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ESTUDIOS
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EN ESPAÑA.
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IMPRENTA DE RUIZ EDITOR^
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El editar feriñífuirá judieíalmenie^' d los que rBimprimiesen
sin su e^nocimtetUo esta obroi ^^^y^ propiedad te peí^tetieee.
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n/5
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JCil destino de la España és singular. A últimos del siglo i&,
después de la fot*macrcn de la Monarquía por medio de la reu-
nión de las Coronas de Aragón y de Castilla, después de la
Conquista de Granada, y del descubrimiento de laS América^,
Hegó á ser la nación mas poderosa del Orbe. Durante casi to-
do el siglo 16, bajo los primeros Soberanos de la estirpe Aus-
tríaca, conservó su supremacia en ambos hemisferios. En el
17 se fué debilitando continuamente hasta el adljcniraienlo do
la casa de Borbon. En el 18 estubo obscureciSa y olvidada, y
no se contó ya con ella, por decirlo así, en los negocios de la
Europa. Pero desde el principio del actual, con la guerra de
. feí independencia volvió á hacerse visible; sus revolucione* la
&an colocado de nuevo en la esfera de la política Europea; y
hoy tiene el privilegio de llamar la atención general en todas
las crisis de que es teatro. No parece sino que el peso de la
España, por ligero qué sea, debe hacer inclinar la balanza ea
lá contienda suscitada entre los dos grandes principios que di-
viden la Europa central y la del norte en dos confederacio-
nes de fuerzas casi iguales, y que* es una especie de terreno
neutral, en el que esos dos principios presentan la& prime-;
ras escaramuzas, antes de empeñar la batalla campal que de-
cida de! porvenir del mundo. Pero la España, después de ha-
ber tenido interrumpidas por mucho tiempo todas sus reW
clones; después cjue desde su espulsionde Italia y de filandest
ha dejado de visitar la Europa y de ser visitada por la misma»
largo tiempo aislada, eu¿indo los demás pueblos tendían á cón->
fundirse, mucho ti(»npo inmóvil cuando el universo marchaba;
es hoy en dia para nosotros un pais de descubrimientos. No
se tiene un ecsacto conocimiento de su actual estado, ni de su
historia pasada; y no obstante se echa de ver, que sobrepuja
al deseo la necesidad que hay de no ignorarlo.
He aquí la razón que meimpcleápublicar esta obra, en La
^ue, sino me esteiM^i mas» ba sido por parecerme que en esie
siglo carioso y agitado no gusta el público de las dilatadas, y
Jorque no dejo de conocer que unas ideas generales acerca
e la España, bastan para satisfacer la curiosíaad de las nacio-
nes estrangeras, teniendo en consideración el punto de vida
histórica en que en la actualidad se halla. Quizá no está je^^
1'ano el dia de la manifestación de sus pormenores; y por eso
lice un esfuerzo para f educir soloá cuatro capítulos las no^
Clones mas interesantes que pueden adquirirse acerca de la
historia moral de ese país; y me persuado qué seré creido si
aseguro, que entre los materiales de esta obra^nomeha sido,
tan dificil hallar los necesarios, como elegir. los mas selectos;
que no pocas veces me he vistOi precisado mas bien que á
incluir, á cercenar; v quepor lo mismo, me hubiera sido mas
fácil formar dos rolumenes que uno. Las piezas de que se com—
f»one este no spn todas nuevas, pues algunas han visto ya la
uz púUica. Tales son la historia de las asambleas nacionales»
que ios Españoles han juzgado dignas de traducción, y dedis;^
tribuir como una especie de catecismo en la apertura de sus
Cortes actuales; y la descripción del Museo de. Madrid, que
los apasionados á las bellas artes han acogido con una estimar
tion que no podia prometerme. Estos fragmentos cuidadosa-
mente ecsaminados y perfeccionados antes de su segunda pu^
blicacion, no son sin embargo tan estensos como los inéditos^;
Por ló demás, y prescindiendo del mérito que cada uno de ellos
puede tener por la materia que abraza, el principal del au-
tor nó lo constituye la novedad, sino su reunión. Montaigne
dice con gracia al principio de uno desús capítulos: «Por di-
versas que sean las yerbas de que aquí se traíc, todo se com-
prende bajo el nombre de ensalada^)) Del mismo modo...... voy
a hacer una miscelánea de artículos. Aqui todo se compren^
4érá bajo un nombre común Estudios, y un objeto común ia,
España. j
ESTUDIO
lOBRB
Li HISTOEU DE LAS ASAMBLEAS NACIONALES
tn Cgpafta»
"kT^o liay leyes mas «crtdlt«Sas,iciaft;ii|ii«l'Ul.
i las cuales el Ser Supremo ha cpncpjduio; una
antigua duración, de modo que nadU.aepa aja
Origian, ^ni qa« jamaa hayiti sido 'álteradas.w
(j^Iontaigne, ensayos, lib* ir tap» •XLlf • )
(PARTE PRIMERA.)
» . • • - . . • V . .
♦■ . • > •/
ÁKXIGUAS ASAMBLEAS HASTA CARLOS^QUUfTO.
l9i har un pais que pueda mefor qtie otro alguno prol)af
por nicaio de sa historia pasada, la yerdad de.ac[ttel adagio,
3ué la libertad es antigua, y el despotismo reciente, es síii
Uída la España. Antes de pod^r ser citada como la tierra
dásica del derecho diViho y del poder absoluto, habla pro-
sitado á la Europa de la edad media un modelo de la sobe-^
rání a nacional en egercicio, tanto con respecto a los inte^c-^
tes 'particulares de la comunidad, como en cuanto á los gene-
rales de la nación. Hoy, que el progreso de las luces, el impe-^'
rio de la opinión^ y de las costumbres impelen, aun sin reyo*
;<f '
S K3TDDI0 IMBRE LA ESPAÑA
lacioH) á e» coman» conrertida en Mtacioreria , i Uiuarsé
en la vía de las rerormas; hoy qu« la palabra Cortet, resue-
na de un estremo á ofro de la Peninsma, y que la nación E^
pafiola confia su regeneración & sus antif^aas formas rcpresen-
tativas, será interesante la lectura de algunos pormenores a-
cerca del origen, descubrimientos, poder, total decadencia, j
restablecimiento de las asambleas nacionales en España, cayo
estudio suministrará ademus varias lecciones: vquiiá entonces
ic dejará (fe llamar imprudentes novadores, Á lus que recla-
man para nosotros, oomo garantías y libertad, menos de lo que
poscia ha cinco siglos una nación reciña , y á los que a&<
tienden esas instituciones populares, á las cuales la Kspafia
ba debido su fuerza y grandeza, contra las ínTasioBCS del po*
der soberano, que- han causado sus infortunios y su ruina.
Se puede decir, que la con&litucion política de España, ha»-
ta la violenta introducción del poder absoluto, ha dcscansadOf
Omno an dos bases fundaméntalos, sobre dos instituciones, de
las que, una era particular á la Ciudad, y la otra comnn á
toda la nación; instituciones tan populares, tan veneradas , J
tan arraigadas en las costumbres, que el despotismo ha po-
dido aUerar,"pero no destruir , y cuya salvación ha pcaido
el pueblo Eespañol en todus las crisis de su vida histórica.
Esas instituciones tan antiguas, y siempre recientes , son las
municipalidades creadas por los Romanos, y las asambleas na-
cionales traidas por los Godos. Gomo las dos han sobrevivi-
do á loa regímenes que sucesivamente las habían introducido;
como se han combinado y confundido hasta el estremo de con-
vertirse las primeras en elementos de las otras ; y como do
su fusión se ha formado la constitución general; su hístoríii
■o es necesario escribirla par orden cííAm>-
I especial me obliga, para mayor claridad
proceder á una época muy lejana , lo quo
talentos roflecBÍvos para seguir al trAvés.
! interrumpida filiación de las instituciones
persuado que on virtud de esta coDsidcr»-
Kirá la aridez de los primeros pasos de es-.
iNsrmictoirBS. 3
« ■ •
§ l.é MinaCIPALIDADES ROtfAKAS.
Después de la ruina de Cartago y de Numancia , después
de las conquistas de Cesar, Roma , dueña dé la Galia, de la
Bretaña, y de la Peninsula hispánica , dio una organización
piniforme á todas las Provincias Occideatalos del. Imperio. Los.
tres grandes Proconsulados de España establecidos por Au-
gusto, y aumentados posteriormente hasta cinco por Adriano,
á saber: la Bética, la Lusilania, la Galicia , la farragonense
y la Cartaginense, estaban divididos en Ciudades, (civitatesj^uc
6e componían, no solo de la población cabeza dé distrito, en
donde residía la autoridad municipal, y de la que aquel to-
maba su nombre, smo también de cantones^ fpagtj, qué dejKm-
dian de ella. En cada Ciudad había un Comisario imperial,
llamado conde, (comes)y dependiente del Procónsul de la pro-
rincia; el cual, lo mismo que el Duque, (dux), ó comandante
militar, dependía del prefecto del pretorio, que era el encar-
gado de trasmitir las órdenes de Boma á las provincias, y los
tributos de estas, á aquella. Ese prefecto del pretorio , cuta
diócesis abrazaba todas las provincias del Oeste , residía en la
Galia, y tenia en España uri Vicario-general.. Constituidas asi
li»s Ciudades bajo esa gerarquia de vigilancia mas bien que
de dominación, formaban, como no se iírnora, unps verdade-
rbs estados de corta estension, con su gobierno pa^^ticular^ in-
dependiente, distinto del délas demás, aunque parecido en 'a
forma. El gobierno de la Ciudad se componía de un senado,
euyas plazas eran hereditarias, y de una asamblea municipal
llamada euria^ ó algunas veces $enaio inferior y las que etan
electivas. Los Ciudadanos, (€ives),es decir, los habitantes libres
de la la Ciudad, se dividían en tres órdenes, ó clases: l.^'los
patricios f miembros de las familias senatoriales; 2.'' los del es-
tado medio, ó propietarios de bienes raices en el territorio de
la Ciudad, divididos en flernriasy que baJQ el nombredecH-
m/es, elegían en las asambleas publicas susrftcwnon<?s uofi-
<^iales municipales^ por ultimo, los artesanos, cuya cbsc com-
jirendia todas las profesiones manuales ó mercantiles. Este ter-
cer orden también se llamó coUegia opifictm, porque cada (js-
tado ú oficio formaba una 4?m'poracion [ collegium). El senndo
y la curia gobernaban á un mismo tiempo la Giíj^ad ; pero
4 JESTUDIOS SÓBRELA ESPAÑA.
sda á los decuriones iacamhía la egecücion de loa r^glamca^
tos municipales: esos oficiales estaban encargados ademas dt
la recaudación de los imipueatos, del alistamiento de b& tro-
pas, y en general de todos los negocios de la Giudbd. ( 1 )
Bonia no habjia conseryado en las provincias mas que una
^i) Guando en la decadencia del imperio se hicieron ten«.
tati?ai para detener ¿ losbarbaros^ ya comprando a peso de oro.,
anas cortas suspensiones de hostilidades, ya pagando Roma aU
ganas colonias eslrangeras^para oponerlas á los únasores^ ha*
ciendo pagar de este modo á las provincias la paz y la guerraj
se ideó aumentarlos impuestos con unos subsidios estri^ordtna*
rioa^ motivadoa por cada acpateciiniento desgraciado , y que
fueron siempre aumentándose del mismo modo que los desas-
tres. La díficttltid que ofrecía k recolección de estoa auhsir
dioo en las proTÍncias lejanas, fué la causa de arrendar sn
^branaa. Los colectores imperiales, disponiendo de la fuerza
armada, desplegaron mayor rigor y aspereza en ese cargo que
egercian no para el estado, sino para ellos mismos. Hicieron á..
los oficialea municipales responsables de las contrlhoclones que;
estaban, encargados de recolectar^ obligándoles aun á pagar su
importe anticipadamente. Entonces la condición de los curta*,
les electores, etitre los. que se elegían los rfccurtones, Uegd i
ser tan penosa que la, mayor parte de ellos se esforzaban para
ohltuer rescriptos del Principe con el objeto de que se lea
horrase de la lista curial, para ser clasificadoa entre los sim*,
pies poseedores; y si no podian obtener esta declinación j, .sj^.
Iraaladaban á otra ciudad por no desempeñar cargo alguno mu«,
nicipal. c Nadie ignora,, diec Siayoriano en uo edicto^ que los
curiales son el apoyo éel estado, y el corazón de las ciudades}
▼ no obstante, esos ciudadanos, coya asamblea; se titula senii^o
inferior, sehalla^t de tal suerte agoiriados con el peso de |a la*
justicia de nuestros oficiales, y con el de la codicia de questrpji:
recaudadores del impuesto, que la mayor parte de ellos aban-
doñai&do su. patria^ y renunciando los derechos de su nacimlf^n*
to, se ocultan e«i nuevas moradas en donde no están .obliga*,
dosátfimar parte en loa negocioa públicos. ( ¿e^r Jtfóyf oriant^
nami^S.)
IKSTITUaOKBS. 5
autoridad indircclai una especie de dominio feudal 9 cujcs
derechos se reducían casi á la percepción del censo ; porque
durante los primeros siglos, y antes de los bursátiles edic-
tos de Caracalia, que por acrecentar el impuesto de capita-
ción estendió el derecho-de Ciudadano romano á los habitantes
de todas las provincias, ni aun hubo alistamiento de tropas,
porque los Ciudadanos romanos podian constituir ellos solos
parte de las legiones. El censo se componía de dos especies
de impuestos: el territorial ó jugeration, que recaía sobre to-
da clase de propiedades, y el personal ó capitationy que pa-
gaban todos los individuos; á los cuales hay que agregar las
aduánaselos portazgos, y algunas servidumbres personales
preceptuadas para el servicio del imperio, por ejemplo los tras-
portes de las tropas, ú otros de varios géneros. Satisfechas
estas obligaciones para con Roma, las Ciudades eran indepen-
dientes, y se gobernaban libremente en su interior. Tenían
sus rentas particularesi procedentes ya de arbitrios que se im-
ponían con la autorización del Emperador , ya del producto
de las propiedades C€^unales. También tenían milicias arre-
gladas y permanentes, cuyo ausilio impetraron con frecuen-
cia los ejércitos romanos, y entre ellas se suscitaron algunas
guerras de vecindad, aunque de poca consideración. Alguna^
Teces las ciudades, por medio de sus diputados, se congrega-
ban en estados-generales, para deliberar acerca de los intere-
ses comunes del país. Adriano en el año de 123, determina
consultarlas de este modo. Uno de sus mas preciosos derechos
que cffercian con frecuencia, era el de citar en Roma á los go-
bernadores que se habían hecho criminales en las ecsaccicnes.
£1 Senado ante quien se juzgakm estas causas , fallaba como
juez. Por último, Roma, que tanto respetaba la lil)ertad inte-
rior de las ciudades, llegó á lisongear hasta su amor propio,
llamando, aliadas^ y no súbditm ala mayor parte de ellas, de-
nominando tratado de alianza su acto de sumisión al imperio.
Deseo que por medio de un egemplo se. comprenda la or«>
gaiizacion de las municipalidades roirianas. La Suiza, tal co-
mo en la actualidad se halla dividida y gobernada, supongamos-
la dependiente del imperio, y pagándole el censo ; un pro-
cónsul Austriaeo residiendo en iLrinebrai y los Condes ó
Comisarios en cada cantón. La Suiza formará una pro-
6 ESTUDIOS SQBRR LA ESPAÑA^ '
vin^ia, y los trece cantones otras tantas ciudades. •
£ñ España, en donde aunque toda institución se establece
con lentitud, se arraiga profundamente; él régimen municipal*
ha sobrevivido á todas las conquistas, y á todas las revolu^ '
cioncs. Mucho tiempo después de la ruina del imperio, de la -.
invasión de los Godos, y de la de los Árabes, cuando estaba '
erigida la monarquía, y las Cortes se reunían ordinariamente; i
las cómynidades, rebeldes ií toda institución que no fuese la
&uya, conservaban todavía ^us formas municipales, no permi-^
tiendo al Rey, [del mij&mo modo que antes al Emperador] mas '
que una especie de derecho de dominio.fcudal para la esaio- '
cion de los impuestos y alistamiento de tropas , sin la menor
participación en lo interior de su administración. Estas co-
munidades independientes se llamaron ¿afteírto^, y seiestable-*
cieron en la misma época ( hacia el año de 285 ) que los re-
beldes en Ja vGalia, .es decir^ cuando las ciudades que compo-
nían la prx)vincia Armoricana separándose del imperio, renuiW '
ciaron la alianza de los Romanos, y jse constituyeron por un '■'
instante^ digámoslo asi^ en república léderatira. Pero las bo<-
lictrias españolas sobrevivieron doce siglos á los rebeldes Ar*«
zDoricanos. A pesar de las continuas f)eticiones de abolición que
presentaron contra «Has las Cortes gjenerales, se mantuvieron '
ele hecho en su independencia hasta últimos del siglo IS, ba-
jo el reinado de los Reyes Católicos. Solo en «sta época, des*
pues de la reunión de las coronas de Aragón y de Castilla, j
de la toma de Granada, fué cuando el poder Real llegó ádes*
truirlas. ( í ]. Una costumbre muy notable se ha conservado
hasta nuestros dias en muchas villas de Castilla la Yieja, que
trae su origen de esa antigua independencia municipal, y qúc
por esta razón se llaman pueblos de Rehetria , cual es la de
tío admitir á ciudadano ¿flguno á los empleos de AlcaldeóRe« '
;gidor sí no just inca que no es noble, ni ennoblecido. Esta cos-
iumbre . evidentemente nos descubre un vestigio de la elección '
(1) Los habitantes de esas comimklades no'recoñocian otra
jarisdiccíon que la de sus o&ciales munieijiales. Uc hay trae
su origen aquel auliguo Adagio.«K.Co}t vUUaiode hehelria no
ie tom€S a porfia* '
V
•X
nfSTITCClONE?. "7
ie los antiguos decuriones, que eran nombrados por los de su
misma calidad, y no podiau elegirse sino entre Li clase de los
curiales.
Por lo demás la municipalidad española, tal como ecsiste to-
dayia en la actualidad, es siempre la municipalidad Romana.
Hay en ella individuos que pertenecen á su seno , por dere-
cho hereditario, como hts miembros del senado antiguo; otros
ocupan su lugar por derecho de elección, como los de la an-
tigua curia; hay procuradores síndicos que reemplazan á los
comisarios imperiales; y para perfeccionar la similitud, capi^
tañes generales, que son unos verdaderos procónsules, super
ríores & las municipalidades.
§ 2.*" CONCIUOS be: LOS GODOS.
Los Romanos establecieron la municipalüdád, y* los Godos
la asamblea nacional.
Guando los pueblos barbaros que posteriormente invadie-?
ron el mundo Romano deliberaban alguna espedicion com?-
puesta de los de las cercanias, nombraban desde luego un ge-
fe de la empresa, el cual elegia á su vez por compañeros lo
mas selecto de los guerreros, quienes sostenian hasta con fa'-
natísmo el sacrificarse por su persona (1 ) ; y esos hombresr
dé egecucion se dejaban dirigir por los conscps de los an-
emjOLQS \ senioras de donde trae «u origen, la denominación de
señoTy siegneur, signor ). Guando estos barbaros substituye-
^
(1) « Cnesto consiste la^ dignidad, dide Tácito, en podct
tialla^se continnamente rodeado de una naiiiei*osa y selecta ju*
irentud, lo que constiluye rni ornanieuto en la paz y un ante-
mural en (» g^uerra. Se adquiere la cclL-bridad. . . . . sicndp s«*
perior á los deinaa por el iHÍmero j el valor de sus compa'-
neroa...... ül Prtucrpey h tropa %a eu{>ren ét ¡jj^nomiuia eii
tds combates, el prínkero, cuando su vpbir es iurerior á ú de
esta, y la tropa, cuando el suyo no ¡g;aala á el de el Principe»
La deíensa del caudillo es J» mas sag^radá de- las oblin^aciunes
de loa subordinados, ea tanto grado, que los 'qi?e llegan a sobre-
vivirlej ae kalliMi utareados eeai el indeleble sello de una infa.*
8 ESTUDIOS SOBIIS LA ESPAÑA.
ron las conquistas al bolín; cuando no ya los ejércitos, sioo
las naciones en masa abandonaron su pais, y se estableiieron
con mano armada en otros nuevos; entonces el gefe elegido en
virtud de la emigración general, se halló mandando á todo el
pueblo, al conquistador, y al conquistado: y su autoridad temr
poral, prolongada con la permanencia de la espedicion , se
convirtió en un poder y en una dictadura vitalicia. Por otra
parte, sus compuücros á qurenes pudo agraciar , no ya con
armas ó con banquetes, sino con provincias se hicieron gran-
des vasallos de su corona, y se crearon otros sub-vas^ilos con
la división de sus feudos, y con otras cesiones de territorio.
Por último el consejo de los ancianos, cuyas funciones hi^bian
sido hasta entonces la decisión de los negocios públicos, ó la
transacción de las pendencias particulares; y cuyas atribuciones
se aumentaban por la importancia de los negocios que tenia quo
resolver; se convirtió en consejo de estado del principe, y^ en
asamblea legislativa de la nación. '
Los Francos, dueños de la Galia, tubieron sus campos de
Marte de la primer estirpe, y sus campos de Mayo de la se?-
gunda, que fueron unas asamble-'is nacionales, en donde se de-
cidian los objetos de interés público, y en donde se formaban
las leyes (l)..Pero esas asambleas no fueron comparables con
los concilios de los Godos, ni por su frecuencia, ni por su re-
gularidad, ni por la estension de su poder. Las primeras no se
mía etern». Si «na ciudad está en paz, los Principes van á ba§*
car la g^uerra entre las que se hostilizan, y por este medio con-
servan un t^ran niímero.de araigpot, á quienes cntrcgmi el caba«
lio del colábale, y la terrible, azagaya. Las comidas poco re-
galadas, pero abuiidaiiles, son para ellos una especié de p^ga.
El Principe no sostiene sus liberalidades sino cun las guerras
y ei pillagc. Mayor difículiad habría enpcrsnadirlca á: que
cultivasen la tierra, y á quC; esperasen' el tiempo de la reco-
lección de los frutos, que á hacer frente al enemigo, y reci*
bir heridas; y no adquirieran con el sudor, lo que pueden ob-
tener con la efusión de sangre. «( De tiiorífrMf Germ.)
( 1 ) Lex consensn populí fit et constitutione regís*
INSTirüCICKES '9
reunian,' sino en cierta época del ano; los segundos en todas
las estaciones y cu todas circunstancias. Aquellas eran una
especie de /oi'iifn en donde las materias propuestas se acogish
por aclamación; estas un senado en el que se (leliberaba con
orden y lentitud. Por último, de las primeras apenas han que-
dado mas que tradiciones; de lais segundas se ha formado un
cuerpo de derecho, un código completo que ha rcgi(jo á la
£spaña por espacio de muchos siglos.
Es necesario abstenerse de tomar esta palabra concilio bajo
una acepción puramente canónica, como la que comurt mente
tienéi Del mismo modo que entonces se llamaba vicario y dtó-
cesi$ el lugar teniente, y la jurisdicción de un oficio lego; se
llamaba concilio^ toda especio de asamblea, de consejo. La Igle-
sia se. apoderó de esas diferentes palabras; pero entonces per-
tenecian t¿iBto á lo espiritual, como á lo temporal. Los con-
cilios de los Godos eran propiamente la asamblea de los ^e-
niores que babian conservado sin interrupción, pero cuvas a«
tribuciones se habían estendido con las empresas, necesidades,
y formas políticas de la nueva sociedad (1).
La monarquía de los Godos era electiva y vitalicia. Des-
pués de Alarico, el primero de siís gefes á quien se pudo 11»^
mar Bey, y de su hermano Ataúlfo; jos Godos, por un sentir-
miento de reconocimiento y de afección á la memorija de esos
dos ilustres guerreros, dejaron la corona en su familia Pe-
ro después de -la muerte del joven Ama lar ico, egecutada por
Ciovis, la elección Real volvió á su primitiva pureza, y re-
cobró por consiguiente toda lá libertad de los sufragios. To-
dos loa ciudadanos, sin distinción de familias, fueron llamadoH
(t) Alontesqnieu pareeé qne se lia equivocado acerca del
verdadero senlido dé la palabra cohcUíb^ cuando dice que «los
Beyes Godos eomisionaroii al clero para que hiciese, y refun-
diese sus leyeiv Es cierto que k^s ínsrjrnes varones legos coil*
ciirrian, del mismo modo (|ac los obispos, á la asamblea de esllt
nombre. Para justificar e^le aserto, iio necesito mas prueba que
•i lar la fórmula frecuentenieiilo empleada en Ibh leyes Godas.
\..^Cc9i esíasiilras leyes qne nos ficiemos con los Obhpos de
^^¡/eontodos los mayores de nuestra Corte.^- Fuero juzgo.
10 ESTÜMOS SOBRE XA ESPAÑA.
al IroDo; para ocuparlo bastaba sor Godo, ihgetiuo, j legó, p»
Terdad que algunos Soberanos, en beneficio, de sus hijos, se
Talieron del medio puesto en cgecocion p<»r k>s Emperadores
Romanos,, cual ha sido el de asociarlos al trono, haciendo que
la asamblea nacional los reconociese por sucesores. Pera esta
S revisión paternal no fué tan feliz como ia de Yespesianp ó
íerva,. y apenas hubo egemplos de ella. Al lado de un trono
electivo, los concilios naciouales no podiao dejar de ejercer
una autoridad considerable. En primer lugar se puede decir
que disponian de la corona, no por que fuese de su esclusiva
incumbciicia laeleccfon de los Soberanos „ sino porque deter*
minaban el tiempo, el lugar, hs formas de esa elección, y
convoeabaa la asamblea más general que se ha visto con déte*
chó de eleectony á la que era& llamados lodos los hidaiigos- (1) ú
hombres de condición,, ya fuesen Godos ó Españoles. Las le-
es Godas están llamas de precauciones minuciosas para que
os sufragios se diesen con toda independencia, y precaver lo6
manejos que pudiesen preceder ó acompañar á la elección (2].
Verificada esta, el concilio la. ratificaba, la sancionaba, (coma
lo acredita ia historia (3) del sucesor de YYamba], y tomaba
juramento jy\ Principe, á quien en seguida cooferia su digni-^
i
, (I) Bljos de algo.
(2) He aquí las prioeipales disposiciones que ftcerea^ de lef^
te párikcular contiene el prók>go del JPuero-juZjgfo/'Alttertoel
lley, nadie tiene derecho de rogii* el estado^ hista que legfiti*
laaineiitc se elija otro, y ImAla sir elección, ludic puede pre^
tender la Corona bajo pena de excomunión. Durante la vida del
Rey, y contra su voluntad, nadie puede ¡utenlar sucederle^^
Tambieii. se prohibe con&ukar á loe adivinos acerca d^ la épo*
ea de la nincrte dc^l Rey, con el designio de apropiarse la. iCo^
roña, ó de eolncark et» otras sienes. La persona del Rey essa-
{prada. Se ordena ú pueblo q«e respete al padre, bijo^ esposa^
ó viuda del Rey..»á. <^c.
(3) Esta historia es digna de referirse, como na mooam«ii*
to aurioso de las costumbres polílieas de aquel tiempo. Uuo
dé lo3 grandes llamado Er vigío ambicionaba el trono, al que
piarecta estar llamado por lossiifragíoa de sus numerosos
TNSTITUCIOTÍES. 1.1
dad. Si fici tenían él derecho material de nombrar' Monarca,
tenían el de quitarle la Corona, como varias reces lo han ve-
rificado. Witiza antecesor de Rodrigo, último Rey delaMo*
narquía Goda, fué depuesto por la asamblea. Pero el egem-
5 lar mas ruidoso de ese derecho de destitución es la deposición
e ^uintila, ascendido al Trono el ano Ae 625. ufano con ha-
ber espelido de las costas de España una irrupción de la Gre-
cia Oriental , consiguió la asociación al Trono de su hijo Raci-
miro. Péro'segunlos historiadores, después de haber consegui-
do ésta gracia, y no teniendo nada masque esperar de la nación,
la gobernó tiríáfhicamcnle. Entonces la asamblea lo espelió del
Tronó, aplicándole una ley del cuarto concilioToledano, (l)y
colocó en su lugar á diseñando, Tirey Narfconensc,
y basta por el afecte del mismo 'Wamba. Pero b lozana Tcjcz
del Hey podía ser fin obstáculo paca ceñirse proiito la Corona.
Y para removerlo sin crhntnalidad, Er^-igio lebrzo tomar una
bebida, que le sumerg^ió en un sueno lclárgic«. La servidum*
bre del palacio, cié j codo que babi)i fallecido le rasuró la «a-
befea, sefifíin se acoslumbraba, y le amortajó para darle «epul-
tura. VVjamba volvió f«i si; pero desonrado por la perdida de
sus cabellos, se retiró al fnui>asterío , de l*amplic^a , babiendo
designado él líiismo g^eócrosamentc á Ervig-io por sucesor su-
Íoi En efectc^ fué elegido; y el covcitio que se ^un¡ó en T-o—
ido para ratificar su elección, declaró que debía cons¡derar^o
como legítimo lley de ios Godos, medíante á la incapacidad
de'reioar en que se baHaba Wamba. No solo entre los Gp«
doft y Francos, sino también entre toda la descendencia Scíti-
ca/ la larga cabellera' era un djstintivo de honor y de antori-
dad. «Era, dice Montesquien, la diadema délos Reyes)). IVoha-
bia^mas que dos clases de hombres á qtuenes se les prohibía .* i
les'ettslavo'spor 'rgnomiiiia, y á los sacerdotes por humildad.
^1] «Sanetamde presentís enam de fiitnrís rcgibns, lian
aeilteñtTáiñ'proinuigfamui^V>ut si quis ex eis. contra rcvereutiat
legufl], 6n|)crbá do^niftaliopc ét íastii regio, in flagitíis et faci-
nore si ve cupidílate, cmdelisimam potestatcm in populis cxer-
ciierit, apálbeiitatis iscntént¡a.«...^*c. (£ejr P^isig. lib. VI ^
ia. II.)
12 ^ ESTUDIOS SOBRR LA ESPAÑA.
La segunda funcioa que cgcrcian los concilios, s'no ^ a la
primera por su entidad, era la confección da las Leyes. Por
medio de los trabjjos sucesivos de estas asambleas y es como
ha llegado á formarse esa legislación complete), ese gran có-
digo político, civil, y criminal, cuya traducción al idioma Es-
Íanol dispuso San Fernando en eí siglo 13 con el titulo de
'uero-iuz^o, j que sirvió de. base á Isks siete partidas de Á.U
fonso el ^ábio,y al Ft*«ro/íea/ de Alfonso el justiciero. Eu-
rico reunió un concilio en Arles, y dispuso que desde el año
de 479 so escribiesen y redactasen como leyes, ías costumbres
de sus compatriotas, y las ordenanzas verbales de sus prede-
cesores. Estas leyes solo regian á los Godos; Eurico encargó
al jurisconsulto Aniano que compusiese un compendio del có-
digo Tcodosiano, y lo hizo jpromul^tr como la ley de les ven^
eidos, que todavia se llama de los Romanos. Becesvinto ele-
vado al Trono el año de 649, para borrar los últimos vesti-
gios de la conquista, y completar la fusión de los dos pueblos,
abolió el código Teodosianq, é hizo estensiva la ley Gótica á
todos sus subditos. Ese Rccesvinto [ Rech-Svvinth ) bajo cuyo
reynado se promulgaron la mayor parte délas leyes que com-
ponen el Fuero-juzgo, restringió, de grado ó por fuerza, los
privilegios del Trono, al mismo tiempo que daba mayor es-
tension á sus penosas atribuciones. Por cgemplo, se sugetó,
como también a sus sucesores, á no poder esLibleccr impues-
to alguno sin el espreso consentimiento de la asamblea nacio-
nal; y dispuso que los bienes propios, muebles ó inmuebles,
3ue adquiriese el Rev durante su administración, pasasen . al
ominio inaliemible oc la corona. Su succesor VVamba conti-
nuó la obra legislativa, y por último, antes de la destruc-
ción de la Monarquía Goda por los Árabes, todas esas diver-
sas leyes hablan estado,, como un digesto, clasificadas por or-
den de materias, y reunidas en un cueripo de derecho ( 1 )« A-
demás del poder electivo legislativo que le era peculiar, el
(1) Moutesquicu ba cometido al[{;nno8 errores «le gravedad
al tratar de la legislación de los Godos^ y auiiqne no sea mi ob«
jeto corregirlos lodos, debo revelarlos por I» mismo qMe son
«e .Í|oirfé8i|uieo« Por cgemplo, sin fuudameolo aseguní "'^ue
tNsrrniaoKES. 13
concilio de los Godos dividía con el Rey el poder egeculivo,
en un sentido, cual era, el de que el Monarca no ponía en
egecucion los preceptos logisIaÜTOs sin el previo consenti-
miento de la asamblea. Las declaraciones de guerra, ó los tra-
tados de paz, la creación ó repartimiento de los impuestos,
la fijación del titulo y del curso de las monedas, todos estos oIj^
jetos estaban sometidos á la deliberación c^e los concilios. Be-
cibian las V{uejas de cuantos ciudadanos pedian protección j
Í*usticia; contenían con sus decisiones soberanas, las violencias,
os' abusos, y toda especie de desórdenes. Por último, todas la$
empresas nacionales, todas la^ acciones públicas estaban so-
metidas á su decisión: de manera que sin que precediese su
idas leyes Godas perecieron en España como ¡as de los Francos
«en la Gália, y qae en lodas parles se han regoldo por las eos*
«tambres." Bl Fuera* jufag^o confirmado y promuljrado por Al-
fonso" V, Rey de León, el ano ie 1025, y cstcndido por Al*
fonso VI á sus noniérosos dominios, el de 1085^ ck'spiics de la
toma de Toledo; pcrmai»ee¡a ley del estado, sin la menor at«
teracion, basta que Alfonso el Justiciero promulgué las 7 par-
tidas. Por último ¿ no manifiesla una injuhta y escesiva severi-
dad, cuando en el juicio qne forma de las leyes Godas dice
«que 8dn pueriles, viciadas, é idiotas; frivolas en el fondo, y
«giS^anlescas en el estilo, Uénas de retórica y vaeías de sentido,
«y qtie no consig^ueu el objeto que sus autores se ban propues-
to?» A este juleto de Montesquiea conteste con la opinión de
toda la España , justamente envanecida con su antiguo código,
y qne lo contempla como el origen de las buenas leyes mu-
demás, Unjiirisconsolto celebre, el Dr. Villadiego, ba hecbo
en el siglo 17 no lál-go comentario del Fuero-juigo , porque
ese código servia todavia, sino tie ley^ á lo menos de razo»
eserita, del mismo modo que el derecko Romano entre no*
potros. Este es un obsequio que no tengo Conocimiento se
baya dispensado á las leyes de los Francos, Dorguínones
Ír Lombardos, ni aun á esas ordenanzas capitulares de Car-
omagoQ, tan admiradas por Alontesquieu.
Serla necesario componer an volumen pira defender debi-
damente el código de los Gofios. Tero se me permitirá el-
14 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA.
aprobación, nada se cgecutaba (1). El concilio, eh fin, següh" '
las ideas de aquel tiempo, era una verdadera asamblea rcpre— '
scntativa; porque en aquella época en laque todo hombre 11-'
bre era ^Idado, solo habia «dos clases que representar, el cle-
ro, y el egército.
En la invasión de losGodos^la municipalidad romana ha-'
bia perecido como forma política; pero sobrevivió siempre, á
lo menos como división territorial, y los vencedores que adop-'
tarca las CQstumbres é idioma de los vencidos, se acostumbra-
ron á esas distinciones de ciudades siempre subsistentes. £1
gobierno de los Godos, á pesar de su unidad monárquica, con-'
servó algo del federalismo de las provincias Bomanas. La gran
división de Godos é Iberos habia desaparecido con la fusión
de ambas descendencias y la igualdad de los derechos ; las di-
visiones provinciales subsistían siempre, como subsisten hoy^
tpdavia; y. 4 pesar de la alteración de los nombres, los Cátala-'
ríesfGQthi-AlaniJeván ciudadanos déla Tarraconense, y los An->
¿aluces ( ÍVatxdalitii) de la Betlca. «Los habitantes, dice ét
Abad Qubos, eran compatriotas %iñ ser conciudadanos ; perte-
necian al mijimo pueblo, pero no ala misma nación.» Se Ha-'
maba entoiices fueblo á todos los habitantes que se hallaban'
en el territorio sometido al poder del Principe; y nación^ ca--
tar como eg^emplo de esas leyes, Uehas de retórica y varios de
sentido j la misma f}ifii>ic¡op de la ley, en la que se halla con^
signado el gran prípciplo de ignaidad. aLn ley, dice, debe ser
clara, precisa ^ no contradictoria* ni dudosa^ y hecha p«ra bcne-^'
ficio de todos. «•• paraqne los hombres de bien puedan vivir'
i^ntre los perversos. .-^ é imposibilitar á estos de hace^ daño...¿
JLa ley obliga á. todo»: lo mismo gobiernan los hombres que ác
las mugeres, a los grandes como á los pequeños, a los sabios
ane á los ¡gnoranteS| á los hidalgos qneélos plebeyos; debe bri^ ,
ar sobre todos, lo mismo que el sel.» Esta definición no era
upa vana fórmula; en el título de los jaeces y juicios ^fUeáe ver^
se caán pabias eran las precauciones que se habían tdmado
para que la justicia se auministrase siempre rectamente.
(1; Tácito dijo hablando de> los Germanos: « Deminori»
hHS rebus Principes consuUaniy dejmayorihusomnes.rt
INSTITüaOXES. ^ 15
da sociedad ó reunión de ciudadanos formando en un distrito
particular de esc territorio, una familia política. Esta distin-
ción se estableció muchas veces en los reglamentos de aqvLcl
tiempo, y se halla en la formula del juramento que^hacian^oft
Principes á su advenimiento al Trono. Pero repito^ ^,que Ba-
jo la Monarquía Goda, la municipalidad romana no 'se con-
servó sino como divisjon territorial; y ningún papel ha hecho
como institueion política. £1 sistema feudal anulaba la comu-«
nidád. (1).
(1) Muchos autores han sostenido, que antes de la venida
de los Árabes, no ecsislia en España la feudalidad. M ar¡ii«^
entre otros, asegpuira que los Godos ao conocian dí feudos^
ni vasallos, ni la jurisdicción señorial. Montesquieo j liober-
tson, al contrario, dicen, que el régimen feudal se introdujo ia
la misma época en íoda Europa con una admirable uniformi*
dadj y la comisión encargada de ecsaminar el proyecto de lá
constitución presentado á Us Cortes de Cádiz en 18IS, decla-
ró positivamente en su informe, que ese régimen dulcificad<l
ecsistia en Eapana antes de la irrupción de los Árabes. lie
aqni unas opiniones encontradas; voj á esponer algunas raio*
nes en apoyo de las ultimas*
. Es indudable que lo» conquistadores astáblecteron el siste*
ma feudal para su defensa. Estaban espnestos á la subleva*
cion de loa indígenas, y con especialidad á las nsurpacionaa áé
nuevos pueblos aventureros» Dividiendo los conquistadores
las tierras entre sí, con el gravamen de la asistencia al ser*
vicio militar^ formaron «na espeeie de confederación, una liga
permanente destinada á comprimir al pueblo conquistado, y á
repeler las invasiones estrangeras. Bajo este punto de vista era
una convinacioo maravillosa. Los Godos, pues, tenían que pro-
teger su establecimiento, por ua lado, ionira los EspanoíeSy
y por oiro, contra loa Váii<Ialos y Francos. Pero todavía hay
mas; su Rey Ataúlfo se puso al servicio del imperio para hos*
' tilizar á los rivales de Honorio, de ^uieu recibió la inveslidu-
la de la Narbonenre; su Rey Walia, obUgándoi»e también pot
medio de un tratado á espeler de España i loa Vándalos, recl-^
láé la Aqnitania co cambio de este scrvieio, con el tributo üe
16 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAXA
§ 3 <> CONCILIOS NACIONALES DE CASTILLA.
Guando á la lenta conquista de los hombres del Norte su-
cedió la rápida de los del medio dia; cuando la Monarquía de
fiodrigo fué arruinada por los caballeros de Muza, y el tor-.
rente Árabe inundó toda la Peninsular la España cristiana, tal
como la habian dejado los Romanos y los Godos , desapareció
por algún tiempo con esa inundación del Islamismo: pero tan
pronto como se ye aparecer en las montañas de Asturias á un
corto pueblo guerrero, empezar con paciencia y valor la gran-
«-
vasallaje y omenagfe. Cuando vemos que los primeros sobe*
ranos del pueblo Godo ef^ercian para con el Emperador la de^
pendeocia feudal ¿ porqué hemos de creer qne no la hayan ce-
sigido de sus dependientes en el acto de la distribución de loa
estados, qucesto^no la hayan ecsigído de sos snbvasaltos, y que
no se haya formado la cadena feudal en España del mismo mor
do qne cu Alemania, Francia é Italia ?
Fácil me parece descubrir de donde dinana el error de Mari*
Ba^ y de eonclMar su opinión con otras opuestas solo en apa*
riencia. Este enía^ma ^e cifra en un hecho, en la irrupción de
los Árabes al principio del siglo 8.® El sistema feudal en su
origen no era mas qne una institución política, ó mas bien un
establecímicuto militar, que tenia convertido todo el Reyno
^n na .campp. Por medio de la conversión casi general de los
alodios (a//o/íi*a) ó propiedades libres en feudps(/etif}a) ópfopie*
dades de vasallage; por medio de laa variaciones sucesivas que
sufrieron Iqs feudos, al priucipio amovibles, vitalicios en segui*
da, y después hereditarios, en «ririud de las diferentes eos*
lumbres que sobrevinieron con esa especie de posesión^ ha si.
do^eomo los feudos entraron por último bajo el dominio de las
leyes civiles* Montesquieu observa con lesnecto á esto,qua
los primeros reglamentos de todos los barliaros apenas ha-
cen mérito de los feudos^ y que en Francia no se hizo men-
ción de ellos antes de las capitulares de Garlomagno. Pero
cuando reinaba este Emperador ya estaba destruida la Mo*
narquía Goda^ y la equivocación de Uarina proviene síu du*
INSTITUCIONES. 17.
de obra de la reconquista del país, se \é también renacer, cre-
cer, y desarrollarse nuevamente las instituciones que habian
fjindado ó recibido sus padres. La invasión de los Árabes des*
truyó el poder del pueblo Godo", pero no las formas de su
Scbicrno^ La historia de la nueva nación, que únicamente do»«
e entonces toma el nombre de Española, vuelve á empezar
desde el estado de los pueblos libres, y la historia de sus ins-
tituciones vuelve también á empezar con ella, desde el de su
simple derecho consuetudinario.
D. Pelayo no fué mas que un gefe elegido por sus compr^
ñeros de armas como los de la empresa de los guerreros Ger-
manos. JSus inmediatos sucesores al Trono, ó mas bien al mai^
do del egército^ empuñaron el cetro en virtud de la libro «Iccr
da de no haber hallado en su códjg^o disposiciones clara*:
mente feudales. Pero si en la Galia la primera vez que se
liiaso mérito en sus leyes de eala fcudalidad, que seguramen-
te empezó á aparecer con la conquista délos Francos, ha sido
en tiempo de Carlomagno, ¿ cómo la que nació en España con
la conquista de los Godos se podría consignar con claridad en
sus códigpo3, cuyas líhimas disposiciones son uo siglo ante-
riores ¿aquel Emperador?
Y á pesar de esto, Marina ha podido hallar eu ese mUmo
código la prueba de que ya existía la fcudaJidad. £1 Fuero»
juzgo, eoiimerando las especies de jueces, hace mérito, ademas
de los arbitros elegidos por las partes y de los nombrados por.
el Rey, de los que también nombra el señor de la Ciudad
por el Señor de la cibdaí). Esta es la jurisdicción señorial* La.
ey 18 dice en el prólogo, que el rebelde pierda cuanto hobie*
re recibido del Principe, para que vuelva al PatrimoiiSo - fteal
(pierda quanto diera el Principe^ é lome toda en ó regno) ; j
la misma ley prescribe^ que el vasallo que abandone ^au señor^ .
para elegir otro, reeiba tierra de este, porque el Señor aban*
donado, vuelve i tomar su tierra, con todo. 15 demás qbé le ha-
bia dado ( quien desampara m Señor j é tornase para, fdro^ aifUfsl
á quien se lornayle debe dar tierra^ cá el Señor qt^ed^'i d^ \
be aver so tierra é quantol que diera)» He i^qu¡ la dcpeiidcu^is .
feudal.
í
18 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA.
cion ie sns soldados. Durante su primer estado de debilidad*
la corona de ese pequeño reino cristiano , fue absolutamente
ele:;tiya; pero cuando el gefe á quien la nación la habia coiíh
fiado durante su yida, hizo inmensos servicios y, distribuyó es-
tados á sus vasallos, hubo de adquirir bastante ascendieute para
concentrar la elección en su familia; otro, Monarca, para pro-?
ponerla al pueblo> que no hizo mas que ratificarla; otro en fiñt
Eara hacer el solo la elección, y legarla autoridad real á sus
ijos. Sin embargo, hasta la segunda época de este per io*.
do, esto e8> después de reunirse la Provincia do León al pe-^
qucfio Reino de Asturias, que entonces tomó el nombie do
su nueva capital, no se ha visto que los Reyes llamasen su-
ceüM)res al Trono; pero después, y hasta San Fernando, todos
los soberanos conservaron la costumbre de dividir sus estado s
como un patrimonio.
Al lado de la Monarquía electiva volvió á aprecer la a^
samblea nacloaaL En los primeros años de la lucha empe-
ñada por Pelayo, eia asamblea no fué mas que un conse-
jo de guerra , del mitmo modo que en el tiempo de los
Germanos, Pero esa rejuvenecida institución siguió todos
los desarrollos y todos los progresos del nuevo pueblo*
Así ^ que so la vé estenderse» regularizarse, y salir con
él de las Tuiaas de la conquista. Los primeros concilios ce-
lebrados en medio de las rocas, por un .pueblo militar, po^
bre é ignorante, no han podido dejar ningún vestigio escri-
to; Pero apenas la nacioR Española ha podido merecer es-
te nombre, «uátido sus asambleas toman un carácter scvr
lemne V y legan sus acias á la historia. Tal es el concilio reu-»
nido eñ León en el año de 914 en el momento en qué
la Provincia de este nombre se reunia á la de Asturias
en el reinado de Ordeño 2.* [1] Otros dos concilios celebra-
dos en Asiorga, en los años de 934, 937, ya presentan al-
gún orden ^n su formación. La institución ya habia naci»
dp; solo la restaba engrandecerse por el habito y por la
[1) »0mne5 síqutdem Hispantíe magnates ^ episcopio ialb^
hatesy c&mitesj primores^ fació solemníter generali coAventu^
€Hm aelamando ibi comtUmt»^ ClEl inonge de Silos.)
ÍNSTITUCIONES. 19
cspbriencia, y fortificarse con la fuerza íel estado.
Los objetos sometidos á las decisiones de la a^mblea lla-
mada cónctYto nacional eran tan numerosos ^ como los que
habían ocupado á los concilios de los Godos; y su jtiris-
dicción se estendia & todas las funciones del Gobierno. Cuan--
do la corona era electiva, el concilio era quien hacia la
elección ; cuando el Rey designaba su succesor , el concilio
confirmaba esta disposición ; en ambos casos d pretendien-
te entraba á ejercer la dignidad Real por medio de la a-
clamácion de la asamblea. Cunndo el Rey distribuía siis esta-
dos entre sus hijos, se convocaba el concilio para que per - ^
mitiese y sancionase la división, que egecutaba. ' £1 Monge
de Silos, refiere en su crónica comtemporanca , que Fer-
nando primero convocó la asamblea nacional para que apro-
vase sus disposiciones dé repartición. (1) La coronación de
los Beyes era igualmente una de las atribuciones de la a-^
samblea. El nuevo Monarca, por derecho de elección ó he-
reditario, se presentaba ante ella á prestar el juramento
de desempeñar sus deberes , y de respetar los derechos de
sus subditos. Tenemos un ejemplo memorable de esa antigua
eostumbre en el advenimiento de Alfonso 6.o, después del
asesinato de Sancho el fuerte. ISl concilio que se reunió en
Burgos le hizo jurar sobre los evangelio^, que no habiá
tenido la menor parte en el asesinato de su hermano; y
hasta que no prastó este juramento ecsigido por el Cid en nomr*
bre de la asamblea, no consintió esta en su proclamación.
La deliberación de todos los negocios públicos era déla
inspección de los concilios nacionales. En ellos se decidían
la paz ó la guerra, laÁ alianzas, las hostilidades, y las
embajadas. Guando ef Papa Gregorio 7.» ©csígió el home^
nage de la España, Alfonso 6.o consultó á la asamblea, y
a virtud de stí unánime deliberación, rechazó tres veces la
pretensión de la Sant^ Sede. Sin embargó, es necesario oh-
«ervar , que cuando se trataba de un acontecimiento poli^
(!)• Habito magnalo'ntm generali conventu suorum^ til
fost obünm sunm^ ii fíeri posset^ quietam iníer se ducereni
vitttm. regnum suum filis suis dividere placuiL
20 ESTUDIO SSOBRE LA ESPAÑA
icOy como que no deliberaba sino acerca de un objeto es-
pecial , que casi siempre era de interés urgente , y cuya
resolución se egecutaba inmediatamente; no seguía en cuan-
to á su reunión ni con respecto á sus procedimientos el
mismo orden que en las circunstancias ordinarias. Entonces
no era sino un concilio que el Soberano convocaba de
prisa , según la importancia del caso 9 para que le ilumi^
nase en su determinación y le pusiese á cubierto de todo lo
que f sin este requisito pudiese echársele en cara» £1 con<^
^ cilio , no tomaba verdaderamente un carácter regular , so-
lemne , nacional , sino en aquellas ocasiones en que se agi-
taban intereses mas genérales y permanentes. Tales eran la
¿lección ó la coronación del Monarca, y mas todavía, cuan-
do se establécian las leyes. El poder legislativo residia efee—
iivamcnle en la asamblea, y esta era su función mas or-
dinaria, y la mas august» de sus prerrogativ & Entonqes
se llamaba á todos los miembros del reino que tenian el
derecho de asistir á ella ; se abria una discusión general,
y las decisiones adoptadas se promulgaban publicamente, des-
pués de haber sido registradas en los archivos^
Tan acostumbrados estaban los Españoles á que las asam»
blcas desempeñasen las funciones espresadas, que cada acon-
tecimiento de alguna importancia, aunque facse enteramen-
t(^ ageno de la política y de la legislación , era un moti-"^
YO para reunirías , y no habia solenmídad á la que deja-
sen de concurrir. Y asi, cuando se edificaba una iglesia, 6
cuando después de haber conquistada una Ciudad i los Mu-
sulmanes, se destinaba alguna mezquita para el servicio di-
vino, se convocaba un concilio para la consagración del tem-
plo. Se hallan muchos egemplos de esta costumbre,, con es-
p}cialidad en los años de 1020, 1033 y 1024.
Hasta ultimas del siglo 11 la asamblea se compuso solai^
mente de prelados, que eran las personas científicas de aquel
tiempo, de los grabes vasallos de la corona, y de los gc-
fes militares. El pueblo con quien para nada se contaba en
la gerarquia feudal, carecía entonces de representantes. Más
adelante le veremos ocupando un puesto digna de éV H6
INSTITUCIONES. .21
aqni el modo con qac se procedía en el concilio nacional .
Las materias religiosas, es decir, las que interesaban á la
Iglesia , ya porque se tratase de revindicar ó defender sus
derechos, 6 ya porque se yentilascn reglamentos eclesiásti-
cos, eran tas primeras que se sometían á su deliberación,
y las que se insertaban en las actas de la asamblea. Esta
era una ccmsccuencia natural de la preeminencia que en tor
das partes se arrogs^ la Iglesia. En seguida se discutían
indiferentemente las materias políticas , esto es, las concer-
nientes al gobierno, y las legislatiyas , que interesaban á
toda la Nación (1). Por medio de; un egemplp se acabará
de Tcnir en conocimiento de la naturaleza y composicioq
de las antiguas asambleas: para cuya presentación me rai-
go del concilio que hubo en Coyan^a el año de lOoO, cuan-
do Fernando í."* por medio de su enlace con la infanta.
Dona Sancha, reunió el condado de Castilla, del cual era he-
redero , al primitivo reino de Asturias y León. Las actas
'de ese concilio que se conservaron integras hasta nuestros
dias , constituyen uno de los mas preciosos monumentos de
esa época.
El principio de ellas, contiene un numera bastante con-
siderable do cánones eclesiásticos. Se encarga á los .sacer-^
dotes, que no usen cálices de madera, ni de arcilla;
que no usen otras hostias que las de arina de trigo , j
{rrocurcn que haya una esmerada limpieza en los mante-
es de los altares; quq tengan la corona bastante grande,
que anden afeitados, y que enseñen á los fieles el padre
nuestro, . y el credo ; en seguida se les manda que no 11c»
Ten armas, qiie no tengan en su casa otras mugcres, que
sus madres , hermanas ó tias , y que no hayan á las. hOr*
das por comer, sino para bendecirlas. También se prohibe
que los cristianos coman con los judíos, y sé dís{íone que
. , , ■ . . .^ .
(I) »JuÍicalo ergo ecclesto judilio , aiepláque jusliliá\
magatur causa regis, íleimle populorum, )}[.Concil¡o de León ^
v-ICKíO, cap. 6).«n 9 In prhms censuimus ut ómnibus conci'
bIüs qu(0 deinceps celebrahuntur^ causa? ecclestce priüs judi*
veetidir, )> (Concilio de Leoa', 1058, cap. i-^
4
22 ESTUDIOS SOBBE LA ESPAÑA.
los casados TÍyan treinta pasos á lo menos distantes de los
{»rcsyitcrios y de los conventos, por último, se prohibe; que
os jueces legos ejerzan la menor jurisdicción sobre los sacer-
dotes, y el arresto de los criminales en el radio de treinta
pasos de las iglesias y de los claustros. Después de estos cá-
nones se hallan algunos reglamentos civiles , mandando á los
condes y á los merinos (bailes, jueces de señorío^ que admi-
nistren rectamente la justicia. En fin, las actas de ese coiw '
cilio terminan con una disposición política de mas importan- .
cía que las anteriores, la cual habia sido el principal objeto
de su convocación. Es una especie de contrato por medio del
cual los vasallos de las dos coronas de Castilla y León, que
iban á constituir aquel Reino, se obligan á guardar fide-
lidad al Bey» mientras que este por su parte se obliga igual-
mente á dejar á cada una de las dos Provincias reunidas
sus respectivos fueros y franquicias. Por las actas de esta a-
samblea se ve que en cada concilio nacional sei desempe-
ñaban dos funciones muy distintas. La primera que perte-
aecia propiamente á la iglesia , era un verdadero sínodo , ^
en donde no se ventilaban mas que los intereses del culto;
la otra, concerniente al Rey y á la nación, formaba la
verdadera asamblea pública. Después que los sacerdotes de-^ i
liberaban, pero solos, en presencia de los legos acerca de
tus trabajos espirituales, la asamblea cambiaba * de aspecto; |
dejaba de representar la iglesia , para representar el esta- -
do, y se procedía á la discusión de las materias políticas,
ó de jurisprudencia. Los seglares entraban á su vez en el
ejercicio de sus funciones; y aunque solo habían sido me-
ros espectadores de las operaciones de los eclesiásticos, per- ,
mitían sin embargo que estos tomasen una parte activa en/ '•
sus propias deliberaciones , y por consiguiente las cuestio-
nes temporales se| delibcraüban por legos y eclesiásticos.
Los concilios nacionales [pues , en su origen , fueron á
nn tiempo t sínodos religiosos y asambleas políticas. Pero J
{losteriormentet tanto el estado eclesiástico como los legos ^
legaron á conocer la necesidad que habia de separar es-^
tas dos instituciones , no solo de distinta naturaleza , sino'
casi siempre incompatibles. Los sacerdotes han sido^los pri-
meros que han daao el ejemplo : convocaron mucnos con-
INSTIT(TGI0fXB3. 23
cilios t en los cuales no se trataron sino cuestiones canó-
nicas, fl) 7 i los que no fueron llamados los seglares. Des-
pués ac la separación de las materias espirituales y tenif-
porales , el nombre de concilio [concilium ] baio el que se
comprendía al principio toda especie de asamblea, se apli-*
có esclusivamentc á las religiosas ; y las políticas tomaron
otro nuevo , el de corta. Sin embargo , no se aplicó este
nombre en su absoluta signiBcacion , sino á aquellas asam-
bleas en las que se admitió al tercer estado. Las que se
celebraron inmediatamente después de los concilios, que le-
galmente no se compusieron mas que de la nobleza y del
clere, se llamaron curias ó juntas mistas (2}» En la época
en que esas juntas mistas seryian como de conducto entre
dos instituciones , una informe , y otra perfeccionada ; una
aurora de libertad penetraba en todos ios países de Eu-
ropa por entre las tinieblas de la fcudalidad. Los señores
diezmados y arruinados por las Cruzadas, regresaban de la
tierra santa débiles y polires. En algunas comarcae los Be*
yes para librarse do la tutela de los grandes señores, em-
pezaban á apoyarse en el pueblo , mientras que en otros
países, estos buscaban la protecion del mismo pueblo pa-
ra compeler á los Monarcas á que pusiesen limites á.su
poder. En fin en todas partes empezaba á empeñarse la lu-
cba secular entre la libertad y el despotismo. La Italia
enrriquecida con el comercio y las artes, ya contaba en su
(1.) El objeto principal de estos concilios ha sido la re-
forma de las costumbres eclesiásticas , muy relajadas en loa
nonges j en todo el clero, por cuya razón se \ieron pre*
cisados á recordar muchas veces rigorosos mandatos^ En
los siglos 1 1 y 12 se han celebrado hasta 35 concilios con
este motivo,
(2.) Como asamblea de esta especie se puede citar la
reunida en Paieacia el ano de 1114 en la que se anuló el
matrimonio de Dona Urraca de Castilla con Alfonso de Ara-
fon el batallador^ y que ultimó sus desavenencias; y la de
eon en 1Í3S, en la .que se coronó Alfonso 8¿o tomando
el titulo de Emperador.
ÍÍ4 ESTUDIOS SOBRE tA ESPAÑA.
suelo algunas repúblicas poderosas, y muchas ciudades opu-
lentas. La Alemania resistía las exigencias, y aun las doc-
trinas Pontificales ; los Ingleses estaban para arrancar suv
erandes instituciones á Jtuin sin Tierra^ y las comunida-
des en Francia , bajo el reinado de Luis ^>, compraban ó
comiuistaban sus franquicias.
§. 4.° Cortes.
El siglo 13 fué para la España época de. una gran pe-
nalidad nacional. Mientras que San Fernando de Castilla |y
Jaime primero de Aragón, arrebatando á los Moros Córdoba,
Sevilla y Valencia, estrechaban á todas las poblaciones Musul-
manas en la "provincia de Granada, en la que Alahmar cons-
lituia un reino bajo la soberanía feudal de la corona de Cas-
tilla; el pueblo Español conquistaba una parte importante on la
administración de sus funciones : entonces sobrevinieron á un
tiempo numerosas y grandes variaciones. Desde el momen-?-
to en que las asambleas públi(iaB segregando materias |que
hasta entonces hábian estado reunidas , se dividen en tcoñ-
x^iliós y cortes, el Trono que hasta aquella época se habia
repartido como un patrimonio, adquiere la cualidad contra«^
ria , T la Monarquía la unidad. Desde San Fernando , se
trasmite la corona al hijo primogénito del Rey sin la me;^
nor desmembración. Al mismo tiempo el pueblo, liajo A
nombre dé tercer estado [estado llano) toma asiento en láii
asambleas públicas, al lado del clero y de la nobleza. Las
£ortes, en las que el poder de los diputados de las ciu-
dades se lequilibra con el de los otros dos órdenes, y lle-
Sa pjresto á «er superior á el de ambos, forman un ver-
stderó congreso nacional; y para que su triunfo llegue á ser
iOompléto, «1 pueblo, dejando á las áetas de la Iglesia el
idioma muerto de los Santos padres; y de los Concilios, in-
troduce «u lengua en la asamblea. Por disposición de San
. Fernando se tradujo al romance ( lengua vulgar ] la Ley
de los Godos, cuyo uso permitió juntamente con el. latín.
Su hijo Alfonso el sabio, mandó en 1620, que en lo su-
cesivo todas las actas públicas ó privadas se redactasen én
Español. ..\;
nrsTiTucioNES. 25
Desde el momento en que yernos penetrar al pueblo en
las . asambleas nacionales, volvemos á hallar á las muniei-;
palidades > no solo eonstituidas, sino poderosas. Después de la
invasión Musulmana volvieron aparecer tan pronto como la
asamblea nacional, tan pronto cómo la mrsma . nación ; y
para; probar que la forma municipal se coilservó en Espa-«
ñai sin interrupción, bastaria citar las behetrías^ esas cOmu-v^
nidades independiebtes, quis desde el ticúapo de los^GpdoS
basta' el siglo 15 , rechazaron toda orgah¡2acioi0i|J^ no
fuese la de la Ciudad. Las comunidades en España toma-
ron, lo mismo qiie en Francia, una forma regular, cuándo los
Beyes buscaron en su protección un apoyo contra las ecsi-
gencias^ de los barones poderosos. Los Beyes de Castilla
también espidieron en su favor, nó cartas' y franquicias
que no necesitaban^ porque nunca dejaron de ser libres, si^
no cartas de ftieros (cartas foraiesj en las que Se rocono*-
cierón y sancionaron sus franquicias y privilegios (privw legea}.
Esos fueros municipales se estendiéron y propagaron por
una circunstancia enteramente particular á España. Cuán-
do los Cristianos , recuperando su pais muy • paiílatinamei^
te á los Árabes y Moros, se apoderaban de alguna Ciur
dad, el Bey, después de haber <^speIiido de ella á todos
siis habitantes, llamaba ótro^ nuevos con el aliciente do Iqs
fueros que concedia á esa ciudad desierta. No citaré mas que
Un ejemplar cuando San Fernando en el ano de 1248 , bizo
capitular á Sevilla, y espulsó á toda la población musulmana,
concedió en seguida á esa Ciudad conquistada , los fueros de
Toledo, es decir^ las inmunidades mas amplias que se conocie-
ron en todo el reino.
Las ciudades que poseian cartas de esa natjUfaleza, eran, ca-
mo lo observa Marina, otras tantas repúblicas aunque peque^
¡kis. Cada año se reuñian todas las cabezas de familia 491 u^a
asamblea llamada Concejo 6 Ayuntamiento (1) en donde nooi^
braban sos Alcaldes y Bégidorcs^ á quienes pertenecia el p(H
Ú0r adminístria^tivo , y sus MerinQS y Jurados encargados d|el
JudiciisJ. Para asegurar la pur^a de esas elecciones vecinal^i
(1) De üanligi» ta&iíjfiiftliir; rctonifi
V?
26 ESTUDIOS SOBRE LA BSPAfíA.
se proUbia que cualquiera persona de los otros órdenes, la no-
bleza ó el clero 9 tuviese la mas mínima intervención en ellas»
y que fuesen miembros del Ayuntamiento. Los Regidores en
algunas ciudades eran Perfetuo$ , es decir , nombrados tales
regidores durante su vida ; aquellos debían desempeñar perw
sonalmente sus funciones » 7 no podian por consiguiente dele-
garlas. En otras ciudades el Bey nombraba el oficial princi-
pal de la municipalidad , llamado Corregidor y pero solamente
elegia uno de los tres candidatos presentados por los electores.
£1 número de regidores de que se componían las comunida-
des y fue durante mucho tiempo indefinido. Alfonso XI los de-
terminó en proporción al número de habitantes. De hay trae
su origen el nombre de veintíctrntro (veintic%iuitros) que toma*
ton los oficiales municipales de las grandes ciudades.
Las comunidades españolas que nombraban del modo fefe-*
rido sus jueces y administradores , tenian lo niismo que las an-
tiguas municipalidades romanas sus rentas particulares 9 pto-*
ccdentes también de arbitrios que imponían , ó del arrenda-%
miento de sus haciendas : también tenian milicias arregladas ea
las ciudades, sostenidas á sus espensas. Esas milicias que eran
su fuerza pública , servían para el sostenimiento del orden y
represión de los delitos ; y mientras que los señores marcha^
ban personalmente al servicio del rey , en cumplimiento de la
obligación de vasallage, las ciudades, como unas potencia^
aliadas, enviaban sus milicias al euartel Real con arreglo á
' las estipulaciones de las cartas.
Los Concejos y que se componían de todas las cabezas de fa«
* milla , eran los que cada año nombraban los oficiales muni-
cipales ; y á esa especie de capitulo formado por los miembros
de la municipalidad, era á quien incumbía la elección de los
Í procuradores, ó diputados de las ciudades á las Cortes genera^
es. Por medio de la elección de esos procuradores , se ejecu-
' taba la operación que hemos llamado elección de dos grados,
tal como existe en los Estados Unidos , tal como la había cstsh-
blecído nuestra constitución de 1791, y la Española de 1812.
< Muchas han sido las leyes que se han promulgado para que
hubieseluna verdadera independencia en la elección de las mu-
nicipalidades. Entre ellas se halla la votada en las cortes "de
Córdova j en el reinado de Juan U é) 9fto de 145& ^ en )a que
INSTlTüClONEd. 27
se manda , que ni el Rey , ni ios Principes, ni hombre alguno
poderoso pueda recomendar á ninguna persona, á los sufra-<
gios de los cuerpos municipales , y que a los que se presente-
ren con cartas de recomendación so les prive psra siempre del
derecho de ser elegidos procuradores. Se prohibía igualmentet '
bajo seyeras penas , que se valiesen de promesas para hacerse
elegir , y ios electores municipales juraban dar su voto á los '
hombres mas dignos de representar su pais.
Los procuradores de las ciudades empezaron á ocupar les
escaños de la asamblea nacional desde el siglo XII en la épo-^
ca en que e^a asamblea dejó de llamarse Concilio 9 y tenia to-
dayia el nombre de Curia 6 Junta Mista. Pero entonces, el
número de los procuradores era todavía muy corto, y el ter-
cer estado no tuvo en realidad representación hasta la épo->
ca en que la asamblea tomó el nombre de Cortes , cuando oan •
Fernando necesitó pedir á la nación tropas y subsidios para
sus grandes empresas , y cuando susconquistas hicieron ex ten-*
si vos los antiguos fueros á un gran número de ciudades re-
cientemente conquistadas.
El congreso nacional se formó entonces de cuatro elementos:
el Iley, el Clero, la Nobleza v el tercer Estado. Los tres úl~
timos se llamaban brazos ú óracnes (Brazos ó Estamentos.)
El Bey debia asistir á las Cortes con todos los miembros de so
familia 9 y los de su Chancilleria. Durante su menor edad iba
acompañado de sus tutores , como sucedió en los primeros años
de los reinados de Fernando IV , Alfonso XI , Henrique IH y
Juan II. Se ha observado , que desde el Godo Recaredo I, 'que
subió al trono el año de 586 9 hasta Carlos Y , ningún priiH>
cipe español ha dejado de asistir á la asamblea nacional. Ha-
biendo caido gravemente enfermo Henrique III , después de ha»
ber convocado las Cortés en Toledo el año de 1406 , el infan-
te D. Fernando su hermano y abrió la sesión en estos términos;
«Prelados , condes , ricos homes , procuradores , caballeros, y
caballerizos que os halláis aqui reunidos , sabéis que el Rey
mi señor se halla de tal suerte enfermo , que no puede pré^
sentarse en estas Cortes ; me ordenó que os manifestase en «k
nombre el objeto que lo habia conducido á esta ciudad...........
El derecho de convocar las Cortes pertenecía al Rey , y du-
rante su menor edad > á su tutor. Los reyes Godos gozaron ese
28 V ESTVpiOB SCMBRR LA ESPAÑA-
privilegio inherente á la primera magistratura del país, y los
reyes españoles lo coi^eryaron. Dirigían con este objeto unas
cartas circulares da conyocacion (Cartas Convocatorias) á los
personages que dcbian asistir á la asamblica , y á las ciudades,
que debían enviar sus diputados á la misma (1)*.
Pero ese privilegio de convocar las Cortes no estaba tan afec^
to á la persona del Rey, que no pudiese reunirse la asambleai
nacional , cuando el Monarca dejase de convocarla en los casos
ordinarios , ó en circunstancias urgentes. La ley 3/ tit. 15 par-
tida 2/ la autorizaba implícitamente á ello ; y desde el reina-
do do Alfonso X » que inútilmente persiguió la corona impe-
rial , basta Carlos Y que la ciñó con la de España , se ban reu-
nido mucbisimas veces las Cortes sin que el Rey las bubiese
convocado. Los miembros de ellas tenían el derecho de reunir,
en éste caso , á sus cologas dé los tres órdenes. Pero ese dere-
cho residió particularmente en el Consejo de Castilla, creado
por San Fernando meramente como su consejo privado , para
qué le ayudase en sus empresas y distribuciones territoriales,
y llegó á ser bien pronto el mas poderoso de los cuerpos per-
manentes del Estado.
Él primero de los tres órdenes (Brazos ó Estamentos) lla-
mado á ia$ Cortes por el orden de convocación , era el del clero.
1á3 representaban en la asamblea los obispos y abades de los
. (1) Entre la mnltitdd de cartas qnesé han conservado , ¡d~
sertaté una muy corta ^.para dar una idea de su estilo. Es Ja que
Joan I dirigió á la» municipalidades el ano de i570, convidan-;
dolas' á la ceremonia de su coronación. »Sabed , les dice , que
he resuelto reunir Cortes aqui^ en la ciudad de Burgos, con lor
IVrelados , candes, ríeos homesy caballeros, y proeoradores de
ás villas y ciudacfes , acerca de ciertos asuntos que conciernen
i mi servicio , y al bien y honor de mis reinos. También he re-
suelto , de acuerdo con los de mi consejo , coronarme y armar-
loe caballero, y me persuado que esto se ejecutará eq honor
y (floriá mia , y dé mis reinos , Y por esto os inando , que me en-
viéis vuestros procuradores , con vuestros poderes ^ según os Iq
tengo ya mandado en otra carta ''
UrétiTÜCIÓNBS. 29Í
grande mdnasteribs , á cuyos grandes dignidades estaba inhe--
rente el derecho de asistencia á la misraa.
El órdcti de la noble/a se componía de los grandes dignata»
ríos de la^ corona (Magmits) ^ de los condes y de los ricos bo-
rnes ^ que poseraü una jurisdicción señorial. Para estos perso^
nagcs el derecho de (^isiir á las Górtes era también un de-l -
bcr , á cuyo punto debían concurrir , lo mismo que á un lia-:'
mamiento militar y á la voz del Rey su señor feudal. Guando
Maliomed IC, segundo Rey de Granada ^ renovó con Alfon-^
so X er tratado de alianza» ó mas bien de yasallage , firmado
por sus respectivos padres Alahmar y San Fernando|, convi-
no en someterse á las Górtes > como los otros vasallos de la co«
roña, siempre que la asamblea se celebrare' mas acá de las mon**
tanas de Guadarrama. Pero la inde[jendencia que casi de repeíH'
te adquirió el rorno de Granada á favor de las turbulencias
civiles que agitaron á Castilla , dejó sin efecto esa cláusula
singular.
El tercer estado ( Estado llano ) que sustituyó d las juntas
iBt^^a^del siglo XU, pero sin regularidad y sin derecho expre-^
SO', fue llamado á todas la Górles del siguiente. San Fernando,
con sus grandes conquistas, y Alfonso X, con sus locas em-^*
presas , necesitaron muchas veces pedif tropas y dinero á las -
comunidades ; pero hasta el principio del siglo XIV no se han^
reconocido esplicitamente los derechos del tercer Estado. Hé
aqui como se expresa la ley de las Cortes de Medina del Cam-
po del año de 1328 , que llegó á ser ley fundamental, porqué
testualmcnte seha insertado en la Novísima Recopilación, i^Por-s.
que en los hechos dr ditos de nuestros reinos , es necesario el con-*^
sejo de nuestros subditos y naturales , especialmente de los pro^
curadores de nuestras ciudades , villas y lugares de hiiestros rei-
nos ; por ende ordenafnos y mandamos , que sobre tales hechos
grandes y drduos , se hayan de ayuntar Cortes , y se fagacon--^
sejo de los tres Estados de nuestros reinos y según lo hicieron
los.. Reyes nuestros progenitores.
El número de procuradores que las municipalidades envía-»*
ban á las Cortes, se fijaba en las cartas de sus fueros. En Cas- -
tilla era el de dos , tanto para las ocho ciudades llamadas ca^^'
bezas de reinos á saber: Bufgos, León , Jironada , Sevilla, €á¥-'
dova , Murcia i ÍMn y Toit^o ;' como* para las iliéz oabeeos de >
5
30 ESTUDIOS $OBaB LA ESPAÑA.
provincia de Zamora , Toro i Soria , Yalladolid , Salanoíaiica»
íScffovja 9 Avila , Madrid f Guadalajara y Cuenca*
. ¿os procuradores en ejercicio gozaban muchos privilegios
que aseguraban la perfecta independencia de sus votos» Desdo
el dia que salian de la ciudad de la que eran delegados , hasta
q1 en qie regresaban á la misma , sus personas eran sagradas.
Vo podia intentarse contra ellos ningún proceso criminal , ni
denaniurlos civilmente ; y el Rey , tan lejos estaba de conser-
var sobre ellos poder alguno, ni aun por via de policía, que
estaba encargado de velar personalmente por su seguridad. El
Cavor que las leyes dispensaban á los procuradores de las ciu-«
dades , era estensivo hasta á los mas minuciosos pormenores de
la vida, Debia proporcionárseles habitaciones correspondientes
4 su clase , y reunirlos en un niisino barrio, para que con ma*
Íor facilidad pudiesen confei:cnciar sobre los negocios genera*
es ó particulares que se agitasen en la asamblea. Por último,
para que los miemoros de las Cortes pudiesen hablar y obrar
con amplia libertad , se dispuso que ninguna tropa , ni clase
alguna de fuerza pública» se pudiese ver , ni aun de paso , en
el punto de su reunión ; y que si se tratase de hacer alguna
elección , como por ejemplo , del noQibramiento de tutor al Rey,
se alejase á todos los pretendientes de quienes se pudiese temer
alguna violencia ó seducción. Esta sabia precaución también la
adoptó nuestra asamblea constituyente, cuando estableció el rá*
dio constitucional en el que no podia entrar ninguna fuerza
armada.
. Asi como las ciudades tomaban prccaaciones en beneficio de sus
diputados , para que pudiesen estar bien representadas , también
las tomaban contra ellos mismos. Los miembros del cuerpo mu*
qicipal juraban . en el acto de la elección dar su voto á las
personas mas dignas de esa noble misión; y los procuradores ja-
raban también á su vez ante los electores desempeñar digna-
mente su misión. Con este juramento se escudaban para no acó-
ier alguna pretensión inadmisible del Rey. Pero por parte de
los procuradores , habia mas garantías de su fidelidad , que la
conciencia de ellos. No solamente estaban imposibilitados de
recibir , bajo pena de perjurio y de traición , ningún regalo,
ninguna gracia del Rey , ni de otra persona ; sino que tampo-
co podran , ant<^s .6 durante su misión. , desempeñar cargo al«-
IN9nTüCI0NES. 31
ffúao pagado por la Corona , aporque dicen las actas de las cor-
tes de Madrid del año de 1329 no podrían votar con absolttta m-
dependencia en beneficio del pueblo para con el ctíol se hartan:
eospechoso^" Pero , para que los procuradores estuTiesen to*^
davia mas á cubierto de toda especie de seducción , y para in-
demnizarlos por otra parte de los gastos que les originaba su
Gomision ^ las ciudades les asignaba» de las rentas comunales,'
una dotación proporcionada á la cualidad de su persona y j ial
tiempo que tuviesen que pasar fuera de sus hogares. Las cor-
tes de Medina > el auo de 1468 les señalaron 140 maravedís
diarios ,. hasta cuya época se| había dejado á la discredon de
las comunidades. £1 pueblo esfieñol desde t\ siglo XIV resol-*
vio 9 pues r esas dos cuestiones de reforma parlamentaria , ení
las que nos bailamos divididos, hasta ?hora ; á saber, si es ó
uó conveniente la asigoaeion de un sueldo á los diputados , y^
si hay incompatibilidad radical en sus funciones, con cualqui»*
]ra otra asalariada y dependiente. ^Podrá cl^ficarscnos hoy de
ecsigentcs > porque solicitemos las mismas garantías con el ob-?
ydU>A&i\Wíñue$íTo» diputados no aparezemk sospechosos , fpue-^
dan, en beneficio del puebh v&tar con entera libertad ?
En el siglo XlE, el tercer Estado no hizo mas que aparecéis
en las Junta» Mistas, En las Cortes del siguiente , sin embar-^
go de ser numeroso, no pudo todavía contrapesar la influen-*
cia de los otros dos brazos ; y durante los reiiiados de Al-»
fonso yill y IX , de San Fernando , y de Alonso X , su po^
der fué inferior al del clero» y á el de la nobleza. Pero m
el de SauQho lY , y durante la dilatada minoridad de Alfoo-r
60 XI,. cuando el pueblo tuvo qué luchar eontra las preten^
sienes > la insolencia , y las rapiñas.de los grandes , los procu^
jadores de las ciudades se apodenaroft «n la asamblea del poder
que les. pertenecía , y desde esta época , ellos han sido los ^ua
T^rdaderamente constituyeron el Congreso NacfonaL La inCluon*
cia que en él ejercieron , ha sido tan. propcHideraute , que los
jOtros dos brazos presenciaron la paulatina 4iiuiuuc¡on d^ sai
representantes» y aun dejaron:. de asistir ab^lutamenle á él^
Xos .preladjqs^ fuerpii los .primeaos ,que, so: siepararon ^ dcspueii
JIq hiciero%|(^ nobles., y su ausencia de- las Cortes, llegAi
BOT una cosa tan común, que la mayor parte de las <:arUi^
4o cpAvocaciop de los reyes ;do Gastilla. eo el siglo.:Xy ^ ¥K>c|0
32 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA.
dirigÍ£ron sino á las ciud<)dcs que tenían el priyil^io llamado
Yoltaí Caries^ Las asambleas , aunque compuestas solamente de
los diputados del tercer astado, no por eso han dejado de reit*
nirse ordinariamente , ni sus actas de tener fuerza de ley;
En Castilla nunca hubo época determinada para la convoca^
cíon de la asamblea naeíomd. Una ley de las cortes de Yalladolid
del ano de 1313 dispuso que su reunión se Terificase de dos
en dos años ; pero la disposición de esa ley no era general,
porque se limitaba ai tiempo de la monor edad de Alfonso XI.
£1 Roy convocaba las €órtes en cuantos casos y circunstancias
era necesaria su reunión^ de lo quo me ocuparé mas adelante,
cuando trate de las facultades que tiiyieron estas asambleas. La
reunión de las Cortes era, ó general ó particular. Habia Cor-
tes particulares, cuando el Rey, para el arreglo de los interés
ses de alguna localidad especial , necesitaba consultará los pro^
curadores de esta localidad , de cuyos intereses exclusivamente
se trataba: y generales , cuando se ventilaban objetos que ia*^
teresaban á toda la nación.
Estas Cortes , que son Ids que únicamente pueden llamar nues^.
tra atención , se convocaban en la ciudad en que á la sazón se
hallaba el Rey :1a diversidad de puntos de su reunión se com-
prenderá fácilmente , si se tietie presente que Castilla ha ca^
recido de capital que propiamente pudiese Iktmarse tal , has*
ta el reinado de Felipe II, hasta cuya época k Corte estuvo
siempre 6n un continuo movimiento , viajando de uña eii otra
ciudad. Para la reunión dé la asamblea sé elegía él mayor édi'-
ficio del país , bomo el castillo de algún señor , un monasterio
é una iglesia; El Rey tomaba asiento en ella , con todo el apa«>
rato y magnifick^ücia 'que podia ostentar. Los miembros del cle-i
1*0 y dé la nobleza oenpaban los dos costados del salón; y los
diputados del tercer Estado formaban en el centro una ei^)^
€Íe de cuadro', en donde se eóloeaban isé^n cl orden de pre^
herencia, que con* arrégto-á antiguas Costumbres disfrutabaa
las ciudades que representaban. Gttóiido ^ei^^Ds. procuradores Ik^
gabán á la ciudad designada por el ftfey m la convbcatoi4a', dé-
^sitaban 'Sus ctédeütíates en ía Cbaucilfcila V y prestaban jiH-
Tangente dé guardar ^eéreto ácetca dert^cklo cuáíté ;|^asasé *fi
4^ asamblea ; pólh^ue |)liyr üná éstraná anbmaliá , las sesiénesíi9é
'^ás^Cór'tes^ eraa' seci^tasi j^i&l' féiAkó soto (etiia c^i)6c»iñénít0
dé Site tesirltados: El Rey <;olocado en su trono mattifcstaba á
lá as^imbleáí d objeto de su eofnvocaoion > y ^ett seguida entera*'
ba á la misma de sus proposiciones. La nobleza, por naedio de»
un hidalgo, por lo genei*al descendiente de la casa do Lara,;
«mitia^u voto ; en seguida lo hacia el clero por conduelo «díjli
J^z^ispo de Toledo, ó de otro prelado. Cuando el objeto pro*-^
puesto 'et:igiá un^raaduro examen, los procuradidres de las ciiK
dades soliciüiban mas tiempo para conferenciar- entre «i^ y
deliberar. Llevaban copia de la proposición del Rey,y-euia
gesion slguifente presentaban su respuesta por escrito f en virr»
túd 4e ía cuál, votvia muchas veces él Rey á hacer nuci^aft
réplicas, ó proposiciones modificadas. Los diputados volviaué
examinarlas, y contestaban siempre á ellas por escrito. Su
aprobación ó reproliacion final era el resultado del congreso,
6uyas actas reunidas en un volumen, se insertaban literal-*
mente en una Real cédula por medió de la cual tomabant/l^
forma y fuerza de ley. Unas copias de estas actas , melladas pot
h GhancíUcria , se enviaban á los tribunales superiores , y á
lál^ municipalidades de las villas y "éiud^ides , pkra $tf ^publicaf*
'ción:' ■'/■ '
Voy ahora á tratar dé! podfer de' las asambleas. •
• Lo primero en que se ocupaban losproéufédorés de lascii»^
aádéá , bien por mfeifia de diplülaciones indiVMüaíés , bien co***
leictivámente , era 6n presentar á' lofíreyés petieiomsy e^ftrfer-í-
nos en donde éspoilian los agravios- de su, comunidad, 6 delo^
^á lá nación, ya cohtra las exacciones ,' injusticias y «rtolétt^
tias "de los empleados reales y de los 'Señores, ó ya contra 1%3l
tí)Us6sy désóirdeftes gdnerales} y'cáajnfdo fera necesario, se la^
ihentában cii fesas peticiones hasta dcí mismo;Rey. Las quejas? de
'-' ios diputados dcí pueblo llamaban: lá atención de la asatr^Iéá,
íel ttiiánío modo qüp las pfétlciones , y se toihabanmedíítespa^
Ira rtírtiediar fos abusos de qué hfaéíaii ésprésíort ; y las-Córcés
totñ[d)ah addmasprecaucitmcá piara qué no ftíéáéi^ cstériíes te*
' tlecisioñé^ (fUfeaceícQ de este : particular dict^brtn; Btf ptirtieflií-
Ifár ; el Rey jtíi^álía guaWláf ', y hácer' guardíft én sus dominiiA
Hanta* résolacten'cá adóptase rf (Congreso. Las Coates de VlülW-
^oUd del año de Í2S8 , impüsieiroh ésra obligación fila dotiL
^náv y después se agií^egaroriftuárar^rírtítSaB'M
expresado Las de Medina del Campo de 1305 establecfiéírtié^^
34'. ESTUDIOS SaBEE iJk BSPAÍrA
las órdenes, eartas , ó cédulas expedidas por el Bey, por los
tribttftales, ó por cualquiera otra autoridad, contra el tenor
de las decisiones tomadas por la asamblea nacional , np tuvie-
fiqen valor ni eí&cio ; y las de Falencia de 1431., declararon que
las rospuiestas á las peticiones de los procuradores 9 tuvieseiio
bierza de ley en todo el Reino. £s casi supériluo deciü que qI.
poder legislativo residía íntegro en las Cortes. Est¿iS ^e ep^.^
sieroQ constantemente á las solicitudes de los principes , los cush.
te intentaron concederles tan solo el der<^cho de hacer simplea^,
ordenanzas, cuyo limite querían aquellos que se restringiese»
sobremanera. El célebre código de las Siete Partidas , esagran*%
de (Ara de Alfonso el sabio, no ha llegado á ser ley del reino;
kásta después de haberse sancionado y promulgado por las Qór-«
tes de Alcalá el ano de 134S , 64 anos después de la muerte:
de au autor, la colección de las leyes llamadas de Joro, se^
promul|]fó iguiiljxiente en las Cortes de Toledo de 1502. Por úl-«
íimoX^Novisinsíii Recofilaeian que todavía hoy constituye el dere^
cfaó general de.España , $e compone casi toda ella de leyes civi-*
les hécbaspor^l^s Cortes en las diferentes épocas de su historia^
Los reyes 5 sin el consentimiento expreso de los diputado^
déla nación } nof podían, establecer impuesto alguno permanen-
4e.; ni. exigir ningún subsidio temporal, y cada asamblea, si
Aoseí iUibiese introducido alteración alguna en estas materiaá,
•prorrog^a las contribuciones , tributos^ y gabelas anterior**
i^^nte «aytprizadas. También tenia el derecho de examinar el es7
4a¿o én qu^ se hallaba e| tesoro, y de hacer que se le rindie-
$etí las cuentas de la inmersión de los subsidios que se habían
«oficedido. El Iley , ó; sus comisarios, debían, justificar que loa
caudales públic(^ se habían dedicado única , y exclusívamcnr
te al objeto especial para que estabaa destinsMlQS.:. La asamblcfi
iambiien. arreglaba los pesos y medidas^ ,; y, el tipo de lai ix)opi«f
éas. En esto se ocuparon con m^s particularidad 1^ cófles de
;j5evjlla del año de 1281 , cuando ha sido precisio regularizar
ia$ alteraciones introducidas por; AlpnspX, con el titulo de es^ ,
;pecies iponetarias. Todas las cuestiones relativas á la agrículr
icirá, comercio interior y esterior , al cultivo ó abandono d?
ias tierras , y hastfi las. concernientes á la conservación de 1^
^bm^as co&tu^n}>reí& , estaban asi misado, bajp la inspección de Ik
^asamble^*.-;.:.
iNSTiTiKniéinsfl. SS
A las Cortes «e consollaba sabré la paz y la gfiiérra « acerca
de las aliimzas, y do las hostilidades , y de (odas las materias
poli ticas de consideración. Pero en sus relaciones con el Tro^
no , en la supreñíacia que conservaban y ejercían sobre la co-
rona, era en donde principalmente rospíandecia todo su peder.
Muerto el Hey, el heredero presuntivo i (porque no era mas
su hijo y en atención á que todavia no se ' habia inventado la
ficción del derecho divino) convocaba al momento la asamblea
nacional. Las Cortes ^ esto es, los diputados del pueblo ex^ml*
naban sus derechos , y le conferian la investidura. No era Rey
hasta después de haber sido reconocido , proclamado , y jurado
por la asamblea. La ceremonia de la coronación , ée componía
ac un juramento recíproco. El Rey era el primero que pres-
aba juramento de conservar intacto el reino que se le cpii'-»
liaba y el patrimonio de la corona ; de no disponer do toda, ni
de parte de ella en favor de los suyos , ni de los cstrafios ; de
guardar las leyes del reino , y los derechos y libertades de las
comunidades (í). Después de esta doble piomesa , puesta la ma-
no en los Evangelios , los diputados de la nación ofrccian al
Rey el pleito homenage de los vasallos á su Señor feudal. Si
el luevo Rey era menor , las Gártcs eran las que discernían su
kitela , y las que nombraban la regencia del Estado» Guando el
fenecimiento de Sancho lY en 1295 , habia dispuesto en sa
testamento , que su viuda , la reina Maria de Molina , fuese-
la única ttttora de su hijo menor, Fernando lY. Pero las Cor-
tes de aquel mismo ano solo permitieron á esta princesa la
custodia y educación del Rey joven defiriendo á su tío el in-
fante B. Enrique la tutela y la regencia. Si el Monarca era
menor, su tutor ó tutores prestaban el juramento que de é*
(1) El juramento del Bey se verificaba ¡nterrogándole y
reapondiendo él mismo. Se le preguntaba : «¿Jura vuestra AI«
teza confirmar i las ciudades , villas y lugares de este Reino^
las libertades , fra nqaicias , exenciones , privilegios , cartas j
mercedes , como también los usos ^ costumbres y ordc/ianzas^
Íra confirmadas y juradas, y dará todas las ciudades y villas y
ngares sn carta de confirmación ?*' .Y el ftey respondía: Si
Juro,
I
3ft ESTUDIOS Sa»E liA4BSPAÑA
se habla exigido ^ j Hígada la época 4c sa mayor edad , se
convocabaa otras Cortes para que él mismo confirmase elvjuA
rameñto hecho por sus tutores.
La nación, por medio de sus diputaidos « jnterTema hasta^
en las alianzas de la casa Real: los matrimonios de sas^ prlfH^*
cipes debían coníirniarse y autorizarse por .ella , bajo pena de'
nulidad. Desdo el siglo X se pueden citar varios ejemplos do;
ose derecho politice correspondiente á b asamblea nacional, cu-**
a atribución era tanto mas importante en España , cuanta<|ue«
as hembras podían heredar la corona (l)k
La asamblea nacional también ejercia la mas alta jurisdicción*
de) estado, la de arreglar todas las cuestiones relativas ala su-^-
cesión de la corona , decidjendó con su fallo soberano , cuál de
lo9 pretendientes debia ceñirla. Algunas ocasiones brillantes se?
le plM;sentar<)n para ejercer esa- jurisdicción, que era cornos
uaa perpetua reserya en favor de la soberanía nacionaL D*-
Alonso el sabio tuvo dos hijos<, Fernando y Sancho. El primont-
génito falleció viviendo su padre y dejando también dos faijos,
que se llamaron los infantes de La-Gerda. ¿A. quien corrcsponw
oia la corona, al primogénito de loS hijos de ü. Fernando , ó á
Stt tío Sancho ?. D. Alonso reunió las Cortes en Segobia el año :
de 1276 , pata que antes de su fallecimiento decidiesen esa de^*
licada cuestión. Las Cortes la resolvieron ^en favor de Sancho;-
y esa determinación ha dado margen á que Alonso fuese acu—
sadó por todoi los historiadores extrangeros , de haber despo«-
jado tiránicamente de la corona á sus nietos , para emir «on
ella las sienes de ua hijo ingrato • que fué el tormento de sa^
Vejez. Esos historiadores se han equivocado ; no han conocido
que esa decisión, no del Rey y sino de la asamblea nacionaUr
era enteramente conforme á la legislación del pais : en ca¡^
(I) Los enlaces de Urraca de Castilla con Alfonso el Bata*
lladur^ de Sancho ^ liij» de Alfonso Vill y con Leonor de Ia<-»
Ílaterra; de Bereuguvla , hija de Alfonso X , eon Luis X de
VauGÍa; de Alonso XI con Blanca de Borbou ; de Enrique III
cpn Catalina de Laiicastre; de Enr¡(|ue IV con Blanca de iWati
tarra , y por jnltimo de tsabel la Católica cop^ Feriiandn^ do.
Aragón | fueron sucesivamente autorizados por las Corles»
^ •
iNSTrnTCioNis. 37
¿boca no regían en España las leyes romanad , sfno las radas.
m Fuero Juzgo (lib. 2. tít. 9 y 10; admitía como derecho^ de
sucesión al Trono » el de inmediación » j no el de representa^
cion. Asi pues » Sancho inmediato á su padre 9 debia ser pre~
fcrido al nieto ^ que no lo era sino por representación del hi--
jo primogénito.
En la lucha sangrienta suscitada por la posesión del trono
de Castilla > entre Pedro el Cruel y su hermano Enrique áe
Traslamjra , la nación volvió á tener ocasión de ejercer la ju—
risrliccion soberana. Seguramente que á U. Pedro lo asistía él
derecho , y ademas estaba en posesión de la corona. Sin cmr-
)>argo el puoblo , lartigtido de su tiranía ^ falló en favor de su
ríval. Las cortes de Burgos, el año de 1366 adjudicaron la co*
roña á Enrique ; y este acto solemne , por medio del cual se
puso á sü disposición la fuerza armada j los subsidios de to-
das las municipalidades , fué nías útil qu« el apoyo de Bu-
guesclin (1) al hijo bastardo de Alfonso el justiciero.
Pero no se ha presentado en España época ni circunstancia'
alguna y en que las Cortes hayan mostrado tan extensamcn4e la
ítfODerania de su poder, como bnjo él reinado de Enrique IV'
apellidado el Impotente. Este príncipe, achacoso, embrutecido,
vicioso > y abyecto , irritó á la nacioii con sus locas prodigali-
dades, sus tiránicos caprichos, y sus inclinaciones infames.
Beltran de la Cueva, que era favorito del Rey , v al mismo tiem-
o amante de la reina » y que se reputsrba padre de la infanta
K* Juana, fué al principio objeto de la animadversión públí-
<!a ; pero este odio, al momento se hizo extensivo til mismo Rev.
Los Señores del reino , los magistrados en seguida , y por úf-*
timo las Cortes , le dirigíieron súplicas y amonestaciones (2)/
' " ' ' ~ -: 5 — — — . , ■ . ■ f i f
(1) Los españoles le llaman Beltran Claqitm. 6sé era su'
tterdadero norabrcji (vcásc é Slorcii', en la fói Dogfu'esclítt ). ' /
(2) Se le vituperaba eoo esprciiilidad el que dejase de éon^
íottar á ja nación acerca de los actos de sfi gp'obicrno, « Spgtln'
hisleje«de vuestro Reino, le decían las HóHesd^cOeafia', cuan*'
do. los^re^a tienen qoe Lacee algiuM caaa-dc Impartajicia^ a|k de*
bea ponerla en ejecución sin el consejo j dictamen de laa vi-
llas j ciodiídes ) c¿Q ctiyo deber no bát^dtefjjiKdo vüeétra AÚeata»
6
i
39 / ESTUDIOS SOBM LA ESPAÑA.
Hi estas quejas^ ea las que sucesivamente se iba aumentado
.1¿ aspereza y seve^ridad dql lenguage, surtieron, ^efecto alguno,
ni .tampoco lajs formales amenazas que le dirigió la asamblea'de >
Burgos el ano de 1464>. Entonces estalló una suhleyacioa ge-* ,
ner^l , j Enrique tan cobarde en el peligro como insolente ea
el poder -, ofreció , pero en vano , reconocer por beredero del
J'ronp y k s^ hcrmanp, Alfonso , separando ; de él á su hija D;* *
uaná , conocida p0r la Beltrancja ; pero ya no era tiempo de
hacer «esas, concesiones. Las Cortes reunidas en la llanura do.
Avila en 1465 p después de un maduro j detenido examen , y
qe prolongabas discusiones, pronunciaron la destitución del Bey.
Se levantó un trono sobre ún oxtenso tablado , en el r.nal 6<^
colocó la estatua de Enrique, á laque se leyó la sentencia que
le declaraba indigno de reinar y de^oseido del Trono. El ar-
zobispo de Toledo le, qfíitó la corona, otro personage el cetro,
Qtro^la espada, dospues sjb le precipitó del trono entre una
mili ti tud de imprecaciones, y Alfonso proclamado Bey en aquel
2|cto , ocupó el lugar de la estatua (1).
. :No se me oculta que esas Cortes de Avila han sido objeto de
graves acusaciones. Muchos autores opinan, que las Cortes se
abrrogaron un derecho de que carecían , «n el acto de la de-
posición de Enrique. Dijeron , y con verdad , que la asamblea,
no se había convocado, según las formalidades ordinarias, y que v
apenas se. había compuesto de otix)S miembros que de los de la
nobleza, sin haber por consiguiente concurrido á ella los pro*
curadores. :de las ciudades. Pero e^ necesario tener prcsente*qiie^
esos ii'cprochcs no alteran la eseneja de la cuestión, y atacan,
únicamente á \^ formq ; jínf^S;, en cuanto al fondo de aquella
que e^ el único puntO/Cuya justí^cacion nos interesa, ha que-
dado á cubierto de toda contestación. Ni en aquel tiempo , ni
ell"^á'5póca inmediata /hubo' escritor qué haya negado á la
^amMea.i|acional:la jTacult^d.de df poner -á ' un Monarca.. En
.vir(uq:ae,^sta,afctajle;la5 Cortes de Avila, Alfonso conservó
el titujíO de Bey, iasta ql.ijno de, 1468 ^n que falleció y des^
piles del tratado de los fofos de (íuis(indo<t Enrique lY. tubo por
sucesor , no á !^ bija D.*. íumd^ , 3Íuo á m hermana ía grando
Isabel ^ Ift C[ae ibrmd por medio de sa enlace con Fernando <fo
Aragón esa célebre unión llamada de h& Reyes Católicos, que
^elióde Granada á los moros, qae en^ió á Cristóbal Colon &
descubrir el Nuevo Mundo y formó de toda la península Jb^
Monarquía Española.
He debido limitarme á recordar el origen de las asambleof
-nacionales en Castilla « los desarrollos que sucesivamente ad<^
quirieron y los poderes de que estuvieron revestidas» En este
resumen de su historia no me era posible referir los. diversos
•acontecimientos en que fue necesaria su intervención. Solo
tiñadiré que proporcionaron á San Fernando y á los reyes G»^
iólicos los medios para el feliz écsito de sus grandes empresas;^
que durante la época de las tempestuosas minoridades de Al-
fonso IX , Fernando IV , Alfonso XI y Enrique III , defendió*-
ron victoriosamente las prerrogativas de la corona y sus pro^
pios derechos , contra las sublevaciones, ó usurpaciones de lof
grandes; y por último, que bajo los reinados tan débiles como
agitados de Juan II y Enrique IV ^ gobernaron realmente el
estado. Con justa razón ha- podido decir Marina en el prólogo
d« la teoría de las Córtes^ : (cEl auj^usto Congreso Nacional ha.
sido el puerto de salvación adonde siempre se ha refugiado €$
bajel de Castilla. ¿ Quiéü ha salvado á la patria ea los calamjk
iosos tiempos de los interregnos > de las vacantes^ del trono* j
de las minorías de los reyes? Las Cortes. ¿Qtúén ha podido apa^
eiguar las tempestades tan frecuentemente excitadas por la ao^
})icion de los poderosos > que aspiraban al imperio? Las Cór«>
tes. ¿ Quién ha extinguido las discordias intestinas y lost parti-^
dos, las facciones y las guerras civiles? Las Cortes» ¿Quién ha
dirigido la república y tomado las riendas del goHernó, cuaiy-
do el Supremo Magistrado no podía sostenerlas con sus imbé^
•ciles. manos? Las Cortes» A ellas pues> se debe U conservación
Y el bien del estado^ la existencia política do la Monarquía, la
independencia del pais y las libertades de la nación *'
§. 5«0 ' OOETES BE AltAOOir.
Ch este rápido^ bosquejo no be delineado hasta lAoramM
S[1ie las instltueiones de Casilla , el estado mas importante de
a Pepiasttla , el detdond$»«aIieroa y ol en quo volvieron á ea^
40 ESTUDIOS SOBRE t^ ESPAÑa!
.trar lodos los demás. Pero es imposible dejar de iiaccrcs{)etial
mención de las instilucipnes de Ar^^on » de esa provincia orno
pueblo conquistó á sus señores todatía mas poder que el de
Castilla , y que supo conservarlo mucbo mas tiempo.
Aragón se convirtió en un reino separado 9 cuando al princí*
pió del siglo XI ios hijos de Sancho el Mayor, dividiendo en«
tre si la España Cristiana*, colocaron en. tres Tronos á un tiemr
fpo^ á la casa francesa de Navarra. Aragón habia heredado lo
mismoquc Castilla, instituciones romanas y godas. Lasciudar
,des se administraban como las municipalidades , y unas Cortes
.nacionales reemplazaron á los antiguos concilios. Con un orir*
;gen común , con un objeto y una composición análogas, las Cor-
etes aragonesas , en las ana desde el principio dominó el ciernen-
JLo popular , fueron todavía mas independientes de la Corona,
.que las de Castilla. Siempre la contuvieron, y muchas veces la
dominaron. Cuando Pedro I , después de haber pasado los Pi-
.ríñeos para enlazarse con María de Montpellier é intervem'r
ien la guerra de los Albigenses , se hizo consagrar en Roma;
*las Cortes , á su regreso en 1205 , anularon el bomenage que
:dc su corona habia nccho á la Santa Sede, reusaron poner tro*
pas á su disposición con las que quería volver á Provenza á
castigar los subditos do su esposa» y le obligaron á que per-r
manecicsa tranquilo en s)i reino. Las Cortes de Aragón , coo-
perando cuanto han podido con sus votos á las felices empre-
sas dé Jaymc I (el Conquistador), reprimieron vigorosamente
4lentro de su mismo reino cuantas fantasías de ambición j
^nautas impaciencias de violencia germinan en la cabeza de un
/conquistador. Cuando su hijo Pedro III , después de su regre-
so do la conquista de Sicilia , quiso anular algunos fueros in-r
cómodos para la corona ; las Cortes reunidas en Zaragoza en
1283 lo compelieron á la confirmación de esas mismas franqui-
cias. Con motivo de las pretcnsiones de Pedro III se formó con
el nombre de unión de Zaragoza una célebre sociedad para
la conservación de las libertades nacionales. Todas las personas
de influencia pertenecientes al tercer estí^do se alistaron en es-
ta especie de cofradía patriótica , la que aunque muy reciente,
mostró cual era su poder , ' desde el advenimiento de Alíon-»
so III ( 1286 ). Ese principe . acababa de conquistar la isla doí
Mallorca á su tío el conde de MootpeUier, ciiaado.jap» b
iNSTirmaoNES. 4t
merté de sü padre. AI momento s€ constituyó ei> Valencia,
•prodiga algunas liberalidades á sus amigos , y tomó el titulo
de rey de Aragón , de Valencia y de las islas Baleares. Los
nodcmbros de la unión al instante le enviaron unos comisiona-^
•dos con el objeto de que le preguntasen 9 en virtud de qué dé-»
rccho se abrogaba este titulo antes de coronarse y de haber
E restado juramento á la constitución. Alfonso <^ntestó que ha-<
ía creido poder conducirse de aquel modo , en atención á que
le correspondía la corona por derecho hereditario , poro que
por último cinnpliria con su deber. En efecto , se trasladó iiw
mediatamente á Zaragoza , en donde se coronó después de ha-
-ber jurado según costumbre , guardar fielmente los fueros j
los usáticos de la nacíoa (1). *
Los diputados de las comunidades $ que todos ellos perteno-^
cian á la sociedad de la unión , solicitaron que el nombramien-^
4o de los diferentes ministros y ofitiales del Bey correspon*
<liese á la asamblea nacional. Alfonso y sn corte se opusieron
vivamente á esta pretensión , que de un solo golpe destruía el
poder Real y la influencia de los grandes. La asamblea de Za-^
ragoza se trasladó á Alagon para quitarle el apoyo del pue^
•blo ; pero á yirlud de una tenaz resistencia y después de lar «
^os debates , viéndose el Rey amenazado de una sublevación , lo
fue preciso ceder. Se pactó que doce señores por una parte > y
los procuradores de las ciudades por otra , eligiesen los conse-
jeros de la corona y los diversos empleados de la casa Real , lo
3ue al instante se ejeculó. £1 primer efecto de esta atrevida mc^
ida fue la revoc9cion de toaas las donaciones bccliafi á los gran»
des vasallos , decretada por las Cortes de Tarragona en 1287.
