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Full text of "Expedicion botanica de Jose Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada y Memorias ineditas de Francisco Jose de Caldas"

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EXPEDICIOX   BOTÁNICA 


NUEVO  REINO  DE  GRANADA 


FRANCISCO  JOSÉ  DE  CALDAS 


EXPEDICIÓN    BOTÁNICA 


DE 


JOSÉ   CELESTINO    MUTIS 


AL 


PEVO  8E1N0  DE  GRAMDA 

Y 

:\ÍEAIORIAS   INÉDITAS 

DE 

FRANCISCO  JOSÉ  DE  CALDAS 

POR 

DIEGO   MENDOZA 


MADRID 

LIBRERÍA  GENERAL  DE  VICTORIANO  SUÁREZ 
48,   Preciados,   48 

1909 


Madrid.— Imp.  de  Fortanet,  Libertad,  29.— Teléf.^'  991. 


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AL   ILUSTRADO   AMERICANISTA 

DON   ANTONIO  GRAÍÑO 

dedica  este  libro 


8S2304 


MUTIS  Y  LA  EXPEDICIÓN  BOTÁNICA 


Este  volumen  contiene  algunos  documentos  ilus- 
trativos de  la  historia  del  desarrollo  intelectual  de 
Colombia. 

Nuestra  historia  literaria  no  se  ha  escrito  todavía. 
Quien  emprendiere  la  ardua  tarea  tendrá  por  necesi- 
dad que  estudiar  muy  detenidamente  la  vida  y  los 
trabajos  científicos  de  José  Celestino  Mutis  y  Fran- 
cisco José  de  Caldas. 

La  primera  parte  de  este  volumen  versa  sobre 
Mutis,  y  la  segunda  contiene  cinco  trabajos  inéditos 
de  Caldas  y  treinta  y  dos  cartas,  inéditas  también, 
que  éste  le  dirigió  de  1801  á  1805.  En  un  volumen 
posterior  publicaremos  un  estudio  sobre  la  instruc- 
ción pública  en  la  Colonia  y  la  biografía  y  epistola- 
rios de  Mutis  y  de  José  Ignacio  de  Pombo,  con  varias 
cartas  importantes  que  el  primero  recibió  de  algunos 
sabios  europeos. 

Para  el  estudio  de  Caldas  es  necesario  que  previa- 
mente se  haga  una  edición  de  sus  obras.  Hemos  for- 


—  8  — 

mado  el  siguiente  catálogo,  que  probablemente  no 
es  completo: 

i.°     Discurso  sobre  la  educación. 

2  °  Estado  de  la  geografía  del  Virreinato  de  Santa 
Fe  de  Bogotá  con  relación  á  la  ecor^omía  y  al  co- 
mercio. 

3.°  Prospecto  de  la  geografía  de  las  plantas  y 
notas  al  trabajo  de  Humboldt  sobre  el  mismo 
asunto. 

4.°  Cuál  es  la  producción  propia  de  nuestro  cli- 
ma que  se  deba  cultivar  con  preferencia  á  las  demás, 
y  cuál  la  producción  extranjera  que  nos  interesa  con- 
naturalizar en  nuestro  suelo  (Memoria). 

5.°  Sobre  la  importancia  del  cultivo  de  la  cochi- 
nilla que  produce  el  Reino  y  la  de  transplantar  á  él 
la  canela,  clavo,  nuez  moscada  y  demás  especias  del 
Asia. 

6."  Del  influjo  del  clima  sobre  los  seres  organi- 
zados. 

*  7.°  ]\Iemoria  sobre  un  plan  de  un  viaje  proyec- 
tado de  Quito  á  la  América  Septentrional  (i). 

(i)  ¿Esta  Memoria  es  distinta  del  ensayo  señalado  con  el  núme- 
ro 31? 

N.  B.  Los  números  señalados  con  un  asterisco  indican  los  trabajos 
inéditos  de  Caldasj  los  marcados  con  dos,  los  que  contiene  este  volu- 
men, y  los  que  no  tienen  ninguna  indicación  son  los  publicados  en  el 
Semanario  de  la  Nue'va  Grar.ada,  edición  de  París.  No  hemos  incluido  en 
el  Catálogo  los  escritos  publicados  en  el  Correo  Curioso  porque  ignoramos 
sus  títulos.  Nos  informan  que  la  Academia  de  la  Historia  de  Bogotá 
prepara  para  celebrar  el  primer  Centenario  de  la  Independencia  una 
edición  de  las  obras  de  Calaas,  cuya  estatua  en  bronce  se  erigirá  en 
igio  en  Popayán. 


—  9  — 

8.°     Viaje  al  corazón  de  Barnuevo. 
9.°    Viajes  al  Sur  de  Quito. 

10.  Viaje  de  Paute  y  apéndice. 

11.  Viaje  de  Quito  á  Popayán. 

*  12.  Relación  de  viaje  á  Ibarra,  Otavalo  y  pue- 
blos circunvecinos  en  Agosto,  Septiembre  y  Octubre 
de  802. 

**  13.  Viaje  de  Quito  á  las  costas  del  Océano 
Pacífico,  por  Malbucho,  hecho  en  Julio  y  Agosto 
de  1803. 

*  14.  Memoria  sobre  la  nivelación  del  camino  de 
Malbucho. 

*  15.  Relación  de  un  viaje  á  Timaná  y  carta  geo- 
gráfica de  Timaná  y  su  jurisdicción. 

*  16.  Carta  del  río  Magdalena  levantada  en  1797 
desde  su  origen  hasta  Neiva,  y  trozo  de  carta  de  To- 
caima  á  Neiva. 

*  17.  Carta  del  río  Magdalena  levantada  en  1805 
desde  Neiva  hasta  la  embocadura  del  Bogotá. 

*  18.  Descripción  déla  parte  alta  del  río  Cauca 
hecha  en  1805. 

19.  Descripción  del  Observatorio  astronómico 
de  Santa  Fe  de  Bogotá. 

20.  Elevación  del  pavimento  del  salón  principal 
del  Observatorio. 

21.  Observaciones  meteorológicas  hechas  en  el 
Observatorio  de  Bogotá. 

*  22.  Memoria  acerca  de  las  refracciones  astro- 
nómicas al  nivel  y  latitud  del  Observatorio. 

*  23.     Almanaque  de  181 1  y  su  prefación. 


10    


* 


24-     Lunario  (i). 

*  25.  Memoria  sobre  las  mareas  atmosféricas  ba- 
sada en  los  preciosos  manuscritos  de  Mutis  que  con- 
tienen este  bello  descubrimento. 

*  26.  Fitografía  ó  geografía  de  las  plantas  del 
Ecuador  comparadas  con  las  producciones  vegetales 
de  todas  las  zonas  y  del  globo  entero,  formada  sobre 
las  medidas  y  observaciones  hechas  en  la  vecindad 
del  Ecuador  desde  1800  hasta 

*  27.  Chinchografía  ó  geografía  de  los  árboles  de 
la  Quina  formada  sobre  las  observaciones  y  medidas 
hechas  desde  1800  hasta 

**  28.  Memoria  sobre  las  Quinas  de  la  provincia 
de  Quito  en  general  y  principalmente  sobre  la  de 
Loxa  (2). 

*  29.  Memoria  sobre  la  nivelación  de  las  plantas 
que  se  cultivan  en  la  vecindad  del  Ecuador. 

*  30.  Memoria  sobre  la  elevación  media  del  mer- 
curio entre  los  Trópicos  al  nivel  del  mar. 


(i)  El  Dr.  Andrés  Posada  Arango  en  un  artículo  publicado  en  el 
Boletín  de  Historia  y  antigüedades,  de  Bogotá  (Núm.  48,  Septieníbre  de 
1907),  cuenta  la  historia  del  Lunario  de  Caldas,  que  es  un  cuadro  que 
servía  para  averiguar  en  cualquier  mes  del  año  las  épocas  en  que  se  veri  - 
ficaban  la  conjunción  y  la  oposición  de  nuestro  satélite.  Quiso  el  Dr.  Po- 
sada hacerlo  grabar,  pero  desistió  de  su  propósito  porque  reconoció  que 
no  era  rigurosamente  exacto.  Por  tradición  se  sabe  que  es  invención 
de  Caldas.  Debiera  publicarse  también  el  Lunario  en  una  edición  defi- 
nitiva de  las  obras  del  insigne  sabio,  junto  con  la  descripción  que  de  él 
hace  el  Dr.  Posada  Arango, 

(2)  La  carta  topográfica  de  que  habla  Caldas  no  está  en  el  Archi- 
vo de  la  Expedición  Botánica,  ¿Es  esta  Memoria  la  misma  que  publicó 
el  limo,  Sr,  González  Suárez  con  el  título  Un  opúsculo  de  Caldas? 


—  II  — 

'^*  31.  Memoria  sobre  el  origen  del  sistema  de 
medir  las  montañas  y  sobre  el  proyecto  de  una  ex- 
pedición científica, 

**  32.  Ensayo  de  una  Memoria  sobre  un  nuevo 
método  de  medir  por  medio  del  termómetro  las 
montañas. 

*  33.  Memoria  sobre  el  volcán  de  Puracé,  en  co- 
laboración con  D.  Antonio  Arboleda. 

*  34.  Discurso  en  el  Colegio-Seminario  de  San 
Luis  de  Quito,  en  un  acto  de  conclusiones  de  Física 
y  Botánica,  en  1803,  dedicado  á  Mutis  en  elogio  de 
los  trabajos  de  éste. 

**  35.  Plan  razonado  de  un  Cuerpo  militar  de  In- 
genieros mineralógicos  en  el  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada. 

*  36.     Utilidad  de  importar  vicuñas  del  Perú. 

*  '^'].  Informe  dirigido  al  Secretario  del  Virreinato 
con  fecha  16  de  Octubre  de  1808. 

38.  Informe  al  vSecretario  del  virreinato  y  Juez 
comisionado  para  los  asuntos  de  la  Expedición  Bo- 
tánica de  Santa  Fe. 

39.  Artículo  necrológico  del  Sr.  Mutis. 

40.  Elogio  histórico  de  Cabal.  (No  está  en  la 
edición  que  el  señor  Acosta  hizo  del  Semanario.) 

*  41.      Memoria  sobre  Imbabura. 

*42.  Correspondencia  con  D.  José  Ignacio 
Pombo. 

*  43.  Correspondencia  con  Humboldt. 

44.  Correspondencia  con  Mutis. 


** 


—     12    — 


II 


Falleció  D.  José  Celestino  Mutis,  Jefe  de  la  Ex- 
pedición Botánica  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  el  2 
de  Septiembre  de  1808,  en  la  ciudad  de  Santa  Fe 
de  Bogotá,  capital  del  Virreinato.  La  Flora  de  Bogotá 
era  una  obra  que  preparaba  de  muchos  años  atrás, 
y  que  deseaba  publicar  en  varios  volúmenes.  «Cada 
uno  debía  contener  una  centuria  de  plantas  ameri- 
canas, representadas  con  colores  al  natural  para  la 
ilustración  de  los  escritos  de  las  plantas  de  América 
en  las  no  bien  determinadas  y  de  las  nuevamente 
descubiertas.  La  forma  de  cada  volumen  sería,  coma 
solía  decirse,  Atlántica,  con  la  explicación  circuns- 
tanciada de  toda  la  lámina  en  ella  misma  á  la  izquier- 
da, precediendo  á  la  lámina  toda  la  descripción  cien- 
tífica de  cada  planta».  Era  este  el  pensamiento  de 
Mutis  y  sus  mismas  palabras.  «Deseo — proseguía  en 
una  carta  al  Virrey — concluir,  y  espero  verificarlo, 
mediante  Dios,  en  todo  este  año,  los  tres  prime- 
ros volúmenes,  que  pasando  por  las  manos  de  V.  A, 
á  las  del  Sr.  Ministro  de  Indias,  lograrán  el  honor 
de  ser  ofrecidos  al  Rey  como  á  su  legítimo  Señor  y 
Dueño». 

»Esta  obra  será  tal  vez  la  Flora  más  completa,  y 
como  el  fondo  principal  de  la  General  de  América, 
Por  fortuna  logra  hoy  la  España  artífices  muy  hábi- 


les  en  el  grabado  y  pintura,  capaces  de  imitar  estos 
-suntuosos  originales.  Para  acelerar  la  publicación  y 
asegurar  el  crédito  de  la  ejecución,  convendría  se 
encargase,  de  orden  de  S.  M.,  la  Real  Academia  de 
las  tres  nobles  Artes  de  la  elección  de  los  artífice?, 
bajo  su  dirección.» 

Cuando  ocurrió  su  fallecimiento,  no  había  Mutis 
-concluido  sus  trabajos.  El  Virrey  comisionó  á  su 
Secretario  para  que  pusiera  en  seguridad  el  archivo 
de  la  Expedición.  Dos  años  después  de  la, muerte  de 
^u  Jefe,  se  abrió  en  Nueva  Granada  la  era  de  la  Re- 
volución de  independencia,  y  todas  las  labores  del 
•espíritu  cedieron  el  campo  á  la  lucha  de  las  armas. 

El  Pacificador  D.  Pablo  Morillo  ordenó  que  todos 
los  papeles,  herbario,  láminas,  etc.,  pertenecientes  á 
la  Expedición,  fuesen  traídos  á  esta  ciudad  de  Madrid* 
La  orden  se  cumplió  en  parte  por  el  coronel  D.  Anto- 
nio Van  Halen  el  año  de  1817.  El  resto  de  los  docu- 
mentos se  conserva  en  el  Archivo  Nacional  de 
Bogotá. 

La  Expedición  recibió  en  veinticinco  años  la 
-suma  de  220.001  pesos,  6  reales  y  un  cuartillo,  en- 
tregados á  D.  Salvador  Rizo,  á  cuyo  cargo  corría  la 
parte  económica  de  ella,  mas  13-029  pesos  pagados 
por  las  Cajas  Reales  á  diversos  empleados.  Era  tan 
bueno  el  concepto  que  les  merecía  la  probidad  de 
Mutis  á  los  Gobiernos  de  Madrid  y  Santa  Fe,  que 
nadie  le  pidió  cuentas  de  los  dineros  que  se  le  sumi- 
nistraban. En  el  expresado  Archivo  se  guardan  37 
cuadernos  en  que  Mutis  anotaba,  día  por  día,  hasta 


—   14  — 

el  último  cuartillo  gastado,  así  en  los  trabajos  de  la 
Expedición,  como  en  su  casa  y  persona.  El  Real 
Erario  no  estaba  por  los  años  de  1791  en  capacidad 
de  publicar  los  trabajos  botánicos  realizados  en  Amé- 
rica y  Filipinas.  En  carta  circular  fechada  en  San 
Lorenzo  á  17  de  Septiembre  de  1791,  y  suscrita  por 
el  Marqués  de  Baxamar,  solicitaba  de  los  Arzobis- 
pos, Obispos,  Deanes,  Virreyes,  Cabildos  eclesiás- 
ticos y  seculares  y  Universidades,  cualquier  auxilia 
con  que  voluntariamente  quisieran  contribuir  para 
la  publicación  de  la  obra  de  las  Expediciones.  «La 
obra  es  tan  vasta — decía  la  carta — y  tantos  los  cau- 
dales que  se  requieren  para  su  ejecución  en  los 
ramos  tipográficos,  grabado  é  iluminado,  que  no  los 
puede  soportar  el  Real .  Erario,  por  los  inmensos 
gastos  que  han  ocurrido  en  el  anterior  Reinado  y  en 
éste  para  sostener  el  honor  de  las  armas  españolas^ 
las  propias  posesiones,  y  conservar  la  paz  contra  los 
enemigos  de  la  Corona  á  los  vasallos  de  esos  domi- 
nios.» Consérvanse  aún  en  el  Jardín  Botánico  inédi- 
tas las  colecciones  de  dibujos  de  la  Flora  de  Nueva 
Granada  y  de  la  Quinología  de  Mutis,  de  la  Flora 
peruana  y  chilena  (publicada  en  parte),  de  las  Floras 
mejicana  y  cubana  y  del  viaje  alrededor  del  mundo, 
que  se  hizo  bajo  la  dirección  de  Malaspina. 

A  fines  de  1837  fueron  comisionados  D.  Mariana 
La  Gasea,  D.  Antonio  Sandalio  de  Arias,  D.  Vicen- 
te Soriano  y  D.  Pascual  Asensio  para  reconocer  el 
Archivo  y  demás  objetos  de  la  Expedición  del  Nue- 
vo Reino  de  Granada.  Estos  señores  compararon 


—  15  — 

el  inventario  que  antes  había  sido  formado  por  los 
mismos  La  Gasea  y  Van  Halen  y  D.  Simón  de 
Rojas  Clemente^  con  los  objetos  existentes;  de  esta 
comparación  resultó  que  había  siete  mil  cuatro- 
cientos treinta  y  seis  dibujos,  dos  ejemplares  de  la 
Historia  de  las  Quinas,  escrita  por  Mutis,  y  muchísi- 
mos manuscritos  sueltos,  algunos  de  los  cuales  no 
tienen  relación  con  la  Expedición  Botánica.  Don 
Miguel  Colmeiro,  que  fué  Director  del  Jardín  Bo- 
tánico, da  como  número  total  de  dibujos  de  plantas 
el  de  6.849. 

D.  Mariano  La  Gasea  fué  encargado  de  la  publi- 
cación de  la  Flora  de  Bogotá.  El  27  de  Junio  de  1825 
da  cuenta  á  los  editores  que  un  motín  ocurrido  el 
día  13  de  los  mismos  mes  y  año  en  Sevilla  había 
destruido  todos  sus  manuscritos:  «entre  todas  mis 
pérdidas — dice  —  siento  más  que  todo  la  de  objetos 
muy  preciosos  que  no  me  pertenecían,  y  que  estaban 
en  mi  poder  bajo  recibo.»  Entre  éstos  estaba  un 
ejemplar  de  la  Historia  del  árbol  de  la  Quina. 

D.  Miguel  Colmeiro  revisó  este  copioso  Archivo, 
Algunos  de  los  documentos  no  botánicos  pasaron  á 
la  biblioteca  de  la  Academia  de  la  Historia;  el  resto 
se  conserva  en  el  Jardín  Botánico  (i). 

(i)  Los  que  abajo  firmamos,  comisionados  por  la  extinguida  Junta 
de  Protección  del  Museo  de  Ciencias  Naturales  por  una  parte  y,  por 
otra,  por  la  Junta  gubernativa  del  mismo  Museo,  para  el  reconocimien- 
to de  los  objetos  existentes  en  el  Jardín  Botánico  del  referido  Museo, 
declaramos:  Que  en  el  reconocimiento  practicado  en  el  departamento 
de  la  flora  de  Santa  Fe  de  Bogotá,  que  estuvo  á  cargo  del  difunto  don 
José  Celestino  Mutis,  desde  el  día  veintidós  del  corriente  hasta  el  de  la 


—  i6  — 

En  1881  el  Ministerio  de  Fomento  autorizó  al 
botánico  colombiano  D.  José  Triana  para  que  clasi- 
iicara,  denominara  científicamente  y  vulgarmente,  y 
publicara  por  su  cuenta  la  colección  de  dibujos  y 
láminas  de  la  Flora  y  Fauna  de  Nueva  Granada.  El 
Sr.  Triana  publicó  en  1872,  adicionándolo  con  ob- 
servaciones propias,  El  arcano  de  la  Oiiiiiá,  de  Mutis, 
con  el  título  Nonvelles  Hiides  sur  les  Quinquinas,  «El 
manuscrito  (de  Mutis),  ordenado  y  adicionado  con 
la  parte  botánica  por  el  sobrino  del  autor,  é  ilustra- 
do además  con  muchos  dibujos,  fué  depositado  y 
permaneció  inédito  en  el  Jardín  Botánico  hasta  que 


fecha,  se  ha  encontrado  el  número  de  dibujos  iluminados  y  en  negro 
que  se  expresan  en  el  inventario  general,  que  existe  en  uno  de  los  estan- 
tes, excepto  los  pertenecientes  á  uno  de  los  dos  ejemplares  de  la  Histo- 
rió del  Árbol  de  la  Quina,  que  con  el  correspondiente  manuscrito  y  de- 
jando el  competente  recibo,  que  se  ha  ordenado,  sacó  D.  Mariano  de  La 
Gasea:  declaramos  asimismo,  que  buscados  algunos  manuscritos,  se  ha 
visto  corresponden  con  el  inventario  arreglado  ya  de  ellos,  que  también 
existe  en  dicho  estante,  no  habiéndose  unido  ni  reconocido  los  que  están 
sin  arreglar  por  conceptuarse  que  existen  todos  y  ser  de  menos  impor- 
tancia. También  se  han  hallado  sesenta  y  cinco  cajones  que  según  el 
inventario  general  y  original,  contienen  plantas  secas,  semillas,  maderas 
y  varios  productos  de  la  vegetación,  todos  cerrados,  en  cuyo  estado  se 
dejan  para  reconocerles  y  clasificar  los  objetos,  cuando  y  como  el  Go- 
bierno determine.  Igualminte  se  ha  encontrado  una  lámina  de  cobre 
de  una  Quina,  grabada  por  D.  Esteban  Boix,  vecino  de  esta  Cortej  los 
inventarios  originales  hechos  en  Santa  Fe  de  Bogotá  por  D.  Sinforoso 
Mutis  y  traídos  por  el  coronel  D.  Antonio  Van  Halen,  comisionado 
por  el  General,  Conde  de  Cartagena,  para  la  conducción  de  todo  lo  per- 
teneciente á  la  Expedición  de  Historia  Natural,  que  estuvo  á  cargo  del 
difunto  D.  José  Celestino  Mutis,  desde  Santa  Fe  de  Bogotá  hasta  Ma- 
drid; é  igualmente  se  han  hallado  en  el  estante  arriba  dicho,  el  inven- 
tario original  de  los  dibujos,  formado  y  firmado  por  los  tres  comisiona- 
dos al  efecto  por  S.  M.  D.  Mariano  La  Gasea,  encargado  que  era  de  la 


—  17  — 

se  publicó  en  París  con  la  debida  autorización 
en  1872  por  el  americano  Triana»  (i). 

Del  Archivo  de  que  hemos  hablado  hemos  copiado 
üelmente  los  manuscritos  de  este  volumen. 

Antes  de  adelantar  estas  Noticias,  damos  las  gra- 
cias más  cumplidas  al  Excmo.  Sr.  D.  Faustino  Ro- 
dríguez San  Pedro,  Ministro  de  Instrucción  Pública 
y  Bellas  Artes,  por  el  permiso  que  nos  otorgó  para 
estudiar  el  Archivo  y  tomar  las  copias  que  necesitá- 
bamos; al  Sr.  D.  Ignacio  Bolívar,  Decano  de  la  Fa- 
cultad de  Ciencias,  por  su  amable  intervención,  y  á 
los  Sres.  D.  Federico  Gredilla,  Director  del  Jardín 
Botánico,   y  D.    Luis  Aterido  y  Ramos,  Jardinero 


publicación  de  dicha  Flora  de  Sjnta  Fe  de  Bogotá,  por  su  compañero  el 
difunto  D.  Simón  de  Rojas  Clemente  y  por  el  referido  coronel  D.  An- 
tonio Van  Halen,  y  cuatro  ejemplares  del  inventario  de  los  manuscritos 
ya  arreglados,  que  formaron  los  mismos.  Asimismo  se  encontraron  co- 
locados en  diez  y  seis  huecos  distintos  de  los  armarios,  dispuestos  para 
contener  el  herbario,  otros  tantos  paquetes  desiguales  en  grosor  de 
plantas  secas,  que  se  habían  sacado  antes  de  1823,  de  algunos  cajones 
de  la  referida  expedición.  Se  encontraron  también  treinta  y  siete  res- 
mas de  papel  grande,  que  se  mandó  fabricar  especialmente  para  el  her- 
bario de  la  referida  Flora  de  Santa  Fe  de  Bogotá,  y  además  otras  tres  de 
papel  de  estraza  común. 

Para  que  conste  lo  firmamos  en  el  Jardín  Botánico  del  Museo  Na- 
cional de  Madrid  á  .veintinueve  de  Noviembre  de  mil  ochocientos 
treinta  y  siete. 

ts  copia  del  original  suscrito  por  D.  Mariano  La  Gasea,  D.  Antonio 
Sandalio  de  Arias,  D.  Vicente  Soriano  y  D.  Pascual  Asensio,  cuyo  do- 
cumento se  conserva  en  el  Jardín  Botánico.  Madrid,  2  de  Octubre 
de  1869. 

E/  Director, 
Miguel  Colmeiko. 

(i)  Miguel  Colmeiro,  Bosquejo  hntórico y  eitad'atico  del  Jardín  Botánico 
de  Madrid.  Madrid,  imp.  de  Fortañet,  1875. 


—   i8  — 

mayor,  por  las  facilidades  y  buena  voluntad  coa 
que  nos  ayudaron  en  nuestra  tarea  durante  varios 
meses  (i). 


III 


La  Expedición  Botánica  de  la  Nueva  Granada 
estuvo  á  cargo  del  Sr.  José  Celestino  Mutis  desde  1785 


(i)  El  espléndido  Jardín  Botánico  de  Madrid,  que  como  instituta 
científico  está  en  relación  con  todos  los  de  su  clase  en  Europa,  Asia  y 
América,  tiene  con  Colombia  dos  gratas  vinculaciones:  la  Expedición 
Botánica  de  Nueva  Granada  estuvo  en  relación  con  el  Jardínj  Mutis 
formó  colecciones  que  el  Virrey  remitió  para  el  Gabinete  de  Historia 
Natural  y  para  el  mismo  Jardín  enriqueciéndoloj  sostuvo  corresponden- 
cia con  algunos  de  sus  directores,  como  Gómez  Ortega  y  el  ilustre  Ca- 
vanilles.  Según  el  testimonio  de  Colmeiro,  Mutis  adquirió,  desde  1757 
hasta  1760,  su  fundamental  instrucción  de  naturalista  en  el  Jard/n 
cuando  éste  estuvo  en  el  Soto  de  Migas  Calientes.  A  D.  Antonio  José 
Cavanilles  sucedió  en  la  dirección  del  Jardín  D.  Francisco  Antonio 
Zea.  En  fin,  la  Ciencia  española  fué  maestra  de  la  que  floreció  en  la 
Colonia.  D.  Miguel  Colmeiro,  en  su  Boiquejo  hhtórko  y  estadístico  .del 
'Jardín.,  consagra  á  Zea  los  siguientes  párrafos:  «Sucedió  á  Cavanilles 
en  1804  el  americano  Zea,  discípulo  de  Mutis,  y  lo  hizo  por  ascenso, 
supuesto  que  á  principios  de  1803  había  obtenido  la  plaza  de  segunda 
profesor  con  una  gratificación  sobre  el  sueldo  que  disfrutaba  como  re- 
dactor del  Mercurio  y  de  la  Gaceta.  La  dirección  de  Zea  duró  unos  cinco 
años,  habiendo  cesado  en  1809,  y  aunque  le  correspondía  desempeñar 
la  enseñanza,  la  dejaba  con  frecuencia  á  cargo  de  Lagasca,  discípulo 
predilecto  y  el  más  aventajado  de  Cavanilles.  Inauguró  Zea  el  curso  de 
1805  con  un  Discurro  acerca  del  me'ritoy  utilidad  de  la  Botánica,  impreso  en 
el  mismo  año,  con  una  nota  final  que  demuestra  haber  sido  mal  recibi- 
das y  muy  criticadas  las  innovaciones  que  pretendía  introducir  en  la 
enseñanza,  esperando  que  la  opinión  le  sería  favorable  en  Europa,  luego 
que  fuesen  publicadas  sus  lecciones,  lo  cual  no  llegó  á  realizarse...  La 


—  19  — 

hasta  1808,  año  de  su  muerte.  A  Mutis  siguió  como 
Director  D.  Sinforoso  Mutis,  su  sobrino.  Los  escri- 
tores que  se  han  ocupado  hasta  ahora  en  trazar  la 
biografía  del  primer  Director  de  la  Expedición  Bo- 
tánica no  han   dado  cuenta  circunstanciada  de  su 


dirección  de  Zea  limitó  su  influencia  al  sostenimiento  del  Jardín  Botá- 
nico, dejando  á  los  discípulos  de  Cavanilles,  nombrados  viceprofesores 
en  1806,  y  en  particular  á  Lagasca,  las  minuciosas  tareas  científicas,  y 
así  lo  acreditan  los  catálogos  manuscritos  de  las  siembras  y  la  letra  de 
las  correcciones  hechas  después  de  examinadas  las  plantas  nacidas.  Ter- 
minó la  dirección  de  Zea  en  1809". 

El  actual  Jardinero  Mayor  del  Establecimiento  es  D.  Luis  Aterido 
y  Ramos,  de  quien  hemos  visto  en  el  Bo'et'm  de  la  Real  Sociedad  española 
de  Historia  natural  algunos  trabajos  muy  interesantes,  entre  otros  uno 
sobre  las  plantas  crasas  que  se  cultivan  en  el  Jardín,  colección  impor- 
tante, así  por  el  número  de  ejemplares  como  por  el  tamaño  de  algunos, 
que  llegan  á  medir  hasta  4  y  5  metros  de  altura.  El  señor  Aterido  hace 
excursiones  en  los  alrededores  de  Madrid  con  el  objeto  de  recolectar 
plantas  espontáneas  para  su  herbario  particular  y  semillas  con  que  en- 
riquece el  catálogo  de  las  que  se  publican  anualmente  para  los  cambios 
con  los  establecimientos  botánicos  del  extranjero.  En  sus  excursiones 
ha  encontrado  cuatro  nuevas  especies  que  han  enriquecido  la  Flora  de 
la  provincia  de  Madrid:  una  es  la  Hohenacktria  folyodon  Coss.  et  Dur,, 
planta  de  la  familia  de  las  Umbelíferas^  otra  es  el  Trifolium  spumosur:  L., 
de  la  familia  de  las  Leguminosas;  la  tercera  el  Amarantus  sf>inGsus  L.,  y  la 
cuarta  la  Pascalia  gLuca  G.  Orteg.  No  ha  limitado  el  señor  Aterido  sus 
estudios  botánicos  á  la  provincia  de  Madrid.  En  hs  Actas  déla  Sociedad 
se  insertó  una  lista  ordenada  metódicamente  de  muchas  plantas  de  la 
provincia  de  Cuenca.  La  vida  del  señor  Aterido,  consagrada  exclusi- 
vamente al  desempeño  de  sus  funciones  de  Jardinero  Mayor,  debe  mos- 
trarse como  ejemplo  de  lo  que  pueden  alcanzar  en  las  labores  científi- 
cas la  afición,  el  estudio,  la  inteligencia  y  la  constancia.  En  los  largos 
años  de  sus  servicios  en  el  Jardín,  que  comenzó  ocupando  las  posiciones 
más  humildes,  ha  adquirido  una  copia  tal  de  conocimientos,  que  es  ri- 
gurosamente exacta  la  frase  del  sabio  señor  Bolívar:  Aterido  es  un  diccio- 
nario botánico.  Es  miembro  correspondiente  de  una  sociedad  botánica  de 
Portugal.  Grato  nos  es  dejar  aquí  testimonio  de  los  méritos  de  este  dis- 
tinguido español. 


—    20    — 

vida  en  la  Nueva  Granada  ni  de  todos  los  trabajos 
que  por  el  progreso  intelectual  de  la  Colonia  y  el 
desarrollo  económico  de  la  misma  llevó  á  cima  el 
ilustre  gaditano. 

Por  las  indicaciones  esparcidas  aquí  y  allí  en  los 
fragmentos  de  sus  diarios,  ensayaremos  rastrear,  en 
parte  siquiera,  la  vida  de  Mutis  en  Nueva  Granada, 
y  dejamos  para  otro  trabajo,  cuyos  materiales  no  es- 
tán todos  en  Madrid,  el  intento  de  una  biografía 
coiiíipleta  del  mismo. 

Después  de  coronar  su  carrera  en  la  Universidad 
de  Sevilla,  se  estableció  Mutis  en  la  corte  de  Madrid 
en  1757,  donde  ejercía  con  crédito  la  profesión  de 
médico.  Nombrado  Virrey  del  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada D.  Pedro  Mesía  de  la  Cerda,  fué  invitado  por 
éste  á  que  le  acompañase  á  América,  á  lo  cual  acce- 
dió con  gusto.  Aceptada  la  proposición  con  un  sueldo 
de  700  pesos  anuales,  que  comenzó  á  devengar  desde 
el  i.°  de  Noviembre  de  1760, se  embarcó  con  rumbo 
á  la  Colonia.  Ignoramos  la  fecha  en  que  emprendiera 
el  viaje  y  la  de  su  arribo  á  Cartagena  de  Indias.  En 
los  fragmentos  de  su  diario,  la  primera  indicación 
tiene  fecha  8  de  Enero  de  1761,  día  en  que  con  Me- 
sía de  la  Cerda  salió  de  la  villa  de  Mompos,  situada 
á  orillas  del  río  Magdalena.  Es  de  creer  que  llegara 
á  Cartagena  en  los  últimos  días  del  año  anterior. 
El  17  de  Febrero  salió  de  Honda,  en  dirección  á 
Santa  Fe.  «Comenzamos  á  experimentar  los  riesgos 
y  quebrantos  no  bien  ponderados  del  camino  que 
llaman  el  Monte.  Para  este  fin  hicimos  una  pequeña 


21    

distancia  por  el  río  de  la  Magdalena,  saliendo  á  las 
ocho  de  la  mañana,  despidiéndonos  la  compañía  de 
chapetones,  clero  y  gente  lucida  de  la  villa,  con  re- 
petidos vivas  al  Rey,  que  oíamos  alternando  él  pue- 
blo y  D.  Joseph  Palacios  (honor  á  la  verdad  que 
debió  el  señor  Virrey  á  esta  villa,  y  no  á  los  pueblos 
de  más  abajo),  siguiéndonos  algunos  sujetos  de  la 
mayor  distinción  hasta  el  pueblo  de  Guaduas,  según 
tenían  determinado.  De  este  modo  evitamos  el  mal 
paso  (que  hacen  todos  los  traficantes  del  Reino)  lla- 
mado de  los  Almireses,  y  el  de  las  Varandillas.  La 
distancia  de  la  navegación  sería  V4  de  legua.  Acia 
las  diez  de  la  mañana  montamos  á  cavallo,y  empezó 
á  experimentar  el  fastidio  con  que  3^0  camino  de  esta 
suerte.  Acia  las  once  de  la  mañana  llegamos  á  Río 
Seco.  Asta  aquí  no  hallamos  malos  pasos;  pero 
desde  aquí  asta  el  Sargento  se  fueron  multiplicando 
con  el  motivo  de  la  lluvia,  que  nos  cojio.  El  camino 
de  su  naturaleza  es  tan  malo,  que  no  ai  con  que  ex- 
presarlo, sino  diciendo  que  es  todo  el  un  continuado 
peligro.  Bien  lo  confirman  las  continuadas  desgra- 
cias que  se  nos  refieren.  Y  aunque  por  la  venida 
de  S.  Ex.  se  han  esmerado  en  hacer  menos  ásperos 
los  pasos  impracticables,  no  por  eso  dexaba  de 
aver  ag.^  riesgos.  Yo  me  he  sorprendido  de  aver 
visto  unos  caminos  tales.» 

Es  lástima  que  no  tengamos  la  relación  de  sa 
llegada  á  la  capital. 

En  los  días  siguientes  empleó  su  tiempo  en  arre- 
glar las  colecciones  de  plantas  que  había  recogido 


22    

en  Cartagena  y  en  las  orillas  del  río.  «Todo  podría 
darse  por  bien  empleado  si  se  uvieran  conservado 
las  inscripciones,  que  venian  sobre  los  respectivos 
papeles.  Nació  esta  desgracia  del  continuado  golpeo 
que  uvieron  de  recibir  estas  y  algunas  otras  curiosi- 
dades de  historia  natural.  En  la  caxa  en  que  venian 
son  inponderables  los  quebrantos  que  recibe  todo 
quanto  se  conduce  desde  Honda  asta  Santa  Fe  (por- 
que siendo  los  caminos  quebrados,  han  de  hacer  las 
mulasunos  violentisimos  esfuerzos  para  salir  de  losba- 
rriales  y  charcos,  y  para  saltar  algunos  malos  pasos.» 

Al  Virrey  Cerda  no  se  le  hicieron  los  honores  acos- 
tumbrados «reducidos  á  toros,  fiestas  y  otras  diver- 
siones», «por  no  condescender  con  las  pensiones  que 
se  imponian  al  pueblo  para  costear  los  crecidos  gas- 
tos. Es  el  caso  que  no  teniendo  proprios  esta  ciudad, 
se  ven  precisados  en  semejantes  circunstancias  á 
idear  algunos  arbitrios.  La  bondad  de  nuestro  Vi- 
rrey fue  tanta,  que  quiso  dispensarse  de  los  honores 
debidos  á  su  persona  y  empleo,  porque  el  publico  no 
quedase  pensionado  á  costa  de  su  recreación  y  mag- 
nificencia». 

Más  adelante,  el  28  de  Junio,  víspera  del  día  en 
que  se  celebraban  los  del  Virrey,  el  comercio  de  la 
ciudad  preparó  unos  fuegos  artificiales,  «hechos — 
refiere  Mutis — con  más  artificio  del  que  yo  podia 
esperar  de  unas  gentes  donde  anda  tan  escasa  la 
habilidad;  y  aunque  no  son  comparables  á  los  de 
nuestras  ciudades  de  Europa,  suplia  este  defecto  la 
abundancia  de  pólvora  quemada  en  diferentes  artifi- 


—  23  — 

cios  y  juguetes;  cosa  por  cierto  mui  de  alabar  en  un 
pais  donde  la  pólvora  va  tan  cara,  y  el  dinero  no 
muy  sobrado». 

El  tránsito  por  el  río  Magdalena  y  las  penalidades 
-que  había  sufrido  en  el  camino  de  Honda  á  Santa 
Fe  (y  que  hoy  volvería  á  experimentar  si  por  allá, 
resucitando,  viajase),  quebrantaron  su  salud.  Por 
€sta  razón  no  asistió  al  banquete  dado  en  Palacio  el 
día  de  San  Pedro.  «Asistí  á  la  fiesta  de  toros  con 
cuerda,  que  fué  de  lo  mejor  que  llevo  vistas  en  este 
pais.  D.  Jaime  Navarro  tendrá  ocasión  de  acordarse 
en  adelante  de  este  dia.  Fue  el  caso  que  aviendo 
querido  seguir  la  costunbre  del  pais,  imitando  á  los 
orejones  (llaman  así  á  los  criollos  de  los  pueblos  ve- 
cinos y  tierra  adentro),  y  á  los  Majitos  de  este  pue- 
blo, cuya  gala  es  salir  en  tales  dias  montados  en  sus 
cavallos,  y  rodear  y  seguir  al  toro;  queriendo  pues 
nuestro  D.  Jaime  imitar  estos  usos,  se  preparó  en  su 
Cavallo,  excediendo  tanto  su  valentía,  que  se  pro- 
porcionaba muchas  ocasiones  de  estas,  y  en  ocasión 
de  estar  en  la  plaza  un  torito  guapo,  tuvo  la  mala 
suerte  de  hallarse  acometido  tan  de  repente,  que  no 
tuvo  ocasión  de  escapar.  Pasó  toda  la  desgracia  en 
su  cavallo,  que  de  la  herida  murió  al  siguiente  dia. 
Nos  ha  dado  á  S.  Ex.  y  á  todos  los  que  conocemos  sü 
buen  humor,  abundante  materia  para  divertirnos 
con  el  lanze  para  muchos  dias.» 

Por  esa  época  recibió  Mutis  la  primera  carta  de 
Linneo.  A  este  hecho  le  hace  en  su  diario  el  siguiente 
comentario: 


—    24    — 

«Aun  mayor  gusto  tuve  hallándome  con  el  honor 
de  una  correspondencia  entablada  con  el  Sr.  Linneo^ 
honor  á  que  no  debía  yo  aspirar  en  mi  corta  edad. 
Este  cavallero  se  sirvió  escribirme  una  elegante  y 
dilatada  carta  en  que  solicita  mi  correspondencia^ 
me  anima  á  las  peregrinaciones,  me  franquea  el 
honor  de  Académico  en  la  Academia  de  Ciencias  de 
Upsal;  me  promete  consagrarme  una  planta,  me  da 
noticia  de  las  ediciones,  actual  de  Faimá  Suetica^  y 
futuras  de  Species  plantarum,  y  Systema  natural)  me 
manifiesta  que  desearia  poseer  ya  las  colecciones- 
ofrecidas,  y  me  promete  no  faltar  á  nombrarme 
siempre  que  se  proporcione  motivo  de  citar  mis 
colecciones.  Hace  un  elogio  digno  de  las  bellas 
prendas  de  nuestro  Virrey  por  las  noticias  que  yo  le 
comuniqué  al  Cavallero  Astroemer,  que  las  propaga 
hasta  Suecia  en  carta  al  Sr.  Linneo. 

»Me  encarga  especialisimamente  que  trabaje  e» 
describir  las  especies  de  hormigas,  sus  costumbres  y 
economía,  y  que  al  punto  le  remita  mis  trabajos, 
para  ser  admitido  en  el  numero  de  aquellos  sabios^ 

)>Con  esta  noticia  no  tardé  en  registrar  mis  ma- 
nuscritos, y  me  hallé  con  el  gusto  de  haber  recogida 
trece  especies  de  hormigas  que  habitan  las  orillas 
del  rio  de  la  Magdalena»  (i). 

De  la  correspondencia  de  Mutis  con  Linneo  sólo 
existen  dos  cartas  autógrafas  entre  sus  papeles;  fue* 
ron  publicadas  por  D.  Miguel  Colmeiro  en  los  Apén- 
dices de  su  Bosquejo  histórico  y  estadístico  del  Jardín- 


(i)     Entre  sus  M.  SS,  hay  bastantes  observaciones  sobre  este  punto> 
hechas  especialmente  en  el  Real  del  Sapo,  de  ] bagué. 


—  25  — 

Botánico^  de  Madrid.  «Es  posible — dice  este  profe- 
sor— que  otras  se  ha3'an  extraviado  ó  quedado  en 
Nueva  Granada,  cuando  se  recogió  todo  lo  pertene- 
ciente á  la  expedición  científica  para  traerlo  á  Es- 
paña.» Sobre  las  dos  á  que  nos  referimos,  dice  el 
Sr.  Colmeiro: 

«Ambas  están  en  latín,  y  la  primera,  sin  fecha, 
empieza  de  la  manera  siguiente:  «Al  varón  clarísima 
y  expertísimo  D.  J.  C.  Mutis,  saluda  Car.  Linné.» 
Muéstrase  en  ella  muy  agradecido,  por  haber  podida 
formar  exacta  idea  del  género  á  que  pertenece  la 
quina,  y  le  anuncia  una  nueva  edición  del  Systemcí 
naturcB^  agregando  otros  pormenores  relativos  á  di- 
versos asuntos.  «Recibí  á  su  tiempo,  hace  ocho  dias, 
dice,  tu  carta  dada  el  dia  24  de  Septiembre  de 
1764  (i),  y  por  ella  fui  conmovido  y  regocijado  en 
gran  manera,  pues  contenia  un  bellísimo  dibujo  de 
la  corteza  de  quina,  juntamente  con  hojas  y  flores, 
cuyas  flores,  nunca  vistas  por  mí  antes  de  ahora_,  me 
dieron  verdadera  idea  de  un  género  rarísimo,  y  muy 
diversa  de  la  que  adquirí  por  las  figuras  de  M.  Con- 
damine.  Estoy  agradecidísimo  por  todo.  En  estos^ 
dias  empieza  á  imprimirse  una  nueva  edición  del 
Systema  naturce,  que  será  aumentada  casi  en  el  doble^ 
de  las  anteriores.  Si  tuvieses  algo -con  que  acrecen- 
tar esta  colección,  te  ruego  que  me  lo  comuniques- 
en  tiempo  oportuno,  y  verás  hecha  en  cada  cosa  tu 
honorífica  mención.»  Es  todavía  más  afectuosa  la 
otra  carta,  escrita  diez  años  después,  en  20  de  Maya 

(I)  Esta  fecha  tiene  un  valor  decisivo  en  la  controversia  que  á- 
Mutis  movió  Sebastián  López  Ruiz,  como  lo  veremos  después,  cuando 
estudiemos  el  punto  del  descubridor  de  la  quina  en  la  Nueva  Granada, 


—    26    — 

-de  1774,  y  preceden  á  su  contenido  calificaciones  su- 
mamente lisonjeras,  en  la  forma  siguiente:  «Al  varón 
amicísimo,  suavísimo  y  candidísimo  Dr.  D.  J.  C.  Mu- 
tis, botánico  sabidísimo  y  agudísimo,  saluda  Car.  Lin- 
né:  «Pasmado,  agradecido  y  contento  por  haber 
recibido  una  importante  colección  de  plantas  y  aves, 
las  primeras  en  número  de  ciento  cuarenta  y  seis, 
-diez  y  nueve  de  ellas  dibujadas,  le  dedica  el  género 
Mntisia,  y  le  comunica  las  denominaciones  sistemá- 
ticas de  las  especies  remitidas,  raras  unas  y  nuevas 
otras.  Recibí  á  su  tiempo  en  estos  dias,  dice,  tu 
•carta  dada  el  dia  6  de  Junio  de  1773,  y  nunca  con 
mayor  gusto  en  toda  mi  vida,  siendo  tanta  la  riqueza 
de  plantas  raras,  aves  y  otros  objetos,  que  me  deja- 
ron completamente  atónito.  Te  felicito  por  tu  nom- 
bre inmortal,  que  jamás  borrará  edad  alguna.  Dia  y 
noche,  durante  estos  ocho  dias,  todo  lo  he  vuelto  y 
revuelto;  salté  de  alegría  siempre  que  comparecían 
plantas  nunca  vistas.  Llamaré  Alutisia  á  la  planta 
número  21.  En  ninguna  parte  vi  planta  que  le  exce- 
da en  lo  singular;  su  yerba  es  de  clemátide,  y  su  flor 
de  singenesia.  ¡Quién  tuvo  jamás  noticia  de  una  flor 
compuesta  con  tallo  trepador,  zarcilloso,  pinado  en 
€ste  orden  natural!  No  hagas  nombres  genéricos  con 
los  de  amigos  ú  otras  personas  desprovistas  de  me- 
recimientos botánicos,  pues  llegará  tiempo  en  que 
desaparezcan  de  igual  manera  como  fácilmente  lo 
preveo»  (i). 


(i)  Publicamosen  el  borrador  de  una  carta  de  Mutis  al  hijo  de 
Linneo,  inconclusa,  y  que  tomamos  del  Efitio/ario  de  Mutis  que  he- 
mos formado,  y  donde  hay  cartas  de  Humboldt,  Bonpland,  Bergius,  Le 
Blond,  Willdenow,  Labillardiére ,  Schousboe,  Cavanilles,  Valenzuela, 
Gómez  Ortega,  Sessé,  V^.  Cervantes,  etc.,  etc.,  que  publicaremos 
ílespués. 


—    27    — 

Sobre  la  muerte  de  Linneo  escribió  Mutis  la  si- 


*Al  eruditísimo  Varón  Carlos  Linné,  Profesor  de  Histo- 
ria Natural  eu  Upsal,  Hijo  dignisimo  del  Principe  de 
la  Historia  Natural,  el  cavalkro 

Carlos  Linné. 

Desea  mucha  salud, 

JosEF  Celestino  Mutis. 

Apenas  puedo  dar  principio  á  esta  carta  por  el 
golpe  de  lagrimas  que  bañan  mis  ojos  en  esta  oca- 
sión que  recibo  la  tuya  ¡oh  varón  humanísimo!  pen- 
sando yo  en  otro  tienpo  escribirte  lleno  de  gozo  y 
complacencia.  Al  tienpo  de  abrir  un  pliego  en  que 
me  incluía  mi  Amado  Hermano,  que  habita  en 
Cádiz,  una  carta  con  inscripción  de  mano  extran- 
gera,  aun  no  pude  cerciorarme  de  quien  fuese;  y 
leyendo  la  de  mi  Hermano  con  bastante  sobresalto 
comenze  ya  á  sospechar  que  estaba  ya  en  peligro  ó 
ya  del  todo  extinguida  la  vida  preciosísima  del  Ca- 
vallero  Linné.  En  efecto,  después  de  bien  leida,  me 
acabe  de  enterar  con  bastante  pena  que  ya  habia 
muerto  aquel  Grande  Hombre  como  se  anunciaba 
en  los  escritos  públicos;  quiero  decir  que  falleció  tu 
amado  Padre,  cuya  fiel  amistad  tuve  el  grande  honor 
de  cultivar  por  muchos  años,  venciendo  la  grande 
distancia  que  media  entre  los  Habitantes  del  Polo  y 
del  Equador.  Apenas  me  atrevía  á  abrir  la  carta  del 
Sr.  Gahn,cuya  letra  conocí  poco  después,  lisonjeán- 
dome entre  tanto  con  la  única  esperanza,  que  solo 


—    28    — 

me  quedaba,  de  hallar  tal  vez  incluida  la  carta  ultima 
como  ultima  prenda  de  nuestra  amistad.  Sufre  algún 
poco  en  que  yo  traiga  á  tu  memoria  novedades  tan 
amargas,  que  ni  tu  ni  yo  debemos  olvidar.  Porque 
si  tu  te  avras  quexado  de  los  inviolables  derechos  de 
la  Naturaleza,  yo  debo  también  pagar  el  tributo  á 
nuestra  amistad,  mientras  los  dos  sentimos  justa- 
mente nuestra  suerte.  Sabrás  pues,  que  desde  el  año 
de  1 76 1,  tiempo  en  que  yo  estaba  ya  preparando 
algunos  donecillos  de  su  agrado  para  presentarme 
delante  de  tan  gran  Varón,  por  no  aver  yo  antes 
dexado  establecida  su  correspondencia  al  tiempo  de 
mi  salida  de  Europa,  tuve  yo  la  singular  complacen- 
cia de  recibir  su  primera  carta  hallándome  tan  dis- 
tante, besando  por  la  primera  vez  sus  letras  tan 
apreciables  para  los  Sabios  de  la  Europa.  En  ellas, 
como  siempre  acostumbraba  este  Grande  Hombre, 
vi  sus  dulzes  expresiones  con  que  me  amonestaba, 
siendo  yo  joven  entonces,  para  inflamarme  mas  en 
el  estudio  de  la  Naturaleza.  Desde  entonces  me  di  el 
parabién  por  verme  ya  estrechado  en  la  amistad  de 
tu  Padre;  y  desde  ese  tiempo  cultivé  con  mucha  fide- 
lidad su  amistad,  continuando  nuestra  corresponden- 
cia por  el  dilatado  espacio  de  diez  y  ocho  años  en 
que  se  padecieron  algunas  no  pequeñas  intermisio- 
nes causadas  forzosamente  ó  por  la  suma  distancia, 
ó  por  el  descuido  délos  que  intervenían  en  la  direc- 
ción de  nuestras  cartas,  ó  finalmente  por  mis  largui- 
simos  viajes.  De  aquí  dimanó  también  que  muchas 
de  mis  cartas  no  uvieran  llegado  á  sus  manos,  espe- 
rimentando  yo  también  algo  tarde  que  no  pocas  de 
las  suyas  se  uviesen  perdido.  No  por  eso  dexe  en 
todo  ese  tiempo  de  guardar  inviolablemente  los  fieles 
pactos  de  la  amistad  mas  estrecha;  sin  permitirme 


—    29    — 

mi  fidelidad  á  solicitar  otra  correspondencia  ni  entre 
los  míos  ni  entre  los  extraños,  porque  ciertamente 
amaba  5^0  tiernamente  á  este  Grande  Hombre  y  á 
5U  Genio  inmortal  tenia  yo  dedicado  mis  trabajos, 
tareas  y  descubrimientos.  Aun  en  estos  últimos  dias 
en  que  avia  creido  que  todavía  vivia  (aviendo  hallado 
su  esclarecido  nombre  en  la  lista  de  los  Ilustres  Miem- 
bros de  la  Real  Academia  de  Ciencias  de  Paris,  in- 
presa al  fin  de  la  obrita  que  se  inprime  todos  los  años 
por  orden  de  la  Academia  con  el  nombre  de  conoci- 
miento del  tiempo,  y  de  que  uso  para  mis  observa- 
ciones Astronómicas)  en  estos  dias,  vuelvo  á  decir, 
estaba  yo  ardientemente  esperando  de  ver  3'a  com- 
pleta la  fructificación  del  árbol  hermosísimo,  que  pro- 
duce el  Balsamo  del  Perú,  para  satisfacer  su  curiosi- 
dad sobre  este  asunto  tan  deseado  y  encargado  repe- 
tidas vezes;  logrando  tanbien  aconpañar  esta  noticia 
con  algunas  otras  observaciones  y  descripciones  de 
algunos  géneros  nuevos.  Finalmente  salió  de  esta 
vida  este  Grande  Hombre  sin  que  yo  uviera  podido 
cumplirle  sus  deseos,  ni  que  venciendo  gravísimas 
dificultades  uviese  podido  escitarle  nuevamente  aquel 
gusto  con  que  se  recreaba  leyendo  mis  cartas  y  mis 
descubrimientos.    ¡Finalmente   murió  tu  amadísimo 
Padre  y  mi  Grande  Favorecedor!  Yo  espero  que  con 
la  sangre  avras  heredado  tanbien  sus  grandes  talen- 
tos, su  amor  vehementísimo  á  las  Ciencias,  su  huma- 
nísima liberalidad  para  con  sus  amigos,   y  todas  las 
demás  preciosísimas  prendas.  Para  pagarle  yo  algún 
tributo,   remunerándolo  con   algún  don  semejante, 
aqui  baxo  del  mismo  Equador,  donde  las  Ciencias 
útiles  van  logrando  los  mayores  progresos,  y  donde 
tal  vez  puede  sospechar  que  nuestras  queridas  Mu- 
sas fijaran  su  asiento  y  trono  en  los  siglos  venideros, 


—  30  — 

hize  conocer  á  este  Grande  Hombre,  cuyo  nombra 
3'a  se  conoce,  se  alaba  y  anda  en  boca  de  todos  con 
los  mayores  elogios.  Ciertamente  no  hallo  3^0  en  los 
siglos  mas  remotos  Genio  semejante  dedicado  á  la 
contemplación  de  las  obras  de  la  Naturaleza,  si  en 
mi  ai  algún  conocimiento  de  estas  cosas,  que  pueda 
justamente  conpararlo  al  Grande  Linné,  el  Mayor 
Principe  de  la  Historia  Natural.  Solo  hallo  esta 
comparación:  quanto  alcarizo  el  Gran  Newton  en 
asuntos  Filosóficos  y  Matemáticos,  tanto  adelantó  el 
inmortal  Linné  en  asuntos  de  Botánica  y  de  Histo- 
ria Natural.  Únicamente  hallo  semejantes  á  si  á  estos 
dos  inmortales  varones,  enpleados  cada  uno  por  di- 
verso respecto  en  estudios  y  ser  fieles  interpretes  d& 
las  obras  de  la  Naturaleza.  Espero,  ó  varón  Huma- 
nisimo,  que  no  ofenderé  tu  modestia,  ni  llevaras  á 
mal  estas  debidas  alabanzas;  porque  si  á  ti  te  tocó  la 
suerte  de  heredar  la  mayor  parte  por  el  derecho  de 
la  sangre,  no  me  cabe  á  mi  la  menor  parte  por  el 
derecho  de  la  amistad.  Ciertamente  nunca  podre 
olvidar,  ni  se  apartara  de  mi  agradecido  corazón  la 
dulce  memoria  de  este  Grande  Honbre,  á  quien 
siempre  he  estimado  con  la  veneración  de  mi  Maes- 
tro, y  asi  permanecerán  gravadas  en  mi  por  toda  mi 
vida  las  prendas  de  su  amistad. 

Finalmente  recibo  y  leo,  besándola  muchas  vezes, 
tu  apreciable  carta,  que  es  lo  único  que  puede  miti- 
gar mi  pena,  y  reparar  la  perdida  de  mi  Amigo.  En 
ella  me  das  señales  mui  nobles  de  tu  Padre.  Me 
ofreces  tu  amistad;  y  yo  la  abrazo  haciéndote  here- 
dero de  mis  descubrimientos,  que  tenia  destinados 
para  tu  Padre.  Ciertamente  veo  que  comienzas  imi- 
tando la  generosa  liberalidad  de  tu  Padre,  ofrecién- 
dome regalar  la  nueva  edición  del  Sistema  y  sus 


—  31  — 

Mantisas  que  yo  tanto  deseo  ver,  y  en  vano  las  sO' 
licitaría  en  España  por  ningún  precio,  guando  yo 
yo  sali  de  España  debi  á  la  generosidad  de  mi  Ami- 
go Alstroemer  y  logré  la  edición  del  Sistema  de^ 
aquel  tiempo,  el  precioso  Viaje  de  Loefling,  y  la 
Filosofía  Botánica.  Casualmente  hallé  tanbien  de 
venta  los  dos  volúmenes  de  las  Amenidades  Acadé- 
micas, las  especies  de  plantas  de  la  edición  primera 
y  los  géneros  de  plantas  de  la  edición  quarta;  y  nada 
mas.  Me  traje  conmigo  estas  obras  preciosísimas, 
sin  las  cuales  bien  preveía  yo  que  casi  nada  podría 
yo  adelantar.  Después  de  largo  tienpo  logre  los  gé- 
neros de  plantas  de  la  quinta  edición,  y  finalmente 
por  la  liberalidad  de  tu  Padre  ya  poseo  la  edición 
del  Sistema  de  67,  las  especies  de  plantas  de  62  y  la 
Fauna  Suetica  de  61.  Todo  lo  que  aya  salido  después- 
y  aun  muchas  cosas  anteriores  fuera  de  lo  expresa- 
do, me  es  absolutamente  desconocido:  aunque  cier- 
tamente veo  que  ai  muchas  cosas  inpresas  reciente- 
mente. No  permitas  pues,  O  Varón  Humanísimo, 
que  yo  carezca  por  mas  tienpo  de  estas  preciosísi- 
mas obras.  Tengo  indecibles  deseos  de  leer  estos  pre- 
ciosos Monumentos,  pero  especialisimamente  el  Mu- 
seo de  Luisa  Ulrica  y  los  quatro  posteriores  volume- 
nesdelas  Amenidades  Académicas,  que  hallo  frequen- 
tisimamente  citados.  Deseo  impacientemente  poseer 
estas  obras,  no  solamente  por  arreglar  mis  descrip- 
ciones al  estilo  y  modelo  de  las  de  tu  Padre,  sino 
tanbien  para  poder  conocer  que  cosas  de  las  que 
frequentemente  ai  por  acá  necesiten  ó  averiguarse 
nuevamente  ó  pulir  sus  caracteres.  Y  no  te  imagines, 
ó  Varón  Humanísimo,  que  ya  quiero  yo  desde  el 
principio  abusar  de  tu  amistad  y  ocasionarte  estos 
cuidados;  porque  solo  te  pido,  que  tomes  á  tu  cuida- 


—  32   — 

do,  pidiéndote  una  y  muchas  vezes  la  venia  para 
excusarme,  la  remisión  de  estas  obras;  quedando  á 
mi  cuidado  y  agradecimiento  satisfacer  las  costas 
por  mano  del  señor  Gahn,  de  quien  espero  no  ten- 
drá á  mal  tomar  sobre  si  este  mi  encargo.  Porque  si 
tu,  O  Varón  Hurnanisimo,  hallándote  colocado  en  el 
centro  de  las  Ciencias  uvieras  alguna  vez  experi- 
mentado lo  mucho  que  me  atormenta  y  aflije  la  es- 
casez de  libros,  no  obstante  de  ser  mi  libreria  mui 
copiosa,  y  tal  vez  nunca  vista  en  America,  me  excu- 
sarlas por  este  mi  atrevimiento.  Perdóname  pues 
por  todo,  mientras  te  prometo  guardar" inviolable- 
mente la  misma  amistad  que  tuve  con  tu  Padre.  De- 
seo inpacientemente  saber  que  juicio  aya  hecho  tu 
Padre  de  mis  descubrimientos,  y  que  lugares  ayan 
merecido  en  el  Sistema.  Yo  le  remiti  muchas  cosas 
sin  nonbres,  dexando  á  su  arbitrio  la  carguilla  y  li- 
bertad de  ponerles  nonbres  mas  proporcionados. 
Desde  este  lugar,  en  que  ya  casi  dos  años  ha  vivo,  le 
escribí  una  carta  por  el  Mes  de  Febrero  de  1777, 
pero  ya  veo  que  no  llego  á  tienpo.  En  ella  incluy 
el  Catalogo  de  todo  lo  que  contenia  la  cajita,  que 
remiti  por  el  Sr.  Davila,  Prefecto  del  Gabinete  Real 
y  tanbien  algunos  avisos  sobre  la  primera  colección. 
Me  escribió  el  Sr.  Gahn  que  todo  se  avia  ya  éntre- 
•gado,  y  espero  tu  respuesta.  Tanbien  me  acuerdo 
que  prometía  entonces,  como  ciertamente  lo  desea- 
ba, enviar  dentro  de  pocos  meses  una  grande  colec- 
ción. Pero  no  pude  cunplir  mi  palabra  detenido  por 
una  penosa  enfermedad  y  por  los  cuidados  gravísi- 
mos de  la  industria  de  estas  Minas.  Porque  desde 
los  principios  de  mi  llegada  á  este  Real  de  Minas,  y 
por  causa  de  un  insecto  mui  frequente  que  entra 
xientro  del  cutis  de  los  Plonbres,  Ganados  y  perros, 


—  33  — 

fuera  de  las  niguas,  que  son  muchisimas  (y  no  hablo 
de  estas)  que  es  diverso  del  destro  de  las  vacas,  es- 
tuve gravemente  enfermo  por  muchos  dias.  En  efec- 
to el  dia  24  de  Febrero  de  1777  llegué  finalmente  á 
descubrir  el  molestísimo  huésped  oculto,  que  avia 
formado  un  tumor  en  la  pierna  para  su  habitación. 
Pero  aviendome  dejado  inprudentemente  aplicar  el 
zumo  del  tabaco  poniendo  encima  la  leche  del  plá- 
tano Guinea  (según  la  practica  común  de  nuestros 
rústicos)  al  punto  me  sobrevino  una  crudísima  erisi- 
pela que  sin  poderlo  remediar  degenero  en  supura- 
ción con  grande  peligro  de  mi  vida.  Finalmente  des- 
pués de  largo  tienpo  logre  recuperarme,  resuelto  ya 
á  abandonar  este  sitio  por  el  miedo  de  la  abundan- 
cia de  estos  insectos  y  de  las  muchas  culebras,  si 
vuelto  en  mi  no  uviera  mudado  de  pensamiento 
exhortándome  únicamente  á  la  constancia  con  la 
alegrisima  esperanza  de  los  descubrimientos  que  po- 
dría hacer  aqui,  y  la  fria  memoria  de  los  muchísi- 
mos peligros  ya  pasados.  Y  asi  firme  y  constante,  y 
aun  acostunbrado  á  tales  calamidades  crei  que  seria 
mui  oportuno  dar  principio  á  mis  averiguaciones  y 
descubrimientos  por  el  mismo  insecto.  De  aqui  es 
que  con  tan  opoituna  ocasión  descubrí  muchisimas 
cosas  curiosas;  y  asi  hallo  en  muchos  lugares  de  mis 
Diarios  las  hermosísimas  averiguaciones  de  este  in- 
secto, cosas  verdaderamente  ocultas  asta  aora  á  to- 
dos los  honbres,  y  aun  no  bien  sabidas  de  nuestros 
mismos  rústicos.  De  esto  hablare  en  otra  ocasión 
con  la  debida  extensión.  Para  mi  tengo  creido,  des- 
pués de  aver  examinado  los  descubrimientos  de  los 
viajeros,  que  es  una  especie  de  Oestro,  que  podre 
llamar  Oestro  del  honbre,  para  distinguirlo  del  Oes- 
tro  bovino  bellisimamente   descrito  por  Reaumur, 

3* 


—  34  — 

que  he  leido  varias  vezes,  y  que  tanbien  es  aqui  muí 
común;  no  aviendo  podido  hallar  hasta  aora  su  His- 
toria cientificamente  tratada  ni  en  los  Viajeros  ni  en 
las  relaciones  de  los  Museos.  Esta  nuestra  especie 
de  óestro  es  del  tamaño  de  la  Mosca  domestica,  y  en 
unos  tubulillosen  forma  de  abispero  inbucadamente 
puestos  al  rededor  del  vientre  de  la  Madre  asta  mas 
de  50  se  esconden  y  anidan  unas  larvas  pequeñisi- 
raas.  De  aqui  resulta  que  puesta  la  Madre  encima 
del  Honbre  que  equivocándola  con  la  Mosca  domes- 
tica no  la  teme  mucho  por  no  aver  antes  experimen- 
tado sus  asechanzas  regala  salva  su  maldita  concien- 
cia tantos  dones  quantos  gusanillos  salen  de  sus  tu- 
bulillos  para  buscar  nuevo  nido  dentro  del  pellejo 
del  honbre;  dexandole  sin  averio  primero  saludada 
los  gravísimos  cuidados  de  proveer  á  la  nueva  gene- 
ración en  sus  necesidades  de  alimento,  casa,  educa- 
ción y  aun  de  la  transformación,  si  pudiera  tolerar- 
lo nuestra  paciencia,  retirándose  la  Madre  finalmen- 
te sin  arrepentirse  del  hecho  para  acabar  su  vida  en 
la  soledad.  Tanbien  el  24  de  Mayo  de  este  añp  tuve 
la  fortuna  de  conocer  en  tienpo  este  mal  huespede 
que  me  avia  entrado  en  el  brazo,  haciéndolo  sacar 
sin  mucha  molestia.  Pero  ya  basta  por  aora  acer- 
ca de  este  singularísimo  insecto.  Estoi  mui  dis- 
tante del  lugar  en  que  se  cria  la  Cinchona  oficinal 
que  descubrí  en  las  cercanías  de  Santafé,  en  donde 
tanbien  se  cria  la  hermosa  Mutisia.  Todos  los  exen- 
plares  que  tenia  de  esta  mi  Planta  los  envié  con 
otras,  aconpañadas  de  un  hermoso  dibujo,  al  Gavi- 
nete  Real,  trayendome  conmigo  otro  mas  hermoso 
dibujo;  pero  prometo  enviarte  la  planta  y  el  dibujo 
en  yendo  á  Santafé.  Aun  no  he  podido  ver  el  Árbol 
de  la  Caraña.  De  las  demás  cosas  que  me  preguntas 


—  35  — 

ignoro  aun  todavía  muchas  cosas.  De  la  resina  elás- 
tica, que  entre  nosotros  se  llama  Caucho,  tengo  ave- 
riguado casi  todo.  ¡O  y  que  bellisimas  cosas  hallo 
depositadas  en  mis  Diarios,  y  destinadas  para  tu 
Padre!  Aun  no  he  logrado  ver  el  mismo  Árbol,  de 
donde  se  coje,  y  crece  en  la  Provincia  del  Chocó; 
pero  por  una  justa  analogía  deducida  de  los  Arboles 
que  he  visto  concluyo  que  es  una  especie  de  Higue- 
ra de  America.  Tanbíen  he  tenido  la  singularísima 
conplacencía  de  descubrir  en  las  frutillas  de  estos 
Arboles  los  pequeñísimos  insectos  del  mismo  genero 
(que  aun  todavía  ignoro  si  estaran  reducidos  al  Ge- 
nero Ichucumon)  pero  de  especie  diversa  de  los 
Mosquitos  de  la  Higuera  de  Europa.  Tanbíen  veo 
la  pregunta  que  me  haces,  que  aun  todavía  se  duda 
del  árbol  que  produce  la  sangre  de  Drago.  Yo  no  he 
visto  los  arboles  descritos  por  Loefling  y  Jacquín 
con  el  nonbre  científico  de  Ptesocarpo.  Solo  me 
consta  que  en  Provincias  muí  apartadas  entre  sí  se 
entiende  entre  nosotros  con  el  vulgar  nonbre  de 
Drago  un  Árbol  que  produce  un  jugo  semejantísimo 
y  es,  si  nq,  me  engaño ,  especie  del  Genero  Císton. 
Un  exemplar  de  esta  planta  tiene  en  el  num.  i  de  la 
segunda  colección;  y  tal  vez  otra  especie  de  este 
mismo  genero  en  el  num.  41.  Acerca  de  la  jalapa 
confieso  que  no  he  hecho  averiguación  alguna  digna 
de  tu  curiosidad.  Quando  las  vi  en  Cartagena  y  otras 
partes  destinadas  solamente  por  hermosura  de  los 
jardines  no  me  detuve  en  su  prolija  averiguación, 
persuadido  que  ya  esta  especie  estaba  bien  determi- 
nada entre  los  Botánicos;  y  me  consta  que  las  rayzes 
para  el  uso  Medico  se  traen  de  muí  lexos,  ó  bien  del 
suelo  nativo,  ó  bien  de  España.  Por  lo  que  mira  á 
la  Ipecacoanha  siempre  he  deseado  ardientemente 


-  36  - 

aunque  asta  aora  no  lo  aya  logrado,  examinar  la 
planta  viva;  cuyas  rayzillas  cojidas  en  Simiti  y  en 
lugares  mui  ardientes  se  llevan  á  Monpox  para  ven- 
derlas. Aun  veo  que  dudas  de  esta  planta;  y  de  aqui 
se  me  ha  vuelto  á  excitar  una  duda  que  tuve  en  otro 
tienpo  y  que  te  voi  á  declarar  en  pocas  palabras. 
Tienpo  ha  que  descubrí  una  planta  que  algunos 
creyeron  era  la  verdadera  rayzilla,  bejuquillo,  ó  Ipe- 
cacoahna  (con  todos  estos  nonbres  es  conocida  entre 
nosotros)  y  fue  hallada  en  Cañaverales  de  la  Provin- 
cia de  Girón,  cuyo  tenple  es  muy  parecido  al  encen- 
dido suelo  de  Simiti  donde  nace  la  ipecacoanha. 
Este  enpyrico  aseguraba  que  era  la  misma  que  la 
del  Simiti,  que  tenia  bien  conocida.  Entonces  pude 
descubrir,  aviendola  logrado  tan  viva  por  el  cuidado 
del  Governador  de  Girón ,  que  prontamente  me  la 
remitió.  Mas  estando  yo  firmemente  persuadido  que 
no  avia  duda  acerca  de  la  especie  de  esta  planta 
colocada  por  los  Botánicos  bajo  de  genero  mui  di- 
verso, tanpoco  dudé  afirmar  delante  de  todos,  ó  que 
esta  no  era  la  verdadera  ipecacoanha,  ó  si  era  la 
misma  de  Simiti  como  aseguraba  el  Enpyrico,  en- 
tonces la  que  se  llevo  de  Simiti  á  Europa  con  este 
nonbre  es  del  todo  diversa  de  la  del  Brasil,  de  don- 
de fue,  sino  m.e  engaño,  la  primera  á  Europa,  y  por 
eso  se  llama  asi  con  el  nonbre  familiar  de  aquella 
lengua  de  los  Indios  del  Brasil  y  esto  no  seria  de 
admirar  aunque  la  nuestra  tuviese  la  semejanza  y 
virtudes  de  la  del  Brasil:  porque  me  acuerdo  que  ai 
otra  planta  de  genero  tan  diverso,  como  que  perte- 
nece al  Genero  Viola,  y  cuyo  exenplar  remiti  en  la 
primera  colección  bajo  el  num.  56,  que  tiene  al- 
guna semejanza  y  casi  las  mismas  virtudes  que  la 
ipecacoanha.    La   planta    Gironense   reputada  por 


—  37  — 

ipecacoanha  la  describí  el  año  de  68;  remití  su  des- 
cripción el  año  74,  y  es  Pentandra  Monogyna.  Mas 
sea  lo  que  fuere  de  esto,  yo  te  prometo  hacer  en 
este  punto  nuevas  averiguaciones,  aunque  me  hallo 
mui  distante  de  la  Provincia  de  Simíti.  Ni  tanpoco 
olvidaré  todas  las  demás  cosas  que  me  preguntas, 
respondiendo  lo  que  averiguare  en  ocasión  oportuna. 
Por  lo  que  mira  á  los  específicos,  de  que  uso  en  la 
practica  de  la  Medicina,  solo  quiero  decirte  de  paso, 
que  toda  la  practica  de  la  Medicina,  como  lo  han 
conocido  bien  los  Grandes  Honbres,  puede  reducir- 
se á  mui  pocas  cosas  según  pienso:  porque  en  reali- 
dad ni  á  ti  ni  á  ningún  profesor  de  Medicina  se  le 
ha  podido  ocultar  que  toda  la  practica  es  sumamen- 
te sencilla  y  purgada  del  amontonamiento  de  muchas 
drogas  contra  la  preocupación  del  vulgo  de  los  Mé- 
dicos: tan  sumamente  sencilla  es  toda  la  IMateria 
Medica,  que  he  acomodado  á  mi  practica,  que  no 
han  dexado  de  entenderlo  estos  Habitantes  de  Ame- 
rica, y  de  este  conocimiento  ha  resultado  averme 
adquirido  y  conciliado  tal  estimación  entre  ellos, 
que  guiados  por  la  experiencia  de  una  practica  feli- 
cisima  y  casi  de  ningún  costo  concurren  los  enfer- 
mos en  tropa  á  este  sitio  donde  me  retiré.  Apenas 
creería  algún  europeo  que  estos  enfermos  casi  nada 
gastan  en  sus  enfermedades  sin  aver  conocido  pri- 
mero que  están  desterradas  (y  con  felicidad)  de  estos 
Payses  las  Boticas.  Porque  á  la  verdad  los  Ameri- 
canos se  han  acostunbrado  á  vivir  contentos  con  las 
sinples  yerbas  que  la  Naturaleza  produce  en  sus 
canpos. 


-  38  - 


IV 


El  motivo  principal  que  había  llevado  á  Mutis  á 
Nueva  Granada  era  el  estudio  de  la  Botánica.  Desde 
que  pisó  las  playas  de  Cartagena  comenzó  á  hacer 
colección  de  plantas  y  otros  objetos.  No  desistió  de 
su  empeño  al  llegar  á  la  sabana  de  Bogotá.  Todo  lo 
que  llamaba  su  atención  lo  iba  anotando  en  sus  dia- 
rios, no  sólo  respecto  de  las  plantas,  sino  de  las  cos- 
tumbres de  la  población.  «Un  día,  por  la  tarde,  salí 
de  casa  á  pasearme  con  D.  Jaime  Navarro.  Nos  en- 
derezamos hacia  San  Diego,  donde  se  celebraba  á  la 
Virgen  del  Campo,  señora  muy  milagrosa.  Hálleme 
con  la  novedad  de  ver  la  costumbre  introducida  ya 
años.  Redúcese  ésta  á  disponer  un  acampamento 
por  todos  los  tres  días  que  dura  la  celebridad,  con 
tiendas  de  campaña,  donde  se  tiene  la  provisión  su- 
ficiente para  satisfacer  el  apetito  al  modo  del  País 
del  concurso,  que  es  mucho.  Es  grande  la  cantidad 
de  chicha,  bebida  del  país,  de  que  hablaré  larga- 
mente en  lugar  separado,  que  se  despacha.  Corres- 
ponde el  numero  de  los  achichados,  que  son  los 
indios  y  gente  baja,  ó  embriagados,  cosa  tan  univer- 
sal en  el  país,  que  apenas  llama  la  atención  de  los 
que  pasan.  Costumbre  es  ya  muy  antigua,  que  las 
resultas  de  semejantes  fiestas,  que  deberían  mover 
todo  el  pueblo  á  devoción  y  piedad,  sean  éstos  abun- 
dantísimos desordenes.» 


—  39  — 

En  1762  comenzó  á  ejercer  Mutis  en  Santa  Fe  su 
generoso  ministerio  de  educador.  No  era  un  hom- 
bre expansivo  en  la  sociedad;  se  le  ha  increpado  su 
carácter  reservado,  pero  ninguno  como  él  más  con- 
sagrado á  las  expansiones  espirituales.  El  solo  viaje 
á  América,  abandonando  las  comodidades  de  Madrid 
y  el  ejercicio  de  una  profesión  que  siempre  ha  sido 
ocasión  de  distinciones  sociales  por  su  amor  al  estu- 
dio de  la  Naturaleza,  es  buena  prueba  de  lo  que  deci- 
mos. Durante  la  travesía  ofreció  á  los  jóvenes  que 
acompañaban  al  Virrey  La  Cerda,  que  en  la  capital 
de  la  colonia  les  enseñaría  privadamente  las  Matemá- 
ticas. Exigiéronle  el  cumplimiento  de  la  promesa,  y 
cuando  se  preparaba  á  llenarla,  supo  el  Rector  del 
Colegio  del  Rosario  el  proyecto,  y  le  propuso  abrie- 
ra el  curso  en  este  Instituto.  «El  día  29  de  Febrero 
fui  á  hablar  con  S.  E.  sobre  este  punto;  el  mismo 
<iía  me  dijo  S.  E.  en  la  mesa  su  consentimiento  y 
gusto  en  esta  nueva  disposición.  El  día  1°  de  Mayo 
comencé  á  prepararme  con  una  oración  inaugural, 
que  diese  principio  á  este  curso.  Dentro  de  cinco 
días  había  yo  formado  ya  mi  oración,  preparándome 
al  acto  que  se  habia  determinado  para  el  día  8  del 
mismo  mes.  Pero  queriendo  S.  E.  asistir  á  este  acto 
-en  una  casa,  de  quien  siendo  Patrono  el  Rey, 
S.  E.  es  Vicepatrono,  y  en  una  Facultad  nunca 
leída  publicamente  y  comenzada  entonces  bajo  la 
protección  del  Señor  Virrey,  se  cambio  de  dispo- 
sición, determinando  que  fuese  el  día  13  del  mis- 
mo mes.» 


—  40  — 

De  los  borradores  de  su  discurso  sobre  las  Mate- 
máticas tomamos  los  dos  párrafos  siguientes: 

«No  son  de  menor  utilidad  para  las  otras  Cien- 
cias en  que  se  mira  introducido  con  ventajas  el  len- 
guaje matemático.  Y  para  no  fatigar  con  la  dilación 
de  mi  discurso  la  atención  de  los  que  me  oyen,  pe- 
netrando con  nuevas  reflexiones  por  las  Ciencias 
que  faltan,  bastará,  señores,  el  decir  que  procuremos 
imitar  el  ejemplo  de  la  Europa  sabia,  cuya  conducta 
en  este  punto  parece  la  mas  acertada.  Para  tratar 
con  el  debido  acierto  la  Física,  se  instruyen  general- 
mente los  jóvenes  antes,  ó  al  mismo  tiempo,  en  los 
conocimientos  matemáticos.  Con  unos  principios  tan 
solidos  hallan  en  su  juventud  materia  dispuesta  para 
cualquiera  Facultad  que  se  propongan  profesar  en 
adelante.  Este  es  el  camino  por  donde  han  subido  al 
grado  de  perfección  los  sabios  que  mira  hoy  con 
singular  respeto  toda  la  Europa,  y  este  es  el  medio 
por  donde  lograron  aquellos  hombres  relucir  entre 
muchos  otros  que  no  se  acomodaron  á  seguir  el 
mismo  rumbo,  con  conocido  desdoro  de  sus  talentos 
y  del  afortunado  siglo  en  que  nacieron. 

sRazon,  será,  señores,  que  encendidos  del  amor  á 
unas  ventajas  tan  conocidas,  imitemos  la  conducta 
de  los  sabios,  apartando  la  atención  de  los  ruines 
respetos  de  nuestra  España  detenida.  No  hagan  en 
nuestros  ánimos  impresion]alguna  los  motivos  de  su 
temeroso  procedimiento  en  las  Ciencias  naturales, 
cuyo  atraso  lloran  actualmente  los  españoles  de 
juicio  que,  desembarazados  de  ciertas  circunstancias 
en  óierto  modo  afectadas,  si  no  encubiertas  de  un 
falso  celo,  conservan  su  juicio  libre  de  infinitas 
preocupaciones  de  que  no  pueden  librarse  los  que 


—  41   — 

tienen  el  destino  de  nacer  en  un  suelo  por  otra  parte 
feliz.  Abrazad,  señores,  esta  nueva  ocasión,  que 
será  principio  á  la  afortunada  época  de  nuestro  des- 
empeño. Mudemos,  señores,  de  conducta  para  sobre- 
vivir con  mejor  suerte  á  nuestro  primer  destino.  Cor> 
esta  resolución,  verdaderamente  feliz,  lograremos 
mejorar  de  fortuna  en  la  carrera  de  las  letras,  y  el 
consuelo  de  habernos  instruido  en  una  Ciencia,  cuyo 
estudio  nunca  es  inútil,  y  á  veces  es  necesario  para 
servir  á  la  Religión,  al  Rey  y  á  la  Patria;  para  per- 
fección de  las  Artes,  para  avivar  el  ingenio,  instruir 
el  entendimiento,  formar  el  juicio  y  ejercitar  la  me- 
moria; y,  últimamente,  siempre  es  necesario  para 
inquirir  la  verdad  en  todo  lo  que  se  ofrece  y  es  per- 
mitido á  la  curiosidad  del  hombre.» 

Para  esta  Cátedra  de  Matemáticas  escribió  ó  tra- 
dujo y  adaptó  Mutis  varios  tratados:  sus  Elementos 
de  Física  constan  de  14  hojas,  divididos  en  cuatro 
capítulos:  el  i.°  versa  sobre  el  objeto  de  la  Física  y 
de  las  reglas  del  razonamiento;  el  2.°,  sobre  el 
cuerpo  en  general  y  las  reglas  del  razonamiento;  el 
3.",  sobre  la  extensión,  la  solidez  y  el  vacío,  y  el  4.°,. 
sobre  la  divisibilidad  del  cuerpo  al  infinito  y  de  la  pe- 
quenez de  las  partecillas.  Los  principios  que  guiaban 
su  enseñanza  los  reducía  á  19  definiciones  y  tres  es- 
colios. Proclamaba  el  método  Newtoniano,  fundado 
en  que  el  Creador  del  Universo  gobernaba  todas  las 
cosas  con  leyes  determinadas  y  constantes,  propias 
de  su  sabiduría,  ó  que  nacían  espontáneamente  de  la 
naturaleza  misma  de  las  cosas. 

«Para  que  la  Física  se  íidelante  —  decía  en  el  Es- 


—   42   — 

eolio  i.° — y  los  filósofos  puedan  aprovechar  en  sus 
descubrimientos ,  se  ha  de  observar  todo  el  mérito 
de  las  Reglas  Newtonianas,  sin  las  cuales  es  impo- 
sible comprender  los  fenómenos  que  se  manifiestan, 
ni  descubrir  sus  causas,  ni  hacer  el  debido  uso  de  las 
debidas  observaciones  y  experiencias.  En  la  Regla 
primera  se  establece  abandonar  las  suposiciones; 
porque  suponer  una  causa  para  explicar  un  fenó- 
meno que  se  nos  presenta,  es  lo  mismo  que  manifes- 
tar claramente  que  se  ignora  la  verdadera  causa  de 
aquel  efecto;  pues  si  se  conociera,  no  era  necesario 
suponerla.  Todos  saben  que  las  conclusiones  dedu- 
cidas de  una  suposición,  ni  satisfacen  ni  convencen 
al  entendimiento,  que  siempre  aspira  á  razonamien- 
tos muy  solidos:  y  por  estas  razones  tan  débiles,  nos 
quedamos  en  las  mismas  dudas  en  que  antes  nos  ha- 
llábamos. Por  lo  qual  es  mucho  mejor,  para  hacer 
progresos  en  la  verdadera  ciencia,  confesar  abierta- 
mente que  se  ignora  la  causa  del  efecto  que  se  ve,  si 
en  efecto  no  se  ha  podido  descubrir.  Mucho  más 
importa  esta  ingenua  confesión,  que  perder  inútil- 
mente el  tiempo  en  hacer  suposiciones,  cuya  false- 
dad conoceremos  tarde  ó  temprano,  y  en  inventar 
sistemas  que  para  hacerlos  plau^sibles  respecto  de  los 
ingenios  humildes  y  de  poca  penetración,  que  todo  lo 
reciben  y  creen  como  se  les  enseña,  es  necesario 
revestirlos  con  otros  adornos  igualmente  falsos. 
Todos  los  esfuerzos  de  los  genios  sistemáticos  son 
de  ningún  valor  en  nuestro  siglo,  en  que  semejantes 
autores  no  granjean  más  que  el  desprecio  de  los 
verdaderos  filósofos  que  solo  aspiran  al  adelanta- 
miento de  la  verdadera  ciencia.  Mas  no  por  eso  se 
debe  creer  que  todas  las  suposiciones  son  inútiles  en 
todas  las  ciencias  y  en  todas  ocasiones.  Esto  sería 


—  43  — 

apretar  demasiado.  Para  saber  las  ocasiones  y  las 
circunstancias  en  que  deban  emplearse  con  la  debida 
moderación,  seria  muy  conveniente  observar  las 
reglas  que  sobre  este  punto  prescriben  Muschem- 
broeck  y  Gravesand.  Nosotros  procuraremos  obser- 
var puntualmente  en  nuestros  razonamientos  esta 
preciosa  regla,  cuya  utilidad  conoceremos  bien  presto 
en  el  curso  de  nuestras  experiencias,  para  descubrir 
de  este  modo  la  verdadera  causa  de  los  fenómenos. 
Y  así,  para  conocer  el  filosofo  que  la  causa  que  ha 
hallado  es  la  verdadera  causa,  es  menester  que 
pueda  demostrar  que  todos  los  fenómenos  y  todos 
los  efectos  de  los  cuerpos  de  una  sola  y  de  una  mis- 
ma naturaleza  dependen  de  aquella  causa,  de  tal 
suerte  que  tenga  toda  aquella  fuerza  y  debida  activi- 
dad para  producir  semejantes  efectos.  Pero  si,  al 
contrario,  no  se  hallare  el  filosofo  en  estado  de  de- 
mostrar todo  esto,  claro  esta  que  no  habrá  descu- 
bierto la  verdadera  causa.  Y  si  se  hallare  ya  en 
estado  de  hacer  todo  esto,  será  inútil  buscar  otra 
causa;  porque  ademas  de  que  seria  imposible  descu- 
brirla, tampoco  seria  posible  que  un  mismo  efecto 
naciese  de  dos  causas. 

))La  segunda  regla  es  (Escolio  2."^)  que  los  efectos 
de  la  misma  naturaleza  son  producidos  por  las  mis- 
mas causas.  De  esta  regla  se  deduce  que  si  los  cuer- 
pos terrestres  caen  por  su  gravedad  hacia  el  centro 
de  la  tierra,  que  es  su  centro  de  gravedad,  tanbien 
los  planetas,  que  giran  alrededor  del  sol,  que  es  su 
centro  común  de  gravedad.  Nuestras  manos,  frega- 
das entre  si  y  con  celeridad,  se  calientan:  toda  espe- 
cie de  palos,  metales  y  piedras  duras,  fregadas  entre 
si,  tanbien  se  calientan.  Este  es  un  efecto  que  se 
observa  en  todos  los  cuerpos:  se  deberá,  pues,  atri- 


—  44  •— 

buir  á  una  sola  y  una  misma  causa,  que  es  el  fuego. 
Tocios  los  metales,  vidrios  y  piedras,  que  tienen  una 
superficie  muy  lisa  y  muy  compacta,  se  pegan  fuer- 
temente entre  si,  aunque  estén  secos:  luego  la  causa 
de  esta  adherencia  sera  la  misma  en  todos  estos 
cuerpos. 

»La  tercera  y  ultima  regla  es  (Escolio  3.°)  que  las 
cualidades  de  aquellos  cuerpos,  sobre  los  cuales  po- 
demos hacer  experiencias,  y  que  hallaremos  ser 
unas  mismas,  sin  aumentarse  ni  disminuirse  en  nin- 
gún tiempo,  pueden  colocarse  en  la  clase  de  propie- 
dades comunes  á  todos  los  cuerpos.  Por  esta  regla  se 
puede  concluir,  que  los  cuerpos  celestes  tienen  las 
mismas  propiedades  que  los  cuerpos  terrestres  ya 
examinados,  como  tanbien  todos  los  que  hasta  ahora 
están  ocultos  y  sepultados  en  las  entrañas  de  la 
tierra.  Semejantemente  concluiremos,  que  si  todos 
los  cuerpos  terrestres  tienen  extensión,  solidez  é  im- 
penetrabilidad, y  están  dotados  de  una  fuerza  que 
los  newtonianos  llamaremos  fuerza  de  inercia,  pro- 
piedades todas  sin  grados  ni  cantidad,  concluiremos 
tanbien  que  los  cuerpos  celestes  tienen  las  mismas 
propiedades.  Estas  son  las  reglas  del  celebrado  Mé- 
todo newtoniano,  por  cuyo  medio  se  han  hecho  tan- 
tos progresos  en  la  Filosofía;  que  con  razón  se  ad- 
miraran los  siglos  venideros  de  que  en  tan  corto 
espacio  se  haya  podido  adelantar  tanto.  ¡De  cuanto 
tendría  que  admirarse  nuestro  siglo,  si  en  el  dilatado 
espacio  de  dos  mil  años,  enpleados  lastimosamente 
en  asuntos  inútiles,  se  hubiera  cultivado  la  verda- 
dera Filosofía! » 

Para  el  curso  de  Astronomía  escribió  un  corto 
texto  de  63  páginas.  El  Libro  iii  trata  del  Sistema 


—  45  — 

del  Mundo.  Enuncia  con  timidez  el  sistema  de  Co- 
pérnico,  que  más  adelante  daría  lugar  á  una  contro- 
versia célebre  en  los  anales  de  la  Colonia.  «Mas 
aquellos  —  dice  —  que  no  entienden  á  fondo  los  prin- 
cipios establecidos,  tampoco  podian  percibir  la  fuer- 
za de  las  consecuencias,  ni  dejaran  las  preocupacio- 
nes con  que  se  acostumbraron  á  engañar  su  enten- 
dimiento en  los  años  anteriores.  Por  esta  razón,  pro- 
curando evitar  que  este  asunto  no  se  enredase  mas 
con  disputas,  toda  aquella  doctrina  conpendiada  la 
dispuse  en  proposiciones  demostradas  matemática- 
mente, para  que  las  leyeran  solamente  aquellos  que 
hubiesen  estudiado  los  principios  establecidos. » 

Los  Elementos  de  Trigonometría  están  inconclu- 
sos; los  de  Aritmética,  que  al  parecer  son  una  tra- 
ducción, están  en  200  páginas  de  letra  menuda.  Es- 
cribió también  unos  Comentarios  á  la  Geometría  de 
Descartes.  Emprendió  este  útilísimo  trabajo  para 
hacer  fácil  y  perceptible  la  Geometría  á  los  princi- 
piantes; se  propuso  seguir  el  texto  del  autor  desde 
el  principio  hasta  el  fin,  examinándolo  por  partes  y 
poniendo  en  cada  lugar  todo  lo  que  le  pareció  útil 
para  hacer  inteligible  la  doctrina.  115  páginas  tiene 
el  fragmento  de  sus  Elementos  de  Mecánica,  y  65  los 
Principios  Matemáticos  de  Filosofía  Natural,  que  no 
sabemos  si  serán  original  ó  traducción;  tampoco  sabe- 
mos si  iMutís  es  ó  no  autor  de  un  copioso  trabajo 
titulado  «Comentarios  de  Newton». 

Sin  interrupción  ensenó  Matemáticas  en  el  Colegio 
del  Rosario  desde  1762  hasta  1766.  Era  la  primera 


-  46  - 

vez,  como  él  mismo  lo  dice,  que  se  oyeron  lecciones 
de  tales  Ciencias  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada 
desde  su  conquista.  Al  propio  tiempo  ejercía  su 
profesión  de  médico  y  daba  lecciones  privadas  de 
Historia  Natural,  con  la  mira  de  preparar  jóvenes 
que  le  ayudasen  en  el  grande  objeto  que  lo  había 
llevado  á  América. 


V 


A  fines  de  1766  se  encaminó  á  las  minas  de  Pam- 
plona. Copiamos  de  su  diario  esta  curiosa  página: 

a  Di  a  30.  Martes.  Septiembre,  1776. 

Llegue  á  mi  deseado  destino  del  Real  de  la  Mon- 
tuosa Baja  en  las  Betas  de  Pamplona.  Aunque  yo 
venia  bastantemente  informado  de  la  infelicidad  del 
sitio  por  D.  Jaime  Navarro,  que  habia  vivido  en  el 
cerca  de  un  año,  nunca  pude  formar  juicio  cabal,  ni 
hacer  concepto  de  lo  que  es  el  sitio  en  realidad. 
Ciertamente  que  es  necesario  venir  aqui  para  cono- 
cer lo  que  sufren  los  honbres  por  su  gusto,  por  el 
interés,  ó  algunos  otros  fines  particulares.  Mi  con- 
descendencia en  venir  á  este  voluntario  destierro, 
abandonando  la  comodidad  de  la  corte  (que  hasta 
aora  no  he  conocido  que  Santa  Fe  es  corte),  aban- 
donando, digo,  las  delicias  de  mi  gabinete,  la  racio- 


—  47  — 

nalidad  y  cultura,  tal  cual  es,  la  de  aquella  ciudad, 
mis  intereses;  ella  me  ha  traído  á  conocer  la  miseria 
de  los  indios,  miserias  verdaderamente  indecibles, 
pero  ciertas,  y  no  ignoradas  de  los  europeos  qne  ha- 
bitan por  estas  minas.  Las  muchas  incomodidades 
que  padeci  este  dia,  parece  que  fueran  anuncio,  pero 
en  sombra,  de  otras  mayores  que  me  esperaban. 
Considero  despacio  solamente  la  situación  y  fabrica 
de  mi  alojamiento;  era  bastante  para  cubrir  mi 
corazón  de  la  mayor  confusión.  Y  ¿como  podria  ser 
de  otra  suerte?  No  es  para  menos  el  verme  metida 
en  un  nicho  menos  impropio  para  unos  palomos 
que  para  contener  un  ser  racional.  La  antesala  de 
mi  palacio,  por  donde  libremente  pasa  el  aire,  me 
dio  una  idea  completa  del  resto  del  edificio,  que  se 
reduce  á  una  sala  desigual,  pero  muy  pequeña,  y  un 
reducido  gabinete,  mas  ancho  que  largo,  bien  que  su 
anchura  no  exceda  de  seis  varas.  La  luz  entra  en 
esta  menos  que  celda  capuchina  por  una  ventanilla 
de  un  pie  en  cuadro.  Esta  es  la  casa  que  dicen  alta, 
pero  viene  á  ser  casa  en  el  aire.  Debajo  tiene  su 
correspondiente  despensa  y  cocina,  y  mas  debajo  de 
la  cocina  una  zanja  por  donde  pasa  el  agua  que 
sirve  para  andar  el  ingenio.  Esta  el  ingenio  á  conti- 
nuación de  la  antesala,  y  hace  como  una  misma 
pieza  con  mi  Palacio,  lo  que  contribuye  un  poco  á 
hermosear  la  perspectiva  del  edificio.  El  ingenio 
está  casi  pegado  á  la  falda  de  un  cerro  de  la  ceja 
occidental,  cerro  tan  poco  seguro  como  todos  los  de 
estas  cercanias,  y  tal,  que  ha  dejado  memoria  de  su 
mala  vecindad.  El  gabinete  mira  al  rio,  del  que  dista 
tanto,  que  seria  fácil  coger  el  agua  si  hubiera  alguna 
otra  ventana  por  aquel  lado.  Todo  este  edificio  está 
entre  rio  y  cerro,  cuya  proximidad  se  podra  inferir 


-   48  - 

por  lo  largo  de  la  casa,  que  apenas  tendrá  12  varas. 
Si  mucho  debe  asustar  la  mala  vecindad  del  cerro, 
no  debe  hacerlo  menos  la  proximidad  del  rio;  pues 
si  en  crecientes  regulares  baña  el  cimiento  de  mi 
gabinete,  formado  de  piedras  hacinadas,  ¿que  no 
deberá  temerse  en  una  creciente  extraordinaria? 
Entonces  no  seria  muy  extraño  que  el  rio  arrastrase 
con  un  edificio  que  no  puede  resistir  á  una  corriente 
impetuosa.  Y  cierto  que  no  es  necesario  mendigar 
exenplares  de  esta  naturaleza  fuera  de  la  propia 
casa  arrastrada  ahora  dos  años  por  una  fuerte  ave- 
nida. Esta  mediación  del  rio  no  priva  por  eso  de  la 
ventajosa  necesidad  de  otro  cerro  algo  mas  alto  que 
el  occidental  por  esta  parte.  Cualquiera  de  les  dos, 
ó  ambos  en  un  terremoto,  si  la  Providencia  del  Altí- 
simo por  su  infinita  bondad  y  misericordia  no  libra 
á  los  que  están  en  estas  habitaciones,  pueden  dar  á 
conocer  las  admirables  ventajas  de  este  suntuoso 
Palacio.  Si  no  fuese  por  esta  mala  vecindad  de  rio  y 
cerros,  no  podria  haber  edificio  más  seguro  para  un 
terremoto.  Todo  el  es  de  varas  mas  ó  menos  grue- 
sas, y  en  toda  su  fabrica  no  se  hallara  un  claro. 
Todo  en  el  tiembla  y  aun  se  banbolea  al  piso  del 
cuerpo  menos  pesado.  ¿Que  efecto  no  hará  el  movi- 
miento del  ingenio  con  una  piedra  voladora  de  mas 
de  150  quintales?  No  es  fácil  dar  una  verdadera  idea 
de  este  edificio,  en  cuya  fabrica  hubo  de  agotar 
todas  las  reglas  y  preceptos  de  Arquitectura  su 
constructor  Quevedo.  Por  lo  que  mira  á  la  situación, 
baste  decir  que  estando  esta  mina  situada  como  las 
demás  de  este -Real  entre  dos  cejas  de  cerros  diver- 
gentes, no  hay  otro  plano  que  la  latitud  del  rio  que 
corre  encajonado,  sin  playa  alguna  entre  sus  faldas, 
y  aqui  no  tiene  ocho  varas  de  ancho.  Para  construc- 


--  49  — 

cion  de  ingenio,  casas  y  demás  oficinas  se  ha  exca- 
vado en  el  mismo  cerro  un  corto  plan.  Este  rio 
forma  un  ángulo  á  imitación  del  que  forma  el  cerro, 
y  es  juntamente  el  paraje  de  nuestra  situación.  No 
estoy  bien  asegurado  de  su  origen,  que  aquí  dicen 
cabeceras,  pero  sí  que  le  entra  un  cuarto  de  legua 
mas  arriba  una  quebrada  que  llaman  de  Paez:  que- 
brada que  le  hace  echar  unas  crecientes  terribles, 
pero  que  lo  serian  mucho  mas  si  viniera  creciendo 
juntamente  por  las  lluvias  de  sus  cabeceras.  Pase 
esta  pintura  por  una  sombra  de  lo  que  es  esto  en 
realidad. 

»No  es,  pues,  esto  (aunque  sea  tanto)  lo  que  me 
lleno  de  confusiones.  Mi  venida  á  este  Real  de  Minas 
fue  proyectada  y  consentida  en  la  suposición  de  que 
las  labores  de  la  mina,  el  ingenio  y  demás  oficinas 
estaban  corrientes,  como  en  efecto  asi  lo  aseguraron 
D.  Jaime  Navarro  y  D.  Pedro  Ugarte  en  la  Junta 
que  tuvo  la  Compañía  el  día  ...  de  Agosto,  y  en  que 
se  acabo  de  determinar  que  yo  viniese  á  manejar 
esto,  como  uno  de  los  interesados.  En  esta  suposi- 
ción, yo  venia  muy  contento  á  ser  un  descansado 
intendente  de  estas  labores,  y  á  establecer  un  go- 
bierno perpetuo  en  la  distribución  de  caudales  y  be- 
neficios de  la  plata.  Cual  seria,  pues,  mi  confusión, 
cuando  á  estos  agradables  pensamientos  hubieron  de 
seguirse  las  novedades  que  yo  no  esperaba;  esto  es, 
que  un  mes  habia  que  las  labores  estaban  aguadas  y 
que  el  ingenio,  después  de  haber  quebrado  el  peón  y 
dos  codos,  haberse  abierto  la  rosa  (que  desde  su 
origen  estaba  sentida,  y  desde  entonces  acá  solo  ase- 
gurada para  moler  con  desconfianza);  después  de 
todas  estas  averias,  que  no  dieron  lugar  á  que  la  in- 
signe voladora  hubiese  molido  tres  dias  enteros,  el 

4* 


—  50  — 

dia  de  mi  llegada,  para  colmo  de  infortunios,  rom- 
pió la  viga  solera.  Estos  cuidados  me  atormentan 
tanto  cuanto  no  es  fácil  proferir.  Tal  ha  sido  mi  en- 
trada en  la  Montuosa  Baja  en  la  celebre  mina  de 
Quevedo,  hoy  de  la  Compañía.» 

Por  cosa  de  cuatro  años  estuvo  Mutis  dedicado  á 
la  administración  de  la  mina  de  plata  de  la  Montuo- 
sa, en  nombre  de  la  Compañía  explotadora  de  que 
formaba  parte.  A  principios  de  1770  regresó  á 
Santa  Fe. 


VI 


Llegamos  en  esta  reconstrucción  de  la  vida  de 
Mutis  en  Nueva  Granada  á  un  punto  muy  importante. 
Su  regreso  á  la  capital  del  Virreinato  le  permitió  rea  - 
nudar  sus  tareas  profesionales  y  docentes.  Uno  de 
los  objetos  que  le  preocupaban  desde  su  llegada  á  la 
Nueva  Granada  era  averiguar  si  en  sus  bosques  se 
encontraba  el  árbol  de  la  Quina.  Las  gentes  con 
quienes  hablaba  le  aseguraban  que  en  las  cerca- 
nías de  Santa  Fe  crecía  el  árbol  buscado  con  tanto 
ahinco.  De  sus  diarios  correspondientes  á  1761 
tomamos  dos  informes.  Dice  el  primero;  «Día  14 
(parece  que  corresponde  á  Diciembre).  Me  hizo 
el  favor  S.  E.  de  invitarme  á  que  saliese  á  exa- 
minar la    Quina,    que  decian   hallarse   tan*- cerca 


—  51  — 

de  Santa  Fe,  como  que  no  distaba  mas  que  un 
dia  de  camino;  distancia  entre  Santa  Fe  y  la  Mesa 
de  Juan  Diaz,  donde  se  dice  hallarse  el  árbol. 
El  primero  que  me  dio  esta  noticia  fué  D.  Mi- 
guel de  Santisteban.  Me  la  confirmo  mi  criado  Car- 
los, vaquiano  de  aquel  terreno.  Aviendo  yo  visto 
allanado  el  camino  de  parte  de  S.  E.,  me  determiné 
á  decirle  que  tanbien  seria  muy  oportuno  hacer 
algunas  tentativas  sobre  la  canela,  que  decian  estar 
tanbien  muy  cerca,  pues  me  hablan  asegurado  que 
habitaba  este  árbol  en  el  monte  de  Cipacon.  Res- 
pondióme que  venia  gustoso  en  ello,  y  que  cuando 
quisiera  diese  principio  á  esta  salidas».  Dice  el  se- 
gundo; «Tuve  una  larga  conferencia  sobre  mis  sali- 
das proyectadas  y  otras  ideas  en  asunto  de  Historia 
Natural  con  D.  Miguel  de  Santisteban.  Es  muy  justo 
que  comunique  yo  mis  ideas  á  este  cavallero,  cuyo 
conocimiento  en  el  pais,  amor  á  las  Ciencias,  supe- 
rior inteligencia  en  muchos  ramos,  y  el  particular 
cariño  y  estimación  que  me  profesa,  lo  hacen  justa- 
mente acreedor  á  que  yo  nada  reserve  de  su  noti- 
cia». En  una  carta  de  Humboldtá  Sebastián  López, 
escrita  en  Quito  el  4  de  Febrero  de  1802  (que  en 
copia  figura  entre  los  papeles  de  Mutis),  leemos:  «He 
visto  por  las  memorias  comunicadas  que  el  señor 
doctor  Miguel  de  Santisteban  observó  la  Quina  en 
1753  cerca  de  Popayán  y  al  bajar  del  páramo  de 
Guanacas».  Si  el  descubridor  de  una  planta  es  quien 
la  vio  por  primera  vez.  Mutis  no  hizo  el  descubri- 
miento de  la  Quina  en  Nueva  Granada;  pero  si  el 


—  52  — 

descubridor  es  quien  primero  la  describrió  con  más 
ó  menos  exactitud,  ó  con  toda  perfección  la  clasificó, 
entonces,  sí,  Mutis  puede  reclamar  para  sí  la  gloria 
del  descubrimiento.  El  primer  hecho  tiene  en  su 
apoyo  el  testimonio  del  mismo  Mutis,  que  afirma 
que  fué  Santisteban  quien  puso  en  su  conocimiento 
la  existencia  del  árbol,  observado  por  éste  en  Guana- 
cas  y  en  la  Mesa  de  Juan  Díaz;  y  el  segundo  se  fun- 
da en  la  carta  que  Linneo  escribió  á  Mutis  y  que  don 
Miguel  Colmeiro  insertó  en  su  Bosquejo  del  Jardín 
Botánico  de  Madrid.  La  carta  de  Linneo  no  tiene 
fecha,  pero  refiriéndose  á  la  de  Mutis  de  24  de  Sep- 
tiembre de  1764,  le  dice  que  recibió  el  bellísimo  di- 
bujo de  la  corteza  de  la  Quina,  y  que  pudo  formarse 
exacta  idea  del  género  á  que  pertenecía.  Estas  pala- 
bras de  Linneo  son  decisivas  contra  la  pretensión  de 
Sebastián  López,  quien  se  daba  por  descubridor  de 
la  Quina.  En  las  notas  que  este  López  puso  á  su 
traducción  de  la  ((Descripción  del  árbol  de  la  Quina 
hecha  en  1737  por  M.  de  la  Condamine»,  dice  que 
por  Agosto  de  1776  publicó  su  descubrimiento  hecho 
antes  y  que  en  1778  la  descubrió  en  los  montes  in- 
mediatos á  Guaduas.  Pretendió  López  engañar  á  la 
Corte,  la  cual  había  recibido  ya  el  informe  sobre  las 
Quinas  que  le  había  remitido  Mutis  en  15  de  Marzo 
del  año  de  1773.  Tan  persuadida  estaba  la  Corte  de 
la  suplantación  de  López,  que  en  29  de  Septiembre 
de  1783  el  Ministro  de  Indias  dijo  al  Virrey  de 
Santa  Fe:  «Mediante  á  la  manifiesta  falsedad  con 
que  se  atribuyó  á  sí  mismo  el  descubrimiento  de  la 


—  53  — 

Quina  de  Santa  Fe  D.  Sebastián  José  López,  le  reti- 
rará V.  E.  inmediatamente  de  sus  encargos  y  dis- 
pondrá que  le  cese  la  asignación  que  se  le  dio  por 
aquel  particular  mérito,  haciendo  conocer  su  delin- 
cuente suplantación  digna  de  un  severo  castigo,  que 
no  se  le  impone  por  mera  piedad  de  S.  M.;  y  no  le 
admitirá  V.  E.  recurso  alguno  sobre  el  asunto,  ni 
dará  permiso  para  venir  á  España  á  molestar  la 
Real  atención  amonestándole  que  de  ejecutarlo  sin 
las  licencias  necesarias  se  le  castigará  como  corres- 
ponde». 

De  una  carta  de  Mutis  en  contestación  á  la  nota 
reservada  que  le  dirigió  el  Gobierno  para  que  infor- 
mase sobre  el  descubrimiento  de  la  Quina,  reprodu- 
cimos lo  siguiente: 

«Por  el  mes  de  Octubre  del  año  72,  de  vuelta  de 
mi  viaje  á  las  Minas  del  Sapo  y  en  compañia  de  don 
Pedro  Ugarte,  descubri  por  la  primera  vez  en  e\ 
Monte  de  Tena  el  árbol  de  la  Quina  por  las  ideas  y 
conocimientos  que  me  habian  dado  las  ojas,  flores  y 
frutas  secas  de  la  verdadera  Quina  de  Loxa,  que 
de  esta  preciosa  planta  me  regaló  á  mi  llegada  á 
esta  capital  por  el  año  61  el  erudito  Dr.  D.  Miguel 
de  Santistetevan,  remiti  al  caballero  Linné  el  año 
de  64. 

» Sobre  el  mismo  sitio  hice  al  mencionado  Ugarte 
todas  las  reflexiones  oportunas  sobre  la  utilidad  del 
descubrimiento,  facilidad  de  su  conducción  á  Espa- 
ña, los  aumentos  del  Real  Erario  conbinados  con  la 
utilidad  publica  y  cuanto  puede  pensarse  ocurriría 
en  aquel  feliz  momento  á  un  Naturalista  inflamado 
con  el  entusiasmo  de  un  descubrimiento  tan  ulii. 


—  54  — 

«Prontamente  di  cuenta  á  varios  amigos  de  esta 
ciudad,  sin  la  menor  reserva  enseñando  el  ramillete 
de  la  planta  viva  que  conduje  á  diferentes  personas 
y  deseando  se  vulgarizase  su  conocimiento. 

»Por  Abril  del  año  de  73,  bajando  de  esta  ciudad 
á  la  Villa  de  Honda  para  visitar  al  Excmo  señor.  Vi- 
rrey D.  Manuel  Guirior,  la  volví  á  descubrir  á  la  sa- 
lida del  monte  en  el  sitio  que  llaman  Pantanillo;  y 
de  vuelta  lo  puse  en  manos  del  mismo  señor  Virrey, 
quien  manifestó  como  consequencia  deseando  trans- 
plantarla  al  jardin  de  su  Palacio;  en  Santafé  trate 
con  S.  E.  sobre  la  utilidad  de  aquel  descubrimiento. 
Aun  no  soñaba  D.  Sebastian  López  venir  á  esta  ciu- 
dad por  los  asuntos  que  posteriormente  le  obligaron 
á  salir  de  su  pais,  lá  ciudad  de  Panamá. 

»No  teniendo  yo  entonces  otros  deseos  que  la  uti- 
lidad publica  conbinadacon  el  aumento  del  Real  Era- 
rio, tomé  de  aqui  la  ocasión  de  promover  con 
el  Excmo.  Sr.  Guirior  el  útilísimo  plan  del  Estanco 
de  la  Quina  propuesto  en  resultas  de  su  comisión  á  la 
provincia  de  Quito  en  virtud  de  las  instrucciones  que 
para  ello  traia  el  Excmo.  Sr.  Marqués  del  Villar, 
remitido  á  la  Corte  en  4  de  J'unio  de  1753;  posterior- 
mente esforzado  en  mi  representación  á  S.  M.  de 
3  de  Mayo  de  1763  y  de  Junio  de  1764  con  el  pleno 
conocimiento  de  su  autor  diho.  Sr.  Santistevan  por 
la  indiferencia  con  que  ya  miraba  aquel  pensamiento 
en  su  avanzada  edad.  Sin  embargo,  no  pudiendo  yo 
desentenderme  de  tan  importante  asunto,  persuadí 
al  Excmo.  Sr.  Guirior  propusiese  á  la  Corte  el  plan  del 
Dr.  Santistevan,  como  lo  ejecutó  á  nonbre  de  su  le- 
xitim©  autor  el  15  de  Mayo  de  1773,  sin  reservarme 
para  mi  mas  que  la  oculta  gloria  de  servir  al  Rey  y 
á  la  Patria  en  asuntos  de  tan  conocida  inportancia. 


—  55  — 

»De  todos  estos  esfuerzos  mios  dimanó  la  Real 
Cédula  de  20  de  Enero  de  1776  para  que  el  Exce- 
lentísimo Sr.  Virrey  D.  Manuel  Flores,  tratase  se- 
riamente sobre  el  establecimiento  del  Estanco  de  la 
Ouina  y  entonces,  aprovechándose  López  de  estas 
noticias,  que  pudo  saberlas  en  su  fuente  por  hallarse 
de  escribiente  en  la  Secretaria  del  Virreinato;  va- 
liéndose igualmente  de  la  oportunidad  de  las  conti- 
nuas y  graves  conferencias  del  Sr.  Santistevan  que 
solo  pensaba  ya  en  morir,  de  mi  notorio  desinterés 
á  las  glorias  que  se  figuraba  López,  y  de  mi  antiguo 
descubrimiento  cuatro  años  vulgarizado  en  toda  esta 
ciudad  y  comenzado  á  esparcirse  por  todo  el  mundo 
sabio,  ideo  el  arbitrio  4e  asegurarse  una  decorosa 
carrera  á  costa  del  pequeñísimo  trabajo  de  apropiar- 
se mi  descubrimiento  y  las  noticias  que  pudo  reco- 
ger fácilmente  en  los  papeles  de  la  Secretaria.  A 
consequencia  de  su  sagacidad  y  diligencias  hizo  su 
representación  á  principios  de  Agosto  de  76  con  el 
animo  resuelto  de  sufrir  á  rostro  y  firme  la  risa  y 
dicterios  del  publico,  manifestando  con  el  ultimo 
grado  de  satisfacción  su  pretendido  descubrimiento 
que  decia  acababa  de  hacer,  fiado  no  menos  en  mi 
experimentada  modestia  y  silencio  que  en  la  notoria 
caducidad  á  que  habia  llegado  por  su  avanzada  edad 
«1  Dr.  Santistevan.» 

Desde  que  Mutis  pisó  las  playas  de  Nueva  Gra- 
nada tenía  la  segura  esperanza  de  encontrar  en  sus 
bosques  el  árbol  de  la  guiña.  Sabía  que  indefectible- 
aiente  crecen  unas  mismas  plantas  á  unas  mismas 
latitudes  y  elevaciones  del  suelo  en  ambos  hemisfe- 
rios. Otra  idea  que  le  preocupaba  desde  entonces 


-  56  - 

era  el  estanco  de  la  Quina,  temeroso,  según  decía,  de 
que  ai  tercer  siglo  de  su  descubrimiento  llegara  áser 
tan  raro  un  árbol  de  Quina  en  el  Perú  como  en  la 
Noruega.  Sus  proyectos  de  estancar  ese  ramo  de 
comercio  encontraron  apoyo  en  el  Sr.  Satisteban  y 
otros  sujetos  ilustrados  de  la  colonia,  de  quienes 
Mutis  vino  á  ser  el  vocero.  «Desde  mi  llegada  á  la 
capital  logré  la  estimación  y  confianza  del  erudito 
D.  Miguel  de  Santistevan,  primer  autor  del  proyecto 
del  estanco,  y  después  de  haber  sido  comisionada 
para  pasar  á  Loja  por  las  causas  que  manifestaré  en 
adelante,  donde  hizo  todas  las  observaciones  condu- 
centes á  desempeñar  dignamente  su  comisión,  y  des- 
pués de  haber  meditado  la  materia  según  la  exten- 
sión de  sus  conocimientos  políticos,  se  halló  en 
estado  de  poner  los  cimientos  del  edificio  proyectada 
en  el  Ministerio  de  España,  y  confiando  su  examen 
á  vuestro  Virrey  el  Marqués  del  Villar.» 

En  el  largo  y  laboriosísimo  informe  que  redactó 
Mutis  sobre  el  proyecto  de  estanco,  recuerda  las  cir- 
cunstancias que  acompañaron  al  descubrimiento  de 
la  quina  (de  que  hemos  hablado  ya),  y  esto  otro, 
que  confirma  lo  dicho:  «Segunda  vez,  y  con  mo- 
tivo de  visitar  en  Honda  á  su  llegada  á  vuestra 
Virrey  D.  Manuel  de  Guirior,  tuve  la  ocasión  de 
hallarla  por  Abril  de  73  en  este  camino,  y  á  mi 
vuelta,  en  su  compañía,  le  presenté  en  Pantanillo 
una  rama  Aereada  y  cortada  del  árbol  en  su  presen- 
cia, con  todas  las  refiexiones  propias  de  un  hombre 
que,   en   fuerza  de  su  representación   anterior,    se 


—  57  — 

hallaba  constituido  en  la  obligación  de  ir  siempre 
consiguiente  con  sus  pensamientos.» 

Refiérese  aquí  Mutis  á  la  representación  que 
insertaremos  más  adelante  cuando  tratemos  de  la 
Expedición  Botánica. 

El  proyecto  de  estanco  redactado  por  Mutis  ilus— 
tra  sus  ideas  económicas  y  prueba  que  para  un  espí- 
ritu comprensivo  no  eran  extrañas  las  ideas,  buenas 
ó  malas,  que  privaban  entonces  sobre  la  administra- 
ción de  las  rentas  públicas. 

Resumía  Mutis  los  perjuicios  que  resultaban  de  la 
libre  explotación  de  los  bosques  de  quina  en  las  pro- 
posiciones siguientes:  «i.*  Derribar  los  árboles  sirt 
elección  hasta  talar  los  montes,  sin  alguna  relación 
al  consumo  de  géneros.  2.*  Precipitar  los  acopios 
sin  atender  á  la  competente  dilación  que  pide  el 
beneficio  de  este  delicado  específico.  3.*  Ahorrar  de 
gastos  en  su  exportación  por  lograr  mayores  ganan- 
cias, ó  sufrir  menores  pérdidas  en  los  casos  de 
extraordinaria  concurrencia,  4.*  Amontonar  en  los 
almacenes  de  Cádiz  inmensas  porciones,  dejanda 
rezagadas  en  los  de  América  otras  iguales  ó  mayo- 
res. 5.*  Dejar  interrumpida  por  muchos  años  la  ocu- 
pación de  los  cosecheros,  que  tarde  ó  nunca  volvían 
á  practicar  con  inteligencia  y  afición  el  ejercicio 
que  dejaron». 

Historia  luego  las  circunstancias  bajo  las  cuales 
se  concibió  por  primera  vez  la  idea  de  administrar 
la  quina  por  cuenta  de  la  Real  Hacienda: 


-  5S  - 

«Al  tiempo  de  cumplirse  justamente  un. siglo  de 
-su  descubrimiento,  eran  las  provincias  en  que  hasta 
entonces  se  cosechaba  la  quina  elmas  glorioso  teatro 
de  importantisimas  observaciones  practicadas  para 
determinar  la  verdadera  figura  de  la  tierra  con  la 
medida  de  uno  ó  más  grados  del  Meridiano  mas 
próximos  al  Ecuador  por  una  compañía  de  sabios 
académicos  franceses  3^  españoles.  No  era  regular 
que  á  personas  de  este  carácter,  entre  quienes  se 
hallaba  tanbien  un  celebre  botánico  de  profesión, 
se  ocultasen  las  reflexiones  de  este  asunto,  exami- 
nado por  los  dos  respectos  que  desde  luego  presen- 
taba este  precioso  remedio  en  lo  cientifico  y  politice. 
El  sabio  La  Condamine,  con  las  instrucciones  del 
•botánico  Jussieu,  hizo  la  descripción  y  dibujo  de 
este  árbol,  dándolo  á  conocer  en  Europa:  y  las 
reflexiones  comunes  á  toda  la  compañia,  no  tardaron 
•en  producir  algunos  buenos  efectos  (i). 

»La  soberana  protección  que  hallaron  á  su  vuelta 
nuestros  sabios  españoles  D.  Jorge  Juan  y  Ulloa  á  la 
sombra  de  un  celosisimo  Ministro,  cuya  confianza 

(i)  La  Condamine  dice  que  el  uso  de  la  quina  era  conocido  de  los 
americanos  mucho  tiempo  antes  de  ser  practicado  por  los  españoles. 
Antonio  Bolo,  mercader  genovés,  afirma  que  lo  ocultaron  á  los  espa- 
ñoles. Oyó  una  tradición,  según  la  cual  se  había  descubierto  su  eficacia 
por  los  leones,  que,  comiéndola,  se  curaban  de  unas  fiebres  intermitentes 
que  padecían.  Sufría  la  Condesa  de  Cinchón,  esposa  del  Virrey  del 
Perú,  Conde  de  Cinchón,  de  fiebres  tercianas:  el  Corregidor  de  Loja  le 
envió  corteza  de  quina,  con  lo  cual  curó.  La  Condesa  repartiS  luego  á 
los  enfermos,  y  de  ahí  que  por  algún  tiempo  se  llamara  la  quina  polvos 
de  la  Condesa.  En  1640  regresaron  á  España  el  Conde  y  la  Condesa;  su 
Médico  Juan  de  Vega  llegó  á  vender  en  Sevilla  la  corteza  á  loo  reales 
la  libra.  El  nombre  de  ¿^uina  CinchoKa  tiene  el  origen  expuesto,  y  el  de 
quinquina,  de  dos  palabras  del  antiguo  idioma  de  los  Incas  quina-quina, 
que  significan  corteza  de  las  cortezas,  para  indicar  su  excelencia.  (Véase 
Descripción  del  árbol  de  la  quina  hecha  for  M.  de  ¡a  Condamine.) 


—  59  — 

merecieron  siempre ,  los  alentó  á  dar  sus  informes 
en  todos  los  asuntos  de  America  con  el  generoso 
candor  que  por  lo  regular  forma  el  carácter  de  los 
sabios.  Entonces  fué,  como  positivamente  me  cons- 
ta, cuando  quedó  bien  instruido  el  Ministerio  en  los 
desordenes  de  este  ramo  de  comercio. 

»A  este  mismo  tiempo  recayó  la  elección  para 
Virrey  de  este  reino  en  el  Marques  del  Villar,  y  en 
ocasión  tan  oportuna,  que  pudo  influir  la  presencia 
del  celebre  D.-  Pedro  Virgilio,  de  quien  tuve  estas 
noticias  después  de  pocos  años ,  en  promover  vigo- 
rosamente el  establecimiento  del  ramo  de  la  quina 
por  via  de  Real  Administración,  no  hallándose  otro 
mejor  arbitrio  en  las  amigables  conferencias  que 
tenian  todos  cuatro,  igualmente  favorecidos  del  Mar- 
ques de  la  Ensenada. 

•  Esta  es  la  primera  y  verdadera  época  del  utilisi- 
mo  pensamiento  de  administrar  la  quina  por  cuenta 
de  la  Real  Hacienda.» 

Varios  sujetos  competentes  en  el  asunto  rindieron 
iníormes,  todos  los  cuales,  según  Mutis,  estaban  de 
acuerdo:  i.°  En  que  la  quina  es  un  específico  de 
mucho  consumo  entre  todas  las  naciones  civilizadas, 
y  cada  día  más  acreditado  por  sus  singulares  virtu- 
des, que  no  pueden  suplirse  por  otros  remedios  co- 
nocidos. 2."  En  que  la  desolación  de  la  quina  en  los 
montes  de  la  provincia  de  Quito  pide  un  pronto  y 
poderoso  remedio,  á  fin  de  ordenar  los  acopios  con 
la  economía  dirigida  á  la  provisión  del  género  y  á 
su  conservación.  3.°  En  que  siendo  pocos  los  vasa- 
llos del  Rey  que  se  interesan  en  este  comercio,  no 
sufre  perjuicio  el  cuerpo  nacional.  4."  En  que  admi- 


—  6o  — 

nistrado  por  una  sola  y  poderosa  mano  se  precaverían 
los  daños  que  ha  experimentado  la  humanidad,  fuera 
de  otros  que  la  amenazan.  5.°  En  que  como  produc- 
ción depositada  únicamente  en  los  dominios  del  Rey 
puede  disponer  de  su  propiedad.  Y  6.°  En  que  la 
pingüe  renta  que  ofrece  este  ramo  distribuido  al 
público  á  un  precio  moderado,  y  administrado  con 
simplicidad  y  economía,  recompensará  sobre  abun- 
dantemente el  benéfico  celo  del  Monarca  y  los  nue- 
vos inevitables  cuidados  de  sus  Ministros  en  las  gra- 
ves disposiciones  de  realzar  y  mantener  con  acierto 
su  saludable  adm  nistración. 

Proponía  que  se  estableciera  la  Real  Factoría 
Universal  para  los  acopios  de  Europa  en  Honda,  lo 
cual  tenía  tres  ventajas,  á  saber:  i.*  La  presente 
abundancia  del  específico.  2.*  La  facilidad  en  sus 
acopios  y  exportación.  Y  3.*  Los  considerables 
ahorros  de  gastos  á  beneficio  de  la  Real  Hacienda. 
Proseguía  Mutis: 

«La  gran  cordillera  de  este  reino,  continuación  de 
la  de  los  Andes,  la  dividió  la  naturaleza  por  el  cau- 
daloso rio  de  la  Magdalena  en  dos  cordilleras  subal- 
ternas, oriental  y  occidental,  que  reparten  su  pobla- 
ción entre  las  provincias  de  Santa  Fe,  Neiva  y  Ma- 
riquita. El  principal  puerto  de  este  rio,  cauce  y  gar- 
ganta general  del  mayor  comercio  de  este  reino  se 
halla  establecido  en  la  villa  de  Honda,  como  centro 
común,  adonde  se  dirigen  todos  los  caminos  de  tierra 
y  agua,  por  donde  se  introducen  y  exportan  todos  los 
frutos  y  efectos  del  comercio. 

i>Si  se  eligiera  este  puerto  para  el  establecimiento 


—  6i  — 

de  la  Factoría  Universal,  quedaba  colocada  esta 
oficina  en  el  centro  de  unas  ciento  5'  cincuenta  leguas 
de  contorno,  desde  cuya  circunferencia  mas  distan- 
te, y  desde  todos  los  puntos  intermedios,  pueden 
conducirse  cómodamente  por  agua  y  tierra  las  anua- 
les cantidades  de  quina  que  deberían  depositarse  en 
sus  respectivos  almacenes  hasta  el  tiempo  de  su  ex- 
portación en  el  puerto  de  Cartagena.» 

Anotaba  los  acopios  de  quina  en  los  años  de  1784, 
1785  y  1786,  respectivamente,  así:  632.332  libras, 
1.448.951,  y  1-76.787;  y  describía  el  sistema  de  expor- 
tación y  navegación  en  los  términos  que  ahora  mis- 
mo se  verán,  y  que  tienen  inportancia  para  el  estu- 
dio de  nuestro  desarrollo  económico. 

«Siendo  (dice)  por  su  naturaleza  este  genero  de 
mayor  volumen  que  el  de  las  regulares  cargas  del 
comercio,  presenta  la  exportación,  por  este  solo  as- 
pecto, el  grande  inconveniente  que  no  admite  conci- 
liarse  con  las  reglas  comunes  establecidas  en  esta 
navegación  del  puerto  de  Honda  hasta  el  muelle  de 
Cartagena.  Se  halla  constantemente  establecido  y 
regulado  el  numero  de  cargas  por  el  que  llaman 
dotación  del  champan  ó  bote;  de  modo  que  se  ha  de 
satisfacer  al  dueño  de  la  embarcación  todo  el  valor 
de  las  cargas  que  se  puedan  conducir  en  ella,  aun- 
que no  se  acomode  sino  la  mitad  de  otras  de  mayor 
volumen.  Asi  lo  pide  la  equidad  y  lo  tiene  invaria- 
blemente introducido  el  uso  de  esta  navegación. 

•  Todo  el  comercio  que  gira  la  introducción  y  ex- 
tracción de  sus  efectos  y  frutos  se  acomoda  á  pro- 
porcionarse las  ocasiones  que  le  ofrecen  los  de  las 
embarcaciones  reciprocamente  entradas  y  salidas  de 


—    62    — 

los  puertos  de  Cartagena  y  Honda,  para  introducir 
y  retornar  en  ellas  todos  sus  géneros  comerciales^ 
sin  otros  periodos  prefijados  que  los  que  ofrece  la 
misma  necesidad.  De  aqui  se  origina  el  desorden 
inevitable,  por  no  estar  debidamente  calculado  niel 
numero  de  enbarcaciones  ni  los  tienpos  de  su  sali- 
da, en  que  solo  rigen  los  intereses  particulares  de 
individuos  comerciantes. 

))A  estas  frecuentes  é  incontables  contingencias 
deben  también  su  origen  la  alteración  de  los  precios 
y  detención  de  los  géneros  liasta  el  tiempo  de  los 
retornos  en  el  puerto  de  Honda,  que  careciendo  de 
astillero  propio,  maestranza  y  marinería  de  rio  (que 
llaman  Bogas)  no  puede  exportar  por  arbitrio  propio 
todos  los  frutos  del  reino,  sino  acomodándose  á  los 
retornos. 

»Igualmente  ha  resultado  que,  ó  por  no  perjudicar 
al  comercio,  ó  por  no  sufrir  la  dilación  cuando  ins- 
tan las  remesas  de  los  géneros  estancados  á  sus  res- 
pectivos Departamentos,  han  recurrido  al  arbitrio 
de  celebrar  contratas  los  Administradores  del  tabaca 
y  aguardiente  con  los  dueños  de  enbarcaciones  en 
Monpos  para  enviar  sus  respectivas  remesas  de  ta- 
bacos y  anises. 

