  Virrei- 
nato. MS). 

D.  Francisco  José  de  Caldas  escribía  en  1807 :  "  En  medio  del 
Chocó  liay  una  zona  ó  capa  de  cascajo,  de  arena,  de  piedra,  de  arci- 
llas diferentes,  paralela  al  horizonte  y  encerrada  entre  límites  bien 
estrechos.  El  término  inferior  comienza  á  ochenta,  ó  cuando  más  á  cien 
varas,  y  el  superior  acaba  á  800  ú  820  sobre  el  nivel  del  Océano,  y  su 
grueso,  como  se  ve,  es  de  unas  720  varas  poco  más  ó  menos.  Dentro 
de  estos  límites  se  halla  la  región  deliovo,  y  ellos  constituyen,  por  de- 
cirlo así,  los  confines  de  la  patria  de  este  jtrecioso  metal,  mezclado 
siempre  con  la  ])latina.  Encima  ó  bajo  del  nivel  de  esta  famosa  capa 
nunca  se  ha  hallado  un  grano  de  oro  ni  de  platina.  De  ella  es  de  donde 
han  salido  las  masas  asombrosas  de  estos  metales ;  aquí  en  donde  se 
han  formado  fortunas  extraordinarias,  y  aquí  donde  están  cerradas  las 
esperanzas  y  la  codicia  del  propietario  del  Chocó.  La  zona  del  oro  corre 
sobre  toda  el  área  de  estos  países,  y  sobre  ella  descansan   los  Andes 


1  — "  — 

occidentales.  I'or  consisriiicnte,  á  iiroporcióii  (|U(*  se  retira  ilel  mar,  se 
huiKle  más  y  iniis  en  la  masa  de  la  cordillera,  y  se  liace  más  y  más 
difícil  la  extracción  del  oro  y  la  platina.  El  terreno  está  de  tal  modo 
dispuesto,  (jue  esta  capa  se  jiresenta  á  la  sui)erficie  en  un  espacio  de 
diez  á  doce  le<xuas  de  ancho.  Los  esfuerzos  de  mudios  millares  de 
negros  no  han  bastado  juira  agotar  esta  parte  desde  el  descubrimiento 
de  este  rico  j)aís.  I^a  ri(|ueza  de  esta  zona  no  es  constante;  en  unas 
I)artes se  acumula  el  oro,  en  otras  está  diseminado:  a(|uello  se  llama 
tope,  y  esto  pobreza  dv  la  mina.  Pero  lo  injis  singular  y  lo  que  debe 
lijar  la  atención  es  (jue  en  el  (Jhocó  y  en  Barbacoas  los  productos  co- 
rresponden á  las  esperanzas.  Desde  este  paralelo  (1°  .'ÍO'  latitud  boreal) 
comienza  á  disminuir  poco  á  i>oco  la  bondad  de  la  mina:  á  un  grado 
apenas  recompensa  los  gastos  y  las  fatigas  del  minero,  y  desaparece 
enteramente  debajo  del  ecuador.  Al  otro  lado  de  la  línea  todo  muda 
de  aspecto :  no  se  oyen  ya  los  nombres  de  venero,  mina,  oro,  platina." 
í Estado  de  la  Geografía  del  VirreinatoJ. 

El  producto  anual  aproximado  del  Chocó  á  principios  del  siglo  era 
de  l.(KM),00(>  de  pesos,  y  el  de  Popayán,  Barbacoas,  Iscuandé  y  el  Ka- 
poso,  de  ()7(),()0()  pesos  (1). 

(1)  De  un  Pian  y  Proi/ecío  presentado  á  Su  Majestad  en  1783  por  el  Procu- 
rador y  Síndico  de  Popayán,  D.  Vicente  Hurtado,  copiamos  lo  que  sigue  : 

"  Estamos  ciertos  y  sabemos  que  el  real  derecho  y  ramo  de  quintos  y  cobos 
en  el  tres  por  ciento  que  recibió  Su  Majestad  lia  producido  en  el  G^obierno  de 
Popayán  3' sus- reales  cajas  18,070  castellanos  y  ocho  granos  en  los  tres  años 
pasados  de  1778  á  1780. 


qilNTOS    Y    COBOS.  PKOÜLXTOS.    (1) 


i  Popayán .S,16tí  es.  6  ts.  4:^  gs  ...          £       1,055-60 

177y           I  I  Raposo 376  „0„  9     „...  125-30 

i  I  «^'b^coas )  ^     •  ,.^2-90 

^j  Iscuandé )  '  »»       "                    ! 

n  Popayán 3,682  „  5  ,.  8i   „   ...t  1,227-55 

1779          J¡  Raposo     498  „   1  „  7     „  ...|  I«6  ... 

1  Barbacoas ")  .,^.,  .  ^^, 

'  Iscuandé )  '  "       " 

'  P.. payan .'5,7.-)0  „  6  „  9^  „   ...i  1,2.50-30 

,-«,,           i  Raposo '  .")00  „  O  ,,  O     „   ...  166-65 

I    i  «'^••bHC'MS I  ,  7(,- 

Iscuandé -^  >  »       »           > 


Samas '       18,07U    „  U  „    8     „  ...  tl,o2.'!-:!( 


Tomando  por  base  para   nuesti-os  cálenlos  el   resultado  del  último  año, 

(1)  La  columna  de  los  productos  de  que  provienen  los  quinto.s  no  se   halla   en  el   documento 
■itado;  la  agrci^amoH  para  mejor  inteligencia. 


—  ..,^  —  , 

Eli  la  relación  do  los  viajes  «le  un  iiiercatler  francés,  M.  Julián 
Mellet,  que  recorrió  el  ('auca  desde  Barbacoas  liasta  el  «jolfü  de  Urabá 
en  181l>,  hallamos  alijunos  datos  sobre  los  jmeblos  mineros,  (|ue  vamos 
á  reproducir : 

"  líarbacoases  una  ciudad  muy  rica  i)or  el  irrau  número  de  minas 
d(;  oru  (|ue  se  encuentran  en  sus  contornos.  ¡Se  hace  allí  nn  comercio 
considerable,  y  el  oro  atrae  un  concurso  continuo  de  mercaderes.  La 
grande  abundancia  de  éste  hac(í  á  sus  habitantes  muy  altaneros  para 
con  los  de  las  otras  Provincias.  Son  muy  entregados  al  juego,  el  que  es 
tan  fuerte  y  tan  común  entre  ellos,  (jue  á  falta  de  moneda  llevan  saqui- 
tos  llenos  de  oro  en  polvo  que  apuestan  sobre  un  naipe,  por  onza  y  aun 
j)or  libra.  l*esan  éste  cuando  un  jugador  ha  ganado  ó  perdido,  y  sobre 
todo  cuando  (juiere  retirarse  con  alguna  reserva. 

"  Micay  es  también  miiy  abundante  en  minas  d<!  oro.  La  atracción 
de  este  metal  reúne  allí  continuamente  mercaderes  de  todas  partes,  de 
manera  que  nada  falta  en  el  lugar. 

"Popayán  es  una  bella  y  grande  ciudad  episcopal.  El  palacio  del 
Obispo  es  soberbio  y  muy  rico  ;  las  iglesias  son  magníficas  por  lo  sun- 
tuoso de  sus  ornamentos ;  la  casa  de  moneda  es  vasta  y  de  una  buena 
anjuitectura,  las  casas  son  bien  construidas  y  las  calles  hermosas  y 
rectas.  Se  hace  allí  un  comercio  general.  Esta  ciudad  era  muy  rica 
antes  de  haber  sido  saqueada  varias  veces  desde  J810  por  los  realistas 
y  los  independientes.  Sin  embargo,  como  no  han  podido  quitar  las  minas 
de  oro  que  posee,  el  comercio  es  siempre  activo. 

"  Es  ciertamente  muy  sensible  que  Popayán  liayu  sufrido  taiito, 
porque  sería  una  de  las  ciudades  más  opulentas  de  la  América  meridio- 
nal, tanto  por  su  comercio  como  por  la  riqueza  de  sus  minas,  y  sus  ha- 
bitantes, que  son  en  número  de  21,000,  vivirían  en  el  seno  de  la  abim- 
dancia.  • 

"  Anchicayá  es  una  villa  que  suple  á  sus  necesidades  con  sus  minas 
de  oro ;  los  extranjeros  vienen  á  surtirla  de  todo  lo  que  puede  desear. 
Las  mujeres  se  presentan  los  días  de  fiestas  brillantes  de  riíjuezas;  sus 
collares,  sus  pulseras,  sus  zarcillos,  sus  rosarios  y  sus  joyas  son  de  toda 
magnificencia  y  de  gran  valor.  Se  visten  con  bastante  elegancia  y  el 
brillo  del  oro  y  de  las  piedras  realzan  su  belleza. 

"  Calima  es  una  ])e(iueña  aldea  que  tiene  muchas  minas  de  oro. 

tendremos  que  en  1780  producían  Barbacoas  y  la  parte  meridional  del  Cauca 
2,122  libi-as  de  oro,  ó  4,244  marcos,  cifra  que  pudo  muy  bien  llegar  al  principio 
de  este  siglo  á  4,600  marcos,  que  es  la  que  da  el  Barón  de  Humboldt ; 
4,600  marcos  representan  un  valor  de  $  670,000. 

Las  minas  de  la  Vega  de  Supía  produjeron  de  1805  á  1809  (en  cinco  años) 
540  libras  de  oro  de  aluvión  y  1,22.1  de  oro  de  filón.  Su  producto  disminuj'ó  un 
treinta  por  ciento  durante  la  guerra  de  la  Independencia. 


,  —  :,it  — 

•*  Nóvita  ;    riiidiid  liastaiitc  «íraiidc  v  iiiu_\  at'aiiiada  |i(>r  la  almiidan- 
ria  de  sus  minas  d»'  ovo.  Sus  r¡i|U('/íis  atraen  j;raM  iiúiiiiTo  de  iiicrcadc 
res.  Todo  allí  es  extrcnuuhunente  caro:  el  jian  se  vende  á  cuatro  niales 
lilu-a,  la  carne  á  cinco  reales,  una  hotelia  de  \  ino  cuesta  de  odio  á  diez 
francos. 

••'  VA  TiuWt  es  uniy  niiserabltí  en  materias  alimenticias,  pero  muv 
rico  por  sus  minas  de  oro  de  primera  calidad.  Igual  cosa  puede  decirse 
de  San-Agustín. 

"  Zitará  ((^uil)dó)  es  una  ciudad  mu.v  afamada  por  las  riíjuezas  (|ue 
le  dan  sus  numerosas  minas  de  oro.  ¡Sostiene  un  gran  comercio  con  el 
interior,  pero  principalmente  con  Cartagena,  y  de  todas  partes  recibe 
mercaderías  por  oro  en  polvo  ó  en  tejos;  estas  piezas  son  cortadas  de 
diversas  maneras,  más  ó  menos  grandes  \  de  distintos  valores.  La 
abundancia  d(!  su  metal,  (|ue  es  de  j)rimera  calidad,  liace  (|ue  todo  sea 
allí  de  un  precio  excesivo.  Los  habitantes  llevan  vestidos  mny  ricos, 
adornados  de  joyas  de  gran  valor  y  se  muestran  muy  orgullosos.'' 

En  un  informe  sobre  el  ('hoco,. firmado  por  D.  Fortunato  I\Ianuel 
de  Cramba  (18L*l.  MS),  dice  lo  siguiente:  "  Casi  en  todos  los  higares 
y  puntos  de  esta  J'rovincia  se  encuentra  oro :  no  hay  río,  (juebrada  ni 
arroyo,  por  pequeño  (|ue  sea,  donde  no  se  halle  una  multitud  de  hombres 
oíMipados  constantemente  en  extraerlo;  éstos  se  llaman  mazanuirreros. 
Pagan  anualmente  cuatro  ])esos  por  derecho  de  maza  morrear. 

"  Habiéndose  trabajado  hasta  íu\\\í  las  minas  por  medio  de  los 
negros  esclavos,  (jue  es  gente  robusta  y  apta  para  esta  ocupación,  pa- 
rece que  no  debía  separárseles  de  ella.  Han  sido  aplicados  al  servicio 
de  las  armas,  y  las  cuadrillas  por  medio  del  (juinto  que  se  hizo,  se  dis- 
minuyeron considerablemente,  de  donde  ha  resultado  (jue  la  explota- 
ción se  halla  actualmente  reducida  á  la  nulidad." 

El  Capitán  Carlos  Stuart  Cochrane.  de  la  marina  real  inglesa, 
visitó  el  Chor-.ó  en  1X24.  De  su  Diario  de  riajeH  y  rexiiUnicia  en  Co- 
lombia, traducimos  lo  siguiente  :  "  El  sefun-  Hurtado  me  infonnú  (¡ue 
todas  las  minas  del  Chocó  no  p>'oduc(;n  más  de  diez  y  ocho  á  veinte 
quintales  de  oro,  (1)  y  c(!rca  d(í  diez  quintales  de  i)latino  i)or  año. 
Anteriormente  jtroducían  nu'is,  pero  la  guerra  (de  la  Independencia) 
ha  hecho  salir  todos  los  mejores  negros  . .  .  El  oro  se  vende  allí  á  dos- 
cientos i»esos-Ia  libra.  Vai  Jamaica  lo  pagan  á  doscientos  cincuenta 
pesos."  El  mismo  viajen»,  hablando  de  las  vetas  de  la  ^'ega  de  Sui)ía, 
dice:  "  La  mejor  mina  de  Supía,  según  la  opinión  de  M.  de  La  IJoclie. 
— mineralogista  francés  y  hombre  muy  entendido. — es  la  de  Chacha 
fruto.  En  esta  mina  haliía  una  galería  de  unas  cuarenta  yardas  y  luego 
un  pozo  de  cincuenta  yhrdas  de  profundidad.  A!  sacar  v\  mineral  de 
(1)  Veinte  quintales  de  oro  valen  550,000  pesos. 


—  ()()  —  <  y 

la  parto  inferior,  el  pozo  se  llenó  de  agua  é  interrumpió  los  trabajos  de 
la  mina.  El  ñlón  tenía  dos  yardas  de  anchura.  Cuando  se  dio  principio 
á  los  trabajos,  el  mineral  no  daba  sino  cinco  onzas  de  plata  por  quintal, 
y  después  se  enriqueció  muchísimo.  Esta  mina  pertenece  á  particulares 
que  fueron  arruinados  por  la  guerra  de  la  Independen(;ia  y  (jue  no  tie- 
nen dinero  para  trabajarla. ...  La  mina  del  Pantano,  (jue  es  de  plata 
combinada  con  |)lomo  (galena),  da  GO  por  100  de  plomo  y  tres  onzas  de 
plata  i)or  ([uintal,  dista  una  legua  de  la  de  Cliachafruto ;  tiene  un 
hermoso  filón.  La  mina  de  Echandía,  en  el  cerro  de  Loaiza,  tiene  un 
filón  muy  rico  de  plata  aurífera. . . .  LTltimaraente  están  las  minas  de 
Míirmato,  que  son  muchas:  dan  un  oro  blanco  de  Itaja  ley,  como  de  14 
(luilates.  Las  explotan  actualmente  moliendo  el  mineral  (en  piedras)  y 
lavándolo  en  albercas  formadas  en  corrientes  de  agua  :  de  esta  manera 
se  pierde  mucho  metal. . . .  Todo  el  distrito  del  valle  del  Cauca  es  rico 
en  producciones  minerales,  pero  hasta  ahora  no  ha  sido  explorado  sino 
superficialmente  ;  quédales  mucho  por  examinar  y  ganar  á  los  hombres 
entendidos  y  emprendedores." 

Todavía  se  pasaron  cuarenta  años  después  del  viaje  del  Capitán 
Cochrane  antes  de  que  se  comenzasen  á  explotar  formalmente  las  ricas 
minas  de  plata  de  Supía,  descubiertas  desde  el  siglo  pasado.  liste  ejem- 
plo bastará  para  probar  la  indiferencia  con  que  hemos  mirado  en  Co- 
lombia nuestras  riquezas  minerales. 

La  casa  de  Goldschmidt  y  Compañía  tomó  al  Gobierno  en  arrenda- 
miento, en  1825,  varias  minas  de  oro  de  filón  y  de  aluvión,  y  de  plata 
en  venas,  situadas  en  Marmato  y  Supía,  que  sus  dueños  habían  aban- 
donado hacía  largo  tiempo.  El  mismo  año  llegó  á  la  Vega  de  Supía  M. 
Juan  B.  Boussingault,  encargado  de  la  dirección  de  varias  minas  que 
acababa  de  comprar  otra  compañía  inglesa.  El  ha  descrito  los  imper- 
fectos métodos  de  explotación  que  estaban  allí  en  uso  :  "  Los  trabajos 
de  lavado,  dice,  en  los  aluviones  del  Llano,  consisten  en  zanjas  y  trin- 
cheras dispuestas  en  orden  y  bastante  profundas  para  atravesar  el  espe- 
sor del  depósito.  Algunos  esclavos  extraen  la  arena  y  la  lavan  en  una 
batea  i)ara  separar  el  oro .... 

"  Para  dar  una  idea  del  modo  como  se  trabajan  las  minas  de  veta 
en  la  jurisdicción  de  Supía,  basta  decir  que  toda  la  herramienta  de  los 
mineros  se  reduce  á  una  barra  ó  palanca  de  hierro  de  cerca  de  dos  y 
medio  pies  de  longitud,  ])untiaguda  por  un  extremo  y  chata  por  el  otro. 
Con  este  instrumento  atacan  la  roca.  Los  utensilios  de  acarreo  son  tan 
sencillos  como  los  que  sirven  para  derrocar.  Peña  y  tierra  se  sacan 
fuera  de  las  vetas  en  sacos  ó  zurrones  de  cuero,  que  cargan  los  peones, 
llenándolos  sin  otra  ayuda  que  la  de  sus  manos. 

"  Cuando  descubren  la  cresta  de  un  filón,   abren  sobre  éste  una  ga- 


I  —  (;i  — 

N*ría,  ([xw  r(»iitiiiú;iii,  si  resnlt.i  Imstatitc  rico.  Kara  voz  siicedc  (\nv  un 
trabajo  «le  osta  naturaleza  sea  de  larjra  (Itiracióu,  porque  las  condiciones 
rpf]ut'ridas  por  el  minero  son  demasiado  numerosas  y  m»  es  fácil  (|ue  se 
encuentren  reunidas.  Kn  efecto,  exijre  <|ue  el  oro  extraído  en  cada  día 
de  trabajo  sea  Itastante  para  jiagar  los  ]»e(»nes  y  los  demás  jrastos  y  (|ue 
ia  roca  sea  blanda,  pues  si  es  muy  dura  se  ve  obligado  á  abandonar  el 
filón,  cnal(|uiera  (¡ue  sea  su  r¡(|ueza.  Si  la  veta  se;  empobrece,  y  con  m;  • 
yor  razón  si  se  hace  estéril,  rara  vez  se  continúan  las  galerías  por  más 
de  cuatro  ó  cinco  pies,  porque  el  minero  trabaja  diariamente  para  ali- 
mentarse con  su  Jin-nal  y  le  es  imposible  adelantar  una  explotación  im- 
productiva." 

M.  líoussingault  mejoró  mucho  el  laboreo  de  las  minas,  abriendo 
galerías,  montando  molinos  de  pisones  y  de  arrastre  y  empleando  otros 
medios  cientíticos  de  trabajo,  con  lo  cual  progresó  mucho  aquel  Cantón. 
"En  1826,"  escribía  el  mismo,  "  cuando  por  la  primera  vez  visité  estas 
minas,  Marmato  no  era  otra  cosa  que  la  reunión  de  unas  cabanas  mise- 
rables habitadas  por  negros  esclavos.  En  1S30,  época  en  que  salí  de 
aquellos  lugares,  Marmato  presentaba  el  aspecto  más  animado,  se  veían 
allí  grandes  talleres,  fundición  de  oro,  máijuinas  para  triturar  y  amal- 
gamar el  mineral.  Más  de  tres  mil  habitantes,  todos  libres,  vivían  en 
el  declive  de  la  montaña."  El  previo  el  desarrollo  que  tendda  más  tarde 
allí  el  laboreo  de  las  minas  de  plata.  En  el  informe  que  acabamos  de 
citar  dice  : . "  Si,  como  es  muy  probable,  1»  Vega  de  Supía  viene  á  ser 
el  centro  de  la  explotación  de  las  minas  de  plata,  y  si,  como  se  puede 
también  presumir,  se  fundívsen  establecimientos  de  amalgamación,  sería 
conveniente  tener  allí  una  salina  que  produzca  cantidad  suficiente  de 
sal."  Durante  su  permanencia  en  Colombia  escribió  este  sabio  profesor 
varias  memorias  importantes  sobre  el  oro.  •' El  terreno  de  Marmato, 
dice,  en  (jue  se  encuentran  las  minas,  pertenece  á  la  gran  formación  de 
sienita  y  de  grunstein  porfídico  que  contienen  los  ricos  criaderos  de  oro 
de  la  Provincia  de  Antioquia.  En  Marmato  existen  muchos  filones  de 
pirita  aurífera.  Estos  grandes  ftlones,  perfectamente  arreglados,  tienen 
una  dirección  casi  constante  del  este  al  oeste.  La  pirita  descansa  or- 
dinariamente sobre  la  roca,  y  rara  vez  está  mezclada  con  ganga  ;  el  oro 
aparece  diseminado  en  partículas,  algunas  veces  perceptibles  á  la  sim- 
ple yi^ta,  y  otras  no  solamente  invisibles,  sino  que  apenas  pueden  des- 
cubrirse algunos  indicios  por  medio  de  los  reactivos  químicos,  y  enton- 
ces es  tan  diminuta  la  cantidad  de  metal  que  existe,  qjie  sin  la  extrema 
abundancia  del  mineral  el  laboreo  no  sería  productivo." 

En  el  documento  E  8e  hallará  la  descripción  geológica  que  hace 
M.  Boussingault  de  los  terrenos  de  la  Vega  de  Supía.  El  sabio  geólogo, 
D.  Carlos  Degenhard,  fué  también  Director  de  las  minas  de  Manuato 


—  «)!'  —  • 

•hinuito  iilgunos  años  ;  y  publicó  cuiimnicaciones  muy  interesautcs 
sobre  la  constitución  geológica  de  esta  región.  (Véase:  Karsten\s  Ai- 
cliir  der  Mineraloffie,  XII,  l.S;ií)). 

Indicaremos  la  ley  del  oro  de  algunas  minas  de  Supía,  cuyos  ensa- 
yos hizo  M.  lioussingault : 

Oro  de  Quiebralomo,    veta 0,017. 

Oro  de  Mannato,  veta  d(í  kSebastiana (»,7.'i4. 

Oro  de  aluvión  del  Llano 0,880. 

Oro  de  aluvión  de  Río-Sucio 0,880. 

Ocupémonos  otra  vez  en  el  Chocó,  que  merece  toda  nuestra  aten- 
ción. Dejemos  hablar  á  Mr.  lioberto  B.  White,  que  ha  explorado  dos 
veces  aquella  rica  región,  en  1870  y  en  1878,  y  ha  examinado  deteni- 
damente sus  inmensos  depósitos  de  aluvión  :  "  Este  país  sería  hoy  rico, 
pero  estaría  aun  atrasado,  si  la  emancipación  de  los  esclavos  no  hubiera 
venido  á  cortar  el  nervio  vital  de  la  cuestión  del  oro,  y  á  dejarlo  con  su 
riqueza  sepultada  y  con  la  salvajez  original  que  le  caracteriza.  Este 
golpe  mortal  á  la  explotación  en  grande  de  las  minas  del  Chocó  fué 
dado  en  1851.  Los  ricos  propietarios  de  esclavos  perdieron  en  primer 
lugar  el  gran  capital  productivo  representado  por  las  cuadrillas  de  es- 
clavos, y  se  hallaron  en  la  obligación  de  reemplazarlo  por  im  nuevo  ca- 
pital, EL  DINERO, — si  querían  continuar  explotando  sus  minas, — y 
pagar  además  los  jornales.  Pero  esta  nueva  empresa  fué  aun  más  gra- 
vemente impedida  por  el  carácter  de  los  esclavos  manumisos  que  se 
hallaban  en  posesión  de  su  independencia,  y  también  por  las  revueltas 
políticas  que  desde  esta  época  hasta  el  año  18(>5  paralizaron  todos  los 
esfuerzos  que  habrían  podido  hacerse  para  beneficiar  de  nuevo  las  minas. 
Apenas  sí  se  ha  explotado  alguna  mina  en  grande  escala  y  con  sistema 
después  de  1853.  Los  negros  continuaron  sacando  oro  por  su  i)ropia 
cuenta  en  los  puntos  más  favorables,  y  donde  se  requiere  escasa  labor, 
con  el  único  fin  de  atender  á  sus  diarias  necesidades;  pero  como  éstas 
son  pequeñas  y  es  aun  nienor  su  ambición,  se  entregaron  á  la  pereza 
([ue  los  caracteriza  y  sacaron  apenas  bastante  oro  paraconjprar  vestidos 
y  aguardiente .... 

"  Este  estado  de  cosas  debe  tener  un  ñn.  Minas  como  las  del  -Me- 
dio "  (situadas  abajo  de  la  confluencia  de  los  ríos  Santa-Bárbara  y  8a- 
baletas)  "que  producían  de  20  á  30,000  pesos  mensuales,  exptotadas 
según  los  imperfectos  métodos  españoles,  invitan  á  una  nueva  empresa 
dirigida  con  inteligencia.  Los  mineros  modernos  ven  que  las  ricas  mi- 
nas aluviales  no  pueden  ser  las  únicas  que  existen,  y  que  debe  haber 
filones  de  un  valor  considerable,  atravesando  las  cordilleras  de  donde 
se  originan  los  inmensos  yacimientos  de  oro  que  se  encuentran  en  las 
tierras  bajas  y  en  los  valles." 


»  —  (í.{  — 

Kstii  obsi'ivacii'm  de  Mr.  Wliitc  es  iiuiv  (.-XHcta;  él  mismo  reconoció 
<u  el  Chocó  al;(uiios  filones  «le  cuarzo  aurífero.  Hace  poco  tiempo  que 
unos  antioqneños  «lescubrieron  un  rico  filón  en  las  cabeceras  del  río 
San-Juan  ;  llevaron  allí  aljrnnas  iiiolenilcras  de  piedra  \  en  i»oros  días 
extrajeron  nueve  liiiras  de  oro. 

Mr.  Wliite  pondera  lariqueza  del  río  Santa-IJárbara  :  ••  lvst<-  rio  es 
de  corriente  nniy  fuerte  \  llenan  su  lecho  enormes  piedras.  En  los  pun 
ios  donde  se  ha  podido  llejxar  al  fondo,  sosteniendo  las  piedras  y  soca- 
vándolas, se  han  hallado  cantidades  de  oro  por  valor  de  000,  1,500  \ 
hasta  3,0(M>  i)esos."  Hl  Hospital,  <jne  se  hall.a  en  las  mismas  condicio- 
nes, fué  explotado  en  los  últimos  años  por  los  nejrros,  <|ue  han  sacado 
de  su  lecho  "  más  de  cien  mil  pesos  en  oro." 

Si  quisiéramos  citar  todos  los  ríos  y  riachuelos  del  Chocó  (jue  tien<'n 
oro,  fonnaríamos  una  larga  y  fastidiosa  lista.  Bástenos  nombrar  sus  dos 
grandes  ríos,  el  Atrato  y  el  San-Juan  ;  el  Cértegui,  el  (¿uito,  el  Andá- 
gueda,  el  Cabí,  el  líebaramá,  el  JVlurrí,  etc.,  afluentes  del  Atrato;  los 
ríos  Cajón,  Sipí,  San-.Vgustín.  Tamaña,  Condoto,  Santíi-Kita,  Iró,  etc., 
afluentes  del  San-.luan. 

El  estado  de  atraso  en  (jue  se  encuentra  la  minería  en  el  Chocó  es 
verdaderamente  lamentable.  '*  Está  por  demás  decir  que  jamás  los 
instrumentos  »iu(!  sirven  para  aspirar  y  para  taladrar  se  han  empleado 
en  el  Chocó.  Xo  creo  (|ue  se  haya  hecho  uso  de  cuñas  y  almádenas  para 
quebrar  las  piednis ;  en  todo  caso  nada  semejante  se  encuentra  actual- 
mente entre  los  negros.  Donde  el  pico  ordinario  no  basta  para  quebran- 
tar la  peña  ú  apartar  los  obstáculos,  el  minero  del  Chocó  se  da  por 
vencido:  levanta  su  tiemla,  la  dobla  y  Ijusca  una  tierra  mejor."'  (lí. 
White,  In/oniic  xobrc  las  niintis  del  Medio J. 

Copiaremos  igualmente  lo  (|ue  á  este  respecto  dice  Mr.  Cochrane  : 
"  No  tienen  ni  una  simple  bomba  para  sacar  el  agua  de  ios  hoyos  que 
hacen,  y  para  remover  una  piedra  grande,  necesitan  algunas  veces  em- 
plear la  fuerza  de  muchos  negros  durante  semanas  enteras.  Si  co- 
nocieran siquiera  el  uso  de  la  pólvora  jtara  romi)er  las  peñas,  ó  tuvieran 
grúas  propias  j)ara  remover  sus  troz<»s,  y  bombas  para  sacar  el  agua,  las 
minas  podrían  explotarse  con  grande  utilidad  ;  pero  no  hay  un  hombre 
de  capital  en  toda  la  Trovincia  que  jmeda  hacer  ese  gasto." 

Completaremos  estiis  noticias  relativas  al    Chocó  copiando  parte,  de 
una  interesante  carta  <|ne  nos  dirigió  de  Nóvit»  nuestro  amigo,  el  señor 
doctor  Octavio   Hurtado: 

"  Los  principales  i»uelilos  producton-s  de  oro  en  el  Chocó  son:  Nó- 
vitH,  Tadó.  San-I*abIo,  ('(Uidoto,  Sipí  y  (,"ajón,  en  el  Municipio  de  San- 
Juan  ;  y  (i)mÍIm1i'».  r.agadi'i.  Llon'».  Xeguá  y  J'.ebará,  en  el  Munici|)io  de 
Atrato. 


—  (54  —  < 

"  Todas  las  minas  so  trubajaii  jior  el  método  do  viazamorreo,  es 
decir,  por  individuos  aislados.  ^ío  hay  un  solo  placer  en  explotación  por 
algún  otro  método  que  dé  indicios  de  adelanto. 

"  El  principal  criadero  de  (tro  hasta  hov  conocí (hj  es  el  renombrado 
cerro  de  Torra,  de  cuyos  ramales  se  extrae  oro  muy  grueso,  haliiendo 
obtenido  los  mazamonerós  hallazgo  (topen)  de  pedazos  hasta  de  dos  y 
inedia  libras  de  ])eso. 

"  El  producto  anual  en  oro  lo  estimo  en  unos  .'iO(),000  pesos,  asig- 
nando poco  más  ó  menos  150,000  pesos  á  cada  Municipio.  (1) 

"  Los  minerales  de  veta  son  desconocidos  en  absoluto,  pero  los  hay, 
según  la  opinión  de  varias  ])ersonas  entendidas  (jue  han  venido  iil 
Chocó  y  han  reconocido  lo  que  llaman  r/e/yos." 

En  los  Estados  Unidos  se  organizó  en  1880  una  Compañía,  con 
500,000  pesos  de  capital,  para  explotar  por  medio  de  dragas  el  Atrato 
entre  los  ríos  Neguá  y  Andágueda,  y  su  afluente  el  Quito.  Aseguróse 
que  la  draga  que  debía  emplearse  era  la  mejor  conocida,  y  que  tenía  tal 
fuerza  de  absorción, — combinada  con  un  aparato  de  remover  el  mineral 
y  con  el  azogue, — que  no  dejaría  nada  de  oro  en  el  río.  Esta  Compañía 
fué  muy  desgi'aciada ;  la  primera  draga  que  trajo  al  país  se  hundió  en 
el  Atrato  y  la  segunda  sufrió  daños  que.  la  inutilizaron  por ,  completo. 
Una  nueva  draga,  que  está  en  servicio,  promete  mejores  resultados. 

Barbacoas  está  situada  al  pie  de  la  cordillera,  sobre  un  río  navega- 
ble, el  Telembí,  afluente  del  Patía :  ambos  son  ricos  en  oro,  como  lo 
son  también  el  Mira,  el  Nulpe  y  otros  varios.  El  trabajo  principal  de 
los  negros  que  habitan  esta  región  "  es  la  explotación  de  los  ríos  y  que- 
bradas, para  sacar  de  en  medio  de  la  arena  y  las  piedras  las  partículas 
de  oro  y  platino  que  arrastran  casi  todos,  y  que  darían  un  gi-an  produc- 
to si  la  voluntad  correspondiese  á  la  fuerza  del  trabajador.  Nacido  y 
criado  éste  en  la  soledad  de  las  selvas,  no  tenía  otra  voluntad  que  la 
del  auio  ó  mayordomo  que  lo  hacía  trabajar ;  mas  desde  que  éste  faltó, 
no  conoció  ya  ninguna  otra,  y  no  es  perseverante  en  la  fatiga.  Empero, 
la  verdades  que  no  tiene  por  qué  tral)ajar:  el  plátano  le  da  profusa- 
mente pan,  los  ríos  pescado  y  las  selvas  tatabros  y  saínos Es  más 

común  ver  á  las  mujeres  en  las  i)layas  de  los  ríos  lavando  oro,  que  á  los 
hombres  ;  lo  cual  se  explica  por(|ue  á  éstas  les  gusta  tener  collares, 
zarcillos  y  algunas  varas  de  zaraza  con  (pié  presentarse  engalanadas  los 
días  de  fiesta  en  sus  pueblos."  (Felipe  Pérez). 

(I)  Mr.  Roberto  White  dice:  "  Aparece  por  datos  en  los  cuales  puede  con- 
fiarse, qae  el  Chocó  exporta  todavía  de  60  á  80,000  pesos  mensuales."  (O  sea  de 
720  á  960,000  pesos  anuales).  El  señor  White  obtuvo  estos  datos  de  personas 
muy  mal  informadas.  La  producción  de  oro  del  Chocó,  si  alcanza  á  la  cifra 
dada  por  el  señor  Hurtado,  no  pasa  de  ella. 


—  (;.")  _ 

De  una  carta  dr  fcclia  reciciitt',  (liri;ri(la  ]k)V  cI  señor  l'úi  Ortiz  de 
líarliat-oas,  al  señor  1).  Serj:io  Arlmleila.  extractamos  lo  si^Miieiitc: 

"  L»ts  iie;;ros  traliajan  en  c.iiiiiañía  ¡lor  mitad  con  los  dueños  de  las 
minas,  v  se  ocupan  sólo  tres  días  de  la  semana  en  esta  labor;  los  tres 
restantes  los  emplean  -en  lavar  arenas  por  su  propia  cuenta.  Cuando 
faltan  las  lluvias  el  trabajo  es  más  lento,  y  entoi^ces  se  ocupan  en  re- 
mover la  tierra  y  amontonarla  hasta  que  lia\a  agua  para  correrla  á  los 
canalones  ó  ace(|uias,  donde  se  depositan  la  arena  y  el  oro, 

"Las  más  de  las  minas  están  hoy  sin  agua,  ponjue  los  estauíiues 
antiguos  se  han  roto  ó  destruido  y  los  dueños  no  tienen  recursos  para 
hacerlos  de  nuevo. 

''  Si  se  traltajaran  lioy  como  se  hacía  cuando  había  esclavos,  cuyo 
número  era  considerable,  los  rendimientos  serían  mucho  mayores.  I"-ual 
cosa  sucedería  si  se  ¡)udieran  poner  en  uso  los  monitores  y  abrir  soca- 
vones, lo  que  no  pueden  hacer  los  más  de  los  dueños  de  las  minas  por 
falta  de  recursos. 

"Dos  minas  se  están  explotando)  por  cuenta  de  compañías  extran- 
jeras, una  de  ellas  con  monitor,  la  de  Paguí.  La  comjjañía  formada  por 
el  General  Prado  (peruano)  trabaja  á  la  antigua,  con  pocos  peones ; 
tiene  un  monitor  en  la  mina  d(!  Boacé. 

"  En  1806  y  1867  extrajo  una  compañía  norte-americana  como 
veinte  quintales  de  oro  (2,000  libras  !)  de  la  mina  de  Cargazón. 

"  Según  me  ha  informado  el  señor  Faustino  Chaves,  antiguo  fundi- 
dor de  oro,  puede  calcularse  que  se  extraían  más  de  mil  libras  de  oro 
por  año  del  distrito  de  Barbacoas,  antes  de  18ol.  (1) 

"El  rendimiento  mensual  de  este  Distrito,  incluyendo  el  oro  que  se 
extrae  de  la  costa,  Iscuandé  y  Guapí,  puede  estimarse  hov  de  700  á 
800  libras  anuales." 

Es  natural  que  haya  en  Barbacoas  ricos  filones  de  oro,  pero  hasta 
hoy  no  se  ha  pensado  en  su  laboreo.  Kecientemente  se  ha  descubierto 
uno  con  mucJio  oro,  al  (|ue  han  dado  el  nombre  de  Santa-Kosalía. 

De  los  ríos  Xaya,  San-Juan  de  :\ri(uiy,  Timbiquí  y  otros,  en  la 
costa  meridional  del  Pacífico,  se  calcula  que  se  extraen  anualmente 
cosa  de  150  á  180  libras  de  oro. 

Los  aluviones  auríferos  de  Caloto  y  Santander  han   gozado  siempre 
de  fama,  y  ron  razón,  jiiies  han  sido  muy   productivos.   En  esta  última 
localidad  había  en  17.S!)  mil  negros  ocupados  en  el  trabajo  de  las  minas. 
Santander   "fué  el  asiento  de  las  ricas  minas  de  Alegría,  Quinamayó 
Gelima,  Campo,  Cerro-gordo,   Santa-María,   Portugalete,  Honduras, 

(1)  "Según  datos  que  reposan  en  nuestro  poder,  entraron  quinientos  quin- 
tales de  oro  ft  la  oficina  de  fundición  de  Barbacoas,  en  el  trascurso  de  los  años 
de  1847  á  1854."  (F.  Muñoz.  Las  minas  de  Barhacoas). 

5 


_  (>(;  -  ' 

Ensolvíulo,  Saii-.IüiKiuín  y  otras,  que  cuando  luibía  iísclavos  dieron  oro 
suiicientcí  para  oiiri(|uec('r  á  sus  explotadores."  (José  Fernández  Gue- 
rra, Docit mentó  iiiqjortantej.  Varias  de  esas  minas  eran  de  filón  y  al- 
o-unas pertenecieron  á  la  taniilia  ^losquera.  Hay  allí  además  minerales 
ar"-entííeros.   En  Buenos-aires  y  (ielima  se  benefician  ricos  aluviones. 

A  tres  leguas  de  distancia  de  Manizales  se  está  explotando  Inice  al- 
gunos años  la  mina  de  veta  de  Tolda-fría,  (lue  ha  producido  por  valor 
de  más  de  |  000,000  en  oro. 

Ijos  productos  minerales  que  encierra  el  vastísimo  territorio  del  Ca- 
quetá  son  muy  poco  conocidos.  Agreda  ó  villa  de  Mocoa  y  Se\)ondoy 
fueron  los  dos  primeros  lugares  de  él    donde  se  beuííficiaron  aluviones 

de  oro. 

Los  pobladores  de  San-Miguel  de  Sucumbios  tuvieron  ricos  la- 
vaderos de  este  metal  á  mediados  del  siglo  XVI,  en  los  ríos  Uchua- 
rina  Bermejo,  Anzuela,  Amoguajes,  etc.  La  ciudad  de  Ecija  ó  San- 
Mif^uelde  Sucumbios  fué  fundada  en  1558.  "  Se  establecieron  y  traba- 
jaron en  esta  Provincia,"  dice  el  P.  Velasco,  "  sus  muchas  y  ricas  minas 
de  oro,  fáciles  de  labrarse  por  el  terreno  dulce  y  la  gran  copia  de  aguas, 
las  cuales  casi  despoblaron  la  ciudad  de  Mocoa  atrayendo  la  gente  con 
la  <n-an  fama  de  su  riíjueza."  Los  indios  bárbaros  de  este  vasto  Distrito 
se  sublevaron  y  obligaron  á  los  habitantes  de  Ecija  y  de  ]Mocoa  á 
abandonar  estas  nuevas  poblaciones,  que  redujeron  á  cenizas  en  1582. 

Las  tribus  indígenas  sacan  oro  de  las  arenas  del  Caquetá  y  del  Ca- 
riaco el  Cascabel  y  el  Villalobos,  sus  tributarios;  del  Putumayo  y  de 
sus  afluentes:  San-Pedro,  (iuiueo,  San-Juan,Oritai)ungoy  üuamúes; 
del  Aguarico  y  del   Cotanes,  el  Candué  y  el  Dué,  que  desaguan  en  él. 

Pasemos  del  Caquetá  al  extremo  norte  del  Departamento.  No  lejos 
de  las  márgenes  occidental  y  oriental  del  golfo  de  Urabá  existen,  según 
D.  Andrés  de  Ariza,  dos  ri(|uísimos  filones,  al  poniente  uno  de  oto,  y 
otro  de  plata  al  levante.  lié  aquí  lo  (lue  dice  este  ilustrado  Crobernador 
del  Darién  en  un  informe  que  dirigió  al  Virrey  en  1780 : 

"  Es  tan  poderosa  la  veta  de  oro  de  la  quebrada  de  Cuque,  aguas  al 
norte  sobre  las  bocas  del  Atrato,  es  tan  íacil  de  extraer  su  abundante 
metal,  (|ue,  según  dicen,  se  jiresenta  á  la  vista  á  luanera  de  laja  sobre 
la  superficie  de  la  tierra ;  es  tan  grande  y  gruesa  dicha  veta,  que  la  han 
cortado  y  put^len  cortar  con  cincel.  Así  lo  hizo  el  año  de  1728  el 
Maestre  de  Campo,  D.  Juan  de  Dios  ('arrisoli  (mestizo  muy  temido 
de  los  indios  por  su  crueldad).  Dicho  Carrisoli,  (pie  había  visto  la  ex- 
presada veta,  propuso  compañía  á  D,  Gabriel  de  Ovalle,  Gobernador 
de  la  Provincia,  para  cuyo  trabajo  juntaron  28  negros.  Partióse  con 
ellos  Carrisoli  para  emprender  su  obra,  y  apenas  la  puso  corriente,  que 
se  retiró,  los  indios  de  la  comarca  cayeron  sobre  dicha  cuadrilla  y  ¡lOcoS 


•í.  — 


cscaimniii  di-  su  Itárliara  licrc/a  :  v  vo  di^^o  «inc  de  su  (lfS|>it|U('.  La 
notiria  (¡uc  liay  ahora  de  dicha  (|Ut'l»rada  es  (pU'  desde  entonces  se 
conservan  en  elhi  una  ú  dos  familias  para  estar  al  reparo  y  (hir  aviso 
al  cuerpo  principal  de  los  indios  para  estorbar  qucí  los  españoles  ú  otros 
t'Xtranjen»s  lo  henelicieu.  (1) 

'•  KI  len^ruaraz  Juan  Rafael  Simancas,  (jue  ha  vivido  entre  los 
indios,  me  dio  noticias  y  las  señas  de  un  mineral  de  plata  <|ue  se  corta 
á  cincel  en  la  ([uebrada  de  Xamaquilla,  cuyas  cabeceras  se  diri<,'en 
hacia  Caimán  y  su  desagüe  es  en  Turbo,  dentro  del  golfo  del  norte. 

"  EJ  motivo  n  ocasión  de  haberse  descubierto  este  hallazgo  dice  que 
ha  sido  el  haberse  derrumbado  un  pedazo  de  barranco  de  dicha  (|ue- 
brada,  dejando  en  su  superficie  unas  piezas  como  mami)ostería  que  á  los 
indios  á  primera  vista  parecía  plomo;  acudieron  allí  con  sus  hachas  y 
machetes  para  sacar  lo  necesario  para  los  usos  de  su  montería,  pero 
dicho  nu'tal  no  quiso  ceder  á  la  herramienta  cortante,  manifestándose 
en  consecuencia  no  ser  plomo  sino  plata. 

"  Es  de  notar  que  la  noticia  de  haber  por  allí  dicho  mineral  se 
adquirió  en  mi  presencia  el  año  de  <)7,  comunicándola  al  Brigadier 
J).  Antonio  de  Arévalo,  el  Capitán  del  río  Caimán,  ]),  Pedro  Totocua, 
cuando  de  orden  de  Su  ^[ajesta<l  pasamos  á  levantar  los  mapas  y  demás 
diligencias  en  dicho  golfo." 

Ya  hemos  hablado  de  las  ricas  minas  de  plata  ()ue  fueron  descu- 
biertas en  Síipía  desde  fines  del  siglo  pasado,  y  que  la  imj)ericia  de 
sus  dueños  dejó  pronto  en  lamentable  abandono.  Hasta  desi)ués  de 
18G0  no  se  comenzaron  á  poner  de  nuevo  algunas  de  ellas  en  laboreo 
formal.  Sucesivamente  se  han  ido  estableciendo  trabajos  de  explotación 
en  muclias  vetas  y  fundando  ingenios  de  amalgamación,  cuyo  número 
llega  hoy  á  siete. 

Un  ingeniero  alemán,  caballero  cumplido,  que  hizo  sus  estudios  en 
la  Escuela  de  minas  de  Freiberg  (Sajonia)  y  se  estableció  en  Titiribí, 
donde  se  casó,  y  luego  en  Supía,  I),  ('arlos  (Ireittenstein,  nos  dice  lo 
siguiente,  á  propósito  de  las  minas  de  plata  simadas  en  los  distritos 
de  Supía  y  ^lannato: 

"  Las  jtrincipales  minas  de  plata  de  este  (.'antón  s(ni : 

(1)  Los  indios  cunas,  que  habitan  actualmente  algunos  caseríos  en  la  región 
que  baña  la  quebrada  de  Cuque,  son  mansos  y  de  buena  índole.  El  señor  D. 
Francisco  B.  Rojas  nos  escribe  lo  que  sigue:  "Cuando  era  muy  joven  y  me 
dedicaba  á  la  extracción  del  caucho,  tuve  ocasión  de  visitar  los  caseríos  de 
Cuque,  Unguía,  Arquía,  Canela  y  Cutí.  Recuerdo  que  en  una  de  las  monterías 
en  que  acompañé  al  capitán  Jacinto,  Cacique  del  río  Cuque,  me  refirió  que  en 
un  brazuelo  de  este  río  existe  un  peñón  ó  cerro  que  contiene  oro;  que  esto  lo 
sabía  porque  en  tiempo  lejano  un  indio  recogía  oro  en  ese  lugar  y  lo  vendía  á 
un  americano  que  iba  á  hacer  el  tráfico  entre  ellos." 


—  G.S  — 

"  Las  del  corro  df  Loaiza  y  Clialjurquía,  ó  la  mina  de  I']chaudía, 
como  la  llaman  f^encralmcntc.  Pertenece  á  los  señores  B.  Chaves  y 
hermanas.  (1) 

"Las  de  Pantano,  San-Antonio,  Aguas-claras  y  Candelaria;  las 
explota  la  AVestern  Andes  minin^  Cy. 

"  La  Pava,  (lue  en  los  diferentes  niveles  ti(íne  los  nombres  de  Libia, 
los  Dolores,  las  Mercedes,  la  Trinidad  y  (xuadualito,  que  son  propie- 
dad de  distintas  sociedades. 

"  Los  minerales  de  dichas  minas  se  benefician  en  los  estableci- 
mientos de  amalgamación  de  la  Línea,  Aguas-claras,  Taborda,  Arcón, 
la  Amalia  y  Santa-telena;  el  primero  y  el  último  est<án  situados  en 
el  Estado  de  Antioquia,  cerca  de  la  frontera. 

"La  plata  que  producen  los  establecimientos  de  la  Línea  y  Aguas- 
claras  es  aurífera  y  se  exporta  para  Inglaterra.  Su  producto  anual  es 
como  de  $  1280,000  á  la  par.  La  de  los  demás  se  introduce  á  la  casa  de 
moneda  de  Medellín  y  vale  por  año  $  200,000. 

"  La  riqueza  media  de  los  minerales,  que  se  benefician  todos  por 
amalgamación,  es  poco  más  ó  menos  de  0,30  por  ciento  de  plata ;  los 
que  tienen  menos  de  0,15  por  ciento  no  se  pueden  explotar  con  pro- 
vecho. Excepcionalmente  se  benefician  minas  que  contienen  basta  uno 
por  ciento  de  plata. 

"  Los  minerales  de  esta  región  son  en  mi  concepto  mucho  más  ade- 
cuados para  la  amalgamación  que  para  la  fundición ;  porque  por  el 
primer  método  se  extrae  la  plata  con  mucha  más  facilidad,  menos 
gastos,  menor  pérdida  y  mayor  prontitud. 

"  La  pérdida  metalúrgica  en  las  amalgaciones  bien  dirigidas  no  pasa 
del  1")  por  ciento  de  plata." 

En  Quiebralomo  se  explota  actualmente  una  umy  rica  mina  de  oro, 
nombrada  Yende-cabezas.  En  uno  de  los  últimos  meses  del  año  1887 
produjo  78  libras  y  45  en  el  siguiente.  Las  venas  que  contienen  el  oro 
se  encuentran  con  frecuencia  henchidas  del  metal  noble. 

Calculamos  en  $  249.000,000  el  valor  total  de  los  metales  preciosos 
extraídos  del  Cauca  desde  la  Cünquista,  cuya  suma  se  reparte  así  entre 
el  Chocó  y  el  resto  del  Departamento : 

Siglo  XVI  Chocó  ..$       Cauca . .  $     25.000,000 

Siglo  XVII       id....  *  20.000,000  Id....     37.000,000 

Siglo  XVIII     id....     52.000,000  Id....     38.000,000 

Siglo  XIX        id ... .     42.000,000  Id ... .     35.000,000 


Suman $  114.000,000  $  135.000,000 


(1)  Esta  mhui  de  plata  aurífera  ha  dado  un  producto  de  algunos  millones 
de  pesos  á  sus  dueños  en  los  últimos  veinte  anos. 


—  iiU  — 


VA  Dcpartaiiicnto  del  Cauca,  tan  ricaiiioiite  dotado  por  la  iiaturaloza, 
está  llamado  á  un  venturoso  porvenir  el  día  que  sus  hijos  sv.  entreguen 
con  afán  á  la  lucrativa  tarea  de  remover  sus  aluviones  y  de  explotar 
sus  filones  de  oro  y  ¡data. 


V. — Lf)  QUE  DICEN  LOS  EXTRANJEROS  DE  LA  RIQUEZA  DEL  CHOCÓ. 

Xo  satisfechos  con  lo  (|ue  hemos  dicho  respecto  de  la  riqueza  del 
Chocó,  (|ueremos  reunir  en  un  capítulo  aparto  los  juicios  de  los  viajeros 
y  exploradores  extranjeros ;  así  no  se  nos  podrá  tachar  de  exagerados. 
Seguiremos  i»ara  esto  el  orden  cronológico  y  nos  abstendremos  de  co- 
mentarios. 

El  Barón  de  Humboldt  escribía  á  i)rincipios  de  este  siglo : 

"La  Provincia  del  Chocó  podría  producir  por  sí  sola  más  de  10,000 
marcos  de  oro  de  lavadero"  (5,000  libras,  que  valen  1.300,000  pesos), 
"si  al  poblar  esta  región,  que  es  nna  de  las  más  fértiles  del  nuevo 
continente,  fijase  el  Gobierno  su  atención  en  hacer  progresar  la  agri- 
cultura. En  aquel  país,  que  es  el  más  rico  en  oro,  es  en  donde  continua- 
mente se  están  padeciendo  hambres. . .  Los  placeres  del  norte  y  los  del 
distrito  de  Citará  producen  oro  más  lino  que  el  del  distrito  meridional 
de  Nóvita.  El  de  las  minas  de  Indipurdu  es  el  único  cuya  ley  llega  á 
22  quilates,  pues  la  riqueza  media  del  oro  del  Chocó  es  de  20  á  21 
quilates.  Los  productos  de  los  diferentes  placeres  son  tan  constantes 
en  su  composición,  que  los  que  hacen  el  comercio  del  oro  en  polvo 
tienen  bastante  con  saber  el  paraje  donde  se  ha  recogido  el  metal  para 

conocer  su  ley El  río  más  rico  es  el-  Andágueda.  Todo  el  terreno 

entre  éste,  el  San- Juan,  el  Tamaña  y  el  San-Agustín  es  aurífero. 

"  El  mayor  pedazo  d(!  oro  que  se  ha  encontrado  en  el  Chocó  pesaba 
25  libras.  líl  negro  que  lo  descubrió  15  años  há  "  (al  fin  del  siglo  pa- 
sado), "  ni  aun  si(|uiera  obtuvo  su  libertad.  Su  amo  ofreció  la  pepita  al 
Key  con  la  esperanza  de  que  la  Corte  le  concedería  en  recompensa 
un  título  de  Castilla,  pero  apenas  consiguió  que  se  le  pagase  al  peso  el 
valor  del  metal."  (Enmyo  político  sobre  el  Reino  de  Ja  Nueva- 
E.sp((ñ((J. 

AL  (t.  Molíien,  en  su  Viaje  á  la.  Tiepilblica.  fie  Colombia  cu  LS23, 
escrití»  en  francés,  dice  : 

"  En  general  la  minas  del  Chocó  y  de  líarbacoas  son  consideradas 
como  las  más  ricas....  En  la  Provincia  del  Chocó  el  suelo  es,  por 
decirlo  así,  enteramente  de  oro. . . .  No  sólo  i)osee  en  su  superficie  las 
más  ricas  maderas,  se  sacan   también  de  su  suelo   los  tesoros  más  pre- 


—  i(>  — 

ciosos  y  más  abuiulaiitcs;  por  todas  i)artes  donde  se  cava,  entre  ciento 
j  ochocientas  varas  de  altura,  se  encuentra  oro." 

Kn  un  diario  de  Filadelíia  (Jonrnal  of  the  Franklin  InstituteJ, 
publicó  Mr.  .John  C.  Trautwine,  en  1854:,  sus  Notas  de  una  explora- 
ción 2)ara  'iin  canal  interoceánico,  por  los  ríos  Atrato  y  ^an-Juan, 
en  las  cuales  leemos  lo  que  sigue : 

"  El  oro  se  encuentra  en  las  cabeceras  de  todos  los  tributarios  del 
Atrato  que  vienen  del  este.  Estos,  así  como  los  del  San-.Tuan,  que 
también  dan  mucho  oro,  nacen  todos  en  la  vertiente  oeste  de  la  cordi- 
llera occidental. . . .  Teniendo  en  cuenta  la  inmensa  extensión  de  esta 
región,  donde  el  oro  existe  en  grandes  cantidades,  y  el  estímulo  ofre- 
cido í'i  los  inmigrantes  por  el  Gobierno  de  la  Nueva  Granada,  no 
puedo  dudar  que  cuando  el  trascurso  de  unos  pocos  años  haya  servido 
á  extender  el  conocimiento  de  estos  hechos,  tendrá  lugar  una  afluencia 
de  extranjeros  á  las  vertientes  de  la  cordillera  occidental  superior  á  las 
que  siguieron  á  los  descubrimientos  de  California  y  Australia.'' 

El  General  Agustín  Cwlazzi,  Jefe  de  la  comisión  corográíica  de  la 
Xueva  Granada,  recorrió  la  mayor  parte  del  país  y  dejó  trabajos  im- 
portantes, que  utilizó  el  señor  Felipe  Pérez  en  su  Geof/rafía  física  y 
política  (le  los  Estados  Unidos  de  Colombia,  limitándose,  como  él 
itiismo  lo  dice,  á  confeccionarlos.  Haremos  algunos  extractos  de  esta 
obra : 

"  El  Chocó,  ])or  su  posición  geográfica,  por  el  sistema  de  sus  ríos, 
por  la  naturaleza  de  sus  terrenos,  por  las  influencias  climatéricas  y  por 
sus  riquezas  auríferas,  merece  ciertamente  un  examen  bien  de- 
tenido .... 

"  Los  terrenos  de  acarreo  que  forman  los  tan  extensos  como  ricos 
aluviones  auríferos  del  Chocó,  se  encuentran  desde  40  hasta  900  me- 
tros sobre  el  nivel  del  mar.  Estos  aluviones  están  en  las  bases  de  la 
cordillera  occidental .... 

"  Casi  todos  los  ríos  y  quebradas  procedentes  de  dicha  cordillera  ó 
desús  ramificaciones  hacia  la  hoya  del  Atrato,  arrastran  en  sus  arenas 
pepitas  y  partículas  de  oro  más  ó  menos  finas.  Además,  en  las  colinas 
se  encuentran  el  oro  y  platino  diseminados  en  las  capas  de  arena  y  gui- 
jarros, que  á  veces  están  á  más  de  20  metros  arriba  de  hl  base. . . . 

"  Si  los  negros  tuviesen  un  poco  de  más  interés,  el  oro  recogido  de 
la  hoya  del  Atrato  no  bajaría  de  2.000,00()  de  ])esos  al  año,  junto  con 
unos  20,000  pesos  en  platino. 

"Por  lo  que  hace  á  la  lioya  del  San-Juan  sucede  lo  mismo,  pues  la 
mayor  parte  de  los  ríos  (jue  bajan  de  los  Andes  y  de  muchos  de  sus 
ramales  hacia  aquel  río,  arrastran  entre  sus  arenas  y  guijarros  bastante 
cantidad  de  partículas  de  oro  fino,  de  diversa   magnitud,  y  algunos 


»  — 71  — 

tainbi('-n  mezclados  con  platino.  .Mas  no  stílo  se  ciiciifiitra  tan  pr('cio.s(» 
nu'tal  en  los  cani-i-s  de  los  ríos  y  (inclnadas,  sino  (|iu'  tanil)it''n  s«!  <'X- 
tiende  en  jíiandes  fajas  por  los  ccrritos  y  ])laiios  elevados. .  . . 

*' Si  miramos  hacia  el  oriiícu  del  San-.íuan  y  sus  allncntcs,  en- 
contramos un  i>aís  desierto,  lleno  de  selvas  y  siendo  apenas  conocidos 
los  ríos  (|ne  de  él  descienden,  aunque  esto  sólo  por  los  ricos  minerales 
que  arrastran  mezclados  con  arena,  como  sucede  en  los  afluentes  del 
Atrato 

"  Los  terrenos  de  la  ¡¡arte  alta  del  (jhocó  son  de  formación  siení- 
tica  y  de  «rrunstein  porfídico,  teniendo  más  abajo  es([uistos  arcillosos 
(jue  se  convierten  en  grauwaka  esquistosa,  por  lo  que  en  ellos  se  en- 
cuentran también  mnclias  minas  de  oro,  que  no  son  otra  cosa  (|ue  alu- 
viones de  pórtido  sobre  el  esquisto."' 

El  General  Codazzi  dice  ([ue  no  hay  duda  de  que  existen  minera- 
les de  veta  <'n  las  serranías  del  (Jhocó,  y  (lue  "  cuando  estas  serranías, 
incultas  hoy,  sean  conocidas  y  examinadas  i)or  el  minero  inteligente 
que  descubra  los  filones  auríferos  en  las  rocas  existentes,  podrá  el 
Chocó  esperar  una  rápida  y  ventajosa  trasformación,  tanto  en  sus  ha- 
bitantes como  en  su  riiiueza  agrícola  y  mineral."' 

M.  Carlos  SattVay,  después  de  haber  permanecido  algunos  años  en 
Antioquia,  i-ecorrió  ¡os  Departamentos  del  Cauca  y  Cundinamarca,  y  á 
su  regreso  á  París  publicó  su  viaje  á  la  Nueva  Granada  en  la  revista 
Le  Tour  clu  monde,  1871Í.  De  su  obra  traducimos  lo  siguiente: 

"  El  Chocó  es  la  Provincia  de  la  Xueva  Granada  que  ha  gozado 
de  más  reputación  por  la  riqueza  de  sus  minas  de  oro,  á  las  que  ha  de- 
bido su  larga  prosperidad  relativa.  Los  españoles  comenzaron  á  explo- 
tarlas algún  tiempo  después  de  su  primer  establecimiento,  y  se  continuó 
en  esta  labor  hasta  la  abolición  de  la  esclavitud.  Cuando  se  dio  el  de- 
creto de  libertad,  los  aluviones  más  ricos  se  habían  agotado,  y  los  otros 
yacimientos  conocidos  no  eran  bastante  productivos  para  roportar  los 
gastos  de  un  trabajo  pagado.  El  oro  del  Chocó  se  encuentra  general- 
mente en  polvo,  ó  en  planchitas  ó  como  linas  lentejuelas;  sin  embargo, 
se  han  hallado  algunas  grandes  pepitas." 

M.  E.  Andró  recorrió  nuestro  país  de  norte  á  sur  en  1875  y  1870  ; 
de  su  libro  de  a  ¡ajes,  L^Amcrlqnc  J^quino.riale,  tomamos  este  corto 
extracto : 

"La  región  bañada  por  el  río  Sipí,  me  dijo  D.  Belisario  Caicedo,  es 
de  una  gran  riciueza  mineralógica.  Vi  en  mi  juventud  negros  que  traían 
de  lugares  inaccesibles  i)edazos  de  oro  de  muchas  libras  de  jjeso.  Los 
cortaban  con  sus  machetes  en  grandes  trozos,  para  venir  á  ^■enderlos 
cuando  necesitaban  vestidos  ú  otros  ])roductos  eurojieos." 

En  el  informe  sobre  las  viinas  del  Medio  (187Í))  dice  Mr.  White  : 


"  Las  grandes  niiiias  aluviales  del  Chocó  forman  un  extenso  depósi- 
to pos-terciario,  en  el  cual  se  nota  una  excesiva  regularidad  de  estrati- 
ficación. Se  componen  de  ca])as  de  arcilla,  cascajo,  arena  y  conglome- 
rados y  de  yacimientos  de  lignitos. . . . 

"  Todo  minero  ó  toda  persona  que  conozca  un  poco  las  minas  me 
comprenderá  fiícilmente,  si  le  digo  <iue  los  mineros  del  (Jliocó  han  con- 
siderado siempre  las  capas  de  arcilla,  de  arena  y  conglomerados  como 
yacimientos  que  forman  2}e  ña.  Toda  capa  de  cascajo  que  se  hallaba  sobre 
uno  de  esos  yacimientos  era  considerada  como  el  depósito  mismo  que 
se  debía  explotar.  Bien  que  sea  bastante  claro  que  la  arena,  el  cascajo, 
la  arcilla  y  los  conglomerados  alternan,  encontrándose  en  repetidas 
ocasiones  en  la  masa  del  depósito,  cuyo  espesor  varía  de  lüO  á  200 
pies,  jamás,  no  obstante,  se  habían  beneficiado  en  una  misma  mina  dos 
capas  consecutivas  de  cascajo  productivo,  cuando  estaban  separadas  por 
arena  y  arcilla  estériles. ...  (1) 

"  Una  gran  parte  de  la  materia  aurífera  deberá,  pues,  hallarse  sin 
explotar  en  los  aluviones.  Xunca  se  han  examinado  ni  los  lechos  de  lo^ 
antiguos  ríos,  ni  los  canales  en  el  terreno  cubierto  de  rocas  para  hallar 
el  verdadero  yacimiento  sobre  la  peña,  ó  el  fondo  del  depósito  aurífero. 
La  cantidad  de  oro  en  estos  últimos  debe  ser  enorme,  si  se  juzga  por  la 
riqueza  del  cascajo  de  las  capas  superiores.  Jamás  los  naturales  han 
tenido  la  idea  de  cavar  un  túnel  en  la  roca.  Nadie  se  ha  fijado  en  los 
indicios  (jue  indican  las  direcciones  originales  que  siguieron  las  grandes 
corrientes  de  agua  que  formaron  estos  depósitos.  Hallamos  aquí  las  más 
bellas  minas  de  California  representadas  en  mayor  escala,  y  no  puede 
quedar  duda  de  que  se  han  dejado  del)ajo  de  las  antiguas  excavaciones 
hechas  superficialmente  las  nueve  décimas  partes  del  oro. . . . 

"  Séame  permitido  decir  que  conozco  bien  esos  grandes  depósitos 
de  aluvión  en  toda  la  extensión  del  Chocó,  desde  el  distrito  de  Barba- 
coas, en  el  sur,  hasta  Quibdó,  sobre  el  Atrato,  en  el  norte,  y  que  no  hay 
por  qué  temer  algún  error  en  la  apreciación  de  su  valor.  Estamos  aquí 
sobre  las  costas  del  Pacífico,  y  los  mismos  agentes  (^ue  formaron '  las 
grandes  minas  en  la  vertiente  occidental  de  las  Montañas  rocallosas, 
obraron  sobre  la  vertiente  occidental  de  esta  cordillera  de  los  Andes. 

"Quiero  citar  como  ejemplo  un  hecho  de  que  tengo  conocimiento  y 
([ue  sucedió  en  una  mina  de  Barbacoas  :  se  abrió  un  canal  en  la  peña, 
del  que  se  extrajeron  en  tres  operaciones  cosa  de  700  libras  de  oro.    El 

(1)  En  algunos  placeres  que  explotaron  los  antiguos  en  el  Tolima  sucedió  lo 
mismo  que  en  el  Chocó.  En  la  mina  de  Mal-paso,  por  ejemplo,  no  se  explotó  an- 
teriormente  sino  la  cinta  aurífera  que  se  encontró  sobre  la  primera  capa  de 
conglomerado.  Los  actuales  dueños  de  la  mina  la  benefician  derruj^endo  por 
medio  de  las  máquinas  hidráulicas  las  distintas  capas  de  aluvión  que  descansan 
sobre  la  peña,  encima  de  la  cual  se  halla  una  rica  cinta  de  oro. 


»  —  7;{  — 

método  (Miipicculo  t'iK'  t'l  (le  las. esclusas  (écluses  dt*  chassc).  ICstc  (lescii- 
hriiniento  sí'  drliió  á  una  feliz  casualidad,  y  no  se  ensayó  en  otras  minas. 
Los  diciiosos  propietiuios  riñeron  y  las  minas  del  Chocó  perdieron  una 
ocasión  oportuna  de  entrar  en  la  nueva  era  en  (|ue  entrarán  ciertamen- 
te tarde  ó  tempran(»." 

En  el  Informe  sobre  Ion  ríos  San-Juan,  ISipíy  Tamanú,  publicado 
en  in<;lés  con  fecha  L*ó  de  Julio  de  188.'í,  IMr.  Wiiite  descrilie  así  la 
formación  geológica  de  los  aluviones  del  Chocó  : 

"  La  cadena  occidental  de  los  Andes,  en  donde  tienen  su  origen  el 
río  San-Juan  y  sus  aflaentes,  es  grandemente  aurífenv/ Filones  de 
cuarzo  con  oro  <le  todas  las  épocas  atraviesan  las  montañas  y  sus  rama- 
les con  nna  profusión  ciuizá  sin  igual  en  ninguna  otra  parte  del  mundo. 
Al  fin  del  j)eríodo  cretáceo  tuvo  lugar  im  gran  levantamiento  del  terre- 
no, i)roducido  por  las  fuerzas  volcánicas,  cuya  erupción  está  marcada 
}>or  la  gran  cadena  central  de  los  Andes,  iso  hay  duda  de  que  hubo 
depósitos  submarinos  que  se  levantaron  auna  altura  de  ocho  y  diez  mil 
l)ie8  sobre  el  nivel  del  mar.  Tan  enormes  perturbaciones  tuvieron  que 
ser  acompañadas  por  la  acción  del  agua  en  grande  escala.  Las  aguas, 
retirándose  de  la  región  solevantada  y  los  océanos  contrapuestos  cho- 
cando contra  el  creciente  continente,  asolaron  las  fracturadas  rocas,  y 
arrastraron  sus  detritus  á  la  margen  de  la  tierra  y  á  las  aguas  tran- 
quilas. 

"  Así  se  íormaron  los  aluviones  terciarios  de  la  costa  del  Pacífico,  y 
cuando  consideramos  que  cubren  nna  área  de  muchos  miles  de  millas 
cuadradas,  y  que  tienen  un  espesor  de  300  á  700  pies,  podemos  formar- 
nos alguna  idea  de  la  magnitud  de  las  operaciones   arriba  bosquejadas. 

'•  La  formación  de  los  valles  del  Atrato,  del  San-Juan  y  otros  ríos 
de  la  Costa  del  Pacífico,  tuvo  lugar  en  un  período  posterior,  cuando 
otros  y  más  graduales  levantamientos  dieron  á  la  tierra  ciertos  contor- 
nos y  determinaron  el  curso  de  las  aguas  como  se  halla  hoy.  Cuando 
esto  se  verificaba,  los  arroyos  y  los  ríos  abrieron  su  cauce  por  entre  las 
capas  de  arcillas,  arenas,  cascajo  y  conglomerados  (jue  cubrían  sin  in- 
terrupción toda  la  superficie,  y  arrastraron  al  mar  los  menudos  detritus, 
en  tanto  que  el  oro  contenido  en  las  arenas  se  quedaba  naturalmente 
atrás. 

"  Así,  podemos  concluir  a  prior  i  qiLe  ríos  tales  como  el  Atrato,  el 
San-Juan  y  sus  afluentes  tienen  (pie  ser  singularmente  ricos  en  oro. 

"  Pero  es  preciso  también  tener  i)resente  que  á  lo  menos  000  millas 
<;uadradas  del  área  desecada  por  el  río  San-Juan,  abajo  de  su  ¡luuto  de 
unión  con  el  Sipí,  están  cubiertas  de  aluviones.  Todos  los  riachuelos  y 
arroyos  ([m)  corren  actualmentíí  al  través  de  esta  área  llevan  día  por  día 
nueva  provisión  de  oro  al  canal  i)rincipal.   J)nrante  las   pesadas  lluvias 


—  74  —  < 

tropicales  y  las  tormentas,  los  árltoles  son  arraucatlos,  se  íbrniau  tle- 
rruiiiliainieiitos,  los  arroyos  son  desviados  de  sus  canales,  y  así  se  lavan 
diariamente  millones  de  toneladas  de  arena,  por  medio  del  trabajo  hi- 
dráulico de  la  naturaleza,  y  sus  sediineutos  son  llevados  ]»or  las  aguas 
turbias  á  los  cauces  de  los  ríos  San-Jium  y  Sipí.  donde  el  oro  S(í  de- 
posita. 

"  PjS  casi  sui)eríluo  (|ue  hable  de  la  riíiueza  de  estos  aluviones.  Mi- 
llones de  libras  esterlinas  <le  oro  se  hau  sacado  de  ellos  desde  el  tiempo 
de  la  conquista.  Me  he  persuadido,  no  obstante,  de  que  las  arenas  con- 
tienen de  una  á  dos  onzas  de  oro  por  yarda  'cúbica.  Los  grandes  con- 
glomerados ó  capas  que  sirven  de  cimiento,  y  que  los  españoles  dejaron 
por  parecerles  denuisiado  fuertes  ó  demasiado  ])obres  para  trabajar, 
contienen  nna  onza  de  oro  por  tonelada  de  material. 

"  Examiné  las  arenas  de  los  ríos  San-Juan  y  Tamaña  en  muchos 
puntos,  y  en  todos  los  casos  las  hallé  suficientemente  ricas  jiara  pagar 
el  tarado  á  mano  (por  medio  de  la  batea).  En  las  partes  superiores  de 
estos  dos  ríos  hallé  que  la  arena  gruesa  contenía  cerca  de  nna  onza  de 
oro  por  tonelada.  Pero  en  esta  arena  es  nat.ural  que  el  oro  no  i»erma- 
uezca  largo  tiempo  en  la  superficie ;  encuentra  su  camino  por  entre  la 
arena  y  las  piedras  al  fondo  del  río.  Puedo  decir,  por  lo  que  he  observa- 
do y  lo  que  sé  de  los  resultados  de  los  trabajos  de  los  naturales,  que  la 
cinta  ó  capa  que  descansa  sobre  la  peña,  produce,  jwr  téjinino  medio^ 
diez  onzas  de  oro  jwr  yarda  cuadrada.  Xo  hay  duda  de  que  en  algunos 
puntos  pueda  alcanzar  el  producto  á  cincuenta  onzas.  Tengo  conoci- 
miento de  un  caso,  sucedido  en  el  canal  de  un  rio  en  un  distrito  seme- 
jante, (1)  situado  en  la  misma  costa,  en  el  cual  se  extrajeron  10,300 
onzas  de  oro,  de  cerca  de  200  yardas  cuadradas  áe  cinta. . . . 

^'Las  explicaciones  arriba  dadas  sobre  la  formación  de  los  aluviones 
en  el  Chocó  eran  necesarias  para  llegar  á  ciertas  conclusiones.  No  co- 
nozco en  ningún  pais  del  mundo,  fuera  de  Colombia,  ríos  en  que  exis- 
tan tan  noicubles  condiciones  para  hacerlos  ricos  en  oro.  Los  grandes 
depósitos  aluviales  de  Australia,  por  ejemplo,  que  pueden  ser  en  parte 
tan  ricos  como  los  del  Chocó,  no  están  por  lo  general  expuestos  á  la 
acción  de  los  ríos  actuales.  Ellos  se  hallan  casi  siempre  protegidos  por 
basaltos  y  otros  estratos.  Por  otra  parte,  los  antiguos  y  profundos  cauces 
de  los  ríos  de  Australia,  pueden  compararse  hasta  cierto  punto  con  los 
de  los  ríos  del  Chocó,  aunque  estos  últimos  sean  en  más  pequeña  es- 
cala. ... 

"En  el  vecino  Estado  de  Antio(|uia,  donde  es  muy  general  la  ex- 
plotación del  lecho  de  los  ríos,  observamos  que,  aunque  las  condiciones 
en  que  se  deposita  el  oro  son  menos  favorables  que  en  el  Chocó,  nn 
(1)  En  la  mina  de  Cargazón,  en  Bai-hacoas. 


pnulucti»  iintlii»  <h  mlio  oiizd.s  ilr  oro  por  iftirda  cuinIrniUi  di  <-oinil  im 
rs'  im  resultado  crtrüorilitiorio .  ..." 

Finalmente,  el  señnr  lleiiiiaim  Karsteii  st'  expresa  ajií  en  su  (íe<>- 
¡líftúi  de  l<(  initii/mi  CoIohiIiík  holinirnixCj  i'sn'hn  en  francés  (ISSO): 
"  ('na  pizarra  areillosa  amarilla,  cuarzosa,  <jue  se  segrej,M  en  IVagmen- 
tus  en  lorma  <le  ¡¡aralelipípedos,  se  jiresenta  entre  Muíalo  y  \'ijes  :  ve- 
nas (le  (Muirzo  aurífeii»  la  atraviesan.  Filones  de  cuarzo  de  la  misma 
naturaleza,  con  escamas  de  oro  y  de  ¡datinu  se  muestran  á  la  vista  en 
el  Valle  del  Salado  (Campo-alegre)  entre  Cali  y  Juntas.  Los  detritus 
de  esas  capas  Son  probablemente  la  causa  i)rincipal  de  la  ri([ueza  en 
oro  y  platino  de  los  depósitos  de  cascajo  de  la  costa  occidental  y  de  los 
de  las  partes  media  y  superior  del  valle  del  Cauca.  Sobre  la  costa  occi- 
dental esos  yat-jmientos  de  metales  nobles  se  encuentran  del  primero  al 
cuarto  jrrado  de  latitud  norte,  es  decir,  desde  las  Esmeraldas,  al  sur. 
basta  San-.luan.  al  norte  ;  aíjuí  deja  la  costa  este  terreno  aurífero  y 
sigue  la  cordillera  occidental  subiendo  la  ribera  izquierda  del  Suu-Juan, 
luego  baja  sidire  la  riliera  derecha  del  Atrtito.  Las  montañas  de  Baudó 
y  las  playas  inmediatas  del  Atrato  y  del  San-Juan  no  contienen  oro.  Es 
«obre  todo  en  la  caji.i  más  inferior  de  un  poderoso  diluvión  de  seis  á  siete 
metros,  capa  que  sólo  tiene  algunas  pulgadas  de  espesor,  donde  los  me- 
tales se  encuentran  en  nuís  abundancia.  Este  diluvión  cubre  el  pie  y  el 
descenso  de  hfs  cordilleras  debajo  del  terreno  de  aluvión,  que  tiene  en 
esta  región  de  4l>  á  !)0()  metros  de  altura.  El  diluvión  aurífero  está  for- 
mado de  detritus  de  rocas  plutónicas  y  cretáceas ;  se  halla  culñerto  de 
aluvión  que,  en  el  sur,  donde  se  muestran  las  traquitas,  se  compone 
en  gran  ])arte  de  restos  de  esta  última  roca." 

Terminaremos  esíe  capítulo,  compuesto  con  datos  suministrados 
todos  por  extranjeros,  invitando  á  éstos  á  que  vengan  á  exi)lotar  las  ri- 
quezas que  encierra  nuestro  suelo.  Y  aun  ])ara  esta  excitación  nos  ser- 
viremos de  las  unas  y  benévolas  palabras  ile  Mr.  White  : 

"  El  (lobierno  de  Colombia  es  muy  favorable  á  toda  legítima  em- 
presa (|ue  tenga  ¡lor  olijeto  el  engrandecimiento  del  Estado.  Conocedor 
de  su  vasta  riíiueza,  él  coniiuende  la  importancia  de  ofrecer  (stímulos  á 
todos  los  (jue  vengan  á  su  territorio  á  desarrollar  sus  maravillosos  re 
cursos  mineros  y  á  buscar  sus  conveniencias  comerciales  :  y  está,  por  lo 
tanto,  dispuesto  á  dar  lilieralmente  concesiones  y  privilegios." 


VI. — KL   PLATINO. 

El  platino  y  los  metales  (|ue  lo  acom|)añan  en  los  aluviones  aurífe- 
ros de  donde  se  extrae,  que  son  el  iridio,  el   osmio,  el  paladio,  el  rodio 


I 


—  70—  < 

y  el  nitenio,  forman  un  grupo  ii.itural ;   sólo  tratareinos  del   primero  y 
más  iiiiportante  de  éstos. 

A  estb  metal  se  le  empezó  á  prestar  alguna  atención  en  Europa 
desde  1748.  Antes  de  esa  época  lo  habían  observado  los  mineros  en  el 
Chocó  y  Barbacoas,  pero  lo  botaban  como  inútil.  Va\  Poj)ayán  era  co- 
nocido el  empleo  del  azogue  para  separarlo  del  oro  desde  172Ü. 

En  un  diario  francés,  Journal  de  Physique  ct  (PHistoire  naturelle 
(Noviembre  de  1785)  se  lee  lo  siguiente  :  "  El  platino  separado  del  oro 
se  arrojaba  en  presencia  de  testigos  por  los  Oficiales  reales  en  el  río 
Bogotá,  (|ue  pasa  á  dos  leguas  de  Santafé,  y  en  (d  Cauca,  que  pasa  á 
una  legua  de  Popayán."  Sabedor  de  esa  tradición  el  doctor  Xepomuce- 
no  ])u(iue,  liizo  practicar  algunos  trabajos  hacia  ISol  en  el  río  Bogotá, 
debajo  y  á  proximidad  del  Fuente-grande,  pero  sólo  logró  hacer  sacar  ~ 
unas  pocas  libras  de  platino. 

En  1778  se  mandó  consignar  en  las  cajas  reales  todo  el  j)latino  (jue 
se  sacase,  pero  sin  retribución  alguna.  Diez  años  después  se  ofreció  pa- 
garlo á  dos  pesos  libra  por  cuenta  de  Su  Majestad,  y  á  fines  de  1788 
se  habían  recogido  en  el  Chocó  152  arrobas  y  20  libras  de  este 
metal. 

Las  minas  que  producían  más  platino  entonces  eran  las  del  río  Opo- 
gadó,  afluente  del  Atrato.   El  bajo  precio  á  que  el  Gobierno  lo  pagaba 
fué  causa  de  que  se  vendieran  grandes  cantidades  en   la  Costa  á  los  ex 
tranjeros,  que  lo  compraban  hasta  á  doce  pesos,    y  realizaron  fortunas 
llevándolo  á  vender  á  Europa. 

El  Barón  de  Humboldt  escribió  á  principios  del  siglo:  "  El  ])latiu< 
en  grano  sólo  se  halla  en  dos  parajes  del  mundo  conocido,  esa  saber,  en 
el  Chocó  y  en  Barbacoas.   Es  peculiar  de  ciertos  terrenos  de  trasporte 
que  ocupan  una  superficie  de  GOO  leguas  cuadradas.   Los  lavaderos  que 
en  el  día  dan  más  })latino  son  los  de  Condoto,  Santa-Rita  y  Santa-Lu- 
cía, así  como  el  río  de  Iró.    En   (d  Chocó  hay  varios  lavaderos  de  oro 
por  ejemplo,  en  los  distritos  de  San-Agustín  y  de  Guaicama,  en  dond 
los  mazamorreros  no    hallan  el  menor  rastro  de  platino.   El   precio   de 
este  metal  en  grano,  en  el  paraje  donde  se  recoge,   es   de  8  pesos^  ó  40 
francos  la  libra,   cuando  en  París  cuesta  por  lo  común   de  130  á  150 
francos." 

Según  el  viajero  Mr.  Cochrane,  en  1824  se  extraían  anualmente  del 
Chocó  cerca  de  diez  quintales  de  platino. 

El  doctor  José  ]\Ianuel  Eostrepo  dice  en  sus  yoticias  sobre  las 
minas  (le  Colombia:  "Es  pequeña  la  cantidad  de  i)latino  que  se  ex- 
IKtrta,  y  según  datos  fundados  no  puede  pasar  de  3,500  libras  anuales. 
La  libra  de  platino  vale  de  10  á  20  ])esos." 

Un   italiano   (¡ue   hizo   su   fortuna  cu  Cartagena,  el  señor  Bonolli, 


envió  iiiiH  rt'incsa  tan  considerable*  de  este  metal  á  lMiroi)a,  aiitfs  de 
1S."»(>.  (juc  liizo  liajar  su  precio. 

"  Hoy  puede  estimarse  la  i)roduccióu  del  platino  en  e¡  Chocó  en 
50,(KM>  ¡jesos  anuales,  asignando  más  de  las  dos  terceras  partes  al  Mu- 
nicipio de  San-Juan,  porque  el  del  Atrato  tiene  niny  ])ocas  minas  de 
este  metal  y  es  de  calidad  inferior  al  d«í  San-Juan.  Los  más  abundan- 
tes criaderos  se  hallan  en  los  ríos  Condoto  y  Opogadó."  (Doctor  Octavio 
Hurtado). 

Kl  platino  del  Chocó  es  el  más  puro  y  el  ([ue  mejor  se  vende  en  los 
mercados  extranjeros,  pues  contiene  por  lo  general  de  80  á  S~>  por  cien- 
to de  metal.  Su  precio,  que  hace  algún  tiempo  era  de  GoO  francos  el 
kilogramo,  es  hoy  de  ÍMK)  francos.  El  grande  empleó  que  tiene  en  la 
fabricación  de  aparatos  y  de  instrumeutos  para  la  industria  y  de  objetos 
de  arte,  ha  motivado  esta  alza. 

Completaremos  este  capítulo  insertando  parte  de  un  informe  escrito 
en  tiempo  de  la  (.^lonia  (1804),  (pie  contiene  dalos  interesantes.  Toda- 
vía se  creía  entonces  en  la  trasmutación  de  los  metales,  y  I).  Ventura 
Salzas  Malibrán  sostiene  que  el  platino  es  un  oro  blanco.  No  hemos 
querido  suprimir  la  parte  del  informe  en  que  asegura  esto  con  ingeniosos 
razonamientos. 


NOTICIAS   SOBRE   LA  PLATINA. 

Para  el  Excelentísimo  Seíior  D.  Antonio  Amar,  Virrey,  Gobernador 

y  Capitán  general  del  Nuevo  Reino  de  Granada. — Por  D.  Ve7i- 

tura  Salzas  Malibrán,   Teniente-Gobernador  y  Oficial  real  de 

la  rrovincia  del  Citará. 

Es  de  creerse  prudentemente  que  la  matriz  del  oro  es  la  misma  de 
la  platina;  ya  sea  porque  se  encuentren  juntos,  ó  bien  porque  el  paraje 
que  abunda  inás  de  platina  que  de  oro  (que  no  es  común)  tiene  una 
perfecta  semejanza  al  en  que  sólo  se  halla  este  último  metal,  aunque 
con  poca  platina,  y  en  otros  sin  ninguna;  es  decir,  cuatro  ó  cinco  capas 
de  tierra  y  cascajo  horizontalmente  puestas,  y  por  lo.  regular  en  el 
orden  siguiente  : 

1*  Arena  gruesa  y  quebradiza  con  poca  consistencia. 

2*  Tierra  arcillosa  lilanca  y  pegajosa. 

.3"  Cascajo  grueso  de  la  clase  de  los  guijarros. 

4"  Greda  amarilla. 

;■)*  Mezcla  de  arena  gruesa  con  greda,  ya  amarilla,  ya  blanca. 

Dije  regularmente  puestas  las  capas  en  el  orden  que  acabo  de  des- 
cribir, por  ser  éste  el  más  común,  sin  (¡ue  se  entienda  i)ür  regla  general, 


—  ,  ,^  — 

pues  vemos  que  en  unas  partes  se  multiplican  estas  capas,  y  en  otra» 
s<)lo  son  tres,  y  á  veces  cuatro,   aun(|Uo  .siempre  de  la  misma  materia. 

Xo  en  todos  los  terrenos  se  lialla  la  platina.  De  estas  dos  Provin- 
cias, la  de  Nóvita  es  la  (jue  con  más  abundancia  la  produce.  Kara  es 
la  mina  en  ésta  de  Citará,  que  dé  el  seis  por  ciento,  á  excepción  de  la 
de  Cértegui,  que  suele  pasar  del  diez,  doce  y  liasta  quince  por  ciento  : 
y  sobre  la  más  ó  menos  cantidad  de  ])latina  en  los  oros  hay  que  hacer 
las  Hiflexiones  siguientes,  y  no  son  despreciables  por  las  luces  (lue  pue- 
den suministrar  á  V.  E. 

El  río  de  Andágueda  (el  más  caudaloso  de  esta  l*rovincia  después 
del  Atrato)  tiene  su  nacimiento  al  E.  S.  E.  y  se  une  al  Atrato  en  el 
mismo  pueblo  de  Lloró.  Su  rapidez,  angostura  y  peñascos  lo  hacen 
intransitable,  y  no  con  poco  peligro  se  navega  hasta  un  punto  llamado 
Churina,  en  donde  el  minero  Antonio  Reyes  se  estableció  aliora  cinco 
años,  cuyas  labores  acaba  de  abandonar,  ya  porque  no  son  de  mayor 
utilidad,  ó  ya  retraído  por  lo  fragoso  del  río  que  dificulta  la  conducción 
de  los  víveres  para  los  esclavos.  El  oro  de  esta  mina  es  grueso,  terreo, 
poco  compacto,  sin  mezcla  alguna  de  platina.  Su  ley  veintiún  quilates, 
pero  merma  tres  y  medio,  y  cinco  por  ciento  al  fuego.  Más  abajo  de 
dicha  mina  se  hallan  otras  diametralmente  opuestas  á  la  de  que  acabo  de 
hablar.  El  oro  es  menudo,  de  bello  color,  limpio,  compacto  y  de  igual 
ley  :  platina  tres  á  tres  y  medio  por  ciento,  y  sólo  merma  al  fuego  dos 
y  medio  á  tres  por  ciento.  Todas  las  labores  hasta  la  inmediación  de  este 
pueblo  son,  con  corta  diferencia,  semejantes;  el  oro  igual  y  la  platina 
la  misma  en  cantidad.  Es  excepción,  sin  embargo,  un  paraje  llamado 
Sána-Murindó,  distante  cuatro  leguas  de  esta  población,  cuyo  río  des- 
agua en  el  Atrato,  y  puede  tener  más  platina  que  oro,  motivo  por  que 
no  se  trabajan  sus  minas.  En  bajando  de  este  pueblo  ya  se  nota  una 
diferencia  sensible  en  los  oros:  son  de  mejor  ley  que  los  de  Andágueda, 
aunque  la  platina  es  siempre  igual ;  advirtiendo  á  V.  E.  que  si  el  oro 
es  granado,  la  platina  lo  es  también,  y  si,  por  el  contrario,  ésta  es  me- 
nuda, sucede  lo  mismo  con  aquél,  cuya  verdad  se  comprueba  con  los 
oros  de  las  playas  que  son  menudísimos,  guardando  el  mismo  orden  la 
platina ;  por  el  contrario,  el  oro  de  Carachichí  es  grueso,  y  por  consi- 
guiente la  platina.  La  ((ue  tengo  el  honor  de  inandar  á  Y.  E.  puede 
considerarse  la  más  curiosa  del  Chocó ,  y  los  granos  que  van  por  sepa- 
rado son  del  tamaño  mayor  que  se  han  visto,  á  excepción  de  una  punta 
que  tuvo  D.  Mariano  Montenegro,  ex-Corregidor  del  Xoanama,  en  la 
Provincia  de  Nóvita  (cuya  punta  he  tenido  ocasión  de  ver  muchas  veces) 
y  ([ue  en  su  género  carece  de  ejemplar.  (1) 

(1)  El  pedazo  más  grande  de  platino  que  se  conoce  fué  dado  por  el  señor 
Ignacio  Hui-tado  al  Genei-al  español   Morillo  en  1815.  Tenía  la  forma  de  una 


»  —  7!»  — 

ICiitrciuos  ahora,  auin|ue  de  paso,  á  n-lluxioiiar  lo  (Hit*  itpoituna- 
iiit'Utt'  no  so  tuvo  presente,  y  (jue  no  «lebo  ocultar  á  V.  E.,  i-uya  supe- 
rior penetración  conocerá  fácilmente  lo  t"un<la<lo  de  la  oltjeción  ([ue 
poiiiTo  si)lire  el  iiHulo  adoptadit  jiara  aseiruiar  al  lú-v  la  ])osesión  exclu- 
siva de  este  metal. 

En  177.S  se  mandó  consignar  cu  las  Cajas  reales  toda  la  i)latina 
(lUe  se  sacase  de  las  minas,  j)eru  sin  retribución  alguna  á  los  (jue  la 
manifestaran  :  este  ¡irimer  paso  puso  en  expectativa  las  I'rovincias,  y 
empezaron  á  ocultar  la  platina  ([uc  nunca  les  había  merecido  la  menor 
atención. 

En  17.S8  se  tleclaró  propia  de  .S.  M.,  en  cuyas  cajas  se  consigna- 
ría, satisfaciendo  por  ella  dos  pesos  por  libra  bajo  unas  penas  sin  pro- 
porción, cuya  política  mal  entendida  y  peor  combinada  ha  tenido  los 
resultados  (jue  eran  consiguientes  y  notamos. 

La  mucha  platina  (pie  se  había  sacado  desde  tiempo  inmemorial 
se  recogió  entonces,  ya  sea  ])or  el  valor  (jue  se  le  dio,  ó  bien  por  lison- 
jear al  Visitador  Yáñez,  empeñado  en  el  acopio  de  dicho  metal,  para 
cuyo  logro  dispensaba  algunas  gracias  de  poco  momento  ó  ninguna 
utilidad.  Pas(i  el  primer  fervor.  Los  mineros,  y  los  que  no  lo  son,  em- 
pezaron á  discurrir ;  formaron  proyectos  ambiciosos,  sus  miras  se  exten- 
dieron, y  viéndose  poseedores  de  un  metal  (jue  se  solicitaba  con  tanto 
afán,  y  cuyo  exclusivo  comercio  se  prohibía  con  tanta  severidad,  cre- 
yeron desde  Ijiégo  labrar  su  fortuna  coA  la  expectativa,  y  ésta,  aunque 
no  realizada,  es  el  verdadero  motivo  de  la  escasez  de  la  platina.  El 
interés,  Excidentísimo  Señor,  ha  sido  siempre  el  estímulo  de  los  hom- 
bres. Esta  máxinni  incontrovertible  es. propia  de  toda  nación,  ya  gue- 
rrera ó  pacífica,  supersticiosa  ó  ilustrada,  agrícola  ó  mercantil.  Las 
prohibiciones  se  han  repetido  á  menudo,  pero  el  valor  no  ha  aumentado. 
Aquí,  pues,  señor  Excelentísimo,  una  reflexión  bien  sencilla:  ¿La 
platina  es  un  metal  de  valor,  ó  no '?  Si  lo  piimero,  ¿  por  (jué  no  se  paga 
á  proporción  ?  si  lo  segundo,  ¿  por  qué  se  prohibe  su  comercio  con  tantas 
penas?  ¿  por  ijué  lo  estanca  el  }{e\  ?  Este  argumento  no  jjuede  ser  más 
claro  y  la  solución  es  itien  terminante.  Y  así  soy  de  sentir  (salvo  el  mejor 
parecer  de  V.  E.)  (|ue  para  (¡ue  S.  ]\L  logre  exclusivamente  la  pose- 
sión <le  este  metal,  deiie  darle  otro  i>recio  (jne  el  (jue  tiene  en  el  día 
para  los  minents  ;  y  entonces  yo  aseguro  á  V.  E.  el  a(;opio  de  ¡¡latina 
que  sería  consiguiente  á  ello. 

Los  extranjeros  que  <'arecen   del   referido  ujetal  y  (]ue  lo  necesitan, 
saben  facilitárselo;   el  cómo  yo  lo  diré  :   las  relaciones  mercantiles  do 

enorme  fresa.  Fué  hallado  en  una  de  las  minas  de  oro  del  Choco  ;  el  General 
Morillo  lo  envió  al  Rey  de  España.  (J.  P.  Hamilton. —  Travels  thromjh  the  interior 
Provinces  n/  Columhia.  1823).  Este  grano  de  platino  fué  extraído  por  un  esclavo 
de  la  f|uelivada  de  Condoto  y  pesaba  una  libra,  nueve  onzas  y  una  octava. 


—  80  —  ' 

esta  Provincia  cuii  Cartiigenu  son  frecuentes:  nada  hay  más  fácil  (jue 
(lar  avisos  anticijjados  :  la  posición  local  de  este  pueblo  y  la  facilidad 
de  la  navegación  imposibilitan  la  vigilancia  del  corto  resguardo,  la 
extracción  ác  un  nieta!  (|ue  muchas  veces  se  ha  comprado  aquí  á  seis 
y  ociio  jiestis,  y  algunas  ocasiones  á  más,  lo  (jue  no  sucedería  si  el  Rey 
le  diese  más  valor.  Cuando  yo  llegué  á  estas  Provincias  (en  1788)  se 
recogía  mucha  platina,  y  en  el  día  casi  no  se  ve.  Cada  día  será  menos 
su  acopio  si  no  se  toman  providencias  que  estimulen  á  los  mineros  á 
su  manifestación,  sobre  cuyo  particular  creo  debe  Y.  E.  tomar  nuevas 
medidas. 

Tocaré  también  sobre  las  propiedades  de  este  metal,  ya  sea  por 
noticias  adquiridas  ó  ya  por  las  operaciones  hechas  personalmente,  para 
que  los  superiores  conocimientos  de  V.  E,  en  la  (¡uímica  adquieran 
acaso  nuevas  luces,  y  cuando  no,  tendrá  por  lo  menos  una  noticia  de 
más  sobre  esta  materia. 

Con  motivo  de  tener  una  hermana  establecida  en  París,  .solicité  me 
diese  razón  individual  del  aprecio  que  se  hiciese  allí  de  la  platina,  usos 
á  que  se  destinara,  precio  á  que  corría  en  aquella  plaza,  y  otras  varias 
preguntas  conducentes  todas  á  descubrir  cuanto  fuese  digno  de  saberse 
en  el  particular.  Hará  seis  meses  que  me  remitió  la  instrucción  siguiente, 
traducida  fielmente  del  francés,  y  dada  por  el  platero  mayor  del  des- 
graciado Eey  Luis  XVI. 

"  En  1786  el  Rey  de  España  envió  á  París  uno  de  sus  químicos 
con  cuarenta  y  cuatro  marcos  de  platina  en  barra  muy  maleable.  El 
Conde  de  Aranda,  su  Embajador,  me  hizo  el  honor  de  acompañarlo  á 
mi  casa  para  hacer  juntos  algunos  experimentos,  y  los  hicimos  ;  algu- 
nas cafeteras,  platos,  cadenas  para  reloj,  mostaceros,  teteras  y  botones 
para  casaca  se  trabajaron  en  mi  casa,  tanto  en  platina  pura,  cuanto 
líquida,  con  media  onza  de  platina  en  un  marco  de  plata  fina.  Todo  lo 
que  es  platina  pura  conserva  siempre  un  color  oscuro ;  y  la  que  se  halla 
mezclada  con  la  plata,  tira  siempre  á  ceniciento,  faltándole  la  dureza 
de  que  necesita. 

"  La  platina  estando  blanca  no  recibe  el  pulido  como  un  metal  duro. 
El  diamante  y  acero  deben  su  brillo  á  su  dureza. 

"La  platina  tiene  la  ventaja  de  no  criar  verdín,  resiste  á  todo 
cuerpo  craso  que  no  puede  disolverla,  es  útil  para  los  crisoles  de  química, 
pero  no  sirve  para  fundir  los  metales,  porque  éstos  se  pegan  á  ella. 

"  Este  metal  no  tiene  más  propiedad  que  la  de  ser  inalterable  al 
fuego  y  á  la  intemperie;  algunas  personas  le  dan  mucho  mérito,  porque 
no  está  aún  en  uso;  generalmente  se  hace  poco  caso  de  la  píhtina  por 
ser  menos  hermosa  y  más  cara  que  la  plata. 

"  Tiene  el  inconveniente  este  metal   labrado  en  vajilla  ó  en  vasos, 


-SI  — 

(le  cmH'jrrcrcí"  las  xiiiiidas  (jiic  se  condiiiiciircii  cu  cllits:   es  más  pesado 
\  iin  ivsistc  taiito  como  la  jdata  para  el  uso  diario." 

.  .  .  Vov  á  liahlar  de   un    «'XpcriuuMito   f|U('   ¡lor   travesura  liicc  cu 
ilías  pasados. 

Leí  (lio  se  eu  d('iude)  (|ue  la  platiua  se  mezclalta  pcrtcctauícute  con 
los  demás  meta  les,  i|nise  ver  si  era  vcrdail  y  traté  de  ponerlo  en  ejocu- 
cit'U.  ICii  «'tcctn.  tomé  dos  onzas  de  platina,  dos  de  plata,  ilos  de  col»re 
colorado,  v  poniéud(do  tcnlo  junto  en  un  crisol,  sin  más  ajü:ente  (|ue  uii 
poco  de  utíncar  (para  facilitar  la  fusión)  c(nisei;MÍ  una  uu'zcla  de  la  cual 
liioe  í'l  cnliierto  que  tengo  el  lionor  de  enviar  á  V,  E.  Esta  olua  liu 
hiera  (juedado  mejor,  á  haber  aquí  un  platero  (jue  piuliese  llamarse  tal, 
pues  i)ara  juilirla  en  el  estado  en  (¡ue  se  ve  me  costó  inmenso  trabajo, 
porque  no  se  hallaron  limas  aparentes. 

Como  no  tenjro  uuiteriales  ni  hornillas  á  propósito,  no  he  repetido 
otros  experimentos  (|ue  acaso  darían  más  ideas  sobre  las  bellas  propie- 
dades de  este  uu-tal.  I'ero  V.  E.,  á  quien  le  acompañan  superiores 
luces  y  medio  de  ponerlas  en  activida<l,  podrá  por  sí  mismo  verificarlos, 
y  sacará  un  merecido  fruto  de  sus  tareas.  Y  espero  que  sus  resultas 
serán  un  testimonio  nada  equívoco  para  probar  á  los  extranjeros  que 
también  hay  en  España  quien  sepa,  no  solamente  escudriñar,  sino 
descubrir  los  secretos  de  la  naturaleza,  y  que  el  modo  de  fundir  y  ma- 
nejar la  platina  ya  no  es  un  misterio  impenetrable,  sino  una  operación 
familiar  para  V.  E. 

El  secreto  de  fundir  la  platina  no  es  nuevo,  }  á  V.  Jí.  no  se  le  oculta 
que  Chavaneau  la  fundió  é  hizo  dúctil ;  (1)  en  su  consecuencia,  se  tra- 
bajó el  cáliz  que  nuestro  augusto  monarca  Carlos  IIT,  de  feliz  memoria, 
regaló  al  Santo  Padre  Pío  Vi,  que  desde  luego  fué  la  primera  obra 

(1)  Parece  que  en  Bogotá  fué  donde  primtro  se  consiguió  darle  maleabilidad 
al  platino  :  en  el  Kesutnen  del  extracto  del  Expediente  de  la  platina,  remitido  de  Se- 
villa por  el  señor  D.  Ricardo  Pereira,  leemos  : 

",Años  de  1765  á  1779. 

"Participa  el  Virrey  de  Santafé  el  modo  con  que  se  ha  conseguido  fundir 
la  platina:  noticióse  á.  la  Junta  de  Comercio  y  se  le  recuerda  el  despacho  del 
expediente. 

"  Llegan  de  Santafé  dos  retratos  del  Key,  uno  de  platina  mezclada  con  cobre 
y  otro  de  ro1<í  aquel  metal  :  pásase  á  la  Junta ;  e.xpontj  ésta  en  su  vista  varias 
providencias  y  se  libran  las  órdenes  respectivas."    , 

En  Madrid  se  estableció  en  1787  un  laboratorio  especial  para  emprender 
estudio»  sobre  las  propiedades  de  este  metal  y  sus  aplicaciones;  confióse  su 
dirección  al  señor  Franciscí»  Chavaneau,  quien  había  logrado  hacer  maleable 
el  platino  hacia  1786.  Él  mismo  forjó  en  Vergara  el  año  siguiente  dos  barras 
de  platino,  una  de  ocho  libras  de  peso  y  otra  de  veinticinco. 

6 


< 

que  se  hizo  en  España,  según  lo  manifiesta  la  inscripción  que  tiene  en 
la  parte  exterior  del  plinto  ó  zócalo,  que  es  la  siguiente : 

CAROLUS  III.  IIIHP.  ET  IND.  REX  PRIMITIAS  HAS 
platinví:  a  FR.c*  CHAVANEAU  DUCTILIS  REDDIT^E 
Pío  Vi.  P.  O.  M.  D.  D.  (Véase  el  anuncio  de  lionia  en  la  Gaceta 
del  número  8  del  año  de  17H9).  (1) 

].o  que  yo  digo  á  V.  E.  es  que  no  se  sabe  aún  qué  cosa  sea  la 
])latina,  á  pesar  de  cuanto  se  baya  dicbo  y  escrito  de  ella.  Esta  propo- 
sición parecerá  á  V.  E.  atrevimiento  mío  y  parto  de  un  limitado  talen- 
to que  por  un  efecto  de  su  misma  incapacidad  quiere  saltar  la  barrera 
de  sus  cortas  luces.  No,  señor  Excelentísimo,  no  deja  mi  sospecha  de 
tener  visos  de  racionalidad ;  y  sin  (|uerer  erigirme  en  censor  de  cuan- 
tos sabios  han  escrito  sobre  la  materia,  y  sin  i)retender  formar  un  siste- 
ma personal,  digo  que  la  platina  es  un  oro  blanco  que  no  ha  adfiuirido 
aún  el  grado  del  común,  y  lo  demuestro. 

Be  antemano  he  dicho  á  V.  E.  que  la  misma  matriz  del  oro  es  la 
de  la  platina,  por  las  razones  que  allí  expongo  ;  es  constante  que  no 
hay  mina  de  dicho  metal,  y  que  éste  sólo  se  halla  con  el  oro  en  más  ó 
menos  cantidad.  A  cuyo  indicio  añado  el  haberme  dicho  un  minero  y 
otra  persona  dignos  de  fe  que  habían  tenido  ,en  su  poder  cada  una 
un  grano  de  platina  que  por  una  parte  la  manifestaba,  y  por  la  otra  era 
un  oro  muy  tino.  Y  hallándose  uno  de  los  individuos  con  urgencia, 
trató  de  separar  el  oro  de  la  ])latiua  con  (juien  adhería,  y  con  su  pro- 
ducto, que  fué  el  de  tres  ])esos  castellanos,  remedió  por  lo  pronto  su 
necesidad.  . 

Estas  noticias  las  ad(iuirí  hiégo  que  ingresé  á  esta  Provincia  de 
mi  mando,  é  investigué  inmediatamente  cuanto  consideré  oportuno  en 
el  particular.  En  efecto,  el  fundidor  de  Xóvita,  D.  Juan  Pablo  Suárez, 
en  carta  de  11  de  Enero  del  año  pasado,  me  dice  lo  Siguiente  :  "  Le 
advierto  que  en  esta  Provincia  hay  una  mina,  ó  algunos  cortes,  que 
sale  platina  dulce,  pues  la  he  encontrado  en  los  oros  que  vienen  de 
allí."  Y  me  lo  repite  en  otra  de  11  de  Febrero  del  mismo  año,  diciendo  : 
"  En  esa  Provincia  hay  platina  dulce  que  se  deja  trabajar  como  cual- 
quier metal." 

Todos  convienen  en  (\ue  la  dificultad  para  fundir  la  platina  pro- 
viene de  las  partes  ferruginosas  de  que  se  compone,  como  lo  dice 
Jeannety,  (jue  quiere  que  antes  de  ponerla  en   el   crisol   se  machaque 

(1)  El  hábil  platero  que  fabricó  este  cáliz  se  llamaba  D.  Francisco  Alonso. 
Se  le  dieron  10,220  reales  por  el  trabajo  del  cáliz  con  su  patena  y  cucharita  y 
una  caja  para  guardar  estas  piezas.  Al  mismo  platero  se  le  pagaron  15,000 
reales  por  labi-ar  otro  cáliz,  también  con  patena  y  cucharita. 


—  .s;i  — 

pam  separarlas  ;  vo  mismo  he  hecho  la  exi)erieucia  repetidas  ocasiones 
para  aseiíuraniu'  de  la  presencia  de  dicho  metal,  y  el  imán  con  su 
atracción  me  lia  indicado  ser  así.  Y  es  de  advertir,  cuidado  con  esto, 
que  las  platinas  pciiueñas  son  las  más  susceptibles  de  atracción,  pues 
las  írrandes  la  resisten,  por  donde  se  viene  en  conocimiento  de  (¡ue 
estas  últimas  se  han  despojado  ya  de  las  partes  ferruginosas,  y  sólo  les 
queda  el  otro  metal,  en  (juien  es  inútil  toda  la  fuerza  del  nuignetismo, 
como  le  sucede  al  oro  en  que  quiere  convertirse  la  platina. 

V.  E.  no  ignora  (pie  todos  los  metales  generalmente  hablando  se 
hallan  combinados  con  azufre,  arsénico,  etc.,  y  que  estos  mineralizan- 
tes son  distintos  en  casi  todos  ellos.  En  el  oro  es  algunas  veces 
el  fierro  y  la  plata ;  ésta  se  ve  mineralizada  por  el  azufre,  el  arsénico 
y  otras  sustancias  metálicas,  etc.,  y  supuesto  que  haV^  platina  dulce 
que  se  funde  con  la  misma  facilidad  que  el  oro,  ¿por  qué  no  puede  ser 
un  oro  blanco  al  que  sólo  le  falta  el  color  del  común,  que  no  ha  adqui- 
rido por  carecer  todavía  de  algunas  circunstancias  que  ignoramos  ? 
¿  Qué  sucede  en  la  esmeralda,  la  amatista,  etc.  ?  Que  aquellos  pedazos 
en  quienes  la  materia  metálica  no  ha  hecho  todas  sus  impresiones,  se 
quedan  solamente  cristalizados,  y  que  por  faltarles  el  colorido  no  tienen 
valor.  Así  puede  suceder  con  la  platina  :  en  ésta  se  dificulta  la  fusión 
por  no  haberse  despojado  aún  de  las  partes  ferruginosas  que  tiene. 
Esto  es  lo  general.  Otros  granos  se  sacudieron  de  ellas  y  se  dejan  fun- 
dir con  tanta  facilidad  como  otro  cualquier  metal ;  este  es  el  caso  del 
fundidor  de  Nóvita.  Algunos  no  solamente  despidieron  de  sí  el  fierro, 
y  en  aquel  estado  se  hicieron  ya  maleables,  sino(|ue  también  la  platina 
se  trasformaba  en  otro  metal,  cuya  metamorfosis  era  el  oro.  Es  el  caso 
de  las  dos  personas  propuestas  más  arriba;  con  que  tenemos  á  propó- 
sito, y  en  apoyo  de  mi  sistema,  tres  distintos  ejemplares,  que  lo  hacen, 
cuando  no  ¡(robado,  á  lo  menos  posible.  El  sistema  de  Xewton,  Des- 
cartes y  F(mtenelle,  se  tuvo  ])or  mucho  tiempo  (;omo  locura,  y  vemos 
en  el  día  cuánto  séquito  tiene  :  yo  no  pretendo  ()ue  el  mío  tenga  se- 
cuaces, i)ero  n  •  [tierdo  la  esperanza  de  ([iie  con  más  conocimiento  del 
que  en  Europa  se  tiene  aún  de  este  metal,  so  arrime  algo  á  mi  opinión  • 
y  en  la  de  V.  E.  tendrá  el  valor  que  quisiera  dnrle,  porque  yo  no  aspi- 
ro á  más  satisfacción  (|ue  disfrutar  de  la  bondad  con  la  cual  Y.  E.  me 
permite  le  conmniíjue  mis  ideas.  ¡  Ojalá  que  alguna  de  ellas  pudiese 
contribuir  á  su  gloria! 


VII. — TOLIMA. 


El  Departamento  del  Tolima  se  halla  encerrado  entre  las  cordille- 
ras central  y  oriental  y  el  río  Magdalena.  Toda  la  extensión  de  su 


_  SI  — 

territorio  es  rica  t'U  aluviones  de  oro:  (L)  los  tiloues  de  este  metal, 
auiuiue  imnierosos,  no  han  dudo  productos  de  consideración.  A  la  falda 
oriental  de  la  cordillera  central  se  encuentran,  en  una  misma  línea,  las 
más  fértiles  minas  de  plata  ((ue  se  han  explotado  en  este  país,  en  Ma- 
riquita Ibagué  y  la  Plata:  casi  todas  están  hoy  abandonadas.  Bueno 
será  presentar  como  estímulo  á  los  laboriosos  hijos  de  ese  Departamen- 
to un  bosquejo  de  su  pasada  opulencia. 

El  Capitán  Hernán  Yenegas  fué  el  descubridor  de  las  minas  de 
oro  de  vSabandijas  y  Venadillo,  y  úv  las  de  Hervé,  en  el  temtorio  de 
los  marquetones.  El  Capitán  Francisco  Núfiez  Pedroso  fundó  la  ciudad 
de  Mariquita  en  1551.  En  los  cerros  y  lomas  de  su  distrito  se  hallaron 
ricas  minas  de  oro  corrido,  en  las  cuales  pusieron  sus  vecinos  á  trabajar 
hasta  450  indios  lavadores. 

Kodrigo  Pardo,  factoi»  de  la  real  Hacienda,  comunicaba  en  150.'? 
que  de  la  ciudad  de  Santa- Águeda,  hoy  olvidada,  se  habían  llevado  á 
Mariquita  "  algunas  piedras  de  metal,  y  fundidas  se  ha  sacado  de  ellas 
plata,  que  personas  que  lo  entienden  dicen  que  prometen  mucha  es- 
peranza." 

Fernando  Silvero  pretendía  ser  <'l  primei*o  que  había  descubierto 
minas  de  plata  en  Mariquita.  Tenía  examinadas  cuatro  vetas  en  el 
cerro  de  San-Juan-Bantista  en  1585.  Por  el  mismo  tiempo  tenían 
labores  de  mucha  riqueza  el  Capitán  Diego  de  Ospina,  Matías  de  Sau- 
cedo y  Pedro  Henríquez.  Los  oficiales  de  la  real  Hacienda  informaban 
entonces  á  Santafé  lo  siguiente :  "  En  los  términos  de  la  ciudad  de 
Mariquita  se  han  descubierto  muchas  minas  de  plata,  cuyos  minerales 
producen  por  fundición  cuatro  marcos  por  quintal.  Son  tan  de  seguir  y 
buenas  las  vetas,  que  se  espera  haber  de  ellas  mucha  riqueza." 

En  1585  D.  Francisco  Guillen  Chaparro,  Presidente  del  Xuevo 
Keino,  mandó  al  doctor  Juan  Fernández  Jullio,  hábil  metalurgista 
español,  y  á  los  mineros  D.  Gonzalo  Mejía  (chantre  de  la  iglesia  Cate- 
dral), Mateo  López  de  Barahona,  Juan  Gaicano  y  Juan  Pérez  á  las 
ciudades  de  Mariciuita  y  Gualí  (ó  Santa-Águeda  de  Gualí),  á  que 
viesen  y  buscasen  las  minas  de  plata  é  hiciesen  las  fundiciones,  catas 
y  ensayes  de  ellas.  Todos  declararon  á  su  regreso  que  hallaron  algunas 
vetas  de  metal  de  más  de  vara  y  media  de  anchura  y  con  todas  las 
señales  (lue  suelen  tener  ricas  minas  de  plata.  "  El  doctor  Jullio  hizo 
una  fundición  con  obra  de  veinticuatro  libras  de  plomo,  y  con  ellas 
fundió  seis  arrobas  de  metal  en  un  horno  que  con  sus  propias  manos 
hizo,  (lue  á  todos  los  (lue  lo  vieron   dio  admiración  su  buen  ingenio,  y 

(1)  El  Padre  Ignacio  de  Maurie,  de  ]a  Compañía  de  Jesús,  escribía  en  1741 
al  Padre  Guniilla-.  "Siempre  hemos  juzgado  que  toda  la  tierra  que  hay, siendo 
tanta,  desde  Tocaima  hasta  la  Plata,  toda  pinta  en  oi'o." 


I 


(iáiitluk'  t\u"^o  sin  lucUes  y  (-(Hi  leña  y  sin  tarbón,  \nn-  su  buena  liabili- 
«líitl  hizo  correr  aciuel  metal  y  saeó  una  plancha  de  plata  »le  insís  de 
<uatro  marcos,  y  quedaron  en  la  cendrada,  por  tener  mal  aparejo,  más 
de  otros  dos  ó  tres  marcos  de  plata,  porque  se  veía  bien  en  ella  (|ue  se 
quebró  la  cendrada  j)or  ser  delgada  y  no  hallarse  la  ceniza  «jue  para 
ella  era  necesaria." 

De  una  relación  de  las  minas  de  ¡data  descubiertas  en  Mariíjuita? 
escrita  en  l.")t)(>  jior  el  doctor  D.  Antonio  González,  Presidente  del 
Nuevo  Keino,  (1)  tomamos  lo  que  sigue: 

'•  Estas  minas  tienen  tres  vetas  principales  (jue  corren  N.  8.  y 
una  cuarta  al  X.  E.,  (jue  se  comenzaron  en  Santa- Águeda,  tres  leguas 
de  la  ciudad  de  Mari(|uita,  corriendo  en  anchura  de  media  legua  y  que 
se  entiende  van  muy   más  adelante,  y  que  el   descubrimiento  está  en 

(1)  £n  fcl  Elogio  del  doctor  Antonio  Gonsáíec,  relata  en  verso  D.  Juan  de  Cas- 
tellanos lo  que  este  varón  ilustre  hizo  en  favor  de  la  minería  : 

"  Al  ñn  el  bien  posible  les  ba  hecho 
á  las  ciudades,  villas  y  lugares, 
procurando  de  enriquecer  la  tierra 
con  lo  que  en  sus  entrañas  nos  encierra.  . 

"  Porque  con  gi-ande  diligencia  trata 
poner  en  orden  y  hacer  abiertas 
en  provecho  común  minas  de  plata, 
en  este  Nuevo  Reino  descubiertas, 
cuya  contratación  será  más  grata 
teniendo  su  labor  manos  expertas  ; 
y  ahora,  sin  habellas,  nos  socorre 
la  que  se  saca  y  en  la  tierra  corre. 

•'  Y  ansí  para  que  vayan  en  aumento 
y  de  los  que  las  labran  los  caudales, 
puso  caja  real  en  el  asiento, 
fundición  y  fieles  oficiales, 
azogue  y  el  demás  aviamiento 
que  puede  de  los  indios  naturales, 
hasta  que  de  la  gente  de  Etiopia 
tengan  en  su  labor  bastante  copia. 

"  El  mismo  fué,  por  ser  tan  importante, 
d  ve/  el  argentífero  venero  ; 
y  para  que  real  caja  se  plante, 
como  negocio  permanecedero, 
dio  comisiones  y  poder  bastante 
á  Oabriel  de  Limpias,  tesorero, 
por  el  gran  crédito  de  su  persona, 
en  bien  servir  á  la  real  corona." 

(Historia  del  Nuevo  Reino  de  OratiadaJ. 


—  »(i  — 

unas  quebradas  hondas,  que  las  descubrió  el  agua  de  donde  se  tomó 
origen,  y  por  ser  la  tierra  avolcanada  es  forzoso  se  labren  por  debajo 
de  estos  volcanes. 

"  Las  vetas  van  bien  encajadas  y  con  buen  fundanieuto  y  anchura, 
que  por  muchos  descubrimientos  tienen  una  vara  y  menos.  Fuera  de 
las  principales  hay  otras  en  muchas  partes  ;  auníjue  por  falta  de  servi- 
cio no  se  han  seguido,  han  dado  l)ueuas  muestras. 

"  Por  los  metales  que  hasta  ahora  se  han  sacado  de  desmontes  se 
entiende  que  cuanto  más  se  fuere  metiendo  con  las  labores  han  de  salir 
muy  ricos  metales.  Por  la  calidad  de  los  que  se  han  ensayado  se  ha 
podido  colegir  que  unos  con  otros  tienen  de  ley  á  marco  por  quintal,  y 
algunos  á  más,  y  los  que  menos  á  cuatro  y  á  seis  onzas. 

"  Hay  cinco  ingenios  que  cada  año  molerá  cada  uno  catorce  ó 
quince  mil  quintales  de  metal,  y  para  esto  há  menester  treinta  y  cinco 
indios  ó  negros.  Tendrá  de  costa  de  todo  punto  cada  año  cuatro  mil 
pesos  ensayados,  y  ahorra  otros  tantos,  andando  bien  aviado,  y  que  esto 
se  entiende  de  solos  fletes.  Dando  al  año  250  días  de  trabajo  y  labran- 
do cada  ingenio  cincuenta  quintales,  que  es  lo  ordinario,  y  dando  cada 
quintal  cinco  onzas,  salen  7,812  marcos  y  medio  de  plata  por  ingenio. 

"  Conforme  á  la  orden  que  ahora  da  se  sacarán  tantos  metales  que 
los  cinco  ingenios  no  los  podrán  moler,  y  así  es  necesario  se  hagan 
hasta  diez  y  seis  ó  veinte,  que  hay  buen  aparejo  y  para  ello  va  dando 
orden  y  calor. 

"  Demás  de  los  metales  que  se  han  beneficiado  hay  sacados  de  10 
á  18,000  quintales,  esperando  se  acaben  algunos  ingenios,  que  se  saca- 
rá de  11  á  12,000  marcos  de  plata. 

"De  muchas  minas  que  en  aquel  sitio  se  han  descubierto  sola- 
mente se  han  puesto  en  labor  diez  ó  doce  que  han  parecido  ser  mejores, 
aunque  se  entiende  hay  otras  tan  buenas  y  mejores,  que  por  falta  de 
gente  no  se  han  beneficiado." 

El  doctor  González  da  noticia  de  las  onzas  de  plata  que  daban  i)or 
quintal  las  catorce  minas  más  conocidas  entonces.  Citaremos  el  pro- 
ducto de  las  principales:  la  mina  de  Diego  Morales,  dos  marcos ;  la 
de  Iñigo  de  Gandaya  y  la  Magdalena,  del  Capitán  Diego  de  Ospina, 
marco  y  seis  onzas;  la  de  Santa-Ana,  de  Blas  de  Felipe,  más  de 
marco;  el  Manto  de  Andrés  de  As])itia,  marco;  la  mina 'de  Santi- 
Espíritns,  diez  onzas:  la  do  Frías  sólo  cuatro  onzas. 

Fray  Pedro  Simón  describe  así  los  minerales  de  Mariquita  :  "  Pa- 
rece repugna  á  toda  razón  la  suma  pobreza  que  tiene  esta  ciudad,  sien- 
do sus  suelos  por  naturaleza  los  más  ricos  do  oro  y  plata  que  se  han 
descubierto....  pues  á  más  de  seis  leguas  en  contorno  de  la  parte 
que  mira  al  oeste,  que  es  su  serranía,  está  lastrada  ésta  y  rebotando 


>  _  h<  _ 

por  mil  partes,  ([lU!  parecí'  (jue  iiti  lo  pueda  ya  sufrir  ey  sus  eiitraíias, 
las  vetas  faiula(la:>  de  estos  dos  ri(|uísiiuos  mótales,  (lue  cada  uiio  eu 
su  especie  es  de  lus  más  subidos  quilates  ;  y  así  nmchos  llaman  ú  esta 
tierra  i>asta  mezclada  de  oro  y  plata,  ijonjue  lo  están  en  las  minas .... 
Cercanía  dos  cordilleras  de  serranía,  una  <|ue  corre  del  este  al  oeste,  y 
la  otra  de  norte  á  sur,  en  cuyo  ángulo  recto  está  ¡¡lantada  la  ciudad  en 
lo  llano.  La  parte  (^ue  corre  al  levante  es  toda  cerros  y  minas  de  liní- 
simo  oro.  —  La  otra  cordillera  contraria  resalti  de  vegeros  de  i)lata, 
cuya  irra vedad  y  fineza  e.Kcede  con  ventaja  á  la  <|ue  so  lia  hallado  eu 
esta  Provincia  de  las  Indias,  y  rindiera  mucho  más  de  lo  que  rinde  si 
la  hubieran  tomado  entro  manos  artífices  que  hubiesen  acertado  á 
sacarla  por  fundición,  porque  sacándose  hoy,  como  se  ha  hecho  siem- 
jire,  por  solo  beneficio  del  azogue,  es  mucha  la  que  se  pierde. . . .  Las 
minas  de  plata  se  han  descubierto  en  toda  aquella  cordillera  (á  tres 
leguas  de  distancia  de  la  ciudad  al  sureste)  que  se  va  encrespando  á  la 
parte  del  poniente,  de  donde  bajan  las  aguas  por  encima  y  por  debajo 
de  la  tierra,  con  que  es  forzoso  que  la  mita  de  la  gente  que  anda  en  su 
labor  trabaje  noche  y  día  en  su  desagüe,  con  que  no  es  poco  lo  que  se 
acrecienta  la  costa ;  si  bien  la  riqueza  de  los  minerales  que  se  extraen 
lo  suple  todo,  pues  es  tanta,  que  de  un  quintal  se  sacan  á  dos  y  tres 
marcos  de  plata  "  (1  á  1¿  jior  ciento),  "  en  especial  ele  una  mina  que 
llaman  de  la  Manta,  cuya  veta  tiene  de  grueso  más  (íe  seis  palmos, 
y  el  mineral  tan  rico  que  rinde  á  más  de  cuatro  marcos  por  quintal " 
(2  por  ciento),  "  y  de  ahí  para  abajo  hasta  un  marco,  que  es  lo  menos 
que  dan." 

En  otra  parte  leemos :  ''  Si  queremos  tratar  de  la  riqueza  de  las 
minas  de  oro  y  plata  entretejidas  unas  con  otras  en  la  ciudad  de  Ma- 
riquita, mejor  lo  dirán  ellas  y  quien  las  goza,  pues  son  tan  abundantes 
y  de  tan  subida  plata  que  espantan,  juntamente  con  su  mucho  oro  de 
22  quilates  de  sus  minas  de  llervé,  Santa-Águeda  y  otras  partes,  que 
se  liallan  en  más  de  10  ó  14  leguas  que  se  extienden  los  minerales  por 
su  serranía  al  poniente." 

]).  .luán  Flórez  de  (Jcáriz  se  expresa  así:  "  Mariquita  es  abun- 
dante de  ricas  minas  de  plata  y  oro  por  todos  lados :  al  uno  le  caen  los 
asientos  de  minas  de  plata  de  Santa- Ana,  Lajas  y  San-Juan  de  Frías, 
que  han  dado  gruesísima  cantidad  de  ella,  de  la  más  fina  y  acendrada 
que  se  halla,  y  al  otro  el  de  Bocaneme  y  San-Juan  de  Córdoba,  que 
confinan  con  las  minas  de  oro  de  Hervé  y  iNIalpaso." 

El  Arzobispo-Virrey  Góngora  habla  de  las  "  maravillosas  porcio- 
nes de  plata  (jue  se  extrajeron  de  las  minas  de  Santa-Ana,  Lajas  y 
Manta."  El  barón  de  Ilumboldt  dice:  "El  criadero  de  Santa- Ana 
forma  un  manto  de  gneis.  Yo  he  visitado  la  mina  de   la  Manta,  cuyos 


productos  contipixni,  i)or  un  téniíino  medio,  seis  onzas  por  (luintal.  . .  . 
Es  de  esperar  (¡ne  en  tiempos  más  felices  intentará  el  (Gobierno  vplver 
á  estas  labores,  así  como  á  las  del  Santo-Cristo  de  las  Lajas  y  del  real 
de  ]>ocaneme,  entre  el  río  (rualí  y  el  (Inarinó,  que  antiguamente  dieron 
crecidas  cantidades  de  plata." 

Por  lo  dicho  hasta  aquí  podrá  formarse  una  idea  de  la  riqueza  de 
los  veneros  argentíferos  de  Mariíjuita,  pero  poco  sabemos  respecto  de 
la  cuantía  de  sus  productos.  Las  relaciones  contemporáneas  guardan 
silencio  sobre  este  punto,  y  además,  cuandose  explotaban  dichas  minas 
no  había  en  el  país  ninguna  casa  de  moneda.  En  abono  de  lo  que  de- 
cimos citaremos  las  palabras  del  Virrey  Ezpeleta :  "  De  la  antigua 
abundancia  ó  riqueza  de  las  minas  de  plata  de  este  lieino  se  ha  habla- 
do siempre  por  tradición  con  elogio  y  encarecimiento.  Sin  embargo, 
es  cosa  constante  que  se  ha  perdido  hasta  la  meinoria  de  los  que  hicie- 
ron su  fortuna  en  ellas,  y  (|ue  no  es  fácil  hallar  vestigios  de  su  ])ónde- 
rada  opulencia." 

Si  el  Virrey  Ezpeleta  hubiera  tenido  noticia  de  los  numerosos  ex- 
peíiientes  que  yacían  sepultados  en  el  archivo  del  Virreinato, — muchos 
de  los  cuales  se  han  perdido  desgraciadamente, — habría  visto,  como 
hemos  visto  nosotros,  los  nombres  de  muchos  dueños  de  minas,  además 
de  preciosos  datos  sobre  la  riqueza  de  éstas. 

Entre  los  más  ricos  propietarios  de  minas  de  Santa- Ana  se  cita  á 
D.  Francisco  Félix  Beltrán  de  Caicedo  y  á  D.  Gaspar  de  ]Vrena  Loyo- 
hi,  que  fueron  gobernadores  de  Mariquita.  El  último  era  dueño  de  la 
mina  de  Santa-Bárbara,  y  tenía  parte  considerable  en  las  de  San-Fran- 
cisco del  Desmonte,  la  Manta  y  el  Gozo  de  Xuestra  Señora  de  Chi- 
quinquirá.  Tenía,  además,  numerosos  esclavos  y  un  ingenio  de  amal- 
gamación eu  el  que  trabajaban  id  negros  y  veinte  operarios  de  chusma. 

Ketiere  de  él  D.  Juan  Kodríguez  Fresle,  que  escribió  en  1638,  lo 
siguiente  :  "  D.  Gaspar  de  Mena  Loyola  casó  una  hija  con  el  Gober- 
nador de  Santa-Marta,  y  dióle  en  dote  doce  cargas  de  á  diez  arrobas 
de  plata  ensayada.  (1)  Este  caballero  es  vecino  de  la  ciudad  de  Mari- 
quita, y  allí  cerca  sacó  toda  esta  plata,  y  dicen  tiene  otras  doce  cargas 
para  casar  otra  hija  con  otro  Gobernador,  y  sin  esto  lo  que  le  (jueda  en 
casa,  que  no  lo  ha  medido  ni  pesado.  Aquel  dote  fué  sin  otros  (),0()0 
pesos  y  matalotajes  que  envió  al  yerno  para  que  viniese  por  la  mujer, 
y  no  se  cuenta  aquí  el  ajuar  y  joyas  (]ue  llevó  la  desposada,  que  dicen 
fué  grandioso." 

Las  minas  de  plata  de  Mariquita  se  explotaron  hasta  el  año  de  1729, 
que  fué  cuando  se  suprimieron  las  mitas  ó  conducciones  de  indios, 
según  lo  referimos  en  el  capítulo  III  de  la  parte  segunda  de  este  libro. 

(1)  Tres  mil  libras  de  plata,  que  representan  un  valor  de  57,000  pesos. 


I 


'  _  SI»  _ 

I  )icz  aíms  tlfspMis.  (Ifcia  I  >.  Lucas  l>ai|iM'iu,  Alcalde  de  .Marii|iiiUt, 
«•11  un  informe  tliriirido  al  líev  :  "  Las  minas  de  plata  lian  jM'oduciilo 
pon-iones  de  dinero  tan  considerables  ([ue  las  armadas  y  ministros  de 

\'.  y\.  lo  ])odrán  vocear Vdemás  de  esto,  señor,  es  tan   alnmdante 

lie  oro  el  contorno  de  esta  ciudad,  (|U0  lamenta  la  tierra  (d  (|ue  no  lo 
desentrai'ien,y  ella  misma  suele  brotarlo  en  las  lluvias,  como  alentando 
nuestra  Hojedad  ó  jn-ovocando  nuestro  esfuerzo  i)ara  (jue  con  él  rejíis- 
tremos  sus  senos.  Y  aunque  ella  es  la  rica,  somos  nosotros  los  i)obres, 
por  no  poder  trabajar  los  neg'ros  las  minas  <|ue  liay,  sintiendo  i)or  la 
curtí'dad  de  caudab'S  no  poder  lograr  compras  de  nejaros  con  al^ún 
plazo  para  c(Ui  ellos  á  desmonte  sacar  á  lo  claro  (d  oro." 

•  ' 'uand(t  se  abandonaron  las  minas  había  tres  ingenios  para  el 
beneficio  de  los  minerales  por  )nedio  del  azogue,  los  (|ue  no  daban 
abasto.  Existe  en  (d  archivo  de  la  Cohmia  el  libro  de  cuentas  de  nn 
ingenif»  que  perteneció  á  1).  Francisco  Félix  Beltrán  de  (Jaicedo.  En 
él  consta  que  en  dicho  establecimiento  se  beneficiaron  -J,11<S  (juintales 
de  mineral,  (fue  dieron  2,475  marcos  de  plata,  con  gasto  de  .'il  quinta- 
les, tres  arrobas  de  azogue,  en  tres  años,  seis  y  medio  meses  (de  Marzo 
de  lOSi*  á  Septiembre  de  108.")).  Los  2,475  marcos  de  plata  valen 
L'.i,2G."»  ]»esos,  y  el  mineral  produjo  á  razón  de  1-10  centavos  de  metal 
por  ciento.  En  MUH)  nn  s(do  dueño  de  minas  tenía  sacados  de  7  á  S,0(M> 
(¡nintales  de  mineral. 