Por último al año siguiente « los individuos de la sociedad <de
Ja unión , arrancaron también al Rey otro fuero , el mas tre-
mendo de cuantos poseia Aragón. Se estableció por medio de
una ley /que si el Rey ó cualquiera de sus sucesores no ob-
servase 9 ó dejase de conservar las leyes del reino , todos Ids
súíxlitos estarían exentos de prestarle obediencia y podrían ele*
(f) Ya se sabe que los /uero5 eran las líbcrlades políllcjis}
•e iliimaban usálieos\ik% costumbres civiles redaclAiIas y prouiul-
0idas por las Corles de Barcelona el aun de i06U«
12 ESTUDIOS SOBRE lA ESPAÑA.
gir otro BBYr sin faltar ai juramento de fidelidad que habiaa
prestado. Ademas, para la. ejecución de este privilegio se ^^ir
gieron rehenes (!)•
Esas Cortes aragonesas que imponían ministros al Bey y p¥0«
clamaban el derecho de resistencia , tenian sobre las de Casti-*
Ha algunas ventajas de bastante importancia. Se reunían con mas ,
frecuencia y en determinadas épocas. Un antiguo fueiro imponía
al Bey la obligación de reunir todos los años Cortes generales
y únicamente en la ciudad de Zaragoza ; pero Jaime II consi-^
guió de las Cortes de Aragón el año de 1307 , que no se con^
Yocase la asamblea nacional sino de dos en dos años y en el
pueblo que le eonvinicse elegir, con tal que tuyiese cuatrocieur*
tos fuegos á lo menos. Cuando se separaban los miembros que
componian la asamblea, quedaba una diputación permanente*
encargada de velar por la ejecución de sus decisiones políticas
y financieras, y en general por la conservación de la constitu-^
cion. £sa diputación podia, en casos urgentes, solicitar la con-
vocación de la asamblea general. Debe tenerse presiente, que
aunque en las Cortes aragonesas habia miembros de los tres ór**
dencs , los sacerdotes y los^ nobles no pertenecian á ellas „ si-v •
no como diputados de las poblaciones de sus feudos. Por lo de- ,
mas, tenian las mismas atribuciones y el mismo poder que las ..
Cortes de Castilla ; y en ellas como representantes de la nación,
residía también el derecho de disponer de la Corona. Cuando
en 1410 falleció el Bey Martin, el último de su estirpe, las
Cortes tuvieron que hacer la elección de Monarca , entre los .
numerosos pretendientes cuya rivalidad causó dos años de tur-?
bulencias y de guerras civiles. Nueve arbitros se nombraron
Í^ara que deliberasen esta contienda ^ y habiendo votado seis ea
ávor del Infante P. Fernando de Castilla ^ las. Cortes le pro^
damaron Bey el año de 1412..
También habia en la constitución aragonesa una institucioa
de que carecía la de Castilla, y que si no me equivoco fampo->»
€0 se halla en país, alguno ;. la del Justicia Mayor ^ Asi se llamad
ba uu Magistradu ó arbitro Supremo» que .asociado ^ algu-
^ ■ • . • . .. -i
■ ■' ' ... ■ , ■ ■ . ' I ■
» • . . . 1
(1) Véase á Zurita^ Añiles de Aragoa^ Ferrerfts^ aaa
de 1286 j siguiente d:c. .>
iNSTiTuaoins. > 43 '
nos asesores, juzgaba entre el Rey y el pueblo. Este magis-
trado, cuya jurísdiccioa era enlcráineute política, examinaba
si los decrclos del Rey , 6 las sentencias de los tribunales vio-
laban los fueros do la nación, eñ cuyO'Caso pckfia anularlas y
dejarlas sin efecto. También tenia la misión do recordar y pa-
tentizar , en el acto de ceñir da* cocona los Soberanos , el po-
der del pueblo delegando á estos su autoridad. De rodillas, en
medio de la asamblea y ante el gran Justicia-Mayor, del mis-
mo modo que en otros puntos se ejecuta ante el Pontífice ó el
obispo de Reinis , era como el nuevo Rey recibía nó la consa-
gración del derecho divino , sino la^ in vestidura drlnnryn-' - -
se lo j pr^ nrír**^*^ í~^ — - * ^ '' T " ' ^' 1"" '" iiuuio dul Paparse*
nalando su frente, con la unción celeste, sino por medio de la
voz de un tribuno popular que pronunciaba la noble y terrh«
ble fórmula siguiente: «Nos que valemos tanto como vos y que
podemos mas que vos , os hacemos nuestro Rey y Señor, bajo
la. condición de que guardéis nuestras libertades; sino ^ nó.
Hasta aqui hemos visto á hs asambleas nacionales de Espa^
fta, anteriores y superiores al Trono, en perf<!cta armenia coo
él 9 siil permitirle traspasar los limitei de sü autoridad ^ ni coaiw
tar en lo mas mSnimo>sus atribuciones, dispensándole su pro*
tf^ccion en sus minoridades y debilidad ^ ayudándole en sus ^m-
K*csas útiles , moderándole en el enagenamiento de sus triun«»
8 f oorrigiéndule en sus desvarios y sujetándole en sus impa»
ciencias y sublevaciones. Pero desde que llega á dii^ner de las
fuerzas quig la conquista ha puesto á su disposición i se le ve-^
rá declarar la guerra á aquellas mismas instituciones ifue la
habisín evitado cuaiúlo se hallaban en el apogeo de sti poder;
taiiibien se le verá , apoyándose por un lado en los socorroé
«xtrangeros , y por otro en las preocupaciones ¿intereses délas
clases privilegiadas], desti^ozar las, antiguas franquicias naciona-
les ,. colocar sir derecho en el cielo, hollar al pueblo á sus pies
f prodamar. desde la. cumbre de sü orgullo > que es incompa-
tible con ia libertad.
44 ESTUDIOS. 80BRB LAKVaSa!
(PARTE SEGUNDA.)
ASAMBLEAS MODERNAS , DESDE CARLOS^T.
A nn eslrangcror al Flamenco Carlos V (í), era a quien ca-
laba reservada la destrucción de las libertades Españolas. Cuan-
do por la demencia de su madre fue llamado al Trono r llevó á
Esmma los hábitos y sentimientos de dominación absoluta que
BTOia ncreuMuv -^ xt. z^^^^:^i Aa AnstrU Su nrimer ^-
to fue revelarse contra la ley fundamental del pais que ibaí
á gobernar. L.as Cortes se reunieron en Yalladolid el ano de
1518 para la ceremonia de su coronación , y tanto mas nece*
saria era á Carlos la investidura- nacional 4{ue conferia esta cé^
remoaiii ^ cuanto que no babia nacido en España y que aun vi-^
via su madre D.* Juana, reina titular. Pero en vez de consti--
luirse personalmente en la asamblea r como lo habian heefao to--
dos los Soberanos españoles desde el Godo Reearedo ; envió dos
emisarios, que lo fueron un Obispo y un Señor, para que re*
eibíesen en su nombre el homcnagc de los procuradores mu-»
nicipales ; quienes j llenos d« indignación y Uen dirigidos. eH
MI resistencia por el Doctor Zumel , uno ae los diputados do
Burgos., Tiscordaron al Rev , que tu juramento debia precedí r
á su bomenage, y le manifestaron, que no se proclamaría sincr
•venia en persona á tomar parle en el contrato reciproco qué
abrazaba la formalidad de la coronación. Carlos no hacia en-^
lonces mas que ensayar su despotismo ¿ el orgullo debió ceder
al temor, y la corona bizo por última ve2 un acto de sumisión
lal pueblo. El Rey se presentó en Yalladolid, y respondiendo an^
le la asamblea á la esteno fórmula de un juramento que UH
(Bian preparado los procuradores ; juró , no solamente guardar
^^ (!) Carlos I eemo Rey. de España, y V como Easpi^ador
de Alemania , nació en (latlte : sus padres faeron Fdlipe^é
Austria, Lijo del Emperador JUáximiliano^ j tlnaua la loca^lfo
las Reyes Católicof.
• -í,
ÍIÍSTITÜCIÓIÍES. 45
las leyes». ordenanzas, pririlcgíod y costumbres desasestados,
sino tamiáen qfxe no podría enagenar la noías pequeña parte de
la corona 9 ni conceder á persona estráncera beneficio, enco*
mienda , oficio ú empleo alguno. Esas mismas Cortes de Yalla-
dolid i tan orgullosas y tan constantes , último interprete de la
' España todayia libre j representaron á Garlos V contra las san-
guinarias violencias del tribunal de la inquisición ; y por úl^
timo , cuando prorrogaron los impuestos y le concedieron fa-
cultad para exigir algunas contribuciones^ nuevas , tuvieron el
atrevimiento de. dirigirle estas audaces y profundas palabras.n:
Acuérdese V. M. que un Rey es mercenario de sus. súldttos.
Peto desde que obtuvo de la asamblea nacional el título de
Rey de Castilla , y desde que recibió, de los electores de Franc-
fort otro titulo mas impionente > el de Emperador de Alema-
nia; Carlos Y arrojando la máscara,, violó abiertamente en am-
bos páises las leyes y sus promesas. En España dispuso, según
su capricho y para sus empresas estrangeras , de los subsidios
que los procuradores de la nación le b^ian confiado para gas-
tos interiores. Atentó por sendas tortuosas al principio y lue-
50 después violentamente > contra las mas poderosas y veneran-
as instituciones. La independencia de los cuerpos municipales;
esas raices de la representación nacional , cuyo tronco eran las
Cortes , fué la primera que atacó. Suspendió los poderes con-
feridos por la elección popular, acrecentó inconsideradamente
los oficios , permitiendo que se desempeñasen por medio de
substitutos; todo se puso en e|ecucion para despojar y en*
' rilecer á la magistratura municipal. En seguida dió el mismo
' golpe á la independencia de las Cóités. El Emperador exigió
que ^ revistiese a los procuradores de poderes generales é ili-
mitados V y q^e 1^0 llevasen como anteriormente en las <:redeDh
ciales marcados sus deberes. Les nrohibió qué durante las se-
siones « pudiesen. tener corresponoencia con las ciudades de que
eran delegados, y de que consultasen con sus cooiitcntcs pa-
ra deliberar acerca de las proposicioaeii rebles. También convo-
có la asamblea & un eiitremo del Reino Vá uno de los puntos
mas retirados de €raticia<> para donúnar con mas facilidad sus
deliberaciones ; y por último atentó contra la antigua ihviola^
' bilidad de los procuradores , <^9tigandó k los que se resistiáoí >
á sa Ti^untad) como sucedió en las* Cortes celebradas en San-*^
.46 ESTUDIOS MBEE LA ESPAÑA.
tlago qI año de 1520. Carlos exigió un doDaiiyo de 300 iiiiIlo>-
nos de maravedís « para coronarse Emperador en Aix^la-Chü-i
peile. Los diputados de Toledo y Salamajóca, que disculpándo-
se eon £us poderes reusaron este subsidio , fueron desterrades
V toda la asamblea trasladada á la Goruua. Olra perpetua yio:^
laciqn de los juramentos de Carlos Y j no menos sensible pa-
ra la nación que sus actos despóticos, fué la conducta que
observó con respecto á los estrangeros. Colmó de favores , y
confirió los mejores empleos á los Alemanes que babia traido
en su acompañamiento, quienes con toda insolencia llamaban á
los Españoles $m indianos , y trataban á la España como un
Íaís conquistado. En fin , cuando dejó este Reino para pas¿\r á
laudes, adonde le llamaba la destrucción de otras franquicias
nacionales , encargó la Aegencia á un estrangero, al cardenal
Adriano de IJtrccht.
Entonces estalló cfo movimiento nacional , llamado después
la rebelión de las comunidades; pero que no fué mas que una
justa resistencia al perjurio v á la opresión. Toledo que en c^
ta lucha perdió su título de Capital, fue la primera que fo
sublevó ; Segobia, Zamora y Salamanca, Soria, Cuenca, Bur«
•gos y Madrid , entraron con ardor en esa liga. El resentímien*
to popular se descargó al principio sobre los r^resentantes qi|o
haWn hecho traición á sus deberes, y sacriGcado los intereses
del pueblo á las exigencias de la corona. La mayor parte de lais
ciudades castigaron á sus procuradores por>nabcr concedi<Jo
en las Cortes déla Coruña una parte del donativo solicita4o
por Carlos V. En Segoyia quitaron la vida á uno : castigo se*
Yero sin duda , pero que acredita cuan alta era la idea que se
cpnservaba todavía de Ja santidad del mandato popular.
Las ciudades insurreccionadas formaban ellas soláis el pair^
tido nacional ; el resto del pais las abandonó ; y hasta en es^s
ciudades , el pueblo era el que únicamente pertenecía á aquel
Íartido» porque las demás clases se decidieron por el del Key.
odas las provincias ^ue componia la corona de Aragón; íih«
diferente á esta lucha, no tomaron la mencH* parte en ella: j
en la corona de Castilla , Andalucía, recientemente eonquisU^
da, ipenbs habituada á la libertad y mas escasa en franquioias,'
se decidió también por el partido de Carlos > que se pr^parii^
4 sostener la Iac)ia que ba^ia prp'f opado. Adeiu^u» .4^ sw ejóirqH
\
N
INSTITUCIONES. tt
Í0f siempre adicto á quien le p^ga j cóndace at pillage, con-
taDa con seguridad para oprimir al pueblo con sus dos apojoi
ordinarios, la nobleza j el clero. Entonces el protestantismo que
triunfaba en Alemania j conmovia la Francia , habia penetra—
do también en España y se introducia « especialmente entre la
juventud de las unÍTcrsidádcs. Me bastaría citar algunos escri-
tos de aquel tiempo , y recordar el número de tÍc timas que
perecieron en los autos de fe celebrados en los primeros 50 años
del siglo XYI , como convencidas ó sospechosas de Luteranis-
mo, para demostrar que la Espaita no se preservó de ese pri-
mer contagio revolucionario. Todas las clases privilegiadas se
unieron á la aparición de su común enemigo : la nobleza quo
no echaba en cara á Garlos Y mas que su parcial afecto hacia
los cstrangeros , se apaciguó con el nombramiento de un Con-
destable y de otros grandes dignatarios nombrados de su seno/
En cuando al clero, á excepción del obispo de Zamora y los sa«
cerdotes de su Diócesis , que se decidieron por el partido del
][>ueblo, seguia con una perfecta disciplina la opinión del Saii->
to Tribunal. Asi pues , la aparición de las doctrinas de la ré--
forma , que tanto engrandeció el poder de la inquisición , fue
la que impelió á la nobleza y al clero á arrojarse en el par—
tído del Rey contra el pueblo. La libertad política pereció coa
la libertad religiosa, y ese gran movimiento dado por Lulero
que colocó el resto de la Europa , dócilmente sometido hasta
entonces á las doctrinas del Papado , en la senda de la filoso-
fía , que debia conducirla á la mdepcndeneia política * no halló
mas eco en España que para entregar esta comarca , que toda*-'
tia era libre , á la tiranía teológica y al despotismo Real.
' Las ciudades de Castilla aunque abandonadas y reducidas &
sus únicas fuerzas > resolvieron nó solamente sostener la luóha
cíon valor, sino también sufrir los primeros golpes. Los pro-
movedores de la sublevación de Toledo , Hernando de Avales,*
Pedro Laso de la Vega y el jóven^Juan de Padilla, que al mo-
mento llegó á ser el alma y el gefede los comuneros» invita**
ron á las demás ciudades á que reuniesen sus procuradores
Sara el concierto y dirección de la resistencia nacional. La ciu-^
ad de Avila fue el punto de reuirion ; los miembros de la asam^
blea se llamaron diputados de la comunidad , y aquella tomó el
oooibre de Santa Junta* Despu«» de las primeras deliberación
i8 ESTUDIOS ^OBM XA IZSPAÑA.
ncs, se trasladó i Tordcsillas^co tuya pobhcion se hollaba CUftf!
todiada D/ Jaaiía la loca., por dis{)oskion de* sa hijo Carlos V^
Padilla, después de Ibaber representado á ésta princesa los mai;-
les del pais J sus justas qi^ejas , consiguió sin trabajo que prest-
íase á la comunidad la autori4ad de sü nombro. En pocos dias
se organizó un gobieruo -con su Soberano , asamblea nacional,
hacienda y ejercito ; y la Santa Junta se encargó de la admi-
nistración del país. Su primera ocupación fué: eslender y eÍG^
yar una representación al Emperador , manifestando en éUa las
Tiolencias que se ejercían con los españoles y exigiendo su re-
paración. En esa curiosa pieza dividida en 118 capítulos^ seso*
licitaba 1.° Que Carlos regresase á gobernar personalmente sa
reino ; que aprobase la conducta de la comunidad y quejfamdj
tratase de obtener del Pontífice la relebacion dejas obligado'^
nes qne bajo juram^o Kabia vontraido para con su pueUo ; 2,*
que cesase de conceder cartas de naturaleza á los cstrangerodf
que todos los empleos se provistasen en los «españoles , y que ,
jamás pudiese entrar en el Reino tropa alguna estrangera; 3.<>
que restituyese y garantízase á las Cortes el respeto é mdcpen-;
dencia que siempre ha!bian gozado , que los procuradores li-
bremente nombrados por las ciudades no pudiesen , bajo pena
de muerte y de confiscación de tus bienes , recibir para si ni pa-
ra su familia fayor ó empleo alguno del -Soberano^ y que se
reuniesen las Cortes de tres en tres .años en los limites de Cas-
tilla y sin necesidad de Jfteal ^oQTOcatoria ; 4.o quoni entonces
ni eo lo sucesivo.se exigiesen los subsidios { servicios /votados
en la Coruña , j que se hiciese^ grandes economías en los ga»^
tos públicos ; '^^ que se aboliesen los privilegios de la nobIei7
«a , relativos á Ja esencim de los impuestos ; 6.^ que se es-
iableciese sobre nuevas hases la administración de justicia; que
las ciudades en vez de jaeces peales tuviesen sus alcaldes elec^
tivos T sus jurados» y que la ^reforma Judicial fuese extensiva á
todos los tribunales del xleinof 7.0 que se verificase igualmen^
te la reforma eclesiástica ; que todos, los t'eglamentos relativos
al culto se hiciesen por la^ Cortes ; y que la inquisición solo se
ocupase en el servicio del Omnipotente j dejase de ultrajar y
oprimir a los. ciudadanos ; S«« en Sn. que ^e perfeccionase tam*
))ien la reforma admimstrativa ; que se prohibiese la enagena-*
doi^ de los cargos públÍQOS^ que fos empleados reales ó nuiiuci*-
\
psdeft Q0 pudiesen, ¡reunir dos €]»pleps, y <(ue^lllTáQ|G|iQUi|prt
dci&á rendir cuentas; que el- Rey no pU(|i(S$e b^cer fj0naGaQÉ'.
idguna de los .biches ráblicos ó de la corpnd ; qoe'clmel&lieor
ya no sáltese del .país bajo ningjait prc(e$to '4^^^ Estas declara
dones 4e la .Sofi^. Junta deblaii servir ademas, p^ra fovjiiafi
bajo el nombro, d^ ¡ey perpeím^y fimdüih^níql Abc' eoi^íií\i(i(m\
del Beino. ^^ ., ,. : .- í
Carlos y estaba, todavía en Flandes , cuando las tÁxtes de
Tordesillas le dir^ieron ^sa represenlaciom. Hizo encarcelar al
conductor, dje ella , y sw contestación fué , declarar pn^r me-
dio de un decreto traidores á todos los miembros de laasam-*
blea^ Bn el que usando .por<pFÍmera Tez de las fórmulas; Aus-.
triacas adoptadas por s^sus sucesores , mandó qüo se condénase á^
los culpables sin, jiistruecion de proceso, ni forma de juicio, y.
sinjcitarlos ni x)irlos : «anu/onc/o dice ioda ley en contrario^ en
virtud de mi poder M6<d absoluto como Señor natural de esos
Reino^y
Después de estos recíprocos desafio^; era imposible transa<*-
cion ailguna, y la fuerza era la que únicamente podía decidir
entre el Soberano ^ablev.ad(^ contra la^:ley y elpüeblo coposa-'
tiendo por ella. En d i»i$mo instante <ie la sublevación, ya. 1o«i
comisarios Imperiales habían incendiadla la ciudad de Medina^
4el Gampo^9 durante la celebración en la mi^na de «ida. feria,
importan te Y pero ;sin que hubiesen podido toipar esta. plaza pc^
haber hecho sus habitantes una defensa desesperada y áyirtuclr
de haber «ido socorridos oportunamente por Padilla. 'Los <7oínuf
f|$ra$ reunidos por. ipVei^úsiasmo, isa hallaban mucho mas disr-.
puestos á la guerra que el otro partido llamado de los gober<>
fiadores; pero estos. pri]^idiaDdo pérfidas entrevistas para Úa-
tar de- la paz » obtuyieron «na.%tregtLa «durante la cual ultiei^
ron 'SUS preparativpSf Uegaron^ trapas de Andalueia; Kavaxr^
también los socorrió ; y.íeltJRey de Portpgal (los Beyes sienart
pre .^e hermanan. QOin^r.i( los pueblos} , les prestó cincuent^.inilr
ducados. Entonces cesaron lasM contestaciones, y principia 1^
guerra. .\; -.■•, • ;. ' • . / .-' "'.::.... ::»
Los CVmitmero5,qne h^bianpnesto á sü cabeza al hijo, de i^
grande deCastills^, e^pterao^óati'^^?' pór este m^dio ásus frlaf
algunos npblcs del país, fueron vendidos por su general,, y la<
Iropafl i^erifJ^s tomaron- íkJojtiáesilla^;,, en,4pn4ct^. wlafei
80' ESTUDIOS SOBRE LA ESPAff A
la reina Dofiá Xaana , que tanta utilidad babia prestada i la
Santa Junta. Padilla, llamada para mandar á los Comuneros,
vengó este descalabro tomando por asalto, á la cabeza de su»
voluntarios 9 la fortaleza de Torrélobaton hecba por los impe-»
ríales su plaza de armas; en cuyo punto permaneció algún tiem-
po sosteniendo una guerra de escaramuzas con diversas altera-
ciones. Pero unas milicias urbanas , mal disciplinadas y propias
Anicr mente para un intrépido golpe de mano, no podian sos-
tener mucho tiempo la campaña contra las tropas veteranas d^
Emperador, reforzadas con soldados Alemanes y superiores en
número. Padilla se vio precisado á batirse en retirada delante
del ejército del conde de Haro , por quien fue alcanzado en lo»
campos de Villalar el 23 de Abril de 1521 ; y no pudiendo
dvitar un combate desigual , sus milicias fueron aniquiladas por
k artilleria y caballos de las tropas imperiales. No queriendo
Padilla sobrevivir á éu derrota, se arrojó en las ülas enemigas
para buscar en ellas una muerte gloriosa , con sus mas caros
ardientes y afectos amigos y jóvenes como él. Después de mil
podigios de valor , de haber sido herido y derribado de su ca-
ballo, cayó prisionero. Por la noche se le leyó la sentencia de
muerte, y al dia siguiente fue conducido al suplicio con los cónn
5 añeros qtie habían sobrevivido á la derrota. Guando el heral-*
o que les precedía anunció que (H*an. condenados á muerte por
traid(^es , exclamó Juan Brabo : «Mientes, y lo mismo cualquie-^
fá que hable de ese* modo ; no somos traidores sino defensores^
de la libertad. — Sosiégate amigo, replicó con dulzura Padilla,
ayer era el dia de combatir ¡como catelléros, y boy el de morir
como cristiaiK>s.'*
• 'La liga dé los Cóf/íuneros se deshizo en la batalla de VilTalar;^
kiH ciudades confederadas fueron sucesivamente somfetiéndosef
pévó Toledo reducida á sus inurallas , se resistió todavía algún
tiempo. María Pacheco, viuda dé Padilla, fue la que reanimó sv.
resMücIon y dirigió su defensa. Esta beí'oina babia. adquiridor
por -su nombre, y ;Cárácter tal ascendiente sobre sus conciudada^
nos, qué se la acusó de hechicera , y unos historiadores coiitem<^
)K>ráneos le pusieron el estratagante nombré de tá tifqnéí dé
Toledo. Cuando' e^ta ciudad se vio preóíáada á capitulad, Mária
Pacheco cóhférénció con los comisarios del Emperador > de quié»
ftes obtuvo algüba^ condiciones favoirables j consiguió tuiré^
iNSTiTireíoif Eju. ' 61
Portugal: La bistoria de estos d^s ilofitneft esposos és ñoUey
tierna, y riento no poder ocuparina.de ^Ua sino.muy superfi»
i^^almenle (1) Sü^ nombres viveii en la memoria . del piDenlo,. y
lodavia se mira con respeto el lugar ,^ue ocupó su casa^ sin
einbdrg.o.4e babcr sídp demolida^ sembrado de sal su.ierrcnp,
Ír de haberse levantado .en el un cadalsa. Coa Padilla perecióla
ibertad Española. Y«Acida enlp^ Comuñ^pro^ » la nación sufrió
con docilidad las espcdiciones de Italia , Flandes y América. Con
las gloriosas acciones de sus afortunados capitanes t también se
alucinó la nación y prefirió ser victoriosa á ser libré.
Garlos V» Rey absoluto v no destruyó de repente las antiguas
formas representativas del Reino. Creyó mas seguro y fácil con-
vocar Cortes condescendientes en decretar subsidios, que impo«
neriós él mismo. Pero esa institución se falseó , se envileció ^y
llegó á convertirse en una. vana v aparente forma. El poder
Beal atentó contra la integridad de los procuradores , después
de haber violado £u independencia , para lo que se valió del
atractivo de los favores de la Corte, ofreciéndoles empleos, re«
.;gaIos y pensiones vitalicias. Se ofreció una tarifa á sus coqcien^
cia$ , se pagaron sus votos, y el cargo de diputado del pueblo
llegó á ser, bien pronto tan lucrativo, qué no se creyó hacer un
sacrificio en comprarlo de los electores municipales. Un autor
dé aquel tiempo (2) después de haber referido que en las Cór^
les del año de 1534 el Cardenal de Javera , presidente de }a
^amblea , habia obtenido grandes favores para los individuos quo
]a^ componian , añade : uÉI atractivo de las mercedes del Trono,
mucho mas que el deseo de la felicidad general ó de sus pro-"
. víncias , es lo que impele á la mayor parte de los procurado-
res á solicitar con ainco asiento en los escaños de la asamblea.!..
Otros después de haber obtenido los empleos los venden én púUi
*(1) Entre los .autores contemporáneos pnede consultarse -á
Mejía , Aleocer, Sandoifil y Laliocs ; Hoberfson, historia del
vdttá.do del Emperador Ciarlos V, y u» brillante &o^//tf€/o de la
*' Ifvérra de X^ñ Comuneros que autecede á la tragedis. dé la viuda
de VudiMíi coinimesta por el señor llartinez de la Rosa.
\ (S) D. Pedro SalazAr y Sleadozá: en la, Crónica del Carde*
aaldeTavera.
r
:02 ESTUDIO!} ÍÍOllElí LA BSPANA.
ca suliasta. Conozca á an sugeto qac ha comprado cVsuyopñr
eatorce mil ducados,, cosa' bíea perjudicial y digna de castigo...-^
Asi p»es i desde el tiempo de Garios, T , mu<;hó antes de los fa-
rinosos ejemplos de corrupción parlamentaria que después han
.presentado la Francia é Inglaterra ^ se yi6 establecer á espen-
' sas del pueblo esa yenalidad universal', que hacia comprar los
' rotos de los electores y vender los de tos elegidos ; se vló en
'. fiü poner en practica ese infame circulo vicioso > que consíislia,
' para el poder > en proporcionarse diputados con dinero y dine-
ro con diputados*
Después de la > sujeción de Castilla > Aragón » que formaba bajo
- el mismo cetro un reino separado ^ todavía conservaba á lo me-^
nos. en las formas , sus instituciones populares y su represen-
tación nacional» qiie le fueron arrebatados por Felipe II el dig-
'lio hijo do Carlos Y, con motivo del procedo de Antonio Pérez;
' •otro gran drama histi&rico. que suministraría un dirao apéndice
de la guerra de los. comuneros. Jamás» ha llegado a saberse et
motivo qué tuvo Felipe II. para retirar su gracia á Antonio Pé-
rez, que tanta tiempo fué su primer Ministro, disponer su
' arresto , darle tormento, y retenerlo doce anos en las prisiones
> de Madrid^ Se le acus(S de haber violado los secretos, del estan-
do ; pero seguramente hubo entre Felipe y él algún motivo que
se desconoce de enemistad personal. Cuando- Pérez llegó k fu-
garse en Abril del año de 15d0 , se refugió en el reino de Arar*
Son BU Patria ; detenido en Calatayud ,. se hizo conducir á una
e las prisioneft de Zaragoza llamada ddl Reino ó de los fueros^
porque ios detenidos en ella no estaban sujetos á la jurisdic-» \
don Real , sino á la del justicia mayor^No pudiondo Felipe al-*
. canzarloen este asilo , hizo que la inquisición lo procesase por
materias de héregía. Loa inquisidores reclamaron el prisionero,
como sujetó á su tribunal y diputación permanente ; y hasta el
mismo justicia mayor, no atreviéndose & oponer al Santo oficio
la resistencia que no tenúan hacer al Rey^ consiiiüá después
de largos debate» en declarar suspenso» con respecta & Antonio
.Pérez loa fueros, del Reiao..Pero el pueblo menos ttmido que
. sus gefe& , resolvió salvar con la vida del prisionero las fran-«
quicias íqÍ pais« El dia en que se trasladaba á Pérez i tos ca-
labozos de la inquisición , en. medio de moa gran'ostentadon de
fuerzas , la población de Zaragoza ataca y &per8a las tropas»
1
IVSTITirCIOKES^ 63
fritaado mva la libertad , mata al gobernador y libra al pacieih;
te que se refugia eu Francia. Felipe no esperaba mas que esto
pretesto.' Declaró á Aragón en estado de rebelión, é introdujo
en la provincia un ejército castellano. El |ustícia-mavor Juan
(ie Lanuza declara entonces violados los lucros , é intima á laá
tropas Reales que retrocedan á Castilla. Su general Alonso dé
Vargas, se desentiende y aTcmza sobre Zaragoza ; Lanuza sale
á su encuentro para disputarle la entrada en l(i ciudad ; perQ
sus paisanos son derrotados y Vargas ocupa militarmente á Za-«
r-agoza. Juan de Lanuza que no tuvo sucesores en su ministerio
de justicia-mayor , el duque de VilJahermosa , el conde de Aran**
íla , el barón de Barbóles y otra multitud de patriotas de mc^
nos viso perecieron en las llamas de un> auto de i'é política, ei|
el mes de Octubre del año de 1592. Las libertades de Aragón,
que sobrevivieron á las de Castilla , espiraron con esas victi^^
mas (1), '
Desde esa época la España ya no conservó mas que el nom*-
lirc de sus antiguas franquicias. Sin destruirlas absolutamente^
.el despotismo las desvirtuó ; como el enemigo que se aloja y
.fortifica en una cindadela tomada, se aprovecho de todas las
.instituciones que el pueblo, mucho tiempo vencedor, faabia eri-
gido para su defensa. Las Cortes ya no fueron una asamblea de
representantes de la nación, sino meramente diputados del Rejy;
. en vez d^ dictar leyes á la corona , los procuradores iban á re^
. cibir sus mandatos ; en vez de constituirse en el congreso na«"
cional , como conductores de la voluntad del pueblo , regresa^
ban de los escaños de justicia como conductores de las capri*-
cbosas resoluciones del Monarcai Y aun en este estado de de-
gradación y servilismo, solo se convocaban en dos casos, y muy
. poco después en uno solo. Felipe II q^ue promulgó el código de
. la nueva recopilación, permitió insertar en él la disposición si-
guieiite, que es la ley 1.' tlt. 7 lib. Q.ciLos^Reyes nuestros pra^
^ genitores establecieron por leyes y ordenanzas , fechas en Cor tes f
•m
(1) Véanse las rclactooe9 de Aütonio Pérez, Zurita, Lio*
vente óce. Por un decreto d« las Corles de 1822 , los nombrea,
dfr Padilla y Lanuui se inscribíeroa eoo letras de oro en el sai
isn de las sesiones.
8
8t ESTUDIOS SOBBE LA ESPAÑA
gt#(? no se echasen ñi repartiesen ningunos pechos , iervtctói , pen-
didos , ni monedas ^ Hi otros tributos nuevos j especial <, ni,ge-^
herahnente en todos nuestros Reinos^ sin que primeramente séati
llamados á Cortes los procuradores de todas las ciudades y vi-r
lias de nuestros Reinos y sean otorgados por los dichos procu^
r ador es , que á las Cortes vinieren.''
El medio que se consideró mas fácil para recaudar las con-?
tribucioiics, tue el de disponer su votación por una asamblea
condescendiente, para por este medio darles una somLrfi de con-*
sentimiento nacional. Pero esta simple formalidad vino á parecer
incóñaoda,y la ley de Felipe II dejó de observat se al momento.
Desde su inmediato sucesor , los Be} es dispusieron delaforlu-?
ha pública , como de todos tos asuntos del estado, por medio de
himples decretos.
Las Cortes ya no se convocaban mas que en un solo caso , ni •
tcnian mas que una función que desempeñar. Cuando un Mo-^
narca se sentiVba nuevamente en el trono, ó cuando en su an-
tíanidad disponía que se reconociese á su hijo por príncipe de
Asturi¿is , se las llamaba á la ceremonia de la coronación : pero
«o era para examinar los derechos del heredero, ni para darle
la investidura , ni menos para recibir su juramento y marcar-
le la senda de sus deberes ; sino para rendir al Rey legitimó,
al Rey por nacimiento, los homenagcs y el juramento de sus
subditos que le corréspondia por derecho divino. La corona-
ción no era ya un contrato sinalagmático entre la nación so^
berana y el magistrado á quien delegaba el poder ejecutivo ; era
Tin acto de servidumbre, una promesa de obediencia, una ofren-
da de los subditos al soberano: (oblati domino.) En estas asaní—
bleas ya no tuvieron los procuradores otro derecho ^ que el do
una humilde súplica: y todavía manifiestan algunos que las Cor-
tes se hablan apropiado ese derecho; y cuando estas Cortes bas^
tardas hacian alguna representación desagradable al poder, sg
disolvían inmediatamente. Tal era el envilecimiento y nulidad
á que los príncipes de la casa de Austria habian reducido po^o
á poco á las Cortes Españolas , cuando el testamento de Car-
los II V los sucesos de Vendóme colocaron en el trono de Es-
paña á la oasa de Borbon, Seguramente que del nietode Luis. XIV
que había presenciado la entrada de su abuelo en el parlamen-
to con el látigo en la mano , no era de quien podia esperase
INSTITUCIONES. 55
Is^ reabilitacion de las asaniblc¿)s nacionales. Desde el advcni-
miénto de Felipe V hasta nueslra época , ias Cortos Españolas ^
se reunieron con menos frecuencia y ha sido mayor su degra-
dación , que desde Felipe II h ista aquel. No se convocaron mas
que para la coronación de Fernando VI , para la de Carlos III
cuando en 1759 pasó del trono de Ñapóles á el de España , pa-
ra la jura de Carlos IV comj príncipe de Asturias , y para la
de {Fernando VII, cuya última c^^rcmonia se verificó el año
de 1789. Entonces empezab;m á penetrar en España losprinci-
f>ios de la revolución Francesa, esparcidos por los escritos de
os Jovellanos y de ios Cumpommes. Esis Cortes aunque for-
tuitamente reunidas , se aprovecharon de su convocación para
constituirse intérpretes de la opinión pública , para formular
votos análogos á los de los acuerdos de nuestra asamblea cons-
tituyente ; pero al momento fueron despedidas y arrojadas con
"violencia del lugar de sus sesiones: y hasta se imputo ala Cor-
te él envenenamiento del raarc|ues de Casa-Barrio , uno de los
diputados de Burgos , que habia escitado entre sus cólegasesas
Tcleidades revolucionarias, y que parccia ambicionar el papel
de Mi rabean.
Sin embargo , y. como por un hbmenage forzado á un senti-
miento nacional indestructible^ los Revés de la España absolu-
tista jamás se atrevieron á introducir grandes alteraciones en
las leyes constitutivas , sin que ap ireciese apoyada su voluntad
en la sombra de una sanción popular. Asi pues , cuando Feli-
pe V quiso introducir en España la ley de su familia , la lej
Sálica, hizo que fuese adoptada por las pretendidas Cortes del
año de 1713. Cuando N:ipolcon arrojó de España á los Borbo-
nes, y renovando el cambio de tronos hecho por Carlos III, lla-
mó á su hermado José , de Ñapóles á Madrid , como un pre-
fecto que permuta ; hizo que la junta de Bayona ratificase esta
substitución de dinastía, asamblea que la denominación de na-
cional b hacia tanto mis ridicula , cuanto que se celebraba -en
Íiais estrangero. En fin cuando Fernando VII destruyó á sú vez
a ley Sálica, y restableció en beneficio de su hija la antigua
ley de los Godos, él mismo llamó, una vana imagen de repre-
sentación nacional para la jura de la joven princesa que hoy
ocupa el Trono.
Laisí municipalidades , que no spjctabah tanto como* las Cóí-*
/
56 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA
tes el poder absoluto de los príncipes Austríacos ó de la Casa
¿b Borbon , sobrevivieron mucho tiempo á la ruina de las ins-
litüCJohes Espafsolas. Pero con el tiempo también se desnatura-
Jí/aron y lh*garon á convertirse ^cn perjuicio del pueUo. Los
Aijunlatm'entvs [esta palabra qu^ en su origen designaba la asami—
biea general de los electores municipales , ha llegado á con--
vertirse en nombre del mismo cuerpo muiiicipal) fueron que-
dando paulatinamente sujetos á la corona , ya directamente
nombrando los alcaldes 6 regidores , ya indirectamente pro-
vistando sus funcionarios estos cargos. £n la mayor parte de
las municipalidades, las. plazas de regidores llegaron á cons-
tituir la propiedad de ciertas familias, que las. ocupan y tras^
miteit como mayorazgo por derecho hereditario. Pero los gran-
des Señores titulares creyendo que estas funciones no merecen
ocuparles el tiempo, disponen que se desempeñen por medio de
substitutos asalariados;. lo que unido á la suma bajeza y vena-
lidad de estos, aumenta considerablemente el mal. Por otra par-
te , cada provincia tiene un sistema municipal distinto de las
otras 4 y el grjodo de su dependencia es tan variable^ como lo
ban sido ias circunstancias de j»u reunión á la corona de Casti-^
lia. En el norte de la peninsula,especialmente en las provincias
Vascongadas , Navarra y Cataluña ,, es en donde se han conser-
vado con menos alteración las antiguas franquicias municipa-
les. El Ayuntamiento de Barcelona se compono hoy de seis re-
gidores por derecho hereditario y de otros quince , dordipu-
tados, dos procuradores, uno sindico y otro personerjo nom-
brados por elección. -Esta münicipalidaa scmi-libre también se
puso á la cabeza del movimiento que ha trastornado el minis-
terio legado por Fernando VII á su viuda , y obligó á la rei-
na á tomar consejo de la nación firmando el estatuto Real y la
convocatoria de nuevas Cortes (1).
(I) Si fue^e necesario, se Jiallaria todavía en otra parte mM
4iuejen l« Instoria de las Iiwlitucioues Polílieas, Ja deniostraciuB
Ott que la libertad ba precedido siempre ai despotismo. Seiralla«
ría en cosas de un orden muy diferente , v. gr. en la constitu-
ciott de los institutos religiosos, las cuales se resienten del ticólk-
po cu que se establecieron. La única que tiene en cierto mudí»
INSTITCaOKES. .57'
§. 2.»
' Hubiera querido cmULr an esta obra toda la parte de la his-
toria contemporánea , qae la ausencia de autoridades irrecusa-
bles y producciones impardales , en medio de unas discusiones
h^^Va ahora ardientes , hacen tan difícil de presentaren estrac-
tó. ^in embargo , la historia de las Cortes de Cádiz , que en-,
tre ío^ peligros de un sitio levantaron la obra constitucional
de 1812, y la de Jas tres legislaturas que hubo desde la revo-
lución de 1$20 hasta la restauración de 1823 , son dos episo-
dios tan importantes de la historia de bs asambleas Españolas,
que es imposible pasarlos en silencio. Pero me limitaré á una
relación sucinta y á hacer algunas observaciones generales, ya
para establecer por medio de este p?íso una cadena histórica,
entre la época de las. antiguas asambleas y la actual , que debe
rejuvenecerlas , ya para deducir algunas verdades propias dé
iodos los tiempos.
Cuando Napoleón , después de haberse apoderado por medio
del imbécil favorito de una reina impúdica del ejército Espa-
ñol y de las plazas de la frontera , atrajo pérfida y arteramen-
te á toda la familia reinante y ocupó la Capital ; la España sin
gefe , sin tropas y careciendo de un centro de acción , pareci6
hallarse en aquella época, sometida al colosal poder do la na-
ción vecina, y hasta llegó á contársela entre el número dé las
conquistas y dependencias del poderoso imperio, Sin embargo,
i pesar de su desesperada situación > halló eii sus mérnorias y
costumbres tradicionales, no menos que en la enérgica obstina-
ción de sus ciudadanos, los medios de luchar brazq á brazocon
el coloso imperial y de descargarle los primeros de los golpes
que mas tarde debiaa abatirle.' £1 nombre de Napoleón gozaba
»
Una forma Monárquica, en la.que^anajeapeele.ile^bditos.riii»<¿
dea obediencia a una especie de Monarca^ es la de los, Jesuítas,
la mas recieole v la que únicamente, se lia fundada después .del
triunfo del poder absoluto. .Todas las otras mas a u liguas.^ Üc-
jando la igualdad af lado dé la gerariiuía, tieneo u na forma %e^-»
dadcrameote republicana.
6S^ < KSTUDIOSJSOBA^-LA I^PAÑA.
enlüspaña de un prestigio casi divino', y puede asegurarse cfue
en este pnis de piedad enteramente esterna , era adorado. La Es-
paña se hubiera entregado ; pero Napoleón quiso rendirla , y su
conducta tan artificiosa como violenta» cambió en un odio mor-
tal csu admiración tan apasionada de que era objeto. La Espa-
ña de 1808 suministra una brillante dcinostracion de la exac-
titud de lois principios profesados por los que opinan , que la
sana politica es inseparable de la moralidad y de la justicia»
Cuando por el atentado del dos de mayo {1} se vino en cónc-
cimienta del verdadero carácter de la ocupación Francesa; cuan-
do un grito de venganza y de manumisión Uamó á las armas al
pueblo Español , se halló esa nación conio por encanto , color-
eada en estaílo de defensa. Antes de halxír podido caminar de
acuerdo é imitarse, todas lasprovinciashabian adoptado si múl-
táneametUe la misma organización. Acostumbradas de tiempo
i^nmemorjal á administrarse separadamente, sin que los lazos
^e la cciitralizacion cnlorpceicsen su método administrativo,^
haltaron en sus cuerpos municipales y en sus hábitos dé elec-.
cione^ comunales Iqs medios de improvisar unos pequeños go^
niernós federales^, lía tpdas^ partes se establecieron asambleas
provinciales qué l^^jo el nombre de juntas de armamento y dé^
fensa , reunieron y pusieron en ejecución todos los elementos
de resistencia nacional. Estás juntas particulares formaron des-
pués » por medio de sus dclé^íiídos, ixntx jímta central de gobier-í
no encargadíi, de la coordínacipn de Tos medios parciales de di-
rigir los esfuerzos comunes y de trazar los medios generales de
salud pública i,. I¿i. cual .confió á una especie de directorio lia-
inado. Regencia el cumplimiento dé. sus áecretos y el poder eje^
Cútivo. ,'" "" ^ *'•■ !.' ... .."' . ' .
Esla junta central ,que vino á residir en Madrid cuando lá
victoria de Bailen proporcionó moméntáneamento sú capital Jl
los Españoles , V que se estableció en S^cVÍllá cuándo Nápoléím
Tolvíá-á alocar á- su >l»erauuEio en el palacio de Garios ]II:.-es«^
ti
\ (1.) A coM.sociieiirta do una pendencia ^asnalmente siiscítaia
entre olp«ieblo du Madrid y la», tropa» francesas ^ Jllurát li¿a
^jbasari metralla eii niasi^ k todos los qué cavéron prUtoneros en
la poblacioB. ...
• » • tt "
msTmrcioTnEff. * .* . . ' , ^
ta junta qae coni|>líment6 les veücidps dé Mcdollih , coÁio;el
Senado Pit)mano lo hizo en otro tiempo coa losdeCaiie¿; $evi4
precisada á renunciar sus funciones , C|iiindo la invasión fran-
cesa penetró hasta el cen,tro de Atidalucia. Pero ^n >irtu4 d¿
los Consejos del ilustre Jorvellai|os, toIvíó á la nación ' los po-
deres que de ella había reciiido, y decretó .ei^* el acto de stí sc^
paracion una convocatoria de Cortes generalas, señalando lá
ciudad de Cádiz para su reunión como único pimtp exento de
la dominación francesa. La nación Española prxítenló entonces
un,rar<)y magnífico espectáculo; el de un pñehlo yenpido, in-
vadido y^emi conquistado, sin gobierno., sin ninguna esperJe de
autoridad, procediendo bajo la ocupación e^tranger a á la clec-^
¿Ton de sus representantes, á la formación de una asamblea que
debía librarla de una vez del jugo estrangero y constituir su
patria. Las elecciones se hicieron bajo una nueva forma. Se con-
servó como por homenagc de un digno respeto á lo pasado , el
nombramiento de los procuradores en las ciudades que gozaban
del antiguo privilegio de voto ú Cortes ; pei\) para dar á la asam-
blea un carácter moderno y verdaderamente nacional , se hizo
estensivo á todo el país el derecho de elegir sus diputados, con
proporción al número de uno por cada setenta mil almas, y del
mismo modo que en los antiguos Ayuntamientos , se llamó in-
distintamente á esta elección á (odas las cabezas de familia. Con
respecto á los puntos militarmente ocupados se suplió en cuan-
to fué dable, la imposibilidad en que se hallaban de reali-
zar una elección regular, disponiendo que votasen los ciudada-
nos de esas comunidades que residían en tetritorio no ocupado
por los enemigos. Por este medio toda la España llegó á ten<^r
sus representantes ; y si en tan críticas circunstancias no pudo
observarse en todas partes un orden absoluto para lai emisión
y justificación de los sufragios , se demostró á lo nienos que
se hallaba imposibilitada de podet* realizarlo de otro modo. Sí
alguna vez hubo circunstancias en virtud de las cuales pudie-
se permitirse, tratándose* del sagrado derecho de elección, cti-
brir los vicios de su forma por el imperio de la necesidad , fué
seguramente en esta ocasión ; y las Cortes de Cádiz con razón
pudieron invocar la suprema ley de la salvación del pueblo.
. En la mayor parte de las localidades las elecciones se hícíé-
roB entre grandes obstáculos y verdaderos peligros , siendo toda*-
6Q ESTUDIOS S03RE LA ESPAÑA.
Tia mayores los. qtae corrieron toa diputaidos para burlar la yír
filancia francesa j constituirse en el puesto a donde les enria-
a la confianza pública. Sin emb:irgo, casi todos licuaron á Cá-
diz; y el 24 de Setiembre de 1810 ^ después del examen de. to^
poderes > se constituyó la asamblea bajo, el nombre de Córie^
generales y estraordinarirs declar^indo , que en ella residía \Á
^beranía nacíonaL Entonces el Condeso de los representantes
de la nación, dando un maravilloso ejeniplo de grandeza de án£>
mo en la adversidad y de sacrificio por su patria , debió ser un
espectáculo el mas curioso é imponente para los que habian vis-^
to humildemente prosternarlos á todos los Soberanos de Europa
ante la próspera fortuna del Emperador Napoleón. Arrojados de
todos los puntos del territorio , abandonados al mismo tiempo
de sus colonias 9 privados del menor asilo y reducidos á un ban-
co de arena en medio de las olas ; ñe- solo no desesperaron es-
tos hombres intrépidos de conseguir la salvación de su país, si-
no que concibieron el magnánimo pensamiento de quebrantar
de una vez todas sus pri&ioncs y de asegurarle la libertad ci-
vil, después de haberle restituido la independencia nacional, ~
Las Cortes de Cádiz se propusieron dos objetos, y por consi-
guiente sus trabajos fueron* de dos especies. Nombraron como
lo había hecho la junta central, una regencia compuesta de tres
individuos á quien, se encomendó la ejecución de Tas medidas
adoptadas para la administración civil > judicial y de lahacien*
da pública, y especialmente para ta defensa del país, tales como
el alistamiento de las tropas , la recaudación de las contribución
nes, las alianzas con las naciones estrangeras, los planes de cam-
paña, la elección de generales, provisiones de boca y guerra;,
pero reservándose la plenitud del poder legislativo, y deliberan-
do con calma y magostad en medio del estruendo de las armas»,
emprendieron y terminaron la grande obra de una ley funda^-^
mental que volvía á constituir la sociedad bajo nuevas bases.
, Después de haber proclamado la libertad de imprenta en su de*»
crelo de 10 de Noviembre de 1810 ,. y la abolición de los pri-
vilegios en el de 6 de Agosto de 1811 , promulgaron el 18 de
Marzo siguiente la Constitüeion IhmsídA de 1812. Parademos^
trar qué se hallaban animadas del mas sincero deseo del acier-^
to f para marcar su obra con otra especié de sanción nacional;
, laj9 Cortes solicitaron la cooporacíon de todo el pueblo inyátan-
.' INSTÍTÜCIOXES;, . 6t
do álns^ juntas proTinmfes* unívmidadfes;, cuerpos^ mtinícipa- '.
les j á £odos los ciudadanos, á. que consignasen sus' opinionei^ ";
Y yoios acercado b asamblea^ y do las diversas partes dé está
importante objeto ,. en los informes qiie para este (efecto^ fe ^-.
rigiesen. Una comisión compuesta de los miembros más ílu^lr^tdes;^
so encargó de examinar estos ínforqics colectivos ó hidividoá-*' I
les ^ de reunir lo& elementos esparcidos en la antigua legi^a^ '
cion y dé presentar á la asamblea un proyecto de le)^ conslittt* .
cionaL Los. litulos, capitiilos> y cada uno. ae los artlculoS^tfe'fcS:-^ ^'
le proyecta fueron. objeto de profundas discusiones; y éneter- ^^
ta modo puede decirse , qne las. CkVrtes adoptaron sn coatí,itu- "^
cion por unanimidad.
Esta obra es cierto que so resiente de su origen y del cxce- '
so de ciertas cualidades. En ella se descubre el íertor , la exal* ^
iacion de sentimientos generosos y el entusiasmo por el bien , que .
igualmente alucina, y ofusca antes quizá que una fria razón, que -
nada exagera ni ameniza, IMktafóricamenle y con mas ó menos '
propiedad , ba podido decirse que las: Cortes dé 1812, sembré • ,[
ron- trigo puro en una tierra todavía virgen , sin baber arran- '
codo antes los. espinos , cuyas viejas raices impedian su fructi-
ficación : que los maestros, suponiendo en los discípulos mas co- *
nocimientos de los que tenían, compusieron una obra preciosa '
en un lenguage que aun no comprendián.. Todo esto ni es ab- .
solutamente falso , ni rigurosamente verdadero. Pero entre los
numerosos defectos atribuidos á la constitución Española por '
sus enemigos interiores y esteriofcs > hay uno de que todos na-
cen mérito y que no puedo pasaT en silencio, porqüo su, cali- •
ficacton constituye una parte esencial del objetó que me be pro-
puesto,. S^ ha dicho que era una copia de las constituciones de- "^
mocráticas de Francia de 17^1 , 1793 y de la del afeo 30. Es- '
le es un error manifiesto. Todas las partes de que se compone *
esa constrtucioa, todas absolutamente, estautomádasdélósau-^'
tiguos fuiros y códfgos Españoles. Ea primer lugar, asi se de^'J
clara esprx;samenteeu su preámbulo; «tas Córtfes genérales de' '
la nación Espafkola , dice , bien convencidas , después del 'masf !
dtftenido examen y madura deliberación , de que las antiguas -
leyes fmidamental^. de {está Monarquia acoínpatladas de \sk^
oportubas providictiéks y precauciones' úue aseguren de.unm6- •
da esfaíMe y pemíanente íu entero ctúnplimeiit'oy pbdi'án llenar?
9 ^
6^^ IKTÜDIOS :SOBEB LA ESPAfCA
debidamente el grande objeto de promover la gloria , la pro&»
perídad y el bien de la nación ; decretan la siguiente consti-
tución...."
Pero un rápido análisis de esa obra die los legisladores de 1812
al.paso queTccordará sus principíales disposiciones , demostra*-
rá todavía m^or la verdad de la declaración hecha por sus ac-
tores.
jCuande. -sientan por primer principio «que ]a nación Españo*
la no es patrimonio de ninguna familia V que <da soberania re-
side csenciAlmento en la nación [art. 2 y 3)'" ¿ hacen mas quo
declarar en términos csplicitos > el antiguo é imprescriptible
derecho de su país ? Seguramente que la nación cuya corona
fué largo tiempo electiva , y. cuyos representantes podiannom-
trar y destituir Monarcas, no era patrimonio de ninguna fa-
milia. La constitución no estableció mas que una asamblea ba-
jo el nombre de Cortes. No imitó en esto á las constituciones
de Inglaterra y de la Francia directorial y consular ; restable-
ció bajo el mismo nombre ^bajo la misnia forma , la antigua y
única asamblea en taqúese habían confundido los tres eslados.
Unicamenic, en virtud de la igualdad que establece, ya no. ad-
mite distinción de clases y detinc nuevamente las Cortes en el
articulo 27 del raiodo siguiente. c(Las Cortes son la reunión de . .
todos los diputados que representan la nación nombrados por
los ciudadanos en la forma que se dirá.'' En cuanto á la divi-
sión de los poderes legislativo y ejecutivo, y á las facultades
servaladds ala asamblea, todo se ha copiado de las antiguas le«
Íes de Castilla y Aragón. Esa declaración que «la potestad de
acer las leyes reside en las Corles .^on el Bey", y que" «la- de ,,
hacerlas ejecutar reside en este (art. 15 y 16), es .igualmente .'
aplícableados.épocas; y cuandp en ios. artículos 131 y siguioft-
tos se lee <{ue las facultades de las Cortes son proponer y de-
Grolár las leyes, recibir el juramento al Bey , elegir Hegencja, ,
npmbrar tutor al Bey, ñjar.los gastos de la administracion.pú?- * .
blíca .« é8t(d)loc(;r las contribuciones é impuestos , señalar la dor >
tacion de la familia Bcal y puede dudarse sise trats^detasatri-r
buciosiQS de las anjtiguas Cortes Españolas <í.de las.mo(|erQaa, ,
La dipuiacion permanente compuesta ..de siete individuos .encar-r
gada de ocupar el intérvalp de líis legislaturas (art .157j) o&lá^^
tomada dé la^ ^onslltu^clói^ Ara£[0Aes/áf £i mo^anismo 4^u^^iádq V^
iNSTiruaoNES. '63f'
éompfícado de la elección, (art 34 j siVuíentes) de las antigua»
farmas electorales. Esas juntas parroquiales compuestas de ciu-^
dadanos arecíndados , nombrando los electores de los dfstritos,
los cuales proceden al nombraníienlo de; los de provincia, y es-
tos áel de los diputados,, equivalen con el aumento de una elec-
ción á los antiguos concejos compuestos de las cabezas de fa-
milia, por quienes eran elegidos sus oficiales municipales , á
los cuales incumbia la de los procuradores. La organización de
las municipalidades (art. 309^ y siguientes) es decir,, la detet—
minacion de las funciones de sus individuos, alcaldes p regidó-r
res , procuradores shidicos ; sus elecciones anuales , sus facul-
tades relativas al ramo de policía y á la administración local,
no es mas qued restablecimiento de los antiguos ^^tinfamífti-
t09 ; los cuales son una imitación de las municipalidades roma*
ñas; Por \írlUmo , hasta la forihacion de la milicia nacional , íns«
titucion reciente y perfeccionada entre nosotros , recuerda en
la constitución Espaíiola (art. 362 y siguientes) la de las mili-
cias urbanas existentes en las ciudades libres de la edad media.
Los legisladores de 1812 se han limitado pues, según ellos mis-
mos lo d( claran, á restablecer las leyes fundamentales ; á coor-
dinar sus disposiciones; á ponerlas én armenia con el progre-^
so y costumbres del tiempo y con la conveniencia pública^ ¿
imprimirles la^ sanción nacional dándoles nueva fuerza de ley%
Terminada la formación del código fundamental , las Cortes
constituyentes se desprendieron del poder, y convocaron á las
législatiras para que les sucediesen las que debian reunirse el
primero de Octubre de 1813. Entonces , la España secundad^
en sus! esfuerzos por la alianza Inglesa y los desastres de lá Ru-
sia^ habia rechaíado poco á poco á sus invasores, y el ejército
francés ya no ocupaba mas que una parte del territorio á lá
Aerecha del Ebro. En todas partes se hicieron las elecciones coa
cálñía y regularidad , y los diputados de las nuevas Cortes, des^
pue9 de haberse reunido en Cádiz , en cuyo punto se abrió el
congreso ^ trasladaron á Madrid en Febrero de 1S14* Apenaai
babian dado principio á sus fuihiiones , cuando Fernando Vil,
evadido de su cautiverio de Valencej , fué conducido hasta lá
frontera" de Cataluña. Las autoridades constitucionales se apresii-
raron á recibir á este príncipe, cuyo nombre invocado con en^"^
tuaiasino {)or él pueblo desdé el túoáatld dé Aranjueí , habiá
6A £«;tc»icis sobre la bspaña.
quedado ñalmente grdvado al lado del de la cotnlitucron , en las
bandercis de la independencia Española. Bien notorios son los in«
mensos sacriíicios que hizo la nación dirigida por sus represen^
tantés para conservar el Trono á este príncipe y ponerlo en li*
"bcrtad. Abóra se verá como ha correspondido á tantos beneíl-»-
cvds. Antes de llegar á la capital de la Monarquía , espidió eu
Valencia ese decreto de 4 de Mayo de 1814 , ese para siempre
jpaemorable y celebre decreto , modelo de perversidad , de in-
Íratilud y de la demencia de los hombres que nacen Monarca»,
después de una larga y estúpida enumeración de sus quejas con-
tra las Cortes de 1812 ; después de haber empeñado una formal
promesa de dar instituciones á su fuelio ; Fernando faltando á
su Real palabra é invocando su poder absoluto , anula y dero»
ga todo cuanto se habia hecho durante su ausencia , y termina
ese decreto proscribiendo en masa y condenando á muerte > co-
mo reos de lesa Magestad , á cuantos habían tenido el atrevir-
miento de substituir á sus derechos los de la nación. A este pri-
mer paso de tiranía sucedió un régimen de despotismo y ter*
ror , que debió obligar á la España á arrepentirse de sus fae--
róicos esfuerzos contra la invasión cstrangera y con lo que se
justificó suficientemente la conducta de los que habían abraza-
do el partido de la Francia^ Se restableció la inquisición , ro-
busteciéndola con todo el poder que habia tenido en tiempo de
Tor requemada. Se volvió a i lámar á los Jesuitas espelidos por
Carlos in á quienes se encomendó la educación pública. Diez
mil españoles llamados afrancesados porque hablan creido po^
sible y practicable la reunión de España al Imperio, fueron des«
terrados, despojados de sus bienes y condenados á imploraren
su emigración el pan de la benificencia. En fin^ todos los npiiem-
bros dJe las Cortes de la Regencia y de los ministerios , todos
cuantos habian cooperado al trabajo de la constitución, ó seba^
biaO) mostrado celosos partidarios de ella , se pusieron ^ disposi-^
cion de comisiones especiales y fueron jns^gados sin forma legaL
láe levacitaron cadalsos, se abrieron los presidios, se llena7
ron las c&rceles, y los hombres que habian honrado á su patria^
los Arguelles , los Calatravas y los Martínez de U Rosa , li-
beriándose del patíbulo con no pocos^ riesgos j no pudicndo^
como Toreno y otros muchos, obtener el favor del destierro;
fuerpn á espiar en las mazmorras^ de África él crimen de bar
lKSTrTÜCI05CS« 6ft
bcr iifflattcsto conctidoncs al Trono oa d acto de ¿abcrlo salv^
do. La lilspciña , debililada en virtud d<e stt dilatada lucha y ab*
sorta de estupor , permaneció duvafnte seis ailioft presa dócil de
ún despotismo sanguinario. Siii embargo» se bicieron algu-
nas tentatÍTas y generosos esfut*rzos pjsrra sacarla de su profuns-
•de letargo. Desde el año de 1814 después de' abolido el siste^
4ñía constitacion¿il , Mrna quiso defender á Pamplona, mos-
trando el decreto liberticida de 4 de Mayo; peto por la traij-
cion que se le hi/o se vio precisado á buscar un asih) en Fran-
cia. JPorlicr en Galicia en 1818 , Ricardo en Madrid en 1816j|
Lacy en Barcelona en 1817 y Vidal en Valencia en 1818, pan-
garon con su cabeza el llamamiento que hicieron al pueblo pror-
clamando la constitución. £stsrs empresas, tan repetidas iinnquc
ÍAfructuosas > y la formación de las sociedades secretas, en itfs
que bien pronto se filiaron todos los hombres de algnn méri-
to > anunciaban que el d^^p^tisi^O no reinaba sin contradicción
en España , y que tal Vez llegaría ^ia en que se entronizase la
libertad. Llegó en efecto-, el 1." de Eperode 1820^ en el que
Riego simple gcfe de Batallón en el ejército espedicionario <fe
América 9 proclama por último la constitución en un pueblo de
Andalucía , se apodera de la Isla de Lepn y enciende una revo-
lución victoriosa. Se ha dicho que esta revolución que empezó
por un motinbabia sido enteramente militar , lo que es absolu*
tamente falso. Riego y Quiroga batidos y cercados por fueri^s
superiores, iban á rendirse cuando Uegó á su noticia que los
movimientos populares de la Goruña , Barcelona , Valencia , Oca-
%a y Madrid , proporcionaban la victoria á su causa.
Fernando prestó juramento á la coiistitucion el 9 de Marzo,
y las €órtes convocadas en el mismo dia , se reunieron en Ma-^
drid el dia 6 de Julio de aquel mismo año. Entonces se vio re-
gir entre uua multitud de embarazos interiores y esteriores, la
constitución de 1812 no esperimentada basta entonces. Fácil ba
sido venir en conocimiento de las imperfecciones prácticas que
eontenia ; y sus mas ardientes amigos , es decir, los que cono^
clan la necesidad de sentar en la ejecución de ese contrato so^
cial la causa de la libertad , han siao los que más se han impre-
sionado de ellas. Un medio se presentaba para corregir estos de-
fectos descubiertos por la espericncia , y qui¿á para precaver-
le también por medio de ciertas concesiones , de la tempestad
66 srrvBios sobre £a españa
q«6 prépaf ábañ la» C4rtc»estrangeras , conlra la reyolncion ST»»
Sanóla y su gobierno democrático. Los legisladores do 1812
otados de más s»biduria y moderación que nuestros baeleurs^
de 183&> no pretendieron imprimir á su obra el sello de la
perfección y de la eternidad^, Su misma constitución prcveiá I9
necesidad de una reyision > de una re£»rma , y- fijaba á la sobo»
xanía nacional la regla que tendría que seguir para el ejerció»
cío de este inápreseriptible derecfao (art. 372 y siguientes. ) Si
]r» Cortes de 1820 hubiesen querido suponer como trascurridos
desde 1812 los ocho a&os de ensayo determinados por la const¡-<*
tücÍQU, podrian haber conyocado una nuera asamblea constitU"^
yente y revisado la ley fundamenlal. Pero al principio y repug^
narón cometer un fraude y suponiendo yijente ia constitución
destruida y reemplazada por el despotismo ; y dcspu€s,lcspa«^
roció que no debian ceder á exigencias estrangeras, en una ma^ '
teria en cierto modo enteramente doméstica.
Asi pues y un laudable sentimiento de buena fé y de dign;-^
dad nacionaf^ fué la causa de suspender todas las alteraciones
reconocidas como útiles y cuya proposición jamás ha llegado k
hacerse oficialmente; Apesar de estas imperfecciones de las^
ueno tardaré en indicar las mas importantes, la eonstitueioa
e 1812 y el gobierno que de ella dimanaba 9 podían ser sufi<^
cientcs para la regeneración de la España , para repararla de
todos, lo» males que la habia causado el despotismo , para yol*-'
rerla á su antigua grado de esplendor y prosperidad , y para
colocarla en fin» al niyel de Fas grandes potencias. Para con^
yencerse de esta Terdad , basta echar una ojeada sobre los tra^
bajos de las mejoras sociales > emprendidos y concluidos duran-^
te las. tres legislaturas quie precedieron á la invasión fraAeesa»
£1 primer acto de esos hombres trasladados de los (presidios al
poder ^ fué el firmar c6n.^ussangrienta& inanos, todayía dos^
carnadas por los yerros del despotismo , una amnistía generdl
Jue á todos alcanzaba, á los proscriptos y á los que babiahor*
. énado tas proscripciones ,. ¿ los afrancesados y á los ápostóli-^
eos; y esta disposición , al. mismo ticraipo que demostraba el
convenciiñienio que tenían de la solidez de su poder y descu^
briá seguramente , sú admirable, graúdeza de alma»
La abolición de la inquisición , cuyo tribunal no se atrevió á
restablecer el despotismo diques de su restauración ; la supro»
1
3
INSTlTUCIDinSS* 67
sran'de los Jostiitas ; el plan enteramenlte imevo de hirtraceion
publica; la libertad del comercio, iiiduBtTia y agricultura; la .
estincion de las substituciones , mayorazgos y bienes de manos
muertas ; la de los monopolios , prmleglos y maestrazgos ; la .
reducción de los diezmos y primicias ; la tasación de lad bulas
j 4a supresión de los dei^echos que se pagaban en Boma; ladi-¿- ■
TÍ8Íon del territorio y la creación de las autoridaídes civiles ta-
le9 como acaban de establecerse ; la uniforme organización de
las Aduanas ; la libertad de imprenta sin trabas ni limites al-
gunos; las asociaciones políticas reconoddasy autorizadas y pue»^
tas únicamente como una especie de Tigilantes de las institucio-
nes ; la formación de las milicias nacionales ; el establecimien<-
to ^el créíliío público , el reconocimiento de las deudas anti*-
gttfls y la venta de bienes tiacionnles ; un código penal y otro
militar ; he aqui los numerosos ó inapreciables beneficios con
ue las Cortes habian dotado á la España en el corto espadó .
o dos anos. Y es necesario tener presente que todas estas leyes
útiles Ñ» no estaban reducidas á estériles mandatos consignados
en un papel : nó. La asamblea nacional era bastante poderosa pa^
ra vencer antiguas preocupaciones , costumbres mveteradaB , y
fanátic^^s repugnancias; sus decretos se ejecutaban i se hada obe-
decer; superaDa las resistencias interiores y vencia por medio
de ^us generales cuantos choques tenia con las bandas de fac-^
ciosos y pagadas y arrojadas al territorio Espáiíol por -la^ Gór*^
tes estrangeras , que se habian declarado implacables enemigas -
de sus instituciones. Después de haber empleado inútilmente la
Sonta Alianza cuantos medios ocultó» han estado "á sü alcance ^
para la destrucción de aquellas ,'recürHó á una formal 'decla^
ración de guerra , y envió cien mil franceses armados á sofóM»
car la naciente libertad Española.
Pero en la époba <cbnstitucional > Uaína muy particttiarmenté
la atención im acontecimieiito el mas estraordinarió'y cü- mas
fecundo «n doctrinas. El mayor de to^ agravios que han srti^ *.
culado las Cortes absolutistas contra la constitución de i3l2; •
esqiilé aiuquilaba el poder R«al y que la corona /abatidai^exm^'
TÜcdda y d<^spojada de tidda acción y prerrogativa, no exiátia
mas qué en el. nombre , aHado de la única y omm'potenteasaín-'
blea nocional. Verdaderamente que hubiera sido muydedésoai^
para el triunCp de la causa constltudonal > que esta queja 'fu<H ,
68 '^ ESTUDIOS SOBRE LA HSPANil.
se fiUMbda y que la corona ni aun en él nombro huhiéfie exitr -
tido.. Guntquiera que fuesen los limites que se hubiesen puesta.
h su autotidad «^ hubiera conseryada apesar de la máxima in-^
glésa un maléfico poder, el de estorbarlo iodo y el do echar,
tod'oí á perder , del ^üe en y.erdad usó ámpliamenle. Con una
decisiya espétíencia^. ya se acredita cuan peligroso es tennit; .;
en una constitiicioa dos elementos inconciliables, cuan imposi^,
ble que reinen simultáneamente d puebla y el Rey, Fernaxido^,
, declarado por otros Monarcas esclavo de la tiranía popular rpo^r
dor di: contraria burlarse « al abrigo de su invioh;bil:dad Real,,
de loi» ministrqs igualmente que de las Cortes y de la na-^
cion.. Esta triplo aserción es necesario justificarla con algunas,
pruebas.
Guando e.n la apertura de las. Cortes, de 1821 , se colocó,
el señor ttaxidaji Sl la cabeza del gabinete , d Roy le particir».
pó que habia nombrado ministro de la Guerra al general Con- . •
tador. El scüpr Bardaji que no conocia k su nuevo colega , tra-
tada informarse do tres, tenientes generales que tampoco le co--:
nocóaa Se recurrió al edJsndarió militar y se descubrió que ese
pretendido general Contador , ora un vicc-^lmirante de edad,
de 80 a^os , que baeia eerca do medio siglo, que se hallaba re-^ •
tirado del scjrtijícío. Los. ministros contestaron á esta burla iniu-
riosa con. Ut dimisión de sus cargos que no. les fué admiti-
da, y Ferpañdo remplaza á Contador con el General Rodri--
guez Kartíhez, Nueva ignorancia , nueva, reunión de oficiales
ffenoraleS) nueras investigaciones. AI fin se sabe que Rodríguez,,
a {virtud de una herida que hahia recibida en la cabeza en el
sitió de Badajoz el año. de 1813, permanccia desde entonces en- .
cerrüdio en una casa de locos. He aqui'loque supongo que to-
dos llamarán burlarse de los ministros.
Fernando tampoco dejó dé escarnecer á las Cortes^ Sin ha-
blar del t?éto qué interpuso i muchos decretos, importantes, /
y lá.ctppíchesa y obstinada resistencia que mostró algunas ve-^
ees' en abrir ó corarlas personalmente ; se puede citar ese abu-
so^tte^Iuzo^en dos ocasiones de su prerrogativii , destituyendo
al iilinistorio en el momento de la reunión del congreso, de mo-.
do quo én las dos últimas aperturas el gobierno carecía de re*
presentación. También, se puede citar esa increíble escena por el/.
preinédilftda , cuando hallándose abriendo la legislatura del82 í >
msTiTCCiovGS.. 69'
ces6 repeniínameate ea la lectura del discurso oficial f y empie*
tsí eu i¿cdio de la eslapefaocion general « una amarga diatriba;
de sus ministros > de la asamblea y de la constitución qiie ha-'
bia juntdo»
So dirá' <|ue toda esto no era mas-que unas groseras injurias
dignas de despreao^ aunque quizáhubiera sido mejor castigar-
bs debidamente. Poro los ateitlados cometidos contra ia nacioiT
fueron mucho mas. graves. Fernando,, ese desgraciado prisione*
ro llamado asi por los Monarcas absolutistas «.hallé gustoso, me^
dios para levantar y sostener las facciones de la fér para lla-^
mar nasta- las puertas de Madrid al partidario Besieres ; para
invocar el apoyo de las aristocracias y tronos eslrangeros;.pa-^
ra hacer reunir el congreso de Ycrona y para obiener de su pri-
mo Lui^ XVIIl la formación de un cordón sanitario i conver-r
tido bien pronto en cuerpo de observación r y después en ejér-f
cita invasor. También encontró recursos para preparar una cons*
piracion á la sombra de su palacio >. para disponer ^e las bar
yonetas de unos soldados (demasiado generosos > puestos para su
defensa 6 mas bieo^ para su Ostentación , se volviesen contra sas
conciudadanos, y para acometer en fina mano armada á su pr^
pia capital. No se ha olvidado el 7 de Julio de Í822| esa jor-
nada de gloriosa memoria en la que la guardia Real lanzada
contra <una ciudad abierta gritando i>ivu el Rey tiBsQluto ti fu^
vencida por unos milicianos qu(^ contestaban viva la Censtítuár
don! Fernando > qoo como traidor debia espiar sus enormes crir
mcnes. en un .patihulo , debió su salvación á aq^elios mismpt
hombres que envid después al cadalso, bajo la essollat 46\solda9^
dos franceses. Estos acontecíniiéntos nos suministran ana f^án
lección.. Guarnto mas democrática se. dijga que era la eons(il»r
4»<)n Española y que reducia la corona á unos estrec|i#s« Umi«-
^i tanto, mas sedemositrará la Imposibilidad de hci;inaii|ir.esr
toa dos principies opuestos ,' la, soberanía nacional y el troiia-
f ••
^ La: reducid» carta que baja el , nombre de EHaiuto Reol .ar^
^ló la org»niiacíon de las acHiates.G6rle$t BOcaentamaHatii
uñrafto de" existencia y no ha 'regido. mas que dnr#o(e una 1^
l^tura;; Só: dsfffit ctttado maom un p^so pracifát^do ai a^; . ^
70' fiSTUDIOS SÓBftR LA IBSPAffA.
juzgase bijo d punto de vista [>ol(ti<$09'y se cmdoimio sin oln ^
e^ámeiL Pero es permitido hacerlo bajocthistórkbiConioqao
finalizaré esié irabigo. ;
La España abandona por primera vez sos antiguas formas re-
presentativas y busca modelos «straiigeros: Bajo este concepto
et Estatuto Real es más innovador que la Constitucieni de 1812.
Las alteraciones giran sobre dos puntos principales, la compo-
sición de. la asamblea y el modo electoral* En primer l0gar , las!
antiguas Cortes, en las que se bailaban unidos los tres órdenes
dcí mismo modo que en nuestros Estados-^generales; están divi--
dídás én dos cámaras (Estamentos,) Una llamada de lo9 PrácjS*-
res del Reino > se compone de prelados en representación del ele*
ro V dcr grandes de Espaüa y tUulos de Castilla en representa*
don de la nobleza , y en fin -de una cierta porción de notabi-
Kdades elegidas entre los generales, magistrados, grandes pro*.
pSeparios ó eomerbiantes y profesores de las Universidades &c.
íL escepcion de los grandes dé España que ison miembros nato^i
y hereditario^ del primer Estamento , el nombramiento de toi»
aós los Próceras es real y vitalicio , y deben justíficar que po-
seen €0000 reales de renta anual.
;;£1 otro estamento llamado de los PToewüiorev del Reine ^^
compone de diputados elegidos por tres aflos^ y ^^yo número
total de 188 fijado actualmente para la España y shs colonias,
-está repartido centre todas las provincias en proporción de su por
UacionLr Las principales condiciones de elegibilidad, son 30 años
íde edad y una renta anual de 12000 reales. Constituidas Ift
'G6ries de este modo , votan los impuestos por dos años á lo mas,
^ se t'tttnen después del fallecimiento del Monarca , para re-
T^bir juramiento' al heredero y prestarle homenage. Estas son las
iíídicos facultades y derechos que esplicitamente se les conceden;
porqué el Bey, ademas debaberse reiservadola facnltad de con^
-rocarla» y disolverlas, y ol privUegioesclasívode la iniciati-^
va, las Cortes no tienen^ otra cosa en qfié ocuparse , mas que
de los hechos arduos , cuando la corona cree oportuno cónsul^
tarlas acerca de jellps. No es este lugar oportuno para tratar la
'delicada cuestión dé las doff asambleas, :de los dos gradt^s de iu-
'f'isdiccion política. Basta observar que esa 'Cámara aristocráti-
ca de construcción Beal , privada én |Tá(p parte del derecho be^
'fcdUiarioi' y* tiéclutada de dudosa» notebiKdadeB ,> en un pais ¿p
igualdad , en donde acerca de esto se comprende y ejcnita per»
fecliíaieilte la doctrina eyangéltca, en donde el úítiinu pordío^
serbdke orgullosamente «cTodos somos hijos de Dios;'' en don-»
do« á eácepeíon de la grandeza que maldice las cadenas de su»
priyUogioSt se carece tan completanM^nte como en Francia, do
olemeníQ^ arislpc^rátícost, ño es Baas que un miserable plagio do
la doclrina : inglesa« Todas esas* disÍJBeione$( sutiles acerca dd
juego y equilibrio de 16^ poderes* sotíales > no ésta» aí alcance
de lós Españoles..
. Noconciben nías que dos* sistema» posibles. de gobierno, por-
que no recuerdan otro ; ó el despotismo^ puro j tal como el de
loS' príncipes de la casa de Austria , perfeccionado por los de la
de Borbott, y ejercido. por Fernando Vil por espaeiqde 16 afios^
ó el poder papular desempeñado en toda su plenitud por una
sola a^ambled > tal como lo han ejercido las antiguas Cortes has-
ta Garlos y f y las modernas de 1812 y 1820. Su actual esta-
mento de Prfíceres , que goza de la misma importancia Icgis-
latiya que el. ^lectivo y popular i es el cadayer de lo pasado»
4edicadQ por la dignidad fieal á la generación actual y á las
venideras ; y también ba descendido ya al mismo grado de uti-
Jidad é importancia» que esa desfalleciente asamblea dada en
nueslvo paia, á pesar do la reyolacion de Julio , por la^ carta
otorgada á la consentida. Pero sin duda para que la esperie»-
!tíá fuese completa , se. necesitaba el ensayo simultáneo de mas
de una nación. Los Españoles aprenderán también eon la mejor
. de L¿s lecciones- , de cuantas ruedas inútiles é interesadas resis*
téncias bay que descargar la máquina del gobierno , para ca-
rminar á las reformas» á las conquistas morales y á la felici-
dad; pública/
; £n la forma electoral » por dos conceptos inas iacertada que
; la :de la. antigua asamblea nacional, so na introducido una sola
. innovación. Ya no era posible que las municipalidades » tales
. como se hallan actualmmte* constítliidas i procediesen al nom-
bramiento de loa prdcuradores. Cuando laa antiguas Cortes se
• hallaron en d apogeo de sa poder ^ los reinos cristianos solo
,8e oon^poniaki de k^. p^foyinciás del Norte :'toda la parte meri-
1. dional pertenecía todavía, á los Musulmanes. La «onquista de
, Andalucia ha causado pocas^ alteraciones en la diistribucíon del
jpod^ repitisentatiyo^ ^ y hasta ;la jurf$iie la acfiaal ftéina la tier*
ISt ESTUDIOS SeME XA ESPASa*
ná Isabel , las cosas han pcrmanéciáo como eslabón «n d Tci-/
nado de San Fernando. De este raro estado de quielismo^ Te«-
suitaban las mas chocantes anomalías ; pues mientras qoeBor-*^
gos y Toledo ciadadcs de tercer orden , se disputaban la pi^c-"
sidoacia en las Cortes por haber sido ambas capüales del Rci-.
no 9 otras ciudades populosas* como Cádiz carecían de. la me-^;
ñor re|M*csentacton. Era pites necesario que se estendiese ef an*^
tiguo privilegio de voto á Cortes á todas las ciudades que to-
davia se kaliaban privadas de él, y que se formase una nac-
Ta ^escala electoral, por la que todas las localidades recibiesen
un derecho de representación igual á su Jmi)ortanda^ Per^ he^
mos visto qiie saWo algunas raras escepciones, los cuerpos knn«
nicipales en otro ticnipo electivos , son en la actiíiaiidaiá nom-' \
brados por la Corona. Ante todas cosas pues se necesitaba re^
formar los Ayuntamientos y restituir alas comunidades snsan-^
liguas franquicias municipales ; lo que tm se ba ejecutado.
Después de la csperiencia adquirida durante la época cons^
titucional, la adopción de la elección directa hubiera sido un veÑ
dadero progreso ; pero se ha sost<m{do la antigua dé dos gra-^
dosr En cada partido se nombran dos electores v y estos reüni^
éoA en un segundo colegio , nombran los diputados de la ^Pro*-
vincia. Pero ¿covk que condiciones ée ejerce el derecho #cclo^
ralde primer gradof ^Esos electores elegidos son siquieranonoh
brados por todas las cabezas de familia, como los antiguos ofi-
ciales municipales? Es necesario confesar que en un país, que
acerca de esto difiere tanto del nuestro , de conocimientos su- a
-perflcidles,endondeel clero subalterno todavía ejerce una po- |
derosa influencia sobre las masas populares , hubiera sido pc^
ligroso estender el derecho de elección mas allá de la clase nie-
dja. Pero «in embargo, tampoco se necesitaba concentrarlo en
tan pocas maños, por cuyo medio se aleja al pueblo de* toda
participación en la elección de sus n^andatarios, con lo queéo
l)odrá habituarse en mucho tiempo á las costumbres •electora-
les , de tocar en cuyo estremo no se ha libriiido le nueva ley elec*
toral. No admitir para la formación de prifiíer colegio' sino^á
los miei^bros de la municipalidad de la; cabeza de partido, y á
un número igual de electores de los mayores contribu} entes de
aquella población, es «na parsimonia tan injuriosa^ la nación,
tan contraria á sus hábitos é intereses yásus-der^lios, que
/ ' iNSirriTGioiiBS. .7S \
no podrá justifiesirse<, sino Ilsm3mdoIa1oi|iieTealmeBteí«8, iioa>)
medidn transútoria ; y en efecto se han alistéDido de ioBl^rtar caí
^JBsilaUíto: Real ( el cual. se qticrirá:querija'|ior alguii tiem^^;
vo) las fdÍYQrsas disposiciones electorales » iiue constituyen ^atm,
ley^paiiticuldr , mndaUe , -««jela. i rcirisioB^ un simple decre^/
ta^ caya reforma ya solicitada v no puede, tardar mucbO'tí^mr-i
po «n T^oalUarse, Por lo demás ^cottfiem9S en un porvennr Tenr'
turoso;p£ira la España^ Gmando se-diivige v «ejecuta una rcvolu-*.
clon jK>r los grandes ingenios de una nación ^ no puede mcnosi
de pasar alas costumbres generales y de penetrar yictoriosanen*,
te en lasleyes.. SoIo.se jnccesila resolverse á emprender el cami-
no; y el primer paso, hacia la libertad debe forzosamente con-<^
dacir.i, las ultimas <xinqii¡stas. La 'España y3 la lt9 dado con U
isenvocacion de las jCórjtes* Cualquiei^a que sea el modo d^^aleer
^ion. que. se - haya < adoptado « cualquiera el nombre y la forma
que se haya d¿ibáo á la asamblea , «s indudable que la opinión
publica Jiállará medio de hacer resonar en ella suvoz > hltcién-^
daise tamMen obedecer « <y puede repetirse con confianza lo qu0
escrilMa nn pairlota su- la junta central de 1810: jc(E$toy conven««<
cido. i que si la España, lia .de recuperar algua dia su jibcrbuit
5& antiguo .grado» d^ esplendoc , y '^1^ puesto quedebe ocupopf
entre 4as nacicmes, será por medio, de la regeneración de sus
antig4ias Cortes»"'
APÉNDICE.
" BE LAS PROyiNaAS VASCONGADAS.
• En esta -suciñla historia de las alambicas nacionales en. Efl^
paña j comprendí l)ajo esta úFtltaa denominación ^ al princrpip
la monarquía de los Godos, después la formada tajo los ^ey os
Católicos par medio dbía'feunioti dt; las coroila^ de Aragori,
Casfilla y ííávarra* y con la cbtrqüista de Grariádíi: La jicáínsü-
la también comprcttdfe ademas diel reino dé Porlu^rtl , (il ípic
pertonocc üAá historia deparada i tres pi-brlncijís dé corta íi^-
tensión cfuc nunca han sido parte integnmtc de la Motíarqu^ii,
autiqúe hayan I llegado á estar^ anejas á la misma. Esas proVin-
tías llamadáá*¿%scas en francés , Vaicon¿adá$ en español , y
ySÍ V BSTUlHOg'fOBnfi LA ESPAÍTA'
qa^ las dcniías pcH^ ií&a afección envidiosa , ilaman f^efU»»^ tan»*.
tién láereeca (|uo se refiera la,ystoriade sus ínstítucioneSf por.
^ un ebjetQ turiosa en ^i inismo ^ digno de interesal* én tod<>
^empó y 'j que en las • actuales circunstancias prteseifta un nuor
"TO átractiTo » unnuero grad<^ dé interés y dé curicjSfidad» Ebi
«ella sé hallará el erigen y las terdadéras causa» de esa pettinai?
insurrección > que- al pasa que cansa , desafía de año y medio k
esta parte todos los esfuerzos de la Ea^pafia ; de esa iilsurrec^
ciosy que n^ debería llamarse guerra civil sina do indcpon--
dencta» •
' ¥lasta el siglo XIY, las tres provincias Vascongadas , Aiavav
Guipúzcoa y Vizcaya, formadas de la antigua Cantabria* y que
se habían librado de^ la conquista de los Godos y de loS ArabeBy
det' mismo modo que de la de los- Romanos, pcroianecieron en»
teramcnte indepei^rentes. de toda dominación estrangera^ Con-
federadas mutuamente, y llevando en su estandarte ti^es maníoe
ensangrentada» cén la divisa JVuralóai (las tres forman una so*
la) y eiegiau un Señor nacional ó estrangero, quena erercik tñae
^úe una autoridad vitalicia y puramente- ejecülíka ,^ inspeccio-»
nada por last asambleas^ nacionales^ El ate de 1332 fué cui^ndo
tosi diputados de estas provincias faeron á ofrecer al R^ de
Castilla Alfonso ^ justiciero^ que se hallaba entonces ei ¿«r-*
go», el titulado Señor ^ consintiendo en que se agre^se este
titulo en lo succesivQ á la corona de Castilla. Pero los tres peque-
ños pueblos vascongados > dándose á si mismos un Séüor feudal».,
un protector > no salo no enagenaron su independencia,, sino que
al contrario, hicieron con respecto á esto las mas formales re-*
servas. Asi pues.i ea el convenio que edebraron con la co-
rona , estendieron sus precauciones hasta estipula!* que el Rey
no pudiese confuir ni poseer en svt territorio pueblo , casa ni'
fortaleza alguna y sus fueros .cuya conservación juraba flRevf
.Señor., terminaban cqu esto airtícula: «Ordenamos que si al-
' guita biw sea. nacional ó estra^geri>, qu^iesecómpeler áx^i-*
qjaiev btímbre 6, mugeic r lugar ó ciudad rók cualquiera qqe
fuese, éa virtud de atgun mandato de nuestra Señor el Rey de
: Castilla t no admitido y aprobado por la asamblea- general , & que
' atontase a nuestt'os derechos , liDertadéa , firaiiq]vicia» y ^rivi-
' lefios , sea inmediatamente' desobecido, y si eii ello persistiere,
qu|5 se le imponga la peqá de muinrte«7 wwrá^aquel^j^p^
>{iicikr'TaM¿ngyás') sd agriaron al! reino de; Gástala por ^/\
víqcuIo do foudaUiias de sú SéñDv 9 pero aini incorporarse ni
«oñfundirse con ella. • - • * . • -^
Deáde ^sa época hasta la actualidad ^ han sabsistidosui la ¿ic«i
ñor altecaciofi en iesB<esitádo d^ depcudehpia esterior! ]f deínde^I ^
pendetioia interioY , de que ipliabkn dado qempio láiE(; ciadas J
degvromanas en tiempo delíos iBnvpétadoré& ^ y qü^ Ids 4bilo-^^ ^
nes Suizos, dírfrittáron, attnqiie inomentáneahiente en nae^trod'
dias 9 cuando pcrmitiieron dbe Bonaparte tomase el título de m^*'
diaiar de la cOnfedfsracrón Hclbétíck Por lo depiás, iod2^TÍa.4iids-
ieahoy entre 1^ E^aña y las provincias Vascbngsidás . cuates*
scpáracioiies y barreras puede kaber entre dos' di^tipjtas naícia--^
nes« Los rascongados tienen un lengúagc peeuUaT (el Vaaciüten^é;
que ellos llaman eskara) nnk lengua primitiva que no ^ederi^
ta ni del latin , ni del griego , ni do la Celta ^y en la^q^ela^.
firmonas eruditas croen hallar alguna ansdogia tan solo t!»nl«^
eqif^ia; una lengua en fin qué no tiene nias relación con lé £&/
panola que con la Ckina » por cuya razón nó domprendon & sus
vecinos ni estos á ellos. Por sus fueroift esCanteiL^mitoside las quior:
tas que la España exige á las oUóis prcñrineias ^ y no prcstaií
96p vicio alguno para la guerra;'8nlamonte, después de' l¿^an^
tiguas le]^es feudales , está-n obligados en el caso de una inva*f%
sion estrángera , á levantarse eñ> masa para la defensa cenm^^
del país , cuyo deber ban desempacada perfeetamentó durante»
la guerra de la independeticia. Las provindas Vasoongadas tjtis^
tas de quillas, tampoco pagan contribuciones.- Dos dé ellas Al|t«
va y Guipúzcoa ^ compran la protección del Señor fiaudal coii
un tributo que todavía sé llama alcabala , palabra que Jósca|t-r
tellanos tomaron de los Árabes. Esá alcábaía perpHua que tío
ba variado dei^de^el tratado de Alfonso XI ^ es en la actualidad
Una insignificancia ridicula ; asi es que vGuipttvcoa pa^a ixíjá
^ntribucion anual de 42000 reales. £a cuanto á Viieaviii In
Jroyincia mas democráfíci^ de todas , ¿iempre ha estado éiiénta
e ese antiguo tributo, cufo nombre encierra una idea de ya-^
l^lUge y servidumbre. Nada da a la España , pero la hace al^
ganos donativos voIuntarioSf cuya, cuota varia según las nece-
sidades del Rey que los solicita y la generosidad de la provín*
Por último f las provincias exentas uo están sujetas k las adony
76 £STUDI0S SQB&B LA. BSI^aSa.
nas , ponfHi! la* frontera ftscat na se baila situada de ese lado
de los PiriiifioS'W sino en ta orillai delEtnro*. Pero enrccompeB-^
sa pagan derechos, por la introduceíon. de sus drogas ó produ€»
tos fabriles , lo nüsino en lá frontera de GastiUá ,, <iue cu. la de
Fraaeíd ^ y lo' que completa suestada de pueblo. estraugero 9 o»
su sumísioQ á lia8;^prolubiciones.cQniereSaIesi lo nusmo que al
resté de b Europa ^ les esta j^cíhibídbr toda comeiicia^ con áané-%<
ríca> caya prohibicioni es eslensiVa á la& colonias que todavía?
cdiiserya (a España « tales» coma la Habana ó fas islas Filipinas;.*
Las proríneias Vascongada» estraogeias para la Metrópoli»
ÍAíÉopor los. obstáculos; internacionales ^ como por su lengui^"
gev na se diferenetan menos en la& costumbres poHiieas„ y jpor
el régjutneni de* sd administración interior.. Mientras que* la. £s^r
p«Aa se^conyertía baja el reíitado de Gárlost Y en^ una monar^i
quia aj^sotnta ,; y permanecía desde entonces^ en ese* estado, laa^
trcs^ provincias conservaban en toda su pureza la&formas repu^
bUcanés^r cit' Yízeaya la democracia;, en Guipúzcoa la Oligarquía;:
en.'AJkva el estado^ misto.. Dos veces; al año. la peimerai^. una la
segunda^ y de- dos* em dos la tercera, reúnen sus pequeños coiirr
gre$os nacionales. Eií Guipúzcoa ef congreso, yavia su: residen-*
eifi'„ y abre alternativamente sos. sesiones en. todas, las villas gra&^
des< de la provincia.. JEji.Yizcay a se reúne en campar^sor^lomifr*
ma que en el tíempoídc los patriarca&',.¿é¿afo dft árbol de^Guer-^
ñiea^ Allí se presenCiaa lafiL.dipu£aefones delasdifcrenCescomu-!*
njdades , llevando estampada en sus banderas eX nombre de las
repúblicas^ ( 1). Esos congresos' arrecían la: administración del
Gis,, votan testimpuDstosiy decretonj» inv>ersión delo&cauda-*^
» pébficos;: fiorquc' tas provincias intervienen, ellas solas en
8«ts gastosa administrativos de todas clases i pagan a sus emplea:?»
dos f sostienen sus» milicias para fa conservación del' arden pu*
Wco.. Tienen en fin su hacienda «pública y. erudita de^ la>.miaoia
dase-, aquella perfeclamente* admfnistradar, y este en estado.do
ipoder ser envidiado de las grandes potencias y pues^que en. Ja
"épéca de' la sublevación el tres^por ciento- "de la pra\rihcía d^
Álava ,. estlaba cotizddaal93. Las juntas nacionales eligen pari^
(1) Su ¡nseripcioA na dice la coBiaBÍd«d'9..suia la repuUhr
-nade •
) '♦
INSTITUCIONES; TI.^
elí ihféiivalo de sus- scfljones uninagistcado llamado dfputado^ge-
Dftral; en. quien reside el. poder ejecutivo v}r quesuseomunica*
ciones con el gobierno Español están en cierto» modo, rcyesti—
das del carácter que pudieran tener las.de un gabinete con otro*
En las provincias de^ Álava y Guipúzcoa no. haj mas que un di-
putado general que es el presidente de estas pequeñas repúbli-
cas. En Vizcaya, hay tre& que forman como una especie de di-
rectorio ;. y eu nada de esto, interviene la corona de España. So-
lamente hay en. cada provincia un. comisario llamado Corregi--
dar ,. cuyas^ funciones seguramente recuerdan las de los anti-
guos condes {comités) enviados por el Emperador para vigilar
b&numicipalidadcs romanas. El empleo de Corregidor e&muy
apetecido., porque esJucraUvo ^y por costumbre suele confe-
rirse á.algun.minístro. togado, de la Audiencia de Yalladolid , ó.
de otra GhanciUcria.
Navarxa. no tiene Igual organización ; su independencia no es
tan nerüecta ni sus privilegios tan estensos. Era reino y no re-
pública , cuando se incorporó' á la corona de España en tiem-
po, de los Reyes Católicos. Peca como su incorporación fue vo-
luntaria y no forzada , siempre ha conservado los antiguos fue-
ros que entonces poseía , mientras que Castilla y Aragón^ fue-
ron despojados de los suyos por los principes Austríacos. Está
por ejem|Jo , exenta de quintas, y goza muchas inmunidades co-
luerciales,.
Esas-cuatro proviiiciés fueron despojadas de sus privilegios
durante la.época de la constitución , y puestas al nivel delí resto
de la Monarquía. Cuando la invasión francesa restableció el' ab-
solutismo, .recobraron su inmemorial independencia. Estos acon-
tecimientos nos suministran la verdadera causa de su sublevación
j el carácter de esa guerra qjie sostienen con tanta tenacidad.
cEstamos-bien y vosotros mal , dicen los-Yascongadosá los Es-
pañoles; queréis arrebatarnos, nuestra felicidad , y compeler-
nos á. que participemos de vuestra miseria. ¿Cuánto mejor ha-
ríais en imitamos y participaríais de nuestra dicha .^. Pero per-
mitidnos á lo menos qua la disfrutemos paciGcamente , porque
de lo contrario sabremos defenderla^.'* Las provincias Vascon-
gadas, no r empuñaron, las armas para defender los principios del.
idisolutismo, ni: los derechos del Pretendiente, siró por la con-
iervacion. de sos fueros , que ven amenazados muy de cerca , por
11
encía
78 sfnmiog íobu la cspiibL
)a mella á la uniformidad. Hay ea su insurrección on aenlí
miento de nacionalidad ofendida y de resistencia á la Tiq)enci
catranffora* No sostieneü una guerra -cítíI ni 'dé opinión r sirt^
d^ inaependeneia y do intereses ; y si quieren esclavizár/i la
España, bajo un Rey absoluto , es para permáneeer libVes ba:r
jo su constUueiott republicana.
i i
«^ ^ j
EStUDia
4^ HISTORIA DE LA UTEBATUSA
£1 mat gufto qot precede al butao , és
prefcribU al malo que le tucedc*
(ll..WalH«0
(PARTE PRIMERA.)
BISTO&IA. DE LA LENGUA Y DE LA LITERATURA
ESPAÑOLA HASTA EL SIGLO XYL r •
MWe toidas la» grandes proTinciás me componíair 'et faoperia
Romano, la España de quien Tito Livio ha dicho i «cesa fue la ^
primera comarca del continente que ocuparon nuestros ejercí-^
tos , y la última que han sometido *.* : la España , cuyos tíoin-^
bres de Viriatp, de Numancia y de Ser torio testifican su jgU^
riosa resistencia al gigante de la Italia r fué la primera que so '
dejé subyugar por las costumbres, del pueblo víetorioso y
se cói|virti6 en romana antes que las ot^as. El corto ^ imperio
do Sértdrio y que hizo de la España una nueya Boma , prepa4 •
rá con A estaolecimiéffto de sus instituciones ciTÍtes y mihta-^ *
res, y con la creación de sus escuelas , la pronta reyoludon
que poco tiempo después: de su . muerte . se . realíró en toda; la
pcñlnsala* ElrViage de Augusto ( el. año de 38 antes de Jesu^^
oristo ) , y el de Adriano ( el 123 de la era cristiana ) los que
finieron 4* arreglav la administración de ese país , completaron
80 ESTUDIOS SOBBB tA CSPAITA.
teóricamente la obra-de Sertorioy^que otras circunstancias m
transitorias , sino permanentes pusieron en ejecución. « Ubique
viéit i Romanus Aa¿fVar' decía Séneca. Los romanos, que con--
quistaron el mundo coa el pqso de sus legiones, j que solo en
una ^ocasión tuYÍeron marina ^ cuando necesitaron vencer á€ar«i
tago ) lejos de reducir sus establecimientos á las co^as marí-
timas, como lo ejecutaron los fenicios ó los Griegos , los ^s*
tendieron hasta el centro de los conlinentes : cuidaron ^ no de
los intereses de sus negociantes "siiio de los de sus soldados , y
est¿d)lecieron colonias militares en tugar de niercantiles. -Solo
en el territorio de España , j durante el periodo de la guerra
cnire César y Pompeyo se contaban 25 , de las que la primera
se estableció en Carteya (hoy Cazarla ) psrsí los iiijos de los
soldados romanos y mugeres iberas , entre quienes todavía es-
taban prohibidos los matrimonos , y la mas importante en Véót^
dcha fCariittba») Unho ademas otra gran circunstancia política
para acabar de trasformar la España. Boiüa , que no Dallaba
tantos obstáculos en la conquista , como en la simultánea ocu<-
pación de los países que no había podido Tcncer «inomicesÍTa-
>ntente , los había cóttado digámoslo asi , en pequeñas porcio-
nes', á fin de destruir su fuerza con la división > y les daba li-
bertad para quitarles todo pretexto de sublevación. Esas insti-
titucíones municipales c^torgadas á las preTÍncias de Europa por
una -política prudente y acéflada , esas instituciones que sino
^ODccdi^n á las ciudades su independencia , las dejaba a lo me-
nos su libertad interior , y las conyertia no tatfio "en subditas^
coBiQ en aliadas del imperio ; granjearon áBoma mas que la
obediencia de los pueblos 'conquistados ; esasínismas institucio*
nes le yalieron su afecto. Después de haber sido yictimasdela
tiranía de los generales yenceduTes , y de las exacciones de los
pretores de la Tcpúblíca^ cfiyo enérgico cuadro nos ha delinea-
do Cioeron en sus Verrinas , ¿quién no se impresionará en efec*
to t de la facilidad con que debió atraerlas a la Metrópoli un
gobierno dulce , regular y proporcionado á las ■ necesidades y
eostombres de los pueblos ? Apesar de las discordias y crimo-
nes que mancharon el palacio de los Césares hasta el tiempo de
Tito , pero en el que solo se derramó la sangre romana, la pri-
mera época del Imperio debe reputarse como una era de feli-
cidad pública. Desde el tiempo de César y de Augusto , se re^
'compensó C6n el título de ciudadanos romanos ¿ los estrang^c-^
ros útiles á !a República» Víníc*ron dtspues los edictos de Clau-
dio, Gaiba y Gíiracálta que hicieron eslensiro el derccbt) 'de
vecindad /el priitacro á las familias principales, el sentido á
las ciudades de primer orden j el tercero á todas la$ prótin^
cids» 'Desde entonces , todo el Imperio constílujÓ un solocucr-*
po » pdro grande^ cüyai cabeza era Bonia; 7 todas las diferentes
naciones de que se componia, tomaron indistintamente el nom-
bre de Romanas. La religión , las instituciones , las artes , las
costumbres generales , los hábitos domésticos , la lengfua en fin,'
peiieUraron de Italia á las prorincias. Se dejó el traje nacional
pdra la prctcsta y la toga, y'todo se convirtió en Romano, has*
ta los nombres propios. ^ '
'tJno de los efedlos naturales Üe esa intinia fusión de los puc-^
blos conquistados y el conquistador-, fue la admisión de los es-»
trangeros á 'todos los empleos y aun al trono. Los Españoles
fueron los que primero entraron en la carrera de esos pues-^
tos ~j dignidades. Desde el siglo de Augusto se vio á los dos
Cornelios Ralbiis,' de (%diz , elevados á los honores del consu*
lado y del triunfo. Por una- sfngfulalridsid notable , el 'tío fue el
Erimer estrangero revestido de la púrpura consular ; y el $0-
rino el ültinio particular que subió al carro triunfal. Desde
entonces, soló los Emperadores tuvieron el privilegio de llamar
hacia si la atención pública 'con los regocijos de los espectá-
culos después de la victoria. El Español Trajano fue también
el primer eStr^ngero que ciñó la diadema imperial; y el úni-
00 principe qtiiza> que mereció el panegírico que se ha pro-
nunciado Sobre su losa sepulcral , y de qufen Montesquieu , tan
Sarco en prodigar alabanias , lia hecho después del transcurso
e "Xm siglos « un elogio más magnifico que d fúnebre de Plí-^
nio. También nacieron en Espaíña para felicidad del género hu-
mano , Adriano , monarca tan justo como hábil administrador,
Marco Aurelio que colocó la filosofía en cltrono , y reinó del
mismo modo que vivió Sócrates ; en fin , posteriormente Tco-
dosio, que tuvo él último reinado floreciente del imperio, cttv
ya muerte señala su decadencia y ruina.