»En  el  puerto  de  Tenerife,  y  como  escala  mas 
principal  en  el  de  Monpos,  existen  las  enbarcacio- 
nes llamadas  Chanpanes,  de  invención  original  en 
todas  las  naciones  barbaras,  que  suelen  atinar  con 
el  arbitrio  más  sencillo  y  más  proporcionado  á  sus 
necesidades  absolutas,  con  la  gloria  de  verlo  poste- 
riormente adoptado  por  las  naciones  cultas.  En  los 
puertos  de  Soledad  y  Cartagena  se  hallan  los  botes 
de  río,  enbarcacion  de  quilla,  timón  y  cubierta  in- 
troducida de  cuarenta  años  á  esta  fecha  por  ciertas 


ventajas  relativa?,  compensada  su  dilatada  navega- 
ción de  subida  con  el  precio  menor  que  admiten  la 
capacidad  del  buque,  menor  dotación  de  bogas  y 
aumento  de  ganancias  al  retorno,  ventajas  que  pro- 
porciona la  misma  facilidad  de  navegar  rio  abajo  á 
beneficio  de  su  corriente. 

»E1  comercio  elige  á  su  arbitrio  y  necesidad  estas 
dos  especies  de  enbarcaciones,  y  se  acomoda  á  las 
alteraciones  de  los  precios  y  á  las  forzosas  dilacio- 
nes de  los  retornos,  no  siéndole  fácil  á  qualquiera 
individuo  que  obra  separadamente,  adoptar  otros 
arbitrios  ni  imitar  el  de  las  rentas,  cuyas  contratase- 
algo  mas  costosas,  no  admiten  conciliación  con  sus- 
particulares  intereses. 

»Con  semejante  sistema  de  navegación,  de  pura 
necesidad  y  contingencia,  no  pueden  conciliarse  los 
dos  inportantes  respectos  del  tiempo  periódico  y 
precio  equitativo  un  nuevo  ramo,  que  ocupando  el 
buque  de  63  enbarcaciones  medias  entre  ma3^ores  y 
menores  de  retorno  al  año,  debia  hacerlas  subir 
varias  á  su  costa,  ó  suponerlas  ocupadas  por  igual 
numero  de  cargas  introducidas  en  Honda  por  el 
comercio.  Mas  como  hasta  la  presente  se  han  man- 
tenido en  cierto  modo  equilibradas  las  salidas  con 
las  entradas ,  no  hay  en  esta  época ,  ni  habrá  tal  vez 
en  adelante,  introducción  periódica  por  parte  del 
comercio  capaz  de  conpensar  la  exportación  perió- 
dica por  parte  de  la  Real  Hacienda.» 

Las  dificultades  de  la  navegación  del  río  Magda- 
lena eran  efecto,  según  Mutis,  del  error  original 
de  no  haberse  establecido  los  primeros  pobladores 
en  sus  orillas.  «Amenisima  y  llena  de  todas  las 
comodidades  seria  la  navegación  de  este  caudaloso^ 


--  64   - 

TÍO  de  la  Magdalena  en  manos  de  unos  hombres  des- 
pués de  dos  y  medio  siglos,  si  aquel  yerro  original 
no  hubiera  frustrado  los  progresos  que  suele  hacer 
á  pasos  lentos  qualquiera  nación  abandonada  á  sí 
misma  y  á  sus  débiles  recursos  cuando  enprende  y 
obra  sin  intervención  del  Gobierno,  que  solamente 
puede  dar  el  mayor  y  mas  constante  impulso  á  sus 
enpresas.»  Insistía  en  creer  que  todo  el  mal  deri- 
vaba de  la  despoblación.  La  pintura  del  boga  me- 
rece citarse:  «Países  silvestres  y  sin  cultivo  mantie- 
nen á  estos  hombres  fieros  que  huyen  de  la  ocupa- 
ción y  no  saben  obedecer  á  las  leyes:  agrios  y  feroces 
aman  la  vida  brutal,  se  resisten  al  trabajo,  y  si  los 
enplean  cazándolos  como  á  fieras,  se  conportan 
con  el  con  violencia,  resisten  á  la  dulzura  y  atracti- 
vos de  aquella  sociedad  momentánea,  tratando  con 
ferocidad  en  las  fatigas  de  su  penosa  navegación  á 
unos  hombres  racionales  que  tuvieron  la  desgracia 
de  valerse  de  ellos,  sin  el  recurso  de  poder  fiar  á 
otros  sus  intereses  y  su  honor.  Tal  es,  y  seria  sien- 
pre,  el  infame  carácter  de  los  llamados  bogas  del 
rio  de  la  Magdalena;  carácter  de  puro  contagio  que 
enmendaran  y  borraran,  seguramente,  las  acertadas 
providencias  del  Gobierno,  acelerándolas  si  á  ellas  se 
reúnen  las  ideas  del  nuevo  plan  de  navegación  real.» 
Lo  sustancial  de  este  plan  era  la  matrícula  de  los 
bogas,  la  fijación  de  sus  sueldos  conforme  á  sus 
condiciones  personales,  y  el  establecimiento  de  asti- 
lleros en  Honda  y  Mompos,  con  la  concentración  de 
los  pueblos  y  la  fundación  de  nuevas  poblaciones. 


-  65 


YII 


El  amable  escritor  D.  José  María  Vergara  y  Ver- 
gara  dedica  muy  pocas  líneas  en  su  Historia  de  la 
Literatura  de  Nueva  Granadu  á  Mutis  y  á  la  Expedi- 
ción Botánica.  Ignoramos  si  más  extensas  noticias 
contiene  la  Memoria  sobre  el  estudio  de  la  Historia  de  la 
Botánica^  del  Sr.  Florentino  Vesga,  trabajo  muy  pon- 
derado por  aquél ,  que  no  hemos  podido  consultar. 
La  Memoria  del  Ilustrísimo  Arzobispo  de  Quito^ 
Sr.  González  Suárez,  es  un  estudio  muy  notable, 
digno  de  la  pluma  de  tan  ilustre  historiador.  Un  in- 
vestigador bogotano  ha  publicado  un  artículo  en  un 
periódico  de  la  ciudad.  «Por  ser  tradicional  que  los 
trabajos  de  la  Expedición  Botánica — dice — se  habían 
remitido  íntegros  á  Madrid,  parecía  ocioso  pretender 
encontrar  aquí  los  documentos  necesarios  para  escri- 
bir la  historia  de  dicho  Cuerpo,  y  aún  se  estableció 
como  desiderata  nacional  que  el  país  adquiriera  copia 
de  tales  trabajos  en  la  Península  á  fin  de  enriquecer 
con  ella  la  Biblioteca  Nacional.  Este  deseo,  muy  justo 
por  cierto,  aún  realizado,  no  llenaría  sino  en  parte 
el  vacío  apuntado,  porque  si  lo  remitido  á  la  antigua 
Metrópoli  permite  juzgar  la  calidad  de  la  obra  de 
Mutis  y  de  sus  compañeros,  no  basta  para  reconsti- 
tuir la  historia  interna  de  la  Expedición. »  Es  lástima 


^  66  -^ 

que  no  se  haya  publicado  el  resultado  de  las  explora- 
dones  de  este  esciitor  en  nuestro  Archivo  Nacional. 
La  obra  científica  de  Mutis  es  muy  vasta;  la  parte  de 
ella,  estrictamente  botánica,  no  está  estudiada  toda- 
vía. El  Director  del  Jardín  Botánico  publicará  den- 
tro de  corto  tiempo  el  estudio  de  Mutis  sobre  el  sueño 
y  la  vigilia  de  las  plantas.  Encontramos  unas  cuantas 
páginas  en  que  Mutis,  atendiendo  a  las  indicaciones  de 
Linneo,  estudió  las  costumbres  de  las  hormigas  (i). 
Es  probable  que  este  punto  sea  estudiado  por  el  sabio 
Decano  de  la  Facultad  de  Ciencias,  D.  Ignacio  Bolí- 
var,  en  quien  una  refinada  |cultura  social  realza  sus 
grandes  méritos  científicoF.  Pero  queda  aún  mucho 


(i)  De  un  fragmento  de  carta  de  Mutis,  sin  nombre  de  destinata- 
rio, tomamos  lo  siguiente: 

((Mi  amadísimo  el  caballero  Von  Linné,  á  quien  respetaba  como  si 
hubiera  sido  mi  preceptor,  en  su  primera  carta  me  pidió  trabaje  una 
memoria  acerca  de  las  hormigas  de  America  con  esta  para  mí  tan  esti- 
mable expresión  Nox't^  etc.  Desde  entonces  comencé  á  procurarme  los 
conocimientos  de  este  genero  pero  con  la  lentitud  ocasionada  por  la 
necesidad  de  vivir  sujeto  en  la  capital  de  Santa  Fe  de  Bogotá,  cuyo 
suelo  elevadísimo  en  esta  zona  de  temperamento  para  nosotros  frío,  no 
sufre  estos  insectoF.  Pedí  colecciones  de  las  tierras  bajas  y  calientesj. 
averigüé  sus  propiedades,  formé  sus  descripciones  y,  finalmente,  conocí 
que  nuestras  hormigas  americanas  eran  desconocidas  por  la  mayor 
parte  en  Europa:  en  aquel  estado  remití  mi  memoria:  y  conocí  después 
de  mis  largas  peregrinaciones  que  aquel  escrito  había  sufrido  la  misma 
suerte  que  muchas  de  mis  cartas  al  caballero  Linné.  Desde  el  año  de  77, 
que  cambié  de  destino  entregándome  todo  á  mis  delicias  de  la  Historia 
Natural  en  mi  casa  de  campo  de  las  minas  de  Ibagué,  tuve  la  propor- 
ción de  habitar  un  país,  que  parecía  ser  la  corte  y  el  centro  de  todas  las 
hormigas  americanas.  Comencé  á  formar  el  empadronamiento  de  todas 
las  familias  del  distrito,  y  durante  los  cinco  años  que  habité  aquella 
dulcísima  mansión  gasté  horas,  días  y  semanas  enteras  en  buscar  las 
hormigas,  etc.» 


-67  - 

por  hacer:  es  necesario  publicar  las  admirables  lámi- 
nas y  su  explicación  científica;  para  realizar  esta 
obra  es  indispensable  que  el  Gobierno  de  Colombia 
suministre  á  la  Facultad  de  Ciencias  de  Madrid  los 
fondos  necesarios,  ó,  lo  que  sería  mejor  —  y  así  la 
hemos  propuesto — que  el  Gobierno  de  Bogotá  toma- 
se un  número  suficiente  de  ejemplares  de  la  obra 
cuya  publicación  dirigiese  dicha  Facultad.  Solo  así 
pagaríamos  á  la  gloria  de  Mutis  lo  que  le  debemos 
por  todo  lo  que  hizo  en  servicio  del  progreso  inte- 
lectual de  la  Colonia,  y  podríamos  los  colombianos 
conocer  mejor  nuestra  Flora. 

El  pensamiento  del  Gobierno  español  de  enviar 
á  América  exploradores  científicos,  data  de  Enero 
de  1 754,, año  en  el  cual  fué  comisionado  el  botánico 
sueco  Loefling  para  hacer  un  estudio  de  este  ramo  de 
la  Historia  natural.  Fernando  VI  ofreció  á  I.inneo 
en  España  un  puesto  digno  de  su  mérito.  No  aceptó 
el  renovador  de  la  ciencia  botánica,  pero  envió  en 
su  reemplazo  á  un  discípulo  suyo  «penetrado  de  las 
nuevas  doctrinas  y  hábil  en  el  conocimiento  de  las 
plantas». 

Algo  más  de  dos  años  duró  el  viaje  de  Loefling 
por  América.  Por  desgracia,  murió  antes  de  termi- 
narlo en  Cumaná  en  1756.  «Linneo  cuidó  de  pu- 
blicar la  correspondencia  del  malogrado  viajero, 
y  aprobó  las  noticias  y  materiales  suministrados  por 
el  mismo,  cuyos  manuscritos,  acompañados  de  dibu- 
jos hechos  por  Cartel  y  Carmona,  artistas  pertene- 
cientes á  la   Expedición,   fueron   archivados  y  se 


—  68  — 

.conservan  en  el  establecimiento»,  dice  el  señor 
Colmeiro, 

Mutis,  conforme  al  testimonio  de  este  ilustre  botá- 
nico español,  había  adquirido  su  instrucción  en  la  Bo- 
tánica durante  su  permanencia  en  Madrid  desde  1757 
hasta  1760,  año  en  que  partió  para  América.  Desde 
el  principio  de  su  vida  en  la  Colonia  preocupóse  de 
sus  estudios  favoritos,  y  en  1777  hizo  una  remesa  al 
Ministro  de  Indias  para  el  Gabinete  de  Historia  Na- 
tural de  objetos  que  había  coleccionado  en  la  Nueva 
Granada,  junto  con  cuarenta  dibujos  de  plantas. 
Mantuvo  correspondencia  con  Linneo.  El  Sr.  Col- 
meiro publicó  las  dos  únicas  cartas  de  éste  que  en- 
contró en  el  Archivo  del  Jardín.  Es  posible  que  en 
nuestro  Archivo  Nacional  existan  las  otras. 

Malograda  la  Expedición  encomendada  á  Loe- 
fling,  en  1777  se  organizó  la  destinada  al  Perú  y 
Chile  á  las  órdenes  de  los  señores  Ruiz  y  Pabón. 
«Los  botánicos  destinados  al  Perú  y  Chile  regresa- 
ron á  España  en  1788,  antes  que  los  de  las  demás 
expediciones,  y  por  tanto,  pudieron  aprovecharse  de 
circunstancias  bastante  favorables,  siéndolo  entre 
otras,  la  decidida  protección  de  Gómez  Ortega,  cuya 
influencia  por  entonces  no  había  decaído:  así  es  que 
consiguieron  publicar  la  Qninología  en  1792,  obra 
particular  de  Ruiz,  aumentada  con  un  Suplemento  en 
1 80 i;  el  Pródromo  de  la  Flora  peruana  y  chilense  en 
1794;  un  tomo  del  Sistema  de  los  vegetales  de  la  expre- 
sada Flora  en  1798;  tres  tomos  de  la  misma  JFlora 
desde  1798  hasta  1802,   quedando  el  cuarto  con  su 


-  69- 

texto  manuscrito  y  cien  láminas  grabadas,  en  unión 
del  quinto  y  siguientes  completamente  inéditos,  con 
muchas  láminas  de  aquél  grabadas,  pasando  de  dos 
mil  el  núníero  total  de  los  dibujos  hechos  para  toda 
la  obra,  y  cuyos  originales  se  conservan  en  buen 
estado  (i).» 

La  Expedición  botánica  destinada  á  Méjico  el  aña 
de  1787,  tuvo  por  director  á  Ssssé,  quien  murió  en 
1809.  «La  Expedición  desplegó  grande  actividad- 
desde  1795  hasta  1804,  y  los  frutos  que  se  conservan 
de  ella  consisten  en  un  considerable  herbario,  que 
vino  á  parar  al  Jardín  Botánico  de  Madrid  en  1820,^ 
hallándose  actualmente  intercalado  en  el  general  áe\ 
establecimiento,  y  en  numerosos  manuscritos  perte-- 
necientes  á  la  Flora  mejicana,  obleniáos  antes  y  poco- 
después  de  aquella  fecha,  y  cuyas  descripciones, 
ordenadas  según  el  sistema  de  Linneo,  ocupan  unos 
cuantos  tomos  en  folio»  (2). 

La  Expedición  que  dio  la  vuelta  al  globo  á  las  ór- 
denes de  Malaspina,  compuesta  del  naturalista  Pine- 
da y  del  botánico  Neé,  dio  principio  en  1789.  «Exis-' 
ten  en  el  Jardín  Botánico  de  Madrid  las  colecciones 
y  manuscritos  concernientes  á  la  vegetación  de  las 
distintas  regiones  recorridas  por  los  naturalistas  que 
acompañaron  á  Malaspina  en  su  viaje,  emprendido 
en  1789,  estando  intercaladas  las  plantas  en  el  herba- 


(1)  Colmeiro.  Bosqu-^jo  hhtórico  y  estadístico  del  Jardín  Botánico  de  Ma- 
Jrid,  páginas  23  24. 

(2)  Colmeiro,  obra  citada,  pág.  25. 


—  ^o  — 

rio  general  del  establecimiento,  no  todas  denomina- 
das, y  entre  las  que  lo  están  se  cuentan  las  someti- 
das á  competente  examen  y  esparcidas  en  diversas 
obras,  después  de  la  vuelta  de  Neé  en  1794.  El  her- 
bario formado  por  este  famoso  colector  contenía,  se- 
gún se  asegura,  unas  diez  mil  plantas  y  además  fue- 
ron hechos  bajo  su  dirección  más  de  trescientos  di- 
bujos que  forman  algunos  tomos  de  varios  tamaños, 
conservándose  también  sus  observaciones  y  descrip- 
ciones manuscritas  con  otros  apuntes»  (i). 

La  expedición  á  Cuba,  encomendada  á  Boldó  en 
1796,  está  representada  en  el  Jardín  Botánico  por 
un  tomo  «con  sesenta  y  seis  hojas  de  dibujos  ilu- 
minados, y  separadamente  muchas  descripciones  de 
diferentes  géneros  y  especies  de  plantas»  (2). 

Respecto  de  la  Expedición  de  Nueva  Granada, 
creemos  conveniente  reproducir  la  representación 
hecha  por  Mutis  al  Rey  de  España  en  Mayo  de  1763, 
con  el  informe  favorable  de  Mesía  de  la  Cerda,  y 
que  fué  repetida  en  Junio  de  1764  en  la  ciudad  de 
Santa  Fe,  en  vez  de  extractarla  ó  servirnos  de  ella 
para  dar  por  nuestra  cuenta  la  historia  de  la  misión 
confiada  al  ilustre  gaditano.  Ambos  documentos  son 
del  tenor  siguiente:- 

Señor: 

La  inportancia  de  unos  asuntos  tan  útiles  al  Pu- 
blico como  gloriosos  al  Monarca  que  los  protege  y 

(l"i     Colmeiro,  obra  citada,  pág.  26. 
(2)     Colmeiro,  obra  citada,  pág.  27. 


—  71  — 

cuya  necesidad  esta  bien  conocida  entre  todas  las 
naciones  civilizadas  me  alienta  á  poner  á  los  Reales 
Pies  de  V.  M.  el  plan  de  mis  ideas  en  el  viaje  que  á 
inpulsos  de  una  rara  resolución  enprendi  á  este 
Nuevo  Reyno  de  Granada  por  el  año  de  mil  sete- 
cientos y  sesenta. 

Establecido  tres  años  antes  en  esa  Corte,  y  entre« 
gado  á  la  lección  de  los  mejores  Autores  extranjeros, 
que  tratan  de  las  Ciencias  naturales  en  todos  sus 
ramos,  iba  notando  las  inponderables  ventajas  que 
nos  hacian  en  los  últimos  siglos  todas  las  Naciones 
cultas  de  estas  Ciencias.  En  tales  circunstancias  un 
verdadero  y  desinteresado  amor  nacional  me  hacia 
concebir  y  suspirar. unas  vezes  entre  varios  proyec- 
tos literarios  por  el  establecimiento  ó  renovación  de 
una  Academia  de  Ciencias,  observando  mui  de  cerca 
la  inacción  en  que  se  mantenían  las  dos  de  Medicina 
de  Madrid,  y  la  de  Ciencias  de  Sevilla;  otras  vezes 
me  proponía  en  compañía  de  otros  literatos  tan  há- 
biles como  activos  la  formación  de  una  Historia  cri- 
tica de  todos  los  Autores  Españoles,  siendo  entera- 
mente sufocada  y  desvanecida  desde  sus  principios 
la  inportantisima  obra  de  nros.  Diaristas.  Anbos 
pensamientos,  que  en  el  corto  espacio  de  dos  años 
llegaron  ciertamente  á  estado  de  que  los  viese  el  Pu- 
blico desenpeñados,  se  dirijian  no  solo  á  despertar 
en  la  nación  la  memoria  de  sus  bellos  dias,  sino  tan- 
bien  á  promover  el  adelantamiento  de  las  ciencias 
naturales  tan  olvidadas  en  nuestra  Península.  En- 
tretanto procuraba  pulir  mis  conocimientos  botáni- 
cos en  conpañia  del  celebre  Dr.  Barnades. 

Mas  hallándome  inpensadamente  solicitado  para 
seguir  á  vuestro*  Virrey  en  calidad  de  su  Medico,  me 
resolví    á    abandonar    proyectos,    comodidades,   y 


—  12  -^ 

quanto  podia  ofrecerme  mi  establecimiento  perma- 
nente en  esa  Corte,  deseando  dedicarme  enteramente 
á  la  formación  de  la  Histoiia-Natural  de  la  America, 
gloriosamente  comenzada  por  la  magnificencia  del 
Sr.  D.  Felipe  Segundo,  continuada  después  de  largo 
tienpo  por  la  liberalidad  del  Señor  Don  Fernando 
Sexto,  y  tal  vez  concluida  en  los  bellos  dias  del  feli- 
císimo Reynado  de  V.  M.  -Parecióme  que  no  solo 
podria  partir  la  gloria  con  el  celebre  sueco  Loefling, 
pero  tanbien  conpetir  y  aun  enmendar  mucho  de  le 
observado  y  descubierto  por  el  Español  Hernández. 
Figurábame  tanbien  entonces  que  podria  dirigir  mis 
excursiones  botánicas  por  las  dilatadas  Provincias 
de  este  Reyno,  y  aun  de  las  demás  Americas,  pare- 
ciendome  que  podria  tolerar  en  una  edad  floreciente 
y  con  una  salud  bastantemente  robusta  las  fatigas  y 
quebrantos  de  la  vida  áspera  que  deben  sufrir  los 
viajeros  en  estos  tan  variados  climas. 

Al  tienpo  de  mi  partida  para  la  America  con  tan 
honroso  y  proporcionado  destino  de  Medico  de 
V.  Virrey  en  este  Nuevo  Reyno  de  Granada  deberla 
aver  representado  á  V.  M.  las  ideas,  con  que  anima- 
ba la  resolución  de  mi  viaje;  que  no  tuvo  ciertamente 
sus  principios  en  la  esperanza  de  aquellos  intereses 
que  lisongean  por  lo  regular  á  los  Europeos.  Aun  sin 
salir  de  mi  Patria  debia  aver  esperado  no  sin  fun- 
damento esa  felicidad,  ala  verdad  mui  pequeña  para 
llenar  mi  corazón,  semejante  en  algún  modo  al  de 
aquellos  honbres  que  sacrificando  generosamente 
todos  sus  propios  intereses  se  destinan  á  trabajar 
para  el  bien  del  Publico,  y  gloria  de  la  Patria  en  que 
nacieron.  Pafecio  conveniente  á  juicio  de  V.  Virrey, 
á  quien  comuniqué  mis  ideas,  omitir  por  entonces  el 
manifestar  á  V.  M.  el  principal  objeto  de  mi  viaje: 


—  73  — 

pueS"  los  inmensos  cuidados  que  cercaban  el  trono 
de  y.  M.  en  aquel  tienpo  arrastraban  toda  la  Real 
atención  felizmente  enpleada  en  arreglar  los  gravi^ 
simos  negocios  de  la  Monarquia.  Aora  que  V.  M.  ha 
logrado  ver  el  fruto  de  sus  fatigas  en  la  paz  solida, 
que  acaba  de  establecerse,  considerara  á  V.  M.  el 
mundo  sabio  dignamente  enpleado  en  el  total  resta- 
blecimiento de  Ciencias,  Artes  y  Comercio:  en  que 
logrará  V.  M.  la  misma  felicidad  y  acierto,  con  que 
sirpo  V.  M.  hacer  feliz,  sabio  y  respetable  otro 
Rey  no. 

'  La  Historia  Natural  de  la  America,  por  quien 
tanto  suspira  la  Europa  sabia  es  obra  de  un  Monar- 
ca como  V.  M.  Esta  debió  sus  principios  á-la  Real 
Liberalidad  del  Sr.  D.  Felipe  Segundo,,  quien 
deseoso  de  admirar  las  preciosas  producciones  nartu- 
rales  de  la  Nueva  España,  y  no  menos  interesado 
en  promover  el  bien  de  la  Humanidad  que  pudiera 
resultarle  con  los  copiosos  descubrimientos  de  algu- 
nas cosas  medicinales  y  minerales,  enbió  al  sabio 
Dr.  Hernández  su  Medico  con  la  dotación  propor- 
cionada al  Real  Proyecto.  Executose  con  quanta 
exactitud  cupo  en  aquel  siglo  esta  comisión,  cuyas 
resultas  no  logró  ver  el  Publico  asta  después  de  mu- 
cho tienpo  en  la  instructiva  obra  del  Dr.  Hernández 
publicada  en  Roma  á  mediados  del  siglo  pasado  por 
el  italiano  Recchi.  El  poco  ó  ningún  gusto  de  la  na- 
ción á  las  Ciencias  naturales,  á  que  contribuiria 
mucho  el  fallecimiento  de  los  Autores  de  la  enpresa, 
dexó  sepultada  entre  el  polvo  de  la  Biblioteca  det 
ICscorial  una  obra  tan  preciosa  con  el  fatal  destino 
de  ser  comunicada  posteriormente  á  los  sabios  por 
un  extraño  con  estanpas  mui  desiguales  al  mérito  de 
los  originales,  y  que  no  hacen  honor  ni  á  su  siglo. 


—  74  — 

Es  obra  ya  tan  rara,  y  tan  digna  de  la  Generosidad 
de  V.  M.  que  corregida  y  aumentada  con  nuevas 
notas  y  laminas  acomodadas  al  gusto  de  nuestro 
siglo  por  algún  naturalista  versado  en  las  produccio- 
nes de  America  debería  reinprimirse  á  nonbre 
<ie  V.  M.  para  ocupar  dignamente  el  primer  lugar  en 
la  Biblioteca  de  Historia  Natural  del  Real  Gavinete 
que  se  pretende  formar  en  esa  Corte. 

Mientras  en  España  se  iba  perpetuando  un  pro- 
fundo olvido  sobre  las  enpresas  de  esta  naturaleza, 
todas  las  naciones,  especialmente  las  que  poseian 
algunos  establecimientos  en  America,  aspiraban  á 
porfia  á  poseer  igualmente  el  conocimiento  de  sus 
tesoros  naturales,  y  á  la  formación  de  Gavinetes  pú- 
blicos y  privados.  Apenas  salia  algún  viajero  curioso 
para  estos  remotos  payses,  que  no  trajera  la  reco- 
mendación de  conducir  algunos  tesorillos  ó  peque* 
ñas  colecciones  de  Historia  natural  en  sus  tres  ra- 
mos. Pensaron  después  las  Academias  en  enviar  de 
tienpo  en  tienpo  algunos  sabios,  en  entablar  corres- 
pondencias, y  en  valerse  de  quantos  medios  podian 
para  aumentar  á  conpetencia  la  Historia  natural  con 
nuevos  descubrimientos.  Jamas  uviera  llegado  esta 
Ciencia  á  la  perfección  con  que  se  admira  en  nues- 
tro siglo,  si  los  Soberanos  y  algunos  Personajes  dis- 
tinguidos no  uviesen  tomado  por  su  cuenta  la  noble 
idea  de  promover,  gratificar,  y  premiar  liberalisi- 
mámente  algunos  sabios  naturalistas,  para  poder 
tener  un  cabal  conocimiento  de  quanto  útil  y  curio- 
so producen  sus  establecimientos.  De  esta  noble 
emulación  nacieron  los  viajes  de  los  famosos  viaje^ 
ros  Castety,  Sloan,  Plumier,  Brown,  y  acaba  de  ver 
la  Europa  un  rasgo  de  esta  generosidad  en  la  inmor- 
tal enpresa,   que   por   consejo  del  Barón  de   Van 


—  75  — 

Swieten  su  Medico  fomento  y  costeo  generosisima- 
mente  el  Emperador  Francisco  primero  sin  reparar 
en  los  inmensos  gastos,  pues  llevaba  ya  consumidos 
con  sus  tres  compañeros  sobre  trescientos  mil  pesos 
quando  llegó  á  esta  Ciudad  de  Cartagena  de  Indias 
el  celebre  naturalista  Nicolás  Josef  Jacquin  Gefe  de 
esta  Real  Expedición,  cuya  obra  espera  con  inpa- 
ciencia el  Publico.  Arrebatóme  de  las  manos  este 
insigne  botánico  los  mas  preciosos  descubrimientos, 
que  pudieran  averse  comunicado  con  gloria  de  la 
Nación  por  un  Naturalista  Español,  si  uviera  yo 
tenido  la  oportunidad  de  aver  llegado  dos  años  antes 
gratificado  con  alguna  pensión  inferior  á  la  suya. 

Acia  la  mitad  dei  siglo  presente  despertó  la  Espa- 
ña de  su  antiguo  letargo.  Comenzaron  algunos  Sa- 
bios y  Señores  á  gustar  de  las  Ciencias  naturales 
con  el  motivo  de  la  nueva  juventud,  que  por  Real 
orden  y  á  expensas  del  Erario  de  algunos  Grandes 
salia  á  instruirse  en  todos  sus  ramos  á  los  Reynos 
Extrangeros.  Proyectóse  por  este  tienpo  la  Expedi- 
ción de  limites;  y  con  esta  tan  oportuna  ocasión  pen- 
só sabiamente  el  Ministerio  hacer  venir  de  Suecia 
al  naturalista  Pedro  Loefling:  y  aunque  tan  tarde 
se  volvió  á  continuar  la  grande  enpresa  de  nuestra 
Historia  Natural  Americana,  que  debió  no  pocos 
progresos  á  la  Real  Generosidad  del  Sr.  D.  Fer- 
nando Sexto  Hermano  é  inmediato  antecesor  de 
V.  M.  Murió  esta  inportante  obra  casi  en  sus  prin- 
cipios con  la  muerte  de  su  continuador  Loefling, 
quando  se  hallaba  enpeñado  con  el  mayor  ardor  y 
en  el  mejor  tienpo  de  su  florida  juventud,  y  tanbien 
con  el  honor  del  aplauso  publico  de  toda  la  Europa 
que  le  animaba  en  el  glorioso  desenpeño  de  su  des- 
tino.   La   pequeña   Historia   de  aquel   desgraciado 


-  76  ~ 

viaje  uviera  ciertamente  perecido  por  nuestro  des- 
cuido, ó  retardadose  por  negligencia  á  no  averia  pu- 
blicado su  Maestro  y  mi  correspondiente  el  Cavalle- 
ro  Carlos  Linné,  Gloria  de  la  Suecia  y  Honor  de- 
nuestro  Siglo,  dedicándola  al  Sr.  D.  Fernando  Sex- 
to para  eternizar  en  la  República  de  las  Letras  la 
agradecida  memoria  del  Glorioso  Monarca,  que  Te- 
dio principio.  Esta  pequeña  obra  toda  llena  de  pre- 
ciosos descubrimientos  lexos  de  apagar  la  insaciable 
sed  de  los  Sabios  solo  ha  servido  de  excitar  mas  su 
inpaciente  curiosidad;  cuya  expectación  esta  pen- 
diente de  la  Real  Liberalidad  de  V.  M.  de  quien 
ciertamente  espera  la  Europa  sabia  ver  fomentados 
los  progresos  de  la  Historia  Natural  de  la  America. 
No  parecen  infundadas  semejantes  esperanzas,  quan- 
do  vemos  por  la  experiencia,  que  para  V.  M.  tiene 
el  Cielo  reservadas ^las  mas  gloriosas  enpresas  del 
presente  siglo. 

Sabiendo  yo  la  muerte  de  este  insigne  Naturalis- 
ta suspiraba  como  todos  por  la  continuación  de  esta 
obra:  y  hallándome  inpensadamente  convidado  para 
seguir  á  V.  Virrey,  fue  mui  natural  que  nada  tarda- 
se en  aceptar  esta  propuesta,  para  elegirme  yo  mis- 
mo por  Continuador  de  esta  gloriosísima  enpresa 
con  la  esperanza  de  probar  mejor  fortuna  en  su  lo- 
gro y  desenpeño.  A  mi  primera  llegada  á  esta  Ciu- 
dad tuve  la  noticia^  que  á  qualquiera  otro  en  tales 
circunstancias  pudiera  aver  desmayado,  del  viaje  de 
Jacquin  por  orden  de  su  Soberano,  y  con  el  Real 
permiso  de  fecha  anterior  al  reynado  de  V.  M.  Mas 
aviendoseme  asegurado  de  no  aver  penetrado  este 
naturalista  por  lo  interior  de  nuestras  Provincias, 
donde  se  hallan  los  mejores  tesoros  de  la  Naturale- 
za, he  seguido  mi  enpresa  con  el  mismo  enpeño. 


—  77  — 

He  procurado  constantemente  vencer  una  infinidad 
de  tropiezos,  que  tiraban  á  sufocar  los  sazonados 
frutos  de  una  obra,  que  va  naciendo  entre  espinas. 
No  me  horrorizan  Señor  las  indecibles  incomodida- 
des que  consigo  traen  el  trabajoso  estudio  de  la  na- 
turaleza. Los  sabios  en  los  Gavinetes  ó  en  las  Es- 
cuelas pasan  con  toda  comodidad  los  dias  enteros, 
recojiendo  á  pie  quieto  el  fruto  de  su  aplicación.  Un 
viajero  debe  gastar  gran  parte  de  la  noche  en  orde- 
nar y  con  poner  lo  que  por  el  dia  recojio  en  el  canpo, 
después  de  aver  sufrido  las  alteraciones  de  la  Esta- 
ción, que  suelen  ser  mui  variadas;  las  asperezas  y 
precipicios  del  suelo  que  va  registrando;  las  inco- 
modidades de  los  insectos  insufribles  que  por  todas 
partes  le  rodean;  los  sustos  y  peligros  de  muchos 
animales  venenosos  y  horribles,  que  á  cada  paso  le 
espantan,  sobre  la  austeridad  de  una  vida  verdade- 
ramente austera  y  desabrida,  que  por  calores,  para- 
mos, y  lugares  desiertos  quebranta  y  fatiga  su  cuer- 
po. No  es  esto  Señor  una  estudiada  ponderación 
para  realzar  el  mérito  de  los  trabajos  de  un  Natura- 
lista: es  únicamente  manifestar  con  realidad  y  sen- 
cillez á  V.  M.  que  si  aquellos  para  la  subsistencia  y 
continuación  de  sus  tareas  son  magníficamente  do- 
tados, mucho  mas  acreedor  deberá  ser  un  viajero  á 
una  dotación  proporcionada  al  continuado  gasto  que 
se  experimenta  en  los  largos  y  penosos  viajes  de  la 
America.  Mis  fuerzas  que  son  las  de  un  particular, 
que  se  sostiene  por  una  Profesión,  que  por  lo  mis- 
mo lo  aparta  y  distrae  del  objeto  de  su  proyectada 
Expedición,  solamente  han  alcanzado  á  los  crecidos 
costos  con  que  me  he  formado  una  gran  colección 
de  instrumentos  y  Ubros,  esforzándome  á  gratificar 
moderadamente  á  todas  aquellas  personas,  de  quie- 


-  78   - 

nes  debia  valerme  en  mis  viajes  para  recojer  y  des- 
cubrir las  producciones  pertenecientes  á  mi  Histo- 
ria. Me  hallo  ya  no  solo  exhausto,  sino  tanbien  en- 
peñado,  y  por  lo  mismo  inposibilitado  á  continuar 
por  estos  medios,  que  deben  ser  mayores  los  sufra- 
gios para  tan  grande  enpresa.  Por  ahora  nueva- 
mente inploro  los  de  V.  M.  para  continuarla. 

Conozco  Señor  que  haria  agravio  á  la  alta  con- 
prehensión  de  V.  M.  si  me  detuviera  en  referir  por 
menudo  las  grandes  utilidades,  que  podrían  resultar 
de  mi  proyectado  viaje  con  dos  agregados  para  los 
trabajos  científicos,  y  otros  dos  para  las  pinturas, 
dibujos,  y  demás  trabajos  materiales.  Nadie  mejor 
que  V.  M.  conocerá  desde  luego,  que  sobre  la  gloria 
inmortal  que  resultarla  á  V.  M.  de  esta  gloriosa  en> 
presa  dignamente  desenpeñados,  ninguna  otra  na- 
ción tanto  como  la  Española  se  halla  interesada  en 
saber  ^y  conocer  las  producciones  admirables,  con 
que  la  Divina  Providencia  ha  enriquecido  los  dilata- 
dos Dominios  que  tienen  la  fortuna  de  vivir  bajo  la 
feliz  Dominación  de  V.  M.  en  este  Nuevo  Mundo.. 
Si  las  demás  naciones,  que  poseen  en  la  America 
algunas  colonias  ó  establecimientos  han  adquirida 
desde  sus  principios  un  cabal  conocimiento  de  todo- 
quanto  les  produce  el  suelo  de  aquellas  Posesiones, 
como  es  bien  notorio  por  sus  bellas  Historias  inpre- 
sas especialmente  en  este  siglo,  deberá  atribuirse 
no  solamente  al  buen  gusto  del  bello  día  que  tan 
tenprano  les  amaneció,  sino  tanbien  á  la  facilidad 
con  que  pudieron  executarse  aquellas  Expediciones» 
La  Universal  Historia  Natural  de  los  Dominios  Es- 
pañoles tiene  por  objeto  una  prodigiosa  extensión 
de  dilatadísimos  Payses:  es  obra  de  mayor  conside- 
ración, y  en  que  se  debe  gastar  mucho  mas  tienpo 


—  79  — 

que  en  las  demás.  Sin  enbargo  con  lo  mucho  que 
llevo  trabajado  en  mas  de  quatro  años  incesante- 
mente enpleado  en  esta  y  otras  ocupaciones  no  me- 
nos útiles  y  gloriosas  á  la  Nación,  podra  dentro  de 
poco  tienpo  manifestarse  al  Mundo  Sabio  las  utili- 
dades que  producen  al  genero  Humano  las  liberali- 
dades de  V.  M. 

La  formación  en  esa  Corte  de  un  esplendido  y 
riquísimo  Gavinete  de  Historia  Natural  en  sus  tres 
ramos  superior  á  los  de  muchos  particulares,  y  á  los 
públicos  de  toda  la  Italia,  Alemania,  Suecia,  Ingla- 
terra, y  aun  al  magnifico  de  París,  deberá  ser  una  en- 
tre las  principales  glorias  de  esta  Expedición.  Parece 
Señor  increíble  lo  mismo  que  nos  manifiesta  la  expe- 
riencia. Los  Sabios  y  honbres  curiosos,  que  viajan 
por  todas  las  Cortes  de  Europa,  creyendo  encontrar 
en  la  de  Madrid  unos  suntuosos  y  magníficos  Jardín  y 
Gavinete  de  Historia  natural  espléndidamente  ador- 
nados con  todas  las  plantas  y  cuerpos  preciosos  que 
produce  el  Nuevo  Mundo,  no  hallan  que  admirar^ 
sino  las  sombras  de  su  jardín  y  Gavinete  comenza- 
dos á  formar  en  el  Reynado  anterior  al  de  V.  M. 

La  America,  en  cuyo  afortunado  suelo  deposito  el 
Criador  infinitas  cosas  de  la  mayor  admiración,  no 
se  ha  hecho  recomendable  tan  solamente  por  su  oro, 
plata,  piedras  preciosas,  y  demás  tesoros  que  oculta 
en  sus  senos;  produce  tanbien  en  su  superficie  para 
la  utilidad  y  el  comercio  exquisitos  tintes,  que  la  in- 
dustria iria  descubriendo  entre  las  plantas;  la  Co- 
chinilla de  que  ai  abundancia  en  este  Reyno,  aun- 
que no  la  cultivan  por  su  indolencia  los  naturales  de 
estas  Provincias;  la  preciosa  cera  de  un  arbusto  lla- 
mado Laurelito,  y  la  de  Palma;  muchas  gomas,  de 
que  pudieran  hacerse  algunos  usos  ventajosos  en  las 


-  3o  — 

artes;  maderos  mui  estimables  para  instrumentos^y 
muebles;  produce  finalmente  para  el  bien  del  gene- 
ro humano  muchos  otros  arboles,  yerbas,  resinas,  y 
bálsamos,  que  conservaran  eternamente  el  crédito 
de  su  no  bien  ponderada  fertilidad.  Un  viajero  debe- 
ría ir  recojiendo,  describiendo,  y  conservando  seme- 
jantes producciones,  para  que  depositadas  en  el  Ga- 
vinete  y  otros  lugares  públicos  las  conocieran  los 
Sabios,  excitaran  su  curiosidad,  y  se  hiciera  de  ellas 
útil  aplicación  en  algún  dia  para  bien  de  los  Morta- 
les. Es  en  vano  persuadirse  Señor  á  que  la  Quina, 
la  Cascarilla  que  es  otra  planta  mui  diversa,  la  cas- 
cara del  Guamocó,  el  bejuquillo,  la  zarza,  el  Gua- 
yacan,  el  balsamo  de  tolu,  el  de  Zaragoza,  el  Cati- 
vo de  mangle,  el  de  Coruña,  el  Balsamo  del  Perú, 
los  azeites  de  Maria  y  de  palo  con  muchas  otras  co- 
sas conocidas  sean  lo  único  entre  las  medicinales, 
que  nos  produce  la  America.  Aun  falta  muchisimo 
por  conocer;  y  lo  que  mas  debe  admirar,  falta  mu- 
cho que  saber  para  usar  bien  de  lo  conocido. 

La  útilísima  Quina,  tesoro  concedido  únicamente  á 
los  Dominios  de  V.  M.  en  cuya  mano  esta  el  distri- 
buirla á  las  demás  naciones  bajo  del  mismo  pie  en 
que  los  olandeses  distribuyen  la  Canela  de  Ceylan, 
la  quina  digo  á  quien  tienen  un  cierto  horror  injus- 
tamente concevido  algunos  Médicos  de  Europa,  por 
no  averse  cuidado  de  separar  la  verdadera  y  reciente 
de  la  falsa  y  despreciable,  introducida  por  la  igno- 
rancia y  la  anbicion,  sabrá  manejarse  con  mayor 
confianza,  desenbarazo  y  acierto,  quando  salgan  al 
Publico  mis  observaciones,  que  para  anticipado  bien 
del  genero  humano  haré  publicar  en  alguna  de  las 
Academias  de  Europa,  por  donde  se  propagan  los 
nuevos  descubrimientos.  Un  remedio  tan  admirable. 


_  8i   — 

que  disputa  la  superioridad  entre  los  pocos  antidotos 
conocidos,  y  que  ha  puesto  la  Divina  Providencia 
en  manos  de  V.  M.  para  el  bien  universal  de  la  Hu- 
manidad, se  va  haciendo  despreciable,  se  disputa  de 
su  eficacia,  se  tiene  ya  por  menos  útil  que  en  otro 
tienpo;  y  lo  que  peor  es,  llegara  á  escasear  al  terzer 
siglo  de  su  feliz  descubrimiento,  si  V.  M.  no  aplica 
en  tienpo  las  mas  oportunas  providencias.  Mas  ha 
de  treinta  años  que  se  oyeron  estas  quexas  en  el  Mi- 
nisterio, 3'  temiéndose  con  razón  tan  fatales  conse- 
quencias,  se  pensó  seriamente  en  arreglar  este  im- 
portantisimo  ramo.  De  aqui  dimano  la  bien  desen- 
peñada  comisión  del  erudito  D.  Miguel  de  Santiste- 
ban,  cuyos  pensamientos  aun  no  se  han  reducido  á 
practica  con  detrimento  del  bien  publico  y  del  Real 
Erario.  Aun  todavia  subsisten  las  causas  de  los  ma- 
les que  amenazan  en  perjuicio  de  la  causa  publica. 
¿Quien  se  imaginaria  en  los  primeros  años  de  su 
descubrimiento  que  llegase  á  faltar  en  algún  tienpo 
la  Quina  en  los  montes  del  Perú  ni  que  pudiese  es- 
casear en  el  tienpo  en  que  se  va  confirmando  la  ma- 
yor eficacia  de  este  admirable  remedio?  Esta  seria 
una  perdida  irreparable  para  la  posteridad,  que  ape- 
nas podria  concebir  las  causas  de  semejante  ruina  y 
descuido.  Es  mui  temible  Señor  que  llegue  á  faltar 
la  Quina,  porque  asi  lo  manifiesta  cada  dia  la  expe- 
riencia. No  permita  V.  M.  que  por  la  anbicion  délos 
que  comercian  en  este  precioso  genero  se  multipli- 
quen las  miserias,  que  fundadamente  tememos.  El 
corte  indiscreto  de  todo  un  árbol  de  Quina  para 
aprovechar  solamente  una  pequeña  porción  podria 
hacer  tan  desconocido  un  árbol  de  este  genero  en  el 
Perú  como  en  la  Noruega.  La  mezcla  reprehensible 
procedida  de  la  ignorancia,  ó  de  la  malicia  de  los 


—    82    — 

que  quieren  aumentar  su  mercancía;  la  conducción 
desde  el  Perú  asta  España,  y  desde  allí  asta  las  mas 
remotas  partes  del  Mundo  disminuyen  notablemen- 
te la  eficacia  de  una  Quina  depositada  sin  cuidado 
en  suelos  húmedos,  alterada  sensiblemente  por  la 
diversidad  de  climas,  asta  que  después  de  mucho 
tienpo  va  pasando  lentamente  á  las  Boticas,  donde 
suele  ser  mui  común  hallarla  mezclada,  medio  po- 
drida, y  sin  virtud  después  de  veinte  ó  más  años  de 
su  separación  del  árbol.  Una  Quina  de  esta  naturale- 
za es  la  que  ha  dado  lugar  á  tantas  desconfianzas  y 
disputas;  esta  suele  ser  el  remedio  en  que  vanamen- 
te confia  el  Medico  en  los  lanzes  mas  apurados;  y 
esta  finalmente  es  el  antidoto  que  conpra  para  su 
mayor  daño  un  pobre  enfermo.  ¡Que  funesto  y  la- 
mentable seria  el  espectáculo,  que  puede  figurarse 
una  viva  imaginación  representándose  llegar  al  pie 
del  trono  un  exercito  innumerable  de  leales  vasallos 
desgraciadamente  perdidos!  Será  mui  fácil  á  V.  M. 
que  ama  tan  tiernamente  á  sus  vasallos,  y  en  cuyo 
feliz  Reynado  se  han  logrado  hacer  estas  reflexiones, 
mirar  por  una  causa,  en  que  se  interesa  nada  menos 
que  el  mayor  bien  de  la  humanidad,  con  aprobar  los 
establecimientos  que  podran  formarse  sobre  el  corte 
y  economía  de  estos  arboles,  conducción  de  la  Quina 
á  España,  y  su  distribución  á  todas  las  Naciones. 
En  ellas  lograra  el  Publico  á  un  precio  moderado  la 
Quina  reciente  y  escojida,  cortada  y  conducida  por 
cuenta  de  la  Real  Hacienda,  á  cuyo  favor  puede  re- 
sultar un  producto,  que  no  cede  al  ponderado  ren- 
glón de  la  Canela,  de  que  tanto  cuidan  los  olandeses, 
y  que  abundantemente  reconpense  los  esmeros  y 
cuidados  que  aumente  al  trono  la  vigilante  atención 
de  V.  M.  por  la  salud  publica. 


-  83  - 

No  me  parece  Señor  que  sean  deltodo  inútiles  ni 
despreciables  los  ensa3'os  y  oportunos  experimentos^ 
que  me  propongo  hacer  sobre  el  beneficio  que  pue- 
da esperarse  de  nuestra  canela  silvestre.  Los  Montes 
de  America,  y  en  especial  los  del  Perú  acia  las  Pro- 
vincias de  Macas  y  Quijos,  están  poblados  de  unos 
arboles,  cuyo  olor  color  y  sabor  han  hecho  creer 
asta  á  la  gente  menos  instruida  que  merecen  el 
nonbre  de  canelos.  En  efecto  ellos  están  universal- 
mente  reputados  por  arboles  verdaderos  de  canela, 
aunque  en  el  concepto  de  los  Botánicos  solo  fueran 
una  constante  variedad  de  aquella  especie.  Mas  si 
llegaran  á  lograrse  por  su  beneficio  algunas  ventajas, 
salvarían  en  gran  parte  y  con  utilidad  de  nuestro 
comercio,  la  equivocación  que  algunos  han  padecido 
en  tenerla  por  la  legitima  de  Ceylan,  y  disculparan 
el  gusto  de  aquellos  que  en  defecto  de  esta  usaron 
sin  mayor  repugnancia  de  la  canela  del  Perú.  La 
importancia  de  un  hallazgo  tan  útil  merece  la  repe- 
tición de  algunos  ensayos.  Los  ingleses,  que  aspiran 
sienpre  á  la  mayor  extensión  de  su  comercio,  han 
propuesto,  según  lo  que  nos  refieren  los  escritos  pú- 
blicos, algunos  premios  considerables  para  animar 
á  los  Habitantes  de  la  Guadalupe  al  cultivo  de  la 
canela  silvestre.  Y  si  los  ingleses  esperan  ver  logra- 
das las  tentativas  de  este  genero,  gloriándose  algún 
dia  de  haber  cortado  á  los  olandeses  este  gran  ramo 
de  su  comercio  ¿con  quanto  mayor  fundamento  de- 
beríamos esperarlo  los  Españoles,  siendo  bien  noto- 
rio que  nuestra  canela  silvestre  es  excesivamente 
superior  á  la  de  Guadalupe? 

Manifestar  á  V.  M.  el  mérito  de  nuestras  espece- 
rías, cuya  introducción  podria  ser  tal  vez  mas  venta- 
josa en  todas  lineas  á  no  hallarse  los  paladares  Eu- 


~   84  - 

ropeos  tan  acostumbrados  á  las  Orientales,  seria  re- 
petir á  V.  M.  lo  que  tantos  viajeros  han  insinuado 
con  disimulo  en  sus  escritos.  Las  orillas  del  Mara- 
ñen podrían  abastecer  á  toda  la  Europa  de  espece- 
rías capazes  de  rebajar  el  ponderado  mérito  de  las 
de  Oriente  según  el  testimonio  de  M.  de  la  Conda- 
mine.  Con  la  misma  abundancia  se  crian  todas  las 
plantas  que  las  producen  en  las  tierras  calientes  y  á 
las  orillas  de  los  caudalosos  rios  que  bañan  lo  inte- 
rior de  nuestras  Provincias. 

Aun  no  sé  limitan  á  esta  sola  especie  de  trabajos 
mis  pensamientos.  A  cada  paso  se  me  iria  propor- 
cionando la  oportunidad  de  executar  muchas  inpor- 
tantes observaciones,  que  podrían  merecer  algún  lu- 
gar en  la  relación  Histórica  de  mi  viaje  bajo  sus  co- 
rrespondientes títulos  de  Medicina,  Fisica,  Geogra- 
fía, Astronomía,  y  algunos  otros  ramos  de  las  cien- 
cias Matemáticas.  Un  seguido  catalogo  de  las  obser- 
vaciones meteorológicas  y  de  las  elevaciones  del 
suelo  por  donde  transita  un  viajero,  de  que  resultan 
no  pocas  luces  y  conocimientos  á  las  Ciencias,  no 
deberla  faltar  en  una  Historia  Natural.  Parece  indu- 
bitable que  mi  dilatada  peregrinación  por  tan  remo- 
tos Payses,  donde  no  han  penetrado  asta  aora  los 
honbres  sabios,  me  facilitarla  frequentisimas  oca- 
siones de  hacer  muchos  descubrimientos  y  observa- 
ciones dignas  de  ser  comunicadas. 

Al  considerar  los  felizes  resultados  de  mi  enpresa 
no  sé  si  diga  Señor  que  para  perpetuar  entre  los  sa- 
bios un  eterno  agradecimiento  á  la  Inmortal  Gloria 
de  V.  M.  ó  para  no  pequeña  confusión  mia  tenia  la 
Providencia  reservado  en  esta  Corte  un  Joven  ani- 
moso y  atrevido,  un  vasallo  [de  V.  M.  (destinado 
poco  antes  para  pasar  á  Londres  bajo  la  Real  Pro- 


-  85  - 

teccion  del  Augusto  Hermano  antecesor  de  V.  M. 
por  los  informes  de  su  Ministro  el  Excmo.  D.  Ri- 
cardo Wall)  que  destituido  de  las  ordenes,  socorros, 
y  Protección  Real,  con  que  tanbien  suelen  malograr- 
se las  mas  bien  meditadas  Enpresas,  fiado  solamente 
en  esperanzas,  y  animado  del  zelo  de  la  Gloria  na- 
cional, se  uviese  determinado  por  si  mismo  á  conti- 
nuar la  obra  principiada  por  dos  Grandes  Monarcas 
Antecesores  de  V.  M.  Asi  se  ha  verificado  Señor  en 
mi;  y  es  ya  bien  publico  en  todo  este  Rey  no,  que 
sabida  la  muerte  de  aquel  insigne  Naturalista  quise 
arrojarme  á  la  continuación  de  una  Enpresa  tan 
ardua,  inpacientemente  estimulado  de  ver  robados- 
nuestros  mejores  tesoros  de  la  America  por  mana 
de  los  extraños. 

Aun  en  medio  de  todo  mi  atrevimiento  no  me 
uviera  ciertamente  resuelto  á  llegar  al  Pie  del  Trono 
de  V.  M.  sino  me  viera  patrocinado  por  las  frequen- 
tes  persuasiones  de  V.  Virrey,  testigo  ocular  de  mi 
continuada  aplicación  á  estos  asuntos;  instado  por 
los  fervorosos  deseos  de  algunas  Personas  condeco- 
radas zelosamente  interesadas  en  la  gloria  de  la  Na- 
ción; solicitado  para  la  continuación  de  mis  tareas 
por  los  Sabios  de  Europa;  cuyas  ardientes  suplicas 
aconpañan  las  mias  asta  el  Trono,  por  ser  común  á 
todas  las  naciones  la  causa  que  promovemos.  Todos 
estos  claman,  todos  suplican,  todos  se  interesan;  y 
en  nonbre  de  todos  hablo  á  V.  Virrey  por  represen- 
tar en  este  keyno  la  Augusta  Persona  de  V.  M.  el 
Principe  de  la  Historia  Natural,  el  Filosofo  del  Nor- 
te, el  Cavallero  Carlos  Linné  en  carta  escrita  en 
Upsala  el  dia  3  de  Febrero  de  1761  con  estas  agra- 
decidas expresiones: 

Si  fave  at  nobis  et  Pro  Rex  tuus  Celsisimus-et 


—  86  — 

ipsi    Statuam   erigemus- toto  ejus  Imperio  peren- 
niorem. 

Estas  son  Señorías  reflexiones  que  tengo  el  honor 
de  presentar  á  V.  M.  en  testimonio  del  amor  con 
que  me  he  dedicado,  renunciando  mis  propios  inte- 
reses y  comodidades,  á  trabajar  para  utilidad  uni- 
versal y  gloria  de  la  Nación  Española.  No  soi  Señor 
tan  zeloso  de  mis  pensamientos,  que  dexe  de  ceder 
gustosísimo  mi  lugar  á  qualquiera  otra  Persona  mas 
instruida  en  todos  los  ramos  que  me  propongo  cul- 
tivar, y  á  quien  V.  M.  se  digne  fiar  las  felices  resul- 
tas de  esta  inportante  Comisión.  No  dudo  que  entre 
nuestros  jóvenes  Españoles,  ó  entre  los  Sabios  ex- 
tranjeros se  hallaran  algunos  que  atrahidos  por  el 
interés  de  grandes  sueldos,  y  animados  con  la  espe- 
ranza de  una  correspondiente  colocación,  desenpe- 
ñen  dignamente  todas  las  partes  que  abraza  esta 
Enpresa.  Mas  es  bien  cierto  que,  sobre  quedar  ex- 
puestos á  muchas  contingencias,  avra  de  padecer 
necesariamente  una  larga  retardación,  á  que  por  lo 
común  aconpaña  el  peligro.  Desde  los  principios  del 
año  de  sesenta,  en  que  resolví  mi  proyectado  viaje, 
no  me  hallo  ocupado  en  otros  pensamientos  que  en 
los  que  podrian  conducirme  al  logro  de  mi  suspirada 
Expedición.  No  he  logrado  poco  en  hallarme  ya 
acostunbrado  á  los  rigores  de  estos  climas,  y  en 
averme  ensayado  asta  donde  podran  alcanzar  mis 
fuerzas.  No  es  pequeña  la  ventaja  de  hallarse 
tanbien  en  America  con  las  mismas  circunstancias 
y  sin  los  crecidos  costos  en  que  seria  menester  pen- 
sionar el  Erario,  los  quatro  jóvenes  agregados,  que 
avran  de  trabajar  bajo  de  mi  dirección.  No  me  ocupa 
ni  enbaraza  por  aora  aquel  natural  deseo  de  asegu- 
rar el  destino   que  corresponda  á  un  honbre  que  se 


-  87  - 

resuelve  á  renunciar  todos  sus  intereses  particulares 
por  la  gloria  y  bien  universal  de  la  Nación.  A  mi  me 
basta  saber  que  V.  M.  por  un  puro  efecto  de  su 
Real  Clemencia  no  hade  consentir,  que  en  la  Super- 
intendencia del  Gavinete  Real,  que  avra  de  formarse 
en  esa  Corte,  aya  de  destinarse  otro  que  su  mismo 
autor.  No  tienen  mis  esperanzas  ni  las  de  mis  agre- 
gados menos  fundamento  que  toda  la  Protección 
Real. 

Réstame  pues  manifestar  á  V.  M,  que  me  hallo 
pronto  y  preparado  para  el  desenpeño  de  una  tan 
grande  3^  útil  Comisión  luego  que  V.  M.  se  digne 
mandar,  que  se  me  destinen  los  sueldos  y  medios 
proporcionados  á  los  trabajos  de  una  enpresa,  que 
solo  se  dirije  á  producir  honores  á  la  Nación,  utili- 
dad al  Publico,  extensión  al  Comercio,  ventajas  á  las 
Ciencias,  nuevos  fondos  al  Erario  Real,  y  Gloria  in- 
mortal á  V.  M.  cuya  vida  conserve  la  Divina  Provi- 
dencia para  el  bien  universal  de  la  Monarquía. 

Santafe  20  de  Junio  de  1764. — Señor:  á  los  pies 
de  V.  M. 

JosEF  Celestino  Mutis. 


INFORME  DEI.  SR.  VIRREY 

Excmo.  Sr.:  Mui  Señor  mió,  considerando  lo 
útil  que  puede  ser  la  verificación  de  quanto  expone 
T>.  Josef  Celestino  Mutis  en  el  memorial  adjunto  que 
me  ha  entregado  para  su  dirección  á  manos  de  V.  E. 
le  doi  cubierta  confiado  en  que  se  ha  de  servir  infor- 
mar á  S.  M.  de  lo  que  propone;  pues  constandome, 
que  en  este  sujeto  concurren  todas  las  circunstancias 
que  se  pueden  apetecer,  y  que  por  su  infatigable 


—  88  — 

aplicación  y  notoria  suficiencia  es  capaz  de  consu- 
mar la  obra  que  á  costa  de  inmensas  incomodidades 
tiene  ya  principiada,  estoi  en  el  firme  concepto  de 
que  lo  conseguirá,  si  merece  la  Real  Protección  y 
auxilios  que  solicita ;  y  espero  se  sirva  promo- 
ver V.  E.  para  que  le  toque  gran  parte  en  los  efec- 
tos de  sus  ínportantes  progresos  y  resultas. — Nues- 
tro Señor  guarde  á  V.  E.  muchos  años  como  deseo. 
Cartagena  28  de  Mayo  de  1763. 

El  Baylio  Fvey^ 
D.  Pedro  Mesia  de  la  Cerda. 

Excmo.  Sr.: 

Baylio  Fveyy 
D.  Julián  DE  Arriaga. 


Por  el  momento  no  dio  los  resultados  que  espera- 
ba Mutis  la  representación  que  acaba  de  leerse. 

Dejamos  á  Mutis  en  Santafé  de  regreso  de  la 
Mina  de  Pamplooa.  No  quiso  admitir  el  empleo  que- 
se  le  ofreció  de  Gobernador  de  Girón,  porque  esta 
ocupación  se  oponía  á  sus  designios  de  investigador 
científico. 

Por  los  años  de  1773  Mutis  y  los  otros  miem- 
bros de  la  Compañía  minera,  en  vista  del  fracaso  de 
los  métodos  empleados  en  la  explotación  de  la  Mina 
de  La  Montuosa,  enviaron  á  Suecia  á  D.  Clemente 


-  89  - 

Ruiz  para  que  adquiriese  el  conocimiento  de  los 
nuevos  procedimientos  metalúrgicos  y  volviese  á 
Nueva  Granada  á  ponerlos  en  planta. 

A  principios  de  1777  —  año  en  que  Ruiz  había 
regresado  á  Santa  Fe — se  retiró  Mutis  al  Real  de 
Minas  del  Sapo  de  Ibagué.  cAqui  (dice  el  mismo 
Mutis)  fue  donde  V.  E.  (el  Virrey)  con  el  motivo  de 
su  santa  visita  por  la  Provincia  de.  Ibagué  me  halló 
sepultado  en  mi  profundo  letargo  filosófico,  y  en 
donde  se  dignó  honrar  con  su  presencia  y  bendicio- 
nes aquel  Real,  reconociendo  con  curiosidad  y  esme- 
ro todas  las  Maquinar-,  Oficinas  y  Minas  hasta  el  ex- 
tremo de  usar  conmigo  la  estimable  condescenden- 
cia de  celebrar  el  Santo  sacrificio  de  la  Misa,  y 
bendecir  después  aquella  Mina  en  el  mismo  cerro, 
bien  distante  de  la  Iglesia  del  Real:  bendición  sin- 
gular y  memorable  que  no  habrá  logrado  ninguna 
Mina  de  ambas  Americas». 

«Aqui  fue  donde  V.  E.,  instruido  pacientemente 
en  todas  mis  tareas  literarias,  proyectos,  afanes,  y 
enpeños,  y  conpadecido  de  verme  finalmente  re- 
suelto á  concluir  mis  días  en  aquella  mi  elegida  so- 
ledad, determinado  á  dejar  á  la  innata  piedad  del 
Rey  la  edición  de  mis  obras  y  la  satisfacción  de  mis 
deudas,  se  digno  mandarme  V.  E.  con  todo  el  inpe- 
rio  de  quien  manda  á  un  subdito,  que  pusiese  algu- 
nas treguas  á  mis  continuados  trabajos  sacándome 
al  descanso  de  su  amable  compañía  en  que  actual- 
mente me  hallo  gozando  de  las  honras  con  que  V.  E. 
debe  distinguir  á  las  personas  de  mérito  superior  al 


—  90  — 

mió,  y  de  las  comodidades  necesarias  para  continuar 
y  pulir  mis  escritos»  (i). 

Mientras  se  resolvía  en  la  Corte  la  segunda  soli- 
citud de  Mutis,  el  Arzobispo  Virrey  organizó  una 
Expedición  provisional  en  Nueva  Granada.  De  esto 
dio  cuenta  á  su  sucesor  Gil  y  Lemus  en  los  siguien- 
tes términos: 

«Bajo  este  pie  propuse  á  la  Corte  la  creación  de 
la  Universidad  pública  en  Santa  Fe,  y  tal  vez  la 
gravedad  de  la  materia  ha  detenido  la  resolución; 
pues,  según  las  noticias  extrajudiciales,  se  trabaja 
-en  un  plan  metódico  de  estudios  para  la  instrucción 
de  la  juventud  americana,  pero  no  siendo  unos  mis- 
mos los  recursos  de  las  provincias  para  la  dotación 
de  cátedras,  siempre  habrá  desigualdad  en  el  núme- 
ro de  ellas,  y  en  cuanto  á  este  reino  convendría  no 
se  excusaran  las  de  botánica,  química  y  metalurgia, 
necesarias  en  el  reino  de  los  metales  y  preciosi- 
dades. 

» Estas  habrían  permanecido  en  la  mayor  parte 
desconocidas  si,  con  motivo  de  las  órdenes  de  la 
Corte  para  auxiliar  y  conceder  libre  tránsito  de  unos 
exploradores  alemanes  en  este  reino,  no  hubiese  yo 
prevenido  su  intención  y  el  oprobio  que  ciertamente 
nos  resultaría  de  que  estos  extranjeros  viniesen  á 
nuestros  países  á  señalarnos  los  tesoros  de  la  natu- 
raleza que  no  conocemos:  oprobio  que  tanto  nos  han 


(i)  Para  explotar  la  mina  de  plata  de  Nuestra  Señora  del  Rosario 
del  Sapo  formó  Mutis  una  Compañía  con  los  señores  Antonio  y  Nico- 
lás de  Ugarte.  En  6  de  Junio  de  1793  vendió  sus  derechos  por  lO.OOO 
pesos.  Entró  á  formar  parte  de  la  Compañía  en  reemplazo  del  primero, 
como  socio  industrial  don  Juan  José  D'Elhuyar, 


—  91   — 

echado  en  cara,  y  que  creí  deber  concurrir  á  des- 
agraviar en  esta  parte  á  la  nación.  Dispuse,  pues,  la 
formación  de  una  expedición  botánica,  compuesta 
de  un  director,un  segundo  y  un  delineador.  Para  el 
empleo  de  director  elegí  al  Presbítero  D.  J.  Celestino 
Mutis,  sujeto  que  había  corrido  por  más  de  veinte 
años  gran  parte  del  reino  recogiendo  las  produccio- 
nes de  la  naturaleza,  y  conocido  por  su  correspon- 
dencia literaria  de  los  sabios  de  Europa,  y  conocien- 
do yo  que  importaba  aprovechar  los  instantes,  le 
mandé  desde  luego  emprender  sus  excursiones  y 
trabajo,  dando  de  todo  cuenta  al  Rey,  que  se  dignó 
aprobar  esta  providencia,  honrando  á  Mutis  con  los 
títulos  de  botánico  y  astrónomo  de  S.  M.  y  á  la  ope- 
ración con  el  de  Expedición  botánica  de  la  América 
Septentrional  (i)». 

Había  concedido  el  Rey  de  España,  á  solicitud  del 
Emperador  de  Alemania,  permiso  á  Humboldtysus 
compañeros  para  recorrer  con  objetos  científicos  sus 
posesiones  ultramarinas.  En  i\gosto  de  1782  el  Go- 
bierno de  la  Metrópoli  puso  en  conocimiento  del  Vi- 
rrey de  la  Nueva  Granada  la  licencia  concedida;  y 
le  previno  que,  como  importante  precaución,  seña- 
lase alguna  persona  para  que  observara  de  cerca  á 
los  viajeros  para  que  éstos  no  se  ocupasen  en  objetos 
distintos  de  su  comisión.  Para  ejercer  estas  funciones 
de  vigilancia  fué  designado  el  capitán  del  regimiento 
de  la  Corona  D.  Miguel  Raon,  á  quien  el  Virrey 
pinta  como  á  un  sujeto  de  fina  educación,  perspicaz, 
y  provisto  de  algunas  luces. 


(i)  Re/ación  del  Estado  del  Nue-vo  Reino  de  Granuda^  que  hace  el  Ar-zo- 
bhpo  Obispo  de  Córdoba  á  su  Sucesor  el  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Gil  y  Lemus. 
Año  de  1789. 


—  92   — ^ 

Creía  Mutis  que  el  origen  del  viaje  de  Humboldt 
había  sido  el  buen  resultado  obtenido  por  Nicolás 
Jacquin  en  su  expedición  científica  por  las  costas  de 
Tierra  Firme  en  los  años  de  1755  y  1760.  Sea  ó  no 
sea  esto  así,  el  anunciado  viaje  de  Humboldt  sí  fué 
el  origen  inmediato  de  la  Expedición  botánica  pro- 
visional organizada  por  el  Arzobispo  Virrey.  En  una 
nota,  dirigida  por  éste  al  Gobierno  de  Madrid  con 
fecha  31  de  Mayo  de  1783;  corren  los  pasajes  si- 
guientes: 

«Y  para  poder  aprovechar  el  tiempo  ganando  los 
momentos  de  anticipar  la  gloria  del  Rey  á  la  que 
pretenden  adquirir  y  arrebatarle  en  sus  Dominios 
los  Botánicos  del  Emperador:  he  dispuesto  provisio- 
nalmente que  mientras  S.  M.  se  dignsPresolver  sobre 
punto  tan  importante  se  dedique  enteramente  á  la 
perfección  de  su  obra  adquiriendo  nuevos  descubri- 
mientos el  mencionado  Mutis  con  uno  de  sus  dos 
adjuntos  Botánicos,  que  será  por  hallarse  ahora  más 
desembarazado  el  Dr.  D.  Eloy  Valenzuela,  en  com- 
pañía de  su  Dibujante  García,  disponiéndose  pron- 
tamente para  reconocer  todas  las  inmediaciones  y 
demás  lugares  en  que  se  hallan  depositados  sus  des- 
cubrimientos, 

»Me  he  tomado  la  libertad  de  disponer  esta  Expe- 
dición interina  interpretando  la  voluntad  del  Rey  y 
mente  de  V.  E.  por  las  repetidas  y  recomendadas 
órdenes  é  instrucciones  con  que  S.  M.  quiere  pro- 
mover con  predilección  estos  asuntos;  manifestando 
en  ellas  con  las  más  vivas  expresiones  ser  de  su 
Real  y  especial  agrado  todos  los  importantes  servi- 
cios de  esta  clase.» 

No  dijo  el  Arzobispo  Virrey  en   la  Relación  de 


—  93  — 

Mando  que  hemos  citado  todo  lo  que  él  sabía  y  todo 
lo  que  él  había  hecho  sobre  la  Expedición  enco- 
mendada á  Mutis.  Esta  discreción  del  Arzobispo 
Virrey  aumenta  el  mérito  de  su  generosidad.  No  que- 
riendo gravar  por  entonces  al  Real  Erario  con  los 
gastos  del  sostenimiento  de  Mutis  y  sus  compañeros, 
asignóles  de  su  propio  peculio  la  suma  de  tres  mil 
pesos,  que  distribuyó  así:  dos  mil  páralos  gastos  de 
las  excursiones  del  jefe  de  la  Misión  científica,  y 
quinientos  pesos  para  cada  uno  de  sus  colaborado- 
res. Antes,  á  principios  de  1782,  obHgó  á  Mutis  á 
que  abandonase  sus  labores  en  las  minas  de  Ibagué 
y  se  encaminase  á  Santafé  á  proseguir  sus  tareas  de 
naturalista;  y  como  Mutis  estuviese  arruinado,  le  dio 
alojamiento  en  su  propio  palacio. 

Los  adjuntos  ó  discípulos  de  Mutis  eran  por  en- 
tonces el  Dr.  Eloy  Valenzuela  y  el  Dr.  Bruno  Lan- 
dete,  el  cual  tenía  á  sus  órdenes  al  geógrafo  D.  José 
Camblor,  «sujetos  todos — decía  el  Arzobispo — esco- 
gidos por  sus  talentos,  aplicación,  conducta  y  favo- 
rables disposiciones  para  desempeñar  los  vastos  y 
gloriosos  pensamientos  que  propone  el  Dr.  José  Ce* 
lestino  Mutis».  Solicitó,  por  último,  que  el  Gobierno 
otorgara  á  Mutis  una  compensación  de  dos  mil  do- 
blones para  satisfacer  sus  deudas,  lo  que  le  fué  con- 
cedido. 

Aprobada  por  el  Rey  la  Expedición  organizada 
en  Santafé,  continuó  Mutis  sus  trabajos  anteriores 
con  la  colaboración  de  D.  Eloy  Valenzuela  como  se- 
gundo, y  de  D.  Salvador  Rizo  como  pintor  y  como 


—  94  — 

encargado  de  la  parte  administrativa.  Correspondía 
al  Virrey,  de  acuerdo  con  Mutis,  la  organización 
definitiva  de  la  empresa  científica.  El  pensamiento 
original  no  era  solamente  estudiar  la  Flora  de  la 
América  Septentrional  (es  decir,  de  la  parte  septen- 
trional de  la  América  del  Sur,  limitada  al  S.  por  la 
línea  equinoccional,  que  era  hasta  donde  llegaba  el 
campo  de  acción  de  los  Botánicos  del  Perú),  sino 
también  realizar  un  plan  de  observaciones  astronó- 
micas, geográficas  y  físicas,  y  formar  un  mapa  com- 
pleto de  las  regiones  que  se  recorrieran.  Para  esto 
último  se  necesitaba  «un  joven  diestro  en  los  dibu- 
jos de  esta  especie  y  bastantemente  practico  en  las 
observaciones  de  rumbos,  que  con  el  socorro  de  las 
reciprocas  observaciones  de  toda  la  compañía,  ayu« 
dará  á  desenpeñarme  en  esta  obra»,  sirviéndonos  de 
los  propios  términos  de  Mutis.  Hacía  alusión  proba- 
blemente á  Restrepo  cuando  decía  que  había  «un  jo- 
ven de  conocida  habilidad  para  perfeccionar  un 
Mapa  tan  útil  al  Ministerio,  que  podrá  publicarse 
con  gloria  del  Monarca  y  honor  de  la  Nación  si  al- 
gunas otras  razones  de  Estado  no  contradicen  su  pu- 
blicación». 

La  Expedición  fué  aprobada  por  el  Rey  el  6  de 
Septiembre  de  1783. 

Establecióse  la  Expedición  primero  en  la  ciudad 
de  Mariquita.  Luego  veremos  cuándo  fué  trasladada 
á  la  capital  del  Virreinato. 

No  se  realizó  el  pensamiento  original  de  Caballe- 
ro y  Góngora  y  de  Mutis.  La  falta  de  un  número 


—  95  — 

suficiente  de  hombres  ilustrados  en  la  Colonia  y  las 
múltiples  capacidades  de  Mutis  obligaban  al  Gobier- 
no á  servirse  de  sus  luces  para  la  solución  de  los  di- 
ferentes problemas  administrativos  que  se  presenta- 
ban. Si  esto,  en  cierto  modo,  fué  un  quebranto  para 
la  gloria  del  Botánico,  les  da  más  realce  á  los  grandes 
servicios  científicos  que  le  prestó  á  su  patria  adop- 
tiva, á  la  cual  no  quiso  abandonar  cuando  el  Virrey 
Guirior  le  propuso  que  se  trasladara  con  él  á  Lima. 
Hemos  visto  ya  el  origen  de  la  Expedición  Botá- 
nica en  las  solicitudes  -dirigidas  por  Mutis  al  Rey 
por  conducto  del  Virrey  de  Santafé.  La  razón  que 
tuvo  el  Rey  de  España  para  aprobar  el  estableci- 
miento provisional  de  ella  hecho  por  el  Arzobispo 
Virrey,  fué  el  haberle  asegurado  éste  que  Mutis  en 
los  veinte  y  dos  años  anteriores  á  1783  había  realiza- 
do ya  un  gran  número  de  observaciones  botánicas,  y 
tenía  preparados  para  la  estampa  varios  volúmenes 
de  la  Flora  de  Bogotá.  Cuando  el  Arzobispo  Virrey  pi- 
dió la  aprobación  real,  aseguró  al  Monarca  que  Mutis 
tenía  ya  casi  concluidos  los  tres  primeros  tomos,  y 
que  había  dispuesto  que  para  llevar  adelante  su  tra- 
bajo, habiéndose  imposibilitado  dos  de  los  cuatro 
pintores  que  trabajaban  bajo  sus  órdenes,  fuesen  á 
Santafé  los  pintores  más  hábiles  que  se  hallasen  en 
Quito  (i).  «Cuando  era  de  esperar  que  á  tan  pro- 


(l)  Existen  los  contratos  hechos  con  los  pintores  de  Quito.  Todos 
ellos  quedaron  á  las  órdenes  de  Rizo,  quien  era  un  habilísimo  artista. 
Mutis  creó  nuestra  primera  Escuela  de  Pintura,  dependiente  de  la  Ex- 
pedición Botánica.  Entre  los  pintores  figuraron  Antonio  García,  Fran- 


-  96  - 

pensa  y  eficaz  protección  de  Su  Majestad  hacia  la  Ex- 
pedición botánica  y  su  Director,  hubieran  correspon- 
dido los  efectos,  remitiendo  los  tres  tomos,  cuya  con- 
clusión se  fijó  para  fines  del  ochenta  y  seis,  adelan- 
tándose cuanto  fuere  posible  los  restantes,  y  en- 
viándose  perfeccionados  de  última  los  que  por  Real 
orden  de  seis  de  Septiembre  de  ochenta  y  tres  se 
encargó  al  Virrey  concluyese  Mutis  antes  de  salir  á 
su  Expedición,  se  ha  experimentado,  por  el  contra- 
rio, que  siquiera  no  se  haya  dado  desde  la  citada 
carta  de  mediados  del  año  de  ochenta  y  seis  la  me- 
nor noticia  ni  de  estas  obras,  ni  de  los  progresos 
que  debían  esperarse  rapidísimos  y  muy  próximos 
de  una  Expedición  tan  favorecida,  ni  aun  de  la  lle- 
gada de  los  Botánicos  que  fueron  de  acá  en  ochenta 
y  siete  Méndez  y  Calzado.»  Así  se  expresaba  en 
tono  de  reproche  el  Ministro  Porlier  en  carta  fecha 
en  San  Lorenzo  el  27  de  Octubre  de  1789.  Ordena- 
ba, en  consecuencia,  este  Ministro  al  Virrey  que  lla- 
mase á  Mutis  para  que  diese  cuenta  de  su  conducta 
por  escrito  y  para  que  remitiese  las  obras  ó  los  trata- 
dos particulares,  en  especial  la  Quinología  y  el  Ar- 
cano de  la  Quina  revelado.  El  Virrey  Ezpeleta  pasó  á 
Mutis  copia  de  la  Real  orden  y  le  ofreció  casa  y  to- 
das las  facilidades  para  satisfacer  los  deseos  del  Rey. 
Mucho   debió  de    sentir  Mutis  el  tono  de  la  carta 


cisco  Javier  Matis,  Antonio,  Javier  y  Nicolás  Cortés,  Pablo  Caballero 
Bernardo  Rodríguez,  José  y  Manuel  Martínez,  Vicente  Sánchez,  An- 
tonio Barrionuevo,  Antonio  Silva,  Francisco  Villarroel  y  Merino  y 
Mariano  Inojosa, 


—  97  — 

de  Porlier,  que  el  Virrey  atenuaba  por  su  parte, 
conocedor,  como  es  de  suponer  que  lo  estuviese,  de 
que  á  Mutis  se  había  distraído  de  su  ocupación  prin- 
cipal con  una  serie  de  tareas  distintas  á  los  estudios 
botánicos.  Mutis  en  su  primera  respuesta  al  Virrey- 
decía:  ccLa  superior  orden  de  V.  E,  en  que  me  man- 
da que  á  la  mayor  brevedad  me  transfiera  á  la  Ca- 
pital con  mi  oficina  y  dependientes,  á  fin  de  no  dis- 
traerme en  otros  asuntos  que  en  la  conclusión  de  la 
Flora  de  Bogotá,  supone  por  una  parte  que  mi  resi- 
dencia en  esta  Ciudad  es  puramente  arbitraria  3^  sin 
designio  directo  de  los  progresos  de  la  Flora;  y  por 
otra  parte  indica  no  habérsela  manifestado  á  V.  E.  la 
multitud  de  comisiones  del  Real  servicio,  con  que  el 
Ministerio  mismo  y  el  Jefe  de  este  Reino  antecesor 
de  V.  E.  el  Arzobispo  Virrey  multiplicaron  los  esla- 
bones de  la  pesada  cadena,  que  siempre  me  ha  he- 
cho gemir  por  las  quiebras  de  mi  salud  contraidas 
en  el  Real  Servicio;  pero  sobrellevándola  con  resig- 
nación y  gusto  por  las  satisfacciones  de  otro  tiem- 
po, que  aconpañan  á  cualquiera  hombre  de  honor 
hasta  rendir  la  vida». 

En  efecto,  á  instancias  de  Mutis,  quien  estaba 
aleccionado  por  las  pérdidas  que  había  sufrido  en  los 
nueve  años  que  estuvo  consagrado  á  empresas  mine- 
ras en  Pamplona  é  Ibagué,  se  debió  que  fueran  á 
Nueva  Granada  Ángel  Díaz  y  D'Elhuyary,  ayudan- 
do á  éstos,  que  se  estableciese  en  la  explotación  de 
ellas  el  beneficio  de  fundición  en  cambio  del  imper- 
fectísimo  del  azogue.  El  Arzobispo  Virrey  en  su  Re- 

7* 


-  98  - 

lación  confirma  lo  dicho  por  Mutis  en  su  respuesta  á 
Ezpeleta,  «Para  arreglar  este  nuevo  método  ú  otro 
mejor  que  se  tenga  por  conveniente,  propone  Es- 
quiaqui,  y  creen  muy  útil  los  Directores  D'Elhuyar 
y  Mutis  que  haya  una  persona  que  cele  el  laborea 
de  las  minas»;  y  dice  también  que  por  dirección 
de  Mutis,  se  habían  descubierto  seis  vetas  de  azo- 
gue en  la  montaña  de  Quindío.  A  Mutis,  pues,  se 
debió  la  introducción  del  sistema  de  fundición  des- 
cubierto en  Alemania. 

Los  acopios  de  quinas  y  maderas  que  se  le  en- 
comendaron; la  publicación  de  sus  estudios  sobre 
el  Te  de  Bogotá;  el  descubrimiento  de  una  mina  de- 
azogue  en  la  provincia  de  Antioquia;  el  trabajo  que 
llevó  á  cabo  durante  algunos  meses  sobre  las  len- 
guas americanas  en  compañía  del  Canónigo  D.  Die- 
go Ugalde  y  el  presbítero  D.  Anselmo  Alvarez;  sus 
intrucciones  para  el  uso  de  la  vacuna;  sus  estudios 
sobre  el  aguardiente;  su  Memoria  para  la  curación 
de  las  enfermedades  del  Darién;  la  correría  que 
hizo  por  dos  provincias  para  acopiar  4.000  arrobas 
de  quina  de  distintas  especies;  y  la  abundante  co- 
rrespondencia, que  se  conserva  en  el  archivo,  sobre 
las  operaciones  de  las  Factorías  de  la  Quina  y  del 
Te...  todo  esto  es  suficiente  para  rectificar  las  ma- 
las impresiones  de  Porlier  en  la  nota  de  agravios 
que  hemos  citado.  Respecto  de  los  dos  Pintores 
mandados  de  España — que  el  Ministro  llama  Bo- 
tánicos— hay  en  el  archivo  pruebas  de  que  uno 
de  ellos  falleció  sin  haber  dado  una   sola  pincela- 


—  99  — 

da,  y  que  el  otro  solo  trabajó  unas  pocas  láminas, 
A  fines  de  1791  se  restituyó  Mutis  á  Santa  Fe.  En 
la  capital  continuó  sus  trabajos  botánicos  hasta  su 
muerte. 


VIII 


Lucido  fué  el  papel  que  desempeñó  Mutis  como 
Médico  en  la  Colonia  desde  que  á  ella  llegó  con  el 
Virrey  Messia  de  la  Cerda  hasta  su  muerte  en  Santa 
Fe,  En  una  nota  que  éste  dirigió  al  Rey  de  España 
en  12  de  Mayo  de  1771  en  obedecimiento  á  la  Real 
Cédula  de  8  de  Julio  de  1770,  en  la  cual  se  le  pidió 
informe  sobre  el  hecho  de  haber  nombrado  al  Doc- 
tor Juan  Cortés  Protomédico  anteponiéndolo  á 
D.  Juan  Bautista  de  Vargas  y  sobre  los  ingredientes 
de  que  se  componía  el  aguardiente  de  caña,  calidad 
de  esta  bebida  y  si  su  uso  era  dañoso  á  la  salud 
espiritual  ó  corporal  de  los  naturales,  decía:  «No 
es  dudable  que  será  más  ventajoso  y  útil  conferir 
vía  Cátedra  de  Medicina  á  D.  José  Celestino  Mutis 
con  la  asignación  de  quinientos  pesos  en  el  ramo 
de  aguardiente,  con  obligación  de  servirla  hasta 
dejar  discípulos  capaces  de  sustituirle,  dividién- 
dose en  dos  Cátedras  la  dotación  como  propuso 
esta  Real  Audiencia  á  Vuestra  Majestad,  y  yo  no 
lo  ejecuté  por  haberme  persuadido  á  que  el  referido 


Mutis  se  negase  á  permanecer  en  este  Reino,  á 
donde  le  conduje  asalariado  para  mi  asistencia 
con  la  satisfacción  de  su  mucha  inteligencia,  acier- 
tos en  el  arte  y  aplicación  á  su  estudio,  que  aun  en 
España  tenía  acreditado,  y  de  otra  manera  no  le 
hubiera  conducido  y  fiado  mi  salud.  Pero  ahora  con 
vista  de  lo  informado  y  conocimiento  de  que  desea 
ejecutar  este  servicio,  desde  luego  convengo  en  que 
recibirá  esta  ciudad  y  Reino  conocido  beneficio  en- 
cargándole la  enseñanza  de  la  Facultad  Médica,  con 
precisión  de  permanecer  hasta  tener  discípulos  bien 
instruidos,  con  calidad  de  agregar  las  Cátedras  á  la 
Universidad  pública  si  llega  á  tener  efecto  su  esta- 
blecimiento en  fuerza  del  examen  que  está  actual- 
mente pendiente  para  su  creación.  Y  este  caso  pa- 
rece correlativo  y  justo  que  el  mismo  D.  José  Celes- 
tino Mutis  ejerza  el  Protomedicato  durante  su  obten- 
ción de  la  Cátedra,  que  pasará  después  sucesiva- 
mente á  los  que  la  granjearen  por  oposición,  y  ss 
conseguirá  el  alivio  de  tener  Médicos  de  suficiencia 
en  esta  ciudad  que  hasta  ahora  ha  vivido  sujeta  álos 
que  se  aparecen  ó  transitan  de  fuera,  obligando  la 
necesidad  á  valerse  de  ellos,  sin  detenerse  en  exami- 
nar su  talento  y  la  legitimidad  de  sus  títulos.» 

El  Colegio  Mayor  de  Nuestra  Señora  del  Rosario 
era  la  única  casa  de  estudios  que  en  Santa  Fe  tenía 
privilegio  para  leer  Medicina  según  la  Real  Cédula 
de  Felipe  IV,  fechada  en  Madrid  en  31  de  Diciembre 
de  1651.  La  historia  de  esta  Cátedra  desde  su  esta- 
blecimiento hasta  1790,  está  resumida  en  dos  docu- 


lOI     

ixientos,  uno  de  los  cuales  es  el  informe  que  el  señor- 
D.  Fernando  Caicedo,  Rector  del  Colegio  susodicho, 
rindió  al  Virrey  el  27  de  Mayo  de  1799,  y  el  otro  el 
expediente  levantado  con  motivo  de  la  pretensión  del 
Reverendo  Padre  Miguel  de  Isla  á  ocupar  la  misma 
Cátedra.  Dice  así  el  Sr.  Caicedo:  «Las  contradic- 
ciones con  que  en  todos  tiempos  ha  sido  combatida 
este  Colegio,  particularmente  en  los  principios  de  su 
fundación,  serían,  sin  duda,  causa  de  que  no  se  pu- 
siera desde  luego  en  uso  un  privilegio  real  en  que  s& 
interesaba  nada  menos  que  la  salud  pública;  ni  se 
sabe  se  hubiese  tratado  de  esto  hasta  el  año  de  1715 
en  que  el  muy  Ilustre  Cabildo  de  esta  capital  solicitó 
se  le  confiriese  el  grado  de  Doctor  á  D.  José  de  la 
Cruz  á  fin  de  que  pudiese  regentar  la  Cátedra  de  Me- 
dicina en  este  mi  Colegio.  Posteriormente,  en  el  año 
de  33,  se  trató  de  poner  de  Catedrático  al  Doctor 
D.  Francisco  Fontes  para  lo  que  el  Rector  propuso 
al  referido  Cabildo  solicitasen  arbitrios  á  fin  de  asig- 
nar á  este  Profesor  una  competente  dotación.  Así  se 
ve  en  la  respuesta  original  que  dicho  ilustre  Cuerpo 
dio  al  Rector,  la  que  se  guarda  en  el  archivo,  pero 
absolutamente  se  ignora  el  resultado  de  esta  solici- 
tud, como  también  si  efectivamente  llegó  alguno  de 
estos  sujetos  á  leer  la  Medicina. 

»En  el  año  de  53  consultó  el  Rector  Dr.  D.  Nico- 
lás de  Vargas  al  Excmo.  Sr.  Marqués  del  Villar  doc- 
tor D.  Alfonso  Pizarro,  captando  su  beneplácito  para 
poner  edictos  á  la  Cátedra  de  Medicina;  con  efecto,, 
obtenido  el  superior  consentimiento  de  Su  Ex.  pues- 


102    

tos  los  edictos  y  verificadas  las  oposiciones  y  demás 
requisitos  que  previenen  los  Estatutos  de  este  Cole- 
gio, fué  electo  por  el  Claustro  y  confirmado  por  el 
Excelentísimo  señor  Vicepatrono,  el  Dr.  D.  Vicente 
Canzino,  quien  leyó  Medicina  trece  años  continuos 
hasta  el  de  66  en  que  por  su  muerte  quedó  vacante 
esta  Cátedra,  con  cuyo  motivo,  puestos  nuevos  Edic- 
tos y  verificados  los  actos  de  oposición,  fué  electo 
en  propiedad  y  confirmado  por  el  Excmo.  señor 
Bailío  de  Lora  D.  Pedro  Mezia  de  la  Zerda,  el  doc- 
tor D.  Juan  Bautista  Vargas,  el  que  igualmente  con- 
tinuó leyendo  hasta  el  año  de  74  en  que  por  causa 
del  nuevo  método  provisional  de  Estudios  se  man- 
daron suspender  por  el  Gobierno  las  leccionas  de 
esta  Facultad  hasta  nueva  orden.» 

El  Padre  Miguel  de  Isla,  que  residía  en  Cali,  fué 
llamado  por  Ezpeleta  á  Santa  Fe  en  1792  para  que 
se  encargara  del  Hospital  y  de  la  asistencia  médica 
de  la  tropa.  En  30  de  Junio  de  1798  solicitó  del  Vi- 
rrey que  por  la  Regia  y  Pontificia  Universidad  se  le 
confiriera  el  grado  de  Doctor  en  Medicina  como  se 
había  hecho  antes  con  D.  Vicente  Cansino,  gradua- 
do de  Médico  y  con  D.  Luis  Aznola,  de  Teólogo, 
por  la  misma  Universidad.  El  Rector  y  C'austro  de 
ésta — Fr.  Manuel  León  y  Fr.  José  María  Granados, 
Fr.  Antonio  Maldonado,  D.  Francisco  Gama  y  Bas- 
tida y  el  Dr.  Antonio  Martínez  Recaman — infor- 
maron favorablemente.  El  Rector  del  Colegio 
I\  Fernando  Caicedo,  dijo  al  Virrey  lo  siguiente: 
<(En    el   ejemplar   impreso    de    las    Constituciones 


—  103  — 

aprobadas  y  mandadas  observar  verá  V.  E.  el  por- 
menor de  las  circunstancias  que  se  requieren  para 
la  provisión  de  esta  Cátedra.  Ella,  así  como  de  las 
otras  Facultades,  debe  proveerse  por  oposición 
€n  personas  graduadas  en  la  Facultad  y  sin  que  se 
pueda  oponer  otro  que  no  haya  sido  Colegial;  así  se 
dispone  expresamente  en  la  Constitución  2  tít.  5." 
Esto  es,  en  casos  que  haya  colegiales  graduados  en 
la  Facultad,  pero  habiéndolos  (como  en  la  actualidad 
sucede  en  Medicina)  puede  serlo  cualquiera  seglar 
que  tenga  la  habilidad  y  grados  suficientes  hasta  que 
de  los  colegiales  se  formen  discípulos  que  puedan 
desempeñar  con  acierto  el  Magisterio  y  Cátedra  fir- 
mando oposición  á  ella,  que  parece  ser  el  caso  de 
que  habla  Su  Ilustrísima  en  la  Constitución  i.*  del 
mismo  título,  observándose  lo  mismo  cuando  las  Cá- 
tedras se  proveen  interinamente,  como  en  las  va- 
<;antes  mientras  se  dan  en  propiedad,  ó  cuando  por 
algún  motivo  se  suspende  al  Maestro  en  el  ejercicio 
de  la  Cátedra:  en  estos  casos  ó  el  Rector,  con  anuen- 
cia del  Excmo.  señor  Vicepatrono,  ó  su  Excelencia 
con  informe  del  Rector,  nombra  el  interino  sin  ne- 
cesidad de  oposición  para  que  no  se  interrumpan  las 
lecciones  de  la  Facultad. »  Del  Padre  Isla  formó  el 
Sr.  Caicedo  esta  opinión:  «Es  demasiado  notoria, 
Señor,  la  habilidad,  suficiencia  y  demás  circunstan- 
cias que  concurren  en  el  Maestro  D.  Miguel  de  Isla 
en  punto  á  Medicina  para  poner  la  menor  duda  en 
que  leerá  un  curso  completo  de  esta  Facultad,  y  que 
formará  discípulos  que  llegando  algún  día  á  ser  el 


—  104  — 

honor  de  su -Maestro  sean  asimismo  el  alivio  y  con- 
suelo de  los  enfermos.  Tampoco  hay  duda  en  el  fino 
gusto  y  acertado  discernimiento  de  este  sujeto  con 
que  sabrá  elegir  los  mejores  autores,  escogiendo  en 
ellos  las  materias  más  útiles  que  ha  de  dictar  sin 
aligarse  á  sistema  determinado,  consultando  solo  á  la 
experiencia  y  á  la  razón;  y  concurriendo  á  su  clase 
en  las  horas  más  acomodadas  á  la  distribución  eco- 
nómica del  Colegio.» 

Opúsose  el  Fiscal  de  la  Real  Audiencia,  fundado 
en  que  existía  el  Catedrático  D.  Juan  Bautista  de 
Vargas.  Con  motivo  de  la  oposición  fiscal  se  aclaró 
un  poco  más  el  hecho  de  cómo  había  adquirido  la 
Cátedra  el  Sr.  Vargas.  Siendo  Rector  del  Rosario 
D.  Miguel  de  Mazústegui  nombró,  para  que  lo  exa- 
minaran, á  los  doctores  Antonio  Manrique  y  D.  Ma- 
nuel Ruvianes,  que  no  eran  Médicos,  y  el  Dr.  Man- 
rique cedió  su  última  réplica  á  D.  Jaime  Navarro, 
Médico  de  profesión,  que  se  hallaba  presente  al  acto 
como  convidado.  Graduado  Vargas  en  tan  imper- 
fecta forma,  regentó  la  clase  hasta  que,  por  su  pleito 
con  el  Dr.  Cortés  por  el  Protomedicato,  se  retiró 
á  Popayán.  De  esto  hacía  veintiséis  años.  Dos  infor- 
mes rindió  Mutis,  en  favor  del  Padre  Isla,  en  uno 
de  los  cuales — el  que  tiene  fecha  5  de  Marzo  de  1799 — 
decía  que  «aun  cuando  hubiese  muchos  profesores  á 
escoger,  ninguno  le  aventajaría  en  las  proporciones 
en  que  se  halla  constituido  el  Maestro  Isla  para  el 
completo  desempeño  déla  Cátedra.»  Con  todo,  la 
Real  Audiencia  confirmó  la  oposición  del  Fiscal,  y  el 


—  105  ~ 

Virrey  en  20  de  Abril  del  mismo  año  dispuso  «reser- 
var,  tratar  á  su  debido  tiempo  de  lo  perteneciente  á 
nombramiento  de  Protomédico  y  Catedrático  de  Me> 
dicina». 

El  Rector  del  Colegio  del  Rosario  solicitó  del  Vi- 
rrey que  se  formase  un  plan  ó  método  de  enseñanza, 
comprensivo  de  los  Autores,  distribución  del  tiem- 
po y  demás  particulares,  y  proseguía:  «El  doc- 
tor D.  José  Celestino  Mutis  es  á  mi  parecer  ¡salvo  el 
mejor  dictamen  de  V.  E.),  el  sujeto  más  á  propósito 
para  desempeñar  este  tan  importante  encargo,  por- 
que á  más  de  los  sublimes  conocimientos  que  noto- 
riamente tiene  en  la  materia  médica,  los  tiene  muy 
suficientes  en  la  distribución  económica  del  Colegio, 
como  que  ha  sido  Catedrático  de  Matemáticas  en  él: 
no  obstante  V.  E.  resolverá  lo  que  sea  de  su  supe- 
rior agrado.» 

El  7  de  Junio  de  1799  dispuso  el  Virrey:  i."  Que 
el  Maestro  Isla  regentase  interinamente  la  Cátedra 
por  ser  aprobado  Médico;  con  tal  título  se  subsanaba 
el  defecto  de  grado  de  Bachiller  en  Medicina;  y  2.°, 
Que  el  Dr.  Mutis  formara  el  plan  sobre  el  Método  y 
Autores  por  quienes  se  debía  explicar  la  Facultad 
de  Medicina,  y  lo  presentase  para  su  aprobación. 

El  Padre  Isla  dio  principio  á  sus  lecciones  de  Ana- 
tomía el  18  de  Octubre  de  1802  con  14  cursantes 
matriculados  y  otros  aficionados  de  libre  asistencia; 
y  el  Sr.  Mutis  presentó  el  Plan^  de  que  daremos  al- 
gunas ideas.  El  Padre  Isla  acompañaba  sus  instruc- 
ciones teóricas  con  las  disecciones  de  cadáveres  en 


—   io6  — 

«1  anfiteatro  del  hospital  de  San  Juan  de  Dios.  Ter- 
minó el  prinaer  año  con  acto  público  de  conclusiones, 
que  presenció  Mutis  como  Regente  de  la  Facultad. 
En  el  segundo  año  dictó  lecciones  de  Fisiología.  Dice 
Mutis: 

Sin  embargo,  reflexionando  sobre  las  actuales  cir- 
cunstancias no  se  puede  ocultar,  que  á  pesar  de  la 
constancia  del  Catedrático  auxiliado  por  el  Pasante 
y  el  aprovechamiento  de  los  discipulos  actuales,  si 
se  retardan  las  providencias  consiguientes  á  los  in- 
formes pedidos,  quedarla  reducida  la  presente  insti- 
tución á  un  beneficio  pasajero,  y  de  pequeña  utili- 
dad para  todo  el  reino.  En  efecto;  una  sola  cátedra, 
que  ha  de  llevar  sobre  sí  la  enseñanza  de  la  ciencia 
principal  y  sus  ramas  auxiliares,  según  el  espíritu 
de  una  solida  instrucción  á  imitación  de  lo  estable- 
cido en  las  Universidades,  según  los  últimos  planes 
de  reforma;  semejante  cátedra  seria  un  fenómeno 
único  visto  en  una  profesión  de  tan  extensos  y  va- 
rios conocimientos,  que  aumentan  su  dificultad,  y  la 
distinguen  de  las  otras  ciencias. 

Supóngase  prolongada  la  vida  del  anciano  cata- 
dratico  hasta  completar  tres  cursos  con  el  mismo 
enpeño  que  hasta  aqui  ha  manifestado  ¿qué  ventaja 
sacará  el  publico  de  unos  pocos  discipulos  recien 
formados  en  ocho  años,  y  de  otros  más,  si  no  des- 
mayan, en  el  dilatado  espacio  de  veinte  y  cuatro 
años?  ¿Y  ese  pequeño  numero  pedia  llenar  el  inmen- 
so vacio  de  Médicos  inteligentes  que  reclama  la  ca- 
pital del  Reino  y  sus  provincias  por  su  inmensa  po- 
blación doliente?  Desde  luego,  van  á  desaparecer 
los  deseos  de  una  lucida  y  copiosa  juventud  inclina- 
da á  seguir  esta  carrera,  faltando  el  indispensable 


—   I07   — 

■establecimiento  de  franquearle  un  curso  cada  año, 
abriendo  la  matricula  para  los  que  hayan  cumplido 
su  filosofía  en  los  colegios  de  la  capital,  y  demás  es- 
cuelas habilitadas  en  ella,  y  sus  provincias?  Así  se 
han  retraido  de  esta  carrera  muchos  jóvenes  en  este 
año,  tercero  para  los  primitivos,  con  quienes  no  po- 
drían aquellos  alternar,  ni  distraerse  el  catedrático 
■con  la  enseñanza  de  dos  años  vencidos. 

En  vista  de  lo  que  expongo...  vuelvo  á  repetir, 
que  á  pesar  de  los  honrados  procedimientos  del  cate- 
drático y  del  aprovechamiento  de  sus  actuales  discí- 
pulos por  la  única  esperanza  de  alternar  en  lo  su- 
cesivo con  sabios,  con  profesores,  abolida  para  sien- 
pre  la  miserable  turba  de  curanderos,  habilitados 
por  la  necesidad,  autorizados  por  el  vulgo,  y  disi- 
mulados por  el  Gobierno,  á  pesar  de  tan  lisonjeras 
esperanzas  vendrá  á  parar  el  actual  establecimiento 
-de  una  sola  cátedra  en  un  establecimiento  de  mera 
ilusión,  y  de  una  aparente  perspectiva,  capaz  de 
frustrar  los  benéficos  designios  del  Rey,  y  las  espe- 
ranzas de  sus  necesitados  vasallos  en  estos  do- 
minios. 

Así  se  expresaba  Mutis  en  2  de  Enero  de  1805,  y 
en  tales  razones  fundó  su  Plan  de  estudios.  Antes  de 
resumirlo  precisa  que  recordemos  otros  servicios 
prestados  por  Mutis  á  la  Medicina  en  el  Nuevo  Rei- 
no de  Granada  y  el  modo  cómo  trascendió  á  la  tera- 
péutica universal  su  descubrimiento  de  la  Quina. 

Tuvo  Mutis  la  idea  de  publicar  en  Santafé  un  dia- 
rio consagrado  á  la  propagación  de  los  conocimien- 
tos médicos,  y  para  dar  noticias  de  las  obras  sobre 
Medicina  que  se    hubieran  publicado    á    partir  de 


—  io8  — 

1750;  y  al  efecto,  formó  el  plan  correspondiente.  Le 
preocupaba  mucho  el  estado  de  las  boticas  en  la  ca- 
pital, y  para  subsanar  los  males  que  acarreaba  la  ig- 
norancia de  los  boticarios,  se  proponía  dar  á  cono- 
cer en  el  diario,  especialmente,  los  progresos  alcan- 
zados en  el  ramo  de  la  Farmacia. 

Como  fuesen  muchas  las  quejas  contra  los  botica- 
rios de  Santafé,  facultó  el  Virrey  al  Profesor  de 
Medicina  D.  Antonio  Joaquín  Froes  para  que  visi- 
tara las  boticas  de  la  capital.  Froes  rindió  su  informe 
en  28  de  Noviembre  de  1792;  y,  á  consecuencia  de  él, 
se  dispuso  que  el  boticario  Antonio  Gorraez  asistiera 
á  su  establecimiento  de  día  y  de  noche;  lo  mismo  se 
le  ordenó  á  Felipe  Antonio  Antodilla,  y  especial- 
mente al  boticario  de  la  de  San  Juan  de  Dios  por 
ser  la  más  surtida;  respecto  de  la  de  Santo  Domin- 
go, se  ordenó  al  padre  provincial  la  cerrara  hasta  que 
el  religioso  que  la  manejaba  no  fuera  sometido  á 
examen. 

A  los  Médicos  se  les  ordenó  que  fechasen  y  firma- 
sen sus  recetas  y  las  redactasen  con  claridad,  á  fin 
de  evitar  las  equivocaciones:  y  como  había  anar- 
quía en  los  precios,  nombróse  una  diputación  de  dos 
Capitulares,  los  que,  con  un  Médico  aprobado  y  la 
asistencia  del  Síndico  Procurador  General,  debía 
proceder  al  cumplimiento  de  la  providencia  de  13  de 
Febrero  de  1792  que  había  ordenado  la  formación 
del  arancel  ó  tarifa  de  los  precios  délos  medicamen- 
tos simples  y  compuestos. 

Más   adelante — en   1801 — el  Síndico  Procurador 


—   109  — 

General  le  pidió  al  Alcalde  ordinario  que  les  tomara 
declaración  á  varias  personas  y  certificado  á  Don 
Honorato  de  Vila,  Médico,  sobre  los  honorarios  que 
los  facultativos  exigían.  El  Alcalde  D.  Francisco 
Domínguez  de  Castillo  accedió  á  lo  pedido;  y  en 
consecuencia  D.  José  Martín  Carpintero  dijo  que  los 
Médicos  cobraban  por  visita  4  reales  de  plata;  Don 
Antonio  Meléndez  de  Arjona  y  el  Dr.  Victoriano 
Ronderos,  abogado  de  la  Real  Audiencia,  dijeron  lo 
mismo.  Para  resolver  la  petición  del  Síndico  Pro- 
curador de  fijarles  tarifa  á  los  Médicos,  pidióse  in- 
forme á  Honorato  de  Vila,  á  Miguel  de  Isla  y  á  Se- 
bastián López.  Vila  dijo  que  á  su  llegada  á  Santafé 
en  1793  no  había  tarifa  y  que  él  había  fijado  la  si- 
guiente: 4  reales  por  visita  á  los  pudientes;  á  los  po- 
bres la  mitad,  y  nada  á  los  de  solemnidad;  por  la 
noche  el  doble,  según  el  Arancel  del  Protomedicato 
de  Barcelona;  y  4  pesos  por  consulta.  Sebastián  Ló- 
pez Ruiz  se  opuso  en  largo  y  erudito  alegato.  Don 
Ignacio  Duran,  qne  era  Médico  transeúnte,  no  se 
mezcló  en  el  litigio.  D.  Diego  Martín  Tanco  dijo  que 
en  España  se  pagaban  4  reales  de  vellón  por  cada 
visita  y  en  la  Habana  4  reales  de  plata  de  América, 
y  lo  mismo  en  Cartagena.  D.  Carlos  Manuel  de 
Ledezma,  dijo  que  en  Cádiz  se  pagaba  4  reales  de 
vellón  por  visita,  y  el  doble  por  la  noche,  y  un  do- 
blón por  cada  junta;  en  Cartagena,  Mompox,  Tolú 
y  otros  parajes,  4  reales  de  moneda  americana. 

Sea  porque  conociese  que  antes  de  esta  contro- 
versia la  Real  Audiencia  había  fallado  dos  pleitos 


—   no  — 

sobre  honorarios  médicos  contra  lo  pedido  por  eí 
Fiscal;  sea  que  creyese  que  no  era  asunto  en  que  la 
Autoridad  debiera  intervenir,  ó  sea  que  su  mansa 
condición  le  retrajese  de  tales  embrollos,  Mutis — 1 
quien  se  pasó  el  expediente  para  que  informase — no- 
dio  dictamen;  y  parece  que  el  asunto  no  prosperó.. 
Existe  en  el  copiosísimo  archivo  de  Mutis  una 
Memoria  para  la  curación  de  las  enfermedades  rei> 
nantes  en  el  Darién,  especialmente  sobre  el  sistema 
de  curar  las  fiebres  con  el  uso  de  la  Quina.  En  24. 
de  Octubre  de  1801  le  decía  Mutis  al  Virrey  Mendi- 
nueta  que,  «aunque  á  costa  de  la  .propia  humilla- 
ción» no  debía  ocultarle  los  saludables  efectos  que 
estaba  produciendo  la  publicación  de  la  Quinología 
de  Santafé.  «En  efecto — proseguía — el  Dr.  Clarke,. 
Médico  de  Filadelfia,  ha  empleado  la  Quina  blanca 
de  Santafé  en  la  terrible  epidemia  de  la  fiebre  ama^ 
rilla  con  tan  feliz  suceso,  que  asegura  en  el  tratado- 
publicado  sobre  este  descubrimiento  haber  sido  este 
el  único  remedio  con  que  ha  curado  dicha  enferme- 
dad en  los  Estados  Unidos,  interesando  esta  noticia 
al  bien  de  la  humanidad,  por  si  llega  el  caso  de 
prender  en  nuestras  costas  semejante  fuego,  como 
prendió  en  España;  y  también  para  extenderla  apli- 
cación dé  este  poderoso  auxilio  en  otras  epidemias 
análogas,  como  se  insinúa  en  la  mencionada  Qtiinologia, 
seria  muy  conveniente  que  se  propagase  este  inpor- 
tante aviso.  Animados  nuestros  Médicos  á  imitar  el 
celo  del  sabio  profesor  de  Filadelfia  podran  hacer 
sus  observaciones  según  las  nuevas  luces  que  sumi- 


—  III  — 

nistra  la  Quinologia  de  Santafé  en  crédito  de  su  pro- 
fesión y  beneficio  de  la  humanidad». 

Del  descubrimiento  de  Mutis  se  habló  en  El  Co- 
rreo Mercantil,  El  Semanario  de  Agricultura  y  Artes,  El 
Mercurio  Peruano  y  La  Gaceta  de  Méjico,  La  Miscelánea 
Instructiva  y  El  Diario  de  Madrid,  Este  último  de- 
cía en  13  de  Septiembre  de  1800  que  las  cuatro  es- 
pecies de  Quina  conocidas  con  los  nombres  de  na- 
ranjada, roja,  amarilla,  blanca,  «sirven  para  diferen- 
tes calenturas  y  enfermedades  según  ha  acreditado 
la  experiencia  y  práctica  de  36  años  del  sabio  Mé- 
dico y  Botánico  de  Santafé  de  Bogotá  el  Dr.  D.  José 
Celestino  Mutis^  autor  de  la  historia  natural  y  Flora 
de  aquel  Reino  aun  inédita,  que  ha  examinado  y 
reconocido  por  sí  mismo  los  árboles,  sus  virtudes  y 
diferencias»,  Con  este  solo  descubrimiento  tenía 
Mutis  bastante  para  su  gloria  é  inmortalidad. 

Existe  también  en  el  mismo  archivo  el  discurso 
que  en  26  de  Noviembre  de  1796  escribió  Mutis  en 
favor  de  la  vacuna,  cuya  frase  final  dice  de  esta 
suerte:  «Por  todo  lo  expuesto  hasta  aquí  con  la 
brevedad  posible  se  ha  procurado  manifestar  los 
poderosos  motivos  que  se  tuvieron  presentes  para 
poder  asegurar  al  principio  de  este  discurso  haber 
triunfado  ya  en  la  buena  causa  de  la  inoculación  la 
razón,  la  experiencia,  la  política  y  la  religión.» 

La  Expedición  encargada  de  la  propagación  de  la 
vacuna  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada,  fué  muy 
bien  recibida  por  autoridades  civiles  y  eclesiásticas 
y  pueblos  en  su  jira  benéfica  de  Cartagena  á  Santa- 


112    


fé.  A  su  paso  por  Nare,  á  orillas  del  río  de  la  Magda- 
lena, salió  á  su  encuentro  D.  Juan.  Carrasquilla,  co- 
merciante de  la  villa  de  Medellín,  con  tres  hijos  su- 
yos pequeñuelos,  á  quienes  hizo  vacunar  con  el  ob- 
jeto de  aprender  á  ejecutar  la  operación,  y  se  llegó  á 
asegurar  que  había  vacunado  á  más  de  seis  mil  per- 
sonas. De  un  informe  de  su  jefe  tomamos  lo  si- 
guiente: «Es  general  el  obsequio  que  recibe  la  Ex- 
pedición desde  que  tuvo  la  dicha  de  llegar  á  este 
Reino:  en  todas  partes  es  recibida  por  sus  Justicias, 
Cabildos  ó  diputados  y  por  los  principales,  procu- 
rando á  competencia  insinuarse  con  las  más  vivas 
demostraciones,  de  modo  que  en  los  lugares  en  que 
ha  hecho  mansión  ha  sido  mantenida  á  expensas  del 
ramo  de  propios.  Poco  ó  nada  ha  tenido  que  per- 
suadirles acerca  de  la  eficacia  de  este  prodigioso  es- 
pecífico, por  ser  grande  el  entusiasmo  que  reina  á 
favor  de  él,  y  de  su  perpetua  conservación,  y  mayor 
el  contento  y  satisfacción  que  se  tiene  en  verse  pro- 
pietarios del  más  apreciable  bien  que  podía  dispen- 
sar nuestro  piadoso  Soberano  á  estos  sus  leales  va- 
sallos, por  cuyo  motivo  no  dejan  de  rogar  incesan- 
temente al  Todopoderoso  por  su  muy  importante 
salud  y  demás  Reales  Personas». 

El  Plan  de  Estudios  Médicos  es  un  documento 
que  hace  mucho  honor  á  Mutis,  así  por  los  conoci- 
mientos que  revela  como  por  cierta  sagacidad  pe- 
dagógica que  muestra  en  algunos  pasajes. 

Rompe  así: 

«Queriendo  manifestar  el  sabio  autor  del  Plan  de 


—   113  — 

Sevilla  la  deplorable  y  pésima  enseñanza  de  los  es- 
tudios médicos  de  aquella  Universidad  á  imitación 
de  todas  las  del  Reino,  y  proponer  la  necesidad  de 
su  urgentísima  reforma  hizo  su  introducción  con 
este  sencillo  razonamiento:  «Si  el  Medico  debe  em- 
pezar por  donde  acaba  el  Fisico,  es  consiguiente 
que  al  estudio  de  la  Filosofía  suceda  el  de  la  Medi- 
cina. Esta  ha  padecido  el  mismo  mal  que  las  demás 
Ciencias,  aunque  con  mayor  perjuicio  de  la  humani- 
dad». Y  para  manifestar  la  necesidad  que  hay  de  des- 
terrar el  método  hasta  aqui  seguido,  sin  afrentar  á 
nuestros  mayores  con  la  historia  de  sus  desvarios, 
bastará  la  sencilla  narración  del  curso  de  Medicina, 
que  se  estudiaba  en  esta  Universidad. 

•  ¡Cuatro  Catedráticos  con  los  nombres  de  Prima, 
Vispemétodo  y  Anatomia  concurrían  en  distintas 
horas  á  explicar  cada  uno  á  los  Discípulos  la  ma- 
teria que  le  parecía,  por  el  Bravo  ó  el  Enríquez 
según  su  voluntad  y  Escuela,  uno  de  estos  autores 
acomodado  al  sistema  tomista  y  otro  al  surista.  Po- 
cas horas  y  cuestiones  llenaban  el  año:  pues  entre 
vacaciones  y  días  feriados  apenas  llegaban  á  setenta 
los  de  clase;  y  con  tres  años  de  esta  aplicación  y  una 
cuestión  que  dictaba  el  Catedrático  de  Prima  en  los 
ocho  dias  después  de  Concepción,  á  que  llamaban 
Cunsate,  y  se  cuenta  por  año,  se  daban  por  cumpli- 
dos los  cuatro  precisos  del  Estatuto.  Con  estos  y  dos 
de  practicas  al  lado  de  cualquiera  Medico  por  algún 
rato  al  dia,  de  quien  tomaba  la  correspondiente  cali- 
ficación de  este  ejercicio,  tenia  el  estudiante  todos 
los  documentos  necesarios  para  su  revalida;  y  solo 
con  el  tema  del  examen  que  debia  sufrir  para  obte- 
nerla, se  aplicaba  á  estudiar  alguno  de  los  prontua- 
rios que  hay  escritos  á  este  fin:  mediante  lo  cual  sa-, 


—    114  — 

lía  con  ella  á  ejercer  su  Facultad  sin  entenderla,  con 
irreparable  detrimento  de  las  gentes.  Tal  cual  dotado 
de  extraordinario  ingenio  solia,  á  pesar  de  este  mal 
método,  formarse  sobre  los  libros,  pero  á  éste  leerá 
no  solamente  inútil  lo  que  habia  estudiado  de  Medi- 
cina, sino  también  le  estorbaba  un  poco  para  seguir 
el  verdadero  camino.  Es  necesaria  muy  poca  refle- 
xión para  reconocer  la  extravagancia  de  este  mé- 
todo! » 

*  ¡Que  pintura — prosigue  Mutis — tan  horrible  como 
verdadera  del  infeliz  estado  á  que  habia  declinado  la 
enseñanza  de  una  ciencia  cuyos  Profesores  están 
destinados  al  alivio  y  consuelo  de  la  humanidad!  ¡Y 
que  juicio  hubiera  formado  el  mismo  contraponien- 
do aquel  espantoso  cuadro  al  más  horroroso  bos- 
quejo de  lo  sucedido  en  una  sola  Cátedra  en  todo 
este  vasto  Reino!  Dejando  ya  en  olvido  la  suerte  in- 
feliz que  le  ha  tocado  en  el  dilatado  curso  de  más  de 
dos  siglos,  se  lisonjea  la  capital  con  las  próximas  y 
bien  fundadas  esperanzas  de  la  creación  de  las  Cá- 
tedras de  Medicina  y  demás  ciencias  subalternas,  á 
imitación  de  los  ventajosos  establecimientos  hechos 
en  España  por  la  benéfica  Real  Protección  no  solo 
erigiendo  los  tres  Colegios  de  Cirugía  y  últimamen- 
te el  de  Medicina,  sino  también  mejorando  la  ense- 
ñanza de  las  Universidades.  Siguiendo  las  mismas 
huellas  se  ha  procurado  arreglar  el  Plan  de  estos 
estudios  á  las  felices  proporciones  del  pais,  adaptan- 
dolo  después  en  lo  posible  al  restablecimiento  de  su 
actual  única  Cátedra  de  Medicina». 

Conforme  al  plan  de  Mutis  el  estudio  debía  durar 
cinco  años  para  los  cursos  académicos  y  tres  para  la 
práctica  de  hospital.  Concluidos  los  primeros  recibi- 


—  115  — 

rían  los  estudiantes  sus  grados,  que  se  revalidarían 
después  de  los  tres  de  práctica. 

Sobre  los  estudios  preparatorios  decía: 

«La  suficiente  instrucción  en  el  idioma  latino  y 
algún  conocimiento  del  griego,  la  filosofía  racional 
que  incluye  la  Lógica  y  Etica  se  han  considerado 
sienpre  como  necesarios  para  cualquiera  Facultad 
mayor.  La  inteligencia  de  las  lenguas  vivas  inglesa^ 
italiana  y  principalmente  la  francesa,  que  sirve  de 
coronamiento  á  cualquiera  literato,  seria  inconpa- 
rablemente  más  útil  al  Medico  por  hallarse  publica- 
dos en  ellas  los  progresos  más  recientes  de  la  Medi- 
cina y  de  las  otras  ciencias  naturales  sus  auxi- 
liares.» 


Pedía,  en  consecuencia,  «el  estudio  previo  de  la 
Filosofía  natural  que  comprende  las  ciencias  mate- 
máticas y  físicas.  Al  Medico  que  careciera  de  esta  ne- 
cesaria instrucción  le  seria  imposible  penetrar  los 
profundos  arcanos  que  ocultan  las  funciones  de  la 
economía  animal  ni  comprender  en  lo  posible  los 
admirables  designios  á  que  se  dirigen  la  organización 
y  mecanismo  de  la  mejor  maquina  del  Universo, 
cual  es  el  hombre^  para  cuya  inteligencia  y  aplica- 
ción se  ha  reclamado  tanbien  el  auxilio  de  estas 
ciencias.» 

Dividía  los  cursos  así: 

«I.*  Facultad:  Anatomía,  operaciones  de  cirugía, 
arte  obstetricia  y  demás  ramos  prácticos  de  esta 
ciencia. 


—  ii6  — 

2.*  Facultad  de  Fitología,  ó  primera  parte  de  las 
instituciones  medicas. 

3.*  Facultad  de  las  cuatro  restantes  partes  de  las 
instituciones  que  sirven  de  introducción  á  la  historia 
de  las  enfermedades,  cuya  enseñanza  teórica  perte- 
nece á  esta  Cátedra. 

4.*     Facultad  de  doctrina  hipocratica. 

5."  Facultad  de  Clinica  ó  estudio  practico  de  las 
enfermedades  en  el  Hospital. 

6.»     Facultad  de  Matemáticas. 

7.*     Facultad  de  Física  experimental. 

8.*     Facultad  de  Historia  Natural. 

9.*     Facultad  de  Química.» 

Las  cuatro  últimas  son  las  auxiliares.  «Es  impo- 
sible reducir  á  menos  numero  de  Cátedras  la  ense- 
ñanza medica  si  se  trata  seriamente  de  formar  dis- 
cípulos que  puedan  titularse  verdaderos  Médicos  y 
desenpeñar  los  gravísimos  cargos  de  su  profesión 
en  beneficio  de  los  pueblos.» 

El  tiempo  de  la  enseñanza  durante  el  año  escolar 
de  nueve  meses,  lo  compartía  en  dos  espacios  des- 
iguales de  tres  horas  por  la  mañana  y  dos  por  la 
tarde.  En  el  primer  año  debían  los  alumnos  concu- 
rrir á  la  Cátedra  de  Anatomía  y  de  Historia  natural. 
En  el  segundo,  á  la  de  Fisiología  y  á  la  de  Historia 
natural.  En  el  tercero,  á  la  de  Patología  y  á  la  mis- 
ma de  Historia  natural.  En  el  cuarto,  á  la  de  doctri- 
na hipocratica  y  de  Químñca.  En  el  quinto,  á  las  mis- 
mas del  año  anterior.  Concluidos  los  cinco  años  aca- 
démicos, seguirían  los  tres  de  práctica  del  Hospital, 


—  117  — 

adonde  concurrirían  con  sus  catedráticos  á  oir  las 
lecciones  clínicas,  visitando  á  los  enfermos  desde  las 
siete  á  las  nueve  de  la  mañana,  y  en  los  casos  de 
importancia  de  cinco  á  seis  de  la  tarde. 

Explica  la  manera  cómo  debe  enseñarse  la  Ana- 
tomía, y  agrega:  «La  universal  aceptación  que  ha 
merecido  el  compendio  anatómico  de  Heister  tanto 
en  las  Universidades  extranjeras  desde  el  momento 
de  su  publicación,  como  en  las  nuestras  desde  la 
reforma  general  de  sus  estudios,  ha  decidido  su 
elección.  El  método,  claridad  y  reunión  de  lo  mas 
selecto,  y  la  circunstancia  del  idioma  latino,  cuyo 
uso  se  ha  observado  generalmente  desde  su  origen 
en  todas  las  Universidades  les  han  dado  la  preferen- 
cia á  todos  los  conpendios  posteriormente  publica- 
dos en  lenguas  vulgares.  No  hay  duda,  que  aunque 
contiene  lo  mas  esencial  para  los  principiantes,  carece 
de  algunos  descubrimientos  posteriores  sin  embargo 
de  haber  añadido  muchos  en  sus  notas ;  pero  no 
siendo  esas  finuras  anatómicas  tan  interesantes  al 
estudiante  del  primer  año,  le  pertenece  al  catedrá- 
tico explanarlas  en  los  cursos  siguientes  valiéndose 
délos  autores  mas  aplaudidos,  pero  especialmente 
del  Winslow  por  ser  la  obra  más  acreditada  entre 
todas  las  naciones.» 

Concluido  el  estudio  de  la  Anatomía  seguía  la  en- 
señanza de  Cirugía.  «Por  la  notoria  necesidad — 
dice — que  sufre  la  capital  y  demás  poblaciones  del 
Reino  de  Cirujanos  instruidos  se  ha  introducido  la 
costunbre  de  entregarse  los  enfermos  á  honbres  y 


—   ii8  — 

mujeres  con  el  oficio  de  sobanderos  y  pegaparches; 
de  cuya  rudeza  y  groseras  maniobras  experimenta  la 
humanidad  desgracias  muy  fatales.  Semejantemen- 
te sucede  que  los  mancebos  de  barberias  y  boticas, 
sin  instrucción  alguna,  comienzan  á  ejercitar  la  ciru- 
gía, y  con  el  tiempo  llegan  á  parar  en  Médicos.  De 
esta  ultima  clase  de  gentes  se  podra  sacar  algún 
partido  mejorando  su  infeliz  suerte;  porque  substi- 
tuyéndolos por  medio  de  una  proporcionada  ense- 
ñanza á  los  enpiricos  se  podrá  ir  formando  la  pro- 
fesión de  cirujanos  romancistas,  legítimamente  apro- 
bados con  sus  títulos  correspondientes.  Cuanta  deba 
ser  la  diferencia  entre  estos  y  los  latinos  se  adverti- 
rá por  la  diversa  instrucción  entre  ambas  clases; 
pero  aun  á  pesar  de  esta  diferencia  serán  incalcula- 
bles por  ahora  los  bienes  que  resultaran  de  seme- 
jante establecimiento,  especialmente  á  la  numerosa 
plebe  indigente,  hasta  que  la  experiencia  los  mani- 
fieste luego  que  se  vayan  esparciendo  por  la  capital 
y  todo  el  Reino». 

El  Plan  de  estudios  de  Medicina  que  aparece  for- 
mado por  el  Rector  del  Colegio  del  Rosario  y  por  el 
Padre  Isla,  fué  preparado  por  éste  según  las  notas 
de  Mutis  y  el  cambio  de  puntos  de  vista  que  tuvie- 
ron en  varias  conferencias. 

La  nota  que  Mutis  dio  á  Isla  decía: 

«Los  Estudios  de  Medicina  teórica  se  reducen  á 
cinco  cursos  escolares  en  la  forma  siguiente: 

El  primer  año  destinado  á  la  anatomia  teórica  en 
el  Colegio,  y  á  la  practica  en  el  Hospital. 


—  119  — 

El  segundo  á  las  instituciones  medicas* 

El  tercero  á  la  patología  general  y  particular. 

El  quarto  y  quinto  á  la  doctrina  hipocratica.  Con- 
•cluidos  los  cinco  años  quedan  habilitados  los  Estu- 
diantes para  recibir  los  grados  de  su  facultad. — Los 
estudios  prácticos  del  Hospital  se  reducen  á  tres 
años;  y  concluidos  quedan  formados  los  Médicos 
para  recibir  su  revalidación  y  licencia  de  curar. 

Los  cirujanos  romancistas  harán  sus  estudios  teó- 
ricos y  prácticos  en  el  hospital.  Se  reducen  á  tres 
años. 

El  primero  destinado  á  la  anatomía. 

El  segundo  á  las  instituciones  quirúrgicas. 

El  tercero  al  estudio  practico  de  operaciones. 
Concluidos  los  tres  años  podrán  ser  admitidos  al 
examen  y  obtener  la  licencia  de  curar.  El  orden  de 
tratados  y  Autores  escogidos  para  la  enseñanza  que- 
dan señalados  en  el  Plan  de  Estudios  que  se  está 
formando  para  su  aprobación.  Por  ahora  sera  Boer- 
haave. — José  Celestino  Mutis». 

Y  el  plan  provisional  para  1802  en  el  colegio  del 
Rosario  formado  por  el  Rector  y  el  Catedrático 
decía: 

«Siendo  tan  necesario  al  Medico  el  conocimiento 
de  la  Naturaleza,  que  enseña  la  verdadera  fisica, 
ningún  Estudiante  entrará  á  cursar  la  Medicina  sin 
aver  hecho  antes,  y  estar  aprobado  en  el  curso  de 
fisica  moderna,  y  manifestar  que  posee  los  conoci- 
mientos elementales  de  la  Mecánica,  Estática  é  Hi- 
dráulica y  el  modo  de  inquirir  sus  leyes. — La  Quí- 
mica es  una  secuela  de  la  fisica;  pero  ésta  junto  con 
la  Farmacia  y  Botánica  se   estudiarán  en  el  tiempo 


I20    

de  Pasantía. — La  Anatomía  es  una  parte  precisa  é 
indispensable  al  Medico  para  conocer  el  cuerpo  hu- 
mano. Por  jsl  estudio  de  esta  se  comenzará  el  Curso 
y  servirá  para  ello  el  compendio  anatómico  de  Lau- 
rencio Hister  que  escribió  é  ilustró  él  mismo  en  la- 
tín... Se  dedicará  un  día  en  cada  semana,  y  será  el 
jueves,  á  la  practica  de  estos  conocimientos,  hacien- 
do en  el  hospital  disección  anatómica  á  presencia  de 
todos  los  discípulos  de  aquella  parte  ó  partes  cuyo 
conocimiento  teórico  se  hubiera  estudiado  en  las  an» 
tecedentes  lecciones,  explicándose  con  particulari- 
dad, por  el  Catedrático  la  alteración  que  tienen  en 
el  cadáver  y  la  economía  de  sus  oficios.  Concluido 
el  primer  año  se  examinarán  de  todo  lo  estudiado 
en  él,  demostrando  en  las  tablas  anatómicas  el  sitio,, 
magnitud,  conexión  y  uso  de  las  partes  que  se  les 
preguntasen. — En  el  segundo  año  se  estudiará  la 
Fisiología,  ó  tratado  de  la  Economía  animal  por  las 
instituciones  medicas  de  Hermán  Boerhaave  y  to- 
mando los  cursantes  de  memoria  los  aforismos  de 
ellas,  y  explicándolos  el  Catedrático  por  las  prelec- 
cienes  del  mismc  Autor,  dispuestas  por  Alberto  Ha- 
11er  y  por  la  Fisiología  magna  del  mismo  Plaller. 
Concluido  este  año  se  examinarán  en  la  misma  for- 
ma que  se  dijo  en  el  primero. 

Tercer  año.  En  este  se  estudiará  la  Patología,  ó 
tratado  de  Morhis  del  mismo  Boerhaave,  que  es  ya 
la  Medicina  practica,  cuyo  primer  paso  es  el  cono- 
cimiento general  de  las  enfermedades;  sus  diferen- 
cias sinptomas  y  farignosticas,  y  se  divide  en  Nosolo- 
gía^ que  es  la  descripción  de  los  males:  EHologia, 
que  es  la  diferencia  de  ellas;  Sinptomatologia,  ó  na- 
rración de  sus  sinptomas;  y  Semiótica^  que  son  los 
signos  asi   generales  como  particulares,  deducidos 


del  pulso,  respiración.  Cuando  ya  se  hallen  instrui- 
dos en  lo  dicho,  será  muy  conveniente  que  asistan- 
con  el  Catedrático  á  la  visita  de  algunos  enfermos 
del  hospital,  para  que  alli  observen  prácticamente 
las  doctrinas  que  se  les  han  dictado. — Después  del 
estudio  que  se  ha  dicho  del  tratado  de  Morbis,  se  es- 
tudiarán los  de  Sanitate  tuenda,  et  metJiodo  medenii  del 
mismo  autor. — Concluido  este  año,  examinados  y 
aprobados,  pasarán  al  quarto. 