De  9  de  Panero  de  l(5.il  á  20  de  Febrero  de  1040  se  vendieron  en 
Mariquita,  por  cuenta  del  Gobierno,  775  (juintales,  dos  y  media  arrobas 
de  azogue.  Con  dicha  cantidad  de  azogue  debieron  extraerse  (50^300 
marcos  de  ])lata,  (jue  valen  507,.'380  pesos.  Corresponden  por  el  jiroduc- 
to  de  un  año  02,255  pesos.  (Jifra  bien  l)aja  por  cierto,  pero  juzgamos 
<iue  en  ese  tiempo  daban  las  minas  escasos  rendimientos,  por  el  pasaje 
siguiente  de  las  Memorkm  para  la  Historia  de  la  Nueva  Granada^ 
por  D.  José  A.  de  Plaza :  "  La  Corte  en  1039  dispuso  (jue  se  trabaja- 
sen las  minas  de  plata,  y  una  comisión  organizó  y  reglamentó  el  labo- 
reo de  ellas,  lo  que  se  practicó  con  muy  escasos  recursos  y  con  gran 
falta  de  conocimientos,  no  prometiendo  resultados  halagüeños." 

La  época  en  que  las  minas  de  plata  de  Mariquita  dieron  mayores 
rendimientos  debió  ser  la  (pie  se  comprende  entre  los  años  15.S5  y  1020, 
como  lo  abonan  los  autores  que  hemos  citado,  á  cuyo  t(!Stimonio  agre- 
garemos el  de  I).  Ignacio  José  de  Arce  y  Zabala :  "Esta  Provincia 
yace  en  lo  i)resente  una  de  las  más  desdicliadas,  siendo  la  causa  el 
abandono  de  sus  minas.  Sorprende  el  oír  haber  sido  ]\Liriquira  por  su 
riqueza  la  sustancia  de  todo  este  líeino,  el  desempeño  de  la  Hacienda 
real,  y  robusta  ])ira  que  alimentaba  el  comercio.  For  lo  notorio  omito 
referir  las  cuantiosas  sumas  con  que  ha  contribuido  á  la  Real  Haden- 


—  1)U  — 

rfrt."  (Informe  al  Virrey  en  17G1).  D.  Antonio  de  Alcedo  decía  veinte 
años  más  tarde  :  "  Hoy  está  poco  menos  que  abandonada  la  labor  de 
las  minas  de  ^lariíjuita,  por  cuya  razón  lia  venido  á  mucha  decadencia 
la  ciudad  (jue  era  antes  la  más  opulenta  y  de  más  riíjueza  que  había  en 
el  Keino,  reducida  ya  á  trescientos  vecinos." 

Un  documento  muy  imi)ortante,  (|ue  reproducimos  en  su  mayor  parte 
en  el  Apéndice  (Documento  F),  contiene  datos  preciosos  sobre  las 
minas  de  Santa-Ana  y  Lajas.  Es  la  relación  de  la  visita  hecha  á  esos 
reales  en  1G40  por  Gonzalo  de  Murillo  Yelarde  y  Antonio  González. 
Su  lectura  atenta  puede  ayudar  mucho  al  descubrimiento  de  varias  de 
las  ricas  minas  de  esas  localidades  y  dar  nna  idea  de  sus  formaciones 
metalíferas.  Entonces  existían  en  Santa-Ana  nueve  minas  en  explota- 
ción, que  ocupaban  210  indios,  189  negros  y  40  negras,  y  había  ocho 
ingenios  de  amalgamación  con  81  indios,  76  negros  y  tres  negras,  fue- 
ra de  operarios  de  chusma. 

En  las  Lajas  se  contaban  diez  minas  en  laboreo,  en  las  que  traba- 
jaban 207  indios  y  nueve  negros  y  había  seis  ingenios  con  G3  indios. 
Varias  n'iinas  estaban  en  abandono  completo  por  falta  de  indios,  pues 
según  la  dicha  relación  no  se  conseguían  la  mitad  de  los  que  se  necesi- 
taban. En  los  dos  reales  se  contaban  entonces  en  los  trabajos  de  minas  y 
de  ingenios  809  operarios,  cuando  él  número  de  1,200  habría  sido  ape- 
nas suficiente.  Además,  la  extracción  del  agua  se  hacía  muy  difícil- 
mente por  la  carencia  absoluta  de  bombas  y  de  toda  clase  de  máquinas, 
y  una  tras  otra  iban  con  el  tiempo  quedando  todas  las  minas  sepultadas. 
¡  Cuánta  riqueza,  que  la  falta  de  conocimientos  y  de  medios  hizo  que 
dejaran  perder  nuestros  antepasados,  guardan  los  ocultos  filones  de  Ma- 
riquita ! 

D.  Juan  José  D'^Elhúyar,  enumerando  las  más  ricas  minas  de  plata 
de  Mariquita,  en  una  carta  al  Virrey  Góngora,  escrita  en  1786,  dice  : 
"  De  las  minas  de  Santa-Lucía,  el  Cristo,  San-Juan,  el  Hacha, 
Chiquinquirá,  la  Cadena  y  otras  en  el  Eeal  de  Lajas ;  la  de  la  Mar- 
quesa en  el  Keal  de  Frías,  y  las  de  Santa-xVna,  la  Manta,  Todos- 
Sanios,  Santa-Bárbara,  San-Francisco  y  el  Pleito,  en  el  Real  de 
Santa-Ana,  se  conserva  la  memoria  de  haber  sido  muy  ricas.  La  histo- 
ria dice  que  las  minas  de  estos  reales  producían  en  general  á  dos  mar- 
cos de  plata  por  quintal  (1  por  100),  lo  que  tengo  verificado  en  las  de 
Manta  y  San-Juan.  Por  los  ensayes  que  he  hecho  y  por  la  variedad  de 
minerales  que  tengo  extraídos  de  la  Manta,  corresponden  á  éstos  de 
dos  y  medio  á  tres  marcos  de  plata  por  quintal.  Los  de  San-Juan  son 
mucho  más  ricos." 

I).  Alonso  de  Villalobos,  Cura  de  Guayabal,  y  D.  Pedro  Clemente 
de  Viñas,  eran  dueños  de  la  mina  de  San-Francisco  del  Desmonte.  El 


I  —  !>1  — 

Alcalde  do  minas  1),  Douiíd/ío  Scrrozíiela,  t|iu'  i¡i  \isit('»  en  1717,  diré 
ü  lina  carta  :  '•  Sucede  muv  siuiriilaniieiite  sí  lo  qtuí  es  corriente  cu 
estos  minerales,  que  siempre  se  pondera  ó  aumenta  otro  tanto  más  de 
lo  que  liav  en  las  minas,  i)ero  en  el  Desmonte  se  halló  mucho  más  de 
lo  (jue  se  decía,  y  le  aseguro  im  me  harté  de  dar  gracias  á  J)ios  de  ver 
la  irrandeza  del  metal.  Mucho  se  puede  sacar  por  estar  tan  á  la  vista/' 
Esta  mina,  que  fué  probablemente  abandonada  en  17l*t>,  con  motivo  de 
la  supresión  de  la  mitas  de  indios,  era,  según  sus  dueños,  "abundante 
de  metal,  de  mu\  crecida  ley  y  «rrandes  labores."  El  minero  Cruz  Cen- 
teno le  aseguró  al  Alcalde  qu(!  el  metal  que  había  caído  de  dos  taladros 
pasaba  de  treinta  quintales. 

•  En  175,'i  se  asociaron  ]).  ^liguel  Moreno,  1).  Francisco  Cíaite  y  D. 
José  Yabarrena,  para  poner  de  nuevo  en  explotación  la  mina  del  Cris- 
to, de  la  que  sacaron  ricos  minerales.  Con  motivo  de  un  pleito  que  tu- 
vieron se  tomaron  varias  declaraciones.  Félix  Páramo,  de  edad  de  más 
de  ochenta  años,  declaró  :  ''  (jue  por  lo  que  vio  en  su  mocedad,  lo  <[ue 
oyó  de  los  antiguos  y  por  la  experiencia  que  tiene,  no  hay  otra  mejor 
nnna  que  ésta  y  la  de  Chiquinquirá.  Que  vio  por  sus  ojos  que  Juan  de 
la  Cruz  de  Amaral,  minero,  sacó  una  piedra  del  brocal  de  un  pozo,  en 
forma  de  hígado,  (jue  tendría  un  quintal,  y  la  vio  beneficiar  y  sacar  de 
ella  ocho  marcos  de  plata,  y  que  el  motivo  por  que  dejaron  de  trabajar 
aquella  veta  tan  rica  había  sido,  que  por  ser  el  cerro  iquy  blando  no 
aguantaron  las  maderas  con  (]ue  estaba  ademado  y  se  cayó  el  cerro 
sobre  el  pozó." 

Alejandro  José  de  Balparda  declaró  que  oyó  decir  varias  veces  á 
José  Ferreira  Lóbulo,  antiguo  minero  de  grande  experiencia,  ''  que  lo 
(lue  hay  en  el  j)lan  del  pozo  de  la  mina  del  Cristo  bastaría  i)ara  enri- 
quecer medio  Keino."  Hoque  de  Vargas,  de  más  de  setenta  años  de 
edad,  dijo:  (pie  "siendo  mozo  trabajó  con  sui)adre  en  la  veta,  y  que  era 
el  mineral  tan  rico,  que  de  cada  quintal  vio  por  sus  ojos  sacar  seis 
marcos  de  jdata."  (3  por  100).  (1) 

A  quince  leguas  de  ^Mariquita  fundó  el  Capitán  Asencio  de  Salinas 
la  ciudad  de  Victoria,  en  lOoS.  "  Tenía  su  asiento  entre  dos  quebradas, 
(jue  ambas  parecía  ([ue  vertían  oro."  (Rodríguez  Fresle).  "La  labor  de 
las  minas  se  había  conservado  allí  algunos  años  con  vecindad  muy 
ilustre,  y  se  despobló  como  otras,  para  que  de  sus  pobladores  se  acre- 
centase la  de  Mari(|uita."  (2)  (Piedrahita).  Fray  Pedro  Simón  hablado 

(1)  En  el  informe  de  D.  José  Celestino  Mutis  (documento  L),  y  en  lus  Extrac- 
tos de  la  correspondencia  de  D.  Juan  José  D'Elhúyar  (documento  M),  se  hallará 
el  complemento  de  las  noticias  relativas  á  las  minas  de  Mariquita. 

(2)  Fray  Pedro  Simón  dice  en  alguna  parte  de  su  obra,  que  la  ciudad  de  Vic. 


—  'JL'  — 

las  '•  iíraudes  sacas  de  oro  '"  (jue  liuho  en  su  sitio,  y  dice,  además,  que 
'•  era  tierra  lastrada  de  oro  y  (|ue  liervía  de  gente  ;  ])ero  liabiéndose 
acabado  ésta,  que  fué  en  pocos  años,  faltó  la  saca  del  oro,  y  no  pudién- 
dose j)or  esta  falta  sustentar  en  el  sitio,  determinaron  mudarse  á  otro, 
y  después  á  la  boca  del  río  Guarinó,  donde  estuvieron  poco  tiempo  por- 
([ue  las. incomodidades  los  forzaron  á  reducirse  á  Mari(|uita.'"  De  una 
breve  Relación  de.  las  minan  del  Xnevo  Reino,  escrita  en  1572  por 
Iñigo  de  Aranza,  copiamos  lo  que  sigue  :  '•  En  la  ciudad  de  Victoria  y 
en  la  de  l?emedios  han  tenido  muestra  de  oro  en  veta  y  lian  sacado 
alguna  cantidad.  Es  veta  á  modo  de  caja  como  el  metal  de  {)lata,  que 
en  el  mismo  venero  va  en  hoja  ó  hilo,  y  es  cosa  rica  si  se  entabla  como 
se  debe."  Con  el  tiem])0  se  olvidó  hasta  el  sitio  donde  había  existido  la 
ciudad  de  Victoria:  asegúrase  (|ue  sus  ruinas  han  sido  recientemente 
descubiertas.  Muy  bien  merece  una  exploración  seria  este  lugar,  que 
dio  mucho  oro  en  pocos  años,  y  cuyos  aluviones  no  pudieron  agotarse. 
Kodríguez  Fresle  cuenta  lo  que  sucedió  en  unas  üestas  que  allí  se  hi- 
cieron: "  El  Fiscal  de  la  Keal  Audiencia,  Alonso  de  la  Torre,  casó  á 
Doña  Beatriz,  su  hija,  con  un  Fustamaute,  vecino  y  criollo  de  Victoria. 
Acabadas  en  Sautafé  las  fiestas  de  estos  desposorios,  de  toros  y  sortija, 
el  desposado  llevó  ú  su  mujer  á  su  ciudad  de  Victoria.  Vu  tío  de  este 
Fustamaute,  entre  otras  fiestas  que  se  hicieron,  mantuvo  una  sortija,  y 
la  menor  presea  que  en  ella  se  corría  era  una  cadena  de  ord  de  tres  ó 
cuatro  libras.  Tanto  como  esto  era  la  riqueza  y  grosedad  de  aquella 
tierra,  que  de  ello  no  ha  quedado  más  (pie  el  sitio  y  el  nombre." 

Próximos  á  esta  ciudad  estaban  los  Palenques  con  sus  ricas  minas- 
En  el  mismo  año,  1551,  se  fundaron  las  tres  ciudades  <iue  podemos 
considerar  como  los  asientos  principales  ó  reales  de  minas  del  Tolima  : 
Mariquita,  Ibagué  y  San-Sebastián  de  la  Plata.  De  los  atamados  ve- 
neros de  esta  última  hablaremos  en  capítulo  aparte ;  pasemos  pues  á 
Tratar  de  los  de  Ibagué. 

''Cuando   los  i)obladores  de   Ibagué  tuvieron   conque."  dice  Fray 

toria  se  fundó  á  doce  leguas  de  Mariquita,  y  en  oti'a  que  á  quince  leguas  á  la 
l)anda  del  norte. 

En  un  escrito  firmado  por  el  licenciado  Valverde,  Teniente  fiscal,  en  1562, 
en  que  éste  rehusa  conceder  á  la  ciudad  de  Victoria  tres  minas  de  oro,  dice: 
"  Con  no  tener  la  ciudad  más  que  una  mina  consumen  y  acaban  los  indios;  por- 
que  como  aquella  tierra  es  de  arcabucos  (1)  cerrados  y  de  grandes  montañas  de 
mal  temple  y  sin  cerrejones,  en  donde  ni  se  dan  plantas,  ni  se  crían  ganados,  j' 
la  comida  es  maíz,  muy  poco  y  caro,  ningún  interés  tienen  si  no  es  hacer  traba- 
jar á  los  indios  y  hacerles  sacar  todo  el  oro  aunque  sea  con  sangre  y  á  costa  de 
sus  vidas.  Los  indios  son  pocos  y  se  acabarán  del  todo  si  los  obligan  á  trabajar, 
no  en  las  tres  minas  que  piden,  sino  sólo  en  la  que  tienen." 

(1)  Matorrales. 


—  !>.;  — 

IN'dro  Simón,  ••sijíiiieron  Ijis  iiiiuasdc  plata  (|Uf  llaman  tlcl  í"!'!'!!»  il»- 
8au-Antón.  á  cinco  ó  seis  lefjuas  (!<•  la  ciudad.  Fuenni  tan  fundadas, 
que  tuvieron  por  entonces  mejor  ojunión  (jue  las  de  Mariquita,  de  que 
da  linen  testimonio  una  iírande  _\  hermosa  lánijiara  (|ne  tienen  en  la 
iglesia  mavor  hedía  de  las  primicias  de  la  plata  ([ue  se  sacó  de  <'stas 
minas,  donde  In  hallaban  en  alirunas  partes  eu  pedazos  inaci/os.  (1) 

••  Las  de  or«»  han  sido  de  mucha  frrosedad,  pues  en  las  <|ue  llaman 
de  ^Miradores  liiibo  real  de  minas  con  más  que  ordinario  aproveclía- 
mieuto,  hasta  (|ue  sus  nuilos  vecinos,  los  pijaos,  impidieron  su  labor. 
Seguro  hay  para  (|ue  se  pueda  devolver  sobre  estas  minos,  l'ero  las 
principales  (|ue  hubo,  y  se  tiene  por  cierto  están  hoy  con  la  misnuv  gro- 
sedad, son  á  una  legua  del  pueblo  á  la  falda  de  la  sierra  y  nacimiento 
del  río  Chípalo,  (|ue  se  descubrieron  habrá  veinte  años  (2)  por  un  Juan 
de  Leuro,  cuyo  nombre  heredaron  hasta  hoy.  Halláronlas  tan  en  la 
superficie  de  la  tierra,  (jue  entre  las  raíces  de  los  árboles  y  de  las  yerbas 
cogían  el  oro,  como  dicen,  á  puños,  pues  la  tierra  (lue  sacudían  y  salía 
asida  cuando  arrancaban  éstas,  era  más  oro  que  tierra.  Con  que  no 
tenían  ])or  grandes  jornales,  cuando  no  sacaban  cada  diez  i)iezas  de 
esclavos  ó  indios  más  de  mil  pesos  por  semana;  pues  había  muchos  días 
que  sacaba  cada  pieza  cien  pesos,  y  día  hubo  que  un  sólo  negro  sacó 
500,  á  que  llaman  venturones.  Pero  al  fin  en  los  ordinarios  jornales 
fueron  muy  más  aventajados  que  en  las  minas  de  las  ciudades  de  Zara- 
goza y  Remedios.  Despobláronse  las  tierras  para  poblar  estas  minas 
mientras  duró  su  grosedad,  hasta  que  fueron  minorando,  y  persiguien- 
do los  indios  pijaos  las  «'uadrillas  (jue  sacaban  el  oro,  (jue  fué  ocasión 
para  que  cesara  esta  labor,  y  las  pasaron  hacia  un  río  que  llaman  el 
Venadillo,  de  donde  también  se  sacó  gran  riqueza  de  oro  fino,  como 
hoy  lo  sacara  en  todas  j)artes  con  abundancia  quien  entrara  allí  con 
esclavos. 

"En  el  río  Saldaña  y  valle  de  Neiva  también  se  han  hallado  gran- 
des minas  de  oro,  de  donde  se  saca  hoy." 

Fray  Alonzo  de  Zamora  refiere  (pie  del  oro  que  sacaba  en  los  palios 
de  su  casa  uno  de  los  vecinos  de  Ibagué,  dio  una  corona  de  este  metal 
para  la  imagen  de  ísuestra  Señora  del  Kosario  y  otra  para  el  Niño, 
con  nmy  finas  esmeraldas,  perlas  y  amatistas.  P(tr  los  marcos  que  pe- 
saba y  por  la  fineza  del  oro,  se  la  apreciaba  en  cuatro  mil  pesos. 

Tal  es  el  cuadro  que  presentaba  el  fértil  suelo  del  Tollina  poco  des- 
pués de  la  coníiuista :  parecía  derramar  p(tr  todas  partes  el  oro  y  la 
plata,  que  brindaba  con  munificencia  á  sus  nuevos  señores. 

(1)  Esta  lámpara  l'uc  vendida  cuando  se  trató  de  construir  la  iglesia  que  hoy 
existe. 

(2)  El  Padre  Siiwotí  escribió  sus  yoticias  historiales  en  16'2Ó. 


—  94  — 

Los  ricos  depósitos  de  aluvión  que  daban  el  oro  á  puñados  se  ago- 
taron pronto.  Xo  olistante,  en  los  siglos  XVII  y  XVIII  el  gremio  de 
los  niazamorreros  fué  numeroso  en  el  Tolima,  en  especial  en  Ibagué, 
el  (iuamo,  C'Iiaparral,  Coyaima  y  Xeiva  (1),  y  se  extrajeron  cantidades 
de  oro  de  consideración  del  leclio  do  los  ríos  y  de  sus  orillas.  El  Obispo 
Piedraliita  dice :  "Ala  verdad,  si  dijeran  que  los  ríos  y  los  arroyos 
que  riegan  la  Provincia  de  Xeiva  son  caídos  de  mineros  de  oro,  y  que 
sus  arenas  sobran  para  haber  hecho  á  muclios  hombres  ricos,  y  sirven 
de  depósito,  en  que  consiste  el  caudal  de  los  belicosos  coyaimas,  que  lo 
habitan,  no  excederían  en  nada  de  ella,  ni  adelantarían  la  relación  de 
lo  que  hoy  se  experimenta." 

En  l(hi2  se  internó  I).  Francisco  Fernández  de  Falencia  en  el 
Quindío  y  descubrió  minerales  argentíferos  entre  los  páramos  y  la  cor- 
dillera, en  Toclie.  (V^éase  el  documento  G). 

En  la  importante  memoria  anónima  es(;rita  en  1772,  leemos:  "Mo- 
dernamente se  ha  dado  principio  á  las  minas  de  ¡¡lata  situadas  en  el 
cerro  nombrado  del  Sapo  (2),  que,  según  ensayes,  rinden  á  respecto  de 
áO  marcos  por  í(uintal."  (25  por  100).  Tanta  riqueza  en  elinineral  nos 
hace  sospechar  que  se  ensayaron  muestras  de  rodados  muy  escogidas. 
El  Padre  José  Oazal  las  descubrió  en  1767;  en  1785  se  expidió  título 
de  propiedad  de  t-Ilas  á  D.  Pedro  ligarte.  D.  José  Celestino  Mutis 
tuvo  parte  en  esas  minas.  Más  tarde  se  dio  participación  á  D.  Juan 
José  D'E llinyar  para  que  dirigiera  la  construcción  de  edificios  para  el 
beneficio  de  los  metales.  Esta  empresa  tuvo  mal  éxito.  Se  hicieron  allí 
costosos  edificios  y  se  pusieron  cuatro  galerías  sobre  un  fuerte  filón  que 
tiene  hasta  1  metro  85  centímetros  de  ancho  y  está  descubierto  en  una 
extensión  de  250  metros.  Pero  el  mineral,  además  de  ser  pobre,  pues 
sólo  da  32  onzas  de  plata  por,tonelada,  es  impropio  para  la  amalgama- 
ción ]>or  contener  blenda  y  sulfuro  de  antimonio.  El  señor  Aparicio 
Kebolledo  es  hoy  dueño  de  las  minas  del  Sapo. 

En  el  distrito  de  Miraflores  se  explotó  otra  mina  de  plata,  la  de 
Sagnjosa,  descubierta  en  1053  por  el  Capitán  Alonso  Kuiz  de  Sahajosa, 
Regidor  perpetuo  de  Ibagué.  En  el  Apéndice  (Documento  G)  se  ha- 
llará parte  de  un  interesante  informe  de  éste  sobre  las  vetas  de  plata  de 
los  cerros  de  Xataima,  Tuamo,  Mola  y  San-Antón. 

(1)  En  otros  lugares  del  Tolima  :  Natagaima,  Ortega,  el  Hobo,  el  Gigante, 
Yaguavá,  Campo-Alegre,  etc.,  ha  habido  en  todo  tiempo  lavaderos  de  oro,  pero 
de  poca  significación. 

(2)  El  cerro  del  Sapo  es  el  mismo  cerro  de  San-Antón,  donde  se  explotaron 
las  minas  de  plata  que  menciona  Fray  Pedro  Simón  ;  así  consta  de  antiguos 
documentos  y  del  mapa  de  1608,  donde  se  marca  el  lugar  de  las  minas  de  San- 
Sebastián  de  la  Plata. 


—  O")  — 

limante  el  gobierno  del  Virrey  INIessía  de  la  Zerda  algunos  par- 
ticulares eonienzanm  á  trabajar  en  las  minas  de  las  Lajas,  sin  sacar 
provecho. 

.  Kn  17S."),  siendo  \'irrey  el  señor  Arzobispo  Góngora,  s»;  pusieron 
en  explotación,  \)oy  cuenta  del  Gobierno,  las  cuatro  minas  de  plata  de 
Santa-Ana,  la  Manta,  el  Cristo  y  San-Juan,  bajo  la  dirección  del 
sabio  metalurgista  1).  fluan  José  D'Klliúyar.  Se  emprendieron  en  gran- 
de los  trabajos,  construyendo  oficinas  y  montando  un  taller  de  amalga- 
mación semejante  al  de  Freiberg.  "  Las  labores,"  dice  el  Barón  de 
llumboldt,  "se  dirigieron  con  mucho  tino."  Gastáronse  en  once  años 
L*o2,(>41  pesos,  y  el  producto  de  las  minas  sólo  había  alcanzado  á  3,40G 
marcos  de  plata,  que  valieron  27,247  pesos.  Las  minas  del  Cristo  y  de 
San- Juan  habían  sido  abandonadas  ya  por  poco  productivas, y  D'Elhúyar 
informó  al  Virrey  Ezpeleta  que  para  conseguir  un  resultado  fiívorable 
en  las  otras  dos,  era  preciso  aumentar  los  gastos.  Este  se  aterró  con  la 
cifra  considerable  de  los  costos,  y  no  comprendió  que  en  mucha  parte 
se  debían  al  establecimiento  de  la  empresa,  (pie  se  había  hecho  en 
grande  escala.  Informó  á  la  Corte,  proponiendo  se  suspendiese  la  ex- 
plotación y  (¡ue  la  empresa  se  vendiese  á  censo  con  todos  sus  valores. 
Así  lo  resolvió  el  liey  en  1795,  mal  aconsejado  y  cediendo  al  temor 
de  una  pérdida  mayor.  Las  minas  quedaron  definitivamente  abando- 
nadas, pues  ningún  particular  ni  compañía  quiso  hacerse  cargo  de  ellas, 
ni  aun  con  la  condición  projjuesta  al  fin  por  el  Virrey  de  no  pagar  más 
(jue  el  \i\hn-  de  los  esclavos,  á  largos  instalamentos. 

En  1.S24  arrendó  el  Gol)ierno  de  la  República  las  minas  de  Santa- 
Ana  y  la  Manta  á  la  casa  de  Herring,  Graham  y  Povvles,  de  Londres, 
contrato  que  fué  prorrogado  en  185.3  y  JS71  en  favor  de  otras  sociedades. 

La  Compañía  dio  ¡¡rincijtio  á  sus  trabajos  inmediatamente,  enviando 
de  Londres  un  director,  ingeniero, mineros  y  un  tren  de  empleados  tan 
numeroso,  que  en  1827  ascendió  á  115  extranjeros,  siendo  el  gasto 
mensual  ordinario  de  10,000  pesos.  Se  logró  poner  el  establecimiento 
en  el  mejor  pie  posible,  trayendo  úti!(!S  y  máíjuinas  de  Inglaterra  y 
trabajándosíí  (;on  el  mayor  empeño  las  minas  de  Santa-Ana  y  la  ]\Ianta 
hasta  el  año  182Í),  en  el  cual  fué  casi  abandonada  esta  última  por  razón 
de  su  excesiva  jjobreza.  La  Compañía  tuvo  el  triste  desengaño  de  no 
poder  fundir  los  minerales  con  ])lomo  y  se  vio  obligada  á  reparar  la 
antigua  casa  de  amalgamación  construida  por  D'Elhúyar,  para  bene- 
ficiarlos ])or  el  método  alemán.  Después  de  haber  experimentado  mil 
dificultades  se  dio  principió  á  la  extracción  de  la. plata  en  1830. 

Según  el  informe  ])ublicado  en  1837  y)or  los  señores  Powles,  Illing- 
worth  &  C,  los  gastos  hechos  hasta  183(5  sumaban  1.100,488  pesos;  y 
los  productos,  valor  d(í  la  plata  extraída,  138,740  jtesos.  Xo  nos  ha  sido 


—  im;  — 

posil>l(í  iivciii'-iiar  ct»n  precisión  alisoluta  la  cantidad  de  i)lata  «lUC  se 
extrajo  de  ¡áauta-Ana  cu  los  treinta  v  siete  años  trascurridos  desde  18.'i<» 
hasta  principios  de  1S74.  Pero  sí  sabemos  positivamente  (|ue  ninguna 
de  las  tres  coni]»ariías  (jue  se  sucedieron  en  la  exjdotación  de  la  mina 
en  el  lajiso  de  cincuenta  años  fué  remunerada  de  l(»s  cuantiosos  gastíts 
que  hizo.  Al^íunos  años  (1.S47  y  48,  1857  y  58)  pasó  el  producto  de 
:i()ü,()()(>  i»esos  y  dio  utilidad  la  empresa.  Estiuiamos  aproximadamente 
en  4.(M)(), ()(>(►  de  pesos  la  plata  extraída  luista  el  momento  de  su  alian- 
don  o.  (1) 

En   1874  convino  el  Poder  Ejecutivo  en   rescindir  el  contrato  de 
arrendamiento  de  Sañta-Ana  y  la  Manta,  recibiendo  las  minas  y  los 
terrenos  de  los  contornos,  los  edificios,  la  ma(|uinaria  y   una  gran  can 
tidad  de  útiles. 

El  brusco  abandono  de  una  empresa  que  durante  tantos  años  había 
sido  fuente  de  prosperidad  para  Hanta-Ana  motivó  entre  sus  habitantes 
sospechas  infundadas  que  aun  subsisten.  Creyóse  que  se  (|uería  hacer  caer 
^n  descrédito  la  mina  para  comprarla  más  tarde  al  Gobierno  por  una  suma 
insignificante.  Conviene  desvanecer  estas  sospechas  que,  por  el  conocí 
miento  que  tenemos  de  los  hechos,  son  contrarias  á  la  verdad.  Lo  que 
hay  de  cierto  es  lo  siguiente:  la  mina  fué  explotada  hasta  una  gran  pro- 
fundidad, pues  tenía  dos  lumbreras,  la  una  de  600  y  la  otra  de  000  pies, 
y  los  trabajos  habían  llegado  á  más  de  cien  brazas  debajo  del  nivel  del 
río  Morales;  á  esa  profundidad  la  explotación  era  muy  difícil  y  costosa, 
pues  era  preciso  conservar  abiertas  las  galerías  y  sostener  una  maqui 
naria  dispendiosa,  tanto  para  secar  la  mina  como  ])ara  extraer  los  mi 
nerales.  En  tal  situación  se  empobreció  el  filón  principal  y  hubo  nece- 
sidad de  al)andonar  la  mina.  (2) 

Además  de  las  minas  de  plata  de  Mariquita  que  hemos  nombrado 
hasta  aquí,  se  conocen  otras  muchas,  y  el  número  de  las  que  se  han  de- 
nunciado en  los  últimos  años  tal  vez  i)asa  de  doscientas.  Una  mujer 

(1)  Cerca  de  700,000  libras  ($.  3.500,000),  dice  la  Enciclopedia  Entunica. 

(2)  En  un  informe  dirigido  á  Su  Señoría  el  Ministro  de  Fomento,  en  Abril  de 
1887  (Diario  Oficial  número  7,085)  dice  Mr.  E.  B.  Wliite  que  liay  quizá  más  de 
300  toneladas  de  mineral  extraído  de  la  mina  en  varios  puestos,  que  lo  examinó 
con  cuidado  y  halló  mucho  mineral  muy  rico.  Mr.  \V.  D.  Powles  nos  ha  asegurado 
que  sólo  quedaron  fuera  de  la  mina  unas  treinta  toneladas  de  mineral  que  no 
se  benefició  porque  la  plata  que  contenía  no  pasaba  de  cuarentu  onzas  f»or  tone- 
lada y  no  habría  bastado  para  pagar  los  gastos,  y  que  lo  demás  que  está  á  la 
vista  es  el  desecho  de  los  trabajos  en  el  tiempo  que  duró  la  explotación. 

El  informe  del  señor  D.  Lucio  Eestrepo,  escrito  en  1884  (Diario  Ojhial 
numero  6,200),  aunque  difiere  algo  del  nuestro,  esti  de  acuerdo  con  él  en  sus 
conclusiones  y  califica  de  arbitrarias  é  injustas  las  interpretaciones  á  que  dio 
lugar  el  abandono  de  la  mina  de  Santa-Ana. 


—  í»7  — 

ih-\  piiclilo,  lOscolástica  Su('s<-a,  dfsi'iihrii't  cii  su  pliintíi)  un  ülúii  arj^eu- 
rífero,  al  i|U<'  dit'i  el  iiiMiilu»'  de  la  Tcliaida.  I'^lla  misma  se  propuso  di- 
rijrir  la  ('xcavaci('ui.  traltajaudtt  v*n\  taladro  en  maiu)  á  la  cabeza  de 
uuos  tantos  miucnts.  ¡  (^)u«''  cjiMiipin  de  amor  al  tral)ajo  da  esta  mujer 
iiTíiorautc  á  tantos  hombres  intel¡;:eiites  y  rnliustos  (|ue  pierden  lasti- 
mosamente su  tiempo  ó  lo  em])lean  mal  ! 

Mr.  (¡uillermo  W'elton  descubrió  de  nuevo,  v  ])uso  en  <'.\plotac¡ón. 
en  asocio  con  Mr.  W.  1).  Powles,  la  mina  de  plata  de  Frías,  (|U(!  ven- 
dieron á  una  compafiía  in,ü:lesa,  Tltr  'J'oliiiia  winiíit/  ('<»u]>aiiy.  Ki 
hábil  Superintendente  de  las  minas  de  l'rías,  Mr.  ICduardo  (iiedliill. 
tuvo  la  atención  de  comunicarnos  los  si-juieutes  int(;resantes  datos: 

''  En  doce  años  y  medio,  contados  desde  Mayo  de  ISTl  á  Diciem- 
Itre  de  iss;;,  sf  han  extraído  y  exj)ortado  de  las  minas  de  plata  de 
Frías  .'),1L>;{  toneladas  de  mineral  argentílero,  cuya  riqueza,  que  ha 
variado  entre  1*74  y  .JT*»  onzas  de  plata  por  tonelada,  ha  dado  un  tér- 
mino medio  proporcional  de  ."Jl  1.4  «uizas  ;  sea  un  total  de  l.r)9."),.'»71 
onzas,  cuyo  valor  se  ha  estinuido  en  1.7.")7,74()  pesos. 

"  Los  minerales  (pie  i)redominan  son  :  el  sulfuro  de  plomo  argen- 
tífero y  el  de  zinc,  asociados  al  de  liierro  y  á  la  ])irita  arsenical ;  se  en- 
cuentra frecuentementíí  el  sulfuro  de  plata  _\  ú  veces  la  jjlata  roja  y  la 
nativa.  La  ganga  jirincipal  de  la  veta  se  compone  de  cuarzo,  mezclado 
con  carbonato  de  cal  y  espato  ferruginosí».  Los  tíloues  penetran  forma- 
ciones de  |)iza.rras  micáceas  y  talcosas.  y  su  anchura  varía  entre  unas 
jKtcas  i)ulgadas  y  algunos  i)ies. 

'*  Los  trabajos  de  explotación  llegan  hoy  á  una  profundidad  de  (HH) 
pies  ingleses.  El  producto  proporcional  de  las  vetas  es  do  cinco  á  diez 
por  ciento  de  mineral  exportable.  El  mineral  se  concentra  en  parte 
quebrautándolo  á  mano,  y  más  completauíente  rompiéndolo  en  cilindros 
y  clasificándolo  en  máípiinas  ]>or  medie»  del  agua. 

"La  comi)osición  del  mineral,  (|uc  lo  hace  improj)i(>  para  la  amal- 
gamación, obliga  á  exportarlo. 

"  En  los  varios  departamentos  conexionados  con  los  negocios  de  la 
ToUmn  mininf/  ContjKDii/  cu  Colombia,  se  da  ocupación  á  unas  mil 
personas." 

El  i)roducto  bruto  <le  la  mina  de  l-'rías  en  188i>  alcanzó  á  $  40;"),44(>, 
y  fué  mayor  en  el  año  siguiente.  Después  ha  disminuido  considera- 
bleuuMite. 

La  mina  «leí  Cristo  de  las^  Lajas  fué  denunciada  en  1<S7()  por  Mr. 
\V.  1).  Powles,  íiuien  .  emprendió  allí  algunas  exploraciones;  mas, 
habiéndos(í  ausentado  del  país,  ésta  pasó  á  otros  dueños.  Hoy  pertenece 
á  una  compañía  americana,  (pu'  tiene  en  ella  fundadas  esperanzas,  y 
está  estableciendo  tfabajos  de  explotación  en  gi'ande  escala. 


—  US  — 

Mr.  W.  1).  l'owles,  iii<^euit'ro  de;  la  escuela  de  Freiberjr,  muy  cono- 
(•(Hlur  de  las  minas  de  »Santa-Ana.  uos  lia  comunicado  las  observacio- 
nes sif^nientes:  "El  enri((uecinüent()  de  los  filones  argentíferos  no 
obedece  á  ninguna  regla  :  á  ])orciones  de  varia  extensión  de  mineral 
rico,  suceden  otras  de  mineral  jtobre,  que  á  su  vez  mejoran  para  volver 
jí  empobrecerse,  l*reséntasc,  pues,  una  serie  de  cíimbios  que  no  se  in- 
terruniix'  hasti)  la  mayor  ]»rafundidad  conocida.  La  riíjueza  de  unos 
liloue.s  ha  comenzado  desdi;  la  superficie,  la  de  otros  no  se  halla  sino 
á  cierta  distancia  en  el  subsuelo.  VA  cruzamiento  d<!  dos  tílones  pro- 
duce un  cambio  seguro :  si  el  ([ue  se  explota  está  rico,  en  general 
aumenta  con  abundancia  su  ri(|ueza,  y  si  está  pobni  frecuentemente  se 
enriquece.  EstAS  intersecciones  forman  depósitos  ó  bonanzas  en  la  ca- 
lidad  y  en  la  cantidad,  pues  el  filón  se  ensancha  considerablemente  y. 
mejora  el  mineral,  para  reducirse  al  i»asar  la  bonanza.  En  las  crestas 
de  muchos  veneros  se  encuentra  oro  nati\o,  (|ue  desaj)arece  pronto. 
Hay  mucha  diferencia  en  las  combinaciones  argentíferas  de  tm  filón 
á  otro :  cu  unos  abunda  la  blenda,  en  otros  la  galena  ó  las  piritas,  y  por 
tanto  los  métodos  de  bonr-ficio  y  de  concentración  deben  variar  de  una 
mina  á  otra." 

En  el  norte  del  Tolima,  en  la  vertiente  oriental  de  la  cordillera 
central,  ha  estado  explotando  minas  de  oro  un  antiociueño  conocido  por 
su  carácter  emprendedor,  el  señor  ]).  Pantaleón  (lonzález.  Para  hacer 
íionocer  los  progresos  de  la  minería  en  esta  {)arte  del  Departamento, 
nada  mejor  podemos  hacer  (|ue  copiar  las  noticias  (|ue  el  señor  (lon- 
zález ha  tenido  la  fineza  de  comunicarnos: 

•*  Hay  muchas  \'etas  en  el  distrito  de  ^Manzanares,  de  las  que  sólo  una 
se  ha  comenzado  á  ex])l()tar,  la  de  Agua-bonita,  de  la  cual  se  sacó  el 
primer  año,  con  una  mahí  má<iuina  de  ])isones,  por  vaha-  de  $  .'5lí,000 
cu  oro.  Su  filón  es  dt;  tres  á  cuatro  pies  de  ancho.  Hoy  pertenece  á 
una  com])añía  (|ue  se  propone  establecerla  bien. 

''En  toda  esta  J'rovincia  se  encuentran,  en  las  partes  altas,  lilones 
de  oro  y  de  plata,  que  i)ermanecen  vírgenes  por  nujuerirse.  para  su 
exidotación  capitales  y  conocimiento^  de  (|ue  se  carece  generalmente. 

•'En  cnanto  á  minas  de  aluvión,  hay  inuchas;  algunas  de  ellas 
están  establecidas  con  monitores:  enumeraré  las  siguientes: 

"  En  el  h'resno  s<'  explotan  las  de  (iuarinó,  las  que  han  dado  en 
siete  años  más  de  1."'>(),0(K)  pesos,  á  pesar  de  ser  escasas  de  agua.  Creo 
que  si  S(í  llegaran  á  establecer  formalmente  estas  minas  y  se  les  pusiera 
el  agua  del  río  Perrillo,  serían  las  más  productivas  de  esta   Provincia. 

''  La  mina  de  San-Miguel  da  algún  rendimiento,  y  la  de  (Jampeóu, 
<]ne  pertenece  á  un  norte-americtano,  es  muy  rica. 

"  En  Míiriquita  existen  :  la  mina  de  Mal-paso,  propiedad  de  una 


—  !»!»  — 

«oiiipariía  in,<;l«-sa,  (\st-)ibleci(la  t'oii  iiia(|iuiiaria  adecuada,  |ii'0(Iii(-(;  de 
diez  á  tn'inta  _v  sois  libras  de  oro  poi-  mes.  La  de  Cajóngora  no 
tiene  aún  ajriia  suliciente,  se  sacan  no  obstante  niensnaluiente  cosa  de 
seis  libras  de  oro :  es  tan  rica  como  la  de  Mal-paso.  Los  placeres  d<i 
la  Ketbrnia  _v  Oritá  se -están  estableciendo:  el  último  parece  ser 
muy  rico,  Kn  l'^rías  beneticia  la  compañía  i)ropietaria  de  las  minas  de 
plata  una  mina  de  aluvión.  Kn  Lérida,  en  fin,  tiencí  una  comi)añía 
a»tio(|ueña  las  minas  del  Zaneudít  y  Padilla,  (|ue  trabajan  con  má- 
i|uinas  hidráulicas  y  dan  buenos  rendimientos. 

"En  resumen,  son  aliundantes  los  aluviones  d(!  oro  en  la  Provincia 
del  Norte.  Toda  la  cordillera  es  aurífera,  y  si  las  revueltas  políticas  no 
pusieran  obstáculos  al  jngreso  de  capitales  extranjeros,  veríamos  pro- 
gresar rápidamente  y  trasformarse  i)or  comjdeto  esta  re2:ión  tan  rica- 
mente dotada.".  ... 

El  primer  jnonitor  (|ue  s<;  estableció  en  la  América  del  Sur  fue  el 
de  Mal-paso,  poco  después  de  1870.  Esta  mina  está  dando  actual- 
mente jtroductos  considerables,  (|ue  han  alcanzado  hasta  setenta 
libras  de  oro  por  mes.  .Mr.  W.  Welton  obtuvo  un  brillante  resultado  en 
la  constrnccióu  del  conducto  del  agua  i)ara  la  mina  de  Oritá.  Era 
preciso  pasar  una  cañada  de  (!(>(>  i)ies  de  ])rofundidad,  y  venció  la  di- 
ficultad llevando  el  asfua  ])or  tubos,  formando  un  enormcí  sifón  :  el  éxito 
fue  comi)Ieto. 

Fuera  do  las  (;xi)lotaciones  (|ue  menciona  el  señor  (xonzález,  en  el 
nstít  del  Tolima  los  dos  únicos  puntos  donde  benefician  hoy  algunos 
placeres  d(!  oro  son  Chaparral  y  (Joyaima. 

Ew  Órganos  existen  numerosos  filones  úv,  oro  y  de  plata  ;  el  único 
(|Me  se  explota  es  el  de  Constancia.  Su  mineral  es  rico  pero  estíaso.  Los 
afauiados  aluviones  del  distrito  de  MiraHonís,  así  como  los  d(!  los  ríos 
(jK'lli».  Sabandija,  \'enadillo,  etc.  yacen  bajo  la  tierra,  por  falta  de 
capitales  y  de  mineros,  l'^l  Saldaña  y  sus  afluí'Utes  tienen  fama  muy 
merecida  ile  ri(|ueza.  En  el  sigh»  ])asado  Imito  una  cuadrilla  de  dos- 
cientos esclavos  (|ue  explotaron  I(»s  alu\  iones  de  las  márgenes  de  los 
rí(»s  Ircoy  Tuluní.  Las  minas  de  (jopete-negro  y  Ajtone,  traliajadas  en 
estí"  siglo,  lian  dado  product(»s  considerables,  y  era  frecuente  en  ellas 
sacar  hasta  media  libra  de  oro  en  una  bateada.  1  curco  ó  (iuamalito,  el 
(Jnaoábano,  Mal-n(nnbr«',  la  Charca  y  (Inaipá  son  los  nombres  de  otros 
extensos  placeres  situados  á  las  márgenes  del  Saldaña,  (|ue  fueron 
explotados  anteriornH.'nte  c<»n  buen  éxito,  y  algunos  de  los  cuales  se 
benefician  hoy. 

K^\  1SS4  se  descubrieron  varios  filones  di;  cuarzo  aurífero  <|ue  fue- 
ron explotados  en  tiempo  de  la  ('(donia,  cerca  del  río  Combeima.  P^l 
más  notable  por  el  espesor  y  \)nr   la    abundancia  de  mineral   es   el   del 


—  lo;)  — 

(iallo,  (|u<'  está  aetiialiiicntc  cu  laburco  y.ilcl  (jiic  sus  diu-üos  csperau 
obtoucr  cuiíutidsus  productos. 

Hay  cu  el  I)<'i)artauionto  grau(l(!  cutusiasnu»  por  desculu'ir  uiinas, 
y  en  los  últiuu)s  aúos  luí  coucediílo  su  Oobicrno  títulos  do  tin  uúuicro 
muy  cousidcralilc  de  i»laccrcs  y  de  liloucs.  Se  hau  orjíauizado  varias 
comp.afiías  mineras,  las  cuales  tienen  que  luchar  con  dos  grandes 
escollos :  la  impaciencia,  ({lU'  por  el  deseo  de  poseer  pronto  las  riquezas 
del  suelo  tolimeuse,  puede  empeñar  á  los  empresarios  (!n  explotaciones 
prematuras,  y  la  falta  de  mineros    prácticos. 

■Mr.  Roberto  1>.  W'hite,  encargado  en  18.S7  de  la  comisión  oficial 
(l(í  explorar  los  criaderos  metalíferjos  del  Tolima,  ha  publicado  varios 
informes  parciales,  demasiado  someros  jtara  que  su  lectura  juieda  ser 
muy  provechosa.  Es  cierto  (jue  hay  en  ellos  noticias  sobre  regiones 
mineras  desconocidas  antes  :  el  Líbano,  la  China  y  la  Plata.  Los  poten- 
tes filones  auríferos  de  la  primera,  los  auro-argentíferos  de  la  segunda 
y  los  de  plata  de  la  última  excitan  hoy  la  atención.  Es  de  sentirse  ([uc 
Mr.  White,  cuyos  conocimientos  y  larga  práctica  en  materia  de  minas 
reconocemos,  se  deje  algunas  veces  impulsar  en  sus  deducciones  por 
su  viva  imaginación. 

Por  todo  lo  dicho  se  comprende  que  el  territorio  del  Tolima  en- 
cierra grandes  riquezas  minerales,  que  podemos  decir  se  conservan 
vírgenes,  pues  apenas  se  habrá  sacado  de  su  suelo  por  valor  de 
52.000,000  de  pesos  en  oro  y  plata  desde  la  conquista  ¡  cuando  sus 
minas  pudieran  producir  anualmente  2.500,000  pesos,  y  esperamos  fun- 
dadamente (lue  den  este  rendimiento  antes  de  terminar  el  siglo  XIX. 

El  actual  (Tobernador  del  Tolima,  General  D.  Manuel  Casabianca, 
ha  dado  un  paso  decisivo  en  favor  del  Dejíartamento,  esforzándose  en 
fomentar  eficazmente,  con  la  cooperación  del  Gobieru(»  nacional,  el 
desarrollo  de  la  industria  minera.  Empleando  una  exj)resión  del  doctor 
Ivafael  Xíiiiez,  diremos  que  los  mandatarios  como  el  General  Casa- 
bianca, que  salen  renueltamcnte  de  ¡a  rutina,  dan  profundas  raíces  al 
(fraude  árboJ  de  la  ^¡az.  {[lu-  es  el  ([ue  necesitamos  cultivar  con  mayor 
esmero  en  Colombia, 


VIH, — LAíS  MINAS  DK  SAN-SEBASTIÁN  DE  LA  PLATA, 

liefiere  el  Obisjn)  LMedrahita  que  habiéndose  tenido  noticia  en 
Bogotá  '•  de  que  en  el  valle  de  los  Cambis  se  habían  hallado  algunas 
vetas  de  plata,  eligieron  los  oidores  al  Capitán  Sebastián  Quintero, 
hombre  de  valor,  para  que  con  cincuenta  hombres  levados  en  Santafé, 
v  los  más  que  i)udiese  sacar  de  Tocaima  y  Xei\  a,  fuese  á  fundar  un 


—  KM  — 

piicldo  (!<•  españoles  (|ue  ascjíuniKe  la  saca   de  plata.  .        (^Miiiilen»  t'iiii 
<ló  (en  I.mI)  en  el  valle  (le  Caiubis,  donde  estaba   el    mineral  de  i|ii( 
llevó  la  noticia,  una  villa,  (|ue  llamó  de  Saii-lJartolomé,  y  hoy  penna 
nece  ron  el  nombre   de   San-Sebastián    de   la  I'Iata,  la   <Mial   salió  tan 
l»oco  afortunada,  ((uuo  veremos  en  l«)S  asolamientos  (|ue  en  pocos  afnis 
pasanuí  jkm'  ella,  y  en  la  «-orta  vecindad  (jue  mantiene. ..." 

.luán  Flórez  de  ( )cáriz,  IMazayotros  historiadores  confirman  esta 
ndaciiMi.  .Vntonio  de  Herrera  no  tdvidó  decir  en  sus  íh'radox,  (|uo  en 
San-Sebastián  de  la  IMata  hay  muchas  minas  de  este  metal. 

IVay  Pedro  Simón  dice  :  '•  Las  grandes  minas  de  San-Sebastián 
de  la  Plata  en  la  tierra  de  los  indios  páeces,  admiraron  á  los  hombres 
que  las  hallaron  y  labraron,  y  fundaron  allí  una  ciudad  poniéndole  el 
nombre  de  la  Plata  por  la  mucha  y  buena  que  tienen  aquellas  tierras." 

Kn  una  escritura  muy  antigua  de  límites,  firmada  el  Ü  de  Septiem- 
iire  de  1."),")  j»or  el  ('ai)itán  l*edro  Opero,  justicia  mayor  de  la  ciudad 
de  la  Plata  y  villa  de  Timaná,  se  hace  ya  mención  de  las  minas  de 
San-Hartolomé,  y  nc.  nombra  jiarticnlarmente  la  Descubridora  de  Fer- 
nando Díaz.  (1) 

En  la  instrucción  (lue  se  dio  en  1.'"m4  por  la  líeal  Audiencia  al  C'a- 
jiitán  Bartolomé  Jíuiz  para  la  reedificación  de  San-Sebastián  de  la 
Plata,  se  le  ordena  lo  siguiente :  "Ítem,  porque  en  la  dicha  justicia 
hay  minas  muy  ricas  de  ])lata,  daréis  minas  á  todos  los  vecinos  de  la 
dicha  ciudad;  antes  que  á  otro  ninguno,  señalando  la  ])rimera  y  mejor 
á  Su  Majestad.". ... 

El  Presbítero  D.  Juan  de  Velasco  es  quien  habla  más  extensamen- 
te de  la  ciudad  y  minas  de  la  Plata.  Escribió  su  Historia  del  Reino 
(Ir   (^uito  un   jxx'o   tarde,   en    1 7<SÍ>.  Estuvo  en  la  nueva  ciudad  de  la 

(1)  Copiamos  á  continuación  la  parte  pertinente  de  este  documento,  hallado 
hace  algunos  ailos  y  que  habría  hastado  para  descubrir  las  minas  de  La-Plata 
si  se  le  hubiera  sabido  interpretar  : 

"En  llegando  al  pueblo  de  Opalapa  llegan  los  términos  de  la  ciudad  de  la 
Plata  hasta  el  ríogi'ande  de  (iuacacallo,  (1)  que  es  por  el  bajío  que  dicen  de  Pe- 
ricón, que  se  extiende  desde  la  quebrada  que  está  sobre  Guacacallo  (2)  hasta  la 
quebrada  que  dicen  de  Yanayal  y  ésta  arriba  hasta  la  ceja  del  monte,  y  de  allí 
vaya  corriendo  por  aquella  derecera  hasta  dar  en  la  quebrada  que  dicen  de  las 
minas  de  San-Bartolomé,  en  derecho  de  donde  se  acaba  una  agua  que  viene  á 
dar  á  la  Ranchería,  al  pie  de  la  .abertura  de  las  minas,  y  de  allí  suba  el  agua 
arriba  de  la  dicha  quebrada  hasta  dar  en  la  mina  Descubridora  de  Ferna'ndo 
Díaz,  y  de  la  dicha  mina  liasta  las  vertientes  de  la  quebrada  de  Aguilga  (3)  cor- 
tando derecho,  y  de  lo  alto  del  morro  de  la»  dichas  minas  venga  hasta  la  que- 
brada donde  están  las  hoyos  y  la  ranchería  que  se  llama  de  San-Bartolomé."... 

(1)  En  Timaná  Be  dab.i  el  nombre  de  Guacacallo,  qiieíiióel  primero  que  tino  dicluí  viUa,  al 
río  Magdalena. 

(2)  Trátase  probablemente  de  la  quebrada  Maiton. 

(3)  Llámasela  hoy  y  aguilga. 


—  102  — 

Plata,  donde  recogió  la  tradición  de  sus  ricas  minas,  ([ue  reprodujo  con 
los  vivos  colores  y  con  las  natnrales  exajeraciones  de  la  imaginación 
popular  en  el  lapso  de  dos  siglos.  Hecha  esta  salvedad  necesaria  cite- 
mos lo  (|ue  conciernií  á  nuestro  asunto  : 

"  La  tenencia  de  la  Plata  fué  en  su  primitiva  antigüedad  la  mejor 
y  la  más  apetecible  de  todas  por  la  exorbitante  riqueza  de  sus  minas  de 
plata,  que  le  dieron  el  nombre:  mas  fué  también  la  más  infeliz  y  des- 
graciada por  causa  de  esa  misma  riqueza. . . . 

"A  corta  distancia  de  la  ciudad,  como  de  cuatro  á  cinco  millas,  en 
la  parte  alta  de  la  montaña,  se  fundó  el  asiento  real  de  minas. . . . 

"  El  grande  tesoro  ([ue  se  comenzó  á  sacar,  lliimó  (;n  poco  tiempo 
tanta  gente  y  comercio,  que  fué  la  ciudad  más  floreciente  do  todas, 
porque  se  cortaba  la  plata  con  cinceles  en  veiías  vivas,  sin  apreciar  ni 
beneficiar  los  minerales  pétreos  de  ella.  Hallándose  con  este  ascendien- 
te le  sobrevino  en  loG4,  toda  de  golpe,  su  más  lastimosa  y  total  ruina 
por  una  sublevación  de  los  bárbaros,  poco  distantes  de  ella. . . . 

"  Tlniérouse  en  poco  tiempo  cosa  de  20, 000  bárbaros,  según  es  fama 
constante.  Sitiaron  á  media  noche  el  asiento  de  las  minas,  y  pasaron  á 
cuchillo  á  todqs  los  hombres,  mujeres  y  niños,  sin  que  se  salvase  ni  una 
sola  persona  de  más  de  900  que  allí  vivían. 

"  Cerca  del  amanecer  llegó  la  noticia  á  la  ciudad.  Consternada  ésta 
con  el  aviso  que  llevaron  unos  indianos  fieles,  dio  la  señal  para  hacer 
gente  é  ir  á  castigar  á  los  agresores  antes  que  huyesen.  Las  armas  de 
fuego,  que  eran  muy  pocas,  se  hallaban  arrinconadas,  tomadas  de  orín 
y  sin  prevención  alguna :  los  caballos,  (lue  eran  ya  nuichos,  se  mante- 
nían fuera  de  la  ciudad  en  las  campañas ;  y  cuando  comenzaron  á  pre- 
venirse al  rayar  del  día,  todos  sobrecogidos  de  temor  y  embarazados  con 
los  lamentos  de  las  mujeres  y  niños,  tuvieron  sobre  sí  al  ejército  triun- 
fante. Corrían  mezclados  los  hombres  con  las  mujeres,  sin  saber  á  dón- 
de, é  il)an  cayendo  por  todas  partes  á  lanzadas.  Pocos  hombres  con 
espada  en  mano  intentaron  hacer  frente  á  la  confusa  multitud  ;  mas  en 
vano,  porque  fueron  oprimidos  de  ella  de  tal  modo,  que  no  se  salvaron 
sino  aquellos  pocos  que  con  tiempo  acertaron  á  huir. . . . 

"  Sacrificada  la  ciudad  toda  al  bárbaro  furor,  se  detuvieron  en  ella 
algunos  días  buscando  y  matando  tal  cual  persona  escondida:  saquean- 
do una  por  una  todas  las  casas;  desnudando  de  las  vestiduras  y  dejan- 
do insepultos  cosa  de  7,000  cadáveres  ;  é  incendiando  la  ciudad  toda, 
de  manera  que  no  quedaron  sino  sus  tristes  cenizas.  Ejecutando  lo 
mismo  en  todas  las  granjas  y  casas  de  campo,  subieron  al  asiento,  don- 
de permanecieron  más  largamente  derrocando  las  peñas,  cerrando  1an 
bocas  üc  Jas  /«/«í<,v,  y  poniéndolas  en  estado  de  que  jamás  pudiesen 
trabajarlas  los  cristianos  aunque  quisiesen." 


—  UVA  - 

Fray  Pt-dro  Simún  ilirc  :  "Los  inditts  pijaos,  el  añi)  de  l.'iTT,  que- 
maron a(|ui'lla  (iii'.latl,  matando  á  murlios  t\v,  sus  vecinos."  Ocáriz  y 
IMaza  asignan  la  misnm  fecha.  Según  la  ojdnión  de  Acosta,  (]ue  está  de 
acuí'rdo  con  la  tradición,  la  Plata  fué  abandonada  y  quemada  varias 
veces.  .Vdemás,  la  destrucciiui  de  la  ciudad  im  fué  completa  eu  \~>11. 
Cn  contemporáneo,  Fray  Jeré>n¡mo  de  Escobar,  (|iu'  fué  por  mucho 
tiempo  coadjutor  del  Obispo  de  Popayáu,  dice  lo  siu'uiente  vn  una  re- 
lación dirigida  á  Su  ^rajestad  en  15S1  : 

''  La  ciudad  de  Sau-Sebastián  de  la  Plata  fué  rusi  enteramente 
destruida  por  los  indios  muy  feroces  que  habitan  sus  contornos  y  que 
no  han  depuesto  las  armas  desde  hace  cuarenta  años.  Comen  carne*  hu- 
mana, son  muy  valientes  y  muy  ejercitados  en  la  guerra  y  atormentan 
mucho  á  los  habitantes  de  esta  ciudad,  porque  cuando  menos  piensan, 
hacen  una  iníuirsión,  incendian  las  casas,  roban  los  rebaños  y  umtan  á 
todos  los  españoles  que  encuentran.  En  fin,  se  Han  visto  obligados  á 
rodear  la  ciudad  con  una  doble  muralla. . . .  Hay  en  este  lugar  minas 
de  plata  tan  ricas  como  lan  de  Potos  i ;  pero  los  habitantes  son  tan 
hostigados  por  los  indios,  (|ue  no  pueden  trabajarlas. . . .  El  país  es  muy 
bueno,  mas  los  vecinos  son  tan  pobres  que  no  alcanzan  á  pagar  un  Cu- 
ra, y  no  tienen  sino  un  anciano  sacerdote  que  les  dice  la  misa  por  ca- 
ridad.'' 

El  señor  i).  IMiguel  ( )rtiz,  que  fué  Prefecto  de  Tierra-adentro,  uos. 
ha  referido  que  entre  los  indios  páeces  se  conserva  la  tradición  de  la 
destrucción  de  la  ciudad  y  minas  de  la  Plata  por  sus  antepasados. 
Asegúrase  (jue  en  una  cueva,  llamada  Calderas,  guardaron  los  tesoros 
que  fueron  fruto  del  saqueo,  junto  con  los  ornamentos  y  los  vasos  sagra- 
dos. Dicen  que  al  Cura  lo  asesinaron  cuando  estaba  diciendo  la  misa,  pre- 
pararon su  cuerpo  para  que  pudiera  conservarse  y  lo  llevaron  á  la  cueva 
con  sus  vestiduras  sagradas.  El  secreto  de  ésta  sólo  se  conserva  entre 
los  caciques.  Guainaz  contó  al  señor  Ortiz  (|ue  su  padre,  ya  muy  ancia- 
no y  achacoso,  lo  llevó  por  unos  riscos  de  difícil  íicceso ;  que  ya  rendido 
de  cansancio  se  detuvo  en  un  lugar  donde  se  halla  una  gran  piedra 
cuadrada  con  labores,  y  de  allí  le  dio  las  señas  de  la  cueva.  Guainaz 
murió  durante  la  guerra  civil  de  ISGO  :  i)asando  un  puente  sobre  el  río 
Xegro  se  hundió  un  nuidero  que  estaba  podrido,  el  caciciue  cayó  al  agua 
y  lo  arrastró  la  corriente. 

Tenemos  á  la  vista  la  información  original  hecha  por  el  Capitán 
Juan  de  Gaviria,  Teniente  de  Gobernador  de  las  ciudades  de  la  Pla- 
ta, Trujillo  y  Timaná,  firmada  en  San-Sebastián  de  la  Plata,  á  í» 
de  Enero  de  158,'i.  Nueve  testigos,  todos  ó  casi  todos  mineros,  declaran 
bajo  juramento.  Entre  ellos  citaremos  á  Juan  de  Palomares,  quien  dice 
vino  de  los  reinos  de  Castilla  por  orden  de  Su  Majestad,  con  su  real 


—  104  — 

códiihi  y  jienniso  para  ver  ''estas  diclias  minas  úv.  ¡áan-liartolomé  tle 
los  Oauíbis  y  de  los  Angeles."  Salió  de  España  hacia  J5G7,  y  "  por'no 
dar  aviso  al  Presidente  Venero,  y  por  csUir  la  dicha  tierra  de  (/uerra 
y  kiff  dichas  minas  despobladas  por  entonces,  este"  testigo  no  pudo 
venir,"  y  así  se  fue  al  Perú,  de  donde  había  regresado  dos  años  antes. 

Jácome  Veneciano  y  Gaspar  de  Jionnán,  mineros  de  Potosí,  y  Pe- 
dro Suárez,  ininero  mexicano,  vinieron  á  la  J'iata,  '•  á  la  gran  noticia 
que  tuvieron  de  la  riqueza  de  sus  minas." 

Marcos  Ortiz  declara  que  hace  treinta  años  (pie  está  en  la  Plata  y 
"  ha  labrado  las  minas  la  otra  vez,  luego  que  se  descubrieron ..,.  y 
ahora." 

llelatemos  los  hechos  que  constan  en  estas  declaraciones  : 

J3os  años  y  medio  antes,  en  1581,  pobló  el  Capitán  Juan  de  Gavi- 
ria,  á  su  costa,  las  minas  del  cerro  de  San-Bartolomé  de  los  Gambis, 
llevando  consigo  muchos  vecinos  de  la  Plata  y  de  Timaná,  soldados, 
pertrechos  y  demás  cosas  necesarias.  Pronto  acudieron  mineros  á  la 
fama  de  la  riqueza  de  los  minerales,  llevando  azogue  y  herramientas,  y 
se  siguió  el  benelicio  de  éstos  con  buen  provecho.  Dicen  los  declarantes 
"que  toda  la  plata  que  corre  en  la  ciudad  y  va  al  Nuevo.Keino  de  Gra- 
nada y  á  la  Gobernación,  es  de  estas  minas  de  San-Bartolomé,  las 
cuales  están  tres  leguas  de  esta  ciudad,  en  un  cerro  volcanizo,  (1)  y  en 
parte  cómoda,  donde  por  bajo  de  ellas  es  tierra  templada  y  muy  fértil, 
y  por  arriba  de  la  cordillera  es  abundante  de  montaña. . . .  De  cuando 
las  ¡ahrahan  de  atrás  parece  lo  hacían  con  afina,  lo  que  era  contra 
toda  razón ....  El  cerro  ha  apuntado  en  muchas  partes  en  metal,  aun- 
(lue  no  se  ha  visto  hasta  ahora  cosa  lija,  lo  uno  por  no  haber  labrado 
las  minas  por  hondo  y  socavón,  como  se  requiere,  lo  otro  por  la  falta 
de  los  naturales  que  hay  en  esta  tierra,  que  son  muy  pocos.  Por  las 
vetas  que  hay,  .[ue  van  derechas  y  bien  puestas,  si  se  labraran  por 
hondo  se  vería  la  grandeza  y  fijeza  que  hay  en  dichas  minas,  y  se  daría 
en  mucha  riqueza,  lo  cual  se  verá  mediante  Dios  en  breve  tiempo,  por- 
que al  presente  se  van  haciendo  labores  en  las  dichas  minas  que  por 
ellas  se  verá  la  claridad  de  todo  ello." 

Los  minerales  se  beneficiaban  por  fundición  unos  y  otros  con  azo- 
gue, por  lo  que  se  comprende  que  contenían  plata  nativa  y  combinada 
con  otros  metales  y  metaloides.  Los  minerales  más  comunes  daban  de 
á  marco,  marco  y  medio  y' dos  marcos  por  quintal  (de  .1  á  1  por  100)  y 
los  ricos  á  10,'  12,  15  y  hasta  20  marcos  (de  .5  á  10  por  100  de  plata). 

Algunos  de  los  testigos  fueron  hasta  Lima  á  traer  azogue,  ponién- 
dose en  riesgo  de  perder  la  vida,  porque  el  Virrey  del  Perú  prohibía 
sacarlo,  y  todos  ellos  se  manifiestan  contentos  del  resultado  que  obte- 
nían en  el  trabajo  de  las  minas. 

(1)  Desmoronadizo. 


'  _  lo:,  _ 

I'ur  la  U'ctura  ¡itciita  del  cxitediciitc  se  coiiiitreiide  inic  las  minas  que 
|)Uí«o  «'U  cxplcitación  el  Capitán  (laviria  fueron  las  mismas  ([fie  los 
indios  id)li^Mr(in  á  aliandonar  á  los  españoles  en  1577,  v  «pie  fue  en 
tiempo  de  tliclio  ( 'apitán  cuando  se  aliricron  l<ts  numentsos  socavones 
<|ue  se  ven  en  esa  localidad. 

De  esta  época  en  adelante  todo  es  oscuridad.  I^a  ciudad  de  la  I  Ma- 
ta fue  abandonada  hasta  olvidarse  el  sitio  (jue  Iialu'a  ocupado,  v  se  pasó 
al  lu<:ar  donde  existe  liov.  Pero  la  fama  de  sus  minas  de  plata  se  con- 
servó viva.  Kn  un  informe  «leí  sabio  rtietalurgista  D'Elliúyar  (17<SÍ)). 
las  califica  de  ''  riquísimas.''  Para  colmo  de  desjrracia,  en  la  (juema  del 
palacio  virreinal,  en  178G  *' perecieron,''  dice  el  historiador  (Iroot.  ''in- 
tinidad  de  docume!)t<»s  imj)ortantes  :  uno  de  ellos  fue  el  que  contenía  las 
noticias  sobre  las  minas  de  la  Plata  v  la  ruina  de  ellas  con  la  pobla- 
ción del  luírar,  jxtr  la  repentina  irrupción  de  los  indios  páeces,  (juienes 
las  raparon  en  términos  de  nct  poderse  descubrir  des])ués." 

1-^1  señor  J).  Fernando  Duran  descubrió  las  ruinas  de  la  Plata 
antifíua  en  1848.  Andaba  jmr  entre  el  monte  en  busca  de  ellas,  con 
algunos  compañeros,  cuando  vieron  desde  un  alto  una  hilera  de  árboles 
<-orpulentos  que  parecían  plantados  de  mano  de  hombre.  Jíajaron  á 
í'xaminarlos  de  cerca  y  observaron  ([ue  se  seguían  al  borde  de  las  mu 
rallas  derruidas  de  la  antigua  ciudad. 

D.  I-'rancisco  José  de  Caldas,  que  residió  algún  tiempo  en  Timaná 
vía  Plata,  escribía  en  1807  :  "  Todavía  se  ven  las  accíjuias  v  soca- 
vones de  las  minas  que  trabajaron  los  moradores  de  la  Plata  antigua." 
I>.  (iabriel  iJorrero  logró  descubrir  los  socavones  en  ISOl*.  Entrando 
por  el  IMtal  con  mineros  antioqueños  halló  en  la  parte  del  ramal  orien- 
tal de  la  cordillera  (jue  (jueda  opueata  á  la  Plata  vieja,  el  terreno  muy 
removido  y  señales  evidentes  de  bocas  de  socavón,  todas  hundidas. 
Comenzó  por  hacer  destapar  uno  de  éstos  y  lo  halló  con  el  ai)a]ancado 
podrido,  y  lleno  de  tierra  hasta  nmy  adentro.  Vw  derrumbe  que  sobre- 
vino le  impidió  continuar  los  trabajos.  Luego  hizo  destapar  otro,  y  en- 
contró en  él  algunos  huesos  humanos,  y  un  tra])o  de  paño  burdo.  Aban- 
donado este  socavón  por  la  misma  razón  que  el  anterior,  se  pasó  el 
trabajo  á  un  tercero,  de  donde  se  sacó  una  hebilla  grande  de  cobre.  En 
este  estado  se  suspendió  la  exploración  ])or  falta  de  f.mdos. 

La  situación  de  estos  socavones,  como  á  tres  leguas  de  las  ruinas 
de  la  Plata,  hizo  creer  á  muchos  que  el  asiento  principal  de  las  minas 
debía  hallarse  en  otra  parte,  y  nosotros  mismos,  (|ue  estuvimos  allí  en 
1884,  incurrimos  en  ese  error.  Entonces  aconsejamos  á  un  amigo  nuestro. 
D.  Antonio  .losé  de  Toro,  <|ue  escribiera  al  señor  D.  Kicardo  Pereira, 
experto  en  el  examen  de  antiguos  manuscritos,  que  buscara  en  el  Ar- 
chivo de  Indias  de  Sevilla  nuevos  documentos  y  un  mapa  ó  plano  de 
las  minas,  de  cuya  existencia  teníamos  datos  casi  seguros. 


—  loo  — 

Así  s(!  lii/u,  y  el  resultado  de  las  investigaciones  fué  bastante  feliz, 
pues  se  obtuvieron  noticias  completas  sobre  la  situación  de  las  minas, 
<|ue  (M-a  el  i)unto  más  importante.  En  un  legajo  rotulado  Documen- 
tos xohre  la  guerra  y  pacificación  de  lo.s  indion  l'ácces  y  Fijaos,  ¡;on 
lina  descripción  1/  mapa  del  territorio  de  estas  naciones  {Junio  de 
lOOS),  se  liailó  un  extenso  mapa  de  la  Provincia  de  I*áez,  eu  el  cual 
está  ciarauMnite  indicado  el  lugar  donde  so  hallaban  bis  minas,  ([ue  es 
el  mismo  donde  el  sefM)r  (Jabriel  líorrero  descubrió,  en  18G2,  unos  so- 
cavones hundidos. 

Copiamos  eu  seguida  la  jtarte  importante  de  dichos  documentos, 
(jue  sólo  alcanzan  hasta  el  año  de  15(59. 

IMOUMK   l)K    I>.  .HAN    l»r,  ()TÁI.(»1!A,  ( OXTADOlt    OIC     I,A    AUDIENCÍA   DE 

SANTA-FK. 

"  Acabados  los  negocios  de  (Jartago,  pasé,  por  mandado  del  Pre- 
sidente y  Oidores  de  esta  Audiencia,  á  la  ciudad  de  San-Sebastián  de 
la  IMata  á  ver  en  qué  estado  estaban  las  minas  de  plata  y  la  labor  dellas, 
y  las  anduve  y  vi  por  A'ista  de  ojos.  Ellas  están  en  un  cerro  grande, 
aguas  vertientes  al  río  grande  de  la  Magdalena,  una  legua  ó  legua  y 
media  de  la  ribera,  y  hasta  ahora  no  tienen  pozo,  ni  peña,  ni  caja  fun- 
dada, nu'is  de  una  veta  de  metal  de  plata,  no  derecha  sino  echada  norte- 
sur,  y  así  se  lavan  con  agua  y  han  derrocado  con  ella  un  gran  cerro, 
pero  hasta  ahora  no  han  hallado  caja,  sino  una  pared  de  peña  viva,  y 
todo  el  cerro  parece  que  es  piedra  y  tierra  movediza,  y  el  metal  de  la 
I)lata  que  hasta  ahora  han  sacado,  la  mayor  parte  ha  sido  casi  á  raíz  de 
tierra,  un  estado,  dos  ó  tres,  (1)  poco  más  ó  menos,  y  en  bolsas,  que  no 
en  caja  ni  en  veta  formada,  y  así  dicen  que  debajo  en  el  centro  de  la 
tierra  debe  de  haber  gran  ri(|ueza,  y  con  esta  esperanza  labran  y  tra- 
bajan ;  pero  como  digo,  hasta  ahora  no  hay  de  que  echar  mano,  y  creo 
(lue  si  ha  de  haber  riqueza  en  aquellas  minas,  que  es  menester  gastar 
mucho  y  que  haya  mejores  mineros  y  demás  conocimientos  y  expe- 
riencia de  los  que  están  al  ])resente  en  ellas,  porque  todos  ellos  andan 
á  tiento,  y  así  no  se  saca  ninguna  plata  al  iiresente,  y  si  alguna,  muy 
poca  y  muy  de  costa  que  no  provecho. . . . 

"  De  Santafé,  XX  de  Abril  de  15(>0. 

"  Juan  de  Otálora.'^ 
i'AKiíAi'o  lu:  r\  \   ijKí.AcrclN  dki,  (íobeknador  oe  povayÁn. 

"  Muchos  días  liá  ([ue  se  ha  dado  noticia  de  ciertas  minas  de  plata, 
que  es  en  esta  (rolieniación,  de  las  cuales  se  ha  sacado  y  saca  mucho 

(1)  De  cinco  á  quince  pies. 


—  1(»7  — 

metal,  _\  s»-  lian  licclii»  muflías  fiindicifiiu's  v  íMisay<'S  para  saber  si  era 
cosa  rira  v  cu  (|iu'  se  pudiera  irastar  tiempo  \  diñen»,  y  aun(|ue  hasta 
ahora  no  se  ha  dado  en  (d  lieueíici»»  (h'ila,  siempre  se  ha  sacado  muestra 
de  murha  ri(|ue/a  ;  pero  son  los  (|ue  tienen  las  minas  hombres  tan 
poiires,  (|ue  no  han  jiodido  ni  ¡¡ueden  proveerse  de  las  cosas  convenien 
tes,  ni  lia  i>arjido  en  la  tierra  fundidor  que  acertase  con  v\  beneficio 
dellas,  \  entendido  esto  y  con  voluntad  de  (|ue  la  riíjueza  que  de  allí  se 
espera  audey  la  jroceu  vuestros  subditos  y, que  vuestra  real  Hacienda 
sea  acrecenta(hi,  envié  á  Panamá  por  un  fundidor  y  ensayador  que  allí 
estaba,  »|ue  es  hombre  muy  diestro,  y   el   Audiencia  me  U>  envió,  el 

•  ual  hizo  cierto  ensaye  y  sacó  muestra  de  gran  riqueza,  y  así  he  bus- 
<ado  neirros  y  fraguas  y  los  otros  materiales  uue  son  necesarios,  y  le  he 

•  nviado  á  (|ue  haga  uu  rico  ensaye,  y  si  acude  al  mismo  respecto,  creo, 
según  este  ensayador  dice,  que  no  habrá  en  las  Indias  más  rica  cosa.. 
Venhid  es  (pie  es  menester  plomo,  pero  éste  se  habrá  con  poca  costa  y 
trabajo....  t)s  cosa  maravillosa  los  metales  (fue  en  esta  Gobernación 
se  descubren  cada  día ....  He  mandado  tomar  minas  para  V.  M.  en 
lo  (pie  se  tiene  por  mejor  y  ando  dando  orden  para  que  so  hagan  algu- 
nos ensayes  y  trabajaré  (pie  no  s(!  alce  la  mano  hasta  saber  lo  (pie  es. . .  . 

"  De  Popayán  y  de  Diciembre  primero  de  15(57. 

"  I>.  Alrurn  de  Mctuloza  Carvajal."' 

l'.ÚjliAro'    KINAI,     |iK     VNA    KKLACKÍN    UVA.   TU  I'.SI  I)  KNTK    Ww.V.    VKNKlíO 

DK  I.KIVA. 

"  Va\  ((tro  pueblo  de  este  Distrito,  (pie  se  dice  Han-Sebastián  de  la 
Plata,  se  ha  sacado  una  gran  muestra  de  ella  ;  va  en  esta  armada  una 
plancha  para  (pie  V,  M.  la  vea  y  entienda  cómo  si  en  esta  tierra  hu- 
biese hombres  ricos  (pie  i)udiesen  tener  esclavos  y  gastar  alguna  can 
tidad,  se  hallarían,  si  no  me  engaño,  minas  ricas  de  plata  y  otros  me- 
tales, couKt  el  IN-rú.  de  lo  cual  todos  los  oficiales  me  dicen  haber  dado 
relación  á  V.  M. 

•'■  De  SantaR',  á  primero  de  JMiero  de  ir)(Jl). 

"  Ei   ¡jirrnrituln    \'t'iU'ro." 

Nos  (pieda  aiui  por  esclarecer  un  punto  importante:  ¿("iián(''.oy 
|»or  (pié  motivo  fueron  abandonadas  1as  minas  y  la  ciudad  de  la  Plata? 

Es  evidente,  como  lo  asevera  un  autor  contemporáneo,  Fray  ,Ie- 
rónimo  de  Escobar,  (|ue  la  destrucción  de  la  Plata  por  los  indios  en 
li)77  no 'fué  C(unj)leta,  luego  el  abandono  definitivo  de  la  ciudad  por 
sus  habitantes  fué  posterior  á  dicha  fecha. 


—  IOS  — 

I>.  (Jabriel  J'atricio  (íonzález  do  la  Sota,  vecino  y  Procurador  ge- 
neral de  la  Plata,  dice  en  un  escrito  de  petición,  fechado  en  1720: 
'•Jlabiendo  destruido  por  fuerza  de  armas  los  indios  de  nación  jñjaos 
la  ciudad  de  la  Plata,  cuya  desolación  fué  el  año  de  ir>S."),  quedando 
asi  hasta  «lui;  el  año  de  10")!,  el  (lobernador,  1).  ])iego  de  Ospina  Mal- 
donado,  la  reedificó  en  el  sitio  en  que  hoy  se  halla,  con  íuuchas  perso- 
nas originarias  de  ella  (|ue  se  habían  avecindado  en  Timaná,  T*opayán 
y  Caloto." 

Ij\  Capitán  D,  Juan  de  Cabrera,  Procurador  gímeral  de  la  viíla  de 
Timaná,  dice  en  otro  escrito  de  i)etición,  fechado  en  1710:  "  Habiendo 
los  indios  i)ijaos,  de  tiempo  inmemorial  (há  más  de  cien  años),  des- 
truido la  ciudad  que  se  intitulaba  San-Sebastián  de  la  Plata,  de  tal 
suerte  (jue  no  quedó  familia  alguna,  (juemándola  y  arrasándola,  nunca 
•hubo  (juien  en  el  mismo  sitio  la  volviese  á  reedificar Para  la  fun- 
dación de  la  JMata  se  llevaron  íámilias  de  Timaná  y  otras  ciudades,  y 
no  personas  de  aquella  antigua  ciudad." 

Para  abundar  en  pruebas  citaremos  un  último  testimonio.  Existe 
••n  el  archivo  de  Simancas  una  lleal  Cédula  al  Presidente  de  Santafé, 
«•n  respuesta  á  la  carta  que  envió  D.  Diego  de  Espina  Medinilla,  de  10 
de  Junio  de  1020,  sobre  las  "  minas  de  plata  que  se  descubrieron  hace 
cuarenta  años  y  que  por  guerra  de  los  indios  pijaos  se  desbarataron, 
y  que  vuelta  la  paz,  puedan  otra  vez  beneficiarse,  cuya  riqueza  es  in- 
mensa, según  verá  por  el  capítulo  que  envía."  Desgraciadamente  no  se 
pudo  hallar  la  carta  de  Medinilla. 

Xinguna  parte  de  este  Estudio  ha  exigido  mayor  atención  que 
la  que  se  refiere  á  las  minas  de  la  Plata,  La  fama  encareció  tanto  su 
importancia  en  todo  tiempo,  que  las  pocas  noticias  escritas  por  los  con- 
temporáneos que  hemos  logrado  sacar  del  olvido  se  (juedan  pálidas 
ante  los  relatos  fundados  en  la  tradición.  Es  evidente  que  no  hubo  "allí 
extensos  trabajos  de  explotación  como  en  las  minas  de  oro  de  Espíritu- 
Santo  (en  el  Darién)  y  de  Puriticá  (en  Antioquia),  ó  en  las  de  plata 
de  Mariquita. 

En  Agosto  de  1880  se  organizó  definitivamente  la  Compañía  mi- 
nera (le  la  Plata,  dividida  en  olO  acciones.  Siguiendo  las  huellas  de 
trabajos  antiguos  de  explotación,  en  los  cuales  se  hallaron  rodados  de 
cobre  gris  (jue  contenían  hasta  quince  y  diez  y  siete  por  ciento  de 
plata,  se  han  ])uesto  en  varios  puntos  galerías  de  exploración  y  se  han 
gastado  más  d(i  $  00,000.  3Ir.  K.  B.  White  examinó  los  nuevos  tra- 
bajos é  informó  que  las  minas  de  la  Plata  "  tienen  filones  de  una  po- 
tencia extraordinaria  y  se  han  encontrado  minerales  de  una  riqueza 
verdaderamente  sorprendente."  f Diario  Oficial,  número  7,208).  Anun- 
ció, ad(;más,  que  ''  su  riqueza  está  fuera  de  duda."  Estas  noticias  hi- 
cieron subir  á  $  1,500  el  valor  de  las  acciones,  ([ue  han  bajado  después. 


—  i(»;>  — 

l'KStcridrinciitt'  Iih  sido  enviado  allí  un  injrí'nit'ro  de  gnmdo  expc 
lieiiciai,  Mr.  .]olin  C.  l\  Handolplí,  rcstannulor  de  las  minas  de  plata  de 
líoncesvalles  y  Cauíucliín,  en  .Méxici».  Mr.  líandolplí  diee  lo  si;:niente. 
en  carta  ipie  diri^'ir»  al  (íerente  de  la  Compañía  en  Enero  de  ISSS: 
*•  Es  de  toda  «-videncia  (jue  no  se  han  alcanzado  aún  importantes  re 
sultados  en  el  descniírimiento  de  cantidades  considerables  de  minerales 
de  plata  de  Imena  calidad  para  la  exportación  ó  la  rediu-ción,  pero  sí 
parece  t|ne  se  ha  extraído  un  monto  suficiente  de  buenos  minerales 
piíra  ofrecer  estímulo  en  lo  futuro.  La  formación  geolój^ica  de  las  pro- 
piedades <le  la  ('(Mn])añía  de  la  Plata  es  un  tanto  esj)ecial  y  confusa,  y 
una  pesada  capa  de  tierra  inculta  y  nmntnosa  encubre  los  indicios  de 
filones  y  de  mineralización  (lue  tanto  estiman  los  mineros...  En  la 
extremidad  del  socavón  Panamá  se  encuentra  una  veta  de  cTiarzo  de 
e8j>esor  considerable,  (|ue  me  parece  más  formal  y  con  mejor  apariencia 
de  mineralización  (|ue  las  demás  (jue  he  visto.  No  puedo,  sin  embargo, 
jironosticar  nada  hasta  seguir  cuidadosamente  la  veta  por  algún  espa- 
cio.... Kepetiré,  en  fin,  í|ue  no  es  de  ninguna  manera  evidente  que 
esta  jiropiedad  sea  de  valor,  ó  no  lo  sea." 

¿  Responderá  esta  empresa  á  las  grandes  esperanzas  que  su  restau- 
ración liizo  nacer  ?  Así  lo  deseamos  vivamente;  escribimos  en  los  mo- 
mentos en  que  sí;  trata  de  arrancar  e^te  secreto  á  la  tierra,  que  pronto 
lo  revelará. 

IX, — PANAMÁ  V  DARIÉN. 


Diego  de  Porras,  en  su  relación  del  cuarto  viaje  de  (Jolón,  refiere 
cómo  habiendo  entrado  éste  con  sus  navios  en  el  río  de  Veragua  (150.3) 
"  se  informó  del  Cacique  á  dó  estaban  las  uiinas  de  oro;  de  muy  buena 
voluntad  lo  dijo,  é  así  lo 'fizo  que  envió  dos  hijos  suyos  á  que  nos  las 
enseñasen ....  Hallamos  muchas  minas  afondadas  de  los  mismos  indios, 
fondura  de  medio  estado:  son  muy  diestros  en  el  sacar  del  oro.  Fuemos 
75  hombres  á  ellas,  é  en  obra  de  un  día  sacamos  dos  ó  tres  castellanos 
sin  aj)arejo  ninguno,  sino  de  las  mismas  minas  (|ne  los  indios   tenían 

fechas.  Es  el  oro  muy  menudo." Las  minas  de  aluvión  de  Veragua 

se  explotaron  en  grande  después  de  la  cóníjuista  y  se  sacó  mucho  oro 
de  ellas.  Consta  (|ue  á  fines  del  siglo  XVI  trabajaban  en  ellas  nume- 
rosas cuadrillas  de  esclavos. 

Mr.  Bancroft  dice  en  su  Historia  de  la  America  Central :  ''  La 
Provincia  de  Veragua  está  situada  entre  los  dos  océanos  y  se  compone 
en  gran  parte  de  ásperas  é  inaccesibles  sierras,  de  cuyas  faldas  caen 


—  lio  — 

torrentes  (jue  arrastnin  en  iibuiidaiicia  el  metal  precioso,  de  fácil  ex- 
tracción. Los  españoles  tuvieron  ¡¡ronto  noticia  de  esta  riqueza  y  las 
minas  fueron  invadidas  ])or  los  trabajadores.  Cuando  las  fuerzas  de  los 
naturales  s(í  hallaron  inferiores  á  la  tañía,  l(»s  españoles  tomaron  á  su 
servicio  robustos  negros,  en  tai  número,  (jue  en  los  días  prósperos  de  la 
minería,  que  llegaron  á  su  apogeo,  hacia  el  año  1570,  había  dos  mil  ocu- 
pados en  labores  de  minas. 

"  Tenemos  un  boscjuejo  del  trabiijo  de  las  minas  en  un  informe  de 
los  gastos  en  relación  con  unas  quince  que  se  beneficiaban  j)or  cuenta 
del  Rey.  Además  d(íl  Intendente,  del  herrero  y  su  ayudante,  trabajaban 
en  ellas  unos  cien  negros :  setenta  habían  sido  recientemente  impor- 
tados de  África  y  una.  tercera  parte  del  número  eran  mujeres.  El  gasto 
total  por  año  era  poco  ii^ferior  á  $  1¿0,000. 

"  El  rendimiento  general  si  fue  rico  no  fue  de  larga  duración  y  el 
número  de  los  mineros  disminuyó.  En  1580  sólo  había  cuatro  caseríos 
de  minas  en  toda  la  Provincia.  La  Concepción,  Trinidad,  Santafé  y 
San-Carlos,  que  contenían  un  todo  unos  170  vecinos,  ocupados  todos 
en  labores  de  minas." 

Poco  después  de  la  fundación  de  Zaragoza  muchos  de  los  capitanes 
de  minas  de  Veragua  (Fray  Pedro  Simón  cita  los  nombres  de  ocho  de 
entre  ellos)  se  trasladaron  con  sus  cuadrillas  de  negros  á  aquella  po- 
blación, llevados  por  la  fama  de  la  riqueza  del  río  Porce. 

Hacia  1667  dos  piratas,  Moisés  Vauclein  y  Pedro  el  Picardo,  to- 
maron y  saquearon  la  villa  de  Veragua.  "Los  habitantes  de  la  villa  son 
pobres,  dice  Ex(|U('melíu,  no  teniendo  algún  comercio  sino  sólo  trabajar 
en  las  minas,  donde  hay  algunos  de  ellos;  pero  otra  persona  no  busca 
el  oro  que  los  solos  esclavos,  á  los  cuales  fuerzan  á  minar,  (|ue  mueran 
ó  vivan,  y  lavar  la  tierra  que  sacan  en  los  ríos  cercanos,  en  los  cuales 
se  suelen  hallar  algunos  pedazos  de  oro  grandes  como  garbanzos.  Los 
piratas  no  hallaron  en  tal  robo  más  (jue  siete  ú  ocho  libras  de  oro." 

La  riíjueza  de  las  minas  de  Veragua  se  fue  agotando  con  el  tiemj>o; 
D.Jorge  Juan  y  1).  Antonio  de  ITlIoa  dicen:  "No  es  mayor  el  fo- 
mento (jue  experimentan  las  minas  de  Veraguas  y  Panamá,  y  esto 
])rocede  de  dos  causas :  la  una  es  que  los  metales  son  poco  abundantes 
en  ellas  y  el  oro  (|ue  dan  no  de  tanta  ley  como  el  de  las  del  Darién  ;  y 
la  otra  (([ue  es  asimismo  la  más  pod(írosa)  (|ue  teniendo  en  aquellos 
mares  el  rico  producto  de  las  perlas  con  que  cuentan  aíiuellas  gentes 
más  seguras  las  ganancias,  se  aplican  á  él,  prefiriéndolo  al  oro  de  las 
minas,  más  costoso  de  adquirir ;  pero  no  j)or  esto  dejan  de  trabajarse 
alguna^,  aunque  pocas."  ^Nledio  siglo  después  escribía  D.  Antonio  de 
Alcedo:  "  Veragua  es  muy  rica  de  minas  de  oro,  de  que  se  ha  sacado 
nnichísimo,  particularmente  de  una  llamada  de  (iuerrero  por  el  ape- 


— 111  — 

llido  (If  su  «h'sculiridor;  pero  liov  se  traliajitii  poco  jior  el  excesivo  costo 
(|He  tiene  el  conducir  los  materiales  y  los  alinu/ntos  j)or  a(|uellas  asjic 
rísinias  sierras,  pues  t^mto  importa  una  arroba  de  earutí  como  su  con 
dncciiMí,  por(|ne  ésta  se  liace  en  liomliros  ile  los  indios,"'  Sjcmiire  ha 
haltido  no  obstante  alíennos  lavaderos  de  oro.  Los  nn'is  i>roductivos  se 
hallan  en  los  ríos  8antiajío,  Conrepción,  Barrera  y  Zapaterito.  ''Todo 
hace  creer,"  dice  Mr.  Lt»ck,  "(|ue  en  los  saltos  l)ajos  del  Santiairo  exist»- 
un  inmenso  depósito  aurífero,  pues  en  l.S.V)y  18.")<>  se  lavanm  allí  tierras 
excesivamente  ricas',  tomadas  de  la  orilla  del  hoyo,  abajo  de  los  saltos. 
Dicen  (jue  una  sola  batea  llena  de  titira  dio  una  libra  de  on),  y  (|ue  sa- 
c^iron  muchas  (jue  dieron  de  una  hasta  cuatro  onzas.  Vai  distintas  épocas 
se  han  hecho  tentativas  de  lavar  las  tierras  superficiales  de  esta  hoyada; 
pero  la  profundidad  del  agua  ha  sido  demasiado  grande  jtara  los  métodos 
imperfectos  (|ne  se  han  emi)leado.'''' 

Mnchos  ríos  del  Departamento  de  l'anannV  arrastran  arenas  más  ó 
menos  ricas  en  oro,  (|ue  se  han  ex])lotado  en  distintas  épocas  y  aun  se 
explotan  h(»y  en  i)e(|ueña  escala.  La  más  notable  de  estas  nñnas  de 
aluvión  es  la  de  San-Antonio,  en  el  (Joclé,  la  cual  alcanzaba  á  ])rodu- 
cir  4(),(MK)  pesos  al  año.  (Felipe  Pérez). 

El  doctor  Callen  dice  lo  sigui<mte  :  '•'■  Kl  ¡'(inameno  iW  S  de  Di- 
ciembre de  184!>  ciMitiene  un  infornuí  sobre  las  extensas  (-xcavaciones 
de  oro  (|ue  aseguré  (|ue  existen  en  la  región  comprendida  entn;  Pana- 
má y  Paconi^  Kn  el  curso  ihí  '*sta  excursión  pasé  los  ríos  Matasnillo, 
Abajo,  lialaha,  ]\Liriprieta,  San-Bartolomé  y  .Inaii  Díaz,  y  vi  en  mu- 
chos jiuntos  señales  (evidentes  de  los  trabajos  de  minas  de  los  (ispaño- 
les.  (1)  El  oro  en  polvo  (|ue  extraje  tenía  veintidós  (|n¡lates  de  tiiu». 
(ycn-a  d(í  San-Bartolomé  está  (d  c(írro  del  IMIón-de-oro,  donde  se  ase- 
gura encontró  un  habitante  de  Lima  una  enorm(í  i)ep¡ta  de  oro." 

'"■  Xo  hay  duda,'  agrega  El  I*(in<tnuñ<t,  '  de  (¡ue  hay  oro  en  las  mi- 
nas d(d  Istmo,  á  una  jornada  de  viajcí  de  J'anamá;  el  fluez  Shaltuck,  ca- 
ballero de  muy  elevado  carácter,  y  el  doctor  Cullen,  jxirsona  entendida 
en  las  operaciones  de  minas  de  ('alifornia,  exi)resa.n  laoi)inión  de  ([U(í  el 
oro  existe  allí  en  partículas  snÜí-icuitemente  grandes  y  en  bastante  can- 
tidad para  justificar  trabajos  de  explotación.' 

"  Ij(f  KstrelUí  dr  PíOKdná,  de  14  de  Diciembre  de  1S.")L'.  da  el  resul- 
tado de  las  exploraciones  del  Mayor  Doss  cerca  del  río  Chepo,  y  en  su 
principal  afluente  el  Terrable.  VA  halló  oro  en  todas  las  aguas  d(í  «'Ste 
Distrito,  (L*)   y   cada   batea   de  arena  le  di('»  de  L'."»   á  .'{O   centavos.   Mr. 

(1)  A  tales  Mabajíjs  se  ifHeie,  á  no  dudarlü,  Cie/.a  de  Ijeóii,  cuandi)  dice,  ha- 
blandu  de  Panamá  :  "  Los  ríos  llevan  inuoiio  oro,  y  así,  hu'go  que  se  tiind»)  esta 
ciudad,  se  sacó  nmdia  cantidad." 

(2)  En  esta  comarca  hubo  un  pueblo  y  asiento  di;  minas  llamad.»  Pasijra, 
que  los  indios  del  Dai'íén  destruyeron  en  1775. 


—  1 1 1'  — 

Seuiu'tt  la\»'»  en  mi  día  cinco  onzas  de  oro.  l'jl  Mayor  Doss  descubrió 
la  antifi'iia  ininii  de  Susú,  celebrada  por  su  riíjueza.  Se  asegura  que 
cuando  se  excavaba  después  d<;  1.S21,  se  derrumbó  dejando  sepultada 
una  ^M-an  cantidad  de  oro  qu(í  estaba  á  i)unto  de  ser  extraída.*' 

l'^l  Coronel  W.  I).  Farrand  se  luí  ocupado  en  los  últimos  años  en 
ilesarrollar  hi  explota<;ión  de  los  poderosos  filones  de  cuarzo  aurífero 
(|ue  existen  en  la  l'rovincia  de  A^eragua,  á  pocas  leguas  de  distancia 
del  golfo  de  Parita.  El  luí  intervenido  en  la  organizacióu  de  dos  com- 
pañías nnneras  americanas  (jue  han  emprendido  la  construcción  de 
molinos  de  pisones.  "  Todo  el  distrito  es  excesivamente  rico.  Muchos 
mineros  californianos  han  visitado  las  minas  después  de  que  estuvo 
allí  el  Coronel  Farrand,  v  todos  han  declarado  que  son  de  una  exten- 
sión tan  considerable  y  dan  tantas  esperanzas  como  las  más  ricas 
Itív-^alifornia,  Nevada,  Colorado  y  Nuevo-México.  El  trabajo  es  barato 
y  las  provisiones  abundantes  y  de  l)uena  calidad."  (Star  el;  Herald, 
Abril  23  de  1887). 

De  intento  hemos  dejado  para  final  de  la  primera  ])arte  de  este 
capítulo  la  muy  importante  líelación  de  D.  Juan  Antonio  de  la  Mata, 
Gobernador  de  la  l'roviucia  de  Panamá,  sobre  el  estado  de  las  miníis 
de  Veraguas  en  1812.  Fué  escrita  para  insertar  en  ella  un  informe  de 
D.  Juan  Nepomuceno  López,  minero  de  Veraguas,  en  cuyas  montañas 
había  pasado  desde  su  infancia  trabajando  minas,  y  que  á  la  sazón  era 
Procurador  y  Síndico  de  este  ])ueblo.  Dice  así : 

"  Santiago  de  Veraguas  abunda  en  toda  la  Provincia  de  ricos 
minerales  de  oro,  por  lo  ([iie  los  nuevos  pobladores  la  llamaron  Nueva 
Castilla  d(!  Oro.  Los  núnerales  de  San-Francisco  de  la  montaña,  (1) 
conocidos  con  el  nombre  de  Aguacatal,  distantes  siete  leguas  de  San- 
tiagt),  fueron  muy  pingües,  |)ero  hace  treinta  y  cinco  años  que  se  aban- 
donaron ]ior  la  dificultad  de  trabajarlos  y  por  falta  de  inteligentes,  y  la 
principal  causa,  i)or(|ue  teniendo  los  trabajadores  cierta  parte  en  el  oro 
que  sacan,  si  acaso  éste  escasea  abandonan  las  labores  y  los  dueños 
que  han  costeado  los  gastos  quedan  sin  reintegrarse  y  no  pueden  con- 
tinuar sus  labores. 

''  Las  minas  de  Cancuas  y  Lajillas  fueron  poderosas  hace  veinti- 
ocho años,  mas  habiéndolas  profundizado  bastante  se  hubo  de  abando- 
narlas por  tener  que  plantear  algunas  máquinas  que  exíragesen  el  agua. 
Todas  estas  minas  y  otras  muchas  se  han  descubierto  por  casualidad. 

•'  En  las  costas  del  Aíar  del  Sur,  en  las  playas  de  Toreo  (2)  está  el 

(1)  San-Francisco  está  situado  cerca  del  río  Santa-Alaría. 

(2)  El  río  Toreo  desemboca  cerca  de  la  punta  Duartes,  ú  la  entrada  del 
golfo  de  Jlontiio. 


—  ii;{  — 

célebre  río  de  este  noinltrc,  y  Iiíumí  cuarenta  afios  (jiu!  un  mouteador 
las  halló  cubiertas  de  oro  moñudo  :  este  distrito  se  repartió  entre  mu- 
chos mineros,  á  razón  de  cuatro  varas  cada  uno,  en  todo  el  término  de 
una  lejíua  ;  una  avenida  cubrió  de  arena ^  este  sitio,  y  desde  entonces 
desapareció  la  riíjueza,  «jue  atribuyeron  y  se  ¡¡ersuadieron  fué  arrastrada 
por  las  ajruas  del  río. 

'*  Kl  río  8an-l'ablo  desagua  en  la  ensenada  de  Montijo  ;  en  el 
¡)ueblo  de  Soná,  ({'le  está  en  sus  riberas,  hay  minas  abundantes  de  oro 
que  los  vecinos  trabajan,  á  lo  que  se  llama  ffurgiisco.  (1)  S(í  extien- 
den considerablemente  estos  minerales,  pues  llegan  al  río  Lovaina, 
donde  hts  antiguos  sacaron  cuantiosas  ri(|uezas. 

••  Vln  la  montaña  de  Veraguas  hay  tres  clases  de  labores  ó  minera- 
les de  oro  :  ])rimera,  las  vetas,  hilos  y  venas  ;  segunda,  lay  hucicas,  (2) 
y  tercera,  las  th;  oro  corrido  ó  veneros.  De  las  primeras  se  trabajó 
la  celebrada  mina  de  3Iargafa.  Está  abandonada  por  haber  fallecido 
hace  diez  y  ocho  años  su  poseedor  y  no  tener  fondos  la  viuda  para 
y)roseguir  la  empresa,  ([ue  podría  hacerse  á  poca  costa. 

"  La  mina  de  la  Soledad,  su  limítrofe,  ha  estado  abandonada  has- 
tíi  ahora  que  el  exponente  y  el  Coronel  U.  Juan  Domingo  de  Iturralde 
han  em.prendido  su  restauración  con  diez  negros  á  ([uienes  han  dado 
libertad,  sacando  cada  uno  tres  mil  pesos  libres,  con  los  cuales  lian 
liecho  un  establecimiento  útil  y  fomentado  aquel  mineral. 

"  En  el  'río  Bejuco  hubo  otros  minerales  y  lo  mismo  en  Calobé- 
bora,  ZapatfU'o,  Veragua-viejo,  Guasaro,  Belén,  Codé  y  Palmillas 
(Palmea  ?)  :  en  estos  tres  últimos  hay  algún  gurguseo  en  el  verano. 

"  La  labor  de  hucicas,  peculiar  á  este  terreno,  es  diferente  de  la 
anterior.  Las  hucicas  se  hallan  entre  los  ríos  Santiago  y  Barrera.  Esta 
clase  de  minerales  son  unos  cerros  de  poca  eminencia  terminados  por 
unos  planos  de  más  ó  menos  extensión.  Se  hallan  encadenados  y  algu- 
nas veces  cortados  por  cañadas  ;  á  poco  que  se  profimdiza  en  los  planos 
de  su  terminación  se  halla  una  capa  horizontal  de  piedra  durísima  que 
se  llama  tosca;  como  no  puede  romperse,  se  evita  su  encuentro  abriendo 
la  boca  de  la  mina  por  uno  de  los  lados  de  la  montaña,  donde  por  en- 
contrarse blandura  hay  (pie  ademar  la  dicha  entrada  y  cañón  (3),  que 
sigue  continuándose  hasta  encontrar  el  metal,  sucediendo  varias  veces 
el  hallar  abortos  de  oro  de  la  mayor  ri(|ueza,  pues  hace  dos  años  que 
sólo  la  cantidad  de  tierra  que  se  puso  á  lavar  en  una  artesa  dio  media 
arroba  de  oro. 

(1)  Las  voces  tjurgusero,  burbusero,  gurguseo  y  burbuseo,  que  eran  muy 
usadas  en  el  Istmo,  son  equivalentes  de  mazamorrero  y  mazamorreo. 

(2)  Las  hucicas  son  aluviones  de  cerro. 

(3)  Cañón:  galería  ó  socavón. 

8 


—  114  — 

"  El  trabajo  de  las  hucicas  se  inutiliza  ponjue  sueUí  atravesarse 
en  el  cañón  un  banco  tle  la  piedra  dura  llamada  tosca,  (jue  se  vence  á 
tuerza  de  penalidades  y  arbitrios  bastante  costosos,  particularmente  lo 
(jue  se  conoce  con  el  nombre  de  taladros  con  el  fin  de  sacar  las  aguas ; 
los  cuales  suelen  errarse  en  su  dirección,  porque  hasta  ahora  no  se  ha- 
bía hecho  uso  de  la  brújula  para  guiar  su  rumbo.  Tampoco  es  fácil  dar 
ventilación  á  las  minas  por  lo  que  cuestan  las  comunicaciones  de  nue- 
vos cañones. 

"  Los  antiguos  trabajaron  estas  hucicas,  pues  se  han  hallado  en 
ellas  muchas  herramientas  y  otros  objetos  que  lo  demuestran,  pero  no 
sabían  vencer  como  ahora  ninguna  dificultad  de  agua  ó  banco  de  pie- 
dra. Hay  machos  cerros  de  esta  especie,  y  su  trabajo  y  riqueza  se  des- 
cubrió por  la  constancia  del  minero  Hilario  liodríguez,  quien  hace 
veintiséis  años  empezó  á  dedicarse  ii  él,  venciendo  las  dificultades  de 
la  piedra  dura  que  se  le  interpuso,  socavando  por  debajo  de  ella,  cuan- 
do no  pudo  romperla  por  medio  del  fuego  y  agua  con  (jue  procuró  des- 
quebrajarla. Desde  entonces  se  hallan  estos  trabajos  en  buen  estado  y 
se  cree  aumenten  y  se  perfeccionen. 

"  El  trabajo  en  los  minerales  de  oro  corrido  ó  veneros  también  se 
hace  en  las  montañas  de  Veraguas,  en  los  ríos  y  quebradas,  vegas  y 
llanos,  desde  Coclé  y  Palmillas  hasta  los  ríos  (jue  habitan  los  indios 
bárbaros  guaimíes  :  se  han  hallado  abortos  de  oro  muy  extraordinarios. 

''  En  el  río  de  San-Bartolomé  se  da  el  oro  en  puntas  hasta  del 
peso  de  una  libra,  pero  se  halla  t<in  metido  entre  ])iedras  duras  y  cues- 
ta tanto  trabajo  sacarlo,  que  se  ha  abandonado  su  "labor  porque  la 
dureza  de  la  i)iedra  no  cedcí  al  fuego.  Mucha  es  la  ignorancia  de  estos 
mineros,  (jue  no  <.'onocen  el  uso  de  los  barrenos. 

"  En  el  río  San-Antonio  es  constante  el  gurguseo,  pues  todos  los 
años  conducen  las  aguas  cautidad  considerable  de  este  metal. 

"  Finalmente,  aseguro  que  es  tan  grande  la  extensión  de  este 
terreno  en  (lue  se  halla  el  oro,  ([ue  pudieran  trabajar  en  toda  la  mon- 
taña y  provincia  .")(),()()()  hombres,  con  proporción  de  terrenos  para  toda 
especie  de  semillas. 

"  Cuando  el  mineral  estaba  eu  actividad  j)roducía  de  ocho  á  diez 
quintales  de  oro  al  año.  Estos  últimos  cuatro  años  han  sido  escasos, 
pues  no  se  han  beneficiado  más  tpie  siete  ú  ocho  arrobas  en  cada  año.'' 

II 

La  ricjueza  de  las  minas  de  la  comarca  del  Darién  ha  sido  prover- 
bial desde  el  tiempo  de  la  conquista,  •'  El  E^ey  mandó  que  la  llamasen 
Castilla  de  Oro,  porque  decían  que  era  muy  rica  tierra."  (Oviedo).  En 


—  ii:»  — 

uiiji  carta  diriu'itlii  al  Monarca,  por  N'asco  Núñez  de  Jíalboa,  en  I"»!.;, 
dice:  "En  esta  Provincia liay  dí'scnbicrtas  muchas  y  muy  ricas  minas, 
hay  oro  en  mucha  cantidad  :  están  descubiertos  treinta  ríos  que  tienen 
oro  ;  salen  de  una  sierra  (|ue  está  hasta  dos  le¿ruas  de  esta  vilhi."'  (San- 
ta-María la  Antigua). 

El  Dariéu  se  pobló  tard»'  y  sus  minas  no  fueron  explotadas  hasta  la 
segunda  mitad  del  siglo  XVII.  Hacia  1(505  se  construyó  la  casa  fuer- 
te ilel  Keal  de  Santa- .María,  á  la  orilla  del  río  Pirre,  para  atender  á  la 
seguridad  de  los  trabajos  de  explotación.  Estos  se  establecieron  al  prin- 
cipio, con  muchísimo  provecho,  en  el  partido  de  Tueutí,  (1)  en  los 
asientos  de  minas  bajas  de  Troncoso,  Sábalo,  Tayecua  ó  Marea,  Ar- 
quiatí.  Bagre,  etc.,  beneficiando  las  arenas  muy  auríferas  de  los  afluen- 
tes del  Tuira  que  nacen  en  la  serranía  del  Darién.  Pocos  años  después, 
antes  de  1(>8(>,  se  descubrieron  los  ri(iuísimos  minerales  de  Cana  y  se 
empezó  el  laboreo  de  la  veta  de  oro  más  rica  (jue  se  ha  conocido  en  Co- 
lombia, la  de  Espíritu-Santo.  Con  esto  aumentó  considerablemente  la 
producción  de  aquella  comarca,  la  que  por  muchos  años  fue  muy  supe- 
rior á  la  de  todas  las  demás  j)rovincias  juntas  del  Nuevo  líeino  de 
(1  ranada. 

En  IG.Sy  ya  escribían  I).  Fernando  de  (iuzmán  y  D.  Isidoro  Mar- 
tínez, Procuradores  de  Panamá :  ''  La  provincia  del  Darién  es  una 
tierra  generalmente  poderosa  de  oro  d(!  muy  sul)idos  (juilates,  pues 
llegan  á  L'L*  y  granos;  en  tal  manera  (|ue  en  cualquier  paraje,  ó  sea  río, 
([uebrada  ó  amagamiento,  ó  sea  en  la  montaña  (jne  hv  quiera  trabajar, 
se  halla  considerable  jornal.  El  más  corto  r|ue  hasta  ahora  se  ha  reco- 
nocido ha  pasado  de  un  castellano,  aunque  los  ha  habido  en  i)arajes  de 
iniatro  y  cinco,  y  en  otras  partes  de  ciento  y  cincuenta,  y  de  doscien- 
tos, aun(|U«'  no  sea  general,  sino  particular :  pero  lo  común  es  lo  arriba 
referido." 

(>ousta  que  en  ITOS  los  (|uintüs  del  Key,  de  las  minas  de  Cana,  al- 
canzaron á  82,ÍK)0  <;astellanos  (377  kilog.),  (¡ue  valen  L*.'i2,S8()  pesos. 
Entonces  se  cobraba  el  seis  y  medio  i)or  ciento  de  (juintos  y  cobos, 
luego  el  producto  total  de  las  minas  fue  de  ll*,015  libras.  En  171.'?  se 
contaban  ocho  asientos  de  minas  de  aluvión,  y  llegaron  á  ocMiparse  en 
ellas  más  de  cuarenta  cuadrillas  de  mineros.  -V  tanta  i)rosperidad  puso 
lin  la  sublevación  general  de  los  indios,  que  tuvo  lugar  por  los  años  de 
I7L*<>  y  17l'7.  De  este  fatal  acontecimiento  y  de  sus  consecuencias  tra- 

1 1;  El  pueblo  de  Tucuti  estaba  situado  á  orillas  del  río  Balsas,  cerca  de  las 
minas  de  Troncoso.  Un  francés  <jue  vivió  allí  hace  pocos  años  se  ocupaba  en 
lavar  oro  de  las  arenas;  refieren  que  el  que  sacaba  en  la  semana,  en  bastante 
abundancia,  lo  exponía  los  domingos  al  sol  en  un  cuero  y  hnígo  lo  ocultaba 
Después  de  su  muerte  no  pudo  saberse  dónde  lo  tenía  enterrado. 


—  IIG  — 

taremos  más  extensamente  en  la  noticia  que  consagramos  á  la  mina  de 
Espíritu-Santo,  A  ella  nos  referimos  igualmente  en  lo  tocante  al  pro- 
ducto de  las  minas  del  Darién  y  á  otras  particularidades  interesantes^ 
El  conocimiento  que  tenemos  de  la  riqueza  .de  aquella  comarca  lo 
debemos  al  Teniente-coronel  1).  Andrés  de  Ariza,  que  fué  su  Gober- 
nador durante  algunos  años  y  dejó  varios  informes  importantes.  Citare- 
mos algunas  de  las  noticias  que  nos  da  : 

"  Todas  las  montañas  de  esta  Provincia,  y  por  consiguiente  las  ca- 
beceras de  los  ríos  de  donde  se  originan,  son  reconocidas  por  riquísimos 

y  abundantes  minerales  de  oro Xo  hay  duda  ninguna,  según  lo  que 

refieren  los  indios  parciales  de  estos  pueblos  reducidos  á  campana,  que 
apenas  hay  palmo  de  tierra  en  esta  Provincia  que  no  sea  de  mineral  de 
oro ;  esto  es,  cada  uno  de  dichos  indios  afirma  que  en  tal  ó  cual  río  ó 
quebrada  en  que  lia  nacido  había  visto  oro  cuando  iba  á  montear  con 
sus  mayores,  pero  que  éstos  siempre  le^  encargaban  la  precaución  de 
no  cogerlo.  Sus  mentidos  ritos  se  lo  estorban  con  la  superstición  de  que 
si  lo  sacan  de  donde  lo  depositó  la  naturaleza  se  mueren  al  instante, 
como  también  si  no  estorban  á  otras  naciones  utilizarse,  resulta  la  peste 
de  viruelas  y  otros  daños  graves." 

Acostumbraban  los  indios  poner  como  de  guardia  algunas  familias 
en  los  lugares  á  donde  sospechaban  que  pudiesen  ir  los  extraños  en 
busca  de  oro.  Cuenta  Ariza  (jue  en  la  quebrada  que  desagua  al  río  Ma- 
drantí,  con  motivo  de  haber  una  exquisita  producción  de  oro  á  manera 
de  un  carámbano  grande  que  sale  de  entre  las  peñas  formando  una  es- 
pecie de  teja  ó  caño  por  donde  corre  el  agua,  D.  Gregorio  liosero, 
compadre  de  un  indio  de  aquel  paraje,  que  le  dio  esta  noticia,  trató  con 
el  Capitán  Felipe  Santiago  Cabrejo.  Dispusiéronse  para  ir  con  cuadri- 
lla á  trabajar  á  JMadrantí,  nuis  apenas  lo  supieron  los  indios,  mataron 
al  c<)mi)adre  de  liosero,  por  haberles  mostrado  el  paraje,  y  á  la  mayor 
parte  de  los  negros. 

Igual  suerte  corrieron  otras  cuadrillas  que  intentaron  explotar  ricas 
minas  situadas  en  la  serranía  de  Mali,  en  el  río  Cuque  y  en  la  que- 
brada Barbudo. 

Pasando  en  1740  D.  Joaquín  de  Balcárcel,  protector  de  los  indios, 
por  la  quebrada  del  Playón,  que  entra  eu  el  Sucubtí,  vio  mucha  rique- 
za de  oro.  Los  caciques,  ([ue  se  preciaban  de  ser  sus  amigos,  le  asegu- 
raron que  si  tomaba  algo,  el  vulgo  de  los  indios  lo  mataría,  sin  poderlo 
ellos  remediar.  D.  Joaquín  tomó  con  recato  dos  piedrecitas  del  tamaño 
de  un  huevo,  tachonadas  de  oro,  con  que  obsequió  al  señor  Eslava,  y  que 
produjeron  diez  y  ocho  castellanos.  El  mismo  Balcárcel  vio  en  otra 
ocasión  en  un  arroyo  que  desagua  en  dicho  río  Sucubtí  muchas  piedras 
y  pepitas  de  oro,  las  (|ue  no  tomó  por  recelo  de  los  indios. 


—  117  — 

Se  cuenta  (jue  había  en  Santa-Cruz  de  Cana  un  mulato  iiiuy  per- 
dulario. "  Habiendo  i)erdido  todo  lo  que  tenía  se  desapareció  por  algu- 
nos días,  y  iiii'tit'-udose  i)or  entre  a<|uelIos  cerros  acertó  á  entrar  j)or  un 
arroyo  en  dond»'  encontró  muchas  pepitas  de  oro,  las  cuales  amarrándo- 
las con  una  majagua  en  forma  de  rosario,  se  lo  echó  al  cuello,  presen- 
tándose en  la  iglesia  un  domingo,  de  cuyo  acaecido  con  la  novedad, 
procuraron  saber  el  paraje  donde  las  liabía  cogido,  y  le  pusieron  la  mina 
•b'l  liosario,  (jue  es  un  cerro  de  los  famosos  de  Cana." 

Todo  lo  que  Ariza  dice  de  esta  comarca  privilegiada  hace  creer  que 
la  gran  cantidad  de  oro  que  de  ella  se  extrajo  á  fines  del  siglo  XVII  j 
l)rincipios  del  XVIII,  no  es  sino  un  anuncio  de  las  inmensas  riquezas 
que  guarda  su  suelo  á  los  futuros  explotadores  de  sus  minas. 

Pero  no  nos  separemos  de  él  sin  dar  á  conocer  algunas  otras  noti- 
cias Sobre  minas,  que  tomamos  de  su  Informe  de  1780  : 

"  En  una  (juebraba  (^ue  desagua  al  río  Yape,  y  éste  en  el  Tuira, 
medio  día  más  arriba  del  pueblo  de  Pinogana,  monteando  en  dicho 
paraje  el  indio  Isidro,  hermano  del  Teniente  D.  Ignacio  Navarro,  vio 
el  año  próximo  pasado  que  salían  de  entre  unas  peñas  cantidad  de 
granos  de  oro  del  tamaño  de  los  de  maíz,  que  por  encima  de  las  arenas 
estaban  en  la  corriente  del  agua. ...  El  referido  indio,  que  es  de  los 
neófitos,  ningún  grano  ha  tomado  á  causa  de  que  su  ciega  creencia  se 
lo  estorba  y  sólo  se  lo  reveló  á  su  dicho  hermano,  y  éste  á  mí ;  quien 
me  aseguró  que  arabos  están  prontos  á  enseñar  el  paraje,  lo  que  no  se 
liá  verificado  jtor  las  ocupaciones. . . . 

"  Conocen  á  Titanape  y  sus  riquezas  de  oro  los  más  de  estos  indios, 
especialmente  el  lenguaraz  Juan  Rafivel  Simancas  y  el  Teniente  D. 
Ignacio,  que  nació  en  aquel  paraje  y  se  crio  hasta  la  edad  de  adulto 
que  salió  de  la  gentilidad.  Simancas,  que  nació  en  Cartagena,  se  crió 
desde  muy  niño  entre  los  indios  y  concurrió  con  ellos  por  más  de  vein- 
tiséis años  á  todas  sus  caminatas  y  piraterías,  en  consocio  de  los  fran- 
ceses, cuyo  idioma  posee  perfectamente  ;  me  ha  dicho  varias  veces  que 
si  yo  despachara  gente  á  Titanape,  que  está  junto  á  las  habitaciones 
viejas  de  Palugana,  y  éste  desagua  al  Tuira,  aunque  fuera  arrastrando 
iría  á  enseñarlas,  por  conseguir  algún  alivio  para  pasar  su  vejez,  y 
afirma  que  las  pepitas  de  oro  se  sacan  allí  á  poca  costa  escarbando  so- 
lamente las  arenas  en  algunos  remansos  que  hace  el  agua. 

"  Afirma  Simancas  (jue  cerca  de  la  sierra  de  Malí,  á  la  parte  del 
sur  de  ella,  en  un  arroyo  que  desagua  en  el  río  Pucro,  hay  también  á 
la  vista  rauclia  piedra  mineral,  de  donde  cierta  cuadrilla  de  negros,  que 
se  había  huido  del  Chocó,  sacó  mucho  de  este  rico  metal ;  pero  antes 
que  se  a¡)rovecharan  de  él  murieron  todos  á  manos  de  los  indios. 

''  En  el  río  Congo  hay  una  (juebrada  llamada  Barbudo,  muy  pode- 


—  1  l.S  — 

rosa  de  oro,  do  la  cual  tengo  noticia  por  los  documentos  originales  que 
vi  de  su  acotamiento,  librados  el  año  de  nueve;  pero  apenas  su  dueño 
empezó  á  beneficiarlo  cuando  los  indios  de  Bayano  ó  Chepo,  que  están 
por  allí  inmediatos,  estorbaron  su  extracción. 

"  Acabo  de  experimentar  qnv  habiéndome  ofrecido  el  Teniente 
Navarro,  del  pueblo  de  neófitos  de  Pinogana,  enseñar  una  quebrada 
muy  rica  de  oro  que  había  visto  en  la  de  Urutí,  sabida  que  fué  la  ofer- 
ta i)or  algunos  viejos  y  viejas  del  pueblo,  amedrentaron  á  dicho  Te- 
niente diciéndole  que  si  enseñaba  la  quebrada,  al  momento  se  la  qui- 
tarían los  españoles  }'  sucedería  también  una  gran  peste  de  viruelas 
por  él  y  su  familia,  y  por  consiguiente  habría  muchas  tejii])estade8  y 
muertes  repentinas." 

M.  Luciano  de  Puydt  asegura  (|ue  casi  todos  los  ríos  del  Darién, 
en  particular  los  (|ue  derraman  en  el  Pacífico,  arrastran  arenas  au- 
ríferas. 

Los  últimos  exploradores  del  Darién  han  encomiado  todos  su  rique- 
za. Mr.  Eduardo  Cullen,  que  estuvo  allí  en  1850,  dice  que  cerca  de 
Molineca  halló  oro  abundante  en  los  arroyos,  y  piedras  cuarzosas  muy 
ricas  en  este  metal,  y  que  sacó  de  allí  más  de  tres  libras  de  oro  de 
veintidós  quilates. 

]Vr.  Houel,  ([ue  estuvo  en  Cana  en  1853,  escribía  entonces  :  "  Los 
lavadores  de  oro  aseguran  que  la  cantidad  de  este  metal  que  se  extrae 
del  terreno  de  Cana  es  más  considerable  que  en  ningún  otro  país,  y 
sin  el  temor  de  los  indios  la  explotación  de  ese  suelo  maravilloso  se 
haría  por  los  habitantes  de  las  aldeas  vecinas.  Sin  emUargo,  por  mu- 
chas ventajas  que  presenten  los  lavaderos  de  Cana,  no  admiten  com- 
paración con  las  riquezas  que  encierra  la  famosa  Mina-Real,  cuya 
fama  no  ha  cesado  de  i)erpetuarse  en  ambos  mundos."' 

M.  Armando  Keclus  dice  en  su  reciente  obra  de  viajes,  Panamá 
y  Darién  (1881) :  "  Las  riquezas  geológicas  de  aquella  región  son 
incalculables.  Las  minas  de  oro  de  Cana,  a  pesar  de  lo  mal  explotadas 
que  fueron,  eran  las  más  productivas  de  la  América  Central." 

M.  Carlos  SattVay,  en  su  Viaje  á  la  llueva  Granada  (1809)  se 
expresa  así:  "  Es  por  el  Daríen  por  donde  comenzará  la  regeneración 
del  Chocó.  Xinguna  otra  región  ofrece  á  las  empresas  de  toda  clase 
un  campo  más  dichoso  que  és^ta.  Todas  las  riquezas  están  acumuladas 
allí :  árboles  preciosos  en  las  selvas,  metales  útiles  en  su  suelo,  perlas 
en  el  fondo  del  mar." 


'  —  11!>  — 

X. —  LA  MINA  ÜK  ESPÍRITl-SANTO. 
I 

Llaiiiáliasc  priinirivauíenrc  Castilla  de  Oro  el  territorio,  casi  virgen 
aún,  i|ní'  se  extiende  á  la  ])arte  oriental  del  Istmo  de  Panamá,  y  ([ne 
se  conoce  generalmente  con  el  nombre  del  Dariéu.  A  íines  del  siglo 
XVII,  y  dnrante  el  primer  eiiarto  del  XVILl,  fueron  beneficiadas  allí 
muchas  minas  de  oro,  i)ero  el  más  rico  centro  de  explotación  estaba  en 
íSanta-Crnz  de  Cana.  Guillermo  Dampier  decía  en  1G8-4  ((ue  esas 
minas  eran  las  más  ricas  que  se  habían  descubierto  hasta  entonces  en 
América  : — The  richcsf  ¡/oíd  ¡nincs  evcr  yctfound  in  America. — Itin- 
grose  y  D.  Andrés  de  Ariza  hablan  de  ellas  en  los  mismos  términos ; 
Alcedo  dice  que  se  lia  sacado  de  allí  infinita  riqueza  ;  Lionel  Gisborne, 
que  esas  minas  son  muy  ricas,  probablemente  más  (jue  cuahiuiera  de 
las  que  se  han  hallado  en  California;  el  Capitán  Fitz-lioy,  que  pasa- 
ba por  Panamá  más  oro  de  las  minas  de  Cana  en  un  año  que  de  todas 
las  del  resto  de  América  juntas.  Finalmente,  para  no  prolongar  estas 
citas,  D.  Felipe  Pérez  dice  :  "  Llamáronse  esas  minas  en  otro  tiempt) 
del  Potosí,  por  la  abundancia  y  el  buen  quilate  del  oro  que  se  encon- 
traba en  ellas." 

Dampier  es  el  primer  escritor  «jue  designa  con  bastante  claridad  la 
famosa  mina  de  veta  de  Espíritu-Santo,  la  más  rica  entre  todas,  de 
que  vamos  á  hablar. 

liefiere  en  su  Xueco  Viaje  al  rededor  del  Añtndo,  que  el  Capitán 
llarris  se  apoderó  de  las  minas  de  Cana  en  1GS4,  y  dice  á  propósito  de 
esto,  lo  que  sigue  :  "  Además  del  oro  que  se  recoge  de  las  arenas,  se 
encuentran  frecuentemente  grandes  pedazos  de  este  metal  engastados 
en  las  rocas,  de  manera  (jue  pudiera  creerse  que  se  produce  allí  natu- 
ralmente. Vi  un  grano  del  tamaño  de  un  huevo  de  gallina :  el  Capitán 
llarris,  que  tomó  en  las  minas  ciento  veinte  libras  de  oro,  me  dijo  que 
sacaban  trozos  aun  más  grandes,  pero  se  veían  obligados  ú  partirlos  en 
fragmentos.  Esos  trozos  de  oro  no  son  sólidos,  tienen  grietas  y  poros 
llenos  de  tierra  y  polvo." 

p]n  1702,  cuatro'Capitanes  de  piratas  ingleses,  á  la  cabeza  de  272 
hombres,  tomaron  la  ciudad  de  Santa-Cruz  de  Cana  y  se  apoderaron 
de  la  Mina,  ((ue  así  llaman  á  la  famosa  de  í]spíritu-Santo. 

Xataniel  Davis  dice  en  su  relación  de  \»,  Expedición  á  laa  minas 
de  oro.  escrita  en  inglés  : — "  La  mina  está  situada  en  la  pendiente  de 
una  gran  colina,  á  unas  treinta  yardas  de  profundidad,  y  muchas  gale- 
rías penetran  en  la  colina  más  lejos  de  lo  que  uno  quisiera  aventurarse. 


—  120—  ^ 

El  mineral  os  una  especio  de  mezcla  de  roca ;  luego  que  lo  sacan  de  la 
mina  lo  llevan  al  molino  para  triturarlo.  Pintonees  lo  lavan,  lo  ponen 
en  forma  de  ladrillos  y  lo  depositan  en  casas  edificadas  en  la  mina  para 
este  efecto,  (1)  con  una  guardia  para  evitar  que  los  derechos  del  Key," 
(los  derechos  de  quinto)  "  sean  defraudados.  Lávanlo  por  la  segunda 
vez  después  do  haberlo  dejado  algún  tiempo  en  esas  casas,  y  lo  separan 
de  la  tierra  y  de  la  ganga  con  que  está  mezclado  hasta  que  queda  puro. 

"Se  extrae  una  gran  cantidad  de  oro  en  cada  día  que  se  trabaja. 
Todo  cuesta  allí  un  precio  excesivo  :  por  ejemplo,  una  libra  de  azúcar 
se  vende  por  (luince  chelines,  y  las  demás  cosas  en  proporción. 

"  El  primero  de  Septiembre  enviamos  una  compañía  de  nuestros 
hombres  con  algunos  españoles  y  negros,  para  lavar  el  oro  del  mineral. 
En  menos  de  un  día  nos  trajeron  cinco  libras  y  nuevo  onzas  de  oro. 

"El  día  siguiente  sacaron  seis  libras. 

''  El  tercer  día  mandamos  24  negros  á  la  mina,  y  nos  trajeron  ocho 
libras. 

"  El  producto  del  cuarto  día  fue  do  catorce  libras,  y  de  diez  y  seis 
el  quinto,"  (suman  49  libras,  9  onzas  de  oro). 

El  temor  de  que  los  atacaran  los  españoles  obligó  á  los  piratas  á 
abandonar  la  mina,  "  mucho  más  pronto  de  lo  que  habían  pensado  al 
principio,"  no  sin  haber  incendiado  antes  la  ciudad  de  Santa^Cruz  de 
Cana,  "  donde  podía  liaber  unas  novecientas  casas." 

II 

Lleguemos  al  documento  más  importante,  más  completo  y  más 
preciso. 

D.  Andrés  de  Ariza  dirigió  al  Virrey  Guirior,  en  1774,  un  largo 
informe  sobre  este  territorio,  bajo  el  título  de  Comentos  de  la  rica  y 
fertUmma  provincia  del  Darién.  Trata  con  bastante  extensión  de  sus 
ricas  minas  de  oro,  en  especial  de  la  de  Espíritu-Santo,  refiriéndose  á 
personas  que  habían  trabajado  en  ella,  y  más  particularmente  al  maes- 
tro armero  Pedro  Oramunio. 

"  Los  cerros  de  Santa-Cruz  de  Cana,  dice  Ariza,  y  otros  más'al 
norte,  son  tan  abundantes  de  mineral,  que  referir  sus  grandezas  más 
parece  hiperbólico  encarecimiento  que  evidente  realidad.  Pero  como 
esto  no  sólo  se  sabe  por  tradición  de  hombres  veraces,  sino  porque  en 
la  actualidad  hay  aquí  varios  sujetos  que  han  trabajado  en  la  famosa 
mina  de  Espíritu-Santo,  de  quienes  se  han  tomado  exactas  noticias, 
no  queda  duda  de  su  vasta  riqueza  y  actual  existencia  en  aquel  paraje. 

(1)  Esta  operación  tenía  sin  duda  por  objeto  descomponer  las  piritas  que 
acompañaban  el  oro. 


—  IL'l  — 

''  La  diolm  mina  do  Kspíritii-Santo  se  benefició  liasta  el  año  de 
17l*7.  Ella  era  de  imiclia  formalidad:  la  veta  real  de  oro  que  tenía  era 
muy  copiosa  y  de  tan  noble  metal  (|ue  sus  quilates  ])asaban  de  li2. 
(iuiaba  su  dirección  muy  inclinada  ó  casi  perpendicular,  la  (pie  iban 
siguiendo  con  grandes  utilidades  en  medio  de  los  costos  (pie  causaba : 
tenía  para  (pie  bajaran  los  ojierarios  cinco  escaleras  de  12  ó  15  gradas 
cada  una.  iJabía  cuatro  norias  que  de  unas  en  otras  subían  el  agua 
filtrada  de  la  tierra,  hasta  arrojarla  en  paraje  que  podía  correr  para 
el  río. 

*•  Trabajaban  en  ella  algo  más  de  L'OO  hombres,  (jue  alternaban 
noche  y  día  en  distintas  faenas;  éstos,  siguiendo  la  dirección  de  la  veta 
real  y  de  algunas  ramas  que  á  trechos  se  liallaban  muy  poderosas,  sa- 
caban fuera  de  la  mina  la  tierra  y  pedazos  de  lajas  en  que  iba  el  oro 
para  lavarlo.  Se  prolongaban  los  operarios  hasta  ponerla  de  mano  en 
mano  en  el  fondo  del  pozo,  donde  por  medio  de  una  máquina  movida 
j>or  dos  hombres  metidos  dentro  de  una  rueda,  la  subían  á  la  superficie 
del  cerro,  por  cuyo  paraje  habían  proporcionado  el  río  para  lavarla. 

''  Cuatro  altos  tenía  la  expresada  mina,  pero  el  más  inferior  era 
espacioso  y  muy  ancho.  En  v\  andaban  las  gentes  en  crecido  número, 
sin  embarazarse  unas  á  otras.  Dejaban  á  trechos  competentes  varios 
])ilares  del  mismo  terreno  para  que  sostuvieran  el  cerro,  y  en  otros 
parajes  apuntalaban  con  maderos  fuertes,  sin  que  recelasen  la  menor 
ruina.  Mas  no  habiendo  diestramente  usado  semejantes  precauciones 
en  el  pozo  donde  estaba  aparejada  la  máquina  de  los  dos  hombres,  la 
tenacidad  de  la  tieiTa  no  tuvo  competente  resistencia  para  contener  su 
gravedad,  y  descolgándose  por  sus  cuatro  frentes  se  derrumbó,  que- 
dando sepultados  sin  humano  recurso  los  dos  pobres  operarios  destina- 
dos á  la  tarea  de  subir  la  tieiTa. 