Otro efecto de esa fusión general fué la trasmisión á las na-
ciones incorporadas , de los empréstitos que los mismos Roma-
nos habian hecho á los griegos ; y laestension á todo el imperio
82 . ESTUDIOS SOMIB LA ESPAÑA.
de la alta dyüizacioD de ia lAletrópoli. Á laEspaBa pertcBecOila^
Salma no solo éa la carrera de los honores sino también en la-
e las ciencias. Esos dulces, frutos, del reposo, apenas tras-^
plantados f germinaron raídamente en el pagificado suelo Ibe^
ro f V de> repente se tío qu^ unos hombres oalificados toda-r
yia ae bárbaros por los. yeñcédores j na so distinguían de<
sus maestros, cu: 1» composición de las., obras intelectuales.. La
íuyéntud Española cariada al pi;incipio á la Metrópoli para^
aostruirse> halló bíca pronto en su pais, en las célebres es-
cuelas de Cádiz y euanlas luces necesitó para sa.instruccion,i
y la Espaika y. que no;hailó« proYÍncia en el Imperio que coa
ella pudiese competir, igualó á la misma fioma enetnümer»
To de hombres esclarecidos- que le dio. Basta citar los nom-t
bres^ de los que mas sobresalieron , y dejaron á su patria la
gloria de una célebre reputación;, tales, han sido los poetase
BéneGa », Lucano ,. Marcial , Silio Itálico , Avieno , Sextilio •
Ena, Xuvencay Prudencio;, el orador Borcio Latro ;, Iginio^
el sabio,; el retórico Quiutiiiano; el naturalista Columela;.
los historiadores Floro , Pomponio Mala y Pablo Oroso , quet
ocupaa un puesto^ glorioso eñ ios diyersos periodos de la litor
ratura latina^
JLbigó ia éj^Qca de la declinación del hppcrioy S¥i progre-
sirar decadencia desde el. indigna hijo de Mareo Aurelio, >de&*
pues su dÍTÍsion bajo d úe Gonstantítio^ en seguida la frac-^
tura tiolcnta de toda» sus paiites;; y por último la irrupción
de.jos bárbaros del. Norte que cubrieron a toda la Euro^
Ía de tinieblas y espantosas ruinas. No se ignora la horri-r
le dcrastacion. q^ue señalé sus pasos y conquistas , ni cuaa
numerosas ly dilatadas calamidades arrostraron: consigo. Esos
bárbarosx que no conociaa mas superioridad que la.fuerxa».
ni otra TÍrtud que el valor ó la astucia ; que despire^iabaa
la carrera y profesión de las ciencias.^ considerándola /pro^
pía de almas cobardes;< que* no querían mas albergue que fs\
de sus portátiles tiendas de campana; pero que ,, por. ignorar
el arte de la agricultüraneccsilaDan brazos para ipultivar (a tierr*
ra , no perdonaron sino á Los que habitaban en el cainpb, áe^:
masiado 'pobres para que* pudiesen, proyócarles su pasión,. dél^
botín, de quienes por otra parte tenían precisión para su subr
sistencjia, y déscairgar()n todo, su furor contra las ciudades cuitas
/
dimósilo de las riquezas, ctíyá mansión lio ienia'atractiro ni úti« -
lidád alguna para ellos. Conservaron la ^arie ^igtioranlc de lad*
poblaciones y eslerminaron la ilustrada ; degollaron los pasto^
res y guardaron los ganados 7 la rusticidad de los campos fué
lo único que quedó , y el fuego sagrado de los conocimien^ '
to& humanos se apagó bajo las ruinas de las ciudades. Entonces
el- gónero humano iiétrocedió cá^i sin intervalo del 'estado de
civilización al de barbarie. El entendimiento humanó con esa
impetuosa é inmensa caída pareció precipitarse desde la altura:'
á^ue le hábia elevado, el trabajo de los siglos ^ ^hasta el estado,
salvaje de donde habia salido j y se vio forzado á Yólvér á csu'*- .
pczar una nueva y penosa carrera, como ese pájaro fabuloso
de la Arabia, que, próximo á ¡pereeer pero inmortal , pKsa-«
ba de la senectud á la infancia , al través de las llamas de su *
hoguera» .
Ni la distancia de lá .España , ni los antemurales que le con«
cedió la naturaleza pudieron, preservarla del azote común. Los ;
Yándalos , lo» Suevos y los Alanos , se precinitaron á un mis- '
mo tiempo en ella disputándose sus despojos, después de su tran^ '
sito la conquista de los €rodos se «onsidcró utia restauración; •
esos núeVos Señores , los mas humanos' é ilustrados dé los bar--,
bares terminaron los grandes padecimientos de «sa Gomare».
La humanidad de sus leyes , su prudente modo de gobernar «
la unión ^del pueblo estratigero y del indigena^ consumadapór
medio de una misma religión , y por último i los reinados, paci-r: I
fieos de Eurico, Teodorico, Becesvinto y Wamba< proporcio-
naron á la España antes que á los otros plises de Europa , la
tranquilidad y el orden. Así pareció ilustrada y oon pri^^
eia, por ciertos débiles resplandores* esparcidos on? diverso»
puntos , durante el obscuro- intervalo que separa las ti viíizacio-
ne» mitigua y moderna. Ademas de la legislación €roda tan su-
perior á la dé los Ff ancos, de los Hfpuarlos 6 de losLomb^-;
dos > se pueden citar. las obras de San Isidoro^ el eüal asocia^ •.
do de sus hermaño$ Leandro y Tlorentíuo ,- fundó dgunos es -'
tablécimienti^ dé educación > y contó en'«l número de surd.í^'
cípulos á Braulio 1 Ildefonso y «1 mismo Rey Sísebútó ('hacia =
8 4 ESTUDIOS. SOBRB I^ ESPAÑA.'
SÍ dos siglos antes de la. apnricionj de AlcuinOf. Eginardo» dQ*
Teodolfo y de la pcaueOa academia dfi- Garlo. Magoo.
Aquí concluye la aistoria. de las cieQCÍas> latinas., y empieza
la de los. nuevos idiomas que salieron de los restos ele la ,len-*-
gua mniv^rsal..
La lengua Espaftola tiene el mismo orjgen que la Eranccsa.
é Italiana JSe formó, en la^ edad, media con el choque de los:
dos idiomas, del Norte y deLmediodia^.y con. la mtroduc-^
cion de los dialectos, bárbaros en^ c^L latín,. ]ilucba«^ han^sidala^.
conjeturas» que se han formado acerca de Ja lengua da los an**
tiguos Iberos ;^ unos aseguran. que hablaban el. Caldeo,, oiros el
Cglla ó, el Xcuton ;.4atros esa lengua singular y loerdaderame^r--
tQ primitiva {^el vascúemej.q^iQ se consccva de ticmgojuinemo^-
rial sin. alteración. en las. tres provincias. Vascongadas. Dejemos^
á. Bochar y á.Du^ange el cuidado.de justificar é impu^nai: esr^<
tas aserciones.. En elt territorio, de la antigua Iberia hama mn--
chos.idíomas «.pero todos., ímE^rfiectos y toscos v^omo, todas las,
lenguas:, no, escritas. Esos . idiomas . tenían.: que ser. célebí^^^ aun .
entre los mas bárbaros. ,. porque Gícerxin (De. d%mn>) dice ,^ que :
sí ios Dioses. prescutasnaá los. hombres, algún objeto. dci qn^ po,
tuviesen la menornocion ,v seria lo mismo „que sí un Africano,
ó un, Español hablase oa. el Senado sin intérprete: «Tamquam.
si Paejii áut.Hispani ia.senatu nostro sina interprete loaiieren--
tur'';, y Martíal Y^jp^V* 135/ honra en estos; términos el patuóu.
de su país :.
uNOS CELTIS; GSNUOS; ET EX IBERIS:
aGRATOS NOít PÜDEAT REFEREE VERSÜ
NOSIRAB NOMINA OüRIOIÜk TERRAE."
. Los- Qriegos, ii2tix>du{cron: felizmente? algunas palabras dé. sui
idioma, ea« el antiguo, dialecto ,. las que- fueron, itecogidas por la
lengua, mpderna y pero. no pudieron. hacer encella alteraciones
notables i porque no. ocupaba^) mas que algunos jpuntos a^la-
di)s«de la costa.. Los. Cartaginenses tampoco la yüriaron á ^ó- .
sa de su oorta dominación ;, y por otra parte ¿quién podrá ase-
gurar lo. qua-el Español, moderno ha tomado, A^ la lengua pu-
lsea? Peigd^los* Romanos dueños por mucho tiempo, dé toda la
Gomari^ «i^e Uensffon da Colonias militares i, int]co4<u>jcfon ea;
dlat>c8mp!^ £a. visto 1 svLi^aleclo^.con.iasiileyesi} d^^stulabiifs
Jolrtdá1roa«^a^|9guo idioma. Giiaiid«i 108;t>árbiUf9lr^^í^n
el IiapéiríoJl6..Qcoídjí?atQ ^m 3e b^hUba ma^^^f '>latí9 #IK M^
. la E^tpaaei.. Por una- ^sp^cie de ttíuofp basUnjt<í c<H]»uf^ en I4 \^
taria» ;io$. vx^ocedptQS^ toa^vfmiia-fiQng^lia de k^.y^uoidé^Jj^
, gcfes. Godos ia adopÍ9(roii paira Íiaoesi8 e^teiui^r de./l^t (laf^)<98
. eooqaistados r para .prosui¡lgi\r >i^ lejei^.^ esliend€|r^&rp|)ff|^
. t09': el laUn eraadeoias la lengua d^.la I|^iesi^t f J^ 6^49
..SO' habkuar b(9cho cristianos. I^efo^eoltr/e |oS spidados 4el Nq^e
nose adopl^ coa facilidad ;. se aljL<?irór.ae'4€S%ar^;«l>^a bo^.
. Así es q^ue aL ijNombre propio^ lo apli^aii^ ihn su cuali^d siibi^*
..tantiva Y ^rck descuidaron el ca^ yjo refimplazaron poa ^Jr^-
iículo según* costumbre deslas^loqgiiqs .septep|tsioDal(es:j par$lgs
verbos conserva^(H>Mm^y pocos- (iompoS:, emplearoaea los d^
.Kias un iterl^ a^slji^v 9 jde i^epeaie ^rdíciri^n la > voz* pasiy^.
Saiqi bídoi?<^« nMfm eonlrnuporáneo^,. esptica muy bieulaaU^j^
«ion que.sfu&i&eii4aaíQc^J%lpn§u^,.l^^^ se lofii^^]^
voia Iqs idiomas del ÍÍ(>íiíí^ ,. ^tiorf ai^^tínwefite <se int^od^ejuifi
.ei| aq^u^l y, sotábanles &< lo^t^^rj^tes^^que á.sikconfluqneia^nr
turb^W4¿iKÍstalíi9iasaguas^,dc.ttn Hp.:£& cí Fr^giqi^ se há ii^
troduiiftdQ',» si pocjdo éspres^^ró^ba asi , m:£|s >que en ningfin<^ otrn
Jtengua 0iq^ ^^inen4p.,(^tr¿ipO ; en p} JElspanoL é ÚaU£inn;Jha qn^
dado, ins\s laUní^ asi se vé.,., «|ni^ .los primeros escritc^ d|e.J[|i
^pa^.y (j^,,{a,lta]ii9i p^r^qn .{V^t^peciénles i nn nu^mQ;id|^
jwa. Las dosdo^gi^^^ sp^ b^m. becko^istíulias » no df |tippgn^|,síp
DO formándose con ei Carácter de los dos puebloc;, dau^o^^^^^
^iglo por siglo s^ puede' s^MÍr /el pcífgiro^ de su, división. Él
Italiano; se ^U^.meis suelto»; inas/yjivo.|! espresivo. i, el E^pano]^,
jnasigéUdot,.gra¥e^y.mages{tMiso^' •! .{ ; . > f
^ PefQvloi^^e ba porfpooioilis^ su sepultación * lo qu^ Jto4avía
WQSQe^^én la;van(aaUdad<.el..r^Sgo.9ias djstlnUvQ de. fiquie^r
jjíai {^¡é h in|r^n(Bcton ent el.GspaAol dorunA muHitud do i^
labf as y a<^ii(os^ árab^s^/Las rel^cjk»n(;s^,d<); los dos nucbíos,
«^risliaM^ y! mnsalmaní,. desde la. Ueg adé^ dff Tbaric y de Muiza
(71it^ f b^s^ la .t9tal ^s^fiop de^ m n\oris(OSt(l-0Í4) se C9n-
servaron por espacio de nueve siglos ; y en esc largo perio-^
do-, b«fr- sido -iimchas lasTÍrrimstandas qncHEar^
niezcjbidaia lengua, ^^9!^, .con. Ia>emír4atina, sejqíii^oda,>quo
te^ llamaba romance ( romano-rústicó. J Guando AJifonsQ^YX toj-
12
' Y6 Vrmim MBKE XA BSPAf A
' taéá'Toiédó^el año Ae 1085 , Siflüi «a <cga ciudad nna imhi-
íWúAée orktí^ñm indigenas > á 4|oicnes sie Uñmó Mdzarahs me
'^kabkia «<)Mcvv<ido bajo la dondinacíon tolerante de los Califas
-im fé 'y;Mi <itilto^ pero que habían olvidado-su lengua y ne ha-
<:M»bfln¿'¿ttá ' gue <la 'de sus Sefiorés. Posteriiñrincnf e , cnaado
^iSálrr l^i^náildo espnistif de Gárdobá j Seyüla (conquistadas en
^4S9&;y 12tó )/las pi^blactones musulmanas , yólvió tan^ien
aballar eu lodo ét territorio de Andalucía esa descendencia de
'fispañ^les ^ando al Í)ios de Jesús en 4cngua Mahometana^ ^a^
•f'a 1» instrucción de' los cuales se yió precisado á traducir al
'Arábe la "Sagrada Esctit«rra. Alonso ^^ que adquirió de los si-
'Ibios dé G6r(k>ba y Bagdad cuarttos vastos conoeimiéntos po-
^•seian , honró la 'lengua Árabe haciendo de este idiüma , el de
ias ciencias; - Después del e^tableeimieato del reino de Granada
•Mbd dos arniiáticios , (forante los cuales , á favor dé loisl toT'-
-lieoisyde funciones gedantesi, se cuinplimenhiron amigablemen-
-1^ los gefes dé las dos nación^. '£n fin después de la Ir'oina de
^If^^timo ré^to del imperio Arlibe, les Moriscos ,- esos desgro-
Traídos dcscendrctite^ de los .aiñigubs Vencedores "^spcxsos en Es-
'p^ñáy y cristianizado^ violentamente rospelidos desdes en ma^
>Sá por Felipe III , como lo habían sido los jüdfos por los Be^^
•yes Católicos, conservaron obstinadatníente én kneáio de las po-
blaciones indígenas, sücreencia»^ costumbres y lengtfage <tt^n-
"fál-. Desde eiütonces "sc viene ett.conocimíenfo', c<$nH>' ha debido
-penetrar el idioma Árabe enf España, én h»s ^üversos periadíA
'd^ su formación. , . i
' ' Ademas del Español pro|Mameñte dklio^ y eonescluflicb^
tVkcaino^ que sin disptftaes un idioma primitliro (l)^'se'hii^
blan otros dialectos en la Penfasiila que so fornn3)an en láanis^
Ina época , 7 oonla üíMtiAa de otros eiemefliosestiraftos¿ El Ca-
talán , que t;on diversas modificaciones se extiende áZaHPcfgfdlfty
falencia , Mallorca y á todas Ids prétincias del Reino 4^ Ara*
f^on 9 es precisamente la aaftigua lengua de Oc (¡a hhgua lemo^
, tina) que se "hablaba al otro lado de ios Cirineos. Bl Bds^Hoii
y Cataluña estuvieron siempre reunidos en tiempo de los Go-*
(I ) Puede verse lo que sobre esta materia ha cf€ríl^ M*
^eHttdibofalt;
A»s«5 ^e Ib» Árabes:,» de los oondes. de Bnncefaiía 7 4é Ibi<iSe4»
jes de> Axagon » esi dteir , duraale todo» d peniodo. dé la IbiHi
loacion. de las lengpias ixioderiias ;. y em eircunstancia Ua dabidd
establecer en esas, dos provincias unagMKrfectacoñfcatcrmdaddij
lenguage. £or otra parte los pFÍinerosx^oiidesde BárcetoQa (Iííbhc
cía elaootde &40> eran fuasceses desceodíéntes de los^^duqoet
de- Aátmiaaia , 7 Jayine psiimero dencaninado el Conquistador»*
ocilHido de Montpcller,, f educado éo el mismo/. punto, crá
tarphíen Francés,. Gtondo conquistó á los mór€»i>la ciudad de
YaiefiQia^ habiá entsa e^r<^itar y eatéldcsubij^iPedroIIIqu^
ultUaó.< las de las islas Baleares y uiMLinniliUid.deiroluBlurMifr.pro4
cedelktjss. é^ la parto mepidional de- Fraudav En la aetaaiidad un
labsador de Languedoe ^' Lemosino entenderá á los. habitan tea
de- todo el litorjal E^pañolAesdeE^^Yéndries,. basto- lcísllkni4
tes del muQ.de Muiáüia^f^y. será.^ tamUea coin)^end¡d«i: de. kíi
mi^iios^ í í.i
G&n« respecior at Pol^tugnés- que .no. es . mas qóe ci Aiislectd gai-
V^go ialrodttcído paulatanaiñcntiBiCon Jaíconquistaíivdol- Buení
busta los AlgArbcs , y quéidiliépe del JBipfiBol «en Ijosipalabíriid»
ep» Ja j^ronu«iiQ¡a(^¡oii. y én: Íh. sin tá;iS sfcontiené^ambíén* ámotnft é»-
pn^íojues^ent^mmeotc feance8asy«tt.yo o«ig^ €Stfáoílídki50QbEi4^.
£l,cOQ4ie>JEliii»íqu«i do JBorg<^a <, gQ& <dfi'lof jirolu»taiqeisi fcance^
se^ quo: asistieron, 4 la loma die*rTol«dQ^ át quien Alfons». it^irdü
170OfJa711ai10.de suiJií ja Teresa* «1 'jl((d)íf rao dcPórin^ail; f^km
b^ga.A^lfofiso Qenriquez^prímer Sobéfanoide^
.."vertida ^u- i^cino v dispusíépon ¡ir dCQmpBbaddsjder:iMr)'gftaa|«n}*
9iero de^coifi^palriota^ que se estublem^ni«a;sti .Cdrte'^l]i:fíT
.;. He de«iQ^tjrad¿; en otra x)brá (2)'i€om0iiKHri(Droii! simultiáM^
, nie^y^. jsl sigla .XIU.S, yalgua tieii^a despuéá>de las. privMl-
1:9^ comunicaciones, de bs cristianos con ios Mó^iarabcs dO'IBcfr-
,yliado.«,fe.poos^'<PiH>¥«toal y la Espateia do .tui BBSirío;orí|[en,
.fato« ^ irW Joc .|witacibi> de^ la poesí». Atabe,. £se> ¡Qn^enráisom
-Mi,';.: ■- •• \ :> ...• • . . i . • •' •■•■ •? •-' 7t n!^j
(I)'.;. Aeercs dte^:ía% fbrmattíou.ide'b kli(pi«^Cs(ia|ík{^
; iQ(e^fiSiilMise> Ald«^^ «rigéfi; priaefpiOid¿lirjiinálneer ili
0i}s fiíistgtD^bbreis' historia de los > Árabes y Be ios^lfcrMsf
^88P> IZSTCniM^SOBlIK ÍLA ESPAÑA
déilfostracion profunden lodo» lo» oceatceimieiitos Iktóriteg ^ te
baila suftciéritomcntejustiiicado COR 4^1 examen de esas lilera^
liiras'á la vez primkívds y prestadas » con la naturaleza « ob-
jeto y forma do loa romances Españoles y de las trobas Proven-
íales qué indadablemeDie parten del mismo punto que los <f¿f-
iSiones Árabes; y en "fin eén la^trnctura de los versos y espe^
Qmlmcnteicou el uso deila Tima ^ cuyo ^emplo han dado los
Árabes á todos los pueblos modarnos. Pero cualquiera q^eha-^
yan sido las opiniones adoptadas con motivo de este erigen y sé
puede decir- que apenas 'ha nacido la lengua' castellana e^atido
tartamudeó tersos. La primera composición que de ellase ba
recójído , es un:poemá/e{ del Cid)- dado á lux, en los últímctt
50 años del siglo Xlii, dJe 60 á 8d aüos dcspaes^e la muer4
té del béroo. toda la Europa erislSana<s6 bailaba' aun scpulta4
áft e» las tionieblas'de ;la primera Ojiada No se &allaba<^en toda
ella lengua alguna formada ; por ninguna parte se descubría
m rla'^sctfnfcra'ide un talento creador, ni d menor vestigio de
ímai^ádon ó de buen §usto;Algi«eias frénicas es(;enéidas ea
jbtin Jnoulió jcoiistitiiiali todas- Jas Tiqíiczsis literarias ría Italia
■mísmiá<led&ivia dormitaba^n^^se bailaba embelesada eon el tuido de
Jas cuestiohcs. Iteoló^ieaa. Y apesav'de todoy se dc^Ter m poé<
ina.eiÉ España^ un pdema en i^uyos pormenore$ se descubre fe
üñrdiacioii dé un* tenguageiáuy adelantado » y en su totalidad
Algo dé bodaé^ico^ no por Ja grandoee de su cjecueion<9 porqutí
•afiguráménte 'no es mas qué una-erónica rimada , sino por Jas
•j^porcioaes'de Jarobra y 1^ elcecíon del objeto f que es^ la mis*
ma i{üeJla dclpoeta Grie¡^o,ies una^epopeya naovotfal, és unk
-^Relxxria»de la- cruz sobre lo&'infielies ves- en> fin la-'SfiíjfKÁa eris-^-
'tisanas peitsobificada'^ea'd mas popular éiluBitre de slisgóíeri-
-reroSk - ',..:• ■.>> ." ; ^- ,•..,•..-. .. i- • ;>. • • »'
,1! >3bdavi8 se ignoiía )d|[Qf¡én baya $ido^ek/aiit€rr;de ese precié^
imoBumeoIbditéitiiriQL: línamatiitud do*testimótiieÍB justifican la
fecha remota que se atribuye á su obra , los cuales no permi-
tca'du'íaf" ácércá'dé 'esa'añfigiiédad. E5 él poema Siripíd se pue-
sferd^db^iípi^^afiíi^atieiiriAeiléff' Arafies ietbca eiii»éided^. Es-^
itá sscntaien'liurgos ó^íi^egul^res Versos^ (fo^diez' á^diei y^ s\6f9
suabas ; y ezx lo qu&!Í»é^d^it%g«f$*'eáta^péesiajofotiée'^ela|^
«i«\lASf;e&!cA iiS0<áe la ^má^i sino única ;^ a lo 'menos' dobladay
sostenida por los consonantes que puscie billar el poet«.t£n las
eolecdibnofl de pdesfes Árabes huy piéean t<yf al menftééscrít&s so-
bre una sola rima ; en el paef/M delCtd' c^iéi áos(<!nida aigcinas
yeces durante dies á viento versos ( 1 }'. Yoy á citar un solo
fragmento de esa curiosa obra para dar tina idea de la lengua
Espaliola en su nacimieato , y del estilo del mas antiguo de los
Soetas modernos. Este fragmento está tomado de la descripción
é una batalla* Un guerrero Español se halla envuelto por los
Moros ; él Cid cabierto con su armadura , ^eiiorta á sus com-^
]mfieros á que le socorran :
;..,.. Moros le reciben por la senna ganar,
fiante grandes cólpes , nías no.r pueden Salsar.*
Dito el Campeador ; «Vaítílde por tíaridad." • »
embrazan los escudos delant los corazones; * >
Abaxaff 3as tanzas apuestas de los pendoties. * ' * -
' Endiíiérim las caras da suso de los arzones ;
' Iban los ferir de fuertes córaí!ones.
A grandes voces lánia el que en buen ora-hascói *
- i(Féridltís, caballeros , por amor de caridad: "' *
(rYo so' Ruy-IMaz el CSd campeador deTívarr*' ^
• Todos fieren ch el haar do cfsta Pero Bermiíeif ;
Tlrecientas lanzas «On > todas tienen pendones ;
dennos Moros mataron todos de seúrios éolpes^;
A la tomada que facenotros tantos son.
"Vieredes tantas lanzas premier 6 aliar; ' ' *
Tanta adarga á foradar é pass^r ;
Taá'ta -Mtíffá Msa dé^nianéh^^r i '*
Tantos pénlones blancos salir rermetbs en sangre ;
' Tantos buenos i;abalIos sen stis' duenilo^ andar.'
Grado á IKos , aquel qué ésta, en él 'alt6 >
'Quando tal batalla avernos arrancado. .
* ". '. 1 » i'i • 1 » ; '. : ■ . . ■ ,'í • ,. • •
\ ■
No babia tranfcurirlBd med^e sig1Ó'déspt(eídela'ápshriciond«
ese poema dét'tSd i étiÁhéú fa Ij^hguá- y'^aj^oésla Esp.lñola ha-
bian^ lecbo rápidos y señalados pro^r^iós*. I^esde los primeros
««• *•• "*•
«4««*"*w^ >^^ « • ^ ^ ^^« «<i*
(I) Véase la nota S.j^^al úUimo del %• volumen AeVensayo
sobre /« historia de los iíhifíes y'iétVs'lBforúi de Eipmhá,
\
^ ESTUDIOS SOB&B LA 99PA{CA.
a&os del maado do Soa Fernando , es deeir , dcsdo> AiAo-
de 1210 at de 1230. salieron á túz las obras dol can^igo
Gonzalo do Berceo,,. CMa mayor parle so. insertaron en U co^
leocioa d0 Tomás Sanchae (1). Soo. nue.ve poemas que Torsan
sobre objetos, sagrados :. hé aquí sus (¡lulos:, /a vida de 5««iIq i^
mingo de Silos ^, la de San. MiUan de ia Copila ; el eacrifiaio de
hk Miía ; el martitio de San Lotenxo ; los xlooree de JS uretra
Señora. ; de los signas que aparéCeerén ante del juicio ; Jftrodkt.
de Nuestra Señora; Duelo de la Yirgef\; la vidadfi Sani^ria*
La rima y el ritmo irregulares en el j^oema del Cid , ya están,
sujetas en las obras de* Bereeo á. vegias fijaa , á una prc^odia in*
variable.. Son versos* iff ualos de doce á caiorce sUabas disididos
en hemistiquios >. y el monotima ( porque todavía poise hahia
concebido la, vaviedad. ni interpolación de las con^otviiiciasy en.
vez de un indefinido sostenimiento , está reducido á ouartttas..
Esta cuadruplicada rima será el. carácter distintivo de la poe-
sía Española hasta últimos; del siglo XV. Gonzalo.d^Berccoera
un verdadero> poeta > qu^ solamente oocesítabacono^mientos.
mas estensoS' que los dé s|i siglo «.y un inatmii^ento mas ma-
nejable: y armonioso: qgae un. idioma en, su inf§pfua..GQaBdo.eni-
prendió.la. descripción de los signos qjfuipRecod^riiiial.^oicio.
final ,. supo- embellecer ese imponente cuadro. con cjerto airo de
?[randiosi¿ad. ¿En, donde podria hallarse en esa ¿pocaia singu—
ar magpiSoencia di^l pensamiento y de la espreaíooque presen-
tan las siguiéotcs» estrofas f.
«....En el dia septenof verna; priesa mpi^tal ;. *.
Avran. todas, las, piedras entre si lit campal;*
Lidtapan como bornes que se quiépeut fer mal,,
Todas se faisán piezas menudas como; sal.. . >
aLos- homes. con. la cuita é; con* esta» presura,,
(>>n esj^S Ules signo^nde tan;;4eifa %ui;a., . , /"
Buseasán. d6^ sé^ melam en a^na ang^ura... •
Dirán r. montes ^ cubriltios,, ca foipos en arduvalt -
(1) Poesías anterijares: al siglo XV,
« J ! ,
' tÍTEtt ATORA. ' 91
«Non será el doccno quien lo ose catar ,
Ca Teráb por el cielo grandes flamas volar ^
Verán á las estrellas caer de sá'ilogar
CSomo ^caotí las fojas q«ant caen 'del íigaf.
«El rey de los reyes , alcalde dcrécÜerd.
Qui ordena las' cosas' sin hiñgan consejero i
Con su 'procesión rica , pero él delantera >
Entrará en la gloria del padre verdadero.
• • • •
«Los iSngeles d^t cielo foran grant alegría;
Nunca mayor de aquella ficieron algún día 9
Ga verán que lis cresce solaz é conqpannia ;
/Dios mande qué entremos en esa cofradía /
«tcQuando el rey dé gloría viniere á judicar ,
Bravo cotnd' léon *que se quiere cebar ,
.¿Quleif será tan^ fardido qué le *dse esilérár 1^
Ca «I león yrado sabe mal trcvejar.
^4(Quáiido los ángeles sanétos tremerán con pavor,
Que yerro' non ^cieron coiítra' el su seníior ,'
¿Qué faré yo inczqüino , que so tan peeadol^.^
»Blen de agora me espanto 9 tanto he grant |iavor.^*
I» '
Poco despvéflrile^onzalo de Asrceo apareció otro poela, Juan
liorenzo de Ai^tórga qtie cstrilnó ál Híltiino del reinado de San
Fernando (hacia ^ año de 1250) y él cual há dejado un poe-
ma en'hcnor del héroe tradicional 3. Alejandro , el mayor d« los
caballeros tildantes > en él que ^brillan dispérstis , en medio de
los mas visibles anacronismos , algunas benezas verdaderamen-
te épicas. Su exordio es pomposo!
«Quiero leer un Ifbro de^un noble, rey pagano.
Que fué de grand esforcio ; de corazón lozano ; *
Conquistó tod' el mundo» metioV so su mano. /
^ •. . • . . . -i , »
' Llama particularmente la atención en este poetña lirtfeserip»
tfon^e las árm^ dé Darío » la qM , A üiéttos de tialM' tl^jf^do
^2. ESTUDIOS SOBBB IM ESPANAT
Homero j Virgilio á manoa del autor por una feliz casaalidad,
parece (|ue está iodicando el coaocimiento <uie tcDÍt de esos
maestros del gikii^oi la descrípcio» de Babik>QÍa escrita coa:
cierta magnificencia ; .la de la tienda ^ecanqpana de. «alejandro,
al rededor de la cual estaban pintados los doce meses del año;
por última 7 hs^ m^xiipas. moiral^s esparcidas ca medio de la
narración. Ci taré. coa pj^eferencia por su brcTed^d,^ Ifs prime-
ras estrofas, de la pintura de loa mesf» :.
# . ■ '
•«... «Estaba don lanero a todas partes catando ,.
(cercada de ceniza sus. cepos ^carreando , . . .
l^eme gruesas gallinas > estábalas asando ;.
Estaba de* la pcrcba longanizas tirando»
Estaba don Febrero sos manos calentando ,,
O^as facje- sol, oras sarnioeando -
YeranQ é invierna ibalos destramando v .
Pt^rqua era mas chico seióse.queceliandou .
Marciababíe grant priesa de sus vinnas labrar^
^ : Briesar d^ podadpres». é ]pri^sa de qabar ^
Lo&.dias; ó las nociu» facieles iguav ;,
\ Facie:a?es é bestias- ea zolo. en^a^^ .
.) i
' Abrir sacaba buestcs para ir guerrear* r
«... jGi hs^ie alo^zeres grsindes' ya ppr segiiB r
. . Fació meter las yinnas pora yüoo levaí' , ; r
. Crecer miesesá jeryas-^ loe días alwg^r. , ,
'. I . . ; , Se día el mf^* de Mayx) corpnada de flores i* , ,
^lyy , Afeitando los campos de díyersas (colores y ,i
Chrganeando^ las Mayas ,> é' cantando» de amor^ r. ■\,:
Espigando las miese^ que sembran labradores. .. '
. ■• ' • . *■ ■ * •
En Ta: j^eca de Loi^nEa^ fa .prosa que* en todf^s la^^^naeiónes
de^ la tieri^a se ha descnrne&o de^ues de. la poesia ^ ¿n 4ud^
porque la imaginación humana precede á la razón y iba ya rf-^
lí^^á^d^la. J^urante la Cojrmadi^^ idifoowsr $eg]^i
«Jta^jpFie eseribiáiidase c^ Jatu^^ cujrp idioma ef a elpolitiQO ^ JOt
LITERATURA. 03
dieial y científico.. En lalin se estendian los tratados ,. las. le-
jies^las cartas„lo& privilegios , los» fallos, y toda csjHície de ac-
tas» Eá' latin< escribió el religiosa de Silos sa aotigua crónica,
y la conliaud Lucas obispo dc-Tuy ». hasta la oiucrte do Beren*.
guela esposa, de Alfonso IX. En: el misma idioma escribió el cé-^
lebre arzobispo y general Roditigo JLiioencz de Rada en sus cuar<*
teles de invierno ,. las historias de Jos. Godos , Alanos 9 Sueyos.
Í Vándalos ,. la do los^ Romanos^ y la de- los Árabe»; y Pedro
uaa célebre medico portugués, que llegó á ser arzobispo do
Sraga y pontífice baja el nombre de luán XXI^.escribió su JAe-,
sauríM' páúperum y otras obras^ de^ higiene y de^ filosofía médi«
ca. San Fernanda fué el primero que permitió» el uso del ro^
manee ó. lengua vulgar 1 pocO' mas á menos y, cuando Felipe Au-
gusto permitia en Francia el del francés.. Pero^ aqjuel no lo con-
sintid hasta después de haber hecho traducir á la lengua nació-:
nat 9, y paca inteligencia de todos , la ley de los Godos (lex ri-
sigoÜíOTtim) que desde la ruina de la Monarquía de D. Roiri-r
go no había cesada de regirse por ella la España cristiana , Is^
cual se llamó Fuero-yu247o (forum judicum) , que es el monu-
mento mas antiguo de la lengua Española en prosa.. Para mueiH
tcadet estila de ese célebre códiga citaré solamente la dciini-r.
don de la ley ,, cuya traducción presenté en. el antecedente fragf>
mentó. «La ley.... es dada á losv varones coma á las moyeres , á
los grandes como á los pequennos, á los sabios como á los non
sabios ^ á los fiosdalgos como á los. vilanos...* é reluz. como el
mi en defendendo á todosJ'
La prosa y después* de la ley pasó al instante & k literatura.
Juaoi Lorenzo ,> después- de su poema de* Alejandro compu—
fp dos. cartas 4ue- supone escritas por el héroe de su epopeya á
%Vb niadre I coa eL objeta de consolarla de la aflicción que espcr-
^rimentó , por no ignorar el peligro de muerte de que se veia
amenazado. Insertaré algunos de sus trozos que merecen citar-
se y, tanto por lo sustancial cuanto por su estilo :. «Madre , oit
la mi carta ,. é pensad de lo que y ha , é esforciatvos con el
£on? conorte é la bona sofrencia , é non semeiedes á las mugie-
res ei> flaqueza ,. nin en: miedo.... asi como non scmeia vuestro
ñio a los homes en sus mannas é en muchas de sus faciendas....
Madre 9 ¿ non veedes que los árboles* verdes ,> é Temosos que
iacea muchas foías é espesas , é lievan mucho fruto 1 en poco
13
91 ESTUDIOS SOBRE XA ESPAfTA?
tiempo quebránianse sus ramos , é cacnse sus foías i sus Fru*-
los? Madre, ¿non veedfs las yerbns verdes é floridas, que ama*
necen verdes , é anochecen secas ? Madre ¿ ñon Teedes la luna
que cuando escoraplida é mas luciente entonce le vien'eleclip-
sis? Pues , parad mientes^ Madre , á todos los homes que
tiven en este sicglo , é i todas cosas que se engenran4 que na-
cen é todo esto es iuntado enna -maerie é con el desfacer. Ma-
dre , ¿ visteis nunca qúi diese é non tomase, é quien empresta-,
se é non pagase, é quien comendase alguna cosa, é'ge^ a diesen*
en fialdat, é que non gela demandase? Madre, si alguno por*
derecho ovíese de llorar , pues llorase el cielo por sus estre-
llas , é los mares por sus pescados , é el aer por sus aves , c las
tierras por sus yerbas , é por cuanto en ella ha , é llorase el bo-
rne por si , que es mortal , é que niengua su tiempo cada dia
é cada hora."
En (in á mediados del:sigÍo XIII apareció Alfonso X, llamado'
comunmente el prudente por las naciones estrangeras. Los anti-
guos, pareciéndolés que la prudencia dcbiaestarsiempre acompa-
ñada de la ciencia, no tenían mas que una sola «spresion para de-
signar la posesión de am1)as cuaTilades. La palabra Española et
íábio [sapiens^ en su doble acepción) también ha engañado á los
traductores. Es pues necesario aecir Alfonso el sabio. Si la adu-
lación le hubiera tributado durantcsu vida el.título de prudente?,
. la historia recogiendo sus hechos se lo hubiera reusado. Con res-
pecto al epíteto de Sabio, que en realidad ha recibido, no hubo
Monarca ni dinastía alguna qué tan bien lo haya merecido, pues
Jue Alfonso para aquella época fué un prodigio. Aplicado des-
e su juventud á los estudios mas importantes , versado en to^
das las ciencias que. entonces se conocían, y hablando las len-
guas de Roma y de Bagdad , hizo que su nación diese un gran
paso en la civilización íirteíecftual. Su primer cuidado al sentar-
se en el trono , fue organizar bajo una estensa base la univer-
sidad de Salamanca fundada por su abuelo Alfonso de León, en
la que creó el año de 1254 siete cátedras , dos de dcriicbo ci^-
vil , dos de canónico , una de música y dos de lógica y filoso-
fía; á cuyos profesores dotó con sueldos considerables y di&-
LLTEBATUBA. . . . 96
l^cnsd á los* estudiantes Diuuecoftos privilegios ( 1 ). Rodeado
sÍQmpre este Priacijffe* de una multitud de sabios atraídos ¿su
Górte por su buen gusto ^ por sus liberalidades ^ y por la pro:-
lección que les dispensaba » ocupó en importantes trabajos ti ter-
rarios todo el tiempo que el desempeño de las altas funciones
de su reinado, le permitian dedicar á' su reposo f distsaecion.
Dispuso* que á. su presencia se cedaetase una crónica gener^al del
Beino á la que dio su nombce Y^r(^mca del Rey, D. Alfonso el
Sabio ) que es el monumento histórico mas precioso de la Es-
paña en la edad medía» Pero la obra todavía mas grande y útil,
a la que se entregó^ con ardor desde los primeros años ac su
iuyentud, fue la G9mpilacion y ordenada colocación de todas las
leyes políticas y. civiles que regian ca España , es decir , fónto
del Fnero-juzgíLÓ recopilación de leyes (xodas^ccmo de las or-
denanzas posteriores de diversos reyes Españoles j de las de*
cisiones tomadas por las Cortes. nacionales. Reunió toda esa le-
gislación esparcida y la recopiló en siete partes principales / y
oe hay el tíluto de Siete Partidas que lleva ese célebre cuerpo
del derecho.. Gomo monumento legislativo, las Partidas ^as^üy
eon justiciar por ^ mas per(ecta.compilacion de Jurisprudencia
que ha existido en Europa ^ hasta Tá formación de los códi|2[0s
modernos y y todavía se invacan.en las Górtcs y tribunales de
España , como ley política y eivil ;.y eomo* monumento literar-
rio y establecieron en cierto^ modo , cuando no en. las palabras^
á lo menos en la Sintaxis , la lengua Española , que quizá no
ha sufrido^ tantas alteraciones desde esa ¿poca hasta la actuali-
dad, comodcsdc la traducción del FueriD^juzgo realizada comp
unos 50 años antes* Después de haber formado el rey D. Al-
fonso la lengua de su país con sus trabajos é instituciones, tai^*
bien la contempló digna del estiló v y de trasmitirla a la pos*
tieridad por medio de la escritura. Su padre San Fernando har-
Bia permitido el uso de ella juntaniente oon el Idtin. Pero Al-
fonso hizo mas ; por su célebre decreto del año de 1260, pro^
fiibió.el uso. del latin y.mandó , que desde, entonces se cslci^dio*
(t). Estaban v. gr« exentos de todo pca[{^, !f nadie podía
•x¡gÍTle9> porr^ita de casa , mas de 17 uiacavcJi^ anuales»
96 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÜ^A.
sen en romance todos los actos públicos y prívaJos : con ctrya
disposición el Español dejó de ser ana lengua vulgar y ocupó
un puesto entre los idiomas. Estas son lasobrasd^nnfiey^pc»*
tó de un Rey sabio , qae con la misma mano que empuñó el
cetro, supo sostener la pluma como escritor. JSe dedicó con par**
ticularidad á las ciencias que cultivaban los Árabes f á la quí-
mica f á la botánica y sobre lodo á la Astronomía* A el es á
quien debe la Europa esas famosas tablas astronómicas y llama-
das tablas Alfonsinas y obra inmensa para la que ha tenido que
bacer cuantiosos dispendios y que fué compuesta bajo^udirec^
cion por unos sabios Árabes y Judios. Dicen que Alfonso ^solia
manifestar en medio de sus trabajos , que si él liubiese sido el
autor del universo lo hubiera construido mejor. Esta proposi-
ción, que á los ojos dé 'SUS contemporáneos no era mas que el
orgullo de la ciencia , se le ha vituperado como un sacrilegio,
Y no fbltó quien atribuyese á un justo castigo de su impiedad,
las aflicciones con que se vio oprimido durante su vejez, Pero
á ese PHncipe -síipcrior á su siglo, al espresarse de ese mo-
do, no se le ocultaban los errores, bajo los cuales y en virtud
dé antiguas preocupaciones, se encubría todavía la orgauizBcion
del Universo. Bajo los smspicioS de este Soberano , la astrono-
mía dio un paso avanzado entre el 'sistema de Tolomeo, y el de
Copérnico. Alfonso también dio á luz una obra sobre las esfe-
ras celestes y ün tratado de filosofía moral y física. Igualmen-
te se considera obra suya la composición de un poema titulado
Í' querellas ó lamentos de lu Virgen del cual solo se conserva un
rágmento, que hace sentir vivamente la pérdida del resto. Es
en (in autoi* de diversas cánticas escritas en dialecto gallego y
en pequeños versos de ocho sílabas.
Taiíipoco son las partidas como nuestros códigos modernos,
tina simple colección de textos en donde se hallan formalizadas
las disposiciones legales con la posible concisión , y sin t*spre-
sarse las causas que han movido al legislador á tomar las res-
pectivas resoluciones que abrazan. Las partidas contienen tam-
bién lo que se llamaría en nuestros dias laesposiciondelosmo^
tivos , es decir , la razón de la ley y á demás de las disposicio-
nes preceptivas ó prohibitivas, abundan en consejos y abrazan
representaciones acerca del bien ó del mal , esplicaciones sobre
materias de fuero interno , citas de Santos Padres , filósofos y
ItTERATVAA. . í - 9^
poetas f lo que hace que este cuerpo de legislación sea $il mis^
mo tiempo un tratado de moral. He aquí porque ese código es
eminentemente literario » por que ha fijado la lengua EspaftOr-
la al mismo tiempo que su Jurisprudencia. Con razón asegirra
Gapmany en^u Teatro Htstórleo-Trüico de la elocuencia Espcmolá,
que á mediados del «iglo XIII todos los idiomas yul^ar^fs es-
taban todavía muy distantes de poder ofrecer tanta grandeza en
el pensamiento, tanta elegancia y pureza en la -dicción^ -Siento
no poder citar libros -enteros de ese venerable montimento para
justificar el elogio que de él hace Capmany. Pero inscVlaré á lo
menos algunos de los mas cortos trozos del titulo 3> de la parr
tida 2.^ en donde ^e hallan estcnsamen te trazadt^is los deberes de
un Monarca, (c..... Sobcianas hondras é sin pro non debe el Rey
Gobdiciar en su corazón ; porque lo que es ademas non puede
durar , é perdiéndose é menguando « tomase tm desbondra.... é
'sobre esto dixeron los sabios que non era menor virtud guar^
dar home lo que tiene , que ganar lo que non ha ^"é esto es por-
que la guarda aviene por ^esq « é la ganancia ppr ayeti'tura....^"
tcRiquezas grandes non debe el Rey co1)diclar para tenerlas guai^
dadas é non obrar bien con ellas: cá naturalmente el que paJ>
ra esto las cobdicia non puede ser que non faga grandes yerro^
para averias. E aun los Santos é los sabios se acordaron en es-^
to » que la codicia es madre é raíz de todos los males ; é auh
dijeron mas , que el home que cobdicia grandes tesoros alle-^
gar f para non obrar bien con ellos, maguer los haya i non es
ende Señor, mas siervo.^.. Mutho se deben los. Bey es guardar
de la saña é de la ira > é de la malquerencia > porqiie estas son
contra las buenas costumbres. £ la guarda que deben tomar en
. '8i contra la saña es que sean sofridos , de quizá que non les
>enza nin une se muevan por ella á facer cosa que sea contra
derecho ; ca lo que con ella ficiesen dcsta guisa , mas semeía-
ria venganza ^ que justicia. £ por ende dixeron los sabios; que
la saña embarga el cprazpn del home de manera quel non de*
'xa ^íscoger la verdad.... La ira del Rey es mas fuerte é mas da-
liosaque la de los otros bornes, porque la puede mas aína com*
tlir'í por ende debe ser mas apercibido cuando la oviere en sá^
orla sofrir. Cá asi como di\o el Rey Salomón: atal es la irá
del Rey conío la braveza del León que ante el su bramido to^
das las- otras bestias temen é non saben dó se tener , é ótron
98 ESTUDIOS SOBBE LA. ESPAÑA.
ante U it^ del Bey nom saben, los. bornes que facer cá siempre
están ásQspecbd de muerte.''
Hasta últimos.del siglo XIIL la España precedió al resto dé
la.Eu£opa..en.la nueva carrera que labraba la civilización mo-
dcraa.. Es. indudable que aventajó á todos los pueblos, tanto en
materia. de legislación» como.en literatura j organización gu-
bernativa.. Entre las causas que sin. duda proporcionarxtn á las
ciencias espanolaSv ese derecho digámoslo asi de primogenitura,
hax, qqc colocar en primer lugar su inmediación á los Árabes'
ÍlbSt lecciones, que de estos recibieron ;, pero esta cansa no
a &idO'esclu&iva,.y en. la historia literariü^ de los Españoles s^
halla, una nueva prueba del enlace intime que existe eutre efe
estado .politico y el. intelectual de una nación. Cuando : poseían
la mas formada da bs lenguas, y la. mas rica literatura de lai
Europa secien constituida ,. los Españoles tambieii disfrutaban
.mas. que los otros, pueblos de la paz. donuistica y. de la gloria
.est^rior. Desde la ruina del imperio Árabe j^ropíámontc dicha»
es decjr ,;, desde que los Aluoravides.de África arrebataron las
^ravincias de la España musulmana á loa reyezuelos que salíe-^
.ron. de los restos deL califato de Córdova , la dominación ccis-
,tiana se csJtendíó inmensamente. .Después de last> hazañas del Cid,
después de las db Alfonso IX qjie ganó la gran batalla de las Na-
yas de.Tolosa (en 1212) ; laime XensÁragpn y San Fernando
.en Gástüía» divididos. solamente por una. noble emulación de
f loria y. engrandecieron como á porfia Stus fronteras. Uno arre^
ató á> los moros Valencia y las islas Baleares ;. otro , despueá
de. haber reunido bajo su cetro los reinos hasta entonces di vidi-^
dps^de León y Castilla,, tdmó también á los moros las ciudades
de Córdova», Sevilla., Jerez, Murcia y Cádiz,. esirochó sus po-
blaciones, en. la provincia de Granada que se convirtió en un.rei-^
00 tríbutarío y vasallo, y amenazó á su Emir en el trono délos
Jtfarruecos.. Este Príncipe aunque- joven > reprünió con su fir-^
jnéza y valor las, turbulentas. ambiciones que conmovían ¿tcSK
lado. El restO'de su vida fué- un. prolongado triunfo ;, lasadas
tercpras partes de la Penüisulá , desde el- mar Canlábrico hafr»
ta el de la nueva Cartago,, estuvieron sometidas á su^trono ;.y
con su. espada ,.que jamás desenvainó para hostilizar á los de^
mas reyes cristianos^, adquirió la mitad de sus vastos dominios.
Fu^ igualmente recomendable por el vigor que desplegó* con-
XITERATUBA. '9&
tra los escesos de los grandes, J por los cpidados qtie;prodíg^
á la administración de justicia. Si Fernando no hubiese mere-
cido la palma de la Iglesia por haber introducido en España la
inquisición, sino hubiese sido arrastrado por el celo de una'
piedad ciega y salvaje, ha^taeLestremo de encender con su oía-*^
no la hoguera de los" hereges condenados por -ella ; metceeria»
por todos conceptos 'la gloria y agradecimiento que. 'rodean sil'
memoria. Durante su reinado , lel mas glorioso entve los de Car-
lomagno 'y Carlos V, las Cortes Españolas fortificadaS'tion'el ele-'
mentó popular , también empezaron á tomar una parte activa
én la administración del país , y se asociaron á las victorias de
éste Pi^incipe , á quien prestaron su auicilio para que dirigiese
tfu fuerza , como lp)iizo , contra los enemigos interiores yes-
tcriores. •
' Ese estado de grandeza y prosperidad que* señala él reinado
de Fcrnahdo III se prolongó hasta la ancianidad de -su hijo Al-
fonso el sabio. Pero entonces , después -de los errores de ese
Príncipe, que paralizó la obra nacional de. la 'recuperación del
territorio para perseguir' la corona Imperial , que an^uinó la
España con esa loca empresa , y no supo remediar sus. prodi—'
Calidades sino alterando el vafor de la moneda ; la sublevación
de Sancho IV 'abrió una era^deidcsórdenes y calamidade&y quíe
se estendió á los reinados .sucesivos ^ interrumpió el trabajo de
la naciente civilización i y pareció ariiaslriábaf consigo -una se-^
Íünda época de barbarie. lieisdelás turtul encías reproducidas
e que se Vio rodeada lá meiioredad de Fernando IV (1298) has-
ta despuea dé la caducidad de Enrique' él linpdtéiítts (1465 ) y
á escepcion de los últimos 12 años^ del reinado de Alfonso^ XI,
la España estuvo incésanteméntb ábabdonada 1 los horrtor^ de
las guerras civiles , y los estados cristianos invirtiendo en las
3ué entre ello^ mismos se próiiioTián , te «scasa fuerza que les
ejaban las contiendas inftesti'iías V no pudieron acabar Se abatir
osa son^bra de lá fuerza Árabe , que volvió á hallar en Grana-
da dos siglos de vida.* Durante ese largo péi*iordofia íerigia no
hizo el menor progreso, las letras permanecieron incultas
yÍ7r ciencia careció to talm en t e dc'intérpcri^^ .En t on e es -ftté'CuatH
do la Italia so apoderó del cetro abandonado por la España , y
cuando Dante, Petrárfca, Bocaeió y el'Aretíifid, esosiíifstrésídi*-
•ipütos de los ltobcKÍdiÍe§dé'IVofi}n¿a,^eleváhdos^án^^
100 ^ ESTUDIOS SOBER hJL ESPAÑA.
turas 9, dejaron may postergados na solo, á sus antepasados t. si-»
no también á. sus contemporáneos..
. £apoesia,,nahay mas que un hombre que honra elsiglo. XIV..
Coma esos talentos, inyentivos que sacan de si mismos sa fuerza
productiva sin haberla tomado> por consiguiente ni de la opor-
tunidad, de Ja^i circunstancias , nL dala protección del principe^
ni de los .aplausos populares ;. fuégirande por él solo y para sí.
sola. Oculta á la sombra de la Iglesia de ua lugar, su yida fué
tan obscura que hasta su mismo- nombre se ignora ( 1 ). Se le*
eonocia por ol.de el Arcipreste de Hita ^ y sus^ obras recogidas^
mucha tiempo despue& de su mueKte,,no le han sobreyÍTÍdo to-
das (2),.. Lo. que^de ellas existe basta para formar una alta idea
no sola de su ingenio sino, también, de su. buen juicio.. Admira
yer en. sus. versos esa libertad enteramente filosófica , esa. ma-;
ligna sinceridad de ua verdadero, escéptico. Na compuso co-
mo Bccceo.9 poemas, religiosos ,. sino, sátiras y relaciones eróti-^
cas : entre esos cuentos* esparcid como ejemplos moisaleSys algu-
nos apólogos á imitación de los^ antiguos , porque- entonces*
empezaba la singular moda de insertarlos en toda especie do
obras ^ y posteriormente se- han. introducido hasta, en las cartas
y piezas teatrales. Citaré algunos fragmentos de la fábula de laa.
Banajs pidiendo, un. Rey.. Hé aqui como empieza :
ccLas ranas en. ua lago, cantaban et jugaban :
Cosa non. les» nusía,. bien solteras andaBan.
.' Creyeroa ai diablo.» que del mal se paginan:
Pidieron, un. rey á. don Júpiter » mucho gslo rogaban/^
Después de la llegada de la Cigüeña :
«Querellando ,á don Júpiter dieron voces las ranas:. .
3eBor i, señor , acórrenos , tu que matas et sanas ;
£1 rey. que tu nos. distes por nuestras voces vanas ,,
Dampsmuy malas. noehes et peores. mañanas."
«*•■
( f) Aljgfunos^ creeoi^e se^ llamaba^ Joto Ra¡z«.
(8) Véase la eoleccioa de jSanohez ya citada.
UTERATUEA 101
«Su vientre nos sotierra, su pico nos eslragíi;;
De dos en dos nos come^nosi abarca et nos astraga;/
Señor, tu nos. defiende; señor, tu< ya nos paga.
Da. pos la. tu. ajfuda , Úv^x^ de nos tu. plaga.''
Respondióles don Júpiter : «Tqued )o, que^ pedisteSi
El: rey tan demandado por quantas voces distes;
Vengué vuestra locura, cá en poco tovistes
Ser libres et. sin. premia; reñid., puea^ lo quisistes^!'
' •. . • * .
«Quien tiene lo quel cumple,, con ^ el 16^ sea pagado:
Quien pueda ser suyo non sea enagenado ;:
£1 que non tovlere premia pon quiera ser apremiado, v
Libertad, et; soltura, non. es por oro compladó/'
La fábulirde los dos Ratones no es menos graciosa ni enér-
gica que la. anterior. El Ratón campesino hospeda en.su agu--
jero ai de* la Ciudad , que iba al mercado de Montferrado. Le
convida á. comer y le presenta vina haba:
Estaba en mesa pobre ,, buen gesto. é bumia cara :
Con la poca vianda Buena, voluntad para ,
A. los gobrca manjares; el plaser los^ repara.
Guand0 el de la Giiidad agasaja & su vez á. su aldeano hués-
ped, y se empeña- en tranquilizarlo, del susto que acaba de pa-
^r , le contesta :. • - .
«Este^- manjar es dulce.,., sabe como la miel.''
Dixo el. aldeaiio al otro; «Venino yas en ol';
El que- teme tá muerte el p«nal Yé sabe fiel ;
A ti' solo, es dulce., tu solo come del." , . .
• • ■ - ' .'■.... . .
, • • • . • • '
, Pero el arcipreste de Qita sqbresAlé cpn o^eciálidad en lo
tatirico, en donde ostenta; de niil modo&vun tálpnto poético y.
la libre razón de un filósofo. Con una lengua todavía rebelde á
la poesía, con unathumilde prosodia,^€on la dificultad que pre-
sentaba vcarsificar con una mi^ma ri^ : ¿podría manifestarle un
14
402 ESTUDIOS iSOBRB LA ESPAÑaI
pensamiento profundo con mas viveza , que en la^iguienfe com-
posición?
«Con arte se quebrantan los corazones daros ^
Tómanso las cibdades , dcrrlbanse los muros >
Caen las torres altas , alzansc pesos duros ;
4^or arte juran muchos, per ai'te -son perjuros."
La fuerza del oro , esc inagotable objeto de censuras y de
burlas , 'ha suminislrado al Arcipreste la mejor de sus sátiras.
No hay una estrofa en esa composición, que no presente algún
pensamiento ingenioso y felizmente espresado. Citaré algunas,
pero advirtíendo que se tenga presente que todas ellas se han
escrito dos siglos y medie antes de la aparición de nuestro an-
tiguo Regnier:
«cMucho fas el dinere et nücho es de amar;
Al torpe fase bueno ét emen de prestar^
f'ase oerrer al coxo et al mudo fablar ;
£1 que non tiene manes, dinero quiere tomar J
>Sea un eme nescio et duro labrador ,
Los dineros le facen hidalgo et sabidor ;
Quanto mas algo tiene, tanto es de mas ralor;
Et que non ha dineros, non es de si señor.
^.. El dinero es alcalde et juez macho loado >
Este es consejero et sotil abogado,
Alguazil et nierino bien ardit esforzado ;
De todos los oficios es bien apoderado.**
Los trozos aateri<Hres son una ciítica general y-sin arplicacioii
S articular. Pero las sátiras siguientes tienen rfgo de especial y
e directo , y son tanto mas sorprendentes , cuanto que su au-^
tor era sacerdote , y todavía no habia pubfícado Luteró la ta^
saeion de las partida$ eventuales de ia itenda del Pontífice.
«Si tovieres dineros ,. habrás consolación ^
Plaser et alegría é del Papa ración;
103
Comprarás paraíso» ganarás salvación:,
Dó son machos dinecos es. muoha bendición.
Yo tí en córte^ de Boma dé» es la Santídat ,.
Que todos al dinero facen* grant homildai ;.
Grant honva le. fascian. con. gnant solcnidat i,
Todos ante él se homillan como á^ la Magestat.
.... To tí fer maraTÜla^ dó. él muehó asaba ;:
Muchos merescian muerte qjie la Tida ks daba;:
Otros eran: sin culpa^ et lui^go los mataba.
Muchas almas pccdfa' et muchas saUaba.^;
las obras del Arcipreste de Híla,.preeursor y modeIo>deI
Párroco de Meudbn comprenden lambiea un poema burlesco
que salió á' luz 200 años antes del de Gkirgantua , y segura-
mente- el primero de los tiempos modernos y titulado Guerra de
Ai Carnavídiy dé^ Da ,Cuare$ma. Nada masoNginal y diretti-
do que las particularidades de ese poema singular. D. Carna-
Tal sentado á la mesa entre sus bufones ,, qs acometido por D.*
Cuaresma^-cuyo ejercito se compone de todos los peces maríti-
mo» y flUTiales. £1 adversario de esta» cuenta entre sus campeo-
nes ios. marranos y los pollos gordos ; el pájaro de los Jesai-
l&s aun no se conocía en el eontinente Europeo. Se dá la bata-
lia ; D» GarnaUaK demasiadof.pesado coa su.copleccion es venci-
do y arrojado de su palaciq. Poro al cabo de cuarenta dias, he-
cha la digestión , tucItc á acometer , y D-^ Cuaresma que se
Bailaba estenuada con lc| abstinencia , busca en el primer cho-
que su salTacion en la f^ga.^Al martesi d«l. ;GarnaYal suceden
los dias de peniltí^icia.
En esas diversas composiciones de cuentos , sátiras 9 fábulas
y. poemas % el Arcipreste de Hita usa siempre del verso gnaii-
4q que los Eq^ñolüs.Ilaman como nosotros Alejandrino» y djOt
la cuarteta con. una misma rima. Pevo también ha compuesto
€4fftica8 y cantares de un ritmo mas ligero. Gonzülo^do Berrea
en el Duelo' de- Te» Virgen ya hizo* cantar á los> judíos que custo».
ajaban el sepulcro de Jesús una ednttca en verso do ,ocho.sila>^.
bas y solamente con nimas dobles 9 y este metro es ci que t^m-',
bÍ99¿ eligió jHira las^ suyaa Alf9Pso el sabio. Conrespectg^iArm
tOI ESTUDIOS SOBRB t A ESPAÑA '
ciprcstc de Hita escribió unas en Tersos de ocho silabas ,
tenidas con una misma rima (1) otras en cortos Tersos ée cua-
Im). silabas (2) y algunas con versos mezclados (3). También ha
compuesto con ía rima cruzada intentada |>or los ProTcnza-
les (4), y creorpoder asegurar que es el pfimero, que entre
los antiguos poetas Españoles , adoptó esa feliz innoTacíon (5).
(1) 'Safila virgpenescogftSa
De Dios madre iiluy amada ^
En los eiclos cnsál«ada
Del inundo salud é^ida....
(2) SartlaMana,
iLnzdel'dia,
'Tu %nej¡ui9ú.»»
(5) Gracia plena sin mansilla ,
Abogada y
Fas ^e^ta marai'illa
Señalada.
(4) Todos bendfgpanios
A la Virgen santa ,
Sos gozos digamos
Asu vida, qnanta
Qoe segnnd MhmoS
Quela hiistoria raifta
Vida tanta.
'V.
• . . . ■ »« -. • ••
. . •* •
(tS) M. de SIsroondi en sn preciosa obra sobrtf Ias4fttenif«i*
üs del niediodia después de Iii4iersc ocupado estfofaalMtt del
JTimiirfo <fe;ia{actVde Ayala^ se cotltenta coh'kse^ espresi«%
en uña nota del nonibr)e del Árcipresié • de Hita , ttiyas /loe^firs
no considera de bastante mérito para deber esiráoiarloit. Eslft
sentencia roas qne severa , la -coutradité la opinión de todos lo^
Españoles, para quienes el Arciprtsto de Hita eád {iriáier
poeta de !oa tiempos anteriores i la fijacioii de W hagruiféé h-
LltteBATTHA. 106
Al siglo XIV lambíen perlencce el ilustre infante D. Juan Ma-
nuel 9 quien lo mismo que su tío Alfonso el sabio no concep-
tuó indigno de la sangre Real utilizar sus ratos <lesocupados,
consagrándolos á los trabajos literarios. Ha dejado muthas obras^
entre otras , unos cortos tratados con los titules de el caballe^
ro , elesciideroj el ^soldado de caballería , el de infantería , la
eiMW ¿áfí?..; y su célebre novela moral el conde Lucanor , colee-
clon ide unas cincuenta novelas cada una *de las cuales térmioa
con una pieza en verso. En el ingenioso plan que las abra/a , las
lecciones y consejos se presentan bajo la forma de cuentos ó apó-
logos , unas veces graves, divertidos otras , pero referidos siera-
£re eoii una gracia sencilla y encantadora. Ese antiguo libro do
L Juan Manuel , es como la primera adición de la moral én^
señada con el e/empío. Insertaré uno de eSos cuentos qué com-
prende, traduciéndolo tan literalmente como me sea posible. Si
se tiene presiente qué se escribió cinco siglos hace, no se ha-
llará en él ése estilo demasiado antiguo, y me persuado que
el argumento rio dejará de ser agradable en cualquier tiempo,
íátroriio , el Méííior del joven conde para esplicar á su dis-
cípulo el modo con que Un hombre diestro y constante consi-
ffue hacerse superior auna muger soberbia é indómita, le re-
nere del modo siguiente lá aventura de los dos esposos Ara-
bes.... ccHechó el casamiento , se trasladó la desposada á la casa
proseSla. Yo también opino como ellos , por lo que he debido
nacer precisamente lo contrario de M.Sisninndí; quien lambíen
ie Ita mostrado muy rigoroso con Gonzalo "de Berceo ( á quien
llama González), cnyo éstib le parece en todas partes flojo ,
Mvial y lánguido; Se conoce que no han leído sus signos de
jühio pnah Por lo demás, cuando en|sn obra tr^ta de la IHerata-
rttfiipanola , confiesa qne es la parte mas difiéil de su empresa,
|lorqtic no ha podido beber en todas las fuentes, y porque no t%*
taba tan familiarizado c6n lá lengua Española como coa la Ita—
¡tana ó la de Provénza. En efecto, enr sns citas ha cometido al-
gunos errores en el significado de las palabras. Por ejemplo, la
pálabira saraña , que es el título de nn villancico del marqués de
Santillana , la iradúce por la de serenata. Serrana cpiiere decir
nSMlmhcsúy caución pastoril ó deinonUSá.* ......
p
106 ESTUDIO» gOBRE lA ESPAÑA.
de SU marido;. y acostumbrando. los Morosí servir la craa á los
novios , asi se hizo*. Pero los padres y parientes estaban zozo •
brados temiendo» hallar por la. mañana muerto ó mal acomoda-
do al desposado.. Y desde que los esposos han estado solos en la
casa , se* pusieron á la mesa.f, y antes que la muger pudiese de-
cir una palabra r^l marido ini|^ al vededor.de la mesa, y YÍeiH
do á su doffO> le dijo encolesizado*^ «cDogo traenos agua para las
maaos^'y el dogo no lo hizo.. T el amo empezó á enfurecerse y
TolvJó á decirle ; Traenos agua paiui las^manos» y el perro tan^
poco lo hízo..Y cuando Yió>que no lo hacia, se' levantó muy ir-
ritado/ de la mcM , cogió la espada , se arrojó sobre el dogo , le
cortó la cabeza y las piernas, y ensangrentó sus vestidos, la me-
sa y toda la casa^ Y asi furioso y ensangrentado > se volvió ¿
sentar á< la mesa, volvió admirar al rededor , y vio un gato, vr
le mandó que le ochase agua en las manos ; y porqne nada ie
esto hacia le dijo^ «Pues qué,, don felón y traidor > ¿nohas vi&->*
to> lO' que hice con el. dogO' porque no me ha obedecido?. Si tar-
das^ un. momento-, juro^que te trataré como á él. Y como el ga?
tonO' hubiese obedecido > se levantó, leeógió por las patas, lo
arrojó contra la muralla, y le^hízo pedazos. * .^
. Y asi. furioso y enardeeido- haciendo gestos de rabia ,, volvió,
á sentarse & la mesa mirando* a todas. partes. YT la muger que
. esto, le VK^ia hacer , creyó que estaba loco y no decia nada. Des-;
pues de haber registrado bien , vio que habia un caballo en su
casa, y no tenia mas que aquel, y le dijo enfurecido qué ré"
ochase agua efíiasi manos , y el caballo no lo hizo. Y. viendo..
Qsto le dijo:.i(Pae& qué,,don caballo,. ¿creéis acaso que porquejí
no, tenga otro, caballo qxie vps ,. os dejaré salvo si no haceiit ,Io«
que mpndof Os daré la misma muerte que á los otros* y no
habrá cosa, viviente en el. mundo, con la que noxhaga lo mismo^
si al punto ñame obedece. Él caballo se estuvo quedo, y vien*<
da q.uo 4io le obedecía , fué á él le cortó la cabeza , y con la man;'
yor rahja que podía mostrar»,, le despedazó.. Y cuando la mu-.-
ger ri&qiie mataba el único. caballo que. tenia, se impresionó.!
de que po. se chanceaba,, y se apoderó de ella un miedo .tan.:
gfandc que no sabia sá estaba muerta ó viva. 1,
y él' siempre furioso , .volvió á la mesa , Jurando que si- en:!
su.casa hubiese mil caballos , hombres ó mugeres , que le diea^:;
obedeciesen ;. á* todos los malaria; y se sentó >; y se puao á mírj..|
tlTBftATtllA. 107
Tara todas psii^tes colocando en la cintura «u ensangrentada eé-
-pada; y viendo que no había mas cosa Tivicnte que su mugcr^
'la miró enfurecido, y teniendo la 'espada desnuda en la manó,
la dijo Heno de rabia : «Levantaos , y derramadme agua en las
manos." Y la muger que no esperaba otra cosa que ser despe-
'dazada, se levantó corriendo y le echó agua eQ las manos. Én-
'toHces le dijo : (cAh cuantas gracias doy á Dios porque hayáis
"hecho lo que he mandado ; porque ^ino , y por lo que me han
indignado esos locos , hubiera hecho con vos h) que con ellos."
£n «eguída la mandó que le diese de cenar-) y lo ejecutó; y era
tal el tono con que le hablaba , que c4la ya se fíg-uraba que su
<^aboza estaba rodando por el suelde Y en toda la noche ella no
iiabló , pero hizo cuanto él la ordené. Y al cabo de algún tiem*
fo le dijo : «Con la rabia que he tenido no |medo dormir'; aho-
ra tened cuidado de que nadie me despierte y preparadme un
buen guisado patra comer.'' Al amanecer llegaron los padres y
parientes á la puerta) y como nadie hablaba , temían que el no-
"vio estuviese muerto ó herido. Y cuando al través de la puer-
ta vieron á la novia y no al novio , todavía temieron mas. Y
cuando la mu^cr los vio á la puerta , se acercó paso á ^aso y
temblando, y les dijo : «traidores, ^ué hacéis? /Cómo os átre*
veis á venir á mi pnerta y á poneros % hablar.^"Callad, porque
si nó, vos, yo y todos somos muertos.^' Y cuando tos otros oye*
ron esto quedaron muy admirados ; y cuando supieron lo que
habia pasado la noche anterior , elogiaron mucho al joven ^r
haber sabido hacer lo que le convenia y por castigar también
su casa. Y desde ese dia la muget permaneció sumisa y pasa*
ron una vida muy feliz. Y de allí á algunos dias, d suegro qui-
se hacer como el yerno y también mató "su caballo ; pero su mu-
g^r le dijo: «A fe mia, Don fulano, que es acordáis demasía*
do tarde; nosotros ya nos cenocemosí" (1). Durante ellargo reí-
fHlmamumtm^lmmmtmmmmmmm^immmmimmmm^mm «MMMMMBHi^a^BflM
^' (I) Entre los mantiSGrílos Aratics de la bíbüefeca Rral se
lit deseobrerio rccientemGnIe ana obra imnortante de la misma
época. Es un poema ñe José que carece del nombre de so antor^
escrito en E-spañol pero eoii caracteres trabes. Esto parece qué'
túé un estilo introducido bajo el reinado de Alfonso X , cuan*
do. se tradujo en Árabe la ságrtídá escritura ^ para la infttrtic-^
108 ESTUDIOS SdBRB LA ESPAÑA.
nado de Juan II (d« 1407 á 1454) que apcsar de sos desgracias
intentó imitar á Alfonso X ; la Espada hizo, algunos esfuerzos
felices para dispertar de su letargo : desde cuyo tiempo se pue-
(^c empezar á contar la segunda época de la lileratURi^l^paáo-
la , comprendida entre el. reinado de Juan , y el da Garios Y^
£ntonces iosi juegos florales introducidos en Aragón , el gusfo
de algunos principes ^ Id consideración y la utilidad afectas al
arte de loa Irobadores, en fin, el conocimiento de los libros djs
la antigüedad concurrieron á reanimar el movimiento inteiec-
tual. En la Corte de Castilla la manía de versificar se había fie-
cho tan general >. que se ajustaban en verso las divisas*, los ade-^
rozos , los disfraces, y entre los poetas cortesanos habia justai
de inferno. No obstante^ esa segunda época propiamente hablan-
do no era mas que transitoria. Los- Españoles , qjie dos siglos
antes instruian en el lenguage,\en la ciencia y en la poesía, al
resto de la Europa*, son. alcanzados. por los Ir anceses^,. quedan
postergados á los Italianos, y no volvcráli á ocupar sapuosto^
.sino después de los grandes- aconteeimicntes de Isabel y de Gar-
los y, en ese siglo fértil en admirables ingenios , no menos que
en guenreros^ célebres ,. llamado justamente poc ellos con orgu^
lio su siglo de oro. V *
, Dos hombres , maestro > uno. y el otro discípuFo ^hechos al mo-
mento dos amigos inseparablescdominaa.ese pequeño.cielolite-
^ioa de los cristianos andaluces-, porque* en el Escorial esistcn
muchos manuscrito» de ese tlcNifio ,^ que oíreeen la\ii|¡s|na sin*
gularidad;. Veto después svecdió lo contrario-' no conservando
ya los> Moriscos mas que una memoria tradicional dé su. ley^
eserí bie ron el Alcorán, cou earactere». Españ ales. . Casi r¡ halló
ese poema dé Jiksé , pef o no reconociendo^ la lengua Española
bajo los caracteres Árabes , creyó que era obra de algún poeta
del Asia , escrita en un diñlcctoqae ignoraba* Yo he Icido toa-
dlas de sus eiitrofas en la versión á qne había. diitlo principio un
joven y sabio oriental M. Creus. Es facilfeconott^r tanto en el
lenguage cotnaéu'cLrltmo^. que es la^oiiarteta con una inisnm
rima, que- eap.pikeina per icueccá la. época. del Arcjiíi^reste i^e Hi-
ta, j es decir ^ al figlo.XIÍV* Y.sivc^ lue eqiiivocp , será uno de
los mas preciosoa monumentos de b antigua literatura Ei^pauola.
1
LITERATURA. 109
«Bsiay. al que dio' SU nombre el Bey D. Juan; D. Enrique' de
' Vlllena y eLmarqués^déSantilláaa. AmboSy^medítüdorc&lihres y
at^TÍdos» reveladores. dc^ sus. pensamientos-, caminaron mas. alia
de sa siglo > despreciando vulgares creencias, y di^Yándose, de$r
de- la alturau de la ciencia á la de la filiMMifía. ViUcna por cuyas
Tenas corría la sangre de los reyes de Aragón, era tíapor afi^
nidad del Bey de Castilla , cuya eirconistancia le puso durante
sa YÍda.. ÍL cubierto dé los golpes de la inquisición , perd no
poda salfar ni su memoria ni sus. obras.. Estaba acusado de he-
chiiperóv lo mismo q(ue todo» lo& hombres eminentes entregados
ai estudia de las ciencias. Guanda en 1434 íalleció casi de ire-r
pente, el Rey su: sobrina dispuso que iodos sus nuinerosqis ma-
nuscritos se entregasen á un lal fray Lopc^ de Barricntús^ jps-«
psecie de censor puesto por el Santa Ofíció. Bien, fuese por pe-
reza y ó bien por una celosa ceguedad r esc religioso en ycz^ de
leerlos los arroja al fuego (1)» Nicolás Antonio cita entre esas
obras, tan fatalmente' aniquiladas, un poema de \o$ TráSajoá je
Mírcúles y uh tratado ti(u>{adpu¿ra¡/a ciencia ó arte de trobár. San^
tillaoa que sobrevivid 24 anoSi á su amigo , y que en su elogio
compuso^ una magmdca canción fúneUíre , escribió una obra de^
inoral titulada el doctrinal de privadvs\ como si se digera elcd^
wismQ dé los^ favoritos: ^ con motivo del trágico fin del Cóhdes-
table Alvaro, de Luna. También di&&lu2,para la instiutcidn del
heredero de la Coronav déspuesde Enrique }S\A¿icéfitiloquip ó
eomptlaciondc cien máiiimas morales y poli ticas , cada una de las
ciial^ estaba comprendida en ocho ve sos coi'tos : por ultimo, ,
d^r orden del Bey xxndí cotnfíilaeión de) rov^.rbiio9y (los réfrane».
depilados por mandado del Rey D> Jw a) no ti«^''*»tados por el,-
sioa d^ aquellos qne dicen las^ viejas- alada del fmgo. I '>s Espa-*.
üdl^s. iadquinefon do los Árabes lá cost imbte dé proverbiar , eñy.
|:i?ei loS' cuales, era muy familiar el ler^uage parabótico^Nobay^
• I
(i) ,1 Es don Enriqtre \ seiror de V¡lie«a ,
' Hoirrá deEt^patña- é del «iglapffMciite.
Pérdiá 08 rr-119 lihros'/sí» ser conos4!fdoi»|
' 'YoMoo eo éxcquíibi te fueron da. liiC|;o '
«I.» •• »V. metí dea eik- ávido ., ftiegcov 1. ..« .
. ) '«'.'! .(JSANDEJIfEirAJ . •
15
« «
/
1 10 ESTUDIOS 80BM8 LA ESPAÑA
nación que no nsc con frecuencia eses oráculos popularos Ihma*
dos por Quevedo Evangelios chicos ; pero los Españoles esceden
Á todas tanto por la original delicadeza y como por la antigüe*
dad y el número de sus rofranes. La colección de ellos publica^
da por D. Juan de Iriartc á mediados del siglo anterior ^ con-'
tiene mas de 20000.
£i marqués de Santillana fué el que introdujo en la Cór«*
te del Rey de Castilla > el poeta Juan de Mena^ á quien selí-^
songeó sobrenaüera llamándole el Ennio Español Con ese pbnH
poi»o^tituIo se desprecia á los poetas que le han preeedido , j
se intenta hacer datar de él la poesia castellana. Pero ya fuese
por haber aparecido mas tarde , ya por haber sido autor de una
obra mas grande por razón del objeto y de los desenlaces , ja
porque hallé una prosodia mas perfecta , Juan de Mena no se
ha mostrado Tcrdaderamente superior , ni al Arcipreste de Hi-*
ta , ni aun á Gonzalo de Borceo. Su obra principal titulada el
laberinto conocida mas bien por las trescientas coplas^ es un poe*'
ma alegórico por el estilo del de Dante. El autor, después de un-
eslenso preámbulo , se supone descarriado en el laoerinto de*
las cosas humanas. Encuentra una muger sumamente! hermosa
que se ofrece á seryírlc de guia ; es la Providencia , la que lo
esplica el mecanismo del universo , le muestra las tres grandes
ruedas de la fortuna , compuestas cada una de siete circuios,
emblema de los siete planetas, cuya iniluencia preside el des*
tino de los hombres. De esas tres ruedas , las dos de los estre-»
mos permanecen inmóbiles-, mientras que la del medio está eu
continuo- moTÍento« y la última se halla ademas rodeada de un
denso rapor que no permite distinguir ios objetos. Esas rueda» '
son lo pasado , lo presente y lo futuro. Con este motivo se e»- •
fuerza en prodigar alabanzas á sus prolectores y obsequios jt
sus contemporáneos. Aqui está quiza el verdadero secreto d^t
gran séquito de esc poema, porque esceptuando lo selecto de al--
gunos fragmentos como la muerte ieX conde déTHebla, ó lá^ía*
Alonso Davalos , abunda en pesadez y presuntuosidad , caro-
ciendo también de finura y de una verdadera elevación. Sin em*
bargo , Juan de Mena ha hecho un verdadero servicio á la li-
teratura de su pais, introduciendo, ó quizá creando el verso de
doce sílabas llamado de arte mayor, muy superior por su cor-
te elegante al pesado alejandrino de los antiguos poetas. El rey
UTEBATUKA. 111
H. ium f qoem qao agrcsase á su poema otras 65 estrofat,
Íara qfue su náiDcro faese igual á el de los dias dek aña Peta
lian de Meaa murió el aüo de 145& sin dejar compuestas tnsm
que 24.
Al laberinto le ha cabida^ poes > I» suerfe de las obras qué se
^tienden mas allá de la esfcta eoiiHiD 9 y forman época en la
historia del arte* Se ba reimpreso muchas yeees, na seryido
DO pocas de modelo r J cast cuanta tantos comentadores coino
la Divina comedia , entre otros el ilustre Brócense. Al último
del siglo XY se Y¡6 aparecer un poeta menos ambicioso por la
naturaleza de sus composiciones t que Juan de Mena ; pero do-
tado de una imaginación mas* feliz, de un gusto mas seguro, 7
que llama partíeularmeote la ateneioot por su facilidad embele-
sadora 7 llena de donaire. Ese poeta fué Juan de la Encina que
cmpu&ó el cetro literario durante todo^ el reinado delosBeyei
Católicos. AI ejemplo agregó el precepto ; Joan de la Encina es
d autor de una arte poética (arte de trohar) la primera que ha
parecido en lengua Española ^ pues» que la de Yillena pereció
con los otros supuestos libros mágicos del hechicero , y sirvió
igualmente de punto de partida al ejemplar poético de Juan de
fe Cueva , y de los consejos en ptosadel retórico Pinciano. En-
cina 9 como se verá en el capítulo siguiente, ayudó eficazmente con
la representación de sus églogas* dialogadas á hacer la trasla-
ción del drama de la Iglesia al teatro ; pero sobresalió con es-
pecialidad en las poesías sueltas llamadas letrillas y eantarcilloe
de las que le habían dejado ejemplos dignos de imitación el
marqués de SantíUana y Jorge Manrique. En ese género gra- ^
cíoso en el que la espresion debe ser sencilla cerno el pensamien-
to , y el verso tan vivo como fácil , ninguno de los poetas pos*
teriores ha vencido á Juan de la Encina ; y todavía se citan co-
mo modelos algunas composición^ ^uvas verdaderamente popu-
lares , que sí no se hubiesen escrito hubieran podido muy bien
recogerse de la memoria do sus contemporáueos (1)» La prosa
(I) Para presentar mía muestra de la.poesfc Española á nl^
timos lid siglo XV y inscrtiffc alguna» eslroJÉMi de ana ktriUa de
Joan de b Encina.
t '
'í
i 12 ESTUDIOS SOBBB LA ESPAÑA.
siguió los prop[rcsos de la poesia , y sin producir tampoco
obras superiores á las do la primera época , mejoró^ lo
mcnos'lá forma y se convirtió en una lengua. mas manejan
ble 9 mas sonora, mas rica en cspresíones j mas graciosa.
Cflénido Hernaiuio del Pulgar Cronista de los reyes Católicos, pu-
blicalia ^us elarot Barones de Castilla ostentaba en su obra un
lenguaü^ , si no un estilo , inucho mas adelantado, mucho mas
perfecto , nó solamente que el de la crónica' de .Alfonso el sá«-
Mas Tale trocar
Placer por dolores
Qae estar sin amores.
Donde es grádescido
Es ddlce el morir ;
Vivir en olvido
Aquel no es vivir :
Mejor es sufrir
Pasión y dolores
Que estar sin amores.
Es villa perdida
Vivir sin amarf
Y mas es qae vida
Saberla emplear:
Mejor es penar
' Sufriendo dolores
Que estai^ sin amores*
Amor que no |ieoa
No pida placer ,
Que ya lo condeois
Su poco querer.
Mejor es perder
Placer por dolores
Que tsiar sin amores-
- VJ
1
lio , dada4 Iva ma» de dos siglos ,áiite&^^sÍM ^que el it la ii^:
termedíatria <é(2 Podro. López de^ Ayaía ^ 'que «Q ^tapdeció^xm .
su sutoria 'de P.tdro d Cruel (Cnofíti;é\ del xMey. b.JiedrQJ^
La<l0B^4iá 6n fin estaba bastante formada -¡para que el.liütiianis4>
ta Antonio de.Ncbrija creyese poder con^gBSMr en ella las reglas
a Qjaias er ;una Granukica fÁríe de grtí^iica CaeíeUanal%vÁ .
edieéá la :RiHna Isabel. oHc qoérido» diee^^ el;prefacio^t oOf .
locar ia primefra piedra, y h^oerporunestra lengua lo. que Ze^ ,
non bizo por la Griega y Orates por la latina ;.. los. cuales «auiiT
jque TénqidQspor los que ban iQ8círitO;áespueS'^^tuyicíron alo me-
nos la misi]¡ia gloria que n0sotr<^,,de ser.los priiHerosin^ca^
^tore^/de una: obra tan oeéíssaria*" ," j ,. - ^ . > : 1 _.
Antes de penetrar en la tercera época )de la UteratujiiaiEspáfT
&)lávcQPvicne.dar una idea de especie. 4e«coHipost(^da;pbéf«
tica 9 que sin pertenecer especialm^te á mnguna de las tres, prit ,
meras fépocas « es. en cierto .modo una cadena ^^omuM 4^® 1^ .
abraca .y.;reuñeVbatbÍo de los romances. Kl romance! , que ba.tc^
mado-'suoíiómbr.e del nómfape mnasód^Üa lengua. tuigar, es la
verdadera poesía nacional de E$paña. En la nattiraleza y forma
diB escrs' romances , sin duda se echa de Ver qti^^n Imitados de
los AYsAyes ) péroien cuanto á-los' QbJGtos> pensmiiei^los , imá-
genea^ prosodia y por lUtímo» en cuanta áuU>&dhr0rsos pt^i^
aimteotos de 'ejeeuoiw pitado es original i 4odo Esp^ol. ,{|ll püÍii
mero.ile ; |ibmancés.«es. Ua considerable qile UiSr tastos, cokncQÍp^
nes en que b$úé:ililerén}«^s: tí talos se baa ^necogido^i «fttim #M|I
distantes Jc haber agotado ei^e tesoro común ; y a pesar de eso los
mas eruditos no podrán designa ol aiit^.^'iWSQlo romance
antígiio.^ No es ni un poeta , ni ima .fafúlia;) ni lina isociedad ó
generación de poetas quien barootnpu^o €k|i>.fnt(íúfiud de pie^
zas amonleuadas en los ronaaneeroí 9 fiíiio^la npcjoiivi^ntera. Los
romances se hicieron durante el invierno en los ratos de velas
y^^m ^\ y&t^ño en lo» asientos dov^^^ra KMradtr^d:uci]t4H»}P<^
sia. popular ^éntre([iir con tnasiaclliiád á I9 (fajipionlos-p.pev^
tos dé/.los yiejotl* Nois^.esc^ihkNai^ pero satP¿l$nu.iimverMlV9<^9tt
^t^^ftenlan^atas^aitehiyó^^lieWmía^ lo^ bQ94>]^
qpe ^n sU;iiifailciá;lo9.adquitÍ9»<4^^ ,
madura tos rdbvtan:^^ sus .hijos* . ; ;.. ,, .i- ... ^.v^^ m*. -9
No deja de presentarse bastante dificuUtfd para desigiu»^l%fg|¡
•ha del origen de los rouiaota«|.:} b>«&M.tasiyi¿|^ ^\^"
lli ESTUDIOS SOBBB L4 WSPMSm
póUr la reiMta antig^üedad que generalmente se tés alfibnf \
Algunos quieren suponer orne su naciraíento date de hada me-
4iados del siglo XU , e» decir , desde la época dd poema del
€idr y Qo poeo antes de ias Iroíot Prareniales» Pero basta fi-
jar la atención en el lengoage y ritma de los anlíffiíos roman-
eoS', para que se venga en cooocimienle de qwt alo ásenos, en
«n actual estado, son muy interiores á esa época del niacimieQ'*
to de las lenguas y de la» literateras Tul^aies. Entonces no m
conocía mas prosodia que laa composiciones poéticas de los
Ardbe» cuyos Tersos teman todos una misma rima r ajustadas i
laa coarletas en el sigb siguiente^ y conserpadas mas de 200 afioi
bajo esa nuera forma. Asi es que, ni en el rommneero del Cid,
ni en el general , ni en colecdon alguna de esta especie» ^po-
drí kallar un solo romanee escrito en monorima regular, To*
dos están uniformemente en rima ofotimtfs y algunos eu eonso-^
nanle(l). Esa^ sola circunstancia bastaría para probar que sos
de la segunda época. Tomás Sánchez tampoco m insertado ro^
Monee a%uno oq su eoleedon (2)> y k primera que de ellos
*p«
' (I) Se llama eonaonante la rime eompleta, la que está bf
mada con aílabas semejantes, como en nuestros tersos^ v en ios
que be citado basta abora ; y rime ajetianie una simple eufimiM
que rcMiha del ese de las mismas veealea en las des áltimas sí*
Mks ét cada segundo reno» Y asi en esta cuarteta
' ' ■ ■ ■ • .
t«as «ubes eolaplaaodo
El oseoro y alio ciele
ta débtilas octtllaba»
9e estrellas j de luceros ,
' \ • • ■« * -
ka focales mooaales son é y o. Se necesita estar dotado de fa<-
dá la deitcadesa dé oído de les pueblos meridionalca, y tener lo*
da la nceofoaciaii de soe lenguas para comprender con falieldllnl
cáa rima incompleta enyó embeleso coneiste prineipalmenüeén
la eonlioeidad de en repetición, Xa misÉiá asonancia debe ien
efecto estar sostenida en todo un romanee ^ cu todo el eáafilco de
({> P^imlM anteiiores al sigto X V.
' rrr«ÁTimA. : ^ ^ íífi
se litzo 9 la ée Fernando del Castillo^ «sddirig]oX¥I. Siútm^
hárfo 9 los pirtidams de la remota antigüedad de las poesías
nainonales , ^sfdican la ciréanátancia de la rima nwnante de tin
modo á lo menos' ingenioso. Los^príaieros rúmane^i dicen « se-
- ban compuesto tn rimoi del mismo mbdo f tte los eániicos áú
Alfonso X y de Berc^. Pero cuando llegó & ser moda la. a90^
nante antes de haberse recogido en los Ubros de los anlignoa
romances rimados , todos se han traducido en ese nucro ritmo
por el mismo trabajo popular que sirvió para su primitíTaconw
|>osicion. Esta esplicacion la fortifica el testimonio de Juan de
a Encina , quien al anunciarla adopción de la rima asonante pa»->
ra los romanees , dice : «/ aun los cbl Itenipe viejo m van por
verdaderos consonantes"
La numerosa familia délos romances se divide en muchos gé-
neros. Los mas antiguos se llaman hisíirpcos (romanees histort'^
eos) ; contienen las historias tradicionales del Gid j de Bernar-
do del Carpió ) lo que podria llamarse los siglos heroicos de £»*-
Eaña. Son unas especies de rapsodias que se recñaban y cantab-
an en Castilla , como las de Homero en la Grecia, 7 quizá no
ha faltado mas que un Pisistrato para formar con la reunión in«
. teligente de esos cánticos populares, una Iliáda Española. Cuan-
yáo algún tiempo después los hidalgos de la Corte de Juan II
asistieron á las fiestas caballerescas de Granada^ 7 sobre todo
cuando los Revés Católicos' estableciercm su Corte eü la^Alfaam-
bra conquistada, entonces habiendo oand>iádo el romoneé de ob-
jeto 7 de estilo , cambió .también de nombre 7 se llamé :inom-
co (romances moriscos.) En vez de anliguas tsadieioaes .nacio-
nales , se recitaba la pompa do los torneos 7' las aventuras de
la galantería. Sus héroes. 7a no fueron Espafioles sino Árabes,
No fué tan fuerte ni tan natural , per» aoquirió. im» donaire,
mejor tono 7 mayor adorno. Posteriormente*, después de las eglo*
gas de Garcilaso , de Jauregui 7 de Montemayor , el rémaneg
también dejó la lanza de las hatállas^ y el bastón de las justas,
para tomar el cayado. Se hiiso pastoral y esxkió romanees pasto^
riles. Esa fué su decadencia , despues' de la cual-, solo le faltaba
ir á parar á las licenciosas bofoitadas de los Quevedos y de los
Góngoras* El romance se convirtió por un momento en burles-
co f y esa fué su tercera y úUima trasfertnacion* '
Apesar de la suma dificultad que ofrece la eversión de toda
116 ESTUDIOS BOBXR ÍULKPASjl
f6tÁÍA.y tbirespoeiálidad la popular* veteo ¡Dd&pénsáble líiícev
n dn ali^iíiios fragtxtáktos para que sd* pueda Venir cu conocí-»
' miento de lanaturaláa 'y Wma del romance;. Para manifestar
al* ñiismo tiempo la' diferencia de los géneros y- elegiré dos ob-*
jetos aitáiogoa' tanto eil los A«iill¿rtc¿»' como eu> los moviseósi ^
desafio* délrCidn el del Moro JVir/v;:'£i primera es uno/de\kA
mas.aíiligaos qizese han recojido :'
» : * <
I i ir
DESAFIO DEL. GI&.
«i> -i -"f
> '\
• <i
; «ifon es; de^ sesudos hbmés
;' >^ Ní^xle 'iufauErads^ de pro.
Facer denuesto á; un iidalgo
' -. 4^uo es tbhiidc^ mas- que' tos..
'•'Non^l^s;faertiés. barraganes!^
•^ ' DibL Tiícsé !ardidr tan¿ feroz
Prueban "^cón' hoiñés* ansianoiii
El sú juTenit forór;.
f '.' < ' ' Non> sóuf -biiefias» üéeinríasv
-» i V Que Ibs honwso.de Leou • '
-n -FleranLén cL - rostro á. un yícjoi
l' !' ^Y m el pecho á. un infiazon».
í' .5 • 'Gctidácrigás. que «era! mi padré ' . ' ;
- 'r9)eilAin:C!al^!0: sucesor,. . , •
- '! í ' ' Y <qiie nó' súBénJos tuerto^
^ V u «Xjtevqüe han-db' bneirásr hlasoii«s' • . i:
- >i A.'i/Masi oMnfl vos áúrcYJsteis;
K rr jktun: hoíney.quie'^olo; Dios f.
,' ^f^ -1 £i<nidé 74^ >su -fiJD'g. /puede n
Saeer^aquésto^ «tro? ncllif < .
^ -I^v^ui'iK^le feri^ublasteí^ . ' -^ .' ' .
•vix /^'Góñ*'nube''fde)deshjbnor ;i !» ^ - r : ;'
,^ > ;Hás yo*désfai*é!'ila/rae&fe>
^v^ w'-@ue eia mi tfuertaf liiidel soL '. ^ '
^ • Qde^ilar ^itgre-r-dmpeci^dé:
' 1 Ihneha^ 4;iie fincia ^n la bohor^ . ' ' ^ . • iti
' ' i ' ThaJde ser ,-si bion' me lemtort,
Con sangré delr^lbeoboh .... i i •. , . , .
:.'j.i -Lar^iieBar (2ondft'tÍPm9¿ :-:.. '' :"" 1 ■/-. .' "i* iu. .^'\
La será; pues su furoi: , ; : í '*
Qs moyid á desag.uiíBlidQr
Príyandovos de raz^q^ . / . .
Mano, ea mi padre pusisteÍ9i
Delante el rey con furor ;. • .
Guidá que lo. denodaftfteís >.- .
Y que soy su. fip. |0»
Mal fecho ficisCeís^ Conde «,
Yo voSl reto de. traidor i.
Y catad sí vos aCfendoj* •
Si me causareis, payart.; : ,
Diego Laínez me i$2qy> . .*• ,
Biea cendrada eui 9fVk iprjsol / . ^
Yo probaré ea vos» miff.fiiefzas;
Y ea yoesa mala inieocibní . *
Non Yos valdrá el. ardimieata
De mañero. iidiaé(ir> . . ,, . i
PueSi para me combatii?
Traiga mi espada y. .Iroton/*; .
AquestO' al Conde Ibnaao^ ;»
Dixo et buen Ci4 oaiMeador »
Que después por sus lacadas
Este nombre. naejKiSOÍó..
Dióle la muectei y. Tengase;
La cabeza le cortó , ; . . -i ..
Y con ella ante su padKt^ . ;
Contento, se afinojó. ./ !
' ■ •. ' . ' . j
DESAFIO. D^ TARFÉ, ■ ■ f ■'
«Si tienes el corazón», . ¡I
Zaide, como la arrogancia: i> r '■ " : i'
Y á medida de las «oanoft .
Dejas Yofar las palaSras ;. ! i < ;'
Si ea la Y^a escaiaamsas.^ • ' - *. ¿
Como entre las damas, tablas»' *'
Y en el: cayallO' reyocüiriBS ^. . ^. ^ í
£1 cuerpo > como en las zambras^
Si. eres tan diestro en la'gpMirra
16
1Í8 88TUDI0S gOBMB lA lESPáÑl^
Como -en pasear la ptaxa^ -
Y como á fiestas te «aplicas »
Te aplicas á las bataílas;
Si como el galaa oniato
Usas la lucida malla ,
Y oíes el son de la trompa
•Como el son de la dulzaina ;
Si como «en el regocijo
Tiras gallardo las cañas ,
£n el campo al enemigo
Le atropellas y maltratas^ '
Si respondes en presencia,
Como en ausencia (e alabas;
«Sal á ver si te defiendes
Como «n el Alhambra agráVias*
Y si no osas salir solo>
Como lo está el que te aguarda ,
Algunos de tus amigos
Para que te ayuden saca,
i^ue los buenos cayalleroi
No en palacio ni entre damaé
Se aprovechan de lá lengua.
Que es dond« las manos callan;
Tero aqui que hablan las mailoS ,
Ten, y verás como habla
Eljque delante cíel rey
Por su respeto callaba/'
Esto el Moro Tarfe escribe
Con tanta cóler» y irabia '
One donde pone la pluma
El delgado papel rasga, r
Y llamando á un pago sayo.
Le dijo: «Vete al Aftambra,
Y en secreto al Moro Zaidé
Dá de mi parte esttf carta ;
Y dirásle que le^M^ro
Donde las corrientes ^giias
Del cristalino Gepil
Al Generalife beflian/' I
\^ JL
. La tefeera época literaria de Esj^ña se aBrí», coiho hfrimc*
ra, ea medio d^^^andes acoaiecimieotos , de estrcpilosos sace*
sos , de pariloinéstica y de gloria esterior. Las coronas de Ara^
goA y Gastilb st^ balnaa unido con el enlace de íos Beyes Ga«
lólicos , y el keredero ée ambo» reinaba em toda la Pcnínsala»
4 esc^pcion de Portugal , que no tardó en ser una Provincia de
la Monarquía. Granada había sucumbido^ y los últimos desceiH>
dientes de los coiiquistadores Árabes, bechos viplentamaite cris^
lianos , espiaban su pasada grandeza en la vergüenza y miso^
rias de ua lioage envilecido» En 6n , él B«ievo mundo estaba des»
i(ubi<»lo ^ Cof'tés podia decir á Carlos V que le babia conquisa
lado mas terreno oel que le habían d^do sus antepasados, y el
sol siempre se hallaba sobre, el horizonte & los dominios del
Key de España. Despiies del glorioso, pero inútil esfuerza de
los comuneros , los Españoles, aceptaron el despotismo Austria-»
co. Despojados de sus antiguas libertades , olvidaban la esciavi*
lud de (a patria en las espedieion^ oulitares de Flandes,. Italia.
¡' África, en sus arriesgados viages,por medio de las grandes
adías , y pu fin eou la cultura de las artes y de Las letras. £ 1
movimiento era general..; y la España conquistando con-laplu;^.
ma y con la espada su influencia y su gloria > estendia 4 la yes>
en los dos mundos su lengua y sus armas^
SÍQr embargo, et carácter original y distintivo de su lercora
época literaria fué todavía una imitación : naya indigcna y do-
méstica p como en cierto modo. la de los Árabes , en la prime-^
ra; sino enteramente exóctica y cxtrangcra, pues esta vez la
inutacion fué de tos Italtan^s, ¿os primcrosf Españoles eoa9u->
cidos á; Ñápeles , Roma, Florencia y Yonecia,, por los aconte-^
cimientos politices , se embastaron con razón de esas, deliciosas.
Emesias de Dattte , Petrarcia y de BocacK>»quese podlaii apren-t
rsín neccfidad de leer sus obras, porque el pueblo recitaba
eu las plazas: públicas lo nías selecto de sus fragmentos. Des-
l^ues de su regreso , repitieren á. sus compatriotas esas canción
nes estrangeras ,. que en una bngua gemela parcciaii hermanaá>
¿l^ las suyas; las tradujei^oii y. después las imitaron» Toma-i
ron de l<>s ItaliaiM>s lo substaatiaí y la fori^ia r los argumentos.
y. los' ritoios poéticos r loa divar^os géneros de literatura „ y las-
distintas} especia de prosodia. Él poeta Boscano que al princi-^
pid emprendidia car reirá militar « y que fué después preceptor:
Í20 ISSTÜDIOSI SOBM tA SSPANA.
del famoiso Duque ^de Alba v ha sido el primef o qnélia intrata-*
oído en Espina el «jemplo estran^ero y su postizo gUMo. En él
•corío poema de Hérti y Leandro ; ^ñ i&& odas, esíncioifl^s 9 sone^
tos , madrigales:; en fin eti las mtmerosas poesías sueltan dehese
Malherbe Español que falleció %f año de 1343 ;^se halla la óe^
tara 4 la ^sextilhi , el terceto y lodos los metros ItalitmíOft^ qué
iio^dejarcm de esperirneiitar alguna resistencia en £}^{^a en don*
dé á los noradoai'es se les llamaba Pi^arjut^la* 9 y Cristóbal ^
Gastiiiejo> g^fe de los aeusadc^es de esos; reos de ieseí^prosoidiá»
les echaba en eara el qae hubiesen introducidduii cistua^ en la
poesia nacional^ 'Como Lotero en la Iglesia. Pero' des{$ttes> dé
Boscano , ^iaroiteso adoptó los ritmos icalianov^ ^ d^sde^enláfi^
tonces de ágenos que eran , se tonvirlieroii en propié^ddelá
Eoesia castellana. Laprofó^ ló mismo qué la poe^a^ íaé tám-^
ien tributaria y copiada de los Itaüanos; SuTánte un largo- pe¿
riodo, loa Españoles, éñtre quienes se engrandeció y' desáirr^
lió la novela^ se limitáronla tradtfcit los liceneí(MSds cuentos del
Decameron y de los imitadores de Bocacio': por Id que* déciá
Cervantes en el pritMoj^o de sus noí>úas,.. aY soy^el primerea ^úé
se ba iottiado ^\ trabajo de escribii^ novelas én E#paftél ^pór^
que las numerosas que circulan impírésas en nuestra lengua sotl
todas traducidas del estrangero. Estas son mias^nó imitadas ni
Tobadab ; ^ las he compuestei j mi pluma lais saca á luz.''
- Ya que hemos llegado al siglo^e wo ¿e In Mterafurd Espá.^
ñola cuando después dé haberse íÚtiúBáo íucésiydiiieiite h Ien--'
gua 'y se ha sentado por ultimó bajd lá* pluma de eséfitores cé^
lebres , 'euandó se han establecido y reeoñoddo ké reglas déiáí
Srámática y de la prosodia > cuando están igualmente ^ffüflliya-A^
os cuantos estilos ofrecen la poesia y la pfrosa ^ delbé dé^enér^
me y camlnall^ dé método. En^ Té¿ de obrar como faistcTríado^^^
d^o próeedet cómo critico ^ y de uira cróüiéa biíCéir 'tin eiá*-'
men; Én vez dé hacer espre^toii de los hombres, ^'épocas á^
quienes perteneéen los ensayos ^ los iSestnibrimientd^ , los pró^
grésos de la lengxiá y delá liteiratura^ y eletarme en fin por.
grados cronológicos ^e época' en* época ; y dé uno én btíro au-^ '
tor, ^después de haber llegado ya a ln cunibrerdéfto detener-'
_ LITEEATURá. ^ 121
me, estender la vista'. 7' 9(^iAl'lBiiAiii«ée}atara delasprodac-
cioires de la inteligencia , pasar de lt>9ÍD£TÍdno8 alas especies,
j del orden de las fechas i'al ' denlas malerias.
En la iilcratura Española , el teatro es el pnmero qac'se pre-
centa^^PérO iúcntn-q'a&ie traite de élen uOd historia «parte, t
■unqae' basta afaóra-tk he descuidada) de nrl<eii(ó;mé ocupara de
«lia éni et capftalo sí^üitttite. Voj pneSáiratífrdA los piros T»f
mÓB dé esa literatura , que pora imiyor bUridad' dividiré deídé
hiego en las dos' «lases príacilátes , ' poesia y prtfs» -, éjecatandó
despodlassnlidÍTiBiones'ilíiiBtes.''- ■:• ■ '' ■ '''
(PARTE SEGÜAíDA.)
poesía,
Pwma DüAetie^. La poesia didicUcii es sin ^spata^ la par^
fe débS de la literatura Eqiailola. No hay que bascar en ella esas
issirepitoaas produeeioiies que han inmortaliiado á los Popé y
& los Boiléaa y apenas suministraría ui^ competidor á Delifleí
^ín ei|ibar(p3|.no nan dejado de practicarse hoíirosos^Bnsayos ett
este género y cuya Taita dé m^ito no la constllaye alo menos
el número de aqudlos.
Desde Juan de la Cuera que publicó al principio del siglo XVI
en su ejemplar poético unos preceptos sobre el arte de escri-»
bír , hasta D. Tomás de iriartc que cosopuso á últimos del si-
glo XYIII un poema sobre la música , la España contó ocho com»
posiciones didácticas , cuando no de primer teden > notables á
lo menos por algunos, géneros de belleza ; tales como Diamm i
d arte de la eaxa de D. Nicolás Fernandez de Moratin ; hs eia*
des id Hombre de Fray Diego Gonsalez &c. A este número se
podrían agregar algunas cartas de los dos hermanos deLeonav-
do Argensola , que por su materia y estilo , son unos Terdade»
ros poemas didácticos. La mas antigua de estas obras » la de la
Cueva 9 merece que se haga'de elta'üái honorífica mención : á pe-
sar de la poca estension y ejLáctitud de la mayor parte de las
reg^s que sienta , á pesar |le la, falta de método y de la ineor—
reccion de plan , son dignóle atabraz» algunos pasagcs, de una
delicadeza y de una gracia tiffilb mas singulares, cuanto que
eligió el mas embarazoso de los ritmos , los tercetos ó estrofas
de tres yersos encadenadas entre ú con rimas cruzadas. Recuer-
do la ingeniosa y original eomparacion que hace do los plagia--
rios con una esponja eiid^dHda en agna (1)» La obra de este gó*
(I) El qve ...... «
•«»• de ágenos trabajos se aproTeeha ,
Hace lo qne la esponja en agna cebada ^
Qne lomada en k mano si se estrecha y
nété ifke iBdailablemelite obCeiidria la palmt , «i bnUese poli-
llo terminarla su autor , es el poema de la jinhura de D. Pablo
;:^de Géq[)edes, el caal faé como Migael Angela ^ntor» estat-
fot t poeta, j cpiíso utilistar esa feliz armonía dé sils dones Da-
tárales \ para ensellar con su pluma el trabajo de su pincel (1).
Pero desff raciadflmente , no ba podido acdliar ese poema , del qjiie
no ba dejado mas que algunos fragmentos. Céspedes te eontem^
pl|id^ tn objeto desde un punto de vista elevade^, 7 ló trataba
rué una manera igualmente supertor. ¥ dsí, cuando al tratafr'dé
los diversos instrumentos de la jpiñtprá y del dibujo, se ocupa
de la tinta , una inteligente y natural transición le eonducé á
'mostrar al pensamiento bumano siriireyiTicñdo, por medio de
ese firágil intérprete , á los imperios , á las ciudades y á todas
las grandes empresas humanas ; y esa feliz idea te ba suminis*
trado las mas elevadas inspiraciones poéticas. Su cuadro de las
grandes ruinas de Babilonia , Troya , Atenas y Boma de que su<^
cesivamente sé ba cubierto la tierra , es de una magestad dig*
na del objeto. Es demasiado largo para que pueda insertarlo aqui»
pero copiaré con preferencia a las dlemas , una sola estrofa, eú
la que se manifiesta de qué modo Homero ba becbo ininortal á
-A^les \ esta est^ofe es muy preciosa en el original : .