Cuarto  año.  En  este  año  se  estudiarán  las  obras 
de  Hypocrates  que  cupieren  por  el  orden  de  su  bon^ 
dad  y  utilidad,  dando  principio  por  los  aforismos  de 
este  autor,  cuyas  máximas  ó  sentencias  se  extienden 
á  toda  la  Medicina,  y  fueron  el  fruto  de  las  observa- 
ciones y  aplicación  de  este  principio  de  la  facultad, 
y  han  de  ser  los  cimientos  sobre  que  ha  de  fundar 
su  edificio  el  Medico./ Estos  se  estudiarán  por  el  co- 
mento de  Andrés  Parta,  y  el  Catedrático  los  expli- 
cará por  Juan  Gorter.  Los  cursantes  tomarán  los 
aforismos  de  memoria.  Después  se  estudiará  el  libro 
Aere  Locis  et  Aquis  del  mismo  autor. — Al  mismo 
tiempo  se  estudiara  la  parte  Meteorológica  de  Santafé 
(ó  del  lugar  donde  se  haya  de  ejercer  la  Medicina). 
Este  sera  un  tratado  dictado  por  ahora  por  el  Cate- 
drático de  la  situación  topográfica  del  lugar,  varia- 
ciones de  la  atmosfera,  vientos,  aguas  y  alimentos. 
Concluido  lo  dicho,  si  queda  lugar,  se  podrán  estu- 
diar con  mucha  utilidad  los  libros  ó  tratadillos  del 
mismo  autor,  siguientes:  Praenotiojmm,  Praedictio- 
num,  Coacae  pvaenotiones ,  de  niorbis  virginum,  de  morbis 
miilievum,  de  morbis  popularibus,  de  victns  ratione  in 
actitis  morbis,  de  vulneribus  Capitis,  según  la  oportu- 
nidad] y  como  mejor  parezca  al  Catedrático.  Con- 
cluido este  año  se  examinarán  como  ya  se  ha  dichc 


—    122    — 

Quinto  año.  En  este  se  estudiará  el  libro  viribus 
medí camentor uní  de  Boerhaave  y  su  materia  medica, 
a'ñadiendo  lo  que  de  nuevo  contenga  la  de  Murray  y 
de  Cullen.  Se  estudiarán  los  principios  elementales 
de  Química  por  Lavoisier,  ó  Chaptal,  añadiendo  lo 
que  trate  nuevamente  Foucroy  por  lo  tocante  á  la 
aplicación  de  esta  ciencia  á  la  Medicina.  Tanbien  se 
estudiarán  los  elementos  de  Botánica  por  el  curso 
que  de  ella  escribieron  D.  Casimiro  Ortega  y  Don 
Antonio  Palau,  Catedráticos  del  Real  Jardin  Botá- 
nico de  Madrid.  Este  estudio  debe  juntarse  con  el 
año  de  Pasantia.  Concluido  esto  puede  el  Estudian- 
te recibir  el  grado  de  Bachiller  y  después  pasar  á 
practicar  en  el  Hospital  tres  años.  La  Pasantia  de 
que  aqui  se  hace  mención  se  reduce  su  exercicio  á 
repasar  los  cursantes,  y  ayudar  al  catedrático  en  las 
funciones  que  señalare. — El  que  no  se  hallare  capaz 
de  hacer  el  transito  se  quedará  en  la  misma  clase 
para  volver  á  ser  examinado  en  el  año  siguiente, 
pero  si  permanece  en  la  misma  incapacidad  será 
preciso  despedirlo  de  la  facultad  en  que  no  ha  apro- 
vechado, por  deberse  considerar  como  inepto  para 
la  carrera  por  falta  de  talento  ó  aplicación.  =  Pf¿7¿;/¿- 
ca.  Esta  se  reduce  á  concurrir  diariamente  á  la  visi- 
ta de  los  enfermos  del  hospital  que  practique  un 
Medico  aprobado  y  bajo  de  su  dirección.  Debe  el 
practicante  llevar  apunte  exacto  de  cada  enferme- 
dad que  observare,  añadiendo  el  éxito,  y  lo  que  se 
hubiese  observado  en  los  cadáveres,  los  yerros  co- 
metidos ó  por  el  enfermo  ó  por  los  asistentes,  ó 
por  otra  cualquiera  via;  de  modo  que  al  fin  de  su 
practica  pueda  tener  una  historia  de  las  enfermeda- 
des mas  comunes  del  pais,  de  donde  poder  deducir 
muchas  reglas  útilísimas  para  el  conocimiento  y  cu- 


—    123    — 

ración  de  ellas.  Durante  este  tiempo  podra  el  prac- 
ticante con  gran  provecho  suyo  estudiar  los  aforis- 
mos prácticos  de  Boerhaave  de  cognoscendis  et  cuvandis 
morbiSj  comentados  por  Wanswieten,  como  que  son 
los  que  le  podrán  guiar  á  una  practica  racional  y  al 
mejor  desempeño  de  su  comisión.  Podrá  con  el  mis- 
mo fin  leer  frequentemente  á  Sydenham,  á  Hoffman, 
CuUen,  Morton,  Gorter  su  practica,  Quarin,  Haen  y 
particularmente  á  Ramazini  sobre  las  enfermedades 
de  los  artífices,  3'  á  Tizot  sobre  las  enfermedades 
particulares  de  la  gente  de  Corte,  de  los  literatos  y 
otras.  El  Diccionario  grande  de  Medicina  llamado 
de  James,  y  las  Memorias  de  la  facultad  medica  de 
Paris,  son  obras  exquisitas  entre  nosotros  y  costo- 
sas, pero  mui  útiles  á  un  Medico.  Finalmente  las 
nuevas  observaciones  y  especiales  doctrinas  que  con- 
tienen las  obras  modernas,  hace  indispensable  su 
lección;  la  qual  dirigida  por  las  reglas  de  una  sana 
critica  ayudarán  mucho  á  formar  el  gusto  medico. 
Cinigía.  Este  arte  no  debe  separarse  de  la  Medicina 
aunque  su  objeto  es  la  curación  de  las  enfermedades 
externas.  El  Practicante  constituido  ya  en  el  estado 
á  que  le  hemos  conducido  tomará  de  memoria  los 
aforismos  de  Cirugía  de  Boerhaave,  que  comienzan 
desde  el  número  107  de  su  practica  hasta  el  557,  im- 
poniéndose bien  en  el  comento  que  de  ellos  da 
Wanswieten,  y  lo  que  á  ellos  se  ha  añadido  en  la 
traducción  castellana  que  oy  tenemos.  También 
leerá  las  operaciones  de  Cirugía  por  Heister,  y  la 
Cirugia  expurgada  de  Gorter  en  los  casos  que  ocu- 
rran. Como  la  curación  manual  de  las  enfermedades 
Quirúrgicas  se  practica  todos  los  dias  en  el  hospital 
antes  ó  después  inmediatamente  á  la  visita  del  Me- 
dico, asistirá  á  esta  procurando  executar  por  su  pro- 


—    124    — 

pia  mano  la  aplicación  de  los  enfermos  que  ordena- 
re el  Cirujano,  y  las  operaciones  que  necesitan  ma- 
nejo expedito  de  los  instrumentos  á  fin  de  adquirir 
aquella  intrepidez  y  destreza  tan  necesaria  á  un  Me- 
dico completo,  y  de  lo  que  le  será  siempre  mui  ver- 
gonzoso el  carecer. — Habiendo  concluido  el  Estu- 
diante los  tres  años  de  practica  en  el  hospital  bajo  la 
dirección  del  Medico  titular* de  él,  ó  de  otro  legíti- 
mamente aprobado,  logradas  las  correspondientes 
certificaciones  dadas  por  dicho  Medico,  en  que  se 
acredite  la  practica  dicha;  y  obtenidas  certificacio- 
nes de  examenes  de  Química  y  Botánica  y  de  com- 
pleta instrucción  en  la  Farmacia  y  arte  de  rezetar, 
se  presentará  al  Superior  Govierno  pidiéndola  reva- 
lida ó  declaración  de  Medico  aprobado;  con  la  qual 
puede  exercitar  licitamente  la  facultad,  y  obtener  el 
grado  de  Doctor. 

Cirujanos  romancistas.  Se  admitirán  en  esta  clase  á 
todos  los  que  lo  soliciten,  con  tal  de  que  sean  de  cos- 
tumbres y  porte  decentes.  Su  curso  durará  cinco 
años,  dos  de  teórica  y  tres  de  practica  en  el  hospi- 
tal. El  primer  año  estudiarán  la  Anatomía  por  Mar- 
tínez, dando  la  conferencia  y  oyendo  la  explicación 
que  hiciere  el  Pasante  de  Medicina.  Al  fin  del  año 
se  examinarán  en  la  misma  forma  que  se  dijo  tra- 
tando de  los  examenes  de  medicina.  Concurrirán  á 
todas  las  disecciones  anatómicas  en  el  hospital. — El 
segundo  año  estudiarán  la  Cirugía  de  Gorter  en 
castellano,  tomando  de  memoria  todo  lo  que  el  pa- 
sante considerase  necesario,  y  al  fin  se  examinarán 
de  toda  la  Anatomía  y  partes  principales  de  la  Ci- 
rugía, y  lograda  la  competente  aprobación  por  es- 
crito, pasarán  á  practicar  en  las  salas  de  Cirugía 
del  hospital  bajo  la  dirección  del  Medico  y  Cirujano 


—    125    — 

<ie  él".  Esta  practica  ha  de  durar  tres  años.  Conclui- 
dos estos  se  presentarán  á  examen  ante  el  Protome- 
dicato,  y  lograda  la  aprobación  y  con  las  licencias 
y  título  correspondiente  de  tal  Cirujano  romancista 
podra  exercer  lícitamente  su  facultad. 
Santafe  Mayo  25  de  1804. 

Miguel  de  Isla.» 


El  Rector  del  Colegio  del  Rosario  D.  Andrés  Ro- 
sillo y  Meruelo  pasó  este  Plan  al  Virrey,  el  cual 
plan  iba  conforme  al  apunte  de  Mutis,  con  el  objeto 
de  que  lo  aprobara. — El  Fiscal  Director  de  Estudios 
Manuel  Martínez  Mansilla  fué  de  concepto  que  se 
aprobara  y  pasara  á  Mutis  para  las  reformas,  adi- 
ciones ó  ilustraciones  que  estimara  oportunas.  El  5 
de  Septiembre  de  1804  fue  aprobado  y  pasado  á 
Mutis;  éste  dijo: 


«ExcMO.  Señor: 

El  Plan  provisional  para  los  estudios  de  Medicina 
que  me  ordena  V.  E.  reconocer,  lo  hallo  arreglado 
no  solamente  á  la  distribución  general  de  los  cursos 
teóricos  y  prácticos  que  di  por  escrito  al  Catedráti- 
co, sino  tanbien  á  los  puntos  conferenciados  en  nues- 
tras juntas  particulares  sobre  la  elección  de  Auto- 
res de  Medicina  y  demás  ramos  auxiliares  que  debe- 
rían suministrárseles  oportunamente  á  los  cursantes 
según  las  limitadas  facultades  del  Restablecimiento 
de  una  sola  cátedra  en  las  circunstancias  presentes. 
Semejante  plan  solo  puede  regir  ó  por  la  esperanza 


—    126    — 

de  un  conpleto  restablecimiento  de  cátedras,  6 
mientras  persevere  por  algún  tiempo  la  constancia 
del  actual  catedrático  sin  el  aliciente  de  la  dotación 
conpetente,  y  sin  el  auxilio  de  los  demás  maestros,, 
que  le  hagan  soportable  el  peso  que  se  ha  echado 
sobre  si  para  llenar  de  algún  modo  el  hueco  de  todos 
ellos.  Estos  son  absolutamente  necesarios  para  la 
perfecta  enseñanza  de  una  ciencia  tan  espinosa  y 
conplicada  con  otros  ramos  subalternos,  á  imitación 
de  lo  establecido  en  las  Universidades  y  Colegios  de 
Cirugía  de  España,  como  igualmente  lo  desea  el 
Rey  para  el  alivio  de  sus  vasallos  en  estos  dominios; 
y  lo  tengo  informado  extensamente  en  el  expedien- 
te que  va  circulando  por  los  respectivos  tribunales  á 
consecuencia  de  la  Real  Cédula  de  i6  de  Octubre 
de  1798.  A  continuación  del  referido  informe  ofreci 
explanar,  y  tengo  casi  concluido,  el  plan  general 
que  deberla  gobernar  en  el  establecimiento  de  todas 
sus  cátedras,  sin  las  quales  es  absolutamente  inposi- 
ble formar  profesores  instruidos;  de  modo  que  en 
caso  de  no  adoptarse  aquel  pensamiento,  y  en  ei 
desgraciado  de  subsistir  sienpre  regentada  en  lo  su- 
cesivo una  sola  cátedra  por  alguno  de  los  discípulos 
actuales  aspirante  al  honor  de  titularse  Catedrático, 
tengo  por  cierto  que  se  vuelven  ilusorias  las  benéfi- 
cas intenciones  del  Soberano,  perpetuándose  la  falta 
de  Médicos  y  Cirujanos  instruidos  en  todo  el  Reyno, 
cuya  indigencia  excitó  los  clamores  que  llegaron  al 
trono  y  motivaron  la  citada  Real  Cédula.  Asi  lo  ha 
manifestado  la  experiencia  de  siglo  y  medio  con  la 
única  cátedra  de  su  primitiva  institución  regentada 
á  larguísimos  intervalos,  y  sin  haber  producido  no 
solo  un  suficiente  numero  de  Médicos  para  las  nece- 
sidades de  la  Capital,  pero  ni  de  sujetos  capaces  de 


127    — 

obtener  sin  interrupción  el  honor  de  Catedrático.  Es 
muy  notorio  el  desenpeño  con  que  lleva  su  enseñan- 
za el  actual  Catedrático;  pero  tanbien  será  factible 
que  quando  ó  fallecido  vuelva  á  suceder  la  serie  des- 
graciada de  las  anteriores  interrupciones;  y  mucho 
mas  cierto  que  faltará  la  concurrencia  de  jóvenes 
desanimados  á  seguir  esta  carrera  por  falta  de  Maes- 
tros, sin  los  quales  no  se  puede  dar  principio  á  los 
cursos  anuales.  Asi  lo  tengo  expuesto  en  otro  infor- 
me; y  asi  lo  repito  en  este  para  que  V.  E.  se  sirva 
meditarlo,  y  exponer  lo  mas  conveniente  á  S.  M.  en 
el  informe  pedido  y  reclamado  para  proceder  á  las 
providencias  de  un  establecimiento  tan  urgente  y 
necesario  para  la  felicidad  publica  de  todo  este  afli- 
gido Reyno. 

Santafé  6  de  Mayo  de  1805.» 


IX 


El  Papa  Paulo  V  dio  al  convento  de  Santo  Do- 
mingo de  Santa  Fe  la  facultad  de  conferir  grados,, 
con  limitación  al  caso  de  erigirse  Universidad  públi- 
ca. Los  frailes  se  titulaban  á  sí  mismos  Universidad^ 
y  ejercían  de  una  manera  arbitraria  la  facultad  que 
se  les  había  concedido. 

No  era  este  convento  un  factor  de  cultura  en  la 
Colonia;  y  si  lo  mencionamos  es  solo  para  dar  cuen- 
ta de  la  controversia  con  Mutis  sobre  el  sistema  de 
Copérnico. 


—    128    — 

Turbó,  ciertamente,  la  quietud  de  los  indolentes 
habitantes  de  Santa  Fe  la  novedad  de  las  doctrinas 
que  sustentaba  Mutis  en  la  Cátedra  de  Matemáticas 
del  Colegio  del  Rosario.  Los  padres  dominicos  fue- 
ron los  que  movieron  el  escándalo,  no  tanto  por  la 
tesis  que  sostenía  Mutis,  cuanto  por  espíritu  de  riva- 
lidad: todo  lo  que  diera  prestigio  al  Colegio  del  Ro- 
sario socababa  los  cimientos  de  la  Universidad  do- 
minica. 

Mutis,  aparentemente,  fué  para  el  convento  un 
revolucionario,  y  era  necesario  cortarle  Jas  alas.  Sos- 
tenían los  dominicos  que  la  doctrina  que  defendía 
Mutis  era  contraria  á  la  religión  católica;  éste  les 
replicaba:  «Para  tratar  esta  cuestión  con  aquel  noble 
desembarazo  que  debe  reinar  en  las  disputas  filosó- 
ficas, y  la  modesta  ingenuidad  que  acompaña  siem- 
pre al  amor  de  la  verdad,  es  necesario  tocar  algunos 
puntos,  que  podría  excitar  ciertos  escrúpulos,  bien 
fundados  en  otro  tiempo.  Pero  la  sabia  y  respetable 
cordura  con  que  ya  se  tolera  disputar  abiertamente 
en  el  siglo  más  ilustrado,  permite  no  solamente  pro- 
poner todas  las  razones  á  favor  y  en  contra  de  los 
dos  sistemas  florecientes,  sino  tanbien  defender 
como  hipótesis  el  sistema  prohibido . »  Ponderaba 
luego  el  método  de  la  observación  y  la  experiencia, 
y  proseguía:  «Si  los  Astrónomos  se  hubieran  con- 
tentado con  recoger  y  ordenar  todas  las  observacio- 
nes hasta  hallarse  con  el  numero  suficiente  para  la 
formación  de  un  sistema  solido  fundado  todo  en  la 
experiencia,  se  podrian  haber  evitado  las  ruidosas 


—    129    -~ 

disputas  que  se  han  seguido.»  A  los  oídos  de  los 
buenos  frailes  dominicos  no  sonarían  muy  bien  las 
siguientes  palabras  de  la  exposición  de  Mutis:  «Po- 
dría decir  que  la  sabia  y  respetable  conducta  de  la 
Iglesia  Romana  en  la  prohibición  del  sistema  Co- 
pernicano  se  manifestó  entonces  tan  suave  como 
acostunbra  cediendo  á  las  instancias  de  los  podero- 
sos perseguidores,  pero  con  la  reserva  de  levantar 
la  prohibición  si  los  copernicanos  mejorasen  su  cau- 
sa. Y  viendo  la  Iglesia  que  el  universal  consenti- 
miento de  los  Astrónomos  se  ha  declarado  en  favor 
de  Copernico,  se  ha  dignado  relajar  su  prohibición 
mandando  expresamente  que  pueda  defenderse  como 
una  suposición  probable:  testimonio  de  que  no  hay 
muchos  ejemplares  en  las  prohibiciones  eclesiásticas, 
y  el  más  autentico  á  favor  del  sistema  Copernicano: 
pues  manifiesta  con  esto  la  Iglesia  Romana  que  no 
es  de  tanto  valor  como  se  pensaba  aquella  repug- 
nancia del  sistema  con  las  expresiones  sagradas  que 
se  alegan.»  Hacía  reflexiones  contra  el  sistema  Ty- 
chónico:  sentaba  la  proposición  de  que  la  tierra  se 
movía  alrededor  del  sol,  y  entraba  á  demostrarla,  y  á 
renglón  seguido  sostenía  que  el  sistema  de  Coperni- 
co en  nada  se  oponía  á  las  Sagradas  Escrituras.  Con- 
cluía sus  observaciones  con  estas  palabras:  «Si  el 
amor  de  la  verdad  me  ha  detenido  más  de  lo  que  era 
justo  manifestando  mi  inclinación  al  sistema  Coper- 
nicano, razón  será  ya  concluir  celebrando  la  feliz 
época  en  que  vemos  renacer  la  Filosofía  natural  en 
este  Reino.  Ya  volvemos  á  ver  renovados  con  este 


—  I30  — 

Colegio  los  esfuerzos  con  que  el  V.  P.  Joseph  Da- 
dey,  uno  de  sus  primeros  fundadores,  procuraba 
inspirar  á  los  jóvenes  el  gusto  de  las  Matemáticas. 
Podemos  esperar  qu?,  animada  la  juventud  con  tan 
lucido  ejemplo,  se  entregará  desde  hoy  al  estudio  de 
las  Ciencias  Naturales,  en  que,  á  imitación  de  sus 
compatricios  de  Lima  y  Méjico,  competirán  entre  si 
los  ingenios  americanos,  dando  motivos  para  recelar 
si  las  Musas  europeas  intentan  alguna  vez  para  me- 
jorar de  fortuna  fijar  su  trono  en  el  dilatado  imperio 
de  la  America.» 


X 


Uno  de  los  grandes  servicios  prestados  por  Mutis 
á  la  Nueva  Granada,  fué  la  construcción  del  Obser- 
vatorio Astronómico.  Hizo  él  los  planos,  que  inter- 
pretó el  padre  capuchino  Petrés.  Publicó  Caldas  en 
el  Semanario  una  descripción  del  Observatorio.  Tiene 
este  edificio  la  figura  de  una  torre  octógona,  y  está 
compuesto  de  tres  cuerpos,  con  una  altura  total  de 
56  pies  de  rey.  Su  posición  geográfica,  según  Caldas, 
es  4°,  36',  6"  N.  y  su  longitud,  conforme  á  los  ensa- 
yos del  mismo,  sitúan  su  meridiano  á  4  hor.  32'  14" 
al  O.  del  de  la  Isla  de  León;  su  altura  sobre  el  nivel 
del  Océano  es  de  1.352  toesas  (3.156,3  varas  de  Bur- 
gos). Se  principió  su  construcción  el  24  de  Mayo  de 
1802  y  se  terminó  el  20  de  Agosto  de  1803. 


—  131   — 

Por  muchas  vicisitudes  ha  pasado  el  Observatorio 
de  Bogotá.  En  el  período  corrido  desde  que  Caldas 
lo  dirigió  hasta  la  época  actual,  en  que  es  su  Jefe  el 
eminente   astrónomo   Doctor  Julio   Garavito,  ¡qué 
contrastes!   Al  estallar  la  revolución    de   la   Inde- 
pendencia, Caldas  se  consagró  á  luchar  por  la  pa- 
tria, 3^  abandonó,  ó  poco  menos,  sus  estudios  favo- 
ritos. Boussingault  hizo  en  el  Observatorio  varios 
estudios  por  los  años  de  1823  y  1824.  En  1837  fué 
nombrado  Director    D.    Joaquín    Acosta,  autor  de 
la  reimpresión  del  Semanario  y  de   una  apreciable 
Historia  de   la    Conquista  y    Colonización   del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Le  reemplazó  á  fines  del  mismo 
año  D,  Benedicto  Domínguez,  discípulo  de  Mutis  y 
Caldas.   A  Domínguez  siguió  D.  Francisco  Javier 
Matis,  discípulo  de  ]\Iutis.  El  General  Tomás  Ci- 
priano de  Mosquera — uno  de  los  grandes  hombres 
de  la  América  del  Sur — llevó  á  la  Nueva  Granada 
al  matemático  francés  Aimé  Bergeron,   y  anexó  el 
Observatorio  á  la  Escuela  IMilitar  que  fundó  en  su 
primera  Administración.   En   1859  se  encargó  del 
Observatorio  D.  José  Cornelio  Borda,  y  duró  dos 
años  en  el  desempeño  de  su  cargo.  De  1S62  á  1868 
fué  su  Director  D.  Indalecio  Liévano.  En  este  últi- 
mo año  fué  reemplazado  por  D.  José  María  Gon- 
zález Benito.  En  1872  ocupó  su  puesto  D.  Luis  Lle- 
ras. En  1880  volvió  á  ser  Director  el  Sr.  González. 
A  la   muerte   de    éste   fué    nombrado   Director   el 
Sr.  Garavito. 

Caldas  trabajó  en  él  hasta  i8io. 


—   132  — 

De  la  cuenta  presentada  por  D.  Salvador  Rizo 
aparece  que  en  la  construcción  del  edificio  se  gastó 
la  suma  de  13.815  pesos  i  ^/^  reales,  cantidad  que 
hubo  de' pagar  la  mortuoria  de  Mutis  por  haber  pro- 
cedido éste  á  construir  el  edificio  sin  autorización! 


XI 


A  más  de  los  esfuerzos  de  Mutis  por  el  progreso 
de  los  estudios  matemáticos  en  la  Colonia  y  de  lo 
que  hizo  en  favor  de  la  Medicina,  es  de  justicia  re- 
cordar sus  trabajos  por  el  adelanto  de  la  Mineralo- 
gía, ciencia  que  llegó  á  conocer  teórica  y  prác- 
ticamente en  Pamplona  é  Ibagué  cuando  administró 
las  minas  de  estas  dos  ciudades  en  nombre  de  las 
respectivas  compañías. 

De  la  Junta  formada  por  el  Arzobispo  Virrey  á 
fines  de  1784,  á  la  que  se  había  encargado  el  estudio 
de  los  medios  más  convenientes  de  beneficiar  las 
minas  de  la  Colonia,  formó  parte  Mutis.  «Desde  el 
año  de  67 — decíale  al  Arzobispo  en  su  carta  de  acep- 
tación— conozco  á  fondo  el  trabajo  de  minas  en  el 
método  americano.  Por  una  especie  de  casualidad 
venturosa  ó  por  la  estrecha  conexión  que  tenían  con 
los  objetos  de  mi  Historia  Natural  todas  las  produc- 
ciones del  reino  mineral,  vine  cargado  de  los  mejo- 
res libros  de  Mineralogía,  Docimacia  y  Metalurgia. 


—  133  - 

Observé  las  operaciones  de  America,  y  á  poco  tiem- 
po conoci  que  no  sólo  no  había  método  ni  ciencia, 
sino  tanbien  que  era  incapaz  de  reducir  á  reglas 
científicas  unas  operaciones  en  que  procedían  á  cie- 
gas los  que  se  tenían  por  ■Maestros.  La  continuada 
experiencia  de  diez  y  ocho  años  me  ha  confirmado 
en  los  mismos  pensamientos  de  aquel  primer  año, 
en  que  pensé  abandonarlo  todo  y  pasar  á  Suecia  con 
el  fin  de  instruirme  en  estas  materias,  si  otras  refle- 
xiones más  serias  no  me  lo  hubieran  inpedido.» 

El  informe  reservado  que  el  Arzobispo  Virrey 
dirigió  al  Soberano  sobre  la  situación  de  atraso  en 
que  encontró  la  Colonia,  fué  redactado  por  Mutis. 
En  ese  informe  reconocía  el  Virrey  que  una  de  las 
causas  del  atraso  del  Reino  era  el  abandono  en  que 
yacían  sus  minas  y  otras  riquezas  naturales.  A  la  sa- 
zón sólo  se  explotaban  las  de  oro,  cuyos  productos 
eran  inferiores  á  los  que  habían  rendido  el  siglo  an- 
terior, }''  unas  pocas  de  cobre.  Las  de  plata,  de  que 
tanto  abundaba  la  Colonia,  estaban  abandonadas  ó 
poco  menos.  Abundaban  las  de  cobre,  y  se  traba- 
jaban para  surtir  los  mercados  interiores  de  mu- 
chos utensilios  domésticos  y  de  estriberas,  artículo 
de  gran  consumo.  Sólo  se  introducían  algunos  obje- 
tos de  cobre  batido,  importados  de  Veracruz.  La 
explotación  de  estas  minas  se  hacía  empíricamen- 
te. Las  de  plomo  no  eran  menos  abundantes  y  ri- 
cas, pero  su  explotación  era  también  muy  imper- 
fecta. Rudo  golpe  había  sufrido  el  beneficio  de  las 
minas  de  plata  por  causa  de  la   supresión  de   las 


—  134  — 

mitas,  tanto  en  Mariquita  como  en  las  que  se  explo- 
taban en  la  Montuosa  y  Betas  de  Pamplona.  Los 
Gobiernos  anteriores  quisieron  impulsar  este  ramo 
industrial:  el  de  Pizarro  trató  de  entenderse  con  una 
compañía  que  formaron  cuatro  casas  acaudaladas 
del  Reino,  pero  algunas  condiciones  que  exigían  le 
hicieron  desistir  de  su  propósito:  el  de  Mesia  de  la 
Zerda  no  logró  suerte  mejor:  los  beneficiadores  que 
á  costa  de  la  Real  hacienda  llevaron  del  Perú,  eran 
sujetos  ignorantes.  El  inconveniente  que  presentó 
la  supresión  de  las  mitas  se  hubiera  subsanado  si 
procedimientos  más  científicos  se  hubieran  adopta- 
do; se  beneficiaban  las  minas  por  medio  del  azogue, 
y  no  se  había  usado  el  método  de  fundición,  como 
se  practicaba  por  el  mismo  tiempo  aun  en  las  minas 
pobres  de  Suecia  y  Alemania.  El  beneficio  de  fundi- 
ción comenzaba  por  entonces  á  practicarse  en  Nueva 
España^  y  los  mineros  del  Perú  querían  establecerlo 
en  sus  empresas.  Para  favorecer  la  industria  pro- 
ponía Mutis  al  Arzobispo  Virrey  que  se  llevaran 
dos  sujetos  inteligentes  que  enseñasen  el  sistema  de 
fundición,  que  era  el  más  natural,  más  sencillo  y 
menos  costoso,  «Como  en  todo  el  mundo — decía  en 
su  reservada  representación — los  artesanos  suelen 
carecer  de  los  finos  conocimientos  del  arte;  y  los  su- 
jetos que  los  poseen  con  toda  perfección  no  están 
dedicados  al  penoso  trabajo  y  expedito  manejo  de  la 
práctica,  pareceria  conveniente  (supuesta  la  inpo- 
sibilidad de  atraer  á  unos  países  tan  extraños  y  re- 
motos un  hombre  consumado  igual  al  Barón  de  Re- 


—  135  - 

■den,  celebre  Mineralogista  que  acaba  de  llevar  la 
Inglaterra  para  un  semejante  Establecimiento),  que 
«no  de  los  dos  fuese  alguno  de  los  muchos  ensaya- 
dores instruidos  en  la  Quimica  Metalúrgica,  en  la 
Docimacia  y  Mineralogia,  capaz  de  conferir  estos 
conocimientos  teóricos  con  algunos  aficionados  de 
por  acá,  para  irlos  propagando:  y  el  otro  fuese  un 
puro  y  desembarazado  practico  de  las  fundiciones  en 
grande. »  Reconocía  el  Arzobispo  que  por  el  momento 
no  era  posible  conseguirlos  en  España,  por  carecer 
la  Península  de  escuelas  de  esta  clase;  y  como  el  sis- 
tema de  enviar  jóvenes  de  la  Colonia  á  que  se  ins- 
truyesen en  los  centros  científicos  le  pareciera  muy 
dilatado  al  Arzobispo,  insistía  en  el  envío  de  las  dos 
personas  competentes  que  pedía.  «Ni  la  diversidad 
de  religión  que  profesan — proseguía  el  Arzobispo — 
debe  servir  de  obstáculo,  siendo  más  regular  que  con 
el  tiempo  se  reconciliarán  con  nuestra  Religión, 
como  sucedió  al  sueco  Pedro  Loeflin,  Botánico  de 
Su  Magestad  en  la  Expedición  de  limites.  Y  á  la 
verdad  no  debemos  temer  que  gentes  de  una  ins- 
trucción puramente  artesana  formen  aquí  prosélitos 
en  su  Religión.»  No  debía  ser  obstáculo  á  la  acepta- 
ción de  sus  ideas  el  perjuicio  que  se  decía  sufriría  la 
Real  Hacienda  con  el  no  consumo  de  los  azogues, 
tanto  porque  éstos  no  se  usaban  por  entonces  como 
lo  probaba  el  depósito  de  ellos  en  los  almacenes  de 
Mariquita,  y  el  hecho  más  importante  de  que  el  Rey 
quedaba  defraudado  de  los  quintos  reales  con  la  no 
explotación  de  las  minas  por  ninguno  de  los  métodos 


-   136   - 

conocidos.  Pedía  asimismo  que  se  remitiese  á  la  Co- 
lonia el  Laboratorio  portátil  de  Cronster  con  todos 
los  ácidos  necesarios  para  ensayar  los  Minerales  por 
los  dos  métodos  que  llamaban  en  la  Docimacia  la 
vía  seca  y  la  vía  húmeda,  con  la  obra  del  autor  y 
las  instrucciones  necesarias. 

En  este  informe  reservado,  que  tiene  fecha  de  15 
de  Octubre  de  1782,  se  ven  el  buen  consejo  y  la  ins- 
trucción de  Mutis. 

El  pensamiento  de  éste  y  del  Arzobispo  Virrey 
fué  del  agrado  del  Soberano:  «S.  M.  no  sólo  se  dig- 
nó aprobar  el  pensamiento,  sino  que  mandó  que  de 
la  Real  Hacienda  se  diesen  todos  los  auxilios  nece- 
sarios á  D.  Juan  José  D'Elhuyar,  que,  después  de 
haber  estado  en  muchas  minas  de  Alemania,  venía 
con  el  título  de  Director  de  Minas  á  entablar  el  de- 
seado método  de  fundición  (i). 

En  tiempo  de  Ezpeleta  fueron  comisionados  Mu- 
tis y  D'Elhuyar  para  examinar  y  analizar  química- 
mente «las  tres  clases  de  sal  común,  vijúa  ó  natural 
sin  quemar  y  la  preparada  según  el  método  ordina- 
rio de  Zipaquirá;  con  el  fin  de  estudiar  si  se  podría 
emplear  otro  método  más  ventajoso  ó  hacer  algunas 
mejoras  en  el  actual».  Los  dos  comisionados  dieron 
su  informe,  que  está  fechado  en  Mariquita  el  22  de 
Noviembre  de  1790.  De  este  documento  copiamos 
los  siguientes  conceptos: 

(i)  Para  más  informes  véase  la  Relación  del  Estado  del  Nuevo  Reino  de 
Granada  que  hace  el  Arzobispo  Obispo  de  Córdoba  á  su  sucesor  el  Exento.  Sr.  don 
Francisco  Gil  y  Lemos. 


—  137  — 

«Resulta  de  estos  experimentos  que  el  quintal  de 
vijúa  contiene  sobre  noventa  y  siete  libras  de  sal 
marina  pura,  y  que  las  tres  libras  restantes  son  de 
materia  insoluble,  y  una  parte  de  sal  marina  de  mag- 
nesia. Si  indagamos  ahora  cuál  de  estas  materias 
es  la  que  puede  ser  nociva  á  la  salud,  hallaremos 
que  no  pueden  ser  el  espato  calizo,  la  selenita  y  la 
pirita  sulfúrica,  porque  siendo  cuasi  insolubles  las 
dos  primeras,  y  la  última  enteramente,  se  precipitan 
con  facilidad  al  fondo  de  los  estanques  ó  albercas 
donde  se  disuelve  la  sal;  y  aun  cuando  se  disolviera 
una  pequeña  parte  de  selenita  y  tierra  caliza  no  sería 
por  eso  la  sal  dañosa,  pues  son  muy  raras  las  aguas 
potables  que  no  contienen  la  una  ó  todas  las  mate- 
rias. La  sal  marina  de  magnesia  tampoco  puede 
serlo,  pues  se  halla  en  mayor  abundancia  en  la  sal 
del  mar,  y  no  se  ha  experimentado  daño  en  su  uso. 
Con  que  si  es  cierto  que  la  experiencia  ha  enseñado 
que  la  vijúa  contiene  partes  dañosas,  ninguna  otra 
puede  ser  la  que  produce  este  efecto  sino  la  tierra 
de  magnesia  y  la  materia  betunosa. 

)»La  tierra  de  magnesia  es  insoluble,  y  se  precipi- 
ta con  facilidad  cuando  está  sola,  pero  unida  á  la 
materia  betunosa,  se  mantiene  mucho  tiempo  sus- 
pendida en  el  agua,  y  le  da  á  ésta  un  color  lechoso 
negruzco  cuando  es  de  vijúa  sin  quemar,  y  rojizo,  la 
quemada;  y  si  se  cociera  el  agua  en  este  estado,  la 
sal  saldría  más  ó  menos  cargada  de  estas  materias, 
en  la  misma  proporción  que  esté  más  ó  menos  sen- 
tada; hemos  observado  que  la  vijúa  cruda  tarda  mu- 
cho más  tiempo  en  aclararse,  y  de  eslo  puede  pro- 
venir que  llevase  la  sal  más  partes  dañosas  y  se  hi- 
ciese más  sensible  que  en  la  quemada.  Sin  embargo, 
la  quema  no  basta  para  quitarle  como  hemos  vista 


-  138  - 

la  materia  betunosa  y  la  tierra  de  magnesia,  pues  la 
sal  cocida  contiene  todavía  bastante;  si  no,  hágase 
la  prueba  con  ésta  y  las  muestras  que  van,  disol- 
viendo por  separado  una  cierta  cantidad  en  agua,  y 
se  verá  que  la  de  aquélla  sale  turbia,  y  la  de  ésta 
muy  clara. 

«Para  remediar  este  inconveniente  y  otros  que 
puede  haber  en  la  fabricación  de  sal  que  se  practica 
en  Zipaquirá,  sería  preciso  tener  conocimiento  del 
modo  como  trabajan,  de  los  instrumentos,  hornos, 
etcétera,  que  emplean,  de  las  proporciones  que  ofre- 
cen las  fábricas  y  minas,  y  en  una  palabra,  de  las 
circunstancias  locales,  para  en  su  vista  dictaminar 
sobre  los  medios  que  serían  más  conducentes  á  per- 
feccionar su  beneficio  y  procurar  algún  ahorro  á  la 
Real  Hacienda  reduciendo  ó  simplificando  las  ope- 
raciones.» 


XII 


En  páginas  anteriores,  y  tratando  del  asunto 
referente  á  la  explotación  de  la  quina  por  cuenta 
de  la  Real  Hacienda,  dimos  á  conocer  algunas 
de  las  ideas  económicas  de  Mutis.  No  creemos 
desde  luego  que  hubiera  hecho  estudios  especiales 
de  estas  materias.  La  expresión  de  ideas  sobre  pun- 
tos de  esta  índole  era  resultado  de  su  cultura  gene- 
ral. Flotan  siempre  en  la  atmósfera  intelectual  de  la 
época  ciertas  ideas  que  un  hombre  de  letras  no  pue- 


—  139  — 

de  dejar  de  conocer,  y  nos  imaginarnos  que  esto  era 
lo  que  á  Mutis  ocurría  en  cuestiones  de  la  ciencia  en 
el  siglo  anterior  sistematizada  por  Adán  Smith.  En 
la  comunicación  que  dirigió  al  Virrey  en  24  de  Di- 
ciembre de  1804  recordaba  su  dilatada  experiencia 
durante  los  cuarenta  y  cuatro  años  que  hacía  que 
vivía  en  la  Colonia,  experiencia  que  le  había  dado  á 
conocer  que  toda  la  prosperidad  de  ésta  dependía  de 
las  minas  y  la  agricultura,  sus  dos  inagotables  rique- 
zas. «Dejemos  á  los  políticos  disputar  acerca  de  las 
ventajas  ó  desventajas  que  hayan  ocasionado  ó  pue- 
dan ocasionar  las  minas;  deberá  decidirse  el  proble- 
ma por  los  hechos,  tendiendo  la  vista  á  más  de  24 
millones  al  año  desentrañados  de  las  minas  de  Méjico 
de  la  riqueza  subterránea,  donde  permanecían  ocio- 
sos: debiéndose  concluir  que  ya  no  puede  subsistir 
el  comercio  de  casi  todo  el  mundo  sin  este  ramo  de 
industria  americana.  Lejos  de  impedir  las  minas  el 
ramo  de  agricultura,  ellas  le  darán  mayor  impulso  á 
beneficio  de  la  rapidez  con  que  se  va  aumentando  la 
población  de  estos  dominios,  cuyos  preciosos  frutos 
inclinan  también  la  balanza  de  comparación  con  la 
opulencia  de  la  Nueva  España  y  el  Perú.» 

La  Junta  compuesta  de  Mutis  y  los  señores 
D'Elhuyar  y  Ángel  Díaz,  autorizada  para  hacerle  al 
Gobierno  colonial  todas  las  propuestas  convenientes 
al  fomento  de  las  minas,  le  había  indicado  el  esta- 
blecimiento de  un  cuerpo  de  minería  adaptando  las 
ordenanzas  generales  á  las  circunstancias  locales  del 
país.  «Presentó  D'Elhu3'ar  el  reglamento  con  la  bien 


—   140  — 

concebida  esperanza  de  ser  agradecido  su  celo  en 
desempeño  del  Real  servicio;  pero  mudado  aquí  el 
teatro  experimentó  la  inesperada  suerte  del  más  pro- 
fundo olvido,  sin  haber  podido  conseguir  que  se  die  • 
se  su  debido  curso  á  la  Corte;  cuyo  acontecimiento 
contribuyó  en  parte  al  abatimiento  de  ánimo  que 
causó  con  otros  semejantes  disgustos  su  fallecimien- 
to. ¡Pérdida  casi  irreparable  para  este  Reino!»  Mu- 
tis que,  conforme  lo  decía,  había  sobrevivido  á  la 
desgracia  de  D'Elhuyar  y  que  se  consideraba  repa- 
rador de  su  honor,  insistía  en  apoyar  el  antiguo  pen- 
samiento como  medio  único  de  redimir  de  la  miseria 
á  los  habitantes  del  Reino. 

No  hemos  encontrado  el  concepto  ó  informe  que 
á  Mutis  se  pidió  sobre  las  reformas  que  debían 
introducirse  en  las  minas  de  esmeraldas  de  Muso. 
Don  José  Felino  Cassal,  á  cuyo  cargo  estaban  en 
1784,  daba  cuenta  al  Virrey  de  que  se  habían  ago- 
tado y  de  que,  no  habiendo  asistido  el  Corregidor 
de  Tunja  á  la  cita  que  le  hizo,  había  convocado 
una  junta  de  hombres  prácticos  para  que  diera  su 
dictamen  sobre  los  trabajos  que  debían  emprenderse 
mientras  el  señor  Mutis  informaba  sobre  el  expe- 
diente que  se  había  formado,  y  «á  quien  Su  Exce- 
lencia se  sirvió  mandarlo  pasar». 

Por  último,  escribió  Mutis  una  cartilla  sobre  el  be- 
neficio de  las  minas  bajo  el  rótulo  «Cuaderno  y  Carti- 
lla útil  de  beneficios  para  todo  el  aficionado  que  se  qui- 
siere dedicar  á  obra  tan  útil  y  de  tan  crecido  interés 
para  el  bien  común  y  adelantamiento  del  Real  Haber.» 


141  — 


XIII 


La  traslación  de  Mutis  á  la  ciudad  de  Mariquita 
obedeció,  en  primer  lugar,  al  deseo  de  situarse  en  un 
lugar  tranquilo  donde  pudiera  proseguir  en  paz  sus 
tareas  botánicas.  Aprobada  la  Expedición  por  Real 
Orden,  se  le  confirió  el  título  de  primer  Botánico  y 
Astrónomo  de  S.  M.  3^  se  le  dio  la  seguridad  de  que 
la  obra  que  proyectaba  sería  publicada  á  expensas 
de  la  Real  Hacienda.  En  segundo  lugar,  la  elección 
de  dicha  ciudad,  cuyo  «temperamento  le  probaba 
muy  bien»,  lo  puso  en  condiciones  de  prestar  ciertos 
servicios  al  Gobierno  en  el  estudio  de  las  minas  y 
en  su  administración;  y  finalmente,  lo  situó  en  un 
centro  muy  adecuado  á  sus  investigaciones  cientí- 
ficas. 

La  Expedición  Botánica  del  Nuevo  Reino  de 
Granada  fué  muy  diferente  de  las  que  el  Gobierno 
español  envió  á  Nueva  España,  Perú  y  Chile.  Estas 
fueron  estrictamente  botánicas.  El  Gobierno  de  la 
Metrópoli  le  dio  á  la  Expedición  de  Mutis  más  am- 
plitud, conforme  á  la  solicitud  presentada  por  éste 
y  aceptada  en  Madrid,  que  hemos  reproducido  en 
páginas  anteriores.  Pero  el  programa  original  no  se 
realizó  tampoco.  Es  verdad  que  Mutis  no  abandonó 
nunca  por  completo  su  estudio  de  la  botánica;  pero, 


—    142    — 

aparte  de  largas  interrupciones  durante  las  cuales 
ocupaba  su  inteligencia  y  actividad  en  labores  mi- 
neras y  de  otro  orden,  el  Gobierno  del  Virreinato,  se- 
gún se  ha  visto,  le  confiaba  comisiones  que  le  dis- 
traían del  objeto  principal;  es  decir,  que  fueron  los 
jefes  de  la  Colonia  quienes  desvirtuaron  el  plan  pri- 
mitivo. Por  un  lado  fué  esto  muy  sensible,  porque 
nunca  pudo  Mutis  darle  cima  á  una  empresa  que  le 
hubiera  colmado  sus  legítimas  aspiraciones  á  la  glo- 
ria; pero,  por  otro  aspecto,  su  larga  vida  en  la  Co- 
lonia fué  muy  útil  al  desarrollo  intelectual  y  á  otras 
esferas  del  progreso. 

La  Expedición  Botánica  fué,  en  puridad  de  ver- 
dad, un  Instituto  científico  encargado  de  propagar 
las  ciencias  físicas  y  naturales  en  la  Colonia  y  de 
servir  de  centro  á  todos  los  ingenios  neogranadinos 
que  á  su  director  acudían  en  busca  de  luz,  enseñan- 
zas y  consejos.  Los  frutos  botánicos  de  ella  esperan 
todavía  una  mano  inteligente  y  cariñosa  que  los  dé 
á  conocer  en  el  mundo  de  los  sabios.  Puede  suceder 
que  en  el  estado  actual  de  la  ciencia  botánica  la 
obra  de  Mutis  no  sea  una  revelación;  pero  de  lo  que 
sí  estamos  ciertos  es  de  que  el  Gobierno  que  empren- 
da por  medio  de  una  asociación  científica  la  publica- 
ción de  la  Flora  de  Bogotá  realizará  una  obra  de 
reivindicación  justiciera.  En  la  historia  de  la  Botá- 
nica, por  esta  y  otras  expediciones  americanas  del 
siglo  xviii,  España  ocupa  prominente  lugar.  Los 
grandes  eruditos  españoles,  á  cuya  cabeza — punto 
que  no  se  discute — está  Menéndez   y   Pelayo,  re- 


—  143  — 

construyen  desde  sus  fundamentos  la  historia  litera- 
ria de  España  reproduciendo  los  textos,  anotándo- 
los, criticándolos,  comentándolos  ó  haciendo  nuevas 
investigaciones  de  los  autores  y  sus  épocas.  j\Ienén- 
dez  Pidal  y  sus  discípulos  explotan  la  mina  de  la 
Edad  Media;  la  literatura  caballeresca  ocupa  la 
mente  cultivadísima  de  Bonilla  y  San  Martín;  la 
señora  Blanca  de  los  Ríos  estudia  la  época  de  Tirso 
de  Molina,  y  la  señora  María  Goyri,  el  Siglo  de  oro; 
el  erudito  Rodríguez  Marín  investiga  el  siglo  xvii,  y  el 
Romanticismo  D.  José  Ramón  Lomba.  Los  naturalis- 
tas, sin  duda,  emprenderán  la  gloriosa  tarea  de  reivin- 
dicar las  glorias  de  la  ciencia  espaííola  en  América. 

Mutis  aparecerá,  cuando  esta  obra  se  lleve  á  cabo, 
en  altísimo  lugar. 

Su  labor  científica  en  la  Nueva  Granada  duró  mu- 
chos años,  pero  tropezó  con  serias  dificultades.  Su 
carácter  generoso  no  era  expansivo;  sus  facultades 
intelectuales,  movidas  por  el  resorte  de  una  gran 
curiosidad,  eran  analíticas,  no  sintéticas;  escrupulo- 
so en  los  detalles— cualidad  muy  útil  en  un  botáni- 
co— gustaba  de  anotar  todas  las  particularidades  de 
las  cosas  y  de  los  fenómenos;  mas,  en  lo  general,  el 
conjunto  de  éstos  se  ocultaba  de  su  visión  interior. 
El  carácter  domina  siempre  en  la  labor  espiritual. 
Un  ser  ondulante  les  da  á  sus  creaciones  aspectos 
policromos,  sin  poder  iluminarlas  con  el  sol  de  las 
convicciones;  no  cree  en  nada,  ó  cree  en  todo  su- 
cesivamente según  las  influencias  intelectuales  á  que 
se  somete. 


—  144  — 

Mutis  fué  vencido  por  la  expedición  botánica  de 
Ruiz  y  Pabón,  no  porque  éstos  fueran  superiores  á 
él,  sino  porque  vacilaron  menos,  y  dieron  al  mundo 
más  pronto  el  fruto  de  sus  investigaciones.  La 
J^lora  de  Bogotá  aguarda  todavía  una  mano  inteli- 
gente que  la  saque  á  la  luz  de  una  reivindicación  re- 
trospectiva. 

A  este  primer  obstáculo  con  que  tropezó  su  labor 
científica  hay  que  agregar  otros  dependientes  de  la 
variedad  de  sus  ocupaciones,  como  se  ha  visto:  el 
ejercicio  de  su  profesión  de  médico;  sus  aficiones  y 
estudios  mineralógicos  y  astronómicos;  sus  empresas 
mineras  y  comerciales;  sus  ocupaciones  matemáti- 
cas; el  estado  eclesiástico  que  abrazó,  y  el  haber  sido 
consultor  de  varios  virreyes  en  asuntos  administra- 
tivos y  hasta  empleado  fiscal,  no  fueron  circunstan- 
cias propicias  á  sus  labores  estrictamente  botánicas. 

No  era  Mutis  un  genio  capaz  de  comprender  el 
cosmos,  aunque  pudo  adquirir  muchos  conocimien- 
tos en  cada  una  de  las  provincias  del  saber  humano 
que  exploraba  su  inteligencia  superior.  Solo  una  vez 
llegó  á  la  generalización;  pero,  por  desgracia,  parece 
que  ha  desaparecido  su  bello  descubrimiento  de  las 
mareas  atmosféricas.  Médico,  clérigo,  botánico,  mi- 
neralogista, astrónomo,  profesor,  comerciante,  ad- 
ministrador: todo  esto  eran  demasiadas  preocupa- 
ciones para  un  cerebro  colocado  en  un  medio  poco 
intelectual. 

Su  vida,  con  todo,  fué  útilísima  en  la  Colonia;  fué 
un  centro  intelectual  de  primer  orden;  á  su  lado  se 


—  145  — 

formaron  pintores  y  naturalistas;  el  grupo  de  sus  dis- 
cípulos realzó  el  mérito  eminente  del  Maestro  incom- 
parable; todos  ellos  se  cuentan  entre  los  creadores 
de  la  nueva  nacionalidad  colombiana.  «Si  nuestros 
gobernantes — ha  dicho  con  magistral  acierto  Don 
Marcelino  Menéndez  y  Pelayo — no  llegaron  á  pre- 
ver con  tiempo  que  el  espíritu  ardiente  de  los  crio- 
llos no  había  de  contentarse  mucho  tiempo  con  la 
ciencia  pura,  sino  qne  había  de  lanzarse  rápidamente 
á  las  extremas  consecuencias  políticas  que  en  aquella 
cultura  venían  envueltas,  aun  esta  misma  generosa 
imprevisión  es  para  sus  nombres  un  título  de  gloria.» 
Por  donde  se  ve  claramente  que  José  Celestino  Mu- 
tis fué  el  verdadero  precursor  dé  la  Independencia. 

Entre  Mutis  y  Caldas  hubo  el  vínculo  que  hay  en* 
tre  el  protector  y  el  protegido,  y  en  cierta  esfera 
restringida,  entre  maestro  y  discípulo.  Si  Mutis  podía 
enseñarle  Botánica,  en  los  otros  ramos  de  las  cien- 
cias naturales  á  que  Caldas  consagró  sus  vastísimas 
facultades  geniales.  Mutis  no  podía  seguir  por  las 
altas  cimas  del  pensamiento  el  vuelo  del  águila. 

Caldas  pereció  en  el  patíbulo:  fué — como  dice  el 
Sr.  Menéndez  y  Pelayo — víctima  nunca  bastante 
deplorada  de  la  ignorante  ferocidad  de  un  soldado  á 
quien  en  mala  hora  confió  España  la  delicada  em- 
presa de  la  pacificación  de  sus  provincias  ultrama- 
rinas. 

Los  documentos  que  publicamos  en  este  volumen 
son  bastantes  á  probar  la  importancia  de  la  ciencia 
en  el  progreso  moral  é  intelectual  de  los  pueblos. 

10* 


—  146  — 

La  Ciencia  que  propagó  Mutis  en  la  Colonia  prepa- 
ró á  ésta  espiritualmente  para  la  Independencia.  Al 
lado  de  Mutis  hubo  otro  hombre,  poco  conocido,  de 
mérito  sobresahente,  generoso  patrocinador  de  las 
labores  científicas  de  Caldas.  Don  José  Ignacio  Pom- 
bo  (cuyas  cartas  á  Mutis  publicaremos  en  otra  oca- 
sión) como  miembro  del  Consulado  de  Cartagena, 
ciudad  donde  residía,  tuvo  la  inspiración  patriótica 
de  proponer  la  comunicación  del  río  Magdalena  por 
cinco  caminos  con  los  centros  poblados  é  industrio- 
sos de  la  Colonia,  y  de  invitar  á  Caldas  para  la  res- 
pectiva exploración  de  ellos.  Si  esto  se  hubiera  rea- 
lizado entonces,  ó  si  posteriormente  la  República 
hubiera  emprendido  la  labor  que  inició  el  Sr.  Pom- 
bo,  la  conquista  del  valle  de  aquel  río,  donde  está 
la  promesa  de  nuestro  desarrollo  económico,  sería 
hoy  una  tarea  de  verdadera  civilización  relativa- 
mente fácil.  El  Sr.  Pombo  no  sólo  lo  comprendió 
con  singular  previsión,  sino  que  hizo  cuanto  pudo 
para  llevar  á  cabo  la  empresa  salvadora.  No  limitó 
á  esto  su  esfuerzo.  Las  cartas  de  Caldas  que  hoy 
pubHcamos  honran  su  memoria.  A  Mutis  y  á  Pom- 
bo se  debió  en  mucha  parte  que  el  espíritu  de 
Caldas,  felizmente  dotado  por  la  Naturaleza,  adqui- 
riese la  madurez  sorprendente  que  hoy  admiran 
todos  los  que  conocen  sus  obras.  La  admiración 
será  mayor  el  día  en  que  se  haga  la  publicación  de 
sus  obras  completas,  como  lo  propone  con  tanto 
acierto  el  historiador  González  Suárez;  lo  que  nos- 
otros, sin  saberlo,  hemos  contribuido,  en  modesta 


—  147  — 

esfera,  á  realizar  en  parte.  Mutis  y  Pombo  ejecu- 
taban una  labor  silenciosa,  sin  que  el  público  se 
percibiese  de  la  inmensa  trascendencia  de  los  actos 
que  en  secreto  consumaban  estos  dos  hombres  bene- 
méritos. Así  sucede  siempre  con  el  apostolado  délos 
grandes  hombres:  depositan  en  el  espíritu  y  en  los 
corazones  la  semilla  de  las  futuras  redenciones 
humanas;  se  alian  con  el  tiempo,  y  el  tiempo  es 
siempre  el  mejor  de  los  aliados. 

La  influencia  que  HumboWt  y  Bompland  ejercie- 
ron sobre  el  pensamiento  de  la  Colonia,  fué  pasaje- 
ra. Hubiera  sido  más  grande  y  permanente  si  Hum- 
boldt  hubiera  accedido  á  llevar  consigo  á  Caldas  en 
su  viaje  por  el  Perú  y  por  la  Nueva  España.  Caldas 
á  su  regreso  habría  llevado  y  propagado  un  cúmulo 
inmenso  de  conocimientos.  Tal  vez  el  discípulo  ha- 
bría superado  al  maestro  en  el  curso  del  tiempo.  De 
mayor  trascendencia  fué  el  apostelado  científico  de 
Mutis,  aun  prescindiendo  de  sus  labores  estrictamen- 
te botánicas  (i). 

Los  auxilios  pecuniarios  y  de  otro  orden  que  tanto 
Mutis  como  Pombo  prestaron  á  Caldas  para  sus  es- 
tudios y  excursiones,  no  fueron  sueldos  devengados 
en  calidad  de  individuo  de  la  Expedición  Botánica. 
Mutis  no  tenía  facultad  para  hacer  semejantes  nom- 
bramientos; podía,  como  jefe  de  ella,  presentar  can- 


di Sobre  los  escritos  botánicos  de  Mutis,  véase  la  excelente  Me- 
moria histórica  sobre  Mutis  y  la  Expedición  Botánica  de  Bogotá,  del  Ilustrísi- 
mo  Arzobispo  de  Quitoj  páginas  89  y  siguientes. 


—  148  — 

didatos  al  Gobierno,  pero  no  podía  hacer  él  mismo 
la  elección.  Esto  se  hacía  por  Reales  Ordenes^  Así 
aconteció  cuando  D.  Jorge  Tadeo  Lozano  fué  agre- 
gado para  la  parte  zoológica.  En  carta  que  Pombo 
escribió  á  Mutis  en  lo  de  Julio  de  1804,  dice  que  no 
habiendo  obtenido  buen  éxito  la  solicitud  que  Mutis 
había  hecho  á  Mendinueta  para  que  Caldas  fuese 
agregado  á  la  Expedición,  había  escrito  al  Conde  de 
Casa  Valencia  para  que  se  interesara  con  el  Minis- 
tro Soler.  «He  representado  al  Conde  lo  convenien- 
te con  motivo  de  dirigirle  ciertos  papeles;  si  se  lo- 
gra que  le  den  una  regular  pensión  y  que  lo  destinen 
á  esa  Expedición  podrá  continuar  sus  trabajos  sin 
sernos  gravoso,  y  usted  tendrá  á  quién  confiar  los 
suyos  sin  riesgo  de  que  se  pierdan. » 

Ni  era  necesaria,  por  otra  parte,  esta  agregación. 
El  desinterés  de  Caldas  era  uno  de  los  rasgos  de  su 
carácter.  Con  ello  daba  buena  prueba  de  que  era 
hombre  superior.  No  era  necesario  ese  puesto  para 
el  culto  que  á  las  Ciencias  rendía.  Tampoco  fué 
miembro  de  la  Expedición  D.  José  Manuel  Restrepo, 
y,  sin  embargo,  disfrutó  de  la  ciencia  que  propagaba 
Mutis  en  su  Instituto  científico  (i). 


(i)  En  comprobación  léase  la  siguiente  carta  que  escribió  á  Mutis 
el  24  de  Enero  de  l8o8,  con  ocasión  de  remitirje  su  Ensayo  iobre  la  Geo- 
grafía, produccione!,  industria  y  f  oblación  de  ¡a  pro-vincia  de  Antioquía  en  el 
Nue'vo  Reino  de  Granada: 

«Mi  venerado  Sr.:  No  he  podido  resistir  á  les  impulsos  de  mi  cora- 
zón: sin  su  consentimiento  he  colocado  su  respetable  nombre  al  frente 
de  mis  ensayos  sobre  la  Geografía  de  la  provincia  de  Antioquía.  Haber 
yo  recibido  mis  cortas  luces  sobre  esta  ciencia  interesante  en  su  Obser- 


~  149  — 

Mutis  y  el  grupo  de  hombres  que  se  formó  inte- 
lectualmente  á  su  lado  ó  bajo  su  influencia,  hicieron 
el  primer  esfuerzo  para  constituir  una  ciencia  y  una 
Uteratura  propias  por  la  contemplación  y  el  estudio 
de  la  Naturaleza  nativa.  En  ese  grupo  figura  en  pri- 
mera línea  Francisco  José  de  Caldas,  Tenemos  ele- 
mentos bastantes  para  darles  á  nuestras  letras  sabor 
y  valer  castizos.  Es  una  gran  lástima  que  nuestros 
ingenios  busquen  su  inspiración  en  temas  exóticos, 
ó  imiten  á  escritores  forasteros,  ó  sigan  las  huellas 
de  literaturas  que  no  corresponden  á  nuestros  ideales 
como  nación.  En  los  arcanos  de  nuestra  historia,  en 
el  suelo  virgen  de  nuestras  tradiciones  nacionales,  en 
nuestra  estupenda  naturaleza,  que  nutrió  el  cerebro 
de  Caldas,  en  la  aspiración  común  por  ser  pueblo 
de  ideales  cuando  nos  amenazan  los  apetitos  organi- 
zados de  naciones  de  mercaderes,  tenemos  oro  y 
laurel  para  las  coronas  de  las  frentes  pensadoras.  El 
Semanafio  del  Nuevo  Reino  de  Granada  fué  todo  eso; 
pero,  por  desgracia,   no  ha  tenido  imitadores.  La 


vatorio  Astronómico:  deberse  á  usted  los  conocimientos  científicos  que 
existen  en  el  Reino:  saber  lo  célebre  que  es  ya  su  nombre  entre  los  sa- 
bios; he  aquí  las  poderosas  razones  que  han  influido  en  semejante  de- 
terminación. Conozco  que  la  obra  no  es  digna  de  tan  sabio  Mecenas; 
pero  con  todo  estando  determinados  los  principales  puntos  por  observa- 
ciones astronómicas,  y  los  demás  por  rumbo  y  estimaciones  trigonomé- 
tricas, espero  que  la  adjunta  copia  merecerá  la  indulgencia  de  usted  como 
formada  por  un  principiante,  así  en  el  dibujo  como  en  la  Astronomía. 

Deseo  el  que  usted  me  ocupe,  pues  soy  uno  de  sus  más  apasionados. 
Entre  tanto,  pido  á  Dios  guarde  su  importante  vida  muchos  años.  Su 
afectísimo  y  seguro  servidor  q.  s.  m.  b., 

José  Manuel  Restrepo.» 


—  15©  — 

liza  espiritual  de  nuestros  proceres  'debe  tener  nue- 
vos luchadores. 

Nada  mejor — diremos  en  conclusión — podemos 
ofrecer  desde  playas  extranjeras  para  celebrar  el 
Primer  Centenario  de  la  Independencia  que  este  modesto 
volumen,  cuyo  único  mérito  es  rescatar  del  olvido 
algunas  páginas  de  Francisco  José  de  Caldas. 


MEMORIAS  científicas  DE  CALDAS. 


Memoria  sobre  el  origen  del  sistema  de  medir  las 
montañas  y  sobre  el  proyecto  de  una  expedi- 
ción científica. 


El  pais  q.^  hoy  habito  es  de  los  mas  feraces  y  en  que  se 
halla  la  mas  bella,  la  mas  abundante  y  la  mas  nueva  vege- 
tación. Conosco  á  Santafé,  he  vivido  mucho  tp.°  en  las 
margen.^  del  Magdalena,  en  Neyva  y  Timana:  he  recorri- 
do todas  las  cercanías  de  Popayan;  pero  nada  iguala  a  las 
diversas  formas  y  á  las  plantas  caprichosas  de  la  parte  alta 
de  Quito.  Bompland  está  asombrado,  y  en  solo  la  precipi- 
tada subida  á  Antisana  hallo  mas  de  50  plantas,  entre  ellas 
géneros  nuevos.  ¡Otas,  se  habrán  escapado  a  sus  indagacio- 
nes! En  la  familia  de  gramas  halló  á  mi  vista  un  genero 
nuevo  en  la  Monaniria.  Yo  le  examine,  y  no  me  queda 
duda  en  el  particular,  juzgando  por  los  libros  q.^  trae  con- 
sigo. De  quantas  plantas  q.^  se  han  escapado  á  Ruiz  y  Pa- 
bon,  q.«  se  escaparán  seguramen.^'"  á  Tafalla  en  Guayaquil, 
haria  poseedor  al  autor  de  la  Flora  Je  Bogotá?  Conosco  que 
mis  luces  en  este  precioso  ramo  de  Historia  Natural  no 
igualan  á  las  de  Bompland:  conosco  q.«  p.^"  mi  solo  no  dis- 
tinguirla lo  nuevo  de  lo  conocido;  p.°  un  trabajo  constante 
y  el  método  q.®  me  ha  aconsejado  este  joven  botánico  es 
seguro,  y  nada  escapará  á  mis  miradas.  Se  reduce  á  muy 
poco  en  la  teoria,  y  mucho  en  la  práctica.  Toda  planta  que 
se  presenta  se  clasifica^  se  describe  j/  se  esq'ieleta.  Su  determi- 

t 


nación  se  reserva  p.'  quando  haya  libros  y  sosiego,  Baxo  de 
este  plan  he  comenzado  á  trabajar:  tengo  un  numero  res- 
petab."  de  ellas,  en  mucha  pte.  descritas.  Bompland  ape- 
nas ha  visto  su  sendero  y  los  arrabales  de  Quito,  y  va  a 
desaparecer  como  un  cometa,  ¡Que  riquezas  vegetal.^  baja- 
rían del  termino  de  la  nieve,  tan  poco  frequentado  de  los 
Botenicos!  No  seria  de  la  ultima  importancia  p."  la  Flora 
comenzar  el  proyecto  q.^  estoy  proponiendo  por  una  corre- 
rla de  quatro  ó  seis  meses  sobre  estas  masas  colosales?  Ah! 
centenares  de  plantas  en  esqueleto,  y  descritas  irian  á  ma- 
nos del  S.^'  Mutis,  mi  benefactor.  Yo  poseo  un  poco  de  di- 
bujo,  las  q.^  p.*"  mis  libros  parecieran  nuevas  irian  tamb.»^ 
en  diseño.  Todo  lo  q.®  necesito  p.^  el  desempeño  deste 
ramo  precioso  es  un  poco  de  papel  propio  p.^  desecar.  ¡Que 
objetos  tan  bellos  y  tan  varios  se  presentan  á  mi  imagina- 
ción p.^  unirlos  en  esta  expedic."  preliminar!  Pero  es  con- 
fundir las  cosas,  mesclarlas  sin  discernim.t°:  concluyam.'" 
con  la  Botánica. 

He  trabajado  de  un  modo  extraordin."  p.^  corregir  y  aña- 
dir la  parte  practica  de  Linne  traducida  p.'^  Palau,  seg."  el 
Species  plantarum  de  Willdenow,  q.*  trae  Mr.  Bompland;  y 
en  el  dia  tengo  muy  abanzada  la  Pentandria  q.^  es  hasta 
donde  llega.  He  tomado  de  la  Flora  del  Perú  los  géneros: 
he  visto  una  parte  del  herbario  de  Bompland:  he  apuntada 
qt.°  me  ha  parecido  conven.^®,  y  espero  verlo  todo,  sino  me 
reserva  algo,  como  lo  temo.  ^-Quien  sabe  si  el  temor  de  q.*^ 
yo  le  arrebate  alg."  genero,  alg.^  especie  nueva,  ha  influido 
en  la  negativa  del  Barón?  Esto  es  lo  q.^  he  hecho,  esto  es 
lo  q.®  he  trabajado  en  el  ramo  q.^  hace  el  objeto  principal 
de  las  indagns.  del  sabio  Director  de  la  Expedec."  de  San- 
tafé:  ¡Que  progresos  no  debo  esperar  con  sus  luces  y  con 
sus  auxilios!  ^Y  solo  baxare  plantas  destas  espantosas 
montañas?  Ahí  mis  ideas  se  alropellan,  y  no  se  p.'"  donde 
comenzar.  Es  preciso  caminar  aqui  con  una  lentitud  poco 


conforme  á  los  estrechos  limites  de  una  carta;  p.°  quitémos- 
le este  nombre,  y  démosle  el  de  Memoria,  y  está  enmenda- 
do el  defecto. 

Hace  muchos  años  q.^  el  Barómetro,  y  su  compañero  el 
Teimometro  son  el  objeto  de  mis  profundas  meditac.^  He 
trabajado  sobre  ellos  de  un  modo  y  con  una  constancia 
nada  común;  y  me  parece  q.*^  he  dado  alg."  paso  interesan- 
te, y  q.«  he  hecho  un  pequeño  descubrim.^'^La  falta  de  me- 
dios y  de  proporción.^,  no  me  han  permitido  darle  la  últi- 
ma mano,  haciendo  las  esperic.'^  q.«  se  requieren  en  todas 
las  elevac.^  Yo  pensaba  trabajar  sobre  este  asunto  en  Qui- 
to y  en  Guayaquil;  formar  una  Memoria,  dedicarla  |á  mi 
Protector;  hacer  ver  en  ella  q.«  sin  el  socorro  de  los  tubos 
q/  me  envió,  se  habrian  frustrado  mis  proyectos:  y  q.^  baxo 
el  nombre  ilustre  del  S.'"  Mutis  se  publicase  p.''  separado  6 
en  los  Anales  de  Literatura  del  Abate  Cavanilles.  Fie  aquí 
el  orden  de  mis  ideas,  y  si  se  quiere  la  historia  desta  Me- 
moria. 

Lei  en  Sigaut  de  la  Fond  (tom.  3,  p.  203)  la  idea  de 
medir  la  altura  de  las  Montañas  p.^"  medio  del  Termóme- 
tro, y  las  experienc*  hechas  p.''  Mr.  Heberden.  El  resulta» 
do  fué  q.^  p.''  190  pies  de  altura  baxaba  un  grado  cada 
vez  el  Termom."  Este  método  me  pareció  y  me  parece 
sumam.'^  impracticab.^  é  imperfecto.  El  calor  de  la  atmosfera 
está  expuesto  á  las  mayor.^  variedad. *"  en  el  mismo  nivel. 
Si  el  tiempo  es  sombrio,  si  hay  sol,  si  corre  tal  y  tal  vien- 
to, una  reflexión,  lo  abrigado  ó  expuesto  del  lugar,  la  hora 
misma,  todo  influye  sobre  el  licor  del  Termómetro,  todo 
nos  arroja  en  la  incertidumb.^  acerca  del  grado  de  calor 
de  un  cierto  punto.  :Y  como  asegurarse  del  calor  relativo  de 
la  base  y  de  la  cima  de  una  montaña.^  Aunq.®  supongam.^ 
dos  observación.^  con  sus  termómetros,  q.^  observasen  al 
mismo  momento,  una  nubécula  puesta  sobre  el  i."  haria 
variar  cantidades  terribles  el  licor,  y  p.'  consig.^^  la  altura 


—   4  — 

de  la  Montaña.  No  hay  método  mas  expuesto  á  error  qS  el 
indicado:  lo  miré  spre.  con  desprecio,  y  no  quise  gastar  mi 
tpo.  en  verificarlo. 

Un  dia  trabajaba  p.'  señalar  el  termino  sup.°^  de  la  es- 
cala de  un  Term.°  q/  se  me  habia  roto  en  el  extremo  del 
tubo,  y  se  podia  componer.  Sumergí  mi  tubo  en  el  agua 
hirviendo,  subió  no  á  los  80°  de  Rem.'",  p.'"  q.«  obraba  á 
800  toes,  sobie  el  nivel  del  mar,  y  con  solo  la  presión  de 
22  pulg.*  II  lin.'^,  en  lug.~*  de  28  q.''  se  nccesitab."  Los 
grados  de  mi  nueva  escala  eran  muy  cortos  y  era  preciso 
ensancharlos.  ^*Pero  sobre  q.^  principios  debia  conducir  mi 
calculo?  Nada  hallaba  escrito  en  el  particular.  Medito,  re- 
flexiono, y  he  aqui  q.'-  nacen  en  mi  espíritu  estas  ideas. 

Me  decia  á  mi  mismo,  el  calor  del  agua  hirviendo  es 
constante  á  igual  presión  atmosférica,  si  se  obra  sobre  una 
agua  pura  y  en  vaso  conven. ^^:  es  menor  este  calor  quando 
se  disminuye  la  presión,  y  es  proporcional  á  esta.  jNo  es 
este  el  mas  bello  método  p.^  determinar  tanto,  la  presión 
atmosférica,  como  la  elevac."  de  los  lugar. ■",  con  tanta 
exactitud  como  lo  puede  hacer  el  barómetro  y  q."  sabe  si 
libre  de  los  efectos  de  las  atracción.^  del  calibre  de  los  tu- 
bos, de  la  pureza  del  mercurio,  de  la  forma  y  diámetro  de 
la  cubeta  q,^  spre.  afectan  á  este.^  El  calor  del  agua  es  pro- 
porcional á  la  eleva. ^'^  en  q.^  hierve,  como  lo  es  la  colum- 
na de  mercurio  en  el  Barom.*',  al  peso  de  la  atmosfera.  He 
aqui,  concluía  yo,  reunidos  en  el  Term."  las  propiedad.^  de 
ambos  instrum.*°s  Volvía  sobre  mJs  pasos,  examinaba  de 
nuevo  mis  principios:  todos  eran  incontestab.%  todos  eran 
unas  verdad."  físjcas.  ¿Habré  hecho  yo  un  descubrim.^°.^¿Se 
habrán  ocultado  estas  ideas  á  los  hombres  mas  grandes.^  Sea 
como  fuere,  á  mi  se  me  acaban  de  presentar  por  si  solas:  yo 
vivo  en  las  tinieblas  de  Popayan:  el  libro  mas  reciente'  q.'' 
ha  llegado  á  mis  manos  es  Sigaut  de  la  Fond,  este  nada  dice 
sobre  mi  asunto,  y  nada  pierdo  en  creerme,  sino  i.°,  á  lo 


—  5  — 

menos  original.  Ardia  en  deseos  de  poner  en  practica  mi 
modo  de  pensar;  un  termom.°  roto  era  todo  mi  aparato,  y 
me  veia  ligadas  las  manos.  Se  q.*^  un  particular  poseia  uno 
y  le  guardaba  como  una  alhaja  preciosa:  tomo  mis  medid. ^ 
le  saco  de  sus  manos;  examino  el  termino  del  yelo,  lo  hallo 
bueno:  supongo  tam."  bueno  el  del  agua  hirviendo  p.'" 
ser  de  Dllond,  cerrado  á  las  28  pulg.^  en  Londres:  examino 
la  escala,  no  era  muy  exacta:  sustituyo  otra,  adapto  una 
laminilla  movible,  q.'^  hace  veces  de  nonio  ó  vertiev:  con 
esto  divido  el  grado  en  10  partes. 

Preparado  mi  Termom."  decia:  los  80°  de  calor  del  agua 
indican  28  pulg.^  El  grado  q.«  medí  en  Pop.'^  es  el  calor 
q.^  debe  corresponder  á  22.^  11. ^,  q.^  es  la  altura  á  q.<^  se 
mantiene  en  Pop.":  la  diferencia  de  los  grados  de  calor  es 
á  la  difer.^  del  Barom.°,  como  un  grado  del  Term,°  á  la 
cantid/'  q.«  corresponde  en  el  Barí>m.°  Este  resultado  debe 
ser  el  exponente  p.^  con  solo  el  calor  del  agua  hirviendo 
calcular  la  del  mercurio  en  el  Barm."  Hago  mis  prim.^ 
ensayos  y  el  resultado  es  de  los  mas  felices.  El  calculo  me 

3 
da    p.''   altura   del    Barom."   en    Pop."   22   p.   10  —  lin/, 

4 

solam."  —  de  linea  mas  pequeño  q.«  la  q.^  indicaba  mi  Ba- 

3 
rometro.  Ah!  ¡que  jubilo  se  apodera  de  mi  corazón!  ¡Que 
deseo,  q.^  furor  de  verificar  mi  método  con  nuev."  observa- 
ciones hechas  á  diferentes  elevación. "^I  La  cordillera  de  los 
Andes,  en  cuyo  pie  está  Pop.",  era  el  teatro  destinado  á 
mis  operación.^,  las  q.'^  verifiqué  con  la  mayor  actividad  y 
zelo.  Nada  se  oponia  mas  al  buen  éxito  de  mi  teoria  q.''  la 
perplexidad  en  q.^  estam.^  de  la  altura  media  del  mer- 
curio al  nivel  del  mar,  en  la  vecindad  de  la  linea,  á  pesar 
de  las  observación.^  de  Bouger,  laCondamine,  Juan,  Ulloa. 
No  queria  hacer  depender  mis  trabajos  desta  elevac."  in- 
cierta y  tomé  el  partido  sigt.^ 


Llené  mi  barom.^con  la  ultima  escrupulosidad,  no  perdí 
de  vista  la  mas  pequeña  circunstancia,  mercurio,  cubeta,  es- 
cala, todo  se  rectificó.  Emprendí  una  serie  de  observ."^  del  ba- 
rómetro casi  de  hora  en  hora  p.'"  mucho  tpo.  p.^  asegurar- 
me de  la  elevac."  de  el  en  Pop.":  destilé  agua  con  todo  el 
aseo  y  cuidado  imaginb.^  en  alambiques  nuevos  y  prepa- 
rados exprofeso:  sugete  esta  agua  al  examen  de  la  solu- 
ción de  plata  y  de  mercurio  p.'"  el  espíritu  de  nitro:  la  her- 
ví muchas  veces,  consultando  el  barom."  en  el  mismo  mo- 
mento, é  indiqué  el  calor  del  agua  en  mi  Term."  Los  resul- 
tados fueron  75°  65'  term."  de  Reaum.'",  qdo.  el  barómetro 
indicaba  12^  \i,i}  Tomé  el  nivel  y  la  presión  de  Pop.", 
como  el  termino  á  q.'-  dcbia  comparar  mis  elevac.**,  y  los 
resultad.*  de  mi  trabajo  sobre  ó  bajo  su  nivel.  Con  estos 
preparativ.^  emprehendí  un  pequeño  viage  á  la  Cordillera, 
con  el  mismo  barom.",  el  mismo  termomet.°,  y  la  misma 
agua:  verifiqué  cinco  observ.~  á  toda  mi  satisfac":  calculo 
p.'"  solo  el  calor  del  agua,  y  veo  con  la  mayor  complacen- 
cia q.^  mis  resultad,^  tienen  una  precisión  q.^  no  esperaba; 

las  mayor."  difer.^  apenas  son  de  i  —  linea,  y  en  las  mas 

2 

no  llega  á  ella.  En  mi  viage  á  esta  Ciudad  no  pude  hacer 
mas  q.^'  dos,  q.<^  tuvieron  el  mismo  efecto  feliz.  El  exponen- 
te, fruto  de  mil  combinación."  y  trabajos  lo  he  fixado  por 
ahora  en  0°,  974  grad.*  de  Reaum.'",  p.''  una  pulgada  del 
barom.°  Yo  hallo  mil  ventaj.*  en  este  método,  q.''  expondié 
en  mi  Memoria  sobre  el,  p.°  sobre  todo  de  q.*^  su  exponen- 
te es  relativo  á  la  altura  del  barom.°  y  á  la  presión  y  no  a 
la  altura  del  lugar,  q.«  jamas  sigue  la  ley  de  la  presión  y 
del  calor,  es  un  ^xponente  q.*"-  necesita  de  añadir  y  quitar, 
ya  se  obre  en  altas  montañas,  ya  al  nivel  del  mar. 

En  este  estado  estab."  mis  cosas  quando  llegó  á  Quito 
el  S.^'  Barón.  En  las  prim.^  conversac."  le  traté  sobre  la 
materia,  y  me  dixo  q."  Sucio  habia  trabajado  sobre  el  par- 


ticular,  y  habia  enseñado  el  método  de  medirlas  montañas 
con  el  term.°  Ya  se  dexa  ver  con  q.^  ansia  oiria  al  Barón 
sbre.  este  punto.  Yo  creí,  vi  mis  ideas  como  una  cosa  que 
habia  nacido  en  mi  espíritu  á  20  años  de  agolada  en  Euro- 
pa, y  solo  traté  de  presentar  unas  ideas  confirmator.^  de  la 
teoria  de  Sucio,  apreciab.^  p.^'  ser  en  grand.=*  elev.^  y  en  la 
vecindad  del  equador.  Insté  á  este  sabio  viag.°  p.^'  el  expo- 
líente y  p.^"  las  experienc.^  de  Sucio;  p.°  quando  quiso  to- 
marlo de  sus  manuscritos  halla  q.®  Sucio  no  habia  pensado 
en  el  agua  hirviendo,  q.«  este  físico  solo  era  el  perfecciona - 
dor  del  método  de  Herder,  q.^  asigna  640  pies  p/'  un  gra- 
do de  menos  en  el  term.°  expuesto  al  ayre;  y  vuelvo  yo  á 
entrar  en  poses. "^  de  mi  pequeño  descubrim.*^°. 

Remitiré  una  tabla  de  mis  operac.^  ó  mejor  de  mis  resul- 
tad.^ En  ella  se  verá  con  admirac.'"  la  perfecta  correspon- 
dencia del  calor  con  la  presión,  y  la  exactitud  del  método 
p.»  conocer  la  altura  del  barom.°,  dado  el  calor  del  agua 
hirviendo.  ¡Que  grado  de  perfecc.'^  adquirirá  esta  teoria 
con  mis  observac.^  sobre  el  Chimborazo,  á  todas  las  ele  - 
vaciones!  ¡Que  noción.^  sobre  la  presión  deducid. ^  de  unas 
opérac.s  hechas  en  las  montañas  mas  elevad.^  del  mundo 
conocido!  ¡Que  Memoria  tan  interesante  se  podria  formar 
y  publicar  antes  q.^  el  Barón  llegase  á  Europa!  Para  darle 
la  ultima  mano  es  preciso  ir  al  nivel  del  mar.  ^'Y  que 
lug.'^  mas  oportuno  q.^  Guayaquil,  al  pie  se  puede  decir 
del  inmenso  Chimborazo.^  Yo  deliro  qdo.  me  imagino  ir 
baxando  con  mis  instrum."^*^^  desde  el  termino  de  la  nieve 
permanente  hasta  el  mar,  y  á  cada  pulgada  de  mas  en  el 
barom.°  verificar  una  observac."^  del  calor  del  agua,  y  que 
qdo.  haya  llegado  á  la  costa  verifique  la  altura  media  del 
barom.°  p.^'  unos  metod."^  y  con  una  exactitud  q.*^  no  conocie- 
ron los  determinador.s  del  grado  del  Meridiano.  Ahí  q.^ 
punto  tan  importante  es  este.  ¿Serán  nros.  mares  mas  ele- 
vados q.^  el  Mediterráneo  y  dem/  situados  en  la  zona  tem- 


piada  y  glacial?  Si  es  asi,  ¿será  acaso  esto  una  nueva  prueba 
de  la  rotac."  de  nro.  globo?  ^"Será  efecto  de  una  atrae."  mas 
poderosa?  ¡Que  gloria  p.«  el  sabio  Mutis  protexer,  hacer 
una  exped."  q.^  resuelva  este  importante  problema.  Es  pues 
neccs.o  baxar  á  Guayaquil  en  busca  de  la  teoria  del 
Term.°,  y  de  la  elevac."  media  del  mercurio  al  nivel  del 
mar.  El  trato  con  el  S.^  Barón  me  ha  dado  una  larga  prac- 
tica en  este  genero  de  observe.^,  hemos  medido  junios  la 
altura  media  en  Quito,  en  mi  casa,  llenando  muchos  tubos  de 
diferente  calibre  al  mismo  tpo.  Una  vez  hize  con  este  sabio 
esta  observac";  y  en  los  dias  consecutiv.^  la  he  repetido 
tres  veces  al  dia.  En  uno  húmedo,  en  otro  seco,  y  á  pesar 
d2  esta  escrupulosidad,  espero  nuevos  trabaj.^  p.^  decidir- 
me sobre  la  altura  media  en  Quito. 

Incluiré  á  su  tpo.  la  observe."  común,  y  mis  particula- 
res. Se  notará  q.®  la  i.**  da  alturas  muy  pequeñas,  y  q.''  las 
mias  las  aumenta.  El  genio  del  Barón  es  muy  vivo  obra 
con  velocidad,  y  no  se  detiene:  yo  sequé  con  mucha 
paciencia  los  mismos  tubos,  purgué  el  mercurio  de  ayre, 
los  llené  con  paciencia,  é  hize  aumentar  la  columna.  Sigo 
trabajando  en  este  género,  y  las  resultas  las  irá  tenienda 
mi  Protector  todos  los  correos.  Si  á  estos  intereses  se  aña- 
de el  de  fixar  en  tierra  p.^'  buenas  observac.-^  astronómicas 
la  posic."  de  Guayaquil,  todavía  incierta,  de  recoger  con- 
chas, peces,  animales,  insectos,  plantas  en  tod.^  las  eleva- 
ciones, visitar  á  Tafalla  y  sus  trabajos,  levantar  la  car- 
ta &.  &.,  ;se  podrá  dudar  del  interés  deste  viage?  Si  la 
baxada  se  hace  p.'"  Cuenca,  si  se  visita  á  Loxa,  q.«  objetos 
tan  interesantes  en  la  .Quina,  en  la  base  austral  &  &?  Quan- 
tos  puntos  se  establecerían  en  altura,  qtos.  perfiles,  nivela- 
ciones barometric,^  podiam.""  publicar?  Quant.^  indago.'^  so- 
bre las  corrient.-^,  sobre  las  mareas  en  nros.  mares? 

El  S.'"  Barón  me  ha  dicho  de  la  influencia  de  la  luna 
sobre  el  barom.°,  descubrimiento  debido  al  Ilustre    Mutis. 


—  9  — 

Esta  simple  noticia  ha  despertado  mis  deseos  de  llevar  un 
diario  p.^  remitirlo  a  dho.  S  '",  hecho  con  escrupulosid.''  y 
cuidado:  el  puede  servir  de  material  p.^  confirmar  este 
importante  descubrim/°  En  la  mansión  q.^  el  Barón  ha 
hecho  aqui  he  visto  la  practica  de  las  observac.^  sobre  la 
cantidad  de  lluvia,  y  sobre  la  pureza  de  las  atmosferas;  de 
estas  nada  podré  verificar  p.^  falta  del  Eudiometro,  p.°  de 
las  prim.s  podré  hacer  mucho. 

La  Agricultura  de  esta  prov.^,  sus  buenas  ó  malas  máxi- 
mas, y  sobre  todo  el  cultivo  del  Cacao  en  Guayaquil  mere- 
cen una  atención  particular.  Consideremos  las  ventajas 
q.^  de  esto  resultarían  á  sus  amadisim.*  American.*;  yo 
paso  muchos  objetos  en  silencio  p/  q.^  no  hay  tpo  ,  no  es 
posible  decir  todo  lo  q.«  pienso:  yo  me  limito  á  lo  pral. 
Todos  los  dias  se  cargan  barcos  en  este  Puerto  para 
Acapulco,  llenos  de  cacao;  he  aqui  la  puerta  abierta  para 
visitar  á  México,  al  sabio  De  Elhuyar,  intimo  amigo  del 
ilustre  Mutis.  En  esta  America  qtos.  objetos  nuevos/ gran- 
des é  importantes!  La  visita  de  sus  Minas  baxo  la  direc- 
ción de  Elhuyar,  una  mansión  considerab.*^  en  casa  de  este 
Minero,  no  me  pondrían  en  estado  de  dar  luces  á  las  ricas 
q.^  poseemos?  Qtas.  plantas  no  recogerla  en  mi  transitor 
Ah!  quiza  la  Flora  de  Bogotá  seria  la  Flora  de  la  America. 
El  añil  de  q.^  hace  un  rico  comercio  Guatemala,  la  cochi- 
nilla merecen  sin  contrad."  el  mayor  aprecio  en  esos  luga- 
res, y  es  digno  de  observarse  y  connaturalizarse  en  nues- 
tra patria.  En  Acapulco  podia  volver  á  determinar  la 
clevac."  del  Mercur.°  á  20  grad.^  de  latitud  boreal,  com- 
pararla con  la  de  Guayaquil.  ¡Que  preciosos  conocimientos 
si  acaso  hay  una  ley  de  aumento  ó  de  disminuc",  como  lo 
creo!  Establecerla  este  Puerto  astronomicam.^^,  y  he  aqui 
un  nuevo  servicio  hecho  á  la  Geograf.®  á  la  Navegac.'^  á 
la  especie  humana.  El  carácter,  los  usos,  los  traxes,  las 
produce.^  natural.^,  los  planos,  la  carta  gral.  de  mi  ruta. 


las  montañas,  las  cordiller  "^  los  volcan. %  he  aqui  q.*^  obje- 
tos tan  grand.^,  tan  important.=^  me  ocuparían.  Es  cierto 
q/-  necesito  de  muchos  instrum.^^^;  p.^  yo  poseo  alg.^  tubos 
de  barom.*',  dos  termomet.^^,  si  la  bondad  de  mi  protector 
añade  algo  en  este  genero  ya  tenemos  lo  que  necesitamos 
p.^  tantas  observac.^  físicas  y  meteorológica  Tengo  un 
optante  de  Hadley,  una  caxa  de  reflexión.*^,  y  con  esto  pue- 
do verificar  las  altur.^  correspond.'^^%  y  absolutas  de  las 
€slrell.%  determinar  mis  latitudes  en  mar  y  en  tierra,  tomar 
ángulos  en  todas  posic.^,  medir  montañas  6c  &.  Poseo  dos 
bruxulas  p.^  las  declinac.%  p.'^  arrumbar  los  terren.^:  si  el 
ilustre  Mutis  me  franquea  una  de  bolsillo  ya  estamos 
armados.  Es  verdad  q.^  no  podré  hacer  nada  en  qto,  á  las 
irxlinac.*;  p.°  no  se  puede  hacer  todo.  Tengo  un  estuche, 
algunos  reactiv.^  químicos  p.»  analizar  aguas.  Pero  nada 
tengo  p.^  el  tpo.,  ni  p.^  ver  en  el  Cielo:  una  péndola,  y 
cronometro  y  un  telescopio  son  las  piezas  q.®  me  faltan 
y  q.^  necesito  absolutam.'^'^  Ya  le  dixe  al  S.'"  Mutis  en  mi 
antecedente  q.^  este  Presid.^e  habia  hecho  venir  de  Maynas 
la  colecc."  de  instrum,^°'  q.*^  la  Corte  ha  abandonado  alli 
ha  doce  años.  Yo  he  desenterrado  la  lista  de  ellos  q.*^  in- 
cluiré á  dho.  S.'";  y  hay  los  q/-  justam.^*^  necesito:  un  quar- 
to  de  circulo  de  un  pie  de  rayo,  una  péndola  astronómica, 
dos  telescopios  &.  Si  el  sabio  Mutis  dice  una  palabra  á  esc 
Virrey,  no  esta  todo  conseguido?  Una  orden  deste  Xefc 
p.*  q.*^^  se  acelere  su  conduce",  y  se  me  entreguen  basta- 
rla p.^  armarme  de  qto.  necesito. 

La  Astrom.^  y  la  Geograf.^  han  hecho  mis  delic.%  y  he 
adquirido  en  estos  ramos  alg.^  conocim.^°^.  Yo  no  creia 
q.^'  obraba  con  tanto  acierto  hasta  la  llegada  del  Barón. 
He  confrontado  mis  observ.^  he  manifestado  mis  pobres  y 
miserab."^  instrum.'°^  y  han  agradado  á  este  Viag.''  Ellas 
antes  de  conocerme  le  arrancaron  un  elogio,  q.®  el  amor 
propio  mas  desordenado   quedarla  satisfecho.    Es  preciso 


—  II  — 

confesar  en  honor  deste  sabio,  y  de  la  verdad  q.«  me  ha 
dado  luces  inmensas  en  la  Astrom.»,  me  ha  perfeccionado 
en  el  uso  del  optante,  me  ha  dado  ui)  rico  catalogo  de  560 
eslrell.^,  la  fórmula  p.»  el  calculo  de  las  declinac.=*,  tablas 
de  refracc.=^  á  diferent.*  elevac.^  sobre  el  Mar,  los  métodos 
de  la  Borda  p.''  las  distanc.^  de  la  luna  al  Sol,  mil  peque- 
ñas practic.s  p.^  la  perfecc."  de  las  observac."^;  todo  esto  y 
mucho  más  debo  á  este  Prusiano:  seria  un  ingrato  sino  lo 
confesara  abiertamen.^^  Me  ha  puesto  en  estado  de  mane- 
jarme p/"  mi  solo,  y  de  hacer  algo  de  provecho.  El  ha 
insertado  en  sus  diarios  muchas  determinac."^  astromic."^  he- 
chas en  Neyva  y  Timana,  y  ha  copiado  mi  carta  desla 
jurisd/^  Todo  este  aprecio  le  meresco.  <Qto.,  pues,  deter- 
minaría con  este  aparato  en  benef.°  de  la  naveg."  y  de  la 
geografía?  El  sabio  I^Iutis  q,'^  es  Astrónomo  penetrará 
mejor  estas  cosas. 

Los  libros  q.®  necesito  seria  una  Astrom.»  de  Lalande, 
el  Almanaque  náutico  adelantado.  Para  este  año  de  802  he 
tomado  lo  neces.°  del  q.^  tiene  el  Barón.  Yo  tengo  las 
tablas  logarítmicas  de  Baíls,  y  estas  me  bastan.  México 
esta  soberbia  Capit.^  seria  descrita  con  toda  extensión, 
seria  mejor  conocida.  En  mí  ruta  á  Veracruz  se  me  presen- 
tarían nuev.^  objetos  en  todos  ramos.  Aquí  volvería  á  tra- 
bajar sobre  la  clcvac.'^  del  Mercurio  en  el  barom.°  al  nivel 
del  Atlántico,  y  á  19  grad.^  de  latitud.  Esta  nos  haría 
conocer  mejor,  y  confirmaría  nras.  sospechas  sobre  la  ley 
de  diminución  y  sobre  la  rotac.'^  de  nro,  globo. 

El  plan  de  mi  anter.^''  proyecto  es  el  mismo  desde  Méxi- 
co: los  mismos  objetos,  los  mismos  intereses  en  Havana, 
Sto.  Domingo,  Jamayca,  Puerto  Rico,  Cartag.*  Honda, 
Santana.  eV.  No  puedo  escribir  este  nombre  sin  envidiar  su 
suerte.  Posee  al  virtuoso  Mutis.  Que  día  tan  glorioso  aquel 
en  q.«  pueda  estrecharle  entre  mis* brazos,  besar  esa  mano 
liberal  y  bienhechora^  regarlas  con  lagrimas  de  respeto,  de 


jubilo  y  de  reconocim.^'^,  y  en  q,^  me  una  p.^  spre.  á  hom- 
bre tan  grande,  tan  generoso,  tan  sabio!  O  Dios  concédeme 
esta  gracia,  no  cortéis  el  hilo  de  mi  vida  antes  de  servir, 
antes  de  mostrar  mi  gratitud  á  Mutis.  Dichoso  Rizo,  si 
dichoso  q.^  puedes  gozar  de  la  presencia  deste  genio,  que 
podéis  consagraros  d  su  servicio,  q.'^  es  servir  á  la  sabidu- 
ria.  Envidio  vra,  suerte.  ¿Podré,  seré  tan  feliz  q.^  alg.'^  dia 
podré  partir  contigo  tan  glorioso  ministerio?  Mi  alma  está 
conmovida,  yo  estoy  fuera  de  mi,  es  necesar.°  dexar  evapo- 
rar el  fuego  q.«  me  abrasa  p.^  poder  proseguir. 

Cargado  de  los  despojos  de  ambas  Americas,  lleno  de 
luces  y  de  gloria  me  presentaré  á  mi  benefactor,  á  mi 
padre,  pondré  á  sus  pies  tod.  mis  trabaj.*^  como  debidos 
á  su  bondad  y  á  su  beneficencia:  el  será  dueño  absoluto  de 
todo,  como  lo  es  de  mi  corazón;  el  corregirá  mis  descuidos, 
el  digerirá,  el  publicará  una  relación  de  un  viage  costeado, 
apoyado,  dirigido  p/ su  sabid.^  y  su  magnif.%  toda  la  glo» 
ria  q.®  resulte  de  el  se  acumulará  sobre  su  cabeza,  y  en  ñn 
tendrá  el  dulce  placer  de  haber  formado  á  un  joven,  de 
haberle  sacado  de  la  obscuridad,  de  haberle  labrado  su 
felicidad. 

Este  es  mi  plan,  conf.^  á  el  comienso  á  trabajar  sobre 
Quito  desde  mañana  mismo:  p.«  Julio  puedo  partir  de  aqui 
á  Guayaquil;  residir  dos  meses  en  este  Puerto;  en  Septiem- 
bre puedo  estar  en  Acapulco,  y  pasar  el  invierno  en  Méxi- 
co con  el  sabio  de  Elhuyar.  En  Enero  partir  á  Veracruz,  de 
aqui  á  Havana  &.,  y  en  todo  el  año  de  803  regresar  á 
Stafe.:  año  y  medio  ó  dos  años  será  todo  el  tpo.  de  mi 
correrla;  al  fin  de  ellos  estaré  ya  al  lado  de  mi  benefactor, 
y  dentro  de  tres  q.^  vea  el  Universo  q.®  hay  hombres  sa- 
bios, q.^  hay  generosidad,  q.^  hay  grandeza  de  alma  en  el 
ilustre  Mutis,  q.^  no  contento  con  las  plantas  de  su  distri- 
to, q."^  no  contento  con  plantas  ha  costeado  ha  emprehen- 
dido  un  viaje  q.^  abraza  tod.»  los  objetos  útiles.  ¡Que  gloria 


—  13  — 

redundará  desta  empresa  concebida  y  executada  baxo  la 
protec."  deste  sabio!  Tendremos  conq.^  vindicarnos  del 
desayre  de  Humboldt.  Si,  desayre  ipS  q.^  viola  la  ley  q.^ 
se  ha  impuesto  de  viajar  solo  con  un  joven  de  Quito,  q.® 
carece  de  luces  absolutam.'%  q.®  como  Alfer.^  sigue  p.^  Es- 
paña á  continuar  su  servicio?  Porq.^  el  mismo  lo  costes? 
¿Porq.^  desciende  con  el  hasta  las  mas  pequeñas  operación.^ 
de  Geometría?  Mas  de  una  vez  he  sido  testigo  de  lo  q.®  es- 
cribo. Yo  he  visto  q.®  el  Mártir  voluntario  del  Galvanis- 
mo ha  perdido  el  tpo.  en  medir  ángulos  sobre  un  pequeño 
terreno,  en  resolver  graficam.t^  un  triangulo,  p/"  q.^  su  dis- 
cípulo es  incapaz  del  calculo,  en  hacer  semicírculos  de  pa- 
pel p.^  explicarle  q.^  es  grado.  Este  joven  no  le  complica 
su  equipage.  Tiene  tpo.  p.^  instruirlo.  Ah!  hasta  los  homb."' 
mas  grandes  tienen  debilidades!  Mi  constitución  es  débil  p.^ 
ir  á  Lima  y  á  México,  asi  dice.  ¿"Tiene  alg."  fundam.^^  p.* 
asegurarlo?  Ha  entrado  conmigo  en  alguna  fatiga  q.®  no 
haya  podido  soportar?  Una  salud  perfecta,  una  cabeza  q.^ 
trabaja  horas,  diré  mejor,  q.^  casi  no  interrumpe  el  traba- 
jo, q.*  ayuna  sin  fatiga  y  sin  acortar  sus  tareas,  q.'  pasase- 
manas  enteras  al  pie  de  su  Quarto  de  Circulo,  q.^  sabe  no 
dormir  muchas  noches  de  seguida,  q.^  hace  jomad. ^  es- 
pantosas, q.'  sube  q.^  baxa  á  pie  las  montañas,  q.'  no  sabe 
lo  q.*  es  una  grave  enfermedad;  es  el  joven  débil  q.*  no 
puede  sufrir  un  viaje,  q.*  lo  hace  la  dama  mas  mimada  y 
delicada.  Sobre  todo,  no  han  querido  llevarme,  y  esto  vale 
p.''  todos  los  discursos  q.'  inútilmente  me  hace  el  Barón 
y  Bompland.  Yo  he  ahogado  mis  sentim.^^^  dentro  de  mi 
pecho:  he  manifestado  en  medio  de  mi  desesperac",  sere- 
nidad; y  he  hecho  creer  a  estos  Señores  q."  estoy  conven- 
cido de  sus  razones.  No  he  querido  ni  en  este  caso 
extremo  ser  de  dictamen  diverso  del  Barón:  seguimos  con 
la  misma  amistad,  me  aprovecho  de  sus  luces  y  de  sus 
instrum.<^°-^  Me  empeño  en  no  perder  los  dias  q.*  esté  con 


—   14  — 

nosotros,  p/'  desempeñar  mejor  todo  lo  q/  se  digne  en- 
cargarme mi  benefactor. 

Tengo  pocos  años,  mi  juventud  ardiente  puede  delirar 
en  este  plan  conmovida  con  un  acontecim.*°  no  esperado. 
La  sabia  penetrac."  del  Señor  Mutis,  su  prudencia  consu- 
mada pesarán  mejor  las  ventaj.^  desta  nueva  expedición. 
El  me  dirigirá  y  dispondrá  con  absoluto  dominio  sobre  mi. 
Se  va  á  cerrar  el  correo^  y  solo  esto  me  hace  caer  la  pluma 
de  mi  mano.  Tanto  fuego  tengo  en  mi  corazón  en  amor  del 
generoso  Mutis.  ¡Cielo  santo  conservad  esta  vida  tan  pre- 
ciosa, prolongad  unos  dias  q."  nos  labran  nra.  felicidad! 


Ensayo  de  una  Memoria  sobre  un  nuevo  método 
de  medir  p/  medio  del  termómetro  las  Mon- 
tañas ^^\ 

Quito  y  Abril  1802, 

m 

J.  C.  Mutis. 

Auctori  mee  fortune  XJCotWxz  primo  ñaue  offero. 
Ex  ipso  Systemate  Nature  á  tonto  Mecíenate  donato. 
I.     En  un  pequeño  viaje  (2)  q.^  hice  al  Volcan  de  Puracé 
distante  5  leguas  al  Este  de  Popap."  p.''  reconocer  sus  bo- 


(1)  Don  Lino  de  Pombo  en  su  Memoria  histCr'ica  sobre  la  nj'ida,  carácter^  tra- 
bajos cientrjjcosy  literarios  y  ser'vidcs  patrióticos  de  Franci^.co  "José'  de  Caldas,  publi- 
cada primero  en  La  Siesta,  de  Bogotá,  en  1852.-7  en  parte  reproducida  por  el 
señor  Vergara  y  Vergara  en  su  Historia  de  la  Literatura  en  Nueza  Granjda^ 
dice  que  esta  Memoria  fué  dada  á  la  estampa  en  Burdeos  en  1819  con  innu- 
merables errores  tipográficos,  y  expresa  el  deseo  de  que  se  reimprima  «ex- 
purgada de  sus  graves  defectos  con  amor  é  inteligencia».  No  nos  es  posible 
llenar  el  segundo  requisito.  Cuando  la  copiamos  escrupulosamente  del  ar- 
chivo de  la  Expedición  Botánica  creímos  que  era  un  documento  inéditoj  re- 
cordábamos que  el  señor  Vergara  y  Vergara  había  reproducido  en  la  Re-viila 
de  Bogotá  el  escrito  del  señor  Pombo,  pero  habíamos  olvidado  la  circunstancia 
que  apunta  respecto  de  esta  Memoria.  Satisfacemos  en  parte  el  deseo  del  se- 
ñor Pombo,  y  dejamos  á  los  especialistas  el  cuidado  de  cotejar  el  texto  que 
damos  en  este  volumen  con  la  edición  de  Burdeos  y  de  expurgar  de  errores, 
si  los  tuviere,  el  texto  que  hemos  tenido  á  la  vista. — D.  M. 

(2)  El  autor  de  este  viage  fue  D.  Ant."  Arboleda  joven  de  luces  y  amante 
de  los  conocimientos  útiles.  Nos  acompañó  D.  Juan  Joseph  Hurtado  q.*  lo 
anima  igual  espíritu.  Gastamos  ocho  días  asistidos  con  una   magnificencia 


—  lo- 
cas, elevación,  termino  de  la  rrteve  permanente  en  esta  la- 
titud, muchas  vertient.^  de  aguas  minerales  y  plantas,  no 
tuve  acontecimiento  mas  feliz  q.^  romper  un  term."  p.^'  la 
extremidad  del  tubo.  Sí,  este  fue  el  fruto  mas  precioso  de 
esta  expedición  p.'"  q.®  fue  la  causa  de  q.^  nacieran  en  mi 
alma  ideas  q.®  de  otro  modo  nunca  se  habrían  excitado. 

2.  Restituido  á  Popayan  sin  mas  T.  (i)  q.«  el  q.^  acababa 
de  romper,  con  el  dolor  de  ver  interrumpida  una  serie  de 
observaciones  comenzadas  traté  de  hacer  útil  lo  q.^  me 
quedaba  de  este  instrum.^°  El  termino  del  yelo  me  decia, 
aunq/'  ha  quedado  invariable  es  preciso  q.«>axe  á  causa 
del  mercurio  q.*"  se  ha  de  derramar  quando  le  hierva;  pero 
nosotros  gozamos  de  la  nieve  todo  el  año  y  es  fácil  obtener 
el  termino  inferior  de  mi  escala.  En  mis  primeras  reflexio- 
nes crei  q.'^^  el  calor  del  agua  hirviendo  me  daria  con  igual 
seguridad  el  termino  superior.  Sin  profundisar  mas  sobre 
la  verdad  de  estos  principios  tomo  agua  de  lluvia  con  pre- 
caución, la  hiervo,  sumerjo  mi  T.,  dexo  q.®  evaqije  todo  el 
mercurio  superabundante,  lo  cierro  y  creo  tener  el  un  ex- 
tremo de  mi  nueva  escala:  Hago  venir  nieve,  le  machaco 
y  envuelvo  en  ella  la  bola  de  mi  T.,  señalo  el  punto  en  que 
se  detiene  y  pienso  q."'  no  faltaba  ya  otra  cosa  q.«  dividir 
el  espacio  contenido  entre  estos  dos  puntos  en  8o  parleF, 
si  quería  la  escala  de  Reaumur;  y  en  i8o  si  la  de  Favenheit. 
Pongo  en  execucion  mi  pensamiento,  hallo  unos  grados 
demasiado  pequeños  comparados  con  los  q.^  tenia  el  T.  an- 
tes de  romperse:  el  calor  de  la  atmosfera  de  Popayan,  tan 


nada  común  y  auxiliados  con  quanto  quisimos.  Formamos  una  Mem:,r'ía  io- 
breel  Volcan  de  Purace.  Ella  contiene  la  determinación  del  termino  de  la  ve- 
getación á  2"  20'  de  latit.  boreal,  mis  reflexiones  sobre  este  particular,  el 
análisis  de  dos  fuentes  minerales,  la  descripción  de  ellas,  de  dos  cascadas, 
nras.  observaciones  geológicas,  congeturas  sobre  las  erupciones  del  Volcan 
y  en  fin,  la  descripción  de  un  numero  considerable  de  plantas, 
(i)     La  T  expresará  termómetro  y  la  B  barómetro. 


—  17  — 

conocido  p.^  mi  p.^'  mis  anteriores  observaciones,  crece;  y 
habria  creido  qualquiera,  desnudo  de  este  conocimiento, 
q.«  esta  ciudad  tenia  el  temperamento  de  Neyva  ó  Mari- 
quita. Concluí  en  gral.  q.^  habia  error  en  los  extremos  de 
mi  escala  y  q.®  era  necesario  profundizar  la  materia.  Am- 
bos puntos,  el  yeloy  el  calor  del  agua,  ¿estarán  afectos  de 
alguna  corrección  precisa  q.^  he  omitido?  ¿Tendrá  la  niev^e 
menos  frió  en  la  vecindad  de  la  linea.^  ¿Resucitara  la  opi- 
nión de  q.«  el  yelo  es  mas  frió  en  razón  de  la  latitud?  Yo 
habia  tenido  cuidado  de  sumergir  mi  T.  muchas  veces  en 
la  nieve  antes  de  q.^  se  rompiese,  y  siempre  habia  baxado 
exactamente  al  termino  de  la  congelación.  No  podia,  pues, 
concluir  nada  contra  la  invariabilidad  del  termino  inferior. 
Por  el  contrario  mis  observación.^  sobre  este  objeto  con- 
firmaban su  fixeza  de  un  modo  mas  victorioso  q.^  las  del 
D/'  Martine.  Este  Fisico  (i)  habia  visto  solamente  q.«  el 
yelo  era  igualmente  frió  á  56"  20'  y  52°  30'  de  latitud  bo- 
real, entre  quienes  no  hay  mas  diferencia  q.«  3°  48'.  Pero 
mis  trabajos  en  este  genero  prueban  q.^  un  T.  q.«  señala  o 
en  Londres  á  51°  30'  de  latitud;  se  detiene  en  el  mismo 
punto  á  2°  24'  de  lat.,  quando  se  le  sumerge  en  el  yelo,  y 
acabo  de  veer  q.^  lo  mismo  sucede  en  Quito  á  13'  de  lati- 
tud austral.  El  yelo  es,  pues,  igualm.^^  frió  baxo  de  la  linea 
q."  á  5 1°  30'  de  lat.  boreal,  en  un  pais  baxo  coma  Londres, 
á  800  toesas  en  Popayan,  y  á  1.600  sobre  el  mar  en  Quito, 
en  unos  paises  tan  diferentes  p.'"  su  clima  y  p.'"  sus  produc- 
ciones q.^  parecen  los  extremos. 

3.  Si  tenia  ideas  claras  y  hechos  q.'^  demuestran  el  ter- 
mino del  yelo,  habia  pensado  muy  poco  en  el  del  agua 
hirviendo.  Desde  entonces  conoci  q.^  el  error  de  mi  escala 
se  acumulaba  sobre  el  termino  superior,  y  traté  de  adqui- 
rir nociones  exactas  sobre  él,  como  las  tenia  del  inferior. 

(i)     Física  experim.  de  Mr.  Sigaud  jle  la  Fond.,  t.  3.,  p.  191. 

2 


—   i8  — 

Bien  presto  vi  q.*^  aunq.«^  el  calor  del  agua  hirviendo  es 
constante  supone  igual  presión  atmosférica:  q.«  aumentán- 
dose ó  disminuyéndose  esta,  se  aumenta  ó  disminuye  el 
calor  del  agua:  y  en  fin  q.«  yo  obraba  a  800  toesas  sobre 
el  nivel  del  mar  y  con  solo  la  presión  de  22"  10^,  9,  eleva- 
ción del  mercurio  en  Pop.",  en  lugar  de  28  q.^  se  requieren 
p.^  obtener  el  termino  superior  de  una  buena  escala.  Era, 
pues,  preciso  aumentar  el  espacio  entre  los  dos  puntos  fun- 
damentales tanta  cantidad  quanta  corresponde  á  5"  1\  i  de 
mayor  presión  del  agua.  ^-Pero  sobre  qué  principios  debia 
establecer  mi  calculo.^  Muy  poco  ó  nada  se  ha  escrito,  diré 
mejor,  ha  llegado  á  mis  manos  sobre  este  particular.  To- 
dos los  ñsicos,  todos  los  artistas  cierran  sus  T.^  quando  el 
B.  está  á  28 ";  y  De  Luc  adopta  la  altura  de  27  como  mas 
gral.  en  las  ciudades  de  Europa.  La  única  luz,  y  esta  es- 
casa que  tenia  era  un  pasage  de  Mr.  Sigaud  de  la  Fond  (i) 
«del  Dr.  Martine,  dice  este  físico,  ha  experimentado  q.<^  la 
elevación  ó  descenso  del  mercurio  siendo  de  una  pulgada 
en  el  Barómetro,  el  calor  del  agua  cociendo  varia  algo  me- 
nos de  dos  grados  según  la  escala  de  Farenheit».  La  expre- 
sión algo  m:nos  q.^  no  asigna  una  cantidad  determinada 
me  arrojaba  en  la  incerlidumbre  y  en  la  imposibilidad  de 
poder  verificar  en  mi  T.  el  termino  superior  de  la  escala, 
sin  pasar  á  un  lugar  baxo  en  q."'  ascendiese  mi  B.  á  28  ".  La 
necesidad  era  urgente,  y  no  podia  hacer  un  viage  costoso 
por  solo  este  interés.  Dirigi  todas  mis  fuerzas  á  veer  si  po- 
dia verificar  mi  escala  sin  salir  de  Pop." 

4.  Dos  grados  de  Farenheit  hacen  o°,888  de  Reaumur. 
^•Será  acaco  el  algo  menos  del  D.'"  Martine  las  dos  ultimas 
cifras  de  la  fracción  antecedente?  Quiero  creer  q.<^  esta  es 
la  cantidad  q.*'  asigna  este  fisico,  quiero  p.^"  ahora  calcular 
con  solo  0°8  de  R.  p.'^  una  pulgada  del  B.,  y  será: 

(i)     Física  experim.,  t.  3.,  p.  189, 


—  19  — 


Debo,  pues,  conforme  á  este  calculo  añadir  4°,  073  al 
termino  superior  q.^  dé  el  calor  del  agua  en  Popayan,  y  la 
unidad  q.^  debe  servir  para  verificar  esta  cantidad  le  hallo: 

80"  — 40  — 073  =  75,  927. 

Por  consiguiente  debo  dividir  en  el  nivel  de  Pop."  el  es- 
pacio comprehendido  entre  el  yelo  y  agua  hirviendo  en 
75;  927,  y  este  es  el  calor  que  tiene  este  fluido  á  la  pre- 
sión de  22^  10^,  3. 

5.  Tales  fueron  los  resultados  de  mis  combinaciones, 
resultados  q.«  no  contentaban  mi  escrupulosidad.  Ellas 
eran  el  producto  de  dos  números  q.«  aun  no  conocemos 
bien.  La  elevación  media  del  mercurio  en  el  B.  al  nivel  del 
mar  baxo  del  Equador  y  en  sus  inmediaciones  y  lo  q.«  au- 
menta ó  disminuye  el  calor  del  agua  p.^'  una  pulgada  de 
este  instrumento  son  cantidades  inciertas. 

6.  A  pesar  de  las  observaciones  hechas  en  Portobelo, 
Panamá,  Manta,  Guayaquil,  Lima  p.^'  los  astrónomos  Go- 
din,  Bouguer,  de  laCondamine,  Juan,  Ulloa  quedamos  en 
la  incertidumbre  sobre  la  alt.^  del  B.  al  nivel  del  mar  entre 
los  Trópicos.  El  tiempo  q.^  se  mantuvieron  estos  sabios 
sobre  nuestras  costas  fue  muy  limitado  y  el  resultado  de 
sus  observaciones  vario.  Si  reflexfonamos  sobre  sus  escri- 
tos, si  nos  tomamos  el  trabajo  de  compararlas  y  tenemos 
presente  el  estado  de  nros.  conocimientos  en  aquella  época, 
hallaremos  que  las  variaciones  son  mayores  en  los  lugares 
baxos,  y  mucho  menores  en  la  cima  de  las  montañas:  que 
sus  determinaciones  van  desde  27  "  11'  hasta  28  "  i  V2'  ^^^ 
en  1735  y  36  no  se  pensaba  en  disminuirla  columna  de  mer- 
curio dilatada  p.''  27,  p.'"28y  muchas  veces  p.'"  29  grados 


20    — 

de  calor  en  la  escala  de  R.:  q.^  es  bien  dudoso  que  se  haya 
tomado  la  precaución  de  no  deducir  la  altura  media  de  la 
suma  de  todas  las  observaciones  partida  p.'"  su  numero, 
método  q.^  ha  expuesto  á  muchos  á  los  mayores  errores,  y 
q.e  ha  inutilizado  tantos  trabajos  preciosos;  y  en  fin  que  su 
elev."  media  es  la  indicada  p.'"  un  B.  simple  y  único  y  nun- 
ca p/  muchos  tubos  de  diferente  densidad  y  calibre.  ¡Que 
desconfianza  no  deben  inspirarnos  estas  reflexiones!  Esta 
materia  la  he  tratado  con  mas  extensión  en  mi  Memoria 
sobre  la  elevac.^  media  del  mercurio  entre  los  trópicos  al  nivel 
del  mar. 

Aun  es  mas  dudoso  el  otro  dato  de  mi  calculo,  y  si  he 
de  hablar  con  la  ingenuidad  propia  de  un  amante  de  la 
verdad,  la  fracción  o°,  8  p.''  12  ^  del  B  es  una  adivinanza. 
De  estos  principios  q.®  se  me  presentaban  con  toda  la  fuer- 
za de  su  verdad  concluí  q.*^  el  calor  del  agua  en  Popayan 
era  incierto,  y  que  era  preciso  buscarle  de  un  modo  direc- 
to é  independiente  de  toda  suposición. 

Aqui  habria  acabado  la  lucha  con  mi  escala  si  hubiera 
hallado  un  T.  q.'^  sostituir  al  primero.  Las  observaciones 
comenzadas  se  iban  á  inutilizar,  y  he  aqui  un  poderoso 
motivo  q.^  me  anima:  duplico  mis  exfuerzos,  leo  los  pocos 
Físicos  q.^  tengo  y  comienso  á  meditar  con  seriedad.  Un 
dia  revolviendo  en  mi  espíritu  todas  las  ideas  expuestas 
hasta  aqui  quiero  volver  sobre  mis  pasos  para  aclararlas 
y,  tomo  un  camino  inverso.  De  repente  se  me  presentan  es- 
tas verdades  «El  calor  del  agua  hirviendo  es  proporcional 
á  la  presión  atmosférica:  la  presión  atmosférica  es  propor- 
cional á  la  altura  sobre  el  nivel  del  mar:  la  presión 
atmosférica  sigue  la  misma  ley  q.^  las  elevaciones  del  B., 
ó  hablando  con  propiedad,  el  B  no  nos  enseña  otra  cosa 
que  la  presión  atmosférica:  luego  el  calor  del  agua  nos 
indica  la  presión  atmosférica  del  mismo  modo  q.*^  el  B: 
Juego  como  el  puede  darnos  las  elevaciones  de  los  lugares. 


He  aqui  un  método  de  medir  las  Montañas  y  las  elevacio- 
nes de  los  lugares  sin  necesidad  del  B  y  con  tanta  seguri- 
dad como  el.»  ^'Será  este  un  verdadero  descubrimiento?  ¿Ha- 
bré adivinado  en  el  seno  de  las  tinieblas  de  Popayan  un  mé- 
todo q.e  estará  hallado  y  perfeccionado  p/  algún  sabio 
europeo?  O  p/  el  contrario  ;seré  yo  el  primero  á  quien  se 
hayan  presentado  estas  ideas?  Siendo  tan  claras  ¿se  habrán 
ocultado  á  Reaumur,  D'Lisle,  Farenheit,  De  Luc  y  Sucio? 
El  libro  mas  reciente  q.^  tengo  es  Sigaud,  le  consulto  de 
nuevo,  no  hallo  nada  q.®  se  parezca  á  mi  teoria.  Indica,  es 
verdad,  un  método  de  medir  las  alturas  p/  el  T.  Pero  ¡que 
diferente!  ¡que  imperfecto!  ¿Habria  suprimido  el  del  calor 
del  agua  si  hubiera  sido  conocido  al  tiempo  que  escribía? 
Por  lo  menos,  concluyo,  hasta  esta  época  no  se  ha  pensa- 
do en  el.  La  simplicidad  de  los  principios  la  claridad 
de  las  ideas  me  inspiraban,  apesar  de  estas  reflexiones 
una  grande  desconfianza  ;Es  posible,  me  volvía  á  pre- 
guntar, q.^  se  hayan  ocultado  estas  pequeñeses  á  unos 
hombres  tan  grandes?  Es  verdad  q.®  la  historia  nos  pre- 
senta exemplos  q.®  no  se  pueden  leer  sin  humillación. 
¿Quien  creyera  q.^  los  Antiguos  q.^  poseyeron  el  arte  de 
hacer  el  vidrio  no  alcanzaron  á  usar  de  el  para  defen- 
derse del  ayre  y  del  frío  sin  privarse  de  la  luz?  ¿Que  los 
Peruanos  q.^  erigieron  unos  edificios  q.^  hacen  nra.  admira- 
ción no  supieron  formarse  una  ventana?  Puede  ser  que  á 
estos  sabios  ocupados  siempre  de  grandes  objetos  se  hayan 
escapado  estas  ideas.  ¡Qué  dudas!  ¡Que  suerte  tan  triste  la 
de  un  Americano!  Después  de  muchos  trabajos  si  llega  á 
encontrar  alguna  cosa  nueva  lo  mas  q.^  puede  decirse:  no 
está  en  mi  i  libros.  ¿Podra  algún  pueblo  de  la  tierra  llegar  á 
ser  sabio  sin  una  accelerada  comunicación  con  la  culta  Eu- 
ropa? ¡Que  tinieblas  las  que  nos  cercan!  Pero  ah!  ya  duda- 
mos ya  comenzamos  á  trabajar,  ya  deseamos!  Esto  es  ha- 
ber llegado  á  la  mitad  de  la  carrera.  ¿Qual  es  ese  genio 


22    — 

bienhechor  q."  nos  ha  conducido  hasta  este  termino?  Mutis 
llega  á  nras,  costas:  la  luz  raya  sobie  nro.  hemisferio, 
levanta  el  grito  y  despierta  á  este  mundo  aletargado.  Ilus- 
tre sabio,  yo  os  veo  en  este  momento  cercado  de  una  glo- 
ria q.*  vros.  mas  implacables  enemigos  no  os  podran  arre- 
batar: ¡Mutis  nos  trajo  las  primeras  nociones  de  las  Cien- 
cias! Si  aun  no  somos  sabios  no  es  culpa  vra.,  todo  se 
debe  imputar  á  nra.  pereza  y  á  esa  funesta  adhecion  á 
nras.  antiguas  preocupaciones.  Si  correspondiendo  á  vues- 
tras miras  paternales  seguimos  la  gloriosa  carrera  q.'  nos 
habéis  abierto,  si  hacen  progresos  las  Ciencias  entre  nos- 
otros, si  alguno  requiere  reproducir  en  el  Nuevo  Mundo  á 
Montucla,  Bayllé,  Andrés,  si  se  escribe  la  Historia  literaria 
de  la  América;  Mutis  estará  al  frente.  Mutis  sera  el  padre 
de  nras.  luces.  Yo  me  desvio:  sin  advertirlo  he  dado  con 
el  objeto  de  mi  amor  y  de  mi  delirio.  No  tengo  que  pedir 
venia  p.''  esta  digrecion.  Mis  paysanos,  los  jóvenes  que  as- 
piran á  la  sabiduría,  querrían  que,  olvidando  la  materia  de 
este  Ensayo  de  Memoria,  se  convirtiese  en  el  panegírico 
del  Autor  de  sus  luces:  ¡Que  objeto!  que  breve!  Tiemblo, 
no  me  atrevo  á  tocarlo.  Las  cenizas  de  Fontenelle  y  de 
Tomas,  los  genios  succesores  de  estos  sabios  reclamarían 
sus  derechos:  no  quiero  disputarlos:  pongo  en  sus  manos  un 
material  q.^  no  es  digno  de  las  mias:  me  contento  con  no 
ceder  á  ninguno  de  ellos  en  amor;  y  con  hablarle  del  B,  de 
la  agua  hirviendo  y  del  T. 

Sean  conocidas,  ó  nuevas  yo  debo  perfeccionarlas,  me 
decia,  debo  consultar  á  la  experiencia.  Si  lo  primero,  ten- 
dremos un  exemplo  de  que  una  misma  verdad  se  presenta 
al  mismo  tiempo  á  muchos:  compararemos  los  trabajos  del 
europeo  con  los  del  hijo  de  Popayan;  veremos  los  caminos 
q.*^  han  seguido,  sug  resultados,  y  tal  vez  unos  corregidos 
p.^"  los  otros  perfeccionaran  esta  teoria.  Aun  quando  haya 
salido  perfecta  de  las  manos  del  primero  no  habré  perdido 


—  23  — 

mi  trabajo.  Mis  observaciones  en  este  caso  serán  unos 
hechos  q.**  la  confirmen,  probaran  q/  es  general,  q.®  baxo 
■de  la  linea,  á  pequeñas  latitudes,  en  todas  las  elevaciones 
los  resultados  son  iguales  á  los  de  la  zona  templada  y  que 
no  influyen  en  ella  ni  la  distancia  ni  el  clima.  Si  lo  segun- 
do ¿no  es  desidia,  no  es  una  pereza  reprensible  abando- 
nar una  materia  que  puede  tener  conseqüencias  impor- 
tantes? 

Estas  reflexiones  me  inspiran  un  valor  superior  á  los 
obstáculos  q.'  me  rodean  y  resuelvo  trabajar  en  quanto 
esté  de  mi  parte.  Pero  ¿por  donde  debo  comenzar?  ¿Que 
principios  deben  guiar  en  mis  indagaciones?  Solo,  aislado, 
sin  luces,  sin  libros,  sin  instrum.*^*^^;  mi  mano  debe  formar, 
yo  he  de  ser  el  criador  de  q.^°  necesite  p.^  poder  dar  un 
paso  en  los  trabajos  proyectados.  El  primero  debe  ser  una 
observación  del  calor  del  agua  en  Popayan  con  T.  exacto. 
jOue  dificultad!  Aun  no  he  com.enzado,  ya  estoy  detenido 
en  mis  trabajos.  Nada  me  acobarda  Indago  con  el  mayor 
cuidado  y  de  todos  modos  si  existe  alguno  en  Popayan  y 
«n  cuyas  manos.  Descubro  dos,  el  uno  de  espíritu  de  vino 
q.'  no  me  podia  servir,  el  otro  de  mercurio  hace  el  objeto 
de  mis  deseos:  lo  consigo  sin  dificultad,  era  de  Dollond, 
cerrado  en  Londres:  examino  el  termino  del  yelo,  y  lo  hallo 
exacto:  no  puedo  sujetar  á  igual  examen  el  termino  supe- 
rior y  le  supongo  bien  establecido:  divido  el  espacio  fun- 
damental en  80°:  lé  adapto  un  Nonio  q.^  subdivide  en  diez 
partes  cada  grado:  tomo  agua  de  lluvia,  la  hiervo,  sumer- 
jo mi  T.,  avivo  el  fuego,  el  mercuiio  se  detiene,  se  fija  en 
75^,7:  salto  de  contento  ¡que  cerca  de  mis  primeras  conge- 
turas!  (i)  ¡Mis  ideas  se  comienzan  á  confirmar  p.''  la  expe- 
riencia! Depongo  por  este  momento  mis  escrúpulos;  adop- 
to 28**  del  B.  al  nivel  del  mar;  y  80°  del  T.  p.'"  calor  del 

(i)     Véase  el  num  "  4  de  este  ensayo. 


—   24  — 

agua  á  esta  presión:  conosco  que  este  es  de  75,7  á  22"  10^,9 
en  Popapan:  emprendo  el  calculo  de  lo  q."  debe  variar  por 
una  pulgada  en  el  B.:  obro  así: 

28''  — 22"  iii  (ij  =  5"  i'  =  6i>: 
8o°-75'',7  =  4°,3 

61'  :  4°,  3  ::  12'  : -Ü^^i-L^  —  o  °,  8  grados  de-fó  — 
61 

en  el  T.  de  R.  p.'  12^  de  -|-  ó  de  —  en  el  B.  ¡Que  bien  ha- 
bia  adivinado  el  algo  menos  del  D.''  Martine  (2). 

Con  este  resultado  comienzo  mi  calculo  inverso:  em- 
prendo conocer  p.'"  el  y  p>''  el  calor  del  agua  en  Popayan 
la  altura  del  B.  q.^  le  corresponde: 

o«,8  :  12  >  :  :  4°,  3  :  ^°'\''/''  =  64'  =  5'4> 

O  ,» 

28°  —  5"  4I  =r  22"  8 '  altura  del  mercurio  en  el  B.  que 
corresponde  á  Popayan.  No  difiere  de  lo  q.'  indica  este 
instrumento  sino  en  2^,  9.  Este  resultado  tiene  una  presi- 
cion  superior  á  mis  esperanzas;  pero  no  me  satisface:  resu- 
citan mis  escrúpulos,  mis  dudas  se  aumentan.  ¡Quantos 
principios  de  error  se  presentan  á  mi  imaginación!  La  im- 
pureza del  agua,  la  forma  de  la  vasija,  la  altura  del  B  en 
nros.  mares,  el  exponente,  la  escala,  y  sobre  todo  mi  poca 
practica  en  este  genero  de  experiencias  me  añigen,  me 
desaniman;  estoy  por  abandonarlo  todo.  Me  avergüenza 
de  mi  floxedad,  me  reprendo,  entro  en  nuevas  j-eflexiones 
p.*  remover  obstáculos:  distingo  los  q.*"  me  parecen  inven- 
sibles  de  los  que  no  lo  son:  solo  queda  la  alt.^  del  B.  en  el 
mar  entre  los  primeros:  los  segundos  no  exigen  sino  pacien- 
cia y  trabaxo  p.^  desaparecer. 


(i)     Tomando  un  numero  redondo,  p.*  q.*  o',  I  de  mas  es  despreciable 
en  nro.  caso  y  complicarla  el  calculo  sin  fruto. 
(2)     Véase  el  num.o  4  de  esce  Ensayo. 