'•Con  este  presagio,  unido  á  los  atrasos  experimentados  con  las  pi- 
raterías de  los  extranjeros  y  sublevación  de  los  indios,  desmayaron  los 
mineros  y  trabajadores,  creyendo  que  igual  suerte  había  de  correr  el 
resto  de  la  mina,  y  sin  que  los  pudiesen  contener,  subiendo  por  las  es- 
caleras, (pie  estaban  francas  (y  aun  se  cree  lo  están),  no  quisieron  vol- 
ver jamás  á  trabajar.  Con  cuyo  motivo,  retirándose  los  dueños  de  la 
mina  á  Panamá,  tampoco  volvieron  más  á  la  Provincia. 

"  Casi  todos  los  operarios  de  la  expresada  mina  eran  gent(i  libre  de 
color ;  (ístos  ganaban  de  jornal  al  día  un  platoncito  de  tierra  que 
recibían  el  sábado  ;  de  modo  (pie  si  consideraba  el  minero  que  la  tierra 
era  estéril,  en  lugar  de  seis  platos  daba  siete,  los  cuales  después  de 
lavados  no  bajaba  su  producto  de  IG  á  20  castellanos,  si  acaso  no  pa- 
saba de  40  ó  50. 

"  No  era  esto  lo  (pie  solamente  enriquecía  á  estas  miserables  gentes  ; 


lits  hacía  más  poderosas  lo  (iiie  iol)aban,  \nw.s  cada  vez  (|iie  salían  de  la 
mina  (si  acaso  los  dejaban  salir)  y  si  no  cuando  les  llevaban  á  ella  la 
comida,  se  aprovechaban  del  paraje  ])rincipal  de  la  veta,  y  de  ésta  ó  de 
la  rama  hurtaban  lo  más  llorido  ;  (jue  para  todos  daba  la  abundancia, 
pues  en  aquel  tiempo  se  vendía  el  oro  por  frascos. 

'' Kr  maestro  Pedro  Oramunio,  que  se  halló  debajo  de  la  mina 
cuando  el  ])ozo  se  derrumbó,  refiere  (jíie  si  tenían  los  trabajadores  al- 
guna precisa  urgencia,  sabiendo  el  paraje  en  donde  quedaba  la  veta 
(ponjue  solían  (tallarlo),  iban  á  él  á  cargar  las  faltriíjueras  ó  un  saco  de 
tierra,  y  cuando  consideraban  que  los  guarda-minas  se  quedaban  dor- 
midos, les  hurtaban  la  vuelta  y  salían  con  su  saco  cargado,  del  cual 
sacaban  á  lo  menos  de  tres  á  cinco  libras  de  oro  ;  jtarece  increíble  tal 
abundancia,  pero  lo  afirman  varios. 

•'  Se  dice,  en  apoyo  de  las  grandezas  d<;  Hanta-Cruz  de  Cana,  que 
aquellos  negros,  zambos  y  mulatos  que  trabajaban  en  la  famosa  mina 
de  Espíritu-Santo,  cuando  hacían  sus  bailes,  al  tiempo  ([ue  salía  á 
bailar  alguna  de  su  gusto,  para  hacerse  recomendables  á  su  amado 
objeto,  la  espolvorizaban  la  cabeza  y  aun  el  suelo  con  el  oro  en  polvo 
que  á  granel  cargaban  en  las  faltriqueras. 

"  Igualmente  es  notorio,  sin  oposición  alguna,  que  un  esclavo  de 
D.  Antonio  de  Sosa,  (J)  habiendo  encontrado  en  ella  un  depósito,  ó 
como  dicen  los  mineros,  cangrejera  de  oro,  que  más  ó  menos  abundan- 
tes las  hallaban  con  frecuencia,  pero  siendo  ésta  de  la  mayor  magnitud, 
fue  á  su  amo  con  la  noticia  pidiéndole  albricias,  las  ([ue  le  concedjó 
dándole  libertad  á  él  y  á  su  mujer,  casa  en  Panamá,  una  estancita,  y 
también  cierta  cantidad  de  dinero  para  su  avío.  Algunos  afirman  que 
según  las  expresiones  del  mismo  Sosa,  aquella  cangrejera  tenía  00,000 
castellanos  de  oro"  (GOO  libras),  "otros  dicen  que  50,000,  pero  el 
expresado  Oramunio  afirma  que  de  IC  á  20,000  castellanos''  (de  160  á 
200  libras) ;  "  de  manera  que  cualquiera  de  las  citadas  cantidades  es 
riquísima  producción. 

"  Se  dice  comunmente  que  la  mina  de  Espíritu-Santo  estaba  sos- 
tenida con  pilares  de  oro  :  esta  vulgaridad  tiene  su  origen  de  aquellos 
pilaros  xlel  mismo  terreno  que  iban  dejando  para  sostener  el  cerro  á  fin 
de  que  no  se  cayera.  Como  cualquiera  paraje  de  él  es  fértilísimo  de 
oro,  y  dichos  pilares  estaban  á  mano  de  los  que  llegaban  adentro,  ro- 
baba cada  uno  un  poco  de  tierra,  llenándose  á  lo  menos  las  faltrique- 
ras, de  modo  (jue  iban  los  pilares  disminuyendo,  por  lo  que  se  vieron 
obligados  á  forrarlos  en  tablones  para  que  no  se  hundiera  la  mina.  (2) 

(1)  D.  Antonio  Arguelles,  D.  Diego  de  la  Guardia,  D.  Juan  de  León,  D,  Die- 
go Mogica  y  D.  Antonio  de  Sosa  fueron  los  últimos  dueños  de  la  mina. 

(2)  Lo  que  refiere  M.  Houél  pinta  bien  la  impresión  que  dejó  entre  las  gen. 


••  I),  .liiaii  (le  lliiri«'u  últiiiiaiiiciiti'  <|iiis(»  «•luprciidcr  »•!  traliajo  de  la 
milla  (le  Kspíritti-Saiito,  poiiit-iidola  (•(urifiitc,  y  ami(|iu'  ttMiía  i)i>c(»s 
.  >cla\  (»s,  (lio  con  liuciios  luctalt'S ;  pero  lial)i('U(lo  descuidado  acotarse, 
.saliido  (|\ie  filé  por  el  tribunal  de  la  Keal  Hacienda,  le  impidieron  la 
continuación,  formando  autos  sobre  el  asunto,  en  cuya  contienda  se 
quedó  nuevamente  abandonada.  .  . 

•' Desde  ella  pasó  al  trabajadero  de  liagre,  en  el  ipU'  seguía  con 
grandes  proiíresos,  mas  su  desiíracia  se  los  truncó  con  el  motivo  de 
liaber  azotado  al  mandador;  (|ue  era  español,  cuya  causa,  i)uesta  en  tela 
de  juicio,  salió  aut(»  de  i»risión  y  embar¿,^o  de  bienes  contra  el  citado 
1  biricú;  para  cuya  ejecución  llevó  el  comisionado  escolta  de  tropa,  y 
seiTÚn  dicen  no  le  dejaron  entre  unos  y  otros  con  (|ué  desayunarse, 
pues  el  mucho  oro  (lue  le  extrajeron  se  vendió  en  la  Provincia  á  menos 
de  doce  reales  castellano,  y  ni  aun  á  este  precio  había  ya  (inien  (|uisie 
ra  comprarlo.'' 

Sorprenderá,  sin  duda,  el  (lue  una  mina  tan  rica  haya  ])odido  que-' 
dar  en  completo  abandono  durante  siglo  y  medio.  La  razón  es,  sin 
embargo,  bien  sencilla.  Después  de  las  agresiones  frecuentes  de  los 
piratas,  (lue  se  ;u)oderaron  de  Cana  en  1(»84,  1701',  17l!¿  y  1724,  sobre- 
vino la  sublevación  general  de  los  indios,  instigados  por  el  mestizo 
audaz  Luis  (Jarcia.  Esta  rebelión,  que  coincidió  con  el  derrumbe  de  la 
mina  de  Espíritu-Santo,  fue  tan  terrible,  que  todas  las  familias  aco- 
modadas abandonaron  el  Darién  y  huyeron  á  Panamá.  Cartagena  y 
otras  Provincias,  '•  por  no  vivir,  dice  Ariza,  con  el  continuo  sobresalto 
de  acostarse  buenos  y  acaso  amanecer  víctimas  de  la  crueldad  de  los 
bárbaros."  No  (juedaron  en  el  país  sino  las  gentes  más  miserables.  (1) 
El  señor  D.  José  M.  Quijano  Otero  tuvo  la  fineza  de  comunicarnos 
dos  manuscritos  im))ortantes  que  hacen  parte  de  su  precioso  archivo. 
Es  el  primero  una  Relación  >/  (letal  de  la  Provincia  de  Santa-María 

res  del  Darién  la  riqueza  de  sus  minas:  "Entre  los  habitantes  de  Cana  que 
viven  aún,  citaré  al  viejo  Jacinto  Mulato,  casi  centenario,  á  quien  su  madrina, 
que  murió  de  104  años  de  edad,  liabía  comunicado  curiosas  noticias.  Refería 
que  habiendo  ido  un  día  á  la  mina  acompañada  por  uno  de  los  directores  de  los 
trabajos,  había  visto  con  sus  propios  ojos  dos  filones  de  oro  muy  gruesos,  uno 
del  lado  del  Chocó  y  otro  del  de  Tucutí,  que  se  les  cortaba  con  cinceles  y  for- 
maban bancos  de  oro  al  caer."  (Rapport  sur  les  mines  da  platean'  de  Cana,  18.'>3). 
(1)  D.  Jorge  Juan  y  D.  Antonio  de  Ulloa,  que  esiuvieron  en  Panamá  pocos 
años  después  de  estos  sucesos,  dicen  lo  siguiente:  "Los  minerales  más  abun- 
dantes de  metales  en  el  reino  de  Tierra-Firme  y  los  que  daban  oro  de  mejor 
calidad  son  los  que  están  en  la  provincia  del  Darién,  por  cuya  razón  han  sido 
siempre  éstos  los  que  se  llevartm  la  atención  de  los  mineros;  mas,  después  que 
los  indios  se  sublevaron  y  se  hicieron  dueños  cuasi  de  toda  la  Provincia,  fué 
preciso  abandonar  las  minas  y  quedó  la  mayor  parte  de  ellas  perdida,  y  redu- 
cidas las   que    pudieron   conservarse  á  sólo  aquéllas  ([ue  se  hallaban  en  las 


—  124  — 

la  Antigua  del  Darién,  (I)  firmadií  ¡lor  ]).  Andrós  de  Aiiza  el  12  de 
Se])tienil)re  de  177S.  En  ella  dice  :  "  La  nombrada  mina  de  Espíritu- 
Santo  ha  sido  y  es  la  más  poderosa  del  mundo ....  El  rico  metal  en 
ella  se  medía  por  frascos.  Su  veta  real,  según  cuentan,  tiene  siete  varas 
de  ancho,  cuyas  riquezas  lian  puesto  en  celo  y  codicia  á  los  extranjeros 
para  saquear  la  Provincia  tantas  veces  y  dejarla  en  el  último  estado  de 
miseria  en  que  se  halla.  Según  noticias  fidedignas,  produjeron  las  minas 
de  Cana  en  1708  ochenta  y  dos  mil  castellanos  de  oro"  (820  libras),  "de 
derechos  de  Su  Majestad  "  (quintos  reales)  "  en  a(iu(;l  año."  Haciéndose 
el  eco  fiel  de  la  tradición,  Ariza  refiere  las  expresiones  de  que  se  ser- 
vían en  el  Darién  para  ponderar  la  riqueza  de  los  minerales  de  Espíri- 
tu-Santo :  decían  que  producía  la  mina  más  oro  que  tierra,  y  que  el 
metal  se  medía  en  ella  por  almudes. 

líl  otro  manuscrito  es  un  informe,  dado  de  orden  de  Su  Majestad, 
sobre  el  proyecto  que  formó  D.  Jerónimo  Sancho,  Ayudante  mayor  de 
la  plaza  de  Panamá,  para  laborear  la  peregrina  mina  de  Espíritu- 
Santo.  Este  informe  lo  dirigió  el  señor  Ariza  al  Excelentísimo  señor 
D.  Manuel  Antonio  Flórez,  Arzobispo  Virrey  de  Santafé,  con  fecha 
28  de  Junio  de  1780.  Copiaremos  la  interesante  descripción  que  hace 
de  Cana : 

"Forma  Cana  un  valle  de  cuatro  á  cinco  leguas  de  extensión,  cir- 
cunvalado hermosamente  de  altas  y  vistosas  montañas,  que  causan  su 
temperamento  frío  ;  prolongándose  más  dicho  valle  de  norte  á  sur,  por 
donde  corren  los  abundantes  ríos  que  allí  se  unen  á  formar  el  grande 
de  Tuira. 

"  El  terreno  del  valle  es  el  más  fértil  de  toda  la  Provincia  ;  no  sólo 
se  puede  coger  en  él  cacao,  café  y  añil,  sino  también  algunos  frutos  del 
temperamento  frío. 

"Además  de  la  admirable  abundancia  de  oro  que  tienen  los  mine- 
rales de  Cana,  lo  hace  más  admirable  la  maravilla  que  para  su  benefi- 
cio depositó  próvida  la  naturaleza,  haciendo  con  su  arte  que  se  dirigie- 
sen los  ríos  por  la  cúspide  de  los  cerros. . . . 

fronteras,  de  las  cuales  se  sacan  algunas  cortas  porciones  de  oro ;  y  pudie- 
ran ser  mayores  si  el  temor  que  infunden  los  indios  con  su  acostumbrada  in- 
constancia,  y  Ja  falta  de  seguridad  que  debe  haber  en  su  amistad,  no  diese  mo- 
tivo á  que,  cautelándose  los  dueños  de  minas  de  los  contratiempos  que  pueden 
sobrevenirles,  dejen  de  empeñarse  en  el  aumento  de  las  tareas  con  la  eficacia 
que  se, necesita  para  su  mayor  fomento."  La  paz  no  se  restableció'por  completo 
hasta  1777  ;  pero  el  Darién  era  entonces  casi  un  desierto,  pues  su  población, 
que  constaba  en  1727  de  20,000  habitantes,  se  hallaba  reducida,  según  Ariza,  á 
poco  más  de  mil  almas  ! 

(1)  Esta  relación  iba  dirigida,  junto  con  un  mapa,  al  Excelentísimo  señor 
D.  José  de  Gálvez,  del  Consejo  de  Estado,  y  Secretario  del  Eeal  y  supremo  de 
Indias. 


\ 

—  ILM  — 

'•■  Ks  constante  á  todos  (juc  en  iWcho  Caua  uo  sólo  en  la  iniíia  de 
Kspíritti-Santo,  tan  celebrada  en  el  ninndo  por  su  peregrina  riqueza, 
sino  en  todos  los  eerros  (jue  de  aquel  j)roceden,  en  continuada  y  casi 
interminable  serie,  hay  copiosa  cantidad  de  oro  en  veta,  hilos  etc. 

"  En  menos  de  quince  años  logró  verse  Cana  por  su  mucho  oro,  de 
un  monte  yermo,  en  una  i)oblación  numerosa  y  circunspecta,  la  más 
grande  que  se  vio  en  esta  Provincia.  Aun  se  ven  en  aquel  cadavérico 
pueblo,  además  de  las  acequias,  puentes  y  otros  grandes  fragmentos  de 
obras  ñibricadas  para  el  beneficio  de  los  metales,  varios  hornos,  calles, 
etc.,  (|ue  acreditan  lo  numerosa  que  fué  su  pol)lación. . .  . 

"  Dichos  minerales  de  Cana  se  descubrieron  en  los  últimos  años  del 
siglo  XVII,  hasta  cuya  época  se  tenían  en  esta  Provincia  por  más  fa- 
mosos los  de  Troncoso,  líagre  y  Tayecua,  en  el  partido  de  Tucutí.  Con 
la  novedad  de  la  abundancia  y  fiícil  extracción  de  aíjuéllos  concurrió 
allí  la  mayor  parte  de  los  mineros  de  éstos.  Pero  con  las  hostilidades 
que  inmediatamente  recibieron  por  una  serie  continuada  de  alteraados 
íiños  de  los  ingleses  y  de  los  franceses,  mezclados  con  los  indios,  y  des- 
pués por  éstos  solos,  con  la  sublevación  general  por  el  mestizo  Luis 
García,  todo  se  fué  sensiblemente  arruinando,  (luedando  á  un  mismo 
tiempo  desiertas,  con  las  dichas  minas  de  Cana,  las  ricas  y  fértiles  de 
Tucutí  y  sus  inmediaciones  hasta  el  golfo  de  San-Miguel  y  costa  que 
sigue  para  el  Chocó." 

Además  de  los  informes  de  Ariza,  que  hemos  citado,  existe  en  los 
Archivos  del  depósito  hidrográfico  de  Madrid  una  Descripción  de  la 
Provincia  del  Darién^  firmada  i)or  él  en  179U.  Varios  de  los  explora- 
dores que  han  visitado  el  Istmo  han  tomado  conocimiento  de  ella. 

Posteriormente  se  ha  conservado  la  tradición  de  la  riqueza  de  las 
jiiinas  de  Santa-Cruz  de  Cana :  todos  los  exploradores  que  han  visita- 
do el  Darién  hablan  de  ellas  con  admiración,  pero  el  camino  que  con- 
flucía  allí  fue  cubierto  ])or  la  selva  virgen  y  se  acabó  por  olvidarlo. 

ÍU 

En  el  curso  del  presente  siglo  se  han  hecho  algunas  tentativas  para 
descubrir  y  explorar  la  mina  de  Espíritu-Santo,  pero  se  han  limitado  á 
una  inspección  superficial  del  terreno,  sin  practicar  ninguna  exca- 
vación. 

Resumamos  lo  (jue  se  ha  hecho  con  este  fin. 

En  1840,  un  rico  estudiante  de  París,  M.  P^milio  Le  lireton,  prosi- 
guiendo sus  estudios  en  España,  se  sintió  vivamente  interesado  con  la 
lectura  de  las  aventuras  de  los  bucaneros  en  el  Istmo  de  Panamá  y  de 
las  maravillosas  historias  de  las  minas  de  oro  de   Santa-Cruz  de  Cana. 


— 12(;  — 

lÓl  organizü  una  coiiii)añía  francesa,  partió  i>ara  I*ananiá  y  pasó  algún 
tiempo  en  el  Darién.  En  l-So-'i  hizo  al)rir  un  camino  que  le  condujo  ala 
meseta  d(!  Cana,  y  visitó  las  minas  de  ¡Santa-Cruz  y  el  lugar  donde  ge 
explotaron  minas  antiguamente.  Pero  era  el  momento  del  auge  de  los 
placeres  de  California,  y  la  (Jompañía  d(^scuidó  esta  empresa  para  ir  á 
gastar  sin  ningún  resultado  favorable  cuatro  millones  d(!  francos  en  Ca- 
lifornia. 

Algunos  años  más  tarde  un  (¡spiritista  conocido  en  los  Estados  Uni- 
dos, el  doctor  O.  M.  Wozencraft,  recibió  en  Nueva-York  una  comuni- 
cación que  lo  indujo  á  ir  á  Panamá  en  busca  de  las  minas  de  Cana. 
Después  de  haber  visitado  el  Darién,  publicó  una  interesante  descrip- 
ción de  sus  aventuras  y  desventuras  en  el  Califormiui  (Agosto  y  Sep- 
tiembre de  1881),  con  el  título  de  Iaoí  soJeducJes  del  ])ar¡rn(The  Wilds 
ofthe  Darién).  Mas  como  no  halló  los  tesoros  perdidos,  regresó  pronto 
á  California. 

Un  amigo  de  Mr.  Wozencraft,  espiritista  como  él,  Mr.  Newcomb, 
perseveró  en  la  empresa  y  organizó  una  nueva  compañía.  Mr.  Wells  y 
otros  capitalistas  de  Nueva- York  tomaron  parte  en  ella,  y  pusieron  al 
frente  de  los  trabajos  á  un  norte-americano  (jue  había  recorrido  el 
Chocó  y  parte  del  Istmo,  Mr.  Normand  Ilude. 

Mr.  Ilude  hizo  trasportar  un  material  considerable  de  máquinas 
hidráulicas,  bombas  etc.,  para  la  explotación  de  un  ñlón  de  cuarzo : 
luego  gastó  el  capital  de  la  compañía,  más  de  oO,(M)()  i)esos,  en  montar 
una  máquina  de  aserrar,  en  abrir  caminos  y  ])reparar  el  terreno.  Final- 
mente rompió  la  jnáquina  de  aserrar  y  abandonó  todos  los  trabajos  á 
principios  de  1880. 

En  1877,  el  ingeniero  encargado  de  la  exploración  del  Darién  por 
la  Compañía  del  Canal  de  Panamá,  ^l.  Luciano  N.  B.  Wyse,  recono- 
ció el  sitio  y  las  ruinas  de  la  antigua  ciudad  de  Santia.-Crnz  de  Cana.  (1 ) 
Recorrió  el  terreno  ocupado  por  las  minas.  Pasó  al  lado  de  dos  estan- 
ques artiiiciales  de  o5  metros  de. largo,  destinados  á  alimentar  los  tra- 
bajos (le  la  veta  d(d  Espíritu-Santo,  y  bajó  á  la  partcí  inferior  de  una 
pequeña  cascada.  "  De  este  punto  en  adelante,  dice,  el  filón  aurí- 
fero se  dirige  del  O.  S.  O.  al  E.  N.  E.,  luego  del  S.  O.  al  N.  E.  hasta 
la  entrada  de  la  mina,  que  quedó  cegada  por  el  terrible  accidente  de 
17-7.  El  filón  aparece  un  poco  más  lejos,  y  sería  importante  hacer 
excavaciones  en  la  dirección  S.  O."  (Canal  ¿nferocéaniquej.  M.  Wyse 
no  se  detuvo  en  Cana :  se  contentó  con  recoger  algunas  muestras  de 
mineral.  A  su  vuelta  por  Y^avisa,  cabecera  del  Darién,  denunció  por 
cuenta  de  la  Compañía  del  Canal  los  filones  de  Espíritu-Santo  y  de 

(1)  Dos  imágenes  toscas  de  bulto  de  la  iglesia  de  8aiita-Cruz  de  Cana  se 
conservan  en  una  capilla  del  caserío  de  Molineca. 


—  IL'T  — 

Santa-Hosa  V  alirniitis  plafcn-s :   pero  olvidí'»  niiiiplir  con  las  fonnali- 

<latl('s  exifíidas  pul-  la    !<'\ .  v  la   Cumpañía    no   se   ocupó   más   en  cstcí 

asnnto. 

I 
M.  \\  vsc  se  complace   cu   reconocer  las  excelentes  i-ondiciones  <le 

la  iocalidail  para  una  explotación  en  }i:ran(le  escala.  ''  El  clima  de  la 
liermosH  meseta  de  Caiu),  dice,  os  verdaderamente  delicioso. ..  .  La 
fertilidad  de  su  suelo  es  admirable,  como  lo  prueban  las  hermosas  plan- 
taciones de  lo»  indios.  La  abundancia  de  las  aguas  permite  ensayar  los 
diversos  cultivos  con  buen  «'xito;  to<lo  parece,  j)ues,  anunciar  que  si 
en  el  porvenir  se  quisiese  sacar  partido  de  las  grandes  ricjuezas  mine- 
ralógicas de  la  comarca,  se  bailarían,  en  su  situación  misma,  todas 
las  facilidades  ai)etecibles."  Kn  su  último  libro  sobre  el  Canal  de  Pa- 
namá, dice  el  nnsmo  autor  : 

••  Lste  remoto  Edén,  cuyas  entrañas  son  jnás  ricas  ([ue  su  superhcie, 
está  destinado  á  ser  de  nuevo  dentro  de  poco  el  teatro  de  un  movi- 
miento minero  por  lo  menos  tan  fecundo  como  el  de  (pie  gozó  como 
distrito  aurífero  liace  dos  siglos." 

IV 

Mucho  importaría  conocer  el  jiroducto  de  las  minas  de  Cana,  en 
especial  de  la  de  Espíritu-Santo :  ai)untarenios  los  datos  (|ue  hemos 
podido  recoger  sobre  est(;  asunto. 

íiionel  Wafer  refiere  en  su  \ itero  viaje  al  Taimo  de  América 
(KiSO)  que  un  esi)añoI,  prisionero  de  los  piratas,  le  dijo  (jue  las  minas 
de  ¡Santa-Ufaría  (así  S(í  llamaban  entonces  las  de  (Jana),  producían  de 
18  á  2(>,(K)(>  libras  de  oro  por  año.  A  continuación  agrega:  "Pero, 
aun(|ue  este  producto  fuese  mayor  ó  menor  de  lo  dicho,  lo  cierto  es  que 
se  í'xtrae  antuilmente  una  cantidad  de  oro  increíble." 

I).  ]\ranuel  de  Montiano,  (robernador  de  Panamá,  escril)ía  al  Mrrey 
en  17.10:  ••  Las  minas  del  Darit'U  llegaron'  al  estado  de  jtroducir  en 
cada  un  año  más  de  un  millón  de  pesos  en  oro." 

-Mr.  Va\  Culleu  dice  (|ue  supo,  ))or  informes  <|ue  tixisten  en  los  ar- 
chivos de  líOgotá,  (|ue  el  derecho  de  (|uinto  de  una  sola  de  las  minas 
de  (.'ana  (la  d(íl  l<]spíritu-8anto)  producía  anualmente  cien  mil  caste- 
llanos de  oro.  í Istliitnis  ()/'  Darlni  .slii)}  Canal  18.>{).  ^I.  A.  Airiau 
repite  lo  mismo. 

l'hi  lin,  el  señor  Felipe  l'érez  dice  en  su  (ieoffrafía  de  los  Ustadoa 
I  nidits  de  Colombia,  ]n)cif  mñs  ó  lueuoíi  ]o  mismo  (jue  Mr.  Cullen  y 
>L  Airiau:  ••  Era  tanto  el  oro  (|ue  se  recogía  en  las  afanuidas  minas  de 
(Jana  ó  del  Espíritu-Santo,  (]U(í  con  sólo  los  (juintos  reales  se  mantenía 
la  situación  de  I'anamá,  ¡Mies  llegaba,  según  relaciones  contem})orá- 
neas,  á  cien  mil  (;astellanos  al  aíio."  (1.4LM),()()(>  francos). 


—  128  — 

Como  el  derecho  que  se  cobralta  entonces  era  el  seis  y  medio  por 
ciento  (el  veintenoy  uno  y  medio  por  ciento  de  cobos),  el  producto  total  de 
las  minas  ascendía  á  ITij-'W.")  libras  de  oro,  que  valen  4.:J(íí),()()0  francos. 

\'eanios  cuál  podía  ser  el  producto  de  la  mina  de  Espíritu-Santo, 
••  la  más  rica,  á'wv.  el  doctor  (jullen,  entre  todas  las  (jue  explotaron  los 
españoles,"  y  de  la  (lue  se  cuentan  tantas  maravillas. 

1).  Andrés  Ariza  dice  que  los  obreros  de  la  mina  ganal)an  de  jornal 
seis  j)latoncitos  de  tierra  por  semana,  cuyo  producto  no  bajaba  de  IG 
á  20  castellanos  de  oro,  si  acasQ  no  pasaba  de  40  á  50.  Tomemos  el 
número  más  bajo,  10:  luego  se  daban  á  cada  obrero  04  castellanos  de 
oro  por  mes,  que  representan  un  valor  de  1<S1  pesos  7ó  centavos.  Lo 
que  da  para  los  200  trabajadores  128  libras  españolas. 

El  señor  Ariza  habla  igualmente  de  'Oos  muchos  y  exorbitantes 
robos  que  hacían  los  esclavos  de  los  dueños  "  de  la  mina ;  supongamos 
que  el  producto  de  esos  robos  qo  pasara  de  cien  libras  de  oro  por  mes ; 
salían,  pues,  de  la  mina  en  valores  perdidos  para  sus  dueños  228 
libras  de  oro. 

Ahora,  admitamos  que'  no  se  extrajese  directamente  de  la  mina 
sino  el  doble  de  esta  cantidad,  sean  450  libras  por  mes :  se  tendría  por 
un  año  un  producto  de  5,472  libras,  que  representan  un  valor  total  de 
1.554,048  pesos;  sin  contar  la  suma  de  647,520  pesos,  en  parte  em- 
pleada en  pagar  los  obreros,  y  en  parte  robada  por  ellos,  porque,  dice 
1).  Andrés  de  Ariza,  "  la  abundancia  daba  para  todos." 

Procuraremos  probar  que  estos  cálculos  no  son  exagerados.  Vol- 
viendo al  producto  de  los  seis  platoncitos  de  tierra  aurífera,  admitamos 
que  el  mineral  en  polvo  contenido  en  cada  uno  de  ellos  pesase  veinte 
libras;  los  seis  platoncitos  contenían,  pues,  120  libras,  que  producían 
por  lo  menos  10  castellanos  de  oro  ;  en  la  misma  proporción,  cada  tone- 
lada de  2,000  libras  tenía  una  riqueza  de  260  castellanos  (2  y.  §  libras; 
el  mineral  contenía  pues  1,.3,3  por  ciento  de  oro).  Pues  bastaba  benefi- 
ciar 2,057  toneladas  de  mineral  de  este  tenor  por  año,  á  razón  de  6 
toneladas  y  media  por  día  de  trabajo,  para  obtener  el  producto  arriba 
indicado  de  5,472  libras.  Un  establecimiento  en  el  cual  trabajaban  más 
de  200  obreros,  y  que  tenía  molino,  no  podía  triturar  por  mes  menos  de 
171  toneladas  de  un  mineral  blando,  por  imperfectas  que  fuesen  las 
máquinas  y  herramientas  de  que  se  servían.  Recuérdese,  por  otra  parte, 
que  los  piratas  hicieron  extraer  de  la  mina  en  1702,  40  libras  í)  onzas 
de  oro  en  cinco  días  incompletos,  y  empleando  un  número  de  obreros 
poco  considerable. 

El  producto  de  la  mina  de  Espíritu-Santo  en  el  tiempo  que  duró 
en  explotación  fué  sin  duda  superior  á  treinta  millones  de  pesos. 

I  na  simple  comparación  bastará  para  dar  una  idea  de  la  riqueza 
inaudita  de  sus  minerales. 


—  IL'!)  — 

I^a  rica  iiiiiia  del  Calluo,  en  Venezuela,  dio  en  l.S.S."i  un  pnxhu-to  do 
L'.IlH'jT.SS  pesos,  del  cual  se  d¡stribu}eron  á  los  accionistas  Í>1  i,4S() 
pesos  en  dividendos.  Ella  tiene  dos  molinos  cou  cien  pisones,  (|ue  tritu- 
raron 47.1.'L'.>  toneladas  de  mineral,  que  j)rodujeron  7,122  libras  de  oro 
fundido.  La  riqueza  media  «le  su  mineral  era  entonces  dt'  l.~)  castella- 
n(»s  por  tonelada  (0,07.1  por  ciento)  :  lue<ío  el  mineral  de  Espíritu- 
Santo  era  diez  v  ocho  veces  más  rico  que  el  del  Callao! 

Dejanms  al  lector  el  cuidado  de  deducir  las  consecuencias  que  se 
desprenden  de  este  último  cotejo,  así  como  d«'  los  demás  datos  sumi- 
nistrados en  esta  noticia. 

En  lS()i)  publicó  el  señor  .losé  Manuel  (Iroot,  en  el  tomo  i)rimero 
de  su  Historia  eclcsiáfitica  y  civil  fie  Sueva  (iranuda,  un  resumen 
del  importante  informe  <  ue  D.  Andrés  de  Ariza  dirigió  al  Virrey 
iluirior  sobre  la  riqueza  de  las  minas  de  Cana.  Xadie  hizo  caso  en 
Colombia  de  tal  publicación.  Se  leyó  aíjuello  como  se  lee  un  cuento  de 
las  Mil  y  unti  noches,  (jue  nos  sirve  por  un  rato  de  entretenimiento,  y 
aun  nos  cansa  sorpresa,  admiración ;  pero  al  día  siguiente  todo  se  La 
olvidado.  (1) 

Vinieron  los  extranjeros  al  Darién  en  busca  de  este  tesoro  (jue  nos- 
otros despreciábamos,  y  estuvieron  andando  sobre  él ;  pero  como  la 
tierra  no  brotaba  oro,  ni  las  vetas  de  cuarzo  se  veían  cuajadas  de  este 
metal,  no  se  tomaron  si([uiera  el  trabajo  de  abrir  un  pozo  ó  una  galería 
para  hallarlo. 

En  1S8.3  fue  denunciada  la  mina  de  Espíritu-Sunto  por  la  Compa- 
ñía minera  del  Darién,  radicada  en  Bogotá.  Esta  cedió  sus  derechos 
áVa  Darien  (jold  mining  Company, — (jue  se  organizó  en  Londres  en 
1887, — en  cambio  de  cierto  número  de  acciones.  En  los  momentos  en 
que  entra  en  prensa  este  capítulo,  han  debido  llegar  á  la  hermosa  me- 
seta de  Cana  dos  ingenieros  expertos  y  algunos  mineros  ([ue  empezarán 
l)rontamente  los  trabajos  de  explotación.  Ninguna  mjna  tiene  en  Co- 
lombia los  brillantes  precedentes  históricos  que  ostenta  la  de  Espíritu- 
Santo;  ninguna  ha  dado,  ni  con  mucho,  i)roductos  tan  cuantiosos  como 
ella,  ni  ha  exhibido  un  mineral  (jue  iguale  en  riqueza  su  cuarzo  hen- 
chido de  oro.  Si  se  descubre  de  nuevo  su  peregrino  filón,  ella  volverá 
á  ser  la  primera  entre  las  minas  de  este  rico  país. 

XI. — BOLÍVAR. 

Cuando  I).  I'edro  de  Heredia  salió  de  Cartagena  en  busca  del 
Dorado,  en  I.">."34,  sacaron  los  españoles  una  cantidad  considerable  de 

(1)  En  lii  segunda  parte  de  este  volumen  publicamos  un  bosquejo  biográfico 
de  D.  Andrés  de  Ariza,  el  activo  y  diligente  Gobernador  del  Darién  que  con- 
servó viva  y  palpitante  la  historia  de  las  ricas  minas  de  esa  comarca. 

9 


—  i:íí)  — 

joyas  y  tunjoff  de  oro  del  pueblo  del  Zcnú,  que  era  una  gran  necrópolis. 
El  botín  ([ue  s(í  repartieron  los  expedicionarios,  dcíspués  de  separar  el 
quinto  del  Rey,  pasó  de  4(M),000  ¡¡esos.  El  oro  no  provenía  del  terri- 
torio formado  por  las  boyas  del  Sinú  y  del  San-Jorfíe,  cuyas  arenas, 
aunque  auríferas,  no  lian  sido  ricas  :  los  indios  lo  obtenían  en  cambio 
de  sal  y  de  artefactos  de  las  tribus  que  ocupaban  la  riquísima  región 
llamada  Zeuufaná,  \)afiada  ])or  los  ríos  Porce  y  Necbí,  y  también  del 
famoso  cerro  de  liuriticá ;  pues,  ú'u-v.  Cieza  de  León  :  "  y  cierto  se 
tiene  que  de  este  cerro  fué  la  mayor  parttí  de  la  riqueza  que  se  halló  en 
el  Zenú,  en  las  grandes  sepulturas  que  en  él  se  sacaron,  que  yo  vi 
sacar  hartas  y  bien  ricas." 

Léese  lo  siguiente  en  una  Relación  del  Nuevo  Reino  de  Granada 
(1559) :  "  La  sierra  entre  Barranca  de  Malambo  y  Tenerife,  poblada 
de  indios  de  guerra  y  flecheros  de  yerba  es  muy  rica  en  minas  de  oro, 
especialmente  en  la  Serranía.  Los  indios  las  labran  para  sus  joyas." 

En  los  siglos  XVII  y  XVIII  se  explotaban  ricas  minas  en  Simití 
y  (xuamocó.  En  prueba  de  ello  citaremos  á  Fray  Pedro  Simón :  "  l'^stotra 
parte  del  Cauca,  que  es  la  del  oriente,  hoya  que  hacen  entre  él  y  el 
Magdalena,  harto  experimentadas  tiene  el  mundo  sus  inmensas  riquezas 
de  oro  y  plata  con  <iue  está  entretejida  y  aun  cuajada;  porque  comen- 
zando de  los  cerros  de  Simití,  las  han  tenido  y  tienen  de  muy  gran 
riqueza  de  finísimo  oro.  Y  corriendo  desde  ellas  al  sur  están  las  del 
Guamocó,  donde  están  fundados  reales  de  minas  y  un  pueblo  que  se 
llama  la  ciudad  de  San-Francisco." 

El  (yiipitán  ,Fuan  l*érez  Garavito,  comisioi'ado  por  el  Gobernador 
de  Zaragoza,  fué  quien  con(|UÍstó  la  Provincia  de  Guamocó  en  IGll  : 
"  Llegó  al  centro  de  la  J*rovincia,"  dice  Fr.ay  Pedro  Simón,  "y  entrando 
en  muchas  jiartes  y  descubriendo  en  todas  ri([uísimos  minerales  de  fino 
oro,  en  la  que  más  aconu)dada  le  pareció  y  el  paraje  de  más  ricas 
minas  fundó  la  ciudad,  sobre  las  barrancas  del  río  d(!  Atara  (Tuira), 
de  saludables  aguas  i>or  ser  de  oro. 

"'  Los  fundadores  de  estas  tierras  las  hallaron  tan  grandes  y  de  oro 
tan  subido,  (jue  no  pretendieron  vivir  de  otra  cosa  (jue  de  la  labor  de 
minas.  Luego  de  la  ciudad  de  Zaragoza-,  cuando  dieron  tan  grande 
estampido  sus  riijuezas  ))or  todo  el  Keino,  atropellando  las  dificultades 
de  los  caminos,  no  sólo  les  metían  allí  todo  lo  necesario  de  comidas  y 
vestidos,  ]>ero  aun  muchos  mineros,  por  mejorarse  en  caudales,  lleva- 
ban allí  sus  cuadrillas,  (jue  no  les  salió  en  vano." 

JjOS  más  ricos  placeres  de  Simití  fueron  los  de  la  (juebrada  San- 
Lucas,  que  beneliciaba  á  mediados  del  siglo  |)asado  \).  Francisco  ürtiz 
Chiquillo,  con  una  cuadrilla  de  negros.  En  cuatro  años  sacó  $  000,000 
en  oro,  y  aunque  la  cantidad   extraída  en   los  siguientes  no   fué  tan 


—  l.'.l  — 

«•opios»,  sí  lU'jró  ú  siu-ar  hasta  ¡í  iri,(K>0  cu  iiii  ano.  Las  «Icniás  minas 
íU'l  distrito  eran  t'iitoiirt'S  de  poca  sustancia.  Tu  esclavo  encontró  on 
uñado  <dlas,  que  pertenecía  á  Doña  .luana  Martínez,  una  lierniosa 
punta  de  oru  que  pesó  más  de  una  libra. 

Las  minas  de  (ruamocó  habían  decaído  nmciio  en  1770.  (1)  \'ario8 
«lineros  s(í  habían  internado  en  las  selvas  y  pusieron  trabajos  de  la- 
boreo i)roductivos  en  un  sitio  llamado  Manila,  donde  hallaron  aluvio- 
nes auríferos  abundantes  y  «le  fsícil  explotación,  (¿uedaba  Manila,  cuyo 
nombre  conserva  un  cerro,  muy  cerca  de  y  «juizá  en  el  límite  con 
Autio(iuia.  De  allí  se  abrió  camino  i)ara  «'I  Magdalena  por  el  puerto 
<lt;  Cimitarra  ó  ¡San-Pablo. 

La  ventajosa  situación  •geológica  de  (luamocó,  si  orillas  del  río 
Tigüí,  atinente  del  Nechí,  y  á  i)roximidad  de  la  más  rica  región  aurí- 
fera de  Antio([uia,  nos  hace  creer  que  su  distrito  sea  muy  fecundo  en 
oro.  Pereonas  que  han  estado  allí  nos  han  asegurado  que  se  encuentran 
muchas  vetas  de  este  metal.  Esta  localidad  se  halla  por  desgracia  en 
medio  de  un  país  desi)oblado  y  lejos  de  toda  comunicación,  y  debido  á 
esto  el  laboreo  de  sus  minas  está  hoy  casi  abandonado. 

En  Ayai)el,  lugar  situado  cerca  del  río  San-.Iorge,  se  han  explota- 
do minas  de  aluvión.  Vai  lJr«*,  sobre  el  mismo  río,  "•  los  negros  extraen 
de  una  arcilla  de  color  rojo,  tan  intenso  (|ue  parece  bermellón,  el  oro, 
f|ue  á  más  de  ser  muy  a'to  de  quilate,  se  encuentra  en  pepitas  que 
algunas  han  pesado  hasta  una  libra. . . .  El  río  8an-Jorge  tiene  vesti- 
gios que  indican  que  en  todas  partes  hubo  en  un  tiempo  trabajos  for- 
males establecidos.  En  la  profundidad  de  las  selvas  se  encuentran 
excavaciones  y  estacadas  (|ue,  aunque  de  madera,  parecen  muy  an- 
tiguas.*' (Luis  Strittler). 

De  las  (|u«íbrades  Xorosí  y  Ariza,  atlueutes  de  pequeños  ríos  que 
desaguan  en  el  ^Ligdalena  y  en  el  Cauca  respectivamente,  se  extraía 
alguna  cantidad  de  oro  en  los  ])rimeros  años  del  i)resente  siglo. 

Las  mujeres  de  San-Martín  de  Loba  ganal)an  la  sui>sistencia  en  el 
siglo  pasado  lavando  oro  en  los  ]»lacer«'s  d<'  la  localidad.  Ciénaga  de 
Oro,  en  fin,  debe  su  nombre  á  la  circunstaucia  de  hallarse  este  met^il 
en  el  sitio  donde  se  fundó. 

ICs  muy  repetido  en  Cartagena  v\  antiguo  dicho  i)opular: 

Desgraciado  del  Vvvñ 
S¡  se  desculire  el  Sinú. 

ICst«í  proverlii(»,  al  (jue  debió  dar  origen  la  ri([ueza  de  los  sepulcros 
del  Zenú.  no  lia  sid(»  justificado  i)or  la  exi)er¡eucia.  En    LS44  organizó 

(1)  En  1777  sólo  se  contaban  en  Guaniocó  49  niazamorreros  libres,  y  el 
derecho  de  quinto  y  cobos  percibido  en  el  año  alcanzó  apenas  ¡í  1 17  castellanos 
de  oro,  que  representan  un  producto  do  IjíT'O  castellanos. 


—  i;;j  — 

M.  Víctor  Dujardin  una  compañía  i)ara  la  extracción  del  oro  en  el  alto 
Sinú.  Trajéronso  ingenieros  y  niiujuinas  de  Europa,  liiüiéronse  grandes 
gastos,  y  todo  fué  en  i)ura  pérdida,  pues  auníjue  no  escasea  el  oro  en 
las  playas,  éste  se  halla  en  escaniitas  muy  menudas.  Hubo  además 
imprevisión  ;  el  material  que  se  quiso  aplicar  á  la  explotación  resultó 
inadecuado,  el  fastidio  invadió  á  los  extranjeros,  y  la  empresa  fue 
pronto  abandonada.  El  Director  de  ella,  M.  Striffler,  escribió  su  curiosa 
historia,  que  se  publicó  en  (Jartageua  en  un  libro  de  200  páginas. 


XII. — DEPARTAMENTOS  DE  LA  BANDA  ORIENTAL  DEL 
MAGDALENA. 


El  caudaloso  río  Magdalena  atraviesa  el  territorio  colombiano  de 
sur  á  norte,  cortándolo  en  dos  grandes  porciones  y  sirviendo  de  línea 
divisoria  á  los  Departamentos  (con  excepción  del  Tolima,  que  se  ex- 
tiende parcialmente  á  la  banda  oriental).  Puede  decirse  en  términos 
generales,  ([ue  los  Departamentos  que  quedan  al  occidente  de  este  río 
son  todos  auríferos,  (1)  y  que  el  oro  y  la  plata  sólo  se  encuentran 
accidentalmente  en  los  que  están  situados  al  oriente. 

Los  primeros  habitantes  de  Tocainuí,  en  Cundinamarca,  hicieron 
beneficiar  por  los  indios  que  recibieron  en  repartimiento  las  minas  de 
oro  de  aluvión  de  sus  dilatados  términos,  ([ue  se  extendían  al  norte  del 
Tolima. 

••  Xo  hay  oro  en  la  parte  intermedia  entre  la  ciudad  de  Tocaima  y 

(1)  Aquestos  ríos 

Son  Darién,  (1)  Cauca  y  de  la  Magdalena, 

Y  entre  los  tres  hay  ríos  y  quebradas 
Tantas  que  no  podrán  ser  numeradas. 
Donde  según  la  vista  verifica, 

Se  contiene  riquísimo  tesoro, 
Por  ser  en  general  la  tierra  rica, 

Y  ríos  y  quebradas  manan  oro. 

Y  así  dice  quien  esto  certifica, 
Que  mora  de  presente  donde  moro, 
Haber  en  todas  partes  y  lugares 
Infinidad  de  minas  singulares. 
Juan  de  Alvarado  Salazar  se  llama, 
Viejo  conquistador  de  aquellos  senos. 


(Castellanos.  Elegías). 


(I)  El  Atrato. 


\ 

— 1;«  — 

el  río  Maplalena :  pero  abundan  las  minas  en  (|uebra(las  y  ríos  cu  una 
Provincia  (|uc  está  de  la  otra  parte  del  Ma<;dalena  y  vecina  de  Mari- 
quita, á  la  sierra.  Hay  < 535  indios  dedicados  á  sacar  oro."  (líelación 
del  Nuevo  Jíeino  de  (irannda,  1559). 

''  Aun(|ue  toda  la  tierra  de  los  pauches  (1)  se  halla  con  ¡)ocas  minas,"- 
dice  Fray  l*edro  Simón,  '•  los  sacaban  de  ellas  á  trabajar  en  otras  ([uo  se 
liallanuí  con  mucha  grosedad,  como  fueron  las  de  las  Sabandijas  y  Ve- 
nadillo,  (L')  de  donde  se  sacó  gran  suma  de  oro." 

En  una  Reluvión  del  siglo  XVI  leemos :  "•  Los  indios  de  Tocaima 
lianse  consumido  por  ser  muy  trabajados  de  las  minas  y  hay  pocos,  que 
habrá  en  los  L'4  repartimientos  1,500,  y  aunque  está  prohibido  que  se 
echen  indios  á  las  minas,  con  fraudes  y  cautelas  los  hacen  sacar  oro  á 
vuelta  de  los  negros  (jue  hay  en  cuadrillas  en  ellas.  Los  españoles  viven 
de  las  minas  y  de  las  labranzas  (|ue  los  indios  hacen  de  maíz. 

Es  conocida  la  historia  de  la  mina  de  Juan  Díaz;  citamos  al 
Obispo  IMedrahíta :  ''  En  Tocaima  hubo  muchos  vecinos  poderosos  y 
ricos,  de  los  cuales  fué  el  uno  Juan  Díaz  Jaramillo,  que  habiendo  en- 
«ontrado  una  mina  de  oro  por  modo  extraño,  sacó  de  ella  tanta  canti- 
dad, que  lo  medía  por  fanegas :  y  deseando  eternizarse  en  la  posteridad, 
labró  una  casa  (jue  pudiera  servir  decentemente  de  alcázar,  porque 
además  de  las  mjideras  y  otros  ricos  materiales  que  halló  en  el  Reino 
para  su  fabricación,  llevó  de  (bastilla  tantos  azulejos,  vidrieras,  rejería 
y  artesonados' dorados,  que  después  de  asolada  con  las  inundaciones 
y  crecientes  del  Patí "  (el  río  Bogotá),  "han  sido  bastantes  las  ruinas 
para  hermosear  las  iglesias  parroquial  y  de  Santo-Domingo,  que  se 
han  labrado  en  la  nueva  ciudad,  y  lo  que  es  más,  para  el  magnífico 
templo  de  la  limpia  ( ■oncepción  de  Santafé,  que  es  uno  de  los  ilustres 
y  aseados  de  las  Indias  ;  sin  que  de  toda  aquella  riqueza  y  majestad 
haya  dejado  el  tiempo  otras  señales,  pues  en  el  mío  he  conocido  muchos 
de  sus  descendientes  en  suma  pobreza." 

La  mina  de  Juan  Díaz  existía  en  el  norte  del  Toliraa,  no  se  sabe 
en  (jué  lugar;  un  negro  esclavo  suyo  la  descubrió  por  haber  visto  unas 
hormigas  que  entre  los  granos  de  tierra  sacados  de  su  madriguera 
llevaban  muchos  de  oro.  La  inundación  que  destruyó  á  Tocaima  fue 
en  1581. 

Los  aluviones  del  río  Guaguacjuí,  que  fueron  beneficiados  antigua- 
mente con  notable  provecho,  son  ricos  en  oro,  pero  la  insalubridad  del 
<-linia  dificulta  su  explotación,  como  lo  prueba  claramente  el  siguiente 
caso :  después  de  1850  entraron  á  la  parte  rica  de  las  playas  de  este 

(1)  El  distrito  de  Tocaima. 

(2)  Y  las  de  Chilaca  y  Trementina. 


—  LU  — 

río  los  señores  J).  Tirso  y  D.  Francisco  l'ietlrciliíta  con  algunos  peones, 
y  en  veinte  días  sacaron  catorce  libras  de  oro,  pero  habiendo  enfer- 
mado y  muerto  los  jjcones,  con  excepción  de  dos,  se  vieron  obligados  á 
abandonar  tan  mortífero  parajíí. 

Los  aluviones  del  Ariari  no  sólo  son  ricos,  sino  ((ue  fueron  taíu- 
bién  explotados  después  de  la  Conquista.  Cuando  D.  (Jonzalo  Jiménez 
de  Quesada  emprendió  la  expedición  de  los  Llanos,  en  1509,  "  contri- 
buyó en  mucha  parte  para  los  costos  Francisco  xVguilar,  (jue  en  cortos 
años  se  había  enriquecido  con  las  minas  del  río  Ariari."  (Acosta). 

"  La  Provincia  de  San-Juan  de  los  Llanos  es  abundantísima  de 
minas  de  oro  que  se  trabajaban  antes,  y  producía  muchísimo,"  dice  D. 
Antonio  de  Alcedo. 

El  doctor  Manuel  María  Quijano  escribía  en  1848 :  "Las  minas 
de  veta  de  Casanare,  que  dieron  ocasión  al  Capitán  es])añol  fluan  de 
Avellaneda  para  fundar  la  ciudad  de  San-Juan  de  los  Llanos,  (1) 
creemos  que  son  las  mismas  que  dice  en  un  manuscrito  el  Padre  Pe- 
drosa,  misionero  franciscano,  ser  conocidas  por  los  indígenas  á  quienes 
él  catcíjuizaba  hasta  el  año  de  1809,  situadas  en  un  peñón  cuyas  ver- 
tientes tril)utan  al  río  Ariari,  de  donde  sacaban  el  oro  en  fragmentos; 
agregando  haber  oído  decir  á  los  indígenas  de  San-Martín  que  en  las 
inmediaciones  de  esta  parroquia  había  una  mina  de  oro  oculta." 

Las  minas  del  Ariari  estuvieron  por  mucho  tiempo  en  explotación. 
Eodríguez  Fresle  dice:  "El  Capitán  Juan  de  Avellaneda  pobló  á 
San-Juan  de  los  Llanos,  y  con  las  minas  de  oro  que  se  descubrieron 
en  su  jurisdicción  se  ha  sustentado  y  sustenta  hasta  este  presente  año 
de  1638." 

Asegúrase  qint  cerca  de  Fosca  so  encuentra  un  filón  de  plata.  "  Un 
poco  adelíinte  de  Quetame  hay  un  filón  de  plata  y  cobre,  que  fué  ex- 
plotado en  tiempos  anteriores  y  que  tiene  socavones  abiertos."  (2) 
(Emiliano  líestrepo.    Una  excursión  al  tcrriiorio  de  San-Marün). 

La  principal  riqueza  mineral  de  Cundinauuirca  consiste  en  sus 
minas  de  sal  gema  de  Zipaquirá,  Xemocón  y  Sesquilé  ;  en  sus  óxidos 
de  fierro ;  en  sus  ricas  vetas  de  cobre  y  en  sus  depósitos  de  ulla. 

(1)  Las  minas  que  descubrió  este  Capitán  no  fueron  vetas ;  hé  aquí  lo  que 
refiere  el  V.  Sin\ón  :  "  Habiendo  Avellaneda  dado  muchas  catas  en  muchas  par- 
tes  de  amagamientos,  quebradas,  barrancas,  monte  y  playas  de  ríos  donde 
halló  grandes  muestras  de  oro  de  seguir,  y  buena  disposición  en  el  país  para 

la  vivienda  humana; viendo  que  eran  muchos  los  indios  y  riquezas  de  la 

tierra,  al   fin  vino  á  fundar  un  pueblo  que  llamó   San— Juan  de  los  Llanos.  " 

(2)  Los  filones  de  Fosca  y  Quetame  son  de  galena  cúbica  muy  pobre  en  pla- 
ta. La  galena  de  Fosca  contiene  once  onzas  de  plata  por  tonelada  y  la  de  Que- 
tame  tres  onzas. 


—  la.-)  — 


II 


Es  muy  escaso  <*l  oro  vu  v\  Dcpartíiniciiti»  »1<*  IJovacá.  (liiate<pu'  y 
Cucuy  lian  »lailo  alguna  cantidad. 

Eu  una  Relación  escrita  ií  fines  del  sij^lo  X\'l  Icemos  :  "  VA  metal 
que  liasta  abura  hay  descubierto  en  la  tierra  de  los  Muzos  es  muy  fino 
oro  de  2L  quilates  para  arriba.  Este  se  satta  en  las  (juebradas  (jue 
bajan  de  los  montes,  y  hállase  muy  menudo,  por  donde  se  entiende  que 
será  más  durable." 

El  General  Agustín  Codazzi  dice:  "  íáe  cree  ([ue  hay  copiosas 
niinas  de  oro  en  los  terrenos  aluviales  de  Muzo  y  Oti"o-Muudo. ...  Lo 
cierto  es  que  nn  negro  viejo  vecino  del  Otro-Mundo,  solía  llevar  de 
vez  en  cuando  buena  cantidad  de  oro  en  polvo  al  mercado  de  Chiquin- 
quirá,  sin  haber  querido  revelar  jamás  de  dónde  lo  sacaba.  ^lurió,  y 
con  él  (juedó  sepultado  el  secreto." 

Algunas  leguas  al  Norte  de  .Aluzo  se  extiende  una  región  aun  casi 
desierta,  malsana,  pero  rica  en  aluviones  de  oro :  comprende  el  río 
Guaguaquí,  Otro-AIundo  y  la  (juebrada  Corcobada,  afluente  del  Ca- 
rare.  (1) 

Dícese  que  en  el  cerro  ([ue  domina  la  Villa  de  Leiva  se  exi)lotó 
hace  siglo  y  medio  una  mina  de  plata  nativa,  y  aun  se  asegura  que 
yarias  alhajas  del  servicio  de  la  iglesia  matriz  fueron  hechas  con  plata 
sacada  del  cerro.  El  Capitán  de  marina  Cochrane  buscó  eu  vano  esa 
mina.  El  mineral  que  hemos  visto  de  allí  no  es  otra  cosa  que  una 
galena  nmy  ])obre,  (jue  contiene  de  0,025  á  0,005  por  ciento  de  plata 

(1)  En  una  Relación  escrita  por  Diego  de  Poveda,  uno  de  los  conquistadores, 
hallamos  la  noticia  siguiente :  "  El  primer  oro  que  se  descubrió  en  la  Provincia 
de  los  Muzos  lo  descubrí  yo,  llevando  conmigo  ocho  ó  nueve  compañeros,  en  un 
pueblo  llamado  Atasor,  estando  por  nuestro  Capitán  Alvaro  Cepeda  de  Ayala, 
del  cual  v'o  fui  Teniente  general.  Y  de  este  pueblo  de  Atasor  para  abajo,  yendo 
hacia  el  llío  Grande  (el  Magdalena)  lo  hay  en  muchas  y  muy  diversas  partes, 
y  la  mayor  riqueza  que  hay  en  oro  en  los  términos  de  la  ciudad  de  la  Trinidad 
(Muzo)  es  junto  á  una  loma  grande  que  entre  los  españoles  llaman  la  loma  de 
Nicopí,  y  los  indios  Omopain  (en  su  lengua  Orno,  loma  y  pain,  á  lo  alto)  por  ser 
loma  muy  alta.  Esta  loma  es  la  postrera  que  hay  yendo  de  la  Trinidad  hacia 
el  Río  Grande,  y  desde  esta  loniA  vertientes  al  río  hay  gran  riqueza  de  oro, 
que  nos  enseñó  un  indio  patangro  retirado  de  la  ciudad  de  los  Remedios.  Por 
lo  bajo  de  la  loma,  j'endo  hacia  el  Río  Grande,  á  seis  ó  siete  leguas  de  ella,  hay 
una  laguna  grande.  Estará  la  loma  de  Nicopí  quince  á  diez  y  seis  leguas  de  la 
ciudad  de  la  Trinidad." 

No  se  trata  aquí  de  los  aluviones  del  río  Guaguaquí,  puesto  que  el  autor 
habla  «presamente  de  ellos  y  dice  que  están  á  catorce  leguas  de  Muzo.  La  loma 
de  Nicopí  debe  ser  uno  de  los  altos  cerros  situados  al  norte  de  Muzo,  que  es 
donde  se  encuentran  varias  lagunas. 


—  i;j()  — 

y  íiue  se  (nicucntra  en  venillas  de  uno  á  uno  y  medio  centímetros.  Del 
fondo  de  un  antiguo  socavón  se  sacaron  hace  pocos  años  muestras  de 
mineral  que  contenían  0,7  de  plata. 

Hay  en  Boyacá  abundantes  fuentes  de  agua  salada,  ulla  y  mine- 
rales de  lierro  y  de  cobre;  los  de  ^Vloniquirá,  de  este  último  metal,  son 
muy  afamados  por  su  abundancia  y  su  ri«|ueza. 

La  joya  preciosa  de  líoyacá  son  sus  ricas  minas  de  esmeraldas  de 
Muzo,  conocidas  hasta  hace  poco  en  Europa  con  el  nombre  de  esme- 
raldas del  Perú.  Tanto  así  se  ignora  la  geografía  de  América! 

Ill 

Poco  después  de  la  fundación  de  Pamplona  se  descubrieron,  en  1550 
ó  1557,  riquísimas  minas  de  oro  en  el  país  comarcano.  Sacóse  prodigio- 
sa cantidad  de  oro  do  aluvión  de  los  alrededores  de  Suratá,  particular- 
mente de  una  meseta  alta  que  se  llamó  Páramo-Rico. 

liefiere  el  Obispo  Piedrahíta  que  algunas  personas  ancianas  de 
Pamplona  le  contaron  que  el  descubrimiento  se  hizo  del  modo  si- 
guiente : 

El  maese  de  campo  Hortiin  Velasco,  en  compañía  de  otros  caballe- 
ros de  la  ciudad,  había  salido  á  caza  de  venados,  y  estaban  sesteando 
cerca  de  un  arroyo.  Extrañaron  la  presencia  de  un  español  recién  veni- 
do, que  con  sus  alforjillas  y  á  pie  los  había  seguido.  Preguntáronle  de 
dónde  era  y  qné  buscaba  :  contestóles  que  era  de  Extremadura,  donde 
tenía  hijos  y  mujer  muy  pobres,  y  que  había  venido  á  América  á  buscar 
oro.  Queriendo  divertirse  á  su  costa  dijo  uno  de  los  presentes :  "  Vaya 
vuesa  merced  á  la  cumbre  de  aquella  colina,  y  á  raíz  de  la  piedra  gran- 
de que  se  descubre,  cave  la  tierra  y  sacará  todo  el  oro  que  quiera."  El 
extremeño  se  fué  á  escarbar,  y  los  que  estaban  observándolo  y  riéndose 
de  su  sencillez  reparaban  que  sacaba  puñados  hasta  que  llenó  las  alfor- 
jas. Acercóseles  luego  con  su  carga  y  dióles  las  gracias  por  el  oro  que 
le  habían  permitido  recoger.  Pasmados  quedaron  los  burladores,  levan- 
táronse en  el  acto,  y  luego  que  se  persuadieron  que  lo  que  llevaba  el 
buen  hombre  era  oro,  corrieron  á  la  meseta,  y  cada  cual  sacó  lo  que 
pudo  para  dar  vuelta  á  la  ciudad  con  tan  fausta  noticia. 

"•  Toda  la  colina,"  dice  Piedrahíta,  "  hasta  un  palmo  de  profundi- 
dad, tenía  derramadas  las  puntas  de  oro  que  formaban  aquel  prodigioso 
tesoro,  sin  que  más  abajo  se  hallase  alguna,  y  aunque  la  labor  por  esta 
causa  y  por  la  prisa  que  se  dieron  los  mineros  con  innumerable  canti- 
dad de  indios,  duró  solamente  por  tiempo  de  un  año,  fue  tan  grande  la 
suma  de  oro  que  se  sacó,  que  por  la  riqueza  que  adquirieron  los  vecinos 
de  Pamplona  en  aquel  corto  tiempo,  y  los  crecidos  gastos  y  vanidades 


—  ]:'ü  — 

cu  ([uc  l:i  «-oiistiiiiirroii  «mi  los  aíios  si}íuii*nt»*s.  ([iiodó  la  ciudad  (-((ur/ 
nombre  ilc  l'aiiiploiiilla  la  lo<'a,  Y  para  ipu!  el  surest)  tciij^a  toda  la  cre- 
dulidad (lUf  merece,  <"itaré  á  la  letra  las  palabras  de  (¿uesada  ;  dice  así: 
•  Sucedií»  que  en  la  nueva  ciudad  de  Pamplona  se  descnibrieron  las  más 
soberbias  minas  de  oro  que  jamás  en  est»í  Keino  se  lian  visto  :  descu- 
briéronse éstas  en  ui4i)áramo  alto  \  desierto,  donde  el  tiempo  <|ue  du 
raron,  (|ne  fué  á  mi  parecer  un  año,  poco  más  ó  menos,  se  sacó  con  los 
naturales  una  suma  de  oro  casi  innumerable,  jionine  fué  la  cosa  más 
gruesa  quí*  creo  yo  eu  Indias  se  haya  visto,  y  linbo  día  (|ue  sólo  un 
indio  sacj  mil  pesos  que  son  1,LMM)  ducatios  !  *"' 

,\.  la  fama  de  las  riíjnezas  de  Pamplona  vino  desde  Cataluña  el 
l*adre  Fray  Itenito  de  Peñalosa  á  recoger  limosnas  para  hacer  una  co- 
rona á  la  ^'irgen  de  Monserrate.  Vil  mismo  refiere  en  la  (Quinta  excc- 
Icnciü  tlt'l  J'jspailol,  (jue  con  sólo  la  limosna  (jue  le  ofrecieron,  y  con  la 
de  las  misas  y  sermones,  la  hizo  de  tanta  maj(ístad  y  ri(|ueza,  (pie  tenía 
doce  libras  de  oro  de  1'-  quilates  y  2,~á)0  esmeraldas  hnísimas,  algunas 
muy  grandes.  Emi)Iearon  nn  año  en  fabricarla,  trabajando  en  ella  seis 
artífices  de  Pamplona,  l'^ié  reputada  esta  (d)ra  la.  más  bella  y  ])erfecta 
en  sil  clase,  y  apreciada  en  ."iO^OOO  ducados  (.54,000  pesos). 

No  lejos  de  Páramo-Iíico  hallaron  los  descubridores  de  Pamplona 
las  minas  de  la  MontiU)sa  '•  (h)nd('  comenzaron  luego  á  tomar  asiento; 
iban  descubriendo  sus  ri(|uezas  de  ])Iata  haciendo  ingenios  ])ara  moler 
sus  niineralí^s,  con  (|ue  se  fue  cada  día  facilitando  más  el  beneficio  de 
sacarla. . . .  La  tierra  de  Suratá  es  tan  rica  (|ue  toda  ella  es  nna  pasta 
de  oro  y  plata  y  otros  metales  (1).  . .  .  (Jasi  diez  años  detuvo  la  grose- 
dad que  cada  día  se  iba  liallando  de  minas  en  la  ciudad  de  Pamplona 
á  todos  sus  vecinos,  cebados  con  los  acrecentamientos  de  caudales  <|tie 
hallaban  en  ellas,  sin  (jue  se  qnisiesen  deshacer  de  lo  cjue  tenían  pre- 
sente y  cierto  para  alargarse  á  nuevas  y  dudosas  conquistas."  (Fray 
Pedro  Simón).  (2)  En  una  muy  iinúgua,  Relación  leemos :  "  Su  Majes- 
tad no  tiene  repartimiento  en  Pamplona,  ¡¡ero  ha  llevado  muchos  quin 

(1)  Donde  después  acá 


Han  dado  las  entrañas  de  la  tierra 
Gran  cantidad  de  oro  sobre  plata, 
Y  en  el  frío  compás  de  aquella  sierra, 
Sabana  rasa,  montuosa  mata, 
Fría  quebrada,  claros  vertederos 
('onvidan  con  riquísimos  veneros. 

(Castellanos.  Elegías). 

(2)  La  Baja  fué  el  sitio  principal  de  explotación  de  los  antiguos  mineros. 
Se  montaron  allí  siete  ingenios,  cuyos  restos  se  ven  aún  en  el  terreno  cubierto 
de  árboles. 


—  Lis- 
tos (U'l  oro;  hiiy  veinte  vecinos,  señores  <le  repartimiento:  liahía  liasta 
(los  mil  indios."  I),  finan  José  D'lOlliúyar  dice:  "Los  minerales  de 
plata  de  la  Montnosa  baja  y  Vetas  de  Pamplona. . . .  fueron  muy  cele- 
brados en  el  siirlo  i)asado "  ((d  si^lo  XVII).  "  En  la  ^Montuosa  está  la 
famosa  mina  de  IMe-de-(lallo,  de  la  que  se  conserva  la  tradición  que 
en  un  día  sacaron  una  jjrodi^íiosa  cantidad  de  castíjllanos  de  oro." 

En  su  líclación  <ie  mundo  habla  el  Virrey-Arzobispo  (lóngora  de 
"  las  maravillosas  p(n-ciones  de  plata  (jue  se  extrain  antes  de  las  minas 
de  Montuosa  y  Vetas  de  Pamplona."  (1) 

])e  dos  informes  del  Gobernador  de  ¡San-Juan  de  (jirón,  1).  Agus- 

(1)  En  una  caria  que  el  señor  General  D.  Leonarnu  Canal  tuvo  la  fineza  de 
dirigirnos  en  Abril  de  1886,  3-  que  corre  impresa  en  el  número  60  de  La  Nación, 
hace  la  siguiente  halagüeña  pintura  de  la  antigua  opulencia  de  la  ciudad  de 
Pamplona  :  "  Como  hijo  de  la  ciudad  de  Pamplona,  puedo  ratificar  la  constan, 
te  tradición  entre  todos  sus  vecinos,  respecto  de  los  cuantiosos  capitales  que  se 
sacaron  de  las  minas  de  Páramo-Eico,  Eaja  y  Vetas,  Fueron  exclusivamente 
esas  minas  las  que  dieron  á  la  ciudad  el  esplendor  y  fama  de  que  gozó  algunos 
años  después  de  su  fundación,  y  que  la  colocaron  en  poco  tiempo  en  el  primer 
rango  de  las  poblaciones  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  La  valiosa  corona  de 
que  usted  habla,  construida  por  artífices  de  la  misma  ciudad,  con  las  limosnas 
que  vino  á  recoger  desde  Cataluña  Fray  Benito  de  Peñalosa ;  los  suntuosos  ban- 
quetes,  en  los  que,  á  falta  de  aceitunas  naturales,  se  obsequiaba  á  los  convida- 
dos con  aceitunas  de  oro  macizo,  que  los  mismos  artífices  imitaban  con  primor; 
los  ruidosos  pleitos  en  que,  más  por  una  simple  vanagloria,  que  por  la  impor- 
tancia del  asunto,  se  invertían  sumas  inmensas  para  llevarlos  en  última  ins- 
tancia hasta  la  decisión  del  Rey  ;  los  vestigios  que  aun  existen  en  la  entrada 
de  la  ciudad  del  templo  edificado  exclusivamente  para  dar  gracias  á  Dios  por 
los  interesados,  en  los  días  en  que  recibían  los  cargamentos  de  los  jireciosos 
metales;  la  campana  mayor  de  la  primitiva  iglesia,  que  existe  todavía  y  que 
llama  la  atención  de  todos  los  forasteros  por  su  tañido  singular,  debido  á  la 
fuerte  liga  de  oro  y  plata  que  por  una  piadosa  ostentación  se  le  dio  al  cobre  de 
que  fué  construida  ;  la  valiosa  lámpara  de  plata  de  la  misma  iglesia,  robada 
por  el  desgraciado  joyero  Gregorio  Villamizar,  á  quien  vi  fusilar,  siendo  aún 
niño,  en  castigo  de  su  delito  ;  la  custodia  de  oro  y  piedras  preciosas,  avaluada 
en  $  70,000,  perteneciente  á  las  monjas  clarisas  de  la  ciudad,  la  que,  junto  con 
la  mayor  parte  de  los  Vasos  Sagrados,  atriles,  ciriales  y  un  sagrario,  todo  esto 
de  plata  maciza,  que  dichas  monjas,  mal  aconsejadas,  enviaron  á  esta  ciudad 
para  librarlo  de  la  codicia  de  los  pacificadores,  dando  ocasión  á  que  efectiva- 
mente caj'era  en  sus  manos  toda  esa  gran  riqueza, — lo  que  no  habría  sucedido 
de  otro  modo,  puesto  que  dichos  pacificadores  respetaban  siempre  las  iglesias  y 
conventos  ; — los  casquillos  de  plata  con  que  los  antiguos  pamploneses  usaban 
herrar  los  caballos,  en  vez  de  los  de  fierro,  y  de  los  cuales  se  han  enconti-ado 
recientemente  algunas  muestras;  los  tesoros  escondidos  subterráneamente,  que 
de  cuando  en  cuando  se  encuentran  en  las  casas  y  solares  de  la  población,  y 
uno  de  los  cuales  descubrí  yo  mismo,  pequeño,  es  verdad,  pues  sólo  alcanzó  á 
tres  mil  patacones  de  antiguo  cuño,  pero  que  sirvió  de  guía  para  que  otras  per- 
sonas descubrieran  en  la  niisma  casa  otros  depósitos   más  ricos,  compuestos  de 


—  i;;í)  — 

íiii  (iutiiTrc/  (le  los  IJíos,  (liriL'idos  al  X'irrcy  on  ITlL'v  17  l.l,  toniaiiio.s 
lo  sifíiiiciitc;  : 

muiiedss  de  ur»  y  vajillas  de  pliit;t  ;  todos  estoB  lieclios,  y  otroa  muchos  que 
confinnu  la  tradirióii,  vienen  en  alwno  de  los  datos  históricos  que  usted  ha  to- 
mado de  l'iedraliita,  el  Viney-Aizobispo,  (íutiérrez  de  lo»  Kíos,  Francisco  de 
Karaya,  Ignacio  üallaido,  Jacobo  Wiesner,  Fray  Pedro  Simón,  el  distinguido  é 
infortunado  D.  José  D'Elhúyar,  y  de  tantos  y  tantos  otros,  cuyas  obras  históri- 
if»,  uiemoriRí»,  relaciones  y  escritos  de  todo  género  ha  consultado  usted  con 
paciente  y  muy  recomendable  curiosidad. 

"  Entre  los  hechos  de  otro  orden  que  atestiguan  la  gran  riqueza  que  se  ex- 
trajo por  los  antiguos  habitantes  de  Pamplona  de  las  citadas  minas,  llama  la 
atención  el  de  haberse  extendido  túnto  la  población,  que,  'apretada  ya  en  el 
valle', — comolodiceun  antiguo  expediente,  relativo  al  espantoso  terremoto  que 
destruyó  la  ciudad  en  el  siglo  XVII, — '  viéronse  los  moradores  en  la  necesidad  de 
buscar  holgura,  levantando  nuevas  casas  en  las  faldas  de  los  cerros  que  i-odean 
dicho  valle;'  ven  realidad,  si  una  ciudad  que  no  tenía  más  industria  que  la 
minera,  creció  tanto  en  tan  pocos  años,  y  llegó  á  merecer  el  calificativo  de  loca, 
por  la  prodigalidad  con  que  sus  habitantes  invertían  cuantiosas  riquezas  en 
superfinas  vanidades,  como  la  tradición  y  el  mismo  Piedrahíta  lo  aseguran, 
debió  ser  exuberante  la  cantidad  de  oro  y  plata  que  se  sacó  de  sus  minas. 

"  ¿  Por  qué  desapareció  esa  riqueza  y  por  qué  dejaron  de  trabajarse  esas  mi- 
nas, no  habiendo  estado  expuestas,  como  las  de  la  ciudad  de  la  Plata  y  del 
Espíritu-Santo,  en  el  Darién,  y  otras,  á  los  ata([ues  y  robos  de  los  indios  salva- 
jes ?  La  misma  tradición  responde  ú  esta  pregunta,  de  un  modo  que  satisface 
completamente  á  los  que  creemos  en  el  ine-\orable  cumplimiento  de  las  leyes 
morales  que  rigen  el  mundo.  La  respuesta  es  ésta  :  'El  oro  nativo  de  la  mina 
de  Pie-de-Gallo  .se  sacaba  á  cincel,  y  uno  solo  de  los  granos  que  llegai'on  á 
extraerse,  pe.saba  140  libras ;  pero  la  pi-esencia  en  Pamplona  de  esa  inmensa  ri- 
queza, hizo  rebosar  la  copa  de  la  disipación  y  e.xageradas  vanidades  de  sus  mo- 
radores. Al  misnjo  tiempo  llegaron  á  constituir  una  verdadera  idolatría  las 
extrañas  ceremonias  con  que  en  el  templo  de  los  afueras  de  la  ciudad  recibían 
el  oro,  al  que,  mus  que  al  Supremo  Dispensador  de  todo  bien,  iban  dirigidas 
acjuellas  ceremonias :  y  semejante  gravísimo  pecado,  con  los  demás  que  eran 
consecuenciales,  recii)ieron  sin  tardanza  su  merecido  castigo.  El  inesperado  de- 
rrumbe (le  un  cerro  adyacente  á  las  minas  cegó  las  de  más  fama,  y  las  restantes 
se  empobrecieron  al  extremo  de  no  retribuir  sus  gastos  ;  y  para  que  el  castigo 
(le  tamañas  faltas  fuera  completo,  sól)revino  después  el  espantoso  terremoto  del 
1*1  de  Enero  de  1644,  (pie  no  ha  tenido  igual  entre  no.sotros,  sino  el  que  destru- 
yó las  poblaciones  del  Valle  de  Cúcuta  el  18  de  Mayo  de  1875  ;  y  como  resultado 
de  todo,  los  hombres  quedaron  aturdidos  y  áe  tal  m(jdo  vendados,  que  no  han 
podido  volver  ú  hallar  las  ocultas  riquezas,  ni  con  la  ayuda  de  extranjeros  en- 
tendidos en  la  minería,  ni  de  grandes  capitales  invertidos  en  la  empresa.' 

"  Tal  es  la  vulgar  tradición,  de  la  cual  se  han  hurlado  y  que  han  explicado 
á  su  modo  varios  racionalistas:  pero  el  hecho  es  que  Pamplona,  á  consecuencia 
de  aquel  verdadero  cataclismo,  quedó  reducida  á  vivir  de  recuerdos  y  de  las 
lK»cas  riquezas  íjue  le  (quedaron  de  su  antiguo  esplendor  por  cerca  de  dos  siglos 
después  de  su  reedificación." 

Una  miserable  aldea  llamada  California,  compuesta  de  las  extinguidas  pa- 
rroquias de  Baja  y  Vetas,  ocupa  hoy  el  centro  de  las  célebres  minas  de  Pam- 


—  140  — 

"En  1693  tenía  en  Panii)lona  Antonio  Kodn.irucz  dos  minas  pobla- 
das y  montadas. ... 

'' Jja. mina  grande  de  la  Montuosa  es  la  más  celebrada  en  riqueza 
de  cuantas  hay  en  aíjuellos  reales,  i»or  <íomponer8<'  de  enatro  vetas  que 
igualmente  siguen  un  mismo  rumbo. 

"  La  celebradísima  mina  de  Móngora  es  de  i)lat-i  con  dos  cordones 
de  oro,  y  á  poca  costa  se  puede  poner  corriente  :  está  en  la  Montuosa 
alta. 

*'  Ija  mina  de  Iteco  es  de  mucha  fama. 

"  I^a  niina  de  oro  del  Volcán  eia  de  las  más  (i|Mil(Mitas  :  cuando  .se 
derrumbó  se  beneficiaba  una  veta  rica. 

''  La  de  Borrero  la  cegó  el  río,  pero  es  fácil  abrirle  entrada  por  otra 
l)arte  ;  es  abundantísima  de  oro,  pero  no  llega  más  que  á  18  (juilates. 

"  La  mina  de  Pie-de-Gallo  la  trabajó  el  Capitán  Juan  (íómez  de 
Villalobos;  es  de  oro  exquisitísimo  y  muy  fácil  de  limpiar  las  ruinas 
que  taparon  el  banco  de  oro  macizo  ([ue  se  descubrió  la  tarde  que  se 
desmoronó,  y  en  breve  rato  cortaron  los  peones  14,000  castellanos '' 
(140  Ultras),  "  y  hoy  trabaja  en  limitiarla  un  pobrecito  llamado  Anto- 
nio (Quintero.  Viven  todavía  dos  viejos  que  vieron  el  banco  de  oro  re- 
ferido. La  mina  de  Pie-de-Ciallo  está  en  la  Montuosa  baja." 

Refiérese  que  cuando  se  derrumbó  la  uiina,  el  dueño  de  ella,  (|ue  era 
ya  anciano,  había  sacado  una  cantidad  de  oro  tan  considerable  que  no 
quiso  volver  á  explotarla.  La  masa  de  oro  macizo  de  Pie-de-Gallo  es 
la  más  pesada  que  se  ha  extraído  de  las  vetas  en  todo  el  Xuevo  Conti- 
nente. De  la  mina  ^fonumental,  en  California,  se  sacó  una  (jue  j)esaba 
140  libras  de  troya  (113^  libras  españolas).  La  parte  de  la  de  Pie-de- 
(lallo  (|ue  se  pudo  extraer  pesaba  140  libras  (kilogramos  04,4).  Cuéntase 
<iue  la  masa  de  oro  tenía  la  forma  de  una  pata  de  gallo,  que  sólo  alcan- 
zaron á  cortarle  una  ]tarte  de  ella,  y  el  resto  ([uedó  cubierto  i)or  el  de- 
rrumbe, que  fue  producido  por  el  olvido  ()ue  tuvieron  los  trabajadores 
de  ademar  el  socavón. 

En  1740  informaba  I).  .Agustín  (lutiérrez  (|ue  tenía  siete  minas  de 
oro  que  había  "  fomentado  y  habilitado  en  cumplimiento  de  lo  (jue  Su 
Excelencia  el  Virrey  se  dignó  mandarle."  X(»  sabemos  qué  resultados 
darían  estos  trabajos.  (1) 

piona.  En  Yetas  se  halla  la  cabecera  de  la  aldea,  á  cuyas  inmediaciones  están 
Páianio-Rico  y  las  minas  de  San-Bartolo,  el  Arco,  Aguado  y  los  Lajones, 
.idemás  de  otras  muchas  minas  explotadas.  A  los  alrededores  del  poblado  de 
Baja  se  hallan  las  famosas  minas  de  Pie-de-Gallo,  Santa-Catalina,  las  Ta- 
padas, Angostura,  Machuca  y  varias  otras  de  menos  nombradía.  El  clima  de 
California  es  frío  y  las  tierras  muy  estériles. 

(1)  De  una  líaso'n  y  caria  cuenía  del  oro  manifestado  ante  el  señor  A.  Gutié- 
rrez, Alcalde  mayor  de  las  vetas  de  Pamplona  y  Juez  de  quintos  y  cobos,  resul- 


\ 

—  Ul  — 

101  \'irn-\  .Mi-.s.«síii  (le  la  Zerda  |ir(»iin»\  ió  df  nuevo  hi  «'xplotación  de 
las  tuinas  de  I'aiii|tlnii;(.  ci^pindo  aun  de  su  peculio,  con  el  laudable 
ohjetu  de  estimular  á  los  particulares.  En  su  tieuij)o  algunos  sujetos, 
iitre  ellos  1).  .Vntonio  Quevedo,  1).  Diej^o  Calderón  y  1).  (laspar  Al 
..irez,  |>usieroii  traliajos  de  explotación  en  varias  minas  (|iie  desculuie 
ron  en  el  sitio  «le  líarrientits,  al  rededor  de  la  de  8an-Cristólial.  El 
mismo  Virrev  piste'»  aliruna  suma  de  dineio  en  la  mina  de  San-Anto- 
nio, en  asoci»>  con  1).  .José  Celestino  Mutis  y  D.  l'edro  l'garte.  En  el 
Apéndice  (documento  1)  copiamos  cuatro  cartas  del  señor  Mutis.  De 
una  de  1).  J'edro  l'garte  al  Virrey,  tediada  en  I'am])lona  el  L'O  de 
Marzo  de  1  7<JG,  tomamos  lo  siguiente:  "Me  dediqué  á  solicitar  en  el 
archivo  de  este  Cabildo  algunas  razones  de  las  antiguas  y  muchas  mi 
ñas  ([ue  se  trabajaron  en  las  Vetas,  en  la  Montuosa  alta  y  baja  y  otras, 
en»  cuyos  agujereados  y  sacados  cerros  y  accíjuias  traídas  desde  muy 
lejos  para  llevar  á  ellos  el  agua,  se  reconoce  que  el  trabajo  fué  grande. 
Sólo  he  podido  hallar  lo  siguiente  :  en  el  año  1500  ya  se  habían  comen- 
zado á  trabajar  <'stas  minas  ;  en  1584  se  hicieron  ordenanzas  para  ellas  ; 
en  el  año  lGli2  ya  habían  llegado  á  una  decadencia  grande.  Hasta 
entonces  liubo  caja  real  y  tenientes  de  oficios  de  Santafé  ;  por  esta  de 
cadencia  vino  á  visitarlas  un  Oidor  por  el  señor  Presidente  y  la  real 
Audiencia  de  Santafé.  Encontró  treinta  y  tantas  cuadrillas,  cuyos  due- 
ños eran  unos  encomenderos  y  otros  particulares  ;  en  todas  ellas  había 
(¡uinientos  y  .tantos  indios  de  trabajo.  (1)  El  Oidor  los  hizo  aumentar 
hasta  cerca  di'  setecientos,  hizo  nuevas  orderumzas,  y  por  el  contexto 
de  algunas  i)rovidencias  se  reconoció  que  en  las  Vetas  trabajaban  las 
más  de  las  cuadrillas  en  minas  de  oro  y  algunas  de  lavaderos  ;  (jue  en 
las  ^lontuosas  trabajaban  las  más  en  vetas  de  oro  y  pocas  de  i)lata  y 
algunos  lavaderos,  y  (jue  las  cuadrillas  de  JJucaramanga  eran  todas  de 
lavadores.  Pero  no  he  hallado  razón  del  motivo  de  la  primera  decaden- 
«•ia  hasta  el  año  de  l(Il*L*,  ni  de  la  total  extinción  en  ([ue  están,  i)ues 
hoy  sólo  hay  en  todas  estas  jiartes  lavadores  sueltos  en  las  (juebradas  y 
ríos,  los  (|ue  según  me  he  informado  apenas  sacan  el  jornal  del  día; 
tampoco  he  hallado  razón  de  lo  que  producían  ])or  reales  quintos,  cuya 
arca  donde  se  guardaban  aun  existe  en  este  Cabildo.'" 

En  el  caitítulo  III  de  la  j)arte  segunda  de  este  libro  damos  las  razó- 
la que  de  dichas  vetas  y  ríos  de  Suratá  y  de  los  ríos  del  Oro  y  Cañaverales  se  ex- 
trajeron en  cuatro  años  y  ocho  niesea  (de  1740  á  1745)  239  libras  de  oro,  por  las 
cuales  se  pagaron  1,194  castellanos  de  derechos  de  quintos  y  3:)8  castellanos  de 
cobos. 

(1)  Hemos  tenido  á  la  vista  el  expediente  de  la  visita  que  hizo  á  las  minas 
de  Pamplona  en  1602,  D.  Antonio  Beltrán  de  Guevara,  Corregidtjr  de  Tunja  ; 
quien  contó  en  ellas  veintiuna  cuadrillas  de  trabajadores,  que  formaban  un 
total  de  240  indios. 


—  1 4L'  — 

iips  á  que  debe  atribuirse,  en  nuestro  cÓTU-epto,  la  decatleucia  de  las 
minas  de  Alta,  líaja  y  Vetas  á  ]»rin<-ii)ios  del  siglo  XVII,  y  el  mal  éxi- 
to que  tuvieron  todos  los  trabajos  de  explotación  emprendidos  en  ellas 
en  el  curso  del  siglo  XV] II  y  aun  del  i)resente. 

I).  Francisco  de  Baraya,  Teniente  de  caballería  y  Gobernador  de 
la  J*rovincia  de  San-Juan  de  (lirón,  decía  lo  siguiente  en  una  repre- 
sentación escrita  en  1 7C5 :  '•  Con  motivo  de  hallarme  hace  cerca  de 
siete  años  ejerciendo  este  empleo,  y  de  haber  servido  la  Alcaldía  mayor 
de  Vetas  de  Pamplona  los  años  de  OO  y  (íl,  adquirí  noticia  cierta  de  las 
riquezas  de  oro  y  ])lata  que  encierra  este  territorio,  y  del  i)oco  aprecio 
con  que  se  miraba,  sin  otro  motivo  (jue  el  del  poco  espíritu  y  cortedad 
de  medios  de  aquel  vecindario  y  sus  moradores  para  emprender  una 
obra  que  debe  resultar  en  tanta  utilidad  del  Key,  su  real  Erario  y  bien 
del  público."' 

Asociado  de  D.  Pedro  Velásquez  y  D.  Ignacio  Ilovira  puso  en 
explotación  la  mina  de  plata  de  la  ('liorrera  de  Móngora,  situada  en  el 
cerro  de  Mongrúa,  del  real  de  Vetas,  que  había  sido  trjvbajada  ante- 
riormente por  un  Cárdenas,  (iastóse  una  suma  considerable  en  la 
construcción  de  ''ingenio,  cochas,  buitrón  y  lavaderos,'' y  ya  se  habían 
acopiado  minerales.  Nos  es  desconocido  el  resultado  final  (jue  se  obtuvo, 
pero  sin  duda  fué  pronto  abandonada  la  mina,  como  tantas  otras,  por 
la  imposibilidad  en  (]ue  se  hallaron  sus  dueños  de  separar  la  platA  de 
los  menas. 

Hacia  el  año  de  1700  se  organizó  en  Pamplona  una  compañía  mi- 
nera. Hemos  leído  una  carta  del  doctor  Antonio  Ignacio  Gallardo  íí 
D.  Juan  José  ])'Elhúyar,  director  de  las  minas  de  Mariquita,  fechada 
el  2  de  Agosto  de  1702,  pidiéndole  á  nombre  de  dicha  (,'ompañía  nu 
minero  alemán.  Dice  (jue  después  de  haber  principiado  el  trabajo  en 
una  mina  de  oro  en  las  Vetas,  pasaron  éste  á  la  Baja,  en  donde  tenían 
limpias  y  descubiertas  dos  minas  de  plata  y  se  había  sacado  algún 
metal.  Fué  enviado  D.  Jacobo  Wiesner. 

Hemos  visto  otras  dos  cartas  del  doctor  (íallardo  á  1).  José  D'ElhvV 
yar.  Déla  primera,  fechada  en  Pamplona  el  2.'>  de  Mayo  de  1703, 
tomamos  lo  siguiente :  "  Tengo  recibidos  los  planos  de  las  minas  de 
San-Baitolomé  y  de  San-Celestino,  y  conozco  el  esmero  con  (jue  usted 
se  ha  tomado  este  trabajo....  Por  haberme  vuelto  del  camino  dos 
veces  á  causa  del  invierno  no  he  remitido  el  metal  de  la  mina  de  San- 
Cristóbal  y  el  oro  (}ue  llevo  ;  porque  como  hay  que  trabajar  para  sacar 
de  uno  y  otro,  me  es  preciso  hacerlo  yo  mismo.  La  mina  de  San-Cris- 
tóbal es  la  principal,  pues  queda  encima  de  la  de  San-Antonio,  de 
plata,  y  encima  de  la  ])onderada  mina  del  Gallo,  y  de  ésta  fué  de  donde 
D.  Manuel  Mutiens  sacó  muchísimo  cobre,  hasta  ((ue  vino  un  volcán 
y  tapó  la  mayor  i)arte  de  la  mina." 


•* 


\ 

—  14;;  — 

L:i  (»tr:i  rurta  ticiu'  tVclia  L'.'>  <lc  l)ici(.'iiil»rv.  Hii  «-Ha  le  ili<«- :  •*  Ik* 
riMuitido  á  liste»!  míos  cañutos  ron  iiu'tal  dr  San-Cristólial  y  unos  pe- 
dazos ili' robre  ilc  la  misma  nnna.  Kn  la  mina  dol  Arco  «ada  día  se 
doscnbní  más  rico  td  metal  y  con  la  j»lata  en  calillo." 

1).  .laeolio  Wiesn»'!-  antincialia  al  sefuu-  D'IClliúyar  en  Diciemlm'  d<- 
171>")  t|ue  ailelantaha  la  construcción  de  la  casa  del  ingenio  para  el  lie- 
neticio  de  los  minerales.  Termina  su  carta  diciéudole :  "  Vo  estoy  sin 
novedad,  sólo  con  bastante  aumento  en  la  «;arganta,  porijue  este  lleal 
es  la  patria  de  los  cotos."  No  sabemos  en  (pié  año  se  abandonaron  los 
trabajos  de  explotación  que  emprendió  la  Compañía  de  Pamplona.  Kl 
doctor  .Toaqnín  (^amadio  sólo  dice  en  su  Relación  de  la  Procincia  de 
I'amplona  (ISOÍI)  :  "  En  Vetas  y  Montuosa  bay  minas  de  plata  que  se 
lian  trabajado  en  los  líltinuts  tiempoH,  y  (jue,  según  los  ensayes,  pro- 
ducen oidio  ó  míís  onzas  jior  (luintal." 

Kn  ISLM)  se  bailaban  esas  minas  en  completo  abandono,  cuando  v\ 
<l(dtierno  de  la  República  envió  á  ellas  al  señor  ]).  Manuel  Pardo 
l)ara  (|ue  emprendiera  trabajos  de  explotación.  Puso  algunas  en  laboreo 
en  Paja,  Vetas  y  mineral  de  líorrero,  VA  señor  Pardo  sólo  recibió  del 
(íobierno  la  suma  de  *  <*,(»()(>  ])ara  gastos  ;  sacó  de  las  minas  líJ  2,(K)0 
en  oro  y  i)lata  j»iña  y  entregó  á  la  Asociación  colombiana  de  minas  de 
Londres,  (jue  las  tomó  en  arrendamiento  en  1.S24,  casas,  lierramientAS 
y  azogue  ])or  valor  de  *  4,(HM». 

Se  trajeron  entonces  mineros  de  Europa,  y  en  18;{L'  ya  se  babían 
extraído  de  la  de  Santa-( 'atalina  minerales  (|ue  aseguran  contenían 
plata  i)or  valor  de  .')(),(KMI  pesos.  Experimentáronse  grandes  dificulta- 
des para  la  extracción  de  este  metal  por  el  método  de  amalgamación 
alemán,  y  además  el  (Tobierno  no  ¡lermitió  (|ue  se  exi)ortaran  unos 
pocos  (|uintales  de  mineral  que  la  ( 'ompañía  quiso  enviar  á  .México 
para  (|ue  fuera  reconoiido  por  peritos  (pie  la  instruyesen  en  la  prácti- 
ca de  la  amalgamación  mexicana.  (<i.  \Vills.  Consideraciones.  .  .  .)  (1) 

'•Los  ingleses,"  dice  el  señor  ()limi»o  (íallo,  "montaron  en  An- 
gostura una  imujuinaria  compuesta  de  docí;  pisones  movidos  por  agua, 
un  liorno  de  corriente  natural  ]>ara  calentar  c.\  mineral,  y  algunos  apa- 
ratos de  amalgamación.  Kw  la  liaja,  que  era  su  centro  de  operaciones, 
montaron  un  ingenio,  (pie  constaba  d(í  una  batería  de  diez  y  ocbo  piso- 
nes movidos  ]>(u-  una  famosa  ru»Mla  bidráulica  de  bierro :  otro  de  nueve, 
(pie  con  los  anteriores.  tral»ajaban    f\   cuarzo   aurífero.   Pna  batería  de 

1 1)  Pul-  l:i  Ijf-y  lo  ik'  182ÍI  se  dispuso  tjue  el  l'oiler  Ejecutivo  {-udierii  permitir 
l;i  expoitaciún  de  minerales  de  «Vo  ó  plata,  siempre  ([ue  no  fuera  posible  benefi- 
ciarlos en  el  piíís  ó  que  costara  mucho  su  beneficio.  8i  se  obtenía  el  permiso,  el 
interesado  deljí:i  pairar  un  derectio  de  siete  \Mr  (.iento  solirc  t!  valor  de  las 
menar. 


—  141  — 

niiovc  pis(»iu's  secos  cstiibji  ocupada  cu  portirizar  el  mineral  de  plata. 
I'n  lionio  (le  rcverliero,  otro  para  destilar  el  mercurio,  seis  toneles  de 
amalgamación,  mátiuina  de  aserrar  y  otras  varias  con)i)letaban  el  tren. 
Tendieron  rieles  de  madera  en  la  galería  de  extracción  de  Santa-Cata- 
lina, los  cuales  pude  observar  en  el  centro  de  la  mina. 

"  Se  encuentran  aún  en  la  l>aja  restos  de  esa  maquinaria,  entre 
Jos  cuales  se  distingue  la  hermosa  corona  de  la  rueda  hidráulica  metá- 
lica, sepultada,  en  gran  i)arte,  entn*  los  muros  de  cal  y  canto  donde 
fué  montada,  sin  radios  ni  eje,  rota  en  partes,  destornillada  en  otras. . . . 
liuedas  del  ferrocarril  de  Santa-Catalina,  fragmentos  de  ruedas  den- 
tadas, de  i>isoues,  etc.,  etc.,  se  hallan  de  trecho  en  trecho  en  este  sitio 
salvaje,  cubiertos  por  la  yerba  ó  la  arena  del  río,  ú  ocultos  y  perdidos 
en  el  fondo  do  estos  bosques."  fUl  oro  en  el  Departamento  de  tSoto). 

P^sta  Compañía,  que  i)uso  trabajos  úo,  explotación  en  diez  y  seis 
minas  de  oro  y  de  plata  "  consumió  pródigamente  muchos  millones  de 
pesos  en  gastos  desordenados  y  aun  ridículos,  como  fueron  la  remesa 
de  carniceros  con  gran  sueldo  y  el  cargamento  de  cabos  de  madera  para 
las  palas  y  azadones,  finalizando  por  abandonar  la  empresa  en  manos 
de  otros  especuladores  que  llevaron  las  cosas  al  extremo  contrario.  Las 
máquinas  se  abandonaron  á  la  intemperie  ;  los  trabajos  siguieron  floja- 
mente y  al  acaso ;  dejóse  de  remunerar  con  ])untualidad  á  los  peones, 
y  éstos  se  desquitaron  robando  los  filones  y  nidos  de  oro,  uno  de  los 
cuales,  recientemente  descubierto,  se  cree  ({ue  contenía  $  25,000  de 
mineral  puro.  La  empresa,  pues,  desfallece  y  amenaza  ruina  en  fuerza 
de  su  desgobierno,  y  la  nulidad  en  que  ha  caído  no  la  deja  figurar  entre 
los  establecimientos  productivos."  Esto  dice  el  doctor  Manuel  Ancízar, 
(|ue  estuvo  en  la  Baja  en  1851 .  fPeref/ri nación  de  Alpha J. 

Posteriormente  se  han  puesto  varias  veces  en  explotación  una  ó 
más  minas  en  Alta,  Baja  y  Vetas,  ])ero  casi  todas  las  compañías  que 
han  emprendido  trabajos  han  tenido  nuilos  resultadi>s  :  las  unas  por 
escasez  de  fondos,  las  otras  i)or  haber  confiado  la  dirección  de  las  labo- 
res á  personas  poco  entendidas. 

Fáltanos  decir  algo  sobre  la  formación  geológica  de  los  filones. 

"  La  ganga  que  acompaña  á  estos  minerales  es  el  cuarzo,  negro 
azuloso  en  el  interior  y  en  la  i)arte  baja  de  los  filones,  y  blanco  hacia 
la  cumbre  de  las  serranías. 

"  La  roca  esencialmente  feldespática  en  (|ue  están  encajonados  los 
filones,  alterna  con  la  diorita  (llamada  sabanera  p(u-  los  obreros  comar- 
canos), en  caprichosa  irregularidad,  y  sólo  los  que  están  situados  en  la 
cumbre  de  la  cordillera,  como  los  de  la  Virgen,  Ilueda  y  Páramo-Ei- 
co,  están  encerrados  en  granito  perfecto,  salpicado  de  gruesos  gra- 
nates. 


\ 

—  14.")  — 

'•  VA  í'spt'sor  tl<*  los  filones  es  de  uno  si  cuatro  centímetros  en  gene- 
ral :  pocos  he  observado  (|ue  lleiruen  á  diez  ó  ijuince.  Estas  escasas 
dimensiones  en  espesor  obran  en  <'Ilos  favorablemente,  habiéndose 
observado  en  California  (jue  los  filones  auríferos  son  tanto  más  ricos, 
manto  menos  espesa  es  la  ca])a  de  mineral. 

"  Las  «jeodas  ó  bolsadas  (|ue  se  encuentran  en  las  venas  y  que 
realmente  encierran  á  veces  una  jrran  riíjueza,  no  son  escasas  en  las 
que  nos  tKupan.  No  soy  muy  crédulo  en  materia  de  minas;  mas, 
¿  cómo  rechazar  mil  testimonios,  muchos  de  entre  ellos  bastante  autori- 
zados, (jue  se  levantan  para  certificar  que  se  han  extraído  arrobas  de 
oro  de  algunas  de  las  balsadas  de  estos  liJones,  tanto  más  que  el  hecho 
es  posible  ? 

"  Los  minerales  argentíferos  de  los  filones  de  Santa-Catalina  y 
Machuca  contienen  :  argirrosa,  blenda,  estibina,  galena,  pirita  de 
hierro  y  algunos  compuestos  arsenicales. 

"  En  los  filones  se  hallan  galerías  de  más  de  dos  kilómetros  de  lon- 
gitud, corao  en  la  mina  del  Volcán,  de  quinientos  metros  en  Santa- 
Catalina,  de  trescientos  á  cuatrocientos  en  ^lachuca  y  San-Andrés,  y 
de  cincuenta  á  trescientos  en  las  demás,  talladas  todas  en  la  viva  roca, 
que  no  son  otra  cosa  sino  tres  letras  grabadas  por  nuestros  antepasados 
en  estas  faldas  de  los  Andes  :  ORO."  (Olimpo  Gallo). 

A  orillas  del  río  Guartinaja  fue  fundada  en  1553  la  ciudad  de  Sa- 
lazar  de  las  ^*almas,  para  seguridad  y  conservación  de  las  minas  de 
plata  de  San-Pedro  ;  ])ero  después  fue  abandonada  por  temor  de  los 
indios  que  al  fin  la  destruyeron.  (Flórez  de  Ocáriz). 

En  las  salidas  que  hicieron  los  fundadores  de  Pamplona,  "  dieron 
con  el  río  del  Oro,  descubrieron  algunas  leguas  de  él  y  experimentaron 
sus  arenas  de  este  metal,  aunqu<!  el  que  lavan  allí  es  un  oro  volador  y 
dificultoso  de  coger."  (Fray  Pedro  Simón).  Á  orillas  del  río  de  Oro  se 
fundó  más  tarde  la  ciudad  de  (Hrón.  En  todo  tiempo  se  ha  sacado  oro 
de  sus  ricos  aluviones. 

"  Los  principales  lavaderos,"  dice  el  doctor  Manuel  Ancízar,  "están 
al  rededor  de  liucaramanga  y  Girón,  de  donde  en  1850  sacaron  250 
libras,  con  el  costo  de  tres  reales  por  castellano,  vendido  después  á  22 
reales,  lo  (|ue  representa  una  ganancia  neta  de  -S  50,375  ;  resultados 
que  podrían  ser  mucho  mayores  con  sólo  aumentar  las  corrientes  de 
agua  para  los  lavaderos,  hoy  mezquinos  por  extremo,  llevando  acequias 
de  cual(|uiera  de  los  ríos  vecinos,  cuyos  orígenes  dominan  completa- 
mente el  valle.  La  sabana  propiamente  aurífera  mide  cerca  de  tres 
leguas  cuadradas.". . . . 

Mr.  Willam  A.  Ilendrickson,  ingeniero  de  minas,  <iue  empleó 
cerca  de  un  año  en  la  exploración  de  estos  aluviones,  se  expresa  así  en 

10 


/ 

—  14(i  — 

ima  cartii  (|ue  se  lia  ¡¡ublicado  recicnteinciitc.  ( ¡j((  S ación .  número 
I  .'i.""),  Diciembre  10  de  l.SSI»)  : 

*'  Dfispués  (le  una  experiencia  <jue  me  lia  puesto  en  el  caso  de  ex- 
])resar  una  opinión  acertada  sobre  la  materia,  habiendo  hecho  catees 
eu  la  extensión  de  muchas  leguas  cuadradas,  puedo  decir  con  seguri- 
dad que  la  distribución  uniformo  del  oro  sobre  todo  el  territorio  llama 
la  atención  hasta  tal  grado  que  sorprende,  y  creo  que  en  todas  partes 
se  encuentra  suficiente  cantidad  de  oro  para  poder  garantizar  la  explo- 
tación. 

''  Es  mi  opinión,  además,  que  al  dejar  á  un  lado  los  métodos  hasta 
hov  usados  en  el  país,  y  al  reemplazarlos  con  capital  y  ENEKGÍA,  el 
país  está  destinado  á  formar  uno  de  los  centros  mineros  más  ricos  del 
mundo. 

"  Entra  en  esta  consideración  el  ([Uí;  sieiu])i'e  se  encuentra  agua  en 
abundancia  en  los  muchos  ríos  y  ([uebradas,  y  que  el  grado  de  sus 
corrientes  raras  veces  baja  á  menos  de  cien  pies  por  milla. 

''  Así  creo  que  no  es  atrevimiento,  si  digo  (jue  la  combinación  de 
todas  las  circunstancias  es  tan  favorable,  que  en  Santander  se  puede 
trabajar  cualquiera  mina  con  un  capital  más  moderado  de  lo  (jue  se 
necesitaría  en  los  Estados  ITnidos  para  el  mismo  objeto." 

I']l  promedio  de  150  ensayos  hechos  por  el  ingeniero  M.  Flory, 
tonuindo  tierra  y  arena  de  diferentes  j)untos  de  la  ([uebrada  de  la  Igle- 
sia, afluente  del  río  (lirón,  dio  una  riqueza   de  2.")   francos  por  metro 

cúbico. 

El  sabit»  lioussingault  dice:  ''VA  oro  st;  extrae  en  (íirón  lavan- 
do un  terreno  de  acarreo  compuest»»  dí^  frag\nentos  de  rocas  pizarrosas, 
terreno  que  se  halla  al  ]n(í  de  una  cinta  de  gneis  tirando  á  pizarra 
micácea..--  El  oro  (im-  se  saca  es  tan  tenue  que  los  lavadores  no 
pueden  acabar  la  operación  en  la  batea,  y  luego  que  llegan  á  la  areni- 
lla (fierro  titanado)  en  (|ue  él  se  halla  diseminado,  tienen  que  usar  de 
azogue  para  separarlo.  I'^xaininando  los  registros  de  los  ensayadores 
de  Bogotá,  he  hallado  más  de  doscientos  ensayos  de  oro  de  Girón  que 
se  conforman  con  la  h'y  de  010  milésimos"  (22  quilates).  Sabemos 
(jue  de  allí  se  ha  sacado  oro  de  Oiiíí,  084,  001  y  OOí»  milésimos.  Aun 
máS)  el  sei'ior  doctor  Liborio  Zerda  ha  ensayado  en  la  Casa  de  Moneda 
de  Bogotá  oro  de  (lirón  de  OOS  milésimos,  (jue  es  el  más  puro  que  se 
conoce. 

Tanto  el  territorio  (jiie  atraviesa  el  río  Lebrija,  como  la  región  que 
baña  la  (juebrada  de  la  (3orco\ada,  atinente  del  Carare,  son  ricos  en 
aluviones  auríferos,  pero  la  insalubridad  del   clima  impide  explotarlos. 

Eu  18St)  devolvió  el  Gobierno  nacional  á  la  libre  explotación  las 
minas  de  Altíi,  Baja  y  Vetas,  permitiendo  que  fueran  denunciadas  por 


\ 

_1I7_ 

los  |)art¡(-iil:ircs.  N'iirias  coiiipanías  (-oloiiibiaiías  lian  tuinado  ya  pose 
sióti  «le  casi  tddos  los  liloiics  de  (»i\»  y  ¡¡lata  conocidos  allí.  So  lian  en- 
contrado de  nncvo  riíjiiísinios  minerales,  (iim-  hacen  esperar  «jne,  con 
el  auxilio  de  la  industria  moderna,  se  levanten  esos  reales  de  minas  «leí 
ilecaiinieiito  material  cniir';!  i  I  cual  lian  lucliado  <'i'  ^  ano  durante  tres 
siglos, 

l\ 

I'ji  el  l)ei»artaiiieiiio  del  Magdalena  encontraron  los  conquistadorcK 
muellísimo  oro  en  ])oder  de  los  aborígenes.  '•  VA  valle  de  Tairona,"  dice 
«'1  Oliisjto  I'iedraliíta,  *'  era  el  centro  donde  ocurría  todo  el  oro  de  la 
Provincia  á  la  fundición  y  platería  que  en  él  estaba,  en  que  se  fundían 
las  primorosas  joyas  de  íiligrana  en  varias  figuras  de  águilas,  sapos, 
culebras,  orejeras,  cliagualas,  medias  lunas  y  cañutillos,  d(;  (juf;  tan 
vistosa  y  ricamente  se  arreaban  todas  las  naciones  (lue  corren  desde  el 
cabo  de  la  Vela  hasta  la  culata  de  17rabá,  y  la  suma  cuantiosa  de  oro 
en  puntas  y  polvo  (pie  duixisitaban  en  los  sepulcros,  (|U(!  en-Ja.  misma 
distancia  se  encontraban  á  »-ada  ])aso,  y  aun  d<;  presente  no  faltan.  .  .  . 
VjU  las  cumbres,  serranías  y  (|uebradas  de  la  Nevada  se  hallaron  ricos 
minerales  de  oro.  (|ue  después  se  llamaron  de  Buritaca,  (Njrdoba  y 
Sevilla." 

Kn  15!)1*  se  fundó  hacia  la  Sierra-M evada  una  ciudad  cuyo  nom- 
bre conservij  el  río  Sevilla,  á  la  (|ue  ¡lusieron  los  españoles  el  nombre 
de  Xueva-Sevilla.  Cerca  de  la  población  "se  descubrió,  á  la  otra, 
banda  del  río,  tanto  oro  loco.''  dice  Fray  PecTro  Simón,  ''(jue  les  hizo  á 
todos  prometerse  las  mayores  ri(iuezas  que  se  habían  hallado  en  este 
Xuevo  Mundo,  ("n  v(ícin(»  en  una  t.ard(í  sacó  más  de  mil  castellanos 
de  oro  de  \  einte  (|uilates  con  sólo  ciiuío  ó  s<;is  muchachos,  liallando  en 
el  corte  puntas  y  tejiudos  de  forma  de  hachas  y  broches  desde  diez 
hasta  treinta  castellanos,  y  en  cada  batea  de  labor  mucho  oro  nuniudo, 
y  hubo  muchos  <»tros  jornales  á  este  modo.  Hubo  en  el  pueiilo  ¡»or  la 
fama,  dentro  de  tres  meses  desimés  del  ilescul>riniiento,  más  de  (|ui- 
uientos  negros  venidos  de  Zaragoza  y  líío  de  la  Hacha,  y  <ín  Santa- 
Marta  no  quedó  negra  cocinera  ni  lavandera  (|ue  no  fuera  á  gozar  de 
la  cosecha,  que  fué  tal  en  algunos,  (|ue  s(í  hallaron  muchas  puntas  de 
á  cien  y  doscientos  castellanos.  Dos  hubo  tan  grandes,  la  una  á  modo 
y  figura  de  arpón,  lisa,  (jue  pesó  nueve  y  iiuídia  libras  castellanas,  y 
la  otra  (|ue  le  sacó  una  negra  á  Sebastián  de  IJustaniante,  de  luichura 
de  un  jiuño,  ((ue  pesó  cuatro  libras  y  doce  ftnzas  y  se  vendi('>  en  .SI2 
pesos." 

"(latearon  roda  la  tierra,''  agrega  Vniy  Alonso  d<í  Zamora,  *•  llenán- 
dola de  socav(nn-s  y  .sacaron  de  sus  «'Utrañas  el   oro  con  tanta  jiriesa  v 


148  — 


abundancia  que  agotaron  la  mayor  riqueza   que  se  había  descubierto 
entre  las  que  tenía  la  gobernación  de  Santa-Marta." 

En  los  ríos  Tucurima,  Sevilla,  Dibulla,  Don-Diego,  Palomino,  y 
en  los  riachuelos  Palencia,  Achiote,  etc.,  que  nacen  todos  en  la  Sierra- 
Nevada,  se  encuentra  oro  de  muy  subido  quilate. 


TARTE  SEGUNDA. 


1. — PRODUCCIÓN   TOTAL   DE  LAS  MFNAS   DE   C0L05lBIA. 

No  hubiéramos  pensado  siquiera  en  formar  un  cuadro  estadístico 
del  producto  de  las  minas  de  oro  y  plata  en  Colombia,  ¿  no  habernos 
servido  de  estímulo  el  ejemplo  de  sabios  tan  eminentes  como  el  Barón 
de  Humboldt  y  M.  Chevalier.  Acaso  se  dirá  que  es  insólita  pretensión 
nuestra  querer  corregir  lo  (¡ue  ellos  hicieron.  No  es  tal  nuestro  intento, 
sólo  que  estando  en  posesión  de  un  gran  número  de  noticias  de  que 
ellos  carecieron,  creemos  poder  acertar  mejor  y  acercarnos  más  á  la 
realidad.  Semejante  afirmación  nos  obliga  á  dar  algunas  pruebas  de 
nuestro  dicho. 

Dice  el  Barón  de  Ilumboldt,  en  su  Viaje  á  la  Nueva  España : 
"  Los  conquistadores  encontraron  oro  no  sólo  en  las  regiones  que  aun 
lo  producen  hoy,  sino  también  en  países  cuyos  ríos  nos  parecen  actual- 
mente muy  pobres  en  arenas  auríferas.  Los  indígenas  de  la  Florida, 
Santo-Domingo  y  Cuba,  los  del  Dariéii  y  costa  de  Paria  tenían  bra- 
zaletes, anillos  y  collares  de  oro ;  pero  es  probable  que  la  mayor  parte 
de  este  metal  no  era  debido  á  los  territorios  donde  se  hallaron  estable- 
cidos aquellos  pueblos  á  fines  del  siglo  XV.  En  la  América  meridional 
existían,  como  en  África,  comunicaciones  comerciales  aun  entre  los 
aduares  más  distantes  de  estar  civilizados. . .  Debe  observarse  además 
que  los  pueblos  ([ue  los  españoles  encontraron  en  el  Darién  no  habían 
habitado  siempre  aíiuellos  mismos  parajes.  En  América  las  grandes 
emigraciones  se  han  hecho  del  N.  O.  al  S.  E.,  y  muchas  veces  sus  gue- 
rras han  forzado  tribus  enteras  á  dejar  las  montañas  y  establecerse  en 
los  llanos.  Así  se  concibe  cómo  el  oro  de  la  Sonora  ó  del  valle  del  río 
Cauca  ha  podido  encontrarse  entre  los  salvajes  ilel  Darién  ó  vn  las 
bocas  del  río  Magdalena.  Por  otra  parte,  cuanto  más  ijequeña  es  la 
población,  tanto  más  engañosa  es  la  apariencia  de  riíjueza.  La  acumu- 
lación del  oro  sorprende,  principalmente  en  aquellos  parajes  donde  todo 
el  metal  (¡ue  el  pueblo  posee  está  convertido  en  objetos  de  adorno.  No 
debe,  pues,  juzgarse  de  la  supuesta  riqueza  de  las  minas  del  Istmo  de 
Panamá  por  la  relación  de  los  primeros  viajeros ;   sino  que  debe  siem- 


—  ir,()  — 

[)re  teuerstí  proseute  ([110  los  ríos  son  ineiios  auríferos  eu  proporción  de 
lo  nieuos  rápidíi  (jiic  se  liace  su  ciiítlíi  (Mi  la  símúo  ilo  los  sijílos.  Un 
aduar  de  salvajes  que  so  establece;  eu  un  valle  donde  no  ha  penetrado 
jamás  hombre  alguno,  encuentra  en  él  granos  de  oro  acumulados  en 
millr.res  de  años ;  al  paso  que  en  muchos  días  los  lavaderíts  más  trabaja- 
dos apenas  producen  algunas  escamas  sueltas."  .... 

Esta  página  prueba  hasta  dónde  pueden  desbarrar  los  sabios  cuando, 
faltándoles  el  conocimiento  de  los  hechos,  se  salen  ])or  el  atajo,  for- 
mando conjeturas  inverosímiles.  El  IJarón  de  Huniboldt,  cine  no  supo 
([ue  el  Darién  había  sido  una  de  las  regiones  que  nuis  oro  habían  pro- 
ducido en  el  Xuevo  lieiuo  de  (rranada,  se  ve  obligado  á  decir  que  el 
metal  que  tenían  sus  tribus  estaba  todo  convertido  en  objetos  de  adorno ; 
á  negar  la  veracidad  de  los  conquistadores  ;  á  presentar  una  confusa 
teoría  geológica  que  los  hechos  no  couñrman,  y  á  hacer  viajar  á  esos 
pobres  indios  hasta  la  Sonora  (en  México)  en  busca  de  algunos  puñados 
de  oro.  Aun  suponiendo  (jue  este  metal  no  hubiera  existido  en  su  terri- 
torio, que  es  uno  de  los  más  ricos  de  Colombia,  habríales  bastado  ir  al 
Chocó,  con  cuyos  habitantes  tenían  relaciones,  por  la  vía  corta  y  nave- 
gable del  A  trato. 

En  otro  error  grave  incurre  el  Uarón  de  Humboldt  al  hacer  la  repar- 
tición del  producto  de  las  minas  al  principio  de  este  siglo  ;  dice  así : 
"  Dividiendo  los  terrenos  auríferos  en  tres  regiones,  se  deben  contar 
como  sacados  del  Chocó  más  de  10,800  marcos  de  oro"  (1.574,040  pesos), 
"  ó  más  de  la  mitad  del  producto  total  del  Virreinato ;  4,000  "  (070,080 
pesos)  "  de  la  Provincia  de  Barbacoas,  y  la  parte  meridional  del  valle 
del  Cauca  ;  y  ^3,400  "  (49."),7l!0  pesos)  ''  de  la  Provincia  de  Antioquiay 
las  montañas  de  (ruamocó  y  de  Simití.''  En  esta  distribución  el  pro- 
ducto d(í  las  minas  de  Antio(iuia  <iueda  riaducido  á  menos  de  la  mitad 
de  lo  que  era  en  realidad,  y  no  viene  á  ser  ni  la  quinta  parte  del  de 
todo  el  país !  Tenemos  por  fortuna  un  dato  muy  digno  úv,  crédito,  pues 
lo  debemos  á  un  antioqueño  muy  conocedor  de  la  materia  y  á  quien  no 
se  podría  tachar  de  parcialidad :  el  doctor  José  Manuel  E,estrei)o  esti- 
maba al  princ¡|)io  del  siglo  en  .">  á  0,000  libras  el  oro  extraído  anual- 
mente en  Antioíjuia. 

Sabemos,  además,  (¡ue  (m  las  cajas  reales  de  Antioquia  y  Monipox 
(haciendo  exclusión  de  la  de  Itemedios)  se  quintaban,  á  fines  del  siglo 
pasado,  8,750  marcos  de  oro  por  año  (véase  página  20),  y  que  en  la 
casa  de  Fundición  de  Medellín  se  fundieron  en  dos  años,  contados  de 
1807  á  180Í),  4,'J71  libras  de  oro  (2,loo  anuales)  de  los  distritos  de 
Medellín,  Marinilla,  lÜonegro  y  parte  del  Valle  de  Osos,  que  no  eran 
los  más  ricos  de  la  Provincia.  K\  error  en  que  incurrió  el  Barón  de 
Humboldt  no  puede,  pues,  ser  más  manifiesto.  El  cálculo  del  oro  produ- 


\ 

—  ir»!  — 

ido  por  Barbacua.s  _v  la  parto  lueridional  di'l  Cauca  es  exacto,  el  del 
(vhocó  es  demasiado  exairerado.  Nos  sería  tacil  jiroharlo  exliihiendo 
datos  ciertos  como  lo  liacemos  respecto  tle  Aiitio(|UÍa. 

Sejrún  él,  las  minas  de  oro  de  Colombia  produjeron  $  !i75.(MM>,0()0 
desde  la  Conquista  liasta  ISO."?.  F,n  el  mismo  perútdo  la  producción 
fue,  se^ún  nuestros  cálculos,  de  5^  •440.(K)0,0()().  La  diferencia  se  explica 
por  la  deficiencia  de  los  datos  con  que  contó  el  Jjaróu  de  Huniboldt,  la 
<iue  revela  la  simple  lectura  de  su  obra.  J)ice,  entre  otras  cosas,  que  el 
Chocó  fue  poblado  en  I."»,"/.),  cuando  es  bien  sabido  ijue  no  pudo  po- 
blarse sino  más  de  un  siglo  después,  posteriormente  al  año  1054,  luego 
que  los  Jesuítas  establecieron  misiones  allí  y  lograron  pacificar  á  los 
feroces  indios  de  esa  región. 

M.  Clievalier  dice  en  su  libro  sobre  las  minas  de  ovo  y  plata  del 
Nuevo  ^lundo :  "'La  Nueva  Cranada  producíju  desde  el  siglo  XVII 
metales  preciosos,  casi  únivamente  oro."''  Es  bien  sabido  que  la  explo- 
tación de  las  minas  en  nuestro  i)aís  siguió  inmediatamente  á  la  Con- 
(jnista  y  no  se  esperó  al  siglo  XVI 1  para  emprender  trabajos  que  fue- 
ron tan  productivos  en  sus  principios.  Estima  la  producción  de  la  plata 
hasta  lS4r>  en  .").()0O,(HK>  de  francos  (11.000,000  de  pesos).  Creemos 
acercarnos  más  á  la  verdad  calculándola  hasta  esa  época  en  10.000,000 
de  pesos. 

Los  cálculos  de  .M.  Clievalier  sobre  la  producción  de  oro  en  los 
primeros  años  del  siglo  XIX  fueron  hechos  partiendo  de  una  base 
errónea;  dice  así:  "  Según  informes  tomados  en  fuentes  oficiales,  que 
debo  al  señor  Coronel  Acosta,  la  amonedación  media  de  los  años  1806 
y  1807  en  las  dos  Casas  de  Moneda  reunidas  de  Bogotá  y  Popayán 
fue  de  l¿2,3Go  marcos  de  oro,  ó  de  $  .3.041,502."  El  doctor  José  Ma- 
nuel líestrepo,  que  es  autoridiid  irrecusable  en  esta  materia,  distribuye 
así  la  amonedación  en  las  dos  Casas  citadas  : 

1800. . . .    líogotá 10,71o   marcos. 

180Ü Popayán 8,258         „ 

1807 Bogotá 10,904         „ 

1807 ....   Popayán 7,2;^;»         ,, 

Suma 37,108  marcos. 

Lo  que  da  un  medio  anual  de  18,584  marcos  (en  vez  de  22,303), 
que  valen  $  2.004,080. 

Los  valores  .calculados  por  "SI.  Clievalier  hasta  1803,  á  que  alcan- 
zan los  del  Barón  d(;  Ilumboldt,  difieren  muy  poco  de  los  de  éste. 
Haremos  notar  que  el  producto  de  las  minas  de  oro  de  1810  á  1845  lo 
estima  en  81.000,000.  Nosotros  hemos  obtenido  para  el  mismo  período 
%  70.555,000. 


—  152  — 

El  profesor  alemán   Soetbeer  reparte  así  la  producción   de  oro  en 
Colombia,  en  un  libro  reciente  (Edelmetall-ProduMion)  : 

Siglo  XVI $     80.280,000 

Siglo  XVII .' • 244.125,000 

Siglo  XVIII .;327.825,000 

Siglo  XIX  (hasta  1875) 185.883,750 

Total .$  847.113,750 


Si  á  los  cálculos  del  Barón  de  Humboldt  les  pusimos  la  tacha  de 
diminutos,  los  de  Soetbeer  pecan  por  el  exceso  contrario ;  son  eviden- 
temente exagerados.  La  verdad  está  entre  los  dos  extremos. 

Este  autor  distribuye  la  producción  de  oro  por  períodos  confonne 
al  cuadro  siguiente : 


Período. 

N.o  de 
años. 

■   1 
T(jtale.s. 

Producto  anual. 

1537  á IGOO 

64  * 

$   89.280,000 

$  1.395,000 

1601  á  1G40 

40 

83.700,000 

2.092,50(> 

1641  á 1660 

20 

48.825,000 

2.441,250 

im\  á  1700 

40 

111.600,000 

2.790,000 

1700  á  1760 

60 

209.250,000 

3.487,500  , 

1761  á  1780 

20 

55.800,000 

2.790,000 

1781  á  1800 

20 

62.775,000 

3.138,750 

1801  á 1810 

10 

34.875,000 

3.487,500 

1811  á 1820 

10 

20.925,000 

2.092,500 

'  1821  á  1830 

10 

22..320,000 

2.232,000 

1831  á 1840 

10 

23.017,500 

2.301,750 

1841  á  1850 

10 

23.715,000 

2.371,500 

1851  á  1875 

25 

61.031,250 

2.441,250 

1 

3-39  • 

$  847.113,750 

I  Por  qué  motivo  hace  empezar  á  producir  las  minas  de  Colombia 
en  1537  y  rompe  con  la  considerable  suma  anual  de  $  1.395,000,  cuando 
en  dicho  año  sólo  se  explotaban  minas  en  Veraguas  ?  Los  lugares  más 
ricos  en  aluviones  auríferos  se  fundaron  entre  1536  y  1581,  así :  Cali 
y  Popayán  en  1536,  Anserma  en  1539,  Cartago  en  1540,  Antioquia  en 
1541,  Arma  en  1542,  Pamplona  en  1549,  Mariquita  é  Ibagué  en  1551, 
San-Juan  de  los  Llanos  en  1555,  Victoria  en  1558,  Kemedios  en 
1560,  Cáceres  en  1576  y  Zaragoza  en  1581.  La  extracción  de  oro  no 
pudo  ser  de  alguna  consideración  sino  de  1540  para  adelante,  para 


—  153  — 

seguir  en  proj^resión  rápida  hasta  el  fin  del  siglo  XVI,  y  sin  embargo 
Soetbcer  la  hace  igual  para  los  (í4  últinius  años  de  éste.  Luego  la  hace 
subir  gradualmente  en  el  siglo  XVII,  hasta  llegar  en  la  ]»riniera  mitad 
del  siglo  XVIII  á  la  enorme  suma  de  $  3.487,500,  sin  tener  en 
cuent^i  (jue  el  número  de  los  pobladores  era  entonces  reducido,  que  el 
de  los  naturales  haliía  disminuido  Uiuchísimo  y  que  los  esclavos  negros 
eran  escasos  y  costaban  muy  caro. 

La  producción  de  Colombia  entre  1750  y  17C0  no  podía  pasar  de 
.*  1.517,000,  (jue  es  apenas  el  43i  por  100  de  la  suma  que  da  Soetbeer, 
Kn  elí'cto,  el  valor  del  oro  que  se  acuñaba  entonces  en  las  dos  Casas 
de  Moneda  de  Bogotá  y  Popayán  llegaba  á  8  1.207,000,  y  la  cantidad 
de  oro  (jue  se  sacaba  de  contrabando  y  del  que  se  exportaba  en  barras 
juzgamos  (|ue  no  pasaría  de  8  250,000  anuales. 

Un  cuadro  exacto  de  la  producción  de  oro  en  Colombia  debe  de 
'^('r  como  una  página  de  .su  historia,  en  la  cual  se  descubran  á  primera 
vista  los  acontecimientos  (jue  han  contribuido  al  progreso  ó  á  la  deca- 
dencia de  la  industria  minera  desde  la  época  de  su  descubrimiento. 
(Jonsidérese  detenidamente  el  cuadro  de  Soetbeer,  y  se  verá  que  es 
mudo,  que  sus  alzas  y  sus  bajas  no  tienen  razón  de  ser,  y  que  la  única 
lecha  que  se  lee  en  él  es  la  de  la  proclamación  de  nuestra  indepen- 
dencia. 

!^o  obstante  (|ue  las  cifras  (jue  nos  han  servido  de  base  para  calcu- 
lar la  producción  de  oro  en  el  ])resente  siglo  son  bien  distintas  de  las 
(jue  adoptó  el  profesor  Soetbeer,  hemos  llegado,  como  se  i)uede  notar, 
á  un  resultado  general  muy  semejante. 

]'íl  único  colombiano  que  se  había  ocupado  antes  en  estos  estudios 
cs'el  doctor  .José  Manuel  Kestrepo,  quien  sólo  calculó  nuestra  produc- 
ción de  oro  en  el  período  comprendido  entre  1753  y  1859.  Por  no  haber 
tenido  en  cuenta, — sin  duda  por  falta  de  conocimiento  (Je  ellas, — las 
observaciones  del  señor  D'Elhúyar,  del  A-'irrey  lízpeleta  y  del  Barón 
de  Ilumboldt,  que  apuntamos  más  adelante,  incurrió  en  un  error  de 
(;erca  de  8  23.000,000  en  menos.  No  tuvo  en  consideración  el  oro  que 
salía  de  contrabando,  ni  todo  el  que  se  exportaba  en  barras,  desde 
1753  hasta  1810,  |»ues  dice:  ''Antes  de  la  revolución  de  1810  se  amo- 
nedaba cfl  .si  todo  el  oro  <iue  producían  la ff  minas,  porque  ae  respeta- 
ban las  prohibiciones  de  exportarlo.  Sólo  una  pequeña,  parte  era 
conducido  á  Espafia  en  barras,  pagando  los  denichos  establecidos." 
La  prohibición  de  exportar  oro  de  contrabando  subsistía  siemjire,  pero 
la  de  exportar  el  que  se  fundía  en  las  casas  reales  de  fundición  había 
cesado  hacía  ya  mucho  tiem])o..  ]']s  cierto  que  las  barras  de  este  metal 
que  se  fundían  en  Mompox  había  que  llevarlas  á  la  Casa  de  IVIoneda 
de  Bogotá ;  i>ero  esta  obligación  cesó  desde  1720,  año  en  que  se  publicó 


—  ir)4  — 

uuii  real  cédula  que  ])(;nnitió  (íiubarcarlas  «'U  Cartajíena  para  Es- 
paña. 

Estas  pocas  observaciones  bastan  para  (lesi)ejar  el  campo  de  los  nú- 
meros, en  el  que  vamos  á  entrar,  y  para  responder  á  la  objeción  que  se 
nos  pudiera  hacer  de  que  nuestros  cálculos  ditieren  de  los  de  éstos  y 
otros  sabios  estadistas  europeos. 

Muchos  Sí!  imaginarán  que  im  cuadro  de  la  producción  de  los  me- 
tahís  no  puede  liacerse  con  exactitud  por  falta  de  datos  suficientes. 
Para  nosotros  es  éste  únicamente  un  trabajo  de  deducción.  Se  trata 
de  establecer  una  i)rogresión  numérica,  que  es  generalmente  ascen- 
dente, mientras  no  se  presenta  algún  hecho  notable  que  la  cambie  en 
descendente,  verbigracia,  nn  trastorno  político,  una  ley  inconsulta,  etc. 
Así,  si  hecho  el  estudio  de  las  circunstancias  que  en  el  curso  del  tiempo 
han  influido  en  la  marcha  de  la  industria  minera,  se  logra  además 
tijar  algunos  términos  de  la  progresión,  los  demás  se  completan  con 
un  poco  de  atención  :  de  la  misma  manera  que  el  paleontólogo  que 
descubre  algunos  huesos  de  un  animal  de  especie  desconocida,  lo  re- 
constituye por  analogía  con  toda  precisión. 

Por  otra  parte,  el  Barón  de  Humboldt  hace  esta  juiciosa  observa- 
ción :  "  Es  íácil  concebir  que  los  resultados  son  tanto  más  exactos, 
cuanto  se  ha  podido  contar  con  un  número  mayor  de  hechos,  y  que  las 
conjeturas  están  basadas  sobre  un  conocimiento  más  íntimo  de  la  his- 
toria y  del  estado  actual  de  las  explotaciones."  Creemos  hallarnos  en 
estas  buenas  condiciones,  y  los  errores  que  hemos  reparado  en  los  esta- 
distas europeos  abonan  y  dan  fundamento  á  nuestra  confianza. 

En  todas  las  épocas  ha  habido  hombres  estudiosos  que  han  dejado 
noticias  exactas  sobre  la  producción  de  las  minas,  desde  Fray  Pedro 
Simón,  que  escribió  poco  después  de  la  Conquista,  hasta  el  laborioso  y 
preciso  escritor,  doctor  J.osé  Manuel  Restrepo.  Los  datos  estadísticos 
reunidos  por  éste  en  su  muy  importante  Memoria  sobre  amonedación 
de  oro  y  plata  en  la  Nueva  Granada^  nhxnzixn  un  período  de  ciento 
seis  años,  de  17o3  á  1S59.  Ellos  han  sido  la  base  segura  sobre  la  cual 
hemos  fundado  nuestros  cálculos  por  lo  ({ue  hace  á  los  siglos  XVIII. y 
XIX.  En  los  archivos  hemos  recogido  multitud  de  datos  numéricos, 
de  carácter  oficial,  referentes  á  todas  las  épocas,  muchos  de  los  cuales 
se  hallan  reproducidos  en  varios  capítulos  de  este  libro. 

De  los  documentos  oficiales  recientes  sobre  exportación  de  oro  y 
plata  hemos  hecho  uso  con  muchas  reservas  :  en  el  documento  J  damos 
las  razones  que  hemos  tenido  para  no  aceptarlos  sino  á  beneficio  de  in- 
ventario. 