Nd creo qué otro fuese el sacro fio
Que al vencedor Aquiles y ligero
Le bizo el cuerpo con fatal roció
Impenetrable al homicida acero ,
Que aquella trompa y sonoroso brio
Del claro verso del eterno Homero 9
Que viviendo en la boca de la gente f .
' ^ Ataja de los siglos la eorriente.
' sin embargo, con un poema' bosquejadoy oíros imperfecteé
. Da el Kamor propio qpe tenia cogido, . ,. . . ;
Sin dar cosa , annque di , de su cosecha.
(I) ' Un pintor francés del siglo XVII, Alfonso Dufresnoy^^
también ba compaesto on poema en latin acarea de la pinfuray
i|íie Cñ el dia wt lialla enteramente olvidado. -
l^JL ESTÜBIOa. SfOWNbUL ESPAÑA.
.|%'.££|p9&4' f^l^cift' ¿6^:Ud^ obro '<&l4ctkAv@ ^eA^
tll^süqje^ide la fiose^ se haenciuc'^do muy recientéiaettte de He-
.Hacv^e Itueqo ^p la Üte6^ltra(detSup0tiúa}silart^jN»f]^^^^
-J^ Oit^^ipa^^ dQ:iai}ui.,^<alat|te m ella wn puealaque baata aboi^
.i» esMo yacilon jNite^trjp^ BoílanUiM» su ingeniosa .^í^créeioa,
tifD lüiS^ Íji(rcMlacidQ. :eL órd^ eo laaoocdinacíoa algodiBsprdQ^
Jinda ^ l^c0$:ta4'lo^'Füane$>,. flL^^r JM^cün^d^ la B<)^«í9
tfiimt¥f dtó de l!»&i«<»jorafr introdiuiida/s «otel úUiípítit ingenia ^fi^if*
•l^a-iiaei^^ar su; poema coii. majotc solide]! ;^ y tomaüdei pofíjniiir
4«los áL:ipi|;f(^bres aote^nfiados ^. ao^.pMtaüi^o^iaf lo« , mvü ¡igiib
j^cg$ulüb«,, 'Se.apodjNrá ¡de s«s .máxínia&;d4s4^l9Liidola&' jil; cat^^r
t^r de^v w lepgiuii f de.saj|ia€Íoa,..para oÍKef^er á la &^pa im
pfiúdig^ foétícot.Soro.'^^ qo< ealamojs, ^ü aquel ti^mpo^ eu,: qfie.ise
xreia que ^p; U.leotUr,|i de; alguiiiNK4ñMios ei«iiuiies ^ y. coa^M
^ alguifó^iwáxiiQaSiigeMnde^ seh^dquimlafittficiefl^eiosArucí*
jc|op«{P^r,.mAicb0 ifmm.'^üa^^M^ e^esá$e> con aemejauti^ l(x^
i^<|ae$,,j[aiQ9Ís S6<]ba'apnefidido>cosa.2Ígüna; pUes se:?p^rie€eBá
.^^ b$yes^ |il)4|^fK^, quf^ a«a susceptibles^ de muy d£rért^£|. «Ir
ilerpfiptacíoBls^ fi^^»flífí9¿ion or^iuamaft debaten df»)lo%q<i#
pe e¥Ítau/co¥i ,sii «iií$t^aaa¿>£a.44i ai2t|JiaUda4^,cl4(^$QWiíi(rm09
libre y majs ieedig«u|§>: «a^e I«| tisab^Sif eJlctfal^p$pra vnfÑJptr
se en una muUitud de^ sendas que pacecea obstruidas por aque-
llas. Gónsidecad<^^^|S^-est^c puAfa de;:?]s|a'> e| spo^l&a del señor
Martínez de«la Ros^ *1^: toinadx^.dQmaM^f>d^í^g)^^
lo que Terdaderami^e.pcirtieBece'.aLBU^IXO-sonil^^^
tas conque lo aumentó» JSsa^ potap^ladesBiutipi^^l lo comeiv-
tan , son las pie:^jui|tí^tjiya^ a ea^^lW il^f^^Ua ü^a la erudi-*
eion de un sábiq ia})p]m$0u ^|i ia,sa^*jS^idacl.d|^>t]la discreto
critico; en ellas* .se. bailan la^s Yerd&^Leira^ie^^Í9nci|}.deLarté, es
decir, los sólidos prcce^itos apoyabas eu.mm^epf^aof y selectos
ejemplos > aclarados con una luminosa discusión. £1 texto del
personal" del autor > pero las notas para utilidad general « y me
a u\llí¿u subi emancj r a ^eír el trabajo der que* en: estbmumeutviue
ocupo. •**»''"; *■ • ^'''í *^''" ' ' ' . i' •' ■' • -'I
Poema Epicif^ .{^..epopeya: 16 mf^mo que Ifi didásatica , tam-
P9^X3ha)el¿]iiadQrcir. Espada á la altura de los.gr^ndQspo^mají
d^ I^ ant^giifl^^ .ui ^ ha. puesto, al nivel de los que posf^ lay
dos lenguas bermana«!.a62la.suy^^ £1 Taso y e| Q^iuoefi^ B9 ^#^
UTERATimA. i 25
Ibnido' iguales. Pero la España , sin embargo de haber sido ren-
dda en esa carrera v tiene á lo menos el honor de haber dispu«
tado el premio; y ademas la incontestablegloria de haberla em-*
prendido antes que todos sus rivales- Nó están sepultados en el
oU'ido el poema del Cid , que saliiVá luz á mediados del si-
glo XII, /verdadera maravilla para aquella época ; ni jos reli-
giosos de Bercéo^ni el Alejandro y el Fenian González de Lo*
renzoqae ha ilustrado los primeros 50 años del siglo XIII. Es
verdad que esas obras ,. mas preciosasu por su antigüedad que por
StU mérito > apenas son. en la actualidad ma$. que unas curiosi-
dades que hay que abandonar á la Arqueología poética- Pero en
aquella época ¿-cuáles eran l^s riquezas literarias. que poseia el
resto del planeta que habitamos ?. Cuando nacieron las literatu-
ras, modernas , la España que ya había precedido á las otras nar-
ciones en la. carrera de las ciencias , también consiguió.hacerse
Siuperior á ellas por el número de sus producciones literarias.
En menos de un siglo aparecieron. en su suelo la Araucana de
Ercilla ; el Bernardo de Balbuena ;,lsí Ausiriada de Bufo; la
conquista de la B ética de Juan de la Cueva ; el Monserrat de
Yírués ;;lá Jerusaten Conquistada y la Circe de Lope de Vega,
con. otras varias aunque no de tanto, mérito. De todos esos poe*^
mas» solo la Araucana ha llevado su nombre alas naciones es^
trangeras , en las que ha dejado una célebre memoria , y la pre«
ferencia de esa composición sobre las otras se halla justifica-
da por la opinión de los Españoles. Hay que olvidar, pues, to-
dos losdemas , y elegir ese para representar la epopeya Españo*
la. Yollaíre , que la colocaba entre las grandes composiciones
épicas ,, le ha dedicado un examen especial en su discurso de
ibtroduoion á la Henrriada. Desgraciadamente para el honor del
poema, ,j^ para el de el ilustrecrítico, Voltaireenmcdiodesus
conocimientos universales , carecía de el de el idioma castellaa
no. No viendo con sus propios ojos , ha caiio en algunos erro-
res bastante graves , lo que eximirá de la acusación de audaz
Íde sacrilego al que se atreviere á impugnar el elogio que ha
echo> deiuna obra sin mas examen que la noticia ó relaeioti
de otros. '
. En esa singular y gloriosa época , en la que increíbles acon-
tecimientos, señalando la conquista y el descubrimiento dé un
nuevo mundo 9 parecían resucitar los tiempos heroicos ; uú jó^
12Q ESTUDIOS ' SOBBB LA-ESPAÑA^
Ten Español , impelido por el dc&yario común, ya á participar
de los peligros de una lejana espedícion, y forma «1 designio de
perpetuar su. memoria en otra litada ; tal es la historia de la
iiraucana. D. Alfonso de ErciUa , «á la edad de 22 años , ser-
TÍa en el ejército que conquistó el A rauco , pequeña y montuo-
sa provincia del reino de. Chile , á un pueblo todayia salyage,
pero belicoso , y aun bastante práctico en el arte de la guerra
£ara tener un cuerpo de caballería que oponer á los Españoles.
In los mismos sitios y durante la espedicion, fué donde ha es-
crito su poeñía» .cuyo teatro eran esos mismos lugares, y el ar-
gumento la misma espedieion : por lo que pudp apropiarse con
exactitud el quorum para malina fuii
Pisada en csta-tierra no han pisado
Que no haya por mis pies sido medida ,
Golpe ni cuchillada no se ha dado
«Que no dij^a de quien es la herida.
(canto 12.)
Una circunstancia tan rara y tan preciosa debia embellecer de
un modo grandioso su composición ; -debia naturalmente facili-
tar abundantes pensamientos para la descripción de los lugar-es,
para la relación de los acontecimientos , y sugerir ideas para di-
yersidad é interés de todos los pormenores. Pero también d^ia
perjudicar al conjunto » al plan, á la marcha, en donde en efec-
to existen las principales imperfecciones de esa hermosa obra.
£1 autor , mas historiador que poeta ^ mas afecto á la yerdad
3ue rá la invencíoa , y disponiendo 4a ejecución de su trabajo
espues de la acción, no ha podido diseñar anticipadamente el
JjosqHcjo del cuadro, ni trazar un plan épico. El ataque, la de-
fensa y yictoria con todas sus peripecias , hé aquí la materia,
sin mas coordinación que el orden ae los hechos ; hablando pues
con propiedad , se puede decir que la Araucana no es tanto una
epopeya , como una relación en yerso , como un boletin poéti-
co. De hai un defecto sensible cual es el carecer de un Aqui-
les, de un Baneaud , de un Yasco de Gama , quiero decir que no
hay en ella personificación alguna de un partido, y de un inte-
.rés nacional. Dos pueblos enteros son los que se hallan en esce-
jia ; de ese modo se divide la atención entre demasiados obje-
LITERATURA. 127
tos; y diinterés, que no se fija particularmente en algnn pcN
sonagc ,. se debilita con la división. En fin , se puede decir que
la verdad por lo común tan preciosa y bella , es la única causa
de los defectos deErcilla^y en el conjunto de su obra produ^
ee un efecto raro , una especie de mentira que igualmente con-
Tiene notar. Los Españoles vencedores son necesariamente los
héroes del poema y^ en cuyo honor se compuso , y sin embargo
toda la gloria y todo-el mtcré» es para Its yencidos indianos^;
quienes seatraen la simpatía del lector del mismo modo que la
piedad y la admiración ael poeta. Los Españoles no tienen mas
cualidades que la valentía en los combates ,, y la perseverancia
en los trabajos;, también están manchados con todos los escesos de
una sórdida avaricia y de una crueldad sanguinaria. Los indianos
al contrario , no menos yalientes, no menos constantes, aunque
desprovistos de instrumentos , y careciendo de los conocimien-
tos de la ciencia de la- guerra r resplandece en ellos la defensa
de una causa justa ,. y todas-las virtudes de un pueblo libre , que
defiende sus campos, sus hogares, sus Dioses, los huesos de sus
padre» y la cuna de sus hijos. También se hallan esclusivamen-
te revestidos de todo cuanto el poema tiene de grande, de no-
ble, de generoso y de patético. Gaupolican- el gefe yaliente de
los guerreros , Colocólo el mas discreto de los ancianos , Lau-
taro y su joven esposa Guacolda ; Rengo , Tucapel y Orocupo-
Uo p son mil veces superites á todos los aventureros Europeos,
por quienes son despojados y asesinados* No parece sino que los
Españoles ,. lo mismo que la sombra de un cuadro , no sirven
sino para dar« mayor realce á las bellas figuras desús enemigos.
Ese contraste es seguramente mas conforme á*la naturaleza de las*
cosas ; se vé que el poeta , cediendo á las impresiones que le im-->
ponen los acontecimientos en su marcha sucesiva , se separa bas-^
tante del objeto que se habia propuesto al principio. Anuncia
que cantará el feliz éxita de una noble empresa , y concluye
haciendo aborrecer la victoria. Esto es caer en una especie de
contradicción consigo mismo , es. olvidar el carácter distintivo
do la epopeya r para presentar, en. su< obra el mas especial atrí*
huto de la tragedia.
Acerca de la ejecución, también- se pueden notar algunos de-^
fectos de gravedad cometidos por Ercilla. Ocupándose de un ob*
jeto contemporáneo y ¿ qué necesidad^ tenia de la md^ina foiti^ •
N
128 ESTUDIOS SOBUB LA £SPANA
ca, de csns cvocacioues de sombras^ de la aparición de csosx^s^
piritus , de esa invención del cielo y del infierno^ y de toda esa
, fantasmagoría que solo es adaptable.á las ^historias Iradiciona-
:lcs , y propia de las naciones en el estado de la infancia? ¿Me-
rece acaso aprobación el que mezcle en los acontecimientos de
América la relación de la batalla de Lcpanto y la^del asalto de
San Quintin? No se puede disculpar su autor ni -con el medio
m^ágico de que se vale para usar de esas digresiones ^-ni con las
bellezas que las adornan, ni con el deseo de adular á Felipe II
y á su nación. Tampoco se le pueden perdonar otra multitad de
ellas agenas.dcl objeto, y que no están enlazadas con bastante
destreza , tal como la historia de Dido , referida con demasia-
da proligidad á sus compañeros en una marcha militar. Su abun»
cia degenera generalmente en demasiada estension , y su estilo
frecuentemente, hinchado, se convierte tal cuál vez -en flojo y tri-
vial. Pero ¿quien se admirará de que no sea perfecto el pri-
mer trabajo emprendido por .un joven que escribía en octavas
iXin poma de 34 cantos, solo en los cortos momeiitos de reposo
que le dejaba el intervalo de los combates , y que , perseguido
por la desgracia y abrumado de miseria (suma mtVena según lo
dice él mismo) no ha podido dar la liltima mano á esas inspi*
raciones de los campos , ni aun ultimar su obra que estuvo al-
gún tiempo sin concluir ? ün tal D. Diego Santisteban y Oso-
rio fué el que s.e encargó de ensartar atolondradamente en ella
una conclusión i que no corresponde al resto de la obra.
Las imperfecciones, que acabo de mencionar están indemniza-
das con tantas y tan diversas bellezas , que la Araw^ana no so-
lo es acreedora á la alta reputación de que goza en todas las na-
ciones, -sino que en mi concepto merece ocupar un lugar mas
elevado i5n la opinión de los literatos , y entre las grandes pro-
ducciones del entendimiento humano. El autor de la Henrriada
ya manifestó (no me atrevo á verter esta proposición sino des-
Sues de haberlo hecho él) que en ciertos pasages habia escedi-
á Homero, y quepor ejemplo el anciano Colocólo apaciguan-
do la contienda de los Caziques , era superior á Néstor entre
los gefes Griegos. También hubiera podido conocer que esc mis-
mo anciano se ha visto precisado á calmar rivales irritaciones,
y que sin volver á repetir lo que ya habia dicho, ostenta igual
elocuencia en tres ocasiones. Hubiera podido conocer que en su
UTERATUHA. 129
modo de espresarse y en sus accíoncs^d Gazigue de los Gaziques
Gaupolicañ , es mas grande que Agamenón el jRey de los Reyes
que siempre aconseja el partido mas tímido, y jamás se arries-
ga en las peleas. Hubiera en fin podido conocer 9 que Ercílla
puede revindicar la misma gloria para todos los discursos que
abraza su poema, y que en ciertos trozos dramáticos no hay
quien le haya aventajado , ni aun el mismo Homero. Yéase lá
-energía salvaje que pone en boca de un gefe indiano, prisione-
ro de los Españoles , y condenado por los mismos á que se le
corten sus manos , para enviarlo después en aquél estado entré
los suyos.
... Y con desden y menos precio de ello ,
Alargó la cabeza y tendió el cueHo^
Diciendo así : «Segad esa garganta
Siempre sedienta de la sangre vuestra ,
Que no temo la muerte , ni me espanta
Vuestra amenaza y rigurosa muestra ;
Y la importancia y pérdida no es tanta
Que haga falta la cortada diestra ;
Pues quedan otras muchas esforzadas
Que saben manejar bien las espadas.
Y si pensáis sacar algún provecho
De no llegar mi vida al £n postrero ,
Aquí pues moriré á Tuestro despecho ;
Que si queréis que viva , yo no quiero. •
AI fin iré algún tanto satisfecho
de que á vuestro pesar alegre muero ;
Que quiero por mi muerte desplaóeros,
Pues solo en eso puedo ya ofenderos.
(Canto 22.)
Podría citar una multitud de pasages , y de arengas entera»
del mismo estilo nervioso y del mismo efecto. Con numeroso»
ejemplos podría demostrar la riqueza de las descripciones , ya
risueñas como el palacio de Armido y la isla encantada dé Ga-^
i
130 ESTUDIOS SOBEE LA ESPAÑA J
moens «, ya sublimes como los incendios y las tempestades'; tam-
bién podría citar la exactitud ó la originalidad de las comparai»
ciones , la yigorosa pintura de los caracteres , tan bien desen-
vueltos como sostenidos ; la delicadeza de tiernos ó afectuosos
sentimientos; el fuega del combate y la infinita yaricdad de las
batallas. Pero me lo impiden los estrechos limites del. plan de esta
obra. Contentémonos, pues, con rendir ua justo homenage al nom-
bre de Ercilla,. y eon deplorar c^ue las desgracias de una mise--
rabie y agitada tida, y que un falleci{piento demasiado prema-
turo » imposibilitasen a un ingenio tan sublime de valerse del au^
xilio d'e la reflccsioü, y de las- luces de un entendimiento jui-
cioso, para ofrecer á su patria y al mundo entero el estfaordi^
nario presente de un poema acabado.
Se dice que Homei'O descansaba de los trabajos de la Iliada
de la Odisea cantando en la Batracomiomáquia la guerra de
os ratones y de las ranas; después, esas parodias de la epope-
ya se han colocado ea la misma clase de las composiciones épi-
cas. La España también ha dado esc ejemplo á los modernos. En
la narración que precede á este examen hemos visto al malig-
no é ingenioso autor conocido por el Arcipreste de Hita hacer
el primer ensaya del poema burlesco celebrando la encarniza-
da guerra que todos los años se hacen D. Carnabal y D.* Cua-
resma , el cual es una de las composiciones mas estravagantes
y curiosas de la edad media , tan preciosa para el estudio de las
costumbres > como para el del arte. Muchos poemas de la mis-
ma especie salieron sucesivamente á luz , después de este pri-
mer modelo. Los. mas conocidos son la Gatomaquia (riña de los
gatos), obra del universal Lope de Vega, sin embargo de ha-
berse publicado bajo el supuesto nombre del licenciado Tomó
de Burguillos; y la ilfosgu^ck de YíUaviciosa, Este último el mas
regular y perfectp dé todos, es la guerra de las hormigas y. de
las moscas. Nada mas sencillo que la marcha seguida por;el poe-
ta. En medio de^un magnífico torneo dado por el Rey de las mos«
cas en su capital, una subdita trae la noticia del armamento;
se prepara el ataque ; se reúnen los aliados ; parte el ejército,
y halla al enemigo en estado de defensa ; se empeña una guer-
ra tenaz , la victoria es dudosa por mucho tiempo , pero al .fin
vencen las hormigas , y con la muerte del general mosca, que
es el Aquilea del poema ,.se termina este. Con dificultad se com- ^
LITraATUHA. 131
prende como ha podido suministrar materia para doce can-
tos muy cstensos un argumento tan sencillo. Pero la imagina-
ción del poeta , singularmente fecunda , halló recursos para sos-
tener largo tiempo la acción j el interés , y la habitual rique^
za de la poesía hace que se olvide la frivolidad del objeto de
que se trata. Por otra parte , en ese poema , que peca por abu-
so de una erudición pedantesca , hay muchas digresiones , tales
como el paso del sol por la eclíptica (canto 3.») , y la descrip-
ción del palacio de Júpiter (canto 9.o). También hay una mdf-
quina poética semipagana y semicrfstiana , Dioses y diablo^ , el
consejo del Olimpo , Pluton con Satanás , y las furias espar-
ciendo la discordia sobre la tierra, tanto mas ridiculas todas estas
cosas , cuanto que terminaron con picaduras de insectos. Segu-
ramente qne esto es la maza de Hércules para aplastar una pul-
ga. Sin embargo Villaviciosa sobresale en la pintura de los ca-
racteres y pasiones de sus pequeños personages. Sanguileon , rey
de las moscas , es valiente en el combate , pero débil en el go-
bierno ; Sicaborón , gefe del ejército, es fogoso y temerario co-
mo los héroes ; Grancstor , rey de las hormigas , une la pru-
dencia al valor , y su aliado Mosquifuro , ostenta todos los ar-
dides de un entendimiento diestro y cauteloso. La última esce-
na del drama está llena de movimiento. Las hormigas se retiran
con sus aliados al esqueleto de una cabeza de buey , defendidas
por unas telas de araña. Las moscas dan un asalto generala esa
plaza fuerte , y son rechazadas después de largos esfuerzos. Pero
Sicaberon incapaz de huir queda solo en el combate. Puesto de
espaldas contra una muralla, rodeado de muertos y cubierto de
8:!ngre , resiste á todo el ejército enemigo que todavía tiembla
á su presencia. Por último cien hormigas se reúnen para levan-
tar sobre su cabeza una haba y le sepultan bajo esa enorme ma-
sa. Villaviciosa escribió la Mosquea en su juventud (al princi-
pio del siglo XYII) y es la única obra que ha dejado, ¿as nu-
nierosas bellezas que contiene hacen sentir que este poeta no ha-
ya consagrado sus desvelos á objetos mas dignos de su talento.
Después de un largo silencio , la musa épica de España , ha
vuelto á levantar su voz. Lo que el señor Martínez de la Ro-
sa ejecutaba en beneficioMel poema didáctico , otro célebre pros-
cripto, D. Ángel Saavedra, duque de Rivas, lo hacia por la
epopeya. Su obra también ha sido concebida en el destierro , y
132 ESTUDIOS SQBBE LA ESPAÑA,.
p uesta en.eJQCUCÍon durante las emigraciones de Sicilia á Male-
ta y de Londres á París. Su título es:.£/. moro esposíto^&.Cór"
do va y Burgos en el siglo X. Elargumento^^nqucnaluralmen-
te se describe lá^ España Árabe y. la Cristiana , está tomado de
la tradición popular de los siete infantes.de Lava. En el' siglo
anterior , Saavedra hubiera llamado á su. obra un poema de do-
ce cantos; en la actualidad ,, tiene la feliz o<^,urr.encia do llamar-
lo una leyenda en doce romances 9 ^ en efecto >. es una. novela
poética vá la manera de aquellas cuyos modelos nos han dado
el Ariosto y Walter — Seott* La de Saavedra ^ que sus compa-
triotas creen digna de poder figurar entre Rolando furioso , y
La Dama del Lag^o , escede á las de sus antepasados , por una
importante yent^ja en la fbrma^.Su ritmo no es la octava italiana
tan monótona y complicada,, sino la. cuarteta desenvuelta en el
corte,, y sin percibirse en la relacioUr Su verso no es el Alejan-
drino , frío y pomposo^ erguido como la declamación trágica; ^si-
no el sencillo asonante , suelto y fluido «tan propio para la narra-
ción, como para el dialogo familiar de la comedia.£se poema ó le^
yenda peca por las proporciones que son un poco cortas, por la
falta de enlace en los hechos, de variedad en los episodios , y de
grandeza en los caracteres y en los sentimientos. La introducción
es embarazosa y frío el desenlace. Pero 6n una parte de esa le-
yenda ,: se eleva el poeta á una altura quiza desconocida hasta
entonces en su lengua, y que pued« compararse con lo mas per-,
fecto que han producido las otras literaturas : hablo.de sus des-
cripciones. Las bodas del hijo de Almanzor en Córdova ; el se-
pulcro de su hermana , en donde el joven Mudarra mata «sin
conocerlo al padre de su amante Keríma;.la prisión del ancia«
no Lara ; su regreso al arruinado Castillo de Salas; los remor-
dimientos de su enemigo Ruy-Yelazquez , maldecido por un
Santo Anacoreta > y absuclto de todas sus culpas por el prior
dé un conventó, en cambio de babctlc hecho donación de to-
dos sus bienes; en fin el singular combate en el que perece Ve-
lázquez bajo los golpes de Mudarra, hijo reconocido de Lara y
de la hermana de Almanzor , son pinturas magnificas.y perfec-'
tas. También es digna de elogiarse en ese poema .una versifi- .
cacíon siempre amena y fácil apesar d^osobsláculos^delasle- .
yes de la asonancia que obligan al poeta á sostener su rima du^
rante todo un canto, y á variarla sin repetirla nunca en cada
. «UTEftATüm-iL; ' 138-
imo^d^ los.. 4^ qijbe .$é coaftpope (oda'U.oJ)ra.r Saa^cdra débia
E'ue^ cambiap dot^ veces, de rima asónaote ,. lo que es díficil con
is 'combinaciones de leinco vocales yVy sostoaercada una de ell^s
durante^, toda la. narración .coja^puesla deotníl á .mlLdóscieiltos
.versoB;- '-••'..'•
Pueda pírica. Comprenderé bajo esi^tUulo todo lo que q^
poesía sjin ser pptma ;4odo tuanto se escvibe^en verso desde la
oda hasta, eL madrigal t corriendo los. divetsosrgradois interme^
diarJoEi;. .: . - .
V (Masf y: Canciones; £n Ja rliteratura Espabolá ningun^^poeta
l»a^ necesitado bcul4adr..Iáf grandeza dd ibndob^ jo. la. modestia
•de. la iarmá » pdm -eíevo^tA»* taiman ^alMla^eidc-h adaéhai pa^
labra c^nrMn t)o tieoe^e^lllis€no.seotidQven^£spa&a^que.en Fraq:-
€Ía v»nOvSigai£óa una serierd0<:eoplasvéBÍazada¿^ entre si, J W^
api^pósílo -para bn^mear en tos poslires^e'tjiií c^n<ríteyjeoa|o las
inóio^de. los «itttiguQs^^g^^iosoSi'Jísfó paUInra tiene una acepción
úasfprairery vMkS lio^ble; ^y <»ianda á^mediados^d^l sígloXY.P» Jor-
ge Matím(j[ue!|^eséntabW)el ejciiiplondé.e^e g^D^volde^po^sÍA^s^
cribiendd «la bermdsa t^anctonsotoe! la muerte, de .su^ padre jt^l
Maestra D. Bodngo v nose reépeabá.ensus v«vs<)fi^)í^ la
alegría; ,doi un hijo- áin retígioatlstno^qtte ál controlo. esprp^^
btk tj¿ra«íBn«Qtí^ véu pc^a .y <to^ ; vit«iperaí(idai á Ja milert(^ « jr
jodnfiaq^o santaiiM^e en^ su. salvación ::esoríbijá y o» fin «^ O^a
^legftieá. éSe ^eben .pues; n^nir esas do» espepies dexompos¡il?Í9r
Jieáry^tenf^mnlgaaxiadnii por t^s'.ppet^ qiue tolnan^íñdiMioitameii-
ik^o ti' oitrK^: tituló ipara rbtnladP sus obras.. ÍBl iiúm(^Q ¿q las
líricas >£spateLa& es coasidecaKll&vynLudKis de? eltlts^se han do-
rado^ acuantia lal tura, pueden tener Jas de su géneco; No esfá^r
.di apjreeiar;€on>e3i;actitlid', ni forunar un ]uícío>djsercto deun
poeta-lírico dfaspues^dc su.éppcar;'y« la «odaVes: quilla ^ de. todas
tas compo«€ÍoBes« i la . que^ présnatá ideas >-im«tgene^ ^y ibeUer-
»s. .lülas^consfiíltídii^les >. mbSfdéimodaiy porcia ^lismowas par
sageras. Los versados en la lengua grréga encuentran algu-
na tKfiraftad^ para eirtl^ á Ktidaro , y nusoü ' osrapLnia 9'"h3
ad|ú{fM4PS .ya «masi q«e:porJá- l^ra de.$H$; canoionjesc lásr.^ar-
U& y. sáttrí«i.4«^ Hóracfc . escrSas .conr í^lM^i.^- «fts UW'^^
m»Jim^Hi^iQdt^íi4sm<^mi^ mas r(jcar
]^jp y laradqMÍrí^r^ mas 9i9]^utဿoi» ::el nwwít IJsiRouse^U
appsar á^maa^ sm^ivo coi^omi^áneQ.ba perAíflo m^Vrf^fi^ f*^.
131 ESTUDIOS SO0n XA ESPAÑA*
Ta formar nn juicio exaeto de un -poeta ttrieo^ Üay tftie retro-.
ceder á su tiempo , adoptar las opiniones y «I gusto de aquella
época ; y sobre todo referirse al juicio de^uscontcinporancos.
El reador de la |oda Española , considerado generalmente
como el mas sobresaliente en ella, tanto por el mérito de sus
obras , como por el tiempo en que las escribió , y que bajo es-
te doble aspecto fué el modelo de ios poetas posteriores , es ei
religioso fray Luis Ponce de León, que nació en Granada el año
de 1527. Tenia unos conocimientos prodigiosos para aquella épo<»
€á , y rcunia el de las lenguas orientales , á los de la griega y
latina. Por haber pensado hacer una versión de los cánticos ape-
-sar de haberse prohibido por el Pontiflce la traducción de la Sa-
grada Escritura en lengua Tulgar, se le acusó do luteranismo,
y no se eximió de ser victima del tribuníal del Santo Oficio « sig-
ilo después de haber patodo cinco aftos en los calabozos de Ya^
iladolid (t). £1 ocio de esta larga prisión lo bico poeta. Nu-
-trido con los autores de la antigüeaad y particularmente con la
4ectura de Horacio, que continuamente estaba estudiando ^ to««
•mó de su poeta favorito la forma y el estilo de la oda.
' :Su principal mérito , como el del modelo que habia elegí-*
ido , coifisiste en hallar , sin salir de una dicción natural y pu«
ra, la fuerza^ la elevapion, la magostad; en hallar sin 6sfu(Hr^
*co y éspres«r sin afección , pensamientos profundos y grande»
-imágenes ; esto es , ser sublime con sencillez. Fray Luis de LeoiH
-es lo mi^mo que la mayor parte de los líricos, muy irréigular»
Tanto su pensamiento como su estilo , se hunden y so ApagaA
xuando carece de inspiración, Pero después de esos cortos ins-
tantes do desanido r vuelve á tomar su vuelo , deja la tierra y
•se eleva en un precioso y enérgico verso , hasta el entusiasma
Tanto por su astado como por su carácter, prefería- ^I género
moral al heroico. En aquel están escritas la mayor parte de sus
Tuejores odas , tales como la dirigida á Felipe nai2 y la titula*
mf^'mi^m^mmimi^mmnm
''' (1) ' Fray Luis de Leen era profesor d^ teolo¿fli«iiki Cñi*^
'Vérsidád 'de SaiamaDCa. Cuentan , que después de dé» iattéitup^
"filón deMéinco aSos, tá primera vez que tejólo en Stt«áteá^|>,'ail-^
^e un ifiraénso toncurso,^ después de su repoltéiotl!) eni^tóieom
estas profundas jf patéticas pajabnkst t^ Yó ú^dñék'Há¡/trJ.'*^\,
)'S
da* NacKé sienta* Sin embargo , la Biaa célebre, lá: ma<» popu-^
lar y en mí concapto la mas perfecta, está escrita en oL herói*
co ; la profecía del Tajo^ Horacio en la oda 15 del libro prime**
ro , ha supuesto que Neréo ^ yotviendo á encontrar á Paria re^
gresando do Argos ^ Tatioinaba al raptor de Elena las desgracias
que le acarrearía su falta, y laruina.de Troya. £1 poeta £&«
pafiol también supone ,.qjue estando el Rey D. Rodrigo, jugue-»
teamdo con sa querida,, la hija- seducida del conde D. Julián en
k orilla deL Tajo > el Dios defirió leyanta repentinamente su ca**
bezai sobre las agua» , y le presagia que los Árabes atcavesa^^
rain et estrecho , que desembarcarán en España ,» y que* en una
sola batalla quedará destruida la Monarqiiia Gtoda. Esa oda que
no contiene mas que 16 estrofas pequeñas , e& un modelo dq
buen gustó ,. de concisión » de brillantez , de pensamientos feli-
ees., y de una energía que siempre se ta aumentando.
De los discípulos de fray Luia.de Lepa», solo uno le ha ígua*
lado y aun* escedído ; D. Fernando. Herrera, natural de SeyíUa^
á quien los Españoles » pcódígoa en tributar alabanzas y apeUi-
daron* «í Divina , pero cuya memoria ». poco ha faltado para que
la^ sepultasen en el olrido^ Se- ignora, no solo la fecha de sa
nacimiento', sino también? la dé su muerte y hasta la masminii*
ma particularidad, de su Vida ;. la. mayor parte de sus obras que
uta a dar* á luz cuando fallecidirno le han sobreYÍYÍdo..lA> que de
ella» raíste > se halló ea fragmentos en laa.cartwas de ausami-^
gos. Herrera no ed menos.üo&le y elérado que fray Luis emeL
loBO ffeneral de sua obras , pero sus descripciones eatán maaeo^
somaaas y soa^mas floridas ;: sus ritmos son mas ricos y T^ria^
doa^ rá yersificación mas trabajada., mas sabia. Nadie ha aos-^
tenido eonlantaT facilidad én lá. lengua Españolai esa analogía
entre las palabras y hs imágenes , que se llama armonm iini'f
iatÍTa* Sa vensori. ya: so precipita impetkiofiamenle f ya se dilata
oon esfoeczo'ji: unas iieces^ es dulce ,. fiíídov j. melodioso ;; otrai
violc^tot, .cortado y cubierto.de asperezas. Á ei^s Yentajaa es**
terioKes;> é esa superioridad en. el imampntot poético , Henty;
ra ani6 ian^íeiD ciialidá(iés< íntimas,, esepefiales-i miéis tiene mas
fuerza j. audacia en'la^ ifúaginapion , mafr TÍTacidad en el 600^
timieBto<>xnia& dignidadVtoicl pénsamientb y mas vigor en^laesn-
presion. Imitador ordinario ;de los. antiguos sin: copiarlos^ jainát,
ie ha separada ab8ohitaijiieDie\dQ ¡ellos en.la pktíora del amon
:136 ESTUDIOS SOBBS 'LA BSPÁÑA.
en él, esesenliweiito naesusí luoifij&ieBto de losi sentidos., una
: ley ¿inhecente á . nuestra . con&liiiician * kñaiana ,^es una especio
de vTeligion eoleramente pura y ideal <y inucho mas pcÑética
Íero que en suitcfso degenera á menudo en una (ininteligi*-?
le metafisicá» muy lisiante de la naturaleza y. 'de la, verdad^
.Sus obras que con razón han sido mas ájiiaadidafif sonuna can^
€tcm;á.San Femando i otra á DJuJoan. deAu^tcia-ycneedor dq
los JÜariscos sublevados , un hími]io sobre la batalla de Lepan-*
to/y en donde.id |yo0iai.iomóv^n'estilo enteramente bíblico, par>
ra cantar esa gran yictoria^e la Europa .cristiana armada con-
tra el Asia musulmana 9. y una. oda elegiaca sobre laimierte del
Rey D. Sebastian de Portugal vgrandiosacomo el himnodéLern
panto , pero mas melancólica y patética.
:De;los otros. Úricos Españoles elque mas se aproxima áHer«»
rrera>«es Francisco de Btoja:, y<auni|ue sus cualidades solo iguar»
lan á lás^de^qaeL, su gustó es mas sólido, y quizá ocuparía el
primerpuesto si el número den^siado escaso, de.sustitutps li*
terarias no le imposibilítase; de poder suscitar competencia aU
guna. :Dc este poeta , toda^ia mas dcnsgraciado quo'su compatrio-»
ta Herrera en la conservación de sus obfasy no se ba recpgido
sino una odia; sncqneúmÁ liisruinas.déUálica, que.e&-eii!efr»<
ie género , el mas precioso trozo ^de la lengua Española*
. Para completar la lata, dé los^poetaslíricosf también bay qué.
hacer desde-Jnegoe^presimKyxlespaes.de'Biola , del universsA
Lope deTega, c«yo' nómbrense. halla entodo:j^énerode.poe8ia«
desde la epopeya hasta eL soneto ; ;pero:dbupaMo^iempre.el8eT
fundo jpucsto , genio incom^bL^tO' é inferior » -precisamente por?
«que e¿ 6 quiere ser genarai ,^d : cayo méri taños. ocuparemos
en tá histoda del teatro: tamÚén hay<[üé meifcioüar JiiFrian^
ciseó dieJa llorre, autor detalsuertedesconacid<viiuoipbrittBt
¿bú tiempo se ha sc>speébado^ue^~^ítoT Quoyedo hál^
lado una jparte de sus ciaras Jbaio' eLsufMieSto noBÍbre>de eso
autor ; .Mira de la Amescuac; Luis dé i6óagic)raT«l, religiosa
fray JDÍego González , Ig^**^ áHSv^iiotdo'fipay Ííihs deXaon;'en
fin en: et si00 pasado ^ con esa^e^ieéié de renaeifliienté qüetu^
vo la: literdtura Espáñáia^ después/ d» la.í^poca:delaaimitaoio^
ües estrangeras , D¡ Ignacio «de Luzan V'l^* .'Nicfdás^Foriiaiidét
Jforaim y. !p. José Vaca de Guámñy que) ambos lian:e8ÍQrítq
aeerca de una: n^snoa matetSa ^Ccañíé$ifiummdú «¿fAnfrieg^He?
Icndéz Yaldés/cpie entro otras oydasiit^ccNXÓ^ü esto' dos admira^;
Mes V una d las^estrellcís y. otra álaglariade lasarles ;'j e.R
nuestros dias D. dornas González^CarbájaL;) attlQTideiuna co^i-»-
pleta j magniftea paráfrasis denlos v^cdMiO».
Ademas de la oda héroiea ^y de la moral ^ faaj( otra de-una ter^
cera especie llamada anaereóúticavperbiCBta en España «se: com-
prende ab^oliítámentfe ^bajo da; poesia paVtiralar conoeida'por 1e^
irUla^ de la qoe tvaleiré mas adelantp.^Taiüpoeo quiero» habef
espoeialmeRcionr^e la ehgia^ nó. porque la literatura^Española
dojie de ser'bustante rica para crearle un género aparte >< sino
porquíe en realidad .no es mas^que unayaiíiaeibnide la.oda /y
porque tendría precisamente ^ue ivombrar Jqs ínismos' autora,'
' Efi mí concepto seria una ompresa4eméranras tandestrtirida
de fundamento V como de la<proba»ilidaddetin bucn^csito, ique*
rer presentar en distinto idioma j especiáloveiíto eupfeosai las
bellezas de la poesía iiriea / cuyo mérito bonsíste , no sólamentf
te ;en el' ritmo de unra estrofa , iS en él dórte de' un *T%rso^s¡nQ|
mucbas veces en-una j^alabra yto:la cdlocaéíon^deellavpor lo
^e mé guarda^ré muy bien de-fat%armeefaiuna tradttccienim^
posible :, para escftar la rísaidel iéctdr>eqn }ftTérsÍ0ndéloBfpoe«
tas descarnados ■por/mi^^r^i|cidosál estado de oní-T%rdaaéit)
esqueleto. 'Güairao me oícufíaba déla íbrrnacion, ensayos y pro^
gr^osde la lengua %sps&did , empezando idesde<sirnaóítnie»t0
jr fi^gúiendo sus 8esarrétIos;sueesi>ross hbstaí U«||faur á la adoles4¿
¿encía , bé vdebído íiitar gemptos ó intenjtar- ycirsioñes^Pero c^o^
rasque he llegado á sueaaB^madurav la ifvsemi^itáejeuálqaier
trozo ,'7 'con'>espe([SalidÍ5d r.toda^'trádíiN|c^ iJHccnnplct»^
pof 4el que debb^Temitir^al leotoir'á tos^mítdi-es loriginál^ (Ib
* Béro nó tetminar^ «Ma pdmbro^^^atificaíeiida^íieiaiyigénero^
-';ui V '1 * .• r.fA/ .". jf ).» í .;, II. •»'':: s i * jí>/" ■ I i-- ; '. :•' i^-.-.i :•.•}
-V.\ \:\\V,V\ !' ! 1J } . { ".> 1 ! '.. ' 'HJ"; \\\ Mj ' ) Í.I. >"Jji..i,) J M...{ ' i^ i- n ;
•1(1) Eíi «t^Pliriiéso EspaMI'deíQoi^tadif'éé Iráíhil^
los mas sélédlos fra^^metítos de':todos los poe ta» Esp añoles, des-
de la época de7nan FT, 'ba^átarmediáiTós del siglo aiiterlo'r. Tíos
ÍóeíiéeeesH^ d «p«itio dé ^M^iiiAfÍpÑfaf 'i> Ipaaifen
UpaSimfoéíkaáet^^ ití\mMnvuff\ eii la qncíclbaMlori ;c«n «di
|ls¿Giild9'coMdn|ímto iifve tenhí delaqika iébnMS^áMiuilé mM
ciiqiVQQpryt^cM' feUb ésito piiMaié»)ns¿s«rfi \m^^yp\
sentido y basta >la>foi«iii^dií los ^tn^de/susfíiai .mnij »{ j.¿r¿:>
138 ISTUDIO& fiOBKK LA ISPÁNA-
poesía t sin dedir algo de la lengua poélica > á lo menos de la
que posee la España.. Si no me equivoco hay en esa nación dos
especies de lengua poética. Una á la que se dá esc nombre ca
sentido general y absoluto , y os aquella cuyas palabras no en^
cierran mas que entonaciones dulces r pero siempre agradables
al oido, que se pronuncian ore rotundo ;. la que admile silabas
largas y m-eves', capaces de dar á los Tersos la medidái la cadencia
-y m armonía ; en fin. la que en nuestras prosodias modernas Sbct
cuita al poeta rimas abundantes,, bástanle sencillas para no iu^
comodar demasiado el desenlace del pensamiento- y ia exactitud
déla espriesion. Esa primera lengua poética 9 incontestablemente
perlcnece á la España. No hay idioma que ofrezca. sUabas mas
sotioras 9 y de. un enlace mas £éUz , frases ma& redondeadas , y
periodea masi armoniosos; la boca pronuncia sin esfuerso, y el
oMo recibe sin repugnancia todas las entonaciones de que se com^
ponen las palabras (.1 ).. No hay idioma que mas poder ten-¿
Sa ta ae<N»tuacioki ^ y en la melodía que resulta del descanso
e las silaba» largas y la rapidez do {am breves ; la rima 4am-«
poco es indispensable en la poesiá Espabola » la que admile yer?*
soS'fuelloslo mismo qjoe el Italiano^ el Inglés,.. el Latiu^ y el
Griego^ Eik fin> no' hi^y Idioma qne pos^a una colección juas rt-^
ca^ de consonantes, que .tenga mas iacUidad para hallar la ri-»
ma t sosteneirld i vatiarla y cruiar la coa felicidad ; la rima que
ayuda á la .memériaiarmismó tiempo que acaricia el oído, que
sostiene tespíraBdo al poeteí f. qoie le estimula , qué le^obliga 4
uoriooíttiiiud esruesrao» y le «ujuinistra quizá tantas ideasfcuan^
tas .tiene preci^ieienie qiié tematiOn yirtud desu sujeción ^la
rima ^qtie dá onaa fuerza á tas. imágenes 9 ma^.éstensioa a Ids p»^
ss^esy masi reelce^a loa peosamieñUie » de jBaodd.qaeMelasIttío
ha podido hacer la exacta é ingeniosa comparacioH de un'mís*
imTsenttta éspresímioncoir lar rima líS slir^^;'4'm^ ar-
i^fl^a "Con . omaí boadav^'.oo&iA'ittanoi'.en el peiaiecrrasei na
^m^^m^mmmmmmmmm,^ «ti
^•(i) Ha se farea^qoeJa jéis, e8aaapiiraei<MigalQr»li|einads.dfk
los AtabeSy .dMfigura la- leugfnt Espafioll. "No es duraenloft
kbtoaaciiBtümbiaAM iespvesdrla , y «afi siempre 4s.nigbeii Jas
dspreñ^M q^alaeontieaeii. il^eÚ^esinuebe'niaseoéffigicOi^otal
el latín útinam^ y qiiettQtiitrer:po)>ce!£(iil'#¿J)teli/I; , ¡ f cLí;.:s4
LltÉBÁTÜIIA. ÍÍ9
solo ^a tnas I^jos ^ sino que hiere cóti mas violencia* Para po-
der formar. una idea de lá riqueza y vatiedádde consonantes
que ofrece el idioma Español ^ en donde se podría creer qué
son como en el Italiano, mas sencillos que nutnerosós ; basta decir
que habiendo tenido D. Tomás de Iriarte la paciencia de oon-«
tar todas las rimas completas , es decir « todas las tcrminaeio-*
nes ^e palabras semejantes por el acento lo mismo qQe por la,
pronunciación silábica , halló cerca 3900.
' La segunda especie de lengua poética /llamada asi en un sen-
tido mas estricto , mas especial y simplemente comparativo, es
la que se distingue de la prosa por licencias, ó mejor dichos
por privilegios de que esta carece. A nosotros , que no pode^
mos lísongearnos de poseer plenamente la priinera / Des favila
absolutaihente la segunda. En el franeés hay una perfecta igual-^,
dad entre la prosa y la poesía ; se podría decir que anabases^
tan sometidas á reglas gramaticales , lo mismo ^e todas tas
clases de ciudadanos á la l«y. La poesia en Espafiía; ha guarda-
do su sublimidad de estilo; se ha eximido de las trabas grama^
ttcales ; no reconoce mas soberanía que la del gusto i y disfru-^
lando > bajo esta dócil superioridad^ de una indejiendencia quo
éon gusto llamaré enteramente feudal , deja solo i la prosa afec-
ta al terrazgo. ¿ Se quiere , por ejemplo , dar á un misino sus-
lántii^ muchas cualidades f Los adjetivos que las espresaa de^
ben estar reunidos por medio de conjunciones. Pero la poe^ta
dobla los adjetivos sin tomarse el. trabajo dé unirlos* En prosa
se dirá ¿qndónde está 'su blanca y delicada mano f'Y^
ta dice ¿en dónde está su blanca mano delicada i^ 1 ^
¿ Dó está su blanca mano delicada^?
Dice tambieff,^ ,. . , ■ ,
De los contrarios ñeros elementos
O bien :
ir todas sos Teiicidas gentes fieras *
O
- Sobre- deredbós cedros estendidos 'i>
>x:.
I it ^ 'J
lio ESTUDIOS > 9<^A£ . L4 ESPAÑA
Esa* ItcenciafrMio solo faciliUa la medida 4d.!^erso» «¡no que
también forman; tttia verdadera belleza poética ^peri» bajo la lo-
t«l¡genoia dé: q[ue permílen- presantar á layez y en un misino
]^anvlas.diyer»a&'C^alidad€&^de una misiva cosa. Xytínmr.gol^
pe de vista, se conqoe que el ciadro.tienQ el tallo reoto j lasara*
mas. entendidas.. Cs pues una felicidad, poder espcesar de e^
manera y á unimismo tiempo. el,pen4amiento.b¡\jo.este doble
aspecto..
./ doro el privilegió )qaema6i singularmente distingue á la pro^
sa de la poesía y que fotmá: verdaderamente una lengua poéti-
pa ed'la.éoñ)un 9 es. el dQ la im'^mon..^[o permita el cielo que
jfQ dé est& nombre- á e^as, arbitrarias; y e^prichoiMis. ttajusposi-
f)]Mcs^< producidas solorp^r elcaprícbo y iqpue. perjudican á la
claridad > sin aumentad el estiko ;. tomada en ; buena acepdon»
solo>e0tÁendo pQfiUve^on^, esa^ razonadas; y razonables tralis«»
posiciones. j fOO: son un; verdadero progr<0sowen la^intáiusv pojr-^
quesuMítuyeKalxirdengramüticaUa^ las palabras » el filosófico
de las ideas., Un b9d)itdate de Roma deoía en llaíia.:,t!i^ifiswH
cefimHus'^.pomue en Italia l^ priiUera^ cualidad que. se daba]^
conocer era laae cindad^o ; pbro en las demás provincias, del
Imperio que era Ja de tomaüo y déoia:. «romanía n«fii:ctt»s.'' Loa
Españoles poseen cásiló mismo que las lenguas muertasti y qui*
zá mas que; alguna^ de laS' vivas « ese .ptii^ilfegió de la iav^issioil^
enyo ftserto níe seria facilsosten^ con numerosos* ejémpl^. En
nbsequiíi de U. brevedad no presentaré mas que udo^p^noimd
parecé^qile 'íes sufioitoté para esplicbVi desuna* Vez lo que cmtien*
do por prívii«gÍl/9-,dje inversión ) y bastaf,d<^dé|iuedeest€nderw
lo la poesía EspanoIa..Francisco de Kioja empieza asi su oda á
lásrumas de Itálica:,' . ;• j . : I ¿f- " ,
«
• • •
Estos , t*abio ,/ ay dolor / que ves aborá
Campos de soleda(Í , mustio collado ,
Fueron un tiézDpo Itálica famosa; *'
Reflexione un momei^o^el lector en la' ingenio^: colocación
de esas palabras , y se convencerá que es imposible coló*
carias en un orden mas natural , y espresar con un afecto'mas
pintoresco las ideas que se: presentaban al l^qeUy eüSíMlando á
UTÉRATÜB A. . 141
sn amigo el lugar que ocupó la. Rtoia de Andalucía^ ( 1 )•
Égloga.. La moda de laspotesíarpaatoralesha pasado^com—
pletameiite. Eñ la actualidad ^ nadie puede haeéPTevívir Ta^AV--
cadia ; nadia puede eseribir. una égloga^ nh un t£ft7i¿;J^éix»)aaa
se leen, las dé. Téócritb y Virgilio , las del Tasso^y de^Géssner*
Se di&toiula el fondo,;T se ad-mira la forma que e& lá única par «-^
te del; arte que verdaderamente deja de ser pcrecedéraw^ Para
apreciar debidamente la pastoral E&{|aik>la , . esnecesarJó hacer-
lo bajéese mismo afecto de- tolerancia por la Bomildiad de lá^
maleria^r^y de^ieslimacion por la grandeza de la ejécosion. Qui'*'
zá nohay especie alguna de poesía sti la< que se preste mejor el'
carácter de la lengua , ninguna que le díspuUi}- la superioridad
numérica ni el mérito 4le las > obras, ninguna en fin, /que con'
mas . dignidad, pueda sostener la concurrencia ^ conf tod^s las póe^ -
sias estrangeras.^La égloga solo es propia de lo&clíinas^ teínj^la-^-
dos, de las-cálidas latitudes-, en donde se pasa una vida 'cam^^:
!)eslre,. en. donde los espesos^^ bosques v las fr^sca& praderías, yv
as aguas cristalinas son.dempre agradables, aun en lasdes^*
* eripciones. Tampo6ose* adaptá.masqueá los idiomas armeiúo4.
^s, en. los que iWgracta' y pompa de la poesiá pueden hacerél-*?
vidar la^peqjieñez del pensamiento. Por estas dos-razoneüdebiar
credér y. florecer la ejf/oj'a en España. ( • r *
' El primero que la cultivó en ese suelo>(2),.y á*. quien na^
igualó ninguno. de sus imitadores , fué el que imponiendo ala
España los:TÍÍmositaUano&^,>cuya adopción :babtá aconsejado Bo^
cano con el ejemplo^ fijó en; todos los puntos su: lengua poeti<>«>»
ca ; el que para aquélla época , fué el primero.de los. poetas delj
(1) Qaevedo en su silvt sobre Boma antigaay' modema^ *
ba imitado literalmente la inversioa de Ilioja; solo ha madadiT'
h comparaeion y la íum^jso* Hé aqui sU introito
■ ■ • ^ • ; ti
Esta que miras grande Roma aliorá^
Huésped , fué yeiJia un. tiempo , fué -callado , dbe. - • <
(2) Sín^eiiiEarj^^despues^dé los «ensayos dé Juan de' I«
Encioa,. que con mas especialidad; pertenecen á 1# historia del<
iealro. *' .• -li
19
112 CSTITDIOS SOrntiñ. U . ESPAÑA.
gr4n siglo « y t]^e ^r su mérito ocspó el primer puesto entre
loa poetas de todas hs épocas , Garciiaso de la Vega , nació el
ado.de 1503 de una familia iJuslre» y destinado después de su
iManctaá la cancera délas armas « piísó en los campos toda su
TJda ^ que iio fué mas que su juventud. Se distinguió en el si*
tío de, Túnez, hixo las campabas, 4e Italia, y pereció en el ata*
r» .de • un- pequeño fuerte francés cerca de Fréjus á la edad
. 33 ados. €árlo8 Y lo lloró como el ornamento de su reina^
do » y la £spaaa entera como una gloria nacionaL Cuando vi-*
Tia« todos se admiraban que con una educación tan prontamen-
te, interrumpida por la guerra , hubiese llegado é ser , no so*
\b lino de los hombres mas instruidos de aquella época en las
lenguas y. hantanidades , ^ino también uno de los músicos mas
bábiies ^ -que teeaba 4xui una r;ara perfección el arpa y lá flau-
ta«JÍ ihdy'todayia admira que haya s«lo poeta., siendo guerre*
ro.;. que. cerno gefe de mochas banderas de infantería, haya te-
nídp^ tiempo para preparar estrofas y p&Kr rimas ; y mas que
todo admira ,.que haya elegido la poesía pastoral , tan distante
denlos hábitos de su ' profesión, y q«ie en vez de ensayar la trom*
péisTi épica ó la lira de Tirtéo , prefiriese las humildes flautas
pásiarÚes*. Las^fMiesías deGarcilaso no son numerosas. Tres c^lo*
gas , dos elogias , una carta , cinco canciones y unos cuai^enta
sonetos 7 he. aquí cuanto reunirse puede para la completa for*
máoioa de ^sus ebrio. Un catálogo tan corto escitará una risa
desdeñosa á"U« académico; que soplándole la musa compondrá
con facilidad 150 versof antes qw se desayune. Pero Boílcau
qbése'oontesítaba coala composidon de cuatro hemlsticos dia-
rios, y que practicaba el precepto de componer difícilmente ver-
sos facires,TrubftfracóftOCíao qucr^sepoeta joven hcitiia aproré»-
cUaio I los escaso^ ratos desocupados de su corta vida privada.
Ssák églo^l , jQon especialidad la duo^i^K^ioia , son Jargas ; pqro
la primera, aunque mas^sei^cilla en 5u«oncepcioQ y mas cómpr.
dida en los desenlaces , se reputa con razón su obra de mas
mérito. El poeta, ppr sonare, de uu corto, ^rama. pastoral, oye y
repite .^aS^ ^mbxü^^ lamentos de ilos dos p^jstores, Saliqio y Ne-
moroso , que deploran , aquel , los desdenes de su querida , y
esIe^Iisurmtierte.Xa noche interrumpe sus cánticos > los sepa-
rii y /iiUiwa ^0 aflictivo combate* ^
Ésta égloga aunque llena de imitaciones de la antigiieidad»
debe coloeairse- entre el iiáiiien> íiifimtameiite [feqnií^o dé las
obras del entendimiento bamanoy que en su género alcanzaBon
cuanta perfeccioa puede eonc^rse. £L mas práctico y^bábilre-'
tórico en ?aiM> buscará en ella un^ defecto^ para, hacer W) desapa-
recer t ni ana inelleza que sobresalga entre las demás. Allí na-
da hay demás , nada falta, ¿a feliz: disposídioa del eoojuQiOí) y
la exacta proporción de las partes ^ toda .la imaginación' posible
en la inresligacion de ios sentimientos tiernos « y cuanta noble*
za se puede imaginar en la espresion de los senlimientos paten-
tices ^ imágenes justas >> graciosas comparaciones « un HK)^o>de
- espresarse vivo y picante, una esquisita sensibilidad, un<gu^tD
selecto é inalterable; todo esto se. halla reuiiído en ese* peque-
ño poema pastoral. Pero, la primera y la mas Ingeniosa cualMad»
la que le constituye el modelo de todas las poesiasi posteriores^
es el mecanismo ó mas bien la ciencia de La versificación ;-€» la
colocación de las palabras,- el corte de los bemistieos ,. la rique-
za y rariedad de las rimas ^ la elección, del ritmo tanto pára;;el
irersO' como para la.estro£a , la avmonía, el enlace ^ ki euíóni*
ea sucesión de las entonaciones^ y de k>si ae^mtos^, q^e «forsua,
desde la primera basta la última palabra ^.l^iiiás constail(e:s la
mas dulce, la mas perfecta meU>dia.. A Garcilaso de la Y^gaile
llamaron los estrangeros el Petrarca Español > y sus compatrio-
tas, el príncipe de sus poECtas*. Las obras de Garciláso mil veces
impresas , se hallan ea todas las colecciones ^ tres. célebres Qs-
eritorcs se apoderaron, de ellas y las han comentado ; tod^ las
sectas literarias han respetado su nombre y recoA^cido su su-
perioridad: su» Tersos no solamente clásicos sino poj^ares^
aprendidos desde la infancia y cony.ertidos en proverbies:^ se
hallan éa la memoria y en bocia de todos. Una gloria ism indis-
Sutable , un triunfo taa duradero ^ son pruebas nada equívon^as
el justo elogio que merece su autor ^ quien desdes de ices si^
glos, ocupa el primer puesto en el Parnaso Español» y ^onser-
Ta el precioso nombre coa que le clasificáiOA sufi coatisa^pp-
ráneos. '• i
Seguramente que si la poesia no fuese mas queuna forma mu*
sical fjhi ciencia de colocar las palabras de una lengua en hfe—
místicos y Terso» y estrofas para producir el conéif rto ms^sagra*
dable que la toz pudiese proporcionar ak ordo í^ú La poefiía^íen
fin no consistiese sino ea la yersificacion ; (flOurdlasa^'M 9^m
'144 BSTUDIM SOeíR fiA ESPAÑA.
solamente el principe dje los. poetas. Espadóles, íAno qn^epodrlB
competir con los do todos los países Ae la antiffüed^.y de ios
tiempos modernos., bien, segur o de que.iio lialbrla si qó <:om—
petiaorr, a lo menos quien vle feneiese.
. Coando un escritor. sóbr4»a1e y brillado imajnaierii^ puede
asegurarse/ que abre .una escuela, y que.4odai^ Jas inediocrjda-
dcs se 'arrojan. sdbre susbuaUas, tomandoladimIftii4.de la iiia--
teria por la 'i^aldad del talento » y creyendo llegar al mimao
punto *por bábcr seguido la jmsma ruta. |)e&pues.de Garcila—
so, se honró la pastoral , no se conipusiefon sino églogas y no
« se bábló mas aue la lengua ile Iqs pastores. Sin embargo , en-
tre el gran rebaño de sus. imitadores , hay un graq número de
r poetas , originales por la forma sino, por la invención , que se
han aproximado al modelo común , y cuy as obras reunidas alas
> suyas, dan á la pastoral Española una importancia que ningu-
na Kitra -IHeratura presenta. Lo selecto de esos discípulos son. el
lirico llerr^era, que mudhas reces desciende desde las alturas de
' la oda '.hasta vél. humilde tono del idilio; Francisco.de la Torre,
ó seo ^úicn fuere ^el autor «que tomó -este nombre ; Bernardo de
Bálbuena obispo de /Puerto'BiiCO,^li|ue>cultt¥Ó enel otro emis-
ferio Jas ciencias nacionales; LopedelTegajqtie tand>ieniiacoin-
- puesto églogas , por escribir en todas .materias ; el Portugués
Jorge de Moiitemayor, autor de la Diana que acabó Gil Polo;
Francisco de- Saa JÁiranda también Portugués ; Juan jdeJáure-
guí , -^élegaiite traductor de \sí^.Aminta del Tasso > cuya copia.
Igualando al original , goza del raro privilegio de contarse co^-
él mismo entre las obras .clásicas : ocupan por último el ter-
' cer lugar ., Figuecóa , Pedro de Espinosa, Luis Baraona de &>-
^ to y 'Yinegas , de quien me ocuparé do^es con mas estensioo»
' con mdtiTO de otro género de poosia. . . *. .. r^
Sdtíra. En este sucinto examen ;he reunido la oda y la ele-
gía V como que son dos yaríedades de una misma especie , .<ñil-
"- tiradas por los mismosi autores. Y por las mismas razones debo
también reunir la Sátira y la Carta. . :
' La sátira es antigua ;^en España. Desde el mglo XIY el Arcí-
' '][nresfte de Hita presentaba el ejemplode ella ; y como estaba do-
tado de un talento óbservadoT, y de un maligno, y, sutil enten-
- dimietito , hubiera podido sin el obstáculo de un idioma toda*
' UlA ti^eo'^ de una humilde prosodia ^ presentar, también el mo- *
LITERATITKA* - 145
dclo de ella; He citado anteriormente eit la historia de su épo«
ea alganas estrofas déla sátira acerca del poder dd 'dinero «en
la que su pluma mordaz ataca con audacia álos^derosos de la
tierra 9 sin respetar á la iglesia ni á su cabeza. El 'primero que
después de un largo iiitérTalo le siguió en csta^^arrera fué Bar-
tolomé de Torrcs-Naharro qué escribió á últimos del siglo XV,
Suien ha dejado un escélente cuadro critico de las costumbres
e sil tiempo. Tampoco guarda como su antecesor consideración
con el poder espiritual s yá porque también era^sacerdótey vi-
TÍó en la cói^e de Boma , ó mas bien porque illegó á ver de cer-
ca cosas vergonzosas qtte no eran respetables sino de lejos. A
Torres-Ñaharró sucedió casi inmediatamente 'Cristóbal de Cas^
tillejo , otro Español que vivia ien pais estrangero ( 1 ). Entre
los muchos escritos do este género sobresale una sátira de las
mugercs (condiciones de las muger es J^ucse^ueáe'leer aun des*
pues de la de Boileau , sin embargo de haberle escrito siglo y
medio antes. La forma de esa sátira es original y mordaz ; es
un diálogo entre dos personages Fileno y Alcftio > de los cuales
uno se constituye en defensor y el otro en acusador de las mu-
geres» los cuales pasan reyjsta en su altercado á todas las eda-^
des y condiciones del bello sexo. Bajo e^e aspecto 9 el cuadro
es mas rasto que el de Boileau. Es mtttil manifestar, que á pe-
sar de la gracia con que Fileno realza su defensa , apenas ha-
ce mas que suministrar la réplica á su interlocutor , y no de*
fiende su causa sino para perderla con mas seguridad. Esa sá-*
tira f escrita con corrección y numen , rara Tez se halla man^-
chada con esos toscos lunares que disculparia él tono general de
la. época ; al contrario abunda en espresiones ingeniosas á la par
que malignas , en rasgos de fina obseryacion.y en burlas deli-
cadas. En el conjunto y en sus pormenores , es una obra muy
distmgüida. Después de Castillejo > llevamos al gran siglo lite-
rario. El lugar que Herrera ocupa en la oda yGarcilaso en la
égloga 9 corresponde en la sátira ex celtio como se diria en un
colegio , á Qucyedo y á los hermanos de Leonardo de Argenr-
lola. D. Francisco Gómez de Queyedo, presenta después de Lo-
(1) Era secretario del Emperador Maximiliano y aboelo de
Chirlos V.
146 . . xsTUDioisr sobrk la espaSa: *
pe de Vega , el mas famoso ejemplo de una facilidad propia pa^
ra todos los tonos y objetos , de una fecundidad casi fabulos^i,
y al núsmo tiempo el mas triste abuso de las facultadei^ nati»^
rales y, capaz de estraviar á los demás ,. después de haberse es*
trayiado el mismo (1)*'A los quince años era doctor en teolo-
gía /.después estudié el derecho ciríl , el canénico v las lenguas
Tiyas y muertas y historia natural , medicina , matemáticas r y
todo cuanto era posible aprender en las universidades' Españo*
lasé Italianas. Tan lleno de Talor como adoriíado' de talento f y
sosteniendo con la ponía de la espada las (>pemisiades que le sos*
citaban sus inagotables sarcasmos , unas teces poderosa , y mi^
serable otras , colmado de honores, cspciido después de su pa-
tria , dos veces embtijador ^ j otras tantas sepultado en un ca-
fabozo , en donde se consumía largos años 9 reducido á vivir dé
limosna como Job , y á quemar él mismo las úlceras que cji'^
firián. su cuerpo; Qu^vedo halló recursos en medio de las agi-
taciones de semejante vida , para dedicar tantas horas al estu*
dio, coma si la hubiese pasado en el tranquilo retiro de un' ce^
nobíta. Se calcula ape el conjunto de sus obras asciende á cua-
renta y ocho níir páginas, á lo menos las que salieron á hitj
porque su editor González de Salas asegura formalmente que
esa enorme masa de escritos apenas componen la vigésima par-
te de los que ha producido su infatigable pluma. Quevedo es*
cribíó en verso y en prosa ;^ aprendió todos los tonos ^ trató to->
das las materias , desde el sermón moral y ascético ,. hasta el
epigraitia licencioso , reuniendo en el mismo hombre Bourda-
loue y Pirón. Su ccrebridad fue grande mientras vivió, porque
basta sus defectos pasaban por bellezas ; y Lope de Vega , el
único que le escedió tanta en celebridad comO' en fecundidad , le
llamaba »mitagro de la naturaleza, ornamento del siglo, el pr¿*
mero de los poetas r el mas docto de los sabios , y deseaba h(9^
ber nacido en nuevos mundos para poder estender en ellos Im gl<^
rta del ingenioso ^ grave , dvlce y sublime Quevedo y príncipe de
los líricos en defecto de Apolo *^
Si apesar de su universalidad , colocó á Quevedo entre los
satíricos , es porque no ha sobresalido mas que en la sátira > j .
(i) EsU opiotoa se jaslificari después^
utebatukjl 147
baato las poesias que no llevan este titulo se hallan estampada»
en un tono burlesco y con un numen mordaz aloque descubre
su verdadera vocación. En -este sucinto examen no creo me sea
fácil dar á conocer á Quevedo por sus producciones, asi como
tampoco lo hice con las otros poetas que le han precedido. No
citaré > pues , ni la sátira sobre el ccisamiento, ni ia dirigida á
tina Señora^ ni alguno de sus estensos trozos, sino una de sus
cortas piezas , para presentar una muestra de su gracioso in--
gwio-
ORFEO,
Ai infierno el Tracip Orfép,
Su muger bajó á buscar.
Que no pudo á. peor lugar
Llevarle tan mal deseo«
Cantó , y al mayor tormepto
IPuso suspensión y espanto
Mas que lo dulce del canto f
La novedad del intento.
F El Dios adusto , ofendido i
Con un estraño rigor ,
La pena que halló mayor
Fué volverle á ser marido*
- ^ Y aunque su muger le dio
Por pena de su pecado , . ■
Por premio de lo cantado
Perderla le facilitó.
j
Como los epítetos son comunes al Sur de los Pirineos , y los
l^pafioles han querido volver á hallar en su suelo toda la an-
tigüedad literaria , Quevedo es su Juvenal. Con respecto á Ho-
racio el autor de las cartas y de las sátiras , «n lugar de uno,
tienen dos« A Lupercio y á Bartolomé Leonardo de Argensola
les llamaron los Horacios Españoles. Sin merecer semejante nom* ,
hre, cuyo peso os demasiado enorme para sostenerlo, y que hu-«
milla mas de lo. que ens^za , esos dos hermanos Iguales asi ea ^
\
148 WTUDIOS SOBKB LA. ESPAÑA^
talMtorComo en fortuna > fueron los que entré todos Io& poetas
Empanóles recordaron*^ con. mas. feliz écsito á su común modelo..
Quevedo pecaba por- insaat^ncial.,. por. el abuso de su talento,^
por el escesiyo y continao.deseo.de provocar la risa:.lo& Ar—
gensolas ,, por el defecto, contrario > por la escesiva grayedad.
Sus sátiras son frías al princípro.» porqueta gran facilidad que
tenian. gara, encadenar tercetos los convierte con muchas fre-
cuencia eu: prolijos;, y después,, porque precisamente* no saben
ni indignarse ni burlarse de una cosa ridicula. En la sátira con-r
servan un tono, mediano, que es mas propio para la carta en cu-
ya composición, han sido felices.. Si por es.ta& razone» no pueden
ofrecer una oBrr perfecta ,,con todo en cada uno de su& escri-
tos , no. deja* de haber algún pasage admirable que justifique, que
son acreedoras áJoselogfos que se Ic&han tributado r^eDlfe otros
la sátira de-Lupercio contra la Mar queHlla^-^ la de Bartolomé
contra /o^t^íctW de la Córítr. Ambos tenían elegancia , buen gus-
to , un: gran. sentido poético , y su. estilo es tan castigado , tan
puro y, tan. correcto t^ que Lope* de Vega deciá que habían Yení-
do de Aragón. á*^ ensenar la. lengua á los castélbnos..
Después- de los. Argensolas 9 hay que hacer espresion, entre
los poetas^satirícos de la misma época, del inevitable Lope de
Vega ,.de Lufis'.de Gbi^ora, el am%o y cómplice de Quevedo
en el.esterjnihio.del buen gusto ; de Francisco de Rioja, queha
dado á. luz. una carta moral , una sola, pero tan justamente cé •-
lebre> como- su única oda á las ruinas de Itálica ;.por último
del portugués FranciscoJAánuel Mello , poeta é historiador en
idioma. Español;,]lesüues. de la renoyacion de las letras , se ci-
tan dos^ exceléntles., sátiras que han yisto la luz pública , una ba-
jo el supuesto^nombre de Jorse Pitillas , cuyo autbr es D. Jo-*
sé Gerardo. dcHcr has, otra ilustrada con cscritos^mas serios,
la que no. se^ ignora queescde Joyellanos.,.sin.embargo de ca-
recer det nomnre del autt>r..
LetrítUí: Ademas del! romance, cuya historia he bosquejado,
hay en>lá literatura Española otra especié de poesía igualmen-
te nacional ,igualm^te innominada enrlásHteraturas^estrange*
ras,, y que lo mismos que el romance tiene todo, el atractivo de
la originalidad ;:esAá leí filia.. Si' ínese absolutamente necesario
iraáatíitppcojmasá' menos su nombre, la namariáoda anacreón-
tica, porque tiene también algo de intermediario entre el cuén*
LITERATURA* 149:
to y la canción, aIgo.de ingenioso y de tito, pero con mas mé-
rito y libertad. El pensamicato tiene siempre que ser. sencillo y
claro , la espresion natural , el ritmo ligero y el verso rápido.
La leín'/ía. es cnleEamente tan festiva como pomposa ,, en láin*
dolé de la lengua y en. el gusto. dcL país, en. donde la gravedad
de la etiqueta no so opone á la genial alegría.. Una porción de
poetas, después^ del Arcipreste de Hita y del. marqués de Santi-
llana han. cultivado, ese género, popu lar > mucbos.de los cuales
Jian sobresalido, en él. A. su. cabeza es necesario colocar á Gón-
gora y Quevedo. y especialmente al primero á quien ninguno
na escedidaen. gracia ni en vivacidad. También e& necesario que
ocupe el mismo puesto el joven D. £steban Manuelde Yillcga,
que fué poeta, en. el colegio,. y dio con magnificencia los prime-
ros pasos en el mundo literario; pero haciendo únicamente con^
cebir alagüeñas esperanzas, q^ue han salido frustradas. A la edad
de- veinte años pnbJicó, una compilacion.de poseías sobre cuyo
frontispicio, se representó cómo un sol que se elevaba sobre el
horizonie obscureciendo bs estrellas con la orgullosa inscrip-
ción siguiente : sicut sol matutinus , me sur gente ¿quid istce? Esos
efímeros reaplan lores que debian desaparecer con los primeros
rayos>del jóíiren: poeta , eran nada menos que Cervantes , Lopo
de Yega>. Rioja , Quevedo. y los Argensolas » que entonces go-
zaban, de su. mas alta reputación. Tanta arrogancia no tardó en
desvanecerse , y el astro, naciente se eclipsó al momento con la
insensata pretensión de resucitar los espondeos y los dáctilos, de
reemplazar la rima moderna coala acentuadon antigua,. de im-
■poner en. fin á lav poesía castellana el exámetro y el. dístico la^
tino. De las oln*us de Villegas., solo las letrillas le han sobre-
vivido. La primera compilación que dió á luz. en 1618 la titu-
ló las delictas-y, y no. puede negarse que son dignas de ésa deno-
minación. Fácil seria citar una reintena de ellas que son ver-
daderamente deliciosas ;^ la que empieza con este verso :
Yo. vj. sobre: un tomillo ,
• *
y cuyo: argumento^, tomado de Virgilio, es un pájaro persi-
guiendo- con. sus lamentos á un labrador que le arrebata su ni--
do; es una pequeña obra maestra, á. la que ninguna de su cla-
se escede ni quizá iguala ,. aunque se registren los idiomas muer^
20
fSO. ^ ESTUDIOS ^OBRE 1 A CSPAKA
tos Ó TITOS, \nies qac á Góngora, QueTedo 7yM1ega9,iiicoii«
tcstabics maestros de la letritla , -se puede eitar á D« Diego de
Mendoza ; en su cfpoca á Gil Polo; un poco después at príncí-^
pe Esquilache; j en eslos últimos tiempos á Cadalso, Iglesias
y Mélendez.
Fábula. Al colocar la fábala entre los dÍTersos ramos de la
poesía Española, creo que no se esperará -haUar entre nuestros
Tecinos-9 álgun émulo de nuestro Lafontaine á quien todas
las naciones cstrangeras han connrmado el nombre de inimita-
ble. Pero sin acercarse á su desesperanzada perfección , los fa-
'bulistas Españoles han conseguido á lo menos la honorífica me-
diocridad de los Lamothe y de los Florian. El Arcipreste de Hi-
ta fué el primer imitador de Esopo y de Phedro en las lenguas
modernas; entre sus historias amorosas, introdujo amanera de
lecciones morales , algunos apólogos antiguos. Ya he citado unes
fragmentos de esas curiosas imitaciones. Los Argensolassiguie*
ron su ejemplo, y también han introducido apólogos en sus car*
tas;; pero se equÍTOcaron acerca de la naturaleza y caráctei'de
esta composición. Sus fábulas son demasiado la^rgas, demasiado
vanas , están compuestas de un modo demasiado científico , y
abundan en una erudición demasiado henchida. ; No 'empieza
Bartolomé la de l;x Águila y la Golondrina con una intermina-
ble enumeración de las especies de pájaros y de sus cualidades,
como sí eétuyicse encargado de poner un yerso la historia na-
tural !
Para hallar un fabulista , entre los Españoles hay 'que llegar
hasta el último del siglo anterior. Samaniego primero > y des-
pués D. Tomás de Iriartc 9 han publicado cada uno una colec-
ción de fábulas ; las del primero casi todas «on traducidas ó imi-
tadas , pero con inteligencia y felicidad. Son cortas , sencillas,
graciosas , y se dan á la memoria con facilidad. Con respecto á
Iriarte', se ábi^ó una nueva senda ; ha compuesto fdbiUas lite-'
ranas. Fácilmente se comprende que atribuyendo cierto defei:;-
to ó TÍ^tud,'á las diversas razas desanímales; que personifican-
do ; por ejemplo , la astucia en el zorro , y la fidelidad en el
perro , no es aificil componer con esos personages, en cierto mo-
do alegóricos unos pequeños dramas , en los que aparezcan al-
gunas lecciones de moral ; pero era mas dificil hallar en las cos-
tumbres de esos animales , materia para poner en acción lec-«
Clonen de literatura. Sin embargo, esto es lo que ha hecho triar-
te , pero justificando con ello, que su última perfección,. si pue«
do hablar asi , no es menos natural , ni menos juiciosa que la
inyencion del esclavo Frigio. /.Quiere burlarse de los autores
enfáticos y obscuros, que ocultan d'TaciO' de- los pensamientos
bajo la hinchazón de las palabras, y cuya lectura nada instru'-
je por no ser comprendíaos, ni comprenderse á si mismos? Pan
ra esto presenta el cuento del mono* que mostrando por nliaes-
Iro suyo á la linterna mágica (el mono del titiritero} no se ol-
vida mas que de* una cosa; de encender la luz.. ^*Quíere demos»
tarar ese precepto de Horacio :
Quid yaleant homeri, quid nom... ?
lo ejecuta con el perrito que hace danr vueltas á la rueda del
asador , y quiere reemplazar al macho de una noria felgozgue
y el macM de noria.) Por lo demás para indicar el objeto que
se ha propuesto Iriarte y su forma , no puedo hacer cosa me-
jor que insertar una dé sus mas cortas fábulas.
£L OSO, LA MONA ¥ £L GERDa
Un oso con que la vidSb
Ganaba uñ Piamontes t
La no muy bien aprendida
Danza ensayaba en- dos pies»^
Queriendo hacer de persona r
Dijo á una mona: «¿que tal?'*
Era perita la mona ,
Y respondióle ^ «Mujy mal.."
«Yo creo , respondió el oso,'
Que me haces, poco favor;
¿Pues qué mi aire: no es garboso?
¿So hago „ el paso con primor? "
Estaba el cerdo presente ,
Y dijo : «Bravo/ bien va/
Í52 . ESTUDIOS SOBRB LA ESPAÑA.
Bailarín mas. escclcnte
No se ha visto d¡ verá."
Echó .el oso 9. al oír esto.
Sus caentas allá entre , sí ,
' X con ademan ^modesto ,
lIubo.de exclamar asi :
((Cuando me desaprolaha
La mona , Ikgué a dudar;
Mas , ya ^ue el^cerdo.me alaba ,
Muy mal debo^ie ¿ailar."
\ Guarde para su regalo
Esta sentencia un autor:
Si el sabio no aprueba ; malo ;
Si el necio aplaude , peor.
El epigrama no podía dejar de 4;ul tirarse en la patria de Mar*
eíal , en la lengua que :[posee ia espresion mas apropia para ca-
raeterizar esa especie de dardo lanzado por el ingenio a^tu/fjca.
La mayor parte de los podías satíricos han sido igualmente fe-
lices en ese diminutivo de su género,; otros como Baltasar de
Alcázar y Salvador Tolo de Medina , no son conocidos mas que
por sus epigramas. Sin 'embargo, el epigrama en Espaika no ha
tenido toda lae^ension que se le ha da<k)<en Francia. No se di-
rige como la sátira, mas que á abstracciones > á generalidades,
á seres razonables. Tal es el .siguiente epitafio.
Solo, ipufíó de conítant«
La que está lajo esta losa.
Acércate , caminante ;
Pues' no ninríó %i\ amante
De enfermedad contagiosa.
B. José Cadalso
Aqui Fray Diego reposa ;
Y jamás hizo otra cosa.
D. Pablo Jbeica. *
LITEBATURA. 158
'^Pcro er epigrama no ha sido personal ; no ha Venrado el amor
propio de un poeta irritado; no ha marcado con el sello de fin
infamante rótulo la frente de los Colmes , '4le Jos firadones y de
los Frerones. A lo menos no recuerdo haber dallado en la len-
gua española una sola de csassangríentas ironías i que se toman
la libertad de descargar contra sus enemigos el dulce HacinCí
ó Voltaire , 6 Chenier.
' El madrigal , que á lo menos en üspaña^es para la égloga lo
que el epigrama para la sátira , no 4o han descuidado -los discf-
pulos de Garcilaso. Pero otros Dorát han «chado á perder con
Sus insulseces , esa pequeña poesía que quiere ser realzada con
primor , y la han hecho poco mas ó monos tan insípida como
entre nosotros. :No obstante se han conserrado algunos madri-
gales que mcar-ecen setlo ; por ejemplo » el de Luis Martín , que
parece en el original una vdelicíosa miniatura.
Iba cogiendo flores
' Y guaraando ^en la falda .
Mi ninfa para hacer una ^guirnalda ;
Mas primero las toca
A los rosados labios de su boca •<,
Y les dá:deisu aliento los olores.
Y estaba f por su 'bien) entre una rosa
Una abeja escondida ,
Su dulce humor hurtando ;
' . ' ' Y como en la 'hermosa
Flor de los labios se halló 9 atrevida
La picó, sacó miel, fuese volando.
Ed cuanto al soneto se "podiíá decir que los Españoles, han
echado de ver desde el origen de su poesía , ese fallo de Boi-
leau que
Un solo soneto sin defecto equivale á un estehso poema.
Todos los poetas a porfia han buscado esa otra piedra' filoso-
fal. Ya se bayan dedicado á la epopeya , á la oda , á la égloga,
ó á la sátira todos vuelvo á decir , han tributado al soneto una
especie de honienagéí Si se recogiesen todos los sonetos que ha
1S4 ESTUDIO» SOBBH LA^ESPAÑA
pTodilcido la tengtta Española, esos pequeños poemasde cator-
ce Tersos llenarían yolumenes enormes. Poetas hubo como D.
Juan Arquijo que no se han dedicado áotra cosa. Garcilaso com*
puso treinta y nueve en la colección tan corta de sus obras ; Que*
Tedo j los Argensolas no han sido menos fecundos , y Lope de
Vega >. ademas de los sonetos que confiesa haber compuesto r ha
Iublicado bajo el supuesto nombre de Tomé Burguillos una cor
«cion de> 160 ; en fin Cervantes que desgraciadamente era apa-^
alonado al verso y que quería rimar á desfecho de Minerva , tam*
bien ha compuesto algunos sonetos , lo mejor seguramente de
sus poesias^ Vodria citar uno de Lope de Yeg^ que empieza coa
el siguiente yecso
<tÜn soitetame manda hacer ViorantCr
tr
en el que se csplica ingeniosamente Vas reglas de esta dificií conv*
posición, y que ha copiado no se caal de nuestros antiguos poe«
tas en el soneto á Isabel que ha pasado por producción propia;.
Í^ero para citar algo y prefiero* elegir uno de los sonetos bur-
escos de Cervantes ; ya porque e& escélente ^ é ya porque al
mismo tiempo hará conocer una especie de soncto-particmar de
los^ Españoles llamado estrambote\ y que tiene un* terceto mas
que el otro ;. diez y siete versos en» vez de catorce: En ese so^
neto 9 y con motivo del túmulo que se habia levantado i Feli-
pe II en la Catedral de Sevilla , Cervantes se burla con mucha
gracia de la farfantonada de los andaluces los Gascones £spa<-^
ñoles«
I»
Voto á Dios , que me espanta esta grsoftdeza ;
Y que diera un doblón por describiUa.
Porque ¿á quien no suspende y maravilla ^
Esta máquina insigne , esta braveza ?
Cor Jesucristo^ vivOf. cada pieza
Tale mas de un millón ; y que es mancilla
Que esto no dure un siglo / 6- gran Sevilla / -
Boma triulifante en ánimo y riqueza /
Apostaré que la áníina del muerto
XITKRATUIÍÁ.
Por ^ozaf este sitio hoy ha dejado
£1 cielo de que goza eternamente."*
Esto oyó un yalentofi« y dijo: oEs cierto
Lo que dice yoacé , seor soldado ,
Y quien dijere lo contrario , miente.^
T luego eneontinente
Caló el chapeo > requirió la espada ■,
Miró al soslayo > fuese 9 y fio hubo nada;
155
t •
(PARTE. TERCERA.) .
PROSA.
Filosofía y etencias.. En la litecatura Española > como ha po-
dido Tcrso en d/corta námen que pcecede , el. dominio de la
?)csia es tan dilafedo>, tan completo. > como en ninguna otra,
a fuese por inclinación, ó por taientafCon un éxito controyer-i
tibie ó no disputado V es indudable que todos fos géneros que
abraza V han sjd'a siempre cullivadosy que todos han fructifica*
do. No sucede lo mismo con. la prosa ^ en la que como en el
mismo suelo del país, han quedado muchas. tierras. no estéri-
les , porque esto seria suponer que so habían, cultivado infruc-
tuosamente , sino: en el estado de esos, páramos salvagcs, en los
que jamás^ la mano del hombre ha ensayado su fuerza de segun-
da creación. En ki prosa,., hay vacies que nadie ha intentado llb-
nar ; huecos que nadie ha procurado cubriir ,, y de las produc-
ciones intelectuales que forman el. mas justo orgullo de las len-
guas estrangeras, en particular de la nuestfna ,. es precisamen-
te de Ib que carece la Española :. Ia.que tanto<en religiojí, co-
mo en legislación, y política"^, no prsedienta obra alguna de /i/o-
so/Va.vya sea especulativa como la metafisiéa ó ya la práctica;
ni tampoco de ciencia alguna natural ó exacta ,. que pertenez-
ca , tanto por la elevación de su. estilo , como, por la de la ma-
teria, á lo que se It^ma literatura. Asi pues, ningún Descar-
tes ni Pascal ha producido su suelo ; ningún Mootesquieu ni
Bouseau ; ningún Bufón ni Guyier (2)-
De esa. carencia, de las mas grandes producciones, del entena
(1) En> conciencia no pnedb corocar entre W obras de Glo^
Sofía el teatro crítico universal del padre Feíjoo, llamado el
Vollaíre Español por alg;unaa> personas sencillas. So. docta j
útil obra ataca las preocupaciones de la igpiiorancia f pero oo se
remonta á mayor altara y. carece- de la valentía y elevación de
la esciieja del siglo XVLII ¡Un jesuíta filósofo y en el reinado
de Felipe V! esto hubiera sido un prodigio demasiado grande.
Caando' salió á luz. este libro , todavia se quemaban los judíos y
liereges.
UTEB ATURA. 1^
dimicnto humano i algunos de los que deducen una ley gene-
ral de un caso particular , y fundan sistemas en la punta de una
aguja , han querido inferir que la imaginacion>pu^e muy bien
pertenecer á los entendimientos meridionales , pero que la ré-
fiei^ion con todo lo que de grande y sólido produce , lo heredan
exclusivamente los del Norte. Esas calificaciones de los frutos
de la inteligencia según la temperatura de las zonas son ent<^-
ramente arbitrarias y pueriles. A escepcion del especial ejem-
plo de la España , nada podría justificarlas: porque sin ir á pa^
rar á la remota época de los Egipcios ó de los 6ríagos(; los Ara-^
bes, que cultivaron las ciencias filosóficas y naturales, bajo las
cálidas latitudes del Eufrates y deliNílo ; los Aralies , que en
estas materias fueron los primeros maestros de ia Europa mo^
derna; ¿no habitaban también la España, y no esparcieron sus
luces en ellaP La Italia su vecina y en perfecta igualdad con
ella en cuanto á situación geográfica, ¿nb ha producido desde
Pitágoras y Arquimedes^á Galileo Colon , Maquíabdo, Tor-*
riceñi y Volta ? Si la España carece de filósofos y de físicos,
no es porque el clima ó suelo de ella resistan su producción;
sino porque la inquisición sofpcó su germen, y tuvo buen cui*
dado de evitar que se propagasen las indiscretas revelaciones de
la filosofía y de la física ; esa inquisición que nació al. mismo
tiempo que la lengua , que era {poderosa cuando los primeros
poetas tartamudeaban sus primeros versos tradicionales , que
quemaba las obras de Villeua» y que obstruia sin rodeo con sus
hogueras U luminosa senda abierta por Alfonso el sabio. Tal es
la ciusa dé la deplorable escepcion que presenta la España en
medio de las naciones civilizadas, la que no hay que buscar en
la altura habitual del tcrmómeltro ; tal es el invencible y perma-
nente obstáculo que hasta ahora le ha itnp^ido conducir sur^píe-^
dra al edificio científico y racional que simultáneamente lOvan*
tfm todos los, pueblos..
Pero sea cual fuero U causa de tan lastimoso estado,. ese iih*
menso espacio, que no coiutipne oosa alguna acerca de la lito»*
ratura prosaica , abrevia particularmeiUe su resumen , y siin—
plifica en la misma proporción el examen, de láS diversas obras^
de que se compone. £d la literatura Española, nada, nada ab-^
solulamente hay que decir de todos los ramos cienlifícos que se
e&tiendw. desde la auda:;^ filosofía , que investiga en los mundos^
ai
158 ESTUDI08'*80BRB{I'A ^s^A^a'
sas cansas j sa fin « hasta la inocente botánica, ocnpada en ro«
coger y clasificar las plantas que hollamos con los pies.
Elocuencia Sagrada. En la historia de la literatura Espa*
• fióla 9 la carencia de las obras de elocuencia religiosa , cn^SihU
<ta confieso que no puedo esplicar , es todavía mas sorprenden-
te «que las de metiiisica , medicina ó astronomía , muy concc-
j)ible bajo el reinado de la inquisición con la que eran incompa-
tibles. Debería creerse que la inteligencia humana bailando cer-
radas con insuperables barreras una parte de las sendas que la
era dado abrirse, y precisada á replegarse sobre si misma , se
•arrojaría con mas ardor , con mas estrépito , y con un éxito
mas feliz en las que no tenia obstruidas , y en aquellas adonde
4a convidaban á entrar el gusto general , la tendencia de los
«studios y de las costumbres , la certeza de las recompensas y
de la celebridad; se debería en fin creer, que el pulpito Se ha-
üx ilustrado mas en España , que en ningún otro país, y que
los apóstoles de la moral cristiana , la habrían consolado con la
sublimidad de- sus palabras, del absoluto silencio de los após-
toles de la filosofía* Pero nada de esto hubo. De esa inumcra-
rable multitud de hombres dedicados á la iglesia , obispos, ca-
nónigos, sacerdotes regulares, religiosos de todas las órdenes,
€[ue desde el establecimiento de la fé católica han hecho reso-
nar alternativamente sus voces escuchadas con-piedad^ó enlas
grandes catedrales ó en ios humildes oratorios de los conventos;
no ha salido ^ no diré ya un orador sublime , un Bossuet , un
Massillon, pero ni aun un predicador de alguna capacidad, de
alguna cleganda y de alguna Hombradía , tales como el abate
Brrdaine ó el ministro Chalmers. De todos esos innumerables
sermones que han oído las iglesias de España , ninguno ha so-
brevivido un dia á la solemnidad ^ue le sirvió de texto, nin-*
guno ha "sido digvo de recogerse para que pudiese servir de mo-
delo á otros oradores » ó para edificar á otros fieles. Si se ha
citado hace ya mucho tiempo algunas bomilias del Obispo de
Monddñedo , D. Antonio € nevara , predicador que fue de Car-
los V , no ha sido tanto para elogiaiias , como para reprender
cierto aboso del espíritu mundano , cierto escepticismo burles-
co , que también se encuentra en sus carí<is mucho nías céle-
bres ; y el religioso Gapmany á quien nadie acusará de impie-
dad filosófica ) ha llenado los cinco abultados volúmenes de su
UTEB ATURA. 1B9
teatro de la elocuencia.Esf ancla sin que pudiese insertar en ellon
un solo fragmento de oración fúnebre ó de uií sermón (1). No>
es mi objeto averiguar las causas á que puede atribuirse ese
singular yació , y porqué» siendo tan cultivada la elocuencia del
pulpito 9 no ha producido una obra durable. La justificación de*
estas causas, ser ¡a muy dificultosa. El don de la palabra es en
cierto modo inherente á las lenguas meridionales , y. los £spa<-
ñoles en particular , muestran una gran facilidad de elocución. *
Tampoco han carecido de conocimientos, de gusto y de mérito» .
generalmente hablando , los hombres que se cledicaron á la car-*,
rera eclesiástica ; porque una gran parte de sus escritores con ;
especialidad todos los que han sobresalido en eL teatro, estaban •
ordenados, la facultad de predicar tanipoco estuvo limitada;
los altos puestos de la iglesia no se ha» reservado á la aristo^ ^
cracia de nacimiento» porque nadie ha observado, mejor que el *
cloro Español la ley de la igualdad ,, y nunca se ha visto re»-
lizar con mas frecuencia aquel refrancillo de que los obispos se -
hacen de los, aldeanos, l^n fin ,.á.la carencia de convicción ,. de'-
luces y de virtud, tampoco hay que atribuir la falta de clncuen-*
da sagrada , á la que debe aplicarse especialmente la formulsi .
vir probus dicendi jperüus , porque entre tantos fanáticos é hir
pócritas, el clero Español cuenta algunos. apóstoles de pa^, de <
. tolerancia y de caridad, y al npmbre de Torrequemada se.puo-*
de oponer el de Bartolomé de las Gasas: y seguramente yo no
alcanzo á dar una completa csplicacion. de estp. Seria nioceacirio
retroceder antes ¿la educaQÍon de los. sacerdotes, á las sutiles .
zas de las escuelas ,. al gusto detestable que se ha propagado y ,
transmitido sin interrupción á los seminarios y sacristías.. Por
P^mmmmm^lfmmm^ammmmmmmmmmmmi^r^mimm^mmfam^mmmmmmmf^mmm^l^ii'^^
(1) IVt» puedo dar «Ba^denomiii««ioiif á tlgnooS' pasages tot-
mldos de las obras de fray Luis de Granada que este llama ser-
mone», -sm embarjp- de que nn son túái que unos comentarios
sobr« los evangelios de cientos dias de fiesta, pop^ue ésos^ple-
tendidos sermoues no se han pronnticiado en el pulpito , ni tttiii-.
poco los que jej mismo autor ha ^compueslo en Utin>eojo nümC"
ro c» mucho mavor. Pnr oira parte daproany.^ al citack)» , coir-
ficsa ^ue están muj lejos dtej^freqer^uawod^lo pelarte oratoria)* ;
160 ESTUDKtS FOBBK lA FSPAS'A
lo demás , tendré ocasión de tocar este punto con motho de un
libro crílico relativo á la esplicacion de este mismo objeto.
Teología. Si es grande la escasez de predicadores, en cam-
bio es. grande el número de teólogos. No hay pais que en la pro-
ducción do obras ascéticas haya igualado á la España, en don-
tdc ba sido siempre muy honorífica la glosa y la controyersia.
Nuestros doctores de Sorbonne , no eran mas que unos apren-
dices al lado de los casuistas de Salamanca , y lodos los toIú-
menes que la revolución protestante ha engendrado en Francia,
Alemania é Inglaterra, constituirían un peso muy ligero si se
colocasen en el otro platillo de la balanza los que han produ-
cido las disputas puramente escolásticas de los teólogos Espa-
ñoles sobre la concepción dé la Yirgen , la eficacia de la gra-
cia y otras materias ejusden furfuris, Casi todas esas obras es-
critas en latin, y el cortísimo número de las que se hallan en Es-
pañol , son de la misma utilidad que las de Sánchez , Escobar
y Molina. Si de ese inmenso fárrago se cstraen algunas bellas
páginas del extático San Juan de la Cruz, (1) todo debe sepul-
tarse en el olvido, todo debe arrojarse confusamente al despep-
dicioide Ja Jitersftura. Sin embargo > h^y que hacer una escep-
cion jpf^a é interesante , tanto mas cuanto ^ue al mismo tiem-
po versa sobre dos reglas generales.
En España no han escrito 9as mugeres. Su muy descuidada
educación^ aunque mejor podria decirse que absolutamente
carecen de ella, no ayuda ¿¿^stante^á su entendimiento nahnral,
tan Vivo , tan penetrante, tan ávido de instruirse; y sus cos-
tumbres generales , en mi conccipto tan prudentes en esta par-
le, las alejan enteramente de toda ambición literaria. La muger-
autor es 4ina especie intermediaria , que no «e conoce en ese
páis , en donde lossecsos guardan prudentemente cada upo por
su parte , di puesto que les ha conoedido la naturaleza. Una so
la muger ha escrito en Sspaña (2) ; y cosa rara , mó iia escrí«
( 4 ) San Joan 4e la Criiz 4Mii»iéfila 'descalco , murió el año
de 1»91. ^ ^
(2) No nceesito Atm fffae esa propóticioo no es absoluta-
mente verdadera. A «neiliados del siglo A Vil ae citalian un cor-
lo número de escritoras , my poco adelantadas , tales como D^'
LITÉIS ATVB A. 161
fo ni novelas, ni cartas familiares, ni nada de lo que constitu-
ye el muy limitado reportorio de la literatura femenina ; ha
escrito obras ascéticas. Esa muger á la vez escepcíonal entre las
de su país por haber usado de la pluma , escepcíonal Umbien
entre todas ellas por el uso que de la misma hizo > es Saleta Te*
resa apellidada de Jesús para distinguirla de otra Santa Tere-
sa anterior Reina de Portugal. Nació el año de 1515, murió el
de 1582 , y dedicada al claustro desde su mas tierna juventud,
consagró su larga vida á la reforma de la orden de los carme-
litas de frailes y monjas de la que pasa por fundadora. Las obras
que tuvo tiempo para componer en medio de los trabajos de esa
empresa son cinco. Un discurso ó relación de su vida dado á luz
en 1562. El camino de la perfección y obra de moral cristiana
escrita para la enseñanza de las religiosas del convento de San
Jfosé de Avila , del que era priora : el libro de las fundaciones^
que es la historia de los monasterios fundados ó reformados por
ella: el castillo interior ó las moradas y obra mística , en la que
la santa tomando el alma á las jiuertas de ella misma ^ la condu-
ce de una en otra estación , hasta la séptima morada , que es el
palacio de su celeste esíposo Jesucristo : en fin los concentos d0
amor de Dios, especie de glosa sobre los cánticos de Salomón.
A estas obras , de las cuales las «uatro primeras salieron á luz
durante su vida •> hay que añadir sus cartas que se han recogió-
do después de su muerte , la mayor parte de ellas también as«-
céticas, que contienen lecciones «erangélicas ó discusiones doc*-
trinales , y que forman otros tantos sermones ó tratados teoló-
gicos. Santa Teresa por sus ocupaciones y escritos, puede coIq-
«arse entre los padres úe ia Iglesia. Oráculo ^en su tiempo, ca-
nonizada después de su mBerte,1»voe1dol)lc1ionordoser pro-
puesta durante su vida, como un modele de santidad y ciencia
ortodoxa é inspirada. Si al dar desabego á la hidote de mi c<h >
vaseon amante > airosamente burlado por mis votos monásticoi* ,
, i
Bernarda Ferreira y La-Cerda, D.« Mana Ana de Garbiual f .
Saatedra , D.« Maria de Zajaa y Sotomajor <$ae. Pero lastra^
bajas de esas señoras de esclarecida alcnmia hau sido de poea
eoiisideracion y murieron con ellas i y4iqiii aelo ne üCttiio á ha '
ebras de alfwi mérito y de algana duracioa*
162 ESTUDIOS SOBRR LA ESPAÑA.
se hubiese limitado á esos tiernos y afectuosos impulsos del al-
ma f hacia Jesús adorado por ella , y cuyo nombre ha tomado*
como su esposo espiritual ; si permaneciendo siempre muger,
no hubiera tenido mas que pensamientos afectuosos , é inspira-
ciones de amor , como cuando exclama , compadeciendo al dia-
blo , al mismo tiempo que lo maldice : «Desgraciado / ; no sabe
amar/"; /entonces se admiraria en Santa Teresa una alma ardien-*
te, un entendimiento superior, que la hicieron en su tiempo la '
ribal de los Gerónimos y Bernardos , y que la hubieran hecho
en otras épocas un Safo 6 una StaéI. Pero esas inspiraciones y
afectuosos impulsos , no son , en los escritos tic Santa Teresa,
mas que unos pasageros resplandores. Dogmatiza mucho mas de
lo que desahoga su pecho: con mas frecuencia espone susopí-i
niones teológicas , qué sus sentimientos íntimos: antes toma el
arrogante y doctoral tono de un casuista , que la tierna y sen-
sible voz de una miuger , que. ha conocido el anrior puro , y la
piadosa contemplación de los ángeles. ¿Y qué sucede con esto,
a mí á lo menos, viendo que Teresa olvida dos veces su secso,
que se hace en cierto modo superior á un hombre, y quedis-^
puta como Jesús en su tierna edad con los doctores ? Leo sus
obras con repugnancia , no tanto por aversión que tenga á las
materias que abrazan , euanto porque están deslucidas y echa-
das á perder con la inclusión de otras superiores.
'Moral. A los teólogos siguen los moralistas. Llamo asi en la
literatura Española , no precisamente á los escritores que han
publicado como máxi'meís y sentencias según en Francia lo hi-
cieron Vauvénarques ó LarochéfoucauM' , xíicrtas verdades mo*
rales y de una práctica aplicación , sin saber si la inquisición
hubiera permitido la publicación de esas lecciones bajó' seme-'
jante foiriala ; sino á los escritores que , dejando á parte el ar-
robamiento ó la controversia; segregando la moral del dogma,
y separando él cielo de la tierra , han trazado los deberes so-'
ciales al lado de los religiosos ^ y -no tanto se han dirigido *á
los cristianos, para que pudijescu.cQnseguir la eterna salvación,
cuanto á los hombres que viven en la tierra constituyendo fa-
miKas' y uacioBes.
Sin ser innumerables como los teólogos , á quienes en masa
es «eeesatio se{ftiUar «n el olvido, los moralistas , 6 lo menos
losí qae yailamo talas vformaa tma dase bastante numerosa, -
'm\» . ' *. '. } . ^ • . .' .< ' " • ,'...•*•
.J
IITCnATV&A 163
j muchos merecen que se haga de ellos especial mención. Eá
este ramo de la literatura Espaüola^ cómo en casi iodos tos de-^
mas , hay que retroceder bastante para investigar su origen 6
sus primeros pasos. Desde el principio del siglo XIV, el infan^
te D. Manuel ya había demostrado la necesidad que habia de
enseñar á los hombres que una b*¿ena acción es un buen cal-*
culo ; y que la virtud también proporciona la felicidad , lo quo
ejecutó en su célebre obra titulada el conde Lucanor, En los pri-
meros años del siglo siguiente el humanista Fernán PcrC2 de
Oliva comjpuso su Diálogo de la dignidad del hombre , obra muj
notable en esa época por el pensamiento y por el estilo , que
su autor dejó sin concluir , pero que ultimó con igual feliz ec-
sito Francisco Cervantes de Salazar. Al llegar al gran siglo, dos
escritores ocupan con brillantez la cátedra de moral. Fray Luis
de León y fray Luis de Granada compatriotas , amigos , dedí^
cados á los mismos trabajos, y compartiendo la común estima-*
clon, sol ia confundírseles bajo esta fraternal denominación, los dos
Luises. He dado á conocer al primero como pocfta lírico y co-
mo creador de la oda Española. Las principales obras que ha
compuesto en prosa que le colocan entre los moralistas son tma
exposición del libro de Job , y la perfecta casada. Fray Luis de
Granada tan solo prosista , y no tan dedicado como el otro Lui$
á las c¡enci:is profanas, debería colocarse entre los escritores as-
céticos , si sus obras sagradas y con especialidad su guia depé^'
éadores , no contuviese selectos trozos de pura moral que en
literatura deben hacerle ocupar un puesto al lado de fray Luis
de. León, y confirmar el juicio de verdadera similitud que acerca
Ae ambos han pronunciado sus contemporáneos. Fray Juan Mari»
<^uez merece también como Luis de Granada el nombre de mora*
lista por haber pasado muchas veces en su obra titulada el Gober*
fiador cristiano^ de las lecciones de un director de conciencia^
¿ la enseñanza de las cosas de este mundo. A esa categoría de es-
<íritores semi-tcologos y semi-morales, se puede agregar fel Pa*
dre Juan Ensebio ac Ñieremtiíf rg y de origen Alemán, peto que
ha escrito numerosas obráis en castellano muy puro, entre otras
\í\s Céntimas de dictámenes prudentes y la titulada Oíros y dias
¿manual de señores y Príncipes. Esta última obra, dos veces
reimpresa y muy célebre en su tiempo, cuando no tensa el mé-
rito de un trataáo> tanto de política como de moral » ha aspl-
164 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA.
rado á lo menos á ello , y á enseñar á los Soberanos de la tier-
ra el arte de gobernar crístianamcnle á los hombres. Lo que
el religioso Nierennberg intentaba en el retiro de su convento,
lo realizó con mas feliz éxito después de treinta y cuatro años de
esperiencia en los negocios públicos D. Diego de Saavedra Fa-
jardo, ministro y embajador. Su obra titulada empresas politi-^
cas ó idea de U7^ príncipe político-cristiano 9 traducida al ftlíli y
á muchas lenguas vivas, le dio á mediados del. siglo XTII una
reputación casi Europea. Saavedra Fajardo debe considerarse!
como el único publicista que ha producido la España , si no obs*
tanto se puede llamar asi al escritor que quiso acomodar la po^-
lítica con la virtud cristiana y buscó en el evangelio el arte de
gobernar. Bajo este concepto iSaavedra Fajardo se parece á nues-
tro sencillo abad de S. Pedro inventor de la palabra benefi^
cencia y apóstol; de la; paz universal ; pero su estilo es pulido,
noble, magnifico y quedará como qn precioso modelo para con-
sultar mucho tiempo después que sus teorías políticas dejen de
aplicarse. He aqui una buena prueba del célebre axioma de Bu*
fon, de que él mismo nos suministra la mas brillante: que la
ciencia marcha, que las ideas cambian, pero que la forma que-
da y que asi el estilo es enteramente del hombre.