—  25  — 

A  este  tiempo  un  Amigo  (i)  quiere  que  le  acompañe  á 
una  bella  casa  de  campo  q/  posee  en  las  faldas  de  la  fa- 
mosa cordillera  de  los  Andes  y  situada  á  muchas  toesas 
sobre  el  nivel  de  Popayan.  No  pierdo  esta  ocasión:  mani- 
fiesto á  mi  Amigo  mis  ideas,  hallo  las  mas  favorables  dis- 
posiciones en  el,  y  animados  del  mismo  zelo  partimos  con 
nros.  instrumentos.  ¡Que  actividad!  que  constancia  la  del 
compañero  de  mis  trabaxos!  No  se  desdeña  de  hacer  los 
oficios  mas  penosos  y  humildes.  Apesar  de  la  educación 
barbara  en  su  juventud  ha  sabido  sacudir  las  preocupacio- 
nes: conoce  el  camino  de  la  verdad,  trabaja  con  utilidad 
propia  y  de  sus  compatriotas.  Libros,  instrum/°-,  luces,  he 
aqui  el  objeto  de  su  ambición.  ¡Quanto  debo  á  este  Amigo 
generoso!  La  mitad  de  la  gloria,  si  alguna  merecen  estos 
pequeños  trabajos,  á  el  le  pertenece.  Estoy  seguro  que  á 
no  haberme  auxiliado  con  su  persona  y  con  sus  bienes  es- 
tarían ya  mis  ideas  sepultadas  en  el  olvido.  Faltarla  á  las 
leyes  del  reconocim.'^'^  si  no  le  diera  este  testimonio  de  mi 
gratitud  y  de  mi  amor. 

Hacemos  muchas  experiencias  en  Poblasen:  (2)  subi- 
mos á  un  cerro  inmediato  nombrado  Buenavista,  observa- 
mos el  calor  del  agua:  los  resultados  son  aproximados  y 
tienen  el  mismo  grado  de  precisión  q."  el  hallado  p.*  Po- 
payan. Nuevas  pruebas  de  la  incertidumbre  de  la  altura 
media  del  B.  en  el  mar.  ¡Que  elemento  tan  necesario  para 
mis  indagaciones!  ¿Como  asegurarme,  como  saber  con 
exactitud  la  altura  de  esta  columna  sobre  nras.  costas.^ 
O  verificarla  baxando  á  ellas,  ó  dirigir  el  calculo  de  modo 


(i)  El  Dj  D."  Manuel  María  de  Arboleda,  hoy  Prov.»'  Vic  <>  gral.  del 
Ob¡sp.°  de  Popayan. 

(2)  Este  es  el  nombre  de  la  casa  de  campo  de  mi  Amigo  á  3  leg.*  al  Este 
de  Pop.". 


—    2Ó    — 

q.^  no  exija  este  principio;  tomo  este  camino,  y  el  modo 
de  executarlo  es  el  siguiente: 

Hago  á  Popayan  el  centro  de  mis  operaciones:  fixo  la 
altura  media  del  mercurio  en  esta  ciudad  de  un  modo  es- 
crupuloso y  seguro:  determino  el  calor  del  agua  destilada 
en  su  nivel  p.'"  repetidas  experiencias:  refiero  á  este  mis 
observaciones,  y  destierro  de  mis  cálculos  el  principio  de 
28"  al  nivel  del  Mar.  Quando  p.'"  nuevas  y  exactas  obser- 
vaciones conoscamos  este  principio  fundamental  no  ten- 
dremos sino  aplicarlo  sin  alterar  en  nada  los  resultados  de 
mis  observaciones. 

Los  cálculos  relativos  al  nivel  de  Popayan  con  el  expo- 
nente 0°,  8  me  manifiestan  que  es  preciso  aumentarlo,  y  re- 
suelvo un  viage  á  la  Cordillera.  Rectifico  de  nuevo  mis  ins- 
trum.^°^  destilo  agua  q.'  sugeto  á  las  pruebas  de  la  solución 
de  plata  (nitrato  de  plata)  y  de  mercurio  (nitrato  de  merm- 
rio),  y  provisto  de  lo  necesario  parto  el  22  de  Julio  de  801. 

Antes  de  exponer  los  resultados  de  mis  trabajos  sobre 
€sta  famosa  cadena  de  Montañas,  es  preciso  saber,  q.'  la 
altura  del  B.  en  Popayan  p.''  mis  ultimas  observaciones 
hechas  con  el  mayor  cuidado  es  de  22"  11'^  es  decir  o',  3 
mayor  q/'  la  q.'  asignamos  anteriorm."  ,  y  que  el  calor  del 
agua  á  esta  presión  es  de  75°,  65  de  Ja  escala  de  Reaumur. 

En  un  sitio  nombrado  Las  Juntas  hago  mi  primera  man- 
cion.  El  B.  se  sostubo  aqui  en  21,  9'  0,14'  mas  baxo  que 
en  Popayan:  hierve  el  agua,  el  licor  del  T.  se  detiene  en 
ella  á  74°,  5:  calculo  el  exponente  p.'"  esta  observac". 

Alt.^del  B.  enPop.".  22Piií,  2  Cal.'"  del  agua  75°.  65 
En  Lf.s  Juntas 21.     9,0       74  •  50 


Diferencias... 


14,2 


grados  de  Reaumur,  p.''  12'  del  B. 


—    27    — 

Subo  un  poco  mas,  hago  mi  segunda  observación  en 
Paispamba  pequeña  hacienda  á  5  leg.^  al  S.  de  Popayan 
El  B.  se  sostiene  en  20",  9 1,  i  y  el  calor  del  agua  es  de 
73^5 

Alt.'' del  B.  en  Pop".      22.11,2      Cal.' del  agua    75.65 
En  Paispamba.. ... .     20.    9,1       73-50 

Diferencias 2.    2.1       2.15 

2^  2\  1  =  261,  I  :  2°,i5  :  :  12^  :  ^^^^  '  ^^   =0^,988 

26,1 

grados  del  T.  de  Reaumur  p.''  12  ^  del  B. 

Mi  alegría  fue  extrema  al  veer  el  resultado  de  esta  se- 
gunda observación.  ¡Que  conformidad  en  el  exponente!  No 
difiere  del  primero  sino  en  0°,  017  milésimas,  cantidad  que 
no  la  puede  indicar  el  mas  delicado  instrumento. 

Animado  p.^'  unos  resultados  tan  felices  doy  un  paso 
mas:  subo  á  un  cerro  al  Este  de  Paispamba  llamado  Som- 
breros: mi  B.  se  mantiene  en  19^  6',  05:  el  calor  del 
agua  72°,  4 

Alt.^del  B.  en  Pop.".     22"  11 1,20    Cal.'"  del  agua    75.65 
En  Sombreros 19.6.05     7  2  .  40 

Diferencias....        3-   5  -15     3-25 

3^  5^  15  =  41  .  15  :  3°,  25  :  :  12' :   '^^^^^^  =o^947 

4i>  15 
grados  del  T.  de  Reaumur  p.''  12  •  del  B. 

He  aqui  un  resultado  acorde  con  !os  anteced.^-%  he 
aqui  tres  observación.^  q.®  demuestran  q.^  mas  de  nueve 
decimas  de  un  grado  en  el  T.  de  Reaum.  de  -+-  ó  —  en  el 
calor  del  agua  corresponden  á  12^  del  B. 

Resuelvo  subir  mas:  llego  á  la  cima  de  otro  cerro  llama- 
do Tambores:  el  B.  se  sostiene  aqui  á  iS''  11,  6  :  el  calor 
del  agua  es  de  71°,  75. 


—    28     — " 

AIl.^  delB.  en  Pop.".      22.11.2      Cal. •' del  agua    75.65 

En  Tambores 18. 11.  6      71-75 

Diferencias. ...       3. 11. 6      3-9© 

3^  ii\6  =  41\  6  :  3%  9  :  :  12^  :    '' ^f  ^  ^  =  o\ 983 

47;  o 
grados  del  T.  de  Reaum.  p.'  12'  de  B. 

Me  lleno  de  satisfacción  al  veer  este  ultimo  numero,  se 
disipan  mis  dudas,  me  confirmo  en  la  incertidumbre  sobre 
la  alt.*  del  B,  en  el  mar,  y  conosco  q.'  mas  de  9  decimas 
es  el  exponente  verdadero,  q.^  la  presión  indicada  p.''  el 
B.  no  se  distingue  de  la  q.''  da  el  calor  del  agua,  y  en  fin 
q.^  mis  ideas  están  comprobad.^  p.'^  la  experiencia. 

Emprendo  un  nuevo  trabajo,  combino  las  mas  satisfac- 
torias: les  elixo  con  prudencia  y  con  precaución,  p.^  se 
trata  de  fixar  un  exponente  q.''  va  á  ser  el  fundam.t°  de 
todos  los  cálculos  posteriores.  Tomo  las  observación.®  de 
las  Juntas  y  Sombreros  y  calculo  de  nuevo  el  exponente. 

Alt.^   del  B.    en    las 

yuntas 21^9^,00      Cal.'"  del  agua    74°  60 

En  Sombreros 19.6.05       72.   40 

Diferencias ...       2.  2,  95       2.  2. 

1 2  X  2°  o 
2"  2\  95  =:  26,  95  :  2°,  2  :  :  12  :      ^^      —  =  0^979 

grados  del  T.  de  Reaumur  p.''  12'  de  B. 

Hago  lo  mismo  con  las  observac.^  de  Paispamba  y  Tam- 
bores. 


Alt.^  del  B.  en  Pais 

pamba 

En  Tambores 

Diferencias . . 


1^9,5  =  2ii,  5 


—  29  — 


20^    9^1       Cal/' del  agua    73°, 50 
18.  II. 6       71  .  75 


I-    9-5       1.75 

12X1°, 75 

2í,5 


grados  del  T.  de  Reaum.  p/'  12^  del  B. 

No  podemos  ya  dudar  q/  mas  de  9  decimas  es  el  ex- 
ponente verdadero:  fixemos  de  una  vez  este  elemento  sus- 
pirado. Reúno  en  una  suma  los  reis  resultados,  parto  por 
el  numero  de  ellos  y  el  cociente  o,  974  es  el  numero  que 
buscamos,  expresa  la  cantidad  de  +  y  —  en  el  T.  de 
Reaum.  p/  12  líneas  del  B. 

Ya  estamos  en  el  caso  de  resolver  el  problema.  Dado  el 
calor  del  agua  hirviendo  de  un  lugar  hallar  la  elevación  del 
mercurio  en  el  B.  qJ  le  corresponde  y  su  altura  sobre  el  nivel 
del  mar. 

Como  el  exponente  0°,  974  :  á  12^  : :  así  la  diferencia 
del  calor  del  agua  del  lugar  con  el  de  Pop.^^  p.^  ahora,  ó 
con  el  del  mar  quando  se  conozca:  á  un  numero  de  pulga- 
das, lineas  &.  del  B.  que  se  quitaran  si  el  lugar  esta  sobre 
y  añadirán  si  esta  debaxo  del  nivel  de  Pop."^:  con  el  mar 
siempre  se  quitaran  de  su  altura.  Ensayemos  aplicar  estos 
principios. 

El  calor  del  agua  en  Tambores  es  71°,  15:  se  pide  la  al- 
tura del  B.  q  *  le  corresponde. 

Calor  del  agua  en  Pop." 75-^5 

En  Tambores 7i-i5 


Diferencia 3-90 


>°,  974:12'::  2>\  9  :-^^-f^^^  =  48^05  =  4^0105. 

o  >  974 


-_  30  — 

Como  Tambores  está  sobre  el  nivel  de  Pop."  resto  este 
resultado  de  la  altura  del  B.  en  esta  ciudad. 

Alt.*  del  B.  en  Pop." 22.11.20 

Resultado 4  .  00.  05 

Residuo 1 8.  1 1.  15     altura  del  B.  en 

Tambores. 

Comparemos  el  resultado  del  calculo  con  la  observación 
q.'  hice  sobre  este  cerro. 

Alt.^  del  B.  en  Tambores 18°  11'  60 

Altura  del  B.  calculada  p/'  el 

calor  de  agua 18.   11.   15 

Diferencia 00.  00.  45 


No  se  puede  decear  mayor  exactitud. 

Si  queremos  una  expresión  general  de  este  calculo  sean: 

a  =  la  altura  del  B.  en  Pop.",  ó  en  el  mar. 

b  =-=  calor  del  agua  en  los  mismos  lugares. 

c  =  el  exponente. 

e  =--=  12  lineas. 

d  =  calor  del  agua  en  un  lugar  qualquiera. 

z  =  alt.^  del  B.  en  el 

h  —d  X^ 
Valdrá:  a  zh =:  2  para  Popayan. 

c 

b  —  dxe 
a =  z  para  el  mar. 


Baxo  de  estos  principios  he  calculado  las  alturas  del 
B.  que  corresponden  á  los  lugar. ^  en  que  he  observado  el 
calor  del  agua,  como  llevo  referido,  y  de  otros  en  q.^  ob- 
servé á  mi  regreso  á  Pop."  La  Tabla  siguiente  presenta  de 


—  al- 


una ojeada  los  lugares ,  calor  del  agua  en  la  escala  de 
Reaum.  y  de  Farenheit,  las  alt.'  del  B.  observadas,  y  las 
mismas  calculadas  p/  el  calor  del  agua,  con  las  diferencias 
entre  unas  y  otras: 


Calor 

Calor 

Alturas 

Alturas 
del  B 

LUGARES 

del  agua. 

del  agua. 

delB. 

calculadas. 

DIFERERCIAS 

observadas 

por  el  calor 

T.  Reaum. 

T.  Farznh. 

del  agua. 

Popayan.    . 

75°,  65 

202°;  21 

22.PII.S2 

» 

Juntas.  .  .  . 

74,50 

199  ,  62 

21.      9,     0    21.      9,   04 

4-  0,^  04 

Paispamba. 

73,  50 

197  ,  37 

20.      9,      I     20.      8,    72 

—  0,    38 

Sombreros.. 

72  ,40 

194,90 

19.      6,05;    19.      7,    15 

+  I,     10 

Tambores.. 

71  ,75 

193  ,  43 

18.  II,    6 

18.    II,    15 

-  0,    45 

Estrellas..  . 

73  ,30 

196  ,  87 

20.     7,    0 

20,    6,  25 

-  0,    75 

Poblasen..  . 

74,30 

199,  17 

21.    6,    9 

21.    6,  59 

—  0,    31 

Buena-vista 

73,80 

197  ,  05 

21.  II,  15 

21.    0,     5 

—  0,    65 

Siete  observación.^  del  calor  del  agua,  siete  alturas  del 
B.  calculad.^  por  ellas,  y  comparadas  con  las  observadas 
q.^  no  difieren  sino  en  cantidades  q.*  nros.  instrumentos 
no  nos  pueden  indicar,  q.^  en  seis  no  llega  el  error  á  una 
linea  y  en  otra  no  pasa  de  i,^  i  anuncian  un  método 
seguro  p.^  medir  las  elevación. ■"  de  los  lugares  sin  el  auxi- 
lio del  B. 

Este  era  el  estado  de  mis  trabajos  quando  me  fue  preci  • 
so  pasar  á  Quito  p.''  intereses  particulares.  Me  alegraba  de 
una  ocasión  q.''  se  me  iba  á  presentar  para  poder  mul- 
tiplicar mis  observación.''  en  niveles  tan  diferentes  como 
tienen  los  países  q.^  era  preciso  atrabezar.  A  pesar  de  los 
deseos  que  me  abrasaban  de  ponerlas  en  practica  no  pude 
hacer  sino  tres,  la  una  en  el  valle  abrasador  de  Patia,  la 
otra  en  Pasto  y  en  fin  la  ultima  en  Quito.  Aun  estas  no  se 


—  32  — 

habían  verificado  sin  el  socorro  de  un  Amigo  (i)  zeloso  é 
ilustrado  q.'  era  mi  compañero  único  de  viage;  no  puedo 
dexar  de  nombrarle  como  una  muestra  de  mi  reconocimien- 
to. La  pequeña  Tab.  siguiente  presenta  de  un  golpe  todos 
nros.  resultados: 


LUGARES 


Calor 
del  agua. 

T.  de  Ream. 

Calor 
del  agua, 

T.  de  Far. 

Alturas 

dal  B. 

observadas 

Alturas 

delB. 

calculadas 

por  el 

calor 

del  agua. 

DIFEREKCUS 

Herradura.  .        78  .  50 

Pasto 73  •  60 

fíuito 73  .  05 


208.62  25.11.85  25.10.31  —1,54 
197.60  20.  9.85  20.  9.95  +0,10 
196.30     20.    2.00    20.    3.18      -+    1,18 


La  llegada  del  S.''  Barón  de  Humboldt  se  acercaba:  es- 
pero con  impaciencia  á  este  joven  sabio  p.^  salir  de  mis 
dudas.  Con  su  trato  me  confirmo  en  que  la  altura  media 
del  mercurio  al  nivel  del  mar  en  la  vecindad  del  Equador 
es  dudosa,  y  q.''  absolutam.*^  ignoramos  el  calor  del  agua 
en  el  mismo.  Manifiesto  mi  método,  pregunto  si  es  nuevo. 
Cree  este  sabio  á  primera  vista  q."  Sucio  habia  trabajado 
baxo  de  esta  idea:  revee  sus  M.  S.  S.  y  me  contesta:  Sucio 
no  ha  pensado  como  Vd.  en  agua  hirviendo:  sus  trabajos  se 
han  limitado  al  temple  de  la  atmosfera:  asigna  640  pies  de 
altura  p.^  un  grado  en  el  T.  y  yo  he  observado  q/  va  muy 
bien  este  expM  en  el  pico  de  Teyde  quando  el  dia  es  sereno  y 
se  obra  en  lugares  elevados.  Desde  este  momento  entro  en 
posesión  de  este,  si  se  puede  llamar  pequeño  descubrimien- 
to. ¡Que  diferencia  del  método  de  Sucio  al  mió!  ¡que  im- 
perfecto el  del  primero!  ¡que  precario!  Sucio  no  es  sino  el 
perfeccionador  de  las  ideas  de  Heberden,  ideas  ex^puestas  á 
los  mayores  errores,  casi  impracticables  y  que  exigen  el 


(i)     El  D.  D.  Toribio  Rodríguez  Abogado  en  Quito. 


—  33  — 

juicio  y  la  prudencia  de  un  Fisico  experimentado  p.^  po- 
derlas aplicar  con  suceso.  ¿Como  es  posible  q.*  el  temple 
de  la  atmosfera  variando  hasta  el  infinito  sobre  un  mismo 
nivel,  en  q.«  influye  el  lugar,  la  reflexión,  un  viento,  una 
nube,  la  hora  puede  servir  con  fixeza  p.*  determinar  la  ele- 
vación? Aun  quando  se  supongan  dos  observadores  q.'  de 
convenio  observen  al  mismo  momento  ¿quantas  causas  lo- 
cales y  particulares  á  cada  estación  alterarán  el  licor  del 
T.r  ¡Que  raro  que  difícil  hallar  un  dia  perfectam.''  cereño! 
Y  solo  esta  circunstancia  ¡que  limitado  hace  el  método 
de  Heberden  y  de  Sucio!  Por  el  contrario  el  del  agua  hir- 
viendo presenta  toda  la  comodidad,  toda  la  precisión  q.*  se 
puede  apetecer.  Que  sea  el  tiempo  cereño,  nublado,  frío, 
caloroso,  con  viento:  q.^  el  observador  este  á  cubierto  ó 
expuesto,  siempre  el  agua  hirviendo  indicará  en  el  T.  un 
calor  proporcionado  á  la  presión. 

Por  otra  parte. el  exponente  de  640  p.''  un  grado  en 
el  B.  es  un  exponente  relativo  á  la  altura,  y  es  necesario 
variarlo  en  los  lugares  baxos,  en  los  medios  y  en  los  eleva- 
dos, sin  lo  qual  estaría  el  método  expto.  á  los  más  groseros 
errores  y  en  contradicción  con  la  teoría.  Este  exponente 
constante  es  lo  mismo  q.^  si  le  diésemos  uno  al  B.  como  lo 
hace  Paulian  asignando  12  toesas.  de  altura  p.'"  una  linea 
de  menos  en  este  instrumento.  Es  preciso  no  estar  iniciado 
en  la  Física  p.^  admitir  un  principio  tan  erróneo.  Los  tia- 
bajos  hechos  en  Quito  á  principios  del  siglo  pasado  hacen 
veer  que  en  la  elevación  de  Caraburu  ya  es  necesario  subir 
17  tosas,  p.^  q.'  el  B.  baxe  una  linea.  Yo  pienso  que  todo 
exponente  constante  relativo  á  la  alt.^  es  un  absurdo. 

No  se  pueden  objetar  e-tos  defectos  á  mi  exponente.  El 
es  relativo  á  la  presión,  aumenta  la  altura  en  donde  se  dis- 
minuye esta,  es  relativo  al  B.  y  todas  las  indagaciones  so- 
bre la  ley  y  la  progres."  q.'  conviene  á  este  instrumento 
se  acomoda  y  conviene  al  calor  del  agua,  pues  ambos  no 


—  34  — 

tienen  otro  fundamen.*°  q/  la  presión  atmosférica.  El  se- 
ñor Barón  de  Humboldt  á  quien  he  manifestado  una  parte- 
de  mis  ideas  creyó  q.*  mi  exponente  tenia  los  mismos  de- 
fectos q.*  el  de  Sucio;  pero  meditada  la  cosa  convino  con- 
migo en  esta  preciosa  propiedad  de  mi  exp.'*  q.^  le  distin- 
gue de  todos. 

Este  mismo  sabio  me  objetó  q."  el  calor  del  agua  varia- 
ba á  la  misma  presión  hasta  un  grado.  Yo  habria  subscrito 
con  el  mayor  gusto  á  una  autoridad  tan  respetable  si  hu- 
biera autoridad  contra  la  exp.^  Una  larga  practica  me  ha 
enseñado  q^  el  calor  del  agua  á  igual  presión  es  invariable 
observando  con  las  precauciones  convenientes.  La  autori- 
dad de  todos  los  Físicos  apoya  mi  modo  de  pensar.  De 
otro  modo  ¿-podia  haber  Termom.^  comparables?  ¿*No  es 
esta  invariabilidad  del  calor  del  agua  hirviendo  á  la  presión 
de  28''  el  fundamt."  del  termino  superior  de  la  escala  de 
todos  los  T.^?  Es  verdad  q.'  á  los  primeros  hervores  no  ha 
adquirido  el- agua  todo  el  calor  q.*  es  capaz;  pero  avivando 
el  fuego,  aumentando  el  hervor  hasta  su  maximez  adquiere 
siempre  el  mismo  calor. 

Se  podia  creer  q.*  este  método  exige  grandes  T.^  para 
obtener  la  presicion;  pero  yo  diré  lo  q.*  la  experiencia  me 
ha  enseñado  en  este  punto.  El  T.  de  q.*  he  usado  en  todas 
mis  observaciones  tiene  de  largo  11  pulgadas  i  linea  de  pie 
del  Rey^  y  cada  grado  en  la  escala  de  Reaum.  i,.c5  lineas, 
espacio  demasiado  grande  p.^  admitir  una  subdivisión  consi- 
derable. Por  medio  de  un  Nonio  he  dividido  cada  grado  en 
10  partes  y  percivo  hasta  una  media  decima  con  la  mayor 
claridad.  Los  resultados  de  mis  experiencias  tienen  tal 
grado  de  precisión  q.*"  las  mayores  diferencias  no  pasan  de 
I  V2  lineas  en  el  B.  y  esta  diferencia  espero  q.^  se  corregi- 
rá con  observación.'^  posteriores  hechas  con  mas  cuidado  y 
mejores  instrum-^^*^ 

He  apreciado  los  errores  q.'  se  pueden  cometer  con  esta 


—  35  — 

escala,  y  he  hallado  q/  si  el  observ.'"  es  tan  poco  átenlo 
q.*  llegue  á  errar  en  o,°  i  en  el  T.  produce  solam.**  i/  25 
en  el  B.  Si  se  advierte  q/  es  muy  difícil  engañarse  en  esta 
cantidad  obrando  con  precaución  y  con  cuidado,  se  con- 
vendrá en  q/  el  método  del  calor  del  agua  tiene  tanta 
exactitud  y  quien  sabe  si  mas  q/  el  B.:  en  fin  que  merece 
ponerse  en  practica. 

Todos  los  q.^  tienen  alguna  practica  del  uso  del  B.  con- 
vienen en  q.**  es  un  instrum.*°  de  difícil  transporte,  volumo- 
80,  mucho  mas  expuesto  q.^  el  T.  y  q.'  el  montarlo  bien 
exige  mil  cuidados  y  atenciones  de  q.^  no,  es  capaz  el  co- 
mún. Solo  la  purificación  del  mercurio  ;que  inteligencia  no 
requiere.^  Si  añadimos  la  preparación  del  tubo  el  modo  de 
llenarlo,  purgarlo  de  ayre,  la  escala,  el  calculo  de  rectifi- 
cación; concluirenios  q.*  este  instrumento  no  puede  salir  de 
manos  de  los  Físicos,  jamas  puede  vulgarizarse  y  jamas 
pueden  multiplicarse  sus  observación.'*  p.''  q.**  jamas  pue- 
den vulgarizarse  estos  conocimientos.  El  T.  es  de  poco  va- 
lor, su  transporte  cómodo,  no  hay  q.*  purificar,  no  hay  que 
llenar,  no  hay  que  purgar  de  ayre,  no  exige  calculo  de  rec- 
tificación, en  fin  no  necesita  como  el  B.  otro  instrumento 
auxiliar  p.^  obtener  un  resultado  preciso. 

Se  pueden  simplificar  de  tal  modo  las  observaciones  del 
calor  del  agua  q.*  el  mas  ignorante,  el  menos  versado  en 
materia  de  Fisica  pueda  p.^  si  solo  hacerlas  y  calcular  sus 
elevaciones.  Añadiendo  al  T  una  escala  q.*  indique  las 
pulgadas  del  B  es  inútil  el  calculo  de  reducción  expuesto 
arriba  y  se  puede  suprimir. 

Yo  he  trabajado  sobre  esta  escala  y  en  los  principios 
sobre  q.*  se  debe  formar.  La  fracción  0°,  974  de  la  escala 
de  Reaum.  equivale  á  12^,  ó  á  una  pulgada  del  B.  Si  se 
multiplica  p.''  12,  13,  14  &:,  hasta  hallar  un  producto  sin 
fracción,  ó  con  esta  fácil  de  verificar  con  el  compás  y  se 
toma  en  la  escala  del  T  tantos  grados  como  unidad.^  tiene 


~  36  - 

el  multiplicador,  se  tendrán  los  extremos  de  la  escala  del 
B.  Hagamos  mas  perceptible  este  método.  El  producto  de 
o°  974  p.*' 19  es  i8°,5o6:  despreciemos  lasó  milésimas 
como  una  cantidad  infiniíam/"  pequeña  é  insensible  en  la 
practica:  tendremos  q.''  18°,  5  de  la  escala  de  Reaum.  co- 
rresponden á  19  pulgadas  del  B.  Tomo  sobre  la  escala  del 
T  18°,  5,  los  pasQ  á  la  izquierda  desde  el  termino  superior 
hacia  á  baxo;  divido  este  espacio  en  19  partes,  y  quedan 
expresadas  en  el  T  las  pulgadas  del  B:  aplico  un  Nonio 
que  subdivida  á  estas  en  24  partes  y  tengo  una  escala  que 
me  da  hasta  media  linea  del  B.  Ah!  es  preciso  no  haber 
saludado  esta  materia  para  no  subscribir  á  estos  principios. 
No  hay  B  con  B,  no  hay  tubo  con  tubo:  sus  diferencias  en 
un  mismo  lugar,  con  el  mismo  mercurio,  la  misma  escala 
hasta  4  Va  lineas,  diferencia  espantosa  nacida  del  calibre 
y  de  las  atracciones,  á  q.*  no  está  sujeto  el  T  ni  el  método 
del  calor  del  agua.  Conozco  las  variaciones  á  q.°  están  ex- 
puestos los  T  cerrad.^  y  preparados  del  mismo  modo;  pero 
comparadas  con  las  del  B  me  parece  que  los  resultados  son 
mas  uniformes  los  de  el  T  q.^  los  del  B.  Ah!  si  los  estre- 
chos limites  en  q.®  me  ha  encerrado  mi  escasa  fortuna,  me 
hubieran  permitido,  si  los  obstáculos  hubieran  sido  meno- 
res, yo  hablarla  ahora  de  un  modo  positivo,  podria  valuar 
los  errores,  y  compararlos;  pero  no  puedo,  me  han  faltado 
instrum.*°^  facultades,  ocas."^. 

La  figura  adjunta  (i)  representa  mi  T  con  la  misma  ex- 
tensión q.^  tiene:  en  ella  se  ve  con  la  mayor  claridad  la  es- 
cala común  p.*  el  calor  y  la  q.'  indica  la  altura  del  B. 
¿Habremos  unido  en  un  pequeño  instrum.*^"  los  celebres 
descubrimientos  de  Drebbel  y  Torricelli?  Los  sabios,  la 
experiencia  desidiran  este  problema. 

Esta  no  es  una  Memoria,  es  un  ensayo  para  formarla. 

(i)     No  la  encontramos. — D.  M. 


—  37  — 

¡Quantos  trabajos,  q."^  observaciones  faltan  q.'  hacer  para 
darle  la  ultima  mano!  jQuantas  atenciones  q.^  yo  he  omiti- 
do p/  la  escasez  de  mis  instrumentos,  son  preciso  obser- 
varlas y  practicarlas?  Todas  las  alturas  del  B  hechas  en 
Pop.",  Poblason,  Juntas,  Tambores  &.  no  las  he  podido 
corregir  de  los  efectos  del  frió  y  del  calor  á  falta  de  un  T 
q.'  me  indicase  el  temple  de  la  atmosfera  al  momento  que 
mi  único  T  me  daba  el  calor  del  agua.  ¡Quien  sabe  si  las 
pequeñas  diferencias  q."  he  hallado  provienen  de  la  falta 
de  esta  rectificación! 

Guando  yo  pienso  en  q.*  á  poca  costa  y  en  poco  tiempo 
puede  adquirir  esta  materia  todo  el  grado  de  perfección  de 
que  es  capaz,  quando  me  veo  en  las  inmediación. ^  del  mas 
bello  lugar  q.*  se  puede  hallar  sobre  la  tierra,  q.'  parece  que 
la  Naturaleza  le  formó  con  este  designio  salgo  de  mi  y  ardo 
en  deseos  de  verificarlo  quanto  antes.  Chimborazp,  esta 
maza  colosal  situada  p.''  2  V2  grados  de  latitud  austral,  cu- 
yas faldas  descienden  dircctam.'^  bástalas  costas  del  Pacifi- 
co y  sobre  quienes  corre  el  camino  q.^  une  á  Quito  con  el 
puerto  de  Guayaquil  presenta  toda  la  extensión  y  toda  la 
comodidad  imaginable  para  observar  el  calor  del  agua 
desde  el  termino  de  la  nieve  hasta  el  nivel  del  mar.  Si  es 
verdad  q.*  el  B  se  sostiene  en  aquel  á  16  pulgadas,  se  pue- 
den verificar  doce  observaciones  de  pulgada  en  pulgada 
hasta  las  28  en  Guayaq.^  Aqui  verificando  la  alt.^  media  y 
el  calor  del  agua  sobre  la  costa  misma  se  habrian  echado 
todos  los  fundam/°^  de  esta  teoria,  se  habria  perfeccionado 
el  método  mas  sencillo,  el  menos  costoso,  y  tal  vez  el 
mas  seguro  de  medir  las  montañas  y  la  elevac."  de  todos 
los  lugares. 

Las  utilidades  parecen  notorias.  Apenas  hay  Ciudad, 
apenas  hay  pueblo  en  q.^  no  se  halle  un  T  en  manos  de 
algún  particular:  este  es,  sin  contradicción,  el  instrumento 
mas  generalizado,  y  se  puede  decir  q.''  á  100  T.^  apenas  se 


-  38  - 

puede  oponer  en  B:  el  método  es  fácil,  la  observ."  sencilla, 
y  proporcionada  al  alcance  del  común.  ¡Que  esperanzas 
tan  lisongeras  consibo  de  q/  dentro  de  un  corto  numero 
de  años  podemos  conocer  la  elevac."  de  todos  los  pueblosl 
Este  cuerpo  de  observac.^  ¡qué  conocim.*^"^  tan  extensos 
nos  proporcionará  sobre  la  forma  de  los  continentes,  sobre 
las  corrientes  de  las  aguas,  sobre  las  misteriosas  revolu- 
ciones de  esta  costra  del  globo  q.*"  habitamos!  Este  mate- 
rial puesto  en  las  manos  de  los  sabios  succesores  de  Wood- 
vard  y  de  Buffon  produciria  una  Teórica  de  la  Tierra  me- 
jor fundada,  menos  poética,  mas  católica. 

Quando  p.'"  una  serie  de  trabajos  haya  comparado  el 
calor  del  agua  destilada  con  el  del  agua  de  lluvia,  quando 
haya  dado  la  ultima  mano  á  mi  Memoria  sobre  las  precau- 
ciones necesarias  p.^  hacer  este  genero  de  observac.'*  esta- 
remos en  el  caso  de  no  necesitar  sino  de  un  simple  T  y  de 
una  lluvia  p.^  medir  todas  las  montañas,  todos  los  valles 
y  todos  los  lug.^  Si  esta  comparación  la  hacemos  con  el 
agua  de  fuente  también  habrá  duplicado  la  comodidad.  Si 
se  advierte  q.^  la  pureza  del  agua  no  se  necesita  p.^  las 
alturas  relativas  no  dexa  que  desear  este  método.  Tantos 
joven.^  laboriosos,  q.**  faltos  de  B.  arden  en  deceos  de  tra- 
bajar ¡de  quantas  observaciones  nos  enriquecerianl  Ya  me 
parece  q.*  los  veo  á  todos  en  movimiento,  q.*  tomando  sus 
T  escalan  las  montañas  mas  espantosas,  que  descienden 
gradualm.*^^  al  fondo  de  los  valles  abrasadores,  q.^  se  for- 
man nivelaciones  de  las  qualro  partes  del  mundo,  q."  con 
ellas  se  desploman  los  systemas  de  unos  filósofos,  q/  se 
erigen  sobre  sus  ruinas  otros  nuevos,  q.]  se  levanta  un 
ángulo  del  velo  y  da  un  paso  la  Geologia.  Pero  esto  es 
mucho:  apenas  conocemos  el  momento  presente  ^-que  pode- 
mos decir  de  los  futuros?  No  usurpemos  los  dros.  de  la 
posteridad:  aspiremos  á  merecer  su  reconocimiento,  ó  á  lo 
menos  á  q.'  no  se  nos  reprenda  de  pereza. 


—  39  — 


APENDIX. 

No  quise  perder  la  brillante  ocasión  de  comparar  mis 
miserables  instrumentos  con  los  del  S/  Barón  de  Hum- 
"boldt  y  hacer  lo  mismo  con  las  observaciones  verificadas 
en  los  lugares  que  nos  eran  comunes.  Solo  en  Pop."  había- 
mos observado  ambos  el  calor  del  agua.  Este  ilustre  viage- 
ro  habia  hallado  q.'  el  agua  llovediza  habia  hecho  subir  el 
licor  del  T  en  esta  ciudad  á  203°,3  de  Farenheit  quando  el 
agua  destilada  me  daba  202°,  21,  es  decir  casi  un  grado 
menos.  Me  sorprendí  al  veer  tan  enorme  diferencia,  pues 
«1  agua  de  lluvia  no  puede  producir  un  grado  de  más  en 
€l  T.  Estará  el  error,  me  decia,  en  nuestros  instrumentos? 
Si  lo  hay  seguramen.'^  recae  sobre  mi  T.  Deseando  salir 
de  la  duda  suplico  al  Sr.  Barón  me  confie  el  mismo  T  que 
le  habia  servido  en  Pop."  p.^  su  observ.":  me  concede 
traerlo  á  mi  casa,  lo  pongo  al  lado  del  mió,  dexo  que 
adquieran  la  temperatura  de  mi  aposento  y  hallo  q,^  el 
del  S.^  Barón  está  justam.*'  un  grado  mas  alto  q.^  el  mió. 
^•Pero  qual  de  los  dos  está  fuera  de  la  altura  verdadera? 
El  yelo  es  el  mejor  camino  q.*  se  me  presenta  p."  salir  de 
mi  incertidumbre.  Sumerjo  ambos  T.^  en  el  y  veo  con  admi- 
ración q.'  el  bello  T  de  Nairne  se  detiene  en  un  grado 
sobre  la  congelación  y  á  33  de  Faren,  quando  el  mió  baxa 
con  la  mayor  exactitud  á  O  de  Reaum.  y  32  de  Faren.  Por 
consiguiente  es  necesario  quitar  i."  de  los  resultad.-^  de  las 
observaciones  hechas  con  este  instrum.^''  Asi  203,  3  — 
1°,  o  =  202°,  3;  y  quitando  o'',  i  p.'"  haber  sido  con  agua 
de  lluvia  quedan  nras.  observaciones  perfectam.'^  acordes: 
la  del  S.''  Barón  será  202^,20,  y  la  mia  202,  21.  He  aqui 
dos  T.""  de  autores,  de  escala,  de  tiempos  diferentes  dar  el 
mismo  calor  al  mismo  nivel  quando  nros.  Barom.^  se  sos- 
tienen bien  diferentes.  El  S.-^  Barón  halla  q."  su  B   en 


—  40   — 

Pop."  se  mantiene  en  23^  3',  4:  el  mió  á  22.^  1 1 J  2,  y  el  de 
Bougucr  á  22^  10'  y  casi  cinco  lineas  mas  baxd  que  el 
primero.  ^"Qual  es  el  T  q.^  graduado  con  inteligencia  dé  tan 
grande  diferencia?  Ah!  parece  q.*  la  exp.*  comienza  á  con- 
firmar q.'  el  calor  del  agua  en  diferent.^  T.'^  es  más  cons- 
tante, menos  variable  q.^  la  columna  de  mercurio  en  B."- 
distintos. 

Otra  de  las  observación.^  de  este  sabio  q.*  confirma  de 
un  modo  notable  mis  ideas  es  la  del  calor  del  agua  en 
Santafé.  He  visto  q.*  su  T  subió  en  esta  Capital  á  198°,  6 
de  Farenh:  si  quitamos  un  grado  de  error  en  el  instrumen- 
to quedaran  197,  6  —  o",  i  p.''  ser  con  agua  de  fuente,  ten- 
dremos 197,  5  el  calor  del  agua  en  Santafé,  q.®  son  73*^,  55 
de  Reaum.  Calculemos  con  este  calor  la  altura  q.*  mi  B  de- 
bía dar  en  esta  ciudad: 

Calor  del  agua  en  Pop." 75  >  65 

En  Santafé 73,55 

Diferencia 2'' ,  10 

0^974:  12  ::2°,i  ::  A^^^^  =  251,8  =  2M^  8  de 

0,974 
menos  q.'  en  Pop.". 

Alt.^  del  B.  en  Pop." 22^  ii^,  2 

2      1,8 

Alt.^  de  mi  B.  en  Santafé 20    9  ,  40 

El  año  de  1796  he  observado,  y  publicado  (Correo  Cu« 
rioso)  q.*  mi  B  se  sostenia  en  esta  ciudad  en  su  mayor  ele- 
vación á  20"^  8^  o.  No  difiere  pues  el  calculo  de  la  obser- 
vación sino  en  i'  4  y  no  hay  B.'^  q.^  no  den  entre  si  mayores 
difer.^ 

Lo  mismo  podemos  hacer  con  Guadalupe.  El  S.''  Barón 


—  41  — 

halla  el  calor  del  agua  sobre  este  cerro   de   194°,  6  — 
1°,  0=  193,6 — o*',  I  =  193,  5  q.^  hacen  71°,  77  de  Reaum. 

Calor  del  agua  en  Pop." 75  ;  65 

En  Guadalupe 1^,11 


Diferencia 3  ;  S8 

c\  974  :  12  :  :  3°,  88  :    ^  \    "^ =  47^  8  =  3^  ii\  & 

0,974 
de  menos  q.*  en  Pop.". 

Alt.^  del  B.  en  Pop." 22,11,2 

3,11,8 


Alt.^  de  mi  B.  en  Guadalupe  ...      18,11,4 

En  1796  hallé  13^  justas  (Correo  Curioso),  q.'  no  difiere 
de  la  calculada  sino  en  o^  6'.  No  se  puede  desear  mas 
exactitud. 


Viaje  de  Quito  á  las  costas  del  Océano  Pacifico  por 
Malbucho,  hecho  en  Julio,  y  Agosto  de  1803. 


I.  La  comunicación  de  los  países  interiores  de  la  pro- 
vincia de  Quito  con  las  costas  del  Océano  Pacifico^  tantas 
veces  emprendida  y  ninguna  verificada,  era  un  problema 
difícil  en  la  Economía  Política  de  esta  Capital.  El  Presiden- 
te Barón  de  Carondelet  trata  de  resolverle  en  beneficio  de 
los  pueblos  que  manda.  Ilustrado,  sabe  que  la  parte  mas 
poblada  de  la  provincia,  aquella  porción  establecida  sobre 
el  nivel  de  todos  los  pueblos  conocidos  se  halla  encerrada 
por  la  famosa  Cordillera  de  los  Andes,  que  la  separa  de  un 
modo  casi  impenetrable  hacia  al  Este  de  la  provincia  de 
Maynas,  y  p.''  Occidente  de  las  costas  del  Pacifico;  que  en 
la  presente  situación  la  agricultura  de  estos  pueblos  debe 
estar  siempre  nivelada  por  el  consumo  interno:  que  su  in- 
dustria no  pasando  sino  á  sus  vecinos,  tales  como  Popa- 
yan,  Antioquia  y  Neyva,  tan  encerrados  como  ellos  por  la 
Cordillera,  jamas  saldrá  del  estado  agonizante  en  que  se 
ve:  que  lo  poco  que  sale  á  las  costas  por  caminos  difíciles 
llega  á  precios  tan  subidos  que  los  habitantes  del  Chocó, 
Barbacoas,  Tumaco,  Esmeraldas  &.^  contentos  con  el  sim- 
ple necesario  limitan  extremadamente  su  consumo:  que  el 
comercio  mismo  de  la  Metrópoli  padece  respecto  de  Quito 
lo  que  el  de  Quito  respecto  de  las  Costas:  y  en  fín  que  todos 
estos  males  no  se  pueden  remediar  en  su  origen,  y  de  un 


—  44  — 

modo  duradero  sino  abriendo  comunicación  del  interior 
con  la  costa,  haciendo  los  últimos  esfuerzos  para  vencer  el 
obstáculo  formidable  de  la  Cordillera,  de  este  muro  espan- 
toso, que  hasta  hoy  nos  ha  tenido  separados  de  todos  los 
pueblos  marítimos  y  comerciantes.  Este  ha  sido  el  grande 
obgeto,  estas  las  verdades,  verdades  capitales  en  nuestra 
política,  las  que  han  ocupado  á  este  Xefe,  digno  de  serlo, 
desde  que  tomó  el  mando  de  la  provincia  mas  poblada,  y 
n:as  industriosa  de  la  America  Meridional.  El  medita,  in- 
forma, mueve  todos  los  resortes,  y  consigue  de  la  piedad 
del  Rey  40  mil  p.^  sobre  sus  caxas  para  que  se  inviertan  en 
este  obgeto  interesante. 

2.  Diversos  partidos  sob.*^  el  camino.  Ya  no  se  trataba 
de  otra  cosa  que  del  punto  por  donde  se  debia  verificar 
esta  comunicación.  Disputas,  papeles,  conversaciones,  con- 
sultas, todo  recala  sobre  la  elección  de  los  lugares  mas 
ventajosos  para  el  nuevo  camino.  Dos  partidos  principales 
se  formaron,  sin  contar  con  otros  menos  autorizados  y  se- 
guidos. El  uno  sostenia  que  el  de  Esmeraldas,  el  mismo- 
que  el  ilustre  Maldonado  habla  abierto  á  mediados  del  si- 
glo pasado  merecía  la  preferencia,  el  otro  hallaba  ventajas 
en  el  de  Malbucho  emprendido  ha  pocos  años,  y  en  que 
tanto  trabajaron  Pose  (i),  y  el  obispo  Calama,  Prelado  sa- 
bio, generoso,  digno  de  mejor  suerte  por  sus  virtudes  y  por 
sus  talentos  pastorales. 

3.  Se  resuelve  abrir  el  de  Malbucho.  El  Xefe  oye  con 
bondad  los  fundamentos  de  cada  partido,  los  compara  y 
resuelve  mandar  un  comisionado  para  que  le  informe  sobre 
el  estado  de  las  cosas.  Confesémoslo,  no  fue  feliz  en  su 
elección,  recayó  esta  sobre  un  hombre  sin  luces,  sin  talen- 
to, y  que  no  tenia  otro  mérito  que  el  haber  transitado  en 
otro  tiempo   estos  lugares.  He  visto  su  informe  y  la  carta 

(i)     D."  José  Pose  Pardo  Correg.''  de  Ibarra. 


—  45  — 

que  se  atrevió  á  levantar  uno  que  no  puede  aun  distinguir 
el  Norte  del  Occidente.  [Que  monstruosidades!  ¡que  leguas 
prodigadas  sin  tino!  ¡quantos  obstáculos  ilusorios!  En  ma- 
nos de  otro  Xefe  habria  hecho  trastornar  todas  las  ideas, 
y  todas  las  esperanzas.  Pero  Carondelet  supo  distinguir  el 
hombre  practico  del  ignbrante,  separar  las  preocupaciones 
y  conocer  los  hechos.  En  vano  levantan  el  grito  los  parti- 
darios de  Esmeraldas,  en  vano  se  apoyan  sobre  el  resulta- 
do del  reconocedor,  Carondelet  en  medio  de  estas  tinieblas 
se  decide  por  Malbucho.  -El  suceso  ha  justificado  el  pulso 
político  del  Xefe. 

4.  Nuevos  curas,  ordenes,  comisionados,  reclutas,  he- 
rramientas, provisiones,  todo  se  pone  en  movimiento.  El 
Corregidor  de  Ibarra  (i)  comisionado  en  Xefe  parte  el  i." 
de  Julio  de  803,  hecha  los  fundamentos  de  la  felicidad  de 
la  Provincia  poniendo  los  del  camino  de  Malbuciio,  y  eri- 
ge el  monumento  mas  grande  y  duradero  á  la  gloria  de 
Carondelet.  Si,  Xefe  ilustrado,  vro.  nombre  se  verá  escul- 
pido por  todas  partes  en  el  camino  de  presente:  nuestros 
nietos  se  acordaran  con  reconocimiento  de  vro.  gobierno 
humano  y  generoso,  y  no  podrán  gozar  de  las  riquezas  y 
de  los  bienes,  que  se  les  preparan  s-in  referirlos  al  hombre 
de  estado,  al  hombre  benéfico,  de  cuyas  manos  los  reciben. 
jQue  gloria!  ¡que  dulce  satisface.^  la  que  os  espera!  Si,  la 
satisfacción  de  hacer  bien,  este  deleyte,  el  mas  puro  y  su- 
blime, digno  solo  de  las  almas  grandes  y  virtuosas,  será  la 
recompenza  de  vro.  zelo.  ¡Que  torrentes  de  alegría  deben 
anegar  vro.  corazón  al  ver  tantos  hombres,  tantas  familias, 
hoy  miserables,  en  el  seno  de  la  abundancia!  Embidio  vra. 
suerte.  No  es  la  baxa  adulación  la  que  me  arranca  estas 
clausulas.  Nada  espero  de  vra.  mano,  nada  temo  de  vuestra 


(i)     D."  Miguel  Fernandez  Bello,  hoy  correg.'"  de  Latacunga. 


-  46  — 

autoridad.  La  verdad,  el  conocimiento  que  tengo  de  vro. 
corazón  es  el  que  anima  mi  pluma  en  este  momento. 

5.  Hasta  aqui  no  he  tomado  otra  parte  en  esta  empresa 
que  la  de  un  simple  espectador.  Veia  si,  que  se  habia  co- 
menzado á  talar  un  bosque  virgen  y  desconocido,  que  se 
ponderaban  sus  producciones  en  todo  genero,  y  sobre  todo 
sus  Quinas,  de  quienes  me  habia  hablado  el  mismo  Presi- 
dente. 

.  Motivos  de  este  viage. — Conosi  que  se  me  presentaba  una 
ocasión  ventajosa  para  colectar  plantas  preciosas,  nuevas, 
y  tal  vez  útiles  al  comercio,  ó  á  la  medicina.  Las  quinas 
este  genero  importante,  este  obgeto  especialmente  encar- 
gado por  mi  sabio,  y  digno  Xefe  (i),  no  me  permitían  mirar 
con  indiferencia  la  expedición  de  Malbucho.  Sin  dudar  un 
momento  la  propuse  á  este  Presidente,  y  le  pedi  su  protec- 
ción. Con  una  bondad  que  no  sabré  agradecer  dignamente 
me  ofreció  sus  letras  de  recomendación  para  el  corregidor 
comisionado,  y  al  mismo  tiempo  me  encango  levantase  la 
Carta  del  camino,  su  medida  Se.  Yo  me  crei  honrado  con 
esta  Comisión  importante,  y  no  pensé  en  otra  cosa  que  en 
disponerme  para  partir. 

6.  El  14  de  Julio  de  803  sali  de  Quito,  y  el  16  llegue 
á  ¡barra.  Paso  en  silencio  todos  los  obgetos,  observacio- 
nes &  que  ofrece  este  trozo.  Ellos  se  hallan  tratados  am- 
pliamente en  mi  Relación  de  viage  á  Ibarra,  Otavaloj/  Pue- 
blos circumhezinos  en  Agosto,  Septiembre,  y  Octubre  de  802. 
A  pesar  del  zelo  del  Juez  ordinario  de  Ibarra  (2),  á  pesar 


.  (i)     D.  D.  José  Celestino  Mutis,  Director  de  la  Expedición  Botánica  de 
Santafé, 

(2)  El  D.  D.  Domingo  Gargotena.  En  todas  mis  largas  residencias  en 
Ibarra  he  recibido  grandes  servicios  de  este  sugeto  modesto,  ilustrado,  y  que 
observa  religiosamente  todas  las  leyes  de  la  hospitalidad  mas  humana  y  ge- 
nerosa. 


—  47  — 

de  las  ordenes  estrechas  del  Presidente,  y  á  pesar  de  mis 
instancias  repetidas  no  fue  posible  salir  de  esta  villa  antes 
del  2  2  del  mismo  Mes. 

Observaciones  diversas  en  Ibarra.  Yo  aproveche  el  tiem- 
po de  esta  mansión  forzada  en  observaciones  relativas  á  la 
Carta  de  Malbucho.  Determine  astronómicamente  por  mu- 
chas alturas  meridianas  del  Sol,  y  de  las  Estrellas  la  lati- 
tud de  Ibarra  que  hallé  de  o°  19'  42"  Norte,  y  la  declina- 
ción de  la  Aguja  de  6°  30"  Nordeste,  medio  entre  un  gran 
numero  de  observaciones  verificadas  con  métodos  dife- 
rentes, 

7.  Declinac."  de  la  aguja. — Antes  de  mi  partida  habia 
tenido  cuydado  de  determinar  esta  misma  declinación  en 
Quilo  en  donde  era  en  Julio  del  mismo  año  de  9°  45'  tam- 
bién Nordeste.  Mr.  de  la  Condamine  asegura  que  en  1742 
declinaba  la  Aguja  8°  -90'  hacia  el  mismo  lado  en  toda  la 
extensión  de  la  provincia.  ¿'No  podíamos  concluir  que  la 
declinación  se  aumenta  en  Quito,  al  mismo  tpo.  que  se  dis- 
minuye en  Ibarra?  Confieso  que  siento  una  repugnancia 
imbencible  para  asentir  á  una  conclusión  tan  contraria  á 
todas  las  ideas  que  tenemos  sobre  los  fenómenos  magnéti- 
cos. Quien  sabe  si  Pitchincha,  esta  mole  inmenza  tan  in- 
mediata á  Quito  obra  vigorosamente  sobre  las  Agujas  hta. 
desviarlas  9°  45'  hacia  el  Este.  Lo  que  podemos  asegurar 
es  que  en  Otábalo  declina  5",  que  en  Ibarra  6°  30',  que 
en  Malbucho  6°  45'  y  que  en  Carondelet  7°,  es  decir,  que 
la  declinación  crece  en  razón  de  la  latitud.  Este  pensa- 
miento lo  confirman  mis  observaciones  en  Popayan  y  San- 
tafé.  En  aquella  es  de  8"  30',  y  en  esta  de  10°  o'  siempre 
Nordeste.  La  admirable  regularidad  de  las  declinaciones 
constantem."  observada  desde  0°  13'  hasta  4°  :^6'  de  lati- 
tud borl.  parece  que  nos  autoriza  á  creer  que  en  Quito 
debía  ser  menor  que  en  Otábalo.  Es  pues  seguro  que  al- 
guna causa  local  obra  este  fenómeno,  á  la  verdad  extraño» 


-  48   - 

8.  Salinas. — El  22  me  transporté  con  mis  instrumentos 
á  Salinas.  Este  pueblo  toma  su  nombre  de  la  abundancia 
de  sal,  y  de  su  extracción  que  hace  el  fondo  de  las  rique- 
zas de  sus  habitantes,  y  su  única  ocupación.  Situado  en 
una  llanura  espaciosa  y  estéril,  no  produce  otra  cosa  que 
Mimosas^  Cactus,  pequeñas  Eiiphorhias,  un  Crotón,  la  Do- 
donéa  resinosa,  Tribiilus,  Aniaranthos  espinosos;  y  sal.  Es- 
tos moradores  forman  grandes  fosas  para  sacar  la  tierra 
mezclada  con  la  sal,  y  la  transportan  á  las  cercanías  de 
sus  habitaciones.  Aqui  le  amontonan,  le  deslien  en  agua,  y 
por  filtración  en  una  maquina  tan  rustica  como  el  pais,  y 
recogen  la  lexia  que  cristalizan  á  fuego. 

Las  Mimosas  y  Doáonea  resinosa,  les  proveen  de  la  in- 
menza  cantidad  de  leña  que  consumen.  La  tierra  de  que 
han  extraído  la  sal  le  arrojan  en  los  mismos  lugares  y  sa- 
linas, presenta  á  los  ojos  del  viagero  la  imagen  de  una 
Ciudad  saqueada,  y  de  que  no  existe  otra  cosa  que  las 
ruinas. 

Su  ruina  próxima.— Coni&nios  con  la  sal  sus  habitantes, 
miran  con  desprecio  el  cultivo  de  la  tierra  y  qualquiera 
otra  ocupación,  recibiendo  de  los  pueblos  vesinos  quanto 
necesitan  para  la  vida.  Con  una  existencia  tan  precaria  se 
halla  en  vísperas  de  perecer.  La  sal  de  la  Punta  de  Santa- 
helena,  que  hace  ventajas  en  calidad  á  esta,  puede  llegar 
por  el  camino  de  Malbucho  á  mejor  precio  y  proveer  no 
solo  los  partidos  de  Ibarra,  y  Otábalo,  sino  también  á 
Quito. 

9.  A  mas  de  los  defectos  del  beneficio  se  halla  la  sal 
de  este  pueblo  mezclada  con  gran  cantidad  de  Nitro  que 
le  da  un  gusto  que  degenera  en  amargo.  Los  que  se  ven 
en  la  necesidad  de  usarla  le  ponen  antes  sobre  asquas  en 
donde  detona  todo  el  Nitro,  y  adquiere  una  blancura  ad- 
mirable. Tal  vez  el  alkali  libre  de  su  acido  es  mas  perju- 
dicial que  el  mismo  Nitro.  Se  pondera  su  virtud  para  des- 


—  49  — 

truir  los  cotos,  y  se  alegan  muchos  exemplares.  En  Quito 
y  en  toda  su  provincia  se  mira  como  un  especifico  para 
esta  terrible  enfermedad. 

10.  Su  clima  y  temperatura.  El  clima  es  maligno  y  se 
manifiestan  sus  efectos  en  el  semblante  pálido  y  descarnado 
de  sus  moradores.  El  Termómetro  de  Mr.  de  Reaumur  en 
el  mayor  calor  sube  á  20°  y  en  el  mayor  frió  baja  á  9°  so- 
bre la  congelación.  Esta  variación  de  11°  á  824  toesas  so- 
bre el  Mar  es  bien  notable  en  las  cercanías  de  la  linea,  y 
hace  parte  de  las  pruebas  de  mis  ideas  sobre  el  calor  de 
los  paises  con  relación  á  su  altura:  materia  interesante  y 
que  pienso  exponer  en  una  Memoria  por  separado.  El  Ba- 
rómetro se  sostubo  hechas  todas  las  correcciones  en  278,9. 
El  agua  de  que  se  provee,  rogiza,  gruesa,  salada  es  un  bre-, 
vage  insoportable  para  el  que  no  se  halla  acostumbrado. 

11.  A  pesar  de  ser  el  Zipaquirá  de  la  Provincia  de 
Quito,  á  pesar  de  hallarse  esta  salina  en  manos  de  los  par- 
ticulares, á  pesar  de  recibir  mucho  dinero,  no  crece  esta 
población.  El  clima,  las  calenturas  intermitentes,  de  quie- 
nes yo  mismo  aun  soy  victima  después  de  siete  meses  de 
padecimientos,  desoían  este  pueblo,  y  le  mantienen  en  la 
triste  situación  en  que  le  vemos. 

12.  Su  posición  en  lat.  y  en  longitud.  El  tiempo  era 
favorable  á  la  Astronomía  y  toda  la  noche  del  22  la  ocupé 
en  observación.^  de  este  genero.  Por  alturas  meridianas  de 
las  Estrellas  Aniares,  B  Escorpión,  y  otras  hallé  que  Sali- 
nas está  á  0°,  31'.  46".  de  lat.  borl.,  y  por  mi  estima  y 
otras  convinaciones  á  o'',  23'.  28"  al  Este  del  meridiano 
de  Quito. 

13.  Nivelación  de  las  Plant.^  Una  de  las  miras  que 
siempre  he  tenido  presente  en  todos  mis  viages  dentro  y 
fuera  de  la  Cordillera  ha  sido  la  Nivelación  de  las  plantas 
en  la  vesindad  del  Equador.  El  descenso  á  las  Costas  del 
Océano  Pacifico  por  Malbucho,  desde  los  paises  mas  ele- 


—  50  — 

vados  del  globo  hasta  los  mas  baxos  me  presentaba  una 
ocasión  brillante  para  dar  algunos  pasos  importantes  en 
este  obgeto  útil,  y  al  mismo  tpo.  deleytable.  En  esta  Rela- 
ción nombraré  pocas  especies,  reservándome  para  mi  Me- 
moria sobre  la  Nivelación  del  Camino  de  Malbucho,  que 
tengo  á  punto  de  concluir. 

14.  Term.°^Super.'"  de  la  Zabila  y  Mimosa.  Conoci  que 
el  Aloe  perfoliata  (Zabila)  q.*  nace  en  grandes  grupos  6 
manchones  circulares  no  se  halla  en  las  pequeñas  latitudes 
sino  desde  772,  O  del  Barom.°  hacia  abaxo,  ó  desde  las 
933  toesas  sobre  el  Mar:  que  la  Mimosa  n.°...  (Espino)  eleva 
algún  tanto  su  termino  superior  y  comienza  á  vegetar  des- 
de 263,  O  del  Barómetro,  ó  á  1079  toesas. 

15.  El  23  antes  de  salir  el  sol  verifiqué  algunas  obser- 
vaciones en  las  Estrellas  para  arreglar  mi  Chronomeíro  .  A 
la  primera  luz  tomé  muchos  ángulos  con  la  Aguja,  y  á  bue- 
na hora  dejamos  á  Salinas.  Apenas  habríamos  andado  me- 
dia legua  quardo  hallamos  el  principio  de  la  composición 
del  camino  verificada  por  el  Corregidor  Bello.  Comienza  en 
el  alto  de  Palacara  y  debe  continuar  hasta  el  embarcade- 
ro. Como  este  obgeto  es  del  mayor  interés  no  se  estrañe 
que  me  detenga  en  todo  lo  relativo  á  su  bondad,  peligros, 
modos  de  componerlo  &  &. 

16.  La  bajada  de  Palacara  hasta  las  orillas  de  Mira 
esta  sobre  un  pico  pedregoso  y  árido  en  todo  tiempo  del 
año,  y  sin  exfuerzos  tenemos  uno  de  los  mejores  trozos  del 
Camino  de  Malbucho.  Pero  es  necesario  hacer  un  gran  ro- 
deo, que  puede  evitarse  con  la  mayor  facilidad.  Véase  la 
Carta  Topográfica. 

17.  Al  pie  de  esta  baxada,  y  á  orillas  del  Rio  de  Mira 
sé  sostubo  el  Barómetro  en  288,5.  ^s  decir  28  lineas  mas 
alto  q.^  en  ¡barra:  hablamos  pues  baxado  442  toe.^  desde 
esa  Villa  hasta  aqui.  El  calor  se  aumenta  considerablem.*^^ 
y  la  vegetación  varia  ya  mucho  de  aquella  que  cubre  la 


—  51  — 

parte  alta  de  la  Cordillera.  Desde  este  punto  comienza  á 
vegetar  el  Capparis  n.  206  (Poroticos)  y  aqui  hemos  esta- 
blecido el  termino  superior  de  la  Zona  en  que  habita  esta 
especie. 

18.  A  la  izquierda  del  camino,  y  á  orillas  de  la  Que- 
brada de  Palacara  se  ven  las  ruinas  de  un  basto  ingenio  de 
Azúcar:  canoas  y  vazos  de  Piedra  de  un  tamaño  monstruo- 
so, paredes  de  mucha  extencion,  que  han  recistido  á  los 
Temblores  y  á  las  injurias  del  tpo.  y  un  muro  circular  de 
Piedra  están  manifestando  las  riquezas,  y  los  fondos  de  sus 
antiguos  dueños.  Los  campos  inmediatos  que  estuvieron 
cubiertos  de  Caña,  hoy  no  proJucen  sino  Espinos  y  male- 
za. Uno  de  aquellos  terribles  Temblores  de  Tierra,  tan  fre- 
qüentes  en  esta  Provincia,  desplomó  de  un  modo  irrepara- 
ble la  colina  inmediata  por  donde  pasaba  la  Azequia  que 
regaba  la  campiña.  ¡Quantos  de  estos  tristes  exemplares  se 
ven  en  toda  la  extencion  de  la  Cordillera!  Toda  la  parte  de 
la  Provincia  de  Quito,  que  se  halla  dentro  de  ella,  está  ex- 
puesta á  las  mas  grandes  revoluciones.  Dos  series  de  Bol- 
canes,  dos  series  de  Cañones  de  un  calibre  inm.enso  le  ame- 
nazan continuamente,  y  más  de  una  vez  ha  sido  triste  vic- 
tima de  sus  furores. 

19.  Después  que  se  baxa  de  Palacara  no  se  vuelven  á 
dejar  las  orillas  del  Rio  de  Mira  por  el  espacio  de  muchas 
leguas  y  aun  jornadas.  El  Camino  de  Alalbucho  sigue  per- 
fectam.*^^  su  dirección  en  la  mayor  parte,  lo  que  nos  ha  pro- 
porcionado los  medios  de  conocer  el  curso  de  este  Rio. 
¡Quantos  herrores  ha  publicado  el  Autor  del  Diccionario 
Geográfico  de  America  en  el  Articulo  Mira!  Sin  entrar  en 
discuciones  odiosas,  sin  manifestar  un  pormenor  de  los  ye- 
rros cometidos  en  este  Libro,  damos  la  descripción  de  Mira 
sobre  nuestras  propias  observaciones.  Si  se  quiere,  ella 
podrá  sostituir  y  enmendar  el  Diccionario  en  esta  parte. 

20.  El  Rio  de  Mira  toma  su  origen  en  el  Ramo  mas 


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oriental  de  los  Andes,  al  occld.*^  de  las  ruynas  de  los  anti- 
guos Cofanes  por  o°  28'  de  lat.  bor.^  y  0°  58'  al  Oriente 
de  Quito.  Corre  al  Occidente  hasta  Salinas,  aqui  vuelve  su 
curso  al  Norueste  hasta  el  frente  del  alto  de  Carlos  Augus- 
to, en  donde  se  dirige  perfectam.'*  al  Norte  por  el  espacio 
de  algunas  leguas,  después  vuelve  á  tomar  su  antiguo  No  - 
rueste  en  cuya  dirección  entra  en  el  Océano  Pacifico  por 
I''  30'  de  lat.  bor.  al  frente  de  la  Isla  de  Tumaco.  Por  la 
banda  del  Este  recibe  entre  un  numero  infinito  de  Arroyos, 
los  Rios  del  Ángel,  Cabuyal,  Plata,  Mayasquer,  Hualpi,  y 
Nulpe:  por  la  de  Occidente  Pisco,  Taguando  unido  ya  con 
el  Blanco  que  recoge  todas  las  aguas  de  Sanpablo,  Angla, 
Mojanda,  Cuycocha  &,  Palacura,  Amarillo,  Palatin,  Sam- 
pedr'o,  Cachiyacu,  el  caudaloso  Lieta,  Camumbi,  y  Puerpi. 
Rápido  desde  su  origen,  siempje  encerrado  en  una  Caxa 
profunda  inutiliza  sus  aguas  para  el  riego  de  los  Payses 
que  están  entro  de  la  Cordillera,  y  es  innavegable  fuera  de 
ella.  Inútil  á  la  Agricultura  y  al  Comercio  solo  existe  para 
cortar  el  terreno,  p/  dar  paso  á  las  aguas  y  arrojarlas  en 
el  Océano.  Es  cierto  que  los  Mulatos  de  Tumaco,  y  pobla- 
ciones inmediatas  le  navegan  algunas  leguas  hacia  arriba. 
Pero  las  corrientes,  los  vórtices,  los  estrechos  les  impiden 
pasar  adelante  en  el  mismo  punto  en  que  parece  mas  ne- 
cesario, y  en  lugar  de  darnos  comunicación  con  el  Pacifico 
nos  opone  el  obstáculo  del  foragido,  del  Asesino  que  busca 
el  asilo  de  sus  desordenes  y  de  sus  crímenes. 

21.  Si  Mira  no  nos  proporciona  una  navegación  venta- 
josa, si  nuestros  campos  no  pueden  sacar  utilidad  ninguna 
de  sus  aguas  nos  hace  un  gran  servicio,  servicio  imponde- 
rable, servicio  desconocido  del  común,  y  solo  apreciado 
p.'"  aquel  que  sabe  viajar  con  el  Barómetro  en  la  mano,  y 
calcular  sus  niveles.  Mira  tomando  su  nacimiento  como  lo 
hemos  dicho,  al  Occidente  de  los  antiguos  Cofanes,  atra- 
viesa el  valle  de  Tusa,  viene  á  Ibarra,  y  volviéndose  al 


—  53  — 

Norte  rompe  el  ramo  occidental  de  los  Andes,  abre  brecha 
en  este  muro  formidable,  y  nos  presenta  una  salida  cómo- 
da, una  comunicación  con  el  Pacifico,  y  el  descenso  mas 
graduado  y  suave  desde  los  paises  mas  elevados  hasta  los 
lugares  mas  baxos  de  nuestro  globo.  Guando  Esmeraldas, 
Cayapas,  Barbacoas,  Castigo,  Chizquio,  Dagua  &  &  no 
presentan  sino  un  suelo  prodigiosamente  desigual,  dificul- 
tades y  precipicios  á  Quito,  Pastos,  Patia,  Popayan,  Caly, 
Cartago  &,  Mira  ofrece  á  Ibarra,  y  á  la  Provincia  de  Quito 
un  plano  inclinado  y  uniforme  de  25  leguas  de  largo,  y 
1. 100  toesas  de  altura:  tal  es  en  general  el  resultado  prin- 
cipal de  Nuestra  nivelación  barométrica  del  Camino  de 
Malbucho,  resultado  desconocido  del  Xefe  de  esta  empresa, 
de  los  partidarios  de  este  camino  y  de  todos  hasta  mi  re- 
greso á  Quito  en  Nov.°  de  804,  y  resultado  que  habría  evi- 
tado detención.^,  perplegidades  y  disputas.  Afease  la  Nive- 
lación. 

22.  El  lecho  de  Mira  al  atravesar  la  Cordillera  es  com- 
puesto de  dos  series  de  Montañas  elevadas  que  gradualm.** 
decrecen  hacia  Occidente  y  que  se  tocan  por  sus  baces.  En 
unos  lugares  sus  faldas  son  pendientes,  en  otros  suavemen- 
te inclinadas,  y  en  algunos  presentan  llanuras  de  3.400 
varas  de  anchura.  El  camino  se  halla  sobre  ellas  por  la 
banda  Sur,  y  sufre  las  mismas  variaciones  que  las  Monta- 
ñas sobre  que  corre.  Aqui  es  una  senda  angosta  excavada 
en  la  roca  que  atemoriza  al  viajero  viendo  á  su  izquierda 
un  muro  casi  perpendicular,  y  á  la  derecha  el  caudaloso 
Mira  baxo  de  sus  pies  á  200  y  en  muchas  partes  á  300  va- 
ras de  profundidad,  alli  es  un  camino  ancho,  apasible,  y  de 
los  mas  cómodos  que  puede  tener  la  Cordillera.  Desde  Pa- 
lacara  hasta  Buenavista  por  el  espacio  de  11-12  leguas  se 
anda  con  la  alternativa  de  bueno  á  malo  y  de  malo  á 
bueno. 

23.  La  falda  de  las  Montañas  de  que  hablamos,   de 


—  54  — 

piedra  solidísima  en  unas  partes,  y  otras  schitosa,  aqui 
compuesta  de  cascajo,  alli  de  Arena  presenta  siempre  un 
pizo  firme,  y  á  cubierto  de  todos  los  efectos  de  las  Ilubias. 
En  estos  lugares  es  indiferente  el  tiempo  seco  ó  de  Ilubia, 
por  lo  que  mira  al  canino;  qualidad  preciosa  que  solo  sabe 
estimar  el  que  ha  pasado  á  Guanacas,  y  á  'Meneses  en  la 
estación  de  las  aguas;  qualidad  sola  que  hace  el  camino  de 
Malbucho  prelerible  á  quantos  conosemos  de  comunica' 
ción  con  las  costas.  ;Quien  ignora  los  fangos,  las  dificulta- 
des, y  los  trabajos  de  Guaranda?  Seis  meses  del  año  se 
halla  interrumpida  absolutam.'^  la  comunicación  en  Quito 
y  Guayaquil;  seis  meses  del  año  se  detienen  los  efectos 
que  nos  vienen  de  Lima,  Chile  y  Panamá;  y  seis  meses  del 
año  tenemos  un  Mar  de  lodo  entre  nosotros  y  la  Costa  por 
esta  vía. 

24.  Es  verdad  que  al  presente  hay  ciertos  puntos  ver- 
daderamente peligrosos,  tales  como  el  Derrumbo  de  Qiiaja- 
ra,  el  Alambique,  y  otros;  pero  un  poco  de  Pólvora,  un  ta- 
ladro bastarían  para  quitarles  toda  la  Maleza  y  todo  el 
riesgo  que  hoy  tienen. 

25.  Este  gran  cañón,  esta  Caxa  en  que  está  encerrado 
Mira  de  10-12  leguas  de  largo,  y  en  unos  lugares  de  50,  en 
otros  de  100,  de  400,  de  800  varas  de  anchura,  está  desnu- 
da de  bosque,  y  solo  se  ven  pequeñas  manchas  de  arbustos 
de  distancia  en  distancia,  que  se  multiplican  y  elevan  por 
grados  insensibles  á  proporción  que  se  baxa.  En  el  se  ha- 
llan establecidos  algunos  ingenios  de  Azúcar,  tales  como  la 
Concepción,  Cuajara,  y  Chumanal,  muchas  posesiones  pe- 
queñas, algunas  chozas  de  los  Indios  de  Lachas,  esparcidas 
acá,  y  allá,  crias  de  Ganados  &:,  y  en  lugar  de  las  soleda- 
des del  camino  de  Barbacoas,  el  de  Malbucho  presenta  este 
recurso,  este  consuelo  al  viagero  que  sale  de  los  bosques, 
y  al  que  baxa  de  la  Cordillera.  Aqui  halla  proviciones,  pacr 
tos,  hombres,  en  lugar  de  los  bosques,  del  lodo  y  de  las 


—  55  — 

fieras  de  aquel:  aqui  corta  el  ramo  occidental  de  los  Andes 
por  una  linea  casi  horizontal  y  poblada,  quando  alia  tiene 
que  escalar  Montañas  formidables  en  medio  de  desiertos 
absolutos.  ¡Que  ventajas! 

26.  Este  mismo  cañón  goza  de  un  temple  moderado, 
pues  el  Termómetro' de  Mr.  de  Reaumur  varia  de  12  á  19 
solamente.  Apesar  de  esto  es  el  Senegal  de  los  Quiteños 
-asi  como  Quito  es  la  Laponia  de  los  habitantes  de  Quajara. 
No  podemos  negar  q.*  el  calor  y  el  frió  son  relativos  á  los 
lugares  que  dejamos,  á  aquellos  en  que  hemos  nacido,  y 
con  quienes  nos  hemos  connaturalizado;  pero  cuesta  traba- 
jo persuadirse  q.*  obre  objetos  tan  grandes  como  los  que 
se  refieren  sobre  la  constitución  del  Negro  y  del  Indio,  y 
solo  puede  ceder  el  viagero  á  la  evidencia  de  lo  que  palpa. 
Es  casi  inevitable  la  muerte  del  Indio  q.*  nacido  sobre  los 
Andes  á  una  prodigiosa  elevac.^^  baxa  á  900  toesas  sobre 
el  iSIar.  La  Terciana,  la  fiebre  pútrida,  y  la  muerte  son  los 
tristes  frutos  de  su  viage.  ¡Quantos  sentenares  de  estos  inr 
felices  han  sido  sacrificados  al  capricho,  á  los  viles  intere- 
ses de  sus  dueños!  Sordos  á  los  gritos  de  la  humanidad 
obligan  á  estos  desgraciados  á  baxar  á  Chota,  Quajara  &, 
en  donde  miran  abiertos  sus  sepulcros.  El  Negro  menos 
sensible  que  el  Indio  reciste  mas  largo  tpo.  los  frios  de  la 
Cordillera;  pero  acordándose  spre.  de  su  Pais  originario, 
jamas  prospera  como  en  los  lugares  ardientes.  Esta  es  la 
causa  por  que  en  los  Payscs  elevados  sobre  90^  t."^  se  ha 
hecho  recaer  el  peso  de  la  agricultura,  y  de  todos  los  tra- 
bajos sobre  el  Indio,  y  esta  es  la  causa  por  que  vemos  en 
manos  del  Negro  el  cultivo  de  las  tierras  desde  este  termi- 
no hacia  abaxo. 

27.  Esta  linea  de  separación  en  que  acaba  el  Negro  y 
comienza  el  Indio  á  prosperar,  establecida  á  goo  t.^,  ó  á 
2.100  varas  castellanas  sobre  el  Nivel  de  nuestros  Mares, 
€s  el  resultado  de  muchas  observaciones  sobre  este  genero 


-  56  - 

en  la  vecindad  del  Equador.  Bien  lejos  de  crerle  imbaria- 
ble  en  todas  las  Latitudes  de  la  zona  tórrida,  sospechamos 
q.*  varia,  y  que  viene  en  apoj^o  de  nuestras  ideas  sobre  el 
nivel  de  la  misma  temperatura  á  diferentes  latitudes.  Supli- 
camos á  los  que  se  hallen  distantes  de  la  linea  se  apliquen  á 
este  genero  de  observaciones  nuevas  é  importantes,  supuesta 
que  tienen  por  objeto  la  historia  natural  de  nuestra  especie. 

28.  El  Español,  sus  hijos,  y  todas  las  castas  proveni- 
das de  su  mezcla  con  el  Negro  y  con  el  Indio  prosperan 
maravillosam/'  en  todos  los  Niveles,  en  todas  las  tempera- 
turas, y  en  todas  las  elevaciones  posibles  de  la  zona  tórri- 
da. Con  una  constitución  mas  flexible  el  mestizo,  el  zambo, 
y  el  Mulato,  maneja  el  Arado  á  1.500  t.^  de  elebacion- 
en  los  Pastos  y  en  Riobamba  con  la  misma  libertad  y  ven- 
tajas que  el  Remo  y  la  Palanca  en  Esmeraldas  y  en  Santia- 
go. ;Se  abra  mejorado  la  constitución  de  nuestra  especie 
cruzando  las  razas,  y  mezclando  al  Africano  y  al  Indio  con 
el  Europeo.^  He  aqui  una  de  las  qüestiones  mas  importan- 
tes al  genero  humano,  y  que  merece  muy  bien  hacer  el  ob- 
geto  de  las  indagaciones  de  nuestros  filósofos. 

.29.  También  observamos. que  el  Indio  nacido  y  conna- 
turalizado con  los  países  ardientes  corre  tanto  riesgo  en 
subir  sobre  las  900  t.*^,  como  el  que  vio  la  luz  sobre  este 
termino  y  temerario  quiere  pasar  los  limites  que  le  prescri- 
bió la  naturaleza. 

30.  Como  el  Pais  en  que  estamos  se  halla  baxo  las  900 
t.s  no  se  ven  en  el  sino  negros  transportados  de  África,  6 
sus  descendientes  ocupados  en  las  faenas  del  campo  y  en 
todos  los  demás  trabajos  de  los  Ingenios  de  Azúcar,  y  por 
fortuna  para  el  Indio  se  halla  desterrado  p.^  spre  de  estos 
lugares  baxo  pena  de  la  vida.  De  otro  modo  no  se  verian 
libres,  y  esclavos  en  todas  las  temperaturas,  fabricarían  el 
Azúcar  en  estos  lugares  baxos  como  recogen  el  Trigo  ea 
Jos  elevados. 


—  57  — 

31.  El  Plátano  de  especies  diferentes,  la  Yuca,  el  Maiz, 
Naranja,  Limón,  Batatas,  y  todos  los  frutos  de  los  Países 
ardientes  se  producen  maravillosamente.  Nada  iguala  en 
delicadez  y  en  dulzura  á  la  Pina  de  Lachas,  celebre  y  bus- 
cada en  la  Provincia  de  Quito.  Esta  especie  (Bromelia  Ana- 
nas) se  cria  muy  bien  desde  260,0  del  Barómetro,  ó  desde 
1. 1 29  t.^  hacia  abaxo.  En  su  termino  superior  es  pequeña,, 
dura,  y  muL  agria;  pero  por  las  560  t.^  de  altura  adquiere 
tal  grado  de  bondad  que  dudo  sean  mejores  las  de  las  ori- 
llas del  Magdalena.  Este  fruto  deleytoso,  q.*  casi  no  cede 
la  preferencia  á  ninguno,  ama  la  temperatura  de  19  grados 
R.  una  presión  atmosférica  de  295,0  del  Barómetro,  un 
suelo  arenisco  poco  substancioso,  y  una  lluvia  moderada. 

32.  Papa  Camote.  Aqui  vi  por  la  primera  vez  la  raiz 
que  conocen  con  el  nombre  de  Papa- Camote.  En  efecto 
este  nombre  compuesto  le  conviene  maravillosamente.  Es 
un  camote,  pues  es  un  verdadero  Convolviilus,  y  tiene  el 
mismo  gusto  de  la  Papa.  Sin  el  dulce  de  la  Batata  conser- 
va su  figura,  el  tamaño,  la  abundancia,  y  substituye  tal  vez 
con  ventajas  á  la  Papa  en  los  Payses  ardientes  de  donde  la 
Naturaleza  ha  desterrado  á  esta  raiz  preciosa  que  hace  el 
recurso  de  Quito,  Pasto,  y  Santafé. 

2,Z'  Tabaco.  El  Tabaco  {Nicotiana  Tahaciim)  se  cria 
expontaneamente,  y  el  poco  que  se  cultiva  de  contravando 
es  de  excelente  calidad.  Esta  hace  ver  que  podian  estable- 
cerse sembradios  de  este  genero  en  caso  necesario.  Por  las 
observaciones  diversas  sobre  su  Nivelación  he  hallado  que 
el  Tabaco  vegeta  muy  bien  desde  252  lineas  del  Baróme- 
tro, o  de  1.264  ^'^  sobre  el  Mar  por  los  0,°  13'  de  latitud 
bor.i  y  que  mejora  mucho  desde  las  300,  ó  hasta  las  312 
lineas  del  mismo  Instrumento.  Creo  que  á  mas  de  solicitar 
las  qualidades  del  terreno  se  debia  poner  igual  cuydado  en 
establecer  su  cultivo  por  esta  elevación,  y  baxo  esta  pre- 
sión atmosférica  pues  le  conviene  mejor  que  otra  qualquie- 


-  58  - 

ra.  En  nuestros  Payses  todo  tabaco  cultivado  en  esta  altu- 
ra hace  muchas  ventajas  á  los  demás  cosechados  sobre,  ó 
baxo  de  este  nivel.  Como  este  genero  hace  hoy  una  de  las 
rentas  mas  pingües  de  la  corona  merece  tratarse  con  deli- 
cadez, y  confesamos  con  toda  la  ingenuidad  de  un  buen 
vasallo  que  aun  nos  hallamos  faltos  de  observaciones,  y 
que  es  preciso  hacer  nuevas  comparaciones,  nuevas  medi- 
das para  decidir  definitivamente  sobre  la  temperatura,  cli- 
ma, elevación,  y  limites  de  esta  planta.  Nos  reservamos 
pues  el  derecho  de  alterar  estos  resultados  para  quando 
hayamos  visitado  á  Guayaquil,  Candelaria,  Ambalema  y 
Girón. 

34.  Todo  el  partido  de  Ibarra,  y  Otavalo  se  provee  de 
el  Tabaco  de  Macas  y  Guayaquil,  y  llega  hasta  Malbucho 
mismo,  es  decir,  hasta  el  principio  del  Bosque  por  la  parte 
del  Este.  La  parte  baxa,  toda  la  costa  de  Santiago,  Tuma- 
co,  y  Barbacoas  consume  el  de  la  Candelaria,  Factoría 
bien  cerca  de  Buga  y  al  Norte  de  Popayan.  El  Tabaco  pasa 
á  esta  Ciudad,  de  aqui  á  Pasto,  de  Pasto  á  Tuquerres,  de 
Tuquerres  á  Barbacoas,  de  Barbacoas  á  Tumaco,  y  de  Tu- 
maco  á  los  diversos  puntos  de  la  Costa,  después  de  haber 
hecho  180,  ó  190  leguas  de  los  peores  caminos  de  la  Ame- 
rica Meridional.  Llega  este  genero  á  precios  exorbitantes, 
y  las  mas  veces  dañado  por  la  humedad  y  por  el  calor  que 
todo  lo  corrompen  en  estos  climas  con  una  velocidad  incal- 
culable. Nosotros  hemos  visto  vender  en  la  Vigia  una  vara 
de  Longaniza  de  la  Candelaria  á  dos  reales  de  plata  de 
nuestra  moneda.  Un  mazo,  ó  libra  de  este  Tabaco  tiene  de 
9  á  10  varas;  sale  pues  en  la  costa  á  18,  ó  20  r.'^  de  la 
misma  moneda.  Con  este  procedimiento  no  hay  que  extra- 
ñar que  los  Mulatos  de  Santiago,  Mira  y  Barbacoas  se  pro- 
vean de  el  contravando.  En  unos  climas  los  mas  propios 
para  la  vegetación  de  esta  planta,  convidados  por  las  Sole- 
dades, los  senos,  las  Canales,  los  laverintos  que  forman  los 


—  59  — 

Ríos  por  todas  partes,  y  que  al  mismo  tpo.  que  les  ponen  á 
cubierto  del  Guarda,  y  de  el  Administrador,  les  facilita  su 
transporte,  hacen  grandes  sembradíos,  recogen  cosechas 
abundantes,  y  le  venden  á  un  precio  vilísimo  con  daño 
irreparable  de  el  Erario.  En  vano  se  multiplican  los  guar- 
dias, en  vano  se  toman  las  providencias  mas  escrupulosas, 
y  advertidas,  el  havitante  de  la  costa  no  tomará  jamas  por 
veinte  r.^  la  libra  de  una  hoja  que  sus  Bosques  producen 
con  la  mayor  facilidad.  El  único  recurso  que  queda  para 
cortar  el  contravando,  para  evitar  la  dureza  y  las  extor- 
ciones  de  los  subalternos  que  siempre  abusan  de  su  autori- 
dad, es  proverles  á  precios  moderados:  es  ponerles  en  esta- 
do que  su  contravando  les  produzca  poce,  que  su  Cosecha 
les  arruyne,  ó  á  lo  menos  que  no  puedan  vender  á  menos 
precio  que  el  Rey.  ^-Y  como  obrar  este  prodigio?  No  proveer 
á  estos  países  de  la  Factoría  de  la  Candelaria,  sembrarlo  de 
cuenta  de  el  Soberano  en  Esmeraldas,  en  Santiago,  en 
Malbucho,  ó  en  otro  de  los  infinitos  lugares  que  le  produ- 
cen expontaneamente.  x%i  el  Erario  no  se  hallaría  grave- 
mente perjudicado,  y  el  vasallo  sin  el  sebo  de  la  ganancia 
no  tendría  ningún  estimulo  para  desobedecer  las  Leyes  y 
perjudicar  las  Rentas  de  la  Nación.  ¿Un  establecimiento  se- 
mejante en  las  cercanías  de  Carondelet  (i)  no  haría  el  mas 
firme  apoyo  de  el  camino  de  Malbucho?  ¿No  poblaría  estos 
desiertos  fecundos  hasta  hoy  havitados  solamente  por  las 
Fieras?  Pero  yo  me  adelanto,  este  punto  tiene  su  lugar  en 
esta  Relación. 

35.  En  el  espacio  que  hay  dentro  de  Palacara  y  Qua- 
xara  no  entra  en  Mira  ningún  río  por  la  banda  del  Oeste  á 
excepción  del  pequeño  arroyo  Amarillo.  Este  nombre  se  le 
ha  dado  por  el  color  amarillo-roxo,  y  semejante  al  de  ocre 
q.*  tienen   sus  aguas.    Estas   son  de  gusto   abstringentc 

(i)     Este  es  el  nombre  de  el  embarcadero  á  orillas  del  Bogotá. 


—  6o  — 

vitriolico,  unido  á  un  olor  sulfúreo  bastante  fuerte:  las  creo 
cargadas  de  yerro  y  azufre,  aunque  no  tuve  proporción  de 
asegurarme  de  su  presencia  con  alguno  de  los  reactivos 
conocidos.  El  lecho  y  las  orillas  de  este  arroyo  se  hallan 
prodigiosamente  cortadas  en  todo  sentido.  No  puede  el 
viagero  dejar  de  reconocer  que  aqui  ha  habido  fuertes  mo- 
vimientos locales  de  que  no  han  participado  los  terrenos 
inmediatos.  Una  mina  de  azufre  poco  mas  arriba  de  su 
embocadura  acaba  de  confirmar  que  en  estas  cercanías 
existe  alguna  boca  ardiente  q.**  debe  aumentar  el  numero 
de  volcanes  que  tanto  abunda  en  esta  Provincia.  Apenas 
se  andan  cien  varas  quando  se  encuentra  una  playa  espa- 
ciosa sembrada  de  piedras  á  las  orillas  de  Mira,  y  todos 
los  vestigios  de  un  desplome  considerable  de  la  Colina 
inmediata,  conocida  con  el  nombre  de  Jabonería.  Aun  se 
mantiene  en  la  memoria  de  los  havttantes  de  estos  payses 
la  época  y  las  circunstancias  de  esta  catástrofe,  cuya  rela- 
ción estaría  aqui  de  mas  y  nos  separarla  de  nuestro  objeto. 
36.  En  las  orillas  del  Este,  cerca  de  la  Concepción  á 
286,0  lineas  del  Barómetro,  y  á  715  toesas  sobre  el  Mar 
se  hallan  huesos  fósiles  enormes.  A  juicio  del  Barón  de 
Humboldt  son  despojos  de  elefantes  carniboros  que  en  otro 
tpo.  poblaron  el  nuevo  Continente.  He  visto  muchos  en 
Quito  y  he  poseido  algunos;  el  mas  notable  y  digno  de  la 
curiosidad  de  un  naturalista  es  un  cormillo  de  12  pulgadas 
de  largo,  y  dos  y  media  de  diámetro.  En  el  se  reconocen 
todos  los  caracteres  del  verdadero  marfil.  Esta  alhaja  per- 
tenecía al  Gavinete  de  un  Amigo  (i)  digno  de  ella  por  su 
gusto  y  por  sus  luces  en  la  Historia  Natural  y  en  otros 
ramos.  Generoso,  la  cedió  al  Barón  de  Humboldt,  quien  la 
llevo  á  Europa  para  enriquecer  alguna  de  las  colecciones 
de  aquella  porción  ilustrada  de  nuestro  globo. 

(i)     D.  Juan  de  Larrea. 


—  6i  — 

37.  El  mismo  23  llegamos  á  Quajara  á  buena  hora,  y 
hallamos  en  su  dueño  (i)  la  acogida  q.^  podíamos  esperar 
de  un  amigo.  El  tpo.  spre.  favorable  á  la  Astronomía  me 
proporcionó  el  determinar  en  latitud  este  punto  por  alturas 
meridianas  de  las  Estrellas,  y  por  una  del  Sol  á  24.  Hallé 
que  estaba  á  0°  39'  44"  de  latit.^  bor.^  y  0°  21'  54  al 
oriente  del  meridiano  de  Quito.  El  Barómetro  hechas  todas 
las  correcciones  se  sostubo  á  291,2.  Todo  el  24  le  ocupa- 
mos en  colectar  y  en  describir  las  plantas  de  estos  paises. 

38.  El  25  partimos  para  Malbucho;  pero  á  pesar  de 
nros.  exfuerzos  apenas  pudimos  arribar  á  Pilchiguayco,  y 
hacer  seis  leguas  y  media  de  camino.  En  este  espacio  den- 
tran  en  Mira  por  la  banda  del  Este  los  rios  Palatin,  Sange- 
ronimo  y  Pilchiguayco  que  es  necesario  pasar  á  bado.  En 
tiempos  secos,  en  los  meses  de  Julio,  Agosto,  y  buena 
parte  de  Septiembre  traen  una  corla  cantidad  de  agua; 
pero  en  Octubre  y  en  los  restantes  meses  del  año  son  unos 
torrentes  rapidísimos  que  vienen  de  las  Montañas  inmedia- 
tas á  precipitarse  en  Mira,  y  detienen  al  pasagero  que  no 
quiere  exponer  sus  intereses  y  su  vida.  Todos  estos  y  mu- 
chos otros,  que  se  hallan  mas  abaxo  necesitan  de  puentes 
si  se  desea  darle  la  debida  perfección  á  este  camino. 

39.  Al  paso  hemos  visto  las  ruynas  de  Lachas.  No 
queda  otra  cosa  de  este  Pueblo  que  algunos  arboles  fruta- 
les que  enseñan  al  viagero  el  lugar  en  que  existió.  Sus 
Yndios  en  pequeño  numero  se  hallan  dispersos  á  lo  largo 
de  las  orillas  de  Mira,  y  semejantes  al  Yndio  pueden  decir, 
no  tenemos  ni  Patria,  ni  templo,  ni  Pastor.  ¡Cuantos  de 
estos  tristes  exemplares  podemos  citar  en  toda  la  exten- 
sión de  nuestros  viages  en  el  Vireynato  de  Santafé!  Limi- 
tándonos al  de  Malbucho,  han  desaparecido  de  la  superfi- 
cie del  globo,  Lachas,  Puntel,  Tola,  y  Limones.  Sabemos 

(i)     D.  Miguel  Freyre. 


—    62    — 

que  la  maza  de  la  población  crea  siempre  en  todas  las 
regiones  de  la  tierra,  ^'porque  experimentamos  diminución 
solo  en  el  Yndio?  Si  nos  hallásemos  un  poco  abanzados  en 
nuestra  Geografía,  si  poseyésemos  una  Carta  exacta  y  poli- 
tica  del  Virreynato,  nos  asombraríamos  al  ver  el  sepulcro 
por  decirlo  asi  de  tantas  poblaciones,  los  esqueletos  de 
tantas  ciudades  florecientes  en  la  edad  de  nuestros  PP.  y 
hoy  en  vísperas  de  perecer.  jQue  causas  funestas  y  contra- 
rias á  nuestra  felicidad  han  influydo  tan  vigorosamente 
sobre  el  aumento  de  nuestra  especie  en  esta  porción  de  la 
America  Meridional?  He  aqui  un  campo  basto  para  las 
reflexiones  mas  profundas:  he  aqui  una  carrera  gloriosa 
para  el  genio  que  se  hallase  bien  instruido  en  nuestros 
principios,  en  nuestros  progresos,  y  en  nuestro  estado  pre- 
sente; que  conociese  el  clima,  las  producciones,  las  necesi- 
dades, los  recursos,  la  extensión,  las  virtudes,  y  también 
los  vicios  de  esta  bella  porción  de  la  Monarquía.  ^-Pero 
quien  es  el  hombre  que  en  el  estado  presente  de  las  cosas 
puede  entrar  en  estas  especulaciones,  y  contar  con  unos 
resultados  juiciosos,  y  verdaderos.^  Desnudo  de  principios 
los  forjarla  á  su  antojo,  ó  los  tomarla  de  las  fuentes  mise- 
rables que  tenemos.  Sin  nuevas  observaciones,  sin  nuevas 
medidas,  sin  nuevos  cursos  nada  podemos  esperar  venta- 
joso á  nuestra  constitución.  ¡Quando  pensaremos  en  nues- 
tros verdaderos  intereses!  ¡Guando  hecharemos  los  fun- 
damentos de  nuestra  felicidad!  Ahí  una  carta  atrevida,  y 
soberbia,  una  Carta  superior  á  la  proyectada  por  el  pro- 
fundo Arriquibar,  una  carta  erigida  sobre  observaciones 
exactas,  una  Carta  que  descendiese  á  los  objetos  mas  pe- 
queños, y  se  elevase  á  los  mas  grandes,  una  Carta  política, 
una  Carta  Económica  que  presentando  de  una  ojeada 
nuestras  producciones,  nuestros  campos,  nuestros  bosques* 
las  Montañas,  los  caminos,  las  distancias,  los  ríos,  los  cli- 
mas, la  población,  la  riqueza,  y  la  miseria  de  todas  las 


-es- 
partes que  la  componen,  pusiera  al  político,  al  Magistrado, 
al  Ministro  en  estado  de  juzgar  de  las  cosas,  de  su  valor, 
y  de  sus  relaciones  verdaderas,  es  lo  que  nos  falta  para  ser 
felices.  Este  seria  el  Libro,  este  el  Código  luminoso  en  que 
se  formarla  el  hombre  de  estado  q.^  quisiese  mandar  con 
acierto,  y  con  utilidad  esta  Colonia:  este  seria  el  mas  gran- 
de servicio  que  podiamos  hacer  á  nuestra  Patria,  á  la  Me- 
trópoli y  á  la  Nación  entera,  y  este  el  monumento  mas 
glorioso,  mas  humano,  mas  sabio  que  puede  erigirse  un 
Ministro  que  desea  inmortalizar  su  nombre,  y  merecer  el 
dulce  epíteto  de  Padre  de  los  Pueblos,  y  este  el  solido,  ver- 
dadero, y  único  medio  de  .mejorar  la  constitución  presente 
y  hacer  que  produzca  ventajas  reales  á  la  Madre-patria 
una  Colonia  que  hasta  hoy  no  ha  recompensado  al  sovera- 
no  ni  aun  los  cuidados  de  su  conservación.  --Estaremos  muy 
distantes  de  esta  época  feliz?  ¿Necesitaremos  de  grandes 
exfuerzos  para  conseguir  la  Carta  que  proyectamos?  No  se 
trata  de  hallar  el  paso  á  la  China  por  el  Norte,  no  se  tra- 
ta de  las  longitudes  en  el  Mar,  se  trata  si  de  una  Carta 
que  dejando  la  ruta  común,  ensanche  prodigiosamente  sus 
escalas,  y  nos  pinte  las  producciones,  el  cultivo,  la  indus- 
tria, las  necesidades,  las  fuerzas,  el  comercio  A:  de  este 
troso  de  la  Monarquía.  Quatro  jóvenes,  un  Astrónomo,  un 
Botánico,  un  Politice,  y  uno  que  se  hallase  instruido  en  la 
Chimica  y  en  la  Mineria  bastaban  para  erigir  este  soverbio 
edificio  en  un  corto  numero  de  años.  Esta  empresa  superior 
á  las  fuerzas  de  un  particular,  exige  la  protección  del  go- 
vierno.  Todo  lo  debemos  esperar  de  el  Augusto  Soverano 
y  del  Ministro  sabio  que  la  Providencia  ha  colocado  á  la 
frente  de  este  Ymperio  el  mas  dilatado  del  Universo. 


Memoria  sobre  el  estado  de  las  Quinas  en  general 
y  en  particular  sobre  las  de  Loxa. 


Los  arboles  de  las  diferentes  especies  de  Quinas  q."  na- 
cen en  los  Andes  equinocciales  pueden  ser  tan  ventajo- 
sos p.*  España,  como  lo  han  sido  p.^  Holanda  los  de  la 
Canela  de  Ceylan.  Si  asta  oy  no  hemos  cogido  frutos  tan 
abundantes,  si  el  producto  de  la  Quina  no  iguala  ni  en  mu- 
cho al  de  la  canela,  pende,  sin  contradicción,  del  abando- 
no en  que  mantenemos  este  ramo,  y  tal  vez  de  no  aver  re- 
flexionado sobre  las  ventajosas  circunst.*  en  que  la  Provi- 
dencia le  ha  colocado.  Estoi  persuadido  q.^  una  Memoria 
en  q.^  se  manifestase  el  estado  presente  de  los  bosques 
en  q/  nacen  estas  plantas,  su  extensión,  sus  limites,  cor- 
te, acopio,  plantíos  &^de  algunas  especies,  y  pralmente.  de 
la  de  Loxa,  seria  mui  interesante  á  la  Nación.  Este  recono- 
cimiento, los  deseos  de  contribuir  al  serv.°  del  Rey,  y  uti- 
lidad de  sus  vasallos;  el  amor  q."  tengo  á  mi  pays,  y  la 
obligación  de  corresponder  á  las  miras  benéficas  del 
Xefe  (i)  q.*"  oy  manda  esta  Provincia,  me  han  obligado  á 


(i)  El  Barón  de  Carondelet,  este  zeloso  é  infatigable  Magistrado,  que 
desde  el  momento  que  tomó  el  mando  de  la  provincia  de  Quito  no  cesa  de 
{yomover  todos  los  objetos  útiles  al  Rey,  á  la  Nación,  y  particularmente 
á  esta  porción  de  la  Monarquía,  me  pasó  el  9  de  Enero  de  este  año  (1805) 
un  oficio  en  que  me  ordena  le  manifieste  los  conocimientos  que  he  traido 
de  Loxa  sobre  el  importante  ramo  de  las  Quinas. 

5 


—  66  ^ 

ordenar  y  reunir  en  esta  los  conocimientos  que  he  adquiri- 
do sobre  la  Quina  en  mis  viages  (i)  dentro  del  Virreynato, 
y  principalmte.  en  el  q.^  acabo  de  verificar  á  la  Ciudad  de 
Loxa  (2).  ¡Dichoso  yo  si  estos  trabajos  llegan  algún  dia  á 
mejorar  la  suerte  de  uno  solo! 


(i)  En  Julio  de  1803  recorrí  los  bosques  de  Malbucho  en  solicitud  de 
las  Quinas,  En  Octubre  del  mismo  año  entré  á  Intac,  Pueblo  situado  en 
las  faldas  occidentales  de  la  Cordillera  por  0°.  26'  de  lat.  boreal.  En  Julio 
de  1804  interné  en  Tagualó,  Macuchi,  también  en  las  faldas  occidentales 
de  la  cordillera  por  0°.  53,21"  de  lat.  Sur,  según  mis  observaciones.  En 
Agosto  del  mismo  año  recorrí  los  montes  de  Alausi,  Cibambe  por  o^.  10, 
de  lat.  austral.  En  Setiembre  los  de  Paute,  Taday,  Gualarco  en  las  cer- 
canías de  Cuenca}  y  en  fin  pasé  á  visitar  los  de  Loxa  en  Octubre  y  No- 
viembre. 

(2)  La  altura  de  Loxa  sobre  el  mar,  su  temperatura,  producciones  c5c 
tienen  mucha  relación  con  lo  que  sigue,  y  he  creido  necesario  dar  una  idea 
sucinta  de  esta  Ciudad.  Loxa  es  un  grupo  de  casas  mal  formadas  en  la  mi- 
tad de  un  valle  angosto  y  desigual}  pero  que  se  extiende  de  Norte  á  Sur 
tres  ó  quatro  leguas.  Al  Este  tiene  el  ramo  mas  oriental  de  los  Andes  con 
el  nombre  de  cordillera  de  Zamora,  y  por  el  Oeste  el  Cordón  de  Villanaco, 
que  se  reúne  al  principal  en  Caxanuma.  El  horizonte  estrecho,  los  campos 
sin  cultivo,  unas  casas  medio  arruinadas,  las  calles  angostas  y  sucias,  dan  á 
Loxa  un  aspecto  tan  melancólico  que  inspira  deseos  de  salir  de  ella  quanto 
antes  Colocada  en  medio  de  dos  arroyos  que  se  unen  en  la  extremidad  bo- 
real de  la  población,  goza  de  aguas  puras  y  abundantes.  En  otros  tiempos 
floreciente,  se  halla  oy  en  un  estado  bien  miserable.  Sus  moradores  no  pa- 
san de  2.000.  Se  pueden  dividir  en  dos  clases  por  lo  que  mira  á  su  ocupa- 
ción: los  unos  cultivan  sus  haciendas,  que  les  producen  Maíz,  Azúcar,  Mu- 
las  excelentes^  y  Ganado  vacuno:  los  otros  viven  en  una  perfecta  ociosidad,, 
y  les  conviene  muy  bien  la  fama  de  mezquinos  que  tienen  en  toda  la  Provin- 
cia. Es  de  admirar  la  buena  fe  y  paz  en  que  viven  unos  hombres  que  no  co- 
nocen el  trabajo,  ni  la  generosidad:  el  robo  es  casi  desconocido  entre  estos 
moradores.  El  terreno  es  de  los  mas  fértiles  del  Reyno:  sin  esfuerzos  tiene 
con  mediana  abundancia  los  frutos  de  los  temperamentos  medios  y  de  las 
ardientes.  Estos  los  sacan  del  Catamayo,  valle  profundo  al  Occidente,  del 
Villanaco,  y  á  6  leguas  de  Loxa.  La  chirimoya^  la  mas  deliciosa  de  las  fru- 
tas, crece  espontáneamente.  He  atravesado  bosques  compuestos  de  estos  ar- 


-  67  - 

La  especie  de  Quina  conocida  por  los  botánicos  con 
el  nombre  de  Cinchona  officinalis,  esa  especie  eminen- 
temente febrífuga,  bosquejada  sobre  esqueletos  por  el  ilus- 
tre Mutis,  y  publicada  por  el  Caballero  Carlos  Linné,  no 
se  halla  esparcida  como  las  otras  de  su  genero.  Una  por- 
ción del  Corregimiento  de  Loxa  es  la  depositarla  única  de 
esta  planta  preciosa.  Esta  verdad  de  que  me  creo  ser  au- 
tor, merece  examinarse  con  alguna  detención.  Ella  intere- 
sa al  comercio,  da  luces  para  organizar  su  corte,  acopio  y 
libertad,  y  lo  que  es  mas  importante,  pone  al  govierno  en 
estado  de  juzgar  con  firmeza  sobre  la  economía  de  un  ramo 
que  puede  hacer  felices  á  muchos  miles  de  vasallos. 


boles  en  la  estación  en  que  florecen.  El  aire  se  hallaba  entonces  perfumado 
con  las  exhalaciones  de  sus  flores  que  se  esparcían  por  todos  los  lugares, 
¡(^ue  abundancia  de  plantas,  de  gomas,  de  cortezas,  todas  útiles  á  las  artes 
y  á  la  medicina!  En  el  recinto  de  la  ciudad  no  hay  terciana;  pero  sus  ha- 
bitantes las  toman  en  el  Catamayo,  de  donde  sacan  la  mejor  parte  de  su 
subsistencia.  Parece  que  en  ninguna  parte  de  nuestro  globo  debia  temerse 
menos  esta  enfermedad;  no  obstante,  á  pesar  de  hallarse  rodeados  de  ar- 
boles de  la  mejor  quina  mueren  sin  recurso  quantos  tienen  la  desgracia  de 
ser  atacados  de  ella,  principalmente  los  Indios  en  quienes  hace  los  mayores 
estragos.  Creen  que  esta  corteza  enciende  la  sangre  y  los  humores,  la  mi- 
ran con  horror  y  la  detestan.  Es  bien  sabido  en  Loxa  que  para  salvar  la 
vida  de  uno  de  estos  infelices  es  necesario  aprisionarle,  y  muchas  veces  usar 
de  los  castigos  mas  severos,  para  que  tome  el  mejor  y  mas  poderoso  reme- 
dio que  se  le  puede  administrar.  La  experiencia  de  todos  los  días  nos  ense- 
ña que  el  Indio,  religioso  observador  de  lo  que  hicieron  sus  mayores,  per- 
petua sus  usos,  sus  preocupaciones,  sus  secretos,  sus  vicios,  y  aun  esa  fu- 
nesta inclinación  á  la  idolatria.  ¿Por  que  no  conserva  también  el  uso  de  la 
Quina,  si  es  cierto  como  dicen  de  la  Condamine,  Savary,  Ruiz  c5c''^,  que  los 
Españoles  hallaron  establecido  entre  ellos  este  remedio,  y  de  quienes  le  to- 
maron al  tiempo,  ó  después  del  descubrimiento  de  la  Provincia  de  Loxa.' 
Llueve  desde  Octubre  hasta  Mayo  con  la  irregularidad  que  observamos  erk 
los  lugares  elevados  de  los  Andes  equinocciales:  graniza  poco,  el  rayo  no  es 
tan  frecuente  como  en  Quito  y  Popayan.  Desde  Junio  hasta  Setiembre  ce- 
san las  lluvias,  y  reina  un  viento  impetuoso  del  Este,  acompañado  de  una 


—  68  — 

Para  manifestar  sus  limites  de  un  modo  sensible,  presen- 
tar los  discursos  sobre  que  se  deben  apoyar  nuestros  dis- 
cursos, las  consecuencias  y  resoluciones  ulteriores  sobre  la 
Quina,  he  formado  una  pequeña  carta  topográfica  (i)  de 
las  inmediaciones  de  Loxa,  y  un  perfil  ó  corte  de  la  Cordi- 
llera de  los  Andes  en  la  latitud  mas  conveniente.  Los  fun- 
damentos de  aquella  son  muchas  observaciones  astronómi- 
cas, medidas  &:,  verificadas  sobre  los  mismos  lugares,  jun- 
tas á  los  trabajos  de  los  ilustres  Condamine  y  Maldonado. 
Abraza  i°,45'  en  latitud,  y  2°,  30'  en  longitud,  contando 
esta  del  meridiano  de  Quito.  Este,  que  llamaré  Nivelación 


llovizna  menudísima  sobre  las  cimas  de  las  montañas,  á  que  dan  el  nombre 
de  temporales  ó  de  paramos.  Algunas  veces  son  tan  abundantes  que  llegan 
hasta  la  misma  Ciudad,  y  hacen  casi  impracticables  los  pésimos  caminos 
de  sus  cercanías.  Esta  estación  es  la  peor  del  aiío  para  atravesar  de  J^^il^o  ^ 
Loxa.  Tiene  en  sus  inmediaciones  minas  de  marmol  blanco,  semejante  al 
de  Cuenca,  de  yeso,  de  estaño  en  espato  blanco,  que  según  Maegraffes  el 
mas  puro,  de  Asfalto  ó  betún  de  Judea,  de  Antimonio,  de  cobre  muy  abun- 
dantes, de  plata  y  de  oro  y  de  cristal  de  roca.  Su  temperatura  es  de  las  mas 
agradables:  el  termómetro  de  Mr,  de  Reaumur  varía  de  lo°- ló*^  mante- 
niéndose la  mayor  parte  del  año  entre  14*^  y  15°.  La  altura  del  mercurio 
en  el  Barómetro  es  de  263,  5  lineas,  medio  entre  un  numero  prodigioso  de 
observaciones.  Mr  de  la  Condamine  halló  primero  260,  O  lineas  (Mem.  de 
la  Acad.  de  las  Ciencias  de  1738)  y  después  265,  O,  (Mem.  de  la  Acad.  de 
1745).  La  altura  de  esta  Ciudad  sobre  el  Océano  Pacifico  es: 

toesas  var.*  cast.* 

Según  Mr.  de  la  Condanime 1 100. 0  —       2566 

Según  el  Sr.  Barón  de  Humboldt 1006.0  =      2347 

Según  mis  observaciones  y  cálculos.  .  .  .      1002.7  =       2339,6 

La  latitud  deducida  de  dos  alturas  meridianas  del  sol  con  un  buen  quarto 
de  circulo  de  J.  Bird.  es  de  4°.  ol'  02',  5  Sur.  Mr.  de  la  Condamine  le  da 
4*^.  01.',  00"  (Mem.  de  la  Acad,  1738),  resultado  demasiado  conforme  á 
nuestras  observaciones  astronómicas.  Su  longitud  es  de  o'^.  58',  30'',  al  Oc- 
cidente de  Quito, 

(l^     No  existe  en  el  archivo  de  la  Expedición  Botánica.  D.  M. 


^  69  - 

barométrica,  está  apoyada  sobre  un  gran  numero  de  obser- 
vaciones de  este  genero,  hechas  con  el  mayor  cuidado,  y 
sobre  mis  cálculos  muchas  veces  repetidos,  usando  en  ellos 
de  las  mejores  formulas  q.*  tenemos.  Es  necesario  notar  en 
esta  nivelación  lo  siguiente. 

A  la  derecha  se  hallan  quatro  escalas:  la  i.^  expresa  la 
altura  de  la  columna  de  mercurio  en  pulgadas  y  lineas:  la 
2.^  en  lineas  solamente:  la  3.^  las  toesas  que  hay  de  una 
pulgada  á  otra  del  Barómetro;  y  la  otra  la  suma  de  toesas 
contadas  desde  la  superficie  del  mar.  La  linea  mas  baja 
representa  el  nivel  del  Océano  Pacifico:  sus  paralelas  hacia 
arriba  las  zonas  ó  capas  diferentes  de  la  atmosfera  que 
equivalen  á  la  presión  de  una  pulgada-  de  mercurio,  y  que 
aumentan  su  anchura  en  razón  de  las  densidades  del  aire  á 
proporción  que  se  sube. 

La  Quina  de  Loxa  no  se  halla  sino  desde  los  3°,44'  de 
latitud  austral  faltando  del  todo  en  otra  latitud  menor  que 
la  asignada.  Puedo  lisongearme  conocer,  sino  todas  las  es- 
pecies propias  de  la  Provincia  de  Quito,  á  lo  menos  la  ma- 
yor parte.  Las  he  visto  vivas,  y  cuidadosamente  diseñado 
y  descrito:  poseo  esqueletos  y  cortezas  con  que  voy  á  en- 
riquecer la  Flora  de  Bogotá,  y  ninguna  se  parece  á  la  que 
producen  las  cercanías  de  Loxa.  Este  limite  puesto  por  las 
manos  de  la  naturaleza,  que  llamo  termino  boreal  de  la 
Cinchona  officinalis^  comienza  en  el  ramo  que  divide  las 
aguas  entie  el  rio  de  Saragtiro  y  el  de  Loxa,  quetoma 
después  el  nombre  de  Zamora,  y  entra  en  el  Marañon  bajo 
del  de  Santiago.  Véase  la  carta  adjunta. 

Desde  Ayabaca,  desde  los  4^40'  de  latitud  austral  hacia 
el  Sur  ya  no  se  vuelve  á  encontrar  esta  especie.  Se  citará 
la  autoridad  de  Ruiz  (i)  para  ensanchar  este  limite.  Peroá 
pesar  del  respeto  que  debo  á  los  conocimientos  de  este  bo- 
íl)    Quinolog.  pag.  57. 


tánico,  debo  decir  que  si  se  compara  la  descripción  que  nos 
ha  dado  de  ella  con  la  que  he  visto  en  Loxa,  si  nos  acor- 
damos que  el  autor  de  la  Quinólo gia  del  Perú  jamas  estu- 
vo en  los  bosques  de  las  inmediaciones  de  esta  Ciudad,  se 
convendrá  en  que  la  Cinchona  officinalis  de  este  laborio- 
so profesor  difiere  mucho  de  la  Quina  roxa  de  que  habla- 
mos. Estarla  aqui  fuera  de  su  lugar  un  pormenor  circuns- 
tanciado sobre  este  objeto.  Pero  reflexionando  que  hablo 
en  una  materia  delicada,  y  que  tiene  consecuencias  reser- 
vo su  resolución  para  cuando  restituido  al  lado  del  mayor 
botánico  de  que  puede  gloriarse  la  nación,  oiga  su  juicio, 
y  pueda  consultar  mejores  libro?.  Por  ahora  baste  saber 
que  de  Ayabaca  hacia  el  Sur  falta  esta  especie  per  el  espa- 
cio de  muchas  leguas;  que  en  toda  la  extensión  de  la  Pro- 
vincia de  Quito  solo  Loxa  produce  la  Cinchona  officinalis 
de  Linné,  y  que  aun  aqui  esta  confinada  dentro  de  3°42', 
y  4^,40/  de  latitud  austral.  Llamo  á  este  ultimo  limite 
termino  austral  de  esta  especie  de  Quina. 

No  hay  que  apoyarse  sobre  la  analogía  perfecta  de  la 
temperatura,  elevación  y  vecindad  de  los  paises  para  creer 
que  esta  especie  se  halla  también  en  ellos.  ¿Que  lugares 
mas  semejantes,  por  no  decir  iguales  á  los  de  Loxa,  que 
Saraguro,  Cuenca,  Cibambe,  Paute  y  otros.^  Pues  apesar  de 
hallarse  estos  casi  en  la  misma  temperatura,  la  misma  pre- 
sión atmosférica,  y  casi  la  misma  latitud,  no  se  halla  en  ellos 
un  árbol  de  las  quinas  que  producen  las  cercanías  de  Loxa. 

No  se  crea  que  esta  bella  Cinchona  nace  en  todas  las  ele- 
vaciones posibles  de  los  Andes.  Huye  tanto  de  los  climas 
helados,  como  de  los  ardientes,  y  solo  prospera  en  la  re- 
gión media  (i)  de  la  cordillera.  Una  presión  atmosférica 

(i)     Hablando  con  rigor  el  centro  de  la  zona  en  que  vegeta  la  Quina  se 

jO 

halla  á  —  de  toda  la  altura  de  los  Andes.  Con  este  objeto  he  puesto  sobre 

3 
el  perfil  una  vista  de  Chimborazo  tomada  de  la  nueva  Riobamba.  Esta 


■q.®  exceda  el  peso  de  una  columna  de  mercurio  de  23  pul- 
gadas, ó  q.^  sea  menor  de  20,  y  una  temperatura  q.®  no 
esté  dentro  de  4°  y  18°  R.  son  poco  favorables  ó  más  bien 
adversas  á  la  vegetación  de  esta  planta.  Muchas  observa- 
ciones en  diferentes  lugares  de  los  bosques  en  q.^  nace  me 
han  enseñado  que  estos  son  los  limites  en  q.^  se  halla  con- 
finada. Por  consiguiente  el  término  inferior  está  á  813,5 
toesas  (1898,  2  varas  cast.")  sobre  el  mar,  y  el  término  su- 
perior á  1.380,0  toesas  (3.220,0  v.^  cast.^):  la  zona  en  que 
prospera  tiene  solamt.^  566,5  toesas  (1.321,8  v.*  cast.^)  de 
anchura,  y  su  centro  1.096  toesas  (2.558,9  v.^  cast.^)  ele- 
vado sobre  el  mar. 

Esta  propiedad  de  la  Quina  de  Loxa  unida  á  la  disposi- 
ción del  terreno  q.«  la  produce,  le  ponen  limites  de  Oriente 
á  Poniente.  Para  formar  una  idea  clara  de  este  punto  es 
preciso  acordarnos  q.^  las  montañas  depositarías  de  esta 
quina  hacen  pte.  de  los  Andes,  q.^  como  todos  saben  co- 
rren constantem.  ^  de  N.  á  S.,  del  un  hemisferio  al  otro, 
spre.  inmediatas  y  paralelas  á  las  costas  Occidentales  del 
nuevo  continente.  Si  cortamos  de  Poniente  á  Oriente  esta 


cima,  la  mas  elevada  de  la  tierra,  tiene  según  las  recientes  observaciones 

3267                       I 
-del  Barón  de  Humboldt  3267  toesas  sobre  el  mar.  Ahora =•  1089 

de  los  Andes. 

El  termino  superior  de  la  vegetación  de  la  quina  está  1380,  O,  toesas  so- 
bre el  mar,  el  inferior  813,  5  toesas,  luego  13S0,  O  —  813,  5  =  566,  5 
566,5 


2 


=  283,  2  +  813,  5  =  1096,  7  altura  del  centro  de  la  zona  de  la  ve- 


getación de  la  Quina. 

Altura  del  centro  de  la  zona IO96  .  7 

Un  tercio  de  los  Andes 10S9  •  o 

Diferencia 7.7  toesas. 


—  72   — 

famosa  cordillera,  en  la  latitud  de  Vilcabamba  (i)  q.^  ocu- 
pa el  centro  del  domicilio  de  la  Quina  (2):  si  le  represen- 
tamos su  perfil  con  todo  lo  restante  de  la  America  meri- 
dional, desde  Tumbez  sobre  el  Pacifico,  hasta  el  Para  en 
las  costas  del  Atlántico,  tendremos  una  sección  semejante 
á  la  q/  presenta  la  nivelación  que  acompaño.  Echemos  una 
ojeada  rápida  sobre  ella,  y  hallaremos 

Que  lo  primero  que  se  presenta  á  la  derecha  son  las 
aguas  del  Océano  Pacifico,  y  el  puerto  de  Tumbez.  Co- 
mienza á  elevarse  el  terreno  poco  á  poco:  primero  se  ha- 
llan colinas  pequeñas  que  van  aumentando  su  altura  á  pro- 
porción q.^  se  alexan  de  la  costa;  pero  q.*  no  alcanzan  sus 
cimas  á  tocar  el  termino  inferior  de  la  Cinchona,  es  decir, 
que  no  tienen  813,5  toe.^  (1.898,2  v.^  c.*)  de  altura  perpen- 
dicular sobre  el  Océano.  Por  615,6  toe.^  (1.436,4  v.^  c.^) 
está  Zaruma  con  sus  minas.  Desde  aqui  se  levantan  mon- 
tañas sobre  las  colinas,  q.^  pasando  el  termino  inferior  etc. 
de  la  cinchona,  van  casi  á  tocar  el  termino  superior  p.'' 
1.380,0  toesas  (3.220,0  v.'*  c.^)  de  elevación.  Este  es  el 
famoso  Orito-Singa  (3).  Aqui  comienza  á  descender  el  te- 
rreno hasta  la  ciudad  de  Loxa,  q.'  como  hemos  dicho  se 
halla  á  1.002,7  toe.^  (2.339,6  v.^  c.^)  de  elevación.  Vuelve 


(i)  Por  ties  alturas  meridiano  del  Sol  hallé  que  este  Pueblo  está  á  40^ 
18',  30"  de  latitud  austral. 

(2)  Véase  la  carta  topográfica  adjunta. 

(3)  Orito-Singa,  Montaña  situada  al  Occidente  de  Loxa,  y  que  se  ex- 
tiende desde  Malacates  hasta  el  Cisne  y  Santiago  por  el  espacio  de  8-9  le- 
guas náuticas.  Al  frente,  y  justamente  al  Oriente  de  la  Ciudad  de  Loxa, 
forma  una  cresta  de  roca  herizada,  y  en  lo  mas  alto  de  ella  una  punta  que 
tiene  semejanza  con  el  pico  de  un  Papagayo,  de  donde  le  viene  el  nombre 
de  Orito-Singa.  Esta  palabra  es  compuesta  de  dos  de  la  lengua  del  Perú: 
Or'tto,  que  significa  Papagayo,  y  Singa^  nariz  ó  pico.  Es  fértil  en  Quinqui- 
na, y  la  que  ha  mas  de  un  siglo  da  grandes  cantidades  de  esta  corteza  s¡t\ 
agotarse. 


—  73  — 

á  subir  en  Caxanuma  (i),  baja  hasta  Malacates,  Cararan- 
go  y  Vilcabamba.  Después  de  este  ultimo  punto  se  eleva 
sin  interrupción  hasta  las  14-1.500  toe.*^,  y  forma  la  cordi- 
llera de  Zamora,  q/  es  el  ramo  mas  oriental  de  los  An- 
des, y  el  divide  las  aguas  entre  el  Marañen  y  Catamayo, 
ó  Calar.  Al  Este  no  se  presenta  otra  cosa  que  un  des- 
censo continuado  hasta  Zamora  y  Tomependa  (2)  sobre  el 
Amazonas.  En  Tomependa  comienza  la  inmensa  llanura 
que  va  á  terminar  en  las  costas  del  Brasil,  en  cuya  extre- 
midad se  ve  el  Para  y  las  aguas  del  Océano  Atlántico. 

Al  primer  aspecto  de  esta  nivelación  se  manifiesta  que 
en  todo  el  inmenso  espacio  de  la  America  meridional,  que 
en  las  900  leg.*  q.*  tiene  de  Este  á  Oueste,  en  el  paralelo 
de  4°  5'  de  latitud  austral,  solo  la  cordillera  de  Zamora  en 
los  puntos  B.  y  C,  y  las  montañas  de  Orito-Singa  y  de  Za- 
ruma  en  A.  y  D.  tocan  el  termino  inferior  de  la  cinchona 
officinalis.  Es  pues  evidente  que  esta  planta  no  puede  ha- 
llarse sino  desde  A.  hasta  B.  Este  es  el  termino  oriental,  y 
aquel  el  occidental  de  la  Quina  de  Loxa.  El  primero  está 
p.'"  1°  45',  y  el  segundo  por  0°  35'  al  occidente  del  meri- 
diano de  Quito. 

De  todo  lo  dicho  resulta  que  tenemos  seis  términos  den- 
tro de  quienes  se  halla  confinada  la  Quina.  Términos  cu- 
yas diferencias  nos  dan  la  extensión  de  las  tres  zonas  dife- 


(1)  Caxanuma:  mas  bien  es  una  falda  pequeña  que  Orito-Singa  suelta 
para  reunirse  á  la  cordillera  de  Zamora,  que  una  montaña  separada.  Ella 
forma  la  división  de  aguas  entre  el  rio  de  Zamora  y  el  Catamayo.  Aquellas 
van  al  mar  Atlántico,  y  estas  al  Océano  Pacífico.  El  Barómetro  se  sostie- 
ne sobre  Caxanuma  en  252,  5  lins.,  lo  que  enseña  que  la  cuna  de  este  cor- 
don  está  á  1172,7  toesas  sobre  el  mar  (2736,0  v.»  c.*),  y  170,0  toesas 
(396,6  v.s  c,*)  sobre  Loxa.  Abunda  como  en  Orito-Singa  la  mas  bella 
^uina, 

(2)  He  colocado  á  Tomependa  en  168,  O  toesas  (392,  v.«  c,  ^ )  de  altu  ^ 
ra  según  las  observaciones  del  Barón  de  Humboldt. 


—  74  — 

rentes  de  que  acabamos  de  hablar,  y  términos  en  fin  que 
nos  enseñan  el  punto  de  vista  bajo  del  cual  debemos  con- 
siderar el  plantío,  comercio,  cultivo,  acopio  &.^  de  la  Qui- 
na. En  resumen  son: 

Termino  austral 4*^  40'  de  lat.  aust. 

Termino  boreal 3"  42'  de  lat.  aust. 

Diferencia o"  58' 

Termino  oriental 0°  35'  al  occid.te  de  Quito. 

Termino  occidental...  1°  45'  al  occid.te  de  Quito. 

Diferencia 1°  10' 

Termino  inferior 813  ,  5  toe."^  sobre  el  mar. 

Termino  superior 1380  ,  o  toe.'*  sobre  el  mar. 

-  Diferencia 566  ,  5 

Semidiferencia.. .  283  ,  2 

+  813,5 
Altura  del  centro  de  la 

zona 1096  ,  7 

A  esto  podemos  añadir  las  temperaturas  de  los  dos  úl- 
timos términos:  serán: 

Temperatura  del  termino  superior. . .  minimij  4^ ,  o  R. 
Temperatura  del  termino  inferior  . . .   maximij     18°  ,  o 


Diferencia 1 2°  ,  o 

Suma 1 2° ,  o 

Temperatura  media 11    ,0 


Con  estos  conocimientos  podemos  ya  apreciar  por  una 
juiciosa  aproximación  el  numero  de  leguas  que  produce  la 
Quina  mas  estimada.  En  la  carta  topográfica  que  acompaño 
he  bañado  de  color  pajizo  el  terreno  que  es  fértil  en  ella,  para 
que  á  primera  vista  se  distinga  de  las  demás.  El  está  ence- 


—  75  — 

rrado.  comenzando  por  el  Norte,  entre  el  rio  de  las  juntas, 
que  toma  su  origen  en  las  montañas  de  Zaraguro,  hasta 
la  embocadura  del  pequeño  rio  de  Santiago.  Este  hacia 
arriba  hasta  su  nacimiento  en  la  montaña  del  Cisne.  Des- 
pués el  rio  de  este  nombre  hasta  su  embocadura  en  el 
Catomayo.  En  fin  siguiendo  este  rio  hasta  su  unión  con  el 
de  Macará,  que  le  entra  por  los  4°  20'  de  lat.  aust.  y  por 
1°  50'  al  occidente  de  Quito.  Por  el  Sur  está  confinado 
dentro  del  rio  de  Macará^  montaña  de  Ayabaca,  Vallado- 
lid,  hasta  su  unión  con  la  cordillera  de  Zamora  que  le  ter- 
mina por  el  oriente. 

El  espacio  que  encierran  estos  limites  se  ve  dividido  en 
muchos  quadrados  formados  por  lineas  de  puntos  que  se 
cortan  en  ángulos  rectos  distantes  entre  si  una  legua  náu- 
tica de  20  al  grado,  ó  de  2.837,  5  ^.^  (6.620,  8  v.^  c.-^).  Bas- 
ta, pues,  contar  estas  quadriculas  para  saber  el  numero  de 
leguas  quadradas  que  hay  en  el  recinto  que  acabamos  de 
señalar.  He  hallado  que  son  275:  quitemos  100  leg.^  por 
ios  pequeños  valles,  que  mas  bajos  que  el  termino  inferior 
de  la  nivelación,  no  producen  ningún  árbol  de  Quina;  que- 
darán 175  leg.^  quadradas  útiles.  Bien  podemos  añadir  sin 
temor  de  exageración  25  leguas  por  el  aumento  de  superfi- 
cie causada  por  las  montañas  que  se  enlazan  y  cruzan  en 
direcciones  diferentes  por  todas  partes,  no  haviendo  mas 
espacio  de  una  á  otra  que  el  lecho  de  los  arroyos  que  las 
separan.  Tenemos,  pues,  200  leguas  quadradas  fértiles  en 
Quina,  leguas  que  han  dado  un  numero  incalculable  de 
quintales  desde  que  se  extrae  su  corteza,  y  que  parecen  in- 
agotables. 

Es  de  admirar  que  en  167  años  que  ha  conocemos  las 
virtudes  de  la  Quina  no  hayamos  pensado  en  transplantar- 
la  á  otros  lugares  análogos  del  Virreynato.  ^-Quien  creyera 
que  este  árbol,  cuya  corteza  asegura  la  vida  inestimable 
de  nuestros  Soberanos,  de  la  familia   real  de  España  y  la 


-  76  - 

de  sus  vasallos,  había  de  permanecer  hasta  hoy  confinada 
en  el  estrecho  recinto  que  acabamos  de  prescribirle?  Mas 
afortunados  elAlgodon  y  el  Cacao  han  sido  transportados 
á  todos  los  lugares  en  que  se  ha  creído  prosperarían.  ^Ha- 
brán influido  en  esta  injusta  preferencia  las  prontas  venta- 
jas que  percibe  el  cultivador?  ^'Seran  las  caprichosas  vici- 
situdes á  que  han  estado  expuestas  las  cortezas  de  la 
Quina?  Sea  la  que  fuere  la  causa,  lo  cierto  es  que  aun  no 
tenemos  un  solo  árbol  de  la  Quina  de  Loxa  en  toda  la 
extensión  del  Virreynato. 