Hé  aquí  el  resumen  del  oro  amonedado  en  las  dos  Casas  de  Moneda 
de  Bogotá  y  Popayán  de  1753  á  1800  : 


l.V.  _ 


fKKIOl)... 

X. 

•  (!<•  ano». 

Oro  «le  Z'2  quilllU■^. 

V«lor  toliil. 

l'roiliicto  anual. 

1 :.");{  ;'i  1770 

17 

Kilos  ;;4.74lí,S 

s 

LM.r)4o,r)05 

$  1.2Ü7,()S« 

1771   :i  17S(» 

10 

L'.j.r)(í4,.~) 

I4.<i(>{»,lMM> 

1.4G(>,{MM) 

17S!  ú  17!>() 

10 

:;i.:5S(í 

I!).4.5í»,.i20 

1.1)45,Í);JL> 

17!>1  á  IS)K) 

10 

.■>7.(>sr»,7 

L».*i!r.(>ri,K{4 

l'.;j;íg,513 

En  47  aOos  se  amonedaron,  pues,  127,379  kilogramos  de  oro  rcdn- 
eido  íí  la  ley  de  22  (inilales,  (jue  valen  $  7S.Í)74,í>4í>. 

Pero  esa  cifra  no  rc])resenta  la  ]irodiu'ción  total  del  oro  en  dicho 
tiempo;  es  preciso  tener  en  cuenta  el  (|iie  se  sacaba  de  contrabando  v 
el  íjue  se  conducía  á  España  en  barras  después  de  pa«¡:ar  los  derechos. 
Para  calcular  su  importe  nos  atenemos  á  las  siífuientes  importantes 
noticias  de  1>.  Juan  José  JTElhúyar,  del  Virrey  Hzpeleta  y  del  Barón 
de  Humboldt,  que  conocían  bien  el  asunto. 

Dice  el  primero :  "  Si  se  ajrrega  al  oro  amonedado  el  ([ue  se  emplea 
para  alhajas  y  el  (jue  se  extravía  del  Chocó  por  la  mar  del  Sur  y  del 
Corregimiento  de  Tunja  j)ara  las  Provincias  de  la  Capitanía  general  de 
Caracas,  pasa  de  dos  millones  de  pesos  el  valor  del  oro  ((ue  se  saca 
anualmente  de  este  Reino,  sin  contar  el  aumento  ([ue  recibe  en  su 
amonedación ....  Se  ha  de  observar  que  la  mayor  parte  del  oro  ([ue  se 
funde  en  Mompox  sigue  para  Cartagena  en  barras  y  de  allí  á  España.*' 

De  la  Memoria  del  Virrey  Ezpeleta  copiamos  lo  signiente  :  "  Es 
cosa  constante  que  la  franca  navegación  del  río  Atrato  y  el  comercio 
que  por  esta  vía  se  ha  abierto  directamente  con  Cartagena,  han  cansa- 
do la  extracción  de  algunos  oros  en  ])asta  del  Chocó,  ([ue  i)or  esta  razón 
uo  han  entrado  á  amonedarse  á  Popayán.  Ivsto  se  contirma  con  la 
misma  exportación  de  oros  en  ¡¡asta  ver¡ti(;ada  i)or  el  puerto  de  Carta- 
gena; pues  habiéndose  regulado  en  el  año  de  1789  (jue  podía  ascender 
á  200,000  jK'sos,  incluso  el  valor  de  las  alhajas,  y  por  un  cálculo  ¡iru- 
dencial,  por  otro  exacto  resulta  (]ue  en  el  de  9.'>  se  exportaron  ]>or  el 
valor  de  $  .'>0G,21(>  en  barras  de  oro,  sin  contar  el  de  las  alhajas  de  esta 
especie.  En  est.*  último  año  se  publicó  aíjuí,  por  el  mes  de  Junio,  la 
declaración  de  la  guerra  contra  la  Francia,  lo  <|ue  acredita  (|ue  esta 
exportación  fue  hecha  en  los  primeros  seis  meses,  porque  después  se 
interrumpió  aquí  el  giro  del  comercio,  y  hasta  en  94  no  hubo  ocasión 
segura  de  registro  para  la  Metrópoli.  De  la  extracción  hecha  en  94  no 
se  tiene  noticia,  ¡¡ero  sí  de  la  de  !>.">,  en  cantidad  de  150,000  castellanos 
de  oro,  ó  300,000  pesos,  y  es  probable  (jue  en  los  años  anteriores  si  la 
publicación  de  la  guerra  fuese  mayor.'' 


—  156  — 

El  Barón  de  Ilumboldt  dice  por  su  parte :  "  En  la  Nueva  Granada 
la  exportación  fraudulenta  del  oro  del  Chocó  se  ha  aumentado  mucho 
desde  que  se  declaró  libre  la  navegación  del  Atrato.  En  vez  de  llevar 
el  oro  en  polvo,  y  aun  en  barras,  por  Cali  ó  Mompox,  á  las  Casas  de 
Moneda  de  Santafé  y  Popayán,  toman  directamente  el  camino  de 
Cartagena  y  Portobelo,  de  donde  sale  para  las  colonias  inglesas.  Las 
bocas  del  Atrato  y  del  Sinú,  donde  estuve  anclado  en  el  mes  de 
Abril  de  ISOl,  sirven  de  depósitos  de  paso  á  los  contrabandistas. . . . 
Según  las  noticias  que  he  podida  recoger  de  las  personas  que  hacen  el 
comercio  del  oro  en  polvo, — á,  quienes  llaman  rescatadores, — en  Car 
tagena,  Mompox,  Buga  y  Popayán,  parece  que  puede  valuarse  en 
2,500  marcos  "  (8  363,000)  "  la  cantidad  de  oro  que  sale  de  contra- 
bando del  Chocó,  Barbacoas,  Antioquia  y  Popayán." 

Xo  damos  el  resumen  del  oro  amonedado  de  1800  á  1859,  por  no 
estar  completo  :  falta  el  dato  del  que  sjb  acuñó  en  Popayán  de  1800  á 
1822.  El  señor  Restrepo  nos  sirve  de  guía  segura  hasta  1851.  De  esa 
fecha  para  adelante  nos  hemos  dirigido  por  noticias  tomadas  de  escri- 
tores bien  informados,  y  por  las  que  debemos  á  amigos  particulares. 
Respecto  de  Antioquia  tenemos  datos  seguros,  muchos  de  ellos  de  ca- 
rácter oficial,  que  comprenden  los  iiltimos  treinta  años. 

Estas  explicaciones,  que  hemos  procurado  sean  tan  sucintas  cuanto 
lo  permite  el  asunto,  eran  necesarias  para  dar  idea  de  cómo  hemos  pro- 
cedido para  formar  los  cuadros  que  á  continuación  publicamos.  En 
todos  ellos  hemos  estimado  el  oro  y  la  plata  por  su  valor  real,  sin  tener 
en  cuenta  el  premio  de  cambio. 

La  producción  total  de  Colombia  desde  la  Conquista  puede  estimarse 
en  072.000,000  de  pesos,  de  los  cuales  039.000,000  son  de  oro  (1)  y 
33.000,000  de  plata. 

Considerando  á  Colombia  dividida  en  dos  grandes  zonas  cortadas 
])or  el  río  3Iagdalena,  corresponden  aproximadamente  -á  la  banda  occi- 
dental 8  052.000,000  y  .s  l'0.000,0()0  á  la  oriental. 

El  producto  total  puede  dividirse  de  la  manera  siguiente  : 

Antioquia $     250.000,000 

Cauca 249.000,000 

Panamá 94.000,000 

Toliuui 54.000,000 

Santander 15.000,000 

Bolívar :  .  7.000,000 

Cundinanuirca 1.800,000 

Magdalena  .* '. 1.000,000 

Boyacá 200,000    . 

(1)  De  los  $  639,000,000  de  oro,  cerca  de  500.000,000  provienen  de  los  alu- 
viones y  el  resto  de  los  filones  auríferos. 


\ 

—  ir.7  — 

La  prod noción  do  oro  se  distribuye  así : 

Siglo    XVI ' $  r>3.0()0,00í) 

Siglo  XVII 173.ü()(>,000 

Siglo  X VIH 205.000,000 

Siglo  XIX  (hasta  18Stí) 208.000,000 

Total $     G39.000,00(T 


Para  que  86  juzgue  mejor  del  progreso  de  la  industria  minera  en 
este  siglo,  á  pesar  de  la  influencia  desastrosa  de  algunos  de  los  grandes 
acontecimientos  que  se  han  cumplido,  apuntaremos  la  producción  de 
oro  por  períodos : 


pkrÍopo. 

XUHERO  DE' 
AÍfoS. 

( 

PRODUCTO  TOTAL. 

j 

PRODUCTO  ANUAL,     \ 

1801a  1810 

10 

$     30.600,000 

$  3.060,000     : 

1811  á  1820.... 

10 

18.350,000 

1.835,000    ; 

1821  á  1835..-. 

15 

35.805,000 

2.387,000    ¡ 

1836  á  1850.... 

15 

38.100,000 

2.540,000    j 

1851  á  18G0.... 

10 

22.250,000 

2.225,000 

1861  á  1864.... 

4 

7.800,000 

1.950,000 

1865  á  1869.... 

5 

11.725,000 

2.345,000 

1870  á  1881.... 

12 

30.072,000 

2.506,000 

1882  á  1884.... 

3 

8.466,000 

2.822,000 

1885  á  1886.... 

o 

4.832,000 

2.416,000 

86 

$  208.000,000 

Computando  en  $  3.060,000  el  oro  que  se  sacaba  de  las  minas  de 
Colombia  en  los  primeros  años  de  este  siglo, — suma  que  difiere  muy 
poco  de  la  de  8  2.990,000  adoptada  por  el  Barón  de  Humboldt, — hace- 
mos su  distribución  de  la  manera  siguiente  : 

Antioquia $     1,160,000 

Chocó 1.000,000 

Resto  del  Departamento  del  Cauca 700,000 

Tolima,  líolívar,  Santander  y  Tanaraá 200,000 


—  ins- 
iga i)r<)<lii(xión  (le  itlata  si;  repartí;  (•(tino  si^iif: 

Siglo    XVJ *  (5.500,000 

Siglo   X  Vil 0.000,000 

Siglo  XVIII l.."300,000 

Siglo   XIX  (hasta  J88(i) H>.000,000 

Total *  ;í;í.ooo,ooo 


Durante  el  primer  cuarto  del  presente  siglo  no  liubo  una  sola  mina 
de  plata  en  explotación  en  la  República.  J)e  J87.i  para  adelante  la 
])roducción  d(!  est(í  metal  lia  venido  aumentando  rápidanKínte.  En  1883 
ascendió  ésta  á  «  1.000,000  y  en  1884  á  8  1.250,000. 

liemos  hecho  algunas  correcciones  en  los  cuadros  de  la  edición  ante-, 
rior  de  este  libro  sobre  la  producción  de  Co-lombia  en  metales  preciosos; 
animados  por  el  deseo  de  alcanzar  el  mayor  acierto  posible,  perfeccio- 
nando nuestro  trabajo,  y  habiendo  obtenido  nuevos  datos  sobre  la  ex- 
tracción de  oro  en  diversos  Departamentos,  revisamos  d(í  nuevo  todo^ 
imestros  cálculos. 

El  movimiento  ascensional  de  la  i»roduccióii  del  oro  y  de  la  plata 
(MI  (Jolombia  no  /^e  detendrá  ya.  j\l.  Chevalier  escribió  en  1840  :  "  Es 
preciso  esperarse  á  ver  á  la  ]Sueva  (iranada  aumentar  su  rendimiento 
en  oro."  liste  es  el  resultado  natural  del  desarrollo  de  la  civilización, 
siendo  mayor  cada  día  la  suma  de  los  conocimientos  y  la  facilidad  de 
los  medios  de  (jue  se  dispone  para  la  explotación  de  las  minas.  Los 
])laceres  auríferos  de  Colombia  son  inagotables;  los  más  de  los  filones 
de  oro  y  de  plata  se  conservan  aún  vírgenes,  y  los  que  han  sido  bene- 
íiciados  no  lo  han  sido  sino  superficialmente. 

I'^íltanos  ver  (|ué  puesto  ocupa  Colombia  en  la  producción  de  oro 
de  la  América  d(*de  su  descubrimiento  hasta  el  año  1848,  que  fue 
cuando  se  descubrió  la  ])rodigiosa  riqueza  de  California.  E\  cuadro  si- 
guiente recapitula  dicha  ])roducción  total.  Para  formarlo  hemos  adop- 
tado his  cifras  dadas  ])or  el  ]»rofesor  Soetbeer: 

Hrasil $     084.456,750 

Colombia 081.339,500 

Id.       según  nuestros  cálculos 548.700,000 

liolivia  183.303,000  . 

Chile 175.839,750 

México 153.507,900 

Perú 100.717,500  . 

(Jomo  se  ve,  (Jolombia  ocupa  el  primer  puesto  entre  todas  las  anti- 
guas colonias  españolas  y  el  segundo  en  América.  Mas,  si  se  compara 
su  extensión  con  la  del  inmenso  Imperio  del  Brasil,  puede  decirse  que 
(Jolombia  supera  proporcionalmente  á  ésta  en  su  producción  aurífera. 


\ 

Imi  l¡i  vecina  Ixcin'ililira  du  .VciicziU'la  s<'  (losciiliricnuí  hace  pucos 
años  las  ricas  minas  ih-  oro  de  Caratal,  cu  «-I  Estado  do  (luayana 
(á  KíOniillas  de  (Miidad-Iioiívar).  En  lS(i(;  dieron  l't.iiiil  onzas  de 
oro.  Su  producto  lia  seijuido  en  auuunito  constante,  y  en  1S7!>  liahía 
subido  ii  1(>7,7i:l*  ou/as.   l'roducto  total  en  catorce  años,  77(»,OL*Ü  onzas. 

8i  esto  ha  sucedido  en  \'euezuela,  donde  hasta  ahora  no  se  conoce 
sino  una  rei;ión  aurífera,  ¡(|ué  no  del>er<Mnos  esjierar  en  (!oknnl»ia,  donde 
existen  tantas  reíiiones  ricas  eu  veiu'ros  de  ore»  y  phita  ! 


II.— INKLUKNCIA  1)K  LA  TMINEKÍA  KN  KL  PKOírllKyO  (JENERAl,    DK 

<:OLOMHlA. 

<  'ada  país  reirihió  en  dote  del  Creador  señaladas  i)roduccioues  natu- 
rales para  atender  á  su  subsistencia.  Al  cultivo  y  elaboración  de  «días 
debe  sujetarse  el  hombre,  por  necesidad  y  conveniencia,  sin  perder  el 
tiempo  eu  rellexionar  si  sería  mejor  ocuparse  en  otra  cosa.  Las  nacio- 
nes, como  los  individuos,  tienen  su  vocación  esi)ecial,  y  son  desgracia- 
das coiuo  ellos  si  llegan  á  serle  infidentes.  Colombia  fue  dotada  con  los 
metales  pn;ciosos,  (pie  con  munífica  profusión  se  hallan  distribuidos 
en  los  veneros  (¡ue  asoman  jior  sus  cordilleras  y  Mi  los  placeres  (jue  eii- 
ri(iueceu  las  hoyas  de  sus  ríos. 

Hl  oro  fue  el  incentivo  ])od(!roso  ([ue  movió  á  los  españoles  á  hi 
cíMKfuista  y  á  la  ocupación  de  nuestro  territorit».  (1)  En  busca  de  este 
precioso  metal,  (|ue  era  la  meta  de  sus  expediciones,  trasmontaron 
nuestras  {ísj)eras  montañas,  ¡jcnetraron  eu  nuestros  valles  ardientes  \ 
poblaron  casi  tudas  las  regiones  ([Ue  están  hoy  habitadas,  "(irán  parte 
del  ardor  con  que  acometieron  sus  gloriosas  empresas,  fu*;  estimuhidos 
l)or  el  deseo  de  la  ad(|uisicióu  ñv  las  fabulosas  ri(|uezas  cuya  historiase 
ha  perpetuado  con  el  nombre  del  Dorado."'  { Doctor  Lil)()rio  Zerda, 
/■Jl  Dorado J.  En  persecución  del  Dorado  hicieron  atrevidas  incursio- 
nes al  Zenú,  la  Sierra-Nevada,  v.\  Chocó,  Antio(|u¡a  y  el  interior  de 
Tierra- l'Mrmc! ;  pero  esa  meta  fascinadora  no  se  alcanzaba :  cuando  los 
españoles  creían  tocarla,  d(ísaparecía  como  el  miraje  engañador. 

101  valor  del  oro  (jue  los  españoles  tomaron  á  los  indios  con  la  (Jou- 
«luista  no  i)asó  de  8.(K)(),()0()  de  pesos  ;  suma  insignificante,  si  se  atiende 
á  la  riqueza  de  nuestro  suelo  y  á  la  extensión  (|u<í  los  aborígenes  habían 

(1)  lios  españoles  no  encontraron  plata  en  manos  de  los  indígenas,  que  no  Ja 
usaban,  sino  en  muy  raras  ocasiones,  para  la  fabricación  de  sus  tunjos  y  alha- 
jas. Pero  sin  duda  conocían  este  metal,  pues  ellos  mismos  llevaron  á  los  descu- 
bridores á  las  minas  de  plata  de  Mariquita,  Pamplona,  Ibaguí  y  la  Plata. 


—  IGO  — 

(lado  al  trabajo  de  las  minas.  Merece  (\üv  nos  detengamos  en  algunas 
particularidades  dignas  de  notarse.  D.  Pedro  de  lleredia,  Gobernador 
de  Cartagena,  regresó  de  su  primera  expedición  á  esta  Provincia  con 
más  de  un  millón  y  medio  de  ducados  en  oro,  y  repartió  á  cada  simple 
soldado  seis  mil  ducados  (0,480  pesos),  suma  mayor  que  laque  recibie- 
ron los  conquistadores  del  Perú.  Luego  se  dirigió  al  Zenú  y  sacó 
500,000  pesos  de  oro  de  sus  ricos  sepulcros.  Todo  este  oro  tío  provenía 
de  la  Provincia  de  Cartagena,  cuyos  aluviones  son  pobres:  los  indios 
lo  obtenían  en  cambio  de  sal  y  de  artefactos  de  las  tribus  que  ocupaban 
la  riquísima  región  de  Zenufaná,  bañada  por  los  ríos  Porce  y  Xechí,  y 
tlel  famoso  cerro  de  Buriticá. 

En  la  Provincia  de  Santa-Marta,  que  ha  producido  poquísimo  oro 
después  de  la  Conquista,  recogió  D.  Pedro  Badillo  una  gran  cantidad 
de  este  metal,  y  D.  Pedro  de  Lerma  sacó  del  valle  de  Tairona  600 
libras  de  oro  y  400  más  del  valle  de  Upar. 

Contraste  raro  y  digno  de  notarse  :  los  españoles  sacaron  relativa- 
mente poco  oro  de  las  regiones  más  ricas  :  Antioquia,  el  Chocó  y  Bar- 
bacoas. En  un  sepulcro  de  Guaca,  en  Antioquia,  hallaron  cien  mil 
pesos  en  joyas  de  oro  fino.  Al  Capitán  Jorge  Robledo  le  dieron  los 
indios  carrapas,  que  habitaban  cerca  de  Pacora,  nna  rica  bandera,  cu- 
yos adornos  de  oro  pesaron  tres  mil  y  tantos  pesos,  un  vaso  que  valió 
290  pesos  y  otras  dos  cargas  de  este  metal  en  joyas  diversas. 

íío  sólo  fue  el  oro  el  móvil  principal  que  facilitó  la  conquista  de 
este  vasto  país,  sino  que  la  posesión  de  sus  minas  vino  á  facilitar  el 
desarrollo  de  su  población,  de  su  agricultura,  de  su  comercio  y  del  pro- 
greso en  todos  sus  ranius.  ^in  el  aliciente  poderoso  de  sus  minas,  gran 
parte  del  Departamento  de  Antioquia,  el  Cliocó,  Barbacoas  y  Supía 
estarían  hoy  despoblados,  desiertos  y  en  una  lamentable  situación  de 
atraso  y  de  miseria. 

Apenas  terminada  la  Conquista,  se  dieron  los  españoles  de  prefe- 
rencia á  la  fácil  y  lucrativa  tarea  de  explotar  las  minas  de  oro.  Las  ha- 
llaron riquísimas  y  muy  productivas  en  Arma,  Antioquia,  Buriticá, 
Zaragoza,  Kemedios  y  Cáceres ;  en  Ansenna,  Cartago,  Cali,  Popayán 
y  Alraaguer,  lugares  que  entonces  hacían  parte  de  la  Provincia  de  Po- 
payán ;  en  la  ciudad  de  Victoria ;  en  San-Juan  de  los  Llanos;  en  Mi- 
raflores,  cerca  de  Ibagué  ;  en  Páraiuo-Kico  y  en  el  valle  de  Suratá, 
próximos  á  Bucaramanga.  Minas  de  plata  descubrieron  y  explotaron 
en  la  Plata,  Ibagué,  Mariquita  y  Pamplona.  De  todas  éstas  y  de  otras 
localidades  extrajeron  en  poco  más  de  la  segunda  mitad  del  siglo  XVI 
metales  preciosos  por  valor  de  como  5G.00(),OÍ)0  de  pesos,  suma  siete 
veces  mayor  que  la  que  obtuvieron  en  la  Conquista. 

Es  asombroso  lo  que  so  refiere  de  la  riqueza  de  las   minas  de  Mira- 


—  ic.l  — 

lloit'S.  N'ictoria,  Pániíuo-Hico,  Remedios  y  Zaragoza.  Las  ile  esta 
última  lot-alidad  j)rodiiji'r(>n  vn  ciiarenta  años  cosa  de  .")(), 000  lil)ra3  de 
oro,  (|ue  valen  unos  i;;.0(H>,0()0  de  |)(;sos.  y  las  (]<•  líemedios  0.000,000 
de  pesos  en  L'G  años. 

Convirtióse  entonces  el  Nuevo  líeino  de  (iranada  vu  un  país  de 
promisión,  y  comprobóse  que  el  verdadero  Dorado  existía  en  las  en- 
trañas de  la  tierra;  que  los  indíjícnas  no  liabían  mentido  al  jjonderar  su 
riqueza,  y  que  el  error  <le  los  españoles  bahía  consistido  en  buscar  en 
manos  de  aquéllos  los  tesoros  que  la  tierra  ^Miardaba  para  premiar  su 
constancia  y  su  diligencia. 

Algunos  de  los  con(|uistadores  y  de  los  ¡¡rimeros  pobladores  adqui- 
rieron rique;:as  que  en  aquel  tiempo  eran  enormes,  y  que  aun  hoy 
serían  considerables.  Diego  de  Ospina,  después  de  haber  explotado 
minas  de  plata  en  Mariquita,  ])asó  á  Kemedios,  en  donde  sacó  900,000 
pesos  en  oro.  Pedro  Martín  Dávila  benefició  una  rica  mina  de  aluvión 
cerca  del  río  Xechí,  y  aunque  gastó  en  ella  muchísimo  dinero,  sacó  de 
utilidad  100,000  pesos  de  oro  de  22  quilates.  Francisco  Aguilar  se  en- 
riqueció con  las  minas  del  río  Ariari.  Él  contribuyó  en  mucha  parte 
para  los  gastos  de  la  expedición  que  hizo  á  los  Llanos  D.  Gonzalo  Ji- 
ménez de  Quesada.  Juan  Díaz  Jaramillo  se  vio  lleno  de  bienes  de 
fortuna  con  el  producto  de  un  placer  aurífero  que  benetíció  en  el  norte 
del  Tolima. 

Los  espafwles,  en  su  ansia  de  oro,  adquirieron  en  ¡¡ocos  años  noti- 
•  cias  casi  completas  sobre  la  riqueza  de  nuestro  suelo,  de  la  ([ue  tuvieron 
mejor  conocimiento  (¡ue  nosotros,  que  disponemos  de  mayores  medios 
de  investigación  científica.  Debemos,  no  obstante,  observar  que  fueron 
los  indígenas,  que  tenían  experimentada  la  riqueza  de  nuestro  territo- 
rio, quienes  los  llevaron  á  todos  los  i)untos  donde  había  minas  de  me- 
tales preciosos.  Vamos  á  trascribir  el  cuadro  (jue  trazaba  Fray  Pedro 
Simón  de  los  minerales  del  Nuevo  líeino  de  (Iranada  en  el  primer 
cuarto  del  siglo  XVll : 

"  Entre  estos  dos  ríos,  Darién  (1)  y  la  Magdalena,  entre  quienes 
corre  el  Cauca,  crió  Dios  la  tierra  más  rica  de  oro  y  plata  que  pienso 
caliente  el  sol  ni  se  les  ha  descubierto  á  los  mortales,  por([ue  la  (lue  hay 
entre  el  Cauca  y  el  Darién  es  toda  de  venas  de  oro  finísimo,  como  está 
experimentado  i)or  cuantos  españoles  lian  descubierto  y  pisado  acjuella 
tierra,  (¡ue  han  sido  muchos,  y  toda  está  descubierta  y  cateada  de  ellos, 
de  que  no  fueron  malas  muestras,  ni  testigos  de  poco  abono,  las  sepultu- 
ras en  el  Zenú  y  en  (iuacá. 

"  Las  sierras  de  Abibe,  que  acompañan  al  J)arién  hasta  cerca  de 
sus  bocas,  le  ofrecen  innumerables  arenas  de  oro,  y  de  todas  ellas  dice 

(1)  El  Atrato. 

11 


—  102  — 

Cieza  están  lastradas  de  este  metal.  Este  otro  ramo  de  la  misma  cordi- 
llera que  se  acerca  al  río  Cauca  y  (jue  comienza  desde  las  cabanas  de 
Yapel  y  corre  hasta  Popayán,  bien  saben  que  es  toda  una  pasta  de  oro 
los  moradores  de  los  pueblos  que  se  lian  fundado  en  ella  y  permanecen 
hoy  de  españoles,  que  son  la  ciudad  de  Antioquia,  tían-Jerónimo  del 
Monte,  Anserma,  Toro,  Cali  y  otras  (lue  se  han  despoblado. 

"  Esta  otra  parte  del  Cauca,  (jue  es  la  del  oriente,  hoya  ([ue  hacen 
entre  é!  y  el  Magdalena,  harto  experimentadas  tiene  el  mundo  sus 
inmensas  riquezas  de  oro  y  plata,  con  la  que  está  entretejido  y  aun 
cuajado,  mezcladas  las  minas  del  uno  y  de  la  otra  ;  por(|ue  comenzando 
de  las  sierras  de  Simití,  las  han  tenido  y  tienen  de  muy  gran  riíjueza 
de  finísimo  oro.  Y  corriendo  desde  ellas  al  sur  están  las  de  (luamocó. 
donde  están  fundados  reales  de  minas,  y  algunas  leguas  más  adelante 
la  ciudad  de  Zaragoza,  en  la  que  también  se  comprendieron  las  tierras 
de  la  ciudad  de  Santafé  de  xVntioquia.  Bien  sabe  el  mundo  las  infinitas 
riquezas  de  oro  que  se  han  sacado  y  se  sacan  hoy,  lo  mismo  qu(!  de  las 
ciudades  de  Cáceres,  Arma,  Cartago  y  Buga. 

"  Cayendo  más  á  la  parte  del  río  de  la  ^Magdalena,  no  han  llevado 
más  corto  paso  las  grandes  sacas  de  oro  que  ha  habido  en  la  <'judad  de 
los  Kemedios,  y  lo  mismo  corre  en  los  sitios  donde  estuvo  fundada  la 
primera  vez  la  ciudad  de  Victoria,  ya  cerca  del  río  Guarinó.  Si  quere- 
mos tratar  de  la  riqueza  de  las  minas  de  oro  y  plata,  entretejidas  unas 
con  otras  en  la  ciudad  de  Mariquita,  que  está  más  adelante,  mejor  lo 
dirán  ellas  y  <iuien  las  goza,  pues  son  tan  abundantes  y  de  tan  subida 
plata,  que  espantan,  juntamente  con  su  mucho  oro  de  22  (iuilates,desus 
minas  de  Hervé,  Santa-Águeda  y  otras  partes  que  se  hallan  en  más 
de  10  á  14  leguas  que  se  extienden  los  minerales  por  su  serranía  al 
poniente. 

"  Lo  mismo  decimos  de  las  minas  de  oro  y  plata  situadas  en  una 
misma  cordillera  y  que  se  dan  las  manos  en  la  ciudad  de  Ibagué.  Las 
grandes  minas  de  San-Sebastián  de  la  Plata,  en  la  tierra  de  los  indios 
páeces,  admiraron  á  los  hombres  que  las  hallaron,  y  labraron  y  fundaron 
allí  una  ciudad,  poniéndole  el  nombre  de  la  Plata,  por  la  mucha  y 
buena  que  tienen  aquellas  tierras.  En  el  río  Saldaña  y  valle  de  Xeiva 
también  se  han  hallado  grandes  minas  de  oro,  de  donde  se  saca  hoy,  y 
lo  mismo  en  la  Provincia  y  villa  de  Caloto,  á  la  parte  de  Popayán 

"  Los  fundadores  de  Pamplona  dieron  con  el  río,  del  Oro,  y  experi- 
mentaron sus  arenas  de  oro  con  otras  muchas  minas  que  se  fueron  des- 
cubriendo en  toda  aquella  Provincia,  que  llaman  de  Suratá ;  tierra  tan 
rica  ([ue  toda  ella  es  una  pasta  de  oro,  plata  y  otros  metales,  en  espe- 
cial en  una  parte  que  llaman  la  Montuosa.*'. ... 

En  el  curso  del  siglo  XVII  completaron   los  españoles  la  explora- 


—  H\:\  — 

cióu  (le  las  regiones  auríferas  (|ue  se  conocen  en  Colombia,  y  cuipnii 
dieron  trabajos  de  explotación  de  minas  en  todas  ellas.  Desde  itrinci- 
pios  del  siiílo  se  estalileci«'ron  labores  productivas  en  Barbacoas,  y  en 
su  se;íuuda  untad  comenzaron  á  beneficiarse  los  riquísimos  aluviones 
del  Chocó  y  del  Darién,  de  donde  se  sacaron  enornu'S  cantidades 
de  oro. 

Por  lo  (pie  escribió  el  grave  y  sensato  Fray  Pedro  Simón,  y  i)or  lo 
([ue  hemos  dicho  hasta  aquí,  puede  juzgarse  cóuk»  llegarían  de  abulta- 
das todas  estas  noticias  al  España,  y  cuáles  serían  los  relatos  (jue  allí 
se  hacían  de  las  n.aravillosas  ricjuezas  del  Nuevo  ]íeino  de  Granada. 
Establecióse  con  este  motivo  una  corriente  de  inmigración  que  contri- 
buyó poderosamente  al  desarrollo  del  comercio  y  de  la  industria  y  al 
aumento  de  la  población.  Halagados  y  movidos  por  su  afición  á  las 
aventuras  y  por  el  incentivo  eficaz  del  oro,  numerosos  miembros  de  ía- 
milias  principales  de  España  vinieron  á  nuestro  país  en  busca  de  for- 
tuna. ^Muchos  de  los  claros  ingenios  que  le  han  dado  lustre  en  todas  las 
épocas  de  su  historia  descendían  de  ellos,  y  por  ellos  se  conservó  relati- 
vamente puro  el  bello  lenguaje  castellano.  (1) 

El  progreso  de  la  industria  minera,  la  primera  que  los  españoles 
establecieron  en  este  país,  seguía  su  marcha  constante,  aunijue  un  poco 
lenta,  debido  esto  á  los  imperfectos  métodos  de  explotación  (|ue  se 
usaban  entonces,  cuando  una  medida  inspirada  al  Gobierno  español, 
por  un  sentimiento  de  humanidad,  vino  á  interrumi)ir  de  un  golpe  los 
trabajos  en  muchas  minas,  cuyas  ri(|uezas  (juedaron  de  nuevo  sepultadas. 
El  Key  previno  á  la  Audiencia  de  Santafé  de  Jiogotá,  por  cédula  de  7 
de  Junio  de  172Í),  que  no  permitiera  que  á  ningún  indio  se  le  obligase 
á  labor  de  minas.  Esta  providencia  dio  por  resultado  funesto  el  aban- 
dono inmediato,  y  j)or  consiguiente  la  total  ruina  de  las  minas  de 
Mariquita  y  Pamplona,  que  se  explotaban  por  medio  de  las  mitas  ó 
conducciones  de  indios.  E\  dtísastre  fue  completo,  muy  (íspecialmente 
en  Mariíiuita.  En  aquella  opulenta  región  argentífera  los  antiguos 
hurgaron  nmcho  todos  los  filones,  y  se  comieron,  como  (íllos  decían,  las 
menas  más  ricas  y  fáciles  de  extraer,  dejando  sólo  las  riqu<ízas  (jue  se  les 
perdieron,  pues  por  su  imi»revisión  y  su  descuido  se  les  derrumliaron 
muchos  pozos.  Además,  explotaron  tan  mal  las  minas,  (jue  dejaron 
perder  lo  que  no  lograron  sacar,  por(|ue  los  más  de  sus  trabajos  se  aho- 
garon y  se  hundieron;   díí  tal  manera  que  si   se  hultieran   proj)u('sto 

(1)  La  aseveración  de  uno  de  nuestros  más  distinguidos  publicistas,  (jue 
cuenta  entre  los  progenitores  de  los  colombianos  "  uno  que  otro  hidalgo  espa- 
ñol  y  un  número  mucho  mayor  de  polizones  andaluces,  gallegos,  vizcaínos  y 
castellanos,"  no  está  confirmada  por  la  historia.  Para  persuadirse  de  lo  con- 
trario, basta  leer  á  Castellanos,  Ocáriz  y  Piedraln'ta. 


—  1(U  — 

taparlas  pava  que  sus  descendientes  no  pudieran  trabajarlas,  no  habrían 
necesitado  hacer  otra  cosa  que  lo  que  hicieron.  Xo  es,  pues,  extraño 
([ue  rara  vez  se  descubra  allí  un  filón  que  merezca  ponerse  en  laboreo. 
Lo.s  más  ricos  no  se  hallarán  sino  poco  á  poco.  Ellos  serán  el  premio 
que  espera  á  los  hombres  perseverantes  que  con  tino  y  constancia  in- 
sistan en  buscarlos. 

La  prohibición  de  las  mitas  no  produjo  ningún  mal  resultado  eu 
Autioquia,  el  Chocó  y  el  resto  del  país,  porque  fuera  de  Mariquita  y 
Pamplona,  en  los  demás  distritos  mineros  el  trabajo  de  las  minas  se 
hacía  por  los  negros  esclavos  ó  por  raazamorreros  libres. 

Dos  años  antes  de  estos  sucesos,  en  1727,  se  abandonaron  la  riquí- 
simas minas  del  Darién,  que  producían  un  millón  y  medio  de  pesos 
anuales,  con  motivo  de  la  sublevación  general  de  los  naturales  de  este 
territorio,  unidos  á  los  descendientes  de  los  bucaneros. 

Tantas  fuentes  de  producción  que  quedaron  y  están  aún  cegadas 
para  nuestro  país,  constituyeron  un  golpe  terrible  dado  á  su  industria 
y  á  su  riqueza.  Por  fortuna,  las  minas  del  Chocó,  Antioquia  y  Barba- 
coas siguieron  explotándose  con  afán,  y  sus  productos  fueron  siempre 
en  aumento  hasta  1810.  Entonces  su  rendimiento  alcanzaba  á  1.250,000 
pesos  en  Antioquia,  1.000,000  en  el  Chocó  y  850,000  pesos  en  el  resto 
del  Virreinato.  Así,  á  pesar  de  los  contratiempos  que  interrumpieron 
la  marcha  progresiva  de  la  minería  en  el  siglo  XYIII,  los  metales 
preciosos  extraídos  llegaron  á  la  suma  de  205.000,000  de  pesos 
(31.000,000  más  que  en  el  siglo  XVÍI). 

Ya  es  tiempo  de  que  veamos  qué  funciones  desempeñaba  el  oro  eu 
el  movimiento  de  la  riqueza  pública  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 
El  bien  informado  autor  de  la  Memoria  anónima  (1772),  dice  : 

"Xo  tiene  duda  que  la  subsistencia  del  Virreinato  depende  de  las 
minas  de  oro  y  su  fomento,  porque  no  se  comercian  frutos  algunos,  ni 
tiene  por  dónde  adquirir  por  trato  y  compensación  los  géneros  que  de 
fuera  necesita,  y  así  el  oro  que  producen  sus  minas  es  el  único  que 
sostiene  las  rentas  reales,  el  comercio  y  los  ministros.  De  un  corto 
número  de  hombres,  dedicados  por  particular  providencia  á  este  labo- 
rioso é  importante  ejercicio,  está  pendiente  todo  el  Reino :  si  éstos 
cesasen  y  abandonasen  su  ocupación,  vendría  á  tierra  la  máquina  del 
Virreinato.'' 

En  una  representación  dirigida  al  Rey  en  1783  por  el  Procurador 
de  Popayáu,  D.  Vicente  Hurtado,  leemos  lo  que  sigue :  "  El  remedio 
general  y  casi  único  para  la  subsistencia  de  este  vasto  Reino  y  su  co- 
mercio con  España,  quien  lo  vivifica  y  alienta,  es  el  oro  que  se  saca  de 
las  muchas  minas  que  de  este  precioso  metal  se  trabajan  en  los  gobier- 
nos de  Popayán,   Chocó  y  Antioquia.  Con  él  subsisten  otras  grandes 


—  1(}5  — 

rrovincias  (|uc  hacen  su  ooiucri-io  con  estos  gobiernos,  como  son  las  do 
las  audiencias  de  (^)uito  y  Santafé.  Con  sólo  el  oro  íjuc  producen  las 
minas  de  estos  «robiernos  están  en  continua  labor  las  dos  Casas  de 
Moneda  del  Virreinato  de  Santafé  y  la  de  Popayán,  dando  en  ellas  á 
V.  ^r.  y  al  público  los  «rrandes  intereses  (lue  son  notorios  inmediata- 
mente por  los  derechos  de  señoreaje,  amonedación  y  ([uintos  que  S.  M. 
deduce  del  oro.  Y  nada  hay  de  derechos  reales,  comercio  é  intereses 
jKirtictilares  (jue  no  dependa  y  tenga  su  estabilidad  del  oro  de  las  minas 
de  este  Keino.  Si  decayeran  y  menoscabaran,  todo  faltaría  é  iría  á 
menos,  y,  por  el  contrario,  si  se  aumentíin  las  labores  de  minas  y  sacas 
de  oro,  todo  logrará  sus  mayores  incrementos." 

En  efecto,  ej  oro,  ya  en  j)olvo,  ya  amonedado,  era  el  medio  de  cam- 
l)io  en  todas  las  transacciones  ;  él  daba  movimiento  y  rida  al  escaso 
comercio  (pie  se  hacía  entonces,  á  la  agricultura,  y  á  la  industria  na- 
ciente. 

"  Goza  tan  felices  influjos  el  Nuevo  Reino  de  Granada,"  dice  el 
Obispo  Piedrahíta,  "  (jue  en  él  se  cría  el  oro  en  tantas  partes,  que  sus 
minerales  exceden  á  los  que  están  descubiertos  en  el  resto  de  las  Indias; 
y  en  las  ciudades  de  Antioquia,  Zaragoza,  Cáceres,  los  Eeráedios, 
Anserraa  y  el  río  de  Oro  no  corre  plata,  porque  el  oro  es  la  moneda 
usual  con  que  se  comercia.  Lo  mismo  se  experimenta  en  la  ciudad  de 
Guamocó,  donde  se  halla  como  en  las  vetas  de  Pamplona  y  glanos  de 
San- Juan."  ' 

Con  el  oro  se  pagaban  las  manufacturas  y  los  artefactos  que  se 
introducían  de  la  Metrópoli.  En  Antioquia  no  circuló  la  moneda  de 
plata  acuñada  hasta  el  fin  del  siglo  pasado  ;  el  oro  en  polvo  la  reem- 
plazaba. "Los  mineros  y  vecinos  de  esta  Provincia,  para  abastecerse  de 
esclavos,  de  herramientas,  de  géneros  de  Castilla  y  de  lienzos  y  manufac- 
turas de  la  tierra,  se  veían  obligados  á  concurrir  á  la  villa  de  Honda." 
("Memoria  anónima).  Además,  "  su  único  trato  interior  estaba  redu- 
cido á  introducir  víveres  á  los  minerales  y  á  cambiarlos  por  el  oro  en 
polvo,  que  es  lo  que  llaman  rescatar."  (1) 

En  el  Chocó  y  Barbacoas  también  era  el  oro  en  polvo  la  moneda 
usual  y  corriente,  pero  allí  empezó  á  introducirse  la  plata  sellada  antes 
(jue  en  Antioquia,  por  los  mercaderes  y  particulares  que  reftcataban 
el  oro. 

El  gran  níajja  del  Virreinato  levantado  en  1772  por  D.  José  Apa- 
ricio Morato  trae  un  cuadro  del  producto  de  las  rentas  en  1770,  del 
cual  tomamos  los  valores  pagados  en  los  lugares  donde  este  pago  se 
hacía  en  oro  en  polvo,  ó  parte  en  oro  y  parte  en  moneda. 

(1)  Relaci(5n  del  Gobernador  D.  Francisco  Silvestre. 


—  166  — 


ORO.    CASTELLANOS. 


Paiiailuí $ 

Portobelo 

Moiiipox 

Hüuila 

Eemedios 

Antioquia 

Zitará 

Xóvita 

Cartago 

Popayán 


28,508  :                          447; 

27,057  120 

43,550  ,{,805 

25,335  3,361 

2,546 

8,98o 

5,575 

5,400 

7,320  i                      2,455 

45,750  I                     ll,79í)i 

$  177,529  jCastellanos  44,558 


Como  se  ve,  pues,  en  este  cuadro,  en  Antioquia  y  en  el  Chocó  el  oro 
en  polvo  hacía  las  veces  de  la  moneda. 

En  1718  concedió  el  Eey  privilegio  á  D.  José  Prieto  Salazar  para 
establecer  la  Casa  de  Moneda  de  Bogotá.  La  de  Popayán  se  fundó  en 
1749.  En  la  primera  se  acuñaba  el  oro  de  Antioquia,  parte  del  Chocó, 
Xeiva,  Grirón,  Chaparral,  etc. ;  en  la  segunda,  el  de  la  mayor  parte  del 
Chocó  y  de  toda  la  Provincia  de  Popayán.  Según  el  doctor  José  Ma- 
nuel Ilestrepo,  se  amonedaron  en  las  dos  casas,  de  1753  á  1859, 
160.827,412  pesos  en  oro  y  5.212,440  pesos  en  plata.  A  la  de  Bogotá 
se  han  introducido  hasta  el  año  de  1880,  110,307  kilogramos  de  oro  y 
287,413  de  plata,  que  han  producido  $  99.503,623  en  monedas  de  oro 
y  $  12.040,205  en  monedas  de  plata. 

Hé  aquí  la  pintura  que  hacía  el  autor  de  la  Memoria  anónima  del 
comercio  del  Virreinato  :  "  Xingún  comercio  activo  disfruta  este 
Peino  ;  como  se  ha  dicho,  consiste  su  subsistencia  actualmente  en  el 
oro  que  saca  de  sus  minas,  sin  giro,  expendio,  ni  salida  de  sus 
frutos  y  algunas  manufacturas.  Su  provisión  de  mercaderías  y  géneros 
de  Castilla  depende  de  uno  \i  otro  registro,  remitido  por  el  comercio 
de  Cádiz  á  la  plaza  de  Cartagena,  de  donde  se  trasladan  estos  efectos 
á  lo  interior  del  Peino,  causando  costos  en  derechos  y  conducción,  con 
tanta  decadencia,  que  son  muy  raros  los  que  disfrutan  alguna  utilidad, 
y  menos  los  que  medran  en  la  carrera.  Xo  hay  arbitrio  para  conservar 
dentro  del  Reino  la  moneda,  por  ser  la  especie  necesaria  para  la  com- 
pra y  no  lograrse  proporciones  para  el  canje  de  los  géneros  que  entran. 


—  1G7  — 

I*or  lo  qut'  |)ro(luc('  el  país,  únicamente  se  labran  en  Tnnja,  Socorro, 
Vélez  v  contornos  hasta  los  Llanos  algunos  lienzos  ile  algodón,  cami- 
setas, frazadas,  mantas  y  semejantes,  (pie  contribuyen  á  un  muy  lento 
comercio  en  el  interior  de  unas  Provincias  con  otras,  donde  se  con- 
sumen." 

En  los  últimos  veinte  afios  del  siglo  XVIII  se  dio  principio  á  la 
exportación  de  las  (|uinas.  ('onsta  que  en  17S4  salieron  del  Virreinato 
quinas  i»or  valor  de  30,71H  pesos,  que  la  extracción  fue  subiendo  gra- 
dualmente,'tanto  que  en  1788  se  exportaron  247,000  pesos  y  en  1805 
l)asaban  de  040,000  pesos. 

Como  se  ve  por  lo  ([ue  llevamos  dicho,  cuando  sonó  la  hora  de 
nuestra  independencia  nacional,  la  industria  y  el  comercio  se  hallaban 
en  nn  est^ido  de  atraso  deplorable  ;  las  comunicaciones  con  el  exterior 
eran  sumauiente  lentas  y  difíciles;  la  agricultura,  entregada  á  la  ruti- 
na, no  producía  sino  los  artículos  indispensables  para  el  consumo  in- 
terior ;  las  riquezas  del  reino  vegetal  (jue  encierran  nuestros  bosques 
intertropicales,  ai)enas  empezaban  entonces  á  ser  conocidas,  gracias  á 
los  trabajos  del  sabio  doctor  1).  José  Celestino  Mutis.  Los  3.000,000 
pesos  que  producían  anualmente  nuestras  minas  de  oro,  constituían  la 
riqueza  pública  del  Virreinato;  ellos  formaban  como  el  sistema  arterial 
(jue  llevaba  su  jugo  nutritivo  á  todo  el  cuerpo  social,  y  á  la  minería  se 
debía  la  vida  (jue  bullía  en  él,  y  la  prosperidad  relativa  á  que  había 
alcanzado.  ¿X^ué  hubiera  sido  del  Nuevo  Eeino  de  Granada  sin  sus 
minas  de  metales  i)reciosos  ?  ]")efendidas  sus  costas  por  climas  ardien- 
tes y  malsanos,  amurallado  su  interior  detrás  de  sus  cordilleras,  y  sin 
embarcaciones  propias  ¡¡ara  navegar  sus  ríos,  los  españoles  habrían 
esquivado  poblarlo,  ó  sólo  habrían  fundado  algunas  ciudades  ([ue  hu- 
bieran vegetado  i)erezosainente  por  falta  de  elementos  de  prosperidad. 

La  guerra  de  la  Independencia  fue  época  de  lucha ;  era  preciso 
combatir  y  poco  tiempo  quedaba  para  trabajar:  entonces  el  producto 
de  las  minas  disminuyó  en  40  por  100.  Luego  volvió  á  tomar  un  mo- 
vimiento ascendente.  La  emancipación  de  los  esclavos  en  1851,  me- 
dida altamente  humanitaria  que  honra  á  nuestra  Patria,  se  llevó  des- 
graciadamente á  efecto  con  demasiada  precipitación,  sin  contar  con  un 
elemento  indispensable  en  las  reformas  sociales,  para  que  éstas  den  la 
medida  de  bienes  que  deben  llenar  sin  lastimar  ipteréses  creados  al 
amparo  de  las  leyes ;  tal  elemento  es  EL  TIEMPO,  elemento  con  el  que 
poco  cuenta  nuestra  impaciente  raza  latina.  Este  fué  un  golpe  decisivo 
para  las  minas  del  Chocó  y  Uarbacoas,  que  se  explotaban  con  cuadri- 
llas de  esclavos.  La  producción  anual  de  oro  del'  Chocó,  que  era  al 
principio  del  siglo  de  1.0(K),000  de  pesos,  no  pasa  hoy  de  .'U)0,000. 

El  rendimiento  de  las  minas  de  Colombia  bajó  en   1851  y  aun  más 


— 168  — 

en  LSGO,  con  motivo  de  1;»  larga  guerra  civil  (|ue  asoló  entonces  el  país. 
De  .1S().'{  para  adelante  la  producción  de  oro  ha  seguido  en  progresión 
ascendente,  tanto  que  en  20  años  lia  aumentado  el  50  por  100.  Hoy 
pasa  de  .'{.000, 000  de  ])esos.  La  de  la  plata,  (|ue  fue  casi  nula  hasta 
1840,  y  que  en  1803  no  pasaba  de  100,000  pesos,  alcanzó  en  1884  á 
1 .2r)0,000  pesos.  La  explotación  reciente  de  las  ricas  minas  argentífe- 
ras de  Mariíjuita  y  Supía  ha  dado  este  benéfico  resultado.  Todo  nos 
hace  esperar,  i)or  otra  parte,  que  la  extracción  de  los  metales  preciosos 
seguirá  en  incremento  rápido  ;  ])ues  vemos  con  íntima  satisfacción  que 
í'U  todos  los  Departamentos  se  siente  una  reacción  favorable  al  trabajo 
de  las  minas,  que  se  miraba  antes  generalmente  con  desdén,  y  un 
movimiento  lleno  de  ardoroso  entusiasmo  en  busca  de  los  veneros  me- 
talíferos. Se  ha  comprendido  al  fin  que  esa  es  nuestra  principal  fuente 
de  riqueza,  y  que.es  urgente  beneficiarla,  si  no  queremos  que  el  comer- 
cio y  la  industria  de  Colombia  se  vean  sumidos  en  letal  estancamiento. 

Hubo  un  lapso  de  tiempo,  el  que  trascurrió  entre  1850  y  1880, 
durante  el  cual  pareció  olvidarse  que  el  suelo  de  Colombia  fuera  rico 
en  metales  preciosos.  Entonces  el  trabajo  de  las  minas  en  el  Chocó  y 
Barbacoas  fue  descuidado  por  los  hombres  que  tenían  alguna  fortuna 
y  abandonado  á  los  mazamorreros.  Sólo  en  Antioquia  seguía  progre- 
sando la  industria  minera  :  pero  aun  allí  era  mirada  por  muchos  con 
desconfianza  y  se  solía  declamar  contra  ella  en  los  periódicos.  En  1871, 
dos  escritores  conocidos  publicaron  en  Ul  Heraldo  de  Medellín  largos 
artículos  en  los  que  sostenían  que  esta  industria  era  en  alto  grado 
aventurada  y  peligrosa  para  la  riqueza  pública  y  particular. 

Tan  general  desdén  tuvo  su  excusa  y  su  explicación.  El  oro  dejó 
de  ser,  como  lo  había  sido  basta  entonces,  el  medio  indispensable  de 
cambio  para  el  comercio  exterior.  Los  colombianos  se  dedicaron  con 
buen  éxito  al  cultivo  del  tabaco,  del  algodón  y  un  poco  más  tarde  del 
café ;  junto  con  estos  i)roductos  fueron  exportando,  además,  los  que 
nuestros  bosques  les  brindaban  en  abundancia  :  las  quinas,  el  caucho, 
la  tagua,  el  palo  mora,  los  bálsamos,  etc.  La  extracción  de  las  quinas 
llegó  á  hacerse  en  tan  grande  escala,  que  en  el  año  económico  de  1880 
á  1881  se  embarcaron  en  nuestros  puertos  94,900  bultos,  cuyo  valor 
fue  estimado  en  más  de  5.000,000  de  pesos.  Ese  año  marcó  el  más  alto 
grado  de  prosperidad  comercial  de  Colombia ;  sus  exportaciones  al- 
canzaron á  la  cifra  de  16.000,000  de  pesos.  líl  año  siguiente  empezó  á 
hacerse  sentir  la  crisis  monetaria  que  tan  hondamente  afecta  hoy  á  nues- 
tro comercio  y  nuestra  industria.  La  competencia  hecha  á  nuestros 
frutos  en  los  mercados  europeos  por  los  de  la  India,  Ceilán,  los  Estados 
Unidos,  el  Brasil  y  la  América  Central,  los  ha  hecho  bajar  rápida- 
mente á  un  precio  ínfimo.  De  todos  nuestros  productos  principales  de 


—  lÜlí  — 

t'XpürtHcióu,  el  oro  <'s  el  único  t|ut'  uo  lia  sido  depreciíKh».  lOii  esa  la 
fhii  industrial,  cu  la  que  no  se  i)elea  sino  ron  las  armas  |)o(lerosas  de 
i|ue  disponen  la  civilización  y  la  ciencia,  (lue  no  son  otras  (|ue  las  luá 
quinas,  teníamos  que  sucumbir ;  nuestras  tierras  más  fértiles  y  sanas 
están  situadas  en  el  interior,  y  no  tenemos  ferrocarriles  para  trasjxirtar 
nuestros  frutos  á  poco  costo. 

¿  Cómo  ])odremos  dar  solución  al  difícil  i)roblema  de  proporcionar 
nos  en  adelaut(!  los  frutos  indispensables  para  pagar  los  géneros  que 
consumimos  ?  Para  resolver  esta  cuestión  de  trascendencia  decisiva 
para^'l  porvenir,  debemos  atenernos  á  las  indicaciones  déla  naturaleza 
misma,  es  decir,  debemos  estudiar  las  condiciones  proi)ias  de  nuestro 
suelo.  Es  cierto  que  poseemos  terrenos  muy  feraces  en  el  interior ;  es 
cierto  que  cuando  esté  abierto  el  Canal  de  J^anamá,  bastará  limi)iar  la 
bahía  de  Buena-venturay  concluir  el  Ferrocarril  del  Cauca,  para  hacer 
de  su  extenso  valle  un  granero  donde  se  provean  de  ganado,  de  víve- 
res y  de  carbón  fósil  los  buques  que  naveguen  por  la  Costa  del  Pací- 
fico, y  donde  se  cultiven  en  grande  la  caña  de  azúcar,  el  café,  el  cacao, 
el  tabaco,  etc.  para  la  exportación.  Pero  esto,  que  será  más  tarde  una 
realidad,  lo  vemos  un  poco  lejos  todavía.  Además,  aunque  viéramos  á 
( .'olombia  cruzada  de  ferrocarriles,  aunque  viéramos  sus  campos  culti- 
vados, y  su  agricultura  y  su  industria  en  progreso,  no  nos  parecería 
aún  suficiente.  Todo  esto  vendrá  á  ser  el  complemento  del  desarrollo 
de  su  riqueza.  Pero  el  agente  que  debe  promover  la  prosperidad  de 
nuestro  i)aís,  no  es,  ni  puede  ser  otro,  que  la  minería.  ¿  Qué  otro  ramo 
de  industria  que  las  minas  contribuyó  á  que  se  poblaran  estas  regiones 
y  á  que  adelantaran  bastante  para  que  merecieran  ser  inscritas  en  el 
rol  de  las  naciones  civilizadas  ?  ¿  Cuál  otro  les  proporcionó  medios  de 
cambio  en  cantidad  suficiente  para  atender  al  comercio  exterior  y  para 
dar  impulso  á  todas  sus  empresas  durante  los  tres  siglos  de  la  Colonia? 
Ninguno.  No  en  vano  fue  dotado  este  país  con  copiosos  y  ricos  filones 
de  oro  y  plata  y  con  extensísimos  y  opulentos  aluviones  de  oro  y  pla- 
tino, que  encierran  riquezas  inagotables.  Üe  ello  son  muestra  los 
$  072.000,000  de  metales  preciosos  que  se  han  extraído  desde  la  Con- 
([uista.  Nuestro  engaño  ha  consistido  en  descuidar  el  beneficio  de  las 
minas,  en  mirar  con  indiferencia  esta  industria ;  que  si  en  este  siglo  se 
le  hubiera  prestado  todo  el  cuidado  que  merece,  no  estaríamos  hoy  en 
la  deplorable  situación  en  (|ue  nos  hallamos,  y  tendríamos  lo  que  nos 
falta  :  oro  para  pagar  las  mercaderías  que  importamos  del  extranjero  y 
plata  para  convertirla  en  moneda  para  la  circulación  en  el  int(;rior. 

Mucho  pudiéramos  decir  sobre  el  contraste  que  forma  nuestra 
pobreza  actual,  nuestra  falta  de  industria,  nuestra  carencia  de  moneda 
y  de  productos  de  cambio  con  la  opulencia  de  nuestro  suelo.  Mas,  para 


— 170  — 

quo  no  se  tliga  que  cargamos  el  cuadro  con  colores  sombríos,  varaos  á 
ceder  la  palabra  al  Mariscal  de  campo  ]).  Antonio  Manso.  Lo  que  él 
escribió  en  1720  no  sólo  fue  cierto  en  el  tiempo  de  la  Colonia,  sino 
que  lo  es  hoy,  teniendo  en  cuenta  las  variaciones  consiguientes  á  la 
diferencia  de  las  épocas  : 

"  De  orden  de  V.  j\[.  pasé  á  gobernar  este  Xuevo  Keino  de  Granada 
y  servir  la  Presidencia  de  su  Audiencia....  de  cuyos  empleos  tomé 
posesión  el  día  17  de  3Iayo  del  año  24.  Hállele,  señor,  en  la  última 
desolación;  los  vecinos  ¡¡rincipales  y  nobles  retirados  del  lugar;  los 
comercios  casi  ociosos,  vacos  los  oficios  de  la  Kepública,  todos  abatidos 
y  en  una  lamentable  pobreza.  Viendo,  pues,  cuánto  contradecían  estas 
experiencias  á  la  fama  que  había  de  aquel  dominio,  procuró  ral  cui- 
dado en  servicio  de  Y.  M.  averiguar  la  sustancia  de  la  tierra  para  ver 
si  podía  arbitrar  algún  remedio  ¡i  tan  grave  mal,  cuyo  cáncer  amena- 
zaba una  total  destrucción,  y  á  poca  diligencia  me  enteré  de  lo  que 
referido  parecía  enigma  ó  fábula  digna  de  irrisión ;  pues  lo  que  hallé 
fue  ser  uno  de  los  Reinos  más  ricos  de  los  que  reconocen  el  cetro  de 
V.  M.,  y  aun  sin  hipérbole  me  empeñara  á  decir  que  era  el  más  rico  y 
opulento  de  cuantos  adornan  la  corona,  si  no  pensara  incurrir  en  el 
reparo  de  no  haber  trajinado  los  demás.  Pero  por  lo  que  diré  podrá 
quedar  informado  el  Real  ánimo  de  Y.  M.  para  calificar  la  propo- 
sición. 

"  Es  un  Reino,  Señor,  que  en  la  circunferencia  de  50,000  leguas 
tiene  Y.  M.  todo  cuanto  hay  precioso  y  rico  en  los  más  opulentos  del 
Oriente,  con  tanta  abundancia  que  sólo  á  la  experiencia  se  puede  con- 
fiar la  verdad ;  la  plata  y  oro  que  en  cualquiera  clima  se  ha  granjeado 
el  primer  lugar,  es  en  este  suelo  tan  abundante  que  se  puede  creer 
habei-la  mejorado  en  tercio  y  quinto  la  naturaleza;  pues  no  hablando 

del  Chocó de  donde  se  saca  oro,  no  por  arrobas  sino  á  cargas,  le 

hay  á  los  alrededores  de  la  ciudad  de  íTeiva  y  sus  contornos,  en  los  de 
la  de  Ibagué,  en  Mariquita,  en  la  jurisdicción  de  Coyaima  y  Nata- 
gaima,  cuyos  indios  pagan  en  oro  sus  tributos  sin  más  afán  que  el  de 
ir  por  él  cuando  es  llegado  el  caso  del  entero;  y  en  otras  partes  muchas, 
donde  cada  día  se  encuentran  ricas  minas. ...  Le  hay  declaradamente 
en  las  vetas  de  Pamplona,  en  la  Provincia  de  San-Juan  de  Girón, 
que  llaman  por  autonomasia  Río  del  Oro,  y  si  he  de  decir  verdad,  sería 
prolijidad  el  expresar  todas  las  partes  donde  se  ha  descubierto  ha- 
berle. . . .  Ya  se  sabe  que  le  hay  en  abundancia  en  toda  la  Provincia 
de  Antioquia,  donde  hay  nn  cerro  ([ue  se  denomina  Buriticá,  que  ha 
hecho  realidad  lo  que  pasó  por  ente  de  razón,  porque  es  un  monte  de 
oro,  aunque  no  le  logran  sus  vecinos  porque  casi  está  intacto. 

'']\[ucho  es  tanto  oro,   pero  es  más  los  subidos  quilates  ([ue  alguno 


—  171  — 

lieiic,  porqiif  el  de  Cañaverales  ((iirón)  tieue  de  ley,  según  lue  dice  el 
ensayador  de  la  Casa  de  Moneda,  2."»  quilates  y  un  grano ;  el  de  Qui- 
naniayó  2l'  <|uilates  y  ilos  granos;  el  de  Murrí,  L'L'  quilates  y  tres  gra- 
nos, y  en  Mariquita  hay  minas  (pie  le  dan  de  lili  rjuilates  y  medio :  la 
l)lata  ya  es  notorio  «pie  se  saea  de  las  minas  de  Mariquita  en  calidad 
tan  excelente  (pie  excede  á  cuanto  se  liadesculiierto.  Piedras  i)reciosas 
ya  consta  á  V.  -M.  (pie  las  tiene  en  las  Provincias  de  los  Muzos,  en 
tanta  abundancia  de  esmeraldas  (|ue  lian  hecho  (dvidar  las  del  Oriente, 
y  en  un  sitio  rpie  llaman  Somondoco  hay  unas  minas  que  no  han  exci- 
tado la  curiosidad  y  stilo  se  indicia  su  ri(ineza  j)or  algunas  i)ocas  que  se 
encuentran  en  la  superficie  de  la  tierra.  Las  amatistas  con  igual  fran- 
queza de  la  tierra  las  hay  en  el  distrito  de  la  ciudad  de  la  Plata,  tan 
ricas,  que  hay  alguna  en  esta  ciudad,  destinada  al  adorno  de  una  cus- 
todia, aj)reciada  en  más  de  mil  pesos ;  sácalas  ([uien  las  ha  menester,  sin 
más  trabajo  ni  contradicción  cpie  enviar  dos  indios  por  ellas,  que  sin 
discreci('>n  de  bueno  (')  malo  cargan  cuanto  les  parece  equivale  al  sueldo 
concertad»».  ]\íinas  de  cobre  las  hay  en  Ibagu(^'  y  en  la  Provincia  de 
Vélez,  tan  copiosas  que  pudieran  suministrar  metal  para  artillar  toda 
la  Monanpiía  ;  plomo  y  estaño  (?)  hay  tambi(5n  ;  palos  excelentes  á  la 
vista  y  prodigiosos  en  calidad ;  resinas  y  bálsamos  en  cualquiera  ])arte, 
preciosísimos;  piedra-alumbre  que  llaman  de  la  tierra,  por  distinguirla 
de  la  que  se  trae  i)urificada  de  la  Europa;  azufre  y  otras  muchas  cosas 
que  sirven  al  uso  de  la  vida  y  medicina,  que  sería  prolijidad  expre- 
sar: sólo  diri;  que  habiendo  con  reflexión  considerado  la  abundancia, 
puedo  asegurar  que  de  nada  ])recioso  y  lítil  tienen  necesidad  este 
Keino,  y  (pie  puede  abastecer  á  otros  de  lo  que  le  sobra." 

Si  en  todo  tiem])o  debe  merecer  la  minería  la  atención  del  (robierno 
y  de  los  i)articulares,  en  el  presente,  de  tan  sensible  decadencia  de  la 
industria  nacional,  es  de  necesidad  imperiosa  fomentarla.  Al  decir 
esto,  no  emitimos  una  opinión  particular,  nos  hacemos  el  eco  del  buen 
sentido  general,  cuyo  clamor  se  ha  hecho  oír  con  instancia  desde  (pie 
empezó  la  baja  de  nuestros  artículos  de  exportación  en  los  mercados 
del  exterior.. Faltarán  nuestros  gobiernos  á  su  misión  si  se  hacen  sordos  á 
esa  manifestación  nacional  y  no  fomentan  de  una  manera  eficaz  la  in- 
dustria minera,  «pie  dará  trabiijo  á  ni  i  I  lares  de  bnizos  y  ])roducirá  me- 
tales preciosos  en  abundanciii. 

Kstas  verdades  han  sidn  bien  ciiniincinUiliis  i>or  el  entendido  esta- 
dista doctor  Pafael  Núñi-/..  1^1.  que  coiiocc  l»icn  las  necesidades  del 
país,  escribía  en  iss;5 : 

"Un  vasto  i)lan  de  medidas  dcsrinadas  á  promover  el  desenv(»lvi- 
miento  de  la  producción  donu'-stica  del)e  ser  combinado  y  reducido 
l)ronto  á  la  práctica. . . . 


— 172  — 

"■  í^s  lástima  que  hayamos  descuidado  por  tanto  tiempo  los  estudios 
conducentes  al  laboreo  científico  de  los  metales  preciosos . . . '. 

'<  Pensamos  que  debe  prestarse,  en  estas  circunstancias,  atención 
especial  á  nuestra  producción  de  oro,  no  sólo  por  sus  más  concluyentes 
resultados  para  el  efecto  que  hoy  se  busca  "  (el  aumento  de  la  produc- 
ción nacional),  "  sino  porque  hay  abundancia  de  razones  (lue  hacen  pre- 
sumir la  posibilidad,  y  aun  la  probabilidad  de  un  feliz  éxito." 

Fue  él,  además,  el  primer  Presidente  que  trató  de  dar  impulso  á 
los  estudios  de  minería,  creando  el  Colegio  de  Minas  de  Medellín. 
Las  pasiones  políticas,  en  su  primera  Administración,  y  la  guerra  en 
la  segunda,  le  impidieron  abrirlo,  Al  fin  su  patriótico  pensamiento  se  ha 
realizado,  y  hoy  marcha  ya  con  regularidad  ese  establecimiento.  Espe- 
ramos que  con  los  estudios  de  minería  se  abrirá  carrera  á  tantos  jóvenes 
inteligentes  y  llenos  del  deseo  de  trabajar,  que  no  encuentran  modo 
de  emplearse  con  provecho  por  ser  muy  limitadas  las  profesiones  en 
nuestro  país,  y  que  dejaremos  en  adelante  de  ser  testigos  de  los  nume- 
rosos desastres  imputables  á  la  ignorancia  y  á  la  imprevisión,  que  dan 
por  resultado  funesto  el  desaliento,  la  indiferencia  y  el  retraimento  de 
nuestra  principal  industria. 

El  primer  Congreso  colombiano,   reunido  en  Bogotá,  expidió  un 
decreto  en  1823,  por  el  cual  se  dispuso  que  se  estableciera  en  esta 
ciudad  un  Museo  y  una  Escuela  de  Minería.  Aprobó  además  los  con- 
tratos que,  con  el  fin  de  dar  enseñanza  en  ella,  celebró  D.  Francisco 
A.  Zea  con  los  profesores  extranjeros  señores  Boussingault,  Rivero, 
Koullin,   Bourdon  y  Goudet.  Los  considerandos   del  decreto  prueban 
que  los  fundadorees  de  nuestra  Independencia  comprendían  bien  la 
importancia  de  esta  resolución.   S,e  dice  en  ellos  que   "las  ciencias 
naturales  son  absolutamente  necesarias  para  el  adelantamiento  de  la 
agricultura,  de  las  artes  y  del  comercio,  fuentes  productoras  de  la  feli- 
cidad de  los  pueblos,  y  que  por  medio  de  su  difusión  se  logrará  la  ven- 
taja de  que  no  continúen  ocultos  en  nuestros  valles  y  montañas  los 
neos  metales  y  los  otros  muchos  productos  del  reino  mineral."  Des- 
graciadamente la  Escuela  de  Minería  no  estuvo  abierta  sino  por  poco 
tiempo.  En  su  Laboratorio  preparó  M.  Boussingault  varias  de  las  inte- 
resantes memorias  que  presentó  á  la  Academia  de  Ciencias  de  París. 
Para  formarse  una  idea  de  la  inmensa  extensión  de  nuestros  terre- 
nos auríferos,  basta  ponerse  de  pie  frente  á  la  gran  carta  de  Colombia, 
separar  con  una  recta  que  se  trace  entre  el  puerto  Escocés  y  las  bocas 
del  golfo  del  Darién  toda  la  parte  occidental  del  Istmo,  v  con  otra  que 
se  tire  entre  el  fondo  del  golfo  de  Urabá  y  Simití,   la  mavor  parte  del 
Departamento  de  Bolívar.  Hecha  esta  segregación,  puede  decirse  que 
toda  la  banda  comprendida  por  una  parte  entre  el   Océano  Pacífico  y 


—  1  T.i  — 

«•1  río  Magdaleuíi  liasta  su  nacimiento,  tontiuuantlo  i)or  la  cordillera 
•  entra  1  hasta  el  límite  con  el  Ecuador,  y  por  la  otra  eutre  los  jjrados 
1"  y  !•"  de  latitud,  es  eminentemente  aurífera,  y  rica,  además,  en  filo- 
nes de  plata  y  en  aluviones  de  platino.  Esta  zona  metalífera  tiene  una 
siiperticie  aproximada  de  L'.")0,()(K)  kilómetros  cuadrados. 

Acaso  se  dirá  (jue  si  nuestro  país  es  tan  rico,  ¿  por  qué  es  tan  pe- 
queño relativamente  el  producto  de  sus  minas,  que  apenas  pasa  de 
4.000,000  de  i)esos  anuales?  La  respuesta  es  bien  sencilla.  La  minería 
se  ha  desarridlado  en  Colombia  con  los  escasos  recursos  de  sus  habi- 
tantes; le  han  faltado  hasta  hoy,  en  general,  para  su  fomento  y  su 
progreso  definitivo,  los  capitales  extranjeros  y  los  métodos  de  la  grande 
explotación.  Le  ha  faltado  otra  cosa,  además,  y  es  que  las  circunstan- 
cias no  la  han  favorecido  aún,  como  á  otras  naciones,  haciendo  que  se 
descubra  alguna  mina  ó  distrito  minero  de  riqueza  excepcional,  para 
que  se  imponga  la  fama  que  tiene  ya  adquirida  y  sirva  esto  de  in- 
centivo á  los  capitales  que  buscan  con  afán  por  el  mundo  empresas 
productivas.  Es  bueno  que  se  tenga  presente  que  las  minas  de  plata 
que  han  hecho  opulento  á  Chile  se  descubrieron  entre  los  años  de 
182.1  y  1848;  los  aluviones  auríferos  de  California,  en  1848;  los 
ricos  filones  de  oro  del  Estado  de  Guayana,  en  Venezuela,  en  1850 ; 
los  placeres  de  la  Colombia  Británica,  en  1858,  y  los  veneros  de  plata 
del  Estado  de  Nevada,  que  han  hecho  bajar  el  valor  de  este  metal, 
en  1850.  A  Colombia  también  le  llegará  su  día  de  fortuna  y  prospe- 
ridad. ¿  Será  cuando  se  pongan  de  nuevo  en  laboreo  las  afamadas 
minas  del  Darién ;  cuando  poderosos  monitores  remuevan  las  capas  de 
los  aluviones  del  Chocó,  ó  cuando  se  lleguen  á  extraer,  por  medio  de 
costosas  máquinas,  los  depósitos  de  oro  de  incalcolable  riqueza  que 
guardan  en  sus  lechos  los  ríos  Atrato,  San-Juan,  Xechí,  Porce,  Cauca 
y  sus  numerosos  afluentes?  Este  problema  lo  resolverá  el  porvenir, 
quizá  no  muy  tarde,  pues  la  historia  nos  demuestra  que  los  pueblos 
encuentran  generalmente  á  su  alcance  los  elementos  que  necesitan 
para  el  desarrollo  de  su  progreso  y  el  desenvolvimiento  de  su  riqueza, 
cuando  éstos  son  necesarios ;  y  parece  que  ha  llegado  ese  momento  para 
nuestra  l*atria. 

Kn  todo  caso  tenemos  que  contar  con  los  capitales  extranjeros  para 
dar  impulso  á  la  explotación  de  nuestras  minas,  como  lo  han  hecho 
Chile,  Bolivia,  Venezuela  y  los  Estados  T'nidos  mismos.  Colombia  es 
un  país  nuevo,  donde  faltan  aún  los  medios  inventados  por  la  civiliza- 
ción para  la  adquisición  de  las  ricjuezas.  No  pasan  de  seis  los  indivi- 
duos que  tienen  un  millón  de  pesos  de  capital,  y  no  alcanzan  á  treinta 
los  que  tiene  medio  millón.  Por  otra  parte,  los  que  han  conseguido,  á 
fuerza  de  tral»ajo,  reunir  algún  capital,  no  se  atreven   á  exponerlo  en 


—  174  — 

(impresas  que  son  de  suyo  iiventuiaihis  y  rlc  cuyo  ('xito  no  puedtín 
juzgar  por  íalta  de  conocimientos. 

]']1  buen  sentido  de  los  colombianos  les  lia  lieclio  comprender  que 
en  un  país  como  el  nuestro,  (;uyas  ri(|iiezas  minerales  fueron  sutician- 
teraente  conocidas  y  aun  explotadas  en  los  siglos  anteriores,  no  se  ne- 
cesita buscar  nuevas  minas,  pues  basta  por  ahora  restaurar  aquellas 
(|ue  por  diversos  accidentes  fueron  abandonadas  en  distintas  épocas. 
Esta  restauración  se  principió  hace  veintiocho  años  en  Supía  y  Mar- 
mato.  Allí  se  habían  descubierto  hace  cerca  de  un  siglo  minas  de 
])laía  que  el  Barón  de  Humboldt,  el  minero  español  J).  Ángel  Díaz, 
M.  de  La  Eoche  y  el  Capitán  Cochrane  habían  calificado  de  muy  ricas, 
y  sin  embargo  estuvieron  en  abandono  casi  completo  i)or  nías  de  se- 
senta años.  Hoy  producen  anualmente  medio  millón  de  pesos. 

Las  minas  de  plata  de  Mariquita  han  venido  en  segundo  lugar.  En 
1874  no  había  una  sola  establecida,  y  hoy  existen  tres  en  laboreo 
formal :  Frías,  el  Cristo  y  Sabandija,  y  se  trata  de  beneficiar  otras. 
En  el  norte  del  Tolima  se  explotan  ricos  placeres  de  oro,  y  en  Ibagué 
se  empiezan  á  montar  molinos  de  pisones  y  de  arrastre  para  triturar  el 
cuarzo  y  amalgamar  el  oro  de  los  filones  del  Combeima. 

En  una  palabra,  en  todas  partes  de  Colombia  sucede  al  desdén  con 
<iue  se  miró  el  tral»ajo  de  las  minas  después  de  la  guerra  de  la  Inde- 
pendencia, un  entusiasmo  general  en  favor  de  la  industria  minera. 
Este  entusiasmo  no  es  un  movimiento  irreíiexivo  de  los  ánimos,  es  una 
acción  intuitiva  (jue  lleva  á  la  conciencia  de  todos  la  persuación  de  (|ue 
el  porvenir  de  la  patria  está  estrechamente  enlazado  con  la  explota- 
ción de  sus  riquezas  minerales,  como  lo  estuvo  en  el  pasado.  Toca  á 
nuestros  gobiernos  dirigir  y  ordenar  este  movimiento  adoptando  las 
medidas  (]ue  el  patriotismo  les  sugiera  ;  si  ellos  cumplen  debidamente 
sumisión  civilizadora,  Colombia  alcanzará  un.  alto  grado  de  prospe- 
ridad. De  lo  contrario,  todo  nuestro  entusiasmo  habrá  sido  vano,  ten- 
dremos que  abandonar  otra  vez  las  minas  por  íalta  de  ingenieros  que 
dirijan  su  (íxplotación,  ó  venderlas  á  los  extranjeros,  (jue  comienzan  á 
conocer  la  riqueza  de  nuestro  suelo.  En  el  primer  caso,  nos  sobrevendrán 
la  miseria  y  la  ruina ;  en  el  segundo,  antes  de  medio  siglo  habremos 
disipado  el  pingüe  patrimonio  con  (|ue  nos  dotó  la  naturaleza,  vendién- 
dolo por  la  miserable  suma  de  algunos  ])ocos  millonos  de  pesos. 


III. — CAUSAS  DEL  ABANDONO  DE  LAS  MINAS. 

Poco,  muy  poco  se  ha  adelantado  en  el  estudio  geológico  y  minera- 
lógico de  nuestros  Andes  colombianos,  y  así  no  conocemos  aún  las  ri- 


—  17.")  — 

<|iiezas  t|iu'  encierra  nuestro  suelo.  Mnelias  minas  de  metales  jireciosos 
sf  lian  descubierto  y  explotado  á  medias  desde  la  ('oníjuista,  y  sin 
•  inliariro  podemos  asegurar,  sin  temor  de  ('((uivocarnos,  ([ue  son  más 
las  (|ue  faltan  i)or  descubrir.  Apenas  si  i)odemos  formarnos  idea  de  la 
fijeza  y  reirularidail  de  la  ricjueza  en  algunos  de  nuestros  tilones,  cuya 
explotación  es  en  general  de  fecha  muy  reciente,  y  nuestro  abandono 
ha  Lecho  decir  á  un  escritor  francés  que  "  en  Colombia  no  se  encuentra 
ningún  \iavimivnto  ó  filón  notable."  (L.  Simonin,  La  Vie  Houte- 
rraiHc).  Kn  las  niuntafias  del  llarz,  en  Alemania,  se  explotan  niine- 
lales  de  plata  á  una  profundidad  de  más  de  ochocientos  metros,  y  en 
Sajonia  á  seiscientos  metros.  Entre  nosotros  no  se  han  hecho  sino 
trabajos  superficiales  en  las  minas.  La  de'  la  Plata,  en  la  antigua 
ciudad  de  este  nombre,  se  benefició  á  tajo  abierto,  y  luego  por  medio 
de  socavones,  cuya  extensión  no  se  conoce.  La  de  oro  de  Espíritu- 
Santo,  en  el  Dariéu,  la  más  rica  que  se  ha  explotado  en  este  país, 
tenía  cuatro  extensas  galerías,  y  bajaban  los  operarios  por  cinco  esca- 
leras sucesivas  de  doce  á  (juince  gradas  cada  una.  En  la  del  Zancudo 
poco  han  ahondado  los  trabajos;  lo  mismo  sucedió  en  las  de  plata  de 
^lariquita,  pues  sólo  en  la  de  Santa-Ana  se  llevaron  éstos  á  mayor 
profundidad  ;  cuando  fue  abandonada  esta  mina  en  1874,  tenía  dos 
lumbreras,  la  una  de  seiscientos  y  la  otra  de  novecientos  pies. 

Pero  no  sólo  hemos  descuidado  hacer  el  inventario  de  nuestras  ri- 
«juezas  minerales,  sino  ({ue  hemos  dejado  en  lamentable  abandono  minas 
que  en  otra  época  dieron  copiosos  rendimientos.  Este  asunto  bien  me- 
rece (|ue  le  consagremos  unas  pocas  ])ág¡nas. 

Generalmente  se  cree  (jue  se  abandona  una  mina  cuando  se  empo- 
l)rece  y  deja  de  remunerar  los  gastos  de  explotación.  Así  debiera  de  ser, 
pero  no  es  esto  lo  (|ue  ha  sucedido  en  Colombia,  donde  la  guerra  de  la 
independencia  y  nuestras  funestas  guerras  civiles,  la  afluencia  de  las 
aguas  subterráneas  al  profundizar  los  trabajos,  la  falta  de  método  y  de 
conocimientos,  la  carencia  de  máquinas,  la  dificultad  de  los  trasportes, 
los  pleitos  (particularmente  en  ]\rariquita  y  Pamplona),  etc.,  han  cau- 
sado en  muchos  casos  este  desastroso  resultado.  (1) 

Entremos  en  algnnos  ¡jormenores. 

La  primera  mina  rica  (|ue  se  abandonó  fue  la  de  la  Plata,  cuya  ex- 
plotación obligaron  á  suspender  los  indios  páeces,  como  lo  hemos  refe- 
rido en  la  primera  i)arte  de  este  libro.  Las  continuas  guerras  de  los 
pijaos  en  el  siglo  XVII  hicieron  abandonar  las  minas  de  oro  de  Mira- 
flores,  cerca  de  Ibagué.  Los  españoles  empezal)an  apenas  á  explotarlos 

(I)  "  Un  númei-ü  bastante  grande  de  minas  han  sido  abandonadas,"  dice 
M.  Moulle,  "  sin  motivos  serios,  ú  por  consecuencia  de  accidentes  de  explotación 
que  no  presentarían  ninguna  importancia  bajo  el  punto  de  vista  europeo." 


placeres  de  8an- Vicente  de  Páez,  ciiando  los  páeces  los  obligaron  á 
abandonarlos.  Aunque  dichos  placeros  eran  muy  ricos  no  se  han  busca- 
do después. 

Los  conquistadores  dieron  tan  mal  tratamiento  á  los  indios,  obli.- 
ííándolos  al  duro  trabajo  de  las  minas,  que*  su  número  disminuyó  rápi- 
dauKínte.  En  KJ.'i.S  escribía  Juan  Kodrísruez  Fresle:  ''Es  mucha  la 
fuerza  que  tiene  este  Nuevo  Keino  en  sus  venas  y  ricos  minerales,  que 
de  ellos  se  han  llevado  y  llevan  á  nuestra  España  grandes  tesoros,  y  se 
llevaran  muchos  más  y  mayores  si  fuera  ayudado  como  convenía,  y 
más  el  día  de  hoy,  por  haberle  faltado  los  más  de  sus  naturales."  El 
mismo  autor  dice,  hablando  de  las  minas  de  Victoria :  "  Fue  fama  que 
tuvo  esta  ciudad  nueve  mil  indios  de  repartimiento,  los  cuales  se  mata- 
ron todos  por  no  trabajar,  ahorcándose  y  tomando  yerbas  ponzoñosas, 
con  lo  cual  se  vino  á  despoblar."  En  Anserma,  Cali,  Popayán,  Mari- 
([uita,  Remedios,  y  en  general  en  los  distritos  mineros,  disminuyeron 
muy  pronto  los  indios  después  de  la  Conquista.  Quien  lea  con  atención 
las  relaciones  escritas  en  el  curso  del  siglo  XA"I  hallará  quejas  frecuen- 
tes de  que  escaseaban  éstos  cada  día  más  en  las  minas.  Los  de  Pam- 
plona eran,  según  una  antigua  relación,  gente  pobrísima  y  de  muy  pe- 
queña estatura,  miserables,  que  en  sacándolos  un  paso  de  su  naturaleza 
se  morían."  (1) 

Desde  1548  se  adoptó  la  violenta  medida  de  echar  indios  á  las  mi- 
nas. Para  relevar  á  los  naturales  de  un  trabajo  tan  penoso,  se  permitió 
la  introducción  de  negros  para  la  extracción  del  oro  y  de  la  plata.  Si- 

(1)  Pocos  años  después  de  la  Conquista,  al  terminar  el  siglo  XVI,  hacía  esta 
pintura  D.  Juan  de  Castellanos  : 

"  Bien  entiendo  que  general  dolencia 
A  muchos  cuellos  apretó  la  soga; 

Y  si  no  se  va  hoy  con  advertencia 

Y  el  orden  y  remedio  se  prorroga, 
Han  de  faltar,  y  faltos  naturales, 
Las  faltas  han  de  ser  universales. 

"  Porque  donde  ellos  faltan,  falta  renta, 

Y  donde  falta  renta,  falta  todo  : 
Mas  nada  desto  se  le  representa 
A  la  sed  inextinta  del  beodo 

De  su  codicia,  por  hacer  la  cuenta 
Que  hacen  los  que  dicen  á  su  modo  : 
Comamos  y  bebamos  y  asolemos 
Ahora,  que  mañana  moriremos. 

"  Y  por  perseverar  en  sus  motivos 
Hay  pueblos  de  españoles  ya  desiertos, 
Porque  donde  no  quedan  indios  vivos, 
Cuéntanse  los  señores  con  los  muertos  : 


;u:ui(»s('  roiii[M'liciulM.  iiti  oltstaiitc.  á  los  imlíirtiiits  á  prestar  estí' servicio, 
sacaiuli»  para  el  cfVcro  de  cada  sii-t»-  uno.  y  á  este  repurtiniient(t  ae  di«> 
<•!  rionilire  dt-  mlftt.s. 

Ilitbniíado  el  I{e\  de  que  iiion'aii  iiMielios  indios  en  las  iiiiuus,  y 
•  ediendí»  á  un  sentimiento  de  linnninidad,  jirevino  pur  cédnlu  de  7  de 
•Innio  de  I7l'í>,  "(|ne  no  permita  la  Audiencia  (pie  á  n¡np:ún  indio  se 
le  (ddiirne  á  la  lahor  de  nnnas."  (I )  '•  No  Iia.v  duda  (|ue  semejante  pro- 
videncia jmdo  ser  en  aquellas  circunstancias  cajiaz  de  la  total  ruina  de 
las  minas  de  plata  :    iion|ue  siendo  entonc.<'s   corto   el    número    <le  las 

Ka  efecto,  trabajus  excf!<ivu8 

Han  sido  causa  destos  desconcierto!*, 

Y  i»ara  que  los  tales  no  procedan 

Ks  menester  mirar  por  los  que  quedan. 


I         Caudales  menguan,  las  miseri»s  crecen, 
Haj-  aquí  queja,  donde  quiera  luto, 
Y  en  hecho  de  verdad,  en  los  extremos 
tbtá  toda  la  tierra  según  vemos. 

•'  í'A  oro  falta  y  la  ])lata  niancii, 
Los  naturales  menos  cada  día, 
Kn  í^ran  aumento  va  la  gente  fnnicn 
O  que  de  sello  (1)  tiene  fantasía  : 
Muchas  las  deudas,  no  parece  blanca. 
Corren  ejecuciones  á  porfía  : 
Finalmente  que  trampas  y  trapazas 
Son  las  que  ahora  vuelan  por  las  plazas." 

(Historia  del  N.  I!,  de  Gra/ñadaJ . 

(1)  Hé  aquí  lo  (jue  en  ese  ai"io  escribía  el  Presidente  D.  Antonio  Manso  sobre 
la  suerte  de  los  pobres  indios  que  obligaban  á  trabajar  en  las  minas  :  "Hecha 
la  conducción,  lo  que  sucede  es  que  salen  los  indios  de  unos  temples  frigidísi- 
mos  á  las  minas  de  Mariquita,  que  son  calidísimas  ;  trabajají  dentro  del  agua 
con  el  peso  de  una  barra,  á  que  no  están  acostumbrados,  con  que  dentro  de 
lK)Co  enferman  si  no  mueren  muchos  á  pocos  días  que  experimentan  el  trabajo, 
se  huyen  y  se  aplican  á  bogar  en  las  canoas  del  trajín  que  hay  en  el  vio  de  la 
Magdalena,  ó  se  alejan  más  distantes,  con  que  es  raro  el  que  vuelvan  á  su  pue- 
blo. Lo  peor  es  que  en  seguimiento  del  marido  se  suelen  ir  la  mujer  ó  hijos  j)e- 
queüos  con  él  á  las  minas,  y  perdido  él  ninguno  de  los  ([ue  salieron  vuelve,  y  si 
alguno  vuelve  es  inútil  ya  para  todo,  porque  ü  viene  azogado  o  medio  tullido  y 
perdida  la  salud  para  siempre,  bucede  también  que  siendo  obligados  los  Capita- 
nes á  pagar  la  demora  de  los  ausentes,  tienen  que  salir  de  su  pueblo  á  i)uscarlos, 
en  que  consumen  meses  enteros;  y  si  no  los  hallan  acontece  también  el  no  vol- 
ver, con  que  se  destruyen  en  cada  conducción  entt<ramente  los  pueblos,  nüno- 
rándo.se  los  tributi>s,  y  va  faltando  <;adH  día  este  renglón  á  la  real  Hacienda. 
Falta  quien  cultive  los  campos  y  quien  acarree  los  mantenimientos,  con  que 
dentro  de  poco  faltará  todo.  Kste  horrible  inconvenientíí  aun  es  mayor  de  lo 
que  se  pueda  jK)nderar." 

(1)  Serlo. 

12 


—  178  — 

otras  castas,  y  nada  o  jtoco  ejercitadas  en  la  labor  de  minas,  los  dueños 
de  ellas  (k-bieron  hallarse  de  la  noche  á  la  mañana  sin  manos  para  tra- 
bajarlas." (D'Elhúyar). 

La  observación  del  señor  I)'p]Ihíiyar  es  muy  exacta  y  la  confirma 
el  I*.  (Jumilla,  qxw  estuvo  en  Pamplona  algunos  años  después  de  la 
suiM-esiún  de  las  mitas.  "  De  paso  i)ara  España, — refiere, — le  dije  á  un 
caballero  de  Pamplona  (D.  Francisco  Guen-ero)  que  se  animase  á  traba- 
jar su  mina  de  oro,  que  á  su  ejemplo  se  animarían  otros.  ]Níe  respondió 
que  ya  lo  había  intentado  muchas  veces,  y  (|ue  agenciando  jornaleros 
les  ofreció  la  paga  tasada  de  cuatro  reales  de  plata  cada  día,  y  (jue  la 
respuesta  que  dieron,  mezclada  con  muchas  risadas,  fue  ésta  :  '  Esta- 
mos buenos  !  en  una  ú  dos  horas  que  gastamos  lavando  oro  en  cualquie- 
ra río  ó  arroyo  sacamos  cuatro  tomines  de  oro,  rjue  son  ocho  reales^  ¿y 
trabajaremos  todo  el  día  por  el  interés  de  cuatro  ?  Buena  necedad  fue- 
ra la  nuestra,  cuando  lavando  la  arena  del  río  dos  horas  por  la  mañana 
y  dos  jior  la  tarde,  á  lo  menos  cogemos  ocho  tomines  de  oro,  (|ue  son 
dos  pesos  de  plata.'" 

D.  José  Celestino  ^Mutis  dice  :  ••  No  hubieran  cesado  las  labores  á 
no  haber  sol)revenido  la  absoluta  prohibición  de  las  mitas,  sin  haberse 
antes  meditado  el  golpe  mortal  que  con  esta  providencia  sufrió  todo  el 
Reino.  Esta  es  la  verdadera  causa  de  haberse  extinguido  hasta  la  me- 
moria de  las  minas  de  plata  en  estos  reales  de  Mariquita  y  los  de  Pam- 
plona, deducida  de  irrefragables  documentos,  ^k  un  tiempo  cesaron 
todas,  y  todas  se  desampararon  á  consecuencia  do  aquella  prohibición." 

Pero  á  esta  causa  se  agregaron  otras  de  que  vamos  á  tratar.  Con 
esto  quedará  refutado  el  error  en  (lue  incurrieron  dos  viajeros :  ^l.  Mo- 
llien,  que  dice  :  "•  La  Xueva  Granada  se  vio  obligada  á  cerrar  sus  mi- 
nas de  plata  á  petición  de  ^léxico  ;  "  y  Mr.  Cochrane,  quien  asegura 
que  "  pocas  de  las  famosas  minas  de  oro  y  plata  de  Marii|uita  han  sido 
explotadas,  por  la  preferencia  que  dio  el  viejo  sistema  español  á  las 
minas  de  México  sobre  las  de  Colombia."  Xo  hubo  tal  petición  ni  tal 
preferencia. 

En  el  archivo  de  la  Colonia  hemos  examinado  un  interesante  docu- 
mento :  es  un  interrogatorio  hecho  por  orden  del  Virrey  D.  Sebastián 
de  Eslaba  sobre  el  estado  de  las  minas  de  Lajas  y  Bocaneme  (Febrero 
de  1742),  Declaran  tres  testigos,  vecinos  del  Real  de  Lajas :  Francisco 
Snárez  de  Brito  y  Fernando  Pulgarín,  que  habían  trabajado  en  las 
minas,  y  Agustín  Jiménez  de  ^Molina,  ([ue  había  sido  '"azoguero  bene- 
ficiador de  plata."  Vamos  á  resumir  las  declaraciones,  en  el  mismo 
lenguaje  original  en  que  fueron  dadas. 

"  Los  indios  de  condncción  venían  muy  torpes,  contra  su  voluntad 
y  por  año,  de  tal  modo  (¡ue  cuando  sabían  alguna  cosa  del  arte  de  sacar 


I 


—  17!l  — 

iiH'tules,  l(KS  volvían  á  llevar,  y  la  niavttr  \K\vtv  se  huían  antes.  ...  (1) 
Halirá  más  de  diez  añits  (|U('  se  dejaiun  la.s  conducciones  de  indios  y 
¡un- vona'Kjuivntv  Id  laltor  ile  minux....  Era  tanta  la  aliundancia  de 
metales  que  había  en  ellas,  que  tres  ingenios  no  podían  dar  abasto,  y 
desde  ()ne  cesarou  las  conducciones  cesó  el  trabajo  y  se  fueron  despo- 
blando, así  i)or  esta  razón  como  por  las  i)eusiones  (jue  tenían  recarga- 
das sobre  los  mineros.  Cada  vez  venían  señores  de  los  contadores,  y  en 
particular  fue  tanto  lo  que  los  hostigó  uno  de  ellos,  apellidado  Useche, 
(|ue  t()dos  fueron  desamparando  las  minas.  En  el  Keal  de  Boiuineme 
liasta  el  (Jura  llamado  Vargas  los  i)uso  en  tal  consternación  con  moti- 
vo de  su  estipendio  que  se  despobló  todo  (2)  y  se  acabó  el  metal  que- 
dando las  vetas  vírgenes  y  con  metales  superficiales;  pues  no  hay  mina 
honda  en  atjuel  sitio,  y  la  plata  tan  rica  que  la   tienen  ligada  con  oro. 

'•  Al  presente  se  hallan  las  minas  de  Santa- Ana,  Lajas,  Frías  y 
Bocaneme  desiertas  y  despobladas,  arruinadas,  y  que  en  las  más  será 
preciso  abrir  de  nuevo  las  bocas,  porque  los  mineros  de  aquel  tiempo  se 
comieron  losi)ilares,  estribos  y  ])uentes,  que  eran  de  metal,  cuando  las 
desampararon,  por  lo  que  só  han  originado  sus  derrumbes.  Las  labores 
de  las  minas  están  su])erficiales,  pues  las  más  profundas,  las  de  Frías 
y  la  ]M anta,  tienen  como  treinta  estados  "  (cosa  de  150  pies)  "á  lo 
(|ue  parece.  (."í) 

"  En  cuanto  á  inteligencia  en  los  mineros  para  vencer  dificultades, 
no  ha  habido  ninguno  (|ue  lo  haya  sabido  hacer.  A  los  beneficiadores 
azogueros  se  les  i)erdía  mucha  plata  por  falta  de  ciencia,  de  tal  modo 
que  dal)an  las  (Mientas  (|u«!  ellos  querían,  sin  i\\w  en  esto  hul)ieia  reparo 
ni  medio.  (4) 

''  I'or  lo  (|ue  mira  á  los  desagües  no  tienen  los  mineros  conocimien- 
tos para  tiros  generales  {.">)  ni  otra  forma  (|ue  una   zt(/iiiti(mb<i,  trayen- 

(1)  También  sucedía  á  veces  que  los  indios  ciue  liabían  terminado  su  año  de 
servicióse  iban  antes  de  que  llegasen  los  que  debían  reemplazarlos,  catisando 
con  esto  grave  perjuicio  á  los  dueños  de  las  minas. 

^2)  Si  los  buenos  Curas  son  elenienri)  efi'iacísiini)  iIh  prtígreso  para  los  pue' 
hlos,  los  malos  causan  su  ruina. 

(3)  En  general  se  explotaban  las  minas  de  -Marlíiuita  por  desmonte,  ponién- 
doles agua  por  encima,  y  cuando  ya  habían  sacado  los  minerales  altos,  abrían 
socavones  para  continuar  la  extracción. 

(4)  Tan  cierto  es  que  se  perdía  mucha  plata  en  el  beneficio  por  medio  del 
azogue,  que  el  señor  Mutis  refiere  qué  á  fines  del  siglo  pasado  "  sacaban  anual- 
mente Ij.jOO  onzas  de  plata,  con  indecible  rrabajo,  algunas  pocas  familias  del 
Real  de  Lajas,  empleadas  en  este  destino  y  cebadas  en  esta  penosa  ocupación 
<|ue  heredaron  de  sus  mayores,  rebv.scando  <j  pcrpena.ndo  los  terreros  atit¡<j»xis." 

(.'>)  Tiro:  Pozo  general  y  seguido  que  sirve  para  extraer  por  artes  ó  máqui- 
nas el  agua,  el  metal  y  demás  materias  de  la  mina.  Picales  ordenanzas  de  ta 
iiiinería  de  Nuera-España) . 


—  1  so  — 

do  las  aguas  de  pozo  cii  pozo  á  fuerza  do  ííeiitc.  vm\o  trabajo  los  rendí» 
y  lio  Sí'  conseguía  af;otar  las  a<;nas. 

"  tSoh  machas  más  las  minas  que  se  pueden  labrar,  (¡nr  las  <pie  se 
pusieron  en  labor." 

En  esta  opulenta  región  de  Mariquita  ''se  puede  seguir  con  toda 
seguridad  una  cañada,'' — nos  escribe  el  señor  Pantaleón  González, — ".y 
á  poco  andar  se  encuentra  algún  filón  argentífero  ;  "  no  obstante  esta 
abundancia  de  vetas,  hace  siglo  y  medio  ({Wv  fueron  abandonadas  sus 
minas,  mucbas  de  ellas  quedando  derruidas,  y  en  el  curso  de  este  siglo 
sólo  cuatro  se  han  vuelto  á  explotar  :  Santa- Ana.  la  Manta,  Frías  y 
el  Cristo. 

En  dos  cartas  escritas  por  el  señor  D'Elhúyar  al  Virrey  en  ITS;"), 
leemos  lo  que  sigue  : 

"  En  general  todas  las  vetas  que  trabajaron  los  antiguos  están  cua- 
si vírgenes ;  saco  este  juicio  de  la  disposición  del  terreno  (en  Mariquita) 
que  no  les  permitió  internarse  mucho  en  ellas,  ignorando  los  medios  de 
l)recaverse  de  las  aguas  y,  sobre  todo,  de  jirocurar  la  \  entilación. 

"  En  la  mina  Manta  se  ha  descubierto  el  socavón  del  desagüe  con 
otros  muchos  que  trabajaron  los  antiguos,  ])ero  con  tan  mal  orden  que 
es  difícil  imaginarse  cosa  j)eor  arreglada.  Los  socavones  se  parecen  á 
las  calles  que  se  hallan  en  las  ciudades  morunas  antiguas  de  nuestra 
Península,  por  lo  estrecho  (apenas  cabe  un  hombre  agachado)  y  revuel- 
to de  ellos.  Acostuml)rado  á  ver  minas,  apenas  me  he  podido  formar 
una  idea  completa  de  la  posición  de  las  diferentes  partes  descubiertas.'' 

Además  de  la  falta  de  conocimientos  con  que  se  explotaban  las  mi- 
nas de  plata  en  los  siglos  XVI  y  XYIl,  el  azogue,  (|ue  se  traía  de  Es- 
paña ó  del  Perú  por  cuenta  del  Gobierno,  era  costosísimo.  8u  precio 
durante  el  siglo  XVIT  fue  de  ciento  diez  jiesos  dos  reales  el  quintal  en 
liogotá  y  Mari(|uita,  y  de  trescientos  pesos  en  Vopayán.  En  1779  se 
dispuso  que  se  vendiera  en  esta  última  ciudad  á  ciento  Aeintitrés  jiesos 
seis  reales. 

El  método  usado  para  el  beneficio  de  la  plata  era  muy  imperfecto, 
dispendioso  de  tiempo  y  de  azogue,  y  se  perdía  mucha  parte  del  metal. 
En  el  ingenio  de  J).  Francisco  Félix  Beltrán  de  Caicedo  se  beneficia- 
ron en  tres  años  y  medio  li,118  quintales  de  mineral,  con  gasto  de  31 
(quintales  y  tres  arrobas  de  azogue,  Solí  quintales  de  magistral  y  1,055 
arrobas  de  sal.  Como  se  obtuvo  nn  producto  de  L',47.~>  marcos  de  plata, 
se  gastó  una  libra  y  cuarto  de  azogue  por  cada  marco  de  plata  que  se 
extrajo.  V  esto  es  ])oco.  comparado  con  lo  que  sucedía  en  Supía  en  los 
últimos  años  del  sigh»  pasado  y  aun  en  los  primeros  del  actual.  Gastá- 
base hasta  tres  y  cuatro  meses  en  el  beneficio  de  los  minerales,  con 
grande  trabajo  y  mucha  pérdida  de  azogue,  como  de  dos  libras  ]»or  cada 
marco  de  plata  «lue  s<'  sacaba. 


—  l.Sl  — 

Ya  hemos  referidí)  t'xteusunientc  cuáles  fueron  los  motivos  »lcl 
iibaiulono  de  las  ricas  minas  del  Darién  (ni  1727. 

I'ascuios  á  las  minas  de  Alta,  liaja  v  Vetíis,  v  permítasenos  (|ue 
nos  extenílanios  un  poeo,  pues  la  iniportaucin  del   asunto  así  lo  exige. 

<'omo  sr  lialirá  visto  en  la  parte  histórica  de  este  libro,  estas  minas 
«lieron  productos  cíiautiosos  en  los  primeros  cincuenta  aúíts  de  su  ex- 
jdotación,  \  I uéjfi »' cayeron  (;n  decadencia,  ({ue  ha  durado  hasta  hoy. 
¿  Sería  acaso  ([ue  se  empobrecieron  de  una  manera  irremediable  ?  Nos- 
otros creemos  fundadamente  (juc  no,  y  estamos  persuadidos  de  que  su 
ri(|ueza  es  la  misma  <|ue  antes,  pero  (jue  ha  sufrido  una  trasformacion, 
íí  la  (jue  atribuímos  los  desastres  <|ue  hemos  relatado.  Ensayaremos 
probar  esta  tesis. 

Según  el  señor  Pissis  (  (i eo¡/ rafia  física  de  Chile),  se  observan  las 
siguientes  variaciones  en  la  composición  de  las  minas  de  plata  de 
Chile.  En  la  parte  superior  del  lilón  se  encuentran  los  cloruros  y  la 
jilata  nativa  ;  á  mayor  profundidad  suceden  á  éstos  los  arsenio-sulfuros 
y  en  tin  los  sulfuros.  Al  mismo  tiemi)o  que  se  sustituyen  unas  á  otras 
estas  combinaciones,  hay  ciertos  metales  qu(í  desaparecen.  En  Alta, 
Haja  y  ^'etas  han  ocurrido,  sin  duda,  variaciones  semejantes  en  los 
yacimientos  minerales.  (1)  Parece  evidente  que  en  las  crestas  de  éstos 
abundaban  los  metales  nativos :  oro  y  ])Iata.  Así  lo  dicen  claramente 

;1)  El  señor  D.  Carlos  Greiffensteiii  lia  tenido  la  ñnezíi  de  suministrarnos 
las  noticias  siguientes  sobre  los  cambios  que  se  efectiían  en  las  minas  de  plata 
<le  Marmato  :  "  En  las  formaciones  de  la,s  minas  de  plata  de  Marmato  he  ob- 
servado que  la  parte  de  los  filones  que  queda  muy  cerca  de  la  superficie  es 
generalmente  pobre ;  ose  hallan  éstos  muj^  estrechos  y  desprovistos  de  mine- 
ral ;  ó  se  componen,  en  fin,  de  caliche  (1)  impregnado  de  piritas  de  hierro  muy 
escasas  de  plata,  pero  con  algo  de  oro.  Á  poca  profundidad  empiezan  los  filones 
á  enriquecerse  y  se  encuentra  la  plata  nativa  y  las  combinaciones  de  este 
metal  con  el  azufre,  el  antimonio  )'  el  ai'sénico,  sirviéndoles  de  ganga  el  car- 
bonato de  cal  ;  cuando  se  llega  á  las  formaciones  de  cal  y  plata  roja  hay  tam- 
bién muchas  probabilidades  de  hallar  que  el  oro  se  les  incorpora  pronto.  En 
esta  zona  rica  las  piritas  de  hierro  son  el  mineral  predominante;  se  hallan 
acompañadas  de  blenda  y  frecuentemente  de  pirita  arsenical  y  de  galena  : 
todos  estos  sulfuros  son  muy  argentíferos. 

"Los  filones  continúan  ricos  hasta  cierta  distancia,  así  en  profundidad  como 
en  dimensión  longitudinal,  cuando  casi  repentinamente  van  desapai-eciendo 
los  minerales  de  plata  y  empobreciéndose  las  piritas  y  la  blenda.  Con  frecuen- 
<ia  se  encuentra  á  distancia  como  de  cuatro  metros  debajo  de  un  filón  de 
mineral  muy  rico,  otro  tan  pobre  que  no  merece  explotarse. 

"  Generalmente  he  observado  que  Ja  parte  oriental  de  Jos  filones  es  la  más 
pobre,  y  que  se  enriquecen  hacia  el  occidente.  En  algunos  de  ellos  que  .se  hallan 
muy  ricos  en  la  parte  occidental,  está  la  oriental  enteramente  pobre  hasta 
donde  ha  llegado  la  exploración.'" 

( 1 )  iJalidie,  ciiav/.o  dcBconipucfito  de  .iparienciri  caliza. 


— 182  — 

D.  Juan  (le  Castellauos  :  ''  donde  lian  dado  las  entrañas  de  la  tierra 
gran  cantidad  do  oro  sobre  plata,"  y  Fray  Pedro  Simón  :  "  la  tierra 
de  Suratá  es  tan  rica  que  toda  ella  es  una  pasta  de  oro  y  plata  y  otros 
metales."  Mientras  éstos  predominaron  su  extracción  fue  muy  fácil  y 
sencilla,  y  pudo  hacerse  aun  sin  emplear  el  azogue.  Luego  dismi- 
nuyeron al  profundizar  los  trabajos  de  explotación  y  fueron  reemplaza- 
dos por  la  plata  sulfurosa  y  por  los  sulfuros  de  hierro,  de  zinc  y  de 
antimonio,  más  ó  menos  argentíferos.  Los  mineros  se  hallaron  enton- 
ces perpleios,  no  atinaron  en  su  ignorancia  con  el  método  propio  para 
separar  la  plata  de  las  combinaciones  en  que  se  hallaba,  y  poco  á  poco 
fueron  abandonando  los  trabajos,  hasta  dejar  las  minas  en  el  estado 
que  describía  así  I),  (iaspar  Alvarez,  Director  general  de  la  Intenden- 
cia de  minas.  "  Luego  que  llegué  aquí,  seguí  mi  visita  á  todas  las 
minas  de  estos  tres  reales,  y  puedo  asegurar  que  no  hallé  cosa  en  todas 
las  labores  en  qué  poner  los  ojos,  pues  aunque  las  noticias  son  grandes, 
el  tiempo  y  la  codicia  de  aquellos  mayordomos  y  ])eones  que  las  asis- 
tían, por  aprovecharse  de  los  bancos  ó  columnas  que  á  trechos  sostenían 
la  veta,  vinieron  de  adentro  para  afuera  sacando  aquellos  metales  y 
deshancando  la  mina.  Quitada  esta  seguridad,  ha  sido  general  la  ruina 
de  todos  los  minerales,  desplomándose  los  socavones,  de  tal  manera 
que  no  ha  quedado  mina  de  los  antiguos  que  no  sea  un  vestigio  incapaz 
de  repararse."'  (1) 

El  mismo  Alvarez  describe  en  los  siguientes  términos  el  método 
de  beneficio  primitivamente  usado  :  "  Los  antiguos  mineros  que  tra- 
bajaron estas  vetas  no  usaban  otro  beneficio  que  llevar  los  metales  á 
sus  ingenios.  Estos  se  componían  de  dos  ó  tres  mazos  que  entraban 
en  un  cajón  cuyo  asiento  era  un  tejo  de  fierro.  Allí  echaban  el  azogue 
correspondiente  y  sobre  él  iban  moliendo  el  metal,  entrando  por  la  una 
tapa  del  cajón  continuamente  una  paja  de  agua  que  salía  por  la  parte 
opuesta  llevando  el  polvo  hecho  lama.  De  esta  suerte,  á  un  tiempo 
molían  y  lavaban  el  metal,  el  cual  cuando  se  consumía,  dejaba  el  oro 
en  el  asiento  y  el  azogue  lo  iba  consumiendo. . . . 

"  En  la  mina  de  San-Cristóbal  sacaban  porción  de  cargas  de  metal, 
hacían  sus  hornos  donde  le  daban  una  quema  fuerte  y  de  allí  lo  bene- 
ficiaban por  cobre  en  la  forma  de  su  fundición,  es  decir,  contentándose 
con  el  aproveoliamiento  de  cinco  ó  seis  libras  de  cobre  que  les  rendía 
por  carga.  Las  cenizas  del  horno  donde  lo  quemaban  las  lavaban  en 
bateas  y  les  sacaban  de  diez  á  doce  tomines  de  oro  por  razón  de  cada 
carga ;  lo  demás  lo  tiraban  al  río. 

"  Llegó  el  caso  de  que  un  fulano  Lauterio,  ([ue  trabajó  esta  mina, 

(■2)  Cartas  de  1).  Gaspar  Alvarez  .al  Virrey  (Marzo  de  17ti2)  y  á  D.  Lucas 
Ugarte  (Noviembre  de  1763). 


\ 


—  183  — 


se  ejercitara  únicaiuonte  en  sacar  el  metal,  (lueiiiarlo  y  tirarlo  al  río, 
sólo  por  aprovecharse  de  atiuella  corta  porción  «le  oro  «jiie  le  dejaría 
cada  carga,  y  me  lian  infonnado  que  este  sujeto  desperdiciaría  más  de 
mil  cargas  de  metal  en  la  fitrma  dicha.  Así  han  desaprovechado  tantos 
millares  de  cargas,  labrando  por  una  peciueña  cantidad  de  cobre  ó  de 
*)ro  el  que  tan  manifiestamente  daba  á  conocer  su  rica  ley  de  oro  y 
plata  !"  (Carta  al  ^'irrey,  Marzo  1.'3  de  17G2). 

En  la  segunda  mitad  del  siglo  pasado  se  pusieron  de  nuevo  en 
laboreo  algunas  de  las  más  afamadas  minas  de  a([uella  comarca,  en  las 
que  se  hallaron  ricos  minerales  argentíferos  asociados  al  ovo  nativo  : 
San-Antonio,  San-Cristóbal,  la  Chorrera  de  ^Nlóngora,  etc.  Se  cons- 
truyeron ingenios  para  la  amalgamación  y  se  llevaron  beneficiadores 
de  fuera.  Todo  esfuerzo  por  separar  la  plata  fue  vano.  D.  Pedro  legar- 
te escribía  chistosamente  al  Virrey  Messía  de  la  Zetda  en  17G6: 
"  Bastante  hay  gastado  haciendo  diferentes  guías"  (ensayos)  "de  todos 
los  metales  de  estas  cercanías  sin  dar  á  luz  la  curación  de  alguno,  pues 
todos  están  muy  enfermos  de  antimonios  y  otras  mezclas,  que  impiden 
al  azogue  coger  la  plata  aun(|ue  la  tengan."  En  efecto,  la  estibina,  ó 
sulfuro  de  antimonio  ;  la  blenda,  ó  sulfuro  de  zinc,  y  algunos  compues- 
tos arseniurados  se  oponen  tenazmente  á  la  amalgamación  de  esos 
minerales  complejos.  El  minero  alemán  D.  Jacobo  AViesner  se  dejó 
vencer  al  fin  del  siglo  XVIII  por  esta  dificultad,  que  tampoco  pudieron 
superar  los  ingleses  que  explotaron  esas  minas  en  el  segundo  cuarto 
de  este  siglo. 

El  problema  (^ue  está  por  resolver  no  es,  pues,  el  de  la  riqueza  de 
las  minas,  que  casi  todas  han  sido  nuevamente  descubiertas  con  mi- 
nerales en  que  abundan  el  oro  y  la  plata.  El  problema  que  está  siem- 
pre en  pie  es  el  del  tratamiento  metalúrgico  aplicable  á  sus  menas : 
resuélvase  éste,  y  los  veneros  de  Alta,  Baja  y  Vetas  darán  oro  y  plata 
en  abundancia. 

El  ejemplo  de  lo  que  pasó  en  la  opulenta  mina  del  Zancudo  ilus- 
trará mejor  este  asunto.  Allí  era  el  filón  en  su  principio  muy  rico  en 
oro  nativo,  además  de  que  las  piritas  estaban  descompuestas ;  pudo, 
pues,  sacarse  mucho  oro  sin  dificultad.  A  cierta  profundidad  disminu- 
yó este  metal  y  se  presentaron  los  sulfuros  metálicos  en  combinación 
con  la  plata.  La  mina  pasó  por  una  serie  de  vicisitudes,  y  su  laboreo 
estuvo  suspendido  por  algiin  tiempo.  Dos  veces  sus  dueños,  desalen- 
tados, la  vendieron  por  ínfimo  precio.  Se  ensayó  amalgamar  sus  mine- 
rales y  no  se  obtuvo  ningún  resultado  favorable.  Finalmente,  en  1851 
se  construyeron  hornos  para  fundir  los  residuos  piritosos  y  se  perseveró 
en  mejorar  este  método  de  explotación,  (jue  fue  coronado  por  el  éxito. 
Hoy  la  empresa  del  Zancudo  es  el  establecimiento  metalúrgico  más 
importante  (jue  tiene  Colombia. 


—  1S4  — 

Jiesumiendo  las  impresiones  (|ue  dejii  la  lectura  de  este  capítulo 
sobre  el  modo  como  se  explotaban  las  minas  de  íilón  en  el  tiempo  de 
la  ('olonia,  llegamos  á  las  siguientes  conclusiones' : 

Como  no  se  hacía  uso  de  las  bombas,  los  trabajos  no  podían  jtasar 
de  cierta  ])roftindidad,  y  los  mineros  se  veían  pn^cisados  á  construir 
extensas  y  costosas  galerías  de  desagüe. 

El  trasport<!  de  las  menas  era  lento  y  caro,  pues  se  hacía  íx  espaldas 
de  hombres,  pasando  ])or  socavones  estrechos,  bajos,  tortuosos  y  pen- 
«Mentes. 

Las  comunicaciones  se  establecían  sin  orden  y  venían  á  ser  peli- 
grosas ;  no  se  sabía  procurar  la  ventilación  y  '■•  las  minas  se  asemeja- 
ban,-'— como  dice  M.  Chevaüer  de  las  de  México, — ''  á  un  edificio  cons- 
truido por  un  arquitecto  sin  inteligencia,  donde,  para  pasar  de  una 
pieza  á  otra  contigua,  hubiera  <iue  dar  la  vuelta  á  toda  la  casa." 

En  tales  condiciones  las  cantidades  de  menas  extraídas  de  los  íi- 
Jones  eran,  puede  decirse,  insignificantes,  y  así  sólo  se  podían  explotar 
los  más  ricos.  H03'  causa  admiración  leer  que  al  fin  del  siglo  pasado 
el  señor  D'Elluiyar  apenas  logró  hacer  sacar  de  la  mina  Manta  3,402 
quintales  de  nñueral  en  un  año  !  ICste  solo  hecho  basta  para  explicar 
el  mal  éxito  de  los  trabajos  emprendidos  entonces  por  <'uenta  del  Go- 
bierno español  en  las  minas  de  Santa- Ana. , 

En  las  Hdac'wneH  de  mando  de  los  \'irreyes  se  encuentran  noticias 
bien  interesantes  que  ponen  de  manifiesto  el  atraso  inconcebible  en 
que  se  hallaba  la  industria  minera  en  tiempo  de  la  Colonia,  siendo 
éstA  la  subsistencia  del  Virreinato.  • 

El  Virrey  Solís  escribía  en  1700 :  ''  En  todo  se  ha  favorecido  y 
auxiliado  las  minas  de  oro,  facilitando  la  introducción  de  negros. . . . 
En  las  célebres  de  plata  de  Mariquita,  aunque  se  ha  solicitado  su  valor 
no  se  ha  adelantado  cosa  al  modo  con  que,  con  mucho  desprecio,  cogen 
poco  ó  nad^  5  porque  no  habiendo,  como  no  hay,  inteligentes  ni  cau- 
dales, que  es  lo  que  requieren  las  de  este  metal,  toda  diligencia  es 
frustrada.  Xo  liá  mucho  que  se  concedió  á  uno  registro  de  las  de  plata 
de  la  Montuosa,  en  las  vetas  de  Pamplona ;  y  por  lo  dicho  es  de 
temer  suceda  lo  que  siempre  se  ha  observado,  que  no  se  consiga  ade- 
lantamiento alguno."' 

En  la  Relación  anónima,  escrita  en  tiempo  del  Virrey  .Messía  de 
la  Zerda  (1772)  leemos  : 

'•  8e  atribuye  el  que  no  se  ha  logrado  la  riqueza  de  las  minas  á 
diferentes  causas,  pero  más  notoi'ias  son  la  poca  inteMgencia  con  que 
se  ha  emprendido  el  trabajo,  el  ningún  método  observado,  el  defecto 
de  conocimientos  de  los  metales  y  modo  de  beneficiarlos,  y  de  las  má- 
quinas ó  instrumentos  para  ello.  Viéndose  no  pocas  veces   algunos 


—  isr>  — 

ciupei'iiidos  «-n  taliiioaH  ile  liornus,  molinos  v  uteusilio.s,  iiu  lian  tiiidudo 
lie  asegurar  la  penniuicncia  de  Ih  veta  y  precaver  los  riesgos  de  aguar- 
so.  \  así  tallan  del  toílo.  Siendo  eonuiues  los  derrumbes  y  semejantes 
«•ontratiempos.  dehierají  cautelarse  con  anticipación,  con  1(»  ((ue  no  se 
verían  tantos  arruinados  y  arrepentidos,  ni  su  desgracia  culpable  re 
traería  á  otros  <le  imitar,  no  su  modo  sino  su  ejercicio." 

Pocos  años  después,  en  1 7S!>,  decía  el  A'irrey  ilóngora  : 

•"■  No  teniendo  más  atención  ni  industria  (jue  las  minas,  parece  «lue 
debían  haber  apurado  ya  todo  lo  (jue  el  arte  da  de  sí,  y  aprendido  á 
economizar  para  aprovechar  toda  la  sustancia  de  las  minas,  pero  nada 
menos.  <Ja\isa  admiración  oír  lo  (|ue  se  desperdicia  p«tr  falta  de  inteli- 
gencia y  cuidado,  de  modo  que  no  será  ponderación  si  se  dice  que 
apenas  sacan  la  mitad  del  metal  (|ue  pudieran,  y  la  ])rueba  más  evi 
dente  í|ue  en  todas  las  tierras  de  minas  de  labor  liay  intiuitos  holgaza 
nes  .sin  más  subsistencia  «|ue  relavar  los  terreros  y  escombros  que  dejan 
los  mineros." 

En  tin,  en  ISO.?  escribía,  con  mucha  razón,  el  Virrey  I ).  Pedro 
>íendinueta: 

'•  Sólo  diré  que  la  m.ayor  parte  de  mineros  arruinados  lo  han  sido 
por  falta  de  conocimientos,  y  que  si  ahora  sin  ellos,  es  decir,  sin  direc 
ción,  sin  economía,  sin  ingenios  ni  máíjuinas,  reportan  utilidades  del 
laboreo  de  sus  minerales,  las  lograrían  mayores  con  estos  auxilios,  y 
ahorrarían  uuicho  tiempo  y  brazos  en  sus  faenas,  y  ]K)r  consiguiente  una 
parte  de  los  grandes  capitales  (jne  invierten  en  estos  establecimientos." 

Aun  lioT  tiene  su  aplicación  este  juicio  en  muchísimas  minas  de 
Colombia. 

A  fines  del  siglo  pasado  reeniplazó  el  señor  D'Elhúyar  el  defec 
tuoso  y  disi)endioso  método  de  amalgamación  usado  hasta  entonces  en 
el  país  por  el  que  inventó  el  Barón  de  Born.  Aun  este  último  lo  consi 
deraba  costoso,  y  poco  adecuado  la  Compañía  inglesa  «jue  explotó  la 
mina  de  Santa-Ana.  El  mineral  de  J'ami)lona  no  se  pudo  beneficiar 
por  ese  método.  En  la  actualidad  las  compañías  que  explotan  las  mi- 
nas de  plata  de  Frías  y  del  Cristo  exportan  sus  minerales  i>ara  fundir- 
los en  Swansea.  Esta  operación  les  ocasiona  un  recargo  de  gastos  : 
Hete  de  río  y  de  mar,  seguro  y  beneficio,  de  trece  lil»ras  esterlinas  por 
tonelada. 

En  otros  capítulos  hemos  hablado  con  suficiente  extensión  de  otros 
acontecimientos  que  han  motivado  el  abandono  de  numerosas  empre- 
sas mineras,  en  especial  de  la  guerra  de  la  Independencia  y  de  la  ma- 
numisión de  los  esclavos. 

Lo  dicho  hasta  aquí  basta  [»ara  i)robar  (|ue  no  tan  sólo  se  ])uede 
abrir  vastísimo  camjx)  á  la  minería  desculiriendo  nuevos  veneros  de  oro 


—  18Ü  — 

y  plata,  sino  que  además  se  pueden  explotar  nuevamente  con  provecho 
muchísimas  minas  que  han  sido  abandonadas,  ora  por  la  impericia  de 
sus  dueños,  ora  por  causas  independientes  de  su  voluntad. 


TV. — LOS  aiETODOS  DE  EXPLOTACIÓN. 

Quedaría  incompleto  el  estudio  que  venimos  haciendo  de  las  minas 
de  Colombia,  si  no  dijéramos  algo  relacionado  con  los  métodos  de  ex- 
plotación que  se  han  usado  en  el  país.  Para  ser  consecuentes  con  nues- 
tro propósito,  deja)nos  la  palabra  á  los  autores  que  los  han  descrito. 
La  transición  de  un  estilo  á  otro  hará  así  menos  uniforme  y  más 
interesante  y  variado  el  asunto. 

D.  Jorge  Juan  y  D.  Antonio  de  Ulloa,  que  hicieron  un  viaje  á  la 
América  del  Sur  en  los  años  de  1735  y  siguientes,  describen  así  el 
método  de  explotación  usado  en  los  placeres  auríferos  de  la  Provincia 
de  Popayán  : 

"  El  modo  que  tienen  para  extraer  el  oro  consiste  en  cavar  la  tie- 
nda del  mineral,  y  sacándola,  la  van  depositando  en  un  estanque  grande 
hecho  á  este  fin,  en  el  cual  dejan  que  corra  el  agua  hasta  que  se  llene, 
teniendo  dispuesto  un  conducto.  Mueven  dentro  de  aquel  estanque  la 
tierra,  que  ya  hecha  lodo  está  en  él,  para  que  lo  más  ligero  vaya 
saliendo  por  el  conducto  que  sirve  de  desagüe.  Así  continúan  hasta 
que  á  fuerza  de  moverlo  sólo  queda  en  el  fondo  lo  más  pesado,  como 
son  las  piedrecillas,  las  arenas  y  el  oro.  Después  lo  sacan  con  bateas  á 
propósito,  y  llevándolo  al  rededor  con  movimiento  pronto  y  uniforme, 
y  remudando  aguas,  va  separándose  lo  menos  pesado  de  lo  más  sólido. 

"  Las  aguas  que  salen  del  estanque  van  á  pasar  á  otro  más  abajo, 
repitiendo  las  mismas  operaciones,  y  últimamente  si  quieren  las  vuel- 
ven á  repasar  en  un  tercer  estanque." 

Vamos  al  norte  del  Departamento  del  Cauca  y  observemos  la  ma- 
nera de  beneficiar  las  piritas  de  los  filones.  M.  Boussingault,  que  la 
describe  en  una  Memoria  publicada  en  182C,  nos  servirá  de  guía : 

"  Para  extraer  el  oro  de  la  pirita  se  pulveriza  ésta  y  se  lava,  pro- 
cediendo del  modo  siguiente,: 

"  El  edificio  en  (jue  se  practican  estas  operaciones  se  halla  en  el 
declive  de  la  montaña  y  se  compone  de  una  ramada  capaz  de  contener 
una  docena  de, operarios ;  en  el  piso  bajo  de  jésta  se  ha  hecho  un  hoyo 
circular  de  seis  pies  de  profundidad  y  diez  de  diámetro.  Al  rededor  de 
esta  excavación  diez  mujeres  (por  lo  común  son  las  negras),  cada  una 
con  una  piedra  de  pórfido  delante  de  sí,   alta  de  dos  pies  é  inclinada 


hacia  el  liovo,  sr  nriipa  vu  moler  el  luiíicral  con  otra  piedra  redonda, 
que  es  un  pedazo  de  pirita  mezclada  con  cuarzo.  Estas  piedras  son 
licúales  á  las  que  sirven  para  nnder  el  maíz,  y  la  operación  se  ejecuta 
de  la  niisiiia  manera  colocando  el  mineral  en  la  parte  superior  de  la 
piedra,  y  reduciéndolo  á  pctlvo  después  de  haberlo  humedecido  para 
facilitar  el  trabajo;  la  pirita  así  molida  cae  en  la  alberca  formandc»  una 
especie  de  pasta  líquida. 

''  Luego  (jue  la  alhena  se  llena  de  pirita  niolida,  se  hace  ])asar  una 
corriente  de  agua  ])or  una  semana  entera,  meneando  de  cuando  en 
cuando  la  pirita  para  separarla  de  las  tierras  que  puede  contener,  y 
luego  se  comienza  á  lavar.  Esta  operación  la  ejecutan  las  negras  con 
extraordinaria  hal)ilidad,  en  bateas  de  madera,  (lue  tienen  la  forma  de 
conos  deprimidos  de  15  á  IS  pulgadas  de  base  y  tres  á  cuatro  de  pro- 
fundidad. Ponen  en  primer  lugar  como  20  libras  de  pirita  molida  en 
la  batea,  y  la  introducen  en  el  agua,  en  la  cual  están  ellas  mismas 
metidas  casi  hasta  la  rodilla,  y  después  de  desagregarla  en  el  agua, 
dan  á  la  batea  un  movimiento  giratorio  muy  rápido,  teniendo  cuidado 
de  darle  sucesivamente  diferentes  inclinaciones  para  facilitar  la  salida 
de  las  materias  (|ue  se  hallan  suspendidas  en  el  agua.  Después  de  haber 
continuado  esta  maniobra  por  algunos  minutos,  sacan  la  batea  del 
agua,  y  dándole  c<»n  una  mano  una  inclinación  de  cerca  de  45°,  hacen 
caer  con  la  otra  la  pirita,  que  aparece  extendida  en  el  ]dano  ([ue  forma 
la  batea  por  Su  posición.  Comienzan  de  nuevo  la  operación  hasta  (jue 
sólo  queda  en  el  fondo  una  pequeña  cantidad  de  pirita,  ya  rica  en  oro. 
pjntonces  redoblan  su  atención  hasta  que  acaban  recogiendo  una  canti 
dad  de  oro  casi  j)iiro,  (|ue  ponen  en  una  cajilla  de  cuerno  que  llaman 
rucho.  Cuando  han  juntado  así  cierta  cantidad  de  oro  lo  ponen  todo 
en  la  batea  para  limpiarlo  bien  y  luego  lo  dejan  secar  en  una  sartén  de 
fierro.  Desjmés  de  esta  oj)eración  todavía  la  pirita  desechada  se  lava 
dos  ó  tres  veces  más,  dando  siempre  oro,  y,  cuando  ya  no  se  extrae  nada, 
se  saca  de  la  alberca,  se  amontona  y  se  abandona  al  aire  por  ocho  ó  diez 
meses.  A!  cabo  de  este  tiempo  se  muele  de  nuevo  y  se  sujeta  á  las  mis- 
mas operaciones,  pr(»duciendo  entonces  una  cantidad  de  oro  casi  igual 
á  la  primera.  Lo  ([ue  (|ueda  se  vuelve  á  anu)ntonar,  se  muele  y  se  lava 
hasta  fine  desaparece  completamente.  El  agua  que  corre  hacia  el  ('auca 
en  estas  operacioiu'S  arrastra  una  pirit;;  muy  tf'uue  de  la  cual  todavía 
extraen  oro  los  negros  mazanu)rreros." 

El  Capitán  inglés  de  marina,  Mr.  (.'arios  S,  Cociiraue.  \isir(')en 
l.S2."5  las  nnnas  de  Coyainia.  en  el  Tolima.  De  su  libro  de  viajes  tradu- 
cimos lo  siguiente  : 

"  l'asé  por  muchos  antiguos  lavaderos  de  los  indios  y  me  desmonté 
l>ara  examinarlos.  Se  hallan   generalmente   en    la  pendiente   de  una 


—  1 8.S  — 

«'olina,  (loiidc  levantan  temporalmente  un  dique  (daní)  de  piedras  y 
arcilla  eomo  de  siete  i'i  ocho  i)ul^ada8  sobre  la  sui»erficie,  y  cerca  d«í 
fres  i)¡es  de  ancho  ;  excavan  uu  pequeño  canal  ó  acccjuia  i)ara  conducir 
el  agua  del  más  próximo  arroyo  que  baja  de  la  montaña.  Luego  que 
descubren  por  la  naturaleza  del  suelo  que  puede  haber  oro,  empiezan 
á  escarbar  la  tierra  desde  lo  alto  de  la  eminencia  con  un  instrumento 
á  propósito,  liajan  la  colina  gradualmente  arrastrando  !a  tierra;  en 
tanto  (|ue  el  agua,  pasando  por  encima  del  dique,  11-eva  consigo  la  parte 
inútil  y  ligera  de  «'ísta.  Entonces  se  sirven  de  las  bateas  y  lavan  cui- 
dadosamente y  con  mucha  destreza  la  tierra  aurífera  re(;ogida  en  el 
dique,  la  ((ue  es  de  un  color  rojo  oscuro  y  está  mezclada  de  piedrecillas 
redondas  y  ovaladas. 

••  En  .Vpone,  donde  no  se  puí^de  llevar  agua  á  las  minas,  éstas  se 
Itenetician  de  distinta  manera.  Se  practican  excavaciones  en  las  fal- 
das de  las  montañas.  Penetré  en  una  de  ellas  y  seguí  adelante,  en 
dirección  casi  horizontal,  ]»or  unas  cien  yardas,  hasta  llegar  al  punto 
donde  estaban  trabajando.  La  excavación,  que  en  la  parte  superior  tiene 
la  forma  de  un  arco,  es  de  unos  cuatro  pies  de  ancho,  y  es  en  muchas 
partes  tan  baja,  que  se  ve  uno  obligado  á  caminar  apoyándose  en  las 
manos  y  en  las  rodillas.  Examiné  el  venero  en  que  se  halla  el  oro,  que 
es  una  arcilla  arenosa  rojiza,  mezclada  con  piedras  grandes  y  petiueñas. 
La  capa  mineral  está  sobre  una  roca  <|ue  me  pareció  ser  una  especie  de 
marga....  En  estas  minas  extraen  jtrimero  las  tierras  auríferas  en 
seco,  y  luego  las  lavan." 