Después de estos escritores que cual mas, cual menos tod6s
han mezclado el dogma religioso con los deberes sociales , y
confundido la moral con la f é ; soló me resta hacer mención de
dos, que habiéndose preservado de esta confusión se han limi-
tado en sus ya serios., ya jocosos y muy á menudo figurados
escritos , á denunciar en beneficio de la razón y de la virtud
Ips cstravagancias y los vicios , por lo que merecen el nombre
de moralistas , bajo la acepción que doy á esta palabra. Estos
son Quevedo y Graciano. En la poesía he clasificado á Quevc-
do entre los satíricos, no solamente porque ha escrito sátiras,
sino porque el tono general de sus versos es la chanza juicio-
sa ,, la burila dirigida , ó pretendiendo dirigirla á un fin útil.
En la prosa y ppr análogas razones , lo clasifico entre losmo^
ralistas. Quevedo en su juventud fué criticador y licencioso,
después justificó el antiguo refrán. Español: que el diallp des-
pués de viejo se hizo ermitaño. Después de sus faltas y de sus
desgracias cayó en la mística, y terminó con unas prodüccio-'
Bes ascéticas el estensp catálogo de sus obras. De Quevedo v de
■ Vi*
UTERATUBA. 1C5
SU dpoca se puede decir ]o que Chenier decía de Boileau , el
cual.... componiendo versos ascéticos resto de un gran talento^
sobrevivía d la perdida de éste.
No siendo Qucvedo durante este intéryalo , ni licencioso ñí
predicador , ha compuesto obras de un carácter medio que for-
man sus verdaderos títulos arla justa estimación hacia él dis-
pensada por los eruditos de su pais. Tales son, las zahúrdas de
Plutpniel sueño, de las cálaberas^las epistolas del. caballero de
la temxa ; la vida del gran tacaña i¡c. La major parte de esas
obras x, según lo indica su titulo ». se componen de sueños , vi*^
8Íones>9 cuentoíi figurados^ , en los que el autor > trasladándose
de este mundo al otro ,, y paseándose por sueño en los espacios
imaginarios , alternativamente por los caminos del cielo y del
infierno , descansa varias veces para ridiculizar los defectos eter-
nos, de- la especie humana y especialmente las tonterías de aquel
tiempo.. £1 mismo llama sueños morales á todos esos^ libros. Así '
J^ues, las zahúrdas de^Pluton son una. revista satírica de todos
os estados y oficios de que están llenas las choza& infernales. El
lueüo de las calaberas, e& una visión fantástica en laqueelauf.
tor resucita todos los esqueletos de un cementerio para hacer
que al desnudo presenten las fragilidades de sus caracteres j
profpsionef .. Quevedo muestra en. estas obras una fecunda y va-
riada imaginación y un. talento observador sumamente delicado,
mas erudición de la que debiera ostentar , y especialmente un
entendimiento que derrama como un manantial inagotable , tor-^
rentes^ de jocosic'ades. sentenciosas y de pesados equívocos. Desa-
graciadamente («ara su gloria , hoy falta la clave á muchas de
sus agudezas : con el tiempo han perdido su oportunidad y su
armonia y sa gracia 9 y se hanxonvertido en ininteligiblea ó in-
sulsas^ He aqui esplicado porque las obras morales de Queve-
.do>,poco antev tan. leídas y ensalzadas ,, se hallan| ahora en un
abandono muy próximo al olvido. Censor de las estravagancias
de aquel tiempo, .y moralista superficial , escribía para ^uépo-
y ha debido, transcurrir, con elfa.,
Ek padre Baltasar Graciano , su contemporáneo r V^^^ ^'f^
posterior ( 1 ) ,. ha. compuesto muchas obtas análogas a las de^
^ m, Murío.elaaedei658.
22L
166 BnTBIOS SOBRE LA ESPAÑA.
Qaeredo, entre otras la que se titolacl criticón^ no solaíiDCii-
te la primera del autor , sino la primera de esa clase , y una
de las mas importantes de la prosa Es|idñoIa. Eae'crittcon es tina
larga ficción , muy ingeniosa y de mucha aceptación en aqne*
]la época , porque era nuera , que representa al hombre ria^
jando al trarvés de la'sociedad. Eslá dfvidida en' tres partes ó éno*
icas<, que corresponden á la adolescencia, á lá virilidad, y ala
senectud , y subdiridida en treinta y ocho ca|yítuIos llamados,
mm. Es un tejido de aventuras, ya terdaderas ó posibles , ya
imaginarias ; una mezcla de personages efectiTOS 4 alegóricoiT;
Tftia serie de cuadros y de descripciones , t^n donde alternativa--'
mente se presentan los sitios conocidos del planeta quehábita^
ittos f y ios de los países quiméricos. Csas aventuras, esos*pelr«
Donages y esos cuadros , están muy airtisticamente acomodados
en «I marco cemun., formando una Aoscripcion circunstancias-
da , con^antemeoíto argradalle , de un conjunto rigorosamente
concebido. Toda la obra está llena de movimiento y^deYida;lá
simctria se concibe bajo la variedad , y todas las parles estáa
felizmente enlazadas. Un diálogo sigue á una descripción y á
esta un cuento. Gadajperiodo^ cada palabra 9 cada frase > es una
alusión, una mmia. El ingenio las realza con todas las agude«-
'leas ^ con toda# las graciosidades , y con la vafriacion de Toces
ique abundantemente 1c suministra la lengua 'castellana. La léc- ^
tura de esas estrañas narraciones coloreadas con tanta viveza*
"entretiene y escita la risa, como la variable galería de una liur^
terna mágica pero aquella , es mas que divertida ^ pues está
siempre adornada de un sentido morail bastante ingenioso, y qcó
todos comfrrenden^ en esas lecciones tan bien doradas ^ siempre '
liay una advertencia prudente , y machas Yeces un' pensamien-
to profundo^ Pero desgradadannmCe^ <! racismo ^ lo mismo que
Qttcrvedo y que todo iautor satírico , ha salido muchas veces de
la hibtuT ¡a general de la humanidad , para censurar sin rebozo
pM'ticnlaridades coñtempoi aneas « ^n las que no soto se necesi-
ta penetrar con rodeos, sino que tampoco puedcti darse á cono-*
'eer de otro modo que ai través del velo de las alusiones. De
liay proviene la obscuridad y aparente falta de significación de
algunos trozos de su obra. También hay que reprocharle los abu- '
SQS do las antitesis , de las hipérboles , los pueriles juegos de
palabras, y esa detestable retórica de una época de decadencia»
qjaa djBslacen otras obras que ha dadaá laz , cu (ank> gr^do,
que no se pueden leer , do cuyos defectos tampoco, está exenta
la del cnYiVon 9 síoL embargo de hallarse escrita con: mas gusto
j comedimiento.
^ Hice, una relación, algo cstensa de este libró, no solo porque
merece que. se haga de él mas que una simple mención y sino
también porque , es mu y. conocido fuera de España. No reouer-
4o haberlo Icido ^ ni haber oido. hablar en Erancia de subtítulo,
i^i del nombre del autor. Esta circunstancia me decide á trans*-
iqribír un corto fragmento tomado .del medio de un capitulo, pa-
ira dar una idea del p|lan y de la ejecución de ese libro raro,
¿os viageros Gritiló y Andrenio llegan al gran mercado del
mundo y yisitan las liendsiS' de €se emporio de la vida humana.,..
t^Uno gritaba f" Apresuráosla, comprar; cuanto mas tardéis mas
perderéis y sin que podáis reparar vuestra pérdida por ningún
l^ecio.*' Aquel vendía el tiempo.:— Aquí , decía otro, se dá do
Talde lo que, vale mucho.-^¿Y qué es. eso?— La esperiencia. —
].6ran cosa segurameinte r¿ 1" cuanto cuesta ?. -^ tos necios la
adquieren á sus cspensas , los sabios á la de otros.^*— fií dónde
Sfi compra la amistad? preguntó AndrenioJ — ;Ah Señor/ esa
^o se compra, ^n embargo de que muchos la venden." — Otro
decía con trompeta: «cAquí se venden esposas*' : ¿Son de hierro
ó son mugeres? preguntaban muchos qiie se apr/esurabanátras«
ladairseá^QUc^ punto.- — Es. igual vlo^mi^n»: sujetan unas que*
otras. —.¿ Y el grjecio ?^I)c váida >. y por meaos todavía. — *
¿Qué quiere dcciir que por menos^ todavía ?— Que se paga po©
llevarlas.-^i Mercancía spspechosa/ esclamó tuipr^mugeres^pu-
blicadas jf .no la tomaría ; la muger buena »,jd conocida. ni vis-»
la."-r-Otrp ,s^ aj^oi^iinó y proguntdtpoe bt mas hermoisa ; la^ue •
le dieron, ¿.costa de una gran falta no atendimiento, y elraer^
<^c( ]iedijai.<;<^l primer- dja Qs:parecer4(foiiiiasiher^mosa,.p^
to despups. como las d^^^s»^ Un ftarrongiiaijía que oyó esto» pi-^
dio la mas. fea.^ «Usted, k. pagarle cqímik contiáuo disgusto , lo>
fian dicho^*!' CfMdvidaban',^ un anciam y ¿un joven ¿'que toina«^
ten esposa Y y respondieron, este «todavía es demasiado tem-:»-^
prano" y él anciano <»]ra>: es. miqr taide (!)•?"
■^«.*.^^HW0^B>V"UF^*'»*«wMBvi^^maMÍi«a«M^^a^Bi«*aiaaBa.M%Vf9i^k..
4I) Xhales f que siendo i&Y^ft» ,é imiyido efieaznimte por sik
168 BrriKcssocta LÁ ispaSa.
Para completar b lista de los moralistas Espaikilcs , me pa-'
rece que ya do tengo que hacer mérito sino del padre AIbicí^
da , aator de el hmdre fdtz independiente dd mundo y de la
fortuna^ o d arte de virir contento, Almeida es Portogoés; pe-
ro como so obra se dio á loz casi é qd mismo tíeotfpo en las dos
Iliciones t acostumbran á contarla entre las soTas.JuAiaii¿rf/f-
ItJT es una novela moral hecha i imitación ifel "Mémaco. Las
lecciones qne contiene no carecen ni de exactitud, ni -de dera-
cioo^ y el estilo es generalmente poro , dnice ▼ elegante, co*
mo 'el del modelo. Se pueden leer algunos fragmentos de esta
obra con gusto y utilidad. Pero la materia lomada de Ja histo-
ria de l<^ -Griegos del bajo imperio es fría t sin interés. La ac-
ción se estinguc , todo ^se pasa en -estensos Jülogos muj pare-
cidos á -sermones. En una palabra, carece del suGciente adorno
pira con él poder encubrir su utilidad ; la moral demasiado
desnuda ts tosca , pedantesca, y cuando "esa lectora ^se proloc^
ga , en tcz de agradar y cdnmorer como las escenas bien enla-
zadas de un drama ^ fastidia lo mismo ique los tres puntos de
un sermón.
Cartas. Siguiendo este examen de la literatura Española , no
haUo de la parte 'ep'slolar sino para recordarla , no porque C"*
rezca de ella , sino porque es^sumamente imperfeta Lascar-
tas del liachüíer Peman^omer de Cibdaf^eal {d tentón qnV-
toUorio-J «son poñr oira parte unas memorias cuiiosasé interesan-
tes sobre el Fciiiaao4e «Sean H al principio del siglo XT ; asi
pues , apesar de sa forma tamlñen -deben figurar éntrelas trré^
nicas. Las caitas de "Santa Teresa^ ya he dicho uuesoniinas di-
'scitacioiics tedógíess y «nasUvstrtfciones scftre loseasos detxMH
Giencia ? no iebm ptiiai 'saHr de ta Ubliéleca de. los cmiYenlos.
Es Terdad «qne^se han receñido algunas ctfilas familiares dd ero-
ni^ ÜerinMo del Pulgar, del nuietfro Juan ^de ÁTÍla, ^e An-
toajo^e Guevara , de Aiilotaio Pérez , de t)treredo , de Sotts y
aun de la reina Isabel la 'Cálólicd'; pem én todas esasccleccio-
nes^ nada hay qup -se nprodme^ no 4íréa las celeradas ^xnfi-
madre i qne se casase, cooteatd qnennn no «ra tiempo; y en edad
alanzada , que ya le liabM pasado , señaló «on -estas respuestas c
áníoa en qne d hombre denc Terificarln*
LÍTEll ATURA. 169 .
delicias dé un YoUalro ^ rsplayando su corazón y éniendimien--
to con Alambcrt ó Federico , pero ni aun á las amables chan-'.
latanerias de una Señora de Sfsvigné. ' ' \
Historia.' La historia tiene en España lo^ mismo que la lite-
faturaj, diferentes épocas. Al principio fué tradicional; después
fue una crónica , es decir Una sinÁple narración de los aconte-
cimientos. En seguida se ha engrandecido 9 y después de, haber
sido cómo los n1ño6 aficionada á los cuentos , tomó como los !
homWes el gusto a la investigación de las causas. Cuando se '
animó á rélatalr \oi hechos y a juzgarlos, entonces se U^mó'
istoria.
Después de las (^irónicas latinas > desde el religiosp de Silos,
hasta el arzobispo RodrígoJitnenez de Radai; después dé la eró*
nica castellana de Affonso el Sabio óue con sú código de Tas
fartidas fijó la lengua y su usó , "se presentan las crónicas que
Iíueden ocupar un lugdr en la literatura. Las joñas aptiguas son ,
as del). "Pedto López de Ayala , GanciTler de Castilla j^^fan^
pct*spnage en la "Corte de cuatro Beyes: Pedro el Cruel , En-
rique II 9 Juan I y Enrique III , [el enfermo) durante la según--
da mitad del sjglo TUS, De sus cuatro crónicas % la mejor es,
la qtie contiene la Ylda de Pedto fcr2ní(?a a«í Kty 2>. Pedro de-
Castilla.) Aycla la escribió después del advenimiento d^ EnVr* '
que de Trastamará*: ministro del Rey vencedor n, é historiador ^
^el vencido 9 atacó quizá algo la memoria de este , Tcfiriendó '
"con los mags negtós colores los actois 'Sanguinario^ en virtud de
los cuáles adquirió su terrftte sobrenombré i j ^in liaicet Üas- ^
tafite justicia á las eminentes cualidades qtre le distinguieron
como AOmbre TesoTüto y activo, ^n 'cusmtq á la fotma^' aunque '
es<nrita en -una lengua todavía <ár1da y po^bte, aíunqué >feáda coü .
las cofífinuas tromparacioires y 'étcrmas repétitíotíes ,' su cr(Snicá
office en muchos passages / una sencillez ^ una ui^tí^acion, tan
franca , que se aproxima & nne^ttp ^rpissat 4é ^len era ;Con--
témporático/ • • '" ?^ - • . ;
"En los primeros ^50 álios del siglo «Iguieñte, el íácliilW
Hernán tromez de Cíbdat-R^aí escribid én eiientó euiátro eafrtpi^
(centón efhtolario) unas memorias sotare «1 reinado d^ Juan' fL\
sémVsérlas y sedi-liütlefiacas, tpíe ^e i^odrlah coürparáir ¿lüia^-
Tío de* la estrella, yáunslñf^ati álfctenciá de épocafs,á^^^
morías de San Simou. AtiTf imo del siglo X^T.'líeriiandd/dél'
tí
170. BSnnilOS 80BBS Uk ESTAHA:
PalgarotiiiisU oficial de T(h Rejcs Católicos, cfcrSii&^adeiiias
de b historia de su reinado^ hasta la toma de Granada, ana bio-
grafía de los hombres flustrcs de Castilla (to$, claros, turones de
CastiUa. ) Ese libro compaesto á imitación del de Plutarco j
bajo la misaia Coiina , és el principal titulo literario de mi aiF-
ter j la mas preciosa obra prosaica de aquella é^oca. En los
treinta j cinco títulos de que se compone , se halla, constante-
mente um noble sencillez y una grandeza sin hindiazoni^no ticr
ne rcflecsiones inútiles^, ni supcrluas repeticiones. Pulgar. re-,
liere un hechQ en una frase , esplica concuna sola palabra ,. j
describe con un solo pensamiento. Sus relaciones son aiUmadas.^
y. cl^as^ sus caracteres trazados con firmeza, .sus juicio^ siem-
Ere equitativos , sin acritud ni adulación. Esa obra abria i. la^
istofia , en E^pan^s wa carrera itttelectaal,,de gusto y «fe fi-
losofía ,,de qiic bien pronto se ha separado.
Garlos T at principio del siglo. XYI >,tuTO do^h¡stori^;r2K
fds prindpales , Sandoval y P^fq Ilexia ; pero 91S obras, sim^
íes. biqg^jnas del empei:aapr (vida y hechos del cnipcrinfor CVír«
«. V'J no csceden los lunites de unas exactas, y concienzudas^
erySnicas. Pedro Mexia quct no ha escritor on la suya sino hasCa^
el primer TÍaje de Cátios Y 4 Italia , cuando fue á recibir 4.
Bófpnia I9 corona ifpperi^t , habta compuesto anteriormente una^
historia de los emperadores (historia imperial ^ Cesárea) des*
de. Jiilio.Cés^r ,.h^ta Ma&imiliaiip I de AustiJa. ^ verdad que
ese libro, no, es mas que una T^sta copipi lición de los. autorjcs.^
antiguos, y moderno^^, pero, testifica un. inmenso trabajo «^una^
prodigio»! erudición, p^ra aquella época ,.cn fin^.elpebsamíeu-
to de- un conjuii(o de generalización « y el fecundo ñiétodo de
deducciones hist^ica8,.£Í estilo eS: claró, conciso y graTe;.ge-.
Tfii desi^%]l., trivial algunas Teces .^ [sin el^ganeia y sin tí yací-..
dadvBajo este aspecto,, y á pesar de I{^ yeñtajasde una lengua,
mas forinada > Mexia queda postergado i Pulgar. .El. desarrollo
de. la historia propiamente dicha, es mas tardío en España >qu9.
etde^los.otros ramos d^ la literatura. Esnecesarjo pjásar la épo- .
ca denlos grande po^t3S,.,y U^ar hasta la mitad d^t reinado do '
Fji^ipell, para hallar un verdadero, hiáíoriador. D. I)iego &ir«
tadu.de Mendoza uació en Granada d año .de 15Q3# pertenecía,
á una de las primerias familias de la monarqpia. Sin contar, mas
que Uler^itos. enlre su# antepasadui^j, d^sc^dia d«l. marqués de
ltÁtÜRA.LITB 17Í
Santillana por h Unea masculina, y del de Villéna.por su niá«
dre. De sus cuatro hermanos mayónos qtie él cnedad, D.Luis;
f^é capitán gdnérai de firanada j presidente delcoírseio de Gas^
tilia-; D. Antonio Vírey de nueva España t del PeiH ; el ter-
cero D. Francisco , 'obispo de Jaén , y el uftimo í). Bernardi'^
ño /'general de lirs galdras. £t mismo í). Diego pasó casi toda,
kfí Vida en los deyados empleos *pel7ticos. Encargado de mil-»
días embajadas impoi^tarítes , representó sucesivamente aíl£n>^
tíárador» en Venecia, en Boma y eíi él concilio dé Trento.'Cir--
los y 16 llamó cuando su abdicación , y Mendoza , despuiSs'dó
halier seguido á Felipe H á Francia , y de haber asistido á I9.
batalla de San Quintín , se desgració con este príncipe áit;onse^
cuancia de una aventura caballeresca (1] : fué. desterrado déla.
CSórté y se "retiró á <¡rranada , en cuyo apunto acabó sus dias» de-
dicándose al estudio en ^1 retiro.
^ En <jiranada presenció el níodo con que se formió y ésta-^
nó la insurrección de los Moriscos , áb esos descendientes de
los Árabes vencedores de la España, hechos violentamente ctis-r
iTsinos , ultrajados, abrumados con la opresión , y á cplicfnessfi
desesperado estado condujo á la rebelión. Despules de la larga
7 sangrienta guerra indispen$al)le pata scítafietetiós, guerra quo
requirió la habilidad de D. Juan de Austria >, la presencia del
Rey y un esfuerzo de toda la mona'rqtiia ; Mfendoza rtísolvió d»-
eribir las causas y acofutecimiei^os de ese episodio importánta
de la historia contemporánea qü6 halbia presenciado él mí'^mo.
Su libto {historia de lá ffüerra 'corara los Moristos áé Granada)
sale eateratiteYíte de la lespecie de las ctónicsfs y porque el au-r
tor^ como a"nteríorníente Ihé dicho', no se limita ya á refeWr
los hechos; también los juzga. Desde su elevado tribunal do
historiador , busca el origen y la tnota^ídad 'de )a*s (!osas :ielo-
gia y vitupera tanto á los amigos como k los enemigos ; dedii'
•^■■-^- rr _"••■ '•>*'- * .ía^j^.t..: -■ ^ ^11^ ■■
(I) Hurtado de Mendossa , anaq^ae secsaffenarió, era rival
iéo galanteo de otro caballero de lá Córt6 , entre \tíñ cnalés s^
9a»¿iló Una pendentia eu el mismo fMiIacio dé Felipe; y ibonio el
adversario dc.HIéudoza tacó «a nnnal , éste le asió por eií niedia
del cuerpo y le arrpju desde un oalcon i la callé. Este altrají^ |
la Magestad Real se castígé con la prisiob j él deslierÉ^»
XJ% ESTUDIOS SOBIE M ESPAÑa!
ce ana lección del ejemplo \ y de los acontecimientos pasados*
otra para lo futuro. La historia de Mendoza está escrita ccn
una ^ penetración tap profunda y un juicio tan sólido,^ que has*
ta.enlonces no se hahia conocido en España » en donde tampo-
co halló machos imitadores. Otros escritores tales como Marmol
y .B|cda, han tratado «el mismo objeto pero, con sus mezquinas
pasiones de Sacei^dotes , y con un estilo análogo á las mismas. La
obra de Mendoza íes la única que ha quedado copio prodiiccioii
literaria , y le gjcanged. el nombre de Salustío Español. En efec—
U>9 parece que h^v tomado por modelo la ner?iosa concisión del
historiador roffií^QQ refriendo la rebelión de Catiiina. Sus conwr
patriotas dicen qius fué el priiner escritor Español , que supo
unir la política á.la elocuencia 9 y que reunió al talento de es^
cribir bien , el de peQ$»ar del mismo mudo. Ese elogio, es tan
justo t como grande ;, y sin:trabaio se conocerá que el autor es
digno de él , si sjD tiene eu; consideración la apocaren que se di5
á luz su obra : pero fijándonos en.l^ nuestra , y sin poder de^
fenderse de una comp^riacion involuntarja con los grandes, tr^
bajos históricos , aumentado^ durante tres siglos á. la de Men-
doza /se verá que su estilo aunque labrado, es duro > repug-
nante , sin elegancia ; que su concisión tan. decantada degenera
en aridez y obscuridad;. que sus rcflecsiones» aunque siempre
sentenciosas » sou; muchas vec^es puecilps y están yacías ; y qua
^ sus juicios dignos dQ alabanza , á lo menos como imparcia-
les j se halla mas bien la afectadon doctoral de un jubilado em-
)>ajador , que la yerdadera profundidad de un hombre de estado^
Antes de continuar, este qxámcn de los» principales hi$.toria^
dores Españoles 9 debo adyertir que t^otó en historia como en
literatura general, dejq.á un lado todo lo que es puramente
ascético,, todo lo. que no se dirjge ni recomienda mas que á los
eclesiásticos.^ Asi pues, apesar del mérito, especial aue puedan
tener sus obras, no haré especial mención ni del religioso fray
José dQ'Sigüeoza, que esqubi6Ja historia de la orden de Sao
Gerónimo , ni de ftay Diego de Yepes ^ue lo hizo de la yida de
Santa Teresa de Jesús , ni del Padre Martin de Roa , que tann
bien.hfi escritpu las, yidas. ejemplares y. milagrosas.de D.» San •
cha Carrillo,, y de la condesa de Feria. Basta la designación de
sus 'npmbres.jpara.los aficionados á semejaites lecturas.
"^ iSI jesuíta JTuan/de Mariana , es el primero nó diré que em^i*
w>
UXERATCIU... ^ 173) •
prendió , pero sí que concluyó, una* luslo|pa general de Espa-
ña. Floriano de Ocampo ya. oabiá proyectado esto mismo, com- -
puso los cinco primeros. litMK)S le la crónica^ general de España^ <
5 ero no ha podido, acabar esa obra inmensa aum|uc las Cortes ^
e 1355. soIicitaroQ del Emperador, que le eximiesen, djeasistii^
^1. cabildo.de Zamora de cuva. catedral. :^a canónigo 'para quq
<;on mas facilidad pudiese aedicarse á los trabajos bistóriccs^
Mariana tuyo otro modelo y predecesor en. Zurita jque cscri-;
bió, los anales de Aragón. con la gacieacia y erudición ae upi;
benedictino. Peroesto.no era todavía mas que una álá del in-
cienso edificio que se proponían leyantac , .¿t saber la historia
general de la península desde los tieaipos fabulosos y hasta pú
época- Admitido á los 17, anos en .la ^ompañia de Jckus , por
Ips. primeros discípulos, de Loyola,.y encargado durante trece
años, de misiones. esteciores ; Mariana no empezó á reunir los
elementos pura la composición de sú obra ,, hasta el año de 1574, .
época de su. regreso. á España; entonces^ tenia. 38 anos. Sii.hi|-
toHa. dividida en. treinta libros,,se escribió al principio en 1%^^
tin., para que sirviese para todas las naciones. Cediendo des-^ .
pues Mariana á. las instancias dé sus, compatriotas,. la ha tra^
ducidoal castellano, tos veinte primeros libros,, saííerpnálu;^
el. año de 15^2 ; hasta que falleció que fué el de I623,.publír
có sucesivamente tres ediciones latinas y cuatro Españolas; desr
pacho inmenso. y. sin ejemplar hasta entonces..
Mariana, que no, ha. tenido comnetidpr. en Espa&á ; tambiet^
Í^asa en. ella por vencedor de sos rivafés.csíranger^oslosThous^.
os Sárpis, los H\imes, y en fin.de jtpdosjos que, han escrit^
historias generales ,.j suscompatriotas le llaman siii'cumpU-r
miento el principe de Io3 historiadores. modernos...£ntendá^Qr
nos acerca de semejante eíógio. ¿ Se le aplica .en consideráci^m
ala parterentenamente literaria. y aL estilo .^..Entpneés se pueoe;
convenir en. que. el e ogío es tan^solo.exageriado.ApesardeíoS:
4efectos. frecuentes , pero.disculpablescti.una; obra, tan csC^nsa,
el e^íío. de. Mar iana> puede contemplarse: coino, un modelo dé^
la elocuencia. hisjLóri(¿i , pues es claro.,^corr3pcto ,,*lcgante ,'i|i; .
muy conciso 9.ui^demasíadafloja>.y está igualmente emento de
onfasí^y de.'triy¡áUdad:.Es;Ti|í)..tíyíorefiri^^ enün lengua-
£e bermoso >, la vida de.ftóma' desjjíe su cunav Í|eró'^ del esti-
t>, cualidad '.común á.todo escrítpr , sq quiere pasar á las éHH
171 fiUmioá '«OftKK IA' ESPAÑA .
S'pcíbIcs del his(nriatMr, la Investigacioa Goncicnztida d« lo rer-
adcroi la reiflituif del juicio , la allut-a dé Itts conocimientu
generales j la inteligencia de las deducciones , á lodo lo qué^
Íor úllimo , constituye la tilosofta de la hisloria ; el elogio d«
larintia pasaría en caso de necesidad por un epigrama. A lo
inenos los que le bandado esc titulo se acreditan de muy !g'^
nóruntes de los modélifs y de la alta misión de una ciencia , cu-
Í'a corónale h^n ceítido con tanta liberalidad. Mariana no |ia co-
rito la bistoria para corregir los errores de ella , ó para pii«-
fentizai- sus lecciones. Ha escrito por escribir. Con tal que re-
late , todo lo refiere bien. Las tradiciones fabulosai, las falacei
legendas , loi cuentos de tiejas , los milagros de los santos á
. ác loS hechiceros , todo lo recoge , todo lo amontona desorde*-
Dadamcnte en sus capitiilos ; al lado de los hechos mas im-
purlantes y verídicos. Aunque no se toma el trabajo de sepa-r
far ni. con reticencias ó con dudas lo verdadero de lo (al-
io^ y lo TeróSMíiil de lo imposible, no se le puede precisamcn-
fe' aciuar^ ni de esa inoccnlé credulidad , que no vé el erroTí
tñ de esa culpable complicidad que lo sanciona v citiende. Be*
pito qiie nó na sido mas ^uc ub escritor bacienáo estilo de to^
do, sin investigar ni el rtsultado moral de sus narracibncs, ni
la pureza de los mananllides de donde las tomaba. Asi locon-
líesa él mismo cuando dice en su dedicatoria á Felipe II. «Al-
gunas veces be comcUdo errores , pero era cnando seguía lá»
"rdo." Mi intención, dice en otra
, no lia sido escribir la histo^
y con estilo . los materiales rco-
y sin sujetarme á la compro-
Asi ^es , nadie puede exigir
iropta voluntad."
ma la atención en Varianá,' j
; fi<^ , j respetando tanto to-
que los pastores eclesiásticos
i ovejas, ataque y revercncfa
erra. No solo trata á los Rc-
, sino que revela , publica da-
mas fallas con desapiadado rf—
lUes'tra tan poco'.Áiicion^tlo &
ratádo d» Rt^ tt'r*gnhtti~
Mtone,6 como en su memoria sobre \üí alteración de la mone-'
da,; la que, de tal suorle.seconceptuóvSccIiciosa y subersiva de
todo orden y obediencia,, q^ue valió á su autor un proceso cri-
«minaí y un año de reclusión» Por lo demás, no deja deconce*
.birse esa aparente conti*ad¡ccion : engrandecer la iglesia y aba-
tir la dignidad Real, esta debía ser la divisa de Mariana > pues
era Jesuila.
^ A pesar de la prodigiosa aceptación que en toda Europa túTO
la historia de Mariana, á penas se habia ac¿ibado , cuando otro
^escritor , Juan de Ferrcras, cura de la principal parroquia de
, Madrid , emprendió reformarla. No esperando escederlc por las
.l)ellezas.dc la forma, Ferrcras solo intentó ser exacto en el fon-
do. Su, obra que de^de Incgó iiíal6Sinopíis.de la historia de Ei'-
.gaña mas bien podria llamarse efemérides que historia , porque
todas las divisiones son puramente cronológicas. Sus libros com-
prenden no una época propiamente dicha; sino el espacio de un
siglo ; sus capíttdos son años bajo cuyas fechas refiere los acon-
tecimientos que empezaron ó terminaron en esos cortos perio-
.dos. En rigor podrían admitirse semejantes cortaduras sino se
tratase mas que de un solo estado, cuya vida política' se con-
.tinua de año en año sin interrupción ; pero la península casi
.siempre se ha compuesto de muchos estados: J cuando al trá-
tratar , por ejemplo , de lo concerniente á tres ó cuatro emi-
res mulsumanes> se necesita pasar bajo el misnio milésimo^á
tratar de los estados cristianos^ Castilla, Aragón, Navarra, Ca-
taluña y Portugal; esas infinitas ái visiones acarrean una ineví-
.table confusión ; obligan^, para reyocar erhiló de los acontecí**
^mientos» á perpetuas repeticiones, y hacen imposible una lec-
.tura seguida. Pero Perreras menos aficionado qiié Mariana á la
investigación del estil.ot. y del efecto , se dedica mas á el de la
jfetds^d. Consulta los autores origin^bs, comprueba los lexto^*
^cepsura.uno con otro los autórcscontemporancos, cita sus au-
.toridades,y^f uajiinist]ra sus prue^ias y garantiza debidamente Ips
t hechos .que reícrp. . ]\tarianá ha ' escrito para . simples lectores;
Jferreras para otros escritores, IJno debe leerse con pteferen-
.cia; y el otro consultarse. '
. Para no interrumpir, el orden. de lás materias', de^spues d«
..Ferreras hablaré de Masdeu ; otro autoir que engrandeció con
tu trabajo fó .historia general . de España > mas. apreciable ppr iu
X
1?6 tsjv¿i6h'miiitA íspaSa"
e\acl¡tud y razonada dis(:usrDn de sus aserciones, que porli
tiitrntcíon de los acon'tMimieiitós, compilación y coordinación
de los escritores precedentes, l^' historia crítica de Masdea te-
:un lo indica su titulo , e& una larga disertación critica sobre
a iiislciria dé su pais, elTc^istró y complemento de las otra
historias. Su división oh' grandes épocas, la España Romana, fa
JBifpafia Goda-, la EspaAa Árabe &c. ei inteligente, y sirre pa-
ra clasíiicar en el orden mas t^nvcniente el examen de losbo-
. chos y do las autoridades. ^1 intento fundamental de esa obrit
, feliz en si mismo ^ pedía suministrar opimos frutos enoopaii
mas libre y bi<¡o, una pluma menos preocupada. En su crítica
. debían sol>rcsalÍr la parte instructiva y la filosófica. Masdcu áet-
empcña bien la primera, éo la que ostenta claridad , crudicioD,
escrupulosidad, entendiéndose Y haciéndose entender: peroca-
rece absolutamente do la segunda. También era sacerdote, j bi«
.fuese por coovíccígn ó por prudencia , como tal dc^empcildsn
.misión de historiador. Cree y respeta lodo lo concemicDle si
dogma , ó lo qup interesa \lá iglesia. Disertará, porcjeoiploi
. jan grave y profanJaraeutc" sotre la época en que líiObal tíí-
nicto de Tíoc for Jí^het 7Íno á "poblar á España , y sobre la en
que apareció ch.eria el Aixistol Santiago á revelar la fé cris-
tiana ; como sobre las dudosas fechas de la deslmccion de Sa-
rria mas concernientes á a
to. En España , como ya b»
te en fragmentos separados
s 7 en oBras circunscrita»
citado lo guerra dt hs Mo-
jniendo el orden de l»s fe-
[éíiero y me toca liaWar del
(isúla , uno de los dos ber-
manos poetas de quien ya hice mención en el articulo deloís»-
líricos. Bartolomé, igualmente prosista, escribid coiíio «ncar-
' gado dé la crónica de Araron una serie í los'anaF» de Zurita;
y por orden del cobdede Lemói, presidente del consfejo de In-
dias, UH« Autoría de ío xonquisla dt lat lHolutai. Ese libro no «
cpntx:e <jue sea producción dcun encargo: está escrítocontaii'
to achirlo y capaciiad , cocóo si el mismo autor hnl>¡ese cli^t-
' do la materia; Por .otra parle lai descripciones -de esa dcscw»"-
lilTERATURA 1*77
tida y singular naturalcua , y las» cttríosa8aT430 turas de uuaes-
pedicion semejante eran una materia fecuiida para un poeta his*
toriádor. A Bartolomé se le puede repró^chai: alguna afectacíoq
de entcndiuiícnto en sus arcngaa demasiado numerosas « alguna
pompa inoportuna en las pinturas de los parages y descripción
^elas acciones; pero por lo general] es fecundo t brillante, enér-
l^ico y presenta sus relaciones con un interés sostenido. Sues-
-tilo es una mezcla dé poesía en las imágenes* y de sencillez pro-;-
Jaica en la éspresioú. Poi* iejémplot, (escribe de -este modo uu
Tolcan descubierto por el Almirante Drakc en el estrecho de
MagallaTTes : «£s un voícan muy altOi neyóso» en el que parer
-ee ^üe con natural modestia se respetan mutuamente la nié*
Ve y oí fúégo ; ambos retienen en si misn^s su respectiva fuer-
za y actividad , porque sin embargo de estar contiguos , ni el
-fuego se apRíga , ni la nieve se derrite."
• Entre los. contemporáneos de los hermanos aragoneses (a^
te llamaba á los Argensolas) que siguieron la Carrera histórir
-ca , hay que distinguir á D. Garlos Goloma , marqués del |^s^
pinar, y á D. Frañciisk;o d^ Moneada, cóúde de Osuna. Ambos es«-
tuvieron revestidos de aUas funciotíes militares y públicas y ami-
bos consagraron á las ciencias los cortos tatos desocupados d^
^una vida activa* Coloma clasificado por otrpXenophonteensus
'panegíricos , escribió la historia de la guecifa de los países bar
^os'de 1588 á 1589 , en. la que bizb tin papel importante, co-;-
-mo general y como embajador. Las únicas historias buenas ^de-
'cU Montaigne , son lais lescritas por aquellas mismas personaje
-que- estuvieron al frente de los ncfgocíos, <> que contribuyeron
a su díreocion , ó que han tenid<) a lo teénos la fortuna de con-
ducir otros do la misma ciarse. Talos ^n casi todas las griegs^
■j romanas....*' Con respecto á la de Coloma , soíi Unáis menao7>
-rías escritas coík un tono de franqueza y do verdad ^cOtt un per-
fecto conocitjiiento de las tosas , en las qn0 sé echa dé ver qué
•1 autor habla do lo qué ha visto y dé lo que ha bocho , cuya
doblo cualidad sobftescileéonstantcmenlé eñ ellav Itay ^ estabiS;-
•loria una perpetua vuétásí de pot menores. estratégicos y def^;-
<ftec9Íofi^i^' política^, de dófide -sé ;debelrian loñ^a^ enWnc(}S¡loor
.efoneS dé ésta$ dos clases , y qué aun manifestarían hoy cuáles
eran eXl éjMi época la ciencia de fa guerra, y la dé la dipto-
macía. .í ! * . .. _ ; ,. . . i : . ]
V*
Í78 Brumos sobrb la csrAÑA.
Embajador en ¥iena , gobernador en seguida de los Paiaes ba-
jos 9. después generalísimo de los ejércitos españoles hasla d ano
dé 1633 9 el émulo de Goloma , se llama el conde de Osuna oo-
mo personage histórico, y Moneada como historiador. Sin em-
bargo el tema de su obra no está tomado de la historia contem-
poránea. Ha querido salvar del olvido (porque estos son los Ho-p
meros que hacen inmortales á los Aquiles) uno de los mas ex-
traños acontecimientos que suscitó en el Oriente el movimien-r
lo universal de las cruzadas : hablo de la espcdicion de esos aven-
tureros aragoneses j catalanes, queá las órdenes del templa^
rio Bogerio de Flor , y de otros gefes sucesivamente elegidos
por cUos , fueron á establecer un imperio efiuuero en lo inte-
rior del mediterráneo, tres íiglos después de la espcdicion de
Tancredo y de los Normandos a Sicilia , un siglo después de la
de Beaoudoin á Constantinopla. Llamados en 1303 por Andrót-
nicó Paleólogo , para socorrer á los Griegos del imperio, esot
eondottiéri de España fueron á guerrear br¿:varaente al Asia
menor contra los- Turcos que ya habian avanzado hasta el BÓ6<«-
foro:: queriendo en seguida castigarla perfidia é ingratitud de
Hiffuel II, que después de su salvación reusaba el cumplimien-
to de las promesas de su padre , lo sitianm en Constantinopla,
asolaron la Tracia'i la Macedonia, la Tesalia y se establecieron
como conquistadores en el ducado de Atenas. £stas>son las ca-
si, fabulosas proezas y destinos raros de ese puñado de «aventu-
reros dignos precursores de los Corteses y de los Pizarros, re-
cogidas y relatadas por Moneada (Espedido» d^e los Cololanei y
'Aragoneses contra Turcos y Griegos.) Su libre es corto :. aun-
que con semejante objeto le hubiera sido fácil proUmgar. la his-
toria Gon la novela, se ha limitado á referir los aconicciBiieii-
tos incontestables , y esa discreción es tanto mas digna de elo-
gio., cuanto que náaa pierde el intcrés.,Bajo su oleante y ner-
viosa pluma , esa historia no necesitaba del auxilio de- Ja nor
Tela. Después de Mendoza , Coloma y Moneada , todavía haj
'Otro escritor, que de militar y. diplomálieo.se convirtió en hisr
toriador ; el Portugués D. Juan Francisco de Mello (l). Antes
^e ser enviado á Inglaterra por el duque de Bragáuza» hecbjd
(1) Los Eipanoles escriben líele.
Bey de Portugal 9 paira firmar los tratados ¿e alianza t Mclfá
baoia servido mucho tiempo «n España r cuando los des países
«e hallaban todavía reuní Jos bajo ana misma corona. A la eda£
de 17 años (el de 1626} partió á Flaúdcs en clase de volunta-^
pío, adquirió sus grados por medio do su valar, j en laguer*^^
ra de Cataluña mandaba una brigada en el ejército castellano*
Parecido en esto á Garcilaso de la Vega > Mello con^puj^o en los
campos poesías pastorales de las que hice mérito cuap/i^ ^^^^^
4e la égloga. Su reputación literaria estaba bastante .^ien sen***
tada , para que Felipe IV ó ma» bien el conde-Kluque.,de.01¡-
Tares le encargase la publicación de los acontecimientos de la
campaña abierta en 1640 contra loi». catalanes sub le vados. I'cro
la separación de Portugal reaKzada.al último de este mismo
año , y la necesidad en que «e vio Mello de huir de España , le
arrebataron á la vez sa mando militar y :su encargo de histo<-
riógrafo. Algún tiempo después foé cua«|do'Jo tuvo para aca*^
liar su obra en la Torre de Belén , en la que estuvo tloce añoa
preso, con motivo de haber sido ^acusado de un asesinato» cu^
ya falsedad se probó después. :l4li tituló Historia de los movi-^
mientos j «epüracton y guerra de Caíalma en tiempo de Felr-^
Sí el dilatado ocio de una .cautividad tan prolongaída pro«^
porcionó'á Mello presentar esta bístopia con toda la perfección
^ne podía imprimirle su pluma ,1a separación de Portugal tatnn»
¿f«fr le proporcionó cuanta libertad necesitaba para ¿uzgar las
ñiltas de una Monarquía de <lá que ya no era ^subdito. Sin em«
bárgd , ya fuese por considcftaciou' á su posición pasada , ó á la
6á que entonces se h rllal)a , ó hi&Oí per una modesta opinión do
fá mismo /I), publicó 'Su hisb^m bajo el supuesto nombre da
Qleiaenle Libertino , y ;la dedicó al >Papa Inocente iX: , juez ¿c
h contienda suscitada entre el Monaixa y los subditos subleva^
dos. Esta obra hizo gran ruido en toda la Europa y por áoi^ié
^ao habla «steadido entonces la lengua Española , y ^se reiniprí'»
• • ' ■ ' - . • ■■■-'■■ ' - • n».
(t) Habiéiidole afeafler.imode^nsamfgna'Cfl que hiib¡«^ JMI«
bKcftdo esa obra bajó lin noáibre fiipue8to^'C0fitcstó: aEl.Iílirfi
m«da pierde aun<|i>a ¡a talle ibi noaibre^'ffi aste^ aunque le: (alta
^' - »
Í6iy ESTUDIOS SOSAR LA SSPAÑA
mió tres veces copsccativas en PortogaL No obstbote, pot un ra*: <
To concurso de cireunslaqcias , se había ^pcrdick) enteramente,
j solo.su titulo se batfebaconster^ado én la Biblioteca JEspaño^,
la de Nicolás Antonio. £i año de 1808 , Gapmani descubrió ua,
ejemplar de ella ^obre el que se hizo en Madrid la edicion.del.
mismo año , repetida ^a la de París de 182:6. Este descubri-
miento ha sido, una Ver.dadera dicha para la literatura Españo-
la , porque la obra de Mello > la mas ingeniosa en mi concep-»
to de cuántas ha producido la España en el mismo género his-^
tórico, puede competir con las mejores obras análogas, d^ las;
literaturas estrahgeras. Es lastima que queriendo escríbii: so^
bre asuntos contemporáneos y sobre una materia de que esta-v
ba encargado ,. MjbHo no haya tenido que poner ep escena per-
sonages.y acontecimientos, mayor es v es lasltmn.que limilándose.
á la relación de lo qué. ha vistor no haya conducido esa hislori;i
de la revotucíon de l6s Caístellanos , mas que hasta el primer .
sitio de Barcelona y- en el que los habftanles ayudados por los
Franceses rechazaron las tropas reales. La distanciaL,eintjrc la gran-?> .
deza delílenguage y la pequenez del objeto , es demasiado per^
ceptible, siti ^ue la primera pueda, rea Uar. bástante 4 ja saguii*
da. Es verdad qué en una sublevación popular dimanads^ de la-
insolencia y cegueédd del póderv.hay sica?pre un pHucipio.de
interés y- un manantial dé lecciones. Ptíro era occesariaque é^.
Sublevación' tuviese un resultado final ,.y que pudiese llamarse^ ,.
revolución. Por otra parte con el hombre de un obscuroig^net
ral , ^ como el marqués^ de Los-¥clez v de algunos ciud^iKianofl^.
reunidos en junta proyincia!;; 6 de ün oficial subalterno y és-i .
trangero.que'colocan á su cabeza , ni con Ja lejana sombra dc^
Felipe lY^y de su. favorito, no j^diá levantarse un gran dra-^
ma histórícoi Es lastima, repito, que á Mello le faltase la oía-
teria, no.careciiendo.de sinceridad nitde talento, y todavía re^*
sonarían: en el; mundo sus revelaciones si hubiese abrazado ma-^
terias mas sublimes y faombres, mas eminentes. «Sí buscas 1»
verdad , dice^ al, empezar su corto avisa al lector , te convido á
que leas rpero si .anhelas mas bien el entretenimiento ó ador-
no, cierra, el libro, contenta de ^.uetchaya^^desédgafiado tan
á tiempo. Mi obra no participa ni deKartifíéio ni de la adulá^ • ..
cion ,• en ella no hallarás citados ni. aforismos políticos, ni sen^
tencias filosóficas ; todo lo escrito es producción, mia ; ppro se
UTERATÜBA 181
reficrea machos acooíecimicntos que podrás tu mismo. corro<^
^ír, si reflecsionas juiciosamente sobre su natu[raleza.JB]aloncci
la utilidad será paca, ti,, asL como el tr;)bajoha sido mió, .y am-
bos, DOS: podremos, i lámar autores.» yo por la narracioa y tu por
el concepto que de ella formes,.... Hablo, de las acciones .de gran-
des peí ncipes. y de. otros hombres de condición. sjiperior; lo pri-
m@ro.,sc eyita en. cuanto es posible y si llega el caso deocupar^
me.de los Reyes., lo h.ago respetando la púrpura , pero las he*^
ridas. son de. tal. condición que: no pueden manejarse sin dolor
y sin efusion.de sangre "
' Mello cumplió con la promesa de su introito ; no sé si me
equivoco 9 pero tomando de los. Españolea su manía délas com-
paraciones antiguas ,,, me parece que en las. lenguas^ modernas
no hubo quien jnútase tan de cerca á.. Tácito en la severidad da
los juicios j Ja concisión .de la narración » eL giro original de la
frase: y. la energía del pensamiento». A lo. menos me parece , qu«
sí cualquiera. intentase la.traduccion.de Mello > no la acabaría
y se vería precisado á decir lo que Juan-Jacobo del gran his-
toriador romano: ((Una espada tan. fuer te me rindi<í al in^
tante."
He dicho q^e la obra de Mello era en mi concepto la mas
ingeniosa que. ha producido la España en el misnio género his-
tórico, es decir la historia austera rq.uc censura lasifaltas y re-
prueba las malas acciones. Sin, razoa. hubiera dicho en todos los
géneros . hislói:icos : esto, sería contradecir á la. Europa entera
que al frente. de todas las historias, coloca la elegante que refie-
re á la humanidad los mas..curiosos. acontecimientos de su. vida
pasada , la de la conquista de Mégico por: D.. Antonio. Solís. ,
f Historia de la conquista^, población y progresos de Ja América
Septentrional conocida con él nombre de iVwero-£'sj?a/ia./ Su épo-
ca fué después del gran siglo literario ,.y aun.de la decadencia
^ue le siguió , .y en uq. tiempo de completo, abandono. SóIís es
el último escritoi:. Español que. precedió á ía invasión de la líl
teratura francesa ,, el único, nombre que. en, el teatro y en los
libros, honró, la lengua nacional durante los últimos, años de •
Fj^lipe IV y el triste, reinado de- Carlos H.Su historia vertida
a, todos, los. idiomas es demasiado, conocida > y goza justamente
de una grande celebridad para que sea necesario ésppncr el mo«
tlYQ..dQ ella , y estenderse en prolongados elogios acerca d^l emi-
• 24.. ' .
182 fiSTÜDlM Mttft ti CSPAftA*
netfte mérito de la ejecttcion. Nadie ignora ^oe entré (odas las
espediciones qne compusieron la conquista general del ÑiieTo>'
Mundo I Solís eligió la mas grande y la mas maraTÍllosa , la
que destruyó el mas poderoso imperio , que presentó á la He»
trópoli la mas rica colonia , que mejor mostró lo que pueden
alcanzar el valor y la perseyerancia cuando están sostenidas j
dirigidas por una voluntad fuerte á la par que inteligente. N»«
die ignora que SolSs adornó la narración de esa lejana y sor*^
préndenle empresa con los mas brillantes colores de la imagt^
nación y dcr estilo. Se le ha reprochado alguna afectación en fot
pensamientos, alguna sutilidad en las palabras; que su obra ea
fin , se resentía en cierto modo , de algunos defectos de una li-
teratura que se hallaba en el úHimo grado de decadencia : pe-
ro si retrocedemos á su época, si vemos el detestable gusto qot
entonces reinaba , los funestos ejemplos que le habían dejado
los escritores que ponían la ley durante su juventud, cuando 4
todo esto se agregaba la absoluta escasez de competidor ó dtt
moddo contemporáneo ; cualquiera se sorprenderá que haya po-
dido hallar no soto una continua elegancia, una corrección sos-
tenida f sino energía , nobleza y grandeza : se admirará á es*
grande y natural talento luchando á la vez contra las dificul-
., tades de un objeto superior á la esfera conran yjcootra el en-
v^ilecimiento del siglo. Otros también le han censurado el haber
puesto demasiada poesia en su obra prosaica , y por haber com-
Íuesto una obra que mas parece una novela heroica , que una
istoria. Conozco qué esta censura es de mas peso y desde luo^
go la respetaré. Sin embargo es necesario esponer las disculpai
de Solís. Al referir unos hechos tan prodigiosos ocurridos ea
mnpals tan nuevo y de tan raro aspecto , cuando se unian el dra*
ma y el teatro , las cosas y los hombres , para dar á los acon<^^
lecimientos reales la apariencia de un cuento fabuloso ; ¿se p<^
dria conservar toda la fría severidad de un lilósorfo narradora
¿No era tan propio de la imaginación , como casi del juicio, nó
ya inTentar hechos mararillosos , sino coordinarlos y realzar-
ios? ¿ Podría en fin semejante Iliada eximirse totalmente de la
foi-ma de una epopeya?
Ko sé de donde tomar una muestra conveniente del estilo do
$o1is, para presentarla en este sucinto ei amen. Seria necesa-
rio cíUtt* inl^ra la magnifica itarracion que empieza eo el des^
literatuiia; 183
embarqae dé los Españoles entcl conlinentB , y concluyo con la
^oma de posesión de Mégico , después del arreslo y muerte del
Bmperador Hotezuma. Precisado á elegir el mas corto frag^
mentó, en- lugar del mejor , insertaré la exortacion de Cortés
á- sus soldados , cuando después de haber llegado de^la Uabnia
á la pequeña isla de Cozomel. los anima á que perseTorcn en su
intentó :• «Ajnigos. y compañeros : cuando considero como nos ha
reunido en. esta isla nuestra próspera suerte , cómo se han des->*
yanecido lardificultades, cuántos obstáculos y persecuciones de^
jamos ya yencidos , descubro la mano del Omnipotente en la obra
do> nuestra empresa» y me^ persuado que> cuando su alta proyi-
dencia favorece el principio » es.lo misino que prometernos ei
triunfo. Su causa nos conduce á la conquista de regiones de»*»
conocidas ; con protegerse asi misma^y también nolsotros sere-
mos protegidos^ No intento alucinaros demostrándoos la facili-
dad de la empresa á que nos arriesgamos. Nos aguardan san^
Sientes combates 9 esfuerzos increibles , batallas desiguales cu
> que necesitareis- ayudaros con todo yuestro yalor ; en segui-
da las miserias que haee sentir la necesidad , los rigores de las
estaciones , la aspereza del terreno , todo lo que tendréis que
soportar con yuestro sufrimiento , que es el segundo yalor de
les hombres y tan hijo del corazón como el primero. Somos pio^'
eos, pero la unión multiplica los ejércitos, y en ella oonsíste-
nuestra mayor fuerza. Única debe ser, amigos, la cabeza que se
acooseje y única la mano que ordene la ejecución ; pero común
la utilidad y la gloria de las conquistas. Del yalor individual'
debe componerse la seguridad de todos. Soy yuestro gefe y se/-
ré el primero en arriesgar la yidá por el ultimo dé los solda-
dos. Más tendréis que obedecer á mi ejemplo , que 4 niis- óv-!
denes^"
Después de Solis , no tengo noticia de que exista én lengua'
Española obra alguna histórica, que merezca mencionarse en ía^
lüeratura hasta la Hiiíoria crítica de la tnftiifiWon^pubKeaáa cii¡
Paris por Llórente el año de 1818 ; la que mas bien debe ci^
locarse éntrelos trabajos eientfficos, que>entre las obras^ tít^:
rariasl Hay casi en este moniento en la oarteni'die un haasbr»
dé estado una escelonté y completa hiáoría dé lasréciüntésre*
yolncionés^dé España i- que si puedo fi^óiafr jufício^p^ir la coto---
fidencial eomuoiepcilHi de algunas ]^rtioulama(tes , dok^ pro^
1 84 ESTUDIOS SOBRE LA BSPAÍf A
porcionnr á sa autor la doble reputacioD que pncde ambicio-
nar el liistoriador. Escribiendo en el destierro , agraciado con
el don de un estilo «ublime que no necesita ensacar , adornado
de un carácter independiente , j sin fait^trle tanlpoco ratos de
fosiego páfá su trabajo Jitcrario ; ha podido ser «logante á la
par que vcridico.
novela. Se ha llamado á lalilspaña la tierra clásica de la no-
vela. Al llegar á esta interesante parte de su literatura 9 se me
presenta una fái»l y bella ocasión de disertar -sobre el sentido
de esta pilabra > y de marcar los limites del género entre la his-
toria por una parte , y la epopeya por otra ; en wguida , des-
pués do su de6ntcion , de disertar sobre su origen y de seguir
su filiación 9 desde las fábulas indianas hasta los libros de car-
^ballería » al través de las parábolas de la Persia , de los cento-
nes del Asia menor, de los cuentos de Heliódoro, de LongOr
de Apuleo ^ 7 de las Jeyendas en latin bárbaro de Bretón Mel-
Kin ó de Fran Huñibaldus-Francus. Todavía tendría una bella
ocasión de investigar en qué época, y de qué »modo nació en
España la novela ; sí está imitada de los Árabes que directa-»
mentó la trajeron do su cuna con toda su^cncillez primitiva, ó
de los franceses , que fueron los que han creado 'él nuevo ge-
nero de novela caballeresca ; ó si'mas l>ien fio que en mi con-^
cepto esrncfcaa probable ) , su origen dimana rde la imitaeion de
estos dos modelos combin^^dos. Pero todas esas averiguaciones,
cuyo interés y utilidad relativa no niego ^serimí agenas de mi
objeto. Acerca do la historia de la novela en Bspaíto , solo una
observación tengo que presentar , una sola proposición que sos-
tener :, los Españoles han recibido de nosotros la novela de Ga-
bdieHft ^ 7 nosotros hemos <omado de el los Ja "de coStutnbres*
Xas pruebas y aclaraciones de esta proposición , se hallarán
naturalmente en el siguiente e:itámen.>La novela de dalalleria
salió á ioz en Francia á últimos -del siglo X Entre Hugo Cape-^
to y JLiíis el Gordo». se escribieron Jos >cuentos>de Gádo-Magna
% de suft doce Par«s, atribuidos al Arzobispo Turpin^/Poeo tiem
pod^pAije^, el r4^Iigioso Gildds del pnísde los ¿álos ,'ó los que
tonaton e8eMnibre,.c()|np«isieron los cuentos idelBey Arto,
v^de^QS paladinas ^e la If^sa-rBedonda, Al último dol siglo ^I
la luoda de tlafl iftoreb^ de 'Gaballeria se habla ya gtterali/ada
enic^ nuestros pdíit^.:Ehik pues averiguado que las de Geria
LITERATURA. 185
ú Lohéraín , de Trbtan , de Leonaís j de Lancélot dcl*LagO|
pertenecientes todas ellas á esa época 9 son dlgonos cientos de
años anteriores á la novela <le Amádis éé Gaiih el primero^ qne
apareció en España , y como dice Cervantes el fundador de la
iecta , el modelo , oi padre 'de todos los demás, y anndéépues
de la aparición de su prodigiosa descendencia , sieaipre fué el
mejor y el mas Sobresaliente de todo su Ijnage. Su aUtór és_ to-
davía descoiiocído , y su origen problemático. Pero todos se per-
suaden que no dcsccndia de sangre Española ; unos dicéhqu*
traia su orig<in deFlandes; otros que de Francia; otros quede
Portugal:. y esta última opinión parece m^s fundádailnterin no
se justifique lo Contrarió, se puede creer qtie 9I autor original
del Amadis j es ti Portugués Vasco de Lóbeira , que rivia en
tiempo del Rey Dionisio á últimos del siglo XIII. Primero cir-
cularon unos fragmentos manuscritos en lengua Española ; so- .
brelósqiíe se hicieron las ediciones parciales del siglo XV,
y el compilador García Ordoñez de Montaibo , íormatido un *
cuerpo de todos, dio á luz su edición completa él ánodo 152^.
0' Herberay presentó el de 1540 una tracliii¿ci6hfránp6sa< del
Amadis y que tfuedó arrincohada después do la libre imitación
del conde de Tussan conocida de todos (1). Cuándo ápáréoió'el
Amadis en España acababan de salir á luz en sa suelo las poe-
iias llatíaadas romances; y esos dos géneros gendélos , en Verso '
uno y el otro en prosa, del romcknce histórico y Ae Xd^ novelada
mhballeria ( libros 6 noveles de cdbaUeria ) crecieron fratérnal-
niente>con^rvando el primereen su estrecho 'domitiio la ¡hiá*- -
loria nacional y susliéroes tradicionalós , 'tales cómo d Cid , ó
Bernardo del Carpió » y creándose el segotidi» un imperio sin *
limites I de imaginarios iicontecimieritós , y "^de seres áoMenatu-
> ^ '
(1) En la Jiivestigacion Sel autor del Jíinadts %^ ha cometió
do nna 'rara^equívócacioii de esculiadorea. Los compendiadores
de lá biblicri^ea de GeÁner^ «Upoiiüiinatorde éste libro aun tal
Acuerdo Olvido con liiolivo ¿le haber hallado estas». pá'abí'asvfiat
INmolas'en la pttrlacla de tina versión fraiicéáa. T<iBiiar0.fi<el núvúh
»re del Píreo (nhlf^üo puetlo de Aleñas ^hmf FiiriO'fLié9ée)\por
el de un bombré. Ésas fialabras Acuerdo^ ÓliHdo^jUkmisí divi-
sa del compilador Eapnol.; O isagaeídad;dél*i.ea«MiUaáloffeaJ
186 ESTUDIOS soBBB LA España!
rales ( 1 ). Esos dos. géoeros fueron igualmente cultivados ^ é
igualmente populares , y si , sin agotar la materia , se han po*
dido formar enormes romanceros , del mismo modo , eligiendo
entre el cúmulo de materiales,. se han podido componer biblio*
tocas de novelas de caballería. Cervantes en su. famoso escru-
tinio 9 á que se entregan después de la partida de D. Quijote
sus amigos, el. cura v cL barbero , cuenta ciento entre las de
mayor, yolúmcn > y da entender cuan numeroso debia ser todo
eljdesecho de la lista cuyos títulos omite. De esa. multitud , el
cura solo preserva cinco obras de la hoguera de su Santo QñA
ció ; Amadisde Gaula^ aunque padre de la heregía ; Falmert'*
nq de Inglaterra obra del Rey que quería guardar en una ca*»
ja preciosa , como la que Alejandro llevaba entre su equipajef
para giuardar en ella las obras de Homero D. Belianis el espe-^
pejo de la caballerta y tíñante el Uanco. Todo lo deroas se en-
trpgó desapiadadamente al irazo sectdarde la ama^ y nosotros
DQ. podemos hacera cosa mejor que aprobar esa sentencia.
No hay que admirarse que se hubiese generalizado tanto el
gusto.de losr libros de caballería en un país en el que pom*an
realmente en^ práctica sus ejemplos. D. Quijote no es el primea
rq á quien han vuelto loco esos libros ; el imaginario béroedo
la.Mancha tuvo precursores , modelos de carne y hueso. Her-
"As^mIo dclvPulgar en su ya citada obra de los claros barones de
Castilla., refiere con elogio la famosa estravaganeía de.D.Sue-
ro.,de Quiñones que defendió el paso de Orbrgo> como Rodo-
monte el puente de Mootpeller».La relación de esa aventurarse
rcj!X)gió en un libro de aquel tiempo titulado el paso honroso^
£1 mismo cronista cita una multitud de guefreFosáqüienes4»H
nocia personalmentOt tales como D. Gonzalo^de Guzman*, Jaaa
de Merlo , Gutierre Quejada, Juan de Polanco, Pero Vázquez
de iSaavedra y Diego de Yarela , que fueron como verdaderos
(i) -Los noBfbres de ramancey^ «Oléele tíenen naa etimolo-
gía séiaejaole , ii*.obitai»te qae p^ovicneo de dUtintos paí«ea.
¿os Eipaaoles dieroAi sus poesías .nacioiMiles el mifmo nombre
de U lengua valgar el rómmnce , y le»^ Proveníales también di^
roa i los cuentos de sus trobadoses^l nombre del iáioma eniqoe
se cscribiaa nfaelles phs rwmanp ó lengua romaniu
«.»
UTEaikTVRA* ^ 187
cdmllcrofl aBdanfes acorrer los paisesestrangeros 9 ofreciendo
batirse en honor de «as damas con (malquiera que aceptase el
desafío.
La novela sufrió la misma sflteraeion que el tomal^óef cuan-
do de histórico se convirtió en Morisco. Después ^e la toma d«
Crránada , y durante la mansión de los Reyes Católicos en el pa«-
lacio de la Alhámbra, todo -se convirtió en Arai»e. En los roi^
manees ya no se cantaron las proezas del Cid ^ sino las galan^
(es aventuras de Zayde , de Gazul , -de Tarfe. Del mismo modo,
tino se han dejado de leer y escribir novelas de caballería y se
creó á lo menos un nuevo género tomado de la historia 9 cos^
lumbres y libros del pueblo vencido. Tal fué , por ejemplo la
famosa obra de Ginés Pérez de Hita falsamente titulada kisto^
ria délas guerras civiles de Graneada, Ese libro no tiene de his^
toria mas que el titulo; es una verdadera novela compuesta con
la reunión é introd acción en la ^escena de los diversos r ornato
ees que entonces circulaban sobre la pendencia de los Abencer*
i'^cs y de los Zegris, sobre la mortandad de la Corte de Casti«-
ila , sobre el divorcio del Rey Boahdil (Abou-Abdallah-al-Zag*-
yir) y la reina Fatyma, cuyo honor se ha ventilado en lassuor*
ies de una t)irtacada , sobré los desafíos de los Cristianos á ioS'
moros , en una palabra , sobre todas las fabulosas aventuras con
ue la poesía popular ideó envolver la ruina de Granada. Pcré
lado de esas fábulas , había en la obra de Hita descripciones
de fiestas, pinturas dé usos y costumbres, que era fácil copiar
eon fidelidad y difícil de alterar , puesto que escribía sobre ren-
dentes tradiciones , teniendo á la vista los monun>ontos del pafs
¡r los restos del pueblo que tenia que descril^ir. Esa mezcla d^
o falso y de lo i'^rdadero, esa narración de acontecimientos su-
puestos , en donde figuran personages reales , parages conocí^
áos y costumbres bien representadas , es precisamente lo <quo
hoy se llama novela histórica. Pérez de Hita ha escrito tresií-^
glos antes que Walter«Scolt.
La novela de costumbres apareció el instante. Ese mismo D.
Diego Hurtado de Mendoza , que en su ancianidad escrilbiK la
primera obra narrativa de la que se puede decir que d<jó de
ser crónica para llamarse historia , compuso en su juventud ki
primera obra de imaginación que dt^jó de ser noveladle eoba*-
lUria para llamarse de costumhreií. (Jna de osas okraé esa k
i'
18S ESTUDIOS SOBRB LA ESPAÑA.
historia de fai rcTolufiion de los Morisco3 bajo, el reinado de Fe-
Upa II ; la olra Ukíñ4a del lazarillo de Torpies^ y sus foríum$
y adversidades (tj.
£a ese libro del que existo una antigua vcrsíonfrancesa , pe-
ro h^ha sobre testos truncados » pocos han v>to mas que las
aycnturas cárnicas. dc\ un bumildo vagamundo ; pera abraza un
pensamiento mas profundo^ Mendoza estudiaba en Salamanca
coando escribia , que era precisamente en la época en "que la
reforma religiosa 9 nacida en Aí^mania , . propagada eu Francia
¿ Inglaterra 9. empezaba á esparcirse en.toda la Europa, en don-
^e se combatían sus doctrinas y las de Boma ,. en donde, las tes-
tas coronadas se uníais con la tiara , para sufocar su común ene-
migo. La universidad de Salamanca , el cuerpo mas esclarecí-
do do; la Monarquía Española » sin profesar abiertamente el pro-
testantismo « se aprovechaba sin embargo de su. aparición para
acometer á esa multitud^. de abusos.que batía en ruina.
Joven a la sazón» defensor ardiente d^ bs antiguas libertades
•de sa patria, y enemigo no. menos implacable de los desórdenes
quQ 1^ afllígian, Mendoza quiso salir á la palestra. Se valió de ios^;
rpdeoSi dé una ingeniosa sátira para publicar. verdades que no era
posible presentar al desnudo. E^a sátira escl Lazarillo. Después
de haber preparado su tema con destreza y felicidiid refiriendo
la educación ^de su héroe bajo los auspicios de un maligno cie-
go , sc^ le vé en los otros capítulos censurar sucesivamente el
necio orgullo ^ las estravagancias y miserias de los nobleSv la ava-
riciii y. .rapacidad de los sacerdotes , sus. desórdenes é.ipócrita
inmoralidad, sus dilapidaciones y piadosas supercherías, y por
último la insolencia y. las exacciones de. las tropas alemanas que .
-Carlos y.habi^ traido de Flandes , y que después de la derro*
ta de los Comuneros asolaban la Esps^oa^ .
La obra de Mendoza , que probablemente acabó en Italia , sa^
Uó á luz inmedi£^tamente que se verificó la conyocacioa de las .
(1) i Aquí solo.tratQ de la primera parte.de eaa^ooveU y no
de;anasegaMdaL que posteriormente agregó é ella .un autor cuyo
boiubre se ignora , la que en nada se parece á la primf^ra mas que
-mn el nombre del héroe , y tanto por la composición como por
•d estilo .d^oiogaji.modo merece ocupar aquel lMS.a'r
LITEBATVBA. 189
Cortes de ToIcdo.cn 1538, la última asamblea en que se con-
tocaron con regutaridad los tres órdenes del estado, \ qno tu-
pieron valor de rehusar á. Cáelos V el reslablccimientadeiodio-
ta impuesto; de la s?'5a que la indignación pública le compelió
á. abolir^ Cuando el Lazarillo salió á luz fue acogido con un en-
tusiasmo prodigioso. Pero todos, aquellos cuyas estratagancias ó
tícíos atacaba 9 se conjui*a ron contra esa pequeña obni, y con-
siguieron sin mucho tralkijo su proscripción por (as mismas au-
toridades interesadas en la contienda. La ínquísrcfon solo permi-
tió la. lecturade las ediciones mutiladas en donde se suprimieron
los pasages mas picantes y atrevidos. El mismo autor, a pesar de
8u elevado nacimiento no se sustrajo de los furores que habia es«
citado (1) sino ocultando su nombre. Para dar una idea del estilo
de Mendoza insertaré un trozo corto, especie dé apólogo del se-
gundo capitulo del Lazarillo que con facilidad puede segregarse
déla narración.: «....Y para que no ignoréis hasta donde llega-
ba el discurso de esc maligno ciego, os referiré una anécdota de
las varias que me sucedieron, con él , porque en ella mostró to-
da su sutileza. Cuando salimos de Salamanca , su intención era
ir. á Toledo , porque* decía que la gente de allí era mas rica
aunquer muy poco. caritativa» adhiriéndose al proberbio que mas
dá el duro que el desnudó. Caminábamos por el mejor país. Cuan -
do hallábamos buena acogida y utilidad , nos dejábamos estar al-
gún tiempo ; si nó nos marchábamos al tercer dia. Sucedió que
pasando por un pueblo que se llama Almorox en tiempo de ven-
dimia , un vendimiador le dio de limosna un Bermoso racimo
de uvas. Como estaba muy maduro , no podia ni tenerlo en la
mano porque se desgranaba , ni meterlo en su saco, porque ^
se aplastase^. Se resolvió , pues , á hacer con él un convite, tan-
to porque^ no podia guardarse, cuanto por alagarme en razona
que todo el dia me habia estado pegando y regañraindo. Nos sen«*
tamos > y me dijo:, «hoy quiero sec; liberal contigo-^ comerémoi
(1) El Lazarillo se atribuyó á muclíos sugetosi sin que u¡q^
gttBO lo. reconociese por suyo. Fray José de Sígüenza asegura
nue lo ba compuesto un fraile Gerónimo llamado fray Juan de
Orleg^a, Pero eo la ¡actualidad nadie duda que Mendosa ha siil^i
ilk autor/
25.
190 BSTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA.
JUDÍOS este 'racimo y participarás de él , lo mismo qne yo. Hé
aqui como lo parliremos : tu picarás una tcz , yo otra con tal
que me promolas que de cada una , itolo tomaras un grano. Yo
karé lo mismo hasta que concluyamos, y de este modo no ha*'
Irá fraude.^' Concluido el tratado empezamos á picar , pero des-
de el segundo ataque, el traidor mudó de dictamen y cogía dos'
granos de cada vez , considerando sin, duda, que yo debía ha<«-
cer lo mismo. Gomo \i que él rompía la marcha no me conten^
té con igualarle, sino que tomaba dos ó tres de cada vez, en<-
puliéndolos como podía. Después que se concluyeron los .gra<-
nos tuvo algún tiempo el racimo en la manó , y meneando la
cabeza me dijo: «Lázaro tu me has engañado. Juraré ante Dios
^ue has comido los granos tres á tres.'' — No señor le contes^
té , pero ¿ por qué sospecha usted eso ? — ¿ Por qué sospecho^
^replicó el sagaz anciano , que los comías de tres en tres? Por«
que yo de cada vez tomaba dos y tu callabas. Me reí , y aun^^
que niño , no dejé de comprender todo el sentido de su obser*
vacion."
El Lazarillo y el GargarUica se puede decir que aparecieron
,á un mismo tiempo : este el ano de 1535 y aquel el de 1338.
Asi pues , Rebeláis y Mendoz^i crearon ambos la novela satiri-*
ca , converlida en novela de costumbres. Pero Rebeláis no po*
día disponer mas que de uu idioma en la infancia , ininteligi-
ble casi en la actualidad ; tantas son las alteraciones que ha su^
frido. Mendoza^ al contrario, escribía en un idioma ya fijado y
perfecto tal como lo hablaron todos los grandes escritores de su
ipaís y que no ha recibido después mejora alguna muy notable.
Por la pureza dd lenguage , la gracia de la narración , la vi-
Tácidad de las agudezas, en una palabra , por la forma, el La*
"íartílo se parece á esas preciosas pinturas bien conservadas db
sü época, que parecen recientemente salidas del taller. En cuan-
to al fondo , en cuanto á la invención del objeto , hay en la his-
toria de eso niño abandonado que pasa de uno en otro amo, que
se venga de haberlos servido con despedazarles la honra, y ha-
cer con cada nuevo amo la amarga critica de una clase de la so-
'ibiedad , hay digo, el embrión del Gil Blas.
.He nombrado á Lesage haciendo mérito de su mejor obra.
Por uña circunstancia muy conveniente para mi , aunque no sea
miiy apropó¿ito para m elogio , me nastará citar ahora sus
LITBE ATURA» ISl
!irÍQ€]'patcs produccfoncs para dar á conocer las mejores líovc-*
as de costumbres que salieron á luz con el ejemplo del Laza-
rilLo. Después de haber arreglado para el teatro de la Feria mur-
chas pie/as del repertorio Español , Lesage dio sus primeros pá-»
sos en la novela con la publicación del Diablo cojo^y la que es
una imitación de una obra de Luis Yelez de Guevara con el mis-
mo título [El Diablo cojuelo verdades soñadas y novelas de la
otra vida ). El au4.or original , andaluz tanto por carácter co-
mo por nacimiento , habiendo llegado á adquirir con maña él
favor de Felipe IV por medio de una chimza algo temeraria^
estaba encargado de divertir á este principe, y de poner en lini-
pió sus borrones dramáticos ^ lo que Yoltaire, en una posición
casi análoga , llamaba lavar la topa su^ia de su real amigo. Tc^
da la fábula de Lesage está en el Diablo cojuelo i el estudian^»
te D. Cleofas Asmodco , saliendo de la redoma ; su pasco por Id»
tejados , la vista interior de las casas y la narración de lo que
pasa en ellas. Una voz dueño Lesage de Tos ingenioscs datos su-
ministrados por Guevara , saca de ellos mejor partido que es-
te V q,uien , para obligar á que se le perdonasen los tiros qué
asestaba, se ve por último obligado á vestirse con piel de cor-^
dero , y á elogiar de un modo chabacano á todos los persona^
ges que encontraba en la.ant^cámard del Rey. Pero Lesage pa^
ra completar su obra toma materiales^ ya dé la de D. Francis-
co Santos autor del dia y noche de Madrid , ya de Quevedp,
quien le suministra diter,3as agudezas criticas en las nunaero*
sais páginas de sus composiciones.^ La novela de las at;en¿ura5 //e
íruzman rfc^ -á/^Taracte ^ que apareció después, es la mera tra^
diiccion de la vida y aventuras dd picaro Guzman de ALfaracRe
or el.Dr. Mateo Alemán, lo mismo (^ue la vida dt Estebani^
a González moí^o de buen humor. El autor original ,, especie de
criado bufón del general Octavio Piccolomini, gobernador de
los Países Bajos, escribió sus memorias Bajbs esté título, lasque
fueron traducidas por Lesage. Con- respectó aKrtí^/as y al J?a-
cKiller de Salamancas, ambas historias están íntimamente ligadas,
y voy á hablar de las. dos á un tiempo- Ni la naturaFeza , ni Iqs^.
tratados ..políticos han marcado siempre con tanta exactitud Ids^
limites^.íie. los- pueblos vque dejen de hallarse en algunas fron-
iteras térrencís indeterminados é indivisos» disputados por las na-^
4NÍ'oueil UjPOiUráfesiKh^^ una valer sus títulos para sU
^- . • ^ 1--.»..:; ... ..''•■'», ' . V»
I
■ v>-
192 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA.
posesión. Tales son, en los Pirineos, los Alduidcs ó el Talle de
Andorra. El Gil J9/a5 es pr>ecísanjen(e ^como' uno de csostérre*-
nosulisputados éntrela I iksra tura Española y la rranccsa.Y en
Terdad que es obra digna de que se susciten con esc nKJtivo esas
inooentes cuestiones cuya decisión no es la ultima ratio. Moso*.
tros queremos retenerlo^ los Españoles lo reclaman. Nosotros
sostenemos que es nueistro , ellos que les fue robado. Yo he leí-
do él espediente 9 y aunque soy francés, también soy en este mo-
mento apologista de la Esj)ana, y meiíallo adornadodelas con*
cUcioncs de imparcialidad que me facultan para establecerme , no
juez seguramente , sino fiel relator de Ja causa. Los Españoles
dicen por conducto del padre Isla y de Lbrente , que Antonio
de Solís , el ilustre autor de la conquista dt Mégico^i babia es-
crito con el titulo ^dél Bachiiler de Salamanca (historia de las
aventuras del Bachiller de Salamanca D. Querubin de la Ronda)
una novela satírica en el reinado de Felipe IV, es decir bajo los
ministerios de los duques de Lerma y Uceda , y del conde-du-
que de Olivares ; que el manuscrito de esa novela, pomo po-
der imprimirse en España, lo remitió su autor el año de 1656
al marqués de Lionnc entonces embajador de Francia en Ma-
drid ; que el marqués sumamente aficionado á la litera tura Es-
pañola dejó el manuscrito de Solís con toda su rica biblioteca
a uno de sus hijos el abate Julio de Lionne; que »este, protec-
tor de Lesage , á quien enseñó la lengua Española , le permi-
tió usar de sus libros > y le Jegó sibs: manuscritos; que Lcsaga
desmembró la novela inédita de Solís; que substrajo de ella las
partes principales, con especialidad las memorias sobre la Córa-
te de Felipe JV para componer sü Gil Blas , y que con el ob-
jeto de Qciíkar mejor la usurpación, también halló en lo rea-
tante materia para dar posteriormente á luz su ^acdlitfer ¿# 5a-
lamanca. Con respecto á esto último, Lesage, es verdad que con-
fiesa , pero sin csplicarse mas, que el tema del Batíhiller lo ha
tomado de un manuscrito Español ; también es verdad que los^
Españoles fundan la acusación de plagio y robo que 'dirijen á
Lesage en uña porción de demostraciones poco conrincentes» da
cuya análisis no |iucdo 'Ocuparme en obsequio de la brevedad»
y que todas Tcumdas son de bastarte peso para hacer inclinar
la balanza. Sin embargo , la existencia del manuscrito atribui-
do á Solís nó es mas que una alegación desnuda dtf'autcotid^
f,
I
LITERATÜBA. 103
3ad material , y no paedc servir de prueba en un proceso cri-
minal por abuso desconfianza^ dolo j'espóliacion literaria. Pe-
ro creo que tanto los ^dfcrsarios *coiho los defensores de Lesa-
e > han quedado eh^us ataques y defensas apasionadas fuera de
a cuestión. He aquí lo que ni unos ni otros^dicen^yloquema
parece lo mas verosímil y lo mas aproximado á la Térdad.
Todo el mundo conviene en que Lesage estaba -mas bien ador-
nado de un espíritu coordinador , que de tin ingenio producti-
To, Ha traducido mucho ,1idsta el Rolando amoroso de Boyar-
do, hasta esa detestable continuación del D.Ouijote que se atre-
Tió á hacer un tarFernardezdeAvellíTtíeda. Las otras obras su-
as son unas libres imitaciones como *e/ Diablo cojo y el Bachil-
ler de Salamanca. Tero al 'conscryár los lítulos or'ginalcís no
ha ocultado las producciones agenas. Solo el Gil Blas parecía
obra suysíj prolem sine matrecreata ; y en efecto no dudo qile
abunde masque otra alguna de materiales propios. Tero fácil-
mente se conoce que no ha crefrfo niel plftn general de esa vaá-
ta comedia , ni la mayor |)árle de los divcrsos'ifípisodiosdéque
se compone. 'No despliega tanto Xesage en el Vil Blas el inge-
nio de un magnifico inventor ,'cOfno el de tinbábil artista.'Le-
sage no tenia que confesar en él mismo titulo de la obra del
Gil Blas^ como lo ha hecho en el de otras, queno era produc-
ción suya, respecto á que esa novela está formada de diversa^
Españolas. De hay proviene esa apariencia de creación perso-
nal. Para sostener mi opinión intermediaria entre la plena pro-
piedad atribuida por los frstnceses geni*rosamente á Lesage, j
el puro y simple hurto de que brutalmente le acusan los Espaj-
fióles , no invocaré la existencia mas que Incierta de un manua-
crito que nadie ba visto , y cuyo contenido se puede desdé lue-
go suponer que abrace cuanto se quieta ; citaré obras im-
presas, públicas, en todas las que $e pueden comprobar mis
asertos.
La idea fundamental del Gil Blas mo era nueya. Un hombre
descendiente de una familia ordinaria , elevado paulatinamente
por.su fortuna é industria , que corre sucesivamente los gra-
dos de la escala social , y que atraviesa por este medio todés \áí
•lases de que se compone la humanidad constituida én nación^
ese escelenlle bosquejo de la novela de costumbres , '%e hallaba
ya Biaa que en un estado de germinación en el Laiarilh déTw^
. 19.4 ESTUDIOS. SOBBS LAESPANA
. meSf en el Guisman deAlfaracke y. en el Bachiller de Salamanea,
. Pero Lesage , (uto todavía otro modelo que imitat y al que
.. ma^ se aprocsímó para el Gil Blas, cual es el escudero Marco>
de Óbregon y cuya historia escribió Vicente Es^ineí f vida ij
aventuras del escudero Marcos Je Obregon). Ese Vicente Espiqél
intimo amígOede Cervantes, compositor de novelas, poeta y mú-
sico ,. inventó una combinación de rimas en versos do ocho si-
laban que se llamó espínela antes de llamarse décima^ y fué qi
. q^a]3 agregó la quinta cuerda á la guitarra. Su ilíarcos de Oír*-
gon es. ciertamente el tipo det Gil Blas , lo que aseguro no so-
. lameale por la analogía que guardan los dos héroes que suco-*-
, sivümente sirvieron á muchos amos , no solamente porque Le*
. aage ha copiado algunos pasages de EspineU^ entre otros el lar-^
) gp episodio del barbero Diego de la I^uente y de la bella Mar^
. Celina , ¿ino también porque me autoriza pai^á csle as.erto una
. circunstancia toda,vía «mas decisivA*. Toaos recordarán el próIoT-
. go, lian, celebrado de dil Blas,, c§a aventura de los dos estvidíanT^
. tes uno d^ los- cuales l)aUa el alo^a del licenciado Pedro Gar^
. cíá..al. levantar la losa de m sepulcro. Pues hiéndese prólogo es
. el prefacio, ¿ñera/mení^ traduaiáo de la nóvete de Espinel, en el.
«que no. ha cambiado Lesage cuatro palabra^. Esta observación
.que todavía no ha hecho ningún escritor, me parece que prue^^^
i>a convincentemente la intención, que tuyo Lesage al empezar
.el: Gil Blas de no. hacer, como en sus obras anteriores, mas que^
.una imitación muy perfeccionada de nn original Español. Des-«-
pues. su. pluma dio mayor estension al tema, y la feliz acó-*-
gJMla.quc tuvieron las dos primeras partes,. le obligó á escribir
Ja; tercera, pero ya tarde;. y para llenar, el inmenso plan del GiJL
£fas se valió del. mismo medio c^^ue para aumentar ei Diablo cof
j'or el de, tomar de muchas..obras. Asi pues Jab. aventuras de D/
Jtfoncia. de Mosquera , de D. Pompeyo de Castro , de Serafina^
j de B. Alfonso , de D. Rafael y de su madre Lucinda &c.> es-^^
tan tomadas, según Llórente^, de las novelas de diferentes auto*
res. Otras vcces^.á la inversa de lo que hacen los malos auto-^-
res qué ponen en* escena la novela , Lesage ha tomado del i^s^
trpvLa divertid^ historia de D.? Mencia de Guzman fuéelar^
Jumento. de la comedia titulada Todo es enredos amor ^ y el d̀H
lo son. las muger es. Vor lo dicho se deduce j que separando la
aQusacion d^. burto ; de plagio seiTÜ ; desfigurado >, intentad^
tlTEHATtmA 195
eontra Lcsage; Tiay á lo menos que reconocer « que el GtlBlat
es suyo como el Cid 6 Mentor de Corneille, que esa preciosa
obra pei'tenecc en común á las dos literaturas ^ y que su autor
limitado inventor ^ pero dotado de uu don admirable para coor*»
diñar, ba justificado plenamente su divisa : furto Icetamur in ipso.
Según lo Icnia anunciado, Lesage con sus imitaciones me ha
.conducido de un estremo á otro del cielo literario, desde Men-
doza hasta Solis, tocando con Espinel , Alemán y Yelez de Guc«
vara. Ahora es preciso hablar del escritor verdaderamente ori-«
Sínal, que lo fué sin modelo, y que no tuTo quien le copiase;
el inimitable Cervantes.
Aqui trato de las obras y no de los autores. No puedo pues
referir la interesante historia de ese hombre ilustre, uno de los
que pagaron cou una vida continuamente desgraciada los tar-
díos houores de una gloria postuma. Nacido de una f¿)miliahón'*
rada pero pobre ; recibiendo al principio una educación libe-^
ral , arrojado después á la clase de sirviente en virtud de su
miseria ; page, ayuda de cámara, y por último soldado; estro^
peado en la batalla de Lepanto; distinguida en la toma de Tú-
nez , apresado por un corsario l)erl)erisco ; cinco años cautivo
en las mazmorras de Argel ; rescatado por la caridad pública
después de varios prodigios de industria y de audacia; recom-
pensado de sus servicios con un magnifico eiíiplco de comisa-
rio de víveres ; acusado como Gamoens de malvei^aciori de los
caudales públicos ; encarcelado ; puesto en libertad despuds de
la justificación de su inocencia ; reducido á prisión en un lu-
gar de la Mancha por unos paisanos amotinados; sepultado en
la miseria al mismo tiempo que lo ponran en libertad, enamo-
rado de una muger noble , tierna y tan pobre como él ; aumen-*
tada su angustia con el peso de la familia; componiendo obras
y piezas de teatro para subvenir á su subsistencia , ignorando
á que protector agradar con la dedicatoria de sus composicib-*
nes; con un público indiferente, que no salía apreciarlo ni com-
Írenderlo ; con rivales celosos , que lo ridiculizaban y difamá-
an; con amigos envidiosos que lo vendían ; abrumado dene^
cesidad hasta en su vejez ; abandonado de los grandes, olvidan-
do de todos , y espirando por último en la soledad y en la po-
breza ; tal fué la vida de Miguel de Cervantes Saavedra. Ma^
drid , Sevilla , Lucena^ Toledo, Esquivias, Alcázar de S.Juan^.
196 KSTÜDIOS SOBKB LA ESPAÑA?
Consuegra j Alcalá de H^a^rcs ( i ) se disputaron después de
iu muerte la gloria, dqhiiherlp, visto a^cer;, en la actualidad se
le levanta una estatua eael.centra.de Madrid ; y su nombre
resuena en el mundo^^
La primera obra que ba dado, á luz (después me ocuparé de
él como autor drácmatico) fue La Gahtea que es una corta no-
vela pastoral que ha compuesta,durante sus amores con D." Ca*
talina de Palacios Saladar. En ese libro lleno de sentimiento y
sencillez, representa á. su. esgosa.bci jo clnombre de la beroína»
á sí mismo bujo el de el enamorado £licio y, y los otros pasto-
res , Tirsis , Damon , Meliso , Siralvo , Lauso , Larsileo y Ar-
tidoro son otros tantos escritores conocidos y contemporáneos
suyos, á saber :. Hurtado de Mendoza ,,Erc¡lla, Baraona de So-
to, Pedro Laincz,\Francisc.ode l^ígueroa^LuisGfilvezdeMon-
.talvo y Andrés Roy de Aflieda-.FIoriano,. débil continuador de
.Lesagc , ba becbo una imitación Ijbre de la G^alatea ;. pero sus
pastores se parecen á Lps de Watoau y de, Bou<?ber^ á los pas-
tores de la Corte de Lui^ XY , que tienen cbupa y calzones de
..raso, de. seda ,^ rodetes y moños, polvos.de peinar ,.lunarcit08
en la cara y Lazos de cintas en las. colas de sus> carneros.
Despi;LQS:.dct la.Galatea, publicada en.l584,..y mientras que se
ocupaba coma empIeadO' qq vivercs en Sevilla del abastecimien-
to de la escimdíra invencióle y CevY^íxics emppzó á escribir sus
not^eiof: „. cuya compilación sucesivamente aumentada , no salió
á luz hasta mucho después entrie Las dos partcs.del Qtifjo^e. Las
.titulé^, novelas ejemplares, para distinguirlas de los cuentos lí-
cencioi^os que se traducjan.del italiana desde el Decameron', j
porque I.. como, él mismo lo. dice v no hay una de que no se pae»
. da sacar un ejemplo mas ó menos provechoso. .
E$as novelas, comprendiendo, en ellas el coloquio de los ferroi^
Cipiofk jf^Berganza , y la tia. fingidot que se han descubierto de
paco^acá, son quince. Cervantes: las tía dividida en serias y jo-
. cosas 9 habiendo siete de. las primeras y ocha de las segundaSt
. si se cuentaa las dos intercaladas en el Quijote á saber : el ct«-
.rioio impertinente y el capitán cautivo ^ en la que se refierea
sus propias aventuras , y las de sa. hermano durante su cauti-
(1) Nació ea esta Ciudad el 8 de Octubre de iS47.
RATITRA.LITS 19*7
Vidad ea África. Mr de Florian que tiene á bien calificar de
agradcMes las novelas de Cervantes^ le ha hecho el obsequio dé
arreglar dos ea francés > la que titula Leocadia, (la fuerza de la
sangre) j el coloquio de- los perros , la&que precisanniente ma-
nejó como á la Galatea.y el Quijote ; y ea verdad que dá las-
tima ver como un ingenio tan escaso^tienc la audacia de mane*
jar, cortar y mutilar las producciones de taa esclarecido nu—
-men. ¿ Cómo es posible hallar en las diez presuntuosas y ma-^
dientas páginas de Leocadia la patética y briosa relación de la
-fuerza de Aa sangre? ¿Cómo en Isi insípida conversación deCi-
•pión y Bcrganza , verdaderos gozquecillos de tabucos, aquellas
iielicadas burlas de Las estravagancias^ humanas y esas elevadas
lecciones de moral , alternativamente vertidas por los doscus^
todiós del hospital de la resurTeccídn ? Las novelas de Cervan-
tes solo se han traducida al francés, en lasJnformcs versiones de
los primeros años del siglo XVI!. Entre \as jocosas hay muchas^
ial como ese admirable cuadro de costumbres de Rinconete y
Cortadillo , que es casi imposible trasladar á otro idioma. Pe^
ro si de las.novelaá de Cervantes se eligiesen las susceptibles da
traducción , se. formaria una coieccioni que podría aceptarse con
placer , y con ese gusto que no& cnagena por las consejas ó his«»
torietas , según, dicea sus. inventores , aunque no fuera sino pot
reposar, de todas esas bellas consternaciones que úetkeú elrné**.
rito de, desazonar á los v¡vos*v, *
La primere parte del Quijote salió á luz el aüo de 1605. C«r^
yantes que escribió tarde como Rousseau , tenia, entonces 57
años y medio. La opinión general es quie^ concibió y empezó es-*
ta obra ea las mazmorras de la inquisición.: Es.naccsario ser p'oir-
cierto muy torpe v según ha dicho. Yoltáire, para ponecse á ca-^
liimniar al Santo Oficiov Cervantes ., en. el cúmulo de sus des-»
gracias tuvo.á lo menos la dicha de no haberse.visto jamás en-*
mara&ado en este tribunal. Si hallándose, preáa ha concebido el
Quijote^' fuá entre-las. cuatro paredes de uña casa que por esta
eírcunstanéia todavía h0y. se enseña.^ :en el Jugar de Argamasiw
Ua de Alba , en donde las autoridades subalternas del país le
han tenido mucho, .tiempa encerrado 9 ya porque apremiasen al^
recindario por.los atrasos de diezmos al gran priorato do San*
Juan , ó ya porque lo defraudaba del riego , llevándose las aguas
4el Guadiana para la fábrica del salitre. En memoria de esc mal
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198 estUDio$ SOBAS la bspaña'
iratamieAto fivi\peió el D, Quijote con estas palabftos de mtiyiS^l
ce Yongnoza: a£n tm lugar de -la Mancha, de cuy» ncmbíeno
iqutero acordarme.^.
MoQtesquicu hace*que'Rica diga: «Los Españoles no tienen
mas qoc un libro d&>proyecfao^;- el qne ba ridiculizado ñoclos los
alemas." Esta es una de esas broman embelesadoras que agradan
por su misma exageración « y por la que se^lian-^agraviado nues<-
4ros vecinos sin- la meiH)r-ra2K)n.<¿ Nos Pernos amostazado aca«p
80 porque^Rica Jiubicse dicho al terminar la núsma-carla......^
Los franceses -sumamente desacreditados entre ^aS'Y<ecínosYem—
paredan algunos locos para persuadir quo están en su cabal jui«
cío los que se hallaniuera.? Estas dos-bromas ^-en mi concep*
4o f corren parejas.
-* Sin cmbirgo , la ddBnicicín del Quijote ^een^isíúisofffr^el ex-*
cesivo el&gio-de ese libro-, -como porcia reprobación de todos
los demás. Si no tuviese f)tfo mérito que el de ridiculizar las
novelas de Caballería , no las hubiera sobrevivido ; terminada
su obra ,* se eaterr^ffia al vencedor después de Jos-vencidos. ¿Bus-*
toamos ahora por ventura* la critica délos Amadis, de los Es-
Slaudianos y. de los Kirie-Eleisones ? Gervaates^ontó sindu^
a entre sus méritos el de haber arruinado enteramente^a cs-^
Iravagai^tc' Itterattfra. Diez célebres«retóricos , los -Vives , los Ye*
Bogas, los Mesías, los Malón de Ghaides^ los Arias Mon tañóos
Ílos Luises de Granada , escribieron antes que él contra los li-?
ros de Caballería; pero 'püdiemn decir de Cervantes, lo que
Bufón de Biousseaii., acexca de las madres criadoras de sushi^
jos: KcTodos habíamos estado aconsejando \^ mismo , pero solo
él lo ha dispuesto y se ha hecho obedecer." Pero ol. mérito del
Quijote, no eonsiiítc^o eü satirizar novelas anejas: voyáln*
dicar ^las transformaciones qite esta materia ha sufrido en el
pensamiento de «u aiitór.
No Se me* oculta que GervafntlDS al '^mpez^'sa obrano lleva-
lía otro objeto que el de mofdrse de4oda la literatura caballeres*-
oa ; pues asi> lo dice en su .prólogo.- D. Quijote por él prionto no
es. masque un demente, un loeorematado y de apaleo, ^ues
ol desdichado hidalgo lleva mas palizas y coces de lo que pu--
dieran soportar los lonsos del mismo Rocinante. Sancho Panza
iampooo es mas que un labriego zamacuco y badulaque, cayendo
0nieramefitc por interés y*j>or simpleza '«nias'.mismas estrava-
EITBRATUKA. 199
gandas que sa amo. Poro cslo dará poco9'|raeB Osfntantes nó
puede pcrmaneGer mucho tiempo^ entre la Ibcttra y la irracio^
natidad ; y ademas, se encariña con su^ héroes, á.quioneB.lla*^
mdí hijo» de su€ntendimiento:, y> á ió^ cuales no 4arda,cn^comt]?*-
DÍcar su tino y. agudeza haciendo^ una >dísOríb«icioa igual ybiéfi
ordenada» Al amo lo reviste de la eler-ada^yestonsa-^iazon que
pueden producir en unentendiinienio'isanO:oLv4*st'udio'y elratío*-
cinio ;,f al criado » de iin instinto escaso , pero certero, de k
sensatez innata y de.'la<reciitudyde'quccs«usecpCrblé todohoil^
brp^l nacer y cuando no: la tuerce el ínie«iís,'y para;CiiTO<ralA
ti vo basta la común esperíencia. El d^stemple^deB. Qujjotcsé
encajona, en una sola casilla de suicerebro-l y «umaniaes-Ia^c
un hombre de bien á quien exadlta la firtiid é indígnala injus^-
eia. No cesa de cabilar para constituí rse'c> campean del débiU
el consuelo del afligido , y el espanto' dei 'soberbio y* del :mol-^
vado. Sobre todo lo demás, radocin» primorosamente^ íes mas
prdpío, como diccr Sancho 9 para predicador qm pta/ta caballea
tlero andante. Sancho por su. parte aunque tosco y natural , -es
travieso y maliciuso, y asi como D. Quijote:, solo tiene un ra-«
mo de loco ; el adolece de crédulo , y- Iof desearria «ias> su amó
con su superior inteligencia y* el cariño que le .profesa. i
Entonces se prepara un espectáculo admiraUo', pues se vé i
esas dos personas tan inseparables xoino eb alna ^y cuerpo .de-*^
clarándose mutuamente sus ipcnsamientósy refunidospara^un ob-^
jelo noble á la par que* descabelUdo ; obranio^á lo insensato^
7.diablando con mucha cordura y espoestós-áila irrisión pábli-^
ea y acaso á la irracionalidad de las gentes;' aclarando IostÍ^
eiosó necedades délos que*G¡e< burlan de eIlo8>4 lo» maltratan)
moviendo al lecJkxr árisa, á compasión v y éscltabdopovúltinia
Su mas viva simpatía ; consiguiendo entcrnecerloiv al ikiismb tierna
p6 que ló divierte y alecciona; y lab¥andl»,'|E|A^fiily con esa ia-^
cesante contraposición de entrambos ontrb si y .oontodtos lordo^
mas , el campo inhlterafile do una céitaedia inmensa y sicmpro
nueva» " . ■" '* •-• ■ '-^ ' ^ '■• "-■ < ' . ••-•• •: "', - - ' '' >.' -i r,
f En la segunda parte ^élí i)i'> Quijote e^^eüidonde se muestra
& las c claras i et nuevo pensamiento do^suí)au1or.En> ella.\no; so '
ocupa déla GabaUeria andántoy mas qbé lo moesario para con-*
tinuar la primera , par;:|qUe<eBtén'u);iid¿sy abffezadfi9'por<el nina
genecal :. en dia ^ ya .un» se ciiltsr á>ndlciiliáar!.lQS novdas deiGai
\
200 * ESTUDIOS sobub la isspaña
.ballcria ; es tía libro 'de ülosofia práctica , .os on (esoro de máo-
«imasó mas bten'de paribólas-^nna^erítica atinada y suave'^o
la humanidad ^entera, g Quién «il leer por primüra' vez aqticUa
secunda parte , no Kxroeeptua^ue'Saitcho'revestido del góhiérv
.no dala iusiftla b^trataria-, iba á hacer reír á caredjadas?i.^*Qaiéa
dejaría "de creer qiie'ese improvisado -Monarca tío *biciese mas
Jocaras «n su tribunal lie jllsticia^^quevD..Qllijote"penilencián-
dpsc en Sierra-Morena? Guálquieraisebubiera^ogañádo^ el in-»
.ventivo talento de' Cervantes ^'tendia'á un x)bJéto^imíi6ho'inas
elevado, .que á la •diversión deHector«'Interitába ^^mostrár f qiie
la ciencia tan ponderada "de gobernar é los hotñbres no es ar^
cano vincúlalo tía una alcurm'a ó gcrarqüia^,' sino que es ac-
\c<esíblc'á todos-, 'j^que p^a su acc^r lado desempeño scTcquie^
ren otras cualidades mas preciosas que el estudio de la polí^**
.tica y.el conocinrieñto de Jás'lejcs ,^esto'ies,^etísatczy sanain«*
tencioTt Sin desafinar en 'sus alcances , y sin salir de b'^csfera
jde vsu -tentendimieoio ,vSancho <Panza^juzgaj reina como Sa^*
iomoit.
^.jl^a segunda parte del Quijote salió á luz '10 anos después de
|a primera y sin que Cervantes al publicar t^sta pensase conli^
nuaria ; pues entontes ^erainoda-no acab^ las^brasdeimagi^
^ácíon. -Se concluía un 4ibro'xomo ^ultima el Arioéto los cantos
de^su poema 9 tm tnedio "de las mas complicadas aventuras, en
lo íms interesante de la acciuti. El Lazarillo'*de Tormei vel
UíiiMo cójuélo carecen dcdesenlace; la^(raZa¿ea tdmpoco lo tie-
ne i;auuqiie^r.FIoriano^e>lo agregó.^i el D, Quijote iio bu-
bíera^sidt) «mas que'^una-sátira^iteraria^, también debia'qnedar
por concluir ; pero Cervantes '•'emprendió la t^oütinuaeion de sOí
obi^a ^«n virtud ^le lo tjue tlcjo manifestado. Asi quo las dos rai«-.
tadós deélldoCreoen 'un fenómeno '^in'par'en líteratiíra^'cuai
e$.,mña segunda p^rteideada á 'solas, yque Uo soló iguala sr-»
no que estsuperior .á la7)rimera^'enTazon á que ^u intento
fandameatal es masrgrandiosoy fecundo, y lai^obra trasciende
á todosios tiempos y países. La "nueva iobra' de Cervantes esta«*
ba ya- muy '«£delántada>»'cuai^o antitípándose iiii escritor bajo
el supuesto nombre de Alonso Fernandez -de Avellaneda , tuve
lá . impertinencia de publicar ^na ' chdvacana y "iniserable ^oitf f^
Buariou del primer D. Quijote ,'cn lasque i^emejanteá los ^s^^
liMidores de les caminos reales , 'ultraja áudazn^oite al aUtiorprí--
'tlTERATÜBA. 201
*pUiro , después de haberle robado en vida el titulo jf tema da
su obra.^Esta circunstiiücia J>icó' á Cervantes, <¡[ni(m se apresu-
ró á coincláirdasuya^de tal^suctle ví^ue los últimos'cd'^itu*
los se Tdsiénten de ^ta pi'ccipitáeion , 'y para q\xe nada faltase
u la ^nipsfl^ciofii de las 'obras^'^conti&sté' eillel ^ismó teildá los
torpes Kjleniiestós de su "pfógíárrío toh las iiia% áticas ydelieadás
burlas. siT para hipear á tos fiiíturos Avellatedas de^^odo inten--
to de nuevas *prufafnáciones ,' Cehrantés coadujo -esta te^ su* hé-
roe llanta "el ^epi!ilcro%* letocíbióiei (e^ami^to , la cdtiTe^ion 7
el últitfio^u^plro j'lo'cníerríS, loTolúló Coti^su^epítáfio , y pu-
do esclamár con futidado j^ublime^nigreimienta^ «Aqui Cid o
HamcCe dijo ^ su |»luma..: ic^^ui quedárás'colgáda «de i?sta' espe^-
tera.... peñóla mia,* en donde vivirás largos'siglós y^i presun-
tuosos y áialalidrínes rhi^toriaídórés no 'le descuelgan para pro-
fanarte*' (l).5ólo itoc ocu^ de lasarte histórica de ia'obra de
Cervantes , porque 'a qué necesidad' hay'de que ';j'o la elogie ?