¡Quantos  lugares  absolutam/^  análogos  al  de  Loxa  tene- 
mos en  las  Provincias  de  Quito  y  Santafé!  ¡Quantos  cente- 
nares de  leguas  con  la  mísm.a  elevación,  la  misma  presión 
atmosférica,  y  las  mismas  estacionesl  La  Quina  transpor- 
tada á  estos  países  prosperaría  seguramente  con  lá  mayor 
felicidad.  Todos  los  bosques_,  todos  los  lugares,  cuya  lati- 
tud no  pase  de  12'*,  en  quienes  el  barómetro  se  sostenga 
de  241  á  277  lín.-  (de  20-23  pulgadas)  es  decir,  que  su 
elevación  sobre  el  mar  sea  de  813,  5  á  1380,  o  t.^  fde  1898, 
2  á  3220,  o  v."^  c")  son  propios  para  el  plantío  de  este 
vegetal,  cuyo  incremento  feliz  lo  debemos  esperar  con  la 
mayor  seguridad .  Si  es  cierto  que  en  la  vecindad  de  la 
línea  la  altura  decide  del  calor,  si  es  cierto  que  á  igual 
elevación  la  carga  eléctrica,  la  cantidad  de  oxigeno  y  la 
presión  atmosférica  son  las  mismas,  ¿"que  debemos  temer 
en  el  transplante  y  cultivo  de  esta  especie  preciosa?  Guay- 
llabamba  (i),  Otavalo,  todas  las  cercanías  de  Ybarra,  Qui- 
to y  alrededores,  Yntac,  Valle  de  Chillo  y  de  Tumbaco, 
Xalupana,  Pitaló,  Minas  de  Macuchi,  Hambato,  Riobam- 
ba,  Alausi,  Cíbambe,  Cuenca,  Azogues,  Gualaceo,  infinitos 
lugares  de  la  Provincia  de  Popayan,  otros  tantos  de  las 

(l)  Ponemos  aquí  una  tabla  de  muchos  lugares  del  Virreinato  cuya  al- 
tura barométrica  esté  dentro  241  y  277,  ó  su  elevación  sobre  el  mar  dentro 


—  77  — 

inmediaciones  de  Santafé,  Socorro  &.«  &.^  son  propios  para 
establecer  inmensos  plantíos  de  esta  Quina.   Pero  entre 


y  3220  v.s  cast.s  como  propio  para  el  cultivo  de  la  Quina  de  Loxa: 

Altura  Altura 

LUGARES                    del  sobre  el  mar 

Barómetro,  en  v.»  cast.s. 

Guayllabamba 263  ,  6  2335  ,  9 

Otavalo 251  ,  7  2775  ,  9 

Colimbuela 256  ,  7  2588  ,  8 

Atontaqui 256  ,  2   "  2607  ,  3 

Ibarra 260  ,  6  2445  ,  I 

Quito-. ,  •  •  •  243  '  3  3099  '6 

Añaquito:  llan.^. .  .  .  243  >  5  3^91  »  4 

Turumba:  llan.^.  . .  .  243  >  2  3103  >  I 

Quitumba 260  »  I  2405  ,  3 

Yntac 273  ,  2  1995  ,  7 

Chillo:  valle 250,6  2817,9 

Conocato 251  ,  O  2802  ,  5 

Cumbayá 255  ,  O  2652  ,  5 

Tumbaes 255  ,  9  2628  ,  O 

-     Puembo 252  ,  9  2730  ,  9 

Pifo 248  ,  6  *  2894  ,  2 

Xalapana.  . 243  ,  7  3o!^3  .  7 

Macuchi:  mina 275  >  5  I9I5  >  4 

Pilaló 252  ,  9  2730  ,  9 

Hambato 249  ,  5  3075  ,  O 

Riobamba 245  ,  O  3304  ,  O 

Alausi 256  ,  O  2614  ,  7 

Cibambe 253  ,  5  2708  ,  3 

Guasuntos 251  ,  8  2727  ,  4 

Pumallacta 24I  ,  4  3174  ,  2 

Deleg 247  ,  7  2928  ,  8 

Cuenca 250  ,  5  3010  ,  O 

Azogues 250  ,  6  2817  ,  9 

Paute 261  ,  9  2397  ,  7 

Sadan 246  ,  7  2867  ,  3 

Gualaceo 261  ,  I  2463  ,  3 

Yarqui 245  .  ^  31/8  ,  O 

Nabon 244  ,  5  3213  ,  O 

Oña 253  ,  9  2807  ,  O 

Yaraguru 250  ,  O  2838  ,  8 

Pasto 249  ,  8  2845  ,  5 

Ventaquemada 275  ,  5  19^5  '  4 

Popayan 275  ,2  2102  ,  o 

Poblason 258  ,  9  2487  ,  4 

Chiriyio 258  ,  O  2540  ,  7 

Atofrío 261  ,  O  2430  ,  6 

Santafé 247,3  3143  .  o 


-  78  - 

todos  los  que  conozco,  ninguno  mas  análogo  al  de  Loxa 
que  el  suelo  de  Popayan:  su  temperatura  (de  10°  17°  R.): 
su  presión  atmosférica  (275,  2  lin.^  del  Barómetro):  su  altu- 
ra sobre  el  mar  (901  toesas  =  2102  v.'^  c.''):  la  qualidad  de 
su  terreno,  las  plantas  que  produce  espontáneamente,  son 
del  todo  iguales  á  aquella  en  que  prospera  también  la  me- 
jor Quina  de  Loxa.  Crei  hacer  un  presente  interesante  á  mi 
patria  transportando  á  ella  diez  plantas  jóvenes;  pero  la 
estupidez  ó  malignidad  del  Yndio  que  las  conduela  á. 
espaldas  me  privó  de  esta  satisfacción,  y  á  Popayan  de  un 
iondo  inagotable  de  bienes  y  de  riqueza.  Ah!  si  algunos 
de  los  hombres  pudientes  de  aquella  Ciudad,  si  algunos  de 
Quito,  Riobamba,  Cuenca,  Santafé,  emprendiesen  trans- 
portar algunas  plantas  de  esta  Quina  á  sus  respectivos 
lugares,  si  la  cultivasen  con  cuidado,  si  la  propagasen  has- 
ta el  punto  de  poder  hacer  colecciones  abundantes  de  su 
corteza.  ¡Que  comercio,  que  felicidad  para  unos  pueblos 
depositarios  únicos  del  mas  poderoso  especifico  de  que 
puede  gloriarse  la  Medicina  para  restablecer  la  salud  del 
hombre  en  las  quatro  partes  del  Mundo!  Esta  corteza  nos 
presentarla  relaciones,  y  nos  unirla  con  las  extremidades 
de  la  tierra.  Mas  preciosa  que  el  oro  y  que  la  plata,  merece 
preferirse  á  ese  montón  de  proyectos  quiméricos  siempre 
desgraciados,  y  de  quienes  no  hemos  sacado  otro  fruto  en 
nuestros  climas  que  familias  arruinadas  y  mendigos. 

Los  transplantes  á  los  Andes.equinocciales  y  no  á  Europa, 
son  los  que  se  deben  promover.  No  creo  que  una  planta 
que  ama  una  presión  atmosférica  de  23  pulg.^  barométri- 
cas quando  mas,  que  perece  en  una  temperatura  de  4°  -|- 
20",  o'  —  4°  R.,  que  le  es  necesaria  una  lluvia  abundante 
por  el  espacio  de  nueve  meses  &c.^  pueda  prosperar  en  Vis- 
caya,  Galicia,  Cataluña  y  Andalucía  como  piensa  Ruiz  (i), 

(i)     Quinologia,  pág.  21. 


—  79  — 

á  una  presión  de  27  pulg.",  un  calor  de  28°  30*^  R.  en  estio^ 
un  frió  de  5-  0°  en  invierno,  &  6c. 

De  las  200  leg.^  quadradas  que  producen  quina,  solo  la 
ó  20  de  las  cercanías  de  Malacates,  Vilcabamba  y  Gonza- 
namá  están  casi  agotadas-:  las  restantes  se  hallan  intactas. 
Creo  que  con  algunos  reglamentos  que  extingan  los  abusos 
y  corrijan  la  ignorancia  de  los  cascarilleros  (i)  se  puede 
asegurar  para  siempre  no  solo  la  cantidad  necesaria  para 
subvenir  alas  necesidades  de  la  Real  Botica,  sino  también 
para  establecer  un  com.ercio  ventajoso. 

El  abuso  mas  perjudicial  que  executan  los  cascarilleros 
es  cortar  quantos  arboles  encuentran  en  sus  correrías,  sin 
cuidar  de  la  semilla  para  lo  futuro.  De  aqui  no  hallarse 
sino  con  grandes  dificultades  una  flor,  ó  una  semilla  en  el 
espacio  de  muchas  leguas,  y  extinguir  en  su  origen  la  re- 
producción de  la  especie.  Todos  los  arboles  que  hoy  exis- 
ten en  el  recinto  de  donde  se  acostumbra  extraer  la  corteza 
son  renuevos  de  dos,  quatro  ó  quando  mas  seis  años.  Por 
fortuna  en  este  corto  espacio  de  tiempo  se  hallan  en  estado 
de  volver  á  suministrar  nueva  corteza.  Con  este  objeto  les 
cortan  de  nuevo  antes  de  florecer,  y  sin  que  llegue  a  su 
perfección  la  semilla  que  la  debe  perpetuar.  Es  pues  de  la 
ultima  importancia  conservar  algunos  individuos  imponien- 
do penas  al  cascarillero  que  por  malicia  los  corte,  Zelanda 
y  visitando  cada  año  los  lugares  en  que  estén  los  arboles 
reservados. 

Muchos  de  los  acopladores  descortezan  el  tronco,  rom  - 
pen  los  ramos  del  modo  mas  rustico  y  grosero,  se  aprove- 
chan de  la  corteza,  é  inutilizan  para  siempre  este  individuo; 
pues  maltratado  de  este  modo  se  seca  sin  recurso.  Otros  el 
primer  paso  que  dan  es  cortar  el  árbol  por  su  base:  practi- 


(l)     Este  es  el  nombre  que  dan  en  Loxa  y  en  el  Perú  á  los  peones  que  se 
ocupan  en  extraer  y  beneficiar  la  Quina. 


—  So- 
ca insensata,  pero  menos  perjudicial  que  la  anterior.  El 
tronco  principal  arroja  dos,  tres,  y  algunas  veces  cinco 
renuevos.  A  esta  reproducción  bienhechora  de  la  naturaleza 
debemos  los  individuos  que  actualmente  proveen  al  Rey  y 
á  nuestras  Boticas.  Sin  ello  habrian  tal  vez  extinguido  la 
especie.  Son  muy  juiciosas  las  reflexiones  de  Don  Hipólito 
Ruiz  en  su  Quinolog.  Grt.°  3.°  pag.  13,  que  creo  se  deben 
adoptar  en  la  extracción  de  la  quina  de  Loxa. 

Los  dueños  de  haciendas  hacen  terribles  perj'iicios  á  los 
bosques  de  Quina.  En  los  meses  de  Agosto  y  de  Septiem- 
bre ponen  fuego  en  todas  las  faldas  de  las  montañas  para 
renovar  los  pastos.  Muchas  veces  se  apodera  este  de  los 
bosques  inmediatos,  y  reduce  á  cenizas  una,  dos  y  muchas 
veces  mas  leguas.  En  1803  se  incendió  de  este  modo  un 
espacio  que  ajuicio  de  un  experimentado  cascarillero  podia 
haber  dado  muchos  quintales  de  la  mas  bella  y  sazonada 
quina.  Yo  he  sido  testigo  de  otro  incendio  semejante,  que 
duró  dos  noches  y  un  dia. 

Cada  año  se  dificulta  mas  la  extracción  y  acopio  de  la 
Quina  que  se  remite  á  España  de  cuenta  de  S.  M.  El  cas- 
carillero tiene  ya  que  internar  muchas  leguas  para  recoger 
dos  ó  quatro  arrobas  que  se  le  han  asignado  por  el  Corre- 
gidor, y  dia  llegará  en  que  sea  necesario  duplicar,.y  aun 
triplicar  la  cantidad  que  hoy  paga  el  Rey  por  cada  arroba. 
Este  grave  inconveniente  se  habría  evitado  si  los  que  están 
encargados  de  esta  Comisión  hubieran  atendido  al  corte,  y 
no  hubieran  despreciado  los  plantíos  tantas  veces  encarga- 
dos por  S.  M.  Es  de  admirar  que  una  planta  de  este  interés 
se  halle  abandonada  á  solo  la  fecundidad  natural  de  los 
bosques  de  Loxa;  y  es  aun  mas  admirable  se  haya  dexado 
expuesta  por  tantos  años  á  la  mano  destructora  del  bárba- 
ro cascarillero.  No  se  puede  ver  sin  dolor  que  no  exista 
hoy  un  solo  árbol  de  plantío  en  todo  el  distrito  del  corre- 
gimiento de  Loxa,   y  que  en  Octubre   de   1804  estaban 


—  8i   — 

las  cosas  en  el  mismo  estado  que  tenían  al  tiempo  de  su 
descubrimiento.  Estoy  persuadido  que  solo  los  plantios 
podran  detener  la  ruina  ó  á  lo  menos  las  dificultades  in- 
mensas que  se  van  presentando  todos  los  dias  en  el  acopio 
de  aquella  cantidad  que  cada  año  se  remite  á  lá  Botica 
Real.  No  hay  que  prestar  oidos  á  las  dificultades  que  opo- 
nen los  encargados  y  acopladores  para  la  concesión  de  los 
plantios  que  proponemos.  Todas  ellas  son  hijas  de  su  igno- 
rancia ó  de  su  pereza.  Me  detendría  en  nombrarlas;  pero 
qualquiera  hombre  sensato  conocerá  su  futilidad  al  propo- 
nérselas. No  obstante  hay  una  que  deslumhra  á  primera 
vista:  dicen,  que  la  quina  ama  la  sombra  de  los  bosques  y 
que  perece  quando  se  halla  rodeada  de  arboles  corpulentos, 
ün  vecino  honrado  y  curioso  fi)  de  Loxa  quiso  comprobar 
con  la  experiencia  un  hecho  que  arruinaba  de  un  golpe  el 
proyecto,  y  las  mas  lisongeras  esperanzas  que  prometen 
los  plantios.  Transportó  quatro  plantas  jóvenes  g1  patio  de 
las  Casas  capitulares  de  aquella  Ciudad,  en  donde  prospe- 
raron felizmente.  Aun  existieran  si  en  Loxa  se  tomara 
algún  interés  en  el  aumento  de  las  quinas.  Con  la  muerte  de 
aquel  hombre  zeloso  se  introduxeron  caballos  en  el  lugar 
en  que  estaban  los  quatro  arboles  de  quina,  quienes  los 
destrozaron  é  hicieron  perecer. 

Hay -tanta  oposición  entre  los  habitantes  de  Loxa  á  los 
plantios,  que  es  necesario  tomar  las  mas  serias  providen- 
cias para  que  los  executen,  y  que  el  tiempo  y  la  experien- 
cia vayan  arrancando  una  preocupación  tan  envejecida. 
Confieso  que  se  necesita  pulso  para  elegir  el  hombre  á 
quien  debe  confiarse  una  comisión  tan  delicada.  Si  por 
desgracia  recae  sobre  algún  ignorante  en  materia  de  plan- 
tios aumentamos  el  mal  que  queremos  precaver.  Arrancará 
muchos   cientos  de  plantas  jóvenes  de  los  bosques,    los 

(i)     Don  Xavier  Valdivieso,  Corregidor  de  Loxa. 


—    82     — 

transportará  á  los  lugares  destinados  á  los  plantíos,  aquí 
perecerán  por  su  ignorancia,  y  habrá  despoblado  al  mismo 
tiempo  las  montañas. 

Un  arbusto  de  Quina  de  30-40  años  de  edad  produce  de 
3-4  arr.*^  de  corteza:  otro  de  5-6,  proveniente  de  renuevos 
solo  da  de  12-14  lib.'^.  Por  consiguiente  para  recoger  50a 
a.^  son  necesarios  i.ooo  arboles  que  no  podran  volver  á 
suministrar  corteza  hasta  los  5  ó  6  años  siguientes.  Para 
llenar  este  vacio  es  preciso  tener  6.000  plantas  en  el  mis- 
mo estado  que  las  primeras.  En  suma  si  se  quieren  remitir 
todos  los  años  500  (a)  á  S.  M.,  y  precaver  todo  inconvenien- 
te es  indispensable  que  los  plantíos  no  bajen  de  10.000  pies. 

Los  empleados,  sueldos  &  de  los  que  se  ocupen  en  el 
acopio  y  remisión  de  la  Quina  son:  el  Corregidor  de  Loxa 
tiene  el  mando  y  dirección  con  500  p.^  anuales:  hay  un 
Profesor  de  Botánica  y  Química  con  i.ooo  p.^  quando  se 
mantenga  en  la  ciudad,  y  2  000  si  verifica  alguna  expedi- 
ción: un  Factor  con  200  p.*^  para  almacenar,  encaxonar  &''^: 
un  Guarda  Mayor  residente  en  Malacates  para  verificar  la 
extracción  de  la  corteza  con  100  p.^:  cincuenta  peones  lla- 
mados cascarilleros,  todos  domiciliados  en  Malacatos,  Vil- 
cabamba  y  Ponzanamá.  Por  el  mes  de  Junio  el  Corre- 
gidor asigna  á  cada  uno  de  estos  la  cantidad  de  arro- 
bas que  debe  entregar  en  Diciembre,  conforme  su  robustez, 
agilidad  y  practica.  Se  le  adelanta  el  valor  á  razón  de 
20  r.s  por  arroba.  El  cascarillero  se  provee  de  carnes  y 
demás  bastimentos  en  Junio:  en  Agosto  se  interna  en  el 
bosque,  de  donde  sale  con  la  porción  de  su  cargo:  en  Di- 
ciembre la  lleva  á  Loxa,  en  donde  se  encaxona:  y  se  remi- 
ta á  Piura  en  Enero  á  manos  de  aquellos  oficiales  Reales 
que  deben  embarcarla  para  el  Callao. 

Un  quintal  de  corteza  puesta  en  Piura  cuesta  al  Rey 
33»  4  P«*  porque  si  sumamos  los  sueldos,  valor  de  la  quina 
en  Loxa,  caxones,  forros,  fletes;  si  dividimos  esta  suma  por 


-83- 

el  numero  de  arrobas,  nos  dará  el  valor  de  cada  una  de 
estas,  y  por  consiguiente  del  quintal. 

Sueldos 1.800  p.s 

Valor  de  500  @  (a)  de  quina  en  Loxa,  1.250    * 

Caxones,  forros,  & 625    » 

Fletes 500    » 


Suma 4-175 


» 


4       I  'T  C 

Ahora  — ^ =  8,35  X4  =  33,4  pesos. 

500 

¡Quantos  abusos!  quantas  injusticias  hay  que  corregir  en 
este  establecimiento.  Dependiente  solo  de  la  Corte  á  3.000 
leguas  de  distancia,  sin  un  Xefe  que  vele  de  cerca  sobre  el 
buen  orden  de  este  ramo,  no  es  extraño  se  abuse  de  la 
sencillez  del  cascarillero,  y  se  respeten  poco  las  ordenes 
de  S.  M.  Indicar  aqui  todos  los  vicios  de  esta  Factoría,  y 
de  que  yo  mismo  soy  testigo,  seria  hacer  demasiado  larga 
esta  memoria;  pero  no  puedo  callar,  sin  hacer  traición  á 
mi  patria  y  al  Soberano,  la  inacción  en  que  ha  13  años  se 
mantiene  el  Profesor  de  Botánica.  Si,  este  joven  ha  frustra- 
do las  mas  bellas  esperanzas  que  concibió  el  Gobierno 
quando  lo  destino  á  Loxa.  Véanse  las  pag.*  26  y  92  de  la 
Quinologia  de  Ruiz:  allí  están  descritas  las  operaciones 
que  debian  haberle  ocupado  desde  su  arribo  á  la  Provincia 
de  Loxa.  ¡Guantes  conocimientos  útilísimos  perdidos! 
Quantas  luzes  interesantes  á  la  salud  del  hombre  malo- 
gradas! ¡Quantos  perjuicios  á  la  Botánica,  á  la  Química,  al 
comercio  y  al  honor  de  la  Nación! 

Mientras  este  Profesor  de  Loxa  se  mantenga,  por  decir- 
lo asi,  en  la  independencia,  mientras  no  pertenezca  á  un 
cuerpo  que  le  estimule,  que  vele  sobre  sus  operaciones,  que 
tome  cuenta  con  frecuencia,  no  tenemos  que  esperar  nin- 


_   64  — 

gun  progreso  sobre  el  importante  ramo  de  la  Quina  de 
Loxa.  Estando  este  Corregimiento  dentro  de  los  limites  del 
virreinato  de  vSantafé,  existiendo  en  esta  Capital  una  expe- 
dición Real  Botánica,  teniendo  por  Director  á  un  Mutis,  á 
este  sabio  que  tanto  ha  profundizado  sobre  el  genero  Cin- 
chona,  y  de  cuya  infatigable  actividad  no  pueden  dudar 
sino  aquellas  almas  envidiosas  de  su  gloria.  ^'No  es  dema- 
siado conforme  á  la  razón  y  al  buen  orden  sujetar  en  todo 
á  sus  luces  al  Botánico  que  se  halla  en  la  Ciudad  de  Loxa? 
Asi  reunido  comenzarla  el  mundo  sabio,  la  nación,  la  hu- 
manidad, el  Soberano  á  coger  los  frutos  que  ha  13  años 
espera  de  manos  de  Don  Vicente  Olmedo.  Impaciente  el 
celebre  Mutis  por  comparar  sus  Quinas  con  la  de  Loxa  y 
demás  que  produce  la  Provincia  de  Quito,  desesperando 
de  conseguirlo  por  los  escritos  del  Botánico  de  aquella 
Ciudad,  me  destinó  á  colectarlas.  ^-Quicn  creyera  que  hasta 
el  mes  de  Noviembre  de  1804  se  ha  ignorado  el  numero 
de  quinas  que  produce  el  suelo  fecundo  de  Loxa?  No  igno- 
ro que  los  celebres  Jussieu,  de  la  Condamine,  el  Barón  de 
Humboldt  y  Bompland  han  visitado  esta  Provincia  en  cali- 
dad de  botánicos,  pero  sabemos  que  los  trabajos  del  pri- 
mero perecieron:  el  segundo  solo  nombra  tres  especies,  la 
roxa,  la  blanca  y  la  amarilla  (i);  los  últimos  se  detuvieron 
tan  poco  tiempo  que  no  les  fue  posible  ver  sino  muy  pocas. 

Los  extractos...  ¡Aun  esta  por  elaborarse  la  primera 
onza!  No  hay  quien  ignore  sus  ventajas  sobre  la  corteza  en 
el  uso  medico,  en  el  transporte  y  en  el  comercio.  ¡Quantas 
ocasiones,  quanto  dinero  perdido  sin  esperanza  de  resar- 
cirse! 

Ya  debíamos  saber  el  tiempo  en  que  florece  la  Quina.  Si 
lo  hace  solamente  una  vez  al  año,  ó  dos,  como  tengo  fun- 
damento para  creerlo,  en  que  meses  lo  verifica,  quando 

(i)     Memoria  de  la  Acad.  de  las  Ciencias  de  París  de  1738. 


-  85  - 

bota  la  hoja,  si  lo  hace  sucesivamente,  como  la  mayor 
parte  de  las  plantas  equinocciales,  que  tarda  el  fruto  en 
perfeccionarse,  y  que  en  germinar  la  semilla,  si  nace  de 
estaca,  qual  es  el  tiempo  del  empuje  de  la  savia,  si  en  esta 
estación  es  mas  activa  la  corteza,  si  la  que  nace  en  el  ter- 
mino inferior  es  mejor  que  la  del  superior,  si  va  degradando 
á  proporción  que  sube  ó  al  contrario,  el  modo  de  podarla,  la 
qualidad  del  terreno,  si  mejora  su  calidad  con  el  cultivo 
&.^  &.^.  He  aqui  los  bellos  objetos  que  debian  haber  ocu- 
pado al  Profesor  de  Loxa:  he  aqui  las  cuestiones  importan- 
tes cuya  solución  habria  mejorado  el  comercio,  y  también 
la  medicina. 

Otras  especies  de  quina.  Todas  las  especies  del  genero 
Cinchona,  sin  excepción,  nacen  en  la  altura  media  de  los 
Andes  vecinos  al  equador.  Los  viages,  las  herborizaciones 
de  todos  los  botánicos  que  han  trabajado  en  el  nuevo 
mundo,  prueban  ,que  no  se  hallan  las  quinas  sino  desde 
5°  de  lat.  aust.  hasta  12°  de  lat.  boreal  en  la  dirección  de 
Norte  á  Sur,  y  que  del  Este  al  Oeste  solo  nacen  sobre  la 
cordillera.  Llamo  al  i.°  termino  boreal,  al  2.°  termino 
austral,  al  3.°  termino  oriental,  y  al  4.°  termino  occidental 
del  genero  Cinchona.  La  distancia  de  los  dos  últimos  es  tan 
varia  como  la  base  de  los  Andes;  no  obstante  no  pasa  de 
40  leguas  náuticas,  ni  baja  de  25.  Como  la  especie  oficinal 
tiene  el  genero  un  termino  superior,  y  otro  inferior  en  que 
vegetan  sus  especies;  estos  son  demasiado  interesantes,  de- 
tengámonos un  poco  en  ellos. 

El  Barón  de  Humboldt  establece  el  termino  inferior  de 
este  genero  á  300  toesas,  y  el  superior  á  1.500  sobre  el 
mar.  Subscribiendo  gustoso  al  primero,  creo  que  se  debe 
levantar  el  segundo  algunas  toesas  sobre  esta  determina- 
ción. En  San  Nicolás  al  Oriente  de  Alausi  he  observado  la 
especie  n...  á  230,  o  lin.^  del  barómetro.  Esta  altura  del 
mercurio  da   1.553,7  t."*  de  elevación  sobre   el  Pacifico. 


—  86  — 

Aqui  colocamos  el  termino  superior  de  las  Cinchones  en 
nuestra  AUvelacion.  Es  pues  evidente  que  la  gran  zona  en 
que  las  encerró  la  naturaleza  tiene  1.253,7  t.^  (2.925,3 
ir.'*  c.^)  de  altura  perpendicular. 

Se  opondrán  contra  estos  limites  las  plantas  febrífugas 
de  las  llanuras  de  Orinoco  (i),  Upatú,  Golfo  de  Santafé, 
Cumaná,  las  Quinas  de  Santo  Domingo  (2)  de  Jacquin,  y 
la  de  las  Islas  de  los  Amigos  Forster  (3);  y  en  fin  la  de 
Tacames.  Pero  á  ninguna  de  estas  plantas  las  miran  los 
verdaderos  botánicos  como  pertenecientes  al  genero  cin- 
chona  (4^.  Basta  reflexionar  sobre  las  descripciones  que  de 


(i)  El  sabio  Humboldt  nos  ha  asegurado  que  las  Quinas  de  la  Angostu- 
ra, Golfo  de  Santafé  y  Cumaná  no  pertenecen  al  genero  Cinchona.  «La 
Quina  déla  Angostura  es  la  corteza  de  un  nuevo  genero  (Cusparla  febrífu- 
ga) ¿'erw/ra^wí  quinqué,  foiiis  ternath,  alíernis,  crece  cerca  de  Upatá  en  las  Mi- 
siones de  C-ironi  y  el  Golfo  de  Santa  Fe  al  Este  de  la  Nueva  Barcelona.  La 
Quina  de  Cumaná  muí  febrífuga  viene  del  árbol  Cuspa,  que  tiene  stipulas  nu~ 
llae,  joVia  alterna.  Estos  dos  arboles  preciosos  para  la  salud  de  los  hombres 
vegetan  á  mas  de  200  leguas  al  Este  de  los  Andes,  ó  de  la  Patria  de  las  Cin- 
chonas.  .  Se  ignora  su  analogía  con  la  Quina  de  Tacames,  que  producen  las 
costas  igualmente  bajas  del  Mar  del  Sur,  y  que  ningún  naturalista  ha  ob- 
servado.» Geograf  de  las  plantas  M.  S.  S. 

(2)  El  caballero  Jacquin  nos  ha  dicho  que  en  la  Isla  de  Santo  Domin- 
go crece  un  árbol  que  llama  cinchona  caribaca.  Pero  el  juicioso  D.  Hipólito 
Ruiz  (Qulnolog.  pag.  9.)  hace  ver  que  distante  está  esta  planta  del  genero 
cinchona,  y  que  asi  este  sabio  botánico,  como  el  digno  hijo  de  Linné  se  en- 
gañaren sobre  el  genero  de  este  vegetal. 

(3)  Con  igual  prudencia  separa  el  mismo  RuIz  del  genero   Cinchona  la 

C.  Corymblfera  de  Forster.  No  hay  mas  que  leer  con  atención  la  pag.  12 
de  la  Qulnolog.  de  este  A,  para  quedar  convencido  que  en  Tongataboe  no 
existe  ninguna  especie  de  Quina. 

(4I  La  única  especie  que  existe  en  las  costas  del  Océano  Pacifico  con 
el  nombre  de  Cinchona  es  la  de  Tacames,  ó  Atacames.  He  visto  ramos  se- 
cos de  este  árbol  remitidos  de  las  bocas  del  rio  de  Esmeraldas  á  Quito  por 

D.  Manuel  José  Pérez  de  Valencia.  Creo  que  no  pertenece  al  genero  Cin- 
chona, aunque  no  he  podido  conseguir  sus  flores  y  frutos,  á  pesar  de  los  es- 


-  87  - 

■ellas  nos  han  dado  sus  A.  A.,  basta  leer  la  Qninologia  de 
Ruiz,  y  la  Geografía  de  las  Plantas  de  Humboldt  para  per- 
suadirse que  no  hay  quinas  fuera  de  los  equinocciales.  En 
conclusión  queda  este  genero  confinado  dentro  de  los  limi- 
tes que  acabamos  de  prescribirle,  y  son  en  resumen: 

Termino  bo- 
real   5°   o'  lat.  bor.^ 

Termino  aus- 
tral        -\-    12**   o'  lat.  aust.». 

Suma....  17°    o'  de  Norte  á  Sur. 

Termino  orien- 
tal    co  ,  o 

Termino  occi- 
dental   32,5    leg.^  distante  del  oriental. 

Termino  infe- 
rior   300  ,  o   t.^  sobre  el  mar. 

Termino  supe- 
rior   1553  ,  7    t.^  sobre  el  mar. 

Diferencia.  1253  ,  7    t."*. 

Con  estos  preliminares  podemos  aproximarnos  lo  bastan- 
te en  el  calculo  de  la  extensión  de  superficie  que  produce 
las  Cinchonas.  Si  multiplicamos  la  suma  de  los  grados  de 
latitud  por  la  base  media  de  los  Andes,  tendremos  una  área 
11.050  leguas  quadradas.  Es  preciso  rebajar  por  lo  menos 


fuerzos  repetidos  que  he  hecho.  Tiene  las  hojas  oblongas  de  4-5  pulgadas 
de  largo,  enterisimas,  pecioladas,  lampiñas,  alternas,  y  sin  estipulas.  Estos 
ultimos  caracteres  jamas  se  han  visto  en  ninguna  de  las  Cinchonas  conoci- 
das. Todos  poseen  las  hojas  opuestas  y  estipuladas.  Esperamos  del  zelo  del 
referido  Don  Manuel  José  Pérez  de  Valencia  otros  esqueletos  mas  perfec- 
tos, corteza  y  frutos  de  este  árbol,  con  que  podremos  fijar  nuestras  ideas 
sobre  este  punto. 


un  tercio  por  el  espacioso  terreno  que  ocupa  la  parte  supe- 
rior é  inferior  de  la  Cordillera,  en  que  jamas  nacen  las  qui- 
nas. Por  consiguiente  de  toda  la  extensión  de  la  America 
Meridional,  de  las  600  mil  leg  ^  de  superficie  que  presenta 
esta  mitad  del  nuevo  mundo,  solo  7.367  producen  las  espe- 
cies diferentes  de  este  genero  (i). 

¡Y  quanto  hay  que  rebajar  de  este  numero!  Aunque  en 
todas  se  crie,  y  pueda  connaturalizarse,  no  en  todas  se  ha- 
llan arboles  de  Quina;  y  aunque  los  botánicos  cuenten  ya 
en  este  genero  muchas  especies,  son  pocas  las  que  se  pue- 
den poner  al  lado  de  la  Cinchona  officinalis.  Se  dexa  sen- 
tir quanta  atención,  y  quanto  deben  economizarse  estos 
bosques  limitados,  y  únicos  sobre  la  tierra:  es  preciso  po- 
ner freno  á  los  cortes  indiscretos:  es  preciso  dirigirlos  con 
preceptos:  es  preciso...  digamos  de  una  vez,  el  ramo  de  la 
Quina  necesita  ordenanzas  sabias  con  mas  razón  que  las 
Minas  de  México  y  del  Perú. 

Diez  y  siete  especies  de  Quinas  diferentes  he  colectado 
solo  en  la  Provincia  de  Quito  desde  1°,  30'  de  lat.  boreal 
hasta  5°  o'  de  lat.  aust.  Todas  las  he  diseñado,  descrito  y 
esqueletado  cuidadosamente;  de  todas  poseo  porciones  de 
corteza  que  llevo  á  la  Capital  del  Virreinato  como  mues- 
tras. De  estas  17  especies  10  nacen  en  los  bosques  de  Loxa 
al  lado  de  la  oficinal,  con  quien  tantas  veces  se  ha  equivo- 
cado, y  de  que  tanto  se  ha  abusado,  con  perjuicio  del  cré- 
dito del  especifico,  y  de  la  salud  del  hombre. 

Pero,  ¿-qual  es  el  grado  dé  bondad  de  cada  una  de  estas 
especies?  ^'De  que  virtudes  se  hallan  dotadas,  y  que  estima- 
ción merecen  de  nuestra  parle?  En  fin  ¿xuales  son  los  ca- 
racteres que  las  distinguen  entre  s\}  He  aqui  unas  cuestio- 

(i;     El  calculo  es:  5*^  4-  12^  —  17^  x  20  leg«  náuticas  =  3^0  X  32,5 

11.050 

=  1 1050  :  -^  7367. 

3 


-  89  - 

n«s  importantes,,  cuya  solución  esta  reservada  á  los  pro- 
fundos conocimientos  del  ilustre  Mutis.  Quando  me  haya 
restituido  kl  lado  de  este  Patriarca  de  los  botánicos  (i), 
quando  le  haya  presentado  mis  colecciones,  quando  esos 
ojos  envejecidos  en  la  distinción  de  mas  de  2  mil  especies 
de  plantas,  examine,  analice  y  aplique  estas  cortezas,  en- 
tonces conocerá  la  Provincia  de  Quito,  la  Nueva  Granada, 
y  la  nación  entera  quanto  debe  á  las  luces  de  hombre  tan 
grande.  Se  sabrá  con  firmeza  cual  es  la  buena,  la  mediana, 
la  inútil,  que  lugares  las  producen,  á  que  sitios  se  puede 
transportar,  con  otros  conocimientos  útiles  á  la  extracción, 
beneficio  y  comercio  de  este  genero  importante. 

Si  es  cierto  que  ya  conocemos  muchas  especies,  no  lo  es 
menos  que  aun  nos  falta  mucho  para  podernos  lisongear  de 
haber  visto  todos  las  cinchonas  que  producen  los  Andes  {2). 
Ah!  ¡Que  no  debíamos  esperar  de  Mutis  si  poseyese  esque- 
letos, cortezas,  descripciones  &  de  cuantas  especies  nacen 


(1)  Humboldt,  este  sabio  viagero,  cuyos  talentos  y  luces  no  acabamos 
de  admirar,  es  el  autor  de  este  elogio  tan  grande  como  conciso.  Asi  se  ex- 
plica en  su  Geografía  de  las  Plantas,  obra  sublime  y  filosófica,  que  creyó 
digna  de  ser  dedicada  á  Mutis. 

(2)  Mientras  llega  ese  tiempo,  mientras  damos  la  ultima  mano  á  la 
Carta  Quinologica  del  Reyno,  nos  contentamos  con  indicar  aquí  los  luga- 
res en  que  se  hallan  arboles  de  Quina. 

Lugares  del  Reyno  en  que  hay  arboles  de  Quina. 
En  la  Governacion  de  Popayan: 
Popayan. 
Pirojé:  hacienda. 
Poblasen:  pueblo. 
Chirivió:  hacienda. 
Champillaceta,  y  otros  muchos. 
Almaguer. 
Guaytara. 
Guaytarüla. 
Ancuya.  (Continúa  la  nota.) 


—  90  — 

sobre  esta  cadena  famosa  de  montañas!  ¡Quantas  relacio- 
nes! quantos  caracteres!  quantas  luces  necesarias  para  dis- 
tinguirlas nos  daria  este  Linné  del  Nuevo  Mundo! 


En  el  Corregimiento  de  Ibarra. 
Guaca:  pueblo. 
Yntac:  pueblo. 
Quarabi:  anejo. 
Cunchi:  hacienda. 
En  las  cercanías  de  ^uito: 
Nanejal. 
Perucho. 
Causacoto. 
En  el  Corregimiento  de  Guaranda: 
Piíianatoy. 
Chasojuan. 
En  la  jurisdicción  de  Alausi: 
Calumbin:  hacienda. 
San  Nicolás:  hacienda. 
Piñonpungo. 
Uncun. 
En  la  Governacion  de  Cuenca: 
Cañar. 
Azogues. 
Paute. 
Gualaseo. 
Bulan. 

Cerro  del  Pan. 
Taday. 
Sidcay. 
Sigse. 
Sangurina, 

Xiron.  i 

Mayeturo. 
En  el  Corregimiento  de  Loxa: 
La  mayor  parte  de  el  abunda  no  solo  de  la  officir.a'is,  sino  también  de 
otras  muchas. 

Nota.     A  estos  pueden  añadirse  otros  muchos  que  omitimos  para  hacer- 
lo en  nuestra  carta  guinologica  con  mas  extensión. 


—  91  — 

Apenas  ha  visto  cinco  que  nacen  en  los  paises  que  he 
recorrido  cuando  nos  da  avisos  importantes  á  nuestra  sa- 
lud, y  abre  un  nuevo  campo  á  trabajos  gloriosos  é  intere- 
santes en  la  física,  en  la  química  y  en  la  medicina.  Si  de- 
seamos una  solida  reforma  sobre  las  quinas,  si  queremos 
organizar  este  ramo,  si  queremos  darle  como  es  justo  el 
ultimo  grado  de  perfección  de  que  es  capaz,  es  preciso  co- 
menzar por  un  examen  detenido  de  los  Andes  equinocciales, 
desde  5^  de  lat.  boreal  hasta  los  12  de  lat.  aust.  ¡Quantas 
especies  hasta  hoy  desconocidas!  ¡Quantas  que  tal  vez 
igualen  ó  excedan  en  virtud  á  la  de  Loxay  Calysaya!  Pero 
yo  salgo  de  los  limites  que  me  prescribe  mi  condición  pri- 
vada. 

Conclusión, — De  todo  lo  dicho  hasta  aqui  resulta  que  en 
toda  la  America  meridional,  solo  en  las  200  leguas  de  las 
inmediaciones  de  Loxa  se  halla  la  verdadera  cinchona  offi- 
cinalis,  la  única  que  se  remite  por  cuenta  de  S.  M.  á  la 
Botica  Real:  que  acotándola  bajo  los  limites  que  prescribe 
la  carta  adjunta,  corrigiendo  algunos  abusos,  y  sobre  todo 
promoviendo  los  plantíos,  pueden  proveer  para  siempre  esos 
bosques,  no  solo  de  las  400  ó  500  arrobas  que  se  extraen 
hoy,  sino  de  una  cantidad  mucho  mayor:  que  animando  los 
trasplantes  á  los  otros  lugares  análogos  del  Reyno,  se  mul- 
tiplicará este  especiñco  prodigiosamente,  con  notables  ven- 
tajas de  los  Pueblos  y  del  Rey:  que  sujetando  al  Profesor 
de  Loxa  á  las  luces  y  dirección  del  celebre  Mutis,  saldrá 
del  letargo  en  que  hace  13  años  se  halla  sepultado;  se  per- 
feccionarán, ó  por  mejor  decir,  se  echarán  los  fundamentos 
auna  administración  abandonada  hasta  hoy  al  capricho  y 
á  la  ignorancia  de  los  Corregidores  de  esa  Ciudad:  que  las 
otras  especies  de  Quina,  inferior  en  virtud,  pueden  sin  per- 
juicio de  S.  M.  dexarse  en  manos  de  los  vasallosi^que  esta 
providencia,  digna  de  un  soberano  clemente,  sacará  á  mu- 
chas familias  de  la  miseria,  y  reanimará  considerablemente 


-  9¿  - 

elcomercio  moribundo  de  la  Provincia  de  Quito;  en  fin, 
que  para  impedir  los  cortes  indiscretos,  y  los  abusos  de  los 
particulares,  se  formen  ordenanzas  sabias  que  prescriban 
el  método,  la  cantidad,  el  tiempo  &  en  que  deben  verificar- 
se los  acopios. 

Quito  y  Marzo  i6  de  1805. 


Plan  razonado  de  un  Cuerpo  militar  de  Ingenieros 
mineralógicos  en  el  Nuevo  Reino  de.  Granada. 


En  un  pais  casi  sin  industria,  con  poca  población,  y 
mirado  como  colonia,  tal  como  el  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada, para  que  su  Metrópoli  haga  con  el  un  comercio 
ventajoso  y  útil,  se  requiere  que  se  le  faciliten  los  me- 
dios de  adquirir  numerario  con  que  pagar  los  efectos 
que  se  traen  para  su  consumo;  de  otro  modo  la  escasez 
de  moneda  envilece  el  precio  de  aquellos,  y  poco  á 
poco  arruina  el  comercio  destruyendo  su  incentivo,  que 
es  la  ganancia.  Aun  cuando  esta  reflexión  no  fuera  de 
aquellas  que  por  su  evidencia  no  exigen  prueba,  bas- 
tarla observar  lo  que  se  experimenta  en  este  Nuevo 
Reino  para  confesarla.  Todos  los  negociantes  se  que- 
jan de  que  á  vista  de  ojos  se  disminuye  la  utilidad  de 
su  profesión;  ya  no  se  ven  las  fortunas  que  antigua- 
mente proporcionaba  el  comercio;  y,  sin  embargo  de 
que  con  la  población  ha  crecido  el  numero  de  consu- 
midores, se  compran  los  efectos  por  la  mitad  del  pre- 
cio en  que  se  vendían  hace  cincuenta  años. 

No  pudiendo  contarse  con  la  industria  y  agricultura 
del  reino  para  proporcionarle  el  numerario  que  nece- 
sita, porque  todavía  no  tiene  el  crecido  numero  de  bra- 


—  94  — 

zos  que  para  estos  objetos  se  requieren,  es  preciso  fijar 
la  atención  en  sus  ricas  minas,  y  promoviendo  su  labo- 
reo hacer  que  abunde  la  plata  y  oro,  y  que  con  ello  se 
reanime  el  comercio,  que  amenaza  ruina  si  no  se  fo- 
menta con  este  arbitrio. 

A  un  objeto  tan  importante  como  este  se  dirige  el 
presente  plan,  que  en  su  ejecución  presenta  tres  efectos 
dignos  de  la  atención  de  nuestro  Gobierno,  á  saber: 
I.**  Socorrer  á  la  nobleza  de  este  reino,  facilitándole 
una  ocupación  distinguida  con  que  subsistir.  2.°  Fomen- 
tar los  progresos  del  reino  en  general,  familiarizando 
á  sus  moradores  con  el  conocimiento  de  las  ciencias 
útiles,  sin  las  cuales  es  imposible  que  se  aprovechen  los 
muchos  tesoros  que  encierra  en  los  tres  reinos  de  la 
Naturaleza  y  que  están  desconocidos  hasta  ahora  por 
falta  de  aquella  instrucción.  3."  Finalmente,  asegurar 
al  Rey  nuestro  señor  esta  preciosa  posesión,  tanto  por 
un  nuevo  vinculo  de  amor  con  que  se  unirán  mas  á  su 
Real  persona  los  corazones  de  sus  vasallos  de  estos  do- 
minios, cuanto  porque  en  caso  de  invasión  enemiga  po- 
drá S.  M.  contar  con  un  Cuerpo  de  oficialidad  á  cuya 
inteligencia,  honor  y  valentía  se  puede  confiar  la  defen- 
sa de  este  reino. 

Si  logro  hacer  patente  que  este  proyecto,  desempe- 
ñando completamente  tan  sagrados  objetos,  será  venta- 
joso al  Real  Erario  y  le  proporcionará  mayores  ingre- 
sos, lejos  de  serle  gravosa  su  subsistencia,  creo  que 
quedará  comprobada  su  utilidad;  por  tanto,  después  de 
recorrer  en  este  discurso  cada  uno  de  los  capítulos  pro- 
puestos haciendo  ver  la  necesidad  de  atender  á  ellos,  y 


-  95  — 

sus  conocidas  ventajas,  y  demostrando  los  aumentos 
que  con  este  establecimiento  reportará  la  Real  Hacien- 
da, expondré  las  reglas  sobre  que  me  parece  conve- 
niente se  maneje  este  nuevo  Cuerpo,  y  daré  un  estado 
de  los  gastos  que  deberá  causar  y  arbitrios  de  que  se 
podrá  echar  mano  para  facilitar  estos  caudales.  Aun 
cuando  no  tengo  la  fortuna  de  acertar  en  lo  que  me  pro- 
pongo, á  lo  menos  el  pequeño  trabajo  de  este  papel  dará 
á  conocer  que  aspiro  al  mejor  servicio  del  Rey,  al  fo- 
mento de  mi  patria,  y  me  tendré  por  muy  dichoso  si  en 
algo  contribuyo  á  tan  respetables  fine?. 

El  carácter  guerrero  de  la  nación  española  y  la  pros- 
peridad de  sus  armas  en  la  maravillosa  conquista  de 
America,  junto  con  las  muestras  de  inagotable  riqueza 
que  esta  parte  del  mundo  presentó  á  sus  primeros  des- 
cubridores, fueron  sin  duda  alguna  las  causas  que  pro- 
dujeron en  el  primer  siglo  de  la  conquista  tan  numerosa 
emigración  de  la  Peinnsula  á  estas  regiones.  De  incul- 
tas y  despobladas,  pasaron  en  un  instante  como  arte 
de  magia  á  gozar  de  las  ventajas  de  la  civilización  y 
cultura;  los  aduares  de  indios  barbaros  se  transforma- 
ron en  hermosas  ciudades  y  poblaciones;  y  á  esta  me- 
tamorfosis no  ayudó  poco  la  nobleza  española,  ya  cos- 
teando las  expediciones  que  debian  someter  estos  do- 
minios á  su  Monarca  ó  ya  suministrando  gran  numero 
de  sus  individuos  para  contribuir  al  éxito  de  las  memo- 
rables hazañas  que  los  cubrieron  de  gloria,  y  que  jamas 
dejará  la  posteridad  de  mirar  con  admiración. 

Nuestro  Gobierno,  siempre  sabio  y  siempre  justo,  no 
pudo  mirar  con  indiferencia  el  mérito  de  aquellos  hom- 


-  96  - 

bres  distinguidos,  que  abandonando  sus  comodidades 
y  su  patria,  lo  sacrificaban  todo  para  contribuir  al  au- 
mento de  la  Monarquía;  y  como  la  situación  local  de 
estos  dominios  en  aquellos  tiempos  no  le  facilitaba  pre- 
mios para  tantos  y  tan  beneméritos  héroes,  echó  mano 
del  único  arbitrio  que  se  le  presentó  para  remunerarlos, 
y  fué  el  de  adjudicarles  el  tributo  anual  de  los  indios  de 
aquellos  pueblos,  que  se  les  dieron  con  el  titulo  de  en- 
comiendas. 

Con  el  producto  de  estos  se  mantuvieron  con  decen- 
cia los  que-  las  ganaron  y  su  posteridad,  fomentando 
con  su  residencia  y  gastos  las  poblaciones  en  que  se 
avecindaron  hasta  tanto  que  la  experiencia  adquirida 
en  la  serie  de  dos  siglos  hizo  ver  á  nuestro  Ministerio 
las  malas  consecuencias  de  las  encomiendas,  y  lo  obligó 
á  abolirías.  Esta  medida,  aunque  justa  y  resuelta  des- 
pués del  mas  maduro  examen^  produjo  (á  lo  menos  en 
este  reino)  bien  tristes  efectos.  Muchas  ciudades  y  po- 
blaciones distinguidas,  tales  como  Tocaima,  Tunja,  et- 
cétera, decayeron  de  su  esplendor  y  se  vieron  reducidas 
á  la  despoblación  y  miseria;  los  trabajos  de  la  agricul- 
tura se  dificultaron;  los  de  las  minas  se  abandonaron 
del  todo,  y  últimamente  los  descendientes  de  aquellos 
respetables  conquistadores,  que  á  costa  de  su  sangre  y 
haberes  habían  añadido  estas  ricas  posesiones  á  la  Co- 
rona de  nuestro  Monarca,  quedaron  sumergidos  en  una 
vergonzosa  obscuridad  y  pobreza. 

Solo  se  salvaron  de  este  común  naufragio  aquellas 
familias  que,  á  más  de  las  encomiendas,  tenían  algunas 
posesiones,  con  cuyo  producto  pudieron  dar  á  sus  hijos 


—  97  — 

proporcionada  educación  para  colocarlos  en  el  estado 
eclesiástico  ó  abogacia,  que  fueron  las  únicas  carreras 
que  podían  aspirar  para  sostenerse.  Posteriormente,  el 
establecimiento  ó  arreglo  de  las  Rentas  Reales  ha  faci- 
litado la  colocación  de  algunos  en  los  empleos  que  se 
han  creado;  pero^,  sin  embargo,  todavia  existen  muchos 
que  por  falta  de  medios  para  educarse  están  confundi- 
dos con  la  mas  baja  plebe.  Gran  numero  de  familias 
ilustres  no  tienen  en  el  publico  la  representación  que 
les  corresponde  por  su  nacimiento  y  méritos  de  sus  an- 
tepasados, y  son  unos  acreedores  del  Estado,  que  tacita- 
mente  reclaman  la  munificencia  y  soberana  liberalidad 
de  nuestro  Monarca  para  salir  de  la  extrema  pobreza 
que  los  abate,  y  á  que  sin  culpa  suya  se  ven  reducidos. 
La  nobleza  es  el  mas  seguro  apoyo  del  trono  y,  por 
tanto,  debe  sostenerse.  Nada  es  capaz  de  fomentarla 
como  el  de  facilitarle  con  el  medio  de  educarse  como 
corresponde  la  proporción  gloriosa  de  sacrificarse  en 
servicio  y  defensa  de  su  Monarca;  uno  y  otro  se  logra 
con  el  actual  pro3'ecto,  como  se  conocerá  por  el  regla  • 
mentó  que  acompaña,  reservándonos  ahora  el  demos- 
trar las  utilidades  y  ventajas  que  debe  producir  al  rei- 
no en  general. 

Entre  tantas  y  tan  vastas  posesiones  de  que  se  com- 
pone la  iNIonarquia  española,  apenas  habrá  una  tan  im- 
portante por  su  situación  y  natural  riqueza  como  el 
Nuevo  Reino  de  Granada,  colocado  en  el  centro  de  las 
Americas,  bañado  por  los  dos  mares  del  Norte  y  del 
Sur,  en  cuyas  costas  tiene  los  mas  excelentes  y  seguros 
puertos  regados  por  diez  ó  doce  grandes  ríos  navega- 

7 


—  98- 

bles;  que  cortándolo  en  diversos  sentidos,  facilitan  el* 
trato  de  sus  provincias  internas,  y  dotado  de  los  mas 
variados  y  saludables  climas  parece  que  la  naturaleza 
lo  destinó  para  ser  el  emporio  del  comercio  que  las 
otras  partes  del  mundo  hagan  con  este.  No  restringid 
su  prodigalidad  á  estas  solas  ventajas  locales,  sino  que 
también  lo  dotó  con  sus  mas  exquisitas  y  admirables 
producciones:  las  piedras  preciosas  y  metales  en  el 
reino  mineral;  las  solidas  y  hermosas  maderas;  sabro- 
sas legumbres;  abundancia  de  granos  y  mantenimien- 
toSj  aromas,  gomas  y  plantas  medicinales  en  el  vegetal; 
la  variedad  de  cuadrúpedos  y  aves  en  el  animal,  junto 
con  la  facilidad  de  apropiarse  todas  las  producciones 
exóticas  transplantadas  á  su  suelo,  son  otros  tantos  te- 
soros que  demostrando  la  mucha  riqueza  natural  de  este 
reino,  reclaman  su  fomento  para  que  sus  poseedores 
aprendan  á  aprovecharlos  y  contribuyan  asi  á  la  pros- 
peridad general  de  la  Monarquía.  Bien  penetrado  de 
esta  verdad  está  nuestro  Gobierno  supuesto  que  sin 
atender  á  lo  excesivo  de  los  gastos  ha  hecho  en  distin  - 
tos  tiempos  las  mas  costosas  tentativas  para  animar  á 
sus  vasallos  al  aprovechamiento  de  los  dones  que  con 
mano  liberal  les  presenta  la  naturaleza  en  este  reino. 
La  expedición  botánica,  que  con  tanto  acierto  dirige  el 
doctor  D.  José  Celestino  Mutis,  y  el  laboreo  de  las  mi- 
nas de  Mariquita,  que  estuvo  al   cuidado  de  Juan   José 

D'Elhuyar,  son  claras  pruebas  de  esta  aserción;  pero 

¿me  atreveré  á  decirlo?  Se  ha  errado  en  la  elección  de 
medios  que  se  han  adoptado  para  este  importantísima 
fin.  Murió  D'Elhuyar  y  con  el  la  esperanza  de  que  se 


—  99  — 

instru3'an  los  mineros  en  esa  facultad  después  de  haber 
gastado  infructuosamente  el  Erario  mas  de  doscientos 
mil  pesos.  Morirá  Mutis  y  quizá  se  sepultarán  con  él  sus 
sabios  descubrimientos  y  sus  inmensos  conocimientos 
botánicos,  y  lejos  de  sacar  utilidad  la  corona  y  este 
reino  de  tan  caras  empresas,  les  resultará  el  per- 
juicio de  equivocarse,  atribuyendo  el  mal  éxito  á  ingra- 
titud de  la  tierra  y  de  sus  moradores  y  no  á  la  verdade- 
ra causa  que  ha  sido  no  haber  acertado  en  el  medio  de 
propagar  y  arraigar  los  conocimientos  y  cultivo  de  las 
ciencias  útiles,  por  haber  querido  contra  el  orden  natu- 
ral introducir  la  practica  antes  de  procurar  la  instruc- 
ción teórica  que  sirve  á  aquella  de  fundamento. 

Mientras  que  no  se  reformen  nuestras  escuelas  susti- 
tuyendo en  ellas  el  estudio  de  las  ciencias  naturales  al 
de  la  peripatética  que  solo  sirve  para  hacer  cavilosos  y 
díscolos  á  los  que  la  estudian  y  mientras  que  no  se  des- 
tinen premios  para  los  que  se  distingan  por  su  aplica- 
ción y  aprovechamiento,  no  hay  que  esperar  que  haya 
en  este  reino  abundancia  de  sujetos  capaces  de  sacar  par- 
tido de  sus  naturales  riquezas  sin  embargo  de  las  exce- 
lentes disposiciones  y  talento  que  en  todos  se  advierte. 
Sin  el  segundo  requisito,  de  nada  servirá  el  primero^ 
como  lo  ha  acreditado  la  experiencia  en  la  Escuela  de 
Matemáticos  del  Colegio  mayor  de  Nuestra  Señora  del 
Rosario,  que  ha  tenido  por  mucho  tiempo  sin  ejercicio 
D.  Juan  Fernando  Vergara,  porque  por  falta  de  un 
atractivo  que  remunere  las  tareas  de  aquel  estudio  no 
ha  habido  discípulos  que  oigan  sus  lecciones. 

El  Cuerpo  que  propongo  reúne  las  dos  ventajas  de 


—    loo  

dar  al  publico  escuelas  en  que  aprendan  las  ciencias 
útiles;  y  de  animar  á  su  estudio  por  el  incentivo  de  los 
ascensos  destinados  para  los  que  se  distingan  por  su 
talento  y  aplicación,  de  suerte  que  una  vez  establecidos 
los  Ingenieros  mineralógicos  veremos  infaliblemente 
propagarse  con  rapidez  las  luces  déla  Filosofía  natural 
y  con  ellas  la  inteligencia  en  el  laboreo  de  las  minas  que 
hará  abundar  el  numerario  que  tanto  escasea;  la  per- 
fección en  la  agricultura,  que  abaratando  los  víveres 
disminuirá  el  valor  de  los  jornales  que  en  el  dia  por 
necesidad  son  caros;  la  actividad  en  el  comercio,  único 
conducto  por  donde  la  Metrópoli  saca  utilidad  de  sus 
Colonias;  la  dulzura  en  las  costumbres,  que  fomentará 
las  poblaciones,  y,  últimamente,  la  perfección  en  todos 
los  ramos  que  se  requieren  para  el  solido  fom.ento  de 
este  Reino,  sin  los  cuales  es  gravosa  su  conservación  á 
la  Monarquía. 

De  nada  servirían  todas  estas  ventajas  si  no  trajeran 
consigo  la  mas  importante  y  sagrada,  cual  es  asegurar 
el  amor  de  los  vasallos  por  tantos  títulos  debido  á  nues- 
tro Monarca,  y  poner  bajo  sus  soberanas  ordenes  un 
Cuerpo  de  oficiales  militares  dignos  de  este  titulo  por 
su  fidelidad,  pericia,  distinción  y  deseo  de  sacrificarse 
en  servicio  de  su  Rey.  Siendo  indubitable  que  de  este 
establecimiento  deben  resultar  los  beneficios  que  llevo 
expuestos,  y  que,  ademas  subministrará  el  medio  de 
subsistir,  con  decoro  á  lo  menos,  á  sesenta  individuos 
de  familias  principales  del  reino,  ¿quien  podrá  dudar  la 
tierna  veneración  que  inspirará  acia  la  persona  de 
nuestro  generoso  y  católico  Soberano?  Solo  aquellos 


—    lOI    

desgraciados  que  estén  infectos  de  las  máximas  del 
pseudc-politico  Maquiavelo  sostendrán  con  su  maestro 
que  los  beneficios  del  Monarca  enajenan  de  el  los  cora- 
zones de  sus  vasallos:  proposición  absurda  y  reprobada 
por  la  naturaleza  y  la  experiencia.  La  ingratitud,  y 
generalmente  todos  los  vicios  y  delitos*atroces  que  aver- 
güenzan á  la  humanidad,  son  fruto  funesto  de  la  igno- 
rancia y  de  la  miseria,  pero  jamas  se  encuentran  en  el 
hcmbre  instruido  y  con  suficiente  fortuna. 

La  aplicada  y  laboriosa  educación  que  se  ha  de  dar  á 
los  individuos  del  Cuerpo  de  Ingenieros  mineralógicos, 
á  mas  de.  disponerlos  para  el  exacto  desempeño  de  su 
primario  Instituto,  es  un  seguro  garante  de  que  si  lle- 
gare el  caso  de  ocuparlos  en  el  servicio  de  armas  se 
harán  dignos  por  su  conducta  del  distintivo  con  que  los 
honra  la  Real  clemencia. 

Bien  pudiera  crearse  este  Cuerpo  sin  la  calidad  de 
militar;  pero  en  tal  caso  §e  privaria  el  Estado  de  la  ven- 
taja que  le  resulta  de  tener  un  numero  de  oficiales  pron- 
to para  cualquiera  evento  fortuito  de  invasión  eneniiga, 
en  que  armando  al  paisanaje  y  poniéndolo  á  las  orde- 
nes de  estos  oficiales ,  se  hallarla  con  un  considerable 
refuerzo  merecedero  de  su  confianza  por  la  inteligencia 
de  los  que  lo  mandaban.  Por  otro  lado,  es  muy  convcr 
niente  el  que  los  estudiantes  tengan  el  carácter  de  ca- 
detes, tanto  para  acostumbrarlos  á  la  subordinación, 
cuanto  para  contener  la  natural  inconstancia  de  la 
juventud,  que  en  nada  se  manifiesta  tanto  como  en  el 
estudio;  pues  demuestra  la  experiencia  que  de  doscien- 
tos que  se  aplican  á  una  facultad,  diez  ó  veinte  conclu- 


102    

yen  el  curso  que  principiaron.  A  mas  de  esto,  debiendo 
los  Inspectores  de  minas  residir  en  las  varias  provincias 
en  que  las  hay,  seria  con  detrimento  del  objeto  de  su 
Instituto  y  Comisión  menos  atendidos  y  respetados  si 
les  faltara  el  carácter  de  militares. 

Solo  me  resta  probar  que  este  establecimiento  no 
será  gravoso  á  la  Real  Hacienda,  y  que  le  proporcio- 
nará considerables  ingresos.  Lo  primero  se  demuestra 
por  la  simple  inspección  del  estado  de  los  arbitrios 
que  para  su  subsistencia  propongo  al  fin  de  este  papel; 
y  lo  segundo  se  comprueba  por  la  reflexión  de  que 
fomentando  este  establecimiento  á  las  minas,  se  mejo- 
rará el  laboreo  de  las  ya  establecidas  y  se  emprenderá 
de  nuevo  el  de  las  que  ahora  están  abandonadas  ó  por 
ignorancia  ó  porque  la  falta  de  economía  actaal  no  per- 
mite que  se  trabajen.  A  proporción  que  se  aumente  la 
extracción  de  metales  crecerá  el  producto  que  á  favor 
del  Real  Erario  dan  las  Casas  de  Moneda;  la  abundan- 
cia de  numerario  dará  estimación  á  las  posesiones  y  fru- 
tos territoriales^  y  esto  hará  mayores  los  ingresos  de 
Aduanas  y  Alcabalas;  últimamente,  repartiéndose  el 
dinero  por  su  abundancia  entre  todas  las  clases  del  Es- 
tado, refluirá  al  Real  Erario  por  medio  del  consumo  ge- 
neral de  tabaco,  aguardiente  y  demás  ramos  estancados, 
cuyo  expendio  se  aumentará  á  proporción. 

Ni  son  estas  solas  las  utilidades  que  la  Real  Hacienda 
debe  esperar  del  establecimiento  de  los  Ingenieros  mi- 
neralógicos; las  salinas  son  uno  de  los  ramos  pingüísi- 
mos; en  este  reino  hay  muchas,  de  las  cuales  las  mas 
no  se  aprovechan,  y  las  pocas  que  se  trabajan  es  sin 


—  103  — 

«conomia,  y  con  tanta  impericia,  que  habiendo  visto 
las  de  Zipaquirá  el  Barón  de  Humboldt,  sujeto  bien 
conocido  en  el  orbe  literario,  aseguró,  como  practico  en 
la  materia,  en  una  Memoria  que  dirigió  al  Superior 
Oobierno  de  esta  cap.^  y  que  tengo  á  la  vista,  que  si 
no  se  reformaban  los  trabajos,  se  perderla  la  mina  se- 
pultada en  los  derrumbes  que  debia  ocasionar  su  mala 
dirección.  Esta  mina,  aunque  la  menos  desarreglada  de 
todo  el  reino,  tiene  tan  mal  manejo,  que  sobre  no  labrar 
sales  precisas  para  el  consumo  de  los  territorios  que  de 
•ella  se  proveen,  y,  por  tanto,  tenidos  en  continuada 
escasez  de  un  renglón  de  primera  necesidad,  las  pocas 
arrobas  que  introduce  en  el  comercio  son  frecuente- 
mente de  mala  calidad  por  su  impureza,  y  de  poca  uti- 
lidad para  la  Real  Hacienda  por  el  mucho  desperdicio 
de  combustible  y  jornales  en  su  laboreo,  como  lo  demos- 
tró el  mismo  Humboldt  en  la  Memoria  citada,  pudién- 
dose comprobar  la  escasez  y  mala  calidad  de  las  sales 
por  las  repetidas  quejas  que  sobre  el  particular  se  ver- 
san en  el  Gobierno. 

No  se  puede  dudar  que  confiadas  las  salinas  á  manos 
inteligentes,  como  deben  serlo  los  Ingenieros  mineraló- 
gicos, se  remediaran  todos  estos  daños  nacidos  de  la 
ignorancia;  y  quedando  el  publico  bien  servido,  repor- 
tará el  Erario  duplicadas  ventajas,  ya  por  el  mayor 
numero  de  arrobas  que  se  labren,  ya  por  la  economia 
■de  su  fabricación  y  ya  por  el  establecimiento  de  otras 
nuevas  salinas  que  pueden  ponerse  en  Chaleche,  Vega 
•de  Supia  y  otras  provincias  del  reino  que  las  tienen  sin 
sacar  fruto  de  ellas  hasta  el  día. 


—   104  — 

Las  fabricas  de  salitre  3-  pólvora,  hoy  del  todo  aban- 
donadas (acaso  por  faka  de  inteligentes  que  las  mane- 
jen), pueden  también  confiarse  á  los  Ingenieros  mine- 
ralógicos, y  en  sus  manos  producirán  mucha  utilidad, 
porque  abaratándose  su  costo  con  una  bien  entendida 
manipulación,  podrán  venderse  al  publico  sus  produc- 
tos con  mas  equidad  que  en  el  día,  y  á  beneficio  de  este 
manejo  crecerá  su  consumo,  y  con  el  los  ingresos  de  la 
Real  Hacienda. 

Pero  suponiendo  que  esta  no  se  pudiera  prometerlas 
referidas  ventajas,  y  otras  muchas  que  por  evitar  pro- 
lijidad no  apunto,  bastaria  la  mera  creación  del  Cuerpo 
de  Ingenieros  para  darle  los  más  considerables  ingresos 
de  modo  que  aun  cuando  tuviera  que  sostenerlo  por  sí 
solo  quedaría  superabundantemente  cubierta  con  los 
aumentos  que  reportara.  Asi  se  ha  experimentado  con 
el  establecimiento  del  Batallón  Auxiliar,  cuyo  socorro, 
derramado  por  todas  las  clases  del  Estado,  ha  dado  vi- 
gor á  la  agricultura  y  comercio  y  ha  sido  la  única  causa 
aparente  del  fomento  que  se  observa  en  el  reino  en  los 
años  que  van  corridos  desde  que  se  estableció  aquel 
Cuerpo.  Su  subsistencia  cuesta  á  la  Real  Hacienda 
cchenta  y  tantos  mil  pesos  anuales,  que  puestos  por  su 
medio  en  circulación  se  puede  decir ,  sin  exagerar,  que 
han  hecho  triplicar  los  productos  de  las  Rentas  Reales^ 
Sirvan  de  ejemplo  la  Aduana  y  los  Diezmos  el  año  de 
178 1  en  que  no  había  tropas  en  Santa  Fe,  produjo  su 
Aduana  40.827  pesos  y  el  de  1801  ascendió  128.657 
pesos.  En  el  año  de  1791  importó  la  masa  de  Diezmos 
la  cantidad  177.022  pesos  y  en  el  de   1801  269.875;  de. 


—  105  — 

suerte  que  con  el  aumento  que  hay  en  cualquiera  de 
estas  dos  rentas  le  sobra  al  Re}^  para  pagar  al  Batallón 
Auxiliar.  He  escogido  dos  épocas  distintas  para  que  se 
observe  por  su  comparación  lo  progresivo  del  aumento 
y  he  tomado  por  ejemplo  las  dos  rentas  citadas,  por  ser 
las  que  dicen  relación  con  los  importantisimos  objetos 
del  Comercio  y  Agricultura. 

Una  vez  explicadas  las  razones  que  me  persuaden  lo 
conveniente  que  será  este  establecimiento,  que  dirigién- 
dose á  perfeccionar  el  laboreo  de  las  minas  servirá 
para  el  socorro  de  la  nobleza ,  fomento  general  del 
Nuevo  Reino,  seguridad  de  su  posesión  y  aumento  de 
la  Real  Hacienda,  pasaré  á  decir  las  reglas  bajo  las  cua- 
les me  parece  que  debe  originarse  y  manejarse,  y  para 
que  en  esto  haya  la  debida  claridad,  lo  pondré  por  el 
estilo  de  la  ordenanza  militar,  dividiéndolo  en  títulos  y 
articulo?. 


Re glamentcf  que  debe  gobernar  el  Real  Cuerpo  de  Ingenieros 
Mineralógicos  del  Nuevo  Reino  de  Granada  conforme  á 
las  reflexiones  que  anteceden. 


TITULO  I 
Destino  y  fuerza  de  este  Cuerpo. 

Articulo  i.°  El  principal  objeto  á  que  se  dirige  el 
establecimiento  de  este  Cuerpo  es  para  el  fomento  y 
perfección  del  laboreo  de  minas  del  Nuevo  Reino  de 
Granada,  por  tanto,  todos  los  individuos  de  que  se 
<:omponga,  deben  tener  la  instruccion.conveniénte  en  las 
ciencias  y  artes  relativas  á  aquel  importante  fin. 

Art.  2.**  Siempre  que  lo  exijan  las  circunstancias 
deberán  los  individuos  de  este  Cuerpo  tomar  las  armas 
y  hacer  el  servicio  militar  de  su  grado  en  el  pasaje  á 
que  les  destine  el  Jefe  del  reino;  y  para  estar  aptos 
para  el  efecto,  se  impondrán  en  la  táctica  militar,  orde- 
nanzas generales,  y  demás  conocimientos  necesarios 
para  el  cabal  desempeño  de  este  honroso  destino. 

Art.  3.°     La  aplicación  y  talento  en  ambos  ramos 


—  I07  — 

•será  la  principal  recomendación  para  los  ascensos  de  los 
oficiales  de  este  Cuerpo  y  sólo  se  atenderá  á  la  antigüe- 
dad cuando  militen  iguales  circunstancias;  de  suerte  que 
jamas  se  ha  de  verificar  el  posponer  el  mas  instruido  y 
aplicado  al  menos  instruido. 

Art.  4.°  Estarán  bajo  la  dirección  de  este  Cuerpo 
todas  las  minas  que  se  labren  de  cuenta  de  Su  Majestad 
y  en  especial  las  salinas  y  fabricas  de  salitre  y  pólvora. 
Los  individuos  empleados  en  esta  dirección  tendrán 
medio  sueldo  más  de  gratificación,  que  se  les  abonará 
por  cuenta  del  establecimiento  que  dirijan.  Y  será  Juez 
privativo  de  estos  establecimientos  el  Jefe  de  este 
Cuerpo. 

Art.  5.°  Se  compondrá  este  Cuerpo  de  un  Director 
en  Jefe  Coronel  vivo;  un  Vicedirector,  Teniente  coro- 
nel vivo,  ocho  Inspectores  de  minas,  Capitanes  vivos; 
ocho  Inspectores  en  segundo,  Capitanes  graduados; 
ocho  Inspectores,  Tenientes  vivos;  ocho  Ayudantes, 
alférez  vivos,  veinticuatro  alumnos,  cadetes,  un  Ca- 
pellán y  un  Cirujano. 

Art.  6.°  La  residencia  ordinaria  de  este  Cuerpo 
será  en  la  ciudad  de  Santa  Fe  de  Bogotá,  capital  del 
Nuevo  Reino  de  Granada,  en  donde  tendrá  una  casa  con 
la  debida  capacidad  y  piezas  correspondientes  para 
todas  las  Escuelas,  Biblioteca  y  un  Gabinete  de  Histo- 
ria natural,  Laboratorio  y  habitación  del  Jefe  que  vivi- 
rá en  ella  para  cuidarle  y  custodiar  todos  los  enseres 
y  caudales  que  alli  se  depositen. 

Art.  7.°  A  más  de  los  caudales  necesarios  para  pa- 
^ar  los  sueldos  de  todos  los  individuos  de  este   Cuerpo 


—  io8  — 

se  le  abonaran  anualmente  tres  mil  pesos  con  nombre 
de  Fondo  común  y  con  destino  de  que  de  el  se  costeen  y 
aumenten  una  Biblioteca  y  un  Gabinete  de  Historia 
natural  para  instrucción  de  los  individuos  del  Cuerpo  y 
á  beneficio  del  publico  que  podrá  disfrutar  de  uno  y 
otro  en  los  días  que  para  el  efecto  se  señalen.  También 
se  costearán  del  fondo  común  un  Laboratorio  químico, 
las  maquinas  físicas  y  demás  gastos  comunes  que  ade- 
lante se  dirán. 

Art.  8.°  En  el  manejo  de  caudales,  distribución  de 
ellos,  Cajero  y  Habilitado,  se  arreglará  en  lo  posible 
este  Cuerpo  con  lo  prevenido  en  la  ordenanza  general 
sobre  tales  asuntos. 

Art.  g°  El  uniforme  de  este  Cuerpo  será  casaca 
y  calzón  azul,  chupa,  buelta,  solapa,  collarín  y  forros 
anteados,  sombrero  sin  galón;  galón  de  plata  en  la  so- 
lapa, collarín  y  buelta;  botón  blanco  con  el  dibujo  de 
un  pico  y  una  barra  arpados  sobre  una  granada,  encima 
la  corona  Rl.  y  debajo  el  nombre  de  Ingenieros  mine- 
ralógicos. 

TÍTULO  II 
De  los  alumnos  cadetes. 

Articulo  i.°  Para  la  recepción  de  cadetes  se  obser- 
varan las  prevenciones  de  la  ordenanza  general  y  será 
particular  recomendación  para  los  que  pretenden  acre- 
ditar que  descienden  de  los  primeros  conquistadores  y 
pobladores  de  estos  dominios. 


—  I09  — 

Art.  2.°  Como  los  cadetes  de  este  Cuerpo  se  desti- 
nan al  estudio  de  las  Ciencias  naturales,  y  la  niñez  es 
la  edad  mas  á  proposito  para  que  se  radiquen  estos  co- 
nocimientos, se  les  admitirá  desde  ocho  años  cumplidos 
hasta  catorce,  bajo  la  circunstancia  de  que  cuando  en- 
tren al  Cuerpo  sepan  leer  y  escribir. 

Art.  3.°  Su  numero  fijo  será  el  de  veinticuatro,  y  á 
cada  uno  se  le  socorrerá  con  diez  pesos  mensuales,  á  la 
manera  que  se  hace  en  los  demás  Cuerpos  militares  de 
America,  deduciendo  los  descuentos  de  ordenanza. 

Art.  4.°  Si  después  de  completo  el  numero  de  vein- 
ticuatro solicitaren  algunos  jóvenes  entrar  de  supernu- 
merarios con  opción  á  las  plazas  numerarias  conforme 
vayan  vacando,  se  les  admitirá  y  no  tirarán  sueldo  has- 
ta tanto  que  entren  de  numerarios.  Se  tendrá  particular 
cuidado  de  que  los  supernumerarios  no  excedan  de  diez 
ó  doce  para  que  no  se  les  demore  demasiado  los  ascen- 
sos y  esto  les  resfríe  el  ardor  y  aplicación  que  constan- 
temente deben  manifestar  en  su  carrera. 

Art.  5."  Se  hará  entender  á  los  cadetes  que  sus  as- 
censos dependen  de  sus  conductas  y  aprovechamiento 
en  las  ciencias  que  se  les  enseña,  y  el  Director  en  jefe 
tendrá  particular  cuidado  de  observar  encada  uno  estas 
dos  cualidades  para  que  aquellos  que  no  den  esperanza 
de  ser  buenos  oficiales,  sean  despedidos  con  su  respecti- 
va licencia,  y  aplicándose  á  otra  cosa  mas  de  su  elección 
desocupen  una  plaza  que  puede  obtener  otro  mas  digno. 

Art.  6.°  Los  supernumerarios  pasaran  ala  clase  de 
numerarios  no  por  antigüedad,  si  no  conforme  ásu  me- 
jor conducta  y  aplicación. 


ÍIO    

Art.  7.**  Anualmente  se  examinaran  todos  los  cade- 
tes en  las  respectivas  clases  que  estén  cursando;  y  á  los 
que  en  este  acto  manifestaren  su  aprovechamiento  se 
les  tendrá  presente  para  sus  ascensos  y  se  les  pasará  á 
la  clase  siguiente. 

Art.  8.°  Ningún  cadete  será  ascendido  á  oficial  sin 
haber  cursado  todas  las  facultades  que  se  enseñan  en  el 
Cuerpo,  á  menos  que  por  su  particular  aplicación  las 
hayan  aprendido  privadamente;  y  para  hacerlo  constar 
sufra  un  riguroso  examen  de  todas  ellas,  en  cuyo  caso, 
y  saliendo  aprobado,  se  le  dispensará  aquel  requisito. 
Esto  mismo  se  observará  en  el  cadete  que  al  entrar  en 
una  clase  pida  pase  á  la  inmediata  superior  por  estar  ya 
instruido  en  lo  que  en  aquella  se  enseña. 

Art.  9.°  Mantendrá  el  Cuerpo  un  maestro  de  dibujo 
para  que  instruya  en  su  arte  á  todos  los  cadetes,  del 
que  se  le  asignarán  de  sueldo  150  pesos  anuales,  que- 
dando obligado  á  asistir  á  la  casa  de  Ingenieros  una  vez 
al  día  para  dar  lecciones  en  la  hora  que  por  el  Jefe  se 
le  prevenga. 

Art.  10.  Si  por  falta  de  vacantes  se  verifica  que  los 
cadetes  hayan  concluido  el  curso  de  Ciencias  naturales 
y  demás  que  se  enseñe  sin  atender  á  oficiales,  no  por 
eso  dejarán  de  atender  á  la  Biblioteca  del  Cuerpo  para 
instruirse  en  los  idiomas  francés  é  ingles  y  para  irse  per- 
feccionando en  los  ramos  de  su  Instituto,  pues  todos  de- 
ben estar  entendidos  que  para  el  completo  desempeño  de 
su  destino  no  bastan  las  lecciones  elementales  que  se  dan 
en  las  aulas  y  que  solo  se  dirigen  á  abrirles  las  puertas 
de  las  ciencias  que  han  de  ser  la  ocupación  de  toda  su 


-^  III  — 

vida,  sino  que  por  su  parte  han  de  poner  todo  el  estu- 
dio necesario  para  adelantarse  y  hacerse  dignos  de  ul- 
teriores ascensos. 

Art.  II.  Los  dos  cadetes  más  antiguos,  turnando 
por  semanas,  servirán  para  comunicar  á  los  individuos 
del  Cuerpo  las  ordenes  del  Jefe  y  para  dar  parte  diario 
á  este  de  todo  lo  que  ocurra;  á  cuyo  fin  el  que  esté  de 
turno,  visitará  por  mañana  y  tarde  la  casa,  aulas  y  Bi- 
blioteca, tomando  noticia  de  los  cadetes  qne  hayan  fal- 
tado para  avisarlo  al  Jefe. 

Art.  12.  Todos  los  jueves,  por  la  tarde,  se  instrui- 
rán los  cadetes  en  el  ejercicio  militar  y  ordenanzas^ 
con  el  objeto  de  estar  siempre  aptos  para  el  servicio 
de  armas  á  que  por  algunas  circunstancias  pueden  des- 
tinarse. 


TITULO  III 
De  los  Ayudantes. 

Articulo  i.°  Esta  es  la  primera  salida  de  los  cade- 
tes, y  en  la  que  deben  manifestar  su  aptitud  para  obte- 
tener  mayores  ascensos;  por  tanto,  lejos  de  aflojar  en 
su  aplicación,  deben  perfeccionarse  en  las  ciencias  de 
su  profesión  y  procurar  adelantarles  con  peculiares  des- 
cubrimientos. 

Art.  2."  A  mas  de  las  obligaciones  que  como  alfé- 
rez les  corresponden  por  la  Ordenanza  general,  y  de 
que  deberán  estar  bien  instruidos,  será  de  su  cargo 


112    

suplir  las  ausencias  de  los  Subinspectores  encargados 
de  la  enseñanza  de  los  cadetes;  para  este  fin ,  á  cada 
Subinspector  se  le  asignará  un  Ayudante  que  desempe- 
ñará las  funciones  que  en  los  Colegios  son  peculiares 
á  los  Pasantes  respecto  de  los  Catedráticos. 

Art.  3."  La  asignación  de  los  Ayudantes  á  cada 
clase  de  las  que  se  compone  el  curso  de  Ciencias  de 
este  Cuerpo,  será  por  antigüedad;  de  suerte  que  se  ve- 
rifique haberlas  recorrido  todas  el  que  esté  próximo 
para  salir  á  Subinspector. 

Art.  4.°  Los  Ayudantes  mas  antiguos  se  destina- 
rán á  viajar  por  este  reino,  y  los  demás  de  America, 
para  que  visiten  sus  minas,  imponiéndose  de  sus  labo- 
reo y  producto,  recojan  escantillones  de  todas  las  que 
haya  y  descubran  de  nuevo;  y  tomen  noticia  de  todas 
las  provincias,  por  lo  respectivo  á  su  situación  geográ- 
fica y  producciones  naturales  en  los  reinos  mineral, 
vegetal  y  arimal,  recogiendo  lo  mas  particular  que  en- 
cuentren en  cada  uno. 

Art.  5.°  Para  ayuda  de  costa  de  estos  viajeros  se 
les  socorrerá  con  medio  prest  mas  de  sobresueldo,  de- 
ducido del  fondo  común  del  Cuerpo,  de  cuyo  ramo  se 
le  pagaran  también  por  su  justo  precio  todas  las  pre- 
ciosidades relativas  á  los  tres  reinos  de  la  naturaleza 
que  traigan  para  enriquecer  con  ellas  el  Gabinete  de 
Historia  Natural  destinado  para  instrucción  y  recreo 
de  los  individuos  del  Cuerpo. 

Art.  6.°  Entre  los  Ayudantes,  el  que  parezca  mas 
á  proposito  por  su  aplicación  y  por  su  instrucción  en 
los  idiomas  francés  é  ingles,  se  destinará  para  Bibliote- 


—  113  — 

cario,  y  el  que  á  mas  de  asistir  y  cuidar  la  Biblioteca 
del  Cuerpo,  estará  obligado  á  enseñar  aquellos  idiomas 
á  los  cadetes  y  oficiales  que  quieran  aplicarse  á  su  estu- 
dio, como  tan  importante  para  inteligencia  de  las  obras 
magistrales  de  su  Facultad,  escritas  en  aquellas  len- 
guas. Por  estas  ocupaciones,  tendrá  de  sueldo  media 
paga  mas,  que  se  deducirá  del  fondo  común. 

Art.  7.°  El  sueldo  de  los  Ayudantes  será  de  tres- 
cientos sesenta  pesos  anuales,  á  razón  de  treinta  pesos 
cada  mes ,  de  los  cuales  se  le  harán  los  descuentos  de 
ordenanza. 


TÍTULO  IV 
De  los  Subinspectores. 

Articulo  i.®  El  destino  peculiar  de  este  grado  será 
dirigir  las  Escuelas  de  enseñanza  del  Cuerpo  y  ejercer 
en  ellas  las  funciones  de  Catedráticos;  por  tanto,  para 
que  los  Ayudantes  sean  promovidos  á  este  empleo,  de- 
berán tener  la  suficiencia  necesaria  para  desempeñarlo 
y  estar  instruidos  en  las  obligaciones  que  como  á  Te- 
nientes les  corresponden  por  la  Ordenanza  general. 

Art.  2.°  Habrá  seis  Escuelas  destinadas  para  la 
enseñanza  de  los  individuos  del  Cuerpo  y  demás  perso- 
nas que  quieran  asistir  á  ellas;  en  la  primera,  y  primer 
año  de  curso,  se  enseñaran  Aritmética,  Geometría,  Di- 
námica y  Hidrodinámica;  en  la  segunda,  y  segando  año 
de  curso,  se  estudiará  la  Física  experimental;  en  la  ter- 


—  H4  — 

cera,  y  tercer  año,  se  explicará  la  Historia  Natural  y 
Botánica;  en  la  cuarta,  y  cuarto  año,  la  Mineralogia;  en 
la  quinta,  y  quinto  año,  la  Quimica;  y  en  la  sexta,  y 
ultimo  año,  la  Dosimetica  y  Metalurgia.  De  suerte  que 
el  curso  de  estas  ciencias  ocupará  seis  años  y  otros  tan- 
tos maestros,  que  cada  año  repetirán  la  enseñanza  de 
su  Facultad  á  beneficio  de  los  que  de  nuevo  entren  á 
cursarla  ó  de  aquellos  que  no  estén  aptos  para  seguir  á 
la  clase  inmediata. 

Art,  3.°  Para  que  se  guarde  la  debida  conformidad 
en  la  enseñanza  y  facilitar  á  los  alumnos  su  instrucción 
y  adelantamientos,  se  imprimirán  los  elementos  de  cada 
una  de  las  Facultades  mencionadas  en  el  artículo  ante- 
rior, cuidando  en  su  redacción  de  proporcionar  y  limi- 
tar su  extensión  á  lo  mas  importante  é  indispensable, 
de  suerte  que  cómodamente  se  puedan  aprender  en  el 
tiempo  destinado  para  su  enseñanza,  sin  que  por  con- 
cisos pierdan  el  mérito  de  la  claridad  y  suficiencia. 
Para  proceder  á  la  impresión,  se  requerirá  la  aproba- 
ción del  Jefe,  y  deberá  cuidar  de  que  tengan  las  cir- 
cunstancias prevenidas  y  de  que  no  se  varié  en  orden  y 
opiniones,  á  menos  que  la  experiencia  manifieste  la 
necesidad  de  practicarlo. 

Art.  4."  Los  Subinspectores  servirán  por  antigüe- 
dad estas  Escuelas,  de  modo  que  el  menos  antiguo  será 
Catedrático  de  Matemáticas;  el  que  le  sigue,  de  Física, 
Así  se  verificará,  que  cuando  asciendan  á  Inspectores, 
hayan  regentado  todas  las  Cátedras  y  perfecciona- 
dose  con  este  ejercicio  en  todas  las  Facultades 
para    poder  desempeñar  con  acierto   la  dirección  de 


—  115  — 

minas  y  demás  comisiones  del  real  servicio  que  se  les 
confien. 

Art.  5."  En  cada  una  de  estas  Escuelas  se  darán 
lecciones  por  mañana  y  tarde,  todos  los  dias  que  no 
sean  festivos ,  excepto  los  jueves,  y  para  descanso  y 
recreo  de  los  alumnos  y  maestro,  habrá  dos  vacaciones 
al  año;  la  primera  principiará  en  i.°  de  Agosto  y  ter- 
minará en  igual  día  de  Septiembre  ,  y  la  segunda  se 
empezará  en  8  de  Diciembre  y  se  acabará  en  el  mismo 
día  de  Enero. 

Art.  6.°  Antes  de  esta  ultima  vacación  se  harán  los 
examenes  prevenidos  en  el  título  2.°,  art.  7.°,  y  para  que 
la  emulación  sirva  de  estimulo  á  los  estudiantes,  aque- 
llos que  diesen  muestras  de  su  mejor  aprovechamiento 
se  examinaran  en  publico  segunda  vez,  para  que  los 
asistentes  sean  testigos  de  su  lucimiento  y  délas  venta- 
jas que  se  proporcionan  al  Estado  por  medio  de  este 
Cuerpo  que  perfecciona  la  instrucción  de  la  juventud. 

Art.  7.°  Los  Subinspectores  limitarán  la  enseñanza 
de  sus  respectivas  Facultades  á  los  principios  mas  ele  - 
mentales  de  cada  una,  en  el  concepto  de  que  los  cade- 
tes, al  salir  á  oficiales,  deben,  por  su  parte,  perfeccio- 
narse en  su  estudio,  aplicándose  con  esmero  al  porme- 
nor de  cada  ciencia. 

Art.  8."  Será  particular  recomendación  en  los  Sub- 
inspectores los  progresos  de  sus  discípulos,  debidos  á 
su  esmero  y  destreza  en  enseñarlos. 

Art.  9."  Por  ningún  caso  usaran  en  sus  clases  el 
vergonzozo  castigo  de  azotes,  y  solo  se  limitaran  al  de 
arresto,  dando  parte  al  Jefe.  Pondrán  particular  cuidado 


—   ii6  — 

en  manejar  á  sus  discípulos  de  tal  modo,  que  una  ligera 
reprensión  produzca  en  ellos  el  efecto  de  corregir  su 
descuido  ó  desaplicación,  sin  necesidad  de  valerse  de 
mas  serias  demostraciones. 

Art.  10.  Los  dos  Subinspectores  mas  antiguos  se 
ocuparan  en  viajar  por  España  y  demás  reinos  de  Euro- 
pa, visitando  las  minas  que  en  ellos  haya,  para  instruirse 
de  sus  labores.  Llevarán  un  apunte  exacto  de  las  prac- 
ticas mas  ventajosas  que  observen,  sacaran  diseños  ó 
modelos  de  las  maquinas  mas  útiles,  solicitaran  y  com- 
praran los  libros  que  para  el  uso  del  Cuerpo  se  les  en- 
carguen por  su  Jefe,  y  para  este  mismo  fin  recogerán 
las  preciosidades  naturales  que  encuentren.  Por  esta 
ocupación  se  les  gratificará  con  medio  prest  mas  de 
sobresueldo,  que  les  servirá  de  ayuda  de  costa  para  sus 
viajes,  y  se  sacará  del  fondo  común  del  Cuerpo,  del 
cual  también  se  pagará  por  sus  justos  precios  los  libros, 
maquinas  y  preciosidades  que  traigan  con  destino  á  la 
instrucción  de  los  cadetes  y  oficialidad  del  Cuerpo. 

Art.  II.  Tanto  á  los  Subinspectores  viajeros  como 
á  los  Ayudantes  que  se  hallen  en  esta  misma  Comisión, 
se  les  pondrá  por  cuenta  de  la  Real  Hacienda  su  paga  en 
el  lugar  en  que  se  hallen,  sin  que  por  este  motivo  se  les 
haga  descuento  alguno;  y  á  los  que  estén  en  Europa,  se 
les  abonará  su  sueldo  en  igual  numero  de  pesos  duros 
que  los  que  disfrutan  en  America,  sin  el  desmedro  de 
escudo  por  peso  que  se  acostumbra  en  el  resto  del  ejer- 
cito. Para  facilitarles  sus  marchas,  se  les  adelantaran 
los  pagos  por  trimestres  ó  por  medios  años;  y  al  tiempo 
de  salir  para  sus  destinos,  se  darán  á  cada  uno  ciento  ó 


—  117  — 

doscientos  pesos  á  buena  cuenta  de  los  encargos  que 
han  de  traer  ó  remitir  para  el  Cuerpo. 

Art.  12.  Los  Subinspectores  cuatrocientos  ochenta 
pesos  anuales  (sic)  de  sueldo,  á  razón  de  cuarenta  pesos 
en  cada  mes,  del  cual  se  harán  los  descuentos  de  or- 
denanza. 


TITULO  V 
Inspectores  en  segundo. 

Articulo  i.°  Estos  serán  primeros  Tenientes,  gra- 
duados de  Capitanes,  y  á  mas  de  las  obligaciones  que 
como  á  tales  les  corresponden  por  la  Ordenanza  gene- 
ral, desempeñaran  las  siguientes. 

Art.  2.**  Siendo  su  destino  ayudar  y  sostituir  á  los 
Inspectores  de  minas,  deberán  estar  instruidos  perfec- 
tamente en  las  ciencias  de  su  facultad  y  en  el  desempe- 
ño de  las  obligaciones  que  se  les  confien ,  procuraran 
acreditar  su- inteligencia  y  celo. 

Art.  3.°  En  todos  los  establecimientos  que  estén 
bajo  la  inmediata  dirección  del  Cuerpo,  administrándo- 
los un  Inspector  de  minas,  hará  las  funciones  de  Con- 
tador un  Inspector  en  segundo,  con  media  paga  de 
sobresueldo,  que  se  deducirá  del  producto  del  ramo  en 
que  estén  ocupados. 

Art.  4.*  Los  Inspectores  en  segundo  que  no  estén 
empleados  en  particular  comisión,  podran  ser  ocupados 
por  el  Jefe  del  reino  en  levantar  planos,  proyectar  y 


—  lia  — 

dirigir  caminos,  arreglar  poblaciones  y  demás  que  por 
su  instrucción  y  destino  puedan  desempeñar. 

Art.  5.°  El  mas  moderno  de  los  Inspectores  en  se- 
gundo desempeñará  las  funciones  de  Ayudante  del 
Cuerpo,  arreglándose  en  este  punto  á  lo  que  la  Orde- 
nanza general  previene  para  los  Ayudantes,  y  siendo 
de  su  incumbencia  la  instrucción  militar  de  los  cadetes 
en  el  ejercicio  y  Ordenanzas  que  se  previene  en  el  ar- 
tículo 2.". 

Art.  6."  Uno  de  los  Inspectores  en  segundo,  á  elec- 
ción del  Jefe,  será  Director  del  Gabinete  de  Historia 
Natural,  y  como  tal  cuidará  de  su  arreglo,  conservación 
y  aumento,  y  de  tenerlo  abierto  para  el  publico  en  los 
días  que  á  este  efecto  se  señalen;  tendrá  media  paga 
de  mas  por  esta  ocupación,  que  se  deducirá  del  fondo 
común, 

Art.  7.°  Los  Inspectores  en  segundo  tendrán  seis- 
cientos pesos  anuales  de  sueldo,  á  razón  de  cincuenta 
pesos  cada  mes,  de  los  cuales  se  harán  los  descuentos 
de  ordenanza. 


TITULO  VI 
Inspectores  de  minas. 

Articulo  i.®     Estos   oficiales,  cuyo  grado  corres 
ponde  al  Capitán  de  ejercito,  desempeñaran  las  funcio- 
nes de  tales,  con  arreglo  á  lo  que  previene  la  Ordenanza 
general. 


Art. 

y  fabricas  reales  respectivas,  tendrán  su  residencia  en 
las  provincias  donde  las  haya,  cada  uno  en  el  lugar 
donde  se  fije  la  Dirección  de  minas. 

Art.  3."  Será  de  su  obligación  dar  á  los  mineros  las 
instrucciones  y  noticias  que  les  pidan,  dirigidas  al 
objeto  de  mejorar  el  laboreo  de  sus  minas,  ó  de  enta- 
blar otras  nuevas,  y  procuraran  por  todos  los  medios 
posibles  el  fomento  de  este  importante  ramo. 

Art.  4.°  Con  este  objeto  facilitaran  el  que  se  di- 
funda la  instrucción  en  las  Ciencias  naturales,  dando  lec- 
ciones de  ellas  á  las  personas  curiosas  que  en  la  provin- 
cia de  su  residencia  quieran  aplicarse  á  aquel  estudio. 

Art.  5.°  Seguirán  correspondencia  con  el  Jefe  del 
Cuerpo,  y  le  comunicaran  noticia  de  la  situación  geo  - 
gráfica  de  la  provincia  de  su  destino,  de  sus  produccio- 
nes en  los  tres  reinos  de  la  Naturaleza,  y  con  especiali- 
dad de  las  minas,  distinguiendo  las  que  se  beneficien 
«n  la  actualidad,  y  las  que  se  pueden  explotar;  ultima- 
mente,  darán  puntual  razón  de  los  progresos  que  se 
■observen  en  aquella  provincia. 

Art.  6.°  Recorrerán  la  provincia  de  su  residencia, 
formando  planos  geográficos  y  mineralógicos  de  ella; 
estudiaran  el  carácter  de  sus  moradores;  indagaran  las 
producciones  útiles  del  territorio  y  los  arbitrios  de  ha- 
cerles valer;  proyectaran  el  modo  de  mejorar  los  cami- 
nos existentes  y  abrir  otros  nuevos,  y  propenderán  al 
-arreglo  de  las  poblaciones.  Del  resultado  de  todos  estos 
importantes  encargos  darán  cuenta  al  Gobierno  por  el 
conducto  de  su  Jefe. 


—    120    — • 

Art.  7.°  Si  en  virtud  de  las  noticias  qué  comuni- 
quen  al  Gobierno  tuviese  este  por  conveniente  comi- 
sionarlos  para  alguna  cosa  relativa  á  los  capitulos- 
expresados  en  el  anterior  articulo,  procurarán  que  su. 
exacto  desempeño  dé  muestras  de  su  pericia,  celo  y 
amor  al  Real  servicio. 

Art.  S.^  En  las  minas  y  fabricas  reales  de  sal,  sali- 
tre, pólvora,  etc.,  puestas  á  su  cuidado,  á  mas  de  diri- 
girlas, desempeñaran  los  Inspectores  de  minas  la  ocu- 
pación de  Administradores,  cobrando  media  paga  de 
sobresueldo,  que  se  les  abonará  de  los  fondos  del  ramo- 
en  que  estén  empleado?. 

Art.  9.°  Los  Inspectores  de  minas  que  no  tengan 
particular  destino,  residirán  en  Santa  Fe  de  Bogotá, 
incorporados  con  su  Cuerpo;  y  podran  ser  empleados 
por  el  Gobierno  en  cualquiera  Comisión  militar  ó  rela- 
tiva á  su  facultad  que  se  tenga  por  conveniente  poner  á 
su  cuidado. 

Art.  10.  Los  Inspectores  de  minas  que  tengan  des- 
tino en  las  provincias  acopiaran  las  preciosidades  que: 
estas  produzcan  en  los  tres  reinos  de  la  naturaleza, 
para  enriquecer  con  ellos  el  Gabinete  de  Historia  Natu- 
ral de  su  Cuerpo,  de  cuyo  fondo  común  se  les  abonará 
su  importe  luego  que  verifiquen  la  remesa  y  den  cuenta 
del  coste  que  haya  tenido. 

Art.  II.  Los  Inspectores  de  minas,  y  en  general 
todos  los  Oficiales  del  Cuerpo  mineralógico  que  residan 
eri  la  capital,  se  juntaran  una  ó  dos  veces  á  la  semana,, 
el  día  y  hora  que  por  el  Jefe  se  les  señale,  en  la  Biblio- 
teca de  su  Cuerpo,  á  tratar  y  conferir  sobre  materias 


—    121    — 

convenientes  á  sus  facultades,  cuyas  materias  se  anun- 
ciaran con  anticipación  para  que  les  que  quieran  dar 
pruebas  de  su  pericia  tengan  tiempo  de  hacer  discursos 
académicos  sobre  ellas. 

Art.  12.  También  asistirán  los  Inspectores  de  minas 
y  todos  los  Oficiales  residentes  en  la  capital  á  la  asam- 
blea que  con  el  fin  de  no  olvidar  las  instrucciones  mi- 
litares de  ejercicio  y  ordenanza,  se  hará  todos  los  años, 
por  el  espacio  de  un  mes. 

Art.  13.  Para  que  el  trabajo  y  utilidades  de  los  In» 
genieros  de  minas  se  repartan  por  igual  entre  todos,  y 
para  que  al  mismo  tiempo  se  generalicen  mas  sus  co- 
nocimientos locales  de  las  provincias  del  Nuevo  Reino- 
de  Granada,  cada  tres  años  se  mudaran  los  que  estén 
empleados  en  la  Dirección  de  minas  de  las  provincias, 
rele\  andolos  otros  nuevos,  y  en  caso  que  no  haya  nu- 
mero sobrante  para  dar  descanso  á  los  salientes,  á  lo 
menos  cambiaran  los  destinos  que  por  necesidad  no- 
podran  ser  iguales  en  clima  y  comodidades. 

Art.  14.  ■  Las  Comisiones  lucrosas  que  conforme  á 
este  Reglamento  traen  consigo  aumento  de  media 
sueldo,  se  darán  en  cada  clase  de  los  Oficiales  á  los  mas 
antiguos  de  cada  una,  á  menos  de  que  se  presente  otro- 
mas  digno,  que  por  su  mayor  instrucción  y  mejor  con- 
ducta dé  esperanzas  de  desempeñarlas  con  mas  acierto, 
en  cuyo  caso  este  será  preferido. 

Art.  15.  Los  Ingenieros  de  minas,  como  Capitanes 
vivos  que  son,  gozaran  el  sueldo  de  setecientos  veinte 
pesos  anuales,  á  razón  de  sesenta  pesos  cada  mes,  de 
los  cuales  se  les  harán  los  descuentos  de  ordenanza. 


122 


TITULO  VII 
Vícedi rector. 

Articulo  i.**  Este  oficial  será  Teniente  coronel 
vivo  y  segundo  Jefe  del  Cuerpo  de  Ingenieros  minera- 
lógicos; por  tanto,  á  mas  de  tener  la  instrucción  militar 
de  su  grado  y  la  facultativa  que  debe  haber  adquirido 
€n  el  curso  de  sus  servicios,  deberá  estar  adornado  de 
la  prudencia  y  demás  prendas  que  se  requieren  para  el 
mando,  como  que  en  él  se  ha  de  reasumir  el  de  su 
Cuerpo  por  ausencia,  enfermedad  ó  muerte  del  Direc- 
tor en  Jsfe. 

Art.  2.°  El  Vicedirector  hará  en  su  Cuerpo  todas 
las  funciones  de  Sargento  Mayor,  y  para  su  exacto  des- 
empeño deberá  estar  bien  instruido  en  todo  lo  concer- 
niente á  este  ministerio,  que  se  halla  detallado  en  la 
Ordenanza  general. 

Art.  3."  El  Vicedirector  tendrá  de  sueldo  mil  qui- 
nientos pesos  anuales,  á  razón  de  ciento  veinticinco  en 
cada  mes,  de  los  cuales  se  les  harán  los  descuentos  de 
ordenanza. 


—    123    — 

TÍTULO  VIII. 
Director  en  Jefe. 

Articulo  i.°  Su  carácter  es  de  Coronel  vivo  y  Jefe 
de  los  Ingenieros  mineralógicos;  por  tanto,  deberá 
reunir  las  cualidades  de  un  militar  digno  de  mandar  un 
regimiento  por  su  pericia,  instrucción  en  la  táctica  y 
Ordenanzas,  y  las  de  un  perfecto  Director  de  minas 
por  su  consumada  inteligencia  en  todas  las  Ciencias 
naturales,  y  artes  que  se  requieren  para  el  desempeño 
de  aquel  objeto. 

Art.  2.°  Como  la  conducta  y  aplicación  del  Director 
en  Jefe  deben  servir  de  modelo  á  todos  los  Oficiales  de 
su  mando,  procurará  que  su  ejemplo  los  inflame  en  amor 
al  Real  servicio  y  afición  al  instituto  de  su  carrera. 

'  Art.  3.°  Cuidará  de  que  todos  los  Oficiales  que 
están  bajo  sus  ordenes  cumplan  con  sus  respectivas 
obligaciones,  y  en  las  minas  y  fabricas  confiadas  á  la 
Dirección  de  su  Cuerpo,  procurará,  como  juez  conser- 
vador de  ellas,  que  se  simplifique  y  perfeccione  cada 
vez  mas  su  laboreo;  que  se  economicen  los  jornales 
todo  lo  posible,  y  que  la  parte  administrativa  se  maneje 
con  la  debida  formalidad. 

Art.  4.°  Para  atender  á  estos] importantes  objetos, 
visitará  personalmente,  cada  cuatro  años,  todos  aque- 
llos establecimientos,  reconocerá  su  estado,  corregirá  á 
los  Oficiales  que  no  cumplan  exactamente  con  su  obli- 


—    124   — 

gacion,  mudará  á  los  que  no  den  esperanza  de  enmen- 
dar sus  descuidos,  y  dará  cuenta  del  resultado  de  su 
visita  al  Virrey,  Jefe  del  reino,  especificando  todo  lo 
que  pida  pronta  reforma.  En  todo  el  tiempo  que  dure 
esta  visita  cobrará  medio  sueldo  de  sobreprest,  que  se 
¡e  abonará  de  cuenta  de  los  establecimientos  que  dirija 
el  Cuerpo,  y  que  le  servirá  de  ayuda  de  costa  para  los 
viajes  que  con  este  motivo  tendrá  que  hacer. 

Art.  5.**  Si  por  causa  legitima  no  pudiere  hacer 
esta  visita  en  persona,  la  ejecutará  en  su  lugar  el  Vice- 
director,  quien  en  tal  caso  cobrará  medio  sueldo  de 
gratificación  en  la  manera  y  para  los  fines  que  para  el 
Director  se  dijo  en  el  antecedente  articulo. 

Art.  6°  El  Director  en  Jefe  hará  todas  las  pro-^ 
puestas  de  los  empleos  y  comisiones  que  vaquen  en  su 
Cuerpo,  prefiriendo  en  ellas  á  los  mas  beneméritos,  y 
las  dirigirá  al  Virrey  del  reino  para  que  las  eleve  á  las 
Reales  manos;  como  que  este  ha  de  desempeñar  las 
funciones  de  Inspector  general  de  Ingenieros  mineraló- 
gicos, quedando,  por  tanto,  exento  este  Cuerpo  de  la 
jurisdicción  de  la  inspección  á  que  están  sujetos  los 
demás  Cuerpos  militares  del  Virreinato. 

Art.  7.°  El  Director  en  Jefe  (lo  mismo  que  los 
demás  Oficiales  de  su  Cuerpo),  arreglará  su  conducta  y 
Gobierno  por  las  Ordenanzas  generales  del  Ejercito 
en  todo  aquello  que  no  esté  mencionado  ó  prevenido  en 
este  Reglamento. 

Art.  8."  Tendrá  el  Director  dos  mil  cuatrocientos 
pesos  de  sueldo,  á  razón  de  doscientos  pesos  cada  mes, 
de  los  cuales  se  le  harán  los  descuentos  de  ordenanza» 


—    125    — 

TÍTULO   IX 
Capellán  y  Cirujano. 

Articulo  i.°  El  Capellán  desempeñará  la  funcio- 
nes de  su  Ministerio,  con  arreglo  á  lo  que  para  el  caso 
se  dispone  en  la  Ordenanza  general,  y  ademas  estará 
obligado  á  enseñar  latinidad  á  los  individuos  del  Cuerpo 
que  se  apliquen  á  este  estudio,  arreglándose  en  el  mé- 
todo y  horas  de  su  enseñanza  á  lo  que  sobre  este  par- 
ticular le  prevenga  el  Director  en  Jefe.  Tendrá  de 
sueldo  cuatrocientos  pesos  anuales. 

Art.  2.**  El  Cirujano  deberá  ser  facultativo  en  la 
Medicina,  y  en  consideración  al  corto  numero  de  indi- 
viduos de  que  se  compone  el  Cuerpo  de  Ingenieros  mi- 
neralógicos, estará  obligado  á  asistirlos  gratuitamente 
en  todas  las  enfermedades  que  le  sobrevengan.  Tendrá 
de  sueldo  cuatrocientos  pesos. 

1ÍTOT.A.S 

Los  artículos  hasta  aquí  contenidos  parecen  suficien- 
tes para  dar  una  idea  clara  del  objeto  á  que  se  dirige 
este  proyecto,  y  modo  como  debe  manejarse  en  caso  de 
que  se  realice;  por  lo  tanto,  á  beneficio  de  la  brevedad, 
se  suprimen  otros  menos  importantes,  que  con  facilidad 
se  pueden  añadir,  deduciéndolos  de  los  antecedentes. 

El  numero  de  Oficiales  á  lo  que  ha  parecido  mas  in- 


126    

dispensable  en  las  actuales  circunstancias  C^^^Ji  sin 
embargo,  si  la  experiencia  hiciese  ver  que  no  bastan 
para  desempeñar  todas  las  comisiones  que  se  confíen  á 
su  cuidado,  se  podran  aumentar  hasta  que  compongan 
la  dotación  de  un  regimiento  completo;  en  la  inteligen- 
cia que  este  aumento  no  será  gravoso  á  la  Real  Hacien- 
da, pues  en  caso  de  hacerse,  los  mismos  destinos  á  que 
se  apliquen  las  nuevas  plaza?,  sufragaran  el  coste  con 
sus  ahorros  y  utilidades. 

Iguales  Cuerpos  al  que  aqui  se  proyecta  para  el 
Nuevo  Reino  de  Granada,  se  podran  criar  en  él  Perú  y 
Nueva  España,  acaso  con  mas  ventaja  del  publico  y 
mayores  ahorros  y  utilidades  de  la  Real  Hacienda. 


ASTADO  que  manifiesta  los  gastos  que  debe  causar  anual- 
mente el  Real  Cuerpo  de  Ingenieros  mineralógicos. 

Pesos. 

Primeramente   p.'^   tres    mil   pesos   de    fondo 

común 3.000 

Por  dos  mil  y  quatrocientos  p.''  sueldo  del  Di- 
rector         2.400 

Por  mil  y  quinientos  p.''  sueldo  del  Vice-Di- 

rector i-Soo 

Por  cinco  mil  setecientos  sesenta  pesos,  sueldo 

de  ocho  inspectores  de  minas , 5-76o 

Por  cuatro   mil  y  ochocientos  pesos  de   ocho 

Inspectores  en  segundo 4.800 

Por  tres  mil  ochocientos  y  quarenta  pesos,  suel- 
do de  ocho  Sub- Inspectores 3.840 


—   127  — 

Pesos. 


Suma  anterior 21.300 

Por  dos  mil  ochocientos  ochenta  pesos,  sueldo 

de  ocho  Ayudantes 2.880 

Por  igual  cantidad,  sueldo  de  24  Cadetes 2.880 

Por  quatrocientos  pesos,  sueldo  del  Capellán. .  400 

Por  igual  cantidad,  sueldo  del  Cirujano 400 


27.860 
Por   ciento  y  cinquenta  pesos,  sueldo  de  un 

Mro.  de  Dibuxo 150 


Suma  total 28.010 


Fuera  de  este  gasto  anual,  ocurrirá  al  tiempo  de  eri- 
girse el  Cuerpo,  otro  extraordinario  para  comprar  la 
casa  que  ha  de  ocupar  y  los  primeros  libros  y  maqui- 
nas que  se  han  de  emplear  en  la  enseñanza  de  sus  indi- 
viduos. Para  este  efecto  se  podran  beneficiar  por  una 
vez  algunas  de  las  plazas  subalternas  de  Ayudantes  y 
Subinspectores,  obligándose  los  que  las  beneficien  á 
cursar  las  facultades,  á  fin  de  habilitarse  para  el  ejerci- 
cio de  sus  funciones  y  para  obtener  ulteriores  empleos. 


ESTADO  que  manifiesta  los  arbitrios  y  caudales  que  se  pue- 
den aplicar  para  la  subsistencia  del  Real  Cuerpo  de  In- 
genieros mineralógicos  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 

Primeramente,  siendo  este  Cuerpo  destinado  para  el 
fomento  y  auxilio  de  los  mineros,  es  justo  que  estos  lo 
ayuden   á   sostener,   contribuyendo  con   una  pequeña 


—    128   — 

parte  del  producto  de  sus  minas,  cuyo  laboreo,  mejo- 
rado, puede  soportarlo  sin  detrimento  del  propietario. 
Bn  este  concepto  podran  pagar,  al  tiempo  de  satisfacer 
el  Derecho  Real  del  quinto,  un  cuarto  por  ciento  mas  á 
beneficio  de  este  Cuerpo,  y  extrayéndose  actualmente 
^n  el  distrito  del  Virreinato  lo  menos  tres  millones  de 
pesos  anuales  de  metal,  resulta  una  renta  de  siete  mil 
quinientos  pesos,  cuya  cantidad  debe  crecer  con  el 
fomento  que  reciban  las  minas,  una  vez  establecido  el 
Cuerpo  de  Ingenieros. 

Las  Reales  Casas  de  Moneda  reportaran  utilidad  del 
establecimiento  de  este  Cuerpo,  que  mejorando  el  labo- 
reo de  minas  aumentará  el  ingreso  y  utilidades  de  la 
amonedación.  En  este  supuesto  se  podrá  aplicar  para 
subsistencia  de  los  Ingenieros  mineralógicos  el  ramo  de 
feble  que  en  las  dos  Casas  de  Santa  Fe  y  Popayan  as- 
ciende á  tres  mil  pesos. 

Respecto  á  que  el  Cuerpo  mineralógico  ha  de  dirigir 
y  manejar  todos  los  Establecimientos  Reales  que  digan 
relación  con  su  facultad,  y  supuesto  que  todas  las  ope- 
raciones en  las  Casas  de  Moneda  son  puramente  meta- 
lúrgicas, se  podran  poner  bajo  su  dirección,  suprimien- 
do las  Superintendencias,  con  medio  sueldo  de  gratifi- 
cación. En  Santa  Fe  hará  de  Superintendente  el  Direc- 
tor en  Jefe,  y  de  Contador  un  Inspector  de  minas;  en 
Popayan  podrá  hacer  de  Superintendente  el  Vicedirec- 
tor,  y  de  Contador  un  Inspector  en  segundo;  deducidas 
las  gratificaciones  de  estos  cuatro  del  total  importe  de 
los  sueldos  que  en  el  día  se  pagan  á  aquellos  empleados 
que  se  han  de  suprimir,  resulta  un  ahorro  de  siete  mil 


129   — 

trescientos  noventa  pesos,  que  pueden  aplicarse  para  la 
subsistencia  de  los  Ingenieros  mineralógicos. 

También  han  de  quedar  bajo  la  dirección  de  estos  las 
salinas  y  fabricas  de  salitres  y  pólvora,  de  cuya  dispo- 
sición resulta  otro  ahorro  semejante  al  de  la  Casa  de 
Moneda  en  los  empleos  suprimidos.  Este  ahorro,  que 
asciende  á  siete  mil  pesos  anuales,  puede  aplicarse 
para  la  subsistencia  del  Cuerpo  que  lo  produce. 

Según  lo  que  observó  el  Barón  de  Humboldt,  y  refie- 
re en  su  Memoria  que  he  citado  en  el  cuerpo  de  este 
discurso,  se  puede  asegurar  sin  exageración  que  en  las 
salinas  de  Zipaquirá  se  malbarata  lo  menos  un  real  en 
cada  arroba,  por  la  falta  de  economía  en  jornales  y 
combustible;  reformado  este  desperdicio,  en  virtud  de 
manejarse  por  inteligentes,  se  podrá,  sin  perjuicio  de 
la  Real  Hacienda,  y  con  ventaja  de  esta,  asignar  á  be- 
neficio del  Cuerpo  mineralógico  medio  real  en  cada 
arroba  de  sal  que  se  labre,  y  ascendiendo  el  numero  de 
arrobas  á  doscientas  mil,  resulta  una  renta  de  doce  mil 
quinientos  pesos. 

Todos  estos  ramos,  lejos  de  disminuirse,  deben  au- 
mentarse, y  con  ellos  el  ingreso  á  favor  de  los  Ingenie- 
ros; pero  como  el  sueldo  de  estos  es  fijo,  todo  el  aumen- 
to queda  á  favor  de  la  Real  Hacienda,  que  también 
debe  aprovechar  el  exceso  de  los  arbitrios  sobre  los 
gastos,  para  cuya  manifestación  resumiré  á  las  ante- 
riores partidas: 


—   I30  — 

Pesos. 


Primeramente  de   la  contribución  de    los  mi- 
neros    7-500 

Del  feble  de  las  Casas  de  Moneda 3.000 

Ahorro  de  sueldos  de  la  Casa  de  Moneda 7.390 

Ahorro  de  sueldos  de  Salinas  y  Pólvora. .....  7.000 

Renta  sobre  la  economía  de  jornales  y  combus- 
tibles en  las  Salinas  de  Zipaquirá 12.500 


Suma  total 37-39o 

Costo  del  Cuerpo  de  Ingenieros 28.010 


Renta  á  favor  de  la  R.^  Hacienda 09.380 


CARTAS  DE  CALDAS 

DIRIGIDAS  A   MUTIS 


S.^  D.  D.  JosEPH  Celestino  Mutis. 


Po payan  y  Agost."  5/1. 8oi. 

Muy  Sr.  mió  de  toda  mi  estimación:  recibí  la  prime- 
ra carta  de  Vmd.  ¿pero  que  carta?  Dos  buenos  tubos  de 
Barómetro  y  las  obras  maestras  de  Linne.  Este  modo  de 
escribir  es  singular,  y  nuevo;  es  en  un  idioma  q.'  lo  en- 
tienden las  Nación. s  mas  barbaras,  y  de  q/  no  usan 
sino  las  almas  generosas.  Confieso  que  estoy  tan  asom- 
brado como  reconocido.  No  puedo  admirar  bastante  q.^ 
un  hombre  del  mérito  de  Vmd.  haya  acogido  tan  favo- 
rablem.*®  un  rasgo  q.*  remití  á  mis  amigos,  que  desé 
escribirme,  q.*  sienta  no  haberme  conocido,  q.^  comien- 
ze  á  protegerme  sin  saberlo  yo  mismo  y  me  dé  libros  é 
instrumentos.  Esto  me  hace  sospechar  q.^  mis  amigos 
deslumhrados  p.^  el  amor  q.*  me  tienen  han  ponderado 
demasiado  los  cortos  conocimientos  q/  tengo.  Ellos  tal 
vez  piensan  q.*  van  á  hacer  conocer  á  un  hombre  ilus- 
trado y  capaz  de  tomar  parte  en  las  sabias  y  profundas 
investigación.*^  de  la  naturaleza  q.*  ha  tantos  años  hacen 
su  única  ocupación.  Pero  yo  pienso  de  un  modo  muy 
diferente.  ¡Que  contraste  no  hay  entre  los  dos!  Vmd., 


—  134  — 

sabio,  conocido  de  la  Europa  entera,  elogiado  en  el 
Norte  por  el  digno  hijo  de  Linne,  apreciado  de  la  Na- 
ción, q.'  ha  merecido  la  confianza  de  nro.  augusto  So- 
berano, xefe  de  una  brillante  expedición  cuyos  frutos 
preciosos  espera  con  impaciencia  el  mundo  sabio;  yo, 
ignorante,  desconocido  de  mis  paisanos  mismos,  pasan- 
do en  un  rincón  de  la  America  una  vida  obscura  y 
á  veces  miserable,  sin  libros,  sin  instrumentos,  sin  me- 
dios de  saber  y  sin  poder  servir  en  alguna  cosa  á  mi 
Patria.  Esta  espantosa  diferencia  de  fortuna  y  de  luces 
me  acobarda,  y  solo  el  conocim.^'^  q.*  tengo  de  la 
bondad  de  Vmd.,  unido  á  la  sinceridad  y  buena  fe  con 
q.^  voy  á  hablar  de  mis  estudios  pueden  animarme.  No 
pretendo  parecer  sabio  pJ  q."  no  lo  soj^:  no  quiero  q.J 
Vmd.  se  forme  una  idea  falsa  de  mi  juzgándome  p.''  los 
informes  apasionados  de  mis  amigos.  Esto  perjudicarla 
demasiado  á  mi  instrucción,  p.'"  q.*  no  podria  V.  acon- 
sejarme con  acierto.  Es  preciso  q.*  deponiendo  todas 
las  ideas  q.^  tenga  Vmd.  de  mis  conocimientos  sustitu- 
ya la  descripción  siguiente  q.*  voy  á  hacer  de  ellos. 

Mi  primera  educación  fue  adosenada:  á  los  i6  años 
de  edad  vi  unas  figuras  de  Geomt.^  y  unos  Globos,  y 
senti  una  vehem.**  inclinación  acia  estas  cosas.  Por  for- 
tuna me  tocó  un  Catedrático  ilustrado  q.*  detestaba  esa 
xerga  escolástica  que  ha  corrompido  los  mas  bellos  en- 
tendimientos: me  apliqué  baxo  su  dirección  al  estudio 
de  la  Aritmética,  Geomt.%  Trigonom.^,  Algebra  y 
Fisica  experimenta],  p.'-'  q."  nro.  Curso  de  Filosofía  fue 
verdaderam/*  un  curso  de  Fisica  y  de  Matem.^»^  Los 
q.*  disponían  de  mis  estudios  y  de  mi  persona  me  remi- 
tieron á  esa  Capital,  me  enserraron  en  uno  de  esos  Co- 
legios en  q/  no  se  via  otra  cosa  q.*  desatinos  de  mate- 
ria prima,  me  pusieron  á  Vínio  en  las  manos;  pero  yo 
no  habia  nacido  p.^  Jurisconsulto.  Apesar  de  los  casti- 


—  135  — 

gos,  reconvención.^  y  exemplos  yo  no  pude  tomar  gusto 
á  las  leyes,  ni  á  Justiniano,  y  perdi  los  tres  años  mas 
preciosos  de  mi  vida.  Asi  q.*  recobré  mi  libertad  p.^ 
medio  de  un  grado  q.®  no  exige  conocimientos  me  res- 
tituí á  mi  lugar:  aquí  dueño  de  mis  acción.^  me  entre- 
gué á  cultivar  los  elementos  q.^  habia  recibido  en  el 
Curso  de  Filosofía.  Conoci  q.^  estos  no  eran  sino  las 
semillas  de  las  Ciencias,  q.*  era  preciso  fomentarlos, 
multiplicarlos  de  todos  modos,  comenzar  á  observar  y 
poner  en  practica  los  principios.  Nada  tocaba  mas 
vivam.*^  mi  gusto  q.*"  la  Astronomía:  su  relación  con  la 
Naveg.",  con  la  Geografía,  con  la  Chronologia,  lo  bri- 
llante y  magnifíco  del  espectáculo  me  decidieron  p.^ 
ella.  ^-Pero  que  podia  hacer  en  un  pais  en  q.®  se  ignoran 
hasta  los  nombres  de  Quarto-de  Circulo,  Telescopio  y 
Péndola.^  Quatro  libros  q/  una  feliz  casualidad  arrojó  á 
esta  Ciudad  me  daban  noción.^  de  esta  Ciencia  y  de  sus 
instrum.^o^:  mis  dececs,  mi  furor  p.^'  la  Astron.^  me  su- 
gerían recursos.  Un  pequeño  Gnomon  q.^  hice  construir 
me  entretenía:  tiraba  meridian.*,  observaba  alturas  del 
sol,  fixaba  latitud,  calculaba  azimudes,  y  emprendí  co- 
nocer la  amplitud  de  la  eclyptica  p/  la  observ."^  de  los 
solsticios:  con  solo  este  instrum.*°  estaban  p.^  mi  como 
aniquiladas  las  Estrellas  y  los  Planetas,  y  no  podía  dar 
un  paso  mas  en  la  Ciencia  q.'  hacia  mis  delicias.  La 
-necesidad  de  buscar  la  subsistencia,  q.*  en  otros  sufoca 
el  amor  á  la  sabiduría,  en  mi  fue  una  ocacion  para  ade- 
lantar algo  en  mis  estudios.  Volví  el  año  de  796  áSan- 
tafé  con  miras  de  mercader:  aquí  vi  p.''  la  prim.^  vez  y 
de  paso  la  Astronomía  de  Lalande  y  los  Elem.^^^  del 
Ab.'*  Besout  p.*  los  Guardias  Marinas  de  Francia.  Es- 
tos dos  libros  al  tiempo  q.*  me  instruían  me  manifesta- 
ban q.**  era  imposible  ser  Astrónomo  en  America.  Co- 
pie del  ultimo  las  Tab.^  del  Sol  p.^  calcular  sus  decli- 


-  136  - 

nac.^  y  hacerlas  servir  en  mis  observación.*  de  latitud: 
compre  una  Bruxula,  un  Barom.°  de  mar,  dos  Term.°s 
y  un  Octante  de  reflexión.  Mis  intereses  mercantiles  me 
llamaban  á  Timaná  y  emprendí  hacer  una  Relación  de 
mi  viaje.  Entonces  fue  q.*  subi  á  Guadalupe  y  tomé  el 
material  p."  el  papel  que  ha  visto  Vmd.  de  la  elev."  de 
este  Cerro.  Parti  de  Santafé  en  Octubre  del  mismo  año, 
y  emprendí  levantar  la  Carta  del  pais  q.^  iba  á  atrabe- 
sar:  observé  la  elevación  del  mercurio  en  el  Barom."  en 
la  Mesa,  Tocayma  Gigante,  Pital:  aqui  se  rompió  el 
instrum.*".  A  mi  llegada  á  Timana  se  disputaban  los 
limites  de  jurisdicción  este  Cabildo  y  el  de  la  Plata:  se 
me  encargó  levantar  la  carta  de  su  jurisdicción,  q.*  tam- 
bién ha  visto  Vmd.  Yo  queria  establecer  un  punto  en 
long.^  p.'^  alguna  observ."  astrom.*:  el  eclypse  de  luna 
del  3  de  Dic.  de  797  me  ofrecía  una  ocacion  muy  ven- 
tajosa. Aunq.'  no  tenia  péndola  sabia  q.^  con  solo  la 
alt.^  de  una  estrella  podia  concluir  el  tiempo  verdad. ° 
de  mi  observación.  Yo  habia  hecho  construir  un  Quarto- 
de-Circulo  de  madera  de  17  pulg.^  franc-  de  radio,  le 
habia  dividido  con  quanta  exactitud  me  fue  posible,, 
poseia  un  anteojo  de  quatro  palmos  y  una  muestra  de 
segundos  regular;  pero  me  faltaba  un  Coobservador.  El 
cura  del  Gigante,  hombre  de  talento ,  se  encargo  de 
ayudarme.  Antes  del  eclypse  observé  la  alt.^  de  dos 
Estrellas  y  noté  el  instante  q.*  señalaba  mi  muestra:  el 
calculo  me  enseñó  lo  q.*  atrasaba  ó  adelantaba  sobre  el 
tiempo  verdad. o  Poco  después  comenzó  la  inmercion  y 
noté  p.^'  mi  muestra  la  hora  y  seg.°s  en  q.^  se  verificó: 
lo  mismo  hice  con  25  lugares  del  disco  lunar.  Conclui- 
da la  inmerc."  tomé  la  altura  de  otras  Estrellas  p.^  po- 
der juzgar  del  estado  de  la  muestra.  Diez  y  siete  luga- 
res observé  en  la  emercion  y  concluí  p."^"  volver  á  tomar 
alturas  de  estrellas  p.»  corregir  la   muestra.   De  este 


—  137  — 

modo  comensé  la  carta  de  Timana  q.*  concluí  en  Feb.'^ 
de  798. 

Dexe  este  país  miserable  y  volvi  á  Pop."  con  el  cono- 
cim.*°  q.*  no  era  p  *  mercader:  aqui  he  trabajado  en 
cultivar  la  Astronomía.  Emprendí  fixar  la  long.^  de  mi 
Patria:  sabia  q.'  en  Caly  existia  un  Telescopio  achro- 
matico  de  4  pies  é  hice  tod.^  mis  esfuerzos  p.*  q.**  me 
lo  prestacen.  Lo  conseguí  y  he  logrado  observar  quatro 
emercíon.^  del  primer  Satélite  de  Júpiter. 

Fixado  en  un  lugar  con  unos  instrum.*°^  miserables 
no  podia  la  Astronomía  llenar  mi  tiempo  y  fue  preciso 
buscar  una  Ciencia  que  no  exigiese  el  aparato  de  aque- 
lla: tal  me  pareció  la  Botánica  antes  q.®  supiera  que  era 
Botánica.  Contento  con  el  pequeño  Curso  de  Ortega  me 
dedique  á  estudiarlo;  pero  bien  pronto  conocí  q.*  era 
insuficiente.  Busque  en  todas  las  Bibliotecas  de  Pop.'^ 
otros  libros  q.*  pudiesen  satisfacer  mis  deceos  y  no  hallé 
en  tod.s  ellas  sino  las  Institución.^  de  Tournefort.  Ya 
habia  gustado  la  belleza  del  Systema  de  Linne  en  el 
Ortega  y  fue  preciso  q.'  me  desagradase  el  Tournefort; 
pero  no  habia  mas  libros  y  era  preciso  estudiarlo.  Al 
cabo  de  algún  tiempo  un  amigo  generoso  pidió  la  Parte 
practica  de  Linne  traducida  p.'  Palau  y  me  cedió  su 
uso.  Esta  es  la  época  de  mis  pequeños  progresos  en  la 
Ciencia  de  los  vegetales.  Con  esta  obra  inmortal  pude 
determinar  muchas  plantas  y  picaron  mí  gusto  p.^"  la 
Botánica  como  Lalande  lo  habia  hecho  p.''  la  Astrono  - 
mía.  Pero  la  parte  científica,  la  Filosofía  Botánica  de 
este  Autor  me  faltaba.  Yo  he  hecho  los  ultim.^  esfuer- 
zos p.^  conseguirla;  la  he  pedido  á  esa  Capital,  á  Carta- 
gena, á  Quito  y  han  sido  infructuosas  todas  mis  diligen- 
cias. De  repente,  quando  mencs  lo  pensaba  me  hallo 
con  este  libro  precioso  entre  las  manos  remitido  p.''  el 
primer  Botánico  de  la  Nación  como  sn  primera  carta ^ 


-  138  - 

A  Vmd.  dexo  la  considerac."  de  lo  q.*  pasaría  en  mí 
alma  qd.°  lei  las  cartas  de  mis  amigos  y  vi  la  Filosofía 
Botánica.  Toda  mi  vida  le  conservare  como  el  mas  bello 
monum/^  de  su  generosidad,  y  como  el  mejor  titulo  de 
honor  q."  pueda  adquirir.  Yo  no  puedo  recompensar  á 
V.  sino  con  un  eterno  reconocim.*°.  Si,  jamas  olvidare 
el  3  de  Ag.^°  de  1801,  dia  en  q.'  he  recibido  este  pre- 
sente, presente  digno  de  un  sabio. 

Quando  pensaba  dedicarme  con  mas  ardor  al  cono- 
cim.*^°  de  las  plantas  en  medio  de  la  paz  de  mi  fam."  un 
pleyto  temerario  ganado  p.'"  mi  en  esta  Ciudad,  me  llama 
á  Quito;  y  he  aqui  renacida  mi  pación  p.^'  la  Astrono- 
mía. Este  pais  visitado  p.''  los  héroes  de  esta  Cieñe. % 
q.^  han  determinado  la  elev."  y  posición  de  estos  lugar.^ 
y  q.*  han  dexado  los  monum.*^^"^^  mas  preciosos.  Estos 
me  arrastraban  con  mas  violencia  q.^  el  oro  y  tod.*^  las 
riquezas:  este  pais  es  un  libro  avierto  en  q.^  puede  es- 
tudiar un  aficionado  á  las  Mat.^»^.  Es  verdad  q,*  la  Bo- 
tánica puede  cultivarse  en  este  viage  y  estoy  resuelto  á 
consagrarme  á  ella.  Yo  no  correspondería  á  Vmd.  sus 
finezas  sino  le  diese  una  razón  circunstanciada  de  mis 
operación. s  en  los  géneros  que  puedo  hacer  algo.  ¡Di- 
choso si  meresco  la  acogida  de  Vdm.  y  mil  veces  mas 
dichoso  si  V.  se  digna  corregir  mis  defectos.  De  este 
modo  podre  hacer  algo  de  probecho  en  lo  sucesivo,  me 
instruiré  y  tendré  el  honor  de  contarme  entre  el  num.° 
de  los  discípulos  de  V. 