Pasemos  al  Departamento  de  Antioquia.  M.  Lilis  Stritílíír  reíiere 
lo  siguiente  en  su  libro  El  alto  tSiml  : 

*•  En  el  Cauca  existen  depósitos  de  oro  en  el  fondo  del  río,  y  allí 
muchos  individuos  se  aplican  á  extraer  el  metal  bajando  á  una  gran 
profundidad  con  una  batea  que  llenan  de  arena,  recogiéndola  con  las 
manas,  y  eso  en  el  corto  tiempo  ([nn  pueden  pasar  sin  respirar.  Estos 
buzos  apeuas  pueden  sacar  una  pequeña  cantidad  en  un  día,  y  sufren 
mucho,  porque  la  suspensión  de  !a  respiración  les  hace  echar  sangre 
por  la  boca  :  antes  de  poder  recoger  la  arena,  ellos  tienen  que  apartar 
las  i)iedras.  Todo  eso  lo  hacen  sumergidos-  en  una  corriente  muy  fuerte 
(|ue  trata  de  arrastrarlos ;  pero  como  es  uu  trabíijo  muy  productivo, 
afrontan  tantos  inconvenientes.  Ninguno  de  esos  trabajadores  ha  pen- 
sado nunca  en  perfeccionar  uu  método  tan  bárbaro.  La  rutina  es  lo 
que  se  sigue.  El  hombre  está  acostumbrado  á  hacerlo  todo  con  sus  ma- 
".itts,  y  en  lo  (jue  menos  piensa  es  en  el  uso  de  los  instrumentos. 

•'  Para  dar  una  idea  del  grado  de  paralización  en  que  el  espíritu  de 
rutina  tiene  al  ])rogreso,  referiré  lo  (|ue  he  visto  en  uno  de  los  puntos 
más  ricos  del  Cauca.   En    dicho  río  existe  una  playa  form.ada  de  una 


—  ISÍ»  — 

jK'íia  horizontal  prrtcitanicutc  lisa,  (|iu'  las  afínas  Imíian  i-n  las  <,Manilc8 
avenidas  v  (l('S|»u.'s  la  dejan  conipletaniente  seca.  Entonces  dicha  peña 
sirve  de  lu<:ar  de  canijtainenro   i'i   los  mineros-buzos,  ?  las  mujeres  han 
labrado  varios  niorteros  «mi  la  misma  i)eña  para   reducir  el  maíz  al  esta 
do  de  masa.  Kstos  hovos,  después   de  cada   avcmida,   se   hallan   conté 
niendo  una  «rraii  cantidad  de  (tro  casi  limpio  y   son  la  causa  de  nuichos 
pleitos,   |»ort|ue  los   primeros  <|ue  lletrau    los  vacian,   sin   observar  que 
•  ada  uno  de   ellos  tiene  su  dueño.  Y  bien,  un  hecho  tan  palpable  nun 
ca  ha  inspirado  la  idea  de  njultipli(tar  esos  hoyos,  ó  la  de    labrar  gran- 
des piedras  planas  con  iíruales  cavidades,  que  se  pudieran  depositar  en 
el  fondf»  del  río." 

VA  número  de  instrumentos  <le  que  se  sirve  el  minero  antioqueño 
para  beneficiar  los  placeres  es  reducido,  y  todos  ellos  son  de  consiruc 
ción  bien  sencilla,  éstos  son  :  las  bateas  tradicionales,  legado  de  los 
aborígenes:  los  cachos,— tablitas  dobles  de  madera,  como  de  pie  y  me- 
dio de  largo  y  medio  pie  de  ancho,  interiormente  cóncavas,  que  sirven 
para  recoger  y  arrojar  la  tierra  y  el  cascajo ;— el  almocafre ;  la  barra  ; 
el  regatón:  las  parihuelas;  las  bombas  hidráulicas  y  las  carretas.  Estas 
últimas  no  son  en  (.Vdombia,  como  dice  M.  Carlos  Sattray,  ''un  lujo 
que  excita  sorpriísas  (tapaces  de  hacer  estremecer  á  Pascal  en  su 
Tumba." 

Aquí  diñaremos  la  palabra  á  dos  escritores  antioqueños,  los  doctores 
Camilo  A.  Echeverri  y  ,A[anuel  (Jribe  A.,  quienes  hau  descrito  con 
exactitud  los  diversos  métodos  de  explotación  usados  en  las  minas  de 
aluvión,  en  su  (q»úsculo  KsfxdioM  huluHiriaJrs  sobre  la  minería  antio- 
queila  en  ISMi. 

'•  MINAS    Di:    VERANO. 

■•romo  su  nombre  lo  indica,  estas  minas  no  pueden  trabajarse  sino 
luego  que,  habiendo  cesado  la  estación  lluviosa,  disminuye  notablemen 
te  el  volunuin  de  los  ríos  y  deja  en  descubierto  gran   ])arte  de  sus  pla- 
yas, al  ¡inqdo  tiempo  que  la  mod<'ración   de   la  corriente  da    más  fijeza 
al  fondo  y  jtermite  llegar  á  él. 

**  Los  reraneoH  comienzan  })or  lo  general  á  mediados  de  Diciembre 
y  terminan  á  fines  de  Marzo  ;  también  suelen  entablarlos  por  Junio, 
.Inlio  y  Agosto  ;  pero  estos  trabajos  son  de  importancia  secund.\ria,  por 
cuanto  los  níndimientos  y  ventajas  de  los  primeros  son  de  orden  supe 
rior.  Desde  principios  de  Diciembre  comienzan,  pues,  á  poblarse  de 
trabajadores  las  orillas  de;  los  ríos,  y  la  época  de  los  grandes  rendimien- 
tos del  año  (jueda  definitivamente  inaugurada.  San-Juan,  San-eTorge, 
Xare.  Ñus,  í'on-e,  Tinitá,  la  Mata,   etc.,  etc..  son  otros  tantos  teatros 


—  VMÍ  — 

•le  esas  iiTupcion<iS  periúilicas  (iiu;  los  infatiííablcs  aiitioqueños  liacen  al 
fondo  (le  las  aguas  para  arrancar  de  él  el  oío. 

"  Es  de  verse,  á  lo  largo  de  estos  ríos,  donde  el  volumen  de  las 
aguas  da  vado,  la  multitud  de  trabajadores  (|ue,  con  su  hatea  zamhu- 
Uidora  en  la  mano,  el  coco  (1)  á  la  cintura,  se  ocupan  en  sacar  y  lavar 
la  arena  d(!  su  fondo  á  pesar  de  la  corriente  que  en  vano  se  estrella 
contra  sus  espaldas.  Lo  más  particular  es  que,  aunque  ése  es  nnp  de  los 
trabajos  duros  de  la  minería,  se  ha  quedado,  como  ])or  tácito  convenio 
y  por  regla  general,  en  manos  de  las  mujeres.  Las  lobustas  y  valerosas 
negras  de  Antioquia  son  capaces  de  competir  ventajosamente  en  ése  y 
otros  ejercicios,  con  más  de  un  hombre  á  quien  no  haya  dado  la  natu- 
raleza una  constitución  muy  fuerte. 

"Puestas,  pues,  las  zambullidoras  en  medio  del  río,  comienza  la 
maniobra  de  este  modo:  La  batea  de  zambullir  es  de  forma  elíptica  y 
de  tres  á  ciatro  pies  de  largo  sobre  14  á  18  pulgadas  de  ancho  ;  á  veces 
es  casi  circular  y  con  una  asa,  como  de  media  vara,  á  manera  de  cana- 
lete. De  esta  asa  se  la  toma  y  dirigiendo  al  fondo  del  río  el  extremo 
opuesto,  se  imprime  á  la  batea  un  movimiento  oscilatorio  sobre  su  eje 
mayor,  lo  cual  hace  que  penetre  en  las  arenas  del  fondo  y  avance,  aun- 
que lentamente,  por  el  cauce;  cuando  se  la  siente  bien  llena,  la  levan- 
tan á  flor  de  agua  con  cuidado  y  allí  mismo  se  lava  el  contenido.  To- 
mar la  enorme  batea  en  las  manos,  hacerla  girar  rápidamente  sobre  su 
centro,  arrojar  al  río  las  piedras,  cascajo  y  arena,  limpiar  ]AJa(/ua  (2) 
y  derramarla  en  el  coco,  son  operaciones  que  ejecutan  en  menos  tiempo 
del  que  gastamos  en  enunciarlas.  Así  va  el  coco  recibiendo  depósitos 
sucesivos  hasta  la  tarde,  hora  en  que,  retirados  al  rancho  los  trabajado- 
res, comienzan  la  nueva  tarea  de  cortar  el  oro.  Ved  aquí  cómo  se  eje- 
cuta esto. 

"  Eu  una  peíjueña  batea  circular,  cuya  superficie  interior  forma  una 
especie  de  cono  extremadamente  abierto  y  bajo,  ó  más  bien  un  segmen- 
to esférico  como  de  diez  y  seis  pulgadas  de  diámetro  de  sección  sobre 
dos  de  eje,  vacian  todo  el  mineral  concentrado  (|ue  contiene  el  coco. 
Esta  batea  se  llama  lavadora.  Ln])rimiéndole  luego  un  movimiento 
que  no  puede  describirse  sin  arrojar  más  confusión,  pero  «jue  se  funda 
principalmente  eu  una  serie  de  vueltas  é  inclinaciones  sucesivas  que 
se  hace  dar  á  la  batea  sobre  su  centro,  se  arroja  fuera  de  ella  toda  la 
arena  y  arenilla  (|ue  estaba  mezclada  al  oro,  y  éste  queda  en  cantidades 
variables. 

(1)  Coco. — Instrumento  fabricado  con  el  fruto  que  lleva  este  nombre  ó  con 
el  del  totumo,  que  los  zambullidores  llevan  colgado  á  la  cintura,  y  en  el  que 
depositan  el  oro  cargado  de  jaguas  que  sacan  en  la  zambullida. 

(2)  Las  arenas  metálicas,  compuestas  en  su  niaj'or  parte  de  óxido  de  fierro  y 
de  fierro  oxidulado  titanífero. 


— 11)1  — 

*•  101  triviiiiu  (le  los /.¡lUibiillidoR's  i'S  ('srntialiiit'iitc  iióiiiíkIi'.  llov 
clavan  lii  liatca  ai|uí,  niañiiiiii  allá:  liov  se  cstalilcct'ii  en  ui.'a  playa, 
uiaíiana  ya  lian  variado  de  lesideiu-ia.  Sólo  ciiaiido  la  arena  es  muy 
rica,  se  detienen  en  un  jjunto  dado  hasta  (jue  comience  ú  íMniiobiecer- 
se  notablemente.  Verdaderos  pescadores  de  uro,  tienden  sus  redes  arri- 
ba, abajo,  y  en  todos  los  ríos,  sin  (|ue  sepan  jamás  dónde  liabrán  de 
hallar  la  pesca,  ni  cuánto  habrá  de  rendirles.  l*asan  en  «d  agua  todas 
las  horas  del  día,  y  luego  que  la  tarde  viene,  se  retiran  á  un  pequeño 
rancho  cubierto  de  hojas  de  palmera,  que  improvisan  sobre  cuatro  esta- 
cas á  la  orilla  del  río.  El  domingo,  día  en  iiue  generalmente  tienen 
lugar  los  mercados  de  víveres  en  los  pueblos  pe(|ueños,  rancherías  y 
h(Klf(/as,  llevan  un  poco  de  oro  que  cambian  para  comprar  jjrovisiones, 
y  se  vuelven  luego  á  su  rancho  ;  así  permanecen  sin  variítr  de  vida,  has- 
ta (|ue  el  invierno  comienza  á  hinchar  de  nuevo  las  aguas  de  los  ríos. 

"  Hay  otras  dos  especies  de  zambullidores,  los  cuales  trabajan  por 
regla  general  en  los  puntos  en  í|ue  la  mucha  ])rofundidad  del  agua  no 
permite  el  uso  directo  de  la  batea.  Así  es  <iue  resuelto  el  trabajo  en  un 
punto-dado,  hacen  al  través  del  río  dos  paredes  de  vigas  sostenidas  en  la 
(•rilla,  de  entrelazadas  ramas  y  estacones ;  estos  diques  los  llaman  trin- 
vhoH.  Amansada  el  agua  en  el  espacio  comprendido  entre  nno  y  otro, 
lijan  en  un  punto  exterior  dos  largas  varas,  á  veces  unidíis  en  forma  de 
escala,  y  haciéndolas  entrar  en  el  agua  con  una  inclinación  moderada, 
las  apoyan  en  el  fondo.  Luego  (|ue  están  bien  firmes,  el  peón  toma  la 
batea  y  arrojándose  boca  abajo,  se  deja  deslizar  á  lo  largo  de  ellas  hasta 
el  fondo  del  río,  llena  su  batea  y  vuelve  á  salir  á  towiar  aire.  Entonces 
otro  ])eón  que  ha  estado  lavando  el  contenido  de  la  batea  anterior, 
recibe  la  nueva  arena  y  entrega  la-  batea  vacía  al  zambullidor,  repi- 
tiéndose así  constantemente  la  operación  y  alternando  de  vez  en 
cuando  los  dos  trabajadores  en  la  tarea  de  sacar  la  arena  y  lavarla. 

"  Los  otros  zambullidores  de,que  hablamos  se  arrojan  al  fondo  del 
agua  (;ubierta  la  cabeza  y  i»arte  sujíerior  del  ))echo  con  un  casco  imper- 
mealde,  á  cuyo  frente  hay  dos  grandes  discos  de  vidrio  para  poder  ver  lo 
que  hacen,  y  á  cuya  parte  superior  está  unido  un  largo  tubo,  impermea- 
ble también.  (|ue  les  proporciona  aire  de  fuera  arrojado  por  una  bomba 
«|ue  s<;  monta  allí  al  efecto.  l*oneu  en  su  cuerpo  enormes  pesos  de  plomo 
que  les  permiten  obrar  con  suma  faciñdad  y  luieden  permanecer  dentro 
del  agua  hasta  tanto  (|ue  el  frío  los  obliga  á  salir.  Entonces  se  coloca 
el  casco  en  la  cabeza  de  otro,  y  el  itrinien»  da  á  la  bomba  un  rato  para 
l»rocurar  aire  al  buzo  y  también  parji  dar  calor  al  cuerpo.  (1) 

(1)  Los  esca/iind(0.s  ó  aparatos  de  buzos  se  ensayaban  en  Antiocjuia  cuando 
los  señores  Echevenú  y  Ilribe  estaban  escribiendo  su  opúsculo.  En  algunos 
I)antos  de  los  ríos  Nave  y  Xus,  donde  las  arenas  eran  muy  ricas,  se  logró  sacaí- 


—  1!»L*  — 

"  Veamos  aflora  otra  dase  de  veraneos  que  se  hacen  sin  zambullir, 
v  que  tienen  ya  más  caracteres  de  explotación  y  mayor  comi)licación 
en  el  iirocedimieiito.  Hablamos  de  las  empresas  que  tienen  por  objeto 
extraer  el  oro.  no  ya  del  fondo  del  río,  sino  de  las  playas  que  deja  des 
fubiertas  al  secarse. 

''  Lo  primero  que  iiac<í  (;l  que  veranea  «-u  una  playa,  es  poner  á 
iubierto  su  labor  de  las  avenidas  del  río,  pues  aun  en  medio  del  tiempo 
seco  caen  fuertes  a.suacer(»s.  I*ara  defender,  pues,  la  playa  en  que  van 
á  trabajar,  levantan  á  la  orilla  del  río  un  trincho  (dique)  más  ó  menos 
sólido  y  costoso,  según  la  fuerza  del  agua  que  es  preciso  contenei"  y  la 
imp(»rtaiicia  ñv  los  trabKJos.  A  veces  es  un  simple  estacado,  entretiyido 
con  rama  y  helécho:  á  veces  »v  le  hace  de  piedras  superpuestas  y 
fuertes  enmaderados  :  en  todo  caso  es  necesario  .atender  á  dos  circuns- 
tancias muy  precisas  :  la  primera,  (|ue  el  trincho  no  sobresalga  casi 
nada  fuera  de  la  superíicie  del  agua,  para  que  en.  caso  d«'  creciente 
pueda  el  río  derramar  por  encima,-  pues  si  se  le  impidiera  decidida- 
mente el  paso,  arrastraría  el  trincho  y  llenaría  la  labor,  no  sólo  de 
agua,  sino  de  pedrones  y  cascajo  que  demandarían  fuertes  gastos  par» 
ser  removidos.  Como  los  trabajos  no  se  establecen  á  un  mismo  tiempo 
en  uno  y  otro  lado  del  río  y  en  posiciones  opuestas,  sino  que  se  ex- 
plota jirimero  la  playa  de  un  lado  ó  una  parte  de  ella,  y  luego  la  otra, 
el  trincho  no  corta  el  río  en  su  totalidad  sino  muy  rara  vez,  y  apenas 
entra  de  sesgo  hasta  cierta  parte  del  cauche,  ])ues  el  objeto  no  es  atajar 
el  río,  sino  estrecharlo  para  proirurarse  playa  seca,  extraída  el  agua  del 
punto  en  (¡ue  se  trabaja. 

''  Amurallada,  pues,  la  orilla,  (fstrechadtt  el  cauce  con  los  trinclios  y 
dejada  la  playa  cpie  ha  de  (íX]ilotarse  en  sect»,  el  minero  comienza  por 
preparar  el  terreno,  lo  cual  se  reduce  ¡i  limpiar  muy  Itien  una  super- 
tii'ic  de  LM>  ó  más  metros  cuadrados  en  la  ]»laya,  operación  ((ue  ejecutan 
con  un  corte  de  agua  sacado  del  mismo  río,  un  poco  más  arriba,  y  que 
se  hace  correr  al  través  de  la  labor,  lluego  (|ue  han  des<irenado  bien 
esa  superíicie,  barriendo  por  medio  del  agua  del  corte  las  capas  supe 
riores  de  la  arena,  queda  el  hoyo  asrutadtt,  y  comienza  la  verdadera 
explotación.  Como  el  fondo  d(d  h(»yo  (pieda  á  uji  nivel  igual,  muy  in- 
ferior al  del  río,  el  agua  dé  éste  S(í  filtra  por  la  arena  y  ca(í  á  la  labor 
en  cantidades  más  ó  menos  fuertes.  F.s  preciso,  jtues,  mantener  el  hoyo 
exhausto,  y  esto  se  consigue  extrayendo  el  agna  <*oii  las  bateas,  ó  po- 
niendo en  (d  trabajo  bombas  d(í  mano  ó  de  rueda. 

'•  A  la  clase  de  minas  de   verano  podemos   igualmente   n'ferir  las 

<:Iert;i  cantuliul  de  oío :  pero  este  nuevo  modo  de  facilitar  el  trabajo  de  los 
zambullidores  que  despertcí  »1  principo  entusjasmo  entre  los  mineroí»,  fue 
pronto  abandonado. 


—  1!»;;  — 

i-urtaulas.  no  it(iii|iif  s«  iicresitr  jiara  cxphtlar  una  plava  dejada  eii  secu, 
de  qiu-  pase  la  estación  lluviosa,  sino  poniue  en  éstas  como  en  a([uéllas, 
lo  primero  y  j'i  veees  lo  únieo  que  liav  que  liaeer  es  luehar  contra  el 
río;  y  á  la  manera  con  que,  sefrún  liemos  visto,  se  le  combate  en  los 
veraneos  propiamente  dichos,  con  trinclios,  nq>resa,s,  etc.,  así  también 
en  este  caso  se  le  separa  enteramente  abriéndole  un  nuevo  cauce. 

"  Es  excusado  decir  que  la  mayor  i)arte  de  las  trortadas  dejan  en 
seco  y  con  facilidtid  para  explotarla,  una  mina  de  tonija^  ponjue  redu- 
cida por  la  recta  del  nuevo  cauce  ú  menor  trecho  la  misma  extensión 
del  río,  el  ileclive  aumenta  en  propórcifhi  \  queda  <•!  anua  con  mayor 
corriente. 

'•  Las  empresas  d<!  esta  clase  son  muy  frecuentes  en  Autioquia,  y  á 
veces  jiroducen  resultados  asombrosos,  si  bien  en  ocasiones  arruinan  ó 
hacen  desesperar  al  empresario. 

*•  fia  única  operación  se  reduce  á  examinar  la  riqueza  de  la  madre 
y  de  la  i)Iaya,  y,  buscando  luego  el  jtunto  en  que  la  corriente  describe 
una  fuerte  curva,  unir  con  una  recta  sus  dos  extremos  para  echar  por 
ella  el  río  y  dejar  el  antiíruo  cauce  en  seco. 

"MINAS   1)K    LNVIKIiNO. 

"  Los  peíiueños  torrentes  y  amagamientos  que  se  desprenden  de  los 
cerros  y  coli'nas  no  presentan  i)or  h»  general  el  caudal  bastante  de 
aguas  para  trabajar  las  tierras  adyacentes  ;  proposición  que  sentamos 
con  tanta  generalidad  como  justicia,  pues  el  suelo  de  Autioquia  es  in- 
cuestionablemente aurífero  en  todas  partes,  pudiendo  apenas  citars<; 
algún  paraje  en  que  la  tierra  cateada  no  ])roduzca  alguna  cantidad  d(; 
oro.  Pero  lo  cierto  (!S  «lue  los  terrenos  minerales  no  pueden  explotarse 
sin  agua,  y  de  im[UÍ  la  necesidad  de  ocurrir  á  los  <iue  nos  ocupan,  sólo 
cuando  la  estación  lluviosa  ha  hecho  crecer  el  caudal  de  éstos.  Por  lo 
demás,  la  explotación  se  hace  exactamente  como  en  las  otras,  según 
veremos  después. 

"Así  (H)mo  colocamos  entre  las  minas  (h;  verano  las  cortadas,  así 
también  colocaremos  entre  las  de  invierno  las  minas  de  agua  arrimada; 
pues  en  éstas  la  falta  de  agua  i»or  encima  obra  como  la  sobra  de  ella 
en  las  primeras.  1*^1  empresari(»  luice  correr  td  agua  á  lo  largo  de  la 
cinta  y  por  su  i»ie;  abre  grandes  cuevas  en  las  frentes;  arrojadla 
ace(iuia  (d  mineral  y  luego  lo  lava  según  los  i)rocedimiéntos  ordinarios. 
Cuando  la  cu<!va  se  ahonda  demasiado,  cae  la  barranca  superior,  se 
bate,  se  jiace  correr,  se  limpia  y  se;  comienza  si  ahondar  de  nuevo  ho- 
rizontalmente  contra  la  frente  misma  qu(í  aparece. 

••  Igualmente  referiremos  á  esta  (dase  de  minas,  las  (|ue  por  la  es- 


—  194  — 

casez  lie  aguas  se  explotan  recogiendo  en  estanijues  el  agua  de  lluvia, 
ó  la  de  algún  arroyo,  y  trabajando  con  ella  j)or  intervalos. 

'*  Keduciendo  las  minas  á  dos  clases  generales,  diremos  (|ue  unas 
sou  de  saca  (1)  y  otras  de  toufja.  (2)  Que  las  primeras  no  pueden  tra- 
bajarse hasta  la  peña,  es  decir,  (|ue  no  i)uede  explotarse  toda  la  cinta, 
ponjue  las  peñas  están  más  abajo  del  nivel  de  las  aguas  y  por  tanto 
éstas  ahogan  el  trabajo.  En  tal  caso  el  mineral  se  saca  de  la  labor  y 
se  lleva  á  uu  canalón  ó  cernedero  colocado  en  otra  parte.  Cuando  la 
mina  es  de  tonga,  el  canalón  se  hace  sobre  la  labor  misma.  Por  lo 
demás,  las  operaciones  son  idénticas  en  todas  estas  clases  de  minas. 

"Las  minas  por  lo  general  no  son  sino  vegas  formadas  por  la  larga 
acción  de  los  ríos.  Hablamos  en  términos  generales,  pues  es  claro  que 
nuestra  definición  no  comprende  las  minas  de  cerro,  ni  las  de  aventa-, 
dero,  en  las  ([ue  depositando  sobre  las  peñas  las  arenas  auríferas  y  re- 
tirándose poco  á  poco,  forman  playas  más  ó  menos  grandes,  cubiertas 
luego  por  una  ó  más  capas  de  tierra  \  egetal. 

"  La  primera  operación  del  minero  es  la  de  desmontar  éstas,  lo  que 
se  consigue  con  el  agua  de  la  mina,  que  dirigida  al  través  de  esas 
tierras  reducidas  á  menudos  pedazos,  las  ¡yrastra  consigo,  hasta  des- 
cubrir la  cinta.  Esta  se  hace  en  toda  la  extensión  donde  se  ha  de  prac- 
ticar la  barredura  (3)  y  se  comienza  siempre  en  la  parte  baja  de  la 
mina ;  cosa  que  advertimos  porque  hemos  visto  á  los  inmigrantes  nor- 
te-americanos trabajar  de  arrii)a  })ara  abajo  en  el  río  San- Juan  y  por 
consiguiente  perder  el  tiemi)o  y  el  dinero  de  la  manera  más  lastimosa. 

''  T7na  vez  que  está  concluida  la  o])eracióu  de  desmontar,  y  cuando 
en  la  extensión  que  comprende  la  barredura  se  ha  hecho  desaparecer 
todo  cuanto  ocultaba  la  cintíi  aurífera,  se  sigue,  valiéndose  siempre  de 
la  misma  agua,  con  las  operaciones  de  chocar,  (4)  desguachar,  (5) 
cerner,  batir  y  otras,  aprovechando  el  movimiento  del  agua  para  separar 

(1)  Mina  de  saca.  Aquella  en  que  la  cinta  se  lialla  colocada  inferior  al  nivel 
de  las  aguas,  y  en  la  que  para  mantener  la  sequedad  precisa  acostumbran  los 
mineros  bombas  de  rueda,  de  mano  6  bateas. 

(2)  Totiija.  La  diferencia  de  nivel  que  permite  á  las  aguas  correr  con  libertad 
para  que  la  mina  no  se  ahogue,  y  (|ue  por  tanto  facilita  ó  hace  posible  la  cons- 
trucción del  canalón  y  socavones. 

(3)  Barredura.  El  conjunto  de  operaciones  hechas  en  una  mina  de  oro  co- 
rrido, con  el  fin  de  recoger  en  el  canalón  todo  el  oro  contenido  en  una  parte  de 
ella  más  ó  menos  grande. 

(4)  Chooar.  La  operación  de  batir  la  cinta  por  medio  del  agua  con  barras  ú 
otros  insti'umentos,  a  fin  de  conducir  los  materiales  así  separados  al  capalóc. 

(."))  BesQuacliar.  Palabra  derivada  de  guache,  nombre  que  se  da  á  la  capa  mi- 
neral  de  escasa  riqueza,  intermedia  entre  la  cinta  y  los  barroe. 


—  nr. — 

]M)r  iiumIío  (lí'l  alinooufrt'  y  de  Ids  chcIiks  ttxlas  I.is  jiiedras  ;;riiii(l(s  f|U(' 
hny  en  la  cinta,  i-  ir  cuncentrando  ésta  |>(»r  \o  misino. 

''  Es  (le  rigurosa  é  imprescindible  necesidad  para  trabajar  una  mina 
de  oro  corrido  (ó  \y.irA  lavar  las  arenas  extraídas  de  los  ríos),  hacer  un 
cernedero  ó  canalón  de  madera,  de  piedras  ó  troncos  de  strboles,  para 
echar  en  él  todo  el  mineral. 

'•  En  el  cernedero  se  colocan  los  peones:  unos  con  el  almocafre, 
revolviendo  el  mineral  jtara  hacer  asomar  las  jtiedras  grandes,  otros 
c»)n  los  cachos,  sacándolas  de  allí  para  arrojarlas.  A  veces  cuan<lo  el 
agua  da  facilidad  para  ello,  las  operaciones  anteriores  se  verifican  en 
toda  la  extensión  de  la  barredura,  y  sólo  al  fin,  cuando  se  han  sacado 
las  piedras  y  cascajo,  se  i)asa  el  mineral  concentrado  al  cernedero.  Allí 
se  le  da  la  última  concentración  y  se  lava  luego. 

"  Veamos  de  una  manera  más  minuciosa  el  método  como  se  monta 
una  mina  de  tonga,  advirtiendo  de  una  vez  ijue  en  las  uiinas  de  saca 
se  procede  exactamente  del  mismo  modo,  con  sólo  la  diferencia  de  (jue 
el  canalón,  que  en  las  primera^  (jueda  sobre  la  jieña  y  sobre  el  nivel 
de  las  aguas  inferiores,  debe  hacerse  i)ara  las  segundas  en  juinios  en 
donde  las  aguas  puedan  correr  libremente,  caso  en  (jue  es  preciso  llevar 
el  mineral  de  la  cinta  al  canalón. 

"  En  la  boca,  pues,  de  uu  amagamiento  (\nv  va  á  explotarse,  ó  en 
la  parte  inferior  de  la  acequia  í|ue  se  ha  echado  por  la  utina,  se  co- 
mienza por  limpiar  un  pedazo  de  terreno,  qu(;  se  bate  sucesivamente 
hacia  arriba  hasta  donde  el  minero  ve  ó  calcula  (lue  las  peñas  estén 
suficientemente  altas,  para  poder  trabajar  la  mina  c(ui  la  tonga  ó  caída 
que  pl  agua  trae.  Allí  se  «abre  el  trabajo.  Entonces  se  limpia  hasta  la 
j)eña  una  pequeña  área  á  lo  largo  de  la  acequia,  y  siempre  hacia  arriba 
con  el  auxilio  del  agua;  en  el  medio  d<;  ella,  y  en  la  misma  dirección, 
se  hace  un  canalón  ó  cernedero.  Allí  se  cierne  la  tierra  y  (¡ueda  la 
ruina  en  estado  de  principiar  su  laboreo. 

"Como  generalmente  se  llega  á  una  cajuí  de  ¡lii-dras  más  ó  menos 
grandes  que  el  agua  no  jtuede  remov«ír.  los  peones  las  arrojan  á  los 
lados  con  las  manos  ó  con  los  cachos ;  es  bajo  est^i  cajia  de  piedra  donde 
está  la  parte  superior  de  la  cinta  <|ue  descansa  sobre  la  peña. 

"•  íjSta  capa  también  se  saca  del  tajo  y  se  arroja  como  las  piedras 
superiores ;  pero  después  de  haberla  batido  muy  cuidadosamente  con 
el  almocafre  y  el  agua  })ara  separarle  las  piedras  grandes,  y  dejar  el 
cascajo  fino  y  la  arena  con  sólo  la  mezcla  del  oro  (jue  (mi  el  tajo  exiáta. 
Una  vez  cernida  la  cinta,  sólo  se  ve  una  grande  excavación  que  forma 
el  tajo,  cuyo  fondo  está  compuesto  de  la  peña  en  que  la  cinta  reposa ; 
la  peña  (jueda  en  unos  puntos  descubierta  y  cubierta  en  otros  por  la 
arena  ijue  rpiedó  con  el  oro  al  tiempo  de  cerner. 


—  r.x;  — 

'•Sigue,  pues,  lii  operación  de  barrer  la  |»eña,  cuya  importancia  es 
(le  primer  orden,  puesto  que  es  sobre  ésta  donde  (lueda  la  principal 
riqueza.  Con  esta  operación,  toda  la  arena  concentrada  que  estaba 
esparcida  en  el  tajo  y  la  parte  superficial  de  la  peña  raspada  con  el 
almocafre,  se  reúnen  en  una  sola  masa  y  se  echan  al  canalón,  en  donde 
se  ha  cernido  toda  la  tierra  ])reviamente  extraída,  y  se  lavan  finalmente 
en  las  bateas. 

"  El  oro  tal  como  se  obtiene  en  este  primer  lavaje  está  siempre 
mezclado  con  grande  cantidad  de  jagua,  cuya  separación  fuera  muy 
difícil  por  el  mismo  medio,  atendida  la  pequenez  y  poco  peso  de  cada 
partícula  mezclada.  Para  obtener,  pues,  la  separación  se  valen  los  mi- 
neros de  un  medio  ingeniosísimo.  Toman  los  cogollos  ó  la  corteza  de 
algunas  plantas  mucilaginosas,  machácanlas  luego  y  poniendo  un  poco 
de  aaua  separan  uno  ó  dos  litros  de  líquido  viscoso  que  ponen  aparte. 
El  oro  impuro  que  obtienen  del  primer  lavaje  es  lavado  nuevamente,  y 
por  partes,  en  este  mucílago  mezclado  con  un  poco  más  de  agua ;  cuya 
operación  lo  deja  casi  perfectamente  limpio,  pues  la  menor  gravedad 
de  los  granos  de  jagua  no  les  permite  romper  la  fuerza  cohesiva  del 
mucílago  que  los  retiene,  sin  poder  retener  el  oro,  (jue  se  deposita  en 
el  fondo  de  la  batea. 

"  Cuando  la  barredura  está  concluida,  se  echa  otra  hacia  arriba, 
procediendo  exactamente  del  mismo  modo,  y  prolongando  por  tanto  el 
canalón  hacia  la  parte  superior  cuanto  se  calcula  necesario. 

"  Sólo  nos  resta  para  terminar  lo  que  tenemos  que  decir  sobre  esta 
clase  de  minas,  hacer  dos  advertencias  esenciales:  1='  Que  cuando  en 
el  canalón,  hay  mucha  tonga,  la  corriente  de  las  aguas  por  él  es  dema- 
siado fuerte  y  podría  perjudicar  un  tanto  ;  para  remediar  este  incon- 
Tcniente  ponen  los  mineros  en  la  parte  inferior  de  él  una  represa  que 
contenga  y  disminuya  la  fuerza  del  agua,  y  á  veces,  como  sucede  en 
los  canalones  de  aventadero,  de  cerro  y  de  amagamiento  por  lo  general, 
hav  que  poner  dos,  tres  y  hasta  más  de  cuatro  represas  con  el  mismo 
objeto  ;  y  2')  Que  es  de  imprescindible  necesidad  el  mantener  la  parte 
explotada  de  la  mina  y  todo  el  terreno  qu(í  (^ueda  hacia  abajo,  limpio 
de  obstáculos  que  puedan  detener  el  agua  y  ahogar  las  tongas,  alzando 
el  canal ;  para  esto  se  construyen  por  lo  común  paredes  de  piedra  á  los 
lados  de  la  mina  y  al  otro  lado  de  ellas  se  arroja  la  carga  que  se  saca. 

"  Con  este  método  los  canalones  van  prolongándose  sucesivamente 
á  cada  Itarredura,  hasta  tomar  proporciones  enormes,  pues  no  sólo  no 
hay  para  <iué  destruirlos,  i)ero  conviene  conservarlos,  i)ara  ijue  el  agua 
pueda  correr  fácilmente  como  llevamos  dicho. 

"  Aunque  tenemos  divididas  las  minas  de  oro  corrido  en  varias 
clases,  de  intento  no  hemos  (|uendo  seguir  un  orden  estricto  en  la  raen- 


—  I!>7  — 

í'iúii  (U-  las  diferentes  luíinipulíieioues  euipleadas  v.w  su  laboreo,  jior  no 
«'iitrar  en  detalles  (|ne  serían  ]iueriles  é  insignificantes.  Los  avcníaderos, 
las  labores  bajas  en  ;;eneral,  el  trabajo  parcial  de  los  ania<^aniientos  y 
las  sobrcsabanas,  piden  o])eraciones  que  (juizá  no  habremos  mencio- 
nado especialmente;  pero  (luc  creemos  sobreentendidas,  va  por  lo  simple 
(!•'  su  mituraleza,  ya  por  deducción." 

( 'omo  no  nos  hemos  proi)uesto  hacer  una  descripción  de  todos  los 
métodos  de  cxijlotación  usados  en  Colombia,  no  hablaremos  d(}  moli- 
nos de  pisones,  de  bombas  hidráulicas,  de  hornos  de  fundición,  ni  de 
tantas  máquinas  y  aparatos  cuya  descripción  se  encuentra  en  los  libros 
europeos.  Pero  creeríamos  dejar  est<!  capítulo  incompleto,  si  no  dijéra- 
ujos  algo  sobre  l:is  guacas  ó  sepulcros  de  los  indígenas  y  el  modo  de 
trabajarlos.  Lo  terminaremos,  pues,  reproduciendo  la  interesante  des- 
cripción (|ne  hace  el  doctor  ^Lanuel  TJribe  A.  de  las  guacas  de  An- 
tio(iuia. 

''  El  arte  de  los  sepultureros  {guaqueros  del  país)  tiene  reglas  de 
una  gran  claridad,  de  fácil  comprensión,  de  aplicación  tan  cierta  que 
nosotros  les  damos  la  calificación  de  esencialmente  exactas,  entremos 
en  algunos  detalles. 

'•  Llamamos  en  Antioquia  sei)ulturas  ó  guacas  los  lugares  en  (jue 
están  enterrados  los  indios  con  sus  riquezas  ó  sin  ellas.  La  guaca  se 
llama  rica  cuando  contiene^  una  abundante  cantidad  de  oro  y  de  tum- 
baga; pobre  cuando  contiene  poca ;  y,  en  fin,  vacía  cuando  en  ella  se 
encuentran  sólo  huesos  ó  muebles  de  baiTO  y  piedra  destinados  á  los 
usos  conmnes.  Los  sei)ulcros  de  los  indios  se  hallan  aislados  ó  en  gru- 
l)Os ;  en  el  primer  caso  se  denominan  simplemente  (juacas,  en  el  segundo 
se  llaman  puchlos.  Distinguiremos  con  el  nombre  de  osarios  aquellos 
lugares  en  (jue  no  se  encuentra  otra  cosa  ([ue  los  restos  humanos  de 
los  aborígenes,  recogidos  cu  vasijas  de  barro  ó  dispuestos  de  alguna 
otra  manera. 

•'Por  lo  regular  los  indios  se  hacían  sepultar  en  lugares  muy  altos, 
ó  cuando  menos  en  las  colinas,  habiendo  demostrado  la  observación 
que  en  los  valles  y  en  los  terrenos  bajos  se  encuentran  pocas  guacas. 
Parece  que  buscaban  lugares  á  los  cuales  no  se  pudiera  llevar  agua 
■corriente,  para  evitar  de  esta  manera  la  destrucción  (]v  su  último  asilo 
y  la  profanación  de  sus  restos. 

'•  Los  indios  tenían  desde  tiempo  inmemorial  la  costumbn;  de  ente- 
rrar cuidadosamente  sus  cadáveres,  poniendo  al  lado  de  ellos,  tal  vez 
por  práctica  religiosa,  sus  haberes  y  ri([uezas.  Es  tanto  el  (anidado  con 
que  todo  está  hecho  en  un  sepulcro,  (jue  no  es  permitido  dudar  ni  por 
un  moment©  de  (jue  tales  operaciones  hayan  sido  ejecutadas  intencio- 
nalmente  y  ])or  personas  expresamente  encargadas  de  ellas. 


—  198  — 

"  Es  itlea  arraigada  é  inquebrantable  entre  la  clase  baja,  la  tie  que 
el  oro  arde  en  los  sepulcros,  y  aunque  el  pueblo  va  engañado  en  esta 
creencia,  no  lo  va  en  tomar  como  señal  de  la  existencia  de  iina 
guaca,  la  aparición  de  una  luz  nocturna  en  ciertos  jiuntos.  Los  huesos 
contienen  fosfato  de  cal,  que  en  su  descomposición  bajo  la  iníluencia  de 
la  humedad  da  lugar  á  la  formación  del  hidrógeno  fosforado,  gas  que 
se'inflama  al  contacto  del  aire  atmosférico,  produciendo  una  luz  azu- 
losa  y  mortecina.  Si  en  los  cementerios  hay  fuegos  fatuos,  en  las  guacas 
los  hay  igualmente,  y  entonces  razón  tiene  el  pueblo  en  tomarlos  por 
señal  característica  de  la  existencia  de  guacas  en  un  lugar  dado. 

"  Pero  si  la  circunstancia  de  arder  en  un  sepulcro  no  es  guía 
seguro  para  conducir  al  sepulturero  al  hallazgo  de  un  tesoro,  él  tiene 
otros  medios  evidentes  que  vienen  en  su  ayuda  de  un  modo  fácil  y 
sencillo.  Para  hacerlos  comprender  comenzaremos  por  una  clasifica- 
ción;  mas  antes  tenemos  que  advertir  que  para  cualquier  persona 
un  poco  observadora,  nada  hay  más  trivial  que  conocer  el  lugar  de 
un  sepulcro  de  indio  en  América,  después  de  haber  visto  alguno 
con  cuidado.  La  tierra  removida  al  tiempo  de  hacer  la  excavación, 
y  restituida  luego  á  su  lugar,  ha  debido  compactarse  con  el  trascurso 
del  tiempo,  dejando  un  hundimiento  superficial,  fácil  de  distinguir 
é  igual  en  extensión  á  la  abertura  del  sepulcro.  Este  hundimiento 
sobre  el  terreno  que  los  indios  buscaban  para  sus  panteones,  es  ya  sufi- 
ciente para  dar  pleno  indicio  de  su  existencia  en  un  lugar  dado.  Entre- 
mos en  la  división. 

"  Eeconocen  los  sepultureros  nueve  clases  principales  de  sepulcros 
caracterizados  por  las  diversas  variaciones  que  presentan  en  su  forma  á 
los  exhumadores,  y  son  :  •  • 

"  1"  De  cajón  ó  cuadrados ; 

"  2**  De  resbalón  ó  con  escala ; 

"  3*  De  tambor  ó  redondos  ; 

"  4"  De  cancel  ó  con  pared  de  piedra ; 

"  5"   De  triángulo ; 

"  6"^  De  media  luna ; 

"  7''  De  trastos ; 

"8"  Osarios;  y 

''!)"  De  pabellón. 

"La primera  clase  de  guacas,  es  decir,  las  de  cajón,  son  en  todo 
idénticas  á  las  fosas  (lue  se  abren  hoy  en  nuestros  cementerios  para 
enterrar  los  cadáveres. 

"  Las  segundas,  de  resbalón  ó  con  escala,  presentan  una  abertura 
cuadrangular,  y  á  medida  que  se  profundiza  se  va  encoirtrando  una 
escala  labrada  en  la  misma  tierra,  más  ó  menos   larga,  que  conduce 


—  r.n)  — 

hastii  t'I  fondo  (id  sepulcro  t'ii  donde  se  hallan  depositados  los  restos  ; 
con  li¿¡:era.s  variaciones  en  cnanto  á  la  disi»osición  del  i)lanü,  terminado, 
ya  de  un  modo  simple,  ya  en  bóveda,  ya  en  aposentos  ó  salones  más  ó 
menos  espaciosos,  c(»n  alacenas  ó  nichos  cuidadosamente  labrados  en  la 
tierra. 

'•  La  tercera  clase,  de  tamlior  ó  redondas,  presentan  en  vez  de  una 
abertura  cuadranííular,  una  entrada  circular,  y  así  llevan  sus  j)arede8 
hasta  el  fondo,  terminando  también  de  un  modo  variado. 

"  En  la  cuarta  clase  colocan  las  de  cancel  ó  con  pared  de  piedra. 
Kn  ocasiones  diehas  piedras  son  bien  labradas  y  colocadas  con  sime- 
tría ;  otras  veces  son  fragmentos  de  roca  escogidos  y  arreglados  de  un 
modo  poco  propio  y  con  algún  desorden. 

"'  La  quinta  dase,  de  triángulo,  se  refiere  á'Ia  forma  en  que  está 
hecha  la  abertura.  Lo  mismo  decimos  respecto  á  la  sexta  clase,  en 
forma  de  media  luna ;  y  en  cuanto  á  la  séptima,  de  trastos,  liaremos 
notar  que  se  conoce  con  tal  denominación  la  que  no  contiene  sino  uten- 
silios V  muebles  de  uso  común,  v  jamás  tiene  oro  ó  tumbaga. 

"  En  la  octava  clase  están  los  osarios,  pues  parece  que  los  indios 
tenían  la  costumbre  de  depositar  en  algunos  lugares  los  restos  de  sus 
antepasados  en  cántaros  y  ollas,  como  hemos  tenido  ocasión  de  obser- 
varlo en  un  punto  llamado  los  Bermejales,  frente  á  la  parro(iuia  de 
Hato-viejo,  en  donde  hemos  visto,  excavando  un  sepulcro,  centenares 
de  dientes  molares,  fuera  de  otros  huesos  contenidos  en  varias  vasijas. 

"  Llámanse  guacas  de  pabellón,  las  que  principiando  ])or  uua  aber- 
tura muy  estrecha  y  concluyendo  en  un  fondo  muy  ancho,  imitan  las 
camas  de  este  nombre. 

'•'  Pasaremos  á  otras  consideraciones  relativas  á  los  sepulcros,  y 
trataremos  con  especialidad  del  modo  como  son  explotados  por  los  bus- 
cadores de  oro. 

"  En  d  Estado  de  Antioquia  los  habitantes  de  Manizales,  Xeira, 
Salamina,  Aranzazu,  Filadelfia,  riberas  del  Cauca,  Yarumal,  Angos- 
tura, Anorí,  Kemedios  y  Andes,  son  los  que  con  más  frecuencia  se 
entregan  al  ejercicio  de  este  arte.  Los  lugares  donde  ellos  viven  son  los 
más  ricos  en  pueblos  de  indios.  Como  d  oficio  es  de  suyo  algo  peligroso, 
porque  el  lucro  no  está  en  razón  directa  de  la  certidumbre  que  haya 
de  encontrar  una  guaca,  sino  en  razón  d(!  la  riqueza  de  ella,  por  lo 
general  las  personas  dedicadas  á  esta  clase  de  trabajos  son  vistas  con 
íilgún  desdén ;  los  chuscos  las  burlan  y  los  negociantes  les  niegan,  ó  al 
menos  les  es(|uivan  sus  créditos.  Esto  no  impide  ([ue  en  ocasiones 
hallen  ingentes  t(!Soros. 

•'  Los  individuos  dados  á  est(;  oficio,  y  á  ve«es  las  familias,  i)ues  fa- 
milias enteras  se  dedican  á  él,  llevan  una  vida  excepcional :  forman 


—  liíKI  — 

especies  de  tribus  nómades,  con  sus  jefes,  sus  liábitos  y  sus  costumbres, 
aparte.  Provistos  de  herramientas  y  de  ^'ívercs,  cambian  de  domicilio, 
se  retiran  de  sus  lugares  })or  épocas  á  veces  dilatadas,  y  hacen  de  sus 
exploraciones,  investigaciones  y  trabajos  una  existencia  enteramente 
peculiar.  Como  todo  el  que  anda  á  rastro  de  riquezas,  su  vida  es  entu- 
siasta y  abundante  en  ilusiones,  con  frecuencia  desvanecidas  y  reem- 
plazadas por  una  realidad  tormentosa.  Hay  en  el  sepulturero  antio- 
((ueño  algo  raro,  algo  típico  (|ue  imprime  carácter  y  que  le  da  una 
fisonomía  es])ecial.  Alegre  é  investigador,  ve  siempre  segura  una 
riijueza  colosal,  habla  d<í  su  oficio  con  exaltación,  lo  encomia,  lo  de- 
fiende con  tenacidad,  y  da  con  frecuencia  señales  de  estar  poseído  de 
una  pasión  que  llega  basta  cierto  grado  de  locura  que  podríamos  llamar 
sarcofafiomanía.  Hasta  ahora  el  sepulturero  no  busca  más  que  oro. 
todo  lo  demás  le  importa  poco ;  ])ero  si  la  ciencia  llega  á  ponerse  en 
armonía  con  el  lucro,  estamos  seguros  de  <iue  eu  medio  de  hallazgos 
sustanciosos  por  su  riqueza,  la  arqueología  tendrá  ocasión  d(!  agregar  á 
sus  auales  valiosos  descubrimientos. 

''  Los  instrumentos  de  trabajo  que  necesitan  los  sepultureros  no 
son,  en  verdad,  ni  variados,  ni  complicados  :  una  barra  de  hieiTO,  un 
regatón,  unos  cachos,  una  pala,  un  azadón  y  á  lo  más  una  polea  para 
las  guacas  muy  profundas,  constituyen  todo  su  tren.  Provistos  de  estos 
utensilios,  alegres  y  charladores,  trabajan  con  descanso,  ríen  mucho  y 
refieren  anécdotas. 

•'  El  trabajador  ([ue  es  diestro  eu  su  oficio  reconoce  el  campo  de 
sus  operaciones,  sospecha  la  certidumbre  de  la  existencia  de  uno  ó  más 
sepulcros,  toma  su  regatón,  da  golpes  en  el  suelo  y  mira  con  atención 
la  tierra  ([ue  mueve  y  saca,  reconoce  algunas  de  las  señales  que  inves- 
tiga, continúa  su  trabajo,  y  de  ahí  en  adelante  dice  con  bastante  segu- 
ridad :  esta  sepultura  es  de  cajón,  de  escala,  de  cancel,  de  triángulo, 
de  tambor,  etc.  Si  continúa  el  trabajo  añadirá  bien  pronto  :  '  Aquí  hay 
tales  riquezas,  está  enterrado  un  hombre  ó  una  mujer,  hay  muebles  de 
tal  clase,  es  rica  ó  pobre,  y  concluye  de  este  modo  ó  del  otro.- 

'•  Un  individuo  que  en  la  paleta  de  su  barra  ó  su  regatón  saca  cier- 
ta clase  de  tierra,  distingue  si  ella  ha  sido  movida  en  uua  época  más  ó 
menos  remota,  y  de  esta  manera  viene  en  conocimiento  de  la  existen- 
cia de  ima  guaca  comparando  la  falta  de  densidad  y  disgregación 
de  la  tierra  que  ha  sido  removida  por  la  mano  del  indio,  con  la  tierra 
compactada  y  sin  tocar  que  la  rodea.  Dan  el  nombre  de  tierra  muerta 
á  la  que  extraen  de  los  sepulcros,  y  llaman  á  la  otra  tierra  virgen. 

"  El  guaquero  distingue  la  clase  á  ([ue  pertenece  el  sepulcro  que 
explora  por  la  forma  que  descubre  al  trabajar.  El  sabe,  porque  la  ex- 
periencia se  lo  ha  enseñado,  que  los  indios  separaban   cuidadosamente 


—  Uül  — 

las  (lifereiiti's  ra|)a.s  il«-  tierra  sepiii  su  t-olur,  sin  iiu*zi-.larlas  Jamás,  \ 
así  puedf  (U'i'ir  la  variedad  de  ellas  v  el  orden  en  (|ue  se  presentan  ¡i 
medida  que  ailelanta  su  trabajt».  La  catc^a»ría  v  riqueza  del  i)ersouaje 
sepultado,  las  conoce  por  el  mayor  esmero  en  la  hechura  de  su  tumlia. 
por  la  i;;ualdad  de  sus  jmredes,  por  sus  espaciosas  dimensiones  y  por  In 
posición  de  los  muebles  que  va  encontrando. 

••  lOntre  los  indios,  como  entre  nosotros,  las  personas  de  diterente.N 
.siíXits  tenían,  para  su  uso  personal,  muebles  de  carácter  apropiado  á  sus 
gustos  y  aplicaciones  familiares.  La  aparición  del  objeto  más  insignili- 
caute  da  campo  al  trabajador  })ara  designar  el  sexo  á  (|ue  p«'rteneció  el 
personaje  «lejtositadt»  en  im  sepulcro. 

••  Con  fr(;cuencia  hay  en  una  tumba  más  de  un  individuo,  hay  una 
tamilia.  y  en  tal  caso  el  buscador  encuentra  ut<*nsilio8  mezclados,  y 
esto  lo  guía  en  su  certera  predicción  ;  lleva  más  lejos  su  especie  de 
intuición,  pues  muchas  veces  agrega :  '  Este  indio  está  de  oriente  á 
poniente,  de  norte  á  sur  ;  tiene  sus  riíjuezas  en  tal  parte  :  sus  muebles 
••stán  junto  á  los  pies  ó  á  la  cabeza."  Todo  esto  lo  enseña  el  hábito,  y 
también  el  carácter  eiiiinentemente  observador  del  sepulturero,  quien, 
analítico  por  utilidad  y  precisión,  está  acostumbradc»  á  deducir  consc 
cueucias  legítimas  de  datos  anticipados. 

••  Una  cosa  que  reconocen  con  ])erfeccióu,  es  la  circunstancia  de 
saber  si  un  se])uIcro  ha  sido  robado  antes  y  por  ([uién  ;  si  por  los  anti- 
guos indios  ó  por  los  esjtañoles.  A  esto  son  conducidos  ])or  el  modo  y 
género  del  trabajo  (juc  descubren  al  principiar  sus  operaciones. 

"  Para  dar  una  idea  bien  positiva  del  arte  de  adivino  del  guaquero 
antioqueño,  referiremos  la  anécdota  siguiente,  que  tenemos  de  exce- 
lente origen  : 

'*■  Varios  individuos  de  Xeira  explotaban  en  comunidad  un  pueblo 
entero  de  poderosa  riqueza.  Al  ^ado  de  un  trabajador  i|ue  iba  muy 
adelante  en  su  excavación,  pasa  un  negro,  observa  con  atención  el 
aspecto  de  la  obra  de  su  compañero  ;  medita  un  poco  y  luego  dice  : 
'  El  indio  que  hizo  esta  guaca  se  arrepintió  de  enterrar  en  ella  después 
<iue  la  hubo  concluido  :  usted  no  encontrará  ni  trastos,  ni  cadáver, 
nada;  absolutamente  nada  contiene.'  Todos  los  que  oyeron  este  atre- 
vido vaticinio  se  rieron  del  negro  y  lo  calificaron  de  charlatán.  El  otro 
continuó  su  obra  y  después  de  concluida  nada  encontró  en  ella,  ni 
muebles,  ni  oro,  ni  cadáver.  Interrogado  el  negro  acerca  de  los  funda- 
mentos de  su  opinión,  dijo  :  '  En  ese  sepulcro  salía  la  tierra  negra 
mezclada  con  la  roja  y  con  la  amarilla  ;  todo  estaba  confundido,  y  el 
indio  jamás  ponía  la  tierra  sino  imitando  su  colocación  natural :  yo 
conocí  muy  bien  (pie  después  de  hecha  la  fosa,  había  sido  llenada  con 
precipitación  y  desorden,  sin  que  las  señales  constantes  de  encerrar 
alguna  cosa  existieran,  y  por  tanto  concluí  que  estaba  vacía." 


—  202  — 

"  La  precaución  (jiie  tomaban  los  indios  de  colocar  la  tierra  sin 
mezclar  sus  colores,  imitando  siempre  la  estructura  del  terreno  vecino, 
tendía,  en  nuestra  opinión,  á  ocultar  el  lugar  de  su  tumba  y  á  quitar 
todo  rastro  que  pudiera  más  tarde  guiar  á  los  profanadores  de  ella. 

"  En  cuanto  á  la  parte  manual  de  las  operaciones  actuales  para 
trabajar  las  guacas,  Ih'í  acjuí  los  ¡tormenores,  lieconocido,  como  hemos 
dicho,  el  lugar  de  su  existencia,  los  sepultureros  se  ocupan  resuelta- 
mente en  la  excavación.  Circunscriben  primero  el  área  de  su  abertura 
encerrada  por  las  paredes  de  ella,  y  los  trabajadores,  que  por  lo  común 
son  dos,  se  distribuyen  la  tarea  ;  el  uno  remueve  la  tierra,  aflojándola 
con  la  barra  ó  regatón,  el  otro  se  encarga  de  arrojarla  al  exterior,  cam- 
biando alternativamente  de  oficio,  pues  el  segundo  es  mucho  más 
fuerte  y  j)enoso  que  el  primero.  La  labor  hasta  profundizar  uno  ó  más 
metros  se  hace  rápidamente  y  sin  examinar  con  atención  la  tierra  que 
sacan ;  pero  cuando  la  profundidad  es  ya  más  considerable,  y  cuando 
señales  claras  y  patentes  dan  á  entender  que  se  llega  al  fondo,  entonces 
el  trabajo  se  continúa  lentamente  y  con  precauciones.  Cada  porción 
de  tierra  que  se  extrae  es  vista  con  cuidado  antes  de  ser  arrojada  :  ya 
no  se  trabaja  bruscamente  y  con  barra;  se  usa  una  especie  de  paleta 
de  hierro,  con  la  cual  se  quita  el  suelo  por  capas  delgadas,  dando  á  esta 
operación  el  nombre  de  barredura.  Llegados  al  fondo  lo  registran  bien, 
sacan  los  restos  del  cadáver,  rompen  con  frecuencia  todo  lo  que  está 
hecho  de  tierra,  y,  guiados  por  la  experiencia,  buscan  debajo  del  cuerpo 
del  indio  algún  depósito  particular,  pues  en  ocasiones, — quizá  no  cre- 
yendo su  riqueza  enteramente  segura,  sepultándola  á  4  ó  5  metros, — 
el  primitivo  antioqueño  quería  ocultarla  aun  más,  protegiéndola  con 
su  cuerpo.  (1) 

"  Cuando  el  guaquero  ha  llegado  en  su  maniobra  hasta  encontrar 
los  restos  del  muerto,  lo  que  con  más  a^linco  y  rapidez  ejecuta  es  exa- 
minar el  lugar  en  que  debieron  quedar  las  orejas  y  la  nariz,  porque  allí 
halla,  casi  de  un  modo  constante,  aretes,  argollas  y  chagualas.  A  veces 
ponían  los  indios  la  mayor  parte  de  su  tesoro  debajo  de  la  cabeza,  en 
ocasiones  ocultaban  sus  joyas  en  las  axilas,  y  con  frecuencia  en  medio 
de  las  piernas,  bajo  las  corvas  ó  en  la  región  de  los  lomos.  El  trascurso 
del  tiempo  no  deja  en  la  mayor  parte  de  esta  clase  de  sepulcros  sino  la 
sombra  del  cadáver  dibujada  de  negro  por  la  putrefacción  de  los  restos. 
Hay,  sin  embargo,  muchos  lugares  en  ([ue,  sea  por  la  composición 
química  del  terreno,  ó  ponqué  la  época  del  entierro  cuente  más  reoiente 
fecha,  los  esqueletos  se  conservan  en  todo  ó  en  parte. 

(1)  No  todas  las  guacas  se  trabajan  en  seco.  Cuando  se  trata  de  pueblos,  de 
sepulturas  ó  cementerios  de  los  aborígenes,  si  hay  facilidad  de  llevar  una  co- 
rriente de  agua,  se  explotan  como  minas  de  aluvión. 


'*  Después  úv  csra  iiivesligacióu  iiiimiciosa  del  liovo,  los  guii(|U('ros 
tienen  comk»  «h'lier.  i|U('  llenan  relijriosanicntc.  (-(dniar  la  fosa  hecha  c(»n 
la  tierra  sacada  de  ella,  b^jecntan  esto  en  los  bosques  virf^enes  y  con 
nuía  razón  en  los  sitios  poldailos  para  evitar  accidentes  funestos,  conio 
la  caída  en  ellos  de  personas  ó  de  animales.  Si  el  resultado  de  la  ope- 
ración ha  sido  favoralde  al  trabajador,  su  aluindosa  charla  se  ejercita 
frecuentemente  en  conceptos  lisonjeros  para  la  memoria  del  indio  que 
allí  se  enterró  con  sus  ri(|uezas:  nías,  si  ])or  desgracia  el  sepulcro 
resulta  vacío,  la  burla  y  los  malos  propósitos  ultrajan  sin  ¡¡iedad 
los  manes  del  pobre  muerto.  En  todo  caso,  los  huesos  suelen  quedar 
al  airo  libre  hasta  su  completa  destrucción. 

''  Xo  es,  sin  embargo,  la  estadística  del  producto  hallado  lo  ((ue  nos 
mueve  á  recoger  los  hechos  de  que  tratamos;  es  más  bien  la  idea  de 
í|ue  se  conserve  y  eliricjuezca  la  variada  colección  de  objetos  y  muebles 
históricos  hallados  en  las  guacas.  Los  museos  de  Europa  tienen  y 
ansian  tener  algunos  de  estos  documentos  ;  los  extranjeros  inteligentes 
los  buscan  con  ahínco,  y  nosotros,  por  regla  general,  los  hemos  despre- 
ciado y  destruido  sin  misericordia. 

''  Los  objetos  sacados  por  el  sepulturero  antioqueño  pueden  redu- 
cirse á  tres  géneros  distintos :  los  adornos  y  útiles  hechos  de  oro, 
los  de  piedra  y  los  de  barro.  Los  de  sustancias  animales  y  vegetales 
eomo  lana,  plumas,  pieles,  madera,  cortezas  de  árboles,  paja,  etc.,  más 
atacables  por  la  natural  acción  destructora  del  tiempo,  se  hallan  en 
muv  corto  número." .... 


V. — VISLUMBRES   EN   EL   POKVENIK. 

Si  se  tienen  en  cuenta  los  medios  tan  insuficientes  como  ])oco  ade- 
cuados de  que  hasta  hoy  s(^  ha  hecho  uso  en  Colomliia  para  el  beneficio 
de  las  minas,  admira  (|ue  hayan  producido  tan  cuantiosas  cantidades 
de  oro.  •  (^uién  podri'i  calcular  sus  rendimientos  cuando  se  les  lleguen 
á  aplicar  los  métodos  perfeccionados  de  la  grande  explotación,  cuando 
el  trabajo  lento  del  lioml)re  sea  reemplazado  por  el  de  poderosas  má- 
quinas: ])erforadoras  ó  barrenos  de  aire  com|)rimido,  (|uebradoras,  tri- 
turadoras, concentradoras,  tinas  de  amalgamación,  (1)  dragas,  etc.,  etc. "/ 
Comprendemos  que  el  momento  de  <'sa  trasformación  de  la  industria 
minera  se  acerca  rápidanurnte,  y  hemos  (juevido  exponer  en  este  libro 
las  enseñanzas  del  ¡¡asado,  para  (lue  sirvan   de   lección  en  el  presente; 

(1)  Muchos  las  llaman  inipropiamente  pane:<,  voz  formada  de  su  nombre 
inglés  pans. 


—  204  — 

>  los  esfuerzos  de  las  generaciones  <[ue  nos  han  precedido,  con  el  lin  de ' 
(|ue  cuando  llegue  para  nuestra  patria   el   brillante  porvenir  <|ue  ya  se 
divisa  se  les  recuerdí;  con  gratitud. 

JiOS  métodos  de  beneficio  de  los  minerales  d«'  oro  y  de  i)lata  se  lian 
reducido  generalmente  hasta  hoy  á  moler  y  lavar  los  primeros,  pasíindo 
sus  residuos  directamente  y  sin  mezcla  de  magistral  á  los  arrastres  de 
amalgamación.  A  los  de  plata  se  ha  aplicado  la  anuilgamación  mexi 
cana  ó  la  alemana,  sin  someterlos  antes  á  experimentos  científicos  para 
conocer  su  (-omjjosición  y  modificar  en  consecuencia  el  tratamiento 
metalúrgico.  Esta  rutina  ha  originado  la  ruina  de  muchas  emi)resas 
<iue  i)or  su  riqueza  prometían  pingües  utilidades.  J5n  Colombia  se  en- 
cuentran minerales  muy  complejos  :  presentan  combinaciones  diversas 
(le  sulturos.  arseniuros  y  antimoniuros  que  resisten  á  los  métodos  de 
beneficio  conocidos.  La  intervención  de  los  hombres  de  ciencia  es, 
pues,  indispensable  para  determinar  los  medios  que  se  deba\i  a])licar 
para  separar  los  metales  preciosos  ([ue  los  enriquecen. 

Ya  hemos  referido  cómo  se  estableció  la  Hacienda  de  Fundición 
de  Titiribí,  en  la  que  se  elaboran  los  minerales  del  Zancudo.  Aunque 
este  grande  establecimiento  ha  venido  prosperando,  no  satisfechos 'aún 
sus  dueños  enviaron  al  Director  á  los  Estados  Unidos  á  que  procurase 
hacer  nuevos  estudios  con  la  mira  de  cambiar  ó  perfeccionar  el  método 
(jue  se  emplea.  De  un  interesante  informe,  fethado  en  Xueva  York 
el  2  de  Agosto  de  1887,  firmado  por  el  señor  D.  Ildefonso  Gutiérrez  y 
por  el  socio  D.  .1.  B.  Mainero,  cuya  comunicación  debemos  á  un  ami- 
go nuestro,  extractamos  lo  siguiente  : 

Los  señores  (lutiérrez  y  ^Nfainero  llegaron  á  Nueva  York  el  l."> 
de  Junio  de  1887  y  se  ocuparon  durante  diez  días  en  solicitar  datos  y 
en  consultar  ingenieros  de  minas.  Después  de  ver  y  pensar  seriamentCj 
resolvierou  confiar  la  solución  del  ])roblema  que  los  preocupaba  á  Mr. 
Iliotte,  habilísimo  metalurgista  y  (juímico,  dotado  de  profunda  ciencia, 
larga  experiencia  y  constancia  á  toda  prueba.  El  se  encerró  en  su  la- 
boratorio durante  más  de  un  mes,  en  asocio  con  el  señor  Gutiérrez,  y 
después  de  practicar  el  análisis  completo  de  los  minerales  del  Zancudo, 
hizo  una  serie  de  ensayos,  que  i)asaron  de  cincuenta,  con  el  fin  de  apli- 
carles el  tratamiento  adecuado.  Los  experimentos  presentaron  graves 
dificultades  á  causa  de  la  composición  compleja  de  los  minerales,  pero 
;il  fin  fueron  coronados  por  el  éxito  más  comi)leto,  dando  por  resultado 
lui  método  fácil  y  barato  ])ara  la  separación  del  oro  y  de  la  plata. 

''  Algunas  cifras,"  dice  el  Inforuie,  "  darán  una  idea  más  clara  del 
asunto  ({ue  largas  explicaciones. 

'•  8e  extraen  actualmente  de  la  mina,  se  muelen  en  los  molinos, 
se  concentran  y  se  funden  (íO.ÍKH)  (juiíitales   de   mineral  por  mes,  los 


—  jor»  — 

qiio  viiU'ii,  al  precio  mctlit»  (U;  ><    I—"»!»   ceutavos  el  (|uiiital  :    >*  ;»(»,(»>(». 
IN'rfVrciouado  <<tiii»»   se   halla  mu'strt»   actual   método   de  t-laltoracióii, 
sacamos  cii  los  molinos  v  cu  l(»s  hornos  de  IM  á  .'U,í)()(>  ]iesos,  «[uc  cíiui 
vftitMi  á  un  cuarenta   por  ciento   escaso  del   oro  y  de  la  plata  que  con- 
tienen las  menas. 

'•  Los  *  ."»4,()(U>  ct|uivalen  C(»n   el   premio   de   cambio  de   las  letras 
sobre  el  exterior  al  5(»  por  ciento  á *  .~);>,()00  (1) 

••  (íastos  mensuales  del  Establecimiento 4(>,0(M» 


*•  Diferencia  (|ue  repri'senta  el  jjroducto  neto  mensual  *   l.'>,00(> 

*•  Para  obtener  este  resultado  se  necesita  emprender  una  cam])aña 
en  toda  forma,  la  qne  no  dura  menos  de  tres  meses  ;  se  emplean  en  la 
empresa  1, <>(>(>  i>ersonas,  L*,(MM>  muías,  inmensos  depósitos  de  madera 
para  el  abasto  d(!  catorce  molinos  ti  innumerables  edificios.  Lo  peor  del 
sistema  adoptado  es  (jue  estamos  obligados  á  sostener  diversos  estable- 
cimientos que  se  hallan  á.algunas  leguas  de  distancia  unos  de  otros  y 
que  el  Director  no  puede  vigilar  con  la  debida  constancia. 

'"  Veamos  ahora  (|u«''  resultados  se  obtendrán  en  la  trasfovmación 
de  la  Empresa,  aplicando  el  nuevo  método. 

''  Los  ()(>,0(M»  ([uintales  de  mineral  ((ue  se  extraen  hoy  de  la 
mina  y  (pie  valen  S  1)0,000,  producirán  por  lo  menos  el  70  por  ciento, 
.;  sean $    C;},000 

''  Premio  aproximado  de  cambio  sobre  esta  suma,  al  oG 
por  ciento .'ji"),000 

"  Suma  :    producto  del  mes $  08,000 

'•  Los  gastos  son  los  siguientes  : 

••  1,200  quintales  de  sal S  0,()00 

••  .-{,000  libras  d(;  azogue ,  -*,400 

••  Extracción  del  mineral  y   acarreo  á  los  macha- 
cadores   8,000 

"  Gastos  de  elaboración  y  otros (>,000 

'•(iastosy  pérdidas  eventuales,  cansados  ]»or  las 

dificultades  del  ciimbio  d(í  sistema 2,000  -$  28,000 

"  TTtilidad  mensual ^  70,000 

••  l'tilidad  que  se  obtiene  en  la  actualidad ^    lí),000 

••  Diferencia  á  favor  de  la  empresa S  .^7,000 

(1)  El  proel uciü  del /ancudu  ha  asceudidu  en  los  últimos  meses  á  70,  90  y 
hasta  cien  mil  pesos,  aumento  que  se  debe  ii  que  el  filón  se  ha  anchado  en  una 
de  las  galerías  hasta  veintidós  pies,  á  la  vez  que  se  ha  enriquecido,  y  al  alza 
"^n  el  premio  de  cambio  de  las  letras. 


—  200  — 

"O  lo  que  es  lo  mismo,  $  084,000  <k'  aumento  sobre  el  producto 
neto  íiuual  del  Zancudo  ! 

"  Para  lograr  este  fin  bastará  cambiar  j)aulatinaiuente  el  sistema 
actual ;  para  dar  principio  á  la  trasformacióu  llevamos  un  tren  sufi- 
ciente con  el  cual  se  beneficiarán  diariamente  diez  toneladas  de  menas. 
Una  vez  que  éste  funcione,  nos  dará  con  <|ué  l)agar  los  diez  res- 
tantes. 

"  Una  de  las  inmensas  ventajas  del  nuevo  método  es  que  L'4  horas 
después  de  extraído  el  mineral  se  entregan  el  oro  y  la  plata  que  con- 
tiene convertidos  en  barras.  Además,  se  montarán  en  un  espacio  redu- 
cido dos  establecimientos  iguales,  que  elaborarán  diariamente  cincuen- 
ta toneladas  cada  uno.  Tanto  éstos  como  los  pocos  empleados  necesa- 
rios para  su  manejo  estarán  bajo  la  inmediata  inspección  del  Director, 
quien  desde  su  casa  podrá  verlo  y  dirigirlo  todo. 

"  El  horno  destinado  á  qnemur  jagum,  que  haremos  construir,  será 
manejado  por  dos  hombres  y  hará  en  un  mes  el  mismo  trabajo  que 
hacen  los  trece  hornos  de  quemar,  existentes,  ([ue  ocupan  52  hombres. 

"  Finalmente,  debemos  dar  cuenta  de  una  ventaja  que  es  de  un 
gran  valor.  En  caso  de  trastorno  del  orden  público,  que  haga  difícil 
conseguir  la  sal,  se  puede  prescindir  de  su  empleo  y  sacar  diariamente 
el  producto  de  los  minerales  con  sólo  un  aumento  de  (luince  por  ciento 
en  la  pérdida  metalúrgica.". . . . 

Los  progresos  de  la  ciencia  en  los  últimos  años  del  presente  siglo 
son  maravillosos.  Si  el  hombre  no  i)uede  crear  ni  dar  vida  orgánica  á 
los  cuerpos,  sí  los  descomi)one,  separa  los  elementos  que  los  forman  y 
vuelve  á  unirlos. 

(Jon  el  eficaz  auxiliar  de  la  química  analítica  y  experimental,  los 
anglo-americanos  han  modificado  de  cien  maneras  diversas  el  método 
de  amalgamación,  adaptándolo  á  la  variedad  numerosa  de  las  asocia- 
ciones metálicas  que  envuelven  el  oro  y  la  plata.  Así  es  como  las 
menas  del  Zancudo,  ([ue  oponían  resistencia  tenaz  al  azogue,  le  ceden 
hoy  con  toda  facilidad  los  metales  preciosos  que  contienen. 

En  los  ricos  criaderos  de  Alta,  Baja  y  Yetas  ha  luchado  durante 
tres  siglos  la  ciega  rutina,  que  procede  á  tientas  con  la  naturaleza,  y 
se  ha  retirado  vencida  dejando  sólo  escombros.  I^a  ciencia  invadirá 
pronto  esa  región  abundante  en  metales,  dirá  atrás  á  la  rutina  y  sen- 
tará allí  sus  reales.  Luego  vendrá  el  turno  de  los  poderosos  filones  del 
cerro  de  San-Antón,  de  la  China,  del  Líbano,  etc.,  en  el  Tolima ;  y 
cuando  salga  el  sol  del  siglo  veinte  sobre  las  cumbres  de  nuestras 
cordilleras,  se  romperán  esas  cadenas  ([ue  oponen  una  valla  á  la  civili- 
zación, con  el  producto  de  los  metales  que  se  extraigan  de  sus  entra- 
ñas. Entonces  nuestros  descendientes  bendecirán  á  Dios,  que  si  puso 


—  LM»7  — 

barreras  j)ara  probar  el  vigor  de  los  hijos  de  esta  generosa  nacióu,  de- 
jiositó  eu  ellas  mismas  la  jialauoa  de  imponderable  fuerza  (juc  ]iuede 
removerlas. 


VI. — EL  GOBIERNO  ESPAÑOL  FOMENTO  LA  INDUSTRIA  MINERA. 

Con  frecuencia  se  ha  hecho  al  (robierno  español,  por  escritores  na- 
cionales-y  extranjeros,  el  cargo  de  no  haber  dado  protección  á  la  in- 
dustria minera.  La  imparcialidad  nos  obliga  á  decir  que  este  cargo  es 
enteramente  infundado  y  que  ninguna  industria  fue  tan  atendida  y 
ostiraiilada  coiío  ésta  en  el  Virreinato.  En  distintas  épocas  se  dieron 
ordenanzas  de  minas  protectoras  de  la  propiedad  y  de  los  derechos  de 
los  mineros,  y  la  solicitud  del  Gobierno  se  manihesta  patente,  tanto 
eu  las  Relacionen  de  mando  de  los  Virreyes,  como  en  los  numerosos 
informes  (pie  recibían  de  las  Provincias.  J)e  estos  informes  hemos 
tomado  muchas  de  las  más  importantes  noticias  que  contiene  este 
opúsculo. 

Se  ha  dicho  entre  otras  cosas  que  el  Gobierno  español  ora  dueño  de 
minas  en  (Jolombia,  (1)  y  escritor  ha  habido, que  en  obra  muy  reciente 
cuenta  entre  las  rentas  de  la  Colonia  el  arrendamiento  de  las  minas  de 
plata !  Lo  que  hay  de  cierto  en  este  asunto  es  lo  siguiente :  en  princi- 
pio las  rainds  se  consideraban  del  dominio  de  la  real  Corona ;  ésta  las 
concedía  á  sus  vasallos  en  propiedad  y  ])osesión,  de  tal  manera  que 
podían  disponer  libremente  de  ellas  como  de  otra  propiedad  cuahiuiera. 
"  Todas  las  riquezas  metálicas  de  las  colonias  españolas,"  dice  el  liaron 
de  Humboldt,  ''  se  encuentran  enpoder  de  los  particulares  ;  el  Gobierno 
no  posee  otra  mina  sino  la  de  azogue  de  Huancavélica,  en  el  Perú, 
que  está  abandonada  mucho  tiempo  há."  Inmediatamente  después  de 
la  Conquista  sí  hubo  algunas  minas  de  f»ro  en  explotación,  en  Veragua, 
por  cuenta  del  Key.  Posteriormente  no  se  le  asignaron  minas,  como 
lo  prueban  las  piezas  que  publicamos  en  el  Apéndice  (documento  K). 
Pero  como  se  sabe  (|U('  el  (iobierno  hizo  explotar  varias  minas  por 
8U  cuentii,  es  natural  preguntar  (jué  motivos  tuvo  para  ello.  J^a  expli- 
cación de  este  hecho  la  hallamos  en  un  informe  del  señor  ]>'Elhiiyar 
"sobre  el  fomento  de  las  minas  de  Santa-Ana  y  otras  del  Reino;"  dice 
así:  "  Auníjue  no  está  ])rohibido  que  los  particulares  puedan  trabajar 
minas  en  los  reales  de  Santa-Ana,  las  Ijajas,  Frías  y  Jiocaneme,  sin 
embargo,  he  notado  una  especie  de  temor  y  recelo  entre  las  gentes  por 

( 1)  En  el  artículo  Colombia  de  lii  Enciclopedia  Btitdnica  leemos  :  "  El  oro  for- 
maba una  fuente  valiosa  de  rentas  para  el  Gobierno  español  qut  empleaba  mi- 
les de  negros  y  de  indios  en  su  extracción." 


—  l'OS  — 

sólo  el  Ih'cIk»  (le  csriirsc  tralwjaiult»  <!(•  ciuíiita  de  Su  Majestad,  lo  ^[W' 
es  muy  conveiiicnrc  destruir,  iiiaudaudo  X'uestra  Excelencia  sepro- 
unil^ue  en  a(|uellos  contornos  un  auto  en  (pie  se  exprese  no  ser  la 
mente  de  Su  .Majestad  trabajar  por  sí  solo  las  minas  de  a(|uellos  reales; 
que  al  contrario  las  <|ue  lia  emprendido  y  tiene  vn  labor.  h<i  xido  sólo 
< (in  lo  inini  ih' animar  <¡  sus  «uñados  vasallos  á  la  labor  fie  ellas  ; 
(|ue  ])or  consiiíuiente  todos  los  particulares  que  (|uieran  dedicarse  á 
este  trabajo  pueden  hacerlo  registrando  las  que  bailaren  en  dichos 
reahíS  ó  en  cuabíuiera  otro  distrito." 

Siempre  que  intentó  el  (Jobierno  de  la  (Bolonia  estublecíír  trabajos 
de  explotación  de  minas  d«'  metales,  tuvo  algún  fracaso.  Las  de  esme- 
raldas de  Muzo  se  l)eneiiciaban  'desde  1777  ])or  cuenta  de  la  real  Ha- 
cienda :  el  Virrey  Ezpeleta  hizo  susi)ender  su  laboreo  porque  daban 
pérdida,  y  dejó  (|ue  los  particulares  las  trabajaran  libremente.  "'■Estoy 
persuadido,  decía  con  razón  el  Virrey  ]\[endinueta,  de  ([ue  aquí,  y  qui- 
zá, en  todas  partes,  la  verdadera  utilidad  del  erario  consiste  en  que  haya 
muchos  mineros,  pero  no  en  beneficiar  las  minas  por  su  parte." 

El  Key  no  tenía  para  qué  pensar  en  explotar  minas,  bastábale  hacer 
recaudar  los  cuantiosos  impuestos  <|ue  gravaban   el  oro  y  la  plata.  (1) 

(1)  Callan  eu  general  nuestros  historiadores  resi^ecto  de  las  variaciones  que 
tuvieron  con  el  tiempo  los  impuestos  sobre  el  oro,  ó  dicen  muy  poca  cosa.  Nos- 
otros hemos  obtenido  los  siguientes  datos,  después  de  una  laboriosa  investigación 
en  los  archivos. 

Por  cédula  dada  por  los  Keyes  católicos  D.  Fernando  y  Doña  Isabel  en  Medina 
del  Campo,  el  5  de  Febrero  de  1504,  declararon  y  mandaron  que  á  todos  se  les 
permitiese  buscar,  catear  y  labrar  las  minas  de  oro  3"  plata  donde  quiei'a  que 
las  hallasen,  con  condición  que  pagasen  á  Sus  Majestades  la  quinta  parte  de 
todos  los  metales  que  beneficiasen,  y  que  no  pudiesen  usar  de  ellos  sin  que  pri- 
mero se  les  hubiese  echado  el  sello  ó  marca  real  llamado  del  quinto.  Además, 
Carlos  V  estableció  en  favor  de  su  Secretario  Cobos  un  impuesto  de  uno  y  medio 
por  ciento  sobre  el  oro.  que  si  conservó  el  nombre  de  su  primer  usufructuaiúo, 
se  cobró  en  adelante  como  derecho  de  fundición,  ensaye  y  marca. 

F,l  derecho  de  (juinto  se  fue  rebajando  con  el  tiempo.  A  los  fundadores  de 
Zaragoza  se  les  cobraba  el  quinzavo  y  el  veinteno  (once  y  dos  tercios  por  cien- 
to) y  á  los  de  Remedios  sólo  el  quinzavo.  En  diferentes  ocasiones  se  concedió  á 
los  dueños  y  trabajadores  de  algunos  minerales  que  en  lugar  del  quinto  paga- 
sen la  décima  ó  vigésima  parte,  y  con  especialidad  alas  ciudades  de  Santafc, 
Zaragoza,  Antioquia  y  Popayán  se  les  hizo  la  gracia  de  que  pagasen  únicamen- 
te el  veinteno,  algunos  años  antes  de  1678.  En  dicho  año  se  jn'egonó  en  las  es- 
quinas de  la  Calle  Real  de  Bogotá  la  real  Cédula  fechada  en  Madrid  el  ">1  de 
Marzo  de  167Í*.  Por  ella  se  hizo  e.xtensiva  á  todo  el  Nuevo  Reino  de  Granada  la 
gracia  y  merced  de  que  en  lugar  del  quinto  pagasen  el  veinteno  asi  del  oro 
como  de  la  plata.  "  Reconociendo,"  dice  la  Cédula,  '=  que  está  tan  arraigado  el 
delito  de  no  quintar  el  oro,  que  conviene  aplicar  remedio  eficaz,  que  ú  vista  de 
los  medios  de  mayor  equidad  que  exierimentan  en  mi  i"eal  benignidad  y  en  el 
amor  Paternal  con  q>ie  procuro  evitar  ;í  mis  vasallos    l;is  causas   y  motives  de 


—  LMH»  — 

lOii  lina  carta  del  L'ev  ;í  1).  Scliastiáii  de  lOslava.  de  tVclia  '_'(»  tic 
Ajíosto  «I»'  17.Í!».  Ir  dice  lo  siuMiiciitc  :  '•  Las  |iri*ciosas  minas  de  plata  \ 
(tro  d«*  Paiiiploiia,  Mari<niita,  ('aña\i*rai  (v\\  (lirón),  «•t*rn>  de  .Murrí  y 
otras  se  liallaii  totainientc  altaiidonadas,  sin  (|iu'  liavu  <|iiien  se  apüíjuc 
Hsu  laltor.  .  .  .  lia  Provincia  de  Antit>(|iiia  enipic/a  á  tlorccer,  lieneHcián 
dosc  iMi  fila  al^iíñii  on»  del  nniclio  en  (|ii('  aluinda.  I'tnidn'ix  todo  ciii 
dudo  (II  apliairlv  los  iinxiliits  con rcii ¡cutes  ¡mni  t/ue  cuya  cu  aumento 
c^ta  importo  ufe  labor.  El  minmo  cuidado  pundrcis  en  las  l'roci  netas 
del  Clioeó.  no  (d)stantc  que  en  ellas  es  va  crecida  la  porción  de  oro  (|Uo 
80  Imnetícia  *'.... 

En  un  olicio  del  Arzobispo  N'irrev,  techado  en  178U  y  diri;íido  al 
Excídentúsiuio  señor  J).  José  de  (lalve/,  leemos:  ''  l*or  el  año  de  cin- 
ouen:a  (17.")(M  se  promovió  el  estaldeciniiento  ilc  las  iKÍnas  de  Mari- 
<|UÍtH  en  fuerza  del'celo  \  de  las  reales  instrucciones  (jue  para  ello  tenía 
el  Exceleutísimo  señor  I).  .losé  Fizarro.  Jamás  hubo  proporción  más 
ventajosa  por  (d  fondo  efectivo  de  la  jioderosa  compañía  ([ue  formaron 
las  cuatro  casas  más  acaudaladas  del  Reino:  pero  ciertas  concesiones 
t]\U'  parecieron  sospechosas  al  mencionado  Virrey,  desvanecieron  de 
j;olpe  las  fundadas  esperanzas  (jue  concibió  todo  el  Keino. 

''Cruiado  d(d  mismo  celo  y  amor  á  los  intereses  del  liey,  el  Exce- 
iestísimo  señor  J>.  l^edro  de  la  Zerda  se  empeñó  en  vencer  todos  los 
obstáculos,  animando  con  su  e¡emi)lo  á  varios  ])articulares  para  lograr 
un  sólido  eshiblecimiento  y  dar  al  mundo  entero  las  ])ruel)as  más  evi- 
dentes de  las  inmensas  ri«|uezas  <lel  Nuevo  lleiim  de  (iranada.  A'  con- 
secuencia de  sus  H'petidos  informes  contribuyó  8u  Majestad  con  todos 
los  auxilios  ))ara  la  habilitación  de  mineros,  y  la  especial  gracia  de  ha- 
cer venir  del  I'erú  dos  beneficiadores  y  barreteros,  costeados  por  cuenta 
de  la  Ueal  Hacienda  ;  p(  ro  con  tal  desgracia  que  la  reconocida  y  bien 
probada  ignorancia  de  los  enviados  hizo  desmayar  á  los  interesados." 

Los  dos  mineros  enviados  del  Perú  fueron  1).  .losé  Antonio  Ville- 
gas, <iue  pretendió  halier  descubierro  una  rica  mina  d(í  cinabrio  en  el 
Oyerro  de  Mouserrate,  que  domina  á  Pxtgotá,  y  I).  Manuel  Díaz  de 
Aguirre  :  eran  unos  charlatanes  á  quienes  liubo  (pie  despedir. 

delinquii-,  se  justifique  más  la  ri<(urosa  (lemo.straciún 'en  el  castillo  y  (|ue  sea 
irremisible  su  ejecución.'.' 

En  n.'i.j  se  cobraba  el  dos  (xir  ciento  por  derecho  de  fundición  y  marca, 
ruando  el  Virrey  D.  .losó  Holís  declaró  indebida  su  e.^acción  y  lo  rebajó  al  uno 
por  ciento. 

Finalmente.  "  pura  evitar  el  clandestino  e.xtravío  del  oro,'"  se  redujeron  :í 
tres  por  ciento  los  dereclios  de  quinto  y  cobos,  por  real  Cédula  de  l.o  de  Marzo 
■le  1777. 

El  derechode  amonedación  erjiíivaiía  ¡í  cinco  y  cuatro  quintos  ))or  ciento  di- 
smIov  del  oro. 

U 


—  L'IO  — 

Continúa  diciendo  ol  Virrey  : 

"  Todos  chiniau  por  el  descubrí  irii(ínto  de  estas  inagotables  riquezas ; 
piensan  en  arbitrios  diversos,  que  son  aventurados  ó  imposibles.  Me 
he  determinado,  pues,  á  proponer  á  V.  E.  un  pensamiento  el  más  sen- 
cillo, asequible  y  nada  gravoso  á  la  llaú  Hacienda.  Tengo  la  satisfac- 
ción de  haberlo  meditado  bien,  después  de  las  imponderables  tentativas 
y  profundos  conocimientos  que  logran  en  la  materia  los  dos  únicos  sn- 
jetos  más  constantes  en  fomentar  y  promover  con  su  ejemplo  el  adelan- 
tamiento de  las  minas."  (1) 

Sigue  hablando  sobre  las  ventajas  que  presenta  el  beneficio  de  los 
minerales  por  fundición,  y  en  seguida  concluye:  "  Desde  luego,  ren- 
dido al  peso  de  las  eficaces  razones  que  me  han  propuesto  los  interesa- 
dos é  inteligentes  en  estos  asuntos,  me  había  ya  resuelto  de  año  y  medio 
á  esta  parte  á  solicitar  á  mis  expensas  todos  los  medios  proporcionados 
á  una  empresa  tan  i'itil  á  mis  diocesanos,  al  Keino  y  á  la  Monarquía. 
No  es  esta  la  única  vez  que  haya  reflexionado  sobre  el  asunto,  aunque 
sea  la  primera  en  que  la  proponga  á  Vuestra  Excelencia.  Si  los  ejem- 
plares Prelados  de  España  han  reputado  por  limosna  bien  empleada 
separar  alguna  parte  de  sus  rentas  para  concurrir  al  fomento  de  la  in- 
dustria nacional,  me  ha  parecido  muy  i)ropio  del  amor  á  mis  diocesanos 
contribuir  en  la  parte  que  yo  pueda  al  fomento  de  su  industria,  desti- 
nando los  socorros  necesarios  para  esta  comisión,  y  proporcionándoles 
todos  los  medios  de  hacer  vasallos  útiles  al  Soberano.  Toda  la  dificul- 
tad está, — y  ésta  puede  vencerla  Vuestra  Excelencia  elevando  el  medio 
y  modo  á  la  alta  consideración  de  Su  Majestad, — en  solicitJir  en  Suecia 
ó  en  los  diversos  estados  de  Alemania  dos  hombres  hábiles  y  buenos 
fundidores." .... 

La  Corte  accedió  prontamente  á  los  deseos  del  Virrey,  y  jior  Keal  or- 
den fechada  el  31  de  Diciembre  de  1783  "  Su  Majestad  dis])uso,  á  costa 
de  su  real  erario,  el  envío  de  dos  operarios  hábiles  en  la  mineralogía  y 
metalurgia,  cuales  son  D.  Juan  José  D'Elhúyar  y  J>.  Ángel  ]^íaz,  (2) 
con  el  fin  de  fomentar  el  laboreo  de  las  ricas,  abundantes  y  casi  innu- 
merables minas  que  encierra  esa  preciosa  parte  de  América, para  que 
los  mineros  puedan  lograr  el  beneficio  de  solicitar  luces  y  adquirir  la 
instrucción  necesaria  en  el  ramo  de  minería  y  sus  particulares  opera 
dones,  cuyas  reglas  deberán  observar  y  manifestar  los  operarios  para 

(1)  Estos  (los  sujetos  eran  D.  José  Celestino  Mutis  y  D.  Pedro  Ugarte,  cu^'a 
inirrdtable  constancia  en  establece!"  la  mina  del  Sapo  elogia  el  Virrey. 

(2)  Al  sabio  metalurgista  D'Elhúyar,  cuya  memoria  bien  merece  salir  del 
olvido,  consagramos  una  noticia  aparte.  D.  Ángel  Díaz  era  natural  de  Naldu 
en  la  Kioja,  había  estudiado  matemáticas,  física,  química,  mineralogía  y  doci- 
macia  seca  y  húmeda  con  aprovechamiento. 


—  L'll  — 

amseyuif  el  más  pérfido  modo  de  benejicuir  loa  metalen^   sin  el  tra- 
bajo y  confusión  con  ijnc  hasta  ahora  lo  han  hecho."'' 

Al  spíiór  D'KIliúviir  se  le  asifj^nó  un  sueldo  anual  de  'J,5(K)  pesos 
desde  el  día  de  su  arrilm,  y  1,500  pesos  al  seiior  Díaz.  Dispúsose  ade- 
más (pie  se  abonasen  al  primero  los  gastos  de  las  couíisiones  y  correrías 
á  que  saliese  i)or  el  país  con  el  fin  de  difundir  nuevas  luces  y  conoci- 
mientos. 

Luéjro  (jue  llegaron  los  dos  metalurgistas,  el  Virrey  Góngora  los 
destinó  á  explorar  las  antiguas  minas  de  plata  de  Mariquita,  y  de  re- 
sultas de  8U  inspección  informó  el  señor  D'Elhúyar  que  estaban  casi 
vírgenes  y  eran  ricas,  que  aun  los  terreros  de  las  antiguas  eran  benefi- 
ciables, y,  finalmente,  (¿ue  convendría  (pie 2^0 r  cuenta,  del  Rey  se  traba- 
jasen algunas,  porque,  sin  que  viesen  los  hechos  mismos,  nunca  se 
conseguiría  que  los  particulares  se  animasen  á  explotar  alguna. 

Ya  liemos  referido  el  mal  resultado  final  (jue  tuvieron  los  trabajos 
emprendidos  por  cuenta  del  Gobierno  en  las  minas  de  Mariquita. 

En  1788  llegaron  á  nuestro  país  ocbo  mineros  alemanes  enviados 
de  orden  del  Rey  para  el  laboreo  de  las  minas  de  plata :  Emmanuel 
Gottlieb  Dietrich,  Cliristian  Fredricli  Klem,  .Jacob  Benjamín  Wies- 
ner,  Johann  Abraham,  Fredricb  Bayer,  .Joliann  Bruckard,  .íoliann 
Samuel  Bormann  y  Fredricb  Ningritz. 

Dos  compañías  particulares,  la  de  Pamplona  y  la  de  Almaguer,  pi- 
dieron al  Virrey  les  enviase  mineros  alemanes,  y  éste  accedió  á  su 
deseo. 

Un  despaclio  muy  urgt'ute  de  Madrid,  fechado  e!  L*7  di'  Diciembre 
de  1787,  ordenó  que  se  buscasen  con  (.'mpeño  miniíralcs  de  azogue.  Un 
año  antes,  D.  José  Celestino  Mutis  babía  hecho  abrir  de  su  cuenta,  por 
mineros  del  Sai)o,  seis  labores  con  venas  de  cinabrio  en  1;|  montaña  de 
Quindío,  á  la  extremidad  de  la  quebrada  ()<•  liermellóii  (camino  de  Iba- 
gué).  Pero  no  se  halló  por  entonces,  ni  se  ha  hallado  después  formación 
abundante  de  sulfuro  d(!  mercurio  ni  en  el  Tolima  ni  en  AntifXjuia, 
donde  se  buscó  también  desd(!  a(|uel  ri<'iiip(». 

Como  no  ha  sido  nuestro  i»ropósito  historiar  todo  lo  iju»-  lii/o  el 
Gobierno  de  la  Colonia  por  el  fomento  «bf  la  industria  minera,  y  sí  sólo 
defenderlo  del  cargo  injusto  (|ue  s(;  le  ha  hecho  do  haberse  mostrado 
indiferente  y  aun  hostil  á  su  progreso,  no  nos  «'xtenderemos  más  sobre 
este  punto. 

Dos  grandes  medidas  ha  adoptado  el  ( lobierno  repultlii  ano  de  nues- 
tra Patria  en  favor  de  la  industria  minera,  éstas  son  :  la  ley  de  I84»I 
que  permitió  la  (exportación  de!  oro  sin  amonedar,  y  la  de  1851  que  su- 
primió los  quintos  de  oro.  Después  de  esto,  es  tan  poco  lo  qiw  ha  he 
cho  que  no  sufre  comparación  con  lo  (jue  hizo  el  Gobierno  (b-  ia  Co- 
lonia. 


vil. — LA  MIN'KKÍA  CIENTÍl-'ICA  NO  KS  MÁS  CONTINGENTE  t^UE  LAS 
OTRAS    TNDrSTRIAfi. 

Se  (U'claiiia  ccm  (Iciiiasiada  {Veciicncia  entre  nosotros  sobre  lo  con- 
tingentes é  inciertos  (jne  son  los  resultados  del  trabajo  de  las  minas  ; 
so  dice  que  esta  industria  es  un  juego  honrado,  pero  ])eligroso,  en  el 
<|ue  se  arriesga  el  capital  ([ue  se  invierte  en  (día.  Los  que  lean  con 
atención  este  libro,  no  podrán  menos  de  reconocer  lo  aventurado  de 
estas  afirmaciones  empíricas,  y  de  convenir  en  (|ue  no  se  pu^de  desco- 
nocer la  influencia  decisiva  de  la  minería  en  el  desarrollo  de  la  pobla- 
ción y  del  i)rogreso  de  Colombia. 

Nuestras  observaciones  durante  treinta  años  nos  permiten  formular 
con  entera  confianza  esta  conclusión  :  los  fracasos  y  las  decepciones 
que  registra  la  historia  de  nuestras  minas  son  menos  numerosos  de  lo 
que  comunmente  se  cree,  y  deben  imputarse  en  el  mayor  número  de 
los  cívsos  á  la  falta  de  conocimientos   y   de  experiencia  de  los  mineros. 

Hay  empresas  industriales  cuya  base  de  operaciones  puede  fijarse 
íacilmente  desde  su  principio.  En  otras  es  necesario  tener  en  cuenta 
factores  desconocidos,  cuya  influencia  y  resultados  pueden  entreverse, 
pero  no  determinarse  de  antemano  con  precisión. 

La  ancha  vía  (pie  recorre  la  humanidad  en  su  progreso  nos  muestra 
al  lado  lie  las  conquistas  de  la  industria,  que  la  enritjuecen  y  le  procuran 
los  goces  de  la  civilización,  las  ruinas  de  grandes  establecimientos,  ([ue 
fueron  poco  meditados,  ó  ((ue  tropezaron  con  obstáculos  imprevistos. 
Si  estas  lamentables  etapas,  que  representan  las  pérdidas  acumuladas, 
pudiesen  describirse  gráficamente  de  manera  que  condujesen  á  la  in- 
vestigación de  sus  causas,  entonces  las  mismas  pérdidas  vendrían  á  ser 
el  precio  á  ((ue  se  había  ad([UÍrido  la  instrucción  d(!  los  hombres  de  em- 
j)resa.  La  humanidad  progresa  en  el  sufrimiento  y  las  decepciones,  y 
necesita  ]»ara  avanzar  de  las  severísinias  lecciones  de  la  experiencia. 

El  estudio  de  las  causas  de  pérdida  hará  ver  en  cada  caso  particu- 
lar el  tributo  pagado  á  la  inexperiencia  y  á  la  falta  de  instrucción.  Si 
el  juicio  y  el  criterio  basado  en  el  conocimiento  de  las  cosas  se  aplica- 
sen á  las  operaciones  industriales,  las  decepciones  serían  mucho  menos 
frecuentes. 

Hoy  i)odeni(»s  lijar  con  toda  seguridad  el  uiutivo  por  el  cual  fracasó 
la  Ferrería  de  Sauíacá  :  faltó  un  estudio  ])revio  del  terreno  y  de  los  mi- 
nerales ferruginosos:  (|ue  si  este  estudio,  ([ue  era  de  una  facilidad  ele- 
mental, se  hubiera  hecho,  nadie  habría  ])ensado  en  acometer  tal  empre- 
sa. El  cultivo  del  añil  tuvo  entre  nosotros  un  éxito  muy  desgraciado, 
])or(iue  se  emprendií't  sin  la  experiencia  y  hi  economía  re(|ueridas.   Mu- 


—  LM.Í  — 

rhus  fálirii-as  micxas  .se  liuii  (cnado  vu  Colombia  ponjuc  no  concMpüii- 
tlíaii  ai  lina  ncccsidail  tic  la  industria,  ó  poninc  no  <-ontalian  ron  un 
radio  sulicientc  dr  consunio  para  sus  produittos. 

\o  conoccuíos  industria  alguna  «[uo  no  sea  inás  ó  menos  con tingen- 
ti'.  Pura  los  (•ulti\(>s  d<'  todo  género  en  la  agricultura  hay  (|ue  contar 
con  las  estaciones,  (jue  con  frecuencia  se  cambian,  y  trastornan  las 
previsiones  más  juiciosas;  con  el  consumo,  el  precio,  el  alza  y  la  baja 
de  las  materias  (pie  se  han  de  cultivar.  Las  (juinas  de  nuestros  bosques, 
<iiya  extracción  es  tan  sencilla,  si  enriiiuecieron  á  muchos,  también 
arruinaron  á  algunos.  El  comercio,  que  tanto  ayuda  á  los  cambios  de 
l»roductos  entre  las  naciones,  está  sometido  al  capricho  de  las  modas,  á 
las  necesidades  del  momento,  á  la.  competencia  y  á  otra  multitud  de 
circunstancias  ({xw  hacen  subir  ó  bajar  los  artículos  y  valores  de  cambio. 

8i  es  cierto  (pie  la  geología  no  ha  llegado  todavía  á  formular  reglas 
lijas  para  la  explotación  de  los  yacimientos  metalíferos,  sí  ha  asentado 
principios  positivos  que  pueden  servir  de  base  }»ara  las  operaciones  in- 
dustriales. Sólo  que  se  necesita  un  estudio  nmy  detenido,  científico  y 
jiráctico  á  la  vez  d(;  cada  formación  mineralógica  y  de  todas  sus  cir- 
cunstancias locales  para  interi)retar  exa(;tamente  los  ])rincipios,  y  des- 
cubrir las  reglas  (jue  deben  tener  aplicación  en  cada  caso.  Nues- 
tras observaciones  constantes  híin  llevado  á  nuestro  ánimo  el  con- 
vencimiento de  que  en  multitud  de  casos  particulares  que  i)udiéraraos 
enumerar,  la  falta  de  éxito  ha  dependido  de  ineptitud,  ó  de  negligencia 
en  interpretar  esas  leyes  con  el  fin  de  darles  la  aplicación  conveniente. 

En  Colombia  se  ha  incurrido  en  el  error  de  conceder  demasiada 
confianza  á  las  indicaciones  de  la  sup«!rHcie,  y  sobre  base  tan  incierta 
como  sospechosa  se  establecen  con  frecuencia  trabajos  de  explotación 
(jue  dan  resultados  desastrosos,  que  no  pueden  atribuirse  con  razón  á 
la  industria  minera  ó  presentarse  como  una  prueba  de  su  carácter  con- 
tingente, kje  construyen  edifi<;ios  y  má(|uinas  después  de  unos  j)ocos 
cáteos  superficiales  ó  díd  ensaye  de  muestras  aisladas  y  frecuentemente 
escogidas,  sin  ver  antes  si  se  cuenta  con  menas  suficientes.  En  tales 
casos  el  empresario,  víctima  de  su  excesiva  confianza  y  de  su  precipi- 
tación, debe  culparse  á  sí  mismo. 

El  conocimiento  de  las  leyes  que  fijan  el  carácter  de  los  depósitos 
minerales,  sean  filones  ó  aluviones,  es,  pues,  la  primera  condición  de 
éxito  en  toda  empresa  minera.  JJicho  conocimiento  no  debe  limitarse  á 
la  superficie ;  la  experiencia  ha  demostrado  que  las  condiciones  de  com- 
posición, riíjueza  y  extensión  del  mineral  cambian  en  profundidad,  ya 
al  pasar  do  un  terreno  geológico  á  otro,  ya  al  variar  la  conliguración 
del  terreno,  etc.  Además  d(;  estos  datos  y  del  estudio  del  mineral  en  sí 
mismo,  de  su  composición,  de  su  abundancia  y  de  la  cuantía  d(!  su  ri- 


—  214  — 

([ucza,  es  preciso,  después  de  iui;i  exploración  })revia.  á  la  i|ue  se  debe 
dar  toda  la  extensión  necesaria  ])ara  evitar  engaños  y  dece])c¡ones, 
formar  un  presupuesto  del  costo  d(í  extracción  y  de  beneíicio.  Si  se  lle- 
nan estas  condiciones  y  se  procede  con  circunspección,  no  afanándose 
por  desi<;nar  con  mucha  anticipación,  aun  en  centros  mineros  nmy  co- 
nocidos, la  clase  de  maquinaria  que  se  rfMiuiere  para  la  exi)lotación,  ni 
pretendiendo  establecer  desde  el  principio  trabajos  muy  considerables, 
puede  contar  el  empresario  con  que  pone  de  su  lado  la  mayor  suma  de 
probabilidades  posible. 

En  toda  industria  hay  nuiteria  bastante  i)ara  serios  estudios  y  aten  • 
ción  profunda,  y  la  minería,  lejos  de  sustraerse  á  esta  ley,  exige  del  que 
á  ella  se  dedica,  que  no  olvide  que  si  ella  distribuye  con  frecuencia  sus 
favores  caprichosamente,  premia  también  con  usura  á  los  ([ue  prestan 
á  todas  sus  operaciones  la  atención  debida.  En  la  Advertencia  del  Libro 
de  la  Plata,  que  es  la  historia  de  las  minas  de  este  metal  en  Chile, 
dice  I).  Benjamín  Vicuña  Mackenna  que  su  libro  es  "  una  lección  viva 
de  que  sólo  la  inteligencia  sobria,  la  honradez  constante  y  el  trabajo 
que  doma  y  persevera,  lian  sido  coronados  á  la  larga  por  éxito  durade- 
ro, desapareciendo  todo  lo  demás  como  el  humo  del  desierto  al  rededor 
de  los  descubridores  casuales  y  de  los  especuladores  de  ocasión." 

Hay  una  enfermedad  moral,  conocida  en  todos  los  países  donde  se 
hacen  descubrimientos  de  ricos  minerales,  que  podemos  llamar  la  fiebre 
minera,  verdadera  alucinación  que  hace  ver  tesoros  por  todas  partes. 
Esta  fiebre  ataca  aun  á  hombres  juiciosos,  que  no  pierden  por  otra  par- 
te ni  un  momento  la  calma  en  sus  demás  negocios.  Ella  es  mala  con- 
sejera y  conduce  á  irreparables  desastres.  Ya  se  compran  acciones  de 
minas  por  ])recios  exageradísimos,  porque  se  dice  que  se  descubrió  un 
rico  filón,  ó  se  habla  de  muestras  ensayadas  que  dieron  un  resultado 
sorprendente  ;  ya  se  hacen  gastos  considerables  para  fundar  empresas, 
sin  tomarse  el  trabajo  de  hacer  una  exploración  minuciosa;  ya  se  ini- 
cian pleitos  (jue  devoran  el  capital  que  pudiera  servir  para  imi)ulsar 
labores  productivas,  disputándose  á  veces  por  minas  imaginarias !  Y 
luego  sobreviene  el  desaliento  de  los  que  no  se  cuentan  en  el  número 
de  los  ftivorecidos,  porque  han  gastado  su  entusiasmo  y  su  energía  en 
pura  pérdida.  En  Departamentos  como  el  Tolima,  donde  la  minería  es 
una  industria  relativamente  nueva,  las  exageraciones  de  la  prensa, 
unidas  á  las  de  los  descubridores  y  especuladores  en  veneros  de  oro  y 
plata  forman  una  especie  de  fantasmagoría  minera  que  engaña  á 
muchos  y  que  hará  al  fin  numerosas  víctimas.  Hay  quien  se  entretenga 
en  el  juego  pueril  de  valuar  en  números  la  cantidad  de  Oro  acumulada 
en  un  punto  dado,  ó  en  suscribir  informes  sobre  minas  que  no  ha  visto. 
Así  se  ve  subir  rápidamente  el  precio  de  las   acciones  de  ciertas  minas 


—  Líl.")  — 

(loscüuocidas  antes;  jiciuicorá  con  muchas  de  ellas  lo  ciiio  stioedi' con 

las  bombas  de  jabón,  qne  so  inflan  instantílnoamente,  se  convierten  en  y^^^>*-'^''^^ 

globos  en  los  (|ue  se  rellejaíi  los  colores  del  iris,    y  revientan  sin  dejar  • 

huella  de  su  brillantez.  Kn  folletos,  informes  y    artículos   lirniados  jmr 

ingenieros  y  por  personas  que  i»asan   i)or  serias  hemos  leído  atirmacio- 

nes  inauditas ;  si  se  descubre  una  nueva  mina,  dicen  que  es  la  más  rica 

que  se  conoce ;  si  se  explora  una  regi<)n  aurífera,  (jue  dará  más  oro  qne 

California.  Haremos  algunas  citas,  callando  los  uomWes  de  sus  autores: 

"  No  veo  otra  solución  para  la  miseria  que  nos  amenaza  sino  las 
minas  del  Tolima,  Estado  que  juzgo  hoy  más  rico  y  abundante  en 
minas  que  Antioquia,  donde  están  ya  muy  exj)lotadas. ...  No  veo  otra 
industria  de  porvenir  y  salvadora  sino  las  minas  del  Tolima.'' 

"  Las  riijuezas  del  Cauca  y  Antioquia  son  ya  bastante  conocidas, 
¡)ero  mi  humilde  opinión,  que  sólo  el  tiempo  vendrá  á  fortalecer,  la  haré 
conocer  hoy  día  al  país.  La  valiosa  é  inagotable  riqueza  de  Colombia 
está  en  su  propio  centro,  ó  sea  el  Estado  del  Tolima.'' 

"  Las  tres  regiones  de  ¡Santa-Ana,  las  Lajas  y  San-Juan  de  Frías 
son  inmensamente  ricas :  las  considero  tres  panales  de  plata  aui'ífera 
cubiertos  i)or  otro  panal  de  mineral  argentífero." 

"Creemos  no  equivocarnos  diciendo  que  LA  REGIÓN  ARGENTÍFE- 
RA DE  TODO  EL  NORTE  DEL  ESTADO  DEL  TOLIMA  ES  LA  MÁS  RI- 
CA DEL  MUNDO,  Contando  y  aun  comparándola  con  las  inagotables  é 
inundadas  minas  de  México.''  Quien  escribió  esto  ignora  que  las  minas 
de  México  producen  tanta  cantidad  de  plata  en  un  año  como  la  que  han 
dado  las  del  norte  del  Tolima  en  tres  siglos ;  que  se  han  explotado  en 
ese  riquísimo  país  filones  de  cincuenta  metros  de  espesor,  y  otros  de 
más  de  un  metro,  cuya  masa  entera  estaba  formada  de  argiritrosa  ó  plata 
roja,  mineral  que  contiene  hasta  sesenta  por  ciento  de  este  metal ! 

íjeüaiamos  estos  males  ponjue  ha  llegado  la  ocasión  en  que  la  in- 
dustria minera  habrá  de  ser  atendida  en  Colombia,  conío  que,  cegadas 
por  el  momento  las  demás  fuentes  de  producción,  tendrán  que  ocuparse 
sus  habitantes  en  la  explotación  de  sus  ricos  minerales,  y  no  queremos 
que  se  frustren  los  esfuerzos  que  se  hagan  y  se  malgasten  los  capitales 
que  se  inviertan  por  la  falta  de  juicio,  de  experiencia  y  de  conocimien 
to.  Entre  el  exagerado  entusiasmo  y  el  necio  pesimismo  hay  un  justo 
medio,  en  el  que  la  severa  razón,  apoyada  en  la  experiencia,  precave  de 
todo  exceso  y  conduce  al  éxito.  ¿,  :  ^^í^-'^c  ^v^^^f  Z  }   Iwv  -  (^ 

Lo  que  hemos  dicho  hasta  aquí  se  entiende  con  los  nacionales. 
Agregaremos  algunas  ¡¡alabras  sobre  el  mal  éxito  frecuente  de  las 
compañías  extranjeras  que  han  venido  en  distintas  épocas  á  explotar 
minas  en  Colombia.  En  general  ellas  emprenden  sus  trabajos  sobre- 
cargándolos con  grandes  capitales  ficticios  (jue  se  reparten  entre  pro- 


—  L'IÜ  — 

motores,  conedores  y  agentes  de  bolsa  ;  luego  incurren  con  frecuencia 
en  el  error  d(í  tío  tener  en  cuenta  las  circunstancias  peculiares  del  país. 
Se  empieza  \)ov  enviar  una  multitud  de  empleados  y  de  obreros,  invir- 
tiendo  mucho  dinero  en  los  gastos  de  trasporte,  en  los  sueldos  excesivos 
y  en  la  subsistencia  de  ellos.  Ihia  vez  que  se  establecen  en  el  j)aís  se 
vuelven,  con  frecuencia,  exigentes,  muchos  se  entregan  á  la  embria- 
guez y  son  un  embarazo  para  las  emj)resas.  Además,  sin  considerar 
(jue  los  más  de  nuestros  caminos  son  estrechos,  (juebrados,  de  tránsito 
difícil  y  no  dan  paso  sino  á  cargas  de  un  peso  limitado,  se  despachan 
pesadas  máquinas,  cuyas  piezas  vienen  á  encallar  en  la  margen  de 
nuestros  ríos.  Encuéntranse  así  masas  de  hierro  en  muchas  localidades : 
testigos  mudos  de  desastres  debidos  á  la  imprevisión.  Cométese  aun 
otro  error,  y  es  el  de  construir  edificios  costosos,  para  vivir  con  todas 
las  comodidades  de  la  vida,  olvidando  que  la  economía  es  un  elemento 
sin  el  cual  es  muy  difícil  alcanzar  buen  éxito  en  los  negocios  indus- 
triales. Tía  habido  director  extranjero  de  minas  (juc  habiendo  llegado 
con  un  cargamento  de  vinos  y  de  alimentos  ])reparados,  se  hizo  cons- 
truir una  casa  llena  de  comodidades  en  una  región  despoblada  y  sólo 
permaneció  en  ella  mientras  duraron  las  provisiones  que  llevaba. 

Hemos  conocido  ó  tenido  noticia  de  ingenieros  de  minas  enviados 
al  país  á  hacer  exploraciones,  que  no  sabían  manejar  la  brújula,  ni 
distinguir  los  minerales  entre  sí,  y  aun  Tnenos  ensayarlos. 

Son  muchos  los  millones  de  pesos  que  los  extranjeros  Imn  derrocha- 
do en  empresas  mineras  que,  manejadas  con  inteligencia  y  economía, 
habrían  dado  buenos  resultados. 

No  estarán  de  más  algunas  advertencias  á  los  que  deseen  venir  á 
explotar  nuestras  minas. 

Se  encuentran  fácilmente  en  Colombia  obreros  que  no  exigen  un 
salario  considerable,  dóciles,  fuertes  é  inteligentes.  En  el  Departa- 
mento de  Antioquia  hay  muy  buenos  trabajadores.  Basta,  pues,  hacer 
venir  directores  entendidos  que  enseñen  á  los  colombianos  las  opera- 
ciones de  la  minería  en  que  ellos  no  tengan  práctica.  Con  frecuencia 
causará  sorpresa  el  ver  la  facilidad  con  que  muchos  aprenden  las  apli- 
caciones de  la  ciencia  á  la  industria  y  se  perfeccionan  en  los  oficios 
hasta  el  punto  de  poder  dirigir  grandes  empresas.  El  vasto  esta- 
blecimiento metalúrgico  del  Zancudo  tiene  por  director  á  un  colombia- 
no, ]).  Ildefonso  Gutiérrez ;  otro  colombiano,  JJ.  José  M.  Barreneche, 
fue  durante  algunos  años  director  de  las  minas  de  la  Compañía  inglesa 
del  Frontino  y  Bolivia.  Un  humilde  obrero  antio([ueño,  el  señor  Isidro 
Cardona,  ha  dirigido  con  mucha  habilidad  los  trabajos  de  la  cortada 
del  río  Ñus,  ganando  el  modesto  salario  de  diez  francos  por  día. 

Los  ingenieros  extranjeros,  señores  Powles,  Greitténstein,  Gledbill, 


—  L'IT  — 

iiirtortlv  otros  iiiuv  pofos  iiiús.  que  lian  tliriirido  i-oii  tanto  Jicierto 
como  hneii  «'xito  minas  propias  y  ajcniis,  han  empleado  jíeiierulmente 
(!e  preferencia  mineros  del    país,  aun  ¡lara  traltajos  de  difícil  ejecucitni. 

M.  A.  Munlle  abona  la  exactitud  de  nuestra»  atirniaciones.  Ha- 
Idando  de  Anti(M|nia  di<'e  lo  siguiente,  (|ue  ]niede  hacerse  extensivo  á 
las  reiíiones  mineras  del  Cauca  y  d«d  T«d¡nia  :  "  Kl  i)ersonal  obrero  de 
las  minas  es  excelente  ;  puede  compararse  con  un  personal  europeo 
ordinario,  y  es  superior  ji  éste  eu  la  fidelidad  y  en  la  regularidad  del 
trabajo.  Se  encuentran  en  Antiotiuia  mineros,  ¡»alanquero8,  carpinteros, 
tierreros,  etc.  Kl  personal  secundario  es  también  muy  numeroso;  goza 
«le  una  gran  reputación  de  ¡¡robidad  justamente  merecida ;  puede  su- 
ministrar á  una  grande  empresa  de  minas  directores  de  trabajos,  sobres- 
tantes, etc.,  etc.  Kl  obrero  como  «d  sobrestante  colombiano  es  muy 
inteligente :  manifiesta  el  más  vivo  deseo  de  aprender  y  posee  la 
ciuvlidad  inestimable  de  conocer  los  caracteres  especiales  de  sus  minas 
jior  una  experiencia  trasmitida  de  generación  en  generación." 

Todos  los  trabajos  de  minas  deben  disponerse  con  orden,  economía 
\  previsión,  para  evitar  el  gasto  improductivo  de  los  capitales  y  la 
ruina  que  vendría  á  ser  la  consecuencia  de  una  conducta  imprudente. 

Ks  preciso  considerar  que  cuando  se  dejan  las  comodidades  y  los 
goces  de  la  vida  europea  para  buscar  fortuna  en  un  país  nuevo,  debe 
uno  acomodarse  á  los  usos  del  lugar  adonde  va  á  establecerse  y  aun 
imponerse  algunas  privaciones. 

Nada  es  más  necesario,  v.n  fin,  para  fundar  una  emjiresa  industrial, 
que  comenzar  por  un  estudio  serio  de  las  condiciones  del  país  y  de  las 
circunstancias  especiales  del  negocio.  No  se  debe  pensar  en  hacer 
venir  las  má(]uinas  y  el  tren  necesario  sino  cuando  todo  haya  sido  de- 
terminado con  precisión. 


VIII. — UN  GOBERNADOR  ESPAÑOL  DE  PROVINCIA  EN  LA  ÉPOCA 

COLONIAL. 

Cuando  la  comarca  del  Darién  sahe  la  barrera  (|ue  sus  ya  largas  des- 
gracias han  opuesto  al  desarrollo  de  sus  riquezas  y  se  abra  para  ella  el 
libro  en  que  se  apunten  las  etapas  del  progreso,  el  nombre  del  insigne 
caballero  español  I).  ^Vndrés  de  Ariza  será  pronunciado  con  veneración  y 
respeto.  J)iez  y  seis  años  de  su  vida  consagró  á  su  pacificación,  al  estable- 
cimiento en  ella  de  un  orden  estable  y  á  dar  á  conocer  las  excelentes 
condiciones  de  su  suelo  para  empresas  mineras  y  agrícolas.  Los  infor- 
mes que  con  tal  fin  dirigió  á  su  Gobierno  son  hoy  día  casi  los  únicos 
documentos  (|ue  conservan  la  historia  de  los  copiosos  productos  extraí- 


—  nis  — 

(los  (lo  sus  opulentos  veneros  de  oro  y  (l;in  noticia  de  las  localidades 
donde  abunda  el  precioso  nietal.  Ellos  serán  la  guía  segura  ijue  con- 
duzca á  su  descubrimiento,  para  (jue  con  la  explotación  de  sus  minas 
se  cierren  ¡¡ara  esta  rcí^iún  privileí^iada  las  puertas  de  la  barbarie  y  S(í 
abran  las  de  la  civilización. 

No  sabemos  nada  del  nacimiento  de  J).  Andrés  de  Ariza  y  Puga. 
Vino  muy  jov^n  áo.  España  á  Cartagena  de  Indias  en  Febrero  de  1759. 

Nada  mejor  podemos  hacer,  para  dar  idea  de  sus  miíritos,  que  copiar 
la  certificación  dada  en  Panamá  por  D.  Ignacio  Escarias  de  Carvajal 
en  178.'5,  (|ue  es  como  sigue  : 

"  I),  líamón  Ignacio  Escavias  de  Carvajal  y  Castellet,  Coronel  de 
infantería  de  los  lieales  Ejércitos,  Inspector  de  las  tropas  veteranas  y 
de  Milicias  de  esta  Comandancia  general,  Juez  Subdelegado  general 
de  todas  las  rentas  reales,  Gobernador  de  esta  Plaza  y  su  Provincia  y 
Comandante  general  de  este  Reino  de  Tierra  Firme,  Provincias  de 
Veragua,  Darién  y  Guayaquil,  etc. — Certifico  que  de  la  libreta  de  ser- 
vicios del  Capitán  graduado  I).  Andrés  de  Ariza  y  Puga,  Gobernador 
de  la  Provincia  del  Darién,  una  de  las  de  mi  Comandancia  general, 
constan  los  siguientes  :  Cadete  de  artillería  é  ingeniero  voluntario, 
ocho  años  tres  meses  y  veintiún  días.  Alférez  graduado  en  dicho  Cuer- 
po, seis  meses  y  doce  días.  De  Subteniente  en  el  mismo,  dos  años  tres 
meses  y  diez  y  siete  días.  Ayudante  de  Plaza,  un  año  nueve  meses  y 
veinticuatro  días.  Teniente  graduado,  un  año  dos  meses  y  doce  días. 
Teniente  de  Granaderos,  tres  años  diez  meses  y  diez  y  nueve  días. 
Capitán  graduado,  cuatro  años  diez  meses  y  once  días.  Gobernador 
interino  del  Darién,  cinco  meses  diez  días.  (1)  Propietario  siete  años, 
once  meses  trece  días.  Total  por  fin  de  Diciembre  del  año  ochenta  y 
dos,  veintidós  años,  diez  meses  y  veintiséis  días.  Que  estudió  con  me- 
diano aprovechamiento  las  matemáticas  correspondientes  al  arte  de  la 
Guerra,  como  asimismo  las  arquitecturas  militar  y  civil,  dirección 
de  minas  y  dibujo,  por  cuya  razón  fue  destinado  como  Ingeniero  vo- 
luntario á  las  obras  de  fortificación  de  la  plaza  de  Cartagena  de  Indias, 
en  las  ([ue  se  empleó  siete  años,  nueve  meses  y  once  días,  en  cuyo 
tiempo  pasó  á  sus  expensas  al  reconocimieiíto  de  la  costa  de  Caledonia, 
Bocas  del  río  Atrato,  Golfo  del  Darién,  y  pacificación  de  aquellos 
indios,  el  año  de  sesenta  y  uno,  cuando  de  orden  de  Su  Majestad  pasó 
el  Brigadier  D.  Antonio  Arévalo  á  levantar  los  mapas  del  referido 
país.  Se  halló  á  los  reparos  ejecutados  para  contener  y  retirar  la  mar 
del  iSTorte  en  el  furioso  temporal  que  en  el  mismo  año  de  sesenta  y  uno 
padeció  la  referida  plaza,  cuando  se  le  arruinaron  mucha  parte  de  sus 

(1)  D.  Andrés  de  Ariza  fue  nombrado  Gobernador  interino  del  Darién  á 
mediados  de  1773. 


—  LM!)  — 

iiiunt!?,  mi  t'UM»  particular  .si-rvicio.,  por  las  lati;^as  v  inclt'iucncias  (|U(' 
sufrió  k*  resultó  uua  .i;raví.siu»a  cutcnntMlad.  Con  el  luotivo  «le  la  j^uorra 
<;ou  los  iuiricscs  el  añi»  dt*  siíscuta  y  dos  se  lo  destiuó  ú  la  construcción 
de  las  l'ortilicacioiii's  nuevamente  ejecutadas  en  IJocacliica,  para  au- 
mentar la  ílefeusa  de  a([U<'lla  canal  y  su  campaña,  y  {)or  concluido  fue 
i^íualmeute  destiinido  á  las  ([ue  se  aumont^iron  al  castillo  de  San-Lá- 
zaro, dirijíieiido  en  unas  y  otras  sus  j^^ilerías  y  minas  sul)terráneas. 
Conocido  su  mérito  y  aplicación  jtor  el  Excelentísimo  Señor  Virrey 
Frey  J).  Pedro  Messía  de  la  Zerda,  lo  consultó  á  Su  Majestad,  en  tres 
de  Julio  de  mil  setecientos  sesenta  y  cinco  para  Teniente  de  infantería 
siendo  aún  cadete  de  artillería.  Fue  destinado  con  una  piragua  corsa- 
ria á  iiatir  una  balandra  inglesa  que  hacía  el  contrabando,  la  cual 
condujo  al  puerto  con  todos  los  efectos  do  mercaderías,  esclavos  y  di- 
nero, <|ue  todo  cumplidamente  entregó  al  Tribunal  de  lieal  Hacienda. 
En  el  Ules  de  Mayo  de  75,  con  el  motivo  de  haber  llevado  á  sangre 
y  fuego  los  indios  del  Darién  los  pueblos  de  la  Marea  y  Pasiga  hizo 
á  sus  expensas  una  salida  para  castigarlos,  y  con  este  efecto  logró 
matar  uno  en  la  boca  de  Tubgantí,  herir  dos  de  muerte  y  quitarles  tres 
canoítas  en  (|ue  se  conducían.  Después  de  haber  hecho  cinco  salidas 
el  año  de  setenta  y  ocho  en  busca  de  una  escuadra  de  siete  piraguas 
y  un  bote  tripulados  de  indios  con  la  cual  tenían  éstos  cortado  el  paso 
de  coumnicaciones  con  las  demás  Provincias  y  ajiresado  dos  canoas  de 
vela  del  tráfico,  de  tal  forma  que  los  moradores  de  la  Provincia  de  su 
mando  la  (juerían  desamparar,  y  no  habiendo  podido  encontrarlas  en 
ninguno  de  los  puertos  y  esteros  de  Bocachica  y  sabanas,  se  vio  preci- 
sado, por  el  bien  del  servicio,  á  coger  por  la  espalda  á  los  enemigos,  y 
atravesando  ríos  y  montañas  inconocidas,  pudo  encontrar  con  el  puerto 
y  escuadra  (|ue  deseaba,  y  el  echo  de  J)iciembre  de  setenta  y  nueve 
se  hicieron  pedazos,  (luedando  en  su  consecuencia  sosegada  la  Provin- 
cia de  la  gran  in(|uietud  que  le  causaba  aquella  fuerza  enemiga.  Se- 
guidamente el  año  de  ochenta,  por  el  mes  de  Marzo,  con  el  motivo  de 
la  actual  guerra  con  los  ingleses,  pasó  con  trescientos  hombres  de  tropa 
que  iban  á  sus  órdenes  para  embarazar  á  los  enemigos  el  paso  ])or  la 
cordillera  úc  (Jaledonia,  en  cuya  campaña  tuvo  tres  escaramuzas  con 
los  indios,  á  los  cuales  les  quitanuí  tivs  piraguas,  nueve  hachas  y  otras 
herramientas  con  (|ue  s(í  creyó  iban  á  construir  nuevas  embarcaciones 
para  hostilizar  segunda  vez  la  Provincia,  y  habiéndolos  puesto  en  fuga 
y  perseguido  tres  veces  les  fue  (|uitando  cantidad  de  Hechas  y  otras 
armas,  y  dejando  un  destacamento  de  cien  hombres  para  guardar  el 
referido  ¡laso  en  la  confluencia  d(f  aiiuellos  ríos,  se  retiró  á  su  capital. 
Habiendo  <'l  Comandante  del  refíM'ido  destacamento,  D.  Bernardo 
Díaz,  dado  parte  el  día  dos  de  Mayo  de  dicho  año,  cómo  por  la  jiarte 


—  220  — 

(le  Caledonia  se  luibíaa  díiIo  varios  tiros  de  cañón,  mandó  al  punto 
refuerzo  de  ochenta  hombres,  y  no  liabiendo  oficial  de  jíradnación  que 
los  condujera  i)or  estar  todos  enfermos,  se  puso  en  marcha  y  condujo 
dicha  tropa  hasta  su  destino,  expuesto  al  rigor  de  los  indios,  y  la  A-en- 
taja  (jue  les  da  la  subida  del  río ;  y  por  no  haber  ocurrido  más  novedad 
se  empleó  en  invadir  el  i)ueblo  de  indios  eneinigos  de  Sucubtí,  cogién- 
dolos por  la  avenida  superior  de  la  montaña,  y  abriéndoles  nuevos 
inconocidos  caminos  por  sus  tierras.  Llevado  de  un  celoso  esmero  por 
el  servicio  del  liey  y  de  la  patria,  consideró  que  sería  conveniente  á  la 
Monarquía  descubrir  el  angosto  istmo  de  la  Provincia  de  su  mando 
((jue  si  fue  antiguamente  conocido  se  había  perdido  con  el  trascurso 
del  tiempo  y  por  la  fuerza  de  sus  naturales),  y  poniendo  por  obra  dicho 
importante  pensamiento,  á  costa  de  la  oposición  de  los  principales  ([ue 
})or  a((uella  vasta  selva  le  acompañaron,  y  de  la  hambre  y  sed  que  se 
experimentaba,  descubrió  felizmente  en  veinte  de  Marzo  de  ochenta  y 
uno  el  referido  istmo  contenido  entre  el  puerto  de  Caledonia  al  norte, 
y  de  Sabauas  al  sur ;  prosiguió  después  perfeccionando  dicho  camino 
para  reducirlo  á  menor  distancia,  la  cual  es  ya  del  norte  para  el  sur 
de  dos  días  y  medio,  poco  más  ó  menos.  Con  el  motivo  del  referido 
nuevo  descubrimiento  del  istmo,  le  mandó  el  Excelentísimo  8eñor 
Virrey,  D.  Manuel  Antonio  Flórez,  formar  el  mapa  del  país,  el  que 
personalmente  ha  levantado  y  remitido  á  Su  Excelencia  en  28  de 
Octubre  del  año  de  ochenta  y  uno,  con  unas  exactas  notas  que  según 
dicho  Señor  Excelentísimo,  lo  hacen  digno  del  mejor  aprecio.  Conti- 
nuó su  mérito  con  declarado  celo  para  el  desempeño  del  Gobierno  de 
su  mando  y  rechazar  los  designios  de  los  indios  enemigos  que  por  todas 
partes  amenazan  para  convertir  en  pavesas  aquella  Provincia,  y  para 
estorbarlo  asistió  personalmente  á  cortar  el  río  de  Chucunaque  por  dos 
partes,  reduciéndolo  á  menor  distancia  y  quitando  á  los  indios  la  ven- 
taja que  en  los  citados  parajes  se  aprovechaban,  en  Chutubo  el  año  de 
setenta  y  nueve,  y  la  otra  en  (Jhiatí  en  Diciembre  de  ochenta  y  dos ; 
de  forma  que  con  ésta  y  otras  operaciones  militares  se  ha  mantenido  y 
mantiene  con  dominio  sobre  los  indios,  habiendo  estorbado  sus  irrup- 
ciones en  mieses  y  moradores.  lia  lieclio  el  gran  servicio  al  Rey  y  á 
la  patria  áv.  fortificar  sin  más  ingeniero  ([ue  su  pericia  militar  con 
cinco  casas  fuertes  de  mampost-ería  las  principales  avenidas  de  los 
indios,  construyéndolas  en  parajes  desamparados,  habiendo  sido  ataca- 
do por  ellos  en  la  de  Kocachica  la  noche  del  veintidós  de  Agosto  de 
setenta  y  siete,  ([ue  defendió  gloriosamente,  y  en  el  mes  de  Diciembre 
del  mismo  año  desembarazó  el  paso  (|ue  dichos  enemigos  le  tenían 
tomado  cuando  fue  á  construir  la  de  Cana.  Dichas  cinco  casas  fuertes 
las  lia  construido  con  solos  nueve  mil  ]>esos  que  el  Excelentísimo  Señor 


—  L'L'l  — 

V'invv  I).  .Manuel  Antonio  l-'lórc/  le  niandt'»  entregar  ]>ara  solas  dos, 
«lo  foriiiii  (jue  no  sólo  agot»')  para  const'jruir  este  mérito  todos  los  recür 
Hos  de  una  jtrudíMite  economía,  sino  (|ui'  en  las  referidas  obras  sirvió 
jiratis  al  \iv\  con  tres  esclavos,  cuyos  jornales  ascendieron  á  mil  cua- 
renta \  nueve  pesos  seis  reales,  como  consta  p(M"  la  orden  de  gracias 
<|ue  ú  nombre  de  8u  Majestad  le  lian  dado,  no  sólo  los  oficiales  reales 
lie  est4»s  cajas,  sino  el  Tribunal  mayor  de  cuentas  de  Santa-Fe.  Conti- 
nuó con  fervoroso  celo  su  mérito  ]n>v  el  amor  de  la  patria  habiendo 
construido  cuasi  sí  sus  expensas  tres  iglesias  en  obseíjuio  de  ambas 
Majestades  :  todas  de  nuimpostería,  tabla  y  teja,  atroneradas  como  las 
clisas  fuertes,  con  el  fin  de  fortificar  con  este  arbitrio  más  y  más  los 
pueblos  de  su  mando,  y  (|ue  nc»  les  fuese  como  antes  fácil  á  los  enemi- 
gos llevarlos  á  sangre  y  fuego  ;  habiéndolas  adornado  interiormente  á 
todas  ctm  inuígenes,  altares,  confesonarios,  pulpitos,  y  demás  necesa- 
rios y  decente  (jue  le  ha  sido  posible  para  ejercitar  el  divino  culto.  lia 
empleado  su  actividad  y  política  en  adelantar  la  agricultura,  fomen- 
tando los  cosecheros  con  dinero  propio  y  haciendo  plantar  dos  ingenios 
de  miel  cuando  antes  no  había  ninguno,  (jue  ha  sido  bastante 
hacer  en  oposición  de  los  indios  cruelmente  empeñados  en  embara/ar 
las  sementeras,  cuyo  incremento  palmariamente  se  ha  conocido  por  el 
diezmo  que  aumentó  un  ciento  por  ciento  en  el  bienio  que  está  á  con- 
cluirse, T  según  postura  hecha  ascenderá  el  que  va  á  seguir  un  seis- 
cientos por  ciento  más.  ¡Se  han  establecido  en  su  tiempo  y  Provincia 
de  su  mando  los  estancos  de  tabaco,  aguardiente  y  naipes,  á  los  cuales 
auxilió  con  i)rudente  conducta,  lográmlose  en  su  consecuencia  el  fin  á 
que  aspiraba  el  (Gobierno,  (^ue  con  el  continuo  sobresalto  y  terror  con 
que  los  indios  de  la  montaña  tienen  á  los  moradores  de  aquella  Provin- 
cia se  ha  visto  ])recisado  en  nuís  de  nueve  años  que  cuenta  de  gobier- 
no á  rivir  siempre  con  las  armas  en  la  mano,  y  á  no  tener  cuasi  resi- 
dencia fija,  pasando  mil  trabajos  y  miserias  por  a(iuellos  montes  y  ríos, 
siendo  en  este  particular  igiuil  al  soldado,  y  acompañándolo  en  cuantas 
fatigas  é  inclemencias  pasa.  Por  Ifeal  Orden,  su  fecha  treinta  y  uno 
Ue  Dicieml>re  de  setenta  y  siete,  numda  Su  Majestad  que  \Htv  su  jtarti- 
Rular  celo  y  actitud  al  fomento  de  a(|uella  Pr(»vinc¡a  debe  continuar  en 
el  ÍTobierno,  no  obstante  haber  concluido  su  (luintiuenio.  En  la  Junta 
general  de  Tribunales  mayores  de  Santa-1'\*,  presidida  por  los  señores 
el  Excelentísimo  Señor  Virrey  1>.  Manuel  Antonio  FIórez  y  el  Kegen- 
te  1>.  Juan  Francisco  de  IMñeres,  celebrada  á  consecuencia  de  Keal 
Orden  de  catorce  de  Octubre  de  setenta  y  ocho  anterior,  se  ha  resuelto 
que  por  lo  «jue  interesa  al  lieal  servicio  debe  continuar  en  el  (í(»bierno 
prorrogándosele  un  quin(|uenio  más  y  señalándole  una  pensión  de  mil 
pesos  más  anuales  sol)re  el  sueldo  que  goza,  atento   á    las   fatigas  y  ])c- 


nulidades  (|uo  sufro  eu  ¡ujiud  dostiiio.  Ijos  servicios  antecedentes  que 
deja  justificados  el  Capitán  graduado  I).  Andrés  de  Ariza,  y  la  parti- 
cular conducta  y  aplicación  que  lie  notado  en  este  Oficial  todo  el 
tiempo  ({00  ha  servido  á  mi  orden  le  hacen  acreedor  á  las  gracias  que 
Su  Majestad  se  digne  de  dispensarle  en  las  carreras  militar  y  política, 
y  para  que  conste  á  su  solicitud  doy  la  presente,  firmada  y  sellada 
con  el  de  mis  armas  en  Panamá,  á  veintiséis  de  Marzo  de  mil  sete- 
cientos ochenta  y  tres. 