¿Quién *Tio la ha Icido que "tío ia sepa de ihembrias'y que no-
diga' con Walfér-*^S(íótl ,'que'es una'^de las obras itxss éscláre-^
cidas del ingenio humano? ¿No Se tierie'^icnífpre -á laxista ése
estiráda>, -cenceño "y circfünspecto D.^Quijóle , ése rechoncho,
cuadradillo y thancero Saticho , la tiiha de ^qüel , yia mugér
de este, ál cura y al barbero ¿naése Nicolás, al bachiller San-
son Carrasco , y'á tantísimos imás?:¿ Y á todos los péfsotiá^^cs
de la^hi^toria /con inclusión de Rocinante y del Rucio ótf a pa-
reja de amigos inscparablcs?'¿Pdede acaso olvidatse cómo^s«r
ha concebido 7 compuesto esa obra? ¿Puede dejar de admirar--
se la perfecta tinidad del plan , y la p'rodigiosa diversidad do'
sus poniaenoYés ? ¿Aquella faritasia^tan rebosíante y tan pródi*
ga que satisface la mas insácrable'<2uriósidad del lector ? ¿Ese
I •
(1) Un célebre OFieiitaltsta, D. jTósé Conde lia descubierto
de pocos anos acá la 'significación del nombre de ese Ulorisco del
que tíéfVadtcs se sopolie'editó'r. Bcri"'-Etij¡yel¡ es im compuesto
Árabe tfue se deriva de la palabra igjfcl ó eggel que quiere de-
cir Gie>vd*5 del tniamo modo- que Cervantes es nn compuesto'
Kspanol 4f|ue ée deriva de la palabrn Ciervo. EggeU es el adje**
tivQ eoüio Cer'yal ó CiérvatileHir>. <VrVaáles ba ocnltadopues su
nombre bajo nu pseudónimo Árabe. J. ^
202. ESTUDIOS ; SQQBB LA ,ESPAÑ A.
arlificio sin limites con qui? sc suceden y enlazan.los episodios,
enardecidos con un interés siempre variado y siempre en au-^
mentó y y que sin embargo no se siente dejar ^ por tener eljpla-*
cer todavía mas vÍYO> de volverse uno á. hallará solas con ios
dos héroes ? ¿Su consonancia y contraposición al .mismos tiem-
po , las sentencias del amo ^ I09 chistes del escudero » un seño-
río nunca empalagoso y una jovialidad nunca choca rrcra y} .una
hermandad muy natural ^ntre la ch^nzoneta y sublimidad , la
carcajada y el embeleso 9 entre e] pasatiempo y la moralidadjt
¿ Quién dejará de percibir los atractivos y embelesadoras gra^
cias de ese dócil armonioso y magnifico lenguage , que abraza
todos los matices y. todos los tonos, de ese estilo que compren-
do iodos los demás , desde el dé la elocuencia mas magcstuosa,
hasta el jocosQ mas familiar , y que ha dado margen á que so
dijese de esa obra, «que estaba divinamente escrita, y en una
Icogua divina*'? Pero ;ah/ (1) , que cste,úl timo regalo está vin-
culado en los que lograron la dicha fio leerlo en su original*,
que son raros fuera de España. Voló aquel tiempo en que la
wngua Española era la dé las Cortes , la de la política , la de
U literatura y del buen tono : la francesa la ha destronado^
En desquite á cualquiera le es fácil figurar se que esta Icyen^
do el Quijote, teniéndolo trasladado á su propia lengua > res-»
pecio .á que si es el libro mas leído , es también, el mas tradu^
oído de cuantos se conocen: lo está en Holandés, en Sueco y
en Í)inamarques.,.En Alemania los J itera tos como Tick y Soltau
son Jos que se han dedicado á publicar la produccijon de Cer-^
Yantes. En Inglaterra ha tenido diez traductores desde .Sheltott
hast^ Filips, ademas de un comentador inteligente y seguvo co-
ma, el Br. Juan Bowle. De esas diez .versiones la desmoled
pasa por la mejor. En Francia , todavía es mayor su número si
se juntan todas las versiones que han salido desde los primeros
hosgnejos de César, Oudia y de fijpsset contemporáneos de la
- (1) Deba de<^larar que los dos.pámros signtenles Je escri^
iÑeroD «otea que. me propusiese emprender la* traAiccipa del D«>
Quijote. En ellos no biy que ver roas qae. h: epinion desintert-<
iida de un. erittco. coavertide tu seyqr^ tao solo por su admira'-^
cion hacia en obra.
tlTÉRiiTVRA. ^ . 203
obra / hasta las dos últimas traducciones del siglo actual. La que
*FiIleau de Sau Martin presentó hacía el último del siglapasa-
•do, es la que mas se ha difundido y la mas célebre. En la in-
troducción que agregó á ella Mr. Augcr el ano de^lSl'Q-^'xlicc
.que el nÚBfciH) de^edíciones de esa sola traducción publicadas
en Francia fascondía* ^drá* creetsef á cincuenta yuna,ylúc«
^o ha salido la* cincuenta y dos. Esta aceptocion sin igual, está
*esclarecida?me»ie demostrando el inmensa mérito de la oBrn éri«
^inal , y la^curiosidad mas y mas ahincada que sigue (escUando
tde généracioii en generación. Probará también el mérito rela-
tivo de la traducción ; es -sin duda proferible ¿ las dicmás>^r
4o mismo que es preferida. Pero á los que deduzcan de estoque
-esa traducción 4iene ademas im mérito intiríAsecos absoluto rj
que es buena por si misma, contestaré que'no la hanconfron-
•lado con el «original. Si hubiesen, no Ieidosupíérficialmente,'sf^
no estudiado *c6n4)rofundidad-á Cervantes en su lengua, hu^^
hieran conocido, queiii Filleau de San Martin ^i los demás
Iráductdres franceses*, han comprendido, ni-^l todo de su obra
ni sus pormenores. FácUmcnte podría justificar este aserto , sí^
ao fuese enteramente ageno de «mi objeto-: pero aseguro sin t^
mor de ser desmentido por ninguno de los que posean los dos
idiomas , que no hay «ina página en esa traducción tan ponde-
rada en la que no hayacaido su autor en algún- error ó en al-?
guna equivocación. Unas veces se deja engañar por la ^imili-
lúd tan frecuente de los vocdblos , y dá con una palabra semc-
janCe, un sentido diferente; oirás, arrebata sin conmiseración
•quellsfi hablas preñadas, aquellas alusiones agudísimas, aque--^
Has ironías primorosas , velos ingeniosos que tendia Cervantes
para ocultar a la vigilancia de la inquisición unos- pensamien-^
tos demasiado atrevidos, burlescos y "profundos, para ^oder
presentarlos al desnudo. Guando le embaraza el sentido de al-
Sana frase-, entonces se^resenta misterioso y disimulado ; cuan^
o pierde la esperanza de traducir un juego de vocablos, una
ajB[iuleza,'tina'gr)acia como dicen nuestros vecinos, toma el par-
tido mas cómodo , suprime ; otras veces , lo que todavía es peor,
añade. Ademas dé estos errores y faltas, su estrío es desaliña-
do , común , sin color , sin variedad ; no toma del texto, ni la
diversidad [áe tonos <tatí variados como las personas y cosas, ni
«sas mil delicadezas dé estilo' deiivamadas profusamente por Ger.
201 ESTUDIOS SOJUE LA ESPAÑA.
yantei en los diálogoiy en la narración. Por io demás, no intento
acosar á nuestros tradi^ptorcs, hasta el esti;emo desasegurar que
sus obras no pudiesen estar |)cor.. No era posible, que llegasen
todos á alcanzar la maestra y trasccudencia del Quijote, de ese
libro que hasta logró burlar á, los, buscones. del Santo Ofipío.
Particularmente, ahora que ya se nos tr^sponpn las alusiones
contemporáneas » es mas dibcü, de bailar eL verdadero sentido:
las palabras son las. únicas que se presentan, pero los concep^
tos se encubren yj los Españoles, mismos ya no comprenden to^
•da su obra : para esto se necesita una clave , y no hallándose
esta sino en ios muy recientes comentarios de la Academia, de
tPellicer , de Fernandez Navarrete > de los Bios, de Arricia y
ide Glemencin, Filleau no ha podido aprovecharse de sus ano-
taciones para comprender el testo, y hacer que los Lectores lo
•comprendiesen. Ppedo pues, asegurar , sin ofender á sus admi-*
radorcs,.que nadie ha leido. todavía el D ^Quijote en fraíncéSy j
que Cervantes todavia espera un traductor» .
' Ese grande hombre sobrevivid pqcos^ meses á la publicación
de su obra maestra. Murió el mismo, dia que Shal^speare, el 23
de Abril de 1616, conservando hasta su última hora la mas ad-
mirable serenidad de alma , pero sin haber podido traslucir, en
medio de los. elogios de sus contemporáneos , cuan inmensa era
la gloría que le. reservaba la posteridad. Guando. murió , dejó-
una larga obra que compuso cuando la segunda parte del Qoi-^
jote, la njie publicó su viuda en 1617. Es la novela de Per^t—
he y Sigismunda (los trabajos de Pet siles y Sigismunda ) \E$-^
traneza singular I En los momentos en queCejcvantese^inguia:
la novela. caballeresca con sus burlescos^tirps;. con la misma plu^
ma esterminadora estaba borroneando otra novela casi tan e»*
travagante como las que habian descompuesto la cabeza de sq:
hidalgo. Aun mismo, tiempo rasgueaba. la censura y la apolo*
gia , imitando á los mismois que vituperaba y y siendo el pri-'
mero ' que caia en el pecado contra el que fulminaba, un anate«
ma. ; Mayor estrañeza todavia / Para este aborto estaba reser-^
vando sus raptos cariñosios , semejante á esos« padres cuya ce^
guedad enamorada antepone un frutOx. enfermizos de la. ancianía
dad , á sus primogénitos forzudos , pues hablando con, modes^
lia del Quijote, anunciaba engreidamente al orbe el portento da
PersUe8,ET€i Goraeille ensalzando mas & Nicomedes que ¿ Ginna*'
Es*ci noTela de Pdrsüei y Síywmwrirfavquo no ¿esa W i ífútí com-
pararla porque reúne todos los «géneros síh pertenecer á nín--
S>uno, es nn tejido de episodios entrelazados, cotilo un enredo
e Calderón, de aven": utas descabelladas, de cuetttoi^ÍRai]¿ifes/
de prodigios inTerosimileSf de Caracteres falsos yde áfecWs«ri-^*
calados» Gervantesyi retratista ptintual y átínadode lánatijirale-
za física f moral ; aceirtó en arrinconar elstlcfeso allá ^rijBís
regiones hiperbóreas , puesto que viene á ser aquel un muntli>*
imaginario «ageno. del que estaba preseticiáñdo. , Por lo demás
al tropezar con aquel descnfrefno. de un talento suiHo ,' cuyo krik-*
bitoabarcar dramas adocenas y cuentos á centenares , asotíibrá^
mas. y mas una fantasía de 75 años tan *rí¿a> v-táñ fecoádacoñíSé-
V Vafe
la del Ariosto ; nunca $erá demasimíOfáSmiradá aquella phitnft^
siempre- ai roáa v noblcTf elégi^i^to y atrevida qne encubre ios ab^»^
surdos de la' narración bajo el magnífico adorno del Icn^uage;^
Hary más esxderd y aliño en él PersüégqúiSeá el Quijote' jip^^^
á* trechos: asoma como dechado cabal de estilo ; y es quií^áé'^l *
libtot mas. clásico, dé España. Viene á ser un alcázar de mé>i^«««'
mol y de cedro sinaíreglo, sin proporciones ; y sin confifeuv*'-
raeion, y reduciéndose á un cúmulo de preciosidades reVuelta^f^
en.Ycz de ofreéer un* cuerpo dé arquitectura. Al presencia*- et >'
asunto del libro i el nombre del autor f la preferencia que le «
daba á (odas*sus:obras, ylas prendas esclarecidas que tan des-*
atinadamente ha desperdiciado en él ; hay fundamento para afir»
mar que el Per siles es uno de los yerros mas reparables del *
entendimiento humano.
De cuantas producciones salieron á luz intentando imitar al ^
Quijote , en los libros ó en el teatro , no conozco mas que una
3ue ha conseguido su objeto. Esa imitación es inteligente y na^ -
a tiene de servil. Pero en razón á la materia que abraza, es-
tá condenada á no salir del país , y en el mismo, de una clase de -
lectores. Con ella terminaré la historiando la noreia eniEs^'
paña. . ■ , ' ' ••'' '* '"•" • ' '•'
Recordará el lector que al llamar anteriormente la atención •
sobre la absoluta falta de elocuencia religiosa en un país entel^
que es tan común el don de la palabra , qué fue largo tiempo
piadoso i y en donde se ordenaban la" mayor parte do loí bue- 1
nos. escritores ; manifesté que este claro que 'presentaba' la It-i -
teratura Española^ dimanaba de los hábitos ideíiaal gusto que'
27.
• '206 EstüDios ' smiBB ' £A lespiSkl
infestaron él pulpito desde su origen 7 que se' prepararon i3»
sigla en siglo. Un hombre de talento y el padre Isla 9 empren-
dió habrá unos SO años la reforma del sermón valiéndose para
< ello del mismo medio j]ue-tmpleé Cervantes ^ar» la de la no^
xeh 9 ridiculizándolo. Tal es^^ el objeto de su obra titulada zzz
Hiitoria del. fumoso predicador fray Gerundio de Campazas zzz
Kblicadabajo-«l supuesto 4iombre*4elJÍ€enciada*D.^francisco
bon de Salazan
.risla supone que unióvenfhrjo 9ciinos4iumildes aldeanos, está
destinado» por sus .padres para ser» á lo menos, primado de las
63panas , en virtud del donaire que descubre j de su* charla-
tanismo. Lo Uovaná la escuela^v después á la>4lniv«rsidad ; se
le enseña gramática, filosofía , teología, y derecho canónico ; se
le-ordcna» empieza en seguida- á' predicar , y 4os elogios de sus
maestro», ademas de sus ejemplos-» le trastornaron la cabeza,
hasta el esCremo de volverse loco ^á la manera de^D. Quijote, 7
sé* convierle.en predicador ei'rante. Uno quiso resucitar la ca-
ballería, el -otra propagar 4as- buenas doctrinas ; uno buscaba
aventuras , ocasiones d« hacer uso de- su -lanza ,-:el otro busca
li^de ejercitar su lengua predicanda^en todas« partes , y acer-
ca^de lodo,, y haciendo cOn este motivo legajos de admirables
sermones divididos- en tres puntos. Laeducacion^defray Gerun«*
dio, y sus espediciones predicadoras constituyen' et doble obje«
to do. esa obra » )qüe coma se vó^ naes mas que una critica mor*
daz de las universidades y del pulpito. Ese libro carece de dcs^
enlace , y el autor , después de haberse burlado en él , de todo
sú estado', lo concluye buirlandoise también del lector. Hay en
oh fray 6rei?(un£Uo mucho iogenio, muchos conocimientos, mu-
chas burlas escelentes^, y •siefíiprt^un«estilo'elegante y correc-
ta >Pero el tema condena- esa abra , ya por su monotonía ; qu«
desespera , pues , que no tiene mas que un objeto limitado, y
muy poco recreativo; é ya también porque carece dd. menor
interés en razón á que lejos de inspirarlo los personagcs ó ki
materia, causan^gencrabnenteaedio. El'principio'de la lectura
dtHQsa novela' teológica S0- emprende con gusto, esceptuandoaK-'.
guna que otra página; pero se-^neccsita una-verdadera vocación
para leerla toda, y me persuado que no lo ejecute de un tiroa
eLínas laborioso geronimiáno como no se le imponga esa penf*
t^xifiia.<£Í autor :tlunpo€OH;onsiguió con su.pubucadon elobjoF-
LITERATURA. 207
to que se kabia propuesto. JSa rechifláclo> lo que na era ina#
que la mitad de su tarea , pero no ha conseguido la reforma
que apeteciaw .l>esp«es delii. (?wv«t^^ nadie escribió y muy po-
cos leyeron novelas de caballería ; pero después del fray Ge^
• rundió no te llegado A mi noticia que los predicadores £spa«-
" ño les hayan omitido ni las pesadas paráfrasis de los testos, ni
' los impertinentes juegos de vocablos ,.ni la cáfila de dispara-
tes inchados, ni las groseras inyectiyas ) ni los pateamientos y
* gritos*^
(PARTE CUARTA. )
. . : DEGA»EífCIA y EENOVACION,
« ■
Dcspuei» de. 'haber conqncidó la lengua y. la Ijleratura ^EsíMc
Qpla desde isii xana hasia.cl'SiglocB.que ambas reinároD en Eu-
ropa., dojé Ja Cor ma! de laibiátdria.para oouparixie4e la de un
examen., y sjgúiendQ el orden de la» iBatérja&9 en vez de el de
las fechas, me esforcé para apreciar eon brevedad los géneros,
escritores y obras. ;que mas han ilustrado la poesía j la pro
sa. Ahora que esta tarea se halla desempeñada , y que confe-
sando mi insuficiencia, no conozco que se pueda reprochar in-
justicia alguna, ya sea por la elección de los que he nombra*
do, y la oniision de los que no relacioné , é ya por haber en-
salzado algunas reputaciones que en mi- concepto eran acreedo-
ras á mayor engrandecimiento , y disminuido otras cuyo elo •
gio me párecia superior á su mérito; es tiempo de que se re-
nueve el hilo histórico interrumpido por ese esLámen, y que
continué la narración de los hechos literarios desde la. glorio-
sa época en que la dejé. ^
H. Wálpole dijo : «El mal gusto' que precede al bueno , es
preferible al malo que le sucede/' En efecto, uno procede de
ignorancia , otro de presunción; uno es sencillo, humilde y re-
conoce su inferioridad , el^lro ^^obérbio , vano y afecta ser
superior ; uno busca el buen gusto sin conocerlo, el otro bu-
ye de él después de haberlo conocido ;-uno progresa, y el otro
va en decadencia. Esta tercera 4poca llegó rápidamente ^n Es-
pana. Germinó en ese mismo gran siglo , cuyos descubrimien-
tos sofocó ; sus apóstoles fueron unos hombres que ocasionaron
este daño sin embargo de conocer que lo cometian ; por últi-
mo tuvo por instrumentos á otros hombres que por convencí*-
miento habian sido sus enemigos , y que por interés se convir-
tieron en cómplices. La decadencia literaria, mas pronta en Es-
paña que en ningún otro pais, procedió de las mismas causds que
todas las decadencias literarias : el tedio hacia lo sencillo y co-
nocido, el deseo de la notedad > y lo que todavía ha'sido peor,
esa pasión arriesgada por los descubriniientos. y conquistas de
toda especie, las cualidades é imperfecciones esforzadas hasta
el último estremo la depravación del gusto , el contagio del
LITERATURA. 209
«jemplo^el poder déla moda-, las exigencias crecientes del dís«>
curso, que se apura como los ¿entidós, cuyos caprichos llegan
hasta jsl delirio, y el desorden hasta en el modo de conducir-
se; en Rn ,;en ¿1 .^iúbfico 5u náitural veleidad ^ y en 4os escrito-
res la facilidad 4e hallar buena acogida.
Todos esos caracteres se hallan en España '^en-la^época á que
me refiero^ como <)n Boma ^n la de Lucano^, y ^mo en todos
los países «n tíenapo de decadencia ( 1 j. La nolile y magníGca
sencillez de los GaYciUisos /Herreras , Marianas y Cerrantes»
no satisfizo largo tiempo á la España^ la que saliéndose de las
regias que aquellos escritores imponían con su ejemplo*, se ar-
rojó desmedidamente y sin freno en el cam'^o ilimitado de la
innovación-^ de lo raro, de lo estravaganté; á éste aturdimien-
to se le llamó audacia^ á esa licencia^ libertad y ^ Id^desacier-
tos emancipados, genio individual.
El poeta Luis de Gongdra fue el paire y fundador del cis-
ma 5 el priitierQ que alzó la bandera de la rebelión <n>ntra las
sanas doctrinas. Tenia imaginación^ numen , estilo^, y todas las
cualidades que constituyen un poeta ; pero tenia ün genio in-
dependiente, era censurador talantoso por inclinación , envidio-
so por carácter , igualmente enemigo dc/toda superioridad y de
toda iinitacion. Prefirió , como el ángel rebelde , ser gefe de los
espíritus decaídos , á ejercer superioridad entre los que se ha*
bian conservado fieles. Su nueva é independiente escuela. agra-
dó á la juventud que todavía ocupaba los bancos de las univer-
sidades; Villegas se perdió en ella lotnlsmbqüeLcdesma, Ar-
teaga y otros posteriores. A los discípulos de Gongora se les
llamó cultos^ palabra que no tiene equivalente en francés, p&-
ro que espre^ lo contrario de incultos y que se podría tradun-
rcir por la palabra r«^fiacío5 , aunque tenga otra acepción entre
nosotros. El culíerantmo (porque la ciencia "tuvo su nombre
común como los adeptos ) se apoyaba «n tres procedimientos
(1) 'E* netees^rio'isaber cuales s*n los síntoinat , la marcha y
los efectos Ae nnii (keadeticia literaria en los esludios sobre las
poetas latiiws de la segunda époea de m¡ ami[jo ül. N|sard; ea«
célente obra ^ ala qntí qmsiera que esta se pareciese «ia§ c^ite
^or el títnlo.
ÜO ESTUDIOS SOBRB XA ESPAÑA.
prÍDeipaIc8 ; al pribcipio » en el abuso del neol.og¡saiO;t.ya for-
jando nueras palabras con el latín , ya dando á los vocablostexis-
teni(^s.una acepción esiraña y violenta ; dcspucs., en elabu39.de
las inyersiones» forjando Ja&. reglas de, la sintaxis* y el órdeu)do
la gramática , trasportando las palabras de una frase y lasfra-
•esjde un periodo , sacriGcando al efecto pintoresco de las pa-
labra» yrde.los sonidos la pureza del Icnguage.y la claridad del
sentido.; por último > en cl..abuso de las jncláfores ,, de las^.an-
litesis, de Jas. hipérboles y de todas las figuras, rotóricas. A(ei-
cíense estas. tres operaciones para la fabricación de.,una obra 9 j
se temlrá la receta de los cultos.
Al'principú) se burlaron de.elloa;.despues cuando se vi6;qlie
lajui'entud aceptaba formalmente esa nueva doctrina ysepcr-
' diá^^^u las bu'cllas trazadas por sus^apóstoles , los. retóricos .ejer«
citaron sus plumas. Demostraron doctoralmeuie que.el cultera-»
nismQ, sentaba la horegía literaria y destruía la ortodocsia de la
tradición ; no inviocaron las realas, del buen gusto» sino las an*
liguas leyes det Aristóteles y de Horacio; alzaron su voz, no ri-
diculizando , sino proclamando la insubordinación. Los innova-
- dores contestaron que no eran Griegos ni Romanos sino £spa«
ñoles y que. cada uno habia recibido del cielo el libre uso de
su ingenio. .Colocada ya la cuestión en este terreno , la contra^
versia suscitada entre esos otros clásicos y románticos debia te*
• ner-eKé\it0^ ^e toda conitroversia ; cada, partido se obstinó jnas
- en su opniion..Pero uno de esos partidostSecooqioniadaaneia^
-nos .puyo núipero.jdí6minuia diariamente; y el otro de jóvenes
quo<:ada dia se convertían en hombres» En esos contagies^del
mal gasto y jsncede á ios talentos ,. lo que. á los sanes en la» epi-
demias»; los mas vigorosos son los que corren mas riesgo. Los
cvUos forjaron en ppcos años la generación reinante. EntonoeSt
cuando se justificó que hablan sometido y dominado al publi-*-
€0 «.siempre idólatra de la novedad^, de 1q fajso y de lo mará*
villoso ; esos escritores que hallaban mas cómodo sacrificarse al
|[usto ffencral que hacerle frente y reformarle» que seregoci* .
jaban «¿e adquirir á tan poca costa gloria yjprpvecho> pasaron
sucesivamente al campo de los vencedores. Q.ue vedo después de
haberse burlado de su amigo Gongora se colocó bajo su han**
dera » .v. prestó á los, panegiristas de la nueva escuela la^aulo-
ridad ae su nombre y de sú. ejemplo. Jítiregui hi^o^ lo wmQ
*UTBRATtnrA. Jll
"^ípie Qxí&f&i6; y por último Lope de Vega , quién al principio
no dejó de injuriar macho á los* cultos tanto en verso coiúo-en
prosa , unas Teces eo tono burlesco y otras con -serios racioci^
. nios. Lope de Yiega que fue rau^ apacible>f declaró al principio
una g^evra^á mneríe á lo que llamaba guirigay^-WltdtaA/ese»»
tina mv^cioH niiom fata hattr barbar arla lengua.'^ Sn pieza tí^
tjaAHáar^Hauftl de Apolo n« es •mas que una sátira del #til{era^
^fitmo. En otra parte termina con :este diálogo original un so^
'Heto escrito en el sentido confuso y enfático .que se empezaiía
'^ratonces á usar:
* «7 Entiendes, Fabio 9^0 qm voy dici^do ?
;;Y toma si lo entiendo/ — Mientes ,* Fabío ;
Que yo soy quien k) digo ^ y no lo entiende.'^
Por lUtiúao el mismo Lope de Vega censuraba i^eTcraiñentelL
. Gbngdta 7 su ékcüela diciendo raQuIsif enriquecer el arte y átin
la lengua con esos adornos y figuras que basta entpnces no S9
conocían Mucho se dejaron alucinar por el atractitX) de la
noTcdad hacia ese género de poesía, y no les ha salido errado sn
cálculo. En el estilo antiguo en su vida hubieran llegado ásc^
poetas ; en el moderno lo son en Teinticuatrohoras. Con algu-
nas inversiones, cuatro sentencias, seis palabras latinas y otras
tAitas^Trases luchadas ,''se hallan trasportados' á una elevacldn,
en la que ya no se conocen ni se entienden.... Hacer unaeom^
posición esclusivamcnte de figuras es tan vicioso , tan absurdo,
como si una muger (mese acicala diese color , no á las me->
pillas , sino ác la'tiátu á la frente y á las orejas...^. ¿Qué viene
a ser .pues una coniposicion llena de tropos y de imágenes.^ Un
rostro inflado y teñicfo como el de los ángeles que tocan la trom->
peta en el juicio final , ó como los cuatro vientes de las cartas
geográficas..... Las palabras , dicen , y las figuras oratorias 'es-
maltan el discurso ; seguramente, pero si el esmalte cubre to^
de el metal , no adornará' la joya sino queia afeará.... Muchos
talentos se han echado á perder en España con tan perniciosos
entupios , y tarpocta insigne,* que escribi^ndo'segun sus fuer«*
2as naturales y ehsu propio lenguage, mereció tín general aplau«
8o\ todo lo ha ^perdido eon pasar al culteranismo , perdiéndose
laitíbien á simtsmo.i. "
o
!•••
^
212' ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA
< Bien "puede decirse que Lope de Vega ha trazado su propia
historia cuestas últimas palabras. También el se echó á perder
con el pernicioso ejemplo.y fue arrastrado por la torrente ; tam-
bién el manchó sus obras con la^ afectación , con U obscuridad
y con la énfasis , y , pasando al culteranismo ^perdió su méri-
to y su gloria. Su poema del CtVrres á lo menos tan bárbaro*
como el Poli femó de Gongora. Allí se yen miserables juegos de
Tocablos como en este verso : ,
La fama infame- del famoso Atrida ,
Se ven imágenes ridiculas y coma esa pintura de Polyxéna
inmolada por Pirro : .
te
En rojas aras victima azucena. .
Ulises refiere en ese poema del modo siguiente, el ataque de'
los Lestrigones»
No escupe celestial artillería
Mas balas de granizo « que la fiera .
Crente peüas al mar...... .
Hé aqui como se esplica para decir lisamente queid sitio de
Troya duró diez años. .
Dier Teces nuestra argólica milicia
Sobre Troya miró flechando i Croto t
Y otras tantas, el toro de Fenicia
Pacer estrellas al. celeste Soto. .
• Desde que un hombre como Lope de V^a abandonando sos
iprimeros principios y cayendo en esa vergonzosa deg Fadadon,
se alistó en el campo de los cultas , siu que se liaya arrepen*
tido de dio ^^ fedlmente se conocerá que va no quedó barren
alguna que oponer á la inrasion de esos nuevos bárbaros. El
nul gusto pa¿& de la poesia á la prosa é infiestó todos los
de la lileratUFa. El mismo Calderón lo llevó al teatro
d^ptocables sop^oidades qoe dheslocen su mejores
LITERATURA.. 213
xa» ;.eli festivo conde de Yillainediana lo introdujo en la Cono
y le dio los honores de un brillante' lengñogo ^ por último el
predicador á. la moda ,Jray Hortensia. Paravicino doló con el
la elocuencia sagrada, coni^irtiéndólo en patrimonio (iel pútpi-^
to ,;q^iie siempre ha conservado- Loa estragos de esta poilc fue-*
ron rá{||idbS. Hacia el año. de 1600^ fue cuando Gongora pre-
sentó, los primcros^ ejemplos del. mal gusto en los adornos dd
estilo f y treinta años después > ya no se hablaba en Esp¿iña mas
que la lengua de los cultos^
Mientras^que la dirección delá nueva escuela literaria eslu^
TO á^ cargoi de sus primeros maestros , el mal no fue completo,
ni dejó. de tenec remedio. No se Uabian deteriorado tanto , que
dejasen^de evitar las áUimas> demasías ;. y por otra parte, su
mérito. era bastante* eminente ^ para que aun en sus mismos des-
varios se dejase de hallar, siempre algún ati^activo y alguna ver-
dadera belleza l de otro modo no hubieran enseñado. Pero cuan-
do, cedieron: su puesto á unos diseípoiós poco inteligentes, sedu-^
cidos por suS'Solos.^defectos ,^y que soto se aplica&m á e^age^
rarloSc; cuando el rebaño de imitadores se lanzó sobre sus hue*-
llas r haciendo lo contrario de lo que debían , y marchando siem-
pre al revés , del buen verso al malo y de este al peor; enton-
ces se desarrolló una espantosa anarquía , una relajación sin lí-
mites y sin, freno;.. Se sacrificó el buen gusto, se despreció cou
rechifla á.la razón, se ensalzó la estravaganciá , y^ en la boca
de esos, delirantes novadores , la pteeiósa lengua de Cervantes
se convirtió. en. un bárbaro 6 ininteligible güirigaj..
Para dar á conocer, con. algunos, ejemplos' hasta dónde se es-
tendió esa general ideptravacion^ y no iré á registrar los olvida-
dos, archivos, de una época embastecida , para estraér de ellos el
mas^ imperfecto borrón de algüu autor descabezada siá talento
sin nombre. Al: contrario voy á citar al mas célebre escritor
el.cuUeranismo , cuyas obra» son* las únicas' que han sobrevi-
vido á la renovación del buc& gustó. Graciano, el autor de ésa
bella ficción moraF titulada ctmítron de cuya obra hice en otra
parte el elogia que merece , no solamente se filió en lá nueva
escuela ,,sina que se convirtió en su campeón y legislador^ Su
lara obra titulada Agudeza y arte de ingenió^ es la impertincn^
it teoría de una secta , que no reconocía ni leyes ni reglas. He
aqur como tratado disculpar y aquietar su propia conciencia.
28
i
'Sil %áTCDlOá'g{>BIIfi XA' ESPAÍhu
t(La rcrdad, Í\tOy bra la esposa legítima del enlcndif&iento ; pe¿-
tero la mentira su poderosa rival pretendió arrojarla de su pnes*^
<((o y volcarla de i»i trono. Entonces la verdad vicndesé desprc*-
«ciada y aun perseguida, se refugió junto á la destreza. £n tiem«>
«pos corrompidos no haj manjar mas insípido que un vituperio
«enteramente árido. ¿Qué digo insípido? No hay bocado mas
«(amargo que iina verdad desnuda. Laluzqüedircetameñtehie-
ccre ofende los ojos de -la Águila ; y con mucha mas irazon los
adel bicho. Por eso los sabios médicos del alma inventaron el
«arte de dorar las verdades y de dulcificar las lecciones. Quie-*
cero decir quo las verdades se hacen políticas , se visten á la mo-^
c<da con el artificio y se. disfrazan con sus propios adornos **
Este pasage , uno de los mas sencillos y de los mas razona-
bles de la obra, no es todaría mas que una disculpa, una
justificación. Hé aqui ahora el precepto y el ejemplo reunidos.
«Hay personas que se contentan con el alma sola de la agu*
Aqzíx sin ocuparse de espresarla con gracia ; tienen por felici-
dad la facilidad en ol decir. No fue-paradoja sino ignorancia el
condenar todo juego de concepto; y aquella no fué un Aristar-
co, sino un monstruo que satirizó la agudeza ; antípoda del in-
genio , cuya intención debia ser el desierto del discurso. Los
conceptos son la vida del estilo, el alma de 4a ^^lalabra y tienen
tanta mas perfección, cuanta mayor sea su sutileza. ^ero cuan-
do se reúne lo realzado del estilo á lo eleyado del coneepto, en-
tonces la obra es perfecta. Es necesario pues procurar , que las
proposiciones embellezcan el estilo, que las dificultades lo ayn-
ven , que los misterios lo hagan curioso, las^xageracionesín-
genioso, los encarecimientos profundo, las alusiones disimu-
lado , la obstinación picante, las transmutaciones sutil; que las
ironías le ^presenten sal , las criticas h¡el|, las paranomasias gra-
cia, las sentencias graredad ; que los símiles lo fecunden , jr
que las aproximaciones io^realcen.Pero todo esto con «ün^g^ra-»-
no do exactitud, porque la -prudencia sázcna^todo."
He aqui adonde descendieron los profesores 7%» oráculos
del /culteranismo: hé aqui las lecciones y modelos que presen-
taba su pluma / En el criticón mismo , en «a ingi^niosa, deli-
cada y profunda obra , «Graciano se deja llevar muchas reces dé
la manía de esos detestables juegos de concepto que con tanta
eficacia rcconicndaba ,7 con espeGialidad.de loa juegos de pa-^
UTBft ATURAD 2Ío
rabrsu» puerités^eomo los siguieates; «Se dedá de un ciego q^c
no yeia gota , aunqac viese muchou" No obstante 9 esa obra
es un prodigio de coaiediinieato « de gravedad 9>de sana razcm
y de delicado gusto^-oncomparaeioirde sus poesías; eñ lasque
se bal I an^amonloRadas cuantas menstruosas sublimidades -podía
producir una arte poética cornos ki que dio á luz en so Arte de
ingenio. Después -de las reglas- que acabo de insertar , ha com-
puesto un poema de las estadones. (selvas del año) 9 el primero
fue de esta especie ha salido á luz , pero del que seguramen-
te nada han tenido que tomar Thompson y Sain-Lambert¿ Voy
á insertar- un-fragmento- de ese ineonéebible galimatías* Es la
venida delñ verano -por las constelaciones de Tauro y Geminis*
Después que en el celeste anfiteatro 9-
El ginete del di»'
Sobre Flegonte toreór^valienté^
Al luminoso toro ,
Yibf ando por rejones rayos de oro ,
AplaudiendOi>sus suertes
£1 hermoso espectáculo det-estrellái ,
Turba die damas bellas
Queá gozar, de su talle alegre mora
Encima los^balbones^e la aurora;.
Después que en singular metamorfosis
Con talones de pluma
Y con cresta de fuego 9
A la gran multitud de astros lucientes V
Gallinas de los campos celestiales ,
Bresidió gallo el borquirrúbio Febo ,
Entre los pollos del tbidario huevo ;......&ۥ
^ No prosigo porque ésto basta para la edificación del lector,
y especialmente para mi paciencia. Ahora puede venirse en ce*
Bocimicnto de lo que eran los eiJtos , y saner también si pue«-
de hallarse algún término .de comparación* en los tiempos ante*
rieres ó posteriores á^ elUs.
En Espa&a la bistofia literaria y la politita siguen «na mar-
ehe oniformey paralela vy presenta en su elevación y decaden->-
oía iguales Yki^itudes; lia lengua se forano, •allí mas pronto , 7
,216 ESTUDIOS SOBRK LA ESPAÑA
. ]:i iilcnitora fué mus precoz que en ningún otro pais , cuando
presenU^ba á la Europa el ejemplo de unas instituciones libres
.guardando unapcrfccla arjnonía.Poslcrioraienle) la España tu—
.YO célebres escritores.» aUmismo tiempo que^randes capitanes;
ha j[)rodueido .grandes obras cuando hacia grandes <2Qsas ; hizo
eslensiya Á Jos dos mundos su lengona con.sus ^rmas. Por una
. consecuencia tic *«se común destino , el c^ado y Jas ciencias de-
tCayeron á un mismo tiempo. El gusto se depravaba mientras que
el poder se enervaba; la España asi perdía la huella de sus mo-
delos y como de sus héroes; dejaba obscurecer «uleogua con su
•bandera de Portugal y Elandes; y cesaba de reinar con la plu-
ma y con la espada. Cuando después de los desastres sucesivos
que afligieron el reinado de Felipe IV, llega la calamitosa épo-
ca de Carlos II; Jo que habia sido decadencia Jiteraria, secón--
virtió en abandono 9 Tuina y muerte. Se publicaron obras ma-
las después de las :prodQCCÍones de primer orden ; pero poste-
riormente, de ninguna-clase han salido á luz. El teatro se €er—
ró ; los libros dejaron de imprimirse y de leerse; todo ha en-
mudecido , todo se estinguió.
Voy á manifestar de un modo convincente hasta donde se es-
tendió entonces la miseria general, y por consiguiente el com-
pleto abandono de las ciencias y de las artes. Ya he dicho que
en esa época un hombre ^solo era el q-ue honraba la literatura
Española , luchaba contra la depravación del gusto , aunque mu-
chas veces se sujetaba á ella^j llénala algún tanto el inmen-
so vacío que le rodeaba. Ese hombre era D. Antonio ^olis. Cuan-
do terminó su historia de la conquista de Méjico ^y a habia ad-
quirido una gran ;roputacion ^en el teatro, y por otra jarle el
título solo de su ol)ra, monumento de una gloria nacional, de-
bia llamar la atención del público é interesarse en ella "todos los
homlrrcs de estado. ¡Hé bien / Solisno hubiera podido ^arla á
luz sin la generosidad de un Intendente, D. Antonio Carne-
ro, que anticipó los gastos de la impresión y que probabkmcn-
le noba recobrado. Hé ^qui lo^e Solís le escribía ¡el 15 de
Febrero do 1685 , mes y medio después de la publicación de la
obra : «Por a^ui ^e continua aplaudiendo mi obra> y se han
vendido unos ciento y cincuenta volúmenes. Lo que, sobre todo
influye en. la paralización de m despacho es la falta de metáli-
co , porque hay muy pocas personas en Madrid que puedan rcu—
LITERATURA. '417
iiir una peseta...- A usted se debe la Nueva E$pam ; sin cuyo
auxilio es evidente que no se hubiera ^adóá Ja iprcnsa^ porr-
q le la gratificación dcL Gotiscjo de Indias "está (tódalvia en el
-aire ; asi ^ues , rsegüramente puede .tiéled 1 lámar suya esta his-
toria".». Soiis todavía se espresába un mes después cou su prot
4ector de 'oste mddo. «Se continúa «iBlogiando la obra , pero la
•dilicultad de reunir una peseta en las actuales circun tandas, es
4al y que hasta abtíra up se han Tendido doscientos votutuenes»
<y los libreros dicen que qs grande estedespachoparalialíer si'^
Ao al potmcnc^.. . No sé como manifestar ii usted ^«1 «estado en
Tque se halla este país, él. que todavía se resiente del golpe
4[uese di¿ á la moneda que ha perdido enteramente al.comcr*
icio y arruinada las. fortunas de los particulares. Nadie recibe
•ni paga un cuarto. Los agentes de i»Ggocios confiesan con mu**
-cha bizarría su estado indigente y la ^pobreza :se ha liecho ge*
neral....*' ¿Se necesitad acaso copiosas y abundantes frases para
•representar bajo, todos conceptos una época en qi^eSoUs no po^
dia hacer imprimir su obra maestra sin el ^auxilio láe unaper^
«ona como un Intendente , y en la que los libreros iteniaa pot
milagroso haber vendido en tres meses doscidntos.^^^oítúmenesi de
4ina obra de esa naturaleza ? . ^
- Bien puede decirse que el canipo de la imaginación estaba
abandonado , :y vacio él. lugar que debía ocu'pat )a literatura^
cuando FeUpe Y lleyó á Espáfia de la Corte de Luis XIVi cuan*
lO'á aquella le era posible tomar de esta. 'Untónces, después df
la decadencia de su literatura nacional fue para :ella la época de
la imitación estrangera , ó mejor se dirá de la traducción; Mien^
tras que en la Corte de Madrid se imitaban las costumbres do
Versalles , en 1a qué se conservaron mejor que. entre nosotros»
nada mas se lia hecho en las ciencias que versiones de] fraoeéÉf
y hasta esas versiones fueron tan poco numerosas, tan pócoinHr
teligentes y- tan poca afición se mostró hacia ellas > que napu*^
dieron excitar en los ingenias ese movimiento de émanqipaeioii
y de conquistas,. que ha producido entre nosotros. el siglo XVIII
con su íáosofía y revolución , ni aun reanimar el ap$gadq
gu&to.de la simple é inofensiva litera tura. Entre los reinados dé
Carlos U y Fernando. Vt hay un interregno literario sin ejeai«*
piar fuera de £spanat»^un vacio de medio siglo ^ un. tiara ^e^
traño que interrumpe toda tradición, ;una indobn^f» dpl.<}a-^
218 JumMes- somn- tk espaüav
ricter Daci6naV>,,quc suspendió su moyimieiitO'y dejó de dar
aeñol^de Ti'da» una especie de eclipse iutelectual cujas pvolon-
gadaí» tinieblas no interrumpe cLmas débil rcsplandoCr
I)espuesde ese letargo , era necesario que la literatura Es*-
paftpla tufiese una especiederesurreccioAdosegunda vida. Ese
renacimiento. empezó ai^ verifiearseen ios primerofr-anos del rei«-
nado de Felipe Y,.cadndo despuea^de las- prolongadas agitacio-
nes* de la guerra de sucesión , se estableció sólidamente la di^
üasitia francesa ;:eais renadmienta se engrandeció j desarrolló
•ii..el rainado d$ Garios IIL, cuando la mano de ese esclareci-
da, príncipe dio movimiento, y vida á todas las partes de esa
iOléquina que se Mama estado. D. Ignacio de Luzan fué el pri-
inoro. que tUTO la • gloriarle volver á abrir , á lo menos para
1^. poesía 9 una soneto, desierta tanto tiempo bacia. Su poética sq
S^blicó.el a&o^de 1737, y áesa obra de sana doctrina aña-^
ó. algunos ejemplos de buen. gusto , sino de* eleTacioñ- pindá-^
üiqa.f La voz de Luzan ,fue> la de-el heraldo que. llama á,lasar>»
flias., la del ángel del juicio finalque- resucita losmuertos. La
fiapaáa despertó de su prolongada tetarga^ y volviendo por úl^»
limo á usar de su pvccrosO idioma , halla otra vez simultánea-^
mente poetas y prosistas. Después- de Luzan aparecieron suce^
sívamente el. conde de Torrcpalma autor del nello poema des-
carfptivo titulado Deuealion ; Porcele , La-Huerta ,. Montiano^
iKicolás Moratin ,. Iglesias V Cadalso , que eompuso deliciosas
poesías sueltas 9 al mismo tiempo que la juiciosa y mordaz si-^
tíra de. las cartas nmrf'Ueeas-; por último Meleudez-Yaldás poe^
ta^ipérfectOr completo, afeetnoso y esprosivof que reunió oa sus
composieiones felizmento- rariadas , la yivacidad de Villegas, á
la. nobleza de»Garcilaso y al ardor de Herrera. Feijóo,. con sii ^
4ocla y útil. obra contra las preocupaciones^ titulada teatro cri^
tico univenaly ó discurM8i?arios^en todo género de-materiarf
Íurffidesengaño de errores comunes ^ hizo para la prosa lo qu0
u^ait para la poesía. M?sdeu , Juan Andrés y Llórenle le si-
guieron en esa senda de trabajos- de vasta erudición ; Isla y es^
pecialoiente Marchena, traduciendo al Español con unafelici«
dad admirable nuestras obras inaestras, hicieron que la traduce,
eíon oeupase un puesto en su idioma ; Gien-fuegois , Ramón dé-
la Cruz y Leandro Moratín Tolvieron á abrir el teatro, cer«^
t»ÍQ después de Solfa-; por último j Gam^mAnes y JoTellaoeé
LITERATURA* '210
llamados para Ia admloistracion de los negociofldel es(adO) ofre-
cieron á su pafe ios primeros modelos de lá elocuonoia pplíticii.
. Todos los que acabe de mencionar ya no ^xisten^ y*la£ipa-
¡ka -todavía llora la ^pérdida de algunos que recientemente la
muerte le arrebató. Peto -han dejado discípulos y sucesores;
^pesar de los grendes esfuerzos de la guerra de* la independen-
cia 9 que ocupó á todos los talentos y á lodos los brazos; ^pe-
fisnr de la vejatoria y suspicaz tiranía organizada por Fernán-*
do Vn al regreso de su cautividad , momeniáneamcnte inter-
rumpida por la efervescencia revolucionaria de 1820 .y 'resta-
blecida con el roas implacable y salvaje enojo en 182d; las^cieii-
cias Españolas progresaron notablemente desde el principio do
-este siglo. Esc estado de guerra y agitación -lejos de perjudicar
al impulso que hablan recibido durante^a paz^ no baeeomasque
acrecentarlo , y los mismos castigóside quecon prefet^nciahan
$ido víctimas |os hombres ilustrado», les han proporcionado i^a
recompensa y utilidad. Aquel adagio Español « no My midque
par bien no venga se puede aplicar con mas particularidad á los
pueblos y y la ley de la eterna justicia es tal , que coilvierte con*
tra sus autores la persecución , baciiendo al mismo 'tiempo que
surta un efecto eñteramiente contrarío al fin que se habían pro-
puesto. Tanto el destierro como la cautividad proporciona a sus'
víctimas las ventajas de la soledad y del recog^imieitto; y sirven
mas que para eso» para la instrucción de las mismas , para el
cambio de 'las ideas civilizadoras y para la fraternidad de lo9
pueblos.
La España estaba sumamente distante de la común civilizan
cion , porque permanecía aislada » porque sus habitantes no vi-
sitaban á la £uropa , ni eira visitaos por los de las demás na-
ciones. Los acontecimientos calaitiitosos que han conducido
á su suelo la invasión esttang^at, que batí arrojado vio-
lentamente de su seno á los mas ilustres de sus hijos » produ-
cirán con el tiempo opimos frutos. Esos célebres proscriptos
esparcidos tantos años en Francia, Inglaterra y América, trae-
rán á su patria lecciones que serán fecundas. La agricultura,
la industria, la administración, la hacienda pública, laslcyes».
las costumbres , todo debe uranar con su forzada ausencia, se-
guida de un regreso. triunfante, y la nación entera se aprove*
diará de esa escuela abierta para algunps con la adversidad^ Lr
220 ESTUDIOS SOB&S LA ESPAÑA^
literatura también ireráo engrandecer su patrimonio y sudase.
Qae se llame á todos^ los. hombres que en Ki actualidad cónti^
nuan.con algún brillo la obra, todavía tan reciente de la reno-
vación literaria, Arguelles, Quintana » Gallegos , Frias, Sa^
llardo ,. Martínez de la Rosa » Ángel Saavedra , Trueba y To-
reno ; todos^ escribieron en el tiempo desocupado que les pro^
porcionaba 1^. caída del poder ; casi todos hallándose desterra-
dos. HaHc^ndo perecido el absolutismo y la inquisición , la Es«
Eañftse^ libró, para siemprcsde la doble tiranía que la sufoca-
a ;; la ciencia estrangera penetra y se difunde en su suelo ; el
discurso prosigue su trabajo interrumpido ; el pensamiento sc*-
mi-libre y^ despierta , vuelrc en sí , conoce su derecho , siento
su fuerza y marcha á sus conquistas.. Todavía necesita hace^
algunos^ esfuerzos y progresos , con lo que,, y con algunas vic^
tortas, que. consiga , la 'Esgana , si la mi^ma ley común con-
tinua presidiendo, todos sus destinos, volverá' á recuperar la
glorii^ literaria , coa. el poder y la libertad.
t í
ESTUDIO
SOBRE
LA: HISTORIA. DEL TEATRO
Sí Lope ^e Ye^a no liubÍMt^ escrito,
)i« obras maestras de GorncíUe y dt
Moliere , quizá jam^s hubieran tcais-
lido; y sí no co nuciésemos sus obras,
Lope pasaría todavía por uno ,de los
grander autores dramáticas de la £m-<
ropa». ; , '
Lord Holland*
JKjs. imposible designar una época iija al nacimiento del tea«-
tro EspjBiaol. Pdra descubrir su primer origen hay que retro-
reder como en Francia basta .lo& tiempos de los trovadores y
juglares , quiénes parecieron simultáneamente en las provin-*
cías, del Nordeste de España y en las del mediodia de Francia
en cuyos puntos se hablaba elmismo idíoiúa : sus ensayos han
producido á la vez lá poesía y el drama moderno. En el si-
glo XII fue<;uando se esparcieron en la ProvcnEay en los es-
tados cristianos de la Península. La crónica general de España
también refiere que algunos de ellos ^asistieron á las bodas de
hs hijas del €id , hacia el año de 1090. Esos poetas viageros,
que elevaban a las cortes y castillos las únicas diversiones co-
nocidas en esa época , .después de haber dado á conocer inme-
diatamente la simple cancion.de la barda y de la rapsodia , se
reunieron al instante .en compañíack para ofrecer á su^ nob I es
huespedfes , unas especies de representaciones > en las que se ha-
222 fiTUDIOS SOBBE LA ESPAÑA.
liaban íD^zcladas la'^poósía, la música y el teilc. Una siipüca ca
verso del trobador provenzal Giraad Riqolter presentada á su
proleclót Alfonso X en el mes de Junio del año de 1275 re-
clamando los privilegios de su clase, y la respuesta del Bey de
€astilla dan á conocer que había entonces en España muchas
clases de auloroB ambulantes. Unos que bailaban y cantaban en
las calles para divertir al populacho mediante alguna limos-
na» se llamaban bufones 6 truhanes ; los que ejercían el mismo
oGcio, pero en las casas de los ricos «con mas decencia y capa—
cidad , se llamaban juglares ; por último, los que componían
los versos y el canto de las coplas , los bailes y las representa-
ciones ó juegos partidos merecian el honroso nombre de trobo"
dores. Esas distinciones se hallan tcstualmente en diversas le-
yes del famoso códígD de las Partidas. Los bufones de las ca-
lles se declaran infames en ése código (ley 4.*' tít. 6.o part 7)
y se les despoja de todos los derechos civiles ; las ju^farese^ es-
tan privadas del honor de ser admitidas por concubinas { bar^
raganas ) (1) de los hombres de un elevado linage (ley 3.* ti-
tulo 14 part. 4.) No habia entonces fiesta á la que dejasen de
concurrir esas diversas especies de graciosos , ó mas bien ellos
eran los que esclusivamente las componían todas; y la gaya cien^
cia iba á divertir al mas pequeño de los señores feudales en lo
interior de su morada , como al Monarca en medio de su cor-
te. El Arcipreste <le Hita, ese poeta satírico de los primeros años
del siglo XIY á quien muchas veces he citado , queriendo pin-
tar en su poema burlesco titulado guerra de D. Carnobal y d^
Df Cuaresma los goceft de su héroe, lo representa sentado en una
mesa magnifícamcnte servida tenietido ante si sus juglares co-
mo un hombre de importancia.
Estaba D. Garhabaíl ricamente asentado
«taato «aBiaMMAdUM
(t) Barragana j tsfeiíie d^ toneuhinsí aotorizida. Los sa-
cerdotes compartieron |hab¡tMaImente ese privilegio de los no-
bles. En los ar chitos del Señorio de Vizcaya existe una orde-
nanza antigua que eoocedc á los sacerdotes ;»#r la tranquilidad
'de la^ familias el derecho de tener cada ano. 5» barragana..
TEATEO*. 223
A mesa mucho fai'ta en un rieo cairadó y.
Delante sus juglar^es, como omon honrado..
SI mismo.no se desdeñad de hacer do tcobador
Cantares. fis algunos dé los que dicen: los ciegos,.
Et para escolares que andan nocherniegos ,
E para muchos otros por puertas andariegos ,.
Cazurros et.de. huirás;. non cabriauen^diez pliegos.
Por lo. demás. basta los mismos príncipes se honraban de cul-
tivar la gaya ctVncta.EI cronista Muntaner, que como diputa-
do por Valencia asistió i la coronación de Alfonso lY de Ara-
gón en 1328>, refiere que el juglar Bomaset cantó algunos ser—
ventesios, que el jugjar Novellot recitó setecientos, versos ri-
mados compuestos lo. mismo que los serventesios i^ov el infan-
te D. Pcdro.9 hermano, del Rey , y que este principe , entonó
él mismo en la comida r¿al unos cantare» que habia compuesr
to para aquel acto á los cuales respondían en coro los caballe-
ros que servían. á la mesa (chróntca deis Reyi d'Arago capitu-
• lo 297 y siguiente;)'
Sin embargo, esos ensayos que componián lá ciencia de lói
Irobádores , eonsistian solo. en la reunión: del baile,, música y
poesía, pero sin acon^panamientO', sin objeto y sin ordenanza
• escénica. En España lo mismo qué en. Francia ,. Italia é Ingla*
'. Ierra el. verdadero drama niació en la Iglesia.. Las ceremonias
del paganismo; han producido, el teatro griego , las cristianas
el moderno. Al príncipio/pará solemnizar todas las fiestas se
acostumbraba poner en accionlá los ojos < de los fieles- el ácon--
- tecimiento cuya memoria se celebraba. Los sacerdotes fueron lo$
primeros actores de esas representaciones edificantes ; pero no
tardaron en introducir en. ellas palabras ó escenas agcnas de la
ceremonia , latquecon posteridad y piíulatinamente llegó áol-
yidarsedel todo para substituir á las santas imitaciones algún
entremés ó:bufonada profana á manera dé los juglares , y los
tablados erigidos- en las fglesías sé convirtieron en escuelas '.de
detracción y de escándalo. £1^0" mismo lo prueba una ley de Al-*
fi>n80 X. insería eu di código de fós Fártidvs: (es- la 34,tit. ^.^
224 ESTUDIOS SOBBR LA ESPAÑA
parf. 1.'): « Los clérigos, dice, non deben ser facedores de
fijuogos. descarnios , porque los vengan á ver gentes , como se
«facen. E si otros bornes los ficicren non deven los clérigos y
«venir, porque facen mucbas villanias, édesnposturas,nin de-
«ven otrosi estas cosas facer en las iglesias, antes decimos »quo
«los deven echar de ellas dcsonradamentcá los que lo ficíeren...
«Pero representación bay que pueden los clérigos facer ; asi co*
«mo de la nascencia de nuestro Señor Jesucristo , en que mués-
«tra como el Ángel vino á los Pastores , é como les dijo» co—
«mo era Jesucristo nacido ; é otro si de su aparición como los
«tres reyes magcs lo vinieron adorar; é de su resurrección que
- «muestra que fue crucificado é resucitó al tercero dia: tales co-
rsas como estns que mueven albome á facer bien , é á aver dc-^
- «vocion en la fé pueden las f¿icer ; é demás porque los bornes
«ayan remembranza que segund aquellas i fueron. Ins otras fechas
- «de verdad. Mas esto deven facer apuestamente, é con muy grand
- «devoción, é en las cibdadcs grandes donde obieren Arzobispos >
«ó Obispos , é con su mandado de ellos,' ó de los otros que to—
- «vieren sus veces ; é non ío deven facer en las aldeas , nin cq
los lugares viles, ni por ganar dineros con ellas."
El texto de esta ley demuestra que entonces babía en las igle-
sias dos especies de represen laciones : unas realmente religio-
sas , eran únicamente nuestros antiguos misterios , y. las otras
semejantes á nuestra fiesta del asna ó de los locóse reducidas á
' unas bufonadas licenciosas j sáliricas. A pesar de esta ley de
' la» partidas, á pesar de las innumierables prohibiciones poste-*
rioreSy la autoridad no ha podido conseguir que cesasen esa^
representaciones que tanto agradaban al vulgo > ydeJasquese
lucrabael sacerdocio. Inútil ha sido la autoridad interpuesta por
el poder eclesiástico para la reforma de los mas escandalosos
> abusos. El concilio de Toledo del año de 1565 (acto 2j> capi-^
( tulo 2.0) dice ; «considerando que se representa en los templos
lo ^ne apenas se permitida en los sitios mas despceciables y di-
solutos /' suprimió las represen taéiones de la fiesta de ios ino*
'' centes > horriblemente tiznada con «1 mas disoluto de los len—
Iruages ; mandó ademas que lo» espectáculos fuesen deán tema-
' no examinados por los ordinarios, y que no se ejecutasen en la
' iglesia durante la celebración dé los oficios di vinos." Mariana que
cita el canon del concilio de Toledo en su iraUído de Spedácu^
TEATRO ^ 225
lis eonvionc ea que no curtió mas efecto que las prohíbicioaes
de la autoridad civil , y' que no ha podido dQiUru¡r$e.unab!ü|5o
arraigado en una larga y general costumbre. En el tíeinpo min-
ino en que escribía , es decir , en el siglo XVII U>daú^ S€i^\Ua
el desorden: ((üe^iiitroduco, dice indignado ^ en I04 lomplos ipid$
^ augustos ,• mugeres dé maia vida ,'y tales cosas se r^rc^cnt^iu
' en ellos ^ :qüc. ios oidos se horrorizan de escuchtirlas, y ei p^-
dor se resiente ai referirlas/' La España ha conservado^ i»^<{ue
• ningún oiro pais de Europa , por una .iradicton no interrUiQ*
/pida , algunas de sus inas antiguas costumbres, £n la aciMaM-
' dad todavía celebra las solemnidades del adviento 9 de la cua«-
'■ resma y parlicularmcnto la de la semana santa , eou análogas
• representaciones t no menos ofensivas á/la relígion^que ájas
btienas costumbres y al buen gusto , las qbe yo mismo he pre<
- seiitiado. Se levanta en el coro de la iglesia una espeqiede toa-
- tro que se llama monumento en donde se repiresentun los^ctoa de
la pasión, y la multitud de figurones que alli se. sucedan lle^
< Tan todavía los tragesde lá edad media, ttdeb como debjao: usar-
• se en ti origen de esas ceremonias ; como son los JSan-Beuí^09
las máscaras negras, los gorros altos y punteagudbs^ los.guar*
. dapies arrastrando, los cingulos ó mas bien las corazas de QU^r*
das 4 en fin todo «1 tren de* una procesión de un.aiHo de fé^ ,
{Is indudable que á esa antigua costumbre noi ínterruíApiday
- debe atribuirse el origen de los dramas rélfgiososlldmadpsaii-*
• los sacramentales 6, comedias divinas h á cuyo género se han ()e«
-dieadostn escepcion los mas bellos ingenios del> teatro lEspaupl.
Los tomas do esas piezas están tomados de JaSagrada Ks^ritu-
- ra y de las leyendas de los santos. Se .represeAtabam CO9 gT^Q
pompa, en los ledros de la capital, en las plftxasjpiblioBf y. a|iQ
durante las procesiones; y son mucho mas antiguáis «de. lo :qiie
• creen Signorelli y.Boaterweci quienes iatribtiyeal^U invención,
uno á Calderón , y el otro á Lope de Yegíh Agnstifci de BvOJas
en su mage entretenido impreso el año de¿16Q3 dice, hablap^
'do do una época anterior; «Pero Diaa hizo la comed ÍA/deli Ro-
sario,. Alonso Diaz la de Sun ^mbmoyy'nohubo poeto en jSe-
' TÍlla que no hiéicse. al momenlo' la- comedia; d« algwniríiaqtO';"
' y' en iks ordenanzas municipales de Caprioní de Iqs¡ .Condes f^g-
blicadas el año de 1568 se halla la disposición siguiente : «El
dia del Corpus de cada año , habrá á lo menos dos autos toma-
236 ESTUDIOS^SOnS^UL ESPAÑA.
dos de la sagrada escriUira y representados eir la procesión.'*
Esas, piezas eran también el- principal reportorio de las coropa-
ftias ambulantes- que corrían la España « de las qoe-se puede for*
mar una exacta j perfecta idea leyeoflo en la parto* y capUm-
!• 2é<> del D. Quijote , las disputas. de sn.héroe>coa la comp»-
ilia de actores, que se trasladaba testida deon. lugar á.otroá
vopresentar el auto de (of Cártes de /a muerte. Be aquí como
describe Agustín de Roja» una de esas compañías llamada.Cbíitp-
táleo." Es , dice 9 una múger que canta y cinco hombnes que
lloran ; llevan una comedia, dos autos, tres ó cuatro entremeses,
y consistiendo su e([aipaís en un lio que podría llevar una ara*
ña. Las e&medias divinas eran generniUnénte tan^apreciadas>, y tal
ía preferencia queobtcnian sobre las pro£anas llamadas de ca—
M y espada^ané durante el reinado. de Felipe LV, es decir en.
la época mas brillante del teatro Español, el coasejojdeGasti--
' lia propuso, como unacondicion para la aperiuca dalos tea-*^
' tros^que habían permanecido cerrados alguniiempo. por los lu-
tos de la Corte (desde el año de 1644 hasta el de 1649), ccque
ids comedias. se circunscríbieseu^á objetos &¿ sanos ejemplos it^*^
tnados en las vidas y muertes v edifican tes ^. sin que en nada de
eso se mezclase materia alguna amorosa ; que eñ coosecuenoia
d0 ello se prohibiesoB casi todas las que hasta entonces se ha-
bian representado, con especialidad las de Lope de Vega, que
tanto habían? perjudicado a.las baenas costumbres/' Felizmeii-
te- el gusto, del Monarca,, en armonía^ con el de el público ^re^
chazó la proposición de sus austeros eonsejeros. La represenl»«>
eion de esos autos sacramentales que entonccsamenazabáinya»
dtr. el teatro Español*, y espulsar de él á todos los demás dra-»
mas,, no. se prohibió hasta el año do 1763 , bajo, el reinado de
Carlos IH.
Eq la iglesia y aMadó decesos dramas sacramentales nacié*»»
ron. también esas pequeñas y divertidas piezas llanoiadas hoy sai^
netesí Los antiguos juegos de escarnios que tanto agradaiñín al
vulgo y que tanto lia costado arrojar del santuario , se ref^*-
^iaron<* al teatro desde el momento do su ereoeion. Las bu-
tonadas satiricas> ó licenoídsaB se llamaron al principio en^re^
mfises porque se representaban, en los. entreactos de una come».
■' X
TBATAO^ 927:
día ( 1 )^ y la mayolr parte de los autores de gváxi nombradia
no se han desdeñaao de emplear en ellos su pluma. Cervantes,,
entre otros ha compuesto deliciosos entremeses (2)^ Los saíne-
tes actuales que han conservado toda la libertad , ó qaas bien
toda la licencia de las primeras ^bufonerías clericales 3e pare-
cen en su forma á nuestros proverbios dramáticos ; son unli-
5 ero bosquejo glosado con algunas escenas joviales» y scmbra-*
os de algunas palabras malignas. No esckao tanto una risa dc-^
licada, como una sincera y abundante alegría ; peroles dificil.
dejar de entregarse á ella á tontas y á locas ^ por mediano que
sea su autor.
Los mas apreciados son con razón lof de Ramón de la Cruz.
La representación teatral mas antigua de que sé hace mérito en
los Anales Españoles, es la que ha salido á luz para las fies-
tas de la coronación de -Fernando el Honesto $ Rey de Aragón
en 1414 , compuesta por el marqués de Yilléna, por ese hom->
bre de prodigiosa sabiduría que se arriesgó á caminar valero-
samente por una senda hasta enconces desconocida en su siglo
y en su nación. Ya he manifestado qu« todas sus obras fueron,
después de su muerte, devoradas por las llamlas, y á esa pieza
cupo la misma suerte que k todas las demás : su título todavía
se ignora; solo se sabe , que era una comedia alegórica, en la
que se representaba la paz , la verdad y la clemencia. Esas ale*
(1) Y entre los pasos de veras
Mezclados oíros de rtsa^
Que porque iban iotrciucdias
De la farsa , los liamaroa
Enírtmeses áe comedia.
(AOVSTilf OB ROJAS.)
• • ■
(8) Bl. Sismond! se equivoca eñando «si}g;tini qae ao- w em»
Ítsó á bafier uso de los e»t remeses en Bspaoa bisti dtapoea de
iope de VegM : pnes nacieron con el teatro. Zurita (^Anales de
Aragón) lib. 12 cap 54, dice, qtie en lasfnneione^ de la có^
ronacion de Fernando I en 1414 , hiibo grandet juegos y entre-
meses. El Rey fue tün mqmellm pompa hasta la Aljaferia eom
gratides juegés ¡/ en$retííe49S.
ESTUDIOS SOUR R LA ESPA NA
gorias parecidas á nuestras anti^iías inoralidiidesy (nerón BXgnn
tiempo de moda en ia infancia dcr teatro Español, y Cervantes
1^ rejuveneció posteriormente. Poco despucsdel ensayo .de Yí-
Uena,'SU amigo el marqués de Sautiilana^ no menos instruí^
dot no menos libre en su pensaniierito y cb susi^scrtlos-i puso
en drama con el titulo de comedteta de Ponza y los acontccimieu-
tos de un combate naval , verificado- el año de 1435 i cerca-de
h isla de Ponza .^ entre los Genoveses j Aragoneses en eljcual
Aierotí estos derrot^ulos. Está pieza nunca se ha representado^
ni aun so imprimió entre las obras del autor , y- solo se tiene
conocimiento de su titulo» por hallarse citado en sus cartas. El
señor Mi^rtinez de la Rosa la hajió en los manuscritos de nues-
tra biblioteca Real , cuyodescubrirnicnto es verdaderamente pre-
cioso para la. literatura de su pais , porque esa pieza , no solo
<^s una curiosidad por su fecha » sino que también es recomen*-
dable' por la notable m*aésLría con que está manejada para sacar
frartido de un acontecimiento histórico ^ y por las singulares be-
lezas que contiene el plan , el diálogo y la versificación ( 1 )•
f Para liallar en Castilla el primer establecimiento de una es—
Ídcié de teatro, es riecesarto retroceder al último del siglo. XV.
L Juan de la Encina, cuyas numerosas obras forman uo iCati-
eioner o entero fue el que ba sobresalido en la poesía- ligera , y
el primero que prosebtó el ensayo del drama. Después de ha-
b.cr aumentado el patrimonio de las represen ticioncs religiosas,
componiendo para las fiestas del culto nriuclios autos en los que
se hallan no simples paráfrasis de la Escritura, sino concep-
ciones propias de un poeta » á la par qUe cierta magcstad de
acción y de lengusge^ concibió el proyecto de llevar el teatro
fuera de la iglesia. Con este objeto compuso unas cortas piezas
pastorales á las que dio el nombre de erogas. Esas piezas cu-
yos principales papeles desempeñaba el mismo , se representa-
ron al principio en los salones del Almirante de Castilla y de
1« diifuesa del Infantado» y según su título lo indica^* ser edu-
cian á un siáiple diálogo entre ralgunos pastores.. Kl^utor, á
- (1) Véate en las obras literaria^ del tenor Uar linee de U
Rosa , la noU 8 d^l Apéndice sobrt la comedia ^ en f uy.o .capí*
tillo hallé eatl reunidos todoii lot uuiterifilet do esi9.
TEATRO. 229
imitacloa de Yirsilio , se yalíó al principio de ese medio pafa
celebrar con alusiones ciertos acontecimicatos, como la terrár*
nacioQ de una paz y el regreso de un principe : después inven-
tó argumentos cortos y sencillos , y puso en escena las propias
S asiónos de sus interlocutores. Esas cortas piezas intermedia-
as con bailes terminaban con unos villancicos y generalmente
contcnian. también alguna escena jocosa. He aquí la simultánea
infancia de la comedia , del baile y del sainóte de música. Sor-
prende hallar en esos precoces ensayos , no solo sencillez y na-^
turalidad , sino también que abunden en gracia é ingenio. Por
ejemplo, en una de esas églogas cuyo argumento es el poder del
amor , se presenta ese Dios en la primera escena, y él mismo ce*
lebra su poderío é imperio. Su monólogo en diez estrofai , y
de un elegante corte, es uno do los mas delicados ó ingenio-
sos, trozos qué jamás se han escrito sobre esta materia. Hay una
circunstancia digna de observarse , cual es , que las primeras
de esas sencillas comedias pastorales , de las que en cierto mo-
do se puede hacer datar^ el teatro castellano , se representaron
el ano de 1492., en ese año tan célebre, en que los dominios
de España se aumentaron con la toma de Granada y el descu-
brimiento dcLNucvo-Mundo(l).
Al mismo tiempo saiió á luz la famosa Celestina^ empezaj.^
£or Rodrigo Gota , y ultimada por Fernando Rojas de Moiital'«»
an. Aunque esa obra lleva el título de tragi^camedia no e&m^
Iue una novela en forma de diálogo. Nunca se ha represento-
o, ni tampoco podia representarse. Pero el mérito singular 4e
esa composición verdaderamente primitiva , de la que sucesi—
Tímente se hicieron muchas ediciones , y que se ha vertido 'á
todos los idiomas , sirvió de mucho para los progresos del
i
§
(1) El poeta Agiustln de Ri>jaS) en 8a:V¡age eitlrelentiu!,
pkra muy ¡nteresa4ite para la liístoria* del teatro, y el cronista
Rodrigo MciidczL de Silva, hacen igualmente mérito de eala
etreapstanqifi. «En 1402,.d¡c^ este, empegaron rascompamas
á r^reseiijlar publica uiente en Castilla laí» comedias de Juan ie
la Bnc¡oa>, poeta de gran gentileza muy atento y 'd¡vertido«i^l*'
(catáiogo real de Esftana.) Las piezas dé, Juan de la Enciuj^.ae
bad reqoetdf ea au candv;ier^. ' ' '.>' • t '
230 BSTÜDIOS «OPRIE LA ESPAÑA. . .
Icátro, sumlnisCranáo un verdadero modelo de díccloiidjra^
mátba.
A esos diversos cnsiyos sucedieron por fin, al principio dcí
siglo XVI las primeras pietas del teatro Español; pero por un
^singular concurso de circunslancias , ap jrccieron fuera de Es^
pina. Un tal Bartolomé de Torres-Naharro , á quien han teñi-
do mucho tiempo cautivo los moros > residiendo en fiomades-
Íues de su rescate , compuso en ese mismo punto unas come*
. ias en Español, y /cosa Yara? las hizo representar en la Cor*
jle de León X, al mismo tiempo que $e representaban allí la
Mandragora deMaquiavelo y las piezas de Aretino. Torre^Na*
*harro advirtió que ha debido introducir en sus comedias voca-
blos italianos, «teniendo en consideración el lugar y las perso-
nas ante quienes se recitaban." Poco conocimiento se tiene de
Cias comedias , y Signorelli , en sa historia crítica de los tea^
tros habla de ellas con una especie de desprecio* Ese jai«io es
uias que severo; es, injusto. La mayol* parte de las composício*
nes de Naharrp , con especialidad la Soldadesca ^ la Tifulariá,
^ ' la Trofea y la Yetnenea presentan iin tema felizmente inventa-
do, unos caracteres bien trazados, escenas mordaces y un diá-
logo vivo y gracioso. También se halla en ellas el tono licen-
cioso de las comedias italianas de esa ¿poca 9 y rasgos de una
malignidad atrevida propia del autor , que , siendo sacerdote y
viviendo en la Corte Pontifical , ha compuesto unas sátiras con-
tra la iglesia t que se creerían producción del mismo Lútéro.
Esc Naharro , al hacer imprimir sus comedias en Ñapóles el
año de 1517 con el titulo do Propaladia , unió á ellas, pará^
fresen tár á la vez , la lección y el ejemplo, linos preceptos «o-?
re el arte dramática , que fueron también los primeros qiie
aparecieron en lengua castellana ; y en.general son muy juicio-
sos. Nal\arro estableció con mucho tino la diferencia entre la co-
media y la tragedia « y el carácter propio de cada una de es-
* tas composiciones. Divide igualmente las últimas en cotuéli^s
" ImiÓTicixs (comedias h noticia) y comedias de invencigin f coinés
* diús á fantasía). El fué porruitimo el inventor del introito 6
,! prólogo , y el que dio á los actos el nombre A^ jornadas. yL:Ae
Sismoiidi supone que los Españoles tomaron e$ta palabra dé los
^Íi¿tí|ruos m/^/er tos .franceses dé los que (diariamente se répVb-
seataba una parte ; esjo es un error manifitisto; Esta t<Í2 jdf'*
nada no-se toma aquí bajo, la acepción dé un diá de :eaniino|; üá
drama* dividido en tres jornadas: no es mas (|uo la acción del
mismo, ejecutada y suspendida tres voces (1).
Apenas hablan aparecido en España las piezas de Torrcs*Na-
harro (hacia el año^de 1520j cuando la inquisición las proseri^
bió , esa inquisición que tan celosa se mostraba entonces de es-f
tlrpar hasta las mas imper^ceptiblés huellas dbi protestantismo;
eúya suerte cupo también, á las que poco tiempo después se es-
cribieron, en Alemania por el autor de la Sátira de Itis muge^
resj Cristóbal del Castillejo secretario, de los Emperadores Má^
ximiliano 2 Femando. Estas ,, ct^a impresión* nadie se atrevió
a hacer y ni aun con las obras do su autor , cuando en 1K73 Sé
alzó la prohibición mencionada , se han perdido enteramenteV.
y solo se sabe que eran del género satírico y Kcencioso. £1 tea-
tro jECspanol también oCirece el angular fenómeno de haberte-
nido en rcaKdad dos» infancias^Los diferentes ensayos de que aca-
bo de hacer mérito.aíectadospor ésa prohibición carecieron de
im]tadore& duranfe^ algún tiempo, y áua pareee que se olvida-
ron del tudp en Linto grado , que en las bodas de una infanta
el año de 1548 se representó una comedia del Aríbstó.. Algu-
nas personas, eruditas como YiHalobos^ Fernán Pérez de Oliva
J Simón de Abril intentaron, buscar modelos en la antigüedad
traduciendo' á. Planto, Teroncio y Aristófanes; pero sus o£r¿s
tampoco podiáu penetrar en Ih nación.. Asi pues, mientras que
de las composicionesr driimá ticas que ja poseía la España j unas
permanecían ocultas en tas bibliotecas de un corto numeró de
' eruditos ,j. otras sepultadas^en los archivos de la inquisición;
el pueblo se abandonaba todavía á los groseros entreníese^ do
los juglares y dé' los bufones. He aquí porque todos los ¿riti-,
co^ estrangcros ,> Schlegel , Bouterwec y Sismóndf , no presien-
tan hasta mediados del siglo XVI el origen del drama eii És«v
papa, sin hacer mención, alguna de los primeros autores c^yos
^ a'pmbi^s también parece que ignorüban.
ILoj^e clefruédá fue. el que cr¿ó en esa nación él teatro ]|ó|opu^
(I) ., £ft d¡TÍ8¡ón- dé. ciiico ftctOB ,.dlee Torres Naharróu. do
Mílo la coiteeptuo bbeoA , sinp irecesarii j; .fes Uamé jolrüadis f^or-
^«e mas büa parecen ikseansmítroi que o\ie% cqB9l^ '^ ; ^ '
232 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA
lar. Nució en Sevilla en cu va ciudad ejercia el oficio de bati-
dor de oro. Impelido por una inclinación irresistible dejó el mar*
tillo^ para incorporarse á una compañía de truhanes con la que
corrió las principales ciudades de España , ]f de la que llegó á
ser bien pronto su geFe ó atUor. Esle nombre de autor deriva-
do ño del látin auctoir , sino de atUo , acto » representación , se
aplicaba entonces al que componía y recitaba piezas , y se ha
conservado hasta nuestros dias para designar el director de una
xorapañía xómica. También se\e.l\í\mdhdi'maestro de hacer come-^
^ias, Lope >8e Vega estaba adornado de las dos cualidades nece-
sarias á un autor de esa época ; obtuvo en todas partes aplau-
sos sin número, y fue proclamado á por Ha gran poeta y gran
cómico. También se le honró con el titulo de inventor de los
actos o jornadas y del prólogo llamado introito primeramente».
y después loa , sin embargo de haberse conocido mucho antes
de su época ; pero se habia perdido hasta la memoria de los
ensayos que le habian precedido. Lope pasó muchos años cor-
riendo ciudades, pero su gran reputación le llamó á la Cor-
te , y los Señores de aquel tiempo acudían de tropel ante sus
tablados á olvidar la. sombría gravedad del palacio de Felipe IL
(((Era el embeleco y adoración de la Corte, dice Antonio Pérez
en una de sus cartas. Murió en Madrid el año de 1567. Algu-
nas de. ^us. obras se conservaron hasta nuestros dias ; tales han
sido cuatro comedias , dos diálogos pastorales y siete m$os pa-
ra entremeses (1). Todos están en prosa no obstante la facili-
dad con que escribió en versó: estas composiciones se distin-
^en particularmente por su sencillez y delicadeza. Gonrespecr
to al estado en que se hallaba él teatro , no podrá darse á co-
nocer mejor , que oyendo á Cervantes , quien en su juventud
conoció y vio representar á Lope de Rueda, «Se trató también,
dice en el prólogo de sus comedias « de averiguar quien fué el
primero que en España sacó la comediado sus mantillas, y la.
engalanó con sus mejores adornos. Yp como mas anciano digo'
que me acuerdo haber visto representar al gran Lope de Rue-
;(|) '[>4S:Coiiiedi«8 te titulan Eufemia ^ Amelim,^
y ios Engañddi^s } lOB dí^logot, ^(7o/ofulo lie Caiii(/«j^^^
quio de Tymhria/ - : » ... .i ... v
TEATRO." • ^ -1. '.^^
da hombre Insigne, por su ingenio y reprt»sciilaci<)ñ...Eh tlénn^ '
po de ese celebré actor Español , todo *el ;ijuar dé nft autor ie i
comedias cabla en un coslalp pues es>luba reducido átrés'ócua-^ '
tro chupas de píeles blancas guarnecidas con una piel 'dóraídá,
igual número de barbas, pelucas y calzones. Las comcfdía^ eran ^
unos coloquios , á manera de églogas , <^n(ire dos. ó tt^es pastor •'
res y alguna pastora. Se prolongaban con doé ó tres efitreme-i '
ses, ya de negro, ya de rufián $ ya de hobó.'ií'yá de viicahich'
Eorque estos cuatro papeles y otros liiiícnos , tos désbcnpeftáW ^
ope con mas exactitud y perfección de lo qtie pycde imaginar-
te.... Entonces no había máquinas, decoración^', éonibates eii-^ ,'
tr< moros y cristianos , de á pié ni de á caballo: Tampbcótia^.*
bia figuras que pareciesen salir del centro de la tierra pót' él^
piso del teatro , y menos todavía nubes descendiendo del cielo '
con ángeles ó almas. £1 teatro se cohiponia de cuatro tíiblas sos-
tenidas en UQ cuadro de igual numeró de fodQcós , elevadas á^
cuatro paAmos del suelo.' Toda la decoración consistía en iuná.
manta vieja , tirada por dos cuerdas de tin estremo á oiro pa^ '
ra formar lo que se llama el vestuario, y detrás de la que e^áaf^'
ban los músicos, que cantaban sin guitarra, algún romafteréati^^
tiguo. ' ••
^ En la misma época (el aSo de 1561 ) la corte de Espadaban '
ta entonces ambulante de una en otra capital de provincia, fi;^'
jó sú residencia en Madrid. Esta circunstancia favoreció ai ar-I^
te dramática ; fijando también él teatro. Con documentos aiíteOí^'
ticos se acredita que un año después dé la muerte de Lope dé"
Rueda, habia en Madrid unas salas de espectáculos (cafales^dié'^
comedias). Tanto en la Corte, como ea las capitáfcidé'Pro^ilif "^
cía se contaban muchas compañías de actores ^ue se dlstfiígulatív
cóo nombres ridiculos y estraYafi;ántes,bisiistantenaniefósás»jpd«^:
rá que Rojas las dividiese, en ocho clases. I^óco tiempo V)e¿poe^, ^
Juan de Malára> célebre profesor de humanidades , '¿¿¿'cbiiO^v
cído por «I comentador Griego^ hizo representad M^íi^SáJdmatfcá^
uii drama en verso titulado Xonisía. que escribía
latin/Posteriormente apareció un actor de Toledo,' itniliadi^ííiíü*
vatro , a(l que llamaron el inventor délos tiairoslp^^r, haber !¿^'
234 ESTUDIOS SOBBB tAESPAJfA.
cojocó debnte/qoiló las barbas postizas á los actores cuyos pa-*
peles, no las requeriao ; Joventó Ls máquinas , las nubes , los
truenos-t los relámpagos,, los desafíos y las batallas. " Cn tal
Cosmo. OyiedO) ideó al mismo. tJeaipu los carteles ó alisos al pú«*
Myco^ y durante estos progresos materiales,. el arte teatral ad-
quiría, también desarrollos morales. Ya no se representaban las*
éffiogas pastorales de Lope de Rueda , sino piezas animadas de*
alguna m^ral^a , en las que empezaban las p.isiones á.servir de;
resorte y á producir el interés.! He aqui los* títulos de algunas»
de esas piezas que constituyen el paso entre la infancia del ar^
te y su virilidad, los que pueden dar una idea de sus materiafle
Vsae y Eneas 6 elmadosioTroyano^ el gran frior de Castilla ^ la
Lfolíad contra suMeji^ et sol á medianoche y las estrellas d medio*-
d\a > la i^tfia de Sevilla por San. Fernando , las Cortes de la muer'^
U, jfc* A'l ver los pomposos nombres con. que se condecorabait;
esos, bosquejos 1 ¿no se tomarían mas bien por los dramas atre-
vidos de las. bellas épocas, del teatro Español.? Bacía el año-
db.l580 , se construyeron en Madrid los dos teatros que toda-
vifi j^ubsísten^^fí de la Cruz y et!deL Principe. Entonces algunoSs
tflpntus superiores no se desdeñaron de dedicarse á la escena
que basta entonces había estado abandonada á los gefes de esas.
GQippeñSas ambulantes que ei;an;los.quie componian Jos entre-
meses, de su rpportorio , siendo, Cervantes uno de los primeros,
que abrazaron esa carrera. Al regreso de &u cautiverio, y vi—
T^pnente afectada su imaginación con los trabajos que lehabian
ag^vj^ijlo,, 4o^ de, ellos materia, para componer una comedia
éjOü^seif actos, tiíuhddi' los tratos de Argel., Dcsj^ucs de esta pie-.
2$ ,y. CQiQfiluso otras veinte ó treí n ta> entre lasque cita con com*
p^ecncia y plogio la Numa¡ncia , Id gran Turquesca , la batalUi
riavalf la Cofi^usa !¡(c. «Yo ful quien primero representó las
imaginaciones y penn^miéntós secretos oel alma , colocando fr-
{[Vraf'cn^el teatro , con vfvp y genera) aplauso del público. A,
p .^;;¿n; c^q^pujse velqte ó treinta comctdias, que todasséreci-
t|^Cl.y.,^ÍB q^ue cuando se representaban áifrojase el público co« '
bombres,,.tu.otrás: cosas qué mianifestasen sU desagrado ;. estas
comóíias^siguieron su cursó,, sin silVidos, gritos ñi .penden-
ciáis.^' Jodas'psas piezas, lo i¿iá^ üña'párié déjottas-oBras '
ájiy^s., no fi^éroia conocidas durante mucbe tiempo , mas'^uepór .
sá (Itwo nJ .seilameátabaí tiyamenté su pérdida/ Se creía qü^'
leoiv una Im^vgiéáclon tan fccuirda^ m cM&tiét isk Vffo-y jo?i^>,
un entcndimieiite tan elevado, un gusto timpai*o'¿qileeoil^AUí5
«stendos conoeimietito^ de las rogla» deí<téaité «do ia^ ^tt^ ha
hecho una discreta {Mofética éú mudhos p^agie^ del D* Q^jtítüi;
que después de ias alabanzas qúeaSi-iHisiiía sO' tributaba t^ob
tanta ingenuidad, como autorcómicos y dlsin^utat tatcnlo<qií)s
realmente ha descubierto en sus ehtk>éineies , se crciadi^>'<(tie
sos grandes composiciones serian otras tantas obras macístttas.
Desgraciadamente para su reputación dramática, se ha)lal*on Ao(,
la Numaneia y los tratoi de Argel; c^yas pieiras están muy 1#-
jos de corresponder al sentimiento qne háBia editado su* pérdi^
<da , y seguramente hubiera ganado la reputación de ««Mtor
*en que no se tuviese mas conocimiento de ellas , quo el juicio
que de las mismas él había fot^mado. Esa opkiiondoCcrvanléf,
•que habla de sus composiciones teatrales con tanto orgulloytK^-
'^mo de su inmortal novela , presenta un nuevo ejempte dc^bte
singulares errores del entendimiento humano, y ana nueva pt^é^
''ba de (a imposibilidad en que todos se hallan de ju^gatse ani-
mismos.
Cervantes escribía en Madrid. Ar mismo tiempo JuaU de la
Cueva hizo representar algunos dranms en' SéviUa.? Ha reduci-
do á cuatro el número de jornadas que hasta eoftonoes ^m de
chico é seis. El espectáculo se componía etitencés^v ademas d^.Ia
-pieza principal , de tres entremeses repretentados^ en4o»6iitf&-
-actos V y de un corto baile (1). Valencia « quesieméTe4ttvp4¡ina
escuela qué compelía con lá de Sevilla , dab» iambieD alff«iies
*{»asos en b carrera dramática! Elcapitun Cristóbal <^'Vm^»
''poeta ralenciano , pasa por haber sido el primero^ ifue há^ f#-
aducido á'trcs el número de los actos , lo qiM^se;;|do)[it<^désMKS
«isotúo regla por todos los autores Españoles. •«Virttás,'dhceLe^
'«pe de Vega , ha reducida á tres el ttAmerc^de líctoi^ dé tfrc0*
•í a.. ;í
f: t,
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•»' '
(i) ' Baeiaii eiiiifi*e jatnMüs
' Trifs eniremúMesr éúXife tllíí^ í^»*'-
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h, . f . Yklñd eon tfft hñihéitif
; ''' IlNrliflgénieeofite&tk. '
'.'} K.t ., . , é'#í . »
^196 BSTVDIOS SOMR LA ESPAÑA.
^tfmedia , i|m JiosU entonce^ habia andado eo eoatra pies coma
aiBi nifiOf porque estaba, todavía Qnla iiifancia.*'
^ Ed cuanto á la pompa escénica ,.cl teatro habla progresado
mucho; El OAÍsmo Rojas que decía ^ que en tiempo de Lope do
Koeda el equipage de un autor y el de su compañía hubiera
podido. 8e.r conducido por una arana , refiere que en la época
dp Cuera j de Virués , las mugeres representaban sus papelea
coHí^resLidos de soda y de terciopelo , con cadenas de oro y de
IeKlaSk» ({ue en los^ entremeses cantaban tres ó cuatro , y que
^stalos. caballos ser.vian por últimoren los dramas milita-
Idres.para completar la ilusión (1).,
Una cosa muy dign^ de llamar la atención y peculiar , sino
<ilie :<^ivooo del teatrp Español, es el ver como empieza en sa
.misino origen, la contienda entre los autores que quieren exi-
-mirse de las. reglas y. los críticos que quieren siíjetarlos á ellas.
JSb él siglo XYI| ya el romanticismo luchaba en España con los
-figsdqs obseryadores de los preceptos.aristotélÍQOS^ Mientras que
-6l retórico Pinciano recomendaba con instancia á los escritores
>r
-. (i) He luqHÍ algunos. gracejos de^Lepe^i P¡nelanO| por
•}qiic.pQ4rá .vanarse «u eontieímíeatD del.tMrdeo y policía que r«¡<-
/ímba: entonces en Im «alas d^ los ^pectáculos. Asista al teatro
HÍ«'ia Crhia con algunos amigos, y h^p de ellos dice S los otros.
^a^qni-ve 4isfruta verd^^ramenle de imd^ multitud de diversin*
^eifiB. JSn esta aomeros^ coaeurrencifi , se v« arrojar • uuos np pa«
(JIÜMia dfUde lo alto al pMie, ¡y después qne el frntero ó confita*
•>fO .dsbknc^ el .qudito eo que W envían el 4in?rp y hace qiro mayor
<«sii;lcCrula!qoe le pidan y^y devolviéndola k a» doeaO| t^ropiesa
^eii KJ^j:a d«iotro,4|«e está iom^diato^^e i^oyMapesifr de a^nef^
.49n4rdé lo qncep^tíc^ ,'el,o|ido.;..nn.>^lroliidq9esttse^a iiMMi
caestioai sobre la pertenencia del basco, este es mió « dice ooo;
Jlá.».^qra,l9.bl^. pa^^slo ahjjni criado jcon^testr.j^tro^i^ 2^^ último
llegan á justificar cada uno su aserto : cuando alguno atraviesa
el teatro pra ir á su síl,i<|^^ (e;gr^f||¡.4/e.fiqeqciado eon npifi de
mil ahé s hacia el puqto ^qt^fs^ ocippan j^^^ ^ sSoi|^s , se promf^evea
varios altercados cpu n^ti^vn |te lo^ fitlps-^tj^tgunas veces de los
celos, hasta el estremo de.llcgar.álas,n^9es.«|en otros lados se
ve que llueve sin ^iijieafo^ejoii^é estla denajé de ellas ÓCc.*^
(3§uHf^i^Ai^i$» 4ímr,tkAiíifÍ0Íé^i, ^mmi>í%AmiA.xoQs^e^ \^0'^tílenfl/^
e»ta- rá{>id^^,i^;^rJp(]¡p||^eAr«^cesbr^
^ .XqpPjOC^ V0g4);naci^)^Q JoÜ2;«.,]ff^dMfl «Aj^i|/#qm Wftt
tro ^wa\^fñwU^ ^ ficí 909(10^4! 4 afi ^«^Q^»s :fiuMk\í^^ím9l¡ÍA^k\ik
9¡pí^i|^<Mi prÁ9mi\^ J9á$iiAi^:tiMH^;pm^i[^iMii<k» l^^g9<l^^4't.flMJp
obras de todas clases » que solo á él, ealrc lodos los moríalos»
-rdddu pioüucír.. £ü el p r efac íaidg-iinr7^'pg irgmu>.gWv* it
Porq^Ue ctda acl¿^4^Vl«<ftt^t«ip«f uamai caiiiio)
9Sft' «TUNOS MMlft^]^ ESPAfrAl
fatrít^) tn^efó d'ddío <to'iÍ(Ki;>, «dando lenta enJanrinta T Am¡
aftos V éiet' qa^ ociipaitv ma^ de f«inl« y «treB 'mü -pHegtM los ver**
sos qiíe ya l€rtfria'^escríle»'par«*éi4e«Avo. £n IdlS.asegí^ me
aaeendian' á'oel»dcieiitas «el Aáiiieiib-d« iaseotnoJKas qtte hnDia
eiMbf>oef|tiy.*Sii'19aO á ii^^veoimiaa. «Bastatite hd Tividoy dé^.
d^^ 1629 péuabdo pnUipaiMi^ia- irfeéaimií piarte de sus óbraa^
idraÉaátróaá , para eaeHbir 1709 eonedias'' & find áfio de 1635
qab file^ ide aa faUeeimienlo bdM tompíaiBio el náaaero de
mil j o^hacieiitaa eomediai que le aCrrbuveh aa amigo Perex
de Montalban* j ^ «áJbH>''Nicerfás Antonio. Todas ae répreacnta-
Mn; y-k ha atenea ia nulad se dieron á la' prensa. En eae ná-*
Büro kaj Mtaá dedenio para la coipposícion' dé cada onadelaS'
emales s^o iinyertió lan idla de traiMíjo, y como él mimo
Sté n en} VehUe y «ntUr» boras pasaron do las musas al tea^
trofiy* Patia eotiípleta^ la lista inmensa délas obras de Lope
iba' Ve^a v bay q^^a^rq^r á ebas 1800 tomedias , cerca de cua*
frbcieRtoS'oufoíi ttMr/iMiNifa^í^ ,"Un gran nñttiero de etítrcmcscs,
ptfOtíias éprleos V 4idáetíoos y burlescos (la JerUÉakñcofUfuiiki^
éá^i ta Getéomdtíplíia'if^^^ car fes , sitiras « nofvelas , disertaciones/
niiézab sueltas^ y no^ lonmeraÚ^mnltiHid de sonetos. Acerca de
Mí'pfbdQGíftiOlieside liOpe ae ha formadé el siguiente y espanto-
ao'iMietfIO f *(|ueí'^1^ábte los setenta y tros anos qlic ha vifido,
es decir , desdo la hora 'de *siinactm¡ento' haMa- la en nue espi'-f
TS'i^n aiinqáe sü^ juventud' ba sido perdida para las ciencias ha
dMndo^íeáotlbir dfariamdntO'ocho pigínas casi todas en versol
Bh<iMiMérí);>tQtal'^^>sns escritos «e conceptúa que 'ascienden
éfeMb^treidlá jxtrái init páginas, y á reinte y mi mfttones^d
Tl¥seí5 i(>3 ).^£r0gitram4nteqHe'laf historia* Ittérarhi'iaada^e^^
qiié seí -apn^ime á esa* feenndidad TerAaderalüentH Mtitosa'i^
Mti enando^ nombre de Lope de Vesfa-nó ftfése sDélébre fét
diré ¿onieepto > d^a no obstante rivir ^lar medMf^tedHiMf
(1) Pnes mas de ciento en boras Tcinticnatro
-— -* -•PasMO»delasBMis«s«l teatrev""— *- -
(S) I^tíalthettle«ekha'.eilM<adb'qiiéi^Mbit^ *
comedias la lNitt|ir0dotídé SdiOOfMtteadésVf'ttiiVititoa G^OCO
fortuna inmensf'piM^nallÉMfj^w. ^ «^ vr i v/t
' hpmbré» ; cdfno imo» de étos 'frocUgio» qpt sé* «hatíené di^iü4-
W i prodttetf »Ia''ii«tarii^leik: ^^ ' . t
- ' 0iicft» ábsolttiotárlntiio^MbefAn^.delte^
ni de stt '{Mii» ; l^pev ««¡to ^iros. umoíioii didadoma »: dlríéS'
- iá elerad» Voeaeion» Ese lioiiilsref«eAigioéo:á faiatiCenfuiles
-llánla iii<»Mrtiót d^ /a iiafturélMa y ifiur podría ^ntSonmf fái^
ngirei gtt9lt^ dt»l póUicoy halk^DH»* cáoi9d0 -taerificArla^iy
- ios aplauso» d# la «lui ti tiyd ie- pracípiUiron e0 oaas dfBfeclas q)i»
eonoera ^ peM» t{iio na qoiflo'ef itar j á los cualeü éió 4 sabioiK
' das la auterMaiit éi^ su ejcmpii» ; de su repulacma. «Es nect-
feárío ; deeia «ik' una de suaprefaoioa y t{tte los^ealrMigeroft cxüa-
tiderefi ijiíe fo# eomcdíaa eni Espai» bo aigiteii laa ref^s dcl:ar<-^
te. Las m" «jittoipaesio tdles toma laa bé baMado r^ <^tva mojí a
iio te enteiNlerfaii. oMa )K)rqiie'gm»s i Dios igpore les pcí^
,-€0pt0S del, avte; dice* tambíeii en aa A0ie mueiDmde hüew-c^mít^
- ékúr<A3/ní fttf segma bnespreHOttdíii seftcn: BCav tme^ de ta |Ífie-
sa y mas Ineii parece escrita por wi oeliaciieiite para jssti6#ar
WQA eseesoa que^^ov bo legisMor^jifm reprinub^^
Qtifera escritoir ' ()ue' ísíe adaptas» á^i^llas^ podriaeslat fegnroiqffie
- níoriria SMi gloviaf y süiiitiéidadi^iJ. Algáims teces es0ribl,o$ia
. arn^ i loa preeiB{tto»}det-0rterqii0}ttiig^ífQciai «fw^ea^f^pe-
' re euand&'fDlrielra liarle^ TeOilaasMOiíalNosi^^
'cl' TOlgb y lai^'miigefeay'qiKrcamBÍsaaelle^ite cf^SQÍcki^iiie
- ildápC6 á'su b&fJiaiPo'ésliló.'TaidbMii^^^
Uüá dottiedíaf; endenté las reglasrliajoiseis daves.» y.^sc^iij^
l^latito y TéreneM pdraMqaé'fiu Ty»lio 8i9.«let6«toUa iiMyíior-
-^vre la verdad olaiba en )oai librésroBaiiidoa^^.. .Geo)^
';|iárae|.pébl«é4>r y pueito ^fne fta paga > es:Jmilá| Q^iiipi^iQi^^
yquese le WUe el feaílgiiageídé kís 4Qiitito.^ Lppe teip^lfil^iei-
\té tratado poélteé^ éooTÓpente; en (^e.e^/fnisnlérjbai^r.^e
/a^iiéli^a'á'qaieiies pveaeBta{8UB^iéeeioiiesv\]sV|iiiei tpid^, sü^jco-*
- 4^dfas á eseeprioñ di^iwíav qm^«6f taaaafct»!. IWW V^m^mi^
^,Í0 cíonlrá lá^ Vérdaierds rc|[M did^ai!te4 Jj0pp^dt:vl|[^fia^ fl^tia-
'< y defievrUi» pamilbe>éBtraiq|^oai^ell5i^
^«''ttd» fustal ^qtié'iv mmAaé databa «paff^^fteiiaplijSl^
:>téiM¡a^ed ' laidas fadii¿osaa,íixipe>do )Keg«;deb0r>iHMKifi^ 4i»i^j;ie^
-'^mvip^ta^^qtísigoí iiiii^ eN^i^I|U«id4Ái«Qin3iH
1Íte^<dal^«ÍoaplQy'4seií é^im^Y^^'iftríkil^úM^^^^
' fiHv ^^eeiip wev]M<Mi'*em wiwie^pEDpHr^viffriw
' Wgb hi' pdkérMad: ,; OMisvseTmp ¡-toáav fa vm hi^ rectifioido «te
ffáUo. Ninguna de sos inamerabtes^ébEas liafiiiHfieidO'ptesM-
• ^áneidoiÉo*mpdelo fj mas* bíed^ te ktndUidbf .€omo4ié«^|irae-
<te/¿el' ibMó'der la» nuntltades' naterak^t 'JF tompiini^guia pa-
¿rj^ftfpiMÍévmflie ^0>los evrorcs'áMloiiíde «ntfiioeQ.. £sA ivAagioa-
-iáioi^ Inngotiiblo i^eaaiprmligiosa facítídad de^aoribír » e^ talen-
vtd<pc'«f^ÍpÍDt»rilteiC9r8cC4ke9^y^pard.pai^ miHiiinienio las
v^paéíMoiÉ V'tatttaoapMdaé pava»^Mhi»jfir; jBÍ^iébgo i lauto 4i^
' ¡eui^ f ^lantir^Uélicadcaa /todas ciiiS'ic«alJdadfa^í|Mi8i es|>arcid i
-manos i>lleiiaB eii «us^ oibrasy j qüp réuiua ea el taiasiaÍA(Hg)Wk>»
-están eemo «iifbcadasvpof su ' propios eseeso* coniQfiaMi*iáicMl'ñ-
Iforoso qne- no- poda>4fiMnaao;ihfl horfclano ^ euya sabHi oo^re
( por ostérites' y^desordietiaiíióS''4aUo8;*Eki.lodaa paátesjse conoce
*ia f»i«tA <to nw irábiijo condeniroda^'^^ i^n guste^fni^iGoado ; en
- <foda6 partes -se 'eolMl^de. vergel lóiViáo 'de Ibsc titíi fHvsp^e al
-<púbh'cé y *y 'ese' tt^fór )i¿ra'>siiiii siii el qof nebay pieK--
'líeiídafli, í-j'.'j' ''•íí •••«' •• -j '-'t >i"''i '••»..'. ^ ;.'>:.; ^.- .
-' ''Shi e^l^ittjli^fpnfivijaee^^ & Lc^q^dóT^íga,! «s
• > V^mt^to nrrisladrrr^'á rSO^^poi;ai :#ii|fl!<^ iy ')ta «»ibimb-
ii'guésfi* fto'^tf'-^tolRÍdaili le Jiieieiki^prQfcríriinosiscsieybB^
7 jQ á|nié x^éWpAÍtdói'iteffiaafm^ £a-
^^allff tiadij^ oí«itlilenlbit6 k *oMvvora^r^l» qu^^
I «áni<^ ^ toci<yrl¿nfió V sfcio* ^tospnea .dé eü fisil teoiiHklila v y !par9(iiii»«-
y iW\^'^^r\\\ttíém\» básla^rá'sns>strañigm€ÍaaK«l^;iQÍ]^
-'fkiiH>pá^Ab'4(abtat>í(fij(fen:4e*ceus<(Sfii^nml^
« -dt itfeid^! itoai9^4toécs. • BR' Fv aneiof ' iéd«fr4ai eii ta^
''^étenáf'<4^4«sr Mi^ilet y >á Ips-Aflmliís^itaiAien^aiiUi'ne \i^m ^
' nitA6^Av\h^^V^thHt^\\^ AÁ Itali^ee iM^iid^iiAidot en ]*r|if ^.
^ <4i*a|f0ri^/éénH[iOp«odeMyega afAo^aparoeié elii^Mg^aqde jingc»Mb»
-^tti^ mkú^ mi^0}%müUiitM%miir, tanibten:)cre0df]rrod^,iteMsf ¿e
-(Stl'IMMUl i1^nf!oiía«(«iiriidiidesr^^
- «bu- «éM^j^iitbs7:^aQ^sch*a foáiifíieH/^^
' idtt rinme iy^flaW4id3nK9dÍQdiar4i9ereai6^adí^
'|^pi^il)óv^!<8hai|epeaf eyifiepé éec^iegn «íi%kv}en fejuHitnmao
-'4iétt4p6 Un eei|oeéi>fe/y ti6 phdiqixÉi;tninto»lirifeii,iiÍ7j#siiMl|6
' l»ilttfllvíi'^iM¿|fk9ria «i^e9aebiicipr<Mttnlteeioijíta]qpesfr»iM»io-
,'«n 'HO .mtqmrJVI,;Bin op9su!ioj(i. Lojie conserrara s'^i^rc corno
,ShákE|Káre ji ^n él-, |a glorj^ (Te haber ruiida<Io el leatro mb-
,deráO';;iwro. por.razodes de iKjlilica jclclengMageUavósuií^-
.flH^Qcra -B^as quc'i^balupdj^eiá^lcis aaciones cstraq^éras ; j]> no;-
sotros á.;guicnps.ma^ 1^ |ia',pi%^adQi (l«|^w ieW^ir ,elji|s(^
.clvgÍQ.-,qUC.de éj.baCc su ilui\r^..é^it,g|' ., [iq^<j,Bjj1lanp'> f qab
_Ji^ .awttstmtsidtí aar ' r^nrÁítt en (tAlR itruitarfá. -
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i y }^-n.il.K¡h'i.!i pnU'i
(1) Un d» (jneBe repr'ieiitaln h crr^tiiTn del maHUo u—
de por au eiilusiaMna, recitaba una lari^a ()rierí|ician del para
1« m ampuK ih Saber ctjij^f M ál()n>,(i|
^^10 «STüDioswnn la ^ESPAirA•
" k«kf b te (MéerMad: ,, OMifi^seroni vfcMbvfa )<iM li^rectifisBdó le^
!Íjdlo. Ninguna de sos inamerabicS'ébvas Imfon^d^MoplreMi-
^án^i i^o 'modelo ;*t m«s'Ued< te hM'dt^db'€onio4i9i8^|ira&-
fSu -
'k*f Ael ábMO< de lam fmltadei*iialm«lo»«'f CQtW'iioargvóa pa-
cjfuffftitíiéwámt ido'tos evrores'á- jtoáde-éondHoeo.. Esa {«lagifia--
-¡¿ioO Imi^üiblo i'^esai prmiigiosa facilidad de «súribíf « 6^ taleiH
vto<p«!»»pli>Cmrtlo0ioaftictéres >.y *pan».poiiinr^eii mcNrloHenio las
^•{HiM«»eá >i:tMita-o«paeídiié para^nHhÉfor.-jBr^tdiélogo jlaoto ih^
' '^nv^ i 'tanto* Uélicadcaui /todas ctiis'irtialídadts^lil» esparció á
' manos ^HeiMHSf eil-ws oibrasv j qlip réomn ea el HMÍiallo^gradot
-están eeme enfocadas :pof su'fñlpíaieaeesOü comoi ttn^ácMl vi-
goroso qneno^ poda Jo 'Onaao 4éI horldlaao^ eujra sabia cofre
t por osléírüi^. yidesordetiaitós-4iiMoa¿^Eki ledaa parleálser oonece
-ia f»ka 4i& nv trákijo eondenziifto^r^e.^iragiislO'fiíi^iGeado ; en
- todas partes se eoba da. vergel lolirido 'de bsc >ától rnispeto al
-'páblico , y ese' f%ór |KÍra'>srTiíismd si8 el qttfnd.bay pier->
'ifeíídeítti ••J'S •~'»í 8' ^- r-J 1-1 »;*', -. '• :♦::?•• . .