Mi  partida  p.^  Quito  es  el  10  de  Ag.^°  y  no  me  ha 
ha  sido  posible  esperar  en  esta  al  Barón  de  Humbolt: 
en  Quito  tendré  la  satisfacción  de  conocerlo  y  de  apren- 
der algo. 

Si  V.  juzga  que  puedo  p.^  mi  p.^^  desempeñar  el  en* 
cargo  de  los  Esqueleto*?  de  Quina  de  Esmeraldas,  pue- 
de V.  mandarme  sus  instrucción.'^  para  no  errarlo.  ¡Oja- 


—  139  — 

lá  pudiera  dar  á  Vmd.  esta  pequeña  muestra  de  mi  re- 
conocim.t"!  En  ninguna  ocacion  se  juzgaría  mas  honrrado 
su  afmo.  estimad.'"  y  vivamen.'*  reconocido, 

Fran.-°  Joseph  de  Caldas. 


Quito  y  Enero  21  de  i.8c2. 

Mi  amadísimo  amigo:  ;q.*'  ingrato  seria  yo  si  no  le 
comunicase  quanto  me  ha  pasado,  y  quanto  me  ha  en- 
señado el  Barón  de  Humbolt,  este  joven  prusiano,  supe- 
rior á  quantos  elogios  se  pueden  hacer!  Me  transporte  á 
Ybarra,  como  anuncie  á  V.,  p/  antelar  el  momento  de 
conocerlo;  salí  algún  trecho  de  aquí,  y  le  hallé  el  31  de 
Diciembre  de  i8or,  á  las  once  del  dia.  ¡Que  momento 
tan  feliz  p.^  un  amante  entusiasta  de  las  Ciencias!  Yo 
fui  el  primero  q.®  me  le  presente,  y  sin  detenerse  un 
instante  me  preguntó:  Vmd.  es  el  S.^  Caldas?  A  lo  que 
contexto  lo  q.*  correspondía.  Desde  este  instante  me 
comenzó  á  tratar  con  una  franqueza  y  liberalidad  sin 
igual.  ¡Que  noticias  tan  exactas  trae  de  mi  y  de  mis 
cosas!  ¡que  opinión  tan  ventajosa  formada  p.^'  los  infor- 
mes de  mis  amigos!  Yo  confieso  á  V.  q.*  mi  amor  pro- 
pio nunca  me  habría  sugerido  expresión. "^  mas  honrosas 
á  mis  conocim.*^'*  Asi  q.*  llegamos  á  Ybarra  comí  con 
el,  y  publicam.*^  se  volvió  á  mi  y  me  dixo:  He  visto  los 
preciosos  trabajos  de  V.  en  Astronomía  y  Geográfia.  Me 
los  han  enseñado  en  Popayan.  He  visto  alturas  correspon- 
dientes tomadas  con  tal  precisión  qJ  la  mayor  diferencia 
no  pasa  de  4  segundos.  Después  q.'  abrió  sus  cofres  me 
mostró  el  manuscrito  de  observac.^  astronómicas:  me 
hizo  notar  la  q.*  había  hallado  de  Pop."  con  su  famoso 


—  140  — 

Cronometro,  y  luego  me  dixo:  el  Pad/  de  V.  sin  su  con- 
sentimiento  me  ha  enseñado  un  libro  manuscrito  en  que 
lidié  una  observación  de  la  inmersión  del  i.'^''  Satélite  de 
Júpiter,  calculada; y  da  la  misma  longitud  q.^  mi  crono- 
metro: lea  Vd.  He  visto  un  elogio  en  francés  q.^  no  me- 
resco.  En  subst."  le  diré  su  contenido,  ya  se  ve  lleno 
de  rubor;  p.°  q.*  con  un  amigo  como  V.  depositario  de 
todos  mis  pensam.^'^  no  puedo  ocultar  nada,  aunq/  se 
ofenda  la  modestia.  Desp.^  de  referir  su  observac."  del 
Cronometro  añade.  El  D.'"  Caldas  ha  hecho  en  tanto 
una  bella  observac.'^  del  i.^""  satélite  de  Júpiter:  el  ha 
hallado  ¿J'  i¿j..'  i6." ;  y  yo  5/^  7^.'  Jj/.  II  est  ettonant 
que  ce  jeune  americain,  se  haya  elevado  hasta  las  mas  de* 
licad.^  observac.^  de  la  Astronom."-  pf  si  mismo,  y  con 
unos  instrumJ''^  hechos  de  sus  manos;  con  otro  montón 
de  cosas  q.^  no  quiero  referir.  Asi  escribió  en  Pop."  por 
una  simple  observac."  aislada,  q.^  dexé  p.^  casualidad 
en  esa  Ciudad.  Es  preciso  q.'  le  haya  tocado  mas  una 
serie  de  ellas  q.'  le  he  presentado,  en  q.'  las  diferencias 
de  altur.^  correspondientes  no  pasan  de  un  seg.'''',  con 
mi  Quarto  de  circulo  de  madera  Dividivi,  >[."  cono- 
ce Mig.'  En  esta  colecc."  de  observación.^  astronomic* 
q.*  le  he  dado,  está  la  del  Eclipse  de  Luna  de  1797, 
y  un  numero  grande  de  latitudes  en  la  parte  alta  del 
Magdalena,  hechas  con  el  Sol,  y  diferent."  estrellas. 
Le.  enseñé  mi  carta  de  Timana,  y  otro  trozo  q.^  levante 
en  1796  de  Tocayma  á  Neyva:  de  modoq.'  unid.^  estos 
material.'^  á  los  del  Barón,  tenemos  ya  una  carta  de 
todo  el  Magdalena.  Este  sabio  me  ha  pedido  un  exem- 
plar  de  todo,  y  lo  ha  añadido  á  la  gran  Carta  del  Rey- 
no.  ¡Que  honor  p.«  mi  el  ver  mis  prim.*^  trabajos  al  lado 
de  los  de  un  homb.^  grande!  Estos  pequeños  ensayos^ 
condenados  á  permanecer  en  los  autos  sobre  limites  de 
Timana,  y  en  mi  quarto,  van  á  ver  la  luz  publica.  ¡Oxa- 


—   141   — 

la  yo  hubiera  trabajado  mas  en  este  genero.  Pero  me 
consuelo,  y  he  criado  una  satisface  en  mis  operaciones 
viendo  q.*  han  merecido  la  aprobac."^  deste  hombre 
grande.  Quando  acabó  de  ver  mi  Carta,  volvió  á  mi  y 
me  dixo:  He  visto  muchas  Cartas  en  las  Secretar.^  de 
Caracas,  Cartagena  y  Santafé;  y  la  única  q.*  merece 
este  nomb.%  la  única  astronomicam.'^  levantada  es  la 
de  Timana.  Desp.^  ae  leer  mis  manuscricos  dixo  en  una 
tertulia,  q.'  mis  observac.^  astronomic.'  están  mas  bien 
executadas  q.*  las  de  D.  Jorge  Juan.  ¡Que  honor  p.*  mi 
oirme  preferir  á  este  homb/  admirado  de  la  Europa! 
Tanto  mas  sensib/  á  este  elogio,  qto.  no  lo  dixo  en  mi 
presencia.  Le  di  una  serie  de  mis  observac.^  barométri- 
cas y  comparad. =^  las  hechas  en  lugar.^  comunes,  como 
Guadalupe,  Santafé,  Pop.",  Pasto,  los  Pastos,  Chota, 
Ybarra  y  Quito,  les  ha  hallado  justas  y  conform.^  á  las 
suyas.  Esto  le  ha  inspirado  una  confianza  completa 
p.*  las  de  la  Mesa,  Tocayma,  Gigante,  Pital,  Patia, 
Ventaquemada  &  &.;  y  se  insertan  en  el  Viage  de  este 
Sabio.  Me  ha  dicho  q/  quiere  me  conosca  todo  el  mun- 
do; y  no  dudo  q.®  en  mas  de  un  lugar  me  haga  repre- 
sentar algún  papel.  Aun  no  he  entrado  en  materia  sobre 
nuestro  asunto  del  Termómetro  en  agua  hirviendo,  y 
yo  avisare  lo  q.'  resulte.  ¡Que  no  pueda  en  los  estre- 
chos limites  desta  carta  decir  á  V.  quanto  me  ha  dicho, 
y  qto.  me  ha  enseñado  este  homb.*  singular  y  raro!  El 
uso  y  la  forma  de  tod.-"  sus  instrum.*°";  las  experiencias 
y  sobre  todo  sus  discursos  me  arrebatan,  y  me  hacen 
sentir  anticipadam.'*"  el  dolor  mortal  de  perderlo.  Ahí 
mi  amigo,  esta  es  una  luz  efímera  q.*  se  nos  escapa 
casi  sin  disfrutar  de  su  influxo  y  beneficios.  Quien 
sabe  si  semejante  al  relámpago  nos  ilumina  fuertem.'^  en 
un  instante,  p.»  dexarnos  caer  en  tinieblas  mas  espe- 
sas. Yo  ardo  en  deseos  de  seguirlo,  y  solo  la  falta  de 


—   142  — • 

comodidad. s  me  detiene.  Si  hoy  me  hallara  con  mil 
p.^  desahogad.^,  le  seguirla  siquiera  hasta  Lima  á  don- 
de marcha  de  aqui.  Veria  toda  la  parte  austral  del 
Reyno,  la  celebre  meridiana  la  recorrerla  del  uno  al 
otro  extremo,  y  conocerla  la  Capital  del  Perú.  ¡Quanto 
aprenderla  con  Humboll!  Pero  mi  suerte,  mi  destino  me 
ata  á  este  suelo  enemigo  de  las  Ciencias.  Yo  lloro  mi 
desgracia,  y  el  Barón  q."  debia  hacer  mi  felicidad  me 
ha  sumergido  en  un  abismo  de  tristesas.  Este  amor  de 
la  sabiduría,  esta  sed  insaciab.^  de  saber  ha  llegado  en 
mi  á  tal  punto,  q.*  ya  se  equivoca  con  el  furor  y  con 
la  desesperac.'^  jam.as  habia  sabido  mi  corazón  q.*  era 
el  deseo  del  oro  y  de  la  plata,  hasta  q.^  he  sentido  su 
necesid.*^^  p.^  ser  sabio.  ;Que  destino  mas  noble  se  le 
podia  dar  á  esos  cofres  plenos  de  nros.  paysanos?  Por 
desgracia  de  las  Ciencias  no  se  conoce  su  mérito,  y  se 
juzga  q."  el  protegerlas  es  botar  el  dinero  en  fruslerías. 
'En  fin  amigo,  yo  me  hallo  en  medio  de  las  esperanzas 
y  del  valor.  Creo  aprender  algo,  y  pienso  q.^  quedo  en 
la  barbarie.  ¡Que  nros.  xefes  sean  tan  insensibles!  Ha- 
brá, mi  Amigo,  alg."  medio  de  hallar  apoyo  siquiera 
por  recorrer  la  America  con  Humboldt.^  El  Señor  Mutis, 
el  protector  de  las  ciencias  en  el  Reyno,  no  tendrá  al- 
gún influxo  sobre  el  Virrey  p.^  q.*  á  lo  menos  se  me 
permitiera  recorrer  alg.^  tpo.  con  este  homb.^  sabio?  Si 
mi  amor  propio  no  me  engaña,  me  parece  q.^  sacarla 
grand.'^  utilidad. ^  el  Reyno  entero,  si  este  me  sostuviese 
en  una  correrla  semej.'^  ¿El  Consulado  de  Cartagena 
q.*  está  encargado  p.^  S.  M.  de  aumentar  la  agricultura 
y  el  comercio  destos  países,  no  podia  auxiliarme  p.^  ir  á 
Lima,  regresar  p.''  Guayaquil,  seguir  la  costa  á  Panamá, 
de  alli  á  Acapulco,  luego  á  México  á  Veracruz,  y  de 
alli  á  Havana,  Jamayca,  Santo  Domingo,  y  en  fin  Car- 
tag."^?  Considere  V.  qto.  aprenderla  sobre  Hornos,  Tra- 


—   143   — 

piches,  Añil,  Cochinilla,  Cacao  &;  todos  ramos  impor- 
tantes p.^  el  Reyno.  La  Botánica,  la  Astronomía,  la 
Geografía,  la  Histor.^  Natural,  todo  se  aumentaría  en 
mi,  y  todo  cederla  á  benf.°  de  nros.  hogares.  Medi- 
te V.  esto,  consúltelo  con  mi  amado  Mig.^,  quien  puede 
apoyar  el  pensam.^o  con  su  tio  D.  Jph.  Ignacio,  hacién- 
dole los  inform.^  necesarios  de  mis  disposic.^  p.^  estos 
ramos,  de  mi  edad,  estudios  &.  Hable  V.  con  nro.  don 
Camilo,  y  si  a  V.  le  parece  q.®  Mig.^  le  hable  al  D.^  Mu- 
tis, y  pongan  el  asunto  en  candela,  como  dicen,  con  lá 
mayor  velocidad.  Vmd.  tiene  genio,  tiene  juicio,  y  toma- 
ra todas  las  medidas  p.*  q.*  se  logre  este  gran  proyecto. 
Estoy  tan  acalorado  sobre  este  particular,  q.*  á  pesar 
de  lo  tarde  y  estrechez  del  tpo.  voy  á  escribir  al  señor 
Mutis  proponiéndole  mis  modos  de  pensar  y  los  planes 
q.^  me  he  figurado.  A  mas  de  esto  tengo  un  primo  de 
mi  Pad/  comerciante  en  Guayaquil;  en  Lima  esta  mi 
tia  D.^  Rosa  y  D.'^  Miguel;  en  México  está  ^Mosquera,  y 
es  probab.^  me  auxilien  en  alguna  cosa,  viéndome  con- 
sagrado á  la  común  utilidad.  Yo  no  he  dicho  al  Barón 
nada  de  mis  proyectos  y  modo  de  pensar;  p.''  q.*  no 
tengo  medios  de  realizarlos;  y  si  acaso  se  efectúa  esta 
empresa  esperaría  á  q.*  se  lo  dixese  ei  S.^'  Mutis  ó  don 
Jph.  Ign.°  Pombo.  Pero,  amigo,  el  tpo.  vuela:  q.*  se 
tomen  tod.-^  las  medidas  con  la  mayor  velocidad:  consá- 
grese, amigo,  á  poner  este  asunto  en  movimiento:  aña- 
da á  mi  plan  qto.  quiera,  y  haga  qto.  juzgue  oportuno 
p.^  efectuarlo. 

¡Quanto  he  aprendido  en  18  dias  de  un  trato  inte- 
rrumpido con  mil  visitas  importun.~!  En  Astronomía  ya 
no  me  conosco:  un  velo  espeso  de  dificultad  se  ha  disi- 
pado delante  de  mis  ojos,  y  como  yo  tenia  muchos 
objetos  trabajad.^  y  quasi  concluid.*,  solo  faltaba  una- 
mano  maestra  q."  les  diese  la  ultima  perfecc."  Con  un 
poco  mas  de  tpo.  y  de  trato  con  el  Barón  puedo  gloriar- 


—    144  — 

me  de  haber  entrado  en  los  mas  profundos  misterios 
desta  Ciencia  preciosa;  3'  ya  puede  contar  con  su  ami- 
go Astrónomo.  En  la  Geografía,  no  hay  voces  para 
explicarle  qto.  he  aprovechado:  nuevos  métodos,  nuevas 

agujas,  nuevos  cálculos,  nuevos q.*  se  yo  que  diga 

á  V.  Me  ha  ofrecido  sus  libros,  sus  Instrum.^°=*  y  el 
famoso  Cronometro  ha  estado  á  mi  disposición.  En  la 
Meteorología,  he  visto  el  Higrometro  de  Luc;  el  Antra- 
cometro,  el  Eyrometro,  el  Eudiometro:  se  su  uso  y  sus 
resultados.  En  atracciones,  he  visto  su  obra  maestra,  la 
Aguja  de  Bogda  de  Incline. %  sus  maravillosas  propie- 
dades; las  observación.^  hechas  desde  los  75°  hasta  la 
linea;  los  resultados  y  combinac.^  sublimes  de  este 
sabio.  En  Química,  ^'quantas  luces  sobre  los  asombrosos 
descubrim.<^os  de  Lavoissier,  Morveau,  la  Place  &}  Seis 
meses  con  este  Sabio,  me  formaba.  En  ning.*  época  de 
mi  vida  podia  haber  llegado  mas  oportunam**  q.^  en 
esta,  en  q.'  mi  ansia  de  saber  habia  como  desflorado 
los  objetos  mas  importantes.  En  Botánica,  ayl  amigo 
querido!,  no  se  lo  q.®  pasa  en  mi  alma,  no  se  hasta  don- 
de se  han  aumentado  mis  conocim.^""^.  Bompland,  el  sabio 
y  profundo  Bompland,  me  ha  franqueado  sus  libros,  su 
hervario  inmenso,  y  su  voz  viva:  me  ha  honrado  permi- 
tiéndome q."  tome  un  lugar  en  su  estudio,  q.^  vea  y 
copie  quanto  quiera,  fí  es  posible  q.*  p.^  un  poco  de 
dinero  no  perfeccione  esta  obra,  no  acabe  de  entrar  en 
los  santuarios  de  Flora.^  Feliz,  mil  veces  feliz,  si  puedo 
seguir  á  estos  genios  privilegiad.^^,  no  á  la  Asia,  ni  á 
la  Europa;  p.°  siquiera  á  Lima  y  á  México.  ^'Que  hom- 
bre volverla  al  seno  de  mis  amig.^  al  fin  de  dos  años? 
Amigo  querido,  mas  de  lo  q.*  puedo  expresar  con  mis 
voces,  tome  V.  este  asunto  con  toda  la  intensid.'^^  que 
merece:  no  malogremos  esta  brillante  ocasión  de  hacer 
mi  fortuna  y  mi  instrucc.'^  Yo  no  quiero  sueldos,  ni  pen- 
siones; solo   apetesco  lo  necesario  p.*  transportarme. 


—  145  — 

p.*  unos  instrumentos  los  mas  preciosos,  p.'  poder  ser- 
vir á  mi  Patria  y  á  mi  Sob.°,  y  p.^  ser  útil:  he  aquí  el 
objeto  de  mi  ambic";  con  que  poco  podria  yo  hacer 
este  brillante  viage!  Una  sabia  economia  me  haria  me- 
nos gravoso  á  mis  protect.^  ¡Quien  sabe  si  una  sola 
insinuación  del  Sr.  Mutis  bastaria  p.*  facilitarlo  todo. 
Haga  V.  q.®  este  sepa  mis  disposición.^,  p.^  q.*  el  asun- 
to es  grande,  y  no  me  ha  sido  posible  poner  una  carta 
buena  sobre  mis  ideas;  lo  q.*  reservo  p.®  el  venidero  sin 
la  menor  falta  Entre  tanto  ya  tendrá  alg.^  noticias,  y 
entrara  en  mejor  lugar  mi  carta.  El  Barón  piensa  ir  por 
Cuenca,  Loxa,  Trujillo  &•  á  Lima,  de  aquí  volver  reco- 
nociendo p.^  Mar  la  costa  á  Guayaquil:  de  aqui  atrave- 
sar la  linea  p.^'  la  costa  de  Esmeraldas.  Barbacoas, 
Chocó,  Panamá:  seguir  á  Veraguas  hasta  Acapulco: 
entrar  en  el  continente,  y  desp.^  de  muchas  correrlas 
en  este  Reyno  volver  á  Acapulco,  y  tomar  la  ruta  de 
Filipin.^.  Mi  proyecto  es  acompañarle  desde  Quito 
hasta  México,  y  separarme:  tomar  la  via  de  Veracruz, 
embarcarme  aqui,  pasar  á  Havana,  Sto.  Domingo,  Ja- 
mayca  &,  y  volver  á  Cartag.""^  y  de  aqui  á  Stafe.  á  dar 
cuenta  de  mi  misión.  ¡Que  felicid.^  p/  mi  después  deste 
viage  estrechar  en  mis  brazos  á  mis  amig.%  á  estos 
Ídolos,  á  estos  dueños  de  mi  coraz."^.  Dexeme  V.  des- 
ahogar, y  pintar  los  movim.<^°-^  de  mi  alma,  y  no  me 
mande  callar. 

A  Mig.^  léale  V.  esta:  q.*  la  tenga  p.'"  suya,  q.*  obre 
de  concierto  con  V.,  que  desplegue  su  valim.*°  con  el 
Sr.  Mutis,  y  su  tio.  Llama  V.  á  nro.  socorro  á  nro.  Ca- 
milo q.^  conmueva  á  tod.o^  á  fin  de  verificar  este  pro- 
yecto interés.*'  A  Dios  =(ij. 


(i)     Aunque  esta  carta  no  dice  para  quién  es,  Caldas  la  envió   en 
copia  á  Mutis,  y  por  esto  se  incluye  aquí, — D.  M. 

10 


-  T^ó 


S.«  D.«  D.*'   José  Celestino  Mutis. 

Quito  j  Febrero  6/802. 

Amadissimo  Sr.  y  benefactor  mió:  la  llegada  def 
Sr.  Barón  de  Humbolt  á  esta  Ciudad  ha  hecho  q.*  mi 
alma  se  inflame  de  nuevo  en  el  mas  vivo  reconocimien- 
to de  V.  Este  sabio  viagero  me  ha  dado  expresivas  me- 
morias, me  ha  dho.  el  aprecio  q.*  ha  hecho  V.  de  mis 
pequeñas  producciones.  Yo  no  no  soy  capaz  de  dar  á 
y.  una  idea  justa  de  lo  q.*  ha  pasado  y  de  lo  q.*  ac- 
tualm.*^  siente  mi  corazón.  Mi  amor  y  mi  gratitud  para 
con  V.  han  llegado  á  un  grado  tan  eminente  q.*  ya  no 
son  capaces  de  ningún  aumento.  Seria  yo  un  ingrato  sino 
lo  hiciera  presente  asi  al  sabio,  al  generoso  Mutis.  Yo 
no  tengo  otras  riquezas  q.^  un  corazón  sensible  y  agra- 
decido, y  esto  que  poseo  esto  pongo  en  las  manos  de 
mi  benefactor.  Si,  este  epiteto  glorioso  le  combiene  á 
V.  p.^  todos  títulos.  No  quiero  ahora  descender  al  por- 
menor de  las  acciones  que  lo  comprueban:  V.,  mis  ami- 
gos, yo  las  sabemos  demasiado. -Otro  objeto  más  gran- 
de en  el  mismo  genero  me  ocupa  enteram.**:  él  exige 
todo  el  zelo  y  toda  la  protección  del  primer  Botánico 
del  Rey  Católico  para  poderlo  executar  con  ventajas  de 
la  Nación  y  del  Reyno.  El  deceo  ardiente  q.*  ha  mani- 
festado V.  p.*  desterrar  de  nuestra  patria  la  ignoran- 
cia, los  cuidados  q.'  le  ha  costado  darnos  las  primeras 
nociones  de  las  Ciencias  en  una  edad  en  que  ni  aun  el 
nombre  habíamos  oído  de  ellas,  la  uniforme  conducta 
de  tantos  años  con  q.'  constantem.^*  ha  procurado  de- 
rramar p.^  toda  la  Nueva  Granada  el  cúmulo  inmenso 
de  luces  y  de  conocimientos  q.^  posee  V.  me  han  ani- 
mado á  proponerle  un, proyecto  q.*^  tal  vez  hará  honor 


—  147  — 

al  Reyno  y  q.*  puede  ser  ulil  á  la  Nación  entera:  he 
aqui  mi  modo  de  pensar: 

El  S/  Barón  de  Humbolt,  este  sabio  admirador  y 
panegirista  de  V.  va  á  hacer  una  mancion  conciderable 
en  esta  Capital:  á  principios  de  Junio  de  este  año  sigue 
p/  tierra  á  Lima  reconociendo,  si  se  puede,  parte  de 
las  Misión.^  de  Maynas  y  todo  el  pais  q.*'  hay  entre 
Quito  y  la  cap.^  del  Perú.  Después  de  recorridas  las 
cercanías  de  esta  Ciudad  puede  internar  al  Cuzco,  y 
haciendo  un  gran  circulo,  ó  volviendo  sobre  sus  pasos 
pasar  á  la  Costa  y  embarcarse  para  Guayaquil:  visitar 
aqui  á  Tafalla  continuador  de  los  trabajos  de  Ruiz  y  de 
Pabon:  seguir  p.''  mar  hacia  el  Norte;  atrabesar  la  línea; 
verificar  aqui  sus  observaciones  sobre  el  magnetismo 
q.®  hacen  uno  de  los  mas  grandes  objetos  de  su  viage: 
tocar  en  Panamá  y  seguir  la  costa  hasta  Acapulco:  in- 
ternar en  el  continente  hasta  México,  recorrer  muchas 
partes  de  la  America  septentrional:  subir  hasta  el  Nue- 
vo México  y  volver  á  la  costa  occidt.^  para  seguir  á 
Manila,  China  &.  Este  es  el  plan  de  los  viages  q.*  ha 
emprendido  en  nro.  hemisferio  el  digno  sucesor  de 
Byron  y  de  Cobk.  ^'No  seria  de  la  mayor  utilidad  p.*  la 
Botánica,  p.'  la  Astronomía,  p.^  la  Navegación,  p.*  el 
Comercio  &  de  la  America  y  en  particular  del  Nuevo 
Reyno  unirle  á  este  sabio  un  joven  iniciado  en  las  Cien- 
cias p.^  q.*  se  formase  en  esta  escuela  á  q.*  no  ten- 
drían vergüenza  de  asistir  Tournefort  y  Thichobrahe? 
No  quiero  q.*  le  siga  al  Asia,  sino  solamente  á  todas  las 
partes  de  la  America  á  donde  le  arrastra  la  sed  insacia- 
ble de  saber:  que  separándose  de  su  Mentor  en  las  costas 
occidentales  de  México  vuelva  á  esta  CapJ,  de  aqui  á 
Vera-cruz:  embarcarse  en  este  puerto;  visitar,  si  se  quie- 
re, la  Habana,  Sto.  Domingo,  Jamayca,  Puerto  Rico  y 
gresar  p.''  Cartagena  á  Santafe  á  dar  cuenta  de  su  misión. 


—   148  — 

Yo  me  confundo  y  no  se  por  donde  comenzar  para 
manifestar  los  progresos  y  las  ventajas  q.*  resultarían  á 
nra.  patria.  ¿'Que  profundos  conocimientos  de  las  pro- 
ducciones naturales  traerla  este  joven  como  fruto  de  su 
viage?  Las  Minas  del  Perú  y  de  México  visitadas  al 
lado  del  Consejero  supremo  de  las  minas  de  Prusia  le 
pondrían  en  estado  de  dirigir  con  inteligencia  las  nues- 
tras. El  cultivo  del  cacao  en  Guayaquil  y  en  las  Anti- 
llas, el  de  la  Cochinilla,  y  del  Añil  en  México  forma- 
rían á  un  hombre  p.^  dar  luces  importantes  en  su  pro- 
pio pais.  ¡Que  aumento  y  perfección  adquirirían  nues- 
tras manufacturas  y  nros.  ingenios  de  azúcar  visitando 
los  de  Habana!  La  caña  de  Otaiti  se  transplantaria  á 
nros.  campos.  La  Botánica  ¿"quantas  ventajas  no  debía 
esperar  de  una  correría  semejante  verificada  baxo  los 
ojos  de  Bomplant,  y  baxo  la  dirección  del  sabio  Mutis? 
¡Que  herbario  tan  copioso  se  pondría  en  las  manos  de 
este  digno  sucesor  de  Loeflíng,  de  Plumíer,  y  de  Jae- 
quin!  ¡Q  jantas  noticias  traería  con  sigo  de  los  progre- 
sos de  Tafalla!  Las  conchas,  los  peces,  los  insectos,  las 
aves,  los  animales,  la  zoología  de  nros.  países  toma- 
ría grandes  aumentos  y  tal  vez  las  colecciones  de  estos 
seres  hecharian  los  fundamentos  de  un  Gavinete  de 
Historia  Natural  en  la  Cap.^  del  Reyno.  Nra.  Geografía 
tan  defectuosa  hasta  ahora  daría  un  paso  importante; 
nras.  costas  del  Sur  adquirirían  un  grado  de  presicion 
conocido;  en  el  interior  se  conocerían  mejor  nros.  ríos 
navegables,  las  distancias,  las  montañas  y  los  caminos 
mas  ventajosos,  q.^  los  que  la  casualidad  abrió  y  man- 
tenemos. La  Meteorología,  la  Chimica,  la  Astronomía, 
la  Física  tendrían  en  este  joven  viageroun  hombre  ins- 
truido en  sus  principios  y  en  el  uso  de  sus  instrumen- 
tos. ¡Como  se  difundirian  estas  luces  en  nros.  Cole- 
gios y  en  todos  los  lugares!  Ya  me  olvidaba  q.*  esta- 


—  149  — 

ba  hablando  con  el  primer  genio  de  la  Nación  quan- 
do  he  descendido  á  un  pormenor  de  las  utilidades 
comunes  de  este  viage.  Si,  V.  sabe  demasiado  que 
importante  seria  esta  expedición  en  todos  ramos.  Pero 
quando  el  joven  agregado  á  Humbolt  no  pensase  en  otra 
cosa  q.'  en  copiar  las  observaciones  de  este  franco  y 
generoso  viagero,  en  diseñar  sus  cartas,  sus  animales, 
tomar  un  exemplar  de  las  plantas  q.*  pone  en  su  herba- 
rio, y  de  los  minerales  q.*  recoje,  oirlo  discurrir  sobre 
nuestras  manufacturas,  economía,  rentas,  agricultura  y 
apuntes;  esto  solo  puesto  en  nra,  lengua  y  publicarlo  en 
la  Nación,  con  el  consentim.'^^  y  baxo  del  nombre  de 
Humbolt,  esto  solo,  digo,  recompensarla  altamente  los 
costos  impendidos  en  este  viage.  Si  esto  es  asi,  ¡que 
apoyo  no  debe  esperar  este  proyecto  de  un  hombre  que 
ha  consagrado  los  mas  bellos  dias  de  su  vida  en  conna- 
turalizar en  nra.  patria  las  Ciencias,  las  Artes  y  todos 
los  conocim.''"^  útiles!  Una  palabra  del  celebre  IMutis  al 
Xefe  del  Reyno  y  al  Consulado  de  Cartagena  bastarían 
p.*  hallar  los  pequeños  fondos  q.^  se  necesitan  para 
esta  expedición.  Sí,  lo  repito,  pequeños  fondos  siempre 
q.*  la  comicion  caiga  en  un  joven  de  educación  y  fru- 
gal. Una  ocacion  particular  y  preciosa  se  presenta 
ahora  para  armar  á  nro.  viagero  de  buenos  instrumen- 
tos sin  costo  alguno.  Actualmente  se  conducen  de  May- 
nas  p.'"  orden  del  Presidente  Barón  de  Carondelet  á 
Quito  muchos  cajones  de  instrum.^os  q  e  ^q  orden  de 
S.  M.  vinieron  al  Marañon  p.»  la  expedic."  de  limites 
con  Portugal,  y  q.*  ha  tantos  años  se  hallan  abandona- 
dos allí  p."^  haberse  concluido  ó  disipado  esta  empresa. 
Una  orden  del  Virrey  del  Reyno  p.'  q.^  se  tomasen  de 
ellos  los  precisos  bastarían  p.^  armará  nro.  viagero. 

<*Pero  qual  es  el  joven   q.*  entre  nosotros  se  halla 
adornado  de  los  conocim.*"''  necesarios  p.^  desempeñar 


—  150  — 

dignam.'*  esta  comicion?  ¿Qual  es  el  que  quiere  entre- 
garse á  una  vida  laboriosa  y  á  los  peligros  de  este  via- 
ge  sin  una  gruesa  pencion  y  solo  pj  el  noble  deceo  de 
instruirse  y  ser  útil  á  los  demás  hombres?  Confieso 
á  V.  con  mi  mayor  ingenuidad  q.*  he  temblado  al  con- 
ciderar  q/  habia  de  llegar  á  esta  linea  de  mi  carta.  Por 
lo  q.*  mira  á  la  segunda  parte  estoy  seguro  q.*  Caldas 
no  ambiciona  otra  cosa  q.*  instruirse  y  ser  útil,  no 
quiere  rentas  sino  honor  y  el  dulce  placer  de  servir  á 
sus  semejantes.  Pero  no  puede  hablar  con  igual  firmeza 
quando  se  trata  de  los  conocimientos  necesarios  para 
hacer  con  ventajas  este  viage.  Conoce  la. escaces  de 
sus  luces,  sabe  q."  se  reducen  á  una  tintura  de  Mate- 
máticas, de  Botánica  y  de  Fisica;  pero  sabe  también 
q.^  tiene  un  amor  ardiente  á  la  sabiduría,  un  deceo  de- 
vorador  de  instruirse,  q,*  irá  al  polo,  q.^  arrostrará 
todos  los  horrores  de  la  zona  glacial  y  de  la  tórrida,  que 
atrabesará  con  corage  los  desiertos  espantosos  de  la 
Arabia  p.''  seguir  al  Mártir  voluntario  del  Galbanismo. 
Dichoso  si  hallo  protección  en  el  Gov.°  p.^  verificarlo 
y  mil  veces  mas  dichoso  si  después  de  haber  recorrido 
el  México,  y  el  Perú  puedo  volver  á  presentar  mis  tra- 
bajos al  Autor  de  la  Flora  de  Bogotá.  Si  acaso  llegaran 
estos  á  merecer  su  aprobación,  he  aqui  el  colmo  de  mi 
gloria. 

Es  verdad  q.^  preveo  las  inmensas  dificultades  que  se 
oponen  p.'  realizar  mis  modos  de  pensar;  pero  quando 
se  frustre  el  proyecto  de  seguir  al  Sabio  Prusiano  ^no 
debo  tener  fundadas  esperanzas  de  ir  á  formarme  en 
Santafe  en  el  templo  de  Flora  y  baxo  la  dirección  de  su 
hijo  amado?  La  pregunta  q.*  hizo  V.  á  mi  querido 
amigo  Pombo  consebida  en  estos  términos  ¿que  ha^ 
cemos  p.^  traer  á  Caldas  á  Santafe?  me  ha  llenado  de 
regosijo,  ha  hecho  renacer  en  mi  corazón  la  esperanza 


—  151  — 

lísongera  de  q*  tal  vez  la  humanidad  de  V.  proporcio- 
nará un  destino  análogo  á  mis  ideas  para  sacarme  de  la 
•obscuridad  y  de  la  ignorancia  en  q/  vivo.  Todo  lo  debo 
esperar  de  la  alma  generosa,  humana  y  sabia  del  ilus- 
tre Mutis.  Yo  quedo  pidiendo  al  Señor  prolongue  los 
dias  de  su  vida  preciosa  p.^  q.*  tenga  el  tiempo  necesa- 
rio de  acabar  de  ilustrarnos,  colmarnos  de  beneficios  y 
-de  dar  la  ultima  mano  á  sus  grandes  y  gloriosos  traba- 
jos. V.  cuente  siempre  con  el  amor  y  con  el  reconoci- 
miento de  su  admirador  y  panegirista. 

Q.  B.  S.  M. 
Fran.co  Joseph  de  Caldas. 


Quito  y  Abril  6/802. 

Mi  Protector,  mi  Padre,  no  hallo  un  epíteto  q.'  co- 
rresponda á  la  bondad,  á  la  virtud  del  alma  grande  y 
generosa  del  ilustre  Mutis.  ¡O  Dios!  que  presente  tan 
grande  hicisteis  á  la  America  quando  arrojasteis  á 
nro.  continente  al  generoso  Mutis!  Somos  unos  estupi- 
dos, merecemos  el  anatema  de  todo  el  Universo  si  el 
nombre  Augusto  de  Mutis  se  separa  en  adelante  de 
nros  labios,  si  no  le  ñxamos  en  todos  los  lugares.  Si  su 
imagen  respetable  no  se  ve  sobre  el  marmol  y  el  bron- 
ce en  todas  las  Ciudad."  en  todos  los  Colegios,  en  todas 
las  plazas  de  nra.  America.  Ah!  ¡que  grande  es  Mutis! 
jQue  no  tenga  en  mis  manos  todas  las  coronas  del  Uni- 
verso p.^  acumularlas  sobre  su  cabeza!  Mi  corazón  esta 
agitado,  yo  no  como,  no  duermo,  en  tod.^  los  momen- 
tos se  presenta  á  mi  imaginación  Mutis,  el  sabio,  el  vir- 


-  152  — 

tuoso  Mutis.  Ya  es  pequeño  mi  corazón  p.^  amar  a 
hombre  tan  grande.  ^'Ouien  pudiera  ir  de  Nación  en 
Nación  á  publicar  una  generosidad  de  q.*  no  tenemos 
exemplos  en  la  Historia?  Ilustre  sabio,  recive  estas  clau- 
sulas consevidas  en  los  transportes  de  mi  alma  conmo- 
vida como  la  efucion  de  un  corazón  tiernam/*  agrade- 
sido.  Padre  mió,  si  lo  repito  Padre  mió,  acabo  de  reci- 
bir de  vra.  mano  beneficios  dignos  del  Padre  mas  aman- 
te y  tierno.  Ya  no  puedo  decir  q.*  no  tengo  protectores. 
Sino  soy  sabio,  sino  sostengo  con  honor  la  gloria  del 
hombre  iinico  q.*  tiene  la  Nación  no  tengo  de  que  que- 
xarme,  toda  la  culpa  se  imputará  á  mi  pereza.  Esto  si, 
ilustre  sabio,  es  proteger  las  Ciencias,  es  amar  á  la  Pa- 
tria y  á  la  posteridad.  ;Oual  es  el  hombre  que  derrama 
el  oro  y  la  plata  á  manos  llenas  p.^  q/  un  joven  viage, 
se  instruya  y  vuelva  á  ser  útil  al  común?  Ah  ¡que  raros 
son  estos  genios  bienhechores!  ¡Que  ingratos  hemos 
sido  con  este  Ángel  Tutelar  de  la  Nueva  Granada! 
¿Quantos  años  ha  que  trabaxa  en  ilustrarnos,  en  hacer- 
nos felices?  Ignorantes  hasta  no  percibir  vro.  mérito, 
vra.  sabiduría,  una  sabiduría  q.*  ha  resonado  en  los 
ángulos  mas  retirados  de  la  Europa.  Barbaros,  hemos 
creido  q.'  el  ilustre  Jvlutis  era  un  hombre  común.  Ah! 
que  suerte  la  de  los  hombres  grandes!  No  conocemos 
su  mérito  sino  en  su  ocaso  y  el  colmo  de  su  gloria  está 
decretada  á  los  cien  años  de  enterrados.  Si,  ilustre 
Protector  de  los  genios  Americanos,  si  Padre  de  las 
luces  q.'  hoy  poseemos,  esta  es  vra.  suerte.  Oxala  nos- 
hubieramos  contentado  con  una  indiferente  estupidez, 
habríais  seguido  tranquilo  en  colmar  de  beneficios  á 
unos  ingratos;  pero  se  os  ha  disputado  la  gloria,  se  ha 
querido  arrebatar  de  vra?.  manos  el  mas  bello  de  vues- 
tros descubrim"^-^.  Yo  me  irrito  y  me  anima  el  furor 
quando  me  acuerdo  de  esta  traición  hecha  p.'^  un  hom- 


—  153  — 

bre  q.*  no  merece  ser  vro.  discipulo;  pero  me  desvio  del 
grande  asunto  q.'  hoy  nos  ocupa, 

Ah!  día  3  de  Abril  de  802  te  borrarás  alguna  vez  de 
mi  memoria?  Este  dia,  dia  glorioso  y  terrible  hará  épo- 
ca en  mi  vida.  A  las  dos  de  la  tarde  se  aparece  en  mi 
casa  un  criado  del  Barón  de  Humboldt  me  entrega  un 
pliego,  conosco  la  letra  del  ilustre  Mutis,  m,i  corazón  se 
conmueve,  abro,  veo  este  nombre  J.  C.  Mutis,  mis  la- 
grimas asoman,  no  puedo  contenerme,  beso  esta  firma 
respetable,  leo  ¡Cielo  Santo!  solo  tu  eres  testigo  de  lo 
que  pasó  en  mi  alma,  mis  ojos  se  aniegan,  mi  garganta 
se  anuda,  corro  como  loco,  no  hallo  á  un  Amigo  á  quien 
dar  parte  de  mi  felic'dad  y  con  quien  disipar  una  parte 
del  fuego  q.*  me  abraza,  voy  á  casa  de  Humboldt,  no  le 
hallo,  vuelvo  á  la  rnia,  no  atino,,  no  puedo  fixarme  en 
nada,  lodo  es  amar  á  Mutis,  todo  es  admirar  su  genero- 
sidad. ¡Que  cumulo  de  ideas  se  me  presentan'  ¡Que  glo- 
riosos trabajos  los  q  *  voy  á  emprender!  He  aqui  al 
mortal  mas  feliz.  Vuelvo  á  la  casa  del  Barón,  le  hallo, 
pregunto  p.^  el  sabio  Mutis,  p.^  sus  cartas.  Me  contesta 
este  Viagero  con  frialdad,  me  suprime  el  asunto'princi- 
pal,  me  lo  niega  directam.'^  En  los  primeros  mom.<^*^'^  de 
mi  sorpresa  creo  al  Prusiano,  ¡Que  asombro  el  mió!  Veo 
de  letra  del  ilustre  Mutis  estas  clausulas  q.*  queda- 
rán eternam.'^  gravad.^  en  mi  corazón.  Se  cumplirán  los 
ardieiitisimos  deceos  de  V.  si  mi  amadisimo  el  S^  Ba- 
rón de  Humboldt  nos  franquea  su  consentimj'".  tengo  en 
mis  manos  un  quartioso  libram.*°  Oygo  de  boca  de  este 
sabio  joven:  no  me  dice  nada  el  S.''  Mutis,  no  me  ha  escri- 
to sobre  el  viage  de  V.  ¡Que  distracción  tan  espantosa  la 
de  mi  ilustre  Protector,  decia  entro  de  mi!  No  puede 
ser:  vuelvo  á  reconvenir  y  á  preguntar,  reconvengo  con 
mi  carta,  con  el  libram.'^°  La  fuerza  de  la  verdad  le 
oprime  y  me  dice:   Mi  Amigo  yo  he  mentido  d    V.  el 


-   154  — 

Sf  Mutis  me  habla  á  la  larga  del  asunto;  pero  yo  q/  he 
resuelto  viajar  solo  no  qiieria  dar  á  V.  esta  pesadumbre. 
¡Que  rayo,  que  golpe  tan  terrible  sufre  mi  corazonl  Del 
colmo  de  mi  gloria  en  un  mom."-»  paso  á  la  melancolía 
ínas  profunda  y  á  la  desesperación.  [Qje  reflexión.^  tan 
espantosas  me  oprimen!  Todo  el  basto  edificio  de  mis 
proyectos  se  desploma,  todo  desaparece  como  el  humo. 
jQue  contraste  el  q.*  se  presenta  á  mi  imaginac.'^l  Mu- 
tis zeloso,  amante  de  las  Ciencias  abre  sus  tesoros. 
Humboldt  amante  de  un  desembarazo  pueril  le  oprime 
el  modesto  equipage  de  Caldas,  le  parece  complicado  et 
aparato  de  una  persona  mas.  Mutis  se  pone  en  movim.^"* 
escribe,  empeña  su  respeto  p.^'  ilustrarme.  Humboldt 
sacrifica  mi  fortuna,  mi  gloria  á  una  comodidad  imagina- 
ria. Mutis  amante  de  su  especie  quiere  prolongar  sus 
beneficios  mas  alia  de  la  muerte  reproduciendo  sus  co- 
nocim.t"-^  en  jóvenes  aplicados.  Humboldt  me  dexa  con 
tranquilidad  en  medio  de  mis  cadenas.  Si,  ilustre  Pro- 
tector mió,  estas  son  las  ideas  baxo  de  las  quales  me 
representaré  toda  mi  vida  al  ilustre  Mutis  y  á  Humboldt. 
Jamas  pense  q.*  un  hombre  q.®  me  habia  apreciado 
tanto,  q.*  recogía  mis  pequeños  trabajos  con  ardor,  q.* 
los  ponia  al  lado  de  los  suyos,  q.''  me  habia  hecho  un 
elogio  en  sus  diarios  superior  á  mis  méritos,  que  mas 
de  una  vez  habia  dcho.  q.*  era  lastima  no  se  me 
protegiera  y  q.'  se  me  armase  de  instrum.^o^  q/  ha- 
bia escrito  á  Popayan  p.^  q.^  se  me  costease  á  Europa 
sin  saberlo  yo  mismo,  q.*  me  inspiraba  ideas  gigan- 
tescas y  gloriosas  de  trabaxos  futuros,  jamas,  digo, 
crei  q.'  me  negase  su  lado  y  q.^  no  me  permitiese  acom- 
pañarlo al  Perú  y  á  México,  acabando  por  franquear 
oñciosam.^*  este  favor  á  un  joven  ignorante,  sin  princi- 
pios y  disipado.  Corramos  de  una  vez  ^1  velo  á  este 
misterio.  Yo  hablo  con  el  hom'ore  prudente  y  reservado 


—  155  — 

q.*  ocultará  eternam/*  lo  q.*  voy  á  escribir.  El  carácter 
de  Humboldt  y  el  de  Caldas  son  muy  diferentes.  El  pri- 
mero tiene  una  viveza  q.^  ya  toca  en  inquietud,  loquaz, 
amante  de  la  divercion  y  de  la  sociedad,  el  segundo  con 
un  fondo  de  actividad  conserva  un  cierto  grado  de  len- 
titud en  sus  operaciones,  tasiturno,  de  una  vida  un  poco 
austera,  y  amante  del  retiro,  su   semblante    freqüen- 
tem.**  tranquilo;  rara  vez  risueño  no  salta,  no  canta,  no 
corre,  no  lucha.  Este  es  el  origen,  diga  lo  que  quiera  el 
Barón  de  Humboldt  de  su  negativa:  asi  lo  dixo  á  un 
Amigo.  Si  no  es  asi,  ^'de  donde  la  estrechez,  las  satis- 
face.^ con  unos  jóvenes  q.*  no  saben  sumar,  q.^  no  co- 
nocen un  ángulo.-^  La  amistad  mas  viva,   el  amor  mas 
verdadero  no  puede  igualar  al  q.'  el  Barón  ha  manifes- 
tado en  Quito  con  esta  especie  de  gentes.  Este  es  un 
hecho  publico  y  de  que  darán  testimonio  todos  estos 
habitantes.  Es  joven,  es  extrangero,  no  es  ingles.  Una 
conducta  severa  y  tranquila  no  es  del  gusto  del  Barón. 
Bien  presto  conocí  q.'  el  modo  de  agradarle  era  hablar, 
reir,  correr.  Pero  yo  no  puedo  contrahacer  mi  carácter: 
paso  antes  p.''  disgustar  al  Barón.  Yo  he  entrado  entro 
de  mi  he  examinado  mi  conciencia,  y  me  he  preguntado 
que  haz  hecho  al  Barón  p.^  q.*  no  quiera  llevarte  á  su 
lado.^  No  he  hallado,  ilustre  protector  mió,  no  he  halla- 
do sino  elogios,  admiración,  pequeños  servicios  p/  q.* 
no  soy  capaz  de  grandes  obsequios.  Todo  lo  q.*  alega 
p.*  eximirse  me  han  parecido  mas  escusas  que  razones, 
me  ha  avergonzado  y  he  resuelto  no  volver  á  hablar 
sobre  el  particular  con  este  viagero.. 

La  conducta  q.*  he  guardado  con  él  ha  sido  esta.  Yo 
le  he  mirado  como  joven,  no  he  querido  abrirle  mi  co- 
razón, ni  mi  genio,  le  he  manifestado  aquellas  cosas  que 
me  parecían  análogas  á  sus  trabajos  sin  otro  fin  q.*  el 
q.'me  advirtiese  mis  errores  y  me  pusiese  en  el  camino, 


-  156- 

he  hablado  q.*^°  menos  ha  sido  posible  p/  q/  no  quería 
pasar  la  plaza  de  charlatán,  le  he  hecho  muchas  pregun- 
tas y  me  he  retirado.  Yo  conoci  desde  el  primer  dia  q.*" 
nos  conocimos  q/  nros.  genios  no  eran  análogos,  y  he 
procurado  no  serle  molesto:  estoy  bien  seguro  q.*  no  me 
conoce,  y  si  aventurara  sus  juicios  son  pj  algunas  ob- 
servaciones q.*  le  he  dado,  y  nada  mas.  Un  dia,  recien 
llegado,  me  leyó  un  elogio  q,*  había  hecho  de  mi  en  sus 
diarios,  me  franqueo  su  libro,  le  copie.  Quiero  insertar- 
lo á  U.  no  p.^  q.'  lo  crea  verdadero,  sino  p.^  q.^  vea 
como  pensaba  de  mi  este  viagero.  Después  de  referir 
una  observ."  de  longitud  hecha  en  Pop."  con  el  i." 
Sat.*^  de  Júpiter,  perfectam.''  acorde  con  la  de  su  Chro- 
nometro,  dice:  «cCe  Mr.  Caldas  est  un  prodige  dans 
l'Astronomie.  Né  dans  les  tenebres  de  Popayan  n'ayan 
jamáis  voyage  plus  loin  que  jusq'a  S.  Fe  il  se  est  cons- 
truit  lui  memedes  Barometres,  un  Secteur,  un  Quart  de 
cercle  du  bois.  II  tire  des  Aleridiennes,  mensure  la  lat. 
par  de  Gnómones  de  12-15  pies.  ¡Que  ne  ferait  pas  ce 
jeune  homme  dans  un  pais  ou  il  y  a  des  moyens,  ou  il 
ne  faut  pas  tout  apprendre  par  soi  meme!  Les  ouvrages 
de  Bouguer  et  de  la  Condamine  ont  eu  une  influence 
singulier  sur  les  Americains  depuis  Quito  á  Popayan.  Le 
sol  de  ce  pais  est  devenu  clasique  et  on  est  tente  de  diré 
qui  se  raporte  au  sol  natal.  L'Audience  de  Quito  á  pu 
detruire  les  Pyramides;  mais  elle  n'a  pas  realise  d'etouf- 
fer  cet  etincelle  de  genie  qui  renait  de  tems  en  tems 
dans  ce  pais  et  qui  etraine  dans  le  carriere  q.^  les  Bou- 
guers  et  la  Condamine  ont  ouvert.»  Esto  escribía  ea 
Pop.'^  p.''  un  simple  ^L  S.  S.  antes  de  conocerme.  Pien- 
so q.'  mi  moderación  lo  ha  hecho  mudar  de  consepto: 
no  estoy  plenamente  seguro  de  este  punto.  Pero  hoy 
mismo  entró  un  Amigo  en  mi  casa,  y  me  dice:  «No  se 
confie  V.  del  Barón:  yo  he  oido  q.*  decia  á  N.  'á  N.  (jo- 


—  157  — 

venes  ignorantes  y  los  mismos  de  que  he  hablado)  Cal- 
das es  un  tonto  y  otras  cosas  de  esta  especie.  No  quiero 
creerlo  p.'"  ahora,  p/  q.^  apenas  conoce  mi  interior,  y 
este  pueblo  es  abundante  de  chismes.» 

No  será  asi  mi  conducta  con  mi  amado  Protector,  á 
€l  abriré  plenam.*^  mi  corazón,  yo  le  diré  q /°  pienso  y 
le  remitiré  mis  trabajos.  Por  ellos  y  no  p.'' juicios  siem- 
pre osados  debe  V.  conocerme.  Yo  seré  tonto,  no  lo  ne- 
garé al  Barón,  pero  no  tiene  en  sus  manos  tontera  dada 
p.^'  mi.  Jamas  le  he  manifestado  mis  modos  de  pensar, 
y  siempre  he  oido  con  respeto  los  suyos,  y  he  corregido 
los  mios.  ¡Oxala  me  hubiera  ocultado  de  el  para  siem- 
pre. Pero  ya  no  hay  remedio. 

Confieso  q.^  la  noche  del  3  fue  noche  tan  espantosa 
p.^  mi  como  gloriosa  la  tarde  q.*  le  presedió:  le  pasé  en 
medio  de  las  mas  tristes  reflexiones,  me  abuti.  Pero  es- 
toy repuesto,  he  vuelto  sobre  mi,  y  en  el  seno  de  mi  des- 
gracia me  he  conzolado,  he  enxugado  mis  lagrimas  con 
mi  generoso  mi  sabio  Mutis.  Nros.  caracteres  parecen 
análogos  y  creo  que  una  paz  eterna  reynara  entre  nos- 
otros. Todo  lo  q.*  sé  de  la  vida  publica  y  pribada  del 
virtuoso  Mutis  me  encanta  me  arrebata.  Tan  agradecido 
de  V.  como  resentido  del  desayre  de  este  Viagero  me 
vuelvo  á  mi  Padre,  á  mi  Protector,  le  muestro  mis  ca- 
denas y  quiero  que  añada  á  estos  títulos  gloriosos  el  de 
mi  Libertador.  Si,  sabio,  generoso  Mutis,  sacadme  del 
abatim.t°,  de  la  ignorancia  y  de  la  obscuridad  en  q.* 
vivo.  Yo  envejesco  en  medio  de  un  pueblo  bárbaro,  y 
32  años  de  esfuerzos  p.*  ilustrarme  deben  compadecer 
al  virtuoso  Mutis.  Esta  pasión  de  saber  sin  los  medios 
de  conseguirlo  es  mi  cruz  y  mi  suplicio,  entro  en  furor 
q.*  se  equivoca  con  la  desesperación.  ¿Por  que  me  ha 
dado  la  Natur.^a  este  amor  á  la  sabiduría  si  me  habla  de 
pribar  de  los  medios  de  conseguirla.^  Yo  soy  un  necio. 


-  158- 

¿No  me  ha  dado  al  generoso  Mutis?  Sí,  y  he  aqui  el  fin 

de  mis  angustias. 

Con  las  lagrimas  en  los  ojos  he  formado  otro  plan  de 
trabajos  y  de  operaciones  q.*  debia  seguir  aqui.  El  tiem- 
po se  me  ha  estrechado  de  tal  modo  q.*  es  imposible  co- 
piarlo: él  seguirá  en  el  venidero;  alli  abro  á  V.  todo  mi 
genio,  le  manifiesto  mi  interior,  todos  mis  trabajos,  to- 
dos mis  proyectos:  el  lenguaje  de  la  verdad  se  habla  en 
el.  Remito  una  muestra  de  mis  operación. ^  p.*  q.*  V.  las 
juzgue  con  rigor,  para  q/  decida  de  la  limitación  y  es- 
tupidez de  su  autor,  p.^  q.*  vea  si  meresco  se  auxilien 
unos  trabajos  q."  mis  émulos  sin  motivo  quieren  califi- 
car de  tonteras.  No  soy  sabio,  este  es  mi  primer  co- 
nocimiento; pero  me  parece  q.*  lo  poco  que  se,  lo  poco 
q.*  he  hecho  hasta  ahora  esta  trabajado  con  cuidado  y 
con  verdad. 

Ya  no  existo  para  mi,  todo  pertenezco  á  mi  gene- 
roso Protector,  de  el  depende  hoy  toda  mi  fortuna  y 
mi  gloria.  ^-Y  estando  en  manos  tan  benéficas  puedo 
dudar  un  momento  de  q.*  ya  tengo  un  destino  análogo 
á  mis  ideas  y  á  mi  genio?  ^ique  ya  espiro  p.^  mi  el  aba- 
tim.^"y  la  miseria?  Cielo  santol  conservad  esta  vida  tan 
preciosa,  prolongad  unos  dias  q.*  nos  labran  nra.  feli- 
cidad. Ya  que  habéis  sido  tan  benigno  en  dárnosle  no 
nos  le  quitéis  apresuradam/**  Si,  yo  quedo  pidiendo  al 
S.^esta  gracia  singular,  y  V.  debe  estar  convensido  que 
á  nadie  cede  en  amor,  en  respeto,  en  reconocim.'^°  p.^ 
con  V.  su  afmo.  y  tiernam.'*'  agradecido 

Franc.'"  Joseph  de  Caldas. 

P.  D. 

No  devuelvo  el  libram>°  de  q.*  no  he  hecho  uso,  has- 
ta q.^  vea  V.  mi  nuevo  plan  en  el  siguiente.  Si  merece 


—  159  — 

su   aprobación   evitaremos   el   transporte,   si  no  haré 
fielm.**  lo  q."  me  ordene  el  sabio  Mutis. 


S/  D.  D.  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Quito  y  Abril  21/802. 

Mi  Padre:  permítame  V.  este  dulce  tratamiento.  Son 
tantos  los  beneficios  q.**  he  recibido  de  sus  manos  que 
exceden  á  los  q.*  pudiera  haber  recibido  del  mas  tierna 
Padre.  Mi  alma  esta  abrazada  con  el  mas  vivo  recono- 
cim.^o,  no  puedo  separar  un  instante  al  generoso  Mutis 
de  mi  memoria.  ¡Que  fiel  es  mi  corazón!  Quando  estube 
en  esa  ciudad  en  796,  q.*  vi  á  V.  en  muchas  concurren- 
cias sagradas,  olvidando  la  santidad  de  los  lugares  fixa- 
ba  mis  ojos,  meditaba  sobre  el  exterior  del  sabio  Mutis: 
un  secreto  placer  me  arrebataba  y  no  me  cansaba  de 
mirar  al  padre  de  nos.  conocim.^°^  Si  fuera  Estatuario 
ó  Pintor  creo  formarla  en  Quito  el  retrato  del  ilustre 
Mutis.  Tan  fixos  tengo  en  mi  memoria  los  rasgos  de 
ese  rostro  tranquilo  y  venerable.  Quando  comienzo  á 
hablar  de  V.  me  vuelvo  inagotable,  y  es  necesario  ha- 
cer callar  á  esta  alma  agitada,  á  este  corazón  recono- 
cido, para  poder  hablar  de  otros  asuntos. 

Ya  sabrá  V.  la  suerte  desgraciada  de  nros.  proyec- 
tos. ¡Pero  que  lexos  están  del  sabio  Mutis  las  causas 
q.^  han  arruinado  esta  empresa!  En  mi  anterior,  por 
efecto  de  moderación  y  de  mi  crianza  manifesté  á  V.  la 
diferencia  del  carácter  del  S.''  Barón  y  del  mió:  es  ver- 
dadera, no  quize  adelantar  el  paralelo  y  me  contenté 
con  esto.  Pero  pensando  con  mas  reflexión  sobre  ti 
asunto  he  creido  debo  hablar  al  autor  de  mi  fortuna  con 


—    i6o  — 

una  franqueza  digna  de  un  hijo  agradecido.  Confieso 
q/  mi  pluma  se  resiste,  y  solo  el  amor  de  mi  honor  y 
el  de  la  verdad  me  hacen  revelar  á  V.  un  secreto  abo- 
minable. 

¡Que  diferente  es  la  conducta  q.*  el  S.'"  Barón  ha  lle- 
vado en  Santafé  y  Pop.^  de  la  q.*  lleva  en  Quito!  En 
las  dos  primeras  ciudad.^  fue  digna  de  un  sabio,  en  la 
ultima  es  indigna  de  un  hombre  ordinario.  El  ayre  de 
Quito  está  envenenado:  no  se  respiran  sino  placeres:  los 
precipicios,  los  escollos  de  la  virtud  se  multiplican,  y  se 
puede  creer  q."  el  Templo  de  Venus  se  ha  trasladado 
de  Chipre  á  esta  ciudad.  Entra  el  Sr.  Barón  en  esta  Ba- 
bilonia, contrae  p/  su  desgracia  amistad  con  unos  jo- 
venes  obsenos,  disolutos;  le  arrastran  á  las  casas  en 
que  reyna  el  amor  impuro;  se  apodera  esta  pasión  ver- 
gonzosa de  su  corazón,  y  siega  á  este  sabio  joven  hasta 
un  punto  que  no  se  puede  creer.  Este  es  Telemaco  en  la 
isla  de  Calypso.  Los  trabajos  Matemáticos  se  entibian, 
no  se  visitan  las  Pyramides,  y  quando  el  amor  á  la  glo- 
ria reanima  á  este  viagero  quiere  mezclar  sus  debilida- 
des con  las  sublimes  funciones  de  las  Ciencias.  Mide 
una  bace  en  las  llanuras  de  Quito,  aqui  viene  el  objeto 
de  sus  ancores,  ó  el  de  los  complises  de  sus  fragilida- 
des. A  veces  compadesco  á  este  joven,  á  veces  me  irri- 
to. Quando  me  anima  esta  ultima  pasión  me  parece  que 
veo  reanimarse  las  ¿fenizas  de  Newton,  de  Newton  que 
no  llegó  á  muger,  y  con  un  semblante  airado  y  terrible 
decir  al  joven  prusiano.  ¿"Asi  imitas  el  exemplo  de  pu- 
reza que  dexé  á  mis  sucesores.^  ¿'Quieres  q.*  vro.  nombre 
se  fixe  en  el  templo  de  la  gloria  y  en  el  de  la  Diosa  de 
Atharea?  No,  la  gloria  no  es  debida  á  un  corazón  q.*  no 
sabe  vencer  á  esa  pasión  q.^  os  domina.  Deponed  esos 
instrumentos,  ved  á  pasar  una  vida  obscura  y  afemina- 
da en  medio  de  los  placeres.  El  sentim.*^^  de  esta   des- 


—  i6i  — 

gracia  me  arrastra  á  estas  imaginación.^  Vamos  al 
asunto. 

Como  yo  he  freqüentado  la  casa  de  este  sabio,  como 
hemos  vivido  un  mes  juntos  en  una  bella  hacienda  he- 
mos tenido  ocasiones  repetidas  de  q.*  el  conozca  mi 
<liverso  modo  de  pensar  en  materia  de  placeres.  Guando 
se  hablaba  de  ellos  yo  no  podia  sino  mostrar  en  mi 
semblante  mi  disgusto  y  en  sierto  modo  mi  indignación. 
La  Provid.^  me  dio  unos  Padres  zelosos  de  la  pureza  de 
sus  hijos,  estos  afuerza  de  desvelos  enfocaron  mis  pa- 
ciones, y  puedo  decir  q.*  me  oprimieron.  A  los  19  años 
me  mandaron  á  esa  Capital  á  continuar  mis  estudios: 
cuidaron  de  darme  unos  q.*  hicieran  sus  veces  en  San- 
tafé  q.*  no  les  cedian  en  zelo:  entre  en  otra  feliz  opre- 
cion.  Mis  años  se  aumentaban,  y  yo  contraia  un  habito 
dichoso  de  retiro  y  cierto  gusto  á  la  pureza:  la  Religión 
completó  esta  obra.  Violento  hago  á  V.  esta  relación 
de  conducta;  pero  hablo  á  mi  Padre  á  quien  debo  ha- 
blar con  sencillez  y  con  franqueza. 

A  V.  debo  la  comparación  de  nros.  caracteres  y  las 
m.^  ocacion.^  de  diferenc.^  El  S.^"  Barón  me  juzga  severo, 
inflexible,  triste.  -'Como  puedo  aprobar  sin  hacerme  com- 
plise? ¿Como  puedo  reprobar  mostrando  un  semblante 
risueño.^  Este  es  el  origen  de  la  avercion,  si  asi  se  pue- 
de llamar  el  disgusto  que  tiene  el  S.''  Barón  de  mi  com- 
pañía: este  es  el  origen  de  su  negativa  diga  lo  que 
quiera,  este  es  el  origen  de  la  idea  q.*  se  ha  formado  sin 
motivo  de  mi  debilidad  y  de  mis  aprenciones.  V.  tiene 
en  Santafe  á  Torres,  á  Pombo  y  á  Arroyo:  estos  me  co- 
nocen, son  hombres  de  bien  ellos  dirán  á  V.  si  mi  cons- 
titución es  débil.  El  S.^  Barón  se  desmayo  en  Pitchin- 
cha  ¿esta  es  prueba  de  fortaleza.^  Desengañémonos  ¿un 
viage  q.*  lo  han  hecho  muchas  damas  delicadas  no 
lo  podra  hacer  Caldas.^  yo  no   he  probado  mis  fuerzas 


—    I62    — 

con  este  Viager'o  ^'como  sabe  si  soy  débil?  No  quiere  á 
un  compañero  silencioso  q.*  le  reprenda  sin  hablar.  Si 
yo  viviera  en  el  Paganismo,  habria  creido  q.*  Venus 
irritada  p.''  q.*  no  habia  querido  sacrificar  en  tcntos 
Templos  como  tiene  en  Quito  habia  excitado  esta  bo- 
rrasca contra  mi;  pero  vivo  en  el  seno  de  la  verdad,  re- 
conozco una  Provid.'^  paternal  en  esta  negativa.  ¿Quien 
sabe  si  mi  ilustración  seria  á  expensas  de  mis  costum- 
bres? Este  es  el  momento  en  q.°  comienzo  á  amar  mis  ti~ 
nieblas.  ;Pero  mi  instrucción  está  vinculada  á  la  com- 
pañia  del  Barón  de  Humboldt?  ¡Que  triste  suerte  si  fue- 
se esto  verdad!  No,  no  está  vinculada  á  su  sociedad. 
¡Que  verdad  tan  conzoladora!  Persuadido  de  ella  he 
formado  una  Memoria  sobre  un  nuevo  plan  de  'viage, 
q.*  ofreci  á  V.  en  mi  anterior,  y  ahora  remito,  con  otra 
sobre  un  pequeño  descubr¡m.*^°  q.*  me  parece  haber  he- 
cho en  el  Termómetro.  Si  merece  la  aprobac.^  del  sabio 
Mutis,  no  apetesco  la  de  la  Europa. 

El  plan  del  nuevo  Viage  esta  consebido  y  executado 
con  velosidad:  debe  tener  mil  defectos  de  orden,  de  ex- 
precion,  y  de  objetos.  El  va  á  buenas  manos,  en  ellas 
se  rectificará.  Presenta  los  proyectos  de  un  joven  infla- 
mado p.^  la  sabiduría,  y  p.^"  aumentar  la  gloria  de  su 
Protector.  No  he  puesto  en  el  sino  lo  que  juzgo  propor- 
cionado á  mis  alcances:  puede  ser  que  me  engañe,  y 
q.'  no  les  desempeñe  dignam.'^  Ccntiene  algunos  repa- 
ros sobre  los  descuidos  del  S.'"  Barón:  no  me  ha  anima- 
do el  resentimiento  para  escribirlos,  la  cosa  es  clara  y 
V.  puede  juzgar  p.''  si  mismo.  Desde  el  principio  vi  los 
lexos:  no  he  querido  formarme  de  este  sabio  un  rival 
poderoso:  he  disimulado  mi  sentim.<^°  en  el  seno  de  mi 
despecho,  le  he  manifestado  el  mismo  amor  p.®  se  lo 
tengo,  el  mismo  cariño  q.^  antes.  Si  emprendo  el  viage 
proyectado  no  creerá  jamas  este  Sabio,  q.*  lo  hace  un 


-  i63  - 

censor  de  sus  operaciones:  nros.  descubrim.<^°^  si  se  ve- 
rifican, se  anunciaran  al  publico  simplem.'-  y  sin  nom- 
brar á  Humboldt.  Si  restablecemos  la  bace,  este  hecho 
hará  la  materia  de  una  Carta  en  q.*^  se  lo  comunique- 
mos, y  asi  mantendremos  una  amistad  útil  y  evitare- 
-mos  un  enemigo  temible.  Mis  reparos  en  la  Memoria 
q.*  dirijo  son  solam.'^  instructivos,  y  recerbados  á  V.  y 
á  mis  mas  Íntimos  Amigos  q.^  son  Arroyo  y  Pombo  de 
cuya  confianza  no  podemos  dudar.  Sus  debilidades  son 
solo  p.^  V.  y  no  las  sabrá  por  mi  boca  ni  el  q.®  me  dio 
el  ser. 

Si  mi  plan  agrada  al  Sabio  Mutis,  si  hago  mi  expedi- 
ción le  daremos  á  entender  á  Humboldt  q.^  V.  insiste 
en  el  loable  pensam."^*^  de  q.^  visite  las  minas  de  México 
y  oyga  al  Sabio  Minero  D."^  Faustino  D'Eluyar,  que  los 
demás  objetos  son  accesorios  y  los  presenta  la  ocacion. 
Asi  hablamos  la  verdad,  y  no  crerá  el  S/"  Barón  q.®  se 
forme  una  exped."^  á  despecho  de  su  negativa.  Si  nos 
vemos  en  México  le  tratare  con  franqueza  y  sin  rivali- 
dad, pues  no  la  tengo.  En  nra.  Relación  de  Viage  no 
hablaremos  de  el  sino  con  el  respeto  y  veneración  que 
se  merece. 

Yo  he  suprimido  el  viage  á  Lima  p.''  que  me  ha  pare- 
sido  no  tan  interesante  como  el  de  México,  y  p.''  evitar 
costos.  Las  Minas  en  esta  parto  están  quiza  en  mas  alto 
punto  de  perfección  y  sobre  todo  está  D."  Faustino 
D'Eluyar.  He  variado  de  ruta,  he  preferido  la  de  Son- 
sonete á  la  de  Acapulco  p.^'  evitar  el  temperamento 
destructor  de  esta,  y  p.^"  vistar  á  Guatemala  y  sus  añi- 
les; en  todo  lo  demás  el  mismo  que  anuncie  en  mis  an- 
teriores. 

He  reflexionado  sobre  los  costos  de  esta  expedición 
sobre  el  tiempo  q.*  se  necesite  p,^  concluirla  y  sobre 
los  instrumentos  precisos.  No  he  olvidado  la  poáibili- 


—  104  — 

dad  de  executarla,  y  el  modo,  y  sobre  todo  he  hallado 
lo  siguiente. 

V.  es  Astrónomo,  es  Físico,  es  Geógrafo,  es  Botáni- 
co, es  todo,  posee  los  ramos  de  q."  trata  mi  plan,  y  sabe 
mejor  q.^  yo  lo  necesario  q/  es  un  coobservador.  ^-Como 
atender  al  Telescopio,  al  Quarto  de  Circulo  y  tomar 
el  momento  en  la  Péndola?  ¿Como  hacer  fuego  en  un 
cerro  y  observar  á  i  ó  2  leguas  de  distancia?  Es  de  ab- 
soluta necesidad  un  compañero.  En  caso  de  una  enfer- 
medad, en  caso  de  muerte,  ¿en  manos  de  quien  queda- 
ban M.  S.  S.,  libros,  instrumentos,  colecciones?  Los  tra- 
bajos son  inmensos,  y  sin  una  ayuda  no  es  posible 
desempeñarlos.  Los  costos  no  se  aumentan  concidera- 
blem.^'  y  puedo  decir  q.*  en  nada  p.''  q.*  suprimido  el 
Viaje  á  Lima  se  evitan  m.^  gastos  q.*  se  emplearían  en 
el  coobservador,  el  viatico  seria  lo  mismo,  y  asi  sin  au- 
mentar costos  se  podria  darme  un  compañero  de  mi 
genio,  y  laborioso  ¡Ah  ilustre  Mutis,  si  uno  de  esos  dos 
virtuosos  amigos  Arroyo  ó  Pombo  quisieran  venir  á 
partir  conmigo  la  gloria  de  servir  á  Mutis,  al  generoso 
Mutis!  Esta  seria  la  noticia  mas  brillante,  la  mas  gran- 
de q.^  se  me  podria  anunciar!  No  necesito  de  otro  apo- 
yo que  de  un  joven  de  este  calibre.  Nra.  economia, 
nra.  moderación  será  digna  de  unos  jóvenes  amantes  de 
saber  y  no  de  lucir  en  la  sociedad:  los  costos  serán  los 
menos  q.*  nos  sea  posible. 

He  meditado  mucho  sobre  los  instrum.<^°^  que  exige 
mi  plan,  y  hallo  q.^  p.^  las  refracciones  y  posiciones  de 
las  Estrellas  australes  es  necesario  un  Quarto  de  Circu- 
lo de  un  diámetro  considerable,  y  de  un  Chronometro. 
La  falta  de  este  ultimo  instrum."^"  hizo  malograr  las 
mas  bellas  ocac.^  de  observar  á  Godin,  Bouguer,  la 
Condamine.  ¡Que  difícil  es  montar  sobre  una  monta- 
ña una  péndola,  ¡que  difícil  es  arreglarlo  en  medio  de 


-   i65  - 

unes  torbellinos  de  vientos  continuados!  A  mas  de  esto, 
^•como  determinar  con  velocidad,  con  seguridad  las  lon- 
gitudes de  los  pueblos,  sin  tener  q.^  esperar  una  emer- 
cion,  un  eclypse,  raros,  y  q. apocas  veces  se  consigue  un 
Cielo  descubierto?  El  Chronometro  es  indispensable.  Mi 
atrebimiento,  mi  furor  p/  trabajar,  la  idea  colosal  que 
V.  me  ha  inspirado  de  su  generosidad,  me  han  sugerido 
los  medios.  Yo  me  he  dicho  á  mi  mismo:  el  sabio  Mutis 
posee  estos  instrum.^o^,  pueden  servir  en  esta  correría 
pueden  volver  á  su  sobervia  colección  sin  alteración,  y 
con  el  mérito  de  haber  aumentado  la  gloria  de  su  dueño: 
no  tendrá  este  sabio  embarazo  de  confiarnos  estas  alha- 
jas p."^  el  tiempo  de  nra.  expedición,  de  una  expedición 
dirigida,  emprendida  p.^'  el  mismo  y  p.^  utilidad  común. 

Yo  no  tengo  Telescopio,  pero  los  hay  muy  buenos 
entre  la  colección  de  Maynas  cuya  lista  incluyo.  En 
ella  se  hallan  dos,  una  Péndola,  y  un  pequeño  Quarto 
de  Circulo  con  otros  menos  importantes.  Si  el  sabio 
Mutis  hace  presente  á  ese  Virrey  el  objeto  y  la  impor- 
tancia de  esta  expedición,  si  hace  veer  q.^hace  muchos 
años  que  están  abandonados,  q.'  no  se  pienza  ya  en  di- 
vicion  de  limites,  se  podrá  obtener  una  orden  p.'  q.®  se 
nos  confien  estos  instrumentos  en  calidad  de  empréstito. 

Yo  poseo  algunos  pocos  q.*  pueden  servir:  un  Micros- 
copio, un  Octante,  dos  Term.^  algunos  tubos  de  Baró- 
metros, una  Aguja:  si  á  estos  se  añade  algo,  no  tenemos 
q.'  apetecer,  ni  que  decear. 

Lo  mismo  digo  de  algunos  libros  preciosos,  ellos  vol- 
verían con  aseo  á  la  inmensa  Biblioteca  del  generoso 
Mutis.  Una  Astronomía  de  Lalande,  un  D.^'  Luc,  algu- 
nas Tablas,  los  trabajos  de  la  Caille  eh  el  Cielo  Austral, 
el  Almanaque  Náutico,  algo  de  Botánica,  principalm.** 
en  la  parte  científica  p.*  perfeccionar  nras.  descrip- 
ciones, un  Buffon,  algunos  Mapas. 


—  j66  — 

Estas  son  mis  ideas,  estos  los  pensamientos  q.*  me 
ocupan.  En  ellos  vera  V.  mi  calor,  verá  el  amor  ver- 
dad." que  le  profeso.  Conosco  q.*  soy  joven,  q.^  mi  en- 
tusiasmo me  puede  arrebatar  y  proponer  delirios:  V. 
lleno  de  prudencia  y  de  sabiduria  refrenará  mi  activi- 
dad, quitara,  añadirá,  ó  arruinara  mis  imaginaciones.' 
Como  dé  gusto  á  mi  Benefactor,  todo  lo  demás  lo  miro 
como  nada:  este  es  mi  objeto  principal,  aquel  p.''  q.' 
suspiro.  La  letra,  el  desorden  de  las  ideas  todo  le  mani- 
festaran á  V.  la  velosidad  con  q.*  formo  estos  borro- 
nes, el  correo  parte  y  yo  no  puedo  hablar  mas  con  mi 
Protector,  mi  Padre  á  quien  profesa  un  amor  digno  de 
este  nombre  su  afmo.  su  admirador,  su  tiernam.*'  agra- 
decido, 

Fran.^"  Joseph  de  Caldas. 

S.''  D.  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 


Quito  y  Mayo  6/802. 

Mi  Protector:  quando  V.  vea  esta  sabrá  las  verdade- 
ras causas  de  mi  desgracia,  sabrá  el  plan  de  mis  nue- 
vas ideas,  de  tstas  ideas  q.^  me  arrebatan  y  que  me  in- 
flaman. Ahora  añadirla  otras  muchas  bien  importantes 
á  las  q.*  contiene  mi  Memnrii  sobre  el  plan  de  Viage; 
pero  V.  es  demasiado  sabio  p.^  penetrarlas,  y  no  nece- 
sita de  q.^  yo  las  apunte. 

El  S.  Barón  de  Humboldt  me  propuso  compra  de  su 
excelente  Qiiarto  de  Circulo  q.*  mantiene  en  Guayaquil. 
El  corazón  me  palpitó  al  oir  esta  oferta  ventajosa.  Un 
montón  de  pensamientos  se  apiñan  en  mi  cabeza  en  ese 
momento.  ¿-Llegaré  á  poseer  esta  obra  maestra  deBridf 


-  i67  - 

He  aqui  un  instrum.*"  necesario  á  mi  plan,  ya  no  se  ne- 
cesita q.*  el  sabio  Mutis  se  deshaga  del  q.*  posee,  se  ha 
ahorrado  un  transporte  difícil  y  costoso,  yo  puedo  co- 
menzar mis  trabajos  sobre  el  cielo  austral,  sobre  las 
refracción.^  astronómicas,  puedo  llegar  antes  del  20  de 
Junio,  puedo  hacer  una  observ."  solsticial,  puedo..... 
Ah!  que  grande  pensamiento!  Puedo  observar  p.^'  mucho 
tiempo  la  distancia  de  E  de  Orion  al  zenit  de  la  Torre 
de  la  Merced  de  Quito  con  un  instrum.*'  que  da  las  al- 
turas entro  de  dos  segundos;  puedo  hacer  igual  obser- 
vación en  la  Torre  de  la  Catedral  de  Cuenca.  La  impor- 
tancia de  estas  des  obscivaciones  debe  conmover  á 
Mutis.  Los  observatorios  de  Mira  y  de  Cotchesqui, 
igualm.*^  q.®  el  de  Tarqui  se  perdieron  para  siempre. 
Situados  en  unos  pueblos  miserables  q/  mudan  de  for- 
ma todos  los  años,  se  ignora  el  lugar  en  q.^  adquirieron 
tanta  gloria  Godin,  Bouguer,  de  la  Condamine,  Juan, 
Ulloa.  En  toda  la  extencion  de  la  meridiana  no  hay 
mas  q.^  dos  puntos  conocidos,  la  Torre  de  la  Merced 
de  Quito  y  la  Torre  de  la  Catedral  de  Cuenca.  Por  for- 
tuna p.'  las  Ciencias  ligaron  estos  Astrónomos  á  su  serie 
de  triángulos  estos  dos  edificios:  están  ventajosam.*^® 
situados,  el  uno  al  extremo  austral  el  otro  al  boreal  del 
arco  medido.  Se  puede,  casi  sin  trabajo  restablecer  la 
medida  astronómica  con  un  instrumento  aunq.*  de  me- 
nor radio  q.^  el  Sector  de  q.*'  se  usó,  pero  de  mayor 
precisión.  Si  restablescmos  la  bace  de  Yaruqui,  si  ob- 
servamos la  distancia  de.E  de  Orion  y  la  mano  de  An  • 
tinoo  al  zenit  de  las  dos  Torres,  si  fixamos  la  altura  de 
Caraburú,  y  la  eleva."  media  del  mercurio  al  nivel  del 
mar  Pacifico  puede  creer  el  sabio  Mutis  q.'  ha  hecho 
mas  que  esos  cinco  héroes  de  la  Astronomía  y  puede 
añadir  á  su  corona  este  nuevo  laurel.  Se  dice  q.^  el 
Obpo.  y  Cabildo  de  Cuenca  piensan  en  erigir  una  nue- 


—  i68  — 

vá  Catedral  en  el  lugar  de  la  antigua.  Yo  he  temblado 
con  esta  noticia  terrible  p.^  las  Ciencias.  Perdida  la  To- 
rre de  Cuenca  se  perdió  p.*  siempre  la  medida  Astronó- 
mica. Yo  habria  ya  hablado  á  su  Prelado,  habria  for- 
mado una  Memoria  sobre  la  importancia  de.  conservar  la 
Torre,  pero  no  se  me  oiria  sino  como  á  un  visionario. 
Los  q.*  no  cuUiban  las  Cieñe. ^,  los  q.*  apenas  han  oido 
á  sus  abuelos  qJ  allá  en  la  antigüedad  vinieron  unos 
Franceses,  qJ  subían  á  todos  los  cerros  á  buscar  minas, 
que  hallaron  el  Punto  fixo,  q.^  midieron  la  Plaza,  con 
otro  montón  de  desatinos,  ¿como  pueden  oirme  con  ín- 
teres y  con  agrado?  Un  Obpo.  que  cree  que  la  Tierra  es 
un  plano  inmenso,  p/'  q.®  en  su  niñez  se  lo  dixo  asi  un 
Piloto  de  S."  Buenabentura,  q.*  aconseja  Barómetros  de 
espíritu  de  vino  como  más  sensibles  ¿'conservará  la  To- 
rro de  Cuenca?  Ah!  ilustre  sabio,  las  tinieblas  se  espe- 
san en  la  Nueva  Granada  en  razón  de  la  distancia  de  los 
lugares  en  q.*  ha  existido  Mutis:  la  parte  meridional  del 
virrey  nato  esta  mas  barbara  q.*  la  boreal.  Yo  los  dis- 
culpo, quando  hicieron  sus  estudios  aun  no  habia  veni- 
do Mutis,  el  padre  de  nros.  conocim.*^^^,  al  Reyno.  Seria 
del  cuidado  de  los  executores  de  este  viage  hacer  pre- 
sente al  Gov.°  la  necesidad  q.*  hay  de  conservar  esta 
Torre,  mas  preciosa  mas  interesante,  mas  celebre  q.*  las 
de  Piza  y  Sevilla.  Nra.  medida  astronómica  estarla  en- 
tro de  dos  segundos  de  diferencia  con  este  Quarto  de 
Circulo,  quando  la  de  los  Astrónomos  va  hasta  5.0  con 
un  Sector  de  12,  y  otro  de  20  pies  de  radio. 

Este  precioso  instrum.*»  tiene  otra  qualidad  digna  de 
la  mayor  atención.  El  brazo  en  q.®  esta  el  anteojo  fixo 
tiene  un  gran  nivel  de  ayre,  p.^  ponerle  horizontal,  y 
todo  el  cuerpo  del  Ouad.*^^  ge  fixa  solidam.'^  á  un  pie 
robusto  p.^  una  maquina  cuya  descripción  estaría  aqui 
de  mas.  Una  alidada  armada  de  otro  anteojo  rueda  so- 


—  169  — 

bre  el  limbo  con  doble  Nonio,  y  doble  divicion,  una  en 
90°,  otra  en  95°.  Esta  alidada  con  el  nivel  inutiliza  el 
perpendiculo  ó  aplomo  siempre  undulante.  He  aqui  un 
instrumt.**  á  cubierto  de  los  insultos  del  viento:  en  medio 
de  los  mas  impetuosos  se  puede  observar  con  tranquili- 
dad y  firmeza:  he  aqui  burlado  el  mayor  enemigo  de  las 
observaciones,  según  la  exprec."^  de  la  Condamine.  Una- 
mos un  Chronometro  á  esteQuarto  de  Circulo:  podemos 
desafiar  á  los  mas  fuertes  torbellinos:  nada  turbara 
nras.  observación. %  y  nos  admiraremos  al  veer  nra. 
tranquilidad  en  los  mismos  lugares,  y  baxo  las  mismas 
circunstancias  en  q.*  casi  desesperaron  los  mayores  As- 
trónomos del  siglo  pasado.  ¡Que  seguridad,  que  venta- 
jas las  q.*  ofrecen  estos  instrum.^'^^  p.^  perfeccionar  las 
refracciones  astron.*^^'  en  todos  los  niveles! 

En  vista  de  todo  esto  concideré  de  la  mayor  impor- 
tancia tomar  este  Quarto  de  Circulo,  p/  q.^  sirviese  en 
nra.  exped.°  en  caso  de  aprobarse  p.^'  el  sabio  Mutis, 
Contesté  al  S."^  Barón  q.*  lo  tomaba:  pregunté  su  precio^ 
me  respondió  q.®  en  Europa  le  habia  costado  300  p.^  y 
que  habia  impendido  mucho  en  su  transporte:  0/  p.^ 
400  p.*  lo  dexaria  en  mis  manos.  En  el  momento  le  ha- 
bría entregado  esta  suma  si  mis  facultades  fueran  capa- 
ces de  ella;  pedi  tiempo  p.^  solicitar  el  dinero,  y  p.'' 
pronto  remedio  ocurri  á  un  amigo  á  Pop.'^  mientras  te- 
nia tiempo  de  dar  esta  noticia  á  V.  aun  no  es  tiempo  de 
recibir  su  contestac.°  y  temo  mucho  no  me  socorra.  En 
todo  lance  creo  consentirá  el  Sr.  Barón  en  dejarme  esta 
alhaja  ofreciéndole  poner  su  valor  en  Lima  ó  Guaya- 
quil. Apesar  de  estos  apuros  no  me  he  atrebido  á  hacer 
uso  de  la  libranza  que.tengo  en  mi  poder,  sin  una  orden 
expresa  de  U. 

Ya  habrá  visto  V.  p.^'  mi  antesedente  lo  necesario  q.^ 
rae  es  un  compañero  p.*  el  desempeño  de  esta  comicion: 


—  lyo  — 

yo  apunto  á  V.  uno  de  mis  virtuosos  amigos  Arroyo, 
Pombo:  he  conciderado  las  dificultades  y  las  diversas 
carreras  de  estos  dos  jóvenes  amables  é  ilustrados  y 
creo  no  es  posible  quieran  venir  á  partir  con  migo  la 
gloria  de  servir  á  V.  Acabo  de  recibir  una  de  Cartage- 
na en  q.*  me  abisan  q/  el  sobrino  de  V.,  este  amable  y 
modesto  joven  acababa  de  llegar  á  este  puerto,  y  q.* 
partia  p.^  Santafé.  Yo  felicito  á  V.  de  la  suerte  de  esta 
victima  de  la  calumnia  escapada,  y  fclizm.""  restituida 
á  casa  de  su  virtuoso  y  sabio  Tio.  ^"Xo  seria  ventajoso 
á  la  Esp."  Botánica,  q.*'  este  miembro  suyo  viniese  á 
desempeñar  en  mi  compañía  una  comicion  tan  honroza? 
Yo  recibirla  muchas  luces  de  este  joven,  le  amarla  como 
á  una  persona  q,*  toca  tan  de  cerca  á  mi  ilustre  Protec- 
tor, se  acabarla  de  formar,  no  con  mis  luces,  sino  con 
la  vista  de  lo  mas  grande  y  mas  suntuoso  q.*  tiene  la 
America,  y  con  el  trato  de  D'Eluyar.  V.  tendría  la  dulce 
satisfacción  de  vcer  volver  al  ñn  de  dos  años  á  unos 
jóvenes  cargados  de  los  despojos  de  ambas  Americas  á 
ponerlos  á  los  pies  de  su  Protector,  y  á  completar  la 
grande  obra  de  su  ilustración  al  lado  de  un  hombre  tan 
grande  y  tan  virtuoso.  Quien  sabe  si  al  fin  de  una  ca- 
rrera tan  ilustre,  pudiera  V.  dexar  al  Nuevo  Reyno  en 
herencia  dos  sabios  jóvenes,  q.*  imitadores  de  los  ta- 
lentos y  de  las  virtudes  de  V.  prolongasen  sus  benefi- 
cios mas  alia  del  sepulcro.  Yo  quizá  frustraré  estas  dul- 
ces esperanzas;  pero  debemos  ponerlas  en  mi  amado 
Sinforoso,  á  mi  me  quedaria  á  lo  menos  el  honor  de 
haberle  acompañado. 

Quando  me  acuerdo  q.^  V.  ha  dicho  al  S.''  Barón  q.* 
si  no  tiene  por  conveniente  llevarme  á  su'  lado,  me  lla- 
marla á  Santafé  para  unirme  á  Zea  y  á  su  amable  So- 
brino incorporándome  en  su  Exp."  comienzo  á  veermis 
proyectos  con  tibieza,  y  el  viage  á  México  se  me  pre- 


—  lyi  — 

serrta  como  una  eternidad:  yo  quisiera  abandonarlo  todo 
p/  poseer  á  Mutis  Alil  :si  esta  fortuna  q.'  hasta  aqui 
ha  sido  tan  contraria  á  mi  ilustración  estará  esperando 
elevarme  al  lado  de  este  Linne  del  Nuevo  mundo?  ¡Ten- 
dré el  hoiiOr,  tendré  la  gloria  de  servir  á  esta  alma 
grande  y  generoza?  Dichoso  si  lo  consigo,  y  mil  veces 
■mas  dichoso  si  asierto  á  dar  gusto  á  un  hombre  tan 
.grande  y  tan  amado  p.^  mi.  Estas  paciones  contrarias, 
estos  deceos  incompatibles  me  agitan.  Yo  quiero  volar 
á  Santafé,  quiero  trabajar  en  Quito,  en  México,  en  Ha- 
bana: quiero  gozar  de  la  presencia  de  Mutis,  quiero 
viajar.  V.  es  mi  apoyo,  en  esas  manos  sabias  pongo  mi 
suerte,  yo  haré  lo  que  se  me  ordene,  y  como  obre,  como 
mis  operación. s  agraden  á  mi  Benefactor,  me  es  indife- 
rente todo  lo  demás.  V.  es  el  arbitro  absoluto  de  mi  for- 
tuna, y  de  mis  acciones,  mande  V.  que  será  obedecido, 
y  respetadas  sus  orden.^  por  el  mas  agradesido  y  entu- 
siasta admirador, 

Franc.''°  Joseph  de  Caldas. 

S.''  D.''  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 


Quito  y  Junio  21/802. 

Mi  Padre:  si,  á  V.  combiene  en  todos  sentidos  este 
dulce  tratamiento.  Seria  yo  un  ingrato  si  lo  reusara 
al  generoso  Mutis.  Ah!  no  puedo  traer  á  mi  memoria  lo 
q.*  debo  á  V.  sin  conmoverme.  ¡Que  grata  me  es  la  me- 
moria de  Mutis!  El  fuego  q.*  me  anima  lo  he  comuni- 
cado á  quantos  me  rodean.  Ya  tiene  V.  á  todos  mis 
amigos  y  á  tod.^  mis  conocidos  p.''  sus  adoradores.  No 
puedo  dcxar  de  hablar  y  de  pensar  sobre  el  objeto  de 


—    172    — 

mi  amor.  Este  acaba  de  inflamarse  con  la  ultima  de- 
V.  de  21  de  Mayo.  ¡Quanta  es  la  bondad,  quanta  es  la 
sabiduría  de  esta  preciosa  carta!  La  leo,  la  releo, 
no  me  canso  de  leerla  y  quiero  grabar  sus  expresiones 
sobre  mi  corazón.  Ilustre  Sabio  ¿como  pudiera  volar  á 
Santafé  á  besar  esa  mano  bien  hechora,  y  autora  de  mi 
felicidad?  ¿Como  pudiera  pintar  sobre  este  papel,  el 
amor,  el  reconocimiento,  y  el  fuego  q.'  me  anima?  Yo 
escribo,  y  no  quedo  contento:  toda  expresión  es  inferior 
á  mis  sentim.^°^  ¿Yo  sabré  reconocer,  y  sabré  correspon- 
der á  tanta  bondad?  Tiemblo,  me  irrito  contra  mi  mismo 
al  verme  tan  inútil  y  tan  nada  para  recompensar  al 
virtuoso  Mutis.  Mi  caudal,  con  el  que  pagaré  esta 
inmensa  deuda,  es  mi  corazón.  Dispon  de  él^  Sabio  ge- 
neroso, yo  no  existo  ya  sino  p  ^  Mutis.  Voy  á  hacer 
callar  á  mi  coraz."^  p.»  poder  hablar  sobre  los  otros 
objetos  q.^  nos  ocupan  hoy. 

El  S.'"  Barón  de  Humboldt  partió  de  aqui  el  8  del 
corriente  con  Mr.  Bompland  y  su  Adonis,  q.^  no  le  es- 
torba p.**  viajar  como  Caldas.  Yo  he  mantenido  hasta  el 
mom.*^o  de  nra.  despedida  una  buena  armonía  con  este 
Viagero.  Creo  no  tendrá  de  q.*  quexarse,  si  no  me  hace 
injusticia.  Yo  he  observado  con  el  mayor  cuidado  sus 
pasos,  y  he  visto  gran  parte  de  sus  M.  SS.  En  las  vis- 
peras  de  salir  de  aqui  visitó  una  Pyramide  (la  de  Cara- 
burú)  con  una  velocidad  increíble.  En  26.^'  se  hizo  toda 
la  exped."  y  solo  se  traxo  p."^  fruto,  q.^  existía  el  qua- 
dro  de  los  cimientos,  ignorando  si  en  su  centro  se  halla 
la  muela  de  molino,  q.*  es  el  asunto  principal.  El  señor 
Barón  ha  escrito  mucho  sobre  este  punto,  y  creo  que 
el  exacto  y  verdad."  de  la  Condamine  no  sale  muy  bien. 
Yo  deseo  leerla  causa  q.'  existe  en  el  Archivo  secreto  de 
esta  Audiencia  y  q.*  no  se  franqueo  al  Barón  para  recti- 
ficar m.^  ideas  falzas  de  que  esta  imbuido  este  Prusiano. 


—  173  — 

Como  la  causal  q/  ha  dado  p/  no  franquearme  su 
lado  ha  sido  q.*  mi  semblante  es  severo,  y  mi  trato 
poco  afectuoso  y  seco,  no  quise  molestar  su  delicadez 
con  mi  presencia,  y  me  escusé  acompañarlo  en  su  pri- 
mera subida  á  Pitchincha,  y  Cotopaxi.  Creyó  el  S  ^^  Ba- 
rón que  eran  efectos  de  mi  sentim.*^^  p/  su  negativa,  y 
procuró  de  todos  modos  contentarme,  de  modo  q.®  al 
ñn  de  su  mancion  en  Quito  me  ha  hecho  mil  exprecio- 
nes,  visitas,  elogios,  y  procurado  dexarme  satisfecho. 
Yo  le  amo,  pero  he  sentido  este  desayre,  q.'  no  curará 
con  nada  este  sabio. 

Pasó  un  dia  personalm.*^  á  mi  casa  á  convidarme 
p."  una  segunda  subida  á  Pitchincha,  ponderándome  la 
importancia  de  veer  de  cerca  á  este  Volcan.  Esta  habría 
sido  la  ocasión  de  explicarme  con  el;  pero  no  quice, 
acepté  el  convite  y  lo  segui.  Jamas  me  pesará  haber 
hecho  esta  pequeña  expedición.  ¡Que  espectáculo!  Figú- 
rese V.  una  boca  de  cerca  de  2.000  v.^  de  diámetro, 
cuyos  bordes  destrosados,  y  negros  presentan  la  imagen 
del  Chaos:  que  á  500,  ó  600  v.^  de  profundidad  se  ve 
elevarse  una  llama  azul  con  mucho  humo:  que  de  rato 
€n  ralo  tiemblan  las  rocas.  Apenas  hay  p.^'  donde  acer- 
carse á  este  lugar  de  horror  y  de  espanto,  q.*  no  se  vea 
al  observador  cercado  de  peligros.  Es  necesario  subir 
sobre  la  nieve,  p.''  q.^  toda  la  boca  está  cercada  de  ella, 
y  en  mas  de  una  parte  se  forma  en  falzo  entre  dos  rocas 
vesinas.  Yo  he  visto  al  Barón  en  punto  de  pereser,  y 
dar  m.*^  pasos  sobre  una  bóveda  de  nieve  en  la  orilla 
del  precipicio.  Un  indio  q."  le  presedia  libro  esta  pre- 
ciosa vida  de  la  muerte.  Yo  seguia  de  cerca  al  Barón,  y 
los  dos  fuimos  los  primeros  q.*  tomamos  la  cima.  Este 
Viagero  tiene  corage,  pero  lo  vi  temblar  en  la  extremi- 
dad de  la  roca.  Yo  partia  con  él  el  peligro,  no  menos 
temeroso:  le  ayude  á  hacer  la  observ."  del  Barom.°  y 


—  174  — 

descendí.  Mr.  Bompland  cayo  en  deliquio  3  veces,' y 
me  acordé  q.®  este  me  habia  dho.  q.^  no  se  me  llevaba 
á  Lima  y  México  p/  débil.  Tube  la  satisfacción  de  que 
viese  el  Barón  que  no  era  Dama  y  sabia  escalar  las 
montañas  mas  terribles,  pero  yo  me  desvio  de  los  asun- 
tos que  hoy  deben  ocuparnos. 

Mi  Memoria  sobre  el  plan  del  viage  no  la  debe  usted 
considerar  sino  como  los  pioyectos  de  un  joven  fogoso 
q.*  desespera  p/  trabaxar  en  el  progreso  de  las  ciencias, 
y  q.*  la  pone  en  mano  de  un  Padre  prudente  p.*  q.*  les 
limite,  corrija,  y  suprima.  Las  sabias  reflexión.^  de  usted; 
los  conocim.*^^  políticos  de  las  cosas  de  la  Corte;  las 
grandes  miras  de  un  segundo  viage  á  las  islas  y  Nueva 
España;  con  todo  lo  mas  q.*'  contiene  la  bella  carta  de 
V.  esta  llero  de  sensatez  y  de  prudencia.  Yo  le  acepto 
con  todo  mi  corazón,  y  he  resuelto  ponerle  en  practica 
q.^°  antes:  cada  clausula  es  un  canon  de  conducta  pre- 
ciosa. Si,  ilustre  Sabio,  Caldas  le  va  á  observar  con 
escrupulosidad,  no  se  separará  de  ella  en  nada,  sin  un 
orden  expreso  de  su  generoso  benefactor. 

Actualm.*®  me  ocupo  en  la  observac."  del  solfticio 
q/  se  verifica  entro  de  dos  dias.  Asi  q."  le  concluya 
comienso  sin  la  menor  dilación  á  recorrer  todas  las  cer- 
canias  de  Quilo,  y  á  acopiar  y  describir  todas  las  plan- 
tas q.**  se  me  presenten.  La  Botánica  hará  el  primer 
objeto  de  mis  investigaciones,  y  q.®  no  sedera  á  ningu- 
no de  tantos  como  contiene  mi  Memoria.  Las  observa- 
ciones barométricas,  asi  las  q.^  tienen  por  objeto  el 
periodo  nocturno,  como  las  del  calor  del  agua  ocuparan 
el  segundo.  Por  lo  q.^  mira  á  aquel  ha  m.^  años  q.®  ha- 
bia potado  q.*  de  6  á  8  y  aun  9  de  la  noche  comensaba 
á  subir;  pero  no  habia  pasado  de  aqui  hasta  q.®  el  señor 
Barón  me  habló  sobre  el  asunto.  Mi  genio  amigo  de 
verificar  con  una  experien.^  seguida  y  constante  quan- 


--  175  — 

tas  ideas  leo  y  me  dicen,  me  empeño  en  velar  al  lado 
de  mi  Barom.°,  y  vi  q.*  es  fuera  de  toda  duda  el  perio- 
do nocturno,  y  q.*  se  verifica  como  el  diurno.  No  estoy 
bien  determinado  sobre  la  hora:  de  su  mayor  elevación 
y  de  su  menor;  pero  una  serie  de  observación.^  me  lo 
enseñará  dentro  de  poco  tiempo,  y  de  todo  daré  á  usted 
cuenta  en  forma  de  Memoria  p.^  el  deposito  de  la  Expe- 
dic."  como  V.  me  insinúa,  ó  como  paresca  mejor  á  mi 
generoso  Benefactor.  V.  es  dueño  absoluto  de  hacer  lo 
que  quiera  de  los  materiales  q/  remito;  yo  no  deseo 
otra  cosa  sino  q,*  cedan  en  honor  del  sabio  que  les  pro- 
texe  y  sostiene.  Si  soy  capaz  con  mis  exfuerzos  de 
añadir  un  átomo  á  la  gloria  de  Mutis  están  recompen- 
sados mis  trabajos,  y  no  quiero  otro  premio.  Hablo  á 
V.  con  toda  la  sinceridad  de  mi  almia. 

Estoy  contento  con  el  plan  de  viage  q.^  V.  se  ha  dig- 
nado proponerme;  no  veré  á  México,  y  no  partiré  de 
Quito  hasta  q.^  V.  me  lo  mande.  Nada  tema  V.  de  mi 
obediencia,  esta  es  ciega.  En  el  plan  modificado  puedo 
verificar  casi  todos  los  grandes  objetos  q.^me  he  pro- 
puesto. Las  elevaciones  del  mercurio  al  nivel  del  mar, 
en  una  palabra,  todo  lo  relativo  á  este  genero  queda  per- 
fectam.*^  desempeñado  en  Guayaquil,  Panamá,  Porto- 
belo,  y  Cartagena.  Yo  creo  q.^  seria  mas  ventajoso  á 
esta  expedición  no  partir  de  Guayaquil  directam.""  á 
Panamá,  sino  á  S.  Buenabentura,  é  internar  algún  tanto 
en  el  Chocó,  p.'"  el  numero  inmenso  de  plantas,  y  en 
especial  de  palmas  que  se  dice  hay  en  estas  regiones. 
Este  pequeño  desvio  nos  pondría  en  posccion  de  unas 
riquezas  considerables,  y  todo  se  reduce  á  un  mes  mas. 
Me  parece  que  invirtiendo  los  seis  meses  próximos  en 
Quito  y  sus  alrededores  puedo,  después  de  observar  el 
Solsticio  del  inbicrno  en  Diciembre,  partirá  Guayaquil^ 
y  en  otros  6  meses  estar  en  Santafé,  y  en  el  Junio  de 


—  176  — 

8o3  presentarme  á  mi  Benefactor.  ¿Seré  tan  feliz  que  se 
conceda  esta  gloria?  Ah!  deceo  este  momento  con  una 
intención  que  no  puedo  explicar. 

La  Astronomía,  este  precioso  ramo,  nada  tiene  de 
incompatible  con  la  Botánica,  y  esta  circunstancia  me 
hace  amar  estos  trabajos  con  entusiasmo.  Las  noches 
consagradas  al  descanso,  me  llaman  á  grandes  é  impor- 
tantes trabaxos.  El  cielo  austral  esta  sobre  mi  horizonte 
y  puedo  perfeccionar  y  fijar  muchas  estrellas.  Si  hallo 
una  nueva  q.*  no  pertenezca  á  alguna  constelación  le 
pondré  el  corazón  de  Mutis.  ¿No  tenemos  el  corazón  de 
Carlos?  ¿Pues  porque  no  ha  de  haber  en  el  cielo  el  co- 
razón del  Sabio  y  del  virtuoso  Mutis?  Yo  habria  comen- 
zado ya  á  trabajar  sobre  esto,  si  la  partida  del  vSr.  Barón 
no  me  hubiera  pribado  del  bello  Atlas  celeste,  q.*  traia. 
El  pequeño  planisferio  de  la  Caille  no  basta,  es  nece- 
sario el  grande  q.^  publico  este  Sabio  Astrónomo,  redu- 
cido á  un  gran  pliego.  Yo  suplico  á  V.  q,^  si  lo  hay  en 
su  famosa  Biblioteca,  me  lo  confie  p.*  mi  expedic.'^. 

Está  ya  en  mi  poder  el  Quarto  de  Circulo  del  S.''  Ba- 
rón, y  estoy  trabajando  con  el.  Con  este  bello  instrumen- 
to, con  mi  octante  y  con  dos  mas  instrumentos  que  voy 
á  decir  tengo  qto.  necesito  para  hacer  con  honor  mi  ex- 
pedición. No  se  puede  creer  q.*°  he  trabaxado  p.''  con- 
seguir una  péndola.  Un  reloxero  de  esta  Ciudad  pose 
el  de  Mr.  Graham  q.<^  sirvió  para  la  divicion,  digo,  de- 
terminación del  grado  antiguo  al  Equador:  le  compró 
por  un  huevo,  y  cree  tener  la  bienaventuranza  en  el.  No 
<luiso  prestarlo  apesar  de  los  empeños  q.^  he  hecho,  y 
para  no  estar  ocioso,  y  perder  la  ocacion  de  observar 
el  Solsticio  baxo  del  Equador,  me  he  valido  de  una 
péndola  inglesa  en  q.^  suprimí  el  rodaxe  de  la  campa- 
na y  diario  y  le  dexé  verdaderam.<^«  astronómica.  Con 
esta  observo  actualm.*^.  Me  es  pues  de  la  mayor  nece- 


—  177  — 

-sidad  una  medida  del  tiempo.  Las  péndolas  p/  buenas 
<q/  sean  no  se  pueden  arreglar  sino  con  mucho  tiempo 
y  trabaxo,  son  del  transporte  mas  difícil,  é  inútiles  en 
m.s  casos.  V.  posee  dos  Cronómetros,  confie  uno  á  mis 
manos,  el  volverá  con  la  misma  integridad  á  Santafé: 
bien  acondicionado,  entro  de  una  gruesa  atmosfera  de 
Jana  ó  algodón  puede  llegar  ileso  aqui. 

Con  el  mas  vivo  dolor  veo  perderse  centenares  de 
ecl3^pses  de  los  Satélites  de  Júpiter  pS  falta  de  un  Teles- 
copio de  mediana  fuerza.  Ah!  si  V.  se  resolviese  á  unir 
al  Chronometro  un  Telescopio  no  tendría  q.*^  decear. 
Con  estos  dos  instrum.^°^  y  los  q.^  poseo  estaba  yo 
bien  provisto.  Medite  V.  este  punto  y  no  dudo  q.^  se 
resolverá  á  hacer  este  sacrificio  en  beneficio  de  nuestra 
Geografía. 

El  correo  va  á  cerrarse  y  no  puedo  ser  mas  largo:  en 
el  venidero  daré  cuenta  de  todo  lo  q.^  haya  trabajado. 

Deceo  q.^  Dios  N.  S.  gue.  la  imp.^-  vida  de  V.  y  que 
me  mande  como  al  mas  afecto,  y  reconocido  Q.  B.  S.  M. 

Fran.co  Joseph  de  Caldas. 


S.«  D.'^  D.-  Joseph  Celestino  Muris. 

Quito  y  Julio  6/802. 

Mi  Padre  tierno:  este  será  el  tratam.^^  conq.*  me  hon- 
re toda  mi  vida,  y  este  el  q.*  daré  á  V.  mientras  viva. 
Ah!  seria  un  monstruo  de  ingratitud  sino  obrase  de  esta 
manera.  Cada  correo  esta  señalado  con  un  beneficio  de 
sus  manos  y  parece  que  el  ilustre  Mutis  no  se  ocupa 
sino  en  hacer  feliz  á  Caldas.  Virtuoso  Sabio,  ha  15  dias 

12 


-   378  - 

q.*  lo  soy,  y  no  cambio  mi  suerte  p.''  la  de  Humbold:  Si, 
15  días  ha  q.^  trabaxo  para  la  Expedición  de  Bogotá,  15 
dias  q.*  vivo  ya  unido  para  siempre  con  mi  amado,  con 
mi  respetado  Mutis.  Voy  á  dar  á  V.  cuenta  de  mis  ope- 
raciones, y  de  q.*'^  ha  hecho  Caldas  en  estos  pocos  dias. 
Esta  cuenta,  á  mas  de  imponer  á  V.  de  mis  ideas  y  de 
mis  trabaxos  tienen  otra  utilidad  importante.,  y  es  el  q.^ 
V.  las  corrija,  el  q.'  me  dirija  desde  Santafé  p.*  q.*esta 
Expedición  sea  digna  del  Autor  de  la  Flora  de  Bogotá. 

Ya  dixe  á  V.  en  el  pasado  q."  me  hallaba  ocupado 
con  el  Solsticio  del  verano,  y  ahora  pongo  en  noticia 
de  V.  q.''  le  concluí  felizm.*^  Aun  no  puedo  sacar  to- 
das las  consequencias  de  q.*  es  susceptible  esta  ob- 
servación p.''  q.^  aun  no  he  tenido  tiempo  de  calcular,  y 
p/  q.*  me  son  desconocidas  las  refracción. ^  al  nivel  de 
Quito.  Espero  hacer  muchas  de  este  genero  en  las  be- 
llas noches  de  Julio  y  Agosto  y  completar,  esta  obra 
con  la  observac."  del  Solsticio  del  Ynvierno  próximo. 
V.  sabe  q."  aun  ahora  podria  concluir  la  máxima  decli- 
nación de  la  Eclíptica,  pues  me  es  bien  conocida  la  la- 
titud de  Quito,  p.'"  las  observ.^  de  los  Académicos  y  p.'" 
las  mias;  pero  este  método  no  satisface  á  un  Astronom.o 
escrupuloso,  y  rae  expondría  á  objeciones  fundadas:  yo 
me  recervo  p.*  Diciembre,  y  no  ocuparé  ahora  la  aten- 
ción de  V.  con  esto. 

Asi  q.^  le  di  fin  á  mis  trabaxos  solsticiales,  entré  en- 
tro de  mi  mismo  y  me  dixc.  Hastahoy  has  trabajado  p.'' 
afición  y  p.^  gusto:  desde  hoy  es  ya  una  ocupación  nc  - 
cesarla,  ya  no  puedes  disponer  de  tu  tiempo  á  tu  gusto; 
este  y  todo  yo  pertenesco  al  sabio  Mutis:  es  preciso 
aprobechar  el  tiempo,  y  dedicarme  á  los  objetos  q.^  este 
sabio  ama  con  preferencia.  Con  estas  disposiciones,  tomé 
la  libranza  é  hice  uso  de  ella.  El  primer  gasto  q.*  he 
hecho  fue  tomar  una  resma  del  mejor  papel  que  he  po- 


—   179  — 

dido  conseguir,  por  q.*  esta  caro  y  escaso.  Hize  enqua- 
dernar  m.'*  libros  en  blanco:  al  primero  he  puesto  p."" 
título  Descripciones  de  plantas:  al  2.°  Relación  de  imvia- 
ge  proyectado  y  á  expensas  del  Celeb.  Direct.^  de  la  ex- 
pedición Botánica  de  Santafé  á  Quito,  Guaj/aqJ  Pana- 
má, Portobelo,  Cartagena  y  Santafé.  En  este  ha  comen- 
zado !a  historia  y  el  origen  de  este  Viage,  y  con- 
tinuo con  el  diario  circunstanciado  de  mis  operacio- 
ciones  y  observaciones  en  usos,  costumbres,  carácter, 
política,  temperam.*°  y  producciones  naturales  de  los 
pueblos  p/  donde  voy  á  transitar.  El  3.°  tiene  p.''  titulo 
Observación.^  Meteorológicas.  Aqui  va  todo  lo  relativo  á 
Meteoros,  y  nras.  observ.*  favoritas  sobre  el  Term.°  y 
Barom.°  No  puedo  dexar  de  decir  loque  he  hecho  hasta 
aqui  en  este  particular.  Arreglé  una  péndola  astronómi- 
ca que  he  podido  conseguir  p.^^  alturas  correspond.^^^ 
del  Sol:  rectifiqué  mi  Barom.°  y  el  1.°  de  Julio  destiné 
á  mi  observación  sobre  las  mareas  atmosféricas:  coloqué 
un  Termom."  al  lado  del  Barom."  y  otro  comparado  con 
el  primero  al  ayre  libre  y  á  la  sombra.  Dadas  las  12  de 
la  noche  del  30  de  Junio  consulté  á  estos  instrum/*^^,  y 
segui  haciendo  lo  mismo  de  hora  en  hora  hasta  las  12 
de  la  noche  siguiente:  yo  tengo  ahora  la  satisfacción  de 
remitir  á  V.  una  tabla  de  esta  observa.^  y  q.^  vea  el 
sabio  Mutis  verificados  en  Quito  sus  modos  de  pensar: 

Observación  hecha  el  i.°  de  yulio  de  1802  en  Quito. 

Hor.'  verdader.s.      Alt.^  del  B.      Term.°ane.      Term.°  lib. 

12   n.                   20P  I>,  30  57°,  5  ó-^,  9 

1  m.  I   ,  30  57  ,  o  6,9 

2  m.  I    ,  10  57  ,  O  6,5 

3  m.  I   ,  05  56  ,  5  6,2 

4  m.  O  ,  95  56  ,  5  6,2 

5  m.  O  ,  90  56  , O  6,0 

6  m.  o  ,  90  54  , 9  5,8 


1 8o  — 


Hor.s  verdader.s. 

Alt. s  del  B. 

Term.o 

ane. 

Term. 
6 

>Hb. 

7  m. 

,  10 

55 

.7 

5 

8  m. 

,  10 

56 

,  0 

7 

8 

9  m. 

>30 

56 

,0 

10 

5 

10  m. 

>30 

56 

,5 

II 

2 

II   m. 

,  30 

57 

,  0 

II 

8 

12  del  día. 

>  15 

58 

,  0 

12 

4 

I   t. 

,  00 

58 

,5 

13 

,  2 

2    t. 

0 

,90 

59 

)  0 

14 

,  0 

3  t- 

0 

.75 

59 

,3 

12 

9 

4  t. 

O 

,70 

58 

,8 

II 

.  9 

5  t- 

0 

wo 

58 

>9 

II 

6 

6  t. 

0 

,8o 

57 

.5 

10 

,  4 

7  "• 

0 

,90 

57 

,8 

9 

>  5    . 

8  n. 

,  10 

^7 

,  0 

9 

)  0 

9  n. 

,30 

57 

,  0 

8 

>  2 

10  n. 

>  30 

57 

,0 

8 

,  0 

II   n. 

•30 

56 

,8 

■     7 

,  5 

12  n. 

>30 

57 

,0 

7 

,  8 

Esta  observ."  la  he  querido  hacer  con  este  rigor,  p/'  ser 
en  una  materia  nueva.  De  ella  se  infiere  q.^  en  el  perio- 
do de  24I»  hay  dos  fluxos,  y  dos  refluxos,  el  uno  de  dia 
y  el  otro  p.^  la  noche:  q.^  el  mayor  abatim.*'^  es  á 
las  5  de  la  mañana  y  á  las  5  de  la  tarde:  que  la 
mayor  elev."  se  verifica  á  las  9  de  la  mañana  y  á 
las  9  de  la  noche.  Parece  pues  q/  estos  fluxos  y 
refluxos  se  verifican  á  iguales  distancias  de  sol  al 
meridiano:  es  decir  al  circulo  entero,  y  no  como  co- 
munm.'^  se  entiende  el  semicirculo  q.*  está  sobre  nro. 
horizonte.  A  las  9  de  la  mañana  dista  el  Sol  del  meri- 
diano superior  3''  y  á  las  9  de  la  noche  dista  también 
3^^  del  meridiano  inferior:  á  las  5  de  la  mañana  dista 
del  meridiano  inferior  5^^  y  la  misma  cantidad  dista  del 
superior  á  las  5  de  la  tarde.  ¿Tendrá  el  Sol  influxo  en 
estas  mareas?  Estas  son  las  conseqüencias  q.*  legiti- 
mam.*^  se  infieren  de  los  hechos,  y  las  q.*  pongo  en  ma- 
nos de  V.  La  experiencia  nos  dirá  aun  mas,  y  tal  vez 
suministraré  hechos  seguros,  y  experiencias  exactas 
p.^'  q.*"  el  Sabio  Mutis  nos  dé  la  tcoria  verdadera  de  es- 


—  i8i    — 

tas  mareas.  Oxalá  V.  se  dignase  comunicarme  sus  ideas 
sobre  este  bello  punto  de  fisical  Ellas  me  servirían  de 
guia  en  mis  trabajos,  y  quedarían  absolutam.*^  reserva- 
das, hasta  q.*  V.  las  publicase.  Como  la  bondad  de  V. 
para  con  migo  es  tanta  q.  •"  no  le  hallo  limites,  como  un 
Sabio  del  orden  de  V.  se  ha  dignado  comunicarme  sus 
planes  y  sus  miras  sobre  varios  puntos  en  la  Carta  ulti- 
ma, q."  me  honrará  eternam"* ,  yo  quiero  tratar  á  V.  con 
la  misma  franqueza  de  q.^  me  ha  dado  el  exemplo,  y 
voy  á  proponer  á  V.  lo  q."  he  pensado  sobre  este  pun- 
to. Creo  q.*  debemos  averiguar  también  la  dirección  de 
las  corrientes  de  estas  mareas.  Yo  ignoro  si  vienen  de 
Oriente  hacia  Occidente,  ó  de  Occid.'^  á  Oriente.  No 
creo  que  se  verifiquen  de  Norte  á  Sur,  ó  de  Sur  á  Nor- 
te; pero  no  puedo  hablar  con  firmeza  hasta  que  buenas 
observ.^  no  nos  den  luz.  El  modo  mas  fácil  y  quiza 
único  de  averiguarlo  seria  que  un  observador  inteligen' 
te  arreglase  p.^  alturas  corresp."^  una  péndola  en  San- 
tafé,  ó  ajustandola  á  una  .Meridiana  (pues  i'  no  es  de 
consequenc*  en  este  genero  de  observ,^  p/'  q.®  el  Ba- 
rom.°  no  varia  cantidad  sensible  en  este  espacio),  y 
seguir  p.^'  un  convenio  anterior  la  marcha  del  Barom.* 
en  esa  Ciudad,  y  en  Quito.  Es  claro  q.^  estando  Santa- 
fé  mas  oriental  q.'  Quito,  si  se  verifican,  como  lo  creo, 
á  la  misma  hora  p.^  nras.  péndolas  ajustad.-  á  nros. 
meridian.s  las  variac.^  en  el  Barom.°  la  marea  atmosfé- 
rica ha  arribado  primero  á  Santafé  q.*  á  Quito,  p.^^  q." 
primeio  fue  medio  dia  y  todas  las  horas  en  esa  q.^  en 
esta:  p.'^  consiga*  la  marea  tiene  su  curso  de  Oriente  á 
Occ.^'  No  puede  suceder  esto  si  su  curso  es  de  Occ.*®  á 
Oriente.  En  este  caso  primero  debe  llegar  á  Quito  y 
mucho  después  á  Santafé,  y  las  horas  lo  indicaran  se- 
guram.'^  Si  acaso,  lo  q/  no  espero,  se  hacen  de  Sur  á 
Norte  la  marea  llegará  primero  á  Quito  en  13'  de  latit. 


—    Ib2    — 

austral  q.'  á  Santafé  en  4°  ;^6'  de  latit.  boreal,  y  al  con- 
trario si  la  marea  corre  de  Norte  á  Sur.  Seria  de  mucha 
importancia  que  hiciésemos  estas  observaciones  corres- 
pond.*"  y  me  parece  q."  es  fácil  <}ue  se  verifiquen  en 
esa.  Es  cierto  q.^  un  hombre  solo  no  puede  llevarlas 
mas  alia  de  24^^  consecutivas,  pero  en  la  casa  de  la 
Exp."  hay  m.*^  q.^  se  podian  encargar  de  continuar  la 
experiencia.  Por  si  acaso  es  de  la  aprobación  de  V.  este 
pensam.^o  he  resuelto  velar  todos  los  primeros  y  todos 
los  15. "^  de  los  meses  siguientes  desde  las  5  de  la  tarde 
de  estos  mismos  dias  hasta  el  2  y  16  siguiente  á  la 
misma  hora. 

La  tercera  columna  contiene  los  grados  de  calor  en 
q.^  estubo  la  columna  del  Barom."  expresada  en  la  es- 
cala de  Farenheit,  para  poder  reducir  las  24  obs.^  á 
una  misma  temperatura;  peí  o  como  sea  muy  poca  esta 
diferencia  no  he  querido  tomarme  p.''  ahora  el  trabaxo 
de  calcular  los  errores  cortisim.^  q.®  pueden  haber  pro- 
ducido 4"  de  Farenheit.  La  quarta  expresa  el  calor  de 
la  atmosfera  en  cielo  libre  y  á  la  sombra  en  grad.^  de 
la  escala  de  Reamur. 

El  libro  4.°  de  los  blancos  que  he  hecho  enquadernar 
está  consagrado  á  las  ohserv,^  Astronómicas.  Yo  he  dado 
principio  p.i"  mi  observ."  del  Solsticio,  muchas  de  las 
distancias  de  la  Luna  al  Sol  &  &  que  aun  no  he  calcu- 
lado reservando  este  trabajo  p.^  después,  y  lograr  los 
momentos  en  amontonar  hechos  y  observaciones.  El  5.° 
está  dedicado  á  las  descripciones  de  Animales,  y  en  fin 
otro  para  los  materiales  geográficos  de  mi  Carta.  Tales 
son  en  general  mis  operaciones  hasta  el  dia. 

Las  plantas  que  llevan  á  V.  su  primera  atención,  me 
la  llevan  también  á  mi.  He  aqui  lo  que  he  trabajado  en 
estos  15  dias.  Tengo  descripta  una  especie  de  PJiyto- 
lacca  con  todas  las  flores  hermafroditas,  y  q."  me  pare- 


-  i83  - 

ce  distinta  de  todas  las  que  liay  en  mis  pocos  libros.  La 
Sorophularia  mevidionalis  de  V.  abunda  mucho  aqui,  y 
constantem.'*  le  he  hallado  las  bracteas  aserradas  y  no 
enterissimas  como  las  q.*V  ha  visto  para  descrivirla:  va- 
ria aqui  con  las  corolas  moradas  y  blancas.  Tengo  pre- 
parados tres  esqueletos  de  otras  tantas  especies  de 
Daturas  arbores  todas  y  con  la  capsula  lampiña.  Es 
necesario  q.*  algunas  de  ellas  sean  nuevas.  En  mi  pe- 
queño hervario  de  Pop."  ha  de  haber  otras  dos,  aunq.*  no 
puedo  desidirme  sobre  si  son  distintas  de  las  de  aqui. 
Ya  tengo  encargado  á  un  amigo  mió  p.^  q.^  se  tome 
el  trabajo  de  esqueletarlas  y  unirlas  á  las  que  remita  á 
V.  á  Santafé,  Tengo  otras  m.^  descripciones  de  plantas 
que  no  he  podido  conocer:  todas  irán  esqueletadas. 

Yo  insisto  sobre  q.^  V.  se  digne  franquearme  un 
D'Luc,  ú  otro  libro  maestro  sobre  el  Barom.**  y  Term.", 
una  Chimica  moderna,  un  tratado  de  Astronomía  de 
Lalande,  y  algo  de  Botánica.  En  materia  de  instrum.*°s 
con  algunos  tubos  de  Barom.",  un  par  masdeTerm.^  el 
Telescopio,  y  el  Chronom.",  tengo  q.'^°  necesito  p.*  mis 
operaciones  y  p.^   desempeñar   la   comicion   presente. 

Voy  á  concluir  esta  diciendo,  q.  el  15  parto  p.^  Iba- 
rra  á  visitar  á  Cotacache,  Ynbabura,  y  Cayambe  con 
todas  sus  cercanías.  V.  diríjame  siempre  mi  contestac."^ 
á  Quito  q.'  es  el  centro  de  mis  operación.^,  y  en  donde 
estaré  de  regreso  entro  de  tres  semanas.  Espero  venir 
cargado  de  plantas  y  de  observ."":  de  todo  daré  á  V. 
cuenta  en  el  venidero. 

Yo  deceo  reunirme  á  V.  q.^'^  antes,  amarle  de  cerca  y 
nó  á  200  leguas  de  distancia.  Dios  que  me  ha  dado  á 
este  tierno  Padre  me  lo  conserve  sano  y  le  conceda  el 
honor  de  servirlo  y  de  aumentar  su  gloria  á 

Franc.''°  Joseph  de  Caldas. 


1 84   — 


.     S.  D.  D.  JosEPH  Cele -TINO  Mutis. 

Quito  y  yulio  21/802. 

Padre  amadisimo:  he  leído  con  el  mayor  respeto  la 
de  Vm.  de  21  de  Junio^  q.^  miro  como  un  código  de 
Preceptos  que  cumpliré  con  la  mayor  fidelidad. 

Ya  habrá  visto  Vm.  á  la  fha.  mis  modos  de  pensar 
sobre  el  viage  proyectado,  y  q.^  no  se  hará  de  otro 
modo,  sino  como  agrade  y  prescriva  Vm.  No  veré  á 
México;  pero  tendré  un  inmenso  material  q.*  poner  en 
manos  de  Vm.  recogidos  en  esta  Provincia,  en  Guayaq.^, 
Barbacoas,  S.'^  Buenaventura,  Panamá,  Portovelo,  Car- 
tag.^  y  Santafé,  y  esto  me  parece  un  gran  circulo  p.^ 
ensayo  de  mis  observación. ^  La  Botánica  tiene  en  el  la 
mejor  parte  pues  son  Payses  fecundísimos,  y  q.*  muy 
pocos  han  visitado.  Yo  me  detendré  como  Vm.  quiere 
todo  el  tiempo  necesario  p.^  recoger  las  producción.*^ 
vegetales  de  esta  Provincia  lo  q.**  ya  he  comenzado  á 
verificar,  y  sobre  lo  q.^  voy  á  hablar  á  Vm.  largamen.^® 

Como  Mr.  Bomplant  hizo  su  centro  á  Quito  y  salió 
muy  poco  á  sus  alrededor.^  se  puede  decir  q.*  ha  ago- 
tado las  plantas  de  las  cercaíiias  de  esta  Ciudad,  y  ño 
ha  tocado  las  de  la  Villa,  á  donde  pensó  regresar  desde 
aqui,  y  q.'  no  verificó  nunca.  Yo  he  gastado  estos  quin- 
ce dias  últimos  en  hacer  algunas  pequeñas  salidas  á  las 
faldas  de  Pichincha  y  Panecillo,  y  he  trahido  muchas 
yerbas  con  q.^  he  dado  principio  á  mis  trabajos  botáni- 
cos. Yo  he  adoptado  p."  desempeñar  con  seguridad  el 
Plan  siguiente,  si  Vm.  le  halla  defectuoso,  espero  q.® 
con  aquella  franqueza  característica  de  Vm.  y  propria 
de  un  Padre  q.*  quiere  formar  á  un  hijo  corrija  sus  de- 
fectos. Todo  vegetal  q.*  viene  á  mis  manos  conosca  ó 


-  i85  - 

no  su  genero:  si  lo  primero  no  me  detengo  en  una  larga 
descripción  sobre  sus  fructificac.^  y  solo  describo  la  in- 
florencia,  tallo,  ojas,  raiz  &:  si  no  le  conosco  procuro 
determinarle  pj  los  pocos  Libros  q.^  poseo,  si  le  hallo 
en  ellos  hago  lo  mismo  q.*  en  los  anteced."^^;  pero  si 
me  es  desconocido  y  no  le  hallo  en  mis  Libros  hago 
una  amplia  descripción  de  todas  sus  partes:  en  todas 
anoto  los  lugares  de  su  nacim.**^,  y  como  la  elevación 
de  estos  ya  me  es  conocida  p.''  mis  operación. ^  del 
Barómetro  les  añado  la  zona  en  q.^  havitan  conforme  á 
las  ideas  q.*  he  comunicado  á  Vm.  en  mi  primer  Plan. 
Añado  el  nombre  bulgar,  el  q/  le  dan  en  lengua  del 
Ynca,  y  enfin  concluyo  p.^  las  virtudes  medicas,  y  usos 
á  q.^  las  aplican  en  las  Artes. 

A  pesar  de  la  escaces  xle  papel  en  q.<^  me  hallo,  tengo 
esqueletadas  todas  las  plantas  q.^  he  descripto.  Hasta 
ahora  no  puedo  dar  á  Vm.  grandes  y  agradables  noti- 
cias botánicas,  p.^'  q.®  á  mas  de  haver  estado  un  poco 
enfermo  del  estomago,  me  ha  sido  preciso  dedicarme  a 
los  preparativos  de  mi  primera  salida  al  Norte  de  Qui- 
to. Yo  me  he  propuesto  visitar  en  ella  á  Cotacache, 
Imbabura,  y  el  inmenso  Coyambe,  ver  ks  ruinas  de  las 
pirámides,  y  volver  á  Quito  entro  de  un  mes.  Estas  tres 
masas  locales  presentan  grandes  proporción.^  p."  verifi- 
car nras.  observaciones  del  Barómetro,  y  Termómetro 
desde  el  termino  de  la  nieve  permanente  hta,  23  pulga- 
das. A  mas  de  esto  tienen  una  vejetacion  vigorosa,  y 
sobre  quienes  aun  no  han  subido  un  Botánico.  Tengo 
fundadas  esperanzas  de  traer  una  riqueza  in.mensa  de 
este  genero.  Pienso  levantar  la  carta  Topográfica  del 
Pais  q.*  voy  á  atravesarlo,  y  hacer  en  Ibarra  mis  obser- 
vación.^ de  refracción.^  astronómicas,  como  las  tengo 
ya  verificadas  al  nivel  de  Quito. 