"Ramón  de  Carvajal." 

En  otra  certificación  firmada  por  el  doctor  D.  .José  Justo  López 
Murillo,  J)eán,  Provisor  y  Vicario  general  de  la  Catedral  de  Panamá, 
se  encomia  la  eficacia  y  celo  que  siempre  manifestó  D.  Andrés  de  Ariza 
en  los  asuntos  referentes  al  arreglo  de  las  costumbres  y  veneración  de 
los  eclesiásticos,  y  el  celo,  amor  y  ejemplo  con  que  concurría  personal- 
mente á  la  fábrica  de  las  iglesias  y  demás  faenas.  En  1778  se  le  au- 
mentaron mil  pesos  de  sueldo  anual  sobre  los  dos  mil  que  tenía  de  do- 
tación. En  17S1  escribió  al  Virrey:  "  A  Vuestra  Excelencia  le  es 
constante  que  desde  entonces  no  sólo  hice  esfuerzos  exquisitos  de  mi 
amor  y  aplicación  por  el  Real  servicio,  á  fin  de  mejorar,  como  mejoré, 
las  cosas  de  esta  Provincia,  sino  que  dando  á  Dios  muchas  gracias  por 
la  concedida  del  aumento  del  referido  mi  sueldo,  ofrecí  y  gasté  en  su 
divina  honra  más  de  dos  mil  pesos  en  una  iglesia,  atronerada,  que 
costeé  á  mis  expensas,  y  quedo  entendiendo  en  la  fábrica  de  otras  dos 
de  la  misma  calidad  y  especie."  Además,  él  n)ismo  ha  dejado  una 
prueba  patente  de  su  religiosidad  en  la  breve  sentencia  con  que  cierra 
el  más  largo  y  más  importante  de  sus  informes,  que  lleva  por  título: 
Comentos  de  la  rica  y  fértilísima  Provincia  del  Darién,  el  que 
termina  con  estas  tres  palabras  latinas  :  Beus  SUPER  OIUNIA. 

1).  Andrés  de  Ariza  era  hombre  de  muy  escasa  estatura,  pero  de 
una  acti\  idad  prodigiosa.  Acostumbraba  dejar  crecer  sus  cabellos,  que 
llevaba  atados,  y  penetraba  como  un  indio  por  entre  la^  selvas,  con  eí 
fusil  al  hombro,  sólo  ó  acompañado  por  su  Teniente  Orencio  Hurtado, 
indígena  del  sur  del  Darién  que  le  era  muy  fiel  y  fué  muerto  por  los 
indios  en  un  combate.  Estos  temían  mucho  á  su  Gobeniador,  porque 
couocían  su  arrojo  y  su  valor  moral.  (1) 

P»)cos  meses  después  de  haberse  encargado  del  gobierno  del  Darién, 
el  señor  Ariza  dirigió  al  Virrey  su  primer  informe,  acompañado  de  un 
mapa,  en  .Vbril  de  1774.  En  él  hace  una  relación  del  estado  de  la  Pro- 
vincia, describe  extensamente  su  territorio,  habla  de  los  pueblos  de 

(1)  Declaración  del  negro  Santa  Ana  Ceballos,  de  101  años  de  edad,  dada  en 

Portobelo  en  18.j2,  citada  por  el  doctor  Cullen. 


imlius  y  (le  las  co.sriinilin'S  de  r.stos  y  rtMiiiiiia  ron  una  ¡(iintiial  noticia 
(lo  sus  riros  y  aluuulantes  niincralcs.  Va\  varias  partes  de;  esta  obra 
hemos  iieelio  citas  de  estos  romriitíts,  (|ue  dan  á  conocer  el  estilo  no 
desprovisto  de  orijíinalidad  del  autor  y  sus  juiciosas  observaciones. 
Principia  en  estos  términos  su  relato : 

"  Desde  ini  ingreso  al  gobierno  de  esta  Provincia  de  Santa-María 
la  Antigua  del  Darién,  no  lie  dejado  incesantemente  de  emplearme  eu 
la  curiosa  averiguación  de  las  circunstancias  del  país,  modo  de  vivir  de 
sus  gentes,  la  pobreza  en  que  se  lialla,  el  poderoso  séquito  que  al  prin- 
cipio de  este  siglo  disfrutaba  y  por  qué  causa  desde  entonces  vino  en 
decadencia,  cuando  su  fértilísimo  terreno,  ricas  minas,  ríos  cómodos  y 
regular  temperamento  debían  conservarla  en  un  poderoso  aumento. 

"  Después  de  un  examen  bastantemente  prolijo,  haciendo  reflexión 
por  la  serie  de  los  tiempos,  vine  á  sacar  por  consecuencia  que  su  mucha 
rique¿a  fue  la  causa  de  su  desolación,  por  la  codicia  de  los  extranjeros 
que,  celosos  de  la  abundancia  de  oro  que  producían  los  minerales  de 
Santa-Cruz  de  Cana  y  otros  muclios  que  hay  á  la  parte  del  sur  de 
dicha  Provincia,  la  saíiuearon  tan  rigurosamente,  que  algunos  á  sangre 
y  fuego  llevaron  la  población. . .  . 

"  Con  la  serie  de  atentados  (jue  experimentaron  los  infelices  mora- 
dores de  esta  Provincia  en  un  dilatado  tiempo  de  hostilidades  como  se 
cuenta  desde  el  año  1712  hasta  el  de  1.772,  las  personas  de  consecuen- 
cia y  acomodo  que  había  en  ella  la  fueron  desamparando,  como  igual- 
mente otras  que  podían  buscar  su  vida  en  otra  parte  por  no  vivir  con 
el  continiu)  subsidio  de  acostarse  buenos  y  acaso  amanecer  hechos  víc- 
timas de  la  crueldad  de  los  bárbaros,  y  sólo  permanecieron  en  ella  el 
miserable  destrozo  de  los  muchos  esclavos  que  tuvieron  algunos  aco- 
modados vecinos  y  algunos  zambos  y  mulatos  de  ambos  sexos,  (|ue  el 
Cobieruo  de  Panamá  fue  remitiendo  desterrados  por  sus  vicios. 

"De  cuatro  ó  seis  años  á  esta  parte  se  ha  ido  mitigando  tanta  hos- 
tilidad como  se  experimentaba  de  los  indios,  cuya  causa  atribuyo  con 
bastante  fundamento  á  la  peste  general  de  las  viruelas,  de  la  (|ue  han 
muerto  muchos,  así  parciales  como  rebeldes;  á  las  hostilidades  (|ue  les 
hicieron  los  del  Chocó,  hasta  (jue  los  hicieron  retirar  bastantemente  á 
la  parte  opu«!sta  de  su  residencia  ;  á  la  construcción  de  la  casa  fuerte 
de  Yaviza,  situada  tan  ventajosamente  en  los  pasos  precisos  que  tenían 
para  bajar  á  cometer  sus  crueldades ;  y  á  las  continuas  salidas  del  Ca- 
cique l<]strada  con  las  ([ue  se  acabó  de  limpiar  de  indios  rebeldes  todas 
esas  inmediaciones.". .  .  . 

Como  todo  buen  Administrador,  no  S(!  (-ontentaba  con  someter  á 
los  indios  y  «-onstruír  casas  fuertes  para  oponerse  á  su^  irrupciones, 
sino  que  ])rociiraba  insj)irarles  amor  á  una  vida  menos  bárbara.  Hé 
aquí  sus  notables  y  sencillas  ideas  á  este  respecto  : 


—  L'L'4  — 

"  No  sólo  las  itrovidciicias  tfiiiporak'.s  lian  do  ser  las  árltitras  c-n  el 
ioiiiento  de  esta  Provincia,  tanil»iéii  las  espirituales  deben  jwner  su 
piedra  (pie  sirva  e.onio  de  base  sobre  ([ue  hayan  de  estribar  todas  las  de 
esta  útil  ol)ra.  En  euva  inteli^^encia,  y  consecuente  á  todo  lo  expuesto, 
es  muy  conducente  é  indispensable  á  la  mayor  honra  y  gloria  de  Dios, 
que  Vuestra  Excelencia  precise  al  líeverendo  Obispo  de  Panamá  ¡¡ro- 
vea  en  cada  pueblo  de  indios  de  ella  de  un  Cura,  (lue  á  i»ie  iijo  se  man- 
tenga  al  cuidado  de  sus  feligreses,  pues  nadie  creerá,  sin  la  mayor  ad- 
miración, que  en  el  domingo  de  las  i»resentes  Pascuas  de  Resurrección, 
en  ninguno  tU*  ellos  ha  habido  misa  i)or  el  capricho  del  Vicario  y  otro 
Párroco. 

•^  De  la  falta  de  Cura  en  cada  respectivo  pueblo,  además  de  ([ue  los 
pobres  indios  se  mueren  sin  confesión,  resulta  el  (|ue  no  tienen  ocasión 
de  aprender  el  idioma  castellano,  jiorque  no  hay  en  el  pueblo  con  quien 
hablarlo,  cediendo  al  mismo  tiempo  en  perjuicio  del  Estado,  jiorqne 
estos  pobres  vasallos  recién  convertidos  y  conquistados,  experimentan 
•|ue  no  les  dan  competente  instrucción  ni  en  nuestra  política,  ni  en  los 
dogmas  católicos  ;  luego  ¿  qué  Juicio  harán  de  él  y  de  nuestra  santa  re- 
ligión '!  ¿  y  qué  consecuencias  pueden  resultar  ? 

'•  Por  todo  lo  cual,  para  asegurar  á  los  indios  de  esta  Provincia  á 
nuestra  religión  y  perfecta  amistad,  arraigando  á  los  unos  con  los  bie- 
nes raíces  que  resultan  de  las  sementeras  del  cacao,  á  que  se  les  estimu- 
la, y  á  los  otros  obligándolos  i)or  mé^lio  de  los  sueldos  propuestos,  em- 
peñándolos á  todos  á  la  educación  y  estudio  de  los  hijos,  premiando  el 
mérito  del  Cacique  Estrada,  conu»  lo  solicita,  ])ür  sertan  útilísimo  para 
las  ideas  del  (iobierno,  se  fomentará  esta  l'rovincia,  se  atraerán  los 
indios  del  Golfo  á,  nuestra  amistad,  y  con  unos  y  otros,  ó  con  éstos  so- 
lamente, se  i)uede  contribuir  infinito  á  la  tacil  ocupación  de  aquella 
]»arte  de  este  (Iobierno,  como  se  i)remedita,  i>or  ser  todas  empresas  (jue 
harán  nuis  y  más  memorable  el  desvelo  de  Vuestra  Excelencia  en  su 
acertado  (Gobierno,  por  lo  que  en  ellas  con  tanto  aprovechamiento  se 
interesa  el  real  servicio." 

No  sabenms  en  (|ué  año  contrajo  matrinionii»  1).  Andrés  de  Ariza 
con  Doña  María  Antonia  de  la  Hoz. 

En  178.'>  le  graduó  Su  Majestad  de  Teniente-Coronel  en  i)remio  de 
sus  servicios.  Ese  misnm  año  sufrió  una  gra\ c  contrarieilad  ;  viosc 
obligado  á  defenderse  de  cargos  injuriosos  de  ambición  y  de  indepen- 
dencia (lue  le  hizo  su  superior  inmediato.  1).  líanióu  de  Carvajal,  Clo- 
bernador  de  Panamá,  el  mismo  (¡ue  firmó  la  honrosa  certificación  de 
sus  servicios  (¡ue  copiamos  antes,  l'hi  el  oficio  que  en  su  defensa  dirigió 
al  Virrey,  dice  el  señor  Ariza  : 

••  Xo  he  perdonado  fatiga  ])ersuiial.    \)or  arriesgada    ([iic  lia\asiilo. 


(MI  (|iii'  lio  iiif  lia\a  ciiiitcñado  v*)liiiirar¡aiiii-iit(*  t-im  lit-róico  valor  y 
tosóu  jiara  ilrtiMuh-r  la  vida  de  mis  súlxlitos,  <|iu'  la  piedail  del  Key  8t* 
lia  d¡<;nudo  fuconMMidaniu'.  I'riu'ha  de  este»  8(ni  más  de  ricn  salidas 
f«)ntra  estos  indios,  pcnftraudo  ríos  y  iiioiitafias  desconocidas,  liasta  la 
de  Caledonia.  no  sólo  llenas  de  alirojf»s  y  peli^rros  sino  de  fieras  de  ani- 
llas especi«'s.  siendo  la  racional  la  más  devoradora  de  estos  miserables 
vasallos  del  líey,  «pie  dalta  rnmpasióii  verlos  };emir  bajo  de  uíi  yufjo 
san^'uinario  y  cruel  liasra  que  yo  (lo  puedo  decir  delante  de  Dios  y  d<! 
los  liouíiires)  los  he  redimido  del  fiieji^o  y  del  ciicliillo,  ((iie  continua- 
mente experimentalian.  y  si  no  adelanto  más  esta  coiH|uista  ó  sujeción 
de  diclios  n'beldes,  es  por  care<-er  de  los  auxilios  necesarios  para  ello, 
pero  no  «le  valor  y  cabal  í-onocimiento  del  país. 

'•  Me  puedo  lisonjear,  señor  Excelentísimo,  de  que  desde  que  \'asco 
Núñez  conquistó  esta  Provinciano  lia  habido  en  ella  otro  que  con  todas 
sus  fuerzas  traliajase  más  que  yo,  ni  aprovechase  más  en  beneficio  de 
la  patria,  habiéndola  puesto  en  un  pie  de  aumento  y  seguridad  tal  que 
no  podrá  retroceder,  á  menos  que  de  una  vez  el  (robierno  'a  aliando 
ne. .  . .  Vo  he  dado  á  luz  su  importancia,  por  medio  de  mapas  y  exac- 
tas relaciones,  y  he  construido  contra  los  <'nemigos,  ([iie  aspiraban  á  no 
dejar  viviente  español,  cinco  casas  fuertes  y   tres  iglesias  atroneradas. 

"•  No  se  piense,  señor  Excelentísimo,  «jue  sólo  á  costa  del  Key  la 
aumenté,  fortifiqué  y  le  hice  templos,  jiorque  más  gasté  yo  fervoroso  de 
mi  propií»  peculio  (|ue  del  real  erario,  como  íc  jiiiede  Aer  en  ese  Tribu- 
nal mayor  de  cuentas.". . . . 

La  vida  de  constantes  trabajos  y  fatigas  que  llevaba  en  servicio  d(d 
liey  le  causó  una  grave  enfermedad  (jue  le  atormentó  en  el  resto  de  sus 
días.  A  fines  de  1784  se  hallaba  en  cama  y  recibió  los  sacramentos  des- 
tinados i)or  la  Iglesia  jiara  la  iiostrimera  liora.  A  jirincipios  de  ITSf» 
se  vio  obligado  á  retirarse  á  Panamá  en  busca  de  salud.  Llegó  á  esta 
ciudad  en  brazos,  casi  agonizante,  de  resultas  de  un  absceso  en  la  par- 
te interior  del  hígado.  Todos  lo  tuvieron  jior  Miiiert(>  y  se  apresuraron  á 
darle  el  santo  viático.  Luego  (|ue  s(í  sintió  mejor  regresó  al  Darién.  sin 
esperar  su  completa  reposición,  dando  cuenta  al  Virrey  de  esta  resolu 
<'ión.  Este  le  contestó  en  los  términos  siguientes  : 

'*  De  muy  jiarticular  consuelo  y  satisfacción  me  ha  sido  el  generoso 
.esfuerzo  con  que  aun  no  ronvalecid(»  \'iii(l.  de  su  jieligrosa  pasada 
enfermedad  resolvió,  como  me  jiarticipa  en  carta  de  US  de  Abril,  res- 
tituirse á  su  (lobierno  para  dirigir  la  expedición  <le  Sucubtí,  avivar  la 
campaña  y  continuar  el  tránsito  á  la  Carolina,  cuyo  importante  objeto 
]ior  el  desgraciado  accidente  del  Comandantíí  del  destacamento,  D. 
Luis  de  la  Carrera,  ((ue  con  otros  oficiales  fue  conducido  en  brazos  á 
Puerto— Príncipe,   consideró   Vmd.   á    riesgo   de  malograrse,   y   (piiso 

15 


—  220  — 

remediar  con  su  presencia  aventurando  su  débil  salud  en  una  precipi- 
tada marclia.  Doy  ú  Vind.  muy  expresivas  gracias  por  tan  claro  testi- 
monio de  su  celo  y  particular  amor  al  Keal  servicio,  de  ([ue  informaré 
al  Rey  cuando  lo  haga  de  los  demás  servicios  con  que  espero  complete 
Vmd.  su  mérito  en  esta  conquista.  Por,  ahora,  en  señal  de  mi  benevo- 
lencia, y  deseando  distinguirlo  para  que  otros  se  animen  á  imitarlo, 
vengo  desde  luego  en  concederle  la  facultad  <iue  me  pide  en  su  oficio 
citado,  para  que  entre  la  tro])a  de  pie  descalzo  de  esa  I,*rovincia  y  la 
(lue  quiera  alistarse  para  servir  bajo  sus  órdenes,  pueda  nombrar  desde 
el  grado  de  Capitán  hasta  el  de  Alférez  y  dem'ás  cabos  subalternos 
que  considere  con  has  cualidades  competentes  al  desempeño  respectivo 
de  sus  empleos,  asignándoles  el  competente  sueldo,  que  les  será  satis- 
fecho por  las  cajas  de  Panamá,  á  cuyo  ñn  paso  copia  de  esta  orden  en 
su  fecha,  desde  el  día  del  nombramiento,  del  que  me  dará  Vmd. 
noticia  para  su  aprobación. 

"  Dios  guarde  á  Vmd.  muchos  años. 

"  Turbaco,  Junio  11  de  17SG. 

'f  Antonio,  Arzobispo-Virrey  de  Santafé. 

"  Señor  Gobernador  del  Darién." 

El  señor  Ariza  comprendió  que  su  enfermedad  era  grave  y  que 
no  le  permitiría  desempeñar  las  funciones  de  su  gobierno  con  la  nece- 
saria actividad  ;  ocurrió  al  Rey,  solicitando  su  retiro.  El  Virrey,  por 
cuyo  conducto  dirigió  su.solicitud,  rehusó  apoyarla,  fundándose  en  los 
motivos  (jue  expresa  en  las  dos  siguientes  cartas,  muy  honrosas  para  el 
Gobernador  : 

"  Ayer  llegó  á  mis  manos  el  memorial  de  Vmd.  de  1*0  de  "Mayo 
en  que  me  pide  dirija  y  apoye  la  instancia  que  acompaña  para  Su 
Majestad,  solicitando  la  gracia  de  su  retiro  con  grado  y  sueldo  de 
Coronel  vivo.  Conozco  que  las  continuadas  fatigas  y  celo  con  ([ue  por 
espacio  de  trece  años  ha  distinguido  su  talento  militar,  espíritu  y  amor 
al  servicio  del  Rey  en  Vse  Gobierno  le  constituyen  acreedor  al  honroso 
descanso  que  apetece,  y  no  me  detendría  á  concurrir  gUstoso  á  su  logro,  • 
pero  intei'esando  al  mejor  servicio  la  subsistencia  de  Vmd.  en  el  mando 
de  esa  Provincia,  por  lo  menos  mientras  se  terminan  las  operaciones 
principiadas  para  Ui  apertura  del  Istmo  que  divide  los  mares  del  sur  y 
norte,  de  cuya  angostura  importantísima  á  la  conquista  del  Darién 
ha  sido  primer  descubridor,  determino  diferir  el  curso  de  la  pretensión, 
porque  no  se  dejen  de  aprovechar  los  útiles  conocimientos  del  terreno 
que  tiene  Vmd.  adquiridos  y  que  tanto  pueden  conducir  en  la  ocasión, 
atendiendo  también  á  que  no  quede  Vmd.  defraudado  de  la  gloriosa 
satisfacción  de  perfeccionar,  como  lo  espero,  un  proyecto  que  siendo 
suyo  le  corresponde  llevarlo  hasta  su  fin.'  Reconozca  Vmd.  en  esta 


deliberariún  mía  un  t'fecto  del  aprerio  (\nv  me  deben  su  persona  y 
mérito,  aseíTuraudo  (|ue  más  adelante  d¡ri<;iré  su  súplica  al  líey  con 
mis  justos  informes.  Y'  si  las  enfermedades  (jue  han  movido  á  V'md.  á 
dicha  solicitud  no  cedieren  en  lo  que  resta  de  la  presente  estación  de 
invierno,  y  para  el  verano  no  se  liallara  en  estado  de  asistir  personal- 
mente á  la  campaña,  podrá  avisármelo  con  anticipación  para  destinar 
el  sujeto  (|ue  sea  de  la  satisfacción  de  Vrad.,  el  que  se  encargue  del 
mando  de  la  expedición  bajo  sus  inmediatas  órdenes,  jtreviniendo  á 
Vmd.  (\ue  en  el  ínterin  haya  aprovechado  el  tiempo  en  las  disposicio- 
nes preparatorias  que  estime  precisas,  comunicándomelas  con  oportu- 
nidad para  dar  mis  efectivas  providencias  á  fin  de  que  abierta  la  cam- 
paña se  reasunuí  el  emi)eño  con  esperanzas  ciertas  de  mejor  suceso. 

"Dios  guarde  á  Ymd.  muchos  años. 

•'  Turbaco.  Agosto  17  de  17S0. 

"  Antonio,  Arzobispo- Vii-rey  de  Santafé. 

"  Señor  Gobernador  del  Darién." 


"  Turl)aco,  Agosto  17  de  1786. 

"  Mi  estimado  Gobernador : — ¡  (^ué  modo  de  pensar  nuevo  y  me- 
lancólico es  ése !  Cuando  se  acerca  el  término  y  la  ocasión  de  coronar 
la  carrera  de  los  trabajos  proporcionándose  un  descanso  glorioso,  anti- 
ciparse, un  retiro  oscuro  ó  (íxpuesto  á  las  invectivas  de  los  enemigos  ! 
No:  yo  estimo  á  Ymd.  y  no  puedo  ni  debo  permitir  cosa  tan  poco 
airosa  á  su  opinión;  Vmd.  mismo  cuando  discurra  más  á  su  modo  sin 
la  preocupación  de  un  ánimo  contristado  con  los  males,  conocerá  que 
el  pensamiento  es  parto  de  una  imaginaíMÓn  desconcertada,  lístuvo 
Vmd.  á  la  muerte  y  ha  (juedado,  como  afirma,  con  una  salud  achacosa, 
mas  ése  no  es  motivo  para  huir  precipitadauíentíi  de  ese  terreno;  seríalo 
8Í  supiese  Vmd.  con  certidumbre  que  en  Cartagena  había  de  recoltrarse, 
pero  aquí  y  (m  todas  partes  es  enfermiza  la  naturaleza;  ésa  aunque 
fuera  más  insalubre,  tiene  la  ventaja  de  haberla  acomodado  á  su  com.- 
plexión  la  residencia  de  tantos  años.  Así  es  de  esperar,  y  yo  lo  espero, 
que  en  lo  (iu(!  resta  del  año  restaure  Vmd.  su  vigor  y  lo  emplee  útil- 
mente en  consumar  la  carrera  de  su  mérito,  verificando  la  apertura  del 
Istmo  que  mantiene  (ni  expectación  la  (Jorte.  Oh  !  ¡  qué  bien  caerá 
entonces  la  pretensión  !  Qué  glorioso  será  el  retiro  y  el  reposo  entre 
su  familia  con  nombrií  ilustre  y  una  pensión  asegurada !  Piénselo 
Vmd.,  y  si  no  obstante,  llegado  el  verano  en  que  se  ha  de  renovar  á 
todo  esfuerzo  la  campaña,  no  estuviere  en   estado  de  presidirla  perso- 


—  2L'S  — 

nalmeiite,  estaré  (-(nitento  con  que  la  dirija  de  lejos  coinunicando  sUvS 
luces  y  couociinientos.  La  acción  l>ajo  las  órdenes  de  Viud.  la  ejecutará 
la  persona  (|ue  sea  de  su  confianza  ;  los  auxilios  de  armas,  de  trabaja 
dores,  de  provisiones,  y  cuanto  estime  necesario  será  aprestado  para 
su  tiempo  con  el  aviso  de  Vmd.,  y  pues  ya  se  acerca,  anime  Vmd.  su 
celo  y  vaya  proporcionando  el  plan,  no  se  i)ierda  al  íin  la  ocasión  que 
por  tantos  años  de  servicios  se  lia  ido  preparando  i)ara  la  fortuna  de 
Vmd.  Cuente  con  mis  informes  al  Key  para  el  logro  de  sus  deseos 
(y  quién  sabe  si  paramas) ;  los  dictaré  como  podría  el  más  fiel  amigo 
(le  Vmd.,  ])ues  lo  es  suyo  y  siempre  será  su  afectísimo. 

"  El  Arzo«isi»o-Virre\. 

"  Señor  D,  Andrés  de  Ariza." 

A  vista  de  tan  apremiantes  razones,  expresadas  con  tanta  galan- 
tería, vióse  obligado  á  ceder  D.  Andrés  de  Ariza  y  resolvió  continuar 
en  el  servicio  aunque  sacrificase  su  salud  y  expusiese  su  vida. 

Xueva  aflicción  padeció  su  espíritu  en  1787 ;  cayó  raortalmenttí 
enfermo,  habiendo  padecido  tan  atroces  tormentos  que  casi  seis  me- 
ses estuvo  sufriendo  las  espantosas  operaciones  del  cuchillo  anatómico, 
asegurando  los  profesores  que  las  hicieron  (\ue  había  sido  un  milagro 
que  escapara  de  elJas. 

El  4  de  Agosto  del  año  siguiente  anunció  al  Gobernador  de  Pa- 
uauuí.  I).  José  Dimas  y  Valle,  ([ue  iría  allí  á  buscar  hospitalidad  por 
hallarse  muy  enfermo.  Contestóle  éste  ((ue  sin  (jue  se  le  comunicara 
orden  formal  no  permitiría  que  saliera  del  gobierno  militar  de  la  Pro- 
vincia del  Darién.  Al  recibir  tan  inhumana  re])ulsa  no  pudo  menos 
de  exhalar  su  pena  escribieudo  al  Virrey  : 

"  Vuestra  Excelencia  sabe  el  tropel  de  angustias  (¡ue  siente  mi 
alma  de  algunos  años  á  esta  parte,  ya  i)or  los  empeños  en  que  me  hallo 
al  servicie»,  ya  por  las  enfermedades  que  á  su  'consecuencia  se  me  han 
originado,  y  ya  por  las  persecuciones  de  los  hombres  ;  pues  lo  mismo 
era  sentirme  enfermo,  cuando  aun  viéndome  casi  expirar  levantaban 
el  grito  ó  calumnia  de  ({ue  hacía  la  maula  i)or  huir  la  cara  á  los  peli- 
gros de  la  campaña.". . . .  En  efecto,  algunos  oficiales  de  la  guarnición, 
(jue  gustaban  más  de  pasearse  en  Panamá  que  de  hacer  en  el  Darién 
un  servicio  de  suyo  penoso,  le  perseguían  con  su  odio  y  le  acusaban, 
obligándole  á  defenderse. 

Como  la  salud  de  D.  Ardrés  de  Ariza  siguiera  cada  día  más  que- 
brantada, el  Virrey  1).  Francisco  Ciil  y  Lemus  le  coucedió  permiso 
para  ([ue  pasara  á  la  jtlaza  de  Cartagena  á  restablecerse  de  sus  males, 
con  derecho  á  la  mitad  de  su  sueldo  y  nombrando  Ciobernador  interino 
del  Darién  al  Capitán  D.  Francisco  de  Ayala,  el  l.'í  de  Febrero  de 
17S!).  En  Octiilirc  del  luisiiio  año  se.  le  i»reviiio  se  prejiararse  ]>ara  mar- 


—  lili!»  — 

•  liar  íi  la  pacificación  de  los  indius  goajiros  df  Riohacha,  á  las  órdenes 
del  Teniente  de  Rey  de  la  plaza  de  Cartagena,  J).  Antonio  Narváez  y 
Ijaforn'.  llallándDsc  iiiej(»r  de  salud  ouniplió  esta  coiiiisión  con  la  ]>ron 
titiid  que  debía,  y  sirvió  al  lado  de  su  Jete  superior  con  toda  actividad 
y  celo  hasta  conseguir  la  completa;  sumisión  de  los  goajiros.  El  señor 
Karváez  quiso  (¡ue  se  encargase  Ariza  del  gobierno  de  la  Provincia  de 
Kioliaclia,  en  la  conlianza  de  (|ue  él  mantendría  á  los  indios  en  paz  y 
respeto,  pero  enfermó  gravemente  y  se  vio  obligado  á  regresar  á 
Cartagena.  Allí  i»ermaneció  Itastante  tiempo,  y  como  no  mejorase  de 
salud,  el  Rey  dispuso  que  1).  Francisco  de  Ayala  se  encargase  en  pro- 
piedad del  gobierno  del  Darién,  como  lo  hizo  el  'Jl  de  ]\[arzo  de  1791. 

Los  documentos  manuscritos  ([ue  hemos  consultado  para  escribir 
esta  noticia  biográfica  de  D.  Andrés  de  Ariza  no  dicen  una  palabra 
uijis  de  su  vida,  ni  indican  siquiera  la  época  de  su  muerte.  Sólo  so 
sabe  (|ue  en  17!)-  continuaba  residiendo  en  Cartagena.  Su  salud  estaba 
ya  tan  gravemente  quebrantada  por  las  muchas  y  peligrosas  enferme- 
dades que  liabía  padecido  en  el  Darién  en  el  tiempo  de  diez  y  seis  años 
«|ue  lo  gobernó,  que  es  probable  que  su  vida  se  extinguiera  i)ronto.  Si 
murió  desengañado  de  los  hombres  y  temeroso  de  que  sus  largos  tra- 
bajos fueran  perdidos  para  lu  Monanjuía  española,  no  dudamos  de  que 
hallaría  una  justa  compensación  en  los  consuelos  de  la  Iglesia  Católica, 
de  la  (^ue  fué  niuy  devoto  hijo,  y  en  la  íntima  satisfacción  que  procura 
el  recuerdo  de  una  vida  laboriosa,  consagrada  toda  al  cumplimiento 
del  deber. 

Si  alguna  vez  se  escribe  la  historia  de  nuestro  país  durante  la  época 
colonial  con  la  extensión  (]ue  merece,  veremos  disiparse  muchas  preo- 
cupaciones y  recibiremos  graves  enseñanzas.  Hubo  virreyes  y  gober- 
nadores de  provincia  (jue  dieron  grandes  ejemplos  de  inteligente 
actividad,  de  desinterés,  de  amor  al  bien  público  y  de  aplicación  cons- 
tante á  sus  deberes.  Entonces  la  memoria  del  Teniente-Coronel  D. 
Andrés  de  Ariza  aparecerá  con  el  brillo^  (jue  le  corresponde.  Grandes 
ideas  bulleron  en  su  mente,  las  que  tuvieron  un  principio  de  ejecución, 
y  si  no  logró  coronarlas,  debióse  acaso  esto  á  que  fueron  muy  escasos 
los  medios  de  que  pudo  disponer.  Alcanzó  á  pacificar  el  Darién,  cons- 
truyendo casas  fuertes  para  contener  las  irrupciones  de  los  indios  bár- 
baros, y  atrayendo  á  éstos,  por  medios  suaves,  á  la  vida  civilizada.  Dio 
repetidos  informes  sobre  las  riquezas  naturales  de  la  comarca,  levantó 
mapas  exactos,  y  (ton  la  aprobación  del  Rey  abrió  un  camino  ([ue  ponía 
en  rápida  comunicación  los  dos  mares.  Hizo,  en  fin,  cuanto  le  fue 
posilde  por  conseguir  (jue  el  gobierno  español  explotase  las  riquezas 
minerales  de  (.'ana,  á  donde  pasó  en  1777,  "á  construir,  dice,  un 
edificio  ó  casa   fuerte  ;   más  con  la  esperanza  de  que  sirviese  jxoa  la 


—  230  — 

custodia  y  acopio  del  oro  que  se  extrajese  <le  aquellos  poderosos  mine- 
rales,— porque  siempre  me  pareció  que  el  Gobierno  no  los  dejaría  aban- 
donados por  más  tiempo, — que  con  el  objeto  de  contener  á  los  indios 
qn(!  tiene  inmediatos.'' 


IX. — D.  .TUAN  .TOSE   D'ELHÚYAK.  (1) 

Deseoso  el  Yirrey-Ar/obispo,  B.  Antonio  Caballero  y  Góngora,  de 
atender  al  fomento  de  la  industria  minera,  que  se  hallaba  en  lamentable 
atraso  en  el  Nuevo  líeino  de  Granada,  ocurrió  á  la  Corte  de  ^Madrid 
pidiendo  se  mandasen  dos  profesores  instruidos,  costeados  de  su  renta, 
para  que  fundasen  escuelas  y  enseñasen  el  arte  de  beneficiar  los  me- 
tales y  la  explotación  de  minas.  Por  real  cédula  de  .'51  de  Diciembre 
de  1783  dispuso  Su  Majestad  el  envío  de  D.  Juan  José  D'Elliúyar  y 
D.  Ángel  Díaz,  "  operarios  hábiles  en  la  mineralogía  y  metalurgia,  para 
que  de  este  modo  se  haga  efectiva  la  suma  riqueza  con  que  el  Todo-l'o- 
deroso  quiso  dotar  este  Eeino  de  Santafé,  que  se  halla  en  un  total  aban- 
dono por  la  desconfianza  de  muchos  en  aventurar  sus  caudales  con  la 
incertidumbre  de  lograr  por  este  camino  las  ventajas  que  ofrecen  las 
minas  en  los  otros  reinos.'" 

D.  Juan  José  D'Elhúyar  nació  en  Logroño ;  fueron  sus  padres  D. 
José  D'Elhúyar  y  D''  Ürsula  Lubice.  Descendía  de  nna  familia  que 
había  emigrado  del  Bearn;  su  apellido,  que  se  escribía  primitivamente 
D'Elhuyart,  revela  su  origen  francés.  Era  hermano  del  sabio  metalur- 
gista D.  Fausto,  (2)  que  fue  por  muchos  años  Director  de  las  minas  y 
del  Tribunal  general  de  Minería  de  México. 

En  la  comunicación  que  por  orden  del  Eey  dirigió  D.  José  de 
Gálvez  al  Virrey,  dice  lo  siguiente : 

"  Sin  necesidad  de  recurrir  á  dominios  extranjeros  se  ha  i)ropor- 
cionado  el  envío  de  D.  Juan  José  D'Elhúyar,  natural  de  Logroño, 
quien  después  de  haber  estudiado  en  París  á  sus  expensas  las  mate- 
máticas, física,  química  y  la  historia  natural,  por  espacio  de  cinco  años, 
fue  pensionado  por  Su  INIajestad  para  el  estudio   de  las  ciencias  mine 

(1)  Los  más  de  los  documentos  que  nos  han  servido  pava  escribii*  esta  no- 
ticia biográfica  nos  fueron  comunicados  por  el  señor  General  D.  Alejandro 
Caicedo  D'Elhúyar. 

(2)  Los  dos  hermanos  U'Eíhúyarj  á  quienes  unieron  siempre  los  estrechos 
lazos  del  afecto  y  de  la  ciencia,  hicieron  conocer  su  nombre  en  Europa,  antes 
de  separarse,  por  un  descubrimiento  químico.  Ellos  fueron  los  primeros  que 
extrajeron  el  tungsteno  metálico  <lel  mineral  que  lo  contiene  (el  wolfram). 


—  j;;i  — 

ralúgiras,  dodioáiulose  particularmente  á  la  metalurgia,  ó  arte  de  bene- 
liciar  metales,  cou  í-uyo  tin  pasó  al  lustituto  metalúrgico  de  Freiberg, 
en  el  lOlectorado  d«'  Sajoiiia,  donde  cursó  tres  años  siguiendo  al  mismo 
tiempo  prácticauu'Ute  todos  los  trabajos,  y  con  particularidad  los  de 
fundición  de  i)lata,  cobre,  plomo,  estimo,  hierro  y  otros  metales.  Pasó 
á  üobemia,  d(»nde  reconoció  las  princi[)ales  minas  y  funderías  de  los 
citados  metales,  y  lo  mismo  hizo  después  en  la  Hungría  alta  y  baja  cou 
los  trabajos  de  oro,  plata  y  cobre  de  aquel  país,  y  en  el  Ilarz  con  otros 
senu'jantes  ;  y  no  contento,  empleó  otro,  viajando  i»or  Suecia  (1) 
y  Noruega  i)ara  "examinar,  como  lo  hizo,  varias  minas  y  funderías  de 
oro,  plata  y  cobre,  y  con  particular  atención  las  ferrerías  y  fábricas  de 
hierro,  y  sobre  todo  las  de  cañones,  sobre  cuyo  particular  llevaba  es- 
pecial comisión. 

"La  variedad  de  minerales  (|ue  ha  reconocido,  los  trabajos  apro 
piados  que  ha  visto  aplicar  á  cada  uno,  haciéndose  cargo  de  los  prin- 
cipios fundamentales  y  de  la  i)ráctica  de  las  operaciones,  su  mucha 
aplicación  y  talento,  y  genio  inclinado  á  estos  conocimientos,  persuaden 
([ue  este  sujeto  será  muy  á  propósito  para  los  fines  ([ue  se  desea,  pues  por 
lo  expuesto  parece  que  debe  tener  todas  las  luces  necesarias  para  poder 
desemjíeñar  cuahiuier  encargo  en  el  ramo  de  fundiciones,  y  por  consi- 
guiente podrá  plantificar  el  beneficio  de  los  metales  por  fundición  en 
ese  Nuevo  líeino  de  Granada,  y  enseñar  á  los  naturales  el  modo  con 
que  deben  goljenuirse  en  <'Stas  operaciones." 

Terminados  sus  largos  estudios  y  sus  viajes  ])or  Europa  en  busca 
de  la  ciencia,  D.  Juan  José  D'Elhúyar  regresó  á  su  patria.  La  So- 
ciedad ^'ascongada  de  los  amigos  del  país  se  apresuró  á  nombrarlo 
socio  literato  (Octubre  de  17SÍ2).  Antes  de  embarcarse  para  América 
obtuvo  el  título  de  correspondiente  de  la  Academia  Keal  de  Ciencias, 
Inscripciones  y  Bellas  letras  de  Tolosa  (Abril  de  ITS-t).  Consta  que 
fue  también  miembro  de  la  Academia  líeal  de  Ciencias  y  Bellas  letras 
de  París.  Nunca  hizo  ostentación  de  esos  títulos,  ni  de  su  correspon 
dencia  con.  sabios  profesores  europeos. 

En  aquel  tieni]»)  no  era  cosa  fácil  hacer  un  viaje  á  América.  1). 
José  D'Elhúyar  y  D,  Ángel  Díaz  llegaron  á  Cádiz  el  -.'5  de  Febrero 
de  1784,  y  no  salió  ninguna  embarcación  hasta  el  18  de  Julio,  en  cuyo 
día  dio  á  la  vela  el  paquebot  Soriano.  Después  de  una  feliz  navega- 
ción, ([ue  duró  .").'>  días,  entraron  á  Cartagena  el  18  de  Septiembre. 

(1)  En  la  Biblioteca  nacional  se  hallan,  entre  los  manuscritos  originales  de 
la  biblioteca  Pineda,  los  ^jji'.níes  hechos  por  D.  Juan  José  D'Elhúxjar  en  el  curso 
de  Quúiñca  particular  que  sigiUú  en  el  año  de  1782  en  la  Universidad  de  Upsala,  en 
Suecia,  con  el  profesor  Bergman  sobre  los  nuevos  desctdrimientos  en  dicha  ciencia. 
Están  escritos  en  francés,  con  mucho  orden  y  limpieza. 


I).  .losé  Celestino  Mutis  se  hallaba  en  Mariquita  cultivando  en  su 
quinta  la  quina  v  el  canelo  indígena,  cuando  tuvo  noticia  del  envío  de 
los  dos  mineros  españoles.  Con  fecha  2V)  de  Mayo  escribió  al  Virrey : 
"  Con  inexplicable  complacencia  he  recibido  y  leído  varias  veces  la 
copia  de  la  real  orden  (jue  Vuestra  Excelencia  se  ha  servido  remitirme, 
hallando  en  ella  todo  el  conjunto  de  instrucción,  liabilidad  y  genio  que 
adornan  al  sabio  minero  y  su  adjunto  que  reinite  Su  Majestad  á  pe- 
tición de  Vuestra  Excelencia  en  beneficio  general  de  todo  este  Keino, 
sólo  feliz  en  haber  caído  en  manos  de  Vuestra  Excelencia  para  con- 
seguir su  bien  fimdada  resurrección.  En  nombre  de  todos  los  que  se 
alegran  conmigo  doy  á  Vuestra  Excelencia  las  más  -rendidas  gracia* 
por  los  desvelos  que  le  cuestan  tan  altos  pensamientos. . . .  Deseando 
contribuir  en  lo  (jue  estuviere  do  mi  parte  al  adelantamiento  de  estáis 
minas  de  Mariquita,  donde  se  digna  Vuestra  Excelencia  fijar  la  resi- 
dencia de  los  comisionados,  expongo  en  el  adjunto  informe  (1)  algunas 
noticias,  de  que  hará  Vuestra  Excelencia  el  uso  que  estimare  conve- 
niente." 

Los  dos  mineros  permanecieron  cinco  meses  en  Cartagena.  Al  fin 
salieron  de  allí,  y  después  de  .'i8  días  de  viaje,  llegaron  á  Mariquita  el 
1(>  de  Febrero  de  ITSo. 

Allí  se  vieron  por  primera  vez  1).  José  D'Elhíiyar  y  D.  José  Ce- 
lestino Mutis.  El  conocimiento  inmediato  de  sus  mutuas  cualidades 
hizo  nacer  en  ellos  la  más  estrecha  y  tierna  amistad,  la  que  fue  para 
uno  y  otro  el  más  grato  y  noble  entretenimiento  en  medio  de  sus  tra- 
bajos científicos.  El  día  después  de  su  llegada  escribió  el  señor  D'Elhú- 
yar  al  Virrey  lo  siguiente  :  "  El  conocimiento  del  señor  D.  José  Mutis 
me  ha  sido  muy  gustoso  ;  es  un  varón  digno  de  los  mayores  elogios  por 
su  afabilidad  y  sabiduría,  y  no  hubiera  creído  jamás  hallar  en  nuestra 
América  un  hombre  tan  sabio,  que  puede  no  tenga  otro  igual  nuestra 
Península.''  A  propósito  de  esta  visita,  un  amigo  del  señor  D'Elhúyar, 
1).  Juan  de  Casamayor,  le  escribía :  "  Celebro  la  feliz  llegada  de  usted  y 
del  amigo  Díaz  á  ese  paraíso,  y  ((ue  le  sea  á  usted  agradable  la  buena 
compañía  de  mi  buen  amigo  el  señor  Mutis,  cuyas  apreciabilísiraas 
circunstancias  verá  usted  no  le  exageré,  antes  me  quedé  corto  en  su 
justa  alabanza."  (Carta  fechada  en  Cartagena  el  26  de  Marzo  de  1785). 

Los  metalurgistas  españoles  fueron  enviados  á  Mariquita  para  que 
reconocieran  sus  antiguas  minas  de  plata,  examinaran  sus  minerales, 
y  dieran  á  los  particulares  la  regla  que  se  debía  observar,  para  el  bene- 
ficio de  los  metales  y  la  construcción  de  los  hornos  y  máquinas  ade- 
cuados al  intento. 

El  señor  D'Elhúyar  pasó  cincuenta  días  examinando  los  antiguos 

(1)  Véase  el  documento  L. 


—  'SMi  — 

sofavunes  «le  las  luiíias  y  eiiHayando  sus  inineraN's.  Kl  primero  (1«* 
Abril  escribió  al  Virrey  :  '•  Lo  poco  trabajado  de  estas  minas  por  falta 
de  ciencia,  la  ri(|ue/,a  de  sus  terreros  y  la  facilidad  d(í  la  conducción  de 
las  ajruas  para  las  má(|niiias  «-  ingenios  convidan  á  exi)lotarlas.  No  lia- 
llándüse  particulan-s  ipie  las  trabajen  hasta  (|ue  estén  sej^uros  de  las  Hti 
iidades  (|ue  i)rometen,  es  forzoso  (jne  Su  ^Majestad  anime  á  sus  vasallos 
|)üniendo  en  laboreo  dos  ó  tres  ininas  de  su  cuenta.*'  Con  feclia  17  de 
Mayo  dio  el  \'irrey  la  orden  para  entablar  trabajos  jior  cuenta  del  Rey 
en  las  minas  de  los  reales  de  Lajas  y  Santa-Ana,  la  que  recibió  el 
señor  D'Elliúyar  "con  inexplicable  jíusto  y  complacencia." 

(irande  error,  inspirado  por  el  noble  deseo  de  .servir  A  nuestra  patria. 
cometieron  los  dos  hombres  ilustres,  proponiendo  el  uno  y  adoptando 
el  otro  esta  determinación,  que  fue  para  el  señor  D'Elhúyar  fuente  <Ie 
continuas  molestias.  Viose  obligado  á  vivir  cerca  de  nueve  años  en  el 
real  de  Santa-Ana,  privado  de  los  goces  de  la  vida  social  y  del  trato 
<1»'  los  hombres  ilustrados  (|ue  vivían  entonces  en  Jiogotá.  Y  para 
colmo  de  su  desgracia,  murió  con  el  sentimiento  de  ver  frustrada  la 
obra  á  la  cual  había  consagrado  su  existencia.  ¡  Cómo  pudiera  dejar 
de  inspirarnos  simpatía  este  hombre  que  encadenó  noblemente  su  vida 
á  una  empresa  desgraciada,  (|ue  no  conoció  el  éxito  y  por  lo  tanto  debi(') 
temer  (jue  su  nombre  fuera  olvidado,  como  lo  ha  sido  en  Colombia! 

El  señor  D'Elhúyar  ¡jrincipió  sus  trabajos  por  limpiar  los  antiguos 
socavones  dé  las  minas  de  Manta,  Santa-Ana,  el  Cristo  y  San-Juan  ; 
pues  su  propósito  en  todas  ellas  era  encontrar  la  veta  en  donde  la  de- 
jaron los  antiguos,  para  emprender  un  trabajo  formal  y  aprovecharse 
de  los  terreros  (jue  se  encontraban  en  las  minas.  En  estas  exploraciones 
tuvo  que  vencer  grandes  dificultades  á  causa  de  los  derrumbes  que 
solían  interrumpirlas,  y  de  los  obstáculos  que  se  presentaban  para  el 
desagüe  de  los  pozos.  Como  en  Mariquita  no  había  mineros,  se  vio 
obligado  á  enseñar  á  los  indígenas  el  manejo  de  las  herramientas  y  la 
práctica  de  los  trabajos  de  minas.  (1) 

Con  fecha  Ü  de  Mayo  de  178G,  escribía  ya  al  V^irrey  :  "  Siendo  el 
principal  objeto  de  mi  comisión  el  establecimiento  del  método  de  bene- 
ficiar los  minerales  de  plata  por  fundición,  y  teniendo  ya  asegurado  el 
producto  de  estas  minas,  se  hace  indispensable  que  con  la  brevedad 
jtosible  se  dé  principio  á  la  construcción  de  las  funderías,  con  cuyo  fin 
tengo  ya  escogido  un  terreno  á  propósito  para  el  intento,  entre  las 
([uebradas  de  Murillo  y  Morales,  cerca  del  río  Cuamo,  y  á  unos  tres 
«•uartos  de  legua  de  este  Keal." 

(1)  En  el  documento  M  hemos  reunido  las  noticias  que  en  su  con^espondeu- 
cia  al  Virrey  da  el  señor  D'Elhúyar  sobre  las  minas  de  Mariquita.  Ellas  podrán 
ser  útiles  á  los  exploradores  de  esas  minas. 


—  2.34  — 

El  injíenio  i)ara  lavar  los  terreros  de  la  Manta  por  el  método  de 
Hungría  estaba  entonces  casi  concluido. 

Con  fecha  1 7  de  Junio  del  mismo  año  comunicc)  el  señor  IJ'fílhúyar 
al  Virrey  lo  siguiente :  "  Acabo  de  recibir  carta  de  un  hermano  mío  " 
(D.  Fausto)  "  en  (|ue  me  dice  que  el  li4  de  Febrero  salía  para  la  corte 
de  Viena,  comisionado  por  Su  Majestad  para  imponerse  en  el  nuevo 
método  de  beneficiar  los  minerales  de  oro  y  plata  por  amalgamación^ 
descubierto  por  el  señor  de  líorn,  consejero  de  minas  de  dicha  Corte,  en 
vista  de  las  ventajas  que  promete,  pues  dice  dicho  Born,  en  ima  carta 
que  escribió  á  mi  hermano,  que  los  costos  de  beneficio  por  este  nuevo 
método  son  la  mitad  más  baratos  que  por  la  fundición,  y  que  en  24 
horas  se  beneñcian  de  SO  ;i  120  quintales." 

El  17  de  Octubre  de  1787  volvía  á  escribir:  " Espero  de  la  alta 
comi)reasión  de  Vuestra  Excelencia  que  no  me  culpará  de  moroso  en 
mi  obligación  por  haber  retardado  tanto  tiempo  en  poner  estas  minas 
en  estado  de  dar  rendimiento.  Hace  más  de  año  y  medio  que  propuse 
la  construcción  de  funderías,  y  desde  entonces  estamos  aguardando  los 
resultados  de  la  comisión  de  mi  hermano.  Las  circunstancias  críticas 
de  este  nuevo  método,  que  está  expuesto  á  variaciones,  no  me  han 
permitido  llevarlo  á  debido  efecto  con  la  brevedad  que  deseo,  temiendo 
que  una  nueva  reforma  inutilice  los  gastos  que  se  hubieren  hecho  para 
su  plantificación.  ]S'o  por  esto  se  emplea  el  tiempb  y  el  dinero  inútil- 
mente. El  mineral  que  se  saca  de  las  minas  resarcirá  á  su  tiempo  las 
sumas  que  se  impenden  en  el  día." 

Once  meses  después  (17  de  Septiembre  de  1788)  anunciaba  al  fin 
el  feliz  éxito  de  las  experiencias  hechas  con  los  minerales  por  el  método 
de  amalgamación  del  Barón  de  Born.  (1)  Ya  el  molino  de  arrastras 
estaba  concluido  y  se  adelantaba  la  construcción  del  edificio  de  cal  y 
canto  para  los  hornos  y  máquinas  de  amalgamación. 

Fue  sin  duda  im  suceso  desgraciado  el  de  que  se  hubiera  tenido 
noticia  del  método  de  Born  cuando  ya  se  iban  á  construir  los  hornos 
de  fundición.  Sin  esta  incidencia,  que  retardó  algunos  años  la  conclu- 
sión de  los  trabajos  de  explotación  de  las  minas  de  Mariquita,  y  quizá 
decidió  de  su  total  ruina,  probablemente  desde  entonces  se  habrían 
establecido  en  este  país  fundiciones  para  el  beneficio  de  los  metales. 

En  Septiembre  de  17»()  visitó  el  señor  D'Elhúyar  las  minas  de  es- 
meraldas dé  Muzo  y  envió  al  Virrey  un  informe  detallado  sobre  la  na- 
turaleza de  aquellas  minas  y  el  modo  mejor  de  trabajarlas.  Sentimos 
no  hal)er  halladc»  ese  documento, 

(1)  Véase  en  el  documento  X  la  descripción  de  las  operaciones  y  la  relación 
dé  las  ventajas  que  el  señor  D'Elliúyar  le  encontraba  al  método  del  Barón 
de  Born. 


—  2^5  — 

El  Virrey  (ióiijrorii  dejó  el  inaiidc»,  por  reuiicia  (nic  liizo  de  su  cargo, 
en  Enero  de  ITS'J.  Fue  sieini)n'  deferente  para  con  el  señor  D'Elhúyar, 
En  carta  fechada  en  L'd  de  lanero  de  17S7  le  decía:  ''Soy  de  la  niisniii 
opinión  de  usted  en  cuanto  á  (jue  se  comiencen  los  ensayos  y  fálnica 
de  ofií'inas  como  á  usted  le  parezca  mejor,  dejándolo  yo  á  su  arbitrio  y 
sinjrular  inteliirencia  en  estas  materias. 

"  Y  supiu'sto  t(ue  usted  debe  contar  en  todas  ocasiones  y  asuntos 
con  cuantos  auxilios  pendan  de  mi  arbitrio,  y  (jue  estimo  á  usted  según 
merece  el  alto  grado  de  reputación  que  le  han  adquirido  sus  sobresa- 
lientes prendas,  carácter  é  ilustración,  debe  usted,  sin  rejtaro  alguno, 
jiediruic  en  derechura  cuanto  conduzca  para  las  vastas  ideas  de  ade- 
lantamientos mineralógicos,  y  otros  objetos  (|U('  le  i)arezcan  á  usted 
provechosos,  ]\I¡  gust(»  particular  es  de  tener  hombres  cv)mo  usted,  (|ue 
unan  perfectamente  la  buena  conducta  y  celo  ))atriótico  á  la  erudición 
y  conocimientos  sublimes," 

A  esta  carta,  en  (|ue  el  Virrey-Arzobispo  revela  en  pocas  palabras 
las  relevantes  i)rendas  y  el  elevado  carácter  de  ]).  Juan  .losé  D'Elhú- 
yar, contestó  éste  lleno  de  gratitud  : 

"  La  generosa  i»rotección  con  que  me  honra  A'uestra  Excelencia  en 
su  carta  de  ÜíJ  de  Enero,  que  para  mí  será  siempre  memorable,  me  ha 
llenado  de  gusto  y  contento.  Xo  hay  mayor  satisfacción  para  un  co- 
razón honrado  (|ue  sólo  aspira  y  anhela  con  sus  incesantes  tareas  á 
granjearse  la  estimación  pública,  que  llegar  á  tener  la  confianza  de  sus 
superiores.  Ojalá  ([\w  yo  debiese  á  la  misma  causa  la  estimación  y 
concepto  con  (jue  me  honra  Vuestra  Excelencia,  pero  conozco  que  no . 
lo  debo  sino  á  la  generosidad  y  bondad,  que  siempre  han  sido  la  divisa 
de  su  pecho  magnánimo  y  caritativo." 

El  nuevo  A'irrcy,  I),  ¡«"'rancisco  (iil  V  Jamuus,  sólo  estu\()  encargado 
siete  meses  de!  mand(».  El  11  de  Febrero  de  1780  expidió  real  orden 
suspendiendo  el  trabajo  de  las  minas  de  !\Iari([u¡ta  y  extracción  de  me- 
tales. El  señor  D'lClliúyar  tuvo,  pues,  (lue  dedicarse  únicamente  á  ir 
preparando  los  extraídos  y  continuar  la  construcción  de  las  oficinas  y 
demás  aperos  necesarios  para  e\  beneficio.  (Quejóse  de  los  muchos  i)er- 
juicios  (|U(í  resultarían  á  los  reales  intereses  de  esta  suspensión. 

1).  José  D'Elhúyar  ]»resentó  al  señor  (tÍI  y  Lemus  un  Plan  para 
ti  esfahlecimicnto  del  cuerpo  de  minería  en  el  X itero  líeino  de  (¿rti- 
nad'f,  á  imitneión  del  de  Nuera-España,  líeproducimos  la  mayor 
parte  de  esta  pieza  notable,  en  la  (lue  se  dan  ex(;elentes  consejos  á  los 
dueños  de  minas,  al  íin  de  este  libro.  (Véase  el  documento  O). 

Al  terminar  el  año  17SS  se  unió  el  señor  D'Elhúyar  en  matrimonio 
con  Doña  Josefa  Bastida  y  L(!e,  señora  tan  distinguida  i)or  su  linaje 
como  i)or  sus  virtudes,  y  á  (piien   amó  siempre   con  ternura.   La  joven 


—  L'.JÍJ  — 

í'sposa  íilegi'aba  con  su  presencia  la  mansión  del  sabio,  en  el  real  de 
!áa"nta-Ana,  pero  él  sufrió  siempre  de  no  poder  sacarla  de  ese  desierto 
á  vivir  en  medio  de  la  sociedad.  D.  Fausto,  que  trataba  á  su  lieniiano 
con  familiaridad,  le  escribió  de  México  :  "lie  recibido  tu  carta  por  la 
(jue  me  participas  tu  casamiento.  La  que  supones  me  habías  dirigidí» 
á  ésta  anteriormente,  dándome  noticia  de  la  determinación  en  (jue  es- 
tabas de  tomar  estado  con  Doña  Josefa  Bastida  y  Lee,  no  lia  llegado  á 
mis  manos,  por  lo  que,  hasta  el  recibo  de  esta  última,  de  nada  de  esto 
sabía  i)alabra.  Por  fin  celebro  saber  has  encontrado  en  dicha  señora 
una  persona  que  pueda  convenirte  para  tu  tranquilo  y  seguro  estable- 
cimiento y  felicidad.  Deseo  (jue  mutuamente  se  verifique  esto  para 
entre  ambos,  y  que  por  largos  años  gocéis  de  todas  las  satisfacciones 
(jue  j)uede  proporcionar  este  estado.  Ya  sé  <[ue  para  averiguar  de  tu 
correspondencia  ningún  pormenor  de  cuanto  te  sucede  é  interesa,  es 
l)reciso  sea  por  algún  descuido  extraordinario,  pues  tu  estilo  perezoso 
no  permite  Janicás  entrar  en  semejantes  simplezas ;  y  así,  á  no  haber 
encontrado  aquí  gentes  que  conocen  á  tu  mujer,  lo  linico  que  sabríamos 
hasta  ahora  es  que  te  has  casado  con  una  hembra." 

Parece  que  el  señor  D'Elhúyar  era  naturalmente  reservado  y  un 
poco  encogido  aun  con  sus  mejores  amigos.  Su  reserva  acabó  por  de- 
generar en  cierta  melancolía,  que  fue  el  resultado  de  su  vida  retirada 
y  de  las  continuas  contrariedades  que  sufrió  en  Santa-Ana. 

D.  José  Celestino  Mutis  lo  reconviene  por  uno  y  otro  defectillo  en 
sus  cartas.  Con  fecha  O  de  Julio  de  1791  le  escribía:  "Si  finalmente 
se  disculpa  usted  con  ese  su  genio  encogido  para  ciertos  asuntos  que 
júden  la  natural  franqueza  inspirada  por  mí,  respondo  que  merecía  ser 
tratado  á  la  baqueta.'' 

En  una  carta  sin  fecha  le  dice  :  "Escogeré  algunos  tubos  para  mí,  y 
creo  que  no  saldrá  usted  mal  librado  con  los  restantes,  que  puede 
aplicar  á  sus  experiencias,  de  que  me  alegro  mucho  para  (jue  usted 
destierro  ese  diablo  de  melancolía,  (|ue  es  el  más  formidable  enemigo 
de  los  hombres.'' 

De  su  unión  con  Doña  Josefa  tuvo  tres  hijos  D.  José  D'Elhúyar : 
Doña  T'rsula,  que  vivió  soltera;  D,  Luciano,  (1)  el  modesto  y  bizarro 
('oronel  de  la  Independencia,  que  naufragó  en  servicio  de  su  patria  : 
fue  cegado  por  la  muerte  en  la  lozanía  de  su  juventud,  y  cuando  pro. 
metía  llenar  una  carrera  brillante,  y  Doña  Fausta,  que  se  casó  más  tarde 
«•ou  D.  Fernando  Caicedo. 

Sólo  hemos  visto  una  de  las  «irtas  que  el  señor  'D'Elhúyar  escri- 

(1)  D.  José  Celestino  Mutis,  que  liabía  manifestado  á  su  amigo  D'Elhúyar 
(jue  deseaba  tener  la  satisfacción  de  unirse  más  á  él  con  el  estrecho  vínculo 
espiritual,  fue  quien  bautizó  á  D.  Luciano,  en  1793. 


—  L'.JT  — 

bió  ai  su  esposa ;  está  fccbada  «mi  Santa-Ana  en  17í)L':  empieza  así: 
••  (Querida  .loseta  v  mi  consuelo  :  líecibí  tu  carta  con  el  gusto  que  ]me 
(les  imafrinarte.  siemlo  tú  sola  y  mi  amada  Tisulita  las  que  ocupan  cous 
rantemente  mi  memoria.  Si  no  te  dijí*  nada  en  mi  última  de  nuestra 
unión,  no  fue  ponim-  me  faltaran  los  deseos:  pero  considerándote  gus- 
tosa en  ésa.  aun(|ue  n(»  con  el  complemento  qw  desearas,  creí  excu- 
sado recordarte  la  itronu«a  de  ir  á  verte  j)or  el  mes  de  Septiembre, 
bien  que  será  de  incógnito,  y  si  tú  te  resuelves  á  volver  por  entonces 
vendremos  juntos."  Kn  la  misina  carta,  liablándole  de  los  servicios  que 
le  había  prestiido  I).  .losé  Caicedo,  le  dice  :  "  Procura  corresponder  con 
ru  afecto  á  todos  estos  favores,  (|ue  un  amigo  verdadero  es  la  alhaja 
más  ]>reciosa  del  mundo." 

Kl  señor  D'Elhúyar  i>odía  decir  esto  con  razón,  jiues  el  Cielo  lo 
liabía  favorecido  con  la  amistad  de  un  hombre  singular  en  el  N'irrei 
nat<»,  por  su  vasta  ciencia,  sus  grandes  virtudes  y  su  generoso  <arácter, 
el  modesto  sacerdote  1).  .losé  Celestino  ^lutis.  Este  le  dirigía  en  sus 
cartas  las  exii^esiones  más  tiernas.  '•  Aipií  como  allá,"  le  decía,  ''  soy  su 
adorador  de  usted,  su  verdadero  estimador,  y  con  la  expresión  más 
sencilla,  su  ccmstante  amigo."  (Carta  de  í)  de  Febrero  de  1791). 

••  Por  1).  José  Caicedo  supe  la  indisposición  de  usted,  y  estuve  con 
el  cuidado  (jue  puede  imaginarse.  Ahora  salgo  de  él  con  la  que  recibo 
y  voy  á  contestar  con  la  debida  preferencia  ;  siendo  la  corresponden, 
cia  de  usted  la  (|uc  más  me  interesa  por  todos  títulos."  (2S  de  Febrero 
de  1791). 

*•  Aun  deb(»  agradecer  sus  ([uejas  cariñosas  por  mi  silencio,  que 
diuuiua  de  esta  vida  arrastrada  que  llevo  en  la  (.'orte,  sin  poderme 
huir  de  las  gentes  cuanto  quisiera  y  debo  para  dar  el  impulso  necesario 
á  mis  tareas.  Sin  duda  que  hecho  usted  cargo  de  esto,  no  me  apretó  la 
mano  como  pudiera ;  jtero  crea  usted  que  la  suya  ha  sido  siempre  bien 
ligera  para  mí."  (9  de  Noviembre  de  1791). 

"  Yo  soy  hombní  de  mi  palabra  y  estimó  á  usted  aun  mucho  más 
de  lo  que  i>ued('  imaginarse,  y  por  lo  .mismo  me  aflijo  cuando  usted  da 
en  las  manía.s  de  salir  de  este  Iteino.  (1)  Yo  bien  me  hago  el  cargo  que 
la  compañía  de  J).  A.  (2)  le  sirve  á  ratos  d»;  tormento;  pero,  amigo, 
suframos  un  jjoco,  ((ue  Dios  será  servido."  (26  de  Marzo  de  1790). 

Pocos  meses  después  le  decía  :  "  Mi  estimadísimo  amigo  y  señor: 
comií'uzo  por  (huide  usted  acaba  la  suya,  asegurándome   hallarse  supe- 

(1)  El  señor  D'Elliúyar  tuvo  un  tiempj  el  pensamiento  de  irse  al  Perú.  En 
otra  carta  del  doctor  Mutis,  escrita  en  1789,  y  citada  por  el  doctor  Schumacher, 
le  decía  que  para  él  no  debía  existir  ni  el  Perú  ni  México,  sino  la  amable  Doña 
.1  Dsefa,  su  esposa,  y  que  debía  renunciar  á  toda  idea  de  viaje. 

ij.  I).  .Viiírel  Díaz. 


—  238  — 

rior  a  los  contratiempos  y  disgustos  que  ofrece  este  valle  de  lágrimas. 
Quicn  obra  bien  no  tiene  (jue  aüigirse  aun  cuando  al  principio  sienta, 
como  es  preciso,  semejantes  desazones." 

Desgraciadamente  no  conocemos  sino  unas  quince  cartas,  escritas 
de  1790  á  1792,  de  las  muchas  (|ue  dirigió  el  señor  Mutis  al  señor 
D'Elliúyar.  (1)  Las  de  éste  á  aquél  se  ignora  dónde  puedan  hallarse. 
Permítasenos  abrir  esas  cartas  para  sorprender  algunas  de  las  confiden- 
cias del  sabio  Mutis  á  su  amigo.  La  belleza  de  su  alma  candorosa  y  el 
amor  á  nuestra  patria  se  revelan  en  estas  líneas  : 

"  Estoy  viendo  de  arreglar  estos  laberintos  i)ara  subir  allá  la  vís- 
pera de  Pascuas  y  pasarlas  en  su  amable  compañía,  con  la  condición 
que  disponga  usted  que  se  me  dé  mi  alojamiento  en  la  casita  junto  á 
la  iglesia  donde  estuve  posado,  para  mi  retiro  del  rezo  y  estar  próximo 
á  la  iglesia."  (9  de  Diciembre  de  ]  790). 

"  Usted  sabe  lo  que  es  corte,  y  ésta  (|ue  ])iensa  serlo  tiene  por  lo 
menos  todos  los  humos.  Apenas  me  dejan  las  visitas,  y  así  he  de  perder 
mucho  tiempo  en  mis  tareas,  aun'que  puede  ser  que  gane  algo  mi  salud 
por  estas  treguas Mi  casa  es  hermosísima  y  me  ofrece  mil  como- 
didades después  ([ue  la  tengo  dispuesta  á  mi  modo.  A  este  intento  la 
tengo  toda  revuelta  con  albañilería  para  arreglar  las  habitaciones  y  la 
grande  oficina  de  Pintura. 

"  Todos  los  amigos  comunes  me  han  preguntado  por  usted ;  con 
ellos  he  comenzado  á  deslizarme  sobre  la  miserable  suerte  de  un  em- 
pleado de  sus  circunstancias  comíenado  á  vivir  por  algún  tiempo  en 
ese  retiro.  Creo  positivamente  que  en  oyendo  ya  que  se  saca  mucha 
plata,  y  viéndola  en  casa  de  moneda,  á  todos  ha  de  cuadrar  el  pensa- 
miento de.  usted  sobre  la  importancia  de  fijar  su  residencia  en  la  Capi- 
tal. Con  que,  amigo  mío,  ya  ve  usted  por  cuántos  títulos  está  obligado 
á  echar  los  iiltinios  esfuerzos  para  concluir  esa  admirable  obra,  á  pesar 
de  los  obstáculos  (|U('  diariamente  se  ]iresentan  en  las  grandes  empresas. 
Considere  usted  cuál  andará  mi  nombre  de  loco,  ó  maniático  por  lo 
menos,  en  boca  de  los  señores  ministros  y  covachuelistas."  (9  de  Fe- 
brero de  1791). 

''  Estoy  componiendo  mi  palacio,  ([ue  lo  es  ciertamente,  y  debe  usíed 
venirlo  á  disfrutar  en  compañía  de  su  amigo  (2)  luego  que  saque  alguna 
porción  de  plata,  trayéndola  por  indicio  de  la  restante.  Ya  puede  usted 
figurarse  qué  gran  día  será  ése  para  esta  Capital ;   gracias  á  Dios  que 

(1)  Estando  en  prensa  ]a  primera  edición  de  este  libro  supimos  que  en  el 
archivo  que  fue  del  finado  señor  D.  José  María  Quijano  O.  existe  una  coleccióa 
de  cartas  del  señor  3Iutis  al  señor  D'Elliúj'ar,  escritas  de  1785  á  1790.  El  señor 
D.  Alberto  Quijano  nos  ofreció  buscarlas,  pero  no  pudo  hallarlas. 

(2)  D.  .\ngel  Díaz. 


—  L'.'iO  — 

lo  vciAs  estú  vencido!  Áiiiniu,  imes,  ])ani  pcrfeccionjir  esa  frramlc  olira." 
(28<le  Febn-n.  de  1791). 

'*  Estuvo  aciuí  el  señor  Mon,  muy  eortejado  del  .lele.  (1)  Me  leyó 
sus  principales  oficios  reservados  á  la  Corte;  y  en  el  de  minas  propone 
la  llamada  de  usted  á  aquella  Provincia,  (Ü)  haciendo  de  usted  los  más 
bien  merecidos  elo^'ios.  Sepa  usted  este  i)ildoraz<)  por  si  el  nuevo  I*re- 
sidente  insistiere  en  llevar  adelante  las  mismas  idesis. 

'*  Va  observará  usted  que  el  periódico  (.{)  subsiste,  y  el  haberse 
detenido  la  continuación  del  arrogante  y  lucidísimo  discurso  á  la  ju- 
ventud fue  paso  del  bibliotecario  sin  consultar  al  Jefe.  Este  extrañó  el 
suplemento  y  mandó,  ó  dio  á  entender  <[ne  debía  continuarse  aquel 
l)royecto  á  pesar  de  los  necios.  El  autores  otro  joven,  llamado  Zea, 
tan  hábil  como  Vargas  (4)  y  casi  estoy  tentado  á  agregarlo  á  mi  Ex- 
pedición.'' (lí>  de  Mayo  de  1701). 

"  Mientras  acá  fermentan  los  deseos  de  la  ilustración,  parece  (jue 
en  la  Península  se  trata  de  ahogarlos,  i)ues  se  han  prohibido  todos  los 
papeles  periódicos.  Hay  ya([uien  diga  que  la  barbarie  es  el  mejor  yugo 
para  la  obediencia ;  pero  éstas  son  especies  de  jóvenes  resentidos,  que 
tal  vez  no  habrán  descubierto  las  verdaderas  causas  de  esta  providencia. 

••  Mucho  agradezco  el  consejo  de  usted  y  de  nuestro  D.  Ángel  en 
asuntos  de  mi  ida  á  España.  Pienso  como  ustedes,  y  ya  se  acordarán 
de  haber)ne  oído  decir  muchas  veces,  que  mejor  estamos  por  acá,  y 
mucho  más  ahora  que  las  cosas  andan  por  la  Corte  sabe  Dios  cómo.'' 
(í>  de  Julio  de  171)1). 

"  Me  alegro  ue  el  Cura  haya  correspondido  á  la  acción  cristiana 
con  que  usted  finalmente  depuso  sus  anteriores  sentimientos.  Sea  en- 
horabuena y  líbrese  usted  por  este  medio  de  a(|uellos  sinsabores,  y  aun 
de  las  raanchillas  que  suelen  quedar  en  la  conciencia.  (O  de  Noviem- 
bre de  179  n. 

"  Creo  (|ue  se  atolondrará  el  Ministerio  cuando  vea  las  láminas  de 
la  (^uinología  de  liogotá.  Se  está  concluyendo  la  copia  (i-,  I  arcano 
revelado,  parte  de  aquella  obra,  con  el  fin  de  remitirla,  ya  que  se  pu- 
blicó la  del  Perú  ;  pues  á  la  verdad  ésta  me  detenía,  y  no  (|uise  remitir 
la  mía  hasta  que  se  publicase  aquélla.  (22  de  Junio  de  1792). 

L).  José  D'Elhúyar.  se  complacía  en  cuidar  de  la  Quinta  que  el 
señor  Mutis  había  plantado  en  ."Mariciuita.  Este  último  le  hablaba  de 
ella  con  frecuencia, 

(1)  El  Virrey  Ezpeleta. 

(2)  La  de  Antioquia,  donde  estuvo  de  visitador  el  oidor  Mon  y  Velarde. 

(3)  El  Papel  Periódico,   redactado  por  el  Bibliotecario  D.  Manuel  del  Socorro 
Rodríguez. 

(4)  D.  Pedro  Fermín  de  Vartras. 


—  240  — 

"Mucho  pieuso  mi  Quinta;  i)eio  me  consuelo  con  que  no  pudo 
tocarle  suerte  mejor.  Espero  que  usted,  sin  molestarse,  haga  prosperar 
ese  ])royecto,  no  sea  que  tamltién  por  acá  se  íVi^a proyecton  fie  ^íntis ''   . 

''  l)o,v  á  usted  mil  jrrafias  por  su  cuidado  con  la  Quinta." 

"  La  cerveza  úe  (|uina  ha  parecido  tan  bien  á  nuestro  Froes  y  otros 
amigos,  (jue  hace  una  moción  singular  en  el  día '"'.... 

"  ^'uelvo  á  repetir  á  usted  la  uíolestia  por  la  Quinta.  M<í  importa 
mucho  que  jirospcíren  los  canelos,  jiues  he  visto  el  empeño  con  que  se 
trata  en  Quito  de  llevar  ese  ramo  adelante  en  virtud  de  véales  órdenes. 
8i  tuviéramos  \a  diez  mil  árboles  de  nuestra  canela  le  daría  salida  en 
mi  ([uina  fermentada,  \  lo  digo  lo  mismo  de  la  nuez  moscada.  J*iens<> 
mantener  con  aire  de  misterio  la  (|uina  compuesta  d(í  la  cerveza  á  todo 
pasto,  en  (|ue  entrau  (!sas  dos  drogas  y  un  i)oquito  de  té.  Para  usted 
no  hay  secreto.  Xo  se  olvide  de  tentar  la  fermentación  de  la  cascara, 
como  hablamos,  en  ¡a  canela  silvestre." 

A  13.  Francisco  (lil  y  Lemus  sucedió  en  (d  mando  D.  .losé  de  Ez- 
jteleta,  en  178{>.  El  señor  D'Elhúyar  adelantaba,  aunque  con  lentitud, 
los  trabajos  de  la  Oficina  de  beneficio  de  los  minerales,  al  mismo  tiempo 
que  hacía  construir  íiu  molino  de  mazos  para  facilitar  la  molienda  de 
éstos.  En  Bogotá  era  grande  la  impaciencia  que  se  mostraba  por  saber 
(d  resultado  del  laboreo  de  las  minas  de  ]\rariquita.  D.  José  Celestino 
Mutis  hacía  propia  la  causa  de  su  amigo  D'Ellu'iyar,  lo  defendía  y 
])rocura'l)a  calmar  la  ansiedad  de  los  unos  y  alentar  las  esperanzas  de 
todos.  Abramos  por  la  última  v^z  sus  cartas  : 

"  He  visto  solamente  una  noche  al  .Tefe.  Me  preguntó  al  instante 
por  usted  t.  el  estado  de  las  minas,  á  que  satisfice  como  usted  puede 
pensar.  Supe  (jue  se  liabía  desconsolado  por  la  dilación  del  beneficio, 
]»ersuadido  ]K»r  el  ofrecimiento  de  usted  (|ue  lo  comenzaría  al  principio 
del  año.  Cargué  bien  la  mano,  sobre  la  inutilidad  de  los  carpinteros. . . 
Por  fuera  he  tenido  (|ue  satisfacer  á  las  gentes  <|ue  ignoran  las  causas 
legítimas  de  la  dilación.  Creo  ijue  <'u  España  reina  mucha  desconfianza : 
y  para  ([ue  usted  lo  sepa  de  una  vez,  me  echan  á  mí  la  culpa  diciendo 
(jue  éatos  son  proijccto-s  de  Mutis:  (íspecie  que  habrá  difundido  el  ma- 
lévolo Casamayor.  Tengamos,  pues,  paciencia  hasta  (jue  Dios  quiera  que 
se  desengañen.  El  fuerte  argumento  contra  mí  se  reduce  á  haberme 
perdido  en  las  do.s  empresas  de  la  Montuosa  y  Sapo.  Ya  usted  ve  que 
ignoran  todas  las  circunstancias  de  a(|uellas  i)érdidas,  como  las  i)re- 
sentes  del  nuevo  beneficio.  Xo  hay.  pues,  que  fatigarnos  por  tales  habla- 
durías. Obremos  conforme  á  razón  y  diga  el  maldiciente  vulgo  lo  (|U(' 
quiera.  (í)  de  Febrero  de  17ÍH). 

"  Crea  usted  (y  se  lo  digo  con  mucho  rubor  mío  jtor  la  gran  i)arti' 
(luc  me  toca)  ([ue  harto  hago  en  sufrir  las  desconfianzas  de  estas  gentes. 


—  L'4 1  — 

á  ijuienes  no  los  convt'iu-crú  otra  razón  (juo  la  primera  remesa  de  plata. 
El  flefe  orejea  todavía  á  pesar  de  mis  ofrecimientos.  Tengamos  pa- 
ciencia, y  crea  usted  ([ue  puesto  corriente  el  beneficio,  hablaremos  ya 
con  lenguas  de  ])lata  :  las  de  carne  son  ineficaces  á  cuantos  están  per- 
suadidos de  (pie  omiiis  Iioiiio  nicndox  ;  y  cuando  no  de  mala  intención, 
á  lo  menos  de  ca])ricli()  nos  cuentan  en  este  número."  (1)  (O  de  .lulio 
de  1791). 

'' (Jracias  á  Dios  (|ue  van  saliendo  bien  los  V)eneficios  y  que  la 
-Manta  pinte  mejor  que  antes.  Xo  hay  (|U(í  afiiirirse  i)or  lo  demás.  Yo 
no  veo  el  día  de  la  remesa  de  plata,  (|U('  será  i)ara  mí  de  los  más  gus- 
tosos «le  mi  vida  ])or  usted,  y  i)or  la  verificación  del  beneficio  de  que 
dudan  algunos."  (í)  de  Noviembre  de  171M). 

Pocos  días  después  de  la  fecha  de  esta  carta,  el  30  dé  Noviembre, 
escribió  el  Director  de  las  minas  de  Santa-Ana  al  Virrey  avisándole 
que  había  remitido  á  Honda,  para  trasportarlos  á  la  casa  de  moneda 
de  líogotá,  42C  inarcos  de  plata. 

Muy  raras  prendas  personales  debió  tener  el  señor  D'Elhúyar  cuando 
logró  granjearse  la  cumplida  amistad  del  sabio  jefe  de  la  Expedición 
botánica  ! 

El  24  de  Noviembre  de  171)2  dirigió  D.  José  D'Elhúyar  un  informe 
al  Virrey  Ezpeleta,  (2)  dándole  cuenta  de  las  operaciones  practicadas 
hasta  ese  día  en  el  establecimiento  de  Santa-Ana. 

Desde  1900  se  habían  suspendido  las  lal)ores  en  las  minas  del  Cristo 
y  San-Juan,  en  Lajas.  De  la  mina  Manta,  (jue  era  la  que  más  mineral 
producía,  se  habían  sacado  en  17!>J  3,402  quintales,  los  que  se  redu- 
jeron en  el  perpeno  á  Glt»  quintales  de  mineral  limpio,  90S  de  desecho 
y  178  de  harina.s.  Dichas  menas  produjeron  en  el  beneficio  unos  943 
marcos  de  plata  en  pifia.  Los  gastos  generales  del  establecimiento 
sumaban  ya  130,924  pesos.  La  oficina  de  bencificio  estaba  corriente  y 
faltaba  poco  para  concluir  el  molino  de  mazos. 

Con  fecha  20  de  Febrero  de  1793  dirigió  el  señor  D'Elhúyar,  de 
Santafé,  donde  se  hallaba  entonces,  un  oficio  al  Virrey,  en  el  que  le 
manifiesta :  ([ue  estando  ya  todo  corriente  en  Santa-Ana,  tanto  por  lo 
tocante  á  las  minas  como  á  las  oficinas  de  beneficio  y  molinos,  y  no 

(1)  Ciertas  expresiones  del  señor  Mutis  pudieran  hacer  creer  que  no  se  le 
consideraba  en  Santafé  como  él  lo  merecía,  pero  no  era  así.  Con  motivo  de  un 
informe  que  dio  en  1794,  respecto  de  unos  minei'ales,  dice  de  él  D.  Juan  José  Ca- 
ballero, Procurador  de  la  Real  Audiencia  :  "  El  doctor  D.  José  Celestino  Mutis 
es  un  sabio  profesor  de  conocidos  sobresalientes  talentos  y  superior  inteligencia 
en  diversísimas  materias,  entre  ellas  la  de  mineralogía,  y  que  por  todo  hace  un 
distinguido  honor  á  la  Nación  española,  mereciendo  los  justos  elogios  de  todos 
los  extranjeros." 

(J)  Véase  la  parte  final  de  este  informe  (documento  P.) 

16 


—  L»42  — 

siendo  necesaria  su  asistencia  para  dirigir  las  operaciones,  lo  parecía 
conveniente  (jue  se  hiciera  cargo  1).  Ángel  ])íaz  de  la  dirección  de  aquel 
establecimiento  ;  "y  que  yo  me  dediíiue, — dice, — ádar  las  disposiciones 
oportuníis  en  las  minas  del  Sapo  y  Pamplona,  cuyos  interesados  soli- 
citan mi  asistencia  jtara  el  mejor  logro  de  sus  empresas.  Igualmente 
podré  ocuparme  en  rocwrer  algunos  parajes  donde  se  tiene  noticia  de 
que  hay  minerales,  y  sobre  todo  convendría  que  visitase  los  de  cobre, 
pues  por  las  muestras  que  he  visto  se  echa  de  ver  contienen  alguna 
parte  de  plata.  Además  de  los  descubrimientos  <{ue  podrían  hacerse 
en  estas  expediciones,  serían  muy  útiles  para  trabajar  y  dar  á  luz  algu- 
nos tratados  sobre  la  geografía  física  del  líeino,  que  pueden  contribuir 
mucho  para  que  se  utilicen  algunos  productos,  cuyo  uso  se  ignora  en 
el  día." 

El  Virrey  Ezpeleta  condescendió  únicamente  á  que  pasase  á  las 
minas  del  Sapo  y  Pamplona,  pero  sin  relevarlo  de  la  dirección  de  las 
de  Mariquita. 

En  ]\rarzo  de  1793  dirigió  D.  José  D'Elhúyar  un  largo  informe  al 
Virrey,  para  indicarle  los  medios  que  él  juzgaba  debían  adoptarse  para 
asegurar  la  permanencia  del  establecimiento  de  Santa-Ana  y  ponerlo 
en  estado  de  dar  utilidad.  *'  Para  que  el  establecimiento  i)rospere  y  sea 
constante  su  rendición, — decía, — es  preciso  se  trabaje  con  mucha  más 
fuerza  y  en  mayor  número  de  minas  (la  dificultad  está  en  efectuar  esto 
sin  gravar  el  Real  Erario  con  mayores  desembolsos).  Esto  sólo  podrá 
conseguirse  de  dos  modos:  proporcionando  un  medio  de  que  con  la 
misma  dotación  que  está  destinada  se  duplique  ó  triplique  el  número  de 
los  operarios,  sustituyendo  negros  esclavos  á  los  trabajadores  libres ;  y 
fomentando  el  arbitrio  de  que  los  particulares  por  sí  solos  ó  por  com- 
pañías trabajen  otras  muchas  minas  que  hay  en  aquellos  reales." 

Aterróse  el  Virrey  con  la  idea  de  hacer  nuevos  y  (juizá  cuantiosos 
gastos  en  a(|uellas  minas,  y  desde  entonces  se  fijó  en  su  mente  el  pen- 
samiento de  abandonarlas. 

A  mediados  dé  1793  siguió  el  señor  D'Elhúyar  al  establecimiento 
del  Sapo,  situado  en  el  distrito  de  Miraflores,  en  un  sitio  tan  pin- 
toresco (jue  el  señor  Mutis  decía  que  aquel  era  un  paraíso.  Pasó  allí 
bastante  tiempo  dirigiendo  la  construcción  de  las  oficinas  de  beneficio 
de  los  minerales  de  plata.  Estando  allí  ocurrió  un  suceso  que  fue  causa 
para  él  de  largos  y  continuos  sinsabores.  Un  mulato  de  mala  condición, 
de  nombre  Isidro  Jaramillo,  que  le  odiaba,  no  sabemos  por  (\né  motivo, 
pasó  á  las  minas  del  Sapo,  é  insultándolo  cuanto  quiso,  procedió  á 
tirarle  de  puñaladas  con  ánimo  de  (¡uitarle  la  vida.  El  señor  D'Elhúyar 
lo  embarazó  con  alguna  defensa  que  hizo  ayudado  de  los  obreros,  y 
debido  á  su  presencia  de  ánimo  no  recibió  sino  leves  heridas. 


—  L'4;{  — 

Janiinillo  fue  conducido  jn-cso.  á  Jíotrotú.  La  noche  antes  de  su 
salida  alborotó  la  cárcel  y  do  dejó  luadent  ni  piedra  que  tuvo  á  la  mano 
«lue  no  arrojase  á  los  guardas,  ofreciendo  unitarios  á  todos.  Seguida  la 
causa,  inventó  este  hombre  contra  el  Director  de  las  minas  cuantas 
calumnias  se  le  ocurrieron,  para  libertarse  del  castigo  merecido  por 
su  delito.  Al  fin  arbitró  denunciarle  ante  el  Virrey  de  dilapidación  y 
de  mal  nianejo  en  su  empleo,  y  sin  embargo  de  que  el'  Fiscal  dijo  que 
sería  una  calumnia  como  las  demás,  se  le  nombró  abogado  (jue  formali- 
zase el  denuncio,  como  lo  ejecutó,  l'or  ultimo  fue  condenado  .Jaramillo  á 
cuatro  años  de  presidio. 

A  los  sufrimientos  inórales  (|ue  esta  causa  ocasionó  al  señor  D'Elhú- 
yar,  se  unió  la  pena  (lue  tuvo  de  saber  ([ue  tanto  el  Virrey  como  los 
oidores  de  la  Audiencia  de  Bogotá,  habían  dirigido  á  Su  Majestad 
informes  desfavorables,  proponiendo  se  suspendiese  la  explotación  de 
las  minas  de  ^VFariqnita.  El  Virrey  se  preparaba  á  adoptar  este  medida, 
pero  antes  de  hacerlo  (juiso  ver  si  algún  particular  ó  compañía  se. haría 
cargo  de  ellas.  El  señor  D'Elhúyar  murió  antes  de  que  se  abandonase 
esa  grande  empresa  que  tantos  desvelos  le  había  costado. 

D.  José  D'P^lhúyar  se  hallaba  en  Bogotá  á  principios  del  año  de 
1795,  muy  quejoso  de  la  conducta  de  D.  Ángel  Díaz,  quien  no  obede- 
cía sus  órdenes  y  no  hacía  nada  de  provecho  en  las  minas  de  Síinta- 
Ana,  que  dejaba  caer  en  abandono.  Habiéndolo  puesto  varias  veces 
en  conocimiento  del  Virrey,  éste  le  ordenó  (jue  regresase  á  dirigir  aquel 
estableciruiento.  Así  lo  hizoá  fines  de  Abril,  después  de  haber  presen- 
tado un  escrito  de  diez  ])áginas,  en  el  (jiie  daba  reglas  sobre  el  modo 
de  ensayar  el  oro  mezclado  con  platino,  con  el  fin  de  evitai"  los  fraudes 
(jue  con  dicha  mezcla  se  cometían.  En  menos  de  tres  meses  benefició 
y  remitió  el  señor  D'Elhúyar  una  carga  de  ])lata,  á  pesar  de  haber 
encontrado  rota  la  máquina  y  en  muy  mal  estado,  en  tanto  (jue  D. 
Ángel  Díaz  sólo  había  beneficiado  dos  cargas  en  el  espacio  de  dos  años 
y  medio. 

D.  José  D'Elhúyar  no  podía  avenirse  con  D.  Ángel  Díaz,  quien 
observaba  al  fin  para  con  él  una  conducta  insultante  y  ¡)rovocativa. 
Por  tanto,  recibió  con  júbilo  la  orden  que  le  dio  el  Virrey  de  poner  la 
dirección  del  establecimiento  de  Santa-Ana  al  cuidado  de  D.  Ángel, 
lo  que  hizo  prontamente,  entregándole  todo  por  inventario.  Siguió  para 
Guaduas  á  fines  de  Agosto,  y  de  allí  regresó  pronto  á  Bogotá. 

Si  el  éxito  debiera  decidir  en  definitiva  de  los  juicios  que  formamos 
de  los  hombres,  ¡  cuántos  hay  cuyos  nombres  venerandos,  que  pronun- 
ciamos con  admiración,  habría  que  borrar  de  la  historia  ! 

D.  José  D'Elhúyar  parece  que  hubiera  tenido  algún  presentimiento 
del  mal  resultado  final  de  la  empresa  de  Mariquita  cuando  escribió  al 


—  244  — 

Virrey  Góngora  en  1788:  "  En  los  establecimientos  de  agricultura  y 
fábricas  se  puede  determinar  con  mucha  aproximación  las  utilidades, 
porque  el  producto  bruto  (ís  más  constante  y  no  está  expuesto  á  las  vi- 
cisitudes de  la  fortuna  como  las  minas  ;  pues  ni  un  examen  bien  pre- 
meditado, ni  una  dirección  bien  ordenada  y  económica,  ni  las  esperan- 
zas mejor  fundadas  de  la  abundancia  y  riqueza  del  mineral  han  sido 
muchas  veces  bastantes  para  evitar  pérdidas  considerables  en  él ;  y  al 
contrario,  otras  emprendidas  sin  tantos  requisitos  han  enriquecido  á 
sus  dueños  más  allá  del  colmo  de  sus  deseos." 

En  1795  escribía  el  señor  D'Elhúyar  á  D.  Juan  Escolano,  residente 
en  ]\Iadrid :. ..."  En  las  minas  de  IVIariquita  dirigí  su  laboreo,  fábri- 
cas necesarias  y  operaciones  para  su  beneficio,  hasta  dejarlo  todo  en 
el  grado  de  perfección .  que  necesitaban,  y  aunque  todo  ello  pudiera 
haberse  ejecutado  en  poco  tiempo,  se  detuvo  mucho  por  causa  de  los 
mismos  Virreyes,  ya  por  las  órdenes  que  solían  comunicar  para  su 
suspensión,  y  ya  por  escasear  y  no  contribuir  con  el  dinero  necesario 
para  los  gastos.  Si  los  progresos  de  las  referidas  minas  no  han  sido 
mavores  hasta  el  día,  ha  provenido  en  gran  parte  de  los  mismos  Virre- 
ves,  ([ue  han  despreciado  y  no  han  hecho  caso  de  mis  informes  y 
representaciones  con  que  les  he  puesto  presente  el  poco  producto  y 
subsistencia  ([ue  podían  tener  aquellas  minas  con  arreglo  á  las  provi- 
dencias ([ue  ellos  tomaban,  y  los  medios  que  debían  emplearse,  ya  para 
(^ue  continuase  el  laboreo  de  ellas,  sin  que  fuesen  gravosas  á  la  Eeal 
Hacienda,  ya  para  que  se  pusiesen  en  un  pie  cuya  utilidad  le  fuese 
muy  ventajosa  á  Su  Majestad." 

^lerecen  citarse  dos  juicios  cuya  alta  imparcialidad  está  fuera  de 
duda.  El  Barón  de  Humboldt  dice  en  su  Viaje  d  la  líueva  España, 
que  las  labores  de  Santa- Ana  se  dirigieron  con  mucho  tino.  Y  el 
Virrey  ]Mendinueta  escribió  en  su  Memoria  de  mando  (1803)  lo  si- 
guiente :  "  D.  Juan  D'Elhúyar  pudo  haber  desempeñado  la  dirección 
de  las  minas  del  Reino  y  contribuir  á  sus  progresos  con  la  superioridad 
de  sus  luces  y  completa  instrucción  que  poseía,  según  se  me  ha  infor- 
mado, si  no  se  le  hubiera  destinado  al  laboreo  de  las  minas  de  plata  de 
Mariquita."  Ésta  opinión  es  como  el  eco  de  la  que  debieron  formarse  las 
personas  ilustradas  de  Bogotá  que  conocieron  al  señor  D'Elhúyar. 

El  Presbítero  doctor  Antonio  Ignacio  Gallardo  elogiaba  en  una 
carta  escrita  en  Pamplona  (Marzo  de  1792),  "  el  favor  que  D.  José 
D'Elhúyar  imparte  á  cualquiera  que  lo  solicita,  procurando  dar  reglas 
y  aumentar  el  trabajo  de  las  minas,  y  despachando  noticias  de  cuales- 
quiera metales  que  se  le  remitan  para  ensayar,  sin  detención  alguna, 
ni  reparar  en  el  trabajo  de  continuas  contestaciones  5  siendo  ésta  su 
mayor  complacencia  para  adelantar  las  minas  y  sacar  de  la  tierra  los 
tesoros  que  en  tantos  años  se  han  hallado  escondidos." 


_24o  — 

En  170G  se  hallaba  I).  Juan  Josi'  D'Elhúyar  en  liogutá,  viviendo 
ton  su  esposa  y  con  sus  tres  tiernos  hijos,  ocupado  en  estudios  sobre 
el  modo  de  separar  el  platino  del  oro  que  se  traía  del  Chocó  para  amo- 
nedarlo. • 

Los  negocios  particulares  en  iiue  había  tomado  parte  le  dieron  mal 
resultado.  Los  costosos  trabajos  de  establecimiento  de  la  mina  del  Sapo, 
emprendidos  bajo  su  dirección,  tocaban  á  su  término,  sin  dar  esperanza 
de  un  éxito  feliz.  1).  José  (xutiérrez  Moreno,  encargado  de  1h  mina,  le 
escribía  con  fecha  9  de  Septiembre  de  1795 :  "  Esto,  según  se  ve,  durará 
los  años  de  Matusalén  sin  dar  fruto ;  yo  no  sé  en  lo  que  vendrá  á  parar  al 
fin  de  la  partida.  Ya  yo  estoy  viejo  y  cansado,  y  pierdo  las  esperanzas 
de  lograr  algún  fruto  de  la  mina  con  mi  sudor  y  trabajo."  El  señor 
D'Elhúyar  abrió  á  sus  expensas  un  camino  de  Santa- Ana  al  páramo 
de  liuiz,  con  gasto  de  más  de  *  ñ(K).  En  1791  se  le  dio  posesión  de  las 
tierras  y  ganados  mostrencos  que  sé  calculó  había  en  aquellos  parajes 
desiertos;  el  ganado  se  avaluó  y  pagó  á  doce  reales  cada  cabeza  y  de 
las  tierras  se  le  hizo  merced.  Xada  sacaron  él  y  su  familia  de  estas 
concesiones. 

Suponemos  que  estaba  entonces  agobiado  por  tantas  contrariedades 
y  desengaños  que  había  sufrido  en  los  dos  años  anteriores.  Él  conocía 
bien  la  riqueza  de  nuestro  país  cuando  había  escrito  :  "  Por  todas  par- 
tes de  este  vasto  Eeino  hay  minas  de  veta  muy  ricas  que  no  esperan 
sino  el  momertto  feliz  del  fomento  de  la  minería  para  derramar  con  pro- 
digalidad los  tesoros  que  encierran  en  su  seno.''  Sentíase  animado  del 
vivo  deseo  de  contribuir  al  desarrollo  de  esa  riqueza  y  no  hallaba  medio 
alguno  de  hacerlo :  veía  que  su  labor  de  once  años  en  Mariquita  iba 
á  ser  infructuosa ;  (jue  no  se  había  prestado  grande  atención  á  su  me- 
ditado plan  para  el. establecimiento  del  cuerpo  de  minería,  y  que  no  se 
había  consentido  en  que  recorriera  el  Virreinato  i)ara  visitar  sus  minas 
y  estudiar  su  geografía  física. 

p]n  los  primeros  meses  del  año  estuvo  sufriendo  de  fiebres,  luego 
se  mejoró  por  algún  tiempo.  En  Septiembre  cayó  grandemente  enfermo. 
El  día  1*(»  se  preparaba,  por  consejo  del  médico,  á  ir  en  busca  de  la 
salud  á  bañarse  en  las  aguas  de  Tocaima.  Xo  pudo  hacer  este  viaje 
porque  su  enfermedad  se  agravó,  y  murió  ])OCOS  días  después.  Xada 
sabemos  de  sus  últimos  momentos.  Sus  restos  fueron  sepultados  en  la 
Capilla  del  Sagrario,  muy  cerca  de  la  puerta  de  la  sacristía. 

Yaque  hemos  liecho  justicia  al  señor  D'Elhúyar,  reconociendo  su 
ciencia,  su  noble  carácter  y  sus  cualidades  de  es¡)íritu  y  de  corazón, 
debemos  preguntarnos  qué  motivó  el  desastre  final  de  la  empresa  á  la 
cual  consagró  los  mejores  años  de  su  vida  :  sin  tal  examen- carecería 
de  enseñanza  práctica  este  estudio  biográfico.  La  cortedad  de  los  me- 


—  240  — 

dios  (le  que  dispuso  no  basta,  á  nuestro  juicio,  para  explicar  un  éxito 
tan  desgraciado.  ]ja  ciencia  no  es  suficiente  para  concebir  y  llevar  á 
cabo  grandes  proyectos ;  es  preciso  que  á  ella  vaya  unida  cierta  intui- 
ción ó  perspicacia  que  ayude  á  formar  un  juicio  exacto  de-  las  cosas, 
y  la  eficacia  indispensable  para  poner  por  obra  lo  ([ue  el  espíritu 
concibe.  ¿Faltaron  estas  dotes  al  señor  D'Elhúyar  ?  Sospechamos 
que  sí,  y  fundamos  nuestra  creencia  en  lo  exiguo  de  los  resultados, 
comparados  éstos  con  las  proporciones  de  la  empresa.  Habiéndose  em- 
pezado los  trabajos  de  exploración  en  1785,  tres  años  después  apenas 
se  habían  sacado  0,01.5  quintales  de  mineral  de  la  Manta,  Santa- 
Ana  y  el  Cristo,  y  de  la  primera,  que  era  la  más  abundante  en  menas, 
no  se  llegaron  á  extraer  anualmente  más  de  3,400  quintales,  cantidad 
que  se  saca  hoy  fácilmente  en  uYi  mes  do  cualquier  mina  regularmente 
establecida.  En  la  empresa  sólo  se  montó  un  molino  de  mazos  para 
pulverizar  los  minerales*. 

Hemos  querido  reparar  el  injusto  olvido  en  que  nuestros  compa- 
triotas han  tenido  á  D.  Juan  José  D'Elhúyar.  Ojalá  logremos  hacer 
simpática  la  memoria  de  este  distinguido  castellano,  que  en  vida  sirvió 
á  nuestra  patria,  y  al  morir  le  legó  á  su  hijo  Luciano,  quien  más  tarde 
debía  cubrirse  de  gloria  en  Puerto-Cabello  luchando  por  la  indepen- 
dencia de  la  gran  Colombia. 


ArKNDlCE. 


A. — EL  PRINCIPIO  Y  EL  FIN. 

Todo  bien  considerado,  la  situación  económica  de  Colombia  está 
lejos  do  ser  desesperada.  Xo  ])uedfc  llegar  á  ese  extremo  .un  país  de  tan- 
tas ri([uezas  naturales  olvidadas,  si  así  podemos  decir,  i)orque  no  las 
tenemos  á  la  vista. 

La  actividad  industrial  lia  ido  cambiando  de  dirección  dé  una  ma- 
nera insensible  pero  constante,  atraída  ])or  los  estímulos  que  al  esfuerzo 
liumano  ofrece  la  facilidad  de  producción  con  escaso  ó  ningún  capital. 
Este  cambio  de  dirección  se  percibe  sin  diticultad  com))arando  los  tiem- 
pos y  los  hábitos,  que  tanta  influencia  ejercen  sobre  la,  capacidad  pro- 
ductiva de  una  comunidad.  Todavía  se  recuerda  la  época  en  que  la 
industria  principal  era  la  minería  y  que  con  oro  pagábamos  casi  exclu- 
sivamente nuestras  importaciones.  La  abundancia  del  precioso  metal 
era  tanta,  que  en  los  cambios  menudos  tenía  que  sufrir  descuento  para 
reducirlo  á  moneda  de  plata. 

Pero  el  progreso  del  mundo,  las  industrias  y  los  nuevos  inventos 
debían  hacer  conocer  los  demás  productos  naturales  en  que  abunda 
nuestro  suelo,  y  el  caucho,  las  quinas,  el  tabaco,  el  algodón,  las  taguas, 
atrajeron  los  brazos  y  los  capitales  que  antes  se  aplicaban  á  las  minas, 
porque,  ciertamente,  aquellos  productos  en  las  primicias  de  su  expor- 
tación á  los  mercados  extranjeros,  alcanzaban  precios  de  monopolio  y 
dejaban  mayores  ganancias  y  salarios  que  el  laboreo  de  los  metales 
cuya  fluctuación  de  valor  es  siem])re  poco  sensible. 

Cosa  de  medio  siglo  ha  durado  este  tránsito  de  unas  á  otras  indus- 
trias, fundando  hábitos  y  especulaciones  en  dirección  contraria  á  nues- 
tro manifiesto  destino  como  país  aurífero ;  y  el  abandono  de  las  riquezas 
efectivas  que  poseemos  lo  estamos  pagando  bien  caro. 

Aquellos  productos  no  podían  conservar  su  precio  de  monopolio. 
La  ley  de  la  concurrencia  debía,  tarde  ó  temprano,  estimular  la  com- 
petencia de  productos  similares  obtenidos  á  menor  costo  en  países  de 
mejor  topogi*afía  y  más  capital  acumulado,  condiciones  contra  las  cua- 
les nuestra  rudimentaria  industria  no  puede  luchar. 


— 1*48  — 

La  decadencia  de  los  nuevos  productos  con  (jue  pagábamos  nues- 
tras importaciones,  cuyos  precios  dejaban  sobrante,  como  lo  demuestra 
la  abundancia  de  letras  ofrecidas  con  descuento  hasta  hace  unos  doce 
años,  ha  cambiado  este  próspero  estado  del  comercio  hasta  el  extremo 
opuesto,  produciendo  las  dificultades  en  que  hoy  se  mueve  y  alimen- 
tando el  agio  que  devora  al  consumidor. 

La  situación  es  ciertamente  crítica,  y  como  las  causas  de  ella  no 
son  de  naturaleza  transitoria  para  alimentar  la  esperanza  de  un  cambio 
fiívorable,  pues  como  dejamos  insinuado,  proviene  de  la  competencia 
ruinosa  que  nuestros  principales  productos  soportan  en  los  mercados 
extranjeros,  hay  que  buscar  la  solución  en  el  retorno  á  la  minería,  cuyos 
productos  podemos  ofrecer  sin  mayor  competencia  ni  temor  de  pérdida, 
porque  el  precio  del  oro  en  que  abundamos,  sobre  no  estar  sujeto  á 
sensibles  oscilaciones,  tiende  a  la  alza  por  las  mayores  aplicaciones  que 
cada  día  le  dan  las  industrias,  principalmente  las  suntuarias,  sin  men- 
cionar su  empleo  universal  como  moneda. 

•  El  remedio  del  mal  lo  tenemos,  pues,  en  casa.  Xo  pudiendo  esperar 
nada  de  la  industria  fabril  ni  en  mucha  parte  yá  de  las  materias  pri- 
mas que  alimentaban  el  comercio,  arranquemos  á  la  tierra  sus  tesoros 
y  volvamos  á  ser  los  abastecedores  de  oro  en  el  Viejo  Mundo  como  lo 
fuimos  en  tiempo  no  muy  remoto. 

ZSTuestro  previsor  Gobierno  ha  comprendido  cou  claridad  (|ue  el  por- 
venir de  Colombia  y  su  desenvolvimiento  económico  y  fiscal  está  en 
nuestras  propias  manos ;  que  energía  y  capital  es  lo  que  falta  para  aco- 
meter la  obra  de  redención,  y  procura  estimular  el  capital  extranjero 
ocioso — que  se  conforma  con  tres  ó  cuatro  por  ciento  al  año,  y  ni  así 
alcanza  á  colocarse  todo — á  que  venga  á  emplearse  mucho  más  produc- 
tivamente en  explotar  las  inagotables  riquezas  minerales  de  nuestro 
suelo.  Con  este  objeto  nuestro  Ministerio  de  Eelaciones  Exteriores,  á 
ca,rgo  del  ilustrado  señor  1).  Vicente  Restrepo,  conocido  yá  ventajosa- 
mente por  sus  estudios  y  escritos  sobre  nuestros  minerales  metálicos, 
ha  publicado  en  francés,  con  fecha  1"  de  Octubre  último,  una  impor- 
tante circular  destinada  á  hacer  conocer  en  el  Exterior  las  riquezas 
minerales  de  Colombia.  ííada  puede  dar  más  clara  idea  de  esas  rique- 
zas que  la  erudita  circular  del  señor  llestrepo. 

De  ella  tomamos  los  interesantes  datos  que  siguen  : 

Casi  toda  esta  riqueza  ha  sido,  sin  embargo,  abandonada,  y  toda  y 
más  que  ésa  existe  en  la  tierra  con  la  misma  capacidad  i)roductiva  que 
antes,  cuando  más  necesitamos  de  ella  para  ejercitar  nuestra  actividad 
y  redimirnos  de  la  voluntaria  pobreza  en  que  vegetamos. 

Ideas  nuevas,  energía  y  capital,  hé  aquí  los  factores  del  problema 


—  1'4Í>  — 

que  hay  (pie  resolver  jtara  elevar  á  Coloniliia  al  rango  (pie  en  el  mundo 
etonóniico  le  está  señalado  por  la  Providencia. 

La  falta  de  seguridad,  mortal  á  todo  trabajo  (jiie  re([niere  tiempo 
para  su  leeundo  desarrollo,  lia  contribuido  sin  duda  poderosamente  á 
cortar  el  vuelo  de  nuestra  ju-oducción  minera.  ¡  Cuánto  no  lia  costado 
á  Antio(|UÍa  solamente  esa  ftilta  de  seguridad,  en  exacciones  directas, 
en  cada  una  de  nuestras  cada  día  más  frecuentes  luchas  armadas!  Si 
se  agregara  el  lucro  cesante,  resultaría  un  guarismo  enorme.  En  el 
Cauca  la  ineludible  abolición  de  la  esclavitud  y  las  perturbaciones  del 
orden,  redujeron  á  mínimas  proporciones  el  laboreo  de  las  minas;  y 
en  el  Tolinia — ([ue  es  otra  tierra  de  proraisiím — no  se  ha  pensado  á 
tondo  en  la  explotación  y  beneficio  del  rico  metal,  sino  basta  ahora  <|ue 
acuella  sección  importante  se  halla  inmediatamente  gobernada  por  el 
señor  Cleneral  Casabianca,  hombre  de  talento  práctico  y  de  energía, 
(jue  está  dedicando  sus  grandes  facultades  á  la  redentora  obra. 

Necesitamos  seguramente  capitales  y  dirección  inteligente  adc- 
>-uada.  Pero  esto  vendrá — y  aun  está  viniendo  yá  en  cierto  modo, — 
debido  en  mucha  parte  á  otra  extensa  y  técnica  publicación  del  señor 
líestrepo,  recientemente  vertida  al  inglés.  Nuevos  métodos  de  laboreo  y 
afinación  serán  aplicados,  y  el  reloj  del  progreso  unÍA^ersal  tendrá  al  fin' 
su  hora  para  Colombia.  Los  veneros  de  Patagonia^  comienzan  á  poblar 
de  numerosos  inmigrantes  aquella  remota  y  desconocida  comarca,  como 
sucedió  hace  cuarenta  años  con  las  abandonadas  zonas  que  riegan  el 
San-Francisco  y  el  Sacramento;  zonas  que  se  han  vuelto  rápidamente, 
como  por  vara  mágica  tocadas,  emporio  de  todo  linaje  de  riquezas. 

La  memorable  Keforma  política,  generadora  de  jtaz  y  de  crédito, 
ha  llegado  á  tiempo,  y  el  suplicio  de  Tántalo  dejará  de  ser  en  pocos 
años  nuestro  desventurado  lote. — K.  N. 


lí. — ORDENANZAS    DE    MINAS    DE    D.  GASPAR    DE  RODAS,  GOBER- 
NADOR DE  ANTIOQUIA. — lo87-15íJ3. 

Ordenanzas. — Gaupar  de  liodan,  Gobernador  y  Capitán  (jeneral 
de  esta  Gobernación  y  Provincia  de  Autioquia,  Yamesí  y  tierra  de 
entre  los  dos  ríos,  por  Su  Majestad.  Por  cuanto  en  la  ciudad  de  Zara- 
goza de  mi  Gobernación  se  han  descubierto  y  descubren  cada  día  mi- 
nas de  oro,  así  en  ríos  y  quebradas  como  en  otras  partes,  y  es  la  dicha 
tierra  de  tal  calidad  que  prorae'te  grandes  esperanzas  de  ri(iuezas  de 
oro  de  las  dichas  minas,  y  hay  necesidad  de  hacer  Ordenanzas  para  la 
labor  de  ellas,  y  porque  Su  Majestad  por  sus  reales  provisiones  libradas 


—  250  — 

en  la  capitalación  que  conmigo  mandó  tomar,  me  da  poder  y  facultad 
para  ello,  como  consta  y  parece  por  un  capítulo  de  ella,  su  tenor  del 
cual  es  el  que  se  siguQ : 

Cüiñiulo  real  de  >S'íí  Maje-staá.  ítem,  "  se  le  concede  que  pueda 
hacer  las  ordenanzas  que  le  pareciere  para  el  buen  gobierno  y  labor  de 
las  minas  de  aquellas  tierras."  Conforme  á  lo  cual  yo  hice  ciertas  orde- 
nanzas para  la  labor  de  dichas  minas  ]>ara  el  año  pasado  de  mil  y  qui- 
nientos y  ochenta  y  cuatro  años,  y  desde  el  dicho  tiempo  acá  cada  día 
se  han  descubierto  muchas  y  muy  buenas  minas  de  oro,  y  siempre  van 
á  más ;  y  así  usando  de  la  dicha  facultad,  y  conforme  al  capítulo  de 
nuevo  hago  y  ordeno  las  Ordenanzas  siguientes  : 

Capítulo  1°  Primeramente,  que  cualquiera  minero  6  señor  de  cua- 
drilla sea  ol)ligado  á  tener  y  tenga  en  su  rancho  la  imagen  de  nuestra 
Señora,  y  delante  de  su  puerta  de  la  ranchería  una  cruz  alta,  y  el  que 
no  la  tuviere  caiga  é  incurra  en  pena  de  diez  pesos  de  oro,  aplicados 
para  la  Cámara  de  Su  Majestad  y  para  la  iglesia  de  la  mina  de  por 
mitad. 

Capítulo  2"  ítem.  Que  ningún  minero  juegue  á  los  naipes  ni  á  otro 
juego  alguno  ninguna  cantidad  de  dinero,  so  pena  de  cincuenta  pesos 
de  buen  oro  por  la  primera  vez,  y  por  las  demás  incurra  en  la  pena  de 
cien  pesos,  según  la  ordenanza  de  arriba. 

Capítulo  3"  ítem.  Que  ninguna  persona  por  sí  ni  por  interpósita 
persona  sea  osada  á  tratar  ni  contratar  con  negros  cautivos  de  labor  de 
minas,  vendiéndoles  vino,  jabón,  tabaco,  quesos  y  otro  cualquier  género 
de  ropa,  so  pena  que  por  la  primera  vez  caiga  é  incurra  en  pena  de 
cien  pesos,  y  por  la  segunda  en  doscientos,  y  si  fuere  negro,  ó  negra, 
les  sean  dados  por  cada  vez  doscientos  azotes,  y  si  fuere  español  y  lo 
hiciere  tercera  vez,  sea  desterrado  perpetuamente  de  las  minas,  y  la 
pena  pecuniaria  sea  aplicada  por  tercias  partes,  cámara,  y  jueces,  y 
denunciador. 

Capítulo  4"  ítem.  Que  cualquiera  minero  ó  señor  de  cuadrilla  que 
descubriere  oro  en  mina  ó  quebrada,  goce  y  tenga  dos  minas  á  una 
estaca  y  otra  salteada. 

Capítulo  5"  ítem.  Que  las  minas  que  se  tomaren  en  sabanas  ó  sobre 
sabanas,  en  aventaderos,  ó  cerros,  sean  de  sesenta  varas  cada  una  en 
cuadro,  y  en  madre  de  río  ó  quebrada  de  ochenta  varas  cada  una  en 
cuadro. 

Capítulo  G"  ítem.  Cualquiera  minero  que  tuviere  á  su  cargo  dos  cua- 
drillas, no  puede  tomar  ni  gozar  de  muchas  minas,  que  si  tuviere  una 
sola  cuadrilla,  y  las  dichas  dos  cuadrillas  y  más  que  sean,  con  un  solo 
minero  se  entienda  toda  una  cuadrilla. 

Capítulo  7"  ítem.  Que  si  algún  señor  de  cuadrilla  tuviere  dos  mi- 


—  L'ol  — 

neros  pueda  ijozar  «Ui  dobladas  minas  ([uo  el  (|ue  tuviere  sólo  un  minero,' 
fon  tal  (|ue  cada  uno  de  los  dos  mineros  tenga  é  conozca  su  cuadrilla, 
de  por  sí,  y  esto  se  entienda  que  las  dichas  minas,  que  los  dichos  mine- 
ros de  un  solo  dueño  tomaren  no  estén  á  una  estaca  sino  salteadas,  y 
divididas,  como  no  vsea  descubridor,  (|ue  siéndolo  i)odrá  tenerlas  de  una 
estaca  las  dos  de  ellas. 

Capítulo  S"  ítem.  (^)ue  si  acaeciere  un  minen»  ó  señor  de  cuadrilla 
en  cualquiera  parte  que  estuviere  dando  cata,  ninguno  otro  se  le  oponga 
¡)or  delante  á  dar  otra,  si  no  fuere  dejándole  una  mina  por  una  banda, 
y  otra  de  por  sí  de  tierra,  sopeña  que  el  i)rimero  (\ne  la  empezó  á  darse 
mida  como  quisiere,  aun([ue  sea  entre  la  cata  ó  corte  que  dice  el  segundo. 

Capítulo  9"  ítem.  Que  cualquiera  que  pidiese  estacas  á  otro,  sea 
obligado  á  dárselas  luego,  y  si  no  las  diere  siendo  señor  de  cuadrilla  el 
que  no  las  quisiere  dar,  pueda  el  que  se  las  pide  ponerse  fuera  del  corte 
de  la  mina  de  quien  pide  estacas  á  ]&  parte  que  quisiere  y  allí  se  en- 
tienda empezar  su  mina ;  y  si  fuere  minero  el  que  no. da  las  estacas»,  incu- 
rra en  pena  de  cincuenta  pesos,  la  mitad  para  la  Cámara  de  Su 
Majestad  y  la  otra  mitad  para  la  iglesia  de  la  dicha  ciudad. 

Capítulo  10.  ítem.  Que  si  alguno  descubriere  veta  ó  nacimiento  de 
oro,  tome  como  descubridor  dos  minas  á  una  estaca,  y  otra  salteada  de 
cincuenta  varas  de  estaca  de  minas  en  cuadro,  y  el  tal  descubridor  sea 
obligaclo  á  dar  estacas  al  que  primero  se  las  pidiere,  so  pena  que  incu- 
rra en  la  pena  de  la  ordenanza  antecedente. 

Capítulo  11.  ítem.  Que  si  alguno  tuviere  mina  en  madre  de  río  ó 
quebrada  para  labrar  de  verano,  que  de  invierno  no  se  pueda  labrar, 
ijue  registrándola  no  se  pueda  meter  otra  persona  en  ella,  so  pena  de 
que  incurra  en  (jue  vuelva  el  oro  que  sacó  de  la  dicha  mina  al  (pie  sí  la 
tuviere  registrada.. 

Capítulo  12.  Ítem.  Que  si  alguno  estuviere  labrando  alguna  mina 
ó  dejándola  registrada  fuere  á  buscar  ó  catear,  (|ue  en  el  entretanto 
no  se  le  ])ueda  meter  otro  en  ella. 

Capítulo  13.  Ítem.  Que  cualquiera  ])ersona,  aunque  no  tenga  in- 
dios ningunos  i)ueda  tomar  y  tener  una  mina  (;n  cuahjuiera  parte 
que  sea,  ó  tenerla  registrada,  y  amparada  por  tiempo  de  un  año  siendo 
con(iuistador,  y  no  siéndolo  se  le  guarde  por  tiempo  de  seis  meses. 

Capítulo  11.  ítem,  (¿ue  cualquier  persona  (jue  tuviere  cinco  pie- 
zas, (1)  gocen  éstas  de  las  preeminencias  (|ue  gozan  y  tienen  mayores 
cuadrillas. 

Capítulo  1-3.  Ítem.  Que  cuahiuiera  persona  que  rompiere  acequia, 
estanque,  ó  toma  de  agua  maliciosamente",  como  de  ello  conste,  se 
aderece  á  su  costa,  y  más  ])ague  los  jornales  que  el  otro  dejare  de  sacar 

(1)  Piezas,  peones  mineros. 


por  la  dicha  causa  é  inconvenientes,  y  si  fuere  negro,  se  le  den  cien 
azotes. 

Capítulo  IG.  ítem,  (^ue  ningún  minero  ni  otra  persona  alguna 
se  meta  en  mina  alguna  por  socavón  ni  otra  manera  alguna,  so  pena 
de  volver  el  oro  que  así  sacare  para  el  dueño  de  la  dicha  mina  y  más 
incurra  en  pena  en  cincuenta  pesos  para  la  Cámara  de  Su  Majestad 
y  para  la  iglesia  de  dichas  minas  de  por  mitad. 

Capítulo  17.  ítem.  Que  el  que  tuviere  menor  gente  que  la  orde- 
nanza, ({ue  son  cinco  piezas,  tenga  una  mina,  y  no  más ;  y  si  fuere 
descubridor  tenga  dos  á  una  estaca. 

Capítulo  18.  ítem.  Que  si  algunos  mineros  ó  señores  de  cuadrillas 
fueren  á  buscar  oro  en  cualquiera  parte  que  sea  ó  dijere,  allí  hago  mina, 
arrojando  una  piedra  ó  el  bordón,  sea  visto  ser  hecha,  y  le  valga  por 
mina  á  donde  el  bordón  ó  piedra,  y  la  medida  á  la  parte  que  quisiere. 

Capítulo  19.  ítem.  Que  si  sucedieren  pleitos  de  minas  entre  mineros, 
ú  otras  personas,  que  el  Alcalde  de  minas  sobre  la  misma  que  se  litigare, 
vaya,  y  allí  vocalmente,  sin  escribir  ni  hacer  costas  á  las  partes,  ave- 
rigüe la  verdad  y  meta  en  posesión  de  la  dicha  mina  á  cuya  fuese  ;  y 
por  ello  el  dicho  Alcalde  lleve  el  salario  ordinario  á  costa  del  caído. 

Capítulo  íiO.  ítem.  Que  cualquiera  ptn'sona  que  hallare  labrando  al- 
guna pieza  en  cualquiera  parte  ó  lugar  que  sea,  no  lo  eche  de  allí  ni  se 
entrometa  á  tomtir  la  dicha  labor  donde  allí  estuviere,  sin  que  primero 
avise  ni  dé  parte  de  ello  al  dueño  ó  minero  de  la  tal  pieza,  para  que 
pueda  tomar  allí  mina  si  quisiere,  so  pena  de  cincuenta  pesos  para  la 
Cámara  de  Su  Majestad,  y  para  la  iglesia  de  las  minas,  de  por  mitad. 

Capítulo  21.  ítem.  Que  si  alguno  quisiere  sacar  algún  río  ó  quebrada 
por  edificio  para  labrar  alguna  mina,  sea  obligado  luego  como  la  tomare 
con  cinco  piezas  á  empezar  á  edificar  y  sacarla  de  madre  la  agua  de 
tal  río  ó  quebrada,  espacio  de  trescientas  varas,  y  goce  de  una  mina 
de  ciento  y  veinte  varas  de  largo,  y  ochenta  en  ancho ;  y  treinta  varas 
para  desaguadero,  y  otra  mina  salteada  de  cien  varas  en  cuadro,  y  no 
teniendo  las  dichas  trescientas  varas  el  dicho  edificio  no  se  entienda 
ser  edificio ;  y  no  goce  de  las  medidas  de  minas  ordinarias  que  es 
setenta  varas  en  cuadro. 

Capítulo  22.  ítem.  Si  alguno  tomare  el  agua  de  algún  río  ó  quebrada 
j)ara  hacer  edificio  para  labrar  alguna  mina,  y  por  causa  urgente  no  pu- 
diere edificar  luego,  sea  obligado  á  registrar  ante  el  Alcalde  de  minas  la 
tal  agua  de  río  ó  quebrada  y  sacarla  de  su  madre  diez  varas,  y  corra  el 
agua  por  el  aceriuia  del  dicho  edificio,  la  tal  agua  y  minas  para'  donde 
la  llevan  y  se  entienda  estar  poblada ;  otra  persona  no  se  entrometa 
en  la  tomar  por  el  tiempo  que  el  Alcalde  de  minas  ú  otro  juez  compe- 
tente le  ampare  las  dichas  minas  y  aguas,  so  las  penas  que  para  ello 
pusiere. 


—  25;í  — 

Capítulo  L'.'J.  ítem,  (.'ualquiera  persüua  pueda  tomar  agua  para  hacer 
ediñcio  de  cuahiuiera  río  ó  quebrada  auníjuc  otro  la  tenga  sacada,  y  re- 
gistrada primero  el  agua  de  tal  río  ó  (juebrada,  dejándole  al  primero  el 
agua  (jue  ha  menester  para  su  primer  edificio,  ó  como  sobras  las  j)uede 
tomar  el  segundo  i)ara  la  parte  de  arriba  ó  abajo  sirt  perjuicio  del  (|ue 
primero  la  registró  ó  edificó  conforme  á  las  Ordenanzas  de  arriba  ;  y  si 
por  sacalla  faltare  al  primero  el  agua  y  el  segundo  tuviere  hecho  toma 
por  la  parte  de  arriba,  pueda  el  primero  romper  allegado  la  toma  de 
arriba  y  satisfacer  su  primer  edificio  en  la  que  hubiere  menester  y  iio 
más  á  vista  de  dos  mineros  que  lo  entiendan. 

Capítulo  24.  ítem.  Que  cualquiera  minero  ó  señor  de  cuadrilla,  no 
tome  ni  pueda  tomar,  ni  hacer  mina  en  desaguadero,  ni  cavadero  de 
otro  ;  porque  es  notable  perjuicio. 

Capítulo  25.  ítem.  Que  ningún  minero,  siendo  minero  de  otro,aun(|ue 
tenga  la  copia  de  piezas  ([ue  la  Ordenanza  manda,  no  pueda  tomar  mina 
para  sí  porque  hay  grave  inconveniente  en  esto. 

Capítulo  2(j.  ítem.  Que  cualquier  señor  de  cuadrilla  pueda  tener  dos 
edificios  de  agua  según  y  como  la  Ordenanza  de  arriba  lo  declara ;  y 
más  no. 

Capítulo  27.  ítem,  (¿ue  cualquier  edificio  de  agua  como  corra  el  agua 
por  el  acequia,  y  esté  corriente  y  moliente,  ninguna  persona  se  le  meta 
en  ella  por -v^ica  en  ningún  tiempo,  porque  estos  edificios  sedan  por 
propiedad ;  yendo  el  agua  suelta  por  su  madre  la  pueda  otro  sacar  como 
no  sea  por  la  zanja  que  estuviere  hecha  ([ue  no  corre  agua,  y  para  esto 
porque  podría  ser  que  alguno  de  malicia  rompiese  la  presa  y  toma  del 
tal  edificio  de  la  aceíjuia  de  él,  porque  vaya  suelta  la  dicha  agua  por 
la  madre,  por  quitar  esta  malicia,  é  fraude,  ordeno,  y  mando  que  el 
que  (juisiere  tomar  agua  por  la  quebrada  ó  río  que  otro  primero  tenía 
hecho  edificio,  sea  obligado  á  requerirle  (jue  quiere  entrar  á  tomar 
aquella  agua  para  edificar,  para  que  si  el  primero  que  edificó  quisiere 
seguir  su  edificio  lo  haga  libremente,  y  cuando  el  primero  no  lo  hiciere, 
en  tal  caso  pueda  hacer  el  otro  lo  contenido  en  la  Ordenanza  antes  de 
ésta. 

Capítulo  28.  ítem.  Que  cualquiera  que  entrare  á  labrar  en  cata  ó 
corte  viejo  que  otro  haya  dejado,  tenga  dos  minas  á  una  estaca  por  haber 
entrado  en  corte  viejo. 

Capítulo  29.  ítem.  Que  cualquiera  minero  que  despidiese  el  propio 
señor  de  cuadrilla  que  tiene  á  cargo,  ([ue  no  pueda- ser  minero  de  otro 
ninguno  en  tiempo  de  dos  años,  porque  hay  en  esto  grave  inconveniente. 

Capítulo  .'iO.  ítem.  Que  cualquiera  minero  (jue  descubriere  alguna 
mina,  ó  minas  que  durante  el  tiempo  que  esta  cuadrilla  labrare  la  dicha 
mina,  ó  minas,  el  señor  de  cuadrilla  no  le  pueda  despedir,  y  si  le   des- 


— 1'54  — 

pidiere  que  le  pague  el  mineraje  según  y  como  lo  ganaba  antes  que  lo 
despidiese,  caso  (jue  no  esté  en  la  cuadrilla  todo  el  tiempo  que  durase  la 
dicha  lal)or  de  las  minas  que  el  dicho  minero  descubriere. 

Capítulo  31.  Itera.  Que  aunque  no  tengan  pobladas  las  minas  con 
gente,  las  que  las  tuviesen  en  cualquier  parte  que  sean  se  entiendan  están 
pobladas,  teniendo  una  batea  y  almocafre  escondido  é  puesto  en  ellas 
por  el  tiempo,  orden  y  forma  señalada  por  estas  Ordenanzas  de  un  año 
y  seis  meses. 

Capítulo  32.  ítem.  Que  si  alguno  labrare  alguna  madre  de  algún  río 
y  echare  algún  brazo  de  él  por  otro  y  pareciere  que  ha  hecho  esto,  ten- 
drá más  cantidad  de  varas  la  dicha  madre  de  las  de  la  Ordenanza,  que 
avise  antes  que  lo  eche  alguno  ó  algunos  mineros  ó  señores  de  cuadri- 
llas cercanos  que  le  ayuden  y  gocen  de  las  sobras ;  y  si  no  lo  quisieren 
hacer  pueda  el  tal  que  así  labrare  la  madre  ó  echai'e  algún  brazo,  como 
dicho  es,  gozar  por  sufrsínaxo  todo  lo  que  tuviere,  lo  (|ue  así  labrare  y 
ninguna  persona  se  lo  pueda  impedir. 

Capítulo  S'¿.  ítem.  Ordeno  y  mando  para  evitar  pleitos  y  diferencias 
(jue  podían  ofrecer  entre  todos  los  que  ahora  tienen  minas  en  la  dicha 
ciudad  de  Zaragoza  y  sus  términos  y  jurisdicción  por  las  haber  tomado 
antes  de  estas  Ordenanzas  para  labrarlas  por  el  orden  que  entre  sí  han 
tenido,  qu(í  todas  las  minas  que  están  de  presente  labrándose  actual. 
mente  las  tengan  y  labren  hasta  acabarlas,  con  que  se  entienda  que 
sea  una,  é  no  más  la  que  labraren  por  el  dicho  orden  que  entre  sí  han 
tenido  y  por  la  nueva  medida,  pero  que  las  demás  sin  perder  ninguna 
las  labren  y  tengan  conforme  á  lo  ordenado  é  mandado  por  estas  Orde- 
nanzas sin  exceder  de  ellas  por  vía  ni  manera  alguna  so  pena  de  que 
perderá  la  tal  mina  ó  minas. 