■ I
*• ''Srtí eaill^íitib^^paiwj^^ á JLopi^dé^.Yéga^iNes
'* W<^^t^io eriMadtniíe^:Si»4gpoi; ¿Amr-
<i gué2^de<'^uí-Mliíinsfdad< le JiiebnkritjirQfcft^fr nñosisciM^ilkijifUíii»
-fOs-á' o>rra(^<li^fi»^iiobhi>;)^ninsí'^ -^ &;qiiér«AQdelo,
1 ii í[«ié x;tfMp«4idbi'timffafi^ iM^enloP En Gi-
^^afiíf hadii^ ehi{iifcmtfi6:la<eNreiyo«^f«?l»i|q^
<4MM^ita(^im«óvmio.4espñffB.dé elifiri
y t^é^sert ilitiíéfftb» básla^>óv: sns esfrav^gmoias, «l^llfi^i^i y«6(o'4^
-£«íro^ ^^tb^4iabia><filh^n.itf *cauaM9»)^iimbip¡^ ielftl*
t '«^ífta^ Mai^4to¿cs. . Ba- Franeia - teduyí ar^ estabaiahaüdonadáitii i^
r*^áf»^|»4os^ MttHllet ^ á ip9'Aiind|¡6;;jb:AieniaiiUiitlo hfdiia ^
-^ád0^d9 lb9<)ii4fr¿4^Mfif V4aí balitee dkabá>dcfi(AÍdo: en ki'|klan-
;>i^a|^I^W/é¿nHü9p€rode:«yega srilo^apáraeíi airiD<>g^aqde iíof (^»
-Wi^ ^<rt »AM <tt< i » }¿<f: fe ^itfutraiii^swv: tambíem][Cf eadcrn iddr.lMUsf de
^^ftli<)iBfM%fl if^Qft|ioiid«(«iralida(lear^ ii«{mrfcteQMtt^fM<»nwí( lí^jiii^
~ ^b^' «éií|éj^illÍ»ss^:(yloQ^sch*b feoíd jfine%tiftot>-«hHGiiriisagte<{>onrr
<<»w |»»áMé(!^fereí^j»tbaiiwéa>q^
-Ü^ mne iy>llaft()d^3nMNUiMíaí4'tsepané^
-^^O^ftáMov^^^aiieptMÍf e^y.Aefké de<lKcg» aii^kfjpi) fcjulkilnmpo^
*4í^fí6 ite 0oqoeé^^i^ lié ph<^ixÉi;siiBibibttracto
-'^iliM<4fíkfiM¿^faMa iríiaaaa%«icipr<Haftiéoeioi|ítei(|9tÍ^fpM^io-
(■en- HO WípefA»,:"" op9sicion. Lope consfrTara^iemDre ¡comp
..Shdksfcare.} CQn él , Jaglor^ Je haber, fundado elualtóám^
,deréO';;pera p(^,faioiIes de pttlitica }',(Iclenj|Uage11fivósuió^
_flK£9CÍa. t^as quQ^hakfipiei^e lá toa DacioQe|,estrai|¿eras;^ np^
sptroBá.,flMfcnps,qpií lif |ia',preat3([o , (ie|^QpVoj>i;fir.a!j||.8!£¿
.tl«gí«r,qAM'-de, tJ.haCc'su ihii'írq.,é^ÍÍ,Vf ^ |qj^<í',,flvÍJ3'>í t ff ^«í*
-bc-preswtadt»' potcJBgwfo en,e»M!ÍtRíífld^.,^j. , ^„'_ _^ ',.;._,*
,i Dogo, iiüos «¿tci
,^l«cJÓ Ffilipe U[,
^príncipe ióvea )''aii
,relipfi'íy:le,:gtisii
^£óetc, j.seealJ
.jitM^ «*fne<)ÍW:i
,Viea se .l«L,8|ip<W
JípraenMiroii bffjf,
.s^lf 4 oirns. t» o^
jqo. Ssia'circuniü
.|Mfr„t»p« de.ViCgí
^•gftiTaW(ía,v-,P,í.
j<itieT«a> AfltoaJdi
^(ulriQ.dpl^PíWQ,]
-i-...:..:m;l !;'n-,;>i;.ii-:b ;mj y ¡r't^uLsih-jiü arif»:?.-) . a'it,K.L-ii.i»' >■ .fi- :
•jii •'>;[■ ¡•■■•■l'- t.-,i:;iii I'j i¡ü1>:ji<i D» Oininírie y;ii, aJ .-vii ;;íj - i^j.
(1) UndM <|aew rtJprrBerilaM hcrM'titfn rfel WiiMdo Mr-
i» p«r BU ei»lwña>mo , recitaba una larga dncriiicig* del paraÍ~
^tít. „. ,. , nTÜDIOS'SOBR^'U ESPAÑA. .
'Í^Qtt, sioo de poét«, lio íaénos'dc TCrsjfieaAÁf iXMdeíonV]^
^uicn (irvieron de guía lá cclcBrh|ad'; io9 defectos de Lope^
vega , ha podido Teoccrle j can «oildCaarlo »1 oKidó. Eti Ids
«ulo ¿Kramenlalet ó dramas religiosos, Cd esas pieíaS repr»>
sentadas en la& 6ésUs solemnes ,' hiíá ta protección de' la autf^
ridaá , i presencia de lodo leí púcMo, j por cuyas razofteíad-
Jntria mas gloria ]r utilidad' que' otro algnnd i Calderón esce-
ió k lodo» IU9 antepasados y bo'le hbigiíalado ninguno de su*
«ucc$óre$. Su repaláción j &a mérito tucron en este género taki
'fobrcsalicntcs , 7 su Supérioridad'tan nieonteátftfck! que obtaro
'é privilegio ¿i» proveer íl'sótó de' los tutos k la capKal de ta
leolán ta]¿luWgrá^'reptrfácíon. Eran éx&ctaiúbale para el «P-
''-•"---•*'■--'■ 'lo qiie las Yiovclas. de caballería nará el de la th*
Údu^delóft'llbnís ^ el />. ^/irt« pafeeian fah.
lo át tealSi^'^^títf sÍQ'efaibárgo té mcumbía ínn
I Bacei' justicia. Cbñ citar los tnuIUs de *tgaa<>i
n'tale» cúmcC hí'vida 'de Stmimtmt hijn t^ei oAv.
^Cteofatm'i't»» eelót t^ Roihmónté í iai AasojEot
Jtl pgá^'G^affé Hi tí pwnrtMmtitíe ^ se A
""1 conlenídp-'Ei DeeetaHo'lñnttársi»'á''eoiMfilerar
ao autof'oe'cíi^edbs' de etma y eipeídit.Wttitim
_¡n(mfaÍ'ü'^'UVW1eaaa-d»8ti8CÍ«ríi«ér«íiEi*
SBf CJttÜo J tantas pieza» (2) siempre le bailan Talicnles 7'Ál-.'
T(mMM(W«iiant'eSv«i>>ii^'w(ii'^*':f desccitt>dA';^MI<!«toél<H
Wy lfor(M:4»^-pltfr^%uU£eilesVlierialaÁbi'i^^>adiildii^^
ÜA . imolealef^ j>|ail(ajBaQlÍ<>4QT^-jr- ^°^- demasiad» ^anÍBarí-
, dad ;.de aaertje me sieainre le preseota el misoia bosquejo iÍ»
'■*C¿Síertíií)porD.íl»6Ti,rt:,Ti£¿* '•■''■"■■■■'■' ■f'-i-'"^^ '
" i^ KUU t4>riuiÜGdd«KHiBtfM<!aUi^«f^>ñn8)fÍMk
'-iSttédGir^Mli^nU <ti«fo« Ütennentdá éo'c« UU tí miioé';wti'
-4l«b'MlAelM>J««cfi(^tátllM#¿kc>" "-Sal. ..í„-»rjM-í,wH?.^
. A ^' >TEMñQ..:'- r •. '.u:y. A 943-5:
mi pUminienlay mmpreia misma cUiaed6fiarafta9«»y déanres
turas fabulosas (1^. Pero con un caudal y.«iementoas«Bejafi#^'
tes jqué iafiíiTttt Tari¿daft:dé cbiiihitiaeloüeas ét incidcntoS'yde
veáultados / j Qué^'raoirfnieiitoV qcié- ymcídad , qoéipleiikadf
Po¿ lo general el eepectadortimaiiBi con maisi Voloddad q4if>^e^
ipoefea i Jo |H^esájg[ia § toeMrecbf , < k^tpreeeda^ €én Gald«r<m a«4
eedé .hí «oolrtiriól > nvncÍi>sa>>dejaf«Ten(aíar; vel espectador Uo^
tadó der torréente de su <íít4Mk'gfetoa->aclÍTÍdaé: apenas pued« te^
Ssivle. SegursiiDeiite ifiiet aí^el arte dramático fuese tan selo^nl
a coákbinlír ^ «na aceíon y de; compticaria con oteas paralelas»
de amontonar^ incidentes^^ sorpsfe»as^<>f de apretar con estrecbeii
el nodo para,€OH«ír desj^eapreeipitadameáto todos ')bsos^coii^
ftisos ítos. Calderón sedara primer .autor oémico del mUndo^
' Dorante su larga, carrera empeiada 4 loa trece- afios.conla*
éomedia titulada >l curró del oíeb^'y teriáinada á ios ockapl»
7 uno con la de Aoifo y dtWáa» apareéié j brj^lló á su lado If on^
reto 9 quizá no tan Conocido' en nuestros diaa, pero enlonceasit
competidor de gloria «n 'Españayen las naciones eairangeras.'
Ifarreto es tttferior á CaAdcIrón'en la úivéne&io del tamav'y en
ladiaposioion del plari ; i^ero 'su «sposicion es bhis ei^ra ^f an
aeciion menos embaraziHÍa marciía y se deaenvuélTO conmas liw
bertad% No sabe acumular tantos incidentes , pero fBtiga-meiHNi
la «téncionF, y no habiendo aglomerada tantos lances,' io9ides->«
enreda con mas facilidad. Las obras de Mor éto se resien téiiín*
dudablemente del mal gusto v y sus compesieiones abundan en
ledas ílas impérfecciones'de la eseuela. Sin embargó, no espar*^
ce.éon timta prodigalidad coii^o Calderón eses ^samientoa
sutiles y alambicados , esos trozos pomposos y Tacíos , esaspr»*
suntuosas é insípidas digresiones qiie deslucen todo el teatn»
Espaflol. Su estilo es mas sencillo , su diálogo mas títo ü aus
jooorid^des ma^ naturales. Me -parece que si se abriera linribefi^
curso entre lodos los'ieatros Europeos , y fuese neeeáariojre^
Jrbseiitar el de la Espafta por medio «de una sola pieza -^ñépo^y
riá^escojerse otra mejor ei|tre las inumerablea riljuaBaS'-tfQé
pbseb, que la comedia de Morete titulada W degdencon.9h;dn^
- J '* '*' -w — -.
(i) £0 Bapafia y ttfdsTÍa selléttMi i aais átetftttMÉíj^lawefíi'dli
Clídcron tn iiénti4o CMttIliiir<r ^ . ./ r.r
2 lis ETUDIOS SOBRJD <tay ESPAÑA.
ot)Moi^C]»iiiO'>soiaiinQnle'lia tlahnlo lit^^lofciáiJt s^rijóofotado en^
HoeaUih» daólcdiV^ iUl)eaTÓcéérei|dei«iíefiHÍ?s »éUdw^)(i penkM
do8 lós»'p^r«oBageií>db'U]ia.d«»Uc!Íéfi^pJi» ÍYili>¡g»,v4a«)KliiHatli:ár
iiia»^8ala :()e«soria<4 reírla que^se (^i^RÍ&éatouilgimil^oio^iil^
das /ei Mndpx 'BiJHéffóiqíüQ . pod9Ja<>UáQiHT«e}<eí'f r^^mida^ y^t
t¥wrgt»é$^:de£igtírf:íd^^^oiÉorátp^
déM'juicmá puro tedBwyrTekécif ^s.pepgnfiíiitost \ cbdlar.su^
adsCados de;nol»ixjza<^.EsH}lBliseiiinDo««4i»ÍQii jqu^fhb facititad^ fts
mh$Bá si>d«itñis., dei4a¿«lcei^')l4«:1d.(}jje.f^^ á
Movüld cboioAsii i pitfnejfál aulpr «basi:^ ^ tiii*aifi^Bd)DiÜOtii|i pups-*
tfKd¡st¡i%iudO'^n(réMaB ilKíestrosidiéti^ or. A^ :> , - ; ?
éé dMfaoi<s sii Tidiri>4t(ylé()a! |['aiC»JittbtM0dfqirQiQt>lUv0>desp^
áe fu fellcc¡nMnto.4ry'que!'(iQF.'!fUiiii «Hiespli^^^ .qontingeóciaí
dé' (ai sucrt&iha sídoidesccHíKKidü len t^$\DiKJ0i|^
qiie los;fáB9 oá4«bj:es.crjtico& SígOQrdii>.&*bJlcg^^ji>S^
{MOMito>^l^a» proBOiiDii^ido ^su ttón^Q» BMtQi:wec,«atdi«úl%ÍQd
qraethacé 0iéi»t€r;de.¿Í\«»t>Gro áe 4}ii<ii1odó: incsücio ésÍBsi^ittiR^
cante.' Hrff8l.u&;^T«iig4oa<» do la.mcr^d^ jbimado' firay .Cn^filJAi^^^
UtOir ijae desde. lo hiílér.idtr;def)salQ0Eiv«i»40 .y ^t>ttJQ:«t Hipvi^íi^ .
Botnbce de TirsirM Múina os^irpift. ^.lel tjt^Mro* uaicQP^dt^
^able>iiáfaero.de píeaasf4.ii|(|G:ii«ipa(is.>(uQr9il reei$gjdlc)s |F.pfiJb|ir*;
«adas pirr '9ttisabrin6.:Quiícá AQ'/^)|iaf|!JiigG<ii^.o: como^^ald^^
fOB^ ni Un ddicido ^QfaaAftícoto^ perore» :$uperjor¡¿:4odo#
lo» j^et la A^'ñM pátsqi()r su nmlrda ;. í^^i^Udad. JEQi«rásii^^«?
BMntoaJhiitfieiipQeQ taso^do if^iré^aft^..7^»UQi^Qri|(^i<(;on«G^
lida4 iasTBcosihiUilticl. liOfquB-biMoa <•$ ,Qiéli^i0n'4e|^o^owrr)Bí|
DflidecBft de- un varái^lef! huHooty^aiiricQ dBr4ar vj^li^válmfl
ÍBiqr^99^ tíii<^^^t^>íí^'<k'«b«5ta> la li . nn piv^amMIilif
atreyjdo que no respéta^cní el poder de la tierra ni el-ídel cle-
torNada pcrdífirr, -te^mpricndc con todoló^qwrtecs ü hoe a at B
^\^4hwvl^ifVfi'ea^%W^ suByjqoínodiís en lar-
< fos epíg;|*|tma8. Si se quiere dat ¿ia0nM^.|^i^,a^^!QgÍ9:^^i 'f é^
TEATE0V 245^
néro>áe«taIéiito de Tirso>de Moliua^ no'^conozco mas quciin solo^
escritor: á: quien! poder, compararlo, á Bouinarchais;:^ cd cfc^Dtq
éntreteos dos hombresnexislelá mas singularsemejanza* También
estoy bicnxoiiviencjdo4{uedé todas las piezas^ del teatro Español,
las deTirsovde Molina son>las que mas. agradán.á lo^lrance^
acs 9 y sinjombargo-^sonilas que 'menos ^se conocen. En España»
on donde Lope de- y ega^apenas figura manque en las bibliote-
cas r^en^donde GaIden>n>yMóretOvrara*Tcz. aparecen en el tea-
tro ;:;Tii'fo^de'Moliiialo>frecuentá mas que ninguno délosant
(iguos3autorcs>dremáticos.Xa estraordinaría aGoion del úilimq
S&narca' á. las. licenciosas burlas» del religioso de la Merce4
aquietó Jás-susecptibilidades de lápolicía á Ja;que debian alar-
mara las -atrevidas críticas: que; hace de los; grandes. A Fcrnan-r
4o . YII^ le agradiba con especialidad ' la comedia titulada 4). G%1
el delafcahas .verdes ; y era un obsequió que la municipalin
dad^ de Müdríd. le hacia, frecuentemente en. los dias de solem^
nidad (1). Et. teatro. Español ; estuvo en su apogeo los primeros
. »
(i) ) Tirso dé 'Hblifia es-ei primero qae ha puesto e« la esoet
na el famAto^^irgiimeulo de D' titean^ renovado deapues por Z»^
ñora, y que'SttcesiV^mcQleha^paMdói lát inaiios de Afoliore^
Mozart y. Byroo.- . Hátlánd&inecii España el año aotéripr, be p<^
didó aTeriguar'eriopi||^eti<de>eiftearguii»eato puerto tantas vecef
(MI jóego.9 ,y- eonveneermer que descansa* eu pnt| historia iprdadef
n. Di JuaUiTÁnorió (.Tirso de Alolina^y Moliere le lian con*
nervado eate*Doinbffe)éra<dé Sevilla ^.ewcttya ciudad »|i ftniilfti^
que todavía ^exíaté-, ocupó aiéoipreiin Ingap.ditlinj^uldp. Desem,*
preñó Gonstaiiiemente^ uua <dé las* plazas de * regidores , y todavía
SgnrauUQ Tenorio entre lós^ mtéuibros df la ^ miinicj^üdad .t§-
tttal, f^o.-qoe el draan.nrelére del^ráctOri-costoHibres y;aventu«
ras de>D-' Jpan, se haMájg^alóiciite en i|iiriiiatofiir.' Quilo la .v^«
da aua noche ^aicooieii^dór dé UJJba, euya hija i^cci^bii^b^:^ ][ |i
.qnieii.sedió:sepi»ltiira.ea upa capilla. c|U|e tenia su ¿Biptlb^ cu ^1
convejitOfd^ San.FtraiiciftjCO^ A) pr¡Mapi|9 4el^¡(^lo pa9ado<tódi|«
vríá eVistiá esa c9^Uáy#n4!t)lí^Ma de mármol, qué df^fpui^s fuev
rou>dealruidaa p,fKiUaíneeiidÍQ«.Los rellgipius Frf^neiscauoa om-
iippo|e»lea entiittcesf!á;üeviliaqui^r¡eiido poner técjimno á los ea«
eesoa.é impiedadea de D. Juao^ á quien au'nacii^ifuto asegura-
32 .
246 ESTUDIOS SOBRS LA ESPAÑA.
Cincuenta años del siglo X\1I. El gasto del Monarca , de la
corte y de la nación han estimulado á todos los literatos áem-
prender esa carrera ^ la mas gloriosa entonces y la mas lucra-
tiva. Ademas de los tres grandes maestros que acabo de citar,
y que merecían que se hiciese de ellos una especial mención,
existían entonces una multitud de autores de segundo orden,
cuyos nombres seria cuando menos una injusticia no recor-
dar. A la cabeza de ellos es necesario colocar á Francisco de
Bojas^ que seria igual á Móreto, porque está adornado de sus
mismas cuailidades , si no le hubiese escedido en defectos. En
seguida se presentan Guillen de Castro, Buiz de AlarcoO;, La-
Hoz , Diamante , Mendoza ^ Belmente , los Fíguei'oas herma-
nos , los Cuales escribían en común como lo hacen hoy^ues-
tros coplistas, Gaucer , Enciso , Salazar y Banccs-CandamOi
que sin haberse dedicado á- formar una escuela , ni un teatro,
se han distinguido á lo menos por alguna composición im-
portante. . '
. Como anteriormente se ha visto». el movimiento J i terarío si-
guió en España al movimiento politice ; las ciencias y las ar-
tes tuvieron It) ihfsmo que la nación ^ y al mismo tiempo que,
ctla 4 sU'graordeza y decadencia. Las calamidades qne agoviaron
á ta Monarquía Espfrfíola en los tilllniüs años dei reinado de Fe-
Vpe-IV , y les freciterites lutos de la Corte que sucesivamente
hicieron cerrarlos teatros, dieron los primeros golpes al arte
tlramático. Bl faUcCimientó de ese príncipe (eit el año de 1665),
ífae habia sido su mdscel'oso pTfotector» fué laseñal de una rá«
fida y completa docadeftoia. £i imbécil Carlos II su sucesor,
'era todaviamuy niño,, y ba Reina Begente marcó los primeros
^^•mm
bá la impanidádcle sus crímenes ,\'ée coñfábnlaroíi para áseslaai'*
'lo!, lo que ejcdütarotí, y 'éá'párcicton la' vos de que'lHibift ré^
^iiido á insultar hasta en ata capiHii la céláttiái déf éomendad^rj Ik
que le liabia precijpihidii en el íiflBeVi^e.' Es» especié 'de leyémKi
'se recogió en las crónicas de ^Sévilh ,' dé dfonde Tirso toiñd él
'tema de su preta á la que diórcsté raro y ésjiresivo Irtulo: N^
htty plazo (pié no'Ue¡/üe y ni deü&a qUe n& se pague , ó el conVi*
'daUode pcctlra.- • ' ' .••-,:,..•;. , .... -.:.... ^. •. -. -< -f ^ ^-
/ ; TEATRO. :^ r 247
. )>a60S de &a'adinÍDÍstr¿icioii con uq decretQ dictado: sin duda por
' su director el Jesuíta Nitard, y,q>uo seguramonle es el único
ctn la historia literaria de las naciones. En ese dei;reto ni,^i]^a
«que las comedias cesen enteramente hasta que et Bey mí hijo
tenga edad bastante para gustar de ellas. ": Aunque esc raro
mandato no se haya podido cumplir con el rigor que estaba
. concebido r bien se echa de ver el efecto' que ha. debido prodi^-
Cjr en Mn tiempo en que no podían florecer las ciencias sino h|a-
: Jo . la protección de los grandes » y en el que el teatro no re^
sistiá a los multiplicados ataques del Consejo de Castilla , sii^
por la especial protección que le dispensaba el Monarca. £1 he*
cb^ siguiente bastarifi, para justificar este asertp. En una me-
.. moría dirijida á Felipe IV por el cómico Santiago Órtiz el a^o
de, 1632 9 vemos qtie había entonces; ep España mas de quaren-
ta compañías de cómicos faunque el Consejo no ha querido au-
. torizdr mas que seis) las que se componían de cerca de mil
. personas 9 y que el núm.ero de tas salas de espectáculos que ^e
habian construido era tal , que habi^ muy pocas ciudades .,y
. aun lugaresv, que.no hubiesen á lo menos tomado enarreiiaá-
.miento algún edificio para este objeto* Sin embargo en el c^-
. Sarniento de , Carlos II con una sobrina de Luis XIV ( él ano
de 1679 ) ea cuyo enlace se ostentó cuanta magnificencia era
'. posible 9 no han podido reunirse mas que tres compañías para
•. tos .espectáculos.de la Corte. .-..".
Eu esta época de decadencia y de abandoleo solo un hombre
. intentó' sostener el teatro. vacilante;' Soíis. El célebre historia-
dor de la Qo^uista de lAéjí^Q consagró ig;ualmcnte á la esce-
na su brillante Imagin^dton;, su carácter amable, y su estilo ilv*
. mínadoi c^pq t^o YÍgor.Ha dejado muchas comedias dignas, de
•'ji^^.^KHsa'íSi la qtte}$obr<!rT.ívió , entre otras la titi^ljida «el ctmorgl
mo" una de las mejofps de que puede hacer idarde su naciofi.
^;Se> puede: .decijr *que cyon 3oHs espiró el teatrq Español , cuya
^ .hist<^isi(^£^. eiilcunspi^íta entre Lope da Yega y él. ,Habje^4o
- hecho ;pre!i^£)IeGeryl$el/9vacíon de Felipe V al trono de España
id giisto francés , é introducido , á lo menos en la Corte , Ifts
~ costumbres, de M.de Luis XIV; los Españoles V después de bf-
ber, si((|p miei^ro^ precursores y nuestros macs.tros ^ como dcys*
. pues se ;Terá ^ se contentaron con ser nuestros humildes tra*
auclofes y copistas. Es Terdadque en el; .siglo X.VI1I Zámora>
248 ESTUDIOS SOBRK LA ESPANTA.
Luran , Cañizares y Jovellanos, intentaron sttcesitamcnfe TOtl-
' ver á crear un teatro nacional. Gañí/aros compuso el dcmine
Laicas y el Montañés en la Carie ; Jovellanos el Delincuente
honrado ((^ué imitó Fenouiilot de Falbair«). Pero esas honro-
' sas tentativas no tuvieron sino un é^ito pasagero , y para ha-
' llar uña óbta original después de los^saínetes de Bamon de la
" Cruz , es necesario llegar al príncipip de nuestro^íglo, á Mo-
' ratin , al elegante é ingenioso autor del Café^ áéi Barón ^ del
"Si de las niñas , después al señor Martínez de la Rosa que ha
compuesto la madre en la máscara y la hija en casa,
" £n este rápido resumen de la historia del teatro Español , no
' podía intentar el emprender una disertación crhíca y razona-
* da ; esta sola materia lo seria para llenar un volúiQen. Sin em—
' l)ñrp^o , á la narración de los hechos , añadiré doS reflexiones
'. generóles.
La época en que floreció el teatro' en España , fué, si puedo
' esprcsnrme de este modo , mal elegida : porque ya había lle-
gado en esa nación la de su decadencia literaria. Después del
' pfodigioso movimiento, de los extensos conocimientos adquiri-
dos y de las gran les producciones del siglo XYI , el mal güi-
to penetró en todos los ramos deia literatura, y débfa nece-
sariamente infestar la escena. Cuando los presuntuosos opúscu-
los de Goñgora y de los cultos reemplazaban á las vastas com-
posiciones de Ercilla y de Cervaiites , apenas se podía esperar
' de los autores' cómicos contemporáneos un gusito verdadera-
mente exacto y escrupuloso. Por otra parte, las naciones es-
trangeras no ofrecían ninguna tlase de ejemplo qUe imitar, 4ii
*'de que separarse: por Ití qué muy bien pudiera decirse, que
'la apertura del teatro Español fué muy anticipada, & i»uy tar-
día. Esas dos circunstancias han dejado- á los escri toréS'i^ttÉoKá-
ticos de ése país, sin sujeción y sin^gula^. • •' ' 'i- '^ '«
'Asi es que en sus obras.se deseubl^ tin talento líaaslflvétiti-
' vo que observador ; mas iiha|ittáéión , que Buen s^tidb ; tilas
núm-en que gusto , mas cualidades natútaies que adquirida^: de
'hiay fvúriénc, que todos hayan preferfd<y bosquejar intrigas á ]^-
'tar caracteres , poner en relítívé no pasicbefil ó vieJos^^no á><t*—
turas , y que el teatro Espaíñol se parezca iñéno^ áf túia¡ ^dl^->
' TÍa de retratos fielmente delineados, que á una especie delin*
' terna mágica por donde rápidamente pasan nul^estriitaj^aDtfs
: TAKTKO. . 249
'j coK^u^'s flgiirdft« flan >coloGado la ooiriedía en su noTela, y
ésta eiv aquel la.
Otro defecto hay todávfa mas capital qae puede atribuirse oa
'gran parlie'á las mismas eausas. J. J. Rousseau sosteoia ^ueel
.• teatro lejos rlc servir para rórúrmar las costumbres, para pre-
< sentar saludables ejemplos y lecciones útiles ^ no era frecuen-
temente mas que una escuela de escándalo y de inmoralidad.
Las personas ríf^idas que se apoyen en sti opinión, seguramen-
'te deben sentir que no haya conocido el teatro Español -.enton-
ces hubiera sostenido victoriosamente esa tesis reputada por una
paradoja. Eñ vez de adoptar por máiíima d antiguo adagio con-
yertído en divisa dbl teatro , los autores Espahijiles , prescin-
' diendo'dctoda idea de utilidad > para no buscar ni afrecer sitao
una pura diversión , tomaron por objeto lo que no debia ser
mas que el medio de conseguirlo. Es verdaderatnente curioso
/ Ter como sin intención dañada , sin escrúpulo , con buena féy^
• sencillGz , son licenciosos é inmorales en tanto grado , que un
critico moderno ha podido decir con fundamento al juzgar sus
•'obrasv: «nEu eUas se ven pintados bajo los mas deliciosos colo-
res, los sentimientos mas depravados, fraudes^ artífieios> per-
i^fidías vjóvencs^fugadas de la casa pcítema ^ esealamíeotdsde ca-
. sas,> resistencias á la justicia, desafíos fundadds en uti falso poD-
' lo de:hfonor , raptos aalorkados , violencias pro jectadas y Tea- *
lizadas, graciosos insolentes, criados que se bonraiiiicon el ejcr •
cieío do sus infames- mediaclodes &c. . '
.' '< E^e vicióf radical i qná puede tambien.espUearsecon los aiia-
• rteiiafiídcl' la > iglesia v^yi:q«eJu su .ve2. pelara y justiGea la seve»
rídad tan frecuentemente desple^^ .contra el teatro, no es. ac-
*fCtIkn(!M:^y 'prop]Ot390;bfno¿ie-d«^ algoinos autores. Todos sin es-
-«%apeIan-rGi|arl{fnas^'euatiiiieño8i(.':&n caidÉoen él. Si^n alguna
pieza 6esceiia se-x^ncaéntra^^v^basualiddd a1g«ína le(rcion úljl»
'fRd^dbbe-al poeta* porque «1 qo lolbuscaba, Sino "que el plan
d'iasituáciofl'lelvónddce :á%s^t3rla.'(El mié» <6pp¡M q^íeti^-
-dos^sb' hanpippo^slo ba sidoHdirertiniti.^pubiieo , !y; i^ett q^^
este lc»/apiaudieso.'Por lo 4é3as tío sci descubra. efi sus. pro-
'idui3q|one»-»ni|gán' viso deifílosofta, nidpfun deseo de per/ec-
cion, ni ningún pensamiento de cultUTa, Ño pa»re<e siuo qve-lps
.^ÜQloíesjy^eltjpúoIico'so iiln-pocsto dé a6u<erfio para > que .pada
bueno pudiese ;9aUr> de wia c^vg^síon i^róbadd f ^'lA<i|(b^S
250 ESTUDIOS.fiODRBLil ESPAÑA.
y calificada de pecado vergonzoso ea et coaGesoftario, eica pre-
ciso adherirse a ese modo de pensar , y resignarse á censido*
rar el teatro como nn lagar de depratacion.
Esa opinión puesta ingenaamente en práctica debe parem^r
tanto mas singular , cuanto que la mayor parte de los autores
que han seguido la carrera del teairo pertenecían al estado
eclesiástico. Asi pues el maestro mas antiguo y los cinco. mas
sobresalientes en el teatro Español Torres- Naharro , Lope do
Y^a y Calderón , Moreto , Tirso de Molina y Solis (1) , eran
(1) Me parece oportano indicar Im piezas de mayor mérito
de los |)rlncípáles autores para los que quiera«t hacer un estudio
profuiid<i del teatro Español. . •
Lope de ^^effa> La moza de cántaro. zziLadaim meliiidro-
8a.«^Lo8 mikigros del desprecio.»; La esclava de sii.|^alan»z=
La bella mal ÍDaridada.=aePor el Piieale ¿.iiana.=**Aiiiar sin sa-
ber á quien.— 'El perro del hortelano. "«El acero de lll«drtd.«M
El anzuelo de Fattísa.>^La hermosa fea.*— Lo cierto por lo da*
doso dceJ • • . . r.
Calderón* La dama duende.^^Casa eon dos puertás^mala.éa
" de (¡'oardar.zzEI secreto i voces^«c*No hay burlas con elamor^
.' «¿Peor esta que cstaba;«>^El médico de as honra. «* La. uiña de
' Golnez Arias (%c.
Morelo. El desden con el des3eni«-«Ttramp».adeIatttegiiP»
^IVo puede ser ^iiardac una mdger.-^La canfustou áé iin jáldiu»
— il>c fuera vendrá quien de casa noseichar^iT^félliiido'Sk Difc«
~ 0o;-^-^EI marqués de Cig;arral-t5c;e«-'' "¡n .Jí! /.•■! ^'>/\\ nr»J WAr/x
" fpaneisco de Hojas ^ D.onde' «va .bayí a^^<v¡oa op 'liiqíí ncélo»*
— lio qile son mug^eresTi-MEntre boboi amlael;|uégf0>-r-»\bvjs'eI
' ojo 6 anso á los soltérÓ8«^--^Del;.|ley:abajo niiig;4ino.&C;» >.' "''i
Tirs^de Molina^ fil vecgobzoso en; palaeiokn-^Elivpvelim*
'^diente eoq palabras y pluánaa-^^llarta la! pf«doéaif-4-Pee'cLri¿ía*
' ÉHú y por el turno.*^Anfar pQr.66nas.^Kíapk»y'p«^rsdrdi>.>«:r-
- El'iéOnvidade depiedra.-^iK Gü^ el de'Ia9:ealBais.vprdes.dce^>
'^ "Sólis.^ El amor al aso. «^Uil: 'bobo baGe*mett<eí»— La>g^yi|bi*
' lia de Madrid -(Src. '.- ••' ,• >',".• ..in i.i
JHorAíiñ, El sí de las niiias«^-«Lá comedia i|uéva' 4^el eafií.
r.^|^tv¡éJoyhniÍMi.r*^La¿íogigiatai----filbáropi ' ., [ ' a míví
TEÁTEO. 261
sacerdotes; lo que podría sumÍBistrar materia paira muchas. re-
flexiones 9 pero no pertenece á mi objeto.
Ai delinear este bosquejo del teatro Español desdo los ensa«.
yos scmi-devotos y semi-profanos de la edad media hasta nues-*j
tros dias , y dando á conocer á lo menos por sus nombres , j
por la naturaleza especial de sa talento los autores que en di-
ferentes épocas han sobresalido» en la escena Española ; me li*-
mité á la historia de la comedía propiamente dicha: ahora voy
á ocuparme de otro ramo del teatro , de la tragedia , que ho
debido om*tír, porque no podia entrar sin alguna confusión eo
la relación principal.
En España se ha visto nacer el teatro ó á lo menos la come-^
dia tan pronto como en ningún otro país de Europa > sin imi-^
tacion cstrangera , por la fuerza de las costumbres y como ua
fruto indígena. No sucedió lo mismo con la tragedia propia^
mente tal, la que al contrario en cierto modo fué introducida
en aquel país como una planta ecsólica. Se cree que su primer
ensayo se debe al poeta Boscaño, el mismo que ha merecido en
su país el titulo de padre de la poesía por haber substituido al
incómodo monorima de los Árabes, los elegantes y variados rit-
mos de los Italianos. Esc ensayo fué la traducción de una tra-»
Íedia de Eurípides , traducción que no ha llegado á nuestros
ias. Casi inmediatamente y hacia el año de 1520, el docto hu*
manista Fernán Pérez de Oliva, que también regresaba de ver
representar en la Górtc de León X la Sophonisba del TrisinOf
escribió otras dos piezas imitadas del teatro griego , la ven^^
ganza de Agamenón sacada de la Electra de SofhocleSf y la Hecuba
traducida de Eurípides. Esas tragedias escritas en prosa, pero
con elegancia y corrección , solo se han conocido en las univer^
sidades , y todo conduce á creer que tío se representaron en el
teatro. Un sobrino del autor llamado Ambrosio Morales , las
recogió entre -sus obras.
Para hallar una verdadera representación trágica , hay quo
llegar al año de 1570, en cuya época babia en España tres ciu^
ames que tenían su teatro y>tt escuela literaria. En Sevilla
Juan de Melara hacia representar ñra<i,has tragedias, cuyos ie^
mas se tomaban de la Sagrada Escritura ; Msalon^ Saül &t.
*Eq Madrid que acababa dé hacerse^ capital del Reino, «nrelik-
i;ieíso llamado fray Geirótiimo Bertíiiiáez , publicaba bajo ^1 wxxsk^
2lo2 ESTUDIOS SQBRB LA. ESPAÑA*'
I>re de Antonio ;dóSil^a dos tragedias dignas, de que sé haga-
de ellas una especial mención. La primera (ilulada Nise. las^
ítmoia, es. el famoso argumento de Inés de Geslrovqne imitó
sin djida de la qae bajo este mismo, (¡lulo ha compuesio.Anto-
nio Fcrreira I sin embargo,de luibcrse dado á la prensa la pie-
za Española mucho antps que la del poeta Portugués.. I<^ se-
gunda titulada Nise, laureada, es. propia de Bermudcs, pero
muy inferior á la otra especialmente eñ la elección del. tema y
en. su dcsenhtce. £1 argumento, es la. venganza. que: eUiitfante,,
después de ceñir, la corona. y empuñar el. cetro., .foma asi ; los.
asesinos de su muger > y la corpnacíon.de Inés^despues rdé sa:
muerte. Esos dos dramas, divididosen cincaactoSv y suspendi-
da su representación como, en los primeros, ensayes, del . teatro
grjégo , cuyos intervalos. también se llenaban con lo&cantosdcl
Cüoro que tomaba el tono y la forma.de la oda, pueden consi^
der^ar^e como las primeras, tragedias que se han escrito en ver—
sp>.eas(eUaDO.
En Valencia f á un hospitardé cuj'a ciudad correspondió* fa.
propiedad del. primer; teatro. construido el ano de 1S26, se re-
presentaban ,, casi atmismotiejxipo,. distintos. dramas, todavía
mucho,masdignos\de llamar la atciidon,. compuestos por el ca-
pitanCristobal de Viru.és,,y por Andrés, Bey de Arlioda. Yi-
rués era uno de los gefcs de esa escuela, que en España se. ha
preciado desde el principio de ella de. despreciar las. reglas de
Aristóteles., y,de rio, sufrir, la menor sujeción. £1 primer pa-r
80 que ha dado , en esa carrera ha sido.lá camposicion.de. una .
tragedia «titulada la : gran Semimmis ^ d/} cuyo Jema sa ocupa-
ba al . mfsmo tiempo en^.Itaiia .Maz/ió Manfredi.sEn vez. de. los
cinco actos,, griegos., la dividió cpmo las.comediás , ,en tres jor-
nadas , ó .mas bien en tres, distintas, tragedias ,, que abrazan to-
da .la .vida de 'Semiramis. .La primera se supone representada en
Bjactra y, concluye. con la muerte Memnón ;, la segunda en Ní-
niyev.y. termina con la.de Niño ;.la tercera en Babilonia, y su
desenfacc final es la de Semiramis. Ejsa jsingojar: trilogía tbé
seguíSade otras muchas. composiciones. trágicas.^ tales consOi
er^el Cc^aff4ra ^ Mila furmoy infeliz M presentadas
sucesivamente por. Viroés ;'eff el : teáüro .de: su nais. Uoa de eU$8
euya.comp^ición maiMfé^td haber, hecho coni^mc al arte an-
tiguo y que es. en efecto :U {m^ m ^u^ se hallan digim taÉrr
la respetadaa las reglas , se titula ÉKsa üido: pero en ella iro
se halla el célebre episodio de Virgilio,: que poco an(es>^c su
fiubJicaeton había colocado en la escena tfágica nUe&tro ancia*
noXodeíte; el amante de Eneas en' el drama Espailúl permane-
ce fiel á sa primer esposo Sicheo >. y se q^utCa la ?ida [i^r no
casarse con liar bas«
Juan de la Cueva ^ el compañero de Yiroés^ en esa antigua
guerra contra Las. reglas, clásica»» después de haber imitado el
Ayax-Telamon de SiUbcles y presentaba también en Seyilla dos
tragedias originales ,. una los siete tnfanii»^ de- Lara , cuyo ar-
gumento sac6 de una tragedia popular ; la otra mucho mas im-
portante ^, de los anales de Boma y que contiene dos objetos trá«
gicoS' reunidos , ^a muerte de Virgima^-j la de Apio Claudio,
(lueva fué el primero que puso en escena ese argumento, que
tantas, vecea después se ha repetido. En esa época el teatro do
Madrid se enriq^uecia con nuevas producciones. A las tragedias
del religioso: Bcrmudcz sucedían las de Lupercio de Argén-
sola 9 las. <iue es. necesario confesar q^ue no son acreedoras á
los. UsongeroSh y delicados- elogu)» prodi'gadds por Cervantes en
su Ü.. Quijote. Su esülo^eomo el de todas las'obrasdelos Ar«
gensolas » es puro, y elegante ; pero la invención toca en lo ab-
surdo, como lo demostrará un ejemplo. En la Alejandra- y cu*«
yo argumento está intimamente enlazado con la historia de los
Ptolomáos, todos Eos; perscnages. sin escepcion. mueren por úU
timo.. Ni uno solo q^uc^'ai para que pueda decir como en el eai^
nete tan conocido de Manolo : «¿y nosotros ,. que es lo c^ue ha-
cemos? ;, muramos también."
Los elogios prodigados por Cervantes á semejantes composi-
ciones son tanto mas sorprendentes, cuanto que la pluma de es-
te escritor nada tenia de aduladora , y ademas habia compues-
to una tragedia ,^ c^ue aunque muy distante* de la perfección , es
muy superior á la de Argensola. La Numaneia es seguramen-
te la mejpir obra dramática del autor del IX Quijote:. En los
heroicos sentimíenlos^^de un puebla que sacrifica su vrda por
Gooscrvar su libertad, en los. tiernos episodios que en medio
de esa inmensa catástrofe hace producir el entusiasmo die amor»
d6> la- amistad y de la terneza maternal, se descubre todo el ge-
nio de esa alma tan noble como tierna. Pero el conjunto es emi-
nentemente defectuoso > el plan vago y desconcertado , los por-
33
ÍM iBTvmMmmam la bspaSa.
meiiof es incoherenles ; y el interés demasiado dividido t se fst^
liga 7 cslingvc : asi es qae la Nummneia paede leerse» pero no
represeniarsc.- Sía embargo Cenraates á qaico no «e le ocalfaH-
ba «uanta grandeza j brillo debía prestar la pompa teatral al
drama , se esforzé en aamenlar su obra con todos los recarsos
de qac podia disponer entonces la escena, y las recomendación
Bes impresas en el texto de la obra jostifican el estado de i n*
fancia en qac todavía se bailaba el arte escénico. «Para imitar
el ruido del trueno , dice , se bará rodar ana pipa con piedras
dentro, y para figurar el rayo se disparará an cohete Tolador./*
Hablando <mi otra parte de los soldados de Scipion, iice: «dc^
bcn estar amados á lo antiguo y sin arcaboccs", temiendo sin
duda que no se representasen bien las legiones romanas con el
uniforme de los tercios del duque de Alba.
Apesar de las imperfecciones de la tragedia Española paede
decirse que al fin del siglo XVI igualaba á la de Italia, y era
muy superior , tanto á la de Inglaterra cuando la aparición de
Shakspeare hacia la misma época , como á la de Franda antes
de la venida de Corneille acaecida medio siglo después. La Es-
paña en medio de esos ensayos ya recomendables necesitaba que
se eleyasc algún genio , que planteando un sistema , crease el
teatro nacional. Esa producción de que careció la Italia y que
tuTo la Francia é Inglaterra , tampoco debia faltar á la Espa-
ña , la que en efecto fue agraciada con un talento grande , Tas-*
to y creador : pero abusando de su poderío y faltando á su no-*
"ble misión , sufocó los gérmenes aoe debia fecundizar, y der-
ribo ios cimientos sobre los que aebia haber edificado. Ya he
presentado á Lope de Vega envUeciendo sus prodigiosas cuali-
dades naturales hasta sacrificar á sabiendas los verdaderos in-
tereses del arte , por obtener con facilidad un éxito favorable,
y la dignidad del genio por cálculos mezquinos de una ambi<<-
ciosa vanidad. La tragedia pereció en sus manos. Incapaz do su-
jetar su vagante imaginación , y de contener los Ímpetus de su
carácter borlón y maligno, no ha podido ceñirse. ala circuns-
t lección y gravedad trágica. Prefirió arrojarse en la carrera sin
imites de las come4{a$ heráicas , en las que á placer daba li-
bre curso á su imaginación ; y echando á perder en la ejecu-
ción los argumentos trágicos que se le ocurrian con la mezcla
de caracteres , acontecimientos y diálogos propios de la come---^^
TEATRO. 285
dia j traspala todos los intervalos , j confundió todos los* gé*
ñeros.
, Lope , que no- solo^ presentaba el ejemplo , sino tamlñen tas
reglas para obrar asi, no ignoraba que destruía la mitad de la
literatura dramáiica; porque de sus mit y ochocientas plecas
profanas y sola á .S0Í& dio el nombre de tragedias, y auo ese ti-
tulo que propiamente no merecen parece dado mas- bien por ca«
.pricho , que por discernimiento. En seguida resucitó el barba*
,ro nombre de tragí-comcdia inventado por Planto para su An-
fitrión ea virtud de la mezcla de dioses ,. rey^s y criados que
en el se hallan reunidos r cuya denominación turo grande acó»
gída , pues> la mayor parle <le los autores Españoles la adopta*
ron para, comprender .bajo su acepción el. géhero misto que dc-
bia espresar , y aua en. Fr^^ncia se. tituló asi al; principio el
Cid de Connetll^^
Es digno de observarse que a los do» grandes talentos con-
temporáneos que dieron vida y forma al t«atro moderno,, se ha-
ya reprochado, la confusión do lo» géncFos. Pero pcuáiito se en-
gaña quien vitupero igualavsnte á ambospor este defecto! Aun
^os que acusan á Shak^earc: d& hqbct^ unido lo bufón á lo pa*
tético, y lo grolesco á lo subümo»^ convienen en que carecía dé
modelo y de precursor para poder evitav este- defepto>, discul-
pa que no^ tiene Lope de Vega , el que obraba de esto modo,
no por capricho,. coQiodidad ó desprecio de las reglas , sino co-
mo artista con inteligencia y votunlad.. Ademas, Shakspeare quq
algunas veces mezcla los géneros„jamásl«s>cen&inde;.cada una
de sus obras,.. tomada eñ su totalidad conserva un carácter pr<i#-
pip, y asi es que* se dice.,, esta es una. comedia, esta una tra-
Íedia ; y la composición de Jviio César iio< está escrita como Igi
el Judio, dt Veneciaj ni el Óulq comoel«ii«ñodetmáoofA>(fe
$»erano.- Hé aqui porque aunque á primer i^olpe de viátá se pa^
recen ambos en>.la fucma, se. puede al mismo tiempo admirará
Sfcakspeare y vituperar á Lope de Vega».
Reinando este coma maestro absoluto sobre* ta escena Esp»<>
Sola permaneció por mucho tiempo su» único modelo y su in-
mutable tipo*. Todos- los autores le sigúiecoDr en feanclia carre-
ra que habia abierto,, y la senda tvágiisa quedó abandonada.. E^
verdad que dkusante losv reinados de Felipe lil jr I^' ^' ^^ ól^
limos 50 años del sigló^ de oro de la literaütnra EipaSoía , cuan«*
S56 STUOIOS SOBRE LA SSPAÑA.
'4lo la. escena, oslaba como inundada con la inagotable fanlasia de
ios numerosos autores que ya he citado ; ninguna tic las cua^
renta compaaias de actores que en aquella época «e contaban,
llegó á. ofirecer al publico una sola tragedia. £1 Cid que ha scr-^
vido de modelo al nuestro no «ra mas que una comedia herói^
4:a. Esta escasez fué tan general y tan completa, que la mayor
parte de los eríticos estrangcros que han juzgado al teatro Es^
pañol aseguraron que el nombre de tragedia era una palabra
vacia de sentido «n la Jengua castellana.' Otros. mas detenidos
en sus decisiones han dicho con mas exactitud que en Espa-
ña todos los géneros estaban. confundidos. Pero esta aserción
aunque verdadera en el hecho , seria injusta en si misma si se
hiciese extensiva hasta la teoría del drama. La España, no ha
carecido en efecto de críticos esclarecidos que recordasen á los
escritores la diferencia de los géneros, y les trazasen reglas fi^
jas para evitar. «u copíusion. Cueva , Pinciano, Cáscales, Sua-
rez de Figaoroa y otra multitud de ellos, se esforzaron en cla^
mar contra el error de sus compatriotas ; pero sus voces se es-
trellaron contra la fqerzade la costumbre, y Lope de Vega sa-
lió mas victorioso con el ejemplo de sus eslravíos, que todos
los retóricos con sus clásicos esortaciones. Esta carencia abso^
luta de tragedias asú un teatro tan rico por el número de pie-
^s como todos los teatros reunidos del resto del mundo , h^i
parecido tan.diíicil de esplicar ^ que se ha tratado de invcsti«-
gar su causa ea una multitud de suposiciones diversas. La que
mas ha prevalecido Tes que la tragedia no entraba en el gus-
to ni en las costumbres de la nación Española. Pero ¿por qué
gustaría menos.de ella que de las otras formas dd drama un
{ mueblo gravo , austero y que se apresura & asistir con furor á
os sangrientos espectáculos de las corridas de Toros? Ademas
siempre ha recibido con entusiasmo las traducciones delasbe»
Un tragedias estrangeras. Pero hay mas , y es que el elemento
trágico domina en una multitud de piezas las mas célebres de
la esccnai Española^ y. que los objetos mas populares parecen
generalmente (hablando según el antiguo lenguage) mas apro-
pósito para el« Coturno de Mdpomene que-para el borceguí dé
Thalia. En. prueba de ello se podría citar la composición tilu«
lada Sancho Ortix de las Roelas de Lope de Vega , él Tararea
4t Jerusalendñ Calderón ydd Eey abajo ningwio de Rojas, h
TAETHO. 257
m tuerte á^ Jiiliañ de Mediéis de Enciso » los Bandos de Verona
^ Ios-amantes de Teruel de Montalban Ác. La España pues oo
ha carecido ée gusto > -sino que le ha faltado la fortiía misma
^e la trag'cdia. Después del adrénimienlo €cTcI¡pe V cu^iído
penetró en España til tieatro de Luis XIY los poetas Españoles
intentaron algunos «nsayos para imitar á nuestros trágicos, pe-
ro de otro modo que por medio de serviles traducciones. De esb
número fueron la Virgima y el Ataúlfo de Mohtiano. Posterior-
mente-, bajo «I esclarecido ministerio del marqués de Áranda,
Fernandez de Mor atin , Cadalso y García de Huerta continua-
ron esas téhtati-vas V componiendo el primero la Hormesinda,
«1 segundo D. Sancho j él tercero Jfíagiw^/. Pero ots obras aUn-
que apreciables, con especialidad la última no ^era bastante in<^
geniosa para neutralizar un nuevo género del drama;y laEs«
paña careció de una verdadera escena trágica hasta el princi-
pio dé'esll5 siglo en que D. Nicásio Alvaréz de Cien-fuegos lá
{iresentó á su patria. Su ptincipál apoyo fué el talento del cé--"
ebre Isidoro Mayquez, aótor tan sobresaliente que justamente
Suede comparársele con Taima de quiicn en cierto modo fué .
iscipülo ;; y todavía tenia sobre hticstro gran trágico la ven-
taja ae ser igualmente feliz en todas las composiciones teatra-
les y hasta en la comedía bufona. Después de Cien-fúcgos qué
ha dejado tin Idomen^oyvin*Pita€ó y una Zoratda^ parecieron dos
poetas trágicos que todavía existen. Uno es Qüintatia autor dd
una tragedia de Pelayo verdaderamente bella y patética, de lá
que los Españoles , precisados como sus antepagados á repeler
un dominador estrangero , recitaban los mas enérgicos trozosf
marchando al combate. El* otro es el señor Martínez de lá Ro^'
«a que la primera composición qül(^ de está' naturaleza ha pu-
blicado ,^ fué tatnbien una pieza patriótica titulada ía t?íWo de
Padilla; esU tragedia de circunstancias compueslsí. durante eb
sitio de Cádiz, se representó en un teatro eregido para este ób-'
jeto. El séñót* 'Martínez de -la Bosa fanlbien compuso desjpues^
una Moraimaj pieza deLgénerq^de Merope, y un oe4ipo^i muj
recientemente representado en Madrid en el que halló el sccre»
lo dé séí- ^rtgbal desj^ues dé^ Sófocles ; Séneca > Corneille , l^ol-
tairc, Lamothé j Dryden. • '• '
Ahora solo me falta enlazar la hisfóriá dtel teali^o Español wit •
la del nuestro. Etmauji) del pi^imei'o tSte'«iilehdió sohi^.t4ia laA
2S8 ESTUDIOS SOBEB LA ESPAÑA
Europa. Al prÍBcipk) sufocó, la naciente escena del Tecinavei-
no de Portugal;, en Lisboa se representaba el repertoriode Ma^
drid> y en el idioma original, no solamenle mientras han es-
tado unidos los. dos reinos , sina también después de su violen*
ta separación. Tambiea penetró, en Inglaterra y á pesar de la ce-
lebridad do Shakspearc^ Schlegel dice que bajo eL reinado io
. Garlos II se han traducido, muchos dramas de Calderón , y esos
dramas se representaban todavía en tiempo de Dxjden que re-
fiero esta circunstancia en su Ensayo sobre la dramdlica. Por
último Los Italianos, según k) manifiesta Maffci» que ha publica-
do la historia do su teatro., después de las piezas originales del
siglo XVI, transcurrió. mas que el. siglo siguiente, es dccir„
casi hasta Metastasio y GoLdoni^sin haber visto en su escena
cómica mas que traducciones, ó imitaciones del Español. Con res*
pecto á la Francia ,. creo inútil ,. no privar ,. sino ni aun enna—
ciar que el teatro de Espaüa ejerció en el suyo el mas grande
y mas feliz influjo : esto es incontrovertiblo. Pero iiiteiresa in--
Yestiffar hasta donde se. ^eslcndió ese influjo , y como se ha
.ejercido..
aNíngun: autor Español ,. dijo. Yol tafre, ha introducido ni imi-
«tado. á otro alguno francés , hasta el reinado de Felipe V: no-*
«esotros al contrario desde Los reinados de laiis XIII y XIY, he-
cunos tomado de los Españoles mas de cuaiiCnta composiciones
^dramáticas.'' Antes do Gorneitle todas las riquezas de la esce--^
na jfrancesa consistian< ea los ensayos trágicos de Jodelle, Hav—
dy y Mairet ,. y en algunos saínetes italianos representados ea
los labiados, de la feria a mientras que en España acababa de' aU
cantar la escena su mas alto, grado, de esplendor. Se puede de-
cir qoe al^ aconsejar al joven poeta Buanés^qjuie estudiase el tea-
tro Español , el antiguo comendador de Ghaloa presentó á lá
Francia la tragedia y la comedia^ Nadie ignora que el Cid es
una imitación de dos autores Españoles i Guillen de Castro ;
Diamante (1) los cuales trataron, esta materia nacional coa el
(1) Labarpe sopone sin rasca qjoe Diamante presentó el Cid
en el teatro antes que Guillen de Castro* La aoterioridad per*-
Itoece tndudablenieate á este. Pero ¿quién se martiviUará q.u«*
I#di«rpi; baja caido coa cespecto á este pattienliir tn tía error d^
TEATRO. S269
estilo do las mocedades del Cid , pero lo que parece qne se ha
olvidado es que la primera comedia regular que apareció en
nuestra escena , la que abrió, tugárnoslo asi, la segunda senda
dramática, es el Mentor; en fin está tomado del teatro Español,'
y Górneille no lo oculia. «No es, dice, mas que la copia de ufi
escelente origiaaU....'' Ese argumento , prosigue , me ba pare-'
cido tan ingenioso , y tratado con tanta delicadeza , que muchas
Teces manilesté , que daria dos de mis mejores obras porque fue-
se producción mia. En su entusiasmo también la llamó ía maro'^
villa del teatro ^ y asegura no haber hallado tiada en su clase
con que poder compararla, tanto entre los antiguos , como en*
tre ios modernos.;
Ese excelente original, esa marairilla del teatro, es la come>-
dia de D. Juan Buiz de Alarcon titulada la verdad sospechosa.
Su autor ha sido ignorado por mucho tiempo; unos creian que
era Lope de Vega, otros Francisco Rojas , y Corneille también
lo ignoraba. Guando publicó la continiMcion del Mentor , con-»
fesó con la misma ingenuidad «que habia tenido razón en ase-
«gurar que no seria el último hurto que baria á los Espaftó*'
«les ; y que osa contintMcion la habia lomado del mismo lúa-'
«nantial." En efecto es la misma materia que ha tratado Lope
de Vega en aquella composición titulada Amar sin saitr d quien.
Si fuese necesario añadir otras pruebas á estas manifestaciones,
si' se necesitase demostrar hasta que punto estaba nuestro tea-
tro en el siglo XYl bajo el influjo inmediato del Español , bas->'
iñVít^ citar á Fóulenelle, sin embargo de que era tan celoso de;
la gloria do su tio* «Esa pieza , dice hablando ie t)tra obra del
«gran Corneille, está casi enteramente tomada del Español se^
«gun la costumbre de ese tiempo.... porque entonces casi todojS
«los argumentos se tomaban de los Españoles en virtud de su
«gran superioridad en esa materia." Yoltaire apoya este testi-
monio afirmando en sus comentarios qüü los E4>añoles ejereiaiY
en todos los teatros de Europa el mismo influjo que en todos
algunos anos, cuando comete tin anacronismo de cnairo aig^los^
hablando de ano de )oi mas célebres personajes históricos de loa
liauípos modernos ? ¿ tio aseguró qne ta aceion del Cid pasaba'
eo el siglo XV siendo asi que murió el ano de 1008? '
260 ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA'
jos negocios públicos-^ X GbrTonüles. dice también bacia los iil<-
timos día de sabida ;. (i£n Francia » na baj hombre» ni jom^et
gue deje de aprender la lengua castellana (Pevsiles ¡¿ Sipsmunc^
daJ*) Pero ¿para qué multiplicar las citaciones y pruebas? ¿No
está reconocido que el autor del Ctc( y del iífofofr, Ueno.de ad-
miración bacía sus maestros y alimentado con sus obras «.ha in-
troducido en las composiciones de su esclusiva producción esas
costumbres caballerescas 9 esos sentimientos elevados» esos pen«
samientos llenos de ostentación de que tantos ejemplos había te^
nido? ¿No sie sabe también que sus mismos Komanos pertene-
cen á la edad media lo mismo que k la república » y que son
quizá mas Españoles que Romanos? (1)^ Confesar con Yoltai-?
re que asomos deudores á la España de la primera tragedia pa-
tética ,. y de la primera comedia de carácter que han ilustrado
á la. Francia", es hacer una declaración honrosa á nuestros an-
tepasados; pero para ser completamente justos para con ello&
es necesaria reconocer que por el mismo conce|^o..qoe les de-
bemos 9 á Gorneille le somos también deudores de Moliere. Es-
ta opíuion exige algunas aclaraciones. En sus primeras obras
escritas 9 en cierto modo por una compañía de titiriteros. Mo-
liere^ imita desde luego a los Italianos t»aes¿ro« m el arte ¿e-
la bufomaddr sia embargo de que desde sus primeros pasos pa^
rece que na 1er era desconocida la literatura Española.. En efec—
io, el episodia de< Andrés en el aturdido, pareco imitado de la¿
noveb de Ceryantes Ick Gitanüla de Madmí, con. cuyo titulo ha
compuesto SoUs una comedia ;. y el despecha amorosa contiene
191 una escena tomada evidentemente del Perro del horifilono dof
Lopo- de Vega.. Pera al emprender la composición, de sus-gran--
1 . ■ ■ '
. (I) lia primera escena de Cttiitn empieza por ejemplo coiii
fstá especie de juego de nQAabloa
Impaeientes deseo» de una ¡lustre venganza ,
De la eoai la nmerfc de mi padre ba formado etiiactWi£éitf o.
^al9 es tto verdadero coneepio^ EtpaSal y dir on gasto bástanle
ipalo. Corneiile inúlando áans moaelos ^ hasta ea» sos débelos^
esli lleno de ellos.
'TEATRO. 261'
des plézás es ctt^nda principalmente se conoce ese feliz influjo
al que Cornciile debió el Cid y el Mentor^ (cfisa. oomedia de
Gorneillc, dice YoUaire, tío es mas que una traducción, á la-
que probablemente' debemos las producciones del inimitable
Moliere ; quien en efecto es. imposible que al ver esa pieza,
haya dejado- de conocer al mismo tiempo la- prodigiosa, supe-»
rioridad que tiene ese género sobre los demás, y de entregar- .
se enteramente á él/' El ilustre- comentador al espresar&e asi,'
presenta la prueba ma» brillante de suesquisita sagacidad; por-*
que lo que cree una conjetura d una verosimililud, llegó á ser
un hecho positivo. La prueba de e&to la suministra el misma
Moliere^ Ué aqui como se espresa en una carta escrita á. BoÍt
leau, citada por el señor Martínez de .la Rosa,, y de la que Yol-*
taire no tenia conocimiento.. «Debo mucho al Mentar ; cuando
se representó , ya deseaba escribíf > pero dudaba acerca de quév
Mis ideas estaban todavía confusas, y esta obra. las fijó"... Póc
último sin el Abntor , hubiera sin duda compuesto comedias do
intriga como.^í Aturdido^ el Désptóho amoroso; j^evo quizá no ^
hubiera dado á luz el Misántropo. £1 célebre Corneille no fué
el único- conducto por donde Moliere recibió el influjo.del tea-«
tro Español , del que ha tomado. directamente mnchas produc*
cienes,, con especialidad en sus.pbras de segundo órden../>. Gar-'
da de Navarra.es la- imitación de una comedia heroica con el
mismo título. La, princesa de Elida está tomada de la célebre
comedia, de.. Morete el desden con el desden y, muy superior á la
copia que aceleradamente sacó de ella Moliere para un regoci-
jp de Versalles. El banquete depiédra queTomás Corneijla ha
puesto, después en verso, y cuyo, absurdo titulo no puede traer
origen sino. de una. traducción defectuosa , e% éLconvidado de
j9ie¿ra. del religioso Gabriel Tellez conocido por Tirso deMo(-
iina^Xa escuela de los maridos ofrece en muchas^ escenas unre-:-
coerda. manifiesto de ío^ discreta^ enamorada de Lope ,.y de la
comedia, de Morete no jpuede ser guardar una. muger. La idea .
primera de Ta^ mugeres docíai "parece lomada* de la'íibmédiá de .
C»ldeTbn9,nalia¡fbufdaecmelamor;j esa pieza presenta tam-
bién. miuchoS' puntos de semejanza con. la jyresumüíáy la heranor
«a, de*Eemandb de Zana te. Por último el. médico á pesar MMyo
(fradueido al Español iA>n un tituló oKJoi^ el .médico á. palés J
cuja composidon no> parece haber sido, inspirada á.Molier:^ si-
3.4.
362 ESTUDIOS SOBRB LA ESPAÑA*
no por fiu aversión a .4a facultad, podría muy bien haberse ofre*
«ido á su pensamiento con la lectura de la comedia muy x^ono-.
cida de Lope de Vega titulada elaoero de Madrid (1 ), en la qué
también hay una joven que en sus amores se vale del ardid de
Qogicso enferma, y un criado bufón quc:So disfraza con el bo-
nete de doctor y recita. apotegmas. Iatioos«. '
• .Si Moliere con su incomparable ingenio ha contraidoiantas
deudas para eon el teatro Español ^ bien puede creerse que 1^
Bfiukitud de autores secundarios no se han privado, nimban .te^
nido escrúpulo de tomar ampliamente <lel mismo manantial,
materiales para sus composiciones. Y hasta en el gran siglo
fqué turba de imitadores invaden nuestro teatro/ Scarron, Qui«
nault, Tomás Goraeille y antes de estos Aotrou , apenas .pne--
scntan ^l teatro mas que materias tomadas del Español. Se po-
dría escribir un volumen para .mencionar y juzgar todas las co-.
j^as transportadas á la escena francesa, con mas ó menos felí-*
cidad durante el reinado de JLuis XIY. Lioguet y Me. de Sisi
mondi ya hicieron esa observación^ justa en la doble acepción
de Ja palabra^, y la opinión dcSchlegcl con respecto á este par*
ticular merece referirse. «Las riquezas del teatro Español, di-
«cc^ han concluido convirtiéndose en proverbio^ é ya'heteni-
«do ocasión de advertir , que de mucho tiempo k esta parte,
ttios autores de otras naciones estraen secretamente las produc-
«ciones de ose tesoro inagotable: no intento señalar todos los
«plagios de estajespecie cuya lista seria .estensa y dificil de
^complot w.'"
Ea verdad que, al Tecordar lo que Gorncille y Moliere h.in
-tomado del teatro Español , cuyas extracciones son los prime-
ros cu confesar ; á nadie le pasará ppr la imaginación acusar-»
Jos de plagios serviles. ¿'Quién no conocerá que sus diestras
•fnauos han canv4^tidQ en oro cuanto han tocado , que su genio
eraador . brilla ba^ta «n la imita3Íon , y por último que todas
•>- '(f) i/utomces era moda tomar para la» enrcrmedades i uña
t^üá templada eon acero,* pero, paca que e»tt, remedí« biii>«-
«tríese efecto, ei^ aeeeaa río apastar se mu€bé>'tiiBm|KiMtedas las
maihHiM- Esta moda, moraviliosimeiile pcopieili [iL«a! lat Inlri-
-|»a9 «moro2»as.; formael'títiib'y clieflDadf^Ui.omácdia^iUXinpc.
i .'
TEATRO. ' • 26$
SUS copias sott Fnperio^cs al original y híiceh que se olvide?
Haa hecho en el drama lo que Lafohtaineen la fábula yL^sa^
ge en la novela: ese Lesagede quien no se citará una sola obra,
sin csccptuar él mismo Gil Blas^ cuyo intento fundamental, plans
y la maj'or parte de los desciíl)rimientos, no fuesen tomados
de los Españoles ; pero que supo corregir y engrandecer sus
modelos hasta el punto de apropiárselos , por la itimeñsa supe«>
rioridad del conjunto y de los pormenores. No obstante es preí-
ciso convenir en que (Ücmasiado pronto olvidamos los émineii^
tes servicios literarios dé nuestros vecino» del mediodía, que
'nuestro orgullo nacional justamente glorioso de tantas obras
maestras envidiadas de todas las naciones , se apresuré á' des^
entenderse del reconoefmiento hacía los que le habian trazado
'la scnda'que debemos vanagloriarnos haber seguido ;. y qñeat-
giinos literatos franceses son algún tanto ingratos en ridiculi-
'zarlos y prodigarles una eensura tan amarga que en mí €on^
"cepto toca casi en el despreció. ¿Deberá acaso dejar dé respe-
-tarse a los maestros aun cuando se les aventaje? Yetnos á Boi-
leau bttHándose ya de todo el teatro Español cuando todávia
"vivían los célebres GófneiUe y MoNei^e. Desde la cumbre del
' Parnaso clásico del cual se ei'ige jen legislador, anatciáatizato^
dos esos disidentes del culto de las unidades y á todos los ma-
los poetas que pueden mostrar sin peligro....... El héro^ ie tm
espectáctdo imperfecto ^ niño en el primer acto y vejaúon ew el
últimoí ' ' • » '
Pero Boíléau se abstfené de ntafaflestar qué los- mahs poete»
' del mediodía de los Pirineós^^ñ \os ([ue \g han suministrado eie
" dardo eóii et q«e tan arrogantemente les hiere. Citaré esaeri-
' tica varias teces repetidor tanto eh prosa como en verse por
• los eriCicos Españoles , antes de haberla proferido Béik^Du ,'y
que tanto se ha generalizado, (1 ). No ppdia pues un áiAbr m
~ * . " • • ,. ■ '■•"*'' i'.'».'
- — : — - ."• . . -■ — ^-r ! ■ ■ ' 1 "i ' . - j ' :i \r
(1) ....Pó^masi SI dd nace uit n!S<>, j crecfey tiéné of^i^*^
, (hoptt Pífteíatko yftlo^bfia áuiigua poética). .,•!(.
• ...Salir un iimo en macttillas en la nriniera escena , v en la Se*
giuida salir p hecho homkre biM^hado (Cervajutes 1). Q»noí¿')i
M^iié párfó- fo dltaMi et la jbTBada ^
S64 ESTUDIOS SOBRE JJL BSPASa.
arriesgarse tomarse semejante líceocia con respecto á la escena
Española ; y BoUeau , él imitador Boilcau, lanzando contra el
pecado de algunos una esoomunion general , no es mas que el
.copista de los que censura. Con respecto á Laharpe solo sabia,
por haberlo oitio, que extstia un teatro E&pañol; careciendo al
4iiisiiio tiempo de los conocimientos del idioma y de la historia
de esta nación. Y á pesar de eso , para ocupar dignamente sa
•puesto de prcccptur universal , decide tisadamente como criti—
co-v y cae con imperturbable aplomo en los mas torpes erro-
res. ^'No elogia á Ceaumarcbais cqior haber substituido un dii-
alogo llenpde ingenio y de ñamen á \as soserías y pos guiñadas
«que constituyen todo el mérito de los antiguos bosquejos Es-
«panoles T' En efecto hé aquí lo que se llama apreciar digna--
liiente á Lope de Vega , Calderón y Morelo ; he aqui la exac-
titud con que se ju3^a á los hombres grandes > y la justicia que
se haee á esas célcl^res reputaciones, ante las que el gran Cor*
neille inclinaba su yonerable frente/ El desden de Laharpe se-
ria insignificante ; pero semejantes juicios se propagan 9 y las
primeras impresiones de colegio se convierten en' una especie
e preocupación , de la que no pueden desentenderse entera*
mente ni aun los talentos gi^s elevados « sino á costa de pro-
fundos estudios. M. Yillemain en su ensayo histórico sobre
Shakspearie se espresa del modo siguiente acerca de la ^época
en que brilló ese hombre grande*^: «En todas las naciones de
Europa , ésccpto en Italia , el gusto era á la Vez tosco y cor-
rompido," La escepcion no es exacta , porque el si|p1o XYI es
Írecisamente el en que florecieron los grandes escritores deja
Ispaña^ y al que esta nación llama con un justo orgullo susi-
dio de oro ; j hasta eí siguiente.no se ha corrompido el gus*
to > no por falta de cultura , sino al Contrario # por pura afee*
tacion.
Con ese siglo termina el influjo del teatro Español , y el de^
'la literatura- cesa al mismo tiempo que el de la poHtioa; Des-
de el dia en que el nieto de Luis XIY ocupó el trono de Car-
los II, la España ha dccaido át toda su nacionalicbd literaria.
i
Y eo otra tiene el niño ya sos barbas.
(Cervantes I comedia de Pedro de Urdenudas.)
TEÁTBO. 365
Hieotns qno nnestros escritqrcs se i^Ülizan á caal mag de su
inagotable tesoro , susp^tdc sus produceitmes para convertirge
á sa vez en copista servil de sus imitadores ; su escena ya no
ofrece mas que traducciones. Bien puede decirse que el corti-
ñmo número de obras originales qae después ban dado á luz
los autoras Españoles , son de t^X suerte francesas en sBggsto,
qne pertenecen á la historia rio mieítro propio tcirtro-, por la
misma razón que corresponden al suyo, las primeras ■compo-
siciones de nuestros grandes autores dramáticoB.
ESTUDIO
» •
SOBRE
LA. HlSTQÉli.DB LAS BELLAS .ABt£S
Canto atreTido
La gloria de las artes*
(M«leiid«u)
JjJ 1 titulo Me esta cu^la p$irte y abraza una promesa que
no puedo llenar en su tdtaíid^d*. 74^nuncia la historia i tal á
lo |menos como me sérica dlido; /presentarla > de las cuatro
artes , que de jcomun acuerdo todaii las lenguas llaman bellas,
entré las mas bellas ocuptMpiones del hombre, la pintura, la
escultura , la arquitectura y la música. La primera es la
única de que podré ocuparme circunstanciadamente. De la úl-r
tima diré algo ; y nada de las otras dos.
Al examinar el Museo de Madrid , durante mi última estan-
cia en esta capital , no he podido entrar en las salas de escul-
tura, por hallarse cerradas, con motivo do repararlas interior-
mente. Esta privación no era grande y debo sentirla poco; por-
que no ignoro que el Museo es tan rico en pintura , como po-
bre en escultura: encierra pocas obras de la antigüedad y me-
nos todavía nacionales. Por las estatuas que adornan los pala-
« cios Reales y los paseos públicos, es fácil venir en conocimien*
to de que la escultura, poco cultivada en España, no ha produci-
do muchas obras que excediendo su mérito al de un simple
adorno de arquitectura ó de jardin , fuesen dignas de recoger-
se en los archivos de un museo. Se elogia solamente un pre-
tmm
BELLAS ARTItS. 267
cióso grupo de Antonio SoI4 > representando á Daoiz^ ; Velar-
de en el acto ea que mutuamente, juran morir (1); y jo creo
que también hay otro grupo de unjóyen artista llamado Al-
Tarez.
La única parte de la estatuaria, que la España La cultivado
con ecsito feliz» y esa porque perienece al culto mas bien que
al arte profana , es la escultural en madera. Mo habrá cstran-
gero que entre » no diré en una de esas suntuosas catedrales
cuyo luio nos es desconocido^ p^ro ni aun en la mas humilde
iglesia de un pequeño lugar , á quien no lé liarae vivamente la
atención y- le arrebate la, abujadancia i bu^n gusto y perfección
de las esculturas en madera que hermosean el coro y las capi-
llas ; en donde no solamente se halkn finos cinceles é ingenio-
sas decoraciones , sino también bajos relieves de un estilo ele-
vado y grupos , y por último estatuas. £n ese genero hay ver^
daderas y numerosas obras maestras ; pero sus autores que se
consideraban meros operarios, no han estampado. sus nombres
ea ellas ; y se admiran sin saber ni quiqn las hizo> ni en que
época.
En cuanto á la arquitectura , para tratar como, corresponde
de este arte , se necesitan conocunientos especiales de los que
carezco enteramente. ^í Qué podré decir del triple objeto que
abraza su historia en España.^ De la arquitectura Árabe ten-
dria que repetir lo que ya tengo dicho » que han sido tantos los
monumentos que ha dejado > y tal su influjo sobre la formación
de los estilos UámdidQS gótico y de la rer^vacioriy que no parecen
estos , sino aquel mismo variado. Con re^piecto á la cristiana,
no pudiendo describirla como artista > tendría que citar las ma-
gestuosas catedrales , que todavía honran y adornan todas las
antiguas ciudades de la Península ; pero sin que tampoco pue-
da nombrar sus autores 9 porque no parece sino que esos vas-
tos monumentos fueron unas obras colectivas, y que las pobla-
. .(1). Daoiz y Velarde eran dos oficíales jóvenes cleiiirtrMeriai
qne f4ier.on los 'primeros, que pecccieron .eo la janeada del 2. d^
Mayo de. 1888, prefiriendo la lamerte 4. rendir sus pi^as ¿los
trAuceses. Sus nqpibre^ l|^i^ sido célebres eu toda la gú|^rra de
la independencia*
íi'i.v-[> .:< . ;. ^ f-yt *.'. /. . oj
^é& . BTUDIOS SOBBE LjL ESPAÑA.
cioDes, enteras se dedicaron, á sa cosníruccíoní intelectaal y fi*-
sicameote. Por último. > en cuanto á la arquitectura modeíroa,
no tan rica como las otras, dos , tendría que mencionar el mas
sobresaliente entre los .edificios terminados ,, mucho mas. raros
en España que las ruinas , el construido por Juan de Toledo y
Juan de Herrera , el. Real convento de San Lurenzo del Eseo-^
riaJ (1). Pero esto no seria presentar la historia de un arte,
sino juzgar las obras de ella por sus diversas edades, cuja
empresa debo ceder á otro que con. mas luces pueda desem-
peñarla.
Música. La> historPa dé la. musfca serta interesante j curio-
sa:, tendría un atractivo particular por ser una materia nueva
de que nadie se ocupó, todavía ni parcial niindirectamcntc. Na-
da absoluXanicnte se ha escrito ,.& lo menosque yo sepá,.acc^r*^
ca de la música Española: pero esta empresa al paso que seria
ventajosa para cualquiera del pais, desespera á. un estrangero.
Sin guia , sin materiales » sin mas recursa que- mis libritos de
apuntes y los* de un amigo , no puedo dar i esta materia toda
la estension que merece; por lo que tengo que limitarme á aW
gunos hechos, generales^
Mucho tiempo hace que la música es un arte enEspaila,en
donde fué cultivada tan pronto como la poesia. Esos trovadores;
y juglares del siglo XII no las separaron; eran cantores lo mis-
mo que poetas > y han conservado algunos de sus cánticos al
mismo^ tiempo que sus versos* El mismo Alfonso X ha com-
puesto unos cánticos f cánticas Jj, y como si so. ritmo pudiese
dejar alguna duda sobre este punto> declara esprqsamente en stf
testamento que esas cánticaiaehctí ser cantadas^ El cabildo de*
Toledo posee un manuscrito de ellas anotado de la misma ma-
no de Alfonso que contiene los. versos y la música á que se ar«-
reglaba el cántico ;. que no era ya mas que el llamado canto
(.íy Escorial quiere déoir min» agotadn. Se soatíene qna To«
luda reeibió de un ménaagero celeste el plan de ese edificio de-
lineado por los áiigelea;.de cayo milagro aan en Ea|Mi5a se per-
mite dudar ; y no obitante , cualquiera se hallatia predispuesto i
acogerlo.^. Porque ¿qué se parees mas qae la ifi9(¡¡racÍDB del
gpenia^i i una: revelación divina ?
llano: en ^e manuscrito se bailan ademan <]e las not%s invio»^
tablas ui^ siglo anides por el religioso (fuy de Are2;E0b las cintr
co rayas, y la clave cnvo desGubrÍBCiíento fue ^l^y postetiolr.
GúahdQ^nO:3e .ignora en.dónda se insJtruyó A,lfon$Oi:/i^l repí^r-r •
dar que los primeros inslrmnei>toS) najodernos se Jifímaroa m^^
r{5Cí>s-ep:J,o.da ,1a Europ;^., parece ^vidcnle que Ip^ 'Airstbe^que
puiUVaban b mú^ca apesar de la prohibición de jtfahop^t^^
que. Mn escrito cíenlitlaamoute nccrca de esta materia » pre&V-
taroa á los Bstpa^oíes. unqs ^ooocínfíiciUtos perftrct^. Sfí^t.de s« ;
origen lo .que. lucre ,, jssa ar le ladquinó desde e^tpncesup^i^ipraJl
importanoja, p.ui¿s que .cuando el anp.d^ }2d4 resltoblocié Ai«
JTonso, la universidad de Saiarnap<;a , cr&i^ en.eUa«adjan)aVd0 Ids
cátedras cde. derecho canÓQÍpp y de fiÍosofÍ2^> iin$i>devfpp^i^d« >;
Apegar .de. los primeros^pasos .tan pr ¡ecoces. y |)FÍUan<esv^p«^
3ar de la aptUudg^noraLy delvyivisimo gii^b),0e:lanaíQÍpn,4a
música na hizo .en España uno^ progresos dtan: graudesió á lo
menos. tan completos comp, desde. eiUonGés se.pte$agiabai Se^
g|in se h^ visto., elicatrórsalió de|a iglesia t y la música /co^
sqi rara/ permaneció £n ella. ]Bn los. primeros .ensajos del dra^
ma 9 para ocupar el intérvala de los.enit6 actos se colocó tena
gmíarrck detrás de una manta^ según la expresión de Cervanie^i
después > y siempre en Jos. entremesas liubauuospepi^eBoscóiH
ciertos de vQce3 y de instruméntcisv ]pero la música .nUnca .se
colocó ídh la p^rtQ del teatro que hoy; ocupa* la orquesta ,,nÍM
mejzclóenia declamación. £^,una palabra, con una lengua. tan
j^Dpia como la Italiana para la acentuación ;msi9ÍiGal>4o^Espa^
ñoles no ban tenido ópera; ni pei)saron ea imitar; á los Italia-»
nos cuando estos Jes presentaron su modelo : po intentaron fqr-^ '
malment£ ninguna clase de ensayo paralac«eacion.deuna:óf)^
ra nacional y .,y no. conozco inas «(ue^aneo ó^^Seis. pi«zas^]iequQ;r«
ñas del célebre tenor Manuel Garc^ /<! erd^ÍQ fmgidOi ekpo^n
tjoi caleulista^' los ripios del mojestro Adatk .^^^^xii^^d^iSisA prip|r|
cipio. de este siglo pqr.órd<^ del principe ¡de; lai paz , q^ep^Q^
den comtpar^itséá nuestras primer <iis uparais cfSmic^js ;p^rx>^e9i^p
eosayos.se: si)andoaarpn I» d^pUes.qua su autor partió de la ¥^^:
ninsula. .., ..." . : • _ • -. . / J. ..,..<•. . . .^ '-..íf
r Afalta de.ióp^a, I^E^I^a no.tuirp ms^ -qpi^dos.'eapociesde
música 9 ja del pueÚíp v M:de la Íg;le$ia,: La.primera. desde [qb.
mtrUarisy villancieas del siglo XIII ha conservado conS(ta^t#<^
35
S70 BSTDDiOS SÓBM Xk ^BSFASA.
menté la carácter original. Ai oír uno'Jde e§o« estilos añligaos,
-un tono tnmcmorial si puede decirse asi , como el de ]üsJoUas
vd^ España^ 6 bien el último que haya corrido las encrucijadas
^e Madrié; «nadie dudará qué ambos son hermanos: ladmciif*-
4ad> consistirá eñNdesigoar cual de ellos es mas antiguo. Lo qoc
^i$tingué la música popular de' la España ,. no es solamente el
•uso frecuente del 4ono menofr (porqtie* ese -carácter sé hall^ en
-tedas las músicas populares, lo 'mismo en el Norte que en el
Mediodía , en Moscou que en Sevilla , eomo -si Jos lamentos y
la melancolía fuesen mas natm*ales que el placer -y la alegría);
•aillo ^especialmente el eorte, el acento ve! 'ritmo melódico, quie-
ro decir, el uso que mas particularmente se hace delos'tiem—
^pos fuertes ^ de las -suspensiones, «sincopes y cadencias , que do
M. puede hacer comprender con tlaridad , sin tH auiLÍFio de la
•escritura musical. Con respecto al uso habitual -xlel comjpás.de
•tres tiempos, se esplica con la circunstancia de que 'todos los
tonos sirven igualmente para cantar y bailar, y muchas V^ccs
jNira ambas eosas á un 'tiempo. *Los mismos nombres soncomn-
ties á estas dos operaciones ; y los^c'/f ro#, las se^tiú/f Ros, el
fandango y la cachucha ^\o mismo son'bailesgue canciones. 'En
£spaña no es raro volver á hallar toSinría ese trabajo múltiplo,
ese trabajo eomun que en otro tiempo han -producido los romot)-
t€s nacionales, fin la* calle se compone mucha música y mucbas
canciones populares-; tino empieza , otro continúa y om tercero
eoñcluye. Asi es *pcrr ejemplo como s 3 ha compuesto la béfla
canción patriótica del marquéB de lafüomana^^ también en mi
concepto el himno de Bi^o.
- La verdadera música Española es la sagrada, en cuyo gene-
ró puede desafiar á todos ios demás países , y los archivos de
sus cabildos guardan. inumerablés y preciosos tesoros. Pero esa
ciencia es ígualrá la del antiguo Egipto; jpuesno sale del tem-
p(o> Xa Espaftano sdtamonle no 'ha comunicado á Ja Europa
sus riquezas musicales., ^ino que no hav en ella provinciauue
comunique 'las suyas á otra. Cada catedral tiene sus traSicio*-
nos , su reportorio , sus maestros, y sus discípulos. lia dé Se^
villa nada facilita á la de Valencia , ni la de Santiago á la de
Burgos. En España no hay escuela ñi obras cót^unés ,^ la mú-
sica Eipañéia, háblO'de la de 4a iglesia ^ tnás es un haz que un
nsei^ó,- • '•'' "■''^'''
BELL A# ARTES*. 72 1
Poc lo ¿emas Ka seguido en su historia todas las- faces hís^-
tdricas 4c la poesía, la que ha seguido todas la$ de ia política*
ta música y la. poesía nacieron juntas y á uamisiiio^.tieinpo,y
por las mismas causas han tenido su elevación y su (Iccadencia.
£1 tiempo de la hella música religiosa ,.de< la música sencillaf
grande y patética es^el.deLft^édé oro, la época comprendida
entro los^ últimos cincuenta años del siglo XVI y la primer
mitad deLXVII. Entonces hubo en España muchos composiio*
res det primer orden, y algunos llevaron sus Icceioiies hasta
Italia 9 tales como Pcrez , de quien todavía se cantan hoy mag^
níScos fragmentos en la capilla SistUia^Monteverdeunodelos
creadores de la ópera Italiana , Salinas ciega de nacimiento ;
quizá el mayor organista que j^más ha existido..Cudndó declh^ .
nó la líleraturü ,. la música también se ha e&traviado ,^ del.
mismo modo, que aquella se penlió por excesiva afectación y
acicaladura : tuvo por último sus ctUtosy.itu conceptistas. S^
abandonaron las grandes y claras melodías , p|or | los cánones,
las fugas y. por todas. las> sutilezas del contra punto. £1 ejerci-
cio substituya al arle , y la paciencia al ingenio. El gusto de esos
vanos juegos de discmrso que no tienen otro mérito que el de
la dificultad vencida, puede decirse literalmente que llegó has-«
ta el anagrama., Asi pues el cántico de San ^uaa. ^
ÜT QUEAT LAXIS
RESONARE FIBRIS &c.
» . . ' * ft
cuyas priiíneras. silabas dé - los seiis versos primeros sirvieron,
jrara nombrar, las seis notas primitivas , Se formó mil veces de,
ese modo ridiculo. Para mayor claridad citará unodelosejer-;
eícios de moda en los magisterios. Se dictaba.a los discípulos;
esos versos casi vacíos dé sentido:, >
ITa fabrica sufKrema.
. JBnr reino celeslial!
Del infeliz mortal
Hará mo/a foltanlo &c^..
-.■••■ . •' • • '
las silabas formando eí nombre de una noU la^mii re^Jai si^^^
débian descansar siempre sobre la nota que sil j^i^cr liamá-^
j|72 CSTVBIOS 90tRK E A ESPAÑA. ,
■fó'n ; 7 «se ejercicio crá taiilo más difícil , cuanta qué era iie-
•(;es(^río escfibirló en cbáfró ú ó<^ho^Toccs, algunas veces en fu-
iga ió en canon , párd 16 qiie se. necesitaban unos esfuerzos in*
-creíbles. Péfo ^qué efecto' producían:? ¿Podían no diré con-
inoTér él alma , sino recrear el pidof Él abad GimenO) hombre
.Inuy tersado en la matbria, escribüó á 'úKinios del siglo an-
terior, «na novela burlesca por el ^estilo de J9 fray Gerundio de
Cc'm^azas, para ridiculizar cf mal gusto introducido en los ma-
gisterios^ lo mismo que hizo el padi'e:lsla con el que reinaba
en el pulpito. 'Su obra no se ha dado á la prensa^ y no se qué
se ha hecho de esc manuficntó.Buhrera sido una curiosidad pa-
ra la historia del arte que carece del menor monumento^ pe-
ro ^udo que hubiera sido mas feliz que su modelo para cor-
regir «I vicio entonces de níoda. Todavía se compondrán por
mucho tiempo conceptos en la música , es decir ridiculos sen-
tidos contrarios ; y se sufocará el Chrxste y dona nobts pacem^
bajo la batahola de uña aturdidora y confusa fuga.
'Para que sea atgoüias perfecto este, bosquejo de la historia
de la música en Espstna , citaré algunas tradiciones de una de
las bátedrales, de la.de'Valencííi , en la qué el arte se cultivó
qúirá con más gusto y mejor.^xitó que en otra alguna. £1 maes"
tro de capüia^ ma$ antiguo, cuyas obras se han conservadoVno
en los archivos sino en su. reportorlo usua) , es Comes, que di-
rigía la capilla en los .últimds cincuenta anos del siglo XYI.
Todos los anos se ejecutan muchas de sus composiciones, en-
tre otra$ una letanía del Santísimo Sacramento para las pre-
cias de' las cuarenta horas , nnsi.Salve regina , y por último en
lá'Sdm'ana Santa el óra.torío de íáPasion ,.que es una grande
y úiághítica pieza dividida en tres papeles; el f^¿rfocantadoen
ctiatt*o parles ,' /¿«lis por un corifeo , y el pueblo en coro. A
Comes siguieron sucesivamentér: Ortells mae^/ró de los primé-
ros tiempos del siglo XYII , de quien todos los años se repite
una lamentación el dia de i;ni¿rcp}e3 Santo :^ un motete el déla
Candelaria , y ademas varios "Salmos y misa^ ; Baban, de quien
se ha conservado un S^lmó'de la Virgen de los Dolores , otro
para el lavatorio , una otacion de tres horas para la Pascua y
el día del Corpus: Babaza ,Pradas , Fuentes, Morera y Poos,
que han' fallecido poicos años hace i todos los que hdn deja¿o'
obras impórtaiiles. ' , * ......
' . f
Esos hombres Gientílicos é ingeniosos hótieeesit»ban*piirah2(«
¿erse célebres i^ino darse á conocer én el mondo." A lo menos
no han carecido de reputación los qué por unas circunstan-^
cias violentas, se haa visto precisados ái abandonar la bbscuri--
|Aad de la^^acristia j cuvo aserto podré iustífícar sin salir dé ía
catedral de Yalencia. ISájo el iuagísterio de Fuentes, ünó de
los inuchachps ie coro se enanáoricó de utia caíitatriz' Italia-
na aue habia ido a Éspaua coa las compañías llamadas por Fer4
iianao YL La siguió .á Italia, y acosándole el hambre se hizo
compositor para poder vivir j ese joven se llamaba D. Vicente
Martin y S<)let ; en Italia le llamaron Martini; y es el autor de
la cosa rQra. La restauración de 1823 arrojó de España otro
¿muchacho de coro de la misma catedral de Valencia discípulo
muy querido del maestro Pons , que llegó á ser^ músico tna-
Tor de la milicia nacional de Madrid: Befuiríadoá 'Francia y
no Siendo ^1 ^nncipio mas que un modesto profesor de caiito*^
se reanima. y escribe para el teatro; ese otro Marti'ñi fes Go';^
me^j Sí^iordel espectro ;jáe\ esppríüler o.. '.^v .
Pintura. En vez de presentar la historia de la pintura ^lof
España ,. voy á dar la descripción del Museo de Madrid ; lo ()[uií
será lomismo^ y en nái concepto bajo una fórina pVéfé'ribíeí
Sí en «1 Museo no hubiese tenido á. la vi«tá mas^obras que l^s'
de la escuela Españpla v dudaría de su inmenso ihéritó; témc^
ría. que la carencia de todo punto de comparación, me htible^
se ofuscado ^on esa ilusión que generalmente hace tóiüar la be-
lleza relativa por k ^bsoluta^Pcro eri aquel recinto áé hallau
reunidas obras maestras., de todas las escuelas, de todos 16s
gi*andes profesor^is ; por Ip que he podido persuadirni6, que mi
preferepcía era razonable,, al bailarla inmediatamént!^ jusii^--
ca^a con un ^c^^onidó. y comparativo exám^nrB?^^
ble impresión V<6S precis^ment^.coiiio ¿uiero cáoq^^^^
.^SUQsPwncQS 9p.su. pí»rt^mi^(9y^sc^^
cruj^ados por .SMid^s <iup,qpjX\pitjgsen:jC9n las dé la,Corni^ el^
SímpIoa.--7Si al daffiípsj^^j naso^^ las Jlanúías' deÍE^r^'
ae poder remuoai* caiballos dóciles eii vez de muías rehacías,
b74 ESTUDIOS SOBE];. tA.BSPA!riw
Suenas posadas con caoofiá y comestililcs., ea Iqgar de- sacms y
miserables ventas », sin mas albergue que una cuadra ,. ni maui
proYÍsioQ, que cebada y como, si Ids>caballerias de ^arga camluar
sen siik conauctores , j no. tuviesen que viajar los^ hombres poc
recread. por sus negocios. -^S¡ no mere necesario caminar ea
caravana como en. medio de la Arabia ^.ir amolado hasta tos díeiK
tes I precedido y ffimqueado v<^oq riesgo de yer salnr de cada
Iuentet de un barranco ,. de cada olivar ^^fa cuadril!^ inevita^
le di;- un. Roque Quinart , 6 do un losé María.-^Por último^,
si se pudiese recorrer ta España en. distintas direcciones en car^
Tuage >. sin enmagrecer do hambn:e \ abasarse dé sed ^. sin pd-«
ligco de rodar al fonda. de un. precipicio , do quedar abandbr-
nado«á las bestias, ein- el colchón de una posada / sm tener quá
dejar su bolsiMu y veslidost en el, ciñcon de un vallado , ó ie,
anunciar á lo» futuros pasajeros con una cruz piadosamente,
colocada en un otero reciente^ que un cristiano, ha fallecido en
aquel, punto dimano airadái — Entonces es probabfe q^ue núes-'
Íro$ Turistas y abandonando su imper turbare itinerario entro
lo^ Alpes y el Vesubio , buscasen bajo un cfelo igualmente ^r~
^oso , una tierra dé un aspecto nuevo, construcciones diferen-^
t^s, nuevos tragcs,.costu0)bres también originales, y qu^ se
apresurasen á dcgar á Tcneciá y Stus canafcs pbi^ Cádiz el ra-»
gei de piedra , las ruihas^de Pompevo por las de la Alhamb'ra»
j San Pedra de Roma por la mezquita de Córdova.
Madrid , aunque pob^ción muy rocíenle y convertida en ca-^
pílal en nomtre dd it^j^; aunque desprovista de antigüedades y.
casi de monumentos; aunque aislada en medió de un desierto,'
Itádrid ofrece no obstante á los viajeros abundantes materia'»'
les para cubrir su Kbrjto.de memoria.. El que se complazca en'
ver la franqueza oon que se presenta un pueblo en la Catfe^-
siii que haya necesi|áad de estudiarlo minuciosamente en sasca*.
í^as ;.'nó tiene mas que eóncurrir por la mañana á la puerta del'
Sol j al Prado poit la t£i,rde..£I aficionado á.lá lectura de los-
autores. antiguos hallará en la biblioteca ftéal una coleccioo
bastante^ rica de manuscritos ». y sin dificultad se le confiaraa
sus autores predil^tos, j^ocon tal* que tenga la fortuna da
encontrar , ó entre los curiosos «que es raro ,0' entre los em^]
Íleadbs, que todavía* 16- es niás'/alguno que sepa leer él noñw*
re de Homero en griegoyó ¿I de Mahoma ea Árabe. El apa*^
3ELtA8 ABTES. 278
$¡onado á la numismática 7 á la glíptica , hallará en eia míi*
ina biblioteca un magnifico :gabifiete de monedas y medallas^
(ju¡2Í el mas rico del mundo:; en donde podrá estudiar ante
mas de -cíen mil módulos la historia de los Fenicios, Griegos*
Carüigífienses , Romanos , Godos y Árabes*, naciones que todas
te han transmitido sucesivamente la propiedad de la España;
5 ero era necesario que esas preciosas relÍ4}U¡as no estuviesen
esordenadamente sepultadas en las mil gavetas de los armarioí^
circulares , y que las investigaciones del curioso observador
'pudiesen ser diri jidas ,por la persona encargada de su conser*
tacion 9 que es un infeliz sacerdote, cuyos conocimientos en el
cargo á que se le destinarse reducen a saber cerrar bien las
j^uertas, y que recita devotamente su breviario cuando llega
álgun estrangcro , para evitar indiscretas preguntas , porque,
ise dice^ le seria muy dificultoso contestar 'Cual de los Anibalcs
Alé el primero que tomó posesión de tu :pdís , si el faljo de
Amiicar ó el de AI ouza-Ben-^Mozair. £1 aficionado á la edad
media » á sus morriones con viseras , á sus pesadas hachas de
armas , á sus cinceladas corazas , á sus quijotes y brazales, se-*
lía muy exigeiitc , sino satisficiere completamente su gusto la
^rmeria en lá que se hallan armaduras históricas, desde, la lan«^
¿a del Cid , que abrió las puertas de Valencü , hasta la eijpa-
da de Francisco I, rendida en Pav^a. Al arquitecto ó ^albanSl
le agradará el palacio , aunque parece de patio y jardin, por-
que es un conjunto precioso y cicntifico de piedra de granito.
£1 que estuviese dispuesto á atravesar los mares ^ por^ser afi-
cionado á las curiosidades exócticas , hallará reunidas en el Mu*
iéo bs que ofrecían al tiempo de su descubrimiento la Chi-
ia , el Japón, Méjico y el Perú. Hay por ejemplo, éntrelas'
momias, las pagodas en porcelana j las flechas eiíVeftenadas, '
un verdadero tamtam Chino, cuya espantosa vibración h>davia
úie euena en los oidos , de la que no hay ruido qub pUeda úáv,
idea , pues no puede compararse á eTla'hi e1 tügido del Leon^
ni el estruendo del trueno. El qiíe haya ctfUivado toda la his-
toria naLural ó alguno de sus ramos t que vaya también á Ma^
dríd ; y hallará un jardin botánico bien, dividido , bien situa-
do , limpio y adornado , en donde abren las flores y maduran
los frutos de las^ latkudes mas cálidas; alli se halla ungabine*'
te de mioeralógia rico en metales y en piedras preciosas i que'
9T6 ESTUDIOS SOBBB LA ESPASa
encierra el pedazo major de oro puro que han producido' la^
roinasdel potosí > y enormes diamantes en bruto , tales como
ban salido, de< las rocaa de Golconda; alti se baila una cdIeccÍQii
zoológica >. no tan numerosa, eómoi la de Paris , pero mas rica
por la^ .rareza é inestimable valor de ciertos objetos. ¿ Éxist^
acaso eji otra port^ el esqueleto iotegro dé un mamu4{l), úni-
co restd^ pomplcto. d^l mj^n^o antidiluviano, coloso anatómico,
al ladq, del .cual el esqueleto de \^n elefante , no es.mas que un
t(¡rmino .medio paj:a' pi-cscnlíir on miniatura el de un. caballo
andaluz..^ Por último el que iisn^ que en sú pecbo se encien-
de y (cementa el santo ^tnor de bs artes, que se traslade a|
Museo de l^adrid. .. '
, Carlos .III, príncipe pacífico^ esclarecido,. c$si filósofo, y cé-^
Icbro constructor de monumentos profanos , fué el primero que
proyectó su f\indacÍop. Reviró en su palacio tqdo^Josni^iñiste-r
rios cofijSus^ ofi^íinas.; después quiso reúnrr' en el misnao local/
j ein uiía^ sola colección tod^as ías riquezas artísticas qije ps pré-
aecesoros egoístas sin gusto babian siibstraidp de la vista d^ forr
dos ,^e$condíéndola&en tó interior de los palacios Keatés.. En el
cjqnfifo, del Pjrado, entre la¿ dos cQlinas.que circundíin cpñ su
verdor el retirp y el. jardiñ bot^nicQ , coloqó los cimientos de
uíi edificio , Je estilo griego ^ propio, par^ justificar por sufor*-
ma, y por el objeto á que sei dedicaWy el sobrenónibre que s^
babi.a empeñado en adquirir, el de resLau^ador de las ciencias
Í de las artes» Cárlo^ Díl no ba podido, acabar su^pfera ; suj'n-
olpnte sucesor la cojitiauó conlentitud ^la guerra deja in-^
dependencia interrumpió su prosegucíoa^ ^^^ues se ba cópti^
nuado , enu^^uída se ba vuelto á paralizar , y por último se^
concluyó después de nias jde cincuc^nta años de trabajos. £1 año
cíe 182^s, fu.e cu$indo se transportaron al nuevo llfuseo una par-
te^ do. Ips.q^gdro's basta enlonccsi dis^^i^dos en I03 palacios de
Bfadriá ,.Ay.anju6z , Saa Ildefowí5o ,¡ el P^rdo,, la^arzíiela y la
Qmntaj sin >que de jelíos se. {liciese la debida clasificación.
'IJn pórtico ésteriorf ¿e for,má antigua dá entraba á un vestí--
..(^) . En,!tfadrid se HaroaJIfamiDady pero después de la no-
meticlatura de^ CaViei^^üche llamarse un megaloni^: ó graa tinri^.
!• • • t ; * á'
BELLAS ARTES. 277
buIovCircuIar 9 que recibe ia luz por arribaren el que sadesau-
br£D' tres galerias , una eÉiff:.ettle' ^ dos laterales paralelase Esta
díairibucioii es acftrta'ia para la división de las escuelas ;;Hy las
gullerías aseadas^ elegautes, cuidadosameate siluadiiSy ejslán ilu^
minadas con tanta inucstria y felicidad ^ que no iva} unodetan-^
tos cuadrosr.con quo están eulapízadas las paredes: totalmente»
que no parezca colocado en el punto mas favorable para reci-
bir la luz. Allí llegan algunos discipiilosr aunque pocos, á co-
locar, sus portátiles, bastidores , y á cepillar sus miserables y
escorzadas copias : allí , algunos curiosos, cujo número es to-
davía mas reducido >,pasan de cuando en cuando con un libre-
to trilingüe en Ja mano estendiendo en et silencioso cdiiicío, sil
indolencia nacional ó su admiración estrangera*
La galería de enfrente y lá transversal que la termina, es*
táa..cons3g]sadas. á la pintura exótica, á las escuelas Italiana,
Holandesa , Francesa y Alemana. Sin embargo , se han coloca-^
do muy á la entrada,.como las ¿a^a¿ Was¿e /a puerta, las obras
de los pintores Españoles contemporáneos. Yo no he tenido va--
loF: para hablar, de es.to , lo que seria confesar , no la decaden-.