Muchas  son  las  ideas,  y  muchas  las  observaciones 


—  i86  — 

q.^  hay  q.*  añadir  á  la  memoria  sobre  el  método  de 
medir  las  montañas  p/"  el  Termómetro.  Yo  deseara  que 
Vm.  suspendiese  su  remisión  al  S.''  Cavaniles  hta.  ha- 
ver  concluydo  yo  mis  operación.^  en  Quito  y  Guaya- 
quil, y  poder  presentar  de  este  modo  una  obra  acabada 
digna  de  ponérsele  al  frente  el  nombre  ilustre  de  Mu- 
tis, y  q.^  hiciese  honor  á  este  sabio  protector  de  los 
Americanos  y  al  Discípulo  suyo  q.^  las  ha  verificado. 
Creo  que  en  mas  de  6  ú  8  meses  podré  poner  en  manos 
de  Vm.  todo  el  material,  y  toda  la  memoria,  p,^  que 
Vm.  se  digne  corregirla,  y  ponerla  en  estado  de  ver  la 
luz  publica.  Conosco  q.^  el  ensayo  q/  remito  á  Vm. 
tiene  muchos  defectos  de  exprecion,  de  Ortograña,  y 
á  no  saber  q.^  ivan  á  manos  de  mi  bueno  y  sabio 
Padre  habria  suprimido,  ó  a  lo  menos  retardado  su 
remisión.  La  cosa  ha  salido  como  lo  havia  pensado  y 
ninguna  clausula  de  las  cartas  de  Vm.  he  leydo  con 
mas  complacencia  y  fruto  q.^  aquellas  en  q.®  nota  mis 
errores.  ¡Qué  esperanzas  tan  fundadas  he  concebido  de 
mi  futura  ilustración!  Si,  ilustre  sabio,  yo  conozco  en 
Vm.  no  un  Padre  condescend.^®  q.*  disimula  los  defec- 
tos de  su  hijo,  sino  un  zeloso  de  la  reputación  y  apro- 
vecham.t^  de  su  hijo.  Una  corrección  de  la  voca  del 
grande  Mutis  me  es  mas  útil,  y  me  anima  mas  en  los 
trabajos,  q.*  si  mereciera  sus  elogios;  -pero  yo  me 
desvio. 

Mucho  siento  no  poder  indicar  á  Vm.  por  ahora  todas 
mis  ideas  sobre  la  elevación  media  del  mercurio  al  ni- 
vel del  Mar,  y  en  todas  las  elevación.^  El  S.^'  Barón 
de  Humboldt  me  regaló  dos  Jugos  de  Barómetro,  y  con 
los  dos  con  q.*  Vm.  me  honrró  he  montado  quatro  Ba- 
rómetros. Como  Vm.  sabe,  se  ha  sobstenido  el  licor  á 
diferentes  elevaciones.  He  formado  tablas  de  quatro  co- 
lumnas en  q.*  van  indicadas  las  elevación.^  y  periodos 


-  i87  - 

<ie  cada  uno  de  ellos:  lo  mismo  pienso  hacer  en  Ibarra 
y  en  Caraturo. 

Ya  he  dicho  á  Vm.  q,*  todo  mi  aparato  en  materia  de 
Thermometros  se  reducían  á  dos.  El  prim/'°  el  mas  pre- 
cioso, aquel  que  me  havia  servido  en  todas  mis  obser- 
vación.^  del  Agua  hirviendo  se  me  acaba  de  romper;  y 
solo  quedo  depend.^^  de  uno,  expuesto  á  la  misma  des- 
gracia, y  sin  recurso.  Yo  tiemblo  al  considerar  q.^  pue- 
do perderlo,  y  con  el  las  mas  brillantes  ocaciones  de 
dar  la  ultima  mano  á  esta  materia  importante.  Díg- 
nese Vm.  socorrerme  en  esta  grande  necesidad  con 
algunos  buenos  Thermometros,  y  demás  instrum.<^°^  que 
he  indicado  á  Vm.  en  mis  anteced.*''  y  principalm.**  el 
Chronometro,  y  Telescopio.  Por  falta  del  primero  dexo 
de  citar  en  longitud  tantos  puntos  interesantes  p.^  mi 
carta,  y  tengo  q.®  trasladar  á  Ibarra  una  péndola  fasti- 
diosa. 

Mañana  22  parto  p.^  Ibarra  á  la  expedición  q.'  tengo 
comunicada  á  Vm, ,  y  de  donde  remitiré  á  Vm.  todas  las 
noticias,  y  quanto  ocurre  de  este  viage.  Vm.  no  olvide 
á  Caldas,  como  el  no  pierde  un  momento  de  vista  á  su 
ilustre  Protector  á  q."^  le  desea  la  salud  completa,  y  una 
larga  vida,  y  q  *  ocupe  en  quanto  fuese  de  su  agrado  á 
su  afmo.  y  tiernam.^'  am.<^^  de  Vm. 

Fran.'^  Joseph  de  Caldas. 


S.i^  D.«  D.^'  José  Celestino  Mutis. 

Ibarva y  Agosto  Z/Z02, 

Mi  Padre,  y  mi  Benefactor:  sin  veer  cartas,  é  igno- 
rando q.**^  V.  se  haya  dignado  comunicarme   en   este 


—  i88  — 

correo,  voy  á  poner  á  V.  quatro  letras  precipitadamente 
dando  parte  de  los  progresos  de  mis  operaciones. 

Ya  anuncié  á  V.  q.*  salia  de  Quito  el  22  lo  que  veri- 
fiqué el  23  del  pasado,  y  lentam,*®  me  he  transportado  á 
esta  Villa.  En  mi  transito  he  colectado  muchas  plantas 
de  diferentísimos  niveles,  y  entre  ellas  no  conozco  un 
gran  numero.  Todas  están  esqueletad.^  y  descriptas. 
Subí  al  cerro  de  Cotacache,  en  un  dia  terrible  y  horro- 
roso. Un  viento  glacial,  acompañado  de  granizo  nos 
elaba:  las  nieblas  nos  cercaban  p.^'  todas  partes  y  nos 
robaban  todos  los  objetos.  Este  obstáculo  invenzible  me 
pribo  de  m.^  operación.^  topográficas  q.*  me  preparaba 
á  executar  desde  una  elevación  tan  prodigiosa,  y  segu- 
rara.^* con  utilidad  de  nra.  Geografia,  principalm.'*  de  la 
parte  occid.^  de  la  gran  cordillera  p.^  donde  se  trata 
hoy  restablecer  el  camino  de  IMalbucho  q.*  comunica 
estas  provincias  con  las  costas  del  Pacifico.  A  fuerza  de 
valor  y  constancia  pudimos  subir  hasta  las  17  pulg.  6 
lin.  de  nro.  Barómetro,  6  lin.^  menos  q."  el  termino  de 
'la  nieve  perman.'®  Aqui  verifique  mi  observ."  del  agua 
hirviendo,  que  aun  no  he  calculado,  ni  verificado  en 
Ibarra  mis  corresp.*^^  p.^  q.*  me  sirvan  de  puntos  de 
comparación.  Yo  habria  repetido  esta  observ."  á  las 
18,  19,  20  &.^  pulg.^  del  Barom.^,  pero  la  noche  nos 
instaba  á  bajar  con  precipitación,  pena  de  dormir  entre 
los  rigores  de  la  nieve  y  de  tod.^  los  meteoros.  Hay 
m.^  particularidad. s  q/  notar  en  esta  montaña.  La  vege- 
tación, que  hace  mi  primer  objeto,  no  guarda  las  leyes 
del  nivel  q.^  he  observado  constantem."  en  todos  los 
cerros  elevad.'^  q.®  conozco  y  he  escalado.  Ya  se  sabe 
que  el  bosque  existe  hasta  cerca  de  19  pulg."^:  que  des- 
pués sigue  la  paja  hasta  las  17,  q.*  desde  aqui  hasta  las 
16  es  arena,  estéril,  y  de  las  16  hasta  el  extremo  se 
mantiene  la  nieve  perman'^  Pero  en  Cotacache  esta  todo 


—  1^9   — 

bien  dif/'  No  hay  bosque  en  sus  faldas,  y  todo  el  no 
contiene  sino  paja  desde  las  20  p.^  hasta  las  16,  en  que 
comienza  la  nieve.  Apenas  se  hallará  sobre  la  tierra 
montaña  mas  pobre  de  vegetación.  El  Fraylejon  (q.^  el 
señor  Barón  me  dice  ser  una  de  las  plantas  de  la  Flora  de 
Bogotá  con  el  nombre  de  Ezpeletecia)  no  se  halla  sobre 
esta  montaña.  No  obstante  he  bajado  una  Genciana,  un 
Rammculo,  m.^  singenesias,  una  Valeriana,  una  Siver- 
tia,  un  Lupino^  dos  Geranios,  &  *  A:.^  y  una  Trianiria 
monogynia  que  tiene  caracteres  bien  particulares,  y  que 
creo  no  está  entre  mis  libros,  ^'será  acaso  un  genero 
nuevo?  En  el  mismo  caso  creo  á  otra  Trianiria  digynia. 
Mucho  siento  la  estrechez  del  tiempo,  q.®  no  me  permi- 
te unir  á  esta  sus  descripción. =  y  hablar  á  V.  largamen- 
te sobre  Botánica.  Yo  he  resuelto  formar  en  Quito  mu- 
chas memorias,  una  sobre  Botánica  en  que  manifieste  á 
usted  todos  mis  trabajos  sobre  este  ramo,  y  todas  mis 
dudas.  Entonces  desahogaré  mi  pasión  p.''  este  bello 
ramo  de  Hist.^^  Nat.^ 

He  fixado  en  latitud  astronomicam.^^  todos  los  luga- 
res de  mi  transito,  he  levantado  la  carta  del  pais  q.*  he 
recorrido,  he  formado  las  vistas  de  Caj^ambe,  Cotaca- 
che,  é  Imbabura,  tengo  bosquejada  la  nivelación  de  mi 
camino,  las  alt.^  del  mercurio  en  todos  los  puntos  prin- 
cipales, y  en  fin  otras  m.^  cosas  .q.**  comunicaré  á  V.  de 
Quito.  Actualm.'*"  me  ocupo  en  medir  una  base  en  las 
inmediación.^  de  Ibarra  con  ra.^  miras:  la  primera  es  de. 
term.inar  geometricam.*^  la  altura  perpendicular  de  va- 
rios puntos  en  las  faldas  de  Imbabura,  para  verificar  en 
ellos  mis  observ.^  del  Barom.°  y  examinar  si  las  formu. 
las  de  Schevrbuch  y  Tralles  combienen  también  en  la 
Zona  Tórrida  y  grandes  elev.^  como  en  la  zona  Templa- 
da y  á  medianas  alt.^  Yo  creo  q.^  aun  no  se  ha  pensado 
en  sugetarlas  á  este  exam."  baxo  de  la  linea.  Yo  siento 


—  190  — 

no  tener  á  mano  una  obra  de  estos  sabios  p.^  dirigir  mis 
operación.^  La  segunda  mira  con  mi  base,  es  un  plano 
geom.°  de  estos  paises,  y  enfin  la  velocidad  del  sonido, 
y  rectificación.^  de  mis  instrum.**^^. 

El  correo  se  cierra;  yo  deseo  q.'  V.  se  mantenga  con 
una  salud  perfecta  y  q.^  mande  con  imperio  al  mas  agra- 
decido y  amante  de  V. 

Fran.c^  Joseph  de  Caldas. 


Ihavva y  SeptJ  23/002. 

Mi  amadísimo  y  generoso  benefactor:  concidero  á  us- 
ted deceoso  de  saber  de  mi  y  de  los  progresos  de  mi 
expedición,  y  yo  no  lo  estoy  menos  de  dar  cuenta  exac- 
ta de  mis  operaciones.  No  es  posible  mantener  una  con- 
testación sin  interrupción  en  el  tiempo  de  mis  correrías 
botánicas.  Es  preciso  retirarse  en  paz  de  nras.  amadas 
plantas  á  lugares  miserables,  y  de  donde  no  hay  comu- 
nicación. Esta  ha  sido  la  causa  de  la  falta  de  mis  cartas 
en  los  dos  correos  anteriores.  Ahora  voy  á  reparar  esta 
falta  del  modo  posible. 

He  recibido  bien  atrasada  la  apreciabilisima  de  V.  de 
21  de  Julio.  ¿Como  explicaré  á  V.  los  movimientos  de 
mi  alma  quarrdo  veo  letra  de  mi  buen  Padre?  Yo  confie- 
so con  sinceridad  q.^  no  me  canso  de  veerlas.  V.  parece 
q.^  quiere  acumular  sobre  mi  todos  los  beneficios  de 
q.^  es  capaz:  ya  me  ofrece  un  Chronometro  y  el  Teles- 
copio, y  ya  estoy  en  el  pie  de  no  envidiar  á  nadie  en 
materia  de  instrum.*-'^^  p.''  sola  la  bondad  del  generozo 
Mutis.  Yo  no  hallo  voces  p.^  expresar  á  V.  mi  recono- 
cimiento; pero  espero,  q.^  ya  q.^  mi  voz  no  lo  puede,  lo 


—  191  — 

puedan  mis  trabajos.  Todos,  ilustre  sabio,  si  algo  valen, 
están  á  los  pies  del  autor  de  mi  fortuna,  yo  no  trabaxo 
sino  para  mi  Protector,  yo  no  existo  sino  para  Mu- 
tis, y  si  consigo  darle  gusto  ya  están  coronadas  mis  fa- 
tigas. 

Yo  he  ofrecido  á  V.  q/  la  Botánica  será  el  objeto  fa- 
vorito de  mi  viage,  y  ya  he  comenzado  á  cumplir  esta 
ley  dictada  p.^'  V.  en  una  de  las  cartas  con  que  me  ha 
honrado.  Yo  voy  á  dar  cuenta  de  mis  trabajos  en  este 
genero. 

Mis  conocimientos  botánicos  son  cortos,  mis  libros 
son  pocos  y  la  vegetación  inmensa.  El  camino  q.^  he 
tomado  p.'  salir  con  felicidad  de  este  laberinto,  es  re- 
cogerlo todo,  describirlo  todo,  y  diseñar  lo  mas.  Se 
q.*  gran  parte  será  conocido,  se  también  q."  habrá  mu- 
cho nuevo.  A  juzgar  p.^  miserables  libros  ya  he  hallado 
m.''  géneros  nuevos.  He  resuelto  ir  remitiendo  á  V.  por 
los  correos  mis  descripciones  y  diseños  p.^  q.'  me  con- 
zuele  é  ilustre  el  primer  Botánico  de  la  nación.  ¿No  de- 
ben tener  envidia  de  mi  los  discípulos  de  Jusieu  y  de 
Lamark.^  Yo  quisiera,  virtuoso  sabio,  remitir  q.to  he  tra- 
bajado en  cerca  de  ico  plantas  q.^  he  podido  recoger, 
diseñar  y  describir  en  los  dias  que  llevo  de  expedición: 
pero  lo  haré  consecutivam.'^^^,  como  digo,  por  los  co- 
rreos. 

Sobre  Imbabura,  montana  de  q."  tengo  tanto  q.^  de- 
cir á  V.  he  hallado  una  Syngenesia  poligamia  igual^ 
q.^  me  ha  parecido  nueva.  Ella  es  del  orden  dicho,  y 
posé  10  cordas  en  la  base  de  las  anteras^  como  en  la 
ínula,  cuyo  carácter  se  habia  creido  distintivo  de  este 
genero  respecto  á  todos  los  conocidos.  Me  ha  parecido 
singular  y  remito  á  V.  un  diseño  imperfecto,  hecho  á 
lápiz  sobre  esta  montaña  y  la  descripción  q.*  he  podido. 
Yo  espero  q.'=  V.  se  digne  corregirme  esta  p.^  enmen- 


—  192  — 

darme  y  formarme  y  hacerlo  mejor  en  lo  sucesivo.  Tan 
generoso  como  es  V.  con  el  dinero  y  con  los  instrumen- 
tos, sealo  también  del  inmenso  tesoro  de  sus  conoci- 
mientos, instruyame,  fórmeme  botánico. 

Oyga  V.  ahora  algo  de  mis  trabajos  sobre  otros  ra- 
mos. Concluí  la  base  en  las  inmediación.^  de  Ibarra  de 
1855  varaS;  he  medido  el  volcan  apagado  de  Imbabura 
sobre  cuyas  faldas  está  esta  villa  y  un  num.*'  considera- 
ble de  población.^;  por  una  red  de  triángulos  he  levan- 
tado la  carta  de  este  pais  y  el  plano  del  volcan,  de 
quien  he  tomado  4  vistas  de  los  puntos  cardinales.  Yo 
he  puesto  mi  atención  con  preferencia  sobre  esta  monta- 
ña p.^  que  nada  se  sabe  hasta  el  dia  de  ella.  Los  SS.  Aca- 
démicos y  el  S^Baron  le  despreciaron  absolutamente. 
He  subido  dos  veces,  y  he  escalado  este  espantoso  ce- 
rro. El  asunto  es  serio  y  merece  referirse  con  alguna  ex- 
tencion.  Yo  voy  á  copiar  mis  diarios,  y  si  V.  me  ama 
creo  se  estremeserá. 

«Asi  q.''  dieron  abiso  q.''  nras.  cabanas  estaban  cons- 
truidas no  pensamos  en  otra  cosa  q.*  en  verificar  nues- 
tra subida.  El  14  de  Sept.'  de  802  fue  el  destinado  para 
un  viage  q.^  me  tocaba  tanto  y  m.e  llenaba  de  entusias- 
mo. Arm.ado  de  mi  Barom.°,  Term.°,  Octante  y  Bruxula 
partimos  con  m.^  indios  prácticos  de  la  montaña.  Gas- 
tamos 5.^^  en  montar  hasta  nras.  cabanas  q.*  estaban  en 
17.°  11.^  Era  ya  medio  dia  y  no  pudimos  emprehender 
la  subida,  y  resolvimos  dexarla  p.*  el  dia  sig.^^  Envuel- 
tos en  nubes  y  penetrados  de  frió  pasamos  la  tarde,  y 
yo  la  ocupe  en  describir  y  diseñar  algunas  plantas.  Mi 
Term.°  no  subió  de  4  %  grados  sobre  la  congelación. 
Las  cabanas  no  tenian  toda  la  capacidad  necesaria  para 
mantenerse  un  hombre  en  pie,  y  estaban  muy  mal  cu- 
biertas p.^^  los  Indios...  Yo  esperaba  con  impasiencia  la 
venida  de  la  luz,  en  el  instante  q.^  la  persibi  estaba  en 


—  193  -^ 

pie  y  comensé  á  disponerme  p.^  un  viage  q.«  tanto  de- 
ceaba.  Con  un  báculo  en  la  mano,  y  presedido  de  3  In- 
-dios  cargados  ligeram.*®  de  mis  instrum.*»-  partí  de  nues- 
tras cabanas  con  una  alegría  y  un  entusiasmo  extraor- 
dinario. Comenzamos  á  escalar  esta  terrible  montaña. 
El  cráter  es  inaccesible  p.^'  todas  p.^^^  excepto  p.'"  la  del 
este,  q.^  seguram.t^  fue  p.''  donde  arrojó  todo  el  mate- 
rial al  tiempo  de  su  erupción.  Este  lado  no  se  compone 
de  otra  cosa  q.^  de  grandes  trozos  de  roca  despedasada 
y  amontonados  confusam.^^  unos  sobre  otros.  No  se 
puede  dar  un  paso  sin  horror,  y  en  la  orilla  de  espanto- 
sos precipicios.  El  sendero  apenas  tiene  V3  de  ancho  y 
no  es  otra  cosa  q.^  escalones  cabados  en  la  roca  p.^'  los 
Indios  q.«  tienen  el  triste  y  terrible  empleo  de  baxar 
nieve  á  Ibarra.  En  algunas  partes  es  preciso  asirse  de 
las  pajas  con  las  manos  p.^  no  presipitarse  en  200,  ó 
,  300  v.^  de  profundidad.  Yo  he  visto  con  espanto  el  lu- 
gar en  q.^  se  presipitó  uno  de  estos  infelices  q.^°  volvia 
cargado  de  nieve.  Desde  nras.  cabanas  comensamos  á 
caminar  sobre  nieve  p/  la  mucha  q.^  habia  caido  la  no- 
che presed.^<^  El  frió  era  penetrante  y  mi  Term.°  al  na- 
cer el  sol  señaló  }4  grado  baxo  de  la  congelación.  To- 
dos los  escalones  estaban  cubiertos  de  granizo,  y  hacia 
mas  terrible  la  subida  p.''  lo  poco  firme  del  paso,  y  so- 
bre todo  por  habérseme  entorpecidos  los  pies  con  el  frió 
q.*  se  aumentaba  p.'^  momentos.  Yo  deceaba  con  ardor 
veer  este  cráter  desconocido,  y  desprecié  todos  los  peli- 
gros. De  presipicio  en  presipicio  llegamos  á  las  9  de  la 
mañana  á  la  orilla  del  cráter  agotad."  de  sudor  y  de 
cansancio.  ¡Que  espectáculo!  El  horror,  y  un  secreto 
placer  se  apoderaron  de  mi  alma.  No  me  cansaba  de 
veer  y  de  admirar  de  cerca  á  esta  naturaleza  espantosa. 
Bocas  quemadas,  y  destrozadas,  puntas,  pómez,  arena, 
azufre,  nieve,  greda,  presipicios  y  confusión  eran  los 

13 


—   194  — 

objetos  q.«  se  presentaban  á  mis  ojos.  Yo  me  mantube 
largo  tiempo  en  considerarlos,  y  en  compararlos  con  los 
q.«  habia  visto  en  Pitchincha.  Si  la  inmensa  boca  de 
este,  presentó  á  Mr.  de  la  Condamine  una  viva  imagen 
del  chaos  de  los  Poetas,  ¿que  le  habria  parecido  la  de 
Imbabura  q.^  aunque  menor  en  su  diámetro  es  sin  com- 
paración mas  horrorosa  q.*  la  de  Pitchincha?  Imbabura 
es  una  Montaña  aislada  y  solitaria  q.*  se  acerca  á  la  fi- 
gura de  un  cono  truncado.  Toda  esta  inmensa  masa  esta 
comp.*^  de  piedra  suelta  y  de  cascajo  amontonado  des- 
de su  base  hasta  17  >i  pulg.^  de  elevación,  sin  ninguna 
organisacion  y  sin  seña  de  capas.  Sobre  esto  sienta  la 
roca  de  la  cima,  de  un  bello  pórfido  y  en  q.*  esta  esca- 
bado  el  cráter.  Este  ocupa  toda  la  cima  de  la  montaña, 
tiene  la  fig.**  de  un  amphiteatro  circular,  y  no  esta  roto 
sino  p.''  la  parte  del  Este.  El  bordo  es  de  rocas  despe- 
dasadas  y  tienen  la  fig.*  de  una  cresta  circular,  q.j  ten- 
drá de  3-400  v.^  de  diámetro.  Las  pared. "^  interiores  del 
cráter  no  están  tajadas  perpendicularm.^^:  tienen  una 
pend.*^  rápida,  q/  se  van  á  unir  en  un  punto,  acercán- 
dose á  la  fig."  de  un  cono  inverso.  Por  la  parte  occiden- 
tal hay  un  plano  entre  la  cresta,  y  el  punto  en  que  co- 
mienza la  inclinación.  Se  distingue  muy  bien  p.^  esta 
parte  una  roca  q.®  parece  precipitada  sobre  el  cráter  al 
tiempo,  ó  después  de  la  erupción.  ;Quien  sabe  si  fue  la 
parte  superior  de  este  volcan,  q.^  faltándole  apoyo  por 
el  material  arrojado  en  la  erupción  se  presipito  den'.ro 
de  la  boca?  Esta  parte  es  de  roca  ó  pórfido  hecha  peda- 
sos  y  conglomerados  p.'^  medio  de  una  materia  q.*  pare- 
ce azufre  convertido  ya  en  higado  p.^  alguna  materia 
alkalina,  y  de  q.®  tengo  muestras.  Lo  restante  ^de  la 
boca  es  de  arena  y  greda  mezclada  con  azufre.  En  par- 
tes se  ve  la  piedra  pómez  en  pequeños  y  en  grandes 
trozos.  Yo  conocia  la  altura  de  la  cresta  por  mi  medida 


—  195  — 

geométrica  y  deceaba  conocer  la  profundidad  de  este 
cráter  p.^  medio  del  Barom.°  llevado  al  fondo,  y  tomar 
muestras  de  las  diversas  materias  de  q.*  se  componía,  y 
resolví  baxar  á  este  abysmo.  Quando  estaba  en  estas 
consideraciones  y  proyectando  el  modo  de  descender  se 
presipito  gran  cantidad  de  piedras  y  arena  del  borde 
del  Sur  en  el  fondo  de  esta  boca,  lo  q.*  me  hizo  adver- 
tir un  nuevo  peligro,  q/  no  habia  tenido  presente  hasta 
este  momento.  Nros.  Íbamos  al  punto  mas  peligroso  y 
en  q.^  iban  á  parar  todas  las  materias  desprendidas  de 
la  circunferencia:  yo  lo  veia,  pero  el  deceo  de  medir  su 
profundidad,  y  de  tocar  de  cerca  este  lugar  de  horror, 
me  resolvió  á  arriesgarlo  todo,  y  comenzamos  á  bajar 
por  el  lugar  q.*  nos  pareció  menos  rápido  y  peligroso. 
Me  presedia  un  Indio  practico  de  la  montaña  cargado 
con  mi  Barom.°,  y  yo  le  seguía  i  s  ó  ^  pasos  de  distan- 
cia. Ya  habíamos  baxado  como  V3  de  la  profundidad 
quando  se  presenta  una  pendiente  rapidísima  de  piedra 
pómez,  reducida  á  pequeños  pedazos:  yo  vi  que  mi  guia 
la  atravezaba  con  facilidad,  p.«  buscar  en  el  lado  opues- 
to una  canal  hecha  p.'"  las  aguas  q.*  facilitaba  el  des- 
censo. Esta  pend.^^  de  pómez  era  peligrosa,  pS  q.®  tenia 
como  100  varas  de  longitud,  q.®  iva  á  terminar  en  rocas 
terribles,  al  fondo  mismo  del  cráter.  Yo  temi,  pero  la 
facilidad  con  q.^  habia  pasado  mi  guia  me  animó  y  en- 
tré en  el  peligro.  Apenas  habia  dado  3  pasos  sobre  la 
pómez  quando  veo  q.^  todo  se  remueve,  y  no  pudiendo 
sostenerme  en  pie  me  siento,  y  aun  en  esta  situación 
comienzo  á  precipitarme  hacia  el  fondo  de  este  espan- 
toso cráter:  creo  llegado  el  fin  de  mi  vida,  y  doi  una 
voz  á  mi  guia.  Este  Indio  generoso  vuelve  la  vista,  me 
vé  perdido,  se  abanza  hacia  mi  con  una  intrepidez 
inaudita,  se  arroja  al  mismo  peligro  en  q.*  me  veia, 
me  ase    del   brazo    derecho,   me  arroja  á  dos   varas 


—  196  — 

del  presipicio  y  me  da  la  vida.  Mi  alma  pasó  en  este 
momento  de  todos  los  horrores  de  la  muerte  á  los  senti- 
mientos del  mas  dulce  y  vivo  reconocimiento.  Ah! 
transportado,  beso  la  mano  de  mi  libertador  y  le  testi- 
fico de  todos  modos  mi  agradesimiento.  Este  Indio  se 
llama,  p.'"  q  ®  es  justo  nombrarle  Salvador  Chuqnin. 

Repuesto  de  la  abentura  pasada  no  pensé  sino  en  con- 
tinuar mi  descenso^  lo  q.^  conseguí  con  felicidad.  Yo 
temblaba  en  el  fondo  de  este  cráter,  p.^'  q."  p.^*  todas 
partes  nos  amenasaban  las  rocas,  y  creo  q.*  al  menor 
viento  habríamos  todos  peresido  baxo  de  alguna  de 
ellas.  Por  fortuna  nra.  cesó  mientras  nos  mantubimos 
en  esta  región  del  espanto  y  del  horror,  y  no  pensé  en 
otra  cosa  q.^  en  hacer  mi  observ.^^  del  Barom.°,  q.*  se 
sostubo  en  17  pulg.^  justas.  Inmediatam.**  comenzamos 
á  subir  p.^  el  lado  opuesto  p.^  reconocer  completamente 
el  cráter.  Era  necesario  ponernos  á  grandes  distancias 
unos  de  otros  y  subir  con  el  mayor  pulso,  p.'"  q.^  todo 
se  desmoronaba,  y  una  imprudencia  del  primero  habría 
hecho  perecer  á  los  q.'  le  seguian  con  alguna  piedra  que 
rodase.  Subimos  paso  á  paso  hasta  los  2/3  y  ^^  esta 
elevación  se  resistió  mi  guia  y  me  advirtió  que  era  pre- 
ciso volver  sobre  nros.  pasos  al  fondo  del  cráter  p.^  to- 
mar el  mismo  sendero  q.®  nos  habia  conducido  á  él.  Te- 
nia, lo  escribo  con  horror,  q."  volver  á  pasar  p.''  el  mis- 
mo presipicio  en  donde  había  estado  p.*  perecer.  Yo 
hice  presente  á  mi  Chuquin  el  horror  q.'  me  causaba 
volver  p.i'  el  mismo  lugar  y  lo  empeñe  en  buscar  otro 
camino  qualquiera.  El  gastó  algún  tiempo  en  reconocer 
el  terreno,  y  volvió  diciendo  q.^  no  quedaba  otro  recur- 
so para  salir  de  este  lugar  q.^  tomar  el  mism.o  camino 
ú  otro  mas  peligroso  q.^  el  primero,  pero  de  piedra  so- 
lidísima. Yo  medité,  vi  mi  nuevo  sendero  y  temblé.  Es- 
taba entre  Syla  y  Caribdes;  pero  era  preciso  resolverse 


—  197  — 

con  prontitud  antes  de  perecer  p/  alguna  roca  despren- 
dida de  lo  alto  p.'^  el  viento.  Elegi  á  todo  riesgo  el  ca- 
mino de  piedra  y  comenzamos  á  salir.  Una  profundidad 
espantosa  á  la  derecha,  otra,  aunq.^  menor  á  la  izquier- 
da, me  esperaban  al  menor  desliz  en  mis  pasos.  Con 
manos  y  con  pies  nos  afirmábamos  p.''^  subir  esta  terri- 
ble roca,  llenos  de  sudor  y  de  cansancio  ganamos  con 
felicidad  el  labio  de  la  boca  p.^'  donde  habíamos  entra- 
do. Aqui  descansamos  p."^  poder  atrabezar  los  presipi- 
cios  q.*  nos  esperaban.  Para  el  colmo  de  nros.  trabajos 
comenzó  á  nevar  y  á  caer  unas  pequeñas  telas  de  yelo 
de  23  lineas  en  quadro  q.*  en  el  pais  llaman  Papa- 
Cava.  Este  granizo  nos  mojó  el  sendero  y  lo  puso  en 
estado  de  no  poder  dar  paso  sin  riesgo  de  la  vida.  Yo 
conoci  esto  temprano,  y  p.^"  consejo  de  mi  Chuquin 
amado  dexé  el  calzado  y  á  pie  desnudo  empesamos  á 
baxar  los  terribles  presipicios  q.^  habíamos  subido  por 
la  mañana.  En  algunas  partes  era  necesario  caminar 
sentado  p.^  no  perecer.  En  fin,  á  fuerza  de  constancia  y 
de  maña  volvimos  bien  tarde  á  nras.  chozas,  q.*  no 
distaban  del  cráter  mas  de  V2  legua  p.^  el  ayre.» 

Yo  concluyo  esta  recordando  á  V.  los  Termom.'  pues 
no  tengo  uno  bueno  p.*  las  observación. ^  del  calor  del 
agua, 'y  q.*  V.  cuente  con  q."^*'  puede  su  admirador  y 
eternam.t^  reconocido, 

Fran.co  Joseph  de  Caldas. 


S.''  D.'^  D."  Joseph  Celestino  Mutis. 

Otábalo  y  Nóv.^  7  de  802. 

Mi  amadísimo  Protector:  concluidas  mis  operaciones 
en  diversos  géneros,  y  al  parecer  agotados  los  vegetales 


de  Ibarra,  dexé  á  esta  Villa,  y  me  transporté  á  Otábalo 
p.^  reconocer  la  montaña  de  Mojanda  abundante  de 
plantas,  y  q.*  creo  es  la  base  de  un  volcan  apagado,  y 
tal  vez  primitivo;  p.*'  veer  el  lago  de  Cuicocha;y  al  mis- 
mo Cotacache  p.''  el  sur.  Ha  como  tres  semanas  q.*  exis- 
to en  este  bello  asiento  trabaxando  en  los  objetos  de 
nra.  expedición.  No  he  abanzado  como  pensé,  p.'"  que 
llueve  casi  sin  interrupción:  los  caminos  son  de  lo  mas 
malo  de  America  en  un  terreno  gredoso  y  desigual,  las 
nubes  me  roban  las  montañas,  y  los  astros,  y  apenas 
puedo  dar  un  paso  en  la  Astronomía  y  la  Geografía. 
Pero  por  fortuna  los  rigores  del  invierno  no  dañan  al 
objeto  favorito,  á  la  Botánica.  Yo  voy  á  dar  á  V.  cuen- 
ta de  mis  ocupaciones  desde  q.^  baxe  de  los  horrores  de 
Imbabura. 

He  nivelado  todos  los  alrededores  de  Ibarra,  y  he 
hallado  p.'^  fruto  de  mis  trabaxos  q.^  todos  son  mas  ele- 
vados q.^  el  plano  en  q.*  existe  esta  Villa,  y  q.*  las  aguas 
de  todas  sus  inmediaciones  refluyen  sobre  ella  sin  otra 
salida  q.*  p.''  el  profundo  lecho  de  Taguando,  pequeño 
rio  á  cuyas  orillas  esta  situada.  He  visto  con  admiración 
q.^  este  se  ha  habierto  paso  p.^  medio  de  una  colina  de 
quien  aun  existe  la  mitad  en  la  orilla  oriental  y  la  otra 
mitad  en  la  occidental.  Estoy  intimam.**  convencido  que 
antes  q."  Taguando  se  habriese  este  paso  toda  la  expla- 
nada sobre  q.*  existe  Ibarra  ha  estado  sumergida  baxo 
de  las  aguas,  ó  lo  q.*  es  lo  mismo,  Ibarra  esta  fundada 
en  el  fondo  de  una  antigua  laguna  desecada.  Tal  vez 
sucedió  esta  revolución  en  el  momento  de  la  erupción 
de  Imbabura,  p.'"  q.'  el  paso  que  hoy  tienen  las  aguas  es 
violento  y  manifiesta  q.*  es  obra  de  fuertes  sacudimien- 
tos. Yo  he  diseñado  esta  colina  partida  p.^  q.*  me  ha 
parecido  merecerlo. 

Mis  proyectos  de  refracciones  astronómicas  en  Iba- 


—  199  — 

rra,  casi  dos  pulgadas  del  Barom."  mas  baxa  q.*  Quito 
han  abortado  miserablem.'*  p.^"  falta  de  un  bárbaro,  de 
un  idiota  q.*  leyera  sobre  mi  Péndola  los  momentos  y 
los  escribiese  en  un  papel.  ¡Que  raros  son  los  hombres 
q.*  aman  las  ciencias  y  el  trabaxo!  Todos  temblaban  al 
oir  mis  propuestas,  y  han  creido  imposible  mantenerse 
6  ú  8  horas  al  pie  de  la  Péndola  contando  los  momen- 
tos. ^-Quanto  me  costo  tomar  alturas  correspondientes 
p.»  el  ultimo  eclypsc  de  Luna.^  Jamas  he  sentido  la  uni- 
dad en  nro.  ser  sino  en  Ibarra,  y  si  me  comparo  á  Gen- 
til en  el  despecho  no  exagero. 

Logré  el  fin  del  eclypse  ultimo  de  Luna  p.*  deducir  la 
longitud  de  Ibarra  el  punto  mas  oiiental  de  mi  expedi- 
ción.    „ 

En  Otibalo  he  medido  una  bace,  y  sobre  ella  he  for- 
mado mi  systema  de  triángulos  p.*  continuar  mi  topo- 
grafía y  medir  el  bello  y  encantador  lago  de  S.  Pablo 
q.^  le  he  hallado  p.^  una  operación  gráfica  de  3.500- 
3.600  varas  de  diámetro.  Digo  una  operac."  gráfica  por 
q.*  no  he  querido  calcular  economisando  el  tiempo,  y 
reservando  estos  trabajos  para  Santafé.  Todos  los  resul- 
tados y  números  q.*  remita  á  V.  en  mis  cartas  son  todos 
aproximados  solam.^^,  reservándome  el  derecho  de  dis- 
minuirlos ó  aumentarlos  p.'"  mis  cálculos  futuros. 

Remito  á  V.  un  monumento  de  los  antiguos  Peruanos 
q."  he  hallado  en  las  orillas  del  lago  de  S.  Pablo,  y  que 
creo  se  ha  escapado  á  las  investigaciones  de  Ulloa.  No 
tengo  el  viaje  de  este  oficial  á  mano  p.^  decidirme,  pero 
no  tengo  especie  de  haberlo  visto  en  él.  Es  un  edificio 
circular  de  piedra  bruta  labrada  unicam.*^-  p.''  el  frente 
y  unida  solidam.*^  con  un  argamaza  en  q.*  no  ha  entra- 
do cal.  Esta  en  gran  parte  arruinado  no  p.''  los  temblo- 
res, ni  p.^'  el  tiempo,  sino  p.'"  la  mano  barbara  del  Cura 
de   Otábalo.  Este  Eclesiástico  ha  creido  útil   deshacer 


200    

este  monumento  precioso,  capaz  p/  si  solo  de  darnos 
luces  sobre  la  Arquitectura,  y  sobre  los  ritos  de  este 
pueblo  el  mas  celebre  del  nuevo  continente,  y  con  su 
material  construir  una  mala  capilla,  q.^  no  exitará  en  lo 
futuro  sino  la  indignación  y  las  criticas  de  todos  los  que 
tengan  algún  gusto  en  el  arte  de  edificar.  Tiene  46  pies 
del  Rey  de  diámetro  interior:  el  grueso  del  muro  4  pies, 
la  altura  14  pies.  No  existe  sino  una  sola  puerta,  y  los 
Indios  me  han  asegurado  habia  otra  diametralmente 
opuesta,  y  en  efecto  hay  una  abertura  en  este  lado. 
Véase  el  plano.  Seguram.*^  conocieron  el  plomo,  pues  lo 
esta  la  parte  q.^  existe.  Parece  q.'  no  llegaron  á  conocer 
el  arte  de  las  bcbedas  ó  cañones,  pues  aun  quando  da- 
ban esta  fig.^  á  sus  puertas  no  colocaban  las  piedras  en 
la  dirección  del  radio,  sino  q.^  buscaban  las  piedras 
chatas  y  largas,  enlasandolas  del  modo  q.*  manifiesta  el 
diseño,  y  llenando  las  cavidades  q.^dexabancon  la  mez- 
cla de  q.^  he  hablado.  Todo  lo  q.'  va  de  negro  en  el  per- 
fil de  la  puerta,  es  lo  q.^  ocupa  la  argamasa.  ¿Con  que 
maderos  cubrirían  este  ancho  edificio,  en  un  pais  en  que 
un  gran  árbol  es  tan  precioso  como  las  piedras  en  el 
baxo  Amazonas?  Confieso  ingenuam.*®  q.^  no  alcanzo  á 
penetrar  este  misterio.  Si  acaso  le  traian  de  los  valles 
inmediatos,  no  hay  voces  p.«  ponderar  los  exfuerzos  y 
el  valor  de  este  pueblo  laborioso. 

El  estado  de  las  Arles  en  general,  y  de  la  industria 
en  particular  entre  estos  pueblos  me  ha  ocupado  algu- 
nos ratos.  Los  Obrages  (asi  llaman  aquí  lo  q.*  en  otras 
partes  se  conoce  con  el  nombre  de  Fabricas)  me  han 
parecido  unas  grandes  maquinas  q.*  influyen  mucho  so- 
bre el  comercio,  la  política  y  las  costumbres  de  esta  pro- 
vincia, y  me  he  aplicado  á  conocerlas  fundamentalmente 
en  su  economía  y  en  sus  maquinas.  He  formado  el  plana 
de  uno  de  ellos,  el  diseño  de  tornos,  telares,  perchas^ 


Adoratorio  de  los  a 
lago  de  S."  Pablo  e 


Diámetro  ini 
Grueso  del  r 
Altura  del  ra 
Altura  de  la 
Ancho  de  es 


Otábalo  y  Noviem 
F.  J.  DE  C 


10 


20 


iíTTTT 


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so 

TI 


40 


Escala  de  40  pies  del  Rey. 


s 

VISTA   DE   OCCIDENTE 

Adoratorio  de  los  antiguos  Indios  situado  en  las  orillas  del 
lago  de  S."  Pablo  en  el  Perú,  en  el  estado  que  tenía  en  Octu- 
bre de  1802. 

Diámetro  interior 46  pies. 

Grueso  del  muro 4  pies. 

Altura  del  mismo 4  pies. 

Altura  de  la  puerta 5  pies  justos. 

Ancho  de  esta 3  pies. 


Otábalo  y  Noviembre  7  de  1802. 
F.  J.  DE  Caldas. 


Perfil  de  la  puerta,  aumentada  ^■^  escal.i  de  1 
y  del  plano. 


20  SO 


mili     I    I    I    I     I 

Escala  de  40  pies  del  Rey. 


20I    

batanes,  q.*  difieren  mucho  de  los  q.*  usan  los  pueblos 
cibilizados.  He  penetrado,  todas  las  operaciones  p.^'  que 
hacen  pasar  la  lana  y  el  algodón,  y  sobre  todo  la  mate- 
ria de  tintes  en  q.*  tiene  gran  parte  la  Botánica.  He  es- 
queletado, diseñado  y  descrito  todos  los  vegetales  que 
sirven  p.*  dar  color  á  nras.  telas.  El  resultado  de  todo 
ha  sido  el  conocim.*°  de  nros.  Indios  y  de  una  parte 
de  su  carácter.  Estos  hombres  han  fundido,  por  decirla 
asi,  las  Artes  y  la  industria  en  la  simplisidad  de  sus  al- 
mas. Todo  lo  q.'  tiene  visos  de  complicado  lo  han  des- 
terrado de  sus  maniobras,  y  han  sabido  sostituir  instru- 
mentos sensillos  y  análogos  á  su  genio.  V.  vera  con  pla- 
ser  sus  tornos,  la  suprecion  de  la  Aspa-de  cuenta,  y 
muchas  piezas  del  telar  común,  sin  faltará  la  exactitud 
de  la  maniobra.  No  negaré  q.*  los  Indios  han  degradado 
las  Artes  del  punto  en  q.'  las  recibieron  de  sus  conquis- 
tadores en  gral.,  pero  ninguno  me  podrá  disputar  en 
vista  de  mis  trabajos  y  observaciones,  o.^  mas  sabios 
q.*  sus  maestros  han  sabido  simplificar  muchas  maqui- 
nas y  muchas  operaciones. 

La  labranza  y  sus  instrumentos  han  llamado  también 
mi  atención.  ¡Que  simplisidad  en  sus  arados!  Yo  los  he 
diseñado  y  he  descrito  las  operaciones  del  campo  como 
se  veen  al  presente.  Los  granos,  las  rayces,  en  fin  todas 
las  plantas  q.*  cultivan  y  q.*  hacen  el  fondo  de  su  ali- 
mento las  he  reconocido,  con  el  tiempo  y  modos  que 
observan  en  su  cultivo. 

En  la  zoología  he  trabaxado  bastante,  principalmente 
en  el  ramo  de  Aves.  Tengo  diseñados,  descritos  y  esque- 
letados muchos  Orlólas,  un  Tántalo,  un  bello  Añade  de 
la  laguna  de  san  Pablo,  tres  especies  de  Trochilas  y 
otros  q.*  no  he  podido  determinar.  Yo  he  comenzado  á 
formar  una  especie  de  herbario  de  pájaros,  permítame 
V.  esta  exprecion,  pues  me  faltan  las  palabras.  La  cosa 


202    

es  asi.  Después  q.*  he  descrito  y  diseñado  la  Ave,  alas, 
cola,  y  pies,  y  extendiéndolas  entre  papeles  como  se 
hace  con  las  plantas,  presentaré  al  sabio  Mutis  una  vis- 
tosa colección  de  lo  mas  rico  y  mas  bello  q.®  tiene  la 
Naturaleza. 

En  la  Botánica  he  trabaxado  sin  limites.  Yo  no  aca- 
baria  si  quisiese  decir  á  V.  todo  lo  q.^  he  colectado  en 
este  genero,  y  seria  en  perjuicio  de  este  ramo  predilec- 
to. De  Quito,  á  donde  me  restituiré  á  principios  de  Di- 
ciembre á  completar  mi  observ."  de  la  amplitud  de  la 
Eclyptica  con  la  del  Solsticio  del  invierno  próximo  re- 
mitiré á  V.  mi  primera  colección,  y  el  tomo  de  descrip- 
ciones, con  todos  los  diseños.  Necesito  formar  una  es- 
pecie de  Memoria  sobre  mis  trabajos  botánicos  p.^  ma- 
nifestar al  primer  Botánico  de  la  Nación  mis  dudas  y 
mis  ignorancias,  y  asi  ilustrado  p.'"  tan  grande  hombre 
partir  á  la  otra  parte  de  esta  provincia  en  conquista  de 
los  demás  vegetales  y  de  las  Quinas.  Yo  espero  que 
V.  me  conteste  á  todos  los  puntos  q.''  contenga,  y  me 
forme  á  200  leguas  de  distancia.  Si  ilustre  sabio.  Cal- 
das espera  sacar  p.'"  fruto  de  sus  trabajos  la  ilustración 
de  mano  del  ilustre  Mutis.  No  quiero  otra  cosa  que 
aprender  y  aumentar  si  es  posible  vra.  gloria.  Todo  lo 
sacrifico  á  la  bondad  de  vro.  generoso  corazón.  Dicho- 
so si  consigo  agradaros,  y  si  mis  fatigas  merecen  la 
aprobación  del  padre  de  nros.  conocimientos. 

V.  me  habla  del  Observatorio  Astronómico  q.^  está 
erigiendo  en  esa  Capital,  y  se  expresa  del  modo  mas 
honorífico  q.''  puede  apetecer  mi  amor  propio.  Pero  no 
me  deslumhro:  mi  primero  y  capital  conocimiento  es 
q.*  no  soy  sabio.  Conosco  la  extencion  de  este  epíteto  y 
me  conosco:  no  lo  meresco,  no  me  lo  dé  V.  en  adelante. 
Déme  V.  el  de  discípulo  y  quedaré  honrado,  y  quando 
V.  me  negase  esta  gracia  yo  me  la  usurparé.  ¡Que  espe- 


—    203    — 

tanzas  tan  lisongeras  se  exitan  en  mi  corazón  quando 
imagino  q.*  algún  dia  he  de  observar  al  lado  del  sabio 
Mutis!  Casini,  Lalande  mismo  embidiarian  mi  suerte. 
Yo  comunico  á  mis  amadísimos  Sinforoso  y  Pombo 
•mis  modos  de  pensar  sobre  las  observaciones  que  de- 
ben executarse  en  el  Observatorio  en  todo  el  dircurso 
-de  mi  viage.  Creo  q.*  sera  de  la  mayor  importancia  que 
V.  haga  trabajar  á  estos  dos  preciosos  jóvenes  en  fixar 
la  latitud  del  Observatorio  entro  de  5"  p.^  observacio- 
nes rigurosas  al  Norte  y  al  Sur  con  pequeñas  estrellas 
bien  conocidas.' V.  sabe  mejor  q/  ninguno  q.*  no  conoce 
hasta  ahora  la  Astronomía  mejor  método  p.*  las  latitu- 
des: en  él  se  halla  la  suma  de  los  errores  del  instru- 
mento q.*  provienen  del  paralelismo  del  anteojo  y  de 
las  diviciones.  Si  se  corrigen  las  refracciones  p/'  el  ca- 
lor y  p/  la  elevación  del  suelo  sobre  el  mar  convinada 
con  las  variaciones  del  Barómetro  é  Higrometro  nada 
dexa  q.*  decear.  Después  de  esta  operación  preliminar 
y  si  se  quiere  antes  de  ella,  debe  V.  hacer  arreglar  una 
péndola,  ó  el  otro  Chronometro  con  alturas  correspon- 
dientes del  Sol,  y  q.*  dirigidos  p.''  V.  estos  bellos  y 
apreciables  jóvenes,  observen  todos  los  eclypses  de  los 
Satélites  de  Júpiter.  A  V.  dexo  la  consideración  del 
grado  de  precisión  q.'  adquirirían  las  observaciones  que 
yo  haga  en  el  discurso  del  viage  sobre  la  rosta  occiden- 
t.i  del  Virreynato.  ¡Que  diferencia  no  hay  entre  la  de- 
terminación de  una  longitud  p.'"  el  calculo  y  por  dos 
observaciones  correspondientes!  Baxo  la  sabia  dirección 
de  V:  ¿de  qué  no  son  capaces  estos  dos  jóvenes  ilustra- 
dos y  laboriosos:  Si  el  virtuoso  y  amable  Arroyo  toma 
parte  en  estos  bellos  é  importantes  trabajos,  tendrá 
V.  la  dulce  satisfacción  de  haber  formado  á  quatro  jo- 
venes  astrónomos,  tres  á  su  lado,  uno  á  200  ó  300  le- 
nguas de   distancia.  A  mi  me  toca   esta   suerte,  ella  es 


204   — 

duia  lo  conozco,  no  p.'"  los  trabajos  inseparables  de  un 
viage,  sino  p/  estar  ausente  y  retirado  del  generoso  y 
sabio  padre  q.*  nos  ilustra.  Ah!  ¡que  gloria  para  mi  po- 
der fixar  mi  primer  meridiano  en  el  Observatorio  del 
ilustre  sabio  director  y  protector  de  mi  viage!  Yo  ten- 
dría la  satisfacción  de  mirar  la  casa  de  Mutis,  esta 
casa  en  que  hacen  su  residencia  las  Ciencias,  y  la  vir- 
tud, como  el  centro  á  q.'  se  refieran  mis  trabajos  astro- 
nómicos y  mi  corazón.  He  aqui  un  nuevo  motivo  para 
amar  la  astronomía.  ¡Que  conzuelo  p.^  Caldas  en  medio 
de  las  soledades  fixar  sus  ojos  sobre  el  mismo  objeto 
en  q.*  tienen  los  suyos  Mutis,  Sinforoso,  Pombo,  Arro- 
yo! ¡Qué  nombres!  ^No  es  este  Casini  rodeado  de  sus 
discípulos  en  S.  Petronio?  Yo  me  desvio,  mi  corazón 
sensible  me  arrastra,  y  me  hace  expresar  de  este  modo. 
Perdone  V.  estas  distracciones  del  amor. 

¿Como  pintaré  á  V.  mi  reconocim.^°  y  mi  felicidad  el 
dia  dichoso  en  q.'  he  recibido  el  Telescopio  y  el  Chro- 
nometro?  ¡Que  grande  es  Mutis!  ¡Que  generoso  es  Mu- 
tis! ¡Que  bueno  es  Mutis!  Estas  eran  mis  palabras,  este 
era  mi  delirio.  ¡O  Dios'  ¿por  que  hacerme  conocer  tan 
tarde  á  hombre  tan  grande:  Yo  mismo  me  irrito  contra 
mi  encogimiento  de  no  haberme  llegado  á  tan  buen  Pa- 
dre en  796  en  que  pude  hacerlo  en  Santafé,  Entonces 
si  merecerla  los  elogios  q.'  hoy  me  prodiga  el  amor  y 
amistad.  Ilustre  sabio,  recibe  mi  alma,  recibe  mi  cora- 
zón: esto  tengo,  esto  os  doy. 

El  Telescopio  llegó  perfectam.*^  bueno,  el  Termome  • 
tro  lo  rompieron  los  conductores,  y  el  mercurio  manchó- 
la caxa  del  Chronometro  y  me  asusto  á  primera  vista 
temiendo  hubiese  calado  y  echado  á  perder  el  instru- 
mento. Por  fortuna  todo  quedo  en  la  caxa  y  la  maquina 
ilesa.  Lo  q.*  me  ha  admirado  es  q.°  no  manchase  ó  se- 
amalgamase  con  el  pie  y  demás  piesas  del  Telescopio  i 


—  205  — 

-quienes  no  ha  tocado  el  mercurio.  ^'Tal  vez  el  bruñido  y 
lo  terzo  de  la  superficie  ha  impedido  q.*  se  una  al  la- 
tón? ^'0  tal  vez  es  alguna  mezcla  sobre  quien  no  obra  el 
mercurio?  El  Microscopio  llegó  también  bueno. 

Mucho  he  sentido  la  perdida  del  Termom.°  p.^  la 
gran  falta  q.*  me  hace  un  par  de  estos  instrumentos. 
Tal  vez  será  mejor  q.^  yo  los  pida  á  Cartagena  al  gene- 
roso ciudadano  Pombo  q.®  ha  querido  partir  con  V.  la 
gloria  de  proteger  esta  expedición,  él  me  ha  escrito  unas 
cartas  q.^  le  honraran  eternam.^^®  y  me  ha  facilitado  mu- 
chos medios  útiles.  Si  es  asi,  es  decir,  si  á  V.  agrada 
haremos  q.'  vengan  p.''  Guayaquil;  pero  pierdo  las  me- 
jores proporciones,  las  más  brillantes  ocaciones  de  per- 
feccionar la  teoria  de  mi  Mem.^  sobre  medir  las  monta- 
ñas p.^'  medio  del  Termom."  En  Quito  es  casi  imposible 
hallar  un  instrumento  semejante.  Por  aqui  conocerá  us- 
ted el  estado  de  la  Fisica  y  de  las  Ciencias  útiles  en 
esta  populosa  Ciudad. 

V.  me  dice  q.*  es  preciso  formar  una  completa  colec- 
ción de  Quinas p.^  responder  alas  injurias  que  han  ver- 
tido contra  V.  los  Peruanos  de  acuerdo  con  el  S.^  Orte- 
ga. Yo  quisiera  una  copia  de  la  Memoria  de  Zea  que  las 
ha  ocasionado,  de  la  contestación  de  esosBotanicos  lo  q.* 
estos  han  publicado  sobre  el  gen.°  Cinchona,  p.^  impo- 
nerme á  fondo  de  los  puntos  controvertidos,  y  poder 
obrar  conforme  á  ellos.  V.  vee  q.^  voy  á  recorrer  unos  pal- 
ees abund.^^'  de  especies  de  este  genero,  y  que  puedo  po- 
ner en  manos  de  mi  benefactor  un  material  con  q.*  pueda 
vindicarse  con  conocim.*°  de  causa.  El  primer  tomo 
de  la  Flora  del  Perú  q.^  vi  con  misterios  en  manos  de 
Bompland,  me  seria  muy  útil  y  quien  sabe  si  necesario. 

V.  cuente  con  el  amor  y  con  el  reconocim.'*^  del  me- 
nor de  sus  discípulos  Q.  B.  S.  M. 

Fran-g*^  Joseph  de  Caldas. 


—  2o6  


S.'"  D/  D."  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Otábalo  y  Nov/  22/802. 

Mi  amadisimo  y  generoso  Benefactor:  presipitada- 
mente  voy  á  decir  á  V.  mis  ocupaciones  en  estos  15  dias 
últimos,  p.^  q.*  el  correo  en  estos  pueblos  miserables 
apenas  se  detiene  102  inoras. 

Verifiqué  ya  mi  subida  á  Mojanda,  montaña  al  S.  de 
Otábalo  q/  toca  ya  con  el  termino  de  la  vegetación; 
todo  él  herizado,  y  despedasado.  Desde  q.*  le  vi  sos- 
peché q.®  fuesen  las  reliquias  de  un  antiguo  volcan, 
y  acabo  de  confirmarme  en  mi  pensam.^°  El  cráter  es 
manifiesto  á  todos  los  q.*  sepan  veer  á  la  naturaleza,  y 
no  sus  apariencias.  Toda  la  cima  esta  cercada  de  una 
cresta  de  piedra  q.^  hoy  sirve  de  bordas  á  una  espacio- 
sa laguna,  y  q.*  en  los  siglos  anteriores  fue  el  foco  del 
volcan.  M.  M.  Bouguer,  de  la  Condamine  ni  le  nom- 
bran, ni  le  pintan  en  sus  cartas.  Yo  la  he  medido  geo- 
metricam.*^,  aun  no  he  calculado,  pero  á  mi  estima  no 
baxa  de  10  v.^  de  diámetro.  Yo  estoy  hallando  arroyos, 
montañas,  lagos,  volcanes  mismos  q.*  han  olvidado  es- 
tos sabios. 

He  baxado  una  abundante  cosecha  de  plantas  que 
actualmente  describo  y  esqueleto.  Creo  q.*  el  genero 
Loasa  merece  reformarse  en  m.^  partes.  El  es  formado 
sobre  una  sola  especie,  yo  acabo  de  hallar  una  en  Mo- 
janda con  los  nectarios  tan  diferentes  de  la  descripción 
que  apenas  se  parecen:  tiene  tres  estigmas,  y  las  ojas 
aovadas  y  opuestas  en  arpa:  no  pincha.  ¿Quien  sabe  si 
los  Peruanos  le  han  hallado.^  ella  habita  en  una  grande 
elevación:  yo  le  vi  entre  18  y  19  pulg.^  de  mi  Baróme- 
tro.  Abunda  una  especie  de  Molina  sin  hojas,  el  tallo 


—    207    -^ 

alado,  con  tres  de  estas,  semi- ovales  y  semi-circulares 
alternadam.*^,  los  ramos  alternos,  erectos;  las  flores 
sentadas,  las  mas  veces  solitarias,  rara  vez  de  dos  en 
dos.  He  baxado  dos  Andrómedas,  un  Vacczuiez,  un  Fian- 
tago  sumam.t^  pequeño  con  otras  muchas  que  aun  no  he 
examinado. 

La  Astronomía  ha  dado  un  paso.  El  Telescopio  q.^  V. 
ha  confiado  á  mis  manos  se  ha  extrenado  con  el  paso 
de  Mercurio  p."^  el  disco  del  Sol.  V.  sabe  la  importan- 
cia de  esta  observación.  Quando  nació  el  Sol  sobre  el 
horiz.*'*  de  Otábalo  estaba  Mercurio  como  en  el  n.  i.  La 
mañana  fue  de  las  mas  bellas,  y  claras  que  puede  de- 
cear  un  amante  de  la  Astronomía.  Logré  con  la  mayor 
felicidad  el  momento  del  contacto  interior  n.  2,  y  el  del 
contacto  exterior  n.  3  á  la  salida.  Yo  habia  tenido  cui- 
dado de  arreglar  el  Chronometro  p.^'  alt.^  corresp.*^^  los 
dias  anteriores,  lo  q.^  hice  también  en  los  q.*  siguieron 
á  este  fenómeno  importante.  ¿Si  habrá  V.  hecho  igual 
observ."  en  Santafé.í*  El  S.''  Barón  de  Humboldt  me  es- 
cribe de  Truxillo  una  carta  larguísima  llena  de  expre- 
cíones  de  cariño  y  de  noticias  de  su  viage:  en  ella  me 
recomienda  esta  observación,  q.*  él  pensaba  verificar  en 
Lima:  tal  vez  ese  cíelo  nebuloso,  y  obscuro  no  se  lo  ha- 
brá permitido. 

Las  terribles  dudas  en  q.^  nos  han  arrojado  Bouguer, 
de  la  Condamine,  y  Juan  sobre  la  longitud  de  Quito  me 
han  empeñado  en  decidirla  p.^  mis  propias  observacio- 
nes. El  Cielo  ha  estado  favorable  á  mis  deceos.  Yo  he 
logrado  á  toda  mi  satisfacción  la  inmercion  del  i.''  saté- 
lite de  Júpiter  sucedida  el  19  de  este  á  la  madrugada. 
Aun  no  he  calculado,  reservando  este  trabaxo  para  Quito. 

No  hay  tiempo  p.*  mas;  V.  cuente  y  mande  con 
imp.°  sobre  q.*^°  puede  su  mas  reconocido 

F.  J.  DE  Caldas. 


—     208 


S.^  D.R  D.N  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Quito  y  Enero  6/803. 

Mi  amadisimo  y  generoso  benefactor:  quatro  meses 
ha  que  vivo  en  una  duda  continua  y  absoluta  de  V.  y 
de  q.*°  pasa  en  Santafé.  ¿'Se  ha  olvidado  de  mi  el  ilus- 
tre Mutis?  ^"No  sabe  q.*  Caldas  está  consagrado  y  ya  no 
existe  sino  p.«  aumentar,  si  es  posible,  su  gloria?  ¿Por 
qué  un  silencio  tan  grande  y  tan  dilatado?  No  se  si  han 
llegado  á  sus  manos  muchas  larguísimas  q.^  son  un  ex- 
tracto de  mis  operaciones  y  de  mis  trabajos,  y  no  sé  si 
vive  mi  ilustre  benefactor.  ¡Que  duda  tan  cruel  p.^  un 
corazón  q.^  ama  á  V.  con  entusiasmo!  Mi  vida  me  es 
poco  apreciable  si  la  comparo  con  la  del  sabio  Mutis. 
¡Que  ansias,  que  deseos  de  saber  del  estado  de  su  salud! 
Ilustre  sabio,  conzuela  al  menor  de  vros.  discípulos,  al 
mayor  de  vros.  admiradores,  y  al  primero  de  vuestros 
amantes  q.*  trabaxa  baxo  de  la  linea,  sobre  las  mayores 
elevaciones  del  globo  p.^  vra,  gloria,  ausente,  y  á  200 
leguas  del  objeto  de  sus  amores.  Ya  me  es  odiosa  la 
llegada  del  correo.  Estos  dias  q.  antes  me  llenaban  de 
conzuelo,  y  de  placeres,  hoy  me  llenan  de  disgustos  y 
aun  de  desesperación.  Mis  amigos,  mis  fieles  amigos 
Arroyo  y  Pombo  parece  q.^  se  han  olvidado  de  mi,  y 
creería  q.^  han  perecido.  Conosco  las  grandes  é  impor- 
tantes ocupaciones  de  V.,  sé  q.^  no  le  queda  tiempo  para 
nada,  y  esto  me  conzuela.  Pero,  ^-p/  que  no  me  ponen 
quatro  letras  mis  amadísimos  Sinforozo  y  Rizo?  Vive 
Mutis,  ha  recibido  sus  cartas:  he  aqui  q.^°  apetesco,  he 
aqui  quatro  palabras  q.^  labrarian  mi  felicidad.  ;Y  me 
negará  V.  esta  satisfacción?  Haga  V.  q.*  su  digno  sobri- 
no, ó  D.  Salvador  Rizo  me  pongan  quatro  letras  todos 


^  209  — 

los  correos.  Perdone  V.  estas  quexas  hijas  de  mi  reco- 
nocimiento y  de  mi  amor. 

El  19  de  Diciemb.^  regresé  á  Quito,  y  terminé  mi 
primer  viage  al  Norte  de  esta  Capital.  Aun  me  habría 
mantenido  en  Otábalo  ocupado  con  nras.  amadas  plan- 
tas; pero  el  solsticio  del  Imbierno  se  acercaba,  y  puedo 
4ecir  q^  se  pasaba,  y  V.  sabe  me  era  precisa  esla  ob- 
servación p."  acompañar  la  que  hice  en  Junio  pasado 
antes  de  comenzar  mi  expedición,  del  solsticio  del  ve- 
rano. Aqui  me  ocupé  el  20  hasta  el  27  en  trabajos  as- 
tronómicos y  atenciones  sociales.  Ahora  arreglo  el  ma- 
terial q.*  he  traido  y  me  dispongo  p/  otras  salidas  á 
las  montañas  inmediatas,  comensando  p.'^  el  inmenzo 
Pitchincha  principalm.*^  p.^'  el  Norte  q.*  no  reconoció 
Mr.  Bompland.  El  2  de  Enero  hice  una  subida  hasta  el 
termino  de  la  vegetación  p.*^  baxar  las  plantas  q.*  con- 
tiene el  Guagua  Pitchincha  (Pitchincha  el  mozo)  y  en 
efecto  baxe  m.^  q.**  hasta  hoy  me  ocupan.  Vi  con  admi- 
ración sobre  la  roca  misma  una  planta  femenina  de 
Ephedra  de  quien  acababa  de  veer  otra  en  Guaillabam- 
ba  á  22  X  pulg.s  del  Barom.°  Se  q.*  la  hay  en  Guaya- 
quil, y  si  esto  es  asi  tenemos  q.^  la  Ephedra  es  una  de 
aquellas  plantas  q.*  pueden  vegetar  en  todas  las  eleva- 
ciones posibles.  La  p.^^  mas  elevada  de  esta  punta  es  de 
pórfido  ordinario  esquitoso,  con  sus  capas  colocadas 
casi  verticalm.t^ 

En  Otábalo  he  logrado  muy  bellas  observaciones  as- 
tronómicas. Dos  inmerciones  del  i.«^  Sat.'^  de  Júpiter 
me  han  fixado  el  meridiano  de  este  pueblo  de  un  modo 
satisfactorio,  y  á  el  viene  ajustado  el  Chronom.",  con 
cuyo  auxilio  he  determinado  la  longitud  relativa  de 
Cuicocha,  Cayamba,  Guaillabamba.  El  Barom.°  me  ha 
ocupado  mucho  en  estos  últimos  dias.  He  emprendido 
hallar  sus  variación.'^  relativas,  y  p.^  ello  he  montado 

14 


tres  tubos,  los  he  llenado  en  Otábalo,  los  he  transporta- 
do llenos  á  Cuicocha,  á  Cayamba,  á  Guaillabamba,  á 
Quito,  y  mis  resultados  parecen  importantes  y  curiosos. 
Ojala  los  limites  de  una  carta  permitieran  aclarar  y  ana- 
lizar mis  ideas  sobre  este  punto;  pero  breve  tendré  la 
satisfacción  de  comunicar  á  V.  todos  mis  resultados. 

Yo  trabajo  con  ardor  en  el  ramo  favorito  de  nro.  via- 
ge,  en  la  Botánica:  he  acopiado  mucho  y  estoy  acopian- 
do continuam.*®  Quando  haya  visto  y  recorrido  áNono, 
Lloa,  Machache,  Antisana  &  &,  quando  haya  agotada 
las  plantas  de  las  5  leguas  de  Quito  pienso  hacer  mi 
primera  remisión  con  todos  los  demás  objetos  de  histo- 
ria nat.'  Entretanto  conzueleme  V.  en  mi  destierro,  di- 
game  los  modos  de  executar  mis  proyectos  y  mande  con 
absoluto  imp.°  sobre  q.^°  puede  el  mas  reconocido,  ad- 
mirador y  amante  de  V. 

Fran.<=o  Joseph  de  Caldas. 

P.  D. — Cotopaxi  nos  ha  asustado  el  4  de  este:  á  las 
7  de  la  mañana  comensó  á  arrojar  una  nube  espesa  de 
polvo  menudisimo  q.e  llego  á  las  3  leguas  de  su  circun- 
ferencia: es  de  color  cinéreo,  con  olor  de  azufre,  y  pa- 
rece pómez  pulverizada:  fundió  alguna  nieve,  y  aumen- 
to los  rios;  pero  g.^  á  la  Divina  Prov.*  sin  malas  conse- 
quencias. 

S.'"  D.''  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 


Quito  y  Febrero  20/803. 

Mi  generoso  Benefactor:  muchas  he  escrito  á  V.  y  ha 
mas  de  siete  meses  q.*  ignoro  el  estado  de  su  salud,  y 
miras  cientificas.  Este  largo  silencio  que  tanto  me  aflige 


lo  atribuyo  á  las  graves  é  importantes  ocupación.*  de 
V.:  la  Divina  Provid.*  permita  sea  esto  solo,  y  no  ten- 
gan en  esto  ninguna  parte  las  enfermedades. 

Yo  trabajo  sin  intermicion  en  todos  los  ramos  que 
hacen  el  objeto  de  mi  viage.  Desde  el  rr.es  de  Dic*  del 
año  pasado  me  restitui  á  Quito  en  donde  me  he  mante- 
nido hasta  el  dia,  haciendo  salidas  á  los  lugares  mas 
abund.^^^  de  plantas,  y  aprovechando  los  instantes  que 
dexan  libres  las  nubes,  en  mis  observ.^  astronómicas.  En 
esta  parte  he  sido  mas  feliz  q.*  el  S."^  Barón  de  Hum- 
boldt.  Este  sabio  apenas  consiguió  en  su  larga  residen- 
cia aqui  dos  inmercion.*  de  los  Satélites  de  Jup.^,  y  yo 
ya  puedo  gloriarme  de  muchas.  Actualm.^^  trabajo 
en  los  preparativos  p.*  la  observación  del  eclipse  de  Sol 
q.*  se  verificará  mañana.  Si  el  Cielo  me  es  favorable, 
tendré  un  hecho  de  qué  concluir  la  longitud  de  esta  ciu- 
dad de  un  modo  satisfactorio,  si  V.  en  Santafé,  si  Tiscar 
en  Cartagena  y  Humboldt  en  Guayaquil  consiguen  el 
mismo  fenómeno. 

Las  noticias  q.*  freqüentemente  hemos  recibido  del 
S.^'  Barón  de  Humboldt  nos  enseñan  q."  la  fama  del 
Perú  y  de  su  capital  ha  sido  exagerada  por  todos  los 
viageros  q.*  le  han  presedido,  y  q."  no  merece  la  visita 
de  un  Filosofo:  él  se  halla  al  presente  en  Guayaquil  pró- 
ximo á  embarcarse  p.*  Acapulco:  dice  q.*  el  suelo  es 
fecundo  en  producciones  naturales  q.*  casi  ha  agotado 
Tafalla  y  Manzanilla,  continuadores  de  la  Flora  del 
Perú.  Estas  noticias  y  mis  nuevas  reflexiones  sobre  los 
países  por  donde  debo  transitar  me  han  hecho  variar 
considerablem.*®  de  plan  de  viage,  q.*  voy  á  proponer  á 
V.  y  que  espero  se  aprobará.   • 

Yo  quiero  salir  á  la  Costa  del  Mar  del  Sur  p.'"  Malbu- 
cho,  ó  p.''  Barbacoas  é  Isquande:  embarcarme  aqui, 
costear  todo  el  Chocó  hasta  S.  Buenabentura,  internar 


—    212    — 

alguna  parte,  y  volver  á  la  costa,  seguirla  hasta  la  em- 
bocadura del  Rio  S.  Juan:  subir  este  hasta  Calima,  atra- 
besar  el  arrastradero  de  S.  Pablo,  embarcarme  en  el  Atra- 
to,  y  descenderlo  hasta  su  embocadura  en  el  Golfo  del 
Darien;  pasar  p.''  mar  á  Cartagena,  ó  si  se  quiere  por 
tierra  visitando  al  Zinú  y  Tolú.  De  Cartagena  pasar  á 
S.*^  Marta,  veer  la  Cierra  Nevada,  y  si  es  posible  por 
el  Valle  de  Upar  regresar  á  Santafé.  Este  viage  á  mas  de 
ser  mas  corto  se  verifica  por  paises  vírgenes,  y  de  una 
feracidad  admirable.  Los  objetos  principales  relativos  á 
el  son  bien  interesantes. 

I."  Actualm,*'  se  trata  pJ  este  Presid.^  de  la  aper- 
tura del  camino  de  Malbucho,  q.*  comunica  el  interior 
de  la  Provin.^  de  Quito  con  la  Costa.  El  S.''  Obpo.  Cala- 
ma  trabajó  mucho  sobre  este  objeto  interesante,  que  no 
pudo  verificar  á  pesar  de  sus  exfuerzos  y  de  su  zelo.  Ca- 
rondelet  q.^  ama  estos  paises  ha  obtenido  de  la  piedad 
del  Rey  q.*  se  tomen  40  ©  p.^  á  un  5  p/  °/q  sobre  sus 
Reales  Caxas,  quedando  el  Erario  cargado  con  esta  deu- 
da, p.^  q/  se  inviertan  en  este  camino.  Si  las  luces  de 
este  Xefe  correspondieran  á  las  qualidades  virtuosas  de 
su  corazón  nada  faltarla  p.^  hacer  revivir  la  industria  y 
el  comercio  de  estos  pueblos  agonizantes.  Pero  p.^  des- 
gracia nra.  se  ha  puesto  este  asunto  en  unas  manos 
absolutam.^^  ineptas.  El  Comicionado  es  el  hombre  mas 
ignorante  q.*  podia  hallarse  en  toda  la  extencion  de  la 
Provincia:  ha  hecho  un  viage  á  la  costa  p.*  su  reco- 
nocimiento á  expensas  del  Erario:  ha  hecho  un  diario 
miserable,  y  un  borrón  del  camino,  q.*  ha  dexado  al 
Xefe  sumergido  en  la  insertidumbre.  Baxando  yo  á  la 
Costa  p.^  él,  podré  levantar  una  carta  del  pais,  y  de  los 
ríos  nabegables  q.*  contiene,  apoyado  sobre  buenas 
observ.^  astronom.'^»^  formar  un  diario  q.*  contenga 
todo  lo  relativo  á  este  camino,  q.*  puesto  en  manos  de 


—    213    — 

Carondelet,  ó  del  Virrey  podría  dar  luces  p.^  dirigirlo 
con  asierto.  El  pais  es  muy  rico  de  plantas  y  todas  las 
producción.^  naturales:  fixaria  astronomicam.**  la  posi- 
ción del  puerto  desconocida  hoy. 

Todos  saben  la  abundancia  de  culebras  q.*  hay  en 
Barbacoas  y  el  Chocó,  y  también  q/  en  ningún  pais  del 
mundo  se  cura  mejor  el  veneno  de  sus  mordeduras  con 
vegetales  q.^  produce  el  pais  con  abundancia.  ¡Que  ser- 
vicio tan  señalado  seria  el  conocim.^"  de  todas  estas 
yerbas,  y  de  las  culebras  q.*  producen  el  daño! 

El  Arrastradero  de  S.  Pablo  q.'^  ha  dado  tanto  que 
pensar  á  los  políticos,  y  al  S.^  Conde  de  Gijon  en  par- 
ticular, merece  una  atención  distinguida:  p.^  el  se  pue- 
den unir  los  dos  mares,  y  causar  una  de  aquellas  revo- 
luciones q.*  hacen  época.  Hasta  hoy  no  se  conoce  sino 
á  medias  el  terreno  q.*  divide  las  aguas  del  Atrato  y  de 
S.  Juan,  no  se  han  hecho  buenas  nivelaciones,  ni  medi- 
das exactas  p.^  poder  desidir  sobre  este  gran  problema 
político.  Si  se  verifican,  si  de  ellas  resulta  la  posibilidad, 
si  la  Nación  las  adopta,  y  se  realiza  este  Canal,  ;qual 
será  la  gloria,  qual  el  reconocim.t°  de  la  Monarquía  y 
en  especial  de  la  America  p.*  con  Mutis,  autor  y  promo- 
veedor  de  este  Viage?  Una  estatua  apenas  serviría  de 
recompensa. 

A  V.  dexo  la  concideracion  de  tantos  otros  objetos 
q.*  encierran  estos  países  desconocidos,  y  feraces.  Solo 
la  Botánica  podía  ocupar  á  m.^  viageros. 

Yo  seria  mas  largo  si  el  correo  me  diera  tiempo:  en 
el  siguiente  satisfaré  mis  deseos. 

Ruego  á  Dios  conserve  su  vida  tan   preciosa  para 
nros.,  y  conceda  verle  y  estrecharle  en  sus  brazos  al  mas 
reconocido  y  amante  de  todos  sus  discípulos  Q.  B.  S.  M. 
Fran.co  Joseph  de  Caldas. 

S.''  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 


214 


Quito  y  AbJ  2i/8ot,. 

Mi  sahio  protector:  há  ocho  meses  que  no  veo  letra 
de  V.  ¡Que  aflicción  para  un  joven  que  ama  con  ternura 
á  V!  Muchos  puntos  de  la  mayor  importancia  están 
todavia  indecisos:  El  ultimo  plan  de  viage  q.*  propuse 
á  V.  aun  no  tiene  la  aprovacion:  El  verano  se  acerca,  y 
me  expongo  á  perder  la  mas  bella  estación  del  año,  y 
he  resuelto  salir  de  Quito  en  los  primeros  dias  de  Junio 
para  Barbacoas,  Isquandé  &  &.  Pienso  pasar  á  Pasto,  y 
detenerme  aqui  algunos  dias  por  ser  Pais  mui  abundante 
de  Plantas.  En  el  recogeré  las  ultimas  q.*  formaran  mi 
primera  colección  q.*  remitiré  p.''  mano  del  D.'"  Arbo- 
leda Provisor  de  Popayan. 

El  8.°''  Barón  de  Humboldt,  q/  partió  á  dos  meses 
de  Guayaquil,  remitió  á  manos  del  S/  Marques  de  Sel- 
va Alegre  un  Canon  de  lata,  que  contenia  una  Memo- 
ria sobre  la  Geografía  de  las  Plantas.  Este  no  se  p.'"  que 
motibo  la  retubo  en  su  poder  mucho  tiempo,  y  no  me 
la  entregó  para  su  remisión  p/  mi  mano  según  la  vo- 
luntad del  mismo  Barón.  Yo  la  he  detenido  quince  dias 
para  tomar  una  copia,  y  la  remito  ahora  acompañada 
de  una  friolera  mia  casi  en  el  mismo  genero,  q.*^  espero 
la  reciva  V.  con  bondad. 

Tampoco  parece  todavia  de  Guayaquil  la  colección 
de  Plantas  q.*  Humboldt  remite  á  V.  por  mi  mano.  Oja- 
lá bengan  á  tpo.  p.*  unirlas  con  las  mias.  En  el  siguien- 
te remitiré  á  V.  la  descripción,  y  diseños  de  algunas 
Plant.»  q!'  me  han  parecido  particulares,  con  una 
Memoria  sobre  Ymbabura. 

Considerando  q.*  ya  Yo  era  demasiado  graboso  á  la 
expedición,  q.'  me  era  absolutam.'®  necesario  un  com- 
pañero, propuse  el  S.''  D.°  José  Ignacio  Pombo  agregar 


—  215  — 

á  mi  expedición  á  un  Hermanito  mió  de  13,  á  14  años. 
Yo  he  echado  los  primeros  fundamentos  de  su  educa- 
ción en  Popa^'an,  y  el  ha  sido  un  co-observador  en  todo 
lo  q.*  he  travajado  en  esta  Ciudad.  Pombo,  este  paisa- 
no ilustrado,  me  ha  franqueado  todo  lo  necesario  para 
q.*  me  acompañe,  y  creo  q.*  faltarla  á  mi  obligación 
sino  diese  á  V.  parte  de  esto.  Espero  no  desagradará  á 
^^'íY  ^•*  P-'"  ^^  contrario  merezca  su  aprovac.^,  en  inte- 
ligencia de  que  no  lo  haré  spre.  q.'  V.  me  haga  enten- 
der que  no  le  agrada. 

El  S.°^'  Barón  de  Humboldt  me  ha  escrito  m.^  llenas 
<ie  expresiones  de  cariño  y  me  manda  á  presentar  un 
Cajón  de  Libros  de  Historia  Natural,  y  de  Matemáticas, 
entre  ellos  muchos  Alemanes.  Yo  no  entiendo  esta  len- 
gua, y  he  pensado  remitírselos  á  V.  en  compañía  de  las 
Plantas.  Aun  no  llegan,  y  quien  sabe  si  se  perderán  con 
las  revoluciones  de  Riobamba. 

Espero  q.*  V.  me  conteste  á  Pasto  antes  de  undirme 
en  las  soledades  del  Chocó.  En  el  siguiente  seré  mas 
largo.  Deseo,  q.^  V.  goze  de  una  salud  constante,  y  q.« 
la  Providencia  me  conceda  la  satisface."  de  hallarle  en 
este  estado  quando  llegue  á  Santafé  el  mas  reconocido 
de  sus  discípulos  Q.  B.  S.  M. 

Fran.*^'^  Joseph  de  Caldas. 

S.oR  D.o»  D.  José  Celestino  Mutis. 

Stafé. 


Quito  y  Mayo  6/ So^. 

Mi  amadísimo  protector:  jamas  he  desconfiado  de  la 
generosa  protección  de  V.  para  llevar  al  cabo  mis  tra- 


—    2l6    

vajos.  Ellos  se  han  emprendido  bajo  de  su  sabia  direc- 
ción, y  todos  van  á  ceder  en  su  gloria.  Es  verdad  que- 
ocho  meses  de  silencio  me  aílgian,  pero  yo  adivinaba- 
las  causas,  las  mismas  q.*  V.  insinúa. 

Recivi  el  Pasaporte  de  ese  señor  Virrey,  q.*  me  hacia 
una  falta  considerable  p.*  empeñar  á  las  Justicias  á  que 
me  presten  los  auxilios  necesarios  de  que  tanto  he  care- 
cido hasta  hoy.  V.  me  aconseja  á  continuación,  q."'  no 
deje  estas  Provincias  hasta  no  haver  agotado  sus  vege- 
tales, y  Yo  tampoco  he  pretendido  otra  cosa.  Este  pun- 
to es  importante,  y  merece  que  Yo  imponga  á  V.  en  el 
p.*'  extenso.  He  suvido  á  muchas  Montañas  de  los  alre- 
dedores de  Quito,  y  en  todas  se  reproduce  la  misma  ve- 
getación llegando  á  iguales  Niveles.  Puede  decirse  sin 
exagerac."  que  examinando  bien  una  de  estas  Montañas 
se  ha  examinado  casi  toda  la  vegetación  de  la  Provin- 
cia. El  fondo  del  A^'alle  de  Quito  es  muy  elevado  y  casi 
toca  en  el  termino  Superior  de  la  Quina,  y  todavia  no 
he  hallado  una  planta  de  este  genero.  Solo  Antizana 
hace  la  escepc."  de  esta  regla  gral.  Mr.  Bomplan  ha  que- 
dado asombrado  á  la  vista  de  tanta  fecundidad.  Asi  que 
se  componga  el  Tpo.  boy  á  pasar  muchos  dias  sobre 
Antizana,  y  estoy  seguro  q.^  he  agotado  las  Plantas  de 
esta  región.  Yo  pienso  inmediatam.^^  partir  para  los 
Pastos,  y  Pasto,  paises  fecundísimos,  y  aun  mas  eleva- 
dos que  los  de  Quito,  y  acercarme  de  este  modo  á  las 
entradas  de  Barbacoas.  Antes  que  el  verano  espire  quie- 
ro entrar  á  esta  Ciudad  en  donde  abundan  las  Quinas, 
y  todo  genero  de  Plantas.  Aqui  pasare  muchos  Meses 
en  la  colecc."  de  Plantas,  y  de  semillas,  y  tal  vez  se 
acabará  este  año  sin  que  haya  salido  de  Barbacoas.  En 
todo  este  Tpo.  puede  V.  comodam.*®  auxiliarme  antes 
de  mi  partida.  Poco  mas  se  aumentan  los  gastos  estan- 
do de  camino,  q.'  haciendo  pequeñas  excursiones  en  las 


—  217  — 

cercanías  de  Quito.  Todos  los  víveres  se  hallan  excesi  - 
vamente  caros,  y  vasta  la  qualidad  de  forastero  p.*  que 
se  le  aumente  una  tercera,  ó  quarta  parte  mas  del  va- 
lor. En  vista  de  todo  he  resuelto  en  Agosto,  ó  Septiem- 
bre meterme  en  Barbacoas  porque  lo  juzgo  mas  impor- 
tante á  la  expedición,  siempre  q.'  sea  del  beneplácito 
de  V.  cuyos  consejos  son  para  mi  ordenes  inviola- 
bles. Yo  espero  á  vuelta  de  correo  la  ultima  resolución 
de  V. 

El  Sor.  D."  José  Ignacio  Pomboha  contribuido  á  los 
laudables  fines  de  V.  dándome  libranzas  de  que  no  he 
hecho  uso  todavía,  y  q.*  haré  p.^  transportarme  y  sobs- 
tenerme  en  Barbacoas.  Este  País  necesita  de  mucho  tra- 
bajo, y  de  mucho  tpo.  para  reconocerlo.  En  el  hay  mu- 
chas Quinas,  y  apenas  se  hallan  en  Quito.  Espero  remi- 
tir á  V.  en  Agosto  una  copiosa  colección  de  plantas 
con  sus  descripciones,  y  disceños,  y  otra  de  Barbacoas. 
7o  creo  muy  importante  mí  residencia  p.^  algunos  me- 
ses en  esa  Ciudad;  pero  á  pesar  de  todo,  Yo  renuncio  á 
mis  luces,  al  conocim.*°  que  tengo  de  estos  Países,  y 
me  atengo  á  lo  q.*  V.  me  ordene. 

Mi  Alma  rebosa  de  contento  al  saver  que  ya  está 
concluido  el  observatorio  del  sabio  Mutis.  [Quando  lle- 
gará el  día  en  que  entre  yo  en  este  Templo  de  Urania, 
el  primero  q.'  se  le  ha  erigido  en  el  nuevo  Mundo  al 
lado,  y  baxo  las  luces  de  su  hijo  amado,  del  zeloso  Mu- 
tis! Yo  deseo,  que  todos  mis  trabajos  Astronómicos 
sean  relativos  al  Observatorio  de  Mutis,  y  p.''  consiguien- 
te quisiera  q.*  V.  ó  Pombo  el  joven  baxo  de  su  dirección 
observasen  las  inmersiones  y  emersiones  de  los  dos 
primeros  satélites  de  Júpiter.  De  este  modo  podíamos, 
á  mas  de  fixar  de  un  modo  incontrastable  el  meridiano 
del  observatorio,  el  de  todos  los  puntos  de  mí  ruta,  y 
publicar  una  carta  del  Reyno,  tomando  p.'"  primer  Me- 


—    2l8    — 

ridiano  el  observatorio  del  ilustre  Mutis.  Ya  yo  he  ha- 
blado otras  veces  sobre  este  particular,  y  suplico  á 
V.  humildemente  no  sea  todo  de  Flora,  y  reserve  algu- 
nos instantes  p.''  la  Noche  p.®  hacer  algunos  omenages 
á  Urania  en  el  sovervio  edificio  que  acaba  de  erigirle. 
Yo  seria  mas  largo,  pero  me  hallo  con  algunas  indispo- 
siciones, que  no  me  permiten  escrívir  de  mi  puño. 

Deseo  á  V.  la  mas  perfecta  salud,  y  una  larga  vida 
V.  cuente  y  mande,  con  imperio  sobre  quanto  puede  el 
mas  agradecido,  y  el  menor  de  los  discipulos  que  besa 
su  mano. 

Frak^*^  Joseph  de  Caldas. 

S.o«  D.«  D.N  José  Celestino  Mutis. 

Stafé. 


Quito  y  Mayo   21/803. 
S  OR  D,oR  dn  Joseph  Celestino  Mutis. 

Mi  generoso  Protector:  acaba  de  entregarme  el  S.'* 
Marques  de  Selva-Alegre  la  adjunta  del  Sor.  Barón  de 
Humboldt  q.«  ha  traido  el  Barco  q.^  lo  lleva  á  Acapul- 
co.  Este  Savio  ha  llegado  con  felicidad,  y  á  la  fha.  le 
considero  en  México. 

No  tenia  animo  de  escrivir  á  V.  en  este  reserbandolo 
p.*  el  venidero,  y  solo  pongo  á  usted  estas  quatro  letras 
p.*  incluir  la  del  S."^  Barón.  Solo  digo  ahora  q.«  se  dig- 
ne \'.  contestarme  sobre  el  objeto  de  mi  antesedente,  y 
principalm.*^  sobre  mi  salida  de  Quito,  q.«  es  lo  único 
q.®  espero  p.^  ponerla  en  execuc." 


—   219   — 

Deseo  q.«  V.  se  mantenga  con  salud,  y  q.®  ocupe   al 
mas  reconocido  de  sus  discípulos 

Q.  B.  S.  M. 
Fran.^^o  Joseph  de  Caldas. 


Quito  y  ynlio  6  de  1803. 

Mi  generoso  Protector:  aunque  no  me  hallo  todavía 
bien  restablecido  de  la  enfermedad  de  q.^  he  hablado  á 
V.  en  mis  antesedentes,  parto  entro  de  cinco,  ó  seis  días 
para  Malbucho  en  solicitud  de  las  Quinas  q.^se  crian  en 
estos  Bosques.  Yo  me  veo  obligado  p/'  mi  honor,  y  mu- 
cho mas  p/  la  gloria  de  V.  á  dar  este  paso  violento  en 
las  circunstancias  presentes,  porque  los  Botánicos  con- 
tinuadores de  la  Flora  del  Perú  caminan  de  Guayaquil 
para  esta  en  solicitud  de  las  mismas  Quinas,  y  seria 
vergonzoso  q.^  estando  un  dependiente  de  la  expedición 
de  Bogotá  en  Quito,  viniesen  los  Peruanos  á  desflorar 
estas  Selvas.  ¡Que  insultos,  q.^  injurias  no  vomitarían 
Ruiz,  y  Pabon  contra  nosotros  si  se  verificasen  mis  te- 
mores! con  menos  motivo  han  querido  deprimir  el  mé- 
rito, y  la  gloria  q.«  con  tanta  justicia  tributan  á  V.  los 
sabios,  en  la  infame  producción  que  acaba  de  ver  la  luz 
con  el  Titulo  de  continuac."  á  la  Quinologia.  Los  resul- 
tados de  este  pequeño  viage  los  verá  V.  con  la  maíor 
prontitud. 

El  Catedrático  de  Filosofía  del  Colegio  Seminario  de 
S."^  Luis,  adorador  del  mérito,  y  de  las  producciones 
de  V.,  joven  de  luces,  de  un  talento  bas  to,  y  propio 
para  las  ciencias  naturales,  me  consultó    acerca  de  una 


220    

dedicación  q.®  quería  hacer  á  V.  de  un  acto  de  conclu- 
siones de  Fisica,  y  de  Botánica.  Me  alegaba  q.^  no  ha- 
bía tpo.  para  consultar  á  V.  y  pedir  su  consentimiento: 
yo  q.^  no  puedo  mirar  con  indiferencia  nada  de  lo  q.®" 
pueda  ceder  en  honor  del  Sabio  Mutis,  convine  gustoso 
en  q.®  se  verificase  atendiendo  á  los  sequaces  q.^  se  ha 
criado  el  Canónigo  López,  hermano  del  rival  de  V.  á 
los  alucinados  con  el  Folleto  q.®  este  ha  impreso,  y  á  la 
fanática  contestación  de  Ruiz  y  de  Pabon  á  la  Memoria 
de  D.°  Francisco  Zea.  A  mí  se  me  encargo  la  primer 
Replica  como  agregado  á  esa  expedición,  y  con  este 
motivo  pronuncie  el  Discurso  q.®  remito.  Puede  ser  q.® 
haya  algunas  equivocaciones  pues  Yo  no  conozco  á  fon- 
do las  acciones,  los  trabajos  ni  los  descubrimientos  de 
V.  En  todo  lo  q.®  digo,  no  soy  sino  el  órgano  de  la  voz 
publica,  y  esta  puede  equivocarse.  Yo  tengo  la  satisfac- 
ción de  haver  abierto  los  ojos  á  este  Publico  sobre  el 
aprecio  q.«  debe  hacer  de  V.  y  de  las  insulsas  produc- 
ciones del  Triunvirato  Ruiz,  Pabon,  y  López,  á  quien 
sin  vergüenza,  y  contra  la  confesión  ingenua  de  el  ulti- 
mo, le  han  dado  los  dos  primeros  el  glorioso  titulo  de 
Botánico.  ¡Quanto  puede  la  rivalidad!  El  concurso  fue 
lucidísimo:  asistió  en  cuerpo  la  Universidad,  las  Comu- 
nidades Religiosas,  y  Nobleza,  Españoles  y  America- 
nos, grandes,  y  pequeños,  ignorantes  y  sabios,  todos 
han  aplaudido  y  se  han  regocijado  al  ver  publicadas  las 
glorias  de  Mutis,  y  que  se  le  tributen  los  honores  q.®  se 
merece.  Actualmente  se  trabaja  en  imprimir  los  Acer- 
tos,  y  las  Dedicatorias  q.^  pronunciaron  el  Catedrático, 
y  el  Joven  estudiante  D."  Manuel  Espinosa  y  Ponce. 
Esperan  estos  q.^  se  concluía  este  trabajo,  y  el  de  la. 
Lamina  para  escrívir  á  V.  como  corresponde. 

Se  me  pasaba  decir  á  V.  q.®  Tafalla  y  Manzanilla 
meten  ya  la  hoz  en  Mies  agena  viniendo  á  explorar  las 


221    

Selvas  de  Malbucho,  q.«  pertenecen  al  Virreynato  de 
Santafé:  yo  no  hablaría  una  palabra  si  supiese  q.e  solo 
se  trataba  del  progreso  de  las  Ciencias;  pero  sospecho 
q.®  todas  las  indagaciones  q.*  hagan  estos  Botánicos, 
las  han  de  convertir  en  insultos  contra  V.  Yo  creo,  sal- 
vo el  parecer  de  V.,  q.*  se  les  debe  impedir  p/  el  Go- 
bierno el  q.*  trabajen  en  esta  Provincia,  supuesto  que 
existe  en  ella  un  agregado  á  la  expedición  de  Bogotá. 
V.  verá  lo  q.^  mas  combenga,  y  mande  con  imperio 
sobre  quanto  pueda  el  mas  agradecido  de  todos  sus  dis- 
cípulos Q.  B.  S.  M. 

Fran.co   Joseph  de  Caldas 

Sor.  D.^  D.^'  José  Celestino  Mutis. 


Ibarra  y  Octubre  6  de  l8oz  - 

Mi  amadísimo  Protector:  en  mi  antesedente  avisé  á 
M.  q.«  partia  p.^  Malbucho  en  busca  de  unas  Quinas 
q.^  no  han  existido  sino  en  la  imaginación  de  los  Qui- 
teños. El  14  de  Julio  sali  á  recorrer  esos  bosques  en 
donde  me  he  mantenido  hta.  el  3  de  Octubre  en  que 
llegué  á  esta  Villa  con  mi  salud  sumam.*^  quebrantada 
después  de  una  cadena  continuada  de  fatigas,  de  tra- 
bajos, y  puedo  decir  q.®  de  miseria.  Esta  seria  dema- 
siado larga,  y  enternecerla  el  corazón  de  V.  si  entrase 
en  una  relación  circunstanciada  de  todo  lo  q.«  he  tenido 
q.^  sufrir  en  este  viage.  Pero  ya  pasaron  estos  dias  de 
amargura  consagrados  á  la  gloria  del  maior  Botánico. 
Oyga  V.  la  relación  abreviada  de  mis  tareas  en  estos 
tres  meses. 

El  17  de  Julio  llegué  á  Ibarra,  el  24  del  mismo  sali 


—    222    — 

p.a  Malbucho  en  donde  estube  el  26.  En  este  transito 
verifique  muchas  observaciones  del  Barómetro  con  el 
objeto  de  formar  una  nivelación  barométrica  del  nuevo 
camino,  y  hacer  ver  por  ella  el  fácil  descenso  desde 
Ibarra  hta.  las  costas  del  mar  del  Sur:  muchas  latitudes 
astronom.*^®  determinadas,  un  numero  inmenso  de  ángu- 
los con  la  aguja  p.*  levantar  la  Carta  interesante  del 
País:  he  recogido,  he  descrito,  y  he  diseñado,  y  esque- 
letado un  numero  considerable  de  plantas  como  q.®  es 
el  objeto  principal  de  mi  micion.  En  Malbucho  me  de- 
tube  dose  dias  ocupados  en  estos  mismos  objetos,  y 
halle  una  vegetación  del  todo  diferente  á  la  de  la  cor- 
dillera. Este  pueblo  reciente  se  halla  ya  p/  las  3007 
lin.s  del  Barómetro.  El  6  de  Agto.  parti  de  Malbucho 
acompañado  del  Corrg/  Bello  Comisionado  en  Gefe 
p.*  la  apertura  de  este  camino,  y  comense  á  atrabesar 
este  bosque  inmenso  á  pie,  con  la  Brújula  en  la  mano» 
Habia  grandes  disputas  sobre  la  longitud  de  esta  mon- 
taña, y  me  resolví  á  desidirlas  encargándome  del  largo 
é  improbo  trabajo  de  medirla  á  cordel,  p/  q.^  todos  los 
métodos  geométricos  son  impracticables  en  estos  luga- 
res cubiertos  de  un  bosque  tan  antiguo  como  el  mundo. 
Siete  dias  de  fatigas,  de  cansancio,  de  calor,  y  de  lodo, 
apenas  bastaron  p.»  llegar  á  las  orillas  del  rio  Bogotá. 
Todas  las  noches,  y  todas  las  tardes  llobia  sin  intermi- 
cion:  la  umedad  no  tiene  limites,  todo  se  corrompe,  y 
nada  puede  resistir  á  un  clima  tan  contrario  á  la  salud 
del  hombre,  como  al  progreso  de  las  ciencias.  En  tres 
meses  q.*  he  existido  en  estos  tristes  lugares  no  he  po- 
dido tomar  la  altura  de  una  estrella  sola  á  pesar  del 
continuo  cuidado  q.*  he  tenido.  El  Sol  ha  sido  mi  recur- 
so en  estos  apuros  geográficos.  Un  dia  pasamos  en 
Bogotá,  y  el  siguiente  nos  embarcamos  con  nros.  ins- 
trumentos: bajamos   este  rio  hta.  su  embocadura  en  el 


—    223    — 

de  Santiago,  q/  bajamos  hta.  la  Costa.  No  me  detengo 
en  manifestar  á  V.  los  rios  q.«  entran  en  este,  asi  por 
el  lado  del  Norte,  como  p.^  el  del  Sur,  sus  anchuras, 
velocidades,  islas,  mareas,  fondos,  bajos  &.  Se.  p.''  que 
todo  lo  verá  V.  p.^  extenso  en  una  larga  memoria  que 
estoy  formando  sobre  este  viage,  y  los  objetos  de  his- 
toria natural  q.«  produce  el  Pays,  y  q.*  pienso,  siempre 
q.*  sea  del  beneplasito  de  V.,  dedicarla  al  ilustre  Caba- 
nilles  supuesto  q.«  V.  quiere  presentar  á  la  Europa 
alguna  producción  mia.  Yo  también  lo  deseo,  no  por 
vanidad  sino  p^  q.*  se  me  empleé  y  se  me  confirme  por 
el  Rey  en  la  plaza  que  V.  ha  determinado  proponerme; 
Concluidos  nros.  trabajos  á  la  costa  regresé  á  el  puer- 
to de  Bogotá  subiendo  el  mismo  rio  de  Santiago.  El 
Correg/  mi  compañero  de  viage  regresaba  inmediata- 
mente á  Ibarra,  y  yo  debía  seguirlo  según  mi  primer 
plan  q.«  comuniqué  á  V.  en  mi  antesedente.  Entré  en 
largas  y  serias  reflexiones:  los  trabajos  pasados  de  la 
montaña,  los  costos  de  transporte  y  los  q.*  debia  oca- 
sionar de  nuevo,  el  tpo.  q.*  perdia  no  consagrándolo  á 
la  Botánica,  y  resolví  no  bolver  á  ver  á  Quito.  Como 
habia  salido  de  esta  Ciudad  sin  esta  ultima  resolución 
habia  dejado  en  ella  mucha  parte  de  mis  instrumentos 
y  Libros:  no  habia  trahido  ninguna  ropa,  ni  las  provi- 
siones necesarias  p.^  mi  alimento.  Yo  me  hallaba  casi 
sin  dinero,  y  tome  las  resoluciones  siguientes: 

Pedi  á  D.  Pedro  Montufar  la  cantidad  de  ochocien- 
tos p.^  en  virtud  de  la  libranza  de  D.  José  Ignacio 
Pombo,  llamé  á  mi  hermanito  q.^  acababa  de  llegar  á 
Quito,  q.^  debia  traherme  todo  lo  q.«  necesitaba  para 
seguir  inmediatam.*^®  mi  viage  á  Tumaco,  Isquandé,  San 
Buenabentura  Se  6c.  El  Correg/  fue  el  encargado  para 
remitirme  todo  lo  dho.  y  yo  quedé  en  el  nuevo  puerto 
ocupado  unicam.*®  en  la  Botánica.  Todos  los  alimentos 


—    224    — 

se  acabaron,  y  quedé  sercado  de  miseria.  Los  q.*  po- 
díamos conseguir  se  reducian  á  plátano  y  carne  de 
Sayno.  Cuyo  uso  unido  á  la  malignidad  del  clima  y  al 
genero  del  trabajo  á  q/  estaba  reducido  quebrantaron 
mi  salud  hta.  el  punto  de  hacerme  variar  de  resolucio- 
nes, y  regresar  á  Ibarra  á  repararme,  y  á  proveerme  de 
lo  necesario  p.^  emprender  con  toda  seriedad  un  viage 
q.®  va  á  enriqueser  á  la  exp."  con  las  mas  bellas  pro- 
ducciones naturales.  Yo  habia  colectado  un  numero 
considerable  de  plantas  preciosas  q.*  creia  nuebas. 
Pero  en  Malbucho  hallé  á  Tafalla  y  Manzanilla  Botáni- 
cos del  Perú  á  quienes  trate  y  pedi  me  manifestasen 
los  Tomos  q.®  tubiesen  de  la  Flora  del  Perú.  Satisfacie- 
ron  mis  deseos,  y  yo  quede  verdaderam.'^^  afligido  al 
ver  q.*  habia  perdido  los  dos  tercios  de  mi  trabajo  por 
carecer  de  esta  obra  absolutam.^^®  necesaria  p.*  un  Bo- 
tánico en  la  America.  Si  yo  la  hubiera  tenido  no  habria 
malgastado  el  tpo.  y  mi  salud  describiendo  y  diseñan- 
do plantas  conocidas  y  publicadas,  y  habria  contentado 
con  esqueletarlas  p.^  completar  la  colección.  Yo  boy  á 
hablar  á  V.  con  aquella  franqueza,  noble  ingenuidad 
de  q.®  V.  me  ha  dado  tantos  exemplos. 

Si  V.  desea  poseer  una  colección  completa  de  todos 
los  vegetales  q.®  produce  al  nuevo  Reyno  desde  el  ter- 
mino de  la  nieve  hta.  el  mar  es  indispensable  q.*  V.  me 
provea  de  una  Flora  peruana  sea  del  modo  q.*  se  fuese 
y  de  un  Sehreber.  Este  auxilio  me  dispensará  de  un 
trabajo  indefenso,  con  utilidad  notoria  de  la  Expe."  pues 
no  agotaré  mis  fuerzas  en  diseñar  y  en  describir  lo  que 
está  bien  diseñado  y  descrito,  empleando  este  tpo.  en 
las  q.'  lo  merecen. 

El  seg.d"  auxilio  q.^  espero  de  V.  p.^  poder  sacar  todo 
el  fruto  q.**  me  prometo  en  este  viage  es  q.*  me  remita 
un  pintor.  Son  tantas  las  plantas  q.*  me  rodean  y  tan 


—    225    — 

corto  el  tpo.  q/  me  veo  obligado  á  no  diseñar  sino  á 
una  ú  otra,  y  abreviar  demasiado  las  descripciones  tal 
vez  con  perjuicio  de  la  expc."  V.  ha  dado  dos  á  mi  ama- 
disimo  Sinforoso  q.^   esta  recorriendo  unos  payses  sin 
contradicción  menos  interesantes  q.*  los  q/  yo  voy  á 
visitar.  Yo  trabajo  sin  intermicion,  me  agoto  las  fuerzas 
y  no  puedo  ni  aun  desflorar  la  fecundidad  de  estos  bos- 
ques. Que  dolor  p.^  mi  ver  plantas  bellas  y  no  alcanzar- 
me las  fuerzas  p.^  describirlas,  y  p.^  diseñarlas.  Yo  voy 
á  apuntar  á   V.  en  pocas  palabras  lo  q.^  me  pasa.  Veo 
una  planta,  la  busco  en  los  pocos  libros  que  tengo,  no 
ía  alio,  y  entro  en  la  duda  de  si  se  incluirá  en  la  Flora 
peruana,    y    obligado    á  no    solam.^^  describirla,   sino 
también  diseñarla:  dos  horas,  y  muchas  vezes  tres  ape- 
nas alcanzan  p.*  concluirlo  todo  lo  relativo  á  esta  sola 
planta.  Quando  en  un  dia  de  buen  trabajo  se  pongan  en 
el  mismo  estado  tres  ó  quatro  especies  se  ha  hecho  de- 
maciado.  El  tpo.  y  las  fatigas  de  la  hervorizacion  fre- 
quente  quita  sino  la  mitad  á  lo  menos  una  tercera  parte 
del  tpo.  Hablemos  con  claridad:  yo  no  me  alcanso,  y  mi 
salud  tal  vez  va  á  quebrantarse  hta.  el  punto  de  no  po- 
derse restablecer.  Medite  V.  seriamen.^^  sobre  esto  y  no 
dudo  q.^  convendrá  en  remitirme  no  solam.^^  el  pintor 
q.'  pido  sino  también  otro.  Estoy  intimam.'^'^  persuadido 
q  f  es  mil  veces  mas  útil  á  la  Exp."  el  q.^  vengan  á  mi 
lado  los  dos  pintores  q.*"  hoy  tiene  D.  Sinforoso  en  Gi- 
rón. El  Chocó  es  de  una  fecundidad  sin  limites,  y  en  que 
aun  no  han  puesto  sus  pies  ningún  inteligente.  Que  do- 
lor seria  recorrer  estos  lugares,  tener  en  las  manos  tan- 
tas riquezas  y  llegar  pobre  á  Sta.  Fe.  No  creo  que  V.  se 
resista  á  unas  razones  tan  poderosas,  y  trate  seriamen- 
te de  darle  una  nueva  forma  y  los  auxilios  q.^pido  para 
esta  Exp."  La  gloria  de  V.  pues  yo  no  trabajo  sino  para 
ella  se  alia  demaciadam.^"  interesada  en  q.^  vengan  los 

15 


—    226    — 

dos  pintores  con  la  FJora.  Lo  q.«  he  visto  de  la  costa 
me  ha  demostrado  q.^  son  necesarios  estos  apoyos.  La 
contestación  de  V.  debe  ser  pronta,  y  el  envió  de  los 
pintores  con  la  mayor  velocidad,  pues  yo  pienso  salir 
de  Quito  en  Enero,  y  gastar  todo  el  año  de  ochocientos 
quatro  en  el  reconocimiento  del  Chocó,  p.^  poder  estar 
en  esa  á  principios  de  ochocientos  cinco  cargado  de  los 
despejos  de  esta  patria  del  oro. 

Apesar  de  haver  recojido  q.*^^'  papel  me  ha  sido  posi- 
ble en  Quito,  en  Ybarra,  y  aun  en  Popayan  me  veo  su- 
mamente escaso,  pues  el  hervario  va  á  ser  inmenso.  Es- 
pero q.^  V.  remita  con  los  pintores  todo  el  q/  se  pueda 
conseguir.  Una  barra  de  tinta  de  la  China  no  se  puede 
conseguir  aquí  pJ  ningún  precio.  Me  alio  sin  Termo- 
metro  p.^"  q.^  el  único  q.^  me  quedaba  se  acaba  de  rom- 
per en  este  viage.  Los  Lapices  no  se  encuentran,  y  me 
hace  una  falta  indecible  una  Aguja  pequeña,  ó  Teodo- 
lite  semejante  al  q.'' V.  regaló  al  S.'^  Barón.  No  dudo  que 
V.  me  remita  con  los  pintores  este  instrumento,  dos 
Termómetros  y  provicion  de  Lapices  y  tinta  de  la 
China. 

En  el  siguiente  escrivire  á  V.  mui  largo,  y  le  remitiré 
todo  lo  q.^  haya  digerido  de  mi  ultimo  viage,  y  tendrá 
V.  todas  las  Quinas  q.^  he  recogido  en  el,  con  sus  des- 
cripciones, diseños  y  esqueletos,  y  largas  noticias  de 
Tafalla  y  Manzanilla  nros.  rivales. 

Yo  me  alio  un  poco  restablecido,  y  espero  reponerme 
dentro  de  pocos  dias.  Deceo  con  todas  las  anclas  de  mi 
corazón  el  q.'  goze  de  salud  perfecta,  y  que  mande  con 
imperio  sobre  q.*°  pueda  al  mas  reconocido  y  admirador 
d(i  todos  sus  Discípulos  Q.  B.  S.  M. 

Fran.^^o  Joseph  de  Caldas. 


—    227    — 

P.  D. — Dispénseme  V.  vaya  esta  de  otra  letra,  pues 
no  me  hallo  con  fuerzas  para  hacerlo  p.^,mi  mismo:  dis- 
pense los  yerros,  y  no  olvide  Pintores,  la  Flora  &  &. 

S/  D.^'  D,  JosEPH  Celestino  Mutis. 


Quito  y  Nov,^  21/803. 

Amadísimo  Protector  mió:  de  Ybarra  escribí  á  usted 
sobre  mi  salida  de  Malbucho  y  sobre  mis  observaciones 
sobre  diferentes  géneros.  Después  de  esa  época  y  antes 
de  convalecer  partí  p.*  kitac  pueblo  situado  fuera  de  la 
Cordillera  y  á  3  dias  de  mal  camino  de  Ybarra.  Aqui 
contraje  unas  fuertes  tercianas  q.^  corté  álos  11  dias,  y 
de  q.'  me  hallo  restablecido  g?  á  la  Divina  Prov.^  Este 
ultimo  viage  ha  sido  oprimido  y  forzado  p.^  los  émulos 
de  V.  Tafalla  y  Manzanilla.  Estos  desconzolados  por 
no  haber  hallado  Quinas  en  Malbucho  regresaban  á 
Ybarra  en  solicitud  de  las  mismas  q.^  se  sabia  con  cer- 
teza existían  en  íntac.  Ya  yo  habia  visto  las  cortezas  y 
me  hallé  antes  q.^  ellos  en  Ybarra.  No  dudé  marchar 
medio  agonizante  á  este  bosque  tan  áspero  y  mas  ma- 
ligno que  el  del  Malbucho,  me  veia  sobre  el  Nevado  de 
Cotacachey  no  lo  creía.  ¡Quanto  imperio  tiene  sobre  mi 
corazón  el  honor  del  ilustre  Mutis  vulnerado  con  tanta 
injusticia  p.'"  Ruiz  y  Pabon!  Entré  en  Intac  saque  mis 
plantas  y  una  especie  de  Cinchona.  A  mi  regreso  á 
Ybarra,  hallé  allí  ya  á  nros.  Botánicos  rabiando  p.''  que 
el  discípulo  de  Mutis  habia  tomado  posesión  de  esta 
Quina.  Llenos  de  urbanidad  me  visitaron  y  preguntaron 
p.i'  mis  hallasgos  en  Intac.  Yo  no  dude  decirles  q.'  te- 
nia yo  la  única  especie  de  Cinchona  q.^  producen  los. 


—    228    — 

bosques  de  Intac.  Asi  aseguraba  p/  nra.  Exp."  mas  y 
mas  de  esta  especie.  A  mi  me  ha  parecido  muy  afín  á 
la  pallescesis  aunque  tiene  caracteres  q.«  la  separan 
como  V.  vera  entro  de  15  d'ias  p/'  los  esqueletos, 
descrip.'^y  diseño  q.^  apronto  p.*  remitirlos.  Nros.  ene- 
migos desistieron  de  su  proyecto  de  visitar  á  Intac  q.^^ 
supieron  q.<^  ya  yo  lo  habia  executado. 

Como  este  ultimo  viage  ha  sido  Quinologico  puro  he 
averiguado  y  me  he  asegurado  de  m.^  cosas  q.^-  serán 
muy  gratas  á  V.  acerca  de  las  Quinas.  Sí,  y  lo  ignoran 
nros.  enemigos,  q.®  en  Huaca  á  6  dias  de  esta  y  en  el 
mismo  camino  de  Popayan,  hay  dos  especies  de  Cincho- 
na,  q.^  dos  dias  mas  alia  de  Intac  hay  una  diferente  de 
la  q.®  poseo,  q.^  en  Xalupana  á  un  dia  de  Quito  hay  una, 
q.^  en  Lloa  y  Chillugalli  hay  dos  de  q.^'  he  visto  muest.% 
q.^'  en  los  bosques  entro  de  Aloa  y  Mochacha  hay  3 
esp.^,  q.^  en  los  Colorados  hay  un  num."  prodigioso  de 
especies  de  este  genero.  Yo  me  hallaba  resuelto  á  vol- 
ver á  Malbucho  en  Enero,  internar  en  el  Chocó,  y  á 
fines  de  804  estar  en  Santafé.  Pero  he  variado  de  plan 
p.^'  el  honor  de  V. 

Los  Botánicos  nros.  émulos  son  mas  propios  p.*  Da- 
mas de  corte  q.^  p.^  el  oficio  que  exercen.  La  mas  lige- 
ra indisposición  los  encierra  en  sü  gavinete.  ¡Que  ven- 
tajas las  q.^  yo  sé  sacar  de  su  flogera!  Nadie  sabe  mis 
miras  y  las  pondré  en  practica  como  no  me  me  falten 
los  auxilios.  Creo  q.^  entonces  sí  podremos  responder  á 
las  injurias  de  Ruiz  y  Pabon:  oiga  pues  V.  los  proyectos 
de  Cald."^  Me  mantendré  hasta  Enero  en  Quito  pillando 
las  Quin.s  inmed.^»^  y  otras  plantas:  en  este  mes  parto 
á  Huaca  y  montaña  de  Intac,  sigo  á  Mochacha,  Aloa, 
Colorados,  Riobamba,  Cuenca,  Loxa.  Ah!  que  golpe  el 
que  vamos  á  dar  siendo  los  primeros  q.^  vamos  á  reco- 
nocer estas  Quinas  imperfecl.*®  descritas  p.^'  la  Conda- 


—    229    — 

mine.  Se  de  positivo  q.**  Tafalla  y  el  otro  tienen  orden 
de  recoger  todas  las  Quinas  de  la  presid."  de  Quito,  q.^ 
estos  SS.  van  á  Loxa  en  el  Agosto  inmediato  p."  q.^  no 
pueden  salir  en  invierno.  Yo  voy  á  tomar  la  delantera 
sin  remedio.  Estoy  tan  encaprichado  en  este  punto  q.^ 
voy  á  verificarlo  aunq.^  cueste  mi  vida.  ^Que  vale  esta 
en  paralelo  con  el  honor  del  ilustre  Mutis?  Ah!  protec- 
tor mió,  si  V.  viera  de  cerca  las  llamaradas  de  mi  co- 
razón! Las  Quinas  son  el  grande  objeto  de  mi  viage,  y 
p.»  desempeñarlo  dignam.*®  necesito  de  la  Flora  del 
Perú^  y  de  un  Pintor  p."^  lo  menos.  Si,  q.'  venga  accele- 
radamente  uno  de  tantos  q.®  hay  alia:  tal  vez  jamas  se 
ha  ocupado  con  mas  interez  q.^  en  esta,  exp."  ninguno 
de  los  Pintores.  Imagínese  V.  con  todas  las  Quinas  de 
esta  presidencia,  con  todas  las  de  Loxa,  Guayaq.^,  cos- 
ta &^  bien  diseñadas,  esqueletad.^,  descritas,  q.^  reuni  • 
das  á  las  de  la  Flora  Peruana,  y  á  las  de  V.  se  halla  en 
estado  de  dar  un  golpe  maestro  en  el  punto  mas  intere- 
sante q.*  tiene  hoy  la  Botánica.  La  producción  q.'  se 
formarla  de  este  material  colmaria  á  V.  de  gloria  y 
triunfarla  de  nros.  enemigos.  Ilustre  sabio,  no  perda- 
mos ocacion  tan  brillante,  ocacion  única  y  q.^  si  nos 
descuidamos  puede  q.^  pase  á  nros.  émulos.  Incorpore- 
ce  V.,  reanime  mi  exp.^^  con  libros,  con  instrum.'^^^  q.® 
me  faltan,  con  Pintores  y  con  los  auxilios  necesarios  p.^ 
nros.  transportes  y  mantención.  Este  S.^"  Pte.  me  ama, 
me  distingue,  y  se  ofrece  á  auxiliarme  en  todo  lo  q.^sea 
de  mando.  Yo  vuelvo  á  insistir,  y  ruego  á  V.  mire  p.'^ 
su  honor  vulnerado,  y  me  auxilie  p.^  desempeñarlo. 

La  Coya  va  con  la  Quina,  y  con  la  noticia  circuns- 
tanciada de  los  Instrum.*'^^  de  Maynas. 

Recibí  p.'"  mano  de  .mi  amadisimo  Rizo  la  lib.'*  de  500 
p.-^  q.6  guardo  para  la  colecc.'^  de  Quinas  q.^  comenza  - 
rá  en  la  semana  entrante. 


—    230    — 

Yo  no  pienzo  en  otra  cosa  q/  en  desempeñar  digna- 
mente el  encargo  y  la  conf."  q.''  V.  ha  hecho  de  mi,  á 
quien  debe  V.  mandar  con  el  imperio  de  P.®  y  de  Mro., 
y  contar  con  q.^^  puede  el  mas  agradecido  de  todos 
sus  subd.t«« 

q.  b.  s.  m., 
Franc.<=°  Joseph  de  Caldas. 

S/  D.  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 


Quito  y  Enero  6/804. 

S.J*  D.J^  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 

Amadísimo  Protector  y  Padre  mió:  quando  hallase 
títulos  mas  dulces  q.^^los  q.^  me  atrebo  á  usar  con  V.  no 
correspondería  á  la  ternura  de  su  ultima  carta.  ¡Que 
carta!  Una  tormenta  de  paciones  contrarias,  de  senti- 
mientos opuestos,  ha  excitado  su  lectura  en  mi  cora- 
zón. El  dolor,  el  reconocimiento,  la  ternura,  el  amor, 
las  lágrimas,  los  temores  todo  se  ha  sucedido  rápida- 
mente. He  temblado  al  leer  el  riesgo  en  q.^  se  vio  la  vida 
del  sabio  Mutis,  vida  preciosa,  vida  q.®  compraría  con 
la  mia  si  estubíese  en  nras.  manos.  ¿'Como  reparar  esta 
perdida?  Muchas  docenas  de  hombres  puestos  en  el  lu- 
gar que  dexa  no  le  llenarían  dígnam.te  ¡Que  desgracia 
p."*  Caldas!  No  me  acuerdo  de  su  colocación,  de  sus 
planes,  proyectos,  viages  y  trabajos  que  quedarían  arrui- 
nados en  un  mom.^°  con  este  golpe,  hablo  sí  de  mí  do- 
lor, del  cáliz  de  amargura  q.^  habría  tenido  q.®  agotar, 
de  mi  despecho,  despecho  generoso  pues  se  fundaba  en 
el  arrepentím.'^o  de  no  haber  volado  á.Santafé  á  servir. 


—    231    — 

á  alibiar'los  últimos  dias  del  mejor  de  los  Sabios,  á  be- 
5ar,  á  bañar  con  mis  lagrimas,  con  estas  lagrimas  de 
amor  y  de  reconocimiento  la  mano  generosa  y  bienhe- 
chora del  virtuoso  Mutis.  Ah!  Padre  generoso,  humano 
y  compasivo,  mi  alma  se  turba  y  no  podra  aquietarse 
hasta  q.^  abrase  las  rodillas  del  Sabio  ilustre  á  quien 
tengo  la  gloria  de  obedecer.  Me  hallo  en  el  estado  mas 
violento  q.^  puede  imaginarse,  Mutis  no  se  separa  un 
instante  de  mi  memoria,  la  vuelta  á  Santafé  el  termino 
á  que  aspiro,  todo  me  disgusta,  las  dulzuras  de  Flora  y 
de  Urania,  q.^  tanto  imperio  han  tenido  sobre  mi  cora- 
ron en  otro  tiempo,  me  son  insípidas,  el  telescopio  cae 
de  mis  manos  q.'^o  imagino  q.«  estoy  á  200  leguas  de 
Mutis.  V.  se  explica  del  modo  mas  fuerte  y  positivo 
-sobre  esta  pronta  reunión,  el  Joven  Pombo  me  hace 
una  larga  relación  de  q.*^°  ha  pasado  en  la  funesta  en- 
fermedad, ambos  reflexionan  sobre  la  importancia  de 
mi  residencia  en  esa  y  de  q.®  logre,  que  recoja  las  ulti- 
mas palabras  del  hijo  mas  querido  de  Flora.  Ah!  Ilus- 
tre sabio,  yo  no  podre  vivir  si  no  consigo  estar  al  lado 
y  baxo  la  dirección  de  Mutis.  Tenga  V.  compacion  del 
mayor  idolatra  de  sus  virtudes,  de  sus  luces,  y  de  todo 
lo  q.^  pueda  pertenecer  de  algún  modo  á  V.  Saque- 
me  V.  de  este  estado  de  amargura  de  abatimiento  y  de 
temores.  Concédame  V.  la  dulce  satisfacción  de  servirle 
de  cerca,  satisfacción  que  miro  como  el  colmo  de  mi 
gloria.  Desespero  p.'^  hallarme  en  Santafé  p.^  arrebatar 
sus  trabajos,  p.^  encargarme  del  arreglo  de  las  cosas 
baxo  de  su  sabia  dirección,  p.*  aliviar  los  dias  de  uno 
q.^  miro  como  á  Padre  por...  pero  mi  alma  esta  conmo- 
vida en  este  instante:  yo  no  vivo,  me  hallo  lejos  de  Mu- 
tis. Mutis  se  halla  cnlermo.  ¡Que  triste  situación!  Yo 
voy  á  regresar  precipiladam.*^*^  á  Santafé,  voy  á  acortar 
mis  trabajos,  y  entro  de  algunos  meses  me  voy  á  pre- 


—    232     — 

sentar  en  la  casa  del  ilustre  Mutis.  ¡Gran  DiosI  ;seré 
tan  feliz  q.^  se  me  conceda  este  conzuelo  como  premio- 
de  mi  amor  y  de  mi  ternura?  Acuérdese  V.  de  mi  cora- 
zón, y  de  mis  penas  y  no  se  oponga  á  lo  q.«  voy  á  pro- 
poner. 

En  Enero  presente  paso  al  Norte  de  Quito,  y  lugares- 
circunvecinos,  iré  á  Loxa  p.''  Cuenca  en  solicitud  de 
Quinas,  baxaré  p.^  Tumbez  á  Guayaquil,  regresaré  á 
Quito  p.^^  Guaranda,  y  tomaré  la  ruta  de  Santafé  á  Po- 
payan.  Es  necesario  variar  de  plan,  es  preciso  no  veer 
al  Chocó  ni  á  Cartagena.  Este  viage  esta  concluido  en  8,. 
á  12  meses,  hemos  visto  q.'^^  tienen  las  cercanías  del 
Equador  y  al  paso  hay  prodigios  en  especial  Timana,. 
Cali,  Almaguer,  Pasto,  Loxa,  Guayaquil.  V.  conoce 
bien  la  importancia  de  esta  acceleracion.  Es  cierto  q.^ 
quedan  intactos  los  bosques  de  la  p.*^  oriental  y  occ.^  de 
la  Cordillera,  pero  yo  voy  á  proponer  á  V.  un  medio 
q.^  lo  creo  de  la  mayor  importancia. 

He  observado  q.®  Mexia  ha  tomado  muy  de  veras  los 
consejos  q.^  V.  le  dio  en  su  ultima:  desde  ese  dia  no 
pienza,  no  habla,  no  respira  sino  Botánica:  hace  fre- 
quentes  salidas  á  los  alrededores,  se  oculta  de  mi,  pues 
teme  con  fundam.^^  q.*^  yo  posea  las  yerbas  de  estas  cer- 
carlas. Yole  hable positivam.te diciendole  q.Menia,  sino 
todo,  lo  más,  que  no  duplicase,  q.*  corriese  mas  lejos, 
q.*  todas  las  plantas  q.*  remite  las  tengo  en  mi  herbario- 
y  que  mi  honor  no  me  permite  callar  sobre  este  punto. 
^•Qué  hará  V.  con  esqueletos,  con  descripción.^,  y  dise- 
ños de  una  misma  planta  remitida  p.''  Mejia,  y  tamb.^ 
p/  Caldas?  Le  añadi  q."  yo  avisarla  á  V.  las  q.^  des- 
de el  año  pasado  poseía  no  p/  q.'  tenga  yo  interez  en 
q.^  vayan  con  mi  nombre  ó  con  el  suyo,  sino  p.^  hacer 
veer  á  V.  q.*  he  trabajado  con  honor  y  con  actividad. 
Yo  veo  con  dolor  q.'  él  hecha  mano  de  una  miez  q.^  des- 


—  233  — 

floré  ha  mas  de  un  año.  Apesar  de  esto  conozco  q.*  e^ 
para  el  caso,  q.^  tiene  un  buen  talento,  mas  q.^  media- 
nos conocim.to^  botánicos,  que  sabe  latin,  con  su  tintura 
del  griego,  q.*  es  activo,  constante,  mozo,  con  salud,  y 
sobre  todo  q.«  ama  á  V.  Por  otra  parte,  sus  émulos, 
pues  á  ninguno  q.'  tenga  mérito  le  faltan,  han  dispuesto 
de  tal  modo  las  cosas  q.*  lo  han  pribado  de  la  Cátedra 
q/  poseia,  lo  han  arruinado  y  reducido  á  miseria,  ale- 
gando q.*  ha  hecho  perder  el  tiempo  á  los  jóvenes  ense- 
ñandcles  á  conocer  la  col,  el  apio,  el  orégano  &  ,  y  ol- 
vidado el  evgo,  el  ente  de  razón  y  las  categorías.  Creo, 
pues,  muy  útil  á  la  Exp.'^  el  q.'  se  le  agregue  si  V.  lo 
tiene  p.^'  combeniente,  y  fixarlo  p.*  recorrer  á  Macas, 
Canelos,  Maynas  &.  &.  al  mismo  tiempo  que  yo  al  lada 
de  V.  trabajo  en  cosas  de  mis  interez.  El  se  insinuó  con- 
migo acerca  de  esta  propuesta  y  no  lo  he  verificado 
sino  después  de  un  maduro  examen:  V.  hará  lo  mejor, 
y  me  contestará  con  prontitud  sobre  este,  y  sobre  el 
acortam.'^^de  mi  viaje  atendidas  las  circunstancias  pre- 
sentes. 

Añada  V.  á  todo,  q.^  aun  me  veo  acometido  de  la 
terciana,  q.«  Malbucho  ha  estropeado  mi  salud  hasta  el 
punto  de  sospechar  q.®  ya  no  podrá  sufrir  la  maligni- 
dad del  Chocó  sin  una  larga  y  solida  reposición.  Todo 
parece  q.®  concuerda  en  obligar  á  V.  á  que  subscriba  á 
mi  pronto  regreso  á  Santafe. 

Yo  no  tengo  interez  en  la  agregación  de  Mexia,  y 
solo  lo  propongo  p.''  q.«  se  lo  ofreci  y  p/  q.«  conozco 
que  nos  puede  ser  muy  útil.  Pero  todo  esto  baxo  la 
intelig.^  de  q.*  V.  lo  crea  asi,  V.  q.^  conoce  las  cosas, 
q.*  las  tiene  presentes  y  penetra  las  circun.^^  actuales. 

No  soy  mas  largo  p.^'  q.^  el  tiempo  es  corto;  y  con- 
cluyo diciendo  q.®  en  esta  sigue  un  caxon  con  m.^  es- 
queletos, diseños  y  descripción.'*  de  plantas,  y  de  aves 


—  234  — 

«ntre  ellas  la  Cinchona  de  Intac,  sus  cortesas,  con  las 
semillas  de  la  Polymnia.  Remito  también  unos  esquele- 
tos de  una  Vcilea  q.*  no  difiere  de  la  de  V.  sino  en  la 
falta  de  estipulas,  Mexia  incluye  á  V,  4  esq.*^'^  de  plan- 
tas q.'  poseo,  con  descrip.^  y  diseños,  unas  raices  de 
Crotón  con  semillas. 

Deceo  con  las  mas  vivas  anclas  q.*  Dios  conserve  á 
V.  con  salud,  y  lleve  á  su  lado  q.^°  antes  á  su  afmo.  ad- 
mirador, amante  y  reconocido  discípulo  q.  b.  s.  m., 

Franc."  Joseph  de  Caldas. 

P.  D. — Se  me  olvidaba  advertir  á  V.  q.""  Mexia  es 
casado  con  una  vieja  de  quien  no  tiene  hijos. 
Lo  q.^  encierra  el  caxon  de  mi  i.^  remicion. 

Laminas. 