Capítulo  34.  ítem.  Que  todas  las  minas  para  más  seguridad  en  justi- 
cia de  lillas  y  quitar  pleitos  hasta  que  con  autoridad  del  dicho  Alcalde  de 
minas,  si  lo  hubiere  pudiendo  ser  habido  cerca ;  y  en  defecto  de  poder 
ser  hal»i(ki  no  haber  Alcalde  de  minas,  los  mineros  entre  sí  se  concier- 
ten é  [lor  medio  de  terceras  personas,  el  cual  dicho  xVlcalde  hallándose 
á  mano,  por  lo  que  dicho  es,  haya,  y  lleve  por  su  trabajo  dos  pesos  de 
oro  de  minas  por  cada  una  de  las  semanas  que  midiere  y  cuadrare, 
pena  de  que  si  el  dicho  Alcalde  estuviere  en  parte  que  no  pueda  venir 
y  no  le  llaman,  caiga  é  incurra  el  que  lo  contrario  hiciere  en  pena  de 
diez  pesos  de  buen  oro  para  la  santa  iglesia  de  la  ciudad  de  Zaragoza. 

Capítulo  3.5.  ítem.  Si  algunas  pendencias  ó  causas  criminales  hubie- 
re en  las  dichas  minas,  así  como  entre  españoles,  como  indios  ó  esclavos, 
el  dicho  Alcalde  en  lo  tocante  á  españoles  lo  remita  con  la  información 
hecha  al  Teniente  si  lo  hubiere  en  la  dicha  ciudad,  y  en  defecto  de  no 
lo  haber  á  las  justicias  ordinarias  ;  y  las  que  hubiere  entre  indios  ó 


esclavos,  sin  intervenir  españoles  en  ellas,  en  caso  (jne  la  cansa  no  sea 
ffrave  ó  á  otros  con  ella,  y  proceda  así  á  las  determinar  ó  sent<'n(iar 
conforme  á  derecho,  otorgando  las  apelaciones  cpie  á  él  se  interpusie- 
ren para  ante  las  justicias  dichas  como  dicho  es;  y  en  las  causas  civi- 
les conozca  hasta  en  cantidad  de  treinta  pesos  y  uo  nis'is,  porque  las  de 
mayor  cantidad  vayan  á  la  dicha  ciudad. 

Capítulo  30.  Ítem.  Que  los  dichos  pleitos  y  causas  hayan  y  lleven  el 
dicho  Alcalde  y  escribano  de  mina  los  derechos  que  le  pertenezca,  que 
son  los  (lue  el  dicho  Alcalde  lleve  de  cada  firma  de  los  autos  judiciales, 
dos  tomines,  y  de  las  sentencias  definitivas  que  diere  un  peso  de  oro 
de  minas  y  el  escribano  sus  derechos  ordinarios  conforme  al  arancel 
real.  Las  cuales  dichas  Ordenanzas,  según  dicho  es,  mando  á  todos  los 
vecinos,  moradores,  estantes  y  habitantes  en  la  dicha  ciudad  de  Zara- 
goza y  su  jurisdicción  y  á  los  señores  de  cuadrillas  y  mineros  ([ue  ahora 
son  y  fueren  de  aquí  adelante  las  guarden  y  cumplan  y  á  todas  las 
justicias  de  la  dicha  ciudad  ó  Alcaldes  de  minas  las  ejecuten  en  todo  y 
por  todo  como  en  ellas  está  ordenado  y  mandado,  y  so  las  penas  en 
ellas  contenidas  y  más  á  las  justicias  ó  Alcaldes  de  minas,  si  en  ellas 
fueren  reinisos  é  inobedientes,  dé  otros  doscientos  pesos  de  buen  oro 
para  la  Cámara  de  Su  ]\rajestad,  en  qne  doy  por  condenado  á  cada 
uno  (jue  lo  contrario  hiciere,  y  mando  á  mi  Lugar-teniente  y  demás 
justicias  de  la  dicha  ciudad  de  Zaragoza,  que  siéndoles  entregadas 
estas  Ordenanzas  las  hagan  pregonar  piiblicamente,  para  que  se  guar- 
den y  cumplan  según  dicho  es,  y  ninguno  pretenda  ignorancia,  so  la 
dicha  ]»ena. — Fecho  en  la  ciudad  de  Santa-Fe  de  Antioquia,  á  diez 
días  del  mes  de  Noviembre  de  mil  y  quinientos  y  ochenta  y  siete  años. 

(tASPAR  de  Rodas. — Por  mandado  del  muy  ilustre  señor  Gober- 
nador, T>ief/o  (le  BuHtdinante  QuLfano,  escribano  de  Crobernación. 

Pregón. — En  el  Ileal  y  asiento  de  minas  de  San- Andrés,  término 
y  jurisdicción  de  la  ciudad  de  Zaragoza,  á  trece  días  del  mes  de  Di- 
ciembre de  mil  y  (|uinientos  ochenta  y  siete  años. 

Yo,  Francisco  Velásquez,  escribano. 

Domingo  después  de  misa  mayor,  que  estaban  todos  los  moradores, 
estantes  y  habitantes  en  este  real,  é  los  más  de  los  mineros  y  señores 
de  cuadrillas,  leí  todas  estas  Ordenanzas,  todas  de  verbo  ad  verbus  como 
en  ellas  se  contienen,  de  manera  que  lo  oyeron,  presente  siendo  testigos 
Juan  ixlanuel  y  Juan  INIillán  de  Orozco  y  otros  muchos,  de  que  doy  fe. 

Francisco  Vehisquez^  escribano. — Concuerda  con  su  original,  Jwan 
Ramírez  Coy,  escribano. 

OrdknAíNZAS  añadidas. — Gaspar  de  líodas  Gobrenador  y  Capi- 
tán general  de  esta  Gobernación  y  Provincia  de  Antioquia  y  tierra 
entre  los  dos  ríos,  por  el  Rey  nuestro  señor  etc. 


—  2of)  — 

A  vos  mi  Lugar-teniente,  Alcaldes  ordinarios  y  de  minas  y  de 
rancherías,  y  otras  cualesquiera  justicias  y  Jueces  de  Su  Majestad  de 
la  ciudad  de  Zaragoza,  de  la  dicha  mi  (lobernación,  y  á  cada  uno  y 
cualquiera  de  vos  en  su  jurisdicción  por  lo  que  toca  y  atañe  y  atañer 
pueda  en  lo  de  su  uso  contenido,  así  de  los  que  ahora  son  como  á  los 
que  de  aijuí  adelante  fueren,  sabed  que  ])0V  aviso  y  relación  que  tengo 
de  los  vecinos  de  esa  dicha  ciudad,  por  algunos  pleitos  que  ante  mí 
han  venido  y  se  han  tratado,  me  han  contado  que  en  las  minas  y  rea- 
les de  ellas  y  de  suS'  tárminos  del  oro  que  labran  y  han  labrado  los 
dueños  de  las  cuadrillas,  é  otros  tienen  registradas  muchas  aguas  y 
minas  en  excesiva  cantidad  y  con  registros  que  juntan  unos  á  otros  en 
tal  manera  que  de  esto  resulta  haber  muchos  pleitos  y  diferencias  entre 
los  susodichos,  entrándose  á  labrar  los  unos  en  las  minas  de  k»s  otros 
que  tienen  registradas ;  y  hay  dueños  de  cuadrillas  que  tienen  tantas 
aguas-minas  ocultas  que  no  las  labran  ni  pueden  labrar,  de  que  resulta 
venir  en  quiebra  y  disminución  los  quintos  Reales  á  Su  Majestad  perte- 
necientes, y  el  bien  y  aumento  común  de  la  República,  porque  so  color 
de  tenerlas  registradas  no  las  labran  otros  que  lo  pudieran  hacer,  y  cada 
día  acuden  á  la  labor  de  las  dichas  minas,  por  la  mucha  grosedad  que 
hay  de  ellas  en  la  dicha  ciudad  y  sus  términos,  como  es  notorio,  para 
que  en  ello  haya  orden  y  concierto  que  se  requiere,  y  la  Real  Hacienda 
y  las  del  común  vayan  en  aumento,  y  cada  uno  sepa  lo  que  le  perte- 
nece, y  no  tengan  más  minas  ni  aguas  de  las  que  pueden  y  deben  tener, 
conforme  á  las  Ordenanzas  por  mí  fechas  y  establecidas,  y  que  nin- 
guno pueda  labrar  ni  se  aproveche  de  más  de  las  minas  y  aguas  que 
fueren  suyas  derechamente,  por  evitar  los  grandes  daños  y  pleitos  que 
hasta  aquí  ha  habido  y  los  que  adelante  se  podrían  ofrecer  y  recrecer, 
cuyo  remedio  me  compete  como  tal  Gobernador  y  Capitán  general  en 
el  buen  Gobierno  de  la  dicha  ciudad  y  su  jurisdicción,  porque  según 
los  tiempos  suceden  se  ha  de  usar  del  remedio  que  conviene  hacer  en 
la  justicia  de  las  unas  á  otras  cosas  ya  referidas,  de  forma  que  todos 
las  alcancen  y  nadie  reciba  agravio ;  por  lo  cual,  delnás  de  las  dichas 
Ordenanzas  fechas  y  establecidas  por  mí  en  lo  tocante  á  las  dichas 
minas  y  aguas  de  la  dicha  ciudad  y  sus  términos,  ordeno  y  mando 
precisamente  de  aquí  adelante  y  en  todo  tiempo  se  guarden  las  si- 
guientes : 

Capítulo  37.  ítem.  Ordeno  y  mando  que  el  minero  ó  señor  de  cua- 
drilla que  desde  aquí  adelante  quisiere  hacer  registro  de  alguna  mina  en 
cualquier  parte  que  sea,  en  los  términos  de  la  dicha  ciudad  de  Zara- 
goza, sea  obligado  primero  y  ante  todas  cosas  de  catear  y  tomar  oro,  do 
seguir  en  el  sitio  y  parte  donde  quisiere  registrar ;  y  con  traer  el  tal 
oro  y  muestra  aparezca  ante  el  Alcalde  de  minas  ú  otra  justicia  y 


luiinirtt'sti.'  el  dicho  or»»  cu  la  |»art<'  (I(»n(U'  se  ¡tide  la  dii-lia  mina,  y  des- 
|nu*s  de  liai)er  licclio  el  dicho  registro  dentro  de  tres  días  sea  oi(li<rjido 
á  la  medir  y  cuadrar  y  alzar  sus  estacas  en  presencia  de  dicho  Alcalde 
de  minas  ú  otra  justicia,  con  su  .escribano  que  de  ello  dé  fe  con  clari- 
dad, de  manera  «pie  jtor  todos  sea  entendido  hasta  donde  llega  la  tal 
mina,  i>oniéndoht  ]ior  auto  ¡¡ara  evitar  i)leitos  y  debates  conforme  á  la 
costumbre  antigua  de  esta  (robernación  y  labor  de  las  dichas  minas. 
V  los  registros  (jue  de  otra  manera  se  hicieren  desde  aíjuí  adelante  des- 
pués de  la  itublicación  de  estas  Ordenanzaj!,  los  doy  i)or  ningunos,  de 
ningún  valor  ni  efecto  i>ara  que  no  valgan,  «orno  perjudiciales  á  los 
(|uintos  reales  de  Su  ^Majestad  y  el  bien  común;  y  mando  al  dicho 
Alcalde  de  minas  y  demás  justicias  ijue  no  admitan  ningún  registro 
sino  es  de  la  manera  ([ue  aquí  va  ordenado,  so  pena  dé  cien  pesos  de 
buen  oro  i)ara  la  Cámara  de  Su  Majestad,  y  «lue  los  pleitos  que  se 
recrecieren  i)or  no  cumplirse  ni  ejecutarse  serán  á  su  costa  y  cargo. 

Capítulo  08.  ítem.  Ordeno  y  mando  que  el  dicho  Alcalde  de  minas, 
([ue  es  ó  fuere  dentro  de  seis  días  de  la  publicación  de  estas  Ordenan- 
zas, mande  parecer  ante  sí  á  todos  los  señores  de  cuadrillas  de  los  tér- 
minos y  rancherías  ó  reales  de  minas  de  la  dicha  ciudad  de  Zaragoza, 
y  los  compela  por  todo  rigor  á  (jue  exhiban  los  títulos  que  tienen  de 
sus  minas  fechos  antes  de  la  publicación  de  estas  Ordenanzas,  y  con- 
forme á  ellos  se  las  mida  y  estaque  con  claridad  y  notoriedad,  y  todos 
por  auto  del  escril)ano  ;  los  cuales  sean  obligados  de  labrar  las  tales 
minas  (jue  así  les  pertenecieren  á  batea  .seca  ó  con  agua,  de  la  manera 
(¡ue  pudieren,  dentro  de  dos  meses  desde  el  día  que  se  les  midieren,  so 
pena  ile  que  pasado  el  diclio  término  no  lo  haciendo  las  doy  por  vacas 
ó  como  si  no  se  hubieren  registrado,  para  que  el  primero  que  quisiere 
entre  en  ellas  y  las  lal)re,  porque  de  tener  la  tierra  ocupada  de  esta 
manera  con  registro,  con  noticia  de  Su  Majestad,  es  defraudarlo  de 
sus  quintos  reales,  y  es  daño  grandísimo  del  bien  común  de  la  líepú- 
blica,  y  para  obviar  estos  inconvenientes  y  los  pleitos  y  debates  qne 
cada  día  se  siguen,  conformándome  con  la  costumbre  antigua  de  esta 
Gobernación  usada  y  guardada,  mando  al  dicho  Alcalde  de  minas  que 
es  ó  fuere,  y  á  las  demás  justicias,  y  que  guarden,  y  cumplan,  y  ejecu- 
ten lo  en  esta  Ordenanza  contenido,  con  declaración  (|ue  hago  que 
aunque  un  señor  de  cuadrilla  tenga  eri  un  sitio  dos  ó  tres  minas  y  más, 
cumpla  con  ir  labrando  la  una,  y  tras  de  ella  otra,  y  por  este  orden, 
porque  con  esto  ya  es  visto  estar  poblada  y  continuada  la  labor  de  las 
dichas  minas. 

Capítulo  .'iO.  ítem.  Ordeno  y  mando  (jue  cualquiera  (|ue  registrare 
ó  tuviere  registrada  alguna  agua  ó  quebrada  principal  con  los  amaga 
mientos  de  aguas  que   topare  liasta  la  mina,  para  donde  hace  el  tal 

17 


—  2oS  — 

registro  para  sacar  el  edificio,  pueda  comenzar  á  sacar  las  dichas  aguas 
dendp  la  parte  que  mejor  le  pareciere,  ora*  sea  dende  las  minas  á  la 
quebrada,  ó  dende  la  (juebrada  á  las  minas,  que  en  esto  tenga  la  liber- 
tad (jue  (juisiere,  y  si  en  el  discurso  de  la  saca  de  las  tales  aguas  antes 
de  llegar  á  la  principal  de  tal  registro  hallare  agua  bastante  para  su 
edificio,  pueda  parar,  y  tomar  la  ([ue  quisiere  sin  pasar  adelante,  y  con 
esto  haya  cumplido,  sin  que  el  Alcalde  de  minas  ni  ninguna  otra  jus- 
ticia le  puedan  compeler  á  sacar  el  agua  principal  de  tal  registro,  sino 
la  que  él  quisiere,  y  cuantos  amagamientos  ó  quebradas  topare  por 
delante,  y  cruzare  y  descabezare  con  su  regla  en  el  camino,  pueda 
libremente  tomarla,  sin  embargo  que  otros  la  registren  ú  ocupen,  pues 
no  pueden  perjudicar  á  aquel  primer  registro,  ni  estorbarle  el  paso  ;  á 
aquel  que  fue  primero  ninguno  se  le  pueda  anteponer  por  delante  ni  le 
pueda  impedir  la  saca  de  las  tales  aguas,  porque  desde  el  día  que 
comenzare  á  sacar  el  dicho  edificio  adquiere  derecho  á  todas  las  aguas 
que  hubiere  dende  la  mina  á  la  principal  que  así  registmre,  ó  á  cada 
uno  por  si  se  le  adjudique,  haciéndolas  todas  un  cuerpo  para  que  saque 
y  escoja,  y  para  donde  quisiere,  y  las  demás  aguas  que  delante  queda- 
ren, por  no  querer  pasar  la  quebrada  principal  el  qne  primero  registró, 
quedándose  atrás  como  va  dicho,  estas  tales  las  saque  la  persona  del 
segundo  registro  por  vía  de  sobras,  y  no  de  otra  manera,  porque  en 
esto  ha  de  ser  preferido  el  primer  descubridor  de  las  dichas  aguas. 

Capítulo  40.  Ítem.  Ordeno  y  mando  que  conforme  á  lo  contenido 
en  el  capítulo  precedente  á  éste,  el  tal  señor  de  cuadrilla  que  fuere 
sacando  el  edificio  pueda  ir  libremente  con  su  regla  por  donde  él  qui- 
siere, y  pueda  recoger  las  aguas  que  así  topare  ])ara  su  acequia  y  edi- 
ficio, aunque  no  llegue  el  agua  ])rincipal  ({ue  registrare,  como  se  declara 
en  el  capítulo  antes  de  éste,  el  cual  goce  y  haya  de  gozar  en  virtud  de 
su  registro  toda  el  agua  que  uietiere  dentro  de  su  acequia,  por  mucha 
que  sea,  sin  que  por  vía  de  sobra  ni  otra  manera  otro  tercero  la  pueda 
pretender,  pues  cada  día  van  creciendo  las  cuadrillas,  y  los  primeros 
descubridores  de  las  dichas  aguas  merecen  gozar  de  este  privilegio  ; 
como  lo  han  gozado  siempre  y  hasta  que  el  dicho  edificio  esté  sacado 
corriente  y  moliente  y  haya  sacado.  Xo  se  entienda  haber  sobras,  ni  el 
([ue  las  registrare  las  pueda  pretender,  pues  las  sobras  se  entienden  las 
aguas  (jue  sobraren  al  primero  que  va  sacando,  y  hasta  que  éste  saque 
y  acabe  no  puede  haber  sobras  ningunas,  ni  en  esta  sazón  sea  oído,  por- 
que para  obviar  nuilicias  y  debates  se  hacen  las  dichas  Ordenanzas  con 
las  declaraciones  que  en  ellas  se  contienen,  conforme  á  la  costumbre 
antigua  de  la  Gobernación. 

Capítulo  41.  ítem.  Ordeno  y  mando,  que  si  algún  señor  de  cua- 
drilla viniere  sacando  algún  edificio  y  fuere  el  segundo  por  Tazón  de 


haber  otro  rcijistrado  antes  <iuV  él,  sea  obligado  este  tal,  ([Xiv  fuere 
seguiulo,  (le  pasar  con  su  aceíjuia  siete  varas  por  bajo  del  ([ue  fue  i)ri- 
niero.  Y  si  tuviere  necesidad  de  hacer  niauípuesto  ])oy  le  faltar  tierra, 
vaya  por  el  aire  con  su  uianipuesto,  sin  hacer  perjuicio  al  que  primero 
registró ;  y  las  justicias  no  le  consientan  hacer  lo  contrario  i)or  nin- 
guna vía. 

Capítulo  4lí.  ítem.  Que  los  pleitos  que  pasaren  y  se  trataren  ante 
el  Alcalde  de  minas,  no  se  le  quiten  de  ninguna  forma,  sin  (jue  pri- 
mero él  los  haya  sustanciado  y  determinado  definitivamente,  ni  las 
justicias  de  la  dicha   ciudad  ninguna  de  ellas  no  se  las  puedan   cjuitar. 

Capítulo  -t.í.  ítem.  Ordeno  y  mando  que  las  apelaciones  ([ue  se 
interpusieren  de  Iü§  tales  pleitos  del  dicho  Alcalde  de  minas,  habiendo 
fleterminado  las  dichas  causas,  vayan  ante  mi  Lugar-teniente  de  la 
dicha  ciudad  de  Zaragoza,  y  no  ante  los  Alcaldes  ordinarios  de  ella. 

Por  todo  lo  cual  como  de  derecho  está  ordenado,  mando  á  vos  ias 
dichas  justicias,  que  sois  y  adelante  fuéredes  en  la  dicha  ciudad  de 
Zaragoza  de  la  dicha  mi  jurisdicción  de  Gobernación  y  á  los  Alcaldes 
de  minas  y  rancherías,  y  sus  términos,  que  veáis  las  dichas  Ordenanzas, 
que  de  suso  van  incorporadas,  y  precisamente  y  sin  embargo  de  algu- 
nas otras  en  contrario  de  las  fechas,  las  guardéis  y  cumpláis,  y  ejecutéis 
y  hagáis  guardar,  cumplir  y  ejecutar,  y  en  todo  siempre  llevar,  y  que 
sean  llevadas  á  pura  y  debida  ejecución  con  efecto,  como  cosa  de  buen 
gobierno,  y  que  tanto  importa  y  conviene  á  la  buena  orden  que  debe 
haber  á  los  negocios  tocantes  á  las  dichas  minas  y  aguas ;  y  contra  su 
tenor  y  forma,  no  vais  ni  paséis,  ni  consintáis  ir,  ni  pasar  ahora,  ni  de 
aquí  adelante  en  manera  alguna  so  pena  de  cada  vez  ((uinientos  pesos 
de  buen  oro  para  la  Cámara  del  Rey  nuestro  ¡Señor  en  (jue  doy  por 
condenado  á  cada  uno  de  vos  (|ue  lo  contrario  hiciere  ;  y  para  ([ue  esto 
se  guarde  y  cumpla  y  á  todos  sea  notorio,  demás  de  las  diligencias 
que  por  ella  os  mando  hacer  y  cumplir,  haréis  pregonar  públicamente 
por  voz  de  pregonero  y  ante  escribano  ([ue  de  ello  dé  fe,  en  la  dicha 
ciudad  de  Zaragoza,  para  (jue  venga  á  noticia  de  todos,  y  hecho  lo 
susodicho  las  haréis  asentar  y  poner  en  el  libro  de  Cabildo  de  esa  ciu- 
dad so  la  dicha  pena. — Fincho  en  la  ciudad  de  Santa-Fe  de  la  dicha  mi 
Gobernación,  á  diez  y  ocho  días  del  mes  de  Septiembre  de  mil  y  quinien- 
tos noventa  y  tres  años. — Gaspar  de  Kodas. —  Por  mandato  del 
dicho  señor  (robernador. — Pedro  Ruiz  Díaz  de  Tamayo. — K  yo  Pedro 
Ruiz  Díaz  de  Taniayo,  escribano  Real  público  y  del  Cal)ildo,  Propie- 
íario  de  la  dicha  ciudad  de  Santa-Fe  de  Antio(]UÍa  por  el  Rey  nuestro 
Señor,  fui  presente  y  de  mandamiento  del  dicho  señor  Gobernador  ([ue 
aquí  firmó  su  nombre. — Gaspar  de  Rodas. — Lo  hice  escribir,  firmé 
y  signé  con  mi  signo  (jue  es  á  tal. — En  testimonio  de  verdad,  I'edro 
Ruiz  Díaz  de  Tamayo. 


—  2C0  — 

Pregón. — En  la  ciudad  de  Zaragoza,  de  la  Gobernación  de  Antio- 
«luia,  ii  veinticinco  días  del  mes  de  Octubre  de  mil  y  quinientos  noventa 
y  tres  años,  por  presencia  de  (laspar  Sáncbez  Iteinoso,  Alcalde  ma- 
yor de  minas  y  registros  en  esta  Gobernación  de  Antioquia  y  sus  pro- 
vincias, por  Gaspar  de  Rodas,  (.robernador  y  Capitán  general  de  esta 
Gobernación  por  Su  Majestad.  Yo,  Juan  Pérez  Medrano,  escribano 
de  minas,  por  mandado  del  dicho  Alcalde  mayor  hice  pregonar  las 
Ordenanzas  contenidas,  y  se  apregonaron  en  la  Plaza  pública  de  esta 
ciudad  ])or  voz  de  Juan  Primero,  pregonero,  á  altas  é  inteligentes 
voces  que  lo  oyeron  muchas  i)ersonas  de  esta  ciudad,  y  de  ello  doy  fe, 
siendo  presentes  por  testigos,  Pedro  de  Salinas,  Andrés  Caballero  y 
.Juan  Antonio  de  Villamizar,  Alcalde  del  Key  nuestro  Señor,  y  el 
Capitán  Diego  Morgado  y  Vicente  de  Villalobos,  y  Juan  de  Montes 
Oca,  y  Diego  López  del  Eiego,  y  otras  muchas  personas  que  se  halla- 
ron presentes  á  lo  susodicho. — Gaspar  Sánchez. — Ante  mí,  Juan  Pérez 
Medrana^  escribano. 

E  yo  Juan  Eamírez  Coy,  escribano  público  y  de  Cabildo  de  la  ciu- 
dad de  Zaragoza  de  la  Gobernación  de  Antioquia,  por  Su  Majestad, 
hice  sacar  y  saqué  este  traslado  de  los  originales,  con  quien  concuerda, 
y  van  ciertas  y  verdaderas,  corregidas,  y  concertadas  con  el  original ; 
y  en  fe  de  ello  lo  signé  y  firmé. — En  testimonio  de  verdad,  Juan  Ra- 
mírez Coy,  escribano  de  Su  Majestad. 

Fecho,  é  sacado,  corregido,  concertado  fue  este  traslado  con  el  que 
ante  mí  se  escribió  para  el  dicho  efecto,  que  por  mandado  del  dicho 
Teniente-general  volvió  al  dicho  Capitán  Pedro  Xúñez  de  Bohórquez, 
que  va  cierto,  y  verdadero  ;  y  de  mandamiento  de  dicho  Teniente- 
general,  á  pedimento  del  susodicho,  doy  el  presente  en  la  ciudad  de 
Zaragoza,  á  once  días  del  mes  de  Enero  de  mil  y  seiscientos  y  diez  y 
siete  años,  y  en  fe  de  ello  lo  signo.  En  testimonio  de  verdad.  Andrés 
de  Sosa^  Lecano,  escribano.  Concuerda  con  las  Ordenanzas  del  señor 
Gobernador  Gaspar  de  Eodas,  que  de  mandato  verbal  del  señor  Gober- 
nador y  Capitán  general  de  estas  Provincias,  D.  Francisco  Carrillo  de 
Albornoz,  hice  sacar  y  saqué  de  un  testimonio  de  los  cuadernos  de 
residencia  de  la  del  señor  D.  Diego  Badillo,  Gobernador  que  fue,  para 
que  esté  en  el  archivo  de  esta  ciudad,  por  haber  consumido  el  tiempo 
las  originales,  y  está  cierto  y  verdadero  ;  así  lo  certifico,  signo  y  firmo 
en  esta  ciudad  de  Antioquia,  á  nueve  de  Noviembre  de  mil  seiscientos 
y  ochenta  y  nueve  años,  y  su  merced  dicho  señor  Gobernador  y  Capi- 
tán que  lo  rubricó.  Carrillo. — En  testimonio  de  verdad,  Luis  Ber- 
nardo Sar  razóla. 

Auto. — En  la  ciudad  de  Antiociuia,  en  primero  de  Septiembre  de 
mil  y  seiscientos  y  ochenta  y  nueve  años,  el  señor  Juan  Francisco 


—  L'«;i  — 

Cíiirillo  de  Albonioz,  Gobenijulor  y  Capitán  general  tle  esta  ciudad 
de  Antio(iuia,  y  sus  Provincias,  dijo  su  merced  <|ue  ])or  cuanto  de  las 
materias  de  gobierno  que  están  á  su  cuidado  <'S  de  las  de  mayor  im- 
portancia y  que  más  se  debe  atender,  la  conservación,  labor  y  buena 
administración  de  his  minas  de  oro  corrido,  por  ser  de  donde  le  resul- 
tan la  mayor  parte  de  ([uintos  y  derechos  á  Su  Majestad  y  la  perma- 
nencia de  esta  Provincia,  y  ijue  al  presente,  por  la  mala  inteligencia 
(jue  les  han  dado  á  las  lieales  leyes  de  Indias  y  á  las  Ordenanzas  de 
esta  Gobernación,  se  lian  seguido  pleitos,  y  en  lo  de  adelante  se  pueden 
temer  mayores  escándalos  por  la  falta  de  minas  (|ue  generalmente  se 
jtadece,  en  cuya  atención,  poniendo  el  remedio  que  se  necesita  para 
ubviiw  este  inconveniente,  ordena  y  manda  su  merced  que  ningún 
minero  ni  dueño  de  cuadrilla  se  entre  á  labrar  mina  que  tenga  dueño 
conocido,  por  desierta  ni  otro  ningún  pretexto,  sin  que  primero  la  de- 
nuncie ante  su  merced,  y  oídas  las  partes  y  hechas  las  dqmás  diligen- 
cias que  Su  Majestad  manda  en  el  nuevo  cuadernillo,  se  declare  por 
tal ;  pena  de  perder  el  derecho  (iue  hubiese  adquirido  á  dicha  mina 
y  de  doscientos  pesos  de  oro  á  veinte  quilates  para  los  Estados  y  Cá- 
mara de  la  Real  Audiencia  de  Santa-Fe,  en  que  desde  luego  los 
declara  incursos  lo  contrario  haciendo  por  el  Gobierno  y  por  convenir 
así  al  lieal  servicio  de  Su  ]\rajestad,  y  aumento  de  su  real  Hacienda,  y 
que  este  auto  se  publique  en  toda  la  Provincia  y  se  ponga  á  continua- 
ción de  las  Ordenanzas  municipales  de  esta  Gobernación.  Así  lo  pro- 
veyó, mandó  y  firmó  1).  Francisco  Carrillo  de  Albornoz. — Ante  mí, 
Luis  Bernardo  ^S<lrrazola. 

PUBLlCACióiV. — En  la  ciudad  de  Antioquia,  en  veintinueve  de 
Octubre  de  mil  seiscientos  y  ochenta  y  nueve  años,  por  voz  de  Juan 
Indio,  que  hizo  oficio  de  pregonero,  al  son  de  cajas,  se  publicó  el  auto 
de  la  otra  parte  en  la  Plaza  pública,  en  el  Barrio  de  los  Santos  Már- 
tires, en  el  de  Jesús-Xazareno,  y  en  el  de  Santa-Lucía,  habiendo  con- 
curso de  gente,  y  asistió  Kafael  de  Oquendo,  Teniente  de  alguacil 
mayor,  de  que  doy  fe. — Luifi  Bernardo  Sarrazola. — Concuerda  con 
el  auto  original  de  donde  se  sacó,  á  que  me  remito,  que  está  en  el 
cuaderno  de  autos  del  Gobierno,  fecho  por  el  señor  Gobernador  y 
Capitán  general  de  estas  Provincias,  en  cuya  fe  lo  signo  y  firaio  en 
esta  ciudad  de  Antio(juia,  á  nueve  de  Noviembre  de  mil  seiscientos  y 
ochenta  y  nueve  años,  en  testimonio  de  verdad. 

Luin  Bernardo  Sarrazola. 

Es  copia  del  expediente  sobre  la  materia  que  existe  en  el  Archivo 
nacional,   departamento  de  la  época  colonial,   y    la  cual  se  expide  á 


—  262  — 

petición  del  señor  D.  Vicente  Kestrep.o,  y  de  orden  del  señor  Secreta- 
rio de  Gobierno  de  la  líepiiblica.^ 

Bogotá,  14  de  Febrero  de  1880. 

El  Archivero  nacional, 

Bernardino  Torres  Torrente. 


C. — INFORME    DEL    SEÑOR  D.  ILDEFONSO    GUTIÉRREZ    DE    LARA 
SOBRE  LA  EMPRESA  DEL   ZANCUDO. 

Bajo  líi  denominación  de  Empresa  del  Zancndo,  se  comprende 
hoy  no  solamente  la  mina  de  este  nombre  y  la  fundición  de  Sabaletas, 
sino  también  la  fundición  de  Sitio-viejo  con  sus  minas  (antigua  Ha- 
cienda de  Fundición  de  Titiribí),  la  mina  de  los  Chorros,  etc.,  propie- 
dades todas  pertenecientes  á  la  sociedad  del  Zancudo,  regidas  por  los 
mismos  reglamentos,  y  formando  un  solo  establecimiento.  A  esta  em- 
presa, así  constituida,  se  refieren  los  datos  numéricos  que  siguen.' 

Para  la  trituración  de  minerales,  etc.,  tiene  la  empresa  202  pisones 
en  ejercicio,  movidos  por  agua,  y  los  cuales  trituran  al  mes  de  70  á  80 
mil  quintales  de  mineral  de  molino. 

Las  arenas  que  resultan  de  esta  trituración  se  hacen  pasar  por  una 
larga  serie  de  cernedores  en  escala,  donde  se  clasifican  por  orden  de 
densidad  y  tamaño  de  sus  granos,  para  concentrarlos  luego  en  aparatos 
á  propósito.  Estos  son  12  mesas  alemanas  ó  jile  sacudimiento,  3  mesas 
durmientes  y  un  arrastre  para  la  porfirización  de  las  arenas. 

Los  minerales  concentrados  se  llevan  á  las  fundiciones,  donde  pri- 
mero que  todo  se  calcinan  en  hornos  de  reverbero,  de  los  cuales  existen 
16  en  trabajo  constante. 

La  primera  fundición  (roharbeite)  se  hace  después  en  grandes  hor- 
nos de  reverbero,  por  el  sistema  de  los  del  país  de  Gales,  de  los  cuales 
hay  siete  en  ejercicio. 

Para  la  imbibición  se  dispone  de  ocho  hornos  de  mcüiffci  por  el  sis- 
tema de  Freiberg  y  uno  del  sistema  Pilz,  á  los  cuales  les  suministran 
el  viento  necesario  varios  ventiladores  de  hiadera  movidos  por  ruedas 
hidráulicas. 

Para  la  copelación  se  cuenta  con  tres  hornos  de  crisol  fijo  y  bóveda 
movible,  sistemai  alemán. 

Existen,  además,  dos  pequeños  cubilotes  para  la  fundición  de  la 
plata  y  del  oro  en  barras ;  dos  hornos  de  mufla  para  ensayes  y  tres  más 


—  2<¡:¡  — 

«le  manija   sin   viento   paní    ciilciunr   cal,    cuarzo,    piezas  «le  alfare- 
ría, etc. 

Los  minerales,  despinís  «le  concentrailos,  y  según  la  cantidad  de 
sulfuros  metálicos  y  de  gangas  terrosas  (cuarzo  principaUuente)  «luo 
contienen,  se  dividen  para  el  tratami<'nto  metalúrgico  en  cinco  clases, 
que  son  : 

Sulfuro». 
Cuarzo.  inutálicos. 

.Taguas '. . .  -  50  por  100  y  50  por  100. 

Scheiderz 70      id.      y  30      id. 

Bayetas ' 40       id.       y  00       id. 

Moles 30      id.      y  70      id. 

Schlamm : 80       id.       y  ,20       id. 

El  tenor  medio  de  estos  minerales  en  oro  y  plata  es  el  siguiente  : 

Jaguas 0j005  por  100  de  oro  y  0,075  por  100  de  plata. 

Scheiderz 0,007       id.  id.   y  0,150       id.         id. 

Bayetas 0,010      id.  id.   y  0,165      id.        id. 

Moles 0,008      id.  id.   y  0,09G      id.        id. 

Schlamm 0,002       id.  id.   y  0,057       id.         id. 

El  producto  es  de  38  á  40  arrobas  de  plata  aurífera  y  además  25 
libras  de  oro  de  los  molinos  por  mes.  La  plata  que  proviene  de  los 
minerales  del  Zancudo  tiene  por  lo  regular  7  por  100  de  oro,  y  la  que 
sale  de  los  -Chorros  de  3  á  4  por  100  solamente.  El  producto  de  ésta 
es  al  de  aqu<ílla  como  1  á  3. 

El  producto  mensual  es  de • $     40,000 

Y  los  gastos  mensuales  de 25,000 


Diferencia 15,000 


Este  producto  irá  aumentando  á  medida  que  la  explotación  de  las 
minas  se  desarrolle;  porque  los  aparatos  que  tenemos  pueden  ela- 
borar aún  un  25  por  100  más  de  lo  que  hoy  hacen,  con  muy  poco  au- 
mento de  los  gastos. 

Sabaletas,  20  de  Febrero  de  1884.  (1) 

(1)  Pocos  cambios  ha  habido  en  la  empresa  del  Zancudo  después  de  la  fecha 
de  este  informe.  Sólo  se  ha  construido  un  nuevo  homo  grande  de  reverbero 
para  la  primera  fundición,  en  Sitio-viejo.  El  producto  bruto  en  diez  años 
(1876  á  1885)  ha  alcanzado  á  la  suma  de  $  2,952,900,  á  saber :  §  1.893,690  valor 
del  oro,  y  $  1.039,210  valor  de  la  plata.  El  producto  anual  iia  ascendido  gra- 
dualmente de  $  188,224  (en  1876)  á  $  411,279  (en  1885). 

Todas  estas  sumas  representan  los  valores  efectivos  del  oro  y  de  la  plata,  sin 
tener  en  cuenta  el  premio  de  cambio. 


—  204  — 

1). — DATOS  TOMADO!^  DEL    CUADERNO  DE  GASTOS  LLEVADO  POR 
EL  DIRECTOR  DE  LAS  MINAS  DE  LA   CONCEPCIÓN, 

LÁZARO  DE  MOLINA. 

Año  de  1751. 

Septiembre  15. — Compré  en  Santa-Fe,  de  D.  Francisco  de  la  Pini- 
11a,  ocho  arrobas  de  fierro,  á  razón  de  $  .5-6  reales $     40   . . 

Más,  de  dicho  señor,  dos  arrobas  d(í  acero,  á  cinco  reales  la 

libra  - .  - 31-2 

Septiembre  29. — Alquilé  de  Calderón  once  muías  para  ir 
á  Llano-grande,  una  para  mí,  una  ]ura  el  minero,  otra  para 
la  negrita  de  loza,  otra  para  mi  cocinera,  dos  para  la  ropa,  in- 
cluyendo la  que  me  entregó  mi  señora,  dos  para  toldos  y  camas, 
una  para  el  fierro  y  acero,  dos  para  el  avío  y  frasquera,  á  cinco 
patacones  cada  una,  importan : 55   . . 

Del  pasaje  del  río  Grande  para  entrar  á  Llano-grande  al 
paso  de  Flandes,  para  la  negrita,  por  ser  bozal,  y  para  las 
cargas 3  . . 

De  Llano-grande  á  Ibagué  nada 

Fue  preciso  detenerse  en  Ibagué  catorce  días  para  aguar- 
dar los  bueyes  ;  se  gastó  para  la  manutención  y  seis  frascos  de 
aguardiente  para  el  monte 20  . . 

Octubre  15.  Se  alquilaron  once  bueyes  á  quince  patacones.  105   . . 

Xos  detuvimos  en  Cartago  quince  días  para  esperar  las  mu- 
las  ;  se  gastó  para  la  manutención,  por  ser  todo  muy  caro,  en 
todo  con  alquiler  de  casa 30   . . 

Mas  fue  preciso  hacer  nuevo  avío  de  todo,  por  habernos 
tardado  más  de  tres  semanas  en  el.monte  de  Quindío,  por  los 
malos  tiempos : 

Carne,  4  arrobas,  á  20  reales 10 

Pan,  2  arrobas,  á  seis  pesos 12 

Cacao,  3  millares,  á  4  pesos 12 

Aguardiente,  O  frascos,  á  8  reales O     40   . . 

noviembre  20. — Se  alquilaron  en  Cartago  de  D.  Antonio 
Libreros  diez  muías,  porque  foltó  la  negrita,  hasta  el  tambo 
de  Acequia,  á  siete  patacones , 70  . . 

Del  tambo  de  Acequia  á  Chamí  no  pasan  las  muías,  se 
envió  á  Chamí  por  18  indios  y  se  redujeron  los  tercios  cada 
uno  de  cuatro  arrobas ;  los  cargueros  de  silla  cuestan  un  pata- 
cón cada  uno 18   . . 


Pasan $  478-2 


1 


—  265  — 
Vienen ^  478-2 


En  C'haiuií  nos  (inodanios  dos  días  esperando  qne  se  aviasen 
los  indios  y  enipai)elasen  los  tercios,  lo  (jue  se  entiende  tapar- 
los con  hojas  ;  fueron  alquilados  diez  y  seis,  porqne  minoré  un 
carguero  de  silla  para  mí  y  otro  para  el  minero,  lo  (jue  me  salió 
mal  después,  ponjue  el  minero  cayó  malo  el  primer  día,  y  me 
j»recisó  darle  mi  carguero,  porque  uno  solo  no  bastaba.  De 
modo  que.me  vi  obligado  á  pasar  todo  el  monte  á  pie.  Dios  me 
ayudó  y  salí  bien  hasta  el  puesto.  Cada  indio  costó  diez  pata- 
cones para  el  tercio  y  dos  para  el  avío,  son  doce,  que  en  todo 
importan 102 

Fue  preciso  despachar  un  chasqui  de  Chamí  á  Lloró  para 
el  avío  de  canoas,  costó  catorce  patacones,  el  señor'  doctor 
( 'órdoba  pagó  la  mitad  y  yo 7 

Del  puerto  hasta  Quibdó  dos  canoas,  á  nueve  pesos  de  oro, 
yo  pagué  dos  terceras  partes,  por  tener  más  gente  y  más  ter- 
cios, son  36,  qufidan 24 

Diciembre  20. — Estuve  Qbligado  en  Quibdó  de  aguardar  al 
señor  Montano,  el  cual  se  hizo  desear  diez  y  siete  días  ;  en  este 
tiempo,  con  el  minero  enfermo,  se  gastaron  $  28  de  oro ;  sin 
haber  comido  cosa  de  provecho,  por  ser  todo  en  un  precio  exce- 
sivo. Reducidos  los  §  28  en  patacones  son 56 

El  día  que  salimos  del  pueblo  con  el  señor  Montano  para 
la  Concepción  alquilé  una  canoa  con  dos  indios,  ganaron  dos 
¡tesos  de  oro,  en   patacones 4 


Suma 8  761-2 

Estos  761  patacones  y  dos  reales  reducidos  en  pesos  de  ore 
son  380 'pesos  y  cinco  tomines 380-5 


1752 

Enero  15. — Para  la  manutención  de  D.  Gregorio  Montano, 
en  el  tiempo  de  la  entrega  de  las  minas  del  Real  de  la  Con- 
cepción, se  mató  un  puerco  (1) $  10   . . 

Más  un  peso  de  pan 1   . . 

Más  un  frasco  de  aguardiente 2   . . 

Más  un  frasco  de  vino 2   . .     15   . . 

Pasan ...    §  305-5 

(1)  Los  valores  están  expresados  en  pesos  6  castellanos  de  oro  en  polvo. 


/ 


—  266  — 

Vienen $  395-5 

Compré  del  señor  Teniente  D.  Dionisio,  Alcalde,  16  cola- 
dos de  maíz,  á  2  pesos 32  . . 

Más  un  frasco  de  aguardiente  para  los  enfermos 2   . . 

Compré  dos  gallinas  para  cuatro  enfermos  purgados,  á  un 
peso  de  oro  cada  upa 2   . . 

Di  al  Cura  para  la  publicación  de  la  excomunión,  tres 
})esos  de  oro , 3   . . 

Más  pague  al  Cura  la  misa  de  Aguinaldo,  que  fue  ajustada 
por  el  señor  IMontaño .' 3   . . 

La  hacienda  fue  tasada  por  el  señor  Teniente  en  dos  libras 
de  cera  para  alumbrar  al  Santísimo  el  Jueves  Santo,  costaron       5   . . 

Di  al  negro  hidrópico  Victorino,  al  cual  subí  á  la  isla  para 
convalecer,  cuatro  varas  bayeta  para  cobijarse 2   . . 

Dos  reales  de  velas  para  velar  el  muerto  antioqueño 2 

En  Kemotá,  un  negrito  Luis  fué  picado  de  una  víbora,  el 
negro  Jacinto  lo  curó,  le  di,  precio  corriente 6  . . 

Compré  dos  colados  de  sal  para  el  gasto  de  la  hacienda,  á 
ocho  pesos ^ 16  . . 

Más  un  frasco  de  vino  para  dar  la  quina,  como  se  usa  aquí, 
y  por  ser  lo  más  acertado ..'... 2   . . 

Desde  el  primero  de  este  mes  de  Abril  ajusté  con  el  minero 
Simauco  que  se  le  darían  cien  pesos  al  año  y  para  su  manuten- 
ción dos  libras  de  sal  todos  los  meses  y  doble  ración  de  pláta- 
nos y  maíz ;  así  se  usa  aquí.  Lo  mismo  corre  por  mí. 

Se  compró  un  peso  de  velas  para  el  rosario  en  la  Capilla . .       1  . . 

Di  al  minero  para  las  fiestas  do  Pascua  de  Kesurrección  un 
frasco  de  aguardiente,  como  se  usa  por  acá 2   . . 

Compré  un  potro  del  herrero,  en  tres  pesos  y  medio 3-4 

Envié  al  pueblo  por  un  zurrón  de  azúcar,  que  es  una  arroba, 
y  costó '     4 

Compré  una  arroba  de  sebo  para  hacer  velas  para  el  uso  de 
la  Capilla 5   .. 

D.  Gregorio  Simón  del  Campo  me  envió  de  Cartago  siete 
varas  paño  de  Quito,    montó  con  el  flete  á 15   . . 

Cinco  varas  de  lienzo  para  la  mortaja  de  la  negrita 
Dorotea 2-4 

Más  dos  tomines  de  velas 2       2-6 


Compré  16  varas  de  lienzo  para  hacer  un  toldillo  al  negro 
Jorge,  que  lo  acababan  los  murciélagos,  á  cuatro  tomines  vara 


Pasan $  510-1 


] 


—  L'OT  — 


Vienen *  .~)1(»-1 

Di  iV  la   ncirra   r>arl»arita,   i\\w  i)ari('»,  4  lilu'as  carne     1    . . 
Más  á  la  negra  María  Antonia,  llamada  la  francesa, 

qne  parió,  4  libras  carne 1    . . 

^Nlás  jtara  entreamlias   velas  y  agnardiente .»    . .        ~>   . 

Llegó  el  señor  Gobernador;  los  gastos  fueron  los  siguientes : 

Una  botija  de  vino $  25  . . 

Más  doce  frascos  de  aguardiente 24  . . 

De  pan,  seis  pesos O  . . 

Vinagre  y  aceite  de  comer .i  . . 

Un  puerco   gordo 12  . . 

Una  arroba  de  azúcar  para  dulce. .  .• O  . . 

Una  libra  de  pólvora 3  . . 

Derechos  de  visita 2ó  . . 

Una  medida  ó  almud  para  medir  el  maíz  para  la 

ración  de  los  negros 3  . .   107    . 

Un  potrico  que  compré  para  las  diligencias  ligeras 2  . . 

Di  á  la  Chepa.  Domingo  y  José  su  hijo,  convalecientes  d^ 

las  viruelas,  un  peso  de  carne 1  . 

Por  haber  muchos  virolentos  y  no  comprar  la  carne  por  li- 
bras, compré  una   petaca  de  carne 20  . . 

Más  una  arroba  de  arroz  de  Castilla,  para  hacerles  coladas  ">  . . 

La  ofrenda  que  di  para  la  confirmación  de  40  niños  de 

chusma,  á  peso,  como  lo  hicieron  los  otros  mineros 40  . . 

Compré  un  (juintal  de   hierro  en 3(5  . . 

Más  una   arroba  de  acero  en 20  . . 


Suma ....'. $  740-1 


E. — DESCRIPCIÓN  GEOLÓGICA  DEL  TERRENO  DE  LA  VEGA 
DE  SFPÍA.  (1) 

Cuando  una  formación  ha  sido  bien  descrita  y  ha  venido  á  sor  un 
tipo  geológico,  conviene  comparar  con  ella  en  sus  menores  detalles  el 
terreno  observado  en  otra  y  que  se  supone  análogo. 

(1)  El  sefioi-  Jimn  Bautista  Boussiugault,  autor  de  este  informe,  vino  .á 
Colombia  en  1823,  junto  con  otros  sabios  profesores,  que  fueron  contratados  en 
París  para  regentar  las  cátedras  de   la  escuela  de  minería.    Cuando  M.  Bous- 


—  208  — 

Esto  es  lo  que  ensayaré  hacer  con  el  terreno  (jue  encierra  las  minas 
de  oro  y  plata  de  la  Vegn. 

Verificada  la  existencia  de  estos  metales,  lo  que  importa  averiguar 
es  si  esta  formación  aurífera,  apenas  conocida,  es  idéntica  á  las  de 
hace  tiempo  celebradas  de  Hungría  y  de  México ;  al  efecto,  recordaré 
en  pocas  palabras  los  rasgos  que  caracterizan  esas  formaciones  en  los 
dos  continentes. 

El  sistema  de  rocas  que  constituyen  el  terreno  aurífero  de  Hungría 
es  la  siénita  con  todas  sus  variedades  porfídicas  ;  los  elementos  de  ésta 
cambian  de  un  extremo  á  otro  y  presentan  multitud  de  variedades.  El 
oro  y  la  i)lata  existen  en  esta  roca  diseminados  en  filones  de  naturaleza 
variada ;  las  materias  que  los  llenan  más  comunmente  son  :  v\  cuarzo, 
el  carbonato  de  cal,  la  pirita,  la  blenda,  la  galena,  etc. 

Vn  carácter  constante  de  las  rocas  porfídicas  de  Hungría  es  el  estar 
cubiertas  por  masas  traquíticas  que  están  superpuestas  á  las  pizarras 
talcosas,  como  se  observa  en  las  cercanías  de  Schemnitz.  El  terreno  de 
México  presenta  los  mismos  caracteres  que  el  de  Hungría  5  sus  ricos 
filones  auríferos  y  argentíferos  se  encuentran  generalmente  en  la  siéni- 
ta porfídica.  Esta  roca  encierra  las  ricas  minas  de  Guanajuato,  donde 

singaulf  l]eg(5  á  Bogotá  sólo  tenía  21  años  cíe  edad,  y  sin  embai'go  en  una  carta 
en  que  el  Bar  in  de  Humboldt,  dirigiéndose  al  señor  D.  José  María  Lozano,  reco- 
mienda á  él  y  al  señor  Rivero,  hace  grandes  elogios  de  su  ciencia  :  "  No  reco- 
miendo y  no  ensalzo  con  ligereza,  dice,  pero  sé  que  si  se  aprovecha  bien  la  ins- 
trucción que  pueden  difundir  los  señores  Rivero  y  Boussingault,  las  artes 
industriales  de  la  patria  de  usted  obtendrán  las  consecuencias  más  ventajosas. 
Ellos  son  mucho  más  instruidos  en  química  de  lo  que  y->  lo  era  cuando  estuve 
en  Santafé,  y  aun  puedo  agregar  de  lo  que  lo  soy  al  presente." 

M.  Boussingault  siguió  en  182.5  para  la  Vega  de  Supía,  donde  permaneció 
cinco  ai5o8,  encargado  de  la  dirección  de  varias  minas  de  oro  y  de  plata.  Antes 
de  regresar  á  su  patria  ejecutó  una  ascensión  al  Chimbovazo,  en  Diciembre  de 
1831,  cuya  relación  empieza  en  los  siguientes  términos:  "Después  de  diez  años 
de  trabajos  asiduos  había  por  fin  realizado  los  pi-oj'ectos  de  mi  juventud  que 
me  condujeron  al  Nuevo  Mundo,  había  determinado  la  altura  del  barómetro 
al  nivel  del  mar  entre  los  trópicos,  la  posición  de  las  principales  ciudades  de 
Venezuela  y  de  la  Xueva  Granada,  y  conocido  por  mucnas  nivelaciones  la  for- 
ma  de  las  cordilleras ;  había  adquirido  los  datos  más  exactos  sobre  los  criade- 
ros de  oro  y  de  platino  de  Antioquia  y  del  Chocó;  había  establecido  sucesiva- 
mente mi  laboratorio  en  el  cráter  de  cada  uno  de  los  volcanes  vecinos  del 
Ecuador,  y  finalmente  había  tenido  la.  fortuna  de  poder  continuar  mis  obser- 
vaciones sobre  la  disminución  del  calor  en  los  Andes  intertropicales  hasta  la 
enorme  altura  de  5,500  metros.  Me  hallaba  en  Riobamba  descansando  de  mis 
últimas  excursiones  al  Cutopaxi  y  al  Tungiiragua,  y  también  porque  quería 
examinar  cómodamente  y  saciar  mis  ojos,  si  me  es  permitido  tisar  de  esta  ex- 
presión, con  la  contemplación  de  estas  majestuosas  ciínas  nevadas  que  tantas 
veces  me  habían  procurado  las  dulces  euuciones  de  la  ciencia,  y  á  las  cuales 
muy  pronto  debía  decir  un  adiós  eterno."' 


—  L»«>1)  — 

<'l  púrfiílo  ropctsa  i^Mialiiieiitt*  sobro   una   luzarra  talcosa,  y  cu  aliíuuos 
jmntos  está  cubierto  tauíbiéu  por  las  trac^uitas. 

Una  vez  estableeitla  la  identidad  de  los  terrenos  de  Hungría  y  de 
México,  se  observa  el  hecho  notable  de  (pie  la  mayor  cantidad  de  oro 
y  plata  extraídos  del  seni)  de  la  tierra  provien»'  de  la  misma  for- 
mación geológica.  Desde  luego  se  ve  la  importancia  de  probar  con 
hechos  positivos  la  identidad  del  terreno  de  la  Vega  con  aquella 
formación. 


Observaciones  hechas  durante  el  viaje  de  Mariquita  ú  Supla. 

Cuando  se  sale  del  valle  del  Magdalena  al  del  Cauca,  y  se  atraviesa 
la  cordillera,  se  experimentan  muchas  dificultades  para  reconocer  las 
íuaterias  de  las  rocas  sobre  las  cuales  se  anda,  sea  á  causa  de  la  abun- 
dancia de  la  vegetación,  sea  por  un  barro  colorado  que  las  cubre  casi 
por  todas  partes.  Por  algunas  piedras  rodadas  se  reconoce  la  existencia 
del  gneis,  pero  solamente  al  bajar  al  lecho  profundo  del  río  I'erillo  se 
puede  examinar  el  terreno.  De  las  dos  márgenes  de  este  río  las  masas 
de  rocas  se  elevan  como  dos  muros  á  una  altura  prodigiosa.  íío  se  ob- 
servan estratificaciones  distintas,  solamente  se  ilota  una  estructura 
pizarrosa  en  las  rocas  de  color  pardo  azuloso,  que  son  un  gneis  muy 
«húndante  en  feldespato  que  pasa  á  horstenp. 

Grunstcin. — Al  dejar  el  río  Perillo  no  se  vuelve  á  tener  ocasión 
de  observar,  si  no  es  en  el  páramo  dé  Herveo  y  en  su  parte  más  ele\a- 
da,  el  grunstein,  en  el  cual  el  feldespato  y  el  anfíbol  están  muy  al- 
terados. 

Luego  que  se  llega  al  Cauca,  se  ve  aparecer  el  gneis  en  el  Cedrito, 
pero  ese  gneis,  perfectameute  caracterizado  en  ciertos  lugares,  pasa  en 
«tros  á  las  pizarras  arcillosas.  Desde  el  alto  del  Tambor  se  principia  á 
observar  las  rocas  de  una  manera  regular. 

Gneis. — Al  llegar  al  alto  se  encuentra  el  gneis  perfectamente  es- 
tratificado ;  sus  capas  muy  inclinadas  se  hunden  un  poco  hacia  el 
«este  (hacia  la  Vega),  la  ralea  es  en  seguida  reemplazada  por  el  talco  ; 
*!B  fin,  al  gU'Cts  talcoso  sucede  la  verdadera  pizarra  talcosa  con  el  color 
verde  que  le  es  peculiar ;  al  bajar  del  alto  al  río  Cauca  se  observa 
siempre  la  misma  pizarra ;  i)ero  después  de  haber  andado  un  buen 
trecho  del  otro  lado  del  río,  se  encuentra  el  pórfido  cubierto  por  una 
«apa  de  feldespato  granuloso ;  los  cristales  (|ue  contiene  le  dan  un  as- 
pecto araigdaloide. 

I^epósiito  de  aJp'riíhK — Desj)u^s  áe  lialiersc   elevado  bien   encima 


—  L'TO  — 

del  río  Cauca,  se  llega  ú  la  hoya  del  Supía ;  antes  de  bajar  allí,  se 
encuentra  una  roca  arenisca  que  reposa  sobre  el  pórfido  y  que  ocupa  el 
fondo  del  valle  y  al  mismo  tieinpü  forma  el  depósito  de  aluvión  sobre 
el  cual  está  situado  Supía.. 

Ascendiendo  de  la  hoya  de  Supía  ¡¡ara  salir  á  Río-sucio,  es  decir, 
marchando  en  una  dirección  poco  más  ó  menos  perpendicular  á  la  que 
se  ha  seguido  hasta  aquí,  se  observan  las  mismas  rocas,  pero  en  un 
orden  inverso.  Así,  después  de  haber  dejado  el  terreno  de  aluvión,  se 
ve  aparecer  un  poco  más  allá  de  Guamal  la  piedra  gris.  Río-sucio  está 
al  pie  de  la  bella  masa  porfídica  de  Engrumá ;  pero  el  pórfido  comien- 
za á  salir  de  debajo  de  la  arenisca  antes  de  llegar  á  Quiebralomo. 

Estos  pórfidos  hacen  parte  de  una  formación  poderosa  que  se  dirige 
al  oeste  y  se  extiende  casi  sin  interrupción  hasta  Popayán. 

Idea  (jeneraJ. — Para  formarse  una  idea  exacta  de  la  constitución 
geognóstica  de  la  hoya  de  la  Vega,  es  preciso  bajar  de  Río-sucio  á  Mo- 
raga, sobre  las  orillas  del  Cauca,  es  decir,  atravesarlo  en  una  dirección 
poco  más  ó  menos  nordeste.  Indicaré  al  principio  las  rocas  en  el  orden 
que  se  las  observa  y  volveré  en  seguida  sobre  cada  una  de  ellas  tenien- 
do en  cuenta  el  orden  de  superposición. 

La  sienita  porfídica  que  forma  el  cerro  de  Engrumá  y  que  consti- 
tuye todo  el  terreno  de  los  alrededores  de  Río-sucio,  se  extiende  más 
allá  de  Quiebralomo  y  acaba  poco  más  ó  menos  en  la  mitad  del  cerro 
por  el  cual  se  baja  á  Supía,  donde  desaparece  bajo  la  arenisca. 

Se  observa  la  piedra  arenisca  un  poco  antes  de  llegar  á  Supía  y 
luego  el  depósito  de  aluvión  ;  después  de  haber  atravesado  la  llanura, 
dirigiéndose  siempre  al  nordeste,  se  principia  á  subir  para  pasar  la 
cordillera  (jue  separa  el  río  Supía  del  río  Cauca,  y  se  vuelve  á  encon- 
trar al  pie  de  esa  cordillera  la  arenisca,  que  deja  pronto  ver  pói-fido  ; 
de  ambos  lados  de  la  hoya  se  puede  observar  perfectainente  la  super- 
posición de  las  dos  rocas.  Sigue  el  pórfido  hasta  llegar  al  pie  de  la 
cordillera  donde  se  vuelve  á  encontrar  una  roca  pizarrosa;  es  difícil 
decir  si  esta  roca  pertenece  á  la  pizarra  arcillosa  ó  á  la  micácea,  porque 
pasa  de  la  una  á  la  otra  por  grados  insensibles,  encerrando  á  menudo 
venas  de  cuarzo.  Si  sé  observa  largo  tiempo  esa  pizarra,  se  ve  que 
forma  todo  el  esj)inazo  de  la  cordillera  que  se  extiende  hasta  Loaiza, 
al  lugar  llamado  el  Cedro.  Sobre  las  vertientes  de  la  Vega  se  vela 
pizarra  sobre  el  pórfido. 

Es  muy  probable  (lue  esa  pizarra,  que  se  encuentra  engastada  en 
los  pórfidos  de  la  Vega,  y  los  del  Cauca  se  unan  en  el  terreno  piza- 
rroso que  se  encuentra  antes  de  llegar  al  paso  de  Velásquez,  y  que  en 
la  cordillera  que  divide  á  Supía  y  Marmato,  los  pórfidos  sean  respal- 
dados por  él.  Se  puede  ver  la  pizarra  hasta   en   la  quebrada  de  la 


—  L'Tl  — 

lioca  tlel  Monte.  Esta  (juebrada  corre  directamente  al  Cauca ;  al 
salir  se  salte  sobre  los  pórfidos  de  Marniato  ijiie  bajan  hasta  el  Cauca. 
En  la  hacienda  de  Mora^'a,  el  ¡tórfido  se  asemeja  más  Ji  la  sieuita  por 
la  presencia  de  la  mica  y  la  abundancia  del  cuarzo.  Un  poco  más  abajo 
de  Moraga,  siguiendo  el  curso  del  Cauca,  se  observa  que  las  sienitas 
porfídicas  de  Marmato  reposan  sobre  una  roca  anfibólica  compuesta 
de  laminitas  de  anfíbol  de  un  verde  oscuro ;  esta  roca  se  une,  sin  duda 
ninguna,  á  las  pizarras  antíbólicas  que  se  encuentran  tres  leguas  más 
abajo  del  paso  real  de  Bufú. 

Las  rocas  (jue  constituyen  el  terreno  de  la  Vega,  comenzando  por 
la  parte  superior,  son  las  siguientes  : 

1"  Rocas  pizarro-talcosas,  micáceo-anfibólicas  ; 

1*"  La  sienita  porfídica  que  reposa  sobre  las  pizanas ; 

3"  L"na  roca  arenisca ; 

4"  Un  depósito  de  aluvión. 

Descripción  de  Jaís  rocas. — Las  jtizarras  tajcosas,  micáceas  ó  anfi- 
bólicas  (jue  sostienen  evidentemente  el  terreno  porfídico  de  la  Vega 
son  de  tres  variedades  que  pasan  de  la  una  á  la  otra  :  la  pizarra  micá- 
cea, la  talcosa  y  la  arcillosa.  Estas  diferentes  variedades  me  parecen 
colocadas  así  en  el  orden  de  antigüedad,  porque  después  del  gneis  se 
ve  siempre  la  pizarra  micácea  que  pasa  al  principio  ala  pizarra  talcosa, 
antes  de  desaparecer  enteramente. 

Pizarras'. — Las  pizarras  talcosa  y  n»icácea,  por  la  tenuidad  de  sus 
elementos,  y  por  la  apariencia  terrosa  toman  insensiblemente  el  aspec- 
to mejor  caracterizado  de  pizarra  arcillosa. 

En  Loaiza,  la  pizarra  micácea  sostiene  los  pórfidos  terrosos  en  los 
cuales  se  conocen  filones  argentíferos  y  auríferos ;  la  pizarra  micácea 
se  presenta  igualmente  en  el  punto  de  contacto  de  esas  dos  rocas;  por 
ejemplo,  en  la  mina  de  piala  de  las  Mercedes,  y  cerca  de  allí  en  el 
pórfido,  la  mina  de  jtlata  de  la  Plata. 

ÍjOS  filones  que  se  encuentran  en  las  pizanas  presentan  la  misma 
composición  que  los  que  ]»asan  los  j)órfidos  que  les  son  vecinos,  y,  como 
estos  últimos,  contienen  pirita,  blenda,  galena,  y  son  auríferos  y  ar- 
gentíferos á  un  mismo  tiempo. 

Sienita  porfídica  de  Jiio-SHcio. — La  sienita  iiorfídica  de  Supía,  pre- 
senta, poco  más  ó  menos,  todas  las  variedades  conocidas  de  esta  roca. 
La  masa  de  pórfido  de  ICngrumá  no  ofrece  sino  una  sola  que  consiste 
en  una  capa  de  feldespato  compacto  (pedernal  jaspeado),  (|ue  contiene 
cristales  de  feldespato  blanco  alterado  y  pe(iueños  cristales  de  anfíbol, 
igualmente  diseminados;  ese  pórfido  tiene  un  aspecto  terroso  debido  á 
la  alteración  del  feldespato  ;  me  ha  parecido  estratificado  en  diversos 
lugares  en  capas  jioco  esitesas  que  se  inclinan  al  nordeste;  pero  es  de 
advertir  que  esta  inclinación  no  es  muy  constante. 


ISienüa  porfídica  de  Quiebralomo. — Al  dejar  á  Quiebralomo,  el 
l»ór{i(lo  se  niodificíi  y  no  se  i)areco  al  de  Engruniá.  Esta  variedad  de 
pói-fído,  en  la  cual  se  encuentran  las  minas  explotadas  en  Quiebralo- 
mo, es  notable  :  su  color  es  blanco-gris,  de  aspecto  terroso,  y  parece  al 
primer  golpe  de  vista  de  una  composición  homogénea ;  pero  se  puede 
reconocer  una  capa  feldespática  incrustada  de  una  multitud  de  crista- 
les pequeños  de  feldespato,  y  que  tanto  la  capa  como  los  cristales  han 
pasado  al  estado  terroso,  careciendo  de  anfíbol,  y  con  hierro  oxidado  y 
pequeños  cristales  de  pirita.  Esta  roca  se  hace  un  poco  efervescente 
con  los  ácidos.  Xo  está  estratificada.  En  la  parte  inferior  de  Quiebra- 
lomo,  el  pórfido  encierra  cristales  de  anfíbol,  pero  en  estado  muy  avan- 
zado de  descomposición.' 

Filones  auríferos  de  Quiebralomo. — Los  filones  aurífero^  son  muy 
numerosos  en  el  pórfido  de  Quiebralomo.  Los  que  se  han  explotado 
tienen  una  dirección  bastante  constante  al  sudeste  y  son  casi  todos 
verticales  ;  su  espesor  varía  generalmente  de  tres  á  seis  pulgadas ;  la 
ffanffa  de  los  filones  es  cuarzo  granuloso  ó  cal  carbonatada  v  arcilla 
mezclada  con  estos  dos  cuerpos. 

El  muro  y  el  techo  de  los  filones  son  pórfidos  im  poco  más  alterados 
que  los  de  la  montaña  y  contienen  también  más  cristales  de  pirita. 

El  oro  se  encuentra  diseminado  en  la  soroque,  á  menudo  mezclado 
con  la  pirita,  la  blenda,  el  sulfuro  de  antimonio  y  algunas  veces  la 
plata  gris  y  el  cinabrio. 

La  soroque  que  encierra  el  oro  es  de  una  riqueza  bastante  constan- 
te ;  pero  sucede  á  menudo  que  el  filón  se  estrecha  y  desaparece  ente- 
ramente para  reaparecer  en  seguida  más  rico  de  lo  que  estaba  antes,  y 
es  de  tal  modo,  que  se  han  sacado  algunas  A'eces  en  una  extensión  de 
cinco  á  seis  pies  sobre  el  filón  cerca  de  $  1,000  de  oro. 

Por  esta  inconstancia  de  riqueza,  los  mineros  de  la  Vega  han  lla- 
mado á  las  minas  de  Quiebralomo  minas  de  tojye.  Todas  las  minas 
explotadas  en  Quiebralomo  tienen  sus  aberturas  hasta  las  vertientes 
de  la  quebrada  Santa-Inés,  y  pueden  considerarse  como  una  sola  mina 
importante. ... 

Bajando  un  poco  de  la  mina  de  San-Leandro,  se  encuentra  la 
misma  piedra  arenisca  cjjiie  ocupa  el  valle  de  Supía  y  forma  el  lecho  de 
la  quebrada  Santa-Inés  y  la  mayor  parte  de  las  que  entran  al  Supía. 
Esta  piedra  arenisca  sostiene  en  la  parte  inferior  del  cerro  de  Quiebra- 
lomo  grandes  trozos  de  una  roca  negi*a  ;  tiene  el  aápecto  de  un  basalto : 
después  de  algunas  observaciones  he  encontrado  esta  roca  negra  cerca 
de  las  minas  de  Botafuego  y  Sabaneta.  Sobre  el  ])órfido  muy  feldes- 
pático  de  la  mina  de  Botafuego  ella  ocupa  una  altura  de  cerca  de  50 
pies.  Su  masa  no  es.  estratificada,  pero  por  las  numerosas  fisuras 
verticales  muestra  tendencia  á  la  división  prismática. 


La  sii|i«'r|>osicióii  (!«•  esta  roca  nejara  al  |M)rH(lo,  es  di-  la  última 
evidencia;  cu  ciertos  liifrares  sí*  puede  abrir  con  la  mano  la  línea  dt- 
superposición  de  las  dos  rocas,  y  se  nota  f|ue  el  ]»órfido  se  lialla  fuerte- 
mente alterado  en  el  punto  de  contacto.  Por  lo  común  es  aurífero.  Kl 
color  ncf^ro  de  esta  roca  y  su  división  en  prismas,  inclinaría  á  uno 
á  tomarla  por  nn  basalto,  pero  examinándola  con  cuidado  se  cree  nnis 
bien  reconocer  una  verdadera  traquita. 

Esta  roca  es  de  un  color  ne^ro  bastante  lirillante,  muy  tenaz,  so- 
nora al  jíolpe  del  martillo  ;  su  quebradura  es  ceroidea  y  se  distinguen 
en  ella  j^randes  cristales  de  feldesi)ato  vidrioso  de  nn  color  amarilloso; 
se  reconocen  igualmente  periueños  cristales  de  piroxeno.  Colocando 
nna  astilla- delgada  entre  la  vista  y  una  viva  luz,  se  percibe  que  su 
masa,  como  de  un  vidrio  blanco,  está  teñida  por  una  multitud  de  pun- 
tos negros  que  probablemente  no  son  otra  cosa  que  pequeños  cristales 
de  piroxeno.  l-'undida  al  soplete  da  un  vidrio  negro  opaco. 

Esa  traquita,  (jue  por  su  feldespato  vidrioso  y  la  .ausencia  <le  la 
olivina,  me  parece  debe  ser  considerada  como  traquita  negra,  no  se 
extiende  mucho  y  existe  en  girones  dispers(»s  acá  y  allá  sobfe  el 
pórfido. 

Sienitas  porfídicas  de  Tavóu. — Al  dejar  á  (¿uiebralomo  y  avanzar 
hacia  la  Vega,  la  sienita  ¡(orfídica  se  aproxima  ventajosamente  por  su 
naturaleza  á  la  de  Engrumá  ;  es,  sin  embargo,  menos  alterada.  Todas 
las  montañas  (pie  rodean  la  hoya  del  Supía  son  de  sienita  porfídica;  se 
presentan  en  lá  forma  de  conos  ó  de  cúpulas,  tan  peculiar  á  los  terre- 
nos porfídicos. 

La  variedad  dominante  es  un  hermoso  pórfido,  cuya  masa  verdosa 
es  un  feldespato  compacto,  colorado  por  pe(|ueños  cristales  de  anfíbol ; 
encierra  cristales  de  feldespato  blanco  y  algunos  fragmentos  de  cuarzo 
vidrioso  no  cristalizado  ;  hace  mucha  efervescencia  con  los  ácidos. 

La  capa  feldespáticá  por  la  abundancia  de  anfíbol-  ([ue  la  impregna 
toma  color  más  oscuro,  aspecto  luminoso,  como  turbio,  y  los  cristales 
feldespáticos  (jue  contiene  son  más  grandes  y  más  vidriosos.  Esta 
variedad  es  menos  común  que  la  precedente  y  es  menos  efervescente. 

Los  cristales  de  anfíbol  que  coloran  la  base  feldespáticá  de  los  pór- 
fidos no  están  siempre  enteran)ente  deshechos  de  manera  (|ue  sean 
invisibles;  algunas  víu-es  contribuyen  con  el  feldespato  á  dar  un  aspecto 
porfídico  á  la  roca,  ('na  sienita  porfídica  de  esta  naturaleza  es  bastante 
común  en  la  Vega. 

Algunas  veces  sucede  (|ue  los  cristales  contenidos  en  la  masa  fel- 
despáticá disminuyen  totalmente  de  volumen  y  acaban  por  confundirse 
con  la  capa  misma  fonnando  nna  masa  homogénea  que  se  puede  llamar 
grunstein  comi)acto. 

13 


— 1'74  — 

Al  describir  el  jtórlido  de  la  Vega  lie  indicado  las  variedades  que 
forma  por  medio  de  la  efervescencia  con  los  ácidos  ;  esta  propiedad  es 
bastante  imjjortante,  pues  es  común  á  los  i)óríidos  auríferos  de  Hun- 
gría  y  de  México,  que-  son  con  frecuencia  calizos,  lo  mismos  que 
los  de  la  Vega.  Las  traquitas  (jue  tienen  algunas  veces  más  grande 
semejanza  con  la  sienita  porfídica,  pero  que  no  contienen  minerales, 
no  hacen  mucha  efervescencia. 

¿iienita  jforfídka  de  Marmaio. — liesta  examinar  la  sienita  por- 
fídica de  ]\[armato.  He  dicho  más  arriba  que  se  encuentra  separada  de 
la  Vega  por  las  pizarras  de  la  cordillera  que  se  interponen  entre  el 
8upía  y  el  Cauca.  Al  bajar  á  la  quebrada  de  la  Boca  del  Monte, 
se  encuentran  rocas  porfídicas;  pero  esos  pórfidos  difieren  esencial- 
mente de  los  descritos  arriba.  Un  carácter  bastante  general  en  las 
sienitas  porfídicas  es  la  escasez,  ya  que  no  la  ausencia  total  del  cuarzo. 
Así  lo  he  notado  en  los  pórfidos  de  líío-sucio,  Quiébralomo  y  la  Vega; 
el  de  la  Boca  del  Monte,  al  contrario,  contiene  mucho. 

El  pórfido  de  la  Boca  del  ]\[onte,  que  reposa  sobre  la  pizarra, 
no  contiene  anfíbol,  pero  se  observan  en  él  algunas  laminitas  de  talco; 
el  feldespato  es  de  un  color  gris  y  contiene  también  cristales  medio 
vidriosos  de  la  misma  sustancia,  y  fragmentos  de  cuarzo  en  tan  grande 
cantidad  como  los  cristales  de  feldespato. 

Variedad  cuarzosa. — Al  subir  la  (quebrada,  hacia  la  parte  supe- 
rior del  camino  que  conduce  al  cerro  de  Marmato,  se  encuentra  una 
variedad  interesantísima  del  pórfido  cuarzoso,  que  consiste  en  una 
masa  blanca  en  la  cual  se  ven  cristales  luminosos  de  feldespato  naca- 
rado ;  el  cuarzo  es  abundante  en  él  y  existe  en  cristales  perfectamente 
rematados  <iue  tienen  á  menudo  cerca  de  una  pulgada  de  longitud. 

No  se  debiera  aplicar  á  estas  rocas  cuarzosas  el  nombre  de  sienitas 
porfídicas,  pues  que  un  elemento  esencial  de  las  sienitas,  el  anfíbol,  les 
falta  en  absoluto  ;  pero  t-omo  ellas  se  unen  á  los  pórfidos  con  anfíb(íl  que 
constituyen  la  masa  de  la  montaña  de  Marmato;  ])aj'ece  ".nejor  no  esta- 
blecer distinción. 

A  alguna  distancia  d(í  la  (juelírada  de  la  Boca  del  Monte  vuelve 
á  aparecer  el  anfíbol  en  el  pórfido;  pero  con  un  color  y  una  disposición 
singulares.  La  masa  de  la  roca  es  un  feldespato  blanco  que  contiene  cris- 
tales de  feldespato ;  el  anfíbol  se  halla  muy  irregularmente  repartido  en 
pequeños  cristales  aciculares  formando  grupos  aislados;  su  colores 
verde  manzana,  resistente  al  martillo,  fííndese  muy  difícilmente  en 
una  escoria  negruzca;  su  color  y  sobre  todo  su  dureza  le  distinguen 
del  que  se  encuentra  ordinariamente  en  las  sienitas  i)orfídicas.  En 
esas  rocas  el  anfíbol  es  siempre  de  un  color  bastante  oscuro  v  de  una 
dureza  poco   considerable.  Por  otra  parte,  esta  singular  variedad  de 


pórlido  (le  Maniiatii  toma  mía  aparieiu-ia  «-ristaliiia  ([110  hace  iiiii\  difí- 
cil ílistiiijxuirlo  (le  lu  verdadera  sieiiita.  Ksta  roca  es  común  en  Mar- 
mato.  8¡  se  avanza  liaiia  el  norte,  el  j)órtido  reaparece  con  los  mismos 
caracteres  «[ue  el  de  Suj)ía.  l'n  hecho  bien  notable  es  la  existencia  de 
una  masa  considerable  en  estado  de  descomposición. 

Esta  sienita  porfídica  descompuesta  ha  pasado  totalmente  al  estíido 
kaolín,  }•  encierra  al<;unas  venas  de  cuarzo  que  han  resistido  á  la  des- 
composición :  pero  se  encuentran  trozos  un  poco  menos  alterados  que 
la  masa  principal,  y  los  cristales  de  feldespato,  aunque  convertidos  en 
kaolín,  han  conservado  su  forma.  La  masa  <iue  los  contiene  está  casi 
intactii,  sin  duda  á  causa  del  cuarzo  de  que  está  impregnada;  en  este 
pórfido  están  las  minas  de  Loaiza. 

Esos  pórfidos  terrosos,  (pie  tienen  nmcha  analogía  (;on  los  de  la 
hoya  de  Schemnitz  en  Hungría,  son  muy  comunes  en  los  alrededores 
de  Supía. 

En  la  parte  inferior  del  cerro  de  Marmato,  al  nivel  mismo  del 
Cauca,  el  pórfido  que  reposa  sobre  las  rocas  anfibólicas  toma  los 
caracteres  de  una  verdadera  sienita. 

Filones  auríferos  de  Marmato. — El  grupo  porfídico  de  Marmato 
es  tan  importante  jior  los  filones  que  encierra,  como  por  su  punto  de 
vista  geognóstico.  El  esj)esor  de  los  filones  auríferos  y  argentíferos  de 
Marmato  es,  muy  variable,  pero  siempre  bastante  considerable :  en 
general  varía  de  uno  á  más  pies.  Su  espesor  llega  hasta  J.j  ó  20  pies. 
Se  nota  una  gran  regularidad  en  la  dirección  de  estos  filones  ;  los 
principales  se  dirigen  casi  exactamente  del  este  al  oeste ;  algunas 
veces  se  desvían  al  sur  ó  al  norte,  pero  en  los  filones  menos  importan- 
tes; de  suerte  que  estos  filones  no  son  sino  ramificaciones  de  uno  prin- 
cipal que  se  dirige  de  este  á  oeste,  al  cual  irían  á  reunirse. 

Tod(»s  los  filones  de  ^larmato  son,  generalmente  hablando,  verti- 
cales, y  toman  á  menudo  una  ligera  inclinación,  sea  hacia  el  sur,  sea 
hacia  el  norte.  Tienen  taiiibi(^'n  alguna  diferencia  de  inclinación  muy 
notable;  ])or(|ue  en  los  trabajos  superiores  de  un  filón  se  le  ve  incli- 
narse al  sur,  en  tanto  que  en  los  trabaj(js  inferiores  la  inclinación  es  al 
norte.  El  muro  y  el  techo  de  los  filones  son  de  una  misma  roca  más  ó 
menos  alterada  y  contienen  mucha  pirita  cúbica.  Las  piritas  de  Mar- 
mato  resisten  á  la  des(H)mposición  ;  sin  embargo,  sobre  algunas  mues- 
tras se  nota  una  efervescencia  ])articular,  lo  que  prueba  (|ue  tienen 
pirita  blanca  interpuesta. 

Piritas  a Krí/eras. — Todas  las  ¡»iritas  de  Marmato  son  auríferas; 
sobre  algunas  se  ve  el  oro  nativo. 

Bleiula. — La  pirita  se  encuentra  igualmente  mezclada  con  blenda 
ne<;ra  v  aurífera. 


—  L'7(>  — 

Oxido  de  hierro  avrí/ero  y  argentífero. — Otra  sustancia  muy 
abundante  en  Marmato  es  el  óxido  de  hierro  hidratado  rojo  ó  amarillo, 
casi  siempre  aurífero  y  á  menudo  argentífero. 

La  mina  de  Cumba  contiene  mucho  de  este  mineral  ferruginoso 
llamado  paco.  Nunca  lo  he  encontrado  sino  en  los  pórfidos  descom- 
puestos. 

Galena  argentifera. — La  galena  de  plata  es  muy  común  en  los  filo- 
nes de  Marmato,  en  la  mina  de  Pantano,  situada  sobre  el  camino  de 
Loaiza  ;  está  mezclada  con  las  piritas.  En  la  misma  mina  se  encuentra 
plata  nativa  capilar. 

Gangas. — Las  gangas  pedregosas  son  poco  abundantes  en  esos 
filones ;  más  frecuentemente  reposa  la  pirita  sol»re  la  roca  y  parece 
penetrarla  hasta  cierta  profundidad .... 

Arenisca  ahigarrada. — El  pórfido  está  á  menudo  cubierto  por  un 
depósito  de  arena  de  un  color  rojo ;  ese  depósito,  como  lo  he  hecho 
notar,  ocupa  el  fondo  de  la  hoya  de  Supía,  y  no  se  eleva  sino  á  una 
altura  poco  considerable.  Está  formado  en  capas  ó  estratas,  pero  nada 
es  tau  inconstante  como  su  dirección  :  aquí  se  inclina  hacia  el  sur,  allí 
hacia  el  norte,  allá  liacia  el  este  y,  en  fin,  más  allá  al  oeste.  El  ángulo 
de  inclinación  no  es  menos  variable  :  hay  veces  que  las  capas  parecen 
como  contorneadas,  otras  como  si  hubiesen  rodado  al  rededor  de  un 
cuesco.  Se  diría  por  esta  inconstancia  de  dirección  y  de  inclinación, 
que  la  piedra  arenisca  está  amoldada  sobre  los  relieves  del  pórfido.  Es 
de  naturaleza  cuarzosa ;  consiste  en  pequeños  fragmentos  de  cuarzo 
cimentados  por  un  barro  muy  ferruginoso,  que  le  da  el  aspecto  de  una 
piedra  roja.  Está  casi  siempre  cubierta  por  un  barro  de  color  rosado. 

Arcilla  superior. — La  piedra  arenisca  en  su  parte  superior,  y  pre- 
cisamente al  principiar,  el  barro,  encierra  capas  delgadas  de  hulla  piza- 
rrosa de  muy  mala  calidad.  lín  el  barro  (|ue  cubre  la  capa  de  hulla  he 
encontrado  muchas  hojas  impresas  de  dicotiledóneas  muy  bien  conser- 
vadas. 

En  los  alrededores  de  la  \'ega  se  conoce  un  gran  número  de  fuen- 
tes saladas  en  la  piedra  arenisca ;  una  de  estas  fuentes  es  poco  car- 
gada de  sodio  y  tiene  en  disolución  hidroclorato  de  soda,  de  cal,  de 
magnesia,  de  potasa  y  algunos  sulfatos.  Cosa  muy  notable  es  que  en 
la  mayor  parte  de  las  aguas-madres  ((ue  i)rovieuen  de  esas  salinas  se 
reconoce  la  presencia  del  yodo. 

Si  al  hecho  de  la  presencia  de  las  salinas  en  la  piedra  arenisca  de 
la  Vega,  se  añade  el  de  la  presencia  del  espejuelo  ó  piedra  de  yeso  en 
los  barros  (jue  la  cubren,  se  podrá  sin  duda  reconocer  la  arenisca  abi- 
garrada. 

Yeso. — El  yeso  se  encuentra   en  el  barro  superior  formando  gran- 


<les  láminas  muy  delgadas ;  su  estructura  os  fibrosa  y  en  todos  casos 
contrene  agua  de  cristalización,  y  en  eso  difiere  esencialmente  del  yeso 
de  las  salinas  que  están  encima  de  la  piedra  arenisca  roja,  como  las 
de  Zipaquirá,  Tausa  y  Cuuiaral.  En  esos  terrenos  salíferos  el  yeso  es 
siempre  anhidro. . .  . 

Depósito  (1c  <(li(i'ióii  (tur itero. — El  último  terreno  rjue  importa 
considerar  es  el  depósito  de  aluvión  ([ue  reposa  sobre  la  piedra  arenisca. 
Ese  depósito  se  compone  de  fragmentos,  más  ó  menos  gruesos,  de  los 
mismos  pórfidos,  en  los  cuales  está  ahondada  la  hoya  del  Supía  y  que 
han  sido  rodados  y  frotados  los  unos  con  los  otros. 

Sobre  varios  puntos  donde  he  podido  examinar  ese  depósito  lo 
he  encontrado  de  12  á  15  pies  de  grueso.  Los  más  grandes  fragmentos 
ocupan  la  parte  inferior  en  la  arena.  En  medio  ds  ellos  se  encuentra 
la  mayor  parte  del  oro ;  así  todos  los  lavaderos  alcanzan  al  barro  supe-' 
rior  ó  la  piedra  arenisca. 

Oro  natii'o  del  Llano. — El  oro  ([ue  proviene  de  los  lavaderos  de 
ese  depósito  es  fácil  de  conocer  por  un  color  rojizo  particular,  lo  que 
lo  hace  llamar  oro  colorado. 

La  presencia  del  oro  en  el  depósito  de  aluvión  se  explica  fácilmente, 
pues  que  este  aluvión  se  ha  formado  á  costa  de  pórfidos  auríferos.  Se 
concibe  igualmente  por  (|ut'  el  oro  se  encuentra  en  la  parte  inferior  del 
depósito ;  pero  lo  que  no  es  tan  ñícil  de  explicar  es  la  diferencia  de 
color  que  existe  entre  el  oro  de  aluvión  y  el  que  proviene  de  los  filones. 


F.— VISITA  DE   MINAS  DEL   REAL    DE   SANTA-ANA. 

En  el  Keal  de  Santa- Ana,  á  30  días  del  mes  de  Marzo  de  1G40  años, 
en  conformidad  de  la  comisión  y  mandato  de  Su  Señoría,  del  señor  D. 
Martín  de  Saavedra  y   (ruzmán,   caballero  del   orden  de  Calatrava, 

Barón  de  Prado Gobernador  y  Capitán  General  del  Xuevo  Keino 

de  Granada,  y  por  orden  de  la  líeal  Audiencia,  yo,  Gonzalo  de  Murillo 
Velarde,  en  compañía  de  Antonio  González,  nombrado  para  este  efec- 
to, fuimos  á  la  mina  llamada  de  las  Animas,  del   Capitán  Francisco 

Beltrán  de  Caicedo,  de  Martín  López  Lobillo 

Es  mina  considerable  por  la  mucha  ley  que  tiene,  y  necesita  de  sesenta 
indios,  porque  tiene  dispuestas  otras  labores  y  un  desagüe  de  S4  varas, 
y  le  faltarán  como  .10  varas  para  comunicar  sus  labores.  Tiene  una 
lumbrera  sobre  el  dicho  desagüe  de  50  varas.  Los  indios  tienen  su 
ranchería  en  una  loma  cerca  de  la  mina,  muy  sana  y  cómoda,  donde 
tienen   sus  maíces,   plátanos  y  otras  legumbres,  y  muy  cerca  de  la 


—  L'7«  — 

dicha  ranchería  hay  ajíiia  y  lefia  y  arcabucos  para  todas  cosechas.  Esta 
mina,  apartada  de  hi  iglesia  real  de  Santa-Ana  como  tres  cuartos  de 
legua,  es  mina  de  mucha  importancia  y  de  seguir  á  costa  de  mucha 

cantidad  de  pesos  las  labores  (jue  hoy  tiene Hicimos  abrir  la 

despensa  y  hallamos  en  ella  como  ^OÜ  quintales  de  metal,  ([ue  parece 
de  á  más  de  á  marco  y  medio  por  quintal 

Y  luego  este  dicho  día,  mes  y  año,  visitamos  una  mina,  estacas  de 
ésta,  que  saliendo  de  las  Animas,  que  corre  al  sur,  ((ue  es  del  Capitán 
Antonio  Mosquera  y  Juan  Vásquez  de  Albán  y  Mateo  de  Acosta, 
que  hoy  tiene  un  pozo  de  dos  .estados,  sin  yeta,  pero  en  el  rumbo  y 
derecera  donde  va  el  socavón  mejor  de  la  dicha  mina  de  las  Animas, 
que  se  comunica  con  él  por  estar  muy  junto,  por  cuya  razón  será  mina 
considerable.  Tiene  once  indios  de  los  que  se  repartieron  al  Capitán 
Antonio  Mosquera 

Y  luego  incontinenti  llegamos  á  la  mina  de  San-Francisco  del 
Desmonte,  que  es  de  D.  Gaspar  de  Mena  Loyola,  y  con  Blas  Bernal 
y  Francisco  de  Quevedo,  mineros  de  la  dicha  mina,  entramos  en  ella 
y  bajamos  50  varas  de  profundo  por  muchas  escaleras  y  hallamos  cinco 
tiros  de  agua,  los  cuatro  con  tornos  y  sigitiñnelas,  y  otro  de  mano,  que 
ocupan  entre  noche  y  día  52  piezas.  Llegamos  al  mayor  y  más  princi- 
pal plan  de  la  dicha  mina  y  se  midió  y  tiene  04  (?)  varas  de  largo,  y  no 
se  pudo  ver  la  veta  por  estar  cubierta  de  agua,  que  no  se  labra  por  no 
haber  gente  bastante.  Y  corriendo  al  sur  para  la  quebrada,  pasado  una 
puente  ó  estriba,  hay  un  plan  de  seis  varas,  que  lleva  un  palmo  de 
metal  de  cuerpo  de  segunda  suerte.  Y  corriendo  al  mismo  rumbo  del 
sur  hay  otro  pozo,  puente  en  medio  de  14  varas,  que  tiene  seis  varas 
de  plan  con- media  vara  de  veta  alistonada. . . .  Y  asimismo  está  cor- 
tada otra  veta  que  llaman  la  Yeta  grande,  quince  estados  más  alto  que 
el  plan,  con  una  vara  de  metal  de  listones  de  á  cuatro  dedos  cuajado, 
y  lo  demás  della  de  segunda  suerte,  y  no  está  acabada  de  cortar,  y  seis 
varas  apartado  de.  este  corte  hay  im  palmo  de  metal  cuajado  y  en  otras 
labores  lleva  muy  buen  metal.  Todas  estas  labores  y  socavones  tienen 
una  lumbrera  de  más  de  cien  varas,  en  la  cual  hay  cantidad  de  meta- 
les 5  creemos  que  por  falta  de  gente  no  se  sacan.  Tiene  esta  dicha 
mina  un  desagüe  donde  se  pueden  dar  muchas  labores  habiendo  gente, 
y  por  la  esperanza  de  esta  mina  se  juzga  muy  gran  riijueza.  Tiene  esta 
mina  hoy  50  indios,  de  80  que  se  le  repartieron,  por  haberse  huido  los 
que  faltan  ;  tiene  asimismo  sesenta  negros  y  diez  negras  que  sirven 
á  los  dichos  negros.  Los  dos  tornos  los  ocupan  los  negros  y  los  restan- 
tes indios ;  tiene  necesidad  esta  mina  para  ([ue  ande  aviada  de  150 
indios. . . . 

La  ranchería  de  los  indios  está  un  cuarto  de  letjua   de  la  iíjlesia  de 


—  L'TH  — 

Santa-Ana,  en  una  jmrte  muy  vistosa  _v  sana,  donde  tienen  sus  rozas, 
platanares,  caña  dulce  y  legunilires.  Están  aparte  de  los  negros.... 
Eu  la  despensa  aparecen  3,000  quintales  de  metal  de  á  nuís  de  dos 
marcos,  según  se  ha  experimentado,  con  lo  cual  acabamos  la  visita  de 
esta  mina.    (1) 

En  este  di(^lio  día  visitamos  la  mina  llamada  Nuestra  Señora  del 
líemedio,  que  es  dueño  de  ella  el  Capitán  Pedro  de  Amézquita  y 
Francisco  Sarmiento  y  Juan  Lojjez  Casurto.  Con  Plateo  Mán|uez  y 
Diego  Ramírez,  mineros  de  ella,  entramos  por  un  socavón  (jue  se  dio 
para  desagüe  de  la  dicha  mina,  que  hoy  sirve  de  entrada  en  ella,  por 
donde  sale  un  gran  golpe  de  agua  como  para  mí'dio  corte  de  mina  de 
oro.  Y  tiene  100  (?)  varas  de  largo  dado  en  muy  gran  dureza.  Y  baja- 
mos á  los  planes,  que  tiene  ocho  estados  de  hondo  el  pozo  desde  el 
desagüe  para  abajo,  y  de  plan  lleva  siete  varas  con  metal  de  un  palmo 
de  cuerpo  de  metal  rico,  y  lo  demás  metal  de  segunda  suerte  y  en 
partes  de  tercia.  Y  media  vara  de  ancho  será  todo  este  metal,  uno  en 
otro  de  á  marco.  Tiene  dureza  en  el  descargue  y  lo  mismo  en  derribar 
la  veta.  Hace  mucha  agua,  y  ocupa  en  sacarla  24  piezas  entre  día  y 
noche,  y  demanda  ])ara  esta  labor  otras  altas  que  se  han  comenzado  y 
se  han  dejado  por  falta  de  gente,  de  80  piezas,  y  al  presente  tiene  41 
indios  y  18  negros.  Es  mina  de  mucha  consideración  y  que  se  le  puede 
dar  un  socavón  real  con  que  desaguaran  muchas  minas  y  es  el  cerro  de 

más  importancia  que  tienen  estas  minas La  ranchería  de  los  indios 

está  en  buena  parte,  dividida  de  los  negros. . . .  está  apartada  de  San- 
ta-Ana como  seis  cuadras,  y  con  esto  se  acabó  esta  visita. 

En  el  Keal  de  Santa- Ana,  á  31  días  del  mes  de^Iarzo  de  1()40,  en 
la  mina  de  las  Cruces,  de  que  son  dueños  el  Capitán  Antonio  Mosque- 
ra... .  entramos  por  un  socavón,  que  es  el  principal. . . .  donde  esta- 
ban sacando  tres  indios  piqueteros,  en  una  veta  de  una  tercia  de  grueso 
en  parte  y  con  cuatro  dedos  de  metal,  y  lo  demás  pintado  con  mucha 
dureza,  si  bien  el  derribarlo  se  facilita  con  fuego.  Hace  poca  agua. 
Tiene  esta  dicha  mina  otra  labor  en  la  (/iianJazapa  de  la  mina  del 
líemedio,  que  tiene  de  hondo  (JO  varas  y  lleva  media  vara  de  veta  con 
muy  buena  disposición.  Asimismo  tiene  otras  labores  donde  se  han 
sacado  buenos  metales,  que  hoy  no  se  labran  por  ser  las  más  bajas. 
Tiene  esta  mina  19  indios y  está  cuatro  cuadras  de  la  igle- 
sia.... Necesario  es  para  esta  mina  GO  indios .... 

En  el  Real  de  Santa-Ana,  en  las  minas  que  llaman  de  Todos-Santos, 
que  son  dueños  de  ella  el  Capitán  ^lartín  Kuiz,  Gonzalo  ]\Iurillo  A'e- 
larde  y  Juan  de  Luna,  á  31   días  del  mes  de  ]\rarzo  de  1G40  años,  en- 

(1)  La  mina  de  San-Francisco  del  Desmonte,  que  fue  de  las  más  ricas  del 
Eeal  de  Santa-Ana,  se  explotaba  aún  en  1717,  como  lo  decimos  en  el  te.\to. 


—  280  — 

tramos  en  ella  por  un  soíiavón  y  a!  fin  del,  eu  la  frente  de  la  veta,  lleva 
de  cuerpo  una  tercia  y  en  ella  una  lista  de  metal  y  pintado  lo  demás, 
y  falta  por  cortar  muy  gran  i)arte  de  la  veta,  y  se  juzga  tener  buen 
metal,  en  consideración  que  esta  mina  ha  hecho  árboles  de  metal  muy 
rico.  Siendo  la  veta  de  la  Manta  inmediata  á  ella  lleva  dureza.  Ocu- 
lta doce  piezas  de  agua  entre  noche  y  día.  Tiene  otras  labores  consi- 
derables, que  no  se  labran  por  no  haber  gente.  Tiene  el  socavón  de 
l)rofundidad  desde  la  veta  cortada  hasta  salir  fuera  de  ella  120  varas. 
Hay  en  esta  mina  20  indios  y  cuatro  negros,  por  cuya  causa  no  se 
puede  llevar  más  de  esta  labor.  Necesita  esta  dicha  mina  de  70  piezas 

l)ara  labrar  algunas  labores Los  indios  están  poblados  en  su  ran- 

i'hería  antigua. ...  y  apartados  de  la  iglesia  cuatro  cuadras 

En  el  dicho  día  31  de  Marzo  fuimos  á  la  mina  de  San-^-Francisco 
de  la  Manta,  donde  estaba  Fernando  de  Santiago,  administrador  de  la 
dicha  mina,  y  Martín  de  Oco,  minero  de  ella,  con  quien  entramos  y 
llegamos  á  sus  testeras,  donde  estaban  trabajando  cantidad  de  negros. 
Lleva  una  vara  de  veta  de  metal  muy  común, y  en  la  una  testera  lleva 
la  vetilla  entre-deshecha  y  la  veta  grande  por  cortar.  Tiene  esta  mina 
otras  labores  donde  se  están  sacando  buenos  metales,  aunque  son  puen- 
tes, y  van  quitando  unas  y  haciendo  otras  de  cal  y  canto,  de  manera 
([ue  queda  seguro.  Tiene  esta  mina  cien  negros  y  treinta  negras  que 
le  sirven,  de  los  dueños  de  la  dicha  mina,  que  son  el  Gobernador  J). 
Gaspar  de  Mena  Loyola,  el  Capitán  Francisco  Beltrán  de  Caicedo  y 
los  menores  de  Doüa  Luisa  de  León,  por  terceríis  partes.  Y  asimismo 
tiene  tres  fraguas,  de  cada  uno  la  suya,  con  todo  su  avío  de  herreros, 
sonadores  y  carboneros  y  su  herramienta  cumplida.  X   asimismo  hay 

en  esta  mina  veinte  indios Y  en  la  despensa  000  quintales  de 

metal,  que  tendrá  de  ley  á  seis  onzas- poco  más  ó  menos....  Tiene 
necesidad  la  mina  de  treinta  indios  para  la  mazamorra  y  agua,  por 
haber  negros  para  lo  demás ;  con  que  se  acabó  esta  visita. 

En  el  dicho  día. ...  no  se  visitó  la  mina  llamada  San-Agustín  por 
tener  sus  labores  llenas  de  agua,  y  no  labrarla  sus  dueños  por  no  tener 
gente,  que  es  mina  que  tiene  metales  ricos  descubiertos  y  de  mucha 
consideración,  por  ser  la  misma  veta  del  Desmonte  y  estar  como  están 
comunicadas;  necesita  de  80  indios  para  poderse  labrar. 

Asimismo  hay  en  este  dicho  real  otra  mina  llamada  Santa-Bárba- 
ra, que  es  de  D.  Gaspar  de  Mena  Loyola,  y  ({ue  no  se  trabaja  por  falta 
de  gente.  Es  mina  muy  considerable  de  metales  de  plata  y  oro.  Nece- 
sita de  80  indios  para  sus  labores. 

Hay  otra  mina  estacas  de  la  mina  arriba  del  Desmonte,  corrien- 
do al  norte ;  esta  mina  es  dueño  de  ella  el  diclK)  D.  Gaspar  de  Mena. 
Es  veta  conocida  y  de  nmcha  ley,  y  en  las  labores  que  se  han  dado  en 


—  L'Sl  — 

i'llii  s«'  han  dejad»»  alfrnnos  iiictales  hiuMios.    Necesita  de  -10  piezas  para 
sus  labores, 

Asiiuismu  están  labrando  una  mina  de  Martín  López,  cjue  se  en- 
tiende es  la  ínislna  veta  del  Desmonte,  y  están  trabajando  en  ella 
ruatro  nejíros  ;  es  mina  (|U<'  se  iiue<lo  aventurar  en  ella  :  necesita  de 
doce  indios. 

Además  de  las  dichas  minas  referidas  hay  otras  tres:  la  una  se 
labra  con  tres  pieza»,  y  las  de  Santiago  y  la  Fuente  no  se  lal)raii  por 
falta  de  gente.  La   Fuente  es  mina  abundanto   de  metales  y  tiene  á 

partes  una  vara  de  veta  descubierta 

<ion^((io  (le  Murillo  Vdatdc — AntonUt  (íonzález. 


\'i.sit<i  lie  Uís  ¡Hf/eniths  del  renl  dr  Santo- A  na. 

En  el  sitio  (jne  llaman  del  ingenio  de  D.  (iaspar  de  Mena  Loyola, 
en  dos  días  del  mes  de  Abril  de  1640  años,  en  conformidad  de  la 
comisión  de  Su  Señoría  el  Presidente,  visitamos  el  diclio  ingenio, 
empezando  por  la  casa  de  l)eneficio,  la  cual  contiene  24  cajones  de  ta- 
blazón y  algunos  con  metales  incorporados.  En  esta  misma  casa  está 
el  ingenio  y  rueda,  muy  bueno,  con  sus  almádanas  usadas,  y  otro  terno 
de  ellas,  nuevas,  y  lo  demás  necesario  para  molienda.  Despachará  entre 
día  y  noche  40  (juintales.  En  ctra  casa  hay  dos  tinas  y  su  lavadero  de 
rodezno,  y  desacogadera.  Otra  casa  en  que  hay  tres  hornos  de  rever- 
bero, y  una  despensa  de  metales  y  sal  y  otra  casa  de  vivienda.  Tiene 
la  dicha  despensa  lyÁH)  quintales  de  nietal ;  los  400  del  ])esrnonte, 
([ue  temlrán  á  dos  marcos  y  medio  ;  los  000,  que  deben  tener  á  seis 
onzas  y  .'iOO  de  la  mina  de  las  Cruces,  y  los  restantes.  Los  l.r)00  están 
en  beneficio,  además  de  ((ue  el  beneficiador  Cortés  dice  que  en  la  des- 
pensa del  dicho  (lobernador  tiene  más  de  1,500  quintales  de  metal  de 
la  mina  Manta.  Tiene  este  ingenio  una  cocha  de  cal  y  canto  en  que  se 
recogen  los  relaves.  Tiene  4.'i  negros  y  tres  negras  y  v(!Ínte  de  chusma, 
y  tiene  una  ranchería  con  mucha  comodidad  en  la  loma  por  encima 
del  dicho  ingenio,  donde  siembran  y  cogen  maíz,  arroz  y  otras  le- 
gumbres   

Los  otros  ingenios  visitados  fueron  los  siguientes  : 

E\  ingenio  de  Juan  de  Valverde,  con  veinte  indios. 

K\  del  Capitán  Francisco  Jieltrán  de  Caicedo,  con  treinta  negros, 
sin  contar  la  chusma. 

El  de  Gonzalo  ]MurilIo  Velarde,  con  nueve  indios. 

El  de  los  herederos  de  J)oña  I.,uisa  de  I^eón,  con  27  indios. 


—  262  — 

El  del  Capitán   Pedro  de  Amézquita,  con  17  indios  y  tres  negros. 
El  delCapitán  Ambrosio  de  ]Morales  con  ocho  indios. 
Y  el  de  los  hijos  del  Bachiller  de  la  Fuente,  que  estaba  cerrado 
entonces. 


Visita  (le  Ua  minas  del  Mea  I  de  las  Lajas. 

En  el  lieal  de  las  Lajas,  en  el  sitio  y  mina  que  llaman  de  Santa- 
Isabel,  del  Capitán  Cristóbal  López  de  Avila,  en  once  días  del  mes  de 
Abril  de  1640  años,  en  prosecución  de  la  visita  de  minas  que  estamos 
haciendo,  llegamos  á  esta  dicha  mina,  donde  es  minero  Jerónimo 
Lucero,  y  habiendo  entrado  á  lo  más  profundo  de  ella,  había  un  plan 
de  ocho  varas  de  largo  con  un  coto  de  veta  limpia  y  un  palmo  empe- 
ñosado  ;  será  todo  este  metal  de  cinco  á  seis  onzas.  Tiene  de  profundo 
esta  labor  doce  varas  y  de  socavón  40.  Estáse  dando  lumbrera  sobre 
esta  labor,  que  es  muy  importante,  para  darle  fuego,  por  la  dureza 
grande  que  tiene.  Es  mina  que  se  ha  sacado  de  ella  gran  riqueza. 
Ocupa  doce  piezas  en  el  agua,  de  noche  y  de  día,  en  dos  tornos.  Tiene 
hoy  37  indios,  y  ha  menester  para  que  ande  aviada  50. . . . 

En  el  mismo  día  luego  llegamos  á  otra  mina  llamada  San-Ja- 
cinto, que  es  del  dicho  Capitán  Ávila.  Habiendo  entrado  con  el  minero 
Miguel  Marino,  por  un  socavón  de  más  de  80  varas,  llegamos  á  un 
pozo  donde  no  había  escalera,  por  cuya  causa  yo  el  dicho  Gonzalo  de 
Murillo  no  pude  bajar  y  me  salí,  y  el  dicho  Antonio  González  con 
harto  trabajo  hubo  de  bajar,  el  cual  dijo  ¡leva  \m  socavón  con  la  veta  en 
la  mano  de  un  coto,  de  cuerpo ;  con  poca  pinta  va  labrada  esta  labor  en 
demanda  de  otra  que  se  hundió  y  se  tiene  por  de  grande  ley,  y  vásele 
dando  una  kimbrera  que  es  muy  importante....  Tiene  esta  mina 
treinta  indios  y  habrá  menester  cuarenta. . . .  Está  de  este  dicho  Real 
un  cuarto  de  legua .... 

En  el  lieal  de  las  Lajas,  en  sitio  que  llaman  la  mina  de  San-Gil,  del 
Capitán  Ambrosio  de  Morales,  Licenciado  (rónzalo  de  Castro  y  Pedro 
Botello,  entramos  á  visitarla  y  llegamos  al  plan  de  la  dicha  mina,  que  es 
de  cuatro  varas  y  de  veta  un  palmo  en  una  testera  y  lo  demás  demedia 
vara,  todo  metal  de  i)rovecho.  Tiene  de  profundo  esta  aniña  desde  su 
entrada  20  varas,  y  por  donde  se  baja  en  la  mayor  parte  de  él,  lleva 
dureza...-  Tiene  18  indios  y  nueve  negros  esclavos,  y  ha  menester 
arriba  de  cuarenta  piezas .... 

En  el  dicho  día  fuimos  á  la  mina  llamada  San-Francisco,  que  son 
dueños  de  ella  Juan  deEslaba  y  Francisco  López,  su  yerno.  Entramos 
con  el  minero  Juan  Ortiz  en  la  dicha  mina  por  un   socavón  que  tiene 


tO  varas  de  largo,  y  bajamos  al  plan  más  hondo  donde  vimos  la  veta 
tjue  tiene  nueve  varas  de  largo  con  media  vara  de  cuerpo,  todo  de 
nietiil  común.  Tiene  de  profundo  esta  mina  doce  varas  y  será  el  metal 
lie  á  cinco  onzas.  Hoy  tiene  L*4  indios  y  ha  menester  cuarenta.  .  .  .  Está 
poco  nu'is  de  media  legua  de  este  lieal .... 

Y  luego  llegamos  á  la  mina  llamada  de  Xuestra-Señora,  cerca  de 
)a  anterior,  (|ue  es  duefio  de  ella  Melchor  liernardo  Castrellón  y  Fran- 
cisco de  Auílrade,  donde  estaba  un  tiro  en  la  boca  de  la  mina,  y  por 
estar  ésta  llena  de  agua  no  entramos.  El  minero  nos  dijo  (jue  estaba  en 
•  «n  desagüe  para  comunicar  con  el  pozo  y  que  va  en  prosecución  de 
niuy  buenos  níetales  (jue  se  descubrieron  en  el  dicho  pozo.  Tiene 
esta  mina  diez  indios . 

En  el  dicho  Real  de  las  Lajas^eu  el  sitio  (jue  1  lamí? n  de  San-José 
que  es  del  Capitán  Ambrosio  de  Morales  y  Martín  de  Molina,  en  el  di- 
cho día  llegamos  á  la  mina,  donde  el  minero  Jacinto  de  Torres  nos  dijo 
que  de  presente  no  se  labra  por  ciertas  diferencias  ([ue  tienen  los  due- 
los. Es  una  mina  considerable ;  entramos  á  un  plan  donde  iba  la  veta 
algo  deshecha,  del  cuerpo  de  una  tercia,  con  alguna  pinta.  Tiene  este 
plan  cuatro  varas  y  corre  al  norte,  y  en  otro  pozo  más  profundo  lleva 
una  tercia  de  metales  de  segunda  suerte  con  listones  considerables.  Y 
en  otro  socavón  que  lleva  en  la  testera  un  palmo  de  metales  pacos. . .  . 
Tiene  poca  agua  (pie  sacan  cuatro  indios  de  día  y  de  noche,  y  ha  me- 
nester cua'renta. . . . 

El  mismo  día,  en  prosecución  de  la  visita  de  las  minas,  llegamos 
á  la  mina  de  Xuestra-Seüora  de  Chiquinquirá,  (¡ue  es  dueño  de  ella  el 
Capitán  Juan  Pérez  de  Arce,  Juan  López  de  Ávila  y  Francisco  López, 
T  el  minero  Juan  Pérez  de  Arce.  Habiendo  entrado  con  éste  ])or  un 
socavón  que  tiene  80  varas  de  largo,  pasamos  por  otros  dos  (|ue  se 
comienzan  á  dar  |)ara  la  l»uena  labor  de  la  dicha  mina:  y  llegamos 
donde  se  estaba  sacando  metal,  en  un  pozo  de  cuatro  varas  de  plan, 
ron  la  veta  en  la  mano  de  tres  cuartas  de  cuerpo,  y  la  cuarta  y  m(  diu 
de  buen  metal  de  la  muestra  que  va,  que  es  metal  uno  (íon  otro  de  á 
dos  marcos  poco  más  ó  menos.  Y  asimismo  entramos  en  otro  socavón 
que  será  de  ochenta  varas  y  llegamos  á  una  testera,  habiendo  bajado 
dos  i)ozos,  (|ue  cada  uno  será  de  tres  estados,  y  en  el  plan  del  más  pro- 
ftmdo  lleva  una  cuarta  de  veta  con  alguna  jiiinta,  y  que  por  ser  <le  tanta 
le>'  es«coíisiderable.  Tiene  esta  n^ina  otras  labores  de  seguir;  es  nece- 
sario limpiarlas  |»ara  poderlo  hacer'y  sacar  de  ella  mucho  ¡(roveclio. 
Ha  menester  (50  indios  ;  hoy  tiene  US  con  muy  buena  comodidad  de 
ranchería,  y  cerca  de  este  real  nm  cuarto  de  legua,  donde  tií'uen  sus 
rozas  y  legumbres.  Tiene  de  herramientas  oO  piquetas,'  diez  porretas, 
dos  cuñas,  un;i  i»orra,  hachas,  azuelas,  escoi)los,  siguiñuelas,  y  ahora  se 
comienza  á  sacar  metal  y  es  muy  rico.  Con  que  se  acabó  la  visita. 


—  284  — 

En  el  dicho  día  pasamos  á  la  mina  de  San-Pedro,  que  es  dueño 
de  ella  Juan  de  Hojas  y  Francisco  Duran.  Estaban  dando  un  desagüe, 
por  cuya  razón  no  se  labraba  en  ella,  y  estaba  llena  de  agua.  Es  mina 
considerable  por  ser  de  mucha  ley.  Tiene  veinte  indios  y  si  tuviera  harta 
gente  estuviera  comunicada;  habrá  menester  treinta ;  están  en  buen 
puesto  y  cerca  del  real  ocho  cuadras  —  . 

En  el  dicho  día  llegamos  á  la  mina  que  llaman  í^sta^as  de  Sau- 
Juan,  encima  del  ingenio  del  Capitán  Juan  Pérez  de  Arce,  que  es 
dueño  de  ella  y  D.  Agustín  de  Góngora.  El  minero  Juan  López  nos 
dijo  que  debe  de  haber  ocho  días  que  los  indios  de  esta  mina  no  acu- 
den á  ella,  y  por  esta  eausa  no  se  puede  labrar,  por  estar  llena  de 
agua.-..  Conforme  lo  que  se  ve  de  la  mina  de  San -Juan,  promete 
riqueza.  Tiene  17  indios  y  necesita  de  40. . . . 

En  el  dicho  día  doce  de  Abril  llegamos  á  la  mina  que  llaman  de 
San-Juan,  que  es  dueño*  de  ella  Gabriel  Matoral,  Juan  Martín  Román 
y  otros.  Entramos  á  ver  la  mina  por  un  socavpn  que  tiene  50  varas  y 
bajamos  al  plan  principal,  que  tiene  de  largo  ocho  varas.  Lleva  de 
cuerpo  la  veta  una  tercia  y  en  partes  media  vara.  Va  blanca  y  lleva 
un  listón  de  metaU  Tiene  de  profundidad  seis  estados  y  en  ese  otro 
plan  lleva  otra  cuarta  veta  también  blanca.  Es  mina  laborable  y  de 
mucha  ley,  y  aun  hoy  va  de  esta  manera.  Se  espera  volverá  como  estos 
días  pasados  que  se  sacaba  muy  rico  metal  y  tiene  mucho  que  dar  y 
otras  labores  altas.  Necesita  de  sesenta  piezas  ;  hoy  no  tiene  más  de 
nueve. ... 

Luego  este  dicho  día  visitamos  otra  mina  de  Juan  Gaitán,  muy 
cerca  de  la  mina  pasada,  que  llaman  de  San-Andrés ;  es  mina  vieja 
(jue  se  ha  sacado  de  ella  miicho.  No  tiene  más  de  cinco  indios  y  se 
saca  con  ellos  algunos  metalillos  por  lo  alto,  y  así  no  entramos  en  ella. 
Se  puede  seguir  y  darle  24  indios. . . . 

•  Además  de  las  dichas  minas  están  otras  despobladas  por  falta  de 
gente,  que  son  la  mina  de  San-Francisco,  que  es  del  Capitán  Cristó- 
l>al  López  de  Ávila,  por  bajo  de  su  casa.  Otra  que  llaman  de  la  Ace- 
quia, del  dicho  Capitán  Ávila,  y  por  bajo  de  ella  otra  de  Lucas  Caba- 
llero, llamada  también  San-Francisco,  muy  buena  mina,  que  se  le 
puede  dar  desagüe.  Y  otras  llaman  de  San-Felipe, y  Santa-Lucía,  de 
Juan  de  Kojas  y  Capitán  Ambrosio  de  Morales,  que  todas  éstas  si  se 
labraran  fueran  muy  útiles  al  s,ervicio  de  Su  Majestad  y  bien  común, 
(jue  no  se  labran  por  falta  de  gente. 

(rónzalo  (le  MuriUo  Velqrde. — Antonio  González. 


—  L'S">  — 

Vi,sit(i  de  los  inf/oiios  del  Jira  I  de  las  Lajas. 

Los  ingenios  visitados  fueron  los  siguientes : 

El  ingenio  de  Lucas  Caballero,  con  diez  indios. 

El  ingenio  del  Capitán  Cristóbal  Lój»ez  de  Avila,  con  quince  indios. 

El  ingenio  de  Miguel  Kato,  con  diez  y  siete  indios. 

El  ingenio  de  Juan  Pérez  de  Arce,  con  once  indios. 

El  ingenio  de  Melchor  Bernardo  Castrellón,  con  diez  indios. 

Y  el  ingenio  de  Juan  Gaitán,  cerrado  por  falta  de  indios. 


G. — PETICIÓN  DEL  CAPITÁN  FRANCISCO  FERNÁNDEZ 
DE  PALENCIA  AL  GOBERNADOR  Y  CAPITÁN  GENERAL  DEL  NUEVO 
REINO  DE  GRANADA.  * 

YA  Capitán  Francisco  Fernández  de  Falencia,  vecino  de  Santafé, 
digo  que  habiendo  tenido  noticia  de  que  en  los  páramos  de  Quindío  y 
otros  sitios  remotos,  desiertos  y  despoblados  había  vetas  y  minerales 
de  plata,  oro  y  cobre  de  consideración,  y  yo  por  servir  á  Su  Majestad 
y  aumentar  sus  rentas  reales  y  estas  Eepiiblicas,  y  también  por  mere- 
cer las  honras  y  mercedes  que  Su  Majestad  hace  á  los  que  descubren 
y  pueblan  tierras  nuevas  y  ricas,  y  juntamente  buscar  mi  útil  y  apro- 
vechamiento, salí  desta  ciudad  por  el  mes  de  Noviembre  del  año  pasa- 
do de  10.")2,  y  entré  en  los  páramos  y  cordillera  tres  veces,  llevando 
conmigo  algunos  españoles  y  esclavos  é  indios.  Y  liabiendo  trabajado 
más  de  cuatro  meses  continuos,  con  mucha  costa  de  mi  hacienda,  por- 
que á  todos  los  que  entraron  conmigo  los  sustenté  y  avié  de  cabalga- 
duras, y  de  todo  lo  demás  que  hubieron  menester  en  el  discurso  del 
viaje ;  y  llevé  herramientas,  armas  y  municiones  y  lo  necesario  para 
entrar  á  semejantes  descubrimientos,  y  di  muy  largos  premios  y  paga 
á  los  indios  por  (|ue  me  guiasen  y  ayudasen  á  lo  susodicho,  en  que  gasté 
muciía  suma  de  dinero,  sin  (jue  otra  ninguna  ])ersona  gastase  un  real 
en  este  descubrimiento. .. .  Y  puse  en  manifiesto  riesgo  mi  vida  así 
por  la  aspereza  y  soledad  de  los  i)uest(ts  ])or  donde  anduve,  como  por 
haber  sospechas  dé  que  habíapor  aquelbis  tierras  algunos  indios  pijaos 
rebeldes  retirados.  Y  fué  Nuestro  Señor  servido  de  que  descubriese 
vetas  de  i)lata  muy  ricas,  con  cuyoá  metales  salí  á  la  ciudad  de  Ibagué, 
á  donde  los  ensayé  y  hice  ensayar,  y  se  reconoció  la  riíjueza  y  sustan- 
cia de  las  dichas  minas,  y  luego  las  registré  ante  el  Alcalde  ordinario 
de  la  dicha  ciudad  de  Ibagué,  y   di  estacas  y, pedí  y  se  me  concedió  un 


—  ií8(;  — 

añu  (le  UTiiiiiU)  para  escoger  una  iiiiiiu  i»riiiei{)al  y  otra  salteada  y  po- 
nerlas en  laltor,  como  consta  del  registro  i|\ie  jiresento  ante  V^.neseñoría 
<-on  la  solemnidad  necesaria.  Y  hecha  esta  diligencia  vine  á  dar  ú  esta 
ciudad  como  di  cuenta  ú  Vuestra  Señoría  deste  descubrimiento,  y  traje 
algunas  piedras  del  metal  de  las  dichas  minas,  (|ue  ensayado  i)or  per- 
sonas peritas  aun  descubrieron  mayor  ri(|ueza,  pues  del  haz  de  la  tierra 

rinden  á  más  de  dos  marcos  de  plata  por  quintal Y  porque  estoy 

resuelto  de  volver  á  las  dichas  minas  y  pobkrlas,  y  de6cul)rir  otras  má« 
ricas  que  tengo  por  cierto  (jue  hay  en  aquel  contorno,  y  de  gastar  en 
esto  toda  mi  hacienda,  que  es  cuantiosa,  á  Vuestra  Señoría  pido  y  su- 
]»lico  se  sirva  de  confirmarme  el  dicho  registro. . . .  y  concederme  por 
ahora  las  mercedes  siguientes. . . . 

Otrosí.  En  la  vía  y  forma  (|U(i  más  haya  lugar  de  derecho  y  me 
convenga  registro  ante  Vuestra  Señoría  las  aguas  de  la  quebrada'  que 
llíinian  de  Toche  desde  su  nacimiento  hasta  donde  entra  en  el  río  de 
San- Juan,  con  los  asientos  de  ingenios  de  moler  y  beneficiar  metales 
que  hubiere  en  la  dicha  distancia. 

A  Vuestra  Señoría  pide  y  suplico  etc. 

•  Frane.i>iCo  Fernández  de  Palencia. 


H. — INFORME  DE  B.  ALOSiSG  ÍRUIZ  DE  SAAJOSA 
SOBEK  LAS  MINAS  DE  IBAGUÉ. 

,  El  Capitán  Alonso  Kuiz  de  Saajosa,  vecino  de  la  ciudad  de  Iba^ 
gué,  Kegidor  perpetuo  du  ella  y  Procurador  general,  y  en  virtud  de  U 
instrucción  que  tengo  y  que  presento,  .])arezco  ante  Vuestra  Señoría  y 
digo:  que  como  es  público  y  notorio,  en  las  .comarcas  y  jurisdicción 
que  comprende,  hay  muy  ricos  min^Males  de  plata  en  distintas  partea, 
como  son  en  el  cerro  de  Xata;ima,  cordillera  alta  y  fiiía  {|ue  en  distan- 
cia d(í  cinco  leguas  (|ue  corre  á  la  ciudad  de  Ibágué  tiene  descubiertas 
]>or  su  ])ersona  muchas  vetas  de  plata  abundosas  de  metales,  y  ({ue  n« 
harán  agua  como  las  de  las  Lajas  ;  y  íjí  la  hicieren  por  ser  mucha  la 
altura  que  el  cerro  tiene,  tendrán  grandes  desaguaderos  y  las  labores 
serán  muy  i)ermanentes.  En  el  pie  ik"  este  cerro  y  desaguaderos  de  él 
se  han  hallado  muchos  pedazos  de  ¡data,  y  uno  ([ue'tuvo  cuatro  marco* • 
([ue  llevó  á  Castilla  el  señor  Presidente  doctor  Antonio  González,  eá 
cual  en  su  tiempo  mandó  al  Ca]»itán  Francisco  LópcK  ]\[alhoso  (|ue  se 
trajo  el  dicho  pedazo  de  plata,  bu-sease  las  vetas  del  dicho  cerro,  por 
tener  al  pie  de  él  una  encomienda  de  indios,  y  aun  cuando  las  buscó 
con  mucha  inteligeniÁa  aio  la«  halló.,  hasta  <jue.,  cono  dicho  tiene.,  pue- 


—  L'ST  — 

(le  Iialicr  MU  uño,  poco  más  ó  iiu'iios,  «[lu-  v\  siiliió  al  -(liclio  ci-iro  von 
cantidad  di*  indios  y  negros,  y  por  la  grande  experiencia  que  tiene  de 
los  dichos  minerales  descubrió  las  dichas  vetas,  (jue  hay  tantas,  (|Uü 
cnando  todos  los  vecinos  de  este  líeino  <iuisierau  lahrar  minas  hay 
para  todos  ellos.  ICii  algunas  de  ellivs  tuvo  á  Cristóbal  de  ^'alderrama 
ahondando  tres  ó  cuatro  minas,  y  á  un  estado  de  hecha  la  experiencia 
de  los  metales,  han  tenido  de  ley  á  marco  y  á  diez  onzas,  y  los  que 
menos  á  seis,  que  promete  ahondadas  tendrán  mucha  más  ley  que  las 
de  las  Lajas,  y  es  mucho  mayor  riqueza,  ponjue  esta  plata  de  ellíis 
tiene  ms'us  de  cinco  (juilates  de  oro,  como  se  verá  por  la  experiencia 
«lue  i)o»lrá  hacerse  por  ensay(% 

Estas  vetas  corren  de  esotra  banda  de  la  ciudad  de  Ibagué  y  allí 
hacen  oro  donde  hay  dos  ingenios  hechos  para  moler  metales,  que  uno 
hice  yo  y  el  otro  hizo  el  Capitán  Felipe  López  Barragán.  Yo  desam- 
paré el  mío  i)or  falta  de  gciute,  y  estando  ausente  el  dicho  Capitán 
Barragán,  desamparó  el  suyo  él  mismo  por  falta  de  bastimentos,  y  los 
dichos  ingenios  están  en  pie  y  desproveídos.  (1) 

En  el  río  Coello,  á  una  legua  de  la  ciudad  de  Ibagué,  se  saca  mu- 
cha gramilla  de  plata,  y  no  se  ha  hallado  su  origen  y  fundamento 
poniue  no  se  ha  buscado.  (2) 

En  la  IM'ovincia  de  Caca  taima  y  cerro  de  Tuamo  y  en  el  de  Mola 

(1)  José  Gutiérrez  Mortno,  minen)  del  Sapo,  escribía  al  seüor  D'Elluíyar, 
en  Septienil)re  de  1795,  lo  siguiente  : 

"  Acuérdese  Vuesamerced  de  la  mina  de  Nataima  y  si  gusta  pudiera  ir  á 
destaparla  y  mandar  metales  á  ésü,  pues  le  tengo  dicho  que  hay  muchas  minas 

de  plata  y  una  de  oro  de  veta,  puede  ser  no  hubiera  una  cosa  considerable 

De  las  tierras  de  la  iunibreía  dio  en  el  ensaye  cuatro  y  media  onzas  por  fun, 
(lición."' 

(¿)  D.  .I.isé  üalindo  escriliía  en  I80I  á  D.  Jorge  Tadeo  Lozano  :  "  Ivn  el  dis, 
trito  del  Chaparral,  de  donde  soy  vecino,  se  halla  una  mina  de  plata  cuya 
situación  no  se  sabe  á  punto  fijo,  peto  se  presume  sea  á  las  márgenes  del  río 
Ulanco  ó  del  Amiiliú  (Anamichú),  jxjr  hallarse  puntas  de  este  metal  en  las 
corrientes  del  río  Saldaña  hasta  la  embocadura  del  primero,  y  de  ahí  para 
arriba  no  se  encuentran." 

Justamente,  en  la  región  bañaila  por  los  ríos  Ulanco  y  Anamichú,  descubrió 
Salvador  Aguiar,  al  fin  de  la  guerra  de  la  Independencia,  uu  filón  de  plata 
nativa.  Habiendo  cometido  este  hombre  el  delito  de  asesinato  en  el  Chapa, 
rral  se  huj'ó  al  Cauca,  mas,  deseoso  de  regresar  á  su  hogar,  volvió  de  allí 
después  de  algunos  años  de  ausencia,  por  lainontaña  de  Barragán,  abriendo 
camino  por  entre  el  monte  c.)n  su  machete.  Antes  de  llegar  al  río  Saldaña  vio 
á  orillas  de  una  quelnada  una  punta  de  metal  (¡ue  salía  de  la  tierra  :  cortó  con 
su  machete  un  pedazo  como  de  tres  libras  de  peso,  que  resultó  .ser  de  plata. 
Perseguido  (ijr  la  justicia,  Aguiar  murió  poco  tiempo  después,  antes  de  tener 
ocasión  de  volver  al  punto  iloude  había  hallado  la  plata,  que  muchos  de  los 
\ecino8del  (Jhaparral  ttivier(jn  en  sus  manos. 


—  1>H8  — 

están  <l<iscubiertas  caudalosísimas  vetas  de  plata,  que  son  de  más  de 
tres  Abaras  de  ancho,  y  una  se  derrumbó  y  echó  de  sí  tanto  metal,  que 
está  al  pie  del  cerro,  (jue  quinientos  indios  ó  nejaros  tuvieran  que  be- 
neficiar muchos  años  sin  sacar  piedra  de  las  vetas.  Dichos  metales  se 
«'Hsayaron  por  el  descubridor  de  »ellas,  que  fue  un  Pedro  Guerra,  y 
tuvieron  muy  buena  ley  de  plata,  la  cual  manifestó  ante  el  señor  doc- 
tor Francisco  Guillen  Chaparro,  que  presidía  la  real  Audiencia,  y  no 
se  labraron  por  estar  entonces  la  tierra  de  guerra.  (1) 

En  el  cerro  de  San- Antón  hay  muchas  vetas  de  plata,  y  aunque  son 
pobres  de  ley,  son  ricas  por  tener  infinitos  metales,  que  tienen  á  tres  y 
á  cuatro  onzas.  Es  cerro  seco  y  alto  y  sus  metales  tocan  en  cobrizo  ; 
teníamos  poblado  dicho  cerro  y  sus  minas,  y  las  justicias  los  mandaron 
despoblar,  por  el  riesgo  que  tenía  de  los  pijaos.  También  hay  en  él 
muchas  minas  de  cobre  que  acuden  jtor  fundición  á  la  mitad  de  cobre. 

La  mina  de  San-Jacinto  es  notorio  es  de  los  más  ricos  metales  que 
se  han  visto  en  esta  tierra  y  en  su  comarca,  y  hay  muchas  vetas  des- 
cubiertas. Los  señores  de  la  líeal  Audiencia  enviaron  á  ellas  al  señor 
D.  Lorenzo  de  Terrones  que  las  viese  y  ensayase,  como  lo  hizo,  y  sacó 
muy  buena  ley  de  plata,  en  cuya  conformidad  mandaron  que  se  poblase 
el  dicho  cerro.  Libraron  su  provisión  real  para  que  se  diese  de  las  La- 
jas una  cantidad  de  indios,  de  los  mejores  (|ue  allí  luiT)iese,  y  enviando 
por  ellos  la  ciudad  de  Ibagué,  en  aquella  ocasión  no  los  Imbo  porque 
se  habían  ido  los  que  había.  Con  »iue  cesó  la  dicha  población  :  están 
sacados  muchos  de  etlos  de  las  minas,  (|ue  por  falta  de  gente  no  se 
benefician. 


L — CARTAS  DE  J).   JOSÉ   CELESTINf)  Ml'TIS   AL  VIRREY  MESSÍA 

DE  LA  ZERDA. 

Excelenti sillín  Señor  .- 

Mi  muy  venerado  señor: — Tiempo  ha  ([uo  deseaba  participará 
Vuestra  Excelencia  mi  llegada  á  este  líeal  de  la  ^Montuosa  baja  y  dar 
á  Vuestra  P^xcelencia  una  individual  noticia  de  esta  nuestra  nnna  (2) 
((ue  con  tanto  empeño  desea  promover  Vuestra  Excelencia  :  días  ha 
que  podía  haberlo  ejecutado,  si  algunas  serias  reflexiones,  apoyadas  en 

(1)  Algunas  muestras  de  pirita,  y  de  hienda  y  pirita  de  los  cerros  de  Tuamo 
y  de  Mola,  que  fuei'on  ensayadas  recientemente,  dieron  muy  poca  plata  ;  la 
menos  pobre  sólo  dio  á  razón  de  '27  onzas  por  tonelada. 

(2)  La  mina  de  San-Antonio. 


—  289  — 

cierta  esperanza  no  nial  fundada,  no  me  linliieran  obligado  á  observar 
un  estudiado  silencio.  Yo  que  conozco  la  justa  alegría  que  hubiera 
recil)ido  Vuestra  Excelencia  al  leer  (jue  no  solamente  nuestra  mina, 
sino  también  todas,  se  bailaban  á  ])unto  de  dar  el  testimonio  más  autén- 
tico de  sus  riíjuezas,  me  persuadí  desde  luego  <iue  sería  muy  sensible  á 
Vuestra  Excelencia  la  noticia  de  los  indispensables  atrasos  que  en 
todas  be  bailado. 

Los  de  la  nuestra  han  nacido  en  i)arte  del  fatal  descuido  que  hubo 
en  seguir  mal  una  de  las  labores ;  pero  muclio  más  del  diluvio  (jue  tres 
meses  bá  se  experimenta. 