QÍa, sfño la ruina ^lanruierte', el completo olvido del arle y
de sus tradicciones ; .porque la España ; hay / mas decaida to-.
dávía que la Italia no tiene ni siquiera un Gamucini. No obs-
tante entre algunos pretendidos cuadros de. historia que uu
niercader de la calle de San Donisío se desdeñaría de presen-
tar para muestra, hay una buena obra dpL anciano Goya que
ha fallecido de pocos años á esta parte, y cuyo ¿ra¿ajo fantás-
tico es. muy apreciado de nuestros románticos; es el retrato.
eqüestre:de Carlos IV á quien el. pintor mas bien parece ha-
berlo montado en un cerdo, que en un caballo, pero ofrece
singulares bellezas en Ja cabeza y el busto. A Goya está re-
ducida la lista de los pintores contemporáneos ; todo lo demás
no merece citarse*
Guando. los Reyes de España de la casa de Austria se ocu-
paron de adornar los palacios que se construían al rededor de .
su nueva capital ;.eran dueños de. Flandes, reinaban en -Nápp.;-
les y dominaban el resto de la Italia. En vista de esto ¿causa-
rá admiración que desde entonces todos los grandes artistas es-
trangeros se hayan convertido en tributarios suyos , y que los
•iros principes de la Europa (las naciones que pagaban , toda-
36
SIS -UTrnoi soni- LáttrAtA
i^ía DO eomprtlMiD) «penas Jiajan teoido mas óbraa , ^e las que
á aaaelioa no lea ooofcnia adquirir ? El Museo de Madrúl es
•proaigioaaiDente rico an cnadroa Ilaliaooa. No aolo se bailan ca
él las obras , en cierto modo secondarias t de Bellini , Bossaoo,
ÍIiYücbe, Andrés del Sarlo, Guercbin, Jordán, CaraTagc^del
dulce Albaoo j del fosco S. Ivador Rosa; sino que los principales
inaesCros tambian han enriquecido ese vasto depósito de las cleTa-
das producciones del arte. Leonardo de Yinci ha dado un re-
trato de la bella Monna Lisa muger de Joconde que ha pinta—
do dos Teces , y cujo retrato gemelo tenemos en París. Guido
ha snminbtrado una Cleoijatm, una María Magdalena^ una
Ardmpcian j aun otras composiciones dignas de su célebre re«
patacíon. A Tintorclto se ha debido una multitud de diferen-
tes obras , retratos, alegorías, objetos piadosos ó profanos, y
muy particularmente , un interior tíel senado de Venecia obra
admirable , capital , la mas sobresaliente de todas 4as de el ar-
tista , libro de historia taifto cono- cuadro del género , y que
se creería haber sido el modelo.inspirador de Granet ,- si este hu-
Inesc podido estudiarlo. Píiblo Yerones ha pagado al Museo de
Madrid un tributo tan numeroso como yariadb. Quizá tiene mas
de veinte obras suyas importantes ; la familia de Cain , Moisés
salvado de las aguas^ Susana y los viejos f la adoración de los Ifo-
gas , Jesús disputando con los doctores : también posee una de
sus obras maestras Vetius y Adoms, en la que brilla en el mas
alto grado todo el mérito del maestro 'Yeneciano. Todavía con
mas profusión que Guide , Tintoretto y Yerones , ha> entrega-
ndo el Ticiiino a los Beyes Españoles las maravill^'^ de tu pin-
cel. No parece ^ino que^lcs ha consagrado 4nas de h mitad de
«u larga vida, y que ha legado á su capítol la mayor parte de
«Qs oWas ; porque no hay ciudad en el mundo , ni aun Yene-
cía 9 Florencia ó Boma , que posea igual. numero at del Museo
de Madrid. Los admiradores del pintor do Ciador pueden estu-
diarlo en todos sus géneros y en -todas sus edades, desde la imi-
tación de su condiscípulo 'Giorgion hasta las últimas produc—
ciónos de su trémula púlela. Entre los objetos pí¿idosos , se dis-
tinguen una santa Margarita^ una Virgen de los dolores, uu Je-
sus coro-nndo de espinas ; entre los profanos un Baeo en Naxos
'p/nlado en su segunda* manera y con todo el vigor de su talen-
Ao í'^nsí Dianay A€teoH.y una Diana y CalisiOy cuadros delieJo-
BSIXlS ARTES. 279
SOS que- pintó á loft^Si años^oa ia misma viveza de íniaginuí*-
GÍmi j Brincza de- pulso que tenia áJos 30.' También t>cd)st?n-
fue un pecado original ^ cuadro que ha tenido el honor- de ser
copiado por Rubens , quien: sin duda con este estudio trata-
ba de adquirir, mayor perfeccion^ael arto de dibujar > y una
ofretida á h fecundidad ^ que> nuestro Poussín copió des veces,
aeaso para buscar en- él, á diferencia del Flamenco, el secreta
de un colorido mas4)rillante : doble y completa gloria para el
maestro , igxi^lmente elegido por tales discípulos. Una ador a ^
eÍ9n de los Magos y una Venut y Adonis , de cuyos objetos se
ocupó también Verones , permiten establecer una interesante
comparación entre los dos gcfes de la escuela Veneciana. La
última de esas composiciones magnlGcas , es uno de los cuadros
con que el Ticiano al regresar. á Italia obsequió á Francisco I
para pedirle perdón por haber sacrificado á las fantasías de su
bella y caprichosa dama , el dinero que este principe le habia
eonfiado para comprar -cuadros, estatuas, vasos y bajos relieves,
objetos del arte que la Francia no podía todavía suministrar al
gusto naciente de. sus Soberanos^ Los. retratos del Ticiano son
numerosos y casi'todos;.:históricos ; ademas del suyo, hay dos do
Garlos Y; uno que lo representa joven y á pie , el otro anciano
y á caballo. £sle, aunque algo degradado, pasa con justicia por
una de 1as.obras maestras, no solo de.su Aittor. 4 sino de toda
el arte. También hay un retrato de Felipe II , hecho en la épo-
ea de su advenimiento aljtrbnorJSt nuevo Bey es joven , rubio,
fresco y delicado , v esie retrato apenas^^guarda -semejanza con
•1 obscuro encerrano eouolJBscorial. Pero de cuantas obras de
Ticiano posee Madrid.> la 4nds curiosa, la mas maravillosa (no
por su mérito Jntrinseco- sino por unaxircunsídncia única en la
historia del^arte) t}s letyicíoria de LepanUk, :%r»n cuadrooilegó^
rico que- trazába«4;oa una mano ^todavift^filiane.^ y con 3un pmcbl
siempre brillante ^ cinco anos antes que la>pestejiuh¿ese termi-
nado su if briosa. aQciantdadl Entonces tenia /qué^asembrot norn
venta y cualr^ anos. J)espues de haber citádo.ese ilustre ancia-
no , ya no tengoujue hablan sino det^Z>/rmoy¿6i9ii.\.KafaaLtdmrT,
bien hacot'VisO' y reina en el Museo Hde<]ttadrid.,«n donde es
cierto que no están reunidas todas las^bras<|uadc>iél ha hcr*
redado la España, por hallarse en el Escorial «uFír^m (/<!>{ /?&3 :
3{SVL Virgen, dd niHo, ciUire cmdroconocid0cfot Laperh; pe- -
n .
280 fiSTritfdS SOBRE LA ESPAÑA.
ro lo que encierra el Museo lusta para qacpacda llamarse ri<»
€o. Posee (los retratos de RufacU de los mav pocos que de esta
rítase lia bocho , uno de los cuales -es el del lamoso juriscon-
sulto Bartolomé de Sassoferralo: también tiene una sacra fa--
mitin que rival ¡7a con la que Francisco I recibió en medio de
su (Jérle' reunida en Fontaineblean , con tantos honores como
á un primo Real, y con tanto respeto como á 4lna reli^íia san—
ta ; posee en lia , ese cuadro de inefablB belleza, en «I que e»*
tá;j^intado Jesús caminando al suplicio, y llevando stt«€ruz ayu-
dado del Cirineo, esc cuadro, que conserva^despues'^e tres si-
glos' el mombreHle// spasmo di Sicilia ; ese cuadro, ^él que no
se puede Imcer mayor elogio, que el de considerarlopor la se-
gunda obra de su autor-, y -el de asegurar que no cede la pal-
ma del arle sino á el de Isi transfiguración (í)
(I) Efle cuadro se pinto para el conventa de Santa llaria
del Spa^tiio en l^alerrao; de donde tomó lu nombre. Los Espa«.
iiolcfi le llaman el eslremo dolor. Mclendez biso uua bella des-
cripción de el en su oda é la g^loria de las artes :
¡Oh al contemplar tu Virgen adorable
En ña extrenw dolor cuanto be gemido ! ÓC€»
Genera1m«nte se crÜfea'cn esa pintura la posición de la Vir-
gen que esliende los dos bPa%os con algnna desmana , |deFecto
que aun llegó á imprimirse en una obra del arte. Pero esa , á
quien 8e tomó por la Virgen, es indudablemente la Verónica,
que pv^seitlaba al Salvador el paSoclo ó sudario consagrado en
el legendario , el' que sin dada desapareció del cuadro á conse-
cuencia de un incidente del que estuvo para tperecér. He aqui
su historia , según la refiere Vasari ( Pite di ptü eccellenli pii^
iori ÓCc!) IMacl hizo después para el monasterio de Palermo del
monte Olive t conocido con el noiiJíbre de Santa Uaría del Spaa«
mo, nn cuadro en madera (una /nvo/vr^enel que pintó á Jesu^
cri*«to llevando la'Grñz, y é los verdngos^enya crueldad resal-
ta ; mientras *qne<el Salvador s«)breeog¡do de dolor por la
proximidad de la muerte, sucumbe bajo él peso de laCrníB, batsa-
dlo?de sudor y. de sangre , se vuelve hacia bjp^. Alarías que lloran á
BBLLA8 ARTBfír Í^Í
Después de la estensa galería do los Italianos, se presenta la
de ios otros estrangcros. Los Flamencos con sus pequeños cuar
dros llenan enteramente dos salones. Allí se ven con proCusion
los de los Teníers , Oslados, Rnisdhaél , PoeLenibourg y Vott-
Termans ; j se hallan también algunas obras elegidas de Ru<-
beno , Van^Dvk y Rembrandt, profesores tan conocidos por su
célebre reputación, que basta citar sus nombres., Vara que el
Museo de Madrid de nada carezca relativo á la historia com-
{)aratíva del arte ; para que todas las épocas y todas las escuel-
as se hallen alli rej^resentadas , se han colocado entre las obras
Ilaliancis y Francesas , otras muchas capitales , de esa escuela
Alemana «cuya infancia tanta gloria y esperanza prometía, pe-
ro que semejante á todas las cdebridadcs precoces no llegó has-
ta la edad madura. En ese interesante grupo se distinguen las
obras en cierto modo primitii^as de Alberto Durer, maestro
común de los pintores y de los gravadores de su país ; las de
iu discípulo Muller -de Cranach, que también datan de los pri-
meros anos del sí^loXYIV las^e Elzhaymer , algo posterio-
res ; en fin , todas las modernas del Sajón Mengs, que se hizo
pintor fuera de su pais, y estuvo mucho tiempo pensionado por
mares , y se Vé que la V^óníca tienide sus brazos préstniátidol^
nn sudario coo oo sentimiento muy grande de caridad Este
•uadro perfectameote concluido no llegó ¿.perecer. Dicen que
babíéadolo embarcado, para conducirlo ¿ Palermo, una borroro*
ia tempestad arrojó el navio contta un peñasco , en donde fraca-
só. Toda la trapnlacion ha perecido , y del cargameiito solo se
lia salvado el cuadro, que asi icmbalado como estaba, lo arrojó
la mar al golfo de Genova, en donde después de Labcrse apode-f
rado de él onos pescadores, lo han condocido ¿ la plaja, \l
momento conocieron que era nna obra divida y como tal se ha
custodiado. SeicooserVóiiitacto, sin mancha y sin imperfección,;
porque la furia de los vientos y de las olas respetó la bellez^ d(B
tsa obra maestra. Divulgado este acontecimiento , los rcligiqsoa
■e apresaron ¿ recobrarlo por la mediación del Püutííice..... I^p
colocaron segunda vez eii un boque, y lo trasladaron á^ Sicilia.
En laaetualidad existe i*n Palermo, en donde su c.cleliridád e^
mat ifrandetque.U dd Atonte de Vníoano^
2S2 BSTffDlOfiSÓÉEB UL BSPAHA«
C&rlos m, cuando la Espa&a pmada de lós^ artistas y escri-
tores nacioaales de su edad de ítrOf se coiiTirtió deiftaeslra en
discfipub 9 j copiaba en las ciencias j arles á los esirangeros
á quienes habia instruido. Con los Reyes Austríacos que lana-
bien dosainaron mucho tiempo ^en Italia y en Flandes , Madrid
se enriqueció fácilmenle á <cspensas de Boma> Ycnecia y- Am*
bcres. Cuando el nieto dé Luís XIV tíuo á ocupar el trono que-
le habia leonado Cirios II t la escuela de la pintura francesa po*-
netró en Espada, con la literatura , costambVi» y modas^e Pa—-
rís. Sin emoargo , á pesar de esa circnnstancía ciialqi|iera se-
admirará del considerable espacio que ocupan en el illbsco de-
Madrid los cuadros de nuestra e^uela. Alli se ve á Jouve—
lict , Mi^nard , Rigaud, Sebastian Bourdon , Govpcl-) .Váientiu
y José Vernct ; también hay gran número de obtas de Pous—
sin , quiero depír deL:pintor. de los Andelys y de -Gaspar Du-
SUQt , que ha "heredadq su nomíffe y so gloria , por haber si--
o su cunado y digno discípulo. Del gran Ponssin ha^ muchas-
de c$as producciones en las que ha quedado sin Competidor , que
no tiepcn mas paisage que el lugar de la escena, pero que, p^-
la materia que abrazan Son unos velrdadéros cuadros 'de ¿islo-
ria. Se admiran con especialidad un David vencedor de Goliat y
lina eaza delJavaU de Caledpnta ; un ParnoBO , vasta composi-
ción alegórica, en la que los grandes peetas^de la Italia tle Au-;
gusto y de la de León X, están mezclados con- las divinidades,
inspiradoras de los vef sóa ; en fin , una Bacanal , cuadro^mag**
nifico, tanto por^ el todo, de su con[iposicíon, como-por^sus par-
ticularidades , *en el que ampliamente se descubre toda la^í— -
queza de invención, tola la elevación de'estilo pro^s»deLai(«-
tor del />2Íur2o t ^n donde las. figuras están esprcsadasx^onlan-*.
tsk delicadeza , entre otras lar del Dios , la deuna ninfa dormí*,
d? y las de líncoro'^e Bátanles v qu^sewspetha y en mí con-
cepto con fníidamciilp, que han sido, sino dibujadas, alóme-
nos terminadas por el pincel de Poéiémboufg. Ademas de esas*
obras Ule Pouss'n .arrebatadas ¿la. Fraiieia-« .el Museo-de Ma-
drid lambíen posee ¡lels^ro apr^ciablel nneTOK^MiisagesdeClauo-
dio de ÍJovm%^ entre los quo. hay uno if#í sol 'empezando á ele^
varse sokte'el hpTSzonte y oiw KfCuUándúse baj0 ertntima:, que >
podrían coraj^tipr dignamente con las obras mas preoi0sas que
bai deja49 á sii,pa)s , hasta: epn.el JHMmo yaunequclpafoifé/»:
vado. En el célebre pinter también se de^mbre esa naioraleza
poética^ ideáis gramiesa, maa bieo veroainiil quo rerdadcra,
copiada de im soeflo del artísia, na de uo ponto de TÍata real,
j maa bella que la miaoia natnraletza , predsamente como laa
Vírgenes de Rafael , que no salen de las prodaccíones de la
mngcr, y á pesar de eso carecen -de modelo en el género hu*
mano.
Después de cSta rápkia escursion por las galerías consagra-
das al aVte estratigero , llego por fin á las lilerales , qoe en-
cierran las prodaccíones del Español. Deseaba llegar á este ob*
Jeto especial del trabajo dificil que me han^impucéto, por un la-^
dO) la admiración de que me hdllo poseído hacia unas obras que
muy pocos examinan , y por otro el deseo que4eifgo de remi-
tir á algunos estudiosos visitadores á su soledad. Pero aqui , es*
pcrimento el doble sentíraienlo de no saber hablar la lengua del
arte, no seguramente, la de las voees técnicas; /Dios me abs^
tenga de una pretensión tan ncciaf^ sino esa lengua con la que
2^ espresa con claridad , y en todos sus matices unas opiniones
t^n. variadas , como las obras qlie las inspiran ; esa lengua , ó
si se quiere ese estilo , que sabe traducir en toda su vivaeidad
apasionada , los juicios y las sensaciones.
' En Italia es en donde ha nacido la pintura moderna; allitii-
zo sus primeros ensayos , y alli pasó su infancia esa arto qa&
ha ido creciendo sin imitación , hasta llegar áia edad de-lfi»^
obras maestras. Los estrangeros, heredando con las'leccione)!
de sus comunes maestros , una ciencia ertteraniente formada,
sídqairieron repentinamente la perfección que les era dado al-
canzar ; pero nada han descubierto, nada han intentado, ni tam«'
poco hicieron el menor progreso. La lEspaña no tuvo como la
Francia , ni su Juan de Mesina , ni su Gimabué > y h bi^tdria
del arte que entesa nación no ba* producido en cielito «"«^edo
nías que una generación , sin ascendientes ni desdeadieiites , se
halla circunscrita en el corto periodo de siglo j ilnedío..
El primero de los pintores Españoles por la época, ysegu-»
rámeiíte no uno de los líltimos por el mérito, qs Juan de Jua-
nes (1). Nació en 'Fuente la Higuera, cerca ^de Yalencia el año
" I > I I *^ # ■<
,(1) Stt verdadero nombre es Vicente Juan Miicip; pero en
284 ESTUDIOS SOBUE LA BSPANA
de 1521 9, y, pasó su juventud. en Roma /envende estudió entre
los discípulos de Rdfact Después de regresar á su patria lle-
gó á ser gefede la escuela Yalenciana-f^y como dicen los bió-
grafos f ba permanecido. su. c()rt/ea v^^pp^ no> baberle aventajado
ninguno de sus discípulos. El fué quien cpamnicó á toda la Es-
paña no splo el profiuido conocimiento de los proeedimientos
materiales del, arte ^ sino también. el- gusto puro y severo de la
escuela romana , y bajo este aspecto debe considerársele, tam—
bien como. uno de los fundadores de la escuela de Sevilla, con-
vertida al momento en díchQSf\ rival de la que babia creado eu
YáleUieia. De todos los imitadorcsr-de Rafael ,.JuaneSf es segu—
rainente el que mas se aproximó al sublime loodelo. Si algu^
na vez ha conservado un colorido. algo. empauadovy casi siem-
pre uq poco quebradizo > si su aérea perspecXiva es corta y do-
fe^^upsa ^ ofrece, en recompensa la misma exactitud en el dibu-
jo ,.lá miéma belleza en las formas., la misma energía en la es-
presion , en tanto gpdo , que ante sus buenos-cuadros-, ..enal—
quiesB dudarárlsi soqr obra del maestro ó del discípulo: y sise
ignorase que upo esxopra del otro, seria muy fácil verse con
freoitencía embatazc'^db para degidír á. cual .de los dos. pertene-
ce la palma. ^Aunque su vida ba sido corta (falleció en 1S79),.
Juanes ha dejado numerosas obras, y el Museo, dé Madrid he-
reda J^'^n^yor parte. Se distinguen la visitación de sania Isa^
hel\ el martirio de santa In¿s , una, cena, grande y magnifica
composición i que puede colocarse , sin Jnferióridad muy nota-
ble f. al. lada.de. la de Leonardo de Yinci ; por último una serie
de seis cuadros refiriendo como los- cantos de.uu poema la vi—
daiidé^SanEsteSan^^ydQ los cuales el penúltimo , que eselsu-
plicío delProto^-murtir , puede cotejarsoccon lo más grande y
perfiscto . que la Italia ha producido ea este género. .Apesar de
su inmenso mérito, Juanes es casi desconocido fuera, de Espa-
ña, y.auir>en ella misma no goza de- esa reputacipn\de algua
modo popular á la que por. tantos^ titulos-.es^. acreedor ; sin da-
Italia se le antojé aia^idadáJatinizav su segaodo nombre Joan*
nes, j convertirlo en un apellido. De hay. dimana, el de Juao de
Juanea que los Espanelei le hao dado por eorrapcton y por
> BELLAS ARTES. . 285
da porque ha vivido lejos de la Corte y pgrque ño ha cropjado
ni enibelleciáb pcrsooage^.reakisíi porque lp$ «pj^t^S'^pensiona-
dos no han.^comgúesto soneioftien s.uiiQ)anza, pprqué^daran^
te su .vida., suS;.oBcas ^nahm^pasado^l os Pirineos diríjid^^^ en
forma d^. súplica^á..algun principe estrangero,' y porque des-
pués .de^ su mucrte^no cargaron, los* carros.de alg:an General
conquistador; pero. deberá llegarsáin día > en que el nombre de
Juanes .vay¿^ enlazado con una dehesas fainas piósluma^, que la
posteridad^:mas justa , que su, siglo xoniemporánep, tributará
á su. pincel:''.
AL trasladarme á las^galeriais Españolas, me espanta el in-
menso trabajo quCime.Jmpone su mas compendiosa descripción.
£n las narraciones francesas , cuyas jobras maestras son raras»
la critica se ejerce fácilmente ;.^n'cambio'^e un elegió se bar
Han dos eensurasvj cuatro J>urlas; Pero no 4cnienda que elpgir
dqui.sino entre-^osas. bellas- ¿cómo .me será posible hallar bas-r
tantes fórmulasude alabanzas? ¿Cómo, detallaré tanta diversidad
de.ohras, que.el lector-no ha. visto^^-ni .;puede irá «ver ? ^- Cómo
analizütré-ef méiúto^de tantos^ artistas > cuyos nombres jamás se
escribieron, en .lóS: catáJa0gos.dev nuestros, muscqs y ni en las re-
Tacipaes de: nuestroS;>.viagerps^?v Eséscria'uutrabajp á lampar que
ingrato y fasti(fioso ,> sin «atractivo niutíiidad.E&jiecesario pues
licitarse» á rlos^ona&iiistiirguidosvpersonag^» de^aqu^&b recinto^
á«los>igQfesAemittente8;de ese.ejército de. artistas ^ á los grandes
maestros ^y ála&<jg^andéS:.obras¿<Asi pues ^-nunque. conozca qu^
8oy« algo injusto, emno: sei: masv^estenso -, y por. sensible que es-
to- me . sea:,., ^itaré^^j^téiaente' su&> nouibm^
nero espcciákde stt~:taléiito;/á ZürbaránvRibáUa', IfÍMelas , Car*
duccí:i; I¿QQ9rdo ^..Castellp !, Escalan tev cL religioso Magno ^ E»-
díjposa., .Cerezo »> Arias ^ Cáxés> Orreiile vCarreüo r^lU^leiidez,
bías del V Picado iy,Péi!eda.>También citaré ^vsin hacer* de' ellos
una mencÍQa;mai^vláta á los.dps Cóelios., el uno Váleticiano y
ekotro Pot tugues (l);'ek capitán Tokdof^diséipuláde Miguel
Atigel de las vBátallas f.yill:áY/icéncio intimo^ amigo -dc^Miirillo»
eo»4Cuy(bsJ^á|ío^^spiró¿,Pántoja delá:Cruz:v>.que:en sus cua-^
(I) Enfeies.fd priniero de Ips Coéllóé qoe ha piolado e| mag;-
iij6^«litiur;jMpiríkl fiíÁorial. i.
37^
'286 ESTUDIOS SOBHR LA ESPAS A.
^ros del nacimt^ato de la Virgen y de Jesucristo , lia colocho
los retratos de la familia j de la Corte de Felipe III ; Nayar—
rete el mudo discípulo eminente de Ticiano; Pacheco, macs-
^tro y cuñado del gran Yelazquez ;.Mazo fu yerno y su «icjor
discípulo. Nada mas diré , á pesar de mis remordimientos , ni
de Céspedes, que manejando alternatiyamenle la 'pluma y el
pincel , eseribia en su taller los fragmentos de un bello poema
-sobre la pintura , que por su muerte quedó no solo sin con-
cluir sino también sin coordinar; ni de Morales dcnomfnado
el Divino , no á la manera de Rafael , por la universal admi—
Tacion que le elevó, digámoslo asi , sobre el género humano
por no haber tenido detractores ni envidiosos ; sino en virtud
de la elección de sus objetos , de las Vírgenes de los dolores^
de los Cristos coronados de espinas , de los descensos de la Cruz,
en cuyos cuadros brilla toda la espresion profunda y dolorosa
^ue pedia inspirar una piedad ardiente; ni aun de Alfonso ^a-
iio, que cultivó todas las ortes como-Miguel Ángel que fué pin-
tor, escultor-v arquHecfto, y que ha dejado preciosas obras ba-
jo esa triple cualidad ác ¿artista , entre otras el admirable cua-
dro de Cristo muerto Horado por un AngeL
Que se me dispense sin embargo una pequeña digresión en
"obsequio del restablecimiento de una celebridad , ó a lóamenos
de un nombre para sacarTo del olvido. £n el gran siglo de las
"artes , entre 'tantos pintores so halla uno llamado Collantes. To-
do lo que se sabo de el ^ es que nació el año do 1599, que^s«-
tudió en Madrid , en donde fué discípulo de Carducci, y qjue
entonces se dedicaba a( paisag«. £1 Museo no tiene de *cste ar-
tista mas que una sólacomposícioin , pero-es una página lan pre-
ciosa , que debe Teputarse para su autor, ^cemo un libro en*
ieit>. La materia de ese único cuadro de Collantes es la tnsíon
de Eztgúiel sobre la resurrección de la carne. El Profeta , uní-
eo ser Ttviente , apoyado en -la csAa de una columna destroza-
da en medio de *las ruinas de Ninive , llama al (in del mundo,
k todo el género humano que se hailla enteramente sepultado.
A esta terrible voz , las piedras se levantan , la tierra se sri>pe,
y las masas humanas arrojando sus mortajas acuden á su lla-
mamiento espantadas de volver á ver la luz , y trémulas de la
cuenta que tienen qpe rendir. En la ^composición de esa vas*
la escena « y en los pormenores de esa lairititn^. pálida y des-^
carnada reo dónde se* hallan todos los matices v todas rlaií gra*^
daciones- posibles entre el estado de paro^ esqueleto y elide un
hombre -cubierta de car^ie Y animado « en donde la ospresion
Brnpieza con la farmacion áe las facciones ;. se descubre 4iina
ciencia grande del dibujo, anatómico.» una admirable variedad
de actitudes j de aciones , una singulair. energía eo el carác-«
ter de las figuras. Por . su manera grave yespr^siv^a , la meJQir
comparación qiie puedo hacer dcGoltantes es^^on. nuestro Lu^
sueur ;. pero "en mi concepto. aquel es ¿uperiof ageste, por la
brillantez de la luz y el vigor de los coloridos.
, En toda la Europa es conocido José Biberallamado el £«-:
jpañoUto^ que habiendo vivido en Italia^ esparció sus obras co*
ma los Italianos; pero .^ue debe^ontarse entre los pinlpr^s Es-r
])añole»^ del mismo modo que contamos á Poussin entre los
Tiuestros. Nació en San Felipe cerca de Valencia el aüode4689,
y murió en Ñapóles el ano de 1636. Al principio £ué díscipuf-
lo de su compatriótaltivalta > de&puesde CaravagcTam poco ha-
to espresion de las numerosas obras que este artista ha deja-«
do al Museo de Madrid *, porque estoy muy-Iejos de querer ana*
lizarlas^ Solamente citaré en su manera atrevida , fogosa,* me-
lancólica , terrible , aspirando á electos poderosos antes que á
los verdaderos > y causando su pincel una impresión mas fuer^^
te que perfecta, no su horrible Promete^ en el Caucaso^ ni su
estravagante cuadro de la Santísit^ia Trinidad; sino el mafirti-;
rio de San Bartolomé ^ composicioa mas>priideate,y conespe-r
cialidad ía de los dQce Af astiles preciosa ^sátie de cabezas es-,
presivas , en .donde están colocadas, todas lasedades , desde el
joven San Juan díficipulovmuy querido, hasta el- viejo $ant>a-*
go el Mayor. Citaré sobre todo ia eseaíera (Í6 Jaro¿ que pasa
ppr su obra niacstra, cuadrp dulce y suive de nn dibujo tran-
quilo, y de un colorido apacible y vistoso que Rivera pjntó
en su segunda manera. - .\ 4
Voy por último á tratar de los célebres pintores Espaooles..
. D. Diego Yela^quez de Silvct nació en Sevilla el ano^ l^SSd^
estudió con Harrera el yiejo , pero desagradándole su^ estilada^»
ro, pasó al momento al taller de P^eho , de quien llegó Áñer
su discípulo, favorito , y al me cot^sedíó la mano de su hija, A
los 23 años Yelazques dej4 a Sevilla y se estabiecióen Madrid.
tía retrato del inaevQ Mooaroa Felipe IV qtie hizo^oasi isu^lliOr^
M8 ^ lamjvít^fSOBtÉ la fesPA^A.
gada h) acreditó macko'eniá Górte. GadndoRiibeiis tino á Es*
paña en 1628 visitó al jó^cn retratista , y conociendo bien
pronto sa gran talento ,'lc animó á ocuparse -de grandes ob—
jetos , pero aconsejándole disdc luego que fuesei^á^ Italia á es-
tudiar los maestros. Desde el ano siguiente ^Vel^^quez dejó el
ejercicio dé su profesión ; y su familia se constituyó en Re-
tina, después en Venecia, en cups ciudades ' hizol-profundos
estudios» y no regresó á su patria, hasta que pudo traer
á cWt^ InS' fraguas^ de Vulcano y la túnica de José. Lasr bbras j
el ariiMa * tuyieron-en- la. Corte una acogida magnifica.^ Feli-
pe IV- que dejaba reinar «I eonde-duque de Olivares, que per-
dia el Ronssillon por la imbecilidad de sus generales de ante-
cámara , el Portugal por su ciegav negligencia , y la Cataluña
por la insolencia opresiva de su favoirito ; ese {tbore Felipe lY
que se dejó denominar el grande cuaoda subió al trono, y á
quien presto le ofrecieron por emblema un foso^ con- este lema
Cuanto mas se le quita , mas grande es ; olvidaba sus'déberes de
Rey en la cultura de las ciencias y dé las artes , y se«consola«
ba entre los poetas y pintores de sus desgraoias poUtícas. ' Ye-
}azqüez , á ;quien este Moíiarea dispensór su ifitinndad^ lo'^mit-
mo fpte á 'Galdenon , fué cotftáda tode el* resto de su' vida en«
tre'esos cortesanos fami4iares llamados^ entonces PrtWcfos del
A^y f 7 crue después han forjmádo la- Camarilla.* Pero •! favor
Real no alteró ni su amor al trabajo , ni su carácter cdrítati-
vo y benévolo , ni la severa pureza de sus coslniñbres^ En me-
dio de los^ vicios, de la Corte , conservó las virtudes del' táller.
Én '1648 YéÍM<|uez hizo segundo viaje á Italia , adonde fué
encargado por Tétípe de invertir el último caudal de^ un>teso««
ro vdcio y de una nación arruinada, en la compra de euádros,
estatuas y <m<^allas. Durante ese viaje retrató ál^PoútíficsIno*
cettte'X,;rélratosque recibió en Roma, como las granídes obraá
de Rafaet y del Yiciano , los honoves de la procesión y de la
coronación. Yélazquez á su regreso fué nombrado aposentador
nHiyor 4e palacio ; en cualidad de tal Uzo el viaje álron acom—
pañaudo S[ Rey en la jornada hecha áiasfroátóras déFrancia
para conducir á'^latlnfafttaj).* María' Teresa 'prometida en ma-
trimonió á Luis XIY; y erfué^qiuen'preparó en la'islade ios
Faisanes el pavéllon en donde sé encontraron ^los dos Reyes.
Las fatigas de este viaje alteraron su salud ya quebrantada. Re«
BELCAS AATHB. 289
gresó' enfermo á Madrid en cuya capital nmríd el 7 dé Afus-^
to de 1660^ á la edad de sesenta y un aüos. En sns obras y
en sus estadios se halla toda la irlda de un artista. Meheabs^-
tenido de prolongar esta coi'iá relación, j si hice mérito de la
ffran coniiaAiza con que esíe-prhiecpc honró ¿ Velazqúez, ó mas
0ien , contrae se honró á si mismo; «s para que secoAozca el
motiyo qtrc hubo para 'que. no" saliese de Éspañaninguna de las
obras grandes deteste célebre niiiitor. EL Rey su amigo, que
acababa de subir alTtrono citancto Veia^quez se presentó en la
Górte , y que lescriireviyió díganos años , adquirió sucesiyamen*-
ie todos los caadros\que satiali de un taller que casi diariamen-
te yisitaba ; y he aquila^Táízon porque todo el trabajo de Ye-
lazquez llej^ó á constituir parte de^os bienes muebles de la
corona de España. En el Museo de París no tenemos mas qne
ün retrato pequeño de la Infanta -Margáritav del «que ha saca-*
do muchas copias Yélazqúez, y dos diseños con* lápiz.
Yelazquez se ha ensayado^ ha' sido feliz en ttfdosios gané*
tos. Con ig^al^é^ito ha pintado la hiétória^ Sagrada y Profana,
el paisage hfstórico^y copiado /rett^atos a pie y á caballo, bom^
bres« mugdresry^niños y'yiejos-, animátes, las partes internas,
las flor^ y las frutas. No me* ocurparé ni* de sus pequj^os cua-
dros de cOflíVedor , ni de sus cdf tas' estimas doítiíésticas á lo flá-
ikíenco. Cualquiera 'que sea él níérito de esas obras|,mo pueden
considerarse sino como los estudios de un discípulo coneiénzu^
do que no iqiiíiere 'de^retiar ninguno de los objetos' que la na-
turaleza ofrece á la ímitacjoii del arte,' ó'^cómo las'produiccio*
dones yáriadas cOn el dibujóde'ün^genio uriifersáiy quosien«>
te su fuerza y quiere probarla. Los mas célebres paisages dd
YelazqtiB, sonden mí conéepto una );f>fa d«I Pai^^io^y otra de
Aranjnex. Pero la naturaleza niuértas la'uatürateza que no sé
eomp0n<& sitio de tierra , verdor y cielo , üopodiaí &ér sdficieil*-
te para su ingenioso pincel ; y por eso^h -animad tal sueitéi
que ño es^ mas que un ^teatro- /para las esiéen/iii'qüe coloca alU
áu fecunda imaginación. Al pintar los salyagés bosquei^ del Prar
do^ lo h^ce también de una cazá"de jayalis , en donde ^correiH
se agitad y yi ven por último , perros, caballos y cazadores. 8t
pinta los areiM>sps jardin^ de Aranjuez, elijela<rol{tf<c£bJA fiet'^
na que ha' conservado desde esa época hasta lauüestfav el pri-«
yilÉgio de ser: de moda, sin toibarjfo déloiiifnbh^<^ehacam'¿
290 ESTUDIOS SOBBB LA ISSPAÑA !
kiado de aspecto ; y por este medio.. llega ser ese cniidro un»
especie de memortW.que en lo&. mil episodios de un. paseo de'
corte nos enteran de ios. hábitos* sociales de esa época.
Como modelo. de esos. paisages históricos, citaré ia visita de.
San Ánl0niqá San Pailo ti ermitaño. Entina soledad de. la To-
ba ida , en la:cqtte no parece sino. que. el mismo^cíassin h^ co-
locado todas sus. particularidades,, se presentan tres ^spends;á.
la derecha el eslraógero. llama á la puerta déla celda exea-,
vada por el solitario en la pena ^iva;:en'er^cnlro lasdosa»r
cianos.ea intima y santa confcrjencia /reciben la doble racio^^ue
les llera el ouervo , fiel é inteligente^proreedor ; á<la izqlaierr
da está orando San Antón sobre, el cadáver.de^Pablo mientras,
que. dos leones caban piadosamente con sus unjüs, la sepultura
del difunto. A excepción de la .pluralidad de los objetos en la
misDQia Lamina, que con razón se ha reprobado, pero que aun asi
podia. considetarse de mérito; ese cuadro debe contarse entre
las óbras/maestras del género. Nada mas admirable .que W ¿i-
Uo horror de esa naturaleza salvaje, á no^ser la espresíon de
esas.dQS.venerables cabezas, y la pantomima de sus n^ilagror
sos sirvientes. ;Por lo demás , ,ese psMsage, .corno. todosJos .de
Yelazquez , está pintado :de una manera enteramedte cipuesta
á Ia.de los JlamQttcos de Buisdhaél , por ejen^ij^ , cuyas obra
bay que mirar con na lente. Velazquez deja perfeccionadas soS;
obras con .la primera ma'^o; su lienzo apenas. eUá.cubÍ.ertQ;s.
los. contornos de los objetps no (están señalados; la tiei^ra , los.
árboles. y el cielo ^ todo está, amontonado y. sin detallarse. Si.
uno se aproxima á examinar atentamente su cuadro, no halIa->.
lá , .como jen ^una jdecóracion que se toca con el dedo , iqas que
la ittcertídumbre y^^l cao». Sero, si se< retrocede cuaitro pasos,
)as .tiaieblas.se disipan í lo^ elementos se. separan , los seres se.
animan^^ el niundo se crea dernnoToj U nat<uraleza aparece,
ali i, entonces., h£l\^ , sencilla y suI)Ume.
Si Yelazq^az no hubiera. hccb^ mas que retirates^ dpberja
participar de h gloria' de< Van-Djk ;^y mcatreveré á decir noas
que ninguno debcria participar de la suya: porque en ese g^^,
iipero-ha sido Superior A l^^^^s^usvcornpatriótas;, y en lui con^
<^I^ 9 4 todos sus competidores delasiotras escuelaS':Nad;9 ig^ia*
la af la 'eftr«lordln.^m feliííidad de su .fecunda im^ginaqian :pa-k
ra pintar; la pMSí$^\^^í A W^m h: ffíiniq^iez^ y audacia coni
BBLtAíí ARTES* 291
qoe'^pcnetra en ella., jvse apodera do sus mas dificUes aspec-
tos. Véase sino »ese mtratoá caballo de su Real amigo Feli-
pe Díf colocado en medio de una admirable Uandra nubarra«-
da , contra un horizonte sin fin» iluminado de todasipartespor»
-el sol de España , sin una sombra , sin un claro obscuro y sin
el menor delecto. Y apcsar de haber descuidado Tesueltamentc
todos los'Sócorros del arto ¿no alcanzó los limites posibles de la
-ilusión?. ¿Ko se hallan en su lienzo todos los caracteres de la
vida? ;Qué naturalidad tan perfecta en la actitud. 7 armenia
de sus miembros , y en el hábito general del cuerpo / ^¿ No se
-▼en sus cabellos agitados por<el viento? ¿No circuíala sangre
-bajo esa blanca y fresca cutis? ¿ Esos ojos no tienen <A don de
la espresion? ¿ao parece que esa boca ya á abrirse y hablar?
Seguramente que la ilusión llega á ser asombrosa cuando por
algunos momentos se tija la rista en ese lienzo.. ¡Ohi ante un
cuadro como ese no necesita esforzarse la imaginacionipara^evo-
•car los hombres que ya no esLÍsIcn, y renovar -el milagro de
«Prometeo/
Lo que dejo didio.del retrato de Felipe ÍY puede. aplicarse
•6 todos los qué ha dejado Yelazquez ; pues la misma admka-^
•cion deben causar los otros que ha hecfao'de este ¡príncipe*, á
{lie ó en busto, los de la reina Mariana-de Austria, de la jq*-
ánta Margarita^ del infantito D. Baltasar, representado per el
jpintpr , ya meneando ^con aire arrogante y travieso un arcabuz
arreglado á su talla ^ ya arrebatado por el galope de un ber~
•moso caballo andaluz. £1 condewkique de Olivares ,. otro, pro-
-tcctor^dol artista, está pintado á caballo^ y bajo su armadura
de combate; pero ademas de un mismo grado de semejanza y de
Vida , hay •en ese retrato del ministro un^ energía de acción y
una grandeza de poder , que el pintor ha rcusado al Monar<;a.
Casi todos los retratos de Yelazquez que conserva el Museo^son
históricos como el '. del marqués de Pescaro , el del alcalde
Aonquillo , y el de «I corsario fiarbarroja (1.).. Por último se
' I ' ■ M » . ■ T II . I ^ r , - ■ 1- T ir . -1 > i
' (f ) A esos enadros ae les llama reti<at0S, pero son unas G«
garas de estodios ; Pescaro y Ronqnilto no existían en titmpo
de Velaasquez; con respecto á l^arliaífoja, ciertamente que ja«
nás'leha fist<o«
ft92 BSTCmOS SOBRB LA ESPAÜ A
ocapó hasta de la caricatura pintando un enano ^endeble , y otro
de una enorme obesidad 9 especie de animales privados que
constituían las delicias- de los infantitos.. reales.
Antes de concluir esta materia, deseo hacer una observación
que aunque no tiene con ella un. enlace inmedi^^to « no.disja de
ser quizá bastante interesante ^ para hacer qne^se med&pen-*
se su falta de oportunidad. Al yer la serie de retratos jle esos
Beyes Austríacos de España desde el de Gárlos.Y por el^lKcia-
no hasta el de Carlos II por Garrcño^; admira elyerl^apno-
nia que guarda la singular degradación de las formasilsjeas
con la de sus facultades intelectuales. JSn esa dinastía de los cin-.
co Reyes, se halla, la misma cabeza» las mismas facciones,, pe--
ro descendiendo por grados de la espresipn del ingenio, á la
deja nulidad estúpida, como en esa mañosa escala en la que-
se ye pasar insensiblemente el perfil. de. la Pitia de. Appload .
de una rana. Garlos V tiene, la frente espa^cios^.j llena, una
yista penetrante ;. la nariz un. poco aguileña y diseñada con fir- .
meza ; el labio inferior soberbio y desdeñoso,;. la bar^ba ancha
y corta*. En CíltIos, II. t(>das.esas facc;ioncs, aunquertodayia pa- .
recidas, se lían pi^olot^ado^y^ango^adoy ei|%btutecjdo..LafreB7>
te es^.estyecha y corta, la yista m^M^cdtic^i, Ja nariz cuelga co*»
mo una glándula carnuda, de la car^ á la bQC^,..elJabjacueI- .
ga sobrcf 1% quijada y estia sobre el est6mago..]!(4mca se vieron.^,
reunidos, sí ntODQiás. mas. cliairos> y cojiipletos. deuQ^lí^aje', que ya .
bastardeando., En Carlos Y serdesjcubre una pQnetraoion sútiU ^
una a^iyid^cL obstinada , y un. pod^ei; tr^quílbl En Felipe II ali-
go, derenyii^psp, una..Yol!!Íintad.tod|tYla mas poderosni .> peroas^ ^
tuta^jyengatiya; en F.QUpe,;IU^el descorde: unayoj^ntad, pe* .
ro incierto, insuficiente^>.juUsquerer sin poderte^;. en FielipelV;
una 4e)>ílidad por indol^cia ;en^ Garlos IL la, im^jUidad..
Yoltainos á Yéla^q^ez. A Jiifcaienqja de4os Italianos^y de to« .
dos^jsns compa^i^iotas, no ^r^ apasion|(jdo,.l|; invertirse ei^ los ob*
jeto> sajgi:ado|> cuyo.gto^iro no exi^e^antal^ei^actaii^tacion
de. la .naturaleza > la^qjiie copídb2|^d&iUtt;mo(jQadl)[ujraJ^1¿ .
la prj>f)ii»didad del pe!nsam!eQtQK,^el cálor^deLseutípii^^ lo .
ídeal^d^, U. esnresjLonV ^qu^- era^ageno.des%espMti^obserya-
dor-j mategiat^co. Yelazquez, estaba. incQjmodldqt, entre tos di^
ses f los ángeles, y los santps; y no le conyenia hallarse sino enp
tre IcHT hombres. Apenas ha hecho cuadro alguno de historiasar -
\ *
j, . BBLLAi ARTES» .. SI03
Jrivdi^: el mejor gáe ha pintado^ el único qao posee el Museo
9 ftíaidrid es el martirio de San Eéíebaa\ obra admiriiElOt porr
que Volazquox no podía hacerlas sino adjnlrablcs;pclro sin em^
hargo no deja do conocerse cabella la falta de su verdadera TOr
cactoiif pótqua én ^modio^do iodos 4os personages de esa tcrri^
ble 'ésceüii ,. l&^t^^GRtsión iia.so fija ni se concenlra sobre, el hér
roer del drama^, sino, «obre un ^tüo en . cuya edad no haycofimÍT
«eroctWv que llega después de. los- verdugos , y arroja sü pie^' .
dra al abatído^martir^Xonrespcctoá los cuadros profano
los rigurosos conservadores de calegorias ILimarán de caba^
Ucte por. la.eleccioa de ios objetos «.. pero cuadros de híslprLa
por. la dimensión .y elevado cslilo;son bastante numerosos ^si^ ,
na para saciar , á lo -menos para satisfacer la ávida curiosidad ,
de los- admiradores de Yeiaaquez. £L Musco de Madrid posee
cinco. de 4os prinGip^les cuya ana Lisís^^^ voy á hacer en' p6c¿is pa^
labras»^l que se. ilanva de-ia^ iTt'IaTuferas representa el interior.
de una fábrica de tapices^ En una habitación dispuesta para quf
no entre mas que media luz durante- el excesivo calor del ve^,
ranov unas^operariasefuedio^desnddas se ocupan en los d i ver-
sos. trabajos ae su estado t mientras que las directoras disponen /..
ft« les presenten algunas obras concluidas. Yelazquez que colp^ ,\^
eaba losmodelosdersus retratos, en medio de un horÍ2onte:^rÍT
teramente iluaainado por eLSol>arrostró<aqui lad¡ficuUa(|^có.ar •
trariá. Todo el: cuadrov está^ en el: claror otecuro » y el artista ,
bnrlanclo ese obstáculo,. ha sabido producirlos maismaravtllp'r.
Bos eieetoS'. de lá. luz y de. la perspectiva*^.
Al Ueganantc su H^uadro de ía ffaytut deVtilcano\8Órft(Ei¡k'* \
de áuna-snülulou SI no f liera por la aureólii lutninpsa que ror
dea la dorada cabellera dp Apolo 9 apenas se podría imagipiMr
tener á lá vista.un :objcto mitológico ty. unos seres sobreliumar
nos. Et Djosr de« tas .artes. qo,e:víene á. contar ' al esposo de Ver-
Dus r que„Mái;tQ viola, sq vl^scho. conytigal , es necpsario cóiife---.
sar que naés-ineno^-íglioble, que su papel .dp espía doméstica.
Por otraparte ñose vó^.cn ese cuadro^, ni lascavernu^ incen-
diadas, del Etna. > ni lá negra turba dp .Cíclopes fraguando los
rajos^ del isenar de los. Dioses , ó la ariopdUra del hijo df^ Jé^
tisw. AUi po ^y maskquo unaiíérreria , lin maestro y sus^aofren-^
dice^ Pero separey^s la.mítoíogia.| I)órrése(rá^ainalhad;a4ááu-^
s4ola f j hag^fAOS de Ájfoífá con eáter^ hupijia £& uno oe esos
464 xrrvDiM KiBM laüpaRa.
honrados ^ccfooi que vim, como dieo ol iprofcrUo S^pálolt b
fus mura y no'lo que sale : entonces /qué transformación (m iia-
ranliosa/ /qué obra maestra tan completaV ¡'En dónde seba-
llari mas aire^^ espacio « mus efecto y rerdad qneeneiceom*
l>ate de la claridisd de I» brasa en donde rojea el verro, j de
la del Sol que se introduce por la puerta medio abiertaf ¿Ei
dónde se hallarán cuerpos mjs facrmdsos ic hombres, rntem-
bros mas agüe», mas nerviosos y mejor unidos f .¿Y en don--
de unas facciones tan espresivas ^ y unü pantomima igual ata
de eso marido ultrajado á quien dojan lleiao de espanto la sor*
fresa y la cólera ; á la de esos que descargan sus golpes en el
yunque » cuyos brazos se detienen suspendiendo de repente 1i
acompasada armonía de sus mtirttllosf
La rendición de Breda^ llamado comunmente en Espaila el
cuadro de las hnzas todavía es obra mas importante. Su mate''
r¡a es muy sencilla'; es el gobernador Flamenco que presenta
á Espinóla geaerat del ejército Español las llaves de la plaza
capitulada. Pero Yelazqnez bizo de ella una va^a compo^icioQ.
A la izquierda se ré una parte deia escoHa del gobernadorf
los soldados flamencos tienen todavía sus {rrmas, ¿trcabaces J
itiabardas. A la derecha y al frente de unfrozadesoUlados,de
cuy;>s altas picas colocadas como nuestras bayonetas 'ha toma-
• do el cuadro el nombre referido, se halla el estado mayor Eí-
pañol. £1 caballo de Espinóla , que ocupa la delantera 9 fom-
pe la uniformidad de cst? grupo, en el que todas las cabezas son
unos verdadcrps retratos. Velnzqncz bá ocultado su bella y
enérgica figura , bajo el igran sombrero de plumas del oficial
colocado en d extremo de un ángulo dd cuadro. El espacio
que media entre ambas tropas está vacro; y el pintor ba 'teni^
do la audacia de sep.irarhs por una grrn masa de luz que da
TÍcta á un profundo paisage. Pero para unir las partes de la
composición general , allí es eñ doiiJe pasa la acción j allí se
e;icucntran Espinóla y el general Flamenco. En esa inmeoM
obra . todo es igualmente perfedto y admiraMc. "El Conjuntó es
graode y magnifico, los pormenores de una arto y una ver-
dad prodigiosa. /"Con qué perfección se ré allí imitado ese cíe-
Jo pálido y nebuloso, trazado bajo el Sol de España, y eüop^'^
húmedo y frió/ En ese coadro est&n perfectamianle' reprcseM^
dos los namencos con gn grande estampa^ sus cabellos rubio^
BILLAS ABTfiá. StS
«tti jMgjlUibJlenai.y^ eoloradas. Se vé igualmente los róeteos pa-
itólos 3 gruvos de los<Ei(iia&ole8, sub barlms dibujadas conet*
moro» sus faceioaes picosas * y sus ricos veslidos.; Qué aotito-
dos Un nalurales j variadas / / Qué vida cncaas miradas 1 ] T
jSl bóroó do la oscona cómo se {¡prangea ck afecto del c»pccUH
iút I i:Cuáíiio ialercsa i Aunque cargi^diiu. con su armadura .se
ppe% para recibir al 'cnümijjo. vencida. Jo q.us ejecuta co» dtsí^
jplé «ourisaV le p^J^^niislosc) mente la mano por la espalda, tf
le cumplimenta por/su. e^furzada defensa. N^inca ae ha esprcs*
sado mejpr la benevolencia , la gracia y l¿i nobleza , que bacca
amar y perdonar la. victoria. ^Ok /.si ; el pintor ha llegado i,
jiromprcnder la verdader«4 grandc/a.
' Pasar de la toma de Breda al cua(£ro dé los bebedores áhor-^
raihos^ es pasar de un poema épico á una copla de mesa; "y im-
<^9tanto, lejos de preseulár fe desc ripcíon de uii cuadr4) inferior,
^uizá preseniaré la dé uno hiipórior. S<ibre un tonel que le sir-
ve de trono }, está sentado j coronado de páuipanos-, pero cai»i
desnudo el rey de una cofr¿tdía J)áquica. Cinco ó seis andrajo-
sos broaiistas forman sú. corte , y a sus pies se arrodilla una
^pecié de soldado uue recibe con respeta y gr^^vedad La orden
dé caballería de Li ootelía. El moiKirca pasa un sarmiento ^Ire-^
dedor de la cabeza .humiltlémente inclinada del nuevo. colVad»,
mientras que los antiguos preparan las libacioncts para Scabar
hsceremónias j celebrar su bien venida. Allí np hay mas que
una escena bufona, ;se¿urameaier; pero ese cuadro es uno de
lOf que no se puede dar ide^, ni reconocer dignamente su
£eíle2a , por mas que se describa ,. analice y elbgie. ¿Üiremca
que esa cara abotargada del rey de los borrachos ,..ese cuerpo
grueso^ V esos niiembros regordetes dcficubron la indolente glc-
fooerta dé los que en. todo país se Maman buenos compañeros t
Í Hablaré dé esas barbas incuitass ó de esos ojos envinados , ó
é esas cap:s ágajereadits , bajo las cuáles se pjrescigia qnc'haj
miado un ser viviente? /,¥ ese viejo del centro q ue- tan .cómi-
camente descubre su. cacinocidá cal>eza, pura saladar Upa co-^
pa de vino/ /¡y osé otro (^uc con ttmti gravedad pide satisfac-
ción de un .Erihdi^/ ¡Y ¿iquci , qsic digámoslo asi « se ríe en
lasiiiarbas de uno,, p^ro con esa risa coniunicati\a^ coiúo el bos-
^64l.ó , j que lio puede mirarse sin saltar la carcajada I No haj
¡palabras coa que espresar ct'méiuto dé ese cuadro; esncccsa-
)M nrvmos sonic la estaIía.
rio Terlo y mirarlo ana y mil veces ^-lijar j Mneeiitrar n é
foda la fuerza de la atención. He han dicho qoe*ei iiq^lés Wíl-
kie c! pintor de la Gallina ciega j j ei de ét día de ia faga i
to$ jornaleros ^hM'd venido esprcaamente de-Londres i Madrid
para estudiar á -Velaiquez , y que simplificaBdo' todáiria el ob*
joto de su viaje « -no habia estudiado de fodsis sos-óbrasmasqiie
este cuadro; valiéndose para ello no del iftélodosiblétioo, co-
mo dicen los-tilósebs ,-sino del analítico. -Empezóla esáminar-
•lo'pcHT una esquina , j siguió analizándolo polgada 'por, pulga*
da 9 'hasta el ángulo opuesto. Diariamente j sin ,qoc le^conti-
viese el rigor de la estación, se presentaba en elMu»^; jco-
locándose deiaolle^esa^caadro querido,. pasaba tres horas etf
un silencioso éxtasis^ y cuando-se veia'rendido con-el;pesodi
la fatiga. j de la admiración «iiejába' escapar un pipofundo sos-,
pírp 9 j tomaba su sooóibrero. A mi sin ser pintor ni Inglés,
me ha sucedido casi lo mismo.
No conozco que haya mas que-on^cuaitrovqaélMijoeseTiioi^
to dé vista cíe la imitaciondc la naturaleza, iguala, y quizá sa-
pero ál de los borracho» \ pero taiñbicri ésde'Yela^qoez.Mieih
tras que retrataba á la infanta Margarita, ideó trasladar al saa-
dro toda la escena que presenciaba , y de la qae él mismo era
actor f la cual pasa en lipa larga galería de palacio. A la iz-
quierda está Velazquez en píe, delante de un caballete, y. con
su paleta. en la.mano; en trente de él , la inTantita á , quien. »e
Erocura distraer de la displicencia qué le causa su ¡nmóbilidad.
na de sus damas la presenta arrodillada una bebida en uo'Ta*
so de Indias , y los dos enanos históricos Nicolás 'PeftlisaDO y
María Barbóla mortifican á un iperro favorito qaesoireoiBJ
pacientemente sus pecados juegos. Dos figurasTepetidas alo J^^
jos en ud esorijo manifiestan que Felipe IV y su espora, ^rs-
scncian aquel acto en ua camápétrótocadoá fajarte lateral. En.
fin, muy á lo último de lagaíeria, un geiltil-hombre diffpU^
to á salir, entreahriede^ie alto dola*escá)cra.unapiMftaq0e
sale i ios jardines. Ese cu^ro es uno de los pocos ^ciiyom^''
to está al alcaqce de todos, que llama la álencion de ios ígp^
rnnte» y de los sabios, de los profanos y. de los iniciados» Si se
ajslase enteramente, si solo sé mirase con los ojos materialesy^
no con los del entendimiento, teraíibpoaible hallar dipeí^
tigío dé pintura /y dejar dé creer tn ú rtalidoá dé hicosa»*'
BELLAS áBTBS. MT
'Todos los objetos dé ese cuadro se palpan , todés eso^seres^s-
tán animados; -el ai«<e juega en medio de ellos, Jos envuelve y
los penetra, fin 4a dc^adacion de los planes se fé perfectamenp
te el espacio y su4>rofundidadt en la-dé los lonos> ta luz, y
todos lo» fenómenos de óptica. Los pasos dé*^ la l^alerfatsepue^
den contar.; el resplandoír de b claridad de esa püelrta tfntre^
abierta, hace bajar los párpados ; á esos pcrsonages se les ▼*
respirar, y selles oye hablar. Habiendo conducido G&riosliá
Lucas Jordaens, (}tte actibaba de llegar á España ante esc cu*^
dró.; Seaor, cschiinó etUusiasmado el artista Italiano , estaxss
la teolog[ia déla piutdra. '
Con ese cfuadro va enlazada una crrcunstdncta''de la ▼idli'dt
au autor. Cuando io terminó , después de algonas-correceioiK»
lo presentó , /como lo hacía con todas Sus* obras, á Felipa IV, á
quien preguntó ^i creía que le feltaba algx) : Todavía una co-s
aa , respondió el Príncipe , y loúaando la paleta de las maoop
de Yelüzqucz , pintó eti el pecho del artista representado en el
cuadro , la cruz de la órden^ de Santiago. Está- cruz se halW
toda Y la como la trazó la mano HeaL Segurátóobte que en ésta
m^Ddo de ennoblecer hay mas gracia y delicadeza i que en la re¡i
mesa de un pergamino; y no láiemos admirarnos que en aqiie*
Ua época sé creyese honrar con magnificencia aun pintor , ha-
ciéndole caballero de la érden de Santiago : en nuestros dias sa
!• hubiera hecho báron. • ' >
Si fuese necesario caracterizar en pdeas palabras el talento
de Vélazquez, lé llamar4a como Juan Jacíobo el hombre de la
naturaleza y de la Terdad. En las miaterias'que no' réquiereii
sino cualidades en cierto modo de ejecución, qneúo exigen ní
atéyacioñ de estilo , ni grandeza de pensamiento , ni una es^
presión sublime ; Vcíazqncz me.parece su competidor. Aunque
no dabaí mas que la primera mano á sus obras , aunque se bur-í
laba de las ditícultades de la Torma y dé las de la \\xt\ su tfí-
bujo os siempre de una pureza intachable. Su color es consis-
tente y natural , nada brillmte , ni.» afectado , sin retoque en 1».
ejecución 6 en el brillo ; pero tampoco es empañado ni deslu^
oido , ni tenía la costumbre de pintar oon un airtf dominan tey
defectuoso. Fué tan buen colorista como díbüjant(í; todo ei
Igualmente rardadcro
mttra i la dirersidad
en él. Con respecto á la intéligéiicia ra^
de los pitees , i lá^i«^ÍbUcioii dé'ta Uu#^
á l4 difMiot éM amUioate ; a on otro» térxninos «.tu «uaoto á
la porap«piÍ¥a Uopal j. airea 9 Vclaa^uax tobriaiala dt w mo^
da maraf iUoio f |maá1leg[6:á hallar ol aoct^eto da la. úiaa por-^
fcata Iluaioii. Moratin, dice 4||ie bü aabido. piotar. 0I airo r y on
?miad . aufi ai el. arta de la niolura no lueae maa aod el
fi^wdo ,
miento^ la profundidad f la"i\l(^rza de coQi^pciou/, y íodaalaii
d««Kiaa.cii«iUoád¿s dal Itigeoio PQ se^adq^ieranrüitoa son.daiu^fi
del cielp. quj^ 00 piM^cje uiplít U educdGJoQ»'^ Qué cs^ jo que se
coseha en las escuelas? Éi modo de emplearlos y de aplicarlos al
arte £d eUteaeensei^a la «¡cAcia.de ios cocílprnos y de los es-
iika$ ft las ie^ee de la perspectiva ,, el. niianójo del gÍD«el , los rc^
curjQS V las suUle2as.de la profesión , todos, lo^ medios maCe^
ríales, cíe presentar, en ^ei líenso lo. que sé vé ó concibe la imán
gioacion *, en una palabra , aíli « no se adi[uíef*e la idea » sino
sus. agentes ; no se crea 1^ ínieiigencia ^ .s¿ Ibüman ojeadas ,. y
^ift mano. Bero todaa^las escuelas, se resieoteu ó de bs dpfecto^
de^ la época ». es decir de. las modas V ó d^. lo» errores uaifor-.
foomenle adoptados > ó.de loa del mismo .maestro » esto es , de^
los TÍcios parlicularcs de su gustoó^desujoanera. ]¡sQsdefe¿
los no pueden^ corregirse sino, con el estudio de la naturaleza,^
modelo, invarjableí , que no alteran jamás pi los capricbos de la.
moda , ni los estravlos humanos. Pero con la sola vista de loa.
objetos t no. se aprenden lus^operaciones de la ejecución: se ne*
eesita la de la rn^presentacioo de los mismos. La mejor escue*-,
b» puesy es aquella en que. la imitación toca, mas ae ccr/ra á,
U realidad. ron. la que las, mas sencillas: y las mas^hábile^opo-^
raciones ^ ptoducen el resultado mas verdadero « y la maacooH».
pileta ilusión ; en la que desaparece el. arte y se presenta lana-».
tttraleza..Hc aqi^i justamente lo4]ue me impele ¿ decir que Ye*-.
larquez .es el primero de los maestros» . ; .
^,ÉX Museo de Madrid me samiai»tra interesantes prudbaq ea^
apoyo de oá opinión. Al Indo de sus mas preciosas» obras hay
una grande composiciqn. representando la wcaí¿ion.die SanM<i''
tto , Jesús diciendo aLpublicanoi^alevantate.y. sigúeme/* Ese
coadro ofrece una stn(|[ular miscelánea propia de la época , y.
ottyo.ejemplo'babiafi presentado l(¿s Venecianos. Los discípulos
de/Cria^ ^lláll reatídosconropajudaica; los recaudadores dé
BUUli Alfil* tt9
ímpseitoi llofAii loi c&l»)nei y tH (^erpunto U algmellft Sr-
{mftolcf. Por lo demii en la ¡Boloenclon do loi porioflAgeit oB
a exaetltnd do lai forman , y on la fo^rta y verdad do loi to*
óóf laminofíoif hay coiilldadoi tafi omlnciitoi • qoo.reiiiohAiÉofl^
to Id puedo atribuír^Oia eompoiieion iri ttfimoYoWin^iior AqM^
liumilde criado qtio ettá en ese áoffülo obacórOf que tiene loi'
cabellos risados , los labios abnitndos y el color prieto , es el
autor del cuadro. Velasrcfocz tenia por criado á un pobre mu»
lato , que también era esclavo suvo , llamado Juan Pareja. At
Ver pintar á #u amo, le vino el deseo de pintar también) j con
este f la ciencia , porqnc no ha tenido mas instructor que so»
Ójoa , 7 adivinó sm esplicacion el mecanismo del arte que se
Ojercia delante de él Se cnsa\ó solo v á escondidas ; progre-
só , y se pcrreccionó , guardando siempre su secreto; no con-
fió que había espiado á su amo , j sorprendido los misterios de
la ciencia , siao presentando una obra maestra. Yelazqoez le dio
la libertad.
I^ero este célebre pintor, tiene un discípulo mas glorioso que
sil esclavo; es Murillo su rival.
Batolomi Esteban Maritlo, nació también en Sevilla^ cipri-
iucro de Enero de 1618. Su familia era pobre; pasó en la mas
completa obscuridad una juventud triste é ignorante. Impeli-
do por isu rrresistiUe inclinación á la carrera de las artes, lle«
^ó a ser pintor sin maestro, pues apenas recibió mas qve las
primeras nociones de su arte que caritativnmentc ie suminis-
tró un tal Juan del Castillo , artista obsenro , que casi «o es
conocido sino por este acto de beneGccncia. Prív^Klo de una
ffiíia inteligente , j de estudios importantes , obligado-A vivir
ac su pincel, antes de haber aprendido á manejarlo r no hahien*
do podido ensayarse ni conocerse á si mismo; el pohréMuri-^
lio no podia hacer grandes progresos en una arte que leda-*
tfa no era para el mas que un oRcio ; al principio ha sido do
buena fé , pintor de pacotilla. P¡ntorrc¿)ba en pequeños cuedroi
do lienzo ó do madera , esas vírgenes que están rcprosentadas
anlastando 4a cabe7a do la sicrpiente , y qué se llamatum do
Iruestrú Señ&ra de Cruadaltipe. Las vendia por docenas á'do^ á
tros daros éada ana , según tn tamaño, á los armadores de laf
fnUrtí do América , los caalet espenditm estos cuadros con tas
ktths ée la Cmgaéa en los paebtoa récicntementa oaavectidoi
SÓ0 . ESTUDIO! SOSBK LA BSrAf A
de .IM|ieD 7 al Perú» Murille tema 24 aftos ciundo in eslrellii
le corojo QDfte un cuadro do Veluzquezf ésta viiia fué pst*
ra eí uoa chispa que inflamó au inffenJoVj tej^tiesdo la cspr^
•toa de Corrage esclamó: «Vo tambion;. s<íré untor/* Entró eá
lo eatablecimiento I é hizo pedazos el úoica lienza que tenia, j
no pudiendo ya descansar, {Mntó en todos esos pedazos udas pe-
queñas Vírgenes y unos ramitlcics do llores ; esta fué la últi •
ma vez que usó tan indignamente su (Hncel. Después de haber
vendido su pacqtilla , y con algunos reales en. el bobillo, par--
tió á pie para Madrid. Vclazqnez ,. qu& tenia unos veinte años
mas que, Murillo , y que eolonccs se hallaba en el apogeo de
fU gloria y fortuna i recibió con benevolencia al jdven viage-
ro, lo animó, lo hizo visible, le pro[)orí'iondtrab¿)joútiI, pOr:
80 á SU disposición los modelos.de las galerias^ da palacio , le
franqueó su propio taller , y le dio /cosactodavia mas precio-,
la/ consejos y lecciones.
Murillo después de tres años de estudio, menos atormenta-
do de los. sueños de la ambición, que de la neeesidad de la in-
dependencia , dejó |a capital , y regresó á Sevilla el año de 164S,
desde. el. cual, basta el ^.de-Abril de 16&2.enuqueha fallecido,
fa no volvió á salir de aqiiella ciudad , y casi diré de su ta-'
ier, porque durante esta época , han salido á luz susinume^.
rabies proJuccloncs. No queriendo sujetar su talento al egoísmo
de un protector Real, y prefiriendo poder, consagrarle áqui.en
le busiC/isc y supiese reconipensarlo dignamente ; se utilizó de
su est^fiordinária. aficiou al trabajo, y de su prodigiosa facilidad.
Los cabildos, los conventos y las casas principales, abrumaron
á porfía CQU sus pedídós^ al pintor do Sevilta. Póco&altares ma-
yores hay en las calodrales^pocas; son; las sacristías de los.con-
venios. Hcps , que no poseaa alguna efigie de sus santos patro-
nos trazada por su manot.y'pocas las^casas^ principales, qué tiQ
tengan algún, retrato do su. familia hecho por ef pincel de Mu-
rillo , cuya fecundidad ^ soto^ pruede compararse á la de Lope
de Vega.
Sttjuyentudfuécomp la del poeta y; perdida para el arte^ i
)a que dedicó sin descanso lo mismo- que Lope , el resto de su
vida; y en su género, casi igualó á fas ISOO comedias, á los 400
Mitos sacramentales, á los poemas épicos , á las cartas j sonetos
de^aquel á quien Cervantes llamó men«lrtia4e la naturaleza.
ii
'De Mié modo se Tendrá én conocimiénio e¿«ilo)IlirilIó,di«-
Ibi'eneiándoie en eslo de Velatqi^ez» hh podido esparcir sus obra»
j diyalgar su nombre , no. soJo. en (oda Espada , sino en la Eu*
ropa cnlera. Pcro.no ^e» en esto solo » en lo .q^ae se diferencian
los dos grandes iirlistas. Si Velaxquez , pjinlor del Rey « rico,
pensionada j . trabiajando con sosiego» ha dejado menos obras;
én cambio hah podido dedicarse á todas con igual esmero, ]f nU
tfmaria$^4X)n pefG^€ck)n. Sí Alurilb, pintor del público ,arrC'>-
f lando suJrabnjo k.lá remuneración, hecho Irien pronto céle«
re y cargado de obras , Jia pintado mocho mas ; no siempre
Jba lonido tiempo para madurar sus concepciones y perfeccio-
jiarlas. Tpvo ademas^mas elección en.sus^produccíones , y la eTÍ«
dente precipiíácioñ de que algunas se resienten , descubre y re-
cuerda sa primtli?a ocupación i pues no pjirece sino que tacii-
bien, están destinadas para ultramar. Ya he manifestado que Ye-
Jazquezrtemia Jos objetos^ sagrados ; solo so-háltaba contento en
lia escenas- áe^ la vida ordinaria , en: la que el mayor mérito
eonstslo en la verdad. Macilld al contrario «dotado de una ima*
Íinaeion rica , brUfiuite é inagotable, animado de sentimientos
elicadoS) y tiernos ^jf jsosoepiible ha^ta de exaltación i era es-
pecialmente: aficionádbá lascomppsiciones reltgjosasr en lasque
•I arto-puede, traspasar los límites de la naturaleza i y Jamarse
•nd mundo ideal.. Veiazqiiez^ en. fin, por no tener. mas que uo
objeto , no^tenia mas que una manera ; que tralasede buscar la
^rfeccion, en la audacia y Mnciliex de la pjrimera mano , ó cor-»
rigiendo sos obras .;;3ó que quería alcanzar era la .perfección»
In exactitud^ lá' precisión ^ la ilusioadé la-verdad. Murillo,
menoft prendado de. la ceadidad qpe do la poesfá, y. dirigiéndo-
se mas k ia-iniaff¡ñ)icioA.que al discurso «Tañaba su^método
con su .materia. No ha tenido tomo otros pintores maneras su-
eesivas^iases^^h «u^^idá artista ; pero us^á de tres géneros,
Sqe empleaba ;dtetqiatr.vaoiente« y seguñ' lá Oeasion , á losrquo
anum los Espillólo»,' frioi^dUdo ymparoio. Sus nombres los
dan á.^coBOcer siifloiéntementa i .y con facilidad se comprendo
tambien<;sn: osoí: Asi; pites tJos. tunante» y pordioseros.( en Ja
pintora de\ cuyos objetóse no^sobresáliá menos Morillo «que en
Jqs '^ de uu.cstÚó^elei^adQr*^ estarán: pintados- en el génevo (¡rio;
kt óUasia do lormntni « lea.el cálido i y las. Anuociacieiftot' y
AiaoMBÚoiiet:eft el yanoroso. .
39
309 ISTODIOS JOBft» LA BSTAÍCA
iforillo f qoe41cgó á sirr piolor sío muestro j «io estadios
jprelimiiiarcs » no adquirió sino por grudiis su kabilidMl miher-
sal. Díecii qae al principio se asocio de un pialor de países IIa-
jnado Iriarl«^» para que le piíitjse ios íyados de sus cuadros, y
que cu cambio piolaba Hurilio L«s figuras en los países dei otro.
A coosecueocia de una pendencia llegaron. á descompadrar los
dotí amigos , j Murillo al momeólo llego á ptüierse en estada
de piolar solo lodus sus cuadros. Al ^er alguÍM>& de los paises
oa que se euMijfaba » no parece sino que quiso decir á su i»m
lüborador.: «me has dejado^ pero mírala» ja na le Deccsilo."
Muestro Museo de París , que nada po^ee de Velazquei, lie»
ne algo de Murillo » reducido á algunos cuadros muj secun-
darios , i ios cuales , después de haber ?islo ^os obras macs*
tros, me tomiré la libertad de llamar el desperdicio de sos
cuadros Se asegura que la galería del mariscal Soull es mas
rica f lo que no me 'Cuesta trabajo creer , porque me han on-
señado en machas capillas de Sevilla los sitios que ocupaban
los cuadros que de allí desaparecieron desde su prooonsniado
de' Andalucí u El Museo de Madrid al que no se impusieron
donativos voluntarios ha conservado las obras maestras deHu-
riliot las que son tan numeresss, que me aguardaré bien de iu*
tentar su análisis » y de. formar una lisia de ellas.. No hablaré
ni de esas figuras de medio cuerpo , ni de 4^sa& composiciones
ali^óricas sobre La Concepción y la Asumpcion » ni de la se-
rte desgraciadamente incompleta que cooliene las aventurasddl
niño pródigo. <, ni de la Mégdilena , ni de Santa Ana enseñando
á Jéer á la Virgen , ni de otras tantas obras capitales quohaK
r4ah la gloria de un artista , y la riqueía de un gabinete* Sin
^Hnbargo elegiré algunos cuadros entre sns tres gé&érM para
hacer de ellos una relación circunstanciada. La ioera famUm
dü perrito pintada en el género frío, merece la misma ceBsa--
ra que h fragua de Vukuno^ porque adolece del mismo defec^
4o T eual es el carácter del cstüo propio de tsa objeto. En eso
<tiádro no se vé al nifio Dios, ni ala Virgen madre,.ñiálpa«
'dre común que los sustenta ; hay solo un buen carpintero j
su fkiager de gobierno , que dejan , aquel su cepillo, y esta su
torno de hilar , para ver cómo juguetea so traviesillo niftéque
inci(o á 4adrar A oh perrito ensefiAndoIe un pájaro qde^seóa*
de en su mano. Pero apesar de este dtfeelOi es necesario ooiio^
BELLAS ARTESk ' 303
tet i qao el arte na puede alcanzar upas bellezas mas m&raTÍ-
. liosas de ejecución. No puede presenlarse escena familiar me-
*ior coBcebitla V J dispuesla para cautivar el intcré»; no puede
-'hallarse mas gracia en las aptitudrs , mas candor en* la espre-
-"sion , mas encrgia en el loque , ni una armonía mas feiii rn
nodas sos parles^ Cambíese su titulo, j será entonces ese cua-
"^ro un modelo perfecto.
"^ Y todavia lo es mas^^or no babcr'qne alterar en el lomas
aalniíno el de la €ulüracion\de los Pastores » en e( que-baj^ una
""pei^fecta oposición entre él grupo enteramente eelchléde JesGs
/y su miidre , y el del todo numano de* los pastores conducidos
^por el átigcl al pesebre* El artista descubre un vigor }' una Tcr-
oad sin iguales , representando esos hombres toscos, esaslirutís
que ios cubreii , y esos perros que los acompaña!! ; y solo el
"pincel de Munilo pudo colocar en medio de la escena el res-
)>landecteQtc reflejo de mía luz celestial, para llegar por me-
"010 de la degradación de las mas finas semi tintas, hasta la
íobscuridad de la noche que envuelve á los ángeles del cusdrp.
Las Vírgenes de Muríllo , no son Rafaélicas ; quedan inri
. távcdi de la^ naturaleza , y puede hallarse su tigu enloda madre
I'óven, bella , dulce y tierna ; perora su.Ctísto, niño ú hom.-
>re, supo (Jar un carácter verdaderamente sobreoatunil , Ver-
daderamente divino. Véase sino el Jesxís con el carnero ; ¡ qué
nobleza , qué excclcneiá, qué sublimidad en ese niño que no
{*nega , pero que piensa I ;.en>esa posición atrcivída , en ése sem-
ríante contemplativo , en esa vista. grave y profunda/ Véose
también ese amable grupo de Jesús y San. Juan. ¿Vacié, forr
márse idea de dos niños mas hermosos , mas sencillos ^ y mas enr
. bzados con, una amistad tan tierna? / Con qué gracia y facíUr
V .éad aludan sin embargo, de ir abracados./ ¡Cun qué amor se ^si«
tnchán 1 ; Qué mará vil tesa, éspresion de bondad, ea; el hijo de
> Uarfa , aproximando uña concha llena do agua álos bhiosdé
iü joven amigo / Y eii la tierna mirada del. hijo de Isnbcl ;qué
4.p^romcsa de rec'oooi'imícnto y adhesión! Véase por úUíiñáeSe
Cristo en la Cruz , es déí^ir ese mismo niño precoz , realíían-
4o, después que ha llegado á ser hombre, el sacrificio al qu^
>• había destinado su vida,! Alli se presenta solo ; no hay otix) olf*
-^^ Jetó que distr^igji ja atención; b:3Jo la obscuridad de^laiuoch^
M 6calta ^l testo de- la naturaleza. En un suetb en! útádóí se^s*
. »
MI ' csTtrmo0 MMr íM upaÍa
prend|0 el eaéf po ¿bI. Salvador desfsci de b«l(!r nfir^po. Mp
podríao mcooa de admirarse sus ícuimas tan bcllaa como Ia#.rfe
la. Pitia de Apolo ,^s¡ el ulma pudiese .conserTar on este espec-
táculo OQ poosamicdlo terrestre; pero la embargan otras emdn-
dones mas elevadas. La^an^e Mrre-de sus manos y pies que
lop,.cla?os sMJetau al infamateirio Hiadero. So cal)ezarest4ÍDciir
nada » y de la' corona de iespinascon qoe todavía toballa ceiki^
da salen dorados cabellos coy o$ 'ensangrentados rizos tapan sus
ojos apagados » :y cubre "^tocla la %ura'una sombra lúgubre»
Jamás se ha dado 4 la -muerte del jnslo lina Iristeza.inas pro-
f uncía 9 una magestad mas solemne ; jamás seba7>intado de uu
modo mas grandioso la imagen de-Dios hecho hombre , y creo
q^e hasta el mismo Arr¡o';S6:t:onvertiria sila viese.
£1 martirio' de San Andrés pintado en pequeñas proporcionef
es- una de las obras msrestras Aé\ ^énéro^aporoso.' Una tinta piar
teadá que parece derraman del xiélo los ánglíles que muestran
la, palma inmortal al 'yie[o''crocificad€f /envuelve todos los obr
jetos /dulcifica los con(órnos,!:pone en armonía ios tonos, ydf
á. toda la escena un aigpectb 'nubloso, fantástico, embelesador y
lleaod^ ejecución. Ese mismo fenómeno , si ^uédq espresarm^
asi, se halla en la mas pequéiaa dciás dos 2lntinrtcivtone« de
Muriiío, que es taiübien la mas célebre y la ^mejor.' En medio,
de esa atmósfera celeéle, aparece el hermoso Arcángel Gabriel
á íájóyen María, que barco oración arrodílladar-el tnensage^
rq del cielo se *af t'oditla á su vez "delante de iaqtiedáie llevar
en su vientre el frülo de'Vida. Un brillante coro de ángeles soh
brr el cual parece que esas dos figuras se separan en relieve,
llena .todo el espacio , y "en 'ese fondo-luminosobrilla^ como un
astro todavía mas lumíi^oso , el espíritu operador , -qucl^ajo If
figura, de un piáiofi glauco, viene 4 realizar el misterio ánoo-;
cia4o. A no hdíberlo visto , lio blibiera creído que cón'las tio- .
tas de una parleta áe pudiese imitar basta ese éstremo el respis
dor de iana luz milagrosa > y hacer saltar de la tela Ips rayo|
de íUa. tí<^ tfqúi el triunfo del colerisíla.
EÍ giSiiero cálido era al que mas afición tenia ]tfiirillo>^a^
que con 'roas/lfrccueiicía^e dedicaba. Todos los éxtasis áe suf
•antps I cuyo numero es cránde^ están 'pinlados en este géiie-^
ro. Solo el ilcisep 3e Madrid posee ctialro,5an^miorj¿Fo,i$iji|
Ác^4i^t ^^ l^r añasco (h A»i$ y San ¡Mtfonto. Xunque la flÉa-*
tetíé da e$9$ míílro grande» composfcidti^^ foft ÍH liiíimtfi m "^
d rondo t Morillo ha Mhido vsLviikrhñ éüa sama ¿céirexiat f ju
cambiando el carácter de la vístoli^^a coordinando de d¡ver.M|,
modo su descripción. A Saín 'Ildefonso st le prcspñta la Virgen»
descendiendo del délo con una casolla p.tra su nmcya dignid.adi
de Arzj1)¡$po.; dcláítite de San Agustín se abren los cielos» en-%
Hcñándttle al mismo "lieCñpo á la Virgen .'inmaculada v é Je*»
sus crucificado. San Francisco de Asís /visitado :por. María ^v .
SU bijo^ics ofrece en cambio del jubiféb de la'porciuncula, las.
rosas milagrosas ^qne bán producido en la primavera las t^-
•ras csprnbsars con quese azotó en el invierno. Pür último , S«n^
Bernardo « eiLaltado por las niediíaciimes \'el ayuno » ^e apa-, .
rccer en su humilde! celda al /niño Jesús c<>nd ácido por su ma-, .
dre BU uu trono de ntib^s. /en medio de la milicia ^celeste.
'Es ñecas irio reflexionar en lasbrqdigioísasdikiciiUadesdese*
mcjantcs objetos para qprodigár á MurilJo el elogio que se me-, .
rece ,por au frecuente elección , y por bcrber'prodncido tantay
yecés úú^ obra úiabstra. £1 efecto golrioral resulta principal^ .
mente de lapposicióíi qüeformacón la luz naUíral» cuyos obr,
jetos inferiores y ts^ieriores están iluminadúis coh la de la apa-/.,
ricion qüCv^loitibra ía'purte superior é iníérior dellocal, A esa.
efectp. deben ági^cgarsb.ei Ccüráclér es(át¡co del Sitnlo» y el.d¡-.^
irino de la visión. Mürillo lüscede en lodo bsto á 1o:que la ima-«.
ginacjob po^li^ esperar 'y cone^bír. i$u 1uz lerfestrb es perf^c--'.
lamente natural y verdadera ; v la del rielo esTOtifio esa .clai<« ,
ridad radiosa def £spT'(j Sihto^ dé lasque acabo de hacer mjS-'
rito. En las actilales de esos Santos/^ en Ía-es))rcsion de fat,
facciones > so, halla lodo lo que la mas ardichíe piedad., y \á[
axaítacion mas apísionáda |)uedon sentir > -esp'résiir pn un ex-^,
ceso de sorpresa « de ehagenainíéhtp y de adoracioli. Éh cuaií*,' .
lo a las, lisuras de las visíohes« ya he 'diclio lo ^qtie eran sus^
Virgeii(¿j sus Cristos; pero en stis cuadros no csián solos cay]
mq én la tierra : vienen pon la pompí de un aróini^:iñ;imient6
celeste., en donde sé agrupan m iravillosaméiile tocios íoséspl-- .
^itus de la górarq uta inmortal^ desde él Arcángel con llft's alais
tendidas , hasta las car )S sin < uerpo de los Ouerubmósi^ E^í piíí*^ [
cel de Mi^rillo hace prodigios en cfos objefos de divina pocsi^^
como lá varita d.e un. encantador. Si en las ósc(^nHS copiadas dd^
la rida niMUana^ iguala á loi mas grandes coloristas ,'és. supe*
ríor á toddi t 6S el Anice,, en. 1^. escenas que ha imaginado cTe
la yida elemá. De los dos grandes^ iDaesüros. Es^ñoles, podría
decirse quo Velazqaoz es ei pintdrde la tierra ,. ;f Bluri lio el
díH ciclo. Se cree general menic que es superior á ios cuatro
cuadros con ifue se na enriquecido ^^1 Musco de Madrid; otro
éxtasis de uñ Santo : (cavo nombre «lo*. recuerdo) que está colo-
cado en una cabHIa de la catedral ile Sevilla liebajo del CrtsU
iautizfldo por San Juan ; cuyo cuadroLCS tainbies» ei mayor ltcn«
lo oue<lia ptiilado Murillo-
l^oGra ráuy'jdven cuándo lo Tiry el gttslo de las ar-*
tes., ése gusto reflexivo , grave y profundo , no halla todaTb
acogida al través de los pocos años , y a pesar de esto rae que-
dé cuino el piadoso Cenobita en- éxtasis delante de los cieluf
abiertos » y poco faltó para qno, yo tambiénaAoraso. Un canó-»^
nigo. que babía «querido servirme* de Cfefront; me refirió, que
después de la entibada de los francesos en 1813, eldoqne de
Welljngloñ habia querido comprar ese cuadro para la lng^<»
ferra t ofreqiendo dar por él tantas .onzas de oro cuantas cu-
Siescn en su supcrfície , cuya suma debia ser enorme» juzgan-
t> portas toesas cuadradas de aquel : pero el cabildo era d&T-
masiado rico y orgulloso para eoagcnar su cuadro». La Ifigla»-
térra ha guarjado su' oro y Sevilla la obra. .maestra de su pin^
t6r :./ gloria áSevi Ha/ Ya que breé en bonor'de Mürillo una
pequeña escursion Fuera del Museo « qué se iñe dispense todá^
vía otra , "pitra la'qiie no* saldré de Madrid, y- no haré thasbuí^
it del Prado á la Academia. Alii se coloc&aquella obra de Md^
rillo que U voz unánime 'de sus admiradores proclama la ihas
Írandc y la mas perfecta de cuantas. ha hecha: Santa Isabel di^
Tungria. Eñ un yestibulode senciflá y noble- arquitectura , I&'
piadosa reina se dedica á ganar el paraiso no con estériles. ora-
clones , sino .ejerciendo actos de verdadera caridad. Los Reyes
da Francia curaban los lamparones; lOs Reyes de Hungría pa*
rece que se^ dedicakm á otro ramo de patoJógia esterna. Sania
fsabel f pues que es preciso llamar las cosas por susnombYes,^
lavaba los tinosos* Este asunto feune maravillosamente los dos
géneros estremos de Murjilo: la miseria andrajosa y gusanien-
ta de sus niños mendicantes; y la sencilla, noble y sublime*
grandeza.de/sus Santos. De hay nace también él embeleso 4e^
un perpetuo eontraste t y desuna sabljme moiratldad?. ^ .' ^
BILLAS ABTKS. 3ÓT
• . Ese palacio convertido en hospUaU esas daouis de corte hé^
Ras , frescas y adornadas ; esos niños lacorados y raqoiticos^
qué se rascan j despedazan con las uñas sus pocnos , vestidos
y cabezas sii| cabellos ; ese paralítico que anda con muletas; eso
anciano aue enseña las llagas de sus piernas ; esa vieja puesta
en cuclillas cuyo descamado perTíl se dibuja con tanta limpie-
za en un jastial de terciopelo negro ; en una parte, se presen-r
tan todas las gracias brillantes dol l^ujoy de la sajud; en otra
^1 horroroso acompañaniienlo de la miseria } de la.enferoic-
dad; y on medio de esos estremos de la humanidad 9 la caridad
se acerca á eflos y los. reúne. Una muger j<i!iv^yiiermosa,que
sobre el velo de monja lleva la eorona Real, lava del icadamen--
le con una esponja la inmunda ^cabeza que le presenta un niño
cubierto de lepra-, :sobrc un aguamanil de plata. Sus blancas
manos parece que reusan dedicarse á la obraá qne le impele
su curazon. $u boca tiembla de horror , al mismo tiempo que
s^s ojos.se llenan de lágrimas; pero la piedad ha vencido lias*
ta la «repugnancia , y la religión Ir iunfa,. esa religión que man-*
da <el amor al «prójimo.
MuriLlo , en ese cuadro » no ha elegido nirtgnno de sus tres
géneros, ó mas. bien se hallan reunidos en él Icis mas eminen-
tes cualidades de todos ellos. La composición de 'la -escena ^es
magnifíca ; cada, uno de los pcrsonages admira'bles en líi 9 sir-
ve también para realzar los otros. Nad«t«e halla demás , nada
se echa de menos^ todo está asi bien, y^tan perfecto es ese con*
junto-, que no parece -sino que la menor alteración echaría á
perder su armonía , y destruiría el efecto genetal. Lias actítti^
des nobles ó grotescas *son igualmente variadas y naturales*; las
espresiones de la piedad y del dolor , están llcnas'de/cnf^gia y
de Terdad ; el dibujo es de una pureza que desiiffa toda censu-
ra; el color, de ese torillo má(|fico>cuyo secreto penetró solo
Murillo. Si todavía hay sitio en,el trono del arte, entre la 7>ons-
ftgnrueiim y el Sun "Geránimo que se coloque el (Mia<lro -de
ímnia ham , y que debajo del nombre de Rafaélseescftilpael
de Murillo en marmol ó bronce , para que transmiliéndose á
ki posteridad se- inmortalice su memoria.
" Se envía á nuestros jóirenes y premiados artistas ánnaescoe
h iqae leñemos en Roma para ^e bajo el cielo d<>^ltalia se ins*
irayaa á presencia de iodos los monumentos de ías arles q^o
9QB. ■fTüoiassoBKB la ISrARA.
ildorodft á M^türrá eldriea ; lo que no desapruebo. Pero ¿por
^u4 otros arlistaaiodependieiitcs qnp no dispotaír niel premio
ni las pensiones , que no. adhiriéndose, ¿ escuela alguna se e^
tüetiáú por £er originales ; .porqué aquellos y los que tambicn
J|U¡eren yei «cooocor ^.admirar lado, uo buscan en España otras
nspíracioncs y otros niciestros f un cíelo no es^ menos bermoso
que el de la Italia, el soles tan'ardienti»» la luz tan riva t J
el airo tan transparente/ Si quieren oíros modeles que los de la
naturaleza ; si quieren estudiar, compiurar el modo t'ó)rden de
los maestros., y las. maneras dQ:l»s e$i*aelas; nínfrona galería
Ilaliana» ni quizi.la Italia entera podrá ofrecerles tanta rique-
za y variedad !coQao reúne el Museo de Madrid: pues sm salir
de aquel rectoto pueden pasar de los ptntores^dé Boma y V^ne-
cía, á los.de Aniberes y Pftris; y ademas hallarán con pro*
Tusion la.'.cgio; no bay en otra parte, lo que solo alli se encuen*
tra , las.. obras de los grandes pintores Espalholrs».
'' Aqni no sabemos lo que Talen esas paoducciones, poes no
lenenios el menor cooocimíenta de «llas.cn razón á que no las
bemos .visto « ni tiido hablar de su mérito^ Esl&o sepultadas en
sus salas, desiertas ,t;arecietulo^d^ personal que las visiten y
'mucho mas. de quien las. aprecie, porquQ entie los pocos es-
trangeros que entran en Madrid , seguramente se cuentan mas
'financieros qji^ amanles.de las. artes* Es terdj^d ^ue en aquélla
'época gloiriosa t»n que la victoria presentaba 'provincias á la
'^Franci^ y 'embellecia á Paris, calinda la Italia cooqnistada «os
habia eiedido el Apolo:, ULVentu% lo$,c{^aÜotde.¥tn/tcia'^if'la
-Tnnsfigwraition t i^ Espaüij» también nos hizu un obseqiiíolbr*
zado. Nuestra Museo poseyó algún. tiempo /a. r0fiai(«:j4Miiéf,
lá' túnica de José f/^el- Fdipe If á cakallo de^Yeíázqiiíez ; la
' adorwcion\de lo^jPa»íore$ , y la SqntQ IsaifldQ Muríllo. Pero eso
*ba durado poco ríos reveses bien pronto sucedieron á. la vie-
* tori^ ; caniibiindosjQi la fortuna , nos recogióla que un dia*do
'téit)f nos habid 'C0Q);edido; Por otra parte la escuelat^de David
reinaba coluo soberana ;^dopt3da por el Emperad(nr ,. formaba
también un imperio,,. vofdaderamf^te muy arbitrario y 4Jespó«
tico. Sé prohibia y.escoiyiaipba sin misüricocdia todo'ip que
ie separaba de la severidad^académica ^ de ese esliloiíiJgé da-
.fo y« ii^fiptdfl^v kiíit^^ la estatuar k* gr tega :;PmdbOBpasa«
'^ fN9r «al flOTádor p^í|^ por on heresiam «ibtey«A»coo«
%.
BELLAS ARTES. $09
ira la comanion ortodoxa. Diré tna^; entonces reiüabd un sen-*
liniíaftto limitado j mezquino de nacionalidad , qae kácía des*'
de&ar y sepultar ca el olvido cuantas prodúecioncis eicntifi-^
eas 7 artística daba k luz 'cl genio de Las naciones rivales. Has-
ta mas tarde no se ba verídcado esa reacción que nos bizo abatir
nuestros dioses. domésticos, para colocar en el alta^ á lOs de los
estrangeros. Por todas estas razones , la aparición eñ nuestro
Huseo de algunas obras maestras de la escuela Espailota no ba
producido entonces ese erecto de curiosidad , de interés y de
admiración , que no deiaria de excitar hoy que ha diesapare-
cido la barrera de las* preocupaciones, y que para beneficio do
la. inteligencia humana^ya no hay aduanas ni Ixont^ras.
Después de la triste época en que los estrangeros vinieron á
recoger sus despojos basta en cl santuario que Paris les habia
consagrado 9 se presentó otra ocasión de hdcer á la Francia el
regalo de algunas obras de los maestros Españoles: Al despe-
dirse el huevo Vendóme de Fernando Vil> restaurado^ en 1823
por el socorro de cíen mil bayonetas francesas, le invildá que
escogiese algunos ligeros trofeos de su espédicion , eif los pa^
lacios Reales, y en las colecciones de Madrid. Entonces nos bu-»
hiera dejado tomar una docena' de cuadros, algunos centenares
de manuscritos, algunos miles de medallas , y quien sabe cuan-
to mas, hasta el esqueleto de Mammud. Pero el gefedel ejér-
cito Francés , que prestaba generosamente sus gendarmes pa-
Ya la ejecución de fiiego, no cuidó de traer 4 Francia esa in-
demnización de los cuatrocientos mHlones. espendid-OS en ser-»
:vicio de los Borboaes de Espma, y seconleotócoaaceptar al-
f unas reliquias para su oratorio particular.
En la actualidad ya no Se.* traía , gracias al Todopoderoso,
de llenar el vacio de nuestras biblioteeas y • museos con el de-
reaho de la conquista , ó el premio déla intervención ; pero
líos queda el medio do qoe pueden osar las naciaoes, libres y
•migas, que no quicrcfla vender , y que sin embargo; na se re-
-«stea ár enagenar , el de la permuta^ He podido conocer la opi-
nión que en Madrid profesan acercare este punto los^hombros
de mas categoria, y los mas distinguidos/literatos^ Principes,
liiinistros,- directores de establecimientos. públicos , simples ar-
cüstas I todos manifestaban las mas beoé^volas^disposicioBes. Asi
fmi^i Wk nüx^á» 1» espectaUdad cont^aiáo en que unos eant*
40
tío itBrwic$ t^orBB u «paSa.
I1Í06 do*eiifMlrMfSeriafiiaQ fácHca.de hacer .,. como t^^yecbo^
•os á lag dos o^iciones. Lo» ospAulcalíeneo apocas obras de Ru«
benSf en Jas que nosotros rcooscunos.; oada.ticnen de Lebran,
nada poseen de I^ueur ., y carecen del. menor cuadro de noe»^
tra escueta jnoderns^t desde David. Sin ciiipád)recefnos.t.podria»
inos'parlír cóndilos ,nnes(ras estériles riquezas que embara-
SEan nuestras. galerías « ¡y obtendríamos en recouipensa algunas
prcoiosas.obras de Muríllat de quien no tenemos mas^que unas
amestras poco dignas de su gloria ^ algunas hermosas de.Joa*
ues j deyolazqucsde quienes jiada ábaoluiamente poseemos.
De este modo abririamo^.i nuestros discípulos .una nueva e»«
cuela , y á nuestros apasionados 1 un mondo desconocido. Pro-
Ureo.la respuesta que se va.á dar. La corona de España ^.sedí«
rá., es propietaria .d^: sos cuadros., puede hacer de ellosio que
4e parezca sin .que para esto tenga que contar eon persona al-*
guna; jiero en Francia la corona no esjoias que usufructúa^
na: ha xeoíbído-el dapósito y bajo inventario de Jos.objetosdd
«rtc que adornan nuestros iPUiseos, y sin el eoncurso.de la na»
xrion^uo es la ^propietaria , .no .puede .enagenar la mas minina
jpartode ellos* Se -necesitaria , fkues^ ;Uiia Jey jhecba por los tros
poderes facultándola para realizar un cambio, Se^dice oue so
necesitaría una Jey para ,^to. ¿ Y 4ior que no?^¿No se sane p^
dlr su formación ^cuando se trata de.cambiar algunas ruinas da
dominio particular por hermosos bosques nacionales ? ^ Núes*
ifos faros y diputados se degradar ian ñor ventura -mas tenien^
-do4U.o juzgar entre 4xn JIurillo y un Anbens , que entre una
pared j algunos terrenos de bosques f Jfor útn parte tendrían
que conformarse dócilmente oon.el dictamen de «us comisario^
}o que sería 4 como generalmnnto sucede , jina |Nira formali*
4ad. El gobierno taná^ien teodria otro medio de utilizar en bo-
dieficio de ia ^ciencia las benévolas disposicionesole nueatros
cinos que .perdonan á Ja Jrancia.t en favor de una
de carácter , vopiniones jé intereses todo eiJadojaue^se les hizo.
Se han enviado ;€Qn toslentacion y bacieodo grande» gastos, c»^
pediciones ctentifieas á £gipto y áJHorea, y me sidmiro (pn
no se haya pensado en enviar otra á £spafla. Los gastos serum
mucho menores ; y los resultados cien veees mas felices. Sn^
pónganos Amnada juna comisión con *sn director é: int^i|irela
eompucsla de iiatur^iiitas > arqoeAqgoa , arquitectoo » JflM^*
vUjbrof erieatalbtas , gravadores, iilógraíbs y plétorcs. Bl
««taraltsia $tn salir deUduaeo de-Miidrid , piMlrá faracor in(e^'
rosantos estudios de metalurgia* jdb aoatoaila comparada ; sin
que faltod objetos* que dibujar y eseribir% Paralas-cuestioues
geológicas «.el suelo* de Espada es- sesruramentc uno de^ldsmas^
Sreciosos para consultar ; y con- respecto á^ la bolánñoa » es ifi«^
udable« que ademas- dcLiacdin especíate de* Mudi^id^, todas las-
provincias^ coa especial icladt las* do fo < zooa meridional' sami^
nistrarian. aii« estenso cootingcnie de observaciones y descnbri'^
mientes. Solo en Sierra** Morenas en esa cadena frontera del
norte y del HAediodiaqae separa el espino^raajueiovdelralóeY]
el roblede^ la palma y podría hacerse una fiórm
£1 arqueólogo desdo laego» podría aervirse dehesa inmensa*
ealeceion^de-medallasdo cu^a oésonienada riqueca ja hice mé--
rito f de^ láis^ r uinasde-^ todas- las edades y T ^ i^>dos ^ tos pacbio»^
que han brillado* on la antigua £aropa« de algunos restos cél-
ticos t fenicios y- griegos i délos toro» cartaginense» de 6nf^
sando » deLaqüeducto romano de Segovta ó'losvestígios^e Ilá
lica , de la fortaleza Arabe^de Alcalá^ de* Guadaira , ó el pala-»"^
eio morisco de Granada, fil arqaiteela* na seria obraos favt>re-**
oído. Remonlando el' curso do la ciencia podria psisar delCas-
tillo de Aranjpeí at convento del Escorial ^^y^ de all^ á las^ea-^
tedrales góticas de- Toledo., Burgos y SaiBlíngorp^Mlria también
comparando ' al arte cristiana la musulmana t* f buscando en ^ew-^'
t¿i el origen- de- aquella ^ trasladarse del palacio' Morc^^ de* fai«
Alhambra 9 al Árabe de Sevilla, en seguida á* la mezquita do
Górdova, primera importación, y modelo sublimo dd esti-*-
lo bisantinOf es decir, det arte Europeo, renovado por et
QrienlaL
Al historiador se le abrirían depósitos preciosos: Ibsarebí^-
TOS del cabi Idor do Toledo , en donde se han conservado piezas
4»rigiñales desdé los concilio» de los Godos; los archivos' de^Si«»
mancaa en donde se reanea todos- los«aeÍ6s públicos f privados
4e la Monarquía Bspaliolá , desda la fundación det Reino de
€astilla ríos arehivos de Indias en Sevilla en donde se hanre» '
eogido y^ clasificado metódicamente todos Ibs^docamenlos-^de la
liiirtoriade lás^Américas ,. desde el titulo espedido* por lo» tUé^ •
jas Católicos á Gristobjil Cdom El orientalisla' podria por sa
Ittrto eBoerrarse eojla soMaiidel 'EUcorial > «rrojarso al d««.-
31 i; tftxmMMnoL ea ssmka*
cakriniealó entre modas juilesde maniuéritoe árabes, y coii-
liiMiar fpor. úlCLiip esploUndo '«sa liñiia preciosa que apenas
aiirionMi -toperficialoidDte Casiri. y Condes
, £n cuando sil agravador j al JUégrafo ,^iia necesito decir qna
se verían «nibarasados ^ara 'clegír.flUaseo^a jos tesoros ín-
tCQléii.lo menos etiamerar^ les mmiiDÍstrarla Materiales para
OGOparsetio duraBle su viajé, sino toda su vida^y JadeTein*
ta arlistaa4n8s. vBcsta.^el piotor , ó «nejor djré «t aficionado á
ia. pintura-, que .tanpoco /estaría «ocioso/. Desde luegdt^aerría
ifue csinviesecomisioDado^e'pr'Opener^fde arreglar algunas
pernatftas eoire nuestro JMuseo 7 jA -de Madrid , - pero con el
bien entendido der^seriar^comOfiiiia'garantiafConstitaGiona),
la. iratificaéion parlamentaria ;á nuestros tres poderes. Quisiera
tajubieu^que^tufiese.'eiicargado de comprar algunostmadroi.
]il.«(iQneoto .^siavorablc jla ocasién-oporluna. Todas las frao-
dos familias 4e íEspáua ^^stán .arruinadas^ apenas les quela de
suiautiguo esplendor , mas que una turba rde criados con ao-
drajosíls libreas ^ y «unas galerías ile ^cuadros^ ^e^resto esta*
táa ospuestps a :1a inleurperiei; por carecer nie techo^qoe^loi
embira* Por ^olra parte Jos t^onvenlos 'sé ,bállan «^amenazados ; no
^ede. estar iejoS'^idia.de.ettlregar átla».agri€uUura las bacien-
das (leic$9s manos- muertas , ^siis Tastos «edificios á la indastria»
y« sus roclusios á la pobiacioa.: .entonces iodo *^ espolio se sa-
cará. á pública iSubasta.SegnrameDte rqüe con los nobles 7 te*
lidiosos , 'hij"^ cómo ísuele decirse 'buenos negocios qoe baceff
T .mudaba :^ría üa torpeza,, si volviéndose á^enag^cnanM Fran-
cia i, no^ se «cubc^iesca- ;con «a producto los gastos del -itiaje , com-
pfendiendo icn él « ios Ae la ;^an oirá que Teuniendo los tnr
bajos de sus .micníbros ., perpetuase t^n un libro monumental,
la «memoria rá^.iú -eapedicioii.
. ¿Q^é obstáculo puede pues oponerse , á esa ^pacifica e^pi^
ratÉHi.de ía £spana^ á esa «visita de ani|gos ^esciareeidosP ¿Se
toiae acaso .;la ;descoiifiaBza<4ol 'góbienlo^., iS -la ^enndia de los -
siádMOS y- de ios artisiia& nacionales? £s|ireci80 desengañarse?
nuestro^ isáhio^i y arti^s hallarian-eu tdldas /partes proteecioa
y 'buena .acogida^ podrían entregarse -.Don entera libertad á 10^
trabajos., perordeaoonfiaiido -siemfitre de los setos -de Jos '^'^^T
noSr'res^es. ¿Se -dudará acaso ífae ^eda f oruvarse per medio os .
XíWk i^tanúento Toluatario , :niuf ^erapafiíaiCoiapleta) itkiiáig^"'
J
kULAS AkTBS. 313
le , 7 qae estavieM convencida de ^uo el ecsito había de ser
feliz ? Eso seria injuriar al ardor y a las luces de nuestra es-
tudiosa jurentud : en yerdad ique no habria mas obstáculos que
Tenccr ^ que elegir con justicia entre la multitud de aspiran-
tes, i Se objetaría por último la dificultad de la anticipación
del dinero? /Válgame Dios 7 Todos los gastos de la esptdicion
se cubrirían con la centésima parte de los fondos secretos.
Por lo demás , solo anhelo que el gobierno faTorezca en be-
neficio de las ciencias j de las artes una espedicion de descu-
brimientos en España , Ó que algunos sabios artistas dirijan
á ella ^ aunque aislados , interesantes y fructuosas peregrina-
ciones y y me contemplaré feliz > si de algún modo he contri-
buido á su decisión 9 bien persuadido de que no se arrepenti-
rán , ni tendrán el menor sentimiento por haber acomieltido esa
empresa. Al compilar esta parte de mis memorias , al inten-
tar hacer esta incompleta tlescripcion del Museo de íáadríd i no
he llevado otro objeto ^ que él de provar ^ por medio de un
ejemplo^ la importancia de las riquezas intelectuales que en«
cierra la España, y el de inclinar hacia esa tierra > todavía
virgen , el gusto de las esploraciones y de los estudios. Coa
este voto emprendí mi trabajo , y con el mismo foicluyo.
<■
1 •
t.
'9^
IIVDICE
SHEULS HáTEBUS CONTENIDAS EN ESTA OSBA.
■ iii m
^REFACia
«AEU \KiiAni%g%M% a$amllea$ Tiasia €arIo§ 5.o. Pagina 1
S 1.0 Muniapaltdades Rímanos. . . Página. 3
JJ 2.0 Concilios de los Godos Pagina 7
|> 3.0 Concilios Nacionales d^ Castilla. P«»fi ína 15
5 4.« Cí^iM Página 24
$ 6.» Cortes de Aragón . .Página 39
WáWK 2.K::zAsambleas modernas desde Curios S."
S 1-^ Página 4t
$ 2.O. . Pégina 67
ApÉocniCB 4e las Provincias Vascongada .... Página 73
HlSTOniA JDB 14 liTUATURA SSCaSolA flASTA ÜL SIOLO 16.
»AnTB !.•=. .......... _ . Página 7»
Partí 2 «zz. . ^ .. ^ , . . Página 123
Partb 3.»=. , . Página 156
Paru 4.« . Página 20a
Estudios soirc la Historia del Teatro Español . Página 122
fisTunio jótrela historia de las bellas artes en Espoh
ña. .Página 266
UlIMO d$ Mbdrid* • • « • « ^ t ^ « ^ . • ^ . . . . página 279
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