23  lam.^  de  plantas  mias. 
5  lam.'^  de  Mexia. 
14  lam.^  de  aves  mias. 

Mss. 

Descripc."^  de  plantas  en  30  fox.  mias. 

Dcscripc.^  de  Mexia. 

Razón  de  los  instrum.^°^  de  Maynas. 

Raye.',   Cortez.%  &:."■ 

Rayz  del  Crotón  n.  43. 
Xugo  del  mismo  en  frasco. 
Corteza  de  id. 

Corteza  de  la  Cinchona  n.  i. 
Semillas  de  la  Polimnia  n.  42. 


—  235  — 

Esqueletos  de  aves,     . 
15  pieles  de  aves. 

EsqJ"^  de  Plantas, 

4  Polimnia  n.  42. 

4  Sida?  n    48. 

3  Convolvulus  n.  72. 

Ra.s  Pent.^  monog.^  n.  49. 

1  Didyn.^  angiosp.^  n.  162. 
3  Eehites  n.  68. 

3  Anothera  n.  92. 

2  Pent.^  monogy.^  n.  78. 

3  Pitcarnia  n.  51. 

Ms.  Peni.^  monog.  (Melloco)  n.  147. 

2  Lobelia  n.  131. 
M.  Genciana  n.  29. 
M.  Plantago  n.  138. 
M.  Ranunculus  n.  189. 

3  Crotón  n.  43. 
3  Loara  n.  137. 

3  Coriaria  n.  134. 

3  Collumellia  (Flor  Peruv.)  n.  160. 

2  Loranthus  n.  152. 

3  Manettia  n.  153. 
3  Manettia  n.  156. 
3  Manettia  n.  172. 

3  Molina  (Flor  Peruv.)  n.  142. 

2  Molina  n.  146. 

6  Molina  n.  149  (Chilquilla). 

Syng.^  cuya  descrip.'^  y  diseño  tengo  remitidos,  n.  39, 

3  Cedrela  odorata  n.  128. 


—  236  — 

3  Dodec*  monogy.'  n.  144. 

6  Monoec*  dodec.^  n.  181  (Pombea). 

7  Cinchona  n.  i.°  (seg/'^  colecc"). 

Quito  y  Enero  6  de  1804. 

F.  J.  DE  Caldas. 

He  añadido: 

6  Valea  sin  estipulas  n.  42  (seg/*'>  colecc"). 


S/  D.  D.  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Quito  y  Fehs  6/804. 

Amadísimo  Protecíor  mió:  acabado  de  salir  de  lasep' 
tima  recaída  de  mí  rebelde  terciana,  y  pongo  á  V.  esta 
p.^'  pedir  á  V.  un  remedio,  ó  un  método  curativo  p.^  li- 
brarme de  esta  cruz  q.*  ha  3  meses  q.*  me  oprime.  Re- 
caer y  levantar  han  sido  los  dos  estados  de  que  no  sal- 
go: cada  recaída  va  minando  mi  ser  y  me  va  dejando 
reliquias  bien  molestas. 

V.  se  habrá  confundido  con  mi  carta  y  falta  de  caxon, 
Pero  sepa  V.  q.*  desp.'^  de  entregadas  mis  cartas  en  el 
correo  lleve  el  dho.  cajón,  me  pidieron  una  suma  exor- 
vitante  q.*  me  desanimó,  lo  dexé,  y  ahora  van  los  dise- 
ños, descripción.^  y  los  esqueletos  solam.^^®  je  la  Quina 
de  Intac,  y  otra  especie  de  liliácea  q.^  me  ha  parecido 
rara  p.''  sus  caracteres:  tiene  6  filam.^Q^  glandulosos,  y 
6  anteras  unidas  fuertem.^^  en  cylindro,  cosa  bien  nue- 
va para  mí. 

D."  Joseph  Ign.°  Pombo  me  ha  escrito  cosas  q."  me 
han  inquietado  demasiado,  y  q.^  es  preciso  q.^  V.   sepa. 


—  237  — 

>Ie  dice  q.^  yo  me  detengo  aqui  contra  la  voluntad  de 
V.  Si  V.  hace  memoria  de  sus  cartas  se  acordará  q.'' 
me  tiene  ordenado  me  mantenga  hasta  dejar  explorada 
esta  Prov.^  y  q.^  yo  insté  á  V.  para  q.*  me  permitiese 
salir  de  ella,  cuyo  permiso  no  obtube  hasta  Sep/  de 
Sos,  época  en  q.'  salia  moribundo  de  Malbucho,  de 
cuya  enfermedad  aun  no  convalesco.  ^-Como  pues  se 
me  puede  reprender  morosidad  aquí?  Confieso  á  V.  q.* 
estas  cosas  enfrian  de  tal  modo  mi  corazón,  q.^  decea- 
ria  hallarme  en  otras  circunstancias.  Añade  q/  gasto  el 
tiempo  en  trabajos  largos,  costosos  y  aun  inútiles.  Esto 
me  ha  llenado  de  amargura;  he  vuelto  mis  ojos  sobre 
mis  trabajos  y  no  he  hallado  cosa  q.*  meresca  el  epíte- 
to de  inútil.  Un  hervario,  descrip.^,  diseños,  acopios  de 
semillas,  latitudes,  longit.^^^,  cartas  geográficas,  nive- 
lación.-^ barom.^'^^,  algunas  aves,  una  u  otra  antigüedad, 
algunos  animales  es  el  material  q/  se  cree  inútil.  Obe- 
diente á  las  ordenes  de  V,  hasta  la  religiosidad,  he  aho- 
gado mi  genio  é  inclinaciones  y  casi  abandonado  todo 
p.''  la  Botánica.  Ah!  que  contraste  el  q.*  esto  ha  causa- 
do en  mi  imaginación!  Quando  á  los  ojos  de  mi  con- 
ciencia me  hallaba  justificado,  q.^"^  creia  q.^  Y.  se  halla- 
ba contento  con  una  conducta  semejante  saber  q.^  Mu- 
tis, este  objeto  idolatrado  á  quien  me  hallaba  sacrificado 
enteramente,  no  se  hallaba  contento  con  mi  conducta, 
es  cosa  que  me  ha  abatido  mas  q.''  la  terciana  de  Iba- 
rra.  Por  q.^  V.  no  se  ha  explicado  positivam.^"  con  migo.? 
Por  que  no  me  ha  dicho,  esto  es  inútil,  aquello  útil.? 

Me  habla  sobre  socorros  prestados  y  añade  que  ya 
son  mas  que  triplicados  los  q.*  se  me  han  prestado.  Yo 
entro  en  un  pormenor  de  cuenta,  le  hago  veer  el  estado 
en  que  se  halla  esta  prov.^  en  asunto  á  víveres,  me  hago 
cargo  de  1.500  p.^  q.*  V.  me  ha  librado  y  800  p.^"  su 
parte,  entro  en  gastos  mensuales  ordinarios,  y  los  ex- 


—  238  — 

traordinarios  le  incluyo  los  q.''  he  causado  en  Enero  de 
este  año  estando  quieto,  p/  q.^  se  forme  juicio  de  los 
q.*  se  harán  en  campaña,  y  en  fin  después  de  un  dila- 
tado por  menor  le  hago  veer  q.^  conforme  á  la  voluntad 
de  V.  y  de  él  salgo  afines  de  este  aun  no  libre  de  la 
terciana  p.'  Loxa,  colectando  Quinas  en  los  diferente 
sitios  q.^  las  producen  con  solo  unos  500  p.'  A  V.  tam- 
bién incluyo  una  planillita  de  mis  gastos  mensuales,  sin 
andar.  Se  deduce  de  todo  q.«  le  digo  q.^  mas  que  me 
estreche  no  puedo  sostenerme  con  menos  de  50  p.* 
mensuales  q/'*^  pare  y  m.""  mas  q.^'-"  camine.  De  toda  la 
cuenta  de  mis  gastos  resultan  existentes  en  mi  poder 
como  500  p.*  los  únicos  con  que  parto  de  esta  entro  de 
un  mes  p.^  Cuenca  y  Loxa  en  acopios  de  Quinas,  q.^ 
van  á  ser  el  grande  objeto  de  esta  exped."  La  contesta- 
ción de  esta  no  me  alcanzara  en  Quito  seguram.*'  ,  pero 
V.  escríbame  con  rotulo  á  esta,  q.^  un  amigo  queda 
encargado  de  tomarlas  del  correo  y  dirigirlas  á  mi  des- 
tino. Yo  no  habría  entrado  jamas  en  menudencias  de 
cocina  &  &.  si  no  me  dixese  Dn.  Joseph  Ign.°  Pombo 
q.''  5^  me  han  dado  mas  qJ  triplicados  los  auxilios  de 
todo  genero.  Yo  jamsis  he  asignado  á  V.  cantidad  nin- 
guna q.^  pudiese  impender  en  esta  exp.":  V.  me  man- 
dó mantenerme  aqui  en  donde  he  gastado  m.*^  p.^  en  un 
tiempo  de  extremada  escaces.  Los  víveres  se  han  mas 
q.**  duplicado  en  su  precio:  baste  decir  q.*  la  arina  valia 
antes  7  p.^  carga,  y  hoy  17,  y  18  p.^:  el  maiz  antes  3 
pesos  hoy  5:  el  azúcar  antes  20  r.^  hoy  6  p.'':  la  papa 
antes  10  r.^  hoy  3  p.^:  una  gallina  antes  2  r.^  hoy  4,  los 
huevos  antes  8  hoy  3,  ó  4. 

El  diseño  y  la  descripc."  de  la  liliácea  no  va  ahora, 
ira  el  venidero  con  la  carta  de  Malbucho  y  Nivela- 
ción. 

Avíseme  V.  positivam."  si  he  de  seguir  al  Chocó  6 


—  239  — 

nó.  Mis  fuerzas  las  ha  acabado  la  terciana,  ^-quien  sabe 
si  peresco  en  esos  desiertos  sin  auxilios,  mayorm.'^  ha- 
biendo ya  mi  constitusion  padecido  tanto,  y  manifes- 
tando una  naturaleza  tan  propensa  á  terciana?  Concide- 
re  V.  esto  y  abiseme  q.'o  antes,  pues  si  falta  salud  el 
animo  no  falta;  yo  daré  gustoso  mi  vida  p.^  el  ilustre 
Mutis,  de  quien  es  adorador  é  idolatra  el  menor  de  su& 
discipulos'q.  b.  s.  m., 

Franc."  Joseph  de  Caldas. 


Gastos  de  Enero  de  1804. 

Por  6  p.s  á  la  cocinera  p.**  la  prim/  semana 

dos  el  1°  hasta  el  dia  7 oc6,o 

P.  un  r.^  de  pan  diaiio cc3,7 

P.  medio  r.^  diario  de  luz 001,7  i/^ 

P.  dos  caxas  de  dulce  á  6  r.^ 00 1,4 

P.  un  r.^  diario  de  chocolate 003,7 

P.  6  r.^  de  un  queso 000,6 

P.  2  p.^  de  var.^  medicinas 002,0 

P.  2  r.^  al  barbero 000,2 

P.  4  r.^  de  Xabon 000,4 

P.  6  p.''  de  cocina  hasta  el  14 006,0 

P.  otros  id.  p/  id.  hasta  el  21 006,0 

P.  otros  id.  p.^  id.  hasta  el  28 006,0 

P.  20  r.^  id.  p.^  id.  hasta  el  31 002,4 

P.  10  r.^  á  la  cocinera  por  su  trabajo 001,2 

P.  10  r."^  á  la  laband.^  y  cost.^ 001,2 

P.  un  par  de  zapatos  p.^  mi  en  10  r.'' 001,2 

P.  otro  p.»  mi  hermanito  en  8 000,8 

P.  5  p."  de  la  casa  á  razón  de  60  p.^  an.^.  .  .  005,0 

StjMA ; 50,7 


—     240    — 

SS  D.  D.  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Quito  y  Marzo  5  de  804. 

Generoso  Protector  mió:  6  correos  ha  q.*  espero  los 
■sabios  consejos  q/  V.  me  ofrece  en  la  ultima  q/  recibí 
en  Nov.^  de  803.  Desespero  p.'^  saberlos  y  aun  mas  p/ 
obedecerlos  con  el  respeto  profundo  con  q.*  he  obser- 
vado los  q.^  la  bondad  de  V.  me  ha  comunicado. 

Yo  crei  q.^  mi  antesed.**  era  la  ultima  q.*  escribía  de 
-Quito:  pero  la  Terciana,  esta  terrible  enfermedad,  trizte 
fruto  de  mí  viage  á  Malbucho,  me  ha  detenido  hasta 
hoy.  Ha  3  semanas  q/  no  me  ataca,  y  siento  q.Ma  ape- 
tencia y  las  fuerzas  se  van  restableciendo  poco  á  poco 
y  voy  á  cumplir  con  mí  promesa  entro  de  15  dias,  para 
lo  q.^  me  hallo  prepaiado. 

Comienzo  p.^'  sacar  las  Quinas  de  Tagualó,  voy  á 
Riobamba,  Cuenca,  Loxa,  Guayaquil  en  donde  estaré  en 
principios  de  Junio.  En  este  espacio  de  tiempo  espero 
su  ultima  resolución  sobre  las  propuestas  q.*  posterior- 
mente le  he  hecho.  Es  cierto  q.*  la  terciana,  mi  natura- 
leza adicta  á  contraer  con  facilidad,  y  retener  con  obs- 
tinación esta  enfermedad  me  acobarda,  y  casi  veo  mi 
sepulcro  en  el  maligno  clima  del  Chocó.  No  obstante,  y 
suplico  á  V.  haga  alto  sobre  esta  espresion  q.*  nace 
del  fondo  de  mi  corazón,  si  V.  quiere  q."  entre  en  esta 
prov.^  Caldas  sabe  morir  y  su  vida  vale  poco  q.^"  se 
trata  de  obedecer  al  sabio  Mutis. 

Toda  mi  colección  queda  encajonada  en  poder  de 
D.  Vicente  Arroyo  p,^  q.^  la  dirija  á  Pop."  al  D.^'  D." 
Manuel  María  Arboleda  quien  la  pondrá  en  manos  de 
V.  Van  los  esqueletos  de  todas  las  plantas  que  he  colec- 
tado hasta  aqui,  van  semillas,  de  q.*''  ha  sido  posible, 


—    241    — 

pero  no  van  descripción.^  ni  diseños  p/  q/  no  tengo  ni 
fuerzas,  ni  tiempo  p.^  enmendar  mis  borrones. 

V.  debe  estar  persuadido  q.*  la  Botánica  hace  mi 
prim.^  ocup."  q."  las  nivelación.^  botánicas  el  segundo, 
que  la  perfecc.o'^  de  la  Mem.^  sobre  el  calor  del  agua 
el  3'°,  y  la  carta  del  pais  el  4.°  suplico  á  \^  se  des- 
impresione de  qualq.^  otras  ideas  q.*  se  haya  formado 
sobre  mis  trabajos.  Si  alguna  vez  me  he  distraído  en 
otros  objetos  menos  interesantes  ha  sido  p.^'  mom.*°^  pa- 
sajeros q,«  no  exigen  ni  tiempo  ni  fatiga. 

Ya  he  dho.  á  V.  el  estado  de  esta  prov.^  y  de  mis 
gastos  q.*  no  es  posible  cercenar:  ya  he  avisado  á  V. 
q.^  parto  de  Quito  con  solo  500  p.^  y  q.'  me  voy  á  ver 
con  necesidad. 5  en  paises  extraños  y  lejanos.  V.  puede 
escribirme  directamente  á  Quito  en  donde  D.  Vicente 
Arroyo  queda  encargado  de  sacarlas  del  correo  y  remi- 
tírmelas á  mi  paradero.  Espero  de  su  bondad  q.«  me 
honrrará  con  sus  letras  y  con  sus  auxilios  q.**'  antes, 
q.*  no  olvidará,  y  q.^  estara  seguro  del  amor,  y  del 
reconocim.*°  del  menor  de  sus  discípulos  q.  b.  s.  m. 

Fran.<^^  Joseph  de  Caldas. 


Quito  y  yiilio  6  de  804. 

Mi  generoso  benefactor:  al  cabo  de  nueve  meses  de 
un  silencio  absoluto  de  todos  los  de  Stafé  he  recivido 
ayer  una  de  D.^  Santiago  Arroyo  acompañada  de  una 
esquela  de  mi  estimadísimo  D.^  Salvador  Rizo  dirigida 
á  aquel.  Por  ellas  se  q.^  V.  vive,  y  goza  de  salud,  y 
también  veo  los  ardientisimos  deseos  de  V.  por  mi 
pronta  llegada  á  esa  Capital,  y  los  sentimientos  q.«  V. 

16 


—    242    — 

ha  concevido  por  mi  larga  residencia  en  esta.  Pueda 
atestiguar  á  V.  con  todos  estos  havitantes  el  estada 
triste  de  mi  salud  en  todo  este  espacia  de  tpo.  La  ter- 
ciana revelde  me  ha  oprimido  de  tal  modo  desde  q.^ 
sali  de  Malbucho  q.*  me  ha  sido  imposible  á  pesar  de 
mis  ardientisimos  deseos  seguir  adelante  temiendo  re- 
caer y  morir  en  un  desierto:  no  atribuya  Vm.  á  otra 
cosa  mi  tardanza  tan  forzada  para  mi  como  para  V. 

Ahora  q*  entra  el  verano,  que  los  dias  son  secos  sal- 
go infaliblem.*''  para  Cuenca  y  Loxa  en  pos  de  las  mu- 
chas Quinas  q.*  producen  estos  lugares,  y  regreso  de 
Loxa  con  la  mayor  velocidad  p.^  Santafe  de  modo  que 
me  halle  en  esa  Capital  en  Diciembre  sin  falta.  He  creí- 
do que  estando  tan  inmediato  alas  Quinas  tan  deseadas 
de  V.  no  debo  partir  sin  llebarlas:  en  los  meses  de  Julio 
y  Agosto  estara  evaquada  esta  diligencia  importante,  y 
Yo  próximo  á  seguir  á  esa  Capital:  deponga  V.  sus  te 
mores,  y  cuente  con  migo  en  Diciembre  infaliblemente. 
Seis  meses  son  y  en  ellos  haré  tal  vez  mas  q.^  en  todo 
el  tpo.  anteced.^s  atendiendo  á  las  circunstancias.  Ape- 
sar  de  todo  esto  si  en  la  carta  q.*  me  anuncia  D.'^  Sal- 
vador Rizo  me  ordena  V.  otra  cosa,  será  ovedecido. 

Muchas  cartas  he  escrito  á  V.  en  todo  el  tpo,  de  mi 
enfermedad,  y  tal  vez  ninguna  ha  llegado  á  sus  manos: 
yo  he  tenido  la  imprudencia  de  dirigirlas  vaxo  el  con- 
ducto de  Pombo  el  Joven,  y  según  acabo  de  saber  no 
recide  en  Santafe,  y  mis  cartas  habrán  estado  bien 
guardadas,  lo  mismo  q."  un  caxoncito  con  Diseños  que 
remití  á  V.  ahora  seis  meses.  Yo  me  enmendaré  en 
adelante,  y  todas 'mis  cartas  irán  directam.*^®  á  V.  por 
Estafeta. 

Remito  á  V.  en  este  Correo  un  cañón  de  Lata  que 
contiene  la  carta  del  camino  de  Malbucho  con  un  trozo 
de  la  Memoria  sobre  mi  viage,  q.Ma  terciana  no  me  ha 


—   243   -^ 

dejado  concluir.  No  puedo  en  el  dia  poner  mano  en  ella^ 
pues  me  hallo  próximo  á  partir  entro  de  dos  dias,  y 
pienso  no  tener  uno  desocupado  hta.  el  momento  feliz 
en  que  me  presente  á  V.  Ban  también  los  diceños  de 
una  DidelphiS;  y  del  Mono  Ohnarine  del  Conde  de  Bu- 
fon  q.*  no  vio  este  naturalista. 

Seria  mas  largo,  si  las  ocipaciones,  y  afanes  de  sali- 
da  no  me  lo  impidiesen,  y  concluyo  deseando  á  V.  una 
larga  vida,  y  perfecta  salud,  y  q.**  cuente  con  el  amor^ 
y  reconocimiento  de  el  ultimo  de  sus  discípulos 

Q.  B.  S.  M. 

Fran.'^°  Joseph  de  Caldas. 

P.  D, — Sup.^°  á  V.  franqueé  los  materiales  del  ca- 
ñón de  Lata  á  D."  Santiago  Arroyo  p.*  q.'  tomando  una 
copia  la  remita  á  Cartag/  á  D."  José  Ignacio  Pombo  mi 
favorecedor.  La  correspond.»  de  V,  q.^  venga  á  Quito, 
pues  aqui  queda  encargado  D.  Vicente  Arroyo,  de  reco- 
gerla, y  remitirla  á  mi  destino. 

S.^  D.''  D.  José  Celestino  Mutis. 


Cuenca  y  AgJ^'  28/804. 

S.'*   D.«  D.^  Joseph  Celestino  Mutis. 

Mi  generoso  Benefactor:  desde  q.*  sali  de  Quito  espe- 
ro con  ansia  los  correos  p.^'  letras  del  sabio  Mutis,  letras 
tan  suspiradas  y  tan  escasas.  Mi  amado  D."  Salvador 
Rizo  me  ofreció  p.''  mano  de  D.  Santiago  Arroyo  una 
larga  de  Vd.  para  el  inmediato  q.*  correspondió  al  del 


—   244  — 

15  de  Junio  y  hasta  ahora  no  aparece.  ¡Que  angustias 
las  q.*  padece  mi  corazón  con  este  eterno  silencio  de 
la  casa  de  la  Exp."!  Todos  los  padesim.t°s  de  la  Ter- 
ciana rebelde  q/  me  oprime,  todos  los  trabajos  inevi- 
tables de  los  caminos  me  serian  gustosos  si  supiera  del 
hombre  mas  querido,  del  virtuoso  y  generoso  Mutis. 
Pero  mi  suerte  me  tiene  condenado  á  pasar  largos  espa- 
cios  de  tiempo  en  una  perfecta  ignorancia  del  estado  de 
V.  y  de  sus  cosas.  Me  he  resignado  y  espero  con  pa- 
siencia. 

Sali  de  Quito  á  principios  de  Julio,  me  desvie  á 
Occidente  á  Tagualó  y  Macuchi  en  solisitud  de  las  Qui- 
nas que  se  decia  producían  esos  bosques.  En  efecto  las 
halle.  Creen  estos  moradores  poseer  tres  especies  áiV^^ 
Pero  yo  no  pude  hallar  caracteres  q.'  la  separen  y  las  he 
creído  como  una  y  sola  especie.  No  obstante,  temiendo 
q.*  mis  luces  no  alcancen  d  distinguirlas  he  tomado  can- 
tidad de  esqueletos  de  cada  una,  corteza  y  he  diseñado 
y  descripto  con  quanta  presicion  me  ha  sido  posible. 

En  Alausi  p.''  2°  10  de  latit.  austral  he  visto  otra 
bien  diferente  de  la  de  Tagualo.  Las  hojas  lanceoladas 
con  peciolos  de  i-i  V^  pulg.^  de  largo,  lampiñas  y  lus- 
trosas p.*'  encima  y  vellosas  blanquesinas  p.'*  debaxo. 
Tengo  copia  de  esq.*°^  corteza,  diseño  y  descripción. 

Llegue  á  este  Cuenca  asaltado  de  la  terciana  en  don- 
de he  pasado  10  dias  entre  labativas,  bomititivo  y  Qui- 
na. Me  hallo  casi  restablesido  y  en  vísperas  de  partir 
á  sus  alrededores  en  donde  me  aguardan  muchas  Qui- 
nas cuyas  muestras  he  visto.  A  mi  regreso  las  acondi- 
cionare y  remitiré  acDeleradam.^^ 

Muchos  son  los  vegetales  q.*  produce  este  suelo  y 
mis  fuerzas  pocas  p.^  poder  describirlos  todos.  Lo  que 
hago  es  describir  lo  q.*  me  parece  bello  y  mejor,  y 
llevar  esqueletos  y  semillas  de  los  demás. 


—  245  — 

A  mediad.^  de  Sept.'  estaré  en  Loxa,  y  en  Oct.*  habré 
regre  sado  á  Quito  p.^  marchar  á  Santafé  en  donde  creo 
estar  en  Enero. 

Mis  males  y  ocupaciones  no  me  permiten  ser  mas 
largo,  lo  seré  en  el  siguiente.  Deceo  con  toda  las  fuer- 
zas de  mi  corazón  una  salud  perfecta  y  todas  las  pros- 
peridades p.^  V.  quien  debe  mandar  con  imp.°  sobre 
q.to  puede  su  amante  y  reconocido  discípulo  q.  b.  «.  m. 

FrAN.co  JOSEPH    DE    CALDAS. 


S.J*  D.^'  José  Celestino  Mutis. 

Cuenca  y  SepS'  28/804. 

Mi  amadísimo  y  generoso  benefactor:  Con  fecha 
28  de  Agto.  escribí  á  V.  de  esta  casi  acabado  de 
llegar,  y  recien  salido  de  mi  terciana.  Le  anuncie  á  us- 
ted mi  pequeña  exped."  á  los  alrededores  de  esta  Ciu- 
dad, la  que  tengo  felizm."^^  concluida.  Mr.  de  la  Conda- 
mine  ha  sido  mi  guia  en  esta  excurcion  de  Quinas.  En 
su  Introducción  histórica  al  Viaje  al  Equador,  pagi- 
na 83  dice  q.*  baxando  de  la  señal  del  Yasuay  fue  á 
visitar  un  terreno  en  quien  se  habia  descub."^^  hacia 
poco  tiempo  (en  1739)  arboles  de  Quinquina.  Añade 
que  la  hoja  y  la  flor  le  parecieron  mayor.-  q.'  la  de 
Loxa,  y  q.*  la  corola  era  de  un  roxo  mas  subido  q.^  la 
de  esta  ciudad.  Hacia  reflexión  q.^  desde  aquella  época 
hasta  aqui  no  habia  visitado  estos  lugares  ningún  Bo- 
tánico, q.«  Ruiz  y  Pabon  no  llegaron  con  sus  indicacio- 
nes á  esta  latitud,  q.*  Bompland  no  salió  de  Cuenca  ni 
vio  á  Taday,  Paute,  Gualaceo,  ni  el  Pan,  en  cuyos  bos- 


—  246  — 

ques  he  colectado  tres  especies  de  Cinchona  distintisi- 
mos,  q."  apesar  de  mis  lib.^  miserables  y  cortisimos  co- 
nocimientos las  creo  desconocidas.  La  corola  no  roxa, 
sino  de  un  morado  purpura  obscuro,  el  tubo  ensancha- 
do hacia  su  mitad,  y  muy  grande.  La  hoja  de  la  prime- 
ra oblonga,  de  la  2.^  subrctanda,  y  lanceolada  la  de  la 
3.*  Las  he  diseñado  con  q.*''  cuydado  me  ha  sido  posi- 
ble, y  las  he  descrito  del  mismo  modo.  He  visto  una 
especie  de  Canelo  bien  diferente  del  de  Andaquíes  que 
V.  conoce  demaciado,  con  otras  cosas  q.*  he  podido 
colectar  presipitadamente. 

Debo  anunciar  á  V.  q.*"  nada  hay  mas  voluntario  q.® 
los  términos  q.'  estableció  el  S.""  Barón  de  Humboldt  á 
la  vejetacion  del  precioso  genero  Cinchona,  en  su  Geog.« 
de  las  plantas.  Ambos  términos  los  tengo  falsificados 
con  pruebas  incontrastables.  Mi  prim.^  Quina  (foliis 
oblongis)  se  comienza  á  ver  p.'"  247^,0  del  Bar.°  y  la  he 
hallado  á  las  234  o  del  mismo  B.**  Este  instrum.<^°,  el 
mismo,  se  mantenía  en  Quito  en  243^0,  antes  de  mi  par- 
tida. Humboldt  establece  el  termino  sup/  de  la  Cinchona 
á  las  243,0  en  Quito  y  yo  le  acabo  de  veer  abundante  y 
florida  400  varas  mas  elevada  q."  aquella  Ciudad.  Lo 
mismo  puedo  decir  de  su  termino  inf.''  Pero  me  reservo 
p.^  mi  mancion  en  Guayaquil. 

No  olvido  nras.  variac.^  barom.^»^  nocturnas,  ni  todo 
q.'^^  contribuya  á  perfeccionar  la  bella  idea  de  mareas 
atmosf.^^s  q.*  V.  concibió  el  primero.  Creo  haber  dado 
un  paso  en  este  precioso  objeto.  MM.  los  Academ.^'"^ 
'Creen  q.^  las  variación."^  del  B."  entro  de  los  Trópicos 
*no  pasa  de  i  74  línea.  Esto  es  verdad  en  los  lug.^  baxos 
-en  q.*  la  columna  mercur.^  es  de  27-28  pulg.^  Pero  no 
asi  en  los  países  altos  como  Quito.  Diga  lo  q.*  quiera 
Mr.  de  la  Condamine,  alegue  años  enteros  de  observa- 
«cion.^  jamas  subscribiré  á  i  74  lin.^  la  variac."  en  Quito- 


—   247   - 

Mis  Bar.°s  cerrados  hernieticam.*®,  llenos  con  la  ultima 
prescision  de  q.®  es  capaz  un  hombre,  aprobados  p.*" 
Humboldt,  mejor  divididos,  con  su  Notiio  ó  F^m/V/' dis- 
puestos del  modo  mas  conven.*^  llevando  diarios  es- 
crupulosos no  me  dan  mas  q.*  0^,6  de  variación  entre  el 
máximes  y  el  minimez  de  la  columna  mercurial.  Pero 
esto  seria  solamente  alterar  la  variación.  El  punto  prin- 
cipal es  y  aquel  en  que  creo  haber  hecho  un  pequeño 
descubrimiento:  que  no  solo  la  elevación  del  lugar  tiene 
relación  con  las  variación.^  barom.*^^'  sino  también  las 
latitud.^:  q.*  el  minimez  de  las  variac.^  está  baxo  el  Eq.^ 
en  el  punto  mas  alto  de  nra.  atmosf.%  q.**  en  una  li- 
nea perpendicular  considerada  en  el  plano  del  Eq.^"  ere- 
sen  estas  hasta  el  nivel  del  mar,  pero  son  siempre  los 
mínimos  de  las  variación.^  á  la  misma  eleva. "^  compa- 
rad.s  con  las  q.^  se  verifican  á  1°,  2°,  3°,  &.  g.^  de 
lat.'^  q.^  dos  lugares  p.''  exemplo  Quito,  y  la  Nueva  Rio- 
bamba  la  I.*  á  13'  lat.,  y  la  2.*  á  i°,3o',  peroáig.^  alt.* 
sobre  el  mar  tienen  variac.^  barom.<^*^  bien  dif.*^^,  es 
pues  necesario  atender  á  la  elevación  y  tamb.°  á  latitud 
del  lugar  para  valuar  la  cantidad  de  las  variación.^ 
atmosféricas.  Con  esta  nueva  idea  he  vuelto  sobre  mis 
pasos,  he  desenterrado  mis  antiguas  observaciones,  he- 
chas en  Santafe,  Neyva,  Popay.°,  Pasto  y  Quito,  las  he 
comparado  con  los  resultados  de  mis  ultimas  operacio- 
nes. ¡Que  armenia  la  que  se  ha  presentado  á  mis  ojos! 
Aquella  inconstancia  que  parecia  capricharse  en  las  va- 
riación."^  viene  á  ser  una  ley  constante  y  arreglada  Pero 
una  carta  es  espacio  muy  limitado  para  explanar  todas 
mis  ideas  sobre  este  punto  interesante.  Concluyo  ro- 
gando á  V.  haga  se  verifiquen  observación.^  barom.*^*^ 
en  Santafe,  mientras  yo  las  hago  en  mi  viaje.  Quanto 
es  desear  q.*  hallásemos  sugetos  inlelig.*^^^  en  toda  la 
-extenc.'^  de  la  zona  tórrida  q.'  las  verificasen  al  mismo 


—  248  — 

tiempo.  Encargue  V.  á  nro.  Sinforozo  á  Havana  recoja 
algunas,  ó  verifique  p/  si  mismo  el  periodo  barom."  en 
aquella  ciudad  situada  baxo  del^nismo  Trópico. 

El  i.°  de  Oct.'  parto  á  Loxa,  en  donde  pasaré  12,  6 
15  dias  viendo  la  mas  celebre  de  las  Cinchonas.  De 
aqui  escribiré  á  V.  y  de  todas  partes  es  su  agradecido^ 
y  amante  entusiasta  q.  b.  s.  m. 

Feanc.co  Joseph  de  Caldas. 


S.^  D.^  D.^  Joseph  Celestino  Mutis. 

Quito  y  Enero  3/805. 

Mi  generoso  benefactor:  el  25  del  pasado  Diciemb/ 
llegué  á  esta  Capital  de  regreso  de  Loxa.  Apesar  de  la 
grave  enfermedad  q.^  me  atacó  en  esa  Ciudad,  y  cuyas 
reliquias  me  han  oprimido  en  todo  el  camino,  he  venido 
rico  de  vegetales,  principalm.'^®  de  Quinas.  Diez  y  seis 
especies  diferentes  de  estas  tengo  concitadas  y  descritas: 
10  hallé  en  Loxa:  3  en  Cuenca:  2  en  Alausi,  y  una  en 
Tagualo.  Creo  q.''  tengo  agotada  la  materia  de  Quinas  en 
esta  Provincia,  cumpliendo  con  las  instrucciones  de  V., 
y  procurando  q.®  por  mi  parte  se  disminuya  la  melanco- 
lía en  q,'  V.  se  halla  sumergido  según  se  expresa  V. 

Mañana  4  parto  para  el  Nanegal,  bosque  situado  al 
Norte  de  Quito,  á  sacar  la  única  y  ultima  especie  de 
Quina  q.'  me  falta.  Este  viage  se  concluirá  entro  de  6 
ú  ocho  dias,  y  yo  no  pienso  en  otra  cosa  q.*  en  partir 
p.«  esa  capital.  Del  25  al  30  dejaré  á  Quilo,  y  no  dudo 
á  fines  de  Marzo  ó  principios  de  Abril  me  reuniré  á  la 


—  249  — 

persona  q.*  mas  amo,  y  respeto  sobre  la  tierra.  Dichoso 
Yo  si  consigo  esta  felicidad. 

Nada  digo  de  los  otros  objetos  q."  me  han  ocupado 
en  esta  expedición,  por  q.®  los  afanes  del  presente  viage 
no  me  lo  permite.  Deseo  á  V.  una  salud  robusta,  y  q.® 
cuente  con  el  amor  y  con  el  reconocim.*°  del  mas  pe- 
queño de  sus  Discípulos  Q.  B.  S.  M. 

Fran.co  Joseph  de  Caldas. 


S.^  D.  D.  Joseph  Celestino  Mutis. 

Quito  y  Marzo  21/^0^. 

Mi  ^generoso  benefactor:  crey  salir  el  ii  de  esta  de 
aqui  pero  las  fuertes  Ilubias  casi  sin  intermisión  me  han 
detenido  hasta  el  25,  en  el  q.^  salgo  sin  duda  alguna. 

Este  Presidente  me  pasó  un  oficio  preguntándome  el 
estado  de  los  bosques  de  Loxa,  y  si  podrían  proveer  de 
Quina  para  siempre  á  la  Botica  RJ,  con  todo  lo  demás 
q.*  Yo  supiese  y  conduxese  al  mejor  servicio  del  Rey 
en  este  Ramo.  Para  satisfacerlo  del  mejor  modo  q.^  me 
fuese  posible,  formé  una  Memoria  sobre  las  Quinas  de 
la  Provincia  de  Quito  en  general,  y  principalm.*®  sobre 
la  de  Loxa,  cuya  copia  remito  á  V.  en  el  presente  correo 
suplicándole  q.*^  después  de  veerla  la  entregue  á  D."^  Mi- 
guel Pombo,  para  que  tome  una  copia  p.^  su  Tio  en 
Cartagena  á  quien  la  tengo  ofrecida.  A  mas  del  interés 
q.^  tengo  en  q."  este  sugeto  la  vea,  es  fruto  de  un  viage 
en  q.^  el  tiene  no  pequeña  parte.  En  este  correo  escribo 
al  dho.  Pombo  y  le  digo,  que  de  Santafe  remitirá  su  So- 
brino una  copia  de  la  memoria  de  q.*  hablamos.  Ruego 


—  250  — 

i  V.  q.*  si  halla  como  es  demasiado  seguro  defectos  en 
este  trabajo,  sírvase  V.  corregirlos,  p.*  q.®  la  copia  salga 
perfecta,  pues* creo  q.'^  D."  José  Ignacio  Pombo  piensa 
en  remitirla  á  España  para  q/  sirva  de  apoyo  á  mi  agre- 
gación. Yo  deseo  quanto  antes  se  verifique  esta  resolu- 
ción para  en  cierto  modo  asegurarme,  por  q.«  creo  q.^ 
hta.  q.*  no  consiga  la  R.^  aprobación,  todo  esta  en  el 
ayre.  En  esta  inteligencia,  sírvase  V.  corregir  mis  de- 
fectos. 

No  tenga  V.  cuydado  q.'  me  hallo  resuelto  á  duplicar 
todos  mis  exfuerzos  á  fin  de  llevar  á  esa  expedición 
quantas  plantas  me  sean  posibles  colectar  mirando  casi 
con  indiferencia  los  demás  obgetos  q.*  me  puedan  dis- 
traer de  este.  V.  tendrá  mis  cartas  de  todas  las  partes 
de  mi  camino. 

Deseo  goze  de  perfecta  salud,  y  q.*  mande  lo  q.*  quie- 
ra á  su  afectísimo  y  reconocido  Discípulo  Q.  B.  S.  M. 

F.  J.  DE  Caldas. 


Quito  y  Marzo  6/805. 

S.^  D.  D.  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Mi  amadísimo  benefactor:  he  visto  con  suma  compla- 
sencia  la  apresiabilisima  de  V.  q.*  crei  no  recibir  en 
Quito.  La  grande  dificultad  de  conseguir  caballerías  me 
han  detenido  hasta  hoy.  Pero  salgo  sin  ninguna  falta 
el  II  de  esta  p.'  Pasto.  Ah!  el  corazón  se  me  dilata  en 
el  pecho  quando  concídero  q,*  cada  día  me  aserco  al 
ilustre  Mutis.  ¡Dichoso  yo  si  llego  á  ver,  á  besar  esa  mano 
bien  hechora,  instrum.^°  de  mí  felicidad! 


—    251    — 

'Quedo  advertido  de  la  colección  de  gramas;  no  dexa- 
-íé  ninguna  de  q.*^^  se  me  presenten  en  mi  transito.  No 
tenga  V.  cuidado  sobre  el  numero  de  esqueletos  de  Qui- 
nas, p/  q.^  he  formado  q.*^^^  ha  podido  y  me  lo  han  per- 
mitido las  circunstancias. 

Olmedo  existe  ha  13  a.^  en  Loxa.  Sumergido  en  asun- 
tos bien  difer.t«^  de  los  de  su  instituto,  no  ha  descrito 
una  sola  planta  en  este  numero  de  años.  El  comercio, 
las  haciendas,  los  pleytos  han  tomado  en  su  corazón  el 
lugar  de  las  Plantas,  Minerales,  Animales  y  Química. 
•Creo  q.*  aun  ha  olvidado  hasta  los  primeros  elem.*^°^ 
Yo  le  he  enseñado  el  numero  de  Q.^^^  q.*  nacen  al  lado 
de  la  Oficinal.  ¡Como  se  engaña  al  Rey  y  á  la  Nación! 

Por  lo  q.®  mira  á  Mexia  debo  decir  á  V.  q,*  todas  las 
circunstancias  han  variado  desde  la  época  en  q."  pro  - 
puse  á  V.  su  agregación.  Me  he  creido  autorizado  para 
retener  en  mi  poder  la  carta  de  V.  reservándome  impo- 
ner á  V.  á  nra.  vista.  Ahora  me  hallo  ahogado  en  pre- 
parativos p.^  arrancar  de  este  Quito  y  tío  soy  capaz  de 
nada. 

Saludo  con  todo  mi  af.*°  á  Salv.'^  Rizo,  y  V.  cuente 
con  el  amor  y  eterno  reconocim.*'^  de  su  discípulo 
q.  b.  s.  m. 

F.  J.  DE  Caldas. 


Pasto  y  Abril  28/805. 

S.'^D.^D.  JpH.  Celestino  Mutjs. 

Mi  generoso  Benefactor:  ha  m.^  dias  q.*  estoy  dete- 
nido en  esta  p.'"  las  continuas  é  interminables  Uubias. 


—    252    — 

Los  caminos  se  hallan  intransitables,  y  los  ríos  dema- 
siado crecidos.  Solo  espero  unos  pocos  dias  buenos  p.* 
pasar  á  Popayan  de  donde  escribiré  también.  Mi  felici- 
dad crece  en  razón  de  la  menor  distancia  q."  hay  entre 
el  Cel.  Mutis  y  Caldas.  ¡Quanto  deceo  veer  y  tocar  á  una 
persona  tan  generosa,  tan  sabia,  tan  virtuosa!  Dichoso 
yo  si  meresco  tanta  felicidad. 

No  me  he  ocupado  en  todo  este  transito  sino  en  co- 
lectar q.*^os  vegetales  hemos  visto.  No  he  olvidado  el 
encargo  de  las  gramíneas.  He  visto  con  placer  el  árbol 
que  aqui  llaman  Palo  de  Roza,  q."  exhala  un  olor  gra- 
tísimo y  es  el  único  q.'  tornean  y  de  q.*  forman  toda  es- 
pecie de  vasos  y  otros  utensilios.  El  Barón  de  Hum- 
bold  y  Bompland  no  le  vieron:  es  un  Loranthus  enorme 
pS  su  elevación  y  diámetro.  Aqui  abunda  la  Vallea 
Stipal  y  hacen  de  ella  el  mismo  uso  que  del  antesedente: 
le  llaman  Rozas-colorado.  Tiene  eminentemente  la  vir- 
tud catártica  q.^  quiza  no  es  conocida  p/  alia.  Toman 
las  hojas,  y  forman  de  ellas  una  especie  de  extracto. 
Este  excede  con  mucho  al  Sen  Xalapa  &.  En  los  bos- 
ques inm  "diatos  abunda  una  especie  de  CincJiona  q.  Mle- 
varer  o-^  asi  q.   serene  el  tiempo. 

Ya  e  abria  multiplicado  mucho  mis  observaciones 
sobre  el  calor  del  agua  hirviendo  si  tubiese  un  Termo- 
metro.  El  ultimo  q.^  me  restaba  se  quebró  en  una  de 
las  observaciones.  Siento  perder  tan  bellas  ocaciones 
como  las  q.®  se  me  van  á  presentar  de  Pop."  á  esa. 
Esto  me  anima  á  pedir  á  V.  q.*  p.^  mano  de  mi  amado 
D.  Salvador  Rizo,  ó  de  Pombo  me  remita  uno  ó  dos  á 
Popayan  p.^  el  correo.  Mucho  deceo  dar  la  ultima  mano 
á  este  objeto  q.*  puede  ser  importante. 

Deceo  á  V.  una  salud  robusta  y  q.*  mande  con  impe- 
rio á  su  afmo.  y  reconocido  discip.°  q.  b.  s.  m. 

Fran.^^  Joseph  de  Caldas. 


—  253 


S.«  D.«  D.^'  JosEPH  Celestino  Mutis. 

Pop,"^  y  Mayo  20/805. 

Mi  generoso  Benefactor:  Ya  estoy  en  Popayan,  ya  no 
me  separan  de  V.  sino  100  leguas  ¡que  satisfacción 
para  mil  ¡Quando  se  aniquilará  esta  distancia!  Creo  q.® 
será  dentro  de  pocas  semanas. 

Daria  á  V.  ahora  cuenta  de  mis  trabajos  dentro  de 
Quito  y  Pop.^  Pero  una  Ilubia  de  visitas  importunas 
me  oprimen  y  ha  sido  necesario  robar  estos  pequeños 
mom.*^°^  para  abisar  á  V.  de  mi  llegada  á  esta  ayer  19. 
Espere  V.  en  el  siguiente  una  larga,  y  cuente  V.  con  el 
amor,  y  con  el  mas  profundo  reconocimiento  de  su 
admirador  y  panegirista  q.  b.  s.  m. 

Fran.co  Joseph  de  Caldas. 

P.  D. — Mil  expresión.^  á  nro.  D.  Salvador  Rizo,  q.« 
recibí  la  suya  y  lib.",  q.*  en  el  siguiente  le  contestaré. 
No  olvide  V.  mi  suplica  y  encargo  del  Termómetro  q.® 
pedi  á  V.  en  mi  anterior. 


S.R  D.R  D.^'  Joseph  Celestino  Mutis. 

Pop.''  y  Junio  5/805. 

Mi  generoso  Benefactor:  ^en  el  pasado  abise  á  Vmd. 
mi  llegada  á  esta,  y  ahora  comunico  que  me  hallo  bas- 
tante agravado  en  mis  enfermedades  tristes  reliquias 
que  aun  me  quedan  de  Malbucho.  Estoy  actualm.'*  ve- 


—  254  — 

rificando  los  remedios  q.'  estos  Médicos  han  conceptua- 
do útiles.  Jamas  he  sentido  tanto  la  falta  de  salud  que 
en  la  ocasión  presente.  ¿-Quanto  hubiera  ya  colectado 
de  la  vegetación  de  mi  Patria.^  Este  suelo  es  rico  en 
producciones,  y  creo  hace  grandes  ventajas  al  de  Quito. 
Nacen  en  las  goteras  de  esta  ciudad  tres  especies  de 
Quinas  que  no  he  visto  en  los  paises  q.''  he  recorrido. 
Tal  vez  existen  otras,  que  no  han  llegado  á  mi  noticia. 
Luego  que  me  mejore,  y  las  Ilubias  lo  permitan  haré  la 
colee  "  de  ellas.  He  visto  á  una  legua  del  Norte  de 
Pop."  una  Passiílora  arbórea  q.*  no  acabo  de  admirar.. 
Creo  igualm.*^  haber  encontrado  el  Laurus  Camphora 
en  las  mismas  cercanías  de  esta  ciudad.  Apenas  he  sa- 
lido una  sola  vez  al  campo  y  percivo  una  vegetación 
bien  diferente  á  la  de  Quito. 

Es  imponderable  la  falta  q.*  me  hace  el  papel  p.^  las 
desecaciones  de  las  plantas.  Todo  el  q.^  saque  de  Quito 
se  ocupo,  y  me  hallo  en  la  necesidad  de  estar  mendi- 
gando libros  viejos,  cartas,  y  retazos  de  papel.  Si  esto 
no  alcanza  á  envolver  la  vegetación  de  Popáyan  hecha- 
ré  mano  del  papel  común,  aunque  este  recurso  le  sea 
costoso  á  la  expedición. 

Esperaba  en  este  correo  el  termómetro  q.*  pedi  á  V.. 
desde  Pasto.  ¡Quantas  ocaciones  perdidas  p.»  perfeccio- 
nar una  teórica,  q.*  tal  vez  será  interesante! 

Deceo  á  V.  una  salud  perfecta,  y  q.*  ocupe,  y  mande 
con  imperio  sobre  quanto  puede  su  af."^°  y  reconocida 
Discípulo  Q,  B.  S.  M. 

Franc."'°  Joseph  de  Caldas. 


POST   SCRIPTUM 


Impreso  ya  este  volumen,  á  tiempo  de  componer 
los  índices^  recibimos  una  carta  del  Ilustrísimo  señor 
Arzobispo  de  Quito,  D.  Federico  González  Suárez, 
de  fecha  22  del  mes  de  Julio  próximo  pasado,  y,  en- 
tre otros,  el  folleto  titulado  Un  opúsculo  de  Caldas. 
Agradecemos  muchísimo  al  ilustre  escritor  el  envío 
de  sus  interesantísimas  publicaciones. 

Entre  éstas,  la  principal  para  nosotros  en  el  mo- 
mento presente,  es  el  Opúsculo  de  Caldas,  que  figu- 
ra en  nuestro  catálogo  bajo  el  número  28  con  el  títu- 
lo Memoria  sobre  las  Quinas  de  la  provincia  de  Quito  en 
general  y  principalmente  sabré  la  de  Lo  ja.  Hemos  cote- 
jado los  dos  textos  y  hemos  encontrado  diferencias 
en  algunos  nombres  de  los  lugares  del  Virreinato 
cuya  altura  barométrica  está  dentro  241  y  277  ó  su 
elevación  sobre  el  mar  dentro  1.898  y  3.230  varas 
castellanas,  y  en  algunos  nombres  de  los  lugares  del 
Reino  en  que  hay  árboles  de  Quina.  No  vacilamos 
en  decir  que  el  limo.  Sr.  Suárez  está  en  lo  cierto. 
Léase,  pues: 


256  — 


^; 


h) 


AUintaqiii 

Iñaquito 

Turiibamba 

en 

lugar 

de 

Atontaqui. 

Añaqnito. 

Turumba. 

Intag 

Intac. 

Conocoto 

Conocato. 

Tumbaco 

Tnmbaes. 

jfadan 

Sudan. 

jarqui 
Nabon 

Yarqui, 
Ñahon. 

Saragiiro 
Pizofé 
Chaupillacta 
Intag 

Yara  gurú. 
Pirojé. 

Champillaceta, 
Intac. 

Calubíii 

Calnmbia. 

Piñanl  ungo 
Sigsig 
Sanguriina 
Molleturo 

» 
)) 

Piñonpungo, 
Sigse, 
Sangurina. 
Mayeturo. 

Sobre  esta  Memoria  de  Caldas  leemos  los  siguien- 
tes conceptos  en  cartas  de  D.  José  Ignacio  Pombo 
á  D.  José  Celestino  Mutis: 

«Celebro  su  salud  y  le  agradezco  la  remisión  déla 
Memoria  de  Caldas  y  Planos  que  la  acompañan,  que 
he  recibido  y  visto  con  gusto.  Que  llame  á  la  Quina 
Roja  eminentemente  febrífuga  y  que  asegure  que  las 
especies  que  conocemos  ó  tenemos  en  esa,  son  todas 
inferiores  á  la  de  Loja,  es  contrario  á  lo  que  usted  y 


—  257  — 

Hiimboldt  nos  han  dicho,  contra  la  experiencia  y  lo 
que  observan  los  buenos  jMédicos.» 

(Mayo  30  de  1805.) 

«Su  memoria  (de  Caldas)  sobre  Jas  Quinas  está, 
en  efecto,  escrita  de  prisa,  y  como  tal.  tiene  sus 
equivocaciones.  Creo  lo  que  dice  sobre  la  superiori- 
dad  de  la  de  Loja,  pero  no  que  ésta  sea  roja  ni  es- 
pecie distinta  de  las  cuatro  determinadas  por  usted: 
fija  el  límite  de  las  Quinas  en  el  Hemisferio  Austral 
al  12°  de  Latitud,  y  en  el  Boreal  á  solos  5**.  Esto, 
además  de  ser  arbitrario,  es  contra  sus  principios, 
pues  habiendo  las  mismas  elevaciones  y  temperatu- 
ras á  mayor  altura,  no  hay  inconveniente  para  que 
las  haya  á  igual  altura  en  este  Hemisferio.  En  efecto, 
sabemos  qne  en  los  Montes  de  Ocaña  y  en  los  de  la 
Sierra  Nevada  de  Santa  Marta,  que  están  á  io°,  hay 
Quinas.» 

(Septiembre  10  de  1805.^ 

«Lo  que  espero  me  diga  usted  es  su  concepto  en 
orden  á  la  Quina  Colorada  de  Loja,  si  es  una  espe- 
cie diferente  de  las  cuatro  determinadas  por  usted, 
como  asegura  Caldas  y  Tafalla,  ó  solo  es  una  varie- 
dad de  la  roja.» 

(Enero  20  de  1806.) 

«En  él  (un  escrito  sobre  Quinas)  habrá  visto  usted 
que  á  las  especies  de  Caldas  las  supongo  variedades, 
como  usted  me  dice  y  él  ha  reconocido.» 

(Mayo  20  de  1S06.) 

«Celebro  que  mi  concepto  de  que  todas  las  Quinas 
de  Caldas  sean  variedades,  incluso  la  colorada  de 
Loja,  como  ya  lo  he  dicho  en  mi  Memoria.» 

(Junio  30  de  1806.) 

17 


—  258  — 

«La  Quina  que  conocen  en  España  con  el  nombre 
de  Caluaya,  es  la  que  se  colecta  en  los  Montes  de  la 
provincia  de  la  Paz  en  el  Virreinato  de  Buenos 
Aires,  y  se  halla  hasta  los  17°  de  L.  Austral,  error 
en  que  me  hizo  incurrir  Caldas,  que  en  su  Memoria 
asegura  no  haberla  en  aquel  Hemisferio  sino  hasta 
los  12°  y  que  yo  adopté  en  mi  papel,  sin  tener  pre- 
sente lo  que  el  Dr.  Crespo  había  dicho  sobre  dicha 
Quina  en  uno  de  sus  escritos  insertos  en  el  Mercurio 
Peruano  y  que  he  advertido  después.» 

(Junio  30  de  i8o8.) 

La  enumeración  que  el  limo.  Sr.  González  Suárez 
hace  de  las  escritos  de  Caldas,  contiene  los  siguien- 
tes, que  deben  agregarse  á  nuestro  catálogo: 

Memoria  sobre  el  modo  de  cultivar  la  Cochinilla,  pu- 
blicada en  el  Semanario  de  18 10. 

Cuadro  físico  de  las  regiones  equinocciales."  Ex- 
tracto de  la  obra  de  Humboldt.  Anotaciones  de  Caldas. 

Estadística  de  Méjico  por  el  Barón  de  Humboldt. 
Caldas  lo  pubHcó  con  notas  en  el  Semanario. 

Viaje  al  Norte  de  Santa  Fe  de  Bogotá,  publicado  en 
los  Anales  de  Ingeniería^  de  Bogotá. 

Dos  volúmenes  manuscritos,  en  los  cuales  hacía  la 
narración  de  sus  viajes  y  describía  el  estado  de  los 
pueblos  de  la  parte  meridional  del  Virreinato  (i). 


(i)  Al  corregir  las  pruebas  de  nuestro  Catálogo,  dejamos  señalado 
con  un  asterisco  el  número  7.",  y  la  Memoria  de  que  se  trata  está  publi- 
cada en  el  Semanario. 


—  259  — 

Cartas  publicadas  en  el  Repertorio  Colombiano, 
Respecto  del  Diario  Político  no  hemos  hecho  ob- 
servación ninguna,  porque  ignoramos  cuáles  de  sus 
artículos  son  de  Caldas  y  cuáles  de  su  compañero  el 
Sr.  Camacho. 


El  folleto  del  limo.  Sr,  Suárez  está  enriquecido 
con  la  Carta  topográfica  de  una  parte  de  la  provincia 
de  Loja,  con  un  plano  que  se  relaciona  con  la  Me- 
moria sobre  las  Quinas  y  con  la  Carta  hidrográfica 
de  toda  la  comarca  de  Intag. 


índice 

de  algunos  nombres  geográficos 
citados  en  este  volumen. 


La  publicación  de  este  índice  de  nombres  geográfi- 
cos— ciudades^  pueblos,  montañas,  ríos,  etc.,  etc. — per- 
tenecientes á  las  actuales  Repúblicas  de  Colombia  y  el 
Ecuador,  obedece  al  propósito  de  aclarar  algunas  refe- 
rencias de  Caldas  y  Mutis.  Las  noticias  que  contiene 
son  tomadas  del  Diccionario  Geográfico-Histórico  de  las 
Indias  Occidentales,  de  D.  Antonio  de  Alcedo.  Sabido 
es  que  este  autor  no  era  ordinariamente  geógrafo  á  la 
manera  de  Caldas,  esto  es,  que  describiera  lo  que  ha- 
bía estudiado  personalmente.  Tampoco  siguió  en  su 
Diccionario  á  autores  que  hubieran  estudiado  la  geo- 
grafía sobre  el  terreno;  pero  Alcedo  sí  se  reconocía 
deudor  de  sus  predecesores  y  no  ocultaba  que  su  obra 
era  apenas  un  «cimiento»  ó  «bosquejo».  Por  lo  demás 
no  respondemos  de  las  afirmaciones  de  Alcedo. 


Alausi.  Provincia  del  reino  de  Quito.  Confina  por 
el  N.  con  la  de  Ríobamba,  por  el  NO.  con  la  de  Chim- 
bo, por  el  S.  con  la  de  Cuenca;  por  el  Poniente  con  el 
partido  de  Yaguache  y  por  Levante  con  la  de  Macas. 
La  bañan  los  ríos  Uzagoche,  Guasuntos,  Piñancay  y 
Alausi.  Su  principal  comercio  es  de  paños,  bayetas  y 
tejidos  de  algodón,  que  fabrican  en  sus  obrajes. 


—    202    

Almaguer.  Ciudad  de  la  provincia  y  Gobierno  de 
Popayán.  Fué  fundada  por  el  capitán  Alonso  de  Fuen- 
mayor  el  año  1543,  en  la  cumbre  de  un  montecillo,  que 
está  en  medio  de  una  llanura,  llamado  Guachicono. 
Está  7  leguas  al  S  de  Popayán.  Tiene  algunas  minas 
de  oro. 

Amarillo.  Río  de  la  provincia  de  Loja  en  el  reino 
de  Quito.  Nace  al  pie  de  la  sierra,  cerca  del  pueblo  de 
Saraguro;  corre  al  O.  y  entra  en  el  de  Tumbez. 

Ambato.  Distrito  de  la  provincia  de  Ríobamba  en 
el  reino  de  Quito.  Abunda  en  él  la  cochinilla,  que  em- 
plean para  los  tintes.  La  capital  tiene  el  mismo  nombre. 
Se  arruinó  en  1698  por  la  erupción  del  volcán  de  Coto- 
paxi,  que  tiene  cerca. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  río  de  la  provincia,  el 
cual  se  junta  con  otros  y  forma  el  caudaloso  Palate. 

Andes  (Cordillera  de  los).  Cadena  de  montañas  y 
serranías  altísimas  que  atraviesan  casi  toda  la  América. 
Estas  montañas  están  llenas  de  inmensos  bosques  y  sus 
cimas  siempre  cubiertas  de  nieve,  de  que  se  forman 
grandes  lagunas  y  los  mayores  ríos  del  mundo.  La  ma- 
yor extensión  de  estas  montañas  es  de  20  leguas  de 
ancho;  se  separan  en  algunos  parajes  12  leguas  de  la 
costa  del  mar,  y  en  otros  sé  acercan  á  5. 

Ángel.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento  de 
Pasto,  situado  en  el  camino  que  baja  á  Popayán. 

Pueblo  de  la  provincia  de  Ibarra  en  el  reino  de  Qui- 
to, situado  en  la  cabecera  del  río  de  su  nombre. 

Río  de  la  provincia  y  corregimiento  de  Ibarra  en  el 
reino  de  Quito;  nace  del  páramo  del  Ángel,  corre  al 
SSE.  y  entra  en  el  de  Mira. 

Antioquia.  Provincia  y  Gobierno  del  Nuevo  Reino 
de  Gianada.  Llamábase  en  tiempo  de  los  indios  Hebé- 
jico.  La  descubrió  y  conquistó  el  año  de  1541  el  Maris- 
cal Jorge  Robledo.  El  país  es  montuoso  y  regado  de 
varios  ríos.  La  capital  es  Santa  Fe. 

Antisana  (Páramo  dej.  Monte  muy  alto  y  cubierto 
de  nieve  en  el  reino  de  Quito  hacia  el  Levante.  Nacen 
de  él  los  ríos  de  Quijos  y  de  Caranga. 

Atacames.     Pueblo  de  la  provincia  y  Gobierno  de 


'    — .   203    — 

Esmeraldas  en  el  reino  de  Quito,  con  un  buen  puerto 
en  el  mar  del  Sur. 

Atontaqui.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento 
de  Otavalo  en  el  reino  de  Quito. 

Atrato.  Río  grande  y  caudaloso  de  la  provincia  y 
Gobierno  del  Darién;  tiene  su  origen  y  nacimiento  en 
las  montañas  de  la  del  Chocó  de  dos  lagunas  que  for- 
man los  ríos  de  Quito  y  de  San  Pablo,  que  luego  se 
unen.  Corre  casi  del  S.  al  N.  más  de  95  leguas  y  sale 
al  mar  del  Norte  recogiendo  en  su  curso  las  aguas  del 
Tigre,  Torren  y  Pequest,  del  lago  llamado  Quina,  y 
otros  muchos,  tan  caudaloso  que  forma  una  boca  de 
más  de  5  leguas  de  ancho,  en  la  grande  ensenada  ó 
golfo  del  Darién;  es  navegable  por  muchas  leguas.  Las 
arenas  llevan  mucho  oro;  en  su  salida  al  mar  forma  17 
isletas  en  dos  filas. 

Aucuya.     Pueblo  de  la  provincia  y  Gobierno  de  Pasto. 

Azogues.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento 
de  Cuenca  en  el  reino  de  Quito,  situado  en  el  célebre 
valle  de  Yunguilla.  Tiene  minas  de  azogue,  que  se  tra- 
bajaron antiguamente,  de.  donde  le  quedó  el  nombre. 
Por  medio  de  él  corre  un  arroyo,  que  en  las  avenidas 
trae  entre  sus  arenas  finísimos  rubíes. 

Barbacoas.  Llámase  también  Nuestra  Señora  del 
Puerto,  del  Nuevo  Toledo.  Está  situada  entre  los  ríos 
de  Patia  y  de  Guaji,  cerca  de  la  costa  del  mar  del  Sur, 
en  un  terreno  cálido  y  muy  húmedo.  Las  casas,  aunque 
de  madera  y  de  unas  cosas  que  llaman  Guaduas,  cu- 
biertas de  hojas  grandes  y  secas  en  lugar  de  tejas,  son 
muy  cómodas  y  de  buena  construcción.  Tiene  4  pue- 
blos dependientes  de  ella,  y  está  entre  el  río  Huachi  al 
O.  y  el  Telembí  al  NE. 

Betas.  Pueblo  y  Real  de  minas  del  Nuevo  Reino  de 
Granada,  en  el  territorio  del  Gobierno  de  Pamplona,  y 
jurisdicción  del  Alcalde  mayor  de  minas  que  reside  en 
Bocaneme.  Las  de  este  pueblo  han  sido  de  las  más  ri- 
cas y  abundantes. 

Blanco.  Pueblo  de  la  provincia  y  Gobierno  de  Ata- 
cames  ó  Esmeraldas  en  el  reino  de  Quito,  situado  á 
orillas  de  un  río  pequeño. 


—    204    — 

Pueblode  la  provincia  y  Gobierno  de  Mariquita  en 
el  Nuevo  Reino  de  Granada,  situado  á  orillas  del  río 
Cauca. 

Bocaneme.  Pueblo  corto  del  Gobierno  de  Mariqui- 
ta en  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Es  célebre  por  sus 
ricas  minas  de  plata. 

Bogotá.  Pueblo  y  capital  del  corregimiento  de 
este  nombre,  que  también  se  llama  de  la  Sabana,  en  el 
Nuevo  Reino  de  Granada,  situado  en  un  hermoso  y 
agradable  llano,  á  las  orillas  de  un  río  que  tiene  la  mis- 
ma denominación,  en  que  pescan  muchísimo,  y  con  es- 
pecialidad un  pez  que  llaman  Capitán.  Fué  antigua- 
mente población  muy  grande  y  opulenta,  como  que  era 
la  corte  de  sus  Reyes  ó  zipas;  hoy  está  reducido  á  un 
miserable  pueblo. 

Bogotá  (Rio).  Nace  cerca  de  Santa  Fe,  en  el  pára- 
mo de  Albarracín,  cerca  de  esta  ciudad  y  la  de  Tunja, 
hacia  el  Poniente,  después  de  fecundar  aquel  espacioso 
llano,  se  precipita  de  un  salto  por  un  formidable  despe- 
ñadero llamado  de  Tequendama;  atraviesa  la  provincia 
á  que  da  el  nombre,  y  la  de  los  Ranches,  donde  lo  lla- 
man los  indios  Eunzhn,  y  luego  entra  en  el  de  la  Mag- 
dalena. 

Bogotá  (Río).  De  la  provincia  y  Gobierno  de  Ata- 
camos ó  Esmeraldas  en  el  reino  de  Quito,  corre  EO. 
más  de  30  leguas;  recibe  por  el  E.  las  aguas  de  Duran- 
go  y  Tululvi  y  las  de  Cachavi.  Por  el  O.  baña  muchas 
tierras  incultas  de  la  nación  de  los  Malaguas,  y  se  jun- 
ta coii  los  de  Santiago  y  San  Miguel  para  salir  á  la 
mar  del  Sur,  donde  forma  el  puerto  de  Limones. 

Buenaventura.  Pueblo  en  la  mar  del  Sur  en  el  dis- 
trito de  la  provincia  y  Gobierno  del  Chocó,  que  solo 
subsiste  por  razón  de  las  embarcaciones  que  llegan  á 
él,  porque  es  de  muy  mal  temperamento  y  de  difícil  en- 
trada, y  el  camino  por  tierra  á  la  ciudad  de  Cali,  tan 
áspero,  que  solo  se  hace  en  hombros  de  indios  por  las 
inaccesibles  montañas  que  se  pasan. 

Buga  (Guadalajara  4e ).  Ciudad  pequeña  de  la 
provincia  y  Gobierno  de  Popayán,  situada  en  un  her- 
moso valle  que  bañan  y  fertilizan  diferentes  riachuelos^ 


—  205  — 

Fundóla  el  capitán  Domingo  Lozano  el  año  de  1588. 
Por  la  parte  de  Poniente  la  baña  el  río  Cauca,  que  ape- 
nas dista  una  legua. 

Cali  (Santiago  de).  Ciudad  de  la  provincia  y  Go- 
bierno de  Popayán  en  el  reino  de  Quito,  fundada  en  un 
hermoso  llano  al  pie  de  la  sierra  y  á  orillas  del  cauda- 
loso río  Cauca,  por  Miguel  Muñoz  el  año  de  1537,  de 
donde  la  trasladó  al  paraje  en  que  está  hoy  poco  dis- 
tante Miguel  López.  Es  muy  poblada,  fértil  y  abundan- 
te en  minas,  frutos  y  ganados  con  que  hace  gran  comer- 
cio. Es  de  temperamento  cálido.  Sus  naturales  pasan  por 
los  más  hábiles  é  ingeniosos  de  la  provincia,  y  sus  indios 
fueron  tan  belicosos  que  con  dificultad  los  hubiera  con- 
quistado la  fuerza,  si  no  se  hubieran  rendido  á  las  per- 
suasiones de  Fr.  Agustín  de  Coruña,  Obispo  de  Popayán. 

Cartagena.  Provincia  y  Gobierno  del  reino  de  Tierra- 
Firme  en  la  jurisdicción  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 
Descubrióla  Rodrigo  Bastidas  el  año  de  1520,  y  la  con- 
quistó el  Adelantado  Pedro  de  Heredia  á  costa  de  mu- 
chos combates,  porque  sus  naturales  eran  valerosos  y 
guerreros.  Contiene  el  distrito  de  su  jurisdicción  83  po- 
blaciones. La  capital,  del  mismo  nombre,  es  ciudad 
grande,  hermosa  y  de  muy  buenos  edificios,  fundada  por 
Pedro  de  Heredia  en  1533,  á  orilla  de  una  gran  bahía 
muy  cómoda  que  tiene  más  de  dos  leguas  de  largo. 
Llamóse  Calamari  en  tiempo  de  los  indios,  que  signifi- 
ca en  su  idioma  tierra  de  cangrejos.  Esta  situada  en 
una  isla  arenosa.  Está  bien  fortificada,  y  reside  en  ella 
un  Gobernador  con  título  de  Capitán  general,  depen- 
diente del  Virrey  de  Santafé. 

Cartago.  Ciudad  de  la  provincia  y  Gobierno  de 
Popayán,  fundada  por  el  Mariscal  Jorge  Robledo  el 
año  de  1540,  entre  los  ríos  Otún  y  Quindío;  las  conti- 
nuas invasiones  y  hostilidades  de  los  indios  Pijaos  y 
Pimaes  determinaron  su  traslación  á  orillas  de  un  bra- 
zo del  río  de  la  Vieja,  caudaloso  y  navegable  en  canoas 
y  balsas,  y  á  poco  mas  de  un  cuarto  de  milla  del  cau- 
daloso Cauca,  en  que  entra  aquél,  y  forma  enfrente  de 
la  ciudad  una  isla.  Tiene  por  armas  tres  coronas  im- 
periales con  un  sol. 


—  266  — 

Catacocha.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento 
de  Leja  en  el  reino  de  Quito. 

Catamayo.  Río  grande  y  rápido  de  la  provincia  y 
Gobierno  de  Loja  en  el  reino  de  Quito,  llamado  tam- 
bién de  Chira  en  su  salida  al  mar.  Nace  del  páramo  ó 
monte  de  la  Sabanilla,  recoge  las  aguas  de  otros  meno- 
res, corre  del  S.  al  N.  hasta  que  se  une  con  el  Gonza- 
namá;  tuerce  su  curso  al  Poniente  y  después  al  SO.  re- 
coge las  aguas  de  los  de  Quiros,  Macará  y  Pelingara; 
engrosado  con  éstos  toma  el  nombre  de  Amotape  por 
el  pueblo  de  este  nombre;  cerca  de  su  boca  se  llama  de 
Colán  y  desemboca  al  mar  en  el  corregimiento  y  pro- 
vincia de  Piura. 

Cauca.  Río  grande  y  caudaloso  de  la  provincia  y 
Gobierno  de  Popayán.  Nace  en  las  montañas  del  Go- 
bierno de  Mariquita,  y  corriendo  i6o  leguas  del  S.  al 
N.  en  que  recoge  las  aguas  de  otros  muchos  ríos,  pasa 
cerca  de  las  ciudades  de  Popayán,  Buga,  Cali  y  Anser- 
ma,  desde  donde  es  navegable,  hasta  que  entra  en  el 
río  grande  de  la  Magdalena.  Entre  las  ciudades  de  Po- 
payán y  de  Antioquía  pasa  muy  estrecho,  formando 
una  S  entre  peñascos  que  hacen  muy  peligrosa  su  na- 
vegación; pero  los  indios  están  tan  diestros  en  aplicar 
la  palanca  á  la  peña  para  libertar  á  la  canoa  del  cho- 
que, que  rara  vez  lo  yerran:  llaman  á  esta  estrechura 
las  Mamas  de  Caramanta  por  la  ciudad  de  este  nombre 
que  hubo  allí.  Algunos  hacen  esta  navegación  por  evi- 
tar algunas  jornadas  de  muy  mal  camino  por  aquellas 
montañas. 

Cayamba.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento 
de  Otavalo  en  el  reino  de  Quito.  Es  de  temperamento 
muy  frío  por  el  Páramo  de  Cayamburo  que  tiene  á  su 
espalda  en  medio  de  un  llano  que  da  nombre  al  pueblo. 
En  su  inmediación  se  ven  las  ruinas  de  un  adoratorio 
de  indios,  situado  sobre  una  eminencia.  Es  de  figura 
-circular  de  (8  varas  castellanas  de  diámetro  y  6o 
de  circunferencia.  Solo  se  conservan  las  paredes  de 
5  á  6  varas  de  altura,  y  de  cerca  de  2  de  espesor  de 
fábrica  tan  dura,  aunque  de  adobe,  como  si  fuera  de 
piedra. 


—  267  — 

Cibambe.  Pueblo  del  partido  y  corregimiento  de 
,Álausi  en  el  reino   de  Quito. 

Cisne.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento  de 
Loja  en  el  reino  de  Quito. 

Cofanes.  Nación  bárbara  de  indios  del  reino  de 
Quito  que  empezó  á  convertirse  á  la  religión  católica 
el  año  de  1602  por  el  trabajo  y  celo  del  Padre  Rafael 
Ferrer,  misionero  que  fué  muerto  por  estos  indios.  El 
pueblo  principal,  fundado  por  el  referido  mártir,  con  la 
advocación  de  San  Pedro,  está  hoy  casi  destruido.  Está 
situado  entre  el  río  de  su  nombre  al  N.  y  el  Azuela  al 
Mediodía.  El  citado  río  es  grande  y  rápido;  nace  en  la 
Sierra  Nevada  y  entra  en  el  de  Azuela. 

Conocoto.  Pueblo  del  reino  de  Quito  en  el  corregi- 
miento del  distrito  de  las  cinco  leguas  de  la  ciudad,  á 
cuya  inmediación  hay  un  cerrillo  que  llaman  lllaló,  en 
cuya  falda  hay  varias  fuentes  de  agua  medicinal. 

Cotocache.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimien- 
to de  ^Otavalo  en 'el  reino  de  Quito.  Tiene  el  mismo 
nombre  un  monte  de  esta  provincia  y  reino,  cuya  cima 
está  siempre  cubierta  de  nieve.  Baja  de  lo  alto  el  río  de 
Cayapas. 

Cuenca.  Provincia  y  corregimiento  del  reino  de 
Quito.  Confina  por  el  N.  con  la  de  Ríobamba,  por  el  Sur 
con  la  de  Jaén  de  Bracamoros,  por  el  E.  con  la  de  Gua- 
yaquil, por  el  O.  con  la  de  Quijos  y  Macas,  por 
el  NE.  con  la  de  Chumbo  y  por  el  SE.  con  la  de  Loja. 
Riéganla  cuatro  ríos  caudalosos  llamados  Yanuncay, 
Machangara,  Baños  y  Tumebamba,  al  que  llaman  tam- 
bién del  Matadero.  Tiene  abundancia  de  quina  y  Cochi- 
nilla, y  la  emplean  para  el  tinte  de  bayetas,  que  pasan 
por  las  mejores  que  se  fabrican  en  toda  la  América.  En 
su  territorio,  al  Mediodía,  está  la  altura  de  Tarqui,  cé- 
lebre por  ser  el  sitio  donde  formaron  la  base  de  la  Me- 
ridiana los  Académicos  de  las  ciencias  de  París  M.  Go- 
din,  Bouguer  y  la  Condamine,  ayudados  de  D.  Jorge 
Juan  y  D.  Antonio  de  Ulloa,  que  los  acompañaban  el 
año  de  1742. 

Cuicocha.  Laguna  grande  de  la  provincia  y  corregí - 
-miento  de  Otavalo  en  el  reino  de  Quito. 


—  268  — 

Chillagallo.  Pueblo  del  reino  de  Quito,  en  el  distri- 
to de  las  cinco  leguas  de  su  capital. 

Chillo.  Llanura  del  reino  de  Quito  cerca  de  esta 
capital,  entre  dos  cadenas  de  montes,  bañada  de  dos 
ríos  principales,  que  son  el  de  Pita  y  el  de  Amaguaña. 

Chimborazo.  Monte  muy  alto  de  la  cordillera  de  la 
provincia  de  Ríobamba  en  el  reino  de  Quito,  que  en  el 
idioma  del  país  significa  Monte  de  la  otra  banda,  cu- 
bierto siempre  de  nieve.  Termina  en  la  figura  de  un 
cono  ó  pirámide  truncada.  Sus  faldas  están  cubiertas 
de  arena  blanca  ó  materia  calcinada,  de  piedras  sueltas 
y  de  cierta  hierba  que  llaman  pajón.  El  agua  caliente 
que  mana  por  la  parte  del  N.  da  indicio  de  que  en  su 
centro  hay  algún  volcán.  De  su  cumbre  bajan  algunos 
ríos,  como  el  de  Guaranda,  al  S.,  el  de  Guano,  al  SE.  y 
el  de  Máchala  á  Levante,  Está  al  N.  de  la  villa  de  Río- 
bamba 

Chocó.  Provincia  grande  y  Gobierno  de  la  jurisdic- 
ción de  Popayan,  con  cuyo  territorio  confina  por  Le- 
vante y  por  el  SE.,  por  el  Poniente  con  el  mar  Pacífico 
ó  del  Sur,  por  el  N.  con  las  naciones  de  indios  bárbaros 
y  provincia?  del  Darién,  por  el  S.  con  la  de  Barbacoas. 
La  bañan  muchos  ríos  y  arroyos,  que  todos  van  á  salir 
por  el  Occidente  al  mar  del  Sur.  Los  partidos  del  Ci- 
tará y  del  Raposo  son  parte  de  ésta.  Sus  minas  de  oro 
la  hacen  muy  rica,  y  poblada.  Se  extiende  48  leguas 
del  S.  al  N.  y  39  de  ancho  de  Levante  á  Poniente.  La 
capital  es  la  ciudad  de  Nóvita. 

Darién.  Provincia  del  reino  de  Tierra  Firme,  con- 
fina por  el  N.  y  por  el  S.  con  los  dos  mares,  por  el  E. 
con  la  piovincia  de  Tierra  Firme,  y  por  el  O.  con  la  del 
Chocó;  tiene  de  largo  68  leguas  EO.  y  cerca  de  50  de 
ancho  NS.  Riéganla  infinitos  ríos,  que  unos  desaguan  en 
el  mar  del  Sur  y  otros  en  el  del  Norte,  en  cuyas  arenas 
llevan  porción  de  oro  de  las  muchas  minas  de  este  me- 
tal que  tiene,  y  de  q-ue  era  la  más  copiosa  la  de  Santa 
Cruz  de  Cana.  La  situación  de  esta  provincia,  que  se 
comunica  con  los  dos  mares,  su  fertilidad  y  su  riqueza 
han  excitado  el  deseo  de  establecerse  en  ella  los  ingle- 
ses y  franceses:  aquéllos  lo  ejecutaron  el  año  de  1699 


—  269  — 

en  el  Puerto  de  Calidonia,  y  los  otros  empezaron  á  es- 
tablecerse el  de  1740.  Los  primeros  fueron  echados  por 
los  españoles  y  los  segundos  pasados  á  cuchillo  por  los 
indios. 

Tiene  el  mismo  nombre,  con  la  advocación  de  Santa 
María,  un  pueblo  pequeño  en  que  reside  el  Gobernador 
con  un  corto  fuerte  para  su  defensa  contra  las  invasio- 
nes de  los  indios.  Fué  la  primera  población  de  la  Amé- 
rica en  el  Continente,  fundada  el  año  de  1509  por  el 
Licenciado  Enciso  de  orden  de  Pedrarias  Dávila,  y  ob- 
tuvo título  de  ciudad  y  cabeza  de  Obispado  erigido  el  de 
1531,  que  luego  se  trasladó  á  Panamá  y  fué  poco  apoco 
decayendo  y  despoblándose  por  su  mal  clima.  El  Em- 
perador Carlos  V  la  concedió  por  armas  un  castillo  de 
oro  en  campo  rojo,  y  encima  un  sol  del  mismo  metal,  y 
á  los  lados  un  león  rapante  y  un  cocodrilo. 

Tiene  el  mismo  nombre  y  también  el  de  Urabá,  un 
golfo  grande,  formado  por  el  Cabo  de  San  Sebastián  á 
Levante  y  el  de  Tiburón  al  Poniente;  tiene  de  extensión 
cerca  de  26  leguas  de  Mediodía  al  N.,  y  9  de  ancho  de 
Levante  á  Poniente.  Desaguan  en  él  muchos  ríos,  el 
mayor  es  el  de  Atrato.  La  ciudad  de' San  Sebastián  de 
Bellavista  estaba  situada  en  su  orilla;  el  puerto  mejor 
que  tiene  es  el  de  Nilcos. 

Delec.  Pueblo  de  la  provincia  y  corregimiento  de 
Cuenca  en  el  reino  de  Quilo;  está  situado  entre  dos  pe- 
queños ríos,  que  se  unen  para  formar  el  de  Abancay. 

Girón.  Ciudad  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada,  fun- 
dada por  Pedro  Mantilla  de  los  Ríos  ci  año  1552  á  la 
orilla  oriental  de  un  riachuelo  á  que  da  el  nombre. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  pueblo  de  Cuenca  en  el 
reino  de  Quito  y  un  río  que  desagua  en  el  golfo  de 
Guayaquil. 

Gonzanomá.  Pueblo  de  la  provincia  de  Loja  en  el 
reino  de  Quito. 

Guaca.  Pueblo  del  Gobierno  de  Pamplona  en  el 
Nuevo  Reino  de  Granada. 

Tiene  el  mismo  nombre  una  provincia  antigua  en  el 
reino  de  Quito;  forma  parte  del  corregimiento  de 
Ibarra. 


—  270  —  • 

Otra  provincia  pequeña  al  N.  de  Antioquiacn  el  Nue- 
vo Reino  de  Granada.  Tiene  muchas  minas  de  oro. 

Un  valle  de  la  provincia  y  Gobierno  de  Antioquia  en 
el  Nuevo  Reino  de  Granada. 

Guanacas.  Pueblo  de  la  provincia  de  Popayán  en  el 
Nuevo  Reino  de  Granada,  situado  en  los  confines  del 
de  Quito. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  páramo  ó  monte  muy  alto 
cubierto  siempre  de  nieve  en  la  misma  provincia  y 
reino. 

Guaranda.  Pueblo  de  la  provincia  de  Chimbo  en  el 
reino  de  Quito. 

Guayaquil.  Provincia  del  reino  de  Quito.  Con  el  mis- 
mo nombre  se  conocen  la  ciudad,  el  puerto  y  un  río, 
formado  de  otros  varios  que  bajan  de  la  cordillera  de 
los  Andes. 

Honda  (San  Bartolomé  de).  Villa  del  Nuevo  Reino 
de  Granada,  fundada  en  la  provincia  de  los  Mosquetones, 
á  la  orilla  occidental  del  río  Magdalena,  en  el  paraje  en 
que  le  entra  el  Guali. 

Tiene  el  nombre  de  Salto  de  Honda  una  angostura 
del  río  Magdalena. 

Ibarra.  Provincia  del  reino  de  Quito,  confina  á  Le- 
vante con  la  de  Sucumbios  y  con  las  selvas  en  que  ha- 
bitaban los  indios  Cofanes,  al  N.  con  la  provincia  de 
Pasto,  al  Poniente  con  la  de  Esmeraldas  y  al  Mediodía 
con  la  de  Otavalo. 

La  capital  es  la  villa  del  mismo  nombre. 

Imbabura.  Monte  muy  alto  en  la  provincia  de  Iba- 
rra en  el  reino  de  Quito,  cubierto  siempre  de  nieve. 

Iscuandé.  Pueblo  de  la  provincia  de  Esmeraldas  en 
el  reino  de  Quito,  con  un  pequeño  puerto  en  el  mar 
del  Sur. 

Lachas.  Pueblo  de  la  provincia  de  Atacames  ó  Es- 
meraldas en  el  reino  de  Quito  con  un  buen  embarcadero 
en  el  río  Bogotá. 

Limones.  Pueblo  de  la  provincia  de  Esmeraldas  en 
el  reino  de  Quito. 

Loja.  Provincia  del  reino  de  Quito,  confina  por 
el  N.  con  la  de  Guayaquil,  por  el  S.  con  la  de  Yaguar- 


—  271  — 

songo,  por  el  E.  con  la  de  Jaén  y  por  el  O.  con  la  ciu- 
dad de  Zamora.  La  principal  riqueza  de  este  país  es  la 
quina,  llamada  allí  cascarilla  de  Loja;  los  dilatados 
montes  en  que  se  cría  este  árbol  empiezan  10  leguas 
antes  de  llegar  al  llano  de  Cuzibamba  y  se  dilatan  has- 
ta la  provincia  de  Yaguarsongo  más  de  70  leguas.  Ha- 
ce un  cuantioso  comercio  de  la  quina;  aunque  es  opi- 
nión de  algunos  autores  que  los  indios  conocían  su  vir- 
tud febrífuga  y  la  usaban,  es  cierto  que  hasta  el  año 
de  1730  no  tenía  allí  gr.?nde  estimación;  luego  que  su- 
pieron la  estimación  que  tiene  y  su  propiedad,  empeza- 
ron á  hacer  lo  mismo,  y  mas  después  que  M.  Jussieu, 
profesor  de  Botánica,  que  pasó  al  Perú  con  los  Acadé- 
micos de  las  Ciencias  de  París  el  año  de  1735,  estuvo 
en  Loja  y  les  enseñó  el  modo  de  cogerla,  usarla,  sacar 
el  extracto  de  ella,  distinguir  sus  calidades  y  otras 
operaciones  tan  curiosas  como  útiles. 

Macará.  Pueblo  de  la  provincia  de  Jaén  de  Braca- 
moros  en  el  reino  de  Quito,  situado  á  orillas  del  río  de 
su  nombre. 

Este  baja  de  las  montañas  de  Loja,  recoge  en  su  cur- 
so las  aguas  del  Saviango  y  entra  en  el  de  Colán  ó 
Catamayu. 

Machache.  Pueblo  del  reino  de  Quito  cerca  de  la 
capital. 

Magdalena.  (Río  grande  de  la).  Uno  de  los  mayo- 
res de  la  América  Meridional  en  el  Nuevo  Reino  de 
Granada,  descubierto  el  año  de  1525  por  Rodrigo  Bas- 
tidas el  día  de  Santa  María  Magdalena  en  cuya  memo- 
ria le  puso  el  nombre.  Fué  García  de  Lerma  el  primero 
que  lo  navegó  el  año  de  1531.  Nace  en  la  provincia  de 
Popayán  de  dos  fuentes  que  hay  en  las  montañas  al 
Poniente  de  Timaná  por  donde  pasa;  atraviesa  y  riega 
la  provincia  de  Neiva  y  sigue  su  curso  del  Mediodía 
al  N.  corriendo  más  de  300  leguas  hasta  salir  al  mar, 
recibiendo  las  aguas  de  otros  muchos  con  que  aumenta 
su  caudal  y  algunos  muy  caudalosos  como  el  Cauca,  el 
Cesar  ó  Pompatao,  el  ¿arare,  el  Macates,  de  la  Miel, 
Zarate  y  otros.  Pasa  por  Honda,  Mompox,  Tenerife, 
Tamalameque  y  otros  pueblos;  y  es  navegable  desde  su 


—  272  — 

boca- hasta  la  villa  y  puerto  de  Honda,  que  hay  160  le- 
guas. Sus  orillas  están  cubiertas  de  espesos  bosques  en 
que  habitan  algunos  indios  bárbaros,  feroces  y  traidores; 
en  ellos  se  crían  tigres  grandísimos  y  en  el  río  multitud 
de  caimanes,  como  toda  especie  de  pescados;  por  él 
se  sube  al  Nuevo  Reino  de  Granada  y  se  hace  el  trá- 
fico y  comercio  en  una  especie  de  barcos  grandes  cha- 
tos que  allí  llaman  champanes,  cuya  navegación  hacen 
muy  molesta  el  calor  y  los  mosquitos;  á  su  salida  al 
mar  forma  una  isleta  desierta  y  baja  que  llaman  Isla 
Verde,  y  sus  aguas  no  se  mezclan  con  las  del  n:ar  por 
más  de  20  leguas,  en  que  se  beben  puras  todavía. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  pueblo  del  reino  de  Quito 
en  la  jurisdicción  del  corregimiento  del  distrito  de  las 
cinco  leguas  de  la  capital. 

Mariquita.  Ciudad  del  Nuevo  Reino  de  Granada  y 
capital  de  corregimiento,  erigido  en  Gobierno  el  año 
de  1776,  fundada  por  Francisco  Pedroso  con  el  nombre 
de  San  vSebastián  del  Oro  el  año  de  1550  en  el  país  del 
Cacique  Marqueta,  dedonde,  corrompido  el  vocablo,  tomó 
el  de  Mariquita;  fué  trasladada  luego  el  año  de  1553  á 
una  llanura  á  la  falda  de  un  monte,  cerca  del  río  Gualí, 
á  tres  leguas  de  donde  entra  en  el  de  la  Magdalena.  Ha 
sido  célebre  y  rica  esta  ciudad  por  las  minas  que  tiene. 
Rodéanla  al  O.  los  minerales  de  oro  de  Bocaneme  y 
San  Juan  de  Córdoba,  que  cenfinan  con  los  de  Hervé, 
Malparo,  Guarino  y  Puano,  y  al  E.  los  de  plata  de  San- 
ta Ana,  las  Lajas  y  San  José  de  Frías.  Murió  en  ella  el 
conquistador  Gonzalo  Jiménez  de^  Ouesada  en  1597. 
Es  de  temperamento  muy  cálido,  abundante  de  toda 
especie  de  frutos. 

Maynas.  Provincia  y  Gobierno  del  Reino  de  Quito, 
confina  al  Oriente  con  las  de  Quijos  y  Jaén  de  Braca- 
moros;  sus  límites  por  el  N.  y  por  el  S.  se  ignoran  to- 
davía. 

Mira.  Pueblo  de  la  provincia  de  Mainas  en  el  reino 
de  Quito. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  río,  que  desagua  en  el 
Océano  Pacífico. 

Mompox     (Santa  Cruz  de).  Villa  grande  de  la  pro- 


—  273  — 

Tincia  de  Cartagena  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada,  á 
la  orilla  occidental  del  río  de  la  Magdalena.  Fué  íun- 
dada  por  Gerónimo  de  Santa  Cruz  en  1 540.  Tiene  Adua- 
na Real,  donde  se  reconocen  y  pagan  los  derechos  las 
mercaderías  que  suben  al  Xuevo  Reino  de  Granada.  ■ 

Nanegal.  Pueblo  de  la  provincia  y  Gobierno  de 
Pasto.  Tiene  el  mismo  nombre  otro  pueblo  de  la  pro- 
vincia de  Esmeraldas. 

Neiva,  Provincia  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  lla- 
mada de  los  Pantagoros  en  tiempo  de  los  indios.  Tiene 
80  leguas  á  una  y  otra  banda  del  río  de  la  Magdalena. 
Confina  su  jurisdicción  con  la  de  las  ciudades  de  To- 
caima,  Mariquita  y  la  Plata.  Es  muy  abundante  en  mi- 
nas y  lavaderos  de  oro. 

La  Concepción  del  Valle  de  Neiva  es  la  capital  de 
esta  provincia,  fundada  el  año  de  1350  por  el  capitán 
Juan  Alonso  en  el  paraje  donde  hoy  existe  un  pueblo 
llamado  Villa  Vieja,  y  allí  permaneció  hasta  el  año  de 
1569,  que  la  destruyeron  los  indios  Pijaos.  El  año  de 
1612  volvió  á  poblarla  el  Gobernador  D.  Diego  de  Hos- 
pina,  8  leguas  de  su  primer  sitio  á  orillas  del  Magda- 
lena. 

Tiene  el  mismo  nombre  con  aditamento  de  Vieja  un 
pueblo  de  la  misma  provincia  situado  á  la  margen  del 
río  Magdalena. 

Nono.  Pueblo  de  la  provincia  de  Esmeraldas  en  el 
reino  de  Quito. 

Nulpe  ó  Nulpi.  Río  de  la  provincia  de  Esmeraldas 
en  el  reino  de  Quito. 

Entra  en  el  Mira. 

Ona.  Pueblo  de  la  provincia  de  Loja  en  el  reino  de 
Quito. 

Pamplona.  Ciudad  de  la  provincia  de  Tunja  en  el 
Nuevo  Reino  de  Granada;  la  fundaron  el  capitán  Pedro 
de  Ursúa  y  Ortún  de  Velasco  el  año  de  1549. 

Panecillo.  Monte  en  la  llanura  de  Callo  en  la  pro- 
vincia de  Latacunga  en  el  reino  de  Quito.  Se  cree  que 
es  hecho  á  mano  por  los  indios,  cerca  de  un  antiguo 
palacio  de  los  príncipes  de  este  reino  para  servir  de 
vigía  á  fin  de  descubrir  todo  el  país  inmediato. 

18 


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Tiene  el  mismo  nombre  otro  cerca  de  la  ciudad  de 
Quito. 

Pasto.  Partido  y  corregimiento  de  la  provincia  de 
Popayan  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Es  abundantí- 
simo de  pastos  para  el  ganado  y  por  eso  le  dieron  el 
nombre.  Riéganlo  diferentes  ríos  caudalosos  que  se  in- 
corporan en  el  Ñapo  y  Putumayo  para  entrar  en  el  Ma- 
rañón. 

La  capital  es  la  ciudad  del  mismo  nombre,  fundada 
por  el  capitán  Lorenzo  de  Aldana  el  año  de  1539  en 
una  dilatada  llanura. 

Patía.  Pueblo  de  la  provincia  de  Popayán  en  el 
Nuevo  Reino  de  Granada. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  río  grande  y  caudaloso 
de  esta  provincia.  Recoge  en  su  curso  las  aguas  del 
Mayo  y  sale  al  mar  Pacífico  por  once  bocas  que  for- 
man diferentes  islas. 

Valle  del  mismo  nombre. 

Paute.  Río  de  la  provincia  de  Cuenca  en  el  reino 
de  Quito. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  pueblo  de  la  misma  pro- 
vincia y  reino,  y  un  valle  grande,  hermoso  y  fértil., 

Perucho.  Pueblo  del  reino  de  Qjito  cerca  de  la  ca- 
pital. 

Pichinche.  Monte  muy  alto  y  volcán  del  reino  de 
Quito,  á  cuya  falda  está  situada  esta  capital;  en  la  cum- 
bre se  divide  en  varias  puntas  ó  picachos;  la  más  alta, 
que  llaman  Rucu-Pichinche  ó  Pichinche  viejo,  se  eleva 
sobre  el  nivel  del  mar  5.605  brazas,  2  pulgadas  y  8  lí* 
neas,  medido  por  los  Académicos  de  las  Ciencias  de 
París. 

Popayán.  Provincia  del  Nuevo  Reino  de  Granada, 
confina  por  el  N.  con  la  de  los  Llanos  de  Neiva,  por 
el  NE.  con  la  de  Antioquía,  por  el  O.  con  la  del  Chocó  y 
por  el  S.  con  la  de  Pasto. 

Tiene  el  mismo  nombre  la  capital  fundada  por  su 
descubridor  y  conquistador  Sebastián  de  Belalcázar  el 
año  de  1536  en  una  dilatada  y  deliciosa  llanura.  Tuvo 
colegio  de  los  Regulares  de  la  Compañía,  con  un  semi- 
nario de  colegiales  en   que  tenían  cátedras  de  Latini- 


—  275  — 

dad,  Filosofía  y  Teología  moral  y  escolástica,  y  des- 
pués de  la  expulsión  de  aquéllos,  está  á  cargo  de  un 
eclesiástico  secular,  y  solo  mantiene  las  dos  primeras 
cátedras  y  20  ó  24  colegiales  con  ocho  becas  fijas  que 
paga  el  Rey.  En  tiempo  de  los  jesuítas  se  conferían  en 
él  grados  mayores;  hoy  tienen  que  ocurrir  á  las  Univer- 
sidades de  Santa  Fe  y  Quito  para  estudiar  Teología, 
Cánones  y  Leyes.  D.  Pedro  Agustín  de  Valencia  fundó 
por  contrata  la  Casa  de  Moneda  en  1749. 

Puembo.     Pueblo  cerca  de  la  ciudad  de  Quito. 

Puracé.  Pueblo  y  volcán  de  la  provincia  de  Popa- 
yán,  situado  cerca  de  su  capital. 

Quito.     Reino  de  la  América  Meridional. 

La  capital  tiene  el  mismo  nombre.  En  el  año  de 
1736  fueron  enviados  á  esta  ciudad  por  la  Academia 
de  las  Ciencias  de  París  para  hacer  diferentes  observa- 
ciones astronómicas  los  Sres.  D.  Luis  Godín,  D.  Pedro 
Bouguer,  D.  Carlos  de  la  Condamine  y  otros,  á  quienes 
acompañaron  los  tenientes  de  navio  españoles  D.  Jor- 
ge Juan  y  D.  Antonio  de  Ulloa.  D.  Carlos  de  la  Conda- 
mine construyó  la  Meridiana  en  la  terraza  del  colegio 
de  la  Compañía.  Es  la  patria  de  D.  Pedro  Maldonado  y 
Sotomayor,  joven  de  tan  sobresaliente  instrucción  en 
las  Matemáticas  y  la  Física,  que  mereció  que  la  Aca- 
demia Real  de  las  Ciencias  de  París  y  la  Sociedad  Real 
de  Londres  lo  nombraran  individuo  de  estos  Cuerpos; 
Gentilhombre  de  Cámara  de  S.  M.  y  Gobernador  de 
Esmeraldas.  Murió  en  Londres  en  la  flor  de  su  edad, 

Ríobamba.  Provincia  del  reino  de  Quito,  confina 
por  el  N.  con  la  de  Tacunga,  por  el  S.  con  la  de  Cuen- 
ca, por  el  E.  con  el  asiento  de  Chimbo  y  por  el  O.  con 
el  Gobierno  de  Quijos  y  Macas.  La  capital  es  la  villa 
del  mismo  nombre.  Hay  un  río  caudaloso  en  la  provin- 
cia con  la  misma  denominación. 

San  Pablo.  Pueblo  de  la  provincia  de  Otavalo  en 
el  reino  de  Quito. 

Otro  de  la  provincia  de  Moxos  en  el  mismo  reino. 

Laguna  de  la  provincia  de  Otavalo  en  el  mismo  rei- 
no. Recibe  el  agua  del  cerro  de  Mojanda. 

Río  de  la  provincia  del  Chocó  en  el  Nuevo  Reino  de 


—  276  — 

Granada,  nace  de  una  laguna,  y  poco  después  se  une 
con  el  de  Quito,  que  nace  de  otra,  y  juntos  forman  el 
de  Atrato. 

Santa  Fe  de  Bogotá.  Ciud'ad  capital  del  Nuevo 
Reino  de  Granada  y  de  este  Virreinato,  fundada  el  año 
de  1538  por  Gonzalo  Jiménez  de  Ouesada,  conquista- 
dor del  reino,  fabricó  primero  12  casas,  en  memoria  de 
los  12  apóstoles,  á  la  falda  de  dos  montes  en  que  se  ex- 
tiende su  población  NS.  no  distante  de  unas  elevadas 
sierras  que  tiene  al  oriente,  y  siguen  desde  Santa  Mar- 
ta la  cordillera  de  los  Andes  hasta  el  Perú.  Es  grande 
y  hermosa,  sus  calles  anchas  y  bien  empedradas,  la 
adornan  cuatro  plazas  y  cinco  puentes  sobre  los  peque- 
ños ríos  de  San  Francisco  y  San  Agustín,  cuyas  aguas 
cristalinas,  delgadas,  frías  y  saludables,  tienen  su  ori- 
gen en  la  montaña,  y  pasando  por  los  umbrales  de  estos 
conventos  les  dan  el  nombre,  y  corriendo  de  Oriente  á 
Poniente  bañan  la  ciudad  y  su  llanura,  que  tiene  20  le- 
guas de  largo  y  11  de  ancho  hasta  incorporarse  en  el 
Funzha  que  pasa  un  cuarto  de  legua  distante.  Es  de 
temperamento  fresco,  experimentando  duplicadas  las 
cuatro  estaciones  del  año,  en  que  se  puede  más  bien 
llamar  continua  primavera,  porque  siempre  prodúcelos 
mismos  frutos  con  tanta  fertilidad  y  abundancia,  que  se 
cogen  de  ellos  dos  cosechas,  una  que  llaman  del  año 
entero,  que  se  siembra  á  fin  de  Febrero  y  se  coge  por 
Julio,  y  otra  de  medio  año,  que  se  siembra  por  Sep- 
tiembre y  se  coge  por  Enero  en  que  suele  helar  y  per- 
derse. Los  vientos  que  reinan,  regularmente  son  el  Sur, 
que  allí  llaman  Ubaque,  de  un  pueblo  que  está^  en  la 
altura  de  la  Montaña  por  donde  viene,  es  sutil  y  frío, 
y  tan  benéfico  que  dicen  los  naturales  que  se  ha  de  re- 
cibir con  la  boca  abierta,  y  el  N.  de  que  se  resguardan 
porque  es  destemplado,  húmedo  y  tempestuoso.  La  ciu- 
dad contiene  de  largo  25  manzanas  y  12  de  ancho,  y 
sus  calles  se  regulan  á  12  varas  castellanas.  Es  cabeza 
de  arzobispado  metropolitano  erigido  por  la  Santidad 
de  Pío  el  año  de  1561,  y  tiene  por  sufragáneos  los 
obispados  de  Cartagena,  Caracas,  Popayán,  Panamá, 
Santa  Marta  y  Mérida  de  Maracaibo.   La  catedral  es 


—  277  — 

magnífica  y  rica,  y  entre  sus  tesoros  venera  la  cabeza 
de  Santa  Isabel,  reina  de  Hungría,  dádiva  de  su  arzo- 
bispo D.  Fr.  Luis  Zapata  de  Cárdenas;  hay  en  ella 
1 6  prebendas;  tiene  tres  parroquias  llamadas  Nuestra 
Señora  de  las  Nieves,  que  tiene  por  distrito  su  cuartel 
y  el  del  Noviciado,  segunda  Santa  Bárbara,  y  tercera 
la  de  San  Victorino.  Conventos  de  religiosos  de  Santo 
Domingo  dos,  el  uno  que  es  recolección  con  el  nombre 
de  Nuestra  Señora  de  las  Aguas;  tres  de  los  de  San 
Francisco,  uno  que  está  á  orilla  del  río  de  su  nombre, 
otro  con  título  de  la  Vera  Cruz,  y  el  tercero  de  Recole- 
tos de  San  Diego.  En  el  egido  de  la  ciudad,  á  su  salida 
para  Tunja,  dos  de  San  Agustín,  de  los  cuales  es 
uno  de  Recoletos  con  el  título  de  Nuestra  Señora  de 
Monserrat,  y  que  está  en  la  cumbre  de  un  monte  que 
domina,  y  en  otro  que  hay  hacia  la  parte  de  la  catedral 
una  ermita  dedicada  á  Nuestra  Señora  de  Egipto  en 
que  están  los  religiosos  de  la  Merced.  Un  colegio  que 
fué  de  los  Regulares  de  la  Compañía,  cuya  casa  era  la 
más  suntuosa  y  magnífica  que  tenían  en  toda  la  cristian- 
dad (exceptuando  la  de  Jesús  en  Roma),  donde  se  ve- 
neran los  cuerpos  de  los  santos  mártires  Mauro,  Fortu- 
nato, Dionisio,  Euthimio  y  Anastasio.  Otro  llamado  la 
Compañía  Chiquita  y  Casa  de  Noviciado,  en  que  tenían 
el  Crucifijo  con  que  murió  San  Francisco  de  Borja. 
Convento  de  San  Juan  de  Dios,  á  cuyo  cargo  está  el 
grande  hospital  de  San  Pedro.  Cuatro  Monasterios  de 
religiosas,  uno  de  la  Concepción,  otro  de  Santa  Clara, 
otro  de  Carmelitas  Delcalzas  y  otro  de  Santa  Inés  de 
Monte  Policiano.  Tres  colegios  de  estudios,  que  son  el 
Mayor  con  la  advocación  del  Rosario,  fundado  el  año  de 
1652,  en  que  hay  cuatro  becas  destinadas  por  el  Rey 
para  hijos  de  ministros,  y  goza  los  mismos  privilegios 
que  el  del  Arzobispo  de  Salamanca.  Otro  seminario  de 
San  Bartolomé,  y  el  tercero  el  de  Santo  Tomás  con 
Universidad,  fundado  el  año  de  1621  por  autoridad 
pontificia  y  regia,  en  que  hay  una  gran  Biblioteca  pú- 
blica, establecida  el  de  1772.  Ilustran  esta  capital  que 
tiene  además  de  los  templos  referidos,  los  de  la  capilla 
del  Sagrario  de  Nuestra  Señora  de  Belén,  de  Guadalu- 


—  278  — 

pe,  de  la  Peña,  de  las  Cruces,  de  San  Felipe  y  el  Humi- 
lladero, que  está  en  la  plazuela  de  San  Francisco,  en 
memoria  de  haberse  dicho  en  aquel  sitio  la  primera 
misa,  y  todos  componen  28  sin  varias  capillas  y  orato- 
rios reservados,  un  Tribunal  de  audiencia  y  Chancillería 
Real  erigida  el  año  de  1548,  con  un  presidente,  que  des- 
pués se  erigió  en  Virreinato  el  de  17 18,  suprimido  el 
de  1724,  y  vuelto  á  restablecer  el  de  1739;  otro  Tribu- 
nal mayor  de  cuentas,  que  se  fundó  el  de  1605;  otro  de 
Dirección  de  Rentas  Reales  estancadas  el  de  1780;  otro 
de  la  Santa  Cruzada;  otro  de  bienes  de  difuntos,  conta- 
dor general  de  azogues  y  Casa  Real  de  Moneda,  que 
gobierna  un  intendente,  un  contador,  tesorero  y  otros 
ministros.  El  Emperador  Carlos  V  le  concedió  título  de 
muy  noble,  muy  leal,  y  ciudad  más  antigua  en  el  año 
de  1548,  y  por  blasón  de  armas  un  escudo  en  que  está 
una  águila  negra  en  campo  de  oro,  con  una  granada 
abierta  en  cada  garra,  orlado  de  algunos  ramos  de  oro 
en  campo  azul. 

Santa  Marta.  Provincia  y  Gobierno  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Confina  con  la  de  Cartagena  por 
el  ONO.  y  SO.  sirviéndoles  de  límites  el  río  grande  de  la 
Magdalenaquelas  divide;  por  el  NE.  con  la  provincia  del 
río  del  Hacha,  por  el  N.  con  las  costas  del  mar  Océano. 

Santiago.  Pueblo  de  la  provincia  de  Quijos  y  Ma- 
cas en  el  reino  de  Quito. 

Pueblo  de  la  provincia  de  Cartagena  en  el  Nuevo 
Reino  de  Granada,  cerca  del  río  Cauca. 

Pueblo  de  la  provincia  de  Popayán  en  el  mismo 
reino  situado  á  orilla  del  río  Putumayo,  cerca  de  su  na- 
cimiento. 

Saraguro.  Pueblo  de  la  provincia  de  Loja  en  el 
reino  de  Quito. 

Tiene  el  mismo  nombre  un  río  en  la  misma  provin- 
cia, que  recibe  por  la  parte  austral  al  de  Vesiacapa  y 
por  la  del  X.  al  de  Natuvañucha,  y  muy  crecido  con  las 
aguas  de  otros  ríos  muda  el  nombre  en  el  de  Amarillo, 
pasa  por  la  ciudad  de  Zamora. 

Taday.  Pueblo  de  la  provincia  de  Cuenca  en  el  rei- 
no de  Quito. 


—  279  — 

Timaná.  Villa  de  la  provincia  de  Popayán  en  el 
Nuevo  Reino  de  Granada,  fundada  por  el  capitán  Juan 
de  Añases  en  1538  en  el  territorio  de  los  indios  Paeces 
y  Pijaos. 

Tolú  (Santiago  de).  Villa  de  la  provincia  de  Carta- 
gena en  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Abunda  en  el  ár- 
bol que  produce  el  bálsamo  tan  celebrado  de  tolú,  que 
tiene  tanto  crédito  y  estimación  para  curar  heridas. 

Tomependa.  Pueblo  de  la  provincia  de  Jaén  de  Bra- 
camoros  en  el  reino  de  Quito,  situado  en  una  llanura 
donde  se  unen  tres  grandes  ríos,  cuales  son  Chachapo- 
^ras,  Chinchipe  y  el  Marañón. 

Tumaco.  Isla  del  mar  del  Sur  á  la  boca  del  río  Mira, 
llamado  también  Agua  Clara;  está  rodeada  de  otras  is- 
letas  pequeñas  con  los  nombres  de  la  Viuda,  el  Viudo, 
Placer  de  Perlas  y  el  Morro,  con  un  pueblo  corto  del 
mismo  nombre. 

Tumbaco.     Pueblo  de  la  provincia  de  Quito. 

Vilcabamba.  Pueblo  de  la  provincia  de  Loja  en  el 
reino  de  Quito. 

Zamora.  Ciudad  y  río  en  la  provincia  de  Jaén  de 
Bracamoros  en  el  reino  de  Quito. 

Zinú.  Río  de  la  provincia  de  Cartagena  en  el  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Tiene  el  mismo  nombre  una  villa  de 
esta  provincia  y  reino,  situada  á  la  orilla  oriental 
■del  río. 


ÍNDICE 


DE    PERSONAS   CITADAS   EN   LA   PRIMERA   PARTE 
DE   ESTE   VOLUMEN 


Mutis  y  la  Expedición  Botánica 


Acosta  Joaquín,  ii,  131. 

Alvarez  Anselmo,  98. 

Antodilla  Felipe  Antonio,  108. 

Arboleda  Antonio,  11. 

Arias  Antonio  Sandalio,  14,  17, 

Arriaga  Julián,  88. 

Asensio  Pascual,  14,  17. 

Astroemer,  24. 

Aterido  y  Ramos  Luis,  17,  19. 

Azuola  Luis,  102. 

Barnades,  71. 

Barrionuevo  Antonio,  96. 

Bergius,  26. 

Bergeron  Aimé,  131. 

Blond,  26. 

Boerhaave  Hernán,  120,  123. 

Boix  Esteban,  16. 

Boldó,  70. 

Bolívar  Ignacio,  17,  19,  66. 

Bonilla  y  San  Martín,  143. 


—    282    — 

Bonpland,  26,  147. 
Borda  José  Cornelio,  131. 
Brown,  74. 

Cabal,  II. 

Caballero,  96. 

Caballero  y  Góngora,  94. 

Caicedo  Fernando,  loi,  102,  103. 

Caldas,  7,  8,  10,  130,  131, 145,  146,  147,  148,  149,  150- 

Calzado,  96. 

Camblor^  93. 

Cancino  Vicente,  102. 

Carmena,  67. 

Cartel,  67. 

Carpintero  José  Martín,  109. 

Carteti,  74. 

Carrasquilla  Juan,  112, 

Cassal  José  Felino,  140. 

Cavanilles,  18,  19,  26. 

Cervantes,  26. 

Clarke,  iio. 

Colmeiro  Miguel,  15,  17,  18,  24,  52,  68,  69,  70. 

Condamine,  25,  52,  58. 

Cortés  Juan,  96,  99,  104. 

Copérnico,  127,  129. 

Cruz  José  de  la,  loi. 

Cullen,  122,  123. 

Chaptal,  122. 

Dadey  José,  130. 

Dávila,  32. 

D'Eihuyar,  90,  97,  98,  136,  139,  140. 

Descartes,  45. 

Díaz  Ángel,  97?  139- 

Domínguez  Benedicto,  131. 

Domínguez  de  Castillo  Francisco,  109. 

Duran  Antonio,  109. 

Ezpeleta,  96. 


—  283  — 

Felipe  II,  72,  73. 

Felipe  IV,  100. 

Fernando  VI,  67,  72,  75,  76. 

Flórez  Manuel,  55. 

Fontes  Francisco,  101. 

Foucroy,  122. 

Froes  Antonio  Joaquín,  108. 

Gahn,  27,  32. 

Gama  y  Bastida  Francisco,  102. 

Garavito  Julio,  131. 

García,  92,  95. 

Gil  y  Lemos,  90,  91,  136. 

Gómez  Ortega,  18,  26,  68. 

González  Benito  J.  M.,  131. 

González  Suárez  Federico,  10,  65,  146. 

Gorter  Juan,  121,  123,  124. 

Gorraez  Antonio,  108. 

Goyri  María,  143. 

Graiño  Antonio,  5. 

Granados  José  María,  102. 

Gravessand,  43. 

Gredilla  Federico,  17. 

Guirior  Manuel,  56. 

Haen,  123. 

Haller,  120. 

Heister,  123. 

Hernández,  72,  73. 

Hoffmann,  123. 

Humboldt,  8,  11,  26,  51,  91,  92,  147. 

Inojosa  Mariano,  96. 

Isla  Miguel,  loi,  102,  103,  104,  105,  109,  118,  124. 

Jacquin,  35,  75,  76,  92. 
Juan  Jorge,  58. 
Jussieu,  58. 

Labillardiére,  26. 


-—   284  — 

Lagasca  Mariano,  14,  15,  16,  17,  18,  19. 

Landete,  93. 

Lavoissier,  122. 

Ledezma  Carlos  Manuel,  109. 

León  Manuel,  102. 

Liévano  Indalecio,  131. 

Linneo,  23,  24,  25,  26,  27,   30,   52,   53,  66,   67,   68, 

69,  85. 
Loefling,  31,  35,  67,  68,  72,  75,  76,  135. 
Lomba  José  Ramón,  143. 

López  Ruiz  S'sbastián,  25,  51,  52,  53,  54,  55,  109. 
Lozano  Jorge  Tadeo,  148. 

Lleras  Luis,  131. 

Malaspina,  69. 

Maldonado  Antonio,  102. 

Manrique  Antonio,  104. 

Martínez,  96,  124. 

Martínez  Mansilla  Manuel,  125. 

Martínez  Recaman  Antonio,  102. 

Matis,  96,  97,  131. 

Mazústegui  Miguel  de,  104, 

Meléndez  de  Arjona  Antonio,  109. 

Méndez,  96. 

Mendinueta,  110. 

Menéndez  Pelayo  Marcelino,  142,  145. 

Mesía  de  la  Cerda,  20,  22,  39,  70,  88,  99,  102,  134. 

Morillo  Pablo,  13. 

Morton,  123. 

Mosquera  Tomás  Cipriano,  131. 

Murray,  122. 

Muschembroeck,  43. 

Mutis  José  Celestino,  7,  11,  12,  13,  15,  16,  18,  20,  22, 
23;  25,  26,  51,  52,  53,  55,  56,  57,  59,  60,  63,  65,  66, 
67,  70,  87,  88,  89,  90,  91,  92,  93,  94,  95»  96,  98,  99; 

100,    104,    105,    106,    107,    lio,    III,    112,    114,     118, 
119,    125,    127,    128,    129,    130,    131,    132,    133,    136, 

138,  139;  140;  141,  142, 143;  144;  145;  UÓ,  147;  148. 
Mutis  Sinforoso,  19. 


-  285  - 

Navarro  Jaime,  23,  38,  46,  49,  104. 
Neé,  69,  70. 
Newton,  45. 

Ortega  Casimiro,  122. 

Pabón,  68,  144. 

Palacios,  21. 

Palau,  122. 

Parta  Andrés.  121. 

Paulo  V,  127. 

Petrés,  130. 

Pineda,  69. 

Pizarro  Alfonso,  loi,  134. 

Pombo  José  Ignacio,  7,11,  146,  147,  148. 

Porlier,  96,  97. 

Posada  Arango  Andrés,  10. 

Plumier,  74. 

Quarin,  123. 
Quevedo,  48. 

Ramazini,  123. 

Raon,  91. 

Recchi,  73. 

Restrepo  José  Manuel,  94,  148. 

Ríos  Blanca,  143. 

Rizo  Salvador,  13,  93,  132. 

Ronderos  Victoriano,  109. 

Rodríguez  Bernardo,  96. 

Rodríguez  Marín,  143. 

Rodríguez  San  Pedro  Faustino,  17. 

Rojas  Simón,  15,  17. 

Rosillo  y  Meruelo  Andrés,  125. 

Ruiz,  68,  89,  140. 

Sánchez  Vicente,  96. 

Santisteban  Miguel,  51,  52,  53,  54,  55»  S^,  81. 

Schousboe,  26. 

Sessé,  26,  69. 


—  286  — 

Silva  Antonio,  96. 

Sloan,  74. 

Smith  Adán,  139. 

Soler,  148. 

Soriano  Vicente,  14,  17. 

Sydenham,  123. 

Tanco  Dieg^  Martín,  109. 
Tizot,  123. 
Triana  José,  16. 

Ugalde  Diego,  98. 
Ugarte  Pedro,  49,  53,  90. 
Ulloa,  58. 

Valenzuela,  26,  92,  93. 

Van  Halen  Antonio,  i^,  15,  16,  17. 

Van  Swieten,  75. 

Vargas  Juan  Bautista,  99,  102,  104. 

Vargas  Nicolás,  101. 

Vega  Juan  de,  58. 

Vergara  José  María,  65. 

Vesga  Florentino,  65. 

Vila  Honorato,  109. 

Vülarroel,  96. 

Virgilio  Pedro,  59. 

Wall  Ricardo,  85. 
Wildenow,  26. 

Zea,  18,  19. 


índice 


DE   PERSONAS   CITADAS   EN   LAS   MEMORIAS 
Y   CARTAS   DE   CALDAS 


Andrés,  22. 

Arboleda  Antonio,  i5-. 

Arboleda  Manuel  María,  25,  240. 

Arriquibar,  62. 

Arroyo,  161,  163,  164,  170,  204,  208,  240,  241,  243 

BaJls,  II. 

Baillé,  22. 

Bello,  45,  50,  222. 

Besont,  135. 

Bird,  68. 

Bompland,  i,  2,  84,  144,  172,  174,  184,  205,  209,  216, 

245.  252. 
Borda,  11. 

Bouguer,  5,  19,  156,  164,  167,  206,  207. 
Buffon,  38,  165,  243. 
Byron,  147. 

Caille,  165. 

Calama,  44,  212. 

Carondelet,  43,  45,  47,  66,  149,  213. 

Casini,  203. 

Cavanilles,  3,  186. 


—  288  — 

Condamine,  5,  19,  67,  68,  84,  156,  164,  167,  169,  194, 

206,  207,  245. 
Cook,  147. 

Chuquin  Salvador,  196. 

D'Elhuyar,  g,  12,  98,  163,  170. 
Dilon,  5. 
Dollon,  23. 

Espinosa  Manuel,  220, 

Farenheit,  16,  18,  21,  31,  39,  40,  182. 
Fontenelle,  22. 
Freiré  Miguel,  61. 
Forster,  86. 

Gargotena  Domingo,  46. 
Godin,  19,  164,  167. 
Graham,  176. 

Heberden,  3,  33. 

Humboldt,  32,  34,  39,  60,   68,  71,  73,  84,  85,  86,  87, 

89,   103,   129,   138,  139,  142,   147;  149;  153,  154;  ^SS; 

162,  166,  172,  178,   186,  207,  211,  214,  215,   218, 

246,  252. 
Hurtado  Juan  José,  15. 
Jacquin,  86, 

Juan,  5,  19,  141,  167,  207. 
Jussieu,  84,  191. 
Justiniano,  135. 

Lalande,  ir,  135,  137,  165,  203. 

Lamarck,  191. 

Larrea  Juan  de,  66. 

Lavoissier,  144. 

Linneo,  2,  67,  70,  133,  134,  137,  171. 

Loefling,  148. 

López,  220. 

Luc,  21,  144,  165,  183. 


—  289  — 

Maegraff,  68. 
Maldonado,  44,  68. 
Manzanilla,  220,  224,  226,  227. 
Maquiavelo,  101. 
Martine,  17,  18,  24. 
Mejía,  232,  234,  251. 
Montuela,  22. 
Morveau,  144. 
Montúfar  Pedro,  223. 

Mutis,  2,  3,  8,  10,  II,  12,  14,  22,  46,   67,  84,  89,  91, 
98,99,227. 

Nairne,  39. 
Newton,  160. 

Olmedo  Vicente,  84. 
Ortega,  137,  205. 

Pabón,  I,  219,  220,  223,  227,  228,  245. 

Palau,  2,  137. 

Paulian,  33. 

Place  la,  144. 

Plumier,  148. 

Pombo,  143,  16 r,  163,  164,  170,  203,  204.  205,  208, 

214,  215,  217,  236,  238,  243,  250. 
Pombo  Miguel,  242,  249,  252. 
Pombo  Lino  de,  15. 
Pose,  44. 

Reaumur,  7,  16,  18,  21,  26,  27,  28,  31,  39,  49.  55»  68. 

182. 
Rizo,  12.  208,  241,  243,  252,  255. 
Rodríguez  Toribio,  32. 
Ruiz,  I,  67.  69,  78,  83,  86,  87,  219,  220,  227,  228,  241: 

Savary,  67. 

Schevrbuch,  189.  ^ 

Sigaut  de  la  Fond,  3,  4,  17,  18,  21. 
Sucio,  7,  21,  32,33,  34. 


iQ 


—    290    — 

Tafalla,  i,  8,  148,  211,  220,  224,  226,  227. 
Tomás,  22. 
Torres,  161. 
Tournefort,  137. 
Tralles,  189. 

Ulloa,  5,  19,  167,  199. 

Valencia  Manuel  José  Pérez  de,  86,  87. 
Valdivieso  Javier,  81. 
Vergara  y  Vergara,  15. 
Vergara  Juan  Fernando,  99. 
Vinio,  134. 

Wildenow,  2. 
Woodvard,  38. 

Zea,  205,  220. 


CONTENIDO 


Mutis  y  la  Expedición  Botánica 

Páginas. 

I. — Catálogo  de  las  obras  publicadas  é  inéditas 

de  Francisco  José  de  Caldas 7 

II. — Historia  del  Archivo  de  la  Expedición  Bo- 
tánica de  José  Celestino  Mutis  que  se  con- 
serva en  el  Jardín  Botánico  de  Madrid 12 

III. — Datos  biográficos  de  Mutis;  su  partida  para 

América;  su  correspondencia  con  Linneo. . .        18 

IV. — Llegada  de  I^Iutis  á  Nueva  Granada.  Su 
ministerio  de  educador.  Cátedra  de  Matemá- 
ticas en  el  Colegio  del  Rosario.  Párrafos  de 
su  discurso  de  apertura  del  curso.  Textos  que 
escribió 38 

V. — Se  establece  Mutis  en  la  Montuosa  de  Pam- 
plona. Descripción  de  su  casa 46 

VI. — Regresa  Mutis  á  Santafé.  Descubrimiento 
del  árbol  de  la  Quina.  Examen  de  la  contro- 
versia que  suscitó.  Proyecto  del  estanco  de 
la  Quina.  Razones  en  que  fundó  Mutis  el 
proyecto.  Navegación  del  Río  Magdalena. 
Proyecto  de  Mutis.  Los  bogas  del  Mag- 
dalena        50 

VII. — Expedición  Botánica.  Expedición  de  Loe- 
fling.  Las  Expediciones  Botánicas  del  Perú 
y  Chile,  de  Méjico  y  de  Cuba  y  el  viaje  de 


—  292   — 

Páíjina; 


Malaspina.  Representación  de  Mutis  al  Rey 
de  España.  Informe  del  Virrey  la  Cerda.  Se 
establece  Mutis  en  las  minas  del  Sapo  de 
Ibagué.  Organiza  provisionalmente  el  Arzo- 
bispo Virrey  la  Expedición  de  Nueva  Gra- 
nada. Viaje  de  Humboldt.  Generosidad  del 
Arzobispo  Virrey.  Aprobación  del  Rey.  No 
se  realiza  el  pensamiento  original.  Obstácu- 
los que  lo  impidieron 65 

VIII. — Papel  que  como  médico  desempeñó  Mu- 
tis en  la  Colonia.  El  Colegio  del  Rosario  y  su 
Cátedra  de  Medicina.  Historia  de  esta  Cáte- 
dra según  D.  Fernando  Caicedo  El  Padre 
Miguel  de  Isla.  D.  Juan  Bautista  de  Vargas. 
Solicita  el  Colegio  del  Rosario  se  forme  un 
plan  de  enseñanza  de  la  Medicina.  Se  nom- 
bra á  Mutis  para  que  lo  forme.  Las  boticas 
en  Santafé.  Honorarios  de  los  médicos.  Me- 
moria de  Mutis  para  la  curación  de  enferme- 
dades en  el  Darién.  Su  discurso  en  favor  de 
la  vacuna.  Expedición  encargada  de  propa- 
garla. Plan  de  esludios  médicos  de  Mutis  é 
Isla 99 

IX. — El  sistema  de  Copérnico.  El  Convento  de 
Santo  Domingo  de  Santafé  se  opone  á  la  en- 
señanza de  ese  sistema.  Controversia  con 
Mutis.  Proposiciones  de  Mutis 127 

X. — El  Observatorio  Astronómico  de  Santafé. 
Es  construido  por  Mutis.  Breve  historia  del 
Observatorio 130 

Xf. — Esfuerzos  de  Mutis  por  el  progreso  de  la 
Mineralogía  en  la  Colonia.  Informe  reservado 
del  Virrey  sobre  el  atraso  en  la  explotación 
de  las  minas.  Propone  que  se  lleven  á  la 
Colonia  profesores  que  enseñen  el  sistema 
de  fundición.  D.  Juan  José  D'Elhuyar,  Aná- 
lisis de  las  sales  de  Zipaquirá  hecho  por  Mu- 
tis y  D'Elhuyar 132 

XII. — Junta  compuesta  de  Muti?,  D'Elhuyar  y 


—   293  — 

Páginas. 

Díaz  para  proponer  medidas  sobre  fomento 
de  las  minas.  Minas  de  esmeraldas  de  Muzo. 
Cartilla  de  Mutis  sobre  el  beneficio  de  las 

minas 138 

XIII. — Carácter  verdadero  de  la  Expedición  Bo- 
tánica del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Fué  un 
Instituto  científico  dirigido  por  Mutis.  Pro- 
yecto para  la  publicación  de  la  Flora  de  Bo- 
gotá. Mutis  y  Caldas.  Mutis  y  Pombo  patro- 
cinadores de  Caldas.  La  influencia  de  Mutis 
comparada  con  la  de  Humboldt.  D.  José  Ig- 
nacio Pombo  y  sus  proyectos.  Importancia 
histórica  de  Mutis  y  sus  discípulos.  El  primer 
Centenario  de  la  Independencia  y  objeto  de 
este  volumen 141 


CONTENIDO 


Memorias  científicas  de  Caldas. 


Páginas. 

i.^ — Memoria  sobre  el  origen  del  sistema  de 
medir  las  montañas  y  sobre  el  proyecto 
de  una  expedición  científica i 

2/ — Ensayo  de  una  Memoria  sobre  un  nuevo 
método  de  medir  por  medio  del  termó- 
metro las  montañas 15 

3.^ — Viaje  de  Quito  á  las  costas  del  Océano  Pa- 
cífico por  Malbucho,  hecho  en  Julio  y 
Agosto  de  1 803 43 

4.^ — Memoria  sobre  el  estado  de  las  Quinas  en 

general  y  en  particular  sobre  las  de  Loja.         65 

5.^— Plan  razonado  de  un  cuerpo  militar  de  In- 
genieros mineralógicos  en  el  Nuevo  Reino 
de  Granada 03 


Cartas  de  Caldas  dirigidas  á  Mutis 

I.*— Popayán  y  Agosto  5/1801 133 

2.^— Quito  y  Enero  21  de  1802 139 

3/^ — Quito  y  Febrero  6/802 146 

4.^ — Quito  y  Abril  6/802 151 

5.^ — Quito  y  Abril  21/802 159 


—  296  — 

Páginas. 

6.^— Quito  y  Mayo  6/802 166 

7.^—  Quito  y  Junio  21/802 171 

8.* — Quito  y  Julio  6/802 177 

9.^— Quito  y  Julio  2r/8o2     184 

10.^  — Ibarra  y  Agosto  8/802 187 

11.^ — Ibarra  y  Septiembre  23/802 190 

12.^—  Otábalo  y  Noviembre  7  de  802 197 

13.^ — Otábalo  y  Noviembre  22/802 206 

14.^ — Quito  y  Enero  6/803. 208 

15.^— Quito  y  Febrero  20/903 .  210 

16.^ — Quito  y  Mayo  6/803 215 

1 7  .^ — Quito  y  May  3  2 1  /803 218 

18.* — Quito  y  Julio  6  de  1803 219 

19.^— ibarra  y  Octubre  6  de  1803 221 

20.^ — Quito  y  Noviembre  21/803 227 

21.^— Quito  y  Enero  6/804 230 

22.^ — Quito  y  Febrero  6/804 236 

23.^— Quito  y  Marzo  5  de  804 240 

24.^—  Quito  y  Julio  6  de  804 241 

25.^ — Cuenca  y  Agosto  28/804 243 

26.^ — Cuenca  y  Septiembre  28/804 245 

27.^ — Quito  y  Enero  3/805 .    . 248 

28.''— Quito  y  Marzo  2 1/805 249 

19.^ — Quito  y  Marzo  6/805 250 

30.^— Pasto  y  Abril  28/805 251 

31.^— Popayán  y  Mayo  20/805 253 

32.* — Popayán  y  Junio  5/805 253 


Post  Scriptum 

Corrección  de  ciertos  nombres  geográficos 255 

Opiniones  de  Mutis  y  Pombo  sobre  la  Memoria 
de  Caldas  publicada  en  este  volumen  y  por 
el  Sr.  González  Suárez,  y  adiciones  á  la  lista 
de  obras  de  Caldas 256 


ERRATAS  IMPORTANTES 


Mutis  y  la  Expedición  Botánica 

Página.       Línea.  Dice.  Léase. 


26  Nota.  Publicamos  en  el  Publicamos  el 

53  24  Santistetevan  Santistevan 


Memorias  científicas  de  (Saldas 

Página.       Línea.  Dice.  Léase, 


74  22  Suma  I2°,0 


N.  B.  La  carta  de  la  pág.  250  de  fecha  6  de  IVlarzo  de  1805  debió 
colocarse  antes  de  la  de  21  de  los  mismos  mes  y  año  de  la  página  an- 
terior. 


UNIVERSITY  OF  CALIFORNIA  LIBRARY 

Los  Angeles 

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JUN  2  3  1976 
APR  15)978 


DISCHARGE-URl 

'^UH  Í4  1978 


1  L9-Series  444 


■vtOS-ANGE 


UC  SOUTHERN  REGIONAL  LIBRARY  FACILITY 


A     000  865  029     3 


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