Cuando  llegué  á  este  líeal  hallé  empeñado  todo  el  trabajo  en  la 
buena  idea  de  hallar  un  desagüe  general  á,  todas  las  labores,  y  esto  se 
hubiera  ya  conseguido  si  el  domingo  19  no  hubiera  venido  un  pedazo 
formidable  de  cerro  sobre  la  puerta  del  barreno  que  ya  estaba  á  punto 
de  comunicarse  con  las  labores.  Este  nuevo  accidente  no  dejó  de  cons- 
ternarme, pero  supe  resignarme  con  la  esperanza  de  poder  nuevamente 
descubrirlo.  Una  mina  toda  aguada  desde  principios  de  Septiembre, 
el  ingenio  notablemente  quebrantado,  han  sido  los  funestos  acaeci- 
mientos que  retardarán  nuestras  esperanzas,  tanto  más  bien  fundadas, 
cuanto  más  aseguradas  en  lo  natural,  y  en  medio  de  tales  infortunios. 
Yo  que  en  otro  tiempo  me  hacía  á  veces  el  incrédulo,  y  á  veces  el 
desconfiad»,  soy  ahora,  como  testigo  ocular,  el  más  abonado  para  per- 
suadir lo  mismo  que  antecedentemente  informaron  á  Vuestra  Excelencia 
D.  Jaime  Xavarro  y  D.  Pedro  ligarte.  Pero  los  atrasos  de  esta  natu- 
raleza ¿  quién  podrá  pronosticarlos?  Estas,  señor,  no  son  empresas  debi- 
das á  la  casualidad  ;  es  necesario  mucha  constancia  y  ánimo  para  vencer 
los  obstáculos  que  diariamente  se  notan,  sin  que  haya  arbitrio  para 
prevenirlos,  especialmente  aquí,  donde  el  cerro  todo  lastimado,  la  poca 
inteligencia  de  los  que  trabajan  y  la  continuación  de  las  lluvias,  retar- 
dan grandemente  las  esperanzas  con  que  nos  lisonjeábamos. 

Este  conocimiento  es  el  fruto  que  he  sacado  en  un  mes  entero,  pudien- 
do  asegurar  á  Vuestra  Excelencia  que  no  se  ha  pasado  día  en  que  no 
haya  experimentado  algún  contratiempo  capaz  de  probar  mi  sufrimiento. 

Desde  el  mes  de  Agosto  comenzaron  las  aguas  y  han  seguido  en 
su  fuerza  por  todo  Septiembre  y  Octubre  :  este  es  un  diluvio  que 
nos  inunda,  y  aun  vivimos  sin  la  esperanza  de  ver  tan  presto  el  arco 
que  nos  anuncie  la  dilatada  serenidad  que  necesitamos  para  taladrar 
estos  cerros  sin  tanto  sobresalto. 

Con  todo  eso,  á  fuerza  de  pensar  y  discurrir  en  asunto  que  tanto 
interesa,  me  veo  ya  en  vísperas  de  introducir  barras  en  la  mina,  y  con 
la  esperanza  de  lograr  un  desagüe  general  que  ya  hubiera  conseguido 
á  no  haber  sucedido  la  desgracia  que  frustró  el  trabajo  de  muchos  días. 

19 


—  290  — 

El  ingenio  está  igii.almente  en  vísperas  de  moler,  y  si,  con  las  nue- 
vas providencias  que  he  tomado,  no  lo  ejecuta,  será  necesario  pensar 
desde  ahora  en  ingenio  nuevo;  pero  esto,  señor,  es  un  asunto  de  poca 
importancia  y  que  no  debe  llamarnos  la  atención,  siempre  que  la  mina 
no  se  desgracie.  Yo  procuro  hacer  cuanto  está  en  mí,  una  vez  que  me 
be  resuelto  á  continuar  ésta  que  en  realidad  es  empresa.  Los  demás 
mineros  experimentan  igualmente  varios  contratiempos,  pero  todos 
viven  con  la  esperanza  de  alcanzar  el  fruto  de  sus  fatigas,  que  desde 
luego  fueran  menores  si  lograran  por  medio  de  Vuestra  Excelencia  la 
real  protección.  Por  esto  claman,  y  Vuestra  Excelencia  haría  cierta- 
mente su  nombre  memorable  á  la  posteridad  más  remota  si  de  una  vez 
se  rompen  estas  dificultades,  haciendo  florecer  todo  este  Reino  con  el 
cultivo  de  sus  minas.  íío  extrañe  Vuestra  Excelencia  ([ue  en  su  nombre 
haga  yo  esta  piadosa  recomendación,  porque  ahora  conozco  el  mérito 
que  contrae  el  que  voluntariamente  se  destierra  en  estos  yermos,  donde 
el  honor,  una  vez  empeñado,  es  el  que  sólo  puede  animar  y  dar  fuerza 
para  tolerar  y  sufrir  tantos  quebrantos  que  afligen  y  lastiman  el  cuerpo. 

Celebro  infinito  que  Vuestra  Excelencia  logre  la  más  perfecta 
salud,  y  que  en  esta  Kación  se  le  haya  nuevamente  repetido  la  satisfac- 
ción y  gusto  de  ver  aprobadas  en  la  Corte  las  sabias  providencias  de 
su  acertado  Gobierno.  Yo  quedo  sin  mayor  novedad  en  mi  salud,  de- 
seando que  me  mande  Vuestra  Excelencia  cuanto  fuere  de  su  mayor 
agrado,  pues  tengo  el  honor  de  ser  de  Vuestra  Excelencia  su  más 
humilde  y  obediente  servidor, 

José  Celestino  Mntis. 

En  el  Real  de  la  Baja,  á  31  de  Octubre  de  1766. 

Excelentísimo  Señor  : 

Mi  muy  venerado  señor : — Contemplo  á  Vuestra  Excelencia  cui- 
dadoso de  los  acontecimientos  de  esta  mina  y  tal  vez  receloso  de  ma- 
yores desgracias  por  la  relación  funesta  que  acompañaba  á  la  noticia  de 
mi  llegada  ;  por  lo  cual  hallándome  yo  á  la  presente  más  desahogado, 
me  ha  parecido  justo  hacer  á  Vuestra  Plxcelencia  participante  de  este 
gusto.  La  comunicación  del  barreno  con  las  antiguas  labores  altas  está 
ya  bastante  establecida,  y  con  tal  felicidad,  que  á  haberme  rendido  el 
peso  de  los  obstáculos  que  oponía  el  tiempo,  se  hubiera  inhabilitado  la 
mina  para  todo  este  año  y  parte  del  que  viene.  íío  es  ésta  sola  la  ven- 
taja que  nos  ha  producido  esta  útilísima  comunicación,  porque  sobre 
la  necesidad  de  no  hallarme  sujeto  á  una  sola  boca-mina,  he  tenido  la 
fortuna  de  descubrir  nuevas  labores  en  el  corazón  del  cerro,  descubri- 
miento que  me  hace  pronosticar  las  mayores  abundancias.  No  quisiera 
pasar  por  fácil,  ni  hacer  consentir  á  Vuestra  Excelencia  en  el  gusto 


—  L'!»l  — 

en  í)U('  yo  espero  consentir  dentro  de  (|iiince  días.  VA  ini^enio  est;i  ya 
corriente  y  á  mi  satisfacción  :  lia  molido  con  perfección  j)or  espacio  de 
nneve  días  ;  y  sej^niré  moliendo  nnos  metalillos  de  cuya  ley  estaba 
poco  satisfecho,  pero  he  descubierto  en  ellos  lo  que  se  ignoraba.  81  las 
labores  abundan  haré  correr  el  ingenio  día  y  noche,  y  con  esto  podré 
suplirme  hasta  ver  en  qué  paran  mis  nuevos  descubrimientos ;  porque 
si  la  abundancia  de  metales  empieza  á  manifestarse,  será  necesario 
recurrir  al  nuevo  plan  que  ya  tengo  ideado  sobre;  oficinas  y  otros  asun- 
tos, y  que  comunicaré  á  Vuestra  Excelencia,  deseando  sea  todo  de  su 
nuiyor  aprobación. — Celebraré  que  Vuestra  Excelencia  goce  de  per- 
fecta salud.  Yo  me  hallo  cual  Vuestra  Excelencia  puede  considerar, 
pero  siempre  pronto  á  sacrificar  mi  voluntad  en  obsequio  de  Vuestra 
Excelencia,  y  espei'ando  órdenes  de  su  mayor  agrado,  pues  tengo  el 
honor  de  ser  de  A'uestra  Excelencia  su  más  apasionado  y  humilde 
servidor, 

José  Celefitino  Mutis. 
En  el  Real  de  la  Baja,  á  15  de  Noviembre  de  17GG. 

Excelentísimo  Señor  .- 

Mi  muy  venerado  señor : — El  sumo  anhelo  con  que  aspiro  á  desem- 
peñar la  confianza  de  los  interesados  de  esta  mina,  rae  hace  á  veces 
proceder  con  alguna  lentitud  en  comunicar  la  serie  de  acontecimientos 
prósperos  y  adversos.  No  bien  acaba  uno  de  complacerse  en  las  deli- 
cias que  naturalmente  inspira  el  gusto  de  un  nuevo  descubrimiento, 
cuando  sobreviene  un  nuevo  acaecimiento  (¡ue  en  un  punto  hace  olvi- 
dar el  gusto  de  muchos  días.  ¡  Fatal  condición  de  la  minería ! 

Con  todo  eso,  á  pesar  de  infinitos  obstáculos,  se  halla  la  mina  de 
San-Antonio  en  el  pie  que  nunca  se  ha  visto,  y  la  Compañía  con  el 
aumento  de  una  nueva  mina  que  da  esperanza  de  ser  muy  abundante 
y  de  ley  muy  superior.  La  celebrada  sepultura  de  Chacón,  (1)  donde 
nos  prometíamos  un  vellocino  de  plata  y  oro,  y  en  donde  nadie  había 
logrado  entrar  desde  el  tiempo  de  su  desgraciado  descubridor,  está  ya 
manifiesta  después  de  grandes  gastos  y  fatigas.  La  veta  de  San-An- 
tonio, pulida  y  ensayada,  comienza  ya  á  manifestarse,  habiéndome 
costado  esta  sola  diligencia  indecibles  amarguras.  Estas  inseparables 
contingencias  son  la  causa  de  no  remitir  por  ahora  más  que  esos  pocos 
marcos  de  plata,  v.n  cuyo  beneficio  he  dado  muestras  de  algún  adelan- 
tamiento. La  necesidad  hace  milagros,  y  ella  me  ha  trasformado  de 
un  instante  á  otro,  constituyéndome  jior  hombre  del  j)nmer  voto  en 
asuntos  í|ue  jamás  había  manejado.  Es])er(t  dar  pruebas  de  ello  las  más 

(1)  Chacón  era  minero  peruano;  fue  sepultado  con  cinco  trabajadores  en 
en  una  gaUría  de  la  mina  de  San-Antonio,  que  se  hundió. 


evidentes,  siendo  las  únicas  las  frecuentes  remisiones  de  plata.  Estoy 
actualmente  beneficiando  los  metales  del  barreno  de  una  guía  de  la 
nueva  mina. 

Contemplo  a  Vuestra  Excelencia  con  el  sumo  placer  que  tan  gus- 
tosamente le  habrá  producido  la  universal  tranquilidad  y  quietud  de 
la  Provincia  de  Quito,  fruto  de  las  sabias  providencias  con  que  Vues- 
tra Excelencia  sabrá  hacer  inmortal  su  acertado  gobierno. 

Celebro  que  Vuestra  Excelencia  logre  toda  felicidad,  satisfacción 
y  gusto,  conservando  su  importante  salud  que  para  bien  universal 
deseo  con  la  misma  voluntad  con  que  suplico  á  Vuestra  Excelencia 
me  mande  en  cuanto  fuere  de  su  agrado,  pues  tengo  el  honor  de  ser  de 
Vuestra  Excelencia  su  más  apasionado  y  humilde  servidor, 

José  Celestino  Mutis. 

Real  de  la  Baja,  á  18  de  Febrero  de  1767. 

Excelentísimo  Señor  : 

Mi  muy  venerado  señor  :^Si  á  los  principios  de  mi  llegada  á  este 
Eeal  de  minas,  me  hubiera  dejado  rendir  al  inmenso  peso  de  trabajos, 
que  desde  luego  me  ofreció  la  mina  de  San-Antonio,  me  hubiera  pri- 
vado también  del  gusto  y  la  satisfacción  que  ahora  recibo  al  concurrir 
de  algún  modo  al  fomento  de  estos  minerales  que  con  tanto  empeño 
promueve  Vuestra  Excelencia  para  la  felicidad  de  todo  el  Reino  y 
aumento  de  la  Real  Hacienda.  Confieso  á  Vuestra  Excelencia  que 
más  de  una  vez  me  vi  tentado  á  desistir  del  empeño  y  á  hacer  presente 
á  Vuestra  Excelencia  que  esta  empresa  necesitaba  de  un  hombre  que 
valiera  por  muchos,  y  de  fondos  muy  crecidos  para  verificar  las  rique- 
zas, con  que  nos  lisonjeábamos  los  interesados  en  la  Compañía.  Cuesta 
mucho,  señor,  hacer  útil  una  mina  tan  destrozada  cual  lo  estaba  ésta 
de  San-Antonio.  La  celebrada  sepultura  de  Chacón  es  la  única  labor 
de  fundamento  y  ésta  nadie  logró  verla  hasta  que  yo  me  resolví  á  bus- 
carla; pero  habiéndola  hallado  toda  aguada,  se  me  hizo  inútil,  y  lo 
será  hasta  lograr  el  desagüe  por  medio  de  un  nuevo  barreno  igual- 
mente difícil  y  costoso,  que  he  emprendido.  Estas  sumas  dificultades 
me  obligaron  á  buscar  nueva  mina  para  desempeñar  de  pronto  la  Com- 
pañía. Pero  los  pocos  adelantamientos  que  de  presente  ofrecía  la  se- 
gunda, los  hallé  recompensados  con  el  descubrimiento  de  la  tercera 
No  es  fácil,  señor,  que  yo  pueda  manifestar  á  Vuestra  Excelencia  el 
gusto  que  me  ha  producido  semejante  descubrimiento ;  y  el  mayor 
nace  de  la  natural  satisfacción  de  ceder  á  la  Compañía  un  tan  rico 
mayorazgo.  Estas  mis  empresas  piden,  señor,  nuevas  atenciones,  y  el 
plan  de  mis  ideas  anteriormente  formado  y  que  tuve  el  honor  de  insi- 
nuar á  Vuestra  Excelencia,  i)ide  igualmente  mayor  extensión.  Los 


—  203  — 

slninios  ijue  Vuestra  Excelencia  se  ha  dignado  coinunicarme  en  todas 
sus  cartas,  me  alientan  sí  éstas  y  mayores  empresas,  de  que,  á  s>i  tiempo, 
daré  cuenta  á  Vuestra  Excelencia  para  satisfacer  el  encargo  que  par- 
ticularmente hay  en  esta  última,  en  que  se  digna  Vuestra  Excelencia 
mandarme  (jue  le  exponga  todo  lo  que  hallare  por  conveniente  para 
el  adelantamiento  de  estos  minerales.  Yo  no  quiero  ser  ñlcil  ni  hacer 
creer  á  Vuestra  Excelencia  que  nos  ha  dado  la  Divina  Providencia 
un  patrimonio  inferior  al  famoso  Potosí,  hasta  verificar  mis  pre- 
¡)arativos  con  las  pruebas  más  evidentes.  A  su  tiempo  haré  á  Vues- 
tra P]xcelencia  un  informe  general  sobre  el  descubrimiento  de  todas 
las  minas  y  establecimiento  de  los  reales.  AI  descubrir  las  minas  á  costa 
de  Su  Majestad  (negocio  en  que  podrá  aventurar  muy  poco  el  Real 
Erario),  se  animarán  los  particulares  á  entrar  trabajándolas  en  bene- 
ficio propio  y  comiin  de  toda  la  Monarquía.  La  alta  comprensión 
de  Vuestra  Excelencia  ha  conocido  muy  bien  desde  los  principios  de  su 
feliz  Gobierno  la  importancia  de  este  asunto.  Esta  es  la  que  me  hace 
proceder  con  alguna  lentitud  en  mis  ideas  para  asegurar  el  golpe.  De 
Vuestra  Excelencia  será  toda  la  gloria  justamente  debida  por  el  im- 
ponderable celo  con  que  no  cesa  de  animarme.  La  mía  será  únicamente 
haber  acertado  á  servir  á  Vuestra  Excelencia,  á  quien  deseo  toda  satis- 
facción y  felicidad,  y  (jue  la  Divina  Providencia  nos  le  guarde  por 
muchos  años.  De  Vuestra  Excelencia  su  más  obligado  y  humilde 
servidor, 

José  Celestino  Mutis. 
Real  de  la  Baja,  á  2  de  Mayo  de  17(>7. 


J. — ¿  QUÉ  VALOR  TIENEN  LOS  DATOS  OFICIALES  SOBRE 
EXPORTACIÓN  DE   ORO   Y   PLATA  ? 

Para  que  se  vea  que  no  hemos  descuidado  ninguna  fuente  de  in- 
formación, vamos  á  dar  una  idea  del  valor  que  tienen  los  datos  oficia- 
les sobre  exportación  de  metales  y  de  menas.  Con  tal  fin  reproducimos 
más  adelante  el  cuadro  publicado  por  el  Jefe  de  la  Sección  de  Estadística 
en  el  número  0,()5'}  del  Diario  Oficial,  con  las  notas  puestas  por  él 
mismo.  Suprimimos  las  columnas  en  que  se  indica  el  peso  de  los  ar- 
tículos designados,  por  faltar  éste  en  muchos  casos. 

La  simple  inspección  de  este  cuadro  dará  á  comprender  que  no  se 
puede  basar  ningún  cálculo  sobre  datos  tan  confusos,  en  los  que  el  oro 
en  polvo,  en  barras  y  sellado  aparece  mezclado  con  la  plata  en  barras 
y  amonedada  y  con   el  platino  y  las  esmeraldas,  y  en  los  que  no   se 


—  2Í)4  — 

indica  cuál  es  el  metal  que  contienen  las  menas  (nosotros  sabemos  que 
sólo  se  exportan  menas  argentíferas).  Es  cierto  que  podemos  hacer 
desaparecer  en  gran  parte  esa  confusión,  por  medio  de  la  relación  de 
los  metales  preciosos  exportados  por  conducto  de  la  Administración  de 
Hacienda  nacional  de  Medellín,  en  el  mismo  lapso  de  tiempo.  Hela 
aquí  : 


1 
AÑOS. 

QEO  EN  BARRAS* 

i 

PLATA 
EN  BARRAS. 

TOTALES. 

1809 

$      1.717,873 

$    200,151 

$    1.984,024 

1870 

1.047,008 

207,053 

1.854,001 

1871 

1.032,802 

253,098 

1.885,960 

1872 

1.777,349 

289,810 

2.007,159 

1873 

1.809,555 

330,790 

2.140,351 

1874 

1.172,342 

197,092 

1.370,034 

1875 

1.927,300 

312,090 

2.239,450 

1870 

1.225,100 

170,321 

1.395,421 

1877 

2.129,474 

305,108 

2.434,042 

1878 

2.098,909 

307,400 

.    2.400,309 

1879 

1.785,029 

339,310 

2.124,939 

1880 

2.029,515 

505,745 

2.535,200 

1881 

2.052,902 

537,110 

2.590,012 

1882 

2.221,808 

007,022 

2.828,890 

1883 

2.107,080 

590,200 

2.097,280 

1884 

1.981,342 

330,400 

2.317,808 

$  29.310,774 

5.555^438 

34.872,212 

Antes  de  entrar  en  algunas  apreciaciones  sobre  la  deficiencia  de 
los  datos  contenidos  en  el  cuadro  general,  presentaremos  cuadros  par- 
ciales de  los  valores  en  metales  preciosos  exportados  por  las  Aduanas 
de  Tumaco,  Buena-ventura  y  Cartagena. 


*  Bajo  la  denominación  de  oro  en  barras  comprendemos  las  pequeñas  can- 
tidades de  oro  exportado  en  polvo  y  en  alhajas.- La  moneda  sellada  de  oro  y 
plata  no  la  hemos  tenido  en  cuenta,  pues  es  dato  que  no  importa  á  nuestro 
propósito. 


—  295  — 

Aduana  de  Tu  maco. 
De  1S71  á  1885,  en  quince  años,  consta  (|iie  so  lia  exportado  por 
esta  Aduana  oro  en  polvo  Cuyo  valor  duclarado   fue  de  $  405,220,  (jue 
se  rei)arte  así : 

1871  á  1872. $  202,909 

1872  á  1873 110,421 

1873  cá  1874 1,250 

1874  á  1875 40,937 

1875  á  1876 34,925 

1876  á  1877 2,200 

1877  á  1878 

1878  á  1879 12,578 

Suma $     405,220 

De  1879  á  1885  no  figura  cantidad  ninguna  de  oro  en  polvo  ex- 
portado. 

Aduana  de  Buena^ventura.  ' 


AÑOS. 

ORO    EN    PüI.VO. 

ORO    Y    PLATINO. 

ORO  EN  por,vo, 

ORO  Y  PLATA 
SKLLAUOS. 

1871  á  1872 

1872  á  1873 

1873  á  1874 

1874  á  1875 

1875  á  1876 

1876  á  1877 

1877  á  1878 

1878  á  1879 

1879  á  1880 

1880  á  1881 

1881  á  1882 

1882  á  1883 

1883  á  1884 

$         2,834 
9,794 
14,425 
18,682 
27,469 
5,470 
35,050 
14,256 
19,312 
18,695 

36,168 
23,663 

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3,184 

6,816 
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$     225,818           $     14,430 

7,776 

—  29Ü  — 

Aduana  de  Cartagena. 

Por  esta  Aduana  no  hubo  exportación  do  oro  en  polvo  en  los  años 
1871  á  1874,  y  1875  á  1878 ;  en  los  demás  años  se  exportaron  los  valo- 
res siguientes :  -  • 

1874  á  1875 $         3,450 

1878  á  1879 10,925 

1879  á  1880 75,946 

1880  á  1881 93,331 

1881  á  1882 94,628 

1882  á  1883 57,669 

1883  á  1884 53,453 

1884  á  1885 51,695 


$     441,097 

El  valor  total  del  oro  exportado  por  estas  tres  Aduanas  sólo  alcanza 
en  catorce  años  á  $  1.080,000.  Pues  bien,  esa  suma  representaría  el 
producto  de  las  minas  del  Cauca  (Chocó,  Barbacoas,  Quilichao,  etc.)  en 
ese  lapso  de  tiempo,  lo  que  es  absurdo ;  las  minas  del  Chocó  y  aun  las 
de  Barbacoas  dan  un  producto  anual  superior  á  ^  77,000,  que  es  el 
término  proporcional  que  resulta  de  dichos  cuadros. 

El  cuadro  general  es,  por  lo  tanto,  muy  incompleto,  pues  además 
de  la  confusión  y  mezcla  de  unos  metales  con  otros  y  de  la  insuficien- 
cia de  los  datos  suministrados  por  las  Aduanas,  faltan  en  él  noticias 
que  no  podía  dar.  Téngase  en  cuenta  que  gran  parte  del  oro  del  Chocó 
sale  por  el  Atrato,  donde  no  hay  aduana,  para  el  Istmo  ó  las  Antillas; 
que  mucha  parte  del  de  Barbacoas  sigue  para  el  Ecuador,  sin  pasar 
por  ninguna  aduana.  Que  del  que  produce  el  Departamento  de  Pana- 
má tampoco  queda  constancia  oficial.  Finalmente,  más  de  la  mitad  de 
la  plata  que  se  extrae  de  las  minas  de  Supía  y  Marmato  se  amoneda  en 
Medellín,  y  así  no  viene  á  figurar  en  el  cuadro  como  plata  en  barras. 

Luego  hemos  tenido  razonen  no  dar  sino  una  importancia  muy 
relativa  á  los  datos  oficiales  sobre  exportación  de  metales  preciosos,  al 
fijar  el  monto  de  la  producción  nacional. 

Por  lo  que  hace  á  Antioquia,  sí  pueden  servir  de  base  segura  para 
estimar  su  producción  los  datos  oficiales  ;  sólo  que  es  algo  inferior  á 
las  cifras  del  cuadro,  pues  es  preciso  tener  en  cuenta  lo  siguiente :  por 
la  Administración  de  Hacienda  de  Medellín  se  remiten  al  exterior  el 
oro  de  Supía  y  Marmato,  la  parte  de  la  plata  en  barras  de  estas  locali- 
dades que  no  se  amoneda,  y  además  algún  oro  del  Chocó.  Pero  tam- 
bién se  extraen  del  Departamento  ])or  particulares  cantidades  de  oro 
en  polvo  de  no  poco  valor,  que  de  la  Provincia  del  Norte  llevan  á  la 
Costa,  y  algunas  veces  barras  de  oro  que  éstos  llevan  consigo  á  Bogotá 
ó  al  extranjero. 


—  297  — 


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—  298  — 

NOTAS. — 1.*  Estos  datos  son  tomados  de  documentos  oficiales  del  archivo 
de  la  Oficina,  publicados  unos  é  inéditos  otros. — 2.»  No  deben  considerarse  como 
del  todo  completos,  porque  diversas  Aduanas  han  dejado  de  enviar  algunas  de 
sus  relaciones  mensuales  y  aun  anuales;  así  es  que  el  verdadero  total  puede 
estimarse  en  un  10  por  100  más,  aproximadamente,  del  que  aparece  computa- 
do.— 3.»  Las  Aduanas  no  fijan  el  valor  de  cada  artículo,  sino  que  lo  toman  de 
los  manifiestos  que  presentan  los  exportadores,  de  donde  resulta  una  variedad 
inevitable  en  las  apreciaciones  mercantiles. — 4.'  No  están  en  relación  el  peso  y 
el  valor  de  los  cómputos  de  este  resumen,  porque  los  elementos  particulares  que 
han  servido  se  encuentran  llenos  de  muclias  deficiencias,  anuales  unas,  que  se 
notan  en  el  cuadro  respecto  al  peso,  y  mensuales  otras,  tocante  al  peso  y  al 
valor,  que  no  pueden  notarse,  pero  que  han  influido  en  la  formación  de  resú- 
menes que  aparecen  computados  aquí  en  las  casillas  anuales  coma  si  estuvieran 
completos,  irregularidad  que  no  se  ha  podido  evitar  por  la  naturaleza  del  tra- 
bajo.— 5."  Tampoco  ha  sido  posible  separar  en  los  cómputos  que  comprenden 
muchos  artículos,  la  parte  correspondiente  á  cada  uno,  porque  han  venido  los 
datos  en  conjunto,  lo  que  ha  obligado  á  respetar  los  nombres  de  los  distintos 
grupos,  á  pesar  de  la  manifiesta  heterogeneidad. — 6.*  También  se  han  respeta- 
do denominaciones  genéricas  que  merecen  alguna  aclaración.  El  artículo  lla- 
mado aquí  MineroJ,  se  refiere  casi  exclusivamente  á  las  menas  argentíferas, 
que  son  las  que  más  se  exportan,  por  ser  insignificantes  las  que  se  remiten  de 
otras  clases  ;  y  el  llamado  Metales,  comprende  casi  únicamente  en  conjunto 
el  oro,  la  plata  y  la  platina  en  estado  natural,  que  se  exportan  algunas  veces 
bajo  aquella  denominación.  7.» — En  el  artículo  Oro  y  plata  amonedados, 
están  comprendidas  muchas  monedas  extranjeras  de  buena  ley,  que  han  servi- 
do para  la  exportación,  unidas  á  las  nacionales,  deslinde  que  no  se  ha  podido 
verificar. — 8.*  También  se  han  Jiecho  exportaciones  de  azogue,  bronce,  estaño, 
hierro,  joyas  de  oro  y  de  plata  y  otros  artículos ;  pero  en  proporciones  tan 
reducidas  que  no  han  merecido  ser  computadas  en  el  cuadro. — 9.»  Estos  datos 
sólo  comprenden  un  lapso  de  15  años,  porque  los  documentos  de  que  ha  podido 
disponerse  datan  apenas  desde  1869,  y  los  correspondientes  al  servicio  de  1884 
á  1885  son  tan  incompletos,  á  consecuencia  de  la  última  guerra,  que  su  cómpu- 
to en  vez  de  útil  podría  ser  quizás  perjudicial,  por  las  razones  indicadas  en  las 
notas  2.*  y  4.*,  que  tratan  de  las  deficiencias. — 10.'  De  algunas  de  las  irregula- 
ridades anotadas  no  son  responsables  las  Aduanas,  sino  las  disposiciones  vigen- 
tes que  las  permiten  como  libertades  concedidas  al  comercio.  La  reorgani- 
zación administrativa  que  empieza  á  efectuarse  mejorará  pronto  el  Eamo  de 
Estadística,  sin  perjuicio  de  la  libertad  mercantil,  para  utilidad  del  servicio 
público  en  general  y  de  los  intereses  privados,  nacionales  y  extranjeros. 

Bogotá,  Abril  de  1886. 

El  Jefe  de  la  Sec<;ión  de  Estadística,  Antonio  María  de  Arrázola. 


K. — EN  EL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA  NO  SE  ACOSTUMBRÓ 
ASIGNAR  MINAS  AL  REY  DE  ESPAÑA. 

En  atención  á  contenerse  en  la  ley  segunda  del  libro  octavo,  título 
once  de  la  Recopilación  de  Indias,  la  comisión  y  poder  de  Su  Majestad 


—  299  — 

á  los  Presidentes  pretoriales,  (|ue  si  hallaren  utilidad  y  conveniencia, 
que  se  arrienden  ú  vendan  las  minas  pertíniecientes  á  Su  ^lajestad, 
cuya  medida  y  aplicación  está  señalada  por  las  Ordenanzas  de  minas 
del  Virrey  1).  Francisco  de  Toledo,  que  están  en  el  libro  segundo  del 
Gazofilacio,  parte  sejirunda,  capítulo  primero,  al  número  diez  y  ocho,  y 
no  haberse  oído  en  este  Tribunal  en  cuentas  de  Nóvita  y  Zitará,  y 
demás  partes  de  dichas  Provincias  del  Chocó,  Barbacoas  y  demás  tie- 
rras de  oro,  que  se  haya  dado  cuenta  á  este  Tribunal  de  la  parte  y  divi- 
sión que  en  ellas  toca  á  Su  Majestad,  los  Contadores  ordenadores 
informen  con  reconocimiento  de  las  cuentas  de  dichas  Provincias  y 
minerales,  si  se  ha  aplicado  la  parte  perteneciente  á  Su  Majestad,  y  si 
de  su  cuenta  se  ha  hecho  alguna  venta. 

Proveyóse  por  los  señores  Contadores  del  Tribunal  y  Audiencia 
Keal  de  Cuentas  de  las  de  este  lieino  en  Santafé,  á  ocho  de  Agosto 
de  mil  setecientos  treinta  y  ocho. 

Garzón. 

Señores  del  Tribunal  de  Cuentas  ; 

En  vista  de  lo  prevenido  por  Vuestras  Señorías  en  el  auto  antece- 
dente, hemos  reconocido  todas  las  cuentas  de  las  cajas  que  producen 
oro,  y  en  ninguna  de  ellas  se  encuentra  partida  alguna  de  las  minas 
que  tocan  á  Su  Majestad  en  virtud  de  la  ley  que  se  cita  en  el  precitado 
auto,  sobre  que  Vuestras  Señorías  darán  las  providencias  que  tuvieren 
por  convenientes  al  real  servicio.  Tribunal  de  Cuentas  de  Santafé,  y 
Octubre  l'.i  de  1738  años. 

D.  Felipe  Antonio  López  y  Campaña. — D.  José  de  Mendoza. 

Señor  .- 

Por  el  testimonio  adjunto  ponemos  ])resente  á  Vuestra  Majestad  la 
dificultad  que  se  nos  ofrece  en  razón  de  las  minas  de  oro  de  este  Reino, 
y  el  distrito  de  este  Tribunal  en  que  se  reconoce  no  haberse  señalado  á 
Vuestra  Majestad  parte  alguna  de  ellas,  para  ([ue  en  su  vista  se  sirva 
de  dar  las  providencias  convenientes. — Guarde  Dios  la  C.  Keal  P.  de 
Vuestra  Majestad  como  la  Cristiandad  ha  menester.  Tribunal  de  Cuen- 
tas de  Santafé,  y  Abril  13  de  1739  años. 

1).  Sebastián  de  Castañeda  y  Armendáriz. — 1).  Antonio  José  de 
Ricaurte. — 7>.  Ignacio  José  de  Arce  y  Zabala. 

E.rcelentisiins  señor  : 

Remito  á  Vuecencia,  de  acuerdo  del  Consejo,  la  copia  adjunta  de 
carta  escrita  por  el  Tribunal  de  Cuentas  de  la  ciudad  de  Santafé, 
para  que  en  su  vista  tome  Vuecencia  sobre  el  asunto  de  que  trata  la 
providencia  que  tuviere  por  conveniente  ;  en  inteligencia  de  haberse 


—  300  — 

avisado  á  dicho  Tribunal,  por  carta  de  la  fecha  de  ésta,  y  ordenándole 
que  sobre  estas  y  otras  iguales  instancias,  ocurra  á  Vuecencia  á  hacer- 
las por  ser  más  breve  el  recurso  para  su  determinación.  Y  de  su  recibo 
me  avisará  Vuecencia,  con  muchas  ordenes  de  su  agrado  y  mayor  sa- 
tisfacción. 

Dios  guarde  á  Vuecencia  muchos  años   como  deseo,   Madrid,  á  IG 
de  Julio  de  1744. 

Excelentísimo  Señor. 

D.  2{iguel  de  Villanuecia. 
Señor  Virrey  de  Santa-Fe. 


L. — INFORME  DE  D.  JOSÉ   CELESTINO    3IUTIS    SOBRE    LAS    MINAS 

DE   MARIQUITA. 

Excelentísimo  Señor. 

Señor  : — Las  celebradas  minas  de  esta  ciudad  de  Mariquita,  descu- 
biertas en  la  cordillera  occidental  que  atraviesa  de  norte  á  sur  los 
dilatados  valles  por  donde  corre  el  río  grande  de  la  Magdalena,  dieron 
ocupación  á  muchos  trabajadores  en  todo  el  siglo  pasado.  Sus  princi- 
pales reales  se  fundaron  en  §anta-Ana  y  Lajas,  aunque  también  hubo 
asientos  en  Frías  r  Bocaneme.  Todas  se  trabajaron  con  aprovecha- 
miento de  los  interesados,  y  no  hubieran  cesado  sus  labores  á  no  haber 
sobrevenido  la  absoluta  prohibición  dé  las  mitas  á  principios  del  pre- 
sente siglo,  sin  haberse  antes  meditado  el  golpe  mortal  que  con  esta 
providencia  sufrió  todo  el  Keino.  Esta  es  la  verdadera  causa  de  haberse 
extinguido  hasta  la  memoria  de  las  minas  de  plata  en  estos  Reales  y 
los  de  Pamplona,  deducida  de  irrefragables  documentos.  A  un  mismo 
tiempo  cesaron  todas,  y  todas  se  desampararon  á  consecuencia  de 
aquella  prohibición.  La  historia  de  esta  providencia  no  hace  al  caso 
presente  ;  porque  si  subsistiera  la  necesidad  de  trabajar  las  minas  con 
mitas  de  indios,  la  haría  Vuestra  Excelencia  derogar  con  el  ejemplo 
de  lo  que  desde  ki  Conquista  hasta  el  presente  se  practica  general- 
mente en  el  Perú  y  en  la  Nueva  España.  Basta  sólo  haberla  insinua- 
do para  que  se  descubra  el  origen  de  una  repentina  interrupción  á  un 
mismo  tiempo  en  todas  las  que  se  trabajaban  en  tan  apartadas  provin- 
cias ;  y  no  se  atribuya  por  ignorancia  de  causa,  como  lo  hace  el  vulgo,  ó 
al  haberse  acabado  las  vetas,  ó  á  no  sufragar  los  costos.  Uno  y  otro 
rumor  quedan  desvanecidos  con  la  existencia  de  casi  todas  las  mismas 
minas,  y  los  posteriores  ensayes  de  muchas  practicados  en  mi  presencia, 
y  que  manifiestan  su  riqueza.  l*ero  la  prueba  más  completa  y  decisiva 
es  la  de  mil  y  quinientas  onzas  de  plata,  ((ue  sacan  anualmente  con 
indecible  trabajo  algunas  pocas  familias  del  líeal  de  Lajas,   empleadas 


—  :\{)\  — 

vn  este  destino  y  cebiidas  en  estai)enosa  ocupación  que  lieredaron  «le  sus 
iiiavores;  rebuscando  y  perpenando  (escoLjiendo)  los  terreros  antiguos  ; 
|)ues  es  un  lieclio  constante  (jue  desde  princij)ios  de  este  siglo  no  se  ha 
seguido  cou  la  debida  constancia  el  laboreo  de  alguna  veta. 

De  esto  se  deduce  (jue  todas  las  minas  trabajadas  están  tapadas,  y 
tanto  (jue  ajjcnas  liay  jtersona  viva  en  aíjuellos  reales  (jue  pueda  dar 
razón  cabal  de  sus  entradas  ni  de  las  frentes  en  que  quedaron  las  vetas 
al  tiempo  de  su  abandono.  Muchos  piensan  que  lo  mejor  sería  buscar- 
las de  nuevo  sin  el  trabajo  de  consumir  tiempo  y  dinero  en  franquear 
sus  labores.  La  más  afamada,  según  la  constante  tradición,  es  la  lla- 
mada Manta;  pero  sin  duda  fue  ésta  la  más  trabajada,  como  lo  ates- 
tiguan sus  lumbreras,  los  copiosos  desmontes  y  terreros  que  han  en- 
tretenido por  más  de  sesenta  años  á  las  familias  referidas,  y  por  lo 
mismo  estarán  más  imposibilitados  sus  seguidos  socavones.  De  la  lla- 
mada del  Santo-Cristo,  que  dicen  pertenece  á  los  herederos  de  D. 
Miguel  Moreno,  se  sacaron,  en  compañía  de  dos  europeos,  algunos 
quintales  de  metal  más  liá  de  treinta  años,  de  que  oí  ponderar  su  ri- 
queza á  los  mismos  que  la  emprendieron,  Ciaite  y  Yabarrena,  y  la 
abandonaron  por  disgustos  particulares. 

En  esta  inteligencia  podrá  quedar  por  algún  tiempo  ociosa  la  ocu- 
pación de  los  comisionados  que  remite  Su  Majestad  si  Vuestra  Exce- 
lencia, con  su  acostumbrada  penetración,  no  discurre  los  arbitrios  y  da 
las  órdenes  conducentes,  para  que  á  la  llegada  de  estos  sujetos  tengan 
ya  la  cantidad  de  piedras  metálicas  que  deban  ensayar  en  grande ; 
bien  que  los  primeros  meses  deberán  emplearlos  en  los  ensayes  por 
menor,  en  el  reconocimiento  de  todos  los  reales,  para  elegir  con  orden 
de  Vuestra  Excelencia  la  mina  y  el  real  de  las  precisas  oficinas. 

Anticipo  á  Vuestra  Excelencia  esta  abreviada  relación  del  actual 
estado  de  estas  minas,  para  que  enterado  de  su  contenido  se  sirva  dis- 
poner lo  que  halle  más  conveniente. 

Nuestro  Señor  guarde  la  importante  vida  de  Vuestra  Excelencia 
por  muchos  años. 

Mariíjuita,  25  de  Mayo  de  1784. 

Excelentísimo  Señor. 

José  Celesiino  Mniia. 


M.— EXTRACTOS    DE  LAS  CARTAS    DE   D.  JUAN  JOSÉ   D'ELHÚYAR 
Á  LOS  VIRREYES. 

Mariquita,  1.°  de  Abril  de  1785.— Xo  di  parte  á  Vuestra  Excelen- 
cia el  correo  pasado  de  los  progresos  que  había  hecho  en  mi   comisión. 


—  3()L*  — 

por  hallarme  ocupado  en  la  correría  ([ue  hice  antes  de  Pascuas,  regis- 
trando las  minas  que  se  habían  descubierto  en  los  Keales  de  Lajas  y 
Santa-Ana. 

He  debido  á  la  actividad  y  celo  del  Alcalde  pedáneo  de  dichos 
Keales  el  descubrimiento  de  más  de  cuarenta  y  cinco  bocas  de  minas. 
La  mayor  parte  de  éstas  á  la  verdad  no  son  más  que  excavaciones  que 
hicieron  los  antiguos  con  el  fin  de  dar  con  alguna  veta. 

Los  que  trabajaron  formalmente,  como  lo  demuestran  los  terreros 
que  se  hallan  próximos  á  ellas,  no  permiten  la  entrada,  por  hallarse 
parte  de  los  socavones  derruidos  y  otros  anegados  de  agua.  Sólo  pude 
entrar  en  un  socavón  de  la  mina  de  Todos-Santos,  en  el  real  de 
Santa-Ana,  á  unas  cien  varas  dentro  de  la  montaña :  á  las  treinta 
varas  di  con  la  veta  que  trabajaron  los  antiguos.  Esta  veta  tiene  unos 
45°  de  inclinación,  y  en  los  pilares  que  sostienen  el  techo  de  la  mina  re- 
conocí que  era  de  media  vara  de  grueso.  La  matriz  era  de  cuarzo  y  el 
mineral  de  plata  se  hallaba  esparcido  en  ella  ;  en  los  puntos  donde  piqué 
la  veta  no  la  hallé  muy  abundante;  pero  reconocí  que  tenía  el  mineral 
más  cuajado  en  unas  partes  que  en  otras.  Las  vetas  del  Santo-Cristo 
y  Santa-Lucía,  en  el  real  de  Lajas,  se  ven  en  la  superficie  de  la 
tiei*ra,  pero  no  llevan  si  no  es  tal  cual  chispilla.  La  del  Licenciado, 
que  está  inmediata  á  la  del  Cristo,  está  más  descubierta  y  lleva  más 
metal  que  las  dos  precedentes,  pero  el  mineral  lavado  no  da  más  de 
cuatro  onzas  de  plata  por  quintal. 

Que  las  vetas  de  estos  reales  son  ricas  lo  demuestran  los  terreros  ó 
desechos  de  los  antiguos.  Mucha  gente  de  la  que'  vive  en  ellos  se 
mantiene  recogiendo  el  mineral  de  los  terreros  y  beneficiándolo  por 
amalgamación.  El  más  pobre  del  que  benefician  me  ha  dado  al  ensaye 
tres  marcos  de  plata  por  quintal,  y  también  he  hallado  mineral  que 
me  ha  dado  ocho  y  diez  marcos. 

Las  minas  de  más  fama  en  el  Keal  de  Lajas  son :  Santa-Lucía, 
San- Juan,  el  Cristo  y  el  Hacha ;  en  el  Real  de  Santa-Ana,  la 
Manta,  Todos-Santos,  Santa-Ana  y  Santa-Bárbara.  En  todas  ellas 
los  terreros  tienen  bastante  mineral,  excepto  en  San-Juan,  cuyos 
terreros  benefició  un  particular  á  mediados  de  este  siglo. 

Lo  poco  trabajado  de  estas  minas  por  falta  de  ciencia,  la  riqueza 
de  sus  terreros  y  la  facilidad  de  la  conducción  de  las  aguas  para  las 
máquinas  é  ingenios  convidan  á  explotarlas. 

Mariquita,  2  de  Mayo  de  1785. — Ya  he  penetrado  por  el  desagüe 
del  Cristo  y  por  unos  de  los  socavones  de  San-Juan  hasta  los  tra- 
bajos de  los  antiguos,  en  donde  he  hallado  bastantes  descombros  que 
contienen  mineral  que  ellos  no  beneficiaron,  como  sucedió  en  todas  las 
minas  que  trabajaron,  y  aun  aquellos  que  les  precisaba  sacar  fuera  los 


—  303  — 

ecliaban  en  los  terreros,  debiendo  su  riqueza  á  estas  tierras  ó  descom- 
bros. En  la  mina  del  Cristo  he  hallado  una  veta  de  más  de  media 
vara  de  ancho,  que  lleva  bastante  metal.  Los  antiguos  intentaron  tra- 
bajarla á  i)i(iue  más  abajo  del  socavón  de  desagüe,  á  cuyo  fin  liicierou 
dos  pozos  de  unos  tres  estados  de  profundidad,  pero  parece  que  la  du- 
reza de  la  veta  y  la  incomodidad  y  costo  de  la  extracción  del  agua 
debió  hacerles  abandonar  su  intento. 

Keal  de  Santa-Ana,  2  de  Diciembre  de  178a. — En  la  mina  de 
San-Juan  se  ha  hallado  el  pozo  de  los  Guayacanes  (nombre  que  le 
dieron  por  estar  ademado  con  esta  especie  de  madera)  y  se  está 
desaguando ;  la  fama  que  tiene  este  pozo  es  grande,  y  muchos  han 
intentado  antes  de  ahora  su  descubrimiento  j  antes  de  mucho  nos  satis- 
faremos si  es  ó  no  justa  esta  fama. 

líeal  de  Santa-Ana,  17  de  Enero  de  178G. — Habiéndose  hallado 
las  testeras  ó  últimos  trabajos  de  la  mina  Manta  con  la  veta  sana 
y  buen  metal,  he  dispuesto  poner  por  ahora  la  mayor  parte  del  trabajo 
en  esta  mina.  Concurre  la  circunstancia  de  no  hallarse  trabajada  la 
veta  debajo  del  agua  y  las  testeras  pueden  explotarse  bastante  tiempo 
sin  incomodidad  de  las  aguas,  pues  se  hallan  más  altas  que  el  nivel  de 
dicho  desagüe.  Continuando  con  esta  labor  damos  cuelga  á  los  pozos 
de  Santo-Tomás,  muy  famosos  por  la  gran  cantidad  de  plata  que  se  ha 
sacado  de  ellos. 

En  la  níina  de  San-Juan  se  desaguó  el  pozo  de  los  Guayacanes ; 
tiene  unas  diez  varas  de  profundidad,  y  la  veta  contiene  un  mineral 
muy  rico  aunque  no  muy  abundante.  Hubiera  dispuesto  trabajar  esta 
veta,  pero  como  las  aguas  incomodan  mucho,  lo  he  dejado  por  ahora, 
con  ánimo  de  continuar  el  desagüe  principal  que  está  más  abajo,  y  lle- 
gando con  el  dicho  pozo  podrá  desaguarse  y  disponer  los  trabajos  con 
mayor  economía. 

Real  de  Santa-Ana,  Agosto  17  de  1787. — Tengo  sacado  geomé- 
tricamente el  plano  de  la  mina  Manta,  y  tiene  de  largo  desde  la  boca 
del  desagüe  hasta  la  última  testera  en  línea  recta  500  varas,  siendo 
casi  duplicado  el  camino  más  corto  que  hay  de  un  punto  á  otro  por  las 
revueltas,  subidas  y  bajadas  que  tienen  los  socavones,  cuya  circuns- 
tancia hace  difícil  la  extracción  de  los  metales.  Tengo  proyectados  los 
socavones  nuevos  (|ue  deben  abrirse  para  la  comunicación  más  cómoda 
y  fácil,  pero  he  diferido  su  ejecución  hasta  que  se  concluyan  otros 
trabajos  más  interesantes. 

Las  minas  de  San-Juan  y  el  Cristo  se  hallan  habilitadas,  pero 
hasta  el  presente  ha  sido  jioco  el  mineral  que  se  ha  sacado  de  ellas;  no 
son  vetas  tan  gruesas  y  metalíferas  como  las  de  la  Manta,  pero  la 
pinta  es  muy  rica,   hallándose  frecuentemente  en  la  última  el  cuarzo 


—  304  — 

que  sirve  de  matriz  al  mineral  con  chapitas  de  plata  virgen.  La  natu- 
raleza de  estas  vetas  es  de  aquellas  que  traen  acongojado  al  minero, 
hasta  (jue  de  un  día  para  otro  la  Providencia  le  depara  un  rico  tope 
que  le  resarce  con  prodigalidad  los  atrasos  y  pérdidas  que  había 
padecido. 

La  mina  de  Santa-Ana  no  se  ha  acabado  de  habilitar  por  hallarse 
muy  maltratada  en  el  corto  trecho  que  hay  hasta  llegar  al  cerro  firme, 
en  donde  conceptúo  se  hallen  los  socavones  bien  conservados,  por  no 
haber  estado  expuestos  á  las  bombadas  do  agua  con  que  pretendieron 
hace  cuarenta  años  habilitarla. 

Keal  de  Santa-Ana,  Octubre  _}  de  1788. — En  la  mina  Manta  se 
dio  con  los  pozos  de  Santo-Tomás  á  las  setenta  y  cinco  varas  de  soca- 
vón tirado  sobre  el  encubierto  de  la  veta,  desaguándose  por  este  medio 
dichos  pozos,  que  estaban  llenos  de  agua;  pero  no  enteramente  por 
quedar  el  socavón  más  «alto  que  el  piso  de  los  pozos.  Se  conoce  que 
trabajaron  bastante  en  ellos.  No  los  he  podido  examinar  bien  por  no 
estar  todavía  concluida  su  limpia.  La  habilitación  del  socavón  de  des- 
agüe de  la  propia  mina  cuesta  mucho  trabajo  por  los  grandes  derrum- 
bes que  hemos  hallado  luego  que  llegamos  á  los  trabajos  antiguos  de 
la  veta,  la  que  arrancaron,  y  cuidaron  poco  de  la  seguridad  de  la  mina: 
hay  vara  de  distancia  que  ha  costado  dos  meses  de  trabajo  con  los  doce 
peones  cada  día. 

En  la  veta  de  la  mina  del  Cristo  se  llevan  cuatro  cortes :  da 
algún  mineral ;  la  ley  y  pinta  de  éste  son  muy  buenas,  pero  no  quiere 
cuajar  y  engrosar  la  veta. 

En  la  mina  de  Santa-Ana  se  continúa  día  y  noche  en  tirar  el  soca- 
vón nuevo  de  desagüe  para  habilitar  la  veta.  En  un  año  se  han  hecho 
ochenta  varas  de  socavón  en  tierra  firme  ;  tiene  éste  tres  varas  de  alto 
y  cinco  cuartas  de  ancho.  Faltarán  treinta  varas  hasta  cruzar  la  veta, 
que  promete  mucho  por  las  nmestras  que  ¡la  dado  encima  de  este 
punto.  Además  de  este  trabajo  se  sigue  otro  en  la  parte  superior  de  la 
veta  en  busca  de  un  pozo  que  está  lleno  de  agua  en  im  socavón  más 
alto  que  el  que  se  está  haciendo,  con  el  fin  de  desaguarlo. 

Desde  que  se  principiaron  las  labores  hasta  el  mes  de  Junio  de  este 
año  se  han  sacado  de  la  mina  Manta  .5,714  quintales  y  55  libras  de 
mineral  en  bruto ;  185  quintales  y  87  libras  déla  de  Santa-Ana,  y 
IIG  quintales  17  libras  de  la  del  Cristo, 

Real  de  Santa- Ana,  20  de  Julio  de  1700. — En  la  mina  de  Santa- 
Ana  se  ha  comunicado  el  socavón  nuevo  de  desagüe,  que  tiene  140 
varas,  con  la  lumbrera  ó  pozo  que  se  ha  ahondado  desde  la  superficie  de 
la  tierra,  para  fticilitar  la  ventilación  y  extraer  el  mineral  y  descom- 
bros de  sus  labores.  Tiene  dicho  pozo  veinticinco  varas  de  profundidad 


—  ;;(».")  — 


ti  iiiincral  i\\nt  oonticncu  las  vetas  ijiu'  se  lian  habilitado  por  iiu-ilio 
(lol  socavón  y  <1('I  pozo  corresponde  bien  á  las  esperanzas  (puí  se  lialn'an 
formado  de  esta  mina. 


X. — EL    MÉTOUO  DE  AMALíiAMACIÓX  DEL  liARÓN    DE    líORN, 
DESCKITO  ron  D.  JUAN  JOSÉ  D'ELIIÚYAIí. 

Keal  de  Santa-Ana,  Septiembre  17  de  1788. 

Excelentísimo  Seiior : 

Annque  pnde  haber  participado  á  Vuestra  Excelencia  ahora  un 
mes  el  feliz  éxito  de  las  experiencias  hechas  con  estos  minerales  por 
el  nuevo  método  de  amalgamación  del  Barón  de  Born,  lo  he  suspendido 
liasta  la  presente  ])ara  enterarme  mtjor  de  sus  ventajas,  en  los  repetidos 
ensayos  que  he  hecho  en  este  tiempo.  De  todos  los  medios  que  he  ten- 
tado, el  más  ñícil,  el  más  pronto  y  el  que  da  toda  la  ley  es  el  siguiente. 

Se  calcina  el  mineral  en  piedra  para  (luitarle  la  gran  cantidad  de 
azufre  ([ue  tiene  ;  se  muele  y  cierne  el  mineral  muy  fino ;  se  mezcla 
después  con  ocho  ó  diez  por  ciento  de  sal,  y  cuatro  ó  seis  y  hasta  ocho 
por  ciento  dé  cal,  según  su  calidad.  Se  extiende  luego  en  un  horno  de 
reverbero,  se  le  da  al  principio  poco  fuego  y  se  le  va  aumentando  ])ro- 
gresivainente  hasta  que  da  punto  la  calcinación.  Esta  operación  dura 
tres  ó  cuatro  horas.  Se  cierne  de  nuevo  el  mineral  calcinado  y  se  mue- 
len las  pelotillas  que  quedan. 

Estando  en  esta  disposición  se  echa  en  un  tonel,  y  se  le  incorporan 
á  cada  quintal  dos  libras  de  sal,  dos  ó  tres  de  rindas  de  fierro,  treinta 
libras  de  azogue  y  el  agua  necesaria  para  que  se  haga  una  masa  de 
barro  no  muy  lí(]uido  ;  se  está  volteando  el  tonel  hasta  que  por  las  re- 
petidas pruebas  que  se  sacan  y  ensayan  se  conoce  haber  cogido  el  azo- 
gue toda  la  plata,  lo  que  sucede  regularmente  á  las  dos  ó  tres  horas  de 
movimiento.  Líus  operacñones  de  lavar  el  mineral,  de  exprimir  el  azo- 
gue y  de  desazogar  la  pella  para  sacar  la  jilata  en  pina  se  jiractican  del 
mismo  modo  que  se  usa  por  acá. 

Procediendo  de  esta  manera  le  he  sacado  al  mineral  toda  su  ley  y 
aun  con  algún  aumento  respectivamente  al  ensaye  por  medio  del  fuego 
(jue  se  hacía  d(d  mismo  mineral  en  cada  operación.  J^a  máíiuina  i)ara 
la  amalgamación  en  pequeño  tiene  dos  toneles  y  en  cada  uno  de  ellos 
se  echa  medio  (juiíital  de  mineral  y  proporcionalmente  las  demás  mate- 
rias. La  jdata  de  i»iña  (jue  se  saca  es  muy  blanca  y  pasa  su  ley  de  11 
dineros  y  22  granos.  El  consumo  de  azogue  no  lo  he  podido  determinar 


—  ;5(Mi  — 

ú  punto  fijo  porque  en   uuiís   operaciones  se   lia  gastado  á  razón  de  4- 
onzas  por  marco  de  plata  y  aun  menos,  y  en  otras  8  y  10. 

Las  ventajas  que  ofrece  este  beneficio  sobre  el  de  las  fundiciones  se 
hallan  plenamente  A'eriticadas,  desde  que  en  Europa  han  ])referido 
aquél,  aliandonando  las  fundiciones  en  países  donde  había  llegado  á 
mayor  perfección  esta  especie  de  beneficio.  Las  ventajas  son  mucho 
mayores  si  lo  comparamos  con  el  método  de  amalgamación  que  se  usa 
en  el  día  en  las  dos  Américas.  El  mejor  beneficiador  de  estos  países 
siempre  deja  en  los  relaves  y  lamas  la  cuarta  parte  de  la  i)lata  que  con- 
tiene el  mineral,  y  algunos  la  tercera  parte,  y  aunque  en  los  que  resul- 
tan muy  ricos  vuelven  á  beneficiar  los  relaves,  es  preciso  hacer  nuevos 
costos,  y  siempre  quedan  éstos  con  la  tercera  parte  de  la  j)lata  que 
contenían  antes  del  segundo  beneficio,  sin  contar  la  plata  de  las  lamas, 
que  se  pierden.  El  consumo  de  azogue  se  ha  regulado  en  todos  tiempos 
en  una  libra  por  cada  marco  de  plata  ;  en  el  nuevo  método  se  puede 
asegurar  que  no  se  gastará  la  cuarta  parte.  En  fin,  por  medio  de  este 
beneficio  se  extrae  la  plata  en  tres  ó  cuatro  horas  ;  por  el  otro  son  pre- 
cisos por  lo  menos  diez  días,  y  algunos  minerales  necesitan  un  mes  y 
mes  y  medio,  gastándose  mucho  dinero  en  jornales  para  los  continuados 
repasos. 


O. — PLAN  PARA.  EL  ESTABLECIMIENTO  DEL  CUERPO  DE  MINERÍA 

EN  ESTE  NUEVO  REINO  DE   GRANADA,   Á  IMITACIÓN  DEL  QUE   SE 

HALLA  ESTABLKCIDO  EN  NUEVA  ESPAÑA,  FORMADO  POR  D.  JUAN 

JOSÉ   D'ELHÚYAR,   DIRECTOR  DE  LAS  REALES  MINAS. 

El  deseo  de  trabajar  las  minas  ha  sido  de  todos  los  siglos  y  de  todas 
las  naciones  civilizadas.  El  anhelo  de  enriquecerse  arrastra  natural- 
mente los  hombres  á  las  fuentes  de  donde  salen  los  preciosos  metales 
que,  por  la  convención  tácita  de  todos  los  pueblos,  sirven  de  medida 
para  determinar  el  valor  de  todas  las  cosas.  Los  caudales  inmensos  que 
muchos  han  hecho  en  las  minas,  sirven  de  estímulo  para  que  otros 
prueben  su  fortuna  prefiriendo  este  giro  á  otros  muchos,  que  aunque  á 
la  verdad  menos  expuestos,  no  presentan  los  ejemplos  de  las  fortunas 
rápidas  adquiridas  por  este  medio. 

Hállanse  no  obstante  muchas  regiones  que,  aunque  muy  abundan- 
tes en  toda  clase  de  metales,  sus  habitantes  no  muestran  propensión  á 
beneficiarlos.  La  causa  de  esta  aparente  indiferencia  proviene  de  que 
ignoran  el  arte  ó  método  de  su  beneficio  y  de  que  el  mal  ejemplo  de 
algunos  que  se  han  perdido  por  ha\)er  inconsideradamente  emprendido 
alguna  labor,  sin  tener  la  instrucción  necesaria  y  los  fondos  suficientes 
para  la  empresa,  retrae  á  los  demás  de  tan  importante  ocupación. 


—  ao7  — 

Es  cierto  tuiubiéii  (lue  no  va  fácil,  v  es  empresa  ardua,  enfaldar  mi- 
nas en  a(|uellos  parajes  donde  se  if^nora  el  método  de  su  labor  y  bene- 
ficio ;  (ruya  dificultad  sería  tanto  más  airravante  si  los  recnrsos  para 
]>roveerse  de  los  pertrechos  y  avíos  indispensaltles  para  la  labor  están 
muy  remotos.  Sólo  de  dos  medios  paede  verificarse  la  plantación  de 
minas  en  estos  jiariíjes  :  el  más  común  y  el  más  eficaz  es  el  liallaziro  de 
una  veta  íibundante  y  rica  <[ue  á  ])oco  costo  y  trabajo,  auníjue  se  des- 
perdicie niuclio  por  la  poca  inteligencia  y  economía  de  los  que  la  ma- 
nejan, enriquezca  no  obstante  en  breve  tiemj)o  á  su  dueño.  A  semejan- 
te feliz  hallazgo  deben  su  existencia  los  ¡loderosos  reales  de  minas  de 
los  reinos  de  Nueva-España  y  Lima  y  casi  todos  los  que  hay  en  Euro- 
pa. La  fanuí  del  tesoro  hallado  no  tarda  en  esparcirse  por  todas  partes, 
y  la  codicia  anima  aun  á  los  más  tímidos  á  tentar  fortuna  por  este  lado. 

Aunque  los  nuevos  descubrimientos  de  vetas  no  correspondan  á  la 
riqueza  de  la  primera,  con  la  bonanza  que  se  experimenta  en  ésta, 
cobran  aliento  los  demás  mineros  para  seguir  sus  labores ;  y  con  la 
constancia  razonable  (que  es  esencial  en  todas  las  empresas  y  especial- 
mente en  las  de  minas)  llegan  á  lograr  más  fruto  y  á  resarcir  los  atrasos 
que  habían  padecido.  Siendo  notorio  que  las  vetas  que  no  muestran 
mayor  riqueza  en  un  paraje,  de  allí  á  cierto  trecho  suelen  mejorarse. 

En  este  intermedio  la  gente  va  adiestrándose  en  la  labor,  por  consi- 
guiente hay  más  economía ;  los  pertrechos  y  demás  avíos  se  consiguen 
más  fácilmente ;  los  costos  del  establecimiento  de  casas,  ingenios,  etc. 
cesan  ;  resultando  de  todo  esto  la  gran  ventaja  de  poderse  trabajar  en 
lo  sucesivo  minerales  más  pobres,  por  ser  los  costos  mucho  menores,  y 
tal  mina  que  hubiera  arruinado  á  su  dueño  si  hubiese  emprendido  la 
labor  antes  de  este  tiempo,  puede  enriquecer  á  otro  que  la  entable  en 
estas  felices  circunstancias.  Muchos  ejemplos  j)udieran  citarse  de  esta 
naturaleza,  pero  baste  para  comprobar  esta  verdad  lo  que  ha  sucedido 
en  las  riquísimas  minas  de  Potosí.  En  los  primeros  años  de  su  descu- 
brimiento daban  cien  marcos  de  ])lata  ])or  quintal  de  mineral,  y  en  la 
actualidad  apenas  dan  muchas  de  ellas  una  onza  por  ([uintal,  y  sin  em- 
bargo de  ser  el  trabajo  más  difícil  ])or  hallarse  la  mayor  parte  de  ellas 
muy  trabajadas  ;  de  haber  desmerecido  la  jdata  mucho  de  su  antiguo 
valor,  por  su  abundancia,  y  por  consiguiente  haber  aumentado  en  la 
misma  proporción  el  valor  de  todas  las  cosas,  no  obstante  no  dejan  de 
dar  competentes  utilidades  á  sus  duefios.  Si  la  casualidad  hubiera  pre- 
sentado á  los  primeaos  descubrimientos  un  mineral  de  esta  naturaleza, 
seguro  está  que  no  hubieran  emprendido  la  labor,  que  sólo  puede  esta- 
blecerse en  los  parajes  en  donde  la  minería  está  en  mucho  auge  y  con 
alguna  esperanza  de  mejora. 

El  otro  medio,  aunque  uiás  difícil  y  más  lento,  no  deja  de  producir 


—  3( -S  — 

el  misino  buen  efecto,  con  tul  de  (lue  se  proporcionen  las  indispensables 
eircnnstancias  que  diremos  más  abajo.  Este  medio  consiste  en  aprontar 
ciertos  fondos  pura  trabajar  algunos  minerales  cuja  ricjueza,  aunque  no 
resarza  inmediatamente  el  caudal  que  se  impende  en  ellos,  no  obstante 
se  calcula  con  alguna  probabilidad  que  á  ])roporción  que  los  trabajado- 
res vayan  adiestrándose  en  la  labor  y  después  de  formado  el  esta- 
blecimiento se  dirija  toda  la  fuerza  á  la  explotación  de  la  veta,  produci- 
rá lo  bastante  para  seguir  los  trabajos  sin  continuar  el  desembolso,  y 
que  reintegrará  sucesivamente  el  fondo  impendido  en  ellos. 

Suele  practicarse  este  medio  en  el  restablecimiento  de  algunos  mi- 
nerales de  que  se  tiene  noticia  que  en  otros  tiempos  daban  mucha 
riqueza,  y  que  por  ciertas  causas  ó  occidentes  fueron  abandonados,  pro- 
metiéndose en  su  restablecimiento  vencer  las  dificultades  que  impidie- 
ron su  continuación  :  ó  porque  ya  no  existen  los  óbices  que  pudieron 
dar  motivo  á  su  desamparo.  Los  adelantamientos  que  ha  logrado  la 
minería  con  la  .aplicación  de  las  ciencias  útiles  de  que  carecían  nues- 
tros antepasados,  nos  ])onen  en  estado  de  vencer  muchos  de  los  obs- 
táculos que  conceptuaban  éstos  por  imposibles ;  pero  de  nada  sirven  los 
proyectos  que  se  forman  sobre  estas  empresas  si  no  hay  sujetos  hábiles 
é  inteligentes  que  las  dirijan,  pues  del  buen  acierto  y  economía  pende 
regularmente  el  buen  éxito  de  ellas. 

Es  notorio  que  en  este  Reino  se  trabajaron  desde  el  principio  de  la 
conquista  minerales  de  plata  muy  ricos  y  abundantes,  y  también  que 
desde  principios  de  este  siglo  se  abandonó  su  labor.  ]S'o  se  sabe  con 
certeza  cuál  fue  la  cansa  ;  pero  por  la  circunstancia  de  haber  sido  casi 
á  un  mismo  tiempo  en  todo  el  Eeino,  se  presume  que  sería  la  providen- 
cia que  se  dio  para  que  no  continuaran  las  mitas  de  los  indios,  bajo  el 
aparente  pretexto  de  que  inorían  muchos  eu  las  minas.  Xo  hay  duda 
de  que  semejante  providencia  pudo  ser  en  aquellas  circunstancias  capaz 
de  la  total  ruina  d<i  las  minas  de  plata  ;  porque  siendo  entonces  corto 
el  número  de  las  otras  castas,  y  nada  ó  poco  ejercitadas  en  la  labor  de 
las  minas,  los  dueños  de  ellas  debieron  de  hallarse  de  la  noche  á  la 
mañana  sin  manos  para  trabajarlas. 

Iso  me  detendré  en  averiguar  si  las  minas  son  tan  mortíferas  como 
debió  ponderarse  para  que  saliese  semejante  providencia,  lo  cierto  es 
que  en  otras  naciones  que  se  precian  de  humanas  y  aun  en  las  otras 
posesiones  de  nuestra  Amé;ica,  no  se  ha  presentado  tal  pretexto  para 
eximir  á  los  hombres  de  esta  ocupación.  El  hecho  de  que  hubiese  gran 
mortandad  de  gente  puede  ser  cierto,  ¿  pero  se  hicieron  las  pesquisas 
necesarias  para  averiguar  si  el  daño  provenía  directamente  de  los  eflu- 
vios que  despiden  las  minas  ó  si  era  más  bien  consecuencia  del  mal 
trato  que  experimentaban  los  indios  por  la  insaciable   codicia  de  los 


dueños  ?  Si  se  liultieni  ineditailo  este  asunto  con  toda  la  atención  que 
pedía  su  importancia,  es  de  ])resuniir  lo  hubieran  achacado  á  esta  últi- 
ma causa  y  no  á  la  i)rimera,  jtor  haberme  enseñado  la  experiencia  en 
l(»s  cuatro  años  (|ue  hace  se  están  trabajando  las  reales  minas  de  Santíi- 
Ana  y  Lajas,  qu»?  lejos  de  ser  mortíferas  son  mucho  más  sanas  que  las 
que  s«!  trabajan  en  Europa  :  lo  ([ue  atribuyo  á  la  uniformidad  del  tem- 
])eramento  tjue  es  propio  de  estos  países  y  (pie  con  tanta  variedad  se 
manifiesta  en  atiuéilos  en  el  discurso  del  año.  Pero  tal  es  la  desidia, 
iirnoraucia  y  desconsiderada  piedad  de  algunos  hombres,  que  no  tienen 
escrúpulo  en  destruir  también  lo  que  tal  vez  otros  entablaron  con  mu- 
chos trabajos  y  dispendios  para  utilidad  del  Estado;  y  esto  por  no  to- 
marse la  pena  de  buscar  medios  oportunos  (¡ue  pudieran  sanar  la 
herida  sin  destruir  el  cuerpo. 

Los  minerales  de  plata  de  la  Montuosa  baja  y  Vetas  de  Pamplona, 
en  el  corregimiento  do  Tunja,  y  los  de  Lajas,  Santa-Ana  y  la  parro- 
quia de  Pocaneme,  en  la  Provincia  de  ]\Lariquita,  fueron  muy  celebra- 
dos en  el  siglo  ]^asado.  Otras  muchas  minas  en  los  gobiernos  dé  íseiva 
y  Popayán  fueron  abandonadas  ó  destruidas  por  la  invasión  de  los 
indios,  entre  ellas  las  riquísimas  de  Ja  antigua  ciudad  de  la  Plata,  las 
de  la  ciudad  de  Almaguer,  las  de  Caramanta,  en  la  Vega  de  Supía,  las 
de  Sagagosa  y  San- Antonio  en  la  jurisdicción  de  Plagué. 

De  algunas  de  éstas  he  tenido  muestras,  que  ensayadas  han  confir- 
mado las  noticias  que  se  conservan  de  su  aritigua  riqueza.  En  la  juris- 
dicción de  Xeiva  se  están  cateando  unas  vetas  vírgenes,  (jue  si  conti- 
núan dando  el  mismo  mineral  que  lian  dado  en  la  superficie  de  la 
tierra  serán  muy  i)oderosas.  En  fin,  por  todas  las  partes  de  este  vasto 
Reino  luvy  minas  de  veta  muy  ricas  ([ue  no  esperan  sino  el  momento 
feliz  del  fomento  de  la  minería  para  derramar  con  ])rodigalidad  los  te- 
soros que  encierran  en  su  seno. 

Xo  digo  nada  de  las  vetas  de  oro,  (jue  jiarece  ser  t-l  metal  con  (jue 
la  naturaleza  (juiso  dotar  especialmente  este  Keino.  El  cerro  de  Buriti- 
cá,  en  la  Provincia  de  Antioquia,  el  de  ^Marmato  y  Quiebralomo,  en 
el  valle  de  Supía,  las  Vetas  de  Pamplona  y  la  Montuosa,  alta  y  baja, 
en  donde  está  la  famosa  mina  de  Pie-de-Gallo,  de  la  que  se  conserva 
la  tradición  que  en  un  día  se  sacaron  una  prodigiosa  cantidad  de  caste- 
llanos de  oro,  son  otras  tantas  pruebas  incontestables  de  su  existencia. 
Pero  las  mismas  causas  que  impiden  el  laboreo  de  las  de  plata  imposi- 
bilitan las  de  este  precioso  metal. 

Aunque  en  el  día  hay  bastante  gente  lil)re  (lue  pudiera  dedicarse  al 
trabajo  de  las  minas  de  veta,  por  los  rápidos  progresos  (|ue  ha  hecho  la 
población  de  este  Reino  en  el  presente  siglo,  sin  necesidad  d(!  recurrir 
á  las  mitas  de   indios  fomo  se  acostumbraba  antiguamente;  no  obs- 


—  310  — 

tante  son  iniiclios  los  obstáculos  quo  tiene  que  vencer  cualquiera  que 
se  determine  á  este  trabajo.  Antes  de  emprender  ninguna  labor  es 
preciso  cerciorarse  de  la  naturaleza  del  mineral,  examinar  su  ley, 
juzgar  por  la  inspección  de  la  veta  y  demás  circunstancias  locales,  si 
ésta  es  constante  ó  es  una  vetilla  de  poco  momento.  Luego  entra  la 
disposición  de  los  trabajos,  de  cuya  buena  ó  mala  determinación  pende 
muchas  veces  la  fortuna  de  su  dueño.  Para  todo  esto  se  requieren  co- 
nocimientos que  no  son  nada  comunes  en  este  lieino. 

Pero  lo  que  más  embaraza  á  un  minero  es  el  beneficio  del  mineral ; 
el  entable  de  molinos,  oficinas  y  demás  aperos  necesarios  para  las  ope- 
raciones cuesta  mucho,  y  si  no  tiene  caudal  suficiente  para  emprender 
estas  obras  no  puede  sacar  ninguno  fruto  de  la  mina,  á- lo  que  se 
agrega  que  si  le  fiíltan  los  conocimientos  necesarios  para  dirigir  las 
operaciones,  ó  no  tiene  alguna  persona  que  lo  entienda,  todos  sus  des- 
velos serán  inútiles  y  caminarán  inevitablemente  á  su  ruina. 

En  vista  d^  todas  estas  dificultades  los  naturales  se  han  dedicado 
más  bien  al  trabajo  de  las  minas  de  oro  corrido  ó  de  cinta,  cuyo  pro- 
ducto bastante  considerable  es  el  alma  de  la  existencia  de  este  Eeino : 
sin  embargo  que  no  se  trabajan,  ni  con  mucho,  con  todo  el  vigor  que 
debieran  ó  de  que  son  susceptibles,  ey  atención  á  la  abundancia  y  ri- 
queza de  ellas.  La  mayor  parte  de  este  precioso  metal  se  debe  á  la 
fatiga  y  sudor  de  los  mazamorreros,  gente  pobre  que  busca  su  subsis- 
tencia diaria,  trabajando  por  sí  solos  ó  con  su  familia,  en  los  ríos,  que- 
bradas y  cintas  que  lo  contienen:  privados  de  los  medios  con  que  pu- 
dieran facilitar  su  trabajo,  el  producto  que  sacan  es  muy  corto. 

EL  modo  de  separar  el  oro  de  las  arenas  y  tierras  con  que  se  halla 
envuelto  por  medio  del  lavado  no  requiere  mayores  conocimientos ; 
pero  soy  de  sentir  que  el  método  que  tienen  en  este  Reino  puede  me- 
jorarse. Las  partículas  de  oro  finas  las  airastra  el  agua  fuera  del  ca- 
nalón, ayudada  de  la  lama  ó  barro  que  se  forma  al  tiempo  de  picar  la 
cinta,  y  en  las  maniobras  con  el  almocafre.  La  física  nos  enseña  que  todos 
los  cuerpos  más  pesados  que  el  agua  y  aun  el  mismo  oro  dividido  á  un 
cierto  punto,,  pueden  mantenerse  algún  tiempo  suspendidos  en  ella,  por 
la  dificultad  que  tienen  de  vencer  el  medio  que  lian  de  atravesar  para 
llegar  al  fondo;  y  esta  resistencia  ó  dificultad  es  proporcional  á  lo  más 
ó  menos  fino  de  las  partículas  (del  oro  por  ejemplo)  y  á  la  mayor  ó 
menor  espesura  del  líquido  en  que  fluctúan,  agregándose  en  esta  ope- 
ración la  corriente  del  agua,  que  impide  su  precipitación. 

Sentado,  pues,  ([ue  hay  en  este  Reino  abundantes  y  ricas  vetas  de 
oro  y  plata  que  no  se  trabajan  por  el  recelo  que  infunde  á  sus  mora- 
dores su  éxito  incierto,  dimanado  de  la  falta  que  ha  habido  hasta  ahora 
de  sujetos  inteligentes  que  pudieran  dirigirlos  en   sus  operaciones,  y 


—  ;;ii  — 

del  temor  tle  no  alcanzar  sus  caudales  ¡)ara  el  dcsenipefio  de  la  em- 
presa, como  también  la  necesidad  de  fomentar  las  minas  de  oro  corrido 
6  de  cinta,  y  determinar  las  mejoras  que  puedan  hacerse  en  beneficio 
de  las  que  se  están  trabajando,  exi)ondremos  aliora  los  medios  (|ue 
conceptuamos  más  oportunos  para  conseguir  la  alta  empresa  del  fo- 
mento de  la  minería  en  este  Reino,  prometiéndonos  que  de  su  ejecu- 
ción resultarán  los  favoral)les  efectos  (jue  tanto  se  desean  del  engran- 
decimiento de  todas  sus  provincias  y  prosperidad  de  su  comarca  y 
población. 

Antes  de  pasar  á  exponer  el  plan,  diremos  algo  de  los  medios  que 
á  primera  vista  parecen  á  cuabjuiera  más  edecuados  para  lograr  el 
mismo  intento.  Las  compañías  de  minas  siempre  serán  de  grande  pro- 
vecho y  utilidad  al  laboreo  de  ellas,  siendo  más  ñicil  se  determinen  á 
él  muchos  cuyos  caudales  por  separado  no  serán  suficientes  para  gran- 
des empresas ;  pero  para  formar  estas  compañías  es  preciso  (jue  haya 
sujetos  idóneos  que  las  promuevan,  y  que  éstos,  ])or  las  repetidas 
pruebas  do  su  idoneidad,  estén  en  posesión  de  la  confianza  pública  ; 
sin  estos  re(|UÍsitos  no  hay  que  esperar  que  entren  á  f(jrmarlas.  Lo  pri- 
mero que  solicitan  es  que  se  determine  el  caudal  necesario  para  la 
empresa;  muchos  por  animarlos  dicen  una  corta  cantidad,  pero  si  la 
fortuna  no  les  es  próspera,  y  solicitan  mayores  auxilios,  todos  los  com- 
pañeros se  desaniman  y  regularmente  no  subsiste  la  compañía,  resul- 
tando el  grande  inconveniente  de  entibiar  á  otros  muchos  que  pudieran 
estar  animados.  Además,  una  compañía  no  puede  fomentar  sirio  un 
terreno  muy  limitado,  y  la  situación  del  Reino  pide  mayores  desem- 
peños. 

El  instado,  como  tan  interesado  en  el  fomento  de  todos  los  ramos 
de  la  industria  que  se  dirigen  al  adelantamiento  y  prosperidad  del  co- 
mercio y  ])oblación,  por  pender  de  éstos  la  gloria  y  esplendor  de  la 
corona,  pudiera,  á  imitación  de  otros  soberanos  de  Europa,  tomar  á  su 
cargo  el  laboreo  de  las  minas  de  este  Reino.* La  poca  ó  ninguna  espe- 
ranza de  poder  formar  compañías  que  desempeñasen  las  acertadas  y 
sabias  miras  del  Gobierno  nos  obligó  á  tomar  este  partido,  como  el 
único  adaptable  en  las  circunstancias  de  nuestra  llegada.  Propusimos 
entonces  que  se  trabajaran  de  cuenta  de  Su  Majestad,  cuatro  minas  en 
los  reales  de  Santa-Ana  y  Lajas,  que  por  las  muestras  que  se  hallaron 
en  los  terreros  y  otras  circunstancias,  parecían  las  más  ventajosas  y  las 
que  prometían  mayor  utilidad. 

Nuestras  esperanzas  no  han  sido  vanas,  pues  sin  embargo  de  haber 
encontrado  las  labores  de  los  antiguos  muy  aiTuinadas,  cuya  habilita- 
ción aun  no  se  ha  concluido,  la  ninguna  práctica  de  los  obreros  y  demás 
empleados  en  la  labor,  los  excesivos  costos  que  ha  sido  preciso  hacer 


—  ;{1L'  — 

para  el  estableciiuieiito  de  casas,  oficinas,  acequias,  etc.,  y  la  ilificultad 
(le  conseguir  á  tiempo  los  pertrechos  necesarios,  dan  algunas  de  ellas 
fruto  conii)etente,  que  será  mayor  á  proporción  ([ue  se  vayan  venciendo 
los  obstáculos  que  se  oponen  á  su  total  restablecimiento.  Si  añadimos 
ahora  las  utilidades  indirectas  que  el  Bey  ha  percibido  por  el  aumento 
(|ue  habrán  tenido  todas  las  rentas  reales  en  esta  Provincia  de  resultas 
de  este  establecimiento,  se  verá  cuan  ventajoso  será  multiplicarlos. 

Con  todo  esto  la  situación  actual  del  real  erario  no  permite  hacer  los 
deseml)olsos  ((ue  serían  menester  para  acalorar  con  fuerza  estas  em- 
jiresas.  Son  muchas  las  urgencias  del  Eeino  y  es  preciso  atender  á 
todas.  La  variedad  de  negocios  que  ocupan  incesantemente  la  Supe- 
rioridad, no  j)ermite  atender  este  ramo  con  toda  la  extensión  que 
merece. 

En  vista  de  lo  insuficientes  ({ue  son  las  compañías  para  dar  un  im- 
pulso sensible  á  la  minería,  y  lo  dificultoso  que  es  el  que  el  Estado 
pueda  suministrar  los  caudales  necesarios  para  el  propio  intento,  aten- 
diendo á  los  íavorahles  efectos  que  ha  producido  en  Xueva  España  el 
establecimiento  del  real  é  importante  cuerpo  de  minería,  nos  parece 
que  si  el  estado  actual  de  este  Keino  permite  la  plantificación  de  un 
establecimiento  igual  al  que  se  halla  erigido  en  México,  será  el  medio 
más  ventajoso  y  seguro  para  que  en  corto  tiempo  tome  este  ramo  un 
fomento  muy  rápido  en  todas  las  provincias. 

La  experiencia  hacía  ver  en  toda  la  Xueva  España  que  aunque  las 
minas  estaban  en  un  estado  muy  floreciente,  ciertas  causas  se  oponían 
á  su  adelantamiento.  Se  propusieron  varios  medios  para  asegurar  este 
intento.  La  rebaja  del  precio  del  azogue  produjo  en  parte  el  efecto 
favorable  que  se  deseaba,  pero  todavía  no  bastaba  esto,  porque  que- 
daban subsistiendo  otros  obstáculos  más  poderosos  ;  todos  éstos  se  des- 
vanecieron por  medio  de  la  cédula  de  1°  de  Julio  de  177G,  en  la  que' 
se  mandó  erigir  el  mencionado  cuerpo  de  minería,  cuya  época  será 
memorable  en  la  historia  de  a([uel  lieino  por  el  casi  increíble  aumento 
([ue  ha  tenido  desde  entonces  la  saca  de  los  metales. 

Los  principales  objetos  de  este  establecimiento  son  :  la  erección  de 
un  tribunal  general  de  minería,  á  ((uien  compete  privativamente  lo  gu- 
bernativo en  toda  la  extensión  del  líeino ;  el  de  separar  de  las  juris- 
dicciones ordinarias  todas  las  causas  ó  litigios  de  n)inas,  para  los  que 
se  establecen  tribunales  v  otros  iuz2;ados,  ciivos  miembros  han  de  ser 
mineros  y  electos  por  el  gremio  de  minería;  el  de  determinar  un  im- 
puesto sobre  la  plata,  cuyo  producto  sirva  para  los  gastos  del  cuerpo, 
para  la  enseñanza  de  la  juventud  que  se  destina  á  esta  profesión,  y  con 
el  remanente  se  forme  un  fondo  para  avíos  y  fomento  de  minas.  Para 
todo  esto  se  publicaron  el  año  de  1783  nuevas  Ordenanzas  que  deter- 


niiiiau  t'l  nu'tuilc»  v  onU-ii  (jiu'  s(.'  ha  de  s(',:,Miir  tanto  en  oatos  asuntos 
como  vi\  los  ilcuiás  concern ieii tes  á  la  lalior  y  ri*;;Í8tro  (!<•  ellas. 

Veauíos  aluna  si  la  situación  .ictual  <le  la  nñnería  de  este  Keino 
l'ennite  el  (|Ue  pueda  ^ii;r¡rse  un  cuerpo  á  iniitación  del  de  México. 
Con  el  lin  de  determinar  este  asunto,  solicitamos  los  estados  del  oro 
ijue  se  lia  fundido  vi\  ttulas  las  cajas  reales  del  Keino  desde  el  principio 
del  uño  de  1778  hasta  unes  de  1780,  conu)  también  los  estados  del  oro 
(jue  se  ha  acuñado  en  el  ¡¡ropio  tiempo  en  las  reales  casas  de  moned;; 
'de  Santafé  y  l'opayán,  los  (¡ue  hemos  reducido  en  el  adjunto  estado, 
para  ver  mejor  el  producto  general  de  cada  año  y  la  suma  total  de  los 
nueve  años. 

Kesulta  de  este  estado  que  en  los  nueve  años  se  lian  fundido 
<i.í>.j8,117  castellanos,  1¡  tomines  y  un  octavo  de  grano  de  oro,  (iik-  li;i<cn 
l.'iO.lOli  marcos,  2  onzas,  5  ochavas  y  (J  tomines. 

l'ara  determinar  su  verdadero  valor  sería  preciso  tener  ruzuii  de  la 
merma  (jue  ha  habido  en  las  fundiciones,  lo  (jue  no  han  -anotado  los 
:iciales  reales  en  sus  estados,  como  también  la  ley  general  de  los  oros 
¡iresentados  para  la  amonedación ;  en  su  defecto  tomaremos  un  medio, 
regulando  la  ley  general  de  los  oros  fundidos  á  -O  quilates  y  la  merma 
en  esta  operación  á  ciiíco  por  ciento ;  siguiendo  esta  regla  cada  marco 
vale  lio  pesos  de  plata  y  el  total  10.003,009  i)esos  4.^  reales,  que  á 
cada  año  corresponden  1.778,1.")8  pesos  4  reales. 

Si  se  agrega  á  esto  el  oro  que  se  emplea  para  alhajas  y  el  (lue  se 
extravía  del  Chocó  por  la  mar  del  Sur  y  del  corregimiento  de  Tunja 
l»ara  las  provincias  de  la  Capitanía  general  de  Caracas,  pasa  de  dos 
millones  de  pesos  el  valor  del  oro  que  se  saca  anualmente  en  este  lieino, 
sin  contar  el  aumento  que  recibe  en  su  amonedación. 

Aunque  el  valor  total  del  oro  sacado  en  los  nueve  años  no  corres- 
jionde  al  acuñado  en  las  reales  casas  de  moneda  de  Santafé  y  Popa- 
yán  en  el  jjropio  tiempo,  por  ser  menor  éste  cerca  de  124,000 
jiesos  por  año,  lo  (jiie  haría  sospechar  (jue  la  ley  general  de  los 
oros  que  hemos  supuesto  es  demasiado  alta  ó  (jue  la  merma  en  la  fun- 
dición sube  á  más  del  cinco  por  ciento;  no  obstante  se  ha  de  observar 
que  la  mayor  ]»arte  del  oro  que  se  funde  en  ]\Iompox  sigue  para  Car- 
tagena en  barras  y  de  allí  á  España,  cuya  extracción  disminuye  la 
rendición  en  las  casas  de  moneda. 

Cn  Keino  que  produce  en  oro  dos  millones  de  ¡¡esos  por  año  debe 
llamarse  muy  poderoso  en  minas.  Los  individuos  que  se  ocupan  en  su 
extracción  forman,  jtuede  ser,  un  nv'imero  de  veinte  mil  familias  (jue 
con  su  trabajo  vivifican  todos  los  ramos  de  industria  de  este  Keino  y  su 
comercio  con  la  ^Metrópoli.  Esta  multitud  de  individuos  separados  no 
pueden  fomentar  ni  proponer  los   medios  (|ue  serían   conducentes  para 


—  314  — 

la  prosperidad  de  la  minería  eu  general,  ni  instar  sobre  que  se  supri- 
man algunos  óbices  que  se  oponen  á  su  adelantamiento.  Sólo  esta  con- 
sideración basta  para  hacer  ver  la  necesidad  de  la  erección  del  cuerpo 
de  minería,  pero  luego  insinuaremos  otras  muchas  ventajas  que  resul- 
tarán de  este  establecimiento. ... 

El  medio  más  eficaz  para  el  fomento  de  los  minerales  de  veta,  tanto 
de  oro  como  de  plata,  será  que  el  cuerpo  se  obligue  al  esta'blecimiento 
de  ingenios  y  demás  oficinas  para  beneficiar  los  metales  que  los  parti- 
culares ó  compañías  saquen  de  sus  minas,  sin  detrimento  de  lo  que 
éstos  ó  aquéllas  quieran  establecer  de  su  cuenta  poniendo  sujetos  inte- 
ligentes que  dirijan  las  operaciones ;  porque  la  falta  de  éstos  y  del 
dinero  necesario  para  estas  empresas  han  sido  causa  de  que  muchos  uo 
hayan  salido  con  bien  de  las  labores  que  han  emprendido. 

Debiéndose  hacer  antes  de  entablar  estas  oficinas  el  reconocimiento 
de  los  minerales,  con  facilidad  podrá  el  Tribunal  promover  compañías 
de  minas,  y  animar  á  los  particulares  para  que  las  trabajen  por  la  con- 
fianza que  infundirá  ver  al  mismo  Tribunal  coadyuvar  de  su  parte  á  la 
labor  de  ellas,  desembolsando  los  intereses  necesarios  para  las  obras 
principales  y  que  piden  mayores  costos.  También  podrá  aviar  el  mismo 
Tribunal  con  herramientas  y  demás  pertrechos  necesarios  para  la  labor, 
de  que  deberá  tener  un  competente  repuesto  en  los  parajes  principales 
del  Keino. 

El  Tribunal  general  determinará  las  condiciones  bajo  las  cuales  se 
han  de  hacer  estos  avíos  que  variarán  según  las  circunstancias,  y  en 
todo  caso  se  podría  tomar  el  partido  de  arreglarlas  al  uso  y  práctica 
que  tiene  establecido  el  Eeal  Tribunal  de  México,  modificándolas  á 
las  circunstancias  de  este  Reino. 

Para  la  ejecución  de  este  plan  convendría  que  la^  Superioridad  man- 
dase formar  en  Santafé  una  Junta  compuesta  de  los  diputados  de 
todas  las  provincias,  electos  por  el  gremio  de  minería  de  sus  respec- 
tivas provincias,  según  la  instrucción  que  deberá  formarse  y  remi- 
tirse para  su  ejecución  á  los  gobiernos  de  ellas  y  de  las  personas  quo 
la  misma  Superioridad.juzgue  por  conveniente  nombrar  para  que  asis- 
tan á  ella. 

El  objeto  de  esta  Junta  será  el  de  tratar  los  diferentes  puntos  con- 
tenidos en  este  plan  y  recorrer  el  cuaderno  de  las  ordenanzas  formadas 
para  el  régimen  y  gobierno  del  real  importante  cuerpo  de  minería  de 
México,  y  si  después  de  meditado  el  asunto  la  Junta  juzga  factible  y 
ventajoso  el  establecimiento  que  se  premedita,  podrá  la  misma  suplicar 
á  la  piedad  de  Su  Majestad  se  digne  erigir  el  cuerpo  de  minería  de 
este  Reino  y  su  Tribunal  general  á  imitación  del  de  México,  como 
también  conceder  las  gracias  que  se  solicitan  para  su  subsistencia  y 
para  el  fomento  y  prosperidad  de  la  minería  en  general. 


Liu'go  (|ue  se  erija  el  Tribunal  general,  formará  éste  las  ordenan- 
zas (|ue  lian  de  servir  ¡tara  su  régimen  y  gobierno  ]»ara  los  diputados 
territoriales,  determinando  las  ciudades,  villas  y  lugares  que  deben 
tenerlos,  y  los  votos  que  lian  de  gozar  sus  diputados  ó  ajjoderados  en 
las  juntas  generales  (jue  S(!  lian  de  celebrar  cada  tres  años  en  la  capi- 
tal; después  se  remitirán  á  Su  Majestad  para  obtener  su  soberana 
ai»robación. 

Las  ventajas  que  resultarán  de  este  establecimiento,  tanto  á  los 
mineros  como  al  Estado,  son  bastante  visibles  y  no  necesitan  especi- 
íicarse  por  extenso.  Los  mineros  gozarán  en  lo  sucesivo  con  más  segu- 
ridad de  los  privilegios  (jue  les  conceden  las  leyes,  y  no  estarán  expues- 
tos á  la  codicia  é  imprudencia  de  algunos  jueces  «jue  á  la  menor 
demanda  los  atropellan,  y  arruinan  sus  minas  con  gran  detrimento  del 
Estado,  sin  considerar  las  fatales  consecuencias  que  resultan  de  seme- 
jantes i)rocedimientos.  Sus  jueces  serán  en  adelante  sus  propios  com- 
pañeros y  electos  ]»or  ellos  mismos.  Los  socorros  que  cada  uno  tendrá 
derecho  de  esperar  del  banco  de  avíos  facilitarán  la  labor  de  sus  minas 
y  por  consiguiente  sacarán  mayor  utilidad.  Ninguno  palpará  tan  visi- 
blemente ésta  como  el  Estado.  La  saca  de  los  metales  irá  en  aumento 
y  en  la  misma  proporción  el  comercio  y  población  del  Reino,  de  cuyo 
fomento  pende  la  prosperidad  y  el  bienestar  de  todos  los  habitantes. 
Keal  de  Santa-Ana,  15  de  Abril  de  1780. 

D'Elhúyar. 


P. — PARTE  FINAL   DEL    1>;F0RME    DE    D.  JUAN  JOSÉ  D'ELHÚYAR 
SOBRE  LAS  MINAS  DE  SANTA-ANA,  DE  1¿4  DE  NOVIEMBRE  DE  1702. 

Como  el  fin  ])rincii)al  de  este  establecimiento  fue  el  de  plantificar 
el  método  de  benelicio  para  ((ue  se  difundiesen  estos  conocimientos  en 
el  lleino,  se  hace  jireciso  igualmente  estimular  á  los  particulares  al 
trabajo  de  minas,  concediéndoles  algunas  franquicias,  formando  com- 
pañías, etc.  El  plan  sobre  el  establecimiento  del  cuerpo  de  minería 
que  tengo  presentado  sería  muy  útil  i)ara  ])romover  todo  esto.  No 
debemos  esperar  grandes  progresos  de  la  labor  de  una  ó  dos  minas,  y 
es  aventurar  á  una  contingencia  un  establecimiento  que  puede  ser  de 
mucho  auxilio  jiara  mayor  número  de  ellas.  En  efecto,  si  se  considera 
bien  el  gasto  particular  de  las  minas,  se  ve  (jue  jiara  lo  que  es  la  habi- 
litación ó  descubrimiento  y  laboreo  de  ellas  no  se  necesita  de  caudal 
crecido,  teniendo  á  la  mano  las  oficinas  correspondientes  ¡uira  bene- 
ficiar el  poco  ó  mucho  mineral  (jue  se  extraiga.  Lo  que  hace  ])oderosos 
la  mayor  i)arte  de  los  reales  de  minas  de  los  demás  reinos,  es  la  facili- 


—  ;;iG  — 

dad  <[\w  tiene  cualquier  minero  de  reducir  con  brevedad  á  plata  el 
mineral,  sea  beneficiándolo  de  su  cuenta,  pagando  la  maquila,  ó  bien 
vendiéndolo  en  bruto  ú  los  dueños  de  los  ingenios,  y  así  un  minero  de 
aquellos  con  200  pesos  emprende  una  labor  de  veta  con  la  misma  faci- 
lidad ([ue  lo  hacen  aquí  los  mazamorreros  en  las  minas  de  oro  corrido. 


Q. — DOCUMENTOS  RELATIVOS  AL  ENVÍO  Á  MADRID  DE  DOS  RE- 
TRATOS DEL  REY,  UNO  DE  PLATINO  Y  OTRO  DE  COBRE  Y  PLATINO, 
HECHOS  EN  BOGOTÁ  EN  1774.  (1) 

Excelentísimo  Señor. 

]\[uy  señor  mío. 

Aunque  me  hallaba  informado  de  haberse  hecho  varios  experimen- 
tos para  fundir  y  trabajar  el  metal  llamado  platina,  que  con  abundancia 
producen  las  minas  de  este  Eeino,  y  de  que  en  ellos  no  se  había  conse- 
guido el  fin  á  que  se  aspiraba,  no  obstante  quise  que  se  repitiese  en 
esta  capital,  por  A'er  si  se  tropezaba  con  el  mismo  inconveniente,  ó  se 
lograba  lo  que  antes  no  se  pudo,  y  en  efecto  se  verificó  así,  según  lo 
comprueban  los  dos  retratos  de  Su  Majestad  qne  adjuntos  remito  á 
Vuestra  Excelencia,  el  nno  de  platina  y  cobre  mezclados  por  mitad, 
como  lo  comprenderá  Vuestra  Excelencia  por  la  papeleta  que  le  acom- 
paña del  número  primero,  y  el  otro  de  sólo  platina,  como  lo  expresa  la 
del  número  segundo.  Deseo  que  ambos  sean  del  agrado  de  Su  M.ijestad, 
y  que  este  experimento  sirva  para  que  se  hagael  debido  aprecio  de  un 
metal  que  sólo  producen  los  dominios  de  Su  Majestad,  y  del  que  segu- 
ramente, harían  el  mayor  aprecio  otras  naciones,  si  tuvieran  la  fortuna 
de  que  naciese  en  sos  tierras. 

Xuestro  Señor  guarde  'á  Vuestra  Excelencia  n^.uchos  años  como 
deseo. 

Santafé,  quince  de  Junio  de  mil  setecientos  setenta  y  cuatro. 

Excelentísimo  Señor. 

J>esa  la  mano  de  Vuestra  Excelencia  su  más  atento  servidor, 

Manuel  de  (iuirior. 

Excfcltíntisinio  Señor  Briüíi)  fr;iy  D.  Julián  de  Aí'riaga. 

(1)  Por  habei'  recibido  mu_v  tarde  de  Sevilla  los  documentos  Q  y  II,  no  los 
mencionamos  en  la  primera  parte  de  este  libro.  De  una  Certificación  sobre  la  pla- 
ta que  se  había  sacado  de  las  minas  de  Mariquita  y  Santa-A<jueda  ó  Guali,  d(í  1586  á 
1588,  copiamos  la  siguiente  partida,  por  referirse  á  la  única  mina  de  esta  últi- 
ma ciudad  cuyo  nombre  se  conserva  -. 

"  Consta  y  parece  que  en  10  de  Mayo  de  86  manifestó,  el  Capitán  Juan  de 
Chaves,  vecino  de  esta  ciudad  de  Gualí,  25  marcos  de  plata  sacada  en  las  minas 
de  Santa-Águeda,  que  asimismo  son  término  de  Mariquita,  y  que  dijo  haberse 
sacado  en  el  cerro  de  San-Andrés,  en  la  mina  llamada  Nuestra  Señora  Santa 
María." 


—  .'{IT  — 

Recibidos  aquí  los  dos  retratos  del  Key,  el  uno  de  platina  mezelada 
con  cobre,  y  el  otro  de  sólo  aquel  metal,  de  (jue  trata  Vuestra  Excelen- 
cia en  carta  de  de  1~>  Junio  i'iltiuio,  ha  resuelto  Su  Majestad,  á 
consulta  d(!  la  .íunta  de  Comercio  y  Moneda  de  veinte  de  Diciembre 
j)róximo  ¡lasado,  (pie  tome  Vuestra  Excelencia  puntual  noticia  del  mo- 
do con  que  ha  verilicado  la  fundición  el  tallador  de  esa  casa,  1).  Fran- 
cisco Benito,  se  le  encargue  el  secreto,  y  se  reserve  en  ese  Superior 
Gobierno,  informando  Vuestra  Excelencia  exactamente  de  todo  á  esta 
vía  reservada. 

Que  premie  Vuestra  Excelencia  el  celo  del  expresado  D.  Francis- 
co, como  le  jtarezca  corresponde  al  mérito  y  trabajo  que  lia  hecho  en 
los  retratos  y  fundición,  <[ue  hasta  ahora  se  ignoraba  pudiese  admitir  el 
citado  metal. 

(¿ue  no  permita  Vuestra  Excelencia  trabajar  parte  alguna  de  él, 
hasta  que  con  la  mejor  instrucción  ([ue  resulte  de  los  experimentos,  se 
le  prevenga  otra  cosa,  dando  las  más  eficaces  providencias  para  que 
entre  tanto  no  se  arroje  como  se  ha  hecho  hasta  aquí  la  platina  que 
produzcan  las  minas  de  oro  corrido  del  Chocó,  Antioquia  y  otras  cua- 
lesquiera donde  se  encuentre,  aunque  se  trabajen  por  particulares, 
haciéndose  cargo  á  oficiales  reales  de  las  porciones  que  deben  entrar  en 
las  cajas,  y  guardarse  en  ellas  con  rigorosa  cuenta  y  razón,  como  metal 
perteneciente  á  la  Real  Hacienda.  Y  finalmente  que  tomando  Vuestra 
Excelencia  las  noticias  que  le  parezcan,  avise  si  en  ese  ^Nuevo  Reino 
de  Granada  y  demás  parajes  comprensivos  á  esa  jurisdicción,  se  cono- 
cen algunas  minas  de  platina  sola,  su  fecundidad  ó  escasez  en  ellas,  y 
■en  las  de  oro,  el  costo  que  tendrá  cada  marco  antes  de  fundirse  y  des- 
pués de  fundido,  además  del  valor  intrínseco  que  merezca  un  metal  tan 
deseado  como  el  de  que  se  trata,  por  sus  apreciables  calidades. 

Avisólo  á  Vuestra  Excelencia  de  real  orden,  para  su  inteligencia  y 
cumplimiento. 

Dios  guarde  etc.,  el  Pardo,  tres  de  Febrero  de  mil  setecientos  seten- 
ta y  cinco. 
Señor  1).  Manuel  tie  Guiriur,  Virrey  de  Santafé. 


r. — información  de  las  minas  de  plata  nuevas  en  los 
tér:minos  de  la  ciudad  de  pamplona. 

En  la  ciudad  de  Santafé  del  Xuevo  Reino  de  Granada  de  las  lu- 
dias, á  diez  y  siete  días  del  mes  de  Octubre  de  mil  y  quinientos  y 
ochenta  y  ocho  años,  el  señor  doctor  Francisco  (iuillén  Chaparro,  del 


—  ;{is  — 

Consejo  de  Su  ^Majestad  y  su  Oidor  eu  la  lieal  Audiencia  de  este 
Xuevo  Keino  de  Granada,  (lue  couio  luás  antiguo  preside  en  (día,  dijo 
que  con  el  celo  que  siempre  lia  tenido  y  tiene  de  acudir  al  servicio  de 
Su  Majestad  y  aumento  de  su  líeal  Hacienda,  pro  y  utilidad  de  este 
Ileino,  vecinos  y  moradores  de  él,  lia  procurado  se  descubran  minas  de 
plata,  como  en  efecto,  mediante  las  muchas  diligencias  que  ha  hecho, 
se  han  descubierto  unas  de  gran  riqíieza  en  las  ciudades  de  Santa- 
Águeda  y  jMariquita,  donde  se  labran,  y  de  cada  día  van  descu- 
briendo y  labrando  más,  y  habiendo  enviado  á  hacer  descubrimientos  á 
otras  partes  de  este  Reino,  es  informado  que  en  la  ciudad  de  Pamplo- 
na se  han  descubierto  minas  y  metales  de  plata  de  mucha  ritiueza,  y 
para  en  el  dicho  descubrimiento  dar  el  calor  necesario  y  saber  si  son  de 
seguir,  mandó  hacer  de  ello  información,  la  cual  se  hizo  en  la  forma 
siguiente. 

Sancho  de  Camargo,  Escribano. 


DECLARACIONES  (1). 

Francisco  Jiménez  Ruano.  Este  testigo  hizo  ciertos  ensayes  de 
metales  que  extrajeron,  que  dijeron  haberse  sacado  en  las  i'etas  de  oro 
que  se  labran  en  la  dicha  ciudad,  y  este  testigo  ensayó  el  dicho  metal 
y  metales  por  azogue,  y  salieron  á  razón  de  dos  marcos  y  de  tres  mar- 
cos y  de  cuatro  marcos  por  quintal,  y  como  persona  que  tiene  experien- 
cia de  metales  de  plata  de  más  tiempo  de  treinta  aüos  á  esta  parte,  y 
de  su  beneficio  y  labor  en  la  ííueva  España,  sabe  que  los  dichos  meta- 
les que  ansí  ensayó  como  tiene  declarado  son  metales  dóciles  y  fáciles 
de  recibir  en  sí  el  beneficio  del  azogue,  y  que  este  testigo  no  vido  las 
vetas  de  donde  se  sacaron  los  dichos  metales,  más  que  le  dijeron  el 
estado  en  que  iban  y  que  si  ensanchasen  las  vetas  como  de  ordinario 
ensanchan  yendo  en  más  profundidad,  serán  minas  muy  ricas  y  de  don- 
de Su  Majestad  y  sus  reales  quintos  recibirán  mucho  aprovechamiento. 
Que  este  testigo  ha  visto  cartas  y  metales  que  particulares  personas  han 
enviado  de  la  dicha  ciudad  de  Pamplona  á  esta  capital  (Bogotá)  al 
señor  doctor  Francisco  Guillen  Chaparro,  dándole  aviso  del  descubri- 
miento de  las  dichas  minas  y  metales  de  plata,  como  á  persona  que 
tanto  ha  deseado  y  desea  el  descubrimiento  de  ellas,  y  pidiéndole  les 
favorezca  con  azogue  por  la  mucha  riqueza  que  esperan  tener  del  dicho 
descubrimiento,  y  ansí  le  ha  parecido  á  este  testigo  que  será,  lo  cual 
que  dicho  tiene  es  verdad  so  cargo  del  juramento  que  fecho  tiene. 

(I)  Citamos  dos  declaraciones,  escogidas  de  entre  las. nueve  que  contiene  el 
expediente. 


Crintóhdl  de  Cuatro,  l'rcjíuntsulo  este  testigo,  dijo  que  es  natural 
de  la  difluí  ciudad  de  Paiuplona,  nacido  y  criado  en  ella,  y  sabe  (|ue 
l»odrá  lial»er  tres  meses,  poco  inás  ó  menos,  (jue  fue  público  y  notorio 
en  a(iuella  ciudad  se  habían  descubierto  unas  ricas  minas  de  i»lata,  y 
este  testigo  lo  tuvo  y  tiene  por  cierto  porque  un  Guillermo  de  Vergara, 
juntamente  con  un  Lorenzo  Esteban,  vecino  de  ella,  andaban  en  de- 
manda de  las  dichas  minas,  y  habiendo  cateado  en  los  términos  de  la 
dicha  ciudad  como  siete  leguas  de  ella  poco  más  ('»  menos,  t|ue  es  junto 
ú  las  vetas  de  oro  (|ue  los  vecinos  de  aquella  ciudad  labraban,  habían 
descubierto  y  descubrieron  unas  vetas  y  minas  de  ¡¡lata  muy  ricas  y  de 
mucho  aprovechamiento  según  se  decía  y  trataba  entre  todos  los  que 
de  ello  tenían  noticia,  y  de  ahí  algunos  días  de  como.se  liizo  el  dicho 
descubrimiento  vid(»  este  testigo  cómo  se  trajo  á  la  dicha  ciudad  de 
Pamplona  cantidad  de  piedras  y  metal,  y  en  casa  del  dicho  Lorenzo 
Esteban  y  en  la  fragua  de  fulano  Arciniegas,  herrero,  se  hizo  fundición 
y  ensaye  por  plomo  y  por  azogue  y  este  testigo  se  halló  presente  á  ello, 
y  otras  muchas  personas,  y  vio  que  en  lo  que  se  echó  por  azogue  se 
echaría  como  una  libra  de  piedra  y  n)etal  y  sacaba  de  ello  como  un 
l)eso  de  j)lata  poco  más  ó  menos,  la  cual  era  muy  lina  y  buena  y  decían 
algunas  personas  que  lo  entendían  era  grandísima  la  riqueza  que  el 
diclio  metal  tenía,  y  que  entendían  era  tanto  y  más  que  las  minas  de 
íSanta-Agueda  y  Mariíjuita,  y  tauíbién  vido  (jue  de  lo  que  se  sacó  por 
fundición  sé  sacó  buena  plata,  auncjue  no  se  acuerda  lo  que  pesó  más 
de  que  á  todo  acudía  á  fundición  y  azogue,  y  este  testigo,  después  de 
esto  viendo  la  gran  riqueza  (jue  se  publicaba  tener  las  dichas  minas,  y 
que  todos  los  vecinos  tomaban  minas,  este  testigo,  por  certificarse  y  ver 
una  tan  gran  riqueza,  fue  en  persona  con  otras  gentes  y  vecinos  á  la 
])arte  y  lugar  donde  están  descubiertas  y  vido  la  caja  que  el  dicho  Gui- 
llermo de  Vergara  llevaba  descubierta,  la  cual  tenía  y  tiene  tres  pies 
de  ancho,  y  de  ella  ha  sacado  mucha  cantidad  de  metal  que  tiene  junto, 
y  lo  mismo  el  dicho  Tiorenzo  Esteban  y  otros  muchos  vecinos  <|ue  han 
tomado  minas,  y  le  parece  á  este  testigo,  aunípie  no  es  ])latero  ni  en- 
tiende de  a(|uel  ministerio,  que  el  dicho  metal  (jue  así  se  va  sacando  y 
está  descubierto  es  muy  rico,  por  ser  sobre  oro  y  estar  descubierto  en 
las  mismas  retas  de  oro  que  aquella  ciudad  labraba^  y  (lue  de  seguir- 
se la  labor  y  beneficio  de  ellas  será  gran  bien  y  aumento  á  todo  este 
Keino,  y  convendrá  mucho  que  esta  Real  Audiencia  dé  favor  y  ayuda 
jiara  ello,  y  se  (luiere  acordar  este  testigo  (pie  oyó  decir  á  Tedro  Mal- 
donado,  platero  residente  en  la  dicha  ciudad,  que  le  parecía,  según  lo 
que  había  visto,  jtor  el  ensaye  y  fundición  que  se  hizo,  que  la  dicha 
plata  saldría  por  ([uintal  á  diez  marcos  ó  más,  y  así  por  la  certidumbre 
que   tiene   de   (jué   las   dichas  minas  son  de  las  ricas  (jue  jamás  se  han 


—  :vj{)  — 

visto  ni  descubierto,  tomo   y   señaló  para   sí    las   mejores    (jiie   esta- 
ban descubiertas,  á  lo  ([ue  se  decía  y  había  visto. 


Copia  (le  mi  capítulo  de  carta  que  el  doctor  Chaparro  escribió  á  Su 
Majestad  en  10  de  Noviembre  de  1588. 

Señor : 

Ahora  de  nuevo  se  han  descubierto  otras  minas  de  plata  entre  las 
vetas  de  oro  en  los  términos  de  la  ciudad  de  Pamplona  que  están  muy 
más  cerca  de  Cartagena  que  las  otras  de  Mariquita,  y  en  tierra  abun- 
dante de  todos  mantenimientos,  como  constará  por  la  información  que 
va  con  ésta  y  testimonio  de  la  plata  que  se  ha  marcado  en  vuestra  Caja 
de  la  que  se  ha  sacado  en  Santa-Águeda  y  Mariquita,  y  sólo  se  aguar- 
da el  azogue  que  se  desea,  en  tanto  grado  que  ya  no  se  vive  en  este 
Reino  con  otra  esperanza  poniue  no  se  saca  oro  y  las  minas  que  se  han 
descubierto  de  azogue  no  se  atreve  nadie  á  labrarlas,  y  para  que  haya 
mayor  cuidado  para  la  labor  de  todas  ellas  es  cosa  conveniente  que 
Vuestra  Majestad  se  sirva  de  cometerlo  á  uno  solo  porque  con  mayor 
cuidado  ponga  el  calor  en  ello  que  convenga. 


LIBROS 

FOLLETOS   Y  DOrUM^lNTOS  INÉDITOS  CONSULTADOS.   (1) 


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(1)  De  estos  últimos  sólo  citamos  les  más  importantes,  ron  la  mira  de  que 
no  caigan  en  absoluto  olvido. 

21 


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FELIC1TACÍ0NE:S. 


PROPOSICIÓN  APROBADA  POR  LA   CÁMARA  DE  REPRESENTANTES 
EN  SESIÓN  DEL  7  DE  MAYO  DE  1884. 

La  Cámara  de  Representantes  cumple  con  nn  deber  de.  justicia  al  tributar 
un  voto  de  aplauso  j'  de  reconocimiento  al  señor  D.  Vicente  Restrepo  por  e/ 
importante  opúsculo  que  acaba  de  publicar,  titulado  Estadio  sobre  las  minas 
de  oro  y  i'íaía  de  Coloynhia,  y  por  considerar  que  esta  oportuna  publicación 
traerá  inmediatos  beneficios  por  t-.l  interés  que  hoy  despiertan  en  el  extranjero 
y  en  el  país  las  empresas  de  explotación  de  las  ricas  minas  que  existen  en  el 
territorio  colombiano,  las  cuales  hace  conocer  el  señor  Restrepo  fundado  en 
hechos  históricos  y  con  singular  maestría,  en  su  notable  trabajo.  Asimismo 
aprueba  que  el  Poder  Ejecutivo  de  la  Unión,  por  conducto  de  la  Secretaría  de 
Instrucción  piiblica,  haya  comisionado  al  doctor  César  Contó,  Cónsul  general 
de  Colombia  en  Londres,  para  que  haga  un  extracto  de  la  obra  del  señor  Ees- 
trepo,  especialmente  de  la  parte  relativa  al  descubrimiento  de  nuevas  minas, 
lo  traduzca  al  idioma  inglés  y  contrate  su  inserción  en  los  periódicos  más  im- 
portantes de  Inglaterra  y  de  los  Estados,  Unidos.   • 

Igualmente  se  excita  al  Poder  Ejecutivo  pai-a  que  por  conducto  de  los  Mi- 
nistros  y  Cónsules  en  Francia  y  Alemania  haga  extractar  y  traducir  el  mencio- 
nado opúsculo  y  publicarlo  en  los  idiomas  de  aquellas  naciones. 

Publíquese,  etc. 


OFICIO  DEL  SEÑOR  SECRETARIO  DE  INSTRUCCIÓN  PUBLICA. 

Señor  D.  Vicente  Restrepo. 

Convencido  de  la  importancia  del  trabajo  de  usted  sobre  minas  de  oro  y 
plata  de  Colombia,  que  usted  se  dignó  publicar  en  los  Anales  de  Instrucción  Pú- 
blica, creo  de  mi  deber  manifestarle,  á  nombre  del  Poder  Ejecutivo,  la  gratitud 
que  anima  al  Gobierno  por  el  valioso  obsequio  que  usted  ha  hecho  al  país  con 
tan  oportuno  y  acertado  trabajo.  ' 

'Hoy  que,  frustradas  muchas  de  las  empresas  que  tantas  esperanzas  habían 
hecho  concebir  á  los  ciudadanos  laboriosos,  se  ha  despertado  el  interés  por  la 
industria  minera,  la  más  positiva  y  rica  del  país,  la  obra  de  usted  viene  á  dar 
luz  sobre  tan  importante  objeto  y  á  animar  los  estímulos  de  los  empresarios. 
Muy  oportuna  ha  sido,  pues,  su  publicación,  y  bien  merece  usted,  que  la  ha 
hecho  con  recomendable  desinterés  y  abnegación,  la  gratitud  de  la  Patria. 

Pronto  será  conocida  su  obra  en  Europa,  yes  seguro  que  ella  llamará  la 
atención  del  mundo  civilizado  hacia  las  riquezas  de  estas  regiones,  generalmen- 


te  desconocidas  allí.  Tor  este  Despaclio  Se  ha  comisionado  al  stfiur  tioctor  César 
Contó  para  que  liaga,  en  inglc's,  un  extracto  de  la  obra,  y  lo  inserte  en  los  más 
afamados  periódicos  de  Inglaterra  y  de  los  Pastados  Unidos. 

Cordialniente  felicito  á  usted  por  su  patriotismo,  pues  son  pocos  los  que, 
imo  usted,  dedican  sus  talentos,  su»  recursos  y  su  tiempo  á  obras  de  la  catego- 
1  ia  y  trascendencia  de  la  que  tan  felizmente  ha  producido. 

Hi)y  de  usted  atento  serviiloi. 

Bogotá,  Mayo  7  de  1884. 

XaI'OI.eÓx  BoUUEUti. 


Entre  lus  conceptos  euiiti(lo.s  ¡¡or  hi  prensa  escogeré  los  más  oxpre- 
>ivos,  citándolos  por  el  orden  de  su  i)iiblicación. 

"EL  COMERCIO." 

A  pesar  de  la  aridez  del  asunto,  el  escrito  del  señor  Eestrepu  es  amenísimo 
y  su  lectura  deleita  y  llena  de  patriótico  entusiasmo  á  quien  lo  halla  á  la  mano. 

Como  amigos  del  señor  Eestrepo  le  damos  nuestros  afectuosos  parabienes, 
y  como  colombianos,  los  más  rendidos  agradecimientos  por  el  insigne  servicio 
(jue  presta  con  su  trabajo  á  la  Patria. 


"  LA  VOZ  NACIONAL.  " 

Nuestro  amigo  el  señor  JD.  Vicente  Eestrepo  ba  publicado  un  trabajo, 
que  ya  esperábamos,  porque  sabíamos  lo  tenía  entre  manos.  Aunque  el  au- 
tur  lo  llama  modestamente  Opúsculo,  es  un  interesantísimo  folleto,  ó  más  bien, 
un  libro  de  150  páginas,  en  el  cual  nos  da  el  fruto  de  muchos  años  de  labo- 
riosas  é  inteligentes  investigaciones,  y  cuya  lectura,  no  obstante  la  aridez  que 
para  muchos  indicará  el  título,  ha  tenido  el  arte  de  hacer  amena  aun  en  su 
parte  lite'raria,  mediante  arbitrios  dignos  de  todo  elogio.  Eeciba  el  señor  Ees- 
trepo  nuestra  expresión  de  gratitud  por  este  escrito  inestimable,  que  ojalá  sea 
recompensado  con  el  cumplimiento  del  nobilísimo  propósito  que  él  expresa  en 
los  términos  siguientes  :  "  Que  mi  humilde  opúsculo  contribuya  á  hacer  conocer 
las  riquezas  de  Colombia,  ensanchando  así  los  horizontes  de  su  porvenir  ;  esta 
es  la  única  y  vehemente  aspiración  queme  inspira  el  patriotismo." 


"  EL  DIARIO  DE    CUNDINAMAKCA." 

Proponemos  que  nuestro  Cónsul  en  Londres  haga  una  edición  de  10,000 
ejemplares  de  la  obra  del  señor  Eestrepo,  en  francés,  inglés,  italiano  y  alemán, 
y  que  esa  edición  sea  remitida  á  las  redacciones  de  los  principales  periódicos  de 

ambos  mundos,  á  las  sociedades  científicas,  industriales,  etc.,  ^tc i' que  si, 

como  parece  indudable,  la  obra  es  del  mérito  y  trascendencia  que  calculamos, 
se  regale  al  señor  Eestrepo  la  mitad  de  la  edición  que  se  haga  en  Londres  y  se 
le  decrete  una  recompensa  nacional. 

Adkíaxo  Paez. 


\ 

—  330  — 

"  LA  ESTRELLA  DEL   TOLIMA." 

Es  el  trabajo  del  señor  Eestrepu  un  estudio   tan  completo  como  parece  _po- 
sible,  del  estado  de  la  industria  minera  en  Colombia  desde  la  Conquista  hasta 

nuestros  días Entre  narraciones  curiosas  relati%'as  á  las  más    importantes 

minas,  escritas  con  un  sabroso  sabor  de  clásica  antigüedad,  él  estudia  esas  minas 
y  su  capacidad  i^roductiva  bajo  el  punto  de  vista,  mineralógico,  enseña  conocí- 
mientos  geológicos  importantes  relativos  á  la  generalidad  de  los  distritos  mi- 
neros, trata  cuestiones  de  alta  geografía  en  la  división  topográñca  de  nuestro 
suelo  en  relación  con  sus  minas,  y  por  último  se  engolfa  en  la  cuestión  estadís- 
tica para  fijar  la  producción  del  oro  en  cada  siglo  y  el  monto  total  del  que  Co- 
lombia ha  dado  al  mundo;  cuestión  estadística  que  lleva  á  la  ciencia  universal 
datos  preciosos.  Felicitamos  al  país  y  al  señor  Eestrepo  por  este  trabajo. 


"  LA  VOZ  DE  ANTIOQUIA.  " 

Enviamos  á  nuestro  amigo  nuestros  más  fervientes  plácemes,  y  felicitamos' 
á  Colombia  por  la  adquisición  de  obras  de  esta  naturaleza,  que  tanto  provecho 
le  dan  en  el  interior,  como  gloria  y  honra  en  el  extranjero. 


"  EEPERTORIO  COLOMBIANO.  " 

Hé  aquí  un  trabajo  de  raro  mérito  por  el  asunto  }'■  por  el  desempeño.  El 
señor  Eestrepo,  tan  sabio  mineralogista  como  distinguido  escritor,  se  propuso 
desde  hace  tiempo  llamar  la  atención  de  los  hombres  de  empresa  hacia  la  ex- 
plotación de  las  minas  de  oro  y  plata  que  encierra  nuestro  territorio ;  y  como 
viera  que  sus  esfuerzos  no  eran  vanos,  acometió  de  lleno  el  estudio  de  esta 
cuestión,  consagrando  muchos  meses  al  examen  paciente  de  nuestros  archivos 
y  á  la  recolección  de  todo  género  de  datos  sobre  minas  en  otro  tiempo  explota, 
das.  Fruto  de  esta  labor,  emprendida  por  puro  patriotismo  y  sin  esperanza 
alguna  de  lucro,  es  la  obra  que  anunciamos.  La  prensa  de  todos  los  partidos  la 
ha  elogiado  calurosamente y  la  Cámara  de  Representantes  votó  una  pro- 
posición muy  expresiva  de  encomio  al  señor  Eestrepo.  Unimos  nuestra  voz  á 
ese  unánime  coro  de  aplausos,  y  enviamos  al  señor  Eestrepo  nuestras  felicita- 
ciones, estimulándole  á  que  no  dé  de  mano  á  los  trabajos  científicos  é  históri- 
cos que  están  ganando  tanto  lustre  para  su  nombre,  como  provecho  para  la 
Patria. 


"EL   CONSERVADOR," 

Este  periódico  reprodujo  el  opúsculo  íntegro  en  sus  columnas. 


"•EL  FINANCIAL  NKW  S,"  ilc  X llera-  Yi>rL. 

Debemos  congratular  coniialmeiite  al  señor  Heslrepo  por  la  (lilip;eiiBÍa  con 
fiue  ha  trabajado  y  jwr  el  patriotismo  de  que  La  dado  muestra  gastando  tantu 
tiemjx)  y  i)ensaniient()  en  servicio  de  su  país,  por  el  camino  más  verdadero  y  más 
sabio:  estimulando  Jas  artes  y  las  empresas  pacíñcas,  en  cuyo  campo  las 
victorias  no  serán  ganadas  sobre  sus  compatriotas,  sino  sobre  la  naturaleza 
misma. 


En  el  importante  libro  del  doctor  Manuel  Uribe  A.,  Geograjia  general  y 
Compendio  histórico  del  Estado  de  Antiorpúa,  dice  lo  que  sigue:  "Para  cono- 
cimiento especial  de  todo  lo  que  se  refiere  a  la  minería  antioqueña,  recomenda- 
mos la  lectura  del  precioso  opúsculo  que  acaba  de  publicar  el  señor  Vicente 
Kestrepo,  obra  escrita  magistralmente." 


Terminaré  esta  recapitulación  con  algunos  extractos  de  parte  de  las 
numerosas  cartas  que  rae  fueron  dirigidas  con  motivo  de  la  publicación 
de  mi  Estudio  sobre  minas. 

Ck)n  particular  interés  he  leído  su  opúsculo,  cuyo  mérito  aprecio  en  alto 
grado.  Muy  raro  me  ha  parecido  ver  un  caudal  de  noticias  sobre  un  ramo  de  la 
industria  nacional  que  liasta  hoy  ha  sido  visto  con  tanto  desprecio  liasta  por 
los  que  se  han  lucrado  de  los  ricos  veneros  de  que  usted  hece  mención. 

La  parte  en  que  sq  refiere  á  las  minas  del  Tolima,  únicas  que  conozco  me- 
dianamente, me  ha  satisfecho  por  completo,  y  creo  que  con  la  publicación  á  que 
me  refiero  ha  hecho  usted  un  bien  positivo  al  país 

JosÉ  DoMiNuo  Eestuepo. 


Ahora  que  he  terminado  la  lecturade  su  interesante  opúsculo  sobre  minas, 
me  apresuro  á  felicitar  á  usted  y  al  país  por  este  trabajo,  que  tiene  un  doble  y 
raro  mérito  entre  nosotros  el  día  de  hoy  ;  y  es  el  de  hacernos  conocer  la  histo- 
ria y  la  situación  actual  de  esa  importante  riqueza,  con  toda  la  autoridad  que 
le  da  la  suficiencia  científica  de  usted  en  ese  ramo,  y  también  el  ejemplo,  ya 
necesario,  de  un  nuevo  giro  á  los  estudios,  que  para  bien  positivo  del  país  se  les 

debe  dar 

Mariano  Tancü. 


He  leído  con  mucha  detención  su  libro  y  he  hallado  en  él  lo  que  esperaba, 
siendo  escrito  por  usted  :  verdad,  claridad,  moderación  y  amenidad.  Pero  nunca 
me  imaginé  que  hubiera  tenido  usted  tiempo  para  estudiar  tanto,  para  cónsul- 


lar  todas  las  obras  que  ha  examinado,  archivos  viejos  de  la  Colonia,,  informes 
manuscritos  ignorados,  etc.,  y  formar  así  una  historia  completa  sobre  el  descu- 
brimiento y  laboreo  en  varias  épocas  de  todas  las  minas  de  Colombia. 

Verdaderamente  usted,  por  los  conocimientos  que  tiene  de  todas  las  minas 
y  de  todos  los  oros  de  Antioquia  y  de  otros  Estados,  por  su  constancia  para  in- 
vestigar  y  por  otras  circunstancias  especiales,  era  el  llamado  á  publicar  una 
obra  de  esta  naturaleza  que  hiciera  conocer  en  el  mundo  las  grandes  riquezas 
que  poseemos  ;  y  ha  llenado  este  deber  patriótico  tan  perfectamente,  permíta- 
me que  se  lo  diga,  como  quizá  ninguno  otro  pudiera  liaberlo  hecho. 

Yo  lo  felicito  por  el  buen  suceso,  y  me  .congratulo  con  todos  los  demás,  es- 
peciaJmente  con  los  dueños  de  minas,  por  la  aparición  de  esta  obra,  que  tanto 
bien  puede  hacernos  á  todos  los  mineros  y  al  país  en  genenil. 

JoAQvíx  Márquez. 


Leí  y  he  vuelto  á  leer,  siempre  con  jjlacer  y  admiración,  el  completo  y  lu- 
minoso trabajo  sobre  las  minas  de  Colombia  que  usted  tuvo  la  bondad  de  remi- 
tirme. 

.  Keciba  usted  niis  sinceras  felicitaciones  por  el  desempeño  feliz  y  magistral 
de  la  difícil  tarea  que  usted  se  impuso.  En  ese  folleto  no  sabe  uno  qué  admirar 
más,  si  el  lenguaje  pulcro  y  correcto,  la  paciencia  de  benedictino  para  recoger 
datos,  conceptos  y  luces  extrañas,  las  propias  observaciones  y  las  luminosas 
verdades  científicas  que  las  acompañan,  ó  el  móvil  generoso,  desinteresado  y 
patriótico  que  inspiró  tan  pesada  labor,  llena,  como  todas  las  obras  del  espíritu 
entre  nosotros,  de  obstáculos  y  contrariedades. 

Tiene  ya  usted  con  su  vida  laboriosa  é  inteligente  derecho  á  muchos  me- 
recimientos de  sus  compatriotas  ;  su  bagaje  literario  y  científico,  como  dicen  los 
franceses,  es  ya  numeroso,  y  basta  para  una  reputación  envidiable,  pei'O  este 
último  esfuerzo  de  su  espíritu  es  tan  notable  por  la  intención,  por  la  ciencia 
que  revela,  la  erudición  que  muestra,  la  belleza  del  estilo  y  el  criterio  segur(> 
en  las  observaciones,  que  se  siente  uno  movido  de  admiración  y  de  respeto  por 
el  que  así  sirve  tan  bien  á  su  país. 

Marceliano  Vei,ez. 


FIN. 


índice. 


I'át;tna*. 
Prólogo Vil 

PARTE  PRIMERA. 

I. — Los  minerales  uciles  en  Colombia 1 

II. — Antioquia 6 

HI. — Estudio  sobre  el  oro  de  Antioquia 36 

IV. — Cauca .". 46 

V. — Lo  que  dicen  los  e.xtranjero9  de  la  riqueza  del  Chocó 69 

VI. — El  platino 7.') 

Vil.— Tolima  83 

VIII. — Las  minas  de  San-Sebastián  de  la  Plata 100 

IX. — Panamá  y  Darién 109 

X. — La  mina  de  Espíritu-Santo 119 

XI.— Bolívar 129 

XII. — Departamentos  de  la  banda  oriental  del  Magdalena 132 

PARTE  SEGUNDA. 

I. — Producción  total  de  las  minas  de  Colombia 149 

II. — Influencia  de  la  minería  en  el  progreso  general  de  Colombia 159 

III. — Causas  del  abandono  de  las  minas 174 

IV. — Los  métodos  de  explotación 186 

V. — Vislumbres  en  el  porvenir 203 

VI. — El  Gobierno  español  fomentó  la  industria  minera 207 

VIL — La   minería   científica    no   es   más   contingente   que   las   otras 

industrias 212 

VIH. — Un  Gobernador  español  de  provincia  en  la  época  colonial 217 

IX.— D.  Juan  José  D'Elhúyar '¿3u 

APÉNDICE. 

A. — El  principio  y  el  fin 247 

B. — Ordenanzas  de  minas  de  D.  Gaspar  de  Rodas 249 

C. — Informe  sobre  la  empresa  del  Zancudo 262 

D. — Datos  tomados  del  cuaderno  de  gastos  llevado  por  el  Director  de 

las  minas  de  la  Concepción 264 

E. — Descripción  geológica  del  terreno  de  la  Vega  de  Supía 267 

F. — Visita  de  minas  del  real  de  Santa-Ana 277 

G. — Petición  del  Capitán  Francisco  Fernández  de  Palencia  al  Gober- 
nador del  Nuevo  Reino  de  Granada ■,■■  28."i 

H. —  Informe  de  D.  Alonso  Iluiz  de  Saajosa  soljie  las  minas  de  Ibagué,  286 
I. — Cartas  de  1).  José  Celestino  Mutis  al  Virrey  Messía  de  la  Zerda..  288 
J. — ^  Qué   valor  tienen  los  datos  oficiales  sobre  e.xportación  de  oro 

y  plata? 293 

K. — En  el  Nuevo  Reino  de  Granada  no  se  acostumbró  asignar  minas 
al  Rey  de  España '-9á 


—  334  — 

l'áüinas. 
L. — Informe  de  D.  José  Celestino  Mutis  sobre  Jas  minas  de  Mariquita.  300 
31. — Extractos   de   las   cartas   de  D.    Juan  José    D'Elhúyar   á   los 

Virreyes 301 

N. — El  método  de  amalgamación  del  Barón  de  Born  descrito  por  el 

señor  E'Elhúyar 305 

O. — Plan  para  el  establecimiento  del  cuerpo  de  minería  en  el  Nuevo 

Keino  de  Granada,  formado  por  D.Juan  J.  D'Elhúyar 306 

P. — Parte  final  de  un  informe  del  señor  D'Elhúyar 315 

Q. — Documentos  relativos  al  envío  á  Madrid  de  dos  retratos  del  Rey, 

uno  de  platino  y   otro   de.  cobre  y  platino,   hechos  en  Bogotá  en 

1774  316 

R. — Información  de  las  minas  de  plata  nuevas  en   los  términos  de 

la  ciudad  de  Pamplona 317 


Libros,  folletos  y  documentos  inéditos  consultados 321 

Felicitaciones 328 


Pd^. 

Linea. 

16 

17 

43 

29 

47 

16 

50 

24 

126 

3 

líERATAS  SUSTANCIALES. 

LÉESE.  C0RRIJ.\SE. 

(1) (2) 

1.250,000 •  1.160,000. 

á  estas  que  dedicaban á  estas  dedicaban. 

devolverlas  desvolverlas. 

minas ruinas. 


X 


BJNDIng  sec^      0EC22197ie' 


VE 
POCKET 

ÍRARY 


TN  Restrepo,  Vicente 

A14.  Estudio  sobre  las  minas 

C6R35  de  oro  y  plata  de  Colombia 

1888 


Engin 